Virginie Despentes - Teoria King Kong-Melusina (2008)

August 16, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Traducd n de Beatriz Preciado

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RAFAÍiLA ANDERSON Y CORALiE T R N H TH

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( ( Título original; King Kong © Edicio ns Grasse[

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© De la rraducción: Bearri2 Preciado

© Editorial Melusina,

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www.melusina.com Ilustración de cubiel .(a: Ma.rie Meier

Prirnera edición, 2 0 0 7 . Reservados todos los derechos. Fotocomposición: Víctor Igual, s.L. Impresió n: .Ro.m .Ro.manyá anyá VaHs S.A. ISBN-IJ: 978-84-966t4-27-7 ISBN-to: 84-9664-27-I Depósito legal: B.44.269-2007 impreso en spaña

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CONTENJIDO

TENIENTAS CORRUPTAS

¿TE DOY IMPOSIBLE

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ME

DAS

VIOLAR A UNA

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POR EL CULO?

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MUJER TAN VICIOSA

DURMIENDO CON EL ENEMIGO PORNO BRUJAS KING KONG GIRL

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BUENA SUERTE CHICAS BIBLIOGRAFÍA

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Tenientas

c o r r u p t a s

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scribo desde la fealdad, y para l s feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las hisréricas, las raradas, rodas l s excluidas del gran mercado de la buena· chica. Y empiezo por aquí para que las cosas queden claras: no me disculpo de nada, ni vengo a quejarme. No cambiaría mi lugar por ningún orro, porque ser Virginie Despenres me parece un asunto más interesante que ningún otro. Me parece formidable que haya rarnbién mujeres a las que les

guste seducir, que sepan seducir, y otras que sepan casarse, que haya mujeres que huelan a sexo y otras a la merienda de los niños que salen del colegio. colegio. Fo rmidabl e que las haya muy· dulces, orras contentas en su feminida d, que las haya jóvenes, jóvenes, muy guapas, otras coquetas y radiantes. Francamente, me alegro por todas a las que les convienen las cosas c l y como son. e digo sin a menor ironía. ironía. Simplemente, ¡r no for lo p.2. -

*

Agradezco a ltziar Zi ga y José Pons Bertrart la lectura de esta Agradezco ducci6n en castellano. N. de la t.)

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te de ellas. Seguramente yo no escribiría lo que escribo si fuera guapa, can guapa como para cambiar la actitud de todos los hombres con los que me c r u w Yo hablo como proletaria de la feminidad: desde aquí hablé hasta ahora. y desde aquí vuele vo a empezar hoy. Cuando estaba en el paro no sentía· vergüenza alguna de ser una paria, sólo rabia. Siento lo mismo como mujer: no siento ninguna vergüenza de no ser una tía buena. Sin embargo como chica por la que los hombres se interesan poco estoy rabiosa, mientras todos me explican que ni siquiera debería estar ahí. Pero siempre hemos existido. Aunque nunca se habla de nosotras ·en las novelas de h o m bres, que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarpero nunca hemos hablado.

Siempre hemos

se. existido, Incluso hoy que las mujeres publican muchas novelas, raramente encontramos personajes femeninos c.uyo c.uyo aspect o físico sea desagradable o mediocre, incapaces de amar a los hom bres o de ser amadas. Por el contrario a las heroínas de la literatura contemporánea les gustan los hombres los encuen tran fácilmente, se acuestan con ellos en dos capítulos, se w rren en cuatro líneas y a todas les gusta el sexo. La figura de la pringada de la feminidad me resulta más que simpática: es

siado brutal, demasiado hirsuta, demasiado viril, me d i e n ~ Son sin embargo mis cualidades viriles las que hacen de mí . algo distinto de un caso social entre otros. T o d o lo que me gústa de m i vida, codo lo que me ha salvado, lo debo a mi virilidad. Así que escribo aquí como mujer incapaz de llamar la atención masculina, de satisfacer el deseo masculino y de contentarme con un lugar en la sombra. Escribo d@Sde aquí,

como mujer poco seductora pero ambiciosa, atraída por el di nero que gano yo misma atraída por el poder de hacer y de

rechazar, atraída por la ciudad más que por el interior siempre excitada por las experiencias e incapaz de contentarme co n

la narración que otros me harán de ellas. No me interesa

dura h o m b r ~ q u e n o ~ ~ hacen Nunca me ponérsela a ha parecido evideñte s se lo pasen tan que las chicas s ~ d u c t o r soñar.

bien. Siempre me .he sentido fea, pero tanto mejor porque esto me ha servido para librarme de una vida de mierda jun to a tíos amables que nunca me habrían llevado más allá de la

puerca de mi casa. Me alegro de lo que soy, de cómo soy, más deseante que deseab deseable. le. Escribo desde aquí, desde las invendibles, las torcidas, las que llevan la cabeza rapada, las que no saben vestirse, las que tienen miedo de oler mal, las que tie-

esencial. Del mismo modo que la figura del perdedor social, económico o político. Prefiero los que no consiguen lo que quieren por la b buen uen2. 2. y simple razón de que. que. 3ro misma tampoco lo logro. Y porque en general, el humor y la invención están de nuestro lado. Cuando no se tiene lo que hay que tener para chulearse, se es a menudo más creativo. Yo, como chica, soy más bien King Kong que Kate Moss. Yo soy ese tipo de mujer con la que no se casan, con la que no tienen hi jos, hablo de mi lugar como mujer siempre excesiva, dema

nen los dientes podridos las ,que no saben cómo montárselo, ésas a las que los hombres no les hacen regalos, ésas que folla-

rfan con cualauiera que ouisiera hacérselo con ellas, las más · zorras, las puritas, las mujeres que siempre tienen el coño seco, las que tienen tripa, las que querrían ser hombres las que se creen hombres las que sueñan con ser actrices porno .a las que les dan i g t ~ l los ho b 'es pero 2. las q" . e sv s amigas interesan, las que tienen el culo gordo las que tienen vello duro y negro que no se depilan, las mujeres brutales, ruido

siado agresiva, demasiado ruidosa, demasiado gorda, dema-

sas, las que lo rompen todo cuando pasan, a las que no les

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gustan las perfumerías, las que llevan los labios demasiado ro

jos, las que están demasiado mal hechas como para poder ves tirse como perritas calentonas pero que se mueren ~ . g a n a s las que quieren vestirse como hombres y llevar barba por la calle, las que quieren enseftarlo todo las que son púdicas por que están acomplejadas, las que no saben decir que no a las que se encierra para poder domesticarlas, las que dan miedo, las que dan pena, las que no dan ganas, l s que tienen la piel flácida, la cara llena de arrugas, las que sueñan con hacerse un lifting, una liposucción, con cambiar de nariz pero que no tienen dinero para hacerlo, las que están desgastad desgastadas,'las as,'las que no tienen a nadie que las proteja excépto ellas mismas, las

realizada pero no desbordada por los pañales y por las tareas del colegio, buen ama de casa pero no sirvienta, cultivada pero menos que un hombre esta mujer blanca feliz que nos pan pan{ { Jl delant e de los. ojos, esa a la que deberíamos hacer el es fuerzo de parecernos, a parte del hecho de que pareee romperse la crisma por poca cosa, nunca me la he encontrado en ninguna parte. Es posible incluso que no exista.

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que no saben proteger, esas a las que sus hijos les .dan igual, esas a las que les gusta beber en los bares hasta caerse al suelo,

las que no saben guardar las apariencias; pero también escri escri-- · bo para los hombres que no tienen ganas de proteger, para los que querrían hacerlo pero no saben cómo, los que no saben pelearse, los que lloran con facilidad, los que no son ambicio sos, ni competitivos, los que no la tien'en grande, ni son agre sivos, los que tienen miedo, los que son tímidos, vulnerable vulnerables, s, los que prefieren ocuparse de. la casa que ir a trabajar, los que son delicados, calvos, demasiado pobres como para gustar, los

que tienen ganas de que les den por el culo, los que no quie

ren que nadie cuente con ellos, os que tie nen miedo por la noche cuando están solos solos.. Porque el ideal de la mujer blanca, seductora pero no pura, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre delgada pero no obsesionada· con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejars dejarsee desfigurar por la cirugía estética, madre O

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«En realidad si mujer no tuvierauno existencia salvo la ficción que han escrito los hombres s l imaginaría como una persona de la mayor importancia muy heterogénea heroica y mez mezquina quina espléndida y ssórdida órdida infinitamente hermosa y extremadamente horrible t n grande como el hombre más grande s egún algunos. Per Pero. o. ésa s la mujer en la ficción ficción.. n la realida d com o sefiala l profesor T revelyan revelyan la encerraban l golpeaban y la zamarreaban por l cuarto.» Virginia Woolf Una habitación propia 1929.

 

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¿Te doy o me das poi[ el culo?

Des.de hace un tiempo, en Francia, no nos dejan de echar l bronca con respecto a los años 70. Que si hemos tomado el

mal camino, que qué hemos hecho con la revolución sexual, que si nos creemos hombres o qué y que, con nuestras tontería rías, s, váyase a saber dónde ha ido a parar l buena y vieja virili dad, esa de papá y del abuelo, de esos hombres que sabían morir en la guerra y conducir un hogar con una sana autoridad. Y con la ley respaldándoles. Nos echan l bronca porque los hombres tienen miedo. Co mo si la culpa fuera nuestra. Resul ta asombroso y como poco, moderno que sea un dominante el que venga a quejarse de que el dominado no pone bastante de su parte: . El hombre blanco, ¿se dirige aquí realmente a las mujeres o intenta más bien expresar que está sorprendido del giro que están dando globalmente sus asuntos.? En cualquier ·caso; no es posible que nos echen tanto la bronca, que nos lla men l orden y nos controlen de este modo. Por una parte, ju gamos demasia do a ser l víctima, por otra, no follamos como es debido, o somos demasiado zorras o demasiado tiernas y enamoradas. Sea lo que sea, no hemos entendido nada. O soI

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demasiado porno o no somos d emasiado sensuales .. De  finitivamente, esta revolució Hiexual fue como echar margari taS a las las tontas . Hagamos lo que hagamos, siempre hay alguien

cribí un primer libro que firmé con mi nombre de mujer, sin imaginarme por un segundo que cua cuan>, cienes a todos los salvadores de ru parte, mientras que cuando dices «sálgo en la tele» lo único que encuentras son envidiosos. Pero el senti 'mienro de no poseerse a sí misma por completo, de v ~ n d e r lo íntimo, de mostrar lo privado, es exactamente el mismo. Aún no veo bien la diferencia entre li prostirución y el tra bajo asala,riado legal, entre la prostitución y la seducción fe .menina, ente el sexo pagado y el sexo interesado, entre lo que conocí durante aquellos años y lo que he visto después. Lo ·que las mujeres hacen con su. cuerpo desde. el mo_men mo_mento to en que hay hombres que tienen pasta y poder alrededor, me parece todo bastante parecido al final. Entre la feminidad tal y como se nos vende en las revistas y la de la puta se me escapa siempre el mariz de diferenc diferencia. ia. Porque aunque algunas no di gan claramente-cuáles son sus honorarios, tengo.la impresión de haber conocido muchas putas. Muchas mujeres a las que el sexo no les interesa p e ~ o que saben sacar beneficios de él.

que no puedo digerir y respecro a las. cuales me falta sutileza. Pero si ruviera que dar consejo a una chavalita, le diría que hiciera ias .cosas sin tapujos, que guardara su inde p e n ~ e n c i a y que si quiere, saque provecho de sus encantos en l u g ~ de casarse, encerrarse, parir y dejar que un t po al que ella no soporta y que no la lleva de viaje le ponga un cerrojo. A los hombres les gusta pensar que lo que las mujeres pre fieren es ~ e d u c i r l e s y hacerles enloquecer. Pura proyección ho mosexual:: si fuera n de sexo femenino, lo que les gustaría a ellos mosexual es excitar a otros hombr es. V ale, ale, es verdad, es a,gradable hacer les les per der la cabeza a base base de escotes y de carmín. Hay a quien le gusta llevar un disfraz de Mickey para distraer a los nifios, pero hay quien prefiere otra cosa. Por ejemplo, hay quien pre fiere no trabajar en Disney. Seducir esrá al alcance de muchas jóvenes, siempre que acepten jugar el juego, porque de lo que se trata es de reconfortar a los hombres. sobre su virilidad, ju  gando el juego de la feminidad. Sacar un beneficio personal exige un perfil preciso, cualidades poco frecuentes. Todas no

Que se acuestan con hombres viejos, feos, muermos idiotas hasta la depresión, pero socialmente poderosos. Que se casan con ellos y que luchan por sacar un máximo de dinero en el momento del divorcio. Que les parece normal que una mujer sea una mantenida,. que se la lleve de viaje, que se la mime. Que inclus incluso o pie nsan que eso es un éxito. Es triste escuchar a algunas mujeres hablar del amor como. de un contrato econó mico implíciro. Que esperan que los hombres paguen por acostarse con ellas. Esó me parece lo más curre, en suó1; suó1;;0, ;0, que

venimos de las clases sociales superiores, a todas no nos han en trenado para sacar el máximo de dinero de los hombres. Y, ade más, algunas preferimos l dinero _que ganarnos nosotras mis mas. A diferencia de la idea que se hacen muchos hombres, no todas las mujeres tienen alma de cortesanas. A algunas, por ejemplo, les gusta el poder directo, el que permite llegar donde quieres sin necesidad de sonreír a rres fulanos espera ndo que les contraten como esto, o les confíen aquello. E poder qu,e te per mite ser desa,gradahle, exigir,· ser cortante. Y ese poder no es

rénuncien a toda independencia

más vulgar cuando una mujer lo ejerce que cuando lo hace un

a l menos

la puta una vez

dad si tienen un modo de apoquinar. Es mi lado clase media: h a . y ~ v i d e n c i a s

 

se llevan una al huerto. Pero lo qué inás les gust a ert ert rea lidad es V'er cómo se la pegan mientras simúl an compadecerlas e·alegrari directamen directamente. te. La prueba es su tosca: alegría cuando ven envejecer a aquellas mujeres que no han podido obtener o a las que les hicieron silfrir. (ACaso hay algo más rápido y pre visible que la caída de una mujer que ha sido guapa? No es ne ces:¡.rio tener mucha paciencia para obtener venga.ni.a.

en lá que se explota a las mujeres sin papeles. Por su dimen sión espectácúlai evidente: un poco de injusticia medieval en nuestras carreteras siempre produce buenas imagenes. Nos contar historias de mujeres m a l t r a t ~ d a S q u é cllentan.a gusJ:a las otras que se han librado por los pelos de lo peor. Además r · ~ s u l t a más f.ícil, porque los y las que trabajan en el eiíierior no · pueden mentir· acerca de su actividad, como lo hacen los que . la practican a tra;és de interriet. Buscimos lo más,sÓrdic\o y lo encontrarnos sin mucha dificultad porque ésá es precisamente la prostitución que no puede sustraerse a la mirada pública. Chica.s ilegales, que trabajan ;in dar su ronsentimiento, que hacen clientes en cadena, domesticadas por la violación, dro

«Lo que inaceptable no es que se gratifique mate una mujer a cambio de sarisfacér el deseo de un rialmente a resulta hombre, sino que se pida esa gradfiea ci6n de forma expl explícita ícita», », escribe Pheterson: · Co mo el trabajo doméstico y la educaci6n de los niño5, el serVicio s dual debe ser gratuito. El dinero es fa independencia. o que ataca la moral en la práctica del sexo paga no es él he cho de qlle la mujer no encuentre placer, sino qúe se aleje del ·hogar y que gane su propia independencia. La puta es la «cria

de chica.s perdidas. Cúanto más cutre, mejor y ,más gadás, retratos un hombre en comparación. Cuanto más fuerte se siente sórdido, más emancipado se siente el pueblo francés. Así, á partir de i ~ á g e n e s inaceptables de un tipo de prostituc;ión practicada: en condiciones .asquerosas; .asquerosas; se acaban extrayendo · co conclusioñes nclusioñes sobr é el mercado del sexo en su conjunto. s tan pértihénte éomo hablar del trabajo textil mostrando única mente imágenes de niñ niños. os. sin con trato en sótanos. No impor ·ra, lo que cuenta es poder transmitir una.única d ~ a ninguna

tura del asfalto», la que se apropia de la dudad. Trabaja fuera · de la mestlcidad y dé la maternidad, fuera de la célula farrúliarc Los hombres no necesitan mentirle, ni ella· necesita enga ñarlos, más bien ella se puede convertir en su cómplice. Tradicionalmente, las mujeres y lbs hombres no están hechos para comprenderse, entenderse y ser sin sinceros ceros entre sí.· Claramente, esta posibilidad da miedo. · Los medios de comunicación franceses, los artículos, los ·documentales y los reportajes de radio se centrán siempre'en las formas más s6rdidaS de la prostitución, como la de cille

niujer debe sacar béneficios de sus servicios sexuales fuera del matrimonio. n ningún caso ella es lo suficientemente adulta

hombre. Se supone que, a causa de n u e ~ t r o sexo noso tras de. bemos renunciar a éste tipo de pb.cer. so es mucho pedir. No nos encontramos con muchas Sharoif Storie Storie e n la vida. Hay con

Alos

pa.Sadaslas más bellezas dechicas coca, idiotas vestidosybonlros. hombres les gustan guapas, cortejarlas fanfarronear

cuán

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sus encantos. Prefiere forzosamente tener un trabajo honesto. Honesoo según las ínst;mcia,s mora Un rrábajo no.degradante. Porque el sexo para las mujere s, sin amor, es siem pre degéa degéad,ante. d,ante. · · Esta imagen prec:isa de la prostituta, que nos, gusta ranto exhibir, tina mujer privada de tOdos sµs derechos, c e su auto. hornía, de su poder de deci;ión,, sirve variás furicioneí;. P¡::ind palmente mostrar a los hombres qúe quieren. hacérselo con

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como para ·negociar con

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una puta lo bajo que deberán caer par;i conseguirlo. De este modo también se les arrastra

á ellos hasta la célµla familiar:

todo el mundo a casa. Es también una manera de recordarles que su e x u a l i d a d es monstruosa, que crea ~ í c l i m a s y destruye vidas. Porque la sexualidad m ~ c u l i n a debe segwr siendo cri peligrosa, peligro sa, asodal y amenazadora. Esto no es una verdad ~ i n a l en sí, és una construcción cultural. Cuando impedimos que las putas t ~ a b a j e n en condiciones decentes, atacamos ·d ·directa irecta mente. a las mujeres, pero también buscamos controlar la se xualidad de los hombres. Echar un polv polvo o cu ando tien en ganas no debe ser algo agradable y fácil. Su sexualidad débe segllir siendo un problema. De nuevo, doble imposición: en la ciu dad todas las imágenes inyit an al deseo, deseo, pero el alivio alivio debe se guir siendo problemático, cargado de culpa. La decisión política que c o n ~ j s t e en hacer de las prostitu tas víctimás . ambién cumple una función: marcar el deseo ~ a s c c l i n o encerrarlo en la infamia. Que se corran pagando, si quieren, pero que p a ~ hacerlo t e ~ g a n que meterse en l fango, la vergüenza Y la miseria. El pacto de la prostitución «yo te pago y tú me s a t i s f a ~ e s » es la base de la relación hete rosexual. Hacernos creer que ese ese contrat o es extraño a nues u

política que proteja la 111oral La cuesdón no es solamente á i tar que esta población pobre esté a la vista de los ciudadanos del cenfro de las ciudades, los más ricos de entre nosotros. A trav és del cuerpo de la mujer, definitivamente un instrumen to esencial en la elaboración política de la mística de la mas culinidad, el gobierno decide deportar fuera de la ciudad el deseo bestial de los hombres. Si las putas ·se instalaban has·ra alio,a sin problema en los barrios favorecidos, es p¿rque los clientes est aban allí, y se parab an para para.. que les hiciera n una ma mada rápida antes de volver a s us casas. En su libro, P heter son cic cicaa a Freud: «la corrient e tierna y la cco o

rriente sensual sólo se han fusionado como es necesario en un pequefio grupo de sere seress civilizados; los hombres se sienten casi siempre limitados en el ejercici o .de actividad sexua sexuall por res res peto a las mujeres y sólo desarrollan su plena potencia sexual cuando se encuentran en presencia de un objeto sexual des preciado, una cuestión fundada tam bién sobre el hecho de que existen en sus deseos sexuales componentes perversos que no satisface facerr con una u j e r a la que respetan.» se permiten satis accificialme icialmente nte so a dicotomía madre-puta está .dibujada accif

culmra es pura hipocresía. Al corHrario, la relación entre el cliente var ón heteros.e heteros.exual xual y la puta es un contrato entre os sexos sano y claro. Por eso, es necesario complicarlo de ma  nera arrific arrificial. ial. Cuando las leyes Sarkozy sacan a as prostitutas de la calle fuera de la ciudad, obligándolas a trabajar en los bosques, del otro lado de las autopistas, a· merced de los caprichos de los policías y los clientes el símbolo del bosque es interesante: ia sexualidad debe salir físicamente del dominio de lo visible, de

bre el cuerpo de las mujeres, un poco co mo el m apa de Afr Africa: ica: sin tener .en cuenta las realidades del terreno, sino únicamente los intereses de los colonizadores. Esta separación no procede de un proceso «natural», sino de una voluntad política. Se .condena a las mujeres a estar escindidas en dos opciones in  c o ~ p a t i b l e s . Al mismo tiempo, se encierra a los hombres en otra dicotomía: lo que se la pone dura debe ser problemático. Sobre todo, que no haya reconciliación, es un imperativo. Una. de las características paniculares de los hombres es una

lo consciente, de lo iluminado), no se trata de una decisión

tendencia a despreciar aquello que desean, así como a despre-

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ciarse a sí mismos a causa de la manifestación man ifestación fís física ica de ese de seo. En desa desacuer cuerdo. do. fundament al con ellos mismos, se empal man con aquello que avergüenza. Al eliminar la prostitución · de las calles, la que ofrece un alivio más rápido, el cuerpo so cial complica el alivio de los hombres. Una frase de cliente me ha marcado, una frase frase repet ida va rias veces, por distintos hombres, después de sesiones muy di  ferentes unas de otras.· Me decían, en un tono suave y algo triste, en todo caso resignado: «es a causa de hombres como yo que chicas como tú hacen lo que hacen». Era una manera de reasignarme a mi posición de chica perdida, perdida, probable men te porque yo no daba s u f i c i e n t e ~ e n t e la impresión de sufrir Era también un a frise que venía a expresar ccin lo que hacía. lo doloroso que es el recinto del placer masculino: lo que a mí ·me gusta hacer contigo produee forzosamente ínfdíddad. A ···solas con sti culpabilidad. Es necesario que se a.:ergÜenceri de su propio deseo, incluso si encuentran satisfacción en un con texto que no causaría dolor, dondé ainbas partes podrían sa tisfacerse. El deseo de los hombres debe herir a las mujeres, ultrajarlas. Y; en consecuencia, debe cülpabilizar a los hom bres. De nuevo, no se trata de una fatalidad, sino de una

construcción política. Actualmente, los hombres no dan la {mpresión de querer liberarse de este tipo de cadenas. Más bien al contrario. No estoy afirmando que en cualquier condición y para cualquier mujer esta forma de trabajo resulte anodina. Piero teniendo en cuenta que el mundo económico actual es lo que es, es decir una guerra fría fría sin piedad, prohibir el ejercicio de la prostitución en un marco legal adecuado, es prohibir a ia. clase femenina enriquecerse y sacar ventaja de su propia es tigmatización. 70

que noºteridrfa noºteridrfa tin recuerdo tan positivo de mis años de la lei::tÚr lei::tÚrii de las e r r i i n i s r ~ arriericaÍla.5 «pro-s6crn>,* Nor ma Jane Almodóvar, Carol Queen Scarlot Harlót, Margot St. Jatll.e , ~ j e m p l o : No es por al francés ocas casual que nil-nguno sus texi:os es tén traducidos alual esp iñ oningun quéo dé l libro Elprnma e la r o ~ i u c i ó n de Pheterson haya tenido u n i pequeñi.dífusión .. a pesár de ser una obra ineludible, que el libro de C l a i r ~ Car thorinet]ai des choses a vous dire no sé c o n o z c a a p e n ~ ; ) qué sea considerado como un simple testimonio. El desierto teórico al que n o s c o n d e n a m ~ s socialmente es una éSiratégia. Es néce5ario guardar la prostitudón en la vergüenza y la oscuridad ·para pro tegerr tanto tege tant o c o ~ o sea posible la célula célu la familiar tradicional. · . ~ e o

... puta pu ta sin

óVuel voabril a hacer hacerme me algurios clientes a firiales.def91 firiales.simpl def91, ºe ºescri scribo del 92. e, azar. aza r. bo Existe No creo que se trate de simple

llame en

una relación real entre escrirura y piostituCión. Ema11ciparse, hai:er lo que no debe hacerse, ofrecer li intimidad, exponerse exponerse a . .·los peligros de ser juzgado por Os otros, aceptar la exclusión del grupo, Más en concreto, como mujer: convertirse en una mujer públici. Ser ldda por cualquiera, hablar de aquello que debe permanecer en secreto, eXhibirsé én los periódicos .. En o n f l i c ~ to evidente con la posición que se nos asigna asigna tradicionalmente:

mujer privada, propiedad, mitad y sombra del hombre. Conver tirse en escrito escritora, ra, ganar dinero fácilmente, fácilmente, provocar ta nta repul sión como fascinación: la vergüenza pública es comparable a la de la puta. Aliviar, Aliviar, acompañar acom pañar a aquellos que nadie quiere, quiere, com partir la intimidad con un desconocido, aceptar sin s in juzgar dife rentes tipos de deseo. Encontramos muchas prostirutas en las * a aucora s refier.e aquí a feminismo ~ ( p r o - ~ e ~ l , U l ~ :::eacci6n cr dca frence al feminismo conse 'Vador < pro-censorship)> que defiende la abolición de la proscirución y la censura de la producción. ¡iudi ¡iudiovisual ovisual porno gráfica. Traducimos aquí literalmente feminismo «pro-sexo». N. de la t.)

.

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novelas: Bola de sebo Nan novelas: Nanaa Sofía S e ~ i o n o v n a Marguerite Fantinee .. Son figur Fantin figuras as populares anti-madres en el sentido reli gioso del término mujeres que no juzgan que son comprensi vas q ue rec reconocen onocen el deseo de los hombres hombr es conden condenadas adas y libres. Cuando los hombres sueñan que qu e son mujeres se imaginan más 6ícilmente siendo puras excluid excluidas as y libres libres de movimientos que siendo madres de familia pre preocupa ocupadas. das. de la limpieza del hogar. A menudo menud o las cosas son exactiunente lo contrario de lo que nos dicen que son por eso nos lo repiten con tanra insistencia y bru talidad. a figura de la puta es un buen ejemplo: cuando afir mamos que la prostitución es una wiolencia contra las mujeres» es para que olvidemos olvidemos que es el matrimonio lo que constituye una violencia contra las mujeres y de modo genera generall todo lo que aguantamos. Aquellas que se dejan follar gratis deben 5eguir di ciendo que sl1 ~ p i ó n es la úajca posible posible si no ó m o las reten dríamos? a sexualidad Tn asculiha en .sí misma iié constituye u ~ violencia contra las mujeres si éstas c o ~ i e n t é i ; y están bien pagadas. Lo que resulta violento es el control que se ejerce sobre cada una y cada uno de ~ s o t r o s fa facultad de. decidir por no sotros lo que es digno y lo que no lo es

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pornografía es como un espejo en el que podemos mirar nos. A veces veces lo que vemos no es muy bonito y nos puede hacer sentir bastante mal. Pero es una ocasión maravillosá para conocerse conocer se a sí mismo mism o para par a aaproxi proximarst marst:::: a la verdad y apretÍrnográfico les obligó a identificar claramente su atracción. . Para mí este experimento ofrece una pista interesante para comprender la violencia del rechazo a menudo fanático, alborm i l i t ~ t

s

mente al centro de las fantasías, sin pasar por la palabra ni por

la reflexión. Primero,nos empalmamos o mojamos, después nos preguntamos por qué. Los reflejos de autocensura se ventrastocados. La imagen porno no nos deja elección: esto t e ex cita, esto te hace reaccionar. Nos hace saber dónde hay que apoyarse para ponerse en marcha. Ahí está su mayor fuerza, su dimensión casi mística. Por eso se crispan y gritan tanto los

militantes antiporno. Rf,chazan que se hable directamente a su propio deseo, que se les fuerce a saber algo· sobre sí mismos que han decidido ignorar o aca acalla llar. r. El porno presenta un verdadero problema: libera el deseo y le promete satisfacción demasiado rápido como para permi tir una sublimación. En este sentido, cumple una función mediadora, relaja la tensión en nuestra cultura entre delirio sexual abusivo en la ciudad, los signos que llaman al sexo nos invaden literalmente el cerebro y rechazo exagerado de de la realidad sexual no vivimos en una gigantesca orgía perpetua, las cosas permitidas o posibles son más bien relativamente pocas . El porno interviene aquí como una liberación psíqui ca, para equilibrar la diferencia de presión. Pero aquello que resulta excitante a menudo es socialmente molesto. Pocos son

de del pánico, que suscita el porno. Los despavoridos reclaman la censuray la prohibición a gritos como si les fuera la vida en ello. Esta actitud resulta objetivamente sorprendente: ¿Amenaza ¿Amen aza la seguridad del E stado un primer plano de una po -

aquellos y aquellas capaces de asumir en público lo que les pone a cien en la vida privada. Aveces, ni siquiera tenemos ganas de hablar de ello con nuestros compafiero s sexuales sexuales.. El dominio de lo privado, lo que me hace mojar. Porque la ima-

lla que penetra a una chica a cuatro patas? Las Las páginas w eb an tiporno son más.numerosas y vehementes que las páginas contra la guerra en Iraq, por ejemplo. Asombroso vigor conm conm1 1 algo un simple género cinematográ que no deja de cinematográfico. fico. El problema que plantea el porno reside.en el modo en el

gen que ello da de mí es incompatible con mi identidad social cotidiana. Nuestras fantasías sexuales hablan de nosotros, en la manera desplazada de los suefíos. No dicen nada de lo que deseamos

que golpea el ángulo. muerto de la razón. Se dirige directa-

que ocurra de facto.

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' Es evidente que muchos hombres h e ~ e r o s á u a l e s se empal . man pensando en ser penetrados· por otros· hombres, o ser hu millados, sodomizados· por una mujer, del mismo modo que es evidente que muchas mujeres se excitan con la idea de ser vio lentadas; de participar en un g ng b ng o de ser folladas por ·otra mujer. El pomo también nos puede· molestar porque reve . la que somos inexcitables mientras que nos imaginamos a· nosotros mismos como calentones insaciables. Aquello que nos excita o que no nos excita proviene de•wnas incontrolables; ·oscuras y Pocas veces en acuerdo con lo que deseamos conscien temente. ·He aquí el interés de este género cinematográfico, si nos gusta soltar amarras y perder'ia razón, he aquí también el

·dice de mí no siempre·me agrada, no siempre encaja con lo que a mí me gustaría ser: ser : Pero puedo prefér preférir ir ·saberlo, ·saberlo, en lugar de· esconder f cabeza y decir lo Contrario lo que sé de mí, p a r ~ p r e s e r v a r una imagen social cranquilizadora. Los detractores del género se quejan de la pobrei:a pobrei:a del por no, y pretenden· que sólo existe un único tipo de porno. Les gusta haeer circular la idea según la cual este sector no es crea. tivo: Y ésto s fals falso. o. El sector sec tor está dividid divididoo e n s u b g é ~ e r o s dis tinto5: las películas de 35 mm de los f i o ~ 70 'son diferentes· de las peÍ culas amateur que aparece·n con el vídeo, y éstas son di ferentes de las viñetas hechas con teléfonos móviles, con las webcams o de las actuaciones liv de intern'et. intern'et. Porno Por no chic, ált-

·peligro este típo decodo. cine, no po derdecontrolarlo cod o. precisamente si tenemos miedo de Pedimos demasiádo a menudo l porno que sea una ima "gen de lo real. Como si el porno ya no fuera cine. Reprocha . mos a las actrices, por ejemplo, que finjan el placer. Están ahí para eso, se les paga para eso, han aprendido a hacerlo hacerlo.. No se le pide a Britney Spears que tenga ganas de bailar cada tarde que ·sale a áctuar. A eso es á lo que viene, nosotros pagamos para verlo, verlo, ca da uno hace su trabajo y nadie se queja al salir di-

SM, fetichismo, bondage, . · uro-scato, porn, post-porrt, gang bang, gonfo, películas temáticas - - c o n mujeres maduras, pechos enormes, pies bonitos, culbs bonicos - películas con transe xuales, películas gays, películas lesbianas. Cada género porno ·· tiene su propio programa, su hiscoria, su estética. Del mismo . modo, el cine porno alemán no gira en torno a las mismas ob  sesiones que el cine japónés, italiano o estadounidense. C ~ d a parte del mundó tiene sus especificidades pornográficas. · Lo q..ie escribe realmente la historia del por no, lo que la in

. ciendo: •yo creo que simulab simulaba». a». El po rno debería decir la ver dad. Algo que nunca pedimos· al cine, esencialmente una téc nica de ilusión. Le pedimos al porno precisamente lo·que nos asusta de él: que dígala verdad sobre nuestros deseos. Yo yo no sé nada so bre por qué es tan excitante ver a otras personas follando· y di ciéndose guarradas. El caso es que funciona. Es mecánico. El porno revela crudamente ese otro aspecto de nosotros mis mos: el deseo sexual es una mecánica, ·nada ·nada complicada d e po  ner en marcha. Y sin embargo, mi libido es compleja, lo que

venta y lo define es la censura. Aquello que prohibimós mos trar es to que va a ~ a r c a r ~ cW.ie .pc¡.rpQ. buscand.o. modos interesantes de soslayar los límites. Con las aberraciones y los ccntraefectcs más' o menos alie . nantes que elló supone: en Francia, las cadenas de televisión privadas definen lo que se puede mostrar o no. Ni escenas de ·violencia ni de sumisión por ejemplo. Hac er po rno· sin pasar por ciertas obligaciones es como patinar sobre hielo sin las cu. chillas. B u e n ~ suerte .. También se prolúbe el uso de objetos: · dildc s, cinturon ci nturones-po es-polla. lla. Se pÍ"ohí pÍ"ohíbe be el porno lesbiano· y toda

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imagen de un hombre. siendo penecradq .• Con la excusa de proceger la dignidad de las mujeres. No se sabe muy bien por qué la dignidad de. las mujeres se verá especialmente atacada por la utilización de un cinturón polla.. Sabemos que tienen suficiente polla suficientess recµrsos recµrsos par a compren der que una escena SM no implica que ellas quieran que las azoren cuando lleguen a la oficina, ni que las amordacen · cua ndo friega friegan n los platos. Sin embargó, basta co n encender la tele para ver mujeres en posiciones humillantes. Las prohlbi ci.onei son las que son y tienen su justificación política (el SM debe seguir siendo un d eporte de élite, el pueblo es incapaz de entender su complejidad, le haría daño). En todo caso, la «dignidad» de la mujer nos viene como anillo al .dedo cuando se tratá de limitar la expresión sexual .. Las condiciones en las que trabajan trabajan las actrices, los contratos al:>errantes que firman, la imposibilidad de controlar su imagen cuando abandonan la profesión, o de que les retribu yan cada vez que s utiliza su image imagen, n, esta dimensión de su dignidad no interesa a los censuradores. El hecho de que no existaa nin gún centro de ayuda especial exist especializado izado al que las actrices porno puedan acudir en busca de información sob¡:e las par

que el.griego clásico. Los hombres.maduros no s airergiíén zan de seducir a chic chicas as que acaban de salir de la infancia, les parece normal hacers hacersee ,una ,una paja mi rando .cu .culos los ape apenas nas pú be· i:es....Es un prob lema de adultos, eso es asunto suyo, deberf;l.n asumir las consecuenc consecuencias. ias. Por ejemplo, siendo particularmen  te atentos y amables con las chicas a ún jóve jóvenes. nes. que. aceptan , ~ t i s f a c e r apetitos.Pues bien, en absoluto: les da rabia que eUas ,se,hayan tomado la libertad de hacer exa,ctamente. lo que e l l o ~ d ~ s e a b a o ver. Toda la elegancia yla coherencia mas culina r e ~ ¡ ¡ . m i d a s .en una actitud:. «Dame lo que quiero, te lo suplico,. a ~ a que yo pueda después escupirte en la cara.» La chi cómo' saben hacerlo, con la rnayor tranquilidad; Aquí, las mujeres c i n contentas del ser vicio que se les ha ofrecido, ofrecido, los hómbres la tienen dura du ra y eya culan, todo el mundo habla el mismo lenguaje, por una vCz,

se ha Peró, en lugar de ser una io posibilidad, el orgasmo un imperativo. Es necesar necesario sentirse siempre incapaz de vuelto algo .. Ysegundo, porque los hombres se han apropiado rápiruimente de este orgasmo femenino: .la muj mujer er debe gozar a través través de ell.os. La masturbación femenin a cont continúa inúa siendo objeto de despr despre e cio, c ~ m o si fuera aÍgo aneio. El o r g s m ~ al que debemos. lle gar es eI que nos prócura el macho. El hombre debe «saber c6mo hacerlo.» Corno en a Bella durmiente del bosque se i:umba sobre la princesa y le hace ver las estrellas. Las mujeres escuchan: el filensaje y, como siempre, se to man a pecho no ofender al sexo susceptible. En 2 0 0 6 escu chamos a chicas aún muy jóvenes decir que esperan que un hombre les haga gozar. Así todo el mundo est:f molesto: los chicos que se preguntan cómo van a hacerlo, las chicas, frus tradas porque ellos no conocen mejor que ellas mismas sus propias anatomías y sus dominios fantasmáticos. En cuan cuanto to a la masturbación feme femenin nin:a, :a, basta on hablar con la gente que te rodea: «Cs.o .no'me interesa ~ ¡ < J > «lo hago mente cúando no tengo tengo novio durante muc ho tiemp tiempo», o», «yo no

todo sale bien.

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¿Por qué el porno es el dominio exclusivo de los hombres? ¿Por qué, si eí porno es una índústria que tiene tan sólo treinta años, son so n ellos los principales benef beneficiar iciarios ios económi cos? La respuesta es la misma en todas las situaciones: el po der y el dinero resultan desvalorizantes para las mujeres qué los poseen. N o debe ejercerse ejercerse u obtenerse si no es a través dé la colaboración: masculina: sé elegida como espofa y te apr'ovecharás de la5 ventaja ventajass de tU compañero.. .. 8

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l lo hago, no me gusra.» No sé qué es lo que hacen todas ellas en su.tiempo libre, pero en todo caso, si es cierto que no se mastur ban, entonces resulta comprensible que no tengan ningún i n t e ~ rés en las películas porno cuyas vocaciones, por otra parte, no son diversas. Una película porno está hecha para masrurbarse. Sé que lo que hacen todas esas chicas solas con sus clítoris no es asunto mío, pero su indiferencia frente a la masturba ción me perturba: ¿Cuándo se conectan mujeres con sus propias propi as fantasías, si no se tocan cuando están solas? ¿Saben lo que les excita realmente? ¿Y si no se sabe eso sobre una mis ma qué se sabe exactamente de sí? ¿Cuál es el contacto que una.establece consigo misma cuando Sll ~ e X está sistemáticamente bajo el poder del ot.ro? . Queremos ser mujeres decentes. Si la fantasía. aparece como un problema, impµra y despreciable, la reprimimos. Ni ñitas modelo, angelitos del hogar y buenas" madres, consfrui das para el bien del prójimo, pero no para cono.cer cono.cer nuestro in  terior. Estamos Estam os formateadas pa ra evitar eei:it i:itrar rar en cont acto con nuestro propio lado salvaje. Antes que nada, tenemos que adaptarnos a las conveniencias, pensar primero e r da s a t i s f a c ~ ción del otro. Nuestras sexualidades nos ponen en peligro, re es quizás experimentarlas y ~ o 4 ~ , . . l f P e r i conocerlas para una mujer conduce a su exclusión exclusión del grupo.

e n c i a

sexual

l i

Rápidamente aparece el desprecio. a histeria de lag;roupie Na die quier¡;: oír lo que ellas. han venido a decir, que están ardientes y llenas de deseo. Se oculta este fenómeno clave. Los hombres · no ql ieren saber nada de él. El deseo es ;u dominio, en exclusi va. Resulra im,presionan_te pensar que despreciarnos a una, chica que grita de deseo ¡;uando John Lenno Lennonn ..toca toca la guitarra, guitarra, mien tras que nos parece gallardo que un viejo le silbe a un¡i adoles cente en falda. Por un lado, existe un apetito sexual;qüe s ü 1 d i ~ cado.r de bm;na salud, sobre el que la colectividad se 'pon.e de acuerdo, que se ve favorecido, y por el que se muestra bonda d y comprensión. por otro lado, un apetito forzosamente grotes ro monstruo monstruoso, so, que pr ovoca la risa y que debe-. debe-.ser ser reprimido. a explicación psicológica popular que se emplea para pen sar la ninfomar:ila, 'según la cual las ninfómanas ·multiplican sus relaciones sexuales porque no pueden .sentir satisfacción sexual, es un ejemplo patente de desprecio_. Asi.se e i ¡ : t i e n d ~ ii idea según la cual la multiplicación de conquistas es un índice de frustración femenina. Cuar:ido, en realidad, es una teoría que se ajustaría mejor a los hombres, frustrados por la pobre za de su s ~ n s u a l i d a d y orgasmos, Son los hombres los que s.o . brevalorar:i y subliman el cuerpo femenino y quienes, incapa el placer esperado, acumular:i las conquistas coi::i ces de obtener la esperar:iza de sentir, un día, algo que se parezca a un verda dero orgasmo. Una vez más, aquello _que es fundamentalmen te cierto en el caso de Íos hombres es despíazado para estigma tiz¡ir_ la s_exuali s_exualidad dad femeni na.

El deseo femenino estuvo silenciado hasta los años cincuenta. La primera vez que las mujeres se reúnen masivamente y sé ex presan: «Tenemos deseos, estarnos atravesadas por pasiones brutales, inexplicable inexplicables, s, nuestros clítoris son c omo polla pollas, s, buscan satisfacción». Esto sucede en los primeros conciútos de rock. l o s Beatles se ven obligados a dejar de actuar: las mujeres se ru

Cuar:ido París Hilton se pasa de la raya, raya, se presenta a cua tro pa tas y aprovecha la la difllsión de la imagen para p ara hacerse hacerse mundial mundi al mente famosa, entendemos algo importante: ella pertenece a

borizan co n cada nota, sus gritos ahogan el sonido de la música.

su clase social, antes de pertenecer a su sexo. Así, en el plató de.

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televisión del programa francés francés «Nulle Pa_rt Ailleurs», frente al cómico de origen popula r Jame Debouze, sucede una escena escena interesante. El joven cómico busca inmediatamente l modo · de reasignada, de te conozco, te he

de mujer caída: «Tú, yo ponerla lugar visto, te en he su visto poi internet». Él habla en de su sexo, cuenta con su superioridad intrínseca para nombre ponerla en una posición delicada. Pero París Hilton no es una actriz porno local, antes de ser la chica a la que le hemos hem os visto el coño, es la heredera de los hoteles Hilton. Para ella, resulta impensable que un hombre de clase social social inferior la ponga en peligro, ni siquiera un segundo. Ni se inmuta, apenas le mira. Cero desestabilizada. No porque tenga un carácter especial.

Sitnplemente os indica a todos que ella puede permitirse el lujo de follar delante de todo el mundo. Pertenece a eséa casta que tiene'históricarriehte el derecho a:I escándalo, a no ádecuai- se a Ías reglás qU:e se aplican al pueblo. Antes de ser U:na mÓ.jer sometida a Ja mirada del hombre, es Uria domi dominari narite te ·soc ·social, ial, Coh capacidad para p ara acallar el juicio de los menos privileg privilegiádos: iádos: · Así comprerÍdenios qué la .inica mánera de hacer explotar el sacrificio rituaiizado deJ porno será hacer entrar en él a las chicás de las buenas familiás. Lo que explota cuando estallan las censUrás impuestas p o t los dirigentes es un orden m·oral fundido ~ o r e ia explotación de todos. La familia, la virili dad guerrillera, l pudor, todos los valores tradicionales in  tentan asignar cada sexo a sU: rol. Los hombres como cadáve res res gratuit os para el Estado, las mujeres como esclavas de los hombres. Al final, todos subyugados, nuestras sexualidades confiscadas, sometidas a la v i g i l n c i ~ policial,· hormalizádas. Siempre hay una: clase social a la que le interesa qU:e las cosás · sigan siendo como son y que no dice la verdad sobte sus mo tivaciones profundas. . . . 90

«Efectivamente, en nuestros días l hombre· representa el posi tivo y l neutro, es decir, el macho y el ser humano, mientras que la mujer es sólo el negativo, la hembra. Cada vez que la mujer se conduce como un ser humano, se dice que se identi fic ficaa con el varón. Sus actividades deportivas, políticas, políti cas, intelec tuales, el deseo que siente por otras mujeres, se interpreta como una "protesta viri viril"; l"; no se quieren tener en.·cuenta los valores hacia los que ella se trasciende, lo que lleva evidente mente a considerar que ha elegido la opción inauténtica de una actitud subjetiva. El gran malentendid o sobre el que des cansa este sistema de interpretación es que se admite que es natural para el ser humano hembra convertirse en una mujer femenina no basta con ser heterosexual, ni siquiera ser madre, para realizar esta idea. La "mujer, mujer" es U:n producto arti ficial que fabrica la civilización como antes se fabricaban cas

l

trados; sus supuestos "instintos" de coquetería, de docilidad, se insuflan como al hombre el orgullo fálico; é l no siempre acepta su vocación viril; ella tiene buenas razones para aceptar menos dócilmente todavía la que se le ha asignado.» Simone

de Beauvoir, El Segundo Sexo 1949.

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Kiung Kong

irli

versión de ing ong realizada por Peter Jackson en 2 0 0 5 comienza a principios del siglo pasado. Al mismo tiempo que . se construye la América industrial moderna y se dice adiós a 1 en las panaderías O en los kioscos, y a mí me da totalmente igual. igual. Los comentarios son escasos -«deja de fumar como un cío»- la mayor parre de

me empeño en afearme hasta ese punto. Me alucina que ten·

las veces, en la cultura underground, privilegiada privilegiada y al margen,

s

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·

me dan la vara. Se debe notar que y estoy bien como es toy. El punk-rock es mi ca.sa. Pero eso no dura mucho.·

saben distinguir entre lo que debe hacer y no debe hacer una chica en la ciudad. · . . · . Cuan do te vuelv vuelves es un a chica públí públíca, ca, te dan palos palos por t o

En el 93 publico Fóllame. La primera crítica aparece en Polar. Una revista de tíos. Tres páginas. Para reasigna:rme. Lo que · molesta al tío no es, según· sus criterios, que el libro no sea

d o ~ J a d o s

· bueno. Erí realidad, ni siquiera habla del libro. Lo que le in teresa es que soy uria chica que escribe sobre chicas éomo ésas, como yo. Y sin hacerme preguntas - p u e s t o que es un hombre y según él debe tener derecho, evidentemente, a de cirme o que·puedo permitirme segiJ.n su definición de decoró--c- me o viene a explicar, ese desconocido, y a decírmelo

de una manera muy particular. Pero no hay que quejarse porqu e está mal visto. Hay que tener buen humor, to márseló con distanciá y tener un buen· par de cojones para aguantarlo. Todas esas discusiones para saber si yo tenía o no derecho a decir lo que decía. Una mujer. Mi sexo Mi cuerpo. En todos los artículos, más bien de forma amable, por cierto. No no se describe a un autor como se describe a una mujer. Nadie cree necesario decir que Houellebecq es guapo. De ser una mujer, y si a un número igual de hombres les hubieran·

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públicamente: yo no debo haeer eso. Pa:sa totalmente del libro. Lo que cuenta es mi sexo. Pasa de quién soy de dónde vengo, de lo que me eonviene, de quién va a ieerme, de la cul tura punk-rock. Papy interviene, interviene, con las tijeras,· tijeras,· para corre gírmela, para cortarme mi polla mental, porque de las éhicas .como yo hay que ocupa ocuparse. rse. Y de paso cita a Renoir: «las pelí culas deberían estar hechas por chic:is bonitas que muestran cosas bonitas.» "Eso áJ menos me dará una idea para un títu lo.* En ese momento, me parece tan grotesco que me hace

gU.stado sus libros, habrían escrito sobre él que era guapa. O fea. Pero habríamos sabido lo que piensan sobre el tema. Y há brfan intentado, en nueve de cada diez artículos, cantarle las cuarenta y explicarle, en detalle, por qué este hombre era tan desgraciado sexualmente. Le habrían dicho que era é:ulpa suya, que no háda las cosas correctamente, que no podía quejarse de nada. Y de paso, se hubi eran reído de él: ¿Pero has visto la ca cara ra que tien tienes? es? Habrían sido extraordinariamente violentos con él si como mujer, hubiera dicho sobre el sexo y el amor con los

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r e k Pero después cambio de tono, me doy cuenta de

qÜ me

dan palos por todos lados y que eso es lo únieo que· les inte

resa: que yo sea una chica, una chica, una chica. Tengo un coño pegado en la cara. No me había confrontado todavía con el mundo de los adultos y menos aún con el de los adul tos normales, así que al principio me sorprendo de cuántos

* La autora se refiere aquí a su lihro Let jolies choses las cosas bonitas, craducido en castellano como Lo bueno de verdAd Barcelona, 1997 1997.. (iv. de la t.)

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hombres lo que él dice sobre el sexo y el amor con las muje res. Co n el mismo talento. no hubiera habido el mismo trato. No querer a las mujeres, cuando se es hombre, es unaactjtud. N o querer a os hombres, cuando se es mujer, e una patologia. ¿Una mujer no muy seductora que se quejara de que los hom bres no fueran capaces de darle un orgasmo? Nos tocaría oír hablar de su cuerpo, y de su familia, de sus complejos, de sus . problemas. No es casual que todas las marujas o ca.si todas, a partir de una cierta edad, intenten no hacerse notar demasia do. Que no nos cuenten que una cuestión de carácter o de 99

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naturaleza, que a nosotras no nos gusta pr9vocar y que lo nuestro es la. casa y los nifios. No hay más que darse cuenta de la que nos cae encima en cuanto hac emos algo algo . N.i siquiera al · más loco de los ríos del hip-hop le tratan t n mal como a una mujer. Y sin embargo, ya sabemos lo que los blancos piensan de lbs negros. No hay nada. peor que ser una mujer juzgada por los hombres. Valen todos los golpes, empezando por los más bajos. N o somos ni siquiera extranjeras: nos ponen subtítulos todo el tiempo, como si no supiéramos lo que tenemos que decir. No lo sabemos ran bien como los machos dominantes, habituados como están desde siglos sigl os a escribir libros s obre la cuestión de nuestra feminidad y sob re sus sus.. i1I1plicaciones. i1I1plicaciones. Es en esta época cuando descubro, con consternación, que cualquier huevón dotado de uiia pija se cree con derecho a hablar en nombre de todos. los hombres de la virilidad, de los pueblo s guerreros, de los se_fiores de los dominantes y, en con secuencia, se cree con: derecho a darme lecciones de feminidad. Da igual si el tío mide uno cincuenta, es más ancho que largo, y nunca ni en nada, haya demostrado su a s c u l i n i d a d Es un río. Y yo ... yo soy del otro sexo. N o soy la única a la que le espanta que la pongan sistemádcamente su· lugar de hembra. Sólo me comparan con otras mujeres Marie Da rrieussecq, Amélie Nothomb Lorente Nobécourt poco im

porta, con cal de que tengamos la misma edad. Y sobre todo, que seamos del mismo sexo. Como mujer, me roca tomarme una ración doble de condescendencia, vejaciones suplementarias y llamadas al orden. Mis amistades. Mis salidas. Mis gastos. Dónde vivo. Bajo vigilancia. De todo tipo. Una chica. Después viene la película.

a prohibición.

a

verdadera cen-

sura, evidentemente, no pasa por los cexros legales. 1

s

más bien

un consejo que te dan. Y se aseguran de que te enteres bien. Hay que impedir que tres actrices porno y una exputa hagan una peiícula sobre la violación. Incluso si se trata de un pe qu,eñp presupuesto, de una película de género, incluso si es una parodia. Es importante. Cualquiera diría que estamos amenazando la seguridad del Estado. No se puede hacer una

película sobre una violación colectiva en la que las .;,ícrimas .no lloriqueen en el hombro de los i os que las vengarán: Eso no. Consenso unánime de la p r e n ~ a farnoso derecho a décir que no. Nos representan a m í y a las otras tres chicas de la película como si no quisiéramos otra cosa que ganar dinero. Evidentemente. No es nece5ario ver la película para saber lo que hay que pensar. Si las chicas hablan de sexo, es para robarles el dinero a los hombres honestos, Puras. Porque si no seguro, habríamos hecho una película con p r a d ~ r a s y perritos saltarines, una película con mi.ljeres preocupadas por seducié a los hombres. O no hubiéramos.ni siquiera hecho la película, no nos hubiéramos movido de nuestro sitio. Puras, forzosamente. El cuerp.; de Karen, en primera página. Normal. Putas. Cual quiera tiene derecho a vender periódicos gracias a su vientre porque ella lo había querido ense ensefiar. fiar. Putas. Y la mini stra de cultura, una mujer, esa izquierda que se dice sutil, declara que una artista debería sentirse responsable responsable de lo que muestra. No son. los hombres los que deberían sentirse responsables cuan do se ponen de acuerdo entre tres para violar a una chica. No son los hombres los.que deberían sentirse responsables cuando se van de putas pero no votan las leyes necesarias para que ellas puedan trabajar tranquilamente. No es la sociedad la que de  bería sentirse responsable cuando vemos en todas las películas a las mujeres haciendo los papeles de las víctimas más arroces. Somos nosotras las que debemo s sentirnos responsables. De lo O

 

sucede, de negatnos a palmarla,, de querer vivit para contarlo. De abrir la boca. Ya cÓnocemos cÓnocemos esta cantine a, la que dícé que tienes que sentirte culpable de lo que te sucede. En la·

eri el que las cósas suceden que haga que nos compense . a las m u j e r ~ s suavizar l¿s golpes que damos? · Son aquellas.de entre nosotras que ocupanlás mejores po• ·

Elle una revista cualquiera, a l reseñar otro libro sobre violación, sin imbécil ninguna relación t o n el mío, subraya la dig nidad de su argumento, sintiéndose obligada a oponerlo a los «aullidos» que yo profiero. Como vfctÍma, no soy lo suficien temente silenciosa. Merece lá pená sefialarlo en una revista fe menina, es un consejo a las lectóras: la violación, de acuerdo, es algo triste, pero limiten los aullidos; señoras. No son lo su ficientemente dignos. Q u e te den por él culo. En la revi5taPa ris Match el mismo método, eara decirle. a la hija de Mon

si9ones que han firmado una alianza con los más poder.o sos. S onlas las más capaces de callarse cuando st : las engaña, de aguantar cuando 11lofun de ella.S de adular el ego de los hombres. Las más capaces' de adaptarse a. ta dominación mas culina· son evidentemente aquellas que ocupan l ~ · r r i e J o ~ e s ·puestos, ya que siguen siendo ellos los que aceptan o no a las mujeres en posiciones dé poder. Las más coquetas, las más be llas, las que se muestran ás amables- con los hombres. Las mujeres que se expresan son' aquellas aquellas que saben acomodarse a

tand, cuando hábla de las caricias de su padre, que es mejor que se calle; otra imbécil subraya el estilo de Marilyn Monroe,

ell0s.

que nos

la

sabido ser una buena: víctima:. Léase: duke; sexy, con la boqÚita cerrad.a. cerrad.a. E lla a b f a tenerla cerrada, m i ~ n t r s pasaba de mano en mano a· cuatro patas en las ·orgías ·orgías más. cutres cutres.. Conse jo de mujeres, entre ellas. La llave maestra. u ~ d e n sus' heri  das, señoras, pmque podrían molestar al torturador. Hay que ·ser una vfctima digna. Es decir, que se sepa callar. Lá palabra les ha sido siempre confiscada. Peligrosa, ya lo hemos entendido. ¿A quién podría quitarle el suefio? · . ¿Cuál es la ,;,entaja que sacamos de nuestra situación que hace que merezca la pena que colaboremos tan activamente? ¿Por qué las madres animan a los niños a hacer ruido mientras enseñan ens eñan ' a las ni ñas a 'ccallarse allarse?? ¿P or qué ·segui ·seguimos mos valorizando al hijo que se hace notar mientras que nos da vergüenza que una chica se salga del tiesto? ¿Por qué ensefiarrios a las niñas la docilidad, la coquetería y el disiinulo, mÍentras que decimos a los niños que deben ser exigentes; que el mundo es suyo, que deben tomar decisfories y elegir? ¿Qué hay de bueno en el que ha

modo

aquellas para q u i e n ~ s el feminismo es secundaria, un lujo. Las que no se rompen la cabeza · con la cuestión. Y más bien las mujeres más presentables, pues to que nuestra_cu alidadprimo rdial sigue siendo ser agi;ada agi;adable bles. s. . Las mujeres de poder son las aliadas de los hombres, aquellas . de entre nosotras que saben mejor doblar la rodilla y sonreír bajo la dominación. as que hacen como si eso no doliera. A otias, a las furiosas, las f e a ~ las bocazas, se las asfixia, se las aleja, se las extermina. Persona non grata para _la flor y nata. A mi me gusta Josée Dayan. Ronro neo de placer cada vez que la veo en la tele. Porque excepto ella, codas las demás, las nove· listas, las periodistas, las deport:Ísras, las cantantes, las presidentas de empresas, las productoras, todas las señoras sienten Ja obliga ción de ponerse un .escote, un par de pendientes, de pasar por la peluquería, de dar. fe _de su feminidad y garantla de docilidad. Ya conocemos el síndrome del rehén que se identifica con su carcelero. Así es como acabamos vigilándonos las una.• a la.• otras, juzgán donos a través de los ojos del.que nos encierra con doble cerroj o. . . .·

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P r e f e ~ i b l e m e n t e

una Ca.usa

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En la treintena, cuando dejé de beber, fui a diferentes psicoanalistas, sanádores, magos, ninguno de ellos tenía demasiado que ver con el ~ t r o Excepto porque todos esos hombres;. varias vec;es me dijeron; «Sería necesario que se reconciliara fominidád.» .» Yo siempre respondía lo mismo, espontácon su fominidád neamente: «Sí, no tengo hijos, pero .. » y siempre me interru mpfan para decirme que no era cuestión de maternida d. Se trataba de mi feminidad. ¿Pero qué quieren decfr con eso? Nunca me han dado uná respuesta da.ni. Mi feminidád .. no estoy en contra, si además me lo dice n varia variass vece veces, s, co n mucha convicción y con una bondad evidente. As que intenté comprender, sinceramente, qué es lo que me faltaba. Me parecía que

que no

casposos de polla pequefia del barrio los que se sienten obligados a desafiarme, para mostrar a sus amigos que han tenido el v;i lor de ponerme en mi sitio. No voy a entrar en detalles detalles,, ni a · describir qué es lo que ocurre cuando estos tíos en cuestión entienden que rodas las chicas que a ellos. les gustaría tirarse . prefieren acostarse conm igo. so les pon e. superagresivos. superagresivos. ¿Qué puedo hacer si son tan sex sexys ys como un viejo R-5 oxida.do? Seguramente se imaginan qu e si yo no e¡cjstiera ellos tend.rian más grande. No inerece la pena darle vueltas. De todos Í t ~ dos, ya se se trate de mí o de cualquier otra, desde e s t ~ punto de vista, es lo mismo: nunca es suflcience. Hagas lo que hagas, siempre resulta demasiado para un necio local que se siente

lo haQía dicho todo,llevar sin intentaba ser feminidad, más esto que aquello, que me dejaba reservas. La de qué se trataba .. Las circunsrancias en las que yo visitaba a .esos terapeutas eran privilegiadas, yo era más bien dulcé y tranquila. No soy una bestia a tiempo completo. Soy más bien tímida, .reservada, .reservada, desde que dejé de beber no se puede decir que haga mucho ruido, .en general. Es verdad que a veces se me cruzan los cables y estalki. Y de una forma no particularmente femenina, lo confirmo, pero por casualidad, de una manera

obligado a intervenir e in tenta r devol devolverte verte al tipo, redil. más atento . Cuanto más escasa es b virilidad de un esci a lo que hacen las mujeres. Y al contrario, cuanta más se guridad tiene un hombre mejor sop orta la diversidad de actitudes de las mujeres y su masculinidad. Por eso nunca se nos llama al .orden de una manera tan severa y estricta corno en el tefritorio de las cla clases ses pudientes: allí donde la masculinidad no está garantizada para los hombres, se pide a las féminas que j u ~ n el juego de la hipersumisa.

bastante eficaz. Pero ellos no me hablaban ni de agitación ni de agresividad, sino de «femínidacl» «femínidacl».. Sin entrar en detalles. Me comí la cabeza. ¿Se trataba de ser menos imponente, de dar más segurida d, de ser accesible, quizás quizás?? Bue no, eso, incliiso intentán dolo, va a ser difícil. difícil. l final, ser la chica que ha hecho óllame es úna broma. A veces, es fácil, me siento como Bruce Lee. Cuando él con taba en las entrevistas cómo los tíos venían a darle uria palm.idica én la espalda para provocar un duelo. Quedan probar a todo el veei veeindar ndari() i() que eran t an fuer-

Cuando, en la tele, consternados, pasan Úna y otra vez imágenes de «Happy slapping>> un chico que le da una hostia a una chica que mide dos cabezas rn,enos que .él y pesa quince . quilos menos; y se hace filmar por un amigc para después después hacerse el chúl chúlico ico delante de ot ros tíos, nos las muestr an para decirnps: «Estos musulmanes hijos de padres polígamos, no respetan a las mujeres, es insopon::able». Pero eso es exactamente lo que vosotros. hacéis en un tercio de la literatura blanca masc u l i n a ~ >, The lnternatio vol. X, 1929, pp. 303-3r3. [La femineidad como mdscara, Barcelona, r979]

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