Vilca Piedras Que Hablan Gente Que Escucha

March 21, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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VILCA, Mario: Piedras que hablan, gente que escucha: la experiencia del espacio andino como un “otro” que interpela. Una reflexión filosófica. En: Miotti, L. y D. Hermo (comps.): Biografías de paisajes y seres. Encuentro Grupo Editor. 2011. Argentina.

Piedras que hablan, gente que escucha: la experiencia del espacio andino como un “otro” que interpela. Una reflexión filosófica. fi losófica.

El espacio andino. ¿Paisaje o comensal? Plantear la experiencia del mundo, y dentro de ésta la experiencia del espacio desde desd e una persp perspectiv ectiva a obje objetivis tivista, ta, dificu dificulta lta qu que e esa exper experienci iencia a pue pueda da da darr cuenta cuen ta de sí misma misma.. Por ello nos desplaza desplazamos mos desde un pensa pensarr concept conceptual ual que recoge el ser de la experiencia del mundo hacia un pensar desde lo simbólico. En éste encontramos aperturas sobre la experiencia de estar en el mundo, mun do, esp especí ecífic ficame amente nte sob sobre re la exp experi erienc encia ia del esp espaci acio o and andino ino com como o un “otro” que interpela radicalmente. En este trabajo se propone reflexionar no desde una contemplación objetiva, o teórica del espacio, sino desde una actitud de tomar parte. O más radicalmente un ser tomado como parte del mundo, en un escenario en el que la seguridad dell su de suje jeto to no en encu cuen entr tra a un as asid ider ero, o, un lu luga garr se segu guro ro.. Es Esto to co conf nfig igur ura a un escenario dramático en el que se da el antagonismo de atracciones y rechazos, de seducciones y repugnancias. repugnancias. En fin, el juego dramático entre vivir y morir. El esp espaci acio o and andino ino com como o “pa “paisa isaje” je” es con conceb cebido ido com como o obj objeto eto pro produc ductor tor de bienes materiales, de recursos y como parte del patrimonio natural de un país. Un ob obje jeto to pr prec eciad iado o po porr em empr pres esas as de tu turi rism smo o qu que e bu busc scan an cris crista tali liza zarr la las s 1 esencias de culturas y s sujetos ujetos que las habitan . La te tecn cnoc ocien ienci cia a ca capi pita tali list sta a ap apel ela a a la im imag agen en   de dell espa espaci cio o co como mo ca camp mpo o privilegiado de expresión. Esta forma de representar el espacio como “paisaje” está predeterminada por formas a priori de las leyes que rigen la estética de la imagen. Este apriorismo no se fundamenta en condiciones trascendentales de la experiencia de la conciencia sino de los valores del mercado. De aquí es que este modo de representar el mundo constituye la destrucción de la experiencia del espacio. Se constituye una imagen del espacio como “paisaje”, susceptible de ser constituido objeto mercantil. Son expresiones que constituyen mapas que predican de la experiencia, pero no la trasmiten. El ho homb mbre re an andi dino no no vive vive en un un univ iver erso so ob obje jeti tivo vo y ne neut utro ro,, en do dond nde e plácidamente puede desarrollar su existencia, tampoco establece una relación armónica con el el mundo natural e en n el que viv vive e de modo pa paradisíaco, radisíaco, el modelo del “buen salvaje” roussoneano. Por el contrario su existencia está rodeada de cl clar aros oscu curo ros, s, de op opac acid idad ades es,, en do dond nde e de debe be gu guia iars rse e po porr lo los s se send nder eros os esta es tabl blec ecido idos s po porr la co cost stum umbr bre, e, po porr los los me mean andr dros os de los rit ritua uale les, s, po porr la las s obligadas reciprocidades con que busca asegurar un orden que conjure la arbitrariedad de los seres con los l os que convive.

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 La noción de “paisaje”, desde el Renacimiento Renacimiento al romanticismo tenía la connotación de la distancia de

la contemplación. Es decir un subjectum (el sujeto) enfrentado a un objectum (la naturaleza). Con un  proyecto de instrumentalidad i nstrumentalidad y ordenamiento de la naturaleza en función de las necesidades del hombre. Cfr. F. Aliata, G. Silvestri, El paisaje en el arte y en las ciencias humanas, CEAL, Bs. As.,p.167.

 

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Esta ge Esta geog ogra rafí fía a viva viva,, o má más s es espe pecí cífi fica came ment nte, e, la las s fu fuer erz zas de dell es espa paci cio o concebidas como seres poderosos, presionan al hombre andino a establecer una relación de interdependencia. Estas fuerzas son interpretadas como “otros” no humanos con quienes, como con los humanos, se obliga a intercambiar 2.  Así, se extiende toda una red de obligaciones, de cuidados, de “pagos”, de ”contratos”, en los cuáles está implicada la existencia diaria misma. Su expresión estética está menos determinada por la delectación o el agrado en la contemplación o en la producción de objetos, que por la necesidad de conservar o crear ordenamientos que le permitan conjurar la presión de los poderes que lo apremian. Entre los ser Entre seres es qu que e int interp erpela elan n cot cotidi idiana aname mente nte al hom hombre bre an andin dino o pod podemo emos s nombrar a la pachamama, los apus, o cerros también llamados achachilas, wamani wam anis, s, los wil willka lkapuq puquio uios s u ojo ojos s de agu agua a (lo (los s man manant antial iales) es),, los saj sajras ras,, 3 ñanqhas, ñanqh as, anch anchanch anchus, us, chul chullpas lpas (mora (moradas das de antig antiguos uos “gent “gentiles”) iles”) . Aunque Aunque también están dentro y fuera de la casa, los s santitos antitos y las vírge vírgenes. nes. Con est estos os ser seres es se rel relaci aciona ona com como o con un “ot “otro” ro” nec neces esario ario,, irre irreduc ductib tible le y pode po dero roso so.. Un Uno o de los los princ princip ipal ales es ac acto tos s co con n qu que e so soci cial aliz izar ar y es esta table blece cerr 4 acuerdos con estos seres es darles de comer  . Las atenciones que los seres andinos de loshambrientos humanos consisten enoofrendas, ch’allas, convites, 5 agasajos.requieren Muchos están y sedientos están “secos” Lo espantoso del mundo.  Así el susto (la pérdida del alma), la maradura, la sopladura, la loquera, la aikadura, aikad ura, el mal de ojo, entre alg algunas unas de las enf enfermed ermedades ades an andinas dinas,, son los modos de interpelación del mundo, de la geografía viviente, de aquel espacio que a los ojos del visitante, del turista, sólo se ve como “paisaje” bello o sublime. Las altas temperaturas y el calcinante sol; los vientos helados y el frío lacerante constriñen el espíritu de tal modo que los relatos de aparecidos, de duende due ndes, s, de tío tíos, s, de co coque quenas nas,, de ray rayos os qu que e “tir “tiran” an” ani animal males es y hum humano anos s dete de term rmin inan an qu que e la co coti tidi dian anid idad ad de dell ha habi bita tant nte e an andi dino no es esté té de desp spoj ojad ada a de connotaciones estéticas. Presionan a tener cuidado y respeto. Se vive y se muer mu ere e im impr preg egna nado dos s de lo nu numi mino noso so,, do dond nde e las fu fuer erza zas s de dell en ento torn rno o se vive vivenc ncia ian n co como mo infi infini nita tame ment nte e su supe peri rior ores es.. Lo Los s po pobl blad ador ores es de depe pend nden en enteramente de la lluvia, del viento, del rayo, del agua, pero también de seres que están “hambreados” o causan enfermedades y muerte. Así como pueden beneficiar la cosecha con abundantes lluvias. En la experiencia de un poder absoluto que interpela de modo radical, el sujeto intenta imponer las formas del trato cortés con lo desconocido, con la finalidad de establecer acuerdos con aquello que se percibe como radicalmente “otro”, 2

 Cfr. L. Bugallo, “Ferias, trueques, caravanas y viajeros. La movilidad, característica de las poblaciones de la Puna de Jujuy.” Ponencia presentada en VII Congreso Argentino Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural, Salta, abril del 2007. 3  G. Fernández Juárez, Entre la repugnancia y la seducción. Ofrendas complejas en los Andes del Sur , Cusco, Ed.CBC, 1997, pag. 75. 4  G. Fernández Juárez. Ibid. 5  G. Fernández Juárez, Ibid.

 

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por lo tanto como potencialmente nocivo. De allí, suponemos se generan las formas de intercambio y de reciprocidad. La relación de intercambio con las divinidades no tiene en cuenta el intercambio presente6, el intercambio del aquí y el ah ahor ora, a, a dife difere renc ncia ia de dell inte interc rcam ambi bio o mo mode dern rno o en el qu que e el pr pres esen ente te constituye la condición para que el acuerdo siga en pie. Hay una preeminencia del futuro como lugar de los equilibrios, como momento en que confluirán las voluntades humana y no humana. Las modalidades de presentación ante lo no humano pueden darse en términos de las pautas de cortesía de la comunidad ante los visitantes, extranjeros o forast for astero eros. s. Por eje ejempl mplo o com como o inv invitac itación ión a la alt alterid eridad ad po poder derosa osa a ocu ocupar par luga lugare res s o es espa paci cios os cu cual alit itat ativ ivam amen ente te im impo port rtan ante tes s en la las s ce cele lebr brac acion iones es comunitarias En la cotidianidad se procura conjurar la adversidad que conlleva lo sagrado en tanto monstruoso. Lo sagrado-monstruoso despedaza las nociones de lo bello bello en ta tant nto o ar armo moní nía a de lo si simé métr tric ico, o, ta tamb mbié ién n de desb sbor orda da el se sent ntim imie ient nto o de lo sublime, subli me, en tanto esta experie experiencia ncia se da como experienc experiencia ia del poder del Apu, desde una seguridad que se abandona. Esta experiencia de la disolución de los límites necesita ser conjurada y renovada continuamente, tanto desde la simple ch’alla hasta ch’alla  hasta las celebraciones anuales al agua o a la tierra o al santo de la comunidad. ¿Cuál es la forma de lo sagrado-monstruoso? Por de pronto es lo percibido como lo que desborda las formas humanas o “naturales”. Ese desbordamiento tiene relación con la fuerza o el poder de lo otro, percibido como sagrado. Lo cual se materializa en la forma monstruosa en que se lo percibe. De allí la consagración de formas extrañas o desbordantes, como así también objetos, animales o personas deformes7. La exp experienc eriencia ia del pod poder er como u un n absol absoluto uto que qu e se im impo pone ne co cons nsti titu tuye ye un una a alte alteri rida dad d qu que e no pe perm rmit ite e un una a am amab able le objetivación, como tampoco una distante contemplación del paisaje. Lo su subl blim ime e se ex expe peri rime ment nta a en vista ista de un pa pais isaj aje e cu cuya ya in inme mens nsid idad ad o majestuosidad no puede ser abarcada por la percepción lo que genera un sentimiento de infinitud de lo contemplado, mientras se encuentra el sujeto en un lugar seguro. Pero porque se expe experimen rimenta ta una idea del idea del peligro, del dolor o 8 de la angustia . Lo que interpela al hombre andino no es el nóumeno nóumeno de  de Kant o el ser que se “dona” en Heidegger, pues ambos son deudores de una “amable” alteridad. Tetsur Tet suro o Wat Watsuj sujii en su obr obra a  Antropología del paisaje paisaje   describe las relaciones 9 entre racionalidad y naturaleza en occidente   Recor Recordemos demos que Heide Heidegger gger concibe la filosofía a alemana lemana como heredera de la filosofía g griega, riega, y con ella a 6

 Lucila Bugallo, comunicación personal.  Los gemelos, los labios partidos, los productos de la tierra o animales (“illas”), tendrán la característica de portador o manifestación de lo sagrado. 8  Cfr. E. Kant, Crítica del Juicio, Bs. As, Ed. El Ateneo, 1951 9  “La forma simétrica de unos árboles pintados como telón de fondo de un cuadro renacentista italiano es 7

algo natural natural en Italia y da la impresión impresión de racionalid racionalidad; ad; por el contr contrario ario,, los árboles reto retorcido rcidoss de los cuadros de la época de Momoyama son naturales en Japón y expresan a su modo una unidad irracional” (Pág.102)

 

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to toda da su vi visi sión ón de dell se ser. r. Es Esa a armo armoní nía a vi visi sibl ble e y la qu que e se su sust stra rae e ha sido sido 10 tematizada por los griegos en el arte y en la ciencia . Por lo contrario entonces, lo que interpela no es una alteridad idílica que el hombre deba pastorear pastorear y cuidar sino una a alteridad lteridad espantosa q que ue amenaza la existencia a cada paso que da, en cada movimiento que emprende. Es la  presencia de lo arbitrario, que puede devenir fasto o nefasto. Los modos de esa presencia han configurado modos de re-presentarlo, de nombrarlo, seducirlo, socializarlo, respetarlo como un irreductible “otro” al que se trata con las reglas de cortesía cortesía de la tradici tradición. ón. Se lo invit invita a a comer, a beber, a fuma fumar, r, y coquear; se le pide permiso en todo emprendimiento.  Así la historia del hombre andino en relación con lo seres poderosos no sólo es la de don donaci ación ón rec recípr íproca oca,, sin sino o tam tambié bién n la de la interf interfago agocit citaci ación. ón. Den Denise ise Y. 11  Arnold   señala que en los cuentos andinos de orígenes agrícolas se lee que las las plan planta tas s alim alimen enti tici cias as,, ta tale les s co como mo la pa papa pa,, se or origi igina nan n de la las s pa parte rtes s desencarn dese ncarnadas adas de u un n antep antepasad asado o muerto o de un di dios. os. El hombr hombre e come come   la “carne” y la “sangre” de la tierra. Ella hará lo mismo con sus criaturas. La autora re refi fier ere e qu que e “el “el es espí píri ritu tu de la pa papa pa”, ”, ti tien ene e la ap apar arie ienc ncia ia de un una a mu muje jerr 12 sexualmente madura . La madre tierra tierra hac hace e crecer su sus s guagu guaguas, as, por ello e es s necesario darle de comer. comer. A diferencia de la virgen del pueblo que e envuelve nvuelve su 13

guagua (kiru mama) y no la deja crecer  . Harris señala que el entierro de los muertos entre los laymi actuales se realiza en forma similar a la siembra de papas: la sepultura se cava usando un arado de pié14. Hablando con lo Inhumano. El lenguaje de las “inmundicias “inmundicias”” El hablar hablar con los “otros “otros”” andin andinos os no human humanos, os, ha sido reg registrad istrado o entre los cronistas. Así Martín Murúa, en su Historia General del Perú (1611) escribe que el sacerdote Inca se hincaba y hablaba así a la Huaca: “Acuérdate que somos tuyos, danos salud concédenos hijos y prosperidad….danos agua y buenos temporales…”15 El padre Arriaga en su Extirpación de la Idolatría del Pirú (1621) describe: “…Cu “… Cuan ando do lleg llega a el tie tiemp mpo o de la fi fies esta ta…( …(el el he hech chic icer ero o ma mayo yor) r) va co con n su sus s ayudantes o sacristanes a la huaca principal y acostándose en el suelo (…), le dice: ¡Ha Señor N! nombrando a la huaca…aquí vengo y te traigo estas cosas que te ofrecen tus hijos y tus criaturas, recíbelas y nos estés enojado y dale vida, salud y buenas chácaras…Derrama la chicha delante de la huaca, y a 10

 “Creo que la aparición de la racionalidad griega en el arte y en la ciencia fue el segundo gran momento que determinó el signo de Europa. Nació de la inclinación artificial y técnica de los griegos.” (o.c. Pág.11) 11  Denis Y. Arnold, Arnold, “En torno al incesto y el cultivo cultivo de la papa en el altiplan altiplano o boliviano boliviano”” en  Madre melliza y sus crías ispall mamawawampi , La Paz, Ed.Hisbol, 1996. 12  La autora hace referencia a versión de 1952 una vieja llamada Ackay come la carne de unos niños que han comido papas. Después de sucesos varios, ella se cae intentando seguir a los niños al cielo. Su carne dá origen a todas las plantas silvestres y cultivadas, y sangre a una laguna. Ibid. p.200. 13

 Denis Y. Arnold, Ibid.  Denis Y. Arnold, Ibid 15  G. Fernández Juárez, Op. Cit. pag.16 14

 

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veces encima de ella…Y con la sangre de los cuyes o llamas unta la huaca, y quema o sopla las demás ofrendas conformes son” 16 Bernabé Cobo en su Historia del Nuevo Mundo (1653): “…enderezaban las palabras a la misma fuente y le hablaban: ¡Oh, nacimiento de agua que tanto años ha que me riegas mi heredad y mediante este beneficio que me haces yo como mi comida. Haz lo mismo este año, y antes acrecienta más agua, para que la cosecha sea más copiosa” Cristóbal de Molina en su Relación de las Fábulas i ritos de los Ingas (1581): “…a “… a to toda das s la las s gu guac acas as y vi vilc lcas as qu quat atro ro pa part rtid idas as de es esta ta ti tier erra ra,, ag agüe üell llos os y ante an tepa pasa sado dos s mí míos os,, reci recibid bid es este te sa sacr crif ific icio io do doqu quier iera a qu que e es esta tais is y da dadm dme e 17 salud…” ¿Qué se sacrificaba? Las ofrendas en los pueblos del Tawantinsuyu han sido documentadas por los cronistas: Los pu Los pueb eblo los s de dell Ch Chin inch chay aysu suyu yu ofre ofrend ndab aban an sa sacr crifi ifici cios os hu huma mano nos s y ot otra ras s especies ceremoniales: algodones, coca, fruta, chicha, zancu (tortas de maíz), ají, mullo, plata, oro y lana de colores. Los pueblos de Andesuyus ofrendaban niños, conejos blancos, coca, mullu, zancu y sangre de carnero, sebo quemado, de culebra, maíz, coca y plumas. Los pueblos de Collasuyus: carneros (llamas) de color negro, niños, cestos de coca, conejos, mullo, plumas de suri (ñandú), chicha de cañahua, comidas, pescado fresco y seco. Mientras que los pueblos de Condesuyu: oro, plata, niños, plumas de parinaua (flamenco), plumas de uachiua (ganso), coca, mullu, zanco, carne cruda y sangre también cruda. Estos obj Estos objeto etos, s, han sid sido o cat catalo aloga gados dos ne negat gativa ivamen mente te por los do doctr ctrine ineros ros y cronistas españoles como “envoltorios”, “engaños”, “embustes”, “bellaquerías”, “p “po orq rque uerí rías as”, ”, “p “pec ecad ados os”, ”, “m “me ejun junjes jes”, “com “comis istr tra aja jas” s”,, in inm mun undi dic cia ias” s” y 18 “bascosidades” .  El lenguaje de las “inmundicias” cubre como un manto de pecado las oblaciones, ofrendas y sacrificios practicados por e ell hombre andino en la colonia. Fernández Juárez indica que los  los   cerros cerros son objeto especial de culto, siendo 19 pachamama de culto más reciente   Los cerros, también llamados “abuelos” por la l a blancura de su cabeza, protegen, cuida y crían a los pueblos. Cercano al trueno y al rayo. Cada comunidad tiene su propio abuelo, o guard guardián. ián. Hay cerro cerross- macho y cerros cerros-- hemb hembra ra (t’all (t’alla) a) con forma promontorios o colinas suaves. Dan vida, o la quitan, enfermar o sanan, dan agua, agua, veg vegeta etales les y min minera erales les.. El hom hombre bre andin andino o es está tá a mer merce ced d de su 16

 G. Fernández Juárez, Op.Cit. pag.19  G. Fernández Juárez,Op. Cit. pag.27

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 G. Fernández Juárez,Op. Cit. pag.41 19

 G, Fernández Juárez, Op. Cit. nota al pié, pag.15

 

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arbitrariedad, un acuerdo con ellos es hacerles los rituales propiciatorios, darles de comer. Han constituido especial objeto de culto en las regiones andinas. Reci Re cien ente tes s inve invest stig igac acio ione nes s arqu arqueo eológ lógic icas as co conf nfirm irman an es esta ta as asev ever erac ació ión n20. Guaman Gua man Pom Poma a ref refier iere, e, en Nueva Coronica y Buen Gobierno, Gobierno , el culto a las huacas, entre las mismas los cerros son los objetos principales de culto. En las primer primeras as crónic crónicas as sobre el mundo and andino ino los cronis cronistas, tas, visit visitadore adores s o inquisidores, ven simples piedras o cerros en los dioses andinos. Los visitantes los asi asimila milan n a ob objeto jetos s ligado ligados s a cre creenc encias ias ani animis mistas tas,, ido idolát látrica ricas, s, en sum suma a erróne err óneas as e ign ignora orante ntes. s. Sol Solo o se ve ven n obj objeto etos s nat natura urales les.. Por el otr otro o lad lado o la recíproca es también válida: los nativos sólo ven objetos vulgares en los santos de los españoles. Así, un viejo indio acusado de idólatra le dijo a los padres españoles: “…los camaquenes de los españoles, que son los santos que están en las iglesias (son) unos palos pintados pintados y dorados mudos que no hablan y no daban respuesta a lo que le preguntaban, pero que los Malqui y Camaquenes de los Yndios hablaban y daban respuesta…cuan respuesta…cuando do se les hacían sacrificios”21 La percepción de la montaña como Apu, como protector de la comunidad, como señor que posee la potestad de enviar lluvia para las sementeras o pestes, o inundaciones cuando se siente agraviada, se aleja de esa experiencia abstracta y objetiva de la “montaña” en tanto ente de la “naturaleza”. Otra de las Otra las en enti tida dade des s po pode dero rosa sas s de depo posi sita tari ria a de la las s “i “inm nmun undi dici cias as”” er era a Pachamama.. Actualmente en todo el Noroeste Argentino pervive una coplita Pachamama que canta así: “Pachamama Santa Tierra No me comás todavía, Todavía soy jovenita Ten’ que dejar semilla”  Y también (en los Carnavales): “Ya se muere el carnaval  No lo vayan a enterrar  Echelen un poco de tierra Que se vuelva a levantar”  (copla de la Quebrada de Humahuaca)  Así, el ser parido por la tierra, criado, comido y vuelto a parir; ser “fecundado” y “dejar “de jar sem semilla illa”” con consti stituy tuye e un jue juego go ete eterno rno de nac nacimi imient entos os y ren renaci acimie miento ntos, s, constituye un vértigo que también incluye un ámbito moral de reciprocidad en el ciclo. 20

 Cfr. M.Vilca, El hombre, un cerro cerro que anda”. Reflexiones en torno al significado significado de la montaña en el  “

mundo andino y en Atahualpa Yupanqui. En Edición. En donde se recoge una sucinta visión de la importancia de los cerros en el mundo andino y en la región Noroeste Argentino. 21  Rostworowski, citado por G. Fernández Juárez, Op.Cit. pag.40

 

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No es aventurado que el depósito de ofrendas a modo de “comida” de fetos de camélido a la tierra también tenga sentido de multiplicación de la tropa, de fecundación de la tierra, a modo del feto como “semilla”. Otro de los seres poderosos que interpelan en el mundo andino son los santos santos.. 22 Viven en casas particulares o en las iglesias. Según Rostoworowski Rostoworowsk i , con los santos no se puede comer ni beber, ni coquear, mientras que a las huacas se les prepara comida. El más importante de todos es Santiago. Es percibido como “el más malo de todos” suele decirse. También inicia curanderos, siempre y cuando se observen las las re regl glas as qu que e ex exig ige e al eleg elegid ido. o. Al pa pare rece cer, r, no se sien sienta ta a la me mesa sa de dell curandero como comensal. En la puna de Jujuy en agosto se le da de comer a la pacha y en noviembre a los difuntos difuntos (ofren (ofrendas das de pan sin sal), a los lugar lugares es sagra sagrados dos o peligros peligrosos os se les convida de beber en cuanto se pasa por ellos. Entonces conjeturamos que la estética de lo andino no tiene por canon lo bello, lo ar armó móni nico co,, lo si simé métr tric ico; o; po porr lo qu que e se re rela laci cion onar aría ía má más s a la va valo lora raci ción ón re relig ligio iosa sa de lo inus inusit itad ado, o, lo de defo form rme, e, lo mo mons nstru truos oso. o. Fe Fern rnán ánde dez z Ju Juár árez ez,, documenta esa estética cuya función no era la de agradar la sensibilidad del hombre, sea, hombre profano o sacerdote, sino la de los seres poderosos23. Esa experien experiencia cia de “lo otr otro” o” es la exp experie erienc ncia ia del espan espanto to an ante te el mun mundo do concebido como no racional, no ordenado, no simétrico. Determina entonces la necesidad de imponer un orden en que la vida pueda desarrollarse. Por lo que nada mas lejos del principio de pasividad asignado al hombre del mund mu ndo o an andi dino no po porr las las teor teoría ías s oc occi cide dent ntal ales es mo mode dern rnas as.. Pu Pues es lo qu que e se desprende de esta esta interpelación radical d de e lo “otro” es un modo de resistencia y de persistencia en un mundo que cotidianamente hay que ordenar.

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 Cit por G. Fernández Juárez, Juárez, Op.Cit.pag.40

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  Los objetos repugnantes repugnantes son ofrendados ofrendados en “mes “mesas” as” a los seres poderosos poderosos los cuales se deleit deleitan an con ellos. Es importante conocer los gustos gustos estéticos de los invitados a fin de preparar las mesas mesas adecuadas y  poder operar su aceptación aceptación y la reciprocidad solicitada. solicitada. G. Fernández Juárez, Juárez, Ibid.

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