La lectura adquisición, dificultades e inervención Mercedes Rueda, 2003

August 2, 2017 | Author: abipu | Category: Word, Learning To Read, Dyslexia, Reading (Process), Phonology
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Diseño de cubierta-. A. F. Diseño Salamanca.

2." Edición - Enero 2003

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AMARU EDICIONES y MERCEDES I. RUEDA

Printed in Spain. Impreso en España • ISBN: 84 - 8196 - 047 - O Depósito Legal: S. 1.450 - 2002 Europa Artes Gráficas J u a n de la Cierva (parcela 4). Pol, Ind. "El Montalvo" 37008 Salamanca

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, total o parcialmente, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea mecánico, eléctrico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

La lectura está tan presente en nuestras vidas que acaba por parecemos una actividad "natural", tal y como la visión o la audición. Bast'a pensar por un momento en lo que ocurre cuando aparece ante nuestros ojos una palabra escrita-, una vez establecido el contacto es imposible no leerla, incluso aunque nos empeñemos en evitarlo. Como tampoco podríamos negamos apercibir los objetos que entran en nuestro campo visual o los sonidos que penetran en nuestro sistema auditivo. Leemos, pues, con la misma espontaneidad y gratuidad con la que reconocemos un objeto, un rostro o una melodía. Quizás por ello nos rebelamos ante la evidencia de que una parte importante de los alumnos escolatizados muestren graves insuficiencias en su dominio. Parece como si esperáramos que a esa facilidad con la que. obramos en la lectura, le correspondiera otra semejante para alcanzar su dominio. Nada más lejos, sin embargo, de la realidad. La lectura, tal y como se documenta en este libro, precisa un largo y en cierta medida laborioso proceso de apredizaje. Un proceso en el que debemos adquirir y automatizar un amplio número de habilidades que han de operar de una forma ordenada. Lo más importante es que esas nuevas habilidades se integran en un sistema (éste sí, natural) que es esencial y característico de la mente humana-, el sistema lingüístico-, y al integrarse en él lo transforman y amplían. De esta manera, con la lectura se nos abren nuevas formas de usar el lenguaje-, podemos conocer el pensamiento de personas ajenas a nuestro espacio y tiempo inmediato, podemos también dirigimos a otros interlocutores distantes y podemos, finalmente, convertimos en nuestro propio interlocutor y conversar de un modo nuevo, mucho más reflexivo, con nosotros mismos. Por todo ello, al fracasar en la lectura, truncamos algo mucho más importante que la capacidad de reconocer las palabras escritas; truncamos un amplio conjunto de posibilidades expresivas y receptivas que son decisivas para adquirir todo cuanto nuestra cultura reclama a sus miembros-, sin la lectura difícilmente podríamos llegar a saber lo indispensable para entenderla, y sin ella tampoco podemos desenvolvernos en las actividades jnás comunes que nos permiten ser partícipes de 11

su desarrollo. Ahí reside la trascendecia de este instrumento que nos permite hacer visible el lenguaje, y lo que justifica el libro que tengo la satisfacción de prologar. El libro de la profesora Rueda, de Mercedes, está dedicado al aprendizaje de la lectura y a quienes muestran serias dificultades en el proceso de adqusición. Se ocupa por tanto de esos mome?ttos iniciales en los que se adquieren las habilidades específicas, momentos en los que se originan también las dificultades. El lector puede encontrar en la primera parte del libro ima síntesis actualizada de la psicología de la lectura, que incluye tres apartados: los modelos que tratan de describir y explicar el comportamiento de los lectores competentes, los modelcM que analizan el proceso de adquisición y, por ultimo, los que estudian el papel del conocimiento fonológico en todo ello. Una síntesis bien organizada y escrita, que evita lo innecesario y centra la mente del lector en los aspectos más relevantes de los que se ocupa la investigación actual. Más interesante todavía es la revisión que en estas páginas se hace de las dificultades en el aprendizaje y especialmente de los problemas y limitaciones que engendra la intervención; se trata de una informacióri de primera mano, realizada con madurez por alguien que se ha dedicado en los últimos años al estudio de estas posibilidades. No hay aquí improvisación ni premura en persuadir de la bondad de las propuestas de intewención que se defienden; tampoco esperanzas injustificadas. El lector encontrará un resumen de los datos obtenidos en diversos estudios instrucccionales y, basándose en ellos, una reflexión constante en busca de las variables que limitan los efectos de la intervención. Reflexión a la que por su proyección al futuro puede sumarse el lector. Se trata pues de un libro que tiene una función formativa en el que se reúne de forma comprensiva una buena parte de los conocimientos, herramientas y reflexiones necesarios para entender conjuntamente la adquisición de la lectura y sus dificultades. Como testigo en cierta medida privilegiado del trabajo que se culmina en este libro, creo ser consciente de su significado para la autora, y en ese sentido además de mostrar mi convicción de que tendrá una excelente acogida no puedo menos que sentir, por lo que me toca, un justificado orgullo. Salamanca 1995 EMILIO SÁNCHEZ

Prof. Titular de Psicología Escolar

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INTRODUCCIÓN

La lectura es una actividad que a primera vista puede parecer sencilla por lo cotidiana y familiar que nos resulta. En su acepción básica leer equivale a decodificar los signos escritos. Si precisamos más, leer es una operación compleja en la que intervienen un conjunto de procesos cognitivos que conducen al lector a atribuir significado a un texto escrito. Estos procesos cognitivos van desde la percepción visual de las letras, a la obtención de un significado global del texto. Son procesos que tienen que ver con la transformación de esas letras en sonidos, con la construcción de una representación fonológica, con el acceso al significado de la palabra, seleccionando el más apropiado en cada contexto, o con la asignación de un valor sintáctico a cada palabra para poder dar un significado a la frase y, de esta manera, llegar a la construcción del significado global del texto. Así mismo, en la lectura intervienen e interactúan dos tipos de información: la visual y la no visual. La información visual se refiere a los signos que podemos ver en la página escrita. Información que ha de integrarse con la información no visual, relativa al conocimiento que el lector posee del lenguaje y del mundo, de manera que esa información le ayude a dar sentido a lo escrito. Esta interacción implica conceptualizar la lectura, como hemos afirmado anteriormente, como una tarea constructiva y, por lo tanto, activa. Además de estos dos rasgos, la lectura debe ser entendida, así mismo, como una actividad estratégica y afectiva. La lectura es un proceso de construcción en cuanto que combina los elementos del texto con los conocimientos previos que posee el lector sobre el mundo que le rodea. Es decir, ningún texto es completo en sí mismo, al leerlo se interpreta y se elabora el mensaje escrito gracias a que los lectores poseen conocimientos relevantes para comprender el texto. Igualmente los lectores disponen de esquemas de conocimiento que les permiten integrar y entender la nueva información que se les presenta. Definida la lectura de este modo, una persona no puede leer con efectividad si no se acerca al texto de una manera activa, regulando y manteniendo la atención en la tarea, seleccionando los conocimientos previos, interpretando lo que está leyendo, formulando cuestiones y confirmando o modificando hipótesis. Hemos calificado la lectura como un proceso constructivo y activo, pero también señalamos que es un proceso estratégico. La noción de estrategia se define como un método para emprender una tarea o alcanzar un objetivo, en este caso la lectura (Nisbet y Shucksmith, 1987). Las investigaciones llevadas a cabo por Anderson (1980) o Sánchez (1988) demuestran que los mejores lectores, no sólo 13

se implican activamente en el proceso de lectura, sino que también son más competentes en la utilización de estrategias. Los lectores competentes desarrollan un conjunto de estrategias necesarias para procesar el texto. Este aspecto es importante puesto que lleva al lector a establecer relaciones sustantivas y no arbitrarias entre lo que sabe y lo nuevo que se le ofrece en el texto. Supone, en última instancia, aprender de forma significativa. Por último recordemos que, además de definir la lectura como un proceso constructivo, activo y estratégico, también la hemos definido como un proceso afectivo. Una revisión de los estudios sobre psicología de la lectura muestra que lo afectivo se incorpora como una dimensión cognitiva mas del lenguaje (Robeck y Wallace, 1990). En este sentido, es necesario subrayar que el impacto de los aspectos afectivos va más allá de la atención del lector o de la persistencia en la tarea. En definitiva, el significado del texto se construye influido por las habilidades cognitivas, las metacognitivas y el estado afectivo del lector. Consecuentemente y tal como afirmamos al inicio, la lectura, a pesar de su apaíiencia sencilla, es un proceso complejo, una actividad multidimensional en la cual el lector interactúa con el texto para construir o atribuir un significado consistente con el texto y con el propio mundo del lector. En un intento de analizar y desentrañar los procesos implicados en el acto de leer se han diseñado diversos modelos. La mayoría de ellos intentan dar cuenta del primer acto lector que es enfrentarse a la palabra impresa y acceder a su significado. También a nosotros nos han interesado estos procesos que intervienen en la lectura, si bien analizándolos desde un punto de vista educativo. Este libro surge como consecuencia de intentar dar respuesta a cuestiones como ¿qué supone reconocer una palabra escrita?, ¿cómo y cuándo accede el niño al significado de la palabra y puede nombrarla?, ¿qué les ocurre a los niños que no son capaces de nombrar, leer o reconocer adecuadamente una palabra escrita?, ¿podemos hacer algo para ayudar a estos niños comúnmente categorizados como disléxicos o niños con dificultades específicas en el aprendizaje de la lectura?. Intentando ser coherentes con los planteamientos e interrogantes anteriormente expuestos hemos estructurado el libro de la siguiente manera. En primer lugar abordamos el análisis de los modelos de reconocimiento de palabra escrita. Presentamos el modelo logogen y el modelo dual clásico de acceso al léxico y las nuevas alternativas a este modelo. Así mismo, en esta primera parte efectuamos una revisión de las principales teorías sobre el desarrollo del aprendizaje de la lectura. Intentamos mostrar la relación que existe entre estas teorías y los modelos de reconocimiento de la palabra expuestos con anterioridad. Con el examen de las teorías sobre el desarrollo del aprendizaje de la lectura finaliza la primera parte a la que denominamos adquisición y desarrollo del aprendizaje de la lectura. La aproximación al estudio de los procesos implicados en la lectura nos permite constatar que existe un componente fundamental que favorece el reconocimiento de la palabra y está presente en el desarrollo del aprendizaje de la lectura. Este elemento es el conocimiento fonológico. La segunda parte, por lo tanto, 14

la dedicamos al estudio del conocimiento fonológico. ¿Qué es?, ¿cómo se desarrolla? y ¿cuáles- son las vinculaciones entre el conocimiento fonológico y el aprendizaje de la lectura? son algunas de las cuestiones que abordamos en este apartado. Examinamos, así mismo, la polémica sobre la relación entre el conocimiento fonológico y la lectura. La adquisición del conocimiento fonológico repercute en la lectura o, por el contrario, es la lectura la que favorece el desarrollo del conocimiento fonológico. En la tei'cera parte del libro abordamos el estudio de las dificultadgs en el aprendizaje de la lectura. Hablamos de la dislexia, ¿qué es?, ¿cuáles son sus causas?, ¿qué relación tiene con el conocimiento fonológico?, etc. En las últimas páginas del libro efectuamos algunas reflexiones sobre los niño disléxicos ¿cómo se puede intervenir en este tipo de problemática?, ¿qué, aspectos habría que tener en cuenta?, etc. Este libro, tanto en su estructura como en su contenido, está pensado con el objetivo de ofrecer un marco conceptual a todo aquel, psicólogo, pedagogo, maestro, profesor de apoyo, logopeda, psicopedagogo, etc., que quiera o deba enfrentarse con el estudio de la adquisición de la lectura y sus dificultades.

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PRIMERA PARTE

ADQUISICIÓN Y DESARROLLO DEL APRENDI2ATE DE LA LECTURA

CAPITULO 1

PROCESOS BÁSICOS IMPLICADOS

El objetivo que nos proponemos al abordar este capítulo es analizar cómo se produce el proceso de reconocimiento de la palabra escrita y cíiáles son los elementos implicados en esta actividad. Existen un conjunto importante de modelos explicativos que intentan arrojar luz sobre los procesos implicados en el reconocimiento de la palabra escrita (para una revisión véase, Belinchón, Riviére e Igoa, 1992; Beltrán, García-Alcañiz, Moraleda, Calleja y Santiuste, 1987; Valle, 1991). Por ello no es nuestro objetivo realizar una nueva revisión. Nosotros nos centraremos, inicialmente, en el análisis de uno de los modelos clásicos que mayor trascendencia ha tenido: el Modelo Logogen. Este modelo, elaborado y reformulado varias veces por Morton (1969), permite explicar el proceso de lectura de palabras conocidas. Es obvio que los modelos de reconocimiento de palabras, o modelos de experto, no pueden limitar su explicación a la lectura de palabras conocidas. El lector se enfrenta con frecuencia al reconocimiento de palabras que le son desconocidas e, incluso, a la lectura de seudopalabras. Es necesario, por lo tanto, que los modelos de reconocimiento den cuenta también de cómo se realiza el reconocimiento de palabras desconocidas o seudopalabras. Por ello, una vez examinado el Modelo Logogen centraremos nuestra atención sobre los modelos que explican la lectura de palabras desconocidas o seudopalabras. Los modelos que exponen conjuntamente la lectura de palabras conocidas y desconocidas o seudopalabras se les conoce como Modelos de Doble Ruta o Modelos Duales. La elaboración de una teoría sobre la lectura de palabras desconocidas o seudopalabras se pudo realizar gracias a las aportaciones de los estudios de Coltheart (1978). Este autor sugiere que la lectura de palabras desconocidas se realiza a través de un proceso que se denomina conversión grafema-fonema o recodificación fonológica. Por último, finalizaremos este capítulo con la presentación de las críticas y alternativas al modelo dual. Críticas y alternativas propuestas por investigadores como Ehri (1992) o Goswami y Bryant (1990) que cuestionan aspectos fundamentales del modelo dual como la independencia de las vías de acceso al léxico o, incluso, la propia existencia de dichas vías. 19

1. MODELOS DE RECGXOCIMIEXTO DE LA PALABRA ESCRITA

Aun sabiendo que la lectura es una actividad cognitiva compleja en la que intervienen diversos procesos^ -léxicos, sintácticos y semánticos- nuestra revisión se centrará, como hemos mencionado anteriormente, en los léxicos o también denominados procesos básicos de reconocimiento e identificación de palabras. Conviene recordar, en este sentido, que Stanovich (1991b; pág. 442) llega a afirmar que "el reconocimiento de la palabra es el subproceso central en el complejo acto de leer". 4 La mayor parte de las teorías que explican el reconocimiento de la palabra o acceso lexical han surgido en la década de los años setenta. No obstante, la práctica totalidad de estas propuestas explicativas han sufrido modificaciones y reconceptualizaciones en años sucesivos debido, fundamentalmente, a la influencia de los avances de la psicología cognitiva y de la ciencia cognitiva en general. Tal y como señalan Belinchón y sus colaboradores los modelos de reconocimiento de palabra pueden clasificarse en autónomos o de dos etapas y en modelos interactivos o de una sola etapa. La diferencia enfre unos y otros radica en el grado de comunicación que existe entre los diferentes niveles de procesos que el sujeto realiza. En los modelos autónomos los procesos que lo integran no se influyen unos en otros. Por el contrario, en los modelos interactivos se produce un flujo de influencia entre los diferentes procesos que se ejecutan en el reconocimiento de la palabra. Belinchón y colaboradores consideran que dentro de este último tipo de modelos, los interactivos, debe situarse el Modelo Logogen de Morton en sus diferentes versiones (Morton, 1969; 1979). Es interactivo si se entiende que el sistema logogen no actúa sólo, sino que está en constante relación con el sistema semántico o cognitivo. No obstante, como hace notar Valle (1991), este tipo de efectos no supone una prueba contundente para considerar este modelo como interactivo. De todas formas, el modelo logogen resulta uno de los más representativos e influyentes en psicología cognitiva. En en este sentido, se considera que ha sido una buena teoría explicativa de los procesos de reconocimiento de la palabra escrita. Por todo ello, entendemos que es interesante dedicar un espacio a exponer y reflexionar sobre este modelo. 1.1.

Lectura de palabras conocidas: El Modelo Logogen de Morton

Para poder entender el modelo logogen de Morton (1969) debemos definir previamente dos elementos fundamentales que lo integran: el lexicón interno y el logogen. El concepto de lexicón fue definido por Treisman en 1960 como un almacén o diccionario interno en el que se encuentra situado el conocimiento que el sujeto tiene sobre las palabras. El lexicón se forma a través de un proceso en el que las huellas de los estímulos que recibe el lector se convierten en código lexical. La búsqueda y organización de la información dentro de este lexicón se explica por medio de unos mecanismos que se denominan logogenes. El logogen es un dispositivo, o patrón de reconocimiento de palabras, que recoge información 1 Para una revisión .sobre los procesos implicados en la lectura pueden consultarse las obras de Cuentos (1990); Valle (1991) o De Vega, Carreiras, Gutiérrez-Calvo, Alonso-Quecuty (1990).

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acústica, \'isual, contextual, etc. Es decir, la función del logogen es reunir información que ayude a reconocer la palabra. A medida que el logogen recibe dicha información su umbral de activación aumenta hasta alcanzar el nivel óptimo. Cada uno de los logogenes tiene, por lo tanto, un umbral determinado y específico de activación, cuando ese umbral se alcanza la palabra ha sido reconocida. El conjunto de todos los logogenes forma lo que se denomina Sistema Logogen. En la figura 1.1 se presenta una descripción de cómo se comporta una unidad logogen ante el estímulo de una palabra escrita. Como podemos observar inicialmente se realiza un análisis grafémico. Con la información obtenida por medio de este análisis se accede al léxico interno donde se activan todas las palabras que se parecen a la palabra estímulo. En el ejemplo que presentamos la información obtenida a través del análisis grafémico del estímulo visual /Casa/ permite el acceso al léxico interno donde se activan todas las palabras que presentan una semejanza ortográfica como: /Cosa / Canuaje / Calesa / Cara/. El logogen que obtiene el mayor número de información, tanto del sistema cognitivo semántico, del contexto, como del análisis grafémico es el que se activa.^En el ejemplo, el logogen asociado a la palabra /Cosa/ no obtiene las evidencias necesarias puesto que la palabra no es apropiada en el contexto "Estuve toda la tarde en cosa", ni posee un contenido semántico adecuado, ni coincide ortográficamente. Lo mismo ocurre con el resto de palabras que se activan en primera instancia por su parecido grafémico: /Carruaje / Calesa / Cara/. Por el contrario, el logogen de la palabra /Casa/ es el que mayores posibilidades tiene de activarse puesto que obtiene evidencias grafémicas, semánticas y del contexto apropiadas.

ENTRADA VISUAL

Lososenes

SISTEMA (Recogen COGNITIVO/ evidencia-s) SEMÁNTICO

Estímulo visua! Casa "Estuve toda la tarde...".

Salida lexical /Casa/

FIGURA 1.1: Búsquecia de una palabra en el léxico)! según el modelo logogen. Adaptado de Bilis y Miles (1981).

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En la primera formulación del modelo logogen Morton (1969) postula la existencia de un sólo sistema de logogenes para todo tipo de información. Esta concepción se verá modificada posteriormente debido a la influencia de los trabajos realizados sobre el efecto priming o efecto de preparación (Forster y Davis, 1984). Los efectos de preparación que se han estudiado con mayor frecuencia son el primmg semántico y el priming de repetición. El efecto de priming semántico se refiere a la facilitación que se produce cuando se presenta una palabra clave y seguidamente otra con un significado similar o relacionado semánticamente con ella. ¿Cómo afecta este fenómeno al reconocimiento de la palabra?. Básicamente, una palabra se reconocerá con mayor rapidez y facilidad si previamente al sujeto se le ha presentado otra que pertenece a su mismo campo semántico. Así por ejemplo, un lector reconocerá más fácilmente y con mayor rapidez la palabra /hogar/ si con anterioridad se le ha presentado otra palabra de su mismo campo semántico como /casa/. De manera análoga el efecto priming de repetición se refiere al efecto de facilitación que las experiencias visuales o auditivas previas del sujeto tienen en el subsiguiente reconocimiento visual o auditivo de un estímulo. Es decir, las palabras que se ven o se oyen van disminuyendo el umbral de activación del logogen correspondiente y, por lo tanto, se reconocerán con más facilidad. No obstante, se ha comprobado que no se produce ningún beneficio en el reconocimiento de una palabra presentada visualmente si antes ha sido presentada auditivamente y viceversa. En definitiva, el priming de repetición parece depender de la naturaleza del estímulo y de la modalidad en la que se presenta la palabra (véase una interesante revisión sobre este tema en Neely, 1991). Teniendo en cuenta todas estas consideraciones y principalmente las que se refieren al efecto priming de repetición, es fácil entender que Morton reformulase el modelo logogen y diese paso a una nueva versión en la que postula la existencia de más de un sistema de logogen. Concretamente propone dos sistemas de logogen, un sistema logogen de entrada y un sistema logogen de salida. El sistema logogen de entrada está formado, a su vez, por un sistema logogen de entrada visual y un sistema logogen de entrada auditiva. Por su parte, el sistema logogen de salida lo integran el sistema de articulación y las unidades responsables de dar la respuesta escrita.

iSC

Cada sistema logogen se encuentra asociado a un almacén de información. Dicho de otro modo, la información visual de palabras, la información de dibujos, la información auditiva y la información referente a la emisión oral o escrita de la palabra, están almacenadas separadamente. Esta información es recogida y almacenada gracias a la activación de su correspondiente sistema logogen. En la figura 1.2 presentamos un esquema que resume y clasifica los diferentes sistemas logogen y sus almacenes asociados. En relación con el sistema logogen de entrada se ha comprobado que la entrada visual y la auditiva son independientes. Es decir, la experiencia visual de una palabra facilita sólo el reconocimiento de otra palabra presentada visualmente y, de igual modo, la experiencia auditiva solamente facilita el reconocimiento auditivo de otra palabra, pero una experiencia visual no facilita el reconocimiento auditivo, ni una experiencia auditiva un reconocimiento visual. De igual forma, la experiencia visual con un dibujo tiene un efecto facilitador sobre la presentación 22

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Influencia del contexto

" Ensayo

Código articulatorio

Respuesta

FiGLR,^ 1.3:

Modelo logogen de reconocimiento de dibujo y de palabra en la modalidad oral y escrita. Tomado de Ellis V Miles (1981).

1980; Morton, y Patterson, 1980). Ahora bien, si admitimos la existencia de esta vía fonológica o prelexical es necesario responder a la pregunta ¿cómo se relacionan las palabras con su fonología?. Coltheart considera que esta relación se produce gracias a la aplicación de un conjunto de reglas explícitas a través de las cuales se atribuye a cada una de las grafías que forman la palabra un fonema. Estas reglas se denominan reglas de conversión grafema-fonema y son las que nos 24

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permiten leer palabras que no hemos visto nunca, siempre y cuando esas palabras sean regulares. En definitiva, para reconocer una palabra existirían dos medios o vías: la vía léxica o directa y la vía fonológica o indirecta. Las palabras familiares tienen acceso directo al léxico, mientras que las palabra desconocidas tienen un acceso indirecto, mediado por un proceso de recodificación fonológica. El lector "a priori" no sabe q u é camino debe seguir en el reconocimiento de la palabra, con lo cual se activan los dos mecanismos el lexical y la recodificación fonológica.^ La respuesta la produce el sistema q u e antes encuentra la fonología de la palabira escrita. A los modelos de lectura q u e p r o p o n e n dos vías de acceso al léxico se les conoce c o m o modelos de doble ruta o de proceso dual. 1.2.

Modelo Dual

Los Modelos Duales p r o p o n e n dos rutas independientes para explicar cómo el lector se enfrenta a la lectura de palabras. Por un lado, el acceso al léxico interno p u e d e realizarse a través de una vía léxica en la q u e se establece una conexión directa entre la forma visual de la palabra y su significado en la memoria léxica. Esta conexión directa se produce como resultado de la lectura reiterada de determinadas palabras. Por otro lado, el acceso al significado de la palabra p u e de también ser mediado por un proceso de recodificación fonológica q u e conlleva la aplicación de un conjunto de reglas de conversión letra-sonido. Esta vía-,.*, fonológica se denomina indirecta, preléxica o de subpalabra.

FiGiRA 1.4: RepreseiítaciÓJi gráfica del modelo dualsegi'ni veisión dejorm Y Share (1983)

En la figura 1.4 presentamos un sencillo gráfico, adaptado de Jorm y Share (1983), en el q u e se representan las dos nitas propuestas en el modelo dual. La ruta o vía indirecta se encuentra representada por las líneas (b) y (c) y la vía directa o léxica por la línea (a). El proceso de reconocimiento de una palabra plan25

Con objeto de analizar estas tres alternativas Coltheart diseña y lleva a cabo una serie de estudios con sujetos disléxicos de superficie que le permiten contrastar la plausibilidad de cada una de las hipótesis planteadas. En función de los resultados obtenidos concluye que la primera alternativa parece ser la hipótesis más verosímil. En este sentido, puede afirmarse que las reglas de conversión grafema-fonema son quienes gobiernan el código fonológico y se utilizan para permitir pronunciar palabras sin necesidad de un acceso al lexicón interno. Veamos, con mayor detenimiento, cómo se aplican estas reglas de conversión grafemafonema. El proceso de correspondencia grafema-fonema presenta dos fases o subprocesos fundamentales. En la primera fase se realiza un análisis grafémico y en la segunda se lleva a cabo la asignación de fonemas. El análisis grafémico consiste en determinar qué letras se corresponden con un fonema. Utilizando la expresión de Venezky (1970) puede afirmarse que el análisis grafémico supone convertir una hilera de letras en una hilera de unidades ortográficas funcionales. Dependiendo de las características o naturaleza de la lengua existe mayor o menor dificultad en la realización de dicha asignación. Así por ejemplo, en castellano no se plantean demasiadas dificultades dado que se trata de una lengua muy transparente que no presenta una gran irregularidad ni variación. Con esto queremos decir que en castellano, normalmente, a unos mismos grafemas siempre le corresponden los mismos fonemas. El proceso de asignación de fonemas consiste en adjudicar cada fonema a su correspondiente grafía. Este proceso, al igual que el análisis grafémico, está fuertemente influido por la mayor o menor regularidad de la lengua. En una lengua irregular cada unidad ortográfica funcional puede tener un número variable de fonemas posibles. Esta característica puede conducir a una asignación incorrecta de fonemas y, por lo tanto, llevamos a una errónea recodificación fonológica que impediría un adecuado acceso al significado de la palabra. De hecho, existen numerosos estudios (Goswami 1990b; Glushko, 1979; Van Orden y colaboradores, 1990) que dudan de la efectividad de las reglas de conversión grafema-fonema. En definitiva, no siempre se pueden aplicar estas reglas de conversión grafema-fonema. Es preciso, por lo tanto, plantear un funcionamiento selectivo de las reglas de conversión en función del tipo de palabras: regulares o irregulares. Las palabras regulares presentan una asignación invariante letra-sonido con lo cual no habría dificultad en la utilización de la ruta fonológica. Por el contrario, ante las palabras irregulares o excepcionales, en las que no existe una única e invariante asignación letra-sonido, el empleo de la ruta fonológica es imposible. El proceso de correspondencia grafema-fonema que conlleva este tipo de vía de acceso al léxico podría tener como resultado una representación fonológica inadecuada. Por lo tanto, frente a las palabras irregulares o excepcionales no habría otra alternativa, desde el modelo dual, que su lectura por la vía directa. Esto implica que el lector, inicialmente, debe aprender las palabras irregulares de for2 La dislexia de superficie se caracteriza por dificultades en la lectura de palabras familiares y buena utilización de las reglas de asociación grafema-fonema en la lectura de palabras desconocidas.

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ma global accediendo posteriormente a la representación léxica apoyándose en los elementos que aporta el contexto. . 1.2.2. Polémica: ¿qué vía es la primera? No queremos finalizar la exposición del modelo dual sin comentar, siquiera brevemente, la polémica que existe respecto a cuál es la vía que se utiliza en primer lugar para acceder al significado de la palabra. Parece lógico pensar, en principio, que un lector considerado experto debería de utilizar ir|distintamente las dos rutas de acceso al léxico. Depender exclusivamente de una u otra ruta es síntoma de poca destreza lectora e, incluso, de algún tipo de dificultad más importante como puede ser la dislexia^ . No obstante, existe cierta polémica en relación con la prioridad entre las rutas que se materializa al intentar determinar cuál de los dos procesos se utiliza inicialmente durante el aprendizaje de la lectura. ¿Es primero el proceso léxico o, por el contrario, en primer lugar se realiza el proceso de recodificación fonológica?. La respuesta a esta cuestión ha dado lugar a dos hipótesis alternativas. De acuerdo con la primera, en el comienzo del aprendizaje de la lectura el acceso al significado de la palabra se realiza de una forma indirecta y mediado por una representación fonológica prelexical. No obstante, una vez que se ha adquirido un dominio gradual del acceso indirecto se reemplaza progresivamente por la lectura por vía directa o lexical que resulta más rápida. La segunda hipótesis plantea, por el contrario, que la forma de acceso al significado de las palabras se realiza en primera instancia de una manera directa, visual o lexical. Esta hipótesis se apoya en el hecho de que la representación semántica de una palabra es siempre obtenida gracias a la representación ortográfica de la palabra entera en el lexicón. La utilización de las normas de asociación grafema-fonema es posterior y surge como consecuencia de la influencia de los métodos de instrucción en lectura. Estas dos hipótesis pueden considerarse el núcleo de un importante cuerpo de investigaciones, tanto teóricas como experimentales, que se han realizado en la última década en torno al desarrollo del aprendizaje de la lectura. Aunque este tema de la adquisición y desarrollo de la lectura lo abordaremos más adelante queremos dejar constancia de la existencia de este doble planteamiento. Si en un primer momento la hipótesis más aceptada fue la que postula que el inicio del aprendizaje de la lectura es predominantemente no lexical (Doctor y Coltheart, 1980), con posterioridad surgieron numerosos estudios (Francis, 1984; Frith, 1985; Seymour y Eider, 1986) que rebaten esta opción y apuestan por la hipótesis de un acceso directo antes que la utilización de la correspondencia grafema-fonema. Por último, cabe señalar que los trabajos de Ehri (1992), en los que se postula la unión de las dos rutas de acceso al léxico, suponen, de algún modo, el final y la intensificación de esta polémica. La polémica se cierra en cuanto que se plan5 Término extendido que se usa para describir las características que presenta una persona que tiene dificultades específicas en el aprendizaje de la lectura. Lo utilizaremos indistintamente para denominar tanto a los disléxicos adquiridos o alexias, debidas a una lesión o daño cerebral, como a los disléxicos de desarrollo. Para una aclaración de esta terminología véase la revisión de Marshall (1988).

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tea que el reconocimiento de la palabra escrita es visual y fonológica a la vez. Por lo tanto, no es relevante cuestionarse cuál es la vía que inicialmente se usa. Pero, al mismo tiempo, la polémica se acrecienta dado que esta postura supone una ruptura con los fundamentos que sostienen el modelo dual. De hecho, la viabilidad y consistencia del modelo dual se encuentra supeditada, en última instancia, a la independencia entre las dos vías que define y defiende: la directa, visual o léxica y la indirecta, fonológica o preléxica. Tanto el tema de la independencia o no de las rutas, como el tema df 1 desarrollo del aprendizaje de la lectura, son dos aspectos importantes sobre los que más adelante volveremos. No obstante, antes de adentrarnos en su estudio nos parece necesario examinar otros modelos íntimamente ligados con el modelo dual. Nos estamos refiriendo a los denominados modelos de triple vía. El conocimiento de los modelos de triple vía nos permitirá ofrecer explicaciones más apropiadas a algún tipo de dificultad específica en el aprendizaje de la lectura. 1.3. Modelo de Triple Vía



'

Bajo el epígrafe de modelos de triple vía se agrupan aquellos modelos que postulan la existencia de una tercera ruta en el acceso al léxico interno (para una revisión véase Morton y Patterson, 1980 o Temple, 1985). Como se puede apreciar en la gráfica que presentamos en la figura 1.5 el modelo de triple vía es semejante en sus características esenciales al modelo dual. Sin embargo, el modelo de triple vía presenta una importante diferencia con respecto al modelo dual. Establece una tercera ruta de acceso al léxico que se conoce como vía directa o visual. Esta tercera vía no debe confundirse con la vía directa o léxica que caracterizaba al modelo dual y que también aparece en el modelo de triple vía. Para poder diferenciarlas en nuestra exposición denominaremos esta nueva vía como vía directa (3) y para referirnos a la ya conocida lo haremos como vía léxica (1). La diferencia entre estas dos vías se aprecia mejor si se examina su funcionamiento. En este sentido, el reconocimiento de la palabra por la nueva vía, la vía directa, se lleva a cabo básicamente a través de un análisis visual y de un mecanismo global que permite la obtención de la representación fonológica de la palabra entera. Este mecanismo es conceptualizado por Marshall (1988, pág. 62) como "un recurso de reconocimiento que se encuentra en la base de un vocabulario visual o, también, un proceso paralelo de información sobre el estímulo visual, incluyendo la longitud de la palabra y su configuración". Este artificio de reconocimiento produce un código arbitrario que sirve para localizar la fonología de toda la palabra. La tercera vía supone, por lo tanto, un paso directo desde el sistema de logogenes de entrada al sistema de logogen de salida. Leer por esta vía implica un acceso no directo al significado de la palabra y conlleva una lectura visual sin comprensión. El contenido semántico es, o puede ser, obtenido por medio de una retroalimentación hacia el sistema semántico. Veamos a continuación, antes de centrarnos en el examen de las críticas y alternativas al modelo dual, qué ocurre cuando se produce una lesión o un deterioro que impide un adecuado ñmcionamiento de las vías de acceso al léxico. 29

FiGUKA 1.5: Modelo de Iríple vía, (1) vía léxica, (2) vía fonológica, (3) vía directa, (Temple, 1985).

1.4. Problemas asociados a los déficit en las vías de acceso al léxico El conocimiento de los procesos que realiza un buen lector, un experto, cuando se enfrenta con una palabra escrita nos permite poder identificar cuáles de esos procesos son los que no ejecuta adecuadamente un sujeto que no es capaz de aprender el lenguaje escrito correctamente. Aunque es un tema al que nos referiremos nuevamente cuando estudiemos los subtipos de dislexia en el capítulo cinco, no queremos dejar este apartado sin hacer mención a las características que concurren en un sujeto que muestra una utilización inadecuada de las vías de acceso al léxico. Probablemente los estudios más exhaustivos y rigurosos sobre el mal funcionamiento de las vías de acceso son los que proceden de las descripciones clínicas de casos de sujetos que, debido a una lesión cerebral, han perdido la capa30

cidad de operar con alguna de estas vías. En este sentido, se ha comprobado que el inadecuado funcionamiento de la vía léxica origina un trastorno que Marshall y Newcombe (1973) describieron como dislexia superficial. En general, los disléxicos de superficie son sujetos que presentan dificultades en la lectura de palabras familiares y tienen una pobre idea del aspecto global de las palabras que leen. Sin embargo, son capaces de utilizar la vía fonológica y, por lo tanto, tienen la habilidad general necesaria para aplicar las reglas de correspondencia grafema-fonema. Como es obvio, estos sujetos encuentran problemas cuando se enfrentan a la lectura de palabras irregulares cometiendo los errores dífaominados de regularización. Siguiendo esta línea de análisis, una lectura exclusivamente léxica debida a una disfunción en la vía fonológica origina un tipo de dislexia que se denomina dislexia fonológica. La dislexia fonológica fue descrita por primera vez por Beavois y Dérouesné (1979). Los sujetos que padecen este problema tienen dificultades en la lectura de palabras desconocidas o seudopalabras. Poseen una dependencia forzosa de la apariencia visual de las palabras lo que les lleva a cometer errores de tipo visual. Por ejemplo, sustituir una expresión como /pote/ y leer en su lugar /pato/. Así mismo cometen errores derivacionales como leer /cosedora/ en vez de /cose/ y errores de sustitución de palabras funcionales, por ejemplo leer /y/ en vez de /en/. Por último, puede ocurrir que exista un mal funcionamiento, tanto de la vía léxica como de la fonológica, pero que los sujetos hagan uso de la vía directa o visual; es decir, conecten la palabra entera a su fonología sin acceso a la semántica (véase figura 1.5). Cuando ocurre este fenómeno nos encontramos con un tipo de dificultad que recibe el nombre de dislexia semántica. Los datos sobre este tipo de alteración proceden únicamente del estudio de pacientes con problemas neurológicos. El primero de estos casos fue reseñado por Schwartz, Saffran y Marín, (1980) y, posteriormente, Sartori, Masterson y Job (1987) describen nuevos casos. Los sujetos con dislexia semántica se caracterizan por realizar una lectura sin acceso al significado de la palabra. Es decir, el sujeto lee pero no comprende. Es una patología que recuerda a la hiperlexia encontrada en algunos niños. Una vez revisados los modelos clásicos de reconocimiento de palabra -sistema logogen, modelo dual, modelo de la triple vía- y apuntadas algunas de las principales dificultades que pueden ocasionarse debido a lesiones neurológicas que impiden un adecuado funcionamiento de las vías de acceso al significado de la palabra, sólo nos resta, de acuerdo con nuestros objetivos, conocer las principales críticas y alternativas que se han realizado y propuesto al modelo dual.

2.

CRÍTICAS Y ALTERNATIVAS AL MODELO DUAL

En la introducción de este capítulo afirmábamos que han surgido diversas críticas y, consecuentemente, algunas propuestas alternativas al modelo dual de acceso al léxico. En este último apartado queremos exponer las críticas más relevantes y las principales alternativas. 31

Un importante conjunto de críticas se articulan en torno a la negación de la independencia funcional de las dos rutas de acceso al léxico. Recordemos que la independencia de las vías es un factor esencial del modelo dual, cuestionarla es cuestionar los fundamentos del modelo. La hipótesis alternativa que se propone en el seno de esta discusión es la denominada hipótesis visual-fonológica. La idea central de la alternativa visual-fonológica supone la existencia de una mediación fonológica en todo reconocimiento visual de la palabra escrita. Un segundo grupo de críticas no se centra en cuestionar la independencia o no de las vías, sino que plantean que estas vías no son necelarias para acceder al reconocimiento de la palabra escrita. En definitiva, se niega la existencia de las dos vías de acceso al léxico. Se aboga por la no diferenciación de rutas en el acceso al significado y pronunciación de las palabras escritas. La propuesta alternativa es una lectura de la palabra por analogía. . 2.1.

Alternativa visual-fonológica

La alternativa al modelo dual que hemos denominado hipótesis visual-fonológica fue propuesta por Ehri (1992). Es una nueva explicación del funcionamiento de las vías de acceso al léxico. Básicamente el modelo de reconocimiento de palabra que sostiene la hipótesis visual-fonológica cuestiona la independencia entre las dos vías de acceso al léxico y postula, por el contrario, una estrecha relación entre ellas. Si tenemos en cuenta que la aceptación de la independencia de las vías de acceso al léxico es uno de los pilares que sostienen el modelo dual, es fácil comprender la relevancia de esta opción que defiende Ehri. Recordemos que, de acuerdo con el modelo dual, la vía o ruta fonológica implica la aplicación de las reglas de asociación letra-sonido y el acceso al significado de las palabras por mediación de su fonología. Por otro lado, la vía léxica supone el establecimiento de una conexión directa entre la forma visual de las palabras escritas y su significado. En este caso las palabras se aprenden de memoria y no se utilizan reglas de transformación, es decir, en la ruta visual no interviene la fonología. La propuesta que Ehri desarrolla va dirigida principalmente a configurar una nueva iTita directa de acceso al léxico. Esta autora plantea la posibilidad de ofrecer una explicación alternativa a la lectura por vía léxica en la que no sea necesario eliminar los procesos fonológicos. La idea que subyace a esta tesis es que tal vez el reconocimiento visual de las palabra no se realiza de una forma independiente como se mantiene desde la teoría de la doble ruta. En esta línea, Ehri (1992; pág. 108) comenta: "mi concepción de la lectura visual de palabras difiere de la del modelo dual en que las conexiones que establece el lector entre la palabra escrita y la pronunciación, para encontrar las palabras en la memoria lexical, son sistemáticas y no, como ocurre en el modelo dual, que son conexiones arbitrarias entre la palabra escrita y el significado". En definitiva, entre las dos vías de acceso al léxico no existe independencia como se defiende en el modelo dual. La ruta visual no es independiente y autónoma con respecto de la ruta fonológica. Esta hipótesis ha encontrado apoyo en los estudios de Perfetti, Bell y Delaney (1988), Van Orden (1987) o Van Orden, Pennington y Stone (1990). 32

2.1.1. ¿Cómo explicar la lectura visual-fonológica? Aunque Ehri habla de una nueva ruta de acceso al léxico, esta ruta es ya conocida puesto que p u e d e considerarse como el resultado de la integración de las dos vías clásicas, visual y fonológica, q u e da origen a una nueva vía que se conoce como ruta visual-fonológica. Para clarificar de una manera gráfica e intuitiva la distinción entre la nucA'a ruta visual-fonológica y la tradicional ruta visual o léxica presentamos la figura 1.6. En dicha figura se expone, de forma esquemática, una representación del m o d o de operar de nuestra mente en el reconocimiento de un palabra escrita, bien por la vía léxica o, bien a través la ruta visual-fonológica. RUTA VISUAL :'. i

;

Palabra escrita:

sol

RUTA VISUAL-FONOLÓGICA sol

Percepción del lector Conexiones: Arbitraria Sistemática Información en la Memoria lexical: Significado * * Pronunciación " " Fonemas / /

FIGURA 1.6; Comparación entre las conexiones que se establecen en la ruta visual-fonológica y en la ruta visual del modelo dual (adaptado de Ehrt, 1992).

El reconocimiento de la palabra por la ruta visual o léxica se efectúa a través de una conexión directa entre la percepción de la palabra y la obtención de su significado y posterior pronunciación. Esta conexión es arbitraria, no existe ningún vínculo sistemático entre la percepción de la palabra y su significado. Por el con-

33

trario, la lectura por la ruta visual-fonológica implica la formación de conexiones específicas y sistemáticas entre las unidades visuales, que el sujeto obtiene del estímulo, y la pronunciación almacenada en la memoria lexical. Las unidades visuales pueden ser de varios tipos; letras, conjunto de letras o palabras enteras. Estas unidades se conectan en el lexicón con fonemas individuales, con conjuntos de fonemas y con la pronunciación de la palabra entera respectivamente. Así mismo, las unidades visuales pueden también conectar, aunque de manera no sistemática, con el significado de la palabra tal y como se muestra en la figura 1.6. El conjunto de todas estas conexiones forman la nata visual-fonológica, t Aquellos sujetos que al enfrentarse con la lectura de una palabra posean un conocimiento de cómo el sistema ortográfico simboliza las unidades del habla, podrán conectar las letras a fonemas. Para ello utilizarán la correspondencia letrasonido. Del mismo modo, si el sujeto conoce palabras con el mismo patrón de deletreo y, por lo tanto, con los mismos sonidos, las conexiones no se establecerán entre fonema y grafema sino entre esa secuencia de letras y el sonido almacenado (Goswami, 1986). Las principales diferencias entre la ruta visual-fonológica y la clásica ruta léxica vienen determinadas por la cualidad de las conexiones realizadas entre la palabra escrita y el lexicón. En la primera son conexiones sistemáticas y activan los conocimientos previos que el sujeto posee sobre la fonología de la palabra. Esta singularidad permite que esas conexiones sean predecibles. Por el contrario en la ruta léxica las conexiones son arbitrarias, vinculadas al significado de la palabra. Otra característica que diferencia ambas mtas es el número de conexiones que se establecen con el lexicón. Como se aprecia en la gráfica 1.6 el número de conexiones es sustancialmente distinto entre una y otra vía, siendo más abundantes en la ruta visual-fonológica que en la ruta léxica. Así mismo, la ruta visual-fonológica también se diferencia de la mta fonológica o indirecta postulada en el modelo dual. Recordemos que de acuerdo con la teoría dual la recodificación fonológica supone la aplicación de un conjunto de reglas de correspondencia letra-sonido que permiten transformar las letras que componen una palabra en fonemas. Una vez realizada dicha transformación, y sólo entonces, se obtiene el sonido global de la palabra el cual es utilizado para entrar en el lexicón, localizar si existe alguna palabra almacenada que suene igual y acceder, de esta forma, a su significado. Por el contrario, cuando una palabra es leída por la ruta visual-fonológica no se requiere una etapa intermedia de recodificación fonológica para completar el sonido global de la palabra. Se puede acceder al lexicón desde el momento en el que el lector reconoce una letra o un conjunto de letras. Es decir, con una mínima información fonológica, como representamos en la figura 1.7, el lector ya hace incursiones en el lexicón buscando el significado de la palabra. La principal conclusión que podemos establecer una vez revisada la hipótesis visual-fonológica es que no hay dos vías independientes de acceso al léxico interno, tal y como postula el modelo dual, sino que existe, en palabras de Ehri, un sistema de conexiones que ayudan al lector a reconocer rápidamente una palabra conocida y a recordar cómo leer una palabra no conocida. 34

RUTA VISUAL-FONOLÓGICA Palabra escrita:

sol

RUTA FONOLÓGICA

sol

Percepción del lector Conexiones: Arbitraria Sistemática

Información en la Memoria lexical: Significado * * Pronunciación " " Fonemas / /

Comparación entre las conexíoyies que se establecen en la ruta visual-fonológica y la ruta fonológica del modelo dual (elaborado a partir del modelo de Ehri, 1992).

2.2.

Lectura por analogía

Además de la propuesta de una lectura visual-fonológica se han desarrollado otros modelos alternativos al modelo dual que sugieren una lectura por analogía. Los modelos de analogía postulan que los lectores pronuncian y acceden al significado de las palabras por la síntesis, en el léxico interno, de la información fonológica de palabras ortográficamente similares. Si la lectura de una palabra puede realizarse sin la necesidad de una vía léxica y sin necesidad de utilizar reglas de asociación grafema-fonema, probablemente tiene que existir otro tipo de unidades de conversión diferentes de los fonemas. Esta conjetura nos lleva a hipotetizar que, entre el lenguaje oral y el escrito, existen relaciones distintas de las que se producen en el proceso de aso35

ciación grafema-fonema. ¿Cuáles son esas nuevas relaciones?. La doctora Rebeca Treiman (1983; 1984; 1985a; 1992), a partir de los resultados obtenidos en un conjunto de investigaciones concluye, a este respecto, que los lectores pueden utilizar correspondencias entre el lenguaje hablado y el lenguaje escrito tomando como unidades las denominadas unidades intrasilábicas. Las unidades intrasilábicas son elementos constitutivos de la sílaba diferentes de los fonemas que se sitúan entre el fonema y la sílaba V •• • • \ ;. . • • ;• Desde este punto de vista se plantea que la sílaba no es ung simple hilera de fonemas. La sílaba posee una estructura interna cuyos constituyentes se denominan principio y rima. La consonante inicial, o el conjunto de consonantes iniciales, forman el principio y la primera vocal y las consonantes que le siguen constituyen la rima. Por ejemplo, en la sílaba /sal/, /s-/ es el principio y /-al/ la rima, y en la sílaba /pron/, /pr-/ es el principio y /-on/ es la rima. Para una revisión sobre estos temas puede consultarse, además de las obras de Treiman el trabajo de Kirtley, Bryant, MacLean y Bradley (1989). Una vez definidas las nuevas unidades de relación entre el lenguaje hablado y el escrito nos interesa conocer cuál es el funcionamiento de esa relación en el proceso de reconocimiento de la palabra escrita. En este sentido, los estudios de Goswami (1986) y Goswami y Bryant (1990) han demostrado que el hecho de conocer una palabra como /sol/ puede ayudar a leer otra palabra como /col/. Esto ocurre porque ambas palabras comparten la misma estructura ortográfica, en el ejemplo un final común /-ol/, y, por lo tanto, puede inferirse que las dos palabras también comparten los mismos sonidos finales, la misma rima. Es decir, los patrones de deletreo de esas dos palabras son análogos. La habilidad de hacer inferencias sobre similitudes entre grupos de letras semejantes es lo que se ha descrito como analogía ortográfica. El uso de la analogía en el reconocimiento de la palabra se había comprobado con anterioridad (Marsh, Desberg y Cooper, 1977; Glushko, 1979) a los trabajos de la profesora Gosv/ami. No obstante, es esta investigadora la principal defensora y quien aporta pruebas más concluyentes sobre la hipótesis de la analogía como proceso cognitivo con capacidad explicativa del reconocimiento de la palabra. Goswami sugiere que la analogía no es una estrategia final en el desarrollo lector, sino que el individuo la utiliza en su razonamiento habitual desde el inicio del aprendizaje de la lectura sustituyendo a un proceso de reconocimiento visual y/o fonológico (véase una amplia justificación del razonamiento analógico en Gosw-ami, 1992). Para comprobar su hipótesis Goswami (1986) llevó a cabo una investigación en la que participaron 53 niños con edades comprendidas entre los 5 y los 7 años. La muestra fue dividida en tres grupos experimentales en función de las puntuaciones obtenidas por cada sujeto en un test de lectura. Cada uno de los grupos correspondía a un nivel de lecmra distinto: no lectores, lectores medios y lectores avanzados. Se elaboraron tres tipos de test o condiciones para medir a estos niños. Un test compuesto de palabras y seudopalabras que compartían el principio o la rima con unas palabras claves. Un test integrado por palabras y seudopalabras que tenían tres letras en común con la palabra clave pero que no esta-

36

ban situadas en la misma secuencia. Y un test constituido por palabras y seudopalabras que no tenían nada que ver con la palabra clave. Este tipo de palabras hicieron la función de control. Se utilizaron seis palabras claves. Al comienzo de cada sesión se le presentaban al niño las palabras claves de la siguiente forma: "esta es tu palabra clave.../sol/ esta palabra se lee ...sol". A continuación se le preguntaba cómo se leía otra palabra extraída de uno de los test utilizados: "¿cómo se lee esta otra palabra../sur/...?". Dado que la nueva palabra pertenecía a una de las tres condiciones podía, o no, ser análoga con respecto a la palabra clave. Las analogías entre palabras o seudopalabras podían realizarse con 11 principio de las palabras, como en el ejemplo anterior en el que las palabras comparten el principio /s-/, o con la rima, como por ejemplo entre las palabras /cal/ y /mal/ cuya rima es /-al/.

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Goswami hipotetizó que si los niños realizaban el reconocimiento de la palabra por medio de analogía deberían de leer correctamente un número mayor de palabras análogas que de palabras no análogas. Los resultados obtenidos confirmaron que todos los niños, incluso los que no puntuaron erí el test de lectura, realizaban analogías entre las palabras en función de la rima. Sin embargo, utilizando tanto la rima de la palabra clave y la palabra nueva, como los principios de las palabras, sólo lo hicieron los lectores de 7 años. Respecto al uso de la analogía en la lectura de seudopalabras los resultados obtenidos demuestran que los niños realizaban sin dificultad analogía entre la palabra clave y la seudopalabra si ambas compartían idéntica rima. No ocurrió lo mismo cuando lo que tenían en común la palabra clave y la seudopalabra era el principio, en este caso la lectura por analogía presentó mayores dificultades. Esta tendencia a efectuar la analogía mejor o más fácilmente si las palabras o seudopalabras comparten la rima que si, por el contrario, comparten el principio se constató de nuevo en estudios posteriores (Goswami, 1988). En definitiva, los estudios sobre lectura por analogía pretenden demostrar que en el reconocimiento de la palabra no se requiere una vía, directa o indirecta, tal y como postula el tradicional modelo dual. La propuesta del modelo de analogía aplicado a la lectura es extremadamente atractiva. Es más, entendemos que en lengua inglesa es fácil de asumir. Los niños ingleses utilizan frecuentemente la analogía en el reconocimiento de palabras puesto que existen numerosas palabras que poseen, por ejemplo, la misma terminación. Téngase en cuenta, en este sentido, que sólo las terminadas en /-ight/ son abundantísimas. Además, es necesario resaltar que estos estudios se caracterizan por utilizar, en su mayoría, palabras monosilábicas muy numerosas en la lengua inglesa. Creemos, no obstante, que no se puede trasladar esta hipótesis a la lengua castellana y que si lo hacemos hay que ser extremadamente prudentes. En la lengua castellana, al contrario que en la inglesa, las palabras más frecuentes son bisílabas o trisílabas lo cual supone una mayor dificultad en el análisis intrasilábico. Es más, la estructura silábica del inglés y el castellano mantienen ciertas divergencias y tal vez en castellano la sílaba es, en sí misma y no sus constituyentes, una unidad prevalente en el proceso de reconocimiento de la palabra (De Vega, Carreiras, Gutierrez-Calvo y AlonsoQuecuty, 1990). 37

3.

RESUMEN

El lector habitualmente, se enfrenta con la lectura de palabras familiares y, a menudo, con la lectura de palabras no familiares. Un modelo clásico que explica la lectura de palabras familiares es el modelo logogen. Este modelo resulta uno de los más representativos e influyentes en psicología cognitiva. El modelo logogen postula dos conceptos básicos: el lexicón interno y el logogen. El lexicón es un almacén o diccionario interno en el que se encuentra el conocimiento que el sujeto tiene sobre todas las palabras familiares. La búsqueda y organización de la información dentro de este lexicón se explica por medio de unos mecanismos que se denominan logogenes. El logogen es un dispositivo o patrón de reconocimiento de palabras. El modelo logogen, inicialmente, sólo explica la lectura de palabras familiares. Los modelos que explican conjuntamente la lectura de las palabras familiares y las no familiares se denominan modelos de doble ruta o modelos duales. Los modelos duales proponen dos rutas independientes para explicar cómo el lector se enfrenta a la lectura de palabras. Por un lado, la lectura de palabras conocidas se realiza a través de una vía léxica o vía directa en la que se establece una conexión entre la forma visual de la palabra y su significado y pronunciación. Por otro lado, la lectura de palabras desconocidas o no familiares se lleva a cabo por un proceso de recodificación fonológica que conlleva la aplicación de un conjunto de reglas de conversión. Esta vía fonológica se denomina indirecta, preléxica o de subpalabra. Junto con los modelos duales han surgido variaciones como son los modelos de triple vía. Estos son semejantes en sus características esenciales al modelo dual. Sin embargo, el modelo de triple vía presenta una importante diferencia con respecto al modelo dual. Establece una tercera ruta de acceso al léxico que se conoce como vía directa o visual. Esta tercera vía no debe confundirse con la vía directa o léxica que caracterizaba al modelo dual y que también aparece en el modelo de triple vía. En los últimos años han surgido diversas críticas y alternativas al modelo dual. LJn importante conjunto de críticas se articulan en torno a la negación de la independencia funcional de las dos rutas de acceso al léxico. La hipótesis alternativa que se propone en el seno de esta discusión es la denominada hipótesis visualfonológica. La idea central de la alternativa visual-fonológica plantea la existencia de una mediación fonológica en todo reconocimiento visual de la palabra escrita. Un segundo grupo de críticas cuestionan la necesidad de las vías para acceder al reconocimiento de la palabra escrita. En definitiva, se niega la existencia de las dos vías de acceso al léxico. La propuesta alternativa es una lectura de la palabra por analogía.

38

CAPITULO 2

DESARROLLO DEL APRENDIZAJE DE LA LECTURA f

En el primer capítulo Hemos revisado los procesos cognitivos implicados en el reconocimiento de la palabra escrita. Dichos procesos son los que pone en marcha un lector experto o competente ante el estímulo de la palabra escrita. ¿Qué ocurre, sin embargo, hasta que un sujeto alcanza un nivel de competencia adecuado como para poder decir que es un lector experto?. Dicho de otro modo ¿cuáles son los pasos intermedios que se sitúan entre el estado de incompetencia lectora y el de competencia lectora?. Estas cuestiones son de gran interés máxime desde una aproximación educativa a la lectura. Por ello nos parece relevante intentar dar respuesta a estos interrogantes. Para lograrlo nos proponemos revisar algunas de las principales teorías que explican los cambios que tienen lugar en el proceso de aprendizaje de la lectura. Teorías que presentan una serie de puntos en común respecto a los elementos claves que influyen en el desarrollo del aprendizaje lector, pero que discrepan en cuanto a la forma y momento de producirse los cambios. En este sentido, nos detendremos especialmente en el análisis de las semejanzas y divergencias entre las mencionadas teorías. Las teorías o modelos'* del desarrollo de la lectura pueden clasificarse en dos grandes bloques que corresponden a dos formas diferentes de entender la evolución del aprendizaje lector (véase una interesante revisión sobre el tema en Rack, Hulme y Slowling, 1993). Por un lado, encontramos un conjunto de modelos que conciben el desarrollo de la lectura como una sucesión ineludible de fases o etapas por las que ha de atravesar un aprendiz lector. A este tipo de modelos se les ha denominado genéricamente Modelos Discretos. Por otro lado, existen explicaciones del desarrollo de la lectura que no conceden tanta importancia a la existencia de fases. Desde esta perspectiva se considera que el paso por determinadas fases no es imprescindible para alcanzar la competencia lectora. Estas teorías pueden incluirse dentro de la categoría de los denominados Modelos Continuos. Aunque dividir las teorías del desarrollo de la lectura en modelos discretos, o de fases, y modelos continuos, o de no obligado paso por etapas, es la opción más utilizada no podemos olvidar que existen otras teorías explicativas de

* A pesar de la diferencia conceptual entre "modelo" y "teoría", en la psicología y en las ciencias sociales el término modelo se utiliza sin ninguna diferencia apreciable con respecto al de teoría (Dorsch, 1983).

39

gran interés y que no quedan reflejadas dentro de estas dos categorías. Este es el caso, por ejemplo, de los denominados Modelos Funcionales. En este capítulo nos centraremos fundamentalmente en el examen de algunas de las principales aportaciones de los modelos que defienden el desarrollo de la lectura en fases y de los modelos que rehusan el paso ineludible por una serie de etapas. Así mismo, analizaremos los elementos comunes entre los distintos modelos y las principales características que les diferencian. En definitiva, el objetivo primordial de este capítulo es la descripción, comentario y reflexión sobre el desarrollo del aprendizaje de la lectura. Finalmente, es necesario subrayar que el orden de presentación que vamos a seguir en la exposición dfe las teorías no es arbitrario sino que está diseñado en función de las aportaciones y la explicación que cada modelo realiza.

1.

E T A P A S EN EL APRENDIZAJE

D E LA LECTUR.\

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* A continuación revisaremos los modelos de mayor relevancia que defienden el aprendizaje de la lectura en etapas. Analizaremos, en primer lugar, los clásicos e influyentes modelos explicativos desarrollados por Marsh y colaboradores, Frith o Seymour y, finalizaremos, exponiendo propuestas más actuales como las planteadas por Gough o Ehri. La tesis que defienden Marsh y colaboradores es una de las primeras explicaciones coherentes y estructuradas sobre el desarrollo de la lectura. Estos autores elaboran un modelo cognitivo del desarrollo de la lectura en el que se hipotetiza que el principal factor que origina el cambio hacia la competencia lectora es la adquisición, dominio y superación de una serie de estrategias. En la misma línea, como veremos más adelante, surge la conocida propuesta de Frith que, a pesar de recibir numerosas críticas, es uri modelo al que todos los investigadores recurren y el origen de nuevas propuestas. Entre los muchos estudiosos que toman el modelo de Frith cómo principal referente se encuentran los trabajos de Seymour. No obstante, existe una diferencia sustancial entre ambas propuestas. Mientras que Frith intenta establecer una conexión entre los modelos de experto y los modelos de desarrollo, Seymour lo consigue. Este investigador elabora un modelo que es, en sí mismo, una explicación del procesamiento de la información del lector experto y una explicación del desarrollo del aprendizaje de la lectura. Este primer apartado lo finalizaremos presentando los modelos de Gough y Ehri en los que también se defiende el desarrollo de la lectura en etapas. La principal aportación del modelo de Gough respecto de los modelos precedentes es que hace explícita la importancia del conocimiento fonológico'. En cuanto a Ehri su principal aportación, frente a las propuestas anteriores, es ofrecer una visión integradora de los modelos del desarrollo de la lectura. 5 No nos detenemos a definir y explicar este concepto porque le dedicamos vm capítulo en este libro.

40

1.1.

Un modelo cognitivo que explica el desarrollo de la lectura

Tal y como afirmamos anteriormente, Marsh, Friedman, Welch y Desberg (1981) defienden la idea de un desarrollo del aprendizaje de la lectura en etapas. Elaboran una teoría en la que proponen cuatro fases o etapas en el aprendizaje de la lectura. Cada una de estas etapas está formulada en términos de estrategias de aprendizaje que el niño debe adquirir, desarrollar y poner en práctica. La primera etapa la denominan sustitución lingüística. Las estrategias|características de esta fase son el aprendizaje memorístico y la suposición o adivinación de la palabra en función del contexto. El manejo y aplicación de estas estrategias permite al lector aprender nuevas palabras y reconocerlas con posterioridad ayudado por el contexto. Es decir, cuando los niños comienzan a leer inicialmente lo hacen por asociación entre un estímulo visual aprendido de memoria y una respuesta oral igualmente aprendida memorísticamente. Tanto el estímulo visual como la respuesta oral no se analizan y son reconocidos de forma global, sin distinguir sus componentes. Por lo tanto, en esta primera fase los ñiños leen las palabras como si fuesen logogramas. Este hecho supone la imposibilidad de analizar las unidades constituyentes de la palabra. Semejante limitación implica que el niño sólo es capaz de reconocer una palabra si se le presenta en un contexto apropiado y familiar. Por ejemplo, un niño que se encuentre en esta etapa será capaz de reconocer su nombre escrito siempre que aparezca en la portada de su cuaderno escolar pero tendrá dificultades si aparece escrito en la pizarra o en una hoja cualquiera. La segunda fase en el aprendizaje de la lectura que proponen Marsh y colaboradores es la denominada discriminación. De nuevo las estrategias que el niño utiliza son el aprendizaje memorístico y la suposición o adivinación. La diferencia con respecto a la primera fase radica en que en esta la estrategia de suposición se realiza atendiendo a dos estímulos diferentes: la similitud visual entre las palabras y la similitud visual entre palabras conjuntamente con la similitud del contexto en el dichas palabras aparecen. La suposición en función de similitud visual permite que el niño pueda leer una palabra nueva siempre que se parezca visualmente a otra conocida. Por ejemplo, si el niño conoce la palabra /sol/ podrá leer por semejanza o analogía la palabra /col/. Esto comporta que los lectores pueden responder a palabras no familiares aisladas siempre y cuando sean visualmente similares a otras que hayan aprendido con anterioridad. A pesar de que esta similitud visual en un principio está limitada a las primeras letras de la palabra, puede decirse que estamos ante la ejecución de una rudimentaria estrategia de analogía. La estrategia de suposición de una palabra nueva en función de la similitud visual y del contexto consiste en utilizar el parecido visual entre las palabras junto con la semejanza del contexto lingüístico en el que aparecen. Por último, la estrategia de aprendizaje memorístico consiste, al igual que en la primera fase, en aprender palabras asociadas a una pronunciación. Por ejemplo, si el niño aprende la forma y pronunciación de la palabra /mesa/ entonces será capaz de leerla ,/mesa/ El tercer estadio en el desarrollo del aprendizaje de la lectura es el denomi^nado decodificación secuencial. Esta etapa es alcanzada por el niño aproxima41:

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damente a los siete u ocho años y las estrategias que se utilizan son el aprendizaje memorístico de palabras y, fundamentalmente, la decodificación letra por letra. El niño aprende las reglas de asociación grafema-fonema que le permitirán descifrar palabras no familiares siempre que esas palabras sean regulares y se ajusten a las mencionadas reglas. La última etapa que proponen Marsh y colaboradores es la decodificación jerárquica. Esta es una fase en la que los niños utilizan dos tipos de estrategias, la que se denomina reglas de alto nivel y la conocida como estrategia analógica. En la estrategia denominada reglas de alto nivel se realizan asociaciones letrasonido que están condicionadas a la situación concreta en la que se pronuncian esas letras. Por ejemplo, en inglés la letra Id es pronunciada como si fuese una / s / cuando le sigue las vocales /e/, / i / o /y/; en castellano la letra /g/ suena como una l]l cuando le sigue la vocal / i / como en la palabra /gitana/. Este tipo de estrategia se aplica cuando no se pueden decodificar palabras por reglas de asociación grafema-fbnema ya que no se ajustan a dichas normas. Respecto a la estrategia analógica Marsh y colaboradores apuntan que ^ partir de los diez años es el momento del desarrollo de los niños en el que pueden utilizarse con toda propiedad las analogías en la lectura de palabras. La propuesta de estos autores está en la línea de las aportaciones realizadas por Glushko y Goswami en favor de la estrategia analógica. Aunque, como veremos, Goswami afirma que los niños utilizan la analogía desde el principio del aprendizaje y, por lo tanto, no considera necesaria una etapa de análisis de la palabra en unidades grafema-fonema previa a la lectura analógica. Por último cabe señalar que la teoría propuesta por Marsh y colaboradores se ha considerado un esquema excesivamente sencillo del desarrollo de la lectura. Así mismo, algunos investigadores (Frith, 1985; Goswami y Bryant, 1990) han hecho notar que es una teoría que presta poca atención a un aspecto importante en el aprendizaje de la lectura como es el denominado conocimiento fonológico. No obstante, a partir de esta primera formulación del desarrollo de la lectuta sc claborarou nuevas teorías que superan estos "defectos" y que, además, supondrán una vinculación entre los modelos explicativos del desarrollo de la leetura y los modelos de procesamiento de la información de un lector experto.

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1.2. Primera aproximación entre las teorías de desarrollo de la lectura y los modelos de experto El primer intento de crear un vínculo entre las teorías del desarrollo y los modelos de experto se lo debemos a Uta Frith (1985, 1989). Frith estima que los componentes de los modelos de experto pueden relacionarse con las estrategias que el niño ha de aprender en el desarrollo del aprendizaje de la lectura. El niño conseguirá ser un lector competente en el momento en el que logre dominar tres estrategias fundamentales: la logográfica, la alfabética y la ortográfica. Estrategias que, a su vez, se adquieren y desarrollan en tres fases sucesivas que llevan el mismo nombre. Las estrategias logográfica y alfabética coinciden con las estrategias que Marsh y colaboradores denominaron aprendizaje memorístico y decodificación secuen42

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cial respectivamente. Así mismo, la estrategia ortográfica reemplaza a la que en el modelo de Marsh y colaboradores se conocía como estrategia analógica. Por último, la estrategia de decodificación jerárquica que propuso Marsh y colaboradores puede considerarse una estrategia avanzada de la fase alfabética de Frith. Veamos detenidamente que implica dominar cada una de estas estrategias. La estrategia logográfica permite reconocer palabras familiares de manera global como si se tratase de un dibujo. Para que este reconocimiento se produzca es fundamental que la palabra aparezca en un contexto invariante. Así por ejemplo, un niño reconocerá la palabra /ADIDAS/ o /COCACOLA/ siempre que Iparezca impresa en una camiseta de deporte o en la botella correspondiente. Esta forma de reconocimiento será exitosa mientras el número de palabras a reconocer no sea muy amplio y existan diferencias sustanciales entre ellas. Si el número de palabras aumenta y/o dejan de ser visualmente distantes, como ocurre entre /lara/ y /laca/, un niño que se encuentra en esta etapa del desarrollo del aprendizaje de la lectura no será capaz de diferenciarlas. El aprendiz lector deberá emplear otro tipo de estrategia más eficaz. Así, a medida que el niño ve escrita una y otra vez la misma palabra irá discriminando con más detalle los principales rasgos y conservando sus características invariantes. Este análisis progresivo de la palabra conduce a la segunda etapa, la alfabética. En la etapa alfabética el niño aprende el código alfabético y desarrolla en su máximo nivel el conocimiento fonológico. Ahora el orden de las letras es crucial, no es lo mismo la palabra /lata/ que la palabra /tala/ a pesar de que ambas están formadas por las mismas letras. Esto comporta que el niño ha de ser capaz de segmentar la palabra en sus constituyentes, asignarle el fonema correspondiente a cada letra y ensamblar los fonemas para pronunciar la palabra entera. Esta estrategia de decodificación es lo que permitirá al aprendiz lector enfrentarse a la lectura de palabras nuevas y seudopalabras siempre y cuando se ajusten a las reglas de transformación grafema-fonema. Por último, la estrategia ortográfica supone efectuar el reconocimiento de las palabras de manera global. Este análisis se ejecuta instantáneamente sin utilizar reglas de asociación grafema-fonema. Las unidades de conversión empleadas son, en opinión de Frith, los morfemas. Estas unidades se utilizan para crear palabras a partir de un ilimitado número de combinaciones. La estrategia ortográfica se diferencia de la logográfica en que en la primera se realiza un análisis sistemático de la palabra y en la segunda se efectúa únicamente un análisis visual. Del mismo modo, la estrategia ortográfica se distingue de la estrategia alfabética por las unidades con las que opera y por no utilizar reglas de asociación grafemafonema sino analogía. El cambio de una etapa a otra sólo podemos entenderlo, según explica Erith, si dividimos el proceso de alfabetización en dos grandes momentos. Por un lado, el aprendizaje de la lectura y, por otro, el aprendizaje de la escritura. Esta separación es importante puesto que se ha demostrado que entre el aprendizaje de la lectura y el de la escritura, a menudo, hay disociaciones. Es decir, no se aprende de la misma forma, ni al mismo tiempo, a leer y a escribir. ¿Cuáles son las causas de esta situación? y ¿cuáles las implicaciones que tiene esta circunstancia en las fases del desarrollo de la lectura? 43

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No se adquiere de igual forma la lectura y la escritura debido a la propia naturaleza de estas dos habilidades. La lectura es un acto instantáneo, mientras que la escritura es secuencial, Por este motivo, la estrategia logográfica es inicialmente adoptada en el aprendizaje de la lectura y después en el de la escritura. En cuanto a la estrategia alfabética tiene una mayor relación con la escritura y, únicamente, cuando alcanza un nivel adecuado puede ser adoptada por la lectura. Por último, la estrategia ortográfica es adoptada en primer lugar en la lectura y no podrá utilizarse en la escritura hasta no alcanzar un nivel de dominio superior. En la figura 2.1, adaptada de Frith (1985), se representan gráficamente los cambios de una fase a otra tanto en la lectura como en la escritura. Como puede apreciarse existe una etapa simbólica en la lectura y la escritura que es previa al dominio de la estrategia logográfica. La estrategia logográfica comienza a utilizarse en la lectura de palabras de una manera rudimentaria (nivel 1). Sólo cuando el dominio de esta estrategia es completo (nivel 2) se puede utilizar en la escritura de palabras, pero no antes. •

FIGURA 2.1; Cada fase -logográfica (lalb), alfabética (2a2b) y ortográfica(3a3b)- tiene dos etapas, ayb.En cada etapa hay tres niveles. El nivel 1 supone un dominio muy básico de la estrategia y el nivel 2 implica un dominio superior que da paso al nivel 3 lo que pennite acceder a la etapa siguiente.

En la fase alfabética ocurre lo contrario; es decir, puede realizarse la tarea de escritura con un dominio mínimo de la estrategia alfabética (nivel 1). Sin embargo, hasta que el niño no utilice correctamente las reglas del código y adquiera un mínimo nivel de conocimiento de los fonemas no podrá pasar a realizar una lec44

tura alfabética y, mientras tanto, seguirá utilizando la estrategia logográfica (nivel 3). Frith hace notar que la escritura es el medio por el cual el niño llega a comprender la relación entre las letras y los sonidos del lenguaje. Dicho de otro modo, el uso de la escritura permite llegar a adquirir el principio alfabético. No obstante, no todos los investigadores están de acuerdo en apoyar esta hipótesis que otorga a la escritura la facultad de ser el medio por el cual el niño accede al conocimiento de la relación letra-sonido. Este es el caso de, por ejemplo, investigadores como Stuart y Coltheart (1988) que defienden que el niño puede aprender a leer sin necesidad de tener una experiencia formal con la escritura. Por último, en la figura 2.1 también se muestra cómo la estrategia ortográfica es utilizada por el lector de una manera rudimentaria (nivel 1) en la actividad de leer y hasta no alcanzar un nivel adecuado (nivel 2), no pasará a utilizarse en la tarea de escritura en la que se continuará utilizando la estrategia alfabética (nivel 3). En resumen, las estrategias logográfica y ortográfica son dominantes en la lectura, mientras que la estrategia alfabética es característica de la'escritura. Además, el paso de una fase a otra no se realiza hasta que el niño no domina perfectamente las estrategias propias de la etapa en la que se encuentra. 1.3.

Propuesta de un modelo de procesamiento de la información para explicar el desarrollo del aprendizaje de la lectura

Al inicio de este capítulo afirmamos que Frith había abierto el camino de unión entre los modelos de desarrollo de la lecmra y los modelos de reconocimiento de la palabra o modelos de experto lector, camino que Seymour (1987a; 1990) se encargará de cerrar de manera definitiva. Este autor, postula un modelo de desarrollo de la lectura muy similar al de Frith pero, además, explica cómo se procesa la información en cada una de las fases del desarrollo del aprendizaje de la lectura. Para Seymour, al igual que para Marsh y Frith, existen suficientes datos que avalan la hipótesis de la existencia de una serie de fases en el desarrollo de la lectura. No obstante, difiere de ellos al considerar que la estrategia que predomina en cada fase no desaparece al pasar a la siguiente. En este sentido, considera que la lectura logográfica y alfabética pueden coexistir con la lectura ortográfica en un lector experto (véase figura 2.4). Seymour ha elaborado un modelo de procesamiento de la información para explicar los procesos cognitivos que se realizan en cada una de las etapas del desarrollo del aprendizaje de la lectura. El modelo de procesamiento de la información que explica la lectura logográfica puede representarse en un sencillo diagrama tal como aparece en la figura 2.2. En la lectura logográfica inicialmente se lleva a cabo un Ridimentario reconocimiento de palabra, representado en el diagrama con las flechas de entrada al lexicón. Este reconocimiento se realiza por medio de una estrategia de discriminación visual. Es decir, se identifican los rasgos relevantes de la palabra que permiten reconocerla, -aspecto global, letras salientes, tamaño, posición, etc.-. Una vez obtenidos esos rasgos relevantes se accede a un lexicón logográfico a partir

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del cual es posible acceder al sistema semántico y obtener el significado de la palabra. Alcanzado el significado de la palabra se puede acceder a un lexicón fonológico en el que se obtiene los sonidos y, a partir de ahí, se activará el sistema articulatorio para emitir la respuesta hablada, la lectura.

FlGLTíA 2.2: Diagrama de procesamiento de la información en la Jase logográfica (adaptado de Seymour, 1987a).

El paso de una lectura logográfica a una lectura alfabética se produce gracias al aprendizaje explícito de las reglas de correspondencia grafema-fonema y a la adquisición del principio alfabético. En este caso Seymour y Frith coinciden en sus hipótesis sobre el cambio de una fase logográfica a una fase alfabética en el desarrollo del aprendizaje de la lectura. El modelo de procesamiento de la información que postula Seymour para explicar la lectura alfabética podemos representarlo gráficamente en el diagrama de la figura 2.3. La lectura alfabética comienza con un reconocimiento de los grafemas de forma individual. Una vez reconocidos los grafemas que constituyen la palabra se accede al lexicón alfabético el cual está interconectado con un procesador ortográfico y un procesador fonológico. Gracias al procesador ortográfico se puede ejecutar la escritura de la palabra puesto que es un sistema de producción de grafemas. Por su parte, la representación fonológica de la palabra se obtiene debido a que el procesador fonológico traduce la hilera de grafemas en sus correspondientes fonemas. Por último, el niño se convertirá en un lector experto en el momento en el que acceda a la lectura ortográfica. Para ello tiene que formar un léxico ortográfico o armazón ortográfico (véase figura 2.4). Este armazón ortográfico se genera a partir de un núcleo básico que incorpora progresivamente estructuras más complejas. El desarrollo ortográfico depende de las experiencias logográficas y alfabéticas que previamente el niño ha tenido. Así mismo, se nutre del conocimiento fonológico adquirido durante el desarrollo de la etapa alfabética. En este

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FIGURA 2.3: Diagrama de procesamiento de la información en la fase alfabética de lectura y escritura (adaptado de Seymour, 1987a).

modelo el conocimiento fonológico juega un papel esencial puesto que la información en el armazón ortográfico se organiza en función de las unidades intrasilábicas principio y rima (Seymour, 1994).

FIGURA 2.4: Diagrama del modelo de desarrollo oñográficp (tomado de Seymour, 1994).

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En síntesis, para Seymour el fin último, el objetivo del desarrollo del aprendizaje de la lectura es crear este armazón ortográfico o léxico ortográfico. 1.4.

Teoría del cifrado o la relevancia del conocimiento metalingüístico

El interés de la teoría del cifrado defendida por Gough (Gough y Juel, 1991; Gough y Walsh, 1991; Gough, Juel y Griffith, 1992) radica en la importancia que este investigador concede a la adquisición del conocimiento metalingüístico o capacidad para analizar explícitamente el lenguaje hablado. Conocimiento al que se atribuye la facultad de coadyuvar en el progreso del aprendizaje de la lectura. Por lo demás, el modelo propuesto por Gough para el desarrollo de la lectura presenta un esquema genérico semejante al de los modelos que venimos estudiando. Gough contempla la presencia de dos momentos o fases por las que transcurre el aprendizaje lector del niño que denomina: claves visuales y cifrado. Entre una y otra fase se postula un proceso esencial conecido como proceso de criptanálisis. En la primera fase del aprendizaje el lector examina el estímulo y selecciona alguna clave visual, algún aspecto relevante que le permita distinguir una palabra de otra. Las claves visuales pueden ser de diversos tipos: un carácter gráfico o un par de ellos, la forma total de la palabra, la extensión de la palabra, etc. Estas claves visuales seleccionadas por el niño se asocian con la pronunciación de la palabra. En síntesis, "los niños aprenden a reconocer la palabra por selección de claves visuales ignorando la palabra en sí misma y, por supuesto, su estructura fonémica" (Gough y Juel 1991, pág. 50). En cierto modo puede afirmarse que la etapa de claves visuales propuesta por Gough en el desarrollo de la lectura es semejante a la fase logográfica de Frith. No obstante, esta semejanza no supone la igualdad ya que existen diferencias en la lectura por claves visuales con respecto a la lectura logográfica. Estas diferencias se cifran básicamente en que en la lectura por claves visuales el contexto puede ser irrelevante pero no así la clave visual. Si la clave visual desaparece el niño ya no reconoce la palabra. En la lectura logográfica el niño se aprende la palabra entera, no sólo una clave, y reconocerá la palabra siempre y cuando aparezca en un contexto invariante. La segunda fase en el desarrollo del aprendizaje de la lectura propuesta por. Gough es el cifrado. Cuando el lector se enfrenta a un texto tiene que aprender a decodificar o descifrar. Para explicar esta función o mecanismo debemos efectuar previamente algunas precisiones sobre el concepto de código. El código, entendido de una manera genérica, es un sistema de escritura secreta. En este sentido, el sistema de escritura ortográfico es un código. Pueden existir dos clases de códigos: el código propiamente dicho y el cifrado. El código es un sistema arbitrario; por ejemplo, podemos utilizar el código 007 para denominar a James Bond pero se puede variar o cambiar este código por otro. El cifrado, por el contrario, es sistemático, siempre se utilizan los mismo signos ortográfico para dar significado a los mismos mensajes. De acuerdo con esta distinción Gough plantea que la lectura debe entenderse como un sistema cifrado y no como un 48

código. En algunas lenguas no trasparentes, como en el inglés, el cifrado es muy complejo. En este tipo de lenguas no siempre a cada grafía le corresponde un único fonema con lo cual en ocasiones hay que recurrir al contexto para poder descifrar la palabra; por ejemplo, en las palabras irregulares. El cifrado puede entenderse de tres formas. Como un conjunto de reglas implícitas y diferenciadas de las reglas fónicas que son explícitas y de menor número. Como un mecanismo de analogías o, por último, como un sistema de conexiones. Sea cual sea la forma de entender el cifrado es evidente que las realas de cifrado no se enseñan de una manera explícita porque son algo más que simples reglas de asociación grafema-fonema. Para poder entender cómo los niños acceden a la fase de cifrado hay que introducir un concepto nuevo el proceso de criptanálisis o proceso de ruptura del cifrado. En este sentido, la adquisición de la lectura se puede describir como un proceso de criptanálisis. Llegar a dominar este proceso de criptanálisis supone la consecución de varios requisitos como son: comprender el sistema de correspondencias letra-sonido, diferenciar cada letra que compone una palabra, saber que cada palabra hablada se puede descomponer en fonemas y, por último, comprender que cada palabra hablada puede asociarse con una palabra escrita. Así pues, lo sustancial del aprendizaje de la lectura se encuentra íntimamente ligado al proceso de criptanálisis o, dicho de otro modo, a la adquisición de conocimiento metalingüístico que es, en última instancia, lo que supone el criptanálisis. Bs decir, para conseguir el paso de una fase logográfica o de claves visuales a una alfabética o cifrado el niño, no sólo tiene que conocer las reglas de correspondencia letra-sonido a través de una instrucción directa, sino que tiene que dominar otros conocimientos implícitos, los conocimientos metalingüísticos (Cunningham y Stanovich, 1990b; Juel, Griffith y Gough, 1986). Es decir, tiene que adquirir el principio alfabético. Esta importantísima problemática subyace en todas las teorías del desarrollo del aprendizaje de la lectura que hemos revisado y puede afirmarse que es central y absolutamente explícita en la teoría de Gough. Para finalizar este apartado examinaremos y describiremos la visión que Ehri posee sobre el aprendizaje de la lectura. Tanto el modelo de Gough como el de Ehri se han desarrollado de forma paralela durante varios años. Sin embargo, en nuestra opinión, en la actualidad Ehri pretende ofrecer una visión integradora del desarrollo de la lectura que refleje las principales aportaciones sobre el tema. ,. 1.5.

Un modelo integrador del desarrollo de la lectura

La doctora Linnea Ehri (1991a, 1991b, 1992) ha dedicado un gran esfuerzo, a lo largo de su carrera investigadora, a elaborar un modelo que explique claramente el desarrollo del aprendizaje de la lectura y de los procesos que intervienen. En este sentido, el modelo de Ehri supone un vínculo explícito con los modelos de reconocimiento de palabra. A estos modelos hemos dedicado el capítulo anterior presentando, entre ellos, el modelo de procesamiento de la palabra escrita que propone está autora. No obstante, Ehri considera que este tipo de modelos de procesamiento de la palabra de experto no son suficientes para expli-

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car con detalle la evolución del aprendizaje de la lectura. Por lo tanto, es necesario elaborar modelos que expliquen el desarrollo del aprendizaje de la lectura. Los trabajos que esta autora ha realizado sobre el desarrollo de la lectura han ido evolucionando desde sus primeras propuestas (Ehri y Wilce, 1983; 1985; 1987a; 1987b) muy próximas a las de Gough, hasta sus últimas aportaciones (Ehri, 1991a; 1992) que reflejan una gran madurez y un esfuerzo inusitado por ofrecer una visión globalizadora e integradora de todos los procesos implicados en la lectura y en el desarrollo de su aprendizaje. Para lograr este objetivo la primera decisión que toma es adoptar los mismos términos utilizados por Prith en su modelo de aprendizaje de la lectura para denominar las etapas de desarrollo: logográfica, alfabética y ortográfica. Abandona, en cierto modo, los términos que venía utilizando: claves visuales, claves fonéticas y cifrado. Veamos a continuación estas conocidas fases por las que atraviesa el aprendiz lector y las aportaciones que Ehri realiza para la comprensión de cada una de ellas. Si en los modelos de Marsh, Frith y Seymour las fases o etapas de la lectura estaban definidas en función de las estrategias empleadas en cada una de ellas, en el modelo de Ehri cada fase está definida en función del tipo de conexiones que se forman entre la palabra escrita y la información fonológica que el sujeto tiene sobre esa palabra. En la primera fase o etapa logográfica, de acuerdo con la terminología adoptada por Ehri, el niño empieza a reconocer palabras con ayuda de claves visuales. La palabra se reconoce a través de la selección de algún distintivo visual y se asocia con su pronunciación y significado almacenados en la memoria. Por ejemplo, una clave visual puede ser el rasgo inferior o "cola" de la letra /g/ en la palabra /gato/. El niño que se encuentra en la fase logográfica aún no posee un gran conocimiento de las letras y, por lo tanto, las conexiones entre el estímulo y la información almacenada en el lexicón son totalmente arbitrarias y producto de aprendizajes memorísticos. No existe acuerdo entre los investigadores con respecto a cuando finaliza el uso de la estrategia logográfica y comienza el uso de la alfabética. Algunos como Frith o Gough opinan que el cambio de una estrategia a otra se produce en el momento en el que el niño domina las reglas del código o recodificación fonológica. Sin embargo, Seymour estima que la estrategia logográfica no deja de utilizarse nunca. Otros investigadores, entre los que se incluye Ehri, adoptan una posición intermedia. Consideran que el cambio está relacionado con el acceso a un rudimentario proceso de asociación letra-sonido previo al conocimiento total de las reglas de asociación. Esta rudimentaria asociación letra-sonido aparece cuando los niños toman contacto con el alfabeto y aprenden los nombres y los sonidos de las letras. En este momento y gracias a la utilización de la relación grafema-fonema los niños comienzan a realizar conexiones más sistemáticas entre las letras y los sonidos. Este tipo de lectura se conoce como lectura por claves fonéticas y puede entenderse como una etapa avanzada de la fase logográfica. Las conexiones visual-fonológicas que se realizan en la lectura por claves fonéticas no son totales debido a que no se produce una vinculación entre cada una de las letras que componen la palabra y su sonido. La vinculación se establece únicamente entre algunas letras, generalmente las iniciales o finales de la palabra, y sus 50

correspondientes sonidos. La existencia de este tipo de reconocimiento de la palabra sugiere la posibilidad de una lectura logográfica no exclusivamente visual. Esta conclusión se establece a partir de los resultados obtenidos en estudios (Ehri y Wilce, 1985; 1987a; 1987b) en los que se demuestra que niños de jardín de infancia, que han tenido un contacto con el aprendizaje de la lectura alfabética, utilizan claves fonéticas en la identificación visual de palabras y no realizan una lectura exclusivamente visual. En definitiva, aunque no existe un acuerdo general sobre cuando comienza la fase alfabética propiamente dicha, si que existe unanimidad en considerar que un sujeto que posee habilidades Se segmentación fonémica y de recodificación fonológica ya ha alcanzado dicha fase. La lectura por recodificación fonológica presenta dos ventajas fundamentales en relación con la lectura logográfica y la lectura por claves fonéticas. La primera radica en la posibilidad de acceder al significado de palabras no familiares gracias a la aplicación de las reglas de correspondencia grafema-fonema. La segunda ventaja viene determinada por el hecho de que la utilización de la recodificación fonológica permite una mayor precisión en la íectura visual de palabras. Es más, puede afirmarse, desde la perspectiva de Ehri, que las habilidades de recodificación fonológica son esenciales en la lectura visual de palabras. Por lo tanto, la fase alfabética se caracteriza por el uso de la recodificación fonológica que no sólo interviene en la lectura de palabras desconocidas para el lector, sino que también participa activamente en la lectura visual de palabras familiares. En síntesis la lectura visual-fonológica es cualitativamente diferente de la lectura visual-logográfica que caracteriza a los lectores inexpertos. Como hemos mencionado, en la primera las conexiones entre la palabra y la información almacenada en la memoria son sistemáticas mientras que en la segunda son arbitrarias. Por último, desde esta posición integradora se acepta la existencia de una fase ortográfica que comienza cuando el niño acumula suficiente conocimiento acerca de los patrones de deletreo de las palabras y lo emplea para leer sin necesidad de la recodificación fonológica. Los lectores procesan secuencias familiares de letras como si fueran unidades sin tener que recodificar fonológicamente sus letras constituyentes. Por ejemplo, la secuencia /-ol/ pertenece o es compartida por un grupo de palabras como /bol/ o /rol/. Frente a estas palabras un niño en la fase ortográfica las leerá sin una recodificación fonológica siempre y cuando la secuencia /-ol/ sea un patrón familiar para él. Es pues evidente que Ehri considera, en la misma línea que Marsh y Goswami, que los niños realizan en esta etapa una lectura de palabras por analogía.

2. EL DESAREOLLO DEL APRENDIZAJE DE LA LECTURA ES UN CONTINUO

En el apartado anterior hemos expuesto las teorías del aprendizaje de la lectura que defienden la existencia de una serie de fases. A continuación examinaremos las explicaciones de quienes no están de acuerdo con el desarrollo de la lectura en fases. No niegan rotundamente su existencia pero sí ponen en duda la necesidad de un paso obligado por cada una de ellas en el desarrollo del apren51

dizaje de la lectura. Dentro de esta perspectiva revisaremos las propuestas de Stuart y Coltheart y de Byrne para finalizar presentando las ideas fundamentales que defienden Goswami y Biyant. Los modelos continuos que ahora presentamos no llevan a cabo un análisis del desarrollo del aprendizaje de la lectura con la misma profundidad con la que se realiza en los modelos discretos anteriormente revisados. Los modelos continuos se centran en el análisis de aspectos muy concretos del desarrollo del aprendizaje de la lectura. Como veremos, las propuestas defendidas por Stuart y Coltheart y por Byrne son semejantes, ambos plantean que no es íiecesario atravesar por una fase logográfica. En relación con el modelo elaborado por Goswami y Bryant su relevancia procede de que pretenden explicar, no sólo el cambio en el aprendizaje de la lectura, sino las causas de ese cambio. 2.1. Teoría de la opción por defecto

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Como representantes de una explicación del desarrollo del aprendizaje de la lectura que no considera necesario atravesar una etapa logográfica podemos destacar a Stuart y Coltheart (1988) y a Byrne (1992). Más concretamente estos autores argumentan que un niño puede acceder directamente a la lectura alfabética sin necesidad de atravesar una fase de lectura logográfica. Esto ocurre cuando el niño, al tiempo que comienza a reconocer palabras, descubre la relación existente entre los fonemas de la palabra hablada que él ya conoce y las letras que representan esos fonemas. Byrne afirma que el niño únicamente realizará una lectura logográfica, en el sentido en el que fue descrita por Frith, si no es capaz de acceder a una representación inicial de la estructura fonológica de la palabra. En este sentido, Stuart y Coltheart aseguran que un niño puede descubrir dicha estructura fonológica sin necesidad de un aprendizaje convencional y que ese descubrimiento le permite acceder directamente a una lectura alfabética. Para comprobar su hipótesis Stuart y Coltheart diseñaron una investigación en la que participaron 36 niños alumnos de diversos centros de preescolar. Estos niños fueron evaluados antes de comenzar a aprender a leer en tres áreas de conocimiento: habilidades fonológicas, conocimiento de las letras, y lectura de palabras. Para evaluar las habilidades fonológicas tuvieron que realizar tareas de producción y detección de rima y aliteración, tareas de identificación del fonema inicial, tareas consistentes en poner una sílaba inicial o un fonema final para completar una palabra y tareas de aislar un fonema inicial. Cuando los niños alcanzaron la edad de seis años ingresaron en un colegio de enseñanza primaria y fueron nuevamente evaluados. Esta vez se les midió el conocimiento que poseían sobre los nombres y los sonidos de las letras. También se valoró su cociente intelectual y el nivel de lectura que tenían. La lectura se midió por medio de un listado de palabras que habían sido enseñadas en el colegio previamente. Con los datos obtenidos en las diferentes evaluaciones se realizaron análisis correlaciónales. Los resultados de estos análisis demostraron que los niños que obtuvieron mejores resultados en habilidades fonológicas y de conocimiento de los nombres de las letras eran quienes, a su vez, obtenían mejores resultados en lectura no logográfica. 52

En función de estos resultados Stuart y Coltheart concluyen, en primer lugar, que las habilidades fonológicas, en combinación con el conocimiento de los nombres de las letras, son un buen predictor del posterior aprendizaje de la lectura en el primer curso de escolaridad. En segundo lugar, consideran que estos resultados muestran que los niños que poseen competencias en conocimiento fonológico y conocimiento de las letras antes de empezar el colegio no comienzan a aprender a leer logográficamente sino que directamente lo hacen de forma alfabética. En la misma línea que Stuart y Coltheart, aunque menos drástico en sus? planteamientos, Byrne argumenta que la lectura es un continuo en el que puede existir un momento inicial de lectura por asociación no analítica entre la palabra hablada y la secuencia escrita. Esta lectura logográfica se produce si no existe otra posibilidad. Para denominar esta situación Byrne propone el término opción por defecto. La opción por defecto supone que el niño únicamente utilizará una estrategia logográfica para leer si no tiene un conocimiento sobre la estructura de la palabra hablada y la relación entre los fonemas y los grafemas. Sj, los niños poseen este conocimiento, obtenido bien por una instrucción explícita o por un aprendizaje inespecífico o no sistemático, entonces accederán directamente a una lectura alfabética. En conclusión, si los niños aprenden a leer en ausencia de un conocimiento de la estructura fonémica de la palabra y de la relación letra sonido, dicha lectura se realizará a través de una estrategia de asociación entre la palabra oral y algún aspecto de la secuencia escrita que la representa. No obstante, siempre que el niño posea un mínimo conocimiento fonológico no comenzará a leer de una manera logográfica o por claves visuales. 2.2. Causas del progreso en el aprendizaje de la lectura La formulación del desarrollo del aprendizaje de la lectura ofrecida por Goswami y Bryant (1990) es diferente a todas las expuesta hasta ahora. Diferente en cuanto a su concepción de la lectura y en cuanto a los factores causales que originan el progreso en su aprendizaje. Estos factores causales del cambio en el aprendizaje de la lectura son tres: — —

Las habilidades fonológicas que poseen los niños en la edad preescolar: la rima*^ y la aliteración. El acceso al conocimiento de los fonemas y su relación con lo grafemas debido a la instrucción.

6 Nos encontramos con un problema de traducción de los términos ingleses "rime" y "rhyme". Las dos se traducen como rima y, sin embargo, hacen referencia a conceptos diferentes. El término "rime" se refiere a la unidad intrasilábica junto con el "onset" o principio, mientras que el término "rhyme" hace referencia a la habilidad de categorizar palabras en función de sonidos comunes o, dicho de otra manera, es la habilidad de rimar palabras. Esperamos que el lector podrá determinar cuando se encuentre con la palabra rima si nos referimos a uno u otro concepto en función del contexto.

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La influencia recíproca entre la lectura y la escritura (en línea con la propuesta de Frith). Veamos a continuación algunas de las justificaciones que existen para poder afirmar que el desarrollo de la lectura depende de estos tres factores. Nos centraremos principalmente en el examen del primero de ellos. El estudio de las habilidades de rimado que poseen los preescolares es, tal vez, el aspecto más original del modelo de Goswami y Bryant. Se ha comprobado que los niños antes de aprender a leer son capaces de discriminar y producir palabras que riman o tienen aliteraciórií Esta sensibilidad a sonidos semejantes entre palabras permite a los niños acceder al conocimiento de las unidades intrasilábicas principio y rima. Recordemos que la distinción principio-rima ha sido estudiada, en el ámbito de la psicología, principalmente por Treiman (1983, 1984). Esta autora ha defendido que las sílabas no son un simple conjunto de fonemas, sino que tienen una entidad propia y relevante. La sílaba está formada por un principio opcional y una rima obligatoria. Por ejemplo la sílaba /er/ sólo tiene rima, mientras que la sílaba /serAtiene el principio / s - / y la rima /-er/. A su vez la rima está formada por un núcleo de vocales, que constituyen lo que se denomina "peak", y un conjunto de consonantes finales que se denomina con el término "coda" En la figura 2.5 se presenta un esquema de la estructura ¡ntrasilábica.

FIGURA 2.5: Estructura jerárquica de la sílaba (adaptada de Treiman, 1983)

La importancia de la estaictura silábica en el desarrollo del aprendizaje de la lectura se ha evidenciado a partir de estudios en los que se pide a los niños que

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aislen el primer fono de una palabra (Treiman 1984, 1985a). En este tipo de estudios se comprueba que los niños identifican con más facilidad y menor número de errores el primer sonido de una palabra cuando ese sonido coincide con el principio de la sílaba (Treiman y Zukowsky, 1991). Por ejemplo, aislar el sonido [k] de la palabra /cal/ es más sencillo que aislar el sonido [k] de la palabra /crin/, dado que [k-] en la palabra /cal/ constituye el principio mientras que en /crin/ el principio está formado por /kr-/. La explicación de estos resultados supone plantear que el niño en preescolar es capaz de aislar un fonema sólo cuando ese fonema coincide con la estructura natural de la sílaba, principio o rima. Si no. ocurre así, la tarea de aislar un fono entraña gran dificultad para el niño preescolar y le resultará difícil o imposible realizarla. Nos hemos detenido en el análisis de la estructura silábica porque es uno de los aspectos básicos para poder entender la teoría explicativa del desarrollo de la lectura propuesta por Goswami y Bryant. Pero sigamos con el estudio del desarrollo del aprendizaje de la lectura. Como hemos comentado anteriormente el conocimiento explícito de las unidades intrasilábicas principio-rima está muy relacionado con la habilidad que los niños tiene para realizar tareas de rima y aliteración. Es decir, con la habilidad para realizar categorías de palabras en función de sonidos comunes. Así mismo, es razonable pensar que estas categorías puedan tener algo que ver con el aprendizaje de la lectura. Cuando los niños comienzan a aprender a leer descubren que hay palabras que comparten los mismos sonidos y que pertenecen a las mismas categorías que ellos tienen almacenadas gracias a su experiencia previa con el lenguaje hablado. Además, descubren que las palabras que suenan igual también están formadas por las mismas letras. Estos descubrimientos les permitirán realizar inferencias o analogía entre las palabras que conocen y las palabras nuevas. Para realizar la analogía se utiliza la segmentación de la sílaba en principio y rima (Goswami, 1986). La comprobación empírica de la influencia en la lectura de la categorización de palabras en función de sonidos comunes se ha realizado en diversos estudios (Bradley y Bryant, 1983; lürtley, Bryant, Maclean y Bradley, 1989). En estos trabajos se demuestra que: — La sensibilidad a la rima y el conocimiento de las unidades intrasilábicas principio-rima por parte de los prelectores y los niños que comienzan a leer está fuertemente relacionada con su posterior habilidad para la lectura. — El entrenamiento a niños preescolares en tareas de categorización de sonidos, rima y aliteración, conlleva un mayor éxito en el posterior aprendizaje de la lectura frente a niños a quienes no se les instruye. Las conclusiones anteriormente expuestas se obtuvieron, como hemos dicho, a partir de diversas investigaciones entre las que podemos destacar la realizada por Bradley y Bryant, (1983). En esta experiencia se combinaron dos tipos de estudios, uno longitudinal y otro experimental. En el estudio longitudinal participaron 403 niños que tenían cuatro o cinco años cuando comenzó la investigación y siete u ocho cuando finalizó. Se midió a todos los niños la habilidad que poseían para categorizar sonidos antes de comenzar su aprendizaje de la lectura. Al 55

finalizar este estudio.se midió el nivel de lectura de los niños y se calculó la correlación entre la lectura y la sensibilidad a la rima. La alta correlación que se obtuvo demuestra que la sensibilidad a la rima está positivamente relacionada con la lectura. El estudio experimental consistió en la aplicación de un programa de instrucción en diversas formas de categorización. La muestra seleccionada fue de 65 niños que se distribuyeron en cuatro gmpos, dos experimentales y dos de control. Uno de los grupos experimentales fue entrenado en categorización de palabras en función de sonidos comunes durante un periodo de dos años. El segundo grupo experimental fue instruido igualmente en categorización de palabras en fimción de sonidos comunes pero, durante el segundo año de entrenamiento, se les enseñaban las letras que representaban los sonidos de las palabras. En cuanto a los gRipos de control, a los sujetos que formaban parte del primero se les entrenó en la realización de categorías de palabras en función de su significado con los mismos términos y durante el mismo tiempo. Por ejemplo, la palabra /gato/ forma parte de la misma categoría semántica que /tigre/, son animales felinos. El segundo gmpo de control no recibió ningún entrenamiento. Todos los niños fueron evaluados a la edad de ocho años. Se'les midió las habilidades que presentaban en lectura, escritura y matemáticas. Los resultados mostraron que los niños entrenados en rima y aliteración eran mejores en lectura y escritura que los niños del grupo de control. Por otro lado, los mejores resultados los obtuvieron los niños del grupo al que se le instruyó en el conocimiento de las letras asociadas a los sonidos de las palabras. En definitiva, se encontró una fuerte relación entre la sensibilidad de los niños a la rima y aliteración y el progreso en el aprendizaje de la lectura y escritura. Las buenas puntuaciones en rima y aliteración predicen el éxito en lectura y escritura, pero no en otro tipo de tarea escolar como son las matemáticas. Esto implica que la relación entre la lectura y la rima, además de ser fuerte, es específica. Las conclusiones que se obtienen de este estudio indican, así mismo, que los niños no sólo son sensibles a la rima y aliteración de las palabras, sino que, si se les instmye en ese tipo de tareas, los resultados en su posterior aprendizaje de la lectura serán mucho mejores. Los resultados de estas investigaciones evidencian que la categorización de palabras en función de sonidos comunes, sensibilidad a la rima y aliteración, repercute favorablemente en el aprendizaje de la lectura. También sabemos que los niños que mejor realizan las tareas de segmentar la sílaba en principio-rima son los que mejores resultados obtienen en el aprendizaje de la lectura (Wise, Olson y Treiman, 1990). Cabe preguntarse, por lo tanto, sí es posible que la evolución en el aprendizaje de la lectura está vinculada con la sensibilidad que el niño tiene a la rima y aliteración de las palabras y con la capacidad de ser consciente de las unidades intrasilábicas principio-rima, o, por el contrario, estas habilidades no son más que una consecuencia del conocimiento de los fonemas. Conocimiento que se adquiere, como afirma Moráis (1991a), cuando a un niño se le enseña la pronunciación de una secuencia de letras. Bryant y sus colaboradores (1990) han intentado dar respuesta a estas cuestiones evaluando tres modelos alternativos que explican la intervención de la categorización de palabras en función de sonidos comunes y el conocimiento de las unidades intrasilábicas en el desarrollo del aprendizaje de la lectura. El primer modelo plantea que los niños pueden tener un conocimiento informal de la rima 56

de las palabras q u e no repercute en la lectura. En este modelo el factor esencial e influyente en el desarrollo de la lectura es la habilidad de romper las palabras en fonemas y esta capacidad sólo se adquiere cuando el niño se enfrenta a una instrucción formal en un sistema alfabético. El segundo modelo concede un papel de mayor importancia a la rima defendiendo q u e esta sensibilidad afecta al éxito en la lectura pero sólo indirectamente. Es decir, la sensibilidad a la rima repercute favorablemente sobre la capacidad de segmentar en fonos y es esta facultad de detectar y aislar fonos la q u e incide de forina directa en el desarrollo de la lectura. Por último, el tercer m o d e l o es el más radical y plantea q u e la rima afecta directamente al desarrollo y éxito en el aprendizaje de la lectura sin tener que mediar para ello la capacidad que el niño posea de segmentar en fonos. Estos modelos los presentamos gráficamente en los tres esquemas causales que aparecen en la fisura 2.6.

MODELO 1: La lectura influye en el conocimiento fonémico

Rima y aliteración

Lectura y escritura

C;onc )u 111 iento fonémico

No hay conexión MODELO 2: La sensibilidad a la rima influye en la lectura a través del conocimiento fonémico. Rima y aliteración

i onc ¡cimiento tonémico

Lectura y escritura

MODELO 3: La sensibilidad a la rima y el conocimiento fonémico influyen en la lectura de forma directa e independientemente. Rima y aliteración Lectura y escritura Con()C!i¡m-nl(i fonémico

FiGUR.^ 2.6: Tomado de Bryant, Maclean, Bradleyy Crossland (1990) Para verificar cuál de los tres modelos es el más plausible Bryant y colaboradores llevaron a cabo un estudio con una muestra de 64 sujetos extraída de una población de clase media. La edad de los niños era de cuatro años al comienzo del proyecto y de seis años al finalizar. La puntuación media de su cociente inte-

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lectual era de 111,84. Las tareas que se propusieron a los sujetos fueron: detección de rima y aliteración, detección de fonemas, tareas de lectura y escritura y, por último, tareas de aritmética. Se evaluó a los niños en cuatro ocasiones distribuidas a lo largo de todo el experimento. Las dos primeras veces se les midió la sensibilidad a la rima y aliteración, en la siguiente ocasión se evaluó su conocimiento fonémico y, por último, se les midió lectura, escritura y aritmética. Los resultados de este estudio indican, en primer lugar, que existe una relación entre rima-aliteración y conocimiento fonémico. Esto va en contra de la propuesta del modelo 1. En segundo lugar, se comprueba que existe un víncido entre la sensibilidad a la rima-aliteración y la lectura pero no entre la rima-aliteración y la escritura. Sin embargo, la capacidad de detectar fonemas se relaciona con la lectura y también con la escritura. Por último, constatan que existe una relación directa e independiente entre la rima-aliteración y la lectura. Por el contrario, la relación entre la rima-aliteración y la escritura está mediada por el conocimiento fonémico. Ante estos resultados parece necesario proponer.un nuevo modelo. Por un lado, la rima incide directamente sobre la lectura y, por otro lado, la rima favorece la escritura. Esta influencia no es directa sino que estaría mediada por el conocimiento que el niño posee sobre los fonemas (ver figura 2.7). En esta línea es interesante subrayar la coincidencia entre este planteamiento y la propuesta de Frith con respecto a la influencia de la escritura en el aprendizaje de la lectura alfabética.

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Lectura

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FiGUR_\ 2.7. Modelo propuesto por Gosiuami y Bryant (1990)

En las últimas páginas hemos examinado ampliamente cómo se lleva a cabo la primera lectura del niño según la teoría explicativa del desarrollo de la lectura propuesta por Goswami y Bryant. Recordemos que el objetivo fundamental de estos investigadores era buscar el origen de los cambios en el aprendizaje de la lectura. Uno de los factores que originan el cambio es, como hemos visto, la sensibilidad a la rima-aliteración que poseen los niños prelectores. El segundo factor que origina el cambio en el aprendizaje de la lectura es la instrucción en el conocimiento de la relación grafema-fonema. Tal instrucción se inicia cuando el niño 58

entra en el colegio y comienza a recibir una enseñanza de la lectura. Esta situación, que ningún investigador discute, es interpretada por Goswami y Bryant de una forma singular. Estos autores afirman que, a pesar de que los niños aprenden las reglas del código alfabético en el colegio, no utilizan este conocimiento para leer palabras aunque sí pueden utilizarlo para realizar la tarea de escribir. La lectura es, sin lugar a dudas y desde el principio de su aprendizaje, analógica y no alfabética, mientras que la escritura es alfabética. Por último, el tercer factor responsable del cambio en el desarrollo del aprendizaje de la lectura es la relación que se produce entre la lectura y la escritura. Esta relación es enten(|ida en la misma línea que lo hace Frith. Es decir, la experiencia en la lectura influye en la escritura y, a su vez, la experiencia en escritura influye en la lectura. En esta relación se producen cambios cualitativos que favorecen el desarrollo lectoescritor del niño.

3. RESUMEN



La revisión de las principales teorías del desarrollo del aprendizaje de la lectura nos refleja el enorme esfuerzo que se ha realizado para explicar los procesos implicados en el paso de un no lector a un lector competente. Las teorías presentadas nos muestran que el desarrollo del aprendizaje de la lectura puede entenderse, bien como un proceso en el que hay que superar varias fases como son la fase logográfica, fase alfabética y fase ortográfica, o bien como un continuo que va de la situación de no experto a la situación de competencia lectora sin necesidad de superar obligatoriamente fases o etapas. Además, la formulación de teorías ha ido evolucionando hacia la creación de un vínculo entre los modelos de experto y las teorías de desarrollo. En este sentido, las teorías de Seymour y de Ehri son un claro exponente de esta perspectiva de relación o vínculo. Por otro lado, entre las teorías de desarrollo del aprendizaje de la lectura existe una discusión fundamental que gira en torno al apoyo o no de la hipótesis de una lectura logográfica al inicio del aprendizaje lector. En relación con esta hipótesis pueden identificarse cuatro posturas. En primer lugar, la defensa a ultranza de una primera fase de lectura logográfica. Los principales representantes de esta postura son Frith y Seymour. La segunda postura defiende una primera fase logográfica en la que pueden intervenir los conocimientos fonológicos que el sujeto va adquiriendo. Es lo que Ehri denomina lectura visual-fonológica. La tercera postura es la defendida por Byrne. Este autor señala que la lectura logográfica puede producirse en función de si el sujeto posee o no algún conocimiento fonológico. Únicamente en el caso de que el niño no tenga ningún conocimiento de este tipo utilizará la estrategia logográfica. Es lo que Byrne denomina opción por defecto. Por último, la postura más radical es la defendida por Stuart y Coltheart. Estos autores consideran que la lectura logográfica no es necesaria en ningún momento puesto que el niño siempre puede acceder al conocimiento de la relación grafema-fonema sin necesidad de un aprendizaje convencional. Por lo tanto, cuando el niño se acerca al aprendizaje de la lectura ya tiene los rudimentos que le permiten directamente decodificar palabras familiares.

59:

Para terminar sólo queremos resaltar la importancia que en todas las teorías del desarrollo del aprendizaje de la lectura se concede al conocimiento fonológico. Concepto al que hemos aludido en numerosas ocasiones y al que dedicamos el próximo capítulo.

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SEGUNDA PARTE

EL CONOCIMIENTO FONOLÓGICO EN EL APRENDIZAJE DE LA LECTURA

CAPITULO 3

ADQUISICIÓN DEL CONOCIMIENTO FONOLÓGICO I

El estudio de las principales teorías sobre el desarrollo del aprendizaje de la lectura nos ha permitido descubrir algunas de las estrategias y conocimientos que debe adquirir un niño para alcanzar la competencia lectora. En este sentido, hemos podido comprobar que uno de esos conocimientos es el conocimiento fonológico. Es decir, el niño tiene que ser capaz de manejar explícitamente la estructura interna de la palabra y, en consecuencia, no tener dificultades para operar con ella. La importancia de la adquisición del conocimiento fonológico en el aprendizaje de la lectura es lo suficientemente relevante como para dedicarle este tercer capítulo. En las páginas siguientes compartiremos con el lector una serie de dudas y reflexiones en torno al concepto de conocimiento fonológico. Intentaremos responder a algunas cuestiones tales como: ¿qué es el conocimiento fonológico?, ¿se puede medir?, ¿es posible instruir en conocimiento fonológico?, etc. En definitiva, el propósito que nos guía al escribir este capítulo es obtener una idea clara sobre lo que entendemos por conocimiento fonológico desde una perspectiva psicológica. El capítulo está organizado en cinco apartados o núcleos de interés. En primer lugar nos introduciremos en la problemática terminológica asociada al concepto de conocimiento fonológico. Al abordar el estudio de este concepto nos enfrentaremos con diferentes expresiones que se relacionan o refieren al conocimiento fonológico. En el segundo apartado presentaremos una panorámica general de los estudios que se han realizado sobre conocimiento fonológico. A continuación examinaremos el conocimiento fonológico entendido como un elemento que forma parte de un conocimiento más amplio, el metalenguaje. Así mismo, analizaremos los niveles de conocimiento fonológico centrándonos, sobre todo, en el polémico nivel de conocimiento de las unidades intrasilábicas principio y rima. Concretamente intentaremos esclarecer si la habilidad de identificar y manipular las unidades intrasilábicas principio y rima es o no un nivel de conocimiento fonológico. Finalizaremos el capítulo revisando algunas tareas que nos pueden servir para medir e instruir en conocimiento fonológico.

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1. PROBLEMÁTICA TERMINOLÓGICA

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Para poder alcanzar cierta clarificación teórica respecto al conocimiento fonológico lo primero qué debemos hacer es revisar las diversas denominaciones que encontramos cuando nos adentramos en su estudio. En este sentido, cuando se habla de conocimiento fonológico en el ámbito de la psicología también se utilizan expresiones como sensibilidad fonológica, conciencia fonológica, conocimiento fonémico o conocimiento segmental. Nosotros hemos elegido la expresión conocimiento fonológico como término genérico aunque en ocasiones podamos utilizar cualquiera de los otros. Optamos por esta expresión porque nos parece que recoge con mayor precisión el proceso de adquisición y comprensión de las habilidades fonológicas por parte del aprendiz lector. Además, debe tenerse en cuenta que cuando utilicemos el término conciencia fonológica lo haremos en el sentido de adquisición o descubrimiento del propio conocimiento. Tanto el término conocimiento fonológico como el término conciencia fonológica son una traducción de la expresión inglesa "phonological awareness". En general, el término "awareness" se debe interpretar como conocimiento y no como conciencia dado que ni psicólogos ni filósofos se ponen de acuerdo en el significado exacto de este concepto. En este sentido, Stanovich (1992) argumenta que "awareness" debe separarse de la idea de conciencia puesto que es un término popular no muy adecuado para utilizarse en una disciplina científica como la psicología ya que no expresa correctamente los procesos cognitivos implicados en su concepción. En última instancia, el término "awareness" debe considerase como una forma de metacognición. Metacognición es un término introducido por Flavell en 1970 y alude al conocimiento de uno mismo respecto a los propios procesos y productos cognitivos. Existen diferentes formas de metacognición como la metamemoria, el metalenguaje, etc. En esta ocasión la metacognición se refiere al conocimiento lingüístico necesario para pensar sobre el lenguaje y poder manipular sus unidades: palabras, sílabas, principio-rima, fonos o sonidos y fonemas. Finalmente, hay que reseñar que la opción de traducir "awareness" por conocimiento se encuentra también en otros trabajos entre los que destacamos el de Liberman, Shankweiler y Liberman (1989). En algún momento de nuestra exposición quizás empleemos la expresión sensibilidad fonológica traducción de la inglesa "phonological sensitivity". Debemos decir que este término también arrastra cierta polémica. Los investigadores del equipo de Bruselas únicamente atribuyen tal denominación a uno de los niveles de conocimiento fonológico, el denominado conocimiento o sensibilidad a la rima y aliteración de las palabras. Un término muy utilizado para referirse a la capacidad que el individuo posee de analizar la estructura interna de la palabra es el de conocimiento fonémico o conocimiento segmental. Es importante destacar este hecho puesto que, como veremos, el conocimiento fonémico es también un nivel de conocimiento fonológico. El utilizar la misma expresión para referirse a un aspecto del concepto y a todo el concepto se debe a que el conocimiento fonémico es el nivel de conocimiento fonológico que tradicionalmente se ha considerado más relevante y fundamental. Tanto es así que si un niño alcanza el nivel de conocimiento fonémi-

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co puede decirse que ese niño domina todos los niveles de conocimiento fonológico. No obstante, de nuevo debemos dejar bien claro que en nuestra exposición utilizaremos la expresión conocimiento fonémico sólo para referirnos al correspondiente nivel de conocimiento fonológico. En definitiva, optamos por la expresión conocimiento fonológico, sin por ello ignorar otros términos como son conciencia fonológica, sensibilidad fonológica, conocimiento fonémico o conocimiento segmental, a los que, con matices, se puede atribuir análogo significado. Por último, antes de finalizar la revisión terminológica del concepto conocimiento fonológico debemos examinar la relación entre las distintas unidades que componen la palabra y el conocimiento fonológico. Tal como se muestra en el diagrama de la figura 3.1 cada unidad de la palabra tiene asociado un tipo de conocimiento específico. Así, a la sílaba, principio-rima y fonemas o sonidos, les corresponde un conocimiento silábico, intrasilábico y segmental respectivamente. Todos ellos conforman el conocimiento fonológico. En el ejemplo, hemos elegido la palabra PRADO para identificar las sílabas, las unidades principio y rima, los fonemas y los fonos.

FIGURA 3.1: Descripción de las unidades de palabra.

El conocimiento y manipulación de estas unidades de la palabra supone la adquisición de los diferentes niveles de conocimiento fonológico. Así, en las páginas siguientes explicamos cómo, captar la similitud entre dos palabras supone adquirir conocimiento de la rima, identificar la estructura silábica implica conocimiento silábico, ser capaz de aislar las unidades principio-rima es indicador de conocimiento intrasilábico y, finalmente, el dominio y manipulación de las uní-

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dades fónicas y fonémicas implica un conocimiento fónico y un conocimiento fonémico. 2. PANORÁMICA DE LOS ESTUDIOS SOBRE CONOCIMIENTO FONOLÓGICO

El número de estudios sobre conocimiento fonológico se ha visto incrementado sobre todo en la última década. Este auge se refleja en la constante aparición de artículos y manuales que recogen continuos avances ^novedades. Entre las obras más destacadas podemos citar la editada por Sawyer y Fox en el año 1991. Esta compilación incluye las contribuciones de investigadores como Rebeca Treiman, Barbara Fox, José Moráis y Virginia Mann entre otros, que ayvidan a esclarecer la naturaleza del conocimiento fonológico y su vinculación con la lectura. Es también interesante el manual "Phonological Skills and Learning to Read" de Goswami y Bryant (1990) quienes dedican numerosas páginas de su obra a intentar responder, entre otras cuestiones, a qué es«el conocimiento fonológico. Además, desarrollan ampliamente un modelo de lectura basado fundamentalmente en la analogía. No podemos tampoco olvidarnos del trabajo editado por Brady y Shankweiler (1991) en el que se abordan todos los aspectos del conocimiento fonológico: su desarrollo, la controversia sobre su composición, homogénea-heterogénea, y las implicaciones para la lectura si no se accede adecuadamente a este conocimiento. Por último, no queremos olvidar en esta línea la obra editada por Shankweiler y Liberman en 1989 y reeditada en 1992. Se trata de rm monográfico sobre las dificultades en la lectura y cómo repercute la posesión o no de capacidades fonológicas en estas dificLiltades. El estudio del conocimiento fonológico también se aborda en los textos dedicados a aspectos más generales de la lectura como ocurre en la obra titulada "Learning to read" editada por Rieben y Perfetti (1991). En este trabajo ha sido ineludible incluir varios capítulos de diferentes autores dedicados al estudio del conocimiento fonológico y su vínculo con el aprendizaje y desarrollo de la lectura. En la misma línea encontramos la obra de Beech y CoUey (1987) y, por supuesto, la relevante obra de Barr, Kamil, Mosenthal y Person (1991). Así mismo, podemos consultar el extenso trabajo de Adams (1990) sobre el aprendizaje de la lectura o, como no, la compilación realizada por Gough, Ehri y Treiman (1992) en la que sus doce capítulos van dirigidos a analizar los procesos implicados en el aprendizaje de la lectura. En ella se aborda el estudio de cómo el conocimiento fonológico contribuye a la adquisición de la lectura. En esta misma obra se recogen, en los últimos capítulos, las aportaciones de Shankweiler, Stanovich o Seidenberg respecto a la causa o causas del fracaso en el aprendizaje de la lectura. En cuanto a la relación de artículos publicados en las principales revistas de investigación^ es muy numeroso por lo que intentaremos citar algunos de los más •' Pueden revisarse principalmente las revistas siguientes: Applied Cognitive Psychology; Applied Psycholinguistics; Cahiers de Psychologie Cognitive; Cognition; Journal of Experimental Child Psychology, Journal of Educational P.sychology; Reading Research Quarterly.

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relevantes. Esta revisión la estructuramos, a su vez, en función de los equipos de investigación más significativos que trabajan en este tema. En primer lugar citaremos a los investigadores del que podríamos denominar Equipo de Bruselas. Estos investigadores vienen trabajando en el tema desde hace dos décadas. Si revisamos los trabajos de Alegría y Moráis (1979), Content (1984; 1985); Moráis, Alegría y Content (1987), Moráis, Cary, Alegría y Bertelson (1979) constatamos que uno de los aspectos fundamentales de su amplio trabajo ha sido esclarecer cuándo surge el conocimiento fonológico, específicamente, el conocimiento de los fonemas. Sus investigaciones les conducen a afirmar que eP conocimiento fonémico surge y se desarrolla en el ámbito del aprendizaje de la lectura en un sistema alfabético. Continuando en Europa debemos citar los grupos de trabajo de las Universidades de Oxford y Cambridge cuyos representantes más conocidos son Bradley, Bryant y Gosv^^ami (Bradley y Bryant, 1983; Bryant y Goswami, 1987a; 1987b; Bryant, Bradley, MacLean y Crossland, 1989; Bryant, MacLean, Bradley y Crossland, 1990; Kirtley, Biyant, MacLean y Bradley, 1989). Estos inVestigadores han profundizado en el estudio del aprendizaje de la lectura, su desarrollo y sus dificultades. Su interés se ha centrado en el estudio de los factores que intervienen en dicho aprendizaje. Uno de estos elementos es el conocimiento fonológico. Para estos investigadores el conocimiento fonológico incluye el conocimiento o sensibilidad a la rima. Otro núcleo importante de investigación lo forman los estudios que proceden de los países escandinavos. En este ámbito encontramos los trabajos realizados por Lundberg (1991; 1994), Lundberg, y Hoien (1991) o Lundberg, Frost y Petersen (1988) entre otros, que defienden que algunos prelectores poseen conocimiento fonémico sin haber sido explícitamente instruidos. De los Estados Unidos surgen infinidad de investigadores e investigaciones relevantes entre las que podemos destacar las desarrolladas en los Laboratorios Haskins sobre la relación causal entre el conocimiento fonológico y la lectura (Liberman, Shankweiler, Fischer, Cárter, 1974; Liberman, Shankweiler, 1991; Mann, 1986; 1991a, 1991b, 1991c). Así mismo, también podemos resaltar las aportaciones de Rebeca Treiman al estudio del denominado conocimiento intrasilábico. Sus investigaciones han ayudado a aclarar si este conocimiento forma parte o no del conocimiento fonológico (Treiman, 1983, 1984, 1985a, 1985b, 1991a, 1991b, 1991c, 1992; Treiman y Zukowski, 1991). Por último y sin salir de este continente, es necesario destacar los estudios de Keith Stanovich y Ann Cunningham (Cunningham, 1990; Stanovich, Cunningham y Cramer, 1984; Stanovich, Cunningham y Feeman, 1984) que focalizan su interés por el conocimiento fonológico en el análisis de las repercusiones que tiene sobre la lectura. No podemos dejar de reseñar, aunque procedan de nuestras antípodas, al grupo de investigadores australianos (Tunmer, 1991; 1994; Tunmer y Nesdale, 1985; Tunmer y Rohl, 1991; Tunmer y Hoover, 1992). Grupo que ha desarrollado durante una serie de años investigaciones sobre el carácter específico del conocimiento fonológico. Estos autores consideran que conocimiento fonológico no es conocimiento de sílabas o de unidades intrasilábicas, principio-rima. Desde su punto 67

de vista el conocimiento fonológico únicamente tiene que ver con la habilidad para identificar unidades fonémicas. Para terminar esta revisión a vuelo de pájaro que nos permite situar, a grandes rasgos, ios principales investigadores sobre el tema no queremos olvidarnos de los investigadores españoles que, en la última década, han mostrado un gran interés por el estudio y análisis del conocimiento fonológico en los niños de lengua castellana. Entre muchas de las aportaciones relevantes podemos destacar los trabajo realizados en la Universidad Autónoma de Madrid (Maldonado, Sebastián, Calero y Pérez, 1990; Maldonado y Sebastián, 1987); en la Universidad de Granada (Defior, 1994); en la Universidad de la Laguna (Jiménez, 1992; Jiménez y Ortiz, 1993); en la Universidad de Murcia (Carrillo, Sánchez y Romero, 1991) o, en la Universidad de Salamanca (Calvo y Sánchez, 1989; Clemente, 1987; Domínguez, 1994; Rueda, 1988; Rueda, 1993; Rueda y Sánchez, 1991; 1994; Rueda, Sánchez y González, 1990; Sánchez y Rueda, 1991; Sánchez, Rueda y Orrantia, 1989) en la que nuestro equipo ha desarrollado fundamentalmente cuatro líneas de investigación. En primer lugar una línea de trabajo se h^ orientado hacia el análisis de la adquisición de conocimiento fonológico. En otra línea hemos estudiado el mantenimiento a largo plazo del conocimiento fonológico adquirido por parte de niños disléxicos. La tercera línea de investigación se centra en el análisis de la repercusión del conocimiento fonológico adquirido en la mejora de la lectura y escritura. La última línea de trabajo abierta se focaliza en el examen de las características de los niños disléxicos que se resisten a la instrucción. La idea de resistencia a la instrucción incluye, no sólo el bajo aprovechamiento de la instrucción por parte de algunos niños disléxicos, sino básicamente la idea de oposición a los cambios cognitivos que implica esa instrucción (Sánchez, 1989). Como podemos apreciar las investigaciones que se están realizando para comprender más adecuadamente qué es el conocimiento fonológico, cómo surge y se desarrolla y cuáles son sus aportaciones y vínculos con el aprendizaje del lenguaje escrito, son innumerables. Esta pequeña revisión no ha pretendido recoger todas las obras que existen, ni siquiera todas las relevantes, pero las que se incluyen son, en general, algunas de las que nos han despertado mayor interés. Una vez que hemos perfilado el uso terminológico más habitual aplicado al concepto conocimiento fonológico y que tenemos vma perspectiva global de los estudios directamente relacionados con este tema, nuestro siguiente objetivo es definir y delimitar qué es el conocimiento fonológico. Analizar este concepto supone responder a cuestiones como ¿de dónde surge?, ¿es un factor homogéneo o heterogéneo?, ¿qué niveles existen?, ¿todos los niveles tienen la misma importancia en el aprendizaje de la lectura?, etc. Tal vez no sea posible ofrecer al lector una respuesta a todas y cada una de estas preguntas pero al menos intentaremos compartir las conclusiones a las que hemos llegado.

3.

DEFINICIÓN DE CONOCIMIENTO FONOLÓGICO

El conocimiento fonológico se define c^mo la capacidad que tiene una persona para operar explícitamente con los segmentos de la palabra. El conocimiento fonológico es un conocimiento metalingüístico y, en último término, un

metaconocimiento. Cuando abordamos el análisis terminológico introdujimos el término metacognición o metaconocimiento para referirnos a la capacidad que el sujeto tiene de conocer el propio conocimiento. Comentamos que una forma de metaconocimiento es el conocimiento metalingüístico o capacidad de poder pensar sobre el lenguaje y operar con él. En la figura 3.2 presentamos un esquema gráfico del conocimiento fonológico y sus componentes en el que se puede apreciar que el conocimiento metalingüístico, que es un metaconocimiento, está compuesto por cuatro tipos de conocimientos: el fonológico, el de la palabra, el sintáctico y el pragmático. También puede observarse que uno d e | estos conocimientos, el fonológico está constituido, a su vez, por diversos niveles o componentes: el conocimiento de la rima y aliteración, el conocimiento silábico, el conocimiento intrasilábico, el conocimiento fónico y el conocimiento fonémico. Estos dos últimos conocimientos, el fónico y el fonémico, suelen agixiparse bajo el nombre de conocimiento segmental.

METACOGNICIÓN

conocimiento pragmático

conocimieoto rima y aliteración

conocimiento silábico

conocimiento intrasilábico

conocimiento fónico

conocimiento fonémico

FIGURA 3.2 : Componentes del conocimiento foyiológico.

En el análisis del desarrollo del conocimiento metalingüístico se han propuesto tres hipótesis alternativas. La primera indica que el conocimiento metalingüís-

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tico se desarrolla de manera concomitante a la adquisición del lenguaje hablado y, a su vez, facilita la detección de errores en la emisión del lenguaje. La segunda plantea que el conocimiento metalingüístico es una función lingüística que no surge de forma espontánea con la adquisición del lenguaje hablado, sino que está vinculado con un cambio más general en la capacidad de procesamiento de la información que tiene una persona. Este cambio implica el desarrollo de un control de los procesos cognitivos. Concretamente Tunmer, Herriman y Nesdale (1988, pág.136) definen el conocimiento metalingüístico como la "habilidad para utilizar procesos de control sobre los mecanismos incluidos en la i;omprensión de oraciones". Por último, una tercera hipótesis postula que las habilidades metalingüísticas se desarrollan después de que los niños comienzan una escolarización formalizada y surgen como consecuencia de aprender a leer. De las tres posibles hipótesis recogidas anteriormente la opción más adecuada es, según Tunmer y Hoover (1992), la segunda. Adoptar esta hipótesis sobre el desarrollo del conocimiento metalingüístico implica que, tanto el conocimiento pragmático, como el conocimiento sintáctico, el coraocimiento de palabra y el conocimiento fonológico, son un tipo de conocimiento o habilidad metalingüística que desarrolla una persona con posterioridad al despliegue de las habilidades básicas del lenguaje hablado y conlleva la adquisición de un control sobre los procesos cognitivos implicados en el lenguaje. Brevemente apuntaremos que el conocimiento pragmático supone la interpretación del hecho comunicativo. Por su parte, el conocimiento sintáctico refleja la capacidad para manipular aspectos de la estructura interna de las oraciones y es crítico para desarrollar las habilidades de comprensión. Este conocimiento incluye la posibilidad de detectar una estructura ambigua, completar oraciones con ausencia de alguna palabra, corregir el orden de las palabras si se ha violado la estructura de la frase, etc. El conocimiento de palabra se refiere a la habilidad para realizar operaciones que permitan segmentar frases en palabras, reconocer sinónimos y antónimos, realizar juicios de longitud, apreciar la ambigüedad léxica, etc. Finalmente, en cuanto al conocimiento/ono/óg/co, ya hemos señalado que es la habilidad o capacidad que tiene una persona para operar explícitamente con los segmentos de la palabra que poseen entidad lingüística. Es decir que se les pueda reconocer como unidades lingüísticas. Existen ciertas discrepancias sobre cuáles de la unidades de la lengua -sílabas, unidades intrasilábicas, fonos, fonemas- tienen entidad lingüística. Dependiendo de si se consideran unas u otras podemos encontrar diversos matices en las definiciones de conocimiento fonológico. En la literatura especializada encontramos autores, como Tunmer (1991), que estiman que las unidades lingüísticas son únicamente los fonos y fonemas, por lo tanto, el conocimiento fonológico es la habilidad de manipular explícitamente los elementos fónicos y fonémicos. En consecuencia, según este investigador y los que opinan como él, la capacidad de operar con la sílaba u otras posibles unidades como el principio y la rima no puede interpretarse como conocimiento fonológico. Una nueva opción es la sustentada por Moráis (1991a). Este autor diferencia entre unidades lingüísticas de primer orden y unidades lingüísticas de segundo orden. Las unidades de primer orden son los fonos y fonemas y las de segundo orden las sílabas y unidades intrasilábicas. Por este motivo también diferencia dos tipos de conocimiento fono70

lógico. El conocimiento fonológico analítico que implica la facultad de poder aislar conscientemente los elementos fónicos o fonémicos de una palabra. En realidad, este sería el verdadero conocimiento fonológico. Y, el conocimiento fonológico holístico que se refiere, por ejemplo, a la capacidad para realizar juicios sobre una pronunciación buscando la rima o aliteración con respecto a otra expresión. Por último, encontramos la opción defendida por Treiman y Zukowski (1991) y Goswami y Bryant (1990; 1992) entre otros. Estos investigadores argumentan que las unidades silábicas e intrasilábicas, principio y rima, tienen la misma entidad lingüística que los fonos y fonemas. En consecuencia el conociiniento fonológico supondría la capacidad de desarrollar sensibilidad a la rima y aliteración, manipular la estructura silábica, poseer un conocimiento explícito de las unidades intrasilábicas principio y rima y, por último y fundamental, tener capacidad para identificar y operar con los fonos y fonemas. En definitiva, nosotros nos decantamos por la última postura que hemos expuesto lo que nos conduce a afirmar que el conocimiento fonológico no puede entenderse como algo homogéneo, sino que existen diferentes niveles de conocimiento que contribuyen al desarrollo total del conocimiento fonológico (véase la figura 3-2). Veamos a continuación una descripción de los niveles que se pueden identificar en el desarrollo del conocimiento fonológico.

4. COMPONENTES DEL CONOCIMIENTO FONOLÓGICO

Si el niño tiene que acceder al conocimiento explícito de cada una de las unidades lingüísticas -sílaba, principio-rima, fonos y fonemas- y si el conocimiento de estas unidades lingüísticas es un continuo y no un fenómeno de todo o nada, entonces los niveles de conocimiento fonológico variarán dependiendo del nivel lingüístico de la unidad de palabra con la que se trabaje. Es decir, no es lo mismo detectar la rima que identificar y manipular los fonemas. Podemos hablar de cuatro niveles de conocimiento fonológico: conocimiento de la rima y aliteración, conocimiento silábico, conocimiento del principio-rima y conocimiento fonémico y fonético (véase la figura 3-2). Ya hemos comentado que cuando se habla de conocimiento fonémico o fonético a menudo se utiliza el término conocimiento segmental (Moráis, 1991a: Moráis, Alegría y Content, 1987). En la exposición seguiremos un orden jerárquico, empezando con el nivel que requiere menor demanda cognitiva, la sensibilidad a la rima y finalizando con el que requiere mayor demanda cognitiva, el conocimiento explícito de los fonos y fonemas o conocimiento segmental. 4.1.

Conocimiento o sensibilidad a la rima y aliteración

El conocimiento de la rima y aliteración es, si hiciésemos una gradación, el nivel de conocimiento fonológico elemental y, por lo tanto, el que primero puede adquirir un niño. Se dice que un sujeto tiene conocimiento o sensibilidad a la 71

rima y aliteración cuando es capaz de descubrir que dos palabras comparten un mismo grupo de sonidos, bien al principio o al final de la palabra. Como hemos mencionado anteriormente hay autores que no incluyen esta capacidad dentro de la categoría de conocimiento fonológico. Otros opinan que es un conocimiento fonológico de segunda clase u holístico puesto que no requiere un análisis de los segmentos fonémicos de la palabra. Existen, empero, argumentos suficientes para considerar que el conocimiento de la rima posibilita un mejor desarrollo del conocimiento fonológico e, incluso, puede ser un instrumento que facilite un posterior aprendizaje de la lectura. Este tipo de sensibilidad reperci|te sobre todo en una lecmra por analogía. En definitiva los niños antes de enfrentarse con un aprendizaje formal de la lectoescritura pueden acceder a un conocimiento de la rima y aliteración lo que favorece, así mismo, un completo desarrollo del conocimiento fonológico.

4.2. Conocimiento silábico

,

El conocimiento silábico se refiere a la capacidad que tiene un sujeto para operar con los segmentos silábicos de la palabra. Wagner y Torgesen (1987, pág. 194) definen la sílaba como "la unidad oral de segmentación de la palabra más pequeña que es posible articular independientemente". El conocimiento silábico está muy bien documentado debido a que se ha utilizado desde diversas perspectivas y en múltiples investigaciones (Ferreiro y Teberosky, 1979; Mann, 1986; Liberman y colaboradores, 1974; Treiman y Breaux, 1982; Treiman, 1991a). Los niños prelectores y algunos adultos analfabetos no presentan ninguna dificultad para identificar, aislar o segmentar la palabra en sílabas. Por lo tanto, el conocimiento silábico es, junto con el de la rima y aliteración, una capacidad que el niño puede adquirir y desarrollar antes de aprender a leer.

4.3.

Conocimiento intrasilábico

Tradicionalmente se consideraba que la sílaba era una hilera de fonemas. Esta estructura lineal de la sílaba se sustituye por la propuesta de una alternativa jerárquica que plantea que la sílaba está compuesta o formada por subunidades que pueden ser más pequeñas que ella y mayores que un fonema. Estas unidades intrasilábicas conocidas ya por todos nosotros son el principio y la rima. Como mencionamos en los capítulos anteriores Rebecca Treiman es una de las investigadoras que más se ha dedicado al análisis y explicación de las unidades principio y rima. Esta autora se plantea si estas unidades intrasilábicas constituyen o no un nivel de conocimiento fonológico. Es decir, ¿hay un nivel de conocimiento fonológico que podamos denominar conocimiento intrasilábico o conocimiento del principio y rima?. Dicho de otro modo, ¿hay un nivel en el acceso a la estructura fonológica entre la sílaba y los fonemas?. Resolver esta cuestión es de suma importancia para poder explicar el desarrollo del conocimiento fonológico y, por ello, vamos a dedicarle una atención especial. 72

4.3.1 ¿Existe un nivel de conocimiento fonológico entre la sílaba y el fonema? Treiman y Zukowski (1991) han intentado comprobar si realmente existe un conocimiento intermedio entre el silábico y el conocimiento fonémico. Es decir, si los niños son sensibles a la estructura interna de la sílaba y si esta sensibilidad surge antes del conocimiento de los fonemas. En realidad lo que se discute es si la detección del principio y la rima contribuye al desarrollo del conocimiento fonológico y, por lo tanto, puede influir en el aprendizaje de la lectura o si, por el contrario, es una habilidad intranscendente. Para responder a esta cuestión Treiman y Zukowski elaboraron un modelo jerarquizado que explica la adquisición del conocimiento fonológico. Su hipótesis se puede expresar del siguiente modo: en la evolución del conocimiento fonológico lo primero que se desarrolla es un conocimiento de la sílaba al que le sigue el conocimiento de las unidades intrasilábicas principio y rima y, finalmente, se adquiere el conocimiento de los fonemas. Para comprobar su hipótesis llevaron a cabo un estudio experimental con una muestra formada por: 48 niños preescolares con una media de edad de cinco años, 56 niños de jardín de infancia con una media de edad de seis años y, 54 niños del primer grado escolar con una edad de siete años. Todos los niños fueron evaluados a través de una tarea que consistía en decir si pares de palabras presentadas verbalmente compartían o no sonidos en común. Los sonidos compartidos por las palabras podían constituir una sílaba completa, un principio, una rima o ser un único fonema. Cada niño fue asignado al azar a una condición experimental: condición sílaba, condición principio-rima, condición fonema. En cada una de las condiciones existía la posibilidad de dar respuestas positivas y respuestas negativas ante la pregunta de si compartían o no sonidos en común. El criterio que debían alcanzar los sujetos era dar seis respuestas correctas y consecutivas. Los resultados obtenidos demuestran que la tarea de sílabas fue más fácil que la de fonemas para todos los grupos. Estos datos no son novedosos puesto que existen antecedentes con resultados semejantes como en los trabajos de Liberman y colaboradores (1974). En la condición principio-rima y en la condición de fonemas los preescolares y niños de jardín de infancia presentaron peores resultados que los niños de primero. Además, estos mismos niños de preescolar y jardín de infancia obtienen mejores puntuaciones en la tarea de identificar el principio y la rima que en la tarea de reconocer los fonemas aislados. Es decir, el conocimiento de las unidades principio-rima presenta una dificultad intermedia. Es más difícil que la identificación de la sílaba pero más sencillo que la identificación de fonemas. Estas conclusiones se evidencian en la tabla 3.1 en la que presentamos los resultados obtenidos en este experimento. Podemos apreciar que el 100% de los niños de primer grado responde correctamente en las tres condiciones. También vemos reflejado en los datos de la tabla 3-1 que los niños preescolares y de jardín de infancia no tienen dificultades en tareas de detectar sílabas comunes y sí tienen serios problemas para identificar fonos. De hecho, como muestra la tabla, sólo realizan la tarea correctamente un 25% y un 39%) respectivamente. La condición principio-rima tiene, como hemos mencionado, una dificultad intermedia realizándola el 56%o de los niños de preescolares y un 74%) de los de jardín de infancia. 73

Condición Nivel escolar

Silaba

Principo-rima

Fonema

Preescolar

1,00

0,56

0,25

Jardín de infancia

0,90

0,74

Primer grado

1,00

1,00

^

0,39 1,00

TABLA 3.1: Resultados obtenidos por Treimait y Zukowski (1991) Proporción de sujetos que alcanzan el criterío.

En conclusión, los resultados indican que la dificultad de las tareas de conocimiento fonológico -identificación de sílabas, de principio y rima, de fonemas, etc.- varía según el nivel lingüístico de la tarea, a mayor nivel mayor dificultad. En este sentido, las unidades principio y rima constituyen un nivel de conocimiento fonológico de dificultad intermedia en cuanto a su adquisición y, por lo tanto, situado entre la sílaba, con el nivel lingüístico más accesible, y los fonemas, con el mayor nivel lingüístico. A pesar de estos resultados no todos los investigadores comparten las conclusiones a las que llegan Treiman y Zukowski. En este sentido, Carlisle (1991) realiza algunas puntualizaciones y afirma que a partir de los resultados obtenidos en el experimento de Treiman y Zukowski no se puede concluir que la habilidad de detectar y operar con las unidades principio-rima sea un nivel de conocimiento fonológico. Este autor entiende que existe cierta confusión entre el tipo de unidades lingüísticas que se manejan, principio-rima y fonema, y el tamaño de esas unidades. Es decir, en el estudio de Treiman y Zukowski para que los niños realizasen la tarea de reconocer el principio y rima se les presentaban palabras en las que el principio estaba formado por dos fonemas. Por lo tanto, las unidades eran de mayor tamaño que en la tarea de identificar y comparar fonos. Esto podía repercutir en una mayor facilidad en la ejecución de la tarea principio-rima que en la de fonemas. Los resultados de Treiman y Zukowski no se deberían a que los niños tienen más facilidad en la identificación de las unidades principio y rima sino, más bien a que esas unidades son de mayor tamaño. Por el contrario, cuando el principio coincide con un sólo fonema la dificultad es mucho mayor que cuando el principio está formado por dos fonemas. Esto ocurre a pesar de que la tarea de identificar el principio es más fácil que la de identificar un fono. En resumen, no se cuestiona que la manipulación de las unidades principio-rima pueda favorecer el desarrollo del conocimiento fonológico pero sí que sean un nivel intermedio, y por lo tanto, que constituyan un conocimiento fonológico en sí mismo. 74

Las dudas mostradas por Carlisle quedan disipadas gracias a la realización de un nuevo estudio por parte de Treiman y Zukov/ski (1991). En este segundo estudio mantienen la misma estructura experimental que el reseñado con anterioridad. Trabajan con una muestra similar formada por niños preescolares, de jardín de infancia y de primer grado. Estos niños fueron igualmente evaluados en una tarea que consistió en decir si pares de palabras compartían el sonido inicial o no. De los pares de palabras presentados la mitad compartían un único sonido que hacía la función de principio y de fonema. Por ejemplo, las palabras /pal/ y /pol/ comparten el fonema [p], pero a la vez este fonema coincide con á principio de la palabra y, por lo tanto, también comparten el mismo principio /p-/. La otra mitad de los pares de palabras presentados compartían igualmente un fonema común pero, esta vez, ese fonema era parte del principio de la palabra. Por ejemplo las palabras /crin/ y /clan/ comparten el fonema [k] y ese fonema a su vez forma parte del principio de las palabras, /cr-/ y /el-/ el cual no comparten. En este estudio, por lo tanto, sí se tuvo en cuenta el tamaño de las unidades lingüísticas creando una situación en la que el mismo tamaño de unidades podía funcionar en dos niveles lingüísticos diferentes, como fonema y como parte de un principio. La hipótesis que manejaron Treiman y Zukowski (1991, pág. 77) fue: "si el nivel lingüístico de la unidad compartida es influyente, los niños realizarán mejor la tarea cuando la unidad es un principio que cuando es parte de un principio". Los resultados que obtienen confirman que los niños realizan mejor la tarea cuando las unidades son principio y no parte de un principio. Es decir, un niño es capaz de identificar con más facilidad que dos palabras como /sol/ y /sin/ comparten el mismo fonema, si ese fonema constituye, como en este caso, el principio de la sílaba. Todo nos conduce a afirmar que los niños identifican el principio y la rima como unidades lingüísticas diferentes y con entidad propia. En definitiva, estos resultados sugieren que entre el conocimiento silábico y el conocimiento fonémico hay un nivel de conocimiento fonológico, el de las unidades principio y rima. Es importante que destaquemos aquí que el conocimiento de las unidades principio y rima se encuentra muy vinculado al conocimiento o sensibilidad a la rima de las palabras. Un niño será capaz de realizar categorías de palabras que riman o poseen aliteración en función de la capacidad que tenga para identificar y aislar las unidades principio y rima. Este nivel de conocimiento fonológico es un elemento esencial y muy importante en todos los estudios que tratan la lectura por analogía. 4.4.

Conocimiento segmental

La palabra, además de dividirse en sílabas y en unidades intrasilábicas principio-rima, puede ser descrita como una secuencia de fonos o fonemas (véase la figura 3 1). El conocimiento de la palabra como una secuencia de segmentos fónicos o fonémicos es lo que denominamos conocimiento segmental. Tradicionalmente se ha defendido que el conocimiento segmental no surge espontáneamente en el curso del desarrollo cognitivo de la persona. Emerge como consecuencia de una instrucción o experiencia vinculada con el aprendizaje de la lectura en un sistema de escritura alfabético. La demostración empírica de esta afirmación podemos encontrarla en el conocido estudio de Moráis y cola-

75

boradores (1979)- Este estudio se realizó con 60 sujetos adultos, 30 analfabetos y 30 alfabetizados. La mitad de los sujetos de cada grupo, 15 analfabetos y 15 alfabetizados, realizaron una tarea de adición de fonos y la otra mitad realizaron una tarea de omisión de fonos. El tipo de estímulos que se empleó fue de dos clases: palabras y seudopalabras. Al realizar la tarea, tanto de adiciones como de omisiones, la palabra se transformaba en otra palabra. Por ejemplo, después de la tarea de omisión del primer fono de la palabra /pala/ esta se transforma en otra palabra /ala/. Del mismo modo la seudopalabra /porsa/ se transforma en otra seudopalabra /orsa/. Los resultados de este estudio mostraron tjue los adultos analfabetos presentaban grandes dificultades para realizar las tareas de añadir u omitir un fono al comienzo de una seudopalabra. Más del 50% de los sujetos analfabetos fracasaron en esta tarea. Las respuestas correctas sólo se acercaron a un 19%, frente a una media del 72% que consiguieron los sujetos alfabetizados. Estos datos indican que la habilidad de manipular los fonemas explícitamente no es un conocimiento espontáneo sino ligado al aprendizaje de la lectura en un sistema alfabético. Es decir, el conocimiento segmental se desarrolla tínicamente en un contexto de aprendizaje de la lectura. Esta afirmación no es aceptada por todos los investigadores. Quienes no están de acuerdo manifiestan que algunas personas pueden manipular la estructura fónica o fonémica de las palabras sin que se les haya enseñado a leer en un sistema alfabético. Concretamente en las investigaciones de Blachman (1991) o Mann (1991) se ha observado que hay niños que pueden llegar al concepto de fonema más o menos espontáneamente. Ante planteamientos de este tipo Moráis (1991a) argumenta que no existe tal espontaneidad puesto que es posible que un niño pueda tener contacto con la lectura de maneras diversas y no únicamente siguiendo un programa de aprendizaje convencional. En definitiva, el conocimiento segmental sólo se adquiere al entrar en contacto con el aprendizaje de la lectura alfabética de manera explícita o informal. De acuerdo con los objetivos que nos habíamos marcado al comienzo de este capítulo sólo nos queda por conocer cómo podemos evaluar si un sujeto tiene o no conocimiento fonológico o, dicho de otra forma, a través de qué tipo de tareas podemos obtener información sobre el conocimiento fonológico que posee un sujeto. Tareas que, por otro lado, nos pueden permitir instruir en conocimiento fonológico, si fuese necesario.

5.

M E D I R E INSTRUIR EN CONOCIMIENTO FONOLÓGICO

\

'

Los procedimientos y tareas que existen para poder medir el conocimiento fonológico y para crear situaciones de entrenamiento o instrucción son abundantes y variados. Para Contení (1985) las formas de evaluar el conocimiento fonológico de un sujeto podemos agmparlas en cinco grandes categorías: segmentación forzada, segmentación libre, contar segmentos de palabra, manipulación de segmentos de palabra y categorización. 76

La segmentación forzada consiste en pedirle al niño que pronuncie aisladamente un fono que pertenece a una determinada expresión o palabra. Por ejemplo, "de la palabra /lazo/ dime el primer sonido". Para responder adecuadamente el niño tiene que segmentar la palabra en todos sus elementos e identificar el que se le pide. La segunda forma de medir el conocimiento fonológico es la segmentación libre. Este procedimiento es muy utilizado. La tarea se presenta ofreciendo al niño una frase, por ejemplo "el gato come pan", y se le pide que diferencie las subunidades del lenguaje hablado y que las separe hasta llegar a los sonidos aislados, por ejemplo "e-1 g-a-t-o c-o-m-e p-a-n". La dificultad que entraña este tipo de tareas es muy grande puesto que se pide al niño que emita los sonidos de forma aislada e independiente de un soporte vocálico. Tareas de segmentación libre son las utilizadas por Treiman en sus estudios sobre las unidades intrasilábicas principio y rima. En estos estudios se les pide a los niños que segmenten la sílaba en su parte inicial o en su parte final. Contar los elementos a medida que se segmenta una expresión oral ayuda a suavizar la tarea de segmentación libre y podemos considerarlo un tercer método de evaluar el conocimiento fonológico. Para el sujeto es más fácil ir contando los sonidos que va pronunciando. Frecuentemente se le permite apoyarse en una acción, como dar un golpecito en la mesa por cada fono que aisla, para facilitar el cómputo de los sonidos. Liberman y sus colaboradores son quienes han utilizado con mayor asiduidad esta forma de trabajar con los niños. Nosotros, tomando como referente las importantes experiencias llevadas a cabo con gran éxito por los investigadores de los laboratorios Haskins, también hemos trabajado utilizando el conteo de fonos ya que supone para los niños una ayuda importante en el camino de la adquisición de conciencia fonológica (Rueda y Sánchez, 1994, Rueda, Sánchez y González, 1990). La manipulación de segmentos es otro tipo de tarea muy utilizada para valorar el conocimiento fonológico. Consiste en cambiar las expresiones verbales que se le presentan al niño, bien inviniendo, omitiendo o añadiendo, sílabas o fonos. Probablemente quienes han utilizado con mayor frecuencia esta forma de medir el conocimiento fonológico son los investigadores de Bruselas. También lo encontramos en los estudios de Read, Zhang, Nie y Ding (1986) con sujetos chinos. La forma de presentar al niño la tarea es la siguiente. Con una tarea de omisión de sonido inicial, por ejemplo, se le dice al niño "si yo te digo /casa/ tú tienes que decir /asa/. De igual modo en una tarea de adición de un fono se le dice "si yo digo /alo/ tú tienes que decir /palo/. En inversiones la presentación puede ser del tipo "si yo te digo /lo/ tú tienes que decir /ol/", etc. Tareas semejantes se han utilizado en los estudios de Zhurova (1983) y en los más recientes trabajos de Cunningham (1990). . Por último, podemos realizar operaciones de categorización de segmentos para evaluar el conocimiento fonológico (véase al respecto los trabajos de Bradley y Bryant, 1978, 1983; Treiman y Breaux, 1982; Marsh y Mineo, 1977). En este caso se ofrece a los sujetos una consigna para que seleccionen entre las expresiones que se les presenta. Por ejemplo, "elegir entre todas las palabras presentadas las que comiencen con el sonido [s]" o, seleccionar todas las que rimen con 77

la palabra clave /sol/". Es decir, el niño ha de realizar categorías en función del criterio que propone el instructor, bien buscando la similitud al principio de la palabra, o bien buscando la semejanza al final de la palabra. Una agrupación, de las formas de evaluar el conocimiento fonológico, semejante a la anteriormente expuesta es la propuesta por Lewkowicz (1980). Este investigador recoge un conjunto de tareas que sirven tanto para medir como para instruir en conocimiento fonológico. Las clases de categorías propuestas son diez; 1. El reconocimiento de un fonema, previamente especificadf, dentro de una palabra. Por ejemplo, señala si la palabra /mesa/ comienza con el sonido [m], o indica si la palabra ,/losa/ finaliza con el sonido [a]. 2. Percibir o reconocer que las palabras pueden comenzar, finalizar o tener en el medio un mismo sonido. Por ejemplo, se plantea al niño si la palabra /libro/ comienza con el mismo sonido que la palabra /lata/, o si la palabra /saltar/ finaliza como la palabra /perder/. 3. La tercera de las propuestas es reconocimiento'de rima; es decir, reconocer que una porción de la palabra, el final, es idéntico a otra porción de otra palabra. Por ejemplo /sal/ rima con /mal/ puesto que comparten los elementos finales /-al/. 4. Pronunciar un sonido aislado de una palabra. El sonido que forma parte de una palabra puede estar en diferentes posiciones, al comienzo, en el medio o al final de la palabra. Por ejemplo, se puede aislar el primer sonido de la palabra /ped/ que es [p], el sonido medio de la palabra /cal/ que es [a], o el sonido final de la palabra /tos/ que es [s]. 5. Segmentar la palabra en todas y cada una de sus unidades en orden correcto, es otra tarea muy utilizada en gran número de investigaciones. Por ejemplo, podemos segmentar la palabra /crin/ en fonos [k]-[r]-[i]-[n] o, también, puede segmentarse en sílabas /krin/ o, en unidades intrasilábicas /kr/-/in/. 6. Contar los fonemas de una palabra expresada verbalmente ayudándose de unos golpecitos en la mesa. Por ejemplo, le decimos al niño "tienes que dar vm golpecito por cada sonido que hay en la palabra /pan/". 7. Combinar los sonidos para formar una palabra. Por ejemplo, se le pregunta al niño, "¿qué palabra forma la unión de todos estos sonidos, escucha bien [x] [ó] [t] [a]?". 8. Eliminar un fonema. Por ejemplo, si decimos la palabra /cale/ sin el sonido [1] entonces se convertirá en la palabra /cae/. 9. Identificar el sonido que se ha eliminado. Por ejemplo, si primero digo la palabra /mesa/ y luego digo la palabra /esa/, ¿qué sonido he borrado de la primera palabra?. 10. Sustitución de fonemas. Por ejemplo, "si la palabra /sopa/ la transformo en la palabra/ropa/, ¿qué sonido he sustituido?". En la tabla 3.2, presentamos un cuadro resumen de las principales tareas que hemos descrito anteriormente. En principio las tareas que hemos enumerado 78

podrían ser realizadas por todos los niños. No obstante, está demostrado que muchas de ellas exceden las capacidades cognitivas y de análisis fonológico de algunos preescolares. Sólo cuando los niños aprenden a leer en un sistema alfabético es cuando se encuentran en condiciones de realizar correctamente todas y cada una de las tareas y actividades propuestas (Content, 1985; Moráis, 1991a; 1991b). En las páginas precedentes hemos afirmado que el conocimiento fonológico no se adquiere de repente, por el contrario, el niño va superando diferentes niveles en orden creciente de dificultad. En este sentido, sería interesante cbnocer cuáles son las tareas, de entre todas las que hemos visto, que primero puede ejecutar el niño y cuáles las que mayor dificultad le suponen. Si este análisis es posible obtendríamos instrumentos más o menos objetivos que nos permitiesen calcular el nivel de conocimiento fonológico que posee el niño. Este fue el objetivo del estudio realizado por Yopp (1988). Determinar qué tipo de tareas de las habitualmente utilizadas para medir conocimiento fonológico son las más fáciles para el niño y cuáles las de mayor complejidad. Cuando el niño alcanza los primeros niveles de conocimiento fonológico podrá realizar tareas que requieren un mínimo análisis fonológico y a medida que el niño adquiere un desarrollo total del conocimiento fonológico estará en condiciones de realizar tareas de máxima complejidad cognitiva. El estudio propuesto por Yopp se llevó a cabo con niños de seis años que se encontraban en el jardín de infancia. A estos niños se les administraron diez test de conocimiento fonológico entre los que se incluían: discriminación auditiva, combinación de fonemas, contar fonemas, omisión, segmentación, rima, aislar fonos, emparejar palabras que tienen sonidos en común e inversión de fonos. Esta última fue eliminada de la batería por presentar muchas dificultades para estos niños del jardín de infancia. Igualmente se les aplicó una prueba para evaluar la velocidad a la que aprendían a leer palabras nuevas. Los resultados que obtienen los niños en estas tareas evidencian la relativa facilidad o dificultad de algunas de ellas. En este sentido, una de las actividades que resultó más fácil para los niños fue la de combinar o juntar fonemas para pronunciar una palabra. Por ejemplo, la [s] con la [o] con la [1] es la palabra /sol/. Otra tarea relativamente sencilla fue la de detectar la rima entre dos palabras. Por ejemplo, /bol/ rima con /col/. La tarea que entrañó mayor dificultad fue la de omisión de fonos de una expresión. Resultaron ser tareas de un grado intermedio la discriminación auditiva, el emparejar una palabra con otra con la que comparte un sonido, aislar sonidos y contar fonos. Los datos de este estudio nos indican que la mayoría de las tareas utilizadas para medir conocimiento fonológico son similares y válidas. Sin embargo, en los análisis factoriales que realiza Yopp la tarea de rima obtiene muy poco peso. Esto quiere decir que la tarea de rima sólo mide la sensibilidad o conocimiento que el niño posee de la rima de las palabras. Los resultados obtenidos con este tipo de tareas no pueden generalizarse y no permiten afirmar que el niño posee un completo desarrollo del conocimiento fonológico. Por el contrario, el niño que es capaz de realizar correctamente tareas de omisión de sonidos puede asegurarse que posee, además de conocimiento fonémico, un completo conocimiento fonológico. 79

Tareas

Estudios

Ejemplos

Reconocer y producir rima.

¿/Cara/, rima con /Sara/? ¿ Qué rima con /sol/?

Bryant, Bradley, MacLean y Crossland, 1989; Bryant, MacLean, Bradley y Crossland, 1990.

Identificar la palabra rara.

¿Cuál es la palabra rara entre /cal, mal, pan/?

Bradley y Br>'ant, 1978; Stanovich, Nathan y Vala, 1986

Combinar fonemas.

Si combinamos lk]-[a]-(s]-(al que palabra obtenemos?

Fox y Routh, 1975; Goldstein, 1976; Tornéus, 1984; Williams, 1980.

Emparejar un sonido a una palabra.

¿El sonido [1] e,stá en /mal/?

Marsh y Mineo, 1977.

Emparejar palabras con el mismo sonido.

¿/oro/ y /ola/ comienzan con el mismo sonido?

Bradley y Bryant, 1983.

Aislar sonidos.

¿Cual es el sonido inicial de /rosa/?

Williams, 1980; Yopp, 1988.

Sustitución vocálica o de fonos

En /sopa/ tienes que quitar [a] y poner [i].

Wimmer, Landerl, Linortner y Hummer, 1991.

Adición de fonos.

¿Qué sonido añadimos a /apiz/ para que sea la palabra /lápiz/?

Cunningham, 1990.

Invertir sílabas y fonos.

Si yo digo /al/ tu tienes que decir /la/.

Alegría, Pignot y Moráis, 1982. Lundberg, Olofsson y Wall, 1980.

Contar fonos.

¿Cuantos /mesa/?

tiene

Liberman, Shankweiler, Fischer y Cárter, 1974; Mann, 1986; Tunmer y Nesdale, 1985.

Segmentar.

¿Qué sonidos /libro/?

en

Ball y Blachman, 1988; Fox y Routh, 1975, 1976; Tunmer, Herriman y Nesdale, 1988.

¿Qué sonido hay en /roto/ que no está en /oto/?

Stanovich, Cunningham y Cramer, 1984.

¿Qué palabra resulta si a /tiza/ le quitamos el sonido [q]?

Bruce, 1964; Callee, Lindamood y Lindamood, 1973; Moráis, Cary, Alegría y Bertelson, 1979; Read, Zhang, Nie y Ding, 1986.

Identificar omitido.

un

Omisión de fonos.

fono

sonidos

hay

4

TABLA 3-2.: Tareas utilizadas para mechr conocimiento fonológico.

80

En conclusión, la dificultad de las tareas que miden conocimiento fonológico depende, por un lado, de los procesos cognitivos que el niño tiene que poner en marcha para conseguir el objetivo que se le propone en la tarea y, por otro lado, del nivel lingüístico que se pretende medir con esa tarea: sílaba, principio-rima, fonema. En este sentido y como hemos mencionado, la tarea de máxima complejidad lingüística y cognitiva es la omisión de un fono. Por ejemplo, si le pedimos al niño que diga la palabra /cama/ sin el sonido [k]. En este tipo de tarea lo primero que tiene que hacer el niño es aislar el sonido clave que tiene que omitir [k]. A continuación debe almacenar esta información en memoria y segifoentar la palabra /cama/ en sus componentes: [k] [á] [m] [a]. Posteriormente deberá buscar el fonema que coincide con el que tiene en memoria y aislarlo. Por último, tiene que emitir la nueva palabra /ama/. A modo de resumen presentamos la tabla 3.3 en la que aparecen las tareas utilizadas para medir el conocimiento fonológico y algunos de los procesos implicados en cada una de ellas lo que nos indica su mayor o menor grado de complejidad. En el eje horizontal de la tabla aparecen las tarea ordenadas de menor a mayor dificultad o complejidad cognitiva. En la línea vertical se incluyen diferentes procesos cognitivos implicados en cada una de las tareas. Los asteriscos se sitúan en las tareas dependiendo de si requieren o no cada uno de los procesos cognitivos señalados. Por ejemplo, en la tarea de rima están implicados los procesos: oír estímulo, mantener en memoria, comparar, hacer juicios y responder. Por ello ponemos un asterisco en cada uno de estos procesos.

6.

RESUMEN

'

El conocimiento fonológico es un conocimiento metalingüístico y, en última instancia, un metaconocimiento. Además, desde una perspectiva psicológica el conocimiento fonológico no es homogéneo sino múltiple y heterogéneo. Puede subdividirse en varios niveles: conocimiento de la rima y aliteración, conocimiento de la sílaba, conocimiento del principio y rima y conocimiento segmental o de los fonos y fonemas. Cada una de estas formas de conocimiento fonológico puede contribuir al desarrollo de las otras y, todas ellas, repercutir en el aprendizaje de la lectura. No obstante, la aceptación de estos niveles de conocimiento fonológico no es generalizada, sino que existen tres tendencias fundamentales. Por un lado, hay investigadores que consideran que en la definición de conocimiento fonológico no se pueden incluir otros conocimientos que no sean el fónico o fonémico. En segundo lugar, encontramos la postura defendida principalmente por los investigadores de Bruselas. Estos autores no descartan radicalmente otros niveles de conocimiento fonológico diferentes del conocimiento segmental. No obstante, sí realizan una diferenciación sustancial entre un conocimiento fonológico holístico, en el que se incluye la rima y aliteración y el conocimiento del principio y rima, y un conocimiento fonológico analítico, que corresponde a lo que ellos denominan conocimiento segmental. Por último, la tercera opción es más integradora e incluye en el conocimiento fonológico diferentes niveles tales como el conoci81

TAREAS PROCESOS COGNITIVOS

Combinar Comparar Aislar Contar Segmentar RIMA fonos palabras fonos fonos fonos fonos

Omitir

Oir estímulo Percibir sonidos separados Mantener en memoria Segmentar sonidos Contar Localizar posición Identificar sonido dado Aislar sonido dado Mantener sonido dado en memoria Mantener otros sonidos en memoria Combinar soni Secuenciar Comparar Discriminar Articular Hacer juicios Responder

TABLA 3.3: Procesos cognitivos que intewienen en diversas tareas que miden conocimiento fonológico, ordenadas de menor a mayor dificultad de la tarea (adaptado de Yopp, 1988).

82

miento de la rima y aliteración, el conocimiento silábico, el conocimiento de las unidades intrasilábicas principio y rima y, por supuesto, el conocimiento segmental. Los principales representantes de esta hipótesis son los investigadores de Oxford junto con Rebecca Treiman. Esos autores han demostrado, no sólo que la sensibilidad a la rima y aliteración y el conocimiento del principio y rima contribuyen al desarrollo del conocimiento fonológico, sino que además son factores que están directamente relacionados con el aprendizaje de la lectura. Es importante subrayar, para evitar confusiones, que el conocimiento o sensibilidad a la rima y aliteración y el conocimiento de las unidades intrasilábicas principio |? rima van generalmente unidos puesto que para que un niño sea capaz de detectar la rima entre dos palabras tiene que ser hábil en la identificación de las unidades principio y rima. En consecuencia, la conclusión a la que podemos llegar es que existe una gradación en la adquisición del conocimiento fonológico. Es decir, se puede alcanzar tanto el conocimiento de la rima, como el de la sílaba y las unidades intrasilábicas, antes de que el niño comience a aprender a leer. Sin embargo, no se logrará la adquisición del conocimiento segmental hasta no entrar en contacto con el aprendizaje de la lectura alfabética. Por último, en este capítulo nos hemos detenido en la revisión de las principales tareas que se utilizan para medir e instruir en conocimiento fonológico. De este análisis constatamos que no todas las tareas implican la misma dificultad ni miden el mismo nivel o grado de conocimiento fonológico. Situación que se debe, bien a que miden o entrenan unidades de máxima complejidad lingüística como los fonemas, o bien a que miden o entrenan unidades de mínima complejidad lingüística como la sílaba o la rima. También puede deberse a que requieren la utilización de mayores y más complejos recursos cognitivos, como en el caso de la tarea de omisión de fonos o, por el contrario, estos recursos son mínimos, como en la tarea de detectar la rima entre dos palabras. En el capítulo que comienza a continuación abordaremos la relación que existe entre el conocimiento fonológico y el aprendizaje de la lectura en un sistema alfabético.

83

CAPTTI'LO 1

RELACIÓN ENTRE CONOCIMIENTO FONOLÓGICO Y LECTURA I En el capítulo precedente hemos estudiado el conocimiento fonológico, su naturaleza multidimensional y sus dimensiones. A continuación analizaremos la relación que existe entre el conocimiento fonológico y el aprendizaje de la lectura. ' La existencia de un vínculo entre el conocimiento fonológico y la lectura se ha demostrado hace varias décadas. No obstante, la constatación de que esta relación es causal puede considerarse un tema de investigación actual. La relación causal entre conocimiento fonológico y lectura ha sido interpretada desde dos puntos de vista. Por un lado, encontramos una línea de argumentación en la que se defiende que el conocimiento fonológico que el niño posee es el factor que favorece el aprendizaje la lectura. Por otro lado, una segunda línea de investigación plantea que es el aprendizaje de la lecti.ira el que induce al niño a adquirir y desarrollar el conocimiento fonológico. Cada una de estas dos posturas ha recibido apoyos en diversos trabajos. Uno de los objetivos que nos proponemos en este capítulo es analizar la relación existente entre el conocimiento fonológico y el aprendizaje de la lectura. Así mismo, intentaremos dilucidar en qué dirección va esa relación causal, en definitiva, qué influye en qué. Una forma de acercarnos a este tema es revisar algunos de los estudios que defienden o justifican cada una de las hipótesis planteadas con anterioridad respecto a la dirección de la causalidad entre lectura y conocimiento fonológico. Las investigaciones que analizan la relación y la dirección de la causalidad entre conocimiento fonológico y aprendizaje de la lectura se pueden dividir u organizar en dos grandes gaipos, estudios correlaciónales de carácter longitudinal y estudios experimentales. De estos dos tipos de estudios los correlaciónales no son los más adecuados dado que no permiten determinar la verdadera naturaleza de la relación. Puede afirmarse, por lo tanto, que una de las formas más apropiadas para estudiar la dirección de la causalidad entre la lectura y el conocimiento fonológico es la realización de estudios experimentales en los que se aplica un entrenamiento, bien en conocimiento fonológico o bien en lectura, y se evalúan los efectos que se producen sobre la lectura posterior o sobre la capacidad de segmentación. Por último y como tema u objetivo final de este capítulo, abordaremos el estudio del denominado principio alfabético. Se ha comprobado que para que un 85

niño pueda aprender a leer adecuadamente necesita dominar por lo menos tres capacidades: identificar los fonemas, segmentar la palabra y conocer la relación entre los sonidos y las letras. Es decir, el niño requiere conocimiento fonológico junto con un dominio de la asociación grafema-fonema. Adquirir estos conocimientos es adquirir principio alfabético.

1.

EL CONOCIMIENTO FONOLÓGICO ES UN REQUISITO PARA APRENDER A JLEER 1

. .

Como hemos mencionado anteriormente los estudios experimentales son un buen método para analizar la relación causal entre el conocimiento fonológico y el aprendizaje de la lectura. Si se puede demostrar que el entrenamiento en conocimiento fonológico repercute en el éxito del aprendizaje de la lectura, es posible inferir que el conocimiento fonológico juega un papel causal en dicho aprendizaje. Múltiples estudios clásicos han demostrado la relevancia del conocimiento fonológico en el aprendizaje de la lectura (Bradley y Bryant, 1983; Fox y Routh, 1975, 1976, 1984). En este sentido, los estudios de Fox y Routh son algunos de las más interesantes. El procedimiento general utilizado para realizar la instrucción en la mayoría de estos estudios constaba de varias fases que el niño debía ir superando. En un primer momento el instructor ponía un ejemplo que el niño imitaba y, a partir de unos ensayos, debía obtener una regla que le permitiera realizar correctamente la tarea de segmentar una palabra en unidades cada vez más pequeñas. El material de instrucción utilizado estaba formado por frases de diferente tamaño. La longitud de la frase dependía del número de palabras por las que estaba constituida. El intervalo se situaba entre dos y siete palabras en cada frase. Por ejemplo, una frase de dos palabras podía ser "Pedro juega" y una de siete "El niño ríe frente a la ventana". Las consignas del instructor eran del tipo: "si yo digo 'Pedro juega' tú debes decir 'Pedro', si yo digo 'Pedro' tú debes decir 'Pe'. Las tareas fundamentales eran la segmentación, bien en palabras, bien en sílabas o bien en fonos, y la omisión de palabras, de sílabas o de fonos. Los resultados obtenidos en las diversas investigaciones efectuadas por Fox y Routh, evidencian que si se entrena a los niños preescolares en tareas de segmentación y omisión de palabras, sílabas y fonos, estos pueden desarrollar adecuadamente tales habilidades. Así mismo, demuestran que los niños que poseen alguna capacidad de segmentar las palabras en fonos realizan mejor las tareas de lectura que los niños que no poseen esta competencia. Los primeros trabajos de Fox y Routh fueron muy criticados pues se les acusaba de no controlar adecuadamente la variable segmentación. Estas críticas les llevaron a revisar el planteamiento de su trabajo sobre la influencia del conocimiento fónico en el aprendizaje de la lectura. En 1984 realizan un estudio en el que participan 41 niños de jardín de infancia con aproximadamente cinco años de edad. De estos 41 niños, 31 fueron considerados sujetos sin habilidades de segmentación fonémica y 10 con dichas habilidades. Estos últimos 10 niños, además de tener altas puntuaciones en tareas de segmentación fonémica, presentaban puntuaciones superiores en reconocimiento de palabras y en tareas de combinación de fonos. Los 31 niños que no tenían conocimiento fonológico fueron 86

distribuidos al azar y asignados a tres condiciones experimentales, entrenamiento en tareas de segmentación de fonos, entrenamiento en segmentación más entrenamiento en juntar o combinar fonos y un grupo de control sin entrenamiento. Los 10 niños que poseían habilidades de segmentación fueron considerados como un segundo grupo de control. El entrenamiento comenzaba con tareas de segmentación de los sonidos iniciales de una serie de palabras. Por ejemplo, "¿con qué sonido comienza la palabra /son/?", si no respondía adecuadamente se le repetía la palabra haciendo énfasis en el fonema inicial /sssson/. Este procedimiento se seguía con todas las palabras. La segunda fase del ...entrenamiento consistía en la realización de tareas de segmentación de los sonidos finales de la palabra. Por ejemplo "¿cuales son los sonidos finales de la palabra /cal/?". Si el niño no contestaba correctamente el instructor decía "la parte final de /cal/ es /-al/". Por último, se entrenaba al niño en segmentación de la palabra en parte inicial y parte final o, utilizando los términos ya conocidos por todos nosotros, en principio y rima. Si el niño no era capaz de responder adecuadamente el instructor modelaba la respuesta diciendo, por ejemplo, " la palabra /sol/ tiene dos partes /s-/ y /-ol/". El segundo entrenamiento, el de combinación de fonemas, se desarrollaba en cinco etapas. El procedimiento seguido estaba dirigido a que los niños aprendiesen a construir palabras a partir de los sonidos que el instructor daba. Por ejemplo, "si pronuncio las letras / s / y las letras / o / y IM ¿qué palabra he dicho?". Si el niño no era capaz de responder correctamente se le ofrecía una ayuda, "el sonido [s] junto con el sonido [o] y el sonido [1] forman la palabra /sol/. En último término, todos los niños recibieron un entrenamiento en el que se asociaba la forma de una letra con un sonido de palabra. Por ejemplo, "cuando aparezca una letra como esta /I/ en una palabra entonces la palabra es /lápiz/". Al finalizar la instrucción todos los sujetos, tanto los entrenados como los pertenecientes a los grupos de control, fueron evaluados en tareas de segmentación de fonos, en tareas de combinación de fonos para formar palabras y en tareas de lectura de palabras. Los resultados que obtuvieron muestran que el grupo que mejores puntuaciones consigue en todas las variables es el grupo de niños con capacidades previas de segmentación. En la tabla 4.1 se presentan estos datos pudiendo comprobar que el grupo de control, es decir, los sujetos que no reciben entrenamiento pero que poseen inicialmente cierta capacidad de segmentación son los que mejores puntuaciones obtienen. El segundo grupo con mejores resultados es el integrado por los niños que, aunque no tenían ninguna habilidad para segmentar en fonos, se les ha instruido en tareas de segmentación y combinación de fonos. A estos grupos le sigue el formado por los niños instaiidos únicamente en segmentación. En último lugar, atendiendo al número de aciertos, se encuentran los sujetos del grupo de control que no poseían capacidades de segmentación y no fueron entrenados. Estos datos ponen de relieve que cuando al entrenamiento en segmentación se le suma una instrucción en tareas de combinar o juntar fonemas para formar palabras, las puntuaciones en tareas de segmentación y de lectura mejoran disminuyendo el número de errores que los sujetos cometen. No obstante, podemos constatar que con ninguno de los programas de instrucción que aplican Fox y Routh se consigue que los niños de las distintas condiciones experimentales alcancen resultados tan buenos como los que 87

obtienen los niños que poseen una capacidad previa de segmentación y que integran el grupo de control.

PUNTUACIONES MEDIAS EN EL POSTEST

Lectura.de palabras

Aciertos en: Segmentación Combinación fonos fonos

Grupos No segmentan;

Ensayos

Errores

21.2

30,0

40,0

186,4

Segmentar

39,1

2,4

40,0

193,4

Segmentar y Combinar

41,7

5,1

23,3

56,8

43,0

24,9

16,4

35,4

Control

Segmentan

Control

.

TABLA 4.1: Resumen de resultados de Fox y Roiuh (2984)

La capacidad de juntar o combinar fonos es un componente fundamental para resolver la tarea de decodificación de palabras, es decir, para leer palabras nuevas. No obstante, dado que no se hizo un entrenamiento exclusivo en tareas de juntar fonos, no podemos saber si es ésta la única variable que influye o si es la interacción que se produce con la segmentación lo que produce los efectos deseados. A pesar de las dudas, Fox y Routh (1984, pág. 1064) afirman que "habilidades fonémicas como la segmentación o combinación de fonos, están relacionadas causalmente con el aprendizaje de la lectura y pueden influir favorablemente en ese aprendizaje". Esta aseveración es compartida y corroborada por otros estudios, también clásicos, como el de Treiman y Barón (1983) o el de Williams (1980). En definitiva, el conocimiento fonológico, concretamente el conocimiento fonémico, puede favorecer el aprendizaje de la lectura. En estudios posteriores (Bryant, Bradley, MacLean y Crossland, 19B9; Bryant, MacLean, Bradley y Crossland, 1990) se comprobó que, no sólo el conocimiento fonémico es el que repercute favorablemente en el aprendizaje de la lectura, sino que también otros conocimientos fonológicos como el conocimiento de la rima y aliteración o la sensibilidad a las unidades intrasilábicas tienen parte activa en el desarrollo de este aprendizaje. No nos detenemos en estos estudios puesto que ya han sido ampliamente reseñados a lo largo de nuestra exposición precedente. En resumen, diversos estudios clásicos, como los que hemos revisado de Fox y Routh, otros tan conocidos como los de Treiman y Barón (1983) y otros más recientes (Ball y Blachman, 1988; Cunningham, 1990 o Lundberg, Frost y Peter-

sen, 1988), avalan los beneficiosos efectos que produce el conocimiento fonológico sobre el aprendizaje de la lectura en un sistema alfabético.

2.

EL APRENDIZAJE DE LA LECTURA INFLUYE EN LA ADQUISICIÓN DEL CONOCIMIENTO

:,

FONOLÓGICO

La segunda línea de investigación en relación con la dirección de la causalidad entre el aprendizaje de la lectura y el conocimiento fonológico es la que intenta demostrar que el conocimiento fonológico sólo surge y se desarrolla cuando el niño se enfrenta con el aprendizaje de la lectura en un sistema alfabético, es decir, la lectura influye en la adquisición del conocimiento fonológico. Esta postura, que defiende que el conocimiento fonológico, específicamente el conocimiento fonémico o segmental, es un efecto del aprendizaje de la lectura ha sido demostrada por Moráis y colaboradores (1979) y corroborada posteriormente por Read y colaboradores (1986) entre otros. La conclusión que se extrae de estos estudios es que el conocimiento fonémico no surge espontáneamente, sino que emerge durante el aprendizaje de la lectura. Teniendo en cuenta que es un aprendizaje de la lectura y escritura en un sistema alfabético. Así por ejemplo, en el trabajo realizado por Alegría, Pignot y Moráis (1982) se demuestra que la instrucción en lectura con un método fonético favorece la adquisición de conocimiento fonémico frente a la instrucción en un método global. En este estudio participaron 64 niños de primer curso. Todos los niños fueron instiuidos en un programa de lectura durante cuatro meses. La mitad de los niños aprendieron a leer con un método fónico y la otra mitad con un método global. Transcurridos los cuatro meses de instrucción en lectura fueron evaluados en tareas de inversión de sílabas e inversión de fonos. Los resultados obtenidos evidenciaron que los sujetos instruidos con un método fónico obtienen puntuaciones superiores, tanto en la tarea de inversión de sílabas, como en la tarea de inversiones de fonos que los sujetos instruidos con un método global (véase la tabla 4.2).

Grupo

Inversión sílaba

Inversión fono

Global

67.5

15.4

Fónico

75.3

58.3

T.ABLA 4.2: Porcentaje medio de respuestas coirectas en cada uno de los gnipos, fónico y global (Alegría, Pignoi y Moráis, 1982).

Estos datos muestran que el aprendizaje de una lectura alfabética tiene un vínculo directo con el conocimiento fonológico. No obstante, el estudio de Alegría

89

y colaboradores no ofrece datos sobre los niveles previos de conocimiento fonológico que poseen los niños antes de iniciarse el entrenamiento. Igualmente no ofrece información sobre resultados obtenidos por los niños en tareas de lectura una vez finalizado el periodo de instrucción. Este tipo de información es importante puesto que si, por ejemplo, los niños instruidos en un método fónico muestran mejores resultados en tareas de lectura, no podría determinarse si dicha mejora se debe a que esos niños han sido instruidos con un método fónico o a que poseen un nivel previo de conocimiento fonológico más elevado que el de los niños instruidos con un método global. En consecuencia este estudio, que en un principio parecía demostrar la influencia de la lectura alfabética en la adquisición de conocimiento fonológico por parte de los niños, ahora nos ofrece algunas dudas. En un intento de aportar nueva información que de luz a tales dudas podemos recoger los datos que nos ofrece el estudio realizado por Wimmer, Landerl, Linortner y Hummer (1991). En este trabajo se aborda, de nuevo, el estudio de la relación entre conocimiento fonológico y aprendizaje de la lectura. La tesis fundamental que defienden estos autores es la misma de Moráis y Alegría, el conocimiento fonológico surge como consecuencia del aprendizaje de la lectura. Para intentar confirmarla realizan tres experimentos. El objetivo de su primer estudio es evaluar el conocimiento fonémico y ver la relación que presenta con alguna habilidad lectora de los niños antes de iniciar el colegio. Así mismo, pretenden conocer cómo repercute el conocimiento fonémico y habilidad lectora en la competencia lectora y de escritura al finalizar el primer curso escolar. Para ello seleccionaron un grupo de 50 niños de primer grado a quienes se les evaluó en dos ocasiones el nivel de lectura y de conocimiento fonémico que poseían. La primera evaluación se efectuó un mes antes de comenzar el colegio y la segunda al finalizar el primer curso. El conocimiento fonémico fue evaluado a través de una sencilla tarea de sustitución de vocales. Por ejemplo, "si sustituimos en la palabra /roto/ el sonido [o] por el sonido [a] la palabra se convierte en /rata/". En cuanto a la habilidad lectora, se examinó el conocimiento que poseían sobre la correspondencia letra-sonido. Para ello se pidió a los niños que identificasen seis letras. Por ejemplo, a, m, s, e, k, r. Del mismo modo se comprobó si poseían o no habilidad de lectura alfabética pidiéndoles que leyesen seis expresiones cortas. Por ejemplo, ma, si, lo, ef, bum, git. Durante el curso académico recibieron la instrucción normal y característica del primer curso escolar sobre lectura. Al finalizar el curso se volvió a evaluar a los niños pero sólo en lectura y escritura. Los resultados obtenidos en este primer estudio reflejan, por un lado, que el 76% de los niños no tienen habilidad lectora antes de comenzar el primer curso. Por otro lado, también ponen de manifiesto que los niños antes de iniciar el colegio presentan grandes dificultades para realizar tareas de sustitución vocálica. Es decir, un niño en el comienzo del primer grado posee un escaso o nulo conocimiento fonémico. No obstante, si posee este tipo de conocimiento es debido a que también posee alguna habilidad lectora. A pesar de estas afirmaciones los resultados obtenidos muestran que los niños que poseen conocimiento fonémico y conocimiento de las letras al inicio del curso son los que 90

obtienen mejores resultados en lectura y escritura al finalizar el curso escolar. Por lo tanto, la adquisición del conocimiento fonémico es una consecuencia del contacto con la lectura alfabética pero, al mismo tiempo, parece ser un factor que favorece dicho aprendizaje. El segundo estudio es una réplica y ampliación de lo realizado en el primero. De nuevo encontramos que la relación entre el conocimiento fonológico, en este caso en su nivel fónico, y la lectura no va en una única dirección sino que parece ser recíproca. El contacto con la instrucción específica en lectura hace que surja conocimiento fonológico en el nivel fonémico y, posteriormente los niños que más conocimiento fonémico poseen son los que mejor aprenden a leer. El objetivo del tercer estudio fue examinar la validez de la tarea de sustitución vocálica como medida de conocimiento fonémico frente a otras tareas como la de contar fonemas o contar sílabas. Por lo tanto, en estos momentos este estudio es menos relevante para nosotros y no nos detenemos en su exposición. En conclusión, los resultados obtenidos por Wimmer y colaboradores demuestran que los niños antes de aprender a leer pueden tener un nivel de conocimiento fonémico acorde con el conocimiento que posean sobre la lectura. A medida que el niño es instruido en lectura aumenta su rendimiento en conocimiento fonémico. Así mismo, aunque escaso, el conocimiento fonémico inicial que puedan poseer algunos niños favorece el éxito en la lectura. En este sentido, puede afirmarse que la obra de Wimmer y colaboradores resulta un tanto conciliadora entre las dos tesis tradicionalmente antagónicas sobre la influencia entre el conocimiento fonémico y el desarrollo del aprendizaje de la lectura. La posición de estos autores ante la polémica no supone un planteamiento aislado sino que es análoga a la defendida por otros investigadores (Lundberg, I99I; Mann, 1991a). En este sentido, se postula que el conocimiento fonémico se adquiere con el aprendizaje de la lectura en un sistema alfabético, pero no se rechaza la importancia que tiene para el desarrollo de la lectura un conocimiento inicial de la estructura fonémica de la palabra aunque este conocimiento haya sido adquirido de una manera informal. Por último, debemos preguntarnos cómo podemos reconciliar las evidencias de unos y otros estudios, cómo es posible que algunos niños tengan conocimiento de los fonemas antes de aprender a leer cuando iletrados adultos son deficientes en este conocimiento, cómo pueden algunos niños de lenguas no alfabéticas realizar la tarea de eliminación de un fonema cuando se ha comprobado que el método de palabra-entera o global no implica un acceso al conocimiento fonémico, etc. Consideramos que Wimmer y colaboradores nos han dado la respuesta a estas cuestiones. La exposición al aprendizaje de la lectoescritura en un sistema alfabético facilita y desarrolla el conocimiento fonológico. Así mismo, hay que aceptar que otros factores que no es el aprendizaje explícito de la lectura contribuyen a que los niños posean conocimiento fonológico, incluso en su nivel fonémico. Uno de estos factores puede ser la experiencia que ese niño tenga con diferentes tipos de sonidos o con diversas estaicturas rítmicas como versos, canciones, etc. 91

3.

A D Q t J I S I C I Ó N DEL P R I N C I P I O ALFABÉTICO

f ' :

. ; : , : : • : : • ^ i i - . ; • I-•. :

Hasta ahora hemos visto que el conocimiento fonológico, sobre todo en su nivel fonémico es un factor muy importante para aprender a leer. No obstante, el conocimiento fonémico a pesar de ser un componente necesario en el aprendizaje de la lectura no es suficiente. Para aprender a leer el niño debe adquirir lo que se denomina principio alfabético. El principio alfabético puede ser inducido o instruido directamente pero lo más lógico es que el niño lo flescubra cuando comienza a leer. Es más, un niño debe descubrirlo obligatoriainente para poder aprender a leer exitosamente en un sistema alfabético (Byrne, 1992; Byrne y Fielding-Barnsley, 1989; Stanovich, 1986). En este sentido debemos plantearnos ¿qué supone alcanzar el principio alfabético?. Se ha demostrado que la adquisición del principio alfabético implica o conlleva la adquisición de conocimiento fonémico (Byrne y Fielding-Barnsley, 1990; Juel, Griffith y Gough, 1986). Es decir, el sujeto que se enfrenta al aprendizaje formal de la lectura debe tener información y conotimiento de las estructuras relevantes de la palabra. Una de esas estructuras relevantes es el fonema. Por lo tanto, el niño tiene que ser capaz de segmentar y reconocer la independencia de un sonido dentro de una palabra e identificar el sonido en cualquier otra situación. Esta habilidad es lo que se denomina conocimiento de la identidad segmental o adquisición del concepto de fonema. Además, de adquirir conocimiento fonémico el niño debe ser capaz de establecer un vínculo entre el fonema y su grafía. Por ejemplo, al fonema [m] le corresponde la grafía /m/ dentro de la palabra /mar/. En definitiva, la adquisición del principio alfabético implica el acceso a dos tipos de conocimientos. Por un lado, un conocimiento fonológico, fundamentalmente fonémico. Por otro lado, un conocimiento de la relación que existe entre los fonemas y las letras que los representan o entre las unidades intrasilábicas y los segmentos que las representan. En la figura 4.1 presentamos un esquema con los mencionados requisitos que constituyen el principio alfabético. Tal como se indica, en primer lugar, es necesario un conocimiento metalingüístico del que surge un conocimiento fonológico. Un nivel de este conocimiento fonológico es el conocimiento fonémico que, junto con el conocimiento de la relación letra-sonido, son los elementos básicos para alcanzar el principio alfabético. El hecho de adquirir el principio alfabético no garantiza un buen aprendizaje de la lectura. Se ha demostrado que la adquisición del principio alfabético es, así mismo, una condición necesaria pero no suficiente para aprender a leer (Byrne, 1992; Byrne y Fielding-Barnsley, 1991; Gough, Juel y Griffith, 1992; Juel, Griffith y Gough, 1986). En consecuencia, podemos preguntarnos, ¿qué se requiere para leer además de la adquisición del principio alfabético?. Tunmer, Herriman y Nesdale (1988) han intentado resolver este interrogante realizando un estudio longitudinal en el que participaron 118 niños prelectores de cinco años. El estudio se realizó en un periodo de dos años durante el cual los niños fueron evaluados en tres ocasiones. La primera medida se realizó antes de comenzar el colegio, la segunda al finalizar el primer curso y la tercera al finalizar el segundo curso. En la primera medida se aplicaron tres pruebas para evaluar el conocimiento fono-

92

lógico, el conocimiento sintáctico, el conocimiento pragmático y la inteligencia verbal. Así mismo, se aplicaron otras tres pruebas para medir habilidades de lectura como identificación de letras, reconocimiento de palabras frecuentes y grado de conocimiento sobre lo escrito. Para llevar a cabo la segunda evaluación se utilÍ2aron nuevamente los test de habilidades metalingüísticas y lectura agregándose una nueva prueba de lectura que consistió en decodificar palabras, decodificar seudopalabras y comprensión lectora. Estas últimas pruebas de lectura fueron las mismas que se aplicaron en la tercera medida.

f

En la figura 4.2 presentamos el diagrama causal correspondiente a las relaciones entre las habilidades metaligüísticas y la medida de lectura y comprensión lectora al final del primer grado. Como podemos apreciar la lectura de palabras se encuentra directamente relacionada con el nivel de conocimiento fonológico que posee el niño y, en menor medida, con el nivel de conocimiento sintáctico. No obstante, a pesar de estos resultados que reflejan que la lectura se ve influida fundamentalmente por el conocimiento fonológico, también se obtuvieron otros datos que muestran una relación muy baja entre el conocimiento fonológico que 93

tenían los niños y la posterior realización de una tarea de lectura de seudopalabras. En definitiva, se comprueba que niños con una correcta adquisición del principio alfabético no leen adecuadamente un listado de seudopalabras, tarea para la cual deben de aplicar las reglas de recodificación fonológica que se supone conocen perfectamente.

Conocimiento fonológico

Conocimiento sintáctico Comprensión lectora

Conocimiento Pragmático

*p
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