Zygmunt Bauman - Modernidad Y Holocausto

August 3, 2018 | Author: Celia Burgos | Category: The Holocaust, Sociology, Society, Behavior, Morality
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Descripción: "Modernidad y Holocausto", de Zygmunt Bauman, una interesante obra para comprender el Holocausto....

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El Holocausto no fue un acontecimiento singular, ni una manifestación terrible pero puntual de un «Barbarismo» persistente, fue un fenómeno estrechamente relacionado con las características de la modernidad. El Holocausto se gestó y se puso en práctica en nuestra sociedad moderna y racional, en una fase avanada de nuestra civiliación y en un momento culminante de nuestra cultura, es, por lo tanto, un problema de esa sociedad, de esa civiliación y de esa cultura. «!n libro profundo, brillante" de lectura altamente recomendada» Political Studies «#e planteamiento amplio y análisis penetrante, conmovedor como e$ige el asunto tratado, logra mantener la distancia refle$iva de la %ue se desprenden nuevos y más certeros conocimientos» Tunes Higher Education Supplement.

Modernidad y Holocausto obtuvo el &remio Europeo Amalfi de 'ociología y (eoría 'ocial del a)o *++.

-ygmunt Bauman

Modernidad y Holocausto

ePUB r1.0

Dr. Doa *.*/.*0

(ítulo srcinal1

Modernity and the Holocaust

-ygmunt Bauman, *++

(raducción1 2na 3endoa

#ise)o de portada1 #r. #oa

Editor digital1 #r. #oa

e&ub base r*.4

&567898

#espu:s de escribir su historia personal, tanto en el ghetto como huida, ;anina me dio las gracias a mí, su marido, por soportar su prolongada ausencia durant e los dos a)os %ue invirtió en escribir y recordar un mundo %ue «no era el de su marido». 7o cierto es %ue yo escap: de ese mundo de horror e inhumanid ad cuando se e$pandía por los rincones más remotos de Europa. ompartía esta imagen del Holocausto con muchas personas, tanto de mi generación como más =óvenes1 un asesinato horrible %ue los malvados cometieron contra los inocentes. El mundo se dividió en asesinos enlo%uecidos y víctimas indefensas =unto con algunas personas %ue ayudaban a esas víctimas cuando podían, aun%ue casi nunca fuera posible. En ese mundo los asesinos asesinaban por%ue estaban locos, eran malvados y estaban obsesionados con una idea loca y malvada. 7as víctimas iban al matadero por%ue no podían competir con un enemigo poderoso y fuertemente armado. El resto del mundo sólo podía observar, perple=o y agoniante, sabiendo %ue solamente la victoria final de los e=:rcitos aliados en la coalición antinai pondría fin al sufrimiento humano. >on todos estos conocimientos, mi imagen del Holocausto era como un cuadro convenientemente enmarcado para distinguirlo de la pared y subrayar su diferencia del resto del mobiliario. >uando leí el libro de ;anina, empec: a pensar en todo lo %ue no sabía o, me=or dicho, en todas las cosas sobre las %ue no había recapacitado debidamente. Empec: a comprender %ue no entendía realmente lo %ue había sucedido en «ese mundo %ue no era el mío». 7o %ue había ocurrido era demasiado complicado como para %ue se pudiera e$plicar de esa manera sencilla e intelectualmente consoladora %ue yo ingenuamente suponía suficiente. 3e di cuenta de %ue el Holocausto no sólo era siniestro y espantoso, sino %ue además era un acontecimiento difícil de entender con los t:rminos al uso. &ara poder comprenderlo había %ue describirlo con un código específico %ue, previamente, se debía establecer. on demasiada frecuencia, se ha sedimentado en la opinión p@blica como una tragedia %ue les ocurrió a los =udíos y sólo a ellos y %ue, en consecuencia, re%uería de todos los demás remordimiento, conmiseración y acaso disculpas, pero poco más. !na y otra ve, tanto los =udíos como losalgo no =udíos lo habían narrado como e$clusiva deo los primeros, como %ue había %ue de=ar para los %ue propiedad escaparon @nica de los yfusilamientos de las cámaras de gas y para sus descendientes, %uienes lo guardarían celosamente. 7as dos actitudes, la «e$terna» y la «interna», se complementaban. 2lgunos Aautoproclamados portavoces de los muertos llegaron al e$tremo de avisar contra los ladrones %ue se confabulaban para arrebatar el Holocausto a los =udíos, para «cristianiarlo» o simplemente para disolver su carácter genuinamente =udío en una «humanidad» tristemente indiferenciada. El Estado =udío intentó utiliar los recuerdos trágicos como el certificado de su legitimidad política, como salvoconducto para todas sus actuaciones políticas pasadas y futuras y, sobre todo, como pago por adelantado de todas las in=usticias %ue pudiera cometer. (odas estas actitudes contribuyeron a %ue el Holocausto se afianara en la conciencia p@blica como un asunto e$clusivamente =udío y de poca importancia para todos los demás Alos =udíos individualmente considerados tambi:n %ue nos vemos forados a vivir nuestro y ahace pertenecer a la !n amigo%ue mío, muy culto y refle$ivo, me tiempo descubrió poco, en unsociedad destello, moderna. lo peligrosamente se había reducido el significado del Holocausto a trauma personal y reivindicación de una nación. Estábamos hablando y yo me %ue=aba de %ue en el campo de la sociología no había encontrado muchas referencias a las conclusiones de importancia universal %ue se derivan de la e$periencia del Holocausto. «Es realmente sorprendente», me contestó mi amigo, «sobre todo, si tenemos en cuenta la gran cantidad de sociólogos =udíos %ue hay». 'e lee sobre el Holocausto con ocasión de los aniversarios, %ue se conmemoran con un p@blico fundamentalmente =udío y se presentan como acontecimientos propios de las comunidades =udías. 7as universidades han programado cursos especiales sobre la historia del Holocausto %ue, sin embargo, se imparten desga=ados de los cursos de historia general. 3uchas personas definen el Holocausto como un asunto específico de la

historia =udía. (iene sus propios especialistas, profesionales %ue periódicamente se re@nen y disertan entre ellos en simposios y conferencias especialiadas. 'in embargo, su traba=o, impresionante y de crucial importancia, raramente acaba verti:ndose sobre la línea central de las disciplinas acad:micas ni en la vida cultural en general, como suele ocurrir con los otros intereses especialiados en este nuestro mundo de especialistas y especialiaciones. En las pocas ocasiones en %ue encuentra una salida, se le suele permitir salir al escenario p@blicoy de formadeas:ptica, es decir, amable y desmoviliadora. &uede llegareco a sacudir al p@blico sacarlo su indiferencia ante la tragedia humana, por%ue se hace de su mitología, pero no le sacará de su complacencia como en Holocausto, la serie de televisión estadounidense en la %ue se veía a m:dicos bien alimentados y con buenos modales y a sus familias, igual %ue los vecinos de BrooClyn, erguidos, dignos y moralmente incólumes, conducidos a las cámaras de gas por unos nais degenerados y repugnantes a los %ue ayudaban campesinos eslavos sedientos de sangre. #avid 9. 5osCies, estudioso perspica y empático de las reacciones =udías ante el 2pocalipsis, ha observado el traba=o silencioso e ine$orable de autocensura. 7as «cabeas inclinadas hacia el suelo» del poeta del ghetto se han sustituido, en ediciones posteriores, por las «cabeas levantadas por la fe». 5osCies concluye diciendo1 «>uantas más onas grises se eliminen, más claros serán los contornos del Holocausto en cuanto ar%uetipo. 7osmalos» =udíosD*.muertos eran todos buenos y los nais y sus colaboradores absolutamente 2 Hannah 2rendt la abuchearon coros de sentimientos ofendidos cuando se atrevió a decir %ue las víctimas de un r:gimen inhumano debieron perder algo de su humanidad en el camino hacia la perdición. El Holocausto sí fue una tragedia judía. 2un%ue los =udíos no fueran el @nico grupo sometido a trato especialF por el r:gimen nai Alos seis millones de =udíos se contaban entre los más de veinte millones de personas ani%uiladas por orden de Hitler, solamente los =udíos estaban se)alados para %ue se procediera a su destrucción total y no tenían sitio en el Nuevo Orden %ue Hitler se propuso instituir. &ero, a pesar de ello, el Holocausto no fue simplemente un prolema judío ni fue un episodio sólo de la historia =udía. El Holocausto se gest! y se puso en pr"ctica en nuestra sociedad moderna y racional# en una fase avan$ada de nuestra civili$aci!n y en un momento "lgido de nuestra

cultura. y#&or poresta estaraón, ra$!n# un prolema sociedad# de esa de laesa la es autocuración dede la esa memoria histórica %uecivili$aci!n tiene lugary en cultura conciencia de la sociedad moderna no sólo constituye una negligencia ofensiva para las víctimas del genocidio, tambi:n es el símbolo de una ceguera peligrosa y potencialmente suicida. Este proceso de autocuración no implica necesariamente %ue el Holocausto se desvaneca de la memoria por completo. E$isten muchas se)ales de lo contrario. 2parte de las pocas voces revisionistas %ue niegan la realidad del suceso Ay %ue parece %ue, sin percibirlo, incrementan la conciencia p@blica sobre el Holocausto por medio de los titulares sensacionalistas %ue provocan parece %ue la crueldad del Holocausto y su impacto sobre las víctimas, especialmente los supervivientes, ocupa un lugar cada ve mayor en el inter:s del p@blico. 7os temas de este tipo han pasado a ser casi obligatorios, aun%ue con una

función au$iliar, como tramas secundarias en películas, series de televisión y novelas. on frecuencia, la división implica %ue los intereses acad:micos encomendados a las instituciones especialiadas se eliminan de la línea principal de la disciplina. &or decirlo de alguna manera, se particularian y marginan y, en la práctica, aun%ue no necesariamente en teoría, pierden sus implicaciones más generales. #e esta manera, la corriente acad:mica principal puede obviar esos intereses, de suerte %ue, aun%ue aumenta a velocidad impresionante el volumen, la profundidad y la calidad acad:mica de las obras especialiadas en el Holocausto, no lo hace ni el espacio ni la atención %ue se le dedica en el relato de la historia moderna. 'i acaso, resulta ahora más sencillo pasar por alto el análisis sustantivo del Holocausto, escudándose tras una oportunamente engrosada lista de referencias bibliográficas. 8tro proceso es la ya mencionada asepsia de la imaginería del Holocausto sedimentada en la conciencia popular. >on demasiada frecuencia, la información p@blica sobre el Holocausto se ha asociado con ceremonias conmemorativas y con las solemnes homilías %ue estas ceremonias suscitan y legitiman. 7as ocasiones de este tipo, aun%ue sean importantes desde muchos puntos de vista, de=an poco espacio para hacer un análisis profundo de la e$periencia del Holocausto y, en especial, de sus aspectos más in%uietantes y ocultos. #e estos ya de por sí tímidos análisis, escasos son los %ue llegan a una conciencia p@blica alimentada por no iniciados y medios de comunicación de masas. >uando se pide a la gente %ue se plantee las preguntas más terribles1 «Gcómo fue posible tal horror», «Gcóm o pudo suceder en el coraón de la parte más civiliada del mundo», no se suele perturbar ni su tran%uilidad ni su e%uilibrio mental. El e$amen de las culpas se disfraa de investigación sobre lasde causas. raíces del horror, nospartidarios, dicen, se deben buscar y se encuentran en la obsesión Hitler,7as en el servilismo de sus en la crueldad de sus seguidores y en la corrupción moral de sus ideas. 2hondando en la etiología, acaso tambi:n se encuentren causas en algunos reiterados aconteceres de la historia de 2lemania o en la especial indiferencia moral del alemán medio, actitud %ue era de esperar a la vista de su antisemitismo patente o latente. (odo lo cual suele ser consecuencia de la insistencia en considerar %ue «intentar entender cómo fueron posibles esas cosas sólo se consigue mediante una letanía de revelaciones sobre un Estado odioso llamado (ercer 5eich, sobre la bestialidad de los nais o sobre otros aspectos de la Ienfermedad alemanaF %ue, seg@n creemos y nos animan a creer, indican la presencia de algo %ue «va contra los principios del planeta» D/. 'e dice tambi:n %ue una ve %ue conocamos con detalle las bestialidades del naismo y sus causas «entonces será posible, si no curar, al menos sí cauteriar la herida %ue el naismo ha causado a la civiliación

occidental»D0. Estas y seme=antes actitudes pueden interpretarse en el sentido Ano siempre pretendido por sus autores de %ue, una ve establecida la responsabilidad moral de 2lemania, de los alemanes y de los nais, habrá concluido la b@s%ueda de estas causas. >omo el propio Holocausto, sus causas se encontraban en un espacio reducido y en un tiempo limitado %ue, afortunadamente, ha terminado. 'in embargo, el e=ercicio de centrarse en la

alemanidad del crimen

considerándola como%ue el e$onera aspecto en el %uelosreside de lotodo sucedido es al'uponer mismo tiempo un e=ercicio a todos demásla ye$plicación especialmente lo demás. %ue los autores del Holocausto fueron una herida o una enfermedad de nuestra civiliación y no uno de sus productos, genuino aun%ue terrorífico, trae consigo no sólo el consuelo moral de la autoe$culpación sino tambi:n la amenaa del desarme moral y político. (odo sucedió «allí», en otro tiempo, en otro país. >uanto más culpables sean «ellos», más a salvo estará el resto de «nosotros» y menos tendremos %ue defender esa seguridad. < si la atribución de culpa se considera e%uivalente a la localiación de las causas, ya no cabe poner en duda la inocencia y rectitud del sistema social del %ue nos sentimos tan orgullosos. El efecto final consiste, paradó=icamente, en %uitar el agui=ón del recuerdo del Holocausto. El mensa=e %ue contiene el Holocausto sobre la forma en %ue vivimos hoy, sobre la calidad de las instituciones con las %ue contamos para nuestra seguridad, sobre la valide de los criterios con los %ue medimos nuestra conducta y las sin normas %ue aceptamos y consideramos normales se lahacorrección silenciado,deno se escucha y sigue comunicarse. 2un%ue los especialistas lo hayan sistematiado y se discuta en el circuito de conferencias, raramente se oye hablar de :l en otro sitio, y sigue siendo un misterio para las personas a=enas al asunto. (odavía no ha penetrado, por lo menos seriamente, en la conciencia contemporánea. &eor todavía, a@n no ha afectado a los hábitos contemporáneos. Este estudio %uiere ser una contribució n pe%ue)a y modesta a lo %ue parece ser una empresa de una formidable importancia cultural y política %ue debió hacerse mucho tiempo antes1 la empresa de %ue las lecciones psicológicas, sociológicas y políticas del episodio del Holocausto logren incidir sobre la conciencia y la actuación de las instituciones y de los miembros de la sociedad contemp oránea. Este estudio no ofrece ning@n relato nuevo de la historia del Holocausto, sino %ue se remite plenamente a los notables logros de las recientes investigaciones he intentado minuciosamente condistintos las cuales tengo una deudaespecialiadas infinita. Este %ue estudio se centraestudiar en las revisiones %ue deylos asuntos fundamentales de las ciencias sociales Ay posiblemente tambi:n en las costumbres sociales deben hacerse a la vista de los procesos, tendencias y potenciales ocultos %ue salieron a la lu en el transcurso del Holocausto.

El prop!sito de las diferentes investigaciones de este estudio no es aumentar los conocimientos especiali$ados y enri%uecer ciertas preocupaciones marginales de los científicos sociales# sino trasladar las conclusiones de los especialistas al uso general de la ciencia social# interpretarlas de manera %ue muestren su relevancia para las cuestiones principales de las investigaciones sociol!gicas# transmitirlos a la corriente principal de nuestra disciplina y, de esta manera, conseguir %ue, desde su actual marginalidad, pasen al campo central de la teoría social y de la práctica sociológica.

El capítulo * es un estudio general de las respuestas sociológicas, o me=or dicho, de su manifiesta insuficiencia, a ciertas cuestiones teóricamente fundamentales y vitales en la práctica %ue plantean los estudios sobre el Holocausto. 2lgunas de estas cuestiones se analian por separado y con mayor profundidad en capítulos posteriores. En los capítulos / y 0 se estudian las tensiones %ue provocaron las tendencias a traar límites propias de las nuevas condiciones de moderniación, el hundimiento del orden tradicional, el afianamiento de los Estados nacionales modernos, los vínculos entre ciertos atributos de la civiliación Ael más importante de todos, la función de la retórica científ ica en la legitimaciónmoderna de las ambiciones de la ingeniería social, el nacimiento del racismo como forma de antagonismo comunal y la asociación entre el racismo y los proyectos genocidas. 2l sostener %ue el Holocausto fue un fenómeno típicamente moderno %ue no se puede entender fuera del conte$to de las tendencias culturales y de los logros t:cnicos de la modernidad, en el capítulo J intento plantear el problema de la combinación aut:nticamente dial:ctica de singularidad y normalidad %ue distingue al Holocausto de otros fenómenos modernos. En la conclusión sugiero %ue el Holocausto fue el resultado del encuentro &nico de factores %ue# por sí mismos# eran corrientes y vulgares' ( %ue dicho encuentro result! posile en gran medida por la emancipaci!n del Estado político )de su monopolio de la violencia y de sus audaces amiciones de ingeniería social) del control social# como consecuencia del progresivo desmantelamiento de la fuentes de poder y de las instituciones no políticas de la auto*regulaci!n social. En el capítulo K emprendo la dolorosa e ingrata tarea de analiar una de esas cosas %ue, con denodado empe)o, «preferimos de=ar sin e$presar» DJ1 los mecanismos modernos %ue permitieron %ue las víctimas cooperaran en su propio sacrificio y %ue, al contrario de lo %ue se afirma de los efectos dignificantes y moraliadores del proceso civiliador, indican el impacto progresivamente deshumaniador de la autoridad. El tema del capítulo L es uno de los «vínculos modernos» del Holocausto1 su relación íntima con el modelo de autoridad desarrollado hasta la perfección en la burocracia moderna. Es un comentario detallado sobre los importantes e$perimentos sociopsicológicos realiados por 3ilgram y -imbardo. En el capítulo , %ue sirve de síntesis teórica y conclusión, se estudia el lugar %ue ocupa la moralidad en las versiones dominantes de la teoría social y aboga por una revisión radical %ue tome en consideración la demostrada posibilidad de manipular socialmente la distancia social, física y espiritual. 2 pesar de la diversidad de asuntos, tengo la esperana de %ue todos los capítulos apunten en la misma dirección y refuercen la idea central. Todos ellos son argumentos para %ue incluyamos las lecciones del Holocausto en la línea principal de nuestra teoría de la modernidad y del proceso civili$ador y sus efectos . (odos ellos proceden de la convicción de %ue la e$periencia del Holocausto contiene información fundamental sobre la sociedad a la %ue pertenecemos. El Holocausto fue un encuentro singular entre las antiguas tensiones %ue la modernidad pasó por alto, despreció o no supo resolver, y los poderosos instrumentos de la actuación racional y efectiva %ue crearon los desarrollos modernos. 2un%ue este encuentro fuera singular y e$igiera una peculiar combinación de circunstancias, los factores %ue se reunieron eran, y siguen siendo, omnipresentes y «normales». ?o se ha hecho lo suficiente

para desentra)ar el pavoroso potencial de estos factores, y menos todavía para ata=ar sus efectos potencialmente horribles. >reo %ue se pueden hacer muchas cosas en ambos sentidos y %ue debemos hacerlas. 3ientras escribía este libro, pude sacar provecho de las críticas y conse=os de Bryan >heyette, 'hmuel Eisenstadt, Merenc Meh:r, 2gens Heller, 7uCas HirsoNic y Oictor -aslasvsCy. Espero %ue encuentren en estas páginas algo más %ue restos marginales de sus ideas y su inspiración. especialmente deuda con 2nthony 9iddensconse=os. por sus atentas lecturas a las sucesivasEstoy versiones del libro, en meditadas críticas y valiosos &ara #avid 5oberts, mi gratitud por su paciencia y %uehacer editorial.

?ota al lector

Esta edici!n incluye un ap+ndice titulado ,Manipulaci!n social de la moralidadactores morali$adores# acci!n adiafori$ante.' Es el te/to de la conferencia %ue pronunci! el autor cuando a esta ora le fue concedido el Premio Europeo Amalfi de Sociología y Teoría Social en 0121.

*.

Introducción: la sociología después del Holocausto

En la actualidad# la civili$aci!n incluye los campos de muerte y 3uselmPnner entre sus productos materiales y espirituales. 5ichard 5ubenstein y ;ohn 5oth, Approaches to Ausch3it$

&ara la sociología, en cuanto teoría de la civiliación, de la modernidad y de la civiliación moderna, e$isten dos formas de minimiar, =ugar erróneamente o negar la importancia del Holocausto. !na de ellas es presentar el Holocausto como algo %ue les sucedió a los =udíos, como un acontecimi ento %ue pertenece a la historia judía. Esto convierte al Holocausto en algo @nico, cómodamente atípico y sociológicamente intrascendente. El e=emplo más corriente de este enfo%ue es presentar el Holocausto como el punto culminante del antisemitismo europeo y cristiano, en sí mismo, un fenómeno @nico %ue no se puede comparar con el amplio y denso repertorio de pre=uicios y agresiones :tnicas o religiosas. El antisemitismo destaca entre todos los otros casos de antagonismos colectivos por su sistematicidad sin precedentes, por su intensidad ideológica, por su difusión supranacional y supraterritorial su meclacomo, @nicapor de decirlo fuentes de y afluentes nacionales y universales. 3ientras se definay alpor Holocausto alguna manera, la continuación del antisemitismo por otros medios seguirá pareciendo un «con=unto de un solo elemento», un episodio aislado %ue acaso arro=a alguna lu sobre la patología de la sociedad donde se produ=o, pero %ue no aporta casi nada al entendimiento %ue podamos tener del estado normal de esa sociedad. < menos a@n reclama una revisión significativa del entendimiento ortodo$o de la tendencia histórica de la modernidad, del proceso civiliador o de las cuestiones de inter:s para la investigación sociológica. 7a otra vía, %ue aparentemente apunta en la dirección opuesta, aun%ue, en la práctica, conduce al mismo punto de destino, consiste en presentar el Holocausto como un caso e$tremo dentro de una amplia categoría de fenómenos sociales habituales, una categoría odiosa y repelente con la %ue, sin embargo, podemos y debemos convivir. #ebemos convivir con ella debido a su capacidad de adaptación y a su om ni presencia,

pero, sobre todo, por%ue la sociedad moderna ha sido desde siempre, es y seguirá siendo, una organiación dise)ada para reducirla e incluso para eliminarla por completo. En consecuencia, se clasifica al Holocausto como un elemento más, aun%ue importante, de una clase muy amplia %ue abarca muchos casos «seme=antes» de conflicto, pre=uicio o agresión. En el peor de los casos, se atribuye el Holocausto a una predisposición «natural», primitiva y culturalmente ine$tinguible de la especie humana lo mismo %ue la agresión instintiva de 7orent o el fracaso del neocórte$ para controlar la parte antigua del cerebro %ue rige las D*

emociones descrito pore inmunes 2rthut Qoestler . 7os factores responsables del Holocausto, tanto %ue presociales a la manipulación cultural, se han eliminado de formaen efectiva del ámbito del inter:s sociológico. En el me=or de los casos, el Holocausto se sit@a entre los genocidios más pavorosos y siniestros, categoría %ue resulta teóricamente abordable. 8 bien se desvanece en la categoría amplia y conocida de opresión y persecución :tnica, cultural o racial D/. 'e tome el camino %ue se tome, los efectos son muy parecidos. El Holocausto forma parte de la corriente de la historia por todos conocida1 >uando se e$amina de esta manera y se acompa)a haciendo adecuada referencia de otros horrores históricos Alas cruadas religiosas, la matana de los here=es albigenses, la de los armenios a manos de los turcos o incluso la invención británica de los campos de D0 concentración durante la guerradespu:s de los Bóers fácil considerar el Holocausto como un caso «@nico», pero normal de todo.resulta

8 bien se integra en la relación, conocida por todos, de los cientos de a)os de ghettos, discriminación legal, pogroms y persecuciones de los =udíos en la Europa cristiana y entonces se revela como una consecuencia especialmente monstruosa, aun%ue completamente lógica, del odio :tnico y religioso. #e cual%uier manera, la bomba %ueda desactivada. uando se compara con el traba=o realiado por los historiadores y los teólogos, la aportación de la sociología acad:mica se parece más a un e=ercicio colectivo de olvido y ceguera. &or lo general, las lecciones del otras Holocausto han artículos de=ado pocas en ellas sentido com@n cuenta, entre cosas, con de fehuellas tales como venta=as de lasociológico, raón sobre %ue las emociones, la superioridad de la racionalidad sobre AG%u: más la acción irracional o el enfrentamiento end:mico entre las demandas de eficiencia y las inclinaciones morales. 7as voces de protesta contra esta fe, aun%ue altas y conmovedoras, no han logrado penetrar todavía los muros de la camarilla sociológica. ?o tengo conocimiento de %ue haya habido muchas ocasiones en las %ue los sociólogos, como tales, se hayan enfrentado p@blicamente con la evidencia del Holocausto. !na de estas ocasiones, aun%ue a pe%ue)a escala, la ofreció el simposio sobre 5a sociedad occidental despu+s del Holocausto %ue convocó en *+ el Rnstituto para el Estudio de los &roblemas 'ociales >ontemporáneos D*0. #urante el simposio, 5ichard 7. 5ubenstein presentó una propuesta imaginativa, aun%ue %uiá e$cesivamente emocional, para realiar una nueva diagnósticos lectura, a la lu de la e$periencia del Holocausto, de algunos de los 5ubenstein más conocidos de Teber sobre las tendencias de la sociedad moderna. %uería saber si las cosas %ue nosotros sabemos, y %ue Teber naturalmente desconocía, las podían haber anticipado Teber y sus lectores, al menos como posibilidad, partiendo de lo %ue Teber sabía, percibía o teoriaba. &ensó %ue había encontrado una respuesta positiva a esta cuestión o, al menos, eso insinuó1 %ue en la e$posición de Teber sobre la burocracia moderna, el espíritu racional, el principio de eficiencia, la mentalidad científica, la relegación de los valores al reino de la sub=etividad, etc., no se hace referencia a ning@n mecanismo capa de e$cluir la posibilidad de los e$cesos nais y %ue, además, no hay nada en los tipos ideales de Teber %ue e$i=a calificar la descripción de las actividades del Estado nai como e/cesos. &or e=emplo, «ninguno de los horrores perpetrados por los miembros de la profesión m:dica alemana o por los tecnócratas alemanes era inconsecuente con la opinión de %ue los valores son inherentemente sub=etivos y la ciencia es intrínsecamente

instrumental y no tiene valores». 9uenther 5oth, el eminente erudito Neberiano y sociólogo de alta y merecida reputación, no intentó ocultar su disgusto y aseguró1 «3i desacuerdo con el profesor 5ubenstein es total. ?o hay ni una sola frase en su e$posición %ue pueda aceptar». 9uenther 5oth, posiblemente indignado por el posible da)o a la memoria de Teber, un da)o agaapado en el m:rito mismo de la «anticipación», recordó a los miembros de la reunión %ue Teber era liberal, amaba la constitución y estaba de acuerdo con %ue la clase traba=adora tuviera derecho al voto, por lo %ue, seg@n cabe imaginar, no se le podía recordar en asociación una cosa abominable como el Holocausto. embargo, se abstuvo de refutar lacon esencia de latan sugerencia de 5ubenstein. #el mismo'in modo, se privó de la posibilidad de e$aminar las «consecuencias no anticipadas» del creciente imperio de la raón %ue Teber identificaba como la cualidad clave de la modernidad y a cuyo análisis hio una contribución fundamental. ?o aprovechó la ocasión para enfrentarse a %uemarropa al «otro lado» de las penetrantes visiones legadas por este clásico de la tradición sociológica, ni para refle$ionar sobre si nuestro triste conocimiento del Holocausto, inase%uible para los clásicos, nos permitiría descubrir en sus intuiciones cosas de cuyas consecuencias no podían ser conscientes. >on toda probabilidad, 9uenther 5oth no es el @nico sociólogo %ue se aprestaría a la defensa de las verdades sagradas de nuestra tradición colectiva, aun en contra de los hechos. 7o %ue sucede es %ue la mayoría de los sociólogos no se han visto forados a hacerlo de del unaHolocausto manera tan en abierta. &orpráctica lo general, no tenemos por %u: >omo molestarnos con elcasi problema nuestra profesional cotidiana. profesión, hemos conseguido olvidarlo o arrinconarlo dentro de la ona de los «intereses especialiados», donde no tiene ninguna oportunidad de llegar a la línea central de la disciplina. omo recientemente concluyó 7eo Quper, «el Estado territorial reclama, como parte integrante de su soberanía, el derecho a cometer genocidios o a desencadenar matanas genocidas contra las personas sometidas a su autoridad y D"

en la práctica las ?aciones !nidas defienden este derecho» D*L. !no de los servicios póstumos %ue nos puede prestar el Holocausto es proporcionarnos una oportunidad para comprender los «otros aspectos», %ue si no pasarían desapercibidos, de los principios sociales inherentes a la historia moderna. &ropongo %ue se considere la e$periencia del Holocausto, una e$periencia sobradamente documentada por los historiadores, como un «laboratorio» sociológico. El Holocausto ha desvelado y sometido a prueba de nuestra sociedad **4 se ponen manifiesto en condiciones «fueracaracterísticas del laboratorio» y %ue, en %ue consecuencia, nodeson abordables empíricamente. En otras palabras, propongo %ue tratemos el Holocausto como una pruea . rara# aun%ue significativa y fiale# de las posiilidades ocultas de la sociedad moderna

El significado del proceso civiliador

El mito etiológico profundamente asentado en la conciencia de nuestra sociedad occidental es la historia, moralment e edificante, de la humanidad surgiendo de la barbarie presocial. Este mito estimuló y popularió algunas teorías sociológicas y narraciones históricas influyentes %ue, a su ve, le proporcionaron un apoyo erudito y refinadoS un vínculo recientemente ilustrado por el repentino :$ito y la relevancia ad%uirida por la e$posición de Elias sobre el «proceso civiliador». 2lgunos teóricos sociales contemporáneos mantienen opiniones contrarias Av:anse, por e=emplo, los concienudos análisis de los diversos procesos civiliadores1 histórico y comparativo a cargo de 3ichael 3annS sint:tico y teórico a cargo de 2nthony >iddens y destacan %ue el crecimiento de la violencia militar y el uso ilimitado de la coacción son las características más importantes del nacimiento y consolidación de las grandes civiliaciones. &ero estas opiniones opuestas a@n tienen un largo camino %ue recorrer antes de poder desplaar ese mito etiológico de la conciencia p@blica o incluso del difuso folClore de la profesión sociológica. &or lo general, la opinión profana se ofende si se pone ese mito en tela de =uicio. Esta resistencia viene refrendada, además, por una amplia coalició n de opiniones respetables y eruditas entre las %ue se cuentan argumentos tan autoriados como la «visión Thig» de la historia, seg@n la cual :sta es una lucha victoriosa entre la raón y la supersticiónS la visión de Teber de la racionaliación, como movimiento %ue tiende a conseguir cada ve más con cada ve menos esfueroS la promesa psicoanalítica de desenmascarar, arrancar y domesticar al animal %ue hay en el hombreS la grandiosa profecía de 3ar$ de %ue la vida y la historia pasarían a estar ba=o el control de la especie humana una ve %ue :sta se liberase de su estreche de mirasS la descripción de Elias de la historia reciente como eliminación de la violencia en la vida cotidianaS y, por encima de todo, el coro de e$pertos %ue nos aseguran %ue los problemas humanos tienen su srcen en las políticas inadecuadas y su solución con políticas adecuadas. #etrás de esta coalición, se mantiene firme el moderno Estado «=ardinero» %ue toma a la sociedad %ue dirige como un ob=eto por dise)ar y cultivar y del %ue hay %ue arrancar las malas hierbas. 'eg@n este mito, desde antiguo osificado en el sentido com@n de nuestra era, sólo cabe entender el Holocausto como un fracaso de la civiliación Aes decir, de las actividades

humanas guiadas por la raón en su contención de las predilecciones naturales enfermias de lo %ue %ueda de naturalea en el hombre. El Holocausto demuestra %ue el mundo hobbesiano no ha sido completamente dome)ado y %ue el problema hobbesiano no se ha resuelto totalmente. En otras palabras, no tenemos todavía bastante civiliación. El inconcluso proceso civiliador todavía tiene %ue llegar a su t:rmino. 'i la lección de los asesinatos en masa nos ense)a algo es %ue para prevenir seme=an tes problemas de barbarie se re%uieren todavía más esfueros civiliadores. ?o hay nada en esta lección %ue pueda arro=ar unahnales. sombra7odecierto dudaessobre de estos esfueros y sobre susno lo resultados %ue la nosefectividad movemos futura en la dirección correct a, pero acaso hacemos con la suficiente rapide. >ompletada la descripción del Holocausto por parte de los historiadores, aparece una interpretación alternativa y más creíble del mismo como un suceso %ue desveló la debilidad y la fragilidad de la naturalea humana Ala fragilidad del aborrecimiento del asesinato, de la falta de predisposición a la violencia, del miedo a la conciencia culpable y la fragilidad de la asunción de responsabilidad ante el comportamiento inmoral cuando esa naturalea se vio involucrada en la patente eficienc ia del más precioso de los productos de la civiliación1 su tecnología, sus criterios racionales de elección, su tendencia a subordinar el pensamiento y la acción al pragmatismo de la economía y la efectividad. El mundo hobbesiano del Holocausto no emergió de su escasamente hondo sepulcro revivido por un tumulto emociones irracionales. 7legó Ade una forma impresionante con toda seguridadde Hobbes habría repudiado sobre un vehículo construido %ue en una fábrica, empu)ando armas %ue sólo la ciencia más avanada podía proporcionar y siguiendo un itinerario traado por una organiación científicamente dirigida. 7a civiliación moderna no fue la condi ción suficiente para el Holocausto. 'in embargo, casi con seguridad, fue su condición necesaria. 'in ella, el Holocausto sería impensabl e. Mue el mundo racional de la civiliación moderna el %ue hio %ue el Holocausto pudiera concebirse. «El asesinato en masa de la comunidad =udía europea perpetrado por los nais no fue sólo un logro tecnológico de la sociedad industrial, sino tambi:n un logro organiativo de la sociedad burocrática»D*. &iensen simplemente %u: es lo %ue convirtió al Holocausto en algo @nico de entre todos los asesinatos en masa %ue han =alonado el avance histórico de la especie humana. 7a administración al resto de las aorganiaciones firme planificación y su burocrática meticulosidad.infundió El e=:rcito le confirió la má%uina de su la destrucción su precisión militar, su disciplina y su insensibilidad. 7a influencia de la industria se hio patente tanto en el hincapi: sobre la contabilidad, el ahorro y el aprovechamiento como en la eficiencia de los centros de la muerte, %ue funcionaban como fábricas. Minalmente, el partido aportó a todo el aparato el «idealismo», la sensación de estar «cumpliendo una misión» y la idea de estar haciendo historia. A" Mue, en efecto, la sociedad organiada en una de sus facetas especiales. Este ingente aparato burocrático, a pesar de dedicarse al asesinato en masa a escala gigantesca, demostró su preocupación por la corrección en los trámites burocráticos, por los sutileas de la definición detallada, por los pormenores de las regulaciones burocráticas y por la obediencia a la leyD*

El departamento de la oficina central de las '' encargado de la destrucción de los =udíos europeos se denominaba oficialmente «'ección de 2dministración y Economía». 'ólo era mentira en parteS sólo en parte se e$plica remiti:ndolo a las c:lebres «normas de lengua=e» concebidas para despistar tanto a los observadores casuales como a los menos resueltos de entre los criminales. Esta denominación refle=aba fielmente, hasta un e$tremo %ue produce malestar, el significado organiativo de su cometido. 'i prescindimos de la repugnancia moral de su ob=etivo Ao, para ser más precisos, de la gigantesca magnitud del oprobio moral actividaddenolasdifería, en sentido formal Ael @nico sentido %ue el lengua=ey burocrático sabeesta e$presar, otras actividades organiadas concebidas, controladas supervisadas por las secciones administrativas y económicas «normales». 2l igual %ue cual%uier otra actividad susceptible de someterse a la racionaliación burocrática, enca=a en la sobria descripción de la administración moderna %ue hio 3a$ Teber1 En la administración estrictamente burocrática, los siguientes aspectos alcanan el punto óptimo1 precisión, rapide, falta de ambigUedad, conocimiento de los e$pedientes, continuidad, discreción, unidad, estricta subordinación y reducción de las fricciones y de los costos materiales y de personal. 7a burocratiación ofrece sobre todo una posibilidad óptima para poner en práctica el principio de creciente especialiación de las funciones administrativas siguiendo consideraciones puramente ob=etivas D" El cumplimiento «ob=etivo» de las tareas significa principalmente %ue estas tareas se llevan a cabo seg@n D*+

unas normas calculables y «sin tener en cuenta a las personas» . ?ada en esta descripción da pie a desautoriar la definición burocrática del Holocausto, una definición %ue no es ni una parodia de la verdad ni una manifestación de una forma especialmente monstruosa de cinismo. erca de ?isCo, en lo %ue antes de la con%uista había sido la &olonia central, se construyó una reserva para el futuro «principado =udío». 'in embargo, la burocracia alemana encargada de la administración de los antiguos territorios de &olonia puso ob=eciones1 ya tenían bastantes problemas controlando a los =udíos del lugar. En consecuencia, Eichmann se pasó un a)o entero traba=ando en el proyecto Madagascar. !na ve se hubiera con%uistado Mrancia, se podría transformar la antigua colonia en el principado =udío %ue resultaba imposible establecer en Europa. &ero el proyecto Madagascar tambi:n fracasó debido a la enorme distancia, a la gran cantidadtanto, de barcos %ue re%ueriría y a la presencia de la británica en los mares. 3ientras continuaba aumentando el tama)o de3arina los territorios con%uistados y, con ello, el n@mero de =udíos ba=o =urisdicción alemana. >ada ve era más tangible la perspectiva de una Europa dominada por los nais en ve de limitarse al «5eich reconstruido». 9radual pero ine$orabl emente, el ;eich de los mil a4os fue tomando la forma de una Europa dominada por 2lemania. En esas circunstancias, el ob=etivo de una 2lemania judenfrei tuvo %ue adaptarse al proceso. #e manera casi imperceptible, po%uito a poco, pasó a convertirse en una Europa judenfrei. !nas ambiciones tan desmedidas no se podían conseguir con 3adagascares, por pró$imos %ue estuvieran Aaun%ue, seg@n Eberhard ;PcCel, e$isten pruebas de %ue en =ulio de *+J*, cuando Hitler esperaba poder derrotar a la !nión 'ovi:tica en cuestión de semanas, se pensó %ue las vastas e$tensiones de 5usia situadas tras la línea 2rcángelZ2stracán podrían ser el vertedero donde trasladar a todos los =udíos %ue vivieran en la Europa unificada ba=o el dominio alemán. >omo no se producía la caída de 5usia y las soluciones alternativas no avanaban al mismo ritmo %ue el

problema, el * de octubre de *+J* Himmler ordenó %ue se detuviera la emigración de =udíos. 'e habían encontrado otros m:todos más efectivos para cumplir la tarea de «librarse de los =udíos»1 el e$termini o físico fue el m:todo escogido, era el más viable y efica para conseguir el inicial pero ampliado ob=etivo. (omada la decisión, el resto fue un asunto %ue debían coordinar los distintos departamentos de la burocracia del Estado. 'e realió una cuidadosa planificación, se dise)aron la tecnología y los e%uipos t:cnicos adecuados, se presupuestó, se hicieron cálculos y se moviliaron los recursos necesarios1 la habitual rutina burocrática. 7a lección más demoledora del análisis de «la carretera tortuosa hasta 2uschNit» es %ue, finalmente, la elecci!n del e/terminio físico como medio m"s adecuado para lograr el Entfernung fue el resultado de los rutinarios procedimientos urocr"ticos, es decir, del cálculo de la eficiencia, de la cuadratura de las cuentas, de las normas de aplicación general. &eor todavía, la elección fue consecuencia del esforado empe)o por dar con soluciones racionales a los «problemas» %ue se iban planteando a medida %ue iban cambiando las circunstancias. (ambi:n tuvo %ue ver la tendencia burocrática a agrandar los ob=etivos Wun defecto tan propio de las burocracias como lo pueden ser sus rutinasW. 7a mera presencia de funcionarios desempe)ando sus funciones dio srcen a nuevas iniciativas y a una continua e$pansión de las ob=etivos srcinales. !na ve más, la competencia demostró su capacidad para impulsarse a sí misma, su tendencia a ampliar y complicar el ob=etivo %ue le confirió su raison domo Hilberg observó, incluía cosas hechas por los alemanes y cosas hechas Wba=o órdenes alemanas y, sin embargo, a menudo con una entrega %ue roaba con el abandono de uno mismoW por sus víctimas =udías. 2%uí reside la superioridad t:cnica de un asesinato en masa dise)ado con una intención clara y racionalmente organiado sobre las e$plosiones desordenadas de

las orgías de asesinatos. Es inconcebible %ue las víctimas de un pogrom puedan llegar a cooperar con sus agresores. 7a cooperación de las víctimas con los burócratas de las '' sí se produ=oS era parte integrante del plan y fue, de hecho, una condición esencial de su :$ito. «9ran parte del proceso dependía de la participación de los =udíos, tanto de los actos individuales como de la actividad organiada de los conse=os D" 7os supervisores alemanes se dirigían a los conse=os para recabar información, dinero, mano de obra o agentes del orden, y los conse=os se los proporcionaban todos los días de la semana». Esta asombrosa capacidad dedee$tender con :$ito las normas la conducta =unto con la deslegitimación las lealtades alternativas y endegeneral de lasburocrática, motivaciones morales, con ob=eto de cercar a las víctimas de la burocracia y lograr %ue aporten su propia capacidad y traba=o para llevar a cabo su propia destrucción, se consiguió de dos maneras. En primer lugar, el escenario e$terno de la vida del ghetto se dise)ó de tal forma %ue las acciones de sus dirigentes y de sus habitantes seguían siendo ob=etivamen te «funcionales» para los propósitos alemanes. «(odo lo %ue se proyectaba para mantener su viabilidad Dla del ghetto favorecía al mismo tiempo un ob=etivo alemán D" 7a eficacia de los =udíos por lo %ue se refiere a la distribución del espacio o de las raciones era una e$tensión de la eficacia alemana. El rigor de los =udíos por lo %ue se refiere a la recaudación de los impuestos o a la utiliación de la mano de obra era un refuero de la severidad alemana. Rncluso la incorruptibilidad de los =udíos era una herramienta @til para la administración alemana». En segundo lugar, se tuvo un cuidado especial en %ue todas las víctimas, en todas las yetapas de esa carretera, estuviera una situación elegir con siguiendo criterios acciones racionales y en la cual nlaen decisión racionaldonde veníapoder a coincidir el planteamiento general de la gestión pretendida. «7os alemanes tuvieron un :$ito notable al deportar a los =udíos por etapas, por%ue los %ue %uedaban atrás podían llegar a pensar %ue D0* era necesario sacrificar a unos pocos por el bien de la mayoría» . #e hecho, a los deportados a@n les %uedaba la oportunidad de hacer uso de su racionalidad hasta el final. 7as cámaras de gas, tentadoramente denominadas «duchas», ofrecían una imagen agradable despu:s de varios días en vagones de ganado inmundos y atestados. 7os %ue ya conocían la verdad y no albergaban esperanas todavía podían elegir entre una muerte «rápida e indolora» y otra precedida por los sufrimientos adicionales reservados para los %ue se insubordinaban. &or lo tanto, no sólo se manipulaban las articulaciones e$ternas del ghetto, sobre las cuales las víctimas no tenían ning@n control, con el fin de transformar el ghetto en una e$tensión de la má%uina de la muerte. (ambi:n se conseguía hacer %ue los «funcionarios» de esta e$tensión hicieran uso de ysusla facultades racionales y provocardeenlos ellos un comportamiento motivado por la lealtad cooperación en la consecución ob=etivos definidos por la burocracia.

&roducción social de la invisibilidad moral

Hasta ahora hemos intentado reconstruir el mecanismo social para vencer la piedad animal, una producción social de conductas contrarias a las inhibiciones morales innatas, capaces de convertir a personas %ue no son degenerados morales en ninguna de las acepciones «normales» en asesinos o colaboradores conscientes en el proceso de asesinato. &ero la e$periencia del Holocausto tambi:n sirve para destacar otro mecanismo social. Este

mecanismo tiene un potencial mucho más siniestro, el de implicar en la perpetración de un genocidio a un n@mero mucho más amplio de personas y sin %ue durante el proceso estas personas lleguen a enfrentarse conscientemente ni con difíciles opciones morales ni con la necesidad de sofocar la resistencia de sus conciencias. ?unca se produce un conflicto de orden moral, por%ue los aspectos morales de las acciones no son inmediatamente evidentes o deliberadamente se evita descubrirlos y discutirlos. En otras palabras, el carácter moral de la acción o bien es invisible o bien permanece intencionadamente oculto. >itaremos de nuevo a Hilberg1 «?o debemos olvidar %ue la mayor parte de las personas %ue participaron Den el genocidio no dispararon rifles contra ni)os =udíos ni vertieron gas en las cámaras D" 3uchos de los burócratas redactaron memorándums, elaboraron anteproyectos, hablaron por tel:fono y participaron en conferencias. #estruyeron a mucha gente sentados en sus escritorios»D0/. 'i eran conscientes del resultado final de su aparentemente inocua actividad, este conocimiento debía encontrarse, en el me=or de los casos, en lo más recóndito de su mente. Era difícil identificar las relaciones causales entre sus acciones y el asesinato en masa. < poco oprobio moral merecía la natural y humana inclinación a evitar preocuparse más de lo estrictamente necesario y, por tanto, a abstenerse de e$aminar la totalidad de la cadena causal hasta sus eslabones más le=anos. &ara entender cómo fue posible seme=ante ceguera moral nos puede resultar @til pensar en los traba=adores de una fábrica de armamento %ue celebran el «aplaamiento del cierre» de su fábricasinceramente gracias a %uelas se matanas han producido nuevos pedidos mismoentiempo, lamentan entre los etíopes y los mientras, eritreos. 8alpensar cómo es posible %ue todos consideremos %ue una «caída de los precios de las materias primas» es una buena noticia al tiempo %ue nos lamentamos sinceramente de %ue en ]frica haya ni)os %ue mueren de hambre. Hace unos a)os, ;ohn 7ach s se)aló la mediaci!n de la acci!n como una de las características más notables y fundamentales de la sociedad moderna. Este fenómeno consiste en %ue las acciones de uno las lleve a cabo otra persona, una persona intermedia %ue «está entre mi acción y yo, haciendo %ue me resulte imposible e$perimentarla directamente». E$iste una gran distancia entre las intenciones y las realiaciones prácticas, y el espacio entre las dos está plagado de una muHtud de actos pe%ue)os y actores intrascendentes. El «hombre intermedio» esconde los resultados de la acción de la vista de los actores. El resultado es %ue hay muchos actos %ue nadie se atribuye conscientemente. &ara la persona en cuyo nombre se realian, sólo e$isten verbalmente o en la imaginación. ?unca los reclamará como suyos por%ue nunca los ha vivido. &or otro lado, el hombre %ue los ha llevado a cabo siempre los considerará como imputables a otra persona, siendo :l mismo nada más %ue el instrumento inocente de una voluntad a=ena. 'in un conocimiento de primera mano de sus acciones, incluso el me=or de los seres humanos se mueve en un vacío moral1 el reconocimiento abstracto del mal no es ni una guía fiable ni un motivo adecuado D" ?o nos debería sorprender la crueldad enorme, y en gran medida involuntaria, de los hombres de buena voluntad. A"

7o notable es %ue no somos incapaces de reconocer los actos erróneos o las in=usticias graves cuando los vemos. 7o %ue nos de=a estupefactos es cómo pueden haber sucedido cuando ninguno de nosotros ha hecho nada más %ue cosas inofensivas D" Es difícil de aceptar %ue, con frecuencia, no hay ninguna persona ni ning@n grupo %ue lo haya planificado todo. 3ás difícil todavía es aceptar %ue nuestras propias acciones, a trav:s de sus efectos remotos, hayan contribuido a provocar sufrimientosD00. aumento distancia física entremorales1 el acto yinvalida sus consecuencias tiene mayoresElefectos %uedelalasuspensión de lasy psí%uica inhibiciones el significado moral del acto y, por lo tanto, anula todo conflicto entre las normas personales de decencia moral y la inmoralidad de las consecuencias sociales del acto. >omo casi todas las acciones socialmente significativas se transmiten por una larga cadena de dependencias causales y funcionales muy comple=as, los dilemas morales desaparecen de la vista, al tiempo %ue cada ve se hacen menos frecuentes las oportunidades para realiar un e$amen de conciencia y %ue las elecciones morales sean más conscientes. 'e logra un efecto parecido, aun%ue a una escala todavía más impresionante, cuando se hace %ue las víctimas sean psicológicamente invisibles. #e todos los factores responsables de la escalada de costos humanos en la guerra moderna, :ste es uno de los fundamentales. >omo ha observado &eter >aputo, el ethos de la guerra «parece ser un D0J asunto de distancia y de tecnología. puedes hacer el mallosimás matas de le=os la gente con armas ultramodernas» . >on el?unca asesinato «a distancia», probable esa%ue el vínculo entre la matana y los actos completamente inocentes, como apretar un gatillo, poner en marcha la corriente el:ctrica o pulsar una tecla del ordenador, se %uede en una noción puramente teórica Aa esto le ayuda mucho la simple diferencia de escala entre el resultado y su causa inmediata, una desproporción tal %ue desafía fácilmente la comprensión %ue se basa en la e$periencia racional y lógica. &or lo tanto, es posible ser piloto y arro=ar una bomba sobre Hiroshima o #resde, ser el me=or en las tareas asignadas a una base de misiles guiados, crear e=emplares todavía más destructores de cabeas nucleares y todo sin perder la propia integridad moral y sin apro$imarse al derrumbamiento moral Ala invisibilidad de las víctimas fue uno de los factores importantes en los infames e$perimentos de 3ilgram. (eniendo presente este efecto de la invisibilidad de las víctimas, resulta más fácil entender las sucesivas me=oras en la tecnología del Holocausto. En la fase

Einsat$gruppen de , se llevaba víctimasintentos acorraladas frente a las y se las los mataba a %uemarropa. 2un%ueaselashicieron para mantener lasametralladoras armas a la mayor distancia posible de las fosas a las %ue iban a caer los asesinados, era sumamente difícil para los %ue disparaban pasar por alto la relación entre disparar y matar. &or esta raón, los administradores del genocidio decidieron %ue el m:todo era primitivo y poco efica, a la ve %ue peligroso para la moral de los autores. En consecuencia, se buscaron otras t:cnicas de asesinato, t:cnicas %ue separarían ópticamente a los asesinos de sus víctimas. 7a b@s%ueda tuvo :$ito y llevó a la invención de las cámaras de gas, las primeras de las cuales fueron móviles y, posteriormente, fi=as. 7as @ltimas Wlas más perfectas %ue les dio tiempo a inventar a los naisW redu=eron el papel del asesino al de «oficial de sanidad» al %ue se le pedía %ue vaciara un saco de «productos %uímicos desinfectantes» por una abertura del te=ado de un edificio

cuyo interior no se le aconse=aba visitar. El :$ito t:cnico y administrativo del Holocausto se debió en parte a la e$perta utiliación de las «pastillas para dormir la moralidad» %ue la burocracia y la tecnología modernas habían puesto a su disposición. 7os más importantes de todos estos somníferos eran los %ue producían la invisibilidad natural %ue ad%uieren las cone$iones causales dentro del sistema comple=o de interacciones y el «distanciamiento» de los resultados repugnantes oembargo, moralmente repelentes de la acción, hasta el punto hacerlos invisibles para el actor. los nais destacaron especialmente en un de tercer m:todo, %ue tampoco habían'in inventado ellos pero %ue perfeccionaron como nunca se había hecho. Este m:todo consistía en hacer invisible la humanidad de las víctimas. El concepto de Helen Mein del universo de las oligaciones, es decir, el círculo de personas con obligaciones recíprocas de protegerse mutuamente y cuyos vínculos surgen de su relación con una deidad o con una fuente de autoridad sagrada D0K, permite aclarar los factores socioZpsicológicos %ue hicieron %ue este m:todo fuera tan pavorosamente efectivo. El «universo de las obligaciones» se)ala los límites e$teriores del territorio social dentro del cual se pueden plantear las cuestiones morales con sentido. 3ás allá de esta frontera, los preceptos morales no tienen valide y las valoraciones morales carecen de sentido. &ara %ue la humanidad de las víctimas pase a ser invisible, lo @nico %ue hay %ue hacer es e$pulsarlas del universo de las obligaciones. #entrodedelosladerechos visión nai del alemanes, mundo, enpara la %ue predominaba valor superior incontestado de los e$cluir a los =udíoseldel universo de elas obligaciones simplemente había %ue despo=arles de su derecho a pertenecer a la nación y Estado alemanes. 'eg@n otra de las conmovedoras frases de Hilberg, «cuando, a principios de *+00, el primer funcionario escribió la primera definición de no arioY en un decreto civil, el destino de los =udíos europeos estaba decidido» D0L. 'e necesitó algo más para conseguir la cooperación o, simplemente, la inacción o la indiferencia de los europeos %ue no eran alemanes. #espo=ar a los =udíos de sus derechos como alemanes era suficiente para las '', pero no para las otras naciones, por mucho %ue hubieran compartido las ideas %ue promovían los nuevos dominadores de Europa, ya %ue sentían miedo y se sentían ofendidas por sus afirmaciones de %ue tenían el monopolio de la virtud humana. !na ve %ue el ob=etivo de una 2lemania judenfrei se transformó en una Eur opa judenfrei había %ue suplantar la e$pulsión de los =udíos de la nación alemana por su total deshumaniación. #e a%uí viene favorita de MranC de «=udíos y pio=os», de retórica %ue se e$presa en la el asociación trasplante de la «cuestión =udía» desde el conte$toeldecambio la purea racial hasta el de «limpiea» e «higiene política», los carteles de aviso sobre el tifus en las paredes de los ghettos y, finalmente, el pedido de productos %uímicos para el @ltimo acto a la ?eutsche :esellschaft f9r Sch@dlingse>@mpung, la >ompa)ía 2lemana de Mumigación.

>onsecuencias morales del proceso civiliador

2un%ue e$isten otras imágenes sociológicas del proceso civiliador, la más usual es la %ue implica, como sus dos puntos fundamentales, la supresión de los impulsos irracionales y esencialmente antisociales y la eliminación gradual pero implacable de la

violencia de la vida social Ao, para decirlo con más precisión, la concentración de la violencia ba=o el control del Estado, donde se utilia para salvaguardar los perímetros de la comunidad nacional y las condiciones del orden social. 7o %ue une estos dos puntos y los convierte en uno solo es la visión de la sociedad civiliada Wpor lo menos en el modelo occidental y modernoW principalmente como una fuera moral, como un sistema de instituciones %ue cooperan y se complementan unas a otras para imponer un orden normativo y un Estado de derecho %ue, a su ve, salvaguardan las condiciones para la pa social y la seguridad individual %ue las sociedades preciviliadas defendían bastante mal. Esta visión no es necesariamente incorrecta. 'in embargo, si pensamos en el Holocausto, resulta bastante parcial. 2un%ue da pie para e$aminar algunas tendencias importantes de la historia reciente, anula el debate sobre otras tendencias no menos fundamentales. 'i nos concentramos en una faceta del proceso histórico, esta visión traa una línea divisoria arbitraria entre la norma y lo anormal. 2l deslegitimiar algunos de los aspectos más persistentes de la civiliación, insin@a e%uivocadamente %ue se trata de aspectos de carácter fortuito y transitorio, al tiempo %ue oculta la sorprendente vinculación e$istente entre los mismos y los presupuestos normativos de la modernidad. En otras palabras, desvía la atención de la persistencia de la alternativa, del potencial destructivo del proceso civiliador y consigue silenciar y marginar las críticas %ue insisten en la duplicidad del orden social moderno. En mi opinión, la lección más importante del Holocausto es la necesidad de enfrentarse a estas críticas con seriedad y, en consecuencia, ampliar el modelo teórico del proceso civiliador con el fin de incluir su tendencia a degradar y deslegitimiar las motivaciones :ticas de la acción social. #ebemos tomar en consideración %ue el proceso civili$ador es# entre otras cosas# un proceso por el cual se despoja de todo c"lculo moral la utili$aci!n y despliegue de la violencia y se lieran las aspiraciones de racionalidad de la interferencia de las normas +ticas o de las inhiiciones morales . Hace ya tiempo %ue se reconoció %ue una de las características constitutivas de la civiliación moderna es el desarrollo de la racionalidad hasta el punto de e$cluir criterios alternativos de acción y, en especial, la tendencia a someter el uso de la violencia al cálculo racional. #ebemos aceptar, entonces, %ue fenómenos como el del Holocausto son resultados legítimos de la tendencia civiliadora y una de sus constantes posibilidades. 2l leer de nuevo, con la perspectiva del tiempo transcurrido, la aclaración de Teber sobre las condiciones y el mecanismo de la racionaliación, podemos descubrir estas importantes aun%ue hasta ahora infravaloradas relaciones. &odemos ver con más claridad %ue las condiciones de la gestión racional del comercio Wcomo, por e=emplo, la notoria separación entre el hogar y la empresa o entre la renta privada y el erario p@blicoW funcionan al mismo tiempo como factores poderosos para detraer la acción racional y finalista de todo entrecruamiento con otros procesos regidos por otras Ay, por definición , irracionales normas, haci:ndola de este modo inmune a la incidencia de los postulados de asistencia mutua, solidaridad y respeto recíproco %ue se manifiestan en los usos de las formaciones no comerciales. Este logro general de la tendencia racionaliadora ha %uedado codificado e institucionaliado Acomo no podía ser menos en la burocracia moderna. 'i se somete a la burocracia a la misma relectura retrospectiva, aparece %ue su mayor

preocupación es la de silenciar la moralidad, al tratarse de la condición fundamental de su :$ito como instrumento de coordinación racional de las acciones. < tambi:n aparece su capacidad para generar soluciones como la del Holocausto, mientras se dedica, de forma impecablemente racional, a realiar su cotidiana actividad de resolver de problemas. >ual%uier reelaboración de la teoría del proceso civiliador %ue siga las líneas mencionadas traería necesariamente consigo cambios en la propia sociología. El carácter y el estilo de#esde la sociología se han la armoniado la entregado sociedad moderna %ue teoria e con investiga. su nacimiento, sociologíacon se ha a una relación mim:tica su ob=eto o, más bien, con la imaginería de ese ob=eto %ue ella misma construyó y aceptó como marco para su propio discurso. &or lo tanto, la sociología promovió, como su propio criterio de pertinencia, los mismos principios de la acción racional %ue consideró constitutivos de su ob=eto de estudio. (ambi:n promocionó, como reglas obligatorias de su propio discurso, %ue la problemática :tica es inadmisible en otra forma %ue no sea la de una ideología sostenida por la comunidad y, en consecuencia, diferente del discurso sociológico, científico y racional. E/presiones como ,la santidad de la vida humana. o ,los deeres morales. suenan tan ajenas en un seminario de sociología como en los . despachos as+pticos y sin humo de una oficina urocr"tica 7a sociología, al observar estos principios en su práctica profesional, lo @nico %ue ha hecho ha sido participar en lanocultura >omo partee$amen. integrante del proceso de el racionaliación, esta cultura puede científica. escapar a un segundo #espu:s de todo, silencio moral %ue la ciencia se ha impuesto a sí misma ha revelado algunos de sus aspectos más ocultos, por e=emplo, cuando el problema de la producción y recogida de los cadáveres en 2uschNit se planteó como un «problema m:dico». ?o es fácil pasar por alto las advertencias de MranClin 3. 7ittell sobre la crisis de credibilidad de la universidad moderna1 «G^u: tipo de facultad de medicina educó a 3engele y a sus asociados G^u: departamentos de antropología prepararon al personal del XRnstituto de la Herencia 2ncestralY de la !niversidad de Estrasburgo»D0. ?o hay %ue preguntarse por %ui:n dobla esta campana en concreto. &ara evitar la tentación de restarle importancia a estas preguntas y considerar %ue tienen simplemente un significado histórico, podemos remitirnos al análisis de >olin 9ray sobre la fuera %ue impulsa la carrera del armamento nuclear1 «?ecesariamente, los científicos y los tecnólogos de los dos bandos XcompitenY para minimiar su propia ignorancia. enemigo no es tecnología sovi:tica hechosde físicos desconocidos %ue atraenEl la atención delalos científicos D" sino 7os los e%uipos científicos dedicados a la investigación, altamente motivados, tecnológicamente competentes y provistos de los fondos adecuados, generarán inevit ablemente una serie sin fin de ideas con las %ue construir nuevas y más refinadas armas» D0. !na primera versión de este capítulo se publicó en The ritish Bournal of Sociology en diciembre de *+.

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Modernidad, raciso y e!terinio "I#

&ocos vínculos causales más transparentes %ue los %ue e$isten entre el antisemitismo y el Holocausto. 7os =udíos de Europa fueron asesinados por%ue los alemanes %ue lo hicieron y todos los %ue les ayudaron odiaban a los =udíos. El Holocausto representó el clíma$ espectacular de una historia de siglos de resentimiento religioso, económico, cultural y nacional. Esta e$plicación del Holocausto es la primera %ue se nos ocurre. «5esulta raonable», si se nos permite la parado=a. uando 2lemania entró en este siglo, tenía muchos más =udíos universitarios y de profesiones liberales de los %ue había en las mismas fechas en los Estados !nidos o 9ran Breta)a. El resentimiento popular contra los =udíos no estaba profundamente arraigado ni era general. >asi nunca se manifestó en forma de estallidos de violencia p@blica, tan habituales en otras partes de Europa. 7os intentos de los nais de de sacar a la superficie antisemitismo popular por medio manifestaciones p@blicas violencia anti=udíaelfueron contraproducentes y hubo %uedeabandonarlos. !no de los historiadores más importantes del Holocausto, Henry 7. Meingold, ha llegado a la conclusión de %ue si hubiera habido encuestas de opinión p@blica para medir la intensidad de las actitudes antisemi tas «durante Teimar, probablemente se habría descubierto %ue la aversión de los alemanes por los =udíos era menor %ue la de los franceses» D*. El antisemitismo popular no fue nunca, durante el proceso de destrucción, una fuera activa. >omo mucho, contribuyó indirectamente a %ue se cometieran asesinatos en masa por%ue produ=o la apatía con la %ue la mayor parte de los alemanes contempló el destino de los =udíos, cuando lo conocían, o bien se resignó a ignorarlo. 'eg@n palabras de ?orman >ohn, «la gente no deseaba moverse a favor de los =udíos. 7a indiferencia casi general y la facilidad con %ue la gente se disociaba de los =udíos y de su destino era en parte consecuencia de una vaga sensación de %ue D" los =udíos eran, de un modo u otro, D/

misteriosos y peligrosos» . 5ichard 7. 5ubenstein va un poco más allá e insin@a %ue la

apatía alemana Wla cooperación pasiva alemana, por decirlo de alguna maneraW no se puede llegar a entender a menos %ue se plantee esta cuestión1 «G>onsideraba la mayoría de los alemanes %ue la eliminación de los =udíos sería beneficiosa» D0. 'in embargo, hay otros historiadores %ue han e$plicado de forma convincente %ue la «cooperación de no ofrecer resistencia» se debe a factores %ue no incluyen necesariamente una creencia sobre la naturalea y la esencia de los =udíos. &or e=emplo, Talter 7a%ueur subraya el hecho de %ue a muy poca gente le interesaba el destino de los =udíos. 7a mayor parte de las personas se enfrentaba coneran problemas importantes. Era un asunto especulaciones infructuomucho sas y semás desaprobaban las discusiones sobredesagradable, el destino de las los DJ =udíos. Esta cuestión no se tuvo en cuenta y se de=ó de lado mientras duró . E$iste otro problema %ue la e$plicación de %ue la causa del Holocausto fuera el antisemitismo no puede resolver. #urante miles de a)os, el antisemitismo, religioso o económico, cultural o racial, virulento o suave, ha sido un fenómeno casi universal. ohn, la causa material y operativa la violencia es la e$istencia de un grupo organiado de «asesinos profesionales de =udíos», lo %ue, en sí mismo, es un fenómeno relacionado con el antisemitismo pero en absoluto id:ntico a :l. 'in :l, es casi imposible %ue la aversión hacia los =udíos, por intensa %ue fuera, hubiera estallado en forma de agresiones contra el vecino =udío de la casa de al lado. &arece %ue los pogroms, estallidos espontáneos de furia popular, son un mito y, de hecho, no e$iste ning@n caso comprobado en el %ue los habitantes de un pueblo o de una ciudad sencillamente se hayan abalanado sobre sus vecinos =udíos y los hayan asesinado. Esto es válido incluso para la Edad 3edia D" En la :poca moderna, la iniciati va popular está todavía menos demostrada, ya %ue los grupos organiados solamente han sido efectivos cuando llevaban a la práctica la política de un gobierno y disfrutaban de su DK

protección. En otras palabras, la acusación de %ue la violencia anti=udía, en general y en el caso del Holocausto en particular, es «la culminación de sentimientos anti=udíos», «el antisemitismo llevado al límite» o «la erupción de la aversión popular contra los =udíos» es bastante endeble y tiene unas bases muy poco sólidas por lo %ue se refiere a pruebas históricas o contemporáneas. &or sí solo, el antisemitismo no nos ofrece ninguna e$plicación del Holocausto. #e forma más general, podemos argUir %ue la aversi!n no es en sí misma una e/plicaci!n satisfactoria de ning&n genocidio . 'i bien es cierto %ue el antisemitismo era funcional y acaso indispensable para la realiación del Holocausto, no es menos cierto %ue el antisemitismo de los dise)adores y de los administradores del asesinato en masa debía diferenciarse en aspectos importantes de los sentimientos anti=udíos, si es %ue e$istían, de los e=ecutores, colaborad ores y testigos serviciales. (ambi:n es cierto %ue

para %ue el Holocausto fuera posible, el antisemitismo, de la clase %ue fuera, tenía %ue amalgamarse con ciertos factores de carácter totalmente distinto. En lugar de investigar los misterios de la psicología individual, debemos aclarar %u: mecanismos sociales y políticos son capaces de producir estos factores adicionales y estudiar su reacción potencialmente e$plosiva con las tradiciones de los antagonismos %ue se producen dentro de un grupo.

2lgunas singularidades del e$tra)amiento de los =udíos

!na ve %ue se acu)ó el t:rmino «antisemitismo» y pasó a ser de uso general a finales del siglo _R_, se reconoció %ue el fenómeno %ue este nuevo t:rmino intentaba definir tenía un pasado muy largo %ue se remontaba hasta la antigUedad. 'eg@n las pruebas históricas, la aversión y la discriminación constante contra los =udíos se remontan hasta hace más de dos mil a)os. >asi todos los historiadores vinculan los comienos del antisemitismo con la destrucción del 'egundo (emplo A4 d. >. y el comieno de la diáspora masiva, aun%ue tambi:n se han realiado unas investigaciones muy interesantes sobre, por decirlo de alguna manera, opiniones y costumbres protoZantisemitas %ue se remontan hasta el e$ilio en Babilonia. 2 comienos de la d:cada de los a)os /4, el historiador sovi:tico 'alomo 7uria publicó un estudio provocador y pol:mico sobre el antisemitismo «pagano». Etimológicamente hablando, el t:rmino «antisemitismo» no es muy feli, ya %ue define mal a su referente Apor regla general, de forma demasiado amplia y pasa por alto el verdadero ob=eto de los m:todos %ue intenta diferenciar. 7os nais, los %ue practicaron el antisemitismo con más entrega en toda la historia conocida, se fueron haciendo cada ve más indiferentes ante el t:rmino, en especial durante la guerra, cuando la claridad semántica del concepto se convirtió en un asunto políticamente peligroso, ya %ue el t:rmino tambi:n se dirigía contra algunos de los más devotos aliados alemanes. 'in embargo, en las aplicaciones prácticas, por lo general se ha evitado la controversia semántica y se ha centrado ine%uívocamente en su ob=etivo. 7a palabra «antisemitismo» representa la aversión contra los =udíos. 'e refiere tanto al concepto de pueblo =udío como grupo e$tra)o, hostil y formado por indeseabl es como a las prácticas %ue se derivan de este concepto y lo apoyan. El antisemitismo difiere de otros casos de enemistad inmemorial entre grupos en un aspecto muy importante. 7as relaciones sociales, %ue pueden ser ob=eto de las ideas y las prácticas del antisemitismo, no son nunca las relaciones entre dos grupos territorialmente establecidos %ue se enfrentan en pie de igualdad. 'on, por el contrario, relaciones entre una mayoría y una minoría, entre una población «anfitriona» y un grupo más pe%ue)o %ue vive entre ella y sigue conservando su identidad independiente, y, por esta raón, al ser la parte más d:bil, se convierte en un miembro de la oposición, los «ellos» separados de los nativos «nosotros». 7os ob=etos del antisemitismo pertenecen, como norma, a la categoría semánticamente confusa y psicológicamente desconcertante de e$tran=eros en el interior. &or esta raón cabalgan sobre un límite vital %ue hay %ue delimitar con claridad y mantener intacto e ine$pugnable. &or lo %ue se refiere a la intensidad del antisemitismo, lo más

probable es %ue sea proporcional a la urgencia y la ferocidad del impulso para traar y definir este límite DL. >on frecuencia, el antisemitismo ha sido una manifestación e$terior tanto del impulso para mantener el límite como de las tensiones emocionales y prácticas %ue esto provoca. Es evidente %ue estas características @nicas del antisemitismo han estado indisolublemente ligadas al fenómeno de la diáspora. 'in embargo, una ve más, la diáspora =udía difiere de la!na mayor parte de otros e=emplos conocidos de migracionesesy la asentamientos de grupo. de sus características distintivas más espectaculares enorme longitud del tiempo histórico a trav:s del cual estos «e$tran=eros entre nosotros» han mantenido su separación tanto en el sentido de continuidad diacrónica como de sincrónica identidad propia. 2 diferencia de la mayor parte de los otros casos de asentamiento, las respuestas para definir los límites ante la presencia =udía han tenido tiempo para sedimentarse e institucionaliarse como rituales codificados con una capacidad intrínseca de reproducción, lo cual, a su ve, refuera el poder de recuperación de la separación. 8tra de las características peculiares de la diáspora fue la universalidad de su situación, es decir, %ue no tenían hogar, rasgo %ue comparten acaso solamente con los gitanos. El vínculo srcinal de los =udíos con la tierra de Rsrael se fue haciendo cada ve más tenue a lo largo de los siglos, aun%ue sin perder nunca su dimensión espiritual. Esta @ltima, sin embargo, la atacaron los miembros de la población anfitriona, ya %ue Rsrael se había convertido en (ierra y ellos tambi:n la reclamaban en nombre sus antepasados espirituales. 7os 'anta anfitriones, aun%ue resentidos por la presencia =udía de en su país, se hubieran sentido todavía más ofendidos si este pueblo, al %ue consideraba un pretendiente ilegítimo, hubiera vuelto a tomar posesión de (ierra 'anta. 7a situación permanente e irremediable de los =udíos de carecer de hogar fue parte integrante de su identidad prácticamente desde el principio de su historia, desde la diáspora. En efecto, este hecho se utilió como uno de los argumentos principales en la acusación de los nais contra los =udíos y Hitler lo empleó para =ustificar la afirmación de %ue la hostilidad en contra de los =udíos es de una clase radicalmente diferente de la de los antagonismos corrientes entre raas o naciones rivales. >omo Eberhard ;PcCelD demostró, la perpetua situaci ón de los =udíos de carecer de hogar fuenaciones la %ue, más cual%uier cosa, los hio distintos a losHitler o=os de HitlerDde%ue todas las otras a las%ue %ue odiaba yotra deseaba esclaviar o destruir. creía los =udíos, al no tener un Estado territorial, no podían participar en la lucha por el poder universal en su forma habitual, es decir, una guerra para con%uistar tierras y, por lo tanto, lo tenían %ue hacer utiliando m:todos indecentes, subrepticios y turbios. Esto los convertía en un enemigo formidable y especialmente siniestro. !n enemigo, además, al %ue era improbable %ue se pudiera pacificar o saciar nunca y, en consecuencia, condenado a la destrucción para %ue no pudiera hacer da)o. < sin embargo, en la Europa premoderna, el sabor peculiar de la otredad de los =udíos no les impidió encontrar su lugar en el orden social predominante. El %ue encontraran este lugar fue posible gracias a la intensidad relativamente ba=a de las tensiones y de los conflictos generados por los procesos de delimitación y mantenimiento de los

límites. &ero tambi:n lo facilitó la estructura fragmentaria de la sociedad premoderna y el hecho de %ue fuera normal esta fragmentación entre los segmentos sociales. En una sociedad dividida en rangos o castas, los =udíos eran simplemente una más de entre las muchas %ue había. 'e definía al =udío por la casta a la %ue pertenecía y por los privilegios de %ue disfrutaba o las cargas %ue soportaba. &ero esto se podía aplicar a cual%uier persona de la sociedad. 'e había apartado a los =udíos, pero el hecho de estar separados no los convertía en seres @nicos. 'u condición, lo mismo %ue la del resto de los otros grupos considerados castas, generales había sidodestinadas perpetuada, conformada y defendida efectiva por lascomo costumbres a mantener la purea y a evitardela forma contaminación. 2un%ue muy distintas, estas costumbres tenían un punto de unión, una función en com@n1 la de crear una distancia de seguridad y hacer %ue, dentro de lo posible, fuera insalvable. 7a separación de los grupos se conseguía manteni:ndoles físicamente apartados, reduciendo al mínimo todos los encuentros, e$cepto los estrictamente controlados o consagrados, marcando a los miembros individuales de los grupos para %ue fueran visibles por ser e$tra)os o provocando la separación espiritual entre los grupos con el fin de imposibilitar %ue se produ=era una ósmosis cultural entre ellos y %ue se elevara el nivel de oposición cultural. #urante siglos, el =udío había sido alguien %ue vivía en un barrio aparte dentro de la ciudad y llevaba unas ropas muy e$tra)as, a veces prescritas por la ley, en especial cuando la tradición comunal era incapa de mantener la uniformidad de la distinción. 'in embargo, la separación no era suficiente, ya %ue, en muchos de los casos, las economías precisaban del ghetto de y decontacto la comunidad anfitriona &or estaban en consecuencia, físico constante. lo entrete=idas tanto, habíay, %ue complementar la distancia territorial por medio de un ritual cuidadosamente codificado, cuyo fin sería hacer %ue estas relaciones, ya %ue no podían evitarse, fueran formales y funcionales. &or lo general, las relaciones %ue se resistían a esta formaliación o a la reducción funcional estaban prohibidas o se desaprobaban. Entre las %ue se respetaban en mayor medida o estaban más en:rgicamente prohibidas se contaban los rituales contra la contaminación, las prohibiciones de connuium y de compartir la mesa Aasí como de commercium, e$cepto en supuestos estrictamente funcionales. !na cosa %ue debemos recordar es %ue todas estas medidas aparentemente hostiles eran al mismo tiempo vehículos de integración social. &or%ue eliminaban el peligro de %ue un «e$tran=ero del interior» profanara la identidad y la reproducción del grupo anfitrión, establecían las unas condiciones los dos grupos%ue, pudieran sin fricciones y determinaban normaspara de %ue comportamiento, si se cohabitar observaban estrictamente, garantiaban la coe$istencia pacífica en una situación potencialmente conflictiva y e$plosiva. >omo 'immel e$plica, la institucionaliación de los rituales transformó el conflicto en un instrumento de cohesión social. 3ientras fueran efectivas, estas normas de separación no precisaban el apoyo de actitudes hostiles. 7a reducción del comercio a los intercambios estrictamente ritualiados e$igía @nicamente respeto a las normas y repugnancia aprendida si se desobedecían. (ambi:n e$igía, por supuesto, %ue los ob=etos de la separación aceptaran pertenecer a una categoría social inferior a la de la comunidad anfitriona y %ue admitieran %ue los anfitriones tenían potestad para definir, reforar o modificar esta categoría. 'in embargo, a lo largo de la mayor parte de la historia de la diáspora =udía, las leyes en general siguieron siendo una red de privilegios y usurpaciones y la idea de la igualdad, tanto legal como social, era inaudita o, en cual%uier caso, no se consideraba un planteamiento practicable. Hasta la llegada de la modernidad, el

e$tra)amiento de los =udíos era poco más %ue uno de los e=emplos de la separación universal de los grupos en la preordenada cadena de la vida.

7a incongruencia =udía desde la cristiandad hasta la modernidad

7o anterior no implica, por supuesto, %ue la separación de los =udíos no se diferenciara de otros casos de segregación y %ue no se teoriara sobre ella como caso especial y con significado propio. &ara las :lites eruditas de la Europa premoderna, cl:rigos, teólogos y filósofos cristianos, ocupadas como todas las :lites eruditas en encontrar sentido en la aleatoriedad y lógica en la espontaneidad de la e$periencia de la vida, los =udíos eran una singularidad, una entidad %ue desafiaba tanto la claridad cognoscitiva como la armonía moral del universo. ?o pertenecían ni al grupo de los paganos %ue todavía no se habían convertido ni al de los here=es %ue habían perdido la gracia divina. ^uedaban al margen de las dos fronteras de la cristiandad, celosamente defendidas y defendibles. 7os =udíos, por decirlo de alguna manera, se sentaban tercamente a horca=adas sobre la barricada, con lo %ue ponían en peligro su carácter de ine$pugnable. Eran al mismo tiempo los venerables padres de la cristiandad y sus detractores más odiosos y e$ecrables. 'u rechao de las ense)anas cristianas no se podía considerar como una manifestación de ignorancia pagana sin %ue esto representara un grave da)o para la verdad de la cristiandad. < tampoco se podía pasar por alto como si fuera, en principio, el error perdonable de una ove=a descarriada. 7os =udíos no eran simplemente infieles en una etapa anterior o posterior a la conversión, sino gentes %ue conscientem ente se negaban a aceptar la verdad cuando se les daba ocasión de hacerlo. 'u presencia constituía una amenaa permanente para la certea de la evidencia cristiana. Esta amenaa sólo se podía repeler o, por lo menos, hacer menos peligrosa e$plicando %ue la obstinación =udía se debía a una malicia premeditada, a sus malas intenciones y a su corrupción moral. 2)adiremos un nuevo factor %ue aparecerá repetidamente en nuestro argumento y %ue consideramos uno de los aspectos más sobresalientes y fundamentales del antisemitismo1 los =udíos eran, por decirlo de alguna manera, la e$tensión y el final de la cristiandad. &or esta raón, eran distintos de otras partes in%uietantes y no asimiladas del mundo cristiano. 2 diferencia de otras here=ías, no eran ni un problema local ni un episodio con un comieno claramente definido y, es de esperar, con un final. &or el contrario, constituían una constante ubicua y siempre unida a la cristiandad, un alter ego virtual de la Rglesia cristiana. Es decir, la coe$istencia de la cristiandad y los =udíos no era solamente un caso de conflicto y enemistad, era más %ue eso. 7a cristiandad no se podía reproducir a sí misma y evidentemente no podía reproducir su dominación universal sin salvaguardar y reforar los fundamentos del e$tra)amiento =udío, con su concepto de heredera y vencedora de Rsrael. #e hecho, la identidad de la cristiandad residía en el e$tra)amiento de los =udíos. ?ació del rechao por parte de los =udíos y e$tra=o su continua vitalidad del rechao de los =udíos. 7a cristiandad podía teoriar su propia e$istencia solamente como oposición constante a los =udíos. 'u persistente testarude demostraba %ue la misión cristiana todavía no había concluido. El modelo del triunfo final de la cristiandad consistía en %ue los =udíos admitieran su error, se doblegaran ante la verdad cristiana y se convirtieran en masa. !na

ve más, la cristiandad les asignó a los =udíos una misión escatológica. 3agnificaba su visibilidad e importancia. Confería a los judíos una fascinaci!n poderosa y siniestra%ue de otra manera no habrían poseído. 7a presencia de los =udíos en el seno de la cristiandad, en sus tierras y en su historia, no era, por lo tanto, ni marginal ni contingente. 'u carácter distintivo no era como el de ning@n otro grupo minoritario, sino un aspecto de la identidad cristiana. 7a teoría cristiana de =udíos iba más allá, por tanto, de lalageneraliación los m:todos de diferencia, e$clusión, eralos algo más %ue un interno delosistematiar vaga y difusa de e$periencia de su %ue informa y emana de los m:todos utiliados para separar a las castas. 7a teoría cristiana sobre los =udíos, en ve de una refle$ión sobre la clase popular, de intercambios o fricciones entre vecinos, compete a una lógica diferente, la de la reproducción de la Rglesia y su dominación universal. #e a%uí la relativa autonomía de la «cuestión =udía» con respecto a la e$periencia popular, social , económica y cultural. #e a%uí tambi:n la relativa facilidad con %ue esta cuestión se podía de=ar fuera del conte$to de la vida cotidiana y hacerla inmune a la prueba de la e$periencia cotidiana. &ara los anfitriones cristianos, los =udíos eran al mismo tiempo ob=etos concretos del trato diario y e=emplares de una categoría definida con independencia de este trato. Esta @ltima característica de los =udíos no era ni indispensable ni inevitable en el trato diario. &recisamente por esta raón podía apartarse con relativa facilidad y utiliarla como recurso en actividades %ue sólo tenían una ligera relación, caso de tener alguna, con las cotidianas. teoría de la Rglesia, el antisemitismo adoptaba una forma en costumbres la cual «puede e$istir En casilacon indiferencia de la situación real de los =udíos en la sociedad D" 7o más sorprendente es %ue se puede dar entre personas %ue nunca han visto un =udío o en países en los %ue no ha habido =udíos desde hace siglos» D+. Esta forma ha demostrado su capacidad para perpetuarse despu:s de %ue la dominación espiritual de la Rglesia haya declinado y desaparecido su control sobre la opinión popular. 5a edad de la modernidad ha heredado ,el judío. claramente diferenciado de los homres y mujeres judíos %ue vivían en las ciudades y en los puelos . !na ve %ue había desempe)ado con :$ito el papel de alter ego de la Rglesia, ya estaba listo para %ue le asignaran un papel seme=ante en relación con las nuevas, y seculares, fueras de la integración social. El aspecto más espectacular y significativo del concepto de «el =udío», tal y como lo han usos la Rglesia cristiana, es susino inherente de lógica. El concepto re@neconstruido elementoslos%ue no de sólo no se corresponden, %ue ni falta si%uiera se pueden reconciliar unos con otros. 7a completa incoherencia de esta combinación confirió al ente mítico capa de producirla una fuera poderosa y demoníaca, una fuera intensa %ue a la ve era fascinante y repugnante y, sobre todo, aterradora. El =udío conceptual fue el campo de batalla en el %ue se libró la guerra por la identidad de la Rglesia, por la claridad de sus límites espaciales y temporales. El =udío conceptual fue un ente semánticamente sobrecargado, %ue abarcaba y combinaba significados %ue deberían haberse mantenido aislados y, por esta raón, era un adversario natural de cual%uier fuera a la %ue le interesara traar fronteras y conservarlas herm:ticas. El =udío conceptual era vis%ueu/, seg@n 'artre, y baboso Aslimy, seg@n 3ary #ouglas, tenía una imagen %ue comprometía y desafiaba el orden de las cosas, el epítome y encarnació n de este desafío Aun desafío a la relación entre la universal actividad cultural de los %ue traan límites y la producción igualm ente universal de babosería, seg@n escribí en el capítulo tercero de mi obra

Culture as Pra/is.

El =udío conceptual, interpretado de esta manera, desempe)aba una función de primera importancia ya %ue representaba las aterradoras consecuencias de transgredir los límites, de no permanecer en el redil, de ser incapa de cual%uier comportamiento con lealtad incondicional y de hacer elecciones ine%uívocas. Era el prototipo y el ar%uetipo del inconformismo, la heterodo$ia, la anomalía y la aberración. El =udío conceptual desacreditaba por adelantado, como prueba de su desviación inconcebible, e$traordinaria e irraonable, la alternativa a ese orden de cosas %ue la Rglesia había definido, narrado y practicado. &or esta raón, más fiable de los guardianes de la frontera orden. El judío conceptual portaaera unelmensajela alternativa a este orden de a%uí ydedeeste ahora no . es otro orden distinto# sino el caos y la devastaci!n &ienso %ue la creación de la incongruencia =udía como subproducto de la constitución y reproducción de la Rglesia cristiana ha sido una de las causas fundamental es de la importancia e$cepcional de los =udíos entre esos demonios internos de Europa %ue ?orman >ohn describe tan gráficamente en su memorable estudio sobre la caa de bru=as en Europa. !no de los descubrimientos más importantes de >ohn, %ue ha sido confirmado por numerosos estudios sobre el problema, es la aparente falta de correlación entre la intensidad del miedo a las bru=as y los temores irracionales en general, por un lado, y los avances del conocimiento científico y el nivel general de racionalidad, por otro. #e hecho, la e$plosión del m:todo científico moderno y los enormes avances hacia la racionaliación de la vidamás cotidiana los primeros de la historia coincidieron episodio fero yencruel de la caaa)os de bru=as de todamoderna la historia. &arece %uecon la el irracionalidad de los mitos de la bru=ería y de la persecución a las bru=as estaba poco relacionada con el retraso de la raón. 3ás relación tenía con la intensidad de las angustias y tensiones provocadas o generadas por el derrumbamiento del ancien r+gime y el advenimiento del orden moderno. 7as vie=as seguridades habían desaparecido, mientras %ue las nuevas emergían lentamente y parecía improbable %ue llegaran a ser tan sólidas como las anteriores. 'e prescindió de distinciones seculares, las distancias de seguridad se acortaron, los e$tra)os empearon a salir de sus demarcaciones y se mudaron a la casa de al lado y las identidades seguras perdieron su estabilidad y poder de convicción. 7o %ue %uedaba de los vie=os límites precisaba una defensa desesperada y había %ue construir límites nuevos alrededor de las nuevas identidades. Esta ve, además, en condiciones de movimiento universal y de cambios acelerados. !no de los instrumentos más importantes para realiary las dosinviolabilidad tareas tuvo %ue ser límites luchar contra «baba», el enemigo ar%uetípico la claridad de la de los y de lasla identidades. Era evidente %ue se de llegaría a un nivel de ferocidad sin precedentes, dado %ue la magnitud de las tareas a realiar tampoco los tenía. El aserto de este estudio es %ue la participación activa o pasiva, directa o indirecta, en las intensas preocupaci ones de la era moderna con el traado y el mantenimiento de los límites iba a seguir siendo la característica más distintiva y definitoria del =udío conceptual. 7o %ue propongo es %ue, a lo largo de la historia, se ha considerado %ue el =udío conceptual es la «viscosidad» universal del mundo occidental. 'e le ha situado a horca=adas prácticamente sobre todas las barricadas levantadas a lo largo de los sucesivos conflictos %ue han destroado la sociedad occidental en sus diversas fases y en distintas dimensiones. El simple hecho de %ue el =udío conceptual haya cabalgado sobre tantas barricadas diferentes, construidas en tantos frentes %ue no tienen ninguna relación entre sí, le confiere

a su babosería una intensidad e$orbitante y desconocida. 7a suya era una falta de claridad multidimensional y esta simple multidimensionalidad era una incongruencia cognoscitiva adicional %ue no se había encontrado en ninguna de las otras categorías «viscosas» Asimples debido a %ue estaban confinadas, aisladas y funcionalmente especialiadas engendradas por los conflictos de límites.

2 horca=adas sobre las barricadas

&or las raones estudiadas anteriormente, el fenómeno del antisemitismo no se puede concebir en rigor como un caso perteneciente a una categoría más amplia de antagonismo nacional, religioso o cultural. El antisemitismo tampoco era una cuestión de intereses económicos opuestos, aun%ue esto @ltimo se ha utiliado con frecuencia en argumentos %ue apoyan la causa antisemita en nuestra era moderna y competitiva. 7o sustentaba totalmente el inter:s %ue tenían en imponerse y definirse %uienes lo defendían. Mue un caso de traado de límites, no de defensa de los límites. 2 causa de todo esto, se escapa a la e$plicación de la reunión casual de un grupo de factores en un mismo lugar. 'u increíble capacidad de servir para todo tipo de preocupaciones y ob=etivos %ue no tienen ninguna relación entre sí tiene sus raíces en la universalidad, atemporalidad y e$traterritorialidad %ue lo caracterian. Se adapta muy ien a muchos prolemas locales por%ue no est" relacionado causalmente con ninguno. 7a adaptación del =udío conceptual a las circunstancias de problemas diferentes, con frecuencia contradictorios pero siempre altamente conflictivos, ha ido e$acerbando su incoherencia innata. 'in embargo, lo ha convertido en una e$plicación más adecuada y convincente %ue ha contribuido a su potencia demoníaca. ?o se podría decir de ninguna otra categoría del mundo occidental lo %ue 7eo &insCer escribió sobre los =udíos en */1 «&ara los vivos, el =udío es un muertoS para los nativos, un e$tran=eroS para los pobres y los e$plotados, un millonarioS para los patriotas, un apátrida»D*4. 8 lo %ue se di=o en *+JL de forma actualiada aun%ue prácticamente sin modificaciones1 «'e podría representar al =udío como la personificación de todo lo %ue se debe temer, despreciar o %ue nos puede ofender. Mue un agente de los bolchevi%ues, pero, y esto es curioso, al mismo tiempo defendía el espíritu liberal de la corrompida democracia occidental. Económicamente hablando, era tanto socialista como capitalista. 7e culparon de ser un pacifista indolente pero, por e$tra)a coincidencia, fue tambi:n el eterno instigador de las guerras» D**. E incluso lo %ue T. #. 5ubinstein escribió recientemente haciendo referencia sólo a una de las innumerables dimensiones de la babosería =udía1 la combinación del antisemitismo dirigido hacia las masas =udías «con las variaciones del antisemitismo dirigido a la :lite =udía puede ser %ue le haya conferido al antisemitismo europeo su virulencia característica1 mientras se guarda rencor a otros grupos por ser bien :lites, bien masas, a los =udíos se les guarda rencor por ser las dos cosas» D*/.

El grupo prismático

2nna -uC, de la !niversidad de 7ublin, indicó hace poco %ue se puede considerar a

los =udíos como una «clase móvil», «ya %ue son ob=eto de emociones %ue por lo general e$perimentan los grupos sociales más altos hacia los más ba=os y, al contrario, los estratos D*0 más ba=os hacia los más altos de la escala social» . -uC estudia con detalle este enfrentamiento de perspectivas cognoscitivas en la &olonia del siglo _ORRR, %ue toma como e=emplo de un fenómeno sociológico más general y de gran importancia para e$plicar el antisemitismo. En el siglo pasado, antes de las reparticiones, los =udíos polacos eran por lo general sirvientes de los nobles y de la alta burguesía. 5ealiaban las funciones p@blicas más impopulares necesarias mantener la dominación política ylaeconómica de %ue los se nobles terratenientes, comopara recaudar impuestos y administrar producción ena=enaba a los campesinos. 'ervían de intermediarios y, en t:rminos sociopsicológicos, de escudo de los se)ores de la tierra. 7os =udíos se adaptaron al papel me=or %ue cual%uier otra categoría, ya %ue, por sí mismos, no podían aspirar al progreso social %ue su importante función podía ofrecer. Rncapaces de competir social y políticamente con sus amos, transigieron con compensaciones puramente económicas. Es decir, no sólo eran social y políticamente inferiores a sus amos, sino %ue estaban condenados a seguir si:ndolo. 7os se)ores les trataban como a los otros sirvientes %ue provenían de las clases ba=as, esto es, socialmente, con desprecio, y culturalmente, con repugnancia. 7a imagen %ue la noblea tenía de los =udíos no difiere del estereotipo general de los inferiores sociales. 7a pe%ue)a aristocracia consideraba %ue los =udíos, lo mismo %ue los campesinas y la clase ba=a urbana, eran sucios, incultos, ignorantes y avariciosos. < lo mismo %ue a otros plebeyos, los mantenían a distancia. >omo, a la vista de funciones económicas, no podían evitar tener alg@n contacto con ellos, se observaban consus toda meticulosidad las normas para mantener la distancia social y se e$presaban de forma más e$plícita y con mucha más precisión. En con=unto, se les prestaba mucha más atención %ue a otras relaciones de clase, ya %ue en :stas no había ninguna ambigUedad y se podían perpetuar sin causar ning@n problema. 'in embargo, para los campesinos y la clase ba=a urbana, los =udíos tenían una imagen completamente diferente. El servicio %ue prestaban a los %ue poseían la tierra y a los %ue e$plotaban los productores primarios, despu:s de todo, no era sólo económico, sino tambi:n protector, ya %ue aislaban a la noblea y a la alta burguesía de la ira popular. En ve de llegar hasta su ob=etivo real, el descontento se detenía y se descargaba en los intermediarios. &ara las clases más inferiores, los =udíos eran el enemigo, los @nicos e$plotadores a los %ue conocían en persona. 'ólo tenían e$periencia de primera mano de la ine$orabilidad los =udíos. %ue &or«los lo =udíos, %ue sabían, los =udíos a las clases dirigentes. ?o esdesorprendente %ue ocupaban en lapertenecían sociedad una posición tan ba=a y carente de privilegios como %uienes los atacaban, se convirtieran en el ob=eto de las agresiones dirigidas contra las clases superiores». 7os =udíos se encontraban en una «posición de mediadores, ya %ue eran un vínculo muy visible, y se convirtieron en el centro de la agresión de las clases inferiores y oprimidas». &arece %ue, por los dos lados, los =udíos se encontraban implicados en una lucha de clases, fenómeno %ue no guardaba relación con su identidad y %ue, por sí mismo, era insuficiente para =ustificar las características distintivas de la =udeofobia. 7o %ue hio %ue la situación de los =udíos dentro de la guerra de clases fuera especial es %ue se haían convertido en el ojeto de dos antagonismos de clase %ue se oponían entre sí y se contradecían. >ada uno de los adversarios, encerrado en su propia batalla de clase, tenía la impresión de %ue los =udíos mediadores se situaban en el lado opuesto de la barricada.

&arece %ue la metáfora del prisma, y con ella el concepto de categoría prism"tica, e$presa esta situación me=or %ue la de «clase móvil». #ependiendo del lado desde el %ue se mirara a los =udíos, :stos, igual %ue los prismas, refractaban inconscientemente distintas visiones1 una de clases inferiores groseras, brutales y sin refinar y la otra de superiores sociales despiadados y altaneros. 7a investigación de -uC se limita a un periodo %ue se detiene en el umbral de la moderniación de &olonia. 7as consecuencias de esta dualidad deentre visión describe tan brillantemente no las conocemos. íntegras Había poca comunicación las %ue clases sociales en la :poca premoderna. &or lo tanto, e$istían muy pocas oportunidades de %ue las dos opiniones, y los dos estereotipos %ue generaban, convergieran y finalmente se fundieran conformando la mecla incongruente típica del antisemitismo moderno. 2 causa de la escase de intercambi os entre las clases sociales, cada uno de los antagonistas libraba, por decirlo de alguna manera, su propia «guerra particular» contra los =udíos. 2 :stos, en especial en el caso de las clases inferiores, la Rglesia los podía relacionar con e$plicaciones ideológicas sólo sutilmente vinculadas a la causa del conflicto. #urante la matana %ue instigó &edro el Ermita)o en los pueblos de 5enania, los príncipes, condes y obispos de la región intentaron defender a «sus =udíos» de acusaciones %ue no tenían nada %ue ver con las %ue=as %ue los =udíos estaban condenados a atraer sobre sí mismos y tambi:n a apaciguar. 'olamente despu:slas deldiversas advenimiento de la modernidad se incongruentes, reunieron, cote=aron y, finalmente, se meclaron apreciaciones, lógicamente sobre la claramente a=ena «casta» =udía. 7a modernidad implicó, entre otras muchas cosas, una nueva función para las ideas, debido a %ue el Estado contaba, para su eficiencia funcional, con la moviliación ideológicaS a su pronunciada tendencia a la uniformidad, cuya manifestación más popular fueron las cruadas culturalesS a su misión «civiliadora» D*J y al intento de atraer a las clases y localidades perif:ricas a fin de ponerlas en contacto con el centro en el %ue se generaban las ideas del cuerpo político. El resultado global %ue produ=eron todas estas transformaciones fue un fuerte aumento del alcance y de la intensidad de la comunicación entre las clases. 2demás de sus facetas tradicionales, la dominación de clase adoptó la forma de guía espiritual y tambi:n la función de proporcionar y difundir los ideales y las fórmulas culturales para garantiar la lealtad política. !na de las consecuencias fue el encuentro y el cho%ue de las diferentes imágenes %ue e$istían anteriormente de los =udíos. 'u entonces había%ue pasado desapercibida, se había convertido enincompatibilidad, un problema y en%ue un hasta obstáculo. < había «racionaliarlo» lo mismo %ue el resto en una sociedad %ue se estaba moderniando con toda rapide. Había %ue resolver la contradicción, bien rechaando totalmente la imagen heredada por incongruente, bien por medio de un argumento racional %ue proporcionara bases sólidas y aceptables a esa misma incongruencia. 7o cierto es %ue estas dos estrategias se ensayaron en la Europa moderna. &or un lado, se presentaba la patente irracionalidad de la situación de los =udíos como otro e=emplo del absurdo general del orden feudal y de las supersticiones %ue impedían el avance de la raón. &or lo %ue se refiere a la particularidad y a la idiosincrasia de los =udíos, se consideraba %ue no era en absoluto diferente de las innumerables particularidades %ue toleraba el ancien r+gime y %ue el nuevo orden tenía %ue eliminar. 2l igual %ue muchas

otras e$centricid ades locales, esto se entendió principalmente como un problema cultural, es decir, una característica %ue por medio de un esfuero educativo se podía y se debía erradicar. ?o faltaron profecías seg@n las cuales, una ve %ue la nueva igualdad legal se ampliara a los =udíos, desaparecería su peculiaridad y %ue :stos, como tantos otros individuos libres y con derechos ciudadanos, se disolverían pronto en la nueva sociedad cultural y legalmente uniforme. embargo, por otro lado, el nacimiento de la modernidad iba acompa)ado ciertos 'in procesos %ue se)alaban e$actamente en dirección contraria. &arecía como si ladeya consolidada incongruencia, %ue había marcado a su portador como un factor «viscoso» semánticamente perturbador y %ue subvertía la realidad transparente y ordenada, tendiera a acomodarse a las nuevas condiciones y a e$pandirse atacando las nuevas incongruencias. 2d%uirió dimensiones nuevas y modernas, y la ausencia de relación entre ellas se convirtió en otra incongruencia por derecho propio, una metaincongruencia, si se le puede llamar así. 7os =udíos, ya definidos como babosos en las dimensiones religiosa y de clase, eran más vulnerables %ue cual%uier otra categoría al impacto de las nuevas tensiones y contradicciones %ue produ=eron las convulsiones de la revolución moderniadora. &ara la mayor parte de los miembros de la sociedad, el advenimiento de la modernidad supuso la destrucción del orden y de la seguridad. ual%uiera %ue se sintiera e$pulsado, amenaado o desplaado podía, con facilidad y racionalmente, interpretar su propia angustia afirmando %ue la turbulencia e$perimentada era una se)al de la incongruencia subversiva de los =udíos. En consecuencia, los =udíos se vieron atrapados en el conflicto históri co más fero, el %ue se produ=o entre el mundo premoderno y la modernidad %ue avanaba. 7a primera e$presión del conflicto fue la resistencia abierta de las clases y estratos sociales del ancien r+gime a %ue el nuevo orden social, al %ue no podían percibir más %ue como el caos, les

arrancara, desheredara y desarraigara de su posición social tan segura. >uando se derrotó a la rebelión inicial antimodernista y ya no había ninguna duda sobre el triunfo de la modernidad, el conflicto se refugió en la clandestinidad y en este nuevo estado latente de=aba notar su presencia adoptando la forma de miedo al vacío, codicia insaciable de seguridad, mitos paranoicos de conspiraciones y una b@s%ueda fren:tica de su es%uiva identidad. Minalmente, la modernidad le proporcionaría a su enemigo armas muy perfeccionadas %ue sólo su derrota haría posibles. 5a ironía de la historia permitiría %ue

las foias antimodernistas se descargaran a trav+s de formas y canales %ue s!lo %ue e$orciar los demonios internos de Europa con lalos modernidad pudo crear. Hubo modernos productos de la tecnología, la administración científica y el poder concentrado en el Estado, todos los supremos logros de la modernidad. 7a incongruencia de los =udíos iba a medir este acto histórico de e$%uisita incongruencia. 7os =udíos siguieron siendo encarnaciones visibles de los demonios internos cuando los e$orcismos estaban oficialmente prohibidos pero eran obligatorios en la clandestinidad. En la mayor parte de la historia moderna, los =udíos han sido los principales portadores de las tensiones y angustias %ue la modernidad decretó %ue habían de=ado de e$istir, al tiempo %ue les comunicó una intensidad sin precedentes y les proporcionó instrumentos formidables para %ue se e$presaran.

#imensiones modernas de la incongruencia 7os =udíos, ricos al tiempo %ue despreciables, se convirtieron en el pararrayos natural para desviar las primeras descargas de la energía antimodernista. Mueron el punto en el %ue un enorme poder económico se encontró con el desd:n social, la condena moral y la repugnancia est:tica. Esto era e$actamente lo %ue la hostilidad hacia la modernidad y, en especial, a su forma capitalista, necesitaba como ancla. 'i se pudiera relacionar al capitalismo con los =udíos, sería condenado, al mismo tiempo, por a=eno, antinatural, nocivo, peligroso y :ticamente repulsivo. Mue muy fácil establecer la relación1 el poder del dinero %uedó confinado dentro de los límites y Acon el despectivo nombre de usura estremecido ba=o la carga de la condena en tanto en cuanto los =udíos permanecieron encerrados en el ghetto, pero ese poder pasó a ocupar el centro de la vida y Acon el prestigioso nombre de capital e$igió autoridad y respeto social cuando los =udíos aparecieron en las calles del centro de la ciudad. El primer impacto de la modernidad sobre la situación de los =udíos europeos fue %ue los seleccionó como el ojetivo principal de la resistencia antimodernista . 7os primeros antisemitas modernos fueron portavoces de la antimodernidad, personas como Mourier, &roudhon o (oussenel, unidos en su implacable hostilidad al poder del dinero, el capitalismo, la tecnología y el sistema industrial1 el antisemitismo más virulento de los primeros días de la sociedad industrial se asociaba con el anticapitalismo en su versión precapitalista. !na oposición al orden capitalista %ue avanaba como si todavía hubiera esperana de contener la marea, de detener el progreso, de restaurar el orden «natural» real o imaginario %ue los nuevos barones económicos iban a desmantelar. &or las raones %ue

acabamos de esboar brevemente, el poder económico y los =udíos estaban combinados. 'e insinuó %ue había un vínculo causal entre ellos, %ue %uedó confirmado para propósitos prácticos por la correspondencia metafórica %ue e$istía entre los dos, por llamarlo de alguna manera, su «parentesco espiritual» o, utiliando el t:rmino favorito de Teber, su afinidad electiva. Era mucho más fácil oponer resistencia a ese capitalismo %ue había arro=ado su sombra siniestra sobre la :tica del traba=o y la preciosa independencia de los artesanos si se le identificaba con la fuera e$tra)a y vergonosa. &ara Mourier y (oussenel, los =udíos representaban todo lo %ue odiaban avance del capitalismo y de lasde e$tensas metrópolis urbanas. 'e había salpicado a los del =udíos de veneno con la finalidad %ue se desbordara sobre el nuevo, aterrador y repugnante orden social. 'eg@n &roudhon, el =udío «es por naturalea el antiproductor, ni es agricultor ni si%uiera un aut:ntico comerciante» D*K. &or definición, la versión antimodernista del antisemitismo podría conservar su apariencia de racionalidad y su atractivo popular siempre y cuando pareciera viable y realista la esperana de detener el avance del nuevo orden y sustituirlo por una utopía pe%ue)o burguesa disfraada de paraíso perdido. #e hecho, esa forma de antisemitismo casi estuvo a punto de desaparecer a mediados del siglo _R_, cuando fracasó el @ltimo intento masivo de modificar los caminos de la historia y se tuvo %ue aceptar, aun%ue fuera de mala gana, como definitiva e irreversible la victoria del nuevo orden. El vínculo entre el poder del dinero y el temperamento o el carácter =udío, fundado en la primitiva forma de oposición antimoderna y pe%ue)o estaba destinadoEn a %ue lo absorbierananticapitalista, y remodelaran ingeniosamente sus burguesa, formas más avanadas. ocasiones encubierto, de ve en cuando con un papel destacado, nunca se eliminó de la línea central de la resistencia anticapitalista. ;ugó un papel importante en la historia del socialismo europeo. #e hecho, Qarl 3ar$, padre del socialismo científico, es decir, el socialismo %ue se fi=ó el ob=etivo de de=ar atrás el avance del capitalismo en lugar de detenerlo, el %ue reconocía la irrevocabilidad de la transformación capitalista y aceptaba su naturalea progresista, el %ue prometía comenar a construir una sociedad nueva y me=or de forma %ue el progreso capitalista supondría el progreso humano universal, fue el %ue transformó el antisemitismo capitalista e hio %ue en ve de mirar atrás mirara adelante. !na ve hecho esto, lo hio potencialmente utiliable para la oposición anticapitalista en el momento en %ue se había y rotoolae$orciar. @ltima ilusión %ue el capitalismo era una enfermedad temporal %uerechaado se podía curar 3ar$ de aceptaba la afinidad electiva entre «el carácter del =udaísmo» y el del capitalismo. 2mbos desempe)aban un papel importante por lo %ue se refiere a impulsar el propio inter:s, el regateo y la persecución del dinero. Había %ue eliminarlos si de deseaba colocar la cohabitación humana sobre unas bases más seguras y sensatas. El capitalismo y el =udaísmo compartían el mismo destino. (riunfaron =untos y desaparecerían =untos. !no de ellos no podía sobrevivir al otro. Había %ue destruir a uno de ellos para %ue desapareciera el otro. 7a emancipación del capitalismo suponía la emancipación del =udaísmo, y viceversa. 7a tendencia a combinar el =udaísm o con dinero y poder y, de hecho, con los males del capitalismo %ue ofendían y merecían condena se convirtió en algo end:mico en los movimientos socialistas de Europa, con frecuencia oculto. Eran frecuentes las salidas

antisemitas en las democracias sociales más grandes del continent e, es decir, la alemana y la austroh@ngara. En *J, 2ugust Bebel, dirigente de la socialdemocracia alemana, prodigó alabanas a las ense)anas virulentamente antisemitas de Qarl Eugen #Uhrer, lo %ue provocó %ue Engels publicara dos a)os más tarde un libro respondiendo al %ue se había nombrado a sí mismo profeta del socialismo alemán. 'in embargo, no lo hio para defender a los =udíos, sino para salvaguardar la posición de 3ar$ como autoridad ideológica del movimiento obrero en auge. ?o obstante, en varias ocasiones, los intentos de encerrar los sentimientos anti=udíos en de el lugar deseado, es decir, de unde fenómeno concomitante ineludible, aun%ue menor, la postura capitalista noelfueron gran ayuda y se invirtió el orden de prioridades1 el capitalismo se degradó y pasó a ser un derivado de la amenaa =udía. En consecuencia, la mayoría de los partidarios de 2ugust Blan%ui, el indomable mártir franc:s de la guerra anticapitalista, dirigidos por su me=or amigo, Ernest 9ranger, pasaron directamente de las barricadas de la >omuna de &arís a engrosar las filas del embrionario movimiento nacionalsocialista. >uando surgió el movimiento nai, la oposición popular finalmente se dividió y se polarió y la rama socialista asumió la lucha infle$ible contra el antisemitismo como uno de los elementos necesarios para intentar detener la creciente oleada del fascismo. 'i en 8ccidente la resistencia más tena contra el nuevo orden industrial provenía principalmente de los pe%ue)os propietarios rurales y urbanos, en el Este la respuesta fue un amplio frente anticapitalista, antiurbano y antiliberal. >omo virtualmente la influencia intacta, social ylos la dominación política de la aristocracia %ue poseía la tierra seguía oficios urbanos estaban en el e$tremo inferior de la escala de prestigio y se trataban con una mecla de desprecio y aversión. (odos los medios para enri%uecerse, e$cepto el matrimonio o la agricultura, se consideraban indignos de la aut:ntica noblea. Rncluso la agricultura, =unto con el resto de las actividades económicas, se de=aba tradicionalmente en manos de sirvientes o de personas de categoría y calidad personal reconocidamente inferior. 3ientras %ue las :lites nativas eran hostiles o indiferentes a la tarea de la moderniación, los =udíos, aceptados como culturalmente e$tra)os, fueron una de las pocas categorías %ue %uedaron libres del control mortal de los valores gentiles y, por lo tanto, capaces y deseosos de aprovechar las oportunidades %ue ofrecía la revolución industrial , financiera y tecnológica de 8ccidente. &ero se opuso a su iniciativa la opinión p@blica, dominada por la noblea, con una hostilidad enorme. 2 partir de su profundo estudio sobre la industrialiación en &olonia en el siglo _R_,llega proceso lugarnativas, en el resto del Estepor de la Europa, ;oseph 3arcus a la seme=ante conclusiónalde%ue %uetenía las :lites dominadas noblea, consideraron %ue la llegada de la industria era una calamidad nacional. 3ientras los empresarios =udíos construían las líneas de ferrocarril, un destacado economista polaco, ;. 'upinsCi, lamentaba %ue «los ferrocarriles son un abismo en el %ue se hunden recursos preciosos sin %ue %uede otra cosa %ue el canal %ue se ha construido y la vía %ue va por :l». >uando los =udíos construyeron plantas industriales, los terratenientes les acusaron de acabar con la agricultura %ue, supuestamente, estaba escasa de mano de obra. >uando las fábricas empearon a funcionar, sus propietarios tuvieron %ue soportar no sólo el odio de las :lites literarias y sociales, sino tambi:n su compasión por haber abandonado la vida de las delicias campestres y de la libertad y el placer bohemios por el triste ambiente de una fábrica, %ue esclavia al hombre y le destruye.

#ebe %uedar claro %ue una sociedad %ue en gran parte compartía estas actitudes, %ue consideraba %ue el bienestar material no era importante y %ue ganar dinero era algo despreciable, era incapa de producir las cualidades empresariales necesarias en una era de industrialiación capitalista. (ampoco es sorprendente %ue los @nicos %ue fomentaran el progreso industrial en &olonia fueran los =udíos del país y los e$tran=eros %ue se establecieron en :l. 7os burgueses =udíos se convirtieron tambi:n en los principales propagadores ideas occidentales de liberalismo. 7os polacos conservadores, aristócratas y católicos,de las consideraron %ue esto y el «materialismo occidental» en general era una amenaa a la tradición polaca y al «espíritu nacional». D*L 7os =udíos del país, %ue se estaban convirtiendo en la burguesía =udía ante los o=os atónitos de la noblea, pasaron a ser una amenaa para las :lites. &ersonificaban la competitividad de un nuevo poder social basado en las finanas y en la industria, en oposición al poder tradicional fundamentado en la propiedad de la tierra. (ambi:n representaban la ruptura de la anteriormente íntima coordinación entre la escala de prestigio y la de influencia. !n grupo de sirvientes, al %ue no se estimaba en absoluto, alcanaba posiciones de poder mientras ascendía por una escala %ue había sacado del vertedero de los valores desechados. &ara la noblea, %ue ansiaba conservar el caudilla=e nacional, la industrialiación una doble amenaa1económica a causa de de lo %ue se estaba haciendolay a causa de %ui:n lorepresentaba estaba haciendo. 7a iniciativa los =udíos combinaba amenaa a la dominación social establecida con un golpe al orden social absoluto %ue esta dominación sustentaba y %ue, a su ve, la sustentaba a ella. &or lo tanto, resultó sencillo asociar a los =udíos con el desorden y la inestabilidad. 'e percibía a los =udíos como una fuera siniestra y destructiva, como agentes del caos y del desorden. Es decir, como la sustancia glutinosa %ue desdibu=a el contorno entre las cosas %ue deben permanecer separadas, %ue hace %ue las escalas =erár%uicas sean resbaladias, %ue derrite todo lo %ue es sólido y profana todo lo sagrado. #e hecho, cuando el impulso asimilador de los =udíos se apro$imó a los límites de absorción de las sociedades %ue los albergaban, las :lites docentes =udías se inclinaron más hacia la crítica social y muchos conservadores del país consideraron %ue era una fuera inherentemente 'eg@nliberales, el agudonacionalistas estudio de #avid Biale, a medida acercaba el siglodesestabiliadora. __, «todos los =udíos o revolucionarios o %ue%ue se se diferenciaban en algo de los demás estaban de acuerdo en %ue las sociedades europeas en su forma actual no eran hospitalarias para los =udíos. 7os problemas de los =udíos en Europa sólo se podrían resolver cambiando de alguna manera la sociedad o modificando la relación de los =udíos con ella D" 7a XnormalidadY suponía ahora e$perimentos sociales, ideales utópicos %ue nunca habían e$istido» D*. 7a adhesión a la herencia liberal del 'iglo de las 7uces proporcionó una dimensión adicional a la «viscosidad» de los =udíos. 2 diferencia de cual%uier otro grupo, los =udíos tenían inter:s en el concepto de ciudadanía %ue impulsaba el liberalismo. 'eg@n la frase memorable de Hannah 2rendt, «En contraste con los otros grupos, era el cuerpo político el %ue definía a los =udíos y determinaba su posición. >omo, por otra parte, este cuerpo

político no tenía ninguna otra realidad social, se encontraban, socialmente hablando, en el vacío»D*. Esto siguió así a lo largo de toda la historia premoderna de Europa. 7os =udíos eran D=nigjuden, propiedad y pupilos del rey, del príncipe o del se)or de la ona, dependiendo de la fase del orden feudal. 'u posición social era políticamente innata. #el mismo modo, como colectivo estaban al margen de los enredos sociales. &ermanecían al margen de la estructura social, lo %ue, en t:rminos prácticos, significaba la escasa o nula incidencia de las afinidades o conflictos de clase cuando se trataba de definir su e$istencia. 7os =udíos, comoene$tensión del Estado en amedio de la sociedad, eran inherentemente e$traterritoriales sentido social. #ebido esto, servían de paracho%ues en las relaciones, con frecuencia tensas y conflictivas, entre la sociedad y sus amos políticos, y se llevaban siempre el primer golpe y el más duro cuando los conflictos se acercaban al punto de ebullición. 'ólo podían contar con alguna protección por parte del Estado, pero este hecho era lo %ue mantenía su subordinación, de forma implacable, a la benevolencia de los dirigentes políticos y su impotencia cuando se tenían %ue enfrentar con la malevolencia o con la codicia. 7a incongruencia de su situación, en el vacío entre el Estado y la sociedad, %ueda debidamente refle=ada en la reacción, igualmente incongruente, ante los trastornos políticos y sociales %ue marcaron la llegada de la modernidad. El romper una dependencia de siglos con los dirigentes políticos e$igía ad%uirir una base social no política y, en consecuencia, una autonomía política. El liberalismo prometía e$actament e eso, haciendo hincapi: en la creación y reafirmación de personas libres. omo norma, las naciones tenían sus opresores, a los %ue temían, y sus oprimidos, a los %ue despreciaban. 3uy pocas naciones aprobaron con entusiasmo el derecho de los otros a recibir el mismo tratamiento %ue e$igían para ellas. 2 lo largo de todo el turbulento, y todavía inconcluso, periodo de la creación de las naciones, el =uego nacional era un =uego de suma cero1 la soberanía de las demás era un ata%ue a la propia. 7os derechos de una nación suponían para otra agresión, intransigencia o

prepotencia. 7as consecuencias de todo esto fueron más desalentadoras en la ona del centro y Este de Europa, un verdadero crisol de nacionalismos, bien antiguos aun%ue todavía insatisfechos, bien =óvenes y hambrientos. Era virtualmente imposible tomar partido por una reivindicación nacionalista sin enemistarse con otras naciones, ya establecidas o %ue aspiraban a estarlo. Esto colocó a los =udíos en una situación bastante delicada. En opinión de &uler1 'u estructura laboral, sus niveles generalmente elevados de alfabetiación y su necesidad de seguridad política facilitó %ue se asociaran con las nacionalidades «históricas» dominantes Apolacos, magiar es y rusos en lugar de con las nacionalidades «no históricas» sumergidas y rurales Achecos, eslovac os, ucranianos y lituanos, por e=emplo. &or lo tanto, en 9alitia y Hungría se libraron del estigma de ser alemanes, aun%ue esto no les sirvió de mucha ayuda con las raas a las %ue polacos y magiares oprimían a su ve. D/0 En algunos casos aislados, las :lites de las naciones ya consolidadas o en embrión ansiaban utiliar el celo y el talento de los =udíos para conseguir avances y progresos difíciles de lograr si las masas estaban marcadas , con frecuencia contra su voluntad, como ob=etos del proselitismo nacional y de la moderniación económica. En Hungría, ba=o la casa de Habsburgo, la aristocracia terrateniente recibió con agrado a los =udíos, %ue en se convirtieron en los agentes más eficientes y entregados a favor de la magiariación onas perif:ricas, fundamentalmente eslavas, %ue la noblea esperaba tener ba=o su dominio en la futura Hungría independiente. (ambi:n pasaron a ser los autores de una moderniación ine$orable de la economía rural an%uilosada y atrasada. 7as d:biles :lites lituanas acogieron con ilusión el entusiasmo =udío para presentar sus demandas al gobierno sobre la comple=a mecla de comunidades :tnicas, religiosas y lingUísticas %ue poblaban las antiguas tierras de la histórica 9ran 7ituania y %ue so)aban con resucitar. En con=unto, las :lites políticas deseaban utili ar a los =udíos en todas las tareas peligrosas y desagradables %ue consideraban necesarias y %ue, sin embargo, preferían no llevar a cabo ellas mismas. Esto resultaba bastante conveniente. >uando ya no fuera tan apremiante la necesidad de los servicios de los =udíos, podían deshacerse de ellos con toda facilidad. En el momento en %ue «pusieran a los =udíos en su lugar» recibirían el aplauso de las masas a las %ue los =udíos habíanfirmemente controladoasentadas, en beneficio de las :lites y eso endularía :lites, ahora deseaban %ue probaran las masas.el amargo trago %ue las 'in embargo, las :lites no podían confiar en la fidelidad de los =udíos ni si%uiera temporalmente. 2 diferencia de los «nacidos en» una colectividad nacional, para los =udíos pertenecer a ella era una elección y, por tanto, en principio revocable «hasta nuevo aviso». 7os límites de las colectividades nacionales eran todavía bastante inciertos, el sentimiento de seguridad era ilícito y la vigilancia era la orden del día. 'e levantan barricadas para dividir y [ay de %uienes las usen como pasillos\ 7a visión de un amplio grupo de gente con libertad para moverse a voluntad de una plaa fuerte nacional a otra debía provocar una profunda angustia. #esafiaba la verdad aut:ntica sobre la %ue reposaban las reivindicaciones de todas las naciones, tanto antiguas como modernas1 el carácter de nacionalidad, la herencia y la naturalidad de las entidades nacionales. El corto sue)o liberal

de la asimilación y, más en general, la concepción del «problema =udío» como básicamente cultural y %ue, por lo tanto, se podía resolver por medio de la aculturación voluntaria y aceptada de buena gana, fracasó debido a la incompatiilidad esencial entre el nacionalismo y la idea de la lire elecci!n . 2un%ue pueda parecer paradó=ico, los nacionalismos coherentes al final se resienten de los poderes de absorción de sus propias naciones. 2ceptan complacidos %ue sus admiradores alaben con prodigalidad las virtudes de la nación. >onvertirán esos elogios en condición para garantiar a los admiradores, cuanto me=or, esa benevolencia por parte deeslos asociadamás a laentusiastas condición yderuidosos, cliente. 'in embargo, lo %ue no perdonarán %uepatronos se tome %ue estava admiración como un título de integrante de la comunidad. >omo en el lacónico conse=o de 9eoff #ench a todas las naciones cliente1 «&or todos los medios, declaro mi creencia en la =usticia e igualdad futuras. Es parte de mi misión. &ero no esper:is %ue se haga realidad» D/J. >omo demuestra este breve estudio de la larga lista de las incongruencias =udías, acaso no había ninguna puerta cerrada en el camino de la modernidad en la %ue los =udíos no pusieran las manos. 'ólo podían resultar seriamente magullados despu:s del proceso %ue culminó con su emancipación del ghett o. Eran la opacidad del mundo luchando por la claridad# la amig9edad en un mundo con deseos encendidos de certe$a . 'e montaron a horca=adas sobre todas las barricadas y llamaron a las balas de todos los bandos. #e hecho, el =udío conceptual se ha interpretado como la «viscosidad» ar%uetípica del sue)o moderno de orden y claridad, el enemigo de cual%uier orden, antiguo, nuevo y, en especial, del deseado.

7a modernidad del racismo

2 los =udíos, en el camino a la modernidad, les sucedió una cosa importante. 'e habían lanado a ese camino mientras se encontraban marginados, segregados y recluidos detrás de los muros, de piedra o imaginarios, de la Budengasse. 'u e$tra)amiento era un hecho de la vida, como el aire o la muerte. ?o e$igía la moviliación de los sentimientos populares, ni complicados argumentos ni tampoco %ue estuvieran alerta algunos vigilantes autodesignados. 7os hábitos difusos y con frecuencia sin codificar, aun%ue en con=unto bien coordinados, eran suficientes para reproducir la repugnancia mutua %ue garantiaba la inmutabilidad de la separación. (odo esto cambió con la llegada de la modernidad, %ue eliminó las diferencias legisladas con sus consignas de igualdad legal y con la más e$tra)a de sus novedades1 la ciudadanía. >omo e$plica ;acob Qat1 >uando los =udíos vivían en el ghetto e inmediatamente despu:s de %ue lo abandonaran, fueron acusados por ciudadanos %ue disfrutaban de la situación legal %ue se negaba a los =udíos. Esas acusaciones se idearon sólo para =ustificar y reconfirmar el statu %uo y proporcionar una base lógica para mantener a los =udíos en una situación de inferioridad legal y social. 'in embargo, estas acusaciones las hicieron ciudadanos en su calidad de ciudadanos iguales ante la ley y la finalidad de las acusaciones era demostrar %ue los =udíos eran indignos de la condición social y legal %ue se les había concedido. D/K

Es decir, %ue lo %ue estaba en cuestión no era la dignidad social o moral. El problema era infinitamente más complicado. 7o %ue implicaba era nada menos %ue la necesidad de crear mecanismos %ue anteriormente no se habían utiliado y de ad%uirir capacidades impensables hasta entonces para producir de forma artificial lo %ue en el pasado sucedía naturalmente. En las :pocas premodernas, los =udíos eran una casta más entre otras, una categoría entre categorías, un Estado entre Estados. 'u nota distintiva no constituía un problema y los m:todos de segregación habituales, virtualmente ma%uinales, evitaban lo problema. fuera. >on7o la mismo llegada %ue de latodo modernidad, la separación los =udíos se %ue convirtió %ue en un lo demás en la sociedadde moderna, había manufacturarlo, construirlo, argumentarlo con racionalidad, dise)arlo tecnológicamente, administrarlo, controlarlo y gestionarlo. 7os %ue estaban al mando de las sociedades premodernas podían adoptar la actitud confiada y calmada de los guardabos%ues1 la sociedad, abandonada a sus propios medios, se reproduciría a)o tras a)o, generación tras generación, sin apenas ning@n cambio perceptible. &ero no sus sucesores modernos. 2%uí ya no se podía dar nada por sentado. ?o crecería nada a menos %ue se hubiera plantado y si crecía algo de forma independiente debía ser algo malo y, por lo tanto, peligroso, %ue confundía o comprometía el plan total. 7a satisfacción por uno mismo, como la %ue e$perimentan los guardabos%ues, era un lu=o %ue no se podían permitir. 7o %ue se necesitaba, por el contrario, era la actitud y las habilidades de un =ardinero, %ue contara con un dise)o detallado del c:sped, de los límites y del surco %ue separaba el c:sped de los bordesS conarmonía visión ypara los colorescacofoníaS armoniosos %ue conociera la como diferencia entre laa placentera la repugnante con ydecisión para tratar a hierba=os cual%uier planta %ue naciera e interfiriera en su plan y en su visión de orden y armonía, y con má%uinas y venenos adecuados para e$terminar las malas hierbas y conservar las divisiones tal y como se definían en el dise)o del con=unto. 7a separación de los =udíos había perdido su carácter de naturalidad, %ue en el pasado estaba marcado por la segregación territorial y reforado por gran profusión de llamativas se)ales de aviso. &arecía, por el contrario, desesperadame nte artificial y frágil. 7o %ue antes era un a$ioma, una suposición tácitamente aceptada, se había convertido en una verdad %ue había %ue probar y demostrar, y la «esencia de las cosas» se ocultaba tras fenómenos %ue aparentemente la contrade cían. Había %ue construir laboriosamente esta nueva naturalidad y basarla en una autoridad diferente de la de la evidencia de las impresiones sensoriales. &atricC 9irard lo e$presa así1 7a asimilación de los =udíos por la sociedad %ue les rodeaba y la desaparición de las diferencias sociales y religiosas ha conducido a una situación en la %ue no se puede distinguir a =udíos de cristianos. ohen %ue vaya a la sinagoga y sea >osher es una persona respetable. ?o tengo nada contra :l. &ero sí lo tengo contra el =udío al %ue no se puede identificar». 'e pueden encontrar ideas parecidas en 2lemania, donde se despreciaba menos a los =udíos %ue llevan los tirabuones rituales y caftanes D" %ue a sus correligionarios,

patriotas alemanes de creencia =udía, %ue imitaban a los alemanes D" El antisemitismo moderno no nació de la gran diferencia %ue e$iste entre grupos, sino de la amenaa %ue supone la ausencia de diferencias, la homogeneiación de la sociedad occidental y la abolición de las antiguas barreras sociales y legales entre los =udíos y los cristianos. D/L 7a modernidad hio %ue se nivelaran las diferencias, por lo menos las apariencias e$ternas, del material de %ue están hechas las distancias simbólicas entre grupos segregados. 'inlaesas diferencias, ya no era, era suficiente condoctrina hacer refle$iones filosóficas lo acertado de realidad tal y como algo %ue la cristiana había hechosobre anteriormente, cuando deseaba darle un significado a la separación de hecho de los =udíos. En ese momento había %ue crear las diferencia s o conservarlas contra el poder corrosivo y pavoroso de la igualdad social y legal y de los intercambios culturales. 7a e$plicación religiosa de los límites %ue se había heredado, es decir, el rechao de >risto por parte de los =udíos, era de lo más inadecuada para la nueva tarea. Esa e$plicación suponía inevitablemente la posibilidad de salir del campo segregado. 3ientras los límites siguieran estando claros y bien marcados, la e$plicación era válida. &roporcionaba el elemento de fle$ibilidad necesario %ue encadenaba el destino de los hombres a su supuesta libertad para ganar la salvación o para pecar, para aceptar o rechaar la gracia divina. < lo conseguía sin la más ligera agresión a la solide del propio límite. 'in embargo, este mismo elemento de fle$ibilidad resultaría desastroso ve %ue los m:todos dedelsegregación se se hicieron demasiado d:biles e indiferentes parauna sustentar la «naturalidad» límite y :ste transformó en un reh:n de la autodeterminación humana. #espu:s de todo, la visión moderna del mundo proclamaba %ue e$istía un potencial ilimitado de educación y de perfeccionamiento. (odo era posible con buena voluntad y si se hacía el esfuero pertinente. El hombre, en el momento de su nacimiento, era una taula rasa, un armario vacío %ue se iría llenando, en el curso del proceso civiliador, de artículos %ue proporcionaría la presión niveladora de las ideas culturales compartidas. &aradó=icamente, si limitamos las diferencias entre los =udíos y sus anfitriones cristianos a la diversidad de credos y rituales, esto concordaba bien con la visión moderna de la naturalea humana. &arecía %ue, =unto con la renuncia a otros pre=uicios, el abandono de las supersticiones =udaicas y la conversión a una fe superior serían los vehículos adecuados y suficientes para la me=ora personal, una situación %ue se podría esperar, a escala masiva, cuando se produ=era la victoria final de la raón sobre la ignorancia. 7o %ue realmente amenaaba la solide de los antiguos límites no era, evidentemente, la fórmula ideológica de la modernidad, aun%ue tampoco se puede decir %ue la reforara, sino el rechao del moderno Estado seculariado a legislar prácticas sociales diferenciadas. Esto funcionó bien mientras los propios =udíos, el «se)or >ohen» de #rumont, se negaron a seguir al Estado en su camino hacia la uniformidad y se apegaron a sus prácticas discriminadoras. 7a confusión real la causaron los =udíos, cada ve más numerosos, %ue aceptaron la oferta y se convirtieron. 7a conversión adoptó dos formas, la religiosa y la moderna asimilación cultural. En Mrancia, 2lemania y en la ona de 2ustria y Hungría dominada por los alemanes era bastante real la probabilidad de %ue todos los =udíos resultaran, antes o despu:s, «socialiados» e incluso «autosocialiados» en no =udíos, con lo %ue serían culturalmente indistinguibles y socialmente invisibles. En ausencia de los

antiguos m:todos de segregación tradicionales y legalmente sancionados, la ausencia de marcas diferenciadoras visibles e%uivalía a la eliminación del propio límite. 7a segregación, en las condiciones de la modernidad, re%uería un m:todo moderno para establecer los límites. !n m:todo capa de oponerse y neutraliar el creciente impacto de los presuntamente infinitos poderes de las fueras educativas y civiliadoras, un m:todo capa de crear una ona prohibida para la pedagogía y la autosuperación, de traar una barrera el potencial la cultura. Este m:todo entusiasmo, aun%ue insalvable con distintopara grado de :$ito, de a todos los grupos a los %ueseseaplicaría deseabacon mantener de forma permanente en una posición subordinada, como la clase traba=adora o las mu=eres. 'i se %uería salvar del asalto de la igualdad moderna la característica distintiva de los judíos haía %ue e/presarla de otra forma diferente y sustentarla sore unos nuevos cimientos# m"s s!lidos %ue los poderes humanos de cultura y autodeterminaci!n . 'eg@n la concisa frase de Hannah 2rendt, había %ue sustituir el =udaísmo por la «=udeidad»1 «7os =udíos consiguieron escaparse del =udaísmo por medio de la conversiónS pero de la X=udeidadY no había escape posible»D/. 2 diferencia del =udaísmo, la =udeidad tenía %ue ser más fuerte %ue la voluntad y el potencial creativo humanos. 'e tenía %ue situar al mismo nivel %ue la ley natural, es decir, ese tipo de ley %ue hay %ue descubrir y luego tenerla presente y e$plotarla en favor de los seres humanosconsecuencias. pero %ue no se7a puede alterar,deignorar o desobedecer, poreslo%ue menos sin %ue haya terribles intención la an:cdota de #rumont sus lectores no olviden esta ley1 «!n du%ue franc:s preguntó a sus amigos en cierta ocasión1 XG^uer:is saber cómo habla la sangreY. 'e había casado con una 5othschild de MranCfurt a pesar de las lágrimas de su madre. 7lamó a su hi=o pe%ue)o, sacó un luis de oro del bolsillo y se lo ense)ó. 7os o=os del ni)o se iluminaron. El du%ue prosiguió1 X>omo pod:is ver, el instinto semita se revela con toda claridadY». &oco tiempo despu:s, >harles 3aurras insistía en %ue «lo %ue uno es determina la propia actitud desde el principio. El espe=ismo del libre albedrío, de la raón, solam ente puede conducir al d+racinement personal y al desastre político». 'ólo se puede desobedecer una ley de este tipo a costa de un gran riesgo personal y haci:ndoselo correr a la comunidad o, por lo menos, eso es lo %ue afirma 3aurice Barres1 «!n ni)o, atrapado en las simples palabras, está aislado de la realidad y la doctrina Cantiana le desarraiga del suelo de sus antepasados. El e$ceso de diplomas crea lo %ue podríamos denominar, siguiendo BismarcC, un Xproletariado de graduados universitariosY. Esta es es nuestra severa crítica aalas universidades1 lo %ue sucede con su producto, el XintelectualY, D/ %ue se convierte en enemigo de la sociedad» . El producto de una conversión, sea :sta religiosa o cultural, no es el cambio, sino la p+rdida de la cualidad. 2l otro lado de la conversión acecha el vacío, no otra identidad. El converso pierde su identidad sin conseguir nada a cambio. El hombre es antes de %ue act&e. ?ada de lo %ue haga puede cambiar lo %ue es. Esta es, en pocas palabras, la esencia filosófica del racismo.

0.

Modernidad, raciso y e!terinio "II#

E$iste una parado=a evidente en la historia del racismo en general y en la del racismo nai en particular. En el caso de la historia más espectacular y conocido, el racismo fue el instrumento utiliado para moviliar los sentimientos y angustias antimodernistas y, manifiestamente, fue efectivo debido a esta relación. 2dolf 'tócCer, #ietrich EcCart, 2lfred 5osenberg, 9regor 'trasser, ;oseph 9oebbels y prácticamente todos los demás profetas, teóricos e ideólogos del nacional socialismo utiliaron el fantasma de la raa =udía como vínculo para unir los temores del pasado y las futuras víctimas de la moderniación, %ue ellos habían definido, a la sociedad vol>isch ideal del futuro %ue se proponían crear con el fin de anticiparse a los avances posteriores de la modernidad. En sus referencias al horror profundamente arraigado del cataclismo social %ue auguraba la modernidad, identificaron la modernidad con la ley de los valores económicos y monetarios y atribuyeron a las características raciales =udías la responsabilidad de haber atacado ine$orablemente las normas sobre el valor humano y el modo de vida vol>isch. Es decir, la eliminación de los =udíos se presentó como sinónimo del rechao al orden moderno. Este hecho nos indica el carácter esencialmente premoderno del racismo, su afinidad natural, por decirlo de alguna manera, con las emociones antimodernas y su capacidad selectiva como vehículo de esas emociones. 'in embargo, por otro lado, el racismo es impensable como concepción del mundo e, incluso, y más importante todavía, como m:todo político, sin los avances de la ciencia moderna, de la tecnología y de las formas modernas del poder estatal. >omo tal, el racismo es estrictamente un producto moderno. Mue la modernidad la %ue hio posible el racismo y tambi:n la %ue creó la demanda. En una :poca en la %ue los :$itos eran la @nica medida del valor humano hacía falta una teoría de la pertenencia para deshacer las preocupaciones sobre el traado y salvaguarda de los límites en unas condiciones en las %ue saltar esos límites era más sencillo %ue nunca. En resumen, el racismo es un arma moderna empleada en luchas premodernas o, al menos, no e$clusivamente modernas.

#e la heterofobia al racismo

El racismo se suele entender, aun%ue e%uivocadamente, como una variedad de los pre=uicios o del resentimiento entre grupos. 2 veces se le diferencia de otros sentimientos o creencias a causa de su intensidad emocional. En otras ocasiones se le aísla haciendo alusión a los atributos hereditarios, biológicos y e$traculturales %ue suele contener, a diferencia de las variedades no racistas de la hostilidad entre grupos. En algunos casos, los %ue escriben sobre el racismo se)alan sus pretensiones científicas, pretensiones %ue no poseen otros estereotipos, no racistas aun%ue igualmente negativos, sobre los grupos e$tran=eros. 'in embargo, sea cual sea la característica %ue se esco=a, raramente se rompe el hábito de analiar e interpretar el racismo dentro del ámbito de una categoría más amplia de pre=uicios. 2 medida %ue el racismo va ganando importancia entre las formas contemporáneas de aversión entre grupos, y es la @nica entre ellas con una pronunciada afinidad con el espíritu científico de la :poca, se va haciendo más significativa una tendencia interpretativa opuesta, esto es, la tendencia a ampliar el concepto de racismo para %ue abar%ue todas las variedades del resentimiento. Es decir, todas las clases de pre=uicios entre grupos se interpretan como e$presiones de predisposiciones innatas, naturales y racistas. &robablemente podamos permitirnos el lu=o de no sentirnos muy emocionados al contemplar este cambio de lugares y considerarlo, filosóficamente, como una simple cuestión de definiciones %ue, despu:s de todo, se pueden aceptar o rechaar a voluntad. 'in embargo, con un e$amen más cuidadoso, estamos ante otra imprudente manifestación de autocomplacencia. #e hecho, si todas las hostilidades y aversiones entre grupos son formas de racismo y si la tendencia a mantener ale=ados a los e$tra)os y ofenderse por su pro$imidad ha sido ampliamente documentada por las investigaciones históricas y etnológicas afirmando %ue es un atributo perpetuo y punto menos %ue universal de los grupos humanos, entonces no hay nada esencial y radicalmente nuevo en %ue el racismo haya ad%uirido seme=ante importancia en nuestra :poca. Es simplemente el ensayo de un antiguo guión, aun%ue, eso sí, puesto en escena con unos diálogos actualiados. En especial, la vinculación íntima del racismo con otros aspectos de la vida moderna o bien se niega por completo o bien se desenfoca. En su reciente estudio sobre el pre=uicio D*, de una erudición impresiona nte, &ierreZ 2ndr: (aguieff describe la sinonimia entre racismo y heterofobia, es decir, la aversión a la diferencia. 2mbos aparecen, asevera, «a tres niveles» o en tres formas %ue se distinguen por el creciente nivel de comple=idad. En su opinión, el «racismo primario» es universal. Es una reacción natural ante la presencia de un desconocido e$tra)o, ante cual%uier forma de vida humana %ue sea a=ena y provo%ue confusión. Rnvariablemente, la primera respuesta es la antipatía %ue no suele llegar a la agresividad. !niversalmente, va de la mano de la espontaneidad. El racismo primario no necesita %ue nadie lo inspire ni lo fomente. (ampoco necesita una teoría %ue legitime este odio elemental, aun%ue, en ocasiones, se ha reforado y utiliado deliberadamente como instrumento para la moviliación política D/. En estas ocasiones, puede pasar a otro nivel superior de comple=idad y convertirse en racismo

«secundario» o racionaliado. Esta transformación se produce cuando e$iste, y se interioria, una teoría %ue proporciona bases lógicas para el racismo. 'e representa al repugnante Otro como alguien con mala voluntad y «ob=etivamente» da)ino, es decir, en cual%uiera de los dos casos, alguien %ue supone una amenaa para el bienestar del grupo al %ue inspira aversión. &or e=emplo, se puede representar a la categoría aborrecida como conspiradora con las fueras del mal de la forma %ue especifica la religión del grupo %ue la aborrece o como un rival económico sin escr@pulos. 7a elección del campo semántico en el %ue se teoria la «peligrosidad» del aborrecido 8tro la decide, seg@n sobre cabe suponer, el y planteamiento general del momento sobre lo socialmente relevante, los conflictos las divisiones. !n caso actual muy com@n de «racismo secundario» es la $enofobia o, más especialmente, el etnocentrismo. 2mbos aparecen en momentos de nacionalismo rampante, cuando una de las líneas divisorias sostenidas con más fuera se raona recurriendo a la historia, la tradición y la cultura compartidas. Minalmente, el racismo «terciario», de «mistifactoría», %ue presupone la e$istencia de los dos niveles «inferiores», se distingue por la utiliación del argumento cuasiZbiológico. #e la forma en %ue (aguieff la ha construido e interpretado, esta clasificación tripartita parece lógicamente imperfecta. 'i el racismo secundario ya se caracteria por la teoriación de la aversión primaria, entonces parece %ue no e$iste ninguna raón para distinguir solamente una de las muchas posibles ideologías %ue se pueden usar, y de hecho se para finalidad como característica distintiva de un racismo de «nivel El usan, racismo deesta tercer nivel más parece una unidad o un elemento del segundo nivel.superior». 2caso (aguieff podría defender su clasificación de esta acusación si, en ve de separar las teorías biológicas a causa de su supuesta naturalea de «mistifactoría» Ase puede argumentar sin fin sobre el grado de mistificación de todo el resto de las teorías racistas de segundo nivel, utiliara la tendencia del argumento biológico para subrayar la irreversibilidad e incurabilidad de la per=udicial «otredad» del 8tro. 'e podría, de hecho, se)alar %ue, en nuestra :poca de artificialidad del orden social, de omnipotencia putativa de la educación y de ingeniería social, la biología en general y la herencia en particular, significan, para la consciencia p@blica la ona %ue permanece fuera de los límites de la manipulación cultural, algo %ue todavía no sabemos cómo resolver, moldear y dar nueva forma seg@n nuestra voluntad. (aguieff, no obstante, insiste en %ue la moderna forma de racismo biológicoZ científica no parece «diferente en naturalea, funcionamiento y función de los discursos D0

tradicionales e$clusión descalificadora» y se características centra, por ello,distintivas en el grado «paranoia delirante o dedeIespeculatividad» e$trema como delde«racismo terciario». irchliche 5een y el fa moso Fnstitut $ur Enforschung des Budenfrage de 5osenberg, y nunca carecieron de personal cualificado con credenciales y certificados acad:micos. 'eg@n una de las lógicas típicas de su actividad, durante muchas d:cadas, toda la vida cultural había estado más o menos ba=o la influencia del pensamiento biológico, tal y como :ste se había planteado a mediados del siglo pasado, con las ense)anas de #arNin, 3endel y 9alton, y despu:s había avanado debido a los estudios de &lót, 'challmayer, >orrens, de Ories, (schermarC, Baur, 5Udin, Mischer, 7en y otros D" 'e reconocía %ue las leyes naturales descubiertas para las plantas y los animales tambi:n debían ser válidas para el hombre. D*/ El segundo es %ue, aypartir del 'iglo hacia de las el mundo moderno se ha distinguido por su aspecto actitud activista de ingeniería la 7uces, naturalea y hacia :l mismo. 7a ciencia no avanaba por su propio inter:s. 'e consideraba, fundamentalmente, un instrumento de formidable poder %ue le permitía a su poseedor me=orar la realidad, volver a darle forma seg@n los planes y designios humanos y ayudarle en su camino hacia el perfeccionamiento. 7a =ardinería y la medicina proporcionaban los ar%uetipos de la postura constructiva, y la normalidad, la salud y la higiene eran las metáforas de las tareas humanas y de las estrategias en la administración de los asuntos humanos. 7a e$istencia humana y la cohabitación se convirtieron en ob=etos de planificación y de gerencia. 7o mismo %ue la vegetación de un =ardín o un organismo vivo, no se les podía de=ar %ue se las arreglaran por sí solos y menos %ue terminaran infestados de malas hierbas o de te=idos cancerosos. 7a =ardinería y la medicina son formas funcionalmente distintas de la misma actividad, la de separar y aislar los elementos &tiles destinados a vivir y desarrollarse de los nocivos y

da4inos# a los %ue hay %ue e/terminar. (anto la retórica como la forma de hablar de Hitler estaban cargados de imágenes de enfermedad, infección, putrefacción, pestilencia y llagas. >omparaba la cristiandad y el bolchevismo con la sífilis o la peste. Hablaba de los =udíos como de bacilos, de g:rmenes de descomposición o de parásitos. En *+J/ le di=o a Himmler1 «El descubrimiento del virus =udío es una de las grandes revoluciones %ue se han producido en el mundo. 7a batalla en la %ue estamos comprometidos es como %ue libraron &asteur y Qoch el siglonuestra pasado. >uántas enfermedades tienenhoy su srcen en ellavirus =udío D" 'ólo recuperaremos D*0 salud eliminando al =udío» . En octubre de ese mismo a)o, Hitler proclamaba1 «'i e$terminamos la peste, prestaremos un gran servicio a la humanidad» D*J. 7os %ue e=ecutaron las órdenes de Hitler se referían al e$termi nio de los =udíos como la :esundung Acuración de Europa , la Selsttreinigung Alimpiea y la Budens@uerung Alimpiea de =udíos. En un artículo de ?as ;eic aparecido el K de noviembre de *+J*, 9oebbels proclamaba %ue la introducción de la medida de %ue los =udíos llevaran el dintintivo de la Estrella de #avid era «higi:nica y profiláctica». El aislamiento de los =udíos de una comunidad racial pura era «una norma elemental de higiene racial, social y nacional». 9oebbels sostenía %ue había buena gente y mala gente, lo mismo %ue animales buenos y malos. «El hecho de %ue los =udíos sigan viviendo entre nosotros no es ninguna demostración de %ue sean parte de nosotros, de la misma manera %ue una pulga nunca será D*K

un muchodel%ue viva en una cuestión =udía, en palabras del =efeanimal de la dom:stico 8ficina depor &rensa 3inisterio de casa» 2suntos. 7a E$teriores, era «eine Mrage des D*L politischen Hygiene» . #os científicos alemanes de fama mundial, el biólogo ErNin Baur y el antropólogo 3artin 'támmler, e$presaron con el lengua=e e$acto de la ciencia aplicada lo %ue los dirigentes de la 2lemania nai habían manifestado repetidamente con un vocabulario emotivo y apasionado de políticos1 >ual%uier campesino sabe %ue si sacrifica a los me=ores e=emplares de sus animales dom:sticos sin %ue hayan procreado y sigue criando individuos inferiores, las camadas irán degenerando irremisiblemente. Hemos permitido %ue este error, %ue no cometería ning@n campesino con sus animales ni con sus cultivos, se produca entre nosotros en un grado muy >omo recompensa a nuestra!na humanidad hoy, lo %ue %ue se debemos hacer esen%ue estas alto. personas inferiores no procreen. operacióndesencilla, puede realiar unos minutos, lo hará posible y sin demora D" ?adie aprueba en mayor medida %ue yo las nuevas leyes de esteriliación, pero debo repetir una y otra ve %ue son sólo un principio. A" 7a e$tinción y la salvación son los dos polos alrededo r de los %ue rota el cultivo de la raa, los dos m:todos con los %ue tiene %ue colaborar D" 7a e$tinción es la destrucción biológica de la persona hereditariamente inferior por medio de la esteriliación, la represión cuantitativa del enfermio y del indeseable D" 7a tarea es salvaguardar al pueblo de la e$cesiva proliferación de las malas hierbas.D* 5esumiendo, mucho antes de construir las cámaras de gas, los nais, siguiendo las

órdenes de Hitler, intentaron e$terminar a sus compatriotas física o mentalmente disminuidos por medio del «asesinato misericordioso», falsamente llamado «eutanasia», y criar una raa superior por medio de la fertiliación organiada de mu=eres racialmente superiores por hombres racialmente superiores Aeugenesia. 7o mismo %ue estos intentos, el asesinato de los =udíos fue un e=ercicio más en la administración racional de la sociedad. < un intento sistemático de utiliar el planteamiento, los principios y los preceptos de la ciencia aplicada.

#e la repugnancia al e$terminio

«7a teología cristiana nunca ha abogado por el e$terminio de los =udíos», escribe 9eorge 7. 3oss, «sino por su e$clusión de la sociedad como testigos vivos del deicidio. 7os progroms fueron la consecuencia de aislar a los =udíos en los ghettos» D*. Hannah 2rendt afirma1 «!n delito lleva asociado un castigo. 2 un vicio sólo se le puede e$terminar»D*+. 7a secular repugnancia hacia el =udío solamente se ha e$presado como un e=ercicio de higiene en su forma racista, moderna y «científica». `nicamente con la reencarnación moderna del odio hacia los =udíos se les ha cargado con un vicio indeleble, con un defecto inmanente %ue no se puede separar de ellos. 2ntes de eso, los =udíos eran pecadores. >omo todos los pecadores, estaban obligados a sufrir por sus pecados en la tierra o en otro purgatorio terrenal, a arrepentirse y a conseguir la redención. Había %ue contemplar su sufrimiento de la misma manera %ue las consecuencias del pecado y la necesidad de arrepentimiento. Este beneficio no se podía derivar en absoluto del vicio, aun%ue llevara asociado el castigo. 'i alguien tiene alguna duda, %ue consulte con 3ary Thitehouse. El cáncer, los parásitos y las malas hierbas no se pueden arrepentir. ?o han pecado, simplemente viven de acuerdo con su naturalea. ?o hay nada por lo %ue castigarles. &or la naturalea de su maldad, hay %ue e$terminarlos. En su diario, hablando consigo mismo, ;oseph 9oebbels lo e$plica con la misma claridad %ue anteriormente hemos observado en la historiografía abstracta de 5osenberg1 «?o hay ninguna esperana de devolver a los =udíos al redil de la humanidad civiliada por medio de castigos e$cepcionales. 'iempre seguirán siendo =udíos, lo mismo %ue nosotros seguiremos siendo miembros de la raa aria»D/4. 2 diferencia del «filósofo» 5osenberg, 9oebbel s era ministro de un gobierno %ue poseía un poder formidable e incontestado, un gobierno %ue, además, gracias a los logros de la civiliación moderna, podía concebir la posibilidad de una vida sin cáncer, parásitos ni malas hierbas y tenía a su disposición los recursos materiales para hacer real esa posibilidad. Es difícil, acaso imposible, llegar a la idea del e$terminio de todo un pueblo sin una imaginería de raa, es decir, sin la visión de un defecto end:mico y fatal %ue es, en principio, incurable y, además, puede propagarse a menos %ue sea detectado. (ambi:n es difícil, probablemente imposible, llegar a esa idea sin una práctica consolidada de la medicina, tanto de la medicina propiamente dicha como de sus numerosas aplicaciones alegóricas, con su modelo de salud y normalidad, su estrategia de separación y sus t:cnicas

%uir@rgicas. Es especialmente difícil y poco menos %ue imposible concebir esta idea de forma independiente de la orientación de la sociedad hacia la ingeniería, la creencia de la artificialidad del orden social, la institución de los conocimientos t:cnicos y la práctica de la administración científica de la interacción entre seres humanos. &or estas raones, hay %ue contemplar la versi!n e/terminadora del antisemitismo como un fen!meno e/clusivamente moderno, es decir, algo %ue sólo podía darse en un estado avanado de la modernidad. Estos no fueron los @nicos vínculos entre los proyectos de e$terminio y los adelantos %ue se asocian con toda =usticia a la civiliación moderna. El racismo, aun%ue se hubiera unido a la predisposición tecnológica de la mente moderna, no habría bastado para llevar a cabo la haa)a del Holocausto. &ara hacerlo, tendría %ue haber sido capa de asegurar el paso de la teoría a la práctica y esto probablemente habría implicado activar, por medio del poder moviliador de las ideas, a los suficientes agentes humanos como para enfrentarse a la magnitud de la tarea y mantener su dedicación todo el tiempo %ue hiciera falta hasta concluirla. El racismo tendría %ue haber imbuido a las masas de no =udíos, por medio de la educación ideológica, la propaganda o el lavado de cerebro, un odio y una repugnancia por los =udíos tan intensos como para %ue estallara una acción violenta contra ellos en cual%uier lugar y momento. opiniónrecursos %ue comparten casieltodos los historiadores, esto no sucedió.#e2acuerdo pesar decon los laenormes %ue dedicó r:gimen nai a la propaganda racista, el esfuero concentrado de la educación nai y la amenaa real de terror contra toda resistencia a los m:todos racistas, la aceptación popular del programa racista y, en especial, a sus @ltimas consecuencias lógicas, se detuvo mucho antes del punto %ue habría e$igido un e$terminio guiado por la emoción. &or si se necesitara una prueba adicional, esto demuestra una ve más la falta de continuidad o de progresi!n natural entre la heterofoia o enemistad declarada y el racismo. 7os dirigentes nais, %ue esperaban capitaliar el difuso resentimiento contra los =udíos con el fin de obtener el apoyo popular para la política racista de e$terminio, pronto tuvieron %ue admitir su error. 'in embargo, aun cuando el credo racista hubiera tenido más :$ito, caso improbable por otro lado, y hubiera habido muchísimos más voluntarios para linchar y cortar cuellos, la violencia de las premoderna muchedumbres nos habríasocial sorprendido por ser moderno una forma y descaradamente de ingeniería o del proyecto de inefica higiene racial. #e hecho, como 'abini y 'ilver han afirmado, el episodio más completo, amplio y efectivo de violencia de masas contra los =udíos, la infame Dristallnacht, fue un pogrom, un instrumento del terror D" típico de la secular tradición antisemita europea, no del orden nai ni tampoco del e$terminio sistemático de la =udería europea. 7a violencia de las masas es una t:cnica de e$terminio primitiva y sin efectividad. Es un m:todo efectivo de aterroriar a una población, de mantener a la gente en su lugar, incluso de forar a algunos a abandonar sus creencias religiosas o sus convicciones políticas, pero :sos no eran los designios de Hitler para los =udíos. 7o %ue intentaba era destruirlos. D/* (ampoco hubo suficientes «muchedumbres» violentas. 7a visión del asesinato y de

la destrucción disuadió a tantos como inspiró, mientras %ue la abrumadora mayoría prefirió cerrar los o=os y no escuchar nada, pero, lo primero de todo, cerrar la boca. 7a destrucción masiva no iba acompa)ada del alboroto de las emociones sino del silencio muerto de la indiferencia. ?o fue la alegría p@blica sino la indiferencia p@blica la %ue «se convirtió en una sólida hebra del dogal %ue ine$orablemente se ci)ó alrededor de miles de cuellos» D//. El racismo es# primero# una política# y una ideología en segundo lugar' 5o mismo %ue todas las políticas# necesita organi$aci!n# direcci!n y e/pertos . Rgual %ue todas las políticas, parayponerla práctica e$ige de unaladivisión del traba=o y un aislamiento efectivo entre la tarea el efectoendesorganiador improvisación y la espontaneidad. E$ige %ue se de=e a los especialistas tran%uilos y libres para llevar adelante su tarea. ?o es %ue esta indiferencia fuera indiferente, por%ue no lo fue por lo %ue se refiere al :$ito de la Soluci!n 7inal. Mue la parálisis de la gente lo %ue evitó %ue se convirtiera en una muchedumbre, una parálisis %ue se consiguió por la fascinación y el miedo %ue emanaban del despliegue de poder, %ue permitió %ue la lógica mortífer a de la solución del problema siguiera su curso con toda libertad. 'eg@n palabras de 7aNrence 'toCe, «el hecho de %ue, cuando el r:gimen en un principio se instaló con inseguridad en el poder, no se protestara contra sus medidas inhumanas hio casi imposible evitar su culminación lógica, por poco deseada %ue fuera o por reprobable %ue se considerase» D/0. 7a difusión y la profundidad de la heterofobia fueron aparentemente suficientes para %ue el pueblo alemán no protestara contraracista. la violencia, aun%ue a lalos mayoría le gustara ylospermaneciera inmune al adoctrinamiento #e esto @ltimo, nais no descubrieron suficientes casos como para convencerse. En su impecablemente e%uilibrado relato sobre las actitudes alemanas, 'arah 9ordon cita un informe oficial nai %ue e$presa vívidamente la decepción de los nais ante la respuesta a la Dristallnacht 'abemos %ue el antisemitismo, en la 2lemania de hoy, está esencialmente limitado al partido y a sus organiaciones y %ue e$iste un sector de la población %ue no tiene el más ligero conocimiento del antisemitismo y carece de la mínima posibilidad de sentir empatía por :l. 7os días posteriores a la Dristallnacht, esas personas acudieron inmediatamente a los comercios =udíos. A" Esto se debe, en gran medida, a %ue somos un pueblo antisemita, un Estado antisemita, pero, sin embargo, este antisemitismo no se e$presa en las manifestaciones de la vida" 'igue habiendo grupos de Spiessem en el pueblo alemán %ue hablan de los pobres =udíos, %ue no entienden las actitudes antisemitas del pueblo alemán y interceden por los =udíos en cual%uier oportunidad. ?o deberían ser antisemitas solamente los dirigentes y el partido.D/J 7a aversión por la violencia, especialmente la violencia %ue se podía ver y %ue estaba pensada para %ue se viera, coincidía sin embargo con una actitud mucho más ben:vola hacia las medidas administrativas %ue se habían tomado contra los =udíos. 9ran n@mero de alemanes dieron la bienvenida a la en:rgica y clamorosamente anunciada actuación %ue estaba dirigida a la segregación y separación de los =udíos, e$presiones e

instrumentos tradicionales de la heterofobia y de la enemistad declarada. 2demás, muchos alemanes dieron la bienvenida a las medidas %ue se tomaron para castigar al =udío, siempre y cuando se pudiera pretender %ue el castigado era el =udío conceptual, como una solución imaginaria, aun%ue plausible, a las angustias y temores del desplaamiento y la inseguridad, reales aun%ue subconscientes. Mueran cuales fueran las raones de su satisfacción, parecían ser absolutamente diferentes de las %ue implicaban las e$hortaciones a la violencia del estilo de las de 'treicher, como forma realista de compensar delitos económicos o se$uales imaginarios. punto%ue de vista %ue elaboraron ordenaron o, el asesinato de los =udíos,#esde :stos eltenían morirdenolospor%ue estuvierany resentidos al menos,en nomasa fundamentalmente por esta raón. Se consideraa %ue merecían la muerte y estaan resentidos por esa ra$!n# deido a %ue se encontraan entre esta realidad imperfecta y cargada de tensiones y el mundo esperado de tran%uila felicidad . >omo veremos en el siguiente capítulo, la desaparición de los =udíos contribuiría materialmente a %ue llegara el mundo de la perfección. 7a ausencia de los =udíos sería precisamente la diferencia entre ese mundo y el mundo imperfecto de entonces. 9ordon ha e$aminado fuentes críticas y neutrales además de los informes oficiales y ha documentado la e$istencia de una amplia y creciente aprobación por parte de los «alemanes corrientes» para %ue se e$cluyera a los =udíos de las posiciones de poder, ri%uea e influenciaD/K. 7a desaparición gradual de los =udíos de la vida p@blica o bien se aplaudía o bien se pasaba en porlaalto cuidadosamente. resumen, la renuencia de la gente a participar personalmente persecución contra losEn=udíos se aliaba con la tendencia a aprobar o, al menos, a no obstaculiar la actuación del Estado. «2un%ue la mayor parte de los alemanes no eran antisemitas fanáticos ni paranoicos, sí %ue eran antisemitas pasivos, IlatentesF o ItibiosF, ya %ue para ellos los =udíos se habían convertido en un ente abstracto, a=eno y IdespersonaliadoF %ue se encontraba más allá de la empatía humana, y la I>uestión ;udíaF era un asunto legítimo de la política de Estado %ue había %ue solucionar» D/L. Estas consideraciones demuestran una ve más la importancia primordial del otro vínculo, operativo en ve de ideológico, %ue e$iste entre la modernidad y la forma e$terminadora del antisemitismo. El primero de ellos, la idea del e$terminio, %ue no provenía directamente de la heterofobia tradicional y dependía, por esa raón, de dos fenómenos implacablemente modernos, a saber1 la teoría racista y el síndrome m:dicoZ terap:utico. esta idea necesitaba tambi:n medios modernos para ponerla en práctica. 7os&ero encontró en lamoderna burocracia moderna. 7a @nica solución adecuada a los problemas %ue plantea la visión del mundo racista es el aislamiento total e infle$ible de la raa infecciosa y patógena, fuente de enfermedad y contaminación, por medio de la separación espacial absoluta o la destrucción física. 2 causa de su naturalea, es un tarea dantesca, impensable a menos %ue se cuente con enormes recursos, medios para moviliar y planificar su distribución, habilidad para dividir la tarea total en un gran n@mero de tareas parciales y funciones especialiadas y capacidad para coordinar su e=ecución. En resumen, la tarea es inconcebible sin la burocracia moderna. &ara %ue fuera efectivo, el antisemitismo e$terminador moderno tenía %ue ir del brao de la burocracia moderna. hirac, coment ando la decisión de su gobierno de luchar con gran firmea para reforar la seguridad personal y la identidad de la comunidad nacional francesa. El lector británico no tiene ninguna necesidad de recurrir a autores franceses para encontrar un lengua=e segregacionista, casi racista, al servicio de la moviliación de la heterofobia popular y los temores sobre los límites. 2un%ue sean abominables y muy amplia la reserva de violencia potencial %ue contienen, la heterofobia y las angustias por los límites no tienen como consecuencia, ni directa ni indirectamente, el genocidio. Es err!neo adem"s de potencialmente da4ino confundir la heterofoia con el racismo y con los crímenes organi$ados parecidos al Holocausto# ya %ue desvía la atenci!n de las causas aut+nticas del desastre# las cuales tienen sus raíces en algunos aspectos de la mentalidad moderna y de la organi$aci!n social moderna. Habría %ue centrarse en las reacciones sempiternas hacia los e$tran=eros o incluso en los conflictos de identidad, menos universales aun%ue bastante habituales. El papel %ue desempe)ó la heterofobia tradicional en la iniciación y la perpetuación del Holocausto fue simplemente au$iliar. 7os factores aut:nticamente indispensables se encontraban en otro lugar y tenían una relación simplemente histórica con las formas más conocidas de resentimiento de grupo. 7a posiilidad del Holocausto se basaba en ciertas

características universales de la civiliación moderna. &or otro lado, su puesta en pr"ctica estaba vinculada con una relación concreta pero en absoluto universal entre el Estado y la sociedad. El siguiente capítulo está dedicado a hacer un estudio más detallado sobre estas vinculaciones.

J.

$a singularidad y la noralidad del Holocausto

Hasta entonces# el mal )para llamar de alguna manera a a%uel conjunto sorecogedor de circunstancias s!lo inopinado en apariencia)# se haía insinuado poco a poco# por etapas# de un modo sigiloso y a primera vista inocuoJ No ostante# volviendo la mirada atr"s y anali$ando las cosas con un enfo%ue retrospectivo# parecía ovio %ue a%uella acumulaci!n de indicios no era simple producto de 5a casualidad# sino %ue llevaa# por así decirlo# su propia din"mica# una din"mica todavía oculta# como ese caudal de agua enterrada %ue se hincha y agranda antes de aflorar s&ita e impetuosamenteK astaa con remontarse al tiempo en %ue aparecieron los primeros signos ominosos y tra$ar un gr"fico# un cuadro clínico# de su irresistile ascensi!n'

;uan 9oytisolo, Paisajes despu+s de la atalla

«G?o serías más feli si hubiera podido demostrarte %ue todos los %ue lo hicieron estaban locos», pregunta 5aoul Hilberg, el gran historiador del Holocausto. 'in embargo, esto es prec isamente lo %ue es incapa$ de demostrar. 7a verdad %ue saca a la lu no proporciona consuelo. 7o más Este probable %ue de no la haga feli a cada nadie.ve «Mueron hombres de ning@n su tiempo y educados. es eles%uid cuestión %ue refle$ionamos sobre el significado de la civiliación occidental despu:s de 2uschNit. ?uestra evolución ha ido más deprisa %ue nuestro entendimientoS ya no podemos dar por sentado %ue conocemos a fondo nuestras instituciones sociales, nuestras estructuras burocráticas ni nuestra tecnología» D*. 'on malas noticias para los filósofos, los sociólogos, los teólogos y el resto de los eruditos, hombres y mu=eres, profesionalmente dedicados a entender y e$plicar. 7as conclusiones de Hilberg significan %ue no han hecho bien su traba=o. ?o pueden e$plicar lo %ue sucedió ni por %u: y no pueden ayudarnos a %ue lo entendamos. Esta acusación es bastante grave por lo %ue se refiere a los científicos, puede intran%uiliar a los estudiosos, pero no llega a ser motivo de alarma p@blica. #espu:s de todo, ha habido en el pasado otros muchos acontecimientos importantes %ue tenemos la sensación de no entender del todo. En

ocasiones, hace %ue nos sintamos encoleriados, pero la mayor parte de las veces no nos perturba en e$ceso. #espu:s de todo Wnos consolamosW estos acontecimientos pasados sólo tienen un inter:s acad:mico. &ero, Ges eso cierto ?o es el Holocausto lo %ue no logramos entender en toda su monstruosidadS es nuestra Civili$aci!n Occidental# una civili$aci!n %ue el Holocausto ha convertido en incomprensile =usto en un momento en el %ue pensábamos poder estar conformes esta nuestra civiliación, cuando conocíamos suspor caminos recónditos incluso sus con perspectivas, cuando su influ=o cultural se e$pandía todo elmás mundo. 'i e Hilberg está en lo cierto, y las instituciones sociales más importantes eluden, efectivamente, nuestra comprensión mental y práctica, entonces no sólo deben preocuparse los acad:micos profesionales. Es cierto, el Holocausto ocurrió hace casi medio siglo. Es cierto, sus resultados inmediatos se desvanecen en el pasado con rapide. 7a generación %ue lo vivió casi ha desaparecido. &ero Wy :ste es un «pero» siniestroW a%uellas características de nuestra civiliación %ue una ve nos resultaron familiares y %ue el Holocausto convirtió de nuevo en misteriosas, siguen siendo parte de nuestra vida. ?o han desaparecidoS y, por lo tanto, tampoco la posibilidad del Holocausto. 5estamos importancia a esa posibilidad. 5echaamos con desd:n a las pocas personas a las %ue irrita nuestro e%uilibrio mental. (enemos un nombre especial y burlón para ellos,no losestamos «profetas catastrofismo». fácil sus la angustiados GEs %ue acaso ya del vigilantes GEs %ue Es acaso nodescartar condenamos violencia, avisos. la crueldad y la inmoralidad GEs %ue no =untamos, cada ve más, toda nuestra inventiva y todos nuestros considerables recursos para luchar contra ellas uando se produ=o el asesinato en masa, las víctimas se encontraron solas. < no sólo las habían enga)ado con una sociedad aparentemente pacífica, humana, legalista y ordenada, sino %ue su sensación de seguridad se convirtió en uno de los factores más importantes de su caída. &ara decirlo de forma terminante, e$isten raones para tener miedo por%ue ahora saemos %ue vivimos en una sociedad %ue hi$o %ue el Holocausto fuera posile y %ue no haía nada en ella %ue lo pudiera detener . 'ólo por estas raones es necesario estudiar las lecciones del Holocausto. En este estudio hay mucho más %ue el homena=e a los millones de asesinados, %uedeellos a=uste de cuentas los asesinos o la curación de las heridas morales todavía ulceradas testigos pasivoscon y silenciosos. Evidentemente, ni este estudio ni otro todavía más profundo suponen ninguna garantía contra el retorno de los asesinos de masas ni de los espectadores pasivos. 'in embargo, sin un estudio así, no sabríamos lo probable o improbable %ue sería ese retorno.

9enocidio e$traordinario

El asesinato en masa no es una invención moderna1 la historia está plagada de enemistades comunales y sectarias, siempre mutuamente nocivas y potencialmente destructoras, %ue con frecuencia desembocan en la violencia, a veces terminan en matanas y en algunos casos en e$terminio de poblaciones y culturas enteras. 'eg@n parece, este hecho anula la singularidad del Holocausto. En especial, parece negar el vínculo %ue e$iste entre el Holocausto y la modernidad, la «afinidad electiva» entre el Holocausto y la civiliación moderna. &or el contrario, indica %ue el odio asesino ha estado siempre entre nosotros y probablemente nunca desapareca y %ue el @nico significado de la modernidad a este respecto es %ue, al contrario de lo %ue promete y de sus amplias e$pectativas, no suavia los cantos afilados de la coe$istencia humana y, por lo tanto, no pone un punto final definitivo a la inhumanidad del hombre para con el hombre. 7a modernidad no ha cumplido su promesa. 7a modernidad ha fracasado. &ero la modernidad no tiene ninguna responsabilidad del episodio del Holocausto, por%ue el genocidio ha acompa)ado a la historia humana desde el principio.

sta no es, sin embargo, la lección %ue contiene la e$periencia del Holocausto. ?o cabe ninguna duda de %ue el Holocausto fue un episodio más de la larga serie de intentos de asesinatos en masa y de la serie, no mucho menor, de intentos %ue se saldaron con :$ito. &ero tiene otras características %ue no comparte con ninguno de los casos de genocidio anteriores. Estas características son las %ue merecen especial atención por%ue tienen un aire peculiar y moderno. 'u presencia indica %ue la modernidad contribuyó al Holocausto de una forma más directa %ue por medio de su propia debilidad e ineptitud. Rndica %ue el papel de la civiliación moderna%ue en la la comisión del Holocausto activa, no pasiva. 'ignifica tambi:n el incidencia Holocaustoy fue tanto un producto como fue un fracaso de la civiliación moderna. #e la misma manera %ue todas las otras cosas %ue se hicieron de forma moderna, es decir, racional, planificada, científica, coordinada, e$perta y eficientemente administrada, el Holocausto de=ó atrás y en ridículo a todos sus supuestos e%uivalentes premodernos de=ando claro %ue, en comparación, eran primitivos, antieconómicos y poco efectivos. >omo todo lo de nuestra sociedad moderna, el Holocausto fue un logro superior en todos los aspectos si lo medimos con las normas %ue esta sociedad ha celebrado e institucionaliado. 'e destaca claramente de todos los episodios genocidas del pasado de la misma manera %ue una planta industrial moderna se distingue del taller de un artesano o la moderna gran=a indust rial de la %ue antes llevaba el campesino con su caballo y aadón, escardando a mano. + de noviembre *+0 tuvo ,lugar en 2lemania un acontecimiento %ue pasó a la historiaElcon el nombre de de la noche de los cristales rotos. !na muchedumbre Dristallnatch ingobernable, aun%ue subrepticiamente auada y controlada oficialmente, atacó las tiendas =udías, los lugares de culto y los domicilios particulares. 7os arrasaron, prendieron fuego y destruyeron. 2pro$imadamente cien personas perdieron la vida. 7a Dristallnatch fue el @nico pogrom a gran escala %ue tuvo lugar en las calles de las ciudades alemanas mient ras se producía el Holocausto. (ambi:n fue el @nico episodio del Holocausto %ue se a=ustó a la tradición secular de violencia populachera contra los =udíos. ?o se diferenciaba mucho de los pogroms del pasado, apenas destacaba de la larga línea de violencia de las multitudes %ue va desde las :pocas antiguas, pasand o por la Edad 3edia, hasta la casi contemporánea pero todavía premoderna en 5usia, &olonia y 5umania. 'i el trato de los nais a los =udíos se hubiera compuesto solamente de Dristalln@chte y acontecimientos parecidos, lo @nico %ue habrían hecho habría sido a)adir un párrafo más, como mucho un capítulo, a los muchos vol@menes delos la crónica emociones las turbas %ue se unen &ero para un linchamiento o de soldadosde%ue sa%uean enlo%uecidas, y violan en lasdeciudades con%uistadas. no fue así. < no fue así por una raón muy sencilla1 no se puede concebir ni llevar a cabo un asesinato en masa de la magnitud del Holocausto a base de Dristalln@chte. >onsideremos las cifras. El Estado alemán ani%uiló apro$imadamente a seis millones de =udíos. >on una media de cien al día, habrían hecho falta casi /44 a)os. 7a violencia de la multitud tiene sus fundamentos en una base psicológica e%uivocada, en la emoción violenta. 2 la gente se la puede manipular para %ue se de=e arrebatar por la furia, pero no se la puede mantener furiosa /44 a)os. 7as emociones y sus fundamentos biológicos duran un cierto periodo de tiempo. El deseo vehemente, incluso el deseo

vehemente de sangre, termina por saciarse. 2demás, las emociones son inconstantes y se pueden invertir. !na muchedumbre a punto de cometer un linchamiento no es fiable, puede conmoverse ante el sufrimiento de un ni)o, por e=emplo. &ara erradicar una XraaY hay %ue matar a los ni)os. !n asesinato concienudo, completo y e$haustivo e$igía %ue se sustituyera a las muchedumbres por la burocracia, la ira compartida por la obediencia a la autoridad. Esta burocracia ser efectiva, aun%ue estuviera elcompuesta antisemitas convencidosimprescindible o tibios, lo debía %ue ampliaba considerablemente n@mero por de candidatos potenciales. #irigiría la actuación de sus miembros, pero no despertando pasiones sino por medio de la rutina organiada. 'olamente haría las distinciones %ue tenía programadas, no las %ue sus miembros se sintieran movidos a hacer, por e=emplo, entre ni)os y adultos, eruditos y ladrones, inocentes y culpables. 5eaccionaría con entusiasmo ante la voluntad de la autoridad, fuera la %ue fuera, por medio de una =erar%uía de responsabilidades D. 7a ira y la furia son lastimosamente primitivas e ineficaces como herramientas para el e$terminio en masa. &or lo general, desaparecen antes de %ue haya terminado el traba=o. ?o se pueden construir planes generales contando con ellas. on frecuencia fueron asesinadas de una manera monótona y mecánica, sin emociones humanas, odio incluido. Mueron asesinadas por%ue no se a=ustaban, por una u otra raón, al es%uema de la sociedad perfecta. 'u muerte no fue un traba=o de destrucción sino de creación. Mueron eliminadas para poder establecer un mundo humano ob=etivamente me=or, más eficiente, moral y hermoso. !n mundo comunista. 8 ario, racialmente puro. En cual%uier caso, un mundo armonioso, dócil en manos de sus dirigentes, ordenado y controlado. 7a gente contaminada con una mancha indeleble de su pasado o de su srcen no tenía lugar en ese mundo intachable, saludable y brillante. ?o se podía cambiar su naturalea, como en el caso de las malas hierbas. ?o podían me=orar ni se les podía reeducar. Había %ue eliminarlos por raones de herencia gen:tica o ideológica, por raón de alg@n mecanismo natural resistente e inmune al proceso cultural. 7os dos casos más conocidos y e$tremos de genocidio no traicionaron el principio de la modernidad. (ampoco se apartaron tortuosamente de la vía principal del proceso civiliador. Mueron las e$presiones más coherentes y desinhibidas de ese espíritu. Rntentaron conseguir los logros más ambiciosos del proceso civiliador %ue casi todos los demás procesos no alcanaron, y no necesariamente falta dey buena voluntad. #emostraron lo %ue pueden conseguir racionaliando, por dise)ando controlando los esfueros y los sue)os de la civiliación moderna si no se mitigan, limitan o neutralian. Estos sue)os y esfueros llevan mucho tiempo entre nosotros. Mueron los %ue produ=eron el vasto e imponente arsenal de tecnología y m:todos administrativos. #ieron srcen a instituciones cuya @nica finalidad es instrumentaliar el comportamiento humano hasta tal punto %ue se puede lograr cual%uier ob=etivo con eficiencia y energía, con o sin la entrega ideológica o la aprobación moral de los %ue lo ponen en práctica. 7egitiman el monopolio de los gobernantes sobre los fines y la limitación de los gobernados a la función de medios. #efinen la mayor parte de las acciones como medios, y los medios como subordinación. 'ubordinación al ob=etivo final, a los %ue los determinaron, a la voluntad suprema y al conocimiento supraindividual.

'in ning@n g:nero de dudas, esto no implica %ue todos nosotros vivamos cotidianamente de acuerdo con los principios de 2uschNit. &artiendo del hecho de %ue el Holocausto es moderno no se llega a la conclusión de %ue la modernidad sea un Holocausto. El Holocausto es una consecuencia del impulso moderno hacia un mundo absolutamente dise)ado y controlado una ve %ue este impulso se empiea a descontrolar. 7a parte deldel tiempo se humano evita %uey la lo permita. 'us ambiciones conmayor el pluralismo mundo semodernidad detienen antes de realiarse por falta depugnan un poder absoluto %ue sea lo suficientemente absoluto y de un organismo monopolista %ue sea lo suficientemente monopolista como para rechaar, %uitar importancia o aplastar a todas las fueras autónomas, compensatorias y atenuantes.

7a peculiaridad del genocidio moderno

>uando un poder absoluto capa de monopoliar los vehículos modernos de la acción racional se convierte al sue)o modernista y cuando este poder se libera de todo control social efecti vo, entonces se produce el genocidio. !n genocidio moderno, como el Holocausto. El cortocircuito Aaun%ue casi desearíamos decir Xel encuentro fortuitoY entre una :lite ideológicamente obsesionada con el poder y las tremendas facilidades de la sociedad moderna para la actuación racional y sistemática no suele producirse a menudo. &ero, una Oe %ue sucede, salen a la lu ciertos aspectos de la modernidad %ue son menos visibles en otras circunstancias y, por lo tanto, se pueden %uedar fuera de la teoriación. El Holocausto moderno es @nico y singular en dos sentidos. Se diferencia de los otros casos hist!ricos de genocidio en %ue es moderno' ( sigue siendo singular si se le compara con la cotidianeidad de la sociedad moderna Por%ue re&ne algunos factores corrientes de la modernidad %ue# por lo general se mantienen separados . En este segundo sentido de su peculiaridad, lo %ue es poco frecuente y raro es la combinación de factores, no los factores %ue se combinan. &or separado, cada uno de los factores es corriente y normal. Es decir, no es suficiente con saber %u: son el salitre, el aufre y el carbón si no se sabe y se recuerda %ue al meclarlos se convierten en pólvora. Esta singularidad y normalidad simultáneas del Holocausto ha encontrado una e$presión e$celente en el resumen de los traba=os de 'arah 9ordon1 El e$terminio sistemático, a diferencia de los pogroms esporádicos, sólo lo puede llevar a cabo un gobierno e$tremadamente poderoso y, probablemente, sólo hubiera podido tener :$ito en condiciones de guerra. Mue la llegada de Hitler y sus seguidores radicalmente antisemitas y su posterior centraliación del poder las %ue hicieron posible el e$terminio de la =udería europea. A" 7os procesos de e$clusión organiada y de asesinato re%uirieron tanto la cooperación de amplios sectores del e=:rcito y de la burocracia como la a%uiescencia del

pueblo alemán, aprobaran o no la persecución y e$terminio %ue realiaban los nais. D 9ordon enumera varios factores %ue tuvieron %ue unirse para %ue se produ=era el Holocausto1 el antisemitismo radical Ay, como recordaremos del capítulo anterior, racista y e$terminador del tipo naiS la transformación de ese antisemitismo en acción política de un Estado poderoso y centraliadoS %ue el Estado estuviera al mando de un tremendo y eficiente aparato burocráticoS el «estado de e$cepción» Wuna condición e$traordinaria, de guerra, %ue permitíaenal tiempos gobiernodey apa, la burocracia ba=o su control %uitar de en medio cosas %ue, posiblemente hubieran supuesto serios obstáculosWS y la no interferencia y la aceptación pasiva de estos hechos por gran parte de la población civil. #e todos estos factores, dos de ellos Aaun%ue se puede argumentar %ue se pueden reducir a uno1 con los nais en el poder, era prácticamente inevitable se pueden considerar fortuitos, no necesariamente propios de la sociedad moderna, aun%ue :sta no los elimina. 7os otros factores son, sin embargo, completamente «normales». 'iempre están presentes en cual%uier sociedad moderna y su presencia se ha hecho posible e ineludible por los procesos asociados con el desarrollo y el afianamiento de la civiliación moderna. En el capítulo anterior he intentado e$plicar la relación entre el antisemitismo radical y e$terminador y las transformaciones socioZpolíticas y culturales a las %ue se suele hacer mención al hablar de la formación de la sociedad moderna. En el @ltimo capítulo de este libro intentar: analiar estos mecanismos sociales %ue tambi:n se ponen en movimiento en las condiciones actuales y %ue silencian o neutralian las inhibiciones morales y, además, hacen %ue la gente se abstenga de oponer resistencia al mal. En este capítulo me centrar: sólo en uno de ellos, el más importante de todos los factores %ue constituyen el Holocausto1 las normas de actuación típicamente modernas, tecnológicas y burocráticas y la mentalidad %ue institucionalian, generan, mantienen y reproducen. E$isten dos maneras antit:ticas de abordar la e$plicación del Holocausto. 'e pueden estudiar los horrores del asesinato en masa como prueba de la fragilidad de la civiliación o se pueden considerar como prueba de su terrible potencial. 'e puede argumentar %ue, con asesinos en el poder, las normas de comportamiento civiliadas pueden %uedar en suspenso y, por lo tanto, puede &or %uedar libertad la bestia eterna %ue se%ue, esconde ba=oarmado la piel con del los ser socialmente educado. otroenlado, tambi:n se puede raonar una ve elaborados productos t:cnicos y conceptuales de la civiliación moderna, el hombre puede hacer cosas %ue, en otro caso, su naturalea le impediría llevar a cabo. &ara e$presarlo de otra manera, siguiendo la tradición de Hobbes, se puede llegar a la conclusión de %ue todavía no se ha erradicado por completo el estado presocial e inhumano a pesar de todos los esfueros de la civiliación. 8, por el contrario, podemos insistir en %ue el proceso civiliador ha conseguido sustituir los impulsos naturales por normas de conducta fle$ibles y artificiales y, en consecuencia, ha hecho posible un nivel de inhumanidad y destrucción %ue hubiera sido inconcebible si las predisposiciones naturales hubieran guiado la actuación humana. 3e inclino por el segundo planteamiento y lo =ustificar: a continuación. El hecho de %ue la mayoría de las personas, entre ellas muchos teóricos sociales,

eli=an instintivamente el primer planteamiento en ve del segundo es una prueba del notable :$ito del mito etiológico %ue, en una u otra variante, ha utiliado la civiliación occidental a lo largo de los a)os con el fin de legitimar su hegemonía espacial proyectándola como superioridad temporal. 7a civiliación occidental ha e$presado su lucha por la dominación en t:rminos de batalla santa de la humanidad contra la barbarie, la raón contra la ignorancia, la ob=etividad contra el pre=uicio, el progreso contra la degeneración, la verdad contra la superstición, la ciencia contra la magia y la racionalidad contra la pasión. Ha interpretado de su dominio la sustitución, gradual al tiempo ine$orable , del dominio ladehistoria la naturalea sobre elcomo hombre por el dominio del yhombre sobre la naturalea. Ha presentado su propio logro como, ante todo, un avance decisivo para la libertad humana de acción, para el potencial creador y la seguridad. Ha identificado la libertad y la seguridad con el tipo de orden social %ue preconia, es decir, la sociedad moderna occidental se define como civili$ada y, a su ve, se entiende %ue una sociedad civiliada es un estado en el %ue se han eliminado o, al menos, reprimido, la mayor parte de la fealdad y de las cosas insanas de la naturalea y tambi:n la mayor parte de la inmanente propensión humana a la crueldad y a la violencia. 7a imagen popular de la sociedad civiliada es, más %ue otra cosa, la de ausencia de violencia, la de una sociedad amable, educada y tolerante. 2caso la e$presión simbólica más sobresaliente de esta imagen de la civiliación sea la santidad cuerpo humano,corporal, el cuidado %ue selas pone en no invadir los espacios más y el íntimos, condel evitar el contacto guardar distancias culturalmente prescritas asco y la repulsión %ue e$perimentamos cuando sentimos, vemos o escuchamos %ue se ha invadido ese espacio sagrado. 7a civiliación moderna se puede permitir la ficción de la santidad y de la autonomía del cuerpo humano gracias a los eficientes mecanismos de autocontrol %ue ha creado y reproducido con todo :$ito en el proceso de la educación individual. !na ve %ue han demostrado ser efectivos, los mecanismos de autocontrol reproducidos eliminan la necesidad de, la posterior interferencia e$terna con el cuerpo. &or otro lado, la intimidad del cuerpo subraya la responsabilidad personal sobre su comportamiento, con lo %ue se a)aden fuertes sanciones a la educación corporal Aen los @ltimos a)os, la severidad de las sanciones, aprovechadas con entusiasmo por el mercado de consumo, ha producido la tendencia a interioriar la demanda de educación, es decir, el desarrollo del autocontrol del individuo tiende a controlarse a sí mismo y se realia como un traba=ocon de otro bricola=e casero. prohibición cultural de apro$imarse muchodifusas o ponerse contacto cuerpo supone7auna salvaguarda efectiva contra influencias y en contingentes %ue podrían, si se lo permitieran, neutraliar las normas del orden social. 7a falta de violencia de las relaciones cotidianas y difusas es una condición indispensable, y un resultado constante, de la centraliación de la coerción. >on todo, el carácter global no violento de la civiliación moderna es una fantasía. &ara ser más e$actos, es parte integrante de su autoe$cusa y de su autoapoteosis, o sea, del mito %ue la legitima. ?o es cierto %ue nuestra civiliación elimine la violencia debido a su carácter inmoral, inhumano y degradante. 'i la modernidad es la antítesis de las salva=es pasiones de la barbarie, no es en absoluto la antítesis de la destrucción, las matanas y la tortura desapasionadas D" 2 medida %ue la cualidad de

pensar se va haciendo más racional, aumenta la cantidad de destrucción. &or e=emplo, en nuestra :poca, el terrorismo y la tortura han de=ado de ser instrumentos de las pasiones y han pasado a ser instrumentos de la racionalidad política D+. 7o %ue en realidad ha sucedido en el curso del proceso civiliador es %ue se ha dado una nueva orientación a la violencia y se ha redistribuido el acceso a ella. 7a violencia, al igual %ue otras muchas cosas %ue nos han ense)ado a aborrecer y detestar, ha desaparecido de nuestra vista,personal pero sigue e$istiendo. 'e ha hecho desdeen la territorios posición venta=osa de la e$periencia limitada y privatiada. 'e lainvisible ha encerrado segregados y aislados, siempre inaccesibles a los miembros normales de la sociedad, se la ha e$pulsado a las «onas grises» situadas fuera de los límites para una amplia mayoría de los miembros de la sociedad Ay de la mayoría %ue cuenta o se la ha e$portado a lugares le=anos %ue carecen de toda importancia para la vida profesional de los humanos civiliados Asiempre se pueden anular las reservas de las vacaciones. 7a consecuencia final de todo esto es la concentración de la violencia. !na ve centraliada y sin competencia, los medios de coacción pueden lograr resultados inauditos aun%ue no t:cnicamente perfectos. Esta concentración, sin embargo, desencadena y fomenta la escalada de los perfeccionamientos t:cnicos con lo %ue los efectos de la concentración se incrementan. >omo 2nthony 9iddens ha repetido insistentemente Av:ase

Contemporary Criti%ue of thede Historical The sobre todo su , *+*, de y las , *+J, esta eliminación la violenciaMaterialism en la vida cotidiana Constitution of Society sociedades civiliadas siempre ha ido asociada a una militariación al cien por cien del intercambio entre las sociedades y de la producción de orden dentro de ellas. 7os e=:rcitos permanentes y las fueras de la policía re@nen armas t:cnicamente superiores y tecnología superior para la administración burocrática. 2 lo largo de los dos @ltimos siglos, se ha ido incrementando ininterrumpidamente el n@mero de personas %ue ha muerto violentamente a consecuencia de esta militariación, hasta llegar a una cifra sin precedentes. El Holocausto absorbió una enorme cantidad de medios de coacción. El %ue se emplearan para un @nico ob=etivo supuso un estímulo más para su perfeccionamiento t:cnico y su especialiación. 'in embargo, lo importante es la forma en %ue se %ue utiliaron, más a@n %ue la cantidad de herramientas de destrucción y %ue su calidad t:cnica. 'u efectividad formidable basaba principalmente %ue suhio utiliación su=etacasi a consideraciones puramentese t:cnicas y burocráticas.en Esto %ue su estaba uso fuera totalmente inmune a las presiones compensatorias a las %ue podría haber estado sometido si hubieran estado ba=o el control de agentes dispersos y descoordinados. 7a violencia se ha convertido en una t:cnica. 7o mismo %ue todas las t:cnicas, está libre de emociones y es puramente racional. «#e hecho, es completamente raonable, si XraónY significa raón instrumental, emplear la fuera militar de los Estados !nidos, los *L, el napalm y todo lo demás contra el XOietnam dominado por los comunistasY Asin duda, un Xob=eto indeseableY, como XoperarioY para transformarlo en un Xob=eto deseableY» D*4.

Efectos de las divisiones del traba=o =erár%uicas y funcionales

El uso de la violencia es más eficiente y rentable cuando los medios se someten @nicamente a criterios instrumentales y racionales y se disocian de la valoración moral de los fines. >omo indicaba en el primer capítulo, esa disociaci ón es una operación %ue todas las burocracias saben hacer. Rncluso se puede decir %ue proporciona la esencia de la estructura y del proceso burocrático y, con ella, el secreto del tremendo crecimiento del potencial de coordinación y de moviliación y de la racionalidad y la eficiencia de la actuación %ue ha alcanado la civiliación moderna gracias al desarrollo de la administración burocrática. 7a disociación es, en gran medida, el resultado de dos procesos paralelos, fundamentales ambos para el modelo de actuación burocrático. El primero de ellos es la divisi!n del traajo meticulosa y funcional A%ue complementa, aun%ue con diferentes consecuencias, a la graduación lineal del poder y la de subordinación. El segundo es la sustituci!n de la responsailidad moral por la responsailidad t+cnica. (oda división del traba=o crea una distancia entre la mayor parte de los %ue contribuyen al resultado final de la actividad colectiva y el propio resultado. 2n tes de %ue los @ltimos eslabones de la cadena de poder burocrático, es decir, los e=ecutores directos, se enfrenten a su tarea, la mayor parte de las operaciones preparatorias %ue producen esa confrontación ya las han llevado a cabo otras personas %ue no tienen ninguna e$periencia personal Wy, en ocasiones, ning@n conocimientoW de la tarea en cuestión. 2 diferencia del traba=o premoderno, en el cual todos los escalones de la =erar%uía comparten las mismas habilidades laborales y, de hecho, el conocimiento práctico de las operaciones aumenta hacia la parte superior de la pirámide Ael maestro sabe las mismas cosas %ue los oficiales y aprendices, sólo %ue me=or, las personas %ue ocupan los pelda)os sucesivos en la burocracia moderna se diferencian muchísimo por el tipo de e$periencia y de capacitación %ue re%uiere su traba=o. &osiblemente se puedan colocar, mediante un e=ercicio de imaginación, en el puesto de sus subordinados y esto puede servir de gran ayuda para mantener «buenas relaciones humanas» en la oficina, pero no es re%uisito para realiar adecuadamente el traba=o ni para %ue la burocracia, en su con=unto, sea efectiva. #e hecho, la mayor parte de las burocracias no se toman en serio la romántica fórmula %ue recomienda %ue todos los burócratas, y en especial los %ue ocupan los puesto más elevados, «empiecen desde aba=o» con el fin de %ue, mientras ascienden hacia la cumbre, ad%uieran y aprendan de memoria la e$periencia de toda la cadena. &or el contrario, la mayor parte de las burocracias, conscientes de la multiplicidad de conocimientos %ue e$igen los traba=os administrativos de las distintas categorías, utilian diferentes caminos para reclutar personal para los distintos niveles de la =erar%uía. 2 lo me=or es cierto %ue todo soldado lleva un bastón de mariscal en la mochila, pero pocos mariscales, ni tampoco coroneles ni capitanes, llevan una bayoneta de soldado en su maletín. 7o %ue implica esta distancia práctica y mental del producto final es %ue la mayor parte de los funcionarios de la =erar%uía burocrática pueden dar órdenes sin saber cuáles serán sus efectos. En muchos casos pueden encontrar difícil prever esos efectos. &or lo general, sólo tienen una idea abstracta y distanteS el tipo de conocimiento %ue como me=or

se e$presa es con estadísticas, %ue miden los resultados sin pasar por ning@n =uicio, en cual%uier caso ning@n =uicio moral. En sus archivos y en sus mentes los resultados están, como mucho, representados en forma de diagramas, curvas o rectores de un círculo. En el me=or de los casos, aparecen como columnas de n@meros. 7os resultados finales de sus órdenes, vengan representados con gráficos o en forma num:rica, carecen de sustancia. 7os gráficos miden el progreso del traba=o, no dicen nada sobre la naturalea de sus operaciones ni sobre los ob=etivos. 7os gráficos hacen %ue tareas de carácter totalment e diferentes sean intercambiables. 7oparecidas. @nico %ue importa es el :$ito o el fracaso y, desde este punto de vista, todas las tareas son (odos estos efectos de distancia %ue crea la división =erár%uica del traba=o crecen radicalmente una ve %ue esta división pasa a ser funcional. En este caso, ya no sólo no se da una e$periencia personal y directa de la puesta en práctica real de la tarea a la %ue contribuyen los sucesivos estadios, sino tambi:n la falta de parecido entre la tarea a realiar inmediatamente y la tarea de la oficina en su con=unto, ya %ue una no es la versión en miniatura ni un icono de la otra, lo %ue distancia al traba=ador del traba=o realiado por la burocracia de la %ue :l forma parte. El impacto psicológico de este distanciamiento es profundo y de gran alcance. !na cosa es ordenar %ue se carguen bombas en un avión y otra muy distinta estar a cargo del suministro de acero en una fábrica de bombas. En el primer caso, el %ue da la orden puede %ue no tenga ninguna impresión visual sobre la devastación %ue la bomba está%ue a punto desicausar. En el segundo director Rncluso de compras no tiene pensar, no lo desea, en el usocaso, %ue sesinvaembargo, a dar a lasel bombas. en abstracto, el conocimiento puramente especulativo del resultado final es redundante y, además, carece de importancia por lo %ue se refiere al :$ito de la operación. En una división del traba=o funcional, todo lo %ue uno haga es, en principio, multifinalS es decir, se puede combinar e integrar en más de una totalidad de un solo significado. &or sí misma, la función carece de significado y el significado se lo conferirán las acciones de %uienes la lleven a cabo. 'erán «los otros», en la mayor parte de los casos, anónimos y le=anos, los %ue en alg@n momento decidirán cuál es el significado. «G2ceptarían su responsabilidad de %uemar beb:s los traba=adores de las plantas %uímicas %ue producen napalm», se preguntaban Tren y 5appoport. «G(ienen conciencia estos traba=adores de %ue otras personas pueden pensar con toda raón %ue son ellos los responsables» D**. 7o cierto es %ue no. < no e$iste ninguna raón burocrática por la %ue debieran sentirse así. 7a división del proceso de abrasar beb:s enesa tareas funcionales insignificantes y luego ely,distanciamiento estas tareas han hecho %ue conciencia careca de toda importancia además, sea de terriblemente difícil de tener. 5ecordemos tambi:n %ue son las plantas %uímicas las %ue producen el napalm, no los traba=adores como individuos. El segundo proceso relacionad o con el distanciamiento está íntimamente vinculado con el primero. 7a sustitución de la responsabilidad moral por la t:cnica no sería concebible sin la meticulosa disección funcional y la separación de las tareas. &or lo menos, no sería concebible hasta el mismo nivel. 7a sustitución se produce, hasta cierto punto, ya dentro de la graduación del control puramente lineal. >ada una de las personas %ue pertenece a la =erar%uía es responsable ante su inmediato superior y, en consecuencia, le interesa su opinión y %ue apruebe el traba=o. &or mucho %ue esta aprobación le importe, sigue siendo consciente, aun%ue sólo sea de forma teórica, de cuál tiene %ue ser el resultado final de su traba=o. Es decir, %ue e$iste por lo menos una posibilidad abstracta de %ue la

conciencia de uno se compare con la de otro, %ue la benevolencia de los superiores contraste con la repulsión %ue producen los efectos del traba=o. < cuando cabe comparar, cabe elegir. #entro de una división de mando puramente lineal, la responsabilidad t:cnica sigue siendo, por lo menos en teoría, vulnerable. 'e puede invocar para %ue se =ustifi%ue a sí misma en t:rminos morales y para hacer competencia a la conciencia moral. &or e=emplo, un funcionario puede decidir %ue, al dar cierta orden, su superior ha traspasado los t:rminos de referencia por%ue ha pasado del dominio del inter:s puramente t:cnico a otro cargado de significado Amatar aon una facilidad tan pasmosa para la limpiea, Gpor %u: detenerse en el Heimat de los arios G&or %u: no limpiar todo el imperio Es cierto, como el imperio era universal, no había nada «fuera» donde se pudiera tirar la basura =udía. 2 la deportación sólo le %uedaba un camino1 hacia arriba, en forma de humo. #esde hace muchos a)os, los historiadores del Holocausto se han dividido en dos grupos, el «intencional» y el «funcional». El primero de ellos insiste en %ue desde el principio Hitler había tomado la firme decisión de matar a los =udíos y sólo esperaba a %ue se dieran las condiciones oportunas. El segundo sólo atribuye a Hitler la idea general de «encontrar una solución» al «problema =udío», una idea clara sólo por lo %ue se refiere a la idea de una «2lemania limpia», pero vaga en lo referente a los pasos %ue había %ue dar para %ue se hiciera realidad. 7os estudiosos de la historia apoyan con datos cada ve más convincentes la visión funcional. 'in embargo, sea cual sea el resultado del debate, caben pocas dudas de %ue el espacio %ue e$istía entre la idea y su e=ecución lo colmó hasta los topes la actuación burocrática. < tampoco e$iste ninguna duda de %ue, por muy e$altada %ue fuera la imaginación de Hitler, se habría llegado a poco si un ingente y racional aparato burocrático no la hubiera asumido y traducido en procesos rutinarios para resolver los problemas. 2l fin y al cabo, acaso lo más importante, la forma de actuar burocrática de=ó su impresión indeleble en todo el proceso del Holocausto. 'us huellas dactilares se encuentran en la historia del Holocausto para %ue las ven todo el mundo. Es cierto, la burocracia no incubó ni el miedo por la contaminación ni la obsesión por la higiene racial, por%ue para

eso hacen falta visionarios y la burocracia se ala donde los visionarios se detienen. &ero la burocracia hio el Holocausto y lo hio a su imagen y seme=ana. Hilberg ha afirmado %ue en el momento en %ue el primer oficial alemán escribió la primera norma para la e$clusión de los =udíos, el destino de los =udíos europeos estaba decidido. En este comentario hay una verdad más profunda y aterradora. 7o %ue precisaba la burocracia era la definición de su tarea. >omo era racional y eficiente, la llevaría hasta el final. 7a burocracia contribuyó a la perpetuación del Holocausto no solamente por medio de sus inherentes talentos y aptitudes, sino tambi:n por medio de sus dolencias. 'e ha observado, analiado y descrito la tendencia de todas las burocracias a perder de vista el ob=etivo srcinal y a centrarse en los medios, medios %ue se convierten en fines. 7a burocracia nai no se libró tampoco. !na ve en movimiento, la ma%uinaria de la muerte creó su propio ritmo. >uanto me=or limpiaba de =udíos los territorios %ue controlaba, más buscaba nuevas tierras en las %ue poder aplicar sus nuevas habilidades. 2l apro$imarse la derrota militar de 2lemania, cada ve se iba haciendo más irreal el ob=etivo srcinal de la Endlosung. 7o @nico %ue mantenía en marcha a la má%uina de la muerte era la rutina y la irrefle$ión. Había %ue utiliar las posibilidades del asesinato en masa por%ue estaban allí. 7os e$pertos crearon los ob=etivos %ue se a=ustaran a sus conocimientos. 5ecordamos a los e$pertos de las 'ecciones Berlín introduciendo mínima hacía restricción sobre =udíos alemanes %ue casi;udías habíandedesaparecido del suelola alemán tiempo. < los a los dirigentes de las '' %ue prohibieron a los generales de la Tehrmacht %ue de=aran con vida a los artesanos =udíos %ue necesitaban desesperadamente para sus operaciones militares. &ero en ning@n lado la enfermia tendencia de sustituir los medios por los fines fue más visible %ue en el macabro y misterioso episodio del asesinato de los =udíos h@ngaros y rumanos %ue se perpetró a pocos Cilómetros del frente oriental y con un gran coste para el esfuero b:lico1 se desviaron de las tareas militares vagones y ma%uinaria sin precio y se desviaron tropas y recursos administrativos de tareas militares con el fin de limpiar partes ale=adas de Europa en las %ue los alemanes nunca iban a vivir. 7a burocracia es intrínsecamente capa$ de una actuación genocida. &ara participar en esta actuación necesita encontrarse con otro de los inventos de la modernidad1 un proyecto parasin un clases, orden social raonable y racional, como la ese uniformidad racial o laauda sociedad y, por me=or, encimamás de todo, la capacidad de elaborar proyecto y la decisión de ponerlo en práctica. El genocidio se produce cuando se re@nen dos invenciones corrientes y abundantes de los tiempos modernos. 'in embargo, hasta ahora, ha sido raro y fuera de lo com@n %ue se reunieran.

7a bancarrota de las salvaguardas modernas

7a violencia física o la amenaa de %ue se produca ya no trae la inseguridad perpetua a la vida de la persona sino una forma especial de

seguridad D" la violencia física e=erce sobre la vida individual una presión continua y uniforme %ue se almacena en la parre de atrás de los escenarios de la vida cotidiana, una presión totalmente conocida y %ue casi no se percibe, aue conduce y dirige la economía por%ue se ha adaptado desde su primera =uventud a esta estructura social. D*0 >on estas palabras, ?orbert Elias volvía a formular la autodefinición de la sociedad civiliada. 7a eliminación de la violencia de la vida cotidiana es la afirmación principal alrededor la cual girauna toda la definición. >omo hemos visto, la eliminación aparente de hecho, de simplemente e$pulsión %ue lleva a rea=ustar los recursos y a situar nuevoses, centros de violencia en otros puntos dentro del sistema social. #e acuerdo con Elias, ambos dependen el uno del otro. El área de la vida cotidiana está comparativamente libre de violencia precisamente por%ue :sta se almacena detrás de los bastidores y en cantidades tales %ue se escapa del control de los miembros corrientes de la sociedad, lo cual le confiere el enorme poder de suprimir los brotes de violencia no autoriada. 7as conductas cotidianas se han suaviado, especialmente por%ue la gente se siente amenaada por la violencia en caso de comportarse violentamente, con una violencia tal %ue no pueden albergar la menor esperana de repeler. Es decir, la desaparición de la violencia del horionte de la vida cotidiana es una manifestación más de las tendencias centraliadoras y monopoliadoras del poder moderno. 7a violencia es la ausencia de relaciones individuales por%ue ahora las controlan fueras %ue se encuentran definitivamente fuera del alcance de la persona. &ero

todas las fueras no están del alcance las personas. &or gusto lo tanto, el tan cacareado suaviamiento de lafuera conducta A%ue deElias celebra con tanto siguiendo el mito etiológico de occidente y la agradable seguridad de la vida cotidiana tiene su precio. !n precio %ue en cual%uier momento nos reclamarán a nosotros, los %ue habitamos en la casa de la modernidad. 8 nos obligarán a pagar sin reclamárnoslo antes. 7a pacificación de la vida cotidiana implica, al mismo tiempo, su indefensión. 7os miembros de la sociedad moderna, al estar de acuerdo o verse obligados a renunciar al uso de la fuera física en sus relaciones mutuas, se desarman frente a los administradores de la coacción, desconocidos y por lo general invisibles, aun%ue potencialmente siniestros y siempre formidables. Esta debilidad resulta preocupante no tanto por%ue es muy posible %ue los administradores de la coacción se aprovechen de ellos y se apresuren a volver los medios de violencia %ue controla n en contra de la sociedad desarmada, sino por%ue el %ue se aprovechen no, mismos, no depende, en un principio, de la voluntad de hombres mu=eres corrientes. &or oellos los miembros de la sociedad moderna no puedeny evitar %ue se produca una coacción en masa. 7a dulcificación de los modales va unida a un cambio radical en el control sobre la violencia. El conocimiento de la amenaa constante, %ue contiene el dese%uilibrio de poder característicamente moderno, haría %ue la vida fuera insoportable si no fuera por las salvaguardas %ue creemos haber entrete=ido en el tapi de la sociedad civiliada y moderna. 7a mayor parte del tiempo no tenemos ninguna raón para pensar %ue esta confiana sea falsa. 'ólo en algunas ocasiones dramáticas se plantea alguna duda sobre la solide de las salvaguardas. 2caso el significado principal del Holocausto resida en haber sido, hasta la fecha, una de las más temibles de esas ocasiones. En los a4os anteriores a la Soluci!n 7inal# todas las salvaguardas se haían visto sometidas a pruea' ( todas ellas fueron

cayendo# una por una y todas juntas. 2caso el fracaso más espectacular fuera el de la ciencia como con=unto de ideas y red de instituciones de ilustración y educación. Había %uedado al descubierto el potencial mortífero de los logros y principios más reverenciados de la ciencia moderna. #esde los comienos, los lemas de la ciencia habían sido la libertad de la raón por encima de las emociones, de la racionalidad por encima de las presiones normativas y de la efectividad por encima deaplicaciones la :tica. !na ve %ue se pusieron práctica, convirtieron la ciencia y en a las formidables tecnológicas %ue habíaenengendrado en dóciles ainstrumentos manos de un poder sin escr@pulos. El papel innoble y oscuro %ue desempe)ó la ciencia en la perpetuación del Holocausto fue tanto directo como indirecto. 7a ciencia, de forma indirecta, aun%ue fundamental para su función social general, despe=ó el camino al genocidio socavando la autoridad y poniendo en tela de =uicio la fuera vinculante de todo el pensamiento normativo, en especial la religión y la :tica. 7a ciencia contempla su historia como la luenga y victoriosa lucha de la raón contra la superstición y la irracionalidad. #ebido a %ue ni la religión ni la :tica podían legitimar racionalmente las e$igencias %ue planteaban sobre el comportamiento humano, se las condenó y se negó su autoridad. >omo se había proclamado %ue los valores y las normas eran inmanente e irremediablemente sub=etivos, el @nico campo %ue %uedaba en el cual era viable la b@s%ueda de estaba la superación instrumentalidad. cienciainstitucional %uería liberarse los valores y además orgullosaeradelaello. &or medio de la7apresión y delde ridículo silenció a los %ue predicaban moralidad. En el proceso, se %uedó ciega y sorda. #erribó todas las barreras %ue podían impedir su cooperación, con entusiasmo y abandono, al proyectar m:todos más rápidos y efectivos de esteriliación en masa o asesinatos en masaS o al albergar la opinión de %ue la esclavitud de los campos de concentración era una oportunidad @nica y maravillosa para realiar investigaciones m:dicas para el avance de la erudición y, por supuesto, de la humanidad. 7a ciencia o, en esta ocasión, los científicos, tambi:n colaboraron directamente con los autores del Holocausto. 7a ciencia moderna es una institución gigantesca y comple=a. 7os costos de la investigación son elevados por%ue e$igen enormes edificios, e%uipo muy caro y numerosos e$pertos muy bien pagados. Es decir, %ue la ciencia depende de un flu=o constante de dinero y de grandes. recursos 'in no monetarios sólo pueden ofrecer ynigarantiar otras instituciones igualmente embargo, la%ue ciencia no es mercantil los científicos son avariciosos. 7a ciencia se dedica a la verdad y los científicos la persiguen. 7os científicos están llenos de curiosidad y les emociona lo desconocido. 'i se mide de acuerdo con el patrón de otras preocupaciones terrenales, incluyendo la monetaria, la curiosidad es desinteresada. 7o @nico %ue los científicos predican y buscan es el valor del conocimiento. Es simplemente una coincidencia %ue no se pueda saciar la curiosidad ni descubrir la verdad sin fondos cada ve más cuantiosos, laboratorios cada ve más costosos y salarios cada ve más elevados. 7o %ue los científicos desean es simplement e %ue se les permita ir allí donde les lleve su sed de conocimientos. !n gobierno %ue les tienda una mano y les ofreca su ayuda puede contar con la gratitud y cooperación de los científicos. >asi todos ellos, a cambio, estarían dispuestos a

renunciar a una larga lista de preceptos menores. &or e=emplo, podrían soportar la repentina desaparición de algunos de sus colegas con una nari peculiar o unas ciertas notas en su biografía. 'i ponían alg@n reparo, se les decía %ue llevárselos a todos de golpe pondría en peligro el programa de investigación. ?o es una calumnia ni una sátira, es a lo %ue se redu=eron las protestas de los profesores, m:dicos e ingenieros alemanes cuando hubo alguna. (odavía menos noticias se tuvo de sus e%uivalentes sovi:ticos cuando las purgas. 7os científicos alemanes se subieron con gusto al tren %ue arrastraba la locomotora nai hacia el nuevo mundo, magnífico, racialmente puro y dominado 2lemania. proyectos de investigación se iban haciendo más ambiciosos día a díapory los institutos7os de investigación estaban cada ve más llenos y con más recursos. 7o demás importaba poco. En su fascinante y reciente estudio sobre la contribución de la medicina y de la ciencia al dise)o y puesta en práctica de la política racial nai, 5obert &roctor acaba con el mito popular de %ue la ciencia ba=o el naismo fue, ante todo, la víctima de la persecución y el ob=eto de un intenso adoctrinamiento desde las alturas, mito %ue data, al menos, de la obra de ;oseph ?eedham The Na$i Attac> on Fnternational Science , publicada en *+J*. 'eg@n la meticulosa investigación de &roctor, la opinión general subestima hasta %u: punto fue la comunidad científica la %ue generó iniciativas políticas, de hecho algunas de las más horripilantes. Es decir, %ue no se les impusieron desde fuera a los científicos poco predispuestos pero cobardes. 7o cierto es %ue reconocidos científicos con credenciales acad:micas impecables fueron losla%ue iniciaron dirigieron política racial. 'i hubo coacción, «con frecuencia adoptó forma de unay parte de la lacomunidad científica coaccionando a la otra». En con=unto, «muchas de las fundaciones intelec tuales y sociales Dpara los programas raciales se establecieron mucho antes de la subida de Hitler al poder» y los científicos biom:dicos «desempe)aron una función muy activa, casi de dirigentes, en la iniciación, administración y e=ecución de los programas raciales nais» D*J. 7os científicos biom:dicos en cuestión no pertenecían en absoluto a un grupo de elementos lunáticos y fanáticos de la profesión, como demuestra el esmerado estudio de &roctor sobre la composición de los conse=os de redacción de *J revistas m:dicas %ue se publicaban en la 2lemania nai. #espu:s de la ascensión de Hitler al poder, los conse=os de redacción o bien permanecieron iguales o bien se sustituyó solamente a un n@mero muy reducido de sus miembros Acon toda probabilidad, el cambio responde a la sustitución de D*K

los =udíos En el me=or de los casos, el culto a la racionalidad, institucionaliado lo mismo %ue la ciencia moderna, demostró %ue era incapa de evitar %ue el Estado se dedicara al crimen organiado. En el peor, demostró %ue era fundamental para %ue se produ=era la transformación. 'us rivales, sin embargo, tampoco se apuntaron ning@n tanto. 7os universitarios alemanes tenían a muchas personas para %ue les acompa)aran en su silencio. 7a más notable, las iglesias. (odas. El silencio frente a la inhumanidad organiada fue el @nico punto en el %ue todas ellas, con tanta frecuencia en discordia, estuvieron de acuerdo. ?inguna de ellas intentó reclamar su autoridad y tampoco, y esto las distingue de muchos y casi siempre aislados cl:rigos, reconoció su responsabilidad por los hechos perpetrados en un país %ue, seg@n afirmaban, era dominio suyo y por personas %ue estaban a su cargo espiritualmente. Hitler nunca abandonó la iglesia católica ni tampoco fue e$comulgado.

?inguna de ellas defendió su derecho a comunicar mensa=es morales a su reba)o ni a imponer penitencias. 3ás a propósito, la reacción culturalmente preparada en contra de la violencia demostró ser una salvaguarda muy deficiente contra la coacción organiada. 3ientras tanto, los modales civiliados cohabitaban en pa y armonía con los asesinatos en masa. El proceso civiliador, prolongado y frecuentemente doloroso, fue incapa de erigir la mínima barrera insalvable contra para el genocidio. Esos mecanismos el %ue código comportamiento civiliado coordinar las acciones criminalesprecisaban de forma tal no de entraran en conflicto con la propia rectitud de %uienes las llevaban a cabo. 3uchos de los espectadores reaccionaron de la manera %ue aconse=an e incitan las normas civiliadas a reaccionar ante cosas nunca vistas y bárbaras. Oolvieron los o=os hacia otro lado. 7os pocos %ue se enfrentaron contra la crueldad no contaban ni con normas ni con sanciones sociales %ue les apoyaran y alentaran. Eran solitarios %ue, para =ustificar su lucha contra el mal, sólo podían citar las palabras de sus eminentes antepasados1 «Rch Cann nicht anders». Mrente a un e%uipo sin escr@pulos %ue cargaba a la poderosa ma%uinari a del Estado moderno con su monopolio de la violencia física y de la coacción, los logros más cacareados de la civiliación moderna se desmoronaban, como salvaguardias, ante la barbarie. 5a civili$aci!n demostr! %ue era incapa$ de garanti$ar una utili$aci!n moral de

los terroríficos poderes a los %ue ella haía dado vida .

>onclusiones

'i preguntamos ahora cuál fue el pecado srcinal %ue permitió %ue sucediera todo esto, parece %ue la respuesta más convincente es el derrumbamiento de la democracia. 2usente la autoridad tradicional, la democracia política es la @nica %ue puede proporcionar frenos adecuados para %ue el cuerpo político se mantenga ale=ado de medidas e$tremas. 'in embargo, esto no llegará pronto y todavía pasará más tiempo hasta %ue eche raíces, una ve roto el dominio de la autoridad y el sistema de control antiguos, especialmente si la rotura se produ=o apresur adamente. Estas situaciones de interregno e inestabilidad tienden a producirse durante y despu:s de las revoluciones profundas %ue consiguen paraliar las antiguas sedes del poder social sin haberlas sustituido por otras nuevas y, por lo tanto, sin haber creado unas circunstancias en las cuales las fuer$as sociales influyentes y con . recursos puedan refrenar o neutrali$ar a las fuer$as políticas y militares Estas situaciones se producían tambi:n posiblemente en los tiempos premodernos, tras sangrientas con%uistas o prolongadas guerras de ani%uilación %ue en ocasiones tenían como consecuencia punto menos %ue el autoZe$terminio de las :lites aisladas. 7os resultados esperables de estas situaciones eran, sin embargo, diferentes. 7o %ue casi siempre se producía era el hundimiento general del orden social. 7a destrucción de la guerra no solía llegar a las bases populares ni a las redes comunales de control social. 7as islas de orden social del lugar regidas por miembros de la comunidad se encontraban e$puestas a actos esporádicos de violencia y vandalismo, pero podían recurrir a sí mismas

cuando se desintegraba la organiación social a un nivel superior al local. En la mayor parte de los casos, incluso los golpes más profundos a las autoridades tradicionales de las sociedades premodernas diferían en dos aspectos fundamentales de las convulsiones modernas. En primer lugar, de=aban intactos, o al menos utiliables, los primitivos controles comunales del orden. En segundo, debilitaban la posibilidad de una acción organiada a un nivel supracomunal, en ve de fortalecerla, ya %ue la organiación social de orden más elevado se desmoronaba y cual%uier cambio estaba de nuevo sometido al =uego libre de fueras descoordinadas. &or el contrario, en las condiciones modernas tenían convulsiones parecidas despu:s de %ue casi hubieran desaparecido los mecanismos comunales de regulación social y las comunidades locales de=aran de ser independientes y autosuficientes. En lugar del refle=o instintivo de «echar mano» a los propios recursos hay una tendencia a llenar el vacío con fueras nuevas pero tambi:n supracomunales %ue pretenden utiliar el monopolio %ue tiene el Estado sobre la coacción para imponer el nuevo orden a toda la sociedad. En ve de derrumbarse, el poder político se convierte prácticamente en la @nica fuera tras el nuevo orden. En su impulso, no la detienen ni la contienen ni las fueras económicas ni las sociales, seriamente minadas por la destrucción o la parálisis de las antiguas autoridades. Esto es, desde luego, un modelo teórico %ue raramente se aplica en su totalidad en el proceso 'in facilitar embargo,el suhecho utilidad centra la atención trastornos sociales histórico. %ue parecen de es %ue%ue salgan a la superficieenlaslostendencias genocidas. Esos trastornos pueden diferir en forma e intensidad pero tienen en com@n un efecto general, el de la pronunciada supremacía del poder político sore el econ!mico y el social# del Estado sore la sociedad. 2caso hayan sido más profundos en el caso de la 5evolución rusa y el posterior y prolongado monopolio del Estado como @nico factor de integración social y de reproducción del orden. < sin embargo, tambi:n en 2lemania fueron más profundos de lo %ue se creía. El dominio nai llegó despu:s del breve interludio de Teimar y asumió y terminó la revolución %ue, por diversas raones, había sido incapa de dirigir la 5ep@blica de Teimar esa insegura interacción de las :lites antiguas y las nuevas pero inmaduras, %ue sólo superficialmente se aseme=aba a la democracia política. 7as antiguas :lites estaban considerablemente debilitadas y arrinconadas. 7as formas de articulación de las fueras económicas y sociales, una por una, se habían ido sustituyendo por nuevas, sometidas a supervisión central, %ue las emanaban del Estado, cual, a su ve, otras las legitimaba. Esto afectó profundamente a todas clases, pero el golpeelmás radical lo recibieron las %ue podían tener poder no político sólo de forma colectiva, es decir, sobre todo las clases no propietarias y la clase traba=adora. 7a desbandada de todas las instituciones laborales autónomas, =unto con el sometimiento del gobierno local a un control central casi total, de=ó a las masas populares prácticamente indefensas y, de hecho, e$cluidas dei proceso político. &ara evitar la resistencia de las fueras sociales, además, se rodeó la actividad del Estado de un impenetrable muro de secreto. Mue, de hecho, una conspiración de silencio del Estado contra la población a la %ue dirigía. El efecto final y global fue %ue se sustituyó a las autoridades tradicionales, pero no por las nuevas y vibrantes fueras de una ciudadanía %ue se autogobernaba, sino por un monopolio casi total del Estado político. Esto evitó %ue los poderes sociales se autoarticularan y, en consecuencia, %ue se formara una base estructural de democracia política.

7as condiciones modernas hicieron posible %ue surgiera un Estado con recursos, capa de sustituir toda la red de controles sociales y económicos por el orden político y la administración. < lo %ue es más importante todavía, las condiciones modernas proporcionaban lo esencial para ese orden y esa administración. #ebemos recordar %ue la modernidad es una :poca de orden artificial y de grandes planes para la sociedad, la era de los planificadores, de los visionarios y, más en general, la de los «=ardineros» %ue tratan a la sociedad como una parcela de tierra %ue debe dise)ar un e$perto y %ue luego hay %ue cultivar y mantener de la forma prevista. ?o hay límites para la ambición y la confiana en uno mismo. #e hecho, mirando a trav:s de las lentes del poder moderno, parece %ue la «humanidad» es omnipotente y los miembros individuales %ue la componen son tan «incompletos», ineptos y sumisos y necesitan me=orar tanto %ue la idea de tratar a las personas como plantas %ue se pueden cortar, o arrancar de raí si es necesario, o ganado %ue hay %ue criar, no resulta fantástica ni moralmente reprobable. !no de los primeros y principales ideólogos del ?acional 'ocialismo alemán, 5. T. #arr:, toma los m:todos de la cría de animales como modelos para la «política de población» %ue pondrá en práctica el gobierno vol>ish futuro1 El %ue descuide las plantas de un =ardín pronto descubrirá sorprendido %ue el =ardín está plagado de malas hierbas y %ue ha cambiado incluso el carácter básico de las plantas. 'i el =ardín va a seguira siendo el las lugar dondenaturales, se cultivanentonces las plantas, si, en otras palabras, va a seguir floreciendo pesar de fueras es precisa la voluntad modeladora de un =ardinero, un =ardinero %ue les proporcionará las condiciones adecuadas para %ue crecan, mantendrá ale=adas las malas influencias, atenderá amorosamente todo lo %ue haya %ue atender y eliminará implacablemente las malas hierbas %ue pueden privar a las me=ores plantas de su alimento, aire, lu y sol D" Es decir, comprobamos %ue estas cuestiones relacionadas con el cultivo no son triviales para el pensamiento político, sino %ue tienen %ue formar parte del n@cleo de todas las consideraciones y %ue las respuestas serán consecuencia de la actitud espiritual e ideológica de un pueblo. #ebemos incluso declarar %ue un pueblo sólo puede alcanar el e%uilibrio espiritual y moral si, en el n@cleo mismo de su cultura, hay un plan de cultivo bien proyectado. D*L #arr: describe en t:rminos radicales y claros las ambiciones de «me=o rar la realidad» %ue permiten conforman la esencia de la postura moderna y %ue sólo os recursos del poder moderno nos estudiar seriamente. 7os periodos de convulsiones sociales profundas son las :pocas en las %ue la característica más notable de la modernidad ad%uiere más importancia. #e hecho, en ninguna otra :poca parece %ue la sociedad sea tan amorfa, «inacabada», indefinida y fle$ible, como si estuviera esperando una visión y %ue un proyectista habilidoso y con recursos le diera forma. En ning@n otro momento está la sociedad tan desprovista de fueras y tendencias propias y, en consecuencia, incapa de resistirse a la mano del =ardinero y preparada para %ue le d: la forma %ue haya elegido. 5a cominaci!n de la maleailidad y la indefensi!n es tan atractiva %ue pocos visionarios aventureros y con confian$a en sí mismos pueden resistirse a ella' Tami+n es una situaci!n en la %ue no se les puede oponer resistencia.

7os portadores del grandioso proyecto %ue gobernaba el moderno Estado burocrático se liberaron de las restricciones de las fueras no políticas, es decir, económicas, sociales y culturales. Esta es la receta del genocidio. El genocidio es parte integrante del proceso por medio del cual se pone en práctica el proyecto grandioso. El proyecto le confiere legitimidad' 5a urocracia de Estado le proporciona el vehículo' ( la par"lisis de la sociedad le da lu$ verde. condiciones propicias para %ue perpetre el genocidio pero en modo 7as alguno e$cepcionales. 5aras, peroseno singulares. 2un%uesonnoespeciales, son un atributo inmanente de la sociedad moderna, tampoco son un fenómeno e$tra)o. &or lo %ue a la modernidad se refiere, el genocidio no es ni anormal ni un caso de funcionamiento defectuoso. #emuestra de lo %ue es capa la tendencia racionaliadora de la modernidad si no se la controla y restringe y si disminuye de hecho el pluralismo de las fueras sociales, como había hecho el ideal moderno de una sociedad armoniosa, ordenada, libre de conflictos, completamente controlada y proyectada e/ profeso. >ual%uier empobrecimiento de la capacidad de las bases populares para articular los intereses y la autonomía, cual%uier ata%ue al pluralismo social y cultural y a las oportunidades de su e$presión política, cual%uier intento de cercar la ilimitada libertad del Estado con una muralla de secreto político, cada paso %ue se da hacia el debilitamiento de las bases sociales de la democracia política, hace %ue un desastre social de las proporciones %ue el Holocausto sea simplemente más proyectosde criminale s, para evitar ser efectivos, necesit en an práctica. de un vehículo social. &eroposible. tambi:n7os la vigilancia los %ue desean %ue se pongan Hasta la fecha, parece %ue hay pocos vehículos para la vigilancia, aun%ue no haya escase de instituciones capaces de ponerse al servicio de proyectos criminales o, peor todavía, incapaces de evitar %ue una actividad corriente ad%uiera una dimensión criminal. ;oseph Teienbaum, uno de los más perspicaces observadores y analistas sobre el impacto social de la tecnología de la información, %ue reconoco %ue es un adelanto reciente, %ue no e$istía en la :poca del Holocausto nai, sugiere %ue la actividad genocida se ha incrementado1 2lemania puso en práctica la «solución final» para su problema =udío como un e=ercicio de libro de te$to sobre el raonamiento instrumental. 7a humanidad se estremeció brevemente hasta %ue ya no pudo%uedesviar vista los de propios lo %ue asesinos había sucedido, empearon aycircular las fotografías habíanlahecho y cuandocuando los conmovedores supervivientes empearon a salir a la lu. &ero el final no supuso ninguna diferencia. 7a misma lógica, la misma aplicación fría e ine$orable de la astuta raón mató durante los veinte a)os siguientes por lo menos a un n@mero de personas igual al %ue había caído víctima de los t:cnicos del ;eich de los mil días. ?o hemos aprendido nada. 7a civiliación se encuentra hoy en tanto peligro como entonces. D* < las raones por las cuales la instrumentalidad racional y las redes humanas %ue se crearon para su servicio sigan siendo moralm ente ciegas en el día de hoy, lo mismo %ue lo fueron entonces, son prácticamente las mismas. En *+LL, más de veinte a)os despu:s del horrible descubrimiento del crimen nai, un grupo de distinguidos eruditos dise)ó un proyecto científicamente elegante y e=emplarmente racional, un campo de atalla

electr!nico para %ue lo utiliaran los generales en la guerra de Oietnam. «Esos hombres podía n dar los conse=os %ue daban por%ue se encontraban a una enorme distancia física y psicológica de la gente a la %ue de=arían lisiada o matarían los sistemas de armamento resultantes de la idea %ue ellos habían comunicado a sus patrocinadores» D*. 9racias rápido tecnología avance de la nueva en tecnología información, %ue ob=etos ha tenido más :$ito %ue al ninguna anterior eliminardela lahumanidad de sus humanos, la distancia psicológica crece de forma imparable y a una velocidad sin precedentes. 7o mismo sucede con la autonomía del progreso puramente tecnológico, %ue se ale=a cada ve más de cual%uier ob=etivo humano elegido deliberadamente. «7a gente, las cosas y los acontecimientos están XprogramadosY, se habla de XentradasY y XsalidasY, de circuitos cerrados de realimentación, de variables, porcenta=es, procesos, etc., hasta %ue finalmente desaparece todo contacto con la situación concreta. Entonces sólo %uedan gráficos, grupos de datos y papeles sacados de la impresora D*+. Hoy más %ue nunca, los medios tecnológicos de %ue disponemos destruyen sus propias aplicaciones y subordinan la evaluación de estas @ltimas a sus propios criterios de eficiencia y efectividad. #el mismo modo, la autoridad de la evaluación política y moral %ue se hace de la acción se ha reducido hasta el punto de ser una consideración de menor importancia, caso de %ue no se haya desacreditado y convertido irrelevante. acción necesita;a%ues ninguna otra =ustificación %ue el reconocimiento de la en tecnología %ue 7a la ha hechonoposible. Ellul advierte %ue la tecnología, al haberse emancipado de las limitaciones de las tareas sociales establecidas por medio de la raón, nunca avana hacia nada, pero precisamente por%ue la empu=an desde detrás. El t:cnico no sabe por %u: traba=a y generalmente no le importa. (raba=a por%ue tiene instrumentos %ue le permiten llevar a cabo una cierta tarea y llevar a cabo con :$ito una nueva operación D" ?o hay demandas para conseguir un ob=etivo. !n aparato situado detrás impone restricciones y no tolera %ue se detenga la má%uina. D/4 &arece %ue hay menos esperanas %ue antes de %ue se pueda contar con las garantías civiliadas en contra de la inhumanidad para controlar la aplicación del potencial humano instrumental y racional, %ue sepolíticos. le ha concedido la autoridad suprema al cálculo de la eficiencia para decidiruna los ve ob=etivos

K.

%olicitar la cooperación de las &íctias

El ,destino. es la interacci!n entre los autores del crimen y las víctimas'

5aoul Hillberg

&odría parecer %ue el memorable veredicto de Hannah 2rendt Wde %ue si no hubiera sido por la actuación de los colaboradores =udí os y por el celo de los Budenr@te, el n@mero de víctimas habría sido considerablemente inferiorW no resistiría un análisis profundo. Este severo veredicto no resiste un e$amen cuidadoso debido al hecho de %ue, a pesar de la amplia gama de actitudes %ue adoptaron los dirigentes de las comunidades perseguidas, desde el suicidio de >erniaCoN, pasando por la activa y consciente cooperación de 5umCoNsCi y 9en con los supervisores nais, hasta el caso de BialystoC de ayuda semioficial a la resistencia armada, el efecto final fue más o menos el mismo, es decir, la ani%uilación casi total de las comunidades =udías y de sus dirigentes. (ambi:n se puede se)alar %ue apro$imadamente un tercio de los =udíos asesinados murieron sin %ue los nais recurrieran a la ayuda, ni directa ni indirecta , de los conse=os o de los comit:s =udíos AHitler declaró oficialmente guerra acontra 5usia como una guerra ani%uilación loslas famosos %uelaseguían la victoriosa en sudeprimer avanceypor Einsat$gruppen ehrmacht tierras sovi: ticas no se molestaron ni en establecer ghett os ni en elegir Budenr@te. #el con=unto de las opiniones sobre el impacto %ue tuvo la cooperación =udía sobre la destrucción de los =udíos europeos, la %ue e$presa Rsaiah (runC, en la conclusión de una de las investigaciones más amplias y profundas de los registros %ue %uedan de los Budenr@te, es el polo opuesto de la de 2rendt. #e acuerdo con su opinión, «la participación o no participación =udía en las deportaciones no tuvo ninguna influencia determinante, ni en un sentido ni en otro, sobre el resultado final del Holocausto en la Europa oriental». &ara fundamentar esta conclusión, (runC se)ala los numerosos casos en los %ue el rechao de los Budenr@te oficiales a obedecer las órdenes de las '' tuvo como consecuencia %ue se les sustituyera por personas más obedientes o incluso %ue fueran las '' las %ue realiaran la «selección», prescindiendo enteramente del eslabón =udío intermedio Aaun%ue en muchos casos con la ayuda de la policía =udía. Efectivamente, los casos

individuales de

desobediencia eran inefectivos precisamente por%ue, en muchos otros, los nais sí podían contar con la cooperación de los =udíos y, en consecuencia, perpetrar su operación criminal utiliando solamente una parte muy pe%ue)a de sus propias fueras. 7o %ue no sabemos es si la desobediencia hubiera sido más efectiva si hubieran esperado %ue fuera universal. 'in embargo, parece verosímil %ue donde no se produ=o la cooperación, o no en gran escala, la comple=a operación del asesinato en masa haría %ue los administradores se tuvieran %ue enfrentar con>omo problemas financieros, t:cnicos y de dirección de unade magnitud completamente diferente. mencion: en el primer capítulo, los dirigentes las comunidades sentenciadas llevaron a cabo la mayor parte del traba=o burocrático %ue la operación e$igía Aproporcionando informes a los nais y llevando las fichas de las futuras víctimas, supervisaron las actividades de producción y distribución necesarias para mantener a las víctimas con vida hasta el momento en el %ue las cámaras de gas estuvieran preparadas para recibirlas, vigilaron a la población cautiva para %ue las tareas de mantenimiento de la ley y el orden no e$igieran ni la inventiva ni los recursos de los captores, garantiaron %ue el proceso de ani%uilación siguiera su curso fi=ando los ob=etivos de las distintas fases, enviaron a estos ob=etivos a lugares en los %ue se les podía reunir con un mínimo de molestias y moviliaron los recursos financieros necesarios para pagar el @ltimo via=e. &osiblemente el Holocausto se habría producido igual sin todas estas ayudas, pero habría pasado a la historia de forma diferente, acaso como un episodio menos aterrador. como otro de los muchos de coacción violenciaoenel masa con el %ue'implemente, unos con%uistadores sedientos de sangrecasos y guiados por la yvengana odio comunal castigan a un grupo de población. &or otro lado, con todo esto, el Holocausto hace %ue el historiador y el sociólogo se tengan %ue enfrentar a un problema totalmente nuevo. 'irve de ventana a trav:s de la cual se puede entrever %ue ha sido la moderna acción racional la %ue ha dado vida a estos procesos. (ambi:n se puede vislumbrar la nueva fuera y los nuevos horiontes del poder moderno, %ue fueron posibles cuando los mencionados procesos se pusieron al servicio de sus ob=etivos. &or lo %ue se refiere a este aspecto e$traordinario del Holocausto, parece %ue el marco de referencia y de comparación adecuado nos lo proporcionará el e=ercicio «normal» del poder en la organiación de la sociedad moderna, y no la sangrienta historia de la violencia genocida espectacular. #e hecho, la rutina del genocidio, por regla general, e$cluye la cooperación de las víctimas, %ue fue de ob=etivo tanta importancia en el caso El genocidio «corriente» no suele tener como la ani%uilación total del del Holocausto. grupoS la finalidad de la violencia Asi es intencionada y está planificada es acabar con la categoría marcada Asea :sta una nación, una tribu o una secta religiosa como colectividad capa de perpetuarse y de defender su propia identidad. En este caso, se consigue el ob=etivo del genocidio cuando1 * el volumen de violencia es lo suficientemente grande como para abatir la voluntad y la resistencia de %uienes lo padecen y aterroriarlos hasta %ue se rindan ante el poder superior y acepten el orden %ue les ha sido impuestoS y / se priva al grupo marcado de los recursos necesarios para %ue contin@e la lucha. >uando se cumplen estas dos condiciones, las víctimas se encuentran a merced de sus torturadores. 'e les puede forar a una prolongada esclavitud o bien se les ofrece un lugar en el nuevo orden en los t:rminos %ue dicten los vencedores pero el desenlace depende por completo del anto=o de los triunfadores. 'ea cual sea la opción seleccionada, los autores del genocidio salen ganando. 'u poder se hace más amplio y sólido y eliminan las raíces de la oposición.

Entre los recursos de la resistencia %ue deben destruirse para %ue la violencia sea efectiva Arecursos cuya destrucción es el punto fundamental del genocidio y la medida definitiva de su efectividad, la posición más importante la ocupan, con mucho, las :lites tradicionales de la colectividad condenada. El efecto primero del genocidio es la «decapitación» del enemigo. 7o %ue se espera es %ue el grupo marcado, una ve privado de sus dirigentes y centros de autoridad, pierda la cohesión y la capacidad de mantener su propia identidad y, por lo tanto, su capacidad de defensa. 7a estructura interna del grupo se derrumbará y :ste convertiráos enaun de individuos a los %ueo se puede ira cogiendo de uno en uno paraseincorporarl la con=unto nueva estructura admi nistrada reunirlos la fuera en una categoría subyugada y segregada, dominada y vigilada directamente por los administradores del nuevo orden. Es decir, las :lites tradicionales de la comunidad condenada son el ob=etivo inicial del genocidio cuando lo %ue se pretende es la destrucción del pueblo marcado, en cuanto comunidad, en cuanto entidad autónoma y unida. 7as fueras de ocupación alemanas, siguiendo el sue)o de Hitler de convertir Europa oriental en un vasto 5eensraum para la e$pansión de la raa alemana y a sus habitantes en futura mano de obra esclava al servicio de las necesidades de los nuevos amos, procedieron a eliminar sistemáticamente todos los vestigios de la estructura política y de la autonomía cultural de= país. &ersiguieron, encarcelaron e intentaron destruir físicamente a todos los elementos activos de las naciones eslavas con%uistadas y evitar la reproducción de las :lites nacionales, desmantelando casi todas las instituciones educativas básicas y prohibiendo las iniciativas culturales autóctonasdesalvo lascon moralmente corruptoras. 'in embargo, al hacer esto, e$cluyeron la posibilidad contar la cooperación de las naciones esclaviadas para conseguir el grandioso sue)o de Hitler Asi es %ue alguna ve consideraron esa posibilidad, e$cepto, %uiás, los servicios au$iliares de los elementos criminales marginales. 7os con%uistadores se %uedaron limitados a sus propios recursos, ya %ue las :lites del país estaban marcadas para la destrucción, y tuvieron %ue calcular las acciones sobre las naciones invadidas como gastos, no como activos. 7os nais nunca se propusieron esclaviar a los =udíos. 2un%ue al principio no se pensó en el asesinato en masa como ob=etivo final, la situación %ue los nais %uerían crear era la total Entfernung, es decir, eliminar de forma efectiva a los =udíos del mundo de la raa alemana. 2 Hider y a sus seguidores no les resultaban de ninguna utilidad los servicios %ue los =udíos les podían ofrecer, ni si%uiera como mano de obra esclava. 7a solución %ue buscaron eralocompleta, la dispensar forma de emigración, e$pulsión o ani%uilación física, y por tanto era adoptara innecesario un «trato especial» a lasforosa :lites =udíasS :stas iban a compartir la misma suerte %ue sus hermanosS lo %ue se preparaba para los =udíos era para todos, sin e$cepción, y se aplicaría de la misma manera a todos los miembros de la raa. &uede ser %ue un efecto anticipado de esta «totaliación» del problema =udío fuera la supervivencia de la estructura comunal =udía, de su autonomía y de su autogobierno mucho despu:s de %ue factores parecidos de la vida comunal sufrieran un ata%ue frontal en todas las tierras eslavas ocupadas. Esta supervivencia implica, ante todo, %ue las :lites tradicionales =udías conservaron su liderago espiritual y administrativo mientras duró el Holocausto. 'i acaso, ese liderago resultó, incluso, reforado y se hio punto menos %ue indiscutible despu:s de la segregación física de los =udíos, cuando se aislaron los ghettos con vallas. 7os m:todos %ue se utiliaron para %ue las :lites =udías asumieran el nuevo papel de

los Budenr@te fueron diversos, desde la insistencia nai en celebrar elecciones en algunos de los ghettos más grandes del Este de Europa y en las arraigadas comunidades =udías del oeste hasta el nombramiento de los Pr@ses entre un grupo de venerables ancianos reunidos en la plaa del mercado de la ciudad. onse=os dealemanes 2ncianosde;udíos debían estar compuestos por «las personalidades influyentes y rabinos %ue %uedaran», y a continuación detallaba una larga lista de tareas vitales, %ue eran de e$clusiva competencia de los >onse=os %ue, por lo tanto, asumían el control y la autoridad. 'e puede suponer %ue una de las perversas causas de la insistencia nai en hacer todo en los ghettos a trav:s de manos =udías era hacer %ue el poder de los dirigentes =udíos fuera más visible y convincente. 7a población =udía estaba prácticamente fuera de la =urisdicción de las autoridades administrativas corrientes Aen 2lemania se hio de forma gradual y, en los territorios con%uistados, repentinamente. 7os =udíos estaban en manos de sus dirigentes, %ue, a su ve, recibían órdenes e informaban a una institución alemana %ue tambi:n estaba fuera de la estructura «normal» de poder. 7os principios legales y teóricos de la e$tra)a mecla %ue había en el ghetto, de gobierno autónomo y de aislamiento, los detalló y codificó en *+J4 Hermann Erich 'eifert1 El =udío, como individuo, no e$iste para las autoridades alemanas en los territorios ocupados. En principio, no se negocia con una persona =udía D" sino e$clusivamente con los ltestenr@te =udíos D" >on la ayuda de sus ltestenr@te, los =udíos pueden solucio nar por sí mismos todos sus asuntos internos, entre ellos los asuntos de sus comunidades religiosas. &ero, por otro lado, tienen %ue e=ecutar, ba=o su propia responsabilidad, las tareas y órdenes dictadas por la administración alemana. 7os miembros de los ltestenr@te, casi siempre los más ricos y distinguidos, son responsables personalmente de %ue esto se cumpla. 'in ninguna duda, este ltestenr@t recuerda remotamente a los Dahals %ue utiliaba el programa =udío ruso Darista, pero con una gran diferencia1 los Dahals eran los %ue concedían los derechos a los =udíos y los defendían, mientras %ue las obligaciones de los =udíos las reciben y distribuyen los ltestenr@te del 9obierno 9eneral D" El orden D*

alemán no se discute y no se rebate. Hacia aba=o, los dirigentes =udíos e=ercían un poder formalmente ilimitado sobre la población cautiva. Hacia arriba, se encontraban a merced de una organiación criminal libre de todo control por parte de los órganos constitucionales del Estado. 7as :lites =udías desempe)aron, por lo tanto, un papel mediador fundamental en la incapacitación a los =udíos. 2demás, y esto es atípico de un genocidio, el sometimiento absoluto de la población a la voluntad de sus captores no se consiguió por medio de la destrucción, sino reforando las estructuras comunales y la función integradora de las :lites. &or lo tanto, y es paradó=ico, la situación de los =udíos durante las fases preliminares de la 'olución Minal era más parecida a la de un grupo subordinado en el seno de una estructura normal de poder %ue a la de las víctimas de una operación genocida «normal».

Hasta cierto punto, los judíos formaan parte del orden social %ue los ia a destruir . Eran un eslabón fundamental en la cadena de acciones coordinadas. 'u propia actuación era una parte indispensable de la operación total y condición decisiva para %ue tuviera :$ito. 7os genocidios «normales» dividen a los actores, sin ning@n tipo de ambigUedad, en asesinos y asesinados y, para estos @ltimos, la resistencia es la @nica respuesta racional. En el Holocausto, las divisiones eran mucho menos claras. 2parentemente, la población condenada, incorporada a la estructura global de poder y con una serie de tareas y funciones dentro de ella, teníay una gamaasesinos de opciones las %uedeelegir. 7a cooperación con susen enemigos =urados futuros teníaentre su grado racionalidad. 5os judíos# consecuencia# se acostumraron a las condiciones de sus opresores# les facilitaron la tarea y acarrearon su perdici!n# aun%ue su actuaci!n fuera guiada por el prop!sito# racionalmente interpretado# de sorevivir. #ebido a esta parado=a, los documentos del Holocausto ofrecen una oportunidad @nica de entender los principios generales de una opresión administrada burocráticamente. El Holocausto fue, evidentemente, un caso e$tremo de un fenómeno %ue normalmente se produce de forma mucho más leve y %ue raramente pretende la ani%uilación total del oprimido. 'in embargo, precisamente a causa de su e$tremismo, el Holocausto reveló aspectos de la opresión burocrática %ue de otra manera habrían permaneci do inadvertidos. En su forma general, estos aspectos tienen una aplicación mucho más amplia. #e hecho, hay %ue tenerlos en cuenta %ueremos entender laesforma en %ue funciona el poder en la sociedad moderna. no desilos m"s importantes la capacidad del poder moderno# racional y organi$ado urocr"ticamente de inducir acciones funcionalmente indispensales para sus fines y %ue son totalmente contrarias a los intereses vitales de los actores.

«2islar» a las víctimas

Esta habilidad no es universal. &ara poseerla, la burocracia debe cumplir otras condiciones, además de su propia =erar%uía interna de mando y los principios de la acción coordinada. 7a burocracia tiene %ue estar, por encima de todo, completamente especialiada y tener un monopolio incondicional sobre la función especialiada %ue lleva a cabo. En t:rminos sencillos, esto significa %ue, haga lo %ue haga la burocracia a los ob=etos %ue ha elegido, debe estar e$plícitamente dirigido a ellos y, por lo tanto, no es probable %ue afecte a la situación de otras categorías. < los ob=etos elegidos deben permanecer dentro de la competencia de esta burocracia especialiada y de ninguna otra institución. El resultado de la primera condición es la improbabilidad de %ue ninguna interferencia e$terior altere el proceso burocrático. Es poco probable %ue los grupos no afectados se apresuren a rescatar a la categoría ob=et ivo, ya %ue los problemas con %ue se tienen %ue enfrentar no suelen tener un com@n denominador y, por lo tanto, no dan pie a una actuación unida e integrada. !na ve %ue se cumple la segunda condición, la categoría ob=eti vo sabe, o descubre enseguida, %ue cual%uier apelación a centros de autoridad distintos de los de la burocracia de %uien dependen son vanos o inefectivosS en algunos casos, estas apelaciones se pueden interpretar como una infracción de las reglas, %ue solamente esa burocracia tiene potestad para definir,

y, por lo tanto, tienen consecuencias más siniestras todavía %ue la sumisión a la autoridad burocrática. Entre las dos, de=an a la categoría ob=etivo sola con «su propia» burocracia como @nico marco de referencia para tomar decisiones racionales. En otras palabras, la burocracia %ue dirige una política de ob=etivos y dispone del derecho e$clusivo a acometerla, tiene plena competencia para definir los parámetros del comportamiento de sus víctimas y, por lo tanto, puede incluir los motivos racionales de las víctimas entre los recursos %ue puede utiliar para realiar su tarea. 2ntes de %ue el poder burocráticamente organiado contar con la cooperación de la categoría se va a destruir o del per=udicar, pueda tiene %ue «aislarla» de forma efectiva. 8 bien%ue trasladarla físicamente conte$to de la vida cotidiana y de las preocupaciones de los otros grupos o separarla psicológicamente por medio de definiciones discriminadoras abiertas y claras y haciendo hincapi: en la singularidad de la categoría ob=etivo. En un discurso %ue pronunció en abril de *+0K, el rabino ;oachim &rin de Berlín resumió la e$perienci a de la categoría aislada 1 «El ghetto es el XmundoY. Muera tambi:n es el ghetto. En el mercado, en la calle, en la taberna, todo es ghetto. < tiene una se)al. Esa se)al es la falta de vecinos. 2caso esto no haya sucedido nunca en el mundo y nadie sabe cuánto tiempo se puede soportarS la vida sin vecinos "» D/. uando el 5eich se trasladó hacia el este y llegó el momento de la Aussiedlung, la mayor parte de la gente «probablemente pensó muy poco y preguntó menos sobre lo %ue les estaba sucediendo a los =udíos en el Este. 7os =udíos estaban fuera de la vista y tambi:n

fuera de la mente D" 7a carretera a 2uschNi t la construyó el odio, pero la pavimentó la

indiferencia»DK. El proceso de separación fue acompa)ado por un silencio ensordecedor de todas las :lites establecidas y organiadas de la sociedad alemana, de todos los %ue en teoría podían alar su vo contra el desastre inminente y hacerse oír. 'e puede suponer %ue parte de la raón de %ue esto sucediera fue la gran simpatía %ue se e$perimentaba por el plan maestro de l a Entfernung de una cultura %ue se consideraba, por diversas raones, e$tra)a e indeseable. 7a captura del poder del Estado porsiendo parte leal, de loscomo naislono las normas de la conducta profesional. Esta @ltima seguía hamodificó sido desde antes del amanecer de la era moderna, al principio de la neutralidad moral de la raón y a la b@s%ueda de la racionalidad, %ue no tolera compromisos con factores %ue no tengan relación con el :$ito t:cnico de la empresa. 7as universi dades alemanas, lo mismo %ue las de otros países modernos, cultivaron cuidadosamente el concepto del ideal de la ciencia, otorgaban a sus pupilos el derecho y el deber de servir a los «intereses del conocimiento» y de restar importancia a otros intereses con los %ue podía estar en pugna el bienestar de los ob=etivos científicos. 'i recordamos esto, entonces el silencio e incluso la cooperación entusiasta de las instituciones científicas alemanas en la puesta en práctica de las tareas nais de=a en parte de causar asombro. El estadounidense MranClin H. 7ittell insiste en %ue cuanto menos asombrosos sean, más preocupantes son, o al menos deberían serlo, el silencio y la cooperación1 7a crisis de credibilidad de la universidad moderna tiene su srcen en el hecho de %ue no fueran analfabetos, ignorantes ni salva=es sin instrucción %uienes planificaron, construyeron o idearon los campos de la muerte. 7os centros de la muerte fueron, lo mismo %ue sus inventores, producto de lo %ue había sido, durante muchas generaciones, uno de los me=ores sistemas universitarios del mundo. A" ?uestros graduados traba=an sin mayores conflictos de conciencia para el >hile socialdemócrata o para el >hile fascista, para la =unta griega o para la rep@blica griega, para la Espa)a de Mranco o para la Espa)a republicana, para 5usia, para >hina, para QuNait o Rsrael, para los Estados !nidos, Rnglat erra, Rndonesia o &aCistán D" Esto resume, aun%ue ásperamente, la función histórica de los t:cnicos formados, a%u:llos %ue han sido «instruidos» en las t:cnicas dentro de la indiferencia moral, :tica y religiosa de la universidad moderna. 2 continuación procede a denunciar %ue, durante muchos a)os, ha sido más sencillo en su país discutir sobre el abuso y el mal uso %ue de la ciencia hicieron los nais %ue de los servicios %ue ofrecían las universidades estadounidenses a «#oN >hemical, 3inneapolis, HoneyNell, las líneas a:reas Boeing o a R(( en la restauración del fascismo en >hile» DL. 7o %ue realmente les importaba a las :lites científicas alemanas Ay más en general, a las intelectuales y a sus miembros más cualificados y más distinguidos era preservar su integridad como eruditos y portavoces de la ;a$!n. < esa tarea no incluía ninguna preocupación Ay la e$cluía en caso de conflicto por el significado :tico de su actividad. >omo descubrió 2lan Beyerchen, en la primavera y el verano de *+00, las luminarias de la ciencia alemana, gente como &lancC, 'ommerfeld, Heisenberg o Oon 7aue, «aconse=aron

paciencia y moderación al tratar con el gobierno, especialmente en todo lo relacionado con destituciones y emigración. El ob=etivo fundamental era preservar la autonomía profesional de su disciplina evitando cual%uier enfrentamiento y esperar %ue se reanudaran la vida y los procedimientos ordenados» D. (odos %uerían salvar y defender lo %ue les importaba y lo lograron, en cuando %ue demostraron su buena disposición para olvidar las cosas %ue importaban menos. #emostrar esa buena disposición resultó sencillo, ya %ue la «vida ordenada» %ue se reanudó despu:s de las e$travagancias de la luna de miel nai no era muy diferente a%uellafue a la%ue %uealgunos los profesores estaban acostumbrados valoraban tanto. @nico %uedesucedió de sus antiguos colegas habían ydesaparecido y %ue7o tenían %ue saludar de forma diferente cuando entraban en una clase llena de estudiantes uniformados. Había una gran demanda de sus servicios profesionales, %ue eran muy apreciados, disponibilidad de fondos para proyectos ambiciosos y científicamente apasionantes, y eso era impagable. Heisenberg fue a ver a Himmler para asegurarse de %ue a sus colegas y a :l, es decir, a todos menos a los %ue habían desaparecido, se les permitiría hacer todo lo %ue %uisieran. Himml er le aconse=ó hacer una cuidadosa distinci ón entre los descubrimientos científicos y la conducta política de los físicos. 2 Heisenberg le debió sonar a m@sica celestial, por%ue Gno era eso lo %ue le habían ense)ado desde el principio 2sí %ue «no se mordió la lengua, apoyó activamente la causa nai, especialmente en el e$tran=ero y durante las hostilidades, y dirigió diligentemente uno de los dos e%uipos encargados de dise)ar e$plosivos atómicos, estimulado, sin ninguna duda, como inveterado D

animal científico %ue era, por el deseo de XverY y conseguirlo» . ;oachim >. Mest escribió1 «7a historia de la retirada del poder de los intelectuales siempre es la historia de una renuncia voluntaria y si cabe alguna resistencia es simplemente la resistencia a caer en la tentación de suicidarse» D+. 2sí, los intelectuales, víctimas convertidas en cortesanos del estilo nai de «vida pacífica», encontraron muy pocas raones para suicidarse y muchas para rendirse voluntariamente y a veces con entusiasmo. 7o notable de esta rendición es %ue resulta difícil decir dónde empiea y es prácticamente imposible prever dónde puede terminar. #urante la Dristallnacht, la esposa de un eminente orientalista, el profesor Qhale, fue descubierta cuando ayudaba a su amiga =udía a recoger su tienda destroada. 2 su marido le boicotearon hasta tal punto %ue se vio obligado a dimitir. 7os meses intermedios fueron como un periodo de cuarentena durante el cual tres personas, a=enas al círculo social y profesional del profesor le llamaron al amparo de la oscuridad. 5ecibió otra comunicación del mundo e$terior, una carta de un grupo de colegas en la %ue e$presaban su pesar por %ue hubiera perdido una salida honorable de la universidad a causa de la falta de intuición de su esposa. D*4 8tra cosa notable de la rendición es %ue, por muy dolorosa %ue resulte al principi o, acaba desplaándose desde la vergUena hasta el orgullo. 7os %ue se rinden se convierten en cómplices del crimen y resuelven convenientemente la disonancia cognitiva %ue genera la complicidad. 7as personas %ue observaban con desd:n y asco las iniciativas antisemitas de la propaganda nai y guardaron silencio «sólo para salvar los grandes valores» se

encontraron pocos a)os despu:s regoci=ándose de la bendita limpiea y de las universidades y de la purea de la ciencia alemana. 'u propio antisemitismo racional se hio más fuerte a medida %ue la persecución contra los =udíos se iba haciendo peor. 7a e$plicación es simple aun%ue deprimente1 cuando la gente sabe, aun%ue sólo sea con la mitad de la cabea, %ue se está cometiend o una gran in=usticia y no tiene ni el valor ni la generosidad para protestar, automáticamente echa la culpa a las víctimas, ya %ue :sta D**

es la forma más sencilla de calmar su conciencia. #e una u otra forma, la soledad de los =udíos de 2lemania era absoluta. Oivían en un mundo sin vecinos. &or lo %ue concierne a su destino, los otros alemanes era como si no e$istieran. El mundo =udío contenía el poder nai como @nico otro agente. #efinieran como definieran su situación los =udíos, esta situación se reducía a un solo factor1 las acciones %ue sus perseguidores nais estimaban oportunas. >omo seres racionales, los =udíos tuvieron %ue a=ustar su conducta a las respuestas nais. >omo seres racionales, los =udíos tuvieron %ue aceptar %ue había un vínculo lógico entre las acciones y las reacciones y %ue, por lo tanto, había acciones más raonables y aconse=ables %ue otras. >omo seres racionales se tuvieron %ue guiar por los mismos principios de comportamiento %ue, los %ue apoyaban sus carceleros burocráticos, es decir, eficiencia, mayores ganancias y menos gastos. >omo los nais tenían el dominio sobre las reglas y las apuestas, del =uego, podían utiliar la racionalidad =udía a modo de recurso sus propios fines. &udieron arreglar las reglas y las apuestas de forma tal %ue para cadaconseguir paso racional haría más grande la indefensión de sus futuras víctimas y les acercaría un poco más a la destrucción final.

El =uego de «salva lo %ue puedas»

El =uego en el %ue los nais obligaron a los =udíos a participar era el de la muerte y la supervivencia y, por lo tanto, la acción racional, en su caso, sólo podía estar dirigida a incrementar las oportunidades de escapar de la destrucción o de limitar la escala de la destrucción. El mundo de los valores se redu=o a uno, permanecer con vida o, al menos, :ste eclipsaba a los demás. 2hora parece muy claro, pero no tenía por %u: parec:rselo a las víctimas en a%uel momento y, con toda seguridad, no en las primeras fases de la «carretera tortuosa hacia 2uschNit». 2hora sabemos %ue los propios nais, incluidos sus dirigentes, no empearon su guerra contra los =udíos con una clara noción de su resultado final. 7a guerra empeó con un ob=etivo modesto, la Entfernung, el apartar a los =udíos de la raa alemana y, a largo plao, conseguir una 2lemania judenrein. En el transcurso de la b@s%ueda burocrática de este ob=etivo, y ba=o su impacto, fue cuando, en alguna fase posterior, la destrucción física de los =udíos pasó a ser «racional» como «solución» y tambi:n tecnológicamente posible. 'in embargo, incluso cuando la fatídica decisión de Hitler de asesinar a todos los =udíos rusos abrió nuevos horiontes y opciones %ue anteriormente los «e$pertos en la cuestión =udía» no habían tenido en consideración, mantener en secreto la naturalea de la 'olución Minal era parte integrante y fundamental del proyecto nai. 7levar a las víctimas a las cámaras de gas se denominaba «reasentamiento» y la identidad de los campos de la muerte se disolvía en la vaga idea de

«el Este». >uando los portavoces del ghettohicieron un llamamiento a los =efes de las '' para %ue les di=eran si eran ciertos los persistentes rumores de los pró$imos asesinatos, los alemanes simple y llanamente negaron la verdad. El secreto se mantuvo, literalmente, hasta el @ltimo momento. !no de los de delitos por los %ue se castigaba con la muerte inmediata a los miembros =udíos del Sonder>ommando a cargo de las cámaras de gas y los crematorios era decir a los reci:n llegados %ue se apeaban de los vagones de ganado %ue los edificios %ue se veían desde la plataforma no eran los ba)os comunales. 7a raón no era, por supuesto, aliviar la agonía y lay angustia deresistencia. las víctimas, sino conseguir %ue entraran en la cámara de gas voluntariamente sin oponer Es decir, en todas las etapas del Holocausto las víctimas se enfrentaan con una opci!n, por lo menos, sub=etivamente, ya %ue ob=etivamente la elección ya no e$istía debido a %ue se le había adelantado la decisión secreta de la destrucción física . ?o podían elegir entre situaciones buenas y malas pero, al menos, podían elegir entre las malas y las peores. alemán. «2 causa de estas discriminaciones, la presión para conseguir un trato especial se aplicó a los colegas, superiores y amigos. En consecuencia, en *+0K, se creó un procedimiento para reclasificar a un Mischlinge en una

efreiung categoría superiElorsaber D"%ue Estelosprocedimiento recibi ó el nombre en de vano, , espuede decir, IliberaciónF». esfueros no son necesariamente %ue se apelar con :$ito contra el veredicto de la sangre y anularlo a)adió celo a las presiones. 'e podía, muchos lo lograron, conseguir una echte A«genuina» liberación si se demostraban los m:ritos %ue se tenía. El tribunal supremo alemán determinó %ue «la conducta no era suficiente, lo %ue era decisivo era la actitud %ue revelaba la conducta». !n Mischling %ue hubiera contribuido de manera destacable a la destrucción de los =udíos podía recibir el certificado de efreiung como regalo de ?avidad depositado ba=o el árbol de ?avidad de la familia por un mensa=ero especialD*/. El aspecto diabólico de esto fue %ue las creencias y convicciones %ue sancionaba y las actuaciones %ue fomentaba proporcionaron legitimidad al plan maestro nai y lo hicieron digerible para muchos, incluidas las víctimas. 3ientras luchaban por privilegios

insignificantes, condiciones de inmunidad o simplemente un aplaamiento de la sentencia %ue el proyecto global de destrucción contemplaba, tanto las víctimas como %uienes intentaban ayudarlas aceptaban tácitamente las premisas del proyecto. 2l discutir, por e=emplo, si tal o cual persona tiene derecho a %ue no se la e$cluya de la profesión basándose en sus m:ritos anteriores se admitía, en la práctica, %ue las e$clusiones eran incontestables. 7o %ueeraresultaba desastroso, a nivel de una aceptar estas categorías privilegiadas %ue todotan el %ue solicitaba %ue lemoral, hicieran «e$cepción» aceptaba implícitamente la norma, pero este punto, aparentemente, nunca lo entendieron a%uellos buenos hombres, =udíos y gentiles, %ue se afanaban por los «casos especiales» en los %ue se podía pedir un trato preferente D" Rncluso despu:s del final de la guerra, Qastner, dirigente de los =udíos h@ngaros %ue negoció con los nais %ue algunos de los %ue estaban ba=o su tutela no fueran a los campos de la muerte, se sentía orgulloso de haber conseguido salvar a algunos «=udíos importantes», categoría %ue introdu=eron oficialmente los nais en *+J/ como si tambi:n a su =uicio un =udío famoso tuviera más derecho a la vida %ue uno corriente.D*0 7as ocasiones de a)adirle autoridad a esta regla luchando por las e$cepciones Ay, en realidad, reforando la regla al utiliarla para reclamar privilegios individuales, fueron amplias y variadas.En 'e las ofrecido, aun%uealemanes, ba=o distintas en todas lasfueron etapas del Holocausto. el habían caso de los =udíos estasformas, oportunidades especialmente profusas y elaboradas. 'e proclamó %ue los =udíos %ue habían luchado en el bando alemán durante la &rimera 9uerra 3undial, %ue habían sido heridos en batalla o habían recibido condecoraciones, eran un caso especial y durante cierto tiemp o estuvieron libres de la mayor parte de las restricciones %ue se impusieron a sus hermanos con menos m:ritos. Esta normativa benevolente desvió la atención de la regla mucho más radical de la %ue era e$cepción. >ual%uiera %ue viera en la normativa una oportunidad y pidiera acogerse a los beneficios estaba aceptando al mismo tiempo el supuesto %ue =ustificaba la norma y las e$cepciones, es decir, %ue los =udíos «normales», los =udíos «como tales», no se merecían los derechos %ue otorgaba la ciudadanía alemana. El flu=o de peticiones proli=amente argumentadas, cartas de recomendación, intervenciones a favor de distinguidas personalidades, amigos o socios comerciales, la b@s%ueda vehemente de los documentos testimonios se e$igían contribuyó silenciosa reconciliacióny con la nueva %ue situación %ue habían creadoenlasgran leyesmedida contra alosla=udíos. Entre los gentiles, los =ustos hicieron todo lo %ue estaba a su alcance para garantiar estos privilegios para la gente %ue conocían o respetaban, subrayando en sus cartas a las autoridades %ue esa persona en concreto no se merecía un trato severo debido a los servicios e/cepcionales %ue había prestado a la nación alemana. 7os cl:rigos se afanaban defendiendo a los =udíos conversos, es decir, los cristianos de srcen =udío. 3ientras tanto, lo %ue se aceptaba tácitamente era el principio de %ue era necesario ser de una clase especial de =udío para protestar contra la discriminación o la persecución. En con=unto, no faltaron personas y grupos %ue abraaron con ilusión la idea de %ue pertenecían a una clase e$clusiva y tenían derecho a un trato más ben:volo. !no de los e=emplos más destacados fue la diferencia notoria y omnipresente entre =udíos

«establecidos» e «inmigrantes» en Europa oriental. Esta división tuvo sus orígenes en la antigua enemistad entre las comunidades =udías bien asentadas y parcialmente asimiladas y sus herman os de Europa orient al, ignora ntes, groseros y %ue hablab an en yiddish, cuya intrusión fastidiosa consideraron como una amenaa para su propia respetabilidad ganada con tanto esfuero. 2 las antiguas y ricas familias de 9ran Breta)a no les importó pagar los billetes de regreso de las masas de =udíos pobres y analfabetos %ue escaparon de los pogroms rusos a principios de siglo. En 2lemania, los =udíos de antiguo lina=e, «más alemanes los alemanes, esperaban librarse de laD*Jantipatía D" dirigi:ndola contrauna sus hermanos %ue inmigrantes y todavía no asimilados» . 7a larga tradición de adoptar postura superior y desde)osa contra los =udíos del shted impidió %ue los dirigentes de las comunidades =udías de 8ccidente comprendieran %ue el destino de los =udíos de Europa oriental era una muestra de su propio futuro. &ero historias y culturas tan diversas no podían engendrar ninguna estrategia de solidaridad. >uando la BB> difundió en Holanda la noticia de los asesinatos en masa, #avid >oh:n, presidente del >onse=o ;udío, negó %ue tuviera importancia para el porvenir de la =udería holandesa1 El hecho de %ue los alemanes hubieran cometido esas atrocidades con los =udíos polacos no era raón para pensar %ue se comportarían de la misma manera con los =udíos holandeses. En primer lugar, por%ue los alemanes siempre habían considerado %ue los =udíos polacos eran algo vergonoso y, en segundo lugar, en Holanda, a diferencia de D*K

&olonia, tendrían %ue sentarse y prestar atención a la opinión p@blica. Esta opinión autocomplaciente no era simplemente asunto de una concepción del mundo fantástica y de cuento de hadas con consecuencias potencialmente suicidas para los %ue la sostenían. 7as visiones del mundo tienden a determinar la acción, y la conducta de las comunidades =udías organiadas, convencidas de su propia superioridad, redu=o en mucho la posibilidad de una reacción =udía unificada ante la política nai y facilitó la destrucción por etapas. Rncluso en el caso de %ue los portavoces de la comunidad =udía oficial sintieran compasión por los inmigrantes =udíos acorralados, encarcelados y deportados delante de sus o=os, apelaron a los miembros de su comunidad para %ue mantuvieran la calma y no opusieran resistencia en inter:s de «valores más elevados». #e acuerdo con el estudio de ;ac%ues 2dler, la estrategia de los =udíos franceses Westablecida tan pronto como el mes de septiembre de *+J4W en respuesta a las diferencias de trato proclamadas las fueras«Esa de ocupación no de=aba dudaluchó sobrepor la =erar%uía de por preferencias1 estrategia, alemanas, como prioridad más ninguna importante, garantiar la e$istencia continuada del =udaísmo franc:s, y en ese ob=etivo no estaban incluidos los =udíos e$tran=eros». #io por supuesto %ue «los inmigrantes =udíos representaban un lastre» para la supervivencia de los =udíos franceses. 7os =udíos aprobaron la resolución de Oichy de %ue el precio por proteger a los =udíos franceses era de=ar a los inmigrantes en manos de los alemanes1 «?o e$iste ninguna duda de %ue los =udíos franceses estuvieron de acuerdo con Oichy en %ue los =udíos e$tran=eros eran social y políticamente indeseables»D*L. El rechao de la solidaridad en nombre de privilegios personales o de grupo A%ue siempre, al menos indirectamente, significan estar de acuerdo con el principio de %ue no todos los miembros de la categoría marcada merecen sobrevivir y %ue la diferencia de trato

debe ir apare=ada a la debidamente valorada calidad «ob=etiva» fue importante y no sólo en las relaciones intercomunales. #entro de todas las comunidades se esperaba y se luchaba por la diferencia de trato, y a los Budenr@te, por lo general, se les asignó el papel de corredores del negocio de la supervivencia. &reocupados por la estrategia de «salva lo %ue puedas», las futuras víctimas perdieron de vista, aun%ue sólo temporalmente, la pavorosa identidad del destino inminente. Esto dio a los nais la oportunidad de conseguir su ob=etivo con una considerable reducción en los costos y un mínimo de problemas. En palabras de Hilberg1 7os alemanes tuvieron un :$ito notable deportando a los =udíos por etapas, por%ue los %ue %uedaban atrás raonaban %ue era necesario sacrificar a unos pocos para salvar a muchos. El funcionamiento de esta psicología se puede observar en la comunidad =udía de Oiena, %ue firmó un «acuerdo» de deportación con la 9estapo con la «condición» de %ue no se deportaría a seis categorías de =udíos. &or su parte, el ghetto de Oarsovia estuvo a favor de la cooperación y en contra de la resistencia basándose en %ue los alemanes podrían deportar a sesenta mil =udíos pero no a cientos de miles. Este fenómeno de bisección se produ=o tambi:n en 'alónica, donde los dirigentes =udíos cooperaron con las agencias de deportación alemanas despu:s de la promesa de %ue sólo se deportaría a los elementos «comunistas» de las secciones más pobres y se de=aría en pa a la «clase media». Esta aritm:tica fatal tambi:n se empleó en Oilna, donde 9ens, =efe del Budenrat, declaró1 «>on D*

cien víctimas, salvo a mil personas. >on mil, salvo a die mil». 7a vida ba=o la opresión estaba tan estructurada %ue, desde la perspectiva de la e$istencia cotidiana, las oportunidades de supervivencia parecían distribuidas de forma desigual. 2demás, parecían manipulables. 'e podían utiliar recursos personales o grupales para convertir la desigualdad p@blica en venta=a privada. >omo indica Helen Mein1 7a amenaa de una muerte colectiva no se veía como posible debido a %ue la organiación social de la economía política del ghetto creaba oportunidades de muerte diferentes todos los días. 7a oportunidad de sobrevivir de cada persona dependía de su lugar en el orden de clase y el orden de clase en su con=unto se basaba en la carestía impuesta y en el terror político, recompensándose a los más capaces de servir a los nais tanto directa como indirectamente D" El sistema de controles tambi:n hacía más difícil %ue se pudiera al identificar enemigo com@n, ya %ue desplaaba la ira de contra con%uistadores la creencia de %ue era una guerra todosloscontra Budenrata yunperpetuaba D* todos en ve de la de ellos contra nosotros. 7a individualiación de las estrategias de supervivencia condu=o a una carrera generaliada por funciones y posiciones %ue se consideraban favorables o privilegiadas y a terribles esfueros por congraciarse personalmente con los opresores, invariablemente a costa de otras víctimas. 7a angustia y la agresividad %ue se generaron en el proceso se descargaban utiliando a los Budenr@te como pararrayos. 'in embargo, en cada una de las etapas de la destrucción, los Budenr@te podían contar con un cierto grupo de sus electores %ue, habi:ndose beneficiado de los sucesivos cambios de la política, gustosamente darían su apoyo a los desventurados funcionarios de la comunidad, con lo %ue ofrecían legitimación y autoridad al movimiento actual. En todas las etapas de la destrucción,

e$cepto en la fase final, hubo personas y grupos ansiosos por salvar lo %ue se pudiera salvar, por defender lo %ue se pudiera defender y por e$imir a %uien se pudiera e$imir y, en consecuencia, dispuestos a cooperar, aun%ue no abiertamente.

7a racionalidad individual al servicio de la destrucción colectiva

7a opresión inhumana, como la de los nais, de=a poco espacio para maniobrar. 3uchas de las opciones para las %ue la gente está educada o acostumbrada a elegir en condiciones normales %uedan e$cluidas o no están a su alcance. En condiciones e$cepcionales, la conducta es, por definición, e$cepcional. &ero es e$cepcional en su forma p@blica y en sus consecuencias tangibles, no necesariamente en los principios de elección y en los motivos %ue los guían. 2 lo largo de su via=e hacia la destrucción final, muchas personas durante casi todo el tiempo no carecieron completamente de posibilidades de elección. < cuando se puede elegir e$iste la oportunidad de comportarse con racionalidad. < esto es lo %ue hicieron la mayor parte de las personas. 2l tener pleno dominio sobre los medios de coacción, los nais se encargaron de %ue racionalidad significara cooperaci!n, %ue todo lo %ue hicieran los =udíos al servicio de sus propios intereses acercara el ob=etivo nai al :$ito total. El concepto de cooperació n es acaso demasiado vago y completo, puede ser cruel e in=usto considerar %ue abstenerse de una rebelión abierta y, en ve de eso, a=ustarse a la rutina establecida, es un acto de cooperación. (odas las responsabilidades de los >onse=os ;udíos, detalladas en el Schnellrief de Heydrich, estaban relacionadas con los servicios %ue los dirigentes =udíos estaban obligados a prestar a las autoridades alemanas. Heydrich no se ocupó de otras funciones %ue los Budenr@te pudieran considerar %ue era necesario llevar a cabo. &osiblemente contaba con %ue esas funciones se realiarían a iniciativa de los conse=os, por consideración racional de las necesidades de una comunidad atestada de gente en un reducido espacio y del apremio de asegurar la coe$istencia y los medios de supervivencia. 'i hubiera sido una apuesta, la elección habría sido un acierto. 7os >onse=os =udíos no necesitaban instrucciones de los alemanes para cuidar de las necesidades religiosas, educativas y culturales y del bienestar de los =udíos. 2; hacerlo, ya aceptaban de grado o por fuera su función de pelda)o inferior de la =erar%uía administrativa alemana. 'u actividad, %ue retiraba de manos alemanas todos los problemas relacionados con la vida cotidiana de los =udíos, ya era una forma de cooperación. En esto, sin embargo, el papel de las autoridades comunales =udías, a pesar de las medidas e$tremas del r:gimen opresor, no fue esencialmente diferente del %ue desempe)aron los dirigentes de las minorías oprimidas en hacer %ue fuera factible la continuación de la represión Ade hecho, la reproducción misma del r:gimen opresivo. (ampoco fue esencialmente diferente de las formas tradicionales de los autogobiernos =udíos, en especial en &olonia y en otras partes de Europa oriental, y de la celosamente guardada autonomía de la >ehila. 2l principio de la ocupación alemana y antes de %ue los Budenr@te se convirtieran en un eslabón oficial de la estructura administrativa alemana, los ancianos de la >ehila de antes de la guerra, por iniciativa propia, emprendieron la tarea de representar los intereses =udíos

y elaboraron un modus vivendi con las nuevas autoridades. &or hábito y educación, intentaron utiliar los antiguos y comprobados m:todos de escribir peticiones y %ue=as, obtener atención para sus reivindicaciones, negociar y sobornar. ?o se opusieron a la decisión alemana de concentrar a los =udíos en ghettos. ^ue los =udíos estuvieran aislados por una valla del resto de la población parecía una buena protección contra el acoso y los pogroms. (ambi:n parecía un buen medio para incrementar la autonomía administ rativa y preservar la forma de vida =udía en un entorno hostil y amenaador. En otras palabras, parecía el confinamiento en confinamiento los ghettos eraera @til, a%uellas circunstancias, los intereses%ue =udíos y %ue aceptar ese unaenactitud racional %ue debíanpara asumir todos los %ue tenían en su coraón los intereses =udíos. 2l mismo tiempo, sin embargo, aceptar el recinto del ghetto significaba caer en el =uego nai. 2 largo plao, los ghettos iban a revelar su función como instrumentos de concentración, necesario paso previo del camino a la deportación y a la destrucción. 3ientras tanto, los ghettos significaban %ue un funcionario alemán podía supervisar a decenas de miles de =udíos, con la ayuda de los propios =udíos, %ue proporcionaban el traba=o manual y administrativo, la infraestructura comunal de la vida cotidiana y los organismos responsables del mantenimiento de la ley y el orden. En este sentido, el autogobierno significaba ojetivamente cooperación. < el elemento de cooperación en la actividad de los Budenr@te estaba destinado a aumentar con el tiempo a costa de todas las otras funciones. 7as decisiones ayer de los intereses =udíos modificaban el racionales conte$to detomadas la acción de en tal nombre manera de %uelaladefensa toma de decisiones racionales se ha convertido en algo mucho más difícil en el día de hoy, y las elecciones racionales ma)ana serán francamente imposibles. El importante estu dio de Rsaiah (runC sobre los Budenr@te no de=a ninguna duda sobre la lucha fren:tica y desesperada de los >onse=os ;udíos para encontrar soluciones racionales a problemas cada ve más graves e increíbles. ?o tuvieron la culpa de %ue, ante la fuera superior de los alemanes y la total eliminación de las inhibiciones morales lograda por la ma%uinaria burocrática de la guerra contra los =udíos, no hubiera ninguna solución dentro de la gama de sus posibilidades %ue no fuera @til para los ob=etivos alemanes. 7a ma%uinaria burocrática alemana estaba al servicio de un ob=etivo incomprensible en su irracionalidad. El ob=etivo era el ani%uilamiento de los =udíos. #e todos y cada uno de ellos, vie=os y =óvenes, inválidos y sanos, supusieran cargaseocongraciaran un potencialcon haber económicos. &or lo tanto, no había ninguna manera de %ue losuna =udíos la burocracia alemana de la destrucción, se hicieran @tiles o deseables o, al menos, tolerables. En otras palabras, la guerra estaba perdida para los =udíos antes incluso de %ue empeara. omo el ob=etivo final de la operación del Holocausto desafiaba a todo cálculo racional, su :$ito se podía ir construyendo con las actuaciones racionales de sus futuras víctimas. 3ucho antes de %ue se pensara en el Holocausto, Q., el ingenioso y desventurado superviviente de El castillo de QafCa, pasó por la misma e$periencia. Mracasó en su solitaria lucha contra «el >astillo», no por%ue actuara irracionalmente, sino por%ue, por el contrario, utilió la raón en sus relaciones con un poder %ue, como supuso erróneamente, respondería racionalmente a proposiciones racionales pero %ue, en realidad, no lo hacía.

!no de los episodios más desgarradores de la breve y sangrienta historia de los ghettos fue el rescate por medio de campa)as de traba=o, emprendidas por iniciativa de los >onse=os ;udíos de algunos de los ghettos más grandes de Europa oriental. El antisemitismo anterior a la guerra en Europa oriental acusaba a los =udíos de ser parásitos económicos. >omo todos eran comerciantes e intermediarios, eran unos improductivos de los %ue librarse y le iría me=or al resto de la población sin su presencia. >uando los invasores alemanes especificaron en su programa declarado %ue se podía prescindir de ellos, tuvo más sentido nuncadeintentar %ue revocaran su intención proporcionándoles pruebas tangibles de la%ue utilidad los =udíos. 7as circunstancias parecían singularmente propicias para esta estrategia, ya %ue los alemanes, con los recursos limitados al má$imo por la guerra, con toda seguridad darían la bienvenida a cual%uier venta=a económica o fuera productiva sobre la %ue pudieran poner las manos. 5esulta difícil acusar a >haim 5umCoNsCi, el Pr@ses del ghetto de 7ód y el más piadoso apóstol de la fe industrial, de dar una respuesta irracional a la amenaa alemana. >on toda seguridad, subestimó la asesina irracionalidad de los alemanes y sobreestimó su racionalidad comercial Ao, de forma más general, su conocimiento de los valores y principios %ue aparentemente guían el mundo organiado desde la eficiencia. 'in embargo, es difícil entender %u: otra cosa podría haber hecho incluso en el caso de haber sabido %ue estaba cometiendo un error. (enía %ue comportarse como si sus adversarios actuaran racionalmente. ?o tenía forma de decidir el curso de su propia acción sin dar eso por supuesto. En el país de los ciegos, el tuerto era rey. En el mundo racional de la burocracia moderna, el aventurero irracional es el dictador. < por eso, en cierto modo, 5umCoNsCi se comportó de acuerdo con la @nica manera de racionalidad %ue le %uedaba, aun%ue fuera enga)osa y traicionera. «En innumerables ocasiones, en todas sus declaraciones p@blicas, tanto antes como durante los XreasentamientosY, repetía incansablemente %ue la e$istencia física del ghetto dependía @nicamente de un traba=o %ue les resultara @til a los alemanes y %ue ninguna circunstancia, ni si%uiera las más trágicas, se podían utiliar como =ustificación para interrumpirlo» D*+. 5umCoNsi en 7ód, Ephraim Barash en BialystoC, 9ens en Oilna y otros muchos hablaron con frecuencia y convicción sobre el impacto del traba=o diligente sobre la predisposición de sus amos alemanes. &arece %ue pensaban %ue, una ve puesta de manifiesto la productividad y rentabilidad del traba=o =udío, a las deportaciones y asesinatos al aar las sustituirían comisiones alemanes. 8, al menos, eso alemán decían o no se empe)aban en creer. 3ientras tanto, ysusubsidios contribución al esfuero b:lico fue me%uina. Traajaron para retrasar la derrota final de la misma fuer$a siniestra %ue haía jurado destruirlos. 2ntes de %ue la carretera tortuosa llegara a 2uschNit, hubo muchos puentes sobre el río QNai construidos por habilidosas y entusiastas manos =udías. #e hecho, los funcionarios de la burocracia alemana menos comprometidos ideológicamente estaban impresionados. &or raones puramente pragmáticas, sin duda. ?o se les pasó por la cabea %ue los =udíos pudieran ser unos humanos con un sitio duradero en el es%uema de las cosas, pero sí aceptaban %ue e$plotar el celo industrial de los =udíos tenía más sentido, económico y militar, %ue acabar con una fuera de traba=o tan disciplinada y leal. E$isten pruebas de %ue algunos mandos militares del Este ansiaban retrasar el asesinato cuando descubrieron %ue la mayor parte de los artesanos del lugar, con habilidades indispensables para mantener en marcha la má%uina militar, eran =udíos. 'us

d:biles esfueros por defender el traba=o esclavo de los =udíos contra las ametrallador as de los Einsat$gruppen fueron pronto revocados, en cuanto se descubrieron, por las autoridades supremas %ue sabían %ue las consideraciones racionales eran sólo admisibles si y sólo si acercaban el ob=etivo irracional. 7a resolución del ministro de (erritorios 8cupados 8rientales no de=aba espacio para argumentaciones1 «&or principio, no se tomará en consideración ning@n factor económico en la solución de la cuestión =udía. 'i se plantea alg@n problema en el futuro, hay %ue solicitar el asesoramiento del 2lto 3ando de las '' y D/4

de la &olicía» . Ena general, el traba=o «@til» iniciado poralgunos. el >onse=o parece %ue no sirvió para rescatar nadie Aaun%ue prolongó la vida de 7os;udío pródigos elogios de 5umCoNsCi o Barash a los habilidosos y entusiastas, y por lo tanto «insustituibles», traba=adores =udíos no pudieron cambiar el hecho sombrío de %ue esos traba=adores eran =udíos. Rncluso cuando los traba=adores lubricaban la má%uina de guerra alemana, eran ante todo =udíos y, sólo despu:s, «@tiles». &ara la mayoría, demasiado despu:s. 7a aut:ntica prueba de racionalidad vino cuando se ordenó a los Budenr@te %ue se hicieran cargo del «reasentamiento». 7os nais habían moviliado todas sus fueras operativas para combatir contra la cada ve mayor presión rusa y no se podían permitir atender a las necesidades de la 'olución Minal con sus propios hombres uniformados. En esa ocasión, aceptaron %ue necesitaban el traba=o de los =udíos. 'e responsabilió a los Budenr@te de todas las tareas %ue e$igía la preparación del asesinato. (uvieron %ue proporcionar de los residentes destinados la deportación. &rimero, teníanlistas %ue detalladas seleccionarlos. #espu:s, teníandel %uegheto conducirlos a losavagones de tren. En caso de %ue alguien se resistiera o se ocultara, la policía =udía tenía %ue buscar y encontrar al obstinado y forarle a %ue obedeciera. 7os nais limitarían su función a la de observadores. 'i hubieran asesinado a los =udíos en masa, de un solo golpe, la elección o, más bien, la ausencia de elección, habría sido clara e ine%uívoca para todos. 7a respuesta evidente habría sido un llamamiento a la resistencia general y, aun%ue ofreciera pocas esperanas, habría sido la @nica alternativa a «marchar como ove=as al matadero». #esde el punto de vista alemán, esto habría incrementado mucho el coste de la operación. 7os alemanes no habrían podido aprovechar los impulsos racionales de sus víctimas para su propia destrucción. 'implemente, las víctimas no habrían cooperado. !tiliar la racionalidad de sus víctimas era unaevitar solución mucho más racional. uanto más se incrementaba el precio de la vida, más se reba=aba el precio de la traición. !na fuera irresistible para vivir hacía %ue se de=aran a un lado los escr@pulos morales y, con ellos, la dignidad humana. En medio de la pelea universal por sobrevivir, el valor de la propia conservación se entroniaba como la incontestable legitimación de la elección. (odo lo %ue era @til para la propia conservación estaba bien. >on el fin @ltimo en litigio, parecía %ue%ue todos los medios estaban =ustificados. Es cierto %ue los nais le los pidieron a los ltestenr@te prestaran servicios incomparablemente más detestables %ue %ue habían e$igido al principio. &ero las apuestas del =uego tambi:n habían cambiado, y tanto el precio como el premio a la obediencia habían subido. < así, cada cierto tiempo, se seguían ofreciendo los servicios. En el regateo por otro día de vida, un traba=o en el >onse=o ;udío o en la policía =udía contaba más %ue el dinero o los diamantes. ?o es %ue se desde)ara el dinero ni los diamantes. ?umerosos relatos %ue cuentan los supervivientes narran la historia tenebrosa y desalentadora de los sobornos y el chanta=e, de la e$torsión y el fraude, %ue se habían convertido en una marca distintiva de muchos Budenr@te o, por lo menos, de muchos individuos %ue participaban de su terrible poder para separar la vida de la muerte. 'e pedían y se pagaban enormes sumas de dinero y reli%uias de familia por muchos de los servicios de los conse=eros, fueran :stos un privilegio oficial o una tar=eta%ue de identidad falsa. era unay la habitación especiales se reservaba paraEspecialmente los miembros codiciada de los >onse=os policía y en susedificios familiares más pró$imos. 'e suponía %ue esos edificios eran inmunes a la atención de las '' y %uedaban e$entos de las sucesivas A>tionen. 2 medida %ue se iban elevando las apuestas y la desesperación se iba haciendo más profunda, cual%uier miga=a de privilegio podía alcanar un precio e$orbitante %ue sólo se podían permitir pagar los más ricos de entre los miembros %ue iban %uedando de la comunidad condenada a muerte. Este comportamiento de los Budenr@te refle=aba la corrupción general de la población convertida en víctima. 7a opresión %ue elevaba la racionalidad de la propia conservación y devaluaba sistemáticamente las consideraciones morales consiguió deshumaniar a sus víctimas. 2ctuaba como una profecía %ue por su propia naturalea contribuye a cumplirse. &rimero se proclamaba %ue los =udíos eran inmorales y sin escr@pulos, egoístas codiciosos de los valores, %ue utiliaban su aparente al humanismo como yuna tapaderadetractores para el propio inter:s. Entonces se les colocaba a laculto fuera en una situación inhumana en la %ue la definición promovida por la propaganda se haría realidad. 7os cámaras del ministerio de 9oebbels pasaron muchos días grabando a los mendigos muertos de hambre %ue se situaban delante de los restaurantes de lu=o. 7a corrupción tenía su lógica. &rocedía por etapas y cada paso hacía %ue fuera más sencillo dar el siguiente. Empeó así1 El vicepresidente del >onse=o de 'iedlce inmediatamente elevó su nivel de vida D" El hecho de %ue, de repente, grandes sumas de dinero llegasen a sus manos, lo mismo %ue otras oportunidades, simplemente hio %ue le diera vueltas la cabea. >reyó %ue tenía poderes ilimitados y se aprovechó de su situación sacando beneficios de la miseria general.

'e %uedó con la parte del león de enormes sumas de dinero y de =oyas %ue le confiaron para %ue las guardara para un momento de urgencia, cuando fuera necesario pagar a los alemanes. Oivía con mucha comodidad. 'iguió así1 DEl presidente del >onse=o de -aNiercie, durante el «reasentamiento» de agosto de *+J0, cuando cualificados, recibió noticias de %ue todos los a=udíos, e$ceptoAyunyareducido n@mero de eso traba=adores serían deportados 2uschNit se sabía lo %ue significaba, reunió a J4 personas de su familia e incluyó sus nombres en la lista de los traba=adores cualificados. < terminó así1 DEn el ghe tto de 'Calat el Oersturmannf9hrer 3Uller hio un trato con los representantes del >onse=o y el Dommandant de la policía del ghetto, el dr. ;oseph Brif, para %ue tomaran parte activamente en la «acción» asegurándoles solemnemente %ue tanto ellos como sus familias se salvarían D" #espu:s de la sangrienta acción D" un grupo de los hombres de las '' fueron al >onse=o ;udío, donde pasaron un rato agradable. 7es esperaba un ban%uete D" los proveedores se afanaban alrededor de mesas ricamente adornadas y servilmente tratabanydeestaban satisfacer a sus invitados. 'ehabía oían risas alegres, había m@sica y los invitados cantaban contentos. Esa ve se conducido a /.444 personas a la sinagoga donde casi se habían asfi$iado por la falta de aire mientras %ue otras se encontraban en una pradera, al lado de las vías del ferrocarril, a la intemperie. D/+ #e hecho, no terminó así. El tren llamado «propia conservaci ón» sólo se detuvo en la estación de (reblinCa.

>onclusión

'i tenían elección, ninguno de los conse=eros o policías =udíos subía en el tren de la autodestrucción. ?inguno ayudaría a matar a otros. ?inguno se sumergiría en una corrupción propia de las orgías en tiempos de plaga. &ero no tuvieron esa elección. 8, me=or dicho, no habían sido ellos los %ue habían fi=ado la gama de elecciones posibl es. 7a mayor parte de ellos, incluyendo a los profundamente corruptos y sin escr@pulos, utiliaron su raón y su capacidad de =uicio racional ante las opciones %ue se les presentaban. 7o %ue la e$periencia del Holocausto reveló, en todas sus pavorosas consecuencias, fue una diferencia entre la racionalidad del actor Aun fenómeno psicológico y la racionalidad de la acción Amedida por sus consecuencia s ob=etivas para el actor. 7a raón es una buena guía para el comportamiento individual solamente en las ocasiones en %ue las dos racionalidades resuenan y se solapan. En cual%uier otro caso, se convierte en un arma suicida. #estruye su propio ob=etivo echando por tierra en el camino las inhibiciones morales, su @nica limitación y salvación en potencia.

7a coincidencia de las dos racionalidades, la del actor y la de la acción, no depende del actor. #epende del escenario de la acción %ue, a su ve, depende de apuestas y recursos %ue el actor no controla. 7as apuestas y los recursos los manipulan los %ue controlan realmente la situación1 los %ue pueden hacer %ue unas opciones sean demasiado costosas para %ue los dominados las puedan seleccionar con frecuencia, al tiempo %ue proporcionan una selección frecuente y masiva de opciones %ue les sirve para acercarse a su ob=etivo y reforar su control. Esta capacidad no cambia, sean los ob=etivos de los dirigentes

En situaciones de poder beneficiosas para los interesesdedelos losdominados# dominados.cuando acusadamenteo per=udiciales asim+tricas# la racionalidad menos# tiene sus pros y sus contras. &uede funcionar a su favor. &ero tambi:n los puede destruir. >onsiderada como una operación comple=a e intencionada, el Holocausto puede servir de paradigma de la racionalidad burocrática moderna. >asi todo se hio para conseguir los má$imos resultados con los mínimos costos y esfueros. 'e hio casi todo Adentro del reino de lo posible para utiliar las capacidades y los recursos de los %ue participaban, incluyendo a los %ue se convertirían en víctimas de la e$itosa operación. 'e neutraliaron o se sofocaron casi todas las presiones irrelevantes o contrarias al ob=etivo de la operación. #e hecho, la historia de la organiación del Holocausto se podría encontrar en un libro de te$to de gerencia científica. 'i no fuera por la condena moral y política de su ob=etivo, impuesta al mundo por la derrota de los %ue lo perpetraron, se encontraría en un libro de te$to. ?oenfaltarían distinguidos eruditos compitiendo y generaliar esta e$periencia beneficio de una organiación avanada depor losinvestigar asuntos humanos. #esde el punto de vista de las víctimas, el Holocausto contiene lecciones diferentes. !na de las más importantes es la desapacible insuficiencia de la racionalidad como @nica medida de la competencia organiativa. Esta lección todavía la tienen %ue absorber íntegramente los científicos sociales. 3ientras tanto, podemos seguir investigando y generaliando el tremendo avance %ue se ha producido en la efectividad de la acción humana, conseguid o gracias a la eliminación de los criterios cualitativos, normas morales incluidas, y pensar en raras ocasiones en las consecuencias. Escrito srcinalmente para el 7estschrift en honor del profesor Bronislau BacCo.

L.

$a ética de la o'ediencia "lectura de Milgra#

'in haberse recuperado por completo de la demoledora verdad del Holocausto, #Night 3acdonald advertía en *+JK %ue ahora debemos temer más a la persona %ue obedece la ley %ue a %uien la viola. El Holocausto había empe%ue)ecido todas las imágenes heredadas y recordadas del mal. >on ello, invirtió todas las e$plicaciones anteriores de las acciones del mal. 5epentinamente, se supo %ue el mal más terrible del %ue tenía noticia la memoria humana no fue la consecuencia de la disipación del orden, sino de una regla del orden impecable, sin defecto e incontrolable. ?o fue la obra de una muchedumbre incontrolable y desmandada, sino de hombres de uniforme, obedientes y disciplinados, %ue se a=ustaban a las normas y eran meticulosos por lo %ue se refiere al fondo y a la forma de sus instrucciones. &ronto se supo %ue esos hombres, en cuanto se %uitaban el uniforme, no eran malos en absoluto. 'e comportaban como casi todos nosotros. (enían esposas a las %ue amaban, ni)os a los %ue mimaban y amigos a los %ue ayudaban y consolaban si estaban afligidos. &arecía increíble %ue, en cuanto se ponían el uniforme, esas personas fueran capaces de disparar o gasear o presidir una e=ecución o pasar por el gas a miles de personas, muchas de las cuales eran mu=eres, %ue serían las amadas esposas de otros, y beb:s, %ue serían los ni)os mimados de otros. Esto tambi:n era aterrador. G>ómo es posible %ue gente normal, como t@ y yo, haga cosas así >on toda seguridad, de alguna manera, aun%ue sea pe%ue)a, diminuta, tienen %ue haber sido especiales, diferentes, distintos >on toda incluso seguridad se habían escapado del ennoblecedor y humaniador impactoadenosotros. nuestra sociedad iluminada y civiliada. 8, si no, lo más seguro es %ue fueran corruptos o estuvieran sometidos a alguna combinación viciosa o desdichada de factores educacionales %ue tuvo como consecuencia una personalidad enfermia o defectuosa. #emostrar %ue estas suposiciones eran erróneas habría ofendido por%ue supondría no sólo destroar la ilusión de la seguridad personal %ue promete la vida en una sociedad civiliada. (ambi:n habría ofendido por una raón mucho más significativa1 por%ue habría desenmascarado la perpetua cuestionabilidad de toda autoimagen moralmente virtuosa y de toda conciencia clara. #esde entonces, las conciencias podían estar limpias sólo hasta nuevo aviso.

5a noticia m"s aterradora %ue produjo el Holocausto# y lo %ue saemos de los %ue lo llevaron a cao# no fue la proailidad de %ue nos pudieran hacer ,esto.# sino la idea de %ue tami+n nosotros podíamos hacerlo. 'tanley 3ilgram, psicólogo estadounidense de

la !niversidad de omo sugiere el título del libro, los autores buscaban la e$plicación del dominio nai y las posteriores atrocidades en la presencia de un tipo especial de individuo, en personalidades con tendencia a obedecer al más fuerte y en la arbitrariedad sin escr@pulos y con frecuencia cruel hacia los más d:biles. El triunfo de los nais debió ser el resultado de una acumulación poco corriente de esas personalidades. 7os autores no lo e$plican, ni desean e$plicar por %u: ocurrió. 'e abstienen cuidadosamente de investigar todos los factores e$traindividuales o supraindividuales %ue pueden producir personalidades autoritarias. (ampoco les interesa la posibilidad de %ue esos factores puedan inducir un comportamiento autoritario en personas %ue, de otra manera, no habría n tenido una personalidad autoritaria. &ara 2dorno y sus colegas, el naismo fue cruel por%ue los nais eran crueles. < los nais eran crueles por%ue las personas crueles tienden a ser nais. >omo uno de los miembros del grupo reconoció a)os

despu:s1 ,5a personalidad autoritaria hacía hincapi: @nicamente en determinantes de la personalidad del fascismo y etnocentrismo potenciales y descartaba las influencias sociales contemporáneas» D/. 7a manera en %ue 2dorno y su e%uipo e$presaron el problema fue importante no tanto por la forma en %ue se distribuyó la culpa sino a causa de la sencille con %ue se absolvió al resto de la humanidad. 7a visión de 2dorno dividía al mundo en protonais natos y víctimas. El conocimiento oscuro y tenebroso de %ue muchas personas se pueden volver crueles si se les da una oportunidad %uedó suprimido. (ambi:n se e$cluyó la sospecha %ue inclusoprohibición las víctimastácita pudieran perderhasta granlos parte de su humanidad camino a de la perdición, %ue llegó e$tremos del absurdoenenel la representación del Holocausto %ue ofreció la televisión estadounidense. Mueron esta opinión erudita y esta opinión p@blica, ambas profundamente afianadas, pesadamente fortificadas y %ue se reforaban mutuamente, a las %ue la investigación de 3ilgram puso en tela de =uicio. 'u hipótesis de %ue los actos crueles no los cometen individuos crueles, sino hombres y mu=eres corrientes %ue intentan tener :$ito en sus tareas normales, causó una in%uietud y una ira muy pronunciadas. < sus descubrimientos1 %ue la crueldad no tiene mucha cone/i!n con las características personales de los %ue la perpetran pero sí tiene una fuerte cone/i!n con la relaci!n de autoridad y suordinaci!n, con nuestra estructura de poder y obediencia normal y con la %ue nos encontramos cotidianamente. «7a persona %ue, por convicción interna, detesta el robo, el asesinato encontrarse llevando a cabo estos actosencon facilidad cuando sey la lo agresión ordena lapuede autoridad. !n comportamiento impensable un relativa individuo %ue act@a a título personal lo puede llevar a cabo sin titubear cuando recibe órdenes» D0. &uede ser cierto %ue algunas personas se pueden sentir incitadas a la crueldad por sus propias y profundamente personales inclinaciones, sin %ue nadie las fuerce. 'in embargo, con casi total seguridad, sus rasgos personales no les impiden cometer crueldades cuando el conte$to de la interacción en %ue se encuentran les incita a ser crueles. 5ecordemos %ue el @nico caso en el %ue de forma tradicional, siguiendo a 7e Bon, admitíamos %ue esto Aes decir, %ue personas por otro lado decentes perpetraran actos indecentes fuera posible era en una situación en la %ue se hubieran roto las normas racionales, civiliadas y corrientes de la interacción humana1 una muchedumbre reunida por odio o por pánicoS un encuentro casual de e$tra)os, en el %ue cada uno de ellos est: fuera de conte$to normal suspendido cierto tiemposustituyen en un vacío socialS la plaa de unasuciudad atestada de ygente, cuandodurante los gritos de pánico a las órdenes y la gente %ue huye en desorden es %uien decide la dirección, no la autoridad. >reíamos %ue lo impensable sólo podía suceder cuando la gente de=aba de pensar, cuando se levanta la tapadera de la racionalidad de la caldera de las pasiones humanas presociales y no civiliadas. 7os descubrimientos de 3ilgram tambi:n dan la vuelta a esa imagen del mundo, mucho más antigua, seg@n la cual la humanidad se encontraba totalmente del lado del orden racional mientras %ue la inhumanidad se limitaba a ocasionales interrupciones. En resumidas cuentas, 3ilgram sugirió y demostró %ue la inhumanidad tiene %ue ver con las relaciones sociales' Como estas <imas est"n racionali$adas y t+cnicamente perfeccionadas# tami+n lo est" la capacidad y eficiencia de la producci!n social de inhumanidad.

&uede parecer trivial, pero no lo es. 2ntes de los e$perimentos de 3ilgram, pocas personas, profesionales y profanos, anticipaban lo %ue 3ilgram estaba a punto de descubrir. &rácticamente todos los varones de clase media corriente y todos los miembros respetados y competentes de la profesión psicológica tenían confiana en %ue el cien por cien de los su=etos se negarían a cooperar a medida %ue la crueldad de las acciones %ue les ordenaban llevar a cabo iba aumentando y %ue en alg@n punto relativamente ba=o se interrumpiría el traba=o. #e hecho, la proporción de personas %ue retiraron su consentimiento ba=ó en las circunstancias adecuadas hasta una tan reducida como el 04 era por tres *44.veces 7a intensidad de las fingidas descargas el:ctricas %uecifra estaban preparados a aplicar más alta de la %ue los e$pertos eruditos, de acuerdo con los profanos, eran capaces de imaginar.

7a inhumanidad como función de la distancia social

2caso lo más sorprendente de los descu brimientos de 3ilgram sea la relaci!n inversa entre la uena disposici!n hacia la crueldad y la pro/imidad de la víctima . Es difícil hacer da)o a una persona a la %ue podemos tocar. 2lgo más sencillo es infligir dolor a una persona a la %ue sólo vemos en la distancia. (odavía es más fácil en el caso de una persona a la %ue sólo podemos oír. Es muy fácil ser cruel con una persona a la %ue no podemos ni ver ni oír. 'i hacer da)o a una persona implica contacto corporal directo, al %ue lo hace se le niega el alivio de no percibir el vínculo causal entre su acción y el sufrimiento de la víctima. Este vínculo causal es evidente, lo mismo %ue su responsabilidad por el dolor. >uando a los su=etos de los e$perimentos de 3ilgram les di=eron %ue colocaran a la fuera las manos de las víctimas sobre la chapa a trav:s de la cual, supuestamente, se les aplicaría una descarga el:ctrica, solamente el 04 siguió cumpliendo las órdenes hasta el final del e$perimento. >uando, en lugar de agarrar la mano de la víctima, les pidieron @nicamente %ue manipularan las palancas del tablero de control, el nivel de obediencia se elevó hasta el J4. >uando las víctimas estaban ocultas tras una pared, de forma %ue sólo se podían oír sus gritos de angustia, el n@mero de su=etos dispuestos a «llegar hasta el final» subió hasta el L/,K. Eliminar los sonidos no incrementó mucho el porcenta=e, sólo hasta el LK. &arece como si sinti:ramos fundamentalmente por los o=os. >uanto mayor era la distancia física y psí%uica de la víctima, resultaba más fácil ser cruel. 7a conclusión de 3ilgram es simple y convincente1 >ual%uier fuera o acontecimiento %ue se sit@e entre el su=eto y las consecuencias de hacer da)o a la víctima produce una reducción de esfuero en el participante y, por lo tanto, se reduce el nivel de desobediencia. En la sociedad moderna, con frecuencia hay otros situados entre nosotros y el acto destructor final al %ue contribuimos. DJ #e hecho, uno de los logros más importantes y %ue se anuncian con más orgullo de nuestra sociedad racional es dividir la acción en fases delineadas y separadas por la =erar%uía de la autoridad y cortarla por medio de la especialiación funcional. El significado del descubrimiento de 3ilgram es %ue, de forma inmanente e irremediable, el proceso de

racionaliación facilita un comportamiento inhumano y cruel en sus consecuencias, cuando no en sus intenciones. Cuanto m"s racional sea la organi$aci!n de la acci!n# m"s f"cil ser" causar sufrimientos y estar en pa con uno mismo. 7a raón por la cual la separación de la víctima hace %ue sea más sencillo ser cruel parece psicológicamente evidente1 el autor se ahorra la agonía de presenciar el resultado de sus actos. &uede incluso enga)arse a sí mismo y creer %ue no ha sucedido nada realmente desastroso y así aplacar ntos.todo &erolono%ue es :sta la @nica e$plicación. !na ve más, las raones no son los sóloremordimie físicas. >omo e$plica realmente la conducta humana, son sociales. 'ituar a la víctima en otra habitación no sólo la ale=a del su=eto, sino %ue acerca relativamente al su=eto y al e$perimentador. E$iste una incipiente función de grupo entre el e$perimentador y el su=eto de la %ue se e$cluye a la víctima. En la condición remota, la víctima es realmente un e$tra)o %ue está solo, física y psicológicamente. DK 7a soledad de la víctima no es simplemente asunto de su separación física. Es una función de la unión de sus verdugos y de su e$clusión de esta unión. 7a pro$imidad física y la cooperación conti nua Aincluso en periodos de tiempo relativamente cortos, ya %ue no se e$perimentó con ning@n su=eto más allá de una hora tienden a producir una sensación de grupo, condetodas laslaobligaciones mutuascon=unta, y la solidaridad %ue suele traer consigo. Estade sensación grupo produce la acción especialmente la complementariedad las acciones individuales, cuando el resultado se consigue evidentemente por el esfuero compartido. En los e$perimentos de 3ilgram, la acción unía al su=eto con el e$perimentador y, al mismo tiempo, los separaba a ambos de la víctima. En ninguna ocasión se le dio a la víctima el papel de actor, agente o su=eto. &or el contrario, era el blanco permanente. #e manera ine%uívoca, era convertida en ojeto y, por lo %ue se refiere a los ob=etos de la acción, no importa mucho %ue sean humanos o inanimados. En consecuencia, la soledad de la víctima y la unión de sus verdugos se condicionaban y validaban mutuamente.

El efecto de la distancia física y puramente psí%uica# por lo tanto# lo incrementa la naturale$a colectiva de la acci!n lesiva. 'e puede adivinar %ue, incluso en el caso de %ue %ueden fuerapor delala administración cuenta ganancias evidentes en la economíaely hecho en la eficiencia la acción producidas y organiación racionales, de %ue el de opresor sea miembro del grupo facilita enormemente la perpetración de actos violentos. Es posible %ue una parte considerable de la eficiencia insensible y burocráticamente cruel se pueda atribuir a otros factores %ue no sean el dise)o racional de la cadena de traba=o o de la cadena de mando. &or e=emplo, a la utiliación e$perta, y no necesariamente deliberada o planificada, de la tendencia natural a formar grupos para actuar en con=unto. Esta tendencia siempre ha ido asociada con el traado de límites y con la e$clusión de los e$tra)os. &or medio de su autoridad para reclutar a nuevos miembros y para designar a los ob=etos, la organiación burocrática es capa de controlar el resultado de esta tendencia y garantiar %ue conduce a un abismo cada ve más profundo e insalvable entre los actores Aes decir, los miembros de la organiación, por un lado, y los ob=etos de la acción, por otro. Esto facilita mucho la transformación de los actores en perseguidores y de los ob=etos en víctimas.

7a complicidad despu:s de los propios actos

(odos los %ue alguna ve hayan pisado inadvertidamente una ci:naga saben bien %ue salir de ella resulta difícil sobre todo por%ue los esfueros para escapar hacen %ue uno se hunda más profundamente en el fango. 'e puede incluso definir el pantano como una especie de sistema ingenioso construido de tal forma %ue a pesar de %ue los ob=etos sumergidos en :l se puedan mover, los movimientos aumentan su «poder de succión». &arece %ue las acciones secuenciales poseen la misma cualidad. El grado hasta el cual el actor se encuentra obligado a perpetuar su acción tiende a aumentar en cada etapa. 7os primeros pasos son fáciles y e$igen pocos tormentos morales, suponiendo %ue haya alguno. 7os pasos siguientes son cada ve más sobrecogedores. Minalmente, es insoportable avanar. 'in embargo, para ese momento, tambi:n ha aumentado el precio de abandonar. Es decir, el impulso de pararse repentinamente es d:bil cuando los obstáculos a salvar son d:biles o ine$istentes. >uando el impulso se hace más intenso, los obstáculos %ue se encuentran en cada etapa se van haciendo más fuertes, lo suficiente como para %ue haya e%uilibrio. >uando el actor se encuentra abrumado por el deseo de retroceder, por lo general es demasiado tarde para %ue pueda hacerlo. 3ilgram incluyó la acci!n secuencial entre los principales «factores vinculantes» Aes decir, factores %ue blo%uean al su=eto en esa situación. Es tentador atribuir la fuera de este factor vinculante en concreto al impacto determinante de las acciones pasadas del sujeto. 'abini y 'ilver nos ofrecen una descripción brillante y convincente de este mecanismo1 7os su=etos entran en el e$perimento admitiendo algunos compromisos para cooperar con el e$perimentador. #espu:s de todo, ellos han estado de acuerdo en participar, aceptado el dinero y probablemente hasta cierto punto aprueben las intenciones de %ue avance la ciencia. A2 los su=etos de 3ilgram se les di=o %ue iban a participar en un estudio destinado a descubrir formas de aprender más eficientes. >uando el %ue está aprendiendo comete el primer error, se dice a los su=etos %ue le apli%uen una descarga el:ctrica. El nivel es de *K voltios. !na descarga de *K voltios es totalmente inocua e imperceptible. ?o e$iste ning@n problema moral a%uí. Evidentem ente, la segunda descarga es más fuerte, pero sólo ligeramente. #e hecho, cada descarga es sólo ligeramente más fuerte %ue la anterior. 7a cualidad de la acción del su=eto cambia y de algo totalmente inofensivo pasa a ser desmedida, pero poco a poco. G#ónde se debe detener e$actamente el su=eto GEn %u: punto se encuentra la división entre estos dos tipos de acción Es fácil ver %ue tiene %ue haber una línea. 7o %ue ya no es tan fácil es ver dónde tiene %ue estar. El factor más importante, sin embargo, parece ser el siguiente1 'i el su=eto decide %ue no es permisible aplicar la siguiente descarga, entonces, como :sta es Aen todos los casos sólo ligerame nte más intensa %ue la anterior, Gcuál es su =ustificación por haber aplicado la @ltima ?egar la corrección del paso %ue está a punto de

dar implica %ue el paso anterior tampoc o era correcto y esto debilita la posición moral del su=eto. El su=eto se va %uedando atrapado por su compromiso gradual con el e$perimento. DL En el curso de la acción secuencial, el actor se convierte en esclavo de sus acciones anteriores. &arece %ue esta restricción es mucho más fuerte %ue otros factores vincula ntes. &uede durar más tiempo %ue los factores %ue al principio de la secuencia parecían más importantes y desempe)aban una función aut:nticamente decisiva. En especial, la resistencia volver evaluarpara Ay condenar la propiapenosamente conducta anterior un estímulo fuerte, cadaave másafuerte, seguir avanando muchoserá despu:s de %ue muy el compromiso srcinal con «la causa» casi haya desaparecido. El paso suave e imperceptible de una etapa a otra hace %ue el actor acabe en una trampa. 7a trampa es la imposibilidad de abandonar sin revisar y rechaar la evaluación de los propios actos como correctos o, por lo menos, inocentes. 7a trampa es, en otras palabras, una parado=a1 uno no se puede limpiar si no se ha ensuciado antes. &ara esconder la suciedad hay %ue permanecer perpetuamente en el fango. Esta parado=a puede ser un factor impulsor del conocido fenómeno de la solidaridad entre cómplices. ?ada vincula a las personas con más fuera %ue la responsabilidad compartida por un acto %ue admiten es criminal. 7ógicamente, se puede e$plicar este tipo de solidaridad por el deseo natural de escapar del castigo. 7os análisis de los teóricos del =uego del famoso prisionero» nos pueden ense)antomar %ue los Asiempre y cuando nadie confunda las «dilema apuestasdel la decisión más tambi:n racional %ue miembros del e%uipo es dar por supuesto %ue el resto seguirá siendo solidario. 'in embargo, nos podemos preguntar hasta %u: punto la solidaridad de los cómplices la produce y la refuera el hecho de %ue es probable %ue sólo conspiren para desactivar la parado=a a%uellos miembros del e%uipo %ue srcinalmente se comprometieron en la acción secuencial y, por consenso, otorgar alguna credibilidad a la creencia en la legitimidad de la acción anterior, a pesar de la creciente evidencia de lo contrario. En consecuencia, sugiero %ue otro de los «factores vinculantes» %ue 3ilgram denominó oligaciones situacionales es en gran medida una derivación del primero, la paradoja de la acci!n secuencial.

7a tecnología moraliada

!na de las características más singulares del sistema burocrático de autoridad es, sin embargo, la escasa probabilidad de %ue se descubra la singularidad moral de la propia acción y %ue, una ve descubierta, se transforme en un doloroso dilema moral. En una burocracia, las preocupaciones morales del funcionario no se atreven a centrarse en la situación de los ob=etos de la acción. 'e trasladan a la fuera en otra dirección1 el traba=o %ue hay %ue hacer y la perfección con %ue se realia. &or lo %ue se refiere a los ob=etivos de la acción, no importa mucho ni cómo les va ni cómo se sienten. 'í es importante, sin embargo, la rapide y la eficiencia con %ue el actor hace lo %ue sus superiores le han dicho %ue haga. omo dice 3ilgram, «la persona subordinada siente orgullo o vergUena, dependiendo de lo bien %ue haya realiado las acciones e$igidas por la autoridad D" El superego pasa de una evaluación de la bondad o la maldad de los actos a una valoración de lo bien o mal %ue uno funciona dentro del sistema de autoridad»D. se sigue es %ue, alno contrario de contra la interpretación generalmente sostenida, sistema7o de%ue autoridad burocrático milita en de las normas morales como tales yun tampoco las deshecha como esencialmente irracionales, como presiones afectivas %ue contradicen la fría racionalidad de una acción aut:nticamente eficiente. &or el contrario, las utilia o, más bien, las reutilia. 5a dole ha$a4a de la urocracia es la morali$aci!n de la tecnología unida a la negaci!n del significado moral de las cuestiones no tecnol!gicas. Es la tecnología de la acción, no su sustancia, lo %ue es el su=eto de la valoración como bueno o malo, apropiado o inapropiado, correcto o incorrecto. 7a conciencia del actor le dice %ue act@e bien y le incita a medir su diligencia por la precisión con %ue obedece las normas organiativas y su dedicación a las tareas tal y como las definen sus superiores. 7o %ue mantuvo a raya a la otra conciencia, «pasada de moda», de los su=etos de los e$perimentos de 3ilgram y detuvo con efectividad sus impulsos de terminar con su participación fue la conciencia sustituta, formada por los e$perimentadores basándose en los «intereses de la

investigación» o en las «necesidades del e$perimento» y en las advertencias sobre los per=uicios %ue causaría su interrupción. En el caso de los e$perimentos de 3ilgram, la conciencia sustituta se había formado precipitadamente Aning@n individuo participó en el e$perimento durante más de una hora y, sin embargo, demostró %ue era asombrosamente efectiva. E$isten pocas dudas de %ue la sustitución de la moralidad de la sustancia por la moralidad tecnología la facilitó mucho el cambio entre ladepro$imidad del su=eto a los ob=etivos dedelalaacción y su pro$imidad a la fuente de autoridad la acción. >on asombrosa coherencia, los e$perimentos de 3ilgram demostraron la dependencia positiva entre la efectividad de la sustitución y la le=anía Amás t:cnica %ue física del su=eto de los efectos finales de sus acciones. !n e$perimento, por e=emplo, demostra ba %ue cuando al su=eto no se le ordenaba oprimir el botón %ue aplicaba una descarga a la víctima sino, simplement e, realiar un acto previo D" antes de %ue otro su=eto produ=era la descarga D" 0 adultos de J4 D" seguía hasta el nivel más alto de descarga Auno marcado en la mesa de control como «muy peligrosoZ __». 7a conclusión de 3ilgram es %ue resulta fácil cerrar los o=os ante la responsabilidad cuando uno es un eslabón intermedio en una cadena de malas acciones pero se encuentra ale=ado de las consecuencias finales de la acción D. 2 un eslabón intermedio de la cadena de malas acciones, su intervención le parecerá %ue es como algo t:cnico. El efecto inmediato de su acción es otra tarea t:cnica, hacer algo al aparato el:ctrico o asufrimiento la ho=a de papel %ue se encuentra Elpor vínculo causal entre su acción y el de la víctima es confusoeny el se escritorio. puede pasar alto con un esfuero relativamente pe%ue)o. #e este modo, el «deber» y la «disciplina» no se tienen %ue enfrentar con un competidor serio.

7a responsabilidad flotante

El sistema de autoridad en los e$perimentos de 3ilgram era simple y de pocos niveles. 7a fuente de autoridad del su=eto, el e$perimentador, era el director supremo del sistema, aun%ue el su=eto no lo sabía. #esde su punto de vista, el e$perimentador actuaba de intermediario, su poder se lo confería otra autoridad más elevada, general e impersonal, la «ciencia» o la «investigación». 7a simplicidad de la situación e$perimental repercutía en la claridad de los descubrimientos. (raslucía %ue el e$perimentador le había conferido al su=eto autoridad sobre sus actos, y la autoridad, de hecho, residía en las órdenes del e$perimentador, la autoridad final, la %ue no re%uería autoriación o sanción de otras personas situadas en un lugar más elevado de la =erar%uía del poder. El centro, por lo tanto, era la disposición del su=eto a renunciar a su propia responsabilidad por lo %ue había hecho y, en especial, por lo %ue estaba a punto de hacer. &ara esta disposición, era decisivo el acto de conceder al e$perimentador el derecho a e$igir cosas %ue el su=eto no haría por propia iniciativa, incluso cosas %ue no haría nunca. 2caso esta concesión tenía sus raíces en la suposición de %ue, por alguna lógica oscura, desconocida e insondable para el su=eto, las cosas %ue el e$perimentador le pedía %ue hiciera eran correctas aun%ue le parecieran mal al no iniciado. 2caso no se le concedía ni un pensamiento a esa lógica, ya %ue la voluntad de la persona autoriada no necesitaba de ninguna legitimación a los o=os del su=eto. El

derecho a mandar y el deber de obedecer eran suficientes. 7o %ue sabemos con seguridad, gracias a 3ilgram, es %ue los su=etos de sus e$perimentos seguían cometiendo actos %ue reconocían %ue eran crueles @nicamente por%ue se lo ordenaba una autoridad %ue ellos aceptaban y %ue tenía la responsabilidad final de sus acciones. «Estos estudios confirman un hecho esencial1 el factor decisivo es la respuesta a la autoridad y no la respuesta a una orden concreta de administrar una descarga el:ctrica. 7as órdenes %ue tienen su srcen fuera de la autoridad pierden toda su fuera D" 7o %ue cuenta no es lo %ue hagan los D+

su=etos sino por %ui:n lo hacen» en. 7os e$perimentos 3ilgram revelaron el mecanismo de la responsailidad su forma más pura,deprístina y elemental. trasladada !na ve %ue la responsabilidad se ha trasladado del consentimiento del actor al derecho del superior a mandar, el actor se encuentra en un estado de intermediarioD*4, una situación en la %ue :l pone en práctica los deseos de otra persona. El estado de intermediario es lo opuesto al estado de autonomía. A>omo tal, es prácticamente sinónimo de heteronomía, aun%ue comunica además la implicación de la propia definición del actor y sit@a las fuentes e$ternas del comportamiento del actor, las fueras detrás de su direcci!n por parte de otro, precisamente en un punto específico de la =erar%uía institucional. En el estado de intermediario, el actor se encuentra totalmente en armonía con la situación tal y como la define y controla la autoridad superior. Esta definición de la situación incluye la descripción del actor como agente de la autoridad. El traslado de la responsabilidad es, sin embargo, de hecho un acto elemental, una unidad o ladrillo de un proceso muy comple=o. Es un fenómeno %ue se produce en el estrecho espacio %ue e$iste entre un miembro del sistema de autoridad y otro, un actor y su inmediato superior. 2 causa de la simplicidad de su estructura, los e$perimentos de 3ilgram no buscan las consecuencias posteriores de esta responsabilidad trasladada. En especial, como se ha centrado intencionadamente el microscopio en las c:lulas básicas de organismos comple=os, no se pueden postular cuestiones «orgánicas», tales como de %u: manera será la responsabilidad burocrática una ve %ue la responsabilidad trasladada se produca continuamente y a todos los niveles de su =erar%uía. &odemos suponer %ue el efecto global de este traslado continuo y ubicuo de la responsabilidad sería una responsailidad# flotante, una situación en la %ue todos y cada uno de los miembros de la organiación están aconvencidos, asíotro, lo dirían se les preguntara, de %ue habían estado sometidos la voluntady de perosilos miembros se)alados como portadores de la autoridad echarían el muerto a otro a su ve. &odemos decir %ue la organi$aci!n en su conjunto es un instrumento para eliminar toda responsailidad. 'e enmascaran los vínculos causales de las acciones coordinadas y el simple hecho de %ue se enmascaren es uno de los factores más importantes de su efectividad. 7a perpetuación colectiva de acciones crueles la facilita el hecho de %ue la responsabilidad es esencialmente «algo suelto», mientras %ue todos los %ue participan en estos actos están convencidos de %ue reside en la «autoridad competente». Esto significa %ue es%uivar la responsabilidad no es simplemente una estratagema a posteriori utiliada como e$cusa conveniente por si acaso surgen acusaciones sobre la inmoralidad o, peor todavía, la falta de legitimidad de una acción. 7a responsabilidad sin compromiso, sin ataduras, es la condición primera de los actos inmorales o ilegítimos %ue tienen lugar con la

participación obediente o incluso voluntaria de personas normalmente incapaces de romper las reglas de la moralidad convencional. 7a responsabilidad sin compromiso significa, en la práctica, %ue la autoridad moral, como tal, ha %uedado incapacitada sin %ue se haya producido abiertamente un enfrentamiento o un rechao.

El pluralismo del poder y el poder de la conciencia

>omo en todos los e$perimentos, los estudios de 3ilgram se llevaron a cabo en un entorno artificial dise)ado a propósito. 'e diferenciaba del conte$to de la vida cotidiana en dos aspectos important es. En primer lugar, el vínculo de los su=etos con la «organiación» Ael e%uipo de investigación y la universidad a la %ue pertenecía era fuga y a propósito para el caso, y se sabía por adelantado %ue sería así. En segundo, en la mayor parte de los e$perimentos se enfrentaba al su=eto a un superior solamente, un superior %ue actuaba como un aut:ntico epítome de la coherencia y la firmea de forma %ue los su=etos percibían los poderes %ue autoriaban su conducta como monolíticos y totalmente seguros por lo %ue se refiere al ob=etivo y significado de la acción. ?inguna de las dos condiciones se suele encontrar en la vida normal. Hay %ue pensar en la posibilidad, por lo tanto, d: hasta %u: punto pueden haber influido, caso de haberlo hecho, en el comportamiento de los su=etos de una manera %ue no cabe esperar en circunstancias normales. Empearemos con el primer punto1 el impacto de la autoridad, tan convincentemente demostrado por 3ilgram, habría sido más profundo todavía si los su=etos hubieran estado convencidos de la permanencia de sus vínculos con la organiación %ue representaba la autoridad o, por lo menos, convencidos de %ue la posibilidad de esa permanencia era real. 8tros factores adicionales, ausentes por raones evidentes en el e$perimento, podían entonces haber pasado a formar parte del e$perimento, factores como la solidaridad y la sensación de obligación mutua Ala sensación de «no puedo defraudarles», %ue se pueden desarrollar entre los miembros de un e%uipo %ue están unidos y resuelven los problemas comunes durante mucho tiempo, la reciprocidad difusa Aservicios %ue se ofrecen voluntariamente a otros miembros del e%uipo con la esperana, aun%ue sólo sea medio inconsciente, de recibir una «contrapartida» en un momento sin especificar del futuro o simplemente %ue producan una buena disposición por parte de un colega o superior %ue tambi:n puede ser en un momento sin especificar del futuro, y, lo más importante de todo, la rutina Auna secuencia de comportamiento %ue pasa a ser un hábito y %ue convierte el cálculo y la elección en algo superfluo y, en consecuencia, hace %ue las pautas de acción establecidas sean prácticamente inatacables incluso sin posteriores refueros. &arece probable %ue estos factores y otros seme=antes sólo refueran las tendencias observadas por 3ilgram. Estas tendencias provienen del contacto con una autoridad legítima y los factores enumerados arriba ciertamente consolidan esa legitimidad %ue sólo se pueden incrementar durante un lapso de tiempo lo suficientemente largo como para permitir %ue se desarrolle una tradición y para %ue sur=an pautas de intercambio informales y multifac:ticas entre los miembros. 7a segunda diferencia con las condiciones normales, sin embargo, influyó en las

reacciones observadas ante la autoridad de una forma %ue no es esperable en la vida cotidiana. En las condiciones artificiales %ue 3ilgram controlaba cuidadosamente había una fuente de autoridad y sólo una y ning@n otro marco de referencia de la misma categoría Ao incluso, simplemente, otra opinión autónoma con la cual el su=eto pudiera cote=ar la orden con el fin de probar su valide con algo así como una prueba ob=etiva. 3ilgram sabía %ue e$istía la posibilidad de %ue hubiera una distorsión en el carácter artificialmente monolítico %ue debe tener la autoridad. &ara descubrir el grado de distorsión, a)adió al proyecto varios ye$perimentos en losa %ue enfrentaba a lospara su=etos de un e$perimentador dio instrucciones los se e$perimentadores %ue ase más mostraran abiertamente en desacuerdo y discutieran la orden. El resultado fue aut:nticamente pasmoso1 la obediencia servil observada en los otros e$perimentos desapareció sin de=ar rastro. 7os su=etos ya no estaban dispuestos a participar en acciones %ue les disgustaban. < ciertamente no iban a producir sufrimientos ni si%uiera a las víctimas desconocidas. #e los veinte su=etos de este e$perimento adicional, uno abandonó antes de %ue comenara el desacuerdo representado por los dos e$perimentadores, dieciocho se negaron a cooperar ante la primera se)al de desacuerdo y el @ltimo decidió no participar una etapa despu:s. «Está claro %ue el desacuerdo entre las autoridades paralió la acción completamente» D**. El signif icado de la rectif icación es evidente1 la disponiilidad para actuar en contra del propio parecer y desoyendo la vo$ de la conciencia no s!lo es funci!n de una

orden autoritaria# sino %ue es .el7oresultado del contacto condisponibilidad una fuente deapareca autoridad más probable es %ue esta en el ine%uívoca# monopolista y firme seno de una organiación %ue no permita ninguna oposición y no tolere ninguna autonomía y en la %ue no e$ista ninguna e$cepción en la =erar%uía lineal de subordinación, es decir, una organiación en la %ue no haya dos miembros %ue tengan el mismo poder Ala mayor parte de los e=:rcitos, instituciones penitenciarias, partidos y movimientos totalitarios, ciertas sectas y escuelas se acercan a este tipo ideal. Esta organiación, sin embargo, es probable %ue sea efectiva en una de las dos situaciones. &uede aislar a sus miembros del resto de la sociedad despu:s de haber concedido, o usurpado, un control estricto sobre todas o casi todas las necesidades y actividades cotidianas de sus miembros Ay así apro$imarse al modelo de 9offman de las instituciones totales de forma %ue %ueden eliminad as todas las posibles influencias de otras fuentes de autoridad %ue le hagan la competencia. 8 puede ser simplemente una de las ramas de un Estado totalitario o cuasi totalitario %ue transforme a todos sus organismos en refle=os unos de otros. >omo dice 3ilgram, sólo cuando se tiene D" una autoridad %ue D" funciona en un campo libre, sin otras presiones compensatorias %ue las protestas de las víctimas, se obtiene la respuesta más pura ante la autoridad. En la vida real, por supuesto, se combina una gran cantidad de presiones compensatorias %ue se anulan unas a otras D*/. 7o %ue 3ilgram puede %uerer indicar con «vida cotidiana» es la vida en una sociedad democrática y fuera de una institución total. 7a conclusión más importante de todo el grupo de e$perimentos de 3ilgram es %ue el pluralismo es la mejor medicina preventiva para evitar %ue personas moralmente normales participen en acciones moralmente anormales . 7os nais tuvieron %ue destruir primero todos los vestigios del pluralismo político para poner en marcha proyectos como el Holocausto, en el %ue había %ue calcular entre los recursos necesarios Ay disponibles la esperada disponibilidad de personas corrientes para participar en acciones inhumanas. En la !5'', comenó la destrucción sistemática de los enemigos

del sistema, reales y putativos, en serio sólo despu:s de %ue se e$tirparan los residuos de la autonomía social y, en consecuencia, del pluralismo político %ue refle=aban. 2 menos %ue se haya eliminado el pluralismo a escala de toda la sociedad, las organiaciones con ob=etivos criminales, %ue necesitan asegurarse una obediencia absoluta por parte de sus miembros para %ue cometan actos evidentemente inmorales, se enfrentan con la tarea de erigir sólidas barreras artificiales para aislar a sus miembros de la influencia «debilitadora» de la diversidad de normas y opiniones. 5a vo$ de la conciencia individual se oye mejor en el

tumulto de la discordia política y social.

7a naturalea social del mal

'e puede considerar %ue la mayor parte de las conclusiones %ue se siguen de los e$perimentos de 3ilgram son simplemente variaciones sobre un tema central1 la crueldad se relaciona con ciertas normas de interacción social mucho más íntimamente %ue con los rasgos de personalidad o con otras características individuales de los perpetradores. 7a crueldad es social en su srcen, mucho más %ue caracteriológica. Es cierto %ue algunos individuos tienden a ser crueles si se encuentran en un conte$to %ue elimina las presiones sociales y legitima la inhumanidad. 'i %uedara alguna duda sobre esto despu:s de 3ilgram, lo más probable es %ue se desvaneciera una ve se e$aminaran los resultados de otro e$perimento, el de &hilip -imbardoD*0. En este e$perimento se eliminó incluso el factor potencialmente perturbador de la autoridad de una institución universalmente venerada Ala ciencia, encarnada en la persona del e$perimentador. En el e$perimento de -imbardo no había ninguna autoridad e$terna para asumir la responsabilidad de los su=etos. 7a @nica autoridad %ue en @ltimo e$tremo funcionaba en el conte$to e$perimental de -imbardo la generaban los propios su=etos. 7o @nico %ue hio -imbardo fue definir el proceso separando a los su=etos en posiciones dentro de una pauta de interacción codificada. En el e$perimento de -imbardo Aestaba planificado para %ue durara una %uincena, pero se detuvo despu:s de una semana por miedo de %ue produ=era un da)o irreparable en el cuerpo y la mente de los su=etos se dividió a los voluntarios al aar en prisioneros y guardias de la prisión. 'e dieron a los dos bandos los distintivos %ue simboliaban su situación. 7os prisioneros, por e=emplo, llevaban gorras muy ce)idas %ue simulaban cabeas afeitadas y unas togas %ue les daban un aspecto ridículo. 7os guardias llevaban uniformes y gafas oscuras %ue les ocultaban los o=os e impedían %ue se los vieran los prisioneros. 'e prohibió a los dos bandos %ue se dirigieran al otro utiliando el nombre. 7a norma era la impersonalidad más estricta. Había una larga lista de pe%ue)as reglas invariablemente humillantes para los prisioneros y %ue los despo=aban de su dignidad humana. ste era el punto de partida. 7o %ue sucedió sobrepasó con mucho la ingenuidad de los creadores. ?o había límites para las iniciativas de los guardias, varones elegidos al aar, de unos veinte a)os, y se había investigado cuidadosamente %ue no mostraran ning@n signo de anormalida d. 'e puso en movimiento una «cadena cismogen:t ica», como la de la hipótesis de 9regory Bateson. 7a superioridad de los guardias repercutía en la sumisión de

los prisioneros %ue, a su ve, tentaba a los guardias a demostrar más su poder, lo %ue provocaba más humillación por parte de los prisioneros" 7os guardias foraron a los prisioneros a cantar canciones obscenas, a defecar en cubos %ue no les habían permitido vaciar previamente y a limpiar los retretes sin guantes. >uantas más cosas hacían, más convencidos parecían de %ue la naturalea de los prisioneros no era humana y menos limitados se encontraban para inventar y aplicar medidas de un grado de inhumanidad cada ve más espantoso. 7a repentina metamorfosis de =óvenes americanos decentes y simpáticos en monstruos del tipo de los %ue se supone %ue se encuentran en lugares como (reblinCa o 2uschNit es aterradora. &ero tambi:n desconcertante. Hio %ue algunos observadores supusieran %ue en mucha gente, si no en todo el mundo, hay un hombrecillo de las '' dispuesto a salir A2mitai Etioni sugirió %ue 3ilgram había descubierto al «Eichmann latente oculto en el hombre corriente» D*J. ;ohn 'teiner acu)ó el concepto de durmiente para designar la capacidad de crueldad normalmente aletargada pero %ue a veces se despierta. El efecto durmiente se refiere a esa característica latente de la personalidad de los individuos con tendencia a la violencia, tales como autócratas, tiranos y terroristas, cuando se establecen las adecuadas relaciones. Entonces, el durmiente se levanta de la fase normativa sus pautasa de comportamiento y modo, se activan laslascaracterísticas las personasdepropensas la violencia. En cierto todas personas son aletargadas durmientes,de ya %ue todas tienen un potencial violento %ue se puede activar en condiciones específicasD*K. omo me=or se puede entender a la sociedad es como una planta de producción de moralidad. 7a sociedad fomenta los comportamientos moralmente regulados y margina, suprime o evita la inmoralidad. 7a alternativa al dominio moral de la sociedad no es la autonomía humana, sino el gobierno de las pasiones animales. >omo los impulsos presociales del animal humano son egoístas, crueles y amenaadores, hay %ue domesticarlos y so=ugarlos si %ueremos mantener la vida social. 'i se elimina la coacción social, todos los seres humanos recaerían en la barbarie de la %ue los ha liberado, aun%ue sea precariamente, la fuera de la sociedad. Esta confiana profundamente arraigada en %ue la organiación social ennoblece, eleva y humania no concuerda plenamente con la insistencia de #urCheim en %ue las acciones son malas por%ue están socialmente prohibidas en lugar de %ue están socialmente prohibidas por%ue son malas. El frío y esc:ptico científico %ue hay en #urCheim desacredita todas las pretensiones de %ue e$ista otra sustancia en el mal distinta de la %ue le confiere el %ue sea rechaado por una fuera lo suficientemente poderosa para convertir su voluntad en una norma obligatoria. &ero el ferviente patriota y devoto creyente en la superioridad y el progreso de la vida civiliada no puede evitar tener la sensación de %ue lo %ue se ha rechaado es, de hecho, el mal, y %ue ese rechao debe haber sido un acto emancipador y lleno de dignidad. Esta sensación está en armonía con la conciencia refle$iva de una forma de vida %ue, habiendo conseguido y asegurado su vive. superioridad sóloera puede convencerse la superioridad de las normas por las %ue #espu:smaterial, de todo, no la «sociedad comode tal», una categoría teórica abstracta, sino la sociedad occidental moderna la %ue marcaba la pauta de la misión moraliadora. 7a autoconfiana %ue permitió %ue se contemplara la aplicación de normas como un proceso de humaniación y no como la supresión de una forma de humanidad a manos de otra sólo pudo derivar de la práctica proselitista y de cruada de la sociedad «=ardinera» D*, específicamente moderna y occidental. Esta misma autoconfiana permitió %ue las manifestaciones de humanidad no socialmente regladas se desecharan por considerarlas e=emplos de inhumanidad o, como mucho, sospechosas y potencialmente peligrosas. 7a visión teórica, al final, legitimaba la soberanía de la sociedad sobre sus miembros y tambi:n sobre sus rivales. !na ve %ue esta autoconfiana se hubo refundido en la teoría social, se produ=eron

importantes consecuencias en la interpretación de la moralidad. &or definición, los motivos preZsociales o aZsociales no podían ser morales. #el mismo modo, no se podía articular, mucho menos tomar seriamente en consideración, la posibilidad de %ue al menos ciertas pautas morales pudieran estar enraiadas en factores e$istenciales a=enos a las contingentes normas sociales de la cohabitación. 3enos todavía se podía concebir, sin caer en la contradicción, %ue algunas presiones morales e=ercidas por el modo e$istencial humano, por el simple hecho de «estar con otros», pudieran en ciertas circunstancias %uedar

la sociedad neutraliadas o suprimidas sociales opuestas. Enpuede# otras palabras, %ueen 6adem"s# o en contra# deporsufueras ,funci!n morali$adora.8 al menos algunas . ocasiones# actuar como una fuer$a ,silenciadora de la moralidad. En tanto en cuanto la moralidad se entiende como un producto social y se e$plica causalmente haciendo referencia a mecanismos %ue, cuando funcionan adecuadamente, garantian su «suministro constante», se tiende a considerar %ue los acontecimientos %ue ofenden a los difusos, pero profundamente arraigados, sentimientos morales y se oponen a la concepción com@n del bien y del mal Ade la conducta adecuada o inadecuada son el resultado de un fallo o de mala gestión de la «industria moral». El sistema de la fábrica ha sido una de las metáforas más poderosas a partir de la cual se ha te=ido el modelo teórico de la sociedad moderna de cuya influencia la visión de la producci!n social de la moralidad nos ofrece un importante e=emplo. 7a aparición de la conducta inmoral se interpreta como el resultado de unAessuministro normas morales o bien de unEsto suministro normas erróneas decir, de inadecuado normas con de insuficiente fuera vinculante. @ltimo,de a su ve, se achaca a fallos t:cnicos o de dirección de la «fábrica social de moralidad», en el me=or de los casos, a las «consecuencias imprevistas» de unos esfueros de producción torpemente coordinados o a la interferencia de factores a=enos al sistema de producción Aesto es, un control defectuoso sobre los factores de producción. Entonces, se teoria el comportamiento inmoral como una «desviación de la norma» %ue proviene de la ausencia o debilidad de las «presiones socialiadoras» y, en @ltimo t:rmino, de la imperfección o de los defectos de los mecanismos sociales dise)ados para e=ercer esas presiones D/. >onsiderando el sistema social en su con=unto, esta interpretación indica %ue e$isten problemas de dirección %ue no se han resuelto Ade los cuales, la anomia de #urCheim es un e=emplo importante. En niveles inferiores, indica deficiencias en las instituciones educativas, debilitación de la familia o la incidencia de las presiones antimorales e=ercidas desde islotes antisociales no eliminados. 'in embargo, en los preZsociales casos, la aparición de la conducta inmoral se a@n entiende como una manifestación de todos impulsos o aZ sociales %ue han escapado de las =aulas fabricadas por la sociedad o %ue a@n no han sido en=aulados. 7a conducta inmoral supone siempre una vuelta al estado preZsocial o el no haber salido de :l. 'iempre está relacionada con cierta resistencia a las presiones sociales o, al menos, a las presiones social es «adecuadas» Aconce pto %ue, a la lu del es%uema teórico de #urCheim, sólo se puede interpretar como id:ntico a la norma social, es decir, a los modelos predominantes, a l t+rmino medio. 2l ser la moralidad un producto social, la resistencia a los modelos %ue la sociedad promueve como normas de comportamiento conduce a la acción inmoral. Esta teoría de la moralidad le concede a la sociedad Aa cual%uier sociedad o, en una interpretación más liberal, a cual%uier colectividad social, no necesariamente del tama)o de la «sociedad global» pero capa de mantener su conciencia colectiva por medio de una red

de sanciones efectivas el derecho a imponer su propia visión sustantiva del comportamiento moral. < concuerda con la práctica por la cual la autoridad social reclama el monopolio de los =uicios morales. 2cepta tácitamente la teórica ilegitimidad de todos los =uicios %ue no est:n basados en el e=ercicio de ese monopolio. En consecuencia, a efectos prácticos, el comportamiento moral se convierte en sinónimo de conformidad y obediencia social a las normas %ue observa la mayoría.

El problema del Holocausto El raonamiento circular %ue sigue a la identificación práctica de la moralidad con la disciplina social hace %ue la práctica cotidiana de la sociología sea punto menos %ue inmune a la «crisis del paradigma». E$isten pocas ocasiones en las %ue la aplicación del paradigma e$istente cause desconcierto. El relativismo programático incorporado a esta visión de la moralidad proporciona la válvula de seguridad definitiva en caso de %ue las normas observadas provo%uen una instintiva repugnancia moral. Esto hace %ue acontecimientos de e$cepcional poder dramático hagan saltar el paradigma dominante y se empiece una b@s%ueda febril de bases alternativas para los principios :ticos. 'in embargo, la necesidad de esa b@s%ueda se mira con desconfiana, y se hacen esfueros para describir la e$periencia dramática de una manera %ue permita %ue se adapte al antiguo es%uema. Esto se consigue por lo general o bien presentando los acontecimientos como aut:nticamente @nicos y, en consecuencia, irrelevantes para la teoría general de la moralidad Acomo a=enos a la historia de la moralidad, de la misma manera %ue la lluvia de meteoritos gigantes no implicaría %ue hubiera %ue hacer una reconstrucción de la teoría de la evolución, o bien disolvi:ndolos en la categoría más amplia y familiar de las limitaciones o subproductos desagradables, aun%ue normales y corrientes, del sistema de producción de moralidad. 'i ninguno de los dos m:todos está a la altura de la magnitud de los acontecimientos, se suele utiliar una tercera vía de escape1 negarse a admitir la evidencia dentro del universo del discurso de la disciplina y seguir adelante como si no hubiera sucedido. 7as tres estratagemas se han utiliado en la reacción sociológica ante el Holocausto, un acontecimiento, sin duda, con un significado moral enormemente dramático. >omo hemos visto antes, se han hecho numerosos intentos de describir el más espantoso de los genocidios como el producto de una red especialmente densa de individuos moralmente deficientes, liberados de las restricciones civiliadas por una ideología criminal y, sobre todo, irracional. >uando todos estos intentos fracasaron, cuando las investigaciones históricas más escrupulosas certificaron %ue los autores del crimen eran personas cuerdas y moralmente «normales», se centró la atención en actualiar determinadas clases antiguas de fenómenos perversos y en construir nuevas categorías sociológicas en las %ue se pudiera incluir el episodio del Holocausto y, de esta manera, domesticarlo y desactivarlo Apor e=emplo, e$plicando el Holocausto en t:rminos de pre=uicios o ideología. Minalmente, la forma con mucho más popular de hacer frente a la evidencia del Holocausto ha sido no hacerle frente en absoluto. 7a esencia y la tendencia histórica de la modernidad, la lógica del proceso civiliador, las esperanas y obstáculos de la progresiva racionaliación de la vida social se suelen estudiar como si no se hubiera producido el Holocausto, como si no

fuera cierto, y menos a@n debiera considerarse en serio, %ue el Holocausto «da fe del avance de la civiliación» D0 o %ue «la civiliación ahora incluye campos de la muerte y Muselmanner entre sus productos materiales y espirituales» DJ. uando act@o, no puedo evitar darme cuenta de esa presencia y tambi:n de las definiciones, puntos de vista y perspectivas %ue supone. !no se siente tentado a decir %ue la inevitabilidad de las consideraciones morales es inherente a la descripción sartriana del estar =untos el ego y el alter. omo hemos visto anteriormente, la Dristallnacht, el @nico pogrom masivo oficialmente organiado y coordinado, fue tambi:n contraproducente, ya %ue se esperaba conseguir %ue el alemán medio participara en la violencia antisemita. &or el contrario, la mayor parte de las personas reaccionaron con consternación ante la visión de las calles llenas de cristales rotos y sus ancianos vecinos conducidos por =óvenes desalmados en coches celulares. 7o %ue no se puede subrayar demasiado es %ue todas esas reacciones negativas ante el abierto despliegue de violencia anti=udía coincidieron, sin ninguna contradicción aparente, con la aprobación masiva y entusiasta de la legislación anti=udía, con la redefinición del =udío, la e$pulsión del =udío del ol> alemán y la capa, cada ve más espesa, de prohibiciones y restricciones legalesD*/. 'treicher, pionero propaganda?er antisemita nai, consideró tareas ;ulius más desalentadoras %uedesulaperiódico, , debía realiar%ue erauna %uedeellas St9rmer estereotipo del «=udío como tal» se a=ustara a las imágenes personales %ue tenían sus lectores de los =udíos %ue conocían, vecinos, amigos o socios comerciales. #e acuerdo con #enis E. 'hoNalter, autor de una penetrante monografía sobre la corta y tormentosa historia del periódico, 'treicher no fue el @nico %ue hio seme=ante descubrimiento1 «!n desafío importante para el antisemitismo político consiste en superar las imágenes del I=udío de la puerta de al ladoF, el conocido o asociado %ue vive y respira, cuya simple e$istencia parece negar la valide del estereotipo negativo del I=udío metafísicoF» D*0. &arecía haber una relación sorprendentemente pe%ue)a entre las imágenes personales y las abstractas, como si no perteneciera al hábito humano de e$perimentar la contradicción lógica entre las dos como una disonancia cognitiva o, hablando más en general, como un problema psicológico. >omo si, a pesar de %ue el referente de las imágenes personales y el de las abstractas fuera aparentemente mismo, no se consideraran general nociones %ue pertenecían a la misma clase, el como representaciones %ue en había %uecomo comparar, cote=ar y finalmente reconciliar o rechaar. 3ucho despu:s de %ue la ma%uinaria de la destrucción en masa se hubiera puesto en marcha, en octubre de *+J0 para ser e$actos, Himmler se %ue=aba ante sus partidarios de %ue incluso leales miembros del partido, %ue no habían demostrado ning@n remordimiento ante la ani%uilación de la raa =udía como con=unto, tuvieran sus propios =udíos particulares a los %ue deseaban proteger y dispensar. «Hay %ue e$terminar al pueblo =udío» dicen todos los miembros del partido. «Está claro, es parte de nuestro programa, la eliminación de los =udíos, su e$terminio, bien, lo haremos». < luego se presentan todos, los ochenta millones de buenos alemanes, y cada uno de ellos tiene a su =udío decente. &or supuesto, todos los demás son unos cochinos, pero este es un =udío de primera clase D*J.

&arece %ue lo %ue separa las imágenes personales de los estereotipos abstractos y evita el enfrentamiento %ue cual%uier refle$ión lógica consideraría inevitable es la saturación moral de las primeras y el carácter moralmente neutro y puramente intelectual de las segundas. Este conte$to de «pro$imidad con responsabilidad» dentro del cual se forman las imágenes personales las rodea de una espesa muralla moral prácticamente impenetrable ante los argumentos «simplemente abstractos». &or muy convincente o insidioso %ue sea el estereotipo intelectual, su ona de aplicación termina abruptamente donde comiena la

astracta al esfera de las relaciones personales. como. Elcategoría simplemente, tiene nada %ue ver con «el otro» %ue«El yootro», segundo pertenece ámbito de lano cono$co moralidad, mientras %ue el primero está fuera de :l. El segundo reside en el universo semántico del bien y del mal y se niega tercamente a %ue se le subordine al discurso de la eficiencia y la elección racional.

'upresión social de la responsabilidad moral

uanto más se foraba a los =udíos a salir de la vida social, más parecían a=ustarse a los estereotipos de una propaganda %ue intensificó, paradó=icamente, su campa)a contra la «=udería» a medida %ue iban %uedando menos =udíos en 2lemania. 7a despersonaliación incrementó la ya e$istente indiferencia generaliada de la opinión p@blica alemana y supuso una fase fundamental entre la violencia arcaica y la ani%uilación racionaliada de los campos de la muerte. 7a «'olución Minal» no habría sido posible sin los pasos progresivos para e$cluir a los =udíos de la sociedad alemana %ue se dieron abiertamente, %ue en su forma legal contaron con unay laamplia aprobación y del %ue=udío. tuvieron como consecuencia la D*K despersonaliación degradación de la figura >omo ya hemos se)alado en el capítulo tercero, los alemanes %ue se opusieron a las haa)as de los matones de las '2 cuando la víctima era el «=udío de la casa de al lado» Aincluso a%u:llos %ue tuvieron el valor de poner de manifiesto su repugnancia, aceptaron con indiferencia y a menudo con satisfacción las restricciones legales %ue se impusieron al «=udío como tal». 7o %ue habría conmovido su conciencia moral si se centraba en personas a las %ue conocían apenas despertaba ning@n sentimiento cuando se dirigía contra una categoría abstracta y estereotipada. 8bservaron con ecuanimidad, o ni advirtieron, la desaparición gradual de los =udíos de su mundo cotidiano. &ara los =óvenes soldados alemanes y hombres de las '' a los %ue se había confiado la tarea de la «li%uidación» de tantas 7iguren, el =udío era «solamente una Xpiea de museoY, algo %ue se podía contemplar con curiosidad, el fósil de un fantástico, con estrellaalgo amarilla en elver pecho, testigo de tiempos pasados peroanimal %ue no pertenecía al su presente, %ue para habíaun %ue D*L via=ar hasta muy le=os» . 7a moralidad no via=ó tan le=os. 7a moralidad tiene tenden cia a %uedarse en casa y en el presente. Hans 3ommsen lo e$presa de la siguiente manera1 7a política de Hedrich de aislar moral y socialmente a la minoría =udía de la mayoría de la población se puso en práctica sin mayores protestas por parte de la gente por%ue la parte de la población =udía %ue había estado en contacto con sus vecinos alemanes o bien no estaba incluida en la creciente discriminación o se la iba aislando de ellos paso a paso. 'ólo despu:s de %ue la legislación discriminatoria hubiera obligado a los =udíos a asumir el papel de parias sociales, absolutamente privados de cual%uier comunicación social habitual con la mayor parte de la población, se podía empear a poner en práctica la deportación y el e$terminio sin %ue temblara la estructura social del r:gimen D*.

5a@l Hilberg, principal autoridad en la historia del Holocausto, dice lo siguiente sobre los pasos %ue conducen al silenciamiento gradual de las inhibiciones morales y a la puesta en funcionamiento de la ma%uinaria de la destrucción masiva1 !n proceso de destrucción en una sociedad moderna, en su forma completa, se estructuraría de acuerdo con el siguiente es%uema1 #efinición

#espido de empleados y e$propiación de firmas comerciales

>oncentración

E$plotación del traba=o y medidas para %ue padecan inanición

2ni%uilamiento

>onfiscación de efectos personales

2sí se determina la secuencia de las fases de un proceso de destrucción. 'i se intenta infligir el má$imo da)o a un grupo deplanifi%ue gente, es inevitable %ue una burocracia, tenga un aparato muy descentraliado y no bien sus actividades, empu=e aaun%ue las víctimas D* a lo largo de todas estas fases . Estas fases, seg@n sugiere Hilberg, se determinan lógicamente. Morman una secuencia racional, una secuencia %ue se a=usta a las normas modernas %ue nos incitan a buscar los caminos más cortos y los medios más efectivos para conseguir el fin. 'i intentamos descubrir el principio director en esta solución al problema de la destrucción en masa, descubriremos %ue las fases sucesivas se organi$an de acuerdo con la l!gica de la e/pulsi!n del "mito del deer moral Ao, para utiliar el concepto %ue sugiere Helen MeinD*+, del universo de las oligaciones. 7as definiciones distinguen al grupo victimiado Atodas las definiciones implican dividir la totalidad dos%ue partes, marcada y la no no se marcada forma %ue cual%uierencosa se lelapueda aplicar aplica alcomo resto.categoría El grupo,diferente por el , de simple hecho de haber sido definido, %ueda marcado para recibir un trato especial. 7o %ue es adecuado para la gente «normal» puede no serlo para :l. 2demás, los miembros individuales del grupo se convierten ahora en e=emplares de un tipo. 2lgo de la naturalea del tipo acaba filtrándose en sus imágenes individuales, comprometiendo la pro$imidad srcinalmente inocente y limitando su autonomía como universo moral %ue se sustenta a sí mismo. 7os despidos y las e$propiaciones hacen pedaos la mayor parte de los contratos generales y sustituyen la pasada pro$imidad por la distancia física y espiritual. 'e elimina efectivamente de la vista al grupo victimiado. Es una categoría de la %ue, como mucho, se oye algo de forma %ue lo %ue se oye no tiene ninguna oportunidad de %ue se pueda traducir en el conocimiento de los destinos individuales y, por lo tanto, de cote=arlo con la e$periencia personal. 7a concentración completa el proceso de distanciamiento. El grupo victimiado y el resto ya no se vuelven a encontrar, sus procesos vitales ya no se cruan y se interrumpe la comunicación. 7e suceda lo %ue le suceda a uno de los grupos ahora segregados, al otro no le concierne, no tiene ning@n significado fácil de traducir al vocabulario de las relaciones humanas. 7a e$plotación y la inanición realian una proea posterior aut:nticamente asombrosa1 disfraan la inhumanidad de humanidad. E$isten muchas pruebas de =erarcas nais locales %ue les pidieron permiso a sus superiores para asesinar a algunos =udíos de los %ue tenían ba=o su =urisdicción Amucho antes de %ue se diera la se)al para comenar los

asesinatos en masa con el fin de evitarles la agonía de la hambruna. >omo no había alimentos suficientes para mantener a una masa de población recluida en ghettos, a la %ue anteriormente se le habían robado sus ri%ueas y rentas, asesinarlos parecía un acto de misericordia, una aut:ntica manifestación de humanidad. «El círculo diabólico de las medidas fascistas» permitía «crear deliberadamente unas condiciones y estados de e$cepción intolerables y luego utiliarlos para legitimar pasos todavía más radicales» D/4. hristopher 5. BroNning, en suladetallado la historia de la t:cnica invención y utiliación del infame camión de gas, solución relato inicialdenai para la tarea de llevar a cabo el asesinato en masa de forma rápida, limpia y barata, nos ofrece la siguiente descripción del mundo psicológico de la gente %ue participaba1 7os especialistas, cuyos conocimientos t:cnicos normalmente no tienen nada %ue ver con el asesinato en masa, de repente se encontraron con %ue eran una piea sin importancia en la ma%uinaria de la destrucción. 8cupados con procurar, despachar, mantener y reparar vehículos de motor, inesperadamente, cuando les encargaron producir camiones de gas, sus conocimientos e instalaciones pasaron a estar al servicio del asesinato en masa D" 7o %ue les molestaba eran las críticas y las %ue=as por los fallos del producto. 7os defectos de los camiones de gas eran un refle=o negativo, %ue había %ue solucionar, sobre su destrea. >omo estaban al corriente de los problemas %ue se planteaban en el

campo, se afanaron por conseguir ingeniosos a=ustes t:cnicos para %ue su producto fuera más eficiente y les resultara aceptable a los %ue lo tenían %ue mane=ar D" 'u mayor preocupación parecía ser %ue los consideraran inadecuados para realiar la tarea %ue se les había asignado.D/J En estas condiciones de división burocrática del traba=o, «el otro» situado dentro del círculo de pro$imidad donde la responsabilidad moral gobierna sin rival es un compa)ero de traba=o, el %ue pueda a cabo con :$ito propia tareasuperior, dependecuya del empe)o actor en la yrealiación de llevar su parte del traba=oS o su el inmediato posicióndel depende de la cooperación de sus subordinadosS y la persona inmediatamente por deba=o en la línea =erár%uica, %ue espera %ue se definan claramente sus tareas y %ue sean factibles. 2l tratar con estos otros, esa responsabilidad moral %ue tiende a generar la pro$imidad adopta la forma de la lealtad a la organiación, la e$presión abstracta de la red de las interacciones cara a cara. Ba=o la forma de lealtad a la organiación, los impulsos morales de los actores se pueden utiliar para ob=etivos moralmente abyectos sin socavar la corrección :tica de la relación con el área de pro$imidad %ue cubre el impulso moral. 7os actores pueden seguir adelante creyendo sinceramente en su propia integridad. #e hecho, su comportamiento se a=usta a las normas morales de la @nica región en la %ue seguían en vigor otras normas. BroNning investigó las historias personales de cuatro funcionarios %ue traba=aban en la conocida 'ección ;udía A# RRR del 3inisterio del E$terior alemán. #escubrió %ue dos de ellos estaban satisfechos con lo %ue hacían y %ue los otros dos preferían %ue les destinaran a otro puesto. 2mbos consiguieron finalmente salir del # RRR, pero mientras estuvieron allí llevaron a cabo su traba=o de forma meticulosa. ?o se oponían abiertamente a la tarea, pero traba=aban en silencio para %ue les concedieran el traslado. 'u prioridad absoluta era mantener sus archivos en orden. >on celo o a rega)adientes, el hecho es %ue los cuatro traba=aban con eficiencia D" 3antenían la má%uina en movimiento y el más ambicioso y con menos escr@pulos de ellos le dio un empu=ón adicional. D/K 7a división de tareas y la posterior separaci ón de las miniZcomunidades morales de los efectos finales de la operación hace %ue se consiga la distancia entre los autores y las víctimas de la crueldad %ue reduce o elimina la contrapresión de las inhibiciones morales. 'in distancia adecuada, y funcional, no se puede a locon largo todaembargo, la cadenalaburocrática =erár%uica.física 2lgunos de los autores debenconseguir encontrarse lasde víctimas cara a cara o, al menos, estar tan cerca de ellas como para no poder evitar, ver o ni si%uiera suprimir, los efectos %ue tienen sus acciones. 'e necesita otro m:todo para garantiar la distancia psicol!gica adecuada, incluso en ausencia de las distancias física y funcional Este m:todo lo proporciona una forma específicamente moderna de la autoridad1 los conocimientos t:cnicos. 7a esencia de los conocimientos t:cnicos es la suposición de %ue para hacer las cosas bien hace falta cierto conocimiento, %ue este conocimiento se distribuye desigualmente, %ue algunas personas tienen más %ue otras, %ue %uienes lo poseen deben estar encargados de hacer cosas y %ue el estar encargados de hacer cosas les confiere la responsabilidad de %ue las cosas se hagan. #e hecho, se considera %ue la responsabilidad no

reside en los e$pertos, sino en las t:cnicas %ue representan. 7a institución de los conocimientos t:cnicos y de la postura asociada hacia la acción social se apro$ima mucho al famoso ideal de 'aintZ'imon A%ue 3ar$ aprobó con entusiasmo de la «administración de las cosas, no de las personas». 7os actores son simples agentes del conocimiento, portadores del «saber hacer», y su responsabilidad personal se limita a representar adecuadamente este conocimiento, esto es, en hacer las cosas de acuerdo con el «estado del conocimiento», con lo me=or %ue pueda ofrecer ese conocimiento. &ara los %ue no poseen ese saber hacer, una acción responsable seguiren el conse=o de los e$pertos. proceso, la responsabilidad personal implica se disuelve la autoridad abstracta En de ellos conocimientos t:cnicos. BroNning cita con detalle el memorándum %ue preparó un e$perto, Tilly ;ust, en relación con la me=ora t:cnica de los camiones de gas. ;ust proponía %ue la compa)ía %ue mentaba los camiones redu=era el espacio de carga. 7os camiones e$istentes no podían pasar por los difíciles terrenos rusos totalmente cargados, de forma %ue se necesitaba demasiado monó$ido de carbono para llenar el espacio %ue %uedaba vacío y la operación llevaba mucho tiempo y perdía mucha de su eficiencia potencial. !n camión más corto completamente cargado podría funcionar con mucha más rapide. 2cortar el compartimento trasero no afectaría de forma negativa el e%uilibrio del peso sobrecargando árbol delantero, por%ue «deal hecho de forma automática una corrección en la el distribución del peso debido hecho se de produce %ue el cargamento, en la lucha por alcanar la puerta trasera durante la operación, siempre se sit@a cerca de ella». >omo el conducto de enlace se o$idaba rápidamente debido a los «fluidos», se debe introducir el gas por la parte superior, no por la inferior. &ara facilitar la limpiea, se debe practicar en el suelo un orificio de *4 a 04 cm con una cubierta %ue se pueda abrir desde el e$terior. El suelo debe estar ligeramente inclinado y la cubierta tiene %ue tener un pe%ue)o cedao. #e esta manera, todos los «fluidos» se dirigirán al centro, los «fluidos ligeros» saldrán durante la operación y los «fluidos más densos» se pueden limpiar con una manguera despu:s.D/L 7as comillas son de BroNning. ;ust pensó %ue era in@til utiliar metáforas ni eufemismos y utilió el lengua=e de la tecnología, directo y práctico. >omo e$perto en la construcción camiones, el problema del cargamento, no deno loscon seres humanos %uede luchaban porintentaba respirar. solucionar 'e enfrentaba con fluidos ligeros y densos, e$crementos y vómitos humanos. El hecho de %ue la carga fueran personas a punto de ser asesinadas %ue perdían el control de su cuerpo no le restaba valor a la dificultad t:cnica del problema. #e todas maneras, en primer lugar había %ue traducir este hecho al lengua=e neutral de la tecnología de la producción de vehículos antes de %ue se convirtiera en un «problema» %ue había %ue «resolver». !no se pregunta si los %ue leyeron el memorándum de ;ust harían una segunda traducción y se encargarían de poner en práctica sus instrucciones t:cnicas. &ara los cobayas de 3ilgram, el «problema» fue el e$perimento organiado y administrado por e$pertos científicos. 7os e$pertos de 3ilgram consideraron %ue los actores por ellos guiados no debían, a diferencia de los traba=adores de la fábrica Sodom>a a

los %ue iba destinado el memorándum de ;ust, tener ninguna duda sobre los sufrimientos %ue producían sus acciones, %ue no tenía %ue haber ni una sola oportunidad para %ue se pudiera decir «yo no sabía» como e$cusa. 7o %ue el e$perimento de 3ilgram ha demostrado al final es el poder de los conocimientos y su capacidad para triunfar sobre los impulsos morales. 'e puede inducir a personas morales a cometer actos inmorales incluso en el caso de %ue sepan Ao crean %ue esos actos son inmorales, siempre y cuando est:n convencidos de %ue los e$pertos Apersonas %ue, por definición, saben algo %ue ellos no saben han determinado %ue esosenactos erandenecesarios. #espu:snodeestán todo,legitimadas la mayor parte de las actuaciones %ue se producen el seno nuestra sociedad por%ue se hayan discutido sus ob=etivos, sino por el conse=o o la instrucción %ue ofrece la gente %ue tiene conocimientos.

>omentarios finales

5econoco %ue este capítulo termina mucho antes de haber formulado una teoría sociológica alternativa del comportamiento moral. 'u ob=etivo es mucho más modesto1 discutir algunas fuentes de los impulsos morale s, distintos de los sociales, y algunas de las condiciones creadas por la sociedad de acuerdo con las cuales el comportamiento inmoral se hace posible. &or lo %ue parece, incluso una discusión tan sucinta demuestra %ue la sociología ortodo$a sobre la moralidad necesita una revisión sustancial. !na de las suposiciones ortodo$as %ue no ha pasado en absoluto el e$amen es %ue el comportamiento moral nace del funcionamiento de la sociedad y lo mantienen las instituciones de la sociedad, %ue la sociedad es esencialmente un dispositivo humaniador y moraliador y %ue, de acuerdo con esto, se puede e$plicar la incidencia de la conducta inmoral a una escala %ue no sea marginal solamente como consecuencia del mal funcionamiento de la ordenación social «normal». El corolario de esta suposición es %ue la inmoralidad no puede ser, en con=unto, un producto de la sociedad y %ue hay %ue buscar sus causas en otro lugar. El raonamiento de este capítulo es %ue hay fuertes impulsos morales %ue tienen un srcen anterior a la sociedad, mientras %ue algunos aspectos de la organiación moderna de la sociedad debilitan considerablemente su fuera limitadora. Es decir, %ue, en efecto, la sociedad moderna puede hacer %ue la conducta inmora l sea más admisible y no menos. 7a imagen mítica promocionada por 8ccidente de %ue un mundo sin burocracia ni conocimientos modernos estaría regido por la «ley de la selva» o la «ley del más fuerte» nos demuestra, por una parte, la necesidad %ue la burocracia moderna tiene de legitimarse a sí misma D/, cuando se dispone a destruir la competencia de normas %ue derivan de impulsos e inclinaciones %ue no controlaD/ y, por otra parte, hasta %u: punto se ha perdido y olvidado la prístina capacidad humana para regular las relaciones recíprocas basándose en la responsabilidad moral. 7o %ue, por lo tanto, se presenta y concibe como salva=ismo %ue hay %ue domesticar y suprimir puede resultar ser, despu:s de un cuidadoso e$amen, el propio impulso moral %ue el proceso civiliador intenta neutraliar y sustituir por las presiones controladoras %ue emanan de la nueva estructura de dominación. !na ve %ue se deslegitimaron y paraliaron las fueras morales generadas espontáneamente por la pro$imidad humana, las nuevas fueras %ue las sustituyeron ad%uirieron una libertad de

maniobra sin precedentes. &ueden generar, a escala masiva, una conducta %ue sólo los criminales %ue están en el poder pueden definir como :ticamente correcta. Entre los logros de la sociedad en la esfera de la administración de la moral debemos mencionar1 la producción social de distancia, %ue o bien anula o bien debilita la presión de la responsabilidad moralS la sustitución de la responsabilidad moral por la t:cnica, %ue oculta con efectividad el significado moral de la acción, y la tecnología de segregación y separación, %ueevaluación fomenta lamoral indiferencia la situación del 8tro %ue, de (ambi:n otro modo, estaría sometido a la y a una ante respuesta moralmente motivada. debemos tener en cuenta %ue todos esos mecanismos %ue socavan la moralidad se ven reforados por el principio de la soberanía de los poderes del Estado en la usurpación de la autoridad :tica suprema en nombre de la sociedad %ue gobierna. E$cepto por una difusa y con frecuencia inefectiva «opinión p@blica», los dirigentes de los Estados no tienen ninguna traba para administrar las normas obligatorias en el territorio %ue está ba=o su mando. ?o faltan pruebas de %ue cuanto menos escrupulosas sean sus acciones en ese campo, más intensas son las llamadas para su «pacificación» %ue reconfirman y refueran su monopolio y dictadura en el campo de los =uicios morales. 7o %ue se sigue es %ue ba=o el orden moderno, el antiguo conflicto sofocleo entre la ley moral y la ley de la sociedad no muestra ninguna se)al de estar disminuyendo. 'i acaso, tiende a hacerse más %ue frecuente y másla profundo y seEncambian tornas a favor de las presiones societales suprimen moralidad. muchaslas ocasiones, comportamiento moral implica adoptar una posición %ue los poderes e$istentes y la opinión p@blica consideran antisocial o subversiva Ase diga abiertamente o simplemente se manifieste en la acción o noZacción de la mayoría. En estos casos, fomentar el comportamiento moral supone resistirse a la acción y autoridad de la sociedad dirigidas a debilitarlo. El deber moral tiene %ue contar con su prístina fuente1 la esencial responsabilidad humana por el 8tro. Estos problemas, además de su inter:s acad:mico, son muy urgentes, y eso nos recuerda las palabras de &aul Hilberg1 5ecordad, una ve más, %ue la cuestión básica era si una nación occidental, una nación civiliada, era capahadedado hacer seme=ante cosa. ada paso en el camino hacia la muerte estaba cuidadosamente configurado para %ue fuera calculable en t:rminos de p:rdidas y ganancias, recompensas y castigos. El aire fresco y la m@sica eran la recompensa por la larga e incesante asfi$ia del vagón para ganado. !n ba)o, con guardarropas y pelu%ueros, toallas y =abón, suponía una agradecida liberación de los pio=os, la suciedad y el hedor del sudor y los e$crementos humanos. 7as personas racionales entrarán tran%uilidad, dóciles y alegres, a la cámara de gas si se les permite creer %ue es un cuartocon de ba)o. 7os miembros del Sonder>ommando sabían %ue decirles a los %ue se iban a ba)ar %ue el cuarto de ba)o era una cámara de gas era un delito castigado con la muerte instantánea. El crimen no parecería tan abominable y el castigo no sería tan severo si se hubiera conducido a las víctimas a la muerte simplemente con miedo o resignación suicida. &ero basándose sólo en el miedo, las '' hubieran necesitado más tropas, armas y dinero. 7a racionalidad era mucho más efectiva, fácil de conseguir y más barata. ?2 A>ongreso ?acional 2fricano, di=o, no reside en los actos de sabota=e o terrorismo Apor espectaculares o costosos %ue puedan ser, sino en %ue induce a la población negra, o a gran parte de ella, a hacer caso omiso de «la ley y el orden». 'i eso sucediera, incluso el me=or servicio de información y las fueras de seguridad más poderosas se encontrarían indefensas Auna posibilidad confirmada recientemente por la e$periencia de la Fntifada. El terror sigue siendo efectivo mientras no se haya pinchado el globo de la racionalidad. El dirigente más siniestro, cruel debe aseguir siendo debe un defensor de la racionalidad D"yo sanguinario perecer. 2l hablar sus s@bditos, «dirigirseincondicional a la raón». #ebe proteger la raón, elogiar las virtudes del cálculo de los costos y los efectos, defender la lógica contra las pasiones y los valores %ue, de forma poco raonable, no tienen en cuenta los costos y se niegan a obedecer a la lógica. &or lo general, todos los dirigentes pueden contar con %ue la racionalidad est: de su lado. &ero los dirigentes nais, además, cambiaron las apuestas del =uego de forma %ue la racionalidad de la supervivencia convirtiera en irracionales todos los otros motivos de la acción humana. En el mundo creado por los nais, la raón era el enemigo de la moralidad. 7a lógica re%uería %ue se consintiera el crimen. 7a defensa racional de la propia supervivencia e$igía %ue no se opusiera resistencia a la destrucción de los otros. Esta racionalidad arro=aba a los %ue sufrían unos contra otros y destruía su humanidad com@n. (ambi:n y en un enemigo para todos los otros, todavía marcadosles porconvertía la muerteeny una a losamenaa %ue de momento se les había concedido el papel de no espectadores. 9raciosamente, el noble credo de la racionalidad absolvía tanto a las víctimas como a los espectadores de la acusación de inmoralidad y del sentimiento de culpa. 2l reducir la vida humana al cálculo de la propia conservación, esta racionalidad robaba la humanidad a la vida humana. El dominio nai ha terminado hace mucho, pero su venenoso legado dista mucho de haber desaparecido. ?uestra continua incapacidad para afrontar el significado del Holocausto, nuestra incapacidad para descubrir el enga)o de la trampa asesina, nuestro deseo de seguir =ugando el =uego de la historia con los dados cargados con una raón %ue minimia los clamores de la moralidad por irrelevantes o locos, nuestro consentimiento ante la autoridad del cálculo rentable como argumento contra los mandamientos :ticos, todo esto espor unaloprueba elocuente de la corrupción %ue el Holocausto descubrió pero %ue hio poco, %ue parece, por desacreditar. #os de los a)os de mi infancia estuvieron marcados por los heroicos, aun%ue vanos, intentos de mi abuelo para introducirme en los tesoros de las tradiciones bíblicas. Es posible %ue no fuera un profesor muy inspirador o acaso yo fuera un discípulo obtuso e ingrato. 7o cierto es %ue no recuerdo apenas nada de sus lecciones. 'in embargo, una de las historias %uedó grabada en mi mente y me obsesionó durante muchos a)os. Era la historia de un santo sabio %ue se encontró con un mendigo en el camino mientras via=aba con un burro cargado de sacos de comida. El mendigo le pidió algo para comer. El sabio le replicó1 «Espera. (engo %ue desatar los sacos». 2ntes de %ue terminara de desatarlos, sin embargo, el hambre se cobró a su víctima y el mendigo murió. Entonces el sabio comenó su plegaria1 «[>astígame, oh 'e)or, por%ue no he podido salvar la vida de mi pró=imo\». 7a

impresión %ue me produ=o esta historia es casi lo @nico %ue recuerdo de la larga lista de las homilías de mi abuelo. >hocaba con todas las ense)anas %ue me habían dado hasta entonces mis profesores. 7a historia me parecía ilógica A%ue lo era y, en consecuencia, errónea A%ue no lo era. ?ecesit: el Holocausto para convencerme de %ue lo segundo no se sigue necesariamente de lo primero. 2un%ue uno sepa %ue en la práctica no se pudo hacer mucho más para salvar a las víctimas del Holocausto Aal menos noasin costos probablemente formidables, eso no significa %ue se puedan poner dormir losadicionales escr@pulosymorales. ?i tampoco %ue sea infundada la sensación de vergUena de una persona Aaun%ue se pueda demostrar fácilmente su irracionalidad en t:rminos de la propia conservación. &ara esta sensación de vergUena Acondición indispensable de la victoria sobre el veneno lento, el pernicioso legado del Holocausto carecen de toda importancia los cálculos más escrupulosos e históricamente e$actos del n@mero de los %ue «pudieron» y de los %ue «no pudieron» ayudar o de los %ue «pudieron» y «no pudieron» ser ayudados. Rncluso los m:todos cuantitativos más perfeccionados de investigación de los «hechos» no nos llevarían muy le=os en pos de una solución ob=etiva Aesto es, universalmente concluyente del asunto de la responsabilidad moral. ?o e$iste m:todo científico alguno para decidir si sus vecinos gentiles no evitaron %ue se llevaran a los =udíos adelos por%ue los =udíos eran adóciles pasivos o yasi%ue los percibían =udíos raras escaparon suscampos guardianes por%ue no tenían dondeyescaparse, la veces hostilidad o la indiferencia del entorno. #e la misma manera, tampoco e$isten m:todos para decidir si los adinerados residentes del ghetto de Oarsovia podrían haber hecho algo más para remediar la suerte de los pobres %ue morían en las calles de hambre o de hipotermia o si los =udíos alemanes se podían haber rebelado contra la deportación de los Ostjuden, o si los =udíos con ciudadanía francesa podían haber hecho algo para impedir la incineración de los «=udíos no franceses». &eor todavía, sin embargo, el c"lculo de las posiilidades ojetivas y de los . costos solamente consigue desdiujar la naturale$a moral del prolema 7a cuestión no es si los %ue sobrevivieron deerían sentirse colectivamente Aluchadores %ue por momentos sólo pudieron ser observadores, observadores %ue lo @nico %ue podían hacer era temer convertirse en víctimas avergonados o se deerían sentir

sensaci!n lieradora de orgullosos puede de ellos mismos. 7a cuesti ón es %uemoral solamente ayudar a recobrar el significado de la esa pavorosa e$periencia histórica verg9en$a y, en consecuencia, ayudar a e$orciar el espectro del Holocausto %ue hasta el día de hoy anida en la conciencia humana y nos hace descuidar la vigilancia en el presente para poder vivir en pa con el pasado. 7a elección no es entre vergUena y orgullo. 7a elección es entre el orgullo de una vergUena moralmente purificadora y la vergUena de un orgullo moralmente arrollador. ?o estoy seguro de cuál sería mi reacción si un e$tra)o llamara a mi puerta y me pidiera %ue sacrificara mi vida y la de mi familia para salvar la suya. ?unca me he visto ante una opción seme=ante. 'in embargo, estoy seguro de %ue, si me hubiera negado a darle refugio, habría sido capa de =ustificar ante otros y ante mí mismo %ue, teniendo en cuenta el n@mero de vidas salvadas y perdidas, despedir al e$tra)o era una decisión completamente racional. Estoy tambi:n seguro de %ue sentiría una vergUena irraonable, ilógica y muy humana. < tambi:n estoy seguro de %ue, si no fuera por la

sensación de vergUena, esta decisión de despedir al e$tra)o me iría corrompiendo hasta el final de mis días.

El mundo inhumano creado por una tiranía homicida deshumani$! a sus víctimas y a todos los %ue contemplaron pasivamente esta victimi$aci!n presionando a amos para %ue emplearan la l!gica de la propia conservaci!n como asoluci!n por la insensate$ y la inactividad morales. ?o se puede proclamar %ue alguien es culpable por el simple hecho de perder controlautodesaprobación ba=o seme=ante presión. 'in embargo, tampoco se puede uno e$cusar nadie de su elpropia por rendirse. < solamente cuando se asiente avergonado por su propia debilidad puede finalmente demoler la prisión mental %ue perdura una ve desaparecidos a%uellos %ue la construyeron y custodiaron. Hoy, la tarea es destruir esa fuera de la tiranía para mantener a sus víctimas y a sus testigos presos mucho despu:s de haberse desmantelado la prisión. !n a)o tras otro, el Holocausto se va encogiendo hasta alcanar el tama)o de un episodio histórico %ue, además, se va desvaneciendo en el pasado. El significado de su recuerdo cada ve implica menos la necesidad de castigar a los criminales o de li%uidar las cuentas pendientes. 7os criminales %ue escaparon del castigo son ahora ancianos seniles. < tambi:n lo son, o lo serán pronto, la mayor parte de los %ue sobrevivieron a sus crímenes, incluso aun%ue se descubriera a otro asesino, se le sacara de su escondite y se le llevara con retraso antede la la =usticia, seríadelcada ve más e%uiparar enormidad de e$periencia su crimen con la santidad dignidad proceso legaldifícil Apensem os en laladesconcertante de los procesos a #emianiuC y a Barbie. (ambi:n van %uedando cada ve menos personas %ue, en la :poca de las cámaras de gas, fueran lo suficientemente mayores como para poder decidir si debían abrir o cerrar la puerta a los e$tra)os %ue iban buscando refugio. 'i cobrarse el pago de los crímenes o li%uidar las cuentas agotaran el significado histórico del Holocausto, se podría de=ar %ue este espantoso episodio se %uedara en el lugar en el %ue aparentemente está Aen el pasado y de=arlo en manos de los historiadores profesionales. 'in embargo, la verdad es %ue el a=uste de cuentas es simplemente una raón para recordar el Holocausto para siempre. < una raón menor, como se va demostrando a medida %ue va perdiendo su importancia pr"ctica. Hoy, más %ue nunca, el Holocausto ha de=ado de ser una propiedad privada, caso de %ue lo fuera algunapara ve.%ue ?opidan es de favores, los %ue losimpatía perpetraron, para %ue especiales sean castigados, ni de víctimas directas, o indulgencia a cuenta de sus los sufrimientos pasados, y tampoco de los testigos, para %ue bus%uen el perdón o certificados de inocencia. El significado actual del Holocausto es la lecci!n %ue contiene para toda la humanidad. 7a lección del Holocausto es la facilidad con %ue la mayor parte de las personas, cuando se las pone en una situación en la %ue no tienen una elección buena o bien esa elección es demasiado costosa, se convencen a sí mismos y se ale=an de la cuestión del deber moral Ao no se convencen de seguirla adoptando, por el contrario, los preceptos del inter:s racional y la propia conservación. En un sistema en el %ue la racionalidad y la +tica apuntan en direcciones opuestas# la humanidad es la principal derrotada . El mal puede hacer su traba=o sucio con la esperana de %ue la mayor parte de las personas, durante la

mayor parte del tiempo, se abstengan de hacer cosas imprudentes y precipitadas, y resistirse al mal es imprudente y precipitado. El mal no necesita de seguidores entusiastas ni de un p@blico %ue le aplauda. El instinto de conservación lo hará todo, animado por el pensamiento reconfortante de %ue, gracias a #ios, todavía no me toca a mí1 si ahora me escondo, todavía me puedo escapar. < hay otra lección del Holocausto %ue no es menos importante. 'i la primera lección contenía advertencia, la segunda ofrece una esperana. Es la segunda lección la %ue hace %ue una mereca la pena insistir en lanos primera. 7a segunda lección nos dice %ue poner la propia conservación por encima del deber moral no es algo en absoluto predeterminado, inevitable e ineludible. 2 uno lo pueden presionar para %ue lo haga, pero no le pueden forar a hacerlo y, en consecuencia, no puede traspasar la responsabilidad moral de haberlo hecho a los %ue e=ercieron la presión. No importa cu"ntos eligieron el deer moral por encima de la racionalidad de la propia conservaci!n' 5o %ue importa es %ue algunos lo hicieron . El mal no es todopoderoso. 'e puede resistir. El testimonio de los pocos %ue se le resistieron acaba con la autoridad de la lógica de la propia conservación. #emuestra lo %ue en definitiva es1 una elecci!n. !no se pregunta cuánta gente debe desafiar a esa lógica para %ue el mal %uede incapacitado. GE$iste un umbral mágico de oposición más allá del cual la tecnología del mal se detenga con un gran ruido de frenos

2p:ndice

Manipulación social de la oralidad: actores orali*adores, acción adia+ori*ante

>reo %ue el honor del &remio Europeo 2malfi le corresponde al libro titulado Modernidad y Holocausto, no a su autor, y, en nombre de ese libro y, en particular, de su mensa=e, acepto agradecido y con alegría este reconocimiento profesional. 7a distinción a %ue se ha hecho acreedor este libro me satisface por distintas raones1 &rimero1 este libro nació de la e$periencia %ue hasta hace poco abarcaba la profunda y aparentemente infran%ueable división entre lo %ue solíamos llamar Europa «del Este» y Europa «occidental». 7as ideas y el mensa=e %ue el libro recoge se gestaron tanto en mi universidad de srcen, en Oarsovia, como en compa)ía de mis colegas en el 5eino !nido, el país %ue, en mis a)os de e$ilio, me ofreció un segundo hogar. Esta ideas no sabían de divisionesS sólo sabían de una e$periencia europea compartida, de una historia com@n cuya unidad puede desmentirse, o incluso eliminarse por un tiempo, pero no puede %uebrarse. 3i libro se refiere al destino compartido por todos los europeos. 'egundo1 este libro no habría e$istido de no ser por mi amiga y compa)era de toda la vida, ;anina, cuyo inter in the Morning, un libro de recuerdos de los a)os de infamia humana, me abrió los o=os ante lo %ue no solemos %uere r ver. Escribir Modernidad y Holocausto se convirtió en una obligación intelectual y en un deber moral despu:s de haber leído el resumen de ;anina sobre la triste sabiduría %ue había ad%uirido en el círculo interior del infierno creado por el hombre1 deluchas la crueldad es %ue deshumania víctimas antes de destruirlas. < la «7o másmás duracruel de las es seguir siendo humano ena sus condiciones inhumanas». Rntent: recoger la amarga sabiduría de ;anina en el mensa=e de mi libro. (ercero1 El mismo mensa=e, un mensa=e sobre la cara oculta e indecorosa de nuestro confiado, próspero, feli mundo y sobre el peligroso =uego al %ue este mundo somete los impulsos morales del hombre, parece estar en resonancia con unas preocupaciones cada ve más compartidas. 'upongo %ue este es el sentido de conceder el codiciado &remio 2malfi a un libro %ue contiene ese mensa=e y la raón por la cual la prestigiosa >onferencia 2malfi está dedicada este a)o a la relación entre moralidad y utilidad, cuyo divorcio, como apunta el mensa=e, es la raí de los :$itos más espectaculares de nuestra civiliación, y de sus crímenes más aterradores. 7a @nica oportunidad de %ue nuestro mundo se reconcilie con sus pavorosos poderes es superar este divorcio. 7a conferencia %ue seguidamente voy a

pronunciar es por ello algo más %ue una reiteración del mensa=e del libro. Es una vo %ue se suma a un discurso %ue, o=alá, sigamos compartiendo.

irtutem doctrina paret naturane donet. &ara los antiguos romanos, el dilema era tan profundo como lo sigue siendo para nosotros. 7a moralidad, Gse ense)a o pertenece a la misma e$istencia humana, Gresulta del proceso de socialiación o «ya está ahí» antes del aprendia=e, Ges un producto social 8, como apuntó 3a$ 'cheler, esa sensación %ue acompa)a, esa substancia propia del comportamiento moral, Ges una condición previa a toda vida social 7o habitual es %ue la pregunta sea rápidamente despachada achacándole un inter:s meramente acad:mico. 2 veces acaba meclada con cuestiones ociosas y superfluas suscitadas por una curiosidad metafísica, incansable, pero claramente sospechosa. >uando la pregunta se plantea abiertamente a los sociólogos, :stos consideran %ue ya la han respondido, hace tiempo, Hobbes y #urCheim, y de manera concluyente , de suerte %ue los hábitos sociológicos la han podido convertir en una noZpregunta. &ara los sociólogos, la sociedad está en el srcen de todo lo humano, y todo lo humano se srcina a trav:s del aprendia=e social. < esto no suele someterse a discusión. &or lo %ue a nosotros nos interesa, la cuestión se resolvió antes de %ue se pudiera contrastar1 en su resolución se creó el lengua=e %ue confiere especificida d a nuestro discurso sociol ógico. >on este lengua=e la moralidad puede plantearse en societales. t:rminos deabría conformarse con esta observación trivial y permitirle a la sociología proseguir con su discurso selectivo de siempre, y con su silencio selectivo de siempre, si la apuesta por el silencio persistente no fuera tan peligrosa. &eligrosa hasta el e$tremo %ue el Holocausto,

:ulagsedeencargaron, Hiroshima el encargó me=or, comoo se demostrar elpaulatina problemapero conimplacablemente, %ue se enfrentarondelosdemostrar. autores del8, :ulagy de Hiroshima cuando llevaron a =uicio, condenaron y sentenciaron a los vencidos responsables de 2uschNit. Hannah 2rendt, en lo me=or de su habitual perspicacia e irreverencia, se)aló el alcance de estos problemas1 7o %ue hemos e$igido en estos =uicios, en los %ue los acusados han cometido crímenes «legales», es %ue los seres humanos sean capaces de diferenciar el bien del mal incluso cuando todo lo %ue les puede servir de guía sea su propio criterio, %ue, además, está enfrentado con lo %ue deben considerar como la opinión unánime de todos los %ue les rodean. < esta cuestión es absolutamente seria, ya %ue sabemos %ue los pocos %ue fueron lo suficientemente «prepotentes» como para confiar solamente en su propio criterio no fueron iguales en absoluto a las personas %ue siguieron obrando de acuerdo a los antiguos valores

o a los %ue se guiaron por sus creencias religiosas D" 7os pocos %ue fueron capaces de distinguir el bien del mal confiaron solamente en su propio criterio y lo hicieron con toda libertad. ?o había normas %ue acatar, ba=o las cuales se pudieran subsumir los casos particulares con los %ue se tenían %ue enfrentar. 7a pregunta %ue se plantea es la siguiente1 Ghabría tenido sentimiento de culpa alguno de los =ugados si hubieran ganado 7a terrible conclusión es %ue la respuesta tuvo %ue ser, %ue sin ning@n g:nero de dudas, %ue no disponemos argumentos e$plicar no debería de haber sido «no», así. 2lydecretarse como a=enadea lo e$istente opara a los tribunales toda distinción entre el bien y el mal %ue no venga sellada con la sanción de la sociedad, no podemos e$igir en serio %ue los individuos tomen iniciativas morales. (ampoco podemos cargarles con la responsabilidad de sus opciones morales, salvo %ue la responsabilidad haya sido de facto adelantada por las opciones %ue prescribe la sociedad. < no nos gustaría %ue esto fuera lo habitual, es decir, e$igirles a los individuos %ue tomen sus decisiones morales ba=o su entera responsabilidad. Hacerlo supondría, en definitiva, dar pábulo a una responsabilidad moral %ue subvierte el poder legislativo de la sociedad, y G%u: sociedad renunciaría voluntariamente a este poder, salvo en beneficio de una fuera militar aplastante 7levar a =uicio a los responsables de 2uschNit no fue, ciertamente, una tarea sencilla para a%u:llos %ue mantenían el secreto del :ulag y preparaban en secreto Hiroshima. ^uiá se deba a esta dificultad el %ue, como se)aló Harry 5edner, «gran parte de la vida y del pensamiento actuales se basan en el supuesto de %ue 2uschNit e Hiroshima nunca ocurrieron, o, si ocurrieron, sólo fueron sucesos, le=anos y antiguos, %ue no deben preocuparnos ahora». 7os dilemas legales suscitados por los =uicios de ?uremberg se resolvieron ahí y entonces, tras plantearse como cuestiones locales, específi cas de un caso e$traordinario y patológico, a las %ue nunca se permitió rebasar los límites de su cuidadosamente acotada estreche de miras y a las %ue se amorta=ó tan pronto como parecieron descontrolarse. ?o se produ=o, ni se intentó, una revisión fundamental de nuestra conciencia. #urante muchas d:cadas Whasta el día de hoy, podría decirseW la vo de 2rendt permaneció en soledad. 3ucha de la cólera %ue levantó el análisis de 2rendt se debió al empe)o por no recusar nuestra autoconciencia. 'ólo se aceptaron e$plicaciones de los crímenes nais %ue fueran claramente irrelevantes para nosotros, para nuestro mundo, para nuestra de vida. Estasdee$plicaciones logran la doble proea de condenar al inculpado y deforma e$culpar al mundo sus vencedores. 5esulta vano discutir si la marginación del crimen cometido Wcon toda la ferocidad de la aclamación social o con la aprobación tácita de la genteW por unas personas %ue «no eran ni pervertidos ni sádicos», %ue «eran, y siguen siendo, aterradoramente normales» A2rendt, fue deliberada o inadvertida, lograda a propósito o por descuido. 7o cierto es %ue la cuarentena decretada medio siglo atrás nunca terminóS si acaso, las alambradas son ahora más espesas. 2uschNit ha pasado a la historia como un problema «=udío» o «alemán», como una propiedad privada =udía o alemana. #e gran importancia en los «Estudios ;udíos», ha %uedado relegado a las notas en pie de página o a los párrafos de rigor por el grueso de la historiografía europea. 7os libros sobre el Holocausto se rese)an en las secciones dedicadas a los «(emas ;udíos». 7a incidencia de esta costumbre viene

respaldada por el vehemente rechao del estalishment =udío a todo intento, por tímido %ue sea, de «e$propiar» la in=usticia %ue los =udíos, y sólo los =udíos, padecieron. El Estado =udío desearía ser el @nico albacea y, sin duda, el @nico legítimo heredero de esta in=usticia. Esta impía santa aliana impide de hecho %ue la e$periencia, %ue insiste en narrar como «e$clusivamente =udía», pueda convertirse en un problema universal de la moderna condición humana y, por tanto, en una propiedad p@blica. 8tra manera de presentar 2uschNit es como un acontecimiento %ue sólo puede e$plicarse si se remite a las e$traordinarias de la historia 2lemania, a los conflictos cultura alemana,circunvoluciones a los errores garrafales de lade filosofía alemana, al carácterinteriores nacional de la desconcertantemente autoritario de los alemanes1 la estreche de miras y la marginación resultantes son parecidas. &or @ltimo, otra manera, acaso la más perversa, de marginar el crimen y de e$culpar a la modernidad es la estrategia de sustraer al Holocausto de la comparación con fenómenos similares para interpretarlo como la irrupción de fueras premodernas Abárbaras, irracionales supuestamente eliminadas desde antiguo en las sociedades civiliadas «normales» pero insuficientemente dome)adas o inadecuadamente controladas por la supuestamente escasa o defectuosa moderniación de 2lemania. >abe esperar %ue esta estrategia de defensa sea la preferida1 en definitiva, reitera y confirma tangencialmente el mito etiológico de la civiliación moderna como el triunfo de la raón sobre la pasión, y refuera la creencia en %ue este triunfo supone un rotundo paso adelante en el desarrollo histórico de la moralidad. El resultado combinado de estas tres estrategias se sigan deliberada o inconscientemente es la proverbial perple=idad de los historiadores, %ue insistentemente se %ue=an de %ue, por mucho %ue lo intenten, no logran comprender el episodio más espectacular de este siglo, cuyo relato, no obstante, han escrito con pericia y siguen escribiendo cada ve con mayor detalle. 'a@l Mriedlánder lamenta esta «parálisis de los historiadores», %ue, seg@n su Aampliamente compartido parecer, «se debe a la simultaneidad e interacción de fenómenos completamente heterog:neos1 fanatismo mesiánico y estructuras burocráticas, impulsos patológicos y decretos administrativos, actitudes arcaicas en una sociedad industrial iada». 2trapados en la red de las narraciones marginadoras %ue todos ayudamos a te=er no logramos ver lo %ue miramos1 sólo percibimos la confusa heterogeneidad de la imagen, coe$istencia de cosas %ue nuestro lengua=e no permite %ue coe$istan, complicidad entre unos factores %ue, seg@n nuestras narraciones, pertenecen a distintos tiempos, 7a heterogeneidad es y un descubrimiento, es una premisa. Esta distintas premisa es:pocas. la %ue genera asombro donde no podría debería haber comprensión. En *+J4, en lo más hondo de la oscuridad, Talter Ben=amín apuntó un mensa=e %ue, vistas la persistente parálisis de los historiadores y la imperturbable ecuanimidad de los sociólogos, todavía hay %ue escuchar de verdad1 «Este asombro no puede ser el punto de partida para una comprensión cabal de la historia, salvo si es para comprender %ue el concepto de historia %ue lo causa es insostenile. . 7o insostenible es concebir nuestra historia europea como el triunfo de la humanidad sobre el animal %ue el hombre lleva dentro, como el triunfo de la organiación racional sobre la crueldad de una vida repugnante, salva=e y corta. (ambi:n es insostenible concebir la sociedad moderna como una contundente fuera moraliadora, sus instituciones como poderes civiliadores, sus controles coercitivos como di%ues %ue defienden la %uebradia humanidad contra las riadas

de las pasiones animales. El resto de esta conferencia está dedicado, siguiendo el libro %ue comenta, a e$poner las raones de esta insostenibilidad. Rnsistamos1 la dificultad para demostrar lo insostenible de lo %ue com@nmente son premisas de sentido com@n del discurso sociológico se debe en gran medida a la naturalea intrínseca del lengua=e de la narración sociológicaS como todos los lengua=es, define sus ob=etos cuando pretende estar describi:ndolos. 7a autoridad moral de la sociedad se demuestra sí misma hasta lo tautológico en lacomo medida en %ue 7a todaacción conducta %ue no se a=usta a lopor societalmente sancionado se define inmoral. societalmente sancionada será buena mientras la acción condenada por la sociedad se defina como mala. ?o hay salida fácil de este círculo vicioso, en la medida en %ue toda posibilidad de referirse al srcen preZsocial de la moral ha %uedado de entrada condenada por violar las normas de la racionalidad lingUística, la @nica racionalidad de la %ue entiende el lengua=e. El uso del lengua=e sociológico supone aceptar la visión del mundo %ue este lengua=e genera, y supone el consentimiento tácito para proseguir el discurso de tal manera %ue toda referencia a la realidad se remita a ese mundo generado. 7a visión del mundo generada por el lengua=e sociológico replica el :$ito de los poderes legislativos de la sociedad. &ero no sólo hace esto1 silencia la posibilidad de esboar visiones alternativasS el :$ito de esos poderes consiste en suprimir las visiones alternativas. El poderseparación, de definición del lengua=e refuera, por tanto, los poderes diferenciación, segregación y eliminación %ue residen en la estructura de lade dominación social. (ambi:n recibe su legitimidad y su capacidad persuasiva de esas estructuras. 8ntológicamente, «estructura» significa repetición relativa, monotonía de sucesos, y por ello significa, epistemológicamente, predictibilidad. Hablamos de estructuras cuando estamos ante un espacio en el %ue las probabilidades no están distribuidas al aar1 algunos acontecimientos son más probables %ue otros. En este sentido, el hábitat humano está «estructurado»1 una isla de regularidades en un mar de aar. Esta precaria regularidad es el logro de la organiación social, su rasgo definitorio decisivo. (oda organiación social, ya sea de forma intencionada o totali$adora Apor e=emplo, ir perfilando ámbitos de homogeneidad relativa mediante la eliminación o degradación Whaciendo irrelevante o minimiando importanciaW losla rasgos distintivos y en consecuencia potencialmentesudivisivos, consistedeentodos someter conducta de sus unidades a criterios de evaluación instrumentales o de procedimiento. >onsiste, igualmente, en deslegaliar todos los otros criterios, especialmente a%uellos %ue puedan hacer %ue el comportamiento de las unidades se resista a las presiones uniformiadoras y, por tanto, sea aut!nomo con respecto al propósito colectivo de la organiación Acriterios %ue vistos desde los re%uisitos organiativos son impredecibles y potencialmente desestabiliadores. Entre los criterios se)alados para ser eliminados destaca el impulso moral, el srcen del comportamiento más visiblemente autónomo Ay, por tanto, desde el punto de vista de la organiación, más impredecile. 7a autonomía del comportamiento moral es completa e irreductible. ?o puede codificarse, en la medida en %ue no se a=usta a otro fin %ue el propio y no se relaciona con nada e$terno a sí mismo, es decir, no hay una relación %ue se pudiera

dirigir, normaliar o codificar. El comportamiento moral, como ha se)alado el mayor de los filósofos de la moral del siglo __, Emmanuel 7:vinas, se desencadena ante la simple presencia del 8tro como cara, es decir, como una autoridad sin fuera. El 8tro e$ige, sin amenaar con castigar ni prometer recompensasS su e$igencia no tiene sanción. El 8tro no puede hacer nadaS y su debilidad revela mi fuera, mi capacidad para actuar, precisamente como responsabilidad. 7a acción moral es lo %ue sigue a esta responsabilidad. 2 diferencia de la acción desencadenada por el miedo al castigo o por la promesa de la recompensa, la acción moral no produce ni asegura la supervivencia. En cuanto acción sin finalidad, no puede ser ob=eto de una:$ito ordenación heterónoma ni de la argumentación racional, no sabe de conatus essendi, de ahí %ue elida el raonamiento del «inter:s racional» y la pertinencia del cálculo de supervivencia, sendos puentes hacia el mundo de «lo %ue hay», de la dependencia y la heteronomía. 7a cara del 8tro es, como apunta 7:vinas, un límite al empe)o por e$istir. ompany1 Tashington, *+4, págs. 4Z*. &ierreZ2ndr: (aguieff ha publicado recientemente un estudio muy completo sobre los fundamentos sociopsicológicos del racismo y fenómenos relacionados, entre los cuales el resentimiento contra el m+tissage Amestia=e tiene un papel primordial. El caso de los mestios se diferencia de forma significativa de casos aparentemente similares de «límites desdibu=ados». 'i los marginados sociales, las personas están, por decirlo de manera,fuera «desZcategoriados» los inmigrantes tiendendeclass+ a estar, «aZcategoriados», es alguna decir, e$isten de la clasificacióny dominante y, por lo tanto, en con=unto, no minan su autoridad, los mestios están «supraZ categoriados». Hacen %ue se solapen los campos semánticos %ue deben estar cuidadosamente vallados y mantenerse separados si la clasificación dominante %uiere conservar su autoridad Av:ase 5a forc+ du pr+jug+- essai sur le racisme et ses doules. ditions la #:couverte1 &arís, *+, pág. 0J0.  D/

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?otas 0

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(aguieff, 5a forc+ du pr+jug+, págs. L+Z4. 2lbert 3emmi en 5e racisme. 9allimard1 &arís, *+/, mantiene %ue «el racismo, no el antirracismo, es aut:nticamente universal» Apág. *K y e$plica el misterio de su supuesta universalidad haciendo referencia a otro misterio, al miedo instintivo %ue siempre inspira toda diferencia. !no no entiende al diferente %ue, por esa raón, se convierte en el desconocido y lo desconocido es una fuente de terror. En opinión de 3emmi, el horror hacia lo desconocido «tiene sus raíces en la historia de nuestra especie, en cuyo transcurso, lo desconocido era el srcen del peligro» Apág. /4. 7o %ue se sugiere, por tanto, es %ue la universalidad putativa del racismo es producto del aprendia=e de la especie. !na ve ad%uiridas sus bases preculturales, es inmune al impacto del aprendia=e individual.  D0

(aguieff, 5a forc+ du pr+jug+, pág. +*. 

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2sí, 3aimónides1 «'i los paganos les dicen danos a uno de los tuyos y le mataremos por%ue si no os mataremos a todosY todos deben ser muertos y no se debe

entregar ni si%uiera una sola alma =udía». The 7undamentals of the Torah , KK. (ambi:n &irCei 2bboth1 «!n hombre llegó una ve ante 5eba y le di=o1 XEl gobernador de mi ciudad me ha ordenado %ue mate a cierta persona y %ue si me niego, me matará a míY. 5eba le respondió1 X3uere pero no mates. G>rees %ue tu sangre es más ro=a %ue la suya 2caso la suya sea más ro=a %ue la tuyaY» A&es. /Kb. El Talmud de ;erusal:n ense)a lo siguiente1 «!na compa)ía de =udíos se encontraba via=ando por un camino cuando se encontraron con unos gentiles %ue les di=eron1 X#adnos a uno de los vuestros para %ue le matemos por%ue si no mataremos a todosY.EnRncluso resultaran muertos, no deben unaossola alma de Rsrael». cuantoaun%ue al caso todos de %ue los propios enemigos den elentregar nombrenide la persona en concreto a la %ue %uieren castigar, la opinión de las autoridades está dividida. 'in embargo, incluso en este caso el Talmud aconse=a %ue se considere a la lu de la siguiente historia1 «!lla bar Qoshev estaba reclamado por el gobierno. Escapó para pedir asilo al rabino ;oshua ben 7evi de 7od. 7as fueras del gobierno llegaron y rodearon la ciudad. #i=eron1 I'i no nos lo entregáis, destruiremos la ciudadF. El rabino ;oshua se acercó a !lla bar Qoshev y le convenció para %ue se entregara. El profeta Elias solía aparecerse al rabino ;oshua, pero desde ese momento de=ó de hacerlo. El rabino ;oshua ayunó muchos días y finalmente Elias se le reveló. IG'e supone %ue tengo %ue aparecerme a los delatoresF, preguntó. El rabino ;oshua di=o1 Iitado por (runC 'Budenrat, pág. J/0.  >itado por (runC, Budenrat, pág. ___RR. 

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>itado por (r unC, Be3ish ;esponsos to Na$i Persecution- Collective and Fndividual ehaviour in E/tremis. 'tein  #ay1 ?ueva hristie, «2uthoritarianism 5eZe$amined», en Studies in the Scope and Method of (he 2uthoritarian &ersonality, eds. 5ichard >hristie  3arie ;ahVda. Mree &ress1 9lencoe, RRR, *+KJ, pág. *+J.  D0

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-omunista hasta la represión antisemita de *+LS la consiguiente purga le obligó a abandonar su puesto como profesor de filosofía y sociología en la !niversidad de Oarsovia. #esde entonces ha ense)ado sociología en Rsrael, Estados !nidos y >anadá, y es profesor em:rito en la !niversidad de 7eeds. 2utor de una obra abundante, en la %ue destacan libros fundamentales de laBauman sociología contemporánea y holocausto 3odernidad lí%uida, ha alcanado en estos como @ltimos3odernidad a)os el reconocimiento %ue o merece un intelectual de su talla y trayectoria. Ha sido galardonado con el &remio 2malfi de 'ociología y >iencias 'ociales A*++/ y el (heodor T. 2dorno A*++.

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