Yono No Soy Tu - Josefina Barron

April 1, 2019 | Author: jlópez_397512 | Category: Birds, Love
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Josefina Josefi na B arrón arr ón

YO NO ^ SOY

h.

Ser macho, ser mono, ser metro Ser bruja, ser linda, ser mujer  ¡Planeta

j

YO NO SOY TÚ Josefina Barrón Mifflin (lima, 1969)

Es poeta y comunicadora. Dirigió y condujo los programas de televisión televisión sobre arte y cultura Talleres y La madre del cordero. Ha colaborado con reportajes, crónicas, ensayos y entrevistas entrevistas orara distintos diarios y revistas del Perú y Latinoamérica, Ha publicado Desiertos vivos (Colección  APU, AFP Integ ra, 20 04 ), Los vuelos de Kon (Editorial Andes y Mares, 2006), Colección Nuestra Fauna (Editorial Norma. 2006); así como los libros de gran -formato £/ arte de vivir (Banco Interamericano de Finanzas, 2008) y Tin/cuy, ef  hombre hace a la tierra. Además UF! Salsas y otras pócimas (Barran Ediciones para el BBVA Continental, 2010). Ausencias (Save (Save the children children UK, 2007), una exhaustiva mirada a la situación de la infancia y adolescencia peruanas en la agenda del Estado peruano. Su libro Malabares en taco aguja (Editorial Norma, 2009) ocupó el primer lugar de ventas en el mercado peruano y continúa conquistando al público latinoamericano.

YO NO SOY TÚ Ser macho ser mono, ser metro, se bruja, ser linda, ser mujer 

JOSEFINA BARRÓN

YO N O SOY TÚ

JOSEFINA JOSEFINA BARRÓN BARRÓ N

Yo No Soy Tú Ser macho ser mono, ser metro, se bruja, ser linda, ser mujer 

Planeta

JOSEFINA JOSEFINA BAR RÓN

YO NO SOY TÚ

 Pistolero “El mundo se divi de en dos, dos, Tuco; Tuco; los que encañonan y los que cavan. cavan. El revólver lo tengo yo, así que ya puedes coger la pala ”  EL BUENO, BUENO, EL FEO Y EL MALO (IL BUONO, IL BRUTTO, IL CATTIVO) (1996),

 película dirigida dirigi da por Sergio Leone

JOSEFINA BARRÓN

YO NO SOY TÚ

Yo soy aquel, que la lee

ÍNDICE

Capítulo uno El hombre, un pecho pech o de doble filo

17 i

Capítulo dos La mujer, mujer, poderosa fragilidad

49

Capítulo tres ¿Los hombres hombr es son de Marte, las mujeres mujere s de Venus?

65

Capítulo cuatro Somos siete mil millones millon es de fórmulas

81

Capítulo cinco Yo, yin, yang

11 9

'

Capítulo seis Las madres nunca son aves de paso

145

Porque Por que tú no eres yo

167

Para terminar, el comienzo comi enzo

171

25 años después...

17 5

 No diré de qué trata el libro. Apen Apenas as es mi provocaprov ocafjini No obstante, con este libro se cumple cump le mi mi sueño mayor, i i «i unido hasta la eterni ete rnidad dad con Josefin Jose finaa Barrón. Barró n. Unidos Uni dos «HMipic hasta que la muerte literaria —la única que existe, i. li niciite— niciite— nos separe. Me une un e a Josefina mi admiració admi raciónn m.i| n  n.Irónica: .Irónica: yo el corso pequeño, ella la alta pluma vig orosa Vtli i linchada. Lo que dicen en la isla is la de Pascua, po  po nten nt en ut  qu e inspira.  fin ■nmiseluma, mujer con bragueta y que Josefina Barrón nos demuestra en este texto su seso, i Hmota integral, agarra blog  como chapa crónicas. Texliii liiiil ilii i en columnas y es mujer comprob co mprobada ada en reflexiones, f i*ni *ni iin,. iin,. constante const ante.. Es sorpre so rpresiva siva,, se erect e rectaa en segundo segu ndos. s. embar azosas por po r su prosa diarreica. S>‘ I" leído a mujeres embarazosas  ji i|n no las mencionaré. mencionaré . A una dama ni con el pétalo de lin d. d. i) Otras pecan por el verso en reverso. reverso. Algunas han ii.i.i \ minias de mi bisturí analítico, solo para mandarles ||tiH \ uluales ulual es en el Chat. Y otras han pasado por mis ojos li ,sandra Rampolla, la chanchis chanch is del orgasmo mediático, mediáti co, K Mi.* (liria (liria el doctor Nakasaki— Naka saki— como este servidor servido r por las ln ¡.i ili sábanas negras. Ya parece bolero. Con Josefina INih'ii INih 'ii no Su escritura escritu ra es mi envergadura. enverga dura. Mujer dura, es• i ¡luí ¡luí a ile ile carácter, carácte r, ha h a parido parid o este libro: y ya no es ella. En el mi s

YO NO SOY TÚ

JOSEFINA JOSEFINA BAR RÓN género degenerado, su texto para el asunto del sexo escrito. Ustedes saben que hay sexo escrito como el otro, el sexo oral. Barrón observa al peludo y le infringe el rigor de su! lanceta. La fauna es mucha y macha. El desfile es variopinto.I Barrón le pone el ojo con su «poderosa fragilidad» a Da-1 vid Beckham, Luis XJV, El Grande o el glande, Nicomedes Santa Cruz, Dennis Rodman, Woody Alien, Justin Bieber.j ¿Tantos? Hay más. Barrón es inclemente. Me duele, pero me produce gozo. Feliz de nosotros, vistos por la revista del su entrevista. Mejor aún cuando confiesa: «Tengo cuarenta! y dos. A veces se sienten como ochenta o chenta y cuatro. cuatro. Nunca Nun ca más I  parecen  parec en veintiuno». veint iuno». Linda, pode poderosa, rosa, proactiva, proactiva , latina, ma cha. Josefina tiene definiciones como esta. Atentos: Atentos: «Pobres los hombres. Los hemos convertido en víctimas de nuestras  propias  propi as contradiccio contr adicciones. nes. Si se portan porta n como unas bestias bestia s hamham-ll  brientas  brienta s de sexo con nosotras, nosotra s, nos resentimos, resent imos, pues estamos siendo tratadas como objetos. Si, en cambio, deciden ser res  petuosos  petu osos e idealistas, idealista s, es decir, si anteponen antepo nen la conversa co nversa a la cama, reclamamos de ellos más acción y menos palabreo.! Si nos mantienen, nos sentimos incómodas con nuestra de  pendencia.  pend encia. Si nos dejan volar, nos sentimos sentimo s incómodas incómod as con nuestra libertad. Pobres de ellos si hacen notar que desean a una mujer, menos incluso físicamente». Más claro, ni el  pisco  pis co acholado. Digo, como otros que me envidian, que Josefina está  para ser nuestra n uestra mamá, nuestra amante, nuestra escritora de cama más que de cabecera. Bravo, lo dije, nuestra mujer a secas. Josefina Barrón es algo parecido a un ser divino adi-i viñado en un diván: es escritora. De esas escribientes que se

|mmu ii icgias por p or la noche noc he —en — en el día dí a van a Wong—, Wong— , perfuperfu i «li-trás de la oreja de Van Gogh o de Van Wong, y agaiimi hifftop, apagan su BlackBerry, abren su vino, miran la (•nilnllii, apuntan a nuestros corazones con sus dedos erectos I Muí sacan la quinta maña, cierto, escribiendo. loscfína Barrón, tengo que expresarlo ya y por última S>r \ repetirlo rotundamente, no es Simone de Beauvoir, Mmi|»mo es Flora Tristán y mucho menos Chabuca Granda. •'•• '••i n género, advier ad vierto, to, ¡vaya que no es mujer, sino sin o es un HHi|«Mnnt No es una dama: más bien, una lady, pero una lady »1* I»luis, de intelectos, ¡ah!, y sin la teta asustada. asu stada. Que la ||m lim c I icmpo, no duden, por favor, la leo. Y que la conozM* iiihi iiihi ho más, también. tamb ién. Porque Porq ue su arom a romaa a fem me lúcida,  jMi .U'V Quién lo duda. «Vámonos, «Vámo nos, cuervo, cuervo , a fecundar fecund ar tu HtMVN».

I »ninas y caballeros, Yo no soy tú es un libro para leerlo ti* v• nliid con una sola mano y el ojo parado. Me felicito i|iir me excito por esta penetración ante ustedes. Libro i li un ió en la cama y luego portarlo porta rlo como un cómodo cómod o |»| y entre las piernas, su sinrazón. I os odiamos porque cocinan mejor. I os miramos con extrañeza, no sabemos si perteneceiti". al mismo planeta, si es que realmente son la pieza que H" l illa, no entende ente ndemos mos aquello aque llo de necesito un espacio, o lii t|iic siempre terminan diciendo: no eres tú, soy yo. Les diluimos los pelos de las espaldas, los de las cejas, los de los tu Hit ios de la nariz y orejas, como quien estudia a un mono MU aviado; nos sorprende el ancho de sus cinturas, ese nudo •I"* siempre tienen en la garganta, garga nta, ese pene pe ne que crece, cre ce, crece c rece y ii hace nada, esas palabras de amor que se esfuman con #1 ni/’asmo, la manía de prender, apenas se nos vienen, el ln millo televisor.

Hombre, anim al, cosa cosa ¿Saben? Ellos son como nosotras: carne, hueso, nervio, •"" culo, hormonas y algunas neuronas. Pataletas, fobias, liilniu ias, sueños y aromas. No tendrán útero, pero vaya que l**i' 'lias que parecen menstruárselo menstru árselo todo. Se ponen histérihis térii ii i nos tardamos en estar listas, pero ellos pueden demodem oiiii iiii i tilín más. Nunca los habré escucha escu chado do quejarse queja rse que no

JOSEFINA JOSEFINA BAR RÓN tienen nada que ponerse, pero por ahí terminan probándose cinco, seis, siete camisas frente al espejo y seguir frunciendo el ceño. Los hombres también se visten de rosa, se estri ñen, retienen líquidos como nosotras, sufren los síntomas del embarazo cuando gestamos, comen lechugas con mil aliños. Pueden perder el apetito si se sienten desplazados, hacer escenitas, amar los bombones. Morir por los zapatos. zapatos. Desvivir   por los amigos. Los hombres hombre s pueden pu eden echarse a llorar ll orar sin ra zón aparente, correr al televisor porque empezó la novela, ser  excelentes amos de casa y pésimos reposteros, ejempla res madres solteros, preferir el té verde al café negro, el ce libato al sexo sin amor. Suelen envidiar la belleza ajena, son  profundamente  profund amente melodramáti melod ramáticos, cos, son objetos sexuales, están atentos a las grasas saturadas y sí, prefieren el Splenda en el expreso. Nacieron varones. Pero la vida los volvió personas. Claro, no todos son así, pues hay quienes, en vez de mirar a una hermosa mujer que está en sus narices, suspiran  por un auto que pasa por po r detrás de trás de ella. Existen: los sementales que no dejan nada al morir  los sabios qi¡ qi¡e po r fu era lucen como alfeñiques los que cargan las más pesadas cruces con una sonrisa en los labios los soldados los cruzad cruzados, os, pelagatos, charlata nes y tinterillos los que salen salen a defender su s ideales los que pierden pierden cada vez que gan an los que pie rde n la cabeza los que siempre  ganan  gan an los carroñeros al  acecho de cuanto respira

YO NO SOY TÚ !o\ i rnpresarios inescrupulosos lim ambientalistas de corazón lo\ lo\ políticos y no digo más /m románticos románticos empedernidos /iiv «/// que se inmolaron para que pod amos dormir en pa z 

Vuelvo a decirlo: nacieron varones. Pero la vida los volvió personas. A veces, solo cosas.

JOSEFINA JOSEFINA BA RRÓN

YO NO SOY TÚ

¿Metrosexual? ¿Y eso qué demonios es?

un perfume, una revista, un auto, un habano, una camisa, un /np.ito, un destino turístico, un nuevo trago, una botella de •i 'tlac, una obra de arte, un nuevo  gad get  tecnológico, un modo de vida. Tanto es así que quienes más usan esa palabra  pni.i  pni.i definir a un hombre hombr e son los publicistas, publ icistas, los que están niel idos en el mundo del marketing y, claro, las mujeres, que un se acostumbran aún a compartir la pasión por las cremas mliiirrugas, las lipos, el Pilates, las

Uno de los vicios del capitalismo salvaje es la cons trucción de paradigmas, la proliferación de imágenes que nos satisfacen, que son nuestros modelos y estereotipos. En estos alocados tiempos en los cuales impera el más brutal de los consumismos, estos son necesarios para vender servi cios, productos, ideas e ilusiones. Catalogar sirve, además,]  para ponerle ponerl e rostro a nuestras metas, a nuestros obstáculos y objetivos, a nuestros entornos, temores y prejuicios. Nos desplazamos mejor si existe un mapa de ruta, caminamos con paso más certero si agrupamos para mirar, para definir,  para conquistar. Para evitar. Para Pa ra odiar. En este caos de hu manidad que son las calles y pantallas, nada como una eti-¡ queta que nos reconozca, identifique y defina. defina. La metro sexualidad es tan relativa como lo que cono cemos como hombría. Es fugaz y epidérmica. Pero sintomá tica, como un gato bonsái, una corbata-billetera, un estúpido libro de autoayuda o un desodorante para flatulencias. Por  un lado, se trata de una suerte de termómetro de esta nues tra era consumista, dominada por la imagen, en la cual los hombres sucumben a lo que primero fue el dominio de mu  jeres:  jere s: el agob agobiante iante escaparate escapara te que es la vida. Por otro otr o lado, el metrosexual es la mejor expresión del hombre ante una sociedad que se feminiza, pues la mujer no solo conquista los espacios que antes eran de él. Los impregna. Y redefine. Percibimos que estamos invadidos de metro sexuales cuando en realidad estamos rodeados de estímulos, estímu los para convertirlos. Y potenciados. Solo se trata de de un mo delo entre modelos, una forma de catalogar, lo que se define como grup o objet ivo desde la publicidad; quizá para vender 

camisas, el tinte para canas, las lágrimas y los platones ilt ensalada con aquellos de los que se espera rudeza, alguna algu na mminiscencia miniscencia de barbaridad y muy pero muy poca vanidad. \ i no nos hemos dado cuenta aún de que así es, solo penicinos en estas estas palabras y términos que se repiten como zan•míos a nuestro alrededor, que podrán apelar al lujo más que •iiin/'iina otra cosa, pero que aparecen en las revistas cuyos i miirnidos editoriales están enfocados en hombres, y no en mujeres: • • • • • • • • • •

Turbo XO 4G Slim fit IEtiqueta dora do rada da Loft VIP IMatinum Moutique hotel hot el Pourhomme I ii fin, fin, hasta los diamonds que forraron el cuello de la

YO NO SOY TÚ

JOSEFINA JOSEFINA BARRÓN  bella Liz L iz Taylor ahora a hora son fo r men. men. Siempre existieron, de alguna manera y sin ese nombre, los metrosexuales. Hoy existen, más que nunca y de manera abrumadora porque existen los medios de comunicación, las las redes sociales, las empresas y entidades que apelan a la va nidad del hombre para vender. La promueven, la difunden, la propician. La exacerban. Se trata de un círculo vicioso donde todos los elementos que giran se retroalimentan: la vanidad, el hombre, la supervivencia, que es sinónimo de competencia. El entorno estimula la acción de ciertas hor monas en estos hombres que salen al mundo a mirado todo de otra manera, a mirarse y ser mirados desde otra orilla. Pero esto nuevo no es. Tal como pasa con la fusión en la gastronomía, amén de las interrelaciones que naturalmente se dan en todas las ma nifestaciones cotidianas del ser humano, vivimos mezclan do culturas, sabores, ideas, razas, música. No es cosa nueva esto de relacionamos y reinventamos. Es más, la fusión es tan antigua y natural al ser humano que ya no logramos si quiera rastrear de manera exacta su origen. El intercambio entre pobladores del mundo se produce en el instante en que el primate se baja del árbol y empieza a erguirse en dos ác sus patas. Apenas recorre las sabanas procurando no ser el mordiscón de un tigre dientes de sable, desarrolla vínculos con otros de su misma especie, repartidos como estaban en el territorio. Está de más que narre qué pasó con el lomito apenas el hombre lo puso en el fuego. Empezó así el excitante ca mino de la cocina del mundo, pues todo lo que acompaña al hombre en la aventura de la vida se mestiza, si cabe la exprc-j sión. Pasó algo parecido con su cuerpo, con su ser: mientras

•»prende a mirarse, desarrolla conciencia sobre él. Nace así U vanidad. Va emprendiendo el camino de su autoestima, •niioi icndose a sí mismo, con todos sus matices y reveses; lltU'i viene en su propio cuerpo, experimentando con su indi vidualidad, conociendo su alteridad. No es camino tomado •ti u/ar Está buscando una hembra hemb ra humana para garantizar  garant izar  ni ilrstendencia, para perpetuar su gen. Y sigue en ello. Empieza así la larguísima danza del cortejo. El arte de r igual. Es hermoso, perfecto, simétrico de pies I Mlhr/it, y al medio pareciera que favorecido, si es que el •Imp no ha hecho lo suyo para favorecerlo. Tiene una ..........

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JOSEFINA JOSEFINA BARRÓ N extraña sonrisa en los ojos, parecida a la de la GiocSnda Es más, si le ponemos pelo largo y dibujamos el ensoñado  paisaje detrás, Beckham podría ser la misteriosa misterio sa musa de Leonardo. Un Monaliso goleador. Pero eso de «el hombre, cuanto más feo, tanto más hermoso», es un dicho popular que en algo tiene sentido Beckham es tan perfecto que dudo de que las mujeres se derritan por él como lo hacen las gerentes de marketing  de casi todas las marcas que existen en el circo que es el consumismo. Beckham es un icono de la fiebre mercádotécni' ca, pues puede vender desde bálsamos para cutis estresados hasta diamantes. Es lindo, sí, pero a muchas de nosotras nos gustan los hombres y no los muñecos. Los machos que aún rugen. Los hombres que parecen osos, y que hibernen bien  pegaditos  pegad itos a nosotras nosotra s en la cama, sin si n pijamas pijam as de marea, qui q uizá zá tan solo con un bóxer viejo y algún t-shirt  de esos donde aparece Bart Simpson sacando la lengua o el Demonio de Tasmania Tasmania hincando hincando el colmillo colmillo en algún comestibl comestible. e. H o m -,  bres que ensucien, ensuci en, que rompan, que se avienten encima d e una y nos rompan. Hay nostalgia, saudade aquel hom bre  saud ade de aquel oso-león-ogro. Pero regresemos a Beckham, a la belleza y la sensua lidad masculina. Escogí a Clive Oven como contraparte. Owen tiene un cutis que nos recuerda recu erda la superficie lunar. lunar. En En dos palabras, acné severo. Sus cejas son tan pobladas que  parecen  parec en bigotes bigot es invertidos inverti dos y su pelo pel o azabache es duro co com o el de un manatí recién salidito del agua (turbia). No sé co rn o están distribuidos los músculos de su abdomen porq porque ue d e s  afortunada afortu nadamente mente nunca nun ca he visto a Owen desnudo, como como si a Beckham, en todos los ángulos y casi a punto de revel ar  sus más íntimos secretos. secretos . En fotos, claro Si puedo decir decir q*ie q* ie

YO N O SOY SOY TÚ lii nariz de Owen es ancha y tiende a ponerse roja, como la de los viejos borrachosos luego de tres cervezas, y que liu e una inminente macroarruga que se deja talar en medio il» u ceño. Sí, Sí, Owen es, es, si no feo, varonil, varonil, y David, pues • bon bonito ito.. Bello. Bello. Hace Hace poco poco estuve estuve mirando mirando un un blog  donde H|t¡ |t¡iie iiec ía Clive Owen totalmente totalmen te retocado retocad o en Photoshop Photo shop para liiin rampaña de Lancóme de cremas antiarrugas para homl'H . Alguien Al guien escribía, escri bía, debajo deb ajo de la foto: «Fuck Lancóme», |nir. .il borrarle los surcos de la cara parecieron eliminarle Indo su sex appeal. Clive es el ejemplo de ese macho duro y lucúnico, el bendito lad  del que hablan los publicistas, y ■I", no es es Beckham. Pero cuántos cu ántos demoni d emonios os despierta despi erta Owen Owe n •n I r. hembras humanas. humanas. Y cuántos productos para hombres Vende Beckham. Pareciera que, en pos del progreso social de la humaniilml. los hombres debían explorar su lado femenino, del cual luí n ni mutilados por milenios gracias a la cultura patriarcal. I' k decir, por ellos mismos. Pero, felizmente, todavía exis!*’ii hombres como Homero Simpson, Eminem, Shrek y ese in >i lo talentosísimo, estrafalario, neurasténico y greñudo, ililii il de clasificar, y por eso aun más interesante: Woody Alien.

En los zapatos del Rey Sol I)ilícil imaginarse a uno de los hombres más poderosos i!»I mundo, amo y señor de tantas tierras distintas, que el •ni iiemprc brillaba en alguna, en zapatitos zapatito s de seda y bro* • I rán rán más más un un par par de de joyas que que algo algo par paraa poners ponersee en en -----

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JOSEFINA JOSEFINA BARRÓ N los pies de sangres azules, adornadas de vaporosos lazos de chiffon, hilos de oro en filigrana y suavísimas pieles de novillo. Más difícil imaginar a este gran monarca caminan do sobre tacones altos, de suelas encarnadas, meneando sus caderas gordas al compás de las sonatas rimbombantes de un clavicordio, sobre las fastuosas alfombras de los pasillos de Versalles, con la petulancia natural de su investidura. Se miraba al espejo y aquel le devolvía una imagen más que  benevolente  benevo lente de sí mismo: por p or fin su poca estatura estatu ra física des d es aparecía y salía a relucir su grandeza divina. Tanta era la falta de estatura entre los Luises que dicen que Luis XIV, El Grande, medía un metro sesenta y ocho. El doble de lo que mide la enana de Shakira. Shakira. Sigamos. Se retorcían, a su paso de gigante, las damas de su corte y extramuros, los terratenientes de los feudos vecinos, los condes, priores, verdugos, pintores y prostitu tas del reino. Ni los piojos que hacían de las suyas en las melenas de Versalles, ni las ladillas, cómplices de la vida  promiscua  promi scua de estas sociedades, osaban mover sus cuerpos desprovistos de alas si él estaba cerca. Era llamado Vicediós  por algunos de los cortesanos cortesan os aduladores adula dores e ignorantes que sobraban en su entorno. Nadie sobre las inmensas tierras de Luis XIV era dueño de sus propios pies y cabezas, pues al menor intento de imitar los zapatos del Rey Sol, al más mí nimo tacón que alguien más osara ponerse, sería invitado a  pasar, cordialmente cordia lmente,, a la guillotin g uillotina. a. Luis XIV no lo supo nunca, pero fue uno de los pri meros metrosexuales, seguramente el más emblemático de su época. No había prensa, no existían los papara zzi ni las redes sociales, menos aún las revistas para hombres vanido sos o las cremas antiarrugas antiarru gas para pieles torno torn o la suya Quizá

YO NO SOY TÚ •.I el perfume, pues el olor a noble no era otro que el hedor  del pueblo. No, no era afeminado, como no lo son Beckham m I’itt, y mucho menos el bombón de Enrique Iglesias. Luis, nuestro Rey Sol, era narciso y esteta, pero seguía siendo un macho enamorador. Toda una inspiración para hombres tomo Donald Trump o Philippe Starck, pues Luis fue a la \ iv insaciable amante e implacable soberano, conquistador  tli' belleza, de tierras extrañas, de campañas militares, rey de . «.razones y conciencias, diseñador de ambientes, gran anfiliión de fiestas de ambiente y chef pastelero e inventor del  pan baguette en honor a su enorme virilidad. Innovó en eso lie lie usar tacones altos, altos, cosa que no volvió volvi ó a ocurrir o currir así nomás, ■ilvo cuando John Travolta daba vueltitas sobre una pista de l'iiilc iluminada en Saturday Night Fever, amén de los Bee •, ang anguch uches es a los que llama llam a sándwich sándw iches es y una cana ca na al llllf  l ' N un toque de mostaza Dijon. D ijon. Las monas son solo fotos «" l.i l.i tapas de las las revistas y las noches noche s tienen un sonsonesonsone 1 ■i1•' imilla sus simples simple s sueños: el tic tac, tic tac del ret|in marca sus sus aburridos segundos. No vaya explayarme !o| t|in Mtrti ■n este tipo de monos, porque nada o nadie que huela

El Mono Solterón (Empedernido)*  Nada como la refrigerad ref rigeradora ora de un Mono Mon o Solterón. De esos que ya tiraron la toalla y se mueren antes de tener mujer  con cama adentro. A ciertas horas, la tensión crece, el territo rio se marca y hasta la cocinera debe salir chutando, si es que tiene una. La única que duerme con él todas las noches es Apnea, y esa definitivamente no es mujer, aunque jade como una (si no sabes lo que es apnea, busca en Google). El Mono Solterón se pasa la vida recibiendo monas, pidiendo chifas y  pizz as, o, lo que es mejor, comiendo monas, for comiendo pizzas, mando chifas, pidiendo chepas. Es el rey del delivery y el adalid de la soledad, que no es lo mismo que la libertad, pues el Mono Solterón está atado a su otro yo y para disolver esa unión no existe divorcio ni curandero ni Papa ni magia ne gra. Ni el mismísimo Dios, Notario de la Humanidad, puede zafado de su sombra. Retomando el tema de la refrigerado ra, es más una caverna con eco, donde moran wantanes de anteayer, viejos limones para el trago amargo, el potecito de ají que viene con el broster, un Tetra Pak de leche rancia y  por ahí un poco de d e lechuga lech uga que q ue alguna algun a en tránsito ilusamente dejó, por si regresaba. Mueren por las fritangas y las burundangas, el lomo con harta sangre, el arroz, sobre todo cuando 1 14

m ío

JOSEFINA BARRÓN naftalina es digno de estar aquí. Nos quedamos con nuestro espécimen, incasable e indomable mono humano, fiel repre sentante de la soledad que hoy, más que nunca, abate nuestra especie. A él le dedico estos párrafos, para cuando esté solo,  para cuando esté acompañado, acompañad o, para cuando cuand o esté acompaña acom paña do de él mismo, para cuando se sienta solo a pesar de estar  acompañado.

El Mono Metro* Si la vida es sabrosa con un Meche en la puerta, un Cartier en la muñeca y una muñeca con una Vuitton, el sifón la hace más sabrosa porque la espuma, mientras la sazona,  fash ion. Espumas sobre el ahi la adorna y la pone, digamos, fash tuna, espumas en la tina, espumas en la copa. Espumas de afeitar, afeitar, espumas para peinar. No importa qué cocine el Mono Metro, pero debe oler rico, saber rico, verse bonito, porque él huele rico, él se ve bonito, él es rico y tiene rico sabor si lo  besaras. Le gusta cocinar co cinar porque p orque le gusta cautivar. Im presio presio  na a sus clientes, a sus amigos, a las monas y, lo más impor tante, se sorprende a mí mismo. Se pone su mandil de chef y  jue ga con el dimmer de su supercocina. Nació gourmet, qué se le va a hacer, aunque en su casa siempre le dieron pastel de tallarines y ají de pollo. El jazz no puede faltar, con to ques de salsa de Buena Vista Social Club y un poco de buen caviar. Tampoco faltan los Manhattans, con Jack Daniel’s,  por supuesto, en sus copas cop as de cristal checo ch eco heladas recién sa sa  ez er  Captain Zero, trabajo que le costó traerlo, cadas de su fre ezer  desaduanarlo, instalarlo. Se vuelve loco cuando entra a Sonoma & Comorra. Ha descubierto que los electrodomésticos Kitchen Fantasy le dan placer sexual, y que las sábanas de mil doscientos hilos lo retardan. Por eso tiene esa licuadora 11 1166

YO NO SOY TÚ roja, esa batidora celeste, esa cafetera espacial. Y esa cama a la que, cuando él lo diga, irás. Tiene bote. Bueno, es de madera, no llega ni al pie de largo, pero está lleno de sushis, makis y esas cosas crudas que están de moda. Allí lo tienes, sobre la mesa de la sala, al lado de los libros de arte que nun nun  ca miró, pero que, según la decoradora, decoran. Es un mono ganador. Bueno, uno en potencia. Es un mono chef. Bueno, uno en potencia. Es un mono fash ion, di cen que el mejor vestido del gym, el de los tríceps de titanio, el de los temos Dolce Gamarra y el de las corbatas Ferreguafe. Es el que sacó tumo antes que tú con la depiladora, es d que te arrebata las cremas israelitas antiarrugas en el duty  free, el que no se molesta si pasas horas haciendo shopping   shopp ing  en Dubái, porque aprovechará el tiempo para elegir sus ca misas, sus calzoncillos, sus perfumes, sus habanos. Es el que sube sube lo que quieren las monas mona s porque él quiere casi lo mismo (menos un mono, claro). El Mono Metro se produce cuando se levanta, se produce cuando se va a dormir. Se arregla has1.1  para verse desarreglado desarre glado (es lo que más tiempo tiemp o le toma). Medita en posición de loto, con música new age, por supuessupuesto, y está en posición de hacer lo que le provoque, pues las monas le sobran, los negocios le sobran, y se come el mundo (que él mismo cocina). Su loft  está lieno de nada, pues el minimalismo está de moda, pero él está lleno de buena onda.

' I mk turnio» del libro |Uf1 Salsas y otras pócimas, de Josefina Barrón. para la Colección Perú ' iMUimfl ilcI MIIVA Banco Continental -----

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J O S E F IN A B A R R Ó N

YO N O SOY T Ú

CAPÍTULO CINCO Yo, ying, yang

JOSEFINA BARRÓN

YO NO SOY TÚ

Tiempo hace que somos distintos. Mucho antes que nosotras tuviéramos ganas de ponemos bonitas y ellos pro tagonizaran holocaustos entre los bichos del jardín de casa. Desde que dejamos de darle vueltitas al árbol de Navidad como si se tratara de un íuego sagrado, invocando a Papá  Noel por nuestro n uestross regalos, reg alos, allí fue. No, N o, nunca existió. Se es fumó con el gordo milagroso la primera niñez donde todos, ellos, nosotras e inclasmcables mostrencos éramos la man cha de malandros detrás de un arsenal de hondas, matacholas, patines y pistolas. Cuando la vida dejó de ser un mapa del tesoro y a Ernesto le salieron pelos en los pies y una peste horrenda en las orejas, dejamos de ser esa mancha para se  paramos  paramo s en dos bandos, bando s, bastant b astantee relativos, re lativos, por cierto. Antes
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