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Serie 2
Shifters del Norte
Libro 1 El Compañero del Alfa (Alpha Mate)
Winona Wilder
Dedicatoria Le dedico este libro al gran equipo de editores de Siren-BookStrand publicación. Sus comentarios alentadores, junto con el apoyo de mis lectores, es lo que me hace escribir.
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Resumen Nathan se ve obligado a huir a los bosques del norte para escapar del desarrollo urbano. Cuando se topa con el territorio de shifters lobos, el joven zorro se ve forzado a la clandestinidad. Los lobos que merodean el bosque quieren exterminarlo a él y a su familia. Su vida entera es una lucha, siendo su raza considerada la más baja entre los shifters. Jacob es un orgulloso miembro de la manada Marcelle Wolf. Su principal objetivo es proteger y expandir su dominio sobre los bosques. Sin misericordia. Sin debilidad. Cuando descubre que el sexy rubio del que se enamoró en el bar local es en realidad un zorro, su mundo se inclina fuera de su eje. Nathan saca a relucir su instinto de protección, y por una vez el puede ver un futuro más allá de su deber para con la manada. Pero el alfa de Jacob condena su apareamiento de raza mixta, forzándolos a separarse. Jacob elegirá ¿el amor o la lealtad a su manada?
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Capítulo 1 La luz de la luna se filtraba a través del dosel del bosque, dando suficiente luz para ver sin hacer evidente su presencia. Jacob y Blake se agacharon entre la maleza, mirando el campamento de los shifters zorros que se acomodaban en su guarida para pasar la noche. Si ellos expresamente no hubieran estado cazando a estos intrusos, nunca se hubieran dado cuenta de la proyección frondosa que en realidad era una entrada oculta en su casa. ―Sólo cuento seis. Debemos atacar ahora —dijo Blake, el mejor amigo de Jacob. Habían crecido en la manada de Marcelle juntos. Aunque no herederos de sangre, habían sido iniciados en el colectivo un año después de haber quedado huérfanos siendo cachorros. Ellos tenían poco en común, pero funcionaron bien como un equipo para proteger su territorio y seguir adelante con las órdenes del alfa. ―No. Redden quiere que miremos, que sigamos sus movimientos. ―Después, ahora vamos a eliminar a todos de una vez. ―Se paciente, hermano —dijo Jacob. ―Es estúpido esperar. Ellos no tienen idea de que estamos aquí. Sería una matanza limpia. Este era el territorio de los shifters-lobos y no tomaban bien a los ocupantes ilegales. Los zorros eran una raza inferior y los pequeños y débiles limpiadores crecían en número. Ellos eran un problema en la cadena alimentaria y una molestia constante. ―Órdenes —recordó. Jacob a menudo se cuestionaba las órdenes de su alfa a sí mismo, pero por razones diferentes. ¿A dónde esperaba Redden que los zorros se fueran una vez que los espantaran? Los lobos Marcelle no eran los únicos shifter en el estado. Mantener el bosque libre de todas las especies, excepto
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su propia pequeña manada de lobos parecía peligrosamente cerca de la pureza racial. La atención de Jacob fue capturada cuando uno de los zorros se deslizó de la guarida, correteando entre las sombras a la izquierda. Sabía que tenía que ser algo más que una guarida en el bosque, pero esta era la primera que habían descubierto con sus propios ojos. Órdenes o no, él no iba ser personalmente responsable de la destrucción de los zorros. No habían hecho nada malo. Nada para merecer una sentencia de muerte. Una vez que el alfa diera el visto bueno, Blake y los otros lobos Marcelle no mostrarían clemencia. Los zorros serían asesinados de la manera más horrible posible como un ejemplo para otros shifters que los desafiaban al entrar en su territorio. En los grandes bosques del norte, la tierra era el poder. Era todo y la única cosa de importancia. Su alfa los hacía hacer patrullas regulares, tanto como medida ofensiva como defensiva. Eran entrenados para todas las situaciones y para que no dudaran ante una amenaza. Jacob hacía lo suyo porque se suponía que un beta nunca desafiaría a su alfa. Es algo que tenía que recordarse continuamente. Redden lo había rescatado cuando era un cachorro y lo crió como suyo, aunque con dureza. El objetivo de todo el mundo era mantener la manada firme para generaciones futuras, crecer, para ser más fuertes. La supervivencia del más apto era el camino del bosque. Sería un tonto en cuestionar sus antiguas maneras. Blake le dio un codazo en el brazo. ―Vamos tengo una idea. Se adentró en la maleza, no dando a Jacob otra opción que seguirlo. Las hojas y las ramitas azotaban su cara, pero él evitaba lo peor de ellas. Incluso en su forma humana, su visión era casi perfecta. La luna era nueva, permitiendo que la poca luz se filtrara a través del dosel del bosque. Las sombras dominaban, por lo que era fácil para el pequeño zorro escapar. Probablemente pensó que era noche de caza libre, pero no, esta noche no, con dos de los Marcelles sobre su cola.
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Una vez que Blake se movió, él sabía que algo malo iba a pasar. Jacob maldijo, cambio su piel humana, y se dejó caer en toda su forma. Los lobos se movían rápidamente, deslizándose a través de la maraña de maleza sin molestar a una hoja. Ellos estaban en casa en el bosque, eran depredadores de la noche. En muy poco tiempo, habían pasado al zorro solitario. Blake se comunicó con él telepáticamente. ―Ve a la izquierda, estamos en el flanco de este hijo de puta. ―Maldito infierno, Blake. Redden dijo no actuar. ―Relájate. Estoy teniendo un poco de diversión. Podía ver el brillo de los ojos amarillos de Blake de la cubierta forestal a la derecha del zorro. Además de su tamaño, el brillo inhumano los separaba de los lobos nativos. El shifter más pequeño se congeló en su lugar, probando el aire. Debió haber sentido que estaba siendo cazado. O Blake quería ser escuchado. Después de unos momentos, el zorro rojo dio un paso tentativo. Jacob podía oler el olor acre del miedo en el aire. Esto excitó a su bestia, sus naturales instintos depredadores, pero aprisionó su deseo salvaje del derramamiento de sangre. Su compañero de manada entró en acción, acechando al zorro en cuclillas, sus colmillos al descubierto, pelo erizado. Ese idiota iba a ir en contra de la reglas, y Jacob se encontraría lleno de mierda por no detenerlo. Blake tenía la suerte de ser su mejor amigo o habría parado este juego antes de empezar. Una vez, justo detrás del animal más pequeño, el lobo apareció delante con un fuerte gruñido y hundió sus dientes en la pierna del zorro. La pequeña bola de pelo gritó y aulló, agitándose hasta que se liberó. El pequeño shifters salió corriendo como un caballo en las puertas de salida, pero Blake no intentó darle caza. ¿Esta era su idea de jugar? Idiota. ―¿Has terminado? Me dirijo a la ciudad. ―Sí, sí. Ya terminé.
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Se dirigieron a la pequeña cabaña en el bosque a un cuarto de milla de la carretera. Era un lugar conveniente para guardar la ropa y suministros de emergencia. Después de un rápido cambio a los pantalones vaqueros y camisetas informales, caminaron la distancia restante hasta el solar donde su manada mantenía los vehículos. El baleado, SUV azul marino era el favorito de Jacob, ideal para todo terreno. La carretera estaba solitaria en este momento de la noche, pero el bar estaría lleno de vida. Vivir en su forma animal durante la mayor parte del día y cambiar a su piel humana, para una pequeña mortal recreación, era todo un lujo. ―¿Por qué tuviste que hacer eso? —Preguntó mientras se dirigían a la solitaria carretera secundaria. ―Yo sólo quería asustarlo. Tienes que admitir que fue divertido. ―¿Lo oíste aullar como un pequeño gatito? Blake rió, su codo apoyado en la ventana de la camioneta, la brisa de la noche soplando su pelo negro hacia atrás. ―Sí, bueno, ahora van a ser más desconfiados y difíciles de atrapar gracias a ti. Eran mucho más grandes que los pequeños zorros. Se sentía cruel jugar con ellos. ―No te preocupes, hermano. Hemos encontrado su guarida. Cuando estemos listos, son nuestros. Las luces de las ventanas del bar eran como faros en la noche. Jacob estacionó en su lugar habitual y se dirigió hacia el caos. Cada pocos meses se dirigían a la ciudad para suministros específicos, y disfrutaba del cambio de escenario. Aquí, en el norte profundo, el pequeño bar era la única diversión que se tenía, el único respiro para romper cada monótono día. El público era en su mayoría shifters, cazadores humanos, y en ocasiones unos pocos campistas extremos. Nadie vivía de manera continua durante todo el año aquí. Era demasiado aislado junto con las inclemencias del tiempo y los trabajos inexistentes. Pero nunca se puede ser demasiado cuidadoso cuando se conoce a gente nueva. Era imposible distinguir un
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shifter de un ser humano, cuando la bestia era mantenida bajo control. Desde que los shifters eran escondidos del conocimiento general en el mundo de los humanos, sólo historias habladas en el folklore, era importante mantener su identidad en secreto. Jacob conocía a la mayoría de los hombres en el bar por ser shifters de por lo menos tres manadas, incluyendo la propia. Blake se fue en su propia dirección, uniéndose a una mesa con otros dos lobos Marcelle. Jacob se sentó en el bar, no ávido de la conversación. Quería estar perdido, para disfrutar de un escape temporal. No era fácil sentirse como un extraño con su propio pueblo. Desde que paso la pubertad, la mayoría de las decisiones de Redden lo hacían temblar. Sentía que podía manejar las cosas mejor, pero expresar sus opiniones sería un movimiento fatal en un lugar donde la lealtad lo era todo. Así que seguía órdenes como un perrito bueno. El alcohol era necesario para ayudarlo a tragar su orgullo y amor propio, por no hablar de su deseo constante de un compañero propio, algo sólo seleccionable y concebible entre los betas en su manada y él no era uno de ellos. Redden dijo que era su mejor guardián, demasiado importante para tener la distracción de un amante. Su alfa hacía un punto en mencionar con frecuencia que estaba destinado a la grandeza. Ahora se preguntaba si esas palabras inspiradoras no eran sólo para mantenerlo en línea. Podía oír la risa de Blake sobre el zumbido de otros clientes de la barra. Su amigo no era malo, sólo un beta promedio programado para cumplir órdenes. Desde que nacieron depredadores, era natural tener una racha mala y la necesidad de defender su territorio. Incluso los lobos nativos vivían de la misma manera. Era un rasgo de herencia de sus bestias. Jacob aspiraba a más de la vida que perseguir zorros y merodear la línea de árbol para los intrusos. Los acontecimientos recientes no le cayeron nada bien. Aquellos shifters zorro eran presa fácil, pero no era lugar para preocuparse. Joder, necesitaba más alcohol para borrar sus recelos. La debilidad no era tolerada por los Marcelles o por él. Comenzó a contar las botellas de alcohol detrás del mostrador, encorvado sobre los brazos. Siete, ocho, nueve… ―¿Está ocupado este asiento?
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Salió de su estupor por la voz desconocida. Después se sentó con la espalda recta, y se giró en su asiento. ―No. Adelante. El hombre no era de su territorio. Tenía los ojos brillantes, azules y un encanto de chico, nada como los amantes de la naturaleza rústicos que frecuentaban el bar. 10
Jacob se rió para sus adentros. En realidad le había echado una doble mirada cuando vio al chico, asombrado por su sutil masculinidad. Jacob no solía caer a menudo por una cara bonita. ― Gracias. Se montó en el taburete y se inclinó sobre los codos. Su sucio cabello rubio estaba despeinado, ligeramente cubriendo su cara cuando no lo empujaba fuera del camino. Había una tristeza en sus ojos, algo que Jacob tenía el repentino impulso de quitar. Supuso que el nuevo hombre era un ser humano o un lobo joven. ¿Por qué a un chico pulcro le gustaba estar aquí? Él se aferró a la esperanza de que este fuera sólo un hombre de otra manada y no un ser humano. No tendría ninguna diferencia en el gran esquema de las cosas, pero no le gustaba la idea de estar tan enamorado de otra especie. ―¿Eres nuevo por aquí? ―Más o menos —dijo sin hacer contacto visual. El extraño parecía angustiado, perdido en sus propios pensamientos. Se quedó mirando las botellas que Jacob tenía, como si tuvieran algo de gran interés. No lo hicieron. Después de tratar de disfrutar de su bebida otra vez, Jacob no parecía poder mantener la boca cerrada. Necesitaba saber más sobre el hombre al lado él. La rutina diaria por lo general le robaba su esencia. Le importa una mierda acerca de coquetear o echar un polvo cada noche como algunos de sus compañeros de manada. Algunos de los betas aun compartían el placer sexual con su alfa, pero Redden sabía que no debía hacer participar a Jacob. Él no era un juguete para ser utilizado según fuera necesario. ―Mi nombre es Jacob, por cierto.
―Nathan.— Le tendió la mano, con una sonrisa cautelosa en sus labios. La sensación de su piel hacía cosas locas en el cuerpo de Jacob. Tenía un apretón saludable con manos suaves y flexibles. Jacob no quería dejarlo ir. Quería saber si el resto del cuerpo de Nathan sabría también como se veía. Había poca acción en la manada para los hombres sin pareja, por lo que tenían perpetuas bolas azules. En cualquier caso, este tipo lo atrajo sin esfuerzo. Era joven, delgado y musculoso, vestido con unos vaqueros desgastados y una camiseta demasiado apretada, azul pálido que resaltaba sus ojos. El contorno de sus pezones y hombros anchos se marcaban contra la tela delgada. ¡Joder! Jacob no podía dejar de mirar, ni dejar de fantasear. ¿Notaría Nathan que se lo estaba comiendo con los ojos? No quería dar la impresión de ser uno de los pervertidos comunes en el bar. A Jacob le gustaba pensar que tenía más decencia, más control, que la mayoría. ¿Tal vez había tomado demasiado para beber? Tenía que haber algo a lo que culpar por la polla rígida estirando sus pantalones. Solía ser muy bueno en controlar ese apéndice. Ahora, sentado en el taburete pequeño, duro de repente, todo en lo que podía pensar era en tomar al lindo rubio sobre su espalda y joderlo con fuerza. Joderlo hasta que él derramara hasta la última gota de su semilla. Quizás entonces Jacob podría centrarse en la manada en lugar de su lujuria reprimida y pensamientos errantes. ¿Podría ser tan simple? ¿Sólo tenía que descargarse? Tal vez entonces él encajaría mejor, no preguntaría a Redden en cada decisión. Jesse, un lobo de la manada Krell más al sur, se sentó frente a Nathan. El bar se encontraba en territorio neutral, por lo que era uno de los pocos sitios donde las manadas podían socializar sin necesidad de concentrarse en pensamientos de matarse unos a otros. Ellos sólo podían disfrutar de una cerveza fría o una caliente jodida sin tener que preocuparse acerca de la vida fuera de las cuatro paredes.
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―Bueno, ciertamente, no te había visto por aquí antes, cosa dulce. Jesse rastrilló sus ojos sobre Nathan, y por alguna razón esto erizó los pelos del cuello de Jacob. Gruñó bajo en su pecho mientras el lobo se acercaba más, y sintió que sus colmillos pinchaban las encías cuando Jesse intentó cepillar el pelo lejos de la cara de Nathan. Inaceptable, rugió su bestia. Jacob dio un puñetazo en la barra de madera, haciendo a ambos hombres estremecerse y separarse. Algunos pretzels se derramaron de una taza hasta la mitad de la barra. ―¡Más cerveza aquí! Tuvo que enfrentar su arrebato. Estar borracho y rebelde pasaría desapercibido en un lugar como este, pero un aumento de celos por un hombre al que apenas conocía no sería tan fácil de explicar. ¿Por qué le importa lo que Jesse hacía? Ese lobo flojo por lo general jodía a cualquier cosa que caminara y nunca molestó a Jacob antes. Por alguna razón él quería tener un pedazo de este nuevo macho y no deseaba compartir. Mentalmente había reclamado a Nathan en el momento en que se sentó para hablar con él. Era como si sus lobos estuvieran en sincronía, haciendo la atracción inevitable. ―¿Dónde vives cariño? —Preguntó de nuevo Jesse. ¿Cómo podía culparlo Jacob? Nathan era más sexy que el pecado con un aire inocente que tenía a su lobo aullando por dominarlo. El nuevo lobo estaba si acoplar, sin ningún mordisco de amor, libre para ganarlo. Jesse no era el tipo que se asentaba, por lo que dudaba de que sus planes con el nuevo tipo fueran más allá de la liberación física. ¿O podría estar equivocado? ¿Y si él sentía el mismo tirón? ―En ninguna parte de por aquí. Estoy de paso —dijo Nathan. El hecho de que parecía desinteresado por Jesse complacía a Jacob. Al menos había mostrado más disposición a hablar con él. ―¿Necesitas un lugar para alojarte por la noche? Nathan sacudió la cabeza. ―Tú no vienes a un lugar como este a menos que estés buscando un poco de acción.
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Jacob había tenido suficiente. Esto no era su negocio o su lugar para decir algo, pero no podía permanecer en silencio. Era bastante difícil impedir a su lobo apoderarse de su cuerpo. Si él se sentara y observara a Jesse seducir al chico nuevo directamente por debajo de él, estaría con un desagradable estado de ánimo durante días, deseando haber hecho algo cuando tuvo la oportunidad. ¿Y si este era el destino? Nathan podría ser el lobo que le enviaban los dioses, y él sería un tonto por ignorar la señal. ―Retrocede, Jesse. Mantuvo su tono conversacional, pero la amenaza sutil estaba presente como había previsto. El taburete del otro lobo raspó la dura madera cuando se levantó bruscamente, tomando el comentario como un desafío. Supuso que lo era. Jacob rodó sus ojos por la postura amenazante de Jesse, con los brazos cruzados, las piernas apoyadas en el suelo de madera. Honestamente, esperaba que el playboy hubiera visto su nueva conquista como demasiado para un desafío y siguiera adelante. No quería luchar contra el hombre, pero no lo quería colgado de Nathan. ―¿Qué me vas a hacer? Jacob se rió entre dientes. La manada de Marcelle era conocida por la formación de guerreros sin igual. Era como si Redden estuviera preparando shifters para el Armagedón. Jesse no intimidó a Jacob. De hecho, le aburría. Todo lo que quería hacer era disfrutar de un par de copas antes de volver a su campamento durante unas pocas horas de sueño. Esto rompió el tedio de la noche, dándole un paisaje diferente que el telón de fondo constante del bosque. Ahora tenía que limpiar la casa con algún lobo caliente que no le importaba nada. Hubo un gran revuelo de botas y sillas. Las mesas se estaban empujando fuera del camino creando un semicírculo de espacio alrededor de la barra.
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Blake, Ronan, y Cash estaban en el frente de la multitud, como tres promotores de línea entre los espectadores comunes. Blake se frotó las manos juntas, con una sonrisa tonta en la cara como si no dudara en entrar a luchar una vez que comenzara. Todo era un juego para él y Jacob se preguntó si su mejor amigo nunca tenía pensamientos que iban más allá del instinto básico. Pero, de nuevo, además del nuevo problema de los zorros en el bosque, la vida había sido aburrida como la tarde. Blake se merecía un poco de diversión de vez en cuando y esta noche Jesse era el entretenimiento. ―Vamos, Jacob. ¿Lo quieres?, lo mejor es estar preparado para luchar por él. Muéstrame también lo importante que es para ti, aguijoneaba a Jesse. — Su bravata fue alimentada por el número de shifters de su actual manada. Si estuviera solo, Jacob dudaba que lo desafiara a una lucha uno a uno. Era conocido por ser todo palabrería sin acción. ―No tienes que hacer esto —dijo Nathan―. Realmente... Había auténtica preocupación en su voz. Sólo confirmó a Jacob que estaba haciendo lo correcto al defender el honor del hombre. Sus grandes ojos azules mostraban sus temores, miedos de que Jacob saliera herido. ―Sí, lo creo. Jacob se bajó de su taburete, se bebió el resto de su bebida, y luego se enfrentó con el otro lobo. Enfocó suficiente energía para soportar los colmillos y garras, pero mantuvo un cambio completo en la bahía. Había humanos desorientados en el bar, tal vez incluso Nathan, y todos los shifters mantenían el estricto código de mantener su existencia en un bien guardado secreto. Tras el despliegue de sus hombros, hizo crujir los nudillos, guiñándole un ojo a Nathan. Jacob no estaba dispuesto a dar el primer paso. Ni siquiera estaba en un estado de agitación. A pesar de que ciertamente no le gustaba ver a Jesse golpear sobre Nathan, estaba lejos de estar enfadado. La simple advertencia era todo lo que pensó que sería necesario. Jesse tenía el problema, no él. Después una cortina de humo durante unos minutos, irritado encima de la multitud, el lobo finalmente se lanzó hacia adelante. Se balanceó y falló. Jacob era el más grande de los dos. De hecho, él era
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más grande que la mayoría de sus compañeros de manada y más alto por varias pulgadas. Sólo Redden lo seguía en tamaño y no por mucho. Jesse no se rendiría, golpeando y fallando hasta que finalmente cortó la camisa de Jacob. La picadura estimuló a Jacob a tomar represalias, una reacción natural. Él lanzó un puñetazo, golpeando la cuadrada mandíbula del lobo. Cuando se tambaleó hacia atrás, el griterío de la multitud creció hasta convertirse en un escándalo, gritando alientos y aplausos para un lado o el otro. La testosterona era espesa en el aire, y la promesa de más violencia mantenía a los espectadores con muchas ganas de sangre. Blake rugió por encima de los demás, ― ¡Jodelo! ―Mátalo Jesse —gritó uno de los compañeros de la manada del lobo. Blake se echó a reír cuando Jacob fue golpeado en el intestino. No había estado prestando la debida atención, continuamente mirando a Nathan para medir su reacción. Era difícil no seguir la risa de su amigo. La lucha era una broma. Cuando Jesse se quitó la camisa y comenzó a hacer cabriolas, alrededor de sus puños y listo, Jacob decidió poner fin al espectáculo. Dio unos pocos tiros agudos nítidos y rápidos a los riñones y el hígado. Sería suficiente para mostrar al lobo lo que era capaz de hacer sin daños duraderos. Luego se inclinó y susurró al oído de Jesse: ―Puedo trapear el piso contigo aquí, delante de tus amigos. No tengo problema con eso. O puedes dar marcha atrás con tu dignidad intacta. Él asintió con la cabeza. Entonces Jacob añadió: ―Y aléjate de Nathan. Él es mío. Jesse se burló de la amistad, riendo como si hubieran estado haciendo el tonto. ―No hay nada que ver aquí —gritó a la multitud de espectadores―. Sólo un poco de juegos bruscos.
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El camarero se apresuró a pasar al lobo derrotado una cerveza, probablemente agradecido de que no hubiera ninguna destrucción de la barra. Había quejas y gemidos de decepción, pero en cuestión de minutos el aire se había tanquilizado, dejando a Jacob solo en el barra con Nathan. 16
Capítulo 2 Nathan había llegado al palurdo bar en medio de ninguna parte porque era la única pieza de la civilización en cien millas. Echaba de menos la ciudad, las luces, y las comodidades. Sabía antes de entrar en el bar que probablemente era un error. Pero si había una oportunidad de mezclarse, tomar una copa soporífera, y alejarse de su terrible realidad por un par de horas, lo iba a tomar. Él nunca se acostumbraría a la vida en los bosques, viviendo sin comodidades como animales salvajes, pero los avances de los shifters con exceso de celo no se detuvieron. Los varones eran los mismos en cualquier sitio al que iba. Cuando el corpulento hombre sentado a su lado puso en marcha una conversación, Nathan sabía que sólo estaba tratando de ser amable. Un hombre así no estaría interesado en un enano como él. El bar estaba lleno con la fuerza muscular y la dominación, todo lo que él no era. Él había observado el ancho y musculoso torso estirando la fina y blanca camiseta del chico en el bar antes de que él se sentara. Él sabía lo que le gustaba en un hombre, pero reconoció que no iba a caer en su regazo, tampoco. Nathan estaba listo para disfrutar de una bebida tan pronto como obtuvo la atención del camarero, pero luego el rubio a su derecha había comenzado a golpear sobre él. Nathan no estaba interesado en una conexión. Su vida era lo suficientemente complicada como era, y sabía el tipo del hombre. Para una noche Nathan iba a ser su estrella brillante, pero a la salida del sol, sería una cara no deseada, sin nombre. Desde luego, no esperaba que Jacob empezara a defenderlo a punto de una pelea física. Fue surrealista. Actuó como un macho apareado, el aroma inconfundiblemente territorial. Por primera vez en su vida, se sintió valorado y deseado. Nathan miró con asombro extasiado como Jacob fácilmente superó al rubio. Sus músculos ondulaban, trayendo los anhelos latentes de Nathan a la superficie. Que central eléctrica de potencia masculina de músculo y predominio alfa. Pero a pesar de su fuerza, le dio al perdedor un solemne fuera, en lugar de hacer la declaración victoriosa que obviamente era capaz de hacer. Eso demostraba mucho sobre su
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carácter. La mayor parte de las luchas que había visto terminaban en derramamiento de sangre, un shifter inconsciente o pidiendo clemencia. La muerte no era poco común, especialmente cuando un compañero estaba involucrado de alguna manera. 18
―No debería darte más problemas esta noche —dijo Jacob. Ahora estaban solos, el zumbido habitual de conversación en el bar. Le sorprendió cuando la multitud tan rápidamente volvió a sus copas como si nada hubiera pasado. Nathan imaginaba que esta no era la primera pelea que había visto el bar. Estos eran verdaderos hombres, tan diferentes a los varones de la ciudad de piel suave que estaban más preocupados por la moda y los últimos dispositivos técnicos. ―Podrías haberte hecho daño. Jacob se rió. ― No lo creo. Nathan miraba los músculos de sus antebrazos cuando los apoyó en la barra. Su piel estaba profundamente bronceada con una fina capa de pelo y venas abultadas en los gruesos músculos. ¿Cómo podía no sentirse atraído por esa cruda fuerza y resistente masculinidad? Jacob tenía una sexualidad oscura, un dominio que tiraba de él. Si tuviera un compañero como él, Nathan nunca tendría que preocuparse acerca de la seguridad, la caza, o de quedar sexualmente insatisfecho. ―Yo lo aprecio. — Y lo hacía. Nathan no estaba acostumbrado a ser atendido. En su familia, él era en el que recaían todas las responsabilidades por ser el hijo mayor, pero no era un alfa. Las responsabilidades constantes que tenía que soportar eran demasiado para él casi todos los días. Soñaba con disfrutar de la seguridad de una unidad de manada con un líder fuerte. La vida era una batalla constante de la supervivencia, y eso lo hacía cansarse de la vida, incluso a su temprana edad de veintiséis años. Jacob giró en su asiento ligeramente. Sus vaqueros abrazaron sus fuertes muslos.
―No lo culpo. No se ve carne fresca pasar por aquí muy a menudo. Y tú eres sin duda algo para mirar un par de veces. Se preguntó si le debía algo a Jacob por dar la cara por él. ¿Esperaba un favor sexual? No estaba en contra de la idea, pero no le gustaba no tener la libertad de elegir. ―¿Carne fresca? 19
―Lo siento. No estamos acostumbrados a gente nueva tan al norte. No es la mejor idea salir solo a estas horas de la noche. Hasta aquí el coco sale a jugar cuando el sol se pone. ―¿Debo tener miedo de ti? Jacob lo miró fijamente, con un matiz amarillo inhumano en los ojos. No habló, no confirmó o negó la pregunta que hacía que su pulso corriera más rápido. ―Sólo tienes que tener miedo del lobo grande y malo. ¿Tenía miedo? ¿O simplemente en el fondo lo encendía? El camarero finalmente llegó, por lo que pidió una cerveza. Él no era bueno manteniendo una pequeña charla. La fría botella se puso delante de él con un ruido sordo. Esto calmó su palma sudorosa y ancló sus nervios cada vez mayores. El tipo grande lo despertaba cuando él prefería no sentir nada en absoluto. Tenía grandes problemas como para preocuparse de los juegos de apareamiento juveniles en los que parecía tan fácil caer esta noche. Jacob lo miró con los ojos entrecerrados como un depredador que jugaba con su caza. Pero no se sentía amenazado. Había un aire de lujuria persistente entre ellos, una firma hormonal sexual. No había palabras necesarias que hablaran para saber que había una atracción cada vez mayor entre ellos. Por primera vez en mucho tiempo, Nathan se sentía como un hombre, no un miembro de un grupo con las cargas del mundo sobre sus hombros. ―No te preocupes por mí. Voy a regresar a casa inmediatamente después de esto.
―¿Al bosque o a una cabaña? —preguntó Jacob con cautela. Él sabía lo que la pregunta significaba. Era imposible distinguir a un ser humano de un shifter cuando se encontraban en su forma humana. No había ningún olor que identificara uno del otro, era por eso que los shifters tenían que ser cautelosos. Sería demasiado fácil dar inadvertidamente la verdad. Pero incluso sin darlo por hecho, Nathan sabía que Jacob era un shifter, un lobo para ser más exacto. Su tamaño lo delataba. Era demasiado raro encontrar un humano tan alto y construido. Y esto era territorio de shifter lobos. ―Bosque. La revelación parecía poner al otro en paz. Una sonrisa juguetona curvó sus labios, y se disipó la tensión en sus hombros. ―Yo estaba asustado por un minuto. Puede ser difícil saber a veces. ―Sobre todo cuando no estoy construido como una casa de ladrillos. — Al igual que tú. El lobo se pasó la lengua por los labios. Nathan podía sentir el cambio en la energía, como si hubiera cruzado una línea tabú, y no había vuelta atrás. ¿Su aumento del ritmo cardíaco, pupilas dilatadas, o las palabras vacilando cuando mencionó que Jacob estaba construido masivamente? Debe haber sido su tono de voz, una mezcla de inseguridad y deseo escapando de su lengua cuando hablaba. Él bebió el resto de su cerveza. Aseguraría que mantuviera su boca cerrada. ―Nass, nos pones las pilas con otra ronda —dijo Jacob el cantinero. Ponla en mi cuenta. ¿Ahora le estaba comprando bebidas? Era obvio para Nathan que Jacob era gay, incluso antes de que comenzara a ofrecerle atención. La orientación sexual era más fácil de predecir que la especie de un hombre. Se aferraba a una persona como un perfume erótico. Por no hablar de que parecía haber más lobos interesados en los hombres que en las mujeres en estos profundos bosques del norte.
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Sin duda, debido a las ridículas restricciones impuestas sobre los shifters por sus alfas. Si a los miembros de la manada no se les permitía procrear sin el consentimiento del alfa, y las hembras eran sumamente restringidas y reducidas en número, sólo tenía sentido que los hombres buscaran el amor y el afecto en otra parte. Los seres humanos y los shifters por igual necesitaban, anhelaban compañía. El amor no era sólo para los cuentos de hadas y las historias románticas, era una muy real, aunque intangible necesidad para el alma. Nathan no estaba seguro de si alguna vez sabría lo que se siente al ser amado incondicionalmente por alguien fuera de su familia inmediata. Pero cuando la vida era una batalla constante, no podía estar preocupado por esos lujos del corazón. Después de ingerir la mitad de su segunda copa, sintió la confianza goteando en las venas. Era antinatural, pero aún lo apreciaba. ―¿Estás aquí solo? ―Vine con un compañero de manada. Está con los fuertes en la esquina. Él asintió con la cabeza a los hombres ruidosos, demasiado crecidos y bebiendo en el extremo izquierdo de la barra. Todos estaban sólidamente construidos, no del tipo de machos con lo que quisieras tener un resentimiento. ―Ellos parecen divertirse. ¿Por qué no estás con ellos? Se encogió de hombros. Jacob hizo girar el líquido en el vaso alrededor, perdido en la neblina ámbar como si tuviera el poder para decirle su fortuna. ―A veces un hombre necesita estar solo. Pensar. ¿Sabes lo que quiero decir? ―Supongo que es por eso que estoy aquí solo. Extraño, pero algunos tenemos que llegar a un lugar como este para escapar. El lobo volvió la cabeza, mirándolo a los ojos.
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―Cuando uno es parte de una manada, es fácil olvidar quién eres. La individualidad no es exactamente aconsejable, pero eso es lo que somos: individuos. Podemos ser parte de un todo más grande, pero todavía tenemos nuestras propias creencias, pensamientos... necesidades. Nathan se rió, sabiendo exactamente lo que quería decir. ―A veces, me gustaría huir de todo. Ya sabes, liberarme de la manada y sólo poder marcharme sin mirar atrás. ―Es más fácil decirlo que hacerlo. La supervivencia del más apto no favorece a los lobos solitarios. ―Sobre todo cuando no eres una amenaza física como yo. Jacob sacudió la cabeza, extendiendo la mano poniéndola en su muñeca durante un largo rato. El calor y el contacto del toque quemó su piel e hizo saltar a su polla a la vida. Se imaginó esa misma mano envuelta alrededor de su creciente erección. ―Sólo se necesita un hombre fuerte para amarte, te protegeré. ¿Quién es tu alfa? No podía decirle a Jacob que su alfa era en realidad su anciano padre que ya no podía cuidar de su familia, abandonando toda la responsabilidad no deseada en su regazo. ―No lo sé. Somos de la ciudad. Jacob se acercó más, entrando en su espacio personal. Su corazón dio un vuelco cuando encontró el dorso de sus dedos sobre el lado de su cuello encendiendo una serie de zonas erógenas. ―Indeseado. Interesante. Nathan terminó precipitadamente las pocas gotas que quedaban en la botella, y Jacob le ordenó otra y otra. En el momento en que había tomado la quinta estaba tostado. Algunos de los clientes del bar habían salido, dejando sólo a la manada de Jacob y a algunos rezagados. ¿Dónde había ido el tiempo? Habían hablado sobre la familia, sentimientos, dudas y momentos entrañables.
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Tendría que regresar a su propia familia pronto, pero no quería dejarlo por el momento. Este shifter no se parecía a los demás con los que había trazado amistad en el pasado. Era real, con su forma de pensar, no encajaba en el molde que Nathan se esperaba de una manada de lobos. ―Así que... ¿en realidad salieron de la ciudad a causa del desarrollo? 23
Jacob parecía genuinamente interesado de su suerte en la vida, haciendo preguntas y tomándose el tiempo para escuchar sus respuestas. ―Bueno, vivimos en el mismo bosque para las generaciones con poca dificultad, pero entonces la ciudad fue creciendo, lo que nos dejó sin terrenos de caza. Creo que nuestro hogar es un nuevo centro comercial ahora, o lo será. ―Madereros de mierda. Están por todas partes aquí. Cuando invadieron nuestra tierra, los espantamos. Pero vendrá el día en que seremos excedidos en número, como en la ciudad con tu manada. Nathan estaba todo caliente, parcialmente un efecto secundario del alcohol. Su mente estaba envuelta en una grata comodidad líquida, pero no tanto que no pudiera razonar. Le gustaba este tipo, realmente le gustaba, y no sólo sexualmente. Tenían mucho en común, parecían compartir los mismos pensamientos e ideales. Nathan se sintió confortado por la fuerza tranquila de Jacob. Si él no lo hubiera visto luchar contra el otro lobo más temprano en la noche, le hubiera creído incapaz de violencia o agresión. Un suave gigante. ―Creo que lo único que podemos hacer es seguir avanzando hacia el norte hasta el bosque virgen —dijo Nathan. ―No está demasiado lejos. Los osos gobiernan la mayoría de los bosques del norte remotos. No te gustaría meterte con ellos. Nathan recordó la ciudad de la que ellos recientemente habían huido. Al estar tan cerca de la civilización se habían humanizado. Aprendió a interactuar con los humanos, llegando a la ciudad para trabajar en un empleo efectivo para poder ayudar a comprar comida para su manada.
Apenas hubo pequeñas cacerías desde hacía años en la ciudad, dejándole alguna pequeña opción. Fue entonces cuando se enteró de los shifters que vivían entre los humanos a tiempo completo, dejando su herencia, haciendo caso omiso de su bestia para tener una vida fácil. Los había juzgado entonces, pero tal vez tenían la idea correcta después de todo. ―Siempre se puede vivir en la ciudad, vivir con los humanos —dijo, curioso por la reacción de Jacob. Algunos de sus compañeros de manada lo habían sugerido, con miedo de moverse hacia el norte en los bosques ya reclamados. Tenía que admitir que la idea había pasado por su cabeza en sus horas más oscuras cuando la esperanza crecía delgada. Sin embargo, su alfa, su padre, insistía en probar suerte y moverse hacia el norte, en primer lugar. Jacob resopló. ―Mi lobo nunca lo aprobaría. Terminaría por desgarrar a una de esas criaturas de piel suave peladas. Me he criado en la manada Marcelle. Es todo lo que sé. El nombre de la manada trajo el miedo al corazón de Nathan. Eran notorios lobos sedientos de sangre, que matarían a un intruso por pisar sus tierras. No podía creer que uno de sus miembros fuera de mente tan abierta, tan fácil de hablar con él. ―A veces tenemos que aceptar el cambio. Sé que tengo que hacerlo, lo quiera o no. No ha sido fácil hacer el movimiento hasta aquí. ―¿Estás cerca de aquí? Creo que conozco a la mayoría de las manadas de lobos en la zona. ¿Cuánto tiempo Nathan sería capaz de mantener su secreto? ―No tenemos la tierra todavía. Jacob se burló. ―Su alfa no tendrá fácil las cosas por un tiempo. Somos dueños de una gran mayoría, pero hay unas cinco manadas en el estado. Va ser un reto encontrar incluso unos pocos acres para reclamar por su manada.
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Este era el asunto principal que su padre temió conduciéndolos al norte. Las manadas de lobos dominantes no querían compartir su tierra o el asilo de oferta. Era la ciudad o vivir como nómadas, ninguno en particular atraía a Nathan. 25
―Yo no estoy tan seguro de que pasara con nosotros.
Jacob quería pedirle a Nathan que volviera a casa con él, colocándolo bajo la protección de su territorio. Pero cuando pensó en eso, sabía que Redden nunca aprobaría un nuevo miembro, desconocido para la manada entera. Además, Nathan no cumplía los requisitos de un Marcelle. Él no era fuerte y de piel gruesa. Su cuerpo era delgado, musculoso y hermoso, pero no hecho para la batalla. Había pasado mucho tiempo desde que Jacob podía hablar con alguien. Su mejor amigo, Blake, era un caso perdido. No podía llevar una conversación seria si su vida dependiera de eso. Jacob confiaba en él con su vida, pero nunca lo consideraría un alma gemela. Redden podía mantener una conversación decente. Tenía profundos pensamientos e ideales locos, pero no estaban en la misma onda y Jacob tenía que inclinarse ante su autoridad, así que no podía ser fiel a sí mismo cuando hablaba con el alfa. Nathan era todo lo que su lobo quería. Cerebro, un cuerpo, y una firma química que hacía que su pene se llenara de sangre. Parecía que la atracción mental encendía la física hasta que apenas podía mantener el control. Quería ver los músculos magros del otro hombre sin toda la ropa en el camino.
―¿Dónde vives ahora? —Preguntó, decidido. ¿Era Nathan demasiado bueno para ser verdad? ¿Tenía un hombre esperando por él? El pensamiento de su manada durmiendo al lado de la carretera para evitar una confrontación no le caía nada bien. Sentía una necesidad inexplicable de mimar a Nathan, para mantenerlo bajo su ala. ―Realmente no hemos resuelto ninguna parte. Es complicado. Jacob quería saber dónde encontrar al joven shifter después de esta noche. Si Nathan salía de aquí, ¿cómo iba a encontrarlo otra vez? Eso le hizo sentir una desesperación incómoda cuando la noche fue acabando. Por mucho que le gustaría que su tiempo juntos durara para siempre, estaba llegando a su fin. Se sentía casi como en un proceso de duelo al estar desesperado por encontrar a un compañero en condiciones. Ahora que lo había encontrado, era increíblemente difícil de abandonar. El camarero estaba limpiando los contadores, de vez en cuando mirando en su dirección como recordándoles que era hora del cierre. El pesado brazo de Blake llegó alrededor de sus hombros, su aliento apestando a alcohol. ―Vamos a salir de aquí, gran hombre. Tengo resaca. ¿Vienes? ―Ve sin mí. ―El lugar está cerrando. Además, tú tienes las llaves. ―Todos hemos estado bebiendo. Simplemente cambia y regresa al campamento. No esperes por mí. Tan pronto como dijo eso, se confirmó que el hombre al lado de él no era humano. Blake dio un vistazo a Nathan, con una juvenil sonrisa en su rostro. ―Así es. El gran hombre necesita dar rienda suelta a alguna frustración. Tómate tu tiempo. Él le dio una palmada en la espalda juguetonamente antes de salir en tropel al aire de la noche con los otros miembros de la manada de Marcelle. Sus gritos se oían a través del
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estacionamiento hasta que perdieron su piel humana. ―No le hagas caso. Él está borracho.— Luego se corrigió—. En realidad, no es mucho mejor sobrio. Nathan sonrió. Si una sonrisa pudiera derretir el corazón de un hombre, lo acababa de hacer. Era suave y reconfortante como el crepitar de un fuego caliente en una fría noche. ―Parece un buen amigo. Me sorprende que no le importara que te quedaras a solas conmigo. Jacob oyó la pregunta oculta en las palabras. ―No es más que un amigo. No tengo ningún compañero. Se atrevió a llegar a más y deslizar la yema del pulgar por el labio inferior de Nathan. La textura era exquisita, sedosa y firme. Había estado anhelando sentir esos gruesos labios toda la noche. A última hora, finalmente se armó de valor. ―Sería más agradable tener un compañero en mi vida. Tengo suficientes amigos. ¿De dónde había venido su declaración? Sólo había conocido al shifter por una noche, pero eran más horas de las que había pasado con otro hombre en años. Un pesado silencio flotó en el aire. No sabía qué más decir. Jacob no era un hombre de palabras floridas. Había sido educado para controlar sus emociones y mostrar una pizarra en blanco para el mundo. ―Mejor me voy... Ellos van a preguntarse qué me pasó.— Nathan se deslizó del taburete y se ajustó la camisa. Iba a marcharse. Jacob tenía un nombre y ninguna ubicación o manada que le ayudara a encontrar a Nathan otra vez. ―Déjame acompañarte afuera. Nunca se sabe lo que se espera de idiotas ahí fuera. ―Gracias.
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Cuando se levantó, se dio cuenta de lo mucho más alto que era comparado con el pequeño hombre. Lo hizo amar a Nathan, sacó sus instintos protectores. Nunca había sido una persona de sentirse atraído por tamaño y fuerza, por lo que usaba descomunal con sus compañeros de manada. Una vez fuera en el aire fresco y crujiente, perfumado por los pinos y la tierra, tomó una respiración de limpieza. Su lobo picaba por ser libre, correr por el bosque hasta que estuviera demasiado cansado para hacer todo menos dormir. La luna observaba desde su percha en los cielos, la cara familiar que lo mantuvo cuerdo muchas noches cuando no podía desnudar su existencia. Honestamente no esperaba que nadie estuviese al acecho afuera. La escolta era una excusa para quedarse con Nathan unos minutos más, tal vez teniendo la oportunidad de pedir más información para poder verlo. Pero Jesse estaba apoyado contra un poste de luz en el estacionamiento, con los ojos vidrioso, una botella medio vacía en la mano colgando. Si Nathan hubiera llegado a salir solo, podría haber habido problemas. Tal vez lo haría darse cuenta que necesitaba un protector, necesitaba a Jacob. ―¿No tienes un sitio a donde ir, Jesse? —Gritó. ―Este es un territorio neutral, Marcelle. Gruñó bajo en su pecho. Si Blake y los chicos se hubieran quedado, habría habido derramamiento de sangre, territorio neutral o no. Jacob estaba decidido a comportarse con Nathan a su lado. Dio a Jesse una deslumbrante sonrisa y entonces dirigió a Nathan alrededor de la parte posterior de la estructura de un solo piso. Estaba más oscuro en la parte trasera, sin iluminación, al aire libre. Un garaje abierto los bloqueó la vista, pero él no había percibido a nadie alrededor, sólo las ardillas y los mapaches muy por encima de los árboles. ―Lo bueno es que salí contigo —dijo. Nathan se apoyó contra la pared de ladrillo. Jacob se enfrentó a él apoyando un brazo en el costado de su cabeza. El brillo sutil de la luna se reflejada en sus ojos claros.
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―Es bastante patético que un hombre necesite a otro para acompañarlo y poder cruzar a través de un estacionamiento de mierda de forma segura. ―Personalmente, creo que es adorable. También es perfectamente aceptable si estoy cortejándote. — Arrastró un dedo a lo largo de la esculpida mandíbula de Nathan. El hombre era magnífico, un Adonis rubiosucio. ―No hay nada de malo que un hombre se preocupe por otro. Estoy atraído por tu lado vulnerable tanto como por tu fuerza. ―Vulnerable no es una cosa positiva. No en nuestro mundo. ―Déjame cuidar de ti, Nathan. Dame una oportunidad. Él dejo caer la cabeza hacia su cuello, inhalando profundamente. El hombre aún olía perfecto, como si hubiera sido hecho para él. ¿Era este su destino? ¿Este desconocido entró en su vida por una razón? Él no debería estar haciendo promesas que no podía seguir, pero su boca no se callaba. Jacob quería reclamar a Nathan, marcarlo, hacerlo suyo. No recibió ninguna respuesta verbal, pero el latido del corazón de Nathan comenzó a aumentar, su respiración pesada. La combinación de la sobrecarga de la luna, el alcohol, y el atractivo sexual crudo entre ellos creó una burbuja de intimidad de tiempo y espacio. Cuando la mano de Nathan se acercó y probó suavemente los músculos de sus pectorales, su polla comenzó a engrosarse. Le tomó sólo un movimiento, comprobar que no estaba fuera de lugar con sus avances para llevar las cosas más lejos. ―No he estado con un hombre en más de un año —confesó. Jacob esperaba que la verdad arrojara algo de luz sobre el nivel de su desesperación y su auto-control que se deslizaba. ―Ha sido más largo para mí. Mucho más tiempo. Se atrevió a dar un paso más cepillando sus labios sobre los de Nathan. Saboreó la conexión, la textura de sus labios, y el sentimiento de volver a casa. Se besaron, profundamente, apasionadamente.
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―Podría comerte vivo —murmuró contra su boca. No podía dejar de tomar parte, degustando, explorando con la lengua. Nathan no se apartó, y le devolvió el beso con igual fervor, como si hubieran estado esperando toda la vida el uno por el otro. ―Eres un lobo grande y malo. ¿Debería de asustarme? 30
―Yo nunca te haría daño, bebé. Sólo quiero comerte la polla. Decir las palabras en voz alta era el momento de Jacob de no retorno. Tenía que tener al hombre, probarlo, joderlo, algo para traerlos más cerca. ―Fue una sorpresa cuando me defendiste antes como lo hiciste — confesó Nathan―. Nadie había hecho eso por mí antes. ―Si fueras mío, yo mataría por ti. Nunca tendrías que preocuparte sobre el hombre del saco otra vez. Comenzó a desabrochar los vaqueros de Nathan, al no encontrar resistencia. Cuando él le había desabrochado por completo, se agachó delante de sus piernas y liberó su polla. El otro shifter estaba totalmente erecto y bien dotado para su tamaño corporal. La piel en su pene era más oscura que el resto del cuerpo, y la mata de oscuro pelo marrón en su ingle se ocultaba casi por todas las sombras. Él dio una tentativa lamida a la cabeza de la amplia polla. Nathan se estremeció, su cuerpo se debilitó por un momento hasta que se estabilizó. Jacob reforzó el cuerpo del hombre con las manos. ―¿Estás bien, cariño? —Nathan asintió rápidamente—. Sostente de mis hombros —instruyó Jacob antes de abrir la boca y tomar la hermosa longitud de la polla. Su carne era cálida y sedosa contra su lengua. Hacía tanto tiempo que no podía disfrutar de otro hombre, participando en estos actos ilícitos. Todo era sobre el deber, la protección, como si ellos fueran robots con una misión y no necesitaran la emoción o el placer. Pero Jacob tenía más encerrado en él que la responsabilidad de su manada. Él tenía necesidades, sueños, deseos y ambiciones. Este joven shifter trajo todos esos sentimientos latentes a la superficie, y le hizo añorar todo lo que le fue negado. ―No tienes ni idea de lo bien que se siente.
Nathan comenzó a trabajar sus caderas, empujando lentamente en la ansiosa boca de Jacob. Le chupó duro, trabajando su longitud co n la lengua. La oscuridad de la noche, la brisa del norte fresco, la posibilidad de ser descubiertos, todo eso se sumaba al erotismo. Comenzó a aumentar el ritmo, jodiendo la polla de Nathan con su boca, tomándolo en su garganta con movimientos suaves y estables. Los profundos sonidos guturales de su amante hicieron que lo impulsaran a tomar más. Él agarró sus caderas para no perder el equilibrio, pero Nathan se estremeció al contacto, ahogando un grito doloroso. ―¿Qué pasa? ¿Te he hecho daño? Él se había arreglado para mantener sus colmillos bajo control a pesar de la salvaje lujuria tratando de hacerse cargo de su cuerpo. ¿Qué otra cosa podría haberle hecho daño? ―No es nada. Sin duda, había algo. Jacob llevó sus pantalones vaqueros más abajo, inspeccionando la causa del dolor. Fue entonces cuando vio la herida profunda de mordedura en la cadera. Estaba en las etapas iniciales de la curación, pero incluso con tasas de curación shifter, sólo eran unas horas. ―¿Cómo conseguiste esto? ¿Quién jodidos te hizo daño? Sus pelos se pusieron de punta. Incluso sin estar comandado por su alfa, quería derramamiento de sangre para el lobo que había dañado a Nathan. Una oleada violenta de fiebre territorial lavaba a través de su cuerpo. ―Nadie. Nathan se metió de nuevo en sus vaqueros, poniendo fin a su fiesta privada cuando acababa de empezar. Jacob volvió a levantarse y sostuvo contacto con los ojos, buscando algo que estaba ahí todo el tiempo. Fue entonces cuando él se dio cuenta. Este era el zorro que Blake había mordido en el bosque.
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Capítulo 3 Nathan se quedó helado. Se había olvidado de la herida en la cadera, demasiado enamorado por el lobo y sus labios alrededor de su polla. El mundo se había desvanecido a negro cuando la boca caliente de Jacob amamantó su longitud, recordándole que él era un hombre y no sólo un zorro no deseado. Vio ese momento de reconocimiento en los ojos de Jacob cuando él lo confrontó. De alguna manera lo sabía. Ellos habían estado escondiéndose de los lobos en su nueva tierra, pero nunca supo quien gobernaba el territorio de la manada. No era exactamente algo que se pudiera preguntar, cuando estaban en la clandestinidad. Si se trataba de los Marcelles, entonces tal vez Jacob sabía de la carrera que había tenido con el lobo oscuro poco antes de entrar en el bar. Todo habría terminado entonces, no sólo el afecto que había comenzado a apreciar, sino que probablemente lo matarían por allanamiento de morada. ―Eso se parece a una mordedura de lobo, Nathan. ¿Cómo lo conseguiste?— Su voz había pasado de lívido a la calma inquietante. Él se encogió de hombros. Jacob dio un puñetazo en el ladrillo cerca de su cabeza, a continuación mortero se desmoronó al asfalto. ―¡Dime, maldita sea! ¿Cómo conseguiste esta herida? Los dioses saben que no podrías haber caminado demasiado lejos con una herida como esa, lo que significa que eres de por aquí. ¿Dónde vives? ―Me estás asustando —dijo. Jacob tomó una profunda respiración y se dio la vuelta mientras él se pasó las manos por el pelo grueso y oscuro. ―Mierda. Lo siento.
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No había nada escondido ahora. Era obvio que el lobo conocía su verdadera identidad, probablemente esperando que se equivocara. Lo único que podía hacer era mirar donde las piezas podían caer. ―No tienes idea de la posición en que me has puesto, Nathan. Jacob comenzó a pasearse por delante de él. Sus anchos hombros se hundieron hacia adelante mientras estudiaba el suelo delante de él. Entonces el lobo rubio de la barra dobló la esquina del edificio. Las palmas de las manos de Nathan se humedecieron. Si Jacob le decía al otro tipo que era un zorro, habría un frenesí con Nathan como el plato principal. Sabía cómo eran de no deseados los de su clase y por eso se resistió a moverse en primer lugar. Una vida de huida realmente no era vida. Su manada estaría mejor jugando a ser humanos en la ciudad en vez de mirar por encima de sus hombros cada minuto. ―¿Por qué estás escondido aquí? —Dijo el lobo―. ¿No te gusta compartir? Él se echó a reír, con una risa sádica con la punta de sus colmillos mostrándose. Un lobo borracho no era algo que él quisiera correr solo por la noche. Ahora no estaba seguro de dónde estaba Jacob. ¿Estaría ansioso por defenderlo a sabiendas de que era un shifter zorro? ¿Le daría al lobo permiso para salirse con la suya con él antes de que lo desgarrara a pedazos? Jacob se dio la vuelta, los incisivos bajaron mientras sus labios se curvaron hacia arriba. ―Yo pensé que deje en claro que es mío. ¡Sólo mío! Ahora, échate para atrás, no estoy de humor para tratar contigo. Salpicó su declaración con un gruñido vicioso y una estocada hacia adelante que envió al lobo atrás alrededor del edificio. Nathan no estaba seguro de si debía estar aterrorizado o aliviado. Cuando Jacob giró de nuevo hacia él, sus facciones se torcieron aún en ira, gruesos colmillos blancos se reflejaban a la luz de la luna.
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Debió haber notado el impacto en la cara o el olor del miedo saliendo de sus poros, porque su cara cambió de repente, suavizando las líneas profundamente, devolviéndolo a su apuesto yo habitual. Jacob se acercó a él, alisando el cabello de Nathan de la cara. ―No me tengas miedo —dijo sin aliento, con la frente tocando la suya. Luego se fue. Se dio la vuelta y cambio en un lobo negro masivo en cuestión de segundos. Su tamaño y fuerza escarpada sostuvieron a Nathan hechizado. El lobo le echó un vistazo, sus ojos amarillos emitían un resplandor inhumano. Se quedó congelado en el lugar hasta que la bestia finalmente se fue a la oscuridad, consumido por el bosque. Su mente giraba con los pensamientos. ¿Cómo es posible que un lobo dominante como Jacob lo escatimara? Si sabía que Nathan era uno de los zorros ocupantes ilegales, ¿Por qué lo dejó libre? Le habían dado un anticipo del cielo, un vistazo de lo que una relación se sentiría, entonces lo había cambiado por la cruel realidad. Nathan podía sentir lástima de sí mismo, desear que el lobo poderoso volviera a él, pero sabía que iba a ser lo suficientemente inteligente como para alejarse del bar antes de que el borracho apareciera de nuevo. Él tenía que llegar a casa con su manada. Podían estar preocupados, incluso arriesgando su seguridad para buscarlo. Cambio a su piel y echó a correr hacia el bosque. La herida en la pierna había mejorado mucho, pero todavía le dolía cuando ejercía presión sobre la pierna. Por mucho que temía encontrarse con los Marcelles otra vez, secretamente esperaba reunirse con Jacob. ¿Sería la próxima vez tan misericordioso? ¿Era esta su única oportunidad de advertencia? Le había dicho a Nathan que no debería tener miedo de él, así que se aferró a esa pequeña esperanza de que el lobo todavía sentía lo mismo que él sentía antes de saber que era un zorro.
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―¿Dónde has estado? —Preguntó Redden. ―En el bar.— Él se mordió la lengua, siempre tentado a hablar de nuevo al alfa. ¿Por qué no podía estar contento con su suerte como el resto de la manada? Su vida sería mucho más sencilla. ―Blake dijo que vio a alguien. Un hombre nuevo.— Redden se inclinó contra un roble, sus ojos claros ligeramente miraron con desconfianza. Jacob se encogió de hombros. ¿Desde cuándo se les prohibió joder? Todos lo hacían. Las normas los declaraban sin compañeros, sin hembras de impregnación. Él no lo quería hasta que conoció a Nathan. Una vez que empezó a hablar con el pequeño zorro, sabía que tenía que tenerlo. La necesidad de aparearse de repente tenía sentido para él. Pero nunca podría ser, lo que le había puesto con el más negro de los humores. ―¿Y? ―¿Quién era él? ―¿Necesito permiso antes de joder ahora? No sé quién demonios era. No importa. Él era lindo y disponible, entonces lo jodí contra la pared antes de volver a casa. Redden gruñó para sus adentros. ―Deberías de estar de un mejor estado de ánimo si has tenido suerte. Entonces, volvió a la calidez de la madriguera sin cambiar de vuelta a su lobo. Estaban en su verdadera forma animal la mayor parte del tiempo en el bosque. Si Redden se mantenía en su piel, eso significaba que estaba planeando algo con algunos miembros de la manada. No estaba seguro de si podría oírlos complacerse entre sí cuando estaba tan reprimido y
frustrado sexualmente. Jacob se agachó y entró en la guarida. Los siete estaban dentro, el calor de su piel desnuda calentaba el espacio confinado. Él se quitó la camisa, al no poder sacar a Nathan fuera de su mente. ¿Habría llegado a casa con seguridad? ¿Lo habría seguido Jesse? Zeb y Dolph eran por lo general los juguetes de Redden. No tenían mujeres en la manada de Marcelle y su alfa no se había aventurado en la búsqueda de una todavía, demasiado centrado en el fortalecimiento de su unidad y expandir su territorio. Él miraba desde su rincón oscuro como Zeb se arrastró en cuatro patas. Con sus músculos flexionados se mantenía en su posición mientras Redden lo montaba por detrás, su potente polla rellenaba su culo en un empuje fluido. Zeb levantó la vista y miró a los ojos de Jacob. Sólo sonrió antes de centrarse en el hombre que lo jodía por detrás. Dolph se puso en pie, besando la espalda de su alfa y los hombros antes de establecer su polla entre las mejillas de su trasero. ―¡Jodeme, Dolph! —Ordenó Redden. Se convirtieron en una masa de carne y de jodida. Antes Jacob no hubiera protestado si uno de los betas lo hubiera chupado, pero ya no. Todo en lo que podía pensar era en un zorro adorable con sus azules ojos oceánicos y la dulce inocencia. Él continuó desnudándose. El olor a sexo llenaba la guarida, junto con las feromonas y ruido de joder duro. Blake y otros activos estaba profundamente dormidos, ajenos a los tres hombres que trabajan entre sí entre sus cuerpos dormidos. Ronan y Lope observaban desde sus propias esquinas, probablemente tan calientes como él. Cuando Lope empezó a acariciar su gruesa polla, Jacob siguió el ejemplo. Era el único alivio que obtendría esta noche. A pesar del espectáculo en vivo delante de él, cerró los ojos e imaginó aquella magnifica cabeza rubia-sucia subiendo y bajando sobre su polla. Fue suficiente para llevarlo al borde en un tiempo récord.
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Nathan se acomodó junto a sus dos hermanos. Su manada era única en esto ya que era sólo una manada familiar. La mayoría de las unidades tenían miembros de fuera, se habían fusionado en el pasado, o tenían familia política que hacían a su manada un árbol grande y diverso. La manada de Armand eran sólo Nathan, sus padres, dos hermanos, y una hermana. No ocupaban mucho espacio, no se acercaban a hacer mella en el suministro de alimentos naturales y se metían en sus propios negocios. ¿Por qué era tan difícil para los lobos permitirles vivir en su tierra? Los dioses crearon el mundo para todos los shifters y los seres humanos, no una manada sobre la otra. A veces, Nathan deseaba tener el poder y los músculos que Jacob tenía. Tal vez entonces podría intimidar a otros y proteger a su pequeña familia. Su padre estaba viejo y cada vez más cansado, y sus hermanos eran más jóvenes que él. Correspondía a Nathan ser el proveedor y el protector y hacerlo en este bosque extranjero era un desafío. Él ansiaba la seguridad que Jacob había prometido, pero sabía que lo había ofrecido a una ilusión, no a un miserable zorro con el equipaje de una familia dependiente. Pero él saborearía el recuerdo de aquellas horas que compartieron juntos. Para ese momento en el tiempo, Nathan se sintió especial, único, querido. Pero nunca fue destinado a ser. ―Mamá estaba preocupada por ti —susurró Ben. ―Voy a pedir disculpas por la mañana. Había dejado la cueva porque se sentía como una rata de jaula escondiéndose de los depredadores. Tenía que estirar las piernas y alejarse de las constantes discusiones de sus padres. Ellos estaban tan seguros de que esto era el mejor movimiento, pero Nathan todavía no lo podía ver. ―¿A dónde fuiste?
―Un bar. ―¿En serio? ¿Has encontrado un bar por aquí? ―Shhh. Vuelve a dormir. Ben era apenas dos años más joven que Nathan. Era el niño salvaje, siempre trayendo angustia a sus padres. Cuando vivían en la ciudad, se quedaba hasta tarde, corría con una muchedumbre de gente mala. Pero todavía era el hermanito de Nathan y lo amaba. ―Hueles a sexo. ―Vete a la mierda, Ben, y vete a dormir —le susurró ásperamente. Nathan se echó hacia atrás en su cueva estrecha y se quedó mirando la luz de la luna radiante a través de las grietas de los helechos. Soñó con cuentos de hadas imposibles mirando a Jacob Marcelle. Aquellos oscuros ojos, anchos hombros y musculosos brazos. Quería perderse en sus brazos otra vez, para sentir la boca de Jacob en su necesitada polla y que le dijera las cosas más dulces, aunque fueran mentiras. Si el lobo no hubiera descubierto su lesión, no tenía ninguna duda de que habrían jodido como animales contra esa pared de ladrillos. Sabiendo lo cerca que estuvo de adormecer la mente del sexo hizo que sus bolas dolieran. Por lo general no era tan libre con su cuerpo o con su abierta sexualidad. Jacob tenía un efecto exclusivo sobre él, tirando de su web erótico con poco esfuerzo. Casi no durmió toda la noche, sólo de vez en cuando se quedó dormido. Cuando la luz de la mañana brillaba a través del dosel del bosque, fue el último en levantarse. Su familia se movió, empujándolo mientras extendían sus extremidades. Cuando se asomó a abrir los ojos, parecía que su manada entera lo miraba expectante. ―¿Qué? ―Podrías haber muerto ayer por la noche, Nathan. Muerto. Este bosque está lleno de lobos que no pensaría dos veces antes de rasgar tu zorro.
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―Sí, madre. Voy a tener más cuidado la próxima vez. Su padre intervino ―No habrá una próxima vez. No más salidas a menos que sean en búsqueda de alimentos o agua, y sólo a la luz de día. Nathan empujó la pierna de su hermana y se puso de pie. ―Esas son tonterías. No voy a vivir como un pez en una pecera. ¿Cómo puede ser la solución a todo? Su padre era el alfa de su manada, pero Nathan no estaba de acuerdo con sus decisiones. Quería mostrar respeto, pero estaba cansado de seguir ciegamente. ―Por lo menos vamos a estar vivos y juntos. Este mundo fue hecho para los seres humanos, lobos y osos. Los zorros son los bichos que nadie quiere a su alrededor. Cuanto antes lo aceptes, mejor. ―¿Qué pasa si un lobo quiere ayudarnos, protegernos? Sus dos hermanos se rieron, pero rápidamente sofocaron el sonido en caso que fueran oídos fuera de su guarida. ―Ese día nunca llegará —dijo su padre―. Mis padres fueron asesinados por los lobos, al igual que mi hermana y tres primos. Es por eso que instalé a todos cerca de la ciudad donde estaban a salvo de los depredadores más grandes. Justo cuando él abrió la boca para discutir, su hermana le tomó la mano. ―Nathan, vamos a recoger bayas. Deberíamos estar a salvo ahora. Rayna era una pacificadora, siempre la mediadora en la manada. Principalmente, los lobos eran nocturnos, causando su destrucción por la luz de la luna, así que acompañó su sugerencia. Si se quedaba, sólo diría aún más, y él no quería faltarle al respeto a su padre. ―Bien.
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Cambiaron a su forma de zorros y rápidamente navegaron por la baja maleza, apenas haciendo ruido con sus suaves y acolchadas patas. Nathan llevaba una bolsa de tela entre sus dientes para llevar a casa alimentos para el resto de la manada. Cuando salieron al pequeño claro donde los arándanos y frambuesas silvestres crecían, cambiaron a sus formas humanas. Se estaba muriendo de hambre, pero cazar en este nuevo territorio mientras miraba su espalda no era una tarea fácil. Habían vivido de una dieta de bayas y raíces desde que llegaron aquí, pero lo que realmente necesitaban era carne. A pesar de que todavía tenían algunos ahorros, no había tiendas dentro de la distancia razonable, así que esto era todo. ―Come tanto como puedas antes de llenar la bolsa, le indicó a su hermana. Ellos se movían rápido, llenando sus estómagos y también el saco. La tarea larga y estresante de la recolección de bayas en el bosque abierto tuvo su efecto en sus nervios. ―Está lleno —dijo. Suspiró con alivio―. Está bien. Bueno. Vayamos de nuevo. Estaba a punto de cambiar cuando un profundo gruñido salió de entre los arbustos. La pata grande vino primero, y luego la nariz del lobo separando las hojas para revelar sus colmillos asesinos. Otra surgió a unos cuantos pies de distancia. Nathan se quedó helado. Él no esperaba una amenaza real a la luz de la mañana. Su primer pensamiento, una vez que recuperó una semejanza de pensamiento, era la seguridad de su pequeña hermana. ―Rayna... Él se movió un poco para colocarse entre el lobo y su hermana. ―Cambio controlado. Ella no dudó, incluso bajo la presión de estar en el lugar con lobos asesinos cambió con facilidad y desapareció en los pesados helechos. Suspiró con alivio una vez que sabía que estaba a salvo, al menos por ahora. Los dos lobos no atacaban como él esperaba.
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Más bien, se transformaron en la piel humana. Era raro para los lobos hacerse vulnerables en una situación así, pero una vez que él reconoció a uno de los hombres del bar, él sabía que estaba en serios problemas. ―¿Un zorro? Espera a que Jacob se entere de que él jodió a un zorro —se rió el shifter. 41
―Él te va a despellejar vivo. ―¿Este es el chico juguete de anoche? ―Oh, sí —el shifter de pelo oscuro se movió más cerca. ―Tal vez deberíamos tener un poco de diversión y enseñarle al pequeño enano una lección. ―¿Qué pasa con la chica, Blake? ―No te preocupes por ella. La vamos a expulsar con los otros cuando Redden nos de la orden. Él extendió la mano, a la velocidad del rayo, y enganchó el brazo de Nathan, girándolo al lado. ―Ven a mirar esto, Cash. Es el zorro en el que hundí mis dientes la noche anterior. ―Probablemente nos estaba espiando y nos siguió al bar para tirar la lana sobre los ojos de Jacob. Blake lo empujó con el pecho, enviándolo hacia atrás. ―¿Jodiste con mi mejor amigo, zorro? Otro empujón casi lo derribó más. ―Esta no es tu tierra. No tienes nada que hacer aquí comiéndote nuestras bayas. Él golpeó la bolsa de las manos, enviando de nuevo las bayas que había elegido cuidadosamente al suelo del bosque. El shifter era casi tan bien construido como Jacob, fuerza pura.
Él no tenía ninguna posibilidad en este punto. Su vida pasó ante sus ojos, y lo único que podía pensar era en su manada sola en el desierto, indefensa y víctima de estos paganos. Nathan se arrepintió de hablar irrespetuosamente a su padre ahora, sabiendo que podía haber sido sus últimas palabras. Él había orado por un cuento de hadas, donde Jacob lo llevaría a un lugar seguro. Un lugar donde otros shifters no lo fueran a matar, donde la comida era abundante, y donde el amor fuera más allá que un simple toque de la piel. Cerró los ojos, preparado para una muerte espantosa. El cepillo de pelo y el clamor de los pies le hizo centrarse de nuevo en la escena frente a él. Un lobo negro golpeó a Blake antes de que este pudiera golpear a Nathan con el brazo hacia atrás. ―¿Qué mierda, Jacob? —Gritó Blake. El lobo no cambió, sólo gruñó, su postura defensiva y amenazante. ―Él no es quien crees que es. El tipo es un zorro. Uno de los ocupantes ilegales que se supone que debemos estar vigilando. Jacob se lanzó, casi pisando el otro en el muslo. ―Está bien. Trata con ellos. Si no lo haces, sabemos dónde encontrarlos. Los dos hombres se giraron, caminaron unos pasos y luego cayeron en cuatro patas en el medio de un cambio. Nathan estaba arraigado en el lugar, paralizado de miedo y shockeado. El gran lobo negro olfateó los granos esparcidos en torno a sus pies y luego se acercó más a él. La bestia estaba tranquila, curiosa, probando el aire y manteniendo un ojo de águila sobre Nathan. Este era Jacob. Aun sin verlo pasar anoche, lo habría sabido. Esos ojos no cambiaban cuando era humano, eran inteligentes y llenos de profundidad. Se atrevió a acercarse y tocar el pelo brillante, negro, pasando los dedos extendidos profundamente en la semiblanda piel.
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Nathan admiró al lobo, poder puro y duro, la belleza. Si Jacob sólo pudiera sentir lo mismo por su piel de zorro. Significaba el mundo para él, que fuera aceptado por lo que era, y no despreciado. Jacob cambió a su forma humana, sustituyendo la piel bajo sus dedos con carne firme. 43
―Gracias. Una vez más —dijo Nathan. No dijo nada a cambio. Su rostro estoico. Las cosas eran diferentes ahora. Jacob sabía que era un zorro, un intruso en la cima de todo. ¿Permaneció algún sentimiento persistente desde anoche? Nathan observó al hombre ahora desnudo, todo músculo tendinosos anchos hombros, pectorales y abdominales definidos y colgando como un caballo. Él no se despertaba aún, pero su tamaño ya era impresionante. Antes de que él dijera una palabra, Jacob se agachó, recogió la bolsa y comenzó a recoger los frutos derramados. Fue una tarea servil de un de los grandes lobos Marcelle. Nathan se unió a él, revisando las hierbas y hojarascas para encontrar las piezas inmaculadas. Cuando por fin se puso de pie, se preguntó si el lobo nunca hablaría. El silencio se aferró a él, por lo que Nathan se inquieto. ―¿Cómo está tu pierna? —Dijo finalmente. ―Mucho mejor. Empezó a notar que los ojos de Jacob vagaban sobre su cuerpo, recogiendo cada centímetro desnudo de él. Nathan tomó su entrepierna con sus manos. Incluso bajo la presión de la situación, él estaba semi firme solamente con estar cerca de Jacob. Era embarazoso que su deseo se mostrara. Él no estaba cómodo con su desnudez como estos lobos del bosque. Gran parte de su tiempo lo pasó cerca de los seres humanos, por lo que estaba acostumbrado a cubrirse cuando no estaba con su familia inmediata. ―No te escondas de mí —dijo Jacob, con un toque de autoridad en su tono que Nathan no podía negar. Dejó caer las manos a los costados. ―Nunca te escondas de mí.
―Está bien.— Es lo único que se le ocurrió decir. ―¿Te han tocado? —Preguntó. No estaba herido y no quería nada más dramático, por lo que restó importancia a lo sucedido. ―Hubo un par empujones. Eso es todo. ―Tienen suerte de que no saben lo importante que eres para mí. Él lo miró con una intensidad que casi le robó el aliento. ―Siento lo de tus bayas. ¿Los zorros no comen carne? ―Cuando la tenemos. Las cosas no han sido fáciles para nosotros desde que nos mudamos aquí. ―Tienes que comer más.— Jacob usó ambas manos para apretar sus hombros, luego sus bíceps―. Estás demasiado delgado. Sólo el simple toque trajo el cuerpo de Nathan a la vida, incluyendo su polla. No había nada de alcohol ni de luna a la que culpar, era genuina atracción. Más que eso. Sólo con ver al lobo hizo a su estómago hacer pequeños lanzamientos. ―No soy un lobo. Nunca estaré construido como tú. ―Yo no quiero que lo seas —dijo Jacob―. Me gusta la forma en que eres, pequeño y sexy. Sólo tienes que comer más para ser saludable. Él extendió su mano y tomó la mano de Nathan, llevándolo a pie. ―Vamos. Quiero mostrarte algo. Caminaron por el bosque durante unos quince minutos. Hacer el viaje en la piel humana sin ropa protectora o calzado hizo el viaje difícil, pero al parecer no para Jacob. Empujó a través de las ramas y maleza con facilidad, despejando el camino para Nathan como un caballero. Salieron a un pequeño claro circular.
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El dosel del bosque abierto anteriormente, proporcionaba vibrantes rayos de sol a la multitud de arbustos de bayas abajo. Estos eran presa fácil comparando en donde Nathan y su hermana recogían normalmente. Los árboles eran enormes y cubiertos de musgo, una abundancia de vino blanco y trilliums de colores cubriendo el suelo del bosque. Una visión de un cuento de hadas moderno. ―Es hermoso. Era como un jardín secreto en una oscuridad de otra manera y la prohibición de los bosques. Casi se olvidó de su difícil situación. Mientras paseaba, haciendo muestreo de los granos gruesos y dulces, podía sentir que Jacob lo evaluaba. ―¿Te arrepientes de haberme encontrado anoche? —Preguntó el lobo finalmente. Él negó con la cabeza. ―No. Fue una de las noches más memorables Desde que tengo memoria. Nunca quise que terminara. ―No he dejado de pensar en ti. He estado caminando aturdido durante toda la mañana preguntándome cómo podía encontrarte de nuevo.— Dio un paso más cerca, ahuecando un lado de la cara de Nathan en su gran mano―. No debí dejarte anoche. ―Entiendo… Jacob se inclinó y lo besó en la boca, un beso tentativo que pronto se convirtió en exigente. En su propio paraíso privado, era tan fácil ceder a la tentación, olvidarse del resto del mundo. ―Soñé con tu hermosa polla. Y había soñado con la hábil boca de Jacob. Alzó las manos y envolvió sus brazos alrededor de los hombros anchos del lobo, duro y tonificado como el hierro. Su beso se profundizó, llegando a ser más íntimo, como conectando sus propias almas. ¿Cómo podía haber dudado de Jacob?
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De algún modo sabía que el lobo nunca le haría daño, no sólo debido a su promesa. Él podría haberle aplastado la noche anterior, pero no lo hizo. Jacob lo alcanzó entre ellos y se apoderó de la erección de Nathan en su puño. Tiró, trabajando la longitud de arriba a abajo mientras mantenía el beso. Tener otro hombre acariciando su polla cuando estaba peligrosamente hinchada hizo estremecer todo su cuerpo. Cuando Jacob lo dejó ir, tirando de su cuerpo cerca del suyo, sintió la polla tiesa del lobo empujando en su estómago. Él ansiaba ver su tamaño cuando estaba completamente erecto, sabiendo que sería impresionante. Nathan había estado con otros hombres, pero ellos sólo lo usaban, continuando con sus vidas como si él no fuera ninguna consecuencia. Siendo íntimo, exponiendo sus vulnerabilidades otra vez sacó sus temores básicos. ¿Lo amaría Jacob y lo abandonaría? ¿Incluso sería capaz de manejar una polla tan enorme? El pensamiento de tratando de adaptarse a todos esos centímetros de grosor en su cuerpo hizo que sus bolas tiraran firmemente. Su culo hormigueaba por ser jodido, pero Jacob era el que lideraba este partido.
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Capítulo 4 Blake y Cash pagarían cuando los volviera a ver. Zorro o no, ellos sabían que él había estado con Nathan íntimamente anoche y nunca debieron haberlo enfrentado sin el consentimiento de Jacob. Había tenido la noche para considerar cómo su tiempo juntos terminó. Jacob había juzgado a Nathan por su raza a pesar de que su corazón y su alma exigían que fuera uno para él. Tan pronto como él lo había dejado sabía que era un error. Su cerebro fue cableado para el odio, y él tenía que tratar de pensar con lógica antes de actuar. ―¿Te gusta cuando te toco aquí? —Preguntó. Su pequeño zorro se limitó a asentir con la cabeza apoyada en el pecho de Jacob, su respiración pesada. Quería estar cerca de Nathan, sentirlo respirar en él como si su vida dependiera de eso. Llegó a la vuelta y tomó la mejilla del culo de Nathan, apretando la carne firme. Todo lo que podía pensar era en caer por este hombre, su alma exigía que fuera su compañero. ¿Cómo puede ser esto? ¿Un lobo y un zorro? Había sido tan endurecido por Redden para aborrecer a alguien o algo más allá de su pequeña manada que tenía que seguirse diciendo a sí mismo que estaba bien desear a Nathan. Jacob acarició su culo apretándolo con un toque liviano como una pluma. ―¿Y aquí? ¿Te gusta cómo se siente? ―Deja de molestarme —murmuró. ―He estado frustrado desde la pasada noche. ―Está bien. Te deje duro, ¿no es cierto? ―Muy duro.
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Podía sentir la polla de Nathan palpitar bajo su toque, listo para explotar. Por mucho que lo quería follar, quería asegurarse que Nathan obtuviera cierta satisfacción en primer lugar. Todavía podía saborearlo en su lengua y quería algo más que una breve muestra. ―Acuéstate en el suelo. 48
Hizo como le dijo, bajando su cuerpo delgado y musculoso a las hojas suaves, salpicada de pequeñas flores. Mientras miraba hacia abajo a su amante rubio, el sol resaltaba sus ojos azules y su polla sobresalía hacia arriba, se enamoró de nuevo. La vista era inspiradora, hermosa, algo que capturaría en la memoria para siempre. Jacob estaba acostumbrado a hombres ásperos y duros. Ninguna piedad era el lema de la manada de Marcelle. Pero este hombre era sensible, delicado y delicioso por igual. Sus músculos estaban tonificados, su piel sin defectos, y el cuerpo dispuesto. ―¿Me vas a chupar otra vez? —Preguntó. ―¿Te gustaría eso? Nathan asintió con la cabeza, acariciando su erección, una gota de líquido claro formado en la punta. Se dejó caer de rodillas, empujando las piernas de Nathan más separadas de su muslo. La herida en su costado era nada más que una cicatriz débil ahora, el milagro de la sangre de shifter dentro de él. Todo en su pequeño zorro sacaba su necesidad de proteger, proveer y cuidar. No quería saber que Nathan tuviera nada de dolor. Jacob había oído hablar de la unión de apareamiento, pero nunca fue testigo de primera mano. No se había criado con su familia, y ninguno de los miembros de la manada Marcelle se había apareado, ni siquiera su alfa, Redden. La suave brisa agitaba las hojas en las ramas a su alrededor. Se inclinó y cubrió la brillante polla con su boca. Después de mirar a sus compañeros de manada joderse unos a otros la noche anterior en la guarida, fue especialmente gratificante participar en el acto sexual mismo. El sabor de Nathan era terrenal, macho, delicioso. Jacob aspiraba, saboreaba y se burlaba hasta que las caderas del zorro salían de la tierra y sus manos con garras en la tierra a los costados. Él continuó levantando a
Nathan a ese pico proverbial, pero él no le permitiría pasar. Jacob se quitó la polla, porque no quería que Nathan se derramara por el momento. Cuando se arrastró toda la longitud de su cuerpo, besando y lamiendo todo el cuerpo en su camino. Cuando llegó a sus labios, le besó solo una vez. ―Tú eres mi compañero, Nathan. ¿Puedes sentirlo? ―Siento algo. ―¿Estoy loco por pensar que puedo reconocer a mi compañero en menos de dos días? Nathan tragó saliva. ―Sucedió así para mis padres. Cuando mi padre conoció a mi madre, él lo sabía. Sólo tardó un minuto. Tal vez fue su olor, o el destino interviene, no lo sé. Así es exactamente como Jacob se sentía. Tan pronto como vio a Nathan en el bar, una luz se encendió dentro de él. Cuando hablaban, creció más brillante. Y cuando se besaban, estalló en una lluvia de luz. Él nunca había sentido una atracción inmediata por cualquier persona, hombre o mujer. Sacudió sus cimientos y le hizo cuestionar todo porque su nueva prioridad era la unión con el hombre al que conocía tan poco. Era liberadora, pero también aterradora. En el calor del momento era tan fácil de ignorar sus juramentos y deberes para con la manada, pero tendría que enfrentar la realidad muy pronto. A Jacob le preocupaba que Nathan no le hubiera declarado el mismo amor que él tenía. ¿Estaba equivocado? ¿Nathan no era realmente su compañero en absoluto? ―¿Sabes lo que hacen los compañeros cuando se encuentran uno al otro? ―Ellos se marcan entre sí.— Nathan se retorció debajo de él, desesperado por aliviar su propia polla, pero bloqueado por el cuerpo de Jacob cerniéndose sobre él. Podía sentir su batalla de pollas, frotándose y empujándose con sus cuerpos muy estrechamente.
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―Como una advertencia a los demás —agregó―. Una vez que te marque, ningún macho se atreverá a acercarse a ti, incluso si eres un zorro. Sus colmillos se morían de ganas por hundirse en el plano liso del cuello de Nathan. Se imaginó el sabor dulce y metálico de su sangre mientras rodaba sobre su lengua. Lo necesitaba. Su lobo insistía en eso. El mantenimiento de su control estaba aumentando en dificultad, pero él no se forzaría sobre el otro hombre. Él no iba a vivir en una relación unilateral, incluso si el pensamiento de alejarse lo desgarraba. ―Tal vez deberías pensar en eso. Estoy seguro que la manada de Marcelle no estaría feliz con la adición de un zorro a su colectivo. Calló a Nathan con un beso penetrante. Jodiendo la charla. Se preocuparía de marcarse el uno al otro después. Ahora mismo su propio pene estaba grueso y más que listo, reprimido durante mucho tiempo. Nathan agarró su hombros, sus uñas clavándose un poco. ―Jodeme —dijo. Jacob no había esperado una invitación verbal. Conocer a Nathan desesperado y dispuesto le agradaba. Se humedeció los dedos con saliva y alcanzó entre ellos, empujando un dedo en el culo de Nathan. Estaba apretado, increíblemente apretado para su gran polla. Tal vez las razas no fueron construidas para mezclarse. Nathan comenzó a jadear, apretando alrededor de su dedo, tratando de alcanzar su polla. Sus ojos fueron a la deriva, las puntas de sus colmillos aparecían en sus encías. Jacob saboreó su cambio de civilizado a salvaje. ―¿Quieres más, bebé?— Negó con la cabeza―. Lo quiero todo. Deja de jugar, Jacob. Quiero tu polla en mi culo. ―Podría hacerte daño. ―No me importa. Sólo tienes que dármelo.
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Con un suave tirón, sacó su mano y apuntó su polla en la apretada roseta, rosa. Se echó hacia atrás, guiando su polla en una pulgada. Mientras observaba su cabeza desaparecer en el hermoso agujero, sacándola de nuevo, añadiendo más humedad antes de volver a insertarla. Esta vez Nathan gimió, un sonido sin sentido que se deslizó por su espina dorsal. ―¿Estás bien? Nathan empujó sus caderas hacia arriba, forzando más de la longitud de Jacob en su culo. El codicioso zorro quería a su polla entera metida. Podía dárselo. Centímetro a centímetro, hasta que llenó a Nathan con su polla enterrada hasta la empuñadura. Su culo tenía un asimiento estrangulando su polla, apretándola sin piedad. Después de tomar una respiración profunda, comenzó a empujar, ese tortuoso placer de hundirse en el alivio sólo para avivar su mayor deseo. ―Tócate —dijo Jacob. La polla del zorro se apretaba contra su estómago, frotándose contra él cada vez que tiraba sus caderas hacia atrás para joder el culo de Nathan. ―Más —dijo, bombeando su propia polla. ―No te detengas… En poco tiempo estaban pecho contra pecho, brillando por el sudor y respirando como animales. Jacob metió los brazos debajo de los hombros de Nathan, sosteniéndolo cerca. Le mordisqueó la oreja, lamía su cuello húmedo, y le dio un beso cuando tenía aliento suficiente para hacerlo. Jacob dijo un silencioso Muchas gracias a los dioses por traer a Nathan a su vida.
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Nathan nunca había sabido lo que era sentirse tan lleno. La polla de Jacob era extraordinaria, extendía su culo en nuevas formas, llegando a cada rincón imaginable. Todos esos nervios latentes corrieron a la vida, construyendo la presión de su inminente orgasmo. Amaba aferrarse a los anchos hombros de Jacob, escuchando sus sonidos guturales mientras se perdía en el ritmo. La propia erección de Nathan se encontraba entre ellos. Cada vez que el lobo se alzaba le traía una sacudida fresca de erótico placer. Nunca había experimentado sexo como este, cara a cara, íntimo y personal. Jacob abiertamente quería aparearse con él, marcarlo. Saber que era querido por el lobo poderoso, más que odiado, calentaba su corazón. Le encantaría nada más que dar el avance, permitiéndole marcarlo como su posesión personal. Un apareamiento con Jacob le garantizaría seguridad en estos tiempos inciertos, pero una relación tiene que basarse en más que protección. Y Nathan no estaba tan seguro de que Jacob supiera lo que realmente quería. Sus amantes pasados habían afirmado sentirse muy atraídos hacia él, hasta que tuvieron sexo. Entonces las promesas y declaraciones quedaron en el olvido, nunca se pronunciaron de nuevo. Podría ser lo mismo ahora. Aunque Nathan disfrutaba el asalto sensual en su cuerpo, prácticamente le rogó a Jacob que lo jodiera y él quería ver el resultado antes de entregar su corazón al lobo. Esto no dolería más tarde si mantenía sus emociones bajo control. La presión en sus bolas se levantó hasta que supo que no sería capaz de esperar un minuto más. ―Voy a venirme —murmuró. La estimulación dual en su culo y polla lo llevó a un nuevo reino de sensaciones. Él iba a explotar.
―Hazlo. Córrete para mí, bebé. ―Pero... ―¡Vente! —Rugió Jacob, endureciendo su polla dentro de él. No quería rociar todo el estómago del lobo, pero tenía que decidir si quería detener el flujo o no. Se relajó, cediendo a la oleada de placer, sus bolas se ajustaron mientras su polla pulsaba en ondas profundas con su liberación. Él gritó, un grito primal. Sentía a Jacob seguir, bombeando su semilla profundamente en su culo. Fue un momento de claridad. Él quería aparearse con esta bestia viril con el corazón blando. El único momento en que podía recordar sentirse seguro, protegido del duro mundo, era cuando Jacob estaba a su lado. El cuerpo del lobo cayó sobre él antes de rodar un poco para el lado. ―Dioses, necesitaba esto —dijo Jacob. Los dos estaban sin aliento, mirando el revoloteo por encima de ellos de las hojas. Era tan tranquilo, pero también el momento más tenso de Nathan, a pesar del resplandor celestial. ¿Resultaría Jacob como todos los otros varones que vinieron a través de su vida en el pasado? Sólo hubo unos pocos, pero eso es todo lo que esto tomaba hacerlo prudente. ―Perdón por el desorden —dijo él, su voz carecía de la fuerza por venir de un susurro. Jacob se rió entre dientes. ―Tienes razón. Preferiría haberte tomado en mi boca. No te preocupes por tu desastre. Es parte de ti, así que no me importa. Él rodó a su lado para hacer frente a Nathan. ―Así que dime, pequeño zorro. ¿Cuál es tu manada? Él se mostró cauteloso al hablar de su familia. ―Es sólo mi familia. Mis padres, dos hermanos y una hermana. ―Muy amenazante —murmuró para sí mismo―. Voy a hablar con mi alfa para proporcionar amnistía.
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―No lo hagas. Lo único que harás será meterte en problemas. Sobreviviremos como siempre.
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Jacob no quería que su compañero sobreviviera. Quería verlo prosperar y feliz, no una preocupación en el mundo. Sus prioridades habían cambiado en las últimas veinticuatro horas abruptamente. Ahora no estaba perdido, sino anclado por este hombre. Seguramente Redden escucharía las razones. Los zorros eran débiles y poco numerosos. Ellos no representan una amenaza o desequilibrio del ecosistema. ¿Habría alguna diferencia si Nathan llevara su mordisco de amor? Si ayudara, lo administraría en este momento, pero sería un tonto por romper otra regla antes de abordar la situación. El apareamiento estaba prohibido entre los betas sin su consentimiento. Él había cruzado ya demasiadas líneas para comprender. ―Quédate cerca de tu guarida hasta que solucione las cosas. No quiero que te hagas daño. ―Suenas como mi padre. No me gusta estar encerrado. Es sofocante —dijo Nathan, sus ojos suplicantes. ¿Qué tipo de compañero era? Nathan debería poder tener sus carreras en el bosque, sin refugiarse en el miedo. Pero se acordó que esto era sólo temporal. Tan pronto como hablara con Redden sobre la situación única, Jacob volvería a la guarida del zorro con las buenas noticias. ―No va a ser largo. Te lo prometo. Besó la frente de Nathan y entonces cada ojo cerrado. Su dulce zorro se había impreso en su corazón con la fuerza de un hierro de marcar.
Se separaron, Jacob escoltó a Nathan la mayor parte del camino a través del bosque para comprobar que estuviera seguro. Luego regresó a su guarida en forma de lobo. Estaba realmente emocionado, ansioso por difundir las buenas noticias. Quería gritar desde las copas de los árboles que había encontrado el amor, encontrado un propósito. Sin duda, los hombres que lucharon y vivían con él espalda con espalda durante su vida adulta lo apreciarían.
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Capítulo 5 El campamento estaba tranquilo, así que imaginaba que Blake ya había contado a Redden el estado de las cosas. La tensión se quebró como la electricidad en el aire. Le estaba mostrando su juicio y el juicio final. Zeb salió de la cueva, de pie con la espalda recta, una vez libre de la entrada. Él sonrió cuando vio a Jacob de pie allí. ―Buena suerte —dijo―. La vas a necesitar. Entonces se alejó, al igual que otros miembros de la manada. Así que debía enfrentarse con su alfa en su propio terreno, incluso mejor. Esto se tenía que hacer, no importaba lo mucho que temiera. Jacob estaba a punto de agacharse en el foso cuando Redden surgió. Su rostro era estoico, pero ¿cuándo no lo era? De repente, él no quería que su alfa se avergonzara de él. Nunca le había importado antes. Todo lo que había pensado alguna vez, rompía las reglas, desafiando las órdenes. Ahora sentía como si estuviera dejando al hombre que lo había recogido siendo un cachorro. Él no tenía la edad suficiente para ser su padre, pero él era un joven alfa en aquel entonces y tuvo la oportunidad de tomar a varios cachorros abandonados. ―¿Te das cuenta cuántos lobos viven en los bosques vecinos, Jacob? ¿No podrías estar interesado en alguno de ellos? Conozco a Blake y a Cash que tienen un alto concepto de ti. ¿No son lo suficientemente buenos? ―Son mis amigos. Redden resopló. ―¿Amigos? Aún mejor, ¿no? Amigos, amantes, compañeros, las líneas son borrosas. Se dirigió hacia el corazón de la conversación. ―Lo amo.
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Ahora, el alfa gruñó su disgusto. ―¿Qué demonios estás pensando? Es un zorro. Eres un lobo. Estas cosas no pasan en la naturaleza. ―No puedo evitar lo que siento. ―Dioses, Jacob. Eres mi mejor hombre. Yo tenía grandes esperanzas puestas en ti. Si hubiera uno de mi manada que querría que asumiera el mando en mi ausencia o tras mi muerte, serías tú. ¿Ahora? No sé nada más. Sintió el peso de la decepción de su alfa, y esto se rompió a través de él como una cuchilla oxidada. Sería tan sencillo de hacer todo bien de nuevo. Sólo cerrar su corazón, olvidar su apego a Nathan, y ayudar a impulsar a los zorros lejos de la vista y la memoria. Sin embargo, no podía hacerlo. Estaba más allá del punto de retorno. Incluso sin sellar el apareamiento con una mordida de amor, su relación con Nathan seguía siendo un compromiso sólido en la mente de Jacob. ―Él es un hombre bueno. ―Es un zorro.— Giró Redden, masajeándose la nuca con ambas manos―. No sé qué jodidos hacer. Me has puesto en un lugar terriblemente apretado. ―Por favor. Dame tu bendición para aparearme con Nathan. Voy a asegurar a él y a su familia. Ellos no serán ninguna carga sobre la manada. Redden se burlaba, moviendo la cabeza en señal de desaprobación. ―¿Una familia? ¿Qué estás tratando de hacerme?— Su alfa apretó los puños con tanta fuerza a sus lados que se veían las venas abultadas hasta sus antebrazos. Estaba seguro que estaba a punto de pegarle, incluso tensando su cuerpo en preparación para el golpe. Pero Redden sólo puso una mano en el hombro. ―No quiero hacerte daño, Jacob. Pero esto es por tu propio bien. Te prohíbo que veas a ese zorro otra vez, ¿entiendes? ―Pero...
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―Voy a ser indulgente, rompiendo mis propias reglas porque te amo como un hermano. Si estás de acuerdo en mantenerte alejado del zorro y cumplir con tu destino con la manada de Marcelle, voy a conceder la seguridad a tu amigo zorro. Ellos puede vivir en mi bosque y los otros no los van a tocar. ―¿Esperas que ignore la llamada de apareamiento? ―¡Jacob! Estás confundido. Va a pasar. Si me pones a prueba, serás testigo de todo el alcance de mi poder. Si te niegas a dejar de ver al zorro, voy a enviar a tus hermanos para destruir su manada.— Redden tomó una respiración profunda, como si aceptara su propia decisión―. Es la única manera. ¿Qué más podía decir? Como beta, no tenía ni la autoridad, ni voz ni voto. Estaba de nuevo en el mismo dilema miserable de cumplir órdenes que no estaba de acuerdo. Sólo que esta vez era personal. Jacob se puso de pie con Redden por más de un minuto, él estudió los engañosamente cuidados ojos. Entonces, antes de que él hiciera algo que lamentaría, salió corriendo hacia el bosque tan rápido como sus patas lo permitían.
―¿De qué estás hablando? ¿Apareamiento con un lobo? ¿Qué? Nathan habló con Ben cerca de la guarida, pero fuera del alcance del oído de sus padres. ―Uno de los lobos Marcelle. Nos conocimos en el bar.— Él no podía evitar sonreír mientras hablaba―. Él me ama. Yo lo amo.
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―¿Es eso natural? Quiero decir, he estado con los humanos, pero ¿un lobo? ¿Estás seguro de que no es una trampa? ―Estoy seguro. Va a cambiar todo para todos nosotros. No más esconderse. No más hambre. Ya lo verás. Nunca había sido tan optimista y alegre. Jacob no se había vuelto contra él después de tener relaciones sexuales. ¿O era demasiado prematuro para Nathan pensar que las cosas durarían? ¿Una vez pasada la novedad de joder a un zorro, Jacob todavía lo querría? Aclaró sus pensamientos negativos y llevó a su hermano de vuelta a la guarida. Esto no se sintió tan claustrofóbico, no cuando sabía que el confinamiento era sólo temporal. Se acurrucaron juntos, y su madre les contaba historias de zorros como hacía a menudo para ayudar a pasar el tiempo. Sus pensamientos continuamente se derivaban hacia Jacob y el placer exquisito que había traído a Nathan. Tenían mucho que aprender el uno del otro, para explorar. Pero los minutos se convirtieron en horas, y pronto la oscuridad se apoderó de la tierra sin el retorno de Jacob. Los siguientes dos días pasaron de la misma manera. El sol se elevaba y Nathan se sentaba en su recinto de ramas y helechos sin hablar, sólo centrándose en un punto en la pared, y permanecía así hasta que la noche reclamaba la tierra. ¿Jacob había cambiado de idea? ¿Su alfa lo habría castigado por romper las reglas? La alegría de Nathan se había apagado hacía rato, dejando la cáscara vacía de un hombre. Se sentía sin huesos y pesado. Incluso las tareas ociosas, como recoger bayas eran muy difíciles de controlar. En la tercera noche, se había aventurado fuera de la madriguera a sentarse solo y admirar la luna. Era una noche clara, y el alto en los árboles le dio una línea de visión clara. Tenía la sensación de que Jacob apreciaría una vista tan simple, pero muy bonita al igual que él lo hacía. Pero sólo los dioses sabían dónde estaba o qué estaba pensando. ¿Alzaba la vista hacia la misma luna en algún momento? La calma lo obligó a contemplar el futuro para él y su familia. No podía confiar en nadie. Sólo lo decepcionaría y rompería la frágil barrera que protegía su corazón. Nuevos planes tendrían que hacerse si Jacob no volvía y tendría que aceptarlo.
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Hubo un crujido en la maleza detrás de él. Saltó a sus pies y corrió hacia la guarida, pero cuando nada salió, redujo la velocidad de su retirada, mirando detrás de su hombro. Nathan giró lentamente donde estaba, sus sentidos recogían un olor familiar. Justo detrás de donde había estado sentado había dos liebres peladas. Una ofrenda. ―Jacob —le gritó a la pared oscura del bosque a su alrededor. Él no le importaba si los lobos sedientos de sangre o shifters Marcelle en el bosque le oían. Tenía que ser Jacob quien le dejó la comida. Su lobo todavía se preocupaba, pero algo lo mantenía lejos. ¿Qué? Debió haber sido ilusorio creer que podían combinar sus razas en un apareamiento. Esto ofendería a cualquier alfa y comenzaría un precedente que nadie querría empezar. No hubo respuesta, ni siquiera el leve sonido de unos pasos que se alejaban en la distancia. Nathan sintió un intenso calor dentro de él. La falta de reclamación apretando como una tenaza, dificultándole la respiración. Mientras continuaba clamando por su compañero, la desesperación se convirtió en ira. ―Jacob... Se un maldito hombre, ¡muéstrate! Pero toda la burla del mundo no le ganó una respuesta. Sucedió de esta manera todas las noches durante una semana. En diferente tiempo y lugares diferentes, la carne fresca se dejaba cerca de su guarida. Nathan estaba viendo fantasmas, a veces preguntaba si Jacob existía en absoluto. Era como un lobo fantasma, yendo y viniendo como el viento, pero nunca visto. Si tan sólo pudiera alcanzar y capturarlo, pero no podía coger lo que no podía ver. ¿Durante cuánto tiempo antes de que se volviera loco, recordaría el color de los ojos de Jacob o el tacto de sus manos acariciando su cara? Cada día, Nathan se envalentonaba. No había shifters acechado su guarida como si hubieran decidido que no valía la pena. Estar sin su alma gemela lo hacía dispuesto a arriesgar un poco más cada vez que se aventuraba a salir. Si lo mataban ahora, perdería mucho menos y ganaría un poco de tranquilidad. No era más que una sombra de su antiguo ser, y en
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realidad, nunca había vivido siendo un zorro en un mundo de castas dominantes. Haciendo caso omiso de las advertencias dadas por su padre, Nathan se aventuraba mucho más lejos de la cueva, explorando más allá del jardín de cuento de hadas de bayas silvestres que Jacob le había mostrado. Él continuó más lejos, demasiado emocional para tomar el sol en los recuerdos escapando un poco más cada día. Él encontró un pozo de agua cuando los árboles se diluían para dar paso a un prado. El viento barrió las hierbas verdes, salvajes como una onda a través del océano. Incluso el sonido rítmico lo arrulló, haciéndolo soñar con lugares lejanos. Se puso cómodo en su estómago, mirando su reflejo en el agua quieta. ―Eres un tonto, Nathan —se dijo a sí mismo―. Un tonto por pensar que un hombre te amaría. Como si una nube pasara por el sol, una sombra le cerró la reflexión. Cuando se giró a mirar hacia arriba, se encontró cara a cara con el hombre que atormentaba sus pensamientos. ―Te amo. El peso de Jacob cargaba sobre su espalda antes de que pudiera saltar sobre sus pies. Por mucho que debería apartar al lobo lejos, saboreó el contacto, la carne caliente de Jacob contra la suya. Era como despertar de un sueño de tenerlo de vuelta en el cuerpo. Esperaba que no se despertara sólo para descubrir que se había quedado dormido en el banco del agujero de beber. Tenía un millón de preguntas que hacer, pero logró que sólo unas pocas palabras escaparan de sus labios. ―Me dejaste. ―No, Nathan. Nunca me fui. Siempre he estado cerca, vigilándote. ―Trajiste la carne. Jacob besó la parte de atrás de su cuello.
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—Sí. ―Mantienes a los shifters lejos. Otro beso, y luego otro. ―Sí. ―Maldita sea, Jacob. Déjame. Le susurró al oído, su aliento caliente y excitante. ―No debería estar aquí. Puedo ser rechazado por mi manada sólo por hablar contigo, pero no podía estar lejos. Te necesito. Más que el aliento, te necesito, Nathan. ―Pensé que nunca volvería a verte. Sentía la bola de la emoción esforzándose en la garganta. Quería aferrarse al lobo y no dejar que nunca se fuera. La mano de Jacob vagó más y más sobre su espalda, a la elevación de su culo, y luego entre sus mejillas desnudas. Cuando sus dedos se arrastraron peligrosamente cerca de su ano, aquel manojo de nervios se dispararon a la vida. Nathan había repetido su día en los arbustos de bayas una y otra vez en su cabeza, recordando vívidamente la presión de la monstruosa polla de Jacob llenando su culo. Quería sentir esa emoción ahora mismo. Esto lo satisfacería aún más después del anhelo noche tras noche por el amor que pensó que le fue robado. ―Hueles como yo recordaba —dijo Jacob, su voz profunda y brusca―. Hueles como yo. Reemplazó su dedo burlón con la cabeza de su húmeda polla. Nathan se aflojó para él, conscientemente relajando sus músculos tensos para aceptar la rígida erección de Jacob. ―Un poco más —dijo mientras continuaba alzando su culo. Cuando él estaba asentado plenamente, se detuvo de acribillar más besos sobre la espalda y los hombros de Nathan. Él apartó el pelo a un lado y le acarició las mejillas juntas.
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―Te extrañé —confesó. ―Lo sé, bebé. Te he extrañado. Pero esto es perfecto. Ahora mismo, aquí contigo... perfecto. Nathan quería preguntar sobre el mañana y el día siguiente y los días después de eso, pero decidió guardar silencio. No quería maldecir su buena fortuna o arruinar el momento que compartían. Su culo se ajustó a la intrusión en un abrir y cerrar de ojos. Él tomó medidas drásticas contra la polla de Jacob, señalando su disposición. Si este era su momento, debía ser plenamente realizado. Su compañero lobo aparentemente estaba de acuerdo, comenzando a sacar su polla sólo unos pocos centímetros para luego volver a hundirse. El comenzó una fricción lenta, excitante que sólo construía la lujuria de Nathan en lugar de apagarla. ―Me gusta esto más rápido —dijo. ―Ya lo sé, mi pequeño zorro. Me estoy tomando mi tiempo contigo. Fabricando para que dure. No se contuvo durante mucho tiempo. Pronto Jacob bombeaba sus caderas más rápido, trabajando en un mismo ritmo constante. Condujo la polla cerca de las bolas profundamente, conduciéndose dentro y fuera como un pistón. Nathan agarró y clavó las uñas en la hierba justo a su alcance, buscando cualquier cosa para reforzarse. Un torbellino de calor y electricidad azotaba su interior, cada vez más poderoso a cada segundo que pasaba. ―Sí —comenzó a cantar, amaba el ritmo rápido. La propia polla de Nathan fue aplastada entre el estómago y la tierra, pero sólo un cambio, cuando su culo palpitaba con una mezcla turbulenta de presión y placer. Era surrealista, eufórico, y estaba a punto de llegar a una cabeza. ―Voy a venirme, bebé. Déjame marcarte. Dime que lo quieres tanto como yo. —Soltó él sin razonar. —¡Sí! Hazme tuyo.
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Entonces la boca de Jacob descendió sobre el grueso músculo, donde su cuello encontraba a su hombro. Él succionó la sensible carne, los nervios de Nathan pequeños hilos calientes, enviaban señales errantes directamente hasta sus pelotas. Entonces el pinchazo agudo vino, rompiendo a través de la piel y los tendones. Corcoveó bajo la punzada de dolor, pero el peso de Jacob estaba sobre él, aquietando sus movimientos de pánico, su polla aún palpitante en su culo. Después de que el dolor inicial había desaparecido, un calor más fuerte que un reguero de pólvora quemaba por sus venas. El mordisco de amor no era más que una marca superficial externa. Esto vinculaba, un acto monumental para no ser tomado a la ligera. Los shifters generalmente se apareaban de por vida, por lo que una mordedura ataría a dos seres juntos hasta la muerte. El orgasmo que estaba esperando justo bajo la superficie fue arrancado de él con tal intensidad que gritó el nombre de Jacob, el sonido haciendo eco a través del agua. ―Mio —dijo Jacob cuando aflojó sus colmillos de su carne―. Ahora y siempre.
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Capítulo 6 Jacob tenía la intención de obedecer las instrucciones de Redden, también tenía miedo de las consecuencias si no lo hacía. Sabía exactamente cuán letal podía ser la manada cuando se cruzaba y no quería estar en la recepción final de su ira. Pero cuando vio a Nathan estar al lado del agua, mirando tan perdido y solemne, se movió sin pensar. Mantenerse alejado había sido más difícil de lo que había imaginado, pero al menos tenía la tranquilidad que Nathan y su familia estarían a salvo gracias a su sacrificio, pero ¿a qué costo? Aunque Nathan parecía más saludable, ya que sus músculos eran más gruesos gracias al aumento de las calorías que le proporcionó, el zorro se estaba consumiendo de otras maneras. En lugar de ayudar a Nathan a olvidarlo, pudiendo funcionar y vivir una vida feliz, fue y lo marcó, atándolos juntos aún más fuerte. ―Lávate conmigo —dijo Nathan, deslizándose en el agua clara. Él sumergió la cabeza y luego se frotó la parte de atrás del mojado pelo con ambas manos. Riachuelos de agua corrieron por los duros planos de su dorado cuerpo. Su compañero era hermoso, despertándolo sólo minutos después de su liberación. Jacob experimentó todo de manera diferente desde la degustación de la sangre de su compañero. Era como si estuvieran cableados juntos. Podía sentir su emociones, escuchar sus pensamientos no expresados, y sentir el amor que compartían diez veces. Entró en el agua fría sumergiendo su cuerpo hasta el escote. ―¿Puedes oír mis pensamientos? —Preguntó. Nathan se quedó perplejo. ―¿Qué quieres decir? Supuso que el apareamiento no estaba completo, no hasta que fuera mordido a cambio.
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―Me tienes que marcar para averiguarlo. Su dulce zorro envolvió sus brazos alrededor de su cuello y las piernas alrededor de su cintura ya que el agua llevaba su peso. Jacob lo abrazó, sabiendo que tendría que salir pronto y no estaba seguro cuando tendría la oportunidad de pasar tiempo con Nathan otra vez, alguna vez. 66
Era un milagro que no hubiesen sido descubiertos ya. La lengua de su compañero pintaba patrones sobre su cuello, el agua haciendo su piel resbaladiza. ―Voy a hacerte daño —dijo Nathan. Jacob se rió, inclinándose atrás lo suficiente para poder levantar el labio de Nathan para examinar sus caninos. ―Mira eso —dijo—. Los más hermosos pequeños colmillos que he visto nunca. Esto parecerá una mosca negra mordiéndome, nada más. Ahora dame el mismo regalo que te di. Fue egoísta atarlos juntos cuando su apareamiento estaba condenado, pero donde el amor se refería, era algo posible. Nathan lamió la humedad en el cuello antes de que tentativamente hundiera sus colmillos en la piel. El lento movimiento causaba más dolor que un golpe rápido, pero él permaneció en silencio, porque no quería asustar a su joven amante en la parada. Una vez que la sangre empezó a fluir, pudo sentir la succión de la boca de Nathan sobre la herida. El corazón del zorro aumento la frecuencia y apretó su agarre sobre sus hombros. Estaba hecho. Habían completado su apareamiento, en contra de los deseos de su alfa. La relación estaba destinada al fracaso, pero Jacob todavía no estaba dispuesto a renunciar a ella. El único chasquido de una distante rama atrajo la rápida atención de Jacob, los dientes de Nathan recortaron su piel. Echó un vistazo a la línea de árboles y encontró un par de ojos brillantes. Un shifter lobo los había encontrado, pero ¿por qué esperaba? Sabía que Redden tenía otros miembros de la manada vigilándolo.
―Cruza el agua y espera por mí en la otra orilla. Si no estoy detrás tuyo, llévate a tu familia al bar donde nos conocimos. Hay una camioneta azul en el aparcamiento con las llaves debajo de la visera. Vuelve a la ciudad y nunca pongas un pie en un bosque de nuevo. Podían comunicarse telepáticamente ahora tan fácilmente como hablar en voz alta. No diferente a sus compañeros de la manada en forma de lobo. ―¡No! ¿Por qué me dices esto? ―Nathan, este no es el momento de ser difícil. Te lo dije, he roto las normas por verte. Ahora. Vete. Él sabía que el zorro estaba asustado, sus grandes ojos azules le suplicaban. No era el momento para reflexión o mimos, no cuando todo estaba en juego. Lo único que importaba ahora era asegurar que Nathan estaría seguro. Jacob se preguntó a cuál de sus amigos le ordenarían castigarlo o peor. Se dio la vuelta para asegurarse de que el zorro se perdía de vista y entonces se enfrentó a su demonio. ―Sé que he hecho mal. Guarda el dramatismo y muéstrate. —Gritó. Cash salió del bosque en su forma humana. ―Yo ni siquiera estaba comprobándote. Sólo necesitaba un baño de mierda. Él se pasó una mano por la cara. ―¿Por qué tenías que estar aquí? No había arrepentimiento en su pesada voz. Sería su deber informar de sus conclusiones a Redden, pero Jacob había crecido con estos hombres. Habían reído, luchado, y llorado juntos. ―No te preocupes. Cometí un error, no tú.
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―No te va a matar. Te ama demasiado. Pero tendrá que desterrarte, ¿sabes eso? ―No me importa lo que me haga. Prometió hacer daño a mi pareja si yo lo volvía a ver. Por favor, no dejes que le pase nada a él. Cash se pasó la mano por el pelo corto rubio mientras se sentaba en el banco. ―No me gusta esto. No sé a quién culpar, si a ti o a Redden. Quiero decir no tienes ningún negocio de apareamiento con un zorro de mierda, pero de nuevo, Redden está demasiado obsesionado con su propias visiones del futuro. Jacob inclinó la cabeza para mostrarle a Cash su mordisco de amor. ―Si tuvieras uno, no me cuestionarías. La llamada de apareamiento no se puede elegir. Simplemente ocurre cuando conoces a la persona adecuada. Para mí, es Nathan. Yo no sabía que era un zorro, pero cuando me enteré, no importaba, no me importa. ―Él es muy lindo. Jacob se burló frunciendo el ceño a su amigo, y luego los dos se rieron como en los viejos tiempos. La situación se había jodido, pero no podía deshacer el pasado. Aunque Jacob pudiera volver atrás y nunca caminar a ese bar, incluso deseándolo. Esta vida había sido insatisfactoria, faltándole algo intangible hasta que conoció a Nathan. ―Vamos a regresar juntos y tener una junta de manada o algo así. Seguramente Redden verá la razón. ―He tratado de apelar a él, pero él insiste en que no estoy eligiendo el camino correcto. Si me destierra, está bien. Me quedo con Nathan y su familia y le pediré a los osos asilo. ―Pero no quiero que te vayas. Tú perteneces a aquí con los Marcelles.
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Él no quería dejar a su manada tampoco, pero Nathan tenía que ser incluido en su vida. Sería mejor marcharse si Redden intentaba dañar a los zorros. Hablaría con Redden una vez más, y si las cosas se ponían feas, él había planeado sacar a la familia de Nathan a la carrera de esos bosques. Mientras regresaban al campamento, él sentía que estaba caminando la milla verde. Este sería el juicio final. Si lograba influir en su alfa, no había manera de que Redden aguantara su desobediencia de nuevo. ―Mira lo que traje a casa para la cena —anunció Zeb, asintiendo con la cabeza al ciervo tumbado en la hoguera. ―¿Quién lo va a limpiar? Nadie sabía lo que había ocurrido, excepto Jacob y Cash. Se sentía extraño conociendo que la calma estaba a punto de romperse mientras todas las personas continuaban normales. ―¿Dónde está Redden? —Preguntó Cash―. Fue a buscar a los ocupantes ilegales. Debería estar de vuelta pronto. Zeb examinó su captura, las cejas bajadas. ―Tengo que conseguir esta carne sobre el asador. Me muero de hambre. Mierda. Esto no era lo que esperaba en absoluto. Su alfa siempre enviaba a uno de los miembros de la manada para verificar la familia zorro. ¿Por qué repentinamente cambio en su rutina? ¿Sabía algo, vio algo? Cash lo miró con una expresión igualmente perplejo. ―¿Quieres ir a comprobar? —Preguntó. Jacob sacudió la cabeza, sabiendo que era su problema a tratar, y era su compañero el que necesitaba protección. ¿Lucharía contra su propio alfa para proteger a Nathan? Él no quería ni pensarlo. Quizá Nathan ya se hubiera retirado al bar como le había indicado. ―Voy a ir. Si algo me pasa, recuerda lo que te pedí que me prometieras.
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―Nada va a pasarte, pero eso sí, voy a hacer todo lo que esté en mi poder. Jacob cambió, sacudiendo su abrigo negro y espeso antes de saltar en la dirección de la guarida del zorro. ¿Cómo había llegado a ser su vida tan complicada así de rápido? Se supone que eso es lo que el amor le hacía a un hombre. Había sido tan sencillo cuando sólo tenía que comer, dormir y seguir órdenes. Ahora tenía un compañero dependiendo de él y un alfa empeñado en mantenerlos separados. ―¿Vas a alguna parte? —Dijo la voz desde un lado mientras corría a través del estrecho sendero entre árboles jóvenes y arbustos espinos os nuevos. Llegó a un punto muerto en busca del lobo que hablaba con él. Era Redden. ―¿Qué? ¿A dónde iría? ―No me mientas, Jacob. Sé todo acerca de su pequeña tarde jodiendo. ―¿Cómo? Él se rió entre dientes. ―Vi. ―¿Dónde está Nathan? ¿Le has hecho algo? ¿A su familia? ―Oh, pero debería, ¿verdad? ¿Cuándo fue la última vez que puedas recordar que no cumplí mi palabra? Soy el alfa, mi palabra es ley, sin embargo lo pisoteas. ―Sabes que eso no es lo que está pasando. Siempre obedezco tus órdenes. Esto es diferente. Nathan es mi compañero. Los dos hemos terminado el apareamiento. Al mantenernos alejados, me estás castigando, matándome. ―Se ha ido, de todos modos. Los vi recoger las maletas y marcharse. Puedes dar gracias a los dioses que era misericordioso hoy.
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Jacob suspiró con alivio. Su peor temor era que Redden mantuviera su promesa. Ahora tenía que preocuparse por encontrar a Nathan otra vez. ¿Cómo lo encontraría en la ciudad? Sería casi imposible rastrearlo, pero al menos estaba vivo. Si pudiera hacer parar el tiempo y pasar el día en su jardín especial o en el río cristalino hablando de sus vidas y sus sueños y aprender de los demás órganos íntimamente. El optimismo a ultranza nunca logra nada. Tenía que encontrar a Nathan. ―Estás pensando en ir a buscar a tu muchacho juguete ¿verdad? — Permaneció en silencio, sin querer mentir o renunciar a sus planes —. Jacob, estás destinado a grandes cosas. Ya te he dicho esto desde que eras joven. Temía el día en que te levantaras contra mí, pero supongo que era inevitable. Sólo esperaba que me amaras lo suficiente para no encenderme completo. ―Nunca me levantaría contra ti, Redden. Te quiero como a un hermano, pero amo a Nathan, también. ―Entonces, ve por él. Pero no puedo garantizar tu futuro en esta manada.
Nathan tomó la delantera, seguido de Ben y su familia en la parte trasera. Se movían a velocidades de vértigo a través de la selva. Él no quería marcharse, pero una vez que el shitfer rubio se llevó a Jacob, él sabía que tenía que seguir los deseos de su compañero para que se fuera. Nathan no podía correr el riesgo llegando a perjudicar a sus padres o hermanos. Cuando estuvieran a salvo, volvería por Jacob.
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Su corazón se aceleró mientras corría por el bosque, sólo pasando su memoria sobre la manera de salir de la selva. Era diferente con la luz del día iluminando su camino. La última vez había sido oscuro cuando había buscado su manera de salir, y luciendo una dolorosa lesión en la pierna. Hoy tenía un yugo igual de soportar con toda su familia a cuestas. Su padre era débil y las hembras vulnerables. Ben y Trey eran los hermanos menores, y él no quería que se lastimaran si había una confrontación. Cuanto antes estuvieran libres de la selva, mejor. Cuando salieron de entre los árboles a la orilla de la carretera, Ben se unió a él en la exploración de su ubicación. El bar estaba a sólo diez minutos más al norte, pero era peligroso estar en público con su forma de zorro durante el día. Esta zona estaba llena de cazadores que no dudaría en matar a un zorro. Por no hablar de los lobos hambrientos y territoriales que se pudieran encontrar. ―Hay una pequeña cabaña a pocos minutos de aquí. Dejaremos todas las maletas ahí mientras obtenemos la camioneta. Será más rápido y más seguro así —dijo Nathan. ―¿Qué pasaría si los lobos que son dueños de la cabaña volvieran cuando estemos lejos? ―No, Jacob dijo que sólo la utilizan para cambiarse a la ropa humana cuando entran en público. Es de día, así que ellos estarán cerca de su guarida. ―Está bien. Vamos a conseguir ropa para nosotros mismos, a menos que un zorro planee conducir el camión de ahí. Se llevó a su familia a la pequeña cabaña de madera situada en el bosque. Sería seguro por el poco tiempo que fuera necesario para obtener el camión y volver. Después de cambiarse y vestirse, corrió hasta el lado de la carretera en su camino hacia el bar local. ―¿Dónde está? —Preguntó Ben, su voz sin aliento por las incesantes paradas. El estacionamiento estaba vacío, a parte de un par de remolques de plataforma grandes en la periferia. ―Debe de estar en la parte de atrás.
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Todavía recordaba cuando Jacob lo había llevado a la parte posterior del bar. Sólo de pensar en el lobo grande y fuerte agachándose para chuparle la polla le hizo endurecerse, incluso en las circunstancias extremas. Los recuerdos tenían el poder de transportarlo, pero necesitaba estar centrado ahora, no reflexionando sobre tiempos más felices. El camión estaba donde Jacob dijo que estaría. Era una camioneta azul clara deslavada, con la pintura desconchándose. Mientras corría, a Nathan le importaba menos lo que parecía. Abrió la puerta del lado del conductor y comenzó a buscar alrededor la llave de repuesto. El sonido de la música distante creció más cerca, el bajo tecno mataba el silencio de la tarde. Probablemente sólo eran cazadores humanos en un viaje de placer. El bar no estaba abierto todavía, por lo que es probable que sólo fuera un coche por la carretera principal. ―Lo encontré —dijo cuando cayó la llave de la visera en su regazo. Estaba tan feliz de tener la llave que no se había dado cuenta que la música era aún más fuerte, no desapareciendo como debería. ―Nathan... —La voz de Ben estaba vigilada cuidadosamente, elevando al cabo los pelos del cuello de Nathan. Se deslizó fuera de la camioneta para reunirse con su hermano. El camión con cuatro hombres de aspecto rudo estacionados en un ángulo que restringía la salida. Reconoció a Jesse de su primera visita al bar. Las semanas habían pasado y Jesse seguía apestando a borracho. Seguramente él no recordaría a Nathan ahora. ―¿Dónde está tu novio? —Jesse saltó desde el camión, aterrizando en dos pies calzados con botas. Él arrastró los pies, indiferente con aire amenazador, la grava crujiendo ruidosamente con cada paso. ―Él te deja solo, ¿sin nadie que te proteja? ―Tal vez yo soy su novio ahora —dijo Ben. Estúpido, estúpido, estúpido. Su hermano era tan impulsivo, y ahora no era el momento de ser un sabelotodo.
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―¿En serio? —Jesse cambió su atención hacia Ben―. No me estás mintiendo ahora, ¿verdad? Quiero decir, no me puedo imaginar a tu amigo pasando de un buen hueso a un pedazo de carne seca. ―Y asumo ¿qué soy la carne seca? Ben cruzó los brazos sobre el pecho. ¿No vio a los otros tres hombres en el camión, no cabe duda de que eran lobos shifters como Jesse? ―Si él tuviera el gusto de Jacob Marcelle, no creo que estaría muy satisfecho contigo. Ahora, yo por otro lado, creo que estaría contento. Nathan tenía que regresar con su familia y no tenía un sentimiento bueno sobre la situación. Ellos estaban aislados en el medio de la nada con estos paganos. Si no jugaban bien sus cartas, estarían en profunda mierda.
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Capítulo 7 Jacob ni siquiera había tenido tiempo de correr lejos en busca de Nathan cuando un zorro casi se estrelló contra su costado. Estaba frenético, tal vez tenía rabia. Estaba a punto de aplastar su cuello cuando se lo pensó mejor. ¿Y si se trataba de uno de los familiares de Nathan? No podía comunicarse con él ya que no eran pareja y de diferentes especies, cambió, esperando que el zorro hiciera lo mismo. Incluso en su forma humana, no tendría problema para matar al zorro si se convertía en un problema. Redden observaba desde las sombras cuando el zorro cambió a un hombre rubio-sucio, de manera similar a Nathan. ―Estoy buscando a Jacob de la manada Marcelle. ―Ese soy yo. ¿Quién eres tú? El chico se quedó sin aliento. ―Necesito ayuda. Nathan ha sido secuestrado, lo que sea. Se ha ido, y los chicos que se lo llevaron tenían idiotas como nombre. ―¿Quiénes eran? ―Nathan dijo que eran lobos. Él reconoció a uno de ellos del bar. Había cuatro de ellos y sólo dos de nosotros, así que no estábamos en igualdad. La sangre de Jacob corrió caliente. Apretó la mandíbula hacia abajo, sólo viendo rojo cuando se le ocurrió la escena del secuestro. ―¿Lo tocaron? —Preguntó, pronunciando cada palabra. ―Joder si. Nos golpearon a los dos. Tendrías que haberme visto antes de que yo viniera aquí. Redden se unió a ellos, dirigiéndose a Jacob. ―¿Jesse?
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―Tiene que ser. Él fue el único haciendo una escena la última vez que estuvimos en el bar. Es probable que esté sintiendo lástima de sí mismo por haber perdido la pelea. El secuestro tuvo que tener prioridad sobre la totalidad del zorro siendo su compañero en cuestión. Seguramente Redden no era tan insensible. Algo se tenía que hacer. ―¿Sabe que es un zorro? Jacob sacudió la cabeza. Jesse nunca había visto el cambio de Nathan, por lo que no sabía que no era un lobo. Es probable que lo supusiera ya que era un Marcelle quien lo quería. ―Así que han cruzado la línea. Ha hecho una declaración tomando al hombre que sabe que tú deseas. Podía sentir la energía malévola de su alfa. Se alimentaba su agresividad creciente y el deseo de derramamiento de sangre. Nadie jodía con su pequeño zorro. ―Si quieren problemas, vamos a dárselos. ―Pensé que querías a mi compañero desaparecido. Debes de estar muy emocionado. Era imposible ocultar el sarcasmo en su voz. Su compañero estaba siendo retenido contra su voluntad los dioses sabían lo que le estaba haciendo. Si Redden no hubiera exigido que se quedara aparte, nada de esto habría pasado. Jacob quería echar la culpa a todo el mundo, cuando debería sólo mirarse. Era su responsabilidad vigilar a su compañero, aun cuando se le prohibió verlo. Había hecho su trabajo satisfactoriamente hasta hoy. Ahora las cosas no podrían estar peor. ―Sigues siendo un Marcelle, Jacob. Una amenaza o ataque contra ti es una amenaza o ataque contra todos nosotros. Nos preocuparemos de tu vida personal cuando lleguemos a casa. En este momento, consigue a todos tus hermanos. Vamos a hacerle una visita a la manada Krell. ―Eso es de lo que estoy hablando —dijo el zorro.
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Redden hizo una pausa, mirando al extraño. ―¿Cuál es tu nombre? ―Ben. Soy el hermano de Nathan. Ahora que le había dado la noticia sobre el secuestro, pareció calmarse unos pocos grados, casi vertiginoso sobre el rescate. ¿Pensaba que participaría? Una batalla de lobos no era lugar para un pequeño zorro shifter. Él sería aplastado en el olvido si se mezclaba en la lucha. ―Te pareces a él —dijo Jacob, al notar las similitudes en construcción, cabello y color de ojos. Pero el zorro no le prestó atención a él, tenía muy ocupado sus ojos fijos en Redden. Tal vez él nunca había visto a un verdadero alfa. Ellos emiten una esencia de fuerza y potencia, cualidades necesarias para dirigir una manada de cambia formas duros. Si él no dejaba pronto de mirar fijamente, puede que Redden acabara perdiendo los estribos. La raza inferior de shifters eran rechazados, era por eso que estaba tan en contra del apareamiento de Jacob con una. ―No estás acoplado —dijo Redden, inclinando la cara del hombre a cada lado a su vez. ―No. Soy demasiado joven para sentar cabeza. ―¿Cuántos años tienes? ¿Veinticinco años? Ben sonrió. ―Veinte y cuatro. Pero no te deje engañar por la edad. No soy ninguna virgen ruborizada. ―En serio. Así que eres un chico malo. Jacob se sentía como si estuviera viendo una película en el autocinema. ¿Estos dos realmente estaban coqueteando entre sí cuando la vida de Nathan estaba en peligro? Estaba sorprendido de que Redden pensara en joder al pequeño zorro, pero tenía un apetito sexual infinito. Si ambos estaban dispuestos, era su problema. Pero su aventura de una noche tendría
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que esperar hasta que Nathan estuviera a salvo en los brazos de Jacob de nuevo. Se aclaró la garganta. ―Voy por la manada. Ustedes dos deberían prepararse. Cada minuto cuenta si vamos a recoger su olor. Los dos hombres parecieron salir de su estado de ensoñación y se centraron en la tarea a mano. Ben siguió con él cuando se metió en la guarida para decirle a Zeb, Lope, y Dolph que se prepararan para la lucha. Redden fue para encontrar a Ronan, Blake, y Cash que estaban haciendo sus rondas por el bosque. ―¿Por qué tienes un alfa no acoplado? Eso es anormal, ¿no es así? Ben siguió hablando con él cuando estaba tratando de desarrollar estrategias mentales. ―Su hermano fue tomado por los lobos enemigos. Los dioses saben que le estará pasando mientras hablamos. Esa debe ser su única preocupación por ahora —gruñó como una puntuación y enfurecido. En dos minutos él estaba cambiando y salió a la camioneta sin esperar si el resto estaba listo o no. Sacaría una manada entera con sus propios dientes y garras si tenía que hacerlo, cualquier cosa para proteger al hombre que amaba. La preservación auto alfa significaba poco ahora que llevaba un mordisco de amor. Quien le pusiera un dedo a su hermoso zorro pagaría con su vida. Una vez que se habían reunido en el claro, se produjo un cambio en masa cuando todos ellos se transformaron en su forma animal, ocho lobos vestidos de músculos y un pequeño zorro rojo. ―Mira a esa cosa. En realidad ¿lo estás dejando que venga con nosotros? —Preguntó Ronan. ―Él quiere ayudar a su hermano. Déjalo ser —dijo Redden―. Es honorable luchar por sus seres queridos. Ben no sería capaz de escuchar ni comunicarse con ellos, pero la manada estaba en sincronización completa ahora que habían cambiado.
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―Creo que el jefe tiene un flechazo —dijo Cash―. Veo el brillo en sus ojos cuando mira las patitas del zorro. El resto de ellos se echó a reír. ―Vete a la mierda. El día que me acople con un zorro, es el mismo día que deje a un oso cogerme por el culo. ―Pero te gustaría eso —se burló de Blake―. Así que ¿cuándo es la boda? Redden mordisqueó a Blake mientras corrían. Jacob trató de bloquear su risa, pero era difícil con un buen sonido en su cabeza. Era una de las razones por las que preferían dormir en forma humana. Al oír los pensamientos eróticos de sus compañeros de manada jugando una y otra vez en su cabeza mientras trataba de dormir era una tortura. No se molestaron en preocuparse por la ropa una vez que llegaron a la SUV. Ellos comenzaron a cambiar y subieron al camión tan pronto como ellos tenían dos piernas y los brazos para hacerlo. Una vez que llegaron a la manada Krell, dominada por bosque más al sur, cambiarían en el momento en que salieran del vehículo. Ronan se puso al volante, a toda velocidad por la estéril carretera. Una lluvia fina cayó del cielo oscurecido, enguijarrando el asfalto negro y gris. Esto satisfizo el humor de Jacob, el sentimiento triste, sentirse enfermo en su estomago. El aire en el camión se sintió añejo, haciendo cada respiración laboriosa. Ellos eran todos hombres grandes, por lo que nueve de ellos en un vehículo de siete plazas era como estar en una lata de sardina. Lamentablemente Ben y Redden estaban a su derecha, continuando sus payasadas. ¿Por qué su alfa tomaba tal interés en un zorro, una raza que reclamó para odiar? Por primera vez en años, Redden tenía un aire alegre sobre él, a diferencia de su habitual porte severo. ―Esperaba que un zorro macho fuera menos dotado —dijo Redden. Su alfa metió la mano en el regazo de Ben y acarició su semi flácida polla. El zorro no lo apartó, pero separó las piernas un poco. ―Sigo siendo un hombre, lo mismo que tú. Mi bestia no dicta quién soy como persona.
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Lo cierto es que Redden estaba a punto de inclinarse y besar al hombre. No habían parado de hacerse ojitos, desde que estaban en la guarida, y a Jacob había comenzado a darle náuseas. Después de todo el calor que Redden le había dado por caer con un zorro, su alfa no parecía tener ninguna reserva acerca de joder con uno. ―¿Pueden los dos parar? ¡Mierda! ―Lo siento —dijo Ben―. He estado encerrado en ese agujero en el suelo por meses. Estoy reprimido y no pienso con claridad. ―Bueno, será mejor que aclarares tu cabeza, porque vamos a estar ahí en un minuto. En realidad, si eres inteligente, te quedarás en la camioneta donde estarás seguro. Los lobos, literalmente, te destrozarán — dijo Jacob. Se acercaron al bosque prohibido, al que sabía mejor no entrar. Pero hoy habían llegado a colarse en la fiesta, recuperar lo que era suyo, y enseñar a estos cabrones una lección. Jacob en realidad había sido indulgente con Jesse, pensando en sus sentimientos y no queriendo crear problemas. Ahora que había ido demasiado lejos, pagaría por su traición. Una vez fuera de la camioneta, él no perdió el tiempo en cambiar a la seguridad de su pelaje. Él quería tener toda la fuerza de su presencia, el olfato y el oído. Casi tan pronto como había golpeado el suelo en cuatro patas, empezó a distinguir el olor único de Nathan. ―Él está aquí —dijo, mirando a la dirección que el sendero conducía. No esperó a organizar su grupo, solamente salió en busca de su objetivo, su compañero. La manada estaba en silencio ahora, sigilosos y mortales. Todo humor y barullo se quedó atrás en la camioneta. Ahora estaban todos listos para desafiar a los Krells y preparados para ganar. Su guarida era profunda en el bosque. Era un laberinto virtual cuando no estaban acostumbrados a su entorno. Su falta de familiaridad sería una desventaja si tenían que salir rápido. Los shifters nativos podría fácilmente rodearlos, conociendo los entresijos de su propio territorio.
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―Por ahí —dijo Ronan, a la deriva a la izquierda del camino trillado. Era un rastreador excelente, así que Jacob seguía voluntariamente a su compañero de manada a través de las zarzas espinosas. Cuando llegaron a la cueva, el crepúsculo descendía sobre el bosque, creando sombras siniestras en todas direcciones. Vacilaron, preguntándose la mejor manera de abordar la situación. ¿Deberían ellos ir a la carga o enviar un explorador? Pero tan pronto como se levantó el olor del miedo de su compañero, tomó la decisión por él.
Los cuatro lobos lo tenían atado en el escondite apretujado. Olí a muy mal, al igual que la guarida de su madre. Podían ser animales, pero también eran seres humanos. Él esperaría que los shifters tuvieran algún respeto por la limpieza general, pero no en este caso. Añadir el olor pútrido de alcohol y el hedor del cuerpo y esto era un castigo justo para respirar. ―¿Dónde está tu compañero? ¿Por qué no viene por ti? El rubio lobo repetía continuamente. Obviamente, él quería una confrontación con Jacob. Debía tener algo que ver con la noche en el bar cuando Jacob se acercó a castrarlo. ―Él no sabe que estoy aquí, así que no va a venir al rescate, si eso es lo que estás esperando. ―Ya es tarde. Él se preguntará dónde estás. El resto de nuestra manada estará en la ciudad hasta el domingo, así que tenemos todo el tiempo del mundo para esperar a que tu precioso compañero aparezca.
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Por mucho que Nathan oró para que Jacob viniera al rescate como su caballero de brillante armadura, tampoco quería que le hicieran daño estos cuatro lunáticos. Tenían armas humanas y con el alcohol en su sistema eran impredecibles. Estos lobos no tenían honor. Mientras se reían, lo pinchaban con palos, diciéndole sus planes detallados de tortura si Jacob no aparecía, oyó una débil perturbación en el bosque a las afueras de la guarida. Los lobos estaban demasiado exagerados en su propia emoción estúpida para darse cuenta. A continuación, un pequeño zorro rojo entró en la guarida, destrozando el lugar, saltando sobre las mesas, golpeando todo lo que estaba en posición vertical. Se movió tan rápido que los lobos estaban girando, a la vez que caían objetos, y un sentido de confusión reinaba, haciendo de la habitación un borrón. Era Ben, el tonto loco. Nathan tenía la esperanza de un rescate heroico de su compañero, pero en cambio, su espontáneo hermano había venido a salvar el día. ¿En qué estaba pensando para desafiar a cuatro crecidos shifters lobo? Nathan puso a prueba sus ligaduras, pero estaban demasiado apretadas. Sus muñecas y tobillos fijados a la silla de madera, lo que le hacía imposible zafarse. Los cuatro shifters expulsaron al zorro de la guarida, una pareja ya en pleno proceso de cambio. Quería gritar para que Ben corriera más rápido, ocultarse, llegar lejos, muy lejos. Pero él no quería complicar las cosas al permitir que estos lobos enloquecidos se dieran cuanta de que él era el hermano del zorro. Su mente aún estaba conmocionada cuando un lobo enorme entró en la guarida. Este no era uno de los cuatro originales. ¿Por qué no había perseguido a Ben también? ¿Estaba aquí para torturarlo? Tan pronto como él se movió, él habló. ―¿Nathan, supongo? Nathan no reconoció este lobo oscuro. Era enorme, músculo sobre músculo. Él asintió con la cabeza, sin saber con quién estaba tratando. ―Soy Redden, el alfa de Jacob. He venido a sacarte de aquí.— Cuando desató las cuerdas, él continuó hablando―. Te pareces a tu hermano.
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―¿Usted conoce a mi hermano? ¿El alfa de Jacob no había declarado que nunca podían asociarse entre sí de nuevo? ¿Cómo se había reunido con Ben? ―Oh, nos hemos encontrado. Él es bastante valiente y tiene carácter para ser un pequeño limpiador. ―Técnicamente, no somos limpiadores... No importa. ¿Dónde está Jacob? ¿Alguien va a ayudar a Ben? ―Todos están cuidado a la cosa dulce. Mi manada está afuera sacando la basura. Tu hermano hizo un excelente trabajo dirigiendo a los lobos Krell a una emboscada. ―Jacob. ¿Él está aquí? Su corazón empezó a golpetear. No de nervios, si no de la anticipación de ver al hombre que él anhelaba. Cada vez que lo recuperaba, Jacob era arrancado de él una vez más. Redden había terminado con los nudos. Nathan se frotó las muñecas y se levantó, estirando las piernas apretadas. ―Él está liderando esta expedición. Tú debes de ser muy importante para él. Su corazón se hinchó sabiendo que un lobo orgulloso, poderoso podía realmente amarlo, quererlo. ¿Su alfa seguiría manteniéndolos alejados ahora que había apoyado esta tentativa de rescate? ―Es importante para mí, también. En ese momento, Jacob asomó la cabeza en la guarida. Parecía cansado, con zonas oscuras bajo sus ojos. Nathan se precipitó sobre él y lo hizo girar en torno a él en sus brazos, manteniéndolo apretado. Nathan nunca quería dejarlo ir. ―Gracias a los dioses que estás bien. Estaba muy preocupado.
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―Mis padres. Están en la pequeña cabaña, probablemente preocupados. ―No te preocupes. Nadie se atrevería a traspasar la tierra Marcelle. Iremos ahí a primera hora. Jacob le dio un beso a la vista de su alfa. Parecía que su compañero había tomado una decisión consciente en algún lugar a lo largo de la línea para poner su apareamiento encima de todo.
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Capítulo 8 El precio pagado por el día tenía a Jacob agotado. Después de luchar contra los lobos Krell y asegurarlos, la combinación por el estrés de perder a Nathan, hacía que estuviera listo para dormir y no despertarse durante al menos un día. Ellos recogieron a la familia de su compañero y luego tuvieron que correr a pie volviendo por el bosque hasta las cuevas. Redden acordó dejar descansar a todos por la noche. Estarían frescos tanto de cuerpo como de mente en la mañana. Luego se discutiría la situación del zorro y considerarían la trayectoria futura de la manada. ―¿A dónde vamos a ir? —Preguntó Nathan. Ellos habían traído a su familia a su guarida, pero después de la tumultuosa noche, ellos no querían estar separados. Jacob quería agarrarse a su zorro y nunca dejarlo ir. ―Hay un vieja guarida de zorro no demasiado lejos. Es perfecto para nosotros dos. Corrieron a través del corazón negro como el carbón de la selva donde el pabellón cuidadosamente tejido de hojas y ramas bloqueaba incluso la luz de la luna. Su destino era una guarida cuidadosamente excavada profundamente en la raíces de un árbol. Debió de haber sido utilizada para una madre y sus cachorros una vez hace mucho tiempo, pero era sorprendentemente espaciosa. Jacob no era pequeño, por lo que necesitaban un lugar donde dormir donde pudiera estirar sus largas piernas y obtener un descanso adecuado. ―Me gusta —dijo, mientras trotaban por el interior al descubierto. ―Bien. Cambiemos a la parte humana. Quiero tenerte bajo mi brazo, justo a mi lado mientras duermo. Si puedo oír tu respiración, sentir tu pecho subir y bajar, podré dormir bien por una noche. ―Estoy rígido y débil —dijo una vez que él se movió.
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―Es probable que no hayas comido en todo el día. Voy a salir y cazar al amanecer. No creo que pueda hacer nada en este momento, solo dormir. Nathan se acomodó cerca de su lobo, cubriendo un brazo por encima de su fuerte pecho. Podía oír el latido tranquilizador y firme del corazón de Jacob en su oído. Este fue el final perfecto para un día de mierda. Jacob rastreo patrones suaves sobre su espalda. ―Hace unas semanas no me importaba nadie más que yo. Ni siquiera ponía a mi manada primero, siempre cuestionaba a mi alfa. Ahora tengo claridad. Tú me has dado algo por qué vivir. ―Yo sólo asumí que nunca iba a encontrar a un compañero. La vida sólo ha sido sobre la supervivencia durante tanto tiempo como puedo recordar. Nunca hubo tiempo para reflexión, sueños, o incluso lamentaciones. Mientras no pasáramos hambre o muerte, teníamos una apariencia de un techo sobre nuestras cabezas, y un nivel de seguridad, eso es todo lo que necesitábamos. ―No más. A partir de ahora eres mi responsabilidad. Estoy tomando todas tus cargas sobre mis hombros. Y yo soy muy capaz de soportarlas, mi dulce pequeño zorro. ―Te amo —dijo, y lo quiso decir. ―Silencio ahora. Duerme. Mañana tendrá sus propios desafíos.
Cuando Nathan se animó a abrir los ojos, estaba bien pasado el amanecer. Jacob no estaba a su lado, las agujas de pino suaves refrescadas con ningún calor residual del cuerpo.
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―¿Jacob? ―Afuera. Se arrastró fuera de la entrada estrecha. Inmediatamente, el olor de sabrosa carne burlaba sus sentidos y su hambre. Jacob estaba sentado sobre un tronco caído con el asador casero con carne asándose. ―Ahí estas, dormilón. Me he levantado hace más de una hora. ―Pensé que estabas agotado. Él fue a reunirse con Jacob en el tronco, pero el lobo le dio unas palmaditas en la pierna. Nathan no dudó en sentarse en su regazo. Con el estrés de ayer en la memoria y la energía renovada del sueño de la buena noche, Nathan podía concentrarse en su pareja. Sus hermosos ojos de lobo lo mantenían cautivo. ―Estoy acostumbrado a sobrevivir con dormir muy poco. Nunca he estado tan bien descansado. De hecho, descansado y viril. Nathan podía sentir su polla ansiosa empujando la parte inferior de sus piernas en esa posición. Nathan sonrió, besando a Jacob una vez en los labios. ―Ya veo. ―Lo siento. No puedo ayudarme a mí mismo cuando te veo. Dio al hombro de Jacob un pequeño apretón y luego suavizó su mano rugosa hacia abajo a la longitud de su brazo y en la parte externa de la pierna. ―Hermoso. Su estómago comenzó a revolotear y sus bolas de pronto se sintieron demasiado pesadas y completas. El cuerpo del lobo era tan cálido, envolviéndolo mientras se sentaba en su regazo. Por último, se deslizó, cayendo de rodillas entre el tronco y el fuego. ―Tú me has probado. Yo no he tenido el placer.
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Agarró la base del pene erecto de Jacob, saboreó la vista por unos instantes, y entonces lamió desde la raíz hasta la punta. Su compañero gruñó, el sonido parecía vibrar en todo su cuerpo. Empezó a chupar la gruesa raíz, disfrutando la esencia del hombre que amaba. Sólo soñó con el día en que podía disfrutar con el cuerpo de Jacob, pero esto era, en cierto modo, un agradecimiento por todo lo que Jacob había hecho ayer. Significaba más para Nathan que sólo un rescate sencillo de su cuerpo. Su compañero había demostrado que le importaba lo suficiente como para hacer sacrificios. ―Eres bueno con tu boca. Creo que te voy a mantener —bromeó Jacob, su voz temblando ligeramente cada vez que Nathan añadía presión a la aspiración que tenía sobre su polla. Trabajó la erección, girando su lengua alrededor de la cabeza de seta gruesa. Las gotas de líquido preseminal revistieron su lengua, estimulándolo. Su amante estaba cerca, muy cerca del borde del placer. Se tragó toda la tarta, las ofertas terrosas, con avidez, lamiendo la raja de la cabeza de la polla una vez más. ―Mejor paras, Nathan, o me voy a venir en tu boca. —Asintió, sin soltar su cierre. Lo único que quería era llevar a Jacob a una corrida magnífica. Él quería tragar hasta la última gota de su eyaculación mientras rociaba su garganta. Era una parte de él, así que lo quería en el interior de su cuerpo, conectándolos al igual que sus mordeduras de amor lo hacían. ―Dioses, Nathan. Me estás matando. Jacob agarró cada lado de su rostro, ayudándolo mientras chupaba su polla. Sus movimientos eran más rápidos ahora, desiguales y erráticos. En cualquier momento estallaría. Nathan quería ser testigo de la pérdida de control vulnerable en su hombre, mirándolo deleitarse en aquel reino maravilloso justo antes de que sacara su semilla. ―Me vengo. Joder, voy a venirme duro. Su polla tocó la parte posterior de su garganta un par de veces antes de sentir el golpe de rocío caliente. Bebió todo lo que le ofreció Jacob, sintiéndose realizado por hacer llegar a Jacob al orgasmo sólo con su boca. El fuego crujiente calentaba la espalda de Nathan mientras descansaba su cabeza sobre el fuerte muslo del lobo. ―¿Te gustó?
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―Me encantó. Tienes una lengua perversa, bebé. Pero no deberías haberme dejado llegar tan pronto. Al menos déjame darte lo mismo. Se mordió el labio inferior, preocupado de pedir lo que realmente quería. Su compañero era un lobo dominante por lo que probablemente no quería que un simple zorro rojo lo jodiera. Pero esto atormentó los pensamientos de Nathan. Nunca había tenido la oportunidad de estar en el extremo que da, para sentir su polla fácilmente en el culo apretado de un hombre. El cuerpo de Jacob era duro y tonificado, incluyendo su parte trasera. ¿Cómo podía verlo pavonearse y no fantasear acerca de tomarlo duro y rápido? ―Yo estaba pensando en otra cosa, pero... ―¿Quieres follarme, ¿verdad? —Jacob tenía una simpática sonrisa en su rostro, una mezcla entre juguetón y travieso—. Todo lo que tienes que hacer es preguntar. Alisó sus manos sobre el pecho de Jacob y luego se pasó los dedos por el pelo. Su compañero lobo le gustaba ser doméstico, teniendo su línea del cabello acariciada. ―Pensé que no te sentirías cómodo con eso. Yo lo entiendo, por supuesto. ―Al diablo con eso. Tú no eres sólo mío, Nathan. El mordisco de amor en mi cuello me dice que soy tuyo, también. Además, quiero sentirte reclamándome, jodiéndome. Su corazón se aceleró después de haber dado el visto bueno. Puesto que él sintió por primera vez la erección de Jacob contra su pierna, el propietario de la polla había estado duro como la madera. Sin la liberación, tenía muchas ganas de ir. Él se levantó de sus rodillas, casi abordando a Jacob contra el tronco mientras buscaba su boca en un beso que lo consumió todo. ―Whoa allí. Tómalo con calma. No voy a ninguna parte.
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Jacob celebró apoyarlo mientras se levantaba. Su fuerza y altura en posición vertical una vez alimentada la libido furiosa de Nathan. Quería subir a esa montaña, domar a la bestia tan fácilmente capaz de destruirlo con poco esfuerzo. Pero Jacob nunca le haría daño. Nathan confiaba en él con su cuerpo y su mente. Su pene estaba sobresaliendo de su cuerpo, golpeando a Jacob mientras intentaba acercarse lo suficiente para envolver sus brazos alrededor de su cuello. ―Estás más que listo, ¿verdad?— Jacob alcanzó entre ellos y acarició su polla un par de veces. Suspiró, apoyándose en su compañero cuando el ataque de placer casi lo derribó. ―Sí... Sus ojos se cerraron mientras se deleitaba con el táctil y firme agarre de Jacob y calculó que tenía una creciente erección. ―Necesito venirme. ―No así. Jacob lo soltó, dejándolo privado de su tacto. ―En mi culo. Quiero sentir tu polla bombeando tu semilla en mí, llenándome a rebosar. Bordeando la concha de la oreja con la lengua, su cálido aliento burlaba sus sentidos. Jacob se arrodilló delante del tronco enorme donde estaba sentado, inclinándose sobre los codos. Su espalda y sus hombros se esculpían a la perfección, recordando a Nathan la primera noche que se reunió con él en el bar. Su culo era firme y redondo, todo su cuerpo una obra de arte masculino. No estaba seguro de qué hacer, porque no quería echar a perder esta oportunidad. Con el cambio constante de los acontecimientos, siempre temía que cada día con su compañero podría ser el último.
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―Nathan, no tengas miedo, sólo hazlo. Jódeme tan duro como quieras. Te prometo que no me harás daño. Por supuesto que Jacob podía sentir su vacilación nerviosa. El miedo era la emoción más potente, fácil de reconocer por shifters y animales. Nathan se agachó sobre una rodilla. Alisó sus dedos abajo en la musculosa espalda de Jacob hasta llegar a sus caderas delgadas. Con una mano asegurando a su compañero, humedeció su polla con su propia saliva como Jacob le había enseñado. Luego apuntó entre aquellas mejillas del apretado culo, presionando. Le tomó varios intentos para conseguir su objetivo, pero su amante era paciente, dándole instrucciones hasta que finalmente fue capaz de forzar a la cabeza de su polla en el culo de Jacob. Se quedó inmóvil, sorprendido por la estrechez y abrumado por lo que sabía que iba a venir una vez que se hundiera todo el camino. ―¿Cómo no me voy a venir en cuestión de segundos? Tu culo ya está abrazando mi polla tan apretadamente, que está prácticamente exprimiendo mi semilla. ―Te voy a enseñar. Simplemente haz todo lo posible para mantenerte el mayor tiempo posible. Cuando te sientas venirte, párate y recógete. Se arriesgó, empujando la longitud de su polla profundamente en el calor acogedor de Jacob. Ambos gimieron. ―¿Te agrada? —Preguntó. ―Nathan, utiliza esa hermosa polla y jódeme con ella. Esto va a favor mío aún más. El lobo estaba casi gruñendo, revolviendo su lujuria primaria. Empezó a sacar y meter, dentro y fuera. Con la luz del día destacando su acto sexual, él era capaz de ver su carne endurecida desaparecer en el culo de Jacob y otra vez salir. Nathan sintió la intensa satisfacción de finalmente tener la oportunidad de dominar a su pareja. Él saboreó el abrazo de su polla mientras se acercaba más a la liberación, que ansiaba desesperadamente.
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Esto sería breve y dulce. Nathan esperaba que hubiera muchos días más cuando lánguidamente podrían explorar los cuerpos de cada uno, aprender el toque del minuto y la presión en que uno llevaba al otro al borde. Creció más su audacia a medida que se acercaba al orgasmo. Un brillo de sudor cubría su cuerpo mientras bombeaba sus caderas con impaciencia contra el culo de Jacob. Su compañero había agarrado grandes trozos de madera del tronco, señalando su pérdida de humanidad. Nathan se deleitaba en ello, sabiendo que era un zorro follando a un lobo. Era increíble, pero no podía ser más perfecto. Después de la retención como Jacob le había instruido, estaba dolorosamente llena de sangre y dejó de luchar su liberación. Un lavado de paz y satisfacción suprema inundó sus venas mientras bombeaba en el culo de Jacob, su polla palpitaba durante más tiempo de lo que creía posible. Cuando fue sobre él se desplomó en el suelo, apoyado contra el tronco. ―Ahora me has reclamado —dijo Jacob sentado a su lado. Él se inclinó y le besó la sien húmeda. ―Espero que estés listo para hacerlo otra vez esta noche, porque nunca voy a estar satisfecho con solo una muestra. Más que hoy. Eso es todo lo que podía esperar por el momento. ¿Había cambiado de idea el alfa de Jacob desde el rescate? ―Tienes suerte entonces. Sólo mirarte me pone duro. Después de tomar una comida decente, y descansando por un tiempo, ya era hora de enfrentarse al alfa Marcelle.
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Capítulo 9 Ya los estaban esperando. Todos sus compañeros de manada, los hombres con los que comía, reía, y dormía a su lado desde antes de que pudiera recordar. Todos se sentaron alrededor en un círculo de reuniones. El ambiente era solemne, no charla o sonrisas como era normal con sus amigos. Esto no le dio un sentimiento positivo sobre el resultado de la reunión. Seguramente Redden no iba a continuar manteniéndolos separados después de ayudar a Jacob a rescatar a su compañero. ―Estamos bien descansados, listos para la reunión a la que se nos pidió venir. ―Siéntate —dijo Redden. Se sentó en uno de los tocones junto a Nathan. Había tantos ojos de lobo amarillos observando todos sus movimientos. Se sentía como si estuviera en un juicio, pero supuso que lo era. Había ido en contra de una orden, había fallado en cumplir con las normas establecidas mucho antes de que él se uniera a la manada Marcelle. En lugar de mostrar agradecimiento por haberlo recogido, por ser bueno, obediente miembro de la manada, continuamente trajo desilusión y vergüenza a Redden. Fue un ciclo horrible sin saldo. ―Tengo una revelación que hacerte, Jacob. Y es lógico que te la diga en presencia de tus hermanos. Te aman y no te desean mala voluntad, lo mismo que yo. Cuando te tomé en el colectivo Marcelle como un cachorro, no habías sido abandonado. Tu padre y la mayor parte de tu manada fueron eliminados cuando los osos asumieron sus tierras unos años atrás. Yo era de una manada rival y encontré a tu padre moribundo. Él me hizo prometer protegerte, levantarte como un Marcelle y entonces encajarías con los otros. No podía negarme a un inocente cachorro, a pesar de que debería haberte eliminado. Mira, tu padre era el alfa de su manada, lo que significa que como su único heredero, tú también eres un alfa. Yo sabía esto cuando te tomé, sabiendo que algún día probablemente me desafiarías, tal vez
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incluso me mataras. Pero era un riesgo que estaba dispuesto a tomar. ―Yo nunca me revelaría contra ti. Tú me diste todo lo que ahora soy por sentado. Sentía vergüenza de sus acciones, pero su mente estaba también tratando de reconstruir la nueva revelación. Si él realmente era un lobo alfa, tendría sentido porque él había comenzado a cuestionar a Redden como un adulto. No era un corazón inconstante, pero su naturaleza dominante natural brillaba a través. ¿Qué significaba para su futuro? ¿Lo echarían fuera de Marcelle ahora que sabía la verdad? Dos alfas que comparten la misma tierra era algo inaudito, pero ésta era su casa, su familia. ―Siempre has hecho que me sienta orgulloso, Jacob. Pero hice otra promesa a tu padre que estoy obligado a mantener. Él asintió con su cabeza, y los demás en el círculo entraron en acción. Cuatro de sus hermanos vinieron detrás de él, asegurándolo en su lugar, dos para cada grueso brazo. ―¿Qué es esto? ¿Iban a castigarlo, matarlo? ¿Era el amor tan fácilmente olvidado o Redden habló con la misma facilidad que le quitaba? ―Jacob. Eres el último de la manada Vincent. Era importante para tu padre reconstruirla cuando llegaras a la mayoría de edad, para garantizar la línea continua en las generaciones futuras. Hizo una pausa, con el conflicto evidente en la cara de Redden. ―Si te hubieras enamorado de una chica, tal vez. Pero un zorro macho. Su línea va a morir junto a ti sin una pareja fértil, preferiblemente una loba para mantener su nombre puro. ―¿Me estás tomando el pelo? ¿Esperas que renuncie a mi compañero y encontrar alguna perra en celo para que pueda cumplir con las promesas de un fantasma?
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―Es el honor, Jacob. Es todo lo que importa. Le di mi palabra, y he de mantenerla. ¿Por qué crees que estaba tan en contra de tu apareamiento? ―Pero amo a Nathan. Nos hemos unido, compartimos mutuamente mordeduras de amor. No puedes esperar que vaya a permanecer lejos de él. Él probó el agarre de los shifters que llevaba encima, pero era seguro. ―¡Joder, Jacob! Traté de mantenerte lejos de él, fuera de la vista, fuera de la mente. Pero continuamente desobedecías, saliendo a hurtadillas para verlo y estar con él. Ahora sólo va a ser más difícil para ti. ―¿Qué quieres? Redden volvió a asentir, y los últimos dos shifters levantaron a Nathan de su asiento. ―¡Saca tus sucias patas de encima! —Rugió Jacob, luchando por liberarse. ―Llévalo a él y a su familia a donde yo te indiqué. ―¡Déjame ir! —Jacob derribó a uno de los hombres y una gran lucha siguió. ―¡Nathan! Podía ver que se llevaban a su compañero por el enredo de brazos y piernas mientras luchaban en el suelo del bosque. Jacob era más fuerte que cada uno de sus compañeros de manada de forma individual, pero con cuatro de ellos trabajando juntos era demasiado para él dominarlos. ―Deja de pelear. Sólo vas a hacerte daño —dijo Redden. ―¿A dónde lo llevan? —Exigió, cerca de un cambio espontáneo. Redden se agachó.
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―Sé que dije que iba a destruir a tu compañero y a su familia si no me obedecías, pero no eran más que palabras para mantenerte lejos de él. Ten la seguridad de que nunca haría daño a tu pareja. Ellos solamente reubicarán a Nathan y a su familia. Es mejor para todo el mundo de esa manera. Este no es lugar para un zorro. Son como los gatos domésticos y pertenecen a su propia especie, cerca de la ciudad. Si no puedes encontrar al zorro, entonces tal vez serás capaz de enfocar tus intereses en otros lugares. Conozco a muchas hembras elegibles que cualquier hombre mataría. Quién sabe, tal vez te guste cambiar de bando una vez que lo intentes. ―¡Nunca!
La puerta de la camioneta se abrió, y fueron sacados fuera sobre la acera de cemento. ―Aquí. Tómalo. El shifter que sólo conocía como Blake le entregó un grueso rollo de billetes. Lo tomó y estudió el dinero. ―¿Qué quieres que haga con esto? ―No lo sé, zorro. Obtén un apartamento para ti y tu familia. Es mejor aquí en la ciudad. Estarás a salvo. Puedes conseguir un trabajo, y tener una vida real. Apretó los billetes en la mano, la recompensa por haber perdido a su compañero.
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―Jacob vendrá por mí. El lobo sacudió la cabeza. ―Tú no eres bueno para él. ¿Quieres que Jacob pierda el legado transmitido a él? Nuestro alfa ya le encontró a una mujer bonita que le puede dar crías y mantener al nombre de su familia vivo. Si te preocupas por él, quédate fuera. A medida que la camioneta se alejaba, le gritó: ―¡Él me ama! Pero sus palabras quedaron colgando en el viento. Nathan se volvió hacia su familia. Estaban de vuelta al punto de partida, pero ¿cuánto peor ahora que tenía a un compañero por ahí que no podía ver ni tocar? Blake tenía razón. ¿Quién iba a interponerse en el camino de la felicidad futura de Jacob? Él se sentía pequeño y barato y estúpido, pero tenía que mantener los hombros hacia atrás y enfrentarse a su realidad por el bien de su familia. ―Es difícil —dijo Ben, tratando de consolarlo, sin éxito. ―Sí, Ben. Es duro. Tengo un montón de dinero, pero no una casa, sin compañero, una familia que mantener, y sin perspectivas de trabajo. Gruñó su disgusto y comenzó a caminar por la acera. Todos llevaban ropa en mal estado, dadas a ellos por los lobos antes de salir del bosque. Lo primero que tenía que hacer era colocar a su familia. Después estaría solo para pensar, tal vez llorar, maldecir, y sentirse perdido, también. Todo sucedió tan rápido. Tenía el amor y la alegría delante de él .Ahora ya no estaba allí para tomar. Nathan se preguntó si Jacob abrazaría su nuevo estado alfa y se aparearía con la diosa loba que Blake había mencionado. ¿Cómo es posible competir con eso? Nunca podría dar herederos a Jacob. Su pene era sólo bueno para follar, nada más. Nathan se sentía como una mierda, como un inútil saco de mierda. ―Vamos a salir de esto. Ben puso su brazo alrededor de los hombros Nathan y los llevó a unos metros de distancia.
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―Vamos a poner a la familia en un hotel para pasar la noche, y luego tú y yo vamos a salir y conseguir joder. Podemos hacer frente a la realidad mañana. ―Necesito estar solo esta noche. ―No, eso es lo último que necesitas. Mira, estás a punto de estallar, hermano. Esa vena de la sien no ha dejado de palpitar. ―Vamos... Nathan aceptó a regañadientes el plan de pantalones voladores de su hermano. Ellos colocaron a sus padres, su hermano y su hermana en una habitación doble en un motel de familia. Estarían seguros y cómodos, y había dejado suficiente dinero para que ellos consiguieran alimentos y artículos de primera necesidad. Cuando la noche llegó, estaban de vuelta en las calles, esta vez iluminado por farolas. Era una luz antinatural en una ciudad que nunca dormía. Puede que detestara el bosque antes de marchar hacia el norte, pero había aprendido a apreciar las pequeñas cosas gracias a Jacob. Le había enseñado acerca de las plantas y animales nativos, como el bosque se había adaptado a lo largo de las décadas, y cómo vivir una cómoda vida con la generosidad de la naturaleza. Compartir una guarida con Jacob, sólo ellos abrazados juntos, le ganaría a la cama más lujosa en el mundo. Lo que no daría por que el colchón fuera de agujas de pino si eso significaba tener a su compañero atrás. Había una amplia selección de bares y clubes nocturnos para elegir en la calle. Caminaron a lo largo, observando a la gente, simplemente disfrutando de estar sin tener que mirar por encima de sus hombros. ―Así que, ¿cómo se puede deshacer una mordedura de amor? Quiero decir, ¿lo que ocurre cuando conoces a un chico nuevo? ―No va a haber un chico nuevo. Eso es todo para mí.
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―Eso lo dices ahora, pero tienes sólo veintiséis años, Nathan. Al final tienes que seguir adelante con la vida. ―Ben, no puedes saber cómo me siento. No has sentido esto en tu vida. Tal vez si supieras lo que es el amor, podría escuchar tus opiniones. ―Áspero. ―Vamos a estar de acuerdo en no hablar, ¿está bien? Salimos para olvidar. Entraron en un bar. El interior estaba oscuro, pero no deprimente. La decoración se hizo en una añosa arboleda que se asemejaba a la verdadera apariencia rústica del bar donde había conocido a Jacob. ¿Le recordaría todo al lobo? Pensó en lo que dijo Ben. ¿Estaría solo por siempre ahora, siempre suspirando por el hombre que una vez amó? Si supiera a ciencia cierta que Jacob se preocupaba por él tanto como él lo hacía, él descubriría una manera de volver al norte, encontrar a Jacob, y juntos podrían construir un futuro acogedor. Pero él no sabía nada. Había sido llevado lejos tan rápido que no tenía ni idea de cómo Jacob se sentía por todas las noticias. Era un lobo alfa, haciéndolo aún más sexy en la mente de Nathan. Pero eso traía consigo una responsabilidad y un sin número de complicaciones. Su papel en la manada de Marcelle, sin duda cambiaría. Tendría que enfrentarse con un pasado del que no sabía nada y rellenar los zapatos de un linaje que se moría. ¿Querría crear herederos, cumplir su destino? ¿O deseaba dejarlo todo y volver con el zorro ro jo insignificante? Nathan golpeó la pared en el baño público, ligeramente abollando los paneles de yeso. Si se tratara de Jacob, su puño pasaría limpio a través de la habitación de al lado. ¿Por qué tenía que nacer de la raza más inferior de shifters? Oso, lobo, el zorro, siempre la paja corta. ―Te tomó bastante tiempo —dijo Ben a Nathan cuando regresó al bar. Había una hilera de vasos que lo esperaban. El deepamber líquido prometido que nubla la mente. Él compitió con su hermano por un tiempo, bebió vaso tras vaso, hasta que estuvo tan cerca de estar enfermo que tuvo
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que pararse. ―No más —dijo con voz ronca, ardiendo su garganta. Su tristeza ya levantada ligeramente. ―Puedes mantener tu consumo de alcohol siendo un pequeño zorro, hermano. ―No eres más grande que yo, pero parece que lo manejas mucho mejor. Ben se rió entre dientes, haciendo girar su vaso en un círculo. ―Práctica. Mucha práctica. Él pensó en aprovechar la oportunidad para aprender más acerca de su hermano. Rara vez hablaban. Cuando se metía en su guarida, no había privacidad en absoluto, no había espacio para estirar las piernas aún. La mitad del tiempo su hermano estaba fuera en cualquier multitud, era popular una semana a la siguiente. Apenas sabía quien era su hermano de sangre en realidad. ―Nunca conseguí agradecerte adecuadamente por salvar mi culo. Eso fue muy valiente de tu parte, arriesgarlo todo para distraer a los lobos. ―Fue muy emocionante. En cuanto al riesgo, había una manada en espera justo fuera de la entrada listos para cubrir mi espalda. La sonrisa de Ben de pronto se desvaneció como si recordara algo desagradable. ―¿Qué es eso? ―Nada. Él tomó una respiración profunda reorientándose, con una sonrisa fingida atrás en sus labios. ―Así que, sabes yo soy tu hermano. Nunca hablamos. Si hay algo en tu mente, yo debería ser quien comparta. Joder, sólo nos tenemos uno al otro ahora, pero tú eres como un extraño para mí. ¿Cuánto tiempo podría alguien prosperar viviendo una vida rápida superficial?
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―No digas eso. Ben arrastró su mano por su sucio-rubio pelo. ―Es que yo no soy bueno con las emociones. Es más fácil ser divertido. ¿Sabes lo que quiero decir? ―Pero tiene que ser real para ti a veces. Hubo un momento de silencio. Podía ver a su hermano que trabaja para decir algo, así que no empujó, ni interrumpió. ―¿Sabes del alfa Marcelle? Sé que lo odias ahora, y supongo que yo también debería hacerlo. Pero durante unos segundos me pareció que había algo ahí. El se rió y trató de hacer caso omiso de este tema por completo, hablando del tiempo. ―Espera un minuto. Tú y Redden, ¿el alfa de Jacob? ¿Cuándo sucedió esto? ―No es nada. Bueno, obviamente ya que nos desterró a todos nosotros de su bosque. Es como si fuéramos víctimas de algún cuento de hadas retorcido. ―Bueno, quiero un reembolso, o por lo menos un nuevo final. Esta historia es una mierda.
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Capítulo 10 ―No me puedes mantener atado para siempre —bramó. Su amorosa manada decidió fijarlo en su vieja cabaña con una cuerda y cadenas. Incluso habían ido tan lejos como para poner un collar metálico alrededor de su cuello para que no pudiera moverse y escapar. Después de estar solo durante horas y horas, la puerta crujió finalmente, abriéndose. ―Jacob, dejar de luchar. Cortarás tus muñecas. Blake se metió en la cabaña y tuvo la clara sensación de que no estaba de visita. ―Tú me hiciste esto a mí. Todos ustedes.— Él sacudió las cadenas para el efecto―. ¿Cuál es el plan de Redden ahora? ¿Es así como él honra el deseo de mi padre? ¿Bloqueando a su hijo como un criminal común? Blake se paseó por la habitación, las tablas del suelo gemían bajo su peso. ―Él no está contento con esto. Supongo que esperaba que estuvieras de acuerdo con su decisión. Una vez que te dijo acerca de tu estado alfa, pensó que tendría prioridad sobre el zorro. Al parecer, no. ―¿Y ahora qué? ¿Me desterrará? Sea lo que sea, hazlo ahora, así puedo ir a buscar a Nathan. ―Olvídate de él. La puerta se abrió de golpe, golpeando contra la pared. Blake saltó antes de girar para mirar a su alfa. ―Dije que no le estaba permitido a nadie venir aquí dentro.
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―Sólo estaba comprobándolo. Él estaba haciendo una rabieta —dijo Blake. ―Fuera. Una vez que la puerta se cerró, dejando a Jacob y a Redden solos, no sentía nada más que energía malévola. Se sintió traicionado por el hombre que él admiraba. ―¿Dónde está él? ―Está seguro en la ciudad. Va a estar mejor ahí. En invierno, un zorro nunca sobreviviría aquí. ―Estás dándome excusas. Excusa tras excusa. Es nuestra decisión cómo pasamos la vida, no la tuya. Redden lo estudió, con las manos detrás de su espalda. ―Si yo te dejara ir ahora mismo, ¿qué harías primero? ―Encontrar a mi pareja. Lo que tú tomaste de mí. Él suspiró, sacudiendo la cabeza. ―Puedes conseguir cualquier mujer que desees, pero ¿todavía vas tras el zorrito? ―Sí, lo haría —dijo rotundamente. Se echó a reír, primero bajo y luego hacia afuera por la risa. ―La jodí, ¡Jacob! Redden alzó los brazos. ―Siempre he tratado de hacer lo que es correcto, sobre todo en tu caso. Tomé la responsabilidad de ti en serio. Cuando empezaste a verte en serio con Nathan, volviste todos mis planes para ti al revés. Supongo que es cierto que no se puede elegir de quien nos enamoramos. En realidad, casi puedo entender la atracción que el zorro tiene por ti. ―Como tú sólo tienes ojos para Ben.
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Redden se encogió de hombros. ―Era tentador para ser un zorro. No me habría importado caer con él por una noche. ―O más de una noche. ―No. Ese no es el camino para un alfa. Tenemos que considerar el futuro. ―No tienes compañero, Redden, pero mira alrededor del campamento. Tienes una manada. ¿Has creado alguno de ellos? No. Construiste tu manada. Eso demuestra más carácter porque todos hemos crecido para amarte no menos que un hombre a su padre. Ahora esto es el signo de un líder, un alfa. Él sonrió. ―Y sé que podrías hacer lo mismo con tu propia manada. Redden apoyó su frente en Jacob. ―Lo siento por todo. He estado tratando de seguir las reglas y mantener el orden olvidando lo que realmente importa, mi manada. ―¿Estás dejándome libre? ―No tiene sentido mantenerte aquí. Si fueras confinado por un día o años, tengo la sensación de que todavía irías a buscarlo. ―Lo haría. ―¡Blake!— Un momento después la puerta explotó―. ¿Espionaje? ― Por supuesto que no. Blake era un mentiroso terrible, la mirada culpable en su frente era casi cómica. ―Suelta a Jacob. No está bajo vigilancia más. Vio cómo Redden se desplazaba más allá de la puerta de entrada. Luego se fue al bosque sin mirar atrás.
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Nathan y Ben terminaron por conseguir trabajo en una obra de construcción. El trabajo y las horas eran largas, pero al menos ganaban dinero suficiente para mantener a su familia. Habían pasado dos semanas desde que los habían empujado de vuelta a la ciudad como la gente normal. Tan patético como su animal podía ser, echaba de menos el cambio en su forma de zorro. Había cometido el error tonto de poner a prueba su piel el tercer día de trabajo. No había habido nadie en el lugar de trabajo, pero una vez que él había cambiado, un camión de los empleados se detuvo, agarrándolo por sorpresa. Su error le había costado mucho. Sin saberlo él, los trabajadores de la construcción eran casi todos urbanizados shifters lobo. Una vez que se supo que era un zorro, ellos se metieron con él y Ben sin piedad. La ciudad puede haber sido un refugio seguro en comparación con el bosque, pero la división racial seguía siendo fuerte. ―Miren a Nathan. Tiene una mordedura de amor. ¿Quién es la afortunada? ―¿El chihuahua de tu vecino?—bromearon los tres hombres hasta la risa. Todos habían tomado sus camisas bajo el calor del sol, incluyendo a Nathan. No se avergonzaba de su cuerpo humano, pero sus compañeros de trabajo no le dejaban olvidar que era inferior a ellos en el reino animal. ―En realidad, si quieren saberlo, mi compañero es un lobo. Un lobo alfa de la manada de Marcelle. Hubo un silencio y luego más risas.
―Claro, Nathan. En tus sueños. Matt continuó deteniendo la pala en la parte posterior de la superficie plana. ―Es cierto —dijo casi en un susurro. Había poca convicción en su voz desde que ya no tenía un compañero, el lobo o de lo contrario. Con tanto tiempo ido, Jacob probablemente había seguido adelante, comenzando su vida como un alfa de su propia manada. Estos hombres no eran amigos. Trabajaban juntos, pero no había allí ninguna camaradería. Él nunca encajaría en cualquier lugar excepto con sus padres y hermanos, era patético. Su naturaleza animal anhelaba encajar, inscribirse en una manada, vivir por el orden y la jerarquía. Nathan no era un alfa, pero llevar a su manada, a su pequeña familia que poco a poco le robaba su esencia. ―Es verdad —se burló Matt, con su voz más femenina. Nathan decidió mantener la boca cerrada. Ellos nunca le creerían, y él no tenía ninguna prueba que no fuera su mordisco de amor, un recordatorio constante de lo que tenía y perdió. A mitad de la jornada de trabajo pararon su trabajo para tomar un café. Nathan se secó la frente con la camisa hecha bola, sentado en la puerta trasera de la camioneta. El sol era implacable, nada como las noches frías en el norte profundo cuando se acurrucaba con Jacob. No se permitía ningún tráfico local cerca de la zona de construcción, pero una ola de polvo se acercaba. Sus compañeros de trabajo de pie, miraban con las manos ahuecadas sobre los ojos como tratando de ver el intruso. Debe ser uno de los capataces de excavación de otro pozo. Cuando notó la pintura de color azul marino y marca del vehículo, su corazón saltó un poco. Por otra parte, un sin número de cosas hizo pensar a Nathan en Jacob en la vida cotidiana. Fue hasta el punto que él sintió que su cordura deslizándose en la distancia. El tiempo no le había ayudado a olvidar a su compañero, sólo agravaba las heridas. El SUV llegó a detenerse bruscamente, y las cuatro puertas se abrieron y se cerraron, el polvo todavía agitándose todo el camino a la entrada de la cantera. La manada Marcelle. Pero ¿dónde estaba Jacob? ¿Por qué su manada estaba aquí?
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―Gracias a los dioses que te encontramos —dijo Redden―. Estaba empezando a perder la esperanza. ―¿Cómo me has encontrado? ―Dolph y Zeb tuvieron que hacer un poco de trabajo de detective para mí. Por suerte que no te alejaste demasiado de donde Blake te dejó. Miró a un lado, sus compañeros de trabajo mirando con la boca abierta. Un lobo suave de ciudad no sería rival para un shifter salva je, especialmente un duro lobo Marcelle. ―¿Por qué? ―Fue un error, el envío de inmediato. Me doy cuenta de eso ahora. Tenemos que volver al bosque, de regreso a donde quieras. ―Si Jacob me quisiera, hubiera venido el mismo. Cash casi se atragantó con su risa. ―¿Me estás tomando el pelo? Nosotros lo habíamos encerrado en la cabaña durante más de una semana. Tan pronto como estuvo libre, lo único de lo que se preocupó fue en encontrarte. Así que él no había seguido adelante con una fértil y agradable loba. Lo echaba de menos, estaba tratando de encontrarlo. Saber que su amor no era unilateral estabilizaba todo su mundo. Su vida ya no se inclinaba fuera del eje. ―Está en una búsqueda inútil ahora. Eres nuestra amable sorpresa para él, una ofrenda de paz por ser imbéciles.— Redden corrió una mano por su cabello mientras miraba hacia el sol―. Vamos ahora. Este calor me esta matando. Nathan se deslizó fuera de la puerta trasera. ―¿A dónde vas? dejando el trabajo en la mitad del día —preguntó Matt.
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Matt se ganó la atención de la manada. Todos se volvieron hacia él como si el movimiento fuera coreografiado. Cada shifter era más piel que los próximos, sus posturas intimidantes. Nathan se sorprendió de que Matt tuviera el descaro de hablar. Cash se acercó al trabajador de la construcción, con los brazos cruzados sobre el pecho. Era varios centímetros más alto y casi dos veces más amplio. ―¿Tienes un problema con que nos llevemos a nuestro amigo con nosotros? Él negó con la cabeza ligeramente. ―Buena elección. Nathan sintió que pertenecía, si él realmente lo hacia o no, no estaba seguro todavía. Pero se sentía bien estar en el SUV con la manada de Jacob. Era un paso más cerca de su compañero y era de esperar una vida sin más separación.
―Relájate, amigo. Lo vamos a encontrar —dijo Blake, apoyado en una pared de ladrillo comiendo un extra panzerotti grande. ―No pareces demasiado preocupado. Ese es el segundo de los que te has comido en la última media hora. Jacob había buscado una lista de direcciones que Redden le había dado. Todos fueron inútiles. ―Hey, es un panzerotti de conejo y venado. Podría acostumbrarme a esta vida.
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―No, no podrías. Eres un Marcelle, Blake. La vida de la ciudad sólo te haría suave. ―Supongo.— Él se empujó fuera de la pared―.Tal vez deberíamos revisar el último punto ahora. ―¿Cuál es el punto? Todos son callejones sin salida. ―Uno más. Tengo un presentimiento sobre el siguiente. Confía en mí. Blake arrojó el envoltorio en el cubo de la basura por el poste de luz, y regresaron a la parte posterior de la vieja camioneta. La dirección que aparecía en la lista los llevó a un parque de la ciudad. Era una agradable vista romper con el tedio de las superficies de concreto. Pero ¿por qué Nathan estaba aquí? Podía ver las figuras en la distancia, por lo que salió del camión, seguido de su mejor amigo. Incluso después de todo el infierno que Redden y la manada le pusieron y a Nathan separándolos, todavía los amaba. Sus acciones no fueron por odio o pesar, de modo que los perdonó, al igual que cualquier persona debe perdonar a la familia cuando han cometido un error. Una vez que obtuviera a su compañero, todo estaría olvidado. ―¿Ese es... ese es Cash?— Podía ver el sol destacando su pelo rubio y reconoció su construcción de gran tamaño. No era sólo él. La manada entera estaba en el parque. Esto debe haber sido el lugar de encuentro, no es una ventaja definitiva. Se alegró de ver las caras familiares después de un largo día de búsqueda, pero se sentía desanimado, tendría que esperar un día más para buscar de nuevo. ―Es la pandilla. Tal vez sea necesario un poco de persecución después de estar en su piel humana en todo el día. ―¿Ha habido suerte? —Preguntó Redden cuando llegaron al grupo. ―No. ¿Tú?
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―Unas pocas nuevas pistas. Podemos seguir mañana. Hay un bonito agujero para beber por el camino. Estaremos al tanto, y luego decidiremos qué hacer por la noche. Señaló a la pista de perro estrecho del corte en los bosques de la reserva natural. Jacob estuvo de acuerdo, con el cuerpo caliente y sudoroso, no acostumbrado al calor. Él necesitaba estar solo durante unos minutos para probar y absorber la decepción de querer encontrar a su compañero, y sin embargo no ser capaz de hacerlo. Jacob estaba acostumbrado a conseguir resultados, orgulloso de sus habilidades de caza. Nathan era una parte de él, casi podía sentirlo por todas partes que iba, pero todo era una ilusión. Cuanto más se aventuraba en el bosque, el aire se hizo más frío, y el zumbido lejano de voces se hizo menos y menos sensibles. Él tomó una respiración de limpieza y exhaló. Era un día cualquiera. Al día siguiente iba a encontrar a su compañero. Tenía que creer que él si iba a tener la fuerza para seguir adelante. Sin embargo, con honestidad, Nathan y su familia podría estar en cualquier parte. Tal vez ni siquiera en esta ciudad en absoluto. ―¿No has oído la historia del lobo feroz? No es seguro estar en el bosque solo. Jacob saltó, dejando caer el agua que había recogido en sus manos. ―¡Nathan! Corrió hacia él, asustado de que la vista ante sus ojos no fuera más que una alucinación. Pero cuando sintió el cuerpo caliente, cuando él lo abrazó fuerte lo suficiente para levantarlo del suelo, sabía que era real. ―¿Cómo? ―Redden me encontró. Espera que lo perdones por todo. ―Voy a matarlo. Eso es lo que quiero hacer. He estado muy preocupado cuando Redden sabía dónde estabas todo el tiempo.
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Pero nada importaba ahora, excepto que tenía a Nathan, y nunca lo perdería de vista otra vez. Nathan apoyó su cabeza en el pecho de Jacob y suspiró. ―Yo pensé que habías elegido una loba. No esperaba verte de nuevo. Él acarició el sedoso pelo rubio de su pequeño zorro, sintiendo una oleada de paz una vez más a su alcance. ―¿Qué haría yo con una mujer? ¿Cómo podría ella sustituirte? ―Ella podría darte herederos. Jacob balanceó a Nathan en sus brazos y lo llevó al borde del agua, balanceándolo sobre la superficie. ―Debería mojarte sólo por dudar de mí. Él lo agarró por la camiseta. ―Ni siquiera pienses en eso. Sosteniéndolo contra su pecho, los brazos de Nathan alrededor de su cuello. Se besaron para compensar el tiempo perdido. ―¿Cómo has podido alguna vez creer que te sustituiría? Eres mi compañero de por vida. Te amo.— El susurró las últimas palabras, sintiendo el peso y la importancia del sentimiento y sabiendo sin lugar a dudas que lo decía en serio. ―Gracias por amarme. Su pequeño zorro tenía lágrimas en los ojos. Nunca más volvería a elegir deber sobre el amor. Había aprendido la lección dolorosamente bien. Bajó a Nathan a sus pies.
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―¿Sabes sobre el lobo grande y malo que mencionaste? Hay uno que se esconde en el bosque mismo. Debes tener cuidado, ya que su comida favorita es un zorro dulce y joven. Jacob pasó la lengua por los labios seductoramente. Su polla estaba ya firme con la mezcla de alivio y la primitiva pasión por su compañero. Tan pronto como él mostró sus colmillos, Nathan cayó a cuatro patas, cambiando a la bola de pelo adorable. Esto en cuanto a la ropa. Jacob no se molestó en desnudarse antes de cambiar. Esta noche era el lobo hambriento en busca de su pequeño zorro rojo.
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Capítulo 11 ―Por favor no me comas, Sr. lobo —dijo Nathan sin aliento. Jacob lo había clavado en una cama de hierbas exuberantes. Tomando cada centímetro del cuerpo de su fino compañero, incluso más moreno y musculoso que la última vez que lo había visto. ―No te preocupes. Estoy justo después de tu polla. Promesa que no te hará daño. Y pienso chuparlo, no comerlo.— Le guiñó un ojo antes de gatear hacia abajo del cuerpo de Nathan, salpicando besos cariñosos a su paso. Cuando llegó a su polla hinchada, se adentró, demasiado reprimido y hambriento de no complacerse sobre la carne suculenta. Una vez que la polla estaba entre su lengua y la paleta, se estremeció, la vibración en su garganta hacía a Nathan retorcerse debajo de él. Aseguró las caderas del zorro y le chupó profundo y duro, decidido a probar su semen en este momento. Tenía que estar más cerca, más íntimamente unidos después de tanto tiempo separados. ―Me encanta cuando me chupas la polla. Eres tan jodidamente bueno en ello —murmuró Nathan, arrancando puñados de hierba a los lados. No pudo responder, no con la gruesa erección llenando su boca. Era excitante estar en un bosque nuevo. En cualquier momento un caminante podía pasar y cogerlos dándole a la cabeza de Nathan, ambos completamente desnudos. Cuando su compañero comenzó a jadear, sus movimientos más frenéticos, Jacob bombeó la base de su pene mientras él chupaba la ancha cabeza. ―Está llegando, Jacob. Mierda, está llegando rápido.— Jadeó Nathan en voz alta cuando su polla explotó, llenando su boca con la dulce y terrosa eyaculación.
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―¡Oh, sí! —Murmuró él, su cuerpo flexible debajo de él. ―Te necesito, bebé. Date la vuelta para mí para que pueda joderte en la posición del perrito. ―He estado sufriendo por ti, Jacob. Todo este tiempo he estado soñando con tu polla enorme. ―Te gusta mi pedazo, ¿verdad?— Estaba de rodillas, acariciándose a sí mismo. Nathan observaba todos sus movimientos, aparentemente extasiado por la erección que estaba a punto de llenarlo. ―Me encanta. Nunca he visto una tan grande. Es aún más especial porque es mía. Nathan besó la punta de la carne que sobresalía, pero Jacob estaba demasiado apretado para jugar más. ―Eso es correcto. Es toda tuya, bebé. Y tú eres mío. Envolvió un brazo alrededor de su cintura y se giró en torno a Nathan en un fluido movimiento. Jacob besó los globos de su culo antes de lamer su lindo agujerito. Penetrándolo con su lengua, distribuyendo humedad, hasta que Nathan estaba gimiendo y retorciéndose contra él. Fue entonces cuando sustituyó su lengua con su polla. Empujó por delante del anillo anal apretado, su zorro preparándose, tomando su polla como un hombre. El ajuste era muy apretado, por lo que cada movimiento aumentaba, los caliente nervios disparaban hacia abajo a su polla y estableciéndose en sus bolas. Se detuvo para tomar aire, dando a Nathan un momento de respiró para lo que estaba previsto. Jacob nunca había estado más duro, y no podía tomar las cosas dulces y lentas, no hoy. ―Más —gritaba Nathan, hasta que finalmente se entregó. Jacob se movió dentro y fuera de su culo mientras él mismo anclaba las caderas. Cada impulso hacia abajo lo llevaba a ras de su culo, su pene penetrando plenamente en él.
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Podía quedarse así todo el día, envuelto en el calor de Nathan. La suciedad raspó las rodillas mientras cogía velocidad, las gotas de sudor aterrizaban suavemente en la espalda tonificada de su compañero. Tuvo el repentino impulso de morder al pequeño zorro, para volver a conectarse después de su ausencia. Jacob se inclinó sobre su espalda, manteniendo el ritmo ansioso de su parte inferior del cuerpo. ―Te amo —repitió al oído de Nathan antes de prenderse a su cuello con sus colmillos. Su compañero se estremeció, pero luego su cuerpo se puso rígido. Ahora estaría sintiendo que el placer corría por sus venas. El mordisco de amor era como un afrodisíaco, una sensación irres istible de calor y deseo. Cuando por fin llegó, le pareció ver estrellas detrás de sus párpados. Su polla se agarró y luego estalló, palpitando cuando el llegó dentro del culo de Nathan. ―Mío.
Ellos salieron en la desembocadura del bosque, con hojas de árbol ocultando sus genitales. Cuando el resto de la manada de Jacob los vio se echaron a reír. ―¿Qué demonios le pasó a tu ropa? —Gritó Blake. ―No se supone que los robas del cuerpo del otro. ―Hay que darles un descanso. Están más calientes que los conejos de mierda después de estar lejos el uno del otro —dijo Cash.
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―Hemos cambiado. No estoy acostumbrado a pensar en la ropa. Ahora date prisa y danos algo antes de que aparezca una familia de paseantes y entren en shock al vernos para toda la vida. Jacob ahuecaba su ingle con un puñado de hojas, pero su trasero estaba vacío y al aire. ¿Alguna vez tendría su ración de su pareja? Su propio alfa shifter, uno construido como un Dios con un corazón de oro. Cash y Ronan se quitaron la camisa para que pudieran tener algo de ropa para mantenerlos cubiertos hasta que llegaran a las camionetas. Abordaron el asiento trasero de la camioneta. Nathan no podía soportar estar lejos de Jacob después de suspirar por él en las últimas semanas. Se acurrucó contra su pecho caliente cuando la camioneta se balanceaba sobre el terreno irregular. ―¿Qué va a pasar con mi familia? —Preguntó. ―Redden va a concederles asilo. Por primera vez en el territorio Marcelle. ―Eso es maravilloso. ―Tu hermano podría haber sido un pequeño factor influyente —dijo Jacob. Eso tenía sentido. Por lo menos los sentimientos de Ben por Redden no eran unilaterales. Tal vez su hermano encontraría su propio felices para siempre. La noticia fue una sorpresa agradable. La tierra de Jacob estaba intacta, hermosa y abundante. Si pudieran vivir en la misma tierra, menos el miedo de la caza del lobo shifters de ellos, sería un virtual Edén. ―¿Qué hay de ti? Eres un alfa. ¿Cómo va a funcionar? ―Siempre fui un alfa, incluso antes de que me lo dijeran. Una parte de mí lo sabía. Pero Redden será siempre como una familia para mí. No puedo imaginarnos peleando por cosas pequeñas. Si el punto en el tiempo viene, siempre estarás a mi lado donde quiera que vaya.
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Le gustaba el sonido de eso. Pertenencia. Nathan nunca esperaba ser más que un limpiador que luchaba por la supervivencia. La vida de un zorro shifter era poco atractiva. Ahora tenía un compañero alfa, alguien que cambió el curso de su futuro. ―¿Dónde vamos a dormir? 117
―Tu familia puede regresar a su guarida por ahora. Conseguiré que Dolph y Lope la agranden esta semana para que estén más cómodos. En cuanto a nosotros, Yo estaba pensando que podríamos asumir aquella guarida de zorro abandonada. Sin embargo, todo depende de ti bebé. Nathan recordó su noche en la madriguera del zorro con las agujas suaves contra su espalda y el shifter cálido a su lado. ―Es perfecto. Vamos a estar cerca de todos, pero lo suficientemente lejos para nuestra propia intimidad. ―Vamos a necesitar un montón con todo los aullidos que vendrán de nuestra guarida ―¿En serio? ¿Aullidos? ¿Aullidos de zorro? Nathan se acurrucó más cerca de Jacob, sonriendo mientras escuchaba el reconfortante latido de su corazón. ―No, no somos coyotes. El único con los aullidos eres tú, mi lobo grande y malo. ―Entonces ese es nuestro desafío para la próxima vez, ver si puedes conseguir que aúlle.
Fin
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SOBRE EL AUT OR Winona Wilder goza de ahondar en la mente humana y la exploración de la emoción. Ella saborea el reto de sexo caliente mezclado con personajes entrañables y complejos. Cuando no pasa tiempo con su esposo e hijos en el norte de Canadá, está tecleando en su próxima M / M de romance. También escribe novela best seller erótico como Stacey Espino.
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Coordinación del proyecto Cinty
Traducción Usagui
Corrección/Revisión Aintzane/Mila
Edición, Diseño y formato Visionepica
Limpieza de Portada Claudia ¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no podríamos disfrutar de todas estas historias!
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