Villoro Juan - El Filosofo Declara

April 27, 2017 | Author: Amelia Isabel López | Category: N/A
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Descripción: Excelente obra de Villoro....

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EL FILÓSOFO DECLARA

JUAN VILLORO

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

El filósofo declara se estrenó el 26 de agosto de 2010 en el Teatro Santa Catarina con el siguiente reparto: EL PROFESOR: CLARA: BERMÚDEZ: PILAR: CHOFER: Diseño de escenografía y vestuario: Mónica Raya Diseño de iluminación: Rafael Mendoza Diseño de audio: Miguel Hernández Producción ejecutiva: Mauricio Romero Dirección: Antonio Castro

Personajes: EL PROFESOR CLARA, la Esposa PILAR, la Sobrina EL PATO BERMÚDEZ, presidente de la Academia de Filosofía JACINTO, el Chofer

Escena 1

Casa del profesor. Una sala en desorden. El Profesor está en silla de ruedas. Su Esposa se mueve por la habitación, atenta a cualquiera de sus caprichos. Aunque reina el caos, ella "corrige" los objetos, no por sentido de la armonía sino por obsesión. ESPOSA: ¿Sigue trabajando en la división mente-cuerpo? PROFESOR: La he trabajado con usted. ESPOSA: ¿Me ha estudiado? PROFESOR: A fondo. ESPOSA: ¿Qué tanto? PROFESOR: Lo necesario: tiene una ontología resistente. Más allá de las grasas animales hay una terra incognita. Hubo momentos de intensa sodomía en que creí conocerla. Pero el camino del deseo se eclipsa con la saciedad. ESPOSA: ¿Usted me conoció? PROFESOR: Conocí su culo. Un culo dionisíaco, flexible. Todo lo demás me resulta un poco borroso. Me acuerdo de Atenas, pero Grecia se me escapa. Un culo de perfección platónica. ESPOSA: Perdón, profesor, pero no creo que deba hablar en ese tono. (Señala al vacío) El Dr. Bermúdez está aquí. PROFESOR: ¿Bermúdez el erotómano o Bermúdez el impotente? ESPOSA: Bermúdez, presidente de la Academia de Filosofía. PROFESOR: En la Academia predomina la disfunción eréctil. Cinco de cada tres

miembros la padece. ESPOSA: ¿Cinco de cada tres? PROFESOR: Tienen un sobrante metafísico, para penes futuros. Penes que aún no reclutan. ESPOSA: ¿Por eso no desea entrar a la Academia? PROFESOR (señala sus piernas inválidas): Abusé de las grasas animales. Mi sangre se espesa. Mi cerebro está mal irrigado. Mis neuronas se aíslan. Hay regiones a las que no puedo llegar. Mis dos cabezas han muerto: la de la mente, la del sexo... ESPOSA: Está en silla de ruedas. Dispone de perfecta invalidez para entrar a la Academia. Hace mucho que no solicita mi culo. PROFESOR: No solicito su culo ni solicito su mente. Solicito su presencia. ESPOSA: Estar ahí sin tocar a nadie, como parte de la atmósfera. PROFESOR: Subráyelo. No olvide la división mente-cuerpo: las palabras son mías, los subrayados son suyos. ESPOSA: He aprendido. He pasado a máquina cada una de sus palabras. Me he dejado penetrar por ellas, las llevo en el cuerpo. PROFESOR: La posesión por la escritura. Yo escribo, usted copia. ESPOSA: Y el Dr. Bermúdez nos oye. PROFESOR: El Pato Bermúdez nunca aprendió a pensar por su cuenta. ESPOSA: Era muy intuitivo. PROFESOR: Se afilió a todas las modas. Fue filósofo nacionalista cuando eso daba presupuestos. ¡Un metafísico de teponachtli! Luego pasó al existencialismo, con tal de usar suéter de cuello de tortuga. ESPOSA: El Dr. Bermúdez nos oye, no puede decir eso. Al Dr. Bermúdez se le pone la piel de gallina. PROFESOR: ¡El Pato con piel de gallina! Siempre fue un impostor.

ESPOSA: Es nuestro invitado, atravesó la ciudad movido por la admiración, para encontrar una mente libre y racional. PROFESOR (a un imaginario Bermúdez): ¿Ligaste mucho con tu cuello de tortuga? Tenías pocas ideas que ofrecer: verdura podrida, calabazas rancias. Fenomenología en ensalada. ESPOSA: Han acusado a Bermúdez de imitarlo a usted, profesor. PROFESOR: La envidia produce discípulos. Discípulos perversos. Yo nunca me interesé en el poder. ESPOSA: Pero el presidente se interesó en usted. PROFESOR: ESO es distinto. Vivimos en un país experimental. Los mandatarios abren un libro y sienten vértigo. Padecen laberintitis ideológica. Les preguntan cuáles son sus convicciones, qué ideas defienden, qué marco teórico los respalda y sienten que la tierra se abre. Aquel presidente no soportó el vértigo, la incertidumbre de no poder definirse. Este es un país de lemas. Piense usted en las parejas de palabras que la historia nos ha dejado, como novios que se besan en un parque. Parejitas húmedas. Piense usted en esas palabras trenzadas, que no se sueltan: "Orden y progreso", un lema de reclusorio; "Tierra y libertad", una ilusión agrícola; "Arriba y adelante", una abstracción aeronáutica. Aquel presidente tenía que definirse. En este país las declaraciones deciden la realidad. Si el presidente dice: "Soy oligofrénico liberal", ésa es su ideología. Si dice: "Soy de izquierda impedida", eso parece plausible. Al día siguiente contrata a un politólogo argentino para que invente su teoría de gobernar. ESPOSA: El presidente, aquel presidente, no buscó a un politólogo argentino. PROFESOR: Aquel presidente debió decir lo obvio, lo que no significa nada: "Mi ideología es la patria", una imbecilidad de ese orden, un lema cualquiera que permite el saqueo. O una tautología imbécil: "El respeto al derecho ajeno es la paz",

"Si tuviéramos parque, no estarían ustedes aquí". Esas frases huecas hacen avanzar a los héroes. El presidente no soportó el vértigo. Quiso ser algo más; dio un salto cualitativo, hacia la tradición picaresca, y respondió: "Soy hegeliano no ortodoxo". ESPOSA: Fue inteligente: nadie supo qué quería decir. PROFESOR: ¿La virtud de la inteligencia consiste en no ser comprendida? ¿Es así como usted escucha mis palabras? ESPOSA (se arrodilla): No quise decir eso. PROFESOR (le acaricia la nuca distraídamente): El hegeliano no ortodoxo me invitó a su residencia oficial. Yo impartía un seminario sobre la Dialéctica del espíritu. Esa mañana me había puesto un saco de tweed, a lo Bertrand Russell. No fue mala elección. Salí en todos los periódicos. Me fotografiaron en compañía del presidente. El trabajo de la Providencia, la astucia de la razón, hizo su parte. El presidente fue acreditado. (Mira a su Esposa arrodillada le palmea la espalda). Luego se puso en cuatro patas y prometió defender el peso como perro. No lo logró. Un hegeliano no ortodoxo. ESPOSA: Perdón, perdóneme. PROFESOR: La rodilla en tierra, la amazona que desciende del caballo, la sierva humillada, sometida a la razón pura. Ella se aparta un poco. ESPOSA: Oye, ¿y si te lamo la suela de los zapatos? El Profesor se levanta de la silla de ruedas. No está paralítico. Camina por el cuarto. PROFESOR: El papel te está devorando. ESPOSA: El Pato Bermúdez ha seducido a demasiadas mujeres. Le va a fascinar cómo me maltratas. Te va a envidiar. Se la ha pasado ligando pero no ha podido retener a ninguna mujer. En cambio, tú me tienes a tus pies. (Ríe). Adoro tus defectos.

PROFESOR: Quiero que el Pato se horrorice de visitarme. No quiero que me envidie. ESPOSA: Siempre te ha envidiado. PROFESOR: Llevó una vida equivocada. Se llenó de hijos, mujeres, divorcios, puestos absurdos. La culpa es suya. ESPOSA: TÚ tuviste la solidez de la roca. Filosofaste, contra viento y marea. Eso no se perdona. PROFESOR: No perdona que tenga una esclava. ESPOSA: ¿Sabes qué? Me cuesta trabajo ser tu esclava hablando de usted. ¿No podríamos hablarnos de tú ante Bermúdez? PROFESOR: El cree que somos como Sartre y Simone de Beauvoir. Es tan ingenuo, el pobrecito. Recuerdo la primera vez que llegó al Hoyo 19. Traía un ejemplar de El ser y el tiempo. ¡En alemán!: Sein und Zeit. Lo conmovedor es que no habla alemán. ESPOSA: Nunca me llevaste al Hoyo 19. PROFESOR: Un sitio para filósofos. Los golfistas juegan en 18 hoyos. ESPOSA (se le acerca): No soy golfista. PROFESOR (la acaricia, lascivo): Eres golfa. Eres un campo de hoyos. ESPOSA (excitada): Me voy a venir antes de que llegue Bermúdez. ¿Te gusta lo de los zapatos? PROFESOR: Me gusta que seas tan guarra. ESPOSA: La división mente-cuerpo. Cumplo mi parte. Suena el teléfono, en otra habitación. Contrariada, la Esposa sale del escenario para contestar. El profesor vuelve a sentarse en la silla de ruedas. Se dirige a un imaginario Bermudez: PROFESOR: Pues sí, Bermúdez, aquí me tienes. ¿Quién iba a pensar que el devenir tendría ruedas? Soy una máquina de pensar. Una cabeza sin vida. Me he

alejado de las tentaciones de la carne. Estoy hecho de acero, ideas y ruedas. No soy el sanguíneo cuerpo que alguna vez anheló competir contigo. Soy un andrajo, un andrajo que piensa. No puedo ingresar a la Academia. La Esposa vuelve a escena. Se detiene al oír el monólogo. Lo escucha. Me consumí en la reflexión. En cambio tú... tú pasaste de la potencia al acto. Viviste la vida, apostaste por las ambiciones mundanas, te trivializaste en hoteles de paso, tuviste un programa de televisión, fuiste más veces que yo al Hoyo 19, disfrutaste los placeres de la vulgaridad. Recuerdo que pedías huevos benedictinos en el desayuno. Para apantallar, todo lo has hecho por eso. ¡Huevos benedictinos! Me sudan los huevos al pensar en ti. De la cintura para abajo, es el único movimiento voluntario que me queda. Pienso en el Pato Bermúdez y me sudan los huevos. Descubre a la Esposa en el cuarto. ¿Te parece suficientemente ofensivo? ESPOSA: Podrías recordarle que el maestro Olagoitia le decía "el Parámetro". PROFESOR (sonríe): El Pato no podía soltar una frase sin escudarse en esa palabrita: "Nos falta un parámetro para saber..." ¡Qué animal! ¿Quién era? ESPOSA: Le podrías decir que yo te chupo el parámetro. Eso lo enfurecería. PROFESOR: ¿Quién habló por teléfono? ESPOSA: Perdón, era tu sobrina. PROFESOR: ¿Qué sobrina? ESPOSA: La de la India. PROFESOR: ¿Tengo una sobrina en la India? ESPOSA: La silla de ruedas te está afectando. Deja de actuar. PROFESOR: Te juro que no recuerdo nada. ESPOSA: Pilar. ¿Te suena el nombre de Pilar?

PROFESOR: Por supuesto, es mi sobrina. ESPOSA: Estaba en la India. PROFESOR: No sabía. ESPOSA: Hablamos de eso, te lo comenté mil veces. PROFESOR: ES imposible practicar la epistemología y reservar neuronas para lo que dice una esposa. ESPOSA: Eres egoísta. PROFESOR: Eso ya lo sabemos. Sin egoísmo no hay cacumen. Tengo que pensar, mi función es pensar. ¿De qué me sirve saber que mi sobrina está en la India? No me interesa la India. A sus diosas les sobran brazos. ESPOSA: Pilar estaba en la India. Habló del aeropuerto. Va en camino a Aguascalientes. Se iba a quedar con unos amigos pero no pudieron recibirla. Dormirá con nosotros. PROFESOR: ¿Aquí? ¿Cómo pudiste ofrecerle eso? ESPOSA: Es tu sobrina, la hija de tu hermana. PROFESOR: Hoy viene Bermúdez. ESPOSA: Sólo un rato. No creo que resista tanta chifladura. PROFESOR: NO subestimes la capacidad de un filósofo para soportar la tortura. Sócrates siguió pensando hasta su último suspiro. Cuando le quitaron los grilletes para que tomara la cicuta le sorprendió sentir alivio en las muñecas. Estaba apunto de morir, era perfectamente consciente de eso, pero aún podía experimentar el placer. ¿No es extraña la mente? ESPOSA: El Pato Bermúdez no es Sócrates. Se irá pronto. PROFESOR: NO me gusta que Pilar escuche todo. El guión es demasiado obsceno. ESPOSA: NO pensé que aún pudieras ser pudoroso. ¿Sabes lo excitante que es un pornógrafo tímido? Además, los parlamentos se te olvidan, no logras retenerlos.

Improvisa, di lo que se te ocurra. PROFESOR: Clara, por Dios. Estoy tratando de pensar. ESPOSA: ¿No era esa tu especialidad? PROFESOR: No jodas. Pilar debe permanecer al margen de esto. Bermúdez fue novio de mi hermana. ESPOSA: ¿Y eso qué? Fue novio de todo mundo. PROFESOR: Tú no eres todo mundo. ESPOSA: "La posesión es un acto mental", eso has dicho siempre. Tú sabías. "La fricción de la carne es pasajera", también dijiste eso. Conozco tus posturas, las eróticas y las mentales. Bermúdez nunca entendió nada. Se frotó en todas las piernas, como frech-poodle. Tú estabas al tanto. Siempre has estado al tanto. El que sabe, domina la situación. PROFESOR: ¿Por qué tiene que venir Pilar? ESPOSA: Lleva treinta horas viajando, no tiene dónde quedarse, es tu sobrina. PROFESOR: NO me interesa la India. ESPOSA: Es escritora. Publico un libro. He leído reseñas muy elogiosas. PROFESOR: De seguro fue a la India para poner al final de su libro que lo escribió en la India. Los escritores son de una vanidad abyecta. Odio las novelas, ese bazar de lo concreto. Para leer filosofía en alemán basta conocer conceptos. Para leer literatura en alemán hay que saber cómo se dice pus. ESPOSA: Las novelas también tratan de otras cosas. PROFESOR: SÍ, también tienes que saber cómo se dice lengüeta del zapato, conejo, pasillo, garbanzo. Los novelistas tienen el narcisismo de la precisión. Creen que si describen gotas de sangre en la pus atrapan la vida. Lo único que hacen es llenar sus páginas de pus. ¡El peso del mundo es abstracto! Olagoitia decía eso. ESPOSA: Era un genio para los apodos. Al gordo Ceballos le decía La Res

Extensa. PROFESOR: Un chiste para filósofos. ESPOSA: ¿Te puso algún apodo? PROFESOR: NO que recuerde. ESPOSA: ¿Te molestó que el Parámetro fuera su adjunto? PROFESOR: Lo presionaron. Olagoitia era un refugiado, un republicano español muy necesitado. El Parámetro Bermúdez tenía un tío en la Dirección de Migración. Le vendió toda clase de favores a Olagoitia. El maestro nunca tuvo coche. Tradujo a Heidegger en los tranvías. ¿Te das cuenta de lo que eso significa? Hoy en día un filósofo necesita una beca para que se le ocurra una idea. Para el maestro Olagoitia comer en la cantina El Nivel era una lujo. Padeció la guerra, el exilio, el ninguneo. Nadie se acuerda de él. ESPOSA: Bermúdez editó sus Obras completas. PROFESOR: La mejor forma de enterrar a un autor. ¡Libros de cinco kilos que no caben en ningún anaquel! Libros para levantadores de pesas. Las obras completas se inventaron para prestigiar al cretino que las compila. ¡Quiero libros! ¡No quiero un bloque de papel del tamaño de un tostador de pan! Incluso tú deberías entender eso. Te pongo el ejemplo del tostador para que vuelvas a tu universo, tu lugar en el cosmos, rodeado de electrodomésticos. ¿Qué es eso? (Señala algo en el escenario). ESPOSA: Una pantufla. PROFESOR: ¿Qué hace ahí? ESPOSA: NO sé. PROFESOR (abstraído): Para existir, ese objeto necesita una conciencia. Está ahí, aguarda ser pensado. ESPOSA: Como Bermúdez..

PROFESOR: ¿Qué quieres decir? ESPOSA: Te necesita para existir. Para tener entidad. Por eso viene a casa. PROFESOR: Nunca me gustó Schopenhauer. ESPOSA: ... PROFESOR: Tiene una prosa admirable, diáfana, pero me molesta su exotismo, su gusto por la India. Nunca supo lo que es vivir en un país folklórico. Nosotros ya somos exóticos. Viajar a la India es una redundancia. ¿Cuándo llega Pilar? ESPOSA: Viene en camino. PROFESOR (abstraído): Escribe novelas sobre la pus en la India. ESPOSA: ¿Por qué no la criticas después de conocerla? ¿No sería eso más... racional? Hace siglos que no la ves. Tal vez es peor de lo que anticipas. Es posible que tus prejuicios sean débiles. Dale la oportunidad de decepcionarte. PROFESOR: Estoy nervioso, insólitamente nervioso. ¡Esa pantufla está aguardando ser pensada y no puedo pensarla! (Pausa) No me siento capaz de actuar ante Bermúdez y que nos oiga Pilar. ESPOSA: Dile a Bermúdez que no quieres entrar a la Academia y sanseacabó, así de sencillo. ¿Por qué no quieres entrar a la Academia? PROFESOR: Ya sabes. ESPOSA: Estamos ensayando: ¿Por qué el Profesor no quiere entrar a la Academia? PROFESOR: Porque le daría gusto a Bermúdez, el gusto de hacerme un último favor, de ser generoso después de aventajarme en todo. ESPOSA: Lo aventajas en obra. PROFESOR: La obra no importa, no en este país. Importa lo que un cretino babea en televisión. Bermúdez fue Titular C antes que yo, con un tribunal amañado. Dirigió la Facultad, la revista Mónada, la Sociedad Iberoamericana de Filosofía.

¡Organizó un congreso mundial en Oaxtepec! ¿Te parece poco? Es un logro de la humanidad, llevar a las mentes más refinadas a un balneario del sindicalismo mexicano. ESPOSA: Siempre te invitó a trabajar con él. PROFESOR: Los filósofos se remojaron en el balneario y tragaron la caspa del sindicalismo mexicano. Bermúdez es imbatible. ESPOSA: TUVO una energía excepcional, todavía la tiene. Siempre te incluyó en sus planes. PROFESOR: Con condescendencia, desde la superioridad de sus puestos, regodeándose por haber llegado antes, erotizado por el poder que le permitía, incluso, ser generoso. Es un pato lleno de miel. Un pato laqueado, que se lame a sí mismo. ESPOSA: ¿Odias que te haya hecho favores? PROFESOR: NO me hizo favores. Me dio lo que le convenía. ESPOSA: Y tú aceptaste. PROFESOR: Se cogió a las mejores alumnas. ¡Fue novio de mi hermana, con uncarajo! ESPOSA: Se cogió a tu hermana. PROFESOR: Clara, por favor, no seas vulgar. ESPOSA: NO te conocía esa reserva de folklor. Eres un charro que respeta a su hermana y sólo a su hermana. (Coqueta) No vayas a ser así conmigo, te lo suplico: no me respetes. PROFESOR: El Pato Bermúdez, alias el Parámetro, alias el Gargajo Ontológico quiere comprar la paz de su alma con una medalla. No voy a darle ese gusto. Que se muera y luego entro a la Academia. ESPOSA: ¿Cómo sabes que morirá antes que tú? PROFESOR: Se me adelantó en todo. Espero que sea congruente y se adelante a la

tumba. Debería suicidarse. En eso sí estoy de acuerdo con Schopenhauer. El suicidio es un caso especial del vitalismo. Sólo se suicida quien le presta demasiada atención a la vida, así sea para odiarla. La filosofía de la India sabe que la auténtica aniquilación del-yo no es el suicidio sino el olvido de sí mismo. ¡Dios mío, hablo como si viviera entre elefantes! ESPOSA (entusiasmada): Si el Pato muere, no sólo serías miembro de la Academia, pronto serías el presidente. PROFESOR: ¿Piensas envenenar a Bermúdez? Si le das uno de tus guisos tal vez lo consigas. Sobreviví a tu cocina. Un triunfo de la mente sobre el cuerpo. ESPOSA: Pilar va a hacer la cena. Se ofreció en cuanto le dije que teníamos visita. Trae ingredientes que le dejaron pasar de milagro en la aduana. PROFESOR: NO me gusta comer ratón. Tampoco rana. ESPOSA: En la India no comen rana. Es increíble que seas tan prejuicioso. PROFESOR: Hablaba en lenguaje figurado. Donde dije "rana" pon otra cosa: "insectos", "hierbas raras", "especias tóxicas", el nombre sánscrito de "salmonelosis"... Además, ¡sí soy prejuicioso! En natación dominan los blancos y en basquetbol los negros. ¿Crees en Darwin? La filosofía no es para las especies menores. ¡O eres guatemalteco o eres metafísico! No puedes ser las dos cosas. Cometí el error de ser filósofo en un país donde la mente se corrige a balazos. ESPOSA: ¿Por qué no te quedaste en Freiburg? PROFESOR: NO quiero repasar mis errores. ESPOSA: Regresaste a México. Al Hoyo 19. Te hundiste en el Hoyo 19. PROFESOR: Era un restorán horroroso pero no salíamos de ahí. Yo pedía siempre lo mismo. Un animal de costumbres. ESPOSA: Nunca me llevaste. PROFESOR: Crema de tomate y pechuga parmesana.

ESPOSA: NO fuiste para invitarme. PROFESOR: ¿Qué más da? Hace siglos que cerraron el Hoyo 19. ESPOSA: Hay rencores que duran. ¿Cómo crees que he podido estar tanto tiempo contigo? (Sonríe). Suena el timbre. La Esposa se alegra: ¡Pilar! PROFESOR: La cocinera de ranas. Oscuridad.

Escena 2

Sala de la casa. El profesor carraspea, sentado en la silla de ruedas. PROFESOR: Estoy tan viejo que se me están muriendo los médicos. ESPOSA: Pilar es guapísima. Igualita a tu hermana. PROFESOR: ¿Dónde está? ESPOSA: Dándose un baño. PROFESOR; ¿Venía con ropas raras, amarillas y naranjas, y mascadas estampadas con plumas de pavo real? ESPOSA: Le hubieras abierto tú. PROFESOR: Tenía que pensar. ESPOSA: ¿En qué? PROFESOR: Tenía que pensar si la recibo en silla de ruedas o dejo de ser paralítico. ESPOSA: Da lo mismo. Tienes tantos achaques que la gente no los distingue.

PROFESOR: Se me están muriendo los médicos. ESPOSA: Sólo dos: Martínez y Pereira. PROFESOR: Martínez era un hombre admirable, de un rigor exquisito. Honró a su profesión hasta su último latido. Es congruente que un cardiólogo muera de infarto. Pereira era un improvisado, un santurrón de pueblo. Creía más en la virgen que en la medicina. Murió de diarrea, como todos los peregrinos. ESPOSA: ¿Todos los peregrinos mueren de diarrea? PROFESOR: NO te pongas empírica, por Dios santo. Es una manera de hablar. Tal vez no lo sepas pero ya se inventó el lenguaje figurado. Me vas a matar de literalidad. ESPOSA: "El filósofo murió de muerte literal". ¿Cuál es la muerte más digna para un filósofo? Si un cardiólogo debe morir de infarto, ¿de qué debe morir un filósofo? PROFESOR: De un argumento. ESPOSA: ¿Qué argumento? PROFESOR: Un argumento adverso. ESPOSA: ¿Podrías matar a Bermúdez con un argumento? PROFESOR: Ojalá. ESPOSA (ilusionada): ¡Serías presidente de la Academia! PROFESOR: No te ilusiones, el Pato resiste. Pilar entra en escena, alegre, recién bañada. PILAR: Hola, tío. Pilar lo besa. El sigue en la silla de ruedas. ¿Qué es eso de "el pato resiste"? Profesor: Hablábamos de "pathos"... el término griego para la emoción íntima que provoca una obra de arte. Una emoción que dura más que el mal aliento.

ESPOSA (a Pilar): Tu tío no se siente muy bien. PROFESOR: Pathos también significa otra cosa. Todo significa siempre otra cosa. (Abstraído) Aristóteles habla de eso en su Retórica. El pathos es el uso de las emociones para afectar el juicio de un jurado. Si quieres destruir a alguien ante un tribunal, puedes manipular los sentimientos en su perjuicio, a eso se le llama "argumento patético". Un argumento que no se basa en la razón sino en el pathos. Ahora entiendo por qué le dicen el Pato Bermúdez. PILAR: ¿A quién? ESPOSA: Un amigo que viene a cenar. Calcula cena para cuatro. PROFESOR: La emoción siempre ha estado de su parte: el Pato patético. ESPOSA (a Pilar): jPero qué linda blusa! No te ves nada cansada. PILAR (de buen ánimo): Gracias por recibirme. El Profesor y su Esposa hablan más o menos al mismo tiempo: PROFESOR: ¿Quieres chocolate?

ESPOSA: Pilar no es una niña.

PROFESOR: ¿Tenemos Fanta? Los jóvenes beben Fanta.

ESPOSA: Está un poco Alterado. Tiene trastornos de sueño.

PROFESOR: Jugabas con un robot, la última vez que te vi.

ESPOSA: Con una muñeca.

PILAR: Nunca me gustaron las muñecas. PROFESOR: Un robot japonés. ESPOSA: Un robot de cuerda. ¿O era de pilas? En tu infancia ya no había juguetes de cuerda. PROFESOR (para sí mismo): Un pato de cuerda. PILAR: Me encantaba todo lo japonés: Señorita Cometa, sobre todo.

PROFESOR: ¿Señorita Cometa es un concurso de belleza para criaturas del espacio exterior? ESPOSA: El profesor puede ser ocurrente. PILAR: Es una serie de televisión antigua. (A su tío). Supongo que no ves televisión. PROFESOR: Supones bien. PILAR: YO era una adicta, pero me curé. A veces sueño con monstruos japoneses, aunque tal vez no sea por la tele. PROFESOR: El inconsciente es japonés. PILAR (ríe): Gracias por recibirme. Qué suerte estar con ustedes. PROFESOR: El azar objetivo. PILAR: ¿Crees en el karma, tío? PROFESOR: He dedicado mi vida a no creer en el karma. ESPOSA (a Pilar, entusiasta): ¿Cuéntanos algo del budismo? PROFESOR: "¡Cuéntanos algo del budismo!" Las religiones no se cuentan: se practican. Un santo predica con el ejemplo, no con el proselitismo. (A Pilar, preocupado). ¿Eres vegetariana? PILAR: SÍ. PROFESOR: Me lo temía. ESPOSA (alProfesor): Dijiste que las grasas animales te habían hecho daño. PROFESOR: Me molesta la tiranía de la salud. Desconfío de los que quieren ser dioses de su propio cuerpo. Yo abusé, no lo niego. Hablo desde mi equivocación, pero detesto la sed de pureza, la sed de absoluto. Todo integrismo es malo. ESPOSA: Pilar sólo es vegetariana, no es integrista. ¿Eres integrista? PILAR: Supongo que no. ESPOSA (al Profesor): ¿Lo ves? La grasa animal te ha hecho daño. Demasiada

pechuga parmesana. No fuiste para llevarme. No conocí el Hoyo 19. Pilarlos mira, perpleja. Luego saca un pequeño elefante de su bolsa. PILAR: ¡Les traje un regalo! ESPOSA: NO te hubieras molestado. PROFESOR (a la Esposa): ¿Por qué dices eso? El sentido de un regalo es molestarse. De eso se trata. No ha habido un día en que no digas un lugar común. PILAR: ES un elefante. El Profesor lo ve con atención. PROFESOR: NO me vayas a decir que tiene un significado. ESPOSA (en tono de excusa): Tenemos demasiada simbología en esta casa. PROFESOR: Si representa algo, no lo digas. PILAR: ES un elefante. Nada más que un elefante. PROFESOR: Un animal de la India. ESPOSA: ¿Montaste en elefante? PILAR: NO, pero vi varios. ESPOSA: ¿Cuánto tiempo estuviste allá? PILAR: Cuatro meses. Viví en un ashram. Hago yoga y fui a practicar con mi maestro. PROFESOR: El elefante que nos trajiste, ¿viene del ashrarn? PILAR: No. Lo compré en un mercado. En Dehli. PROFESOR: Espero que no sea muy "auténtico". Prefiero un regalo para turistas. La gente que va a un sitio que no conoce y quiere traer algo genuino es estúpida. Para un extranjero lo único genuino es un objeto para turistas. PILAR: Está hecho en China. PROFESOR: ¿De veras? PILAR: SÍ, fíjate bien.

PROFESOR: Clara, mis anteojos. La Esposa le pasa sus anteojos. El profesor escruta el animal. No veo nada. PILAR: Es una broma. Está hecho en la India, pero puedes estar tranquilo: es para turistas. No significa nada. Es un elefante desactivado, ideal para alguien que ha dedicado su vida a no tener karma. Sólo significa que tu sobrina te aprecia. PROFESOR: Gracias. PILAR (a la Esposa): ¿Me dices dónde están las cosas para cocinar? PROFESOR: Por poco se me olvida: ¿cómo está tu madre? PILAR: Con achaques, pero bien. PROFESOR: Salúdala de mi parte. PILAR: Le va a dar mucho gusto. Siempre se acuerda de cuando iban de excursión allá en Aguascalientes y de la vez que se perdieron y tú los salvaste. ESPOSA: ¿Cuándo fue eso? PROFESOR: NO recuerdo nada. PILAR: Se perdieron en el campo. Tú eras el mayor, tenías diez años y llevabas a seis niños más pequeños. Cayó la noche y se morían de hambre. Se les ocurrió volverse antropófagos. Mi madre propuso que se la comieran a ella: dijo que era la más tierna y la más sacrificable, por ser la más tonta. PROFESOR: Ya recuerdo, vagamente. PILAR: TÚ te opusiste. Buscaste unos frutitos para que no se tuvieran que comer unos a otros. Los consolaste en la noche. Al día siguiente les hiciste una choza y caminaste muchos kilómetros para conseguir ayuda. Los rescataste. Mi madre cuenta la historia con mucho detalle. PROFESOR: "La más tierna y la más tonta". Buenos argumentos para ser comida. ESPOSA (a Pilar): ¿Por eso eres vegetariana?

PILAR (ríe): No, ¿cómo crees?. La carne me cae pesada. Nada más. PROFESOR: ¿Tenemos suficientes vegetales para la cena? ¿Hay Fanta? ESPOSA: ¡Dale con la Fanta! PROFESOR: ¡Estoy tratando de ser concreto! PILAR: Salvaste a los niños. PROFESOR: No me acuerdo. ESPOSA: Eso habla de tu modestia. PILAR (irónica): Predicas con el ejemplo, como un santo. ¿Te molestaría que la comunidad universitaria supiera que eres un santo? ESPOSA: ¿Se puede ser santo y tener el ceño tan fruncido? PROFESOR (abstraído): Te pareces mucho a mi hermana. PILAR (de buen humor): ¿En lo tonta? PROFESOR: En la cara, y en el cuerpo. En lo demás eres distinta. ESPOSA: La división mente-cuerpo. PILAR: ¿Tan tonta era mi madre? PROFESOR: Pensar nunca fue lo suyo. Tenía otras virtudes. Una mujer generosa. Irradiaba felicidad. Tenía una piel feliz, como si se hubiera tragado un foco que la alumbrara por dentro. ESPOSA (a Pilar, contenta): Tu visita lo ha trastornado. Hace mucho que no lo veía tan locuaz. PROFESOR: Perdón, estoy divagando. Eso pensaba de niño. Pensaba que mi hermana se había tragado un foco. Era radiante. ESPOSA: Caminaste muchos kilómetros para salvar a unos niños. PROFESOR: Estábamos perdidos. ESPOSA (admirativa): Y lo olvidaste. PROFESOR: Los dejé en unas vegas, donde el sol pegaba menos. Hice una choza

con ramas de huizache. Caminé hasta que me sangraron los pies. ESPOSA: Y tuviste la nobleza de olvidarlo. PROFESOR: Fue en otra época. En un tiempo que ya no existe. Perdí ese mundo. Luego vinieron las turbulencias de la mente. La vida abstracta. ESPOSA (a Pilar, con entusiasmo): ¡Le han ofrecido ser miembro de la Academia! PILAR: ¡Felicidades! ESPOSA: NO va a aceptar. PILAR: ¿Por qué? ESPOSA: La Academia no está a su altura. PROFESOR: No es eso. (A Pilar). ¿Tú que piensas? PILAR: ¿De qué? PROFESOR: ¿Debo entrar a la Academia? PILAR: No tengo la menor idea. PROFESOR: ¿TÚ entrarías? PILAR: No me lo están ofreciendo. PROFESOR: ¿Te parece bien que entre yo porque soy un viejo decrépito pero odiarías entrar tú? PILAR: No dije eso. ESPOSA: Profesor, ¡ya basta! PILAR: Dicen que el que no acepta un premio es porque quiere dos. PROFESOR (pensativo): Es cierto. Yo quiero dos premios, pero no sé cuál es el segundo. ESPOSA: Pilar, ¿te muestro la cocina? Pilar y la Esposa salen de la escena. El Profesor sigue en la silla de ruedas. PROFESOR: Los atardeceres del desierto tienen un tono violáceo. Al fondo, los cerros se cubren de sombras azules. ¿Te acuerdas de los garambullos? Esa noche

nos salvaron la vida. Teníamos hambre. El jugo de los garambullos es como una sangre violácea. Nunca volvimos atener tanta hambre. Hicimos un fuego, un fuego tosco. Todos los fuegos son toscos, pero ése nos costó más trabajo. Mis manos se movieron como si pensaran por su cuenta, con independencia del cuerpo. ¡Pensé con las manos! Fue la meditación de los dedos. Terminé exhausto, sin ideas en ninguna parte del cuerpo. Dormí como nunca. Fue la única vez que dormí como si estuviera lejos de mí. No soñé. Estaba vacío. Fue mi contacto con lo indecible. Lo había olvidado. Olvidé esa epifanía. Tal vez porque era indecible. No tenía caso comunicarla. Al día siguiente me despertó una manita. Mi hermana me rozó la cara. Volví al mundo. Esa manita me trajo de vuelta. ¿Por qué lo hizo? La Esposa regresa a la sala. ESPOSA: Pilar es un amor. ¿Viste que ni siquiera preguntó por tu parálisis? Es de lo más considerada. PROFESOR: ¿No hubiera sido considerado preguntar por mi parálisis? ESPOSA: SÍ preguntó, pero en la cocina. PROFESOR: ¿Eso te parece considerado, hablar en el lavadero de mi parálisis? ¿Qué le dijiste? ESPOSA: Vaguedades, que eres un saco de achaques pero sigues teniendo una mente lúcida. Tu zona especial, tu reserva protegida, sigue intacta. PROFESOR: Pilar es más lista de lo que pensaba. No quiero que conozca a Bermúdez. ESPOSA: Cenaremos y luego Pilar dormirá como un tronco. PROFESOR: Me fascinan tus comparaciones: "dormirá como tronco". ¿Cómo le haces para ser tan común? ESPOSA: Pienso en lo que dirías tú y luego quito las mamadas. PROFESOR: Me encanta la pasión con que me ofendes. No sé qué haría sin ti, sin

tu pathos. ¡Pinche Bermúdez! ESPOSA: NO eres como él: te falta vitalidad para suicidarte. PROFESOR: Me interesa Pilar. No creí que alguien de mi familia aún pudiera intrigarme. ESPOSA: Debe estar cansadísima. PROFESOR: Tal vez se cargó de energía en el avión. Envidio a los que meditan. ESPOSA: ¿Te gustaría hacer yoga? PROFESOR: Nunca he querido relajarme. Envidio a los que meditan pero no podría ser como ellos. Te digo algo que tal vez te sorprenda: soy neurótico. ESPOSA: ¿NO te cansas de estar alerta? PROFESOR: El otro día vi un retrato del Papa. El Papa siempre está cansado. Es el único oficio del mundo que se ejerce cansado. Pero no deja de ser el Papa. ESPOSA: Te pareces a él, estás en ruta hacia la santidad. PROFESOR: Yo sólo estoy cansado a veces. Pilar regresa a la sala. El cansancio del Papa es estable. Vive agobiado por su grey. Un cansancio cósmico, un mantra para no pensar. PILAR: ¿Te interesa el mantra, tío? ElProfesor y su Esposa, más o menos al mismo tiempo: PROFESOR: Perdón. Se me olvidó que vienes de la India. ESPOSA: ¿Sabes dibujar un mándala? PROFESOR: Olvida lo que dije. ESPOSA: ¿Tenemos suficiente brócoli? ¿Está fresco?

PROFESOR: No empieces con la mitología de la verdura fresca. Ya no hay verduras de temporada. Hoy en día una albóndiga viene de Australia.

ESPOSA: Una albóndiga no es una verdura. PROFESOR: Hay cosas que se entienden por exageración. PILAR: Dejé marinando las verduras. PROFESOR: Pensándolo bien, sí tengo una curiosidad sobre la India: ¿te bañaste en el río donde nadan los leprosos? Mi curiosidad no es intelectual sino sanitaria. ¿Te marinaste en el Ganges? PILAR: NO. PROFESOR: ES un alivio que lo digas, sobre todo después de haberte duchado. ESPOSA: ¿Por qué tienes que ser así? ¿Por qué tienes que mostrar esa coraza? PROFESOR: Seguramente ya te hablaron mal de mí, Pilar. No puede extrañarte lo que ves. PILAR: Me hablaron muy bien de ti. PROFESOR: NO será en este país. PILAR: Mi madre me habló bien de ti, y la nieta de Olagoitia. ¿Sabías que éramos amigas? Ella también estudió Letras. Su abuelo le habló de ti, fuiste su mejor alumno. Le contó una escena de dos filósofos de Oxford, Wittgenstein y Russell. PROFESOR: Filósofos de Cambridge. PILAR: SÍ. Wittgenstein le enseñaba a Russell... PROFESOR: Al revés. PILAR: Perdón, vas a creer que soy una ignorante. No sé mucho de filosofía. PROFESOR: Nadie sabe mucho de filosofía. ESPOSA: Salvo su eminencia. PROFESOR: La filosofía no es algo que se sepa mucho, es un modo de pensar. PILAR: El caso es que le preguntaron a Russell si tenía un alumno brillante... PROFESOR:. .. y dijo que a su clase asistía un joven austríaco que nunca abría la boca...

PILAR:. . .que nunca abría la boca, pero al que le brillaban los ojos cuando se decía algo importante. Olagoitia le dijo a su nieta que tú le recordabas a ese alumno: te brillaban los ojos con algo importante. ESPOSA: Escogió a Bermúdez como adjunto pero te admiraba a tí. PILAR: Lo que me gusta de la historia es que el viejo haya sentido que era importante contársela a su nieta. ESPOSA: ES una historia muy linda. PILAR: La nieta recordó la historia. Me la contó para que yo pudiera contártela. El círculo se cierra. PROFESOR: El yin y el yang. PILAR: Hay gente que habla bien de ti, tío. ESPOSA (a Pilar): También de ti hablan maravillas. Leí una crítica sobre tu novela. Dicen que renovaste el "realismo sucio". PROFESOR: "¡Realismo sucio!" Todo realismo es sucio. PILAR: Son etiquetas que ponen los críticos. PROFESOR: ¿Y ésa te conviene? PILAR: Era una nota elogiosa, no me voy a quejar. PROFESOR: "El que no acepta un premio es porque quiere dos". PILAR: Exacto. PROFESOR: Voy aprendiendo, ¿y cómo se renueva la suciedad? ESPOSA: ¡Profesor! Suena el timbre de la casa. Un sonido largo, molesto. La Esposa ve el reloj. Muy pronto para que sea Bermúdez. PROFESOR: Debe ser el Presocrático. ESPOSA (a Pilar): Es el chofer. PILAR: ¿Por qué le dice así?

PROFESOR (sin ver a la Sobrina): Porque es anterior a la razón. Se repite el sonido, largo, molesto. Llama como si deseáramos que entrara. No se da cuenta de que molesta. La Esposa sale rumbo a la puerta. Me dijeron que mi vida cambiaría con un chofer. "Alguien que pueda resolver encargos y comprarte jamón de pavo". ¡Yo no como jamón de pavo! Sé que el jamón de pavo es un ejemplo, representa las metas que puede alcanzar un chofer, pero detrás de toda cadena causal debe haber un impulso. ¡Yo no como jamón de pavo! Eso debió alertarme. Cuando el Presocrático llegó en calidad de chofer, no dejamos entrar a una persona, dejamos entrar un cúmulo de problemas. Desde que trabaja con nosotros estoy al tanto de sus jugos gástricos. Es un hombre sensible al que le cae pasada la comida. El tráfico, las calles que no conoce, las direcciones a las que nunca llega, le han irritado el colon. Eso sí, ¡cuidado con llamarle la atención! Si le dices algo pesado se le puede abrir una úlcera. Bebe un líquido blanco y espeso para proteger su estómago, una suspensión que le deja los labios como si hubiera chupado cal. ¡No puedo hablar con un chofer de labios blancos! La puntualidad es para él un punto vago. Trato de mitigar mi ansiedad cuando lo espero, pero cada segundo que pasa sin que él se presente me parece una estafa. En rigor debería sentirme bien. ¿Para qué quiero que llegue el Presocrático? Cada minuto sin él es una gloria: un minuto sin el Presocrático es un minuto de oro. PILAR: ¿Por qué no buscas otro chofer? PROFESOR: Ya conoce el camino a la Facultad. PILAR: También otro puede conocerlo. PROFESOR: Para colmo, se quiere reproducir y no puede. Su mujer está en tratamiento. Fertilización in vitro. Hay bancos de semen. ¿Por qué no va a un banco de semen? Porque quiere su copia. Un clon inútil. A la mayoría de los chóferes les

sobran hijos. Me tocó alguien único en su especie. ¡El chofer Presocrático! La Esposa regresa a la sala. ESPOSA: Las molestias de la vida diaria no lo dejan pensar. PROFESOR: El mundo real, ese sitio donde se bebe Fanta. Por eso hablo de Fanta. PILAR: ¿Por qué no se van a provincia o al campo? PROFESOR: El silencio me deprime. ESPOSA: ¡ES un cosmopolita! PILAR: ¿Y una universidad en el extranjero? ESPOSA: El profesor es patriota. PROFESOR: ¿Volver a esos mausoleos del narcisismo? Ni loco. Me quedé aquí. ESPOSA: Y no te fue mal. ¡80 mil ejemplares vendidos de El ser en sí. PILAR: ¡Qué chido! ESPOSA: En un país sin lectores. PROFESOR: Debí quedarme en Freiburg o Cambridge. La filosofía prospera en un ámbito monacal. ESPOSA: Hasta que llega una doctoranda. PROFESOR: ¡Una doctoranda! 33 ESPOSA: Supongo que en el cubículo no le decías doctoranda. PROFESOR: Clara, por Dios, estamos con mi sobrina. Es demasiado tarde para tener celos. Estoy en silla de ruedas. ¿Qué dijo el Presocrático? ESPOSA: Perdóname. Mi felicidad a tu lado ha sido extrema. Elegí esta vida. Nadie me obligó. Pero los celos llegan de cuando en cuando, por cuenta propia. (A la Sobrina). Eso estimula la vida erótica, querida. Toda pasión se alimenta de su contrario. PROFESOR: Dialéctica del calcetín.

La Sobrina se le queda viendo, sin entender. Tu tía es una espléndida costurera. ¿Qué dijo el Presocrático? ESPOSA: NO le pagaron en la editorial. Necesita otra carta poder. Escrita con tinta negra. No aceptan la tinta azul. El Profesor hace un gesto de profundo desprecio. Yo podría hacer ese cobro. (A la Sobrina): confía más en su chofer que en mí. No quiere que me paguen a mí. ¡80 mil ejemplares vendidos! PROFESOR: Mi futura viuda sólo piensa en la herencia. Esta noche pensaba envenenarme. (A Pilar): Me salvó tu llegada. PILAR: Voy a seguir cocinando. Sale de escena. ESPOSA: Me aburro. PROFESOR: No lo creo. Para aburrirse hay que saber divertirse. El tedio es un contraste. La gente apática no sabe que se aburre. ESPOSA: ¡Quiero gritar! PROFESOR: Estás gritando. ESPOSA: TÚ deberías gritar. PROFESOR: ¿Por qué se hace filosofía? Para no gritar. ESPOSA: ¡Quiero gritar! PROFESOR: El filósofo no grita: razona. Sigue gritando. ESPOSA: Quiero gritar espontáneamente, no quiero que me lo pidas. No se debe gritar antes o después de gritar. Se debe gritar en el momento de gritar. . PROFESOR: Estás razonando tu grito. Eso no va contigo. ESPOSA: Grita tú.

.

PROFESOR: La filosofía es el grito de la razón. ESPOSA: ¡Pinche mamón! PROFESOR: Lo lograste. Gritaste en el momento del grito.

ESPOSA: Me siento fresca, superdescansada. Gracias. Ve en derredor, con nuevos ojos. Se dirige a la pantufla, que ha estado ahí todo el tiempo, la recoge, la pone en otro sitio. Ha puesto orden, está satisfecha. PROFESOR: Bermúdez se compró guantes deportivos para manejar su coche. Se inyectaba glándulas de mono para reforzar su vitalidad. ESPOSA: Ganó mucho escribiendo discursos para políticos. PROFESOR: Hizo que un gobernador citara a Fichte en el entierro de un bombero demasiado heroico. Las citas deben ser creíbles. No puedes hacer que el presidente cite a Fichte. ESPOSA: ¿LO dices por experiencia? PROFESOR: ¡Nunca escribí discursos! ¿Quieres que hablemos de la "cosa presidente"? El guiñapo que yo conocí fue hegeliano no ortodoxo sin mi ayuda. ESPOSA: Cuando el presidente te mandó a Berlín, a buscarla sede del congreso Hegel, ¿llevaste a tu doctoranda? Alguien te vio. PROFESOR: Berlín era la sede de la paranoia, un laberinto de espejos. En Berlín había más espías que perros salchicha. ESPOSA: Te gusta el lenguaje figurado, te gusta para esconderte. ¿Sabes quién te vio? PROFESOR: ¿Tuviste contactos con la KGB? ESPOSA: Otra doctoranda. Ella no tenía celos de mí, pero creía que era la única a la que le dirigías la tesis entre las piernas. Vino con el chisme. ¿Tenías que hacer siete viajes para recibir siete negativas? El Profesor se pone de pie. Camina desconcertado por la sala. La doctoranda número 2 vivía en Alemania, ¿a que sí? PROFESOR: Me invitaron a dar conferencias. ¡Yo sí soy filósofo! Además, necesitaba el dinero. (Pausad) Para esta casa. Has vivido aquí gracias a un hegeliano

no ortodoxo. Los créditos que da la universidad son para vivir como profesor universitario. No hubieras soportado esa ignominia. Fui a Alemania para que el presidente se acercara a Hegel. La prensa me llamó "El filósofo del presidente", "El hegeliano incómodo". Dijeron que me había vendido, ¿pero sabes qué? ¡No conseguí la sede! ESPOSA: Fracasaste. PROFESOR: Fracasé adrede. Hubo un momento en que los alemanes dejaron de ver al presidente como un caníbal ilustrado. Había nuevos yacimientos petroleros. Nos convertimos en el cuarto productor mundial. El clima político mejoraba, pero yo cancelé las negociaciones, en mi séptimo viaje. No volví a aceptar una misión especial. ESPOSA: Ya tenías la casa. PROFESOR: La tenía para ti. ¡Olagoitia tradujo a Heidegger en un tranvía! ¿Querías eso para nosotros? ESPOSA: La mención de la doctoranda te ha puesto dramático. ¿La amaste? No eres tan distinto a Bermúdez. Te han interesado cosas de la vida, cosas equivocadas, tal vez, pero no eres una cabeza sin mundo. Deberías entrar a la Academia. PROFESOR: ¿Y tú que ganas? ESPOSA: SU gloria es mi recompensa, doctor. PROFESOR: ¿Te gustaba Bermúdez? ESPOSA: De un modo incómodo. Bermúdez pertenece a la clase de atracciones que da vergüenza tener. Un hombre inyectado con glándulas de mono, con el cual compartir una copa de brandy barato. Un filósofo de hotel de paso. Bermúdez hacía tolerable a Kant. PROFESOR: ES un pato laqueado. Cuando coincidimos en Freiburg, hace siglos,

no tenía dónde caerse muerto. Para protegerse del frío llevaba periódicos bajo del saco. No tenía para un abrigo pero siempre tenía una cita, una verabredung. A todas partes llevaba su agenda y la abría para decir: "Me voy. Tengo una verabredung". ¿Se puede ser más pedante? ESPOSA: ¿Usted no es pedante, profesor? PROFESOR: Mi naturalidad es la pedantería de los demás. (Pama). Ser pedante es decir las cosas en el sitio inapropiado, sin conocimiento de causa. Trato de ser apropiado. Trato de ser natural con mi sobrina. ¿Tú entiendes lo que digo? ESPOSA: SÍ. PROFESOR: Siempre sospeché que hablabas español. Se oye un ruido. Alguien se acerca. El Profesor se sienta de prisa en la silla de ruedas. El Chofer entra en la sala. Es un hombr ejoven, atractivo, vestido de negro, más en un estilo posmoderno que en uniforme de conductor. La Esposa sale de escena.

CHOFER (habla con torpeza y de manera enrevesada, pero no hay un acento de clase que le distingue) Doctor, de que... PROFESOR: "¡Doctor Deque!" Mi nuevo título. He tratado de combatir tus dequeísmos. CHOFER: LO siento, doctor. PROFESOR: Supe que fracasaste otra vez. CHOFER: Ocupan otra firma, con tinta negra (tiende unos papeles y una pluma). No puedo regresar hoy. El sitio está retirado. Me hubiera gustado resolverlo de un buen vez, pero ocupa mucho tiempo llegar. PROFESOR: Esa gente sólo cree en la tinta negra. Piensan que las complicaciones innecesarias son una forma de la eficacia. A la distancia, se oye el timbre del teléfono.

CHOFER: Es gente que labora poco. Ahí hay demasiadas "anamolías". La editorial está hasta lo que viene siendo Circunvalación. ¿Cuánto le gusta que haga de aquí para allá? El coche ya quiere que le cambien la batería. Con la calor que hace, la batería se gasta más. PROFESOR: ¡La calor! ¡Estoy harto de tus galicismos! CHOFER: Perdón, profesor. Tiene usted razón de ser: ocupo muchos gallinismos. PROFESOR: Ga-li-cis-mos. La Galia. Francia. El país de Rousseau. Eso no debe decirte nada. ¿Habrá una actriz porno llamada Venus Rousseau? (Pausa). Un país de quesos.. ¡Rockefort!... Peste. ¡Un tufo de mierda! ¿Entiendes? CHOFER: ¿Se siente bien? PROFESOR: Estoy tratando de llevarte a la esencia de un queso. CHOFER: Gracias, profesor. PROFESOR: NO puedo. Me doy. En Francia se dice la chaleur. Deja de decir "la calor". Aquí el calor tiene huevos. El trópico no se anda con sutilezas. CHOFER: Como Francia es el país del gallo (sonríe) pensé que mis errores eran gallinismos. PROFESOR: ¿Cómo sabes que Francia es el país del gallo? CHOFER: "El gallo deportivo". Lo dice el señor Ferrucho. PROFESOR: ¿Quién es esa desorbitada autoridad? CHOFER: Da las noticias deportivas. PROFESOR: A veces me sorprendes. Has logrado especializar tu ignorancia. ¿Qué pasó con el trámite? CHOFER: Me pidieron que volviera otro día. Sin modos, con arrogancia. Faltaba una firma en tinta negra, una firma de la persona física o moral. No lo sé. La persona es usted. No sabe lo groseros que pueden ser con la persona de uno. PROFESOR: ¿Puede la persona de uno volver mañana a esa oficina?

CHOFER: Tengo cita en el hospital. PROFESOR: ¡Fertilizar es primero! CHOFER: Gracias, profesor. Con todo respeto, pero quería pedirle un anticipo de mi próximo emolumento. PROFESOR: Habla con la señora. CHOFER: Me dijo que hablara con usted. Me pidió que le recuerde que ya me adelantaron dos sueldos, mas sin en cambio necesito el dinero. Me pusieron a dieta especial. Por la fertilidad. Uno necesita fósforo. PROFESOR: Para la persona de uno. (Entrega unos billetes). No olvides tu verabredung. El Chofer sale de escena. El Profesor lo mira fascinado. ¿Sería posible construir una retórica de la torpeza, un habla donde todo opere por error? El Profesor se levanta de la silla de ruedas. Se cerciora de que nadie se acerque. Camina un poco por el cuarto. Se estira. La esposa entra en la sala. ESPOSA: Habló Bermúdez. ¡Acaba de chocar! Estuvo a punto de desmayarse. Tiene un golpe en la frente. Ya está cerca. Va a venir. Le dije que no se molestara. (Pausa) Quiere venir. El Profesor se acerca a ella. La toma de los hombros. PROFESOR: Tranquila, no te alteres. ESPOSA: La cena está casi lista. Huele raro pero bien. Bermúdez me gritó en el teléfono. Me gritó que quería venir. PROFESOR: LO invitamos, es normal. ESPOSA (alucinada): Bermúdez sangraba. Bermúdez chocó, pero quiere venir. Oscuridad.

SEGUNDO ACTO

Escena 3 Cocina. Pilar termina de preparar la cena. La Esposa la ayuda. El Chofer entra en la cocina, se sorprende de encontrar ahí a Pilar. ESPOSA: Te presento a Pilar, nuestra sobrina. El Chofer se le queda viendo. CHOFER: ¿Pilar Estévez? ¿La escritora? PILAR: SÍ. CHOFER: Leí La víctima aplazada. Me pareció genial. PILAR: Gracias. ESPOSA: Jacinto es un espléndido lector. Él me trae las notas que se publican de ti. CHOFER: ¡Te ves jovencísima! ¡No lo puedo creer! Me gustó mucho la historia donde se van a comer a una niña. El Chofer y la Esposa hablan más o menos al mismo tiempo: ESPOSA (para sí misma):

CHOFER: ES una historia

"La víctima aplazada".

bien macabra. ¿Crees

(Pausa) ¿Te basaste

en en las experiencias

la historia de tu madre?

paranormales?

PILAR (a los dos): Sí.

ESPOSA: ¿Ella leyó el

CHOFER: Hace un rato, en medio del

libro?

tráfico pensé que tendría un encuentro especial.

PILAR (sonríe): ¿Un encuentro paranormal? ESPOSA: Jacinto es actor. También estudia filosofía, por correspondencia. CHOFER: En la universidad abierta. ESPOSA: Eso. La universidad abierta. (A Pilar): Tu tío no sabe que Jacinto es actor. Se desfoga con él. Necesita una distracción que lo irrite. Hace mucho tiempo que despegó del mundo real. Es terco. Cree que tiene convicciones. Lo que tiene es obstinación. Nunca nadie lo ha podido convencer de nada. No ha cambiado de opinión en toda su vida. Gracias a eso se ha realizado, hay que reconocerlo. Pero a veces se queda viendo una puerta como si fuera un aparato incomprensible. Apenas puede con el peso de su lucidez. Necesita desfogues. La irritación es su mejor terapia. Una irritación controlada. Los horrores del mundo se condensan en su chofer. (Entusiasmada): ¡No sabes cómo lo odia! Jacinto es un apóstol. Resiste las andanadas de mi marido. El ultraje, es la terapia del pensador. El excedente de sus ideas, algo que necesita quemarse. El profesor está en llamas. Arde en su propia luz. PILAR (divertida): Por un momento pensé que serías el chofer. ESPOSA: También actúa de chofer. Suena el timbre, esta vez de manera más tímida que la anterior. ESPOSA: El doctor Bermúdez. Voy a abrir. Sale de la cocina. CHOFER: ¿Bermúdez? ¡No puede ser! Es mi director de tesis, en la universidad abierta. PILAR: ¿NO quieres verlo? CHOFER: Puede desbaratar el numerito que hemos montado. Puede decirle al profesor que escribo una tesis.

PILAR: ¿Sobre qué? CHOFER: El ser en sí. PILAR: ¿Estás escribiendo una tesis sobre mi tío? CHOFER (abstraído): No sabía que fueras sobrina del profesor. El Chofer mira con atención a Pilar. ¿Nunca te ha pasado que subes en un elevador y te concentras en que algo suceda? ¿Nunca has encontrado a alguien al otro lado de la puerta? PILAR: Casi siempre hay alguien al otro lado de la puerta. CHOFER: Me refiero a alguien especial. Hoy lo sentí. En el tráfico. PILAR (irónica): Pensé que eso sólo pasaba en los elevadores. CHOFER: ¿Qué hiciste de cenar? Huele riquísimo. ¿Puedo probar? (Mete un dedo en un guiso; se lo chupa, golosamente). Está buenísimo. Esta salsa sabe agripicantedulce. PILAR: ES por el chutney. CHOFER: El profesor lo va a odiar. No le gusta lo exótico. PILAR: ¿De veras eres actor? CHOFER: TU tía me dijo cómo hablar, qué debo hacer. Me inventó una esposa que está en inseminación artificial, imagínate. No está mal que te cuente esto, ¿verdad? ¿Puedo confiar en ti? Pareces alguien confiable. Dan ganas de decirte un secreto. PILAR: NO me conoces. CHOFER: Te he leído. Siento que te conozco. PILAR: Y yo, ¿puedo confiar en un actor que trabaja como esclavo de mi tío? CHOFER: He tenido otros trabajos. ¿Viste Amor satánico, la telenovela sobre narcos? Yo salía de sicario, pero me ejecutaron pronto. También estuve en Shakespeare sobre ruedas y la semana que entra tengo un casting, para un comercial.

PILAR: ¿Un comercial de qué? CHOFER: De viagra. Salgo de impotente. PILAR: ¿NO te estarás estereotipando? En esta casa actúas de estéril. CHOFER: Yo no soy así. PILAR: ¿Quieres decir que eres fértil? CHOFER: Eso nadie lo sabe. PILAR: ¿Entonces no eres fértil? CHOFER: Quiero decir que sólo lo sabes cuando sucede. PILAR: ¿NO te ha sucedido ser fértil? CHOFER: No. PILAR: ¿Has querido que te suceda? CHOFER: NO sé. PILAR: NO te pongas nervioso. Tienes una cara de gran temor al vacío. Vas a ganar el castíng. La Esposa entra en la cocina, desesperada. ESPOSA: Necesito hielo. El Dr. Bermúdez chocó. Pilar saca el hielo. PILAR: ¿Te acompaño? ESPOSA: Termina la cena. La Esposa sale de la cocina con el hielo. Reproduce un silencio incómodo entre Pilar y el Chofer. CHOFER: Leí la entrevista que te hicieron cuando te ibas a la India. PILAR: ¿Qué entrevista? CHOFER: El "Diálogo ping-pong", con Carmenchu Rosas. PILAR: ¿Cómo puedes leer esas pendejadas? ¡Estás cabrón! CHOFER: ¿De veras te gustan los erizos de mar? PILAR: Saben a sexo.

CHOFER: Eso dijiste. "A un tercer sexo". PILAR: Masculino, femenino y erizo de mar. Soy vegetariana pero me gustan los erizos. CHOFER: A mí me dan asco. PILAR: ¡Te digo que vas a ganar el castingl En ese momento el Profesor entra en la cocina en su silla de ruedas. PROFESOR: El Dr. Bermúdez es alérgico a los lácteos. ¿Hay derivados de leche en la cena? PILAR: No. PROFESOR: ¡Qué lástima! CHOFER: Puedo ir por queso. Hay una quesería en lo que es la esquina de Luz Savíñón y otra calle que no me recuerdo. PROFESOR: No quiero darle queso a un hombre alérgico. Me encantaría maltratarlo, pero no soy esa clase de monstruo. Bermúdez chocó. Es alérgico al queso y tiene la frente cuajada. Siempre la tuvo cuajada por dentro. Ahora se le cuajó por fuera. CHOFER: Puedo preparar un emplaste para la herida. PROFESOR: Vengo en misión de normalidad. Vengo a decirles que Bermúdez chocó pero todo sigue igual. Cada quien a lo suyo, no se desconcentren. Sean específicos. PILAR: Seremos específicos. El Profesor sale de la cocina en su silla de ruedas. (Al Chofer). ¿Siempre es así? CHOFER: Sólo cuando está contento. La Esposa entra en la cocina. ESPOSA: Tengo que pedirles un favorsote. (Los mira como si formaran una pareja) A

los dos. El profesor va a actuar de manera rara. PILAR: Ya nos pidió que fuéramos específicos. ESPOSA: El Dr. Bermúdez viene a pedirle que entre a la Academia pero él no quiere aceptar. No tiene ganas de razonar una negativa. Prefiere que lo descarten por loco. La demencia es una forma amable de quedar al margen, al menos para un filósofo. PILAR: ¿Por eso está tan neuras? ESPOSA: Siempre es neurótico, pero de distintos modos: se relaja jodiendo y se irrita pensando. PILAR: Suena agradable. ESPOSA: Me he divertido mucho con él, Pilar. Es una persona única. No hubiera soportado el tedio de vivir con un hombre agradable. En fin, va a decir cosas raras. Les pido que actúen con naturalidad. PILAR: No te preocupes. CHOFER: Bermúdez es mi director de tesis. ESPOSA: ¡¿Te conoce?! CHOFER: Me ha visto muy poco. En la universidad abierta no hay clases. ESPOSA: No creo que te reconozca, viene golpeado y nunca te ha visto aquí. Casi se me olvida: llévales un whisky y un gin and tonic. La Esposa sale de la cocina. El Chofer prepara las bebidas. PILAR: Tal vez el contacto paranormal que intuíste en el tráfico era con tu director de tesis. CHOFER: NO. Era contigo. PILAR: ¿Por qué estás tan seguro? CHOFER: Pensé en tu libro. En la escena del tatuaje. Me pregunté si tendrías un tatuaje en el mismo sitio. Y luego te encontré aquí.

PILAR: Todavía no sabes si tengo un tatuaje en el mismo sitio. CHOFER: Para mí es suficiente. Es una predestinación. PILAR: Te conformas con muy poco. Si no tengo el tatuaje deberías descartarme. Deberías seguir tus reglas. Yo no debería estar aquí. Le hablé a mi amiga Erika y me contestó llorando. Su marido fue aun ritual de iniciación sufí. Tenía que matar a un carnero o algo así y el muy estúpido se cortó un dedo. Le salió volando, como una salchicha. Están en el hospital. CHOFER: ¿Ves? Es la ley de las compensaciones. Algo se cancela para que algo suceda. PILAR: Vengo de la India, nene. No hables como gurú. CHOFER: YO vengo del tráfico de esta ciudad, que es mucho más místico. PILAR: ¿Siempre dices lo primero que se te ocurre? CHOFER: Sólo contigo. PILAR: Supongo que es un elogio. CHOFER: NO soy tan lanzado, te lo juro. No tengo forma de probarlo porque no sabes cómo soy con otras personas. Nunca me había gustado nadie tan rápido. PILAR: ¿Y si no tengo el tatuaje en el mismo sitio? CHOFER: Tengo mala memoria. Me parecerá que está en el mismo sitio. PILAR: ¿El ser en sí tiene mala memoria? CHOFER: El ser en sí es neutro. No es bueno ni malo. PILAR: Perfecto para un comercial de viagra. El Chofer besa a Pilar. En ese momento Bermúdez entra en la cocina. Observa la escena sin darle importancia. Tiene una cortada en la frente. A pesar del golpe, luce jovial y enérgico, bastante más joven que el Profesor. BERMÚDEZ: Perdón por meterme hasta la cocina, pero me dijeron que aquí

estaba la joya de la corona. Observa a Pilar con cuidado. ¡No lo puedo creer! Eres igualita a tu madre. Toma un vaso que acaba de preparar Jacinto. Whisky para el profesor, gin and tonic para mí. (A Pilar) Eres la viva estampa de una mujer que nos hizo perder la cabeza a todos (ve al Chofer). No me extraña que produzcas el mismo efecto. Tu madre atravesaba el patio de Mascarones, la vieja Facultad de Filosofía, y el aire se detenía. Bebe. El Chofer sale de la cocina con el whisky. Sé que es un lugar común decir que Yolanda se parecía a la Venus de Boticelli, pero así se veía. Tenía una mirada atentísima, la mirada de una tenista en el último punto del partido. Siempre me ha gustado el tenis. En canchas de arcilla. Nunca soporté otras superficies. Tu madre no estudiaba en Mascarones, no necesitaba hacerlo, era espíritu encarnado. Iba a buscar a tu tío, para envidia de todos nosotros. Es increíble que alguna vez fuéramos tan jóvenes. PILAR: ¿Mi mamá jugaba tenis? No me la imagino jugando. Hay cosas que no puedes imaginarle a tus padres. No la veo con una raqueta y menos golpeando una pelota. Nunca le ha dado un golpe a nada. ¿Era buena? BERMÚDEZ: NO sé si jugamos juntos, no sé si lo hicimos. Pero recuerdo sus ojos de concentración, lo ojos de un saque as. PILAR: NO me la imagino compitiendo. BERMÚDEZ: NO compitió, nunca tuvo que hacerlo. Pero estaba atenta. La más atenta de todas. El Chofer regresa a la cocina. Bermúdez toma un largo trago. Le pide otro al Chofer. He tenido un día imposible. (Muerde un hielo) Ahora ya estamos en la edad de los profetas. Pronto recibiremos el homenaje de la infamia. Ser alguien reconocido

es ser execrado. La juventud nos honrará con sus invectivas, odiarán nuestras ideas. Le daremos nombre a bibliotecas y auditorios, pero los jóvenes nos odiarán, hasta que otros lleguen a reivindicarnos. Me canso de sólo pensarlo. Perdón por tanto rollo. Hace mucho que no veo a tu tío. Fuimos grandes amigos. Pero a veces la vida se bifurca. También a él le gustaban las canchas de arcilla. Todo depende de la fricción bajo tus pies, es un contacto que estimula la mente. Tu tío nunca fue muy deportista, pero aceptaba jugar. No es posible pensar tanto sin soltar un poco el cuerpo. Necesitas distraer los músculos para que la cabeza piense. La filosofía es un deporte extremo. Un día él prefirió las canchas de tartán. Eso me dijo. Se cambió de club. Prefirió esa superficie mullida, o más bien fofa. Dejamos de frecuentarnos. No hubo pleitos. El optó por otra superficie. Así de sencillo. Estuve tentado a espiarlo en su nuevo club, para ver si de verdad jugaba en tartán. No me atreví. Lo quería demasiado para vigilarlo de ese modo. PILAR: ¿NO se seguían viendo en la Facultad? BERMÚDEZ: Las universidades no son lugares de encuentro. Son lugares de representación, teatros de la vanidad. Un campus nunca es un campo. Eso lo debes saber tú, que eres novelista bucólica. PILAR (divertida): ¿Novelista bucólica? BERMÚDEZ: ¿NO escribiste una novela que se ubica en el desierto? Eso me dijo tu madre. PILAR: ¿Habla con ella? BERMÚDEZ: De vez en cuando le hablo por teléfono. No sabes lo que es la vejez. Piensas en todo lo que debiste haber hecho. Tu tío no volvió a las canchas de arcilla. Supongo que desde Cambridge se aficionó a las canchas de césped. ¿Te gustan las canchas de césped? PILAR: ¿Una novelista bucólica debe preferir una cancha de césped?

BERMÚDEZ: Eres rápida, Pilar. Respondes bien a una pelota en profundidad. ¿Juegas tenis? PILAR: Sólo cuando hablo. CHOFER: Tuvo un "diálogo ping-pong". Bermúdez mira extrañado al Chofer. No le hace caso. BERMÚDEZ: Tu madre era un ser extraordinario. La Esposa entra en la cocina. ESPOSA: ¿Qué sucede? El profesor ya se acabó su whisky. Pato, ¿estás bien? Bermúdez mira su copa vacía. La cortada se ve horrible. BERMÚDEZ: NO me duele. Debería dolerme pero no me duele. ESPOSA: Qué bueno que te sientes mejor. BERMÚDEZ: NO sé. El golpe debería dolerme más. Los únicos pensamientos que valen la pena son los que producen felicidad o dolor. ESPOSA: La filosofía busca la especificidad del dolor. BERMÚDEZ (abstraído): Cierto, muy cierto. Se vuelve hacia el Chofer, extrañado. ¿Te conozco? ESPOSA: Es Jacinto, el hombre multiusos. Bermúdez lo ve con atención. BERMÚDEZ: Tu cara me suena de algo. (Luego ve a Pilar) Eres idéntica a ella. ESPOSA: Te lo dije, cuando hablaste desde el coche. BERMÚDEZ: ¿Por qué lo dijiste? ESPOSA: Pensé que debías saberlo. Pensé que tal vez no vendrías. Que sería demasiado para ti. Chocar y ver a Pilar. Además de soportar las chifladuras del profesor. ¿Te sientes bien, Pato? (Lo acaricia).

BERMÚDEZ: Tienes razón. Es demasiado para mí. ESPOSA: Y sin embargo viniste. BERMÚDEZ: ¿Qué nos pasó, Clara? ESPOSA: Nada grave: la vida. PILAR: Mi tío nos espera. CHOFER: ¿Sirvo la cena? Se escucha un grito desde la sala: PROFESOR (en off): ¿Me han abandonado, atenienses? En la cocina todos escuchan, paralizados. ¿Empezaremos ya nuestro simposio? ¡Anfitrión quiere otro whisky1. ¡Y Fanta para la invitada! ¿Quién se niega a una naranja? CHOFER: "Anfitrión quiere otro whisky". Yo me ocupo. ¿Hay Fanta? ESPOSA (enérgica): Nadie bebe Fanta. Oscuridad.

Escena 4 Comedor. Los personajes han acabado de cenar. Están achispados pero no borrachos. En esta escena cada quien accede a un tipo de lenguaje privado. Cada personaje ha estado buscando esa forma propia de expresión. Aquí las palabras operan casi siempre en sentido figurado ("no jugar en arcilla" significa "deserción", etc.) La cena los ha ayudado a llegar a ese plano, liberándolos hacia un delirio suave, pero no hacia la ebriedad. Eso sí, el Profesor y Bermúdez lucen trabajados por la edad, la tensión y el cansancio. Pilar parece más despierta que nunca. La Esposa mantiene un férreo control de la situación. El Chofer pasa de una personalidad a otra. El Chofer recoge los restos de la comida. Antes de salir del escenario se cerciora de que nadie lo ve y bebe el resto de una copa.

Pilar, el Profesor, Bermúdez y la Esposa hablan más o menos al mismo tiempo: PILAR: En Dehli ya es el

PROFESOR: ¡Un jaque mate por

día de mañana.

teléfono! Fue algo increíble.

BERMÚDEZ: En la Academia no hay tan buen menú, pero ¿Quieres café? el café no falla. PILAR: Me encantó la anécdota

BERMÚDEZ (alProfesor): No

de las partidas simultáneas. te molestes. (A Pilar): Un pasatiempo.

PROFESOR: El sentido de la

ESPOSA: Quiero gritar.

cortesía es molestarse. PILAR. LOS nombres de las

BERMÚDEZ: Olagoitia perdía con

partidas hacen pensar en

"mate al pastor".

batallas: "La partida del

Nunca pudo con el ajedrez.

peón hipnotizado". PROFESOR: Al doctor se le daban los pasatiempos.

ESPOSA: Nadie grita con una jugada de ajedrez

Era muy bueno para, el salto

BERMÚDEZ: Dirigí la Facultad

de rana. Para saltar de una

mientras jugaba ajedrez por teléfono.

cama a otra.

Llegué A disputar veinte simultáneas.

Las ranas son las

PILAR: En la India vi una partida con personas

reales.

mejores piezas del ajedrez.

BERMÚDEZ: Hay que seguir el método del teatro de la memoria

PILAR: Personas pintadas con

Cada partida

pintura dulce: estaban

ocurre mentalmente en una

rodeadas de abejas.

habitación distinta.

PROFESOR: Cada cono ocurre en una cama distinta. El salto de rana, para eso eras bueno. ESPOSA (a Bermúdez): Perdónalo, Pato, te dije que estaba alterado. (AI Profesor): Lo conmino a que se tranquilice. PROFESOR: "Lo conmino"... Habla usted como novela rusa. No estamos en una prefectura de Leningrado. BERMÚDEZ: San Petersburgo. PROFESOR: Siempre te gustó la exactitud inútil. PILAR: Leningrado es ahora San Petersburgo. BERMÚDEZ (a Pilar): Tu tío abomina de lo concreto. Cuando estábamos en Europa nunca sabía si nos habíamos quedado de ver frente a la iglesia o la farmacia. PROFESOR: En Europa las farmacias tienen cruces. Soy distraído, ya lo sabes. ESPOSA: Una mente dedicada a sí misma. Los límites del mundo son para el profesor los límites de su conciencia. PROFESOR (A Bermúdez): Aunque diste mil veces el mismo curso sobre Kant, nunca entendiste las antinomias. Alguien te las debió explicar en clave de novela policiaca. La primera antinomia es el lugar del crimen: el mundo tiene un comienzo en el tiempo y un límite en el espacio. El escenario del asesino. BERMÚDEZ: Dejaste de ir al Hoyo 19. ESPOSA: A mí nunca me llevó. Ha sido egoísta.

BERMÚDEZ: Primero fueron las canchas de arcilla, luego el Hoyo 19. Te gustaba la segunda mesa a la derecha. Siempre pedías lo mismo: sopa de fideo y pechuga parmesana. PROFESOR: Crema de tomate. Pedía crema de tomate. Hay que ser exacto. Odio lo concreto pero en este momento la crema de tomate representa un absoluto. BERMÚDEZ: El noúmeno. PILAR (sonríe): ¡Sopa de noúmeno! BERMÚDEZ: ¿En qué momento se rompió la cuerda? ¿Por qué dejaste de ir? No me lo explico. ¿Con qué parámetro...? El Profesor y la Esposa ríen al oír la palabra. El Chofer entra a recoger más platos. Lleva dos botellas, una de whisky, otra de ginebra. Sirve en los vasos. Yo a ti te conozco. PROFESOR: Es el Presocrático. Hoy fracasó en hacer un trámite. Mañana va a inseminar. CHOFER: ¿Ocupa algo más? BERMÚDEZ: ¡Estás en la universidad abierta! Tengo memoria para las caras. CHOFER (al Profesor): En mi asueto estudio filosofía. PROFESOR: ¡Vaya novedad! BERMÚDEZ: ¡Claro! ¡Estás haciendo una tesis sobre El ser en sí!. Bastante correcta, por cierto. PROFESOR: ¡NO lo puedo creer! ¿Es cierto eso? CHOFER: Lo admiro, profesor. Se dio la oportunidad de que estudiara. PROFESOR: Estoy harto de que todo gire en torno a mí (a Bermúdez). ¿Qué tal es la tesis? BERMÚDEZ: Te digo que bastante buena.

PROFESOR: ¿Con qué parámetro la juzgas? ¿Tienes un tabulador para filósofos choferes? BERMÚDEZ: No seas ofensivo: Olagoitia fue más pobre que nosotros. PROFESOR: Tienes razón, supongo que en algo debes tener razón. (Pausa). Jacinto es un ser en sí perfecto. Se le facilita ser objeto. Jamás será sujeto. Hacer un trámite requiere de un ser para sí, alguien que distinga la tinta negra de la azul. PILAR: ES una estupidez que exijan tinta negra para un trámite. PROFESOR: Vivimos flotando en la estupidez. BERMÚDEZ (contento, al Profesor): Tienes en casa al objeto al que consagraste una obra maestra. Necesito que entres a la Academia. Pilar se pone de pie. En la orilla del escenario se encuentra con el Chofer. El vuelve a besarla. Van a la cocina. PROFESOR: ¿Por qué tanta urgencia? O mejor dicho: ¿por qué tan tarde? ¿No hubiera sido más lógico que la urgencia se presentara con más rapidez? Llevas diez años en la Academia. BERMÚDEZ: NO volviste a jugar tenis. Dejaste de ir al Hoyo 19. PROFESOR: Cerraron el Hoyo 19. BERMÚDEZ: TÚ dejaste de ir antes. PROFESOR: Las cosas cambian. He dejado de ir a muchos sitios. BERMÚDEZ: Es un descrédito que no estés en la Academia. Un descrédito para la profesión. Un descrédito para mí. PROFESOR: ¿De cuándo acá soy tan importante? BERMÚDEZ: Nuestra filosofía está en ruinas. Eres uno de los pocos pilares que quedan en pie. ESPOSA: Profesor, no es necesario que describamos sus méritos. Saltan a la vista.

PROFESOR (a su Esposa): ¿Su interés en mí es desinteresado? ¿Sabe lo que dice mi testamento? Un jurado deberá decidir si mi viuda merece quedarse con los bienes. ESPOSA: ¿Un jurado? ¿Qué jurado? PROFESOR: Un jurado académico. Es posible que la viuda no haya comprendido la obra de su marido y por lo tanto no merezca recibir el dinero que produce. ESPOSA: ¿De veras existe ese testamento? PROFESOR: ¡Se me acaba de ocurrir ahora! Es una idea genial: la viuda como discípula. Un gesto de congruencia académica. Si el tribunal la poncha, será por su culpa. Por pensar en la lista del mandado mientras le dictaba mi teoría del conocimiento. ESPOSA: ¿No se le ocurre que a lo mejor no me capacitó lo suficiente? PROFESOR: He sido un libro abierto. La pregunta es: ¿sabe leer? ESPOSA: El profesor se ha labrado una reputación intachable. Cada año desechamos invitaciones. No podemos viajar. La mente exige concentración. Pero la viuda del profesor irá a homenajes, dará entrevistas sobre los hábitos del pensador, ordenará la correspondencia, con la fidelidad con que hizo todo por él, mantendrá la pluma en el escritorio y vigilará que la tinta no se evapore. ¡La viuda del profesor será la viuda del profesor! PROFESOR: A veces las tautologías son conmovedoras. BERMÚDEZ: Clara te ama. No sabes la envidia que me da. Pilar regresa a la escena, arreglándose la ropa. La sigue el chofer. PROFESOR (al Chofer): ¿Conoces la segunda antinomia de Kant? CHOFER: El cosmos es divisible. PROFESOR: Correcto. CHOFER: Para que una cosa exista debe estar delimitada. La segunda antinomia es la limitación de la cosa. Separar un asunto de otro.

PROFESOR: "Deducir", diría un investigador policíaco. BERMÚDEZ: Siempre te divirtió criminalizar la inteligencia. PROFESOR: Puede ser. La filosofía es una línea de investigación (Al chofer): No entiendo cómo no pudiste encontrar tinta negra. ESPOSA: Es como usted, profesor: demasiado sublime para las bajezas. BERMÚDEZ: ¡El ser en sí! CHOFER: ¿Ocupa algo más? PROFESOR: Pregúntale a mi sobrina. No se me escapa cómo la miras. Ni cómo la tocas. Los protocolos del tacto han cambiado mucho. Antes tenías que ser como el Pato Bermúdez para tocar con rapidez. PILAR: Voy a hacer como si no hubieras dicho nada. ESPOSA: Para Pilar es el día siguiente. Déjala en paz. BERMÚDEZ: Se parece tanto a Yolanda. PROFESOR (abstraído): Yo tuve una vez una hermana... ESPOSA: La sigue teniendo. PROFESOR: Yo tuve una hermana a la que di de comer... PILAR: ¿Qué le pasa? PROFESOR: La sangre del garambullo le escurría por la boca. ¿Eso está en tu novela? PILAR: ¿Qué sangre? PROFESOR: LOS novelistas se roban la vida. Su diosa debería ser la hiena. Comen los restos que dejamos. El jugo del garambullo es como una sangre violácea. Dormí, agotado, en el desierto. Yolanda me acarició para que regresara. Su manita me trajo de regreso. ¿Para qué? El Chofer se acerca a Pilar, le entrega un papel doblado. Recoge los últimos platos. Sale de escena.

BERMÚDEZ (al Profesor): Es importante que estés con nosotros. Te necesitamos. PILAR: Me voy a dormir. Ya estoy en el día siguiente. BERMÚDEZ: Yo también debería irme. Estoy hecho trizas. La cena estuvo deliciosa, pero comí demasiado. ESPOSA: No sabía a comida vegetariana. (A Bermúdez): Necesitas bicarbonato. Siempre te ha hecho bien el bicarbonato. Pilar se despide. También la Esposa sale de escena. BERMÚDEZ: ¿Qué pasó? PROFESOR: ¿De qué? BERMÚDEZ: Dimos las mismas batallas, estuvimos siempre en el mismo bando. PROFESOR: En beneficio tuyo. La Esposa regresa a la escena pero no se incorpora. Prefiere oír a la distancia. Sostiene un vaso con bicarbonato. BERMÚDEZ: Te protegí para que escribieras tu obra. Nunca te faltó tiempo. Sólo entre dos podíamos lograr un filósofo. Esto no es Oxford. Ya me cansé del jueguito que tienes con Clara. Deja de actuar como un demente. PROFESOR: Aún no has visto nada. BERMÚDEZ: Tu sobrina me impresionó. ¿La invitaste para impresionarme? PROFESOR: Fue una casualidad. BERMÚDEZ: Leí su novela, bueno, hace tiempo que no leo nada. Me contaron de qué trataba. Habla de lo mucho que quisiste a tu hermana. PROFESOR: Nos perdimos en el desierto. Ellos confiaron en mí. Era el mayor. Fui por ayuda y regresé por ellos. Lo había olvidado. (Pausa). Mi sobrina conoce a la nieta de Olagoitia. BERMÚDEZ: El gran Olagoitia. ¿Te acuerdas cómo te decía?

PROFESOR: NO me decía el Parámetro. BERMÚDEZ: Ese era yo. Tú eras el Pulpo Raquídeo. Un molusco de las profundidades mentales. A Clara y a ti les hubiera hecho bien tener hijos. No sé cómo le hubiera sentado a los hijos, pero ustedes los necesitaban. PROFESOR: A ti te sobran. Clara se acerca a ellos. Entrega el bicarbonato. BERMÚDEZ: Gracias. ESPOSA: Siempre hay alguien que quiere más. Bermúdez la ve, sin entender. En toda relación siempre hay alguien que quiere más. Es la parte débil. Querer a un hijo es querer de más. No podíamos hacerlo. BERMÚDEZ: El profesor no, pero tú sí. ESPOSA: Soy una con él. Así lo decidí. Nadie me obligó. BERMÚDEZ: Propongo que a eso le llamemos "amor". ESPOSA: El Presocrático se prendó de Pilar. No lo culpo. Le pasó un papel con su teléfono. Estuvieron hablando de un elefante. PROFESOR: ¿Y usted cómo sabe? ESPOSA: LOS OÍ en la cocina. BERMÚDEZ: ¿Un elefante? ESPOSA: Pilar nos trajo un elefante de la India. Un símbolo de bienvenida. PROFESOR: NO simboliza nada. ESPOSA: LOS indios lo ponen en sus puertas, para franquear la entrada y señalar el camino. Es el dios que elimina los obstáculos. PROFESOR: Es un elefante en sí. Una cosa elefante. No es un símbolo. ESPOSA: Pilar le dijo al Presocrático que es un símbolo. Se llama Ganesh. PROFESOR: ¡¿El elefante se llama Ganesh?!

BERMÚDEZ: "Ganesh", en realidad es un hombre con cabeza de elefante. "El dios que elimina los obstáculos". Es un buen augurio: señala que debes entrar a la Academia. PROFESOR: Pato, ¿qué chingados te importa que entre a la Academia? BERMÚDEZ: Puede no importarme a mí, pero sí le importa al nuevo patronato. PROFESOR: ¿Qué patronato? BERMÚDEZ: La Academia no vive de sí misma. ¿Te acuerdas del licenciado Jiménez Pinto? PROFESOR: NO sé quién es. BERMÚDEZ: Fue secretario particular del presidente. El presidente que fue hegeliano no ortodoxo. PROFESOR: Ah, ése. BERMÚDEZ: Jiménez Pinto ha prosperado. Tiene muchos contactos. Está en todos los consejos directivos que puedas imaginar. Consiguió la casa para la Academia, una mesa con incrustaciones de marquetería para las juntas, y nos da un regalo en cada reunión. Un centenario de oro. Paga las ediciones que hacemos, los congresos. Quiere que estés con nosotros. PROFESOR: ¿Por qué? BERMÚDEZ: Le sorprende que no estés con nosotros. ESPOSA: ¿Por qué? BERMÚDEZ: Le parece una muestra de arrogancia. Me ha pedido que te exija que estés con nosotros. ESPOSA: ¿Qué le exijas? ¿Al profesor? BERMÚDEZ: El licenciado Jiménez Pinto tiene buena memoria. Dicen que el pepino es bueno para la memoria: cada vez que eructas, recuerdas que comiste pepino. El licenciado comió pepino en la embajada polaca.

PROFESOR: ¿De qué estás hablando? ESPOSA: De pepino, habla de pepino. PROFESOR: Y de la embajada polaca. Cuando el Pato habla de una cosa siempre habla de otra cosa. ¿Con qué parámetro hay que entenderte? BERMÚDEZ: Jiménez Pinto fue a un almuerzo donde le sirvieron ajos, crema agria, rábanos, cosas que provocan eructos. El licenciado asistió en representación del presidente. Comió por cortesía. La vida pública exige esos sacrificios. En ocasiones debes tragar bazofia de Europa central. Por la tarde, recibió al profesor en su oficina, para entregarle un nuevo boleto a Berlín. Un boleto de primera clase, por supuesto, y viáticos para alojarse en el Hotel Kempinsky. ESPOSA: ¿Habitación doble? Iba a ver a una doctoranda. No te sorprendas, Pato, ya me repuse. La que no se repuso fue otra doctoranda. La vida en compañía de un hombre ilustre exige sacrificios. No me refiero a los míos, que fueron insignificantes. Me refiero a los de las doctorandas que lo entretuvieron para que él pudiera seguir conmigo. PROFESOR: ¿Hay alguien aquí que pueda hablar en línea recta? Estábamos en que visité a Jiménez Pinto. ¿Y eso qué? BERMÚDEZ: Es posible que el licenciado sea un hombre muy susceptible, aunque pertenece a la naturaleza del secretario particular del presidente ser muy susceptible. En ese puesto se desconfía por la patria. Todos son adversarios. El caso es que aquella tarde el licenciado te soltó el boleto y luego soltó un eructo. Un eructo cargado de miserias de Europa central. Rábano, ajo, crema agria. El licenciado se avergonzó. No olvidó el momento. El pepino es bueno para la memoria. PROFESOR: ¿Quiere que entre a la Academia porque no olvida que eructó en mí cara? BERMÚDEZ: No has entendido. El eructo, es algo que le pasa a cualquiera, pero

tú no lo pasaste por alto. PROFESOR: ¿YO? ¿Qué hice? BERMÚDEZ: Podías haberte limitado a tomar el boleto, dar las gracias y salir por la puerta. PROFESOR: ¿Qué dije? BERMÚDEZ: No dijiste nada. Por una vez guardaste silencio. ESPOSA: El silencio también significa. BERMÚDEZ: El profesor hizo un gesto: se tapó la nariz. ESPOSA: ES lógico. BERMÚDEZ: ES lógico pero cabrón. Le hiciste ver que apestaba. Podías haber soportado con dignidad el aire pútrido, esa dieta surgida de la pobreza. ¡Ajos y rábanos! Para tener buena educación, no basta con portarse bien: hay que fingir que no te das cuenta de que otro se porta mal. Ser educado es suprimir reacciones. Mostraste tu superioridad. Te tapaste la nariz. Lo trataste como un criado. PROFESOR: Era un criado. Ser secretario particular del presidente es ser un criado. BERMÚDEZ: Un criado que llegará lejos. ¿No podías respirar el eructo y salir de ahí? Si un organismo apesta, ¿debes ponerlo en evidencia? ESPOSA: La división mente-cuerpo. BERMÚDEZ: Humillaste a Jiménez Pinto. PROFESOR: ES algo sin importancia. BERMÚDEZ: La víctima no olvida. Hubiera sido mejor un comentario sobre el eructo, incluso un insulto. Lo que el secretario no soportó fue el gesto (Bermúdez se tapa la nariz). Le hiciste saber que te daba asco sin decirle que te daba asco. Ni siquiera mereció una explicación. PROFESOR: Fue una reacción inconsciente.

BERMÚDEZ: Reaccionaste como una dama ofendida por las flatulencias de un plebeyo, demasiado fina para rebajarse a decirle que apesta, pero suficientemente vulgar para taparse la nariz. Jiménez Pinto exige que entres a la Academia. ESPOSA: ¿Cómo puede exigirlo? BERMÚDEZ: Sabe que el presidente les regaló esta casa. Él mismo hizo las gestiones. Puede hablar con la prensa, es vicepresidente de Telenoticias. Sería una lástima que una mente de reconocida independencia fuera asociada con un presidente nefasto. ESPOSA: ESO se llama chantaje. BERMÚDEZ: Perdóname, Clara, no era la forma en que yo quería convencerlos. (Al Profesor): Has vendido cien mil ejemplares... PROFESOR: 80 mil. BERMÚDEZ:... 80 mil ejemplares de El ser en «porque los ha comprado la Secretaría de Educación. El gobierno edita, el gobierno regala los libros, el gobierno los mete en bodegas. Un best-seller de Estado: 80 mil ejemplares y ni un solo lector. (Pausa) Estoy agotado. No sabía cómo decirles esto. El elefante de la India me mostró el camino. PROFESOR: Te ves muy jodido. BERMÚDEZ: Estoy jodido. Todo esto me afecta más de lo que supones. Debería ser fácil ponernos de acuerdo. Estamos demasiado viejos para pelear. PROFESOR: La vejez es la edad de la intensidad. Los agravios de varias décadas se potencian unos a otros. BERMÚDEZ: El licenciado Jiménez Pinto exige que aceptes el honor de entrar a la Academia.

ESPOSA: "Exige que aceptes el honor". BERMÚDEZ: Pronto serás presidente. No aguantaré mucho. La filosofía ofrece consuelos para la muerte pero no para el deterioro, eso es mucho peor, la lenta descomposición del cuerpo. Un eructo en la cara. Un eructo permanente. PROFESOR: ¿Sabes por qué dejé de ir al Hoyo 19? BERMÚDEZ (se ve descompuesto, agotado): ... PROFESOR: Por la misma razón porque nunca la invité a ella (seña/a a su Esposa). BERMÚDEZ: ¿A qué te refieres? PROFESOR: La pechuga parmesana me empezó a dar asco. Te sobraban afectos, Pato. ESPOSA: Me gustaba verte jugar con tus hijos en la alberca, cuando nos invitabas a tu casa en Cuautla. ¡Un filósofo con casa en Cuautla! Eras divertido. Eras afectuoso. PROFESOR: Dejé de jugar en cancha de arcilla, dejé de comer pechuga parmesana. ¿No puedes hacer conexiones? Juega ajedrez: peón cuatro rey. ESPOSA: LOS congresos de filosofía tienen demasiadas horas muertas. Se acerca a Bermúdez, seductora. Las horas muertas tienen momentos incómodos. Se sienta en la piernas de Bermúdez. El está sofocado. Ella presiona su herida. Los momentos incómodos no se llenan con filosofía. Hay roces. (Presiona la herida.) BERMÚDEZ: Agh, ¿adonde quieres llegar? ESPOSA: ¿Recuerdas adonde llegamos nosotros? ¿Tu pepino tiene memoria? El profesor era tu mejor amigo. BERMÚDEZ: Fue un error. ESPOSA: ¿ASÍ recuerdas lo que te di?

BERMÚDEZ: Me refiero a que fue un error con el amigo. A ti siempre te quise. Los quería a los dos. ESPOSA: Siempre quieres de más. BERMÚDEZ: Eramos jóvenes; bueno, relativamente, creíamos en el amor sin ataduras. PROFESOR: "El amor sin ataduras". Ésa fue una telenovela. Los filósofos creíamos en el amor sin heteronomía. BERMÚDEZ: LO superamos. (Al Profesor): Seguimos trabajando en mil proyectos, siempre juntos. ¡Podía sentir tus tentáculos, tus ventosas de pulpo! ¿No crees que quería zafarme de ti? PROFESOR: NO volví a jugar en arcilla. ESPOSA (a Bermúdez): También tú cambiabas de cancha. ¡Partidas simultáneas! PROFESOR: El afecto indiscriminado es una forma de la traición. Querías a tantas personas que acabaste por no saber a quién querías. BERMÚDEZ: Siempre has sido de piedra. No filosofas por inteligente sino porque no sabes sentir. PROFESOR: Los afectos valen más si son escasos. Si digo que te quise eso significa mucho más que si lo dices tú. BERMÚDEZ: Claro, porque eres un ojete. PROFESOR: El afecto de un ojete vale más. ESPOSA: ¿NO entiendes lo que te está diciendo, Pato? Te está diciendo que te quiso. PROFESOR: Hasta Clara entiende lo que digo. ¿Te parece bien venir a presionarnos en nombre del licenciado? BERMÚDEZ: ¿Qué quieres que haga? PROFESOR: Acepta tu inmoralidad. Di: "El presidente de la Academia es un

puerco". BERMÚDEZ: Siempre he sido un puerco. No me cuesta admitirlo. PROFESOR: Aceptas las cosas sin pasarlas por el tamiz de la reflexión. La tercera antinomia es que todo tiene una causa. ¿Por qué suceden las cosas? Tenemos el lugar y el tiempo del crimen; tenemos el objeto del delito y la víctima. Nos falta el móvil. El móvil del crimen. BERMÚDEZ: NO puede ser que me tengas celos. Clara siguió contigo. PROFESOR: Clara siguió conmigo. ¿Crees que me importa que hace décadas friccionara su cuerpo con el tuyo? Fuiste el borrador que necesitábamos para seguir adelante. ¿Entiendes cuál es el móvil? BERMÚDEZ: No. PROFESOR: El móvil es la felicidad. ESPOSA: ¡Quiero gritar! BERMÚDEZ: Estás gritando. PROFESOR: El móvil es la felicidad. Lo que la gente siente. ¿Cómo se reparte la felicidad? Derrochaste tus afectos, como un mayorista. Tu delito fue abusar de la felicidad, gastarla con tanto uso, rebajarla. Yo uso poco las emociones, para que valgan más. BERMÚDEZ: Eres de piedra. ESPOSA (muy calmada): Me gustaría volver a gritar. BERMÚDEZ: Por favor, no lo hagas. Me estalla la cabeza. ESPOSA (gritando): ¡¿No quieres que grite?! BERMÚDEZ: No (se toca el pecho): Me siento mal. PROFESOR: ¿Te duele la pechuga? ¿La pechuga parmesana? BERMÚDEZ: Hiciste lo que te dio la gana. Fui burócrata para que tú pensaras. ¿No te basta?

PROFESOR: Cuarta y última antinomia: necesitamos que Dios exista y sabemos que no puede existir. BERMÚDEZ: La ética individual se funda en eso: cuando no tienes un juez, debes ser tu propio juez. PROFESOR: Una interpretación de agente del ministerio público. BERMÚDEZ: ¿Dejaste de creer en la ética de los demás? Supongo que sólo aceptas la tuya. Tu vanidad como ley universal. PROFESOR: TÚ creías ser la fuerza del destino, el dios invisible. Creías que yo me dedicaba a la reflexión pura gracias a ti. Una vida sin experiencia, ajena a los goces. Pensaste que nada sensible podía afectarme. BERMÚDEZ: Eres de piedra. PROFESOR: Te convenía pensar que soy de piedra. (Se desespera, no encuentra las palabras). No sabes lo que puede sentir... una persona... ¡la persona de uno! BERMÚDEZ: Pinche Pulpo: ¿Hay alguien que te haya importado aparte de ti? Con un carajo: no sabes agradecer, nunca supiste. Vine a ofrecerte un honor y eso te ofende. ¿Crees que sólo puede ofrecer algo quien está por encima de ti? No vine a jactarme de generoso. PROFESOR: Viniste a usar el verbo "jactar", que es peor. BERMÚDEZ: Eres tan acomplejado como cualquier analfabeta. No hago esto por mí, lo hago por ti. ¿Puedes entenderlo? PROFESOR: Clara, déjenos un momento. La Esposa sale. En todos los años en que di clases peroré ante caras que no me decían nada. Era como moverme entre anémonas. Pero logré tener algunos discípulos. BERMÚDEZ: YO no puedo decir lo mismo. PROFESOR: Tuve cuatro discípulos auténticos.

BERMÚDEZ: ¿Cuatro? ¿Quiénes fueron? PROFESOR: Te voy a decir algo que no le he dicho a nadie: esos cuatro tenían cabezas superiores a la mía. Los admiraba, los quería. Uno de ellos no pudo con su mente. Dejó de hablar y luego se ahorcó. Hay un par que me detesta. Han escrito cosas horrendas contra mí... BERMÚDEZ: ¿Te refieres a...? PROFESOR: ¡NO digas sus nombres! Me he vuelto supersticioso. Pensé que su distanciamiento tenía que ver con el deseo de abrirse su propio espacio, de pensar por cuenta propia. Para eso sirve la filosofía. Pero me execraron, demostraron lo endeble que podía ser mi razonamiento. BERMÚDEZ: Viven en el extranjero, Pulpo, publican en revistas especializadas, nadie se fija en ellos. Tú eres una gloria nacional. PROFESOR: NO importa. Yo admiraba sus mentes. Veía sus ojos encendidos en la clase. Quería cautivarlos. Y lo logré, por un tiempo... BERMÚDEZ: Dijiste que eran cuatro. PROFESOR: La cuarta vive conmigo. Es tan brillante que se da el lujo de fingir que está a mis órdenes. Pensé que sólo casándome con ella impediría que me superara en todo, pero me equivoqué. Tiene el grado más alto de la inteligencia, el que no necesita lucirse. Clara vive en estado de plenitud. Simuló una vida parasitaria para divertirse al máximo. Soy su personaje, y estoy orgulloso de serlo. BERMÚDEZ: Estoy mareado. No entiendo nada, Pulpo. PROFESOR: Deja de decirme Pulpo. BERMÚDEZ: TUS alumnos te parecían anémonas. ¡El Pulpo Raquídeo entre anémonas! Olagoitia no se equivocaba con los apodos. Aunque estés inmóvil, te sobran tentáculos. Un pulpo lleno de tinta, tinta negra, de la que sí aceptan en los trámites. La inteligencia puede ser viscosa (se toca la cabeza). "Viscosa pero sabrosa",

¿dónde oí eso? ¿Me lo dijo mi nieta? Carajo, Pulpo, no entiendo nada. PROFESOR: Nunca entendiste mucho, Clara entiende demasiado. Ha escrito mis libros. BERMÚDEZ: SÍ, los pasa a máquina. PROFESOR: NO seas imbécil. Estoy hablando del contenido. Corrige mis incoherencias, estructura mis balbuceos, pero es tan brillante que incluye ciertos defectos para que el libro siga pareciendo mío. Si Clara escribiera un libro nadie me lo podría atribuir a mí. Sería un clásico. BERMÚDEZ: Ella te ha dado su vida. PROFESOR: Sacrificó su mente para estar conmigo. La amo por eso y eso me duele. BERMÚDEZ (jadeando): No pensé que te escucharía decir eso. PROFESOR: La amo más de lo que tú pudiste amar a nadie. Odié que te hiciera caso. Me sentía por encima de la posibilidad de envidiar a alguien. Te envidié. ¿Sabes por qué? Porque aún en el oprobio no podía dejar de quererte. ¿Te extraña que diga eso? ¿Te parezco sentimental? ¡Los afectos escasos valen más! Clara me demostró eso al alejarse de mí. Me dio una lección, y volvió conmigo. Dejé de ir al Hoyo 19. Soy capaz de adorar, querido Pato, como tú nunca lo has hecho. El Profesor se pone de pie. Bermúdez se horroriza de verlo así. BERMÚDEZ: ¿NO estás...? El Profesor se le acerca. PROFESOR: ¿Mi salud te horroriza? ¿Querías tener un discapacitado en la Academia? ¿Me necesitabas para llenar esa cuota? Amo a Clara y no estoy paralítico. ¿Es eso demasiado para ti? BERMÚDEZ: Basta... PROFESOR (muy cerca de Bermúdez}: Clara me ha ayudado a ser una gloria regio-

nal. Estabas preparado para cualquier horror, pero no para mi modestia. Eso soy, Pato Bermúdez, un hombre humilde, dedicado a amar a la persona que inventa mis pensamientos. BERMÚDEZ (trata de gritar, apenas puede):¡Clara! Bermúdez cae al suelo, tirando una silla con estrépito. Clara regresa a escena. ESPOSA: ¿Estás bien, Pato? (Presiona su herida. Grita): ¡¿Te duele?! PROFESOR: Pídele un taxi. La Esposa sale de Escena. Bermúdez se retuerce. El Profesor se sienta en su silla de ruedas. Pilar llega, en camiseta, atraída por el ruido. PILAR. ¿Qué pasa? Se acerca a Bermúdez. El la ve, transfigurado. BERMÚDEZ: ¡Yolanda! Perdóname. Te quise mucho, siempre te quise. (Toca las mejillas de la muchacha. Ella se arrodilla Clara regresa a escena. Trajiste al dios de los elefantes. ESPOSA (a Pilar): Se refiere a Ganesh. PROFESOR (a Pilar): ¿El elefante es un dios? PILAR: Ganesh es un dios con cabeza de elefante. Tiene cuatro brazos. PROFESOR: ¡LO sabía! PILAR: Traje un elefante, no un dios. No sé por qué estamos hablando de eso. Hay que llamar a un médico. BERMÚDEZ: ¡Yolanda! PROFESOR: En algún sitio leí que en el hinduismo Ga simboliza el intelecto. ¿Ganesh es la mascota del intelecto? PILAR (furiosa): ¡Es un elefante! PROFESOR: Por extensión puede ser un símbolo..

BERMÚDEZ: "Por extensión..." Yolanda, ¿quién era la Res Extensa? Se me olvidan las cosas. Se me incendia la cabeza. PILAR: Está bien, está bien, ya va a pasar. PROFESOR (reflexivo): Ga.. .Ga ESPOSA: ¡Gaga! Ya lo tengo, más fuerte: ¡¡¡¡Gaga!!!! PILAR: Están locos. Hagan algo. ESPOSA: Ya llamé un taxi. PILAR: ¡Necesita una ambulancia! BERMÚDEZ: Eres bellísima. Dime que me perdonas, te lo suplico. PILAR: No es necesario que te perdone. BERMÚDEZ: Perdóname, por favor. PILAR: ¿De qué? BERMUDEZ: Perdóname. PILAR: Te perdono. BERMÚDEZ: ¿Lo juras? PILAR: Siempre te amé. Nunca he dejado de amarte. Pilar lo besa. Muere Bermúdez. Pilar le toca el cuello, trata de oír latidos en su pecho. En vano. PILAR: Está muerto. ESPOSA: ¿Estás segura? Se arrodilla, le toca el cuello. Habla con tristeza: Se ve tan tranquilo, como si estuviera pensando. Pausa incómoda. PROFESOR (a Pilar): ¿Por qué hiciste eso? PILAR: ¿Qué?

La Esposa señala a Bermúdez. ESPOSA: ¿Cancelo el taxi? PROFESOR: ¿Por qué le mentiste? PILAR: No mentí. Sentí lo que dije. Se estaba muriendo. PROFESOR: Fue capaz de ligar en su último suspiro. ESPOSA: Una muerte congruente. Una muerte moral. El crimen perfecto, un asesinato filosófico, sin culpables: muerte por argumentación. PROFESOR: No. Fue un accidente; me dejé llevar por un arrebato. ESPOSA: No seas modesto. Ganaste la discusión. Debes confiar más en tus palabras. La Academia sabrá apreciarlas. PROFESOR: Lo mató Pilar. El Pato no pudo con la emoción. Lo aniquiló la bondad. La bondad de las mujeres. ESPOSA: ¿Murió de afecto? ¿Es lo que quieres decir? PROFESOR: Yo podía torturarlo pero no aniquilarlo. Sólo se rindió ante Yolanda, o sea ante Pilar. ESPOSA: NO fue un crimen perfecto. PROFESOR: Fue un accidente perfecto. Se salvó de un choque y vino aquí, sin saber que lo esperaba otro choque. PILAR: Ustedes no lo querían. PROFESOR: LO quisimos demasiado. Más de lo que nos convenía. ESPOSA: Presidirás la Academia. PILAR (toca a Bermúdez): Sigue tibio. PROFESOR: El fuego que no cesa. PILAR: ¿Hablamos a la policía? PROFESOR: "El filósofo declara que su colega murió de muerte natural. Fue feliz en su último momento."

ESPOSA: Le interesó tu elefante, Pilar. Era supersticioso. Si no razonas debes gritar. PROFESOR: Hay que saber cuándo, sin arruinar el momento del grito. PILAR: ¡¡Cuánta mamada!! PROFESOR: El momento del grito. ESPOSA: Un momento perfecto. PROFESOR (se pone de pie): "El filosofo declara que su colega decidió su muerte. Las circunstancias colaboraron, pero el doctor Bermúdez murió de sí mismo. La causa última fue la forma en que se precipitó en su esencia. El doctor Bermúdez murió de vitalidad". PILAR: ¿NO necesitas la silla de ruedas? PROFESOR: La necesito para pensar. PILAR: ¿Necesitas pensar? PROFESOR: "No se trata de preguntar si hay que filosofar o no. Filosofamos porque es obligatorio. Es fatal". Pilar desvía la vista a Bermúdez. PILAR: ¿Mi madre lo quiso? PROFESOR: Menos de lo que él la quiso hace un momento. Fuiste a la India a buscar rarezas que podías haber encontrado en tu familia PILAR: Hace un momento. En verdad lo quise. Me conmovió. PROFESOR: TU piedad es infinita. PILAR: NO fue piedad. Lo quise. PROFESOR: El Pato se salió con la suya. Suena el timbre de la casa. ESPOSA: ¡El taxi! (Para sí misma): Así no, más fuerte: ¡¡El taxi!! PROFESOR: ¿Le pedimos que lleve al Pato a la funeraria? Tal vez quieran velarlo

en la Academia. ¿Dónde está mi traje negro? ESPOSA: Voy a decirle que se vaya. PILAR: NO. Me voy en el taxi. ESPOSA: ¿Adonde? PILAR: NO sé. Estoy harta. ESPOSA: NO tienes dónde quedarte. PILAR: Tengo el teléfono de Jacinto. PROFESOR: El Presocrático está casado y debe fertilizar a su esposa. ESPOSA: ES mentira. Inventamos sus torpezas para que te desfogaras con él. PROFESOR: ¿Y su modo de hablar? ESPOSA: También es actuado. PROFESOR: Eres admirable. (La besa.) Te adoro. El taxi vuelve a llamar. PILAR: Me voy. PROFESOR: Salúdame al ser en sí. Acabas de amar a un desconocido. Tal vez quieras conocer a alguien antes de amarlo. PILAR: Conocí a Bermúdez mejor de lo que los voy a conocer a ustedes. Pilar sale de escena. El Profesor se vuelve a sentar en la silla de ruedas. La Esposa se le acerca lentamente. PROFESOR (hacia Bermúdez): Fue mi mejor amigo. ESPOSA: ¿Sigue trabajando en la división mente-cuerpo? PROFESOR: La he trabajado con usted. Oscuridad.

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