El estructuralismo

July 16, 2019 | Author: Sonia Milena HR | Category: Phoneme, Linguistics, Phonology, Word, Speech
Share Embed Donate


Short Description

Download El estructuralismo...

Description

El estructuralismo 1. Describa dos rasgos de la gramática tradicional y especifique cómo se han manifestado en diferentes épocas, incluyendo la actual. (Lyons)

La aparición del debate sobre si el lenguaje era “natural” o “convencional” se remonta a la Grecia del siglo V a.C. La distinción entre ambos conceptos se enfocó esencialmente sobre el posible vínculo existente entre el significado de una palabra y su forma. El alcance de esta oposición para el desarrollo de la teoría gramatical se resume en el incremento de investigaciones etimológicas sustentadas en el interés de clasificar las relaciones entre palabras, así como en el planteamiento de la regularidad (analogía) e irregularidad (anomalía) del lenguaje. L a controversia entre “naturalistas” y “convencionalistas” se convirtió entonces en una disputa entre aquellos que sostenían que el lenguaje era sistemático y regular, conocidos como “analogistas” y “analogistas”  y los “anomalistas”, que consideraban que el proceso natural y  las construcciones del lenguaje estaban regidas por reglas irregulares incapaces de ser descritas sistemáticamente. Independientemente de sus planteamientos teóricos, ambas perspectivas contribuyeron a la sistematización de la gramática al admitir que existen ciertas regularidades en el lenguaje. La fundación de la gran biblioteca de Alejandría, posicionó a la ciudad como un centro de importante producción cultural y de investigación lingüística. Tras el propósito de restaurar textos clásicos y de reconocer las obras genuinas de aquellas que habían sido sometidas a alteraciones, los estudiosos helenísticos construyeron tratados gramaticales y comentarios textuales cuyo objetivo no solo era establecer e ilustrar la lengua de los autores clásicos sino también preservar al griego de “la corrupción de los ignorantes y analfabetos” (Lyons 1979:9). 1979:9) . Esta doble finalidad en el estudio del lenguaje puede ser resumida en lo que Lyons define como “falacia clásica”, es decir, la creencia de la superioridad del lenguaje escrito en oposición con el lenguaje hablado  y la  y  la idea de que la lengua literaria es más ‘pura’ y más ’correcta’ que todas las demás formas de la lengua. A continuación describo estos dos rasgos de la gramática tradicional

 y especifico cómo se han han manifestado en diferentes épocas, épocas, incluyendo la actual.

Hernández-Rodríguez 2

El clasicismo alejandrino se limitó principalmente al lenguaje escrito. Su interés por la crítica literaria, sumado a la imposibilidad de distinguir los sonidos y la representación gráfica de los mismos, fortaleció la idea de que el lenguaje hablado constituía una derivación del lenguaje escrito y que por tanto, era dependiente de este. Asimismo, suponer que la lengua en la que habían sido escritas las grandes obras literarias de los escritores áticos del siglo v era intrínsecamente más “pura” y más “correcta” que el habla coloquial de Alejandría, reiteró la idea de que una lengua es pura gracias al uso que hacen de ella los hablantes instruidos. Los eruditos alejandrinos eran “analogistas” y la búsqueda de regularidades de la lengua los condujo a establecer diversos modelos en torno a los cuales las palabras o partes del discurso pudieran ser clasificadas. De la escuela de Alejandría surgió la Gramática de Dionisio de Tracia, marcadamente normativa y basada en la lógica aristotélica es considerada como la “primera descripción gramatical extensa y sistemática que se ha divulgado en el mundo occidental” (Lyons 1979: 12). En palabras de Alcina y Blecua (1975): Para Dionisio de Tracia, la gramática griega tiene por fin fundamental preservar el griego literario para que no se contamine ni se corrompa, pues los eruditos alejandrinos, apasionados de la filología, habían observado la diferencia entre el griego hablado y la lengua de los textos homéricos, y pensaban que las diferencias se basaban en las diferentes corrupciones que había sufrido la lengua hablada y no sujeta a normas gramaticales.

Por su parte, los gramáticos romanos siguieron los planteamientos de los gramáticos helenísticos y propusieron su propia gramática, compuesta por tres secciones

cuyos

contenidos son análogos a aquellos introducidos por Dionisio de Tracia en la segunda mitad del siglo II a. C. La primera parte resaltaba la importancia de la gramática como el arte de hablar correctamente. La segunda, englobaba las partes del discurso y la clasificación de las palabras en términos de caso, género, número, tiempo, voz y modo. Por último, exponía una distinción entre el buen y mal estilo y se planteaban reglas contra errores comunes, porque se consideraba indispensable para aprender la lengua establecer un modelo de corrección. Más adelante, la aparición de las gramáticas de Donato y Prisciano, usadas como manuales para la enseñanza, perpetuaron los rasgos anteriormente expuestos al centrarse en la descripción de la lengua de Cicerón y de Virgilio, con lo cual prolongaron la idea de que la lengua es un sistema estático e invariable que debía seguirse trasmitiendo de generación en generación para asegurar su “pureza”.

Hernández-Rodríguez 3

Las gramáticas de Donato y Prisciano, utilizadas a lo largo de la Edad Media hasta el siglo  XVIII, constituyeron la base de los manuales creados para el aprendizaje del latín en el periodo medieval. El latín, caracterizado por ser una lengua primordialmente escrita y por estar relacionado directamente con la erudición y la cultura, contó con un papel importante en el sistema educativo medieval. Su aprendizaje y uso tenía fines limitados. En esta etapa, los dos rasgos de la gramática tradicional se sustentan en la superioridad del latín escrito en oposición con el latín hablado debido a la idea de que el latín hablado adaptaba características

particulares de pronunciación que podían alterar la sistematicidad y la pureza del latín escrito. Por otra parte, la idea de que el latín literario era más ‘puro’ y más ’correcto’ se apoya en el hecho de que se tomara como base la lengua de Cicerón y de Virgilio y se perpetuara su aprendizaje y su uso a través del gran número de manuales que se crearon para enseñar el latín. La lengua de Cicerón se convirtió en el modelo del mejor estilo latino en el renacimiento.  Asimismo, el ideal “humanista” del autor latino alimentó la visión de la literatura de la antigüedad clásica como el origen de la civilización, lo cual condujo a los sabios renacentistas a enfocarse en recopilar y publicar los textos de los autores clásicos. Con la invención de la imprenta a finales del siglo XV, estos textos fueron distribuidos rápidamente. De nuevo, la gramática se convirtió en parte indispensable para la comprensión de la literatura y para la escritura de un latín “puro” y “correcto”. El latín, el griego y el hebreo se convirtieron en objeto de estudio con el fin de mantener a lo largo de generaciones las lenguas y la literatura pertenecientes a estas tres culturas. Más adelante, la aparición de diversas gramáticas pertenecientes a lenguas vernáculas de Europa cautivó el interés por parte de estudiosos. Sin embargo, la relación intrínseca entre lenguaje y literatura clásica siguió sustentando ambos rasgos de la gramática tradicional porque aunque el lenguaje comenzó a ser objeto de estudio en escuelas y en universidades, la gramática siguió conservando el espíritu clásico como modelo a seguir. Desde la fundación de la Academia Francesa en 1637, la gramática se define como “el arte de hablar y escribir correctamente”. Por ende, la labor del gramático se enfoca en la descripción de la lengua usada por las personas instruidas y por los escritores que escriben la lengua “pura” con el objetivo de preservar el correcto uso de los elementos de la lengua de cualquier posible alteración lingüística.

De manera que la continuidad de la

Hernández-Rodríguez 4

tradición clásica en los estudios del lenguaje durante el renacimiento y siglos posteriores justificó la idea de que la lengua literaria es más ‘pura’ y más ’correcta’  y a su vez la noción de superioridad del lenguaje escrito.

 Ahora bien, los dos rasgos de la gramática tradicional toman otro rumbo a la luz de la lingüística contemporánea. Los gramáticos tradicionales al dar prioridad al lenguaje escrito se centraban en el lenguaje de la literatura porque lo consideraban la forma lingüística más noble y correcta. La idea de la superioridad del lenguaje escrito en contraste con el lenguaje hablado es controvertida por la lingüística contemporánea con la idea de que la escritura no es más que un recurso para representar el lenguaje hablado. Los sistemas de escritura están basados en las unidades del lenguaje hablado. Sin embargo, los sistemas ortográficos desarrollados para representar gráficamente el habla son incapaces de representar los rasgos significativos de tono, acento y entonación, matices que caracterizan el lenguaje hablado. Aunque los signos ortográficos y el uso de las cursivas son las convenciones que la escritura ha desarrollado con el objetivo de enmendar dicha deficiencia, el lenguaje escrito nunca podría ser considerado como la simple trasferencia del lenguaje hablado a otro entorno por las claras diferencias que tienen entre si. Por otra parte, el planteamiento de que la lengua literaria es más ‘pura’ y más ’correcta’ que todas las demás formas de la lengua es revertido por la lingüística contemporánea al cuestionar los

conceptos de “pureza” y “corrección”. Considerar una forma lingüística como “correcta” o “incorrecta” implica tomar otra forma como normativa y asumir de manera implícita o explicita algún grado de desacuerdo, lo cual niega el carácter creativo del lenguaje y reafirma un rasgo prescriptivo en el que la constante transformación que sufre la lengua es contrapuesta a estructuras especificas consideradas como normas según las cuales se debe hablar y se debe escribir. El papel del lingüista consiste en describir la “pureza” de la lengua,  vista como la riqueza inmanente de cada lengua que la hace diferente a las demás. Asimismo, la creencia de que un cambio lingüístico es sinónimo de “corrupción” niega el carácter vivo de la lengua y el cambio constante al que ésta se ve sometida si se tiene en cuenta que constituye un sistema de comunicación que se adecúa a las necesidades particulares de las comunidades que la utilizan,

por ello está en constante transformación. Aunque la

lingüística contemporánea no niega la importancia de la literatura, advierte que su estudio

Hernández-Rodríguez 5

debe abordarse desde la crítica literaria. Además, la noción de que el lenguaje se usa para múltiples propósitos comunicativos, su empleo en relación con esos fines debe desligarse totalmente del plano del lenguaje literario, con el cual fue relacionado por la gramática tradicional y según el cual fue juzgado a lo largo de la historia.

2. Explique la importancia de las siguientes oposiciones saussureanas para el desarrollo de la lingüística contemporánea:

-

Lengua/habla “El estudio del lenguaje comporta, pues, dos partes: la una, esencial, tiene por objeto la lengua, que es social en su esencia e independiente del individuo; este estudio es únicamente psíquico; la otra, secundaria, tiene por objeto la parte individual del lenguaje, es decir, el habla, incluida la fonación, y es psicofísica.” (Saussure 1945: 45).

 A la luz del estructuralismo, la lingüística se define como una ciencia que tiene como objetivo describir y establecer una clasificación de las lenguas humanas. Saussure considera que el objeto de estudio de la lingüística debe ser el sistema de reglas común a todos los hablantes de una lengua en particular. Para sustentar esta postura, establece varias oposiciones, entre ellas, una distinción entre lengua y habla. Para describir esta dicotomía, inicialmente contrapone los conceptos de “lenguaje-lengua”. Considera al lenguaje como totalidad, y a la lengua como una de sus partes esenciales. A la lengua le atribuye "el primer lugar "entre los hechos del lenguaje", al tiempo que afirma que "la lengua produce la unidad del lenguaje". Define la lengua como un producto social de la facultad del lenguaje, un sistema de signos de naturaleza homogénea que puede ser estudiado separadamente por su carácter sistemático.  Al pertenecer a la comunidad lingüística, la lengua está compuesta por un conjunto de convenciones adaptadas y configuradas al interior de la misma mediante las cuales los hablantes comprenden y se hacen comprender. Es en síntesis, una totalidad en sí y un principio de clasificación. A diferencia del lenguaje, la lengua es un objeto del mundo natural, una capacidad adquirida y convencional, exterior al individuo. Aunque posee también carácter individual por encontrarse al interior de la mente de los hablantes, su

Hernández-Rodríguez 6

existencia se da en función de la masa hablante, por eso no está sujeta a la voluntad de los hablantes. Si la lengua es el sistema que pertenece a toda la comunidad lingüística, el habla es la parte del lenguaje que se vincula exclusivamente con el plano individual de este o con el comportamiento lingüístico particular de cada hablante. Saussure consideraba que en oposición con el carácter esencial de la lengua, el habla es una parte accesoria del lenguaje porque se define como un acto individual de voluntad y de inteligencia. Ante el carácter homogéneo de la lengua, el rasgo heterogéneo del habla hace que no sea posible considerarla como objeto de estudio. La dualidad saussureana lengua-habla fue readaptada por Chomsky. En la lingüística chomskiana, la facultad del lenguaje presenta dos componentes: competencia (lengua) y  actuación (habla). Por una parte, un sistema cognitivo lingüístico o lenguaje-I que constituye un elemento finito de la mente-cerebro capaz de generar un número infinito de “expresiones lingüísticas”, conocido como competencia. Por otra parte, dos sistemas de ejecución que permiten producir e interpretar el número infinito de “expresiones lingüísticas” para referirse al mundo, conocidos como sistemas de actuación (habla) internos a la mente: el sistema articulatorio y perceptivo (sensorio-motriz), cuya expresión lingüística es su “forma fonética” y  el sistema conceptual-intencional, cuya expresión lingüística es su “forma lógica”. En pocas palabras, los sistemas computacionales son rasgos internistas capaces de generar descripciones estructurales de frases o expresiones, de forma automática, independientemente de la intencionalidad. Por ejemplo, una expresión es pronunciada (y oída) y es interpretada semánticamente. Esa manifestación sintáctica constituye las interfaces con el sistema de actuación articulatorio-perceptual y con el sistema semántico-conceptual e intencional. Chomsky simplifica esta estructura afirmando que “el procedimiento computacional empareja una serie de selecciones léxicas con un par de objetos simbólicos, la forma fonética  y la forma lógica”, los cuales pueden denominarse rasgos “fonéticos” y rasgos “semánticos”.

-

Sincronía-Diacronía

Hernández-Rodríguez 7

Otra de las importantes dicotomías conceptuales que Saussure planteó en el Curso de Lingüística general al cuestionarse sobre la mutabilidad e inmutabilidad del signo lingüístico,

es la distinción entre el estudio diacrónico y el estudio sincrónico del lenguaje. El estudio sincrónico, sistemático y descriptivo,

es entendido como la descripción de un aspecto

estático de la lengua (“el eje de las simultaneidades”) que no se limita únicamente a las lenguas activas sino que puede abarcar lenguas “muertas”. La aproximación que se lleve a cabo sobre estas últimas se basará en el análisis de textos escritos que validen su existencia.  Aunque se puede afirmar que la descripción sincrónica de estas lenguas permanecerá incompleta por la ausencia de hablantes que validen algunos componentes de su estructura, existen muchas lenguas “muertas” de las que se conserva un importante registro lingüístico. En la descripción lingüística sincrónica, interesa la mutabilidad del signo lingüístico y la inmutabilidad del sistema. Por su parte, el estudio diacrónico, evolutivo y dinámico, se define como la descripción del desarrollo histórico (“el eje de las sucesiones”) de las lenguas. A  diferencia de la descripción lingüística sincrónica, al estudio diacrónico le interesa la mutabilidad del signo lingüístico y la mutabilidad del sistema. Se puede decir que esta oposición entre sincronía y diacronía se relaciona con la oposición de lengua y habla. La sincronía se relaciona con la lengua y diacronía con el habla ya que esta cambia continuamente a lo largo del tiempo porque en el uso se genera la transformación. La teoría lingüística del siglo XX dio, en gran medida, prioridad al estudio sincrónico de la lengua al suponer que las consideraciones históricas no constituyen factores importantes para la investigación de estados concretos de las lenguas. Para sustentar lo anterior, Saussure hace uso de un símil en el que compara las lenguas con un juego de ajedrez. La descripción sincrónica del juego en comparación con la descripción sincrónica de la lengua, se basa en la idea de que un juego de ajedrez está en constante cambio. No obstante, con el simple hecho de indicar la posición de las distintas piezas, se puede generar una descripción exhaustiva del juego, sin importar los movimientos exactos que han conducido al juego hasta llegar a ese punto. Asimismo ocurre con las lenguas. Todas las lenguas cambian constantemente y de la misma manera que el juego de ajedrez puede ser descrito en un momento específico de la partida sin hacer referencia a los movimientos aislados de sus fichas, el estudio lingüístico podría realizarse independientemente del tiempo estudiando los procesos del lenguaje de un

Hernández-Rodríguez 8

momento especifico considerando tanto la transformación progresiva como la inmutabilidad de un momento actual. El símil saussureano sustenta la idea de que las alteraciones del sistema (movimientos de piezas) afectan a elementos específicos (piezas) y la posible repercusión que dichos cambios pueden tener en el sistema total (partida completa). Ningún hablante es consciente de la evolución histórica que tuvo su lengua materna y aun así hace uso de ésta de acuerdo a ciertas reglas o principios sistemáticos que facilitan su comunicación con el entorno. La descripción lingüística sincrónica tiene como objetivo formular esas reglas sistemáticas en cuanto a que operan sobre la lengua en un momento determinado. En conclusión, las oposiciones saussureanas anteriormente expuestas constituyeron un importante aporte en la medida en que reiteraron la idea de que la lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje y que como tal manifiesta un carácter descriptivo y explicativo, pero no normativo. En el Curso de lingüística general, Saussure define la lengua como el objeto de estudio de la lingüística visto como un sistema general y abstracto de todas las realizaciones lingüísticas particulares de una lengua, y el habla como el uso concreto e individual del sistema en situaciones puntuales, es decir, en actos de habla. Asimismo, define el estudio sincrónico de una lengua como la descripción de un estado concreto de esa lengua (análisis descriptivo) en oposición a la descripción del desarrollo histórico de la misma (análisis histórico), eje central del estudio diacrónico. A través del símil del juego de ajedrez, Saussure ilustra ambas dicotomías sustentando que los elementos que componen el juego: piezas y  tablero (habla) independientemente de su rol en el juego, no pueden transformar las reglas del mismo (lengua). Además, en cada jugada solo es posible mover una sola pieza, al igual que los cambios que se dan en la lengua que solo pueden aplicarse a elementos aislados. No obstante, cada movimiento repercute en el desarrollo total del mismo, así como sucede en la lengua. Por otra parte, el juego de ajedrez puede ser descrito en un momento específico de la partida sin hacer referencia a los movimientos aislados de sus fichas, de la misma manera que el estudio lingüístico puede realizarse centrándose en el análisis de los procesos del lenguaje de un momento especifico considerando tanto la transformación progresiva como la inmutabilidad de un momento actual, es decir, bajo una perspectiva sincrónica. El símil saussureano sustenta la idea de que las alteraciones del sistema (movimientos de piezas) afectan a elementos específicos (piezas) y la posible repercusión que dichos cambios pueden

Hernández-Rodríguez 9

tener en el sistema total (partida completa). De esta manera, Saussure propone que la tarea de la lingüística debe desligarse del análisis histórico predominante del siglo pasado, y  enfocarse en la descripción de las relaciones existentes en el sistema abstracto de reglas que cada hablante posee de su lengua, independientemente del tiempo en que se de el estudio.

3. Explique cómo se aplican los principios del estructuralismo en la metodología de Bloomfield y Trubetzkoy? Ejemplifique.

 Al hablar de fonología estructuralista, es imposible no referirse a la Escuela de Praga y a la Escuela Americana, escuelas estructuralistas que surgieron a raíz de algunos principios saussureanos y que fueron las encargadas de plantear importantes posiciones metodológicas para el estudio de la lengua. Trubetzkoy, una de las figuras más destacadas del Circulo Lingüístico de Praga, destaca que la lengua tiene como función hacer posible los actos de habla. Por consiguiente, define la lengua como un sistema e inserta la correlación sistema-uso con el objetivo de reconocer el carácter creativo del lenguaje y la necesidad de reconocer el uso como el elemento que da sentido al sistema. Según Trubetzkoy, el habla es la realización del signo lingüístico y su estudio corresponde a diversas ramas de la lingüística. El es tudio del significado es el objeto de la semántica. Mientras el significante, definido como las “reglas que ordenan la faz fónica” (Gil 1999:51) constituye el objeto de estudio de dos ramas: la fonética y la fonología. La oposición saussureana de lengua-habla es abordada por Trubetzkoy  con el objetivo de sustentar las distinciones metodológicas a nivel fónico entre fonética y  fonología. Los sonidos de la lengua, descritos como representaciones mentales o equivalencias abstractas, son las unidades de análisis de la fonología y los sonidos del habla, realizaciones físicas y concretas de los sonidos, constituyen las unidades de análisis de la fonética. De manera que la fonología se ocuparía de analizar los elementos estables y  relevantes a nivel lingüístico en el sistema de sonidos de una lengua dada y la fonética se encargaría de describir el plano físico de producción y percepción en cada realización sonora de una lengua.  A partir de sus planteamientos, el fonema se ha definido como la unidad mínima de segmentación o de descripción fonológica. Por ejemplo, una palabra como /peso/ está

Hernández-Rodríguez 10

compuesta por la unión de 4 fonemas diferentes /p/,/e/,/s/,/o/, elementos incapaces de ser divididos en unidades más pequeñas. Trubetzkoy propone la existencia de particularidades fonológicas distintivas que permiten reconocer diferencias de significado. Sustenta lo anterior a partir de la idea de que todo fonema debe ser miembro de una oposición fonológica, afirmando que este adquiere su plena identidad cuando se opone a otro y cuando al oponerse, cambia la significación de la palabra de la cual forma parte. El fonema / p / se opone, al ser oclusivo bilabial sordo, al oclusivo bilabial sonoro / b /. En efecto, la conmutación de /p/ por / b / implica un cambio en el significado. Es muy  diferente pedir un peso a pedir un beso. Por consiguiente, el fonema se define como un conjunto de rasgos distintivos y opositivos, los cuales permiten distinguirlo como constituyente de un sistema. La aparición de dicho concepto, reiteró los principios del estructuralismo al definir la lengua como un sistema coherente compuesto por elementos interrelacionados que se integran en distintos niveles, entre ellos, el nivel fonéticofonológico. Al interesarse en las propiedades fonéticas de los contrastes distintivos, buscaba comprender la naturaleza de las oposiciones al in terior de un sistema fonológico concreto. Siguiendo con la oposición intrínseca entre fonética y fonología, Trubetzkoy plantea los conceptos de  fono y  fonema para definir aún más los objetos de estudio de ambas ramas de la lingüística. Define fono como el sonido concreto del habla (fonética) y  fonema como la unidad mínima de análisis lingüístico que se configura como un conjunto de rasgos distintivos y  opositivos (fonología). De manera que se podría decir el fonema es una entidad abstracta caracterizada por una función distintiva, es decir, por la

capacidad de producir una

diferencia funcional o semántica en un contexto dado. Además de distinguir el sonido, Trubetzkoy planteó la necesidad de diferenciarlo de sus posibles variantes o realizaciones fonéticas. Apareció entonces el concepto de alófono para denotar las variantes fonéticas de los fonemas. Un mismo fonema puede tener diferentes realidades sonoras según el contexto. Por ejemplo el fonema /b/ tiene dos alófonos.

El fono oclusivo [b] aparece en inicial absoluta ['baRko] y después de nasal [kom'bate]. Mientras el fono fricativo [B] se encuentra en los otros contextos [es'taBa] ['alBa]. Con el

Hernández-Rodríguez 11

objetivo de distinguir entre fonemas y alófonos, Trubetzkoy provee una serie de reglas que tienen en cuenta el intercambio de los elementos fónicos y las relaciones sintagmáticas y  paradigmáticas que crean en el sistema.  Asimismo, Trubetzkoy, basándose en el concepto saussureano de valor , afirma que para entender la organización de un sistema fonológico, resulta fundamental definir fonema como el constituyente de un sistema que se define por oposición a los demás.

Esta

definición, sumada a la observación que realizó a diferentes sistemas fonológicos pertenecientes a varias lenguas, le llevó a proponer una clasificación de las oposiciones distintivas de los sistemas fonológicos según tres criterios: su relación con el sistema de oposiciones en su totalidad, la relación entre los términos de la oposición y la extensión de su capacidad distintiva. En suma, los principios estructuralistas en la metodología de Trubetzkoy se plantean en el interés por la búsqueda e investigación de leyes fonológicas validas para todas las lenguas.  Ante las  variaciones existentes en todas las lenguas, la tarea de la fonología se enfoca en “la descripción del comportamiento de los fonemas y la formalización de las regularidades existentes en los sistemas fonemáticos” (Núñez 1999:3). Así, tras el objetivo de determinar la estructura fonológica de una lengua, la fonología estructuralista se ha planteado analizar los fonemas mediante la observación detallada de las oposiciones fonológicas y sus propiedades, con el fin de sistematizar y describir las relaciones opositivas entre fonemas así como las relaciones secuenciales de fonemas en el discurso.

 Así como los planteamientos de Trubetzkoy se relacionaron con la investigación del sistema lingüístico en lo referente al plano fónico y constituyeron un importante aporte dentro de la metodología estructuralista para la diferenciación entre fonética y fonología, los aportes teóricos de Bloomfield se destacaron por su interés en describir cuidadosa y rigurosamente el sistema lingüístico con el objetivo de definir la lingüística como una ciencia autónoma caracterizada por el rigor científico de sus métodos de investigación frente al estudio del lenguaje. Su teoría del lenguaje se caracteriza por un carácter descriptivo que busca hacer un estudio objetivo de los “hechos lingüísticos” vistos como fenómenos físicos concretos y  realizados, desligados de los individuos que los producen.

Hernández-Rodríguez 12

En principio, Bloomfield, siguiendo la tradición saussureana, plantea que la oralidad es la manifestación esencial del lenguaje y que la escritura conforma un sistema de registros que se subordinan al lenguaje hablado. Bloomfield considera que el objeto de estudio de la lingüística consiste en el estudio del sistema, definido como un conjunto de aspectos que son comunes a todos los hablantes. Siguiendo la metodología estructuralista, Bloomfield propone una descripción de los niveles del lenguaje que le permitan acercarse minuciosamente a la estructura gramatical. El primer nivel, llamado “la estructura fonémica”, estaría compuesto por los fonemas, elementos no significativos por si solos pero caracterizados por rasgos distintivos que permiten distinguir significados cuando están en oposición entre si. Las reglas propuestas por Trubetzkoy para describir sistemas fonológicos de lenguas particulares, son adaptadas y restructuradas por Bloomfield en un método de análisis compuesto por dos reglas mediante las cuales afirma que los fonemas componen las formas que portan significado y determina que tras el objetivo de determinar qué rasgos son fonémicos, es necesario darle importancia al significado. El segundo nivel se centra en la “estructura gramatical”, propone entonces dos sistemas, uno central y otro periférico. El enfoque metodológico le permite definir un enunciado-axioma como un enunciado cuya verdad es evidente y no requiere ser sustentado mediante la experiencia. Bloomfield introduce el concepto de formas libres, formas ligadas y constituyentes. Los primeros, son aquellas palabras que pueden ser emitidas solas. A diferencia de estas, las formas ligadas, definidas como formas que carecen de significado por si solas. Mientras los constituyentes, son las partes de una forma cualquiera. Asimismo, Bloomfield habla de postulados, que surgen de enunciados-axioma. Estos pueden ser una forma con significación ligada, llamado postulado de morfema (amig-o-s); una forma con significado libre, denominada postulado de palabra (red, amigos); una forma de significado libre, pero integrada por formas libres, conocida como postulado de frase (los amigos sinceros); y por último, una forma no constituyente de una estructura mayor y cuyo significado libre está integrado por formas libres, llamada postulado de oración (los amigos sinceros son escasos). Con respecto al acto de comunicación o, en términos de Saussure, acto de habla, Bloomfield plantea la necesidad de diferenciarlo de los hechos prácticos. Habla de la situación comunicativa que comprende tres aspectos: los hechos prácticos anteriores al acto de habla,

Hernández-Rodríguez 13

el acto de habla, y los hechos prácticos posteriores al acto de habla. A los primeros, les denomina “estímulos del hablante” y a los hechos posteriores al acto de habla, los llama “respuesta del oyente”. Este planteamiento de estimulo-respuesta tan propio del conductismo, define un acto de habla como un fenómeno condicionado que va más allá de hechos físicos y  fisiológicos. Sin embargo, el objeto de estudio de la lingüística se aleja de todos los otros factores que están presentes en un acto de habla y se centra en el estimulo de habla y en la respuesta del habla. Bloomfield afirma que, mediante la repetición del esquema de estímulorespuesta, es que se adquiere cualquier sistema lingüístico. Sin embargo, añade la importancia de los eventos previos y posteriores a los actos de habla para la adquisición del lenguaje. Sus planteamientos en cuanto a este tema serían retomados y desarrollados por Chomsky posteriormente. En conclusión, la teoría de Bloomfield rechaza los principios saussureanos en cuanto a considerar, interpretar y comprender los hechos lingüísticos según ciertos fenómenos psíquicos. Para Saussure, el signo lingüístico es una representación metal de la imagen acústica de un significado. En contraste Bloomfield, tomando un modelo de comunicación basado en la sicología conductista, se centra en lo empírico, en lo observable. De allí que se desligue del plano interior de la mente, para centrarse en recoger datos lingüísticos, datos físicos que conlleven a hacer un inventario sobre una lengua específica. Asimismo, la dicotomía de lengua-habla que le permitió a Saussure sustentar que el objeto de estudio de la lingüística era la lengua, es contrapuesta por Bloomfield al definir que el habla es el objeto propio de la lingüística por el carácter material que la caracteriza que permite analizar expresiones concretas y no mentales (lengua).

4. Compare las nociones de signo lingüístico según Saussure, Hjelmslev y Sapir.

El signo lingüístico según Saussure

Hernández-Rodríguez 14

Uno de los planteamientos teóricos más influyentes de Saussure en la configuración de la lingüística como ciencia es el concepto de signo lingüístico. Desde el inicio, al hablar de su naturaleza, afirma que el signo lingüístico no es la unión de una cosa y un nombre, sino de un concepto y una imagen acústica, entendida esta, como la huella psíquica que el sonido activa al interior de nuestra mente. En palabras de Saussure, “la imagen acústica no es el sonido material, cosa puramente física, sino su huella psíquica, la representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos” (92). Por lo tanto, el signo lingüístico constituye una entidad psíquica compuesta de dos caras. “Estos dos elementos están íntimamente unidos  y se reclaman recíprocamente” (Ib.). Saussure, con el objetivo de desaparecer la ambigüedad terminológica que la palabra signo puede tener al relacionarse generalmente con la imagen acústica, desconociendo su naturaleza conceptual, propone conservar la palabra signo para designar la asociación entre concepto e imagen acústica, pero remplaza estos

conceptos con significado y significante respectivamente.

El signo lingüístico presenta cuatro características básicas:

-

Es arbitrario La relación existente entre significado y significante no es natural: un mismo significado puede manifestaste mediante múltiples significantes. Un ejemplo de lo anterior son las diferencias entre las lenguas para referirse al mismo significado. Incluso, las comunidades que comparten el mismo sistema lingüístico, tienen diferentes significantes para referirse al mismo significado. Por ende, el signo lingüístico es arbitrario porque no existe ningún vínculo interno y regular que relacione el concepto representado con la cadena fónica mediante el cual se expresa.

-

El significante tiene carácter lineal “El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo únicamente y tiene los caracteres que toma del tiempo: a) representa una extensión,  y  b)

Hernández-Rodríguez 15

esa extensión es mensurable en una sol a dimensión; es una línea” (95). La escritura, al tener

un carácter lineal, es la responsable de configurar sintagmáticamente el significante manifestando el tiempo mediante la sucesión espacial de los signos gráficos.

-

La inmutabilidad del signo Tal como lo había mencionado anteriormente, la unión del significante y el significado no es motivada, y por ende, no puede alterarse arbitrariamente. Desde una perspectiva sincrónica, si en determinada comunidad lingüística, en un momento especifico de su historia, los hablantes, en común acuerdo, relacionaron un significante con un significado particular, el signo lingüístico “está fuera del alcance de nuestra voluntad” (97) porque cada comunidad lingüística hereda su lengua como un producto que se ha transmitido de generaciones anteriores.

-

La mutabilidad del signo Desde una perspectiva diacrónica, el signo lingüístico puede transformarse por estar expuesto a la acción del tiempo, el cual para Saussure tiene dos efectos contradictorios o complementarios en la estructura de la lengua. Por una parte, puede garantizar la continuidad de la lengua de generación a generación. Pero por otra, puede alterar la estructura de la lengua al permitir y favorecer el cambio de los signos lingüísticos.

El signo lingüístico según Hjelmslev

El planteamiento saussureano según el cual un signo lingüístico se define como la combinación mental de un concepto y de una imagen acústica, es readaptado por Hjelmslev  mediante la idea de que un signo lingüístico se genera por la conexión de una expresión y un contenido. Hjelmslev propone que la palabra signo se refiere a la unidad de una expresión, ejemplificada mediante una secuencia de caracteres lingüísticos, como las palabras, y  un contenido o representación interna del pensamiento. Para Saussure, el signo existe en el sistema mediante una forma (significado), pero no se relaciona con materia concreta y  específica (significante). En cambio, Hjelmslev afirma la existencia de una relación recíproca

Hernández-Rodríguez 16

entre ambos planos del signo lingüístico y de una función que los une. Para él, la sustancia (significante) al carecer de existencia independiente, depende de la forma (significado). La idea de que la sustancia (significante) o sentido del contenido, representa lo universal mientras la forma (significado) o sentido de la expresión, representa lo particular de las lenguas, le permite sustentar la arbitrariedad del signo lingüístico. La forma del contenido es arbitraria con respecto a la sustancia del contenido. La nueva concepción de signo lingüístico planteada por Hjelmslev, aunque se basa en planteamientos saussureanos, da mayor profundidad al plano de la expresión argumentando que las diferencias que pueden presentarse entre las lenguas se hacen evidentes precisamente en el plano fonético. De la misma manera que Saussure definió el signo lingüístico en términos del sistema, sin tener en cuenta factores externos a este, Hjelmslev define signo como “signo de la sustancia del contenido y signo de la sustancia de la expresión”, es decir, el signo lingüístico como una unidad compuesta por la forma del contenido y por la forma de la expresión, estructurada por una función. Por eso, simplifica su propuesta inicial sobre la estructura del signo lingüístico, fusionando la sustancia de la expresión y la sustancia del contenido en la forma de la expresión y del contenido. Mediante esta propuesta intenta delimitar el campo de estudio de la lingüística al análisis de la forma de la expresión y de la forma del contenido. Mientras la sustancia, debe ser estudiada desde otras perspectivas.

El signo lingüístico según Sapir 

Para Sapir, “el lenguaje es un método exclusivamente humano, y no instintivo, de comunicar ideas, emociones y deseos por medio de un sistema de símbolos producidos de manera

Hernández-Rodríguez 17

deliberada”. Según esto, el lenguaje es resultado de una convención social y es arbitrario porque es una función adquirida, determinada por la cultura. Su arbitrariedad se sustenta en el papel determinante que juega el entorno social en la configuración de la lengua. Por esto, Sapir expone que la imposibilidad de definir el lenguaje, desligándolo de la cultura en la cual un individuo se desarrolla. Al igual que Saussure, Sapir considera que el lenguaje es un sistema convencional de signos. Sin embargo, Sapir prefiere emplear la palabra símbolo en lugar de signo. Saussure prefiere hablar de signos porque argumenta que “el símbolo tiene por carácter no ser nunca completamente arbitrario” (94) con relación al significando, con el que no establece ningún vínculo natural. Para Sapir, cada símbolo es un hecho lingüístico porque asocia de manera automática y simbólica una expresión con la idea que esta transmite. La unión de una expresión y de una idea da como resultado un signo y es precisamente mediante el uso de ellos, que cada individuo puede simplificar y generalizar sus experiencias. De esta forma, el signo lingüístico para Sapir es importante en su conjunto por su funcionalidad para pensar la realidad, para permitirle a un individuo interactuar socialmente mediante el lenguaje.

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF