Wittgenstein Diarios Secretos

May 12, 2019 | Author: zavalaga777992 | Category: Ludwig Wittgenstein, Bertrand Russell, Truth, Essence, Theory
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Diarios secretos Ludwig Wittgenstein

ÍNDICE Nota..........................................................................................................................3 Prólogo.....................................................................................................................4 Cuaderno primero...................................................................................................26 Cuaderno segundo..................................................................................................39 Cuaderno tercero....................................................................................................57 Mapa......................................................................................................................64

NOTA Encontré un archivo que sólo comprendía los apuntes de Wittgenstein, sin notas a pie de página, ni prólogo ni nada de lo que incluía la edición original de los Diarios secretos. Había que hacer algo. Entonces tomé las notas a pie de página de la edición italiana y las acoplé al texto en castellano. También traduje de ella el extenso Prólogo de Aldo Giorgio Gargani. Este filósofo, nacido en 1933 y fallecido el 2009, fue un gran conocedor de Wittgenstein e introdujo la filosofía analítica anglosajona en Italia. Con respecto al Prólogo, lo único que le puedo reprochar al profesor Gargani es la tendencia a repetir insistentemente las ideas directrices —consecuencia, tal vez, de una irresistible vocación pedagógica—, de modo tal que un texto que perfectamente pudo desarrollarse en 30 páginas se alarga hasta 40. Fuera de eso se trata de una excelente interpretación de la rigurosa ética wittgensteiniana, sazonada con citas pertinentes sacadas de prácticamente toda la obra del filósofo austriaco. De otro lado, debo reprocharme el haber omitido la mayoría de las 85 (!) notas a pie de página del Prólogo. Aunque no lo puedo asegurar, creo que ésta es la primera traducción al castellano de este texto de Gargani. Si no es así, de todos modos el esfuerzo valdrá la pena, pues ahora es accesible a todos. Los apuntes codificados —que plasmaban pensamientos sobre sí mismo y las personas y circunstancias que le rodeaban— Wittgenstein los realizó en la página izquierda de los cuadernos. La página derecha, sin codificar, la destinaba a sus reflexiones sobre la Lógica, que luego serían publicadas en castellano con el título de Diario filosófico (1914-1916). Es de resaltar que la primera edición, a nivel mundial, de los Diarios secretos apareció en dos entregas sucesivas de la revista catalana Saber, en 1985. Hasta entonces los legatarios de Wittgenstein se habían opuesto a que se publicaran, ya que daban luces sobre aspectos muy íntimos del filósofo. Esta oposición no tenía razón de ser, pues, como se ha hecho notar, el código usado por Wittgenstein no era indescifrable, sino relativamente sencillo; lo cual naturalmente implicaba que las personas que, más adelante, tuvieran acceso al criptograma lo descifrarían con facilidad y, presumiblemente, harían público el contenido. Por tanto, si bien Wittgenstein no sugirió que estos pensamientos se dieran a conocer tras su muerte, tuvo tiempo de sobra para desaparecerlos, y al no hacerlo dio tácitamente su anuencia para esta publicación. El código en cuestión consistía en la inversión del orden alfabético, de tal manera que la letra a era reemplazada por la letra z, la letra b por la letra y, y así sucesivamente. Hay que indicar que el código excluía la letra j, por lo cual sólo constaba de 25 letras. La letra n, por estar en el centro del código, era la única que mantenía su significado. Una cosa más: si alguna persona natural o jurídica se siente afectada en sus derechos por este archivo, por favor, solicite su eliminación. Julio, 2014 Miguel Zavalaga Flórez

PRÓLOGO

El valor de ser1 Ningún grito de ayuda puede ser más fuerte que el de un hombre solo. Wittgenstein, 1944

Hemos sido educados para representarnos al autor de una obra filosófica separado de su biografía. En medio, entre las dos partes en que se descompone artificialmente a la misma persona, aparecería la obra teórica como una estructura autónoma e independiente. Ahora los Diarios secretos destruyen esta imagen ficticia que nos ha tenido largo tiempo prisioneros. También es preciso decir —pues en materia filosófica nada se da por descontado, aun cuando sea evidente— que Wittgenstein tuvo, como todos los hombres, una existencia expuesta a las vicisitudes de la vida, pero una existencia además atravesada, de principio a fin, por un incesante y mortal sufrimiento representado o, mejor dicho, autorepresentado desde el interior de una perspectiva filosófica. Estos Diarios secretos, junto a una larga serie de apuntes dispersos, de cartas a amigos y una Confesión nunca publicada, iluminan el vértice de una reflexión en la cual los sufrimientos, las obsesiones y los tormentos que la vida impone a todo hombre se convierten en expresiones filosóficas, y éstas, a su vez, retroactúan sobre ese material primario, bruto de la existencia para penetrarlo, analizarlo y guiarlo, pero igualmente para exaltar la fuerza incontrolable. Así pues, también los Diarios secretos de Wittgenstein, junto a otros apuntes que pertenecen a diversos periodos, documentan la circunstancia de que los hombres están destinados a luchar en la dura batalla de su vida contra algo más fuerte que ellos, y ese algo es la naturaleza en la que ellos existen, pero de la cual se debería decir más bien que ellos han existido. Nacido en Viena en 1889, en una familia muy rica y culta —centro de una intensa vida musical en la que había tomado parte también, J. Brahms—, Ludwig Wittgenstein había emprendido los estudios de ingeniería en Alemania, en Charlottenburg (Berlín), trasladándose luego, en 1908, a Inglaterra, a la Universidad de Manchester para desarrollar investigaciones en el ámbito de la aeronáutica. En este punto su mente fue atraída por algunos problemas matemáticos que lo llevaron progresivamente a afrontar las cuestiones lógicas de los fundamentos de la matemática. Con la resolución que caracterizó todas las decisiones de su vida, Wittgenstein abandonó la ingeniería y se puso en contacto primero con Frege en Jena y luego, por sugerencia de él, con Russell en Cambridge para estudiar lógica y filosofía, realizando progresos tan rápidos que asombraron al inglés. En ese entonces Wittgenstein sólo tenía 23 años, y rápidamente pudo laborar con Russell de igual a igual. Si bien es cierto que de no haber conocido a Russell nunca habría llegado a ser lo que fue, muy pronto ya no tuvo necesidad de él. Tanto así que muy pronto Wittgenstein produjo una obra lógico-matemática que incluso era más interesante que la de Russell. Al término de una discusión sobre un nuevo libro que preparaba el filósofo inglés, The Theory of Knowledge —en el curso de la cual Wittgenstein le mostró que él mismo ya había recorrido todos esos caminos y todas esas tentativas y que se había dado cuenta de que no llevaban a ninguna parte—, Russell, decepcionado, decidió no publicar el libro, perdiendo hasta las ganas de escribirlo, pues 1

El ensayo fue escrito en 1986. Más tarde, con este mismo título, Gargani publicó un libro en el que reunía este ensayo con otros trabajos sobre escritores y pensadores austriacos: Il coraggio di essere. Saggio sulla cultura mitteleuropea, 1992. (N. del T.)

le pareció haber quedado como un bribón a los ojos de Wittgenstein. En una carta a su amiga Lady Ottoline Morrell hizo un comentario final, muy amargo: “Bueno, bueno, es la nueva generación que llama a la puerta, y debo hacerle lugar, si me toca, de lo contrario se volverá una pesadilla para mí.” Al inicio de la primera guerra mundial, después de haber pasado un periodo de completa soledad en Noruega preparando el Tractatus logico-philosophicus, Wittgenstein resuelve de inmediato enrolarse de voluntario en el ejército, pese a que una operación de hernia lo había exonerado del servicio militar, y para disipar la maligna opinión de las autoridades militares austriacas —que cómicamente suponían, como cuenta su hermana Hermine, que su hermano Ludwig quería obtener un destino cómodo y alejado del frente— él insiste en ir a la primera línea para obtener el puesto más peligroso posible, que lo pusiera cara a cara con la muerte. Años después su hermana Hermine escribiría: “Tengo por seguro que él no estaba simplemente motivado por el deseo de defender a su patria. Tenía también un deseo muy intenso de asumir una tarea difícil y de hacer algo distinto del puro trabajo intelectual.” La familia entera quedó sorprendida por su decisión, que podía perjudicar la realización de una gran carrera intelectual. En su magnífica habitación del Trinity College, el propio Russell le dijo de improviso a Hermine Wittgenstein —que había ido a visitar a su hermano, quince años menor que ella, a Cambridge en 1912—: “Esperamos de su hermano el nuevo gran viraje de la filosofía.” Pero Wittgenstein había decidido en cambio otra cosa, y no porque no le importase la filosofía, sino porque pensaba que nunca tendría éxito haciendo filosofía si antes no afrontaba el problema ético y personal de su carácter; quería saber qué clase de hombre era él. Sólo cuando hubiese puesto claridad sobre sí mismo, sobre la naturaleza de su carácter, así lo creía él, podría producir un trabajo filosófico más auténtico y avanzado. Quería saber qué raza de hombre era él mismo y tratar de ser un hombre mejor para luego proseguir con la investigación filosófica. No quería separar las dos cosas, porque no quería realizar el trabajo filosófico viviendo en la mentira sobre sí mismo. En vez de proseguir adelante, como lo podría haber hecho considerando su enorme talento y habilidad técnica, Wittgenstein decidió detenerse, hacer una pausa para recogerse, o sea recogerse en sí mismo para asediar a la vez sus problemas éticos, personales y sus cuestiones teóricas. Estando detenido Wittgenstein quería componer una experiencia total que lo llevara al centro de sí mismo; creía que sólo partiendo de allí le sería posible iluminar todo el entorno de su existencia y de su trabajo intelectual. Los Diarios secretos fueron compuestos por Wittgenstein en el frente oriental, entre 1914 y 1916, en medio de los horrores de la guerra, expuesto por ello de modo simultáneo a los bombardeos de los cañones rusos, a la bajeza, ignominia y brutalidad de sus compañeros y hasta a la crueldad de su propio juicio que vigilaba sus actitudes y su propia conducta. Este juicio se resolvía siempre en la confesión de su propia insoportabilidad, que era el modo en que lo constreñía conjuntamente aquello que llamaba su falta de ánimo, su debilidad o incluso su miseria, las caídas en el onanismo, la incapacidad de comunicarse con los otros soldados, y también, junto a todo esto, la persistente aspiración a alcanzar la decencia moral (Anständigkeit), la carencia de una mirada integral (Überblick) que recogiera manifestaciones dispersas y fragmentarias de la vida con una visión clara. En la base de esta experiencia integral estaba para Wittgenstein la fundamental necesidad de la confesión. Sich sammeln: recogerse, estrecharse, por así decir, en la mano para expresar únicamente aquello que se es. Este es el potente hilo conductor de los Diarios secretos de Wittgenstein, que han sido escritos durante la guerra en la que él combatió, pero que reflejan también su decisión

originaria de participar en una guerra armada cuyo transcurso le conduciría a otra segunda guerra contra sí mismo en la que debía vencer solo. La decisión de ir voluntariamente a la guerra y de sobresalir deliberadamente en las situaciones más peligrosas era concebida por Wittgenstein como la prueba de fuego de su carácter, para rendir cuentas consigo mismo, para tener la oportunidad de llegar a ser un hombre decente, porque la muerte solamente libera al individuo en el sentido en que tan sólo frente a la muerte un hombre alcanza su propia soledad. En esta soledad —a la cual está asociada la única sensación de placer registrada por Wittgenstein en estos Diarios— él reconocía la posibilidad de liberarse de las dificultades externas, de mantenerse incólume respecto a todos los poderes. Sólo en la soledad que se ilumina con la cercanía de la muerte las palabras de los demás no podrían penetrar en él, y podría en cambio encontrar sus propias palabras, es decir lo que él realmente era, levantando el velo sobre el hombre que es, pero que todavía no estaba en capacidad de reconocer. Así pues, Wittgenstein había emprendido esta búsqueda obsesiva acerca de sí mismo, y había ido a la guerra precisamente para desarrollar un trabajo sobre sí, ya que comprendía que sólo particularizando su carácter, y sólo escribiendo a partir de la particularización de su carácter, él podría alcanzar esa visión unitaria y total que no puede lograrse con la simple habilidad intelectual y que no puede nacer del ejercicio del talento, y que sólo se origina de una despiadada investigación moral sobre sí mismo. Los Diarios secretos de Wittgenstein son el testimonio de esta tensión y de esta obsesión por recogerse en sí mismo para autodeterminarse. Esta autoconcentración se le aparecía como la única vía para poder superar la presión intolerable de la vida, y para poder alcanzar lo que nunca le había sido posible lograr: la particularización de su carácter, liberado de las interferencias externas, y la capacidad de vivir en el “espíritu” y en el “presente”. Dos términos que están significativamente unidos, porque “vivir en el espíritu” significaba para Wittgenstein llegar a la transparencia del propio carácter, qué hombre era él, y el “presente” era el punto en el cual el hombre alcanza su centro y desde el cual sólo entonces puede dirigir una mirada limpia y fresca sobre las cosas y sobre el entorno de su propia vida. Una experiencia ética radical constituía la alternativa práctica fundamental a la cual Wittgenstein había decidido confiarse; pero en ella se trasluce un imponente significado filosófico, aquel por el cual de ahora en adelante no se podrá preestablecer con la técnica y la habilidad intelectual de la argumentación el lenguaje significativo y verdadero, sino que en cambio se necesitará concebir este lenguaje auténtico como un evento imprevisible e incalculable que se cumple al término de una investigación ética radical y despiadada. Este evento está representado por el sobrevenir de lo que Wittgenstein había llamado “la palabra liberadora” y “el pensamiento liberador”. Y la vía para alcanzar este lenguaje que exterioriza la tensión existencial de Wittgenstein, que acecha sus problemas, está siempre más cerca, y a menudo él tiene la impresión de estar a punto de asir la palabra redentora y liberadora como si ella estuviese sobre la punta de la lengua, sin que por ello logre aferrarla, recayendo en el desconsolado mar infinitamente triste de los sucesos externos. Los Diarios secretos de Wittgenstein son el informe de este asomo al entorno de la palabra liberadora e iluminante sin poder alcanzar el centro, que permanece oculto tras un velo. Wittgenstein afronta los problemas más radicales, se impulsa hasta el umbral de su solución, pero se da de narices contra la puerta (él abriría la puerta más tarde, cuando lo hiciera desde dentro, pero en ese entonces él la empujaba hacia afuera). “Siento que estoy ANTE la puerta de la solución, pero no logro, pero no llego a ver suficientemente claro como para poder abrirla.” Sin embargo, y éste es el punto decisivo, la dificultad no parece depender para Wittgenstein de la falta de talento intelectual, de la incapacidad de hacer

preguntas ingeniosas, así como la incapacidad del campesino de Kafka para atravesar la puerta de la justicia depende de la calidad de sus preguntas, puesto que son las propias e incesantes preguntas del campesino las que le conducen al quebranto, a la fatiga, a la extenuación y a la muerte. Es la postura ética de las preguntas, en cuanto ellas están dirigidas a lo que se hace en vez de a lo que se es, lo que perjudica la posibilidad de iluminar la vida. El campesino de Kafka quiere poseer la noción de justicia en su mente en vez de atravesar directamente el umbral —que sólo él puede traspasar— para vivir en la justicia y según la justicia. Por eso no logra sobrepasar la puerta y muere ante ella, extenuado por sus preguntas que no pueden sostenerlo ni guiarlo frente a las presiones de la vida. Análogamente para Wittgenstein la dificultad de asir una verdad depende de cierta voluntad que quiere sobreponerse a los ideales mistificadores y a las imposturas intelectuales acerca de una realidad que en cambio debe ser reconocida y examinada por lo que es, ni mejor ni peor; voluntad que consiste en hacer las cuentas consigo mismo. Después, en el transcurso de los años treinta, Wittgenstein escribió: Cuando un objeto es significativo e importante, lo que vuelve difícil su comprensión no es la falta de alguna necesaria competencia especial en cosas abstrusas, sino el conflicto entre la correcta comprensión del objeto y lo que la mayor parte de los hombres quiere ver en él. Y esto también hace que las cosas más obvias sean las más difíciles de comprender. Lo que debe ser superado no es una dificultad del intelecto, sino de la voluntad. 2

Este tema, que se prolonga en las reflexiones de Wittgenstein en los años siguientes, aferra toda su existencia y atraviesa enteramente su obra filosófica como su marca distintiva. Nuevamente: la grandeza o la miseria de la escritura, del lenguaje de un hombre se miden por el lugar ético que ha sido capaz de alcanzar a través del ejercicio despiadado de la valentía sobre sí mismo. El ánimo que escapa de las ilusiones y de las ficciones de lo que se quiere ser para determinar en cambio lo que precisamente se es. Pero para hacer todo esto no es suficiente una estrategia meramente técnica, necesita vencerse a sí mismo, necesita ánimo (nur Mut). El valor para recogerse en sí mismo, no tanto para romper la angustia de la inteligencia, cuando ella trabaja sola, sino los límites del propio carácter moral. Es que Wittgenstein extendía su discurso a todos los hombres, no únicamente a los filósofos de profesión. Él había observado que en realidad la gente no es estúpida, sino que está “increíblemente limitada”. Este límite Wittgenstein lo encuentra precisamente en la actitud de la mayoría de los hombres de representarse en lo que tiene, en vez de lo que es. Aquí es posible reconocer los pensamientos recogidos en los Diarios secretos como el núcleo fundante, desarrollado como tema principal en las obras que seguirían, y que acompañaría sus reflexiones hasta el año de su muerte. En una anotación de 1946, o sea treinta años después, Wittgenstein escribe: El hombre ve bien lo que tiene, pero no lo que es. Lo que es, es por así decir su altura sobre el nivel del mar, que por lo demás no se puede apreciar sobre dos pies. Y la grandeza o la mezquindad de una obra depende de dónde está quien la realizó. Se puede decir también: nunca es grande aquel que se desconoce a sí mismo, que toma luciérnagas por linternas.3

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Wittgenstein, Vermischte Bemerkungen, edición a cargo de G.H. von Wright en colaboración con H. Nymann, Frankfurt a.M., 1977, págs. 40-41. (N. del autor.) 3 Ibídem, pág. 96 (N. del autor.)

La diferencia entre el ser y el tener es en sustancia la diferencia entre la realidad de la propia naturaleza y las ilusiones, los autoengaños en los que el hombre se representa por medio de lo que tiene o que aspira a tener. El tener, la posesión es ya lo que nos aleja de lo que somos; no pertenece, por decirlo de alguna manera, a nuestras fibras. Esta diferencia es reflejada por Kafka cuando escribe en los Oktavhefte: “No hay un tener, hay sólo un ser.”4 La limitación ética de los hombres, y no ya su estupidez, como Wittgenstein puso en relieve, está representada en un apunte de 1947 como la tendencia de los pliegues del corazón humano a apretarse y adherirse unos a otros, por lo cual para abrir el corazón se necesita lacerar incesantemente tales pliegues. Pero para lacerar el corazón de los hombres, que tiende a encerrarse continuamente en su angustia, se requiere pagar el precio que sólo corresponde a los pensamientos, y que es precisamente el ánimo. Por eso Wittgenstein escribe en 1946: Se podría fijar el precio de los pensamientos. Algunos costarán mucho, otros poco. ¿Y con qué se pagarán los pensamientos? Creo que con ánimo.

El paso siguiente al de la reflexión ética radical, en la cual un hombre debe rendir cuentas despiadadamente consigo mismo, era para Wittgenstein la definición del trabajo filosófico como tal. En 1931 él escribía que “el trabajo de la filosofía es propiamente el trabajo sobre sí mismo. Sobre la propia concepción. Sobre cómo se ven las cosas (y sobre qué cosa se pretende ser).” Y algunos años más tarde, en 1937, Wittgenstein cerraba el círculo de este movimiento de indagación en el sentido de que si la filosofía es una reflexión sobre aquello que se es, la respuesta no puede consistir simplemente en una proposición apropiada, lógicamente consistente y plausible, sino que debe convertirse en un modo de vida, en un nuevo modo de vida que tenga el efecto de acabar con los problemas que nos atormentan. “La solución del problema que ves en la vida, es un modo de vivir que haga desaparecer lo problemático.” Sólo lanzándose valientemente en el precipicio de aquello que se es, sin excepciones ni pretextos, se puede arrojar luz sobre la vida, pero con la condición de no excusar nada, de no esconder nada y nunca conceder nada. Para aferrar una verdad necesita desvelar falsas imágenes, asunciones supersticiosas sobre sí mismo, romper los esquemas que le oprimen; pero un hombre no puede realizar una efectiva revolución en su confrontación con los esquemas que lo aprisionan si antes no hace una revolución sobre sí mismo. Wittgenstein escribió en 1944: “revolucionario será quien pueda revolucionarse a sí mismo”. Por esta razón Wittgenstein, en otro apunte de 1947, exponía su tesis fundamental: la simple elaboración de una concepción filosófica de por sí no está en condiciones de modificar la visión de las cosas si es que no logra involucrar el elemento esencial, que consiste en una modificación del modo de vida, puesto que sólo con un nuevo modo de vivir los problemas que nos atormentan se disolverán, y hasta nos parecerán superfluos. Por lo tanto, según el pensamiento de Wittgenstein, más que la continuación de su trabajo por parte de los demás, lo que él deseaba era sobre todo un cambio en el modo de vida de los demás. No quería una escuela de secuaces que prosiguieran su obra, sino hombres que tuvieran el valor de revolucionarse a sí mismos. Más que la repetición o el desarrollo de sus ideas filosóficas por parte de los demás, lo que Wittgenstein quería en cambio era suscitar la capacidad de sufrir (Leidensfähigkeit) en los demás, alentando el proceso de rendición de cuentas de cada uno consigo mismo. No existe, así pensaba él, el significado de una obra

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Franz Kafka, Quaderni in Ottavo, anotación del 24.XI.1917, en Confessioni e Diari. Traducción al italiano de E. Pocar, Milán, 1972. (N. del autor.)

intelectual como una entidad aparte; y esta obra no puede tener para los demás un significado mayor del que tiene para quien la ha producido: Lo que tú has producido no puede tener más importancia para los demás de cuanto la tiene para ti mismo. Según lo que te costó te la pagarán.

La razón de esta tesis es clara si viene unida a la radical motivación ética y existencial por la cual ningún hombre puede producir una expresión que sea más verdadera de lo que él realmente es, porque la forma de la expresión genuina y original es la que se produce desde lo interno, desde la perspectiva interior según la cual se ven las manifestaciones de la vida. Por eso él pensaba que es imposible que una obra pueda valer para los otros más de lo que vale para quien la produjo. Ella podrá tener valor y significado para los demás en la medida en que ellos estén dispuestos a pagar el precio que le ha costado al autor, es decir, la cantidad de su ánimo. Esta reflexión radical atraviesa la obra entera de Wittgenstein, e incluso aparece en una disertación dedicada a los problemas más abstractos sobre los fundamentos de la matemática y de la lógica. En las Bemerkungen über die Grundlagen der Mathematik (Observaciones sobre los Fundamentos de la Matemática) Wittgenstein sigue insistiendo en que sólo una modificación del modo de vivir puede constituir la auténtica cura de los problemas filosóficos. Quien no está dispuesto a descender en la profundidad de sí mismo porque ello le causaría sufrimiento, no puede resolver los problemas de la vida y por eso permanece en la superficie sin la capacidad y el valor de sufrir; pero en la superficie todos los problemas permanecen irresolubles. Ciertamente todos, o casi todos los hombres sienten la presión intolerable de la vida, e incluso están conscientes de que es necesario un cambio. Pero igualmente todos, o casi todos los hombres manifiestan la tendencia a exteriorizar la solución, porque piensan en un cambio exterior de la vida y no en lo único eficaz, que es el cambio del propio comportamiento basado en una despiadada disciplina interior. Volviendo ahora a los años en los cuales escribió los Diarios secretos, Wittgenstein fue a la guerra como voluntario para poner efectivamente sus propios pensamientos y su propia vida bajo la luz que sobre ellos habría encendido el peligro de muerte. Él nunca dejó de pensar que su existencia, o la de cualquier otro hombre, no puede consistir en la vida protegida con el fin de durar, de durar lo más que se pueda, ni tampoco en el anonadamiento mortal, sino en la relación establecida en la confrontación de la vida con la muerte. La existencia humana no es la manifestación de una vitalidad animal, ni la de un destino destructivo y mortífero, es más bien la expresión de la tensión en la cual la vida de un hombre se lanza a pensar en la presencia de la muerte, ya que la muerte es el haz de luz bajo el cual la vida misma se ilumina en su realidad. Así pues el 4 de mayo, en el frente, Wittgenstein anotó que “tal vez la cercanía de la muerte me llevará la luz de la vida”, y cinco días después anotó: “sólo la muerte da significado a la vida”. La vida está de un lado, y la muerte del otro, y el hombre no conoce una diferencia más profunda que ésta. ¿Qué puede ponerlas en relación a fin de que una obre en la otra? En otras palabras, ¿qué hace que la muerte pueda incidir sobre la vida a tal punto de iluminarla con la palabra redentora y liberadora? El factor que elabora esta conexión es el ánimo de un hombre, el elemento en el cual la vida de un hombre es examinada bajo la luz de la muerte para obtener la respuesta profunda sobre su propia naturaleza. Treinta años después de aquella anotación en los Diarios secretos, en 1946, Wittgenstein señalaba que el valor era el estado de la existencia que conectaba la vida con la muerte, lo que significa que suscita el examen sobre el sentido de la vida en la perspectiva de la muerte:

La valentía, no la habilidad y menos la inspiración, es la semilla de mostaza que crecerá hasta llegar a ser un gran árbol. La conexión con la vida y la muerte que haya dependerá de la valentía.

Al terminar la guerra, Wittgenstein retornó a Viena profundamente transformado. Su primer acto fue renunciar para siempre a la notable herencia que le había dejado su padre, en favor de algunos de sus hermanos. A continuación decidió ser maestro de escuela elemental en algunos pueblos de la baja Austria. En una carta del 16 de enero de 1918 a su amigo el arquitecto Paul Engelmann —al que había frecuentado hacía dos años en Olmütz durante un curso de adiestramiento para oficiales— Wittgenstein describió la profunda transformación que se produjo en él. Si los Diarios de 1914-1916 eran fruto de la incesante, obsesiva esperanza de llegar a ser un hombre decente, ein anständiger Mensch, ahora en esta carta a Engelmann rendía cuentas de la dirección que había asumido el proceso de su búsqueda. Hay ciertamente una diferencia entre quien soy ahora y quien era entonces, cuando nos veíamos en Olmütz. Y esta diferencia está, según entiendo, en que ahora soy un poco más decente (anständiger). Lo que trato de decir con eso es que ahora me es un poco más clara mi indecencia (Unanständigkeit) de lo que lo fue entonces.

Por tanto Wittgenstein ponía en evidencia que la profunda transformación moral que se había producido en él no consistía en el alcance de la decencia moral, sino en la simple conciencia de su indecencia. No se trataba exactamente de un progreso de su persona, sino con más precisión de un incremento de su consciencia para hacer las cuentas consigo mismo. Pero esto se relacionaba con lo que Wittgenstein había comenzado en los años que precedieron al estallido de la guerra y que había hecho notar en una carta no fechada a Russell: Y continúo esperando que se produzca una explosión final, y que así pueda llegar a ser otro hombre... Tal vez tú creas que es una pérdida de tiempo todo este pensar en mí mismo, ¡pero cómo puedo ser un lógico si no soy todavía un hombre! ¡Antes que cualquier otra cosa debo hacer las cuentas conmigo mismo!

De esta exigencia surgió en Wittgenstein, a principios de los años treinta la necesidad de escribir una confesión, pues la rendición de cuentas consigo mismo es la semilla que, arrojada sobre un terreno, hará crecer un árbol, una nueva vida. La confesión, según él, es la condición para no perderse, para recogerse en sí mismo y preparar una nueva forma de vida. Así pues, Wittgenstein escribió en 1931 que “una confesión debe ser una parte de la nueva vida”. Cada hombre, al igual que él, debería escribir su propia confesión. Pero no basta simplemente con escribirla, se necesita también presentarla a los demás, porque la confesión constituye efectivamente el inicio de una nueva vida sólo cuando es expresada ante los demás hombres. Así interpreto el hecho de que Wittgenstein no sólo haya sentido la necesidad de escribir una confesión, sino que también quiso que la leyeran sus amigos, parientes y conocidos. Porque, así lo veo yo, iniciar un proceso interior es aumentar la consciencia y es también expresar y declarar la propia consciencia; pero para que la confesión llegue a ser parte de un nuevo modo de vida, se necesita que ella entre en el orden de la realidad, o sea que ella se vuelva un comportamiento en medio de los demás hombres. Creo que es por esta razón que en 1931Wittgenstein visitó a su amigo M. O’C. Drury, llevando la confesión que había escrito e insistiendo en que él la leyese.

Cuando regresó de Noruega —dice Drury— me dijo que no había escrito nada, pero que empleó su tiempo en la plegaria. Había sentido la necesidad de desarrollar una confesión sobre las cosas de su vida pasada de las cuales más se avergonzaba. Ya se la había enseñado a G.E. Moore, y dijo que Moore pareció muy perturbado por la idea de tener que leerla. Obviamente yo nunca diré nada sobre el contenido de esta confesión.5

Aparte de Moore, Wittgenstein mostró su confesión a Francis Skinner, al director didáctico Koder y a algunos miembros de su familia; incluso después, en 1937, hizo que la leyera su amigo Paul Engelmann. En ese mismo año Wittgenstein se la llevó a Fania Pascal, que fue su profesora de ruso cuando él acariciaba el proyecto de establecerse en la Unión Soviética. Fania Pascal refiere en su A Personal Memoir que ella siempre quiso poner por escrito la confesión que Wittgenstein le hizo conocer, pues era muy significativa sobre su persona. Fania Pascal lamenta que la confesión de Wittgenstein nunca se haya publicado, lamenta que Paul Engelmann en su edición de las cartas de Wittgenstein haya omitido la confesión, pese a que luego, en otra carta, se refiera explícitamente a ella. “Sentía —dice ella— que debía apresurarme a ponerla por escrito, porque ciertamente no se puede esperar que un inglés hable sobre cosas que le han sido dichas confidencialmente”. Sucedió en la época del retorno de Wittgenstein de Noruega. Él tocó a su puerta una mañana y pidió que le haga pasar de inmediato. Ella puso reparos, pues uno de sus hijos estaba enfermo, y le preguntó si se trataba de un asunto urgente para que regresara después. Él le respondió que era urgente y que no podía esperar, en tanto que ella pensaba que si había una cosa que pudiera esperar era una confesión hecha de aquella manera. ¿Pero habría podido esperar un hombre tan impaciente?, pensó ella. Luego entraron a la sala, y ella recuerda verlo al otro extremo de la mesa, sentado de manera rígida y erguida con el impermeable cerrado hasta el cuello. La conversación que tuvieron la relata así: “He venido para hacer una confesión”, comenzó diciendo él. Había estado con el profesor Moore por la misma razón. “¿Qué le dijo el profesor Moore?”, le pregunté. Él se rió. “Ha dicho: ‘Usted es un hombre impaciente, Wittgenstein’”. Yo comenté: “Bah, ¿no sabía que usted es un hombre impaciente?”. Wittgenstein con expresión indignada respondió: “No, no lo sabía”. Puedo recordar dos culpas que me confesó: la primera tenía que ver con su origen judío, la segunda con una injusticia que había cometido cuando era profesor en un pueblo de Austria.6

Respecto a la primera cuestión, Wittgenstein confesó que la mayor parte de las personas que lo conocían, incluso sus amigos, creían que él sólo tenía un cuarto de judío. En realidad la proporción era exactamente al revés, y él nunca había dicho nada para aclarar ese equívoco. Ella recuerda que sólo al final de la charla Wittgenstein se animó a contar la parte más penosa de su confesión, una circunstancia verdaderamente traumática en la que él se había comportado de manera vil y vergonzosa. Mientras refería otras culpas había logrado mantener la calma. Todo ocurrió muchos años antes, cuando era maestro en una escuela elemental en un pueblo austriaco; él abofeteó a una escolar, una pequeña niña. Ella era pariente del director de la escuela, y cuando se le 5

M.O’C. Drury, “Some Notes on Conversations with Wittgenstein”, en Recollections of Wittgenstein, pág. 120. (N. del autor.) 6 Fania Pascal, “A Personal Memoir”, en Recollections of Wittgenstein, pág. 35. (N. del autor.)

llamó a la dirección, él negó los hechos. Este acontecimiento había terminado por destrozarlo, hasta el punto de hacerle pensar —así lo recordaba Fania Pascal— que debía vivir una vida en absoluta soledad. Él había dicho una mentira vergonzosa frente al director de la escuela y desde entonces su consciencia estaba oprimida por un peso. En ese momento a Fania Pascal se le vino a la mente Rousseau, quien en sus Confesiones refiere la injusticia que cometió contra una sirvienta, al hacerle creer a sus patrones que ella había robado un encaje que, en realidad, el mismo Rousseau había hurtado. Wittgenstein sólo podía salir de manera drástica y radical de la situación a la cual lo tenía aferrado el sentimiento de culpa, a diferencia de la actitud que asumía en el trabajo filosófico, donde sabía manejarse enteramente a sí mismo, y desplazarse con el alma y con el cuerpo. A causa de este peso insoportable que le oprimía, en un apunte del 18 de noviembre de 1937 Wittgenstein comentaba el significado de esta rendición de cuentas consigo mismo: El año pasado, con la ayuda de Dios, reuní mis fuerzas e hice un confesión. Esto me ha llevado en una corriente de agua más pura a una relación mejor con los hombres y a mayor seriedad. Pero ahora todo esto está agotado, y yo no estoy lejos de donde me encontraba al principio. Sobre todo soy infinitamente cobarde (vor allem bin ich unendlich feig). Si no hago algo que sea justo, entonces me precipitaré de nuevo en la antigua situación.

La cobardía, la incapacidad de hacer una despiadada rendición de cuentas consigo mismo, era para Wittgenstein el origen del estilo falso y de la escritura falsa. Quien en los hechos se comporta como un impostor consigo mismo, quien se cuenta mentiras cayendo en la propia inautenticidad (Unechtheit) —así lo entendía él—, no estará luego en condiciones de distinguir lo verdadero de lo falso. El autoengaño era para Wittgenstein el peligroso camino a la perdición ética e intelectual, porque desde el momento en que un hombre escribe una cosa distinta de aquello que él realmente es, no estará nunca en condiciones de hacer la esencial diferenciación entre lo que es auténtico y lo que es falso acerca de él mismo, y la consecuencia más general será la de no estar en condiciones de distinguir nunca nada en absoluto en el mundo. Si se finge ante uno mismo, entonces el estilo resulta la expresión de esta ficción. Y el estilo no puede ser entonces nunca el de uno mismo (der Eigene). Quien no quiere conocerse a sí mismo escribe una suerte de engaño.

Un hombre, en vez de ir detrás de lo que quiere ser (por lo cual queda prisionero de una falsa representación de sí mismo que lo arroja en direcciones inauténticas), debe tener el valor de adentrarse nuevamente en sí mismo, aunque ello sea a costa de sufrimientos y tormentos. Si un hombre quiere escribir algo que no sea la escritura de un engaño, debe adentrarse —así lo pensaba Wittgenstein— en su propio tormento. Quien no quiere descender en sí mismo, porque es demasiado doloroso, permanece en la superficie también con respecto a lo que escribe.

Pero a Wittgenstein no le bastaba con decir eso, es más, no le bastaba de ningún modo; porque limitarse a entender lo que también le parecía una verdad habría sido una nueva mentira. Él pensaba esto: no resulta una nueva mentira cuando el que afirma que sólo se puede escribir descendiendo en la profundidad del propio sufrimiento dice precisamente eso luego de haber descendido en su propio sufrimiento. En suma, Wittgenstein pensaba que la afirmación “sólo se puede escribir algo verdadero si se ha

tenido el valor de descender en uno mismo”, no es a su vez una verdad que se pueda enunciar si no se tiene el valor de vivir la experiencia que la convalide. Así pues, en un apunte de 1937 Wittgenstein precisaba las cosas de la siguiente manera: Sólo se puede escribir en medio del más terrible sufrimiento, y entonces todo tiene otro significado. Pero por eso mismo nadie debe decir que esto es una verdad, a menos que sea dicha en medio del tormento. No es una teoría. En otras palabras: si ésta es una verdad, no es la que ella parece expresar a primera vista. Antes de ser una teoría, ella es un gemido o un grito.7

Pero, ¿por qué, después de todo, se necesita ejercitar todo ese valor y ese maldito sufrimiento para expresar algo que sea verdad? Debe quedar bien claro que Wittgenstein no predicaba el sufrimiento como un ideal en sí mismo, ni la austeridad interior como un modelo de vida. Por el contrario, la radical motivación ética de Wittgenstein que lleva al tormento interior tiene una función epistemológica, y es así desde los Diarios secretos hasta los apuntes dispersos y las obras más sistemáticas compuestas en el transcurso de toda su vida. Por lo tanto, si se nos pregunta, como es justo hacerlo, por qué necesita escribir en medio de tormentos, la respuesta es que aferrar algo verdadero a través de la escritura requiere que uno se libere de todas las falsas idealizaciones, teorías, esquemas conceptuales, en los cuales un hombre elabora una ficticia representación de sí mismo, así como de las cosas que él filtra del lugar en el que cree hallarse. Sufrir, atormentarse, descender en la profundidad de sí mismo, significa para un hombre emprender el recorrido para alcanzar su propio lugar ético, el lugar en donde él se encuentra efectivamente. Es imposible —decía Wittgenstein en 1937— escribir sobre sí mismo algo que sea más verdadero de lo que realmente se es. Esta es la diferencia entre escribir sobre sí mismo y escribir sobre los objetos externos. Lo que se escribe sobre sí mismo depende de la altura a la que uno esté. No se está sobre zancos o sobre una escalera, sino sobre los pies desnudos.8

La escritura verdadera nos remite a una despiadada disciplina interior como esencial condición preliminar. Esto significa que para Wittgenstein no se puede arrojar delante de uno mismo un ideal de verdad y luego moverse hacia él. No hay ningún movimiento de ese género, sino todo contrario: la idea misma de moverse hacia la verdad es ya una falsa idealización, expresión de la actitud que sobrepone un ideal ficticio a la realidad. Así pues, por el contrario, es necesario encontrarse ya en la verdad. No está a nuestra disposición la verdad súbita (de ser así ella ni siquiera sería un problema), y sin embargo cada vez necesitamos encontrarnos ya en la verdad desde siempre. Cada vez se descubre una nueva verdad, pero cada vez es como si nos encontrásemos ya en la verdad y no como si la alcanzásemos. Pero todo esto no significa una concepción mística de la verdad como una revelación que flota tranquilamente sobre nuestras cabezas, y con nosotros en espera estática de la iluminación. Todo lo contrario, para poder expresar la verdad debemos ya encontrarnos en ella y habitarla. Dicha verdad es un estado que se adquiere a través de una despiadada disciplina interior; no por medio de una pasiva espera estática, sino del trabajo de sujeción interior de nosotros mismos. No se puede decir la verdad si no se está todavía en dominio de sí mismo. No se la puede decir, pero no porque uno no sea lo bastante inteligente. Sólo puede decirla 7 8

Wittgenstein, Vermischte Bemerkungen, op.cit., pág. 63. (N. del autor.) Ibídem, pág. 70. (N. del autor.)

quien ya está en ella; no quien reposa en la falsedad, y que sólo una vez desde esta falsedad alarga la mano hacia la verdad.

Esta sujeción de sí mismo es la condición para poder escribir precisamente desde el lugar en el que uno se encuentra, y no sobre zancos o escaleras que aumentan artificialmente nuestra altura. Se necesita escribir desde el lugar en el cual se está, con los pies desnudos, y no sobre zancos o escaleras, ni jalarse de los cabellos buscando estirarse un poco para parecer más alto de lo que realmente se es. Sin embargo, pensaba él, esto es lo que hace la mayoría de los hombres. Ahora se necesita preguntar qué son exactamente estos zancos y escaleras sobre los que sube la mayor parte de los hombres, en especial los filósofos. De la respuesta a esta pregunta obtenemos la cosa más importante que se pueda decir sobre la relación entre la disciplina ética interior y la obra filosófica técnicamente definida de Wittgenstein, o sea la cosa más importante para Wittgenstein. Y en cada caso obtenemos la razón por la cual, cuando leemos estos Diarios secretos y la vasta serie de apuntes dispersos, no debemos creer que se trata de algo separado y marginal. Estos zancos, estas escaleras que alteran el lugar real desde el que un hombre puede hablar, son las idealizaciones y sublimaciones que constituyen precisamente las teorías filosóficas. Para confirmar esto, ha llegado el momento de leer no las anotaciones dispersas o diarios secretos o confesiones, sino una sección de la única obra (aparte del Tractatus logico-philosophicus) que Wittgenstein preparó para su publicación: las Philosophische Untersuchungen. El pensamiento está circundado por un halo. Su esencia, la lógica, presenta un orden, que es precisamente el orden a priori del mundo: es decir, el orden de las posibilidades que deben ser comunes al mundo y al pensamiento. (...) Tenemos la ilusión de que lo peculiar, profundo, esencial en nuestra investigación reside en su tentativa de aferrar la incomparable esencia del lenguaje. O sea el orden existente entre los conceptos de proposición, palabra, prueba, verdad, experiencia, etc. Este orden es un super-orden (Über-Ordnung) —por así decir— entre super-conceptos (Über-Begriffe). Mientras que, naturalmente, si las palabras “lenguaje”, “experiencia”, “mundo” tienen un uso, debe ser tan sencillo como el uso de las palabras “mesa, “lámpara”, “puerta”.

Existe, así lo pienso, una conexión entre la conducta del rigor ético despiadado recomendada por Wittgenstein, su exigencia de rendir cuentas consigo mismo y su rechazo del trabajo filosófico cuando asume la forma de una teoría sobre el lenguaje o sobre los fundamentos de la matemática. Wittgenstein vio ya en la misma construcción de las teorías filosóficas una forma de sublimación y de idealización de nuestros conceptos, de nuestras prácticas lingüísticas. Las teorías filosóficas son precisamente esos zancos o escaleras en los que suben los hombres, especialmente cuando hacen filosofía, para imponer modelos ideales ficticios sobre la realidad, sobre las prácticas del lenguaje y sobre las circunstancias de la vida. Construir teorías filosóficas, pensaba él, era sobreponer un ideal a la realidad, en el sentido de que los filósofos no se limitaban a servirse de los modelos o esquemas ideales (lo cual es indispensable), sino que reemplazan la realidad misma por una idea, un modelo de representación de la realidad, y por ello sus teorías constituyen sublimaciones de los instrumentos intelectuales con los que trabajan. Vivimos precisamente en esta idea: que el ideal “deba” encontrarse en la realidad.

Las teorías filosóficas son ilusiones y sublimaciones porque quieren capturar con visiones omnicomprensivas y totalizantes una variedad de usos lingüísticos que son manifestaciones de la vida, y que no se dejan sujetar en un esquema ideal y preestablecido a priori. Por esta razón Wittgenstein consideró las teorías filosóficas como los zancos o escaleras a los que se sube, que alteran la altura en la que uno se encuentra y que mistifican el lugar desde el cual se habla. Y entonces la recomendación de Wittgenstein de descender en sí mismo, aunque sea algo doloroso, significa la necesidad de bajar a los hombres, especialmente a los filósofos, de los zancos y escaleras a los cuales han subido con la ilusión de decir algo con más altura de la que ellos mismos tienen. Y si se nos pregunta, como creo que se nos debe preguntar en este punto, de qué dolor exactamente se trata cuando Wittgenstein dice que para no ser superficial se necesita descender en sí mismo (in sich selbst heruntersteigen), aunque sea doloroso, es necesario responder que se trata de un sufrimiento que toca directamente la esfera de nuestra afectividad, y no ya una derrota o un fracaso intelectual. El dolor al cual Wittgenstein hubiera deseado dirigir a todo hombre que quiera decir algo verdadero, corresponde al estado en el cual un hombre, descendiendo de los zancos de la sublimación de los ideales, renuncia a los sentimientos que había invertido en los ideales ilusorios. Cuando estaba todavía sobre los zancos, en el lugar de su falsa altura, él podrá haber constatado que cierto modelo ideal no funcionaba y llegar incluso a decir que “la lógica es un infierno” (logic is hell) —lo que en efecto Russell había dicho—, dándose cuenta de que la lógica, que pretende gobernar enteramente el lenguaje, deja pasar inevitablemente nuevos fenómenos expresivos que no se dejan sujetar por la explicación predispuesta a priori. Pero él, en lugar de modificar o renunciar a su modelo, podría terminar sublimándolo9 —que es lo que generalmente hacen los filósofos—. Peor aún: si hay una fuerte inversión afectiva en un modelo inadecuado, entonces más fuerte será la tendencia a sublimarlo. Así obrarán todos los hombres, especialmente los filósofos, en tanto permanezcan sobre los zancos de sus idealizaciones. Bajar de los zancos para retornar al lugar que corresponde a su altura real no implica para el hombre un sacrificio intelectual, sino la renuncia al sentimiento invertido en el ideal alzado sobre los zancos. Si este hombre estaba atrincherado dentro de su ideal, era porque quería permanecer encerrado ahí dentro y porque le tenía tanto cariño que quería atrincherarse allí. Salir no será para él un sacrificio de su inteligencia, sino de su corazón. Como he dicho a menudo —afirmaba Wittgenstein en el Big Typescript— la filosofía no requiere ningún sacrificio de mi parte, porque no me niego la posibilidad de decir algo, sino que simplemente renuncio a ciertas combinaciones de palabras ya que son carentes de significado. Pero hay otro sentido en el que la filosofía exige una renuncia, no una renuncia del intelecto, sino del sentimiento. Tal vez esto es lo que vuelve tan duro el asunto para algunas personas. Es tan difícil abstenerse de hacer uso de una expresión como lo es contener las lágrimas o la cólera.

En esa línea, podemos asistir en la obra de Wittgenstein a la elaboración que fusiona la instancia ética de la investigación despiadada y radical sobre uno mismo, de la rendición de cuentas consigo mismo al análisis técnico de su gramática filosófica. La 9

“El peligro comienza cuando notamos que el viejo modelo es inadecuado y entonces, en vez de modificarlo, lo sublimamos. Todo lo que la filosofía puede hacer es destruir ídolos. Y esto significa no construir dioses nuevos — es decir ‘la ausencia de ídolos’”. Wittgenstein, MS 213, págs. 434-435, citado en A. Kenny, Wittgenstein on the Nature of Philosophy, en Wittgenstein and his Times, edición al cuidado de B.F. McGuinnes, Oxford 1982, pág. 19. (N. del autor.)

meta de todo el trabajo intelectual de Wittgenstein consiste en la terapia de las enfermedades filosóficas suscitadas por el abuso de nuestro lenguaje. Un abuso y una incomprensión de nuestro lenguaje que para Wittgenstein se origina en las ilusiones, en la falta de coraje para reconocer el lugar ético desde el cual se habla. Esto decía en las Philosophische Untersuchungen: “el tratamiento de un asunto por parte de un filósofo es como el tratamiento de una enfermedad”. El análisis del lenguaje producido por la gramática filosófica es una especie de terapia psicoanalítica porque debe hacer explícito y consciente el origen de un factor inconsciente que tenía prisioneros a los hombres y generaba sus absurdos, sus falsos problemas y sus ilusiones. Wittgenstein declaró que deseaba clarificar precisamente los problemas que se presentan a los niños cuando, por ejemplo, aprenden matemáticas, y a los cuales la formación escolástica no da ninguna respuesta, aquellos problemas que la formación escolástica no sólo no resuelve, sino que además los reprime. El análisis filosófico de Wittgenstein es una especie de terapia psicoanalítica en el sentido de que hace emerger nuevamente cuestiones que los hombres reprimieron en el transcurso de su infancia. Mejor dicho, el aspecto psicoanalítico de la terapia filosófica wittgensteiniana consiste precisamente en una práctica del análisis que, en vez de atenerse a las falsas racionalizaciones de preguntas y dudas dejadas terriblemente irresueltas, en vez de atenerse a las respuestas que se dan comúnmente a tales preguntas y dudas, en lugar de ello quiere que vuelvan a emerger estas preguntas y estas dudas para hacer que hablen por sí mismas, para saber qué quieren, para saber qué camino quieren seguir. La formación escolástica, en cambio, habla en lugar de estas dudas, de estas preguntas; habla por ellas, y por eso no sabemos qué es lo que verdaderamente quieren decir estas dudas y estas preguntas. Pues estas preguntas y dudas vuelven de los contenidos reprimidos en nuestra mente. En vez de la persona que al hablar en lugar de las preguntas y las dudas las sustituye, lo que Wittgenstein quería era restituir la voz de esas preguntas y dudas. Al matemático —decía Wittgenstein en la Philosophische Grammatik— le deben causar horror mis elaboraciones matemáticas, pues su formación siempre lo ha disuadido de entregarse a los pensamientos y dudas que yo desarrollo. Aprendieron a considerarlos como algo sospechoso y, para usar una analogía traída del psicoanálisis (este párrafo es una reminiscencia de Freud), han conservado una forma de disgusto frente a estas cosas como si fueran algo infantil. Es decir, yo desarrollo todos los problemas que un niño al aprender aritmética percibe como dificultades que el maestro reprime (unterdrückt) sin resolverlas. Así pues, yo digo ante estas dudas reprimidas (unterdrückt Zweifeln): ustedes tienen razón, ¡pregunten, exijan una clarificación!

El elemento reprimido, que genera absurdos e incomodidades intelectuales, debe quedar manifiesto y patente. La afinidad del método de Wittgenstein con el freudiano se ilumina también por la circunstancia de que el análisis lógico-lingüístico no debe limitarse a describir un error, sino que, según Wittgenstein, debe además indicar el origen, o sea que debe mostrar el error junto a la fuente de la cual nace, porque sólo así el objeto de una incomprensión filosófica puede liberarse. En las Bemerkungen über Frazers “The Golden Bough” Wittgenstein escribió: Se debe comenzar desde el error para llevarlo a la verdad. Es decir, se debe descubrir la fuente del error, de lo contrario no sirve de nada escuchar la verdad. Ella no puede penetrar si otra cosa ocupa su lugar. Para convencer a alguien de la

verdad no basta con constatar la verdad, se necesita encontrar el camino que va del error a la verdad.10

Es una circunstancia igualmente decisiva que el sujeto de inquietudes, incomodidades y calambres intelectuales haga suya la reconstrucción que se le presenta de su error. Que diga por ejemplo: “Sí, esto es lo que yo pienso, esto es exactamente lo que yo pienso.” Sólo podemos convencer a alguien de su error cuando él lo reconoce como la exacta expresión de lo que él siente. El punto es: sólo cuando él lo reconoce como tal resulta ser la correcta expresión (psicoanálisis).

La exigencia de descender en la profundidad de sí mismo, para no resultar superficiales y víctimas de las falsas concepciones a las que damos expresión cuando subimos a los zancos de la filosofía y de toda idealización, no era un tema existencial de la vida privada de Wittgenstein, porque dicha exigencia es la semilla de la cual ha crecido el método de su trabajo filosófico. En manos de Wittgenstein la filosofía ya no es una actividad constructora de teorías, y en este sentido ella no existe más allá de los mismos problemas y no provee nueva información; más bien ella resuelve los problemas disolviéndolos por medio de un arreglo que ya era notorio a simple vista. La filosofía —escribe Wittgenstein— no es otra cosa que los problemas filosóficos, las particulares inquietudes individuales que llamamos “problemas filosóficos”.

Esta actividad de despiadada disolución de los problemas filosóficos está conectada, para Wittgenstein, a la voluntad y a la capacidad de descender en la profundidad de los fundamentos gramaticales que —del mismo modo que otros problemas de la vida— son resolubles sólo en la profundidad. “Los problemas de la vida —dice Wittgenstein— son insolubles en la superficie (Oberfläche), y se deben resolver sólo en la profundidad (Tiefe). En las dimensiones de la superficie ellos son insolubles.” Superficie y profundidad son distintos niveles de la vida, así como son niveles distintos de las expresiones que se pueden formar mediante el lenguaje. Lo que separa la superficie de la profundidad y que hace que un hombre se detenga en la primera, en vez de descender en la otra, es todavía en lo esencial un asunto de coraje. Y entonces, del mismo modo que quien no está dispuesto a descender en sí mismo termina por permanecer superficial en lo que escribe, así también el que construye esas sublimaciones de un ideal que son las teorías filosóficas, en vez de descender en la gramática profunda (Tiefengrammatik), termina practicando una gramática superficial (Oberflächengrammatik). Quien se acuna en las ilusiones de las propias sublimaciones trepándose en los zancos de las teorías filosóficas, en lugar de descender despiadadamente en la profundidad de sí mismo, resulta inexorablemente la víctima de las ilusiones gramaticales (grammatische Täuschungen). La ilusión gramatical —es decir, la visión de la vida alterada por la ambición que es “la muerte del pensamiento”, por lo que queremos ver en la realidad por arrogancia o para evitar sufrir— es el signo, en cada caso, de una falta de coraje. *

10

Wittgenstein, Bemerkungen über Frazers “The Golden Bough” (Observaciones sobre “La rama dorada” de Frazer), en Synthese, XVII (1967), pág. 234. (N. del autor.)

El valor de ser, la convicción de que ningún hombre puede escribir algo que sea más grande o mejor de lo que él realmente es, constituye un tema profundamente arraigado en la cultura austriaca, a la cual Wittgenstein también pertenecía. Un imperativo éticolingüístico está en el centro de los escritos teóricos de Karl Kraus. En cierta ocasión Kraus escribió: Sólo hay una cosa que no puedo dejar pasar: que una frase entera sea escrita por medio hombre. Que una obra sea edificada sobre un carácter que es arena arrastrada por el viento.

Para Kraus el lenguaje sólo puede resistir una verdad cuando es practicado y analizado con valentía. Así, él escribió: “se debe ser valeroso (mutig) y ocuparse de la gramática”. Para Kraus el uso apropiado y eficaz del lenguaje se regía por una motivación ética y la verdad residía en una forma de lenguaje éticamente centrada. El hombre encuentra en el lenguaje el espejo de su propio destino ético: a través del uso impropio o del abuso de las palabras él dice una mentira y comete un crimen del cual cargará la culpa; a través del uso apropiado del lenguaje en su profundidad el hombre tiene la posibilidad de conseguir pensamientos auténticos. Para Kraus el hombre que emplea las palabras con empeño ético libera al lenguaje de sus calambres (Starrcrampf), y por su parte el lenguaje lo recompensa dándole un pensamiento a cambio de cada proposición. Wittgenstein escribió que su análisis tiene como fin disolver los calambres y chichones que el hombre obtiene cuando, distorsionando el uso del lenguaje, filosofa. El tema del valor, como condición esencial de la conducta ética y de la escritura auténtica, fue también afrontado por Otto Weininger, ya sea en Geschlecht und Charakter, como en Über die Letzten Dinge. Se puede decir que Wittgenstein pasó gran parte de su vida repensando los problemas planteados por Weininger. Lo que es desconocido y como tal genera miedo pertenece, según Weininger, a la esfera del inconsciente (Unbewusstes). Por tanto, quien renuncia por miedo a investigar su propio inconsciente renuncia también al valor y a la independencia de su existencia; pierde su propia libertad, se vuelve un cobarde (feige). Por eso necesita superar el miedo sólo a través de la segura conciencia de su valor. El miedo frente a lo desconocido (Unbekanntes) es el miedo frente al inconsciente; el hombre es libre realmente sólo respecto a aquello de lo cual es consciente.11

Para Weininger la grandeza (Grösse), la pureza (Reinheit) y la genialidad (Genialität) no son —así como no lo fueron para Wittgenstein— estados que simplemente se pueden alcanzar con habilidad y con talento. El ánimo —del cual Wittgenstein había comenzado a hablar con una especie de obsesión a partir de los Diarios secretos— era también para Weininger lo característico del hombre grande, puro y genial. Para Weininger la cantidad de valentía constituye la condición decisiva para determinar la calidad de un hombre: Es la cantidad de valentía (das Quantum Mut) que tiene un hombre la característica más segura de su grandeza, pureza y genialidad.

Wittgenstein llegó a la misma conclusión cuando escribió: “el genio es valor en el talento”. Tanto Weininger como Wittgenstein distinguían el talento, la capacidad de la genialidad. El talento y la capacidad no bastan para constituir la figura del genio si ellos 11

O. Weininger, Über die Letzten Dinge, München 1980, págs. 148 y 154-55. (N. del autor.)

no se practican con valor, si ellos no se sostienen por la disposición ética de un hombre a recogerse en sí mismo y a hacer una rendición de cuentas consigo mismo. En su Confesión (como vimos antes), Wittgenstein denunció su culpa por no haber aclarado suficientemente a los demás su origen judío. El problema de la cobardía y la exigencia del valor necesario para reconocer el propio carácter, para reconocer lo que se es y no lo que se quisiera ser; ambos se conectan al problema del judaísmo. Pero la estrecha concatenación de las ideas de valor, cobardía, conocimiento de sí mismo y judaísmo fue también uno de los temas fundamentales del Geschlecht und Charakter de Weininger. Ciertamente Wittgenstein nunca se planteó el problema de suprimir o superar el judaísmo (a diferencia de Weininger), sino simplemente de reconocerlo. La cobardía de Wittgenstein consistía en la actitud de no querer reconocer su porción de judaísmo. Weininger en cambio, asumiendo la noción de judaísmo no como un dato antropológico sino como un concepto ético y psicológico, pensó que el judaísmo era un estado o una condición del espíritu humano que se debía superar. Sustancialmente el judío, para el judío Weininger, vive en la categoría del género (Gattung), por ello es un ser desprovisto de individuación. El judío designa al hombre que todavía no ha logrado formarse como individuo, como ser independiente de las circunstancias exteriores espacio-temporales. Para Weininger el judaísmo no era una categoría antropológica, sino un estado que debe ser sobrepasado. Pero para superarlo se requiere que el judío inicie una lucha despiadada contra sí mismo, en el curso de la cual él debe vencerse a sí mismo. Para este fin es necesario en primer lugar que los judíos se comprendan a sí mismos, que se conozcan y se combatan a sí mismos, que quieran superar en sí mismos el judaísmo.12

Para Wittgenstein no se trataba de superar el elemento hebraico, que en sí mismo no constituía una culpa para él, sino sólo una diferencia. Sin embargo, la exigencia ética de descender en sí mismo y de iniciar valientemente una batalla consigo mismo, se manifiesta en formulaciones que en algunos aspectos recuerdan a las de Weininger. Wittgenstein insistió obsesivamente, desde los Diarios secretos hasta su muerte, en la exigencia ineludible para un hombre de aceptar su propia diferencia. Por eso uno no debía dejarse influir por los demás ni permitir que le guíe el ejemplo ajeno, sino su propia naturaleza; no recrearse con la profundidad de los demás. Salvaguardar su propia unidad evitando considerar su carácter desde el exterior. Lo que nos llega de los demás sólo son cáscaras de huevo (Eierschalen); el ánimo es siempre original; lo que se escriba debe provenir del interior. Si para Weininger el judaísmo es una culpa, para Wittgenstein es sólo una diferencia, y la culpa consiste únicamente en la tentativa de suprimirlo hablando de los judíos, de parte de los judíos así como de los no-judíos, con criterios extraños a los que ellos pertenecen, con el consiguiente resultado de sobrevalorarlos o infravalorarlos (creo que ambas alternativas están destinadas a preparar la persecución). En la Confesión escrita en los años treinta, Wittgenstein admitió su propia cobardía por no haber clarificado suficientemente frente a los demás su origen judío. En varios apuntes de aquella época, Wittgenstein analizó los derroteros intelectuales del judaísmo en los cuales reconoció la naturaleza del propio trabajo filosófico. El judío, comparado a un páramo desierto (eine wüste Gegend) bajo cuya superficie rocosa se encuentra la masa ardiente y fluida del elemento espiritual, tiene para Wittgenstein un talento (Talent) reproductivo (reproduktiv) y está desprovisto del genio (Genie) creativo. 12

O. Weininger, Geschlecht und Charakter, Wien und Leipzig 1923, pág. 166. (N. del autor.)

El “genio” judío es sólo un santo. El más grande pensador judío es sólo un talento. (Yo por ejemplo).

El judío, así pensaba Wittgenstein, no es capaz de hacer crecer una hierba o una florcita, pero es capaz de reproducir la hierba o las flores crecidas en el espíritu ajeno, y así es capaz de delinear una imagen global (ein umfassendes Bild). Es típico del espíritu judío que comprenda mejor la obra de otro de lo que él mismo la logra comprender.

En la figura del judío —que aparece como el hombre que no tiene raíces ni fundamentos, que debe sostener su causa sobre nada, y que sólo dispone de la perspectiva por la cual comprende lo que otros hombres construyen— Wittgenstein fijaba el vértice de su propio trabajo filosófico, y por eso el concepto de imagen global, de mirada integral (Überblick). También se conviene la posición primaria de la descripción en vez de la explicación, es decir, de la actividad teórica constructiva que está completamente desautorizada, y aún el señalamiento por Wittgenstein de la interpretación de su trabajo filosófico como una manifestación de la vida judía. Por eso no se debe construir ni inventar modelos teóricos, sino establecer conexiones intermedias, enlaces que conecten un signo a otro para diseñar de imagen global y perspicua de la forma de vida en la cual los hombres están inmersos. Todo esto es el destino judío que Wittgenstein asignó al propio trabajo filosófico para expresar, a través de este trabajo, lo que él realmente era y así volverse un hombre honesto, decente y mejor. Weininger, en Sexo y Carácter, caricaturizó al hombre genial como el hombre que se sustrae a la influencia de las circunstancias externas, que se sustrae incluso de cualquier grandeza concebida en el exterior, para realizar la propia y pura grandeza interior. El genio sobresale en más de un sentido precisamente a través de la renuncia a cualquier grandeza exterior (alle Grösse nach aussen), y a través de la pura grandeza interior (die reine innere Grösse).13

Para Weininger, el hombre que se arriesga a descender en su profundidad interior, que es el signo de su grandeza, es el hombre que logra una victoria sobre el tiempo. La memoria (Gedächtnis), en la cual el hombre se recoge a sí mismo, sustrayéndose al flujo de los distintos y aislados eventos, constituye “la completa victoria sobre el tiempo”. Por lo tanto, el genio era para Weininger “el hombre propiamente atemporal”. También Wittgenstein manifestó la necesidad de sustraerse a las circunstancias de la vida exterior a partir de los Diarios secretos para asediar su problema y recogerse en su interioridad, para poder vivir en el presente (Gegenwart), que es la vida interior propia del espíritu (Geis). El hombre atemporal de Weininger es el hombre dotado de genio, capaz mediante la memoria de recoger y de contener en un cuadro la totalidad de las experiencias distintas y discontinuas: Los distintos momentos temporales de la vida no se dan como puntos aislados en la memoria del hombre dotado (...). La observación de sí mismo (Selbstbeobachtung) hace en cambio que las diferentes experiencias vividas aparezcan reunidas de modo enigmático; los hechos no se suceden uno a otro como el tic tac de un reloj, sino 13

O. Weininger, Geschlecht und Charakter, op.cit., pág. 172. (N. del autor.)

que se juntan en un flujo unitario, en el que no hay discontinuidad. Esta auténtica continuidad puede asegurarle al hombre que vive.14

Esta idea de Weininger, que la investigación interior de sí mismo llevada con ánimo conduce a una visión global, totalizante de las experiencias de la vida, se refleja en el curso de la investigación de Wittgenstein, porque para él también descender en sí mismo, recogerse con valentía despiadada es un proceso tormentoso, al final del cual brota como una flor la representación perspicua (die übersichtliche Darstellung), que es la meta esencial de su trabajo filosófico. La búsqueda de las conexiones, de los pasos intermedios entre los datos dispersos de nuestra vida en una mirada integral (Überblick), es el elemento en el cual se define la función misma de la filosofía para Wittgenstein. El concepto de representación perspicua es de importancia fundamental para nosotros. Él designa nuestra forma de representación, el modo en el cual vemos (...). Esta representación perspicua facilita la comprensión, la cual consiste precisamente en el hecho de que “veamos conexiones” (Zusammenhänge sehen).

Por lo tanto, según Wittgenstein la investigación filosófica no se debe expresar en los términos de teorías, hipótesis y construcciones sistemáticas levantadas sobre algún fundamento, porque es exactamente la idea misma de la construcción de una teoría filosófica lo que hace que la filosofía llegue a ser un problema ante sí misma. Las teorías filosóficas, lo vimos antes, son los zancos (Stelzen) sobre los cuales trepan los hombres para construir sus ilusiones, sus ídolos y para escribir algo que es distinto de lo que ellos realmente son. Para Wittgenstein la explicación también debe desaparecer del trabajo filosófico para dejar su lugar a la simple descripción, porque la tentativa de explicar, o sea de indicar conexiones causales en base a un modelo teórico filosófico, constituye por sí misma una distorsión de la variedad de las manifestaciones de la vida humana. La necesidad de la explicación filosófica expresa la necesidad de aferrar un fundamento para cada cosa, ya que falta el ánimo para vivir sin ese presunto fundamento. Él escribió: “toda explicación (Erklärung) debe desaparecer y sólo la descripción (Beschreibung) debe ocupar su lugar”. Así pues, el sacrificio de la voluntad y del sentimiento —no del intelecto— que el trabajo filosófico nos exige, está estrechamente ligado a la labor descriptiva que, desde entonces, Wittgenstein ha adscrito al análisis filosófico, es decir, la descripción de la forma de vida (Lebensform) en la cual un hombre está inmerso. Lo que debe ser aceptado, el dato, si se puede decir así, son formas de vida.

Que el trabajo filosófico se exprese como descripción y no como explicación, es precisamente lo que corresponde a la exigencia repetida y subrayada insistentemente por Wittgenstein, según la cual un hombre debe decir exactamente lo que él es, en vez de producir una idealización o una sublimación de sí mismo como medio de explicación, hipótesis y teoría. En este sentido, la claridad a la que aspiramos debe ser una claridad completa. Esta exigencia ética da forma a la semántica de Wittgenstein y se expresa en la concepción de que las expresiones de nuestro lenguaje tienen significado exclusivamente en un contexto; o sea que el sentido de una palabra, de una proposición es iluminado por el entorno de la forma de vida a la que pertenece. Nosotros debemos hablar de las palabras y de las proposiciones del mismo modo que hablamos en la vida cotidiana, como ocurre en las manifestaciones de la vida ordinaria. 14

Ibídem, pág. 152. (N. del autor.)

Nacida de la motivación de decir lo que se es, y de no engañarse contándose mentiras y recreándose con la profundidad de los demás en lugar de hacerlo con la propia, la filosofía de Wittgenstein no interfiere con el uso del lenguaje, no le da ninguna fundamentación, ella “deja todo tal como es”, deja también la matemática tal como es, pues de otro modo la matemática no puede hacer avanzar la filosofía. Lo que tormentosamente Wittgenstein fijó fue un paradigma profundo del significado, ya que se trata de un paradigma semántico arraigado en la tarea de trazar una visión integradora y perspicua, que se despliega a lo largo de un trazado de relaciones internas que conectan uno a otro los aspectos de las cosas. Para Wittgenstein ver era precisamente componer15 en un todo y conectar en un contexto los aspectos de las cosas que se iluminaban a través de sus relaciones internas. De este modo, para Wittgenstein, el trabajo filosófico era el resultado de una especie de actividad compositiva; pero al decir que la filosofía es una composición (dichten), Wittgenstein ponía en evidencia la relación de su trabajo con el presente, el futuro o el pasado, y también esto era una parte de su nueva confesión, y precisamente el hecho de que él no logró hacer lo que había deseado. Pero esto fue lo que él realmente era, y por tanto sólo era esto lo que él podía decir. Creo que puedo resumir mi posición respecto a la filosofía diciendo: la filosofía se debería sólo componer (dichten). Creo que de ello debe resultar en qué medida mi pensamiento pertenece al presente, al futuro y al pasado. Con esto he reconocido también ser alguien que no logró hacer plenamente lo que deseaba.16

La mirada en conjunto de la visión perspicua tiene su raíz en la profundidad a la cual un hombre es capaz de descender con valentía. A esta profundidad lo que encontramos es el eco de un pensamiento. En efecto, la mirada en conjunto, la visión perspicua no es una estructura ya organizada de cosas y hechos en que basta abrir los ojos para que sea clara y visible. No, el mundo, las diversas manifestaciones de la vida son una variedad de signos que se enlazan y se dirigen en una forma unitaria solamente si parten de una experiencia interior de nosotros mismos. Para Wittgenstein el significado de un signo, de una expresión, de la fisonomía de una cosa o de una persona emerge al iluminarse (Aufleuchten) un aspecto de la vida que no es una propiedad externa de un objeto, de un hecho, de un hombre, sino que consiste en la relación interna en la cual un objeto, un hecho, un hombre están unidos a otros objetos, hechos y hombres. Ver, comprender un significado, no es ver un signo por sí mismo y aislado, sino que siempre es ver el signo en un contexto, en su conexión con otros signos. La mirada perspicua emerge desde un pensamiento que es como un eco que resuena a lo largo del trazado de las relaciones internas donde un signo, un aspecto está conectado a otros signos, a otros aspectos. “Un pensamiento que resuena como un eco (ein nachhallender Gedanke) es el pensamiento que se ilumina en el ver”. Así pues, el significado de una expresión, de una imagen llega a ser la fisonomía de un pensamiento resonante en el cual un concepto encuentra su lugar junto a otros conceptos 15

El verbo “componer” sería el equivalente castellano a los vocablos usados tanto por Wittgenstein (dichten) como por Gargani (comporre). Y, al igual que ambos vocablos extranjeros, el verbo “componer” tiene dos acepciones: en la primera significa “reunir ordenadamente varias cosas en una sola”; en la segunda consiste en “realizar una obra literaria”. Sin embargo, en la palabra alemana esta segunda acepción es más restringida, pues no abarca cualquier obra literaria, sino específicamente los poemas. Así pues, se entiende que en situaciones similares otros traductores hayan optado por usar el verbo “poetizar”, o incluso “componer poéticamente”, en vez de “componer” a secas. Yo me incliné por “componer”, pero haciendo esta aclaración. (N. del T.) 16 Wittgenstein, Vermischte Bemerkungen, op.cit., pág. 53. (N. del autor.)

de la experiencia. Para Wittgenstein el acto mismo de pensar había llegado a ser un recordar. El pensamiento es una memoria; es la memoria según la cual interpretamos, y nosotros vemos las cosas del modo en el cual las interpretamos. Los objetos tienen sus propiedades físicas objetivas, pero, a su vez, los aspectos en los cuales los percibimos no son propiedad de los objetos, sino las relaciones que tales objetos tienen con otros objetos, a partir de una perspectiva interior que es nuestro modo de interpretar. El pensar mismo llega a ser para Wittgenstein el resonar de signos que se remiten unos a otros desde dentro de una perspectiva interior. Por lo tanto, pensar es recordar, porque no podría experimentar un evento como algo terrible, inquietante, nada banal, sino fuera el eco de una terribilidad, de una inquietud que ya está dentro de mí. Y ciertamente, ¿no fue por todo esto que Wittgenstein se pasó la vida entera insistiendo en que para poder decir algo que sea significante y verdadero, un hombre debe tener el valor de descender en sí mismo? Intento decir que la semántica de Wittgenstein y su completo desarrollo técnico tienen su origen en el acto de valor que él se ha exigido a sí mismo y a cualquier hombre que pretenda decir o escribir algo. Si uno quisiera reconocer la marca distintiva de la cultura austriaca a la cual pertenecía Wittgenstein —de Weininger a Musil, de Schönberg a Ingeborg Bachmann hasta Thomas Bernhard— la encontraría en la motivación ética por la cual un hombre, para poder expresar los aspectos de la vida, debe desligarse con determinación despiadada de las falsas imágenes que lo tienen prisionero por su falta de valor. La cultura austriaca contemporánea es la historia de las vicisitudes de intelectuales que lucharon con valor en contra del miedo y la cobardía. Su idea esencial era que ningún hombre puede expresar la vida si no llega a ser el artista de su propia vida. Es decir, un hombre que compone su propia vida descompaginándola continuamente, cambiando de oficios, profesiones, países, sin sentarse sobre lo que ya hizo, porque en ningún momento se adormila o se sumerge en el sueño para despertar cuando ya es desastrosamente arrastrado por una avalancha. Aldo Giorgio Gargani Berlín, 1986

Texto extraído de Diari segreti de Ludwig Wittgenstein, Editori Laterza, 2001 Título original: Il coraggio di essere Traducción: Miguel Zavalaga Flórez

DIARIOS SECRETOS

Cuaderno primero 9 de agosto de 1914 Anteayer, en el reconocimiento militar, admitido a filas y destinado al Segundo Regimiento de Artillería de Plaza en Cracovia17. Salido de Viena ayer por la mañana. Llego a Cracovia en la mañana de hoy. Un amable alférez ha entregado a Trenkler, para que lo guarde, mi cuaderno grande de apuntes. ¡¿¿Podré trabajar18 ahora??! ¡Tengo muchas ganas de saber cómo será mi vida en el futuro! Las autoridades militares de Viena fueron de una amabilidad increíble. Millares de personas les pedían consejo a diario y ellas daban respuestas amables y detalladas. Cosas como ésas le animan tremendamente a uno, me recordaban las relaciones inglesas. 10 de agosto de 1914 Vestido de recluta. Pocas esperanzas de que pueda utilizar mis conocimientos técnicos19. Para poder orientarme aquí lo que necesito muchísimo es buen humor y filosofía. Al despertarme hoy me sentía como en uno de esos sueños en los que, de pronto, vuelve uno a encontrarse sentado, de manera completamente absurda, en los bancos de la escuela. Desde luego es mucha también la comicidad de mi posición, y ejecuto los servicios más bajos con una sonrisa casi irónica. No trabajado. Esta situación es una prueba de fuego para el carácter, justo porque se necesita tanta fuerza para no perder el buen temple y la energía. 11 de agosto de 1914 Dormido mal (chinches). Tras haber hecho limpieza en la habitación, hemos desfilado hasta unos cuantos [—]20 viejos y nos han enseñado su manejo. Calor espantoso. El rancho es incomestible. Acaso en el futuro pernocte fuera del cuartel. Escrito a David21. Tengo ya muchas ganas de recibir carta suya, para no perder la sensación del contacto con mi período anterior. No trabajado. 13 de agosto de 1914 Anteayer fui a ver al capitán. Yo estaba [—] como atontado y no me presenté a él como corresponde a un soldado. Estuvo un poco ridículo y [—] muy simpático, Resultado = 0. Hoy salió a relucir que yo había hecho el bachillerato, etc., lo que hizo que una serie de «reservistas de un año» me diesen el título de «Herr College» y me insistieran en que hiciese valer mis derechos de «voluntario». Esto me hizo gracia (It bucked me up)22. Ayer y hoy un fuerte catarro; con frecuencia me he sentido mal. A veces un poco deprimido. Hoy encontré en la cantina a un alférez que se sorprendió de 17

Wittgenstein se enroló el 7 de agosto de 1914 como voluntario. Estaba exonerado a causa de una operación de una hernia inguinal. (N. de Fabrizio Funtò.) 18 Por “trabajar” debe entenderse la reflexión filosófica, el esfuerzo intelectual para proseguir la investigación iniciada en Noruega. (N. de Fabrizio Funtò.) 19 Wittgenstein estudió ingeniería en Berlín y se trasladó a Inglaterra para perfeccionar su preparación. Pronto se interesó en los fundamentos de la matemática y frecuentó las lecciones de Bertrand Russell en Cambridge en 1912. (N. de Fabrizio Funtò.) 20 Palabra indescifrable. Probablemente “cañones”. (N. de Fabrizio Funtò.) 21 David Pinsent (1891-1918): joven matemático inglés con el cual Wittgenstein había estrechado amistad durante 1912 en Cambridge. (N. de Fabrizio Funtò.) 22 En inglés en el original. (N. de Fabrizio Funtò.)

que yo estuviese almorzando allí. Me preguntó, muy simpático, que qué era yo en la vida civil y se asombró mucho de que no me hubieran alistado como «voluntarioreservista de un año». Desde luego estuvo muy amable y eso me hizo mucho bien. 15 de agosto de 1914 Son23 tantas las cosas que ocurren que un solo día me parece tan largo como una semana. Ayer me destinaron a prestar servicio en el reflector de un barco que hemos requisado y que patrullará por el Vístula. ¡La tripulación del barco es una banda de cochinos! ¡De entusiasmo, nada, e increíbles su grosería, su estupidez y su maldad! Por tanto no es cierto que la gran causa común ennoblezca necesariamente a las personas. Esto hace que también las tareas más desagradables se conviertan en una labor de esclavos. Resulta notable ver cómo son las propias personas las que hacen de sus tareas un tormento aborrecible. A pesar de las circunstancias externas, las tareas en nuestro barco podrían procurarnos un período magnífico, feliz, ¡y en cambio! Sin duda, resultará imposible entenderse aquí con la gente (excepto, tal vez, con el alférez, que me parece una persona muy simpática). Por tanto, ejecutar con humildad las tareas, y, por amor de Dios, ¡¡¡¡no perderse a sí mismo!!!! Pues cuando más fácilmente se pierde uno a sí mismo es cuando quiere darse a los demás. 16 de agosto de 1914 A bordo del «Goplana»24. Otra vez: la estupidez, insolencia y maldad de estas personas no conoce límites. Cualquier tarea se convierte en una tortura. Pero hoy he vuelto a trabajar y no dejaré que me avasallen. Hoy he escrito una postal al querido David. ¡Quiera el cielo protegerlo y conservarme su amistad! [—] La noche misma, navegando por el Vístula, es magnífica, y yo estoy de buen ánimo. aRb.aRc.bSc = aR [bSc] Def.25 17 de agosto de 1914 ¡Un hatajo de bribones! Los oficiales son las únicas personas simpáticas, y en parte son realmente muy finas. Nos vemos obligados a dormir en el suelo y sin mantas. Ahora estamos en Rusia. Las tareas pesadas han hecho que no note en absoluto mi sensualidad. Hoy no trabajado todavía. G.S.26 En la cubierta hace frío, y abajo hay demasiadas personas que charlan, dan gritos, huelen mal, etc. 18 de agosto de 1914 A la una de la madrugada me despiertan de repente. El alférez pregunta por mí y dice que he de acudir enseguida al reflector. «Sin vestirse.» Casi desnudo voy corriendo al puente de mando. Aire helado, lluvia. Estaba seguro de que iba a morir. Puse en funcionamiento el reflector y regresé a vestirme. Era [—] todo, Estaba terriblemente nervioso y gemía en voz alta. Sentí los horrores de la guerra. Ahora (a última hora de la tarde) ya me he recuperado del susto. Si no cambio de opinión, intentaré con todas mis fuerzas conservar la vida. 21 de agosto de 1914

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A partir de aquí Wittgenstein encripta sus anotaciones. (N. de Fabrizio Funtò.) Barco a vapor que patrullaba el Vístula. Wittgenstein estaba a cargo del reflector del barco. (N. de Fabrizio Funtò.) 25 Notación lógica. (N. de Fabrizio Funtò.) 26 Abreviatura de significado incierto. (N. de Fabrizio Funtò.) 24

El alférez y yo hemos conversado ya varias veces sobre todo lo divino y lo humano. Una persona muy simpática. Puede tratar con los peores granujas y ser amable con ellos, sin tolerar confianzas de ninguna clase. Cuando oímos hablar a un chino tendemos a considerar su habla como unas gárgaras inarticuladas. Quien sabe chino reconocerá en ellas el lenguaje. Así yo soy a menudo incapaz de reconocer al hombre que hay en el hombre, etc. Trabajado un poco, pero sin resultados. φ(x) (x)φx (Ix)φx φ(p) φ ([ξ]φ ξ)27. ¡¡¿Se habrá acabado ahora para siempre mi trabajo?!! ¡El diablo lo sabrá! ¿Nunca más volverá a ocurrírseme nada? No tengo la más mínima «familiaridad» con ninguno de los conceptos de mi trabajo. ¡¡¡No VEO absolutamente nada!!! 22 de agosto de 1914 Hace ya tres días que estamos parados en un banco de arena. Trabajo, a menudo con muchas interrupciones, sin el menor resultado. Aún no he logrado llegar a algo firme. Todo se disipa en humo. ¡¡¡Pero ánimo!!!28 25 de agosto de 1914 Ayer un día espantoso. A última hora de la tarde no quería funcionar el reflector. Cuando quise examinarlo, la tropa me molestó con gritos, berridos, etc. En el momento en que me disponía a examinarlo con más detenimiento me lo arrancó de las manos el jefe de nuestra sección. Me resulta imposible seguir escribiendo. Fue horrible. Una cosa he visto: no hay en toda la tropa ni un solo tipo decente. ¿Qué actitud habré de adoptar en el futuro frente a toda esta gente? ¿Debo sencillamente aguantarla? ¿Y si no quiero? Entonces tendría que vivir en una lucha constante. ¿Qué es mejor? En el segundo caso es seguro que me desgastaré con los roces. En el primero, tal vez no. Ahora llegará para mí un período enormemente difícil, pues de hecho ahora vuelvo a estar tan vendido y traicionado como lo estuve en otro tiempo en la escuela de Linz 29. Una sola cosa es necesaria: ser capaz de ver como un espectador todo lo que le ocurre a uno. ¡RECOGERSE! ¡Que Dios me ayude! 26 de agosto de 1914 Ayer me propuse no ofrecer resistencia, aligerar completamente mi exterior, por así decirlo, para dejar imperturbado mi interior. 29 de agosto de 1914 Cada noche estoy en el puente de mando hasta las tres y media de la madrugada aproximadamente. Sigo sin realizar plenamente mi propósito de pasividad total. Continúa resultándome espantosa la abyección de mis camaradas. Lo único que debo hacer, sin embargo, es permanecer tranquilo. Cada día trabajo algo, pero sin lograr aún auténticos resultados, aunque ya voy entreviendo algunas cosas. 2 de septiembre de 1914 27

Notación lógica. (N. de Fabrizio Funtò.) A partir de este punto en adelante el cuaderno sobre el cual Wittgenstein hace sus apuntes se desdobla: el texto cifrado se alterna con los diarios publicados con el título de Diario filosófico 1914-1916. (N. de Fabrizio Funtò.) 29 En 1903 Wittgenstein había frecuentado el Kaiserliche und Königliche Staatsoberrealschule de Linz, en el cual, durante el verano del mismo año, se licenció Adolf Hitler, abandonando los estudios. (N. de Fabrizio Funtò.) 28

Excepto ayer, cada noche al pie del reflector. Duermo durante el día. Este servicio me resulta agradable por cuanto, gracias a él, estoy menos expuesto a la maldad de mis camaradas. Ayer oímos hablar aquí de una enorme batalla que dura ya cinco días 30. ¡Ojalá fuera ya la batalla decisiva! Desde hace tres semanas, ayer fue la primera vez que me masturbé. Casi no noto en absoluto la sensualidad. Antes me imaginaba siempre que charlaba con un amigo, pero ahora esto no ocurre casi nunca. Cada día trabajo un poquitín. Estoy demasiado cansado y distraído. Ayer comencé a leer los «Comentarios a los Evangelios» de Tolstoi. Una obra magnífica. Pero todavía no es para mí lo que yo esperaba de ella. 3 de septiembre de 1914 Ayer, trabajado, y no sin algunos resultados. Leído a Tolstoi con gran provecho.31 5 de septiembre de 1914 Me encuentro en camino hacia un gran descubrimiento. ¿Pero llegaré a él? Noto mi sensualidad más que antes. Hoy he vuelto a m[asturbarme]. Afuera hace un tiempo gélido y tormentoso. Estoy tumbado en el suelo sobre la paja y leo sobre una maletilla de madera (precio: 2,50 coronas). 6 de septiembre de 1914 La mayoría de mis camaradas siguen torturándome igual que antes. A propósito de esto continúo sin encontrar un comportamiento que resulte satisfactorio. Aún no me he decidido por una pasividad completa. Y es probable que esto sea una maldad; pues desde luego soy impotente frente a todas estas personas. Si me defiendo, me consumiré inútilmente. 8 de septiembre de 1914 Hoy a primera hora de la mañana me he enterado de que los rusos han tomado Lemberg. ¡Ahora sé que estamos perdidos! En los últimos cuatro días no he tenido servicio nocturno, ya que las noches eran muy claras. Trabajado mucho cada día y leído mucho los «Comentarios a los Evangelios» de Tolstoi. 10 de septiembre de 1914 Mucho quehacer. Con todo, trabajado bastante, sin resultados concretos, pero no con el consabido temple desesperanzado. 12 de septiembre de 1914 Cada vez son peores las noticias.32 Esta noche habrá alerta rigurosa. Un poco más o un poco menos, trabajo a diario y con gran confianza. Una y otra vez me repito interiormente las palabras de Tolstoi: «El hombre es impotente en la carne, pero libre gracias al espíritu.» ¡Ojalá que el espíritu esté en mí! Por la tarde el alférez oyó disparos en las cercanías. Me puse muy nervioso. Es probable que nos pongan en estado de alerta. ¿Cómo me comportaré si se llega a disparar? No tengo miedo a que me maten de

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Se refiere probablemente a la batalla de Krasnik y de Zamosc, o bien a la de Lemberg terminada el 2 de septiembre con la derrota de los austriacos. (N. de Fabrizio Funtò.) 31 Desde este punto en adelante el texto cifrado ocupa la página izquierda del cuaderno, mientras que en la de la derecha iba el texto del Diario filosófico 1914-1916. (N. de Fabrizio Funtò.) 32 En aquella fecha el mando austriaco ordenó la retirada, luego de la derrota de Lemberg. (N. de Fabrizio Funtò.)

un tiro, pero sí a no cumplir correctamente mi deber. ¡Que Dios me dé fuerzas! Amén. Amén. Amén. 13 de septiembre de 1914 Hoy de madrugada hemos abandonado el barco con todo lo que en él había. Los rusos vienen pisándonos los talones. He asistido a escenas horribles. Llevo treinta horas sin dormir. Me siento muy débil y no veo ninguna esperanza externa. Si me llega ahora el final, ojalá que tenga una buena muerte, sin desmerecer de mí mismo. Ojalá que no me pierda nunca a mí mismo. 15 de septiembre de 1914 Anteayer por la noche escenas horribles: casi todo el mundo borracho. Ayer volvimos al «Goplana», que ha sido llevado a aguas del Dunajee. No he trabajado ni ayer ni anteayer. Lo intenté en vano, el asunto entero le resultaba extraño a mi cabeza. ¡Los rusos vienen pisándonos los talones! Estamos a dos pasos del enemigo. Me hallo de buen ánimo, he vuelto a trabajar. Cuando mejor puedo trabajar ahora es cuando estoy pelando patatas, Siempre me presento voluntario para hacerlo. Es para mí lo mismo que fue para Spinoza el pulir lentes. Mis relaciones con el alférez son mucho más frías que antes. ¡Pero ánimo! ¡Quién no es abandonado por el genio...! ¡Dios sea conmigo! Ahora se me presentaría la ocasión de ser una persona decente, pues me enfrento cara a cara a la muerte. ¡Que el espíritu me ilumine! 16 de septiembre de 1914 La noche transcurrió tranquila. Por la mañana oído un intenso fuego de cañones y de fusiles. Es muy probable que estemos perdidos sin remedio. El espíritu sigue asistiéndome, ¿pero no me abandonará en el trance supremo? ¡Espero que no! ¡Lo único que ahora hay que hacer es reportarse y ser valiente! (Nueve de la noche). Lluvia torrencial. El hombre es impotente en la carne y libre gracias al espíritu, Y únicamente gracias a él. Por la noche no trabajado nada. 17 de septiembre de 1914 También esta noche ha transcurrido tranquila. Tuve guardia. Hemos de remontar la corriente del Vístula, hasta Cracovia. Según parece, la frontera se halla completamente ocupada por cosacos. O sea, probablemente estamos perdidos. ¡Una sola cosa es necesaria! El alférez bajó del barco ayer a primera hora de la mañana y hoy a mediodía no ha regresado aún. Nadie sabe qué es lo que debemos hacer, e incluso falta dinero para comprar alimentos. Pero yo sigo estando de buen humor y espero conservarlo. Siempre estoy pensando en cómo podré mantenerme en pie. 18 de septiembre de 1914 Una noche terriblemente agitada. Me tocó iluminar con el reflector y a cada momento temía que se apagase. Nos encontrábamos en una posición sumamente insegura, y, si se hubiera ido la luz y hubiera pasado algo, toda la responsabilidad habría caído sobre mí. Después, falsa alarma; me mantuve completamente tranquilo y tuve que oír cómo el jefe de mi sección trataba de desacreditarme ante el alférez diciendo que yo había sido un miedoso. Esto me excitó terriblemente. De una a tres, guardia. Dormido muy poco. Ayer no trabajado. Resulta infinitamente difícil resistirse siempre al mal. Es difícil servir al espíritu con el estómago vacío y sin haber dormido. Pero qué sería yo si no pudiera hacerlo. Los mandos son groseros y estúpidos, los camaradas son estúpidos y

groseros (con muy pocas excepciones). Navegamos hacia Cracovia con galeras 33. El día ha transcurrido de manera tranquila y no desagradable. Trabajado algo. 19 de septiembre de 1914 Hacia Cracovia. Ayer, desde la última hora de la tarde hasta las once de la noche, tuve que iluminar las tareas en otro barco. Mucho frío durante la noche. Tenemos que dormir con las botas puestas. Dormido mal. Llevo ya cuatro días sin quitarme ni la ropa ni el calzado. Pero esto no debe importarme. ———— Me resulta imposible no temer lo que ocurrirá conmigo en Cracovia. Lo sé, no debiera preocuparme de eso, pero me siento tan cansado que cualquier fatiga me da miedo. ¡————! 20 de septiembre de 1914 Otra vez: resulta infinitamente difícil no enfrentarse a la maldad de las personas. Pues la maldad de las personas cada vez le causa a uno una herida. ————. Los rusos han sido desalojados tan lejos de la frontera que hasta ahora no hemos sido molestados. 21 de septiembre de 1914 Llegado a Cracovia hoy a primera hora de la mañana. Toda la noche de servicio al pie del reflector. Trabajado mucho ayer, pero sin muchas esperanzas, ya que me faltaba la visión de conjunto correcta. Ayer tuve una pequeña charla, para aclarar las cosas, con el jefe de nuestra sección y se ha despejado un poco la atmósfera. Hoy con cierto mal humor: ¡estoy ya tan CANSADO por tantas tensiones! ¡No recibo la menor noticia de Viena! Hoy me ha llegado una postal de mamá, escrita el 20 de agosto. A última hora de la tarde he recibido la deprimente noticia de que el alférez que nos mandaba ha sido trasladado. Esta noticia me había deprimido profundamente. Es cierto que no puedo darme una explicación exacta de esta depresión mía, pero sí un motivo concluyente. Pero desde entonces estoy profundamente triste. Es verdad que soy libre gracias al espíritu, ¡pero el espíritu me ha abandonado! A última hora de la tarde he podido trabajar todavía un poco. A continuación me he sentido mejor. ————. 22 de septiembre de 1914 Por la mañana, en el cuartel, a recoger dinero de mano del capitán. Me ha dicho que me hiciera coser en el uniforme las insignias de «reservista de un año». Hecho muchas compras y regresado luego al barco, donde mis insignias han causado una gran impresión. He recibido una buena cantidad de postales y cartas; entre otras, de Ficker34 y de Jolles. No trabajado. ———— 23 de septiembre de 1914 Trabajado algo. 24 de septiembre de 1914 Trabajado bastante, pero sin muchas esperanzas. Por la tarde en la ciudad. 25 de septiembre de 1914

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Típica embarcación usada en el Vístula. (N. de Fabrizio Funtò.) Ludwig von Ficker (1880-1967): editor de la reviste Der Brenner, a quien Wittgenstein le encargó distribuir entre los jóvenes artistas austriacos una parte de su herencia paterna. De esa considerable suma de dinero se beneficiaron, entre otros, Rilke, Trakl y Kokoshka. (N. de Fabrizio Funtò.) 34

Trabajado bastante, pero sin auténtica confianza: sigue faltándome la visión de conjunto y por ello me parece inabarcable el problema. 27 de septiembre de 1914 Trabajado bastante ayer, pero sin verdaderos resultados. En los últimos días notado otra vez algo la sensualidad. Ayer envié un telegrama a casa solicitando noticias. 28 de septiembre de 1914 Trabajado algo. Se aguarda un asedio de Cracovia. Si eso sucede, nos esperan tiempos difíciles. ¡Que el espíritu me dé fuerza! 29 de septiembre de 1914 Hoy por la mañana llevado al hospital un sargento enfermo de disentería. Aquí se dan ahora muchos casos de disentería. Siento algo especial cuando pienso en todas las cosas que aún habré de vivir en esta guerra. Trabajado, pero sin resultados. Sigo sin ver claro y carezco de una visión de conjunto. Veo detalles, pero sin saber cómo se estructurarán en [—] todo. [—] también siento cada nuevo problema como una carga. Tendría que mostrar [—] clara visión de conjunto, que cada uno de los problemas es el problema principal, y la visión de la cuestión principal [?] no fatiga, sino que fortalece35. Trabajado a última hora de la tarde no sin resultados. ¡Animo! ————. 30 de septiembre de 1914 Hoy por la noche he comenzado a sentirme mal (estómago y cabeza). Hágase tu voluntad. 1 de octubre de 1914 Ayer por la mañana tuve que meterme en la cama y permanecer acostado todo el día, pues me sentía muy mal. Trabajado bastante, pero sin resultados. Se dice que mañana nos iremos de este barco. Siento curiosidad por saber qué ocurrirá conmigo. ¡————! 2 de octubre de 1914 Trabajado bastante. No sin ningún resultado. Sigue sin estar claro [?] qué ocurrirá conmigo, si seguiré o no en este barco, etc., etc. 3 de octubre de 1914 Hoy se ha decidido que toda la antigua tripulación deje el barco, a excepción de cuatro hombres —entre ellos yo—. Esto no me desagrada. Hoy he recibido de casa una caja que contenía ropa interior de invierno, té, bizcochos y chocolate. O sea, exactamente igual que si la hubiese enviado mamá; ¡pero NINGUNA noticia! ¿Está muerta mamá? ¿Y por ello no me mandan noticias? Casi no trabajado. 4 de octubre de 1914 Ayer a última hora de la tarde trabajado todavía algo. Hoy recibí una postal que mamá me escribió el 9 del mes pasado. No dice nada importante. Mi trabajo, tras un breve impulso, ha vuelto hoy a quedar atascado. Trabajado bastante, pero sin esperanzas. En los próximos días regresaremos a Rusia. No me gusta del todo nuestro nuevo comandante, un teniente, aunque sólo lo he visto fugazmente. 35

El texto contiene algunas palabras ilegibles. Esta versión debe considerarse una interpretación de aquello que es comprensible. (N. de Fabrizio Funtò.)

5 de octubre de 1914 Hoy he recibido una carta de Keynes36, la cual ha llegado a la comandancia de este regimiento a través de Noruega. Escribe únicamente para preguntarme qué ocurrirá después de la guerra con el dinero de Johnson37. La carta me ha molestado, pues duele recibir una carta de negocios de alguien con quien antes te has entendido bien, y precisamente en este momento acabo de recibir una postal de mamá escrita el día 1 de este mes. Todo sigue bien. ¡Menos mal! ———— En los últimos días he pensado con frecuencia en Russell38. ¿Seguirá él pensando en mí? ¡Fue curioso, desde luego, nuestro encuentro! En los períodos de bienestar externo no pensamos en la impotencia de la carne; pero si uno piensa en los períodos de penuria, entonces sí que cobra conciencia de esa impotencia. Y uno se vuelve hacia el espíritu. ———— 6 de octubre de 1914 Trabajado bastante ayer. El ser humano no debe depender del azar. Ni del favorable ni del desfavorable. Ayer subió al barco el nuevo comandante. ———— Ahora envían aquí al barco a gentes de la sección de iluminación, las cuales se ponen a dar vueltas alrededor del reflector como si fueran unos paletos. ¡¡No estés preocupado!! Acaba de llegar la orden de zarpar hacia Rusia. ¡O sea, que las cosas vuelven a ponerse serias! Dios sea conmigo. 7 de octubre de 1914 Durante la noche navegado en dirección a Rusia; casi no dormido nada. Servicio al pie del reflector, etc. Pronto hemos de entrar en combate. El espíritu sea conmigo. Aquí en [—] del Wisloka (a última hora de la tarde). Siento un frío helado [—] que me viene de dentro. Tengo esta sensación: ¡si al menos pudiera dormir lo suficiente otra vez, antes de que comience la cosa! ¡————! Me encuentro mejor. Trabajado poco. Aún no acierto a cumplir con mi deber simplemente porque es mi deber, ni a reservar mi persona entera para la vida del espíritu. Puedo morir dentro de una hora, puedo morir dentro de dos horas, puedo morir dentro de un mes o dentro de algunos años. No puedo saberlo y nada puedo hacer ni a favor ni en contra: así es esta vida. ¿Cómo he de vivir, por tanto, para salir airoso en cada instante? Vivir en lo bueno y en lo bello hasta que la vida acabe por sí misma. 8 de octubre de 1914 Seguimos navegando hacia Sandomierz. La noche fue tranquila, yo MUY cansado y dormí profundamente. Ahora nos encontramos en Tarnobrzeg y dentro de hora y media zarparemos hacia Sandomierz. Cuando estoy cansado y tengo frío, enseguida pierdo, por desgracia, el ánimo para soportar la vida tal como es. Pero me esfuerzo en no perderlo. ———— Cada hora de bienestar físico es una gracia. 9 de octubre de 1914 Noche tranquila. A lo lejos, constantes estampidos de los cañones. Seguimos en Tarnobrzeg. Es evidente que cerca de aquí está librándose una batalla enorme, pues 36

John Maynard Keynes (1883-1946): notable economista, amigo en Cambridge del filósofo. (N. de Fabrizio Funtò.) 37 W.E. Johnson (1858-1931): lógico inglés, fue “tutor” de Wittgenstein en el King’s College de Cambridge. Para permitirle que prosiga con sus investigaciones con cierta tranquilidad, Wittgenstein instituyó en su favor, en 1912, un fondo de 200 libras esterlinas anuales. (N. de Fabrizio Funtò.) 38 Bertrand Russell (1872-1970): matemático y filósofo inglés, maestro y amigo de Wittgenstein. (N. de Fabrizio Funtò.)

desde hace más de 12 horas vienen oyéndose sin interrupción los estampidos de las piezas de artillería. Nuestra nueva tripulación es mucho mejor (más simpática y más decente) que la anterior. Orden: que todo el mundo se presente armado en cubierta. ¡Dios sea conmigo! ———— Estamos navegando hacía Sandomierz. Oímos un cañoneo intenso y continuo. Vemos explotar las granadas. Mi estado de ánimo es muy bueno. ———— Durante todo el día cañoneo intensísimo. Trabajado mucho. Pero me falta todavía un pensamiento fundamental al menos. ———— 10 de octubre de 1914 Noche tranquila. Temprano vuelve a comenzar el cañoneo. Ahora hemos de seguir navegando hasta Zawichost. Nos encontramos en Nabzesze. Duermo justo junto a la pared del camarote de nuestro comandante y he escuchado a hurtadillas una conversación de los jefes de sección con él: hemos de ayudar a disponer el paso sobre el Vístula a los alemanes. El comandante dijo que no era de esperar fuego de artillería contra nosotros, sino sólo fuego de infantería. Trabajado mucho. Pero sin resultados positivos. Tengo la sensación de tener ya casi en la punta de la lengua un pensamiento. ¡————! 11 de octubre de 1914 Noche tranquila. ———— Llevo siempre conmigo a todas partes, como un talismán, los «Comentarios a los Evangelios» de Tolstoi. He vuelto a escuchar a hurtadillas una conversación de nuestro comandante con el comandante de otro barco; hoy nos quedaremos aquí en Nabzesze y tal vez hasta mañana no naveguemos aguas abajo. ¡Acabo de escuchar que ha caído Amberes! Y que en algún lugar nuestras tropas han ganado una gran batalla. La gracia de que disfruto al poder pensar y escribir ahora es indescriptible. Tengo que conseguir indiferencia frente a las dificultades de la vida externa. Esta noche saldremos hacia Zawichost para desembarcar tropas y material, tendremos que pasar justo por delante de las posiciones rusas. Dios sea conmigo. —— —— . 12 de octubre de 1914 No hemos zarpado hacia Zawichost. Noche tranquila. He vuelto a escuchar a hurtadillas: un teniente y unos alféreces con nuestro comandante; aún no saben con certeza lo que harán, pero es probable que zarpemos hacia Zawichost. El teniente forastero es muy ambicioso y quiere a toda costa que vayamos al frente. ———— En mí alternan momentos de indiferencia respecto al destino externo, con otros en que vuelvo a anhelar la tranquilidad y la libertad externa, en que estoy cansado de tener que ejecutar dócilmente cualquier orden. Sobre el futuro inmediato ¡incertidumbre total! En suma, hay momentos en que soy incapaz de vivir meramente en el presente y sólo para el espíritu. Las horas buenas de la vida debemos disfrutarlas con gratitud, como una gracia, y, por lo demás, ser indiferentes con respecto a la vida. Hoy he estado luchando un buen rato contra la depresión; luego he vuelto a masturbarme tras mucho tiempo de no hacerlo y por fin he escrito la frase anterior. Acabo de oír que hoy por la noche llevaremos a cabo la operación programada para ayer. De que vayamos a Cracovia ¡ni una sola palabra todavía! Así que, ¡hoy por la noche! ¡————! Hemos de disparar con armas de tiro rápido y con ametralladoras; por lo que oigo, más bien para hacer ruido que para dar en el blanco. También deduzco que el asunto llegará a ser peligroso. Si he de iluminar con el reflector, entonces ciertamente estoy perdido. Pero eso nada importa, ¡pues una sola cosa es necesaria! Zarpamos dentro de una hora. ¡Dios está conmigo!

13 de octubre de 1914 A las 11.30 llegó la orden de que no zarpásemos hacia Zawichost o de que no lo hiciésemos todavía. Por lo tanto, noche tranquila. Acabo de oír que nuestros barcos han recibido la orden de zarpar Vístula abajo inmediatamente. ————. Estamos zarpando en este preciso momento. Soy espíritu y por eso soy libre. Estamos ante Lopiza y las granadas pasan silbando por encima de nosotros. Nos replegamos antes hacia Nabzesze y ahora estamos navegando otra vez hacia el mismo sitio, por una nueva orden. Durante toda la tarde un cañoneo violentísimo. Ayer estuve todo el tiempo de buen ánimo y como embriagado por el retumbar de los cañones. A última hora de la tarde zarpamos hacia Sandomierz, donde hemos de quedarnos durante la noche. ————. Trabajado mucho. ————. 14 de octubre de 1914 Noche tranquila. Hasta última hora de la tarde hemos estado parados en Sandomierz y sin duda pararemos allí también esta noche. Trabajado muchísimo. Pero no muy satisfecho, ya que vuelve a resultar difícil conseguir una visión de conjunto. ————. 15 de octubre de 1914 Noche tranquila. Ahora me masturbo aproximadamente una vez cada semana y media. Trabajo poco con las manos, pero por eso tanto más con el espíritu; me acuesto a las 9 de la noche y me levanto a las 6 de la mañana. Con el actual comandante no hablo prácticamente nunca. Pero él, desde luego, no es demasiado malo. Hemos estado todo el día en Sandomierz y seguramente nos quedaremos aquí también toda esta noche. Trabajado mucho y no sin confianza. Casi me parece que estoy muy cerca de una solución. ————. 16 de octubre de 1914 A las 8 de la mañana hemos zarpado hacia Smuzin, para recoger piezas de artillería. 17 de octubre de 1914 Trabajado muchísimo ayer, El nudo fue estrechándose cada vez más, pero no encontré una solución. A última hora de la tarde nos detuvimos en Baranow, y ahora, a las 6 de la mañana, proseguimos viaje hacia Smuzin. ———— ¡¡¿¿Me llegará el pensamiento redentor, me llegará??!! ———— Ayer y hoy me he masturbado. ———— A última hora de la tarde arribamos a Smuzin, en donde pararemos durante esta noche. Trabajado MUCHÍSIMO. Por ese motivo me siento un poco fatigado. Acumulado MUCHÍSIMO material, sin poder ordenarlo. Pero tengo por buena señal esta afluencia de material. ¡Recuerda cuán grande es la gracia del trabajo! ————. 18 de octubre de 1914 Por la mañana a hacer compras. Al mediodía zarpamos hacia Tarnobrzeg. A las cinco de la tarde, en Tarnobrzeg. Trabajado poco, A última hora de la tarde subieron al barco unos oficiales para echarle una ojeada. Entablé conversación con uno de ellos, al cual le llamaron la atención mis insignias de voluntario. Hablamos los dos muy a gusto durante más de una hora. Fue muy afectuoso y nada tonto. Me propuso tutearnos, cosa que me alegró. Trabajado poco, ¡Pero eso nada importa! ———— Nos quedamos durante la noche en Tarnobrzeg. ————. 19 de octubre de 1914

Por la mañana temprano zarpamos hacia Sandomierz, donde nos encontramos ahora. La noche pasada he vuelto a masturbarme (medio en sueños), eso se debe a que hago poco movimiento, casi ninguno. Por la tarde hemos regresado a Tarnobrzeg. Desde ayer no hago del todo bien la digestión. ————. ¡Tengo en la punta de la lengua la solución del problema! ———— Hacia el atardecer, de nuevo hacia Sandomierz. No me siento bien, no tengo verdaderas ganas de vivir. ¡————! Trabajado muchísimo. ————. 20 de octubre de 1914 Me siento mal. Trabajado muchísimo. Por la tarde me encuentro mejor. Pero no soy realmente feliz; siento nostalgia de David: si al menos pudiera escribirle. Pero mi espíritu habla dentro de mí contra mis depresiones. Dios sea conmigo. ————. 21 de octubre de 1914 Se dice que regresaremos a Cracovia. Eso es algo que no me desagradaría. ————. Durante todo el día permanecemos aquí en Sandomierz. Trabajo muchísimo y con confianza. A última hora de la tarde un poco cansado, y en este estado me hallo muy expuesto a las depresiones; ¡pero ánimo! ————. 22 de octubre de 1914 Prosiguen los combates cerca de aquí. Ayer un duro cañoneo. Trabajado mucho. Todo el día de pie. ————. 23 de octubre de 1914 Ahora, por la mañana, vamos navegando hacia Tarnobrzeg. Trabajo con mucha diligencia, pero aún sin resultados. A última hora de la tarde, otra vez en Sandomierz. Trabajado muchísimo. Pienso mucho en David. ¿Volveré a verlo alguna vez? ¡———— ! ————. 24 de octubre de 1914 Dormido mal (¡demasiado poco movimiento!), Nuestro comandante es muy vulgar; altanero, nada amable, y trata como siervos suyos a todo el mundo. Por la tarde hacia Tarnobrzeg, donde nos quedaremos esta noche. Trabajado muchísimo, todavía sin resultados ciertamente, pero con mucha confianza. Ahora estoy sitiando mi problema. ————. 25 de octubre de 1914 Por la mañana temprano hacia Sandomierz. Ayer a última hora de la tarde nos llegó la absurda noticia de que había caído París. Por cierto que también yo me alegré en el primer momento, hasta que reparé en la imposibilidad de la noticia. Tales noticias imposibles son siempre una señal muy mala. Si alguna vez sucede algo realmente favorable para nosotros, es eso lo que se comunica, y a nadie se le ocurren tales disparates. ¡Por ello siento hoy más que nunca la horrible tristeza de nuestra situación —la de la raza alemana—! Pues me parece seguro que no podemos superar a Inglaterra, ¡Los ingleses —la mejor raza del mundo— no pueden perder! ¡Pero nosotros sí podemos perder, y perderemos, si no este año, el próximo! Me deprime terriblemente la idea de que vaya a ser derrotada nuestra raza, ¡pues yo soy alemán de los pies a la cabeza! De repente un fuego de fusilería de los rusos...

¡Dios sea conmigo! ———— No era más que un aeroplano ruso. ———— ——— —. Trabajado mucho. Pasaremos esta noche en Tarnobrzeg y mañana a primera hora zarparemos para Stutzin. Sobre el mediodía remitió mi depresión. ————. 26 de octubre de 1914 Por la mañana temprano hacia Tsuzin. Navegamos durante todo el día. Me duele la cabeza y estoy cansado. A pesar de todo, trabajado mucho. ————. 27 de octubre de 1914 Por la mañana temprano volvemos a zarpar para Tsuzin. Trabajado muchísimo. Esta noche me toca guardia. ————. 28 de octubre de 1914 Por la mañana y por la tarde, por el mucho cansancio, casi incapaz de trabajar. Durante la noche no he dormido prácticamente nada. La mayor parte de la tropa estaba borracha, de modo que mi turno de guardia fue auténticamente desagradable. A primera hora de la mañana zarpamos hacia Sandomierz. En el viaje se rompió una rueda de paletas. Tiene que remolcarnos otro barco hasta Cracovia. De camino a Cracovia. Hoy he recibido muchas cartas, y entre otras cosas la triste noticia de que Paul39 ha sido herido de gravedad y se halla prisionero de los rusos. ———— Gracias a Dios, está bien atendido. ———— ¡¡¡Pobre, pobre mamá!!! ———— ————; ————. También amables noticias de Ficker y de la Jolles, Finalmente una carta de Noruega, en la que Drädge40 me pide mil coronas. Pero ¿podré enviárselas? ¡¡¡Ahora que Noruega se ha unido a nuestros enemigos!!! Por cierto que éste es también un hecho horriblemente triste. ¡Una y otra vez tengo que pensar en el pobre Paul, que de repente ha visto malograda su profesión! ¡Qué horrible! ¡Qué filosofía sería precisa para sobreponerse a una cosa así! ¡¡Si es que siquiera es eso posible a no ser mediante el suicidio!! ——— No he podido trabajar mucho; pero trabajo con confianza. ————. Hágase Tu voluntad. ————. ————. 29 de octubre de 1914 De camino hacia Cracovia. Nos hemos quedado parados porque nuestro remolcador hubo de regresar a Sandomierz. Estamos a la espera hasta que vuelva, Por la mañana dolores de cabeza y cansancio. He pensado mucho en Paul. Trabajado muchísimo. Sigo con el asedio a mi problema y he tomado ya muchos fuertes. Ahora veo las cosas con una claridad y una calma como sólo en los mejores tiempos. ¡¡¡Si esta vez fuera capaz de resolver todo lo esencial antes de que pase el buen momento!!! ———— 30 de octubre de 1914 Hoy hemos recibido un periódico alemán. ¡Ninguna buena noticia, lo que viene a ser lo mismo que noticias malas! ¡¡Resulta difícil trabajar cuando a uno lo perturban tales pensamientos!! A pesar de todo, también por la tarde he trabajado. Con frecuencia me

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Paul Wittgenstein (1887-1961): Hermano del filósofo. Pianista de gran talento, fue herido y perdió el brazo derecho. A pesar de eso prosiguió tocando, y muchos compositores escribieron especialmente para él conciertos para “mano izquierda”. Muy notable es el de Ravel. (N. de Fabrizio Funtò.) 40 Halvard Draegni, arrendador de la casa que Wittgenstein ocupó algún tiempo en Noruega, en el fiordo de Skjolden, que consistía de una sola habitación de madera. Noruega no entró en guerra, como Wittgenstein afirma poco después, contra el Imperio Austriaco, sino que permaneció neutral. (N. de Fabrizio Funtò.)

siento abatido por no tener aquí a nadie con quien poder desahogarme un poco. Pero me mantendré firme, a despecho de TODAS las potencias.

Cuaderno segundo 30 de octubre de 1914 (A última hora de la tarde.) Acabo de recibir correo agradable. ¡Una amabilísima postal de Frege! Una de Trakl y Ficker. Mamá. Clara. La señora Klingenberg41. Esto me ha alegrado mucho. Trabajado muchísimo. ————. 31 de octubre de 1914 A primera hora de la mañana de hoy, de nuevo hacia Cracovia. Trabajado todo el día. ¡He asaltado el problema en vano [?]! Pero prefiero dejar mi sangre ante esta fortaleza antes que volverme con las manos vacías. Una de las mayores dificultades está en conservar la fortaleza ya conquistada, hasta asentarse tranquilamente en ella. Y mientras la ciudad no haya caído, no resulta posible asentarse con tranquilidad y para siempre en uno de los fuertes. ———— Esta noche me toca guardia y, por desgracia, estoy ya muy cansado a causa del intenso trabajo. Mi trabajo ¡sin resultados todavía! ¡Pero adelante! ————. Esta noche nos quedaremos en Szxhuzin. ————. 1 de noviembre de 1914 Por la mañana proseguimos hacia Cracovia. Trabajado durante el servicio de guardia hoy por la noche; también hoy muchísimo. Y todavía sin resultados. Pero no estoy desanimado, pues tengo siempre a la vista el problema principal. ————. Trakl se encuentra en el hospital militar de Cracovia y me ruega que vaya a visitarlo. ¡Cuánto me gustaría conocerlo! ¡Ojalá lo encuentre cuando vaya a Cracovia! Tal vez eso me reconfortaría mucho. ————. 2 de noviembre de 1914 Por la mañana temprano seguimos hacia Cracovia. Vuelvo a notar más la sensualidad. A última hora de la tarde de ayer hemos vuelto a quedarnos atascados en la arena. Hace un frío tremendo. Es realmente una suerte tenerse a sí mismo y poder siempre refugiarse en uno mismo. Trabajado mucho. ¡La gracia del trabajo! ¡————! 3 de noviembre de 1914 Por la mañana temprano seguimos hacía Cracovia. Oigo decir que los rusos han vuelto a avanzar y que se encuentran a 20 kilómetros de Opakowiz; nosotros nos encontramos a 10 kilómetros de allí. ————. ¿¡¿Qué ocurrirá ahora conmigo cuando llegue a Cracovia?!? Trabajado casi todo el día. ————. Es probable que zarpemos hoy por la noche. Oímos estampidos de cañones y vemos los fogonazos. ¡————! ————. 4 de noviembre de 1914 Noche tranquila. Por la mañana temprano proseguimos la navegación. Trabajado muchísimo. Mañana hemos de estar en Cracovia. Oigo que probablemente hayamos de esperar un asedio de Cracovia. En ese caso necesitaré mucha fuerza para conservar el espíritu. ————. No dependas del mundo exterior y así no necesitarás temer lo que 41

Gottlob Frege (1840-1929): lógico de Jena. Wittgenstein se inspiró en sus obras, aparte de las de Russell, para escribir el Tractatus. (N. de Fabrizio Funtò.) Georg Trakl (1887-1914): poeta austriaco. Uno de los beneficiados por la donación de Wittgenstein. Clara Wittgenstein (1850-1935): tía del filósofo. (N. de Fabrizio Funtò.)

en él ocurra. Esta noche servicio de guardia. Es más fácil ser independiente de las cosas que de las personas. ¡Pero también hay que poder lograr esto! ————. 5 de noviembre de 1914 Por la mañana temprano seguimos hacia Cracovia, adonde llegaremos, parece, muy a última hora de la tarde. Estoy muy impaciente por ver si encontraré a Trakl, Espero firmemente que así sea. Echo mucho de menos una persona con quien poder desahogarme un poco. También sin ella habrán de marchar las cosas. Pero es algo que me reconfortaría mucho. Todo el día he estado un poco cansado y con tendencia a la depresión. No es muchísimo lo que he trabajado. En Cracovia. Es ya demasiado tarde para ir a visitar hoy a Trakl. ————. Que el espíritu me dé fuerza. ————. 6 de noviembre de 1914 Por la mañana temprano a la ciudad, al hospital militar. Allí me enteré de que Trakl falleció hace pocos días. Esto me afectó muchísimo. ¡¡¡Qué triste, qué triste es esto!!! Inmediatamente escribí al respecto a Ficker. Hice compras, y luego, hacia las 6, de regreso al barco. No trabajado. El pobre Trakl. Hágase Tu voluntad. ———— 7 de noviembre de 1914 Ayer a las nueve de la noche llegó de repente la orden de que fuese a realizar una tarea en otro barco, iluminar con el reflector. Así que fuera de la cama a iluminar hasta las tres y media de la madrugada. De resultas de esto me encuentro muy cansado. Por la tarde a la ciudad, de compras. El asedio de Cracovia se aguarda ahora con toda seguridad. Trataré de dejar mi barco. No trabajado. Echo de menos una persona decente, pues aquí estoy CERCADO de indecencia. Que el espíritu no me abandone y permanezca constante en mí. 8 de noviembre de 1914 No estoy de buen ánimo para trabajar. Leo mucho. Esta noche, servicio de guardia. Casi no trabajado nada. Estoy algo preocupado por mi porvenir. 9 de noviembre de 1914 Acabo de escuchar a hurtadillas una conversación entre nuestro comandante y otro oficial: qué voces tan ordinarias. En ellas resuena toda la maldad del mundo y de Cracovia. Mire a donde mire, ordinariez. Hasta donde alcanza mi vista, ¡¡¡NINGÚN corazón sensible!!! ———— Recibo una postal muy amable del tío Paul42. Una postal como ésa debiera reanimarme y reconfortarme. ¡Pero en los últimos días tiendo a la depresión! ¡Nada me causa verdadera alegría, y vivo angustiado por el futuro! Pues ya no reposo en mí. ¡Cada una de las indecencias de mi entorno —y siempre las hay— me hiere en lo más íntimo, y antes de que se cure una herida juega otra nueva! No me siento realmente libre ni siquiera cuando —como ahora, a última hora de la tarde— no estoy deprimido. Raras veces tengo ganas de trabajar, y cuando las tengo se me pasan enseguida, y ello porque no logro sentirme a gusto. Me siento dependiente del mundo y por ello tengo que temerlo también en los momentos en que no me ocurre nada malo. Me veo a mí mismo, al yo en el que pude reposar, como un lejano islote añorado que se ha apartado de mí. ————. Los rusos avanzan con rapidez hacía Cracovia. Toda la

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Paul Wittgenstein (1842-1920): tío paterno del filósofo, el más unido a él. Es su casa de Hallein, cerca de Salzburgo, es muy probable que se realizara la versión definitiva del Tractatus, en el verano de 1918. (N. de Fabrizio Funtò.)

población civil habrá de abandonar la ciudad. ¡Muy mal aspecto me parece que toma nuestra causa! ¡¡¡Dios me asista!!! Trabajado un poco. 10 de noviembre de 1914 Otra vez trabajado más y con mejor ánimo. Hoy me he enterado de que a través de Suiza puedo escribir a Inglaterra. Mañana mismo escribiré a David y acaso a Russell. O tal vez hoy incluso, ————. Espero poder volver a trabajar mejor ahora. ¡¡———— !! 11 de noviembre de 1914 Simpática carta de Ficker. Trabajado bastante. Hemos oído ya los estampidos de los cañones desde las fortificaciones, ————. Envié una carta a David. ¡Cuánto pienso en él! ¿Pensará él en mí la mitad al menos? (?) Hoy, de mejor ánimo. ¡————! 12 de noviembre de 1914 ¡¡¡Lo único, no perderse a sí mismo!!! ¡Recógete! Y trabaja, no para pasar el tiempo, sino con gozo, [—] ¡para vivir! ¡No hagas injusticias a nadie! ————. Se habla de un asedio de seis o siete meses. Todas las tiendas están cerradas y abren sólo por brevísimo tiempo. Cuanto más grave se hace la situación, más groseros se vuelven los suboficiales. Pues tienen la sensación de que ahora pueden dar rienda suelta impunemente a toda su ordinariez, ya que ahora los oficiales pierden la cabeza y no ejercen ningún control en el buen sentido. Cada palabra que ahora se oye es una grosería. Pues la decencia no merece ya la pena para nada, y por eso la gente renuncia también a la poquísima que acaso poseyera hasta ahora. Todo esto es muy triste. Por la tarde en la ciudad. Trabajado bastante, ¡pero sin una verdadera claridad de visión! ¿Podré seguir trabajando? (!) ¿Estará bajando el telón? Sería extraño, pues me encuentro metido de lleno en un problema, en un asedio, ————. ¡————! 13 de noviembre de 1914 Durante toda la mañana he estado esforzándome en vano en trabajar. No acaba de ajustarse una visión clara. Medito mucho sobre mi vida, y ésta es también una de las razones de que no pueda trabajar. ¿O es al revés? Ahora creo que aún no me aíslo lo suficiente de los demás en el barco. No puedo tratar con ellos, pues para eso me falta la consabida y necesaria ordinariez. Pero, y esto es totalmente inconcebible, no me resulta fácil ese aislamiento. No es que me sienta atraído lo más mínimo por ninguna de esas personas. ¡Pero es tan fuerte el hábito de hablar amigablemente con la gente! Hoy por la noche, servicio. Ahora voy siempre a un café a última hora de la tarde y bebo dos vasos de café, y el ambiente decente que allí hay me hace bien. ¡Trabajado poco! ¡————! ¡¡¡Que Dios me dé razón y fuerza!!! 14 de noviembre de 1914 Por la noche, en la guardia, elucubrado durante casi todo el tiempo sobre preceptos para mi vida, a fin de que llegue a ser medianamente soportable. Estoy profundamente deprimido, es decir, me falta cuando menos toda alegría de vivir. Y me causa daño cada una de las palabras dichas en voz alta que oigo. ¡¡Sin ninguna razón!! ———— También en el puesto de guardia he trabajado esta noche. ———— Como una gracia he de considerar incluso el que pueda estar sentado tranquilamente en mi camarote y tenga así, pese a todo, la oportunidad de recogerme un poco. ———— Trabajado poquísimo. Durante todo el día, muy cansado, como, por desgracia, ocurre ahora con

frecuencia. Por la tarde remitió la fuerte depresión, pero estaba demasiado cansado para trabajar. A última hora de la tarde, como suele ocurrir, mejor. ¡————! 15 de noviembre de 1914 Ahora estoy leyendo los Ensayos de Emerson43. Acaso ejerzan un influjo benéfico sobre mí. Trabajado bastante. ————. 16 de noviembre de 1914 Se acerca el invierno. ————. Ayer recibí una amable postal de Ficker. Por cierto, se dice que la tripulación del barco se irá de aquí porque en invierno no es posible utilizar los barcos, ¿Qué sucederá en ese caso conmigo? Oímos violentos estampidos de cañones desde las fortificaciones. No trabajado mucho. A última hora de la tarde en la ciudad. Otra vez, ninguna claridad de visión. ¡¡¡Aunque es del todo evidente que me hallo tan cerca de la solución de las más hondas cuestiones que casi me doy de narices con ella!!! ¡Pero justo ahora mi espíritu está sencillamente ciego para verla! Tengo la sensación de hallarme junto a la puerta de la SOLUCIÓN, pero no consigo verla lo suficientemente claro como para poder abrirla. Esta es una sensación enormemente curiosa, que nunca había sentido con tanta claridad como ahora. ¡————! ¡————! 17 de noviembre de 1914 ¡Qué difícil es no enfadarse con la gente! Qué difícil es aguantarla. Por la mañana he tenido que hacer una enorme cantidad de cosas y no he logrado trabajar. Siempre que en las tareas del servicio entro en contacto con esta gente de aquí me resulta tan horrorosa su ordinariez que la cólera amenaza con vencerme y explotar. Una y otra vez me propongo soportar con calma las cosas y siempre quebranto ese propósito mío. Y ni siquiera yo mismo sé cómo sucede esto. Resulta tremendamente difícil trabajar con unas personas y al mismo tiempo no tener nada que ver con ellas. Una y otra vez es necesario dirigirles la palabra, preguntarles algo; ellas no responden o lo hacen de manera insuficiente. ¡Qué despilfarro de energía representa ya el soportar eso! Pero necesitas la respuesta; llega una orden poco clara, etc., etc. Y los nervios están ya, de todas maneras, rotos. Es difícil vivir así si uno no sabe tomarse las cosas enteramente a la ligera. Por la tarde fui presa de una grave depresión. Gravita sobre mi pecho como una piedra. Cada obligación se transforma en una carga insoportable. A última hora de la tarde remitió mi malestar. Retornó a mi alma un poco de ánimo. Casi no he trabajado. Durante todo el día he estado sin humor alguno, cosa que ahora me sucede con frecuencia, ¡sólo a última hora de la tarde he recobrado suficiente calma interior! ¿Se deberá esto a que a esa hora me siento contento con la perspectiva de irme a dormir? ———— ¡¡¡Sí, la depresión de hoy ha sido terrible!!! ————. 18 de noviembre de 1914 Violentos estampidos desde las fortificaciones. Se dice que en los próximos días volveremos a navegar. Nuestro comandante se va de aquí y su puesto lo ocupará otra vez el alférez. Esto me alegra. Se escucha fuego de ametralladoras. Durante todo el día violentos estampidos de cañones desde las fortificaciones. ———— Trabajado bastante. De buen ánimo. Le doy vueltas al proyecto de hacer que me trasladen, pero no logro aclararme conmigo mismo al respecto. En mi trabajo he llegado a un punto muerto, ya que otra vez necesito, para avanzar, una ocurrencia importante. ————. ————. 43

R.W. Emerson (1803-1882): escritor y filósofo norteamericano. Publicó en 1841 los Ensayos de carácter ético. (N. de Fabrizio Funtò.)

19 de noviembre de 1914 Nieva. Con frecuencia me ocurre que por la mañana temprano me siento abatido. Toda la mañana he trabajado para el barco. Se aguarda por la tarde la visita de un general. Por ello todo el mundo está ahora nervioso. Trabajado algo a última hora de la tarde. Otra vez violentos combates en torno a Cracovia. ————. 20 de noviembre de 1914 Intenso cañoneo. ————. Trabajado algo. Esta noche guardia. Por la tarde en el oculista, pues durante el servicio de guardia sufro por culpa de mis malos ojos. Habré de llevar gafas. Mi porvenir sigue completamente incierto. Tal vez mañana hable con nuestro comandante sobre qué va a ser de mí. ————. 21 de noviembre de 1914 Incesante cañoneo. Mucho frío. Estampidos casi ininterrumpidos desde las fortificaciones. Trabajado bastante. Pero aún soy incapaz de pronunciar la única palabra redentora. Doy vueltas a su alrededor, muy cerca, ¡¡pero aún no he podido agarrarla!! Sigo un poco preocupado por mi futuro, ¡pues no reposo del todo en mí! — ———. ¡————! 22 de noviembre de 1914 ¡Frío espantoso! Por el Vístula flota hielo. Continuos estampidos de artillería. Ninguna ocurrencia buena y muy cansado, por eso trabajado poco. No pronunciada la palabra redentora. Ayer, en una ocasión, la tuve completamente en la punta de la lengua. Pero luego volvió a escaparse. ———— Estoy de regular ánimo. Quiero ir pronto a dormir. ————. 23 de noviembre de 1914 Estampidos incesantes. ————. Acabo de oír que ha llegado un telegrama: «Interrumpido el transporte fluvial.» Por tanto, pronto habrá de decidirse qué será de nosotros. Ahora paso los días leyendo algo y trabajando, para lo cual, naturalmente, siempre estoy sentado en mi camarote; cada cuatro o cinco días, servicio de guardia; de vez en cuando, pelar patatas; acarrear carbón y cosas por el estilo. Excepto el servicio de guardia, no tengo tareas definidas (hace ya mes y medio que casi no se usa el reflector). De ahí que en medio de la gente me sienta como un haragán y tampoco logre realmente estar tranquilo durante mi mucho tiempo libre, pues siento que debería trabajar para el barco, pero no sé en qué. Lo mejor para mí sería tener un trabajo regular, que pudiera ejecutar con facilidad y de un modo seguro. Pues lo peor es un trabajo al que uno no puede hacer frente. Hoy trataré de hablar con nuestro comandante sobre un eventual traslado. He hablado y puedo abrigar la esperanza de que seré trasladado de aquí44. Trabajado bastante, pero todavía sin resultados. A última hora de la tarde en el baño. — ———. 24 de noviembre de 1914 ¡Un frío espantoso! El Vístula se halla enteramente cubierto de témpanos flotantes. Hoy entraremos en puerto. ¡Si yo estuviera lejos de aquí! Reina aquí una agitación constante y nadie sabe qué es lo que tiene que hacer. Los suboficiales se vuelven cada 44

No está claro a qué se refiere. (N. de Fabrizio Funtò.)

vez mas ordinarios; uno contagia a otro y lo incita a groserías cada vez mayores. También hay, desde luego, excepciones. Esta noche, servicio de guardia. Ningún servicio de guardia. Trabajado mucho. Una y otra vez tengo en la punta de la lengua el conocimiento que me falta. Esto es bueno. Ficker me ha enviado hoy poesías del pobre Trakl, que yo considero geniales, sin entenderlas. Me hicieron bien. ¡Dios sea conmigo! ————. 25 de noviembre de 1914 Desde ayer por la tarde nos hallamos dentro del puerto. ¡Están cerrados los retretes del barco! Y es preciso ir corriendo lejos hasta una letrina medio abierta. Hace mucho frío. El régimen de vida se torna cada vez más insoportable. No trabajado mucho. ¡Lejos de aquí, es lo único! ————. 26 de noviembre de 1914 Cuando uno tiene la sensación de estar atascado en un problema no debe seguir meditando sobre él, de lo contrario se queda pegado a él. Sino que es preciso comenzar a pensar en un punto cualquiera. En un punto en el que uno pueda asentarse [?] con toda comodidad. ¡Lo único, no forzar las cosas! Todos los problemas duros deben disolverse por sí solos ante nosotros. Fuertes estampidos de los cañones. Haga lo que haga, los problemas se acumulan como nubarrones de tormenta. Y no me encuentro en condiciones de adoptar frente a ellos una posición que me satisfaga de modo duradero. Trabajado muchísimo, pero sin poder clarificar de algún modo la situación. Antes bien, sea cual sea el punto en el que me ponga a pensar, por todas partes tropiezo con cuestiones a las que soy incapaz de dar respuesta. Hoy tuve la sensación de que mi fecundidad se había acabado. El objeto entero de mis pensamientos parecía volver a perderse en la lejanía. Y, desde luego, han pasado ya mis tres-cuatro meses. Y, por desgracia, ¡sin un resultado verdaderamente grande! ¡Pero ya veremos! Ahora se dice que entraremos en los cuarteles de invierno, y, si eso ocurre, tal vez tenga que dormir con toda la tropa; ¡¡lo que Dios no permita!! ———— En cualquier caso, no quisiera perder mi presencia de ánimo. ¡Dios sea conmigo! ¡————! ¡————! 27 de noviembre de 1914 Hoy, guardia. ————. 28 de noviembre de 1914 Trabajado muchísimo ayer. Desde ayer al mediodía hasta hoy al mediodía, con otras siete personas en el cuarto de guardia y en el puesto de guardia. Hoy me he sentido especialmente desdichado. Procuro conseguir por todos los medios mi traslado. Creo que, en el ambiente de estas personas groseras y ordinarias, a las que no refrena peligro alguno, NECESARIAMENTE sucumbiré de un modo miserable, a no ser que me ocurra un milagro que me dé mucha más fuerza y sabiduría de las que ahora tengo. ¡Sí, para que yo pudiera sobrevivir a ello tendría que ocurrirme un milagro! Estoy angustiado por mi futuro. Trabajado poco. ¡Un milagro! Un milagro. ————. 29 de noviembre de 1914 Trabajado bastante. ————. 30 de noviembre de 1914 Por la mañana temprano, a la Comandancia del Cuerpo de Ejército. Hablado con mi comandante acerca de mí: si soy trasladado, tendré que volver al cuartel. En el caso de

que entremos en los cuarteles de invierno, él se encargará de que yo consiga una habitación para mí solo. Ahora bien, en los próximos días deberá usarse de nuevo el reflector, y por ello habré de permanecer aquí. ————. Ahora, a última hora de la tarde, en que regreso de la ciudad, hay aquí un gran alboroto, porque un barco ha de zarpar de aquí. Y se habla de que el reflector va con él. ————. Esto me resultaría muy desagradable. Así es como pueden quedar desbaratados en cualquier instante nuestros planes, y yo necesito tener otro apoyo para poder, pese a todo, vivir. ———— Hoy por la tarde he estado en el cuartel y he hablado con un artificiero sobre si no sería posible que yo pasase a la sección de aerostática. Me dijo que sobre esto debería yo hablar con un artificiero de esa sección, un tal Wleek. Espero poder hacerlo. ————. No trabajado mucho, pero no sin estímulo. De nuevo algo sensual, ¡Vivir sólo para el propio espíritu y dejar todo en manos de Dios! ————. 1 de diciembre de 1914 Bueno, ¡ya estamos en diciembre! Y sigue sin hablarse de paz. Hoy por la noche violentos estampidos de los cañones, se oían los silbidos de los proyectiles. ———— Ayer a última hora de la tarde zarpó un barco Vístula abajo, y cada día ha de hacer guardia en el río una tripulación distinta; mañana, por ejemplo, ¡nosotros! ¡¿Cómo me irá?! ¡Con estos camaradas y estos mandos! ————. Por la tarde he ido a buscar al tal Wleek, el artificiero; no lo he encontrado. Me han remitido a la sección de artillería del cuartel general. Seguramente iré allí pasado mañana, después de la guardia. Trabajado muy poco. Ocurra lo que ocurra, ¡que el espíritu me proteja! ————. 2 de diciembre de 1914 Hoy al mediodía entramos de guardia: gracias a Dios viene con nosotros nuestro comandante, así es que al menos habrá allí otra persona decente. Por la noche, terribles estampidos desde las fortificaciones. Y recomienzan ahora, a las ocho de la mañana. Esta noche tendremos que dormir al aire libre. Seguramente no lograré trabajar. No olvidarse de Dios, es lo único. ————. 3 de diciembre de 1914 No trabajado nada; pero vivido mucho. Pero ahora estoy demasiado cansado para anotarlo. ————. 4 de diciembre de 1914 Anteayer durante la guardia no ocurrió nada especial, excepto que en una ocasión, mientras iba corriendo, me caí al suelo y todavía hoy me veo obligado a cojear. Desde todas partes estampidos violentísimos de los cañones, disparos de fusilería, incendios, etc. Ayer a última hora de la tarde, a la comandancia de la Plaza, para mi asunto. Un teniente, al oír que yo había hecho estudios universitarios de matemáticas, dijo que fuera a trabajar con él (a una fábrica). Parece ser muy simpático. Me mostré de acuerdo con su propuesta y hoy se ha firmado la orden de que deje este barco. Tengo muchas esperanzas. ————. Estampidos de cañones en las proximidades, muy cerca. Por la tarde en la ciudad. Trabajado poco. Durante todo el día me he sentido algo cansado, pues también la última noche dormí poquísimo. ¡Temprano a la cama! ————. 5 de diciembre de 1914 Mañana o pasado mañana me iré de aquí. Aún no está decidido dónde me alojaré. En ningún caso quiero depender de cosas como ésa. No trabajado mucho; sin embargo, no

estoy parado. ¡Pienso mucho en el querido David! ¡Que Dios lo proteja! ¡Y a mí! —— ——. 6 de diciembre de 1914 Por la noche los cañones disparaban desde muy cerca, hasta el punto de que el barco temblaba. Trabajado mucho y con resultados. Todavía no sé cuándo me iré del barco. Mañana vuelve a tocarle guardia a este barco, y, si no me trasladan mañana, también yo habré de ir, lo que me resulta muy desagradable, ya que mi pierna no está aún curada de la caída. Llueve, y resulta terriblemente difícil andar por los caminos embarrados de aquí. ¡Que el espíritu me proteja! ————. 7 de diciembre de 1914 Mi pierna ha empeorado. Seguramente no iré de guardia. En lo referente a mi traslado, aún no ha llegado ninguna orden. Fuertes estampidos cerca de aquí. ————. Acabo de enterarme de que mañana me marcharé del barco. En razón del estado de mi pie no puedo entrar de guardia. No trabajado mucho. Hablado con nuestro comandante; ha estado muy simpático. Estoy cansado, Todo en manos de Dios. ————. 8 de diciembre de 1914 Por la mañana he pasado visita médica por culpa de mi pie: distorsión muscular. No trabajado mucho. Comprado el tomo octavo de Nietzsche y leído en él.45 Me ha impresionado mucho su hostilidad contra el cristianismo. Pues también sus escritos contienen algo de verdad. Cierto es que el cristianismo representa la única vía segura hacia la felicidad. Pero ¡¿qué pasaría si alguien desdeñase esa felicidad?! ¿No sería mejor perecer, desdichado, en una lucha sin esperanzas contra el mundo exterior? Pero una vida así carece de sentido. Pero ¿por qué no llevar una vida carente de sentido? ¿Es eso indigno? ¿Cómo cuadra eso con el punto de vista estrictamente solipsista? ¿Qué he de hacer entonces para que no se me pierda mi vida? He de ser siempre consciente de él —siempre consciente del espíritu. ————. 9 de diciembre de 1914 Por la mañana he estado en la Comandancia del Cuerpo de Ejército y he recogido mi cartilla del rancho. No trabajado. Vivido muchísimo, pero demasiado cansado para anotarlo. ————. 10 de diciembre de 1914 Ayer por la tarde acudí a la oficina a ver a mi nuevo jefe. Hube de estar aguardándolo mucho rato. Por fin llegó y enseguida me encomendó una tarea. Tuve que confeccionar una lista de las sierras de motor de un cuartel de aquí. A la vez me invitó a que acudiese a su alojamiento a las ocho de la tarde; según me dijo, estaría allí un capitán al que había hablado de mí y que deseaba verme. Acudí a su alojamiento y encontré allí a cuatro oficiales, con los que estuve cenando. El capitán es un hombre de una infinita simpatía (también todos los demás fueron de una amabilidad enorme). Estuvimos charlando hasta las diez y media y nos despedimos con extraordinaria cordialidad. —— ——. Hoy por la mañana temprano buscado y encontrado alojamiento. Desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde en la oficina, luego he traído mis cosas desde el 45

El octavo volumen de las obras de Nietzsche, publicado en Lipsia en 1904, contiene los siguientes textos: El caso Wagner, El crepúsculo de los ídolos, Nietzsche contra Wagner, Trasmutación de todos los valores: libro I: El anticristo, Poemas. Posiblemente Wittgenstein se concentró especialmente en El anticristo. (N. de Fabrizio Funtò.)

barco aquí, a mi nuevo alojamiento: una habitación muy bonita, no pequeña. Desde hace cuatro meses ¡¡por primera vez solo en una verdadera habitación!! Disfruto este lujo. No he logrado trabajar. Pero ahora me irán bien las cosas; me encuentro muy cansado, pues he corrido mucho de un sitio para otro. ¡Qué gran gracia poder volver a dormir en una cama! Qué gran gracia efectiva [?]. ————. ————. 11 de diciembre de 1914 Por la mañana en la oficina escribiendo. No he logrado trabajar. El día entero en la oficina. El teniente extraordinariamente amable. No he logrado trabajar. 12 de diciembre de 1914 Trabajado un poco. El día entero en la oficina, pero no tuve mucho que hacer. Espero trabajar más mañana. Tomado un baño. 13 de diciembre de 1914 El día entero, oficina. Mis pensamientos están tullidos. Me duelen los músculos de la pierna y es como si también cojease mi cerebro. Sin embargo, trabajado algo. ¡Todavía sin respuesta de David! ¿Habrá recibido mi carta? ¡¿Concebirá él la guerra de una manera más personal que yo?! ———— ¡Con tal de que esté vivo el espíritu! El es el puerto seguro, protegido, apartado del desolado, infinito, gris mar de los acontecimientos. ————. 14 de diciembre de 1914 El día entero, oficina. No trabajado. ¡Pero pronto mejorarán las cosas! Amable envío de la Jolles. ————. 15 de diciembre de 1914 El día entero, oficina. Trabajado algo. Pero mis pensamientos son como los que se tienen cuando se viaja en tren o en barco, donde también se piensa torpemente. 16 de diciembre de 1914 El día entero, oficina. ¡He oído que es probable que pronto nos traslademos a Lodz! Trabajado algo, pero sin verdadero animo46. 17 de diciembre de 1914 D.E.O.47 No trabajado. Muchos fastidios. —— Muy poco tiempo libre. ————. 18 de diciembre de 1914 Lo habitual. No trabajado. 19 de diciembre de 1914 Trabajado un poco. ————. 20 de diciembre de 1914 Trabajado un poco. Casi hasta las cinco de la tarde en la oficina, luego en la ciudad. La agradable sensación de una ligera corriente fría que se desliza espaldas abajo cuando, estando de buen ánimo, cobramos conciencia de nuestra soledad. ————. 46

En italiano en el texto. La palabra se repite otras veces y está escrita en cursiva. (N. de Fabrizio Funtò.) “G.T.K.” es decir “Ganzen Tag Kanzlei” que aquí hemos reemplazado con las iniciales de “Día Entero Oficina”. (N. de Fabrizio Funtò.) 47

21 de diciembre de 1914 ¡¡Carta de David!! La he besado. Contesté enseguida. Trabajado un poco. ————. 22 de diciembre de 1914 No trabajado. Hasta las seis en la oficina. ———. Trabajado poquísimo. A última hora de la tarde tomado un baño. ———. 24 de diciembre de 1914 Hoy, con gran sorpresa mía, he sido ascendido a «funcionario militar» —sin estrellas48. ————. No trabajado. ————. 25 de diciembre de 1914 A mediodía almorzado en la mesa de oficiales. Trabajado algo. 26 de diciembre de 1914 Casi no trabajado. Además he conocido a un joven que en Lemberg estudiaba en la universidad y que aquí es ahora chofer. A última hora de la tarde con él en el Café y charlado agradablemente. ————. 27 de diciembre de 1914 Hasta las nueve y media de la noche, oficina. No trabajado. He sido nombrado ayudante del teniente Gürth. ————. 28 de diciembre de 1914 Hasta las diez de la noche, oficina. No trabajado. Muchísimo que hacer. ————. 29 de diciembre de 1914 Trabajado un poquito. Por lo demás, mucho que hacer. A última hora de la tarde, baño. 30 de diciembre de 1914 No trabajado. Lo único, no perderse a sí mismo. ————. 2 de enero de 1915 Anteayer por la tarde me enteré de repente de que tenía que salir inmediatamente para Viena con mi comandante. Ayer por la mañana temprano llegamos aquí a Viena. Comprensible e inmensa sorpresa y alegría de mamá, etc. Ayer no trabajado nada, sino dedicado sencillamente a mi familia. Hoy por la mañana, compras. Ahora, a mediodía, estoy aguardando a Gürth, con el cual tengo que resolver asuntos oficiales. Sólo quiero anotar que mi estado moral es ahora mucho más bajo que, por ejemplo, en Pascua. 3 de enero de 1915 48

Según lo que relata Brian McGuinness en el Apéndice a Las cartas de Ludwig Wittgenstein - con recuerdos de Paul Engelmann, La Nuova Italia, Florencia, 1970, Wittgenstein fue promovido de manera irregular por el comandante de la plaza fuerte de Cracovia, con el grado de oficial. De inmediato el comandante intentó regularizar de varias maneras la posición de Wittgenstein, pero las tentativas fallaron y el 21 de marzo de 1916 él fue asignado a la compañía de obuses FAR 105 emplazada en Sanok en Galizia. Sólo en el último año de la guerra Wittgenstein logró regularizar su posición, después de haber frecuentado en Olmütz la Escuela de Oficiales de Artillería. (N. de Fabrizio Funtò.)

Ayer por la tarde en Klosterneuburg con Gürth. Después, con mamá en casa. 6 de enero de 1915 Viena. Mañana, viaje de regreso. Hace tres días y anteayer, en casa de Labor49. Ayer, en Wiener Neustadt con Gürth; a la vuelta, en Mödling, almorzado con un tal capitán Roth, que me cayó infinitamente antipático. Por ello, nada más acabada la comida me volví solo a Viena en tren. 10 de enero de 1915 Llegado a Cracovia hoy, entrada la noche. ¡Estoy cansado! He pasado muchas horas muy gratas con Gürth. Tengo mucha curiosidad por saber cómo será mi vida en el futuro. ————. 11 de enero de 1915 ¡Recibida postal de Frege! Trabajado un poco. 12 de enero de 1915 Trabajado algo. 13 de enero de 1915 Trabajado algo. Aún no trabajo con mucho animo. Mis pensamientos están cansados. No veo las cosas con frescor, sino de manera rutinaria, sin vida. Es como si se hubiera apagado una llama y yo tuviera que estar aguardando a que por sí sola comenzase otra vez a arder. Pero mi espíritu está vivo. Pienso... ————. 14 de enero de 1915 Trabajado un poco. Aún no bien. Pienso con mucha frecuencia en David y anhelo una carta suya. 15 de enero de 1915 Trabajado algo, con más animo. A última hora de la tarde tomado un baño. 16 de enero de 1915 Trabajado más, y con animo. Ahora son muy pocas las cosas que tengo que hacer para el Destacamento, lo cual me resulta muy agradable. Ninguna noticia aún de David. En las últimas semanas más sensual. ————. 17 de enero de 1915 He vuelto a trabajar. ————. 18 de enero de 1915 Casi no trabajado. Me sentía enteramente exhausto y sin ningún animo. Pero esto cambiará sin duda. ————. 19 de enero de 1915 Trabajado muy poco. En este aspecto, completamente muerto. ¡¡¡Lo único, no forzarse a sí mismo a nada!!! ¡¡¿Cuándo recibiré noticias de David?!! ————. 49

Josef Labor (1842-1924), compositor y organista, íntimo amigo de la familia Wittgenstein. Era ciego. (N. de Fabrizio Funtò.)

20 de enero de 1915 No trabajado. Pero esta calma es como el sueño reparador. 21 de enero de 1915 Trabajado algo. Enviado carta a David. Fui con ella directamente al censor50 de la oficina central de Correos de aquí, el cual es un hombre muy simpático. 22 de enero de 1915 Trabajado. 23 de enero de 1915 Trabajado algo. Ahora tengo dificultades por culpa de mi situación poco clara 51. ¡Lo único, vencerse a sí mismo! ————. 24 de enero de 1915 Trabajado algo. ————. 25 de enero de 1915 ¡Carta de Keynes! No muy amable. En los últimos días muy sensual. ———— Trabajado sin resultados. Me encuentro completamente a oscuras sobre cómo proseguirá mi trabajo. Sólo por un milagro puede tener éxito. Sólo si DESDE FUERA DE MI me es quitado de delante de los ojos el velo. Tengo que entregarme completamente a mi destino. Lo que esté dispuesto acerca de mí, eso ocurrirá. Vivo en manos del destino. (Lo único, no achicarse.) Y así no puedo achicarme. ————. 26 de enero de 1915 Recibido una amable postal de Arne. Trabajado algo, pero sin resultados. 27 de enero de 1915 No trabajado. A última hora de la tarde en el Café con muchos oficiales. Los más de ellos se comportaron como cerdos. Yo mismo bebí un poquitín más de lo que suelo. 28 de enero de 1915 No trabajado, lo cual es muy sano para mí — es decir, para el trabajo. Muy sensual, lo que es extraño, puesto que ahora no me muevo poco. No duermo bien. 29 de enero de 1915 Casi no trabajado. 30 de enero de 1915 No trabajado. He tenido que soportar muchos nervios por culpa de mi situación externa, y en este asunto es probable que pronto dé un paso decisivo. ————. 31 de enero de 1915 No trabajado. ————. 1 de febrero de 1915 50 51

Las cartas debían obtener el visto bueno de la censura. (N. de Fabrizio Funtò.) Cfr. nota 32 (N. de Fabrizio Funtò.)

No trabajado; al mediodía almorzado en la mesa de oficiales del capitán Scholz, donde el ambiente ha sido muy grato. ————. 2 de febrero de 1915 Trabajado un poquito. ————. 3 de febrero de 1915 No trabajado. Sin ideas. Ahora debo encargarme de la supervisión de nuestra herrería. ¿Cómo lo haré? ¡Que el espíritu me asista! Las cosas se pondrán muy difíciles. Pero, ¡ánimo! ————. ————. 5 de febrero de 1915 No trabajado. Ahora paso mucho tiempo en la herrería. ————. 6 de febrero de 1915 Amable carta de David (del 14 de enero). 8 de febrero de 1915 No trabajado. ————. ————. 7 de febrero de 1915 Recibido de Ficker una obra póstuma de Trakl. Probablemente muy buena. ————. Sensual. No tengo ahora motivación alguna para mi trabajo. ————. ————. 9 de febrero de 1915 No trabajado. ————. ————. 10 de febrero de 1915 No trabajado. Simpática carta de Ficker. Una dedicatoria de Rilke. ¡¡¡Si pudiera volver a trabajar!!! Todo lo demás se arreglaría. ¡¿¿Cuándo volverá a ocurrírseme algo??! ¡Todo ello está en manos de Dios! ¡Desea y espera, eso es lo único! Así no perderás el tiempo. ————. ————. 12 de febrero de 1915 No trabajado. ———— Ahora estoy de uñas con uno de los oficiales —el cadete Adam—. Es posible que se llegue a un duelo entre nosotros. Por tal motivo, continúa llevando siempre una vida buena y de acuerdo con tu conciencia, ¡el espíritu sea conmigo! ¡Ahora y por siempre! ¡————! 13 de febrero de 1915 No trabajado. El espíritu sea conmigo. 15 de febrero de 1915 Trabajado algo ayer. Ahora no pasa un solo día en que no piense al menos una vez en la lógica, aunque sólo sea de forma fugaz, y esto es una buena señal. ¡Tengo atisbos de un sinfín de cosas posibles! ————. Ayer a última hora de la tarde en casa del capitán Scholz, donde se tocó música (hasta la medianoche). Ambiente gratísimo. 17 de febrero de 1915

Ayer y hoy trabajado algo. Mi situación en el Destacamento es ahora completamente insatisfactoria; ahora tendrá que ocurrir algo. ————. Me veo obligado a enfadarme mucho y a reñir y a dilapidar mi fuerza interior. Estoy otra vez muy sensual y me masturbo casi a diario. Así no es posible seguir. ————. ————. ————. 18 de febrero de 1915 Casi no trabajado. Meditado mucho sobre mi situación. Tengo curiosidad sobre mi futuro en todos los aspectos. ————. 19 de febrero de 1915 Nuevas contrariedades en la fábrica. Larga conversación con mi comandante, pero que no ha conducido realmente a nada. Casi no trabajado. Estas contrariedades me impiden pensar. Esto tiene que cambiar. ————. ————. 20 de febrero de 1915 Pensamientos cobardes, titubeos miedosos, temores angustiados, quejas femeniles no cambian la miseria, ¡no te hacen libre!52 No trabajado. Pensado mucho. ————. 21 de febrero de 1915 No trabajado. De mejor ánimo. Sensual. ¡¡¡Si pudiera volver a trabajar!!! ¡————! ———— . 22 de febrero de 1915 No trabajado. Por la noche he tenido una enorme cantidad de sueños, muy vivos, pero no malos. Muchas contrariedades con la tropa. Disgustos y nerviosismo, incluso ante [—], etc., etc. ————. ————. 23 de febrero de 1915 No trabajado. Aún no se han solucionado mis dificultades. 26 de febrero de 1915 No trabajado. ¿¡¿Volveré alguna vez a trabajar?!? Animo sombrío. Sin noticias de David. Estoy completamente abandonado. Pienso en el suicidio. ¡¿¿Volveré alguna vez a trabajar??! ————. ————. 27 de febrero de 1915 No trabajado. Animo sombrío. Muy sensual. Me siento aislado. La meta de mi trabajo me parece haberse alejado más que nunca, ¡a una distancia imposible de divisar! Me falta el coraje que abriga esperanzas y está seguro de la victoria. Siento como si ya nunca más hubiera de hacer un gran descubrimiento. Hacía ya mucho tiempo que no estaba, como ahora, abandonado de todos los buenos espíritus. ¡¡Lo único, no te pierdas a ti mismo!! ————. ————. 28 de febrero de 1915/1 de marzo de 1915 No trabajado. ¡Sin noticias de David! De un ánimo indeciso e inestable. 2 de marzo de 1915/3 de marzo de 1915

52

Una cita del Lied “Para Lili Schönemann” de Goethe de 1775. (N. de Fabrizio Funtò.)

No trabajado. Ayer a última hora de la tarde un momentáneo rayo de luz. Sin noticias de David. ————. A última hora de la tarde ambiente muy grato en casa de Scholz. Por lo demás, en general, de un ánimo sombrío. 4 de marzo de 1915 No trabajado. Estoy moralmente abatido, pero me doy cuenta de la enorme dificultad de mi situación. Y hasta ahora sigo completamente a oscuras sobre el modo de corregirla. ————. 5 de marzo de 1915 Hoy he hablado con Gürth sobre mi indigna situación. Ninguna decisión todavía. Tal vez me vaya al frente como soldado de infantería. ————. 6 de mano de 1915 ———. Mi situación sigue indecisa. Mi ánimo, muy inestable. 7 de marzo de 1915 ———. La situación, igual. Incómodo. Sigo completamente a oscuras sobre el cambio apropiado. ¡Ahora vuelve a caer una gran helada! ¡Inoportunísima! No me siento bien. Psíquicamente estoy, por así decirlo, bajo de tensión, muy bajo de tensión. ¿¿Qué hacer contra esto?? Están devorándome unas circunstancias repugnantes. Toda la vida exterior, con toda su vulgaridad, se abalanza sobre mí. E interiormente estoy lleno de odio y no consigo dejar que penetre en mí el espíritu. Dios es el amor. ———— Soy como un hornillo consumido, lleno de escorias y suciedad. ————. ————. —— ——. 8 de marzo de 1915 ¡Situación sin decidir! ¡Sin cambios! Depresiones. ————. ————. ————. 9 de marzo de 1915 ¡Situación sin decidir! ————. ————. Animo alerta, pero malo. ————. — ———. 10 de marzo de 1915 MUY sensual. Espíritu indeciso, intranquilo. 11 de marzo de 1915 No trabajado. Situación sin cambios. Nada más que contrariedades. 12 de marzo de 1915 No trabajado. Pensado mucho. Situación, sin decidir todavía. 13 de marzo de 1915 Situación, igual. ————. Estoy completamente indeciso. ————. ————. 14 de marzo de 1915 ¡Situación, sin cambios! No trabajado. Depresiones. La presión en el pecho. ———. 15 de marzo de 1915

Encontré a un «reservista de un año» a quien conocía y con él comenté mis asuntos, y mañana volveré a seguir hablando sobre ellos. Así que ahora he tomado mis notas. Y sigo sin trabajar. ¡¡¿¿Volveré alguna vez a trabajar??!! ————. ————. 16 de marzo de 1915 ————. ————. ————. 18 de marzo de 1915 ¡Ayer, amable carta de David! Me he mudado a la fábrica. Contestado a David. Muy sensual. 19 de marzo de 1915 Hoy he hablado con Gürth sobre mi porvenir. Sin resultado satisfactorio. Muy sensual. 21 de marzo de 1915 Pienso en trasladarme a los «Cazadores del Emperador»53, pues también Ficker está allí. No me siento bien del todo. No trabajado. Continuo malestar. ————. 22 de marzo de 1915 Malestar. A última hora de la tarde, mejor. 23 de marzo de 1915 Muy sensual. 24 de marzo de 1915 ————. ¡No trabajado! ¡¡¿¿Volveré alguna vez a trabajar??!! ————. 27 de marzo de 1915 ————. ————. 29 de marzo de 1915 ¡Estoy harto! ¡Rodeado de ordinariez! ¡Qué cansado estoy! ————. ————. 31 de marzo de 1915 Animo inestable. 4 de abril de 1915/5 de abril de 1915 Animo inestable. 15 de abril de 1915 ¡Ya no me viene a la cabeza nada nuevo! (Gürth ha sido trasladado fuera de aquí.) Soy incapaz de pensar en nada nuevo. Y seguramente tampoco es eso lo que importa en absoluto. 16 de abril de 1915 Muy sensual. Me m[asturbo] a diario. Hace ya mucho tiempo que no tengo noticias de David. Trabajo. ————. ————.

53

Kaiserjäger, unidad que fue creada al final de la Primera Guerra Mundial. (N. de Fabrizio Funtò.)

17 de abril de 1915 Trabajo. 18 de abril de 1915 ¡Muy resfriado! 22 de abril de 1915 Ahora deberé encargarme de la supervisión general del taller entero. Nuevas contrariedades. 24 de abril de 1915 Trabajo. ————. 26 de abril de 1915 Trabajo. Lo demás de mi actividad me deja muy insatisfecho. 27 de abril de 1915 ¡Trabajo! ¡¡¡Ahora tengo que desperdiciar mi tiempo en la fábrica!!! ————. 28 de abril de 1915 ¡Vuelvo a trabajar! ————. 29 de abril de 1915 Trabajo. Lo demás me va mal. No te dejes influir por las personas ordinarias. 30 de abril de 1915 ¡Amable carta de David! 1 de mayo de 1915 ¡La gracia del trabajo! ————. 5 de mayo de 1915/7 de mayo de 1915 ¡Aún no me han dado el nombramiento! Una y otra vez, contrariedades por culpa de mi posición poco clara. Si esto sigue así, trataré de irme de aquí. 8 de mayo de 1915/10 de mayo de 1915 ¡MUCHO nerviosismo! ¡¡¡¡He estado en un tris de LLORAR!!!! ¡Me siento como roto y enfermo! Rodeado de ordinariez. 11 de mayo de 1915 No trabajado. 22 de mayo de 1915 ¡Amable carta de Russell! 24 de mayo de 1915 Hoy he conocido al viejo lógico Dzewicki54, del cual me hablaba Russell en su carta. Un viejo simpático. 54

M.H. Dzewicki, lógico de Cracovia. Publicó algunos artículos en “Proceeding of Aristotelian Society”. (N. de Fabrizio Funtò.)

25 de mayo de 1915/8 de junio de 1915 Nuevas dificultades por culpa de mi ascenso. Es probable que me vaya de aquí. Con frecuencia muy deprimido por la ordinariez de mi entorno, que se aprovecha de mí de la forma más desvergonzada. ————. 22 de junio de 1915 ¡Trabajo muchísimo! ¡A pesar del repulsivo entorno!

Cuaderno tercero 28 de marzo de 1916 ... y tuviera que quitarme la vida55. Sufrí tormentos infernales. Y, sin embargo, tan seductora me resultaba la imagen de la vida, que quería volver a vivir. Sólo me envenenaré cuando efectivamente quiera envenenarme. 29 de marzo de 1916 Forzado a hacer muchas cosas inhabituales. Necesito gran fuerza para soportar esto. A menudo estoy cerca de la desesperación. Hace ya más de una semana que no he trabajado nada. ¡Yo no tengo tiempo! ¡Dios! Pero esto, desde luego, es natural, pues, cuando haya muerto, tampoco tendré tiempo para trabajar. Ahora inspección. Mi alma se encoge. ¡Dios me ilumine! ¡Dios me ilumine! Dios ilumine mi alma. 30 de marzo de 1916 ¡Haz las cosas lo mejor que puedas! Más no puedes hacer: y conserva la alegría. Deja que los otros se basten a sí mismos. Pues los otros no te apoyarán, o sólo por breve tiempo. (Luego les resultarás pesado.) Ayúdate a ti mismo y ayuda a los demás con toda tu fuerza. Y al hacerlo ¡conserva la alegría! Pero ¿cuánta fuerza se necesitará para uno mismo y cuánta para los demás? ¡Es difícil llevar una vida buena! Pero la vida buena es bella. «¡Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya!» 2 de abril de 1916 He estado enfermo. Todavía hoy me encuentro muy débil. Hoy me ha dicho mi comandante que va a enviarme a la retaguardia. Si eso ocurre, me quitaré la vida. 6 de abril de 1916 La vida es una 7 de abril de 1916 tortura que sólo decrece a ratos, con el objeto de que permanezcamos sensibles para ulteriores tormentos. Un horrible muestrario de tormentos. Una marcha agotadora, una noche de tos, una compañía de borrachos, una compañía de tipos vulgares y tontos. Haz el bien y alégrate de tu virtud. Estoy enfermo y mi vida es mala. Que Dios me ayude. Soy un pobre hombre desdichado. ¡Que Dios me redima y me conceda la paz! Amén. 10 de abril de 1916 A duras penas consigo vivir. Aún no me ha llegado la iluminación. Hoy me he mirado en el espejo; ¡estoy completamente demacrado! En efecto, hace ya mucho tiempo que no puedo trabajar. 13 de abril de 1916 Sigo dando tumbos y cayendo en las tinieblas. Aún no me he despertado a la vida.

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El tercer cuaderno, que probablemente es el cuarto cuaderno de apuntes, se inicia con estas palabras. Evidentemente es la continuación de un apunte iniciado en el cuaderno precedente, que se ha perdido. (N. de Fabrizio Funtò.)

15 de abril de 1916 Dentro de ocho días marcharemos a la posición de fuego. ¡Ojalá se me permita poner en juego mi vida en una misión difícil! 16 de abril de 1916 Desde el 22 de marzo estoy completamente asexual. Los dos últimos días, jornadas de descanso. 18 de abril de 1916 Mañana o pasado mañana, a la posición del fuego. ¡Animo, pues! Dios ayudará. 20 de abril de 1916 ¡Que Dios me mejore! Así estaré también más contento. Es probable que hoy vayamos ya a la posición de fuego. Que Dios me ayude. 23 de abril de 1916 Desde hace un par de días, en la nueva posición. Durante el día, duro trabajo físico; no estoy en condiciones de pensar. Que Dios me ayude. Sufro una barbaridad. Hoy he solicitado que me envíen a un puesto de observación. En la sección me odia todo el mundo porque nadie me comprende. ¡Y porque yo no soy un santo! ¡Que Dios me ayude! 26 de abril de 1916 Parece que los oficiales de la batería me tienen simpatía. Esto me ahorra algunas penalidades. Gracias sean dadas a Dios. ¡Hágase Tu voluntad! ¡Tú sigue tu camino! ¡Hágase Tu voluntad! 27 de abril de 1916 Con pocas excepciones la tropa me odia porque soy un voluntario. Así es que ahora me encuentro casi siempre rodeado de gente que me odia. Y ésa es la única cosa a la que todavía no puedo acostumbrarme. Pero es que las personas que aquí hay son malvadas, carentes de corazón. Me resulta casi imposible encontrar en ellas un rastro de humanidad. Que Dios me ayude a vivir. Hoy tuve el presentimiento de que por la noche habría alarma. Y, en efecto, esta noche hay estado de alerta. ¡Dios sea conmigo! Amén. 28 de abril de 1916 Por la noche, calma. Escribí a Russell. Hoy por la noche he tenido un mal sueño. Que Dios me proteja. 29 de abril de 1916 Por la tarde, con los exploradores56. Fuimos tiroteados. Pensé en Dios. ¡Hágase Tu voluntad! Dios sea conmigo. 30 de abril de 1916 Hoy, durante un ataque de artillería por sorpresa, vuelvo a ir con los exploradores. Dios es lo único que el ser humano necesita.

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Aufklärer. Los exploradores eran patrullas enviadas a tierra de nadie para señalar los movimientos y las posiciones del enemigo. La tarea era peligrosa. Es significativo que Wittgenstein se ofreciera como voluntario para estas misiones. (N. de Fabrizio Funtò.)

2 de mayo de 1916 Constantemente he de defenderme de la ordinariez de la gente. 3 de mayo de 1916 ¡Tengo difíciles las cosas! Que Dios me proteja y asista. Amén. Que pase de mí el cáliz más pesado. Pero hágase Tu voluntad. El trabajo dormita en mi cabeza. 4 de mayo de 1916 Tal vez mañana me incorpore a los exploradores, a petición mía. Entonces comenzará para mí la guerra. ¡Y puede ser que también la vida! Tal vez la cercanía de la muerte me traiga la luz de la vida. ¡Que Dios me ilumine! Soy un gusano, pero por obra de Dios me transformo en persona. Que Dios me asista. Amén. 5 de mayo de 1916 En el puesto de exploradores soy como el príncipe en el castillo embrujado. Ahora durante el día está tranquilo todo, ¡pero por la noche tiene que ser espantoso! ¿¿¿¿Lo soportaré???? La noche de hoy lo mostrará. ¡Que Dios me asista! 6 de mayo de 1916 En constante peligro de muerte. La noche transcurrió bien, por la gracia de Dios. De cuando en cuando siento miedo. ¡Esta es la escuela de la falsa concepción de la vida! ¡Comprende a las personas! Siempre que vayas a odiarlas, trata de comprenderlas. ¡Vive en paz interior! Mas ¿cómo llegar a la paz interior? ¡SOLO si llevo una vida grata a Dios! Sólo así es posible soportar la vida. 7 de mayo de 1916 La noche transcurrió tranquila. Gracias sean dadas a Dios. Sólo yo soy un miserable. 8 de mayo de 1916 Noche tranquila. Dios sea conmigo. Las personas con las que estoy no es que sean ordinarias, sino, más bien, ¡tremendamente limitadas! Esto es lo que hace casi imposible el tener trato con ellas, pues siempre lo malentienden a uno. No es que la gente sea tonta, sino de cortos alcances. En su propio círculo son bastante listas. Pero les falta el carácter y, con ello, la amplitud de miras. «El corazón creyente comprende todo.» Ahora no puedo trabajar. 9 de mayo de 1916 Ahora tendría tiempo y calma de sobra para trabajar. Pero nada se mueve. El tema [de mis pensamientos] se ha alejado mucho de mí. Es la muerte, y no otra cosa, lo que da su significado a la vida. 10 de mayo de 1916 Por la gracia de Dios ahora me van muy bien las cosas. Trabajar es lo que no puedo, por desgracia. ¡Pero hágase Tu voluntad! Amén. ¡¡El no me abandonará en el peligro!! ————. 11 de mayo de 1916 Pasado mañana, cambio de posición. ¡Muy desagradable! Pero hágase tu voluntad.

16 de mayo de 1916 En la tercera posición. Como siempre, muchas penalidades. Pero también una gran gracia. ¡Soy débil, como siempre! No puedo trabajar. Hoy dormiré bajo el fuego de la infantería, es probable que perezca. ¡Dios sea conmigo! Por toda la eternidad. Amén. Soy una persona débil, pero Dios me ha sostenido hasta ahora. Alabado sea Dios por toda la eternidad. Amén. Hago entrega de mi alma al Señor. 21 de mayo de 1916 ¡Quiera Dios hacer de mí una persona mejor! 25 de mayo de 1916 Somos tiroteados. ¡Que sea lo que Dios quiera! 27 de mayo de 1916 Cartas de Mining57 y de mamá. Al parecer habrá una ofensiva de los rusos hoy o mañana. Bien, que sea lo que Dios quiera. He caído muy bajo en el pecado. Pero Dios me perdonará. 28 de mayo de 1916 En las últimas semanas duermo muy intranquilo. Siempre sueño con el servicio. Sueños que me llevan siempre a la frontera del despertar. En los dos últimos meses me he m[asturbado] únicamente tres veces. Las personas que me rodean me dan asco, y esto ocurre en contra de mi voluntad. Con frecuencia me aparecen, no como personas, sino como máscaras grotescas. Gentuza vulgar. No las odio, pero me dan asco. Hoy, estado de máxima alerta. Mi comandante es muy amable conmigo. Piensa en la meta de la vida. Es lo mejor que puedes hacer. Debería ser más feliz. ¡¡¡Oh, si mi espíritu fuese más fuerte!!! Bien, ¡Dios sea conmigo! Amén. 29 de mayo de 1916 Dios sea conmigo. 6 de julio de 1916 Fatigas colosales durante el último mes58. He meditado mucho sobre todo lo divino y lo humano, pero, curiosamente, no puedo establecer la conexión con mis razonamientos matemáticos. 7 de julio de 1916 ¡Pero esa conexión llegará a establecerse! ¡Lo que no se deja decir, no se deja decir!59 8 de julio de 1916 ¡Qué pena, qué pena! ¡No tengo tiempo para trabajar! 9 de julio de 1916 57

Diminutivo de Hermine Wittgenstein (1874-1950), hermana mayor del filósofo. (N. de Fabrizio Funtò.) La contraofensiva rusa, iniciada el 4 de junio de 1916 y terminada el 15 de agosto del mismo año, toma el nombre del comandante ruso “Brusilov” y fue la primera de una serie de maniobras que no significaron gran cambio. McGuinness (Cartas de Wittgenstein) afirma que Wittgenstein obtuvo la medalla al valor, máxima distinción austriaca, en la guerra de contención, mientras se encontraba con su unidad al sur de Okna. (N. de Fabrizio Funtò.) 59 En el Tractatus, en el prefacio. (N. de Fabrizio Funtò.) 58

No te irrites con las personas. Las personas son grises sinvergüenzas. Y, sin embargo, no tienes derecho a irritarte con ellas. Sus palabras no deben penetrar en ti. Si ellas no te hablan, aún es fácil conservar la calma. Pero cuando se vuelven insolentes y groseras contigo, entonces todo hierve en ti. No te irrites. De nada sirve enfadarse. 14 de julio de 1916 La gracia del trabajo. 16 de julio de 1916 Tiempo horrible. En las montañas lo pasamos mal, estamos insuficientemente protegidos, hace un frío helado, lluvia y niebla. Vida llena de tormentos. Es terriblemente difícil no perderse a sí mismo. Pues yo soy, desde luego, una persona débil. Pero el espíritu me ayuda. Lo mejor sería que ya estuviese enfermo, así tendría al menos un poco de calma. 19 de julio de 1916 Sigo enfadándome. Soy una persona débil. 20 de julio de 1916 Para llegar a ser bueno, sigue trabajando. 24 de julio de 1916 Estamos siendo tiroteados. Y a cada disparo mi alma se estremece. ¡Me gustaría tanto seguir viviendo! 26 de julio de 1916 Emotiva carta de David. Me escribe que su hermano ha caído en el frente de Francia. ¡Espantoso! Esta querida y amable carta me abre los ojos para ver que yo aquí vivo en el exilio. Es posible que sea un exilio saludable, pero yo lo siento ahora como un exilio. Me encuentro desterrado entre simples larvas y he de convivir con ellas en medio de las circunstancias más repulsivas. Y en este ambiente debo llevar una vida buena y purificarme. ¡Pero eso es TERRIBLEMENTE difícil! Soy demasiado débil. ¡Soy demasiado débil! Quiera Dios ayudarme. 29 de julio de 1916 Ayer fui tiroteado. Sentí miedo. Tuve miedo a la muerte. ¡Lo que ahora deseo es vivir! Y resulta difícil renunciar a la vida cuando se le ha tomado gusto. Pero precisamente eso es «pecado», vida irrazonable, falsa concepción de la vida. De cuando en cuando me convierto en un animal. Entonces soy incapaz de pensar en ninguna otra cosa que no sea comer, beber, dormir. ¡Horroroso! Y entonces sufro también como un animal, sin posibilidad de salvación interior. En esos momentos estoy entregado a mis apetitos y a mis aversiones. En esos momentos es imposible pensar en una vida verdadera. 30 de julio de 1916 Ridículo: hoy me enfado porque en infantería, que es donde como, no he recibido el rancho de oficiales, como se me había hecho creer al principio. Mi comportamiento es, pues, pueril y malo en grado sumo. Sin embargo, soy incapaz de dominar mi enfado por la injusticia sufrida. Una y otra vez tengo que pensar en ella y en cómo podría ponérsele remedio. Así de tonto es el ser humano.

6 de agosto de 1916 Después de tres días de viaje en tren, a pie hasta la posición de fuego. Mi salud no es óptima, y psíquicamente me hallo exhausto por culpa de la ordinariez y estupidez de la gente que me rodea. Dios, dame energía, fortaleza interior para afrontar la enfermedad del alma. Quiera Dios conservarme alegre el ánimo. 11 de agosto de 1916 Sigo viviendo en pecado, es decir, infeliz. Estoy de mal humor, sin alegría. Vivo en discordia con todo mi entorno. 12 de agosto de 1916 Sabes lo que has de hacer para vivir feliz; ¿por qué no lo haces? Porque eres irrazonable. Una vida mala es una vida irrazonable. Lo que importa es no enfadarse. 13 de agosto de 1916 Sigo luchando en vano contra mi mala naturaleza. ¡Que Dios me dé fuerza! ————. 19 de agosto de 1916 ¡Rodeado de ordinariez! Pronto marcharé a la zona de retaguardia, al cuartel. Esto me alegra. Rodeado de ordinariez. Dios ayudará.

Traducción: Andrés Sánchez Pascual Traducción de las notas a pie de página de la edición italiana: Miguel Zavalaga Flórez

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