Watzlawick, Profecía autocumplida

January 5, 2018 | Author: guille105 | Category: Rat, Henry Kissinger, Scientific Method, Prophecy, Reality
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Watzlawick, Paul. The Invented Reality. New York: W.W. Norton & Company, Inc., 1984.

PROFECÍA AUTOCUMPLIDA Paul Watzlawick Pp. 95-116 Una profecía autocumplida es la predicción de que, puramente como resultado de haberla hecho, causa el evento esperado o predicho y por tanto confirma su propia “exactitud”. Por ejemplo, si alguien asume que, por cualquier razón, no es respetado, debido a su propia suposición actuará de manera tan hostil, susceptible y suspicaz que él creará y atraerá el irrespeto de los demás lo cual “probará” una y otra vez su firme convicción. En nuestra tradicional manera de pensar de forma lineal, vemos que el evento B es el resultado de un causa A que la precede. La causalidad es lineal, y B le sigue a A en el curso del tiempo. De acuerdo a este modelo, B no puede tener efecto sobre A, porque esto significaría revertir el flujo del tiempo. Sin embargo las cosas suceden de otra manera como en el siguiente ejemplo: en marzo de 1979, cuando los periódicos de California comunicaron que se aproximaba una escasez de combustible, los motoristas acudieron a las gasolineras para llenar sus tanques. Esto significó llenar 12 millones de tanques, dejando así sin reservas, y por tanto verificando la predicción de un día para el otro. Con este caso, el tradicional pensamiento lineal de causa-efecto se quebró. La escasez nunca hubiera ocurrido si los periódicos no lo hubieran pronosticado. En otras palabras, un hecho que no existía, creó un efecto real y presente. En tal sentido, fue el futuro, no el pasado, que determinó el presente. Sin embargo hay que preguntarse si no son casi todas las decisiones humanas y las acciones en gran medida dependientes de las evaluaciones de sus probables efectos, ventajas, y peligros. ¿Acaso el futuro siempre juega en parte un rol en el presente? Una acción que resulta de una profecía autocumplida produce ella misma las condiciones para que ocurran tales eventos, y en ese sentido crean una realidad que no hubiera aparecido si no fuera por la predicción. La acción que originalmente no es ni verdadera ni falso, produce de hecho, su propia verdad. Este singular revertir de la causa y efecto es particularmente obvio in conflictos interpersonales en donde lo que se llama puntuación de una secuencia de eventos está invariablemente presente. Por ejemplo una pareja de esposos discuten conflictivamente y ambos asumen que es el otro quien tiene la culpa, cuando su propia conducta es simplemente una reacción a la conducta de su pareja. La mujer se queja de que su esposo se aleja de ella, lo cual él admite, pero debido a que él ve su silencio o su lejanía como una posible reacción a las constantes quejas, acusaciones y críticas de ella.

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La profecía autocumplida, en un contexto interpersonal puede ser usada deliberadamente y con intenciones específicas. Tal es el caso de los antes llamados promotores de parejas (matchmakers) en sociedades patriarcales y tradicionales. Las familias deciden, ya sea por razones de estatus social, o económicas, que sus hijos pueden hacer una buena pareja y contratan a un matchmaker, y éste acude donde el joven para preguntarle si ha notado cómo la muchacha está siempre observándolo secretamente sin que él se de cuenta. De la misma manera acude donde la muchacha y le dice que el joven está constantemente observándola cuando ella no lo ve. Esta profecía, disfrazada como un hecho, ha sido a menudo rápidamente cumplida. Diplomáticos habilidosos también conocen esta técnica de procedimiento. Tenemos por ejemplo el caso de una historia no real, pero que sirve de ilustración: en 2974, el Secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, en uno de sus innumerable misiones de mediación en Jerusalén, antes de entrar a su hotel, fue una vez abordado por un joven israelí que se presentó como un economista desempleado, y le pidió a Kissinger si podía ayudarlo a encontrar un puesto a través de sus numerosos contactos. Kissinger tuvo una favorable impresión del muchacho y le preguntó si le gustaría ser vice-presidente del Banco de Israel. Por supuesto que el muchacho pensó que Kissinger se estaba burlando de él, pero él le prometió que manejaría ese asunto seriamente. Al día siguiente Kissinger llamó por teléfono al Barón Rothschild en París y le dijo que tenía un joven, un economista político, talentoso, que iba a ser el siguiente vice-presidente del Banco de Israel, y le dijo que tenía que entrevistarse con él, y que sería una joya como esposo de su hija. Rothschild respondió algo que no sonó como un rechazo total, y en ese punto Kissinger inmediatamente llamó al presidente del Banco de Israel diciéndole que tenía un joven financista experto y brillante, exactamente el tipo como para ser vice-presidente para su banco, y que además sería el futuro yerno del Barón Rothschild. La experiencia diaria nos dicta que solo pocas profecías se convierten en autocumplidas. Solo cuando una profecía es creída, o sea solo cuando es vista como un hecho que ya ha sucedido in el futuro, puede tener un efecto tangible en el presente y por ese medio cumplirse. Cuando este elemento de creencia o convicción está ausente, el efecto también estará ausente. Alguna vez Einstein remarcó en una conversación con Heisenberg que “Es la teoría lo que determina lo que observamos”. Y en 1959, el mismos Heisenberg dijo “Debemos recordar que lo que observamos no es la naturaleza en sí misma, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de investigación y cuestionamiento”. Feyerabend decía “No son nuestras suposiciones conservadores, sino las anticipatorios las que guían la investigación”. Una de las investigaciones más elegantes y cuidadosamente documentadas de profecías autocumplidas en el área de la comunicación humana son las asociadas con el nombre del psicólogo Robert Rosenthal de Harvard University. Su libro Pigmalión en clase describe los resultados de sus experimentos en la escuela primaria Oak: más de 650 alumnos con 18 profesoras. La profecía autocumplida fue inducida en los miembros del staff aplicándoles a los estudiantes una prueba de inteligencia, y se les dijo a las profesoras que la prueba no solo determinaba el coeficiente, sino identificaba el 20% de los estudiantes que harían progresos intelectuales más rápidos y sobre el promedio en el año que vendría. Después que la prueba fuera aplicada, y antes de que las profesoras vieran a sus alumnos por vez primera, se les dio

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los nombres de los alumnos que estaban por encima del promedio. En realidad se escogieron los nombres al azar sin método de discriminación alguna. La diferencia entre estos estudiantes, y los otros se encontraba exclusivamente en la mente de las profesoras. La misma prueba de inteligencia fue repetida al final del año para todos los estudiantes y mostró los reales incrementos por encima del promedio y los logros de estos estudiantes “especiales”, y los reportes de las profesoras informaban que estos distinguidos alumnos destacaban por sobre los demás por sus conductas, curiosidad intelectual, amistad, etc. El experimento de Rosenthal es un claro ejemplo de cómo, de manera profunda e incisiva, los seres humanos somos afectados por nuestras expectativas, prejuicios, supersticiones, y deseos –todas puras construcciones mentales, que a menudo no tienen ni el más ligero asidero en la realidad- y cómo estos descubrimientos erosionan nuestras cómodas convicciones de calidad en lo hereditario y características innatas. Estas construcciones pueden tener efectos tanto negativos como positivos. San Agustín agradecía a Dios de que él no era responsable por sus sueños. En estos días no tenemos ya esa cómoda convicción. No somos solamente responsables por nuestros sueños, sino también por la realidad creada por nuestras esperanzas y pensamientos. Sería una equivocación asumir que la profecía autocumplida está restringida únicamente a los seres humanos. El mismo Rosenthal informó sobre un libro publicado en 1966 un experimento similar con ratas que fue repetido y confirmada por otros en los años siguientes. Doce participantes en un curso de psicología experimental en un laboratorio, se les dio una lectura sobre ciertos estudios que argumentaban que los buenos o malos logros de ratas experimentales pueden ser debido a la selección genética. Seis estudiantes recibieron 30 ratas blancas con una constitución genética las hacían especialmente buenas como sujetos inteligentes de laboratorio, mientras que los otros seis estudiantes recibieron otras 30 ratas en donde se les informaba que eran lo opuesto a las anteriores, o sea que por razones genéticas y factores hereditarios hacían de ellas sujetos poco aptos para experimentos. La verdad de los hechos era que las 60 ratas eran todas del mismo tipo y que siempre habían sido utilizadas para los mismos propósitos experimentales. Luego de los cinco días de experimentos, las ratas que estuvieron con aquellos que creían que eran ratas inteligentes, mostraron un mejor desempeño que las no inteligentes. Al final de los cinco días de experimentos, los estudiantes que sabían que estaban trabajando con ratas poco inteligentes, informaron de manera negativa el desempeño de sus animales, mientras que los que trabajaron con los inteligentes, informaban que sus ratas eran amigables, inteligentes, ingeniosas, e incluso mencionaban que ha menudo las tocaban, e incluso jugaban con ellas. Es conocido que las ratas son animales muy inteligentes, y los informes de los estudiantes sugieren que en la manera que ellos manejaban a sus estudiantes, ellos literalmente “manejaban” sus propias suposiciones y expectativas. La contribución del libro de Rosenthal nos ilumina con la alarmante posibilidad que por lo menos algunas de las tan llamadas enfermedades mentales son nada mas que construcciones y las instituciones psiquiátricas de

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hecho contribuyen a la construcción de tales realidades en aquellos que son tratados dentro. Víctor Frankl, informaba que en los campos de concentración nazis, los prisioneros que habían perdido la fe en el futuro –sus futuros- estaban condenados. Con la pérdida de una creencia en el futuro, ellos también perdían su sostenimiento espiritual. Se abandonaban y así eran presas de la decadencia mental y física. En otro caso, Frankl menciona a un compañero de prisión en donde perdió su voluntad de vivir cuando su predicción, visto en un sueño, no se hizo realidad. Había soñado que una voz le decía que podía preguntar lo que deseara, y que todas sus preguntas serían respondidas. Preguntó cuándo se acabaría la guerra, a lo que la voz le contestó que el día 30 de marzo. Ese día el campo sería liberado y sería el fin de sus sufrimientos. Pero cuando el día de la profecía se acercaba, las fuerzas aliadas estaban aún lejos del campo de concentración. Frankl describe que para el 29 de marzo, su compañero cayó enfermo y tenía fiebre alta. El día 30 empezó a delirar y perdió el conocimiento. Para el 31 había muerto de tifus. Como médico Frankl entendió la muerte de su amigo porque la liberación esperada no llegó y ello lo desilusionó mucho. Ello hizo que sus defensas bajaran, y apareciera el tifus latente que tenía. Tenemos otros casos particulares en la moderna investigación de cáncer, en donde se sugiere que la tasa de mortalidad es más alta en aquellos pacientes que se preparan para la muerte de manera “madura” y serena, o quien, como el caso del prisionero del campo de concentración, cae víctima de su propia profecía autocumplida negativa. Para aquellos pacientes que están convencidos de que simplemente no pueden, o no deben morirse porque ellos tienen cosas importantes que hacer, o familiares que ellos deben atender, la prognosis es considerablemente más favorable. Tres son las cosas que son altamente significativas para el tratamiento emocional del cáncer, según el prestigiado oncólogo norteamericano Carl Simonton: primero el sistema de creencias del paciente, segundo el sistema de creencias de la familia, y tercero el de su médico. Un caso particular presentado por el psicólogo estadounidense Gordon Allport, fue el malentendido que cambió la profecía de muerte, a la profecía de vida: En el hospital de una provincia austriaca, había un hombre gravemente enfermo, en verdad estaba a las puertas de la muerte. El staff médico no hallaba el diagnóstico, y le dijeron al paciente con toda franqueza que si hallaban el diagnóstico de su enfermedad, ellos probablemente lo curarían. Llamaron a un famoso diagnosta quien al llegar al hospital y a la habitación del paciente, le dio una mirada rápida y murmuró en latín “Moribundus”, y salió del mismo. Años después, el paciente llamó al diagnosta y le dijo: “He estado esperando para agradecerle por su diagnosis. Ellos me dijeron que si usted podía diagnosticarme, yo me mejoraría, por tanto al minuto que usted dijo ‘moribundus’, yo supe que me iba a recuperar.” Las profecías autocumplidas son fenómenos que no solo cuestionan nuestras creencias personales de la realidad, sino que echa dudas sobre la visión de la ciencia. El descubrimiento de que nosotros creamos nuestras realidades es comparable a la expulsión del paraíso de aquello que creemos es la esencia del mundo, un mundo en el cual ciertamente sufrimos, pero por el cual necesitamos solo sentirnos responsables de una manera limitada.

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La realidad inventada se convertirá en realidad factual solo si la invención es realmente creída. Donde el elemento de fe, de convicción ciega está ausente, no tendrá lugar ningún efecto. Con el mejor entendimiento de la profecía autocumpllida, nuestra habilidad para trascenderlos crece.

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