Zendalas : mandalas para la meditación creativa es editado por EDICIONES LEA S.A. Av. Dorrego 330 C1414CJQ Ciudad de Buenos Aires, Argentina. E-mail:
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ZENDALAS MANDALAS PARA LA MEDITACIÓN CREATIVA
Lic. Laura Podio
Agradecimientos Cada vez que comienzo a escribir un nuevo trabajo, suceden hechos maravillosos que me ayudan con la tarea. Cuando me pongo a crear, siempre tengo a mi lado seres que me sostienen con su amor. Mi vida y sus senderos me llevaron a distintas experiencias, algunas más drásticas que otras, pero siempre han sido una vía de crecimiento, un modo de ampliar mi mirada, y estoy agradecida a la vida por ello. Como cada vez, debo agradecer a mis Editores, quienes con absoluta confianza me dejan vía libre para crear, sin limitarme en mis incursiones a temas diferentes o en mis vuelos. También debo agradecer a mis alumnos y mis amigos (a veces ambas funciones conviven en la misma persona), ya que muchos de ellos son copartícipes de mis aventuras, y que de manera entusiasta me apoyan en nuevos descubrimientos, proveyéndome de producciones y manifestando sus vivencias en la ejecución de trabajos. Agradezco una y mil veces a la vida por haber sido bendecida con tanto Amor, es el único alimento que me permite crear, creer y crecer...
Introducción n una reunión con mi editor, él me contaba cómo había una nueva corriente de trabajo artístico por el que se trabaja gráficamente con “garabatos”, en inglés doodle o doodling. Para mi sorpresa era un tema que hacía años que utilizaba en mis clases de arte, ya que se trata de un contenido en la planificación del área artística en escuelas. Esta técnica es algo muy utilizado en distintas áreas artísticas, se trabaja por medio de texturas visuales, grafismos con los que cubrimos una superficie para lograr un efecto determinado. La mayoría de nosotros hacemos esto automáticamente casi sin advertirlo, ya sea al utilizar el teléfono por largo rato, o cuando escuchamos una conferencia o una clase. Llenamos de dibujitos y decoraciones nuestros cuadernos desde que éramos niños, o al menos adolescentes. Esta actividad aparentemente tan trivial ayuda a mantener un tipo de atención especial, y también ayuda a relajarnos. Así como lo he hecho con Arte Curativo con Mandalas y otros libros sobre el tema que se han publicado, mi intención es que esta sea una nueva herramienta, especialmente orientada a aquellas personas que no están particularmente interesadas en trabajar con el color, como es el caso de pintar mandalas, o que sienten que “el arte no es lo suyo”. Para realizar Zendalas no hace falta más talento que el necesario para trazar líneas y combinarlas entre sí, aunque, sorprendentemente, esto genera obras de una gran belleza. Pueden sorprenderse de lo que logra un simple bolígrafo negro sobre un papel en blanco. Los invito a transitar esta aventura.
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Para comenzar… ¿Qué es un zendala?
a palabra “zendala” es inventada, es un híbrido entre una expresión, “zentangle”, y la palabra “mandala” En primer lugar debería explicar qué significa zentangle, pues bien, también es una palabra inventada, pero esta vez en inglés. El sufijo tangle significa “enredo”, “nudo”, “embrollo”, “confusión”, “maraña”… y unido a la palabra zen alude a un tipo de proceso de dibujo que se utiliza como un modo de meditación. De este modo, la palabra “zentangle” es el uso de un patrón básico y repetitivo de dibujo, formando una textura. Si éstos patrones repetitivos se dibujan dentro de una forma circular podemos hablar de “zendalas”. O sea, un zendala es una forma particular de mandala y por eso hablaremos a veces indistintamente de unos y otros. Los zentangle son extremadamente atractivos visualmente y muchos de nosotros los hemos dibujado automáticamente cuando hablábamos por teléfono, o mientras escuchábamos alguna conferencia o una clase. Seguramente habrán notado, al ver los diseños de este libro, que cualquiera de nosotros puede hacerlos. No se necesita un talento artístico en particular ni tampoco grandes despliegues de materiales. Incluso es muchísimo mejor realizarlos en pequeños papeles, ya que llevan un tiempo considerable en su finalización, por lo que la superficie no debería ser demasiado amplia, así podemos disfrutar en realizarlos y no nos “aburrimos” en el intento. Algunas personas dirán que son sólo garabatos, otros dirán que cualquiera puede hacerlos y otros dirán que no se trata de arte… Casi todo es cierto de alguna manera, pero realmente se pueden lograr resultados artísticos maravillosos solamente con estilógrafos de tinta china en distintos grosores y un
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papel en blanco. Lo que puedo asegurarles, luego de años de dibujar, diseñar y pintar mandalas, es que el trabajo con zendalas logra incluso estados más profundos de meditación y sin dudas más gratificación gracias a la posibilidad de hacerlos en cualquier lugar y momento. Es una técnica que, como dicen algunos alumnos, nos “limpia” la cabeza. Uno de los principales pasos a la hora de comenzar a hacer zendalas es descansar en que el mismo diseño nos impulsa a buscar qué hay en su interior. Si uno puede conectarse y de esa manera encontrar las formas, las texturas que van llenando cada porción, se irá logrando paulatinamente un estado de paz interna, un inicio de relajación. Este es el estado de meditación zen del que hablaremos aquí. Es una manera de crecer mientras vamos trabajando, vamos cerrando las vías de los estímulos interiores, que nos traen distracciones permanentes –así como preocupación y estrés– y nos concentramos plenamente con el pequeño espacio que estamos dibujando, rellenando con texturas. Vamos siguiendo el ritmo de los trazos del estilógrafo, de la tinta que va marcando la hoja, de la manera en que estamos tomando la herramienta, de la textura del papel que recibe el trazo, de la blancura que deja de ser un vacío para estar ornamentada con nuestras líneas. Es en esta belleza externa que hallaremos nuestra belleza interna, nuestros pequeños espacios interiores, nuestros silencios y nuestras palabras… Es en ese momento en que comenzaremos a relajar el cuerpo y focalizar la mente y los sentidos.
Zen-dalas… Zen, ¿Qué es la meditación Zen? ntes de relatarles algunas características acerca del budismo Zen, quisiera aclarar que ninguna de las prácticas artísticas que propongo en este libro implican una adhesión a algún credo religioso. Mi intención es explicar desde dónde surge la idea de realizar un tipo de meditación activa por medio de herramientas de arte. Algo que no me canso de repetir es que si bien llamamos mandalas, o en este caso zendalas, a los diseños concéntricos que dibujamos, no son diseños de connotación religiosa, sino medios de aquietarnos, calmar el estrés cotidiano y disfrutar una actividad placentera. Si dijimos anteriormente que la palabra zendala es una fusión entre mandala y zen (zentangle), debemos aclarar qué significa la meditación zen. La meditación zen es una práctica del Budismo: el budismo es una religión, lo cual implica una creencia, pero también es un movimiento filosófico, lo cual implica un modo de afrontar la vida. El movimiento budista fue creado por la figura de Siddharta Gautama, conocido como el Budha Sakkyamuni, que vivió en el Siglo V antes de Cristo en India. Siddharta Gautama era un príncipe, cuyo padre lo había protegido de experimentar los males del mundo. Esto lo hizo con grandes esfuerzos debido a una predicción que un sabio había hecho sobre la cuna del recién nacido príncipe. Por obvias razones, el rey no quería que su hijo se transformara en un monje mendigo y trataría de evitarlo por todos los medios. Aquel sabio vidente que habló cuando el pequeño príncipe era aún un bebé, dijo que en cuanto Siddharta viese a un anciano, un enfermo, un muerto y un asceta, dejaría la vida lujosa del palacio y se dedicaría al camino de la renunciación. De más está decir que los esfuerzos del rey no tuvieron éxito, y el futuro Budha tuvo estos cuatro encuentros, los cuales hicieron que diera un giro en su vida y se dedicara a vencer el envejecimiento, la enfermedad y la muerte llevando una vida de asceta, de buscador espiritual. En su camino tuvo varios maestros y aprendió diferentes modos de meditación, yoga y practicó severas austeridades para alcanzar el estado de liberación de las ataduras del cuerpo físico por medio de grandes privaciones. Al cabo de un tiempo comprendió que la mortificación del cuerpo no llevaba a la Iluminación, y que la fuente de la sabiduría no provenía de los maestros externos, entonces se dedicó a buscarla dentro de sí mismo. Ni el extremo ascetismo, ni la vida de extremos placeres llevarían a la Iluminación, sino que se debería buscar el sendero del medio. En un principio Siddharta estuvo solo, pero luego de un tiempo comenzó a tener seguidores. Su pensamiento y doctrina impactó fuertemente en el marco de una India inmersa en la religión brahmánica, poblada de rituales y, en algún punto, en decadencia moral. Pronto las enseñanzas del Budha estarían recorriendo grandes territorios, en el subcontinente indio y más allá. La palabra Budha es el término sánscrito que significa “el despierto”, “el que ha despertado”. O sea, el Budha tal como lo conocemos nace del hinduismo, pero perfila su propia doctrina y lo hace con el ejemplo de su propia vida. Luego de su origen, el budismo se extendió por toda India, Tíbet y el sudeste asiático. En cada lugar tomó características particulares en base a las enseñanzas primordiales de su creador. Ante la gran cantidad de distintas escuelas budistas y la confusión que esto generaba, algunos grupos de monjes y
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maestros se alejaron a los montes y las montañas a practicar el tipo de meditación enseñada por el Budha, así nació la Escuela de Dhyana (término Sánscrito para meditación o “absorción de la mente”). La palabra Dhyana se convirtió en Ch’an na (en chino), y más tarde la expresión se abreviaría en Ch’an. La palabra Zen es la transcripción fonética de la palabra china Ch’an. O sea, la rama Zen deriva de una escuela de meditación. La enseñanza del budismo zen no se basa en escrituras, sino que se establece de maestro a discípulo, tratando de alcanzar la realización por la práctica de la meditación. Es una síntesis entre el Taoísmo y el Budhismo Mahayana (característico del Tibet). Su principio fundamental es que todos los seres tienen una naturaleza búdica, o sea, una naturaleza sabia y despierta. La única tarea necesaria para lograrlo es reconocer ese hecho. Esta naturaleza puede reconocerse si aquietamos la mente, si logramos el vacío mental. En sí mismo el vacío mental es una paradoja, ya que la mente está conformada por pensamientos, pero ciertas prácticas y disciplinas pueden ayudar a calmar el flujo interminable de actividad mental. Se utilizan diferentes técnicas de meditación y prácticas artísticas para que el discípulo quede liberado de sus ataduras psicológicas y vaivenes emocionales. En el budismo zen se emplean métodos “directos” para despertar al alumno y se pone énfasis en lo natural y lo espontáneo, en el momento presente, el aquí y ahora. Es un modo de que el alumno pueda comenzar a ver lo que ya está allí, ante sus ojos, y nunca antes vio. Es un modo de reeducación para poder ver con claridad y despojado de ataduras (o cargas emocionales). Se trata de desarrollar la capacidad de ver la estructura subyacente, la realidad que está detrás del “enredo” del mundo de los objetos, de la experiencia física.
El hecho de trabajar sobre esos enredos creativos, como sucede en la práctica del zendala, nos permito aquietar el flujo de pensamientos y nos quita la responsabilidad de “hacer las cosas correctamente”. Aquí lo que cuenta es la experiencia, la propia comprensión de lo que estamos
haciendo y la satisfacción interna de fluir con la corriente… De esta manera podremos ver las cosas como realmente son, o muy simples o misteriosamente sagradas… o ambas cosas a la vez. Para la doctrina zen los impedimentos mentales son vistos como adherencias o envolturas, que nublan el brillo de nuestra naturaleza iluminada o búdica. Son como las capitas de tierra que se forman en la superficie de las lámparas de vidrio. El zen suele utilizar métodos como el humor, la ironía, el absurdo, ya que intentan desconcertar al alumno y ponerlo en un estado mental nuevo, que le permita ver lo que antes no veía. No se trata entonces de retirarse al medio de una montaña a meditar, sino de permanecer en la vida cotidiana, porque la liberación no es ningún tipo de convencionalismo, sino más bien darnos cuenta de la realidad que nos rodea. No necesitamos posturas extrañas ni ropas llamativas ni rituales complejos, sino sencillamente entender la estructura subyacente a la realidad. La enseñanza se va transformando en parte del individuo, y no tiene que ver con un saber académico, sino más bien una intuición intelectual. Esa es la llamada experiencia del satori (iluminación) sin la cual no es posible comprender el Zen. El maestro Zen Suzuki decía: “El hombre es un ser pensante, pero sus más grandes obras las realiza cuando no piensa ni calcula. Hay que ser como niños, mediante largos años de aprendizaje del arte de olvidarse de sí mismo. Cuando esto se ha conseguido, el hombre piensa y sin embargo no piensa”. Este tipo de pensamiento implica situarse más allá de las apariencias y observar la unidad en todo. Es como si nos situáramos simbólicamente en el centro de una rueda, no siendo perturbados por sus giros sino en equilibrio en el centro de ese mandala simbólico, un lugar donde no hay altos ni bajos, no hay mareos por el movimiento, sino sólo una comprensión completa del movimiento. La concentración en el centro de esa rueda simbólica, de ese mandala, genera imágenes que evocan la idea de movimiento pero también de inmovilidad, evocan la realidad de un mundo de contrastes entre los opuestos, no opuestos antagónicos, enemigos, sino complementarios. La dualidad hace posible la manifestación de la vida, y sólo alcanzaremos la visión real de un cosmos organizado a partir de un eje central, que fija y genera el movimiento armónico en el todo. La llamada meditación en el vacío que propone el budismo no pretende negar la mente, los deseos o las emociones que nos conmueven, ya que éstos son inevitables, son una parte de la naturaleza humana. Se trata de encontrar refugio en el centro del ser, donde es posible observar todos los movimientos, dejando que las pasiones circulen en su ciclo natural, tal como lo hacen las estaciones a lo largo del año. Es fluir con las leyes de Universo y el ritmo de la vida. Otra técnica propuesta por el zen es la meditación zazen, que consiste en focalizar la atención sobre el ritmo respiratorio. Se considera que debe hacerse en todo momento, donde cada uno se encuentre. El aire que inspiramos y exhalamos se análoga a la respiración del Universo. La clave es sentir que no soy yo quien respiro, pero tampoco soy respirado, ya que sólo existe eso, la respiración. El verdadero ritual lo constituye tomar conciencia del aquí y ahora. En la práctica de zentangle y zendalas también se hace énfasis en atender al ritmo respiratorio. El Zen cree en la pureza y la bondad interior, en la intuición sincera del propio corazón, donde reside nuestra inteligencia. Esa es la idea que debería sostenernos para no caer en el desaliento que provocan las muchas dificultades, como si sacáramos las capas que nublan la luminosidad interna y que aprisionan nuestro espíritu. El verdadero maestro Zen conduce al alumno a descubrir su propia y luminosa originalidad, lo ayuda a despojarse de las poses adquiridas. Esto sólo se consigue si es el alumno el que descubre las cosas, el que hace el trabajo interior, esto hará que a ese alumno todo le sea revelado. Lo que ilumina es la comprensión, ya que la misma aleja la oscuridad de la ignorancia de quienes realmente somos.
La pintura Zen Entre otras formas, el Zen se trasmite a través del cultivo de las artes, ya que estas disciplinas son un apoyo para la meditación y se consideran actividades ligadas a la propia realización interior del que las practica, porque nacen del corazón. La pintura, caligrafía, poesía, música, danza, el tiro con arco, la esgrima, los arreglos florales o la ceremonia del té constituyen disciplinas con las que el alumno ejercita su cuerpo, su mente y su espíritu. La pintura Zen es una síntesis entre caligrafía (tomando en cuenta que la caligrafía china o japonesa es en sí misma un arte), la música y la poesía. En la pintura se contraponen la delicadez del trazo y la fragilidad del soporte (generalmente papel de arroz), con la firmeza y el pulso estable que debe tener quien la ejecuta. Lo que debe reflejar el trazo es la impronta, el gesto creador, como la luz de un rayo. No se debería llevar el pincel cargado al papel hasta no tener el impulso interno de hacerlo… Este tipo de técnica deja una apariencia de obra inacabada o sin retoques. No es el perfeccionismo lo que hace bella a una obra, sino su verdad, donde lo inacabado da la idea de infinito. Como decía un gran maestro de la pintura argentina, Leopoldo Torres Agüero, a quien tuve el placer de conocer siendo yo estudiante de Bellas Artes: No es lo mismo un trazo que “aparece” en un punto y “desaparece” en otro, que uno que “nace” en un punto y “muere” en otro. Esta es la razón, nos decía, por la cual en la caligrafía japonesa los trazos nunca tienen cortes abruptos, sino que muestran una pequeña muesca al principio y al final, para demostrar el infinito, como si los mismos trazos dejaran ver parte de su recorrido por encima del papel, pero siguiesen camino en otras partes. El trazo abierto o inacabado nos remite a la potencialidad de desarrollo que contiene ese gesto. Recuerdo cual si fuera el día de hoy, y pasaron casi treinta años, que él nos relató su proceso con el arte Zen. En una crisis creativa se replanteó toda su vida, siendo ya un pintor renombrado y comercialmente activo. En ese momento tomó la decisión de dejar todo y viajar a Japón, donde se alojó en un monasterio Zen y aprendió el arte de la caligrafía… Su relato era de una verdadera experiencia de meditación y sus enseñanzas me acompañaron todos estos años. Si quien realiza la obra se integra a ella, como si ésta fuese una parte de sí, la persona se despierta, descubre el Zen. El individuo pasa a ser un intérprete entre la creación y la inspiración artística. Lo que realmente capta quien que toma al arte desde esta perspectiva no son las formas, sino la vitalidad que fluye en ellas, la energía que les da vida. Como en toda tarea de la vida, son necesarias, diría casi imprescindibles, la paciencia, perseverancia y voluntad para no abandonar antes de lograr los resultados. Si esta experiencia se torna una parte de nosotros y queda impregnada en nuestro corazón, todo lo que realicemos a partir de allí será una obra de arte.
¿Y en India? Meditación activa del hinduismo repetición del mantra escrito esta altura podemos intuir que la meditación, cualquiera sea su origen, intenta que la mente se aquiete y que tomemos conciencia de la propia naturaleza. En el Occidente cristiano también tenemos técnicas para aquietar la mente, como la repetición de las oraciones y los cantos salmodiados. O sea, toda cultura busca una manera de lograr el equilibrio y la concentración ya que se sabe, o se intuye, que esto genera bienestar. En estos tiempos de aldea global es habitual que tomemos técnicas provenientes de culturas muy distintas a la nuestra y que copiemos ciertas partes. A veces esto funciona y otras veces parece, como diría Jung, que nos disfrazamos con “plumas de pájaros ajenos”. Lo concreto es que todos buscamos lo mismo, el Hombre busca la felicidad e intenta lograrla por distintos medios. Algunas personas podrán permanecer horas sentadas con la espalda erguida y los ojos cerrados, mientras que otra no podrán permanecer quietas un solo momento… Entonces… ¿eso quiere decir que tales personas no pueden obtener el beneficio interno que genera la meditación? Por supuesto que no es así. Como sostiene la disciplina zen, un estado meditacional puede alcanzarse en cualquier momento y realizando cualquier actividad. De hecho, un buen maestro debería “diagnosticar” correctamente a sus alumnos, indicándoles el mejor modo de meditar para la naturaleza de cada uno. En el hinduismo esto se realiza naturalmente, ya que hay variadas prácticas para poder aquietar la mente. Una de ellas es la repetición escrita de un mantra, o del nombre de la Divinidad, ya bien sobre un cuaderno tradicional con renglones de escritura, ya bien llenando el mismo diseño de la deidad con su nombre, o completando algún diseño –por ejemplo un yantra o mandala– con dichas escrituras. En general esta actividad se hace cuidando la caligrafía y como un verdadero acto de ofrecimiento devocional. O sea, es como si se recitara correctamente una oración. Por supuesto que equivale a repetir mentalmente un mantra, con la diferencia de que mantenemos más sentidos “ocupados” en la tarea, no sólo frenando el diálogo mental, sino ocupando la vista y toda la atención puesta en la habilidad motora necesaria para escribir. Yo misma he realizado muchos de estos trabajos, y los resultados son muy bellos. También suelo sugerir a mis alumnos que en los zendalas incluyan palabras, textos, incluso relatos escondidos en una intrincada maraña. Generan a menudo un efecto hipnótico, ya que no sólo sirven a quien los realiza, sino también a quien los observa, que deberá concentrar su atención en descifrar el mensaje “enrollado” en la obra de arte.
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Los zendalas, ¿son Mandalas? ¿Qué es un Mandala?
n varios de mis libros anteriores he escrito sobre lo que son los mandalas y para qué se utilizan. Si alguno de ustedes ya los ha leído, esto les servirá como un repaso o, sencillamente, pueden pasarlo por alto. El vocablo Mandala proviene del sánscrito, que es la lengua tradicional y sagrada de India, y significa “cerco”, “superficie consagrada” o, sencillamente, “redondo”. Es un esquema reducido y esencial del mundo; preserva de la invasión de fuerzas disgregadoras de la conciencia, que actualmente podríamos denominar situaciones estresantes. Delinea la superficie consagrada y la preserva de la invasión de las fuerzas disgregadoras de un espacio sagrado. Estas fuerzas, por ejemplo, son simbolizadas por el budismo del Tíbet como ciclos demoníacos. De hecho, en muchos de los mandalas ponen varias “protecciones”, círculos protectores, para evitar que los “demonios” ingresen a ese espacio. En este sentido, el mandala sirve para volver la conciencia a la unidad. Es un tipo de esquema que puede observarse en distintas culturas y diferentes momentos de la historia. En general es un diseño circular, y puede verse también como un esquema reducido y esencial del mundo, que preserva de la invasión de fuerzas disgregadoras de la conciencia. O sea, los tibetanos las llamaban demonios, nosotros las llamamos situaciones estresantes. Los mandalas están formados por figuras incluidas dentro de un círculo, aunque también las pueden contener otras formas básicas (cuadrado, triángulo, etc.). Son diagramas místicos, o también decorativos, en los que dichas formas interactúan de manera dinámica formando hermosos patrones. El psiquiatra suizo, Carl Gustav Jung, agregaba que además de tratarse del esquema del mundo también podía interpretarse como el esquema de nuestra psiquis,
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Según Jung, el motivo del mandala “existió siempre”, basándose en el concepto de inconsciente colectivo, que él consideraba como un sedimento en nuestra psique formado por las experiencias de todos nuestros antepasados. Ese inconsciente colectivo contiene una cantidad de formas fundamentales a las que Jung llama arquetipos. El arquetipo es, por así decirlo, una presencia eterna, como un contenedor dentro del cual cada generación irá colocando sus ideas y experiencias sobre un determinado tema. Estos contenidos no siempre son conscientes, o sea, muchas veces no podemos hablar de ellos y ni siquiera ver sus diferentes aspectos. Jung sostiene que la forma del mandala es el arquetipo del orden interior y en realidad lo considera el principal arquetipo. El centro de un mandala representa la porción más sagrada de toda la personalidad. Como símbolo es antiquísimo, se han encontrado ejemplos desde la prehistoria, aparece en todo el mundo y expresa a la deidad o al Yo. Habría que destacar que estos dos términos están psicológicamente muy relacionados entre sí. Diferentes simbologías utilizan un ordenamiento en forma de rueda o circular. Por ejemplo, en Occidente tenemos el caso del zodíaco o el trazado de las llamadas “cartas natales”. La alquimia medieval también utilizaba la forma circular como analogía de la Totalidad y aún hoy podemos imaginar el paso del tiempo en formato circular. El movimiento circular tiene también el significado de activación de las fuerzas de luz y de sombra de la naturaleza humana y con ello, todos los opuestos psicológicos, de cualquier índole que sean, están contenidos en este tipo de figuras. De manera simbólica, como mencionamos antes, el “círculo protector” impedirá que la conciencia se fragmente por obra de lo inconsciente, que no sería otra cosa que la invasión de los “demonios” o fuerzas disgregadoras de la conciencia. Hay algo más allá del placer estético en dibujar formas circulares, y eso podemos confirmarlo observando cuán vigente está este tipo de formas en el arte y la comunicación visual humana. Suelo pensar que si algo se mantiene y genera este poder de atracción sobre tanta gente es porque resulta necesario a nivel mental y emocional también, a nivel individual y social. La observación de la forma circular provoca un reflejo de identificación con el orden y nos ayuda a lograr un estado de concentración y organización internas. En este libro hablaré de un tipo particular de mandalas, los llamados “zendalas”, que son el mismo tipo de diseños pero trabajados, “pintados” con diferentes tipos de grafismos. La mayor parte de los zendalas están realizados sobre papel blanco con tinta negra, pero los hay también de colores, aunque conservando la característica de estar realizados por medio de grafismos y utilizando básicamente lapiceras de color. El dibujo de mandalas, y de zendalas por supuesto, requiere precisión, disciplina, exactitud, concentración, orden y paciencia y todos los trabajos vinculados lo requerirán también. Además de ser diseños muy bellos, tienen la particularidad de ser armónicos y de estar completos en sí mismos. Nos remiten por su circularidad a una simbología de origen, protección e integridad. La imagen hace que nuestro propio interior se vaya ordenando, el centro hace que pongamos atención a nuestro propio centro. Las ideas a las que remite el mandala son de totalidad, orden, equilibrio, ritmo y compensación de opuestos. En culturas más antiguas han sido tratados como objetos sagrados y como talismanes poseedores de energía positiva o transmutadora del mal en los ámbitos en los que se los empleen. En India se utilizan para alejar las malas energías de las casas y hasta incluso se preparan medicamentos en
presencia de ciertos diseños de este tipo. El investigador de mitos Joseph Campbell sugiere que el mandala es una forma que aparece con las primeras culturas sedentarias, en las cuales es preciso un ordenamiento y que cada individuo del grupo tenga una función específica, a diferencia de las culturas cazadoras-recolectoras, las cuales promovían la autonomía de sus miembros a una muy temprana edad. Jung, tanto en su propia experiencia como en el tratamiento de sus pacientes, descubrió que si hay un momento en que, durante un tratamiento psicoterapéutico o en la vida misma, existe un gran desorden y caos en la mente de un individuo, puede aparecer este símbolo de manera espontánea, ya sea en forma de mandala abstracto dibujado, en un sueño, o como dibujos fantásticos imaginarios. En estos casos aparece como un arquetipo compensador, trayendo orden o bien mostrando la posibilidad del orden. Jung dice que el mandala aparece espontáneamente en dos situaciones: 1) cuando la conciencia ya está fragmentada, lo que entenderíamos actualmente por locura, como una manera de tratar de reorganizarla y volver al equilibrio mental, o 2) cuando hay riesgo de que se fragmente, por ejemplo en situaciones límites de cambio, duelo, enfermedad, estrés profundo, etc. Lo que vengo experimentando a lo largo de los años con este tema es que también pueden aparecer por sencilla necesidad estética y, como explicaré más adelante, porque como actividad nos sumerge en un estado de atemporalidad y tranquilidad mental que hace que queramos repetir la experiencia. Cuando comencé a dibujar mandalas imaginé que éstos formarían parte de un corto período de mi desarrollo artístico. Así como muchos pintores pasan por su “período cubista” o “período expresionista”, pensé que los mandalas estarían en mis trabajos sólo por unos meses y a lo sumo por un par de años. Ya me voy acercando a las dos décadas de hacerlos y cada vez encuentro una nueva veta, un nuevo modo de realizarlos que vuelve a enamorarme de ellos y continuar produciéndolos. Los beneficios de dibujar, pintar u observar mandalas son muchísimos. En primer lugar, si los dibujamos o pintamos, nos permiten realizar objetos estéticamente bellos, trabajar con nuestras emociones, frustraciones y tareas pendientes. Nos ayudan a conocernos más, a observarnos ante las dificultades y los fracasos, ante la apertura para cambiar los planes, intentar flexibilidad de pensamiento y acción. La actividad actúa sobre nuestra conciencia que realiza algo hermoso, y sobre nuestro inconsciente que proyecta sus contenidos en la medida en que trabajamos, en las formas que seleccionamos o en los colores que utilizamos. También es beneficioso este trabajo para desarrollar o fortalecer cualidades como la disciplina, concentración, orden y paciencia. No son una panacea para todos los males, pero son herramientas poderosas a la hora de lograr equilibrio y sanación.
¿Cualquier persona puede hacer zendalas? bsolutamente cualquiera… lo único que se necesita son las herramientas adecuadas y el conocimiento básico para comenzar, pero luego de entender las diferentes posibilidades de textura, muchas de las cuales les presentaré en este libro, la imaginación de cada uno los llevará a diferentes espacios y nuevas experimentaciones… les aseguro que es muy enriquecedor. Realizar zendalas es una tarea para estar atentos, pensativos, pausados, enfocados en una tarea. No nos podemos apurar al realizar un zendala, no nos lo permitirá el propio trabajo, ya que nos forzará a parar el impulso, meditar sobre lo que vamos a hacer y sentir aquello que vayamos haciendo. Pero también, un zendala puede realizarse rápidamente, y servirnos para comenzar el día tomándonos unos minutos en poblar nuestra mente de pensamientos creativos. Todo dependerá del tamaño de nuestro proyecto, de cuán grande o pequeño sea nuestro dibujo. No hace falta, y quiero ser enfática en esto, ser artistas o tener algún tipo de talento especial para hacer este tipo de mandalas, algunas personas pueden necesitar de una guía especial, pero solamente para ganar confianza. Sin dudas es una manera de encontrar un mundo nuevo, un mundo de creatividad, confianza y calma. Este tipo de actividades también nos permiten abrirnos a la belleza, tanto de los que nos rodea como la nuestra propia, y fundamentalmente abrirnos a aceptar las imperfecciones de la vida, también en lo que nos rodea, en nosotros y fundamentalmente en lo que hacemos como trabajo artístico. Es común que aparezcan pensamientos y juicios acerca de cómo debieran ser nuestras líneas, de haber cometido errores o de las vacilaciones propias del trabajo, pero deberíamos preguntarnos ¿Por qué deberían ser perfectas nuestras líneas? Es cierto que al principio puede resultarnos dificultoso, pero la aceptación de nuestro arte nos conducirá a la aceptación de nosotros mismos.
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Desde siempre he tomado al arte como una herramienta terapéutica, no sólo en mi propia vida sino que eso es justamente lo que hago en mis talleres, guiando a otros para que lo utilicen de la misma manera. En momentos de grandes crisis he recurrido a la pintura, la escultura y el dibujo para transitar los momentos difíciles. Particularmente el ejercicio de dar textura a una superficie me parece una excelente salida a las preocupaciones, un magnífico modo de mantener el foco de los pensamientos ocupado en lo que podemos denominar pensamiento lateral, o sea, colocar la atención en algo diferente, para que nuestra mente ponga su creatividad en acción a la hora de resolver problemas. Entonces, hacer zandalas es algo fácil, simple y alcanzable, incluso para quienes digan que no saben dibujar ni pintar. ¿Por qué no es necesario saber dibujar? En primer lugar porque todos sabemos dibujar garabatos… es algo que aprendimos cuando éramos muy pequeños y que nos encantaba hacer. Solamente necesitamos algunas herramientas y el “saber hacer”, que espero poder transmitirles en este libro. Se trata de concentrarse, enfocarse. Será necesario detenerse, pensar y sentir qué es lo que estamos haciendo, sin prisas y vivenciando el aquí y ahora. Si queremos comenzar el día más enfocados podemos hacer zendalas más pequeños, que podamos realizar en algunos minutos. Así también suelo tener diseños grandes y complejos que voy haciendo por partes, un ratito cada vez, hasta que llego a finalizarlos. Lo que suelo hacer en esos casos es seguir un patrón geométrico cuando realizo las texturas, y al menos ir completando las formas que son iguales entre sí antes de dejarlo por ese rato. Muchas veces, mientras mis alumnos del taller pintan o diseñan sus propios mandalas o zendalas, yo hago lo mismo. Eso me permite estar más atenta a lo que sucede en cada uno de sus procesos, curiosamente, a pesar de que no fijo la vista en ellos los “veo” más…
Cuando nos sintamos poco hábiles a la hora de generar nuevas texturas, o de terminar un diseño será el momento en que debemos estar más atentos, porque la paciencia que despliega esta actividad nos hará conocer un nuevo mundo, un mundo de creatividad, confianza y calma. Se trata de abrazar tanto la belleza como las imperfecciones de la vida. No hace falta que una línea sea perfecta, lo principal es que tenga “vida”, que la veamos como fruto de una mano que la trazó, que la acarició y que puede temblar más o menos dependiendo de cada trazo. Esto que parece muy difícil en un inicio, luego se transforma en un modo de actuar ante la vida, y lo más glorioso es que cuando logramos esto, la consecuencia es que comenzamos a aceptarnos a nosotros mismos cada vez más. Al poco tiempo de comenzar a escribir este libro sucedieron cambios sustanciales en mi vida personal. En esos momentos cruciales los zendalas me permitieron atravesar exitosamente las situaciones de estrés. Lo repito una vez más: no son mágicos… pero ayudan y mucho. Me permitieron ahondar en la situación que estaba atravesando y también llegar a muchos momentos de autodescubrimiento. Cuando necesitaba estar enfocada y calma recurría a mis estilógrafos y mis papeles en cualquier lugar, y eso me devolvía mi calma interior y mi centro. De hecho, este libro debería haberse terminado al menos un año antes, pero recién ahora puedo comprender que el tiempo que pasó era el necesario para madurar el proyecto. No en sí para madurar el libro, sino para transitar del mismo modo que transité el camino de los mandalas, la prueba en mí misma de la utilidad de esta práctica de meditación activa. En general no puedo transmitir nada que no haya pasado previamente por mi propia experiencia. Una autora que escribe sobre zentangle (la matriz del trabajo de los zendalas), es la australiana Kass Hall. Ella cuenta su experiencia al sufrir cáncer en cuatro oportunidades, con todas las duras experiencias que esto implica. Señala que ha usado la técnica para mantenerse relajada y con la mente limpia de pensamientos que podrían llevarla a una depresión. Tiene una frase que me conmovió por lo sencilla y profunda en el contexto de su propia vida: “Esta es la vida. Es ahora. Y a pesar de todo es fascinante”. Ojalá podamos siempre estar concientes de este milagro.
¿Cuándo es recomendable realizarlos? Toda ocasión en la que tengamos uno de esos “ratos libres” es ideal para sacar a relucir nuestra libreta de zendalas. Las esperas en los trámites, los momentos en que queremos calmar la mente, los momentos en que estamos esperando una noticia que nos inquieta, todos son momentos propicios para hacer una pausa creativa. Esto es así por dos motivos: primero y principal, la forma de un mandala –concéntrico, simétrico– de por sí en una herramienta de refocalización de la atención. En segundo término, la textura con la que trabajamos, que transforma ese mandala en un zendala, hace exactamente lo mismo, focaliza la atención en los trazos y en la repetición rítmica, de modo que refuerza la tarea del mandala. Mucha gente utiliza los zendalas como un relajante antes de ir a dormir o para lograr la calma en un ambiente tumultuoso. Muchos más los utilizan para atravesar momentos vitales difíciles. En este libro les acerco un muestrario con texturas posibles, pero claro está que cada uno con su creatividad podrá ampliar la gama de posibilidades. Alguno de ustedes puede argumentar: “¿creativo? Pero… yo no soy creativo/a”, y espero poder a lo largo de estas páginas explicarles que todos, absolutamente todos somos creativos por naturaleza, sólo debemos ejercitarnos un poco en ello….
Estanislao Bachrach, es su libro Agil mente propone que la creatividad es el equivalente cultural a los cambios genéticos en el campo biológico. Son las mutaciones culturales que permiten cambios de paradigma y evolución. Las técnicas artísticas son como puertas que nos permiten recorrer más senderos creativos, y eso nos beneficia tanto personalmente como a nivel grupal, a nuestro entorno. De modo que deberíamos dedicarnos más a este tipo de crecimiento creativo. Todos tenemos una programación en nuestro cerebro que implica buscar lo nuevo, explorar y descubrir. Eso generalmente nos brinda placer –y fortalece nuestra autoestima–, aunque también tenemos una tendencia a buscar lo seguro, a regirnos por patrones y a conservar la energía para la supervivencia. Debemos permanecer activos y flexibles a nuevas ideas para afianzar y fortalecer la parte más creativa de nuestro cerebro… ¡Es sólo cuestión de permitírnoslo!
Comenzando ¿Qué hace falta? niciarse con los zendalas es tan sencillo como tener a mano un estilógrafo y una superficie de papel. En un principio puede tratarse sencillamente del reverso de hojas usadas de computadora, y un bolígrafo negro. Luego iré mencionándoles mejores materiales que les permitan desplegar proyectos más ambiciosos. Hacer zendalas no requiere de habilidades especiales. Si pueden dibujar un círculo –y no hace falta a mano, puede ser con un compás o usando un plato para marcarlo– con eso es suficiente. Si pueden dibujar pequeñas líneas rectas –sin regla por favor, no importa que sean algo temblorosas… les puedo asegurar que son mejores de esa manera–. Entonces tienen casi la mitad del camino hecho.
I
Diferencias entre herramientas, materiales y soportes A menudo se dice que una obra, y sobre todo el material con el cual fue realizada, hablan mucho de nuestra valoración de la misma. Personalmente trato de trabajar en mis obras con el mejor material que pueda costear, pero también sé que cuando un material es muy costoso, lo tratamos con demasiado “respeto”, y eso hace que no nos relajemos en el proceso, por miedo a cometer errores y dejarlo “inutilizable”. En mis talleres intento que los alumnos también trabajen con un buen material, por lo tanto les proveo las mismas herramientas que uso en mis obras. De todas maneras, tengo siempre lo que llamo un “set de entrenamiento” para que los alumnos nuevos vayan aprendiendo de a poco cómo cuidar
tanto herramientas como materiales. Para entendernos primeramente debemos explicar las palabras a las que nos referimos. En arte muchas veces estos términos se confunden, voy a tratar de aclarar un poco cada uno. Ante todo, es importante distinguir tres conceptos básicos: herramientas, materiales y soportes. Herramientas Son los utensilios, instrumentos y objetos que utilizaremos para manejar los materiales con los que estaremos trabajando, en esta categoría se encuentran los pinceles, tijeras, cortantes o utensilios de modelado. Cuando hablamos de una herramienta, estamos mencionando algo con lo que podemos realizar una actividad, como un martillo, una pala, un termómetro o una balanza. Lo que nos permite realizar una actividad cuando pintamos es, por ejemplo, un pincel, una espátula, una goma de borrar, una regla, etc. Materiales Son aquellas sustancias o preparados que utilizaremos tanto para pintar como para dar forma a nuestros proyectos. En esta categoría se encuentran las pinturas, masas de modelado, barnices, etc. O sea, un material es lo que permite realmente hacer la obra. Lo que utilizamos para realizar la actividad con la herramienta elegida es un material, o sea: puedo utilizar el pincel con pintura al óleo, acrílico, acuarela, tintas o esmaltes, por lo que el pincel es la herramienta y la pintura es el material. Hay algunas herramientas que también son materiales, porque por ejemplo, cuando hablamos de lápices (herramientas) podemos decir que son de grafito (los lápices negros de la escuela…), o lápices acuarelables, o lápices de color, o lápices de pastel. O sea que la “herramienta” lápiz encierra el “material” con el que se escribe o se pinta. Otro ejemplo son las lapiceras, que pueden ser de tinta al agua, indelebles, tinta china, gel, con brillitos, etc. Cuando hablamos de lápices, lapiceras o marcadores en general podemos llamarlas “herramientas gráficas”, y son las que habitualmente utilizaremos en los zendalas. Soportes Son las superficies en las que llevaremos a cabo nuestros proyectos. Si pintamos una caja de madera, ésa misma será nuestro soporte. Si hacemos un dibujo, el papel lo será. Es habitual confundir el término imaginando que se trata de nuestra mesa de trabajo. El soporte es la superficie que sostendrá nuestros materiales transformados con nuestras manos y herramientas en una obra artesanal o artística. En los zendalas el soporte es el papel, la cartulina, la tela, el bastidor, el cartón en el que llevamos a cabo nuestra obra. Trataremos de trabajar sobre papeles de buena calidad, y preferiblemente gruesos, o sea de gramaje alto. El gramaje en un papel mide su grosor. Para que tengan una referencia, el papel de impresión de nuestras computadoras es de entre 75 a 80 gramos por metro cuadrado. Una cartulina puede tener entre 90 y 120 gramos por metro cuadrado, y un papel profesional de acuarela puede tener 300 gramos por metro cuadrado (es una delicia trabajar con esos papeles). Es casi obvio comentar que a mayor gramaje mayor es el costo de cada pliego de papel, pero les puedo asegurar que vale cada centavo, sobre todo cuando trabajamos en una obra que nos ha llevado mucho tiempo… Para hacer zendalas el ideal sería usar papel 100% algodón, como es el caso del papel para acuarela, y estilógrafos de tinta permanente. La tinta permanente es la que no se corre si la mojamos, por lo que si quisiéramos dar toques de acuarela a nuestros trabajos, la líneas de dibujo quedarían
perfectas y sin modificación. Hay varias marcas comerciales de estilógrafos y la mayoría son muy buenas. Mi único consejo a la hora de elegir es que prueben que la tinta sea verdaderamente permanente. Para probarlo basta con dibujar o escribir cualquier cosa sobre el papel, y luego pasar un pincel mojado por encima. Si el trazo permanece firme y no se corre, entonces estamos ante un buen material. Personalmente utilizo estilógrafos de dibujo técnico, los que comúnmente usan los estudiantes de arquitectura o diseño. Tienen la ventaja de ofrecerse en muchas medidas, desde los más finitos (por ejemplo un 0,1 e incluso menos 0,05) hasta los de trazo más grueso (por ejemplo un 0,7). Mis medidas favoritas son las medianas, (en mi caso 0,2 y 0,3), pero se pueden lograr efectos mucho más elaborados si tenemos un set con todas las medidas, por ejemplo desde un 0,1 a un 0,8. Como siempre sugiero en estos casos, hay que comenzar modestamente, e ir invirtiendo más dinero en la medida que nos entusiasmamos con la actividad, ya que, de lo contrario, ¡¡tendremos un montón de lapiceras que serán inútiles para otras cosas!! Una advertencia: nunca dejen los estilógrafos destapados, ya que se seca la tinta y quedan inutilizables. También podrán incluir distintos tipos de plumas y plumines, pero eso es un poco más avanzado. Al inicio, la línea homogénea (la que no cambia de grosor en todo su recorrido) es la más adecuada. Por supuesto para ciertos diseños necesitarán un lápiz de grafito de dureza media (en términos técnicos, un lápiz HB), ya que su trazo es más claro y se borra con mayor facilidad que los lápices usados en dibujo artístico. Muchas personas incluyen color en sus zendalas, y las elecciones en ese caso son variadas: por ejemplo pueden usar lápices acuarelables, pero también marcadores de punta fina, lapiceras de gel o cualquier herramienta que les resulte útil y cómoda. Lo que deben recordar en ese caso es que la tinta debería ser lo más fija posible, y si no lo fuese, deberán proteger sus trabajos enmarcándolos con vidrio para mayor protección. Sé que a muchos de ustedes esta última frase puede sonarles sin sentido, pero no se olviden que dentro de muy poco estarán haciendo obras de arte, y el arte merece ser expuesto para ser disfrutado. También es posible sombrear algunas partes del zendala. Es una técnica que acrecienta la sensación de volumen y queda realmente bien, para eso hay una herramienta sencilla que se consigue en librerías artísticas, el esfumino o difumino. Se trata de un “lápiz” hecho de papel prensado, que se utiliza para frotar las líneas de grafito logrando que queden suavizadas. Hace muchos años, en mi infancia, hacíamos lo mismo frotando con el dedo o con pequeños trocitos de algodón. El problema con el dedo es que puede estar grasoso por el mismo tipo de piel, y eso ensuciaría el trabajo, y en el caso del algodón no tiene la misma posibilidad de definición tratándose de áreas pequeñas. En mis trabajos casi no utilizo el sombreado y el esfumino, pero he visto obras hermosas realizadas de este modo. Como en todas las cosas, lo importante es animarse a explorar, teniendo en cuenta que el período de prueba puede implicar que el resultado no sea “excelente” en todos los sentidos. Hay que tener en cuenta que la autoexigencia es un camino sin salida, que si bien puede ayudarnos a perfeccionar la técnica y a dar lo mejor de nosotros, también puede hacer que abandonemos la actividad sólo porque no soportamos esa torpeza inicial que todos tenemos al comenzar algo… Al respecto recuerdo mis años de estudiante de arte: durante los cinco años de carrera, durante el año lectivo todo el tiempo estábamos dibujando o pintando, por lo cual la mano estaba acostumbrada a esas actividades, y cuando llegaba el verano con sus largas vacaciones hasta el nuevo año lectivo,
las manos prácticamente no dibujaban nada. Al volver a practicar, los primeros dibujos eran literalmente horribles, toscos, como si me hubiese olvidado de todo… pero tuve un profesor que sabiamente nos decía “la mano tiene su propia memoria”… ¡Era así! Luego de cuatro o cinco intentos la línea comenzaba a salir fluida, y uno “recuperaba” lo que aparentemente había perdido. ¡Imaginen que muchos de ustedes no tienen experiencia de dibujo! Así que tengan paciencia consigo mismos y perseveren en la tarea.
¿Qué tengo que saber? Conceptos gráficos fundamentales ada vez que comienzo un nuevo trabajo siento la necesidad de explicarles a ustedes, los lectores, qué es lo que les propongo hacer. Quizás se deba a mis años de docencia en arte, o a mi propia tendencia a no hacer nada que no comprenda… Aquí les presentaré una serie de conceptos fundamentales sobre lo que implica trabajar con puntos y líneas en el área artística, así también les daré algunos lineamientos básicos acerca del color.
C
Punto El punto es la unidad más elemental del lenguaje gráfico, de hecho, algunos artistas han trabajado exclusivamente con puntos en sus obras y muchos autores han considerado el valor simbólico de esta unidad. En principio, podemos decir que un punto es la mínima marca, la mínima impronta que deja una herramienta gráfica al tocar una superficie. Si nosotros utilizamos un lápiz, habrá un lugar donde por primera vez la punta tocará la superficie del papel, y por tanto dejará la pequeña huella. Esto también sucede con cualquier otra herramienta que marque una superficie (un clavo en una pared, un cincel en una escultura, una vara en la arena). Al ser un primer elemento sobre una superficie en la cual no había nada antes, o sea, lo primero que se manifiesta donde no había nada antes, puede derivar hacia interpretaciones metafísicas o filosóficas. De hecho, para la cultura de India el punto es un puente entre el plano de lo invisible y el de lo visible, y por lo tanto es sagrado. Los mandalas y yantras hindúes suelen tener un punto central, que es el lugar exacto donde se manifiesta la divinidad. La Divinidad es entendida como una energía invisible, que dependiendo de distintas condiciones se manifiesta en este plano físico. Por tanto, el punto, no importa cuál sea su tamaño, es el puente por el cual este proceso puede llevarse a cabo.
Desde el punto de vista de la geometría el punto, junto a la línea y el plano, forma parte de los llamados “entes fundamentales”, o sea, conceptos primarios que difícilmente pueden ser definidos, y que se describen en relación con otros elementos. De hecho es visto como un objeto adimensional, o sea, no tiene longitud y volumen y no es un objeto físico sino que describe una posición en el espacio. Imagínense esto: ustedes hacen un punto con un lápiz bien afilado sobre una hoja de papel de cuaderno de notas, ese punto será pequeño, muy pequeño, más pequeño de acuerdo a la punta de la herramienta que hayamos utilizado, y a medida que me alejo de la hoja de papel casi lo pierdo de vista. Ahora bien, con una brocha muy grande y pintura también marco un punto, pero esta vez sobre la pared de un edificio… si estoy muy cerca podré verlo como un objeto, incluso del tamaño de una pelota de futbol, pero desde abajo del edificio lo seguiré viendo como un punto, y su función será la misma (por ejemplo, ser el punto final de una oración). Con esto quiero ilustrarles que el punto en sí mismo no tiene dimensión, puede ser de diferentes tamaños, depende de la superficie que lo contenga (la hoja de cuaderno o la pared del edificio), y aún así seguirá siendo la mínima unidad de expresión gráfica. En el lenguaje de los mandalas, el punto representa al número Uno, su nombre en Sánscrito es Bindu y Representa al la Conciencia Suprema, simboliza a Dios en cuanto a que todo se mueve alrededor de él. Posee una energía estática. Representa Unidad y origen, siendo el principio de manifestación. Es también la fuente de todo simbolismo y la semilla de todas las formas. Trae a la forma lo sin forma por lo tanto es símbolo primario de la conciencia energizada. Trabaja como fuerza unificadora y lleva a la mente a la concentración. Fundamentalmente es la unión entre el hombre y Dios.
Línea Si el punto es el origen de todo, entonces la línea es una sucesión de puntos que marcan una direccionalidad. Las líneas tienen varias clasificaciones, la principal de las cuales depende de si son rectas o curvas. Una línea se define como una sucesión infinita de puntos. Desde este punto de vista, una línea recta no tiene ni principio ni fin, y cuando la dibujamos, lo que hacemos es marcar un segmento (porción) de la misma, ya que se prolonga indefinidamente en ambos sentidos. La dirección de una línea sólo puede describirse de acuerdo a la posición del espectador, o sea: si dibujo una línea recta podré decir que tiene una direccionalidad arriba-abajo, pero si doy vuelta la hoja, el soporte sobre el cual la dibujé, podría decir que tiene una direccionalidad de izquierdaderecha, o quizás oblicua, en distintos grados. Esto significa que la línea va a depender de otros indicadores de espacio que nos marquen referencias… por ejemplo ¡otra línea! De manera que así podré decir que esas dos líneas son paralelas, o que corren en el mismo sentido, o que convergen en un mismo punto, o que son perpendiculares entre sí, o que tienen distinta direccionalidad, etc. Dentro de la categoría de las líneas rectas podemos encontrar las formas en zig-zag, o sea, pequeños segmentos o porciones de líneas rectas que cambian bruscamente su dirección, como si se hubiesen quebrado. La línea también puede ser curva, y esto significará que puede ir variando gradualmente de direccionalidad a lo largo de su recorrido. En esta categoría de líneas podemos encontrar infinitas variables, y es lo que reconocemos como “dibujo” o “escritura”, ya que se dice que la línea “escribe” y describe una forma. Las curvas pueden ser pronunciadas o no tanto, pueden enroscarse, espiralarse, serpentear, formar patrones decorativos… Todo eso es lo que iremos haciendo en los zendalas, utilizando estos recursos para llenar nuestros diseños de formas atractivas. Otra gran clasificación en cuanto a las líneas tiene que ver con el grosor del trazo que las forman. Éstas pueden ser homogéneas o moduladas. Las líneas homogéneas poseen el mismo grosor en todo su recorrido. Un claro ejemplo de las mismas es la que podemos dibujar con un bolígrafo sobre papel, podemos hacerlas rectas, curvas y con cualquier direccionalidad que hemos mencionado antes, pero el ancho de la línea será siempre el mismo de principio a fin, y si queremos que en algunos lugares sea más gruesa deberemos dibujar por encima una y otra vez hasta lograr el ancho deseado, o bien conseguir un bolígrafo con punta más gruesa. Este tipo de línea es el característico del dibujo técnico, que es fundamentalmente descriptivo. En cambio, si cargamos un pincel con pintura y trazamos una línea, lo más probable es que la misma sea fina en un inicio, y en la medida en que mi mano va modificando la presión sobre el pincel, la línea tendrá diferentes grosores a lo largo de su recorrido, o sea, estará modulada. Este tipo de líneas son las características del dibujo artístico, ya que son un modo de indicar volumen, y fundamentalmente son expresivas.
Plano En este caso el plano, o la superficie de trabajo, será el lugar donde se desplieguen los puntos y las líneas de nuestros trabajos. El plano es un concepto espacial, o sea, implica que al menos hay dos dimensiones: un ancho y un alto (nótese que no hablamos de una profundidad). Con esto quiero explicarles que el plano es bidimensional, y que toda referencia a una profundidad o volumen será lograda por medio de técnicas de dibujo o pintura.
Por ejemplo: si quiero dibujar un camino que se pierde en la distancia deberé usar las reglas de perspectiva, y si quiero dibujar una esfera que parezca real deberé sombrearla o indicar el volumen… En definitiva, recursos que me permitan hacer notar una tercera dimensión en una superficie que sólo tiene dos dimensiones. Todos nuestros dibujos serán realizados en un plano, en una superficie que nos permitirá desplegar nuestras herramientas, y las decoraciones que iremos incorporando en nuestros zendalas serán realizadas con líneas y con puntos.
Textura Este es un concepto importante a la hora de pensar un zendala, ya que la textura es lo predominante para encontrar las variaciones dentro de un patrón gráfico. La palabra textura se utiliza en muchos ámbitos, y podría decirse que es la “cualidad” de una superficie. Esas cualidades pueden percibirse por medio de los sentidos, y es por eso que quienes saborean un vino hablan de su textura, quienes escuchan una música hablan de textura, y por supuesto, los artistas visuales también hablamos de texturas.
En el campo de las artes las texturas pueden percibirse con los ojos (en el dibujo, pintura, fotografía, arte digital, etc) o por medio del tacto (en la escultura, instalaciones, objetos, etc). En los zendalas estaremos hablando de texturas visuales, lo que los profesores de arte llamamos grafismos, o sea, decoraciones que la herramienta hace sobre el papel. Podemos decir que una superficie es lisa o está texturada (o sea, tienen líneas, puntos, lunares, cuadritos o cualquier otro dibujo que se nos antoje ver).
En la mayoría de los casos, las texturas visuales se utilizan tanto para decorar como para dar la idea de movimiento y de volumen, de tercera dimensión, ya que si variamos la densidad de una textura (o sea, hacemos los dibujos o puntos más cercanos entre sí) lograremos zonas oscuras, y al ir alejando esos elementos de manera gradual iremos logrando zonas más luminosas, con lo cual daremos el efecto de sombreado, o claroscuro, que genera la sensación de volumen o tercera dimensión. En estas páginas les estoy ofreciendo un muestrario de texturas para que puedan tomar ideas y utilizarlas en sus propias creaciones.
Color Qué sería de la vida sin color? Quizás ningún otro potencial sensorial afecta, o podríamos decir colorea o tiñe, tan inmediatamente nuestra percepción como lo hace el color.
El color es una herramienta poderosa para atraer nuestra atención, dándole forma a nuestro humor y comunicando nuestras emociones. El color dirige y atrapa a la mente y la orienta en una dirección particular. También podemos utilizar el color de manera terapéutica. La terapia del color es una de las principales terapias sensoriales para gran cantidad de curaciones mentales y espirituales. Percibimos el color a través de la luz que captamos con los ojos. El color provee nutrición a la mente y la fuerza vital, vitalizando la sangre e incrementando nuestra capacidad perceptiva. La medicina ayurvédica, medicina tradicional antigua de India, dice que el color es la cualidad sensorial correspondiente al elemento fuego, que es la razón por la que los colores brillantes excitan nuestra motivación o nuestra ira. Imaginen la lógica de este pensamiento: gracias al fuego tenemos luz, podemos ver, y gracias a esa luz podemos percibir el color y sus diferencias. La vida es inimaginable sin la acción de los colores.
No solamente absorbemos los colores, nosotros también producimos colores en nuestro cuerpo y nuestra mente. Físicamente, el cuerpo tiene su pigmentación y puede revelar nuestro estado de salud. En los procesos de enfermedad, aparecen decoloraciones en la piel como ictericia, palidez, erupciones cutáneas con enrojecimiento o manchas blancas o marrones, podemos vernos verdosos o amarillentos. Similarmente, cuando la mente está perturbada produce coloraciones de varios tipos. Éstos pueden notarse en las pesadillas, en la imaginación o en nuestro lenguaje cotidiano, podemos estar “rojos de ira”, “verdes de envidia”, o quedar “blancos del susto”… La cromoterapia, por ejemplo, contrapone a estos tonos emocionales inarmónicos los colores armónicos apropiados que hacen retornar a la salud y al bienestar. Los colores erróneos desquician la actividad mental y los colores adecuados la restauran. El color es uno de los conceptos más apasionantes del arte, ya que permite lograr maravillas en cuanto a diseño de superficies. Sé que algunos pueden estar pensando “¿para qué hablar de colores en un tipo de trabajo que fundamentalmente utiliza el blanco del papel y el negro de las tintas?”. Es cierto, pero también es cierto que muchos de ustedes, en poco tiempo, tendrán ganas de experimentar zendalas en color, y para eso deberían tener al menos unas nociones básicas para poder manejarlos. Lo primero que puedo decirles es que los objetos no son de colores, el color es una experiencia psicológica que depende de varios factores: la luz, la cualidad del objeto en sí mismo, y del aparato visual de quien los mira… Sí, porque sabemos que hay diferentes modos de percibir un color, e incluso hay personas que no pueden percibir determinados colores. Nuestro “equipo visual” está conformado por los ojos y una serie de mecanismos a nivel cerebral. Es tan especializado, es tan perfecto, que existen células que captan específicamente los distintos matices, o longitudes de onda, y otras células que captan específicamente la cantidad de luz que refleja un objeto, si sólo tuviésemos funcionando estas células, llamadas “bastones”, nuestra visión sería en blanco y negro. En un sentido simbólico, el color está vinculado a las emociones, a los estados de ánimo, a la manera en que expresamos nuestros afectos, tanto positivos como negativos. Es increíble cómo un determinado color puede despertarnos diferentes estados emocionales… de hecho, hay áreas de actividad, como el marketing y la publicidad, en las que el uso consciente del color es fundamental y sumamente estudiado en sus efectos. Los colores son luz, son una parte de la energía electromagnética que nos rodea a diario. Y ¿por qué vemos colores? ¿Por qué no somos como otros animales, que no pueden percibir tantos matices como nosotros? En primer lugar vemos colores porque eso nos facilita distinguir un objeto de otro para separarlo de diferentes fondos, permite por ejemplo que podamos distinguir una fruta madura de una que no lo está, o incluso un animal escondiéndose entre la maleza. O sea, la visión cromática nos permitió sobrevivir de mejor manera que a otros animales. La luz del sol, también llamada luz blanca, es la parte visible de la energía llamada electromagnética, la misma energía que facilita el calor, las ondas de radar, los rayos X y las ondas de radio entre otras cosas. A esa gran gama de energías se le llama “campo electromagnético” y de ese gran campo una pequeña porción forma parte de la luz visible. Esa luz va a variar de acuerdo a cuán rápido o lento se muevan sus ondas, entonces percibiremos tonos más tendientes a los rojos, pasando por los verdes y llegando a los azules. Lo que sigue en el espectro son los llamados rayos ultravioleta, y los que antecenden al rojo se denominan infrarrojos. ¿Para qué les cuento esto? Para indicarles que el color es sencillamente otra forma de energía, una energía en forma de luz.
El color entonces, al ser una experiencia sensorial, puede experimentarse con distintas cualidades, se las resumo aquí: Matiz o tono Es la cualidad que mejor describe el nombre de un color. Está determinado por la longitud de onda y es lo que nos permite diferenciar entre, por ejemplo, un amarillo y un verde. Valor o brillo Es el grado de luminosidad de un color, la cantidad de luz que parece poseer. Hace que podamos diferenciar, por ejemplo, un azul muy claro y un azul muy oscuro. Y también que diferenciemos naturalmente lo claro que es el amarillo con respecto al violeta o al rojo intenso. Saturación Es el modo de nombrar el grado de intensidad de un color. Cuando el color es muy puro, por ejemplo un rojo brillante, se dice que está en su máximo nivel de saturación. Si a ese mismo rojo le vamos agregando un color opuesto, ese rojo se irá transformando en un color ladrillo, y luego llegará a un marrón rojizo, y sucesivamente perderá su cualidad de “rojo”, irá perdiendo pureza y llegará a su menor grado de saturación, transformándose en un tono tierra o “marrón”. Cuanto menor sea la saturación, más decolorado y grisáceo lucirá. La saturación se disminuye agregando pintura blanca, negra, gris, o el tono opuesto en el círculo cromático, que explicaré un poco más adelante. Para organizar la enorme variedad de colores que podemos encontrar utilizamos un esquema básico que llamamos círculo cromático. El círculo cromático, además de ser una tortura para los adolescentes en sus clases de arte del secundario, es una convención, un modo en que los teóricos del arte ordenaron los colores con un criterio lógico, con el fin de que ciertos aspectos de la teoría del color fuesen entendidos. Podemos sacar muchos datos con sólo observar el círculo cromático: cuáles son los colores primarios o fundamentales, los secundarios, los terciarios y los complementarios u opuestos. En principio es similar a un mandala, que nos muestra cómo van cambiando los colores cuando se mezclan entre sí. Nos permite probar las variaciones posibles a la hora de mezclar los pigmentos y principalmente nos entrena visualmente. Sí, aunque suene extraño, los órganos de la percepción también deben ser entrenados. Si no tenemos la costumbre de observar el color, tendremos la tendencia de agrupar tonos semejantes bajo el mismo título, por ejemplo, no importará si hay un rojo más cercano al amarillo y otro más cercano al carmín (más violáceo), diremos “es rojo” y se acabó la cuestión. En cambio, cuando nuestra vista está más entrenada, podremos distinguir entre las sutilezas de los matices y literalmente nuestro espectro emocional –no sólo el visual– se expandirá.
Arriba les muestro un diagrama de un círculo cromático, si bien no vemos el color, al menos sabremos por sus nombres cómo están estos ubicados en esta rueda. Hay tres colores, llamado colores primarios, los que están escritos en mayúsculas en el centro de la rueda, que no pueden lograrse por mezcla. O sea, son los que primero deberíamos comprar a la hora de trabajar con pomos de pintura. Los colores primarios o fundamentales son: • AMARILLO • ROJO • AZUL Luego tenemos los llamados colores secundarios. Estos colores son el producto de la mezcla de dos de los colores primarios y están escritos en minúsculas al centro de la rueda. Los colores secundarios son: • VIOLETA (producto de la mezcla de azul + rojo) • VERDE (producto de la mezcla de amarillo + azul) • NARANJA (producto de la mezcla de amarillo + rojo) Como podrán observar, hay más colores en nuestra rueda, son los productos de la mezcla de cada color con su vecino inmediato (técnicamente se los llama colores análogos o adyacentes). Las mezclas entre estos colores se denominan colores terciarios, y suelo explicarles a mis alumnos que tienen un “nombre y apellido”, el nombre corresponde al color que predomine en la mezcla, y el apellido corresponde al color análogo que participó en la mezcla, al que es menos notorio visualmente. Verán que en el esquema de círculo cromático están todos, presentados con sus nombres y apellidos entre los colores primarios o secundarios con los que están formados, aquí solamente les doy el nombre de algunos. Algunos ejemplos de colores terciarios son: • AMARILLO VERDOSO predomina el amarillo mezclado con algo de verde • VERDE AMARILLENTO predomina el verde mezclado con algo de amarillo • AZUL VIOLÁCEO predomina el azul mezclado con algo de violeta • VIOLETA AZULADO predomina el violeta mezclado con algo de azul • ROJO ANARANJADO predomina el rojo mezclado con algo de naranja • NARANJA AMARILLENTO predomina el naranja mezclado con algo de amarillo Luego podemos mezclar los colores que se oponen en el círculo cromático. De hecho estos colores son llamados opuestos o complementarios. Cada pareja de colores complementarios en sus diferentes mezclas dan por resultado bellísimos tonos tierra, o como los llamamos en Argentina, marrones. Les sugiero que no pierdan oportunidad de probar estas mezclas, ya que aportan gran riqueza a las composiciones con colores, el secreto es ir probando con cantidades pequeñas de color, para que las variaciones no sean tan drásticas desde el inicio. Notarán que cada pareja, a su vez, se caracteriza por formarse con un color primario y uno secundario.
Las tres parejas de colores opuestos o complementarios son: • AMARILLO Y VIOLETA dan por resultado tonos tierra ocre, parecidos al color de la mostaza. • ROJO Y VERDE dan por resultado tonos tierra profundos, parecidos al color del chocolate amargo. • AZUL Y NARANJA dan por resultado tonos tierra cálidos, parecidos al color del dulce de leche. Por último pero no menos importante tenemos otra categoría de color: los colores neutros. No están incluidos en el esquema de círculo cromático porque pueden también verse como “luz” (blanco) y “oscuridad” (negro). Los colores neutros son: • BLANCO • NEGRO • GRIS (en sus distintos grados de claridad u oscuridad, resultado de las mezclas entre blanco y negro) También podemos llamar neutros a los grises coloreados, o sea, a las mezclas de gris de blanco y negro con un toque muy pequeñito de cualquier otro color. Estos tonos serán fundamentales a la hora de realizar zendalas en blanco y negro, porque las diferentes tonalidades de grises se logran modificando las texturas visuales y esas texturas son las que dan la sensación de volumen.
Y el color, ¿tiene simbología? Como mencionamos antes, los colores son tan importantes para nuestro mundo, que tienen la capacidad de cambiar incluso nuestro estado emocional. Todos tenemos colores favoritos, y éstos pueden ir variando con el paso del tiempo. Lo que ha sido escrito sobre simbología del color es muy vasto, y no siempre coincidente. Se pueden buscar diferentes criterios y todo dependerá también de la mirada cultural que tomemos. Desde mi experiencia, es preferible en primer lugar preguntarnos qué significa determinado color para nosotros, qué es lo que nos evoca o recuerda, por qué lo preferimos o lo desechamos. En otras palabras, el primer paso es buscar nuestra propia simbología antes de investigar sobre diversos significados. A menudo sencillamente brotará la respuesta “no sé porqué lo elegí, sencillamente me gusta”, por supuesto que el factor del gusto estético es sumamente respetable, como también lo es cualquiera de los factores emocionales. El mismo criterio rige para todo, sean pacientes, amigos, alumnos, conocidos o nosotros mismos. Siempre dejaremos que la interpretación simbólica del color esté en primer término en sus manos, para luego completar con algún aporte desde otras fuentes. Ocasionalmente me llegan comentarios de alumnos que sólo quieren usar determinado color porque “es el color de la sanación” o “es el color de la transmutación”, y si se preguntan realmente, usarían variantes cromáticas más atractivas para ellos, y más adecuadas para su propio campo emocional. De la misma manera, hay ciertos colores que se rechazan de plano, porque son “negativos” cuando en realidad quedarían muy bien en la composición y podrían manifestar
contenidos importantes de nuestra psique. Clásico ejemplo de esto es el negro, que se vincula con la sombra y lo negativo y muchas personas no quieren usarlo. Pues bien, los zendalas son principalmente blanco y negro, así que tendremos que hacernos cargo de nuestras propias sombras y utilizarlas lo mejor que podamos. A veces los que “sabemos” de un tema es el mayor impedimento para percibir lo que “sentimos” con ese tema. Deberíamos aprender a percibir otro tipo de reacciones, ya sean afectivas o sensoriales o simplemente estéticas. Deberíamos “jugar” con nuestros colores y nuestras obras, para luego tratar de descifrar lo que ellas nos quieren decir. Si en las artes el color es el componente más vinculado con el campo emocional, entonces el dibujo y la línea tiene que ver con el campo de las ideas o mental. Mi primer encuentro con un alumno siempre consta de un ejercicio en el cual, dentro de un círculo vacío, deberá simplemente “manchar” con acuarelas intentando jugar con los colores y los efectos con el agua. Luego comenzará un segundo trabajo en un círculo vacío, donde tendrá primero que dibujar lo que él o ella quiera y recién después agregar el color. Este sencillo ejercicio me permite conocer y entender muchas cosas: los componentes emocionales, los componentes mentales, el vínculo entre lo mental y lo emocional, el manejo de los espacios, las figuras emergentes, los espacios llenos y vacíos… En definitiva, me permite conocer muchas cosas del individuo con el cual estoy trabajando. Estos primeros trabajos gráficos son indispensables para comenzar a conocer a la persona. En los zendalas, si no tenemos color, podremos observar el trazo, el modo en que se maneja la línea, el tipo de grafismos que se utilicen más frecuentemente, la cantidad de texturas, si hay o no volumen sugerido… El color comunica muchísimo, las combinaciones que uso al vestirme incluso hablan de mi humor de ese día. Los tonos con que decoro mi casa serán un mensaje de bienvenida o bien nos sumirán en la depresión más absoluta. Las combinaciones de tonos que uso para mis dibujos serán un tipo de mapa de mis emociones. Es una herramienta sumamente poderosa para atraer la atención, es un gran comunicador. Orienta a la mente en direcciones específicas y nos atrapa o nos repele. Colores cálidos, colores fríos… Entre los colores también hay una distinción entre colores fríos y cálidos. No tiene en sí que ver con la temperatura sino con la relación mental hacia sensaciones frías o cálidas. Así también, los colores cálidos están más cercanos al sector del campo electromagnético que determina el calor, así que también podríamos vincularlos desde esa perspectiva. Los colores cálidos nos energizan y nos activan. Son ideales para esos momentos en que estamos algo depresivos o melancólicos. Los colores cálidos son aquellos que se vinculan con el fuego, los rojos, los amarillos y los naranjas. Los menciono en plural ya que todos los tonos intermedios de cada uno de ellos también se consideran cálidos, y esa interacción nos permite variar estéticamente nuestro diseño, ya que podemos usar todos los tipos de amarillos, naranjas y rojos que encontremos en las cajas de colores. Los colores fríos son verdes, azules y violetas. También los menciono en plural porque todos los tonos de esos colores son considerados fríos, no importa que llamemos lila al violeta pálido, o celeste al azul claro, siguen siendo variedades del tono principal que es en este caso un tono frío. En general los tonos fríos son apaciguadores y están vinculados a las vibraciones más elevadas, a los centros energéticos superiores, así como el violeta está relacionado con la transmutación y el
verde con la sanación. En cualquiera de los casos lo cierto es que estos tonos armonizan y sobre todo tranquilizan. Los antecedentes simbólicos El hombre se interesa por el color desde que tiene ojos para admirar sus infinitos matices. Las diferentes tradiciones guardan auténticos tesoros de correspondencias simbólicas entre los colores, la naturaleza y el hombre. Aquí les acerco algunos lineamientos fundamentales de ciertos colores básicos. Recuerden que a nivel simbólico lo más importante es el significado que cada color tiene para nosotros. Esto sencillamente es una reducción muy incompleta. El verde es el color más natural para el hombre, el color de la naturaleza que le rodea, de la vegetación. Se relaciona con el elemento agua (regeneración, iniciación). Su mayor presencia tiene lugar en la primavera, representando así el inicio, la partida, la renovación y la esperanza. También es el color que simboliza al planeta Venus. Los símbolos siempre contienen una dosis de ambivalencia, el verde también es el color de los dragones, las serpientes, los gusanos y la putrefacción. El rojo está inexorablemente asociado a la sangre, a la violencia, al odio, a la rabia, al deseo, al ardor, a la guerra y a su dios Marte. Es el color del fuego, encierra dos facetas antagónicas: vida, calor, poder, pero también destrucción y muerte. En el primer aspecto es solar, centrífugo y diurno, en el segundo es lunar, centrípeto y nocturno. El rojo es el color de la pasión y la acción. El azul se ha asociado siempre a la sabiduría, la contemplación, la espiritualidad, la perfección, la verdad. Es el color del aire: frío, femenino y pasivo. El amarillo brilla como el sol y el oro. La ambivalencia es que el sol irradia su calor generoso, pero también quema, y el oro enriquece, pero puede envilecer. Cuando las palabras son doradas el amarillo se asocia al verbo divino. Pero las palabras también pueden ser de hiel y de perfidia, relacionándose con el engaño y la mentira: en tiempos pasados se pintaba de amarillo la puerta de los traidores. También se usó como color discriminatorio (en el genocidio judío en la Segunda Guerra Mundial). El púrpura, recuerda el fuego central, oculto, misterioso. Es una fuerza de vida que se comunica con la naturaleza: germinación y engendramiento. Es un color femenino: gestación, bienestar y consuelo. Lo que se entiende como púrpura es una mezcla de rojo y azul con mayor predominio de rojo, lo que a veces de conoce como “color obispo”, mientras que lo que entendemos por violeta es más azulado. De todos modos la simbología se superpone y en muchos casos se integran simbolizando la misma energía. El violeta (o el magenta o el fucsia) se ha interpretado siempre a partir de sus componentes: rojo y azul. A medio camino entre la tierra y el cielo, representa la unión entre ambos polos. Es el color de los obispos, los mártires y de la sábana de Cristo durante la pasión. También es el color de la docilidad, la obediencia y la sumisión. El marrón es el color de la tierra y las deposiciones, por lo que soporta todos sus atributos: suciedad, inmundicia, degradación, descomposición, decadencia y muerte, pero también representa el sustrato desde el cual todo puede germinar, la tierra fértil. Hay diferentes tipos de marrón, o tonos “tierra”. En muchos casos simboliza ciertas comidas y también el color de la piel. El naranja es considerado como punto de equilibrio entre el espíritu del amor divino y la libido que simboliza la lujuria. Está relacionado con la inspiración: las musas aparecían vestidas en color azafrán. Es el color de las sensaciones, del sexo, de la energía creativa, de la fecundidad y del placer. El rosa posee un simbolismo aparte a pesar de ser una derivación del rojo y se le atribuyen extrañas
cualidades: constancia, fidelidad, amor. Se asocia casi siempre a la flor y sus atributos: regeneración, renacimiento, seducción y sensualidad.
¿El arte puede curar? Terapia por el arte Los mandalas en el proceso de sanación emocional Sin ninguna duda el Arte está vinculado a la curación, ya que los pensamientos, las emociones y las imágenes pueden cambiar el flujo sanguíneo y el equilibrio hormonal en el cuerpo. Literalmente, químicamente y fisiológicamente cambiamos la forma de nuestro cerebro al realizar actividades que nos producen placer. Activamos nuevos circuitos neuronales y tenemos la posibilidad de despertar áreas adormecidas de nuestra mente. Cuando hacemos arte, vemos imágenes, hacemos imágenes. La aparición de imágenes implica que se iluminen neuronas en distintas regiones del cerebro, como en un alud, o como en un efecto dominó. En primer lugar las imágenes son estímulos que envían mensajes a las zonas más primitivas del cerebro que se conectan con el hipotálamo y regulan las actividades más automáticas del cuerpo. Si estas imágenes son armónicas y bellas, se producirá en nosotros una sensación de bienestar, si las imágenes son cruentas o desagradables, producirán un efecto de disgusto que también afectará a nuestro cuerpo entero. Este es uno de los principales motivos por los que es tan necesario que seamos cuidadosos en los estímulos que recibimos, es fundamental que nos cuidemos, y evitemos regodearnos en imágenes que produzcan temor o disgusto. El disgusto y el miedo, entre otras emociones, van a poner en movimiento el instinto de huída, cuál si estuviésemos en un peligro extremo, y lo que nuestro cerebro descargará por medio de neurotrasmisores será fundamentalmente una señal de alarma, como si fuese inminente escapar de la situación. La adrenalina y el ciclo del cortisol harán que nuestro ritmo cardíaco aumente, así como nuestra presión arterial, preparando a nuestros músculos para correr y escapar, dejándonos además una sensación indefinida de angustia. ¿Se imaginan el efecto de esto mientras vemos las noticias de la noche cuando estamos cenando? En cambio, cuando nos nutrimos de imágenes o sensaciones amables se descargarán señales de placer y bienestar. Las descargas de neurotransmisores del placer, las señales químicas que le indican al cerebro que la está pasando bien, van apareciendo al observar arte o imágenes bellas, como por ejemplo al trabajar con mandalas o zendalas. Comprobaremos cómo los pensamientos, las ideas o la misma imagen artística llegan desde la imaginación o de la memoria como si se multiplicaran. Nos aumenta el deseo de seguir observando la belleza, y nos “genera” más belleza. Realizar cualquier actividad vinculada al arte absorbe toda la atención y nos aparta de las preocupaciones y los problemas del mundo exterior. Alcanzamos un estado mental de concentración que se parece mucho a la meditación, y ese es el motivo por el que a estas técnicas se las llama “meditación activa”, porque requieren movimiento o alguna destreza pero funcionan de la misma manera que si nos sentáramos en posición de loto para meditar. La fisiología resultante es similar a la de una profunda relajación y su efecto es la curación. Además actúan bajando los niveles de estrés, que en general son obstáculos para la creatividad. Cuando sucede este estado de meditación, ya sea activa o pasiva, el ritmo cardiaco se vuelve más lento, la presión arterial baja, la respiración es cada vez más lenta, la sangre va hacia los intestinos; todo el cuerpo cambia y nuestro cerebro es uno de los más beneficiados. Si el cerebro se beneficia, al
ser el conductor de todo el cuerpo, todo nuestro sistema corporal mejorará. Hay cambios que son más inmediatos y otros que son un poco más lentos. Los lentos son más duraderos en el tiempo. El primer cambio que producen los neurotransmisores lleva a una modificación química en el sistema hormonal. Es más lenta, pero más profunda ya que afecta a cada célula del cuerpo, e influye en el funcionamiento de todos los procesos vitales. Al cambiar la fisiología del cuerpo y actuar también aliviando el dolor, logramos que el sistema inmunológico funcione con más eficiencia. Cuando hacemos arte nos sentimos expandidos, conectados, centrados, relajados, vibrantes, en paz. En verdad, esta liberación de señales químicas placenteras durante la creación artística puede ser la fuerza curativa más importante. ¿Sucede este mismo proceso cuando hacemos arte sin ser mandalas o zendalas? Sí, sucede siempre. Sólo que en el caso del dibujo o coloreado de mandalas o en el grafismo de los zendalas podemos sumar el beneficio del ritmo, la regularidad y la capacidad de concentrarnos. La actividad creadora nos une a la naturaleza y nos permite vincularnos con otros seres desde un plano sensible. O sea, vamos a estar más conectados con la Naturaleza, nosotros mismos en plano físico, mental y emocional, y con nuestros vínculos significativos. Este tipo de actividad es una vía maravillosa para curar la mente y las emociones, sobre todo en casos en que nos quedamos “sin palabras”, cuando el lenguaje no nos resulta suficiente para manifestar nuestros pensamientos y sentimientos. Me gusta imaginar que en realidad somos una partícula de Dios encerrada en un recipiente físico, y que por eso debemos cuidar ese recipiente para que la Divinidad pueda manifestarse esplendorosamente a través de él. Sin dudas la mejor manifestación vendrá de un cuerpo, mente y estado emocional equilibrados. La felicidad se convertirá en más salud, y si podemos proyectarnos a una realidad más amplia en la cual todos los seres estemos conectados, nuestra salud física, mental y emocional redundará en beneficio de la salud y bienestar del mundo entero. Como suelo decir, si queremos ordenar el mundo debemos primero ordenar nuestra propia casa, y en este caso nuestra casa es el cuerpo que habitamos. Esa será nuestra manera de ayudar a la Humanidad, así como el maestro hindú Ramana Maharshi dijo cuando alguien le preguntó cómo podía ayudar al mundo, el maestro miró a esta persona, y con una dulce sonrisa le respondió: “Iluminándote”.
Un enfoque basado en la salud Afortunadamente, luego de años de trabajo en mi taller de acompañamiento terapéutico por medio del arte y los mandalas, tuve la necesidad de comenzar la carrera de Psicología. Digo afortunadamente porque al iniciarla en 2010, con un recorrido de más de cuatro décadas de vida, tuve la oportunidad de conocer enfoques que de otra manera me hubiesen pasado desapercibidos. Uno de ellos es el enfoque o modelo salugénico. Todos sabemos que vamos al médico porque estamos enfermos, porque algo está mal, y en general tomamos sesiones de terapia porque estamos en crisis y necesitamos salir de ella. Ese tipo de conducta hace que estemos concentrados en obtener un “diagnóstico”, algo que le ponga nombre a ese conjunto de síntomas y signos que vemos en nosotros. La Psicología y Psiquiatría, desde sus orígenes, también estuvieron marcadas por este enfoque, por este acento puesto en lo que “está mal”, en lo que no funciona.
Como suele pasar cuando nos enfocamos en un extremo de algo, perdemos de vista el extremo opuesto, en este caso la salud, tanto física, como mental y emocional. Hace algunos años, no muchos por cierto, algunos pensadores de la salud mental se pusieron a reunir conceptos ya tratados anteriormente por otros maestros pero en forma individual, y organizaron un “modelo” nuevo. ¿Qué es un modelo? Una manera de organizar conceptos que nos permiten trazar un “mapa” de un territorio determinado para conocerlo mejor. En este caso el Modelo Salugénico puso énfasis en las fortalezas y potencialidades de cada persona, sin poner tanta atención en la patología, en lo que estaba mal. De este modo, cuando antes un psicólogo veía algo que no estaba bien y lo curaba, ahora se podía mirar los puntos saludables, virtudes y fortalezas de la persona para que logre desarrollar una vida mejor. La Psicología Humanista con Carl Rogers o Maslow, fue pionera en este tipo de mirada, y con su ejemplo se fueron desarrollando nuevos modos de afrontar no ya la patología, sino la salud emocional y mental para que cada persona logre su objetivo más elevado y la felicidad en su vida. Los aportes de Víktor Frankl, Moreno, Jung y otros formaron parte de este nuevo modo de mirar. El Modelo Médico y el enfoque salugénico El modelo más tradicional es el Modelo Médico. Es el modo de ver que nos muestra las cosas haciendo enfoque en lo que está mal, en la enfermedad. Es importante destacar que el Enfoque Salugénico no es “enemigo” del Modelo Médico. Ambas miradas son complementarias, y se necesitan mutuamente. Por ejemplo, de acuerdo al modelo médico los profesionales deben entender cómo se desarrolla una enfermedad, buscar sus causas a fin de poder prevenirla. El concepto de prevención es un concepto que surge de la mirada en la enfermedad, a fin de evitarla. En cambio, de acuerdo al enfoque salugénico, se buscan cuáles son las circunstancias o fortalezas que generan más salud, a fin de promocionarlas. Entonces el concepto de promoción de la salud está vinculado a este nuevo modelo. Como verán, ambos enfoques son necesarios, o sea, son complementarios entre sí, y ninguno de ellos es mejor que el otro. El psicólogo norteamericano Abraham Maslow, uno de los precursores de la Psicología Humanista, sostenía que hay una tendencia básica en el ser humano hacia la salud mental que se manifiesta por medio de procesos de autorrealización y lo que él llama autoactualización (reformulación permanente de necesidades, prioridades y motivación). Es muy interesante cómo Maslow explica que hay ciertas necesidades que a medida que van siendo satisfechas dejan lugar al despliegue de necesidades superiores. Ese concepto lo ejemplifica con una pirámide, la cual es ampliamente utilizada en muchas disciplinas. Aquí la comparto. En la base de todo están las necesidades fisiológicas, esas por las cuales podemos sobrevivir como especie. Una vez que estas necesidades están satisfechas desplegamos otras un poco más elaboradas, como por ejemplo desarrollar seguridad en diferentes áreas. Luego necesitamos ser amados y amar, sentirnos parte de un grupo, familia, sociedad, etc. Luego vamos a buscar reconocimiento, tanto propio como desde afuera, y finalmente, una vez que todo lo demás esté satisfecho, podremos desarrollar virtudes superiores y desplegar el camino de la autorrealización.
Maslow sostiene que lo psicopatológico es cualquier cosa que fruste, niegue o bloquee este proceso, y que la terapia es cualquier método que oriente a la persona a seguir desplegando esta sucesión de características que están determinadas por su naturaleza interior. El psicólogo y filósofo humanista Erich Fromm sostenía que la realización del propio yo se da no solamente por medio del pensamiento, sino por la realización de la personalidad total del individuo, que incluye la expresión activa de sus capacidades intelectuales, emocionales e instintivas. El ser humano es feliz, sereno, y está en paz consigo mismo solamente cuando llega a ser lo que él puede ser, cuando despliega su máximo potencial. Digamos que si esas necesidades, este despliegue de potencialidad, comienza a satisfacerse por el hecho de desarrollar una técnica artística, pues, ¡bienvenido el arte! Desarrollar salud mental y emocional por medio del arte es una disciplina relativamente nueva, data de los finales de la Segunda Guerra Mundial, y en muchos países incluso no está desarrollada la formación de terapeutas que incluyan disciplinas artísticas en sus modos de terapia. Según Sara Paín, la producción artística ha sido de interés en el ámbito de la psicología y psiquiatría desde fines del siglo XIX (Paín-Jarreau 2006). Hubo numerosos estudiosos que se dedicaron al análisis y la recopilación de las imágenes que surgían de pacientes con patologías emocionales o mentales, así como los estudiosos de pedagogía estudiaban la evolución de las manifestaciones artísticas en los niños y alentaban la expresión creadora. Luego, durante la primera mitad del siglo XX, el psicoanálisis y las psicoterapias se extendieron, y cada vez más personas comprendieron la importancia de que un profesional pudiera desentrañar ciertos conflictos a situaciones mentales anómalas o desadaptativas. También surgieron alternativas a estos tratamientos, largos y costosos, y otras corrientes de pensamiento ampliaron el espectro de posibilidades terapéuticas, como el psicodrama de Moreno, terapias familiares y de grupo, y distintas técnicas de mediación artística como la musicoterapia, danza-terapia y terapias de expresión plástica.
Sara Paín señala que existen diferentes vertientes dentro del arte terapia: si está más vinculada con las psico-terapias se considerará el hecho artístico, la actividad plástica, como secundaria a la terapia de palabra, por lo tanto terapeuta y paciente compartirán un relato acerca de la producción artística y de eso derivará el efecto terapéutico. En otros casos lo importante será el proceso y desarrollo del trabajo, sin importar tanto el relato de lo que tanto el paciente como el terapeuta interpreten de la obra. Los nuevos estudios en neurociencias revelan que los hechos traumáticos, así como los hechos felices, tienen un alto impacto en nuestra fisiología, en nuestra química cerebral. Por medio del arte se despiertan memorias emotivas y se facilita la concentración. Nuestra memoria se almacena de dos maneras: existe una memoria explícita, la cual es consciente y está compuesta por hechos, conceptos e ideas, cuyo mejor ejemplo es la narración cronológica de los hechos, y también hay una memoria implícita, que es sensorial y emocional y está relacionada con la memoria del cuerpo, cuyo mejor ejemplo es el de andar en bicicleta. El arte actúa como un puente entre ambas memorias, sobre todo en el caso de hechos traumáticos, pero también ante los bloqueos creativos y el desarrollo de potencialidades. La actividad artística genera una respuesta de relajación a nivel corporal, de calma e incluso de un efecto hipnótico tranquilizador que ayuda a calmar el estrés. Como dijimos anteriormente, los efectos benéficos de realizar actividades artísticas se dan por medio de todas las artes y no solamente por el hecho de dibujar mandalas o zendalas. Pero sin dudas, la disposición concéntrica y simétrica de los mandalas, así como la repetición de patrones gráficos de los zendalas, favorecen los estados de introspección que llevan a esos cambios fisiológicos. Dicho de otra manera, si logramos los mismos resultados haciendo deporte, cocinando o tejiendo al crochet, no hace falta que comencemos un tipo de actividad para la cual no nos sentimos inclinados. Lo que sea que hagamos, que sea con disfrute, con ganas de hacerlo, ese será el mejor modo de sacarle beneficio completo y permanente.
Concepto de flujo (Flow) Uno de los autores más importantes dentro de la corriente llamada Psicología Positiva, la cual pregona el enfoque salugénico, es el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi (lo sé…es imposible de pronunciar… él también lo sabe). Este investigador propone que la gente es más feliz cuando más tiempo está en estado de flujo, o fluir, o flow. Este estado es de una completa concentración y absorción en la actividad en la que nos encontramos. Es un estado de motivación intrínseca que hace que estemos inmersos en lo que estamos haciendo y que nos da la sensación de libertad, gozo, compromiso, habilidad. Tan inmersos estamos, que las sensaciones corporales, como el cansancio o el hambre por ejemplo, suelen ser ignorados. Son actividades o momentos en los que el ego desaparece, el tiempo vuela, y todas las acciones y pensamientos que surgen lo hacen desde la actividad en sí misma. Puedo asegurarles que tanto por mi experiencia personal como por el relato de muchos alumnos en mis talleres, el trabajo con mandalas y zendalas produce el mismo efecto. Ahora bien, la actividad que realicemos debe representar un desafío pero también estar en equilibrio con nuestras habilidades. Si una tarea es demasiado fácil no lograremos el estado de fluir porque nos aburrirá, y si es demasiado compleja sentiremos que no podemos realizarla y tampoco
lograremos fluir. Lo importante es que la tarea se vuelva un fin en sí misma, que sea nuestra propia recompensa, o sea que nos genere retroalimentación. Es una experiencia que queremos repetir porque nos inunda de felicidad, aumenta nuestra concentración y atención, nos deja en un estado de atemporalidad y perdemos conciencia del propio yo (muy adecuado en casos en que sintamos molestias físicas o cuando estemos inundados de problemas) El resultado de vivir este tipo de experiencias aumenta nuestro capital psíquico, una especie de “cuenta bancaria” llena de fortaleza, que nos permite tener mejores herramientas para afrontar las situaciones estresantes. También brinda mayor satisfacción vital y aumenta nuestros recursos psíquicos, que podrán ser utilizados para resolver otras tareas. ¿No les parece un excelente motivo para comenzar actividades que produzcan el estado de fluir? Seguramente sí. Recuerdo que, al haber escuchado por primera vez acerca de este concepto, pensé en cómo alguien podía describir con tanta precisión mi sensación al momento de dibujar o pintar. Sólo posteriormente comprendí que el mismo estado lo siente un atleta cuando logra objetivos, un bailarín en trance en medio de su danza o un músico de jazz que solamente deja libre su instrumento… una persona que esté sumergida en el placer de realizar algo que le gusta mucho.
El arte de hacer grafismos Cuando explico la manera de comenzar un zendala, la gente me comenta cosas como esta: “pero… ¡eso es lo que siempre hice en mis cuadernos de clase!” o “siempre que hablo por teléfono tengo que tener un papel y una lapicera a mano, no me concentro de otra manera” o “por suerte tenía el papel y la lapicera, ¡si no en la conferencia me quedaba dormido…!”. Lo interesante es mirar las expresiones de esas mismas personas cuando se les dice que lo que hicieron, o al menos la técnica que utilizaron, puede transformar esos garabatos en una obra de arte. Lo que determina la calidad en cuanto a obra artística es la armonía en que esos garabatos estén combinados entre sí. ¿A qué le llamamos grafismos? Desde el punto de vista artístico, un grafismo es una forma lineal obtenida con una herramienta gráfica. Las herramientas gráficas pueden ser las que conocemos por su uso, como un lápiz, una lapicera, un marcador o una pluma, y también pueden ser obtenidas por medios mecánicos o tecnológicos, como la computadora, un papel o una tela impresa, o la combinación de varios medios entre sí. El grafismo es un concepto que puede combinar una serie de atributos que pueden diferenciarse al combinar elementos entre sí, veamos algunas características: Agrupaciones Conjuntos de elementos relacionados mediante proximidad, semejanza, continuidad o simetrías. Estas agrupaciones son las que generan la sensación de volumen al realizar zendalas. Por ejemplo, si agrupamos puntitos muy juntos, parecerá que la zona es más oscura, mientras que si los separamos un poco parecerá más luminosa. Forma Tanto de cada elemento gráfico aislado como de las agrupaciones de elementos. Cada uno de los
puntos que dibujamos, o las líneas, o las estrellitas, o cualquier otra textura, pueden tener formas indefinidas, pero cuando los vemos agrupados no advertimos pequeñas diferencias entre ellos. Contornos Partes límites de los elementos, que permiten distinguirlos de los demás y del fondo, pudiendo estar definidos mediante cambios de color o de luminosidad. Los contornos pueden ser explicados claramente por medio de una línea, que marcará un límite preciso entre un objeto y otro, pero también pueden identificarse por medio de la agrupación mayor de la textura, que muestre dos áreas diferentes entre sí y de esa manera señale un contorno. Ubicación Lugar que ocupa cada elemento gráfico o agrupación de ellos en el espacio de trabajo. Esto tiene que ver con la combinación de los elementos, ya que si en una zona en que dibujamos sólo líneas aparece un punto aislado, posiblemente no tenga el mismo peso en la composición que dentro de un grupo de puntos. También existen zonas dentro de un espacio compositivo que son más “pesadas” que otras, y eso se debe a que la mirada tiende a buscar primero esos lugares y no otros. Tamaño De cada elemento gráfico respecto de los que le rodean. Si dibujo muchas líneas muy finitas, y de repente dibujo una muy ancha, ésta va a parecer una forma rectangular, ya no será leída como una línea. De la misma manera, en un grupo de puntos pequeños, uno de tamaño mayor será considerado como una pelota, o sea, como una forma diferente al grupo de círculos. Color De cada elemento individual, de cada agrupación de elementos, de la disposición relativa de los elementos con color y armonía entre colores. En el caso de los zendalas trabajamos mayormente en blanco y negro, pero en el caso de usar color hay toda una serie de reglas que pueden tomarse en cuenta. De todas maneras podemos relajarnos, ya que la mayoría de nosotros usamos esas reglas intuitivamente sin saberlo. Contraste Intensidad de visualización de cada elemento con relación a los que le rodean y al grafismo completo. Por ejemplo, si dibujamos puntos con un lápiz de grafito que son de color gris claro, y luego hacemos otros con tinta china negra, generaremos una diferencia marcada entre ellos, o sea, una situación de contraste. Equilibrio Cada grafismo conlleva un sistema de referencia espacial que consigue un nivel de equilibrio mayor o menor. Las referencias de espacio son las señales que nos permiten movernos con seguridad utilizando nuestro sentido de la visión, por ejemplo son las que nos indican que un objeto está cerca (lo vemos más grande) o lejos (lo vemos más pequeño), o que una superficie está horizontal o inclinada, o que algo está arriba o abajo. Cuando dibujamos, solamente contamos con dos dimensiones (ancho y alto), entonces tenemos que “mentir” la tercera dimensión (la profundidad), para ello tenemos estrategias, indicadores espaciales que colocaremos en lugares clave para que
quien mira el dibujo entienda lo que está mirando. Esto tiene ciertas reglas, como cuando hablamos del color, que la mayoría de nosotros aprendemos a usar desde niños, y que si tenemos a mano un profesor de dibujo manejaremos con mayor maestría. Simetría/Asimetría Disposición espacial de los elementos que forman la composición gráfica. Reconocemos con facilidad las formas simétricas porque nos resultan equilibradas y armónicas. La simetría es un rasgo de la forma que permite, si trazáramos una línea central, ver una repetición espejada de la forma del otro lado de la línea. No quiero abrumarlos con matemáticas, así que tratemos de entenderlo con ejemplos más sencillos; por ejemplo si vemos el dibujo de una persona de frente y de pie, y trazamos una línea vertical desde la punta de su cabeza que lo divida en dos mitades, las mitades serán simétricas, como vistas en un espejo. A ese tipo de simetría la llamamos axial o bilateral, ya que hay un eje que divide el objeto en dos y esos lados se repiten enfrentándose. Hay varios tipos de simetría y todos tienen en común la repetición de una forma a lo largo de uno o varios ejes o líneas imaginarias. Especialmente en los mandalas, utilizamos un tipo de simetría que llamamos radial o de rotación, ya que las formas se van repitiendo alrededor de un centro por medio de ejes que están ubicados a diferentes grados de ángulos. Verán un ejemplo de ello cuando les explico el paso a paso para construir una grilla geométrica: trazamos varios ángulos, dividimos la circunferencia en porciones y repetimos las formas que haremos en cada una de esas porciones.
¿Qué tipos de grafismos podemos hallar? ¿Significan algo? Algunos autores interpretan ciertos rasgos de personalidad en la realización de algunos grafismos. Si bien mi punto de vista es muy cauteloso al respecto, hay ciertos patrones que pueden llegar a encontrarse en la medida en que hacemos muchos grafismos. Voy a presentarles algunas interpretaciones básicas de cierto tipo de garabatos. Antes de presentárselos aquí debo destacar que ninguna de estas interpretaciones es válida fuera de un ámbito y proceso terapéutico, y ninguno de estos signos puede tomarse como cierto sin otros indicadores que confirmen la hipótesis (de que tal o cual persona tiene tal o cual rasgo de carácter porque suele dibujar tal grafismo). Además, debemos diferenciar los garabatos ocasionales de los que aparecen permanentemente. Yo agregaría otra categorización, y es la del garabato con fines estéticos, con los que se busca lograr un efecto determinado en nuestras obras de arte. En el caso de garabatos ocasionales, la motivación puede estar dada por una impresión del momento, mezclados con figuras o dibujos, borrones y escritura. Señalan en general una situación momentánea, una circunstancia específica por la que se atraviesa. No mostrarán aspectos fijos del carácter. Los garabatos permanentes son aquellos que el sujeto reconoce como de propia autoría, y a veces su ejecución se remonta de tiempo atrás, por ejemplo cuando dice: “cuando era adolescente frecuentemente dibujaba flores” o “cuando hablo con tal persona suelo hacer...”, o bien, “en la clase de matemática no queda cuaderno sin escribir”. Eso indica el vínculo emocional entre la situación, y la descarga, que en lugar de ser por medio de la risa, el llanto, el enojo o el grito se hace por medio de la expresión gráfica, que canaliza la sensación de impotencia, el aburrimiento, la apatía o la ensoñación, como cuando nos enamoramos.
Una aproximación al tema nos lleva a observar incluso en qué parte del papel ponemos más atención, ya que los márgenes o el centro de la hoja representan cosas diferentes. Desde este criterio la hoja de papel donde realizamos el dibujo se considera el universo y qué lugar ocupa el sujeto en ese espacio. Los dibujos pueden interpretarse de acuerdo a su tamaño en la hoja, si son muy pequeños o muy grandes. Si el espacio alcanza para dibujar o queremos ocupar toda la hoja, lo que indicaría una necesidad de llamar la atención, una personalidad con tendencia a invadir el espacio de los demás, a intentar manejarlos y a negar la carencia, ya sea afectiva, material o intelectual. Siempre debemos recordar que observaremos toda la conducta de alguien, o de nosotros mismos, y no solamente “mirar” el dibujo para elaborar conclusiones. Por ejemplo el margen derecho representa el futuro, lo consciente, el padre o la autoridad y una inclinación a la extroversión o hacia lo social. También indicaría una facilidad de comunicación con el otro y una proyección optimista hacia el futuro. También puede señalar que el sujeto es impaciente, pasional o vehemente, así como actividad, empuje, ambición, optimismo o euforia. También suelen ubicarse en este sector los obstáculos o conflictos que impiden el avance. El margen izquierdo representa al pasado, lo inconsciente o preconciente, lo materno y lo primario. Puede indicar una tendencia a la introversión y a encerrarse en sí mismo. También puede indicar un período de pesimismo, debilidad, depresión o cansancio, así como pereza y desaliento. También se suele mencionar en ese margen lo que queda sin resolver y nos resulta traumático. El margen superior, el tercio superior de la hoja puede indicar un rasgo de personalidad optimista, alegre, idealista y noble. De la misma manera puede indicar una reducción de los ideales, o la mención de un “techo” a nivel intelectual, creativo o emocional. El margen inferior, el tercio inferior de la hoja representa características de apego a lo concreto, con “los pies en el suelo”, y podría indicar una fuerte tendencia instintiva. Si las formas parecen inconclusas y no entrar en el espacio pueden indicar una personalidad dependiente, con falta de contacto con la realidad e incluso depresión. El centro de la hoja implicaría un criterio de realidad adecuado, y un equilibrio entre las tendencias de introversión y extraversión. También marca un grado de equilibrio, objetividad y control sobre sí mismo, reflexión y buen uso del espacio. Una vez que hemos visto el modo de desarrollar un dibujo en una hoja, deberíamos observar los trazos, el modo en que la persona dibuja lo que dibuja. Por ejemplo, una línea armónica, entera y firme nos habla de una persona en equilibrio, en cambio una línea entrecortada, fragmentada o esbozada puede indicarnos ansiedad o inseguridad, timidez o falta de confianza en sí mismo, así como fatiga, estrés o necesidad de detenerse a analizar lo que se ha hecho. También podemos acercarnos al tipo de líneas que se utilizan, por ejemplo, las líneas redondeadas o curvas marcan los rasgos más femeninos y un desarrollo del sentido estético, también puede indicar dependencia y un espíritu maternal, conciliador y diplomático, afectivo y sensible. En cambio las líneas tirantes, con predominio a las rectas, pueden indicar un estado de tensión. Las líneas rectas muestran capacidad de análisis, fuerza, vitalidad y también frialdad y lógica razonadora. Así también las formas que dibujamos pueden interpretarse de acuerdo al tipo de línea que predomine. Por ejemplo una línea con muchos ángulos o picos puede mostrar agresividad, impaciencia, vitalidad y también dureza, tenacidad y obstinación. Una línea con ángulos muy agudos puede estar mostrando una excesiva reacción emocional y las líneas en zigzag pueden mostrar una imposibilidad de controlar los impulsos y agresividad. Otro punto a tener en cuenta es el modo en que se ejerce presión con la herramienta de dibujo, por ejemplo una presión débil puede mostrar a un sujeto original, con rapidez mental e intuición aunque
poco constante. La presión fuerte, esa que deja relieve en el reverso de la hoja, representa fuerza física, energía vital, seguridad y extraversión pero también agresión, hostilidad ante el entorno y franqueza a veces extrema. Este tipo de presión puede encontrarse en la personalidad de líder, con buenas condiciones para conducir grupos y también en creadores de grandes ideales, así como en los artistas y escultores. Hay otros factores que podemos considerar, tales como el tiempo de ejecución y la actitud ante el trabajo, el exceso de detalle o la falta de ellos, los borrados, repasados de las líneas y tachaduras. Hay gran cantidad de material de estudio en los tipos de dibujo y la forma de dibujar, sobre todo entre las técnicas de evaluación psicológica y técnicas proyectivas. lo más importante es no transformarnos en “interpretadores compulsivos” a la hora de mirar una obra, ya que existen otras razones, a veces sencillamente la decisión estética de copiar tal o cual decoración, que no están indicando una característica de personalidad o un rasgo definido. En cuanto a la forma de los grafismos que utilicemos podemos encontrar: Dibujos geométricos: son más escuetos, fríos e impersonales; tienen predominio de ángulos, lo que nos podría hablar de bloqueos emocionales o autocontrol, así como dureza, intransigencia o exceso de racionalidad. Es muy frecuente en personas de carácter mayormente obsesivo, aquellos que necesitan el orden y lo metódico para sentirse confiados y “relajados”. Los cambios inesperados los afectan y tratarán de mantener todo bajo control para que eso no ocurra. Cuando los mismos dibujos son dibujados con sombras y arreglos decorativos, pueden indicar a una persona delicada que trata de suavizar asperezas, utilizando su sensibilidad, sobre todo si el sombreado es suave, no con exceso de presión. Los diseños de dameros (tablero de ajedrez) en blancos y negros pueden indicar una naturaleza algo ambivalente, conducta con posibles contradicciones. Persona muy ordenada en sus cosas, con evidente orden de tipo clasificatorio. Lo blanco representa a lo mental, la ansiedad, la inactividad, lo negro la actividad, la acción. Puntos marcados con fuerza pueden denotar un carácter explosivo, con detalles de agresividad mal controlada, así como impulsividad. Puntos marcados y adornados o decorados posteriormente pueden mostrar agresividad fuerte pero controlada, atenuada gracias a la sensibilidad. Así como trazos o rasgos marcados hasta llegar a agujerear el papel sobre el que se han hecho muestran una excesiva energía, incluso violencia y posible pérdida de control. También pueden indicar baja tolerancia a la frustración. Las líneas quebradas a modo de zig-zag: marcan generalmente una vida pasional y afectiva fuerte. El sujeto acumula tensiones y luego las descarga intempestivamente, como lo marca la línea de dibujo. Los diseños del tipo parqué o pared de ladrillos indican una persona ordenada que clasifica y además utiliza la asociación lógica o deducción. Muestran capacidad de precisión, atención y concentración del pensamiento. Es el dibujo de los buenos estudiantes. Las flechas en los diseños introducen siempre una nota de impulsividad, muestran generalmente sujetos de un nivel de dinamismo y actividad alto, que no siempre logran canalizar adecuadamente. Cuando se proyectan de izquierda a derecha la agresividad que se proyecta sobre los demás, puede mostrar sujetos hirientes cuando se sienten contrariados, irónicos. Cuando las flechas se dirigen hacia la izquierda la agresividad se vuelve sobre el propio sujeto, pudiendo ser descargada en ambientes de su vida privada. Si las flechas son curvadas y se unen en un punto central dando la impresión de girar: la personalidad reagrupa sus fuerzas y lucha por convertir en éxito el trabajo, plan, proyecto o ensayo
que tiene entre manos. El hecho de que se curven le quita el potencial agresivo, pero mantiene intacto el potencial dinámico. Otros dibujos, como pentagramas musicales, con o sin claves, con o sin notas, representaciones de instrumentos musicales gusto por la música, captación del mundo de tipo auditivo, sensibilidad de tipo estético, búsqueda del ritmo y la armonía. Diseños de espirales, en general o movimientos espiralados implican encierro, repliegue concentración en sí mismo, pueden indicar una actitud egocéntrica, o una tendencia a relacionarse con los demás para exhibir las propias habilidades, recibir elogios y sentirse reconocidas. Si las espirales que terminan en la izquierda, o que se proyectan hacia el lado de la izquierda (centrípeta) pueden estar marcando un cierto egocentrismo y retorno a un pasado que pesa profundamente. El sujeto posee aspectos personales históricos que aún no ha elaborado. Desde el punto de vista junguiano es la dirección hacia el Inconsciente, o sea, estaría marcando una tendencia a la introversión y a observar los propios contenidos internos. En cambio, si la espiral termina en la derecha (centrífuga), puede indicar un cierto temor a la soledad, y también el deseo de ser más sociable. Es un camino hacia la Conciencia, con lo cual el sujeto estaría saliendo de su encierro en lo Inconsciente y buscando estímulos “afuera” de su yo. Hay que tener presente que el encierro en sí mismo es una forma de autoacuartelamiento, que en general se da cuando el sujeto cree que no puede afirmarse en el afuera, ya sea porque no tiene la energía suficiente que le demanda el vínculo con otros o porque se halle apegado a su historia, ya sea buena o traumática, y prefiere autoprotegerse y conservar intacta su posición. Las espirales no dejan de tener una connotación de punto central protegido por capa sobre capa de líneas enrolladas, por eso remiten al encapsulamiento o encierro. La espiral doble, la que toma la forma de una “S” con puntas enrolladas, puede indicar una búsqueda de la perfección y tendencia al idealismo, también es un modo de equilibrar las tendencias introvertidas y extravertidas, siempre manteniendo un contacto profundo con el mundo interno. También pueden señalar planteamientos filosóficos, dudas o ideas obsesivas, así como cierta ambivalencia, tanto a nivel mental como emocional. Desde el punto de vista de la interpretación, los trazos rígidos, minuciosos y repetitivos pueden indicar dificultades para relajarse. A veces la reiteración monótona de un dibujo o trazado se relaciona con ideas de tipo obsesiva, ideas recurrentes que el sujeto no puede sacar de su mente. Ahora bien, en este tipo de trabajo en particular, en el que pretendemos lograr un estado mental relajado, los movimientos y trazos repetitivos tienen enormes ventajas, sobre todo a nivel de disminución de la actividad del hemisferio izquierdo que genera efectos similares al de la meditación. Esto genera una baja de los niveles de estrés y desbloqueos creativos. La mente más quieta y relajada es la mejor generadora de ideas más creativas, con lo cual, si bien es cierto que ciertos grafismos pueden señalar ciertos rasgos de personalidad, al trabajar en nuestros zendalas estaremos mejorando nuestra persona como un todo, actuando tanto a nivel mental, emocional y físico.
Vayamos a la práctica o primero que quiero repetir es que siempre que les haga propuestas creativas estaré también proponiéndoles ejercicios de auto-observación. O sea, además de lograr obras hermosas, el verdadero tesoro de estas técnicas es que nos permiten conocernos mejor, saber cuáles son nuestros patrones de pensamiento y también nuestras emociones. Hace ya muchos años que estoy trabajando en mi obra artística desde esta perspectiva, y les aseguro que el premio está incorporado en la misma actividad. Quizás algunos días estemos menos inclinados a observarnos sin juzgar, pero cuando algo que nos molesta o algún tipo de conducta se repite una y otra vez, sería bueno que comenzáramos a investigar de dónde surge y cómo se instaló en nosotros. Si nos resulta positiva la dejaremos ser, pero si nos impide vincularnos armónicamente con otros –o con nosotros mismos– podríamos pensar en ir disolviéndola. Por ejemplo, si advierto que un tipo de pensamiento me lleva a un estado de angustia, trato de no “seguirlo” y me enfoco en mi zendala. Si noto que hay cierto diálogo mental que entablo con alguien con quien tengo conflicto y eso me obstruye el crecimiento del vínculo, trato de sacar mi mente de ese diálogo y la coloco en el trabajo. Lo más probable es que, al dejar de “pensar” en eso, aparezca alguna revelación que me guíe hacia dónde puedo desanudar el conflicto. La meta es que cada uno siga las consignas a modo de sugerencia, e idealmente que produzcan nuevas ideas. No se sientan obligados a utilizar las estructuras que les brindo aquí, ya que son sólo ayudas para aquellos que demoren un poco más en realizar sus propios diseños. Verán que hay diseños más simples y otros un poco más complejos. Usen el que llame su atención y siéntanse libres para modificar cualquier línea o sector del dibujo. Como suelo hacerlo en mis libros, los invito a compartir sus creaciones en alguno de mis sitios web, o conmigo, vía correo electrónico. Actualmente las redes sociales y la interconexión informática nos permiten el contacto casi directo, y la ventaja de conocer otras personas con iguales intereses. Más allá de cuál sea el grado de experiencia en arte, y puede ser que no tengan experiencia en absoluto, realizando mandalas o zendalas se promueven diferentes situaciones, por ejemplo: Que nuestra autoestima aumente porque ni siquiera imaginábamos hacer algo tan bonito. Que tengamos que observar nuestro sentimiento interno de frustración al no lograr lo esperado. Que abandonemos el trabajo a la mitad. Que no podamos descubrir la belleza de lo que hemos hecho y nos lo hagan notar nuestros seres queridos. Que descalifiquemos la actividad diciendo que es una tontería y no nos atrevamos a mostrarla. En cualquier caso, lo más importante es que nos observemos, que tratemos de descifrar los sentimientos que nos desata la actividad, y en lo posible, sugiero llevar un pequeño diario de registro, como si fuese nuestro diario de viaje. A veces se pueden escribir notas incluso detrás del papel en que están haciendo el zendala, pero ya que eso no es posible dentro del libro, no sería mala idea que usen una pequeña libreta anotando aquello que les resulte notorio, ¡sin olvidar la fecha! No subestimen nada de lo que aparezca mientras estén dibujando: ideas, proyectos, resoluciones de problemas. ¡Anoten todo! Luego llegará el tiempo de seleccionar lo que verdaderamente sirve de lo
L
que aparece. Recuerden que no se trata de una tarea escolar, por lo tanto si no escriben nada en meses no significa que esté “incorrecto”, cada cual sabe su modalidad de trabajo y cuáles son aquellas cosas que más funcionan para disfrutar la tarea. Lo mismo digo para los casos en que no finalicen sus trabajos… a veces se necesita un rato de acción y luego dejarlo gestándose o gestando una nueva obra.
Preparación previa y momento adecuado Para dedicarse a estas actividades hace falta un poco de paciencia y un rato de tiempo en el que hay que intentar no ser molestado, como si que preserváramos nuestro propio mundo interno, que es lo más preciado. La forma de los mandalas ha sido venerada desde hace milenios como un diagrama que permite organizar nuestra conciencia y protege nuestro mundo interno, y los zendalas son otro modo particular de mandalas. O sea que podemos tomar ejemplo de esta actitud e intentar sumergirnos en esta actividad, la cual notarán que es gratificante en sí misma. Recuerden: no hay manera de hacer las cosas mal. Este tipo de diseños es más que un hecho estético de por sí, ya que puede considerarse un símbolo con existencia real, o sea, una manifestación de nuestro ser en forma simbólica. Lo que hagamos estará bien y será una muestra de cómo estamos en ese momento. Por supuesto que puede haber lo que llamemos “imperfecciones”, pero, al fin y al cabo: ¿qué es lo perfecto? ¿Deberíamos serlo? Yo creo que la maravilla del ser humano es la imperfección, lo que nos hace únicos y creadores. Respecto de la perfección, recuerdo un relato acerca de los fabricantes de alfombras persas. Dicen que al realizar una alfombra, las cuales son bellísimas obras de arte, y muy complejas, los artesanos dejaban un pequeño error, un hilo o una forma minúscula que no concordaba con el resto del diseño. Quizás el ojo común ni siquiera lo podría ver, pero el artesano lo veía y lo sabía. Eso era para demostrar que era imperfecta porque es una obra humana, y como tal siempre es perfectible. Sólo la creación de Dios es perfecta, y esa es la enseñanza moral que querían transmitir. Por supuesto, si tenemos una inclinación artística tal vez haremos diseños más atractivos y utilizaremos las líneas o la composición de una manera más diestra; pero incluso en casos de falta de destreza, esta técnica nos permite realizar trabajos hermosos. Nunca dejo de sorprenderme con mis alumnos sin entrenamiento en arte, que logran intuitivamente composiciones maravillosas sin siquiera imaginarlo. Dicho esto, ahora podemos dedicarnos a esta actividad estando relajados y satisfechos, ya que nuestras obras serán sin lugar a dudas las más hermosas y adecuadas para nuestro desarrollo personal. A estas alturas ya sabemos que la actividad de realizar mandalas y zendalas es un trabajo de autoconocimiento y mucha, muchísima auto observación. Tenemos que aprender a mirarnos, observar nuestras reacciones y actitudes. El reto fundamental es no juzgar, sólo observar. Dicho de otro modo: juzguemos menos y juguemos más. El reto aquí es ser con nosotros mismos más bien un cronista imparcial que un juez determinado a castigarnos. Intentar, en el mejor de los casos, que los sentimientos de frustración o angustia se vean transformados, puedan manifestarse con libertad y analizar cuál es su origen, luego dejarlos ir agradeciéndoles la oportunidad de aprendizaje que nos brindaron.
No teman hacer la obra de arte más fea de su vida, siempre es mejor sacar lo que no nos gusta a la luz antes que dejar que nos carcoma por dentro. Es algo así como volcar en un cesto de basura todo aquello que no quisiéramos que se pudra en nuestro interior. Junto con la composición o las texturas que no nos gustan deberíamos poner el sentimiento que queremos arrojar, desecharlo y transformarlo en un símbolo artístico. ¿Es desagradable? Pues bien, muchas cosas en la vida lo son, y lo mejor es que lo desagradable pueda ser visto y no “tapado bajo la alfombra del living”. Si guardamos comida podrida en la heladera pronto tendremos mal olor en toda la casa… Como toda tarea, la realización artística necesita cierta preparación previa, al menos en los primeros tiempos. Recuerdo que sólo después de un tiempo de realizarlos pude comenzar a hacerlos en cualquier lugar, con cualquier tipo de ruidos a mi alrededor y en cualquier sitio, por pequeño que fuese. Al principio, uno necesita al menos un rato de tranquilidad, sin niños corriendo cerca y lejos de la televisión –en especial si es el canal de noticias–. Algunas mamás aprovechan ese tiempo en que los niños están en la escuela, o aquellas oficinistas que buscan un ratito de contacto con el arte cuando todos en la casa duermen. O los caballeros que se toman un momento de su almuerzo de trabajo para llegar a algún parque cercano, dibujar y relajarse un rato. También existen aquellos afortunados que no tienen que pensar en tantos detalles y pueden disponer de un espacio luminoso y tranquilo para crear. Hay ciertas personas que se toman un largo rato en las mañanas, como preludio para preparar su día. Otras, en cambio, prefieren “descargarse” después de un día agitado en el silencio de la noche. Otras personas aprovechan los ratos “vacíos” o tiempo que de otro modo estaría perdido, las esperas en consultorios médicos, las colas en los trámites, las esperas antes de una reunión, etc. Para eso siempre recomiendo tener una libreta o cuaderno de tapa dura, que nos permita dibujar las texturas cómodamente, y por supuesto, tener siempre en el bolso o maletín, un par de estilógrafos preparados. El ideal es incluso apagar el timbre del teléfono y escuchar algo de música suave y relajante. También es bueno colocar algún aroma, ya sea en forma de sahumerios o aceites esenciales. Es interesante considerar estos momentos como si fuesen una cita, como preparar un momento de intimidad con uno mismo. Se trata de la cita con el ser sensible, con el artista que todos llevamos dentro, sólo dentro de un marco de tranquilidad exterior puede aparecer al principio la tranquilidad interna que nos permitirá escucharnos. Después de cierto tiempo de práctica, como en todo ritual, los pasos ya asimilados no serán necesarios, de modo que podremos lograr el mismo grado de concentración en una sala de espera llena de gente, en un tren atestado o con nuestro vecino adolescente mientras practica sus temas con la batería (bueno, quizás estoy exagerando un poco…). Tampoco habrá que temer el “desconectarnos” demasiado. Dibujar texturas en los mandalas genera un tipo especial de atención, una atención flotante. En realidad parece que estamos distraídos pero no es así, ya que cuando necesitamos captar algo importante lo hacemos como si nos hubiesen conectado de repente. ¿Recuerdan lo que les pasaba de adolescentes cuando escuchaban una clase, en que llenaban de dibujos sus cuadernos? ¿O actualmente cuando escuchan una conferencia? De eso se trata… Lo ideal sería encontrar un rato al menos de treinta o cuarenta minutos de tranquilidad. Cada cual conoce los ritmos de su casa o los vaivenes de su trabajo, lo importante es encontrar un momento, el adecuado para cada uno. ¿Cuál es el mejor lugar?
A veces hay rincones de la casa que nos son especialmente gratos, ya sea por la luz, la intimidad, o sencillamente porque tenemos la mesa más cómoda. Sugiero no elegir los lugares más concurridos de la casa, salvo que deseemos que los niños se integren a la actividad, y ser sus ejemplos para esto. Una buena idea es descubrir dónde hay mejor luz natural si es de día, o el sitio más acogedor sin corrientes de aire o mucho ruido que nos distraiga. Esto es más importante cuando recién comenzamos a trabajar con zendalas que cuando ya tenemos mucha experiencia. Es como un entrenamiento: al principio son más las condiciones que cuando sabemos de qué modo abstraernos sin necesidad de nada externo. ¿Con qué materiales? Podría indicarles que hay dos modos de encarar la actividad: en la propia casa, en la cual uno puede desplegar mayor número de herramientas, y un equipo “de viaje”, con el que jugaremos cuando estemos en situaciones no tan cómodas. En la sección en la que mencionamos las herramientas y materiales habrán visto que en un principio con un estilógrafo y un papel blanco es suficiente, pero si estamos en la calle, o sentados en una oficina esperando un trámite, será vital tener una superficie algo rígida para usar de apoyo. Puede ser un cuaderno de tapa dura o una de esas carpetas rígidas con broche que permiten mantener firme cualquier papel. Vienen en distintos formatos y las hay de plástico o de cartón forrado. Suelo tener siempre alguna a mano, aunque también utilizo pequeños recortes de cartón duro o fibrofácil con un broche de papel en un extremo. Solamente quisiera recordarles que la mala elección de las herramientas o materiales puede generar mucha frustración. Les sugiero que compren al menos un par de estilógrafos y que no se conformen sólo con los bolígrafos (el tipo de tinta es diferente y a veces puede machar el trabajo). Dejen los bolígrafos para las “emergencias” creativas, cuando no haya nada a mano, pero si pueden elegir, elijan buen material. Lo ideal es ir armando nuestros equipos de acuerdo a nuestras preferencias. ¿Con qué texturas? Para comenzar tendremos que confiar en la intuición, y podemos comenzar con la guía de los muestrarios que figuran en este libro. De a poco verán que comenzarán a crear nuevas texturas. Seguramente tendrán un par de patrones que les gustará repetir en distintos trabajos, acepten esa repetición y disfruten de las nuevas combinaciones que puedan realizar. El ejercicio es un constante dejarse fluir con humores cambiantes y combinaciones raras, teniendo en mente que nada de lo que hagamos estará mal, así que podemos jugar. El juego es una de las expresiones humanas que no debemos perder, y todos tenemos el derecho a jugar. Yo agregaría que estamos obligados a ello para mantener nuestra salud emocional. Jugar implica el permiso a experimentar, cambiar las reglas, aunque luego el resultado no sea el más esperado. Implica aceptar riesgos y nuevas propuestas. Animarnos a ejecutar las nuevas ideas que van surgiendo. Les puedo asegurar que uno de los mejores métodos de generar nuevas ideas y más creativas es en la acción. A menudo uno está muy inmerso en una obra, la cual aparentemente es todo lo que importa, pero mientras tanto van apareciendo más imágenes e ideas nuevas para realizar. Mi costumbre es tener un pequeño cuaderno, o nuestro propio diario de sueños, o nuestro teléfono inteligente (la tecnología va cambiando), en el cual volcar las ideas que por falta de tiempo todavía no podamos realizar, nos sorprenderemos de cuan creativos somos sin haberlo notado.
¿Necesito acompañar la tarea con otras técnicas? Si bien en las prácticas tibetanas o provenientes del Tantra de la India se les da una importancia crucial a los ejercicios de respiración, el budismo zen no suele promover rituales, sino conectarse con el aquí y ahora. Personalmente creo que las técnicas de respiración son tan delicadas que no pueden transmitirse por esta vía. Un ejercicio de respiración (llamado en Sánscrito pranayama), puede modificar tanto nuestro metabolismo y nuestra química cerebral que si ha sido mal comprendido puede transformarse en perjudicial para la salud. Quiero ser enfática con esto, ya que no toda práctica de meditación o yoga es siempre saludable al no contar con un maestro que nos guíe. En segundo lugar, la mayoría de nosotros, nuestra cultura occidental, no pone especial interés en la respiración, y si bien es algo que nos convendría investigar, a menudo resulta un impedimento más que un método para facilitar la concentración. Si lo deseamos o tenemos práctica en ello, podemos permanecer unos minutos observando nuestra respiración antes de comenzar a dibujar, sin forzarla en absoluto, simplemente observemos si estamos agitados, si podemos o no respirar profundamente, y tratemos de a poco ir inspirando profundamente para lograr hacer el ritmo un poco más lento. Cuando estoy concentrada pintando o dibujando, me olvido literalmente de la respiración, pero volver a tomar conciencia de ella me ayuda a volver a concentrarme en la tarea cuando mi mente se ha ido a pasear por allí… Hay que tratar de no obsesionarse con una u otra cosa. Si alguno de ustedes siente poder calmar su respiración, o tal vez si tiene experiencia en yoga y acostumbra realizar ejercicios respiratorios, será bueno sumarlos a la actividad, pero si no es así, no va a restarle beneficios.
¿Puedo dibujar mis propios diseños? ¿Qué es una grilla? Los alumnos que asisten a mis talleres están acostumbrados a escuchar que “vamos a hacer una grilla”. Una grilla es una estructura geométrica, realizada con instrumentos de geometría que luego servirá de esqueleto para nuestra propia creación. Suelo compararla con un edificio en construcción, en el cual vemos vigas, caños y columnas que estéticamente no son bonitas, pero que son las que realmente sostienen el edificio. Luego de que esta estructura está firme, de que no hay forma de que se caiga, vendrán los artesanos que realicen la labor estética con los revestimientos, y hagan todas las “decoraciones” que luego disfrutaremos. Si nuestro esqueleto está en malas condiciones, no podremos funcionar bien en nuestra vida cotidiana. Si bien en los zendalas no es vital la geometría, siempre ayuda mucho realizarlas, ya que permiten un ordenamiento y facilitan que todo vaya ocupando su lugar. En general los zendalas no poseen una estructura geométrica rígida, sin embargo, al comienzo es importante realizar una pequeña base, una guía aunque sea mínima para que nuestras texturas no terminen siendo una masa desorganizada que no nos resulte atractiva estéticamente. En los momentos en que guío a mis alumnos para hacer sus grillas, me transformo en una especie de maestra de escuela al estilo antiguo, muy directiva, diciendo: “ahora hacemos tal cosa”, “ahora hacemos tal otra”, porque es imprescindible ser ordenado y metódico para llegar a un buen resultado. Para los que protesten diciendo que el arte es libre, les diré que antes de tomarnos libertades tenemos que aprender a conocer las estructuras. Hace falta mucha práctica para disfrutar los beneficios de la libertad, sólo así sabremos qué hacer con ella. Es como si aprendiéramos las reglas
de juego: primero nos ceñimos a un guión para luego poder ser todo lo “creativos” que queramos. Las estructuras que llamamos grillas nos va a ayudar a colocar formas y texturas armónicamente sostenidas en ellas. Las grillas que nos permiten hacer zendalas son sencillas, como las de los primeros mandalas que hayamos dibujado, ya que el papel protagónico en estos trabajos es la textura, los grafismos o “garabatos” que iremos dibujando. Veremos que luego de tener una estructura que nos sostiene, es muchísimo más sencillo crear nuevas formas armónicas que se irán vinculando entre sí. Hay distintos tipos de grillas, aquí les acerco algunas guías para ir lográndolas paso a paso.
Grillas concéntricas de formas redondeadas Al inicio, como en toda actividad, necesitamos ser guiados para luego desplegar nuestras propias creaciones. Las grillas redondeadas son sumamente sencillas y rápidas de realizar. Se trata simplemente de ir dividiendo el círculo internamente y redondear las formas, evitando líneas quebradas o ángulos muy agudos. Pueden dibujar las suyas propias y dejarlas para rellenar con texturas luego, en el momento en que puedan o lo deseen. Otra manera de hacerlas es jugar con una línea continua sin levantar el lápiz de la hoja formando divisiones dentro del círculo. Los invito a probarlo, ¡es muy sencillo! Aquí les acerco algunos patrones, sólo algunos, para que ustedes puedan comenzar a practicar con las texturas. Si no se les ocurre con qué rellenar sus zendalas, recuerden que les dejé un muestrario de textura unas páginas atrás. ¡Bienvenidos a la aventura!
Grillas geométricas Aquí les acerco un paso a paso en la realización de grillas hechas con elementos de geometría que realicé para mi libro Cómo dibujar Mandalas. Esto les ayudará a que comiencen a amigarse con las herramientas de geometría que usaban en la escuela. Les dejo dos ejemplos, pero pueden experimentar con distintos tipos de ángulos e ir agregando círculos en diferentes partes del diseño. A lo largo de las explicaciones, estaremos nombrando ciertos términos que no escuchábamos desde la escuela secundaria, por lo tanto vamos a repasar los conceptos básicos: ¿Circunferencia o círculo? Confieso que la mayor parte del tiempo los uso como sinónimos, pero no lo son, así que intentaré ser lo más prolija posible. Un círculo es una superficie geométrica plana contenida dentro de una circunferencia con área definida; mientras que se denomina circunferencia a la curva geométrica plana, cerrada, cuyos puntos son equidistantes del centro, y sólo posee longitud. Aunque ambos conceptos están relacionados, no debe confundirse la circunferencia (línea curva) con el círculo (superficie). La circunferencia se distingue del círculo en que éste es el lugar geométrico de los puntos contenidos en ella; es decir, la circunferencia es el perímetro, el borde, la línea que marca el tamaño del círculo cuya superficie contiene. O sea, nuestras texturas quedarán dibujadas sobre el círculo y
estarán limitadas por una circunferencia, por un borde circular. Centro El centro, en geometría, es el punto que se encuentra en medio de una figura geométrica. En nuestro caso el centro del círculo es el punto que está a igual distancia de cualquiera de los bordes externos del mismo, o dicho más correctamente, es el punto del cual equidistan todos los puntos de una circunferencia. Ángulo Un ángulo es la parte del plano comprendida entre dos semirrectas que tienen el mismo punto de origen. Suelen medirse en unidades como el grado. En general utilizamos transportadores que dividen la circunferencia en 360 grados, por lo tanto, nuestras “porciones” de la circunferencia serán más grandes o más pequeñas dependiendo de los grados que estas ocupen. Una porción de 30 grados será la mitad de pequeña que una de 60 grados. Radio de la circunferencia: En general siempre diré solamente “radio”. En geometría, el radio de una circunferencia es cualquier segmento que va desde su centro a cualquier punto de dicha circunferencia. El radio tiene la mitad de longitud que el diámetro. Todos los radios de un círculo determinado poseen la misma longitud. Diámetro El diámetro de una circunferencia es el segmento que pasa por el centro y sus extremos son puntos de ella (o sea, llegan a los bordes). Es la máxima cuerda (segmento entre dos puntos de la circunferencia) que se encuentra dentro de una circunferencia, o en un círculo. Todo diámetro divide a un círculo en dos semicírculos (las mitades de una circunferencia). Líneas perpendiculares En geometría, la perpendicular de una línea o plano, es la que forma ángulo recto con la que tenemos de referencia. O sea si nuestra referencia es una línea horizontal, la perpendicular a ella será una línea vertical que forme un ángulo de 90 grados con ella. Ángulo recto Un ángulo recto es aquel que mide 90°. Sus dos lados son dos semirrectas perpendiculares, y el vértice es el origen de dichas semirrectas. Un cuadrado tiene cuatro ángulos rectos, o sea, las líneas que lo conforman son perpendiculares entre sí. Ahora bien, luego de desempolvar de nuestra memoria esta terminología, paso a detallarles los pasos básicos para realizar cualquier grilla geométrica (éstas o las que ustedes se aventuren a realizar). Paso 1: Realizar un cuadrado, en general las hojas de dibujo vienen en formato rectangular. La tarea es sencilla: solamente hay que medir con la regla el largo del menor de los lados, y trasladar esa medida al lado mayor. Es la forma más práctica de lograr un cuadrado perfecto, ya que contamos con la ayuda de los ángulos rectos del propio papel. Paso 2: Trazar las diagonales de su cuadrado muy suavemente, sin presionar mucho el lápiz. Esto automáticamente indicará el punto central de esa hoja.
Paso 3: Apoyando la punta de su compás en el centro, trazar el círculo más grande que nos permita el compás, dejando un par de centímetros de cada lado entre los bordes del cuadrado y el círculo.
Paso 4: Dividiremos el círculo en dos mitades, cuidando de que la línea de división sea exactamente perpendicular a la línea de base del papel. Esto evitará que, una vez finalizada, nuestra grilla no parezca “movida” hacia algún lugar, cual si estuviera inclinada.
Para lograrlo tenemos dos modos: el primero es apoyando la escuadra dejando que una de sus bases coincida con la línea de borde del papel, y cuidando que pase por el punto central de nuestro círculo. La segunda manera es sencillamente medir exactamente la mitad de los lados del cuadrado de papel, y luego hacemos coincidir los puntos de la mitad con el punto central del círculo (que por cierto debería estar naturalmente alineado a la mitad del cuadrado) Una vez que entendemos los pasos, realmente no hay límites para seguir creando.
Ejemplo de grilla en 60 grados Esta es una grilla sencilla, pero sin embargo nos brinda la posibilidad de hacer diseños muy impactantes. 1) Realizamos los pasos básicos. 2) Marcamos con el transportador ángulos de 60 grados (a los 0-60-120-180-240- y 0/360 nuevamente).
3) Unimos las líneas opuestas pasando por el punto central.
4) Tomando por referencia una de las líneas, marcamos uno de los radios, midiendo desde el centro, en segmentos iguales (por ejemplo 2 cm cada uno). No importa que el segmento final quede un poco más ancho o más angosto, lo tomaremos sólo como referencia. Trazamos un círculo concéntrico en cada punto, apoyando el compás en el punto central
5) Trazamos el primer triángulo uniendo tres puntos en porciones intermedias, como muestra la figura.
6) Ahora marcamos el triángulo opuesto, formando una estrella de 6 puntas.
7) y 8) Repetimos la operación tomando como referencia el segundo círculo, contando desde el centro. Formaremos una estrella de 6 puntas más pequeña.
9)En el círculo interno dibujaremos un solo triángulo (no formaremos la estrella).
Con esto damos por finalizada la grilla, a partir de aquí comenzaremos a buscar formas en ella. Podemos usarla tal cual está o bien redondear sus formas como lo hicimos con las grillas redondeadas. También podemos dejarla en lápiz para luego borrar sus líneas cuando hayamos trabajado con las texturas, o bien remarcar los bordes para diferenciar cada área distinta de textura.
Grilla en 45 grados Esta grilla es una de las más sencillas, y nos permitirá trabajar con formas cuadradas con mucha facilidad. Veamos el paso a paso: 1) Realizamos los cuatro pasos básicos. 2) Apoyamos el transportador haciendo coincidir el punto central del mismo con el punto central de nuestra grilla. Haremos coincidir las marcas de 90 y 180 grados del transportador, buscaremos el grado 0 y a partir de allí haremos una marca cada 45 grados (0, 45, 90 -que coincidirá con la línea ya realizada-, 135, 180, 225, 270 -que coincidirá con el otro lado de la línea ya realizada– y nuevamente llegaremos a 360, que es el grado 0)
3) Haremos coincidir los puntos opuestos y trazaremos líneas en nuestro círculo, dividiéndolo en porciones, cuidando de que todas las líneas pasen por el punto central.
4) Trazaremos el primer cuadrado uniendo los puntos en el círculo, que estén cada dos porciones.
5) Luego trazaremos el segundo cuadrado uniendo los puntos que nos quedaron libres.
6) Trazaremos un círculo concéntrico sin tocar los cuadrados que quedaron dibujados (no menciono aquí medidas exactas porque todo depende del formato del papel y de la capacidad de apertura del compás en el círculo más amplio).
7) Volveremos a realizar los cuadrados como en los puntos anteriores.
8) Si tenemos lugar, volveremos a repetir los pasos 6 y 7.
9) Trazaremos un círculo más pequeño en el centro, siempre evitando tocar las líneas de los cuadrados.
10) Finalmente, trazaremos una línea uniendo las intersecciones de los cuadrados, esa es la medida exacta de la mitad de las porciones que realizamos al principio.
11) Lo repetimos en todas las intersecciones. Esta es nuestra grilla completa, ahora nos dedicaremos a buscar formas en ella.
Siguiendo la geometría pero con formas diferentes Si nos atrae un diseño y lo queremos repetir una y otra vez alrededor del centro de un círculo, lo haremos de manera muy sencilla. Solamente debemos tener a mano una hoja de papel de calco. En general, utilizo papeles de calco en medida grande, para no tener que preocuparme en que los diseños entren con facilidad. Les mostraré un ejemplo con una forma muy elemental, pero por supuesto las formas más complejas dan relaciones y patrones mucho más atractivos. Paso 1: trazar un círculo en el papel de calco, y trazar los pasos básicos (ver indicaciones para Grilla en 45 grados hasta paso 3 inclusive).
Paso 2: aquí elegí una forma que claramente puede quedar apuntando al punto central, algunas figuras no son tan claramente ubicables, pero lo importante es que nos agrade cómo está dispuesta y que la calquemos por primera vez, haciéndola coincidir con uno de los ejes que dividen las porciones de nuestro diseño.
Paso 3: Repetiremos el calcado tres veces más formando una disposición de cruz. Cuidaremos de que cada eje coincida de la misma manera que en el primer calco, para que todas las figuras queden en una posición similar alrededor del círculo.
Paso 4: Ahora tenemos una disposición uniforme que ya se ve como un mandala, pero podemos agregar más, ya sea la misma figura o alguna otra que nos guste combinar. Ubicaremos las nuevas figuras entre medio de las ya dibujadas, en los ejes que quedaron libres en nuestra grilla. Si no entran en su totalidad podremos moverlas hasta acomodarlas (notarán que las moví de modo que las puntas salen ligeramente del borde circular). También podemos calcar la parte de ellas que “aparece” por detrás de las figuras que calcamos al principio.
Esto quiere decir que las figuras calcadas primero, serán las que se vean completas, y las que intercalamos entre ellas pueden verse “cortadas” en los sectores en que coincidan con las primeras. Paso 5: Ya tenemos armado nuestra estructura no tan rígida como las geométricas puras, pero basados en la geometría que divide el espacio en porciones iguales. Para que no se transforme en algo muy complejo y complique nuestras texturas, no agregaremos nada más que un pequeño círculo central.
Grillas circulares orgánicas Hay una diferencia que quiero explicar, una forma puede ser geométrica u orgánica. Esto significa que las primeras estarán realizadas con patrones geométricos, por ejemplo utilizando regla, escuadra, compás o transportador, o sencillamente haciendo a mano formas regulares que aprendemos en geometría. Por otro lado, podemos dibujar formas de líneas más curvas, más blandas, parecidas a lo que podríamos encontrar en la naturaleza en forma de hojas, gotas de agua, pétalos o animales. Este tipo de formas se denominan “orgánicas” aunque no se parezcan a ningún ser vivo conocido. Sencillamente es un modo de clasificar y diferenciarlas de las formas geométricas. Aquí les acerco algunas para que tomen de base, pero no se pierdan la experiencia de realizar las suyas propias. Es muy divertido tratar de hacerlo siguiendo una línea sin levantar el lápiz de la hoja. Pueden ayudarse dibujando previamente un círculo y luego dejar correr el lápiz.
Grillas de enredo Este tipo de diseños son lo que originariamente denominamos “tangle” en la palabra “zentangle”. Es lo enredado, lo que se pliega sobre sí, lo que nos permite seguir una forma y nos da idea de profundidad y volumen. Realizar este tipo de diseños en muy interesante, ya que nos obliga a pensar qué líneas pasan por arriba y cuáles pasan por debajo (y serán tapadas por las de arriba). Se utiliza para esto el concepto de superposición, que implica formas que se colocan una por encima de otra. Como ya sabemos, una hoja de papel es un espacio bidimensional, o sea que no nos permite colocar algo por encima de otra cosa; para hacerlo deberemos utilizar el recurso de borrar las líneas que quedan escondidas por la figura que supuestamente está “por encima” de la otra. En general hay que realizar este tipo de dibujos con lápiz, ya que hay que borrar a menudo, pero luego pueden redibujar sus bordes con el estilógrafo. Verán que éstas grillas aparecen ya llenas de texturas a lo largo del libro… ¡pueden animarse a hacerlas de diferente modo!
Diseños de mandalas utilizados a manera de grillas Les acerco aquí algunos diseños de mandalas para que los puedan utilizar a modo de grillas. Lo importante para el trabajo de zendalas es que los diseños no sean demasiado complejos, ya que la complejidad y el atractivo visual se logran gracias a las texturas. Muchos de ustedes tendrán otros diseños de mandalas que quizás no hayan coloreado tradicionalmente, también los podrán utilizar. Recuerden que también en mis sitos web hay muchos diseños que ustedes pueden obtener gratuitamente, así que ¡ya no tienen excusas para comenzar!
Algunos zendalas Comparto aquí algunos de mis trabajos con zendalas, fundamentalmente los realizados en blanco y negro. Como siempre les repito, no hay límites para la exploración en este tipo de formas. Tomen esto sólo como ejemplo de algunas cosas que se pueden hacer. Seguramente muchos de ustedes superarán rápidamente estas sugerencias. Se trata de dibujos en tinta sobre papel de calco, en un formato de 35 cm de lado. Utilicé estilógrafos descartables, mis puntas preferidas son 0,2 y 0,3 en color negro.
Sugerencias prácticas uiero compartir con ustedes algunos de los comentarios que surgen al comenzar a hacer geometrías, grillas, mandalas dibujados y por supuesto zendalas. Otras sugerencias permiten resolver algunas inquietudes que son normales en todo proceso de aprendizaje.
Q
Hago una y otra vez diseños y siempre me sale la misma forma Paciencia… al principio hay que aprender, y para ello hay que repetir (y repetirse a uno mismo). Durante algunas temporadas, la repetición es algo habitual, hasta que se incorpora de tal manera que luego comenzamos a “ver” en la geometría formas diferentes. Lo mismo sucede con las texturas, podemos usar las mismas una y otra vez, recordando que la repetición de un patrón determinado es lo que ayuda a silenciar el permanente diálogo interno de la mente. Los sabios del antiguo Tantra de India solían decir que “la geometría le susurra sus secretos a aquel que la realiza”, y la práctica no es más que repetición, una y otra vez, hasta que el conocimiento queda instalado. ¿Monótono? Espero que no, pero si les resulta tedioso dejen el trabajo para otro momento. Esta tarea sólo es útil si la disfrutamos.
No estoy de humor para empezar una geometría… Es cierto, muchas veces, por razones de tiempo o de espacio, o ganas, no queremos ponernos a dibujar desde cero. Para esos momentos suelo tener a mano diseños ya preparados, que dibujé en otro momento, y es para esto que les acerco los patrones ya diseñados. A veces vamos a necesitar una grilla estructurada y geométrica, otras veces una enredada, otras una más sencilla o más compleja, hay que aprender a escuchar nuestra necesidad. Con los años aprendí a escuchar mis ganas: a veces quiero sólo color, a veces quiero dibujar y medir, a veces ni siquiera quiero que haya líneas y pinto en círculos vacíos, a veces prescindo del círculo… Todas estas actividades tienen que enseñarnos a escuchar lo que necesitamos, a disfrutar, a seguir el instinto, es la única manera en que pondremos en marcha la química interna de sanación.
¿Y si quiero agregar otras formas en una grilla ya dibujada? ¿Cómo hago? Todo lo que queramos agregar a cualquier diseño podemos hacerlo sin ningún problema. Si mi diseño es geométrico y quiero una nueva forma, sencillamente decidiré de qué tamaño quiero hacerla, y dibujaré un círculo con el compás que me oriente, para evitar que cada espacio que dibuje
tenga un tamaño e inclinación diferente. Si la grilla no es geométrica, podemos manejarnos mucho más libremente, ya que no hace falta seguir las reglas de la simetría radial. Todas las grillas son sugerencias, no órdenes, o sea que cada uno de ustedes puede modificarlas a su gusto y necesidad. La estructura debería contenernos y no aprisionarnos.
Pero… ¿eso puedo hacerlo cuando ya comencé a pasar el dibujo con tinta? ¡Claro que sí! Porque todos los círculos y líneas en lápiz que vayamos agregando serán en lápiz, por lo tanto las borraremos al final. Así que… tomemos la libertad de agregar lo que nos guste.
¿Puedo salirme del círculo externo? ¡Sí! ¡No están aprisionados! Hay personas que trabajan con mandalas –y zendalas también–, quienes sostienen de manera férrea que solamente son mandalas aquellos que no se salen del círculo que los contiene. Esto es muy respetable, pero desde mi punto de vista no estoy de acuerdo. La geometría tiene la función de sostenernos, de darnos el marco de contención, pero no es necesario que nos aprisione… O sea, me puedo “salir” perfectamente del borde externo del círculo y seguiré obteniendo todos los beneficios que me brinda este tipo de tarea. Los mandalas suelen ser muy armónicos, ordenados y previsibles; casi todo lo contrario a cómo es nuestro mundo cotidiano. Los zendalas en cambio dan espacio a cosas diferentes, flexibles, cambiables y sobre todo nos enseñan que no existen los errores. Nunca quisiera sentir que un mandala es como “una jaula de oro” en la que estamos ordenados y armónicos… ¡pero encarcelados! Necesitamos ser flexibles, aprender a convivir con espacios más caóticos desde otra perspectiva, desde una mirada interna más inclusiva, que nos permita admitir nuestro propio caos interno y nuestros espacios en sombra. No sea el caso de que estemos tan obsesionados con sólo ver la Luz, que veamos la Sombra solamente en los demás y no en nosotros mismos.
Comienzo bien con las grillas, pero luego me pierdo… Es absolutamente normal. Tenemos que aprender otra manera de mirar, y en muchos casos tenemos que ordenarnos internamente, aprender a priorizar. En la geometría hay que ir paso a paso, me atrevo a decir que todo el trabajo con mandalas comparte esta cualidad y los zendalas son tipos especiales de mandalas. Nunca sabemos cómo irá cambiando nuestra mirada, nuestras decisiones, por lo tanto hay que ir transitando ordenadamente los distintos procesos, las diferentes hileras de formas. En un momento, casi sin advertirlo, habremos llegado al final y terminado nuestro trabajo.
¿Tengo que comenzar y terminar mi zendala de una sola vez?
Otra pregunta polémica. Si bien es cierto que si dejamos por mucho tiempo de lado un trabajo, cuando lo deseemos continuar seremos literalmente “personas diferentes”, creo que el proceso de realizar mandalas o zendalas no tiene que estar limitado por lo que se puede hacer en una sola vez. Mis propios trabajos, y los de mis alumnos, llevan un laborioso trabajo y se plasman en varias sesiones de dibujo o pintura. Raramente alguien comienza y termina un trabajo en el mismo día, ya que se ser así deberíamos trabajar con diseños que no pueden ser mayores a 15 cm de lado. No podríamos hacer obras de mayor tamaño de otra manera. Prefiero el riesgo de que seamos “alguien diferente” la próxima sesión, y que nos reencontremos con nuestro trabajo que nos estaba esperando. Muchas veces alguno de mis alumnos se encuentra con su trabajo y exclama sorprendido “lo recordaba feo, ¡y ahora veo que está muy lindo!”. También es un modo de entrenarnos para nuestros vínculos cotidianos, ya que a menudo nos quedamos con una impresión del otro, y luego, al volvernos a encontrar, nos sorprendemos de cómo nuestra memoria había cambiado tantos detalles. Hay que aprender de cada proceso.
Palabras finales legamos al final de este recorrido. Recién en este momento puedo entender el proceso de maduración de este trabajo que hoy finalizo de este modo. Me siento feliz de llegar en este momento de mi vida a contarles que los enredos sirven, que lo que a veces se presenta como caótico es sencillamente un modo de ver la realidad, que si seguimos la trama veremos que el Todo tiene sentido. Algunos de ustedes conocerán mis trabajos y para muchos otros será la primera aproximación a estos conceptos. Mi intención es que puedan animarse a más, que sepan internamente que pueden y ya son creativos. Que utilicen cada vía de expresión para desplegar lo que llevan internamente. Espero que estas páginas les hayan abierto otras ideas, nuevos proyectos o sencillamente que les hayan hecho pasar un rato entretenidos. Mi compromiso es seguir investigando, seguir ampliando lo que pueda sobre estos temas, tanto para beneficio de mi propia vida como para ayudar a otros en los caminos sinuosos del desarrollo creativo. Gracias por acompañarme hasta aquí, y les envío muchas bendiciones para continuar la tarea, bella y venturosa, de ser felices. Mucha paz para sus vidas.
L
Laura Podio Junio de 2014