Vida y obra San Ambrosio

December 11, 2017 | Author: Luis Manuel Vizcaino Guevara | Category: Ambrose, Arianism, Penance, Augustine Of Hippo, Catholic Church
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Descripción: Un texto que explica la importancia de San Ambrosio...

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PUJ. PATR. VIZCAINO GUEVARA, Luis Manuel. 08.05.2017. Segundo Parcial San Ambrosio de Milán. Vida y obra Introducción San Ambrosio de Milán es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia latina y, aunque es más conocido por su participación dentro de la conversión y bautismo de San Agustín, no puede ser dejada de lado su doctrina y su labor pastoral como obispo de Milán, que ayudaron a hacer frente al arrianismo. Además de su gran ayuda en la enseñanza de la fe mediante su servicio con los catecúmenos, por medio de una catequesis adecuada y una serie de homilías que dejan una gran riqueza para nuestros días, de este modo San Ambrosio, colaboró en la expansión y explicación de la fe. Es a partir de esta lectura sobre la importancia de San Ambrosio dentro de la Iglesia, que este trabajo pretende dar cuenta de la vida y obra de éste obispo de Milán. Para ello explico brevemente el contexto en el cual la figura de Ambrosio surge dentro de la Iglesia (el periodo en el cuál aparece y porque es importante), la vida de este gran Padre de la Iglesia (su labor pastoral y teológica), las obras que nos ha legado (sus textos y doctrina) y los aportes que dejó para la Iglesia por medio de sus obras y su ministerio apostólico (importancia actual de su predicación). San Ambrosio sobresale dentro de los Padres latinos de ese tiempo debido a su actividad pastoral y de reflexión, es a esto a lo que trataremos de acercarnos para ver qué impacto tuvo la predicación y los aportes de San Ambrosio para nuestro mundo actual. Contexto Primeramente, hace falta entender el contexto en el cuál se desenvuelve el ministerio de San Ambrosio. Su ministerio como obispo de Milán se desenvuelve dentro del siglo IV, un siglo en el que sobresalen grandes escritores latinos como Hilario de Poitiers, San Agustín, San Jerónimo y San Ambrosio. En este siglo se realiza gran parte de la teología patrística de Occidente, sobre todo, con San Agustín. Se puede decir que estos grandes padres latinos escriben una serie de textos apologéticos, defensa de la fe, hacen un gran número de homilías como medio de educación de las distintas clases y fieles y, tienen un gran aporte en la traducción y difusión de obras griegas. Dentro de sus obras ya mencionadas, las apologías se presentaron por medio de escritos y actos políticos, en los que resalta San Ambrosio. Estas defensas fueron necesarias ya que la presencia arriana continúo a lo largo del Imperio y se expandió durante la evangelización de bárbaros que llegaban al Imperio. Es por ello, que estos autores escribieron sobre esta problemática, y se continúa escribiendo apología de la ortodoxia contra movimientos como el donatismo, priscilianismo y el pelagianismo. El arrianismo, que a pesar de haber sido condenado por el Concilio de Nicea seguía presente, fue una de las principales amenazas a la paz durante el tiempo en el que San Ambrosio desarrollo su ministerio; no se debe olvidar que la intervención de San Ambrosio en la Iglesia se dio debido a la gran problemática arriana, que lo obligó a buscar la paz mediante un discurso, que finalmente lo llevó al episcopado.

Otra de las doctrinas que ocasionaron grandes problemas a los Padres latinos del s. IV es el donatismo. El donatismo es un movimiento cismático que se originó en Cártago. El diácono Ceciliano fue elegido obispo pero no era del agrado de los grupos extremistas y fue acusado de recibir el apoyo de traidores durante la persecución de los cristianos. Se eligió como obispo a Mayorino y después, a Donato, padre de este movimiento. El donatismo se extendió con gran fuerza en el norte de África; esto debido, en gran parte, por el gran sentimiento anti romano. Además de que dividió la región en dos grupos, los donatistas, que se afirmaban como la única Iglesia verdadera, por ello, los demás eran herejes y los cristianos nicenos. Los donatistas afirmaban que la validez de los sacramentos dependía de la santidad del ministro que lo administraba. Los donatistas fueron donde el emperador, pero este los envió con el obispo de Roma que reinstaló a Ceciliano y, después de un gran número de desacatos decidió exiliar a los principales líderes donatistas. La problemática no fue resuelta y es así que en el 412, el emperador Honorio, promulgó un edicto para la disolución de los donatistas, y la unidad de los cristianos. El pelagianismo también fue una de las doctrinas heterodoxas que se desarrolló por esos años. Surge en Bretaña de la mano de Pelagio, un monje que no concuerda con la doctrina de la herencia del pecado original, y con ello se deja de lado el papel de la gracia, ya que si no hay necesidad de la gracia. Esta doctrina fue duramente atacada por S. Agustín, ya que negar el pecado original, lo que se niega es la necesidad de la gracia. La otra heterodoxia a la que tuvieron que enfrentarse los escritores latinos de este siglo es el movimiento conocido como priscilianismo. Este movimiento surgió gracias a Prisciliano, un laico que comenzó a difundir ideas de un ascetismo de un gran rigor y tuvo mucho éxito entre el público femenino. Los errores de esta doctrina se veían reflejados en los anatematismos del I Concilio Bracarense, donde se les acusaba de tener una doctrina trinitaria de corte modalista; una visión negativa del mundo material de carácter gnóstico-maniqueo y algunos elementos de religiones ancestrales. Encontraron como principal detractor a San Agustín de Hipona. Además de tener que enfrentarse política y teológicamente ante los arrianos, estos grandes santos de la Iglesia dan una revalorización de la lengua latina, ya que el griego era desconocido por la mayor parte del Imperio en Occidente. Una gran herramienta para transmitir el mensaje de Dios a los paganos es mediante las homilías, uno de los géneros que provenía de la interpretación de las escrituras que se realizaba en las sinagogas. Las homilías fueron usadas por los Padres de este siglo para explicar las escrituras a los fieles, aunque también, para educar a las masas, ya que no requiere obligatoriamente que sea a partir de una lectura de la Biblia. Las reflexiones latinas de ese siglo son un gran tesoro para la Iglesia en Occidente. Es el primer momento en el que la Iglesia latina comienza a producir propio pensamiento. Ya no es solamente repetir el pensamiento de Oriente, sino que autores como San Agustín y San Ambrosio empiezan a plasmar pensamiento propio. Pero a la vez se hizo importante la traducción de diversas obras para, de ese modo hacer asequible la doctrina de Oriente. Además de que en este periodo se acentúa el papel de la homilía como medio de comunicación, tanto de exégesis bíblicas, como de enseñanzas para la gente sencilla. La apología contra el arrianismo y la homilía, fueron, junto a las traducciones de las obras de los Padres griegos, los grandes aportes de los Padres latinos en una época de cambios, ya que no es más una religión perseguida y, por ello, ha de ganar en definición doctrinal y en búsqueda de cohesión.

Vida de Ambrosio San Ambrosio como se dijo en el apartado anterior es más famoso por su acompañamiento a San Agustín y por haber bautizado al obispo de Hipona. Pero a la vez se puede ver a un San Ambrosio que va planeando su vida, pero renuncia a su vida para asumir un compromiso en la Iglesia y con su feligresía, el cual lo siguió, todos los días. Ambrosio nació en Tréveris, no se conoce con seguridad la fecha de su nacimiento (339340). Pertenecía a una familia cristiana de varias generaciones, que pertenecía a la nobleza roma. Su padre era prefecto de la Galia en Tréveris, capital de la provincia. Ambrosio no fue bautizado al nacer, sino que siguiendo la costumbre de la época permaneció catecúmeno hasta la edad adulta. Ambrosio comienza sus estudios en Tréveris, pero al morir su padre, se traslada con su familia a Roma, donde recibió formación filosófica, retórica y literaria que le llevaría a cargos dentro del servicio jurídico del Estado. Su formación fue profunda, lo que le llevo a hablar un griego fluido, cosa extraña dentro del Imperio en esas épocas. Gracias a la formación recibida entró a trabajar como funcionario del Estado, donde comenzó en un tribunal en Sirmio y, gracias a sus dotes intelectuales, fue escalando posiciones hasta llegar ser el responsable del mantenimiento del orden público en Milán. Es por esto, que tuvo que intervenir en la elección del sucesor de Auxencio obispo (arriano), el problema era encontrar un candidato en común entre los arrianos y los nicenos, cosa que parecería imposible. Ambrosio acudió a una de las disputas y después de pronunciar un discurso, un niño exclamó: ¡Ambrosio obispo! La aclamación del niño fue seguida por el resto del pueblo y, a pesar de las reticencias de Ambrosio para ser nombrado obispo. Es elegido obispo al ser un hombre respetado y capaz. Ambrosio se reusaba, entre otros motivos, por ser catecúmeno, no estar bautizado, y esto implicaba su no unión a ningún grupo. La aceptación del cargo de obispo se da gracias a la intervención del emperador, ya que contaba con el aval de éste y el encargo de mantener la paz en dicha región. Ambrosio recibió el bautismo de parte de un obispo niceno y la ordenación episcopal, tradicionalmente se atribuye en el 374, aunque pareciera que fue en diciembre de 373. Comienza a aprender teología de la mano de Simpliciano, presbítero romano, que sería su sucesor a su muerte. La labor pastoral de San Ambrosio fue de acuerdo a lo esperado por la comunidad, ya que reconcilió al clero con la comunidad, tanto es así, que en varios de los episodios de enfrentamiento del clero con el gobierno, la comunidad respaldó al obispo de Milán, aunque no mantuvo la neutralidad que los arrianos hubieran querido. Ambrosio tomó claramente partido por la fe nicena y la defendió, incluso ante el poder político. Moreschini nos habla de tensiones entre Ambrosio y el poder político. En primer lugar, está la disputa por el altar de la Victoria. En dicha disputa, Máximo, el usurpador, pidió al Senado Romano enviar una petición a Aurelio Símaco, pontifex maior, para la reinstalación del altar de la Victoria, de este modo recibirían la bendición de los dioses. Ante esto Ambrosio responde pidiendo que el emperador sea congruente, no se puede defender la verdad y la falsedad, no se puede ser cristiano en la vida privada y aceptar una cosa diferente en la vida

pública. Este episodio muestra la postura de Ambrosio con respecto a la relación de la Iglesia y el Estado, para él, nunca pueden estar desligados el Estado y la Iglesia. En dicha confrontación podemos observar lo que algunos llamarían intolerancia religiosa, pero si entendemos el contexto de la Antigûedad tardía es evidente que el juicio no es tan sencillo. En efecto, San Ambrosio buscaba que no hubiese ni arrianismo, ni paganismo; ya que la fe en el Dios verdadero no permite que haya culto a otros dioses, por ello no podía ponerse de nuevo el altar de la Victoria, símbolo del paganismo. La segunda confrontación fue más pública. A pesar de que la cuestión arriana fue resuelta, las prácticas siguieron hasta el siglo V. Una caracterización clara de esto se dio cuando Justiniana (arriana), mamá del emperador Valentiniano II, exigió que antes de la Pascua del 385 le fuera entregada la Basílica Portiana a los arrianos. Ante lo que hubo negativa de parte de Ambrosio que convocó al pueblo a manifestarse. Para enero del 386, se decretó la libertad de culto para los arrianos y se pidió la Basílica nova, ante lo que hubo una nueva negativa de Ambrosio; acto seguido se usó la fuerza en un intento de desalojar la Basílica Portiana en la fiesta del Domingo de Ramos, ni Ambrosio, ni la comunidad abandonó la Iglesia hasta el jueves santo, que fue cuando el poder militar partió, para evitar un enfrentamiento entre facciones. Estos dos casos muestran la opinión que tenía San Ambrosio sobre la relación de la Iglesia con el Estado, en la que el Estado cristiano ha de garantizar la paz y proteger la única religión verdadera, mientras que la Iglesia debía decidir sin coerción sobre los asuntos entre las diversas comunidades. Ya que el poder político no es superior al de la Iglesia. Por ello, los obispos solamente pueden ser juzgados por los obispos, este es el antecedente del derecho eclesial, bastante adelantado para su tiempo. Un tercer incidente puede ejemplificar la relación de la Iglesia y el Estado que promovió Ambrosio. Teodosio mandó castigar severamente a los responsables de haber matado al gobernador militar de Iliria en Tesalónica. Lo que desencadenó en muchas muertes, ya que su retractación no llegó a tiempo. Ante este acto, Ambrosio le juzgo culpable del pecado mortal de asesinato y fue “excomulgado”, esto lo obligó a someterse a la penitencia prescrita, así como la confesión de su pecado ante la asamblea, para de este modo ser reintegrado a la comunidad. Esto muestra su papel como pastor que busca la adhesión de todos. Dentro de la labor de Ambrosio sobresale la defensa de la profesión de Nicea sobre la doctrina arriana, esto fue necesario ante la presencia prolongada de un obispo arriano y la penetración de esta doctrina en toda corte, especialmente, con la mamá del emperador. Ambrosio no fue un obispo meramente conciliador, sino que tomo postura por la fe nicena y, esto le implico, profundizar en la doctrina cristiana para poder defender la ortodoxia de los ataques arrianistas. También al haber salido del servicio estatal sabe mantener buenas relaciones con los emperadores de su tiempo, especialmente con Graciano al que le dedica una serie de obras teológicas y se presenta como consejero, contrario a los deseos de la madre de Graciano, arriana. Gracias a su trabajo en la corte y las relaciones que mantuvo con el emperador consiguió en que 380 Teodosio reconociera la ortodoxia y otorgara todas las basílicas y lugares de culto arrianas a los nicenos. De igual modo, en el concilio II de Constantinopla y en Aquileya, en 381, logró la condena de la herejía y la condena de Paladio, obispo en Iliria. La intervención de San Ambrosio en la corte, en busca de extirpar el arrianismo, le conllevo

relaciones hostiles a partir de la muerte de Teodosio, las dificultades continuaron hasta la muerte del santo. San Ambrosio fue un verdadero pastor, lo que se vio en su diario vivir. Celebraba la Misa diariamente y hacía oraciones distribuidas a lo largo del día por medio de himnos; pronunciaba homilías durante toda la preparación bautismal de una buena calidad y su trabajo fue en aumento, ya que el número de creyentes iba en aumento y con ello la necesidad de los sacramentos, además de la caridad de la comunidad y la importancia de administrar justicia para sus hermanos. Vivió de esta manera hasta su muerte el 3 de abril del año 397, era un Sábado Santo, y fue enterrado en la tumba de los mártires Gervasio y Protasio, cuyos restos él encontró. Podemos decir que la vida de San Ambrosio fue un continuo meditar que es lo que debía hacer y guiar al pueblo hacia la fe verdadera en Cristo. San Ambrosio además de hombre de Iglesia fue un verdadero político que ayudo a que la de nicena se haya logrado establecer como la única fe, además de que nunca tuvo miedo a confrontar a la autoridad. Las obras San Ambrosio realizó una gran cantidad de escritos, entre los que resaltan las obras teológicas, las obras exegéticas, las obras morales, sus escritos catequéticos y una buena cantidad de himnos cristianos y cartas. Dentro de las obras teológicas encontramos, ante todo, defensas del cristianismo y una lucha incesante por erradicar el arrianismo; esto lo encontramos en libros como La fe (De fide (378-380)) y El Espíritu Santo (De Spiritu Sancto (381)), ambos dedicados al emperador Graciano. También defendió la ortodoxia contra el apolinarismo con su tratado, El misterio de la encarnación del Señor (De incarnationis dominicae sacramento (381-382)). Por estas obras es acusado de plagio, pero su valor está en la defensa doctrinal que alimenta la defensa política que hace del cristianismo ante el emperador. Otras de las grandes obras ambrosianas son sus trabajos exegéticos, que fueron necesarios para llevar a cabo su gran labor homilética. Su obra es amplia y consiste mayoritariamente en homilías revisadas por él. Una de las obras más extensas consiste en una exégesis de Nuevo Testamento: la Expositio Evangelii secundum Lucam. De igual modo que sus antecesores, la mayor parte de sus exégesis corresponden al Antiguo Testamento. Tales como: El paraíso terrestre, Caín y Abel, Noé, Abrahán, Jacob y la vida feliz, José, La fuga del mundo, Los patriarcas, etc. Su base será la exégesis hecha por Filón de Alejandría; también se apoyó en las exégesis realizadas por Orígenes y en años posteriores se apoyó en Basilio el Grande. Su lectura siguió los modelos alejandrinos: la alegoría y la tipología. En sus obras posteriores se pueden percibir un influjo neoplatónico, la exégesis parenético-moral y la interpretación espiritual. Gracias a su conocimiento del griego fue un gran impulsor de esta teología en Occidente. Cabe destacar que mientras la exégesis del Antiguo Testamento estaba basada en los métodos aprendidos, la del Nuevo Testamento tenía un gran componente de literalidad, para respetar el mensaje y los mandatos dados por el Señor. Sus obras morales y ascéticas también tienen un lugar importante dentro de las enseñanzas dejadas por Ambrosio. Entre las que se cuentan cinco tratados a las vírgenes, donde se destaca el tratado De virginibus, que habla sobre la espiritualidad de las vírgenes. Está inspirada en las obras de Atanasio y en la exégesis bíblica del Cantar de los Cantares y pone

como ejemplo a la Virgen María. También escribe tratados dirigidos al clero, como De officiis ministrorum y lo que corresponde al primer tratado de moral cristiana, comparándola con De officiis de Cicerón, donde distingue el carácter escatológico de la moral cristiana con respecto al carácter meramente estoico. Dentro de su trabajo pastoral, se destacó por sus enseñanzas a los catecúmenos. De sus enseñanzas a los candidatos al bautismo se conservan tres libros principales: Explanatio symboli, De sacramentis y De misteriis. Se cuestionó la autenticidad de las obras segunda y tercera, ya que no tiene el mismo estilo pulido de San Ambrosio, e incluyen un buen número de repeticiones. Pero se ha concluido su autenticidad aunque no fueron revisadas por el obispo. La Explanatio symboli es una sesión catequética donde se explica el símbolo de fe que se tenía en Milán el Domingo de Ramos, esto porque se explica el bautismo que van a recibir los catecúmenos. Por su parte, De sacramentis y De mysteriis son una explicación a los neófitos del sentido de los sacramentos de iniciación y una explicación del Padre Nuestro y de la oración diaria. Los himnos en San Ambrosio tienen un valor muy importante, ya que siguiendo el ejemplo de Hilario de Poitiers, continua con la producción de himnos y logró introducirlos como canto y parte de la liturgia. Se piensa que con ellos se sigue la tradición lírica latina y los modelos orientales. Los himnos forman una parte fundamental dentro de la vida de la Iglesia, el mismo Agustín relata cómo ante el sitio que sufrieron Ambrosio y el pueblo en la Basílica Portiana, lo que hicieron para permanecer firmes y alegres fue entonar himnos. Tratar de mantener el contacto con Dios mediante los cantos pronunciados. El aporte de San Ambrosio es tal, que en sus himnos comenzó a utilizar lo que hoy es la métrica más utilizada en los himnos cristianos (tetrámetros yámbicos). Además que por medio de los himnos podía comunicar imágenes accesibles a los fieles, los que después comenzaron a componer himnos. Algunos de sus himnos siguen siendo entonados en la liturgia de las horas. Como: Aeterne rerum condior; Deus creator ómnium, etc. Además de los himnos, San Ambrosio se dedicó a reunir un epistolario de setenta y siete cartas en 10 libros, de los cuales, 9 son cartas a amigos y 1 de cartas oficiales. En las cartas, nos encontramos con pequeños tratados teológicos que tratan cuestiones muy puntuales, de este modo, la carta es una conversación con el amigo ausente y donde siempre se dedica a un tema religioso. Pareciera ser que las cartas tienen el objetivo de dar unos mensajes al lector que tiene que ver con el contenido y lo que pudiera significar eso. Todos los textos de San Ambrosio fueron buscando transmitir una doctrina a su pueblo, es por ello que se acercó a diferentes modos de escritura, para de esa manera interpretar la escritura, alabar a Dios y continuar la preparación de los catecúmenos, dar pequeños mensajes paralelos. La doctrina de San Ambrosio En sus obras, San Ambrosio, desarrolla una doctrina que parte desde la exégesis bíblica y de la teología heredada por los Padres griegos para comunicar a Dios a los otros, a partir del estudio de las escrituras. Para San Ambrosio, primeramente, una gran parte de su teología se centra en la exégesis bíblica aprendida de Filón de Alejandría y de Orígenes. La exégesis hecha por Ambrosio, parte del mismo estilo alegórico utilizado por los Padres griegos. La lectura que hace Ambrosio se

centra en una exégesis alegórica, los anteriores lo hicieron del Antiguo Testamento, mientras que el obispo de Milán se centrará en los textos veterotestamentarios, en base a una lectura alegórica y espiritualista y cuidando el mensaje literal. La teología ambrosiana sobre la Trinidad surge de la lectura de los Padres Capadocios, alimentada por la doctrina de Tertuliano y Novaciano. Una substancia, tres personae. También subraya la divinidad de cada una de las personas aunque presenta al Padre como principio de las otras dos personas. Del Espíritu Santo dice que procedit a Patre et Filio para señalar la consubstancialidad entre las tres personas. Una obra fundamental para entender su doctrina cristológica es De incarnationis dominicae sacramento, en donde afirma la humanidad perfecta de Jesús, frente al apolinarismo y la unión perfecta de naturalezas para hacer frente al arrianismo, en las que hay dos naturalezas en “Uno” perfecto. Otro elemento valioso de su doctrina es su mariología, ya que afirma lo mismo que los anteriores Padres, la exención de todo pecado de María y su virginidad; pero da un paso más, al afirmar que en las vírgenes cristianas vemos de nuevo el papel de corredención de la humanidad. En lo que se refiere a la idea de hombre de San Ambrosio, podemos afirmar que dice que el hombre es tanto alma como cuerpo, pero que la esencia del hombre la constituye el alma y el cuerpo sería un mero vestido del alma y para San Ambrosio, el pecado original si existe y es heredado, por ello, es necesario el bautizo de los pequeños. En lo referente a los sacramentos, San Ambrosio se centra en los que llamamos de iniciación cristiana, como lo es claro en los textos De sacramentis y De mysteriis. Afirma que la presencia real de Dios en el pan y en el vino es clara, ya que Dios crea, creo el mundo de la nada. Con esa omnipotencia de Dios. En lo referente al sacramento de la reconciliación, San Ambrosio propone la práctica de la penitencia pública como el modo de obtención del perdón por las faltas graves. Mientras que para las faltas leves, no se requiere la confesión, sino obras de caridad para la purificación. La eclesiología de San Ambrosio tiene un profundo sentido de unidad con el centro en la Sede de Pedro: Ubi ergo Petrus, ibi Ecclesia. A lo que invita el obispo de Milán, es a vivir en comunión entre las comunidades particulares. La espiritualidad que propone San Ambrosio tiene señales características de la Edad Media. En dicho modelo el máximo de la espiritualidad cristiana es la virginidad por el Reino de los Cielos. Para Ambrosio, la ascética cristiana permite hacer presente la vida eterna desde la vida presente. La virginidad tiene un papel tan alto porque es visto como un don, además es un don que perteneció a Cristo. Esa abstinencia es para dar fruto abundante. San Ambrosio retoma la idea de que la virginidad es la vida angélica, ya que proyecta un futuro escatológico. Por último, podemos decir que Ambrosio no rechaza el matrimonio, sino que afirma que la virginidad es mejor. Podemos afirmar que la doctrina de San Ambrosio es una recopilación de las enseñanzas de los Padres anteriores, que éste, como buen obispo, reunió para su pueblo en busca de mostrarles la correcta doctrina, el camino a la santidad, el modo de corregir el camino y sobre todo, la importancia de los sacramentos en la vida de los creyentes. Conclusiones y aportes de San Ambrosio

En conclusión, podemos decir de San Ambrosio que, aunque ha sido dejado un poco al lado cuando se le compara con el genio de San Agustín, vemos como dio una respuesta justa para su tiempo, ser mediador entre la Iglesia y garantizar la recta doctrina en todo el territorio encomendado a él. El genio de Ambrosio se basó en un estudio dedicado para aprender la doctrina y enseñarla. Además de hacer uso de su diplomacia para poder defender las creencias cristianas por encima de cualquier otra. San Ambrosio aprendió a ser pastor y tuvo cuidado para guiar a su pueblo, defendiendo la fe nicena por encima de la arriana y manteniéndose firme en los momentos que debía serlo. Un ejemplo claro de eso lo tenemos en las confrontaciones con los arrianos, y más especialmente, con la madre del emperador. Ambrosio no temió enfrentarse con la gente que detentaba el poder político. De igual modo escribió contra Apolinar para evitar que sus feligreses caigan en el error. El gran trabajo de San Ambrosio como obispo de Milán, fue el de eliminar el arrianismo del Occidente donde se había impregnado en las autoridades, debido a una gran cantidad de años de un obispo arriano en la Sede de Milán. Es por esto que, gran parte de sus escritos teológicos, son para atacar la doctrina arriana y defender la fórmula nicena. Dentro de sus escritos no encontramos solamente ataques, sino que se pueden ver una gran cantidad de homilías de índole catequética. Un gran trabajo para enseñar la fe cristiana a los catecúmenos que cada vez llegaban en mayor número. Es por esto que Ambrosio, mediante sus cartas busca dejarnos mensajes necesarios para continuar el camino hacia Dios. Un gran aporte sin lugar a dudas son sus escritos ya que deja consejos sobre cómo comportarse, como vivir y nos muestra cual es la ortodoxia a la que estamos invitados a vivir. La importancia que le daba San Ambrosio a la preparación de nuevos cristianos debería de ser recuperada para tener cristianos que conozcan verdaderamente su fe y que puedan aprender quien es Dios para los cristianos. Hace falta que la formación de los creyentes sea más profunda de modo que sean cristianos comprometidos. Dentro de las enseñanzas de San Ambrosio podemos notar la importancia que le daba a los sacramentos como un modo de acercarse a Dios y que verdaderamente el proceso para llegar a recibir un sacramento era largo después de un largo recorrido en la fe. Es importante volver a enseñar a todos los fieles que se van a acercar a los sacramentos, que el acercarse a los sacramentos dentro de la Iglesia implica un compromiso y que hay que estar listos para asumir dicho compromiso, pero esto solo se puede hacer su hay una adecuada formación. Otra parte central de las enseñanzas de San Ambrosio las encontramos en la música, es decir, en los himnos creados, de modo que la comunidad mantenga el ánimo aun en tiempos de tragedia o dolor. Un ejemplo claro de eso se vio cuando fueron encerrados en la Basílica, y se mantuvieron en oración para no desfallecer. Los himnos ambrosianos es un legado que queda para la comunidad de creyentes que se reúnen a orar y a dirigirse a Dios mediante los cantos. Es indudable que en aquellos momentos era necesario un obispo con fuerza suficiente para enfrentar los desafíos planteados por los arrianos y con suficiente vitalidad para ayudar a crecer a la comunidad. Me parece que es lo que ahora necesitamos, gente hábil e inteligente que ayude a guiar a los cristianos en momentos complicados, es en este sentido que me parece que se podría aprender mucho de San Ambrosio. Una vida comprometida por el pueblo y pone todos sus habilidades al servicio de la comunidad.

Yo me pregunto, ¿si la situación actual dentro de la Iglesia no es más apremiante? ¿Qué se debería hacer para ayudar a que la Iglesia vaya caminando como una verdadera comunidad y no solo como un grupo de gente que se reúne a cumplir un conjunto de responsabilidades cultuales? Bibliografía: Drobner, Hubertus R. Manual de Patrología, Herder: Barcelona, 1999. Moreschini, Claudio. Patrología manual de la literatura cristiana antigua griega y latina, Salamanca, 2009. Ramos-Lisson, Domingo. Patrología, Universidad de Navarra: Navarra, 2005.

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