Varios-Textos Padres de La Iglesia

February 4, 2018 | Author: ciscoalegre | Category: Christ (Title), Mary, Mother Of Jesus, Eucharist, Holy Spirit, Jesus
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Padres de la Iglesia A B CDE FGHIJ L M OP QRS TZ Agustín Akathistos Ambrosio Ammonas Anastasio Sinaíta Andrés de Creta Antonio Arístides Atanasio Atenágoras Basilio Bernabé Ceferino Cesáreo de Arlés Cipriano Cirilo de Alejandría Cirilo de Jerusalén Clemente de Alejandría Clemente Romano Cromacio de Aquileya Didaché Doroteo Efrén de Siria Evagrio Póntico Fulgencio de Ruspe Germán de Constantinopla Gregorio de Nisa Gregorio Magno Gregorio Nacianceno Hilario de Poitiers Hipólito Ignacio de Antioquía Ildefonso de Toledo Ireneo Isidoro de Sevilla Jerónimo Juan Clímaco Juan Crisóstomo Juan Damasceno Juan Mandakuni Juan Solitario Justino Lactancio León Magno Máximo de Turín Máximo el Confesor Melitón de Sardes Orígenes Paciano de Barcelona Pacomio Pastor de Hermas Pedro Crisólogo Policarpo Qumram Regla de los Padres Romano Cantor Salviano de Marsella Santa Pascua Santiago de Sarug Secunda Clementis Sofronio de Jerusalén Taciano Teodoto de Ancira Teófilo de Antioquía Tertuliano Zenón de Verona Agustín Las Confesiones Regla La búsqueda de Dios El encuentro con Dios Elogio de la caridad Invocación al Señor Las virtudes morales Cómo pedir a Dios Cuando Cristo pasa Lo extraordinario de lo ordinario Vivir la pureza en todos los estados El servicio episcopal La fe de Maria Plegaria a la Santísima Trinidad Textos breves: Dios, felicidad del hombre Textos breves: Tentaciones

Sermones 51-77C Sermones 78-116 Akathistos María en el Evangelio Ambrosio El Cuerpo de Cristo El martirio interior La misericordia divina Sobre la amistad Ammonas Carta 1 Carta 2 Carta 3 Carta 4 Carta 5 Carta 6 Carta 7 Carta 8 Carta 9 Carta 10 Carta 11 Anastasio Sinaíta Para comulgar dignamente Andrés de Creta Homilias marianas Madre inmaculada Antonio Cartas a Teodoro Carta 1 Carta 2 Carta 3 Carta 4 Carta 5 Carta 5bis Carta 6 Carta 7 Arístides

Apología Atanasio La Trinidad Sobre la interpretación de los salmos Atenágoras Dios uno y trino La vida de los cristianos Basilio Atiende a ti mismo Ayuno Configurarse con Cristo En honor de San Barlaam, mártir Homilía a los ricos Iracundos La acción del Espíritu Santo La embriaguez La envidia Recogimiento interior Trabajo Bernabé, epístola Los dos caminos Fe Ceferino Epístola a los obispos de Egipto Cesáreo de Arlés Templos de Dios Misericordia Exposición del Apocalipsis: Introducción y Ap 1, Ap 2, Ap 3-4, Ap 4, Ap 5, Ap 6, Ap 6-8, Ap 9-10, Ap 10-11, Ap 11-12, Ap 12-13, Ap 13-14, Ap 15-16, Ap 16-17, Ap 17, Ap 17-18, Ap 18-20, Ap 19-22, Ap 20, Ap 21-22 Cipriano Tratado sobre el Padrenuestro En la persecución de Decio Sobre el cuidado de la comunidad

Sobre los lapsi Sobre los méritos de un confesor A Suceso Ante la nueva persecución El hombre nuevo La Iglesia La eucaristía El sentido de nuestra oración Las Maravillas del Bautismo Una sola Iglesia Frutos de la paciencia Sin miedo a la muerte Cirilo de Alejandría Cristo nos trae el Espíritu Santo Dios te salve, María Madre de Dios Fe en la palabra de Dios Cirilo de Jerusalén, Catequesis Procatequesis I: Invitación al bautismo II: Invitación a la conversión III: El bautismo IV: Los diez dogmas V: La fe VI: El señorío del Dios único VII: Dios padre VIII: Omnipotencia y providencia de Dios IX: Dios creador de todas las cosas X: Un solo Señor Jesucristo XI: El Hijo unigénito de Dios XII: La encarnación de Cristo XIII: Cristo crucificado y sepultado XIV: Resurrección y ascensión de Jesucristo XV: La segunda venida de cristo XVI: El Espíritu Santo (I) XVII: El Espíritu Santo (II) XVIII: La resurrección universal, la Iglesia católica, la vida eterna XIX (mistagógica I): El sentido de los ritos bautismales realizados (I) XX (mistagógica II): El sentido de los ritos bautismales realizados (II) XXI (mistagógica III): La unción con el crisma XXII (mistagógica IV): El cuerpo y la sangre del Señor XXIII (mistagógica V): La celebración de la Eucaristía Clemente de Alejandría Stromata Protréptico El valor de las riquezas Ejemplo de buen Pastor

Clemente Romano Corinto Santidad, fe y obras Miembros de un mismo Cuerpo Cromacio de Aquileya Las Bienaventuranzas Didaché Enseñanza de los doce Apóstoles Doroteo, Conferencias 1: Renunciamiento 2: Humildad 3: La conciencia 4: Temor de Dios 5: Juzgar al prójimo 6: Juzgar al prójimo 7: La acusación de sí mismo 8: Rencor 9: Mentira 10: Camino 11: Pasiones 12: Salvación 13: Tentaciones 14: Virtudes 15: Ayunos 16: Pascua 17: Mártires Efrén de Siria Madre admirable La Anunciación de la Virgen Eva y María La canción de cuna de María Himno en contra de Bar - Daisan Epístola a un discípulo Evagrio Póntico, Sobre los ocho vicios malvados Gula Lujuria Avaricia Ira Tristeza Acedia

Vanagloria Soberbia Fulgencio de Ruspe El Sacrificio de Cristo Germán de Constantinopla Madre de la gracia Gregorio Magno Ángeles En la Resurrección del Señor Los bienes de la enfermedad A la gloria por el esfuerzo Gregorio Nacianceno Tres luces que son una Luz Dios y Hombre verdadero Virtudes cristianas Reconocer los dones de Dios Homilías sobre la Natividad: 38 39 40 Gregorio de Nisa El hombre, señor de la creación ¿Qué significa ser cristiano? La meta divina y la vida conforme a la verdad: La meta divina La vida común Hilario de Poitiers Homilía sobre el Salmo 130 Las armas del apóstol Hipólito El Verbo encarnado nos hace semejantes a Dios Plegaria Eucarística Ignacio de Antioquía El ansia de alcanzar a Cristo Jesucristo La Eucaristía El obispo, principio de unidad

Camino del martirio Unión con la Cabeza Los rasgos del buen Pastor Carta a los Efesios Ildefonso de Toledo Honrar a María Ireneo No hay más que un solo Dios El designio creador y salvador de Dios Cristo, manifestación del Padre y salvación humana El Espíritu Santo El hombre, objeto de la salvación de Dios La Fe La Iglesia La Eucaristía Escatología Isidoro de Sevilla Cómo leer la palabra de Dios Las obras de misericordia Jerónimo Comentario a Mc: I II III IV V VI VII VIII IX X Juan Clímaco El diálogo con Dios Juan Crisóstomo Ley natural Lectura frecuente de la Sagrada Escritura La pelea del cristiano Como sal y como luz Recomenzar Dignidad del sacerdocio Catequesis Bautismales: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 Evangelio de San Mateo, homilías: I-IX X-XXXVI XXXVII-LXVII Juan Damasceno El jardín de la Sagrada Escritura La fuerza de la Cruz El coro de los ángeles

Asunción. Madre de la gloria Juan Mandakuni Cómo acercarse al Santísimo Sacramento Juan Solitario Carta a Hesiquio Justino La La educación de los hijosverdadera sabiduría Las obras del cristiano Como los Apóstoles nos enseñaron El cristianismo y la filosofía Lactancio Solidaridad entre los hombres León Magno A imagen de Dios La Encarnación del Señor Nacimiento virginal de Cristo Infancia espiritual Un combate de santidad Máximo el Confesor El consuelo de la Iglesia Máximo de Turín Dar gracias a Dios Hacerse como niños Melitón de Sardes La novedad del Verbo hecho hombre La vieja y la nueva Pascua Las figuras del Antiguo Testamento El pecado del hombre El designio salvador Sentido de la Pascua Orígenes

Comentario al Cantar de los Cantares Prólogo Libro primero Libro segundo (1) Libro segundo (2) Libro tercero (1) Libro tercero (2) Libro cuarto Homilías sobre el Éxodo: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 Paciano de Barcelona La justificación en Jesucristo Pacomio Regla Prefacio Prescripciones Instituciones Sentencias Leyes Catequesis Pastor de Hermas Piedras para construir la Iglesia Los dos ángeles El mensaje de penitencia Riqueza y pobreza Discernimiento de espíritus Pedro Crisólogo La oración dominical El sacrificio espiritual Tocar a Cristo con fe Policarpo Testimonio de Ireneo Carta a los de Filipos Consejos de un Pastor El martirio de Policarpo Carta a los Filipenses Qumram Regla

Nuevos Prueba Formación Corrección fraterna Comida Reunión Penas Escatológica Ritual Salmo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Oración final Regla de los Padres Prólogo Concordia Obediencia Superior Admisión de los candidatos Huéspedes Silencio Ayuno Trabajo Servicios comunes Asuntos varios Conclusión Romano Cantor Las bodas de Caná Madre dolorosa Salviano de Marsella Los preceptos del Señor Santa Pascua Los frutos de la Pasión Santiago de Sarug Sede de todas las gracias Secunda Clementis Cumplir la Voluntad de Dios Sofronio de Jerusalén

Ave María Taciano El Verbo y su generación La resurrección de los cuerpos y la inmortalidad del alma Los cristianos y el emperador Tertuliano La pasión por la verdad La tradición apostólica, regla de fe Dios creador y redentor La Trinidad El hombre pecador Sacramentos y vida cristiana Fraternidad Por qué confesar los pecados Oración Felicidad del matrimonio cristiano Tratado de la paciencia Paciencia de Dios con los hombres Paciencia de Cristo Paciente sumisión a Dios Origen y males de la impaciencia La paciencia, crisol de la fe La paciencia y los bienes temporales La paciencia enseña a soportar las injurias La paciencia atempera el dolor ante la muerte La paciencia, enemiga de la venganza La paciencia, madre de todas las virtudes La paciencia al servicio de la paz y de la penitencia De la paciencia del alma a la paciencia del cuerpo Grandes modelos de paciencia Elogio y semblanza de la paciencia Diferencia entre la paciencia pagana y la cristiana Exhortación a los Mártires Necesidad de la concordia La cárcel del mundo La cárcel, palestra de la victoria Ejemplos paganos de heroicidad Lección de los juegos Los padecimientos de la vida Teodoto de Ancira Lección de Navidad Teófilo de Antioquía

Dios uno y trino El pecado de Adán Zenón de Verona Tratado sobre la fe, la esperanza y la caridad

AKATHISTOS María en el Evangelio (Himno Akathistos, I parte, estrofas 1 - 12) 1. El más excelso de los ángeles fue enviado desde el Cielo para decir ?Ave? a la Madre de Dios. Al transmitir su incorpóreo saludo, viéndote hecho hombre en Ella, Señor, extasiado el ángel, de este modo a la Madre aclamó: Ave, por ti resplandecen los gozos, Ave, por ti se disuelve el dolor, Ave, rescate del llanto de Eva, Ave, salud de Adán que cayó. Ave, Tú cima sublime a humano intelecto, Ave, Tú abismo insondable a mirada de ángel, Ave, Tú llevas a Aquél que todo sostiene, Ave, Tú eres la sede del trono real. Ave, oh estrella que al Astro precedes, Ave, morada del Dios que se encarna, Ave, por ti se renueva el creado, Ave, por ti se hace niño el Señor. ¡Ave, Virgen y Esposa! 2. Bien sabía María que era Virgen sagrada, y por eso respondió a Gabriel: ?Tu singular mensaje se muestra incomprensible a mi alma, pues anuncias un parto de virginal seno, exclamando: ¡Aleluya!? Aleluya, aleluya, aleluya! 3. Ansiaba la Virgen comprender el misterio, y preguntaba al Mensajero divino: ?¿Podrá mi seno virginal dar a luz un hijo? ¡Dímelo!?. Y aquél, reverente, aclamándola, así respondió: Ave, presagio de excelsos designios, Ave, Tú prueba de arcano misterio, Ave, prodigio primero de Cristo, Ave, compendio de toda verdad. Ave, oh escala celeste que baja el Eterno, Ave, oh puente que llevas los hombres al Cielo, Ave, de coros celestes cantado portento, Ave, oh azote que ahuyenta a la horda infernal Ave, la Luz inefable has portado, Ave, Tú el ?modo? a nadie has contado, Ave, la ciencia de sabios trasciendes, Ave, Tú enciendes al fiel corazón ¡Ave, Virgen y esposa! 4. La Virtud del Altísimo cubrió con su sombra e hizo Madre a la Virgen que no conocía varón: aquel seno, hecho fecundo desde lo Alto, se convirtió en campo ubérrimo para todos los que quieren alcanzar la salvación, cantando de esta manera: ¡Aleluya! ¡Aleluya, aleluya, aleluya! 5. Con el Señor en su seno, presurosa, María subió a la montaña y habló con Isabel. El pequeño Juan, en el vientre de su madre, oyó el virginal saludo y exultó; saltando de gozo, cantaba a la Madre de Dios: Ave, sarmiento del más santo Brote, Ave, renuevo de un Fruto sin mancha, Ave, das vida al Autor de la vida, Ave, cultivas a tu Agricultor. Ave, Tú campo que muestras las más ricas gracias, Ave, Tú mesa que ofreces los dones mejores, Ave, un pronto refugio a los fieles preparas, Ave, un pasto agradable Tú haces brotar. Ave, Tú incienso agradable de súplicas, Ave, del mundo suave perdón, Ave, clemencia de Dios con el hombre, Ave, confianza del hombre con Dios. ¡Ave, Virgen y Esposa! 6. Con el corazón turbado y encontrados pensamientos, el sabio José se agitaba en la duda; admirándote intacta, sospecha esponsales secretos, oh Inmaculada! Y cuando te supo Madre por obra de Espíritu Santo, exclamó: ¡Aleluya! ¡Aleluya, aleluya, aleluya! 7. Los pastores oyeron los coros de los ángeles que cantaban a Cristo, bajado entre nosotros. Corriendo a ver al Pastor, lo contemplan como cordero inocente, que se nutre al pecho de la Virgen, y cantan así: Ave, Tú Madre del Pastor - Cordero, Ave, recinto del rebaño fiel, Ave, defensa de fieras malignas, Ave, guardiana de la eternidad. Ave, por ti con la tierra exultan los cielos, Ave, por ti con los cielos se goza la tierra, Ave, voz eres perenne de Apóstoles santos, Ave, de Mártires fuertes invicto valor. Ave, potente sustento de fe, Ave, de gracia

esplendente pendón, Ave, por ti fue expoliado el infierno, Ave, por ti nos vestimos de honor. ¡Ave, Virgen y Esposa! 8. Observando la estrella que guiaba al Eterno, los Magos siguieron su fulgor. Fue luminaria segura para ir en busca del Poderoso, del Señor. Y alcanzando al Dios inalcanzable, lo aclaman felices: ¡Aleluya! ¡Aleluya, aleluya, aleluya! 9. Los Magos contemplaron en los brazos maternos al Sumo Hacedor del hombre. Sabiendo que era el Señor, aunque bajo la apariencia de siervo, premurosos le ofrecieron sus dones, diciendo a la Madre bienaventurada: Ave, oh Madre del Astro perenne, Ave, aurora del místico día, Ave, las fraguas de errores Tú apagas, Ave, conduces con tu brillo a Dios. Ave, al odioso tirano arrojaste del trono, Ave, Tú a Cristo nos das, clemente Señor, Ave, rescate Tú eres de ritos nefandos, Ave, Tú eres quien salvas del cieno opresor. Ave, Tú el culto del fuego destruyes, Ave, Tú extingues la llama del vicio, Ave, Tú enseñas la ciencia al creyente, Ave, Tú gozo de todas las gentes. ¡Ave, Virgen y Esposa! 10. Pregoneros de Dios fueron los Magos en el camino de vuelta. Cumplieron tu vaticinio y te predicaban, oh Cristo, a todos, sin preocuparse de Herodes, el necio, que era incapaz de cantar: ¡Aleluya! ¡Aleluya, aleluya, aleluya! 11. Iluminando Egipto con el esplendor de la verdad, arrojaste las tinieblas del error, porque los ídolos de entonces, Señor, debilitados por la fuerza divina, cayeron. Y los hombres, salvados, aclamaban a la Madre de Dios: Ave, desquite del género humano, Ave, derrota del reino infernal, Ave, Tú aplastas mentiras y errores, Ave, Tú muestras la gran falsedad. Ave, Tú mar que devoras al gran Faraón, Ave, Tú roca que manas el Agua de Vida, Ave, columna de fuego que guías de noche, Ave, refugio del mundo cual nube sin par. Ave, dadora del maná celeste, Ave, nodriza de los gozos santos, Ave, Tú místico hogar prometido, Ave, de leche y de miel manantial. ¡Ave, Virgen y Esposa! 12. El viejo e inspirado Simeón estaba a punto de dejar este mundo engañoso. Fuiste dado a él como párvulo, pero en ti reconoció al perfecto Señor; y estupefacto, admirando la divina Sabiduría, exclamó: ¡Aleluya! ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

SAN AMBROSIO El Cuerpo de Cristo El martirio interior La misericordia divina Sobre la amistad

El Cuerpo de Cristo (Los sacramentos, 4, 5 - 9, 14, 21 - 25) Os aproximáis al altar. Nada más comenzar a venir, los ángeles os han mirado. Han visto que os acercáis al altar, y vuestra condición humana, que antes estaba manchada por la oscura fealdad de los pecados, la han visto súbitamente brillar. Y así se han preguntado: ¿quién es ésta que sube del desierto llena de blancura? (Ct 8, 5). Los ángeles se admiran; ¿quieres saber cuál es la causa de su admiración? Escucha al Apóstol Pedro decir que se nos ha dado aquello que los mismos ángeles desean contemplar (cfr. 1R 1, 12). Escucha de nuevo: lo que ojo no vio - dice - , ni oído oyó, eso es lo que Dios ha preparado para los que le aman (1Co 2, 9) Considera atentamente lo que has recibido. El santo profeta David vio esta gracia en figura, y la deseó. ¿Quieres saber cómo la ha deseado? Óyele decir de nuevo: aspérgeme con hisopo y quedaré limpio, lávame y seré más blanco que la nieve (Sal 51, 9). ¿Por qué? Porque la nieve, aunque sea blanca, muy a menudo está manchada por algún tipo de suciedad, y se afea; pero la gracia que tú has recibido, mientras la conserves tiene una duración sin fin Te acercabas, pues, lleno de deseos por haber visto tal gracia; venías al altar, lleno de deseos, para recibir el sacramento. Tu alma dice: me acercaré al altar de mi Dios, al Dios que llena de alegría mi juventud (Sal 43, 4). Te has despojado de la vejez de los pecados y te has revestido de la juventud de la gracia. Esto te lo otorgaron los celestes sacramentos. Escucha otra vez a David, que dice: se renovará tu juventud como la del águila (Sal 103, 5). Te has convertido en un águila ágil que se lanza hacia el cielo despreciando lo que es de la tierra. Las buenas águilas rodean el altar: porque allí donde está el cuerpo, allí se congregan las águilas (Mt 24, 28). El altar representa el cuerpo, y el cuerpo de Cristo está sobre el altar. Vosotros sois águilas rejuvenecidas por la limpieza de las faltas Te has aproximado al altar, has fijado tu mirada sobre los sacramentos colocados encima del altar, y te has sorprendido al ver que es cosa creada, y además, cosa creada común y familiar Quizá diga alguno: Dios hizo una gran merced a los judíos, dándoles el maná llovido del cielo; ¿qué ha dado de más a sus fieles? ¿Qué ha dado de más a quienes tantas cosas había prometido? (...) Quizá dices: este pan que me da a mí es un pan ordinario. Y no. Este pan es pan antes de las palabras sacramentales; mas una vez que recibe la consagración, de pan se cambia en la carne de Cristo. Vamos a probarlo. ¿Cómo puede el que es pan ser cuerpo de Cristo? Y la consagración, ¿con qué palabras se realiza y quién las dijo? Con las palabras que dijo el Señor Jesús. En efecto, todo lo que se dice antes son palabras del sacerdote: alabanzas a Dios, oraciones en las que se pide por el pueblo, por los reyes, por los demás hombres; pero en cuanto llega el momento de confeccionar el sacramento venerable, ya el sacerdote no habla con sus palabras sino que emplea las de Cristo. Luego es la palabra de Cristo la que realiza este sacramento (...) ¿Quieres saber con qué celestiales palabras se consagra? Atiende cuáles son.

Dice el sacerdote: concédenos que esta oblación sea aprobada espiritual, agradable, porque es figura del cuerpo y de la sangre de Nuestro Señor Jesucristo, El cual, la víspera de su Pasión, tomó el pan en sus santas manos, elevó sus ojos al cielo, hacia Ti, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, dando gracias, lo bendijo, lo partió, y una vez partido, lo dio a sus apóstoles y discípulos diciendo: ?tomad y comed todos de él porque esto es mi cuerpo, que será quebrantado en favor de muchos? Presta atención. De igual manera, tomó también el cáliz después de cenar, la víspera de su Pasión, levantó los ojos al cielo, hacia Ti, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, lo bendijo dando gracias y lo dio a sus apóstoles y discípulos diciendo: ?tomad y bebed todos de él, porque ésta es mi sangre?. Observa que todas estas palabras son del Evangelista hasta el tomad, ya el cuerpo, ya la sangre; mas a partir de ahí, las palabras son de Cristo: tomad y bebed todos de él, porque ésta es mi sangre Observa cada detalle. Se dice: la víspera de su Pasión, tomó el pan en sus santas manos. Antes de la consagración es pan; mas apenas se añaden las palabras de Cristo, es el cuerpo de Cristo. Por último, escucha lo que dice: tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo. Y antes de las palabras de Cristo, el cáliz está lleno de vino y agua; pero en cuanto las palabras de Cristo han obrado, se hace allí presente la sangre de Cristo, que redimió al pueblo. Ved, pues, de cuántas maneras la palabra de Cristo es capaz de transformarlo todo. Pues si el Señor Jesús, en persona, nos da testimonio de que recibimos su cuerpo y su sangre, ¿acaso debemos dudar de la autoridad de su testimonio? Vuelve ya conmigo al tema que tratábamos. Cosa grande es, ciertamente, y digna de veneración, que sobre los judíos lloviese maná del cielo Pero reflexiona: ¿qué es más grande, el maná del cielo o el cuerpo de Cristo? Sin lugar a dudas, el cuerpo de Cristo, que es el Autor del cielo. Además, el que comió el maná murió; pero el que comiere este cuerpo recibirá el perdón de sus pecados y no morirá eternamente Luego no sin razón dices: amén, confesando ya en espíritu que recibes el cuerpo de Cristo. Cuando te presentas a comulgar, el sacerdote te dice: el cuerpo de Cristo. Y tú respondes: amén, es decir: así es en verdad. Lo que la lengua confiesa, la convicción lo guarde

El martirio interior (Exposición sobre el Salmo 118, XX 45 - 48, 51) Muchos me persiguen y me afligen: pero no me he apartado de tus mandamientos (Sal 119, 157) Los peores perseguidores no son los que se manifiestan como tales, sino aquellos que no se ven. ¡Y de éstos hay muchos! Pues del mismo modo que un rey perseguidor ordenaba muchos mandatos de acosamiento y los hostigadores se desparramaban por todas las provincias y ciudades, el diablo lanza a muchos de sus ministros, para que persigan a todas las almas, no sólo por fuera sino también por dentro De estas persecuciones se dijo: todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo, sufrirán persecución (2Tm 3, 12). El Apóstol escribió todos; no exceptuó ninguno. Pues, ¿quién puede ser exceptuado cuando el mismo Señor toleró las tentativas de persecución? Persigue la avaricia; persigue la ambición; persigue la lujuria; persigue la soberbia y persiguen los placeres de la carne. No olvides que el Apóstol dijo: huid de la fornicación (1Co 6, 18). ¿Y de qué huyes, sino de aquello que te persigue?: el mal espíritu de la lujuria, el mal espíritu de la avaricia, el mal espíritu de la soberbia Los perseguidores temibles son aquellos que, sin el terror de la espada, destruyen

con frecuencia el espíritu del hombre; aquellos que, más con halagos que con espanto, someten las almas de los fieles. Éstos son los enemigos de los que te debes guardar, éstos son los tiranos más peligrosos, por los que Adán fue vencido. Muchos, coronados en públicas persecuciones, cayeron en estas persecuciones ocultas. Por fuera, dijo el Apóstol, luchas; por dentro, temores (2Co 7, 5) Adviertes qué duro es el combate que hay en el interior del hombre, para que se bata consigo mismo y luche contra sus pasiones. El mismo Apóstol vacila, duda, es atenazado y manifiesta que está sujeto a la ley del pecado y reducido por su cuerpo de muerte, y no podría evadirse, si no fuera liberado por la gracia de Cristo Jesús (cfr. Rm 7, 23 - 25) Y del mismo modo que hay muchas persecuciones, así también hay muchos martirios. Todos los días eres testigo de Cristo. Eres mártir de Cristo si sufriste la tentación del espíritu de lujuria, pero, temeroso del futuro juicio de Cristo, no pensaste en profanar la pureza del alma y del cuerpo Eres mártir de Cristo si fuiste tentado por el espíritu de la avaricia para apoderarte de los bienes de los inferiores o no respetar los derechos de las viudas indefensas, pero juzgaste que era mejor alcanzar la riqueza por la contemplación de los preceptos divinos, que cometer la injusticia. Cristo quiere estar cerca de tales testigos, según está escrito: aprended a obrar el bien, buscad lo justo, respetad al agraviado, haced justicia al huérfano, y amparad a la viuda: venid y entendámonos (Is 1, 17 - 18) Eres mártir de Cristo si fuiste tentado por el espíritu de soberbIa, pero viendo al débil y desvalido, te compadeciste con piadoso espíritu, y amaste la humildad más que la arrogancia. Y aún más si diste testimonio no sólo de palabra, sino también con obras. Pues ¿quién es testigo más fiel, que aquél que confiesa que el Señor Jesús se ha encarnado, al tiempo que guarda los preceptos del Evangelio? Porque quien escucha y no pone por obra, niega a Cristo. Aunque lo confiese de palabra, lo niega por las obras. Pues a muchos que dicen: Señor, Señor, ¿acaso en tu nombre no hemos profetizado, arrojado demonIos y obrado muchas virtudes? (Mt 7, 22), les dirá en aquel día: apartaos de mi todos los que hayáis obrado la iniquidad (Ibid. 23). Porque es testigo aquél que, haciéndose fiador con sus hechos, confiesa a Cristo Jesús ¡Cuántos, todos los días, son mártires de Cristo en oculto, y confiesan al Señor Jesús con sus obras! El Apóstol conocía este martirio y testimonio fiel de Cristo, cuando afirmaba: ésta es nuestra gloria: el testimonio de nuestra conciencia (2Co 1, 12) (...) Muchos me persiguen, y me afligen. Quizá Cristo dice esto, y lo dice con la voz de cada uno de nosotros: el adversario lo persigue dentro de nosotros. Si pretendes que nadie te persiga, apartas a Cristo, que sufrió tentación para vencerla. Donde el diablo lo ve, allí prepara insidias, allí maquina los ardides de la tentación, allí urde sus engaños, para rechazarlo si pudiera. Pero donde el diablo combate, allí está presente Cristo; donde el diablo asedia, allí Cristo está encerrado y defiende los muros de la fortaleza espiritual. Así pues, el que retrocede ante la llegada del perseguidor, expulsa también al defensor. Por tanto, cuando oigas: muchos me persiguen y me afligen, no temas, que también puedes decir: si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros? (Rm 8, 31). Esto afirma con verdad aquél que, por los testimonios del Señor, se aparta sin rodeos de la senda de los vicios

La misericordia divina (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, VIl, 207 - 212) Lc 15, 1 - 32 ¿Quién hay de vosotros que, teniendo cien ovejas y habiendo perdido una de ellas,

no deje las noventa y nueve en la dehesa, y no vaya en busca de la que se perdió, hasta encontrarla? (Lc 15, 4). Un poco más arriba has aprendido cómo es necesario desterrar la negligencia, evitar la arrogancia, y también a adquirir la devoción y a no entregarte a los quehaceres de este mundo, ni anteponer los bienes caducos a los que no tienen fin; pero, puesto que la fragilidad humana no puede conservarse en línea recta en medio de un mundo tan corrompido, ese buen médico te ha proporcionado los remedios, aun contra el error, y ese juez misericordioso te ha ofrecido la esperanza del perdón. Y así, no sin razón, San Lucas ha narrado por orden tres parábolas: la de la oveja perdida y luego hallada, la de la dracma que se había extraviado y fue encontrada, y la del hijo que había muerto y volvió a la vida; y todo esto para que, aleccionados con este triple remedio, podamos curar nuestras heridas, pues una cuerda de tres hilos no es fácil de romper (Qo 4, 12) ¿Quién es este padre, ese pastor y esa mujer? ¿Acaso no representan a Dios Padre, a Cristo y a la Iglesia? Cristo te lleva sobre sus hombros, te busca la Iglesia y te recibe el Padre. Uno porque es Pastor, no cesa de llevarte; la otra, como Madre, sin cesar te busca, y entonces el Padre vuelve a vestirte. El primero, por obra de su misericordia; la segunda, cuidándote; y el tercero, reconciliándote con Él. A cada uno de ellos le cuadra perfectamente una de esas cualidades: el Redentor viene a salvar, la Iglesia asiste y el Padre reconcilia. En todo actuar divino está presente la misma misericordia, aunque la gracia varía según nuestros méritos. El pastor llama a la oveja cansada, se encuentra la dracma que se había perdido, y el hijo, por sus propios pasos, vuelve al padre y lo hace plenamente arrepentido del error que lo acusa sin cesar. Y por eso, con toda justicia, se ha escrito: Tú, Señor, salvarás a los hombres y a los animales (Sal 36, 7). ¿Y quiénes son estos animales? El profeta dijo que la simiente de Israel era una simiente de hombre y la de Judá una simiente de animales (cfr. Jr 31, 27). Por eso Israel es salvada como un hombre y Judá recogida como una oveja. Por lo que a mí se refiere, prefiero ser hijo antes que oveja, pues aunque ésta es solícitamente buscada por el pastor, el hijo recibe el homenaje de su padre Regocijémonos, pues, ya que aquella oveja que había perecido en Adán fue salvada por Cristo. Los hombros de Cristo son los brazos de la Cruz. En ella deposité mis pecados, y sobre la nobleza de este patíbulo he descansado. Esta oveja es una en cuanto al género, pero no en cuanto a la especie: pues todos nosotros formamos un solo cuerpo (1Co 10, 17), aunque somos muchos miembros, y por eso está escrito: vosotros sois el Cuerpo de Cristo, y miembros de sus miembros (1Co 12, 27). Pues el Hijo del hombre vino a salvar lo que había perecido (Lc 19, 10), es decir, a todos, puesto que lo mismo que en Adán todos murieron, asÍ en Cristo todos serán vivificados (1Co 15, 22) Se trata, pues, de un rico pastor de cuyos dominios nosotros no formamos más que una centésima parte. Él tiene innumerables rebaños de ángeles, arcángeles, dominaciones, potestades, tronos (cfr. Col 1, 16) y otros más a los que ha dejado en el monte, quienes - por ser racionales - no sin motivo se alegran de la redención de los hombres. Además, el que cada uno considere que su conversión proporcionará una gran alegría a los coros de los ángeles, que unas veces tienen el deber de ejercer su patrocinio y otras el de apartar del pecado, es ciertamente de gran provecho para adelantar en el bien. Esfuérzate, pues, en ser una alegría para esos ángeles a los que llenas de gozo por medio de tu conversión No sin razón se alegra también aquella mujer que encontró la dracma (cfr. Lc 15, 8 10). Y esta dracma, que lleva impresa la figura del príncipe, no es algo que tenga poco valor. Por eso, toda la riqueza de la Iglesia consiste en poseer la imagen del Rey. Nosotros somos sus ovejas; oremos, pues, para que se digne colocarnos sobre el agua que vivifica (cfr. Sal 23, 2). He dicho que somos ovejas: pidamos, por tanto, el pasto; y, ya que somos hijos, corramos hacia el Padre

No temamos haber despilfarrado el patrimonio de la dignidad espiritual en placeres terrenales (cfr. Lc 15, 11 - 32). El Padre vuelve a dar al hijo el tesoro que antes poseía, el tesoro de la fe, que nunca disminuye; pues, aunque lo hubiese dado todo, el que no perdió lo que había recibido, lo tiene todo. Y no temas que no te vaya a recibir, porque Dios no se alegra de la perdición de los vivos (Sb 1, 13). En verdad, saldrá corriendo a tu encuentro y se arrojará a tu cuello - pues el Señor es quien levanta los corazones (Sal 146, 8) - , te dará un beso, que es la señal de la ternura y del amor, y mandará que te pongan el vestido, el anillo y las sandalias. Tú todavía temes por la afrenta que le has causado, pero El te devuelve tu dignidad perdida; tú tienes miedo al castigo, y Él, sin embargo, te besa; tú temes, en fin, el reproche, pero Él te agasaja con un banquete

Sobre la amistad (Los deberes de los ministros, III, 124 - 135) Sólo es digna de alabanza la amistad que favorece las buenas costumbres. La amistad debe preferirse a las riquezas, a los honores, al poder, pero no a la virtud; más bien, debe ella regirse según las reglas de la rectitud moral. Así fue la amistad de Jonatán con David: por el cariño que le tenía, no hizo caso ni de la ira de su padre ni del peligro a que exponía su propia vida (cfr. 1S 20, 29 ss). Así fue la de Abimelech: por cumplir los deberes de la hospitalidad, prefirió afrontar la muerte antes que traicionar al amigo que huía (cfr. 1S 21, 6) También la Escritura, tratando de la amistad, afirma que la virtud no debe ofenderse nunca por amor del amigo: nada se ha de anteponer a la virtud (...). Si descubres algún defecto en el amigo, corrígele en secreto; si no te escucha, repréndele abiertamente. Las correcciones, en efecto, hacen bien y son de más provecho que una amistad muda. Si el amigo se siente ofendido, corrígelo igualmente; insiste sin temor, aunque el sabor amargo de la corrección le disguste. Está escrito en el libro de los Proverbios: las heridas de un amigo son más tolerables que los besos de los aduladores (Pr 27, 6). Corrige, pues, al amigo que yerra, pero no abandones al amigo inocente. La amistad ha de ser constante y perseverante en sus afectos: no cambiemos de amigos como hacen los niños, que se dejan llevar por la ola fácil de los sentimientos Abre tu corazón al amigo para que te sea fiel y te comunique la alegría de la vida. Un amigo fiel, en efecto, es medicina de vida y de inmortalidad (Si 6, 16). Respétale como a otro yo, y no tengas miedo de ganártelo con tus favores, porque la amistad no admite la soberbia. Por esto dice el Sabio: no te avergüences de defender al amigo (Si 22, 25). No le abandones en el momento de la necesidad, no le olvides, no le niegues tu afecto, porque la amistad es el soporte de la vida. Llevemos los unos las cargas de los otros, como enseñó el Apóstol a aquellos que están unidos formando un solo cuerpo por la caridad (cfr. Ga 6, 2). Si la prosperidad de uno aprovecha a todos sus amigos, ¿por qué en la adversidad no va a encontrar la ayuda de todos sus amigos? Ayudémosle con nuestros consejos, unamos nuestros esfuerzos a los suyos, participemos de sus aflicciones Cuando sea necesario, soportemos incluso grandes sacrificios por lealtad hacia el amigo. Quizá haya que afrontar enemistades para defender la causa del amigo inocente, y muy a menudo recibirás insultos cuando trates de responder y rebatir a aquellos que le atacan y le acusan. No te preocupes por eso, que la voz del justo dice: aunque vengan sobre mi males a causa del amigo, los soportaré (Si 22, 31). En la adversidad se prueban los amigos verdaderos, pues en la prosperidad todos parecen fieles. Y así como en las desventuras es necesaria la paciencia y la compasión con el amigo, en su triunfo conviene ser exigente, reprimir y corregir la

arrogancia del que quizá se llena de soberbia. ¡Qué bien se expresó en sus allicciones el santo Job! Dijo: tened piedad de mí, amigos míos, tened piedad de mí (Jb 19, 21). No se trataba de una simple súplica, sino de una reprensión. Mientras los amigos argumentaban injustamente contra él, Job clama: tened piedad de mí, amigos. Como si dijese: ésta es la hora de usar misericordia y, en cambio, afligís y contradecís a un hombre de quien deberíais compadeceros Hijos míos, sed fieles a la amistad verdadera con vuestros hermanos, porque nada hay más hermoso en las relaciones humanas. Ciertamente consuela mucho en esta vida tener un amigo a quien abrir el corazón, desvelar los propios secretos y manifestar las penas del alma; alivia mucho poseer un hombre fiel que se alegre contigo en la prosperidad, comparta tu dolor en la adversidad y te sostenga en los momentos difíciles. ¡Qué hermosa es la amistad de los tres muchachos hebreos! Ni siquiera la llama del horno fue capaz de separar sus corazones. Bien a propósito escribió el santo David: Saúl y Jonatán, hermosos y queridfsimos, inseparables durante la vida, tampoco se separaron en la muerte (2S 1, 23) Este es un fruto de la amistad: que por cariño al amigo no se destruye la fe. En efecto, no puede ser amigo del hombre quien es infiel a Dios. La amistad es guardiana de la piedad y maestra de igualdad; hace al superior igual al inferior, y coloca a éste al mismo nivel del otro. No puede haber verdadera amistad entre dos personas que tienen diferentes costumbres; por eso, el amor mutuo las debe identificar. No falte al inferior la autoridad para corregir, ni al superior la humildad para aceptar la corrección. Que el uno escuche al otro como a su igual; que el otro reproche y amoneste como un amigo, no con soberbia, sino con afecto sincero La advertencia no ha de ser áspera, ni la corrección ofensiva. Si es cierto que la amistad huye de la adulación, también es verdad que no tiene nada que ver con la insolencia. ¿Qué es el amigo sino un amable compañero con quien te unes íntimamente hasta fundir tu alma con la suya y constituir un solo corazón? En él te abandonas confiadamente como a otro yo, de él nada temes, y nada inconveniente le pides para ti mismo. Y es que la amistad no es mercenaria, sino que resplandece de dignidad y de belleza. Es una virtud, no una compra, porque no proviene del dinero sino del amor. No es ofrecida en subasta al mejor postor, sino que surge del desafío de la mutua benevolencia. Por eso suelen ser mejores las amistades entre los pobres que entre los ricos; y así, mientras que los hombres con recursos frecuentemente se encuentran sin verdaderos amigos, los pobres los tienen en abundancia. No hay verdadera amistad donde existen falsos halagos. Sucede a menudo que se es complaciente con los ricos por adulación, mientras que nadie simula cuando trata con un menesteroso. Así, la amistad que se ofrece al pobre es más sincera, por ser más desinteresada ¿Qué hay de más precio que la amistad, que es común a los ángeles y a los hombres? Por esto el Señor Jesús ordena: granjeaos amigos con las riquezas inicuas, afin de que os reciban en las moradas eternas (Lc 16, 9). Él mismo nos ha cambiado de siervos en amigos, como claramente lo dijo: vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os he mandado (Jn 15, 14). Nos ha dejado el modelo que debemos imitar. Por tanto, hemos de compartir la voluntad del amigo, revelarle confidencialmente lo que tenemos en el corazón y no ignorar nada de cuanto él lleva en el suyo. Abrámosle nuestra alma, y él nos abrirá la suya. En efecto, el Señor declara: os he llamado amigos porque os he comunicado todo lo que he oÍdo a mi Padre (Jn 15, 14). El verdadero amigo, pues, no oculta nada al amigo; le descubre todo su ánimo, así como Jesús derramaba en el corazón de los Apóstoles los misterios del Padre 1. Se conservan de San Ambrosio diecisiete sermones de Cuaresma en los que repetidamente trata el santo Doctor del tema del ayuno y de las tentaciones de Cristo. Con el tema del ayuno se enlaza el de la limosna, como puede verse

especialmente en el sermón 25 (De sancta Quadragesima IX: PL 17, 676 - 678). Escogemos los más importantes pensamientos sobre el tema aludido A) Ayuno y limosna "Ayunar es un remedio de males y una fuente de premios, mas no ayunar en Cuaresma es un pecado. El que ayuna en otro tiempo, recibirá indulgencia; pero el que no lo hace durante la Cuaresma, será castigado". El que no pueda ayunar por enfermedad, coma sencillamente y sin ostentación "Y ya que no puede ayunar, debe ser más caritativo para con los pobres, a fin de redimir con sus limosnas los pecados que no puede curar ayunando. Hermanos, es muy bueno ayunar pero mejor aún dar limosna; mas si se puede practicar lo uno y lo otro, son dos grandes bienes. El que puede dar limosna y no ayunar, entienda que la limosna le basta sin el ayuno. Mas no basta el ayuno sin la limosna El ayuno sin la limosna no es obra buena, a no ser que el que ayuna sea tan pobre, que no tenga nada que dar. Así, pues, en este caso, bástele la buena voluntad". Mas ¿quién podrá excusarse de dar limosna, cuando el Señor recompensa un vaso de agua fría? "Además, el Señor, por medio del profeta Isaías, de tal manera exhorta y aconseja la práctica de la limosna, que ningún pobre que se considere, puede excusarse. Pues se expresa de este modo: ¿Sabéis que ayuno quiero yo?... Partir su pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo (Is 58, 6 - 7)". Partir el pan, porque, "aun cuando tu pobreza sea tan grande que no tengas más que uno solo sin embargo, pártelo y da de él al pobre. También dice: Introduce en tu casa a los pobres que no tengan alberque, lo cual equivale a afirmar: Si hay alguno tan pobre que no tiene comida que dar al hambriento, prepárele un lecho en uno de los rincones de su casa. ¿Qué respuesta daremos, hermanos, qué excusa alegaremos nosotros, que, poseyendo anchas y espaciosas mansiones, apenas nos dignamos alguna vez recibir en ellas a un peregrino? Y eso que no ignoramos, sino que continuamente estamos confesando que en los peregrinos recibimos a Cristo, como El mismo dijo: Peregriné y me acogisteis... Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis (Mt 25, 35.40). Nos resulta enojoso recibir en nuestra casa a Cristo en la persona de los pobres y yo me temo que él haga lo mismo con nosotros en el cielo, y que no nos reciba en su gloria. Lo despreciamos en el mundo y yo me temo que él a su vez nos desprecie en el cielo, según aquella sentencia: Tuve hambre y no me disteis de comer... (Mt 25, 42). Fijémonos, carísimos hermanos, en estas palabras; no las oigamos de manera indiferente ni sólo con los oídos del cuerpo, sino que escuchándolas con fidelidad, hagamos de palabra y con el ejemplo que otros también las oigan y las cumplan También nos dice el Señor por boca del profeta Isaías que hemos de vestir al desnudo (ibid.). Precepto riguroso y muy digno de temerse. Yo, sin embargo, no juzgo a nadie. Acuda cada uno y pregunte a su conciencia B) La mano del pobre es el tesoro de Cristo "No obstante, duéleme en el alma, y yo mismo me reprendo, porque quizá haya acontecido alguna vez que, por negligencia mía, los vestidos que debiera recibir un pobre se los haya comido la polilla, y temo que estos mismos vestidos sean testimonio contra mí en el día del juicio, según aquella terrible sentencia con que conmina el apóstol Santiago, cuando dice Y vosotros, los ricos, llorad a gritos sobre las miserias que os amenazan Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos, consumidos por la polilla; vuestro oro y vuestra plata, comidos del orín, y el orínn será testigo contra vosotros y roerá vuestras carnes como fuego. Habéis atesorado para los últimos días... (St 5, 1 - 4). Aún es tiempo para para que, tanto yo como los perezosos como yo, podamos con el auxilio de Dios enmendarnos, si queremos; aun podemos dar con largueza por nuestros pecados pasados las limosnas que hasta aquí o no hicimos o sólo dimos mezquinamente; aún podemos impetrar la misericordia divina con dolor y llanto con esperanza de reparación. El ayuno sin limosnas es como una lámpara sin aceite. Pues así como la lámpara que se enciende sin él humea y no puede alumbrar, asi

también el ayuno sin la limosna mortifica en verdad la carne, pero no ilustra interiormente el alma con la luz de la caridad. Por lo demás, en el ayuno se exige que demos a los pobres nuestras comidas, y que lo que habíamos de comer no lo pongamos en nuestras despensas, sino que lo distribuyamos entre los necesitados; porque la mano del pobre es el tesoro de Cristo. Por lo tanto, socorre al menesteroso para que lo que reciba de ti no se quede en la tierra, sino que sea trasladado al cielo. Pues aunque se consuma la comida que recibe el pobre, sin embargo, el premio de la buena obra se custodia en el cielo... Sé que muchos de vosotros, con el auxilio de Dios dais con frecuencia limosnas a los peregrinos y a los pobres; por lo tanto, sirva lo que os indico para que intensifiquéis lo que ya hacéis; y el que no lo haya hecho, se acostumbre a practicar obra tan meritoria y agradable a Dios C) Exhortación Inspirandomelo el mismo Dios, os he aconsejado siempre que al llegar las fiestas... os acerquéis al altar del Señor vestidos con la luz de la pureza, resplandecientes con las limosnas, adornados con las oraciones, vigilias y ayunos, como con valiosas joyas celestiales y espirituales, en paz no sólo con vuestros amigos, sino también con vuestros enemigos, en una palabra, que os lleguéis al altar con la conciencia libre y tranquila, y podáis recibir el cuerpo y la sangre de Cristo, no para vuestro juicio, sino para vuestro remedio. Pero, cuando hablamos de la limosna, no se conturben los necesitados, puesto que la pobreza cumple con todos los preceptos, y la buena voluntad es juzgada y premiada como las obras". El que socorre al necesitado del propio modo que desearía le socorriesen a él si se encontrase en la misma necesidad' "ha cumplido con los preceptos del Antiguo y del Nuevo Testamento y ha observado aquel precepto del Evangelio: Cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos, porque ésta es la ley y los profetas (Mt 7, 12). Guíenos a esta ley de caridad perfecta el piadoso Señor que oye y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos"

AMMONAS Carta 1 Carta 2 Carta 3 Carta 4 Carta 5 Carta 6 Carta 7 Carta 8 Carta 9 Carta 10 Carta 11

Carta 1 La salud y el cuerpo 1 Antes que nada, queridísimos hermanos, rezo por la salud espiritual de ustedes. Porque las cosas visibles son temporales, pero las cosas invisibles son eternas (2Co 4, 18). Ahora veo que su cuerpo es espiritual y está lleno de vida 2 Ahora bien, si el cuerpo tiene vida, Dios le dará herencia 3 y ser considerado como heredero de Dios. Dios le pagar la recompensa de todo su trabajo, porque se preocupó por preservar todo su fruto con vida, para ser contado como heredero de Dios. Ahora me alegro por ustedes y por su cuerpo, pues está lleno de vida. En cambio, aquel cuyo cuerpo está muerto, no ser considerado como heredero de Dios; más aún, Dios lo acusa cuando habla por el profeta, en estos términos: ¡Grita fuerte, no te detengas, alza tu voz como una trompeta! ¡Hazle conocer a mi pueblo sus pecados y a la casa de Jacob sus iniquidades! Me buscan día tras día y desean acercarse a Dios, diciendo: "¿Qué entonces? Hemos ayunado, y no lo viste. Hemos humillado nuestra alma y no te enteraste" (Is 58, 1 - 3) Esto es lo que Él les responde: Porque en los días de su ayuno se les ha encontrado haciendo su propia voluntad, golpeando a los que están bajo su responsabilidad y maltratando a sus enemigos; ustedes ayunan para pleitear y pelear. ¡No es así como hoy ser oída su voz en lo alto! Este no es el ayuno que yo elegí, dice el Señor; ya puedes inclinar tu cuello como un asno y acostarte sobre el cilicio y las cenizas, pero no llames a esto un ayuno aceptable (Is 58, 3 - 5). Este es un cuerpo muerto 4 ; por eso el Señor no los escucha cuando le rezan a Dios, sino que, al contrario, al contrario, los acusa. Y además, respecto de estos, se dice en el Evangelio: ¡Si la luz que está en ti es tinieblas, cuantas tinieblas habría (Mt 6, 23). El profeta agrega severamente sobre ellos: Toda su justicia es como el lienzo manchado de una mujer (Is 64, 6). Ahora, pues, es un cuerpo muerto Pero ustedes, queridísimos hermanos, no tienen nada en común con ese cuerpo muerto, sino que su cuerpo está lleno de vida. Rezo a Dios por ustedes, para que los custodie, que su cuerpo no cambie, sino antes bien que crezca con ustedes y aumente en gracia y alegría, en amor fraterno y amor por los pobres, en buenas costumbres y en todos los frutos de la justicia, hasta que salgan de esta vida y nos recibamos los unos a los otros en esa mansión 5 donde no hay tristeza, ni mal pensamiento, ni enfermedad, ni tribulación, sino gozo y alegrías 6 , gloria y luz eterna, paraíso y fruto que no pasa; y que lleguemos 7 a las moradas de los

ángeles y a la asamblea de los primogénitos, cuyos nombres están inscritos en los cielos (Hb 12, 22 - 23), y a todas las promesas de las cuales no podemos hablar ahora Les he escrito estas cosas a causa del amor que les tengo, para que se fortalezca su corazón. Hay todavía muchas (otras) cosas que quisiera escribirles. Sin embargo, dale ocasión al sabio, y se hará más sabio (Pr 9, 9). Que Dios los preserve de este mundo malvado, a fin de que estén sanos en el cuerpo, espíritu y alma; que Él les dé la comprensión en todo (2Tm 2, 7), para que estén libres del error de este tiempo Pórtense bien en el Señor, mis hermanos muy queridos. Todo cuerpo muerto le sobreviene al hombre a causa del amor de la vanagloria y de los placeres 8

Carta 2 La fuerza y la alegría del cristiano 9 ¡A los muy queridos en el Señor, un saludo gozoso! Si alguien ama al Señor con todo su corazón y con toda su alma (Dt 6, 5; Mt 22, 37), y permanece en el temor con toda su fuerza 10 , el temor le engendrar las l grimas, y las l grimas le traerán la alegría. La alegría engendrar la fuerza y, por ella, el alma dar frutos en todo. Y Dios, viendo que su fruto es tan hermoso, lo recibe como un perfume agradable. En todas estas cosas Dios se regocijar en ella =el alma con sus ángeles 11 ; y le dar un guardián que la custodiar en todos sus caminos (Sal 91, 11) para conducirla al lugar del reposo 12 , de modo que Satán s no domine sobre ella. Porque cuando el diablo ve al guardián, es decir la fuerza que está alrededor del alma, huye y no se atreve a aproximarse al hombre, temiendo la fuerza que está alrededor de él. A causa de esto, muy amados en el Señor, ustedes, a quienes ama mi alma, yo sé que son amigos de Dios. Adquieran, por tanto, esta fuerza para ustedes mismos, de modo que Satán s les tema y puedan obrar sabiamente en todas sus acciones. Así la dulzura de la gracia vendrá sobre ustedes y aumentar su fruto 13 . Porque la dulzura de la gracia espiritual es más dulce que la miel y que el panal de miel (Sal 19, 11), y pocos 14 monjes y vírgenes han conocido esta gran dulzura de la gracia 15 , excepto algunos pocos en ciertos lugares, porque no han recibido la fuerza divina 16 . No han cultivado esa fuerza, y por eso el Señor no se las ha dado; pues a todos los que la cultivan, Dios se las da. Dios no hace acepción de personas (Hch 10, 34), sino que Él la da en todas las generaciones a quienes la cultivan Ahora, queridísimos, yo sé que ustedes son amigos de Dios y que, desde el momento en que llegaron a este trabajo =la vida monástica, aman a Dios con todo su corazón, a causa de la sinceridad de sus corazones. Adquieran, entonces, esa fuerza divina, para que pasen toda su vida en la libertad, el gozo y la alegría 17 , para que la obra de Dios 18 les resulte fácil. Y esa fuerza que le es dada al hombre aquí abajo, lo conducir al reposo, hasta que haya sobrepasado todas las potencias del aire (Ef 2, 2). Puesto que hay en el aire potencias que obstaculizan el camino a los hombres y no quieren dejarlos que suban hacia Dios 19 . Por tanto, ahora oremos a Dios insistentemente, para que esas potencias no nos impidan subir hacia Dios, pues en tanto que los justos tienen la fuerza divina con ellos, nadie puede obstaculizarlos. He aquí como cultivarla 20 , hasta que esa fuerza habite en el hombre: que desprecie todos los ultrajes y los honores humanos, que odie todas las ventajas de este mundo que se consideran como preciosas 21 y todos los placeres

del cuerpo, que purifique su corazón de todo pensamiento impuro y de toda la sabiduría vacua de este mundo, y que pida (la fuerza) día y noche, con l grimas y ayuno. Y Dios, que es bueno, no tardar en dárselas, y cuando se las haya dado, ustedes pasarán todo el tiempo de su vida en el reposo y la facilidad; encontrarán libertad delante de Dios y Él les conceder todas sus peticiones, como está escrito (Sal 37, 4; Mt 21, 22) 22 Hay muchas otras cosas que quisiera escribirles, pero esto poco lo he escrito por causa del gran amor que tengo por ustedes. De todo corazón, pórtense bien en el Señor, honorables hermanos, amigos de Dios 23

Carta 3 La humildad 24 ¡A los hermanos muy honrados en el Señor, un alegre saludo! 25 Les escribo esta carta como a grandes amigos de Dios, que lo buscan de todo corazón. Es a ellos, en efecto, a quienes Dios escucha cuando oran, los bendice en todo y les concede todas las peticiones de su alma cuando lo invocan. Pero a quienes se aproximan a Él, no de todo corazón, sino dudando y haciendo sus obras para ser glorificados por los hombres (Mt 6, 2), a éstos Dios no les escucha sus peticiones, sino que, antes bien, se irrita contra sus obras, porque está escrito: Dios dispersar los huesos de los que buscan agradar a los hombres (Sal 53, 6) 26 Ustedes ven cómo se irrita Dios contra las obras de ellos, y no les concede ninguna de sus peticiones; al contrario, les resiste, pues no hacen sus obras con fe sino según el hombre. A causa de esto la fuerza divina no habita en ellos, están enfermos en todas las obras que realizan. A causa de esto no conocen la fuerza de la gracia, ni su facilidad ni su alegría, sino que su alma está entorpecida en todas sus obras como por un fardo. Así son la mayoría de los monjes 27 , no han recibido la fuerza de la gracia que anima el alma, la dispone a la alegría y le da cada día el gozo que hace arder su corazón en Dios 28 . Porque lo que hacen, lo hacen según el hombre; de modo que la gracia no ha venido sobre ellos. En efecto, la fuerza de Dios aborrece a aquel que obra para agradar a los hombres 29 Por tanto, amadísimos, que ama mi alma y cuyos frutos son tenidos en cuenta por Dios, combatan en todas sus obras el espíritu de vanagloria para vencerlo en todo. De modo que todo su cuerpo sea agradable y permanezca viviente junto al Creador, y que ustedes reciban la fuerza de la gracia, que sobrepasa todas estas cosas. Estoy convencido, hermanos, que hacen todo lo que pueden por esto, resistiendo al espíritu de vanagloria y luchando siempre contra él. A causa de ello su cuerpo tiene vida. Pues ese espíritu malvado se presenta ante el hombre en toda obra de justicia que el hombre comienza, quiere corromper su fruto y hacerlo inútil, a fin de no permitir 30 que los hombres hagan la obra de justicia según Dios. En efecto, este espíritu malo combate a quienes quieren ser fieles. Si algunos son alabados por los hombres como fieles o como humildes o como misericordiosos, inmediatamente este espíritu malvado entabla una batalla contra ellos; y ciertamente resulta vencedor, disuelve y destruye sus cuerpos 31 , porque los incita a realizar sus acciones virtuosas con la preocupación de agradar a los hombres y así pierde sus cuerpos 32 . Mientras que los hombres crean que tienen algo, delante de Dios no tienen nada 33 . Por causa de esto Dios no les otorga la fuerza, sino que los deja vacíos, puesto que no ha hallado sus cuerpos dispuestos para ser llenados, y los priva de la muy grande dulzura de la gracia

Pero ustedes, queridísimos, luchen contra el espíritu de vanagloria y oren siempre, para vencerlo en todo; de forma que la gracia de Dios esté siempre con ustedes. Yo pediré a Dios que, en su bondad, les dé esta fuerza y esta gracia 34 en todo tiempo, pues nada es más excelente que esto 35 . Si ven que el fervor divino se aleja y los abandona, pídanlo de nuevo y volver a ustedes. Pues ese fervor es como un fuego que cambia lo frío en su propia naturaleza. Si ven su corazón repentinamente adormecido en ciertos momentos, pongan su alma ante ustedes, sométanla al examen de un piadoso cuestionamiento y así, necesariamente, ella tendrá nuevamente calor y se inflamar en Dios. Porque también el profeta David, cuando vio su alma agobiada por el dolor habló de la siguiente manera: Derramé mi alma sobre mí mismo (Sal 42, 6), me acordé de los días antiguos, medité sobre todas tus obras, extendí hacia ti mis manos. Mi alma, como tierra reseca, suspiró por ti (Sal 143, 5 - 6). Así obró David cuando experimentó su corazón abrumado y frío, hasta que le devolvió el calor y recibió la dulzura de la gracia divina 36 Noche y día velaba y suplicaba. Hagan también ustedes esto, amadísimos, y crecerán y Dios les revelar sus grandes misterios Que el Señor los conserve irreprochables y sanos de alma, espíritu y cuerpo, hasta que los lleve a su propia morada 37 con sus padres 38 que han luchado bien y han concluido su carrera en Cristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos

Carta 4 El discernimiento 39 ¡A los queridísimos hermanos en Cristo, un alegre saludo! 40 Saben que les escribo como a hijos muy queridos, como a hijos de la promesa 41 e hijos del Reino. Por eso me acuerdo de ustedes noche y día, para que Dios los guarde de todo mal y tengan siempre la solicitud por obtener de Dios que les otorgue el discernimiento 42 y la visión de lo alto 43 ; a fin de aprender a discernir en todas las cosas la diferencia entre el bien y el mal. Porque está escrito: El alimento sólido es para los perfectos, para aquellos cuyas facultades están ejercitadas por el hábito de discernir el bien y el mal (Hb 5, 14). Estos han llegado a ser hijos del Reino y son contados en el rango de los hijos 44 , de aquellos a quienes Dios les ha dado la visión de lo alto en todas sus obras, para que nadie los engañe, ni hombre ni demonio 45 . Puesto que el fiel es cautivado por la imagen del bien, y así muchos son engañados, pues todavía no han recibido esa visión de lo alto. Por eso el bienaventurado Pablo, sabiendo que esta es la gran riqueza de los fieles, dijo: Doblo las rodillas noche y día ante el Señor Jesucristo por ustedes, para que les otorgue una revelación con su conocimiento, 46 que Él ilumine los ojos de sus corazones, para que sepan cuál es la anchura y largura, la altura y profundidad, 47 a fin de conocer la caridad de Cristo que supera todo conocimiento, etc. (Ef 3, 14 19). Como el bienaventurado Pablo los amaba de todo corazón, él quería que toda la gran riqueza que conocía, es decir la visión de lo alto en Cristo, fuera dada a sus hijos queridos. Sabía, en efecto, que si se les daba, ya no se fatigarían más en ninguna cosa y no temerían nada, sino que la alegría de Dios estaría en ellos noche y día, que la obra de Dios les resultaría dulce en todo, más que la miel y que el panal de miel (Sal 19, 11); y que Dios estaría siempre con ellos para darles revelaciones y enseñarles grandes misterios, de los que no puedo hablar con la lengua Ahora, por tanto, mis amadísimos, puesto que ustedes me han sido dados como

hijos, pido noche y día, con fe y l grimas, que reciban el carisma de clarividencia 48 , que todavía no han obtenido después que entraron en la vida ascética. Y yo, el humilde, pido también por ustedes, a fin de que lleguen a ese progreso y a esa estatura, que no han alcanzado muchos monjes, sino sólo algunas almas amigas de Dios aquí y allá 49 . Si desean alcanzar esa perfección no tomen la costumbre de recibir a un monje que lo es solamente de nombre 50 y que se cuenta entre los negligentes, sino aléjenlo de ustedes 51 . De lo contrario, no les permitir progresar en Dios y extinguir su fervor. Porque los corazones negligentes no tienen fervor, sino que siguen sus propias voluntades; y si vienen a ustedes, les hablan de las cosas de este mundo y por medio de esa conversación apagan su fervor y no les permiten progresar. Por eso está escrito: No apaguen el Espíritu (1Ts 5, 19); ya que se apaga por las palabras vanas y las distracciones. Cuando vean tales monjes, háganles el bien, pero escapen de ellos y no se relacionen con ellos, ya que son los que no les permiten a los hombres marchará en la vía de la perfección en estos tiempos presentes Compórtense bien en el Señor, mis queridísimos, en el Espíritu de bondad

Carta 5 La paternidad espiritual 52 A los amadísimos en el Señor Ustedes saben que el amor de Dios exige el amor del prójimo sin cesar. Ahora bien, el prójimo es aquel que ha sido llamado a la vocación celestial. El servidor de Dios está orando por el prójimo noche y día, como por sí mismo. Y puesto que ustedes también son mi prójimo, los recuerdo noche y día en mis oraciones, para que aumente su fe y adquieran una fuerza más grande 53 . Hago esto por ustedes, porque en Dios ustedes son considerados como hijos. Timoteo fue considerado como hijo por Pablo, y le escribía como sigue: Te recuerdo noche y día en mis oraciones, y deseo verte. Me acuerdo de tus l grimas y me lleno de gozo, porque me acuerdo de la fe sincera que tienes 54 (2Tm 1, 3 - 5) Ahora, queridísimos, como Pablo hacía con Timoteo, también mi corazón desea verlos, recordando sus gemidos y la pena de su corazón. Pero yo sé que también ustedes desean verme y que ello les es muy provechoso. Pablo, en efecto, decía: Quiero ir a verlos, a fin de darles alguna gracia espiritual que los consolide (Rm 1, 11). Por ende, aunque están muy instruidos por el Espíritu Santo, si voy a visitarlos, los afirmaré mucho con la doctrina del mismo Espíritu, y les daré a conocer asimismo otras cosas que no puedo escribirles por carta Compórtense bien en el Señor, en el Espíritu de bondad

Carta 6 La paternidad espiritual. La oración por sus hijos 55 Noche y día rezo para que la fuerza de Dios crezca en ustedes y les revele los grandes misterios de la divinidad, de los que no puedo hablar con la lengua, porque son grandes; no son de este mundo, y se revelen sólo a quienes tienen el corazón purificado de toda mancha y de toda vanidad de este mundo; a quienes han tomado su cruz y que junto con esto se odian a sí mismos, y han sido obedientes a Dios en todo. En estos habita la divinidad y ella alimenta su alma. En efecto, al igual que los árboles no crecen si no los alcanza la fuerza del agua, del mismo modo el alma no

puede crecer si no recibe la alegría celestial. Y entre quienes la reciben, hay algunos a los cuales Dios les revela los misterios celestiales, les muestra su lugar 56 , mientras ellos todavía están en el cuerpo y les concede todas sus peticiones He aquí, pues, cuál es mi oración noche y día: que ustedes lleguen a ese grado y que conozcan la infinita riqueza de Cristo (Ef 3, 8), pues son poco numerosos los que han sido hechos perfectos. Y son aquellos para los cuales han sido preparados los tronos, a fin de que se sienten con Jesús para juzgar a los hombres 57 . Porque en cada generación se encuentran hombres llegados a esa medida, para juzgar cada uno a su generación 58 . Esto es lo que pido incesantemente para ustedes en virtud del amor que les tengo. El bienaventurado Pablo les decía, a los que él amaba: Quiero darles no sólo el evangelio de Cristo, sino también nuestra vida, porque nos han llegado a ser muy queridos (1Ts 2, 8). Les envié a mi hijo, hasta que Dios me conceda a mí también llegar corporalmente hasta ustedes, para que les ayude a progresar aún más. Pues cuando los padres reciben hijos, Dios está en medio de ellos de ambos lados Permanezcan en paz y compórtense bien en el Señor

Carta 7 El carisma de los Padres 59 A los amadísimos en el Señor, que tienen parte en el Reino de los cielos. Del mismo modo que ustedes buscan a Dios imitando a su padre 60 , creo que recibirán también las mismas promesas, porque ustedes han sido contados en el número de sus hijos. Pues los hijos heredan la bendición de los padres 61 , imitando su celo. Por eso el bienaventurado Jacob imitando en todo la piedad 62 de sus padres, recibió de ellos la bendición; y cuando fue bendecido por los padres, inmediatamente vio la escala levantada y a los ángeles subiendo y bajando (Gn 22, 1 - 12). Ahora bien, desde el momento en que algunos son bendecidos por sus padres y ven las fuerzas divinas, nada los puede turbar. Porque el bienaventurado Pablo cuando vio esas mismas fuerzas divinas, devino inconmovible 63 y gritó diciendo: "¿Quién me separar del amor de Cristo? 64 ¿La espada, el hambre, la desnudez? Pero ni los ángeles ni los principados ni las potestades, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarme del amor de Dios?" 65 (Rm 8, 35 - 39) Ahora, pues, mis amadísimos, pidamos sin cesar noche y día que las bendiciones de nuestros padres y las mías 66 lleguen a ustedes; y así las fuerzas de los ángeles permanezcan con ustedes 67 , para que transcurran el resto de sus días en toda alegría del corazón. Si, en efecto, alguno llega a ese grado, la alegría de Dios estar siempre con él, y entonces hará todo sin fatiga. Porque está escrito: La luz de los justos nunca se apaga, pero la luz de los impíos se extinguir (Pr 13, 9) 68 . Yo pido asimismo que en todo lugar que yo vaya, también ustedes vengan 69 , y hago esto a causa de la obediencia de ustedes. Cuando el Señor vio la obediencia de sus discípulos 70 , oró al Padre por ellos diciendo: "Que allí donde yo esté, también estén éstos, porque escucharon mis palabras" (Jn 17, 24). Y nuevamente pide que ellos sean preservados del Maligno (Jn 17, 15), hasta que lleguen al lugar del reposo. Yo también rezo y le pido al mismo Señor, que ustedes sean preservados del Maligno hasta su llegada al lugar del reposo de Dios, y que obtengan la bendición. En efecto, Jacob después de la escala vio cara a cara el campo de los ángeles (Gn 28, 12), (después) luchó con el ángel y lo venció (Gn 32, 24 - 29). Dios

le hizo esto para bendecirlo aún más Que Dios, a quien sirvo desde mi juventud, los bendiga (aún) más 71 , y ustedes, mis amadísimos, pórtense bien

Carta 8 El carisma que hemos recibido de nuestros padres 72 A los amadísimos en el Señor Les escribo como a hijos muy amados, porque los padres carnales aman más a los hijos que se les parecen. Yo también los veo (así), pues ustedes progresan imitándome; y pido a Dios que lo que Él me ha dado, a mí, su Padre 73 , igualmente se los dé a ustedes. Rezo para que 74 les pueda transmitir los otros misterios que no me es posible escribirles por carta. Sean fuertes en la paz de la misericordia del Padre, de modo que el carisma que recibieron sus padres, también lo reciban ustedes 75 . Si desean recibirlo 76 , entréguense al trabajo corporal y al trabajo del corazón, dirijan sus pensamientos hacia el cielo noche y día, pidan de todo corazón el Espíritu de fuego 77 , y se les dar . Porque ese mismo Espíritu estuvo con Elías el Tesbita, con Eliseo y los otros profetas. Pero velen para que no se introduzcan pensamientos de duda en sus corazones, diciendo: "¿Quién puede recibirlo?". No les permitan entrar en ustedes 78 , sino que pidan con recta intención, y recibirán Yo mismo, su padre, rezo por ustedes 79 , para que reciban el Espíritu, porque sé que renunciaron a sus vidas para recibirlo 80 . Quien lo cultiva de generación en generación, lo recibir , y este Espíritu habita en los de corazón recto. Yo les aseguro 81 que ustedes buscan a Dios con un corazón recto. Cuando reciban ese Espíritu, Él les revelar todos los misterios celestiales. Porque les revelar muchas cosas que no puedo escribir sobre el papel. Entonces estarán libres de todo temor, una alegría celestial los rodear y se sentirán como si ya hubieran sido llevados al reino (de los cielos), estando todavía en el cuerpo. Ya no tendrán necesidad de orar por ustedes mismos, sino solamente por el prójimo 82 . Porque Moisés, después que recibió el Espíritu oró por el pueblo, diciendo: "Si tú los destruyes, bórrame del libro de los vivos" (Ex 32, 32). ¿Ven esta preocupación que tenían de orar por los otros, cuando habían llegado a ese grado? Muchos otros llegaron también a ese grado y rezaron por los demás Sobre todo esto no puedo escribirles ahora, pero ustedes son sabios y comprenderán todo. Cuando los visite les expondré más completamente sobre el Espíritu de fuego 83 , cómo se debe alcanzar, y les mostraré todas las riquezas que ahora no puedo confiar al papel Pórtense bien en ese Espíritu de fuego 84 , progresen y afírmense de día en día

Carta 9 La perseverancia en la vocación monástica 85 Sé que están sufriendo penas en el corazón, porque han caído en la tentación 86 , pero si la soportan con valor, alcanzarán la alegría. Pues si no soportan ninguna tentación, visible u oculta, no podrán progresar más allá de la medida que han alcanzado. Todos los santos, en efecto, cuando pidieron un aumento de fe, se encontraron frente a las tentaciones; porque desde el momento en que recibieron una bendición de Dios, una tentación les fue agregada por los enemigos, que

querían privarlos de la bendición con que Dios lo había gratificado. Los demonios, al ver que el alma bendecida hacía progresos, la combatían, en secreto o bien abiertamente. Porque cuando Jacob fue bendecido por su padre, inmediatamente le sobrevino la tentación de Esaú (Gn 27, 41). El diablo, en efecto, excitó su corazón contra Jacob y deseaba borrar su bendición, pero no pudo prevalecer contra el justo, pues está escrito: El Señor no dejar el cetro del pecador sobre el lote de los justos (Sal 125, 3) 87 . Por tanto, Jacob no perdió la bendición que había recibido, sino que ella creció con él de día en día. Esfuércense también ustedes por vencer la tentación, porque quienes reciben una bendición necesariamente deben soportar las tentaciones. Yo mismo, su padre, he soportado grandes tentaciones, en secreto y abiertamente, pero me sometí a la voluntad de Dios, tuve paciencia, supliqué a Dios y Él me salvó 88 Ahora entonces, también ustedes, mis amadísimos, ya que han recibido la bendición del Señor, reciban igualmente las tentaciones y sopórtenlas 89 hasta que las hayan superado. Obtendrán así un gran progreso y un crecimiento de todas 90 sus virtudes; y se les dar una gran 91 alegría celestial que todavía no conocen. El remedio para superar las tentaciones es no caer en la negligencia y orar a Dios, dándole gracias de todo corazón, teniendo una gran paciencia en todo, de esta forma las tentaciones se alejarán de ustedes. Porque Abrahán 92 fue tentado de ese modo y apareció como más agradable 93 . Por tal motivo está escrito: Las pruebas de los justos son numerosas, pero el Señor los librar de todas (Sal 34, 20). Santiago dice asimismo: Si alguno de ustedes sufre, que ore (St 5, 13). ¡Ven como todos los santos invocan a Dios en las tentaciones! También está escrito: Dios es fiel, Él no permitir que ustedes sean tentados por encima de sus fuerzas (1Co 10, 13); Dios, por ende, actúa en ustedes a causa de la rectitud de sus corazones. Si Él no los amara, no les enviaría tentaciones, pues está escrito: El Señor corrige al que ama; golpea al hijo que le es grato (Pr 3, 12; Hb 12, 6). Son, pues, los justos quienes se benefician con las tentaciones 94 , puesto que los que no son tentados tampoco son hijos legítimos 95 ; usan el hábito monacal, pero niegan su poder 96 . Antonio, en efecto, nos ha dicho que "nadie puede entrar en el reino de Dios sin haber sido tentado" 97 . Y el bienaventurado Pedro escribe en su carta: En esto ahora se alegrarán, ustedes que han tenido que soportar diversas tentaciones, para que su fe puesta a prueba sea hallada más preciosa que el oro perecedero probado por el fuego (1P 1, 6 - 7). Se dice asimismo que los árboles agitados por los vientos echan mejores raíces y crecen más; así sucede con los justos. En esto, pues, y en todo lo demás, obedezcan a sus maestros para progresar Ustedes saben que al comienzo el Espíritu Santo les da la alegría en la obra espiritual, porque ve que sus corazones son puros. Y cuando el Espíritu les ha dado la alegría y la dulzura, entonces se va y los abandona: es su signo. Hace esto con toda alma que busca a Dios, al comienzo. Se va y abandona a todo hombre, para saber si lo buscarán o no. Algunos, cuando Él se va y los abandona, quedan inmóviles 98 , permanecen en el abatimiento 99 y no oran a Dios para que les quite ese peso, y les envíe la alegría y la dulzura que habían conocido. Por su negligencia y su voluntad propia, se hacen extraños a la dulzura 100 de Dios. Por eso llegan a ser carnales; usan el hábito, pero reniegan de su poder (2Tm 3, 5). Estos tales son ciegos en su vida 101 y no conocen la obra de Dios Si ellos perciben un peso desacostumbrado y contrario a la alegría precedente, que oren a Dios con l grimas y ayunos; entonces Dios, en su bondad, si ve que sus corazones son rectos, que le rezan de todo corazón y que reniegan de sus

voluntades propias, les da una alegría más grande que la anterior y los fortifica aún más. Tal es el signo que realiza con toda alma que busca a Dios Después de haber escrito esta carta, me acordé de una palabra que me impulsó a escribirles sobre las tentaciones que se le presentan al alma del hombre, y que hacen descender de los cielos a los abismos del Hades 102 . He aquí porque el profeta clama y dice: Tú has sacado mi alma de las profundidades del Hades (Sal 86, 13) Cuando el alma sube del Hades, por el tiempo que ella acompaña al Espíritu de Dios, las tentaciones le vienen de todas partes. Pero cuando ha superado las tentaciones, llega a ser clarividente y recibe una nueva belleza. Así, cuando el profeta 103 debía ser llevado (al cielo), llegando al primer cielo 104 , se asombró de su resplandor; al arribar al segundo, se admiró al punto de decir: "Pensé que la luz del primer cielo es obscuridad" 105 , y así para cada cielo de los cielos 106 . El alma de los justos perfectos avanza y progresa hasta subir al cielo de los cielos 107 . Si llega allí, ha superado todas las tentaciones y ahora hay un hombre 108 sobre la tierra que ha llegado a ese grado Yo les escribo, mis amadísimos, para que se fortalezcan y aprendan que las tentaciones no causan daño a los fieles sino aprovechamiento y que, sin la venida de las tentaciones al alma, ella no puede subir a la morada de su Creador 109

Carta 10 La tentación es un signo de progreso 110 El Espíritu sopla donde quiere (Jn 3, 8). Sopla sobre las almas puras y rectas, y si ellas le obedecen, les da, al comienzo 111 , el temor y el fervor. Cuando ha sembrado esto en ellas, les hace odiar todas las cosas de este mundo 112 , ya sea el oro, la plata, los adornos; ya sea padre, madre, esposa o hijo. Y le hace dulce al hombre la obra de Dios, más que la miel y que el panal de miel (Sal 19, 10), ya sea que se trate del trabajo del ayuno, de las vigilias, de la soledad o de la limosna. Todo lo que es de 113 Dios le parece dulce 114 , y Él le enseña todo (Jn 14, 26) Cuando Él le ha enseñado todo, entonces le concede al hombre 115 ser tentado. A partir de ese momento, todo lo que antes era dulce para él, se le hace pesado. Por eso muchos, cuando son tentados, permanecen en el abatimiento 116 y se hacen carnales. Son aquellos de los que dice el Apóstol: Ustedes comenzaron por el espíritu y ahora terminan por la carne; sufrieron todo aquello en vano (Ga 3, 3 - 4) Si el hombre resiste a Satán s 117 en la primera tentación, y lo vence, Dios le otorga un fervor estable, tranquilo y sin turbación 118 . Porque el primer fervor es agitado e inestable 119 , mientras que el segundo fervor es mejor. Éste engendra la visión de las cosas espirituales y le hace recorrer un largo camino 120 con una paciencia imperturbable. Al igual que un barco con un buen viento es impulsado fuertemente por sus dos remos y recorre una gran distancia, de modo que los marineros están alegres y descansan, así el segundo fervor concede el reposo ampliamente Ahora, pues, hijos míos amadísimos, adquieran el segundo fervor para estar firmes en todo. Porque el fervor divino extirpa todas las pasiones (que provienen) de las seducciones, destruye la vetustez del hombre viejo y hace que el hombre llegue a ser templo de Dios, como está escrito: Yo habitaré y caminaré en ellos (2Co 6, 16) Si quieren que el fervor que se ha alejado vuelva a ustedes, he aquí lo que el hombre debe hacer: que haga un pacto con Dios 121 y que diga ante él:

"Perdóname lo que hice por negligencia, ya no seré más desobediente". Y que el hombre no camine más a su antojo 122 , para satisfacer su voluntad propia corporal o espiritualmente sino que sus pensamientos estén vigilantes delante de Dios noche y día, y que llore a toda hora frente a Dios afligiéndose, reprendiéndose y diciendo: "¿Cómo has sido (tan) negligente hasta el presente y estéril todos los días?". Que se acuerde de todos los suplicios y del reino eterno, reprendiéndose y diciendo: "¡Dios te ha gratificado con todo ese honor y tú eres negligente! ¡Te ha sometido el mundo entero y tú eres negligente!". Cuando alguien se acusa así noche y día y a toda hora, el fervor de Dios vuelve a ese hombre, y el segundo fervor es mejor que el primero El bienaventurado David cuando ve llegar el abatimiento 123 dice: "Me acordé de los años eternos, medité y recordé los días de eternidad, medité sobre todas tus obras, medité sobre las obras de tus manos. Levanté mis manos hacia ti. Mi alma tiene sed de ti como tierra reseca" (Sal 77, 6; 142, 5 - 6) 124 . E Isaías también dice: "Cuando hayas gemido de nuevo, entonces serás salvado y volverás a ser como eras" (Is 30, 15)

Carta 11 Discernir la voluntad de Dios. Estabilidad 125 A los queridísimos en el Señor Ustedes saben que cuando la vida del hombre cambia y él comienza una nueva vida agradable a Dios y superior a la anterior, también cambia su nombre. Porque, en efecto, cuando nuestros santos padres avanzaban en la perfección su nombre también era cambiado su nombre, y se les añadía un nombre nuevo, escrito sobre las tablas del cielo. Cuando Sara progresó se le dijo: No te llamarás más Sara, sino Sarra (Gn 17, 15), y Abram fue llamado Abraham; Isac, Isaac y Jacob, Israel; Saulo, Pablo; y Simón, Cefas, pues sus vidas fueron cambiadas y llegaron a ser más perfectos que antes. Por esto también ustedes crecieron en Dios, y es necesario que sus nombre sean cambiados a causa de su progreso según Dios. Ahora bien, amadísimos en el Señor, que amo de todo corazón, yo busco el provecho de ustedes como el propio, porque ustedes me han sido dados por hijos según Dios 126

Me he enterado que la tentación los presiona, y temo que ella provenga de su falta: porque oí decir que quieren dejar su lugar 127 , y me he entristecido, a pesar que hacía mucho tiempo que no me sentía atrapado por la tristeza. Porque sé muy bien que si ahora dejan su lugar, no harán ningún progreso, pues no es la voluntad de Dios. Si hacen esto y parten por su propia decisión, Dios no los ayudar ni saldrá con ustedes, y temo que caeremos en una multitud de males. Si seguimos nuestra voluntad propia, Dios no nos enviar su fuerza, que hace prosperar todos los caminos de los hombres. Si un hombre hace algo pensando que eso agrada a Dios 128 , en tanto que se mezcla su voluntad 129 , Dios no lo ayuda y el corazón del hombre se encuentra triste y sin fuerza en todo lo que emprende. Pues los fieles se equivocan, dejándose cautivar por la ilusión del progreso espiritual. Al principio, Eva no fue engañada sino por el pretexto del bien y del progreso. En efecto, habiendo oído: Ustedes serán como dioses (Gn 3, 5), no discernió la voz del que le hablaba 130 , transgredió el mandamiento de Dios y no solamente no recibió el bien, sino que incluso cayó bajo la maldición Salomón dice en los Proverbios: Hay caminos que les parecen buenos a los hombres, y conducen a las profundidades del Hades (Pr 14, 12). Dice esto de

quienes no comprenden la voluntad de Dios, sino que siguen su propia voluntad. Los que siguen su voluntad propia 131 y no comprenden la voluntad de Dios 132 , reciben de Satán s, al comienzo, un fervor semejante a la alegría, pero que no es alegría; y luego trae tristeza y vergüenza. En cambio, el que sigue la voluntad de Dios experimenta al principio una gran pena y al final encuentra reposo y alegría. Por tanto, no hagan nada 133 hasta que vaya a verlos para hablar con ustedes Hay tres voluntades que acompañan constantemente al hombre, pero pocos monjes las conocen, a excepción de los que han llegado a ser perfectos; de ellos dice el Apóstol: El alimento sólido es para los perfectos, para aquellos que por la práctica 134 tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal (Hb 5, 14). ¿Cuáles son esas tres voluntades? Una es aquella sugerida por el Enemigo; la otra, es la que brota en el corazón del hombre; y la tercera es la que siembra Dios en el hombre. Pero de estas tres, Dios solamente acepta la suya Examínense, pues, a sí mismos: ¿cuál de estas tres los empuja a dejar su lugar? No se vayan antes que los visite. Porque yo conozco la voluntad de Dios en este (asunto) 135 mejor que ustedes. Es difícil, en efecto, conocer la voluntad de Dios en todo momento 136 . Pues si el hombre no renuncia a todas sus voluntades y no se somete a sus padres según el Espíritu, no puede comprender la voluntad de Dios. Incluso aunque la comprendiera, le faltaría la fuerza para cumplirla 137 Es una gran cosa conocer la voluntad de Dios, pero es más grande cumplirla. Jacob tenía esas fuerzas porque obedecía a sus padres. Cuando ellos le dijeron: "Vete a Mesopotamia, junto a Labán" (Gn 27, 43; Gn 28, 2), obedeció con prontitud, aunque no deseaba alejarse de sus padres. Pero como obedeció, heredó la bendición de sus padres 138 . Y yo, su padre, si no hubiera obedecido primero a mis padres espirituales, Dios no me habría revelado su voluntad. En efecto, está escrito: La bendición de los padres afianza la casa de los hijos (Si 3, 11). Y ya que soporté muchos trabajos en el desierto y en la montaña 139 , pidiendo a Dios noche y día, hasta que Dios me reveló su voluntad; ahora también ustedes escuchen a su padre para que obtengan reposo y progreso He sabido que ustedes dicen: "Nuestro padre no conoce nuestra pena", y: "Jacob huyó de Esaú"; pero nosotros sabemos que él no huyó sino que fue enviado por sus padres 140 . Imiten, pues, a Jacob y esperen a que su padre los envíe, y los bendiga cuando partan, para que Dios los haga prosperar Pórtense bien en el Señor, queridísimos

Carta 12 La soledad 141 ¡A los amadísimos en el Señor, un alegre saludo! 142 Mis hermanos muy queridos, ustedes saben, también ustedes, que después de la transgresión de un mandamiento el alma no puede conocer a Dios 143 , si no se aleja de los hombres y de toda distracción. Porque entonces ella podrá ver el ataque de los enemigos que combaten contra ella; pero cuando vea al enemigo que lucha contra ella y triunfe de sus ataques, que le sobrevienen de tiempo en tiempo, el Espíritu de Dios entonces permanecer en ella y toda su pena ser cambiada en alegría y exultación. Si de nuevo es vencida en el combate, entonces le vienen tristezas, disgustos y muchas otras aflicciones varias 144 Por eso los santos Padres 145 vivieron como solitarios en lugares desiertos: Elías el Tesbita, Juan Bautista y los otros Padres. No crean que fue cuando se hallaban en

medio de los hombres que los justos progresaron, junto a ellos, en la virtud 146 , sino que antes habitaron en una gran soledad, para conseguir que la fuerza de Dios habitar en ellos 147 . Después Dios los envió en medio de los hombres, cuando ya poseían las virtudes, para servir a la edificación de los hombres 148 y curar sus enfermedades, pues ellos fueron los médicos de las almas y pudieron curar sus enfermedades 149 . Por esto, pues, arrancados de la soledad, fueron enviados a los hombres; pero no fueron enviados sino cuando todas sus propias enfermedades estuvieron curadas. Es imposible, en efecto, que Dios los mande para servir a la edificación de los hombres si todavía están enfermos. Pero los que salen antes de ser perfectos, salen por su propia voluntad y no por la voluntad de Dios. Y Dios dice de esos tales: "Yo no los envié, pero ellos corrieron" (Jr 23, 21), etc. A causa de esto, no pueden ni custodiarse a sí mismos, ni servir a la edificación de otra alma Por el contrario, los que son enviados por Dios no quieren abandonar la soledad 150 , pues saben que es gracias a ella que han adquirido la fuerza divina; pero para no desobedecer a su Creador, salen para servir a la edificación de los otros, imitando al Señor, porque el Padre envió del cielo a su verdadero Hijo para que Él curase todas las debilidades y todas las enfermedades de los hombres 151 . Est escrito: Tomó nuestras debilidades y cargó nuestras enfermedades (Is 53, 4). He aquí por qué todos los santos que van a los hombres para curarlos, imitan al Creador en todo, para llegar a ser dignos de convertirse en hijos adoptivos de Dios y para vivir, también ellos, como el Padre y el Hijo, por los siglos de los siglos 152 He aquí, amadísimos, que les he mostrado la fuerza 153 de la soledad, cómo ella cura en todos los aspectos 154 y cómo le es grata a Dios 155 . Por eso les escribí que fueran fuertes en lo que emprendieran. Sépanlo, es por la soledad que progresaron los santos y la fuerza divina habitó en ellos, dándoles a conocer los misterios celestiales, y fue así que expulsaron toda la vetustez de este mundo. Quien les escribe también llegó a esa meta por el mismo camino Muchos son los monjes de nuestro tiempo que no han sido capaces de perseverar en la soledad, porque no pudieron vencer su voluntad. Por eso viven siempre entre los hombres, no siendo capaces de renunciar, de huir de la compañía de los hombres y de emprender el combate. Abandonando la soledad, se conforman con consolarse con sus prójimos por toda su vida. A causa de esto no alcanzan la dulzura divina ni la fuerza divina habita en ellos. Porque cuando esa fuerza se les presenta, los encuentra buscando su felicidad en el mundo presente y en las pasiones del alma y del cuerpo. Y no puede descender sobre ellos. El amor del dinero, la vanagloria, todas las otras enfermedades y distracciones del alma impiden que la fuerza divina descienda sobre ellos La mayoría no han podido progresar en esto, porque han permanecido en medio de los hombres y no han logrado, a causa de esto, vencer todas sus voluntades. No han querido, en efecto, vencerse a sí mismos al extremo de huir de las distracciones causadas por los hombres, sino que permanecen distraídos unos con otros. Por eso no han conocido la dulzura de Dios y no han sido juzgados dignos de que su fuerza habite en ellos, y les dé el carácter celestial. Así, la fuerza de Dios no habita en ellos, pues están acaparados por las cosas de este mundo, entregados a las pasiones del alma, a las glorias humanas y a las voluntades del hombre viejo. Es de esta forma que Dios nos testimonia lo que debe suceder Fortifíquense, entonces, en lo que hacen. Porque quienes abandonan la soledad no pueden vencer sus voluntades ni imponerse en el combate que se entabla contra su adversario. A causa de esto no tienen más la fuerza de Dios que habita en ellos. Ella no mora en los que sirven a sus pasiones 156 . Pero ustedes vencieron las pasiones y la fuerza de Dios vendrá por sí misma a ustedes

Pórtense bien en el Espíritu Santo

Carta 13 El Espíritu de penitencia y el Espíritu Santo Queridísimos en el Señor, los saludo en el Espíritu de dulzura, que es pacífico y perfuma las almas de los justos. Este Espíritu viene sólo a las almas totalmente purificadas de su vetustez, porque es santo y no puede entrar en un alma impura (Sb 1, 4 - 5) 157 Nuestro Señor lo dio a los apóstoles únicamente después que ellos se purificaron. Por eso Él les dijo: "Si me voy, les enviaré el consolador, el Espíritu de verdad, y Él les dar a conocer todas las cosas" (Jn 16, 7.13). Pues este Espíritu, desde Abel y Henoc hasta hoy, se da a las almas de los justos que están totalmente purificadas. Pero el que llega a las otras almas no es ése, sino el Espíritu de penitencia 158 ; arriba a las otras almas para llamarlas a todas y purificarlas de su impureza. Y cuando las ha purificado totalmente, las entrega 159 al Espíritu Santo, para que Él difunda sin cesar sobre ellas un perfume suave, como lo dijo Leví: "¿Quién ha conocido el perfume del Espíritu sino aquellos en los cuales Él habita?" 160 . Son pocos los favorecidos incluso con el Espíritu de penitencia, pero el Espíritu de verdad, de generación en generación, apenas habita en algunas almas solamente Al igual que una perla preciosa no se encuentra en todas las casas, sino únicamente, a veces, en los palacios reales 161 , así también este Espíritu no se encuentra sino en las almas de los justos que han llegado a ser perfectos. Desde el instante en que Leví fue gratificado con Él, ofreció una gran acción de gracias a Dios y dijo : "Te canto, Señor, porque me has regalado el Espíritu que tú das a tus siervos" 162 . Y todos los justos a los cuales fue enviado, ofrecieron a Dios grandes acciones de gracias. Porque es la perla de la que habla el evangelio, comprada por aquel que vendió todos sus bienes (Mt 13, 46). Pues el tesoro escondido en un campo, que un hombre encontró y por el que se alegró mucho (Mt 13, 44). A las almas en las que habita, Él les revela grandes misterios; para ellos la noche es como el día. He aquí que les he dado a conocer la acción de ese Espíritu Quiero 163 que sepan que desde el día en que los dejé, Dios me hizo prosperar en todas las cosas, hasta que llegué a mi lugar. Y cuando estoy en mi soledad, Él hace mi camino más próspero aún 164 y me ayuda, ya sea secretamente, ya sea abiertamente. Y hubiera deseado que ustedes estuvieran cerca mío a causa de las revelaciones que me fueron dadas 165 , porque cada día concede nuevas (revelaciones) 166 Deseo, pues, que sepan cuál es la tentación. Ustedes saben que la tentación no le sobreviene al hombre si no ha recibido el Espíritu. Cuando ha recibido el Espíritu, es entregado al diablo para ser tentado. ¿Pero quién lo entrega sino el Espíritu de Dios? Porque es imposible para el diablo tentar a un fiel, si Dios no se lo entrega En efecto, nuestro Señor al tomar carne devino un ejemplo para nosotros en todo. Cuando fue 167 bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma (Mt 3, 16), porque el Espíritu lo condujo al desierto 168 para ser tentado (Mt 4, 1), y el diablo no pudo nada contra Él. Pero la fuerza del Espíritu, después de las tentaciones, les agrega a los santos otra grandeza y una fuerza más grande 169 Es necesario que ustedes conozcan 170 mi tentación, que me ha hecho semejante a nuestro Señor. Cuando Él descendió del cielo, vio un aire diferente, tenebroso, y de nuevo cuando iba a descender al Hades, vio un aire más denso y dijo: "Ahora mi

alma está turbada" (Jn 12, 27). Igualmente yo, de modo parecido, soporté recientemente esta tentación que me turbó por todas partes 171 . Sin embargo, yo alabé a Dios, a quien sirvo con todo mi corazón desde mi juventud y a quien obedezco, ya sea en el honor, ya sea en la humillación. Él me sacó de ese aire tenebroso y me restableció en la primera altura. Y pienso que esa tentación es la última 172 Cuando el bienaventurado José soportó su última tentación en la prisión (Gn 29, 20), fue más afligido que por todas las otras tentaciones. Pero después de la prisión, que es la imagen del Hades, él recibió todos los honores, porque llegó a ser rey (Gn 41, 40). Desde entonces la tentación no lo probó más. Les he dado a conocer en qué tentaciones me encontré y cómo estoy ahora 173 Después de haber escrito esta carta me acordé de la palabra escrita en Ezequiel, que presenta la imagen de las almas que han llegado a ser perfectas. Él vio un ser viviente sobre el rió Chobar, que tenía cuatro rostros, cuatro pies y cuatro alas. Un rostro de Querubín, uno de hombre, uno de águila y uno de toro (Ez 1, 1 - 10). El rostro de Querubín es el Espíritu de Dios, reposando en un alma y disponiéndola a alabar con una voz dulce y bella 174 . Y cuando Él quiere, desciende y edifica a los hombres, toma entonces el rostro de hombre. Y el de toro, es cuando el alma fiel está en el combate: el Espíritu de Dios la auxilia y le da la fuerza de un toro, para que ella pueda cornear al diablo. Y el de águila, porque el águila vuela más alto que todos los otros pájaros. Y cuando el alma del hombre se eleva en las alturas, el Espíritu Santo viene a ella, enseñándole a permanecer en las alturas y a estar cerca de Dios Les he dado a conocer pocas cosas sobre este ser. Pero si oran y los visito, entraré en Betel, que es la casa de Dios (Gn 28, 19), y cumpliré mis votos (Sal 66, 13), los que prometieron mis labios 175 . Entonces les hablaré más claramente 176 sobre este ser 177 En efecto, Betel quiere decir la casa de Dios (Gn 28, 19). Dios combate, entonces, por la casa sobre la que se invoca su nombre. Y fue Ezequiel quien vio ese ser viviente Saluden a todos aquellos que han sido asociados al trabajo y a los sudores de sus padres en la tentación, como Juan lo dice en otro lugar: "Dios es glorificado por el sudor del alma" 178 . Así por la semilla de sudor que siembra, el alma es asociada a Dios. Y aquellos son asociados también a su cosecha, pues está escrito: Si sufrimos con él, viviremos con él (Rm 8, 17), etc. El Señor también dijo a sus discípulos: "Ustedes padecieron conmigo en mis tentaciones, estableceré con ustedes un contrato real, al igual que El Padre me prometió que se sentarían a mi mesa" (Lc 22, 29), etc Ven que quienes comparten los trabajos también comparten el reposo, y el que participa en la humillación, igualmente participa en el honor. Est escrito, en efecto, en los Padres: "Un buen hijo hereda el derecho de primogenitura y las bendiciones paternas" 179 . Sucede así con lo que nosotros sembramos. Son los sembrados de Dios y los buenos hijos quienes heredan el derecho de primogenitura y nuestras bendiciones. Cuando esté lejos, en mi lugar, la llegada de los frutos me recordar estos sembrados Pero tú, como un buen maestro, exhórtalos con cuidado. ¡Quiera Dios que abandones esta morada 180 dejando una buena cosecha! Porque sabemos que eres un padre bueno y un educador excelente. Sin embargo, te recuerdo que es por causa de esta cosecha que Dios te ha dejado en esta morada Pórtate bien en el Señor, en el Espíritu dulce y pacífico que habita las almas de los justos

Carta 14 La justicia 181 He aquí la carta que les ha escrito su padre; esta es la herencia de los padres justos 182 , que legan en herencia a sus hijos la justicia 183 . Los padres según la carne dejan en herencia a sus hijos el oro y la plata; pero los justos 184 dejan esto a sus hijos: la justicia 185 . Los patriarcas eran muy ricos en oro y plata, y próximos a la muerte, no les dieron ninguna orden, excepto respecto de la justicia, pues ella permanece por siempre El oro y la plata son corruptibles (1P 1, 18), pertenecen a la miserable tienda de este tiempo tan breve. Pero la justicia pertenece a la morada de lo alto y le queda al hombre para siempre. Porque la herencia que les dan sus padres es la justicia 186 Pórtense bien el Señor y en la buena voluntad de la justicia que Dios les da día tras día, hasta su salida de aquí abajo

Notas Notas carta 1 1 Se

conserva solamente en sirio (nro. 1), georgiano (nro. 13, inédita), árabe (con el nro. 15) y armenio (con el nro. 2) 2 El texto siríaco trae cuerpo, en tanto que el georgiano, el árabe y el armenio leen fruto. La lectura cuerpo es la "lectio difficilior", que D. Outtier y D. Regnault prefieren. Debe entenderse como "la renovación del mismo cuerpo por el Espíritu Santo, anticipación de la condición de resucitado"; Lettres, p. 17, nota 1 3 Antonio, Epístola 5, 4 4 Lo que sigue, hasta el final del párrafo, falta en la versión siríaca 5 El siríaco lee: "Dios nos reciba a cada uno en esa mansión" 6 Antonio, Epístola 4, 12 7 Sirio: "Y que Él nos reciba" 8 Georgiano, árabe y armenio traen: "Y de los placeres del cuerpo"

Notas carta 2 9

Se conserva en sirio (nro. 2), georgiano (con el nro. 1), griego (con el nro. 2) y árabe (con el nro. 9) 10 Sirio y árabe: "Y con toda su fuerza adquiere el temor" 11 Cf. Lc 15, 10; Antonio, Epístola 3, 1 12 El sirio dice: "Hasta que se haya introducido en el lugar de la vida". El comienzo de esta carta se conserva en copto, en una colección de Apotegmas: Annales du Musée Guimet, t. 25, p. 25 (Lettres, p. 19, nota 2) 13 Sirio: "La dulzura de Dios, en la medida que le sea posible, producir fuerza en ustedes". Griego: "Para que la dulzura de la gracia progrese y aumente su fruto" 14 Griego: "La mayoría" 15 Sirio: "Dulzura de la divinidad"; árabe: "Dulzura del amor divino"

16

Griego: "Porque no han recibido la fuerza celestial" Sirio: "Para que puedan trabajar en todo tiempo con facilidad y alegría". El griego omite "gozo y alegría" 18 Sirio: "Toda la obra de Dios" 19 Cf. Atanasio de Alejandría, Vida de Antonio 65 20 Sirio: "El efecto de la obra divina"; georgiano: "Sus obras" 21 "Que se consideran como preciosas", omiten siríaco y árabe 22 El griego sigue con la carta 3, que es la 4 del siríaco 23 "Honorables hermanos, amigos de Dios", es la lección del georgiano; sirio: "En toda obra de amor de Dios" 17

Notas carta 3 24

Esta epístola se puede leer en las versiones siria (nro. 3), georgiana (nro. 2), griega (nro. 6), árabe (nro. 10) 25 Este saludo falta en el sirio y árabe. En el griego solamente se lee: "Salud" 26 En la Epístola de san Arseno (nro. 68) se encuentra la misma cita bíblica (todo el versículo); cf. Lettres, p. 112 27 Sirio y árabe añaden: "De nuestra época" 28 Sirio: "La dulzura que hace ardiente por Dios el corazón" 29 Griego: "Hace sus obras por respeto humano" 30 Sirio agrega: "En la medida que puede" 31 Sirio: "¿Pero cómo destruye (sus cuerpos) y los somete de modo que pierdan su propio modo de vida y su virtud? Cuando los incita..." 32 Sirio: "Cuando piensan que poseen algo por el hombre" 33 Desde "delante", falta esta frase en el sirio 34 En vez de fuerza y gracia, el sirio trae "alegría" 35 Este trozo desde "Pero ustedes" hasta "excelente", falta en el griego 36 Desde "Si ven que...", la traducción corresponde a la epístola 2, 3 del texto griego. Esta versión no trae la cita del Sal 143, 6; y termina diciendo: "Así inflamó su corazón de nuevo y recibió la dulzura del santísimo Espíritu". Lo que sigue después no se halla en el griego 37 Sirio agrega: "En el reino" 38 El sirio concluye de la siguiente forma: "Que han terminado bien su vida para siempre. Amén"

Notas carta 4 39

Nro. 4 en sirio y georgiano, nro. 3 en el griego y nro. 11 en el árabe En el sirio falta este saludo 41 Cf. G 4, 28 42 Cf. el Apotegma, de la serie alfabética, Pastor 52; PG 65, 333 43 El sirio trae: "Y la iluminación de los ojos" 44 Sirio: "Hijos de adopción"; cf. Rm 8, 15 45 "Ni hombre ni demonio", no se lee en el georgiano y tampoco en el griego 40

46

Griego: "Para conocerlo" Sirio: "Para que conozcan las riquezas de la herencia de los santos" 48 Sirio: "Que esta discreción se instale definitivamente en ustedes" 49 Griego: "Poco numerosas bendecidas por Dios" 50 Griego: "De mencionar entre ustedes el nombre de un monje..." 51 Sirio: "De la comunidad" 47

Notas carta 5 52

Se conserva en sirio (nro. 5), georgiano (nro. 5) y árabe (nro. 12) Cf. la carta 2 de Ammonas 54 Sirio: "Libre de acepción de personas" 53

Notas carta 6 55

Se conserva solamente en sirio (nro. 6), georgiano (nro. 6) y árabe (nro. 13) En el sentido de mansiones celestiales 57 Sirio: "Para quienes son las grandes promesas del Hijo; ellos reciben las gracias y ayudan a los hombres" 58 Sirio: "Y cada uno de éstos es un ejemplo para su generación, de modo que aquel que es considerado perfecto sea un ejemplo para los hombres" 56

Notas carta 7 59

Se conserva en sirio (nro. 7), georgiano (nro. 7) y árabe (nro. 14) Sirio: "A sus padres en la fe" 61 Sirio: "Los hijos reciben la bendición de los padres..." 62 Sirio: "La piedad de Dios" 63 Sirio: "Fue hecho incapaz de pasión" 64 Cf. Vida de Antonio 8 y 35 65 Georgiano: "Del amor de Cristo"; árabe: "Del amor de Dios en nuestro Señor Jesucristo". Se adopta la lectura del sirio 66 Sirio: "Las bendiciones de mis padres..." 67 Sirio: "Los ejércitos de los ángeles se alegrarán por ustedes en todas las cosas" 68 El texto siríaco omite la segunda parte de la cita de Proverbios ("pero la luz de los impíos...") 69 Sirio: "Yo pido que también ustedes puedan llegar a la mansión de la vida" 70 Sirio: "Hacia Él" 71 De aquí hasta el final, falta en el siríaco 60

Notas carta 8 72

Se conserva en sirio (nro. 8); georgiano, con el nro. 8 - 9; parcialmente en griego con el nro. 4; y en árabe con el nro. 8 73 Sirio: "A nuestros bienaventurados padres"

74

Sirio agrega: "Que pueda visitarlos de modo que..." Seguimos la lectura del siríaco. El georgiano es bastante diferente: "Sean fuertes en la paz de ese gran fuego del que se revistió su padre, a fin de revestirse de él también ustedes" 76 Georgiano: "Revestirlo". Aquí comienza el texto griego (párrafo 8 de la carta IV), que trae: "Si quieren adquirir la gracia espiritual..." 77 El sirio trae "Espíritu Santo" 78 Griego (carta 4, 9): "No se dejen dominar por esos pensamientos..." 79 El griego omite "por ustedes"; mientras que el georgiano trae: "Rezo siempre por ustedes" 80 El sirio literalmente dice: "Renunciaron a sus almas...". La frase falta en el griego y en el georgiano 81 Literalmente: "Yo les doy testimonio..." 82 Lo que sigue falta en el griego que coloca aquí la conclusión de la carta: "Gloria al Dios bueno, que favorece con semejantes misterios a quienes los sirven con sinceridad; a Él la gloria eterna. Amén" 83 Sirio: "Espíritu de alegría" 84 "De vida", trae el sirio 75

Notas carta 9 85

Ha llegado hasta nosotros en sirio (con el nro. 9 - 10a), en georgiano (con el nro. 8 - 9) y en griego (con el nro. 4) 86 Sirio: "En una gran tentación" 87 Sirio: "El cetro del pecador no permanecer en la porción del justo" (Sal 125, 3) 88 Sirio: "Esperé, recé, me mostré fuerte y mi Señor me libró". Georgiano: "Soporté la voluntad de Dios en la esperanza y la oración, y Él me salvó" 89 "Sopórtenlas", falta en el sirio 90 "Todas", falta en la versión siríaca 91 "Gran" también falta en el sirio 92 El griego añade: "Y Jacob y Job y muchos otros fueron tentados..." 93 Sirio: "Y el atleta apareció como vencedor" 94 Griego: "Es, pues, a los justos que les sobreviene una apariencia de tentaciones" 95 El sirio lee: "No son elegidos (o: autenticados)"; y el georgiano: "No son firmes en la fe" 96 Dynamin ("virtutem"). Cf. 2Tm 3, 5. Esta misma cita es utilizada por san Antonio en sus Cartas 3, 3; 5, 4; 6, 3 (Lettres, p. 33, nota 1) 97 Apotegma Antonio 5; PG 65, 77 98 Literal: "pesados" 99 El sirio y el griego añaden: "Sin movimiento" 100 Georgiano: "Al amor" 101 Sirio: "Son ciegos en sus ojos" 102 El sirio dice: "De la tentación del alma del hombre que ha progresado, y que desciende del grado de la perfección espiritual..." 103 El georgiano y el griego agregan: "Elías" 104 Sirio: "Primer grado" (u: orden)

105

Cita de la obra apócrifa llamada Ascensión de Isaías, 8, 21. El sirio añade: "En comparación con este" (=el segundo cielo) 106 El sirio lee: "Hasta el grado supremo de la perfección" 107 El sirio lee nuevamente: "Hasta el grado supremo de la perfección". Lo que sigue, hasta el final de la frase, falta en el texto griego 108 "Hombres", trae el sirio 109 Sirio: "A la mansión de la vida"

Notas carta 10 110

Se conserva en sirio (nro. 10b), georgiano (nro. 12), griego (nro. 8), armenio (nro. 1) y etíope (nro. 1). Los traductores franceses (Lettres, p. 12), le dan a esta epístola el nro. 10b, en el texto siríaco, pues la carta anterior (que sería así la IX y XI) abarca la primera parte de la presente (párrafos 1, completo, y 2, hasta la cita del evangelio de Jn, exclusive) 111 "Al comienzo": agrega el sirio 112 El sirio suena algo más radical: "El entero mundo" 113 Sirio: "Todo lo que se hace para Dios"; georgiano: "Toda voluntad de Dios" 114 Pasaje citado en copto, bajo el nombre de Antonio, por Besa; CSCO 157, p. 100 y CSCO 158, pp. 96 - 97 (Lettres, p. 35, nota 1) 115 "Al hombre", añade el siríaco 116 Sirio: "Pesadez"; cf. carta 9, 4 - 5 117 No leo "Satán s" en el sirio 118 Sirio: "Pacífico, sabio (racional) y paciente"; georgiano: "Tranquilo y una paciencia sin turbación"; etíope: "Firme, constante y sin turbación"; armenio: "Firme y una paciencia sin turbación" 119 Sirio: "Sin sabiduría" 120 Sirio: "Entabla un gran combate" 121 Sirio: "Y grite con dolor de corazón" 122 El georgiano trae: "En el reposo del cuerpo", en vez de "a su antojo" 123 Sirio: "La pesadez" 124 El siríaco omite el adjetivo "reseca" (o árida)

Notas carta 11 125

Se conserva en sirio (nro. 11), georgiano (nro. 10), griego (nro. 5) y árabe (nro.

20) 126

En el sirio y en el árabe falta esta primera parte del párrafo Cf. el apotegma Ammonas 1 128 Sirio: "Que eso es de Dios"; griego: "Si un hombre hace alguna cosa por sí mismo"; árabe: "Que es la voluntad del Señor" 129 Esta frase la omiten el griego y el árabe 130 Sirio y árabe: "Lo que se le decía" 131 Esta frase no está ni en el griego ni en el georgiano ni en el árabe 132 Esto no aparece en el georgiano y en el árabe 133 El sirio añade: "Por voluntad propia" 127

134

El sirio lee: A causa de su conciencia Sirio: "Sobre ustedes" 136 "En todo momento", no se lee en el sirio 137 Griego: "Cuando la hubiera comprendido, entonces pedir a Dios la fuerza para poder hacerla" 138 "De sus padres", falta en el griego 139 Cf. apotegma Ammonas 9; Vida de Antonio 11, 12, 14, 41, etc.: "la asociación" desierto - montaña (Lettres, p. 38, nota 2) 140 El texto griego es bastante confuso en esta parte 135

Notas carta 12 141 Se

conserva en sirio (nro. 12), georgiano (nro. 3), griego (nro. 1), árabe (nro. 18), armenio (nro. 3) y etíope (nro. 2) 142 Este saludo falta en el griego 143 El griego agrega: "Como corresponde" (o: es necesario). Otras versiones añaden: "Fácilmente" 144 El griego trae un texto un tanto diverso: "Durante esas luchas, le infligirán aflicciones y tristezas con muchos otros disgustos variados, pero que no se asuste, porque no prevalecerán contra aquella que vive en la soledad" 145 Griego: "Nuestros santos padres"; georgiano y etíope agregan: "Los primeros santos padres" 146 La traducción sigue el texto griego, la versión siríaca parece un poco más oscura: "No consideren que eran justos por realizar las obras de justicia habitando en medio de los hombres..." 147 "Si quieres que la fuerza de Dios venga sobre ti, ama el ayuno y huye de los hombres"; carta de Arseno, 32 (Lettres, p. 41, nota 1) 148 El texto siríaco dice: "Para ser los dispensadores de Dios"; se sigue la lectura del georgiano, del griego y del armenio 149 Cf. Vida de Antonio 87: Antonio "médico de todo Egipto" (Lettres, p. 41, nota 2) 150 Cf. Vida de Antonio, 85 151 Cf. las cartas de san Antonio: 3, 2; 4, 2 - 3; 5, 2; 6, 2 152 Desde "imitando al Señor" hasta el final de este párrafo, el texto falta en el georgiano, en el griego, en el armenio y en el etíope 153 Georgiano y armenio: "El fruto"; etíope: "Los frutos" 154 Lectura del siríaco, que falta en georgiano, griego, armenio y etíope 155 Lo que sigue, hasta el final del párrafo, no se encuentra en el georgiano, griego, armenio y etíope 156 Tal el texto de las versiones georgiana, griega, armenia y etíope. El sirio lee: "Porque quienes abandonan la stez"), el sirio trae: "De los que están completamente purificados de sus pasiones"

Notas carta 13 157

Cf. cartas de san Antonio, VII san Antonio en sus cartas (1, 2 y 4) habla de un espíritu de penitencia o de conversión (Lettres, p. 45, nota 2) 158 También

159

Es la lección del georgiano; el griego y el árabe leen: "transmite"; el sirio: "conduce" (o: guía) 160 Cita no identificada 161 El griego dice solamente: "Del mismo modo que una perla de gran precio..." 162 Cita no identificada 163 Este párrafo falta por completo en la versión griega 164 Sigo texto siríaco 165 Georgiano: "Que sepan cuantas revelaciones hay"; árabe: "Para que les dé a conocer todo lo que me ha revelado el Espíritu Santo en todo tiempo" 166 Georgiano: "Pues de día en día tendrán una alegría aún más grande"; el árabe omite esta frase 167 Esta primera parte, hasta aquí, falta en el georgiano 168 El sirio añade: "Y lo entregó a Satán s..." 169 "Y una fuerza más grande", falta en el siríaco 170 Es la lectura del georgiano; falta en el siríaco. El árabe trae: "Hijos amadísimos, desearía que estuviesen cerca mío para que conocieran..." 171 El texto griego omite desde "es necesario" hasta aquí 172 Toda esta última parte es diferente en el griego: "En todas las cosas alabemos, pues, a Dios y démosle gracias, sea en el honor, sea en la humillación, porque Él nos ha sacado de ese aire tenebroso y nos ha restablecido en nuestra primera altura". Después lo que sigue, no existe en la versión griega editada por F. Nau 173 Georgiano: "He aquí que les he dado a conocer la magnitud de las tentaciones que soportado" 174 La trad. francesa de esta parte parece seguir la versión georgiana; el texto siríaco es bastante diverso: "Una cara de Querubín era de león, una de hombre, una de águila y una de toro (Ez 1, 1 - 10). Ahora bien, ¿la cara de león de Querubín, qué es? En efecto, cuando el Espíritu de Dios reposa sobre el alma de un hombre, le da la fuerza de Dios, la anima fuertemente y le enseña un canto con voz dulce y bella" 175 El sirio dice: "Entrarán en Betel y allí cumpliremos nuestros votos, y ofreceremos nuestros sacrificios de paz, que prometieron nuestros labios" 176 Es la lectura del georgiano. El sirio trae: "En la medida que nos sea posible les daremos la explicación..." 177 Aquí parece terminar el georgiano, que solamente añade el saludo: "Sean fuertes en Cristo y pórtense bien" 178 Cita no identificada 179 Cita no identificada 180 El sirio dice: "Este mundo"

Notas carta 14 181 Se

conserva únicamente en sirio (nro. 14) y árabe (nro. 19) El árabe trae "espirituales" 183 Árabe: "La bendición" 184 Árabe: "Padres espirituales" 185 Árabe: "La bendición" 182

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Árabe: "La bendición"

ANASTASIO SINAITA Para comulgar dignamente (Sermón sobre la Santa Sínaxis) Grande es nuestra miseria, carísimos. Porque debiéramos tener el espíritu encendido, atento en la oración y en la súplica, principalmente en la celebración del misterio eucarístico, y estar llenos de temor y temblor en la presencia del Señor mientras se celebra la Misa. Sin embargo, ni siquiera le ofrecemos el Sacrificio con pura conciencia, con espíritu contrito y humillado, sino que durante la Santa Sínaxis terminamos nuestros asuntos públicos y la administración de muchos y vanos negocios. Hay gentes que no se preocupan en pensar con qué pureza y con qué dolor de sus pecados se han de acercar a la Sagrada Mesa, sino qué vestidos se han de poner. Otros vienen, pero no se dignan permanecer hasta el fin, sino que preguntan a los demás en qué punto va la Misa y si llega ya el tiempo de la Comunión; y entonces rápidamente, como los perros, saltan, arrebatan el místico pan y se marchan. Otros, presentes en el templo de Dios, no están quietos ni un momento, y se dedican a conversar prestando mas atención a las habladurías que a la oración. Otros no se preocupan absolutamente nada de su conciencia, ni de limpiar las manchas de sus pecados por medio de la penitencia, y van acumulando pecados sobre pecados (...). Pues dime: ¿con qué conciencia, con qué estado de alma, con qué pensamientos te acercas a estos misterios, si en tu corazón te está acusando tu misma conciencia? Contéstame: si tuvieras las manos manchadas de estiércol, ¿te atreverías a tocar con ellas las vestiduras del rey? Ni siquiera tus mismos vestidos tocarías con las manos sucias, antes bien, te las lavarías y enjugarías cuidadosamente, y entonces los tocarías. Pues, ¿por qué no das a Dios ese mismo honor que concedes a unos viles vestidos? Entrar en la iglesia y honrar las imágenes sagradas y las veneradas cruces, no basta por sí solo para agradar a Dios, como tampoco lavarse las manos es suficiente para estar completamente limpio. Lo que verdaderamente es grato a Dios es que el hombre huya del pecado y limpie sus manchas por la confesión y la penitencia. Que rompa las cadenas de sus culpas con la humildad del corazón, y así se acerque a los inmaculados misterios. Quizá diga alguno: no me es grato llorar y dolerme. ¿Por qué? Porque no meditas, porque no piensas, porque no ponderas el terrible día del juicio. Con todo, si no puedes llorar, al menos manten un porte grave y respetuoso; echa lejos de ti el orgullo, ponte en la presencia del Señor y, con los ojos vueltos a la tierra y con espíritu contrito, reconócete pecador. ¿No ves cómo los que están en la presencia de un rey terreno, que muchas veces es un impío, se comportan ante él con reverencia? Permanece, pues, ante Dios con paz y compunción; confiesa tus pecados a Dios por medio de los sacerdotes. Condena tus propias acciones y no te avergüences, porque hay una vergüenza que conduce al pecado y una vergüenza que es honor y gracia (Si 4, 25). Condénate a ti mismo delante de los hombres, para que el juez te declare justo delante de los ángeles y delante de todo el mundo. Pide misericordia, pide perdón, pide la remisión de tus culpas pasadas y verte libre de las futuras, para que puedas acercarte dignamente a tan grandes misterios, para participar con pura conciencia del cuerpo y sangre de Cristo, para que te sirvan de purificación y no de condenación. Oye a San Pablo, que dice: pruébese a sí mismo el hombre, y así coma de aquel pan y beba de aquel cáliz. Porque quien lo come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación, no haciendo el discernimiento del cuerpo del Señor. Por eso hay entra vosotros muchos enfermos y achacosos y mueren bastantes (1Co 11, 28 ss.). ¿Comprendes ahora cómo la enfermedad y la muerte provienen, con mucha frecuencia, de acercarse indignamente a los divinos misterios? Pero, tal vez dirás: ¿pues quién es digno?

También caigo yo en la cuenta de esto. Y, sin embargo, serás digno con tal de que quieras. Reconócete pecador; apártate del pecado, huye de la maldad y de la ira. Practica obras de penitencia. Revístete de templanza, de mansedumbre y de longanimidad. De los frutos de la justicia saca compasión y entrañas de misericordia para los necesitados, y entonces te habrás hecho digno

ANDRES DE CRETA Madre inmaculada (Homilía I en la Natividad de la Santísima Madre de Dios) Exulte hoy toda la creación y se estremezca de gozo la naturaleza. Alégrese el cielo en las alturas y las nubes esparzan la justicia. Destilen los montes dulzura de miel y júbilo las colinas, porque el Señor ha tenido misericordia de su pueblo y nos ha suscitado un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, es decir, en esta inmaculadísima y purísima Virgen por quien llega la salud y la expectación de los pueblos. Que las almas buenas y agradecidas entonen un cántico de alegría; que la naturaleza convoque a todas las criaturas para anunciarles la buena nueva de su renovación y el inicio de su reforma (...). Salten de alegría las madres, pues la que carecía de descendencia [Santa Ana] ha engendrado una Madre virgen e inmaculada. Alégrense las vírgenes, pues una tierra no sembrada por el hombre traerá como fruto a Aquél que procede del Padre sin separación, según un modo más admirable de cuanto puede decirse. Aplaudan las mujeres, pues si en otros tiempos una mujer fue ocasión imprudente del pecado, también ahora una mujer nos trae las primicias de la salvación; y la que antes fue rea, se manifiesta ahora aprobada por el juicio divino: Madre que no conoce varón, elegida por su Creador, restauradora del género humano. Que todas las cosas creadas canten y dancen de alegría, y contribuyan adecuadamente a este día gozoso. Que hoy sea una y común la celebración del cielo y de la tierra, y que cuanto hay en este mundo y en el otro hagan fiesta de común acuerdo. Porque hoy ha sido creado y erigido el santuario purísimo del Creador de todas las cosas, y la criatura ha preparado a su Autor un hospedaje nuevo y apropiado. Hoy la naturaleza, antiguamente desterrada del paraíso, recibe la divinidad y corre con paso alegre hacia la cima suprema de la gloria. Hoy Adán ofrece María a Dios en nuestro nombre, como las primicias de nuestra naturaleza; y estas primicias, que no han sido puestas con el resto de la masa [Clara alusión a que la Santísima Virgen estuvo inmune del pecado original, con el que en cambio nacen todos los demás seres humanos] , son transformadas en pan para la reparación del género humano. Hoy se pone de manifiesto la riqueza de la virginidad, y la Iglesia, como para las bodas, se embellece con la perla inviolada de la verdadera pureza. Hoy la humanidad, en todo el resplandor de su nobleza inmaculada, recibe el don de su primera formación por las manos divinas y reencuentra su antigua belleza. Las vergüenzas del pecado habían oscurecido el esplendor y los encantos de la naturaleza humana; pero nace la Madre del Hermoso por excelencia, y esta naturaleza recobra en Ella sus antiguos privilegios y es modelada siguiendo un modelo perfecto y verdaderamente digno de Dios. Y esta formación es una perfecta restauración; y esta restauración una divinización; y ésta, una asimilación al estado primitivo (...). Hoy ha aparecido el brillo de la púrpura divina, y la miserable naturaleza humana se ha revestido de la dignidad real. Hoy, según la profecía, ha florecido el cetro de David, la rama siempre verde de Aarón, que para nosotros ha producido Cristo, rama de la fuerza. Hoy, de Judá y de David ha salido una joven virgen, llevando la marca del reino y del sacerdocio de Aquél que, según el orden de Melquisedec recibió el sacerdocio de Aarón. Hoy la gracia, purificando el efod místico del divino sacerdocio, ha tejido-a manera de símbolo-el vestido de la simiente levítica, y Dios ha teñido con púrpura real la sangre de David. Por decirlo todo en una palabra: hoy comienza la reforma de nuestra naturaleza, y el mundo envejecido, sometido ahora a una transformación totalmente divina, recibe las primicias de la segunda creación.

ANTONIO CARTAS DE SAN ANTONIO DEL DESIERTO Cartas a Teodoro Carta 1 Carta 2 Carta 3 Carta 4 Carta 5 Carta 5bis Carta 6 Carta 7

A Teodoro CARTA A TEODORO 0 Antonio a Teodoro, su hijo querido: gozo en el Señor. Sabía que el Señor no haría nada sin revelar su sentido a sus servidores, los profetas. No me parecía, pues, necesario indicarte lo que el Señor me ha revelado hace ya tiempo. Pero acabo de ver a tus hermanos, con Teófilo y Copres, y Dios me ordena escribirte lo siguiente: Muchos de los que adoran a Cristo en verdad, y esto no puede decirse que en todo el mundo, han caído en el pecado después de su bautismo. Pero han llorado y se han arrepentido, y Dios ha acogido sus l grimas y su arrepentimiento. Hasta el día en que te envío esta carta ha borrado los pecados de quienes así se han portado. Léela a tus hermanos para que se alegren al escucharla Saluda a los hermanos También te saludan los hermanos de aquí. Pido para que obres bien en el Señor

Primera Saludo a vuestra caridad en el Señor. Hermanos, juzgo que hay tres clases de personas entre aquellas a quienes llama el amor de Dios 1 , hombres o mujeres. Algunos son llamados por la ley del amor depositada en su naturaleza y por la bondad original que forma parte de ésta en su primer estado y su primera creación. Cuando oyen la palabra de Dios no hay ninguna vacilación; la siguen prontamente. Así ocurrió con Abraham, el Patriarca. Dios vio que sabía amarlo, no a consecuencia de una enseñanza humana, sino siguiendo la ley natural inscrita en él, según la cual El mismo lo había modelado al principio 2 . Y revelándose a él le dijo: "Sal de tu tierra y de tu parentela y ve a la tierra que Yo te mostraré" (Gn 12, 1). Sin vacilar, se fue impulsado por su vocación. Esto es un ejemplo para los principiantes: si sufren y buscan el temor de Dios en la paciencia y la tranquilidad 3 reciben en herencia una conducta gloriosa porque son apremiados a seguir el amor del Señor. Tal es el primer tipo de vocación He aquí el segundo. Algunos oyen la Ley escrita, que da testimonio acerca de los sufrimientos y suplicios preparados para los impíos y de las promesas reservadas a quienes dan fruto en el temor de Dios 4 . Estos testimonios despiertan en ellos el pensamiento y el deseo de obedecer a su vocación. David lo atestigua diciendo: "La

ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante", etc. (Sal 19, 8, traducción oficial española). Así como en otros muchos pasajes que no tenemos intención de citar Y he aquí el tercer tipo de vocación. Algunos, cuando aún están en los comienzos, tienen el corazón duro y permanecen en las obras de pecado. Pero Dios, que es todo misericordia, trae sobre ellos pruebas para corregirlos hasta que se desanimen y, conmovidos, vuelvan a El 5 . En adelante lo conocen y su corazón se convierte. También ellos obtienen el don de una conducta gloriosa como los que pertenecen a las dos categorías anteriores Estas son las tres formas de comenzar en la conversión, antes de llegar en ella a la gracia y la vocación de hijos de Dios Los hay que comienzan con todas sus fuerzas, dispuestos a despreciar todas las tribulaciones, a resistir y mantenerse en todos los combates que les aguardan y a triunfar en ellos Creo que el Espíritu se adelanta a ellos para hacerles el combate ligero, y dulce la obra de su conversión. Les muestra los caminos de la ascesis, corporal e interior, cómo convertirse y permanecer en Dios, su Creador, que hace perfectas sus obras 6 . Les enseña cómo hacer violencia, a la vez, al alma y al cuerpo para que ambos se purifiquen y juntos reciban la herencia. Primero se purifica el cuerpo por los ayunos y vigilias prolongadas; y después el corazón mediante la vigilancia y la oración 7 , así como por toda práctica que debilita el cuerpo y corta los deseos de la carne El Espíritu de conversión 8 viene en ayuda del monje. El es quien lo pone a prueba por miedo a que el adversario no le haga desandar el camino. El Espíritu - director abre enseguida los ojos del alma para que también ella, junto con el cuerpo, se convierta y se purifique. Entonces el corazón, desde el interior, discierne cuáles son las necesidades del cuerpo y del alma. Porque el Espíritu instruye al corazón y se hace guía de los trabajos ascéticos para purificar por la gracia todas las necesidades del cuerpo y del alma. El Espíritu es quien discierne los frutos de la carne, sobreañadidos a cada miembro del cuerpo desde la perturbación original 9 . Es también el Espíritu quien, según la palabra de Pablo, conduce los miembros del cuerpo a su rectitud primera: "Someto mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre" (1Co 9, 27); rectitud que fue la del tiempo en que el espíritu de Satán no tenía parte alguna en ellos y el cuerpo se hallaba bajo la atracción del corazón, instruido, a su vez, por el Espíritu. El Espíritu es, en fin, quien purifica el corazón del alimento, de la bebida, del sueño y, como ya he dicho, de toda moción e incluso de toda actividad o imaginación sexual, gracias al discernimiento llevado a cabo por un alma pura 10 Yo señalaría tres clases de mociones violentas 11 . La primera reside en el cuerpo, está inserta 12 en su naturaleza, formada al mismo tiempo que él en el primer instante de su creación. Sin embargo, no puede ser puesta en movimiento sin que el alma lo quiera. De ella sólo se sabe esto: que está en el cuerpo. He aquí la segunda: cuando el hombre come y bebe con exceso sigue una efervescencia de la sangre que fomenta un combate en el cuerpo, cuyo movimiento natural es puesto en acción por la glotonería. Por eso dice el Apóstol: "No os emborrachéis con vino, en él está la liviandad" (Ef 5, 18). Del mismo modo, el Señor en el Evangelio prescribe a sus discípulos: "Que vuestros corazones no se emboten por la comida y bebida" (Lc 21, 34) o las delicias. Más que nadie, quien guarda el celibato debe repetirse: "Someto mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre" (1Co 9, 27) 13 . En cuando a la tercera moción, proviene de los espíritus malos que nos tientan por envidia y buscan manchar a quienes se comprometen en el celibato Volvamos, hijos míos queridos, a cuanto se refiere más de cerca a estas tres clases

de mociones. Quien permanece en la rectitud, persevera en el testimonio que el Espíritu da en lo más íntimo de su corazón y permanece vigilante, se purifica de esta triple 14 enfermedad en su cuerpo y en su alma. Pero si no tiene en cuenta estas tres mociones, de las que da testimonio el Espíritu Santo, los espíritus malos invaden su corazón y siembran las pasiones 15 en el movimiento natural del cuerpo. Lo turban y entablan con él un duro combate. El alma, enferma, se agota y se pregunta de dónde le vendrá el auxilio, hasta que se serene, se someta de nuevo al mandamiento del Espíritu y cure. Así aprende que sólo puede hallar su reposo en Dios, y que permanecer en El es su paz 16 17 Esto, queridos, para indicaros cómo el cuerpo y el alma han de ir unidos 18 en la obra de conversión y purificación. Si el corazón sale vencedor del combate, ora en el Espíritu y aleja del cuerpo las pasiones del alma que proceden de la propia voluntad. El Espíritu, que viene a dar testimonio de sus propios mandamientos, se convierte en el amigo de su corazón y le ayuda a guardarlos Le enseña cómo curar las heridas del alma, cómo discernir, una tras otra, las pasiones naturalmente insertas en los miembros 19 , de la cabeza a los pies, y también las que, procedentes del exterior, han sido mezcladas al cuerpo por la voluntad propia Así es como el Espíritu conducirla mirada a la rectitud y pureza, y la retirará de cuanto le es extraño 20 . El inclinar el oído sólo a palabras decorosas; y el oído, no cediendo al deseo de oír hablar de caída y debilidades humanas, pondrá su gozo en conocer el bien y la perseverancia de cada uno, y la gracia dada a las criaturas; cosas de las que estando enfermo, se había desinteresado hasta entonces El Espíritu enseñara la lengua a purificarse porque ella es la que puso al alma gravemente enferma. Por medio de la lengua expresa el alma la enfermedad que padece; incluso la atribuye a la lengua, pues ésta es su órgano. En efecto, por la lengua le han sido infligidas graves enfermedades y heridas; por la lengua ha sido herida. Lo atestigua el apóstol Santiago cuando dice: "Si alguien pretende conocer a Dios y no frena su lengua se engaña en su corazón, su culto es vano" (St 1, 26). En otro lugar afirma: "La lengua es un miembro pequeño, pero mancha todo el cuerpo" (St 3, 5) Cuando el corazón está, pues, fortificado con el poder que recibe del Espíritu, él mismo queda primero purificado, santificado, enderezado, y las palabras que confía a la lengua están exentas del deseo de agradar, así como de toda voluntad propia. En él se cumple lo que dice Salomón: "Mis palabras son de Dios; no hay en ellas dureza o perversión" (Pr 8, 8) y "la lengua del justo cura las heridas" (Pr 12, 18) Viene después la curación de las manos, que en otro tiempo se movían de forma desordenada, a gusto de la voluntad propia. El Espíritu dará al corazón la pureza que conviene en el ejercicio de la limosna y la oración. Así se cumplirla palabra: "El alzar de mis manos es como una ofrenda de la tarde" (Sal 141, 2), y esta otra: "Las manos de los poderosos distribuyen riquezas" (Pr 10, 4) 21 Después de las manos el Espíritu purifica el vientre en cuanto a comida y bebida. David decía sobre esto: "Con el de ojos engreídos y corazón arrogante no comeré" (Sal 101, 5). Pero si el deseo y la gula en cuestión de comida y bebida toman preponderancia, y las voluntades propias 22 que lo trabajan lo hacen insaciable, a todo esto vendrá a añadirse todavía la actividad del diablo 23 . Al contrario, el Espíritu se hace cargo de quienes buscan una cantidad conforme a la pureza, y les señala una cantidad suficiente para sostener su cuerpo sin conocer el atractivo de la concupiscencia. Entonces se realiza en ellos la palabra de S. Pablo: "Ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier cosa, hacedlo todo para gloria de Dios" (1Co 10, 31) 24 . Si los órganos genitales producen pensamientos de fornicación 25 , el corazón, instruido por el Espíritu, discierne la triple moción de que he hablado antes. Gracias

al Espíritu que le ayuda y fortifica, hélo aquí dueño de esas mociones. Las apaga con la fuerza del Espíritu, que da la paz al cuerpo entero, e interrumpe su curSo Como dijo Pablo: "Mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones y malos deseos" (Col 3, 5) A continuación, el Espíritu se entrega a la purificación de los pies, que antes no caminaban en la rectitud y perfección de Dios Pero una vez colocados bajo el impulso del Espíritu, éste realiza su purificación y los hace caminar según su voluntad. Avanzan en la práctica de las buenas obras. Todo el cuerpo es así transformado, renovado, entregado al poder del Espíritu. Ese cuerpo, totalmente purificado, a mi modo de ver ya ha recibido una parte 26 del cuerpo espiritual que deberíamos recibir en el momento de la resurrección de los justos 27 He hablado de las enfermedades del alma que se han infiltrado en los miembros naturales del cuerpo; las que lo hacen tambalearse y lo ponen en movimiento. Porque el alma sirve de lugar de paso a los espíritus malos que actúan en el cuerpo por medio de ella. He indicado también la existencia de otras pasiones que no vienen del cuerpo y que ahora tenemos que enumerar: a esas pasiones pertenecen los pensamientos de orgullo, la jactancia, la envidia, el odio, la cólera, el desprecio, la relajación y todas sus consecuencias Si alguien se entrega a Dios de todo corazón, Dios tiene piedad de él y le concede el Espíritu de conversión. Este Espíritu da testimonio ante él de cada uno de sus pecados para que ya no vuelva a caer en ellos A continuación le revela los adversarios que se levantan ante él y le impiden librarse de ellos, luchando vigorosamente con él para que no persevere en su conversión. Si a pesar de todo conserva el ánimo y obedece al Espíritu, que le exhorta a convertirse, el Creador se apresurara tener piedad del trabajo 28 de su conversión. Y viendo las aflicciones que impone a su cuerpo: oración incesante, ayunos, súplicas, estudio de la Palabra de Dios, alejamiento del mal, huida del mundo y de sus obras 29 , humildad y pobreza de corazón 30 , l grimas y perseverancia en la vida monástica, - viendo, digo - su trabajo y su paciencia 31 , el Dios de misericordia tendrá piedad de él y lo salvar

Segunda Hermanos muy queridos y venerados: Antonio os saluda en el Señor Sabemos que Dios no ha visitado a sus criaturas sólo una vEz Desde los orígenes del mundo, todos aquellos que han hallado en la Ley de la Alianza el camino hacia su Creador, han estado acompañados por su bondad, su gracia y su Espíritu. En cuanto a los seres espirituales a quienes esta Ley causó la muerte, tanto la del alma como la de los sentidos de su corazón, se hicieron incapaces de ejercitar su inteligencia según el estado de la creación original y, totalmente privados de razón, han sido esclavizados por la criatura en vez de servir al Creador Pero, en su gran bondad, Dios nos ha visitado por la Ley de la AlianZa En efecto, nuestra naturaleza permanecía inmortal. Y quienes han recibido la gracia y 32 han sido fortalecidos por la Ley de la Alianza, a quienes ha iluminado la enseñanza del Espíritu Santo y se les ha dado el espíritu de filiación, han podido adorar a su Creador como es debido. De ellos dijo el apóstol Pablo: "Si no se han beneficiado plenamente de la promesa que les fue hecha, es por causa nuestra (Hb 11, 13.39) En su amor incansable, el Creador de todas las cosas deseaba, no obstante, visitarnos en nuestras enfermedades y nuestra disipación: suscitó a Moisés, el Legislador, que nos dio la Ley escrita y echó los fundamentos de la Casa de verdad, la Iglesia Católica. Ella ha llevado a cabo la unión de todos, según el designio divino

de conducirnos a nuestra condición primera 33 Moisés emprendió su construcción, pero no la acabó; la dejó y se fue. Vino la asamblea de los Profetas suscitados por el Espíritu de Dios También ellos continuaron la construcción sobre los cimientos de Moisés, sin poder acabarla. Así la dejaron y se fueron. Cada uno, revestido del Espíritu, constató que la llaga era incurable y que ninguna criatura podía curarla, excepto el Hijo Único, fiel imagen del Padre, de Aquel que creó a esta imagen los seres dotados de inteligencia. El, el Salvador, es un médico prudente. Ellos lo sabían. Se reunieron, pues, y presentaron a Dios una oración unánime por los miembros de esta familia de la cual formamos parte: "¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay médico? ¿por qué no sube uno de ellos para curar a la hija de mi pueblo?" (Jr 8, 22). "Nosotros la hemos cuidado; no ha curado. Dejémosla y marchemos de aquí" (Jr 51, 9) Entonces Dios, desbordante de amor, vino a nosotros diciendo por boca de sus santos: "Hijo de hombre, prepárate lo necesario para una cautividad" (Ez 12, 3). Y El, la imagen de Dios (2Co 4, 4), no pensó en arrebatar el rango que lo igualaba a Dios; al contrario, se anonadó y, tomando la condición de esclavo, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Así Dios le dio el Nombre sobre todo nombre, de suerte que al nombre de Jesucristo toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los infiernos y, en adelante, toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre (Flp 2, 6 - 11). Ahora, muy queridos hermanos, se ha realizado entre nosotros esta palabra: "Para salvarnos, el amor del Padre no perdonó a su Hijo Único, sino que lo entregó por nuestra salvación, a causa de nuestros pecados (Rm 8, 32)" 34 . "El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados" (Is 53, 5). Su Verbo omnipotente nos ha reunido de todos los países, de un extremo a otro de la tierra y del universo, resucitando nuestras almas, perdonando nuestros pecados, enseñándonos que somos miembros unos de otros Os suplico, Hermanos, por el Nombre de nuestro Señor Jesucristo: penetraos bien de esta maravillosa Economía de la Salvación: Se ha hecho semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado (Hb 4, 15) 35 . Todo ser dotado de inteligencia espiritual - por quien ha venido el Señor - debe tomar conciencia de su naturaleza propia, es decir, le es preciso conocerse a sí mismo y llevar a cabo el discernimiento del mal y del bien, si quiere encontrar la liberación cuando venga el Señor. Llevan ya el nombre de servidores de Dios, que han logrado su liberación por esta Economía de Salvación. Pero ahí no está el término supremo. Este no es sino la justicia de la hora presente 36 , el camino hacia la adopción filial Jesús, nuestro Salvador, sabiendo bien que ellos habían recibido 37 el Espíritu de filiación, y que lo conocían gracias a la enseñanza del Espíritu Santo, les decía: "Ya no os llamaré siervos, sino hermanos y amigos, porque os he dado a conocer y os he enseñado cuanto me ha enseñado mi Padre" (Jn 15, 15). Su espíritu se enardeció - en adelante se conocían con su naturaleza espiritual y gritaron: "Hasta ahora te conocíamos en tu cuerpo, pero ahora ya no es así" (2Co 5, 16). Recibieron el Espíritu que hizo de ellos hijos adoptivos y proclamaron: "El Espíritu que hemos recibido ya no es un espíritu que hace esclavo y conduce a la tierra, sino un Espíritu de adopción por el cual gritamos ¡Abba, Padre! (Rm 8, 15). Señor, ahora lo sabemos: nos has dado el poder ser hijos y herederos de Dios, coherederos de Cristo (Rm 8, 17) Pero sabed bien esto, hermanos queridísimos: el que haya descuidado su progreso espiritual y no haya consagrado todas sus fuerzas a esta obra, debe saber bien que la venida del Señor ser para él día de su condenación. El Señor es para unos olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida para vida (2Co 2, 16). Así es para ruina y resurrección de un gran número en Israel y para ser signo de contradicción

(Lc 2, 34) Os suplico, queridísimos, por el Nombre de Jesucristo, no descuidéis la obra de vuestra salvación. Que cada uno de vosotros rasgue, no su vestido, sino su corazón (Jl 2, 13). Que no llevemos en vano este vestido exterior preparándonos así una condenación. En verdad, está próximo el tiempo en que aparezcan a plena luz las obras de cada uno Sería preciso volver sobre otros muchos puntos de detalle, pero está escrito: "Da consejos al sabio y se hará más sabio" (Pr 9, 9) 38 . Os saludo a todos en el Señor, del más pequeño al mayor (Hec.8, 10), y que el Dios de la paz sea, queridos hermanos, vuestro guardián. Amén

Tercera Antonio a sus queridos hiJos Sois hijos de Israel por nacimiento, y en vosotros saludo esta naturaleza espiritual. ¿Por qué nombraros con vuestros nombres terrestres y efímeros si sois hijos de Israel? Hijos: mi amor hacia vosotros no es de la tierra; es amor espiritual, según Dios No me canso de orar a mi Dios día y noche por vosotros: que os sea dado el tomar plena conciencia de la gracia que os ha hecho. No es la primera vez que Dios visita a sus criaturas; las conduce desde los orígenes del mundo y mantiene en vela a todas las generaciones mediante los acontecimientos de su gracia 39 Hijos, no nos cansemos de gritar a Dios día y noche. Haced violencia a la ternura de Dios Desde el cielo os enviara Aquel cuya enseñanza os dará a conocer lo que os es bueno Hijos, habitamos en la muerte. Nuestra morada es la celda de un prisionero. Los lazos de la muerte nos tienen encadenados No deis sueño a vuestros ojos ni reposo a vuestros párpados (Sal 132, 4). Ofreceos a Dios como víctimas puras y fijad en El vuestra mirada pues, según dice el apóstol, nadie puede contemplar a Dios si no es puro (Hb 12, 14) 40 Sí, hijos muy queridos en el Señor, que esto os quede muy claro: no olvidéis la práctica del bien. Esto es tranquilidad para los santos, fuente de alegría para los ángeles en el servicio que llevan a cabo con vosotros 41 , alegría para el mismo Jesús cuando venGa Pues hasta ese día no han estado tranquilos respecto a nosotros Y también para mí, hombre débil, que aún estoy en esta morada de barro, seréis la alegría de mi alma Hijos, es seguro que nuestra enfermedad y humillación causan dolor a los santos y les son motivo de llantos y gemidos que ofrecen por nosotros ante el Creador del univerSo Por eso la cólera de Dios va contra nuestras obras malas. Pero nuestro progreso en la santidad provoca la alegría en la asamblea de los santos y los mueve a orar mucho ante nuestro Creador en el colmo de la dicha y el gozo. El también obtiene gran alegría por nuestras obras y por el testimonio que los santos le dan de ellas, y nos concede dones aún más importantes Pero sabedlo: Dios ama para siempre a sus criaturas que, inmortales por esencia, no desaparecen con el cuerpo 42 . Esta naturaleza espiritual es la que El ha visto precipitarse en el abismo y allí encontrar la muerte perfecta y total. La Ley de la Alianza perdió su fuerza pero Dios, en su bondad, visitó a su criatura por Moisés. Moisés, que puso los cimientos de la Casa de verdad, quiso curar esta profunda herida y conducirnos a la comunión original. No lo logró, y se fue. Tras él vino la asamblea de los Profetas: se pusieron a construir sobre estos cimientos sin llegar a curar la profunda herida de los miembros de la familia humana; y reconocieron su impotencia. A su vez, la asamblea de los santos se reunió y su oración se elevó

hacia el Creador: "¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay médico? ¿por qué no suben a curar a la hija de mi pueblo?"(Jr 8, 22). "Nosotros hemos cuidado a Babilonia y no ha curado ¡Dejémosla y vayámonos de aquí!" (Jr 28, 9). Esta súplica que dirigían los santos a la bondad del Padre acerca de su Hijo Único - pues ninguna criatura es capaz de curar la profunda herida del hombre; sólo El podía hacerlo viniendo a nosotros - , impresionó al Padre y dijo: "Hijo del hombre, prepárate lo necesario para una cautividad" (Ez 12, 3) y acepta tomar esta misión sobre ti. El Padre no ha perdonado a su Hijo Único para lograr la salvación de todos nosotros, lo ha entregado por nuestros pecados (Rm 8, 32). "El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados" (Is 53, 5). Nos ha reunido de un extremo al otro del universo, ha resucitado nuestro espíritu de la tierra y nos ha enseñado que somos miembros unos de otros Cuidad, hijos, que no se cumpla en nosotros la palabra de Pablo: que tengamos "solamente la apariencia exterior de la obra de Dios, negando su poder" (Tt 1, 16). ¡Que cada uno desgarre su corazón! (Jl 2, 13). Que corran las lagrimas ante Dios y que todos digan: "¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?" (Sal 116, 12). Hijos, temo también que se nos aplique esta palabra: "¿Qué se gana con mi muerte si un día he de convertirme en podredumbre?" (Sal 30, 10) Creedme, me dirijo a vosotros como a hombres sensatos (1Co 10, 15). Comprended lo que os digo y declaro: si cada uno de vosotros no llega a odiar cuanto pertenece al orden de los bienes terrestres y a renunciar a ello de todo corazón, lo mismo que a cuantas actividades dependen de ellos, si después no llega a elevar las manos de su corazón al cielo, hacia el Padre de todos, no hay salvación para él. Pero si hacéis lo que acabo de decir, Dios tendrá piedad de vosotros por el trabajo que os tomáIs Os enviar un fuego invisible que consumir vuestras impurezas y devolverá a vuestro espíritu su pureza original. El Espíritu Santo habitaren nosotros 43 . Jesús estar junto a nosotros y podremos adorar a Dios como es debido. Mientras queramos vivir en paz con las cosas del mundo seremos enemigos de Dios, de sus ángeles y de sus santos Os conjuro desde ahora, queridos míos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, para que no descuidéis vuestra salvación, y que esta vida tan corta no os sea causa de desdicha para la vida eterna; que el cuidado concedido a un cuerpo perecedero no oculte el Reino de la inefable luz; que el país donde sufrís vuestro destierro no os haga perder, en el día del juicio, el trono angélico que os está destinado. Sí, hijos, mi corazón se sorprende y mi alma se espanta: nos hundimos en el agua 44 , estamos metidos en el placer como gentes ebrias de vino nuevo porque nos dejamos distraer por nuestros deseos, dejamos reinar en nosotros la voluntad propia y rechazamos dirigir nuestra mirada al cielo para buscar la gloria celeste y la obra de los santos y marchar en adelante tras sus huellas. Ahora, comprendámoslo: santos del cielo, ángeles, arcángeles, tronos, dominaciones, querubines, serafines, sol, luna, estrellas, patriarcas, profetas, apóstoles, el mismo diablo o Satán, los espíritus del mal o el soberano de los aires, en suma, todos, y los hombres y mujeres, pertenecen desde el día de su creación a un solo y mismo universo, en el cual, sólo deja de estar contenida la perfecta, bienaventurada Trinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo La mala conducta de algunas de sus criaturas ha obligado a Dios a darles el nombre en relación con sus obras. Pero dar una mayor gloria a las que más hayan progresado

Cuarta

Antonio a todos sus hermanos de la región de Arsinoé 45 y sus alrededores, a cuantos se encuentran con ellos 46 , salud en el Señor A todos vosotros, que os preparáis para acercaros al Señor, os saludo en El, hermanos muy queridos, pequeños y grandes, hombres y mujeres 47 santos hijos de Israel según vuestra naturaleza espiritual 48 . ¡Qué grande es, hijos míos, la dicha y la gracia 49 concedida a vuestra generación! Por Aquel que os ha visitado, es muy conveniente que no cedáis a la fatiga del combate hasta la hora en que podáis ofreceros a Dios como víctimas puras; pureza sin la cual no hay herencia en el cielo 50 . Sí, queridos hijos, es muy importante 51 que os interroguéis acerca de la naturaleza espiritual, en que ya no hay hombre ni mujer, sino solamente la esencia inmortal que tiene comienzo y no tendrá fin. Es indispensable conocer la razón de su caída hasta este punto de abyección y vergüenza; nadie se ha librado de ella. Es preciso porque esta naturaleza siendo inmortal por esencia, no participar de la disolución de los cuerpos He aquí por qué, ante esta herida incurable y gravísima, Dios, por su clemencia, visitó a sus criaturas. Por su bondad, les dio la ley en el tiempo oportuno y, para entregársela, dispuso el ministerio de Moisés. Para ellos echó Moisés los cimientos de la Casa de verdad, con intención de curar esta profunda herida. Pero no le fue posible terminar su construcción. Se reunió toda la asamblea de los santos y reclamó de la bondad del Padre un Salvador 52 que viniera 53 a salvarnos a todos, pues nuestro Sacerdote soberano, eminente y fiel es el único médico capaz de curar nuestra profunda herida 54 . Por voluntad del Padre se privó de su gloria: siendo Dios, tomó la forma de esclavo (Flp 2, 6 - 7) y se entregó por nuestros pecados "El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados" (Is 53, 5) Querría por tanto que estéis bien convencidos, queridos hijos míos en el Señor, de que por nuestra locura se ha vestido de la locura; por nuestra debilidad se ha vestido de la debilidad; por nuestra indigencia se ha vestido de la indigencia; por la muerte, que ha partir de entonces era nuestra, se ha vestido de mortalidad 55 y por nosotros ha sufrido tanto 56 En verdad, queridos en el Señor, no deis sueño a vuestros ojos ni reposo a vuestros párpados (Sal 132, 4) sino suplicad, violentad la bondad de Dios hasta que se incline a socorrernos y podamos prepararnos a consolar a Jesús cuando venga, y a dar su eficacia al ministerio de los santos 57 , que suplen nuestra presente indigencia terrena, y determinarlos a ayudarnos con todo su poder en el día de nuestra tribulación 58 ; porque ese día se gozarán juntos el que siembra y el que siega Quiero que sepáis, hijos, la gran pena que siento por vosotros cuando veo la profunda ruina que a todos nos amenaza 59 y considero esta solicitud de los santos para con nosotros y los gemidos y oraciones que por nosotros elevan constantemente hacia Dios, su Creador. No ignoran lo que nos ha hecho el diablo 60 y los funestos proyectos que maquina junto con sus secuaces. Están constantemente preocupados por llevarnos a la perdición. El infierno será un día su herencia, y quieren aumentar el número de los condenados 61 . Sí, queridísimos en el Señor, hablo a prudentes (1Co 10, 15) 62 . Conoced con exactitud la Economía de la salvación que el Creador ha previsto para nosotros Se nos manifiesta tanto por la acción secreta como por la proclamación pública de su Palabra. Nos llaman criaturas racionales y nos comportamos irracionalmente 63 ya que ignoramos 64 las

múltiples maquinaciones del diablo. Su envidia hacia nosotros 65 data del día en que se dio cuenta que intentábamos tomar conciencia de nuestra abyección y buscar los medios para huir las obras malas de que él es cómplice. Así rechazamos obedecer a sus malos consejos, sembrados en nosotros, y, en gran parte, nos hemos burlado de sus asechanzas. El demonio no ignora que el Creador nos ha perdonado, que El es su muerte y que ha preparado la gehena como término de su rechazo Quiero que sepáis, hijos, que no ceso de rogar a Dios por vosotros día y noche: que abra los ojos de vuestro corazón para que percibáis los múltiples maleficios secretos 66 lanzados sobre nosotros cada día, en todo tiempo 67 . Hago votos para que Dios os dé un corazón clarividente 68 y un espíritu de discernimiento, a fin de que os presentéis ante El como una víctima pura, sin mancha Sí, hijos, los demonios no dejan de manifestar su envidia hacia nosotros: designios malos, persecuciones solapadas, sutilezas malévolas, acciones depravadas; nos sugieren pensamientos de blasfemia; siembran infidelidades cotidianas en nuestros corazones; compartimos la ceguera de su propio corazón, 69 sus ansiedades; hay además los desánimos cotidianos del nuestro, irritabilidad por todo, maldiciéndonos unos a otros, justificando nuestras propias acciones y condenando las de los demás. Son ellos quienes siembran estos pensamientos en nuestro corazón. Ellos quienes, cuando estamos solos nos inclinan a juzgar al prójimo, incluso si está leJos Ellos quienes introducen en nuestro corazón el desprecio, hijo del orgullo 70 . Ellos quienes nos comunican esa dureza de corazón, ese desprecio mutuo, ese desabrimiento recíproco, la frialdad en la palabra, las quejas perpetuas, la constante inclinación a acusar a los demás y nunca a sí mismo. Decimos: es el prójimo la causa de nuestras penas; y, bajo apariencias sencillas, lo denigramos cuando sólo en nosotros, en nuestra casa, es donde se encuentra el ladrón. De ahí las disputas y divisiones entre nosotros, las riñas sin más objeto que hacer prevalecer nuestra opinión y darnos públicamente la razón. Son también ellos quienes nos hacen solícitos para llevar a cabo un esfuerzo que nos supera 71 y, antes de tiempo, nos quitan las ganas de lo que nos convendría y nos sería muy provechoso Así nos hacen reír a la hora de llorar, y llorar en el momento de reír. En resumen: buscan obstinadamente desviarnos del recto camino utilizando otros muchos engaños para dominarnos Pero esto basta de momento. Cuando nuestro corazón está saturado de cuanto acabo de decir y de ello hacemos nuestro pasto y subsistencia, Dios, tras larga indulgencia 72 para con nuestra perversidad, vendrá por fin a visitarnos Nos arrebatará el peso de este cuerpo. Para vergüenza nuestra, el mal que hasta este momento hayamos hecho se revelaren nuestro cuerpo, entregado al tormento, pero que un día revestiremos de nuevo por la bondad de Dios 73 . Así nuestra situación final ser peor que la primera (Lc 11, 26). No ceséis, pues, de implorar la bondad del Padre para que su ayuda nos acompañe y nos muestre el mejor camino Con toda verdad os digo, hijos míos, la envoltura de nuestra morada presente es perdición para nosotros, casa donde reina la guerra. En verdad os digo, hijos míos, quien se haya deleitado en sus propios deseos y sometido a sus propios pensamientos 74 75 , quien haya acogido de todo corazón esta semilla 76 y buscado en ella su gozo, puesta en ella la esperanza de su corazón como si fuera un misterio grande y excelente, y se haya servido para justificar una vez más su conducta, su alma, como el aire 77 78 estar habitada por los espíritus del mal. Le ser consejera funesta y hará de su cuerpo la copa de sus secretas abyecciones. Sobre este hombre tienen los demonios pleno poder, porque no ha querido poner a plena luz su ignominia

¿Ignoraréis la variedad de sus trampas? Si no es así, ¡qué fácil es conocerlas y preservaros de ellas! Pero por más que mires no podrás percibir materialmente el pecado, la iniquidad que maquinan contra ti, pues ellos mismos no son visibles materialmente 79 . Comprendedlo bien: nosotros les servimos de cuerpo cuando nuestra alma acoge su malicia. En efecto, por ese cuerpo, que es nuestro, es por donde el alma introduce en sí a los demonios Así pues, hijos, cuidémonos de dejarlos pasar. De otro modo la cólera divina pesar sobre nosotros y vendrán a su nueva casa para reírse de nosotros, seguros de la eminencia de nuestra pérdida. No despreciéis mis palabras porque los demonios saben que nuestra vida depende de estos intercambios entre nosotros 80 . Pues, ¿quién ha visto alguna vez a Dios? ¿quién ha encontrado en Él el gozo? ¿quién lo ha retenido junto a sí a fin de que le ayude en su peligrosa condición? Y, ¿quién ha visto jamás al diablo 81 hacernos guerra, alejarnos del bien, atacarnos, estar físicamente aquí o allí, lo cual nos permitiría temerle y escapar de él? Es que se mantienen ocultos a nuestros ojos 82 . Son nuestras acciones 83 las que manifiestan su presencia Porque todos, en cuanto existen forman una sola y única naturaleza espiritual: por haberse separado de Dios han visto aparecer entre sí tales diferencias como consecuencia de sus distintas actividades 84 . Por la misma razón les han sido dados tantos nombres distintos, según su particular actividad 85 . Así unos han sido llamados arcángeles, otros tronos o dominaciones, principados, potestades, querubines. Les fueron atribuidos estos nombres por su docilidad a la voluntad de su Creador En cuanto a los otros, por su mal comportamiento se les llamó mentirosos, Satán, así como otros demonios fueron llamados espíritus malos e impuros, espíritu de error, príncipes de este mundo y otras numerosas especies que hay entre ellos También entre los hombres que les resistieron 86 a despecho del duro peso de este cuerpo, algunos recibieron el nombre de patriarcas, otros de profetas, de reyes, sacerdotes, jueces, apóstoles, y tantos otros nombres escogidos semejantes a estos, según su comportamiento santo. Estos diversos nombres les fueron atribuidos sin distinción de hombre o mujer, según la diversa naturaleza de sus obras: porque todos tienen el mismo origen 87 Quien peca contra el prójimo, peca contra sí mismo; quien lo engaña, se engaña; y quien le hace bien, se lo hace a sí mismo 88 . Por el contrario, ¿quién engañara Dios? ¿quién le dañar ? ¿o quién le prestar un servicio? O incluso ¿quién le dar una bendición que juzgue necesaria? ¿Quién podrá jamás glorificar al Altísimo según su dignidad, exaltarlo según su medida? Vestidos aún con el peso de este cuerpo despertemos a Dios en nosotros mismos respondiendo a su llamada 89 , entreguémonos a la muerte para la salvación de nuestra alma y de todos 90 . Así manifestaremos el origen de la misericordia de que somos objeto 91 . No nos dejemos llevar del egoísmo si no queremos participar de la caída del demonio 92 Quien se conoce a sí mismo conoce también a las demás criaturas que Dios ha creado de la nada, como está escrito: El, que ha creado todo de la nada (Sb 1, 14). Lo que los libros santos quieren decir con esto se refiere a la esencia espiritual, velada por la corrupción de nuestro cuerpo; que no existiendo desde un principio, un día se nos quitar . Quien sabe amarse a sí mismo ama también a los demás 93 94 Queridos hijos, os suplico que os améis unos a otros sin cansancio ni hastío. Tomad el cuerpo de que estáis revestidos, haced de él un altar 95 , poned sobre él vuestros pensamientos y, ante los ojos del Señor, abandonad todo designio malo, levantad hacia Dios las manos de vuestro corazón (Sal 133, 2) - es lo que hace el Espíritu

cuando obra 96 - y rogadle que os conceda ese hermoso fuego invisible que descender desde el cielo sobre vosotros y consumir el altar y sus ofrendas. Que los sacerdotes de Baal, el enemigo y sus malas obras, cojan miedo y huyan ante vosotros como ante el profeta Elías (1R 18, 38 - 40). Entonces, por encima de las aguas veréis como las huellas de un hombre que os traerla lluvia espiritual, la consolación del Espíritu Paráclito 97 Mis queridos hijos en el Señor 98 , auténticos hijos de Israel, ¿qué necesidad tengo de invocar la bendición sobre vuestros nombres mortales, y de mencionarlos, si son efímeros? Ya sabéis que mi amor por vosotros no se dirige a vuestro ser mortal; es un amor espiritual, según Dios Estoy convencido de esto: es grande vuestra dicha, que consiste en haber tomado conciencia de vuestra miseria y haber afirmado en vosotros esta esencia invisible que no pasa como el cuerpo. Pienso así porque esta dicha os ha sido concedida 99 ya desde ahora Estad bien convencidos 100 de que vuestro comienzo y adelantamiento en la obra de Dios no son tarea humana sino intervención del poder divino que no cesa de asistiros Tomad siempre a pecho el ofreceros como víctima a Dios (Rm 12, 1) y acoged con fervor la fuerza que os ayuda. Consolareis a Cristo Jesús 101 en su Venida, y a toda la asamblea de los santos Y también a mí, pobre hombre, que sigo retenido dentro de este cuerpo de barro, en medio de las tinieblas Si os insisto y si quiero daros esta alegría es porque todos somos criaturas de la misma invisible esencia, que tuvo comienzo pero no tendrá fin 102 . Quien se conoce verdaderamente no tendrá duda alguna acerca de 103 su esencia inmortal Quiero, pues, que tengáis un claro conocimiento de ello: Jesucristo nuestro Señor es el Verbo auténtico del Padre, a partir del cual fueron creadas todas las naturalezas espirituales, a imagen de la Imagen que es El, ya que El es la cabeza de toda la creación y del cuerpo que es la Iglesia Así pues, somos miembros unos de otros, y somos el cuerpo de Cristo (1Co 12, 27). La cabeza no puede decir a los pies: no os necesito; y si sufre un miembro todo el cuerpo se resiente y sufre (1Co 12, 21 - 26) Por tanto 104 un miembro separado del cuerpo, sin unión con la cabeza, que busca el placer en las pasiones corporales, está herido, por lo que hemos dicho, con una herida incurable. ha perdido de vista tanto su principio como su fin He aquí por qué el Padre de la creación tuvo piedad de esta herida que nos dañaba: ninguna criatura podía curarla, sólo podía hacerlo la bondad del Padre. Envió, pues, a su Hijo Unico el cual, viéndonos esclavos, tomó sobre sí la forma de esclavo (Flp 2, 7). El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados (Is 53, 5). Después nos ha reunido de todos los países para hacer que nuestro corazón resucite de la tierra y para enseñarnos que todos somos una sola y misma esencia, miembros unos de otros 105 . Amémonos pues, profundamente unos a otros: en efecto, quien ama a su prójimo amara Dios, y quien ama a Dios se ama a sí mismo 106

Tened también esto muy presente 107 , queridos hijos míos en el Señor, santos hijos de Israel por vuestro nacimiento. Estad siempre dispuestos a acercaros al Señor para ofreceros a Dios como víctimas puras, con esta pureza que nadie puede heredar si no la practica desde aquí abajo. ¿Acaso ignoráis, queridos hijos, los funestos designios que sin cesar alimenta contra la verdad el enemigo de la virtud 108 ? Estad, pues, vigilantes, queridos hijos, no deis sueño a vuestros ojos ni reposo a vuestros párpados(Sal 132, 4), sino gritad día y noche a vuestro Creador para que venga de lo alto el socorro que proteger vuestro corazón y vuestros pensamientos y

los establecer en Cristo En verdad, hijos, ocurre que habitamos la misma casa del ladrón y en ella estamos encadenados por los lazos de la muerte Sí, os lo digo, este estado de negligencia, de caída, de exclusión de la santidad, no sólo causa nuestra perdición sino también el sufrimiento de los ángeles y santos de Cristo, pues aún no les hemos dado nunca motivo de paz. Sí, hijos, es verdad que este estado de caída en que estamos les causa tristeza y que, al contrario, nuestra salvación y nuestra entrada en la gloria les proporcionarán gozo y alegría Sabedlo: desde el día en que se puso en marcha la bondad del Padre no cesa de ayudarnos, hoy como ayer, a escapar de esta muerte que hemos merecido. Porque hemos sido creados libres, y los demonios 109 nos acechan incesantemente. De ahí la palabra de la Escritura: "El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege" (Sal 34, 8) Ahora, hijos, quiero que sepáis que desde que El vino en ayuda nuestra 110 hasta hoy, quienes se excluyen de la vida santa para seguir sus malos instintos son contados entre los hijos del diablo. Quienes lo son, lo saben bien. Por eso se preocupan tanto de que cada uno de nosotros haga su voluntad propia. Saben que si el diablo cayó del cielo fue por su orgullo; por eso atacan primero al que se eleva a un grado de eminente santidad, pues tienen habilidad para manejar el orgullo y la vanidad que se encuentran entre nosotros No olvidan que gracias a esta arma nos separaron de Dios en otro tiempo Sabiendo también que el amor al prójimo es semejante al amor a Dios, los enemigos de la santidad arrojan en nuestro corazón una semilla de división y desean que entre nosotros se eleven sentimientos de odio profundo que ya no nos permita dirigir la palabra al prójimo, ni siquiera a distancia Y quiero que también sepáis, hijos, que hay algunos, y su número es grande, que se han tomado muchas fatigas durante toda su vida y que, por falta de discernimiento, lo han perdido todo 111 . Sí, hijos, no os sorprendáis si por negligencia o por falta de discernimiento en vuestras acciones caéis peligrosamente, como pienso, hasta poneros al nivel del diablo por haber pensado con demasiada facilidad que gozabais de la amistad divina y si, en vez de la luz que esperabais, os alcanzan las tinieblas. Por eso Jesús tuvo tanto interés en que, ceñidos con una toalla lavéis los pies a vuestros inferiores (Jn 13, 4 y 5). Si El mismo nos dio ejemplo es para enseñarnos a no perder de vista nuestro primer origen. Porque el orgullo está en el origen del primer desorden, es lo primero que se vio aparecer. Por eso os es imposible poseer el Reino de Dios a menos que grabéis en vuestro corazón, en vuestro espíritu, en vuestra alma y hasta en vuestro cuerpo, una profunda humildad 112 Puedo decir, hijos míos en el Señor, que noche y día ruego a mi Creador, por el Espíritu recibido en herencia 113 , que abra los ojos de vuestro corazón para que comprendáis el amor que os tengo. Que se abran también los oídos de vuestro corazón para que toméis conciencia de vuestra miseria. Que quien tome conciencia de su vergüenza se ponga inmediatamente en busca de la gloria a que está llamado; que quien comprenda su muerte espiritual encuentre enseguida el gusto de la vida eterna Me dirijo a prudentes (1Co 10, 15). De verdad, hijos, temo que durante el camino 114 pueda atormentaros el hambre en un lugar en que hubierais debido hallar abundancia. He deseado ir junto a vosotros y veros con mis propios ojos, pero esperaré más bien el día, ya próximo, en que podremos encontrarnos juntos, cuando hayan pasado los sufrimientos, tristezas y gemidos, y la alegría sea nuestra corona (Is 35, 10; Ap 21, 4). Quería deciros algo más pero, como dice el proverbio: "Da consejos al sabio y se hará más sabio" (Pr 9, 9)

Queridos hijos: os saludo a todos y a cada uno

Quinta Hijos, reconoced 115 la liberalidad de nuestro Señor Jesucristo: de rico que era, se ha hecho pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza (2Co 8, 9). Su esclavitud nos ha devuelto la libertad 116 , su debilidad nos ha dado la fuerza, su locura nos ha enseñado la sabiduría. Pero esto no es todo: quiere también, por su muerte, procurarnos la resurrección. Tenemos razón para elevar la voz y decir: "Incluso si conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no es así: porque en Cristo hay una creación nueva" (2Co 5, 16 - 17) Os digo con verdad, queridos hijos en el Señor, que, si tuviera que detallar los mensajes de salvación que nos da, tendría mucho que decir; pero aún no ha llegado la hora. De momento me basta con saludaros, queridos hijos míos en el Señor, hijos de Israel, nacidos santos según vuestra naturaleza espiritual 117 . A vosotros, que habéis deseado acercaros a vuestro Creador, os conviene buscar la salvación de vuestras almas en la Ley de la Alianza 118 . Es verdad que, a consecuencia de nuestros innumerables pecados, de nuestras funestas rebeldías, de nuestras pasiones sensuales 119 , se ha enfriado 120 la Ley de la Promesa y se han embotado las facultades de nuestras almas. Por la muerte 121 en que estamos precipitados se nos ha hecho imposible tener cuidado de nuestro verdadero título de gloria: nuestra naturaleza espiritual 122 . Por eso se lee en las divinas Escrituras: "Como en Adán todos los hombres morimos, en Cristo todos somos vivificados" (1Co 15, 22) Ahora es El la vida de toda inteligencia espiritual entre las criaturas hechas a imagen de la Imagen que es El mismo, pues es la auténtica inteligencia del Padre y su Imagen inmutable. Por el contrario, las criaturas hechas a su imagen tienen una naturaleza mudable. De ahí la desgracia que nos hirió, en la que todos hallamos la muerte y que nos hizo perder nuestra condición primera de naturaleza espiritual. Por esta misma razón, dejada nuestra primera naturaleza, adquirimos una morada de tinieblas 123 en que por todas partes reina la guerra Nosotros mismos hemos dado testimonio de ello: no teníamos la menor noción de virtud. Pero Dios, nuestro Padre, contemplando nuestra debilidad, nuestra incapacidad para revestir nuestra verdadera naturaleza, quiso 124 , por su bondad, visitar a sus criaturas mediante el ministerio de los santos Os suplico a todos en el Señor, queridos hijos, que os penetréis bien de cuanto os escribo 125 porque mi amor hacia vosotros no se dirige sólo a vuestros cuerpos sino que es caridad espiritual, según Dios Volved vuestra alma hacia vuestro Creador y rasgad vuestro corazón en vez de vuestro vestido (Jl 2, 13) 126 . Preguntaos qué podríamos devolver al Señor por todas sus gracias. El se acuerda siempre de nosotros por su gran bondad, por su indecible amor. Y aquí mismo, en la presente morada de nuestra miseria, no nos ha dado lo que merecían nuestros pecados Su bondad es tan grande que ha querido que el mismo sol se ponga a nuestro servicio en esta casa de tinieblas, y también la luna y las estrellas para apoyo físico de un ser al que su propia debilidad condenaría a perecer. Sin hablar de sus otros poderes, ocultos, pero también a disposición nuestra sin que podamos verlos con los ojos corporales Así pues, ¿qué le devolveremos el día del juicio? 127 ; o, si preferís, ¿qué beneficio podemos imaginar que ya no nos haya concedido? Los Patriarcas, ¿no han sufrido

por nosotros? ¿No nos han enseñado los Sacerdotes? ¿Acaso no combatían por nosotros los Jueces y Reyes? 128 . ¿No mataron a los Profetas por nosotros? 129 . Los Apóstoles, ¿no sufrieron persecución por nosotros? Y el Hijo predilecto, ¿no murió por nosotros? Por nuestra parte dispongámonos ahora a ir hacia nuestro Creador por el camino de la pureza 130 . Porque viendo que los santos, o más bien todas sus criaturas, no conseguían curar la profunda herida 131 de sus propios miembros 132 , y conociendo la imperfección de su espíritu, El, el Padre de las criaturas, les manifestó su misericordia, y por su gran amor no perdonó a su Hijo Único, al cual entregó por nuestros pecados para salvación de todos (Rm 8, 32). "El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados" (Is 53, 5). Así su Verbo omnipotente nos ha reunido de todos los países para llevar a cabo la restauración de nuestro espíritu caído y enseñarnos que somos miembros unos de otros Así 133 , ya que hemos vuelto a nuestro Creador, conviene que todos ejercitemos nuestra inteligencia y nuestro espíritu para conocer exactamente la naturaleza propia del bien y para saber discernir el mal, para conocer bien 134 la Economía establecida por la venida de Jesús a este mundo 135 , el cual se ha hecho semejante a nosotros en todo excepto en el pecado (Hb 4, 15) Es verdad que a consecuencia de nuestra gran malicia, del desorden de nuestra vida, de las pesadas consecuencias de nuestra inestabilidad, la venida de Jesús fue para algunos un escándalo 136 , para otros un beneficio (cf. 1Co 1, 23), para algunos sabiduría y poder, para otros también resurrección y vida. Pero estad convencidos: su venida fue 137 el juicio del mundo entero. Está escrito: "He aquí que vienen días - oráculo del Señor - en que todos me conocerán, pequeños y grandes, y no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo ' conoced a Yahvé '" (Jr 31, 33 - 34) porque seré yo quien hará resonar mi Nombre hasta los confines de la tierra. Toda boca se cerrar y el mundo entero quedar bajo la soberanía de Dios (Rm 3, 19). No conocían a Dios, no le daban gloria como a su Creador (Rm 1, 21), a consecuencia de su locura que les impedía comprender su sabiduría. Y cada uno de nosotros se abandonaba a sus voluntades propias 138 para cometer el mal y hacerse esclavo de él. Por eso también se despojó Jesús de su gloria 139 tomando condición de siervo (Flp 2, 7) a fin 140 de que su esclavitud fuera nuestra libertad. Entregados a la locura habíamos conocido toda clase de males; El se revistió con esta locura para que, hecha suya, fuera nuestra sabiduría. Habíamos caído en la miseria y la miseria nos había arrebatado toda fuerza; El abrazó la pobreza para colmarnos por ella de ciencia e inteligencia. Y esto no fue todo: nuestra debilidad la hizo suya y su debilidad fue nuestra fuerZa Por su Padre quiso obedecer en todo hasta la muerte, y muerte de cruz (Flp 2, 8), para que ella 141 fuera nuestra resurrección y su dueño, el diablo fuera aniquilado. Si esta liberación que nos ha traído su venida a este mundo llega a hacerse verdaderamente nuestra, nos hará un día discípulos de Jesús, por quien entraremos en la herencia divina A decir verdad, queridos hijos en el Señor, es grande mi inquietud y mi espíritu está turbado y agitado. Hemos tomado el hábito y llevamos el nombre de santos, título de gloria entre los incrédulos, pero temo que se cumpla en nosotros la palabra de Pablo: "Profesan seguir a Dios, mas con sus obras niegan su poder" (Tt 1, 16; Rm 2, 20) 142 El amor que os tengo me hace suplicar a Dios que os lleve a reflexionar sobre la vida 143 que lleváis y a considerar como herencia vuestra lo invisible. Sin duda, hijos míos, esto no supera nuestra naturaleza sino que, normalmente, la corona, incluso

si debemos utilizar nuestras fuerzas en la búsqueda de Dios Porque buscar a Dios, o servirle, sigue siendo siempre para el hombre una búsqueda natural. El pecado de que somos culpables 144 es lo que está fuera y más allá de las condiciones normales de nuestra naturaleza 145 Hijos queridísimos en el Señor, vosotros que habéis querido estar dispuestos a ofreceros a Dios como víctimas puras, no os hemos ocultado nada de cuanto puede seros útil. Atestiguamos, más bien, lo que nosotros mismos hemos visto (Jn 3, 11) 146 porque los enemigos de la santidad piensan incesantemente en atacar a quienes de verdad la desean. Estad convencidos: el hombre carnal persigue siempre al espiritual (Ga 4, 29), y quien quiere vivir piadosamente la vida de Cristo sufrir persecución (2Tm 2, 12) 147 Por este mismo motivo, Jesús dirigía a sus apóstoles estas palabras confortadoras: "en este mundo tendréis muchas tribulaciones, pero no temáis: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). El sabía que a los apóstoles les esperan en este mundo inquietudes y pruebas. Pero su paciencia vencer el poder del enemigo, es decir, la idolatría. Les enseñaba también: "No temáis al mundo, sus males no tienen comparación con la gloria que os espera (Rm 8, 18). Si han perseguido a los profetas antes que a vosotros, también a vosotros os perseguirán; si a Mi me han odiado, también a vosotros os odiarán (Jn 15, 20); pero no temáis porque vuestra paciencia vencer el poder del enemigo" Entrar en los detalles del tema sería preparar un largo discurso, y está escrito: "da consejos al sabio y se hará más sabio" (Pr 9, 9). Pocas palabras bastan para consolarnos Cuando el espíritu las ha aprendido ya no necesita de las palabras, con frecuencia de doble sentido, de nuestra boca Pido por la salvación de todos vosotros, queridos hijos en el Señor. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros (2Co 13, 13). Amén

Quinta bis Es grande mi alegría a causa de vosotros, hijos queridísimos, amados del Señor, verdaderos hijos de Israel 148 , santos según vuestra naturaleza espiritual Lo primero que importa al hombre dotado de razón es conocerse a sí mismo; después conocer cuanto viene de Dios y todas las gracias que de El recibe incesantemente. Que sepa también que cuanto es pecado y merece reproche queda fuera de su naturaleza espiritual 149 Nuestro Creador se dio cuenta de que cuanto estaba así fuera de nuestra naturaleza procedía del libre albedrío, y que también la muerte procede de él. Sus entrañas se conmovieron por nosotros En su bondad, quiso conducirnos de nuevo a nuestro estado original, que jamás debió desaparecer. No se perdonó a sí mismo sino que visitó a sus criaturas para salvarlas a todas. Porque se entregó por nuestros pecados "El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados" (Is 53, 5). Por su Verbo omnipotente nos ha reunido de todas las regiones, de un extremo al otro del universo, enseñándonos que éramos miembros unos de otros Por esto, si el hombre dotado de razón quiere ser absuelto cuando venga el Señor, le es preciso examinarse y preguntarse qué podría devolver a Dios por todos los bienes que de El ha recibido También yo, el más miserable de todos, que estoy escribiendo esta carta despierto de mi sueño de muerte, he pasado la mayor parte de los días que me fueron concedidos en la tierra preguntándome, con l grimas y gemidos, qué podría devolver

al Señor por todo lo que me ha dado. Verdaderamente no hemos carecido de nada en cuanto El ha emprendido en favor de nuestra miseria. Nos ha dado ángeles como servidores; ha ordenado a sus propios profetas que nos instruyan con sus oráculos; ha mandado a sus apóstoles evangelizarnos Más aún: ha pedido a su Hijo Unico que tome la condición de esclavo por nuestra causa Muy queridos míos en el Señor, a vosotros, coherederos de los santos 150 , os suplico despertéis en vuestros corazones el temor de Dios Os es preciso saber claramente que Juan, el Precursor, bautizó para remisión de los pecados por causa nuestra a fin de que después seamos santificados por el Espíritu en el bautismo 151 de Cristo. Preparémonos, pues santamente y purifiquemos nuestro espíritu 152 para estar puros y dispuestos a recibir el bautismo de Jesús y a ofrecernos como víctimas agradables a Dios El Espíritu Consolador recibido en el bautismo 153 nos 154 conduce de nuevo a nuestro estado original. Nos hace entrar en nuestra heredad y aplicar de nuevo el oído a su enseñanza 155 . Porque cuantos han sido bautizados en Cristo han sido revestidos de Cristo. Ya no hay hombre o mujer, esclavo o libre 156 (Ga 3, 27). En el mismo momento en que, recibiendo su santa herencia, acogen la enseñanza del Espíritu Santo, les fallan sus recursos corporales: fallan la voz y la lengua y adoran al Padre como es debido, en espíritu y en verdad (Jn 4, 23) 157 Sabed también esto, queridos hermanos: no hay que esperar el juicio futuro cuando venga Jesús. Porque su primer Adviento ya ha traído el juicio para todos 158 . Y sabed también que los justos y los santos, revestidos del Espíritu, oran sin cesar por nosotros para que sepamos someternos humildemente 159 a Dios, a fin de recuperar nuestra gloria primera y tomar de nuevo el vestido que habíamos rechazado 160 , el que corresponde a nuestra naturaleza espiritual 161 Con frecuencia también, a quienes han sido revestidos del Espíritu 162 se dirige una voz procedente del Padre y les dice: "Consolad, consolad a mi pueblo, dice el Señor; sacerdotes, hablad al corazón de Jerusalén" (Is 40, 1 - 2). Porque Dios viene siempre a visitar a sus criaturas y a dar prueba de su bondad para con ellas 163 En verdad os digo, queridos hijos: está lejos de agotarse esta palabra de salvación y libertad por la que hemos sido librados (Ga 5, 1). Está escrito: "Da consejos al sabio y se hará más sabio" (Pr 9, 9) 164 Que el Dios de la paz os conceda la gracia y el espíritu de discernimiento para permitiros comprender bien cuanto os he escrito: son mandamientos del Señor. Y que el Dios de toda gracia os guarde en el camino de la santidad en el Señor hasta vuestro último suspiro 165 . Ruego por la salvación de todos vosotros, queridos hijos en el Señor Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros (2Co 13, 13). Amén

Sexta El hombre dotado de razón que se prepara a la liberación que le traerla Venida del Señor, debe conocer lo que es, según su naturaleza espiritual. Porque si se conoce, conoce igualmente la Economía de la salvación llevada a cabo por el Creador y cuanto El hace por sus criaturas Queridos hijos en el Señor, que sois como mis propios miembros y coherederos de los santos, os suplico por el Nombre de Jesucristo que obréis de tal modo que Dios

os dé el espíritu de ciencia para discernir y comprender que el gran amor que os tengo no es caridad natural, sino espiritual, según Dios ¿Tendré necesidad de escribir vuestros nombres terrestres, que son efímeros? El que sabe su verdadero nombre también conocer su sentido 166 . He aquí por qué Jacob, en su combate nocturno con el ángel, no cambió de nombre en toda la noche. Pero al llegar el día, recibió el de Israel, que significa: "Espíritu - que - ve - a - Dios" (Gn 32, 24 - 28) 167 Creo que jamás habéis dudado que los enemigos de la santidad piensa sin cesar en alguna mala jugada contra la verdad. Por eso Dios no ha venido una sola vez a visitar a sus criaturas. Desde el comienzo, la Ley de la Alianza 168 puso a muchos en camino hacia el Creador. Les enseñó a adorar a Dios como es debido. Pero la amplitud del mal, el peso del cuerpo, las malas pasiones, hicieron impotente la Ley de la Alianza 169 e imperfectos los sentidos interiores. Imposible recobrar el estado de la primera creación. El alma, aunque inmortal y no sometida a la corrupción como el cuerpo, no llegó a liberarse por su propia justicia 170 . He aquí por qué Dios, en su bondad, le hizo conocer, mediante la Ley escrita, el modo de adorar al Padre No olvidéis esto: Dios es uno. Igualmente toda naturaleza espiritual está fundada en la unidad. Donde no reina la unidad y la armonía, se prepara la guerra Constató el Creador que la llaga se estaba envenenando y que era preciso recurrir a un médico: Jesús, que ya había creado a los hombres, vino a curarlo. Sin embargo, envió precursores delante de El. No vacilamos en afirmar que Moisés, por quien se dio la Ley, fue uno de esos profetas, y que el Espíritu que caminaba con él fue también el apoyo de toda la asamblea de los santos Pero todos, en su oración, llamaban al Hijo Único de Dios Juan es también de esos profetas. Por eso está escrito: "La Ley y los profetas llegan hasta Juan" (Lc 16, 16), y "El Reino de los cielos padece violencia y sólo los violentos lo arrebatan" (Mt 11, 12) 171 . Quienes habían sido revestidos del Espíritu 172 comprendieron que nadie entre las criaturas podía curar esta profunda herida, sino la bondad del Padre: el Hijo Único 173 enviado para salvar al mundo. El es el gran médico que puede curarnos de esta profunda herida. Así pues, rogaron a Dios y a su bondad 174 El Padre no perdonó a su Hijo Único para salvarnos a todos; lo entregó por todos nosotros (Rm 8, 32). "El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados" (Is 53, 5). Por su Verbo omnipotente nos reunió de todos los países, de un extremo a otro de la tierra. Ha resucitado nuestro corazón de la tierra 175 para enseñarnos que somos miembros unos de otros Os pido, queridos hijos en el Señor, que consideréis este escrito como un mandamiento del Señor 176 . Es muy importante, en efecto, comprender bien el estado que Jesús abrazó por nosotros: "Se hizo semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado" (Hb 4, 15). A nosotros toca ahora 177 trabajar por nuestra liberación, gracias a su Venida. Que su locura sea nuestra sabiduría, su pobreza nuestra riqueza, su debilidad nuestra fuerZa Que obre en nosotros su resurrección y derrote al que detentaba las llaves de la muerte. Entonces dejaremos de invocar a Jesús de forma demasiado exterior y material. Pues la Venida de Jesús nos invita a un servicio más alto en el día en que quedarán destruidas nuestras iniquidades. Entonces no dirá : "Ya no os llamo siervos, sino hermanos" (Juan.15, 1). Una vez, pues, que ha sido dado el espíritu de filiación adoptiva a los apóstoles, el Espíritu Santo les enseña cómo adorar al Padre en verdad 178 En cuanto a mí, pobre y maldito de Cristo, la edad a que he llegado me ha traído

gozo y gemido de l grimas. Porque muchos de nuestra generación han vestido el hábito de la obra de Dios sin conocer su poder (2Tm 3, 5). Me alegran quienes se han dispuesto y están preparados a su liberación, gracias a la Venida de Jesús. Pero otros, que pretenden llevar su existencia en el Nombre de Jesús y, de hecho, siguen su propia voluntad tanto en sus sentimientos como en sus actos, me hacen llorar. Aquellos a quienes el tiempo les parece siempre largo, que se han dejado desanimar, que han rechazado el hábito de la obra de Dios para colocarse a nivel de los animales, me hacen derramar muchas l grimas. Es, pues, preciso que sepáis que estos serán severamente condenados cuando venga Jesús. Pero vosotros, queridos hijos en el Señor, comprended bien lo que sois para aprovechar vuestro tiempo, y preparaos a ofreceros como víctima agradable a Dios Sí, es verdad, queridos hijos en el Señor, os escribo esto como a quienes pueden comprender (1Co 10, 15) porque sois capaces de tener incluso un conocimiento justo de vuestro estado 179 . Y ya sabéis que quien se conoce a sí mismo 180 conoce a Dios y la Economía de la salvación que prepara para sus criaturas Y sabed también que no es un amor puramente natural el que os tengo, sino un amor espiritual, según Dios, ese Dios que encuentra su gloria en la asamblea de los santos (Sal 79, 8). Preparaos, pues, porque aún tenemos intercesores que rueguen a Dios para que ponga en nuestro corazón ese fuego derramado en la tierra por Jesús (Lc 12, 49). Así ejercitaréis vuestro corazón y vuestros sentidos para discernir el bien del mal, la derecha de la izquierda, lo sólido de cuanto no lo es Sabía Jesús que la materia de que está hecho este mundo está en manos del diablo 181. Llamando a sus discípulos les dijo "No acumuléis tesoros sobre la tierra, no os inquietéis por el mañana, cada día tiene su afán" (Mt 6, 19 y 34) Sí, queridos hijos, cuando los vientos se calman el piloto se distrae; pero si se alza un viento violento y contrario, muestra su competencia 182 . A vosotros toca reconocer el tiempo al que hemos llegado Estas palabras de salvación requerirían una explicación más detallada, pero basta dar un poco al sabio para que se haga más sabio (Pr 9, 9) Queridos hijos, os saludo a todos, del menor al mayor (Hch 8, 10). Amén

Séptima CARTA SÉPTIMA Antonio os saluda, queridos hermanos en el Señor: el gozo sea con vosotros No me cansaré de recordaros, miembros de la Iglesia católica. Sabedlo: el amor que os tengo no es puramente natural, sino espiritual y según Dios Porque en nosotros el amor simplemente natural es débil, inconstante, incesantemente abatido por vientos mudables 183 Los que temen al Señor y guardan sus mandamientos son sus servidores. Tal servicio aún no es la perfección, pero es la justicia que, poco a poco, nos conduce al Espíritu de filiación 184 . He aquí por qué los profetas, los apóstoles, las asambleas de los santos, los escogidos por Dios y a quienes se confió la predicación apostólica, todos por la bondad de Dios Padre, estaban unidos en Jesucristo. El apóstol Pablo dice, efectivamente: "Pablo, prisionero de Jesucristo, elegido para ser apóstol" (Rm 1, 1; Ef 3, 1).Que la Ley escrita os sea, pues, una ayuda en vuestro santo servicio hasta el día en que os sea dado dominar las pasiones y adquirir la perfección en el santo ejercicio de la virtud, gracias al don que también recibieron los apóstoles 185 186 Cuando estemos a punto de recibir esta gracia nos dirá Jesús: "ya no os llamaré siervos sino amigos y hermanos porque os he dado a conocer cuanto me ha

enseñado el Padre" (Jn 15, 1). En efecto, quienes se han acercado a la gracia han recibido de ella la enseñanza del Espíritu Santo, y han conocido su naturaleza espiritual. Ahora bien, este conocimiento de ellos mismos les hace gritar y decir: "No hemos recibido un espíritu de servidumbre para vivir en el temor, sino el espíritu de adopción filial, que hace gritar ¡Abba!: ¡Padre!" (Rm 8, 15) para que reconozcan el don de Dios Porque somos herederos de Dios y coherederos de los santos (Rm 8, 17) Hermanos queridos, llamados a compartir la herencia de los santos, ahora estáis cerca de todas las virtudes. Todas os pertenecen, si 187 no os cayereis en la vida carnal sino que permaneciereis trasparentes ante Dios 188 Ahora bien, el Espíritu de Dios no entra en relación con un alma entregada al mal, no establecer su morada en un cuerpo herido por el pecado. Es un poder 189 santo, que sortea las asechanzas del mal (Sb 1, 4 - 5) Queridos hijos, escribo a personas capaces de comprenderme, capaces de conocerse a sí mismas. Ahora bien, quien se conoce, conoce a Dios; y quien lo conoce debe adorarlo como merece Sí, queridos hijos en el Señor, conoceos a vosotros mismos porque quienes se conocen, conocen el tiempo en que viven 190191 y, conociéndolo, pueden mantenerse, sin dejarse impresionar por las doctrinas que corren Respecto a Arrio, aparecido en Alejandría para decir cosas contrarias a nuestra fe acerca del Hijo Único de Dios 192 , atribuyendo tiempo a Aquel que está fuera del tiempo 193 , límite a quien, al contrario de las criaturas, no tiene límite 194 y movimiento a un Ser inmutable, sólo diré esto: si el hombre ofende al hombre, los hombres rogarán a Dios por él; pero si ofende a Dios ¿quienes rogarán por él? (cf. 1S 2, 25). Este hombre ha querido hacer demasiado por sus propias fuerzas y el mal que así ha contraído no tiene remedio. Si hubiera tenido el conocimiento propio de que hablo, su lengua no hubiera dicho lo que ignora. Tras lo que ha ocurrido, está claro que no se conocía a sí mismo 195

Notas 0

Cf. Introducción, nota 10. Cf. también PG 40.1065 llama el amor de Dios: según S 2 Enseñanza repetida sin cesar en las Cartas: el estado original de gracia es natural al hombre, y a este estado deben conducir de nuevo la llamada de Dios y es esfuerzo del hombre. Cf. Vita, 14; y sobre todo el n.20 3 Según el siríaco NŒhut". Hay una huella en S: requies, única alusión en estas Cartas a la hesyquía, la quietud necesaria para que se desarrolle en el alma el don de Dios 4 En la vocación del mismo Antonio fue decisiva la escucha dela Palabra de Dios (la Ley escrita):cf. Vita, 2 5 Acerca de cómo las pruebas tienden a desanimar al monje para conducirlo a poner en Dios su confianza, cf. la Lettres esfils, de MACARIO, 11 - 12 (ed. A. WILMART, Révue d'ascétique, Ide mystique, I (1920), 58 - 83 6 Doble ascesis, exterior e interior, del cuerpo y del corazón, que se encuentran unidas inseparablemente desde los comienzos del monaquismo; cf. Apotegmas, AGATON 8. El Espíritu Santo suaviza la ascesis, cf. AMMONAS, Cartas 2, 2 7 y después el corazón...la oración, conjetura según S, E, G y la variante de un manuscrito sirio 1 que

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Ammonas (Cartas II, 15, 5) también conoce un Espíritu de conversión que precede al Espíritu de verdad; este último es sólo el Espíritu Santo. con el cuerpo: según E 9 Lo que nosotros llamamos concupiscencia. Según la concepción de los antiguos es ajena al hombre y le fue sobreañadida 10 Esta purificación del corazón se dirige a todo cuanto influye indebidamente en él, a partir de la pesadez no natural del cuerpo en su estado actual. No es la supresión de todo deseo o necesidad. El n.3 señalar una moción natural en el hombre, que es según Dios 11 La doctrina de las tres mociones se halla casi literalmente en los Apotegmas, Antonio 22. Cf. también AMMONAS, Cartas 11, 3, que mencionan tres deseos, que encierran en parte las tres mociones, pero, invirtiendo su orden 12 Literalmente: plantada 13 del mismo modo el Señor...a servidumbre: según S y G 14 triple: según S, E, G 15 Las pasiones proceden en este caso del diablo, que se aprovecha de nuestra inadvertencia. Alteran un movimiento o una moción que son naturales al cuerpo. movimiento natural: cf. S y G 16 ella aprende así... es: según S, E, G 17 Cf. MACARIO, Letra ... es filas, 10 - 12. han de ir unidos: según E 18 han de ir unidos: según E 19 En este caso la pasión es natural. Encierra, pues, el concepto de moción. de cuanto le es extraño: según S, E, G 20 de cuanto le es extraño: según S, E, G 21 y esta otra...riquezas: según S.E, G 22 En plural, como aparece habitualmente en los textos antiguos Se trata de la variedad de deseos inmoderados que, después del pecado, han roto la unidad y simplicidad del hombre 23 vendrá a añadirse todavía: según E 24 pero si el deseo...gloria de Dios: según S, E, G 25 Si .. fornicación: según S y G 26 una parte: según S y G 27 Texto muy fuerte. MACARIO, en su Letra ... es filas (n.14) habla del Paráclito "que hace alianza con la santidad del cuerpo", en un párrafo que recuerda, más sobriamente, las largas ampliaciones de este n.4. En cuanto a AMMONAS, habla de un cuerpo viviente, que viene de arriba (Cartas 1, 1). Cf. la descripción del cuerpo de S. Antonio anciano en la Vita Antonii 93 28 En la Carta de MACARIO aparece frecuentemente Dios que se muestra solícito ante el trabajo del monje tentado. Cf. también, en la Bita Antonia 10, la respuesta de Jesús: "estaba aquí, Antonio, y esperaba para ver tu combate" 29 huida ... obras: según G 30 pobreza de corazón: según S, E, G 31 paciencia: según S y G

NOTAS, Carta 2ª 32

han recibido la gracia...fortalecidos: según S

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Unión con Dios y comunión entre los hombres van a la par en el estado original de nuestra naturaleZa También en la salvación recuperada: cf. Vita Antonia 91: unirse a Dios y después a los santos 34 A partir de vino la asamblea de los Profetas...hasta aquí, hemos seguido G y E, contra S, que presenta un texto más breve y diferente 35 De aquí hasta el final del párrafo seguimos una vez más G y E contra S 36 Posible eco de una antigua doctrina que distinguía entre los cristianos a justos y perfectos Pero en S. Antonio los perfectos se llaman más bien "los que han recibido el Espíritu de filiación" 37 habían recibido: según E 38 Desde ahora casi todas las cartas terminan con esta cita. Era como una fórmula de cortesía, en uso en el desierto de Egipto: cf. AMMONAS; Cartas 1, 3

NOTAS, Carta 3ª NOTAS, Carta 3ª 39 Según G y S 40 Según E 41 Cf. AMMONAS, Cartas 2, 1. Dios se regocija con sus ángeles por causa del monje que progresa. Doctrina repetida incansablemente por Antonio: 4, 3.8.10; V bis; 6, 3 42 2, 3 a 3, 3 falta en E 43 El Espíritu Santo enviado al hombre después de sus trabajos: esta concepción constituye la trama de la Carta de MACARIO. Cf. AMMONAS, Cartas VIII 44 agua; según S

NOTAS, Carta 4ª NOTAS, Carta 4ª 45 Unica carta cuyos destinatarios pueden ser localizados Y también única referencia geográfica que ya conocía S. Jerónimo. Esto basta para probar que hemos encontrado el mismo corpus de Cartas. En la Bita Antonia 15. Arsinoé está situada en el camino que lleva a una comunidad de hermanos 46 de la región...con ellos, omitido por E 47 Parece que el autor no se dirige sólo a monjes 48 hombres y mujeres...espiritual, en E: "Que sois verdaderos israelitas" 49 la dicha ..gracia, en S: "la promesa que habéis recibido" 50 sin...en el cielo: omitido por E 51 E resume desde aquí hasta el párrafo 3 52 Salvador según G, en contra de S, que dice: "salvación" 53 S añade: "bajara la tierra" 54 Importancia de la comunión eclesial a través de los siglos y más allá de los dos Testamentos 55 La librea de un mortal según G, en contra de E, que dice: "ha gustado la muerte", y S: "tomó el aspecto de la muerte" 56 E añade: "y por su muerte hemos sido salvados" 57 dar su eficacia al ministerio según G

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no deIs ..tribulación lo resume E cuando veo...todas, omitido por E 60 No ignoran... según G y S contra E, que añade: "Intentad imitarlos Han visto la Economía del Creador en la admirable Encarnación y los trabajos que por nosotros ha llevado acabo" 61 E omite: desean...condenados 62 E omite: hablo a prudentes 63 E añade: "por nuestra atracción hacia lo que agrada al enemigo que hace el mal, al padre de la mentira" 64 ya que ignoramos según S 65 Acerca de la envidia que nos tienen los diablos, cf. Vita Antonii 22 66 Esta misma gracia de discernimiento se pide en la Vita Antonii 38 y en AMMONAS, Cartas IV, que unen este don al de la filiación adoptiva. Para la apertura de los ojos del corazón cf. AMMONAS. Cartas 15, 13 67 E omite en todo tiempo 68 E: "despierto" 69 ceguera de su propio corazón: añadido por la carta de Besa a Herón 70 hijo del orgullo: según la carta de Besa 71 Esta tentación está descrita en la Carta de MACARIO, 6.Cf.Apotegmas, POIMEN 129, y Bita Antonia 25 72 E resume a partir de aquí hasta el fin del párrafo 5 73 Texto oscuro que parece aludir a un tormento de los cuerpos que tendrá lugar antes de su glorificación definitiva 74 Deseo y pensamiento, lo mismo que voluntad, son nociones equivalentes. Designan lo que en nosotros tiene parte con el pecado y nos inclina a él 75 E añade: "caer espontáneamente" 76 G y S: semilla 77 como el aire según G 78 Que el diablo habita los aires, cf. Bita Antonia 21 79 S omite: ellos mismos .. materialmente 80 # 1000 No despreciéIs ..: según E, y contra G y S, que parecen tener a mano un texto corrompido 81 # 1001 E resume desde aquí hasta el fin del párrafo 82 Importancia del diálogo espiritual, destinado a hacer visibles a los dos antagonistas invisibles por esencia: Diosy el diablo. Esta misma insistencia se da en AMMONAS, Cartas 6, 2: "Ahí donde los padres reciben a sus hijos, Dios está presente en una y otra parte" 83 # 1002S: "nuestros mayores esfuerzos" 84 # 1003 E omite: han visto crearse... actividades 85 Para la gran diferencia entre los diablos, cf. Bita Antonia 21 86 # 1004 E: "que han odiado el peso de este cuerpo" 87 # 1005 E añade: "y la misma sustancia" 88 # 1006 E omite: y quien le hace...a sí mismo 89 # 1007 respondiendo a su llamada, según G 90 # 1008 entreguémonos, según G 59

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# 1009 de que somos objeto, según S # 1010 si no queremos .. demonio, según S y G 93 # 1011 E: "ser arrebatada, incluso si ahora obramos por medio del cuerpo. Quien sabe esto, sabe amar sólo a Dios, y quien ama a Dios ama también a los demás" 94 La naturaleza espiritual, que poseemos a imagen del Hijo, constituye el lazo de unión entre Dios y el hombre, y también de los hombres entre sí. Por eso interesa conocer esta naturaleza para que el esfuerzo espiritual sea de buena ley. Por eso también es necesario reconocer la divinidad de Jesús, a través de quien estamos unidos, al mismo tiempo, a Dios y a los demás hombres. Esta afirmación es la clave de toda la doctrina de S. Antonio 95 # 1012 E: "incensario" 96 # 1013 E: "la potencia espiritual" 97 Este párrafo contiene una definición descriptiva de la oración, una de las más antiguas en la tradición monástica. Ya menciona el abandono de todo pensamiento, del sacrificio espiritual, del fuego y del consuelo del Espíritu 98 # 1014 E omite desde aquí hasta ya desde ahora 99 # 1015 S omite: que consiste en...sido concedida 100 # 1016 E resume desde aquí hasta el fin del párrafo. Que el conocimiento de sí mismo sea el comienzo de todo el esfuerzo espiritual, cf. la Carta de MACARIO, 1 101 # 1017 G: "Dios" 102 # 1018 S añade: "amémonos, pues, unos a otros" 103 # 1019 S: "la misma esencia" 104 # 1020 E omite desde aquí hasta la última frase del párrafo 105 Comparando con los lugares paralelos aparece claramente que en Antonio, la doctrina de la única esencia espiritual sólo puede comprenderse plenamente a la luz del Cuerpo Místico de Cristo. Es clara la alusión al cuerpo y a los miembros Si hay resabios de gnosticismo, es fundamentalmente Cristológico 106 # 1021S omite: quien ama a Dios se ama a sí mismo 107 # 1022 E sólo tiene las dos últimas frases del párrafo 10 108 Cf. Bita Antonia 89 109 # 1023 S: "los santos interceden continuamente por nosotros" 110 # 1024 S: "desde el principio del mundo", omitido por E 111 Cf. Apotegmas, ANTONIO 8, y San Juan CASIANO, Conferencias 2, 2 112 La misma insistencia sobre la humildad en MACARIO, Cartas 17; cf. Apotegmas ANTONIO 7 113 # 1025 E: "en cuyas manos está mi espíritu" 114 # 10000 E añade: "la caridad y" 92

NOTAS, Carta 5ª NOTAS, Carta 5ª 115 E: "he conocido" 116 E omite 117 E omite esta frase 118 E: "conviene luchar para librarnos de las pasiones según la Ley espiritual" 119 E añade: "de las tentaciones del diablo"

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G: "reseca" E: "a causa de las pasiones" 122 E añade: "no hay salvación para nosotros sino por el Señor Jesucristo" 123 E: "hemos nacido en la carne" 124 E: "enviado su Hijo Único, que ha tomado nuestra carne y, con sus dones, ha visitado su creación, sus ministros y sus santos" 125 E: "por el amor que os tengo"; omite lo que sigue 126 E omite 127 E omite 128 E omite 129 E omite 130 S: "santidad"; E omite el final del párrafo 131 S: "hecha a los judíos, es decir, a sus miembros" 132 Es decir, de sus hermanos, miembros del mismo cuerpo. Otra vez la insistencia en el carácter social, tanto de la caída como de la salvación 133 S: "a cuantos se apresuran a ir hacia su Creador El les enseña cómo han de ejercitar su inteligencia" 134 E: "para cambiarnos e ir al encuentro del Señor" 135 S: "por amor hacia nosotros" 136 G: "una prueba" 137 E: "los juicios de unos y la vida de otros" 138 G: "a su voluntad"; E: "espontáneamente al mal" 139 E omite 140 E: "de salvarnos"; omite hasta muerte de cruz 141 S: "su muerte y anonadamiento" 142 Cita que se encuentra en AMMONAS, Cartas 9, 3 - 4 143 # 1000 E: "que está oculta en vosotros, por la cual obráis para adquirir la herencia invisible" 144 # 1001 E: "Somos dignos de corrección o de castigo porque es extraño a nuestra naturaleza" 145 # 1002S omite esta frase 146 # 1003 E y S omiten 147 # 1004 E omite y continúa: "Os hago saber que el cuerpo hace siempre la guerra al Espíritu, como dice el Apóstol Pablo(G l.5, 4). Quien quiere llevar una vida piadosa en Jesucristo debe expulsar de sí los deseos del cuerpo mediante oraciones dirigidas a nuestro Señor Jesucristo. El, en su misericordiosa bondad, os quitar el trabajo y las tentaciones que proceden del cuerpo" 121

NOTAS, Carta 5ª bis NOTAS, Carta 5ª bis 148 amados del Señor, verdaderos hijos de Israel, omitido por E 149 El final de este párrafo está resumido u omitido en E 150 E omite vosotros que soIs ..santos 151 S omite el bautismo

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E añade: "y nuestro cuerpo"; S lee: "mens sensualis", difícil de traducir: "espíritu dotado de razón" (?) 153 recibido en el bautismo, según E 154 E: "hace realizar obra de penitencia" 155 E omite y aplicar...enseñanza 156 E omite ni esclavo ni libre 157 Este párrafo resume la evolución de la vida espiritual según S. Antonio: paso del bautismo para remisión de los pecados al bautismo en el Espíritu Santo y Consolador, que hace capaz de escuchar su enseñanza, de ofrecerse como víctima agradable a Dios y adorar al Padre en espíritu y en verdad. En este estado tiende a desaparecer toda oración exterior o vocal. Terminología bíblica que se ordena a una experiencia espiritual muy concreta 158 E ha entendido lo contrario: que no seremos dispensados del juicio final, anunciado por Jesús en su primera Venida 159 E: "unirnos" 160 E: "por la desobediencia" 161 S: "Sabed que quienes llevan en sí el Espíritu mirarán y serán revestidos de este vestido, que había sido quitado, y que era nuestra naturaleza espiritual" 162 S: "que llevan en sí al Espíritu" 163 Cf. Apotegmas POIMEN 87: "Preguntó un hermano al Abad Poimen: ¿es bueno interceder? El anciano le contestó: el Abad Antonio dijo: he aquí que sale una voz de junto al Señor que dice: 'Consolad a mi pueblo, dice el Señor, consolad a mi pueblo'". El contexto de la Carta V bis aclara el sentido oscuro del apotegma tomado aisladamente. Se trata de la respuesta de Dios a los santos que interceden por nosotros y por la cual les anuncia que ha sido escuchada su oración. Es, pues, positiva la respuesta de Poimen a su interlocutor: ya que Dios escucha la oración, según atestigua S. Antonio, ésta es buena 164 E omite esta frase 165 G: "hasta la cima de la ascensión espiritual"

NOTAS, Carta 6ª NOTAS, Carta 6ª 166 S: "que cada uno conozca su verdadero nombre" 167 La insistencia de Antonio sobre el verdadero nombre espiritual de sus corresponsales, en oposición a su nombre terrestre, ¿hay que relacionarla con la antigua costumbre de los monjes de recibir otro nombre al comienzo de su vida monástica, a ejemplo de Jacob, que acaba de ser citado? La costumbre está atestiguada por AMMONAS (Cartas IX, en la única versión siríaca), con idéntica alusión a los ejemplos del Antiguo Testamento. Ammonas la justifica así: "Ya que habéis crecido en Dios, debe cambiarse el nombre de vuestro progreso en El" 168 E: "por la ley de su corazón" 169 E: "los sentidos del cuerpo" 170 S: "de la injusticia" 171 S resume desde el comienzo de este párrafo 172 S: "que llevaron en sí al Espíritu"; E: "revestidos de Dios" 173 S añade: "que es su imagen y a su imagen del cual se hizo el mundo entero" 174 S añade aquí las citas de Jr 7, 23; Jr 51, 9; Ez 12, 3; Flp 2, 6 - 11

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S añade: "resucitando nuestros sentidos y perdonando nuestros pecados" Antonio no duda en subrayar así la autoridad de su palabra de padre espiritual 177 S comienza aquí un texto diferente y omite cuanto sigue hasta la penúltima frase del párrafo: "Así pues, toda criatura dotada de razón, por quien ha venido el Salvador, debe discernir su estado y la ignorancia de su espíritu. Debe intentar distinguir el bien del mal y liberarse gracias a su Venida. Quienes así han sido liberados se llaman siervos de Dios Esto es solamente una perfección provisional, que debe llevarnos a la filiación adoptiva. Cuando se acercó el tiempo en que debían recibirla, el Señor hizo reconocerlo por la enseñanza del Espíritu Santo y saber que la Venida de Jesús sería un juicio para los hombres" 178 En este contexto, "adorar al Padre (en espíritu y) en verdad", expresión frecuente en las Cartas, debe comprenderse en el sentido de un paso de la oración exterior a una oración más interior. Este paso es consecuencia del don del Espíritu 179 E: "una justa noción de la Sagrada Escritura" 180 E: "la Escritura" 181 E: "Jesús sabía que el diablo es seductor" 182 La misma imagen en AMMONAS, Cartas 10, 2 176

NOTAS, Carta 7ª NOTAS, Carta 7ª 183 C contra G, S, E: "exteriores" 184 Cf. Carta II, nota 2 185 don sugerido por C, contra S y E: "palabras", y G: "vida" 186 En este pasaje el don ulterior del Espíritu Santo se relaciona mas particularmente con la gracia de los apóstoles, íntimamente unidos a Jesús con vistas a la predicación del mensaje 187 si, según C y E 188 El mismo vocabulario en la Bita Antonia 20: "(la virtud) no está lejos de nosotros, ni fuera de nosotros mismos, y nos es fácil abrazarla, si queremos" 189 poder, según C, G, E 190 en que viven, según C y G 191 Cf. AMMONAS; Cartas 1, 3: "Que el Señor os dé inteligencia en todo para escapar al error de estos tiempos"; cf.6, 3 192 193 San

Atanasio describe con términos semejantes el testimonio dado por San Antonio acerca de la doctrina de Arrio: "Es impío decir que hubo un tiempo en que El no era" (Bita Antonia 69). La ausencia de cambio en el Verbo aparece también en el discurso de Antonio a los filósofos (Bita Antonia 74) 194 un límite...de límite, según C, G, E 195 S añade: "en su temeridad ha presumido demasiado acerca del misterio del Hijo Unico, a quien sea toda gloria, majestad, honor y adoración, con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos"

ARISTIDES Apología Yo, ¡oh rey!, por providencia de Dios, vine a este mundo y, habiendo contemplado el cielo y la tierra y el mar, el sol y la luna y lo demás, me quedé maravillado de su orden. Pero, viendo que el mundo y todo cuanto en el hay se mueve por necesidad, entendí que el que lo mueve y lo mantiene es más fuerte que lo mantenido. Digo, pues, ser Dios, el mismo que lo ha ordenado todo y lo mantiene fuertemente asido, sin principio y eterno, inmortal y sin necesidades, por encima de todas las pasiones y defectos, de la ira y del olvido y de la ignorancia y de todo lo demás; por El, empero, subsiste todo. No necesita de sacrificio ni de libación ni de nada de cuanto aparece; todos, empero, necesitan de Él Dichas estas cosas acerca de Dios, tal como yo he alcanzado a hablar sobre El, pasemos también al género humano, para ver quienes de entre los hombres participan de la verdad y quienes del error. Porque para nosotros es evidente, ¡oh rey!, que hay tres géneros de hombres en este mundo: los adoradores de los que entre ustedes llaman dioses, los judíos y los cristianos; y a su vez, los que veneran a muchos dioses se dividen también en tres géneros: los caldeos, los griegos y los egipcios, porque éstos fueron los guías y maestros de las demás naciones en el culto y adoración de los dioses de muchos hombres Veamos, pues, quienes de éstos participan de la verdad y quienes del error. Los caldeos, en efecto, por no conocer a Dios, se extraviaron tras los elementos y empezaron a adorar a las criaturas en lugar de Aquel que los había creado. Y haciendo de aquellos ciertas representaciones, los llamaron imágenes del cielo y de la tierra y del sol y de la luna y de los demás elementos o luminares: y, encerrándolos en templos, los adoran, dándoles nombre de dioses, y los guardan con toda seguridad para que no sean robados por ladrones, sin caer en la cuenta que lo que guarda es mayor que lo guardado, y el que hace, mayor que su propia obra. Porque si los dioses de ellos son impotentes para su propia salvación, ¿cómo podrán dar la salvación a otros? Luego, se extraviaron los caldeos, dando culto a imágenes muertas e inútiles Y se me ocurre maravillarme, ¡oh rey!, como los llamados entre ellos filósofos no comprendieron en absoluto que también los mismos elementos son corruptibles. Si, pues, los elementos son corruptibles y sometidos por necesidad, ¿cómo son dioses? Y si los elementos no son dioses, ¿cómo lo son las imágenes hechas en honor de aquellos? Pasemos, pues, ¡oh rey!, a los elementos mismos, para demostrar que no son dioses, sino corruptibles y mudables, sacados de la nada por mandato del Dios verdadero, el que es incorruptible, inmutable e invisible, pero El todo lo ve, y todo lo cambia y transforma como quiere. ¿Qué digo, pues, acerca de los elementos? Los que creen que la tierra es diosa, se equivocan, pues la vemos injuriada y dominada por los hombres, cavada y ensuciada y que se vuelve inútil. Porque si se la cuece se convierte en muerta, pues de una teja nada nace. Además, si se la riega demasiado, se corrompe lo mismo ella que sus frutos. Es también pisada por los hombres y por los otros animales, se mancha de la sangre de los asesinatos, es cavada y se llena de cadáveres y se convierte en depósito de muertos. Siendo esto así, no es posible que la tierra sea diosa, sino obra de Dios para utilidad de los hombres Los que piensan que el agua es Dios, yerran, pues también ella fue echa para utilidad de los hombres y es por ellos dominada; se mancha y se corrompe, y se cambia al hervir y se muda en colores y se congela por el frío. Y es conducida para el lavado de todas las inmundicias. Por eso, imposible que el agua sea Dios, sino

obra de Dios Los que creen que el fuego es Dios, se equivocan; porque el fuego fue hecho para utilidad de los hombres, y es dominado por ellos, al llevarle de un lugar a otro para conocimiento y asación de toda clase de carnes y hasta para la cremación de los cadáveres. Se corrompe además y de muchos modos al ser apagado por los hombres. Por eso, no es posible que el fuego sea Dios, sino obra de Dios Los que creen que el soplo de los vientos es Dios, se equivocan, pues es evidente que está al servicio de otro y que ha sido preparado por Dios en gracia a los hombres para mover las naves y transportar los alimentos y para sus demás necesidades. Además crece y cesa en ordenación de Dios. Por tanto, no es posible pensar que el viento es Dios, sino obra de Dios Los que creen que el sol es Dios, se equivocan, pues vemos que se mueve por necesidad y que cambia y que pasa de signo, poniéndose y saliendo, para calentar las plantas y las hierbas en utilidad de los hombres. Vemos también que tiene divisiones con los demás astros, que es mucho menor que el cielo, que sufre eclipses de luz y que no goza de autonomía alguna. Por eso, no es posible pensar que el sol sea Dios, sino obra de Dios Los que piensan que la luna es diosa, se equivocan, pues vemos que se mueve por necesidad y que pasa de signo en signo, poniéndose y saliendo para utilidad de los hombres, que es menor que el sol, que crece y mengua y sufre eclipses. Por eso, no es posible pensar que la luna sea diosa, sino obra de Dios Los que creen que el hombre es Dios, yerran; pues vemos que es concebido (cd. "movido") por necesidad y que se alimenta y envejece aun contra su voluntad. Unas veces está alegre, otras triste, y necesita de comida y bebida y vestidos. Vemos además que es iracundo y envidioso y codicioso, que cambia en sus propósitos y tiene mil defectos. Se corrompe también de muchos modos por obra de los elementos y de los animales y de la muerte, que le está impuesta. No es, pues, admisible que el hombre sea Dios, sino obra de Dios Se extraviaron, pues, los caldeos en pos de sus concupiscencias, pues adoran a los elementos corruptibles y a las imágenes muertas y no se dan cuenta de que las divinizan Vengamos, pues, también a los griegos, para ver si tienen alguna idea sobre Dios. Ahora bien, los griegos, que dicen ser sabios, se mostraron más necios que los caldeos, introduciendo muchedumbre de dioses que nacieron, unos varones, otros hembras, esclavos de todas las pasiones y obradores de toda especie de iniquidades; dioses, de quienes ellos mismos contaron haber sido adúlteros y asesinos, iracundos y envidiosos y rencorosos, parricidas y fratricidas, ladrones y rapaces, cojos y jorobados, y hechiceros y locos. De ellos unos murieron, otros fueron fulminados, otros sirvieron a los hombres como esclavos, otros anduvieron fugitivos, otros se golpearon de dolor y se lamentaron, otros se transformaron en animales Por donde se ve, ¡oh rey!, cuán ridículas y necias e impías palabras introdujeron los griegos al dar nombre de dioses a seres tales, que no lo son, lo que hicieron siguiendo sus malos deseos, a fin de que, teniendo a aquellos por abogados de su maldad, pudieran ellos entregarse al adulterio, a la rapiña, al asesinato y a toda clase de vicios. Porque si todo eso lo hicieron los dioses, cómo no habrán de hacerlo también los hombres que les dan culto? Consecuencia, pues, de todas estas obras del error fue que los hombres sufrieron guerras continuas y matanzas y amargas cautividades Mas si queremos ir recorriendo con nuestro discurso cada uno de sus dioses, verás absurdos sin cuento. De este modo, introducen antes que todos un dios Crono, y a este le sacrifican sus propios hijos. Crono tuvo muchos hijos de Rea y, finalmente volviéndose loco, se come a sus propios hijos. Dicen también que Zeus le cortó las

partes viriles y las arrojó al mar, de donde se cuenta que nació Afrodita. Atando, pues, Zeus a su propio padre, lo arrojó al Tártaro ¿Ves el extravío e imprudencia que introducen contra su propio Dios? Conque es admisible que Dios sea atado y mutilado? ¡oh insensatez! Quien, en su sano juicio, puede decir tales cosas? El segundo introducen a Zeus, de quien dicen que es rey de todos sus dioses y que toma la forma de animales para unirse con mujeres mortales. Y, en efecto, cuentan que se transforma en toro para Europa y Pasfae; en oro para Danae, en cisne para Leda; en sátiro para Antiope, y en rayo para Smele, y que luego de estas le nacieron muchos hijos: Dionisio, Zeto, Anfin, Heracles, Apolo y Artemisa, Perseo, Castor, Helena y Plux, Minos, Radamante, Sarpedn y las siete hijas que llamaron musas. Luego igualmente introducen la fábula de Ganimedes. Sucedió, pues, ¡oh rey!, que los hombres imitaron todo esto y se hicieron adúlteros y pervertidos e, imitando a su dios, cometieron toda clase de actos viciosos. ¿Cómo, pues, es concebible que Dios sea adúltero y pervertido y parricida? Con este introducen a un cierto Hefesto como Dios, y este, cojo y empujando martillo y tenazas, y haciendo de herrero para ganarse la vida. ¿Es que está necesitado? Cosa inadmisible, que Dios sea cojo y esté necesitado de los hombres Luego introducen como Dios a Hermes, que es codicioso y ladrón y avaro y hechicero y estropeado e intérprete de discursos. No se concibe que Dios pueda ser tales cosas También introducen como Dios a Asclepio, médico de profesión, y dedicado a preparar medicamentos y a componer emplastos para ganarse el sustento, pues estaba necesitado; luego dicen que fue fulminado por Zeus a causa del hijo del lacedemonio Tindreo y que así murió. Mas si Asclepio, siendo Dios, no pudo, fulminado, ayudarse a sí mismo, ¿cómo ayudar a los otros? También introducen como Dios a Ares, que es guerrero y envidioso y codicioso de rebaños y de otras cosas, del que cuentan que, cometiendo más tarde un adulterio con Afrodita, fue atado por el niño Eros y por Hefesto. ¿Cómo, pues, era Dios el que fue codicioso y guerrero y atado y adúltero? También introducen como Dios a Dionisio, el que celebra las fiestas nocturnas y es maestro en embriaguez, y arrebata las mujeres ajenas y que más tarde fue degollado por los titanes. Si, pues, Dionisio, degollado, no pudo ayudarse a sí mismo, sino que se volvió loco y era borracho, y anduvo fugitivo, ¿cómo puede ser Dios? También introducen a Heracles, que cuentan haberse embriagado y que se volvió loco y se comió a sus propios hijos, y que, consumido luego por el fuego, así murió. Mas, ¿cómo puede ser Dios un borracho, que mata a sus hijos y es devorado por el fuego? Y ¿cómo podrá socorrer a los otros el que no pudo socorrerse a sí mismo? 1. También introducen como Dios a Apolo, que es envidioso y que unas veces empuja el arco y la aljaba, y la cítara y la flauta, y se dedica a la adivinación para los hombres a cambio de paga. ¿Es que está necesitado? Cosa imposible de admitir que Dios esté necesitado y sea envidioso y citaredo Luego introducen a Artemisa, hermana suya, cazadora de oficio, que lleva arco y aljaba, y anda errante por los montes, sola con sus perros, para cazar algún ciervo o jabalí. ¿Cómo, pues, puede ser diosa una mujer así, cazadora y errante con sus perros? También dicen que es diosa Afrodita, que es una adúltera y una vez tuvo por compañero de adulterio a Ares, otra a Anquises, otra a Adonis, cuya muerte lloró, yendo en busca de su amante. y hasta cuentan que bajó al Hades para rescatar a Adonis, de Persfone, la hija de Hades. ¿Has visto, oh rey, insensatez mayor que la de introducir una diosa que es adúltera y se lamenta y llora? También introducen como Dios a Adonis, cazador de oficio y adúltero, que murió

violentamente, herido por un jabalí, y no pudo ayudarse en su desgracia. ¿Cómo se preocupará, pues, de los hombres el adúltero, cazador y muerto violentamente? Todo esto y muchas cosa más, más vergonzosas y peores introdujeron los griegos, ¡oh rey!, fantaseando sobre sus dioses cosas que no es lícito ni decirlas ni llevarlas en absoluto a la memoria. De ahí, tomando ocasión los hombres de sus propios dioses, practicaron todo género de iniquidad, de imprudencia e impiedad, mancillando la tierra y el aire con sus horribles acciones 2. En cuanto a los egipcios, que son más torpes y más necios que los griegos, erraron peor que todas las naciones. Porque no se contentaron con los cultos de los caldeos y de los griegos, sino que introdujeron como dioses aun animales irracionales, tanto de la tierra como de agua, y árboles y plantas; y se mancillaron en toda locura e imprudencia peor que todas las naciones sobre la tierra Porque al principio dieron culto a Isis, que tenía por hermano y marido a Osiris, el que fue degollado por su hermano Tifón. Y por esta causa, huyó Isis con su hijo Horus a Biblo de Siria, buscando a Osiris y llorando amargamente hasta que creció Horus y mató a Tifón. Así, pues, ni Isis tuvo fuerza para ayudar a su propio hermano y marido, ni Osiris, degollado por Tifón, pudo protegerse asimismo, ni el mismo Tifón, fratricida, muerto por Horus y por Isis, halló medio de librarse a sí mismo de la muerte. Y conocidos por tales desgracias fueron tenidos por dioses por los insensatos egipcios, los cuales, no contentos con esto o con los demás cultos de las naciones, introdujeron como dioses hasta los animales irracionales Porque unos de ellos adoraron a la oveja, otros al macho cabrío, otros al novillo y al cerdo, otros al cuervo y al gavilán y al buitre y al águila, otros al cocodrilo, otros al gato, al perro y al lobo, y al mono y a la serpiente y al áspid, y otros a la cebolla y al ajo y a las espinas y a las demás criaturas. Y no se dan cuenta los desgraciados que ninguna de esas cosas tiene poder alguno; pues viendo a sus dioses que son comidos por otros hombres y quemados y degollados y que se pudren, no comprendieron que no son dioses 3. Se extraviaron grandemente, pues, los egipcios, los caldeos y los griegos, introduciendo tales dioses, haciendo imágenes de ellos y divinizando a los ídolos sordos e insensibles Y me maravilla como viendo a sus dioses aserrados y devastados con hacha y cortados por artífices, y como por el tiempo se hacen viejos, y como se disuelven y funden, no comprendieron que no había tales dioses. Porque cuando ninguna fuerza poseen para su propia salvación, ¿cómo tendrán providencia de los hombres? Más sus poetas y filósofos, queriendo con sus poemas y escritos glorificar a sus dioses, no han hecho sino descubrir mejor su vergüenza y ponerla desnuda a la vista de todos. Porque si el cuerpo del hombre, aun siendo compuesto de muchas partes, no desecha ninguno de sus propios miembros, sino que, conservando con todos unidad irrompible, se mantiene acorde consigo mismo, ¿cómo podrá darse en la naturaleza de Dios lucha y discordia tan grande? Porque si la naturaleza de los dioses era una sola, no deba perseguir un dios a otro dios ni degollarle ni dañarle. Y si los dioses se han perseguido unos a otros, y se han degollado, y se han robado y se han fulminado, ya no hay una sola naturaleza, sino pareceres divididos y todos maleficios. De modo que ninguno de ellos es Dios. Luego es patente, ¡oh rey!, que toda la teoría sobre la naturaleza de los dioses es puro extravío Y ¿cómo no comprendieron los sabios y eruditos de entre los griegos que, al establecer leyes, sus dioses son condenados por esas leyes? Porque si las leyes son justas, son absolutamente injustos sus dioses que hicieron cosas contra ley, como mutuas muertes, hechiceras, adulterios, robos y uniones contra natura; y si es que todo esto lo hicieron bien, entonces son injustas las leyes, como puestas contra los dioses. Pero no, las leyes son buenas y justas, pues alaban lo bueno y prohíben

lo malo, y las obras de los dioses son inicuas. Inicuos son, pues, los dioses de ellos, y reos todos de muerte, e impíos los que introducen dioses semejantes. Porque si las historias que sobre ellos corren son míticas, entonces los dioses no son más que palabras; y si son físicas, ya no son dioses los que tales cosas hicieron y sufrieron; y si son alegóricas, son cuento y nada más Queda, pues, ¡oh rey!, demostrando que todos estos cultos de muchos dioses son obras de extravío y de perdición. Porque no se debe llamar dioses a los que son visibles y no ven, sino que hay que adorar como Dios al que es invisible y todo lo ve y todo lo ha fabricado 4. Vengamos, pues, también, ¡oh rey!, a los judíos, para ver que es lo que éstos también piensan acerca de Dios. Porque éstos, siendo descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, vivieron como forasteros en Egipto y de allí los sacó Dios con mano poderosa y brazo excelso por medio de Moisés, legislador de ellos, y por muchos prodigios y señales les dio a conocer su poder; pero mostrándose también ellos desconocidos e ingratos, muchas veces sirvieron a los cultos de las naciones y mataron a los justos y profetas que les fueron enviados. Luego, cuando al Hijo de Dios le plugo venir a la tierra, después de insultarle, le entregaron a Poncio Pilato, gobernador de los romanos, y le condenaron a muerte de cruz, sin respeto alguno a los beneficios que les había hecho y a las incontables maravillas que entre ellos haba obrado; y perecieron por su propia iniquidad. Adoran, en efecto, aun ahora a Dios solo omnipotente, pero no según cabal conocimiento, pues niegan a Cristo, Hijo de Dios; son semejantes a los gentiles, por más que en cierto modo parecen acercarse a la verdad, de la que realmente se alejaron. Esto baste sobre los judíos 5. Los cristianos, empero, cuentan su origen del Señor Jesucristo, y éste es confesado por su Hijo de Dios Altísimo en el Espíritu Santo, bajado del cielo por la salvación de los hombres. Y engendrado de una virgen santa sin germen ni corrupción, tomó carne y apareció a los hombres, para apartarlos del error de los muchos dioses. Y habiendo cumplido su admirable dispensación, gustó la muerte por medio de la cruz con voluntario designio, según una grande economía, y después de tres días resucitó y subió a los cielos. La gloria de su venida, puedes, ¡oh rey!, conocerla, si lees la que entre ellos se llama santa Escritura Evangélica Este tuvo doce discípulos, los cuales, después de su ascensión a los cielos, salieron a las provincias del Imperio y enseñaron la grandeza de Cristo, al modo que uno de ellos recorrió nuestros mismos lugares predicando la doctrina de la verdad. De ahí que los que todavía sirven a la justicia de su predicación, son llamados cristianos. Y éstos son los que más que todas las naciones de la tierra han hallado la verdad, pues conocen al Dios creador y artífice del universo en su Hijo Unigénito y en el Espíritu Santo, y no adoran a otro Dios fuera de éste. Los mandamientos del mismo Señor Jesucristo los tienen grabados en sus corazones y los guardan, esperando la resurrección de los muertos y la vida del siglo por venir. No adulteran, no fornican, no levantan falso testimonio, no codician los bienes ajenos, honran al padre y a la madre, aman a su prójimo y juzgan con justicia. Los que no quieran se les haga a ellos no lo hacen a otros. A los que los agravian, los exhortan y tratan de hacérselos amigos, ponen empeño en hacer bien a sus enemigos, son mansos y modestos... Se contienen de toda unión ilegítima y de toda impureza... No desprecian a la viuda, no contristan al huérfano; el que tiene, le suministra abundantemente al que no tiene. Si ven a un forastero, le acogen bajo su techo y se alegran con él como con un verdadero hermano. Porque no se llaman hermanos según la carne, sino según el alma Están dispuestos a dar sus vidas por Cristo, pues guardan con firmeza sus mandamientos, viviendo santa y justamente según se lo ordenó el Señor Dios, dándole gracias en todo momento por toda comida y bebida y por los demás bienes... Este es, pues, verdaderamente el camino al reino eterno, prometido por

Cristo en la vida venidera Y para que conozcas, ¡oh rey!, que no digo estas cosas por mí propia cuenta, inclínate sobre las Escrituras de los cristianos y hallarás que nada digo fuera de la verdad 6 Con razón, pues, comprendió tu hijo y fue enseñado a servir al Dios vivo y salvarse en el siglo que está por venir. Porque grandes y maravillosas son las cosas por los cristianos dichas y obradas, pues no hablan palabras de hombres, sino de Dios. Las demás naciones, en cambio, yerran y a sí mismas se engañan, pues andando entre tinieblas chocan unos con otros como borrachos 7. Hasta aquí, ¡oh rey!, se ha dirigido a ti mí discurso, el que por la verdad ha sido mandado a mi mente. Por eso, cesen ya tus sabios insensatos de hablar contra el Señor; porque les conviene a vosotros venerar al Dios Creador y dar todo a sus palabras incorruptibles, a fin de que, escapando al juicio y a los castigos, sean declarados herederos de la vida imperecedera

ATANASIO La Trinidad Sobre la interpretación de los salmos

Trinidad I. La Trinidad Existe, pues, una Trinidad santa y completa, de la que se afirma que es Dios, en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En ella no se encuentra ningún elemento extraño o externo; no se compone de uno que crea y de otro que es creado, sino que toda ella es creadora, consistente e indivisible por naturaleza, siendo su actividad única. El Padre hace todas las cosas por el Verbo en el Espíritu Santo: de esta manera se salva la unidad de la santa Trinidad. Así en la Iglesia se predica un solo Dios ?que está sobre todos, por todos y en todos? (cf. Ef 4, 6): ?sobre todos?, en cuanto Padre, principio y fuente; ?por todos?, por el Verbo; ?en todos?, en el Espíritu Santo. Es una verdadera Trinidad no sólo de nombre y por pura ficción verbal, sino en verdad y realidad. Así como el Padre es el que es, así también su Verbo es el que es y Dios soberano. El Espíritu Santo no está privado de existencia real, sino que existe con verdadera realidad... 1 Unidad y distinción entre el Padre y el Hijo ?Yo en el Padre, y el Padre en mí? (Jn 14, 10). El Hijo está en el Padre, en cuanto podemos comprenderlo, porque todo el ser del Hijo es cosa propia de la naturaleza del Padre, como el resplandor lo es de la luz, y el arroyo de la fuente. Así el que ve al Hijo ve lo que es propio del Padre, y entiende que el ser del Hijo, proviniendo del Padre, está en el Padre. Asimismo el Padre está en el Hijo, porque el Hijo es lo que es propio del Padre, a la manera como el sol está en su resplandor, la mente está en la palabra, y la fuente en el arroyo. De esta suerte, el que contempla al Hijo contempla lo que es propio de la naturaleza del Padre, y piensa que el Padre está en el Hijo. Porque la forma y la divinidad del Padre es el ser del Hijo, y, por tanto, el Hijo está en el Padre, y el Padre en el Hijo. Por esto con razón habiendo dicho primero ?Yo y el Padre somos uno? (Jn 10, 30), añadió: ?Yo en el Padre y el Padre en mí? (Jn 14, 10): así manifestó la identidad de la divinidad y la unidad de su naturaleza Sin embargo, son uno pero no a la manera con que una cosa se divide luego en dos, que no son en realidad más que una; ni tampoco como una cosa que tiene dos nombres, como si la misma realidad en un momento fuera Padre y en otro momento Hijo. Esto es lo que pensaba Sabelio, y fue condenado como hereje. Se trata de dos realidades, de suerte que el Padre es Padre, y no es Hijo; y el Hijo es Hijo, y no es Padre. Pero su naturaleza es una, pues el engendrado no es desemejante con respecto al que engendra, ya que es su imagen, y todo lo que es del Padre es del Hijo. Por esto el Hijo no es otro dios, pues no es pensado fuera (del Padre): de lo contrario, si la divinidad se concibiera fuera del Padre, habría sin duda muchos dioses. El Hijo es ?otro? en cuanto es engendrado, pero es del mismo? en cuanto es Dios. El Hijo y el Padre son una sola cosa en cuanto que tienen una misma naturaleza propia y peculiar, por la identidad de la divinidad única. También el resplandor es luz, y no es algo posterior al so!, ni una luz distinta, ni una participación de él, sino simplemente algo engendrado de él: ahora bien, una realidad así engendrada es necesariamente una única luz con el sol, y nadie dirá que se trata de dos luces, aunque el sol y su resplandor sean dos realidades: una

es la luz del sol, que brilla por todas partes en su propio resplandor. Así también, la divinidad del Hijo es la del Padre, y por esto es indivisible de ella. Por esto Dios es uno, y no hay otro fuera de él. Y siendo los dos uno, y única su divinidad, se dice del Hijo lo mismo que se dice del Padre, excepto el ser Padre 2 El Verbo no fue hecho como medio para crear El Verbo de Dios no fue hecho a causa de nosotros, sino más bien nosotros fuimos hechos a causa de él, y en él fueron creadas todas las cosas (Col 1, 16). No fue hecho a causa de nuestra debilidad - siendo él fuerte - por el Padre, que existía hasta entonces solo, a fin de servirse de él como de instrumento para crearnos. En manera alguna podría ser así. Porque aunque Dios se hubiese complacido en no hacer creatura alguna, sin embargo el Verbo no por ello hubiera dejado de estar en Dios, y el Padre de estar en él. Con todo no era posible que las cosas creadas se hicieran sin el Verbo, y así es obvio que se hicieran por él. Pues ya que el Hijo es el Verbo propio de la naturaleza sustancial de Dios, y procede de él y está en él... era imposible que la creación se hiciera sin él. Es como la luz que ilumina con su resplandor todas las cosas, de suerte que nada puede iluminarse si no es por el resplandor. De la misma manera el Padre creó con su Verbo, como si fuera su mano, todas las cosas, y sin él nada hace. Como nos recuerda Moisés, dijo Dios: ?Hágase la luz?, ?Congréguense las aguas? (Gn 1, 3 y 9)... y habló, no a la manera humana, como si hubiera allí un obrero para oir, el cual enterándose de la voluntad del que hablaba fuera a ejecutarla. Esto sería propio del orden creado, pero indigno de que se atribuya al Verbo. Porque el Verbo de Dios es activo y creador, siendo él mismo la voluntad del Padre. Por eso no dice la sagrada Escritura que hubiera quien oyera y contestara cómo y con qué propiedades quería que se hiciera lo que se tenía que hacer, sino que Dios dijo únicamente ?Hágase?, y al punto se añade ?Y así fue hecho?. Lo que quería con su voluntad, al punto fue hecho y terminado por el Verbo... Basta el querer, y la cosa está hecha. Así la palabra ?dijo? es para nosotros el indicador de la divina voluntad, mientras que la palabra ?y así fue hecho? indica la obra realizada por su Verbo y su sabiduría, en la cual se halla también incluida la voluntad del Padre... 3 Unidad de naturaleza en el Padre y el Hijo Ya que él es el Verbo de Dios y su propia sabiduría, y, siendo su resplandor, está siempre con el Padre, es imposible que si el Padre comunica gracia no se la comunique a su Hijo, puesto que el Hijo es en el Padre como el resplandor de la luz. Porque no por necesidad, sino como un Padre, en virtud de su propia sabiduría fundó Dios la tierra e hizo todas las cosas por medio del Verbo que de él procede, y establece por el Hijo el santo lavatorio del bautismo. Porque donde está el Padre está el Hijo, de la misma manera que donde está la luz allí está su resplandor. Y así como lo que obra el Padre lo realiza por el Hijo. y el mismo Señor dice: ?Lo que veo obrar al Padre lo hago también yo?, así también cuando se confiere el bautismo, a aquel a quien bautiza el Padre lo bautiza también el Hijo, y el que es bautizado por el Hijo es perfeccionado en el Espiritu Santo. Además, así como cuando alumbra el sol se puede decir también que es su resplandor el que ilumina, ya que la luz es única y no puede dividirse ni partirse, así también, donde está o se nombra al Padre allí está también indudablemente el Hijo; y puesto que en el bautismo se nombra al Padre, hay que nombrar igualmente con él al Hijo 4 La eterna generación del Hijo Es exacto decir que el Hijo es vástago eterno del Padre. Porque la naturaleza del Padre no fue en momento alguno imperfecta, de suerte que pudiera sobrevenirle luego lo que es propio de ella. El Hijo no fue engendrado como se engendra un hombre de otro hombre, de forma que la existencia del padre es anterior a la del hijo. El hijo es vástago de Dios, y siendo Hijo del Dios que existe eternamente, él mismo es eterno. Es propio del hombre, a causa de la imperfección de su

naturaleza, engendrar en el tiempo: pero Dios engendra eternamente, porque su naturaleza es perfecta desde siempre... Lo que es engendrado del Padre es su Verbo, su sabiduría y su resplandor, y hay que decir que los que afirman que había un tiempo en que no existía el Hijo son como ladrones que roban a Dios su propio Verbo, y se declaran contrarios a él diciendo que durante un tiempo no tuvo ni Verbo ni sabiduría, y que la luz hubo tiempo en que no tuvo resplandor, y la fuente hubo tiempo en que era estéril y seca. En realidad simulan evitar la palabra ?tiempo? a causa de los que se lo reprochan, y dicen que el Verbo existía ?antes de los tiempos?. Sin embargo, determinan un cierto ?periodo? en el cual imaginan que el Verbo no existía, con lo cual introducen igualmente la noción de tiempo: y así, al admitir un Dios sin Logos o Verbo, muestran su extraordinaria impiedad 5 La eternidad del Padre implica la filiación eterna Dios existe desde la eternidad: y si el Padre existe desde la eternidad, también existe desde la eternidad lo que es su resplandor, es decir, su Verbo. Además, Dios, ?el que es?, tiene de si mismo el que es su Verbo: el Verbo no es algo que antes no existía y luego vino a la existencia, ni hubo un tiempo en que el Padre estuviera sin Logos (alogos). La audacia dirigida contra el Hijo llega a tocar con su blasfemia al mismo Padre, ya que lo concibe sin Sabiduría, sin Logos, sin Hijo... Es como si uno, viendo el sol, preguntara acerca de su resplandor: ¿Lo que existe primero hace lo que no existe o lo que ya existe? El que pensara así seria tenido por insensato, pues sería locura pensar que lo que procede totalmente de la luz es algo extrínseco a ella, y pregunta cuándo, dónde y cómo fue dicho. Lo mismo ocurre con el que pregunta tales cosas acerca del Hijo y del Padre. Al hacer tales preguntas muestra una locura todavía mayor, pues supone que el Logos del Padre es algo externo a él, e imagina como en sombras que lo que es generación de la naturaleza divina es una cosa creada, afirmando que ?no existía antes de ser engendrado?. Oigan, pues, la respuesta a su pregunta: El Padre, que existe (eternamente), hizo al Hijo con la misma existencia... Mas, decidnos vosotros, los arrianos...: ¿El que es, tuvo necesidad del que no era para crear todas las cosas, o necesitó de él cuando ya era? Porque está en vuestros dichos que el Padre se hizo para si al Hijo de la nada, como instrumento para crear con él todas las cosas. Ahora bien, ¿quien es superior, el que tiene necesidad de algo o el que viene a colmar esta necesidad? ¿O es que ambos satisfacen mutuamente sus respectivas necesidades? Si decís esto, mostráis la debilidad de aquel que hubo de buscarse un instrumento por no poder por si mismo hacer todas las cosas... Este es el colmo de la impiedad... 6 Los errores de Arrio Las lindezas aborrecibles y llenas de impiedad que resuenan en la Talia, de Arrio, son de este jaez: Dios no fue Padre desde siempre, sino que hubo un tiempo en que Dios estaba solo y todavía no era Padre; más adelante llegó a ser Padre. El Hijo no existía desde siempre, pues todas las cosas han sido hechas de la nada, y todo ha sido creado y hecho: el mismo Verbo de Dios ha sido hecho de la nada y había un tiempo en que no existía. No existía antes de que fuera hecho, y él mismo tuvo comienzo en su creación. Porque, según Arrio, sólo existía Dios, y no existían todavía ni el Verbo ni la Sabiduría. Luego, cuando quiso crearnos a nosotros, hizo entonces a alguien a quien llamó Verbo, Sabiduría e Hijo, a fin de crearnos a nosotros por medio de él. Y dice que existen dos sabidurías: una la cualidad propia de Dios, y la otra el Hijo, que fue hecha por aquella sabiduría, y que sólo en cuanto que participa de ella se llama Sabiduría y Verbo. Según él, la Sabiduría existe por la sabiduría, por voluntad del Dios sabio. Asimismo dice que en Dios se da otro Logos fuera del Hijo, y que por participar de él el Hijo se llama él mismo Verbo e Hijo por gracia. Es opción particular de esta herejía, manifestada en otros de sus escritos, que existen muchas virtudes, de las cuales una es por naturaleza propia de Dios y eterna; pero Cristo no es la verdadera virtud de Dios, sino que él es también una de

las llamadas virtudes - entre las que se cuentan la langosta y la oruga - , aunque no es una simple virtud, sino que se la llama grande. Pero hay otras muchas semejantes al Hijo, y David se refirió a ellas en el salmo llamándole ?Señor de las virtudes? (Sal 24, 10). El mismo Verbo es por naturaleza, como todas las cosas, mudable, y por su propia voluntad permanece bueno mientras quiere: pero cuando quiere, puede mudar su elección. lo mismo que nosotros, pues es de naturaleza mudable. Precisamente por eso, según Arrio, previendo Dios que iba a permanecer en el bien, le dio de antemano aquella gloria que luego había de conseguir siendo hombre por su virtud. De esta suerte Dios hizo al Verbo en un momento dado tal como correspondía a sus obras, que Dios había previsto de antemano. Asimismo se atrevió a decir que el Verbo no es Dios verdadero, pues aunque se le llame Dios, no lo es en sentido propio, sino por participación, como todos los demás... Todas las cosas son extrañas y desemejantes a Dios por naturaleza, y así también el Verbo es extraño y desemejante en todo con respecto a la esencia y a las propiedades del Padre, pues pertenece a las cosas engendradas, siendo una de ellas... 7 En qué sentido es exaltado el Verbo, y nosotros con él El Apóstol escribe a los filipenses: ?Sentid entre vosotros lo mismo que Jesucristo, el cual siendo Dios por su propia condición... y toda lengua proclame que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre? (Flp 2, 5 - 11). ¿Qué podia decirse más claro y más explícito? Cristo no pasó de ser menos a ser más, sino al contrario, siendo Dios, tomó la forma de esclavo, y al tomarla no mejoró su condición, sino que se abajó. ¿Dónde se encuentra aquí la supuesta recompensa de su virtud? ¿Qué progreso o qué elevación hay en este abajarse? Si siendo Dios se hizo hombre, y si al bajar de la altura se dice que es exaltado, ¿adónde será exaltado siendo ya Dios? Siendo Dios el Altísimo, es evidente que su Verbo es también necesariamente altísimo. ¿Qué mayor exaltación pudo recibir el que ya está en el Padre y es en todo semejante al Padre? No tiene necesidad de ningún incremento, ni es tal como lo imaginan los arrianos. Está escrito que el Verbo tuvo antes que abajarse para poder ser exaltado. ¿Qué necesidad tenía de abajarse para conseguir así lo que ya tenía antes? ¿Qué don tenía que recibir el que es dador de todo don?... Esto no es enigma, sino misterio de Dios: ?En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios? (Jn 1, 1). Pero luego, este Verbo se hizo carne por nuestra causa. Y cuando allí se dice ?fue exaltado?, se indica no una exaltación de la naturaleza del Verbo, puesto que ésta era y es eternamente idéntica con Dios, sino una exaltación de la humanidad. Estas palabras se refieren al Verbo ya hecho carne, y con ello está claro que ambas expresiones ?se humilló? y ?fue exaltado? se refieren al Verbo humanado. En el aspecto bajo el que fue humillado, en el mismo podrá ser exaltado, Y si está escrito que ?se humilló? con referencia a la encarnación, es evidente que ?fue exaltado? también con referencia a la misma. Como hombre tenía necesidad de esta exaltación, a causa de la bajeza de la carne y de la muerte. Siendo imagen del Padre y su Verbo inmortal, tomó la forma de esclavo, y como hombre soportó en su propia carne la muerte, para ofrecerse así a sí mismo como ofrenda al Padre en favor nuestro. Y así también, como hombre, está escrito que fue exaltado por nosotros en Cristo, así también todos nosotros en Cristo somos exaltados, y resucitados de entre los muertos y elevados a los cielos ?en los que penetró Jesús como precursor nuestro? (Hb 6, 20) 8 Nuestras relaciones con Dios, el Hijo y el Espiritu ¿Cómo podemos nosotros estar en Dios, y Dios en nosotros? ¿Cómo nosotros formamos una cosa con él? ¿Cómo se distingue el Hijo en cuanto a su naturaleza de nosotros?... Escribe, pues, Juan lo siguiente: ?En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espiritu? (1Jn 4, 13). Asi pues, por el don del Espíritu que se nos ha dado estamos nosotros en él y él en nosotros. Puesto que el Espiritu es de Dios, cuando él viene a nosotros con

razón pensamos que al poseer el Espiritu estamos en Dios. Así está Dios en nosotros: no a la manera como el Hijo está en el Padre estamos también nosotros en el Padre, porque el Hijo no participa del Espiritu ni está en el Padre, por medio del Espiritu; ni recibe tampoco el Espiritu: al contrario, más bien lo distribuye a todos. Ni tampoco el Espiritu junta al Verbo con el Padre, sino que al contrario, el Espíritu es receptivo con respecto al Verbo. El Hijo está en el Padre como su propio Verbo y como su propio resplandor: nosotros, en cambio, si no fuera por el Espiritu, somos extraños y estamos alejados de Dios, mientras que por la participación del Espiritu nos religamos a la divinidad. Asi pues, el que nosotros estemos en el Padre no es cosa nuestra, sino del Espiritu que está en nosotros y permanece en nosotros todo el tiempo en que por la confesión (de fe) lo guardamos en nosotros, como dice también Juan: Si uno confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios? (1Jn 4, 15). ¿, En qué, pues, nos asemejamos o nos igualamos al Hijo?... Una es la manera como el Hijo está en el Padre, y otra la manera como nosotros estamos en el Padre. Nosotros no seremos jamás como el Hijo, ni el Verbo será como nosotros, a no ser que se atrevan a decir... que el Hijo está en el Padre por participación del Espiritu y por merecimiento de sus obras, cosa cuyo solo pensamiento muestra impiedad extrema. Como hemos dicho, es el Verbo el que se comunica al Espiritu, y todo lo que el Espiritu tiene, lo tiene del Verbo... 9 II. Cristo redentor El Verbo ?se hizo hombre?, no ?vino a un hombre? (El Verbo) se hizo hombre, no vino a un hombre. Esto es preciso saberlo, no sea que los herejes se agarren a esto y engañen a algunos, llegando a creer que así como en los tiempos antiguos el Verbo venia a los diversos santos, así también ahora ha puesto su morada en un hombre y lo ha santificado, apareciéndose como en el caso de aquellos. Si así fuera, es decir si sólo se manifestara en un puro hombre, no habría nada paradójico para que los que le veían se extrañaran y dijeran: ?¿De dónde es éste?? (Mc 4, 41) y: ?Porque, siendo hombre, te haces Dios? (Jn 10, 33). Porque ya estaban acostumbrados a oir: El Verbo de Dios vino a tal o cual profeta. Pero ahora, el Verbo de Dios, por el que hizo todas las cosas, consintió en hacerse Hijo del hombre, y se humilló, tomando forma de esclavo. Por esto la cruz de Cristo es escándalo para los judíos, mientras que para nosotros Cristo es la fuerza de Dios y la sabiduría de Dios. Porque, como dijo Juan: ?El Verbo se hizo carne...? (Jn 1, 14), y la Escritura acostumbra a llamar ?carne? al ?hombre? ...Antiguamente el Verbo venía a los diversos santos, y santificaba a los que le recibían como convenía. Sin embargo, no se decía al nacer aquellos que el Verbo se hiciera hombre, ni que padeciera cuando ellos padecieron. Pero cuando al fin de los tiempos vino de manera singular, nacido de Maria, para la destrucción del pecado... entonces se dice que tomando carne se hizo hombre, y que en su carne padeció por nosotros (cf. 1P 4, 1). Asi se manifestaba, de suerte que todos lo creyésemos, que el que era Dios desde toda la eternidad y santificaba a aquellos a quienes visitaba, ordenando según la voluntad del Padre todas las cosas, más adelante se hizo hombre por nosotros; y, como dice el Apóstol, hizo que la divinidad habitase en la carne de manera corporal (cf. Col 2, 9); lo cual equivale a decir que, siendo Dios, tuvo un cuerpo propio que utilizaba como instrumento suyo, haciéndose así hombre por nosotros. Por esto se dice de él lo que es propio de la carne, puesto que existía en ella, como, por ejemplo, que padecía hambre, sed, dolor, cansancio, etc. que son afecciones de la carne. Por otra parte, las obras propias del Verbo, como el resucitar a los muertos, dar vista a los ciegos, curar a la hemorroisa, las hacia él mismo por medio de su propio cuerpo. El Verbo soportaba las debilidades de la.carne como propias, puesto que suya era la carne; la carne, en cambio, cooperaba a las obras de la divinidad, pues se hacían en la carne... De esta suerte, cuando padecía la carne, no estaba el Verbo fuera de ella, y por eso se

dice que el Verbo padecía. Y cuando hacia las obras del Padre a la manera de Dios, no estaba la carne ausente, sino que el Señor hacia aquellas cosas asimismo en su propio cuerpo. Y por esto, hecho hombre, decia: ?Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mi, creed a mis obras y reconoced que el Padre está en mi y yo en el Padre? (Jn 10, 37 - 8). Cuando fue necesario curar de su fiebre a la suegra de Pedro, extendió la mano como hombre, pero curó la dolencia como Dios. De manera semejante, cuando curó al ciego de nacimiento, echó la saliva humana de su carne, pero en cuanto Dios le abrió los ojos con el lodo... Así hacía Él las cosas, mostrando con ello que tenía un cuerpo, no aparente, sino real. Convenia que el Señor, al revestirse de carne humana, se revistiese con ella tan totalmente que tomase todas las afecciones que le eran propias, de suerte que así como decimos que tenia su propio cuerpo, así también se pudiera decir que eran suyas propias las afecciones de su cuerpo, aunque no las alcanzase su divinidad. Si el cuerpo hubiese sido de otro, sus afecciones serien también de aquel otro. Pero si la carne era del Verbo, pues ?el Verbo se hizo carne? (Jn 1, 14), necesariamente hay que atribuirle también las afecciones de la carne, pues suya es la carne. Y al mismo a quien se le atribuyen los padecimientos - como el ser condenado, azotado, tener sed, ser crucificado y morir - , a él se atribuye también la restauración y la gracia. Por esto se afirma de una manera lógica y coherente que tales sufrimientos son del Señor y no de otro, para que también la gracia sea de él, y no nos convirtamos en adoradores de otro, sino del verdadero Dios. No invocamos a creatura alguna, ni a hombre común alguno, sino al hijo verdadero y natural de Dios hecho hambre, el cual no por ello es menos Señor, Dios y Salvador 10 La unión de la humanidad y la divinidad en Cristo Nosotros no adoramos a una criatura. Lejos de nosotros tal pensamiento, que es un error más bien propio de paganos y de arrianos. Lo que nosotros adoramos es el Señor de la creación hecho hombre, el Verbo de Dios. Porque aunque en si misma la carne sea una parte de la creación, se ha convertido en el cuerpo de Dios. Nosotros no separamos el cuerpo como tal del Verbo, adorándolo por separado, ni tampoco al adorar al Verbo lo separamos de la carne, sino que sabiendo que ?el Verbo se hizo carne?, le reconocemos como Dios aun cuando está en la carne 11 El Verbo, al tomar nuestra carne, se constituye en pontifico de nuestra fe ?Hermanos santos, partícipes de una vocación celestial, considerad el apóstol y pontifice de vuestra religión, Jesús, que fue fiel al que le había hecho? (Hb 3, 1 - 2). ¿Cuándo fue enviado como apóstol, sino es cuando se vistió de nuestra carne? ¿Cuándo fue constituido pontificó de nuestra religión, si no es cuando habiéndose ofrecido por nosotros resucitó de entre los muertos en su cuerpo, y ahora a los que se le acercan con la fe los lleva y los presenta al Padre, redimiéndolos a todos y haciendo propiciación por todos delante de Dios? No se refería el Apóstol a la naturaleza del Verbo ni a su nacimiento del Padre por naturaleza cuando decia ?que fue fiel al que le había hecho?. De ninguna manera. El Verbo es el que hace, no el que es hecho. Se refería a su venida entre los hombres y al pontificado que fue entonces creado. Esto se puede ver claramente a partir de la historia de Aarón en la ley. Aarón no había nacido pontífice, sino simple hombre. Con el tiempo, cuando quiso Dios, se hizo pontífice... poniéndose sobre sus vestidos comunes el ephod, el pectoral y la túnica, que las mujeres habían elaborado por mandato de Dios. Con estos ornamentos entraba en el lugar sagrado y ofrecía el sacrificio en favor del pueblo... De la misma manera, el Señor ?en el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios? (Jn 1, 1). Pero cuando quiso el Padre que se ofreciera rescate por todos y que se hiciera gracia a todos, entonces, de la misma manera que Aarón tomó la túnica, tomó el Verbo la carne de la tierra, y tuvo a Maria como madre a la manera de tierra virgen, a fin de que como pontífice se

ofreciera a sí mismo al Padre, purificándonos a todos con su sangre de nuestros pecados y resucitándonos de entre los muertos. Lo antiguo era una sombra de esto. De lo que hizo el Salvador en su venida, Aarón había ya trazado una sombra en la ley. Y así como Aarón permaneció el mismo y no cambió cuando se puso los vestidos sacerdotales... así también el Señor... no cambió al tomar carne, sino que siguió siendo el mismo, aunque oculto bajo la carne. Cuando se dice, pues. que ?fue hecho?, no hay que entenderlo del Verbo en cuanto tal... El Verbo es.creador, pero luego es hecho pontífice al revestirse de un cuerpo hecho y creado, que pudiera ofrecer por nosotros: en este sentido se dice que ?fue hecho?... 12 El designio de Dios creador sobre el hombre ...Dice el utilisimo libro del Pastor (de Hermas): ?Ante todo has de creer que uno es Dios, el que creó y dispuso todas las cosas, y las hizo del no ser para que fueran? (Mand. 1). Dios es bueno: mejor dicho, es la misma fuente de la bondad. Ahora bien, siendo bueno, no puede escatimar nada a nadie. Por esto no escatimó la existencia de nada, sino que a todas las cosas las hizo de la nada por medio de su propia Palabra, nuestro Señor Jesucristo. Y entre todas ellas tuvo en primer lugar particular benevolencia para con el linaje humano, y viendo que según su propia condición natural los hombres no podían permanecer indefinidamente, les dio además un don particular: no los creó simplemente como a los demás animales irracionales de la tierra, sino que los hizo según su propia imagen, haciéndoles participar de la fuerza de su propia Palabra (Logos); y así, una vez hechos participes de la Palabra (logikoi), podían tener una existencia duradera y feliz, viviendo la vida verdadera y real de los santos en el paraíso Pero Dios sabia también que el hombre tenía una voluntad de elección en un sentido o en otro, y tuvo providencia de que se asegurara el don que les había dado poniéndoles bajo determinadas condiciones en determinado lugar. Efectivamente, los introdujo en su propio paraíso, y les puso la condición de que si guardaban el don que tenían y permanecían buenos tendrían aquella vida propia del paraíso, sin penas, dolores ni cuidados, y además la promesa de la inmortalidad en el cielo. Por el contrario, si transgredía la condición y se pervertían haciéndose malvados, conocerian que por naturaleza estaban sujetos a la corrupción de la muerte, y ya no podrían vivir en el paraíso, sino que expulsados de él acabarían muriendo y permanecerían en la muerte y en la corrupción... 13 El pecado original, transmitido por la generación sexual ?He aquí que he sido concebido en la iniquidad, y mi madre me concibió entre pecados? (Sal 51, 7). El primer plan de Dios no era que nosotros viniéramos a la existencia a través del matrimonio y de la corrupción. Fue la transgresión del precepto lo que introdujo el matrimonio, a causa de la iniquidad de Adán, es decir, de su repudio de la ley que Dios le había dado. Asi pues, los que nacen de Adán son concebidos en la iniquidad e incurren en la condena del primer padre. La expresión: ?Mi madre me concibió entre pecados? significa que Eva, madre de todos nosotros, fue la primera que concibió al pecado estando como llena de placer. Por eso nosotros, cayendo en la misma condena de nuestra madre, decimos que somos concebidos entre pecados. Asi se muestra cómo la naturaleza humana desde un principio, a causa de la transgresión de Eva, cayó bajo el pecado, y el nacimiento tiene lugar bajo una maldición. La explicación se remonta hasta los comienzos, a fin de que quede patente la grandeza del don de Dios... 14 El Verbo, haciéndose hombre, diviniza a la humanidad ?Le dio un nombre que está sobre todo nombre? (Flp 2, 9). Esto no está escrito con referencia al Verbo en cuanto tal, pues aun antes de que se hiciera hombre, el Verbo era adorado de los ángeles y de toda la creación a causa de lo que tenía corno herencia del Padre. En cambio sí está escrito por nosotros y en favor nuestro: Cristo, de la misma manera que en cuanto hombre murió por nosotros, así también

fue exaltado. De esta suerte está escrito que recibe en cuanto hombre lo que tiene desde la eternidad en cuanto Dios, a fin de que nos alcance a nosotros este don que le es otorgado. Porque el Verbo no sufrió disminución alguna al tomar carne, de suerte que tuviera que buscar cómo adquirir algún don sino que al contrario, divinizó la naturaleza en la cual se sumergía, haciendo con ello un mayor regalo al género humano. Y de la misma manera que en cuanto Verbo y en cuanto que existía en la forma de Dios era adorado desde siempre, así también, al hacerse hombre permaneciendo el mismo y llamándose Jesús, no tiene en menor medida a toda la creación debajo de sus pies. A este nombre se doblan para él todas las rodillas y confiesan que el hecho de que el Verbo se haya hecho carne y esté sometido a la muerte de la carne no implica nada indigno de su divinidad, sino que todo es para gloria del Padre. Porque gloria del Padre es que pueda ser recobrado el hombre que él había hecho y había perdido, y que el que estaba muerto resucite y se convierta en templo de Dios. Las mismas potestades de los cielos, los ángeles y los arcángeles, que le rendían adoración desde siempre, le adoran ahora en el nombre de Jesús, el Señor: y esto es para nosotros una gracia y una exaltación, porque el Hijo de Dios es ahora adorado en cuanto que se ha hecho hombre, y las potestades de los cielos no se extrañan de que todos nosotros penetremos en lo que es su región propia, viendo que tenemos un cuerpo semejante al de aquél. Esto no hubiera sucedido si aquel que existía en forma de Dios no hubiera tomado la forma de esclavo y se hubiera humillado hasta permitir que la muerte se apoderara de su cuerpo. He aquí como lo que humanamente era tenido como una locura de Dios en la cruz, se convirtió en realidad en una cosa más gloriosa para todos: porque en esto está nuestra resurrección... 15 La redención del hombre Nuestra culpa fue la causa de que bajara el Verbo y nuestra transgresión daba voces llamando a su bondad, hasta que logró hacerlo venir a nosotros y que el Señor se manifestara entre los hombres Nosotros fuimos la ocasión de su encarnación y por nuestra salvación amó a los hombres hasta tal punto que nació y se manifestó en un cuerpo humano Así pues, de esta forma hizo Dios al hombre y quiso que perseverara en la inmortalidad. Pero los hombres, despreciando y apartándose de la contemplación de Dios, discurrieron y planearon para sí mismo el mal... y recibieron la condenación de muerte con que habían sido amenazados de antemano. En adelante ya no tenían una existencia duradera tal como habían sido hechos, sino que, de acuerdo con lo que habían planeado, quedaron sujetos a corrupción, y la muerte reinaba y tenía poder sobre ellos. Porque la transgresión del precepto los volvió a colocar en su situación natural, de suerte que así como fueron hechos del no ser, de la misma manera quedaran sujetos a la corrupción y al no ser con el decurso del tiempo Porque, si su naturaleza originaria era el no ser y fueron llamados al ser por la presencia y la benignidad del Verbo, se sigue que así que los hombres perdieron el conocimiento de Dios y se volvieron hacia el no ser - porque el mal es el no ser, y el bien es el ser que procede del ser de Dios - , perdieron la capacidad de ser para siempre, es decir, que se disuelven en la muerte y la corrupción permaneciendo en ellas. Porque, por naturaleza, el hombre es mortal, ya que ha sido hecho del no ser. Mas a causa de su semejanza con ?el que es?, que el hombre podía conservar mediante la contemplación de él, quedaba desvirtuada su tendencia natural a la corrupción y permanecía incorruptible, como dice la Sabiduría: ?La observancia de la ley es vigor de incorrupción? (Sab 6, 18). Y puesto que era incorruptible, podía vivir en adelante a la manera de Dios, como lo insinúa en cierto lugar la Escritura: ?Yo dije: sois dioses, y todos sois hijos del Altísimo. Pero vosotros, todos morís como hombres, y caéis como un jefe cualquiera? (Sal 82, 6 - 7) Porque Dios no sólo nos hizo de la nada, sino que con el don de su Palabra nos dio

el poder vivir como Dios. Pero los hombres se apartaron de las cosas eternas, y por insinuación del diablo se volvieron hacia las cosas corruptibles: y así, por su culpa le vino la corrupción de la muerte, pues, como dijimos, por naturaleza eran corruptibles, y sólo por la participación del Verbo podían escapar a su condición natural, si permanecían en el bien. Porque, en efecto, la corrupción no podía acercarse a los hombres a causa de que tenían con ellos al Verbo, como dice la Sabiduría: ?Dios creó al hombre para la incorrupción y para ser imagen de su propia eternidad: pero por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo? (Sb 2, 23 24). Entonces fue cuando los hombres empezaron a morir, y desde entonces la corrupción los dominó y tuvo un poder contra todo el linaje humano superior al que le correspondía por naturaleza, puesto que por la transgresión del precepto tenía en favor suyo la amenaza de Dios al hombre. Más aún, en sus pecados los hombres no se mantuvieron dentro de límites determinados, sino que avanzando poco a poco llegaron a rebasar toda medida. Primero descubrieron el mal y se atrajeron sobre sí la muerte y la corrupción. Luego se entregaron a la injusticia y sobrepasaron toda iniquidad, y no pararon en una especie de mal, sino que discurrieron nuevas maneras de perpetrar toda suerte de nuevos males, de suerte que se hicieron insaciables en sus pecados. Por todas partes había adulterios, y robos, y toda la tierra estaba llena de homicidios y de rapacidades. No había ley capaz de cohibir la corrupción y la iniquidad. Todos cometían toda suerte de maldades en privado y en común: las ciudades hacían la guerra a las ciudades, y los pueblos se levantaban contra los pueblos; todo el mundo estaba dividido en luchas y disensiones y todos se emulaban en el mal Todo esto no hacia sino aumentar el poder de la muerte, y la corrupción seguía amenazando al hombre, y el género humano iba pereciendo. El hombre hecho según el Verbo y a imagen (de Dios) estaba para desaparecer, y la obra de Dios iba a quedar destruida. La muerte... tenia poder contra nosotros en virtud de una ley, y no era posible escapar a esta ley, habiendo sido puesta por Dios a causa de la transgresión. La situación era absurda y verdaderamente inaceptable. Era absurdo que Dios, una vez que había hablado, nos hubiera engañado, y que habiendo establecido la ley de que si el hombre traspasaba su precepto moriria, en realidad no muriese después de la transgresión, desvirtuándose así su palabra... Por otra parte era inaceptable que lo que una vez había sido hecho según el Verbo y lo que participaba del Verbo quedara destruido y volviera a la nada a través de la corrupción. Porque era indigno de la bondad de Dios que lo que era obra suya pereciera a causa del engaño del diablo en que el hombre había caído. Sobre todo, era particularmente inaceptable que la obra de Dios en el hombre desapareciera, ya por negligencia de ellos ya por el engaño del diablo... ¿Qué necesidad había de crear ya desde el principio tales seres? Mejor era no crearlos, que abandonarlos y dejarlos perecer una vez creados... Si no los hubiese creado, nadie habría pensado en atribuirlo a impotencia. Pero una vez que los hizo y los creó para que existieran, era de lo más absurdo que tales obras perecieran a la vista misma del que las había hecho... 16 Por el Verbo se restaura en el hombre la imagen de Dios Si ha llegado a desaparecer la figura de un retrato sobre tabla a causa de la suciedad que se le ha acumulado, será necesario que se presente de nuevo la persona de quien es el retrato, a fin de que se pueda restaurar su misma imagen en la misma madera. La madera no se arroja, pues tenía pintada en ella aquella imagen: lo que se hace es restaurarla. De manera semejante, el Hijo santísimo del Padre, que es imagen del Padre, vino a nuestra tierra a fin de restaurar al hombre que había sido hecho a su imagen. Por esto dijo a los judíos: ?Si uno no renaciere...? (Jn 3, 5): no se refería al nacimiento de mujer, como imaginaban aquellos, sino al alma que había de renacer y ser restaurada en su imagen. Una vez

que la locura idolátrica y la impiedad habían ocupado toda la tierra, y una vez que había desaparecido el conocimiento de Dios, ¿quién podía enseñar al mundo el conocimiento del Padre?... Para ello se necesitaba el mismo Verbo de Dios, que ve la mente y el corazón del hombre, que mueve todas las cosas de la creación y que por medio de ellas da a conocer al Padre. ¿Y cómo podía hacerse esto? Dirá tal vez alguno que ello podía hacerse por medio de las mismas cosas creadas, mostrando de nuevo a partir de las obras de la creación la realidad del Padre. Pero esto no era seguro, pues los hombres ya lo habían descuidado una vez, y ya no tenían los ojos levantados hacia arriba, sino dirigidos hacia abajo. Consiguientemente, cuando quiso ayudar a los hombres, se presentó como hombre y tomó para sí un cuerpo semejante al de ellos. Así les enseña a partir de las cosas de abajo, es decir, de las obras del cuerpo, de suerte que los que no querían conocerle a partir de su providencia del universo y de su soberanía, por las obras de su cuerpo conocerán al Verbo de Dios encarnado, y por medio de él al Padre. Así, como un buen maestro que se cuida de sus discípulos, a los que no podían aprovecharse de las cosas mayores, les enseña con cosas más sencillas poniéndose a su nivel... 17 Cristo ofrece su cuerpo en sacrificio vicario por todos Vio el Verbo que no podía ser destruida la corrupción del hombre sino pasando absolutamente por la muerte; por otra parte, era imposible que el Verbo muriera, siendo inmortal e Hijo del Padre. Por esto tomó un cuerpo que fuera capaz de morir, a fin de que éste, hecho partícipe del Verbo que está sobre todas las cosas, fuera capaz de morir en lugar de todos y al mismo tiempo permaneciera inmortal a causa del Verbo que en él moraba. Asi se imponia fin para adelante a la corrupción por la gracia de la resurrección. Así, él mismo tomó para si un cuerpo y lo ofreció a la muerte como hostia y victima libre de toda mancha, y al punto, con esta ofrenda ofrecida por los otros, hizo desaparecer la muerte de todos aquellos que eran semejantes a él. Porque el Verbo de Dios estaba sobre todos, y era natural que al ofrecer su propio templo y el instrumento de su cuerpo por la vida de todos, pagó plenamente la deuda de la muerte. Y así, el Hijo incorruptible de Dios, al compartir la suerte común mediante un cuerpo semejante al de todos, les impuso a todos la inmortalidad con la promesa de la resurrección. La corrupción de la muerte ya no tiene lugar en los hombres, pues el Verbo habita en ellos a través del cuerpo de uno. Es como si el emperador fuera a una gran ciudad y se hospedara en una de sus casas: absolutamente toda la ciudad se sintiría grandemente honrada, y no habría enemigo o ladrón que la asaltara para vejarla, sino que se tendría toda ella como digna de particular protección por el hecho de que el emperador habitaba en una de sus casas. Algo así sucede con respecto al que es emperador de todo el universo. Al venir a nuestra tierra y morar en un cuerpo semejante al nuestro, hizo que en adelante cesaran todos los ataques de los enemigos contra los hombres, y que desapareciera la corrupción de la muerte que antes tenía gran fuerza contra ellos... 18 Estando todos nosotros bajo el castigo de la corrupción y de la muerte, él tomó un cuerpo de igual naturaleza que los nuestros, y lo entregó a la muerte en lugar de todos, ofreciéndolo en sacrificio al Padre. Esto lo hizo por pura benignidad, en primer lugar a fin de que muriendo todos en él quedara abrogada la ley que condenaba a los hombres a la corrupción, ya que su fuerza quedaba totalmente agotada en el cuerpo del Señor y no le quedaba ya asidero en los hombres; y en segundo lugar para que, al haberse los hombres entregado a la corrupción, pudiera él restablecerlos en la incorrupción y resucitarlos de la muerte por la apropiación de su cuerpo y por la gracia de la resurrección, desterrando de ellos la muerte, como del fuego la paja 19 La encarnación, principio de divinización del hambre Si las obras del Verbo divino no se hubieran hecho por medio del cuerpo, el hombre

no hubiera sido divinizado; y, por el contrario, si las obras propias del cuerpo no se atribuyesen al Verbo, no se hubiera librado perfectamente de ellas el hombre. Pero una vez que el Verbo se hizo hombre y se apropió todo lo de la carne, las cosas de la carne ya no se adhieren al cuerpo pues éste ha recibido al Verbo y éste ha consumido lo carnal. En adelante, ya no permanecen en los hombres sus propias afecciones de muertos y de pecadores, sino que resucitan por la fuerza del Verbo y permanecen inmortales e incorruptibles. Por esto aunque lo que nació de María, la Madre de Dios, es la carne, se dice que es él quien nació de ella, pues él es quien da a los demás el nacimiento para que sigan en la existencia. Asi nuestro nacimiento queda transformado en el suyo, y ya no somos solamente tierra que ha de volver a la tierra, sino que habiéndonos adherido al Verbo que viene del cielo podremos ser elevados a los cielos con él. Asi pues, no sin razón se impuso sobre si las afecciones todas propias del cuerpo, pues así nosotros podíamos participar de la vida divina, no siendo ya hombres, sino cosa propia del mismo Verbo. Porque ya no morimos por la ley de nuestro primer nacimiento en Adán, sino que en adelante transferimos al Verbo nuestro nacimiento y toda nuestra debilidad corporal, y somos levantados de la tierra, quedando destruida la maldición del pecado que había en nosotros, pues él se ha hecho maldición por nosotros. Esto está muy en su punto: porque así como en nuestra condición terrena morimos todos en Adán, así cuando nacemos de nuevo a partir del agua y del Espíritu, todos somos vivificados en Cristo, y ya no tenemos una carne terrena, sino una carne que se ha hecho Verbo, por el hecho de que el Verbo de Dios se hizo carne por nosotros 20 El Verbo encarnado, vivificador de todo el universo El Verbo no estaba encerrado en su propio cuerpo. No estaba presente en su cuerpo y ausente de todo lo demás. No movía su cuerpo de suerte que hubiera dejado privado de su energía y de su providencia al resto del universo. Lo más admirable es que, siendo Verbo, no podía ser contenido por nada, sino que más bien él contiene todas las cosas. Y estando presente en toda la creación, él está por su naturaleza fuera de todas las cosas, ordenándolas todas y extendiendo a todas y sobre todas su providencia, y vivificando a la vez todas y cada una de las cosas, conteniéndolas a todas sin ser contenido de ellas. Sólo en su propio Padre está él enteramente y bajo todos respectos. De esta suerte, aunque estaba en un cuerpo humano y le daba vida, igualmente daba vida al universo. Estaba en todas las cosas, y sin embargo estaba fuera de todas las cosas. Y aunque era conocido por las obras que hacia en su cuerpo, no era desconocido por la energía que comunicaba al universo... esto era lo admirable que en él había: que como hombre vivía una vida ordinaria; como Verbo daba la vida al universo; como Hijo estaba en la compañía del Padre... 21 III. Los sacramentos El bautismo Los arrianos corren el peligro de perder la plenitud del sacramento del bautismo. En efecto, la iniciación se confiere en nombre del Padre y del Hijo; pero ellos no expresan al verdadero Padre, ya que niegan al que procede de él y es semejante a él en sustancia; y niegan también al verdadero Hijo, pues mencionan a otro creado de la nada, que ellos se han inventado. El rito que ellos administran ha de ser totalmente vacio y estéril, y aunque mantenga la apariencia es en realidad inútil desde el punto de vista religioso. Porque ellos no bautizan realmente en el Padre y en el Hijo, sino en el Creador y en la criatura, en el Hacedor y en su obra. Pero, siendo la criatura otra cosa distinta del Hijo, el bautismo que ellos pretenden administrar es distinto del bautismo verdadero, por más que profesen nombrar al Padre y al Hijo de acuerdo con la Escritura. No basta para conferir el bautismo decir: ?¡Oh Señor!?, sino que hay que tener al mismo tiempo la recta fe. Y ésta fue la razón por la que nuestro Salvador no mandó simplemente bautizar, sino que dijo

primero: ?Enseñad?. y sólo luego: ?Bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo?. Porque de la instrucción nace la recta fe, y una vez se da la fe puede realizarse la iniciación del bautismo... 22 La celebración pascual de la eucaristía Hermanos, después que el enemigo que tenía tiranizado al universo ha sido destruido, ya no celebramos una fiesta temporal, sino eterna y celestial; ya no anunciamos aquel hecho con figuras, sino que en realidad lo vivimos. Antes celebraban los judíos esta fiesta comiendo la carne de un cordero sin mancha y untando con su sangre sus jambas para ahuyentar al exterminador. Pero ahora comemos la Palabra del Padre y señalamos los labios de nuestro corazón con la sangre del Nuevo Testamento, reconociendo la gracia que nos ha hecho el Salvador diciendo: ?Os he dado poder de andar sobre las serpientes y las víboras y sobre todo poder de enemigo? (Lc 10, 19)... Por lo demás, amadisimos mios, es sabido que los que celebramos esta fiesta no hemos de llevar vestidos sucios sobre nuestras conciencias, sino que nos hemos de adornar con vestidos abolutamente limpios para este día de nuestro Señor Jesús, a fin de poder realmente estar en la fiesta con él. Nos vestimos así cuando amamos la virtud y aborrecemos el vicio; cuando guardamos la castidad y evitamos la lujuria; cuando preferimos la justicia a la iniquidad; cuando nos contentamos con las cosas necesarias y nos entregamos más bien a fortalecer nuestra alma; cuando no nos olvidamos de los pobres, sino que estamos determinados a que nuestras puertas estén abiertas para cualquiera; cuando nos esforzamos por humillar nuestro ánimo y detestar la soberbia...23 La eucaristía, alimento espiritual En el Evangelio de Juan he observado lo que sigue. Cuando habla de que su cuerpo será comido, y ve que a causa de esto muchos se escandalizan, dice el Señor: ?¿Esto os escandaliza? ¿Qué sería si vieseis al Hijo del hombre bajando de allí donde estaba al principio? El Espiritu es lo que vivifica: la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y vida? (Jn 6, 62 - 64). En esta ocasión dice acerca de sí mismo ambas cosas: que es espíritu y que es carne; y distingue al espíritu de lo que es según la carne, para que creyendo no sólo lo visible, sino lo invisible que había en él, aprendan que lo que él dice no es carnal, sino espiritual. ¿Para alimentar a cuántos hombres seria su cuerpo suficiente? Pero tenía que ser alimento para todo este mundo. Por esto les menciona la ascensión al cielo del Hijo del hombre, a fin de sacarlos de su mentalidad corporal y hacerles aprender en adelante que la carne que él llama comida viene de arriba, del cielo, y que el alimento que les va a dar es espiritual. Les dice: ?Lo que os he hablado es espiritu y vida? (Jn 6, 64), que es lo mismo que decir: lo que aparece y lo que es entregado para salvación del mundo es la carne que yo tengo, pero esta misma carne con su sangre, yo os la daré a vosotros como alimento de una manera espiritual. O sea que es de una manera espiritual como esta carne se da a cada uno, y se hace así para cada uno prenda de la resurrección de la vida eterna... 24 El misterio de la eucaristía Verás a los ministros que llevan pan y una copa de vino, y lo ponen sobre la mesa; y mientras no se han hecho las invocaciones y súplicas, no hay más que puro pan y bebida. Pero cuando se han acabado aquellas extraordinarias y maravillosas oraciones, entonces el pan se convierte en el cuerpo y el cáliz en la sangre de nuestro Señor Jesucristo... Consideremos el momento culminante de estos misterios: este pan y este cáliz, mientras no se han hecho las oraciones y súplicas, son puro pan y bebida; pero así que se han proferido aquellas extraordinarias plegarias y aquellas santas súplicas, el mismo Verbo baja hasta el pan y el cáliz, que se convierten en su cuerpo 25 La práctica de la penitencia

De la misma manera que un hombre al ser bautizado por un sacerdote es iluminado con la gracia del Espíritu Santo, así también el que hace confesión arrepentido recibe mediante el sacerdote el perdón por gracia de Cristo 26 Los que han blasfemado contra el Espiritu Santo o contra la divinidad de Cristo diciendo: ?Por Beelzebub, príncipe de los demonios, expulsa los demonios? (Lc 11, 15) no alcanzan perdón ni en este mundo ni en el futuro. Pero hay que hacer notar que no dijo Cristo que el que hubiera blasfemado y se hubiese arrepentido no habría de alcanzar perdón, sino el que estuviera en blasfemia, es decir, permaneciera en la blasfemia. Porque la condigna penitencia borra todos los pecados... La blasfemia contra el Espiritu es la falta de fe (apistía), y no hay otra manera para perdonarla si no es la vuelta a la fe: el pecado de ateísmo y de falta de fe no alcanzará perdón ni en este mundo ni en el futuro 27 .................... 1 ATANASIO, Ad Serapionem, 1, 28 2 ATANASIO, Orationes contra Ar. 3, 3 - 4 3 Ibid. 2, 31 4 Ibid. 2, 41 - 45 5 Ibid, 1, 14 6 Ibid. 1, 25 - 26 7 Ibid. 1, 5 - 6 8 Ibid. 1, 41 9 Ibid. 3, 24 10 Ibid. 3, 30 - 32 11 ATANASIO, Epistula ad Adelphium, 3 12 Contra Ar. Il, 7 - 8 13 ATANASIO, De lncarnatione, 3 14 ATANASIO, In Ps. 50 15 Contra `Ar. 1, 42 16 De Incarn. 4 - 6 17 Ibid. 14 - 15 18 Ibid. 9 19 Ibid. 8 20 Contra Ar. 3, 33 21 De Incarn. 17 22 Contra Ar. 2, 42 - 43 23 ATANASIO, Epistula festalis, 4, 3 24 Ad Serap. 4, 19 25 Fragm. de un sermón a los bautizados 26 Fragm. contra Novat, 27 Fragm. in Mt

Salmos CARTA DE NUESTRO SANTO PADRE ATANASIO, ARZOBISPO, A MARCELINO SOBRE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SALMOS

Querido Marcelino, admiro tu fervor cristiano. Sobrellevas perfectamente tu actual situación, y, aunque mucho te haga sufrir, no descuidas en absoluto la ascesis. Pregunté al portador de tu carta por el género de vida que llevas ahora que estás enfermo; me ha informado que si bien dedicas tu tiempo a toda la Escritura santa, tienes, sin embargo, con mayor frecuencia el libro de los Salmos entre las manos, tratando de comprender el sentido que cada uno esconde. Te felicito, pues tengo idéntica pasión por los Salmos, como la tengo por la Escritura entera. Hallándome en una ocasión (invadido) por semejantes sentimientos, tuve un encuentro con un anciano estudioso y quiero transcribirte la conversación que sobre los Salmos, ¡Salterio en mano! - sostuvo conmigo. Lo que aquel viejo maestro me transmitió es agradable y, al mismo tiempo instructivo. He aquí lo que me dijo: Toda nuestra Escritura hijo mío, tanto del Antiguo como del Nuevo (Testamento), está, tal como está escrito, inspirada por Dios y es útil para enseñar (2Tm.3, 16). Pero el libro de los Salmos, si se reflexiona atentamente, posee algo que merece una especial atención Cada uno de los libros, en efecto, nos ofrece y nos entrega su propia enseñanza: El Pentateuco, por ejemplo, relata el comienzo del mundo y la vida de los Patriarcas, la salida de Israel de Egipto como también la entrega de la legislación. El Triteuco relata la distribución de la tierra, las hazañas de los jueces, como también la genealogía de David. Los libros de los Reyes y de las Crónicas relatan los hechos de los reyes. Esdras describe la liberación del cautiverio, el retorno del pueblo, la reconstrucción del templo y de la ciudad. Los (libros de los) profetas predicen la venida del Salvador, recuerdan los mandamientos, advierten y exhortan a los pecadores, como también profetizan acerca de las naciones. El libro de los Salmos, es como un jardín en el que no sólo crecen todas estas plantas, - ¡y además melodiosamente cantadas! - , sino que nos muestra lo que le es privativo, ya que al cantar (salmos) añade lo suyo propio Canta los acontecimientos del Génesis en el salmo 18: Los cielos pregonan la gloria de Dios, y el firmamento proclama la obra de sus manos (Sal 19, 1), y en el salmo 23: La tierra y todo lo que contiene es del Señor; el mundo y todo lo que lo habita Él lo fundó sobre los mares (Sal 24, 1 - 2). Los temas del Éxodo, Números y Deuteronomio los canta hermosamente en los salmos 77 y 113: Cuando Israel salió de Egipto, la casa de Jacob, de un pueblo bárbaro, Judá fue su santuario e Israel su dominio (Sal 114, 1 - 2). Similares temas canta en el salmo 104: Envió a Moisés su siervo, y a Aarón, su elegido. Les confió sus palabras y sus maravillas en la tierra de Cam. Envió la oscuridad y oscureció; pero se rebelaron contra sus palabras. Transformó sus aguas en sangre, y dio muerte a sus peces. Su tierra produjo ranas, hasta en las habitaciones del rey. Habló y se llenó de tábanos y de mosquitos todo su territorio (Sal 105, 26 - 31). Es fácil descubrir que todo este salmo como también el 105 fueron escritos en referencia a todos estos acontecimientos. Las cosas que se refieren al sacerdocio y al tabernáculo las proclama en aquello del salmo 28: al salir del tabernáculo, diciendo: Ofrezcan al Señor, hijos de Dios, ofrézcanle gloria y honor (Sal 29, 1) Los hechos concernientes a Josué y a los jueces los refiere brevemente el salmo 106 con las palabras: Fundaron ciudades para habitar en ellas, sembraron campos y plantaron viñas (Sal 107, 36 - 37). Pues fue bajo Josué que se les entregó la tierra prometida. Al repetir reiteradamente en el mismo salmo, Entonces gritaron al Señor en su tribulación, y él los libró de todas sus angustias (Sal 107, 6), se está indicando el libro de los Jueces. Ya que cuando ellos gritaban les suscitaba jueces a su debido tiempo para librar a su pueblo de aquellos que lo afligían. Lo referente a los reyes se canta en el salmo 19 al decir: Algunos se glorían en carros, otros en caballos, pero nosotros en el nombre del Señor nuestro Dios. Ellos fueron detenidos y cayeron; pero nosotros nos levantamos y mantenemos en pie. ¡Señor, salva al

Rey y escúchanos cuando te invocamos! (Sal 20, 8 - 10). Y lo que se refiere a Esdras lo canta en el salmo 125 (uno de los salmos graduales): Cuando el Señor cambió la cautividad de Sión, quedamos consolados (Sal 126, 1); y nuevamente en el 121: Me alegré cuando me dijeron, vayamos a la casa del Señor. Nuestros pies recorrieron tus palacios, Jerusalén; Jerusalén está edificada cual ciudad completamente poblada. Pues allí suben las tribus, las tribus del Señor, como testimonio para Israel (Sal 122, 1 - 4) Prácticamente cada salmo remite a los profetas. Sobre la venida del Salvador, y de que aquel que debía venir, sería Dios, así se expresa el salmo 49: El Señor nuestro Dios vendrá manifiestamente, y no se callará (Sal 50, 2 - 3); y el salmo 117: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Nosotros los hemos bendecido desde la casa del Señor; el Señor (es) Dios y él se nos manifestó (Sal 118, 26 - 27). Él es el Verbo del Padre, como lo canta el 106: Él envió su Verbo y los curó, los salvó de sus corrupciones (Sal 107, 20). El Dios que viene es él mismo el Verbo enviado. Sabiendo que este Verbo es el Hijo de Dios, hace decir al Padre en el salmo 44: Mi corazón ha proferido un Verbo bueno (Sal 45, 1), y también en el salmo 109: De mí seno antes de la aurora yo te he engendrado (Sal 110, 3). ¿Quién puede decirse engendrado por el Padre, sino su Verbo y su Sabiduría?. Sabiendo que es a él al que el Padre decía: Que sea la luz, y el firmamento y todas las cosas, el libro de los Salmos también contiene palabras similares: El Verbo del Señor afianzó los cielos y por el Espíritu de su boca toda su potencia (Sal 33, 6) (El salmista) no ignoraba que el que debía venir fuese también el Ungido, ya que propiamente de él habla (como sujeto principal) el salmo 44: Tu trono, oh Dios, permanece por los siglos de los siglos; es cetro de rectitud el cetro de tu Reino. Has amado la justicia y odiado la iniquidad: por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con el óleo de la alegría en preferencia a tus compañeros (Sal 45, 7 - 8). Para que nadie se imagine que él viene sólo en apariencia, aclara que es este mismo el que se hará hombre y que es por él por quien todo fue creado, y por ello afirma en el salmo 86: La madre Sión dirá : un hombre, un hombre fue engendrado en ella, el Altísimo en persona la ha fundado (Sal 87, 5). Lo que equivale a afirmar: El Verbo era Dios, todo fue hecho por él, y, El Verbo se hizo carne. Conociendo, igualmente, el nacimiento virginal, el Salmista no se calló, sino que lo expresó claramente en el salmo 44, al decir: Escucha, hija mía, y mira, inclina tu oído, olvida tu pueblo y la casa de tu padre, porque el rey está prendado de tu belleza (Sal 45, 11 - 12). Nuevamente, esto equivale a lo dicho por Gabriel, ¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo! (Lc 1, 28). Después de haber afirmado que él es el Ungido, muestra a renglón seguido su nacimiento humano de la Virgen, al decir: Escucha, hija mía. Gabriel la llama por su nombre, María, porque es un extraño, - en cuanto a parentesco se refiere - ; pero David, el salmista, ya que ella es de su familia, la llama con toda razón su hija Habiendo afirmado que se haría hombre, los salmos muestran lógicamente que él es pasible según la carne. El salmo 2 prevé la conjura de los judíos: ¿Por qué se rebelaron los paganos? ¿Por qué concibieron vanos proyectos? Los reyes de la tierra se prepararon, los jefes se conjuraron contra el Señor y contra su Ungido (Sal 2, 1 - 2). En el salmo 21 el Salvador mismo da a conocer su género de muerte: ...me aprisionas en el polvo de la muerte, me rodea un tropel de mastines; la asamblea de los perversos me circunda. Taladraron mis manos y mis pies. Han contado todos mis huesos. Ellos me miraron vigilantes, se dividieron mi ropa y echaron a suerte mí túnica (Sal 22, 17 - 19). Taladrar sus manos y sus pies, ¿qué otra cosa es, sino indicar su crucifixión? Después de enseñar todo esto, añade que el Señor padeció por causa nuestra, y no, por la suya. Y, con sus propios labios, afirma nuevamente en el salmo 87: Pesadamente reposa sobre mí tu ira (Sal 88, 17), y en el salmo 68: He devuelto lo que no había arrebatado (Sal 69, 5). Pues si

bien no debía pagar las cuentas de crimen alguno, él murió, - pero sufriendo por causa nuestra, tomando sobre si la cólera que nos estaba destinada, por nuestros pecados, como lo dice en Isaías, Él cargó nuestras flaquezas; lo que se hace evidente cuando afirmamos en el salmo 137: El Señor los recompensará por mi causa, y el Espíritu dice en el salmo 71, que él salvará a los hijos del pobre, y quebrantará a los que acusan en falso... pues él rescatará al pobre del opresor, y redimirá al indigente que no tiene protector (Sal 72, 4.12) Por eso predice también su ascensión a los cielos, diciendo en el salmo 23: Príncipes, levanten sus portones y abran sus puertas eternas y entrará el rey de la gloria (Sal 24, 7.9). En el 46: Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al sonido de trompeta(s) (Sal 47, 6). También su sentarse (a la derecha de Dios) lo anuncia en el salmo 109: Dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como tarima para tus pies (Sal 110, 1). Hasta la destrucción del diablo se anuncia a voces en el salmo 9: Te sientas en tu trono cual juez que juzga justamente. Reprendiste a los pueblos y pereció el impío (Sal 9, 5 - 6). Tampoco calló que recibiría plena potestad de juzgar, de parte del Padre, y que vendría con autoridad sobre todo, al afirmar en el 71: ¡Oh Dios, concede tu juicio al rey, y tu justicia al hijo del rey, para que juzgue a tu pueblo con justicia, y a tus pobres con rectitud (Sal 72, 1 - 2). Y en el salmo 49 dice: Convocará al cielo en lo alto, y a la tierra, para juzgar a su pueblo...Y los cielos proclamarán su justicia, pues Dios es juez (Sal 50, 4.6). Y en el 81 leemos: Dios está en pie en la asamblea de los dioses, y rodeado de dioses, (los) juzga (Sal 82, 1). Sobre la vocación de los paganos mucho se habla en nuestro libro, pero sobre todo en el salmo 46: Pueblos todos, aplaudan, aclamen a Dios con voces jubilosas (Sal 47, 2). De manera similar en el 71: Delante suyo se postran los etíopes, y sus enemigos lamerán el polvo; los reyes de Tarsis, y las islas, ofrecen sus dones. Los reyes de Arabia y de Sabá le ofrecerán regalos. Y lo adorarán todos los reyes de la tierra; todos los pueblos le servirán (Sal 72, 9 - 11). Todo esto lo cantan los Salmos y se anuncia en cada uno de los otros Libros No siendo un ignorante, (el anciano) agregaba: en cada libro de la Escritura se significan realidades idénticas, sobre todo en relación con el Salvador, pues todos están íntimamente relacionados y sinfónicamente concordes en el Espíritu. Por eso, del mismo modo que es posible descubrir en el Salterio el contenido de los otros Libros, también se encuentra con frecuencia el contenido del primero en los restantes. Así, por ejemplo, Moisés compuso un himno e Isaías canta y Habacuc suplica con un cántico. Más aún, en todos los libros es posible hallar profecías, leyes y relatos. El mismo Espíritu lo abarca todo, y de acuerdo al don asignado a cada cual, proclama la gracia peculiar, repartiéndola en plenitud, sea como capacidad de profetizar, o de legislar, o de relatar lo sucedido, o el don de los Salmos. Si bien el Espíritu es uno e indivisible, de él provienen todos los dones particulares y en cada don está totalmente presente, aunque cada uno lo percibe según las revelaciones y dones recibidos y en la medida y forma de las necesidades, de modo que en la medida en que cada uno se deja guiar por el Espíritu se hace servidor del Verbo. Es por eso, como lo dije más arriba, que cuando Moisés está legislando, algunas veces también profetiza y otras canta; y los Profetas al profetizar algunas veces proclaman mandatos, como aquel: Lávense, purifíquense. Limpia tu corazón de toda inmundicia, Oh Jerusalén (Is 1, 16; Jr 4, 14), y otras veces relatan historias como lo hace Daniel con los acontecimientos concernientes a Susana, o Isaías cuando relata lo de Rabsaces y Senaquerib. El rasgo característico del libro de los Salmos, como ya dijimos, es el del canto, y por ello modula melodiosamente lo que en otros libros se narra con detalle. Pero algunas veces hasta legisla: Abandona la ira y deja la cólera (Sal 37, 8), y Apártate del mal, obra el bien; anhela la paz y corre tras ella (Sal 34, 15). Y otras veces relata

el camino de Israel y profetiza acerca del Salvador, como lo dijimos más arriba La gracia del Espíritu es común (a todos los libros), estando la misma acorde a la tarea encomendada y según el Espíritu la concede. Los más y los menos no provocan distinción alguna siempre que cada cual efectúe y lleve a cabo su propia misión. Pero aun siendo así, el libro de los Salmos tiene, en este mismo terreno, un don y gracia peculiares, una propiedad de particular relieve. Pues junto a las cualidades, que le son comunes y similares con los restantes Libros, tiene además una maravillosa peculiaridad: contiene exactamente descritos y representados todos los movimientos del alma, sus cambios y mudanzas. De modo que una persona sin experiencia, al irlos estudiando y ponderando puede irse modelando a su imagen. Pues los otros libros sólo exponen la ley y cómo ella estipula lo que se deba, o no, cumplir. Escuchando las profecías sólo se sabe de la venida del Salvador. Prestando atención a las descripciones históricas sólo se llega a averiguar los hechos de los reyes y de los santos. El libro de los Salmos, además de dichas enseñanzas, permite reconocer al lector las mociones de su propia alma y se las enseña, por el modo como algo lo afecta o lo turba; de acuerdo a este libro puede uno tener una idea aproximada de lo que debe decir. Por eso no se contenta con escuchar simplemente, sino que sabe cómo hablar y cómo actuar para curar su mal. Es cierto que también los otros libros tienen palabras que prohiben el mal, pero este también describe cómo apartarse de él. Por ejemplo, hacer penitencia es un precepto, hacer penitencia significa dejar de pecar; aquí se indica no sólo cómo hacer penitencia y lo que es necesario decir para arrepentirse. Así mismo Pablo dijo: La tribulación produce en el alma la constancia, la constancia la virtud probada, la virtud probada la esperanza, y la esperanza no queda defraudada (Rm.5, 3 - 5). Los Salmos describen y muestran, además, cómo soportar las tribulaciones, lo que debe hacer el afligido, lo que debe decir una vez pasada la tribulación, cómo cada uno es puesto a prueba, cuales son los pensamientos del que espera en el Señor. Lo de dar gracias en toda circunstancia es también un precepto. Los Salmos indican lo que debe decir aquel que da gracias. Sabiendo, por otra parte, que los que pretenden vivir piadosamente serán perseguidos, aprendemos de los Salmos cómo clamar cuando huimos en medio de la persecución, y qué palabras dirigir a Dios una vez escapados de ella. Somos invitados a bendecir al Señor, encontramos las expresiones adecuadas para manifestarle nuestra confesión. Los Salmos expresan cómo debemos alabar al Señor, qué palabras le rinden homenaje de modo adecuado. Para toda ocasión y sobre todo argumento encontraremos entonces poemas divinos adecuados a nuestras emociones y sensibilidad 1. Todavía esto de asombroso y maravilloso tienen los Salmos: al leer los demás libros, aquello que dicen los santos y el objeto de sus discursos, los lectores lo relacionan con el argumento del libro, los oyentes se sienten extraños al relato, de modo que las acciones recordadas suscitan mera admiración o el simple deseo de emularlas. El que en cambio abre el libro de los Salmos recorre, con la admiración y el asombro acostumbrados, las profecías sobre el Salvador contenidas ya en los restantes libros, pero lee los salmos como si fueran personales. El auditor, igual que el autor, entran en clima de compunción, apropiándose las palabras de los cánticos como si fueran suyas. Para ser más claro, no vacilaría, al igual que el bienaventurado Apóstol, en retomar lo dicho. Los discursos pronunciados en nombre de los patriarcas, son numerosos; Moisés hablaba y Dios respondía; Elías y Eliseo, establecidos sobre la montaña del Carmelo, invocaban sin cesar al Señor, diciendo: ¡Vive el Señor, en cuya presencia estoy hoy! (1R 17, 1; 2R 3, 4). Las palabras de los restantes santos profetas tienen por objeto al Salvador, y un cierto número se refieren a los paganos y a Israel. Sin embargo, ninguna persona pronunciaría las palabras de los patriarcas como si fueran suyas, ni osaría imitar y pronunciar las mismas palabras que Moisés, ni las de Abrahán acerca de su

esclava e Ismael o las referentes al gran Isaac; por necesario o útil que fuera, nadie se animaría a decirlas como propias. Aunque uno se compadeciera de los que sufren y deseara lo mejor, jamás diría con Moisés: ¡Muéstrate a mí! (Ex 33, 13), o tampoco: Si les perdonas su pecado, perdónaselo; si no se lo perdonas, bórrame del libro que tú has escrito (Ex 33, 12). Aun en el caso de los profetas, nadie emplearía personalmente sus oráculos para alabar o reprender a aquellos que se asemejan por sus acciones a los que ellos reprendían o alababan; nadie diría: ¡Vive el Señor, en cuya presencia estoy hoy! Quien toma en sus manos esos libros, ve claramente que dichas palabras deben leerse no como personales, sino como pertenecientes a los santos y a los objetos de los cuales hablan. Los Salmos, ¡cosa extraña!, salvo lo que concierne al Salvador y las profecías sobre los paganos, son para el lector palabras personales, cada uno las canta como escritas para él y no las toma ni las recorre como escritas por otro ni tampoco referentes a otro. Sus disposiciones (de ánimo) son las de alguien que habla de sí mismo. Lo que dicen, el orante lo eleva hacia Dios como si fuera él quien hablara y actuara. No experimenta temor alguno ante estas palabras, como ante las de los patriarcas, de Moisés o de los otros profetas, sino que más bien, considerándolas como personales y escritas referidas a él, encuentra el coraje para proferirlas y cantarlas. Sea que uno cumpla o quebrante los mandamientos, los Salmos se aplican a ambos. Es necesario, en cualquier caso, sea como transgresor, sea como cumplidor, verse como obligado a pronunciar las palabras escritas sobre cada cual 2. [Las palabras de los Salmos] me parece que son para quien las canta, como un espejo en el que se reflejan las emociones de su alma para que así, bajo su efecto, pueda recitarlos. Hasta quien sólo los escucha, percibe el canto como referido a él: o bien, convencido por su conciencia y compungido se arrepiente; o bien, oyendo hablar de la esperanza en Dios y del auxilio concedido a los creyentes, se alegra de que le haya sido otorgado y prorrumpir en acciones de gracias a Dios. Así, por ejemplo, ¿canta alguno el salmo tercero? Reflexionando sobre sus propias tribulaciones, se apropiará de las palabras del salmo. Así mismo, leerá al 11SS y al 16SS de acuerdo a su confianza y oración; el recitado del 50SS será expresión de su propia penitencia; el 53SS, 55SS, 100SS y el 41SS expresan sus sentimientos sobre la persecución de la que él es objeto; son sus palabras las que le cantan al Señor. Así pues, cada salmo sin entrar en mayores detalles, podemos decir que está compuesto y es proferido por el Espíritu, de modo que en esas mismas palabras, como ya lo dije antes, podamos captar los movimientos de nuestra alma y nos las hace decir como provenientes de nosotros, como palabras nuestras, para que trayendo a la memoria nuestras emociones pasadas, reformemos nuestra vida espiritual. Lo que los salmos dicen puede servirnos de ejemplo y de patrón de medida 3. Esto también es don del Salvador: hecho hombre por nosotros, ofreció por nosotros su cuerpo a la muerte, para librarnos a todos de la muerte. Queriendo mostrarnos su manera celestial y perfecta de vivir la plasmó en sí mismo para que no seamos ya fácilmente engañados por el enemigo, ya que tenemos una prenda segura en la victoria que en favor nuestro obtuvo sobre el diablo. Es por esta razón que no sólo enseñó, sino que practicó su enseñanza, de modo que cada uno lo escuche cuando habla y mirándolo, como se observa un modelo, acepte de él el ejemplo, como cuando dice: Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). No podrá hallarse enseñanza más perfecta de la virtud que la realizada por el Salvador en su propia persona: paciencia, amor a la humanidad, bondad, fortaleza, misericordia, justicia, todo lo encontraremos en él y nada tienes ya que esperar, en cuanto a virtudes, al mirar detenidamente su vida. Pablo lo decía claramente: Sean imitadores míos, como yo lo soy de Cristo (1Co 11, 1). Los legisladores, entre los griegos, tienen gracia únicamente para legislar; el Señor, cual

verdadero Señor del universo, preocupado por su obra, no solamente legisla, sino que se da como modelo para que aquellos que lo desean, sepan cómo actuar. Aun antes de su venida entre nosotros, lo puso de manifiesto en los Salmos, de manera que al igual que nos proveyó de la imagen acabada del hombre terrenal y del celestial en su propia persona, también en los Salmos, aquel que lo desea, puede aprender y conocer las disposiciones del alma, encontrando como curarlas y rectificarlas 4. Hablando con mayor precisión, puntualicemos entonces que si bien toda la Escritura divina es maestra de virtud y de fe auténtica, el libro de los Salmos ofrece, además un perfecto modelo de vida espiritual. Al igual que quien se presenta ante un rey asume las correctas actitudes corporales y verbales, no sea que apenas abra la boca, sea arrojado fuera por su falta de compostura, también a aquel que corre hacia la meta de las virtudes y desea conocer la conducta del Salvador durante su vida mortal, el sagrado Libro lo conduce primero, a través de la lectura, a la consideración de los movimientos del alma, y a partir de allí va representando sucesivamente el resto, enseñando a los lectores gracias a dichas expresiones. En este libro llama la atención que algunos salmos contengan narraciones históricas, otros admoniciones morales, otros profecías, otros súplicas y otros, todavía, confesión En forma de narración tenemos los siguientes: 18; 43; 48; 49; 72; 76; 88; 89; 106; 113; 126 y 136 En forma de oración tenemos el: 16; 67; 89; 101; 131 y 141 Los proferidos como súplica, y petición instante son el: 5; 6; 7; 11; 12; 15; 24; 27; 30; 34; 37; 42; 53; 54; 55; 56; 58; 59; 60; 63; 82; 85; 87; 137; 139 y 142 En forma de súplica junto con acción de gracias tenemos el 138 Entre los que sólo suplican tenemos: 3; 25; 68; 69; 70; 73; 78; 79; 1O8; 122; 129 y 130 Los salmos 9; 74; 91; 104; 105; 106; 107; 110; 117; 135 y 137 tienen forma de confesión Aquellos que entretejen narración con confesión son: 9; 74; 105; 106; 117; 135 y 137 Un salmo que combina confesión con narración y acción de gracias es el 110 El salmo 36 tiene forma de admonición Los que contienen profecía son: 20; 21; 44; 46 y 75 En el 109 tenemos anuncio junto con profecía Los salmos que exhortan y prescriben y como que ordenan son: el 28; 32; 80; 94; 95; 96; 97; 102; 103 y 113 El salmo 149 combina la exhortación con la alabanza Describen la vida hornada por la virtud los: 104; 11; 118; 124 y 132. Aquellos que expresan alabanza son: 90; 112; 116; 134; 144; 145; 146; 148 y 150 Son acción de gracias: 8; 9; 17; 33; 45; 62; 76; 84; 114; 115; 120; 121; 123; 125; 128 y 143 Aquellos que anuncian una promesa de bienaventuranza son: 1; 31; 40; 118 y 127 Demostrativo de alegre prontitud con (ribetes) de cántico el 107 Otro hay que exhorta a la fortaleza, el 80 Tenemos los que reprochan a impíos e inicuos, como el 2; 13; 35; 51 y 52 El salmo 4 es una invocación Están aquellos salmos que hablan [del cumplimiento] de votos, como el 19 y el 63 Tienen palabras de glorificación al Señor: 22; 26; 38; 39; 41; 61; 75; 83; 96; 98 y 151 Acusaciones escritas para provocar vergüenza son: 57 y 81 Se encuentran acentos hímnicos en 47 y 64 El 65 es un canto de júbilo y se refiere a la resurrección

Otro, el 99, es únicamente canto de júbilo 5. Estando, entonces, los salmos dispuestos y ordenados de esta manera, les es posible a los lectores, - como ya lo dije antes - , descubrir en cada uno de ellos los movimientos y la constitución de su alma, del mismo modo que descubren el género y la enseñanza que cada uno les transmiten. Igualmente se puede aprender de ellos las palabras a decir para agradar al Señor, o con cuáles palabras expresar el deseo de corregirse y arrepentirse o de darle gracias. Todo esto impide, al que recita literalmente estas expresiones, caer en la impiedad. Ya que no sólo tendremos que dar razón de nuestras obras al Juez (supremo), sino hasta de toda palabra inútil (Mt 12, 36). Si quieres bendecir a alguno, aprendes cómo hacerlo y en nombre de quién, en los salmos 1; 31; 40; 11; 118 y 127. Si deseas censurar las conjuras de los judíos contra el Salvador, ahí tienes al segundo de nuestros poemas. Si los tuyos te persiguen, y muchos se levantan contra ti, recita el tercero. Si estando afligido invocaste al Señor, y porque te escuchó quieres darle gracias, entona el cuarto, o el 74, o el 114. Si atisbas que los malhechores te preparan trampas y quieres que muy de mañana tu oración llegue a sus oídos, recita el quinto. Si la amenaza de castigo del Señor te intranquiliza, puedes recitar el 6 o el 37. Si algunos se reúnen para tramar algo contra ti, como lo hizo Ajitófel contra David, y llega a tus oídos, canta el salmo 7 y confía en el Señor, él te defenderá 6. Si, observando la extensión universal de la gracia del Salvador y la salvación del género humano, quieres conversar con Dios, canta el salmo 8. ¿Quieres entonar el cántico de la vendimia, para dar gracias al Señor? Tienes nuevamente a tu disposición el 8 y también el 83. En honor a la victoria sobre los enemigos y la liberación de la criatura, sin gloriarte tú, sino reconociendo que estos hechos magníficos son obra del Hijo de Dios, recita el ya mencionado salmo 9. Si alguien quiere confundirte o asustarte, ten confianza en el Señor y repite el salmo 10. Al observar la soberbia de tantos y como el mal crece, al punto que ya no hay acciones santas entre los hombres, busca refugio en el Señor y dí el salmo 11. ¿Prolongan los enemigos sus ataques? No desesperes como si Dios te olvidara, sino invócalo cantando el salmo 12. No te asocies en modo alguno con los que blasfeman impíamente contra la Providencia, más bien suplica al Señor recitando los salmos 13 y 52. El que quiera aprender quién es el ciudadano del reino de los cielos debe decir el salmo 14 7. Necesitas orar porque tus adversarios asedian tu alma, canta los salmos 16; 85; 87 y 140. Si quieres saber cómo rezaba Moisés, ahí tienes el salmo 89. ¿Fuiste liberado de tus enemigos y perseguidores? Canta el salmo 17. ¿Te maravillan el orden de la creación y la providente gracia que en ella resplandece, como también los preceptos santos de la Ley? Canta entonces el 18 y el 23. Viendo sufrir a los atribulados, consuélalos orando y recitándoles las palabras del salmo 19. Ves que el Señor te conduce y pastorea, guiándote por el camino recto, ¡alégrate de ello y salmodia el 22! ¿Te sumergen los enemigos? Eleva tu alma hasta Dios salmodiando el 24 y verás que los inicuos quedan malogrados . ¿Te asechan los enemigos, teniendo sus manos totalmente manchadas de sangre, y no buscan más que perderte y confundirte? Entonces, no confíes tu justicia a un hombre, - ¡toda justicia humana es sospechosa! - , pídele al Señor que te haga justicia, ya que él es el único Juez, recitando el 25; 34 o 42. Cuando te asaltan violentamente los enemigos y se congregan como un ejército y te desprecian como si aún no estuvieras ungido, y por eso te hacen la guerra, no tiembles, canta más bien el salmo 26. La naturaleza humana es débil, y si [a pesar de ello] los perseguidores se hacen tan desvergonzados e insisten, no les hagas caso, suplica en cambio al Señor con el salmo 27. Si quieres aprender cómo ofrecer sacrificios al Señor con acción de gracias, recita entonces con inteligencia espiritual el salmo 28. Si dedicas y consagras tu casa, esto es, tu alma que hospeda al Señor, como también la casa

corpórea en la que moras físicamente, recita con acción de gracias el 29 y entre los salmos graduales el 126 8. Si ves que eres despreciado y perseguido por amigos y conocidos a causa de la verdad, no pierdas el ánimo por eso, ni temas a los que se te oponen, sino apártate de ellos y contemplando el futuro, salmodia el trigésimo. Si al ver a los bautizados y rescatados de su vida corruptible, ponderas y admiras la misericordia de Dios, canta en favor suyo tus alabanzas con el salmo 31. Si deseas salmodiar en compañía de muchos, reúne a los hombres justos y probos, y recita el 32. Si caíste víctima de tus enemigos y sagazmente pudiste evitar sus asechanzas, reúne a los hombres mansos y recita en su presencia el salmo 33. Si ves el celo para cometer el mal que impera entre los transgresores a la Ley, no pienses que la maldad es algo natural en ellos, como lo afirman los herejes, sino recita el 35 y te convencerás de que a ellos les corresponde la responsabilidad por el pecado. Si ves a los malvados cometer muchas iniquidades, y envalentonarse contra los humildes, y quieres exhortar a alguien que ni se junte con los inicuos ni les tenga envidia, pues su porvenir quedará truncado, entonces di para ti mismo y para los otros el 36 9. Si, por otra parte, queriendo prestar atención a tu propia persona, y viendo que el enemigo se dispone a atacarte, - pues le agrada provocar a este tipo de personas - , quisieras fortalecerte contra él, canta el salmo 38. Si teniendo que soportar ataques de los perseguidores quieres aprender las ventajas de la paciencia, recita entonces el 39. Cuando viendo multitud de pobres y mendigos, quieres mostrarte misericordioso con ellos, serás capaz de serlo gracias a la recitación del salmo 40, ya que con él alabarás a los que ya actuaron compasivamente, y exhortarás a los demás a que obren de igual manera. Si ansiando buscar a Dios, escuchas las burlas de los adversarios, no te turbes, sino que considerando la recompensa eterna de tal nostalgia, consuela tu alma con la esperanza en Dios, y, superados los pesares que te acongojan en esta vida, entona el salmo 41. Si no quieres dejar de recordar los innumerables beneficios que el Señor otorgó a tus padres, como el éxodo de Egipto y la estancia en el desierto, y qué bueno es Dios y cuán ingratos los hombres, tienes al 43; 77; 88; 104; 105; 106 y 113. Si habiéndote refugiado en Dios, poderoso defensor en el peligro, quieres darle gracias y narrar sus misericordias para contigo, tienes el 45 10. ¡Pecaste, sientes vergüenza, buscas hacer penitencia y alcanzar misericordia! Encontrarás palabras de arrepentimiento y confesión en el salmo 50. Aun si debes soportar calumnias por parte de un rey inicuo, y ves cómo se envalentona el calumniador, aléjate de allí y usa las expresiones que encuentras en el 51. Si te atacan, te acosan y quieren traicionarte, entregándote a la justicia, como lo hicieron zifeos y filisteos con David, no pierdas el valor, ten ánimo, confía en el Señor y alábalo con las palabras de los salmos 53 y 55. La persecución te sobreviene, cae sobre ti y sin saberlo penetra inesperadamente en la cueva en la que te escondías, ni entonces temas, pues aun en ese aprieto encontrarás palabras de consuelo y de memorial indeleble en los salmos 56 y 141. Si quien te persigue da la orden de vigilar tu casa, y tú, a pesar de todo, logras escapar, da gracias a Dios, e inscribe el agradecimiento en tu corazón, como sobre una estela indeleble, en memorial de que no pereciste y entona el salmo 58. Si los enemigos que te afligen profieren insultos, y los que aparentaban ser amigos lanzan acusaciones en contra tuya, y esto perturba tu oración por un breve tiempo, reconfórtate alabando a Dios y recitando las palabras del 54. Contra los hipócritas y los que se glorían desfachatadamente, recita, - para vergüenza suya - , el salmo 57. Contra los que arremeten salvajemente contra ti y quieren arrebatarte el alma, contrapón tu confianza y adhesión al Señor; cuanto más se envalentonen ellos, tanto más descansa en él, recitando el 61. Si perseguido, huyes al desierto, nada temas por estar allí solo, pues tienes a Dios junto a ti, a quien, muy de madrugada, puedes

cantarle el 62. Si te aterran los enemigos y no cesan en su conjura contra ti, buscándote sin descanso, aunque sean muchos no te aflijas, ya que sus ataques serán como heridas causadas por flechas arrojadas por niños, entona, entonces (confiado), los salmos 63; 64; 69 y 70 11. Si deseas alabar a Dios recita el 64, y cuando quieras catequizar a alguno acerca de la resurrección, entona el 65. ¡Imploras la misericordia del Señor!, alábalo salmodiando el 66. Si ves que los malvados prosperan gozando de paz y los justos, en cambio, viven en aflicción, para no tropezar ni escandalizarte recita también tú el 72. Cuando la ira de Dios se inflama contra el pueblo, tienes palabras sabias para su consuelo en el 73. Si andas necesitado de confesión, salmodia el 9; 74; 91; 104; 105; 106; 107; 110; 117; 125 y 137. Quieres confundir y avergonzar a paganos y herejes, demostrando que ni uno solo de ellos posee el conocimiento de Dios, sino únicamente la Iglesia católica, puedes, si así lo piensas, cantar y recitar inteligentemente las palabras del 75. Si tus enemigos te persiguen y te cortan toda posibilidad de huída, aunque estés muy afligido y grandemente confundido, no desesperes, sino clama, y si tu grito es escuchado, da gracias a Dios recitando el 76. Pero si los enemigos persisten e invaden y profanan el templo de Dios, matando a los santos y arrojando sus cadáveres a las aves del cielo, no te dejes intimidar ni temas su crueldad, sino compadece con los que padecen y ora a Dios con el salmo 78 12. Si deseas alabar al Señor en día de fiesta, convoca los siervos de Dios y recita los salmos 80 y 94. Y si nuevamente los enemigos todos, se reúnen, asaltándote por todas partes, profiriendo amenazas hacia la casa de Dios y aliándose contra la piedad, no te amilane su multitud o su poder, ya que tienes un ancla de esperanza en las palabras del salmo 82. Si viendo la casa del Señor y sus tabernáculos eternos, sientes nostalgia por ellos como la tenía el Apóstol, recita el salmo 83. Cuando habiendo cesado la ira y terminada la cautividad, quisieras dar gracias a Dios, tienes al 84 y al 125. Si quieres saber la diferencia que media entre la Iglesia católica y los cismáticos, y avergonzar a estos últimos, puedes pronunciar las palabras del 86. Si quieres exhortarte a ti y a otros, a rendir culto verdadero a Dios, demostrando que la esperanza en Dios no queda confundida, sino que, todo lo contrario, el alma queda fortalecida, alaba a Dios recitando el 90. ¿Deseas salmodiar el Sábado? Tienes el 91 13. ¿Quieres dar gracias en el día del Señor? Tienes el 23; o, ¿deseas hacerlo en el segundo día de la semana?: recita el 47. ¿Quieres glorificar a Dios en el día de preparación?: tienes la alabanza del 92. Porque entonces, cuando ocurrió la crucifixión, fue edificada la casa aunque los enemigos trataron de rodearla, es conveniente cantar como cántico triunfal lo que se enuncia en el 92. Si te sobrevino la cautividad, y la casa fue derribada y vuelta a edificar, canta lo que se contiene en el 95. La tierra se ha librado de los guerreros y ha aparecido la paz: reina el Señor y tú quieres hacerlo objeto de tus alabanzas, ahí tienes el 96. ¿Quieres salmodiar el cuarto día de la semana?. Hazlo con el 93; pues en un día como ese fue el Señor entregado y comenzó a asumir y ejecutar el juicio contrario a la muerte, triunfando confiadamente sobre ella. Si lees el Evangelio, verás que en el cuarto día de la semana los judíos se reunieron en Consejo contra el Señor, y también verás que con todo valor comenzó a procurarnos justicia contra el diablo: salmodia, respecto a todo esto, con las palabras del 93. Si, además, observas la providencia y el poder universal del Señor, y quieres instruir a algunos en la obediencia y en la fe, exhórtalos ante todo a confesar laudativamente: salmodia el 99. Si has reconocido el poder de su juicio, es decir que Dios juzga atemperando la justicia con su misericordia, y quieres acercártele, tienes para este propósito las palabras del centésimo entre los salmos 14. Nuestra naturaleza es débil, si las angustias de la vida te han asimilado a un

mendigo, y sintiéndote exhausto buscas consuelo, entona el 101. Es conveniente que siempre y en todo lugar demos gracias a Dios; si deseas bendecirlo, espuela tu alma recitando el 102 y el 103. ¿Quieres alabar a Dios y saber, cómo, por qué motivos, y con qué palabras hacerlo? Tienes el 104; 106; 134; 145; 146; 147; 148 y 150. ¿Prestas fe a lo que ha dicho el Señor y tienes fe en las palabras que tú mismo dices cuando rezas? Profiere el 115. ¿Sientes que vas progresando gradualmente en tus obras, de modo que puedes hacer tuyas las palabras: olvidando lo que queda detrás mío, me lanzo hacia lo que est delante (Flp 3, 13)?: puedes entonces entonar para cada uno de los peldaños de tu adelanto uno de los quince salmos graduales 15. ¿Has sido conducido al cautiverio por pensamientos extraños y te hallas nostálgicamente tironeado por ellos? ¿Te embarga el arrepentimiento, deseas no caer en el futuro y, sin embargo, sigues cautivo de ellos? ¡Siéntate, llora, y, como lo hizo antaño el pueblo, pronuncia las palabras del 136! ¿Eres tentado y así sondeado y probado? Si superada la tentación quieres dar gracias, utiliza el salmo 138. ¿Te hallas nuevamente acosado por los enemigos y quieres ser liberado? Pronuncia las palabras del 139. ¿Deseas suplicar y orar? Salmodia el 5 y el 142. Si se ha alzado el tiránico enemigo contra el pueblo y contra ti, al modo de Goliat contra David, no tiembles, ten fe, y como David, salmodia el 143, . Si maravillado por los beneficios que Dios otorgó a todos y también a ti, quieres bendecirlo, repite las palabras que David dijo en el 144. ¿Quieres cantar y alabar al Señor? Lo que debas entonar est en los salmos 92 y 97. ¿Aun siendo pequeño, has sido preferido a tus hermanos y colocado sobre ellos? No te gloríes ni te envalentones contra ellos, sino que atribuyendo la gloria a Dios que te eligió, salmodia el 151, que es un poema genuinamente davídico. Supongamos que deseas entonar los salmos en los que resuena la alabanza a Dios, es decir que van encabezados por el Aleluya, puedes usar: el 104; 105; 106; 111; 112; 113; 114; 115; 116; 117; 118; 134; 135; 145; 146; 147; 148; 149 y el 150 16. Si al salmodiar quieres destacar lo que se refiere al Salvador, encontrarás referencias prácticamente en cada salmo: así, por ejemplo, tienes el 44 y el 100, que proclaman tanto su generación eterna del Padre como su venida en la carne; el 21 y el 68 que preanuncian la cruz divina, como también todos los padecimientos y persecuciones que soportó por nosotros; el 2 y el 108 que pregonan la maldad y las persecuciones de los judíos y la traición de Judas Iscariote; el 20, 49 y 71 proclaman su reinado y su potestad de juzgar, como también su manifestación a nosotros en la carne y la vocación de los paganos. El 15 anuncia su resurrección de entre los muertos; el 23 y 46 anuncian su ascensión a los cielos. Al leer el 92, 95, 97 o 98, caes en la cuenta y contemplas los beneficios que el Salvador nos otorgó gracias a sus padecimientos 17. Esta es la característica que posee el libro de los salmos, para utilidad de los hombres: una parte de los salmos han sido escritos para purificación de los movimientos del alma; otra parte para anunciarnos proféticamente la venida en la carne de nuestro Señor Jesucristo, como arriba dijimos. Pero en modo alguno debemos pasar por alto la razón por la que los salmos se modulan armoniosamente y con canto. Algunos simplotes entre nosotros, si bien creen en la inspiración divina de las palabras, sostienen que los salmos se cantan por lo agradable de los sonidos y para placer del oído. Esto no es exacto. La Escritura para nada buscó el encanto o la seducción, sino la utilidad del alma; esta forma fue elegida sobre todo por dos razones. En primer lugar, convenía que la Escritura no alabara a Dios únicamente en una secuencia de palabras rápida y continua, sino también con voz lenta y pausada. En secuencia ininterrumpida se leen la Ley, los Profetas, los libros históricos y el Nuevo Testamento; la voz pausada es empleada para los Salmos, odas y cánticos. Así se obtiene que los hombres expresen su amor a Dios con todas sus fuerzas y con todas sus posibilidades. La segunda razón estriba en que, al igual

que una buena flauta unifica y armoniza perfectamente todos los sonidos, del mismo modo requiere la razón que los diversos movimientos del alma, como pensamiento, deseo, cólera, sean el origen de los distintas actividades del cuerpo, de modo que el obrar del hombre no sea desarmonico, conflictuado consigo mismo, pensando muy bien y obrando muy mal. Por ejemplo, Pilato que dijo: ningún delito encuentro yo en él para condenarlo a muerte (Jn 18, 38), pero obró según el querer de los judíos; o, que deseando obrar mal, estén imposibilitados de realizarlo, como los ancianos con Susana; o que aun absteniéndose de adulterar sea ladrón, o, sin ser ladrón sea homicida, o, sin ser asesino sea blasfemo 18. Para impedir que surja esa desarmonía interior, la razón requiere que el alma, que posee el pensamiento de Cristo (1Co 2, 16), como dice el Apóstol, haga que éste le sirva de director, que domine en él sus pasiones, ordenando los miembros del cuerpo para que obedezcan la razón. Como plectro para la armonía, en ese salterio que es el hombre, el Espíritu debe ser fielmente obedecido, los miembros y sus movimientos deben ser dóciles obedeciendo la voluntad de Dios. Esta tranquilidad perfecta, esta calma interior, tienen su imagen y modelo en la lectura modulada de los Salmos. Nosotros damos a conocer los movimientos del alma a través de nuestras palabras; por eso el Señor, deseando que la melodía de las palabras fuera el símbolo de la armonía espiritual en el alma, ha hecho cantar los Salmos melodiosa, modulada y musicalmente. Precisamente este es el anhelo del alma, vibrar en armonía, como está escrito: alguno de ustedes es feliz, ¡que cante! (St 5, 13). Así, salmodiando, se aplaca lo que en ella haya de confuso, áspero o desordenado y el canto cura hasta la tristeza: ¿por qué estás triste alma mía, por qué te me turbas? (Sal 42, 6.12 y 42, 5); reconocer su error confesando: casi resbalaron mis pisadas (Sal 73, 2); y en el temor fortalecer la esperanza: el Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? (Sal 118, 6) 19. Los que no leen de esta manera los cánticos divinos, no salmodian sabiamente, sino que buscando su deleite, merecen reproche, ya que la alabanza no es hermosa en boca del pecador (Si 15, 9). Pero cuando se cantan de la manera que arriba mencionamos, de modo que las palabras se vayan profiriendo al ritmo del alma y en armonía con el Espíritu, entonces cantan al unísono la boca y la mente; al cantar así son útiles a sí mismos y a los oyentes bien dispuestos. El bienaventurado David, por ejemplo, cantando para Saúl, complacía a Dios y alejaba de Saúl la turbación y la locura, devolviéndole tranquilidad a su alma. De idéntica manera los sacerdotes al salmodiar, aportaban la calma al alma de las multitudes, induciéndolas a cantar unánimes con los coros celestiales. El hecho de que los Salmos se reciten melodiosamente, no es en absoluto indicio de buscar sonidos placenteros, sino reflejo de la armoniosa composición del alma. La lectura mesurada es símbolo de la índole ordenada y tranquila del espíritu. Alabar a Dios con platillos sonoros, con la cítara y el salterio de diez cuerdas, es, a su vez, símbolo e indicación de que los miembros del cuerpo están armoniosamente unidos al modo que lo están las cuerdas; de que los pensamientos del alma actúan cual címbalos, recibiendo todo el conjunto movimiento y vida a impulsos del espíritu, ya que vivirán, como está escrito, si con el Espíritu hacen morir las obras del cuerpo (Rm 8, 13). Quien salmodia de esta manera armoniza su alma llevándola del desacuerdo al acorde, de modo que hallándose en natural acuerdo nada la turbe, al contrario con la imaginación pacificada desea ardientemente los bienes futuros. Bien dispuesta por la armonía de las palabras, olvida sus pasiones, para centrada gozosa y armoniosamente en Cristo concebir los mejores pensamientos 20. Es por tanto necesario, hijo mío, que todo el que lee este libro lo haga con pureza de corazón, aceptando que se debe a la divina inspiración, y, beneficiándose por eso mismo de él, como de los frutos del jardín del paraíso, empleándolos según las circunstancias y la utilidad de cada uno de ellos. Estimo, en efecto, que en las

palabras de este libro se contienen y describen todas las disposiciones, todos los afectos y todos los pensamientos de la vida humana y que fuera de estos no hay otros. ¿Hay necesidad de arrepentimiento o confesión; les han sorprendido la aflicción o la tentación; se es perseguido o se ha escapado a emboscadas; está uno triste, en dificultades o tiene alguno de los sentimientos arriba mencionados; o vive prósperamente, habiendo triunfado sobre tus enemigos, deseando alabar, dar gracias o bendecir al Señor? Para cualquiera de estas circunstancias hallará la enseñanza adecuada en los Salmos divinos. Que elija aquellos relacionados con cada uno de esos argumentos, recitándolos como si él los profiriera, y adecuando los propios sentimientos a los en ellos expresados 21. En modo alguno se busque adornarlos con palabras seductoras, modificar sus expresiones o cambiarlas totalmente; lea y cántese lo que está escrito, sin artificios, para que los santos varones que nos los legaron, reconozcan el tesoro de su propiedad, recen con nosotros, o más bien, lo haga el Espíritu Santo que habló a través de ellos, y al constatar que nuestros discursos son eco perfecto del suyo, venga en nuestra ayuda. Pues en tanto en cuanto la vida de los santos es mejor que la del resto, por tanto mejores y más poderosas se tendrán, con toda verdad, sus palabras que las que agreguemos nosotros. Pues con esas palabras agradaron a Dios y al proferirlas ellos lograron, como lo dice el Apóstol, conquistar reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, curaron de sus enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros, las mujeres recobraron resucitados a sus muertos (Hb 11, 33 - 35) 22. Todo el que ahora lee esas mismas palabras [de los Salmos], tenga confianza, que por ellas Dios vendrá instantáneamente en nuestra ayuda. Si está afligido, su lectura procurará un gran consuelo; si es tentado o perseguido, al cantarlas saldrá fortalecido y como más protegido por el Señor, que ya había protegido antes al autor, y hará que huyan el diablo y sus demonios. Si ha pecado volverá en sí y dejará de hacerlo; si no ha pecado, se estimará dichoso al saber que corre en procura de los verdaderos bienes; en la lucha, los Salmos darán las fuerzas para no apartarse jamás de la verdad; al contrario, convencerá a los impostores que trataban de inducirle al error. No es un mero hombre la garantía de todo esto, sino la misma Escritura divina. Dios ordenó a Moisés escribir el gran Cántico enseñándoselo al pueblo; al que él constituyera como jefe le ordenó trancribir el Deuteronomio, guardándolo entre sus manos y meditando continuamente sus palabras, pues sus discursos son suficientes para traer a la memoria el recuerdo de la virtud y aportar ayuda a los que los meditan sinceramente. Cuando Josué, hijo de Nuná penetró en la tierra prometida, viendo los campamentos enemigos y a los reyes amorreos reunidos todos en son de guerra, en lugar de armas o espadas, empuñó el libro del Deuteronomio, lo leyó ante todo el pueblo, recordando las palabras de la Ley, y habiendo armado al pueblo salió vencedor sobre los enemigos. El rey Josías, después del descubrimiento del libro y su lectura pública, no albergaba ya temor alguno de sus enemigos. Cuando el pueblo salía a la guerra, el arca conteniendo las tablas de la Ley iba delante del ejército, siendo protección más que suficiente, siempre que no hubiera entre los portadores o en el seno del pueblo prevalencia de pecado o hipocresía. Pues se necesita que la fe vaya acompañada por la sinceridad para que la Ley dé respuesta a la oración 23. Al menos yo, dijo el anciano, escuché de boca de hombres sabios, que antiguamente, en tiempos de Israel, bastaba con la lectura de la Escritura para poner en fuga los demonios y destruir las trampas tendidas por ellos a los hombres. Por eso, me decía [mi interlocutor], son del todo condenables aquellos que abandonando estos libros componen otros con expresiones elegantes, haciéndose llamar exorcistas, ¡como les ocurrió a los hijos del judío Esceva, cuando intentaron

exorcisara de esa manera!. Los demonios se divierten y burlan cuando los escuchan; por el contrario tiemblan ante las palabras de los santos y ni oírlas pueden. Pues en las palabras de la Escritura está el Señor y al no poder soportarlo gritan: ¡Te ruego que no me atormentes antes de tiempo! (Lc 8, 28). Con sola la presencia del Señor se consumían. Del mismo modo Pablo daba órdenes a los espíritus impuros y los demonios se sometían a los discípulos. Y la mano del Señor cayó sobre Eliseo el profeta, de modo que profetizó a los tres reyes acerca del agua, cuando por orden suya el salmista cantaba al son del salterio. Incluso ahora, si uno está preocupado por los que sufren, lea los Salmos y les ayudará muchísimo, demostrando igualmente que su fe es firme y veraz; al verla Dios conceder la completa salud a los necesitados. Sabiéndolo el santo dijo en el salmo 118: meditaré sobre tus decretos, no olvidaré tus palabras; y también: tus decretos eran mis cantos, en el lugar de mi peregrinación. En ellas encontraron salvación al decir: si tu ley no fuese mi meditación, ya habría perecido en mi humillación. También Pablo buscaba confirmar a su discípulo, al decir: medita estas cosas; vive entregado a ellas para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos (1Tm 4, 15). Practícalo igualmente tú, lee con sabiduría los Salmos y podrás, bajo la guía del Espíritu, comprender el significado de cada uno. Imitarás la vida que llevaron los varones santos, quienes entusiasmados por el Espíritu de Dios esto dijeron

ATENAGORAS Dios uno y trino La vida de los cristianos

I. Dios uno y trino 80 Que el Dios creador de todo este universo es uno desde el principio, podéis considerarlo de la siguiente manera, para que tengáis el razonamiento de nuestra fe. Si desde el principio hubiese habido dos o más dioses, hubiesen tenido que estar o bien los dos en un mismo lugar, o cada uno separado en el suyo. Pero no podían estar en un solo y mismo lugar, porque, si son dioses, no son semejantes, sino que, siendo increados han de ser desemejantes. En efecto, las cosas creadas son semejantes a sus modelos, pero las increadas ni se asemejan a nadie, ni proceden de nadie, ni tienen relación alguna con nadie... Y si cada uno de ellos ocupa su propio lugar, el que creó el mundo estará más alto que todas las cosas creadas, por encima de las cosas que él creó y ordeno. ¿Dónde estará el otro, o los otros? Si el mundo tiene figura esférica y está limitado por los círculos celestes, y el creador de este mundo está por encima de todo lo creado manteniéndolo con su providencia, ¿cuál es el lugar propio do otro o de los otros dioses? No está en este mundo, pues es del otro; ni está alrededor del mundo, porque sobre el mundo está el Dios creador del mundo, pues todo lo que está alrededor del mundo está mantenido por éste. ¿Dónde está? ¿Por encima del mundo y del mismo Dios, en otro mundo y alrededor de otro mundo?... Entonces ya no está alrededor de nosotros, ni tiene poder sobre nuestro mundo, ni es grande en su propio poder, pues lo ejerce en un lugar limitado Sin embargo, si nos contentaremos con estos argumentos de razón, se podría pensar que nuestra doctrina es humana; pero son las palabras de los profetas las que dan credibilidad a nuestros razonamientos, y pienso que vosotros, que sois amicísimos del saber e instruidísimos, no dejáis de estar iniciados en los escritos de Moisés, de Isaías, de Jeremías y de los demás profetas, que saliendo de sus propios pensamientos y movidos del Espíritu divino, hablaron según eran movidos, pues el Espíritu se servia de ellos como el flautista de la flauta en que sopla. ¿Qué decían, pues, los profetas? ?El Señor es nuestro Dios: ningún otro será tenido por Dios junto a él? (Ex 20, 2 - 3). Y en otro lugar: ?Yo soy Dios primero y después, y fuera de mí no hay otro Dios? (Is 44, 6) He mostrado, pues, suficientemente que no somos ateos: admitimos un solo Dios, increado, eterno, invisible, impasible, incomprensible, inmenso, que sólo puede ser alcanzado por la razón y la inteligencia, rodeado de luz, de belleza, de espíritu, de fuerza inexplicable. Por él ha sido hecho el universo, y ha sido ordenado y se conserva, por medio de su Verbo. Y creemos también en un Hijo de Dios. Que nadie tenga por ridículo eso de que Dios tenga un Hijo. Porque no pensamos sobre Dios Padre o sobre su Hijo a la manera de vuestros poetas que hacen fábulas en las que presentan a dioses que en nada son mejores que los hombres, sino que el Hijo de Dios es el Verbo del Padre en idea y operación, pues con relación a él y por medio de él fueron hechas todas las cosas, siendo el Padre y el Hijo uno solo. Y estando el Hijo en el Padre y el Padre en el Hijo, en unidad y potencia de espíritu, el Hijo de Dios es inteligencia y Verbo del Padre. Y si se os ocurre preguntar con vuestra extraordinaria inteligencia qué quiere decir ?hijo?, os lo diré brevemente: El Hijo es el primer brote del Padre, pero no como hecho, ya que desde el principio Dios, que es inteligencia eterna, tenía en si al Verbo y era eternamente racional,

sino como procediendo de Dios cuando todas las cosas materiales eran naturaleza informe y tierra inerte y estaban mezcladas las más pesadas con las más ligeras, para ser sobre ellas idea y principio activo. Y concuerda con este razonamiento el Espiritu profético que dice: ?El Señor me crió como principio de sus caminos para sus obras? (Pr 8, 22). Y en verdad, el mismo Espíritu Santo que obra en los que hablan proféticamente, decimos que es una emanación de Dios, que emana y vuelve como un rayo de sol. Realmente uno no puede menos de maravillarse al oir llamar ateos a los que admiten a un Dios Padre, y a un Dios Hijo y a un Espíritu Santo, mostrando su potencia en la unidad y su distinción en el orden. Y no se acaba aquí nuestra doctrina teológica, sino que afirmamos que se da una multitud de ángeles y ministros, a quienes el Dios creador y artífice del mundo, por medio del Verbo que está en él, distribuyó y ordenó para que tuvieran cuidado de los elementos y de los cielos y del mundo y de las cosas que en él se contienen, para mantener todo ello en buen orden...1

II. La vida de los cristianos Entre nosotros fácilmente podréis encontrar gentes sencillas, artesanos y viejezuelas, que si de palabra no son capaces de mostrar con razones la utilidad de su religión, muestran con las obras que han hecho una elección buena. Porque no se dedican a aprender discursos de memoria, sino que manifiestan buenas acciones: no hieren al que los hiere, no llevan a los tribunales al que les despoja, dan a todo el que pide y aman al prójimo como a sí mismos. Ahora bien, si no creyéramos que Dios está por encima del género humano, ¿podríamos llevar una vida tan pura? No se puede decir; pero estando persuadidos de que de toda esta vida presente hemos de dar cuenta al Dios que nos ha creado a nosotros y que ha creado al mundo, escogemos la vida moderada, caritativa y despreciada, pues creemos que no podemos aquí sufrir ningún mal tan grande, aun cuando nos quiten la vida, comparable con la recompensa que recibiremos del gran Juez por una vida humilde, caritativa y buena. Platón dijo ciertamente que Minos y Radamanto tenían que juzgar y castigar a los malos; pero nosotros decimos que ni Minos ni Radamanto ni el padre de ellos escaparán al juicio de Dios. Además, vemos que son tenidos por piadosos los que tienen como concepto de la vida aquello de ?comamos y bebamos, que mañana moriremos? (Cf. Is 22, 13; Sb 2, 6) y tienen la muerte por un sueño profundo; en cambio nosotros tenemos la vida presente como de corta duración y de pequeña estima y nos movemos por el solo deseo de llegar a conocer al Dios verdadero y al Verbo que está en él, cuál es la comunión que hay entre el Padre y el Hijo, qué cosa sea el Espíritu, cuál sea la unidad de tan grandes realidades y la distinción entre los así unidos, el Espíritu, el Hijo y el Padre; nosotros sabemos que la vida que esperamos es superior a cuanto se puede expresar con palabras, si a ella llegamos puros de toda iniquidad, y llevamos hasta tal extremo nuestro amor a los hombres, que no sólo amamos a nuestros amigos, pues dice la Escritura: ?Si amáis a los que os aman y prestáis a los que os prestan, ¿qué recompensa podéis esperar??; pues bien, a nosotros que somos tales y vivimos tal género de vida para evitar la condenación, ¿no se nos ha de tener por religiosos? 2 El matrimonio cristiano Teniendo, pues, esperanza de la vida eterna, despreciamos las cosas de la vida presente y aun los placeres del alma: cada uno de nosotros tiene por mujer a la que tomó según las leyes que nosotros hemos establecido, y aun ésta en vistas a la procreación. Porque así como el labrador, una vez echada la semilla a la tierra,

espera la siega y no sigue sembrando, así para nosotros la medida del deseo es la procreación de los hijos. Y hasta es fácil hallar entre nosotros muchos hombres y mujeres que han llegado célibes hasta su vejez con la esperanza de alcanzar así una mayor intimidad con Dios. Ahora bien, si el permanecer en virginidad y celibato nos acerca más a Dios, mientras que el mero pensamiento y deseo de unión aparta, si huimos aun de los pensamientos, mucho más rechazaremos las obras. Porque no está nuestra religión en cuidados discursos, sino en la demostración y la enseñanza de las obras: o hay que permanecer tal como uno nació, o hay que casarse una sola vez. El segundo matrimonio es un adulterio decente. Dice la Escritura: ?el que deja a su mujer y se casa con otra, comete adulterio? (cf. Mt 19, 9; Mc 10, 11), no permitiendo abandonar a aquella cuya virginidad uno deshizo, ni casarse de nuevo. El que se separa de su primera mujer, aunque hubiera muerto, es un adúltero encubierto, pues traspasa la indicación de Dios, ya que en el principio creó Dios un solo hombre y una sola mujer... 3 El aborto Los que saben que ni soportamos la vista de una ejecución capital segun justicia, ¿cómo pueden acusarnos de asesinato o de antropofagia? ¿Quién de vosotros no está aficionado a las luchas de gladiadores o de fieras y no estima en mucho las que vosotros organizáis? Pero en cuanto a nosotros, pensamos que el ver morir está cerca del matar mismo, y por esto nos abstenemos de tales espectáculos. ¿Cómo podremos matar, los que ni siquiera queremos ver matar para no mancharnos con tal impureza? Al contrario, nosotros afirmamos que las que practican el aborto cometen homicidio y habrán de dar cuenta a Dios del aborto. ¿Por qué razón habríamos de matar? No se puede pensar a la vez que lo que lleva la mujer en el vientre es un ser viviente, y, por ello, objeto de la providencia de Dios, y matar luego al que ya ha avanzado en la vida; no exponer al nacido, por creer que exponer a los hijos equivale a matarlos, y quitar luego la vida a lo ya crecido. Nosotros somos siempre y en todo consecuentes y acordes con nosotros mismos, pues obedecemos a la razón y no le hacemos violencia 4 Notas 1 . ATENÁGORAS, Súplica en favor de los cristianos, cap 8 - 10 2 . Ibid. cap. 11 - 12 3. Ibid. cap. 33 4 . Ibid. cap. 35

Basilio La acción del Espíritu Santo Configurarse con Cristo Recogimiento interior Trabajo Ayuno Iracundos Atiende a ti mismo La embriaguez La envidia Homilía a los ricos En honor de San Barlaam, mártir

La acción del Espíritu Santo (El Espíritu Santo, 9, 22 - 23) Quien haya escuchado los nombres que se dan al Espíritu Santo, ¿no elevará en su interior el pensamiento a la suprema naturaleza? Pues al Espíritu de Dios se le llama también Espíritu de verdad, que procede del Padre; Espíritu recto, Espíritu principal. Pero Espíritu Santo es su nombre propio y peculiar, porque ciertamente es el nombre que expresa, mejor que ningún otro, lo incorpóreo, lo limpio de toda materia e indiviso. Por eso el Señor, enseñando que lo incorpóreo no puede comprehenderse, dijo a aquella mujer que pensaba que Dios es adorado en un lugar: Dios es Espíritu (Jn 4, 24) Por tanto, al oír Espíritu, no es lícito moldear en el entendimiento la idea de una naturaleza circunscrita a un lugar, sujeta a cambios y alteraciones, en todo semejante a una criatura; sino que escudriñando con el pensamiento hacia lo más elevado que hay dentro de nosotros, se debe pensar forzosamente en una sustancia inteligente, infinita en cuanto a su poder, no situada en un lugar por su magnitud, no sujeta a la medida de los tiempos ni de los siglos, que da generosamente las cosas buenas que posee Hacia el Espíritu Santo converge todo lo que necesita de santificación. Es apetecido por todo lo que tiene vida, ya que con su soplo refresca y socorre a todos los seres para que alcancen su fin propio y natural. Es el que perfecciona todas las cosas, pero sin faltarle nada; no vive por renovación, sino que mantiene la vida; no aumenta con añadidos, sino que constantemente está lleno, firme en sí mismo, se encuentra en todas partes El Espíritu Santo es origen de la santificación, luz inteligible que a toda potencia racional confiere cierta iluminación para buscar la verdad. Inaccesible por naturaleza, pero alcanzable por benignidad. Todo lo llena con su poder, pero sólo es participable por los que son dignos. No todos participan de Él en la misma medida, sino que reparte su fuerza en proporción a la fe. Simple en esencia, múltiple en potencia. Está presente por entero en cada cosa, y todo en todas partes. Se divide sin sufrir daño, y de Él participan todos permaneciendo íntegro. Así como el rayo de sol alumbra la tierra y el mar y se mezcla con el aire, pero se entrega al que lo disfruta como si fuera para él solo; así también el Espiritu Santo infunde la gracia suficiente e íntegra en todos los que son aptos para recibirle, ya sean muchos o uno solo; y los que de Él participan, le gozan en la medida que les es permitido por su naturaleza, no en cuanto a Él le es posible La unión del Espíritu Santo con el alma no se realiza por cercanía de lugar (¿cómo

podrías acceder corporalmente a lo incorpóreo?), sino por el apartarse de las pasiones, que, añadidas más tarde al alma por su amistad con la carne, se hicieron extrañas a la intimidad con Dios Solamente si el hombre se purifica de la maldad que había contraído con el pecado, si retorna a la natural belleza y, como imagen de un rey, vuelve por la pureza a la primitiva forma, sólo entonces podrá acercarse al Paráclito. Y El, como el sol, alcanzando al ojo que está limpio, te mostrará en sí mismo la imagen del que no se puede ver. En la bienaventurada contemplación de su imagen verás la inefable hermosura del arquetipo Por El los corazones se levantan hacia lo alto, los enfermos son llevados de la mano y se perfeccionan los que están progresando. Dando su luz a los que están limpios de toda mancha, les vuelve espirituales gracias a la comunión que con El tienen. Y del mismo modo que los cuerpos nítidos y brillantes, cuando les toca un rayo de sol, se tornan ellos mismos brillantes y desprenden de sí otro fulgor, así las almas que llevan el Espíritu son iluminadas por el Espíritu Santo y se hacen también ellas espirituales y envían la gracia a otras. De ahí viene entonces la presciencia de las cosas futuras, la comprensión de las secretas, la percepción de las ocultas, la distribución de los dones, la ciudadanía del cielo, las danzas con los ángeles; de ahí surge la alegría sin fin, la perseverancia en Dios, la semejanza con Dios y lo más sublime que se puede pedir: el endiosamiento

Configurarse con Cristo (El Espíritu Santo, XV; 35 - 36) La economía de nuestro Dios y Salvador acerca de los hombres consiste en volver a llamarnos después de la caída y en reconducirnos a su amistad después de la separación producida por la desobediencia. Por esto, la venida de Cristo en la carne, su predicación evangélica, sus sufrimientos, la cruz, la sepultura, la resurrección, ha hecho posible que el hombre, salvado por la imitación de Cristo, recupere su primitiva filiación adoptiva Para el perfeccionamiento de tal vida es, pues, necesario imitar a Cristo no sólo en los ejemplos de benignidad, humildad y paciencia que nos mostró con su vida; sino también en el de su propia muerte, como dijo Pablo, el imitador de Cristo: asemejándome a su muerte, de modo que al cabo pueda arribar a la resurrección de los muertos (Flp 3, 10 - 11) ¿Cómo nos haremos imitadores de su muerte? Sepultándonos con El en el Bautismo (cfr. Rm 6, 4 - 5). ¿De qué modo es la sepultura y qué fruto se deriva de tal imitación? Primero es necesario cortar radicalmente con la vida pasada. Y esto sólo es posible mediante una nueva generación, según las palabras del Señor (cfr. Jn 3, 3): la misma palabra regeneración significa el principio de una segunda vida, de modo que, antes de alcanzarla, es necesario dar fin a la anterior. Pues así como los que han llegado al final del estadio, antes de dar la vuelta, se paran y descansan un momento, así también parecía necesario que mediara la muerte en el cambio de las vidas, de manera que acabe primero una y comience después la siguiente ¿Cómo realizamos el descenso a los infiernos? Imitando por el Bautismo la sepultura de Cristo, pues los cuerpos de los que se bautizan son sepultados en el agua. Y es que el Bautismo manifiesta simbólicamente la deposición de las obras de la carne, según dice el Apóstol: vosotros también habéis sido circuncidados con circuncisión no hecha por mano que cercena la carne, sino con la circuncisión de Cristo, al ser sepultados con Él por el Bautismo (Col 2, 11 - 12). En cierto modo sucede que, por el Bautismo, el alma se limpia de la suciedad procedente de los sentidos carnales, según lo que está escrito (Sal 51, 9): me lavarás y quedaré más

blanco que la nieve De ahí que somos limpiados de todas y cada una de las manchas, no según la costumbre judía sino por el único Bautismo salvador que conocemos, puesto que una sola es la muerte en beneficio del mundo y una sola la resurrección de entre los muertos, y el Bautismo es figura de las dos. Para este fin, el Señor, que se preocupa de nuestra vida, estableció para nosotros la alianza del Bautismo, figura de la muerte y tipo de la vida: imagen de la muerte porque el agua cubre completamente, y prenda de la vida porque está contenido el Espíritu Santo Y así se nos hace evidente lo que nos preguntábamos: por qué el agua fue unida al Espíritu Santo. Porque, encontrándose dos fines en el Bautismo - que el cuerpo quede libre del pecado para que no produzca más frutos de muerte, y que viva por el Espíritu Santo y dé fruto de santificación - , el agua manifiesta la imagen de la muerte, acogiendo al cuerpo como en un sepulcro, y el Espíritu Santo envía la fuerza vivificadora, devolviendo nuestras almas de la muerte a la primitiva vida Esto es nacer de nuevo del agua y del Espíritu (cfr. Jn 3, 5), porque la muerte se completa en el agua y nuestra vida se fortalece por el Espíritu. Por ello, el gran misterio del Bautismo se realiza con tres inmersiones y otras tantas invocaciones, para dar a entender la figura de la muerte y para que las almas de los bautizados sean iluminadas mediante la entrega de la ciencia divina. Por tanto, si hay gracia en el agua, no procede de su naturaleza, sino de la presencia del Espíritu Santo, pues el Bautismo no es la eliminación de la suciedad corporal, sino la promesa de la buena conciencia para con Dios (cfr. 1P 3, 21) El Señor, para prepararnos a esta vida que surge de la resurrección propone toda la predicación evangélica y prescribe la serenidad, la resignación, el amor puro libre de los deleites de la carne, el desapego del dinero, a fin de que todo cuanto el mundo posee según la naturaleza, nosotros, al recibirlo, lo pongamos en su sitio con nuestra elección. Por esto, si alguno dice que el Evangelio es figura de la vida que surge de la resurrección, a mi parecer, no se equivocaría Por el Espíritu Santo se nos da la recuperación del paraíso, el ascenso al Reino de los Cielos, la vuelta a la adopción de hijos, la confianza de llamar Padre al mismo Dios, el hacernos consortes de la gracia de Cristo, el ser llamado hijo de la luz, el participar de la gloria del Cielo; en un palabra, el encontrarnos en la total plenitud de bendición tanto en este mundo como en el venidero, pues al contemplar como en un espejo la gracia de las cosas buenas que se nos han asegurado en las promesas, las disfrutamos por la fe como si ya estuvieran presentes. Si la prenda es así, ¿de qué modo será el estado final? Y si tan grande es el inicio, ¿cómo será la consumación de todo?

Recogimiento interior (Epístola 11, 2 - 4) Si alguien quiere venir en pos de mí, dice el Señor, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame (Mt 16, 24). Para eso hay que procurar que el pensamiento se aquiete. No es posible que los ojos, si se mueven continuamente de un lado para otro, arriba y abajo, vean con claridad los objetos. Sólo cuando se fija la mirada la visión es clara. Del mismo modo, es imposible que la mente de un hombre que se deje llevar por las infinitas preocupaciones de este mundo, contemple clara y establemente la verdad. Quien no está sujeto por los lazos del matrimonio se ve turbado por ambiciones, impulsos desenfrenados y amores locos; a quien ya tiene sobre sí el vínculo conyugal, no le faltan un tumulto de inquietudes: si no tiene hijos, el anhelo de tenerlos; si los tiene, la preocupación de educarlos, el cuidado de su mujer y de la casa, el gobierno de sus criados, la tensión que los negocios traen

consigo, las riñas con los vecinos, los pleitos en los tribunales, los riesgos del comercio, las fatigas de la agricultura. Cada día que alborea trae consigo particulares cuidados para el alma; y cada noche, heredera de las preocupaciones del día, inquieta el ánimo con los mismos pensamientos Hay un solo camino para liberarse de estos afanes: aislarse. Pero esta separación no consiste en estar físicamente fuera del mundo, sino en aliviar el ánimo de sus lazos con las cosas corporales, estando desprendido de la patria, de la casa, de las propiedades, de los amigos, de las posesiones, de la vida, de los negocios, de las relaciones sociales, del conocimiento de las ciencias humanas; y preparándose para recibir en el corazón las huellas de la enseñanza divina. Esta preparación se alcanza despojando el corazón de lo que, a causa de un hábito malo y muy enraizado, lo monopoliza. No es posible escribir sobre la cera si no se borran los caracteres precedentes; tampoco se pueden imprimir en el alma las enseñanzas divinas, si antes no desaparecen las costumbres que estaban El recogimiento procura grandes ventajas. Adormece nuestras pasiones, y otorga a la razón la posibilidad de desarraigarlas completamente. ¿Cómo se puede vencer a las fieras, sino con la doma? Así la ambición, la ira, el miedo y la ansiedad, pasiones nocivas del alma, cuando se aplacan con la paz privándolas de continuos estímulos, pueden ser derrotadas más fácilmente El ejercicio de la piedad nutre el alma con pensamientos divinos. ¿Qué cosa más estupenda que imitar en la tierra al coro de los ángeles? Disponerse para la oración con las primeras luces del día, y glorificar al Creador con himnos y alabanzas. Más tarde, cuando el sol luce en lo alto, lleno de esplendor y de luz, acudir al trabajo, mientras la oración nos acompaña a todas partes, condimentando las obras - por decirlo de algún modo - con la sal de las jaculatorias. Así tenemos el ánimo dispuesto para la alegría y la serenidad. La paz es el principio de la purificación del alma, porque ni la lengua parlotea palabras humanas, ni los ojos se detienen morosamente a contemplar los bellos colores y la armonía de los cuerpos, ni el oído distrae la atención del alma en escuchar los cantos compuestos para el placer o palabras de hombres, que es lo que más suele disipar al alma. La mente no se dispersa hacia el mundo exterior. Si no es llevada por los sentidos a derramarse sobre el mundo, se retira dentro de sí misma, y de allí asciende hasta poner el pensamiento en Dios (...). Entonces, libre de preocupaciones terrenas, pone toda su energía en la adquisición de los bienes eternos. ¿Cómo podrían alcanzarse la sabiduría y la fortaleza, la justicia, la prudencia y todas las demás virtudes que señalan al hombre de buena voluntad el modo más conveniente de cumplir cada acto de la vida? La vía maestra para descubrir nuestro camino es la lectura frecuente de las Escrituras inspiradas por Dios. Allí, en efecto, se hallan todas las normas de conducta. Además, la narración de la vida de los hombres justos, transmitida como imagen viva del modo de cumplir la voluntad de Dios, se nos pone ante los ojos para que imitemos sus buenas acciones. Y así cada uno, considerando aquel aspecto de su carácter que más necesita de mejora, encuentra la medicina capaz de sanar su enfermedad, como en un hospital abierto a todos El que desea la continencia, medita largamente la historia de José y aprende de él a vivir la templanza, pues se da cuenta de que José no sólo fue continente, sino que estuvo dispuesto a ejercitar la virtud en todo, gracias a un hábito bien radicado. Se aprende la valentía de Job, cuando las circunstancias de su vida cambiaron radicalmente, y de un solo golpe dejó de ser rico para convertirse en pobre, y siendo padre de una familia feliz, se encontró de repente sin hijos. Entonces, no sólo permaneció constante manteniendo siempre el sentido sobrenatural, sino que ni siquiera se enfadó contra los amigos que, pretendiendo consolarle, le insultaban, haciendo más intenso su dolor

Cuando alguien desea ser manso y magnánimo al mismo tiempo, y así manifestar intransigencia contra los errores y comprensión con los hombres, encontrará que David era valeroso en las nobles empresas de la guerra, pero dulce y manso en el trato con los enemigos. Así era también Moisés, cuando se encolerizaba grandemente con las ofensas de los que pecaban contra Dios, y soportaba serenamente las calumnias dirigidas a él mismo (...) Las oraciones, en fin, además de la lectura, hacen el ánimo más joven y más maduro, ya que le mueven al deseo de poseer a Dios. Es bonita la oración que hace más presente a Dios en el alma. Precisamente en esto consiste la presencia de Dios: en tener a Dios dentro de sí mismo, reforzado por la memoria. De este modo nos convertimos en templo de Dios: cuando la continuidad del recuerdo no se ve interrumpida por preocupaciones terrenas, cuando la mente no es turbada por sentimientos fugaces, cuando el que ama al Señor está desprendido de todo y se refugia sólo en Dios, cuando rechaza todo lo que incita al mal y gasta su vida en el cumplimiento de obras virtuosas

Trabajo El deber de trabajar (Reglas más amplias, 37, 1 - 2) Dice Nuestro Señor Jesucristo que quien trabaja merece su sustento (Mt 10, 10); [el alimento], por tanto, no es simplemente un derecho debido a todos sin distinción, sino de justicia para quien trabaja. El Apóstol también nos manda trabajar con nuestras propias manos para tener con qué ayudar a los necesitados (cfr. Ef 4, 28). Es claro, por tanto, que hay que trabajar, y hacerlo con diligencia. No podemos convertir nuestra vida de piedad en un pretexto para la pereza o para huir de la obligación. Todo lo contrario. Es un motivo de mayor empeño en la actividad y de mayor paciencia ante las tribulaciones, para que podamos repetir: con trabajos y fatigas, en frecuentes vigilias, con hambre y sed (2Co 11, 27). Este tenor de vida no sólo nos sirve para mortificar el cuerpo, sino también para demostrar nuestro amor al prójimo, y que, mediante nuestras manos, Dios conceda lo necesario a los hermanos más débiles según el ejemplo del Apóstol, que dice en los Hechos: os he enseñado en todo que trabajando así es como debemos socorrer a los necesitados (Hch 20, 35); y también: para que tengáis con qué ayudar al necesitado (Ef 4, 28). De esta manera, un día seremos dignos de escuchar estas palabras: venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo: porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber (Mt 25, 34 - 35) ¿Hace falta insistir en que el ocio es malo, si el mismo Apóstol dice abiertamente que el que no trabaja no ha de comer? Igual que el alimento diario es necesario, también lo es el trabajo cotidiano. No en vano, Salomón ha escrito esta alabanza [de la mujer laboriosa]: el pan que come no es fruto de pereza (Pr 31, 27). El Apóstol dice de sí mismo: ni comimos gratis el pan de nadie, sino trabajando día y noche con cansancio y fatiga (2Ts 3, 8) a pesar de que, como predicador del Evangelio, tenía derecho a vivir de su predicación. El Señor unió la malicia a la pereza cuando dijo: siervo malo y perezoso (Mt 25, 26). Y también el sabio Salomón, no sólo alaba a quien trabaja, sino que condena al vago enviándolo junto al animal más pequeño: ¡vete donde la hormiga, perezoso!, le dice (Pr 6, 6). Por tanto, hemos de temer que estas palabras nos sean dirigidas en el día del juicio, porque quien nos ha dado energías para trabajar exigirá que nuestras obras sean proporcionales a esas fuerzas. A quien mucho se le ha dado, mucho le será exigido (Lc 12, 48) (...)

Mientras movemos nuestras manos en el trabajo, debemos dirigirnos a Dios con la lengua - si es posible o útil para edificar nuestra fe - , o al menos con el corazón, mediante salmos, himnos y cantos espirituales, y así rezar también durante nuestra ocupación, dando gracias a quien pone en nuestras manos la fuerza para trabajar, da a nuestra mente la capacidad de conocer y nos proporciona la materia, tanto de los instrumentos como de los objetos que fabricamos. Y todo esto, suplicando que nuestras obras sean del agrado de Dios

Ayuno A) El ayuno Escogemos los pensamientos fundamentales de dos homilías del santo Doctor (cf. Ad Populum variis argumentis homiliae XIX. Homiliae I et II de ieiunio Divi Basilii Magni... omnia quae in hunc diem latino sermone donata sunt opera. Apud Philippum Nuntium Antuerpiae, MDLXVIII, p. 128) a) EXHORTACIÓN Entonad un canto, tocad los címbalos, la dulce citara y el arpa; haced resonar en este mes las trompetas, en el plenilunio, en nuestra fiesta (Sal 81, 3 - 4). Nuestra pascua se acerca también y hemos de resonar las trompetas de la Escritura, que nos invitan al ayuno (uf. Hom. 1 initio). Sube a un alto monte y anuncia a Sión la buena nueva (Is. 40, 9). El militar arenga a sus soldados y los inflama, de tal modo que desafían a la muerte; el entrenador pone delante de sus atletas la corona del premio, y al oírle no se arredran ya por ningún esfuerzo. Dejadme a mí que os dirija la palabra para alentaros a esta batalla del ayuno, preparatorio de la gran fiesta. ¡Animo, soldados de Cristo, vamos a luchar contra las potestades invisibles! Los soldados y atletas robustecen su cuerpo para pelear. Nosotros, por el contrario, lo enflaquecemos para vencer. Lo que los masajes de aceite son para los músculos es la mortificación para el alma. El ayuno es útil en todo tiempo e impide siempre los ataques del demonio. Pero, sobre todo, se promulga por él en el orbe entero el edicto penitente. Soldados y caminantes, maridos y mercaderes, lo reciben con gozo. Nadie, pues, se excluya del censo que los ángeles van formando por las cíudades, viendo quién ayuna. ¿Eres rico? No creas al ayuno indigno de tu mesa. ¿Pobre? No digas que es el campanero eterno de la tuya. ¿Niño? ¿Qué mejor escuela? (Hom. 2). Alegrad, pues, vuestros rostros. Los histriones representan el papel de los hipócritas asumiendo el tipo de personajes que no son. No lo hagas tú; ayuna, y ayuna con alegría (Hom. 1) b) EJEMPLOS DE AYUNO "Todo lo que se distingue por su antigüedad es venerable". Nada más antiguo que el ayuno. En el paraíso, el pequeño precepto impuesto por Dios no consistió sino en una muestra de abstinencia (Gn 3, 3). "Por no ayunar fuimos expulsados del edén; ayunemos, pues, para que se vuelvan a abrir sus puertas". Elegid entre Eva y Lázaro (Lc 16, 21); la una se perdió por gula y el otro se salvó por sus privaciones. Moisés, antes de subir al monte, se preparó con un largo ayuno (Ex 24, 18), y allí, mientras continuaba privado de todo alimento, Dios le fue escribiendo con su dedo los mandamientos en dos tablas. ¿Qué ocurrió entre tanto al pie del monte? Que el pueblo se sentó para comer y se levantó para jugar, y de la comida y el juego vino a caer en la idolatría. Esaú perdió la primogenitura por su ansiedad de comida (Gn 25, 29 - 34). Samuel nació en premio de la oración y del ayuno de su madre (1R 1, 10). El ayuno convirtió en inexpugnable a Sansón (Jc 13, 24 - 25). Los profetas eran grandes ayunadores, como Eliseo, cuyo escaso y sencillo alimento en casa de la Sunamítide nos describe la Escritura (4 R 4, 8 - 10). Los jóvenes del horno y Daniel, vencedores del fuego y de los leones, dieron asimismo ejemplo de la abstinencia. El ayuno apagó las llamas y cerró las fauces del león Dn 3, 19 ss; 6, 16 - 23). San Juan, el mayor entre todos los nacidos; San Pablo, que enumera el ayuno entre todos las demás

sufrimientos de que se gloría... Pero ¿a qué seguir, si tenemos ahí a nuestra cabeza y Señor, que, para darnos ~ejemplo, ayunó cuarenta días? (Serm 1 y 2) C) EL AYUNO, UTIL PARA EL CUERPO Y PARA EL AMA No busques pretextos para excusarte, porque estás hablando con Dios, que lo sabe todo. ¿Que no puedes ayunar y, en cambio, te regalas con grandes comilonas? Más perjudican éstas a la salud que el ayuno. El cuerpo que se embota a diario con demasiada comida, es como un buque cargado en exceso, y en peligro de hundirse al menor soplo de las olas. A juzgar por la vida de muchos, no parece sino que es más cómodo correr que descansar, luchar que vivir tranquilo, pues prefieren las enfermedades a una parquedad saludable Y si venimos al orden espiritual, "el ayuno es quien da alas a la oración para que pueda subir al cielo; es la firmeza de la familia, la salud de la madre y el maestro de los hijos". Después de ponderar la sana alegría de una comida decerosa, tras la práctica del ayuno, porque el sol brilla más claro al cesar la tormenta, y las continuas delicias vuelven insípido al mismo placer, continua San Basilio: "Añade a todo esto que el ayuno no sólo te libra de la condenación futura; sino que te preserva de muchos males y sujeta tu carne, de otro modo indómita... Ten cuidado, no sea que, por despreciar ahora el agua, tengas después que mendigar una gota desde el infierno". Vivís en la crápula y os olvidáis de alimentar el alma con los dogmas y la doctrina, "como si no supierais que vivimos en batalla perpetua y que quien abastece a una de las partes influye en la derrota de su contraria, y, por lo tanto, el que sirve a la carne aniquila al espíritu, mientras que quien le ayuda reduce a servidumbre al cuerpo... Si quieres robustecer al alma, habrás de domar la carne con el ayuno, conforme a la sentencia del Apóstol, el cual nos enseñaba que cuanto más se corrompe el hombre exterior, más se renueva el interior... (Ef 4, 22 - 24). ¿Quién es el que ha conseguido participar de la mesa eterna, repleta de dones espirituales, viviendo aquí en espléndida abundancia? Moisés para recibir la ley necesitó del ayuno, y ni no hubieran recurrido a él los ninivitas (Jn 3, 10), habrían perecido, . ¿Quiénes dejaron sus huesos en el desierto, sino los que recordaban ansiosos las carnes de Egipto?" El ayuno es el pan de los ángeles y nuestra armadura contra los espíritus inmundos, que no son arrojados sino por él (Mt 17, 20) y por la oración (Hom. 1). ¿Cuándo habéis visto que el ayuno engendre la lujuria? ¿No veis cómo en nuestra ciudad cesan las canciones meretricias y los bailes impúdicos en cuanto nos dedicamos a ayunar?. El ayuno nos asemeja a los ángeles (Hom. 2). Pero tened cuidado de no mezclar otros vicios con vuestra abstinencia. Extiéndese aquí largamente San Basilio sobre los que ayunan, pero beben inmoderadamente, y añade: Perdonad al prójimo y componed los pleitos, no sea que ayunéis de carne y devoréis a vuestros hermanos B) La tentación a) INTERROGATORIO 75 "¿Podemos atribuir al demonio todos los pecados, tanto de pensamiento como de palabra y de obra?" b) RESPUESTA "En general opino que Satanás no puede obligar a nadie a pecar, sino que, utilizando las inclinaciones de cada uno y los deseos prohibidos, consigue arrastrar a los que viven descuidados hacia las vicios que les son propios. Sírvese como de ayuda de las tendencias naturales, tal y como ocurrió con Cristo, cuando, al verlo hambriento, se le acercó para decirle: Si eres Hijo de Dios... En el caso de Judas se sirvió de los deseos perniciosos, pues al percibir su inclinación a la avaricia, le empujó a vender al Señor por treinta dineros"... "Pero es evidente también que el mal nace muchas veces de nosotros mismos, y lo atestigua Cristo cuando dijo que los pensamientos malos salen del corazón" (Mt 15, 19). "El alma es como una viña, la cual, descuidada por la pereza, no produce sino abrojos" (cf. Regulae breviores, o.c. p.442) C) La ambición y la humildad

Entre las obras de San Basilio figuran veintitrés discursos ?a Simone magistro ac sacri palatii quaestore, ex eius scriptis olim in unum congestae". En realidad, son una selección de pensamientos, copiados literalmente y unidos por materias que forman distintos sermones. Usamos los discursos 17 y 20 e indicamos los lugares de las obras del santo Doctor de donde han sido elegidos los párrafos correspondientes. Los textos seleccionados se relacionan con las tentaciones de soberbia y ambición "Es muy difícil que quien no se resigna nunca a ocupar el último puesto ni a ser el menor de todos, pueda resistir los ataques de la ira o sufrir con paciencia los contratiempos. En cambio, el humilde, que, cuando se ve menospreciado, confiesa ser todavía inferior, difícilmente se turbará, y si un día le llaman pobre, sabe muy bien que lo es, porque lo necesita todo, y porque no puede vivir sin la ayuda diaria de Dios". Si le echan en cara su humilde origen, se acuerda del barro. "Lo mismo de difícil es no aplanarse en la desgracia como no ensoberbecerse en la prosperidad, porque los hombres fatuos, si se ven honrados y observados, se engríen más todavía" (cf. Hom. 7, ex comm. in Ps. 61). "Dícese ambicioso aquel que habla u obra movido por ese miserable y vacío honor de este mundo, dando, por ejemplo, limosnas para ser alabado. Como quiera que este tal busca su propia utilidad, no podemos decir de él ni que es misericordioso ni que hace el bien a sus semejantes". Tal fue el delito de Ananías, al que no se le dió tiempo siquiera para arrepentirse (Hch 5, 1 - 10). "El Señor, que resiste a los soberbios y exalta a los humildes, ha dado su palabra de que derribará por tierra la virtud de los fatuamente hinchados. Por lo tanto, todo el que se dedica a confundir la soberbia de estos tales, en realidad los libra y borra la semejanza que tenían con el demonio, padre de todo fasto y soberbia, persuadiéndoles a que sean verdaderos discípulos del que se nos propuso como modelo de mansedumbre y humildad" (ibid. Ex comm. in Eph.). "Y si alguna vez observas que tu hermano ha incurrido en algún delito, no detengas en eso tu pensamiento; examina despacio todo lo bueno que ha hecho y hace, y a buen seguro comprobarás que es mejor que tú. Las personas deben juzgarse no por un detalle, sino por el conjunto, como hace el mismo Dios". Así juzgó al rey Josafat, a quien perdonó un grave delito por otras buenas obras (2Cro 17, 1 - 6). No te juzgues nunca superior a nadie, no sea que, absuelto por tu propia sentencia, vengas a ser castigado por otra muy justa del cielo. Si crees haber hecho algo bueno, da gracias a Dios, pero no te creas superior a nadie... no te ocurra lo que al demonio, que quiso subir por encima del hombre, y Dios lo derribó de tal forma que ahora lo podemos pisotear' (cf. Hom. 17, Ex cont. de humilitate) D) El gobierno y el poder Es necesario que gobiernen los más dignos, aunque muchas veces la necedad de los hombres procure lo contrario. Deben los jefes sobresalir en toda clase de virtudes, pues como sean ellos, así, por lo general, serán los ciudadanos. Si muchos pintores copian el mismo rostro, todos reproducirán idénticos rasgos. "La verdadera y perfecta obediencia de los súbditos a sus superiores consiste no sólo en evitar el mal que se prohibe, sino en no llevar a cabo ni aun lo que es laudable, fuera de su dirección..." "El príncipe y todo el que gobierna ha de procurar no dejarse ensoberbecer por su cargo, para no perder el premio que merece la humildad. Y el que sirva al rey, tampoco se engría pensando si ocupa tales o cuales puestos... Bástenos la gran dignidad de podernos llamar siervos de tan gran Señor. Del mismo modo que no hemos de tributar culto más que a Dios, tampoco debemos colocar nuestra esperanza sino en el Señor de todas las cosas. El que espera de los hombres o se ufana de cualquier negocio temporal, como el poder, la riqueza o alguna nadería de las que tanto estima el vulgo, ya no puede decir: Yavé, mi Dios, a ti me acojo (Sal 7, 2), pues se nos ha avisado que no coloquemos nuestra esperanza en los príncipes (Sal 146, 3)..." (cf. Hom. 20, Ex ascetico)

Iracundos Introducción: torpe bestialidad del iracundo Cuando las prescripciones de los médicos son oportunas y están conformes con lo que aconseja el arte, su utilidad se manifiesta sobre todo después que se experimenta. Así, en las exhortaciones espirituales, cuando los consejos están confirmados por el éxito, es entonces cuando aparece lo sabia y últimamente que fueron dados para la enmienda de la vida y para la perfección de aquellos que los llevan a cabo. Pues cuando oímos las sentencias de los Proverbios que nos enseñan que "la ira pierde aun a los prudentes" 1, cuando oímos la amonestación del Apóstol: "Toda ira, indignación y alboroto con toda maldad, esté lejos de vosotros" 2, y al Señor que dice que quien irrita temerariamente a su hermano es reo de juicio 3; si hemos experimentado esta pasión que no nace en nosotros, sino que se precipita desde fuera sobre nosotros como una inesperada tempestad, entonces, sobre todo, conoceremos bien lo admirable de las divinas amonestaciones. Y si a veces nosotros mismos hemos dado cabida a la ira, como abriendo paso a un río impetuoso, y hemos experimentado la vergonzosa tribulación de los poseídos por esta pasión, habremos llegado a conocer entonces, la verdad de aquella sentencia: "El hombre iracundo no es honesto" 4. Porque una vez que este vicio hace perder la razón usurpa después el dominio del alma. Embrutece por completo al hombre no permitiéndole ser hombre, pues ya no cuenta con el auxilio de la razón Lo que el veneno causa a los envenenados, eso mismo hace la ira en los que se exasperan, rabian como perros, atacan como escorpiones, muerden como serpientes. La Sagrada Escritura suele llamar con frecuencia a los dominados por este vicio, fieras, a las que se asemejan en su maldad. Otras veces los llama perros que no ladran 5; otras, serpientes, raza de víboras 6 Y en efecto, los que están dispuestos a destrozarse mutuamente y a hacer daño a sus semejantes, son con razón, contados entre las fieras y animales venenosos que por naturaleza tienen odio implacable al hombre y le atacan La ira desenfrena la lengua y no hay guarda en la boca. Las manos sin sosiego, las afrentas, los insultos, las maldiciones, las heridas y otras cosas que quedan sin enumerar, son vicios engendrados por la ira y el furor También la espada, se afila por la ira, y la muerte del hombre se lleva a cabo por manos humanas. Por ella los hermanos llegan a desconocerse entre sí. Los padres y los hijos reniegan de su naturaleza. Pues los iracundos se olvidan en primer lugar de sí mismos; después, de todos sus parientes. Y así como los torrentes que van a morir en alguna concavidad, arrastran consigo cuanto se les presenta delante, del mismo modo, los violentos e irresistibles ímpetus de los iracundos, atropellan a todos por igual. No respetan las canas, ni la santidad de vida, ni el parentesco, ni los beneficios recibidos, ni dignidad alguna. Es la ira una locura pasajera En el afán de vengarse, los iracundos aun a sí mismo se precipitan muchas veces en una desgracia evidente, despreciando su propio bienestar. Picados como con un aguijón por el recuerdo de los que le han ofendido, hirviendo y saltando de enojo, no paran hasta que hacen algún daño a quien les ha irritado. Sin embargo, suele acontecer que son ellos los que lo reciben. Muchas veces sucede que las cosas que violentamente se quiebran, padecen más de lo que dañan, por cuanto se estrellan contra otras que las resisten Descripción del iracundo ¿Quién podrá explicar este mal? Los inclinados a la ira que se enciende por

cualquier cosa, gritan y se enfurecen, acometen más indecorosamente que cualquier animal venenoso. No desisten hasta que en ellos revienta como burbuja la ira, y hasta que se deshace la hinchazón que constituye su grave e incurable mal. Ni el filo de la espada, ni el fuego, ni cualquier otra cosa terrible es capaz de contener a un ánimo encendido en ira. Se parecen a los posesos del demonio, de los cuales nada se diferencian los iracundos ni en su aspecto ni en el estado de su mal. Pues a los que están sedientos de venganza les hierve la sangre alrededor del corazón, como agitada e inflamada por la fuerza del fuego. Saliendo al exterior presenta al airado en otra forma, mudándole la acostumbrada y a todos conocida, como si se pusiese una careta en la escena. Se desconocen en ellos los ojos propios y ordinarios. Su aspecto es fiero y su mirada despide fuego y hasta aguza sus dientes como un jabalí. Su rostro está lívido y enrojecido. La mole de su cuerpo se entumece. Sus venas se hinchan por la tempestad que ruge en su fatigoso alentar. Su voz áspera y muy levantada. Sus inarticuladas palabras se precipitan temerariamente, sin proceder con lentitud, ni con orden, ni con significación. Después que la causa de su exasperación ha llegado al colmo y después que su ira se enciende más y más como la llama con la abundancia de combustible, entonces es, cuando se ven espectáculos que ni la lengua puede decir, ni de hecho se pueden tolerar. Levanta las manos contra el amigo, y descarga con ellas golpes en todas partes de su cuerpo. Más aún; da puntapiés, sin compasión, sobre los más delicados miembros. Todo lo que se le pone delante sirve de arma a la ira. Y si la parte contraria se encuentra con el mismo mal que le resiste, a saber, con otra rabia y locura semejante, entonces cayendo el uno sobre el otro, hacen y sufren mutuamente cuanto es justo que sufran los que luchan bajo semejante espíritu. Las mutilaciones de los miembros, y muchas veces también la muerte, lo cuentan los que luchan como premio de la ira. Comenzó el uno a levantar sus manos sin razón, el otro lo rechaza; repitió el otro el golpe, el segundo no cede. Y el cuerpo queda lastimado por las heridas. Pero la ira hace que no se sienta el dolor. Pues ni tiempo tienen para sentir lo que sufren, mientras tienen ocupada la mente en vengarse del que les hiere Es necesario saber vencer con la mansedumbre Premio reservado a los mansos No curéis un mal con otro mal 7, ni porfiéis por vengaros unos a otros en hacer daño. En las luchas malas, es más digno de compasión el que vence, porque se retira con mayor pecado No te hagas deudor de un premio malo, ni pagues peor una deuda mala ¿Te insulta el iracundo? Detén con tu silencio el daño. Recibiendo en tu corazón como a un torrente la ira del otro, imitas a los vientos que rechazan con su soplo lo que se les arroja. No tengas a tu enemigo por maestro. Ni imites lo que odias. No te hagas como un espejo del que se irrita mostrando en ti mismo su figura - Pero se enciende el otro . - Y tú, ¿acaso no estás también encendido? - Sus ojos arrojan sangre - Pero, dime, ¿los tuyos miran con serenidad? - Su voz es áspera - Pero, ¿la tuya es suave? En los desiertos, el eco devuelve la voz al que la emitió. Así también los insultos vuelven al que los profirió. Mejor dicho, el eco vuelve el mismo, mas el insulto viene aumentado. Porque, ¿qué es lo que suelen echarse en cara el uno al otro los iracundos? El uno dice al otro: ¡plebeyo, descendiente del linaje oscuro! El otro, en cambio, responde: ¡esclavo, e hijo de esclavos! Este: ¡pobre! Aquél: ¡mendigo! Este: ¡Ignorante! Aquél: ¡mentecato! Y así hasta que se les acaban los insultos como agudas flechas. Después que han arrojado de su boca como de una aljaba toda clase de improperios, pasan a la venganza por medio de los hechos. Porque la ira

excita la riña; la riña engendra los insultos; los insultos, los golpes. ¡Y no pocas veces a los golpes siguen las heridas y la muerte! Consejos para dominar al iracundo Alejemos el mal en su comienzo, arrojando de nuestras almas con todo empeño, la ira. Porque de esta manera arrancaremos con este vicio, como con raíz y fundamento, muchísimos males ¿Te ha maldecido tu enemigo? Bendícele tú ¿Te ha herido? Súfrelo ¿Te desprecia y te tiene por nada? Piensa que "eres de tierra y en tierra te has de convertir" 8. Quien medita este pensamiento, toda deshonra encuentra menor que la verdad. Si te muestras invulnerable ante las injurias, quitarás al enemigo toda posibilidad de venganza. Además, ganas de esta manera para ti, gran corona de paciencia, sirviéndote de la locura del otro como de ocasión para tu propia virtud. Y si me crees, aún añadirás tú mismo otros oprobios a los que el otro te dice ¿Te llama plebeyo y hombre sin honor y sin ningún valor? Llámate a ti mismo tierra y polvo: que no eres más noble que nuestro padre Abraham, y eso se llamaba a sí mismo 9 ¿Te llama ignorante, pobre e indigno de todo? Tú, llámate gusano y di que tu origen es el estiércol, usando del lenguaje de David 10. Y a esto añade la hazaña de Moisés: Injuriado por Aarón y María, no pidió a Dios que les castigase, sino que rogó por ellos ¿De quién quieres ser discípulo? ¿De los hombres amigos de Dios y justos, o de los que están llenos del espíritu de maldad? Cuando se levante en ti la tentación de injuriar, piensa que estás en esta alternativa: o de acercarte a Dios por la paciencia, o de acogerte por la ira al enemigo. Da tiempo a tus pensamientos para que elijan el partido ventajoso. Porque, o aprovechas algo a tu adversario con el ejemplo de la mansedumbre, o le irritas más ferozmente con tu desprecio. Porque, ¿qué cosa hay más acerba para un enemigo que el ver que su adversario le supera en las injurias? No rebajes tu ánimo; ni consientas ponerte al alcance de tus injuriadores. Deja que te ladre en vano; que se despedace a sí mismo. Que así como el que azota a uno que no siente, se hace mal a sí mismo (porque ni se venga del enemigo ni apacigua la ira), así el que ultraja a uno a quien no alteran los oprobios, no puede encontrar descanso para su sufrimiento. Por el contrario, se despedaza, como dije. Y ¿qué es lo que cada uno de vosotros gana con los que están presentes? A él le llaman mezquino, a ti magnánimo; a él iracundo y cruel, a ti sufrido y manso. El se arrepentirá de las cosas que dijo: tú nunca te arrepentirás de tu virtud Cómo comportarse con los iracundos ¿A qué decir más? A él, su maledicencia le cerrará el reino de los cielos; porque los iracundos no alcanzarán el reino de Dios 11; mientras que a ti te abrirá el reino tu silencio. Porque el que haya sufrido hasta el fin, ese se salvará 12. Pero si te vengas y te levantas igualmente contra el que te injuria, ¿qué excusas vas a tener? ¿Que él te provocó primero? Y, ¿de qué perdón es esto digno? Tampoco el libertino que imputa el pecado de su cómplice porque le incitó, deja por eso de ser digno de condenación. Ni hay corona sin enemigos, ni caídas sin luchadores. Oye a David que dice: "Mientras el pecador se puso en contra de mí, ni me exasperé, ni me vengué, sino que enmudecí y me humillé y no dije nada de los bienes" 13 Tú te exacerbas con el ultraje como con un mal, y sin embargo le imitas como si fuera un bien. Porque, mira, haces lo que reprendes ¿Examinas con cuidado el mal ajeno, y tienes en nada tu propia vergüenza? ¿Es un mal la ira? Guárdate de imitarla. Que no basta para excusarse el que haya

comenzado el otro. Más justo es, a mi parecer, volver contra ti la queja. El otro no tuvo ejemplo para su enmienda. Tú, empero, viendo que el iracundo se porta indecorosamente, le imitas y le indignas. Te enfureces y te irritas. Y así tu pasión sirve de excusa al que comenzó. Con las mismas cosas que haces le libras a aquél de culpa y te condenas a ti mismo. Pues si la ira es un mal, ¿por qué no evitaste el daño? Y si merece perdón, ¿por qué te irritas contra el iracundo? De ahí que aunque fueres el segundo en la ofensa, nada te aprovecha esto. Porque en las luchas por una corona no es coronado el que las comienza, sino el que vence. Pues de igual manera no sólo es condenado el que comenzó el mal, sino también el que le siguió como a capitán hasta el pecado Si te llamó pobre, y lo eres, confiesa la verdad. Y si miente, ¿qué te importa a ti de lo que diga? Benignidad de Jesucristo Cuando te dicen alabanzas que traspasan la raya de la verdad, no te enfureces. Pues tampoco te exasperes con los ultrajes falsos y mentirosos. ¿No ves cómo las saetas suelen penetrar en lo duro y resistente, y en las cosas blandas que fácilmente ceden se estrella su ímpetu? Pues piensa que algo semejante pasa con las injurias. El que les sale al encuentro, las recibe en sí; pero el que se porta con blandura y cede, con la mansedumbre de su trato vuelve el mal dirigido contra él Pero, ¿por qué te turba el nombre de pobre? Acuérdate de tu naturaleza. Entraste desnudo en el mundo, y desnudo saldrás de él 14. Y, ¿qué cosa más pobre que un desnudo? Por lo tanto, nada grave te han dicho; sólo que te has apropiado a ti sólo lo que has oído. Nadie ha sido llevado a la cárcel por ser pobre. No es deshonroso el ser pobre, sino el no sufrir con buen ánimo la pobreza. Acuérdate del Señor que "siendo rico se hizo pobre por nosotros" 15 Si te llaman necio e ignorante, acuérdate de las injurias con que los judíos ultrajaron a la verdadera sabiduría: "Eres samaritano y tienes en ti al demonio" 16. Y si te enfureces, confirmas los ultrajes. Porque ¿hay cosa más irracional que la ira? Pero si permaneces sin airarte, avergüenzas al que se enfurece mostrando con la obra tu virtud ¿Has sido abofeteado? También el Señor lo fue 17 ¿Has sido escupido? También Nuestro Señor. Porque "no retiró su rostro de la deshonra de la saliva" 18 ¿Has sido calumniado? También el eterno Juez ¿Rasgaron tu túnica? A mi Señor se la desnudaron y "repartieron entre sí sus vestidos" 19 Aún no has sido condenado, aún no has sido sacrificado. Mucho te falta para que llegues a su imitación Ejemplos de mansedumbre Grábese cada una de estas cosas en tu mente y atemperarás la hinchazón. En efecto: estos pensamientos y estos afectos contienen los saltos y trepidaciones de nuestro corazón, y llevan al alma a la fortaleza y tranquilidad; esto era, sin duda, lo que decía David: "Preparado estoy y no estoy turbado" 20 Conviene, pues, reprimir este necio y vergonzoso movimiento del ánimo con el recuerdo de los ejemplos de los varones justos. El gran David sufrió con mansedumbre la petulancia de Semei. No daba tiempo que la ira le moviese, sino que levantaba su mente a Dios y decía: "El Señor dijo a Semei que maldiga a David" 21. Y oyéndose llamar sanguinario e inicuo, no se encendió de ira sino que se humillaba como si fuese digno de ser insultado de aquella manera Aleja de ti estas dos cosas: el tenerte por digno de grandes cosas, y el tener a hombre alguno por muy inferior a ti en dignidad. De esta manera, la ira jamás se

levantará contra ti por las injurias que recibas Grave sería que uno a quien has colmado de singulares gracias y beneficios, a su ingratitud añadiese el ser el primero en injuriarte y deshonrarte. Grave sería a la verdad. Sin embargo, mayor mal es para el que lo hace que para el que lo sufre. Que injurie él: tú no le injuries. Sus palabras sean para ti ejercicio de virtud. Si no te sientes impresionado, estás sin herida. Si tu ánimo sufre algo, contén el ímpetu en ti mismo. Porque "en mí, dice, ha sido turbado mi corazón" 22. Es decir, no dejó salir afuera la pasión, sino que, como a una ola que se deshace dentro de los litorales, la ahogó. Contén el corazón que ladra y se enfurece. Teman las pasiones la presencia de la razón, de lamanera que los niños temen cuando hacen alguna travesura, la presencia de algún varón respetable Ventajas de la ira cuando es dócil a la razón ¿Y cómo evitaremos los funestos daños que trae consigo el irritarse? Procurando persuadir a la ira que no se adelante a la razón. De esta manera, la tendremos sujeta a nosotros como a un caballo. Obedecerá a la razón como a un freno. No saldrá jamás de su propio puesto. Se dejará guiar a donde quiera le conduzca la razón. Porque la irritación de nuestro espíritu es útil para muchas obras de virtud, siempre y cuando sea aliada de la razón contra el pecado. Entonces, viene a ser como el soldado que rindiendo sus armas al general, acude prontamente a prestar auxilio a donde le mandan. De igual manera, la ira cuando está al servicio de la razón La ira es el nervio del alma. Le da energías para emprender buenas obras. Si alguna vez la encuentra debilitada por el placer, la fortalece como un baño de hierro. La convierte de blanda y muelle, en austera y varonil Ciertamente que si no te irritas contra el diablo, no te será posible odiarle como merece. Así, pues, conviene a mi parecer, amar la virtud con el mismo entusiasmo con que se debe odiar el pecado. Para esto es muy útil la ira, siempre que se mantenga dócil a la razón y la siga, como al pastor el perro. En efecto, muéstrase el perro, apacible y bueno ante el amo que le acaricia y le obedece a la menor indicación. Sin embargo, ladra y se enfurece al llamado de voz extraña, aunque parezca que la voz trae agasajos. Ante el grito del amigo o del amo, por el contrario, se atemoriza y se calla. Este es el mejor y más apto auxilio que a la parte razonable del alma, proporciona la ira. Porque el que así procede, no se aplacará ni hará alianzas con los que ponen asechanzas. Nunca admitirá la amistad con cosa alguna dañosa, sino que siempre ladrará y despedazará como un lobo al placer engañador Exhortación para no torcer en daño nuestro lo que Dios nos concedió para nuestro bien Esta es la utilidad que se obtiene de la ira para los que saben valerse de ella. Según el modo como se use de esta y otras energías, resulta un mal o un bien para el que las tiene Por ejemplo; el que abusa de la parte concupiscible del alma para gozar de la carne y de los deleites impuros, es abominable y lascivo; pero el que la vuelve hacia Dios y hacia el deseo de los goces eternos, es digno de imitación, y dichoso De igual manera, quien dirige bien la parte racional, es prudente y sabio: pero el que aguza el entendimiento para daño del prójimo, es taimado y malhechor No convirtamos, pues, para nosotros, en ocasión de pecado, lo que el Creador nos dio para nuestro bien La ira excitada cuando conviene y como conviene, produce la fortaleza, la paciencia y la continencia. Sin embargo, si obra alejada de la recta razón, se convierte en locura. Por eso nos amonesta el Salmo: "Irritaos y no pequéis" 23. Y el Señor amenaza con su juicio al que se enoja sin causa 24; pero no prohibe que usemos de la ira como una medicina. Porque aquellas palabras: "Pondré enemistad entre ti y la

serpiente" 25, son propias de quien enseña que se ha de usar la ira como un arma. Por eso Moisés, el más manso de todos los hombres 26, para castigar la idolatría armó las manos de los levitas con intención de que diesen muerte a sus hermanos 27 : "Ponga, dijo, cada uno la espada a su cintura, y pasad de puerta en puerta y volved por los campamentos, y mate cada uno a su hermano, cada uno a su vecino, cada uno a su allegado" 28. Y poco después, dice: "Y dijo Moisés: Llenasteis hoy vuestras manos para el Señor 29, cada uno en vuestro hijo y en vuestro hermano, para que sobre vosotros venga bendición" 30 ¿Qué fue lo que santificó a Finés? ¿No fue su justa ira contra los lascivos? En efecto, siendo sumamente manso y apacible, después que vio el pecado de Zambro y la Madianita, cometido desvergonzadamente y a la vista de todos sin que ocultasen el infame espectáculo de su torpeza, no pudiéndolo tolerar, usó oportunamente la ira, atravesando a los dos con una lanza 31 Y Samuel, ¿no mató con justa ira, sacándole del medio, a Agag, rey de Amalec, salvado por Saúl contra el mandato de Dios? 32 Por lo tanto, la ira es, muchas veces, medio para las buenas obras. El celoso Elías dio muerte, para bien de todo Israel, con ira sabia y prudente, a 450 varones, sacerdotes de la confusión 33 y a 400 sacerdotes de los bosques 34, que comían a la mesa de Jezabel 35 Tú, empero, te irritas sin razón contra tu hermano. Porque ¿cómo no ha de ser sin razón cuando siendo uno el que provoca, tú te irritas contra otro? Haces como los perros, que muerden las piedras cuando no alcanzan al que las arroja. El que es provocado es digno de compasión; pero el que provoca, de odio Desfoga tu ira contra el enemigo de los hombres, contra el padre de la mentira, contra el autor del pecado. Mas compadécete de tu hermano, quien si aún así permaneciere en el pecado, será entregado a fuego eterno con el diablo Así como son distintos los nombres de indignación e ira, así también debe distinguirse lo que estos nombres significan. La indignación es como un incendio y repentina inflamación del afecto. La ira es un dolor constante y una continua ansia de pagar con la misma moneda a los que nos injurian, como si el alma tuviera sed de venganza. Es necesario saber, pues, que por ambas partes pecan los hombres: o excitándose furiosa y temerariamente contra los que les irritan, o persiguiendo con engaños y acechanzas a los que les ofenden. Y de ambas cosas debemos guardarnos Cómo frenar la ira Y ¿qué se deberá hacer a fin de que esta pasión no ultrapase los límites? Para ello aprende primero la humildad, la cual el Señor aconsejó con sus palabras y mostró con sus obras. Porque unas veces dice: "El que quiera ser el primero entre vosotros, sea el último de todos" 36; otras, tolera manso y sin inmutarse al que le hiere 37 El Hacedor y Señor del cielo y de la tierra, el que es adorado por todas las criaturas tanto racionales como irracionales, "el que todo lo sostiene con la palabra de su poder" 38, no arrojó vivo al infierno al que le hirió, haciendo que abriese la tierra para que tragase al impío; sino que le amonesta y le enseña: "Si he hablado mal, da testimonio de ello; pero si bien, ¿por qué me hieres?" 39 Si conforme al precepto del Señor, acostumbras a considerarte como el último de todos, ¿cuándo te enfurecerás como si ultrajasen tu dignidad? Cuando te injuria un niño pequeño te causan risa sus ultrajes. Cuando un loco te dice palabras afrentosas, por más digno le tienes de compasión que de odio. No son, pues, las palabras las que suelen excitar los disgustos, sino la soberbia que se levanta contra

el que nos injurió, y la estima que cada uno tiene de sí mismo. Por lo tanto, si arrojas estas dos cosas de tu alma, las injurias que vengan serán estrépitos que meten ruido en vano "Deja la ira y arroja la indignación" 40, para que así evites el peligro de este vicio, "que se descubre desde los cielos, sobre toda impiedad e injusticia de los hombres" 41

Si con prudente determinación logras arrancar la amarga raíz de la ira, extirparás con tal comienzo muchos vicios. Porque los engaños, las sospechas, la infidelidad, la malicia, las acechanzas, la audacia, y todo el enjambre de semejantes males, son frutos de este vicio Procuremos, pues, no atraernos un mal tan grande: enfermedad del alma, obscuridad de la razón, alejamiento de Dios, ignorancia de la amistad, principio de la guerra, colmo de calamidades, demonio malo que se engendra en vuestras mismas almas, y se apodera como desvergonzado huésped de nuestro interior, y cierra las puertas al Espíritu Santo. Porque donde hay enemistades, litigios, riñas, contiendas, disputas, que producen en el alma horribles desasosiegos, allí no descansa jamás el espíritu de mansedumbre Obedeciendo, pues, el consejo del apóstol San Pablo, destiérrese de nosotros toda ira, indignación y gritería con toda maldad 42. Seamos afables y misericordiosos unos con otros, esperando el cumplimiento de la dichosa esperanza prometida a los mansos: "Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra" 43 en nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por todos los siglos. Amén

Notas 1

Pr 15, 1 4, 31 3 Mt 5, 23 4 Pr 11, 25 5 Is 56, 10 6 Mt 23, 33 7 Rm 12, 17 8 Gn 3, 19 9 Gn 18, 27 10 Sal 22, 7 11 Mt 10, 22 12 Sal 39, 2 y 3 13 Jb 1, 21 14 Jb 1, 21 15 2Co 8, 9 16 Jn VIII 17 Jn XVIII 18 Mc 15, 19; Is 50, 6 19 Mt 11, 7 20 Sal 119, 60 21 2R 16, 10 2 Ef

22

Sal 143, 4 Sal 4, 5 24 Mt 5, 22 25 Gn 3, 15 26 Nm 25, 17 27 Nm 12, 3 28 Ex 32, 27 29 Es decir: "Habéis consagrado hoy vuestras manos al Señor". Porque aunque en hebreo se lea llenar, bien puede traducirse por "iniciar" o "consagrado"; pues como expone Pagnino, a ninguno era lícito ejercer el cargo de sacrificar sin que llenase antes sus manos con partes de los sacrificios 30 Ex 22, 29 31 Nm 25, 2 32 1S 15, 33 33 O "sacerdotes de Baal", como se lee en hebreo y en la Vulgata 34 "Los sacerdotes de los bosques", o de otros dioses a quienes se ofrecían sacrificios en las selvas y bosques, como comenta el P. Comelio a Lapide. Calmet dice que eran los sacerdotes de la diosa de los bosques, es decir, de Astartés, a los cuales favorecía especialmente Jezabel 35 III Reyes, 18, 22 - 40 36 Mc 9, 34 37 Jn 18, 22, 24 38 Hb 1, 3 39 Jn 18, 23 40 Sal 37, 8 41 Rm 1, 18 42 Ef 4, 31 43 Mi 5, 4 23

Atiende a ti mismo "Atiende a ti mismo, no sea que alguna vez una palabra oculta, se haga iniquidad en tu corazón" (Dt 15, 9)2 Introducción Dios Nuestro Creador, nos ha dado el uso de la palabra para que descubramos a los demás los designios del corazón; ya que somos de una misma naturaleza, quiere Dios que, comunique cada uno con su prójimo, sacando como de unas alacenas, las intenciones de los escondrijos del corazón. Si contásemos únicamente de alma, pronto nos entenderíamos con los demás por medio de lo que pensamos. Pero como nuestra alma elabora los pensamientos revestida con el traje de la carne, tiene necesidad de palabras y nombres para publicar lo que dentro tiene. Y así, luego que nuestro pensamiento toma una voz significativa llevado por la palabra como en una barca, cruzando el espacio, pasa del que habla al que oye. Si encuentra profunda calina y silencio, entra como en puertos tranquilos e imperturbados en los oídos de los que escuchan. Pero si como enfurecida tempestad, sopla contra el alboroto de los oyentes, naufragará disolviéndose en medio del espacio. Haced, pues calina a la palabra con el silencio. Porque tal vez

aparezca conteniendo algo útil que podáis llevar con vosotros La palabra de la verdad es difícil de comprender; puede fácilmente escapárseles a los que no estén con atención. Por eso, dispuso el Espíritu Santo que fuese concisa y breve, para que significase con pocas palabras muchas cosas, y pudiese por la brevedad retenerse fácilmente en la memoria. Porque virtud natural de la palabra es el no ocultar con oscuridad las cosas que significan, no estar ociosa y vacía andando ligeramente alrededor de las cosas El porqué de la sentencia Tal es la sentencia que poco ha nos leyeron de los libros de Moisés, de la cual os acordaréis muy bien los diligentes; a no ser que por su brevedad haya pasado ligeramente por vuestros oídos. Dice, pues, así: Atiende a ti mismo, no sea que alguna vez una palabra oculta se haga iniquidad en tu corazón 3 Somos los hombres inclinados a los pecados del pensamiento. Por eso el que formó uno por uno nuestros corazones, sabiendo que la principal parte del pecado se comete con el apetito de la voluntad, ordenó en nosotros la pureza como la primera en la parte más noble. El sitio donde más fácilmente resbalamos al pecado lo ha favorecido con mayor esmero y vigilancia Y así como los médicos más previsores, defienden muy de antemano con medicinas preservativas las partes más débiles de los cuerpos; de la misma manera, el común curandero y verdadero médico de las almas, previno con más poderosos auxilios lo que conoció estar en nosotros más inclinado al pecado. Las acciones del cuerpo necesitan tiempo, oportunidad, trabajos, ayudantes, y los demás gastos. No así los movimientos de la mente, pues se ejecutan instantáneamente, se acaban sin cansancio, se detienen sin hacer nada; todo tiempo es apto para ellos Suele ocurrir que algún arrogante y vanaglorioso de su castidad, revestido por afuera con máscaras de pudor, sentándose muchas veces en medio de los que le llaman dichoso por su virtud, acude con su mente, por el oculto movimiento del corazón, al lugar del pecado. Ve con la imaginación lo que desea. Finge compañías indecorosas. Píntase claramente el placer en la escondida oficina de su corazón. Comete el pecado allá dentro sin testigos; desconocido por todos hasta que venga el que ha de descubrir los escondrijos de las tinieblas, y manifestar los deseos de los corazones 4 Atiende, pues, no sea que alguna vez algún pensamiento oculto se haga iniquidad en tu corazón. Porque el que mire a una mujer para codiciarla, ya ha cometido adulterio en su corazón 5. Las acciones corporales las interrumpen muchos, mas el que peca con el deseo, ha cometido él pecado con la velocidad de los pensamientos. Por lo cual, contra esto tan resbaladizo, se nos dio pronto precaución. Así lo atestiguan las palabras: No sea que alguna vez una palabra oculta se haga delito en tu corazón Atiende a ti mismo para que puedas discernir lo dañoso de lo saludable Pero volvamos al comienzo de la sentencia. Atiende a ti mismo. Todos los animales tienen por concesión de Dios, quien todo lo creó, movimientos para mirar por su propia naturaleza. Y encontrarás, si observas diligentemente, que la mayor parte de los brutos, sin que nadie les enseñe tienen odio a los que les dañan. Son atraídos por el contrario, por cierta inclinación natural, a gozar de lo que les es útil. Por eso mismo Dios, nuestro maestro, nos dio este gran precepto para que lo que ellos hacen por naturaleza, eso lo hagamos nosotros con el auxilio de la razón. Lo que ellos hacen inconsiderablemente, quiere Dios que lo hagamos nosotros con atención y con la continua dirección de los pensamientos. Quiere que seamos guardas diligentes de los movimientos que El nos da, huyendo del pecado como huyen los brutos de las comidas venenosas y siguiendo la justicia como siguen ellos las nutritivas hierbas

Atiende por lo tanto a ti mismo, para que puedas discernir lo dañoso de lo saludable Dos maneras de atender a sí mismo Dos maneras hay de atender: una, contemplando con los ojos corporales las cosas visibles; otra, elevando la facultad espiritual del alma a la contemplación de las cosas incorpóreas. Si dijésemos que este precepto sólo se refiere a la acción de los ojos, mostraremos de inmediato la imposibilidad de esto. Porque ¿cómo uno se abarcaría a sí todo con el ojo? Pues, ni el ojo usa de su mirada para verse a sí mismo, ni puede ver la parte superior de la cabeza, ni las espaldas, ni el rostro, ni la interior disposición de las entrañas. Por otra parte, sería una impiedad decir que no pueden guardarse los mandamientos del Espíritu Santo Resta, pues, que entendamos el precepto en cuanto se refiere a la acción del entendimiento Atiende a ti mismo, es decir: examínate a ti mismo por todas partes. Ten despiertos los ojos del alma para vigilarte a ti mismo Atraviesas por medio de lazos 6. Yacen ocultas por todas partes, trampas puestas por el enemigo. Examina, pues, todo lo que está a tu alrededor, para que te libres como el gamo de los lazos, y como el ave de la trampa 7. Porque al gamo no se le puede agarrar con lazos por la agudeza de su vista, por donde se lo llama así por la perspicacia de sus ojos. Y el pájaro, cuando está atento, con sus ligeras alas se remonta sobre las celadas de los cazadores Pues mira. No te muestres más perezoso que los irracionales en vigilarte a ti mismo. Está, atento, no sea que alguna vez, enredado en los lazos, seas presa del diablo, cazado por él en vida para ser su juguete Atiende únicamente a ti mismo, a tu alma Atiende, pues, a ti mismo; a saber, no a tus cosas, ni a lo que te rodea, sino atiende únicamente a ti mismo. Porque una cosa somos nosotros mismos, y otra nuestras cosas; y otra, todo lo que nos rodea. Nosotros somos el alma y la mente en cuanto que hemos sido hechos a imagen del Creador. Cosa nuestra es el cuerpo y sus sentidos. Lo que nos rodea son las riquezas, artes y lo demás concerniente a la vida ¿Qué dice, pues, la sentencia? No atiendas a la carne ni busques en manera alguna su bien; la salud, la hermosura, el goce de los placeres, la larga vida. No admires las riquezas, la honra y el poder. No tengas por cosa grande cuanto satisface las necesidades de la vida temporal, no sea que desprecies, por la afición a estas cosas, la vida más excelente que tienes. Atiende a ti mismo; es decir a tu alma. Adórnala, cuídala, hasta que desaparezca, por tu diligencia, toda suciedad que se la haya pegado del mal. Procura borrar toda la deshonra que le haya venido del pecado. Adórnala y embellécela con galas de virtud Examínate a ti mismo quien eres. Conoce tu naturaleza: que es mortal tu cuerpo, e inmortal el alma. Conoce que tenemos una vida doble: una, perteneciente a la carne, que pasa velozmente; otra, perteneciente al alma, que no tiene límite Reflexiona diligentemente sobre ti mismo para dar a cada uno lo conveniente Atiende, pues, a ti mismo. No te pegues a las cosas perecederas como si fueran eternas. No desprecies las eternas como si fueran pasajeras. Desprecia la carne, porque pasa; cuida del alma, que es inmortal. Reflexiona con toda diligencia sobre ti mismo, para que aprendas a dar a cada uno lo conveniente: a la carne los alimentos y los vestidos, y al alma las enseñanzas de la piedad, el comportamiento honesto, el ejercicio de la virtud, el dominio de las pasiones. Atiende a ti mismo para que no engordes excesivamente al cuerpo, ni andes solícito por la abundancia de la carne. Porque la carne desea contra el espíritu, y el espíritu contra la carne y mutuamente se contrarían ambos 8. Atiende a ti mismo, no sea que, condescendiendo con la carne, des mayor poder al que menos vale. Porque así como en los fieles de las balanzas, si cargas mucho un platillo haces necesariamente al que está enfrente, en el lado contrario, más ligero, así también

en el cuerpo y en el alma la superioridad del uno comporta necesariamente la debilidad del otro. Y es así, que gozando de bienestar el cuerpo, y pesado por su obesidad, necesariamente el entendimiento está débil y flojo para sus operaciones propias, mientras que, por el contrario, estando bien el alma y levantada a su propia grandeza, por medio de ejercicio del bien, síguese el que la debilite esta complexión del cuerpo Precepto útil para todos Y este mismo precepto es útil para los débiles, y en sumo grado consciente para los fuertes. También los médicos de las enfermedades aconsejan a los pacientes a que atiendan a sí mismos, y nada descuiden de lo perteneciente a su salud. Pues de una manera semejante, la sentencia, el médico de nuestras almas, sana con este pequeño remedio al alma enferma por el pecado. Atiende por lo tanto a ti mismo, para que conforme lo exige tu delito, recibas el remedio de la salud ¿Es grande y horrible tu pecado? Pues necesitas mucho la confesión, lágrimas amargas, continuadas vigilias, ayunos no interrumpidos ¿Es ligera y tolerable tu falta? Sea igual también la penitencia. Unicamente atiende a ti mismo, para que conozcas la salud y la enfermedad del alma. Porque muchos teniendo grandes e incurables enfermedades, ni se dan cuenta siquiera, por su excesiva inconsideración, que están enfermos Grande es también la utilidad que se sigue de esta sentencia para los robustos en sus obras. Una misma sentencia, sana a los enfermos y perfecciona a los sanos. Cada uno de nosotros, que somos discípulos de esta sentencia, es administrador de algún oficio de los que prescribe el Evangelio 9. Porque en esta gran casa de la Iglesia, no sólo hay ajuares de todas clases, de oro y de plata, de madera y de barro, sino que hay también toda clase de artes. Tiene la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios Vivo 10, cazadores, atletas, soldados. A todos éstos se adapta esta breve sentencia. Comunica a cada uno diligencia en el trabajo, y entusiasmo en la voluntad. Eres cazador enviado por el Señor, que dijo: He aquí que yo envío muchos cazadores y los cazarán por todos los bosques 11 Atiende, pues, con diligencia, no se te escape la presa, para que cazando con la palabra de la verdad a los que se han convertido en fieras, por sus servicios, los traigas al Salvador. Eres caminante como lo era aquel que oraba así: Dirige mis pasos 12 Atiende a ti mismo. No tuerzas el camino, no te separes a la derecha o a la izquierda 13. Vete por el camino real. El arquitecto eche sobre la mente el cimiento de la fe, que es Cristo Jesús 14. El albañil mire como edifica, no con madera, ni heno, ni paja, sino con oro, plata y piedras preciosas. Tú, pastor, atiende, no te pase por alto alguna de las cosas que requiere el oficio pastoril. Y ¿qué cosas son éstas? Encamina al perdido, venda al golpeado, cura al enfermo Tú labrador, cava alrededor de la higuera infructuosa y arroja allí lo que ayude para la fecundidad Tú que eres soldado, colabora al Evangelio pelea valiente, combate 15 contra todos los espíritus del mal, contra las pasiones de la carne; toma toda la armadura de Dios: no te compliques en los negocios de la vida para que agrades al que te eligió para su milicia Tú atleta, atiende a ti mismo. No faltes a las leyes atléticas; porque ninguno es coronado si no luchó legalmente 16. Imita a San Pedro que corría y peleaba y era luchador; y así tú, como un buen combatiente, ten firme la mirada de tu alma. Cubre las partes más peligrosas con el impedimento de tus manos; ten fijos los ojos en el adversario. En tus carreras tiende tu vista a lo que te queda por delante 17. Corre de suerte que ganes el premio 18. Oponte en la lucha a los enemigos invisibles

Tal quiere la sentencia que seas durante la vida; no cobarde ni perezoso, sino cauto y vigilante gobernador de ti mismo No me bastaría el día entero si hubiera de continuar exponiendo, sea las obligaciones de los que coadyuvaban al Evangelio de Cristo, sea la eficacia del precepto y cuán bien se acomoda a todos Atiende a ti mismo, previniéndote contra las vanas ilusiones Atiende a ti mismo. Se sobrio, aconsejado, observador de las cosas presentes, previsor de lo futuro. No pierdas lo ya presente, por tu pereza, ni te prometas el goce de lo que ni es, ni tal vez será, como si estuviese ya en tus manos Y ¿no está por naturaleza esta enfermedad en los jóvenes que por la ligereza de su entendimiento creen poseer ya lo que esperan? Porque cuando alguna vez están en reposo, o en el descanso de la noche, se fraguan ellos mismos imágenes que no existen, son arrastrados por la insensibilidad de su mente a todas las cosas. Prométense el esplendor de la vida, brillante boda, feliz descendencia, larga vejez y honores de parte de todos. Después, no pudiendo detener sus esperanzas en ninguna cosa, son arrebatados a las mayores cosas humanas. Poseen casas hermosas y grandes. Las llenan de toda clase de cosas preciosas. Ponen a su alrededor cuanto la vanidad de sus pensamientos les señala de terreno en el mundo. Las riquezas que de allí resultan, las encierran en los cofres de la vanidad A todo esto, añaden rebaños, innumerables multitud de domésticos, puestos políticos, dignidades militares, guerras, trofeos, el mismo reino Todas estas cosas consideradas en las ficciones vacías de su mente, debido a su excesiva locura, les parece como que ya las gozaran de presente. Parece como que tuvieron ante sus pies lo que tan solo esperan. Tener sueños estando despierto, es una enfermedad propia de un alma débil y perezosa Pues bien, la Escritura, para estrujar esta vana soberbia de la inteligencia, y esta vanagloria de nuestros pensamientos, y para reprimir como con un freno de inconstancia de la mente, nos anuncia este grande y sabio precepto: "Atiende a ti mismo, sin prometerte lo que no existe, y dirige las cosas presentes a tu utilidad" Atiende a ti mismo y no quieras averiguar los males de otros Creo que el legislador usó también esta amonestación para hacer desaparecer asimismo este vicio de la sociedad. El indagar curiosamente los males ajenos, nos es más fácil a todos, que el indagar diligentemente lo propio. A fin de que esto no suceda, (el legislador nos) dice: "Cesa de averiguar los males ajenos. No entregues a la ociosidad tus pensamientos para que se ocupen de la vida de los demás. Atiende a ti mismo, a saber, vuelve los ojos de tu alma para averiguar tus propias cosas". Pues muchos, como dice el Señor, ven una pajuela en el ojo de su hermano, y no ven la viga que llevan en el suyo 19 Por lo tanto, no ceses de examinarte a ti mismo. Examina tu vida, si marcha conforme al precepto. No te preocupes de lo que hay por defuera a tu alrededor. No te ocupes de observar y ver si acaso puedes encontrar en alguna parte ocasión de reprender a alguno. No seas como aquel soberbio y arrogante fariseo que estaba de pie llamándose a sí mismo justo, y despreciando al mismo tiempo al publicano. Tú, por el contrario, no ceses de pedirte cuenta a ti mismo. Examínate si has pecado con tu pensamiento, si tu lengua se ha deslizado en algo, adelantándote a la razón, si en las obras de tus ruanos has hecho algo temerario. Y si en tu vida encontrares muchos pecados (y seguramente que siendo hombre los encontrarás), di con él publicano: Oh Dios mío, compadeceos de mí, que soy un pecador 20 Sentencia útil para todas las circunstancias de la vida Atiende, pues, a ti mismo. Esta sentencia aun cuando tu vida se deslice prósperamente y goces de espléndida felicidad, será útil como un buen consejero que trae a la memoria las cosas humanas. Y si eres atribulado por las adversidades, irá también a su tiempo junto a tu corazón; de modo que ni la soberbia te levantará

a jactancia, ni tampoco caerás por la desesperación en una deshonrosa tristeza ¿Estás orgulloso por tus riquezas y te jactas de la gloria de tus antepasados? ¿Te engríes de la patria y de la belleza del cuerpo y de los honores que de todos recibes? Atiende a ti mismo que eres mortal, que eres tierra y en tierra te has de convertir 21. Vuelve la vista hacia los que antes de ti estuvieron en semejantes honras. ¿Dónde están los que fueron admirados por su poder político? ¿Dónde los oradores invencibles? ¿Dónde los que reunían públicas, asambleas; los que alimentaban briosos corceles, los generales, los sátrapas, los tiranos? ¿No es todo polvo? ¿No fue todo fábula? ¿No se conserva en unos pocos huesos la memoria de su vida? Revuelve las sepulturas, a ver si puedes distinguir cuál fue el siervo y cuál el señor, quién el pobre y quién el rico. Separa, si puedes, al vasallo del rey, al valiente del cobarde, al hermoso del feo Por consiguiente, si te acuerdas de tu naturaleza, jamás te ensoberbecerás. Y te acordarás de ti, si atiendes a ti mismo ¿Eres de nacimiento humilde y desconocido, pobre nacido de pobres, sin casa, sin ciudad, débil, necesitado del alimento de cada día? ¿Temes a los poderosos y te abajas por lo humilde de tu vida? El pobre, dicen los Proverbios, no sufre la amenaza 22. Pero no te desalientes. Si en la actualidad no tienes nada digno de ser emulado, no depongas por eso tu esperanza. Levanta tu ánimo a los bienes que ya te ha comunicado Dios, y a los que te esperan después por su promesa Porque, mira, en primer lugar, eres hombre. Eres el único entre los animales formado por Dios 23, . ¿Por ventura al que bien lo piensa no basta esto para consuelo grande? ¿No le basta para su consuelo el haber sido formado por las mismas críanos de Dios que todo lo creó? Por otra parte; ¿no te basta que hecho e imagen de tu Creador, puedas subir, por la práctica de la virtud, a una honra semejante a la de los ángeles? Tienes un alma dotada de inteligencia con la que puedes conocer a Dios. Al averiguar, por medio de la razón, la naturaleza de las cosas, adquieres el sabrosísimo fruto de la sabiduría. Además, todos los animales de la tierra, tanto los domésticos como los de los bosques, los que se crían en las aguas como los volátiles, te sirven a ti y están bajo tu dominio ¿No fue el hombre quien inventó las artes y edificó las ciudades? ¿No fue él, quien descubrió las cosas necesarias y las placenteras? ¿Los mares, no le han abierto el camino, gracias a su entendimiento? Y el aire y el cielo y los coros de las estrellas, ¿no le muestran su orden? ¿Por qué entonces te desanimas por no tener un caballo de plateadas bridas? En cambio, tienes al Sol que con más contante curso, durante todo el día, está sirviéndote de antorcha No tienes el resplandor del oro y de la plata. Pero tienes a la luna que te alumbra con su resplandor No te paseas en carrozas recamadas de oro. Pero tienes pies, vehículo propio y hecho para ti. ¿Por qué entonces considerar dichosos a los que tienen los bolsillos llenos mientras necesitan de pies ajenos para andar? No duermes en cama de marfil. Pero tienes la tierra, que vale mucho más que todos los marfiles. Sobre ella es dulce el descanso, y veloz el sueño, libre de cuidados No habitas bajo techo dorado. Pero tienes el cielo radiante, con la majestuosa belleza de los astros Pero eso es humano. Tienes cosas mejores aún. Dios mismo habitó por ti en medio de los hombres. Tienes la comunicación del Espíritu Santo. Tienes la destrucción de la muerte y la esperanza de la resurrección. En tu poder están los preceptos divinos que perfeccionan tu vida. En tu poder está el acercarte a Dios por medio de los mandamientos. El reino de los cielos está dispuesto para ti. Coronas de justicias, están preparadas para quien no huye de los trabajos de la virtud En todas las ocasiones ten presente este precepto: "Atiende a ti mismo" Si atiendes a ti mismo, esto y mucho más, encontrarás a tu alrededor. Gozarás de

los bienes presentes y no te desanimarás por los que te faltan Si en todas las ocasiones tienes presente este precepto, te prestará siempre un auxilio muy grande Por ejemplo: ¿Acaso tu ira predomina a la razón y te impulsa a proferir palabras poco decorosas, y a poner por obra acciones crueles y fieras? Pues si atiendes a ti mismo refrenarás la ira como a un potro indómito y brioso, maltratándola, con los golpes de la razón, como con un látigo. Además reprimirás tu lengua y no levantarás tu mano contra quien te irrita ¿Acaso malos deseos aguijonean tu alma y la arrastran a movimientos lascivos y voluptuosos? Pues si atiendes a ti mismo y recuerdas que ese placer presente te conducirá a un amargo fin, y que ese mismo goce que ahora resulta en nuestro cuerpo por el placer, engendrará el venenoso gusano que para siempre nos atormentará en el infierno, y que el ardor de la carne ha de ser la causa del fuego eterno: entonces, seguramente que pronto se alejarán ahuyentados los placeres y surgirá dentro de tu alma una admirable tranquilidad y paz. Ocurrirá como en el alboroto de las criadas disolutas, que cesa de inmediato con la presencia de la prudente ama de casa Atiende, pues, a ti mismo. Y conoce que tu alma, por una parte es racional y capaz de discurrir, y por otra, está inclinada a las pasiones y a la irracionalidad. En cuanto a lo primero, en cuanto racional, le toca, por naturaleza, mandar. A las pasiones corresponde, sujetarse y obedecer a la razón No permitas, pues, que la razón se rinda a las pasiones y se haga esclava de ellas. No permitas que éstas se levanten contra la razón y se adueñen del imperio del alma El diligente examen de sí mismo conduce al conocimiento de Dios Por último, el diligente examen de ti mismo, te conducirá, como por la mano, al conocimiento de Dios. Pues, si atiendes a ti mismo, nada te costará investigar mediante la disposición de las cosas creadas, al Hacedor. En ti mismo, como en un "microkosmos" advertirás la gran sabiduría del Criador. Por el alma inmortal que en ti habita, entenderás que Dios es incorpóreo. Entenderás que no está limitado a ningún lugar alguno, sino que ocupa lugar por la unión que tiene con el cuerpo. Creerás que Dios es invisible, al reflexionar sobre tu alma, porque tampoco a ésta se le puede ver con los ojos del cuerpo. Pues ni tiene color, ni figura, ni le conviene ninguna cualidad del cuerpo, sino que tan sólo por sus operaciones se la conoce. Por lo tanto, no pretendas conocer a Dios por tus ojos, sino que trayendo la fe a tu mente, has de tener de El un conocimiento espiritual Admira cómo el artífice ha unido la energía de tu alma con el cuerpo; de manera que extendiéndose hasta sus extremidades, hace conspirar hacia un mismo fin a miembros tan distantes entre sí Admira la fuerza que el alma comunica al cuerpo. Admira cómo la carne obedece al alma. Admira cómo el cuerpo recibe la vida del alma y ésta recibe en cambio sinsabores del cuerpo. Admira el bagaje de enseñanzas que tiene el alma; cómo al conocimiento de las cosas aprendidas anteriormente no estorban los nuevos conocimientos que adquieres, sino que los recuerdos se conservan distintamente y sin confusión, esculpidos, como en una lámina de bronce, en la parte más noble del alma. Admira finalmente, como, purificada de la torpeza del vicio, se hace, por la virtud, semejante al Criador Atiende a ti mismo para que atiendas a Dios Después de contemplar al alma, observa también, si te parece, la estructura del cuerpo. Admira cómo el mejor artífice le ha fabricado para que sea idónea morada del alma racional Además, observa cómo Dios únicamente al hombre, entre todos los animales, le formó derecho, a fin de que sepas, por tu misma postura, que tienes origen divino.

Pues todos los cuadrúpedos miran a la tierra y se inclinan hacia su vientre. Pero en el hombre, la mirada está dispuesta de tal manera que vea el cielo, a fin de que no complazca a su vientre ni a los bajos apetitos; sino para que tenga puesta toda su intención en el camino hacia el cielo. Además, colocada, la cabeza en la parte superior, puso en ellas los sentidos. Allí está la vista, el oído, el gusto, el olfato, colocados todos, unos cerca de otros. Y sin embargo sujetos como están a un lugar tan pequeño, cada uno no estorba en nada, la acción del otro. Los ojos ocupan la más alta atalaya, a fin de que ninguna parte del cuerpo les haga sombra, sino que, colocados bajo la defensa de las cejas, extiendan su mirada, derechamente, desde lo más alto y levantado. El oído no está abierto en línea recta, sino que los sonidos que se producen en la atmósfera, los percibe por una tortuosa abertura. Esto está hecho con gran sabiduría. Porque de esta manera se da libre paso a la voz, y cuando entra por las concavidades resuenan sin que dañe al sentido lo que se desliza por defuera Observa la naturaleza de la lengua. Mira cuán delicada y flexible es, y sin embargo, suficiente para usar toda clase de palabras, gracias a la variedad de sus movimientos. Los dientes, son medios para la voz, prestando grande ayuda a la lengua; son a la vez los que coadyuvan de las funciones digestivas Y de esta manera podrás recorrer y raciocinar convenientemente acerca de todas las cosas. Podrás admirar la respiración del aire por el pulmón, la respiración del calor en el corazón, los órganos de la digestión, los canales de la sangre. Y por medio de todas estas cosas, podrás conocer la investigable sabiduría del Criador. El mismo te lo dice por el profeta: - Admirable se ha hecho tu sabiduría en mi 24 Atiende, pues, a ti mismo, para que atiendas a Dios, a Quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén

Notas 2

Este es el texto tal como lo tradujeron los Setenta. La Vulgata traduce: "Cave ne forte subrepar tibi impia cogitatio et dicas in corde tuo..." 3 Dt 15, 9 4 1Co 4, 5 5 Mt 5, 28 6 Si 9, 13 7 Pr 6, 5 8 Ga 5, 17 9 2Ts 3, 10 10 1Tm 3, 15 11 Jr 16, 16 12 Sal 119, 133 13 Dt 5, 32 14 1Co 3, 10 15 1Tm 6, 12 16 2Tm 2, 5 17 Hip. 111, 13 18 1Co 9, 24: 19 Mt 7, 3 20 Lc 18, 13

21

Gn 3, 10 Pr 13, 8 23 Gn 2, 7 24 Sal 139, 6 22

Embriaguez Disgusto y desaliento del santo por los excesos cometidos Los espectáculos que ayer por la tarde tuvieron lugar1 me inducen por una parte a dirigiros la palabra. Pero por otra, reprime mi deseo y apaga todo mi entusiasmo la inutilidad de mis exhortaciones anteriores 2 . Desmaya el labrador si no crece la primera semilla que siembra, mostrándose tardo y desalentado para sembrar de nuevo sobre la misma tierra. Ahora bien, ¿con qué esperanza voy a hablaros hoy, si después de tantas exhortaciones, como las que días pasados os hicimos incesantemente, y después de haber estado día y noche, durante estas siete semanas de los ayunos, anunciandoos sin parar la buena nueva de la gracia del Señor, ningún fruto, ninguna utilidad se ha conseguido? ¡Oh!, ¡cuántas noches hsbéis velado en vano! ¡Cuántos dias os habéis congregado en vano! ¡Si es que es vano! Porque quien comienza una vez el camino de las buenas obras y vuelve después a sus antiguas costumbres, no sólo pierde el fruto de sus desvelos, sino que se hace digno de un mayor castigo. Habiendo gustado la suavidad de la palabra de Dios, habiendo sido digno de conocer los misterios de nuestra fe, todo lo perdió, seducido por un pasajero deleite "El humilde, dice el sabio, es digno de perdón y de misericordia, pero el poderosa, poderosamente será atormentado" 3 . Con una sola tarde, con un solo ataque del enemigo se arruina y se destruye todo aquel trabajo. ¿Qué ánimo puedo tener yo para volver a hablaros? Hubiera callado, creedme, si no me hiciese temblar el ejemplo de Jeremías a quien por no querer hablar a un pueblo perverso, le sobrevino el castigo que él mismo nos cuenta: un fuego devorador se apoderó de sus entrañas y le consumía por todas partes, y no podía soportarlo 4 Descripción de los excesos cometidos Unas mujeres lascivas, olvidadas del temor de Dios, despreciando el fuego eterno del infierno, en aquel mismo día en que debían haber estado quietas en sus casas en memoria de la resurrección, recordando el día en que se abran los cielos y aparezca el Juez de los hombres, día en el que, al sonido de la trompeta divina, resucitarán los muertos, compareciendo el justo Juez que juzgará a cada uno según sus obras: estas mujeres, digo, en lugar de estar pensando en estas cosas y de purgar sus almas de los malos pensamientos, borrando con lágrimas sus pecados anteriores y preparándose para recibir a Cristo en el día grande de su aparición, sacudieron el yugo de su divino servicio 5 . Arrojaron de sus sienes el velo de la honestidad, despreciaron a Dios y a sus ángeles. Se portaron indecorosamente ante toda mirada de los hombres, agitando sus cabellos, y sus túnicas. Durante el baile, con sus ojos lascivos, con risas desenfrenadas, impulsadas como por la locura, provocaban en sí mismas toda la liviandad de los jóvenes. E hicieron el baile nada menos que en la basílica de los mártires, fuera de los muros de la ciudad, convirtiendo los lugares sagrados en lugares de corrupción. Corrompieron la atmósfera con sus cantares livianos. Mancharon la tierra, al bailar sobre ella con sus inmundos pies. Desvergonzadas, locas, no omitieron ningún género de manía. Hiciéronse a sí mismas, espectáculo, delante de una turba de jóvenes ¿Cómo callar esto? ¿Cómo lo lamentaré como merece?

El vino es el que ha causado tantos estragos en estas almas. El vino, don de Dios, dado para alivio de la debilidad del cuerpo, y para usarlo con sobriedad, se ha convertido en aliciente para lascivia, por usarlo sin templanza Efectos de la embriaguez. El santo no tiene confianza de ser escuchado La embriaguez, ese demonio voluntario 6 que penetra en el alma por medio del placer; la embriaguez madre de la maldad, enemiga de la virtud, al hombre fuerte le hace débil, al casto lascivo; no conoce la justicia y, rebasa los límites de la prudencia. De la misma manera que el agua es contraria al fuego, así el vino, usado en demasía, extingue la razón. Por eso me resistía yo a hablar contra la embriaguez: no porque se tratase de un mal poco considerable, sino porque nada habían de aprovechar mis palabras Porque si el ebrio ha perdido el juicio, y no sabe donde está, en vano habla quien le reprocha, pues él no le escucha. ¿A quién pues hablaré? Ciertamente que los que tienen necesidad de amonestaciones no oyen lo que se les dice. Los prudentes y los sobrios no tienen necesidad de mis palabras, pues están libres de este vicio. ¿Qué partido he de tomar en la presente condición de cosas si ni mis palabras han de ser útiles, ni mi silencio seguro? ¿Abandonaremos la cura? Pero es peligrosa la negligencia ¿Hablaré contra los ebrios? Pero es tronar en oídos sordos. Pero quizás, así como cuando aparece una peste, los médicos aplican remedios aptos para prevenir el mal en los sanos, mas no osan tocar a los que ya están infestados, así también en nuestro caso, la palabra tiene una mediana utilidad; la de tutelar y precaver a los fieles todavía sanos, pero no servirá para curar a los que están ya atacados por la enfermedad La embriaguez, fuente de daños físicos ¿En qué te diferencias, oh hombre, de los animales irracionales? ¿No es en el don de la razón, don que recibiste del Creador, don por el cual eres constituido príncipe y señor de todas las criaturas? Pues quien se priva a sí mismo de la razón y del juicio por la embriaguez, "se hace semejante a las bestias irracionales y pónese a la par de ellas" 7 . Más aún: yo diría que los que están embriagados son más irracionales que los mismos brutos, puesto que todos los cuadrúpedos, todas las bestias tienen en cierta manera ordenada su concupiscencia; pero los entregados al vino, tienen sus cuerpos animados por un ardor que supera al querido por la naturaleza. A todas horas y constantemente son impelidos a los deleites impuros y torpes. Y esto no sólo los embrutece y los atonta, sino que la privación de sus sentidos hace al embriagado el más abominable de todos. Porque ¿qué animal pierde el sentido de la vista y del oído, como lo pierde el que se embriaga? Pero los ebrios lo pierden, porque no conocen a sus parientes, y tratan muchas veces con desconocidos creyendo que son sus amigos, allegados. ¿No pasan muchas veces saltando por las sombras, creyendo que atraviesan arroyos y valles? Sus oídos están continuamente percibiendo ruidos y estrépitos, como furor de mar tempestuoso. Les parece que la tierra se levanta hacia arriba, y que los montes giran a su alrededor. Unas veces ríen sin cesar. Otras, se lamentan y lloran sin consuelo. Ora se muestran intrépidos y audaces, ora tímidos y temblorosos. El sueño les es pesado, difícil de sacudir, sofocante y parecido a la muerte. En las vigilias permanecen más estúpidos que en los mismos sueños. Su vida es una especie de sueño continuado. No teniendo quizás ni con qué vestirse, ni qué comer para mañana, se imaginan ser reyes, capitanean ejércitos, edifican ciudades, y reparten dinero. Es el vino el que llena sus cabezas de semejantes locuras y visiones En otros, en cambio, produce efectos contrarios. Pierden el coraje, están tristes, doloridos, llorosos, tímidos y consternados. Un mismo vino, según la distinta constitución produce distintos y diferentes efectos en los ánimos. A los ardorosos y

llenos de sangre, les pone alegres y gozosos. A los que ya han gastado las fuerzas con su peso, y les ha corrompido la sangre, les excita a los efectos contrarios 8 . ¿Qué necesidad hay de enumerar la turba de los demás trastornos? La pesadez de su carácter, el irritarse con facilidad, el ser quejumbrosos, el ser de ánimo mudable, los gritos, los tumultos, el ser inclinados a las acciones criminales, el ser incapaces de refrenar y disimular la ira La embriaguez, fuente de impureza Además, la incontinencia en los goces y placeres, tiene su origen en el vino como en su fuente. A una con el vino, brota la enfermedad de la impureza, que es menor en los brutos que en los embriagados. Las bestias conocen los términos de la naturaleza. Pero los ebrios pierden todo el control de su persona. Van hasta contra la naturaleza. Mas no es fácil decir y ponderar con palabras todos los males que se encierran en la embriaguez. Los daños que trae la peste, afligen de tiempo en tiempo a los hombres. El aire inyecta poco a poco su misma corrupción en los cuerpos. Pero los daños que trae el vino lo invaden todo a un mismo tiempo. Porque pierden el alma con todo género de vicios. Corrompen al propio cuerpo con los inmoderados placeres, a que son arrastrados por una especie de furor. Más aún; los mismos vapores del vino hinchan de tal manera el cuerpo qué le hace perder su vigor vital con tales excesos. Tienen los ojos, lívidos, pálido el semblante, embotado el espíritu, atada la lengua. Sus gritos son confusos, sus pies titubeantes como los del niño, espontáneos sus vómitos de lo superfluo que allá tienen, como si saliesen de las bocas de unas bestias Son desgraciados por sus lascivias, más desgraciados aún que los que en el mar son agitados por una tempestad. A éstos las olas, sucediéndose unas a otras, no les permiten salir a flote. De modo semejante, las almas de aquéllos quedan ahogadas y sumergidas en el vino. Por eso, así como a la nave muy llena de mercancías, cuando es agitada por la tempestad, es necesario que le alivien el peso, arrojando parte de su carga al mar, así a éstos es necesario aliviarles de lo que les hacen tan pesados. Y aún apenas con el vómito quedan libres de sus cargas Son tanto más desgraciados que los navegantes; cuanto que aquéllos son acometidos por los vientos, por el mar, y por fuerzas exteriores que no pueden impedir. Pero éstos levantan voluntariamente en sí mismos la tempestad de la embriaguez El que es atacado por el demonio es digno de lástima. Pero el ebrio ni siquiera es digno de compasión, pues lucha con un enemigo voluntario. Llegan al colmo de componer ciertas medicinas, cuyo efecto no es atajar el mal que produce el vino, sino hacer que la embriaguez, sea constante y continua Y por lo que hace al tiempo de la bebida, les parece pequeño el día; breve la noche, y corto el invierno El ansia de beber No tiene fin este mal. Porque el mismo vino les abre el deseo de beber más. No alivia la necesidad, sino que una bebida induce a la necesidad de otra bebida, abrasando a los embriagados, y despertando siempre el deseo de beber más. Cuando piensan que van a saciar su sed insaciable, les sucede lo contrario. Porque con el continuo uso de este placer, se embotan y languidecen sus sentidos. Y así como la excesiva luz daña a la vista, y así como pierden sus sentidos los oídos que son heridos con golpes y estrépitos muy grandes de manera que después ya no oyen nada; así éstos, dejándose arrastrar imprudente e incautamente por la afición de este placer, llegan a perderle completamente. El vino más puro dicen que es insípido, y parece agua. El frío les parece caliente, y aunque esté helado, aunque esté como la nieve, no pueden apagar la hoguera que en sti pecho ha encendido el inmoderado uso del vino

¡Ay de los ebrios! "¿Para qué son los ayes? ¿Para quién los alborotos? ¿Para quién los tribunales? ¿Para quién los disgustos y las riñas? ¿Para quién las heridas inútiles? ¿Quién trae los ojos encendidos? ¿No son éstos los dados al vino, y los que andan explorando dónde hay bebidas?" 9 ¡Ay! es palabra de lamentación, y de lamentación son dignos los que se embriagan, porque no han de alcanzar el reino de Dios 10 Vienen después los alborotos, porque el vino turba sus mentes. Los disgustos y las riñas se deben al amargo placer que el beber les ha acarreado Quedan atados sus pies, atadas sus manos, por los vapores del vino, que se extienden por todo su cuerpo. Y aún antes de todos estos padecimientos, en el mismo tiempo en que están bebiendo, se apodera de ellos el furor de los frenéticos. Porque después que el vino se les sube a la cabeza, sienten en ella dolores insufribles. No pudiendo mantenerla recta sobre sus hombros, la dejan caer a un lado y otro balanceándola sobre las vértebras. Llaman entretenimiento al inmoderado y disputador hablar en los convites. Finalmente, los ebrios reciben heridas sin causa alguna. Por la embriaguez no pueden tenerse en pie. Caen hacia diversos lados. Necesariamente y sin causa se han de llenar de heridas sus cuerpos Es inútil amonestar a los ebrios acerca de los daños de la embriaguez. Tendrán la maldición de Caín Pero ¿quién va a decir esto a los que están llenos de vino? Pesada como tienen la cabeza por los vapores, dormitan, bostezan, ven nieblas delante de sus ojos, sienten náuseas. No oyen a sus maestros que les están clamando por todas partes: "No os llenéis de vino, porque en él está la lujuria" 11 . Y en otra parte: "El vino es lujurioso y contumeliosa la embriaguez" 12 Y al mismo tiempo que hacen oídos sordos, están mostrando el fruto de su embriaguez. Su cuerpo está pesado por la hinchazón, sus ojos humedecidos, su boca seca y hecha una llama. Y así como las concavidades, donde desembocan los torrentes, mientras éstos se despeñan en ellas, parecen estar llenas de agua, pero tan pronto como la corriente cesa, quedan secas y áridas; así, mientras en la boca del ebrio, está cayendo el vino, parece estar húmeda y llena; pero apenas cesa, queda seca y árida. Y viciado como está, por el uso inmoderado del vino, aún la fuerza vital llega a perder. Porque, ¿quién habrá tan fuerte que pueda resistir a los males de la embriaguez? ¿Qué arte podrá evitar el que un cuerpo que siempre se abrasa, que está siempre anegado en vino, no se haga enfermizo, desgastado y flojo? De aquí los temblores y las debilidades. Por el inmoderado vino se les corta la respiración, pierden los nervios su fortaleza, y todo el cuerpo, queda tembloroso por la falta de fuerza ¿Por qué atraes sobre ti la maldición de Caín, que toda su vida anduvo tembloroso y vagabundo? El cuerpo que pierde su natural base es inevitable que vacile y tiemble El exceso en el beber hace olvidar las grandezas del Creador. Todo es discordia y vanidad ¿Hasta dónde arrastra el vino? ¿hasta dónde la embriaguez? El peligro está en que te conviertas en cieno y lodo en lugar de hombre. Por las embriagueces cotidianas tan mezclado estás con el vino, tan acabado estás por él, que sólo hueles a vino. Como vaso corrompido no sirves para nada. A éstos llora Isaías: "¡Ay de aquellos que se levantan por la mañana, y se lanzan a la sidra, y esperan la tarde porque el vino les abrasa. Beben vino al son de la cítara y del pandero 13 y no miran las obras del Señor, ni consideran las obras del Señor!" 14

Tienen los ebrios costumbre de llamar sidra a toda bebida que pueda embriagar. Pues a los que, apenas comienza el día, andan en busca de los sitios donde se dan bebidas; a los que frecuentan las bodegas y las tabernas, a los que reúnen para beber, a los que agotan todos los cuidados de su alma en tales ocupaciones, a esos llora el profeta. Porque ningún tiempo les queda para considerar las maravillas de Dios. No tienen tiempo para levantar los ojos al cielo, y embelesarse con su hermosura y ponderar el orden de todo lo creado, para conocer por este orden al Creador. Apenas comienza el día, adornan con variados tapices y con floridas alfombras el lugar del convite. Todo su empeño y cuidado está en preparar las copas y los vasos para refrescar el vino. Sacan las copas adornadas con piedras preciosas y las de oro, como para un público y pomposo banquete, a fin de que su variedad les entretenga el fastidio, y para que mientras alternan unas y otras puedan beber durante más largo tiempo Discordia y vanidad Y aún están presentes maestros para el convite, y otros que sirven la copa, y architriclinos. Se simula orden en medio de la confusión, y armonía en medio del alboroto. Así como a los magistrados seculares les dan autoridad sus satélites, así también haciéndose acompañar de sirvientes, la embriaguez, cual una reina, pretende ocultar lo mejor que puede, su deshonra Además, las coronas, las flores, embotan más y más a los dados a la perdición En el transcurso del convite nacen por el vino las disputas, los encuentros, los litigios, mientras que luchan por aventajarse mutuamente en la embriaguez. El que preside estas luchas es el diablo, y como premio de la victoria el pecado. Quien se echa más vino, ese obtiene la victoria: "Su gloria consiste en su propia deshonra" 15 . Luchan entre sí, dañándose a sí mismos ¿Qué palabras podrán declarar las torpezas de las cosas que allí se hacen? Todas están llenas de necedad, todas de confusión. Los vencidos están ebrios, ebrios los vencedores. Los sirvientes se mofan de ellos. Vacila la mano, la boca no recibe más alimento. El vientre se agita y el mal no se amansa. El miserable cuerpo, despojado de natural vigor, se inclina a una y otra parte, sin poder dominar la violencia que ejerce el excesivo vino Espectáculo lamentable ¡Oh espectáculo lamentable para los ojos de un cristiano! Un hombre que está en la flor de la edad, de complexión robusta, que sobresale entre los guerreros, tiene que ser llevado a su casa, porque no puede levantarse ni andar con sus propios pies. Un hombre que debía ser el terror de los enemigos, es en la plaza objeto de diversión para cualquier muchacho. Es derribado sin armas, y matado sin enemigos. Hábil en las armas; cuando está en la flor de su edad es consumido por el vino; dispuesto a que los enemigos hagan de él lo que quieran La embriaguez embota el entendimiento, destruye el vigor, trae una vejez prematura y prepara para la muerte en poco tiempo ¿Qué son los ebrios sino los ídolos de los gentiles? Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen 16 . Sus manos están desmadejadas, sus pies muertos. ¿Quién ha puesto tales acechanzas? ¿Quién ha causado este mal? ¿Quién nos mezcló este veneno de la locura? Mirad, oh hombre, hiciste del convite un campo de batalla. De él salen los jóvenes conducidos por manos ajenas, como heridos en el combate. Mataste con el vino a la flor de la juventud. Le invitas a un convite como a amigo, y le despides muerto, apagada su vida con el vino Cuando creían que estaban ya hastiados de vino, comienzan a beber, y beben a la manera de los animales, como de una fuente que mana, ofreciendo a los convidados sendas corrientes. Porque cuando están a la mitad del banquete entra un joven de lucidos hombros que aún no está ebrio. Presenta en medio una gran

vasija de vino fresco. Despide al copero, y de pie va repartiendo a los convidados unos tubos oblicuos, por los que se comunica la embriaguez a todos. Peregrina invención en tal desorden, para que recibiendo todos en igual proporción aquel deleite, ninguno pueda vencer al otro en la bebida. Distribuidos los tubos, y tomando cada uno el suyo, beben todos a la vez como los bueyes en los lagos, apresurándose por traer a sus gargantas cuanto les viene de la vasija refrigerante, por los plateados caños Mira tu miserable vientre. Fíjate en la grandeza del vaso que llenas, que apenas cabe en él una cótila. No mires a la vasija para agotarla, sino a tu vientre que ya está lleno. Por eso, ¡ay de los que se levantan por la mañana y se arrojan a la sidra! ¡ay de los que esperan la tarde 17 , y pasan todo el día en la embriaguez. ¡Ningún tiempo les queda para mirar las obras del Señor y considerar sus maravillas! El vino les abrasa 18 , porque el calor del vino, comunicándose a las carnes, se convierte en ascua para las encendidas saetas del enemigo El vino sumerge en tinieblas a la razón y al entendimiento. Excita las pasiones y las lascivia como a un enjambre de abejas ¿Qué carroza es arrastrada por un tronco sin auriga tan temerariamente? ¿Qué nave sin piloto no es agitada por las olas con más seguridad que el embriagado? Contraste entre la embriaguez y la severidad cristiana. El juicio de Dios Por estos males, hombres mezclados con mujeres, entregando sus almas al espíritu de la embriaguez, formando todos juntos una danza, se hirieron mutuamente con el aguijón de las pasiones. Las risas de una y otra parte, los cantares livianos, los gestos lascivos, todo era un llamado a la impureza ¿Te ríes? Dime, ¿y te gozas, con gozo impuro, cuando te era mejor estar llorando y gimiendo los pecados pasados? ¿Entonas cantos de meretriz, olvidándote de los himnos y salmos que aprendiste? ¿Mueves los pies y saltas como los locos y bailas, cuando debieras hincar tus rodillas para adorar? ¿A quién lloraré? ¿A las doncellas aún no casadas o a las que están ya sujetas al yugo del matrimonio? Aquéllas volvieron sin la virginidad, éstas sin la fidelidad a sus maridos. Qué si algunas evitaron por ventura el pecado en sus cuerpos, recibieron por completo el mal en sus almas Lo mismo digo de los hombres. Si miró con malicia, malicia tiene. El que mira a una mujer para desearla, ha fornicado 19 . Si tienen tanto peligro los que de paso e inadvertidamente miran a una mujer, ¿qué peligros no han de tener los que de propósito asisten a tales espectáculos para ver a unas mujeres que por la embriaguez se portan indecorosamente; que componen sus gestos para provocar la lascivia; que canten canciones muelles, que sólo con ser oídas pueden excitar la pasión de la carne en los lascivos? ¿Qué van a decir, qué excusa van a presentar quienes de tales espectáculos volvieron cargados de un enjambre de tantos males? ¿No se ven obligados a confesar que miraron para excitar su concupiscencia? Por lo tanto, son reos de adulterio, según el inevitable juicio de Dios ¿Cómo os va a recibir el Espíritu Santo el día de Pentecostés, habiéndole tratado con tal desprecio el día de la Pascua? La venida de este Espíritu fue clara y manifiesta a todos, pero tú has preferido hacerte habitación del espíritu contrario, y te has convertido en templo de ídolos 20 , siendo así que deberías ser templo de Dios, donde habitase el Espíritu Santo. Has traído sobre ti la maldición del Profeta, que dice en nombre de Dios: Convertiré sus solemnidades en luto 21 ¿Cómo vais a mandar a vuestros siervos, cuando vosotros sois esclavos de vuestros brutales apetitos y de vuestra liviandad? ¿Cómo vais a aconsejar a vuestros hijos, si vosotros lleváis una vida escandalosa y desarreglada?

Remedios contra el exceso de la bebida. Exhortaciones ¿Pues qué? ¿Os abandonaré? Temo que el díscolo, tome de aquí ocasión para hacerse más desvergonzado 22 ; y que el compungido quede anegado en mayor tristeza La medicina, dice la Escritura, remediará grandes pecados 23 . Cúrese con el ayuno, la embriaguez; con los Salmos, los cantares obscenos. Sean las lágrimas remedio de la risa. En vez de la danza, dóblese la rodilla. Al aplauso de las manos, sucedan los golpes de pecho. En lugar de la elegancia en el vestir, muéstrese la humildad Sobre todo, redímate del pecado la limosna 24 . Porque el precio de la redención del hombre, son sus riquezas 25 . Haz que muchos de los que yacen en la desgracia, sean tus compañeros en la oración, a no ser que todavía estés determinado a darte al mal Cuando el pueblo se sentó para comer y beber, y se levantaron para jugar (y su juego era la idolatría 26 ), los levitas, armados contra sus hermanos, consagraron sus manos al sacerdocio Así, que a todos los que teméis al Señor, a todos los que os habéis lamentado de la vileza de estos hechos execrables, os mandamos que os compadezcáis como de vuestros miembros enfermos, de los que se arrepientan de la locura de sus acciones. Pero si algunos se mantienen obstinados, y se burlan de vuestra tristeza por su causa salid de entre ellos y separaos, y no toquéis lo inmundo 27 , para que avergonzados conozcan su maldad, y vosotros recibáis el premio del cielo de Finés 28 , en el justo juicio de Nuestro Dios y Salvador Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén

Notas 1

El Sábado Santo Alúdese a las exhortaciones con que el Santo había querido disponer a los fieles a festejar santamente la Pascua 3 Sb 6, 7 4 Jr 20, 9 5 Is 3, 16 6 Demonio voluntario es aquel que el hombre se elige por sí mismo, a quien voluntariamente abre las puertas siendo atormentado por su propio querer 7 Sal 69, 13 8 El Santo, sigue, en estas explicaciones fisiológicas, el estado de la ciencia de su tiempo 9 Pr 23, 29 10 1Co 6, 10 11 Ef 5, 18 12 Pr 20, 1 13 En la actualidad diríamos que beben al son de la guitarra y del acordeón 14 Is 5, 11 15 Flp 3, 19 16 Sal 114, 5 2

17

Is 5, 11 Ibíd 19 Mt 5, 28 20 Rm 8, 11 21 Am 8, 10 22 2Co 11, 7 23 Si 10, 4 24 Dn 4, 24 25 Pr 13, 8 26 Ex 32, 6 27 2Co 6, 17 28 Nm 25, 11 18

La envidia Descripción de la envidia Bueno es Dios. Comunica El sus bienes a quienes los merecen. Malo es el diablo, autor de todas las maldades. Y así como el bueno sigue siempre el amor hacia el prójimo, de la misma manera el demonio acompaña siempre la envidia. Estemos prevenidos, pues, hermanos, contra el vicio de la envidia. No participemos de las obras del adversario, no sea que nos encontremos condenados con él a la misma pena. Pues si el soberbio cae en la pena del demonio, ¿cómo escapará el envidioso del castigo del diablo? En las almas ningún vicio se arraiga más funesto que la envidia, el cual sin hacer lo más mínimo a los de afuera, es principal y propio mal para quien lo posee. Pues va consumiendo el alma como el orín al hierro. Así como, según cuentan, las víboras horadan al nacer el vientre de la madre que las engendró, así la envidia suele devorar el corazón que la ha criado Es la envidia un pesar de la prosperidad del prójimo. De ahí que las tristezas ni las congojas abandonan jamás al envidioso. ¿Es fértil el campo del vecino? ¿Abunda en su casa todo lo necesario para vivir? Todo esto, es alimento para esta enfermedad y aumenta el dolor en el envidioso. De suerte que en nada se diferencia de un hombre desnudo a quien todas las cosas le lastiman. ¿Es alguno valiente? ¿Es de buen parecer? Todo hiere al envidioso ¿Es otro más elegante en su forma? Otra llaga más para el envidioso ¿Sobresale uno, entre muchos, por las dotes de su alma? ¿Es admirado y emulado por su cordura y elocuencia? ¿Es otro rico y espléndidamente dadivoso en sus limosnas y en su trato con los necesitados, y es muy alabado por aquellos a quien hace beneficios? Pues bien, todas estas cosas son llagas y heridas que le hieren en medio del corazón. Y lo más terrible de la enfermedad, es, que ni siquiera se descubre. El envidioso anda con la vista baja y está melancólico y se inquieta; y se irrita poco a poco y perece bajo este mal. Si se le pregunta sobre su pasión, se avergüenza de declarar su desgracia y de decir: soy envidioso y cruel; me afligen los bienes del amigo y lamento la alegría de mi hermano; y no tolero la presencia de los bienes ajenos, sino que tengo por calamidad la dicha de mi prójimo. Así debía expresarse si quisiera decir la verdad. Mas prefiriendo no descubrir nada, tiene apresada en su pecho la enfermedad que abraza y roe ocultamente sus entrañas El envidioso goza con la desgracia de los demás No halla el envidioso médico para su mal, ni puede encontrar alguna medicina, que

calme la pasión, siendo que la Sagrada Escritura está llena de tales remedios. Quédale un remedio para su mal; la ruina de alguno de los que envidia Este es el límite del odio; ver caer de la felicidad al que envidiaba; observar la desgracia de aquel que era tenido por dichoso. Entonces hace la paces y se hace su amigo: cuando le ve llorando, cuando le contempla arrasado en lágrimas. No se goza con el que es feliz, y sí se alegra con el que llora. Se compadece de aquella mudanza de vida, lamenta las desgracias en que ha caído desde la altura de la felicidad, y alaba la dicha pasada; no por misericordia y compasión, sino para hacerle sentir más hondamente su desgracia. Alaba al hijo pequeño después de muerto y le llena de lisonjas: ¡cuán, hermoso era!, icuán despierto! ¡cuán apto para todo!; y mientras vivía, ni una palabra se había dignado proferir en su alabanza. Pero si ve que su alabanza es de todos aprobada, mudando nuevamente, siente envidia del muerto. Admira la riqueza después de perdida. Alaba y aprueba la hermosura del cuerpo, la fuerza y el buen parecer, cuando las ves dañadas por las enfermedades. En una palabra, es enemigo de los bienes presentes, y finge ser amigo de los que se han perdido Ejemplos: Satanás y Caín ¿Qué cosa hay, pues, más terrible que esta enfermedad? La envidia es destrucción de la vida, peste de la naturaleza, enemiga de los bienes que Dios nos comunica, contraria del mismo Dios ¿Qué es lo que impulsó al príncipe del mal, al diablo, a hacer la guerra a los hombres? ¿No fue acaso la envidia? Por ella declaró abiertamente la guerra a Dios; se enemistó con El, por la munificencia con que trataba a los hombres. Y se venga en el hombre, ya que no puede hacerlo en Dios Y esto es asimismo lo que hizo Caín. El fue el primer discípulo del demonio, pues de él aprendió la envidia y el homicidio, pasiones hermanas a las que San Pablo pone juntas cuando dice: "Llenos de envidia y de homicidio" 2 ¿Qué hizo, pues? Vio la honra que su hermano recibía de Dios y sintió emulación. Mató al que recibía el honor para herir al que le honraba. Sintióse débil para luchar contra Dios. Cayó sobre su hermano y le mató Huyamos, hermanos, de esta enfermedad que nos induce hacer la guerra a Dios; Madre es este mal de los homicidios, deshonra de la naturaleza, desconocedora de la amistad, la más irracional desgracia. ¿Porqué te afliges, hombre, sin haber padecido nada? ¿Porqués haces la guerra al que posee algún bien sin que disminuya en nada los tuyos? ¿Y si gozando tú de algunos bienes, te indignas contra el otro, no envidias abiertamente tu misma comodidad? Saúl Así era Saúl; de los grandes beneficios que de David recibía, tomaba ocasión para hacerle la guerra. Pues, en primer lugar, libre de la locura por medio de aquella música melodiosa y divina, intentó traspasar con su lanza al bienhechor. Después, salvado con todo su ejército de las manos de sus enemigos, libertado de los vergonzosos insultos que Goliat profería; como quiera que las vírgenes que danzaban atribuían a David una parte diez veces mayor de las hazañas, cantando: "Hirió Saúl a mil y David a diez mil" 3, únicamente por este cántico y por el testimonio de la verdad misma, intentó primero matarle con sus mismas manos y quitarle de en medio valiéndose de acechanzas. Cuando huía David, no por eso, depuso su enemistad, sino que al fin empleando contra él un ejército de tres mil hombres escogidos, le buscaba afanosamente 4. Si entonces se le hubiera preguntado, cuál era la causa de la guerra, hablaría, lamentándose de los beneficios que aquel hombre recibía. Y sorprendido cuando dormía, por aquel mismo tiempo de la persecución, en una buena oportunidad para haber perecido a manos de su enemigo; salvado otra vez por el justo que se guardaba de poner en él sus manos; no por eso se doblegó ante tan grande beneficio; sino que reúne otro

ejército, le persigue nuevamente, hasta que, sorprendido por él mismo en una cueva 5 hizo que resplandeciese más la virtud de David y quedase más patente su propia maldad Es la envidia un género de odio y el más fiero, porque los beneficios doblegan a los que por otra causa son enemigos nuestros, pero el bien que se hace al envidioso le irrita más; y cuando más recibe, tanto más se indigna, se entristece y se exacerba. Porque la desrazón que tiene por el poder del bienhechor es mayor que el agradecimiento por los bienes que de él recibe ¿A qué fiera no superan en la brutalidad de sus costumbres? ¿A qué irracional no vencen en la crueldad? Los perros se hacen mansos, si se les da de comer; si se cuida a los leones, se domestican; pero los envidiosos acrecientan su mal con los beneficios Los hermanos de José ¿Que fue lo que hizo esclavo al generoso José sino la envidia de sus hermanos? 6. Es digno de considerar aquí la sin razón de este mal. Porque temiendo que se realizaran sus sueños, entregan a su hermano, sin saber que con el tiempo deberían postrarse ante un esclavo. Pero si son verdaderas las cosas que soñó, ¿qué artificio podrá impedir que se efectúen las predicciones? Y si es falso lo que vio en sueños, ¿porqué envidiáis a uno que se engaña? Más, por disposición de Dios, su determinación se volvió contra ellos mismos. Pues por los mismos medios con que creyeron impedir el vaticinio, por esos mismos prepararon el camino para que se llevasen a cabo. Si José no hubiera sido vendido, no hubiera venido a Egipto; su pureza no sería motivo de las acechanzas de una mujer lasciva, no hubiera sido aherrojado en la cárcel, no se hubiera familiarizado con los criados del Faraón, ni hubiera declarado los sueños, por lo cual recibió el mando de Egipto y fue reverenciado por aquellos sus hermanos, cuando acudieron a él debido a la carestía de trigo Los enemigos de Jesucristo Pasemos ahora con nuestra consideración a aquella envidia, la mayor de todas, que se ensañó en las cosas más grandes: la que se levantó contra el Salvador por la locura de los judíos. ¿Por qué era envidiado? Por los milagros. Y, ¿qué milagros eran éstos? La salud de quienes la suplicaban. Alimentaba a los pobres, y el que les daba alimento era perseguido. Ahuyentaba los demonios, y el que los arrojaba era injuriado. Quedaban limpios los leprosos, los cojos andaban, oían los sordos y los ciegos veían; y el que hacía estos, beneficios era arrojado fuera con despecho. Y por fin entregaron a la muerte al autor de la vida y azotaron al Libertador de los hombres, y condenaron al Juez del universo Y con esta sola arma, comenzando desde la formación del mundo, hasta la consumación de los siglos, el destructor de nuestra vida, vale decir, el demonio, que se goza con nuestra perdición y que cayó por la envidia, nos persigue y derriba también a nosotros, queriendo llevarnos con él al precipicio, por medio de un mal semejante La envidia se dirige preferentemente contra quienes están más unidos a nosotros Sabio era a la verdad el que ni siquiera permitía que se comiese con un hombre envidioso 7, queriendo significar con la reunión en la comida, toda otra sociedad de la vida. Porque, así como tenemos cuidado de alejar el fuego todo lo posible de la materia que fácilmente puede quemarse, así conviene alejarse en cuanto sea posible de la conversación y amistad de los envidiosos, poniéndonos fuera del alcance de los dardos de la envidia. No suele acontecer que caigamos en las redes de la envidia, sino es acercándonos a ella por la familiaridad. Porque según el dicho de Salomón: "Al hombre le viene la envidia de su compañero" 8. Y así es, en efecto. No envidia el escita al egipcio, sino cada uno al de su nación. Y entre los de su

nación, no envidia a los que no conoce, sino a aquellos a quienes más trata. Y entre los que trata, a los vecinos y a los que tienen el mismo oficio; y a los que de alguna manera le están más allegados. Y aún entre otros, a los de la misma edad, a los parientes, a los hermanos. En una palabra, así como el gorgojo es enfermedad propia del trigo, así la envidia es debilidad de la amistad Sólo una cosa podría alguno alabar en este mal, el que cuanto más vehementemente se excita, tanto más daño hace al que le posee. Porque así como las saetas arrojadas con fuerza, si vienen a dar contra una cosa dura y resistente, vuelven contra el que las arrojó; así los movimientos de la envidia, sin hacer ningún daño al envidiado, terminan por ser llagas para el envidioso. Porque, ¿quién, al acongojarse de los bienes del prójimo, consiguió que se disminuyesen? Ciertamente que solo a sí mismo se atormenta y se consume por las tristezas. No obstante a los enfermos de envidia se los considera más perjudiciales que los mismos animales venenosos. Porque estos inyectan el veneno por la herida que hacen y poco a poco es devorada por la pobre la parte mordida; pero de los envidiosos creen algunos que inyectan el daño con sola su mirada; de tal manera que los cuerpos bien dispuestos y florecientes en plena juventud, por el vigor de la edad, quedan macilentos, dominados por ellos, y cae por tierra toda la lozanía, como socavada por el pernicioso río que saliendo de los ojos del envidioso todo lo destruye y lo corrompe. Yo, sin embargo, rechazo este dicho popular inventado por las viejecitas en las reuniones de mujeres. Pero lo que digo es, que los demonios, que aborrecen lo bueno, una vez que encuentran voluntades amigas suyas, las manejan en todos los sentidos para sus intentos. Se valen hasta de los ojos de los envidiosos para que sirvan a su propio arbitrio. ¿Y no te horrorizas en hacerte compañero del malvado demonio? ¿Cómo es que das cabida en ti a un mal por el que te haces enemigo de quienes no te han hecho injuria alguna? ¿No te horrorizas en hacerte enemigo de Dios, que es bueno y está libre de toda envidia? Semblanza del envidioso ¡Huyamos de un tal insoportable vicio! Es mordedura de serpiente, invención de los demonios, cosecha del enemigo, señal de perdición, obstáculo para la piedad, camino para el infierno, privación del reino celestial. ¡Cómo se conoce manifiestamente por su mismo rostro, a los envidiosos! Su mirada lánguida y obscura, rostro triste, entrecejo arrugado, perturbado su ánimo por la pasión, privado de recto criterio en la verdad de las cosas. No tienen paz. Para ellos no es laudable ninguna obra de virtud, ni la elocuencia, aunque esté adornada con la gravedad y la gracia, ni cosa alguna de las que se alaban y se admiran. Como los buitres, dejando atrás en su vuelo prados deliciosos y paisajes de suavísimas fragancias, se lanzan sobre los sitios donde hay mal olor. Así como las moscas dejan lo sano y se arrojan sobre las heridas, así los envidiosos ni siquiera ven lo bueno de la vida y la grandeza de las buenas obras; se fijan en las debilidades. Y si en algo hay un desliz, y por cierto son muchos los de los hombres, lo publican, y quieren que de él se enteren los hombres. Justamente como hacen los malos pintores 9, quienes o de una nariz torcida o de una cicatriz u otra mutilación corporal, o de cualquier otro defecto que uno tiene por naturaleza o por ¡in accidente que le ha sobrevenido, deforman las facciones de la persona que pintan. Los envidiosos son pues, astutos en despreciar lo que merece alabanza, echándolo a mala parte; y en imputar a la virtud lo que es propio del vicio contrario a ella. Llaman temerario al valiente, necio al prudente, cruel al justo, falaz al sabio. Al que es magnánimo le tienen por hombre que hace gastos inútiles. Al liberal le tienen por derrochador y al económico por parco. En una palabra, todo género de virtud tiene para ellos cambiado su nombre en el del vicio contrario 10 Remedio contra la envidia: no hay que estimar las cosas terrenas más de lo que valen

Pero, ¿qué? ¿Voy a emplear todo mi discurso en reprender este vicio? Esto es tan sólo la mitad de la cura. El mostrar al enfermo la gravedad de la enfermedad, para que tenga el debido cuidado de arrojarla de sí, no es inútil. Pero dejarle en este estado sin llevarle de la mano a la salud, no es otra cosa que abandonar al desesperado en manos de la enfermedad. Pues bien; ¿cómo hemos de precavernos para no contraer la enfermedad? ¿Cómo la sanaremos si una vez por desdicha, la contraemos? Primeramente, si ninguna cosa de este mundo tenemos por grande, ni por magnífica: ni las humanas riquezas, ni la gloria pasajera, ni la hermosura del cuerpo. Nuestro bien no está limitado a estas cosas caducas y perecederas. Somos llamados a participar de los bienes eternos y verdaderos. Y por esto no hay que envidiar al rico por sus riquezas; ni al poderoso por la grandeza de su dignidad y autoridad; ni al valiente, por la fuerza de su cuerpo; ni al sabio, por su facilidad en el hablar. Pues todas estas cosas son medios de virtud para los que usan bien de ellas, pero no contienen en sí la felicidad. Por lo tanto, el que usa mal de ellas, es digno de compasión; como lo sería el que tomando una espada para vengarse de sus enemigos, se matase voluntariamente con ella a sí mismo. Pero si usa bien y según la recta razón de las cosas que posee, y es administrador de los bienes que de Dios ha recibido, y no los amontona por su propia comodidad, es digno de alabanza y de amor por la caridad que tiene con sus hermanos y por la generosidad de su carácter ¿Sobresale alguno por su prudencia, y ha recibido el don de poder hablar de Dios, y es expositor de las Sagradas Escrituras? No le envidies, ni desees que calle el intérprete de las Sagradas Letras sólo porque la gracia que ha recibido del Espíritu Santo, es acompañada de aprobación y alabanza de sus oyentes. Es bien tuyo, y es bien que ha sido enviado para ti (el don de enseñar de tu hermano), si es que quieres recibirle. Nadie obstruye la fuente que mana en abundancia. Cuando resplandece el sol, nadie se cubre los ojos, ni envidia a los que gozan de su luz, ni desea tan sólo para sí este placer. Pues bien, brotando en la Iglesia el manantial de la divina palabra, y difundiéndose en los corazones piadosos por los dones del Espíritu Santo, ¿no escuchas con gozo? ¿No recibes con agradecimiento este favor? Pero te hieren los aplausos de los oyentes, y querrías que no hubiese quien sacase fruto y quien alabase ¿Qué excusa va a tener esto delante del juez de nuestras conciencias? Estímese, pues, como hermoso por naturaleza el bien del alma. Y al que florece por sus riquezas y al que goza de poder y buena disposición corporal y usa bien de lo que tiene, es justo también que se le estime y respete, por cuanto posee los medios comunes para vivir, y distribuye estas cosas con rectitud. Por su generosidad en repartirlas es liberal con los pobres, da socorro corporal a los enfermos. Todo lo demás que le queda cree ser tanto suyo como de cualquiera que lo necesitase. Quien no procede así, más que digno de envidia lo es de compasión, pues tiene mayores ocasiones para ser malo. Porque esto es perderse con mayores riquezas y mercancías. Por lo tanto, si la riqueza es apoyo de la injusticia, digno de compasión es el rico. Si es medio para la virtud, no tiene lugar la envidia; pues su utilidad común se pone al alcance de todos; a no ser que haya alguno tan perverso que envidie sus mismos bienes En una palabra; si elevas tus pensamientos sobre las cosas humanas, y pones tu vista en la hermosura y gloria verdadera, muy lejos estarás de tener por dignas de apetecerse y ser envidiadas las cosas perecederas y terrenas. El que está en esta disposición y no admira las cosas mundanas como grandes, jamás será poseído por la envidia Si a todo trance ansías la gloria y quieres sobresalir entre todos y por eso no sufres ser el segundo (porque también esto es ocasión de envidia), dirige esa tu pasión cual si fuera un torrente, hacia la adquisición de la virtud. No quieras enriquecerte y

buscar la gloria en las cosas de este mundo. No está esto en tus manos. Mas sí debes ser justo, sobrio, prudente, valeroso y sufrido en los padecimientos y trabajos por causa de la virtud. De esta manera te salvarás a ti mismo y por mejores bienes, adquirirás más gloria. Porque la virtud está en nuestra mano, y puede adquirirla todo aquel que sea amante del trabajo. La abundancia de riquezas y la hermosura del cuerpo y la honra de las dignidades, no están a nuestro alcance. Por lo tanto, si la virtud es un bien mejor y más duradero, y que sin controversias goza ante todos del primer puesto, a ella debemos aspirar. Pero es muy difícil que la virtud se posesione de un alma, si ésta no está limpia de todo vicio y, sobre todo, libre de la envidia ¿No ves tú que gran mal es la hipocresía? Pues también es fruto de la envidia. Porque la doble cara del carácter, nace en los hombres, principalmente de la envidia, puesto que teniendo el odio escondido dentro del corazón, muestran exteriormente una falsa capa de caridad. Son semejantes a los escollos del mar, que cubiertos con poca agua son un mal imprevisto para los incautos navegantes Por consiguiente, siendo verdad, que mana para nosotros de este vicio, como de una fuente, la muerte, la pérdida de los bienes, el alejamiento de Dios, la transgresión de los mandamientos y la ruina total de todos los bienes naturales, obedezcamos al Apóstol y "no nos hagamos ambiciosos de la gloria vana provocándonos unos a otros, envidiándonos mutuamente" 11, sino seamos más bien "benignos, misericordiosos, perdonándonos los unos a los otros, como también Dios nos perdonó en Cristo" 12 Jesús, Señor Nuestro, por Quien sea la gloria al Padre y al Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Así sea

Notas 2 Rm

1, 29 1R 18, 7 4 1S 24, 3 5 1R 26, 7 6 Gn 37, 28 7 Pr 23, 6 8 Qo 4, 4 9 Con esto quiero hacer alusión a las caricaturistas, para quienes un defecto puesto a la vista, constituye mérito, mientras que un pintor serio, como fue Apelle, hubiera velado todo defecto, como lo hizo con el ojo de Alejandro. Es célebre su respuesta a quien preguntaba: "¿Y dónde está el ojo ciego?". "Dónde está más bien vuestro juicio", le dijo 10 En los ejemplos aducidos no se trata de vicios opuestos a las virtudes, sino de vicios que son la exageración viciosa de la respectiva virtud 11 Ga 5, 26 12 Ef 4, 32 3

Homilía a los ricos Advertencia Por el comienzo y desarrollo de esta homilía, parece que acababan de leer el hecho que trae S. Mateo en los vers. 16 - 26 del capítulo XIX de su Evangelio (Mt 19, 16)y

que traducimos a continuación para que más se aprecie el valor de esta verdadera joya oratoria: 16. Y he aquí que acercándose uno (a Jesús) le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para alcanzar la vida eterna? 17. Y él le dijo: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno, Dios. Pues si quieres alcanzar la vida, guarda los mandamientos 18. Dícele: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: Aquello de: "'no matarás, no cometerás adulterio, no hurtarás, no levantarás falso testimonio" 1 19. "Honra al padre y a la madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo" 2 20. Dícele el mancebo: Todo esto lo he guardado desde mi mocedad; ¿qué me falta aún? 21. Díjole Jesús: Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres. y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, y sígueme 22. Así que hubo oído el joven estas palabras, se marchó contristado, porque tenía muchos bienes 23. Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos 24. Y os vuelvo a decir: Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de los cielos 25. Y cuando oyeron esto los discípulos se quedaron en gran manera pasmados, diciendo: ¿Pues quién puede salvarse? 26. Más mirándoles Jesús les dijo: Para los hombres esto es imposible, pero todo es posible para Dios 1 Ex 20, 13 - 17 y 12. 2 Lv 19, 18

Homilía a los ricos El joven rico No hace mucho que se nos habló de este joven 1, y el que escuchó con atención se acordará bien de lo que entonces se dijo. Y lo primero, que no es el mismo que aquel perito en la ley de quien hace mención San Lucas 2. Aquel era un tentador, que hacía preguntas fingidas; mas este preguntaba con recta intención, aunque no escuchó con docilidad. Porque si hubiese preguntado por desprecio, no hubiese marchado triste con la respuesta del Señor. Por eso su carácter se nos presentaba como una mezcla, pues la escritura nos la muestra laudable en parte, y en parte desgraciadísimo y completamente desahuciado. Porque el conocer al que de veras es maestro y el dar este nombre al único y verdadero, despreciando la soberbia de los fariseos, la opinión de los juriconsultos y la turba de los escribas, esto era lo que se alababa. Y se aprobó también el que manifestase aquella solicitud por saber cómo alcanzaría la vida eterna. Pero el no haber grabado en su corazón los saludables consejos que escuchó de labios del verdadero maestro, el no haberlos puesto por obra, sino el que cegado por la pasión de la avaricia huyese triste; nos descubre toda su voluntad, no deseosa de seguir lo más provechoso, sino lo que a todos es más agradable. Esto prueba la inconstancia de su carácter y lo inconsecuente que era consigo mismo. ¿Le llamas maestro, y no haces lo que debe hacer un discípulo? ¿Confiesas que es bueno, y rechazas lo que te da? Porque el que es bueno, es a la vez comunicador de bienes. Le preguntas sobre la vida eterna, y muestras estar dado enteramente a los deleites de la vida presente. Mas, ¿qué consejo impracticable o pesado, o intolerable te propuso el Maestro? "Vende

lo que tienes y dáselo a los pobres"3. Si te hubiera propuesto los trabajos de la agricultura, o los peligros del comercio, o cualquier otra molestia de las que acompañan a los que andan tras el dinero, se comprende que, llevando a mal el consejo, te retirases triste: pero si por un camino tan fácil, que no te había de costar trabajo o sudor alguno, promete hacerte heredero de la vida eterna, ¿por qué no te alegras de la facilidad de alcanzar tu salvación? ¿Por qué se apena tu corazón y te retiras triste, y te haces inútiles los trabajos que ya habías llevado a cabo? Porque si, como dices, ni has matado, ni has cometido adulterio, ni has hurtado, ni has levantado falso testimonio a nadie, haces infructuosa la diligencia que has puesto en observar esto, pues no quieres también cumplir lo demás, sólo con lo cual podrás entrar en el reino de Dios. Si el médico prometiese restituirte aquellos miembros que o por la naturaleza, o por alguna enfermedad tenías mutilados; no oirías esto con tristeza: y porque el gran médico de las almas quiere perfeccionarte a ti despojado de los principales bienes, no recibes el beneficio sino que lloras y te pones triste No lo has guardado todo Manifiestamente, lejos estás de aquel precepto que manda amar a tu prójimo como a ti mismo y falsamente atestiguas haberla guardado. Porque, mira, este mandamiento del Señor prueba que tú eres completamente ajeno a la verdadera caridad. Porque si era verdad lo que afirmaste, que habías cumplido desde tu juventud con el precepto de la caridad, y que habías dado a los demás lo que a ti mismo ¿de dónde, dime, te ha venido esta abundancia de riquezas? Pues el cuidado de los necesitados gasta las riquezas; pues cada uno ha de recibir un poco según su necesidad; y todos han de repartir igualmente sus bienes y gastarlos entre los pobres Por eso el que ama al prójimo como a sí mismo, no posee más que su prójimo. Pero tú te presentas con muchas riquezas. ¿De dónde pues, te han venido sino de que has pospuesto a tus comodidades, el bienestar de muchos? De manera que cuanto más abundas en riquezas, tanto menor es tu caridad. Que si hubieses amado a tu prójimo, sin duda hubieras repartido con él tu dinero. Mas ahora tienes pegadas a ti las riquezas más estrechamente que los miembros del cuerpo, y cuando se separan de ti te duele lo mismo que si te cortasen la parte más principal de él. Si hubieras vestido al desnudo, si hubieras dado tu pan al hambriento, si hubieras abierto tus puertas al peregrino, si te hubieras hecho padre de los huérfanos, si te hubieras compadecido del enfermo, ¿qué riquezas, dime, te costaría dejar? ¿Cómo habías de llevar a mal, dejar lo que te quedaba, si ya antes habías procurado distribuirlo a los necesitados? Además, a ninguno le cuesta dar su dinero en las ferias cuando por él se provee de otras cosas necesarias; y cuando por poco dinero se hace con alguna cosa de mucha estima, se alegra porque ha negociado con felicidad; y ¿tú te entristeces porque das oro y plata y riquezas; es decir, piedra y polvo, para poseer la vida eterna? ¿En qué emplearás las riquezas? Mas ¿en qué emplearás la riqueza? ¿Te vestirás con precioso traje? Bástate una túnica de dos codos, y un solo manto puede satisfacer la necesidad de vestidos. ¿Gastarás tus riquezas en comidas? Un solo pan basta para saciar el vientre. Pues ¿por qué te entristeces? ¿Qué es lo que pierdes? ¿La gloria que nace de las riquezas? Si no buscases la gloria terrena, encontrarías la verdadera y resplandeciente gloria que te condujera al reino de los cielos. Pero el mismo poseer las riquezas es cosa deleitosa, aunque ningún provecho resulte de ella. Mas todos sabéis que el deseo de las cosas inútiles es irracional. Te parecerá increíble lo que voy a decir, y es más cierto que cualquier otra cosa. La riqueza, repartida de la manera que el Señor manda, suele durar; retenida, pasa a manos de otro. Si la guardas, no la poseerás; si la repartes, no la perderás. Porque, "La distribuyó, se la

dio a los pobres; su justicia permanecerá para siempre" 4. Pero la mayor parte de los hombres apetecen la riqueza, no por los vestidos o alimentos, sino que ha discurrido el diablo el artificio de sugerir a los ricos mil ocasiones de gastar su dinero, hasta el punto de procurarse como necesario lo superfluo y lo inútil, y de no bastarle nada para los gastos que tienen premeditados. Dividen su riqueza para la necesidad presente y para la que vendrá; y separan una parte para ellos, y otra para sus hijos. Después dividenla también para diversas ocasiones que tengan de gastar. Escucha las cosas a que las destinan: Este dinero, dicen, usémoslo; este otro quede escondido. Lo destinado a nuestros usos, traspase los límites de la necesidad: esto gástese en la opulencia doméstica, aquello sirva para el fausto exterior; esto suministre gastos en abundancia al que tenga que hacer un viaje, aquello proporcione al que quede en casa una vida opípara y fastuosa; de suerte que me admiro de los gastos inútiles en que se piensa. Poseen innumerables carrozas: unas conducen los equipajes; otras, cubiertas de bronce y plata, les conducen a ellos mismos. Numerosos caballos, cuya raza se aprecia por la nobleza de los padres, como se hace entre los hombres. Unos llevan a estos voluptuosos a través de la ciudad, otros prestan sus servicios en la casa, otros en los viajes. Los frenos, los correajes, los collares: todo de plata, todo adornado con oro. Mantos de púrpura adornan a los caballos como a unos esposos; muchedumbre de mulos de distinto color: sus aurigas se suceden unos a otros, caminando unos delante, otros detrás. El número de los demás sirvientes es infinito y suficiente para toda clase de ostentación: mayordomos, despenseros, agricultores, peritos en todas las artes, tanto en las necesarias como en las deleitables y voluptuosas; cocineros, panaderos, coperos, cazadores, escultores, pintores, operarios de toda clase de placer. Manadas de camellos, unos para llevar cargas, otros para que anden por las selvas; multitud de caballos y de bueyes, rebaños de ovejas y de puercos; sus respectivos pastores; campos que no sólo basten para alimentar a todos estos, sino que aumenten aún con sus cosechas las riquezas; balneario en la ciudad; balneario en el campo; casas que brillan con mármoles de toda clase: unos de piedra frigias, otros de incrustaciones lacónicas o tesálicas; y de estas casas, unas calientan en invierno, otras refrescan en el verano. El pavimento adornado con variedad de piedrecitas; el oro reviste la techumbre. Los trozos de pared en que no hay incrustaciones, están adornados con flores pintadas Y, cuando distribuidas las riquezas en mil usos, sobran todavía: entonces las entierran y las guardan en sitios escondidos. - No sabemos lo que ha de suceder; a lo mejor nos sobrevienen necesidades inesperadas - . Tampoco sabes si has de necesitar el oro enterrado: lo que sabes como cierto es el castigo que merecen las costumbres inhumanas. Después que no puedes gastar el oro en un sin número de invenciones, lo ocultas debajo de la tierra. Locura increíble: cavar la tierra cuando el oro estaba en las minas; y volverlo a esconder en la tierra después de haberlo descubierto. Seas quien fueres el que entierras las riquezas; con ellas entierras tu corazón. Porque "donde está tu tesoro, dice la Escritura, allí está también tu corazón" 5. Por eso los mandamientos entristecen su corazón, porque les parece intolerable la vida, si no la emplean en gastos inútiles. Y lo que le sucede a este joven, sucede a los que le imitan; me parece semejante a lo que sucedería a un viajero que, arrastrado por el deseo de ver una ciudad, se dirigiese a ella apresuradamente; pero que, deteniéndose en las primeras hosterías de junto a la muralla, se abstuviese por la pereza de moverse un poco más, e hiciese inútil el trabajo que se había impuesto, privándose de ver las bellezas de la ciudad. Tales son los que quieren cumplir los demás mandamientos sin desprenderse de sus riquezas. A no pocos he conocido yo que ayunaban, que oraban, que gemían, que ejercitaban toda clase de piedad que no exige gasto alguno; pero que ni un óbolo daban a los pobres. ¿Qué les aprovecha a estos el ejercicio de las demás virtudes?

Porque no les ha de recibir el reino de los cielos: pues "más fácil es, dice, que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de los cielos" 6. Tan terminante es la sentencia, infalible el que la dice, pero raros los que la practican. - Mas, ¿cómo viviremos, me decís, si lo dejamos todo? - ¿Qué especie de vida habrá, si todos venden lo que tienen y se quedan sin más? - No me preguntéis cómo se entienden las órdenes establecidas. Sabe el legislador harmonizar lo imposible con la Ley. Tu corazón se pesa como en una balanza, para ver si se inclina a la verdadera vida o a las delicias presentes Sed ricos, pero generosos con los pobres Conviene que ponderen los prudentes que el uso de las riquezas se les ha concedido para que sean los repartidores de ellas, no para gozar: deben alegrarse cuando se desprenden de ellas, como el que deja lo ajeno, y no llevarlo a mal como si perdiesen una cosa suya. ¿Por qué te afliges? ¿Por qué se exacerba tu corazón cuando oyes: "Vende lo que tienes?" Si hubieran de acompañarte tus bienes a la vida futura, ni aún así los habías de desear con tanto afán; pues los obscurecerán aquellos premios de allí; pero habiéndoles de dejar necesariamente aquí, ¿por qué no sacamos de ellos la ganancia que se nos promete si los vendemos? Mas tú cuando das oro y compras un caballo, no te entristeces; ¿y cuando se trata de dar estas cosas perecederas para recibir por ellas el reino de los cielos, derramas lágrimas, rechazas al que te las pide y rehusas darlas inventando mil causas para tus gastos? ¿Qué vas a responder al juez, tú que vistes a las paredes, y no vistes al hombre; que adornas a los caballos, y desprecias a tu hermano cubierto de harapos; que dejas que se pudra el trigo, y no alimentas a los hambrientos; que entierras el oro, y abandonas al oprimido? Y si te acompaña una esposa que también sea amante de las riquezas, la enfermedad se duplica: porque da más pábulo a las comodidades, aumenta el ansia de placeres y excita el aguijón de los caprichos vanos, pensando en hacerse con piedras preciosas, margaritas, esmeraldas y jacintos; forjando y entretejiendo oro; y aumentando la enfermedad con toda clase de vanidades Y no se cuidan de esto alguna que otra vez, sino que de día y de noche están pensando en lo mismo. Y son innumerables los aduladores que van en pos, al servicio de sus apetitos: llaman a tintoreros, a cinceladores en oro, a perfumistas, a tejedores, a bordadores. Y no le dejan a uno ni tiempo para respirar, por los continuos encargos que le dan. No hay riquezas que puedan satisfacer los caprichos de una mujer, ni aun cuando corriesen por los ríos: pues compran el ungüento que viene del extranjero lo mismo que si fuese aceite de la plaza. Añádanse a esto las flores marítimas, la púrpura, las plumas de ave, y la lana más abundante que la de las ovejas. El oro ensartando piedras de inmenso precio adorna sus frentes y sus cuellos, está incrustado en sus cinturones, y ata sus manos y sus pies; porque las mujeres avaras de oro, se gozan de atarse con esposas, con tal que sea de oro lo que las ata. Pues ¿cuando cuidará de su alma el que está al cuidado de los caprichos de una mujer? Así como los turbiones y las tempestades hunden los navíos que están podridos, así también las perversas inclinaciones de las mujeres, sumergen las almas débiles de sus esposos. Pues distribuyéndose entre el marido y la mujer las riquezas en tantos usos, venciéndose mutuamente en la invención de nuevas vanidades, no es extraño que ninguna oportunidad tengan de mirar por los extraños. Si oyes: "Vende lo que tienes, y dalo a los pobres" para que tengas provisión durante el viaje a la felicidad eterna, te marchas tristes; pero si oyes: da dinero a las mujeres derrochadoras, dáselo a los cinceladores, a los escultores, a los que trabajan en piedras, a los pintores; entonces te alegras como si con tu dinero alcanzaras cosa más preciosa. ¿No ves estas murallas derruidas por la acción del tiempo, cuyos restos se levantan como escollos alrededor de toda la ciudad? ¡Cuántos pobres había en la ciudad cuando

se construyeron, quienes por trabajar en ellas eran despreciados por los ricos de entonces! Y ¿dónde está el espléndido aparato de las obras? ¿Dónde, aquél tan alabado por la magnificencia de estas cosas? (*). ¿No han desaparecido y venido los muros a tierra lo mismo que los que hacen los niños con arena: mientras que está en el infierno aquel a quien ahora le pesará del empeño que puso en cosas vanas? Ensancha tu corazón: los muros grandes o pequeños cubren la misma necesidad. Cuando entro en la casa de un hombre vanidoso y que hasta el fin de su vida no acaba de enriquecerse, y veo su morada brillar con toda clase de adornos; veo que para él no hay cosa más estimable que lo visible, pues hermosea las cosas inanimadas y tiene sin adornar su alma. Dime, ¿qué utilidad mayor te proporcionan los lechos de plata, las mesas de plata, los asientos y sillas de marfil, si por usar tales cosas no llegan las riquezas a los pobres que se agolpan a tus puertas, lanzando toda clase de gemidos dignos de toda compasión? Y tú les niegas la limosna y dices que no puedes socorrer a los pordioseros. Juras con tu lengua que no puedes, pero tu mano te contradice; porque aunque ella calle, pregona tu mentira el anillo que brilla a vista de todos. ¿A cuántos puedes sacar de sus deudas con un solo de tus anillos? ¿Cuántas casas puedes levantar que están en ruinas? Una sola arca de aquellas en que guardas tus vestidos, basta para vestir a todo el pueblo, que está aterido de frío; y, sin embargo, sufres que el pobre se vaya sin nada, sin temer el justo castigo del juez. No te compadeciste, no se te compadecerá; no abriste tu casa, se te cerrará el reino de los cielos; no diste pan, no recibirás la vida eterna La sed de riquezas es insaciable Pero te llamas pobre a ti mismo; convengo contigo en ello, porque pobre es el que necesita muchas cosas. Mas a vosotros os hace necesitar muchas cosas vuestra insaciable avaricia. Te esfuerzas por amontonar diez talentos encima de otros diez: reunidos veinte, apeteces otros tantos, y lo que vas amontonando no satisfacen tu avaricia, sino que la enciende. Como para los ebrios el tener junto a sí vino es ocasión para beber, así los que acaban de hacerse ricos después de adquirir muchas cosas desean aún más, alimentando su enfermedad a la vez que amontonan y produciéndoles sus ansias un efecto contrario al que ellos buscan. Porque no les alegran tanto los bienes presentes, con ser tan abundantes, cuanto les entristecen los que les faltan, o mejor dicho, los que ellos creen que les faltan; de suerte que siempre está su ánimo preocupado, luchando por adquirir más. Cuando habían de alegrarse y estar en paz por ser más ricos que muchos, se amargan y se entristecen de que haya alguno que otro más rico que les supere. Cuando alcanzan a uno de estos ricos enseguida se esfuerzan por igualar a otro que lo es más; y cuando alcanzan también a este pasan su emulación a otro. Como los que suben una escalera tienen siempre un pie levantado para ponerle sobre el banzo que sigue y no se detienen hasta que llegan al último; así estos no cesan de apetecer el poder hasta que, subidos a lo alto, se estrellan desde lo más alto de la desgracia. Al ave seléucida (*) la hizo el Criador del universo insaciable para bien de los hombres; pero tú haces insaciable tu corazón para mal de muchos. Cuanto ve la vista, tanto apetece el avaro. "No se saciará el ojo viendo" 7, ni se saciará el avaro recibido. "El infierno nunca dijo basta" 8 ni el avaro dijo jamás basta. ¿Cuándo vas a usar de las cosas presentes? ¿Cuándo gozarás de ellas, si siempre te detiene el trabajo de adquirir más? "¡Ay de los que añaden a una casa otra casa, y juntan un campo con otro campo para quitar algo a su prójimo!" 9 ¿Qué es lo que tú haces? ¿No das mil excusas para despojar a tu prójimo? Me hace sombra la casa del vecino, es un alborotador, alberga a los vagabundos; y trayendo otros pretextos, exagerándolos y pregonándolos, revolviéndolos siempre y molestando, no para hasta obligarle a irse a otro sitio. ¿Qué fue lo que mató al israelita Nabután? ¿No

fue la avaricia de Acab que apetecía su viña? 10. El avaro es mal vecino en la ciudad, mal vecino en el campo. Conoce el mar sus términos; respeta la noche los límites que tanto tiempo ha le fueron señalados; pero el avaro no respeta el tiempo, no conoce el término, no cede al orden de sucesión, imita la violencia del fuego; todo lo invade, todo lo devora. Y como los ríos nacidos de un pequeño principio crecen de una manera increíble con los afluentes que poco a poco se les juntan, y arrastran en su violenta corriente todo lo que encuentran a su paso; así también los avaros cuando suben a gran poder, después que han recibido mayor fuerza para hacer injusticias de aquellos a quienes ya han dominado, reducen a la esclavitud a los demás, viniendo a aumentar el número de los antes injuriados; y el aumento de poder es para ellos ocasión de mayor maldad. Porque los primeros que recibieron el daño ayudándoles contra su voluntad, infieren también a otros, perjuicios y agravios. Porque ¿a qué vecino, a qué doméstico, a quién que tenga trato con ellos no atraen? Nada resiste a la fuerza de las riquezas; todo cede ante la tiranía; ante el poder todo se estremece: pues cada uno de los que han sido injuriados, más cuenta tiene con que no le venga algo peor, que de vengarse de lo que ha padecido. Conduce las yuntas de bueyes, ara, siembra, recoge la cosecha que no le pertenece. Si te opones, vienen las heridas; si te quejas, eres reo, porque injuriaste; serás contado entre los esclavos, habitará la cárcel: preparados están los calumniadores para poner en peligro tu vida. Te tendrás por bien librado si, dando algo más, te ves libre de estas molestias Quisiera que respirases un poco de la injusticia de estas obras y se aquietasen tus pensamientos, para que ponderaras a donde va a parar el deseo de estas cosas. Tienes tantas yugadas de tierra arable: otras tantas de tierra para plantar árboles: montes, campos, selvas, ríos, prados. Y después de esto ¿qué? ¿No te esperan sólo tres codos de tierra? ¿No bastará para guardar tu cuerpo miserable, el peso de unas pocas piedras? ¿Para qué trabajas? ¿Por qué obras perversamente? ¿Por qué recoges con tus manos cosas infructuosas? Y ojalá fueran infructuosas, y no materia para el fuego eterno. ¿No despertarás de esta embriaguez? ¿No recobras tus sentidos? ¿No vuelves en ti? ¿No pondrás delante de tus ojos el juicio de Cristo? ¿Qué responderás el día del juicio? ¿Qué excusa vas a traer cuando aquellos a quienes has injuriado te rodeen y griten contra ti delante del juez eterno? ¿Qué harás? ¿qué abogados llevarás? ¿Qué testigos sacarás? ¿Cómo sobornarás al juez a quien con ningún artificio se le puede engañar? No hay allí oradores, no hay allí palabras persuasivas que puedan echar por tierra la verdad del juez. No te acompañan los aduladores, ni las riquezas, ni el fausto de la dignidad; abandonado de los amigos, abandonado de los protectores, sin patrocinio, sin defensa, te encontrarás cubierto de vergüenza, triste, cabizbajo, solo, sin libertad y sin confianza para hablar. A donde quiera que vuelvas los ojos, encontrarás argumentos claros y patentes de tus crímenes: por un lado las lágrimas del huérfano, por otro los gemidos de la viuda, de otra parte los mendigos abofeteados por tu misma mano, los esclavos que mataste, los vecinos a quienes provocaste a ira: todo se levantará contra ti: te rodeará la multitud perversa de tus malas obras. Porque, como sigue la sombra al cuerpo, acompañan a las almas los pecados, reflejando claramente las obras Por eso allí no vale negar: cerrará su boca aún el más desvergonzado. Las mismas obras de cada uno, sin hablar, pero apareciendo tales cuales nosotros las hicimos, harán de testigos. ¿Cómo podré poner delante de tus ojos aquellas cosas terribles? Si es que por ventura oyes, si te conmueves, acuérdate de aquel día en el cual "se revelará la ira de Dios desde el cielo" 11; acuérdate de la gloriosa venida de Cristo, cuando "los que hayan obrado bien se levantarán a la resurrección de la vida, y los que mal, a la resurrección del juicio" 12. Entonces será la vergüenza eterna para los

pecadores "y la emulación del fuego que ha de devorar a los enemigos" 13. Cáusete esto tristeza; no te moleste el precepto. ¿Cómo te lloraré? ¿Qué diré? ¿No deseas el reino de los cielos? ¿No temes el infierno? ¿Dónde encontraré la salud para tu alma? Porque si no te horrorizan los tormentos, si no te estimula el premio, estoy hablando a un corazón de piedra Inutilidad de las riquezas Mira, hombre, la naturaleza de las riquezas. ¿Por qué admiras tanto el oro? Piedra es el oro, piedra la plata, piedra la margarita, piedra cada una de las piedras: el crisólito, el berilo, el ágata, el jacinto, la amatista, el jaspe. Y estas son la flor de las riquezas; de las cuales tú, unas las guardas y escondes, ocultando en la obscuridad del resplandor de las piedras, y otras las llevas contigo gloriándote del brillo de estas cosas preciosas. Dime, ¿de qué te sirve ceñir tu mano con piedras resplandecientes? ¿No te avergüenzas de desear las piedras, como las mujeres embarazadas? Porque estas las devoran, y tú hasta tal punto apeteces la preciosidad de las piedras, que anhelas con ansia las de sardonio, las de jaspe y las amatistas. ¿Cuál de estas que más adornan los vestidos te pudo añadir un día más de vida? ¿A quien perdonó la muerte, porque fuese rico? ¿De quién huyó la enfermedad, por sus riquezas? ¿Hasta cuándo va a estar siendo el oro lazo de las almas, anzuelo de la muerte, astucia del pecado? ¿Hasta cuándo van a ser las riquezas causa de la guerra; por la cual se templan las armas y se aguzan las espadas? Daños que traen las riquezas Por las riquezas desconocen los parientes la naturaleza; los hermanos se miran con ojos criminales; por la riqueza alimentan los desiertos a los homicidas, el mar a los piratas, las ciudades a los sicofantas. ¿Quién es el padre de la mentira? ¿Quién el urdidor de falsas acusaciones? ¿Quién engendra el perjuro? ¿No es la riqueza? ¿No es la pasión por el oro? ¿Qué es lo que hacéis, hombre? ¿Quién ha convertido en lazos contra vosotros lo que es vuestro? Es auxilio para vivir. Que no han sido dadas las riquezas como incentivos para el mal. Son redención del alma: no ocasión de perdición. - Pero es necesaria la riqueza por los hijos - . Este es un especioso pretexto de la avaricia; porque os escudáis con vuestros hijos, y entretanto satisfacéis vuestro corazón. No pongáis por excusa a un inocente: tiene señor propio, y propio conservador: de otro recibió la vida; de ese mismo espera los auxilios de la vida. ¿Acaso los Evangelios no se han escrito para los casados? "Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y dáselo a los pobres" 14. Cuando pediste al Señor una prole numerosa, cuando le rogaste que te hiciese padre de muchos hijos; ¿añadiste por ventura: "Dame hijos para violar los mandamientos; dame descendencia para no entrar en el reino de los cielos"? Además, ¿quién será responsable de la voluntad del hijo, de que ha de usar convenientemente de lo que le entreguen? Porque la riqueza es para muchos medio para la deshonestidad. ¿No has oído al Eclesiastés que dice: "Vi una grave enfermedad: las riquezas que para él guardaban, para su mal?" 15. Y en otra parte: "Lo dejo a mi sucesor, y ¿quién sabe si será sabio o necio?" 16. Mira, pues, no sea que habiendo amontonado con tantos sudores la riqueza, dispongas para otros materia de pecado y después seas atormentado con doble pena por las iniquidades que tú hiciste, y por las que hizo el otro ayudado por ti. ¿No es más pariente tuya tu alma que todos tus hijos? ¿No está unida a ti más estrechamente que todo lo demás? Pues es la primera, dala la principal parte de tu herencia, proporciónala socorro abundante para que viva, y reparte después la herencia entre los hijos. Muchas veces, hijos que nada recibieron de sus padres, se hicieron con casa: mas si una vez desprecias tu alma, ¿quién tendrá compasión de ella? Esto lo he dicho para los padres. Los que no tienen hijos ¿qué buena excusa nos

traen de su tacañería? - No vendo lo que tengo no se lo doy a los pobres, por los necesarios usos de la vida - . Luego el Señor no es tu maestro, ni rige tu vida el Evangelio: sino que tú te das la ley a ti mismo. Mira el peligro a que te expones, si así raciocinas. Porque si el Señor nos mandó esto como cosa necesaria, y tú lo rechazas como imposible, ninguna otra cosa haces sino decir que eres más prudente que el legislador. Pero dices: después que haya gozado de las riquezas durante toda mi vida, haré herederos de ellas a los pobres, y en las tablas públicas y en mi testamento, les declararé señores de ellas. Cuando no estarás entre los hombres, ¿entonces te harás humanitario? Cuando te vea muerto, ¿te llamaré amante de tu hermano? Se deberán muchas gracias a tu munificencia, porque estando tendido en el sepulcro y convertido en tierra, fuiste por fin liberal y magnánimo en tus gastos Si no lo haces ahora no lo harás cuando mueras Dime, ¿de qué tiempo vas a pedir premio, del que viviste, o del que siguió a la muerte? Mas el tiempo que viviste lo pasaste dado a los deleites de la vida, y no tolerabas la vista de un pobre. Y después de muerto ¿qué hiciste? ¿a qué obras se debe el premio? Muestra tus obras y pide la recompensa. Ninguno hace negocio acabadas ya las ferias; ni es coronado el que se acerca después de la lucha; ni se adquiere la fama de valiente después de terminada la guerra. Pues tampoco después de la vida hay ocasión de ejercitar la caridad. Prometes ser bienhechor con la tinta, y con las tablas. ¿Quién te anunciará la hora de tu partida? ¿Quién te responderá de la manera que has de morir? ¡Cuántos han sido arrebatados por una repentina desgracia, sin que ni siquiera pudiesen pronunciar una palabra? ¡A cuántos les ha faltado el sentido por la fiebre! ¿A qué aguardas, pues; a esa hora en la que probablemente no serás dueño de ti? Cuanto todo será obscura noche, en la pesadez de la enfermedad y el desamparo de todos; y preparado el que acecha tu hacienda; ordenándolo todo a favor suyo y haciendo mudas tus determinaciones. Entonces, volviendo a una y otra parte los ojos y viendo la soledad que te rodea, conocerás por fin tu locura. Llorarás entonces tu necedad en haber diferido el cumplimiento del precepto para aquel instante, cuando tu lengua atada y tu mano trémula por el estertor no pueden revelar tus deseos ni por palabras ni por escrito. Y aunque todo estuviese escrito con claridad y tu voz lo pregonase a todo el mundo, una sola letra interpuesta, puede trastocar tu determinación: un sello falso, dos o tres perversos testigos, pondrán tu hacienda en manos de otros Pues ¿por qué te engañas a ti mismo usando ahora tus riquezas para los goces de la carne, y prometiendo para más adelante lo que no estará en tu poder? Depravada determinación, como queda, aclarado por lo dicho. - Vivo, gozaré de las delicias; muerto, cumpliré con el precepto - . Te dirá Abraham: "Recibiste tus bienes en tu vida" 17. No cabe por el camino angosto y estrecho, si no dejas la mole de las riquezas. Saliste cargado con ellas, pues no las arrojaste como se te ordenó. Mientras viviste, te preferiste al precepto; muerto y podrido, antepusiste el precepto a los enemigos. Porque para que no reciba nada fulano, dices, que lo reciba el Señor. Y esto ¿cómo lo llamaremos? ¿venganza de tus enemigos o amor al prójimo? Lee tu testamento. - Quisiera aún vivir y gozar de mis bienes - . Gracias, pues, a la muerte, no a ti. Porque si fueses inmortal, no te habrías acordado de los mandamientos De Dios nadie se burla "No os equivoquéis; de Dios nadie se burla" 18. No se presenta al altar cosa muerta: trae una víctima viva: No se admite al que ofrece de lo que le sobra. Y tú ofreces al bienhechor que te lo dio, lo que te ha sobrado de toda tu vida. Si no te atreves a dar las sobras de tu mesa a unos huéspedes ilustres y nobles, ¿cómo quieres que Dios se aplaque con las sobras de tu vida? Ved, ricos, el fin a donde lleva la avaricia, y dejad de amar las riquezas. Cuanto más ames las riquezas, menos debes dejar de

lo que posees. Tórnalo todo para ti, llévalo todo, no dejes tus riquezas a los extraños. Tal vez ni te enterrarán tus domésticos con ornato fúnebre; sino que te negarán las exequias, deseosos de agradar a tus herederos. Tal vez se volverán entonces sus lenguas contra ti. - Es una necedad, dirán, adornar a un muerto y enterrar con mucho gasto a uno que ya nada siente - . ¿No es mejor que los que quedamos nos adornemos con sus magníficos y espléndidos vestidos y no dejarlos que se pudran a la vez con el cadáver? ¿Qué sacamos con levantar un suntuoso monumento y hacer una elegante sepultura y un gasto inútil? Mejor será emplear todo esto en los usos de la vida. Esto dirán, y se vengarán de tu severidad; y entregarán tus bienes a tus sucesores .Hazte por lo tanto a ti mismo las honras fúnebres. Hermosa sepultura es la piedad. Marcha vestido con todas tus cosas; haz de tus riquezas un adorno propio; tenlas contigo. Cree al buen consejero que te ama, Cristo, que se hizo pobre por nosotros, para que nos enriqueciésemos con su pobreza 19; que se entregó a sí mismo por precio de nuestra redención 20. Obedezcámosle como a sabio y conocedor de lo que nos conviene, sufrámosle como a amador nuestro, seámosle agradecidos como a bienhechor. Sigamos sin vacilar lo que se nos ha mandado, para que seamos herederos de la eterna vida, que está en Jesucristo, al cual sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén

Notas 1

Mt 19, 16 19, 21 3 Mt 19, 19 - 20 4 Sal 112, 9 5 Mt 6, 21 6 Lc 18, 25 (*) Parece referirse aquí San Basilio a Tiberio; quien, en el año 18, convirtió la Capadocia en provincia romana e hizo de Cesárea su capital 7 Qo 1, 8 8 Pr 27, 20 9 Is 5, 8 10 III. Reg. XXI.(*) Es una especie de tordo de gran tamaño, que se mantiene de langostas y otros insectos: llámase en algunas regiones zorzal 11 Rm 1, 18 12 Jn 5, 29 13 Hb 10, 27 14 Mt 19, 21 15 Qo 5, 12 16 Qo 2, 18 y 19 17 Lc 16, 25 18 Ga 6, 7 19 2Co 8, 9 20 1Tm 2, 6 2 Mt

En honor de San Barlaam, mártir Advertencia preliminar El día, 19 de noviembre, anuncia el martirologio la fiesta de este santo, de la siguiente manera: "Cesarea de Capadocia, San Barlaam, mártir, que, aunque rústico, y sin letras, fortalecido por la sabiduría de Cristo, venció con su constancia en la fe al tirano y al mismo fuego: en su fiesta predicó San Basilio un elocuente panegírico" PANEGÍRICO La muerte de los santos se festeja con júbilo Antes se celebraba la fiesta de los santos con lágrimas y gemidos. José lloró amargamente la muerte de Jacob 1. Los judíos lloraron mucho la muerte de Moisés 2 . Lloraron también con abundantes lágrimas a Samuel 3 Pero ahora nos alegramos con la muerte de los justos. Porque la naturaleza del dolor ha cambiado después de la Cruz Ya no acompañamos con lágrimas la muerte de los santos. Danzamos, por el contrario, con coros divinos alrededor de sus sepulcros. Porque para los justos la muerte es sueño, o mejor dicho, es un viaje a mejor vida. He aquí porqué se alegran los mártires al ser degollados. El deseo de una vida más dichosa, amortece el dolor de las heridas. El mártir no mira los peligros, sino las coronas. No le horrorizan las heridas, sino que cuenta los premios. No se fija acá abajo en los verdugos que le golpean. Contempla con los ojos del alma a los ángeles que se congratulan desde el cielo. El mártir no considera lo momentáneo de los sufrimientos, sino lo eterno de los premios. También entre nosotros recogen el fruto magnífico de los honores. Son aclamados por todos con divinas alabanzas; arrastrando a miles de pueblos alrededor de sus sepulcros San Barlaam: insuperable maestro de piedad Esto ha sucedido hoy al valiente Barlaam. Sonó la trompeta guerrera del mártir, y convocó como veis, a los soldados de la piedad. El constituido atleta de Cristo, fue anunciado con pregón. Y a toda esta asamblea de la Iglesia, dio alas para volar Dijo el señor de los fieles: - El que cree en mí, vivirá aunque haya muerto 4 Pues bien; murió el esforzado Barlaam y convoca públicas asambleas. Está consumido en el sepulcro, e invita a un banquete Ahora sí que podemos exclamar: - ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el letrado? ¿Dónde el escudriñador de este siglo? 5

Hoy, un hombre de campo es para nosotros insuperable maestro de piedad El tirano creía que se trataba de una presa que fácilmente se dejaría atrapar. Pero se dio cuenta, por experiencia, que se trataba de un guerrero invencible. Se reía de él, porque hablaba rústicamente, pero le aterró su angelical y juvenil vigor. Pues su ánimo no era bárbaro como lo era el órgano de la lengua. Su inteligencia no claudicaba a una con las sílabas. Era un segundo Pablo que con Pablo decía: - Dado que yo sea tosco en hablar; no lo soy sin embargo en la ciencia Alegría y valor de San Barlaam en los tormentos6 Los verdugos, atormentándole, quedaron sin fuerzas. Mientras tanto, el mártir, encontrábase más vigorizado. Las manos de los. que le maltrataban, se enervaban. Pero el ánimo del maltratado no se doblegaba. Los látigos separaban las junturas de los nervios, pero el vigor de la fe se robustecía con más tenacidad. Mientras los costados machucados se consumían, florecía la santidad del corazón

Habían acabado con la mayor parte de su carne. No obstante, se encontraba vigoroso, cual si aún no hubiese comenzado el combate. Porque cuando la piedad se apodera del alma es entonces despreciable todo género de luchas. Debido al bien que el alma ama, los que la atormentan, más la deleitan antes bien y no la disgustan.. De ello da testimonio aquel amor de los apóstoles que, en otro tiempo, les hacía agradables los azotes que recibían de los judíos. Porque se retiraban del consejo, gozosos de haber sido estimados dignos de ser atormentados por el nombre de Jesús 7 Tal es también el guerrero a quien hoy honramos. Llevaba con alegría los tormentos, pensando que con los azotes le rodeaban de rosas. Mientras tanto, huía de los males de la impiedad, como de dardos. Consideraba la ira del juez cual sombra de humo. Reíase de los fieros escuadrones de satélites. Como si fuesen coronas, regocijábase de los peligros. Gozábase en las heridas como en los honores. Como si fuesen los más brillantes trofeos, saltaba de placer con los más agudos tormentos. Despreciaba las espadas desenvainadas. Sufría las manos de los verdugos, cual si fuesen más blandas que la cera. Besaba el leño del suplicio, como si fuese su salvación. Cual si estuviese en prados, se regocijaba. en los calabozos de la cárcel. Como con variedad de flores, se deleitaba en las invenciones de tormentos La mano de San Barlaam y su victoria sobre el fuego Tuvo la mano derecha más firme que el fuego, último tormento que tuvo que soportar de parte de sus enemigos En efecto. Sus enemigos habían puesto fuego sobre el ara para ofrecer un sacrificio a los demonios. Ante ella llevan al mártir. Colócanse todos a su alrededor y le ordenan que ponga la diestra, extendida sobre el altar. Quieren que sirva como ara de bronce. Al encender el incienso colocado maliciosamente sobre la mano, esperaban que vencida por la fuerza del fuego, dejaría necesariamente caer en seguida el incienso sobre el ara ¡Oh falaces astucias de los impíos! - "Ya que no hemos doblegado - dicen - su ánimo con miles de heridas, doblemos al menos en la llama la mano del importuno luchador. Ya que con diversas máquinas no hemos abierto brecha en su ánimo, abrámosla al menos en su derecha introduciéndola en el fuego" Pero los infelices ni siquiera de esta esperanza sacaron algo de provecho. Pues el fuego perforaba la mano, pero la mano estaba quieta, tolerando el fuego como si fuese ceniza. Nuestro héroe no dio la espada al enemigo fuego como los fugitivos. Su mano permaneció quieta, mostrándose valiente contra la llama. El fuego dio ocasión al mártir de exclamar con el profeta: - Bendito sea el Señor Dios mío, que adiestra mis manos para la pelea y mis dedos para manejar las armas 8 El fuego peleaba contra la mano, pero fue derrotado. Tratábase la lucha entre la llama y la derecha del mártir. Y he aquí que la derecha del mártir obtuvo una victoria nueva en los combates. Porque al pasar la llama por medio de la mano, esta aún estaba extendida, preparada para el combate Alabanzas a la gloriosa mano del Santo ¡Oh mano más pertinaz que el fuego! ¡Oh mano que no has aprendido a doblegare al fuego! ¡Oh fuego que has aprendido a dejarte vencer por la mano! El hierro, reblandecido por la tiranía del fuego, cede. El bronce, obedece asimismo a su poder. Hasta la dureza de las piedras suele dejarse vencer por el fuego. Pero su violencia que todo lo doma, al quemar la mano extendida del mártir, no pudo doblegarla Con cuánta razón podía decir el santo, al Señor: - Tú me asiste de la mano derecha, y guiásteme según tu voluntad, y me acogiste

con gloria 9 ¡Gloria y honor, al invicto campeón de Cristo! ¿Cómo te llamaré, oh esforzado campeón de Cristo? ¿Te llamaré estatua? Disminuirá grandemente tu constancia. Porque el fuego deshace una estatua si la arrojan, mas a tu diestra ni siquiera la pudo obligar a que pareciese que se movía ¿Te llamaré hierro? También esta semejanza es inferior a tu valentía. Porque tú eres el único que persuadiste al fuego de que no doblegaba tu mano. Tú, el único que tuviste tu diestra en lugar de ara. Tú, el único que al arder tu mano abofeteaste en el rostro a los demonios. Tú, el único que al hacerse carbón tu mano, deshiciste en aquel momento las cabezas de los demonios. Y después, convertida tu mano en cenizas, encegueces sus ejércitos y les pisoteas Mas, a qué empequeñecer al vencedor con pueriles y balbuceantes palabras? Cedamos las alabanzas del mártir a lenguas más espléndidas y magníficas. Invitemos a tomar parte en estas alabanzas a las trompetas más sonoras de los maestros Levantaos, brillantes pintores de hazañas atléticas. Engrandeced con vuestras artes la mutilada imagen de este General. Con los colores de vuestro arte, rodead de fulgores al coronado atleta que yo he pintado con tanta obscuridad. Deseo que me venzáis haciendo vosotros una hermosa pintura del mártir. Que yo me goce hoy de vuestra victoria, al ser vencido por vuestra habilidad. Vea yo mejor expresada por vosotros, la lucha entre la mano y el fuego. Que en vuestros cuadros, pueda ver yo, pintado con mayor esplendidez, al invicto luchador. Lloren los demonios, derrotados también ahora por las victorias del mártir renovadas por vosotros. Mostradles de nuevo, la mano ardiendo y victoriosa. Píntese asimismo en el cuadro, al árbitro del combate, Cristo, a Quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén

Notas 1

Gn 50, 1 34, 8 3 1R 15, 1 4 Jn 11, 25 5 1Co 1, 20 6 1Co 11, 6 7 Hch 5, 41 8 Sal 144, 1 9 Sal 73, 23 2 Dt

Bernabe, epístola Los dos caminos Fe

Los dos caminos (Epístola de Bernabé, 1 - 20) Dos caminos hay de doctrina y de poder: el de la luz y el de las tinieblas. Pero grande es la diferencia entre los dos caminos, pues sobre uno están establecidos los ángeles de Dios, portadores de luz, y sobre el otro, los ángeles de Satanás. Uno es Señor desde siempre y por siempre, y el otro es el príncipe del tiempo presente de la iniquidad El camino de la luz es éste. Si alguno quiere seguir su camino hacia el lugar fijado, apresúrese por medio de sus obras. Ahora bien, el conocimiento que nos ha sido dado para caminar en él es el siguiente: Amarás al que te creó, temerás al que te formo, glorificarás al que te redimió de la muerte. Serás sencillo de corazón y rico de espíritu. No te juntarás con los que andan por el camino de la muerte, aborrecerás todo lo que no es agradable a Dios, odiarás toda hipocresía, no abandonarás los mandamientos del Señor No te exaltarás a ti mismo, sino que serás humilde en todo. No te arrogarás gloria para ti mismo. No tomarás determinaciones malas contra tu prójimo, ni infundirás a tu alma temeridad No fornicarás, no cometerás adulterio, no corromperás a los jóvenes. Cuando hables la palabra de Dios, que no salga de tu boca tergiversada, como hacen algunos. No harás acepción de personas para reprender a cualquiera de su pecado. Serás manso, serás tranquilo, serás temeroso de las palabras de Dios que has oído. No guardarás rencor a tu hermano No vacilarás sobre las verdades de la fe. No tomes en vano el nombre de Dios (Ex 20, 7). Amarás a tu prójimo más que a tu propia vida. No matarás a tu hijo en el seno de la madre, ni una vez nacido le quitarás la vida. No dejes sueltos a tu hijo o a tu hija, sino que, desde su juventud, les enseñarás el temor del Señor No serás codicioso de los bienes de tu prójimo, no serás avaro. No desearás juntarte con los altivos; por el contrario, tratarás con los humildes y los justos. Los acontecimientos que te sobrevengan los aceptarás como bienes, sabiendo que sin la disposición de Dios nada sucede No serás doble ni de intención ni de lengua. Te someterás a tus amos, como a imagen de Dios, con reverencia y temor. No mandes con dureza a tu esclavo o a tu esclava, que esperan en el mismo Dios que tú, no sea que dejen de temer al que es Dios de unos y otros; porque no vino Él a llamar con acepción de personas, sino a los que preparó el Espíritu Compartirás todas las cosas con tu prójimo, y no dirás que son de tu propiedad; pues si en lo imperecedero sois partícipes en común, ¡cuánto más en lo perecedero! No serás precipitado en el hablar, pues red de muerte es la boca. Guardarás la castidad de tu alma No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. Amarás como a la niña de tus ojos (Dt 32, 10) a todo el que te habla del Señor Día y noche te acordarás del día del juicio, y buscarás cada día la presencia de los santos [los demás cristianos], bien trabajando y caminando para consolar por medio de la palabra, bien meditando para salvar un alma con la palabra, bien trabajando con tus manos para rescate de tus pecados

No vacilarás en dar, ni cuando des murmurarás, sino que conocerás quién es el justo remunerador del salario. Guardarás lo que recibiste, sin añadir ni quitar nada (Dt 4, 2). Aborrecerás totalmente el mal. Juzgarás con justicia No serás causa de cisma, sino que pondrás paz y reconciliarás a los que contienden. Confesarás tus pecados. No te acercarás a la oración con conciencia mala. Éste es el camino de la luz El camino del ?Negro? [el demonio] es tortuoso y está repleto de maldición, pues es un camino de muerte eterna en medio de tormentos, en el que se halla todo lo que arruina al alma: idolatría, temeridad, arrogancia de poder, hipocresía, doblez de corazón, adulterio, asesinato, robo, soberbia, transgresión, engaño, maldad, vanidad, hechicería, magia, avaricia, falta de temor de Dios Perseguidores de los buenos, aborrecedores de la verdad, amantes de la mentira, desconocedores del salario de la justicia, no concordes con el bien ni con el juicio justo, despreocupados de la viuda y del huérfano, no vigilantes para el temor de Dios, sino para el mal, alejadísimos de la mansedumbre y de la paciencia, amantes de la vaciedad, perseguidores de la recompensa, despiadados con el pobre, indolentes ante el abatido, inclinados a la calumnia, desconocedores del que los ha creado, asesinos de niños, destructores de la obra de Dios, que vuelven la espalda al necesitado, que abaten al oprimido, defensores de los ricos, jueces injustos de los pobres, pecadores en todo

Fe I. Fe y conocimiento ...He creído que debía ponerme a escribiros algo aunque fuera brevemente, a fin de que juntamente con vuestra fe tengáis conocimiento perfecto. Pues bien, tres son las doctrinas del Señor: la esperanza de vida, principio y fin de vuestra fe; la justicia, principio y fin del juicio, y la caridad, principio de tranquilidad y de alegría, así como testimonio de las obras de justicia. Porque, en efecto, el Señor nos dio a conocer por medio de los profetas el pasado, y el presente, dándonos además un anticipo del goce de lo por venir. Y viendo que todo se va cumpliendo como él lo dijo, deber nuestro es adelantar, con espÍritU más generoso y levantado, en su temor. En cuanto a mi, no como maestro, sino como uno de vosotros, voy a declararos unas pocas cosas que os puedan dar consuelo en el momento presente. Porque los dias son malos, y el Activo tiene el poder en sus manos, y por tanto nosotros debemos atender a nosotros mismos y buscar las justificaciones del Señor. Ahora bien, en ayuda de nuestra fe vienen el temor y la paciencia, y nuestros aliados son la magnanimidad y la continencia. Mientras tengamos estas virtudes santamente en el Señor, tendremos juntamente con ellas el gozo de la sabiduría, la inteligencia, la ciencia y el conocimiento... 1 ¿Qué dice el conocimiento? Aprendedlo: Esperad - dice - , en el que se os ha de manifestar cuando venga en la carne, Jesús. Porque el hombre no es más que tierra que sufre, ya que Adán fue modelado de la faz de la tierra. Pues bien, ¿qué quiere decir Entrad en la tierra que mana leche y miel?? Bendito sea nuestro Señor, hermanos, porque nos ha dado la sabiduría y la inteligencia de sus secretos. Porque el profeta habla del Señor en forma de parábola. ¿Quién lo entenderá, sino el sabio e instruido y el que ama a su Señor? Significa pues aquello que el Señor nos renovó con el perdón de los pecados, haciéndonos de nuevo con un nuevo molde, hasta el punto de que nuestra alma es como de niños, pues realmente él nos ha modelado de nuevo... 2 II. El cristianismo muestra la invalidez del judaísmo. El Señor por medio de todos sus profetas ha puesto de manifiesto que no tiene necesidad ni de sacrificios ni de

holocaustos ni de ofrendas, diciendo en cierta ocasión: ?¿Qué se me da a mí de la multitud de vuestros sacrificios? - dice el Señor - . Estoy harto de holocaustos, y no quiero la grasa de vuestros corderos ni la sangre de vuestros toros y machos cabríos... No soporto vuestros novilunios y vuestros sábados? (Is 1, 11 ss). El Señor invalidó todo esto a fin de que la nueva ley de nuestro Señor Jesucristo, que no está sometida al yugo de la necesidad, tuviera una ofrenda no hecha por mano de hombre. Dioe, en efecto, en otro lugar: ?¿Acaso fui yo el que mandé a vuestros padres cuando salían de la tierra de Egipto que me ofrecieran holocaustos y sacrificios? Más bien lo que les mandé fue que ninguno guardara en su corazón rencor maligno contra su prójimo y que no fuerais amantes del perjurio? (cf. Jr 7, 22; Za 8, 17; 7, 10). No hemos de ser, pues, insensatos, sino comprender la sentencia de bondad de nuestro Padre, que nos habla manifestando que no quiere que nosotros, extraviados como aquellos, busquemos todavía cómo acercarnos a él... En otra ocasión les dice a este respecto: ?¿Para qué me ayunáis - dice el Señor de modo que en este día sólo se oye la gritería de vuestras voces? No es este el ayuno que yo prefiero, dice el Señor, no es la humillación del alma del hombre. Ni aun cuando doblarais vuestro cuello como un aro, os vistierais de saco y os revolcarais en la ceniza, ni aun así penséis que vuestro ayuno es aceptable? (Is 58, 4 - 5). A nosotros empero nos dice: ?He aquí el ayuno que yo prefiero - dice el Señor - : Desata toda atadura de iniquidad, disolved las cuerdas de los contratos por la fuerza, deja a los oprimidos en libertad y rompe toda escritura injusta. Comparte tu pan con el hambriento, y si ves a uno desnudo, vístele. Acoge en tu casa a los sin techo, y si ves a uno humillado no le desprecies, siendo de tu propio linaje y de tu propia sangre... Entonces clamarás, y Dios te oirá, y cuando la palabra está todavía en tu boca te dirá: Aquí estoy, con tal de que arrojes de ti la atadura, y la mano levantada, y la palabra de murmuración. y des con toda tu alma el pan al hambriento y tengas compasión del alma humillada? (Is 58, 6 - 10). Hermanos, viendo de antemano el Señor magnánimo que su pueblo, que él se había preparado en su Amado, había de creer con sencillez, nos manifestó por anticipado todas estas cosas, para que no fuéramos a estrellarnos, como prosélitos, en la ley de aquellos 3 ...No os asemejéis a ciertos hombres que no hacen sino amontonar pecados, diciéndoos que la alianza es tanto de ellos como vuestra. Porque es nuestra, pero aquellos, después de haberla recibido de Moisés, la perdieron absolutamente... Volviéndose a los ídolos la destruyeron, pues dice el Señor: ?Moisés, Moisés, baja a toda prisa, porque mi pueblo, a quien saqué yo de Egipto, ha prevaricado? (cf. Ex 32, 7; 3, 4; Dt 9, 12). Y cuando Moisés lo comprobó, arrojó de sus manos las dos tablas, y se rompió su alianza, para que la de su amado Jesucristo fuera sellada en nuestro corazón con la esperanza de la fe en él 4 En cuanto a la circuncisión, en la que ellos ponen su confianza no tiene valor alguno. Porque el Señor ordenó la circuncisión, pero no de la carne. Pero ellos transgredieron el mandato porque el ángel malo los enredó. Díteles a ellos el Señor: aEsto dice el Señor vuestro Dios: no sembréis sobre las espinas, circuncidaos para vuestro Señor? (Jr 4, 3). Además, ¿qué quiere decir: ?Circuncidad la dureza de vuestro corazón, y no endurezcáis vuestra cerviz?? Y en otro lugar dice: ?...Todas las naciones son incircuncisaS en su prepucio, pero este pueblo tiene incircunciso el corazón? (Jr 9, 25). Objetarás: La circuncision es en este pueblo como un sello. Pero te contestaré que también los sirios y los árabes y todos los sacerdotes de los ídolos se circuncidan... 5 Nuestra salvación en Cristo El Señor soportó que su carne fuera entregada a la destrucción para que fuéramos nosotros purificados con la remisión de los pecados, que alcanzamos con la aspersión de su sangre. Sobre esto está escrito aquello que se refiere en parte a Israel y en parte a nosotros, y dice: ?Fue herido por nuestras

iniquidades y quebrantado por nuestros pecados: con sus heridas hemos sido sanados. Fue llevado como oveja al matadero y como cordero estuvo mudo delante del que le trasquila? (Is 53, 5 - 7). Por esto hemos de dar sobremanera gracias al Señor, porque nos dio a conocer lo pasado, nos instruyó en lo presente y no nos ha dejado sin inteligencia de lo por venir... Por esto justamente se perderá el hombre que, teniendo conocimiento del camino de la justicia, se precipita a si mismo por el camino de las tinieblas. Y hay más, hermanos míos: el Señor soportó el padecer por nuestra vida, siendo como es Señor de todo el universo, a quien dijo Dios desde la constitución del mundo: ?Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza? (Gn 1, 26). ¿Cómo soportó el padecer por mano de hombres? Aprendedlo: los profetas profetizaron acerca de él, habiendo recibido de él este don: ahora bien, él, para aniquilar la muerte y mostrar la resurrección de entre los muertos, soportó la pasión, pues convenía que se manifestara su condición carnal. Así cumplió la promesa hecha a los padres, y se preparó para sí un pueblo nuevo, mostrando, mientras vivía sobre la tierra, que él había de juzgar una vez que haya realizado la resurrección. En fin, predicó enseñando a Israel y haciendo grandes prodigios y señales, con lo que mostró su extraordinario amor. Se escogió a sus propios apóstoles, que tenían que predicar el Evangelio, los cuales eran pecadores con toda suerte de pecados, mostrando así que ?no vino para llamar a los justos, sino a los pecadores? (Mt 9, 13): y entonces les manifestó que era Hijo de Dios. Porque, en efecto, si no hubiera venido en la carne. los hombres no hubieran podido salvarse viéndole a él, ya que ni siquiera son capaces de tener sus ojos fijos en el sol, a causa de sus rayos, el cual está destinado a perecer y es obra de sus manos. En suma, para esto vino el Hijo de Dios en la carne, para que llegase a su colmo la consumación de los pecados de los que persiguieron a muerte a sus profetas: por esto soportó la pasión... 6 .................... 1 Carta de Bernabé 1, 5 - 2, 3 2 Ibid. 6, .9 3 Ibid. cap. 2 - 3 4 Ibid. 4, 6 - 8 5 Ibid. 9, 4 - 5 6 Ibid. cap. 5

CEFERINO Epístola del papa Ceferino a los obispos de Egipto Ceferino, obispo de la ciudad de Roma, a los muy queridos hermanos que sirven al Señor en Egipto Hemos recibido una gran responsabilidad del Señor, fundador de esta Santa Sede y de la Iglesia Apostólica, y del bienaventurado Pedro, jefe de los apóstoles: el que podamos trabajar con amor infatigable por la Iglesia universal, que fue redimida por la Sangre de Cristo, y así, con autoridad apostólica, apoyar a los que sirven al Señor, y ayudar a todos los que viven devotamente. Todos los que vivan piadosamente en Cristo deben resistir la condenación de los impíos y de los extraños, y ser despreciados por estúpidos y locos. Así se harán mejores y más puros, aquellos que renuncian a las buenas cosas temporales con el fin de ganar las de la eternidad. Pero el desdén y la burla de aquellos que os afligen y os desprecian se volverán sobre ellos mismos, cuando su abundancia se torne necesidad y su orgullo confusión Sobre el despojo o la expulsión a ciertos obispos La sede de los apóstoles ha sido informada por vuestros delegados que algunos de nuestros hermanos, obispos a saberse, están siendo expulsados de sus iglesias y de sus sedes, privados de sus bienes, y llamados a juicio, siendo además destituidos y maltratados; esto es algo absurdo, ya que las constituciones de los apóstoles y de sus sucesores, así como los estatutos de los emperadores y las regulaciones de las leyes y la autoridad de la sede de los apóstoles prohíben hacerlo. En efecto, los antiguos estatutos ordenan que los obispos que han sido expulsados y despojados de sus propiedades, deben recobrar sus iglesias, y que, antes que nada, les repongan todas sus propiedades; luego, en segundo lugar, si es que alguien desea acusarlos justamente, lo hará con un riesgo similar; que los jueces sean discretos, los rectos obispos deben estar en comunión con la Iglesia, donde deben ser testimonio para cualquiera que parezca que está siendo oprimido; que no deben responder hasta que todo lo que les pertenecía les haya sido devuelto a ellos y a sus iglesias por ley, sin detrimento alguno de ella. Tampoco es extraño, hermanos, que os persigan a ustedes si persiguieron hasta la muerte a vuestra Cabeza, Cristo Nuestro Señor. Inclusive las persecuciones deben ser resistidas con paciencia, para que seáis conocidos como discípulos suyos, por quien vosotros también sufrís. Él mismo también lo dice. "Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia" [Mt 5, 10] . Animados por estos testimonios, no debemos temer la condena de los hombres, ni tampoco dejarnos derrotar por sus vituperios, pues el Señor nos dio este mandamiento por medio del profeta Isaías: "Prestadme oído, vosotros que conocéis lo justo, pueblo mío, en cuyo corazón habita mi ley; no temáis el reproche de los hombres, y no os asustéis de sus injurias " [Is 51, 7] , y considerando lo que está escrito en el Salmo, "¿No es Dios quien debe escrutar esto? porque Él conoce los secretos del corazón? " [Sal 44, 22] "y los pensamientos de aquellos hombres, no son más que vanidad " [Sal 95, 11] . Sólo hablaban vanidad, cada cual con su prójimo: con labios engañosos en sus corazones, y hablaron con corazón malvado. Pero el Señor debe arrancar todo labio engañoso, la lengua que habla cosas orgullosas, que han dicho: "Nuestros labios son nuestros ¿quién es el Señor ante nosotros?" [Sal 13, 2 - 4] . Pues si recordaran esto constantemente, jamás habrían caído en tal impiedad. Porque ellos no hacen esto por loable y paternal instrucción, sino de tal modo que puedan descargar sus sentimientos de venganza contra los siervos de Dios. Porque está escrito "El camino de un necio es recto ante sus ojos" [Pr 12, 15] ; y, "Hay caminos que

parecen rectos, pero, al cabo, son caminos de muerte" [Pr 14, 12] . Nosotros que sufrimos ahora estas cosas debemos dejarlas al juicio de Dios, quien dará a cada hombre según sus trabajos; quien ha tronado sobre sus siervos diciendo, "Mía es la venganza: yo recompensaré" [Rm 12, 19] . Por lo tanto, ayúdense efectivamente entre vosotros en la buena fe, por medio de actos y con sincero corazón; no permitáis que nadie aparte su mano de la ayuda al prójimo, pues "en esto - dice el Señor - conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros" [Jn 13, 35] . De lo cual habla también por medio del profeta, diciendo, "¡Mirad qué bueno y qué agradable habitar los hermanos todos en unidad!" [Sal 134, 1] . En una morada espiritual, yo lo interpreto así, y en una concordia que está en Dios, y en la unidad de la fe que caracteriza a este agradable vivir de acuerdo a la verdad, que en efecto está más piadosamente representada en Aarón y los sacerdotes vestidos con honor, con óleo sobre la cabeza, nutriendo el más alto entendimiento y guiando hasta la plenitud de la sabiduría. Porque en este habitar, el Señor ha prometido bienaventuranza y vida eterna. Aprehendiendo, por lo tanto, la importancia de este anuncio del profeta, hemos dicho esta palabra fraterna, por amor y de ninguna manera buscando, o queriendo buscar, nuestro propio beneficio. Es por eso que no es bueno pagar detracción con detracción, o de acuerdo al proverbio común, combatir un palo con otro palo. Que no se dé esto entre nosotros. Tal comportamiento no es el nuestro. Que sea Dios, pues, quien lo prohíba. Por el justo juicio de Dios, a veces los pecadores tienen el poder para perseguir los santos, a fin de que aquellos a los que el Espíritu de Dios ayuda y sostiene puedan llegar a tener más gloria a través de la prueba de los sufrimientos. Para aquellas personas que los persiguen, los reprochan y los injurian, habrá sin duda aflicción. Desdichados, desdichados aquellos que injurian a los siervos de Dios; porque el perjuicio contra ellos le concierne a Aquel cuyo servicio realizan, y cuyo oficio llevan a cabo. Nosotros rezamos para que sea colocada sobre sus labios una puerta de clausura, porque no deseamos que nadie perezca o se corrompa por sus propios labios, y que no piensen o hagan pública alguna palabra hiriente con sus labios. Por eso también dice el Señor por medio del profeta "Yo me dije, cuidaré mis maneras, para no pecar con mi lengua" [Sal 40, 1] . Que Dios Todopoderoso y su Único Hijo y Salvador Nuestro, Jesucristo los mueva a que con todos los medios a su alcance auxilien a todos los hermanos en cualquier tribulación que sufran durante sus labores, y que estimen sus sufrimientos como suyos. Denles toda la asistencia posible, con hechos y palabras, de modo que seáis reconocidos como verdaderos discípulos de Aquel, que nos mandó a todos amar a los hermanos como a nosotros mismos Sobre la Ordenación de Presbíteros y Diáconos La Ordenación de Presbíteros y Levitas, debe ser llevada a cabo de manera solemne en la ocasión conveniente, y en la presencia de muchos testigos; y para este servicio presentad hombres probados y sabios, para que os alegréis grandemente por su amistad y ayuda. Pongan sin cesar la confianza de vuestros corazones en la bondad de Dios y digan éstas y las otras palabras divinas a las siguientes generaciones: "Porque este es nuestro Dios por los siglos de los siglos, y Él nos guiará a la eternidad" [Sal 49, 15] . Dado el siete de noviembre durante el consulado de los ilustrísimos Saturnino y Galiciano

CESÁREO DE ARLÉS Templos de Dios Misericordia Exposición del Apocalipsis

Templos de Dios (Sermón 229, 1 - 3) Queridísimos hermanos: con la ayuda de Cristo, hoy celebramos con júbilo y alegría el día del nacimiento de este templo; pero nosotros mismos hemos de ser templo vivo y verdadero de Dios. Con toda justicia el pueblo cristiano celebra fielmente la solemnidad de la madre Iglesia, ya que por medio de ella se sabe renacido espiritualmente. Pues quienes por el primer nacimiento fuimos vasos de la ira de Dios, por el segundo merecimos ser constituidos en vasos de misericordia (cfr. Rm 9, 22). En efecto, la primera natividad nos engendró para la muerte, mientras que la segunda nos devolvió a la vida. Todos nosotros, queridísimos, antes del bautismo fuimos templos del diablo; después del Bautismo merecimos ser templos de Cristo. Y si pensamos atentamente sobre la salvación de nuestra alma, conoceremos que somos un templo vivo y verdadero de Dios. No habita Dios en casas hechas por mano de hombre (Hch 7, 48), ni en casa construida de maderas y piedras; sino principalmente en el alma hecha a imagen de Dios, y edificada por la mano del mismo artífice. Pues así dijo el bienaventurado Apóstol: santo es el templo de Dios, que sois vosotros (1Co 3, 17). Los templos se levantan con maderas y sillares, para que allí se congreguen los templos vivos de Dios, y así acudan al templo de Dios: un cristiano es un templo de Dios, y muchos cristianos constituyen muchos templos de Dios. Así pues, hermanos, ved cuán hermoso es el templo que se edifica de los templos. Y del mismo modo que muchos miembros forman un solo cuerpo, muchos templos forman un solo templo. Pero estos templos de Cristo, es decir, las almas santas de los cristianos, están dispersos por todo el mundo: cuando llegue el día del juicio se congregarán todos, y en la vida eterna harán un solo templo. Al igual que muchos miembros de Cristo forman un solo cuerpo y tienen una sola cabeza, que es Cristo, así también aquellos templos tendrán el mismo habitante, Cristo; porque somos miembros de Aquel mismo que es nuestra cabeza. Por eso dice el Apóstol: que en el interior del hombre, por la fe, habite Cristo en vuestros corazones (Ef 3, 16 - 17). Alegrémonos, porque merecimos ser templos de Dios; pero temamos, no sea que profanemos el templo de Dios con malas obras. Temamos lo que dice el Apóstol: si alguien profanare el templo de Dios, Dios le perderá a él (1Co 3, 17). Pues Dios, que pudo crear sin ningún trabajo el cielo y la tierra con la palabra de su poder, se digna habitar en ti; y por ello debes obrar de tal manera que no puedas ofender a tal habitante. Nada sucio encuentre Dios en ti-esto es, en su templo-, nada sombrío, nada soberbio: porque, si conociera allí alguna afrenta, al punto se alejaría; y si el Redentor se alejase, en ese mismo momento se acercaría el mentiroso. ¿Y qué le sucede a aquella alma infeliz que es abandonada por Dios y ocupada por el diablo?: se vacía de la luz y se llena de tinieblas; merma de dulzor y se embriaga de amargura; pierde la vida y encuentra la muerte; adquiere el suplicio y disipa el paraíso. Por tanto, hermanos, si Dios quiso hacer de nosotros su templo y se digno habitar sin interrupción, afanémonos con su ayuda cuanto podamos en arrojar lo superfluo y reunir lo útil; en repudiar la lujuria y conservar la castidad en desdeñar la avaricia y buscar la misericordia; en despreciar el odio y amar la caridad. Si con la ayuda de Dios hacemos esto, hermanos, atraemos

inmediatamente a Dios al templo de nuestro corazón y de nuestro cuerpo. Por lo cual, queridísimos, si deseamos celebrar el nacimiento de este templo con alegría, no destruyamos en nosotros los templos vivos de Dios con nuestras malas obras. Y añadiré algo que todos pueden comprender: cuando venimos a la iglesia, preparemos nuestras almas para que estén como queremos encontrarla. ¿Quieres hallar resplandeciente la basílica?: no manches tu alma con sombríos pecados. Si deseas que la basílica sea luminosa, también Dios quiere que tu alma no permanezca en tinieblas sino que haga lo que el Señor dice, para que luzca en nosotros la luz de las buenas obras, y será glorificado Aquél que está en los cielos. Del mismo modo que tú entras en esta iglesia, Dios quiere entrar en tu alma, como Él mismo prometió: y habitaré en ellos y en medio de ellos andaré (2Co 6, 16). De igual manera que no queremos encontrar en la iglesia ni puercos, ni perros, que nos darían horror, así Dios en su templo-esto es, nuestra alma-no quiere encontrar ningún pecado que ofenda los ojos de su majestad

Misericordia (Sermón 25, 1 - 3) Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia (Mt 5, 7). Dulce es el nombre de la misericordia, hermanos; y si lo es el nombre, ¡cuánto más lo será la realidad! Aunque todos los hombres quieren tenerla, por desgracia no todos obran de manera que merezcan recibirla: todos quieren recibir misericordia, pero pocos son los que quieren darla. ¿Cómo te atreves tú a pedir lo que no das? Debe dar misericordia en este mundo quien desea recibirla en el Cielo. Por eso, hermanos, ya que todos queremos misericordia, adoptémosla como protectora en esta vida, para que nos libre del mal en el futuro. En efecto, la misericordia está en el Cielo y a ella se llega ejerciendo la misericordia en la tierra. Así lo dice la Escritura: tu misericordia, Señor, está en el Cielo (Sal 37, 6). Por tanto, la misericordia es terrena y celestial, es decir, humana y divina. ¿Cuál es la misericordia humana? Aquella por la que atiendes a la miseria de los pobres. ¿Y cuál es la misericordia divina? Sin duda, la que otorga el perdón de los pecados. Todo lo que la misericordia humana da en el camino, la misericordia divina lo devuelve en la definitiva Patria. Dios tiene frío y hambre en todos los pobres de este mundo, como Él mismo afirma: cuantas veces lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hicisteis (Mt 25, 40). Dios, que se digna dar desde el Cielo, quiere recibir en la tierra. ¿Qué clase de hombres somos que, cuando Dios da, queremos recibir y, cuando pide, no queremos dar? Cuando un pobre tiene hambre, Cristo padece necesidad. Él lo dice: tuve hambre y no me disteis de comer (Ibid. 42). No desprecies, pues, la miseria de los pobres, si quieres tener la firme esperanza de que tus pecados te serán perdonados; Cristo, en todos los pobres, se digna tener hambre y sed, y lo que recibe en la tierra lo devuelve en el Cielo. Os pregunto, hermanos, ¿qué queréis o qué buscáis cuando venís a la iglesia? ¿Qué otra cosa sino la misericordia? Dad por lo tanto la terrena y recibiréis la celestial. A ti te pide el pobre, y tú pides a Dios; aquél pide un bocado, tú la vida eterna. Da al mendigo lo que esperas recibir de Cristo; óyele cuando te dice: dad y se os dará (Lc 6, 38). No sé cómo te atreves a recibir lo que no quieres dar. Por eso, cuando venís a la iglesia, dad limosna a los pobres según vuestras posibilidades. El que pueda, déles dinero; el que no, ofrézcales un poco de vino. Y si ni esto tuviere, siempre podrá darles un bocado de pan: si no entero, al menos un trozo, para que se cumpla lo que el Señor nos amonesta por boca del profeta: parte tu pan con el que tiene hambre (Is 58, 7). No dijo que dieras todo, no sea que tú mismo seas pobre y te quedes sin nada. Si actuamos con generosidad, hermanos, Cristo nos dará

aquello de lo que carece en los pobres. Por esto Dios permite que haya pobres en el mundo, para que todo hombre tenga un modo de pagar por sus pecados. Si no hubiese pobres no podríamos dar limosna y, por tanto, no recibiríamos el perdón. Pudo Dios hacer ricos a todos los hombres, pero quiso acercarse a nosotros en la miseria de los pobres: así el pobre con la paciencia, y el rico por la limosna, pueden recibir la gracia de Dios. Por nuestro bien existe la carencia de los pobres Atiende y contempla: el dinero y el reino. ¿Pueden compararse? Tú das dinero a los pobres y recibes el reino de Cristo; das alimento, y recibes de Cristo la vida eterna; das vestidos y de Cristo recibes el perdón de los pecados. No despreciemos, pues, a los pobres, hermanos, sino que cuidemos de ellos, y alegrémonos de su bien; porque la miseria de los pobres es medicamento para las riquezas, según lo que dijo el Señor: dad limosna, y quedaréis limpios (Lc 11, 41); y también: vended lo que poseéis y dad limosna (Lc 12, 33). Y por el profeta clama el Espíritu Santo: como el agua extingue el fuego, igualmente la limosna extingue el pecado (Si 3, 30). También, en otra ocasión, repite: da limosna al pobre y éste rogará para que no te suceda ningún mal (Si 29, 15). Practiquemos, pues, la misericordia, hermanos, y la ayuda de Cristo no nos faltará para que vivamos con la atadura de su prudencia (...). Como muchas veces os he amonestado, hay dos tipos de limosna: una buena y otra mejor. Una es proporcionar alimento a los pobres; la otra que perdones pronto a tu hermano cuando te ofenda. Las dos limosnas hemos de darnos prisa en practicar, con la ayuda de Dios, para que podamos alcanzar de Cristo la eterna indulgencia y la verdadera misericordia. Así dice: si perdonareis, también vuestro Padre os perdonará vuestros pecados; si no perdonareis, tampoco vuestro Padre perdonará vuestros pecados (Mt 6, 14 - 15). Y el Espíritu Santo clama en otro lugar: el hombre se comporta con ira con el otro hombre, ¿pide comprensión por parte de Dios? ¿No tiene misericordia con su semejante y pide misericordia a Dios? (Si 28, 1 - 5). Añade San Juan: quien odia a su hermano es homicida (1Jn 3, 15), y también: quien odia a su hermano está en tinieblas, y en ellas anda, y no sabe a dónde va: porque las tinieblas cegaron sus ojos (1Jn 2, 11). Así pues, hermanos, para evitar los males eternos, y alcanzar los bienes imperecederos, hemos de vivir los dos tipos de limosna de los que he hablado, todo lo que podamos y mientras vivamos. De esta forma, podremos decir el día del juicio: da, Señor, porque nosotros dimos; nosotros hicimos lo que mandaste, cumple lo que prometiste. Y Él lo hará, que vive y reina con el Padre y con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén

CESÁREO DE ARLÉS Exposición del Apocalipsis de S. Juan Introducción y Ap 1 Ap 2 Ap 3-4 Ap 4 Ap 5 Ap 6 Ap 6-8 Ap 9-10 Ap 10-11 Ap 11-12 Ap 12-13 Ap 13-14 Ap 15-16 Ap 16-17 Ap 17 Ap 17-18 Ap 18-20 Ap 19-22 Ap 20 Ap 21-22

Introducción Introducción: cómo interpretar el Apocalipsis A propósito de las revelaciones del Apocalipsis de S. Juan, algunos de los Padres antiguos, hermanos muy queridos, han sido del parecer de que aquellas se referían, o bien en su totalidad o al menos en su gran mayoría, al día del juicio y a la venida del Anticristo. En cambio aquellos que comentaron más cuidadosamente este libro han considerado que todas las revelaciones referidas en el mismo han comenzado a realizarse inmediatamente después de la Pasión de Nuestro Senor y Salvador, y de igual modo continuarán realizándose hasta el día del juicio, de tal manera que tan solo una pequeñísima parte parece corresponder al tiempo del Anticristo. Por lo tanto, todo lo que habeis entendido al escuchar esta lectura, ya sea sobre el Hijo del hombre, sobre las estrellas, sobre los ángeles, sobre los candelabros, sobre los cuatro animales, sobre el águila que vuela en medio del cielo y ya sea acerca de todo lo demás, referidlo a Cristo y reconoced que se cumple en la Iglesia y sabed que ésta es anunciada tipológicamente en Cristo. 1 El septenario de las Iglesias y de los candelabros En las siete Iglesias, a las que el evangelista S. Juan escribió en Asia, se significa la única Iglesia Católica por el espíritu septiforme de la gracia. Pues cuando dice Testigo fiel 2, se refiere a Cristo, ?que dió testimonio de la verdad ante Poncio Pilato? 3. Hizo de nosotros - dice - un reino y sacerdotes para Dios 4. Por sacerdotes para Dios entiende toda la Iglesia, como afirma S. Pedro: ?Vosotros dice - sois 'linaje escogido', 'real sacerdocio'? 5. Y vi - dice - siete candelabros de

oro 6. En los siete candelabros está figurada la Iglesia. El Hijo del hombre Y en medio de los candelabros uno como Hijo de hombre 7, es decir, Cristo. Ya sea, pues, el Hijo del hombre, ya sean los siete candelabros, o ya sean las siete estrellas, significan la Iglesia con su cabeza, Cristo 8. Cuando dice: ceñido por junto a los pechos con cinto de oro 9 el que estaba ceñido era figura de Cristo el Señor. Por los dos pechos entiendo los dos Testamentos, que reciben del pecho del Señor y Salvador, como de una fuente perenne, el alimento que nutre al pueblo cristiano para la vida eterna 10. El cinto de oro significa el coro o la multitud de los santos 11; en efecto, del mismo modo que el pecho es apretado por el cinto, así la multitud de los santos se aúna a Cristo y abraza a los Testamentos como los dos pechos para que se alimenten de ellos como de pechos santos. Los cabellos blancos como símbolo del bautismo Su cabeza, dice, y sus cabellos como lana, tan blanca como la nieve 12. Los cabellos blancos significan la multitud de los que han sido lavados, es decir, los neófitos que proceden del bautismo. Habla de lana porque son las ovejas de Cristo. Habla de nieve, porque del mismo modo que la nieve baja del cielo espontáneamente, por su propio movimiento, así también la gracia del bautismo viene sin ningún mérito precedente. En efecto, los que son bautizados significan Jerusalén que cotidianamente, al igual que la nieve, desciende del cielo. Así se dice de Jerusalén, es decir, de la iglesia, que desciende del cielo, porque del cielo procede la gracia por la cual ella es liberada de sus pecados y es unida a Cristo, es decir a la cabeza eterna, al Esposo celeste. Del mismo modo, por el contrario, se dice que la bestia que asciende del abismo significa el pueblo malo que nace del pueblo malo. Porque del mismo modo que la Jerusalén que desciende humildemente es exaltada, así también la bestia, es decir el pueblo soberbio, que se eleva con arrogancia es precipitada 13. Sus ojos como llama de fuego 14. Los ojos significan los mandamientos de Dios según lo escrito: ?Tu palabra, Señor, es una lámpara para mis pies? 15, y ?Tu palabra es un fuego? 16. Los pies incandescentes: la Iglesia probada en los últimos tiempos Y sus pies semejantes a oriámbar del Libano inflamados en un borne ardiente 17. Los pies inflamados significan la Iglesia, la cual ante la inminencia del día del juicio ha de ser probada con abundantes persecuciones y juzgada por el fuego. Y dado que el pie es la parte extrema del cuerpo, y dice que los pies están incandescentes, por los pies hay que entender la Iglesia de los últimos tiempos, que será probada - como el oro en el horno - con muchas tribulaciones. El que considere bien estas cosas, las ve realizadas ya desde ahora por la multitud de iniquidades; por eso las ha designado como oriámbar, porque es con el bronce y un gran fuego y un ingrediente como se obtiene el color del oro; de igual modo es por medio de las tribulaciones y los sufrimientos como la Iglesia se vuelve más pura 18. En la cintura de oro ceñida al pecho 19 puede también significarse la ciencia espiritual y el sentimiento puro 20 entregado a la Iglesia 21. La espada de dos filos, símbolo de los dos Testamentos Pero la Espada aguda de dos filos que sale de su boca 22, significa que es el mismo Cristo que nos ha revelado ahora los bienes del Evangelio y anteriormente, por medio de Moisés, el conocimiento de la Ley al universo entero, por eso David dijo de modo semejante: ?Dios ha hablado una vez, dos veces lo he oído? 23. Estas cosas significan, pues, los dos Testamentos, que según la estimación del tiempo son llamadas nuevas o antiguas, o la espada a doble filo 24. Simbolismo de la voz, las muchas aguas y los pies Su voz como voz de muchas aguas 25. Las muchas aguas significan los pueblos; la

voz, la predicación de los Apóstoles 26. Pero lo que dijo más arriba: sus pies eran semejantes a oriámbar fundido en la fragua 27, puede también ser aplicado a los Apóstoles que después de la Pasión predicaron su palabra, pues por su medio progresa la predicación, por eso con toda justicia se les denominan pies, tal como dice el profeta: ?Qué hermosos los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian la buena nueva? 28, y también: ?Prosternémonos en el lugar en donde han posado sus pies? 29. Las siete estrellas: la Iglesia Pero cuando dijo: Tenía en su mano derecha siete estrellas 30, ha querido referirse a la Iglesia; porque en la derecha de Cristo está la Iglesia espiritual, pues a los que ha colocado a su derecha dice: ?Venid los benditos de mi Padre? 31 Y lo que sigue. Las siete estrellas significan la Iglesia; en efecto, hemos dicho que el Espíritu de la fuerza septiforme le fue donado por el Padre 32, como dice Pedro a los Judíos a propósito de Cristo: ?Exaltado, pues, por la diestra del Padre derrama el Espíritu recibido del Padre 33. Por eso no dice que las siete iglesias, a las que el llama por sus nombres, son las solas iglesias, sino que lo que dice a cada una lo dice a todas. Así pues ya sea en Asia ya sea en toda la tierra, las siete iglesias son todas las iglesias, y hay una sola Iglesia Católica, como dice Timoteo: ?Como hay que portarse en la casa de Dios, que es la iglesia de Dios vivo? 34; y en Isaías, por las ?siete mujeres que tomaron un solo marido? 35 se quiere significar que las siete iglesias no son más que una. Por el marido entendemos a Cristo; el pan de las mujeres es el Espíritu Santo que nutre para la vida eterna. Recapitulación Y para inculcaros más fuertemente lo que se acaba de decir, queremos recapitularlo brevemente. Por las siete iglesias a las que escribe S. Juan se entiende la única Iglesia Católica en razón de la gracia septiforme. Cuando dice El testigo fiel 36, se refiere a Cristo. Los siete candelabros es la Iglesia Católica. Aquel que es semejante al Hijo del hombre en medio de los candelabros es Cristo en medio de la Iglesia. Cuando dice ceñido por junto a los pechos 37, por los dos pechos hay que entender los dos Testamentos que del pecho de Cristo reciben la leche espiritual para alimentar al pueblo cristiano para la vida eterna 38. La cintura de oro es el coro, o bien la multitud de los santos que, con constante dedicación a la lectura y la oración, prueban su adhesión a Cristo. En fin, que esto sea suficiente a vuestra caridad; lo que habéis entendido, meditado entre vosotros en las santas conversaciones hasta que podáis entender, Dios mediante, lo que sigue. Que El mismo se digna concederos esta gracia.

Notas 1

Cf. Ap 1, 4 1, 5 3 1Tm 6, 13 4 Ap 1, 6; cf. A. ORBE, Teología de San Ireneo, o. c. 3, 470 5 1P 2, 9 6 Ap 1, 12 7 Ap 1, 13 8 Cf. Ticonio, L. R. 11, 1 - 3; Primasio, 15, 179 - 18 ( 800, 23 - 26); Beato, 1, 107, 16 - 17: Ambr. Autp. 1, 68, 39 - 70, 2 9 Ap 1, 3 2 Ap

10

Cf. Primasio, 1, 17, 212 - 213 ( 801, 10 - 12); Ambr. Autp. 1, 72, 35 - 36; Beato, 1, 112, 14 - 15 11 Cf. Victorino, 23, 5 - 8; Primasio, 1, 17, 220 - 221; Beato, 1, 116, 3 - 4 12 Ap 1, 14 13 Cf. Victomno, 21, 6 - 10; Primasio, 17, 223 - 18, 230 ( 801, 4 - 20); Beato, 1, 116, 10 - 11 14 Ap 1, 14 15 Sal 119, 105 16 Sal 119, 140. Cf. Victorino, 21, 11 - 12; Primasio, 1, 18, 232 - 239 ( 801, 35 - 41); Beato, 1, 118, 3 - 14 17 Ap 1, 15 18 Cf. Primasio, 1, 18, 239 - 19, 247 ( 801, 46 - 59); Beda, 136, 26 - 33; Ambr. Autp. 76, 30 - 37; Cod. Oral. 6, 475, 1 - 3. En este fuego último descubría Ireneo las postrimerías de la Iglesia de los justos, los cuales serán atribulados en los últimos tiempos. Cf. IRENEO, Adv. Ver. 4, 20, 11; 5, 29, 2; véase A. ORBE, Teologíá de San Ireneo, o. c. 3, 234 19 Cf. Ap 1, 13 20 ?sentimiento puro?, es decir, inteligencia ortodoxa 21 Cf. Victonno, 23, 5 - 8; Beato, 1, 116, 3 22 Ap 1, 16 23 Sal 62, 12 24 Cf. Vitorino, 23, 10 - 12; Ambr. Autp. 1, 84, 1 - 2; Beato, 1, 125, 25 Ap 1, 15 26 Cf. Primasio, 1, 19, 250 - 254 ( 801, 59 - 902, 1); Ambr. Autp. 1, 77, 2 - 13; Beato, 1, 122, 16 - 123, 6 27 Ap 1, 15 28 Is 52, 7; Rm 10, 15 29 Sal 132, 7 30 Ap 1, 17 31 Mc 25, 34 32 Cf. Primasio, 1. 19, 256 - 20, 264 ( 802. 9 - 13); Beda, 136, 40 - 44; Ambr. Autp. 1, 83, 52 - 61; Beato, 1, 124, 12 - 125, 5 33 Hch 2, 33 34 1Tm 3, 15 35 Is 4, 1 cf. Beato, 1, 424, 5 36 Ap 1, 5 37 Ap 1, 13 38 Cf. supra

Apocalipsis 2 Cartas a las Iglesias (Ap 2 - 4) Hermanos muy queridos 1, el candelabro, que vosotros habeis oído mencionar cuando se leía el Apocalipsis, significa el pueblo. Pero cuando dice: Removeré tu candelabro 2, quiere decir dispersaré al pueblo 3 por causa de sus pecados. Y

combatiré contra aquellos con la espada de mi boca 4, es decir, yo daré a conocer mis mandamientos por los que sus pecados y sus crímenes serán denunciados 5. Y cuando dice: Y su semblante como el sol cuando resplandece con toda su tuerza 6, se refiere a la venida o a la presencia de Cristo, pues es por el semblante como se manifiesta y es conocido; puede significar también la Iglesia a la que Cristo ha prometido este esplendor del que dice: ?Entonces los justos relumbrarán como el sol en el reino de su Padre 7. La Estrella matutina 8 significa la primera resurrección que se obtiene por la gracia del bautismo. La estrella matutina ahuyenta la noche y anuncia la luz 9, es decir, quita el pecado y dona la gracia si es que las buenas obras siguen a la gracia recibida. Porque así como no es importante para el árbol vivir si no da fruto, así también de nada aprovecha al cristiano llamarse tal si no le acompañan obras cristianas. Y por esto dice: Te aconsejo que compres de mi oro acrisolado 10, es decir, esfuérzate por sufrir un poco por el nombre del Señor. Y unge tus ojos con un colirio 11, para que lo que gozosamente conoces por las Escrituras lo cumplas con tus obras 12. Los dos juicios: por el agua y por el fuego Fue abierta una puerta en el cielo 13. Juan, el predicador del Nuevo Testamento, la vio y oyó que se le decía: Sube acá 14. Al mostrar la puerta abierta se manifiesta que anteriormente había estado cerrada para los hombres. El trono estaba puesto 15 , es el trono del juez sobre el cual vio a uno semejante al jaspe y cornalina 16. El jaspe tiene el color del agua y la cornalina el del fuego. Estas dos piedras significan los dos juicios: uno que ya ha tenido lugar por el agua en el diluvio, y otro que tendrá lugar por el fuego al final de los siglos 17. Este pasaje puede significar también la vida de los siervos de Dios, porque, a semejanza del agua y del fuego, todos los santos en esta vida a veces están en la prosperidad y a veces sufren la adversidad. El mar de vidrio 18 es el don del bautismo; y se dice que está ante el trono 19 porque se nos es dado antes de la venida del juicio 20. Necesidad de la penitencia Pero después de esto dice: Tengo las llaves de la muerte y del infierno 21; dice esto porque el que cree y es bautizado es liberado de la muerte y del infierno, y porque la misma Iglesia así como tiene las llaves de la vida así también tiene las llaves de la muerte. En efecto, a ella misma se le dijo: ?A quien perdonareis los pecados, les son perdonados, si se los retenéis a alguien, les serán retenidos? 22. En donde el Apocalipsis dijo el ángel del hombre, se refiere al hombre mismo. Así las iglesias y sus ángeles significan aquí los obispos o los prepósitos de las iglesias. Tanto es así que con el nombre de los ángeles ha querido significar a la iglesia católica que él ordenó a los ángeles que hiciesen penitencia; en realidad no son los ángeles que están en el cielo los que necesitan hacer penitencia sino los hombres que no pueden estar sin pecado. Y dado que el nombre de ángel significa también mensajero, quienquiera que sea - obispo, presbítero o el mismo laico - que frecuentemente habla en nombre de Dios y anuncia como se llega a la vida eterna, con toda justicia puede ser denominado ángel de Dios. Y como nadie puede estar sin pecado es por lo que se le dice a él, es decir, al hombre, que haga penitencia. Porque el que realmente considera bien las cosas reconoce que yo no digo sólo a los laicos sino también a los sacerdotes que no deben estar un solo día sin hacer penitencia, pues así como no hay un solo día en que el hombre pueda estar sin pecado, de igual modo no debe estar día alguno sin el remedio de la satisfacción 23. La Iglesia formada por buenos y malos En los siete candelabros y el único candelabro podemos entender que indica a la Iglesia de los siete dones 24; en realidad todo lo que parece decir a las siete Iglesias

se aplica a la única Iglesia extendida por toda la tierra, porque en el número siete se refiere la plenitud toda. Así pues, mediante los ángeles designa a la Iglesia; y en los ángeles muestra las dos partes, es decir a los buenos y a los malos. Por ello no solo alaba sino que también increpa de modo que la alabanza se dirige a los buenos y la increpación a los malos. Así el Señor en el Evangelio ha designado a todo el cuerpo de prepósitos como un solo siervo bienaventurado y malvado que cuando ?venga el mismo Señor le dividirá? 25. ¿Cómo puede ser que un solo siervo sea dividido si, dividido, no puede vivir? Es que el único siervo significa todo el pueblo cristiano. Porque si el pueblo fuese enteramente bueno no sería dividido, pero como no solo contiene a los buenos sino también a los malos por eso ha de ser dividido. Y los buenos oirán: ?Venid benditos de mi Padre, recibid el reino? 26; pero los ladrones y los adúlteros, los que no han hecho misericordia, oirán: ?Apartáos de mí malditos, id al fuego eterno? 27. Todo lo que en Apocalipsis se dice a cada una de las iglesias, hermanos muy queridos, conviene a cada uno de los hombres que forman parte de la Iglesia única 28. Esto dice el que tiene cogidas en su mano las siete estrellas 29, esto es, el que os tiene en mano, es decir, el que os tiene en su poder y os gobierna. El que camina en medio de los candelabros de oro 30, es decir, en medio de vosotros, porque aquellos candelabros representan al pueblo cristiano. Pero cuando dice Removeré tu candelabro de su lugar, como no te arrepintieres 31, observad que no dice ?retiraré? sino ?removeré?, porque el candelabro representa al único pueblo cristiano y él dice que removerá este candelabro, no que lo retirará. Con ello da a entender que en la sola y única Iglesia los malos son removidos y los buenos confirmados; y es que por un juicio de Dios, secreto pero sin embargo justo, lo que es quitado a los malos se le dará a los buenos, para que se cumpla lo que está escrito: ?A todo el que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará lo que parece tener 32. El árbol de la vida y el maná: la Cruz y la Eucaristía Mas cuando dice: Al que venciere le daré a comer del árbol de la vida 33, es decir, del fruto de la Cruz. Que está, dice, en el paraíso de mi Dios 34. El Paraíso significa la Iglesia; en verdad, todas las cosas han sido hechas en su figura 35. Pues cuando dice: Yo conozco tus obras, tu tribulación y tu pobreza, bien que eres rico 36, lo dice a la Iglesia entera que es pobre según el espíritu pero posee todo 37. Y cuando dice: Tendreis persecución de diez dias 38. Ha escrito diez días para referirse a todo el tiempo porque el número diez es un número perfecto. Durante este tiempo el pueblo cristiano, como dice el Apóstol, entra en el reino de los cielos por medio de muchas tribulaciones 39. En efecto, lo que dice al ángel de la Iglesia de Pérgamo: Sé donde habitas, donde está el trono de Satanás 40, lo dice a toda la Iglesia citando a una sola, por que Satanás habita en todas partes por su cuerpo. Pues así como el cuerpo de Satanás son los hombres soberbios y malos 41, de igual modo el cuerpo de Cristo son los humildes y los buenos. Al que venciere le daré de comer del maná escondido 42, es decir, del pan que desciende del cielo. Su figura fué el maná en el desierto, el cual, como el mismo Señor dice, muchos que lo comieron ?murieron? 43 . Sin embargo ahora el que lo coma indignamente come su propia condenación 44 . Este mismo pan es también el árbol de la vida. Por el maná nosotros podemos recibir también la inmortalidad 45. La piedrecilla blanca y el nombre nuevo: el bautismo Y le daré una piedrecilla blanca 46, es decir, un cuerpo emblanquecido por el bautismo 47 Y sobre la piedrecilla está escrito un nombre nuevo 48, es decir, el conocimiento del

Hijo del hombre. Que nadie sabe sino el que lo recibe 49, nada menos que por la revelación, y por esto se dice a los judíos: ?Si la conocieran, jamás crucificaran al Señor de la gloria 50. La herejía bajo el nombre cristiano Lo que dice, pues, al ángel de la Iglesia de Tiatira: Tengo contra ti que dejas hacer a tu mujer Jezabe 51, se refiere a los prepósitos de las Iglesias que no imponen la severidad de la disciplina eclesiástica a los que se entregan a la lujuria y a la fornicación y a cualquier otro mal 52. También esto se puede entender de los herejes. La que se dice profetisa 53, es decir, cristiana; en efecto, muchas herejías se jactan de este nombre 54. No conociste la profundidad de Satanás 55, es decir, no contempláis su doctrina como las herejías 56. No echo sobre vosotros otra carga 57 , es decir, más allá de lo que podeis soportar 58. Lo que tenéis mantenedlo hasta que yo venga. El que venza y el que guarde mis obras hasta el fin yo le entregaré las naciones y los apacentaré con vara de hierro y serán quebrantados como el vaso del alfarero, según el poder que yo he recibido de mi Padre 59. En Cristo la Iglesia tiene este poder, como dice el Apóstol: ?Con él nos dió de gracias todas las cosas? 60. El dice una vara de hierro por el rigor de la justicia y con esta misma vara los buenos son corregidos y los malos abatidos 61.

Notas 1 En

las exégesis de los comentaristas anteriores a Cesáreo no aparecen las divisiones indicadas mediante fórmulas como ?hermanos muy queridos? y similares. Esto último da pie a pensar que estas divisiones, debidas a Cesáreo, están hechas en orden a la homilética. 2 Ap 2, 5 3 Cf. Beato, 1, 159. 15 - 16. 4 Ap 2, 16. 5 Cf. Primasio, 1, 30, 174 - 175. 6 Ap 1, 16. 7 Mt 13, 43; cf. Primasio, 1, 20, 277 - 279 ( 802, 9 - 22. 30 - 41); Beda. 136, 52 - s 7; Ambr. Autp. 1, 84, 1 - 7: Beato, 1, 132, 15 - 133. 4. 8 Ap 2, 28. 9 Cf. Victorino, 39, 19 - 20; Beato, 1, 163, 6 - 7. 10 Ap 3, 18. 11 Ap 3, 18. 12 Cf. Victorino, 43, 17 - 45, 2; Beato, 1, 165, 14 - 166, 3. 13 Ap 4, 1. 14 Ap 4, 1. 15 Ap 4, 2. 16 Ap 4, 3. 17 Cf. Victorino, 47, 15 - 20; Beato, 1, 447, 1 - 5 18 Ap 4, 6. 19 Ap 4, 6. 20 Cf. Victorino, 49, 5 - 9; Beato, 1, 457, 1 - 2; 2, 212, 13 - 14. 21 Ap 1, 18.

22

Jn 20, 23; cf. Primasio, 1, 22, 306 - 313 ( 803, 15 - 24); Beda, 137 8 - 11; Ambr. Autp. 1, 90, 45 - 52; Beato, 1, 139, 18 - 140, 12. 23 Cf. Ticonio, L. R. 10, 13 - 11, 11; Primasio, 1, 22, 321 - 327 ( 803, 29 - 37. 43 56); Beato, 1, 142, 11 - 150, 8; GENNADIO, De viris illustr. c. 18, ed. Richardson, TU XI/ 1, 58, 30 (PL 58, 1071, 16 - 17). 24 ?A la Iglesia de los siete dones?: más literalmente ?a la Iglesia septiforme?. 25 Mt 24, 51; Lc 12, 46 26 Mt 25, 34. 27 Mt 25, 41. 28 Cf. Primasio, 23, 1 - 19 ( 803, 56 - 804, 7); Beda, 135, 39 - 46; 137, 21 - 23; Beato, 1, 152, 9 - 154, 3; 154, 13 - 155, 3 29 Ap 2, 1. 30 Ap 2, 1. 31 Ap 2, 5. 32 Mt 25, 29; Cf. Primasio, 25, 50 - 60 ( 804, 53 - 805, 5); Beato, 1, 274, 9 - 275, 13. 33 Ap 2, 7. 34 Ap 2, 7. 35 Cf. Primasio, 25, 63 - 66 ( 805, 12 - 14); Ambr. Autp. 1, 111, 39 - 113, 33; Beato, 1, 279, 12 - 13; IRENEO, Adv. haer. 5, 10, 1 (Cf. A. ORBE, Teología de San Ireneo, o. c. 1, 468ss.); 5, 20, 2 (Cf. A. ORBE, id. 2, 327ss. 336); 5, 36, 2 (Cf. A. ORBE, id. 3, 587); Cf. J. DANIÉLOU, Eludes d'exégese judéo - chrétienne. (Les testimonia), Beauchesne, Paris 1966, PP. 53 - 75; id. Les figures de Christ dans l'Ancien Testament, Beauchesne, Paris 1950. 36 Ap 2, 9. 37 Cf. Primasio, 26, 73 - 74; Beato, 1, 287, 7 - 8; AGUSTIN, Enarr. in Sal 142, 5 (CCL 40, 2049, 20 - 21). 38 Ap 2, 10 39 Cf. Hch 14, 22. Cf. Ticonio, L. R. 60, 9; Primasio, 1, 27, 90 - 94 ( 805, 47 - 49); Beato, 1, 306, 6 - 8; 309, 6 - 10; Beda, 138, 17 - 18 40 Ap 2, 13 41 Cf. Primasio, 28, 148 - 29, 155 ( 806, 13 - 31); Beato, 1, 312, 12 - 313, 3 42 Ap 2, 17. 43 Cf. Jn 6, 49. 58. 44 Ap 2, 17 45 Cf. Primasio, 132, 48 - 133, 13 ( 806, 46 - 807, 6); Beato, 1, 323, 15 - 325, 5 46 Ap 2, 17. 47 Cf. Beda, 139, 10 - 11; Beato, 1, 329, 1 - 2 48 Ap 2, 17 49 Ap 2, 17; cf. Beato, 1, 330, 11 - 13 50 1Co 2, 8; cf. Beato, 1, 332, 10 - 12 51 Ap 2, 20 52 Cf. Fragmentos de Turín, 46, 1 - 4; Primasio, 31, 215 - 33, 251 ( 807, 39 - 808, 9); Beato, 1, 337, 3 - 10 53 Ap 2, 20. 54 Cf. Fragmentos de Turín, 49, 4 - 5; Beato, 1, 339, 7.

55

Ap 2, 24. Cf. Fragmentos de Turín, 54, 5 - 55, 1; Primasio, 35, 295 - 36, 299 ( 809, 7 - 10); Beato, 1, 351, 10 - 12. 57 Ap 2, 24. 58 Cf. Fragmentos de Turín, 56, 5 - 6; Beda, 140, 14 - 15; Beato, 1, 353, 9 - 11 59 Ap 2, 25 - 28. 60 Rm 8, 32. 61 Cf. Fragmentos de Turín, 56, 5 - 57, 7; Primasio, 36, 308 - 311; Beda, 140, 20 25 56

Apocalipsis 3 - 4 Hermanos muy queridos, acabamos de oír como el bienaventurado Juan increpa terriblemente al hombre pecador; y esto porque consideramos con gran temor y tememos con temblor lo que dijo: Yo conocí tus obras: que tienes nombre de que vives, y estás muerto 1. Muere el que ha cometido un pecado mortal 2, como está escrito: ?El alma del que peque es quien morirá 3. Y lo que es más lamentable, muchos de los que están vivos en sus cuerpos llevan manifiestamente las almas muertas. Cristo como puerta Anda vigilante y confirma a los que estaban para morir 4. Esto dice el Santo y verdadero, el que tiene la llave de David 5, es decir, el poder real, el que abre y nadie cierra, el que cierra y nadie abre 6. Está claro que Cristo abre a los que llaman, y a los hipócritas, es decir, a los simuladores, cierra la puerta de la Vida 7. He aquí que he puesto delante de ti una puerta abierta 8. Esto se afirmó para que nadie pueda decir que alguien tiene el poder de cerrar, aunque sea en parte, la puerta que Dios abre a la Iglesia en el mundo entero 9. Y prosigue: Que tienes escasas fuerzas 10. La alabanza proviene de Dios, el que abre la puerta de la Iglesia al que tiene una fe débil 11. Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios 12, ciertamente con lo que los cristianos somos señalados. Y el nombre de la ciudad de mi Dios, de la nueva Jerusalén que desciende del cielo 13. Designa nueva Jerusalén a la Iglesia celeste que nace de Dios. Por otra parte la denominó nueva por la novedad del nombre de cristiano y porque, siendo viejos, nosotros llegamos a ser nuevos 14. Los ricos que no practican la limosna Tu no eres ni frío ni caliente 15, es decir, inútil. En efecto, esto puede decirse de los ricos estériles que, a pesar de tener bienes, no hacen limosnas. Ellos no son pobres porque tienen bienes, pero ellos no son ricos porque nada hacen con sus riquezas 16 . Te aconsejo que compres el oro 17, es decir, para que haciendo limosnas y dedicándote a las buenas obras, tu mismo puedas ser oro y recibir de Dios la inteligencia y merecer sufrir el martirio mediante una vida santa 18. La Iglesia como cielo Y he aquí, dice, que una puerta es abierta en el cielo 19. La puerta abierta se refiere a Cristo, pues Él es la puerta 20. Denomina cielo a la Iglesia, donde tienen lugar las realidades celestes, tal como dice el Apóstol: ?Instaurar todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra? 21. Por cielo se entiende la primitiva Iglesia de los judíos, en cambio, la tierra significa la Iglesia de los gentiles. Y prosigue: Sube acá y te mostraré 22. Esto no se refiere solamente a Juan sino a la Iglesia o a todos los

creyentes; pues el que viere la puerta abierta en el cielo, es decir, el que creyese que Cristo había nacido, sufrido y resucitado, sube a lo alto y contempla las cosas futuras 23. Y he aquí que el trono estaba puesto en el cielo 24, es decir, en la Iglesia. Y el que estaba sentado era semejante a una visión de color piedra jaspe o cornalina 25. Estas comparaciones corresponden a la Iglesia. El jaspe tiene el color del agua y la cornalina el color del fuego; con estas figuras, como ya ha sido dicho, quiere dar a entender dos juicios: uno por el agua, que ya ha tenido lugar en el diluvio, y otro que tendrá lugar, en el futuro, por el fuego 26. Los veinticuatro ancianos y la Iglesia En derredor del trono vi veinticuatro sedes, y sobre las veinticuatro sedes veinticuatro ancianos sentados 27. Los ancianos significan toda la Iglesia, como dice Isaías: ?Cuando él sea glorificado en medio de sus ancianos? 28. Ahora bien los veinticuatro ancianos son los prepósitos y los pueblos. En los doce apóstoles se indica a los prepósitos y en los otros doce al resto de la Iglesia 29. Y del trono salen relámpagos y voces 30: en efecto, de la Iglesia salen los herejes pues ?salieron de entre nosotros? 31. También tiene otro significado, a saber, que los rayos y las voces indican la predicación de la Iglesia. En las voces se reconocen las palabras, en los relámpagos los milagros. Delante del trono un mar de vidrio 32: el mar semejante al cristal es la fuente del bautismo 33; delante del trono quiere decir antes del juicio. Pero por trono se entiende, a veces, el alma santa, tal como está escrito: ?El alma del justo es la sede de la sabiduría? 34. Otras veces es la Iglesia en la que Dios tiene su sede. Los cuatro animales: Cristo y la Iglesia Y en medio del trono cuatro animales 35, es decir, los Evangelios en medio de la Iglesia 36. Llenos de ojos por delante y por detrás 37, es decir, en el interior y en el exterior. Los ojos son los mandamientos de Dios. Por delante y por detrás 38, es decir, la facultad de ver el pasado y el futuro 39. En el primer animal semejante a un león se muestra la fortaleza de la Iglesia 40, en el novillo la pasión de Cristo 41. En el tercer animal, que es semejante a un hombre, se representa la humildad de la Iglesia; porque ella no se jacta en absoluto con un sentimiento de orgullo aun cuando posee la adopción de hijos 42. El cuarto animal representa a la Iglesia, semejante a un águila 43, es decir, volando libremente y elevada por encima de la tierra por dos alas, como levantada por los timones de los dos Testamentos o de los dos mandamientos 44. Pues cuando el evangelista Juan contempló que el misterio cuadriforme de estos cuatro animales se había realizado en Cristo, que él le vio nacer como un hombre, sufrir como un novillo y reinar como un león, le vió entonces retornar al cielo como un águila. Los ancianos y los testimonios de la Escritura Y cada uno de los cuales tenía seis alas en torno 45. En los animales se representan los veinticuatro ancianos, porque seis alas por cuatro animales hacen veinticuatro alas. En efecto, alrededor del trono él vió a los animales allí donde él dijo que había visto a los ancianos. Pero ¿cómo un animal con seis alas puede ser semejante a un águila, que tiene dos alas, a no ser porque los cuatro animales no son más que uno? Ellos tienen veinticuatro alas en las que nosotros vemos significados los veinticuatro ancianos que son la Iglesia que él ha comparado a un águila 46. Para otros las seis alas son los testimonios del Antiguo Testamento. Pues así como un animal no puede volar si no tiene alas, de igual modo la predicación del Nuevo Testamento no engendra la fe a no ser que contenga los testimonios explícitos del Antiguo Testamento que lo han anunciado, por los cuales es elevado de la tierra y emprende su vuelo. Ciertamente siempre que un acontecimiento

predicho se encuentra después realizado hace la fe indubitable; si, por otra parte, las cosas que habían anunciado los profetas no tuviesen su cumplimiento en Cristo, su predicación sería vacía. La Iglesia católica sostiene todo lo que desde el principio fue anunciado y después se ha realizado. Con toda razón el animal viviente vuela y se levanta desde la tierra hacia el cielo. Y no descansaban 47. Aquellos animales son la Iglesia, que no encuentra descanso, sino que alaba continuamente a Dios. Podemos, asimismo, entender por los veinticuatro ancianos los libros del Antiguo Testamento, y los patriarcas y los apóstoles; por los relámpagos y los truenos, que se dicen que salen del trono, podemos entender las predicaciones y promesas del Nuevo Testamento 48. Arrojando sus coronas delante del trono 49: porque los santos, tengan la dignidad que tengan, todo lo asignan a Dios, del mismo modo que aquellos que, según el evangelio, extendían las palmas y las flores bajo sus pies, es decir, le atribuían todas sus victorias. Porque tu creaste todas las cosas y existíán y fueron creadas por tu voluntad 50. Ellas existían según Dios, en posesión del cual todas las cosas existían antes de haber sido hechas; pero ellas habían sido creadas para ser vistas por nosotros, como dice Moisés a la Iglesia: ?¿No es éste tu Padre, que te ha hecho, te ha poseido y te ha creado?? 51. Él te ha poseido en su presciencia, él te ha hecho en Adán y él te ha creado a partir de Adán 52.

Notas 1

Ap 3, 1. Fragmentos de Turín, 59, 1 - 2; Primasio, 37, 1 - 7 ( 809, 40 - 46); Beato, 1, 358, 6 - 9. 3 Ez 18, 20. 4 Ap 3, 2. 5 Ap 3, 7. 6 Ap 3, 7. 7 Cf. Fragmentos de Turín, 63, 1 - 6; Primasio, 38, 31 - 32 ( 810, 12); Beda, 141, 1 2; Beato, 1, 380, 8 - 14; cf. A. ORBE, Teología de San Ireneo, 2, 252, 3, 176. 531 8 Ap 3, 8. 9 Cf. Fragmentos de Turín, 63, 7 - 9; Beato, 1, 383, 5 - 10 10. Ap 3, 8. 11 Cf. Fragmentos de Turín, 64, 2 - 6; Beda, 141, 14 - 16; Beato, 1, 387, 11 - 14. 12 Ap 3, 12. 13 Ap 3, 12. 14 Cf. Ticonio, L. R. 7, 24 - 26; 5, 11 - 14. 28 - 29; Fragmentos de Turín, 72, 9 - 73, 2; Primasio, 41, 99 - 105 ( 811, 29 - 40); Beato, 1, 408, 1 - 4. Cf. A. ORBE, Teología de San Ireneo, 3, 551. 15 Ap 3, 16. 16 Cf. Fragmentos de Turín, 75, 5 - 7; Primasio, 42, 130 - 43, 135 ( 812, 17 - 26); Beato. 2, 413, 17 - 414, 2. 17 Ap 3, 18. 18 Cf. Fragmentos de Turín, 75, 8 - 77, 4; Victorino, 43, 17 - 45, 1; Primasio, 44, 162 - 169 ( 812, 50 - 53. 55 - 56); Beato, 1, 415, 3 - 18; cf. ClPRIANO, De opere et eleem. 14 (CSEL 3, 384, 9 - 12: PL 4, 634, 34 - 37). 2 Cf.

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Ap 4, 1. Cf. Jn 10, 7. 21 Ef 1, 10. 22 Ap 4, 1. 23 Cf. Ticonio, L. R. 71, 23 - 24; Fragmentos de Turín, 80, 6 - 7; Primasio, 46, 1 - 14 ( 813, 42 - 51); Beda, 142, 55 - 56; 142, 59 - 143, 1; Beato, 1, 440, 4 - 441, 4; cf. E. ROMERO - POSE, Et caelum ecclesia et terra ecclesia. Exegesis ticoniana de Ap 4, 1, Augustinianum 19/ 3 ( 1979) 469 - 486. Cesáreo recoge y transmite un pequeño resumen del símbolo de la fe 24 Ap 4, 2. 25 Ap 4, 3. 26 Cf. Victorino, 47, 16 - 20 (Apringio, 28, 1 - 5); Primasio, 47, 31 - 35 ( 814, 17 - 18); Beato, 447, 1 - 7. 27 Ap 4, 4. 28 Is 24, 23. 29 Cf. Primasio, 4X, 43 - 57; Beda, 143, 26 - 34; Beato, 1, 450, 15 - 453, 6. 30 Ap 4, 5. 31 1Jn 2, 19 32 Ap 4, 6. 33 Cf. Victorino, 49, 5 - 6; Apringio, 29, 6; Beato, 1, 457, 1 - 2; 2, 212, 13 - 14. 34 Pr 12, 23 (LXX). 35 Ap 4, 6. 36 Cf. Beato, 1, 462, 5 (cf. Apringio, 29, 15 - 16). 37 Ap 4, 6. 38 Ap 4, 6. 39 Cf. Beato, 1, 462, 6 - 8 (cf. Apringio). 40 Cf. Beato, 1, 469, 8 - 9. 41 Cf. Beato, 1, 469, 12 - 13. 42 Cf. Beato, 1, 469, 46, 15 - 470, 2 43 Ap 4, 7. 44 Cf. Beato, 1, 471, 6 - 8. 45 Ap 4, 8. 46 Cf. Primasio, 55, 200 - 210 ( 817, 58 - 818, 8); Beato, 1, 471, 10 - 472, 3 47 Ap 4, 8. 48 Cf. Victorino, 55, 1 - 61, 2; Beato, 1, 501 - 1 - 504, 14. 49 Ap 4, 10. 50 Ap 4, 11. 51 Dt 32, 6. 52 Cf. Primasio, 58, 267 - 271 ( 820, 8 - 16); Beato, 1, 504, 15 - 505, 6 20

Apocalipsis 4 Babilonia y Jerusalén: los pecadores y los santos Cada vez que oís nombrar a Babilonia, hermanos queridísimos, no entendáis una

ciudad construida con piedras, porque Babilonia significa confusión, como se ha dicho repetidas veces; pero reconoced que con este nombre se designa a los hombres soberbios, ladrones, lujuriosos e impíos recalcitrantes en sus pecados; por el contrario, cada vez que vosotros oyéseis el nombre de Jerusalén, que quiere decir visión de paz, entended por ella los hombres santos que pertenecen a Dios. Porque Babilonia ofrece la imagen de los hombres malos, es por lo que él dice a este propósito en el pasaje siguiente: Porque del vino del furor de su fornicación han bebido todas las naciones, y los reyes de la tierra que fornicaron con ella 1, es decir, el uno con el otro; en efecto, todos los reyes no pueden haber fornicado con una sola prostituta; pero mientras que los impúdicos, que son los miembros de la meretriz, se corrompen mutuamente, se dice que ellos han fornicado con la meretriz, es decir, por sus costumbres disolutas. Después de esto continúa diciendo: Y todos los mercaderes de la tierra se enriquecieron con la pujanza de su lujo 2. En este lugar habla de aquellos que son ricos en pecados, porque el exceso de lujo engendra más bien la pobreza que la riquezas 3. Babilonia dividida: la conversión de los pecadores Y oí, dice, otra voz venida del cielo que decía: ?Salid de ella, pueblo mio, para que no os hagáis cómplices de sus pecados y no participéis en sus plagas? 4. En este lugar demuestra que Babilonia está dividida en dos partes: porque cuando, bajo la inspiración de Dios, los pecadores se convierten al bien, Babilonia se divide; y esta parte, que se separa de ella, se hace Jerusalén. En verdad, cada día se pasa de Babilonia a Jerusalén, y de Jerusalén se extravían a Babilonia, cuando los malos se convierten al bien y cuando aquellos que parecían ser buenos por su hipocresía, se manifiestan públicamente como malos. Is 52, 11: Finalmente, en cuanto a los buenos la Escritura dice también por medio de Isaías: ?Salid de en medio de ellos y no toquéis nada impuro: salid de en medio de ella y separáos de ella vosotros que lleváis los vasos del Señor? 5. El Apóstol recuerda esta separación diciendo: ?Sin embargo el sólido fundamento puesto por Dios se mantiene firme, y el Señor conoció a los que son los suyos y apártese de la iniquidad todo el que pronuncie el nombre del Señor 6. No os hagáis cómplices, dice, de sus pecados y no seáis afligidos por sus plagas 7. Pues está escrito: ?El justo, muera de la muerte que muera, gustará el reposo 8, ¿cómo puede el justo tener parte en el pecado cuando es llevado con el impío en la caída de la ciudad? No puede ser, a no ser que, cuando los buenos abandonan la ciudad del diablo, es decir, las costumbres impúdicas e impías, alguno de entre ellos quisiera permanecer y deleitarse en las voluptuosidades de Babilonia; si actúa así, sin duda alguna será partícipe de su plaga 9. Salir de Babilonia: mudar de conducta Pero cuantas veces dijo salid 10, no lo entendáis corporalmente sino espiritualmente. Se sale de en medio de Babilonia cuando se abandona una mala conducta. Porque en una sola casa, y en una sola Iglesia, y en una sola ciudad viven juntos los habitantes de Jerusalén y los de Babilonia. Y sin embargo, entretanto los buenos no sigan a los malos y los malos no se conviertan a los buenos, se reconoce a Jerusalén en los buenos y a Babilonia en los malos. Ellos habitan juntos corporalmente, pero según su corazón ellos están muy divididos; porque el género de vida de los malos es siempre terrestre, porque ellos aman la tierra y han puesto toda su esperanza y todo el deseo de su alma en las cosas de la tierra; pero el espíritu de los buenos, según el Apóstol, está siempre fijo en las cosas celestes 11, porque ellos gustan las cosas de lo alto 12. Salid, dice, de ella,

pueblo mio, es decir de Babilonia, para que no os hagáis cómplices de sus pecados y no seáis afligidos por sus plagas. Porque sus pecados llegan a tocar el cielo, y se acordó Dios de sus iniquidades. Pagadle como ella misma pagó, y dobladle al doble de la medida de sus obras; en la copa en que escanció escanciadle doblado; cuando ella se dió al placer y al lujo, dadle otro tanto de tormento y duelo 13. Todas estas cosas las dice Dios a su pueblo, a los cristianos buenos, es decir, a la Iglesia: Pagadle como ella misma pagó 14; en efecto, es de la Iglesia que salen sobre el mundo las plagas visibles e invisibles. Porque Babilonia, es decir, el pueblo de todos los malos y todos los soberbios, dice en su corazón: sentada estoy como reina, y viuda no soy, y el duelo jamás lo veré; por esto un solo díá vendrán sus plagas: muerte, duelo y hambre; y será abrasada en fuego 15. Si ella muere y es quemada en un día ¿qué sobreviviente llorará la muerte? o ¿cuánta puede ser el hambre de un solo día? Pero por este día ha querido hablar de la breve duración de la vida presente durante la cual han sido afligidos espiritual y corporalmente 16; porque para todos los soberbios y para aquellos que se han entregado a las voluptuosidades, le sobrevienen más grandes penas sobre el alma que sobre el cuerpo. En realidad, ellos son castigados con una más grande plaga cuando ellos se glorían de sus iniquidades y reciben así, por un justo juicio de Dios, licencia para hacer el mal. De tal suerte que ellos no merecen ser castigados con los hijos de Dios, sino que se cumple en ellos lo que está escrito: ?No comparten las penas de los hombres y con los hombres no son castigados; por eso su soberbia los sostiene? 17. Lamentaciones de los reyes de la tierra por la caída de Babilonia Porque fuerte es el Señor Dios que la juzgará. Y llora rán y plañirán sobre ella los reyes de la tierra que con ella fornicaron 18. ¿Qué reyes lloraron su ruina, si estos reyes la han abatido? Ahora bien, lo que es la ciudad también son los reyes que la lloran 19. No es el pecado de la lujuria que han cometido con ella lo que ellos lloran haciendo penitencia sino que es que reconocen que la prosperidad del mundo, por la cual ellos estaban esclavos de sus voluptuosidades, ha desaparecido; y porque estas cosas que por la lujuria les placían anteriormente comienzan a cesar por ellos, los libertinos se destruyen mutuamente como el humo de la Gehenna inminente quedándose, dice, lejos por el temor de su tormento 20. Quedándose lejos no de cuerpo sino de espíritu, porque cada uno teme para sí lo que ve a otro sufrir por las calumnias y el poder de los soberbios. Diciendo: ¡Ay! ¡ay! la ciudad grande Babilonia, la citudad poderosa, porque en una sola hora ha venido tu juicio 21. El Espíritu dice el nombre de la ciudad, pero aquellos lloran que el mundo sea arrebatado enteramente en muy poco tiempo y que toda actividad arruinada haya cesado 22. Lamentaciones de los malos por la caída de Babilonia Y los mercaderes de caballos y de carros y de esclavos que a costa de su comercio se enriquecieron, se mantendrán a lo lejos llorando y lamentándose diciendo: ¡Ay! ¡ay!, la ciudad grande 23. Por todas partes donde el Espíritu habla de mercaderes enriquecidos por ella, significa la riqueza de los pecadores. Vestida de lino finisimo y púrpura y escarlata, y engalanada con oro y piedras preciosas y perlas 24. ¿Es que una ciudad es vestida de lino fino y de púrpura? ¿No serán más bien los hombres? Es porque éstos son los mismos que se lamentan de ser despojados de todas estas cosas de las que se ha hablado. Y todo piloto, y todo el que navega en los mares, y los marineros y cuantos se fatigan en el mar, se mantuvieron lejos y gritaron al ver el humo de su incendio 25. ¿Es que todos los pilotos y todos los marineros que se fatigan en el mar han podido estar presentes para ver el incendio de una sola

ciudad? Pero él quiere decir que todos los que aman el mundo y los que realizan la iniquidad temerán en viendo la ruina de su esperanza 26. Después de esto dice: Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra con sus huestes 27. La bestia representa al diablo 28; los reyes de la tierra y sus huestes, a todo su pueblo. Reunidos para dar la batalla al que iba montado en el caballo y su hueste 29, es decir, a Cristo y a la Iglesia. Y vi a otro ángel que descendía del cielo 30. Es el Señor Cristo en su primera venida 31. Y tenía la llave del abismo 32, es decir, que Dios le dio el poder sobre su pueblo; pues bien, por abismo hay que entender el pueblo malo. Y él tenía una gran cadena en su mano 33, es decir, que Dios le dió el poder en su mano. Y cogió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo, y Satanás, y lo ató para mil años 34, en su primera venida, como dice él mismo: ?¿Cómo puede uno entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar si no ata primero al fuerte?? 35. En efecto, cuando expulsa al diablo del corazón de sus fieles, él lo envía al abismo, es decir, al pueblo malo 36; y él mostró esto visiblemente cuando, expulsando los demonios, les permitió pasar de los hombres a los cerdos que iban a ser engullidos en el abismo 37 : esto es lo que se realiza principalmente en los herejes.

Notas 1

Ap 18, 3. 18, 3. 3 Cf. Beda, 185, 31 - 35; Beato, 2, 305, 12 - 19 4 Ap 18, 4. 5 Is 52, 11. 6 2Tm 2, 19, cf. Primasio, 253, 52 - 60 ( 905, 33 - 41); Beda, 185, 36 - 38; Beato, 2, 306, 1 - 19; 2, 114, 6. 7 Ap 18, 4. 8 Sb 4, 7. 9 Beato, 2, 307, 1 - 6. 10 Ap 18, 4. 11 Cf. Flp 3. 20. 12 Cf. Col 3, 2 13 Ap 18, 4 - 7. 14 Ap 18, 6; cf. Beato, II 308, 17 - 309, 7. 15 Ap 18, 7 - 8. 16 Cf. Beda, 185, 42 - 44; Beato, 2, 309, 12 - 310, 3. 17 Sal 73, 5 - 6. 18 Ap 18, 9. 19 Cf. Beato, 2, 310, 7 - 10. 20 Ap 18, 9 - 10. 21 Ap 18, 10. 22 Cf. Beda, 186, 12 - 19; Beato, 311, 4 - 13 23 Ap 18, 15 - 16. 24 Ap 18, 16. 2 Ap

25

Ap 18, 17. Cf. Beda, 186, 40 - 48; Beato, 2, 313, 1 - 15. 27 Ap 19, 19. 28 Cf. Primasio, 270, 222 ( 913, 49 - 51). 29 Ap 19, 19; cf. Beato, 2, 339, 14 - 17. 30 Ap 20, 1. 31 Cf. Primasio, 271, 4 - 5 ( 914, 34 - 37); Beda, 191, 15; Beato, 2, 344, 2 - 3. 32 Ap 20, 1. 33 Ap 20, 1. 34 Ap 20, 2. 35 Mt 12, 29. 36 Cf. Primasio, 271, 6 - 272, 10 ( 914, 37 - 43); 273, 32 - 37 ( 915, 12 - 18): Beda, 191, 16 - 17. 33 - 35; Beato. 2, 345, 6 - 12. 37 Cf. Mt 8, 32 26

Apocalipsis 5 El libro sellado: Antiguo y Nuevo Testamento Y ví sobre la diestra del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por el reverso 1. Entiende los dos Testamentos: por el reverso el Antiguo y por dentro el Nuevo que estaba escondido en el Antiguo 2. Sellado, dice, con siete sellos 3, es decir, velado por la plenitud de todos los misterios 4 y que permanece sellado hasta la pasión y resurrección de Cristo. Pues así como solamente se llama testamento a aquello que hacen los que se van a morir y que permanece sellado hasta la muerte del testador para ser abierto después de su muerte, así también después de la muerte de Cristo son revelados todos los misterios. Y ví un ángel fuerte que clamaba con voz poderosa: ¿Quién hay digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 5. Si primero se desatan los sellos, a continuación el libro puede ser abierto. Pero la verdadera razón es que Cristo abre el libro cuando emprendió la obra querida por el Padre 6, cuando fue concebido y cuando nació; es entonces cuando desató los sellos, cuando fue entregado a la muerte en favor del género humano 7. Y nadie podía, ni en el cielo, ni sobre la tierra, ni debajo de la tierra 8, es decir, ni ángel, ni viviente sobre la tierra, ni muerto, podía abrir el libro ni verlo 9, es decir, contemplar el esplendor de la gracia del Nuevo Testamento 10. Y yo lloraba mucho, porque nadie se halló digno de abrir el libro ni de verlo 11. La Iglesia, de la que Juan era la figura, lloraba cargada y abrumada por los pecados, implorando su redención 12. Y he aquí que uno de los ancianos 13. Por uno de los ancianos hay que entender todo el cuerpo de los profetas; pues los profetas consolaban a la Iglesia anunciando a Cristo de la tribu de Judá, la raíz de David 14: porque es él quien en nosotros venció todo pecado, y si alguien posee algo bueno a él se le debe 15 . El Cordero degollado: Cristo y la Iglesia Y vi, he aquí que en medio del trono y de los cuatro animales y en medio de los ancianos estaba de pie un cordero como degollado 16. Los tronos, los animales, los ancianos es la Iglesia; el cordero como degollado es la Iglesia con su cabeza, que muere por Cristo para que pueda vivir con Él. También los mártires en la Iglesia pueden ser representados por un cordero como degollado. Tenía, dice, siete

cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados sobre toda la tierra 17. Aquí se revela manifiestamente que nadie puede tener el espíritu de Dios a no ser la Iglesia 18. Y vino y tomó el libro de la diestra del que estaba sentado sobre el trono 19. Nosotros reconocemos en el que se sienta en el trono al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. El Cordero ha recibido pues de la diestra de Dios, es decir, ha recibido del Hijo la obra del libro que iba a llevar a cumplimiento, cuando él mismo dice: ?Como el Padre me ha enviado, así os envío yo a vosotros? 20, prevé que él mismo lleva a término en aquellos lo que él dona 21. Teniendo cada uno de ellos una citara 22, es decir, instrumentos de alabanza. Y copas de oro 23. Éstas son los vasos en la casa del Señor en los cuales se acostumbraba ofrecer los inciensos; por esta razón las copas de oro significan justamente las oraciones de los santos 24. El Nuevo Testamento como cántico nuevo Y cantaban un cántico nuevo 25, es decir, el Nuevo Testamento; cantan un cántico nuevo, es decir, profieren públicamente su profesión de fe. Es verdaderamente una novedad el que el Hijo de Dios se haga hombre, muera, resucite y suba al cielo y conceda a los hombres la remisión de los pecados. Pues la cítara, es decir, una cuerda tensa sobre la madera, significa la carne de Cristo unida a la pasión; mas la copa representa la confesión y la propagación del nuevo sacerdocio. La apertura de los sellos es el desvelamiento del Antiguo Testamento 26. Y vi, y oí la voz de una multitud de ángeles 27. Llama ángeles a los hombres, que son llamados también hijos de Dios 28. Digno es el Cordero, que fue degollado, de recibir la potencia y riqueza y sabiduria 29 y lo que sigue. No dice esto de Dios, ?en el cual se hallan todos los tesoros de la sabiduría? 30, en el sentido de que El mismo reciba, sino del hombre asumido y de su cuerpo que es la Iglesia o de sus mártires que han sido degollados por su nombre; porque la Iglesia recibe todo de su cabeza, como está escrito: ?Con él nos dará de gracia todas las cosas? 31. En efecto el mismo Cordero recibió, el que dice en el Evangelio: ?Se me dió toda potestad en el cielo y sobre la tierra? 32, pero él la recibió según la humanidad no según la divinidad 33. Oí, dice, a todos lo que decían: al que está sentado sobre el trono 34, es decir, al Padre y al Hijo y al Cordero 35, es decir, a la Iglesia con su cabeza: La bendición y el honor y la gloria por los siglos 36: A él el honor y la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén 37.

Notas 1

Ap 5, 1. Cf. Primasio, 61, 1 - 6 ( 820, 57 - 59); Beato, 1, 506. 1 - 4. 3 Ap 5, 1. 4 Cf. Primasio, 62, 19 - 20 ( 821, 15 - 16); Beda, 145, 9 - 10; Beato, 1, 535, 1 - 3. 5 Ap 5, 2. 6 Cf. A. ORBE, Teología de San Ireneo , 2, 252; 3, 531 7 Cf. Primasio, 82, 490 - 83, 1 ( 830, 26 - 27); Beato, 1, 536, 4 - 6 8 Ap 5, 3 9 Ap 5, 3 2

10

Cf. Primasio, 83, 507 - 512 ( 830, 34 - 52); Beda, 145, 30 - 36; Beato, 1, 537, 8 -

11 11 Ap

5, 4 Cf. Primasio, 84, 517 - 518 ( 830, 59 - 831, 1); Beato, 1, 538, 3 - 4 13 Ap 5, 5 14 Ap 5, 5 15 Cf. Primasio, 84, 519 - 525 ( 831, 1 - 9); Beato, 1, 538, 5 - 12 16 Ap 5, 6 17 Ap 5, 6. 18 Cf. Primasio, 85, 543 - 550 ( 831, 31 - 38); Beda, 145, 49 - 50: ?Ticonio dice que el Cordero es la Iglesia, que recibió de Cristo todo poder?; cf. Beato, 1, 540, 9 - 541, 4. 19 Ap 5, 7. 20 Jn 20, 21. 21 Cf. Beato, 1, 543, 13 - 15. 22 Ap 5, 8. 23 Ap 5, 8. 24 Cf. Primasio, 87, 592 - 593 ( 832, 39 - 40); Beato, 1, 544, 9 - 13; 545, 7 - 8. 13 14. 25 Ap 5, 9. 26 Cf. Victorino, 67, 3 - 16; Beato, 1, 544, 14 - 545, 12. 27 Ap 5, 11. 28 Cf. Primasio, 89, 643 - 647 ( 833, 47 - 51); Beda, 146, 26 - 27; Beato, 1, 547, 1 6. 29 Ap 5, 12. 30 Col 2, 3. 31 Rm 8, 32 32 Mt 28, 18. 33 Cf. Primasio, 89, 655 - 90, 671 ( 833, 55 - 834, 6); Beato, 1, 547, 10 - 548, 12. 34 Ap 5, 13. 35 Ap 5, 13. 36 Ap 5, 13. 37 Cf. Primasio, 91, 684 - 690 ( 834, 41 - 55); Beato, 1, 548, 13 - 549, 2 12

Apocalipsis 6 El caballo blanco y su jinete: Cristo y la Iglesia Como acabáis de oír, cuando el texto sagrado fue leído, el bienaventurado Juan dice lo siguiente: Y he aquí un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona y salió vencedor 1. El caballo es la Iglesia y el jinete es Cristo. Este caballo del Señor con el arco de guerra fue, anteriormente, profetizado por Zacarías: ?El Señor Dios visitará a su rebaño, la casa de Israel y hará de ellos como un caballo de honor en el combate; y a partir de él es como examinará y regirá, y de él extraerá el arco en su cólera y de él hará salir todo lo que sigue? 2. Ahora bien, por el caballo blanco entendemos a los profetas y

apóstoles; en el caballo coronado que tiene el arco reconocemos no solo a Cristo sino también al Espíritu Santo. En efecto, después de que el Señor subió al cielo y desveló todas las cosas, envió al Espíritu Santo; pues sus palabras por medio de los predicadores alcanzarán como flechas el corazón de los hombres y vencerán la incredulidad. Mas las coronas sobre la cabeza dan a entender las promesas (hechas) por el Espíritu Santo 3. El caballo rojo: el pueblo malvado Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo de los seres vivientes, que decía: ven y ve y salió un caballo rojo y al que montaba sobre él le fue dado quitar la paz de la tierra, y que unos hombres a otros se degüellen, y le fue dada una gran espada 4. Contra la Iglesia vencedora y triunfante sale el caballo rojo, es decir, el pueblo siniestro y malo, cubierto de sangre por su jinete el diablo. Aun cuando leamos en Zacarías que el caballo del Señor es rojo, éste lo es por su propia sangre, mientras que aquél lo es por la sangre de otro. A éste le fue dada una gran espada 5 para quitar la paz de la tierra, es decir, su paz, la paz que es del mundo, porque la Iglesia tiene la paz eterna que Cristo le dejó. Así pues, como antes hemos dicho, el caballo blanco significa la Iglesia, su jinete Cristo o el Espíritu Santo. El arco que tenía en la mano significa sus preceptos que a lo largo de todo el mundo, como ?flechas afiladas de poder? 6, han sido lanzadas para aniquilar los pecados y para despertar los corazones de los fieles. La corona en su cabeza es la promesa de la vida eterna. El caballo rojo es el pueblo malo, su jinete el diablo; se dice rojo porque ha sido enrojecido con la sangre de muchos. Pero que se le ha dado una espada y el poder de quitar la paz de la tierra, es decir, que los hombres, instigados por el diablo, no dejan de suscitar entre ellos, de manera malvada e ininterrumpida, litigios y discordias hasta la muerte 7. El caballo pálido: el pueblo siniestro y los perseguidores Y por el caballo negro hay que entender el pueblo siniestro, que obedece al diablo. Pero él tenía en la mano una balanza 8, porque los malos, fingiendo tener la balanza de la justicia, engañan frecuentemente. Cuando dice: El vino y el aceite no los dañes 9: por el vino indica la sangre de Cristo y por el aceite la unción del crisma. Por el trigo o por la cebada se entiende toda la Iglesia, ya sea en los grandes ya sea en los pequeños, o también en los prepósitos y en los pueblos 10. Y con el caballo pálido se significan los hombres malos, que no cesan de suscitar persecuciones. Estos tres caballos no son más que uno, los que salieron después del caballo blanco y contra él, y tienen por jinete al diablo, que es la muerte 11. Pues en estos tres caballos es necesario ver el hambre, las guerras y la peste; esto es lo que el Señor ha predicho en su Evangelio, y que ya se está realizando, y que irá en aumento en la inminencia del día del juicio. Pero cuando dice que había visto bajo el altar de Dios las almas de los que habían sido degollados 12, es necesario entender que se refiere a los mártires. Pero cuando habla de un gran terremoto 13 alude a la última persecución 14. Cuando dice que el sol se ennegrece 15, y la luna se vuelve de color sangre 16 y las estrellas caen del cielo 17: el sol, la luna y las estrellas son la Iglesia extendida por toda la tierra. Y cuando dice que ha caído, no cae toda entera, sino que hay que entender el todo por la parte, pues en toda persecución los buenos perseveran y los malos caen como del cielo, es decir de la Iglesia. Después continúa: Como la higuera, dice, agitada deja caer sus brevas cuando es sacudida por el viento 18, así los malos caen de la Iglesia cuando son alterados por alguna tribulación. Pero cuando dice: El cielo fue retirado como un libro 19 es la Iglesia que es separada de los malos y que, como un libro enrollado, contiene en ella los misterios divinos por ella conocidos. Y cuando dice: Los reyes de la tierra huyeron y se escondieron en las cavernas de la tierra 20, quiere decir que el mundo entero

encontrará refugio en la Iglesia, en los buenos y en los santos, para que puesto bajo su protección pueda alcanzar la vida eterna; con la ayuda de Nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Notas 1 Ap

6, 2. Za 10, 3 - 4. 3 Cf. Victorino, 69, 1 - 11; Beato, 1, 554, 11 - 555, 1 4 Ap 6, 3 - 4. 5 Ap 6, 4. 6 Sal 120, 4. 7 Cf. Beda, 147, 6 - 13; Beato, 1, 556, 2 - 557, 2 8 Ap 6, 5 9 Ap 6, 6 10 Cf. Primasio, 95, 88 - 92 ( 837, 1 - 12); Beda, 147, 29 - 32; Beato, 1, 559, 3 - ó 11 Cf. Beato, 1, 566, 2 - 5. 12 Ap 6, 9. 13 Cf. Ap 6, 12 14 Cf. Victonno, 77, 4 - 5. 15 Cf. Ap 6, 12. 16 Cf. Ap 6, 12. 17 Cf. Ap 6, 13 18 Ap 6, 13. 19 Ap 6, 14. 20 Ap 6, 15 2

Apocalipsis 6 - 8 Y ví otro ángel que subía del sol nacientes. Por el otro ángel quiere indicar la misma Iglesia Católica1. Del sol naciente 2: de la pasión y resurrección del Señor 3. Clamando a los cuatro ángeles de la tierra, y clamó con voz poderosa a los cuatro ángeles a quienes fue dada la potestad de dañar la tierra y el mar: no dañéis la tierra, ni el mar 4. Ahora bien, él recibe una espada; hablando en general él recibe ya sea a los que aniquila durante su vida, ya sea a los que persuade a luchar entre sí hasta la muerte por los bienes temporales 5 El caballo negro Dice que del tercer sello salió un caballo negro, y el que montaba sobre él tenía una balanza en su mana 6. Tenía, dice, una balanza en su mano, es decir, un control de la justicia; porque mientras finge tener la justicia, él daña con la simulación. Mas mientras, en medio de los vivientes, es decir, en medio de la Iglesia, se dice no dañes 7, se muestra que los espíritus del mal no tienen potestad sobre los siervos de Dios, a no ser que la hayan recibido de Dios. No dañes ni el aceite ni el vino 8. En el vino y en el aceite ha indicado la unción del crisma y la sangre del Señor, pero en el trigo y en la cebada indica la Iglesia ya sea en los grandes o pequeños

cristianos ya sea en los prepósitos y en los pueblos 9. Del cuarto sello: Un caballo amarillento, y el que montaba sobre él tenía por nombre muerte, y con él iba en pos el infierno, y le fue dado poder sobre la cuarta parte de la tierra para matar con espada, hambre, muerte y las fieras de la tierra 10. Los cuatro caballos y su significado Estos tres caballos no son más que uno, los que salieron después del caballo blanco y contra él; y ellos tienen un jinete único, el diablo, que es la muerte 11. Pues que el jinete es el diablo y sus campañeros se revela en el sexto sello, cuando él dice que los caballos se afrontan en el último combate. Los tres caballos, pues, significan el hambre, la guerra y la peste como lo había anunciado el Señor en el Evangelio. El caballo blanco es la palabra de la predicación en toda la tierra. En el caballo rojo y su jinete están representadas las guerras que han de venir, más aún que tienen lugar cuando ya un pueblo se levanta contra otro. Con el caballo amarillento y su jinete se representa la gran peste y la mortalidad. Y el infierno le sigue 12, es decir, espera devorar un gran número de almas. El quinto sello y la sangre de los mártires Y cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar de Dios las almas de los que habían sido degollados 13. El altar de Dios representa a la Iglesia, bajo los ojos de la cual habían sido degollados los mártires. Y concedido que las almas de los santos estén en el paraíso, sin embargo dado que la sangre de los santos ha sido derramada sobre la tierra, dicen que clama bajo el altar, según lo que está escrito: ?La sangre de tu hermano clama desde la tierra? 14. El sexto sello y la última persecución Cuando abrió el sexto sello, sobrevino un gran terremoto 15, es decir, la última persecución, y el sol se tornó negro como saco tejido de crin, y la luna entera se tornó negra como sangre y las estrellas cayeron en la tierra 16. Lo que son el sol y la luna, lo son también las estrellas, es decir, la Iglesia, pero se entiende la parte por el todo; en efecto, no es toda la Iglesia, sino los malos que están en la Iglesia, los que caen del cielo. Pero dijo todo porque la última persecución se extenderá por todo el universo 17. Y entonces aquellos que sean justos permanecerán en la Iglesia como en el cielo; pero los codiciosos, los hombres injustos y adúlteros aceptaron hacer inmolaciones al diablo. Y entonces aquellos que se dicen ser cristianos solo de palabra, como las estrellas, caen del cielo que es la Iglesia. Como una higuera agitada por un fuerte viento deja caer sus brevas 18. Comparó el árbol agitado a la Iglesia, el fuerte viento a la persecución, las brevas a los hombres malos que deben ser echados fuera y separados de la Iglesia 19. Y el cielo fue retirado como un libro que arrolla 20. En este lugar el cielo significa la Iglesia que se separa de los malos y contiene en ella todos los misterios, por ella sola conocidos, como un libro arrollado que los hombres inicuos no quieren ni pueden comprender del todo 21. Y todo monte e isla fueron removidos de sus sitios 22. Lo que significa el cielo también las montañas y lo mismo las islas, es decir, que la Iglesia, una vez realizada la última persecución, se retira toda ella de su lugar ya sea huyendo de la persecución en los buenos, ya sea apartándose de la fe en los malos. Pero esto puede acontecer en una y en otra parte; porque la parte buena es igualmente cambiada de su lugar huyendo, es decir, que ella pierde lo que tiene como ha sido dicho: Removeré tu candelabro de su lugar 23. La conversión a Cristo Y los reyes de la tierra y los magistrados 24. Por reyes entendemos los hombres poderosos; pues de todo rango y condición se convertirán a Cristo. Por otra parte aquellos que entonces serán reyes, a excepción de un perseguidor, se escondieron en las cuevas y en las peñas de los montes 25. Todos se refugian, en el tiempo

presente, en la fe de la Iglesia y se ocultan en el misterio secreto de las Escrituras, y ellos dicen, caed 26, es decir, cubridnos, y escondednos 27, es decir, para que el hombre viejo se aparte de los ojos de Dios 28. Y en otro sentido, el que piensa que vendrá el día del juicio, se vuelve a los montes, es decir, a la Iglesia para que, en el tiempo presente, sean cubiertos sus pecados por la penitencia para no ser castigados en el mundo futuro. Hasta que hayamos marcado con el sello en su frente a los siervos de nuestro Dios 29. El denuncia a la Iglesia y se dirige a los hombres malos, es decir, a la parte siniestra que castiga: No los dañes 30. Esta es la voz que en medio de los cuatro vivientes dice al que castiga: No dañes ni el vino ni el aceiten. Por el vino y el aceite se significan todos los que son justos, aquellos a los que ni el diablo ni los hombres malos pudieron dañar a no ser todas aquellas veces que Dios lo haya permitido para probarlos31. No dañes, dice, ni el vino ni el aceite 32: el Señor ordena no dañar a toda su tierra espiritual hasta que todos sean marcados 33. Las doce tribus de Israel y la Iglesia Y al el número de los marcados: ciento cuarenta y cuatro millares marcados de toda tribu de los hijos de Israel 34. Ciento cuarenta y cuatro millares es la Iglesia toda entera 35. Tras esto vi. Y he aquí un pueblo numeroso, al cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas 36. No dijo: después de esto yo vi a otro pueblo, sino yo vi al pueblo, es decir, al mismo que él había visto en el misterio de los ciento cuarenta y cuatro mil; él lo vio innumerable de toda tribu, lengua y nación, porque todas las naciones han sido injertadas, creyendo, en la raíz 37. El Señor, en el Evangelio, muestra que toda la Iglesia, tanto de los judíos como de los gentiles, está en las doce tribus de Israel, cuando dice: ?Os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar las doce tribus de Israel? 38. Vestidos de ropas blancas 39: las ropas blancas representan el don del Espíritu Santo. Los vestidos blancos y el bautismo Y todos los ángeles estaban en derredor del trono 40. Los ángeles significan la Iglesia, porque a excepción de ella, nada ha descrito de otro 41. Y tomó la palabra uno de los ancianos diciéndome: éstos que andan revestidos de ropas blancas ¿quiénes son? 42. Uno de los ancianos que tomó la palabra designa el oficio de los sacerdotes; porque ellos enseñan a la Iglesia, es decir, al pueblo en la Iglesia, cual es la recompensa del trabajo de los santos 43. Diciendo: éstos son los que han venido de la gran tribulación y lavaron sus vestiduras en la sangre del Cordero 44. No se trata aquí de los solo mártires, como algunos piensan, sino de todo el pueblo que está en la Iglesia porque no dijo que habían lavado sus vestiduras en su sangre, sino en la sangre del Cordero, es decir, en la gracia de Dios por medio de Jesucristo Nuestro Señor, como está escrito: ?Y la sangre de su Hijo nos purificó? 45. Y el que está sentado sobre el trono tenderá su tienda sobre ellos 46. Pues ellos son el trono sobre los cuales habita Dios en la Iglesia 47. Ni caerá sobre ellos el sol ni ardor alguno 48, como se dice en Isaías a propósito de la Iglesia: ?El será una sombra contra el calor? 49. Y los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida 50 y lo que sigue. En efecto, todas estas cosas acaecen también espiritualmente en la Iglesia en la vida presente, cuando después de la remisión de los pecados, nosotros resucitamos y, despojados de los vestidos de luto de la vida pasada y del hombre viejo, nos revestimos de Cristo en el bautismo y somos inundados de la alegría del Espíritu Santo 51. El séptimo sello y el incensario de oro: el cuerpo de Cristo Y cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo 52, es decir, en la Iglesia,

como media hora 53. En la media hora muestra el inicio del reposo eterno 54. y vi los siete ángeles que están en la presencia de Dios 55. Los siete ángeles representan a la Iglesia 56. Los que recibieron las siete trompetas 57, es decir, la predicación en su totalidad, como está escrito: ?Levanta tu voz como una trompeta 58. Y otro ángel vino y se detuvo junto al altar 59. El otro ángel del que habla no vino después de los otros siete, porque es el mismo Señor Jesucristo 60. El que tiene el incensario de oro 61, que es su cuerpo santo. Pues el mismo Señor se hizo incensario en el que Dios recibió el olor de suavidad 62; y él se hizo propiciación por el mundo, porque él mismo se ofreció en olor de suavidad 63. Y tomó el ángel el incensario, y lo llenó de fuego del altar 64. El Señor recibió su cuerpo, es decir, la Iglesia y para cumplir la voluntad del Padre la llenó de fuego del Espíritu Santo 65. Y se produjeron voces y truenos y relámpagos y un terremoto 66. Todas estas cosas son las predicaciones espirituales y los prodigios de la Iglesia 67. Los siete ángeles y las siete trompetas: la predicación de la Iglesia Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se aprestaron para tocarlas 68: es decir, la Iglesia se preparó para predicar 69. Y el primer ángel tocó la trompeta y se produjo granito y fuego mezclado con sangre 70: estalló la ira de Dios que lleva en sí la muerte de muchos. Y fue lanzada a la tierra; y la tercera parte de la tierra se abrasó, y la tercera parte de los árboles, y toda la hierba verde se abrasó 71. Lo que es la tierra, esto son los árboles y esto es la hierba, es decir, los hombres. Mas la hierba verde significa la carne sanguinolenta y lujuriosa según lo que está escrito: ?Toda carne es hierba? 72. Y el segundo ángel tocó la trompeta y uno como monte grande ardiendo en fuego fue lanzado al mar y la tercera parte del mar se convirtió en sangre 73. El monte ardiente es el diablo, y la tercera parte de la tierra o de los árboles es lo mismo que la tercera parte del mar 74 . El dijo de aquellos que tienen almas 75 para mostrar que estaban vivos en la carne pero espiritualmente muertos 76. Y la tercera parte de las naves perecieron 77 : los herejes corrompen con su doctrina a los que ganaron para su causa 78. Y el tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una estrella grande, ardiente como lámpara 79. Indica que los hombres arrogantes e impíos son arrojados de la Iglesia. Ahora bien él ha dicho una estrella grande 80, porque se trata de alguien de los grandes y de los que tienen poder y riquezas 81. Y el nombre de esta estrella se llama ?El Ajenjo? y se convirtió la tercera parte de las aguas en Ajenjo 82: la tercera parte de los hombres se hizo semejante a la estrella que cayó sobre ellos 83. Y muchos de los hombres murieron a consecuencia de las aguas porque aquellas se convirtieron en amargas 84. Los hombres murieron por las aguas; se puede entender esto evidentemente de los que son rebautizados 85. Y el cuarto ángel tocó la trompeta, y repercutió en la tercera parte del sol, y en la tercera parte de la luna y en la tercera parte de las estrellas 86: el sol, la luna, las estrellas, es la Iglesia, cuya tercera parte fue herida 87; en la tercera parte se da a entender todos los malos. Ella es, pues, castigada, es decir, entregada a sus males y a sus voluptuosidades, para que ella sea revelada en su tiempo por el desbordamiento y por la insolencia de sus pecados 88 Yo ví y oí la voz de un águila volando en medio del cielo que decía: ¡Ay, ay, ay a los que habitan en la tierra! 89. El águila significa la Iglesia; volando en medio del cielo, es decir, atravesando por el medio de él, y predicando con gran voz las plagas de los últimos tiempos 90. En efecto, cuando un sacerdote

anuncia el día del juicio, el águila vuela en medio del cielo. Recapitulación Como se ha dicho más arriba, el otro ángel, el que dijo que había salido de Oriente, es la Iglesia que asciende de Oriente, es decir, de la Pasión y Resurrección del Señor. Cuando dice: No dañéis la tierra ni el mar 91, la Iglesia lo proclama cada día cuando predica a los malos. Y cuando dice: No dañéis ni el vino ni el aceite 92, en el vino y en el aceite se comprende a todos los que son justos en la Iglesia, a los que nadie puede dañar a no ser a los que Dios haya permitido para probarlos. Lo que dice: Los ciento cuarenta y cuatro mil fueron marcados 93 se entiende de toda la Iglesia. Por eso en ellos, en los que dice que ha visto un pueblo numeroso que nadie puede contar, está figurada la misma Iglesia. Cuando dice que estaban revestidos de vestiduras blancas, estas ropas significan el don del Espíritu Santo. Los ángeles que están de pie alrededor del trono designan a la Iglesia, porque fuera de ella no describe cosa alguna. El anciano que dijo: ¿Quiénes son éstos y de dónde vinieron? 94 significa el oficio de los sacerdotes que enseñan al pueblo en la Iglesia. Cuando dijo: Lavaron sus vestiduras 95, se refiere a toda la Iglesia, no solamente de los mártires. En fin, no dice ?en su sangre? sino en la sangre del Cordero 96, lo cual ciertamente se realiza en el sacramento del bautismo. Y el que está sentado sobre el trono habita en ellos 97. Pues ellos son el trono sobre los cuales habita Dios. Ni el sol ni el calor caerá sobre ellos: y él los conducirá a las fuentes de aguas vivas 98 y lo que sigue. Todas estas cosas acaecen espiritualmente en la Iglesia, en el tiempo presente y en estos días, cuando bien protegida por la gracia de Dios las persecuciones más bien la apremian que la vencen. Lo que dice: Se hizo silencio en el cielo como media hora 99, lo dice de la Iglesia y significa el comienzo del reposo eterno. Y a propósito de los siete ángeles que tocan la trompeta: en los ángeles se significa la Iglesia y en las trompetas la predicación de la Iglesia. El otro ángel que él dijo que estaba delante del altar es Cristo el Señor. El que tiene un incensario de oro 100, es decir, el cuerpo santo por el cual Dios Padre recibió el incienso de la Pasión, el olor de la suavidad 101. Y cuando él dice: Y se produjeron voces, relámpagos y truenos 102, son las predicaciones espirituales de la Iglesia. Los siete ángeles que se prepararon para tocar 103, es la Iglesia en la cual resuena por todo el mundo la predicación espiritual contra todos los pecados y crímenes. Cuando el primer ángel suena la trompeta la tercera parte de la tierra se abrasó 104, indica a los hombres orgullosos y entregados a las voluptuosidades a los que Dios entrega a un justo juicio para ser abrasados por el fuego de la lujuria o de la avidez. Cuando el segundo ángel toca la trompeta una montaña ardiente cayó sobre el mar 105. Esta montaña representa al diablo, el mar significa este mundo. La tercera parte del mar 106, como más arriba fue dicho, son los hombres inicuos e impíos. Cuando el tercer ángel toca la trompeta una gran estrella cayó del cielo 107: éstos son los grandes hombres que por sus malvadas costumbres y por sus actos inicuos caen de la Iglesia como del cielo. Cuando dice: Muchos hombres murieron a consecuencia de las aguas pues se habían vuelto amargas 108. Esto se puede entender de los que son rebautizados 109 . Cuando el cuarto ángel toca la trompeta la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas fue golpeada 110. En éstos se indica la Iglesia, en la que cada día los malos y los hipócritas, a instigación del diablo, son golpeados en su alma por las heridas de los pecados. Cuando habla del águila que vuela en medio del cielo gritando: ¡Ay, ay, ay! 111, él ha querido representar a la Iglesia; volando en medio del cielo, es decir, en medio de ella misma y anunciando con la asiduidad de la

predicación las plagas de los últimos tiempos; en efecto, cuando un sacerdote anuncia en la Iglesia el día del juicio el águila vuela en medio del cielo. Que la piedad divina nos conceda que mientras, por una parte, los sacerdotes se entregan a predicar constantemente, y que, por otra parte, los fieles se apresuran a cumplir fielmente lo que les es predicado, que todos merezcan alcanzar juntos los bienes eternos, con la ayuda de Jesucristo, el Señor, que vive etc.

Notas 1 Ap

7, 2. Ap 7, 2. 3 Cf. Beato, 1, 599, 9 - 13. 4 Ap 7, 2 - 3. 5 Cf. Beda, 147, 14 - 15; Beato, 1, 537, 1 - 8. 6 Ap 6, 5. 7 Ap 6, 6 8 Ap 6, 6. 9 Cf. Primasio, 95, 91 - 96, 92 ( 837, 1 - 12); Beda, 147, 29 - 32; Beato, 1, 559, 3 - 7. 10 Ap 6, 8. 11 Cf. Beato, 1, 567, 4 - 7. 12 Ap 6, 8. 13 Ap 6, 9. 14 Gn 4, 10. 15 Ap 6, 12. 16 Ap 6, 12 - 13. 17 Cf. Beda, 148, 43 - 45; Beato, 1, 582, 16 - 583, 3 18 Ap 6, 13 19 Cf. Primasio, 101, 233 - 235 ( 839, 46 - 48); Beato, 1, 584, 1 - 2 20 Ap 6, 14 21 Cf. Beda, 148, 51 - 55; Beato, 1, 585, 1 - 4 22 Ap 6, 14 23 Ap 2, 5; Cf. Victorino, 79, 1 - 2: Beda, 148. 56 - 149, 1; Beato, 1, 586, 3 - 12 24 Ap 6, 15 25 Ap 6, 15. Cf. Beda, 149, 2 - 5; Beato, 1, 587, 5 - 10 26 Ap 6, 16 27 Ap 6, 16 28 Cf. Beato, 1, 588, 6 - 7 29 Ap 7, 3. 30 Ap 6, 6. 31 Ap 6, 6 32 Ap 6, 6. 33 Cf. Beato, 1, 601, 1 - 10. 34 Ap 7, 4. 35 Cf. Primasio, 108, 54 - 55 ( 842, 25 - 28); Beato, 1, 603, 6 - 8. 2

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Ap 7, 9. Cf. Rm 11, 24. 38 Mt 19, 28; Primasio, 125, 454 ( 851, 7 - 18); Beato, 1, 658, 15 - 658, 17 39 Ap 7, 13 40 Ap 7, 15. 41 Cf. Primasio, 127, 495 - 497 ( 852, 9 - 11); Beda, 153, 7 - 9; Beato, 1, 660, 14 16. 42 Ap 7, 13. 43 Cf. Primasio, 129, 538 - 542 ( 853, 9 - 12); Beato, 1, 665, 19 - 666, 4 44 Ap 7, 14 45 1Jn 1, 7; cf. Primasio, 130, 554 - 558 ( 853, 36 - 42); Beda, 153, 30 - 33; Beato, 1, 666, 5 - 11 46 Ap 7, 15 47 Cf. Primasio, 130, 567 - 568 ( 853, 44 - 854, 1); Beda. 153, 39 - 41; Beato, 1, 666, 12 - 18 48 Ap 7, 16 49 Is 25, 4; cf. Primasio, 131, 580 - 583 ( 854, 11 - 14); Beato, 1, 667, 6 - 7. 50 Ap 7, 17. 51 Cf. Fragmentos de Turín, 81, 8 - 82, 1; Primasio, 854, 24. 32 - 33; Beato, 1, 668, 12 - 16. 52 Ap 8, 1. 53 Ap 8, 1. 54 Cf. Victorino, 81, 5 - 7; Fragmentos de Turín, 84, 1 - 3; Primasio, 132, 1 - 3 ( 854, 41 - 51); Beato, 1, 670, 12 - 14. 55 Ap 8, 2. 56 Cf. Fragmentos de Turín, 85, 3 - 4; Primasio, 135, 1 - 2 ( 855, 18 - 20); Beato, 2, 2, 4 - 5. 57 Ap 8, 2. 58 Is 58, 1; cf. Fragmentos de Turín, 85, 5 - 6; Primasio, 135, 4 - 6 ( 855, 22 - 25); Beato, 2, 2, 8 - 10. 59 Ap 8, 3. 60 Cf. Beato. 2, 3, 1 - 5. 61 Ap 8, 3. 62 Cf. Ef 5, 2. 63 Cf. Fragmentos de Turín, 87, 3 - 5; Primasio, 135, 20 - 136, 2 ( 855, 42 - 47); Beda. 155, 4 - 10; Beato, 2, 3, 12 - 15 64 Ap 8, 5. 65 Cf. Fragmentos de Turín, 87, 3 - 4; 88, 5 - 8; Primasio, 136, 24 - 26; 137, 53 - 55 ( 856, 39 - 59); Beato, 2, 4, 5 - 12. 66 Ap 8, 5. 67 Cf. Fragmentos de Turín, 89. 4 - ó; Primasio, 137. 65 - 138, 1; Beda, 155, 30 - 32; Beato, 2, 5, 6 - 7. 68 Ap 8, 6 69 Cf. Fragmentos de Turín, 90, 1 - 3; Primasio, 138, 72 - 75 ( 857, 3 - ó); Beda, 155, 36 - 39; Beato, 2, 5, 13 - 16. 37

70

Ap 8, 7. Ap 8, 7. 72 Is 40, 6. Cf. Fragmentos de Turín, 90, 4 - 91, 5; Primasio, 138, 75 - 84; 140, 110 112 ( 857, 10 - 32; 857, 16 - 17); Beda, 155, 54 - 56; 156, 8 - 12 (Beda explícita que esta exégesis proviene de Ticonio); Beato, 2, 6. 1 - 8; 2, 8, 8 - 9 73 Ap 8, 8. 74 Cf. Fragmentos de Turín, 93, 3 - 10; Primasio, 139, 100 - 140, 114 ( 857, 43 - 44. 49 - 51); Beda, 156, 17 - 20; Beato, 2, 15, 1 - 7. 75 Ap 8, 9. 76 Cf. Fragmentos de Turín, 94, 1 - 2; Primasio, 140, 144 - 115 ( 857, 56 - 858, 1); Beda, 156, 31 - 32; Beato. 2, 16, 8 - 9. 77 Ap 8, 9. 78 Cf. Fragmentos de Turín, 94, 3 - 4; Primasio, 857, 42 - 43; Beda, 156, 35 - 39; Beato, 2, 16, 10 - 12. 79 Ap 8. 10. 80 Ap 8, 10. 81 Cf. Ticonio, L. R. 71, 23 - 72, 2; Primasio, 140, 118 - 141, 125 ( 858, 12 - 14); Beato, 2, 17, 10 - 13. 82 Ap 8, 11. 83 Cf. Primasio, 140, 123 - 141, 1 ( 858, 12 - 14); Beato, 2, 19, 8 - 10. 84 Ap 8, 11. 85 Probablemente se esconde aquí una referencia a los donatistas que bautizaban a los católicos que se sumaban a su facción cismática. 86 Ap 8, 12. 87 Cf. Fragmentos de Turín. 96, 3 - 7; Primasio, 141, 138 - 141 ( 858, 32 - 36); Beda. 156. 59 - 160, 1; Beato, Il. 2C. 12 - 17 88 Cf. Fragmentos de Turín, 97, 2 - 5; Primasio, 143, 174 - 178 ( 859, 19 - 26); Beda, 157, 3 - ó; Beato, 2, 21, 13 - 21, 1. 89 Ap 8, 13. 90 Cf. Fragmentos de Turín, 97, 8 - 98, 5; Beato, 2, 25, 10 - 16. 91 Ap 7, 3. 92 Ap 6, 6. 93 Ap 7, 4. 94 Ap 7, 12 95 Ap 7, 14 96 Ap 7, 14 97 Ap 7, 15 98 Ap 7, 16 - 17 99 Ap 8, 1. 100 Ap 8, 3. 101 Cf. Ef 5, 2 102 Ap 8, 5 103 Ap 8, 6 104 Ap 8, 7 105 Ap 8, 8 71

106

Ap 8, 8 Ap 8, 10 108 Ap 8, 11 109 Una probable nueva indicación a los donatistas. 110 Ap 8, 12 111 Cf. Ap 8, 13 107

Apocalipsis 9 - 10 Hermanos muy queridos, cuando poco ha se ha leído el Apocalipsis, hemos oído que una estrella había caído del cielo sobre la tierra cuando el quinto ángel tocó la trompeta 1. La estrella única es el cuerpo de muchos que caen por los pecados 2. El pozo del abismo: los pecadores en la Iglesia Y le fue entregada la llave del pozo del abismo 3. La estrella, el abismo, el pozo, éstos son los hombres. Así pues, la estrella cayó del cielo, es decir, el pueblo pecador sale de la Iglesia. Y recibió la llave del pozo del abismo 4, es decir, el poder de su corazón, para abrir su corazón en el cual el diablo atado no está impedido de hacer su voluntad 5. Y abrió el pozo del abismo 6, es decir, que él manifestó su corazón sin ningún temor ni pudor de pecar. Y subió humo del pozo 7, es decir, subió del pueblo lo que recubre y oscurece a la Iglesia, de modo que se dice: Y se entenebreció el sol y el aire con el humo del pozo 8. Se oscureció el sol, dice, pero no sucumbió; en efecto, los pecados de los hombres malos y soberbios, que se cometen aquí y allá por toda la tierra, oscurecen el sol, es decir, la Iglesia y a veces esparcen la oscuridad sobre los santos y los justos, porque el número de malos es tanto que algunas veces apenas aparecen los buenos entre ellos9. Como de un gran hornos, dice él10. La Iglesia bipartita y su destino Y del humo del pozo saltaron langostas a la tierra, y se les dió poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra 11, es decir, donar con el veneno. Y les fue mandado que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a árbol alguno sino a los hombres 12, y les fue dado que no los matasen 13. Y puesto que hay dos partes en la Iglesia, es decir la de los buenos y la de los malos, de este modo una parte es castigada para que se corrija y la otra es abandonada a sus voluptuosidades. La parte de los buenos es entregada a la humillación para conocer la justicia de Dios y recordar el deber de la penitencia, como está escrito: ?Es un bien para mí el que me hayas humillado para que yo conozca tus justos mandatos? 14. Y les fue dado que no los matasen sino que fuesen atormentados; y su tormento es como tormento de escorpión cuando pica al hombre 15. Esto es lo que sucede cuando el diablo expande su veneno por medio de los vicios y pecados. Y los hombres buscarán la muerte 16: pero dijo muerte por descanso. Esto lo dice porque ellos buscarán la muerte pero para descansar ellos mismos de sus males, es decir, de las tribulaciones, mientras que mueren los malos 17. Sobre sus cabezas, dice, unas como coronas que asemejaban ser oro 18. La Iglesia fue descrita, más arriba, en los veinticuatro ancianos que tienen coronas de oro, pero éstos que asemejan ser de oro son los herejes que imitan a la Iglesia 19. Y llevaban cabellos como cabellos de mujer 20. En los cabellos de mujer no solo quiso indicar la molicie afeminada sino también al uno y otro sexo 21. Y tenían colas parecidas a escorpiones y aguijones

en sus colas 22. Las colas representan a los prepósitos de los herejes, como está escrito: ?El profeta que enseña la mentira éste es la cola 23. Éstos son los falsos profetas y éstos son los que ejecutan los mandatos crueles de los reyes 24. Teniendo sobre si como rey al Ángel del abismo 25, es decir, al diablo o al rey de este mundo. El abismo es el pueblo. Su nombre es en hebreo ?Ababdon?, en griego ?Apollyon?, en latín ?Exterminador? 26.

Notas 1 Cf.

Ap 9, 1. Cf. Fragmentos de Turín, 99, 1 - 3; Primasio, 144, 1 - 9 ( 112, 12 - 13; PLS 4, 1230, 25 - 27); Beato, 2, 27, 3 - 5. 3 Ap 9, 1. 4 Ap 9, 1. 5 Cf. Fragmentos de Turín, 99, 4 - 100, 2; Beato, 2, 28, 12 - 29, 3. 6 Ap 9, 2. 7 Ap 9, 2 8 Ap 9, 2. 9 Ap 9, 2. 10 Cf. Fragmentos de Turín, 100, 3 - 101, 4; Primasio, 145, 10 - 15 ( 112, 18 - 20; PLS 4, 1213, 37 - 38); Beato, 2, 29, 4 - 15. 11 Ap 9, 3. 12 Ap 9, 4. 13 Ap 9, 5. 14 Sal 119, 71; cf. Fragmentos de Turín, 103, 3 - 9; Beato, 2, 32, 5 - 12. 15 Ap 9, 5. 16 Ap 9, 6. 17 Cf. Fragmentos de Turín, 105, 3 - 9; Beato, 2, 34, 3 - 7. 18 Ap 9, 7. 19 Cf. Fragmentos de Turín, 107, 2 - 7; Primasio, 149, 128 - 134 ( 116, 15 - 19; PLS 4, 1216, 45); Beda, 158, 31 - 33; Beato, 2, 36, 11 - 16. 20 Ap 9, 8. 21 Cf. Fragmentos de Turín, 108, 3 - 5; Primasio, 149, 135 - 150, 137 116, 25 - 117, 1; PLS 4, 1216, 58 - 1217, 2: 1217, 9 - 10): Beda, 158, 35 - 36; Beato, 2, 38, 1 - 3. 22 Ap 9, 10. 23 Is 9, 15. 24 Cf. Fragmentos de Turín, 109, 8 - 110, 6; Primasio, 151, 165 - 168 ( 859, 28 - 31); Beato, 2, 39, 1 - 4. 25 Ap 9, 11. 26 Ap 9, 11; cf. Fragmentos de Turín, 110, 7 - 111, 3; Beato, 2, 39, 12 - 40, 3 2

Apocalipsis 10 - 11 El libro: dulzura y amargura de la predicación

La voz del cielo 1 es el mandamiento de Dios que toca el corazón de la Iglesia y que le ordena recibir la paz que él ha anunciado que, una vez abierto el libro, le pertenecería a la Iglesia. Y fui al ángel para que me diera el libro 2. Esto lo dice de la Iglesia, en la persona de Juan, en su deseo de ser instruida; y entonces me dijo: Toma y cómelo 3, es decir, ábrelo en tus entrañas e inscríbelo en la anchura de tu corazón 4. Y te amargará las entrañas, bien que en tu boca será dulce como la miel 5 , es decir, cuando tú lo hayas recibido quedarás encantado por la dulzura de la palabra divina, pero sentirás la amargura cuando comiences a predicar y a llevar a cabo lo que has entendida 6s, como está escrito: ?Por las palabras de tus labios yo seguí las vías difíciles? 7. Y de otro modo: Será, dice, en tu boca dulce como la miel y amargo en tu vientre 8. En la boca se entienden los cristianos buenos y espirituales; en el vientre, los carnales y lujuriosos. Por consiguiente, cuando se predica la palabra de Dios, ella es dulce para los espirituales, pero para los carnales ?para los cuales?, según el Apóstol, ?su Dios es el vientre? 9, la palabra es amarga y áspera. La medición del templo Y me fue dada una caña semejante a una vara, diciendo: ?Levántate y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él? 10. La expresión ?levántate? significa el despertar la Iglesia, pues Juan no estaba sentado cuando oía esta palabra 11. Medir el templo, el altar y a los que adoran en él 12. El manda hacer el censo a la Iglesia y prepararla para el fin, y a los que adoran en él 13. Pero como no adoran todos aquellos que parecen hacerlo dice también 14: Y el atrio de fuera del templo, déjalo allá afuera, y no lo midas 15. El atrio son los que simulan estar en la Iglesia, y los que están afuera ya sean los herejes ya sean los católicos que viven en el mal. Porque ha sido entregado a las gentes, y hollarán la Santa Ciudad cuarenta y dos mese 16. Los que son excluidos y a los que se le es dado, unos y otros la hollarán 17. Los dos testigos: los dos Testamentos y la Iglesia Y daré orden a mis dos testigos 18; , es decir, a los dos Testamentos, y profetizarán mil doscientos sesenta días 19. Indicó el número de la última persecución, y de la paz futura, y de todo el tiempo que discurre desde la pasión del Señor; porque uno y otro tiempo tienen el mismo número de días como se dirá en su lugar 20. Vestidos de saco 21, es decir, con cilicios: porque pertenecen al orden de los penitentes, es decir, al orden de aquellos que confiesan sus pecados, por eso dice que están ?vestidos de saco? por el espíritu de humildad 22. A continuación él muestra quiénes son estos dos testigos diciendo: Éstos son los dos olivos y los dos candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra 23. Éstos son los que ?están? no los que ?estarán?. Los dos candelabros es la Iglesia, pero por causa del número de los Testamentos dijo dos; de igual modo que dijo cuatro ángeles para significar la Iglesia, aun cuando sean siete siguiendo el número de los ángeles de la tierra, así también toda la Iglesia es representada por los siete candelabros si bien enumera uno o más de uno según los lugares. Pues Zacarías contempló un solo candelabro de siete brazos 24, y estos dos olivos, es decir, los dos Testamentos, verter el aceite en el candelabro, es decir en la Iglesia. Así como en el mismo lugar tiene los siete ojos, la gracia septiforme del Espíritu Santo, que están en la Iglesia y observan atentamente toda la tierra 25. La oposición a los testigos y a la Iglesia Y si alguno quiere herirles o matarles, un fuego saldrá de su boca y devorará a sus enemigos 26, es decir, si alguno hiere o quisiera herir a la iglesia, con las oraciones de su boca será consumido por el fuego divino ya sea en el presente para su

corrección, ya sea en el siglo futuro para la condenación 27. Éstos tienen la potestad de cerrar el cielo para que no llueva durante los días de su profecia 28. Dice ?tienen?; no dice ?tendrán? 29. Dice esto para significar el tiempo que transcurre actualmente; pero el cielo es cerrado espiritualmente, para que no llueva, es decir, para que - por el juicio secreto de Dios, pero sin embargo justo - la bendición no descienda de la Iglesia sobre la tierra estériles30. Y una vez que hubieren terminado su testimonio, la bestia que sube del abismo le hará la guerra 31. Muestra abiertamente que estas cosas tendrán lugar antes de la última persecución 32, cuando dice: Una vez que hubieren terminado su testimonios, es decir el que presentan hasta la revelación de Cristo33. Y los vencerá y los matará 34. ?Vencerá? en aquellos que habrán sucumbido, ?matará? en aquellos que habrán testimoniado a Dios 35. Y su cuerpo será arrojado en las plazas de la gran ciudad 36. Por los dos él no habló más que de un solo cuerpo, y en algunas ocasiones habla de cuerpos no solo para indicar el número de los Testamentos sino también el cuerpo único de la Iglesia, según estas palabras: ?Has echado mis palabras a mis espaldas? 37. La muerte de los testigos En las plazas de la gran ciudad 38, es decir, en medio de la Iglesia 39. Y muchos de los pueblos, y tribus, y lenguas, verán su cuerpo durante tres días y medio 40, es decir, tres años y seis meses; en efecto, mezcla el tiempo ya sea el presente ya sea el futuro, como dice el Senor: ?Llegará?, dice, ?la hora en la que todo aquel que os matare estimará prestar culto a Dios? 41. Y es lo que ahora acontece y lo que vendrá. Y no dejará depositar sus cuerpos en una tumba 42 . El ha descrito su deseo y su combate. Nada puede hacer que la Iglesia no esté en su memoria, según estas palabras: ?Ni vosotros entráis ni a los que entran dejáis entrar? 43, aunque muchos hayan entrado a pesar de los que los combatían, es por esto que ellos no permitían depositarlos en una tumba 44. Y los que habitan sobre la tierra se gozarán sobre ellos y celebrarán banquetes y se intercambiarán regalos 45. Esto siempre ha tenido lugar y todavía ahora se intercambian presentes y en los últimos tiempos se alegrarán y celebrarán banquetes; pues cada vez que los justos son afligidos los hombres injustos exultan y festejan. Puesto que estos dos profetas los habían atormentado 46: por las plagas que afligen al género humano por causa del desprecio de los Testamentos de Dios. Porque la vista misma de los justos agobia a los injustos, como ellos mismos dicen: ?Su sola presencia nos es insufrible? 47. Pero ellos se alegrarán en todo lugar como si ellos no tuviesen ya más nada que soportar impacientemente después de haber dispersado y matado a los justos y después de haberse adueñado de su heredad 48. La resurrección de los testigos Y al cabo de los tres días y medio, un espíritu de vida enviado por Dios entró en ellos 49. Ya se ha hablado de los días. Hasta aquí el ángel describió lo que llegará, después introduce como ya cumplido lo que entiende que ha de venir. Y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que estaban mirando. Y oí una gran voz, venida del cielo, que les decía: ?Subid acá?. Y subieron al cielo en la nube 50. Esto es lo que dijo el Apóstol: ?Seremos arrebatados sobre la nube al encuentro del Señor? 51. Pero antes de la venida del Señor esto a nadie podía acontecer, como está escrito: ?En primer lugar, después los que están con Cristo en su venida? 52. Se excluye así la conjetura de los que estiman que estos dos testigos eran dos hombres que habían ascendido al cielo entre las nubes antes del advenimiento de Cristo. ¿Pero cómo los habitantes de la tierra se han podido

alegrar de la muerte de los dos testigos si ellos han muerto en una sola ciudad, e intercambiarse regalos si pasan tres días antes de que se alegren de su muerte aquellos que se entristecerán por su resurrección? ¿O qué regalos o qué placer puede encontrarse para festejar en las plazas cuando los cadáveres humanos contaminaron estos festines con el olor infecto que ellos expendieron durante tres días? 53. Que el Señor se digne liberarnos.

Notas 1 Ap

6, 8. Ap 10, 9. 3 Ap 10, 9. 4 Cf. Fragmentos de Turín, 136, 1 - 137, 2; Primasio, 162, 75 - 77 ( 864, 45 - 47); 163, 87 - 88 ( 864, 58 - 59; 865, 1 - 2); Beda, 161, 42 - 43. 49 - 51; Beato, 2, 60, 13 61, 7. 5 Ap 10, 9. 6 Cf. Fragmentos de Turín, 137, 2 - 138, 1; Primasio, 163, 87 - 92 ( 865, 5 - 7); Beda, 161, 53 - 55; Beato, 2, 63, 3 - 4 7 Sal 17, 4. 8 Ap 10, 9. 9 Flp 3, 19. 10 Ap 11, 1. 11 Cf. Fragmentos de Turín, 140, 1 - 3, Primasio, 165, 2 - 3 ( 866, 5 - 6) Beda, 162, 11 - 14; Beato, 2, 64, 7 - 9. 12 Ap 11, 1. 13 Ap 11, 1. 14 Cf. Fragmentos de Turín, 140, 3 - ó; Primasio, 165, 5 - 6 ( 866, 18 - 19); Beda, 162, 17 - 18; Beato, 2, 65, 1 - 2. 15 Ap 11, 2. 16 Ap 11, 2. 17 Cf. Ticonio, L. R. 61, 2 - 4; Fragmentos de Turín, 141, 4 - 142, 2; Beato, 2, 65, 10 - 14. 18 Ap 11, 3. 19 Ap 11, 3. 20 Cf. Fragmentos de Turín, 143, 2 - 10; Primasio, 166, 30 - 32 ( 866, 41 - 43); Beda. 162, 44 - 45; Beato, Il, 68. 1 - 2. 4. 10 - 13. 21 Ap 11, 3. 22 Cf. Fragmentos de Turín, 144, 1 - 2: Primasio, 167, 49 - 50 ( 867, 5 - 7); Beda, 162, 44 - 45 23 Ap 11, 4. 24 Cf. Za 4, 2 - 14. 25 Cf. Fragmentos de Turín, 145, 1 - 147, 8. 26 Ap 11, 5. 27 Cf. Primasio, 168, 60 - 65 ( 867, 20 - 24); Beda, 162, 55 - 56; Beato, 2, 71, 3 - 5. 28 Ap 11, 6. 2

29

Cf. Fragmentos de Turín. 149, 1 - 2; Prirnasio, 168, 68. Cf. Ticonio, L. R. 5, 11 - 14; Fragmentos de Turín, 150, 3 - 6; Prirnasio, 168, 69 71; Beda, 163. 5 - 12; Beato. 11, 72, 4 - 7. 31 Ap 11, 7 32 Cf. Fragmentos de Turín, 152, 8 - 153, 1; Primasio, 169, 85 - 89 ( 867, 54 - 56); Beda, 163, 20 - 23; Beato, 2, 72, 15 - 73, 1. 33 Ap 11, 7. 34 Ap 11, 7. 35 Cf. Fragmentos de Turín, 153, 2 - 4; Primasio, 169, 92 - 94 ( 867, 57 - 868, 2); Beda, 163, 29 - 34; Beato, 2, 75, 6 - 8. 36 Ap 11, 8. 37 Sal 50, 17; cf. Fragmentos de Turín, 154, 5 - 155, 5; Primasio, 169, 96 - 100 ( 868, 2 - 10); Beda, 163, 29 - 34; Beato, 2, 75. 14 - 76, 5. 38 Ap 11, 8. 39 Cf. Fragmentos de Turín, 155, 9; Primasio, 169, 100 - 170, 101 ( 868, lC - 12); Beato, 2, 76, 6 - 7. 40 Ap 11, 9. 41 Jn 16, 2; cf. Fragmentos de Turín, 156, 6 - 157, 6; Beato, 2, 76, 14 - 77, 3. 42 Ap 11, 9. 43 MI 23, 13; 44 Cf. Fragmentos de Turín, 158, 7 - 159, 6; Beda, 163, 53 - 164, 3; Beato, 2, 77, 9 78, 3. 45 Ap 11, 10. 46 Ap 11, 10. 47 Sb 2, 15. 48 Cf. Fragmentos de Turín, 160, 1 - 162, 7; Primasio, 170, 110 - 120 ( 868, 27 - 34); Beda, 164, 4 - 11; Beato, 2, 78, 8 - 79, 10 49 Ap 11, 11. 50 Ap 11, 12. 51 1Ts 4, 16. 52 1Co 15, 23. 53 Cf. Fragmentos de Turín, 163, 1 - 166, 2; Beda, 164, 13 - 14. 19 - 21; Beato, 2, 80, 10 - 81, 9 30

Apocalipsis 11 - 12 El gran terremoto: la persecución contra la Iglesia Nosotros hemos escuchado, hermanos muy queridos, en la lectura que acaba de ser recitada: En aquella hora sobrevino un gran terremoto 1. En aquel terremoto se quiere significar la persecución 2 que el diablo acostumbra ejercer por medio de los hombres malos Y la décima parte de la ciudad se cayó, dice, y perecieron en el terremoto siete millares de personas humanas 3. Los números diez y siete son números perfectos; porque si así no fuese, había que entender el todo por la parte. En efecto, en la Iglesia hay dos edificios: uno edificado sobre roca y el otro sobre arena 4; el que

está sobre arena es del que se dice que se derrumba. Y los restantes quedaron despavoridos y dieron gloria a Dios 5. Los que han dado gloria a Dios son aquellos que están cimentados sobre roca y los que han perecido son los que estaban sobre arena 6. Por esto dice quedaron despavoridos 7, porque el justo viendo la muerte del pecador pone más ardor por observar los mandamientos, según se dice: ?Y lavará sus manos en la sangre del pecador? 8. Y se abrió, dice, el templo de Dios, que está en el cielo 9, es decir, que han sido revelados en la Iglesia los misterios de la encarnación de Cristo; de ahí que se manifiesta que la Iglesia es el cielo 10. Y fue vista el arca de su testamento en su templo 11, es decir, que se entendió que el arca del Testamento es la Iglesia. Y se produjeron relámpagos y truenos y temblor de tierra 12, Todas estas cosas son los milagros de la predicación, del esplendor y de los combates de la Iglesia 13 La mujer revestida de sol: la Iglesia Y una gran señal fue vista en el cielo: una mujer, dice, revestida de sol y la luna debajo de sus pies 14. Dice que la Iglesia tiene bajo sus pies una parte de ella misma, es decir, los hombres hipócritas y los cristianos malos 15. Y sobre su cabeza una corona de doce estrellas 16. Estas doce estrellas pueden significar los doce apóstoles; pero que ella está revestida de sol significa la esperanza de la resurrección 17, de acorde con lo escrito: ?Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre? 18 El dragón rojo 19, es el diablo que busca devorar al nacido de la Iglesia. El que tiene, dice, siete cabezas y diez cuernos 20. Las cabezas son los reyes y los cuernos los reinados: en efecto, en las siete cabezas él indica todos los reyes, en los diez cuernos todos los reinos del mundo 21. Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó a la tierra 22. La cola son los profetas inicuos, es decir, los herejes que precipitan sobre la tierra las estrellas del cielo 23 que se adhieren a ellos por la reiteración del bautismo 24; éstos son los que están bajo los pies de la mujer 25. Muchos estiman que se trata de los hombres que el diablo hizo sus asociados por estar de acuerdo con él; muchos piensan que se trata de los ángeles que han sido precipitados con él cuando cayó. Estando atormentada siente dolores como de parto 26. Todos los días y en todas partes la Iglesia da a luz ya sea en la prosperidad ya sea en la adversidad. La lucha del dragón contra la mujer Y el dragón se ha apostado frente a la mujer, que está para dar a luz, para poder, en cuanto dé a luz, devorar a su hijo 27. En efecto, la Iglesia da a luz a Cristo en sus miembros siempre en el dolor. Y siempre el dragón busca devorar al niño que acaba de nacer 28. Y la mujer engendró a un hijo varón 29, es decir, a Cristo; después su cuerpo, es decir, la Iglesia, engendra siempre a los miembros de Cristo. Se le denomina, asimismo, varón porque es victorioso frente al diablo 30. Y la mujer huyó al desierto 31. No es poco apropiado entender por el desierto este mundo en el que Cristo hasta el final gobierna y apacienta a la Iglesia. Es en él que la misma Iglesia pisotea y aplasta como a escorpiones y a víboras a los orgullosos y a los impíos y a todo el poderío de Satanás con la ayuda de Cristo 32. El combate de Cristo contra el dragón Y se trabó una batalla en el cielo 33, es decir, en la Iglesia. Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón 34. Por Miguel entiende a Cristo, y por sus ángeles a los hombres santos 35. Y el dragón combatió, y con él, sus ángeles 36, es decir, el diablo y los hombres que obedecen a su voluntad; pero Dios nos libre de creer que

el diablo con sus ángeles se ha atrevido a combatir en el cielo - el que se atrevió, en la tierra, a tentar a sólo Job - sino después de haber pedido al Señor el permiso para dañarle 37. Y no pudieron resistir, y no se halló ya para ellos lugar en el Cielo 38 , es decir, en los hombres santos que, juzgando que el diablo fue expulsado una vez por todas con sus satélites, ya no le reciben más 39, como dijo Zacarías: los ídolos una vez destruidos no encuentran más su lugar 40. Y el gran dragón fue expulsado, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, y sus ángeles con él 41. El diablo y todos los espíritus inmundos con su jefe han sido expulsados del corazón de los santos en la tierra, es decir, en los hombres que gustan de lo terreno y que ponen toda su esperanza en la tierra 42. El Reino de Dios es el Reino de la Iglesia Y oí una gran voz en el cielo que decía: ahora se estableció la salud, el poder y el reino de Nuestro Dios 43, es decir, de la Iglesia. Muestra en qué cielo acontecen estas cosas. En efecto en Dios siempre ha habido la fuerza, el reino y el poder de su Hijo, pero él ha dicho que en la Iglesia la salvación ha sido realizada por la victoria de Cristo; estos videntes de los que el Señor ha dicho: ?Muchos justos y profetas desearon ver lo que véis vosotros? 44, dijeron: Ahora se estableció la salud de nuestro Dios porque el acusador de nuestros hermanos ha sido expulsado 45, y lo que sigue. Ahora bien, si es - como piensan algunos - la voz de los ángeles que está en el cielo superior, y no la de los santos en la Iglesia, no dirían: acusador de nuestros hermanos 46 sino nuestro acusador, ni tampoco ?acusa? sino ?acusaba?. Si los ángeles han llamado hermanos suyos a los justos que residen en la tierra, no sería motivo de gozo que el diablo haya sido enviado a la tierra, este diablo que los santos podían sufrir más desagradablemente residiendo con ellos sobre la tierra, que si él, como se dice, estuviese todavía en el cielo. En efecto, ellos maldicen la tierra de este modo cuando dicen: ¡Ay de vosotros tierra y mar! 47, es decir, de vosotros que no estáis en el cielo 48. Porque bajó a vosotros el Diablo con gran coraje sabiendo que cuenta con poco tiempo 49. El bajó, dice, para conservar la alegoría; por lo demás, todos están en el cielo, es decir, en la Iglesia, que con toda razón se llama cielo, de ahí que el diablo arrojado por los santos bajó a los suyos que están en la tierra por el amor terreno. Por tanto dice que fue expulsado del cielo, no que esto se realice en los hombres lo que se ha cumplido en el cielo, sino que él dice lo que son no lo que llegarán a ser. Pues los santos no llegarán a ser cielo a no ser que el diablo fuese expulsado. No es, pues, por su primer nombre, sino por su segundo, por lo que él llamó cielo a aquellos en los que no se encontró más un lugar para el diablo 50. De este peligro que el Señor, por su protección, se digne librarnos.

Notas 1

Ap 11, 13. Fragmentos de Turín, 166, 8 - 167, 1; Primasio, 174, 210 - 211 ( 870, 31 - 32); Beato, 2, 83, 1 - 2. 3 Ap 11, 13. 4 Cf. Mt 7, 24 - 27. 5 Ap 11, 13. 6 Cf. Mt 7, 24 - 27. 2 Cf.

7

Ap 11, 13. 84 Sal 58, 11; cf. Ticonio, L.R. 65, 15; Fragmentos de Turín, 167, 6 - 171, 2; Primasio, 174, 212 - 175, 224 ( 870, 32 - 50); Beda, 164, 25 - 29. 33 - 36; Beato, 2, 83, 6 - 84, 7. 9 Ap 11, 19. 10 Cf. Fragmentos de Turín, 175, 10 - 176, 3; Primasio, 177, 265 - 266 ( 871, 42 43); Beato, 2, 93, 2 - 5. 11 Ap 11, 19. 12 Ap 11, 19. 13 Cf. Fragmentos de Turín, 177, 1 - 4; Primasio, 178, 293 - 305 ( 872, 19 - 35); Beda, 165, 42 - 50; Beato, 2, 93, 14 - 94, 2. 14 Ap 12, 1; cf. E. ROMERO - POSE, La Iglesia y la mujer del Apoc 12. (Exégesis ticoniana del Ap 12, 1 - 2), Compostellanum 24 ( 1979) 295 - 307. 15 Cf. Fragmentos de Turín, 179, 1 - 4; Beato, 2, 99, 6 - 7. 16 Ap 12, 1 17 Cf. Victorino, 107, 8 - 9; Beato, 2, 100, 2 - 3 18 Mt 13, 43; cf. Beda, 136, 52 - 57; Beato, 1, 133, 3 - 4 19 Ap 12, 3 20 Ap 12, 3 21 Cf. Fragmentos de Turín, 182, 3 - 5; Primasio, 180, 3 - 5; Beda, 166, 28 - 29; Beato, 2, 102, 4 - 9 22 Ap 12, 4. 23 Cf. Fragmentos de Turín, 183, 1 - 2: Primasio, 181, 51 - 55 ( 873, 26 - 29); Beato, 2, 103, 15 - 17. 24 Nueva alusión a los donatistas. 25 Cf. Beda, 166, 36 - 39. Beda cita explícitamente a Ticonio como autor de esta exégesis; cf. Beato, 2, 104, 15 - 17. 26 Ap 12, 2 27 Ap 12, 4. 28 Cf. Fragmentos de Tunn, 184, 5 - 7; Beato, 2, 105, 17 - 106, 4. 29 Ap 12, 5. 30 Cf. Fragmentos de Turín, 188, 1 - 4; Primasio, 181, 55 - 63 ( 873, 48 - 61); Beda, 166, 48 - 49; Beato, 2, 107, 3 - 4. 31 Ap 12, 6. 32 Cf. Rm 16, 20; cf. Fragmentos de Turín, 190, 1 - 4; Primasio, 182, 80 - 85 ( 874, 22 - 31); Beda, 167, 3 - 9; Beato, 2, 108, 16 - 18. 33 Ap 12, 7. 34 Ap 12, 7. 35 Beato, Il. 10, 4 - 8. 36 Ap 12, 7. 37 Cf. Jb 2, 5; cf. Beato, Il, 110, 14 - 17. 38 Ap 12, 8 39 Cf. Beda, 167. 35 - 38; Beato, 2, 111, 4 - 7 40 Cf. Za 13, 2. 41 Ap 12, 9. 8

42

Cf. Beato, 2, 111, 8 - 14 Ap 12, 10 44 Mt 13, 17 45 Ap 12, 10 46 Ap 12, 10 47 Ap 12, 12 48 Cf. Beato, 2, 112, 8 - 113, 49 Ap 12, 12 50 Cf. Beato, 2, 114, 8 - 19 43

Apocalipsis 12 - 13 La persecución del dragón a la Mujer en el desierto: las persecuciones a la Iglesia Acabamos de oir, hermanos muy queridos, que cuando el dragón vio que de los santos había sido precipitado a la tierra 1, es decir, del cielo a los pecadores, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón 2. Porque cuanto más el diablo es expulsado de los santos, tanto más los persigue. Y le fueron dadas a la mujer, es decir, a la Iglesia, las dos alas de la grande águila, para que volase al desierto a su lugar, donde ella será sustentada un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo lejos de la serpiente 3. El tiempo significa un año o cien años; las dos grandes alas son los dos Testamentos que la Iglesia ha recibido para escapar de la serpiente. Dijo: En el desierto, en su lugar 4, es decir, en este mundo donde habitan las serpientes y los escorpiones; porque se le ha dicho como dice el Señor: ?He aquí que yo os envío como ovejas en medio de lobos? 5. Y a Ezequiel le ha dicho: ?Hijo del hombre, tú habitas en medio de los escorpiones? 6. Y lanzó la serpiente de su boca tras la mujer agua como río 7, es decir, la violencia de los perseguidores 8. Y socorrió la tierra a la mujer, y abrió su boca, y sorbió el río 9. Dice la tierra santa, es decir, los santos. Pues cada vez que son infligidas las persecuciones a la Iglesia, ellas son desviadas o moderadas gracias a las preces de la tierra santa, es decir, a las oraciones de todos los santos. Porque también Nuestro Señor Jesucristo, que intercede por nosotros y que aleja estas persecuciones, se sienta a la derecha del Poderoso con esta misma tierra 10. Lo mismo, pero en otro sentido, se comprende que la mujer que voló al desierto, es la misma Iglesia Católica, en la cual había de creer la Sinagoga, en el tiempo final, bajo Elías. Las dos alas de la gran águila significan los dos profetas, es decir, Elías y el que vendrá con él. El agua que sale de la boca del dragón significa el ejercito de los perseguidores; el agua sorbida, la venganza ejercida contra los perseguidores 11. El combate del dragón mediante las persecuciones y herejías Y el dragón se encolerizó contra la mujer y se fue a hacer la guerra con los demás de su descendencia 12, es decir, cuando vio que no podía continuar las persecuciones, que se había acostumbrado a mandar por medio de los paganos, y dado que se habían removido por la boca de la tierra santa, es decir, por las oraciones de los santos, él suscitó las herejías. Y se puso en la arena del mar 13, es decir, en la multitud de los herejes 14. Y vi subir del mar una bestias 15, es decir, del pueblo malo. Dijo que ?él subía?, es decir, que nacía como, en buena parte, una flor ascendió de la raíz de Jesé. La bestia que sube del mar significa los hombres impíos que son el cuerpo del diablo 16. Y la bestia era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león 17. La ha

comparado al leopardo por la variedad de las naciones 18, al oso por la malicia y la locura, al león por la fuerza del cuerpo y la soberbia de la lengua 19 y porque en los tiempos del Anticristo el reino de esta bestia será mezclado con la variedad de naciones y pueblos; los pies como los del oso 20, éstos son sus jefes, su boca 21 sus mandatos. Y el dragón le dio su poder 22. Como nosotros vemos que los herejes son poderosos ahora en el mundo, los que tienen la fuerza del diablo, como antaño los paganos, del mismo modo ahora éstos son los que devastan a la Iglesia. La bestia herida mortalmente y las herejías Y vi una de sus cabezas como herida mortalmente y su herida de muerte había sido curada 23. Cuando dice como herida mortalmente son los herejes que simulan confesar a Cristo, y como no creen conforme a la fe Católica ellos blasfeman cuando le predican muerto y resucitado porque ?el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz? 24. De otro modo: las herejías son destruidas por los Católicos cuando son aplastadas por los testimonios de las Escrituras; pero ellos, los herejes, no obstante vueltos a la vida como la herida de Satanás realizan las obras de Satanás y no cesan de blasfemar y atraen a su doctrina a cuantos pueden. Y admirada toda la tierra, se fue tras la bestia. Y adoraron al dragón, porque había dado la potestad a la bestia 25. Ciertamente los herejes tienen este poder, pero principalmente los arrianos. Y adoraron a la bestia diciendo: ?¿Quién es semejante a la bestia y quién es capaz de pelear con ella?? 26 . En efecto, dice esto porque los herejes se lisonjean de que nadie es mejor creyente que ellos y de que nadie es capaz de vencer a su pueblo que es denominado con el nombre de la bestia; al cual se le es dado por el mismo diablo y permitido por Dios el poder hablar con arrogancia y blasfemar, como dice el Apóstol: ?Es menester que haya herejías, para que se pongan de manifiesto entre vosotros los que son de temple acrisolado? 27. y le fue dada potestad de actuar durante cuarenta y dos meses 28. Por estos cuarenta y dos meses entendemos el tiempo de la última persecución. Y después abrió su boca para lanzar blasfemias contra Dios 29 . Está claro aquí que éstos representan a los que se apartaron de la Iglesia Católica de tal manera que aquellos que en tiempos antiguos, escondidos en el interior de la Iglesia simulaban tener una fe casi correcta, en la persecución profieren a boca llena blasfemias contra Dios 30. y contra su tabernáculo, y contra los que habitan en el cielo 31: es decir, contra los santos que están en la Iglesia, que es denominada cielo porque aquellos son también el tabernáculo de Dios 32. Y le fue dado hacer guerra contra los santos y vencerlos 33. Por el todo, nosotros comprendemos la parte, que puede ser vencida; pues no son los buenos cristianos, sino los malos, los que son vencidos 34. Y le fue dada potestad sobre toda tribu y lengua, y la adorarán todos los habitantes de la tierra 35. Dijo todos, pero refiriéndose a los habitantes de la tierra no a los del cielo 36. Cuyo nombre no está escrito en el libro de la vida del Cordero 37. El se refirió al diablo o a su pueblo, cuyo nombre no está escrito en el libro de la vida. Señalados desde la creación del mundo 38: porque en la presciencia de Dios, la Iglesia ha sido, anteriormente, predestinada y señalada 39. Que él mismo se digne ser nuestra garantía.

Notas 1

Ap 12, 13.

2

Ap 12, 13. Ap 12, 14. 4 Ap 12, 14. 5 Mc 10, 16; cf. Primasio, 187, l 97 - 201 ( 876, 50 - 877, 1); Beda, 168, 34 - 35; Beato, 2, 115, 1 - 12. 6 Ez 2, 6. 7 Ap 12, 15. 8 Cf. Primasio, 188, 223 - 224 ( 877, 32 - 33); Beda, 168, 34 - 35; Beato, 2, 115, 16 18. 9 Ap 12, 16. 10 Cf. Primasio, 188, 223 - 189, 241 ( 877, 37 - 878, 9); Beda, 168, 39 - 40; Beato, 2, 116, 3 - 12. 11 Cf. Victorino, 113, 9 - 17. 12 Ap 12, 17. 13 Ap 12, 18. 14 Cf. Beda, 169, 1 - 2; Beato, 2, 118, 9 - 16. 15 Ap 13, 1. 16 Cf. Primasio, 193, 1 - 15 ( 877, 41 - 47); Beda, 169, 8 - 10; Beato, 2, 120, 15 121, 1. 17 Ap 13, 2. 18 Vario aplicado a la variedad de las gentes, cf. IRENEO, Adv. haer. 5, 25, 1. El obispo de Lión pasa de la variedad de las gentes a la de las abominaciones. Pero, como señala A. ORBE, Teología de San Ireneo... o. c. 3, 13, varius es el epíteto clásico de la serpiente, por las pintas de su piel. Aplicado al diablo indicaría la variedad y tortuosidad de los errores por él inspirados. Véase además A. ORBE, id. 3, 172. 19 Cf. Primasio, 193, 16 - 20 (878, 44 - 48); Beato, 2, 125, 10 - 14; Adv. Elip. 2, 33 (CCLIX 126, 904 - 910: PL 96, 997, 4 - 8). 20 Ap 13, 2. 21 Ap 13, 2 22 Ap 13, 2 23 Ap 13, 3 24 2Co 11, 14; cf. Beato, 2, 126, 17 - 127, 3 25 Ap 13, 3 - 4 26 Ap 13, 4 27 1Co 11, 19. 28 Ap 13, 5; los 42 meses equivalen a los 3 años y medio del Ap 12, 14, según Dn 7, 25 y 12, 7. De los 42 meses habla también Ap 11, 2; cf. A. ORBE, Teología de San Ireneo... o. c. 3, 174. 29 Ap 13, 6; cf. A. ORBE, Teología de San Ireneo , o. c. 3, 173 30 Cf. Beda, 169, 58 - 170, 2; Beato, 2, 130, 4 - 14 31 Ap 13, 6 32 Cf. Beato, 2, 131, 14 - 132, 1 33 Ap 13, 7 34 Cf. Beda, 170, 9 - 10; Beato, 2, 132, 12 - 16 3

35

Ap 13, 7 - 8 Cf. Beda, 170, 14 - 15; Beato, 2, 133, 3 - 9. 37 Ap 13, 8. 38 Ap 13, 8. 39 Cf. Beda, 170, 25 - 28; Beato, 2, 133, 10 - 134, 2. Se pueden constatar aquí resonancias ireneanas, cf. A. ORBE, Teología de San Ireneo... o. c. 3, 176 - 177 36

Apocalipsis 13 - 14 La bestia semejante al Cordero: la Iglesia de los herejes En la lectura que acaba de ser recitada, hermanos muy queridos, hemos oído al bienaventurado Juan que decía: Y vi otra bestia que subía de la tierra 1. Lo que es el mar lo es también la tierra 2. Y tenía dos cuernos semejantes a los del Cordero 3: es decir, los dos Testamentos a semejanza del Cordero, que es la Iglesia 4. Y hablaba como dragón 5 : aquélla, que cristiana sólo de nombre presenta al Cordero para infundir secretamente los venenos del dragón, es la Iglesia herética; porque no imitaría a semejanza del Cordero si hablase abiertamente. Simula ahora a la cristiandad para engañar con más seguridad a los imprudentes; es por esto por lo que el Señor dice: ?Guardaos de los falsos profetas? 6, y lo que sigue. Y hace que la tierra y los que habitan en ella adoren a la bestia primera, cuya herida de muerte había sido curada. Y hace grandes prodigios, de modo que aun fuego hace bajar del cielo a la tierra 7. Y dado que el cielo es la Iglesia, ¿qué es el fuego que hace bajar del cielo sino derribar las herejías de la Iglesia? Así lo escrito: ?De nosotros salieron, mas no eran de nosotros? 8. En efecto, el fuego desciende del cielo, cuando los herejes que, como el fuego, se separan de la Iglesia, persiguen a la misma Iglesia. Luego la bestia con sus dos cuernos hace que el pueblo adore a la imagen de la bestia, es decir la invención del diablo 9. La marca de la bestia: la hipocresía en la Iglesia Y él le pondrá su marca sobre su mano derecha y sobre su frente 10. En efecto, expone ?el misterio de la iniquidad? 11. Porque los santos que están en la Iglesia reciben a Cristo en la mano y en la frente; pero los hipócritas reciben a la bestia bajo el nombre de Cristo. Si alguno no adoró a la bestia ni a su imagen, ni recibió su marca en la frente o en la mano 12 No repugna a la fe el que la misma bestia represente a la ciudad impía, es decir, la congregación o la conspiración de todos los impíos y orgullosos que se llama Babilonia y es interpretada ?confusión?, y a la cual pertenecen todos aquellos que han querido hacer acciones dignas de confusión; es el pueblo de los infieles opuesto al pueblo fiel y a la ciudad de Dios. Pero su imagen, su simulación, está ciertamente en estos hombres que simulan profesar la fe Católica y viven infielmente; pues fingen ser lo que no son y son llamados cristianos no por la verdadera figura sino por una falsa imagen; de éstos dice el Apóstol: ?Que tendrán cierta compostura de piedad mas que habrán renegado de su verdad y eficacia 13. De los que no hay más que un pequeño número en el seno de la Iglesia Católica. Pero los justos no adoran a la bestia, es decir, no consienten, no se someten a ella; ni reciben la señal, es decir la marca del crimen en la frente, por lo que profesan, ni en la mano, por lo que hacen 14. La cifra de la bestia y la de Cristo: la hipocresía de los herejes. Pues así ellos harán que nadie pueda comprar sino quien lleve la marca o el nombre de la bestia o el número de su nombre. Aquí está la sabiduría. Quién tenga inteligencia calcule el número de la bestia, pues es número humano 15, es

decir, de Cristo, del Hijo del hombre, del cual la bestia tomó el nombre entre los herejes. Hagamos, pues, el número que ha dicho para que, una vez obtenido, encontremos el nombre o el carácter. Y su número es, dice, seiscientos dieciséis 16. Estableciéndolo según los griegos, sobre todo porque escribió a los de Asia. Y yo, dice, soy el A y la S 17. Seiscientos dieciséis en letras griegas corresponde a Xis, que en letras separadas es un nombre. Pero una vez reunidas en un monograma forman un carácter, un número y un nombre 18. Nosotros entendemos aquí el nombre de Cristo y se muestra su semejanza que la Iglesia adora en verdad; la hostilidad de los herejes se hace semejante a él 19; estos son los que, persiguiendo espiritualmente a Cristo, sin embargo se les ve que se glorían del signo de la Cruz de Cristo. Por esto es por lo que se ha dicho que el nombre de la bestia es un número humano. El Cordero y los 144. 000: Cristo y la Iglesia Y vi, y he aquí que el Cordero estaba sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que llevaban su nombre y el nombre de su padre escrito sobre sus frentes 20. Desveló cual es la simulación del carácter escrito sobre la frente cuando dice que Dios y Cristo estaban escritos en la frente de los miembros de la Iglesia. Y el una voz venida del cielo como voz de muchas aguas 21, es decir, aquélla de los ciento cuarenta y cuatro mil 22. Y como voz de un gran trueno; y la voz que oí era como citaristas que tañían sus citaras 23, y lo que sigue. Pero cuando él dijo: Éstos son los que no se mancharon con mujeres 24, en este pasaje no solo entendemos a las vírgenes que son castas de cuerpo, sino sobre todo a la Iglesia toda que conserva una fe pura, como dice el Apóstol: ?Pues yo os desposé con un solo varón, para presentaros como casta virgen a Cristo? 25, que no ha sido mancillada con ninguna unión adúltera con los herejes, ni retenida por una desgraciada obstinación hasta el fin de su vida sin el remedio de la penitencia en las voluptuosidades acariciadoras y mortales de este mundo. A continuación añade: Y en su boca no se halló mentira 26. No dijo ?no ha tenido? sino no se halló: como nos encuentre el Señor cuando de aquí nos llame, así también nos juzga 27; porque por el bautismo y la penitencia nosotros podemos, en el hombre interior, llegar a ser vírgenes y sin mentira. Recapitulación La caída de Babilonia He aquí ahora una nueva recapitulación 28: Y yo vi, dice, otro ángel volando en cenit 29 , es decir, la predicación que se difunde en medio de la Iglesia 30. Que tenía el evangelio eterno para evangelizar a los que estaban sentados sobre la tierra, diciendo: temed al Señor 31, y lo que sigue. Algunos quieren ver a Elías en el ángel que vuela en medio del cielo, en el otro ángel que le sigue al compañero de Elías que predicará en este tiempo 32. Y otro ángel le siguió 33, es decir, la predicación de la paz futura. Diciendo, cayó, cayó Babilonia la Grande 34. Babilonia la ciudad impía, como ya se ha dicho arriba, representa la asamblea del diablo, es decir, el pueblo que le obedece, y toda la concupiscencia y la corrupción que él busca para su perdición y para la del género humano. Pues así como la ciudad de Dios es la Iglesia y toda su conducta es celeste, del mismo modo, pero al contrario, la ciudad del diablo es Babilonia en todo el mundo, como dice el Señor: ?He aquí que yo hago de Jerusalén una piedra para ser pisada por todas las naciones? 35. Entonces la Iglesia dice: Cayó, cayó Babilonia la Grande 36. Ella dice esto como si ya se hubiese realizado lo que todavía había de acontecer, según lo dicho: ?Repartieron entre sí mis vestiduras? 37. La que con el vino del furor de su fornicación ha abrevado todas las naciones 38. Todas las naciones, esto es, la ciudad del mundo,

es decir, todos los orgullosos que están ya sea dentro ya sea fuera de la Iglesia 39. El Hijo del hombre sobre la nube Y vi una nube blanca o cándida, y sentado sobre la nube al Hijo del hombre 40, es decir, a Cristo. Describe, pues, a la Iglesia en su gloria, que se hace blanca especialmente después de las llamas de la persecución. Tenía en su cabeza una corona de oro 41. Éstos son los ancianos con las coronas de oro 42. Y en su mano una hoz afilada 43. En efecto, esta hoz separa a los Católicos de los herejes, a los santos de los pecadores, tal como dice el Señor de los segadores 44. Pero si hay que pensar que el segador visto en la nube blanca es especialmente Cristo en persona, ¿quién es el vendimiador que viene detrás de él si no es el mismo Cristo, pero en su cuerpo que es la Iglesia? 45. Quizás no nos equivocamos si vemos en estos tres ángeles que salieron el triple sentido de las Escrituras: histórico, moral y espiritual; pero en cuanto a la hoz hay desacuerdo. El lagar de la cólera de Dios Y arrojó al grande, en el lagar de la cólera de Dios 46. No en el gran lagar sino que él arroja al mismo grande en el lagar, es decir, a todo orgulloso 47. Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad 48, es decir, fuera de la Iglesia. En efecto, consumado el cisma, todo pecador será expulsado fuera; pero la pisa del lagar es la retribución de los pecadores 49. Y salió sangre del lagar hasta los frenos de los caballos 50: la venganza llegará hasta los jefes de los pueblos; pues en el último combate la venganza de la sangre derramada llegará hasta el diablo y sus ángeles 51 en una extensión de mil seiscientos estadios 52, es decir, en todas las cuatro partes del mundo. En efecto, el número cuatro es cuádruple, como en los cuatro rostros cuadriformes y en las ruedas. En efecto cuatro veces cuatrocientos suman mil seiscientos 53.

Notas 1 Ap

13, 11. Cf. Beda, 170, 48 - 50; 120, 13 - 14; Beato, 2, 137, 1. 3 Ap 13, 11. 4 Cf. Primasio, 197, 115 - 117 ( 880, 56 - 58); Beato, 2, 134, 8 - 10; Adv. Elip. 2, 19 20 (CC 59, 117, 558 - 560: PL 96, 989, 43 - S 7). 5 Ap 13, 11. 6 Mt 7, 15; cf. Primasio, 197, 119 - 121 ( 881, 2 - 5); Beda, 170, 55 - 171, 3; Beato, 2, 140, 1 - 9; Adv. Elip. 2, 20 (CC 59, 117, 561 - 118, 577: PL 96, 989, 57 - 990, 5); Gregorio M. Moralia in Iob, 1. 33, c. 35, 59 (PL 76, 711, 19 - 33). 7 Ap 13, 12 - 13. 8 1Jn 2, 19. 9 Cf. Beda, 171, 59 - 172, 1; Beato, 2, 157, 3 - 5. 10 Ap 13, 16. 11 2Ts 2, 7; cf. Beda, 172, 2 - 4; Beato, 2, 157, 9 - 13. 12 Ap 13, 15 13 2Tm 3, 5. 14 Cf. Beda, 172, 6 - 8; Beato, 2, 157, 17 - 158, 1. 5 - 7. 15 Ap 13, 17 - 18. 16 Ap 13, 18; cf. A. ORBE, Teóloga de San Ireneo... o. c. 3, 4: ?es muy creíble que los simpatizantes v. gr. del 616 (cf. Adv. haer. 5, 30, 1) fueran los mismos que 2

negaban el Milenio?. Ireneo (Adv. haer. 5, 28, 2) e Hipólito (De Antichristo 48 ad fin.; in Dn 4, 49, 2) refieren a la bestia el número 666: compendio de su carácter. Se repite la cifra 6 para las centenas, decenas y unidades. ?El misterioso número escribe A. Orbe - recapitula toda la apostasía plasmada en el mundo en seis millares de anos? (cf. IRENEO, Adv. haer. 5, 30, 1). ?Ticonio no es milenarista; pero su ideología en la aplicación de los números dista poco de la de S. Ireneo?, cf. A. ORBE, id. 3, 183 - 186. 17 Ap 1, 8. 18 Cf. Primasio, 203, 254 - 258 ( 883, 54 - 884, 2); Beato, 2, 161, 6 - 162, 1; Jerónimo, De Monogramma Christi, Anecd. Mareds. Maredsoli 1895, val. 3, pars 3, 195, 2 - 7. 19 Cf. Primasio, 209, 3 - 4; Beato, 2, 162, 11 - 12. 20 Ap 14, 1. 21 Ap 14, 2 22 Cf. Primasio, 209, 11 - 12 ( 886, 17 - 19); Beda, 173, 13 - 16; Beato, 2, 181, 16 182, 6. 23 Ap 14, 2. 24 Ap 14, 4. 25 2Co 11, 2; cf. Primasio, 886, 36 - 44; Beda, 174, 22 - 33; Beda asigna explícitamente esta interpretación a Ticonio; Beato, 2, 183, 8 - 11. 26 Ap 14, 5. 27 Cf. Primasio, 214, 145 - 147 (PLS 4, 1220, 5 - 9); Beda, 174, 26 - 32; Beato, 2, 184, 9 - 185, 2; 1, 310, 10 - 11; cf. A. RESCH, Agrapha. Aussercanonische Schriftfragmente, TU 15, 322. 28 El inicio de esta recapitulación coincide con el comienzo del libro séptimo del Comentario de Beato de Liébana y, quizás, también con el libro séptimo del comentario ticoniano. 29 Cf. Beda, 175, 14 - 17; Beato, 2, 196, 12 - 197, 4. 30 Cf. Primasio, 214, 153 - 154 (PLS 4, 1220, 19 - 21); Beda, 174, 40 - 41; Beato, 2, 192, 12 - 15. 31 Ap 14, 6 - 7 32 Cf. Victorino, 131, 10 - 15 33 Ap 14, 8 34 Ap 14, 8 35 Za 12, 3; cf. Beato, 2, 209, 6 - 8 36 Ap 14, 8. 37 Sal 22, 19; cf Primasio, 215, 174 - 216, 180 ( 887, 51 - 59); Beda, 174, 55 - 57; Beato, 2, 193, 11 - 194, 14. 38 Ap 14, 8. 39 Cf. Beda, 175, 14 - 17; Beato, 2, 196, 12 - 197, 4. 40 Ap 14, 14. 41 Ap 14, 14. 42 Cf. Primasio, 218, 234 - 240( 889, 16 - 20); Beda, 178, 6 - 17; Beda atribuye esta exégesis a Ticonio; Beato, 2, 200, 6 - 201, 2. 43 Ap 14, 14. 44 Cf. Mt 13, 30. 45 Cf. Beda, 176, 34 - 36; Beato, 2, 204, 17 - 205, 3.

46

Ap 14, 19. Cf. Primasio, 220, 276 - 278 ( 890, 7 - 15); Beato, 2, 205, 11 - 13. 48 Ap 14, 20. 49 Cf. Victorino, 135, 8 - 9; Primasio, 220, 280 - 283 ( 890, 15 - 17); Beato, 2, 206, 4 - 7. 50 Ap 14, 20. 51 Cf. Victorino, 135, 9 - 12; Primasio, 220, 284 - 290 ( 890, 20 - 33); Beda, 177, 15 18; 178, 1 - 6; Beato, 2, 209, 13 - 17. 52 Ap 14, 20. 53 Cf. Victorino, 137, 4; Primasio, 220, 291 - 299 ( 890, 36 - 37); Beda, 177, 22 - 23; Beato, 2, 210, 1 - 4 47

Apocalipsis 15 - 16 Las siete plagas En la lectura que acaba de ser recitada, hermanos muy queridos, S. Juan dijo que había visto en el cielo otra señal grande y maravillosa: siete ángeles, es decir, a la Iglesia 1, que tenían siete plagas, las últimas, pues en ellas se consumó la cólera de Dios 2. Las llamó últimas, porque la cólera de Dios hiere siempre al pueblo rebelde con siete plagas, es decir, perfectamente, como Dios mismo repite frecuentemente en el Levítico: ?Y yo os heriré siete veces por causa de vuestros pecados? 3. Y yo vi como un mar de vidrio 4: llama así a la fuente transparente del bautismo. Mezclado de fuego 5, es decir, al espíritu o a la tentación 6. Y los vencedores de la bestia estaban sobre el mar de vidrio 7, es decir, el bautismo, teniendo citaras de Dios 8, es decir, los corazones consagrados de los que alaban a Dios 9. Y los que cantaban el cantar de Moisés, el siervo de Dios, y el cantar del Cordero 10, es decir, uno y otro Testamento. Grandes y admirables son tus obras 11, y lo que sigue. Estas palabras provienen del uno y otro Testamento que cantan éstos de los que acabamos de hablar. Repite lo que había expuesto diciendo 12: Y tras esto vi, y he aquí que se abrió el tabernáculo del testimonio en el cielo 13. El templo, ya lo hemos dicho, significa la Iglesia; el ángel que salió del templo y dio una orden al que estaba sentado sobre una nube 14, es el mandamiento del Señor. Porque hay una salida que equivale a un mandamiento, como dice el Evangelista: ?Salió un edicto de César Augusto? 15. Vestidos de lino nítido y brillante, y ceñidos en torno a los pechos de cintos de oro 16. Manifiestamente muestra en los siete ángeles a la Iglesia; en efecto, así al inicio la había descrito en Cristo: Tenía, dice, un cinto de oro sobre los pechos 17. Las siete copas de oro Y uno de los cuatro vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro rebosantes de la cólera de Dios 18. Éstas son las copas que llevan con perfumes los ancianos y los vivientes que representan a la Iglesia, al igual que los siete ángeles; y los perfumes significan bien la cólera de Dios bien la palabra de Dios. Mas también todas estas cosas dan la vida a los buenos pero a los malos comportan la muerte, como está escrito: ?Para unos, olor de la vida para la vida, para otros olor de la muerte para la muerte? 19. En efecto, las oraciones de los santos, significadas por el fuego que sale de la boca de los testigos, son la manifestación de la cólera contra el mundo y los impíos 20. Esto es porque no basta a los orgullosos y a los impíos no

amar ni imitar a los que son santos, sino que todavía ellos les persiguen por todas partes que pueden. Todas estas plagas son espirituales y se producen en el alma; porque en este tiempo todo el pueblo impío resultará indemne de toda plaga corporal, porque no merece ser castigado en el siglo presente como si recibiese todo poder para ejercer sus crueldades; pero es castigado espiritualmente, es decir, que todos los impíos y soberbios sufren los pecados voluntarios y mortales que son como úlceras en sus almas 21. La segunda copa El segundo derramó su copa sobre el mar 22, y lo que sigue. El mar, los ríos, las fuentes de agua, el sol, el trono, las bestias, el río Éufrates, el aire sobre el que los ángeles derramaron las copas, es la tierra y los hombres; porque él ordenó a todos los ángeles derramarlas sobre la tierra. Pero todas estas plagas deben ser comprendidas de modo contrario; dado que es una plaga incurable y grande ira es recibir la potestad de pecar, principalmente contra los santos, y no tener conciencia de la falta. Existe una cólera de Dios más grande: el error que suministra alimentos a la injusticia. Ésta es la plaga de la ira de Dios: punzar estas heridas, y alegrarse y complacerse cada uno en sus pecados. Así la prosperidad de los malos son las úlceras de las almas y la adversidad de los justos tiene como recompensa los gozos eternos 23. Pero en el tercer ángel y en el cambio del agua en sangre ves todos los ángeles de los pueblos, es decir, los hombres que interiormente tienen el alma sanguinaria 24 La cuarta copa El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol y los hombres fueron abrasados por un gran incendio 25. Esto tendrá lugar con el fuego de la gehenna; porque el diablo en el tiempo presente cuando mata en el alma a sus partidarios, no solamente los abrasa en su cuerpo, sino en cuanto le es permitido, los glorifica, y a esta gloria y a este gozo el Espíritu Santo los ha denominado plagas y dolores 26. Y blasfemaron el nombre de Dios que tenía la potestad sobre estas plagas y no hicieron penitencia 27 . Como ellos no fueron castigados con estas plagas por Dios en el cuerpo sino en el alma no hicieron memoria del Señor, pero se hunden cada vez más en el mal; y es por esto por lo que ellos blasfemaron persiguiendo a sus santos 28. La quinta y sexta copa El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y quedó su reino en tinieblas 29. Pues el trono de la bestia, es su Iglesia 30, es decir, la congregación de los soberbios que es cegada por esta especie de plagas. Se despedazaban las lenguas por sus dolores 31, es decir, que ellos se dañaban blasfemando por la especie de la cólera de Dios 32 porque estimaban por alegría el ser traspasados. Y no hicieron penitencia 33, pues estaban endurecidos por la alegría 34. Y el sexto ángel derramó su copa sobre aquel gran río Éufrates 35, es decir, sobre el pueblo, y su cauce se secó 36, como más arriba dijo, la mies de la tierra ya está madura 37, es decir, ya está preparada para ser quemada. Para preparar el camino de aquellos que son de la parte del sol naciente 38, es decir, de Cristo; en efecto, esto acabado, los justos salen al encuentro de Cristo 39.

Notas 1

Cf. Beato, n, 211, 11 - 15. Ap 15, 1. 3 Lv 26, 24; cf. Victorino, 137, 4 - 8; Beato, n, 211, 16 - 212, 6. 2

4

Ap 15, 2. Ap 15, 2. 6 Cf. Victorino, 49, 6; Beato, 2, 212, 13 - 15; 1, 457, 2 - 3. 7 Ap 15, 2. 8 Ap 15, 2. 9 Cf. Primasio, 221, 19. 10 Ap 15, 3. 11 Ap 15, 3. 12 Cf. Victorino, 67, 3; Primasio, 222, 32 - 34 ( 891, 17 - 18); Beda, 177, 50 - 53; Beato, 2, 216, 1 - 3. 13 Ap 15, 5. 14 Ap 14, 15. 15 Lc 2, 1; cf. Beato, 2, 218, 1 - 7. 16 Ap 15, 6. 17 Ap 1, 13. 18 Ap 15, 6 - 7 19 2Co 2, 16. 20 Cf. Primasio, 223, 70 - 74; Beda, 178, 41 - 46; Beato, 2, 218 , 3 - 12. 21 Cf. Beda, 181, 55 - 182, 1; Beato, 2, 230, 9 - 231, 4. 22 Ap 16, 3. 23 Cf. Ticonio, L. R. 27, 6 - 7; Primasio, 231, 146 - 148 ( 896, 10 - 13); Beda, 181, 48 - 53. Beda cita explícitamente a Ticonio; Beato, 2, 232, 16 - 233, 13; 1, 49, 2 - 6. 24 Cf. Beda, 179, 54 - 55; Beato. 2, 12 - 14. 25 Ap 16, 8 - 9. 26 Cf. Beda, 180, 19 - 22; Beato, 2, 240, 12 - 13; 2, 241, 7 - 10. 27 Ap 16, 9 28 Cf. Beda, 180, 38 - 41; Beato, 2, 242, 6 - 10. 29 Ap 16, 10. 30 Cf. Beda, 180, 26 - 29. 35; Beato, 2, 243, 12 - 17. 31 Ap 16, 10. 32 Cf. Ap 16, 11. 33 Ap 16, 11. 34 Cf. Beda, 180, 36 - 37. 42 - 43; Beato, 2, 244, 3 - 7. 35 Ap 16, 12. 36 Ap 16, 12. 37 Ap 14, 15. 38 Ap 16, 12. 39 Cf. Primasio, 231, 144 - 154 ( 896, 13 - 19); Beda, 180, 46 - 54; Beato II. 245, 2 15 5

Apocalipsis 16 - 17 Los tres espíritus inmundos: el diablo, la bestia y los falsos profetas Hermanos muy queridos, S. Juan después de haber hablado de los siete ángeles, de las copas y de

las plagas, habiendo omitido el séptimo ángel, recapitula brevemente - según su costumbre - desde el principio 1, diciendo: Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta tres espíritus inmundos a modo de ranas 2 Vio un solo espíritu, pero por el número y la división de un solo cuerpo dice que son tres. El dragón, es decir, el diablo, y también la Bestia, es decir, el cuerpo del diablo, y los falsos profetas, es decir, los jefes del cuerpo del diablo, son un solo espíritu 3 A modo de ranas; pues son espíritus de demonios obradores de prodigios 4 Porque las ranas, además de la fealdad que le es propia, son inmundas por el lugar donde habitan; ellas parecen tener las aguas por morada y origen; ahora bien ellas no solamente huyen las aguas y se impacientan por la sequedad sino también que se revuelcan en las mismas aguas, en las suciedades del agua y en el ciénago. De igual modo los hipócritas ni viven en el agua como ellos creen, sino en las suciedades que los creyentes abandonan en el agua 5 Se asemejan también a las ranas estos hombres que no se ruborizan de revolcarse en los pecados o en los crímenes que los otros han abandonado por la penitencia o el bautismo. En verdad cuando alguien se convierte a Dios y se arrepiente de haber sido soberbio, adúltero, borracho o avaro, el que imita estos pecados que otro ha abandonado confesándolos, piensa en él mismo y dice: yo hago lo que quiero, y después como éste hizo penitencia así también haré yo; y cuando de repente le sobreviene a él el último día, la confesión es imposible y no le queda más que la condenación; éste que vive así queriendo imitar a los otros no para el bien sino para el mal, este hombre se envuelve y se enfanga como una rana en el ciénaga del que otro ha sido liberado. Las ranas pues representan los espíritus de los demonios 6 obradores de prodigios que se dirigen a los reyes del mundo entero con el fin de congregarlos para la batalla del gran día del Señor 7 El día del Señor Por gran día entiende todo el tiempo que discurre desde la Pasión del Señor. Pero es necesario comprender el significado del día según los diversos pasajes: a veces significa el día del juicio, a veces la última persecución que llegará bajo el Anticristo, a veces todo el tiempo, como dice el profeta Amós: ?¡Ay - dice - de los que ansían el día del Señor! ¿Y qué creéis que será para vosotros el día del Señor?? 8 y lo que sigue en el mismo pasaje. Todo esto se realiza en esta vida para los que el día del Señor son las tinieblas; los que desean el día del Señor, es decir, los que ponen su deleite en este mundo, aquellos para los cuales el mundo está lleno de dulzura, entregados a la voluptuosidad y a la lujuria, reciben su salario en este mundo; aquellos que estiman que la religión es un negocio 9, a los que se le dice: ?¡Ay de vosotros que estáis saciados!? 10; no aquellos de los que se dice: ?Bienaventurados los que lloran? 11 La ciudad dividida en tres partes: la Iglesia, los herejes y los gentiles Recapitula de nuevo a partir de la misma persecución 12, diciendo: Y se produjeron relámpagos y truenos y sobrevino un gran terremoto, cual no hubo desde que existieron hombres sobre la tierra, y esta gran ciudad se dividió en tres partes 13 Por esta gran ciudad es necesario comprender absolutamente a todo el pueblo que está bajo el cielo, que se partirá en tres partes cuando la Iglesia sea dividida de manera que los gentiles sean una parte, otra parte todos los herejes y los falsos católicos y una tercera parte la Iglesia Católica. Pues él continúa y muestra cuáles son las tres partes cuando dice: Las ciudades de las naciones se desplomaron, y Babilonia la Grande se presentó a la memoria de Dios para darle la copa del vino de su ira; y toda isla huyó, y los montes desaparecieron 14 Las ciudades de las naciones son las naciones, Babilonia la abominación de la

desolación 15, las montañas y las islas son la Iglesia; dice que en las ciudades de las naciones toda fortificación y toda esperanza de las naciones ha caído. En efecto, ellos no tienen ciudades distintas de los cristianos sino que las ciudades buenas y malas se encuentran entre los hombres 16 Así pues Babilonia cayó o bebió la ira de Dios cuando recibió el poder contra Jerusalén que es la Iglesia 17 Desaparecieron las islas 18, es decir, no son aventajadas 19 Y un gran pedrisco de piedras como de a quintal, cayó del cielo sobre los hombres 20 Por el pedrisco se entiende la ira de Dios 21; dice que todas estas plagas son la figura de las plagas espirituales 22 Y los hombres blasfemaron de Dios por la plaga del pedrisco porque es grande su plaga en extremo 23 La gran prostituta y la bestia Recapitula de nuevo 24, diciendo: Y vino uno de los siete ángeles y me dijo: ven, te mostraré la condenación de la gran prostituta que está sentada sobre muchas aguas, con la cual fornicaron los reyes de la tierra, es decir, todos los habitantes de la tierra. Y me llevó en espíritu a un desierto y vi una mujer sentada sobre una bestia 25 En la bestia es necesario ver a todo el pueblo malvado; en la mujer está representada la corrupción 26 Dice que la mujer está sentada en el desierto, porque ella sí se sienta en los impíos en los que el alma está muerta y los que son abandonados por Dios. Dijo en espiritu 27, porque un abandono de este género no puede ser visto más que en espíritu. La ha descrito suntuosamente preparada por los ornamentos de su lujuria. Recapitulación La bestia, pues, sobre la que ella está sentada, como ya se dijo más arriba, significa el pueblo, que representan las grandes aguas, como él mismo expone: El agua que tú ves donde la mujer está sentada, son pueblos y muchedumbres, y naciones y lenguas 28 Dice que la corrupción está sentada sobre los pueblos en el desierto. La prostituta, la bestia, el desierto son una sola y misma cosa. La bestia, como ya queda dicho, es el cuerpo opuesto al Cordero; en este cuerpo es necesario ver ora el diablo, ora una cabeza como muerta y que representa a los herejes los cuales parecían gloriarse de la muerte de Cristo, ora el solo pueblo de los soberbios, que es Babilonia toda entera 29 Los tres espíritus que salían como ranas de la boca del dragón significan: el uno el diablo, el otro los falsos profetas o los jefes de los herejes, el tercero el cuerpo del diablo, es decir, todos los cristianos hipócritas, soberbios o impíos de los que la Iglesia contiene en su seno un gran número. Finalmente los que son tales se revuelcan a semejanza de las ranas en toda inmundicia y en el lodo de la lujuria. Se asemejan también a las ranas los hombres que no se ruborizan por revolcarse en los pecados o en los crímenes que los otros han abandonado por la penitencia y el bautismo, diciéndose: En el presente yo hago mis voluntades; y después, como éstos se han convertido, así yo también me convertiré a Dios. Y sobreviniendo de repente la muerte, la confesión es imposible y no queda más que la condenación. Cuando dice que todos los hombres deben ser congregados para el gran día: este gran día representa todo el tiempo que discurre desde la Pasión del Señor hasta el fin del mundo. Porque estos para los que este día está lleno de dulzura y los que en el mismo han buscado provecho esclavizándose a la voluptuosidad y a la lujuria, se hundirán en una gran miseria porque se cumplirá en ellos aquella palabra profética: ?¡Ay de aquellos que han buscado el día del Señor!? 30 En efecto, por un gozo falso y pasajero se preparan una amargura eterna. Aquí el gran día puede ser entendido como aquella

desolación que tuvo lugar cuando Jerusalén fue asediada por Tito y Vespasiano donde a excepción de aquellos que fueron llevados a la cautividad se dice que encontraron la muerte once mil 31 Pero cuando dice: Los congregó en un lugar llamado Armagedon 32, ha querido representar a todos los enemigos de la Iglesia. Después prosigue y dice: Cercaron el campamento de los santos y la ciudad amada 33, es decir, la Iglesia. Luego se produjeron truenos, y acaeció un gran terremoto y esta gran ciudad fue dividida en tres partes: la gran ciudad representa absolutamente a todo el pueblo, una parte es la de los paganos, otra la de los herejes y la tercera la de los cristianos en la cual se encuentran también hipócritas. Cuando del seno de esta tercera parte hayan sido separados los buenos, entonces los que en la Iglesia son hipócritas, después de haber sido reunidos con las otras dos partes reciben el juicio de Dios; esto ya en alguna parte se realiza en este tiempo. Entonces, Babilonia cae, cuando los malos reciben la potestad de perseguir a los buenos que están en la Iglesia. En cuanto al gran pedrisco de piedra como de a quintal que desciende del cielo 34 se entiende que este gran pedrisco de piedra es la cólera de Dios; la cual, antes de que venga en el día del juicio, es enviada espiritualmente sobre los impíos y soberbios en lo íntimo de su alma. La meretriz que vio en espíritu sentada sobre la bestia en el desierto 35, dice que está en el desierto porque ella está sentada sobre los impíos, es decir, sobre aquellos que están muertos en su alma y alejados de Dios. Dice en espiritu 36 porque un abandono de este género, que se produce en el interior del alma no puede ser visto más que espiritualmente. La meretriz, la bestia, el desierto son una sola y misma cosa donde el todo es significado por Babilonia. La bestia, como ya ha sido dicho, es el cuerpo de los impíos opuesto al Cordero; en este cuerpo es necesario ver ora el diablo ora la cabeza que está muerta y que significa la perfidia de los herejes que parecen glorificarse de la muerte de Cristo, dado que ellos persiguen constantemente a la Iglesia de Cristo. Y puesto que no son solamente los herejes o los paganos sino también los malos católicos, es decir, los soberbios y los impíos que persiguen a los que ven mansos y humildes en la Iglesia, en cuanto podemos, pidamos la misericordia de Dios para que traiga al bien a los que han cometido tales acciones, y que nos conceda a nosotros, por su bondad, la bienaventurada perseverancia en las buenas obras, Él, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, Amén.

Notas 1

Cf. Beda, 180, 52 - 54; Beato, 2, 245, 13 - 15. Ap 16, 13. 3 Cf. Primasio, 232, 162 - 168 ( 896, 31 - 39); Beda, 180, 54 - 57: Beato, 2, 247, 5 12. 4 Ap 16, 13 - 14 5 Cf. Beda, 180, 58 - 181, 3; Beato, 2, 247, 15 - 248, 8; Adv. Elip. 1. 52 (CC 59, 37, 1414 - 1438: PL 96, 924, 58 - 925, 10). 6 Cf. Beato, 2, 248, 13 - 15. 7 Ap 16, 14 8 Am 5, 18. 9 1Tm 6, 5. 10 Lc 6, 25. 2

11

Mt 5, 5; cf. Beato, Il, 251, 4 - 13. Cf. Primasio, 234, 225 ( 897, 41 - 42); Beda, 182, 1 - 2; Beato, 2, 257, 16. 13 Ap 16, 18 - 19 14 Ap 16, 19 - 20. 15 Cf. Primasio, 235, 233 - 242 ( 897, 53 - 898, 4); Beda, 182, 9 - 12; Beato, Il, 258, 5 - 259, 4 16 Cf. Primasio, 252, 245 ( 898, 7 - 9); Beato, 2, 259, 7 - 12. 17 Cf. Primasio, 236, 253 - 254 ( 848, 18 - 20); Beda, 182, 19 - 21; Beato, 2, 260, 5 7. 18 Ap 16, 20 19 Cf. Beato, 2, 260, 12 - 13 20 Ap 16, 21 21 Cf. Beato, Il, 260, 16 - 261, 1 22 Cf. Beda, 182, 32 - 33; Beato, 2, 261, 13 - 14 23 Ap 16, 21 24 Cf. Beato, 2, 262, 8. Este pasaje coincide en Beato con el final del libro octavo de su Comentario. 25 Ap 17, 1 - 3; coincide con la historia (Ap 17, 1 - 3) del inicio del libro noveno del comentario del lebaniego; ¿se puede concluir que ya el comento de Ticonio incluía las 'historias' del Ap? 26 Cf. Beato, 2, 267, 5 - 7. 27 Ap 17, 3. 28 Ap 17, 15; cf. Primasio, 245, 221 - 222 ( 903, 57 - 58); Beato, 2, 266, 15 - 267, 2 29 Cf. Primasio, 238, 26 - 30 ( 899, 14 - 23); Beato, 2, 269, 18 - 270, 7 30 Am 5, 18 31 Cf. Cesáreo, Serm. 127, n. 2; es una de las pocas referencias del autor a la historia romana. 32 Ap 16, 16. 33 Ap 20, 9. 34 Cf. Ap 16, 21 35 Cf. Ap 17, 2 - 3. 36 Cf. Ap 17, 3 12

Apocalipsis 17 La mujer sentada sobre la bestia: la multitud de los soberbios Hermanos muy queridos, al ser leída hace un instante la lectura sagrada, hemos escuchado que el bienaventurado Juan dijo que había visto una mujer sentada sobre una bestia roja escarlata 1, es decir, una pecadora manchada de sangre. Henchida de nombres de blasfemia 2, muestra que la bestia tenía muchos nombres, es decir, el pueblo impío, como ya hemos dicho. Que tenía siete cabezas y diez cuernos 3, es decir, que tenía los reyes y reinados del mundo con los cuales el diablo fue visto en el cielo. Y la mujer, es decir, toda la multitud de los soberbios andaba vestida de púrpura y escarlata, engalanada con oro y piedras preciosas 4, es decir, con todos los atractivos de una verdad engañosa. Y finalmente lo que contiene en el interior de

esta belleza lo expone diciendo como sigue: Y llevaba en su mano una copa rebosante de abominaciones y de las inmundicias de su fornicación 5. El oro de las inmundicias es la hipocresía; sin duda exteriormente parecen justos a los ojos de los hombres pero en el interior están repletos de toda clase de inmundicia 6. La Iglesia perseguida por los falsos cristianos, herejes y paganos Y sobre su frente un nombre escrito: ¡misterio!, Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra 7. Ninguna superstición deja impresa una señal en la frente a no ser la hipocresía. Pues el Espíritu nos refiere qué es lo que está escrito en la frente. Pero ¿por qué no se impuso dicho título abiertamente? En efecto, dijo que era un misterio que interpretó así: Y vi la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires de Jesús 8. Porque hay un cuerpo que es opuesto a la Iglesia por dentro y por fuera, es decir, los falsos cristianos en la Iglesia y los herejes y los paganos fuera de la Iglesia. Aun cuando este cuerpo parezca estar separado en cuanto al lugar, sin embargo en la persecución el Espíritu realiza la unidad de la Iglesia. ?Porque es imposible que un profeta perezca fuera de Jerusalén? 9, que mata a los profetas; esto es, no puede acontecer que los cristianos buenos sufran persecución alguna sin los malos cristianos 10. Es así que los biznietos son acusados de haber apedreado a Zacarías 11, partícipes del sentimiento de sus antepasados, cuando ellos no tuvieron parte alguna 12. La bestia que nace de la bestia Y la bestia era y no es y será, va a subir del abismo e ir a la perdición 13. Es decir, que ella nacerá de un pueblo para que se pueda decir que la bestia salió de la bestia y el abismo del abismo. ¿Cuál es la bestia que sale de la bestia, el abismo del abismo, a no ser el pueblo malo que nace de un pueblo malo? Esto es lo que sucede cuando los malos hijos imitan a los peores parientes. Él muestra todavía en vida y va a la perdición, como sus padres, de los que procede. Y ya ?no son? porque a estos que estaban muertos les sucedieron otros. De tal modo que nunca faltan 14, en mayor o menor número, para insidiar a la Iglesia, ya sea en secreto ya sea abiertamente, sin cesar y desde el principio. Pero cuando habla de la mujer sentada sobre la bestia color escarlata 15 quiso dar a entender al pueblo pecador y sanguinario. Cuando él la describe revestida de púrpura y de escarlata, y adornada de oro y piedras preciosas 16, muestra al pueblo de los hombres soberbios e impíos, repleto de todos los atractivos de una verdad simulada. El hecho de que tenía en la mano una copa de oro llena de abominaciones y de impurezas de su fornicación 17, es necesario comprender a los hipócritas, es decir, a los falsos cristianos que exteriormente sin duda parecen justos, pero por dentro están repletos de toda impureza. Sobre su frente ella tenía escrito: Babilonia, madre de la fornicación 18; ninguna superstición imprime en la frente un signo a no ser la hipocresía; es decir, que fingen ser buenos cuando son malos. Pues cuando dice que esta mujer estaba ebria de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús 19 quiso mostrar un solo cuerpo de malos que se oponen siempre a la Iglesia en el exterior y en el interior; porque también en la Iglesia hay falsos cristianos, y fuera de la Iglesia herejes y paganos. Y aunque ellos estén perfectamente separados del cuerpo ellos se unen entretanto en un solo espíritu para perseguir a la Iglesia. Cuando él dice: La bestia fue, y no es, y ella será, y va a salir del abismo 20, es necesario entender que un pueblo malo nace de un pueblo malo para que se pueda decir que la bestia sale de la bestia, el abismo del abismo. ¿Qué es la bestia que sale de la bestia sino el pueblo malo que nace del pueblo malo? Esto acontece cuando los hijos malos imitan a los peores parientes; y así mientras los unos suceden a los otros que están muertos no falta nunca nadie para tender trampas a

la Iglesia desde el comienzo, en mayor o menor número, secreta o abiertamente. Porque no podemos en esta vida estar separados corporalmente de la asociación con ellos, supliquemos la misericordia de Dios para estar separados en las costumbres, a fin de no perecer con ellos en el suplicio eterno, pero especialmente cuando estos últimos oyeren estas palabras: ?Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno? 21, merezcamos nosotros oir: ?Venid, benditos de mi Padre, recibid el Reino? 22. Que Nuestro Señor Jesucristo nos lo conceda, Amén.

Notas 1

Ap 17, 3 Ap 17, 3 3 Ap 17, 3 4 Ap 17, 4 5 Ap 17, 4 6 Cf. Mt 23, 28. 7 Ap 17, 5. 8 Ap 17, 5. 9 Lc 13, 33. 10 Cf. Primasio, 241, 112 - 120 ( 901, 6 - 14); Beda, 183, 11 - 18. 23 - 25. 37 - 43. Beda se refiere explícitamente a la interpretación de Ticonio; Beato, 2, 270, 8 - 272, 11 11 Cf. Mt 23, 35. 12 Cf. Beda, 183, 29 - 31; Beato, 2, 273, 1 - 2 13 Ap 17, 8 14 Cf. Beato, 2, 274, 9 - 275, 5 15 Cf. Ap 17, 4 16 Cf. Ap 17, 4 17 Cf. Ap 17, 4 18 Cf. Ap 17, 5. 19 Cf. Ap 17, 5. 20 Ap 17, 8. 21 Mt 25, 41. 22 Mt 25, 34 2

Apocalipsis 17 - 18 Los perseguidores de la Iglesia En la lectura que acaba de ser recitada, hermanos muy queridos, aquellos reyes que él ha dicho que persiguen a Jerusalén son los pueblos malos que persiguen a la Iglesia de Dios; ellos son denominados casi reyes 1 porque su reino es como un sueño. Pues todo hombre malo que persigue a uno bueno, realiza esto como en un sueño, porque la persecución de todos los malos no durará sino que se evanecerá como un sueño, como dijo Isaías: ?Serán - dice - como aquel que soñando el sueño de las riquezas de todos los pueblos? 2. Ellos tienen un único deseo 3, es decir, que

persiguen a los buenos con una sola alma. Por eso dice tienen, y no ?tendrán?, porque la persecución de los malos no tendrá lugar solamente cuando venga el día del juicio, sino que también no falta en el tiempo presente. Y ellos entregarán su poder y majestad al diablo 4. También dice esto porque los mismos hombres impíos parecen dar el poder a aquél a instigación del cual hacen el mal. Éstos luchan contra el Cordero 5, es decir, que ellos se oponen ciertamente a la Iglesia hasta el fin, hasta que los santos reciban todo el reino. Y el Cordero los vencerá 6, es decir, que Dios no permite que sean tentados más allá de sus fuerzas 7. Esto es por lo que él dice: Y el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes, y los que con él están son llamados, elegidos y fieles 8, es decir, la Iglesia. Por esto, pues, dice llamados y elegidos, porque no todos son llamados y elegidos, como dice el Señor: ?Muchos son los llamados pero pocos los elegidos? 9. La cólera y el juicio de Dios Y el ángel me dijo: tu ves donde está sentada la ramera, éstos son los pueblos, y las muchedumbres, y las naciones, y las lenguas; y los diez cuernos que viste, éstos aborrecerán a la ramera 10, es decir, a aquella mujer. La ramera es pues la vida lujuriosa que se desenvuelve en robos y voluptuosidades. Dice asimismo que odian a la meretriz porque los impúdicos y soberbios, los avaros y presuntuosos no solamente persiguen a los santos sino que también se odian entre sí. Y de otro modo, entre ellos se odian tanto que en ellos se cumple lo que está escrito: ?El que ama la iniquidad aborrece su alma? 11 y prosigue: Y la dejarán devastada y despojada 12; en efecto, por la cólera de Dios y su justo juicio por el cual ellos son abandonados por él, ellos harán del mundo un desierto mientras estén entregados a él y lo usen de una manera injusta. Y devorarán sus carnes 13, esto porque, según el Apóstoles, ellos se muerden y devoran entre ellos 14; y esto es porque añade la causa, diciendo: Porque Dios puso en sus corazones el que ejecutasen su sentencia 15: es decir, que él suscitó las plagas que decretó infligir al mundo y con justo título 16. Y entregarán su reino a la bestia hasta que cumplan las palabras de Dios 17, es decir, que los hombres malos obedecen al diablo hasta que se cumplan las Escrituras y venga el día del juicio 18. Después de esto prosigue: Y la mujer que viste es la ciudad grande, la que ejerce realeza sobre los reyes de la tierra 19, es decir, sobre todos los malos e impíos. Todavía dijo así a propósito de la Iglesia: Ven, te mostraré la esposa del Cordero. Y me mostró la ciudad que bajaba del cielo 20. Después vi otro ángel que bajaba del cielo y tenía gran potestad; y la tierra se iluminó con su gloria. Y clamó con toda su fuerza diciendo: ?Cayó, cayó Babilonia la Grande, y ha quedado hecha morada de demonios y guarida de todo pájaro impuro y mancillado? 21. ¿Es que las ruinas de una sola ciudad pueden contener todos los espíritus impuros y todo pájaro impuro, o en aquel tiempo en que la misma ciudad cayese, el mundo entero sería abandonado a los espíritus y a los pájaros impuros y estos habitarán en las ruinas de una sola ciudad? No existe ciudad alguna que contenga toda alma impura, a no ser la ciudad del diablo, en la cual habita toda impureza en los hombres malos sobre toda la tierra 22. Los reyes que dijo que perseguían a Jerusalén son los hombres malos que persiguen a la Iglesia de Dios. .....................

Notas

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Ap 17, 12 Is 29, 7; cf. Beda, 184, 28 - 29; Beato, 2, 290, 11 - 17 3 Ap 17, 13 4 Ap 17, 13; cf. Beato, 2, 291, 13 - 19 5 Ap 17, 14 6 Ap 17, 14 7 Cf. 1Co 10, 13. 8 Ap 17, 15 9 Mt 20, 16 10 Ap 17, 15 - 16 11 Sal 11, 6 12 Ap 17, 16 13 Ap 17, 16. 14 Cf. Ga 5, 15. 15 Ap 17, 17. 16 Cf. Primasio, 245, 217 - 219 ( 903, 20 - 22); 245, 224 - 246, 229 ( 903, 33 - 35); Beda, 184, 39 - 41. 45 - 47. 49 - 51. 54 - 59; Beato, Il, 293, 9 - 295, 3. 17 Ap 17, 17. 18 Cf. Primasio, 246, 244 - 245 ( 904, 10 - 20): Beda, 185, 1 - 6; Beato, 2, 295, 8 - 9. 19 Ap 17, 18. 20 Ap 21, 9 - 10; cf. Primasio, 246, 246 - 247, 254 ( 904, 24 - 30); Beda, 185, 7 - 12; Beato, 2, 295, 15 - 296, 1. 21 Ap 18, 1 - 2 22 Cf. Beda, 185, 27 - 30; Beato, 11, 305, 4 - 10 2

Apocalipsis 18 - 20 El Mesías Juez Esto que vuestra caridad acaba de oír en la lectura del Apocalipsis, recibidlo con espíritu atento según vuestra costumbre. El caballo blanco y su jinete: Cristo y la Iglesia El bienaventurado evangelista Juan dice en efecto que él vio el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que sobre él montaba era llamado Fiel y Verdadero. Y sus ojos eran como llama de fuego, y sobre su cabeza llevaba muchas diademas 1. Porque en él está representada la multitud de aquellos que son coronados. Y tenía un nombre escrito, que nadie sabe sino él 2; ciertamente él y toda la Iglesia que está en él. E iba envuelto en un manto salpicado de sangre 3. El vestido de Cristo es la Iglesia que él ha revestido; ella está salpicada por la sangre de los que han sufrido la pasión. Y es llamado por nombre el Verbo de Dios. Y las huestes que están en el cielo le seguían montados en caballos blancos 4, es decir, que la Iglesia le imita en los cuerpos blancos como más arriba se ha dicho: Éstos son los que siguen al Cordero dondequiera que va 5. Revestidos de lino blanco y puro 6, en lo que mostró las acciones justas de los santos 7. Y de su boca sale una espada aguda a doble filo 8, es la misma por la cual los justos son defendidos y los injustos castigados. Para herir a las naciones; y él mismo las regirá con una vara de hierro, y

él mismo pisa el lagar del vino del furor de la cólera de Dios omnipotente 9. Él mismo también la pisa ahora cuando permite a los malos hacer el mal y los abandona a sus voluptuosidades; y después él los pisará fuera de la ciudad, es decir, los pisará fuera de la Iglesia 10, cuando entregue al fuego de la gehenna a los que no han hecho penitencia. Y sobre su manto y sobre su muslo lleva escrito un nombre: Rey de reyes y Señor de señores 11. Éste es un nombre que ninguno de los soberbios conoce 12 porque la Iglesia sirviendo reina en Cristo y manda a los que dominan, es decir, que ella triunfa de los vicios y pecados. Pero el muslo es la posteridad 13, como está escrito: ?Un príncipe de la posteridad de Judá no faltará? 14 . Y Abrahán, para que su posteridad no se mezclase con los extranjeros, emplea el muslo como pacto cierto entre él y su servidor 15. El festín de Dios: la entrada de los paganos en la Iglesia Y yo vi, dice, un ángel puesto de pie en el sol, es decir, un predicador en la Iglesia. Y gritó con voz potente, diciendo a todas las aves que vuelan en el cielo 16; las aves o las bestias son buenas o malas según los pasajes de la Escritura, así: ?Las bestias del campo me darán gloria? 17, y el león de la tribu de Judá 18. Aquí, pues, los pájaros que vuelan en el medio del cielo designan a las Iglesias que él había aludido reuniéndolas en un solo cuerpo, el águila que vuela en medio del cielo. Venid, congregaos para la gran cena de Dios, en que comáis carnes de reyes, y carnes de tribunos militares, y carnes de poderosos, y carnes de caballos, y de los que montan en ellos, y carnes de todos, de libres y de siervos, de pequeños y de grandes 19. En efecto, todas las naciones, cuando creyendo en Cristo se incorporan a la Iglesia, son devoradas espiritualmente por la Iglesia 20. Los mil años: el tiempo de la Iglesia Y después de esto dice del diablo: Y lo cerró, y puso el sello por encima de él, para que no se reduzca ya más a las naciones, hasta que se hayan cumplido los mil años 21. Estos mil años deben ser comprendidos como los años que van desde la venida de Nuestro Señor; durante estos años el Señor prohibe al diablo que extravíe a los pueblos que están destinados a la vida eterna para que puedan reconciliarse con Dios aquellos a los que antes había extraviado 22. Después de esto es necesario que sea desatado por breve tiempo 23, es decir, en el tiempo del Anticristo, cuando ?se manifestase el hombre del pecado 24, cuando recibiere todo el poder de perseguir que no había recibido desde el principio. Al decir mil años indica la parte por el todo; en este lugar ha querido que se entienda el resto de los mil años del día sexto, en el cual el Señor ha nacido y ha padecido 25. Babilonia: los impíos que persiguen a la Iglesia Después de esto dijo ¡Ay! ¡ay! la ciudad grande, en la cual se enriquecieron los que teníán naves en el mar, porque en una sola hora fue devastada. Alégrate sobre ella ¡oh cielo!, y vosotros los santos, y los apóstoles y los profetas 26. ¿Es que es Babilonia la única ciudad en todo el mundo que persigue o ha perseguido a los santos de Dios para que todos sean vengados por su destrucción? En verdad, en todo el mundo Babilonia está en los hombres malos y en el mundo entero ella ha perseguido a los buenos. Y un ángel tomó una piedra, grande como una rueda de molino, y la lanzó al mar diciendo: ?Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la ciudad grande? 27. Babilonia es representada como una gran piedra porque la revolución de los tiempos destroza, a modo de rueda de molino, a los que aman el mundo, y les hace dar vueltas alrededor. De éstos está escrito: ?Paséanse en torno los impíos? 28. Su malvada ocupación parece recomenzar de continuo. Y no se le encontrará ya más. Y la voz de citaristas, y de músicos, y de

trompetas, y flautistas, no se oirá ya más en ella 29. Dice que la felicidad de los impíos pasa, y que ya no se encuentra más. Y añade la razón diciendo: Porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra 30, es decir, ?porque en vida has recibido tus bienes? 31. Porque con tus hechicerías fueron embaucadas todas las gentes, y en ella fue hallada la sangre de los santos y profetas y de todos los que han sido degollados por ti sobre la tierra 32. ¿No es, pues, la misma ciudad que mata a los apóstoles, a los profetas y al resto de los mártires? Pero ésta es la ciudad de todos los soberbios que Caín ha fundado con la sangre de su hermano y ?la llamó Henoc, como la sangre de su hijo? 33, es decir, de su posteridad 34, porque todos los malos, a los que representa Babilonia, sucediéndose persiguen a la Iglesia de Dios hasta el fin de los tiempos. Es, pues, en la ciudad de Caín donde se derrama ?toda la sangre de los justos, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías? 35 , es decir, del pueblo y del sacerdote. Esto se dijo porque no solamente los pueblos sino también los sacerdotes conspiraron en la muerte de Zacarías. ?Entre el santuario?, dice, ?y el altar? 36. Por el altar hay que entender a los sacerdotes, el santuario representa a los pueblos. No hay, en efecto, ninguna otra razón para traer a colación el lugar 37. Ésta es la ciudad que mata a los profetas y lapida a los enviados a ella 38. Es ésta la ciudad que se construye, tal como está escrito: ?¡Ay de los que edifican una ciudad con sangre y fundan un pueblo en la injusticia!? 39. Recapitulación En el caballo blanco, del que se habló más arriba, descubrid la Iglesia; en su jinete, descubrid a Cristo el Señor. Pero él dijo: Y tenía un nombre escrito, que nadie sabe sino él 40: ciertamente él mismo y toda la Iglesia que está en él. En el manto 41 salpicado de sangre es menester entender a los mártires que están en la Iglesia. Pero las huestes que hay en el cielo y que le seguían en caballos blancos 42 es la Iglesia en sus cuerpos blancos 43. En la espada a doble filo 44 descubrid el poder de Cristo con el que los justos son defendidos y castigados los injustos. En la vara de hierro 45 se reconoce su justicia con la cual los humildes son instruidos y los soberbios son destruidos como vasos de alfarero. Pero él dijo: Y él mismo pisa el lagar del vino de la cólera de Dios omnipotente 46. Pues, él pisa también ahora el lagar cuando permite a los malos perseguir a los buenos y los abandona a sus voluptuosidades; pero enseguida los retribuirá cuando envíe al infierno a los que no hayan hecho penitencia. Y el ángel puesto de pie en el sol 47 significa la predicación en la Iglesia; pues la Iglesia es comparada al sol 48 porque de ella se ha escrito: ?Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre? 49 Mas él gritó a todas las aves que vuelan en medio del cielo 50, aquellas aves son figura de la Iglesia. Pero él dijo: Venid, congregaos para la gran cena, en que comáis carnes de reyes, y carnes de tribunos 51. En verdad sabemos que esto acontece en la Iglesia; porque cuando todas las naclones son incorporadas a la Iglesia son devoradas espiritualmente; y los que, devorados por el diablo, eran cuerpo del diablo, incorporados a la Iglesia se convierten en miembros de Cristo. Y a propósito del diablo dijo: Y lo cerró, y puso el sello por encima de él para que no seduzca ya más a las naciones, hasta que se hayan cumplido los mil años 52. Como se ha dicho estos mil años son los que transcurren desde la Pasión del Señor, durante los cuales no le es permitido al diablo hacer lo que quiere porque no permite Dios tentar a sus siervos más allá de lo que pueden soportar 53. Pero después será soltado por un poco de tiempo, esto es lo que se designa como tiempo del Anticristo, durante el

cual el diablo recibirá un poder más grande para perseguir. Y lo que dice: ¡Ay! ¡ay! la ciudad grande 54, se refiere a Babilonia. Sin embargo, es menester saber que no sólo es Babilonia la que persigue a los santos de modo que por su destrucción todos sean vengados; pues en todo el mundo Babilonia se encuentra en los hombres malos y en todo el mundo persigue a los buenos. Y el ángel lanzó al mar una piedra grande como rueda de molino, diciendo: Así será hundida Babilonias 55 Compara Babilonia a una rueda de molino porque la revolución de los tiempos quebranta, como rueda de molino, a los que aman al mundo y los envía a dar vueltas alrededor. Pero también dijo: Todas las naciones fueron embaucadas con tus hechicerías y fue hallada la sangre de todos los profetas degollados por ti sobre la tierra 56. No es que en una sola ciudad hayan sido matados los apóstoles, los profetas y los restantes mártires, sino que ésta es la ciudad de los soberbios que persigue a los santos en todo el mundo. Es la misma ciudad que Caín fundó con la sangre de su hermano y la llamó con el nombre de su hilo Henoc, es decir, posteridad; porque todos los malos en los que se encuentra Babilonia, sucediéndose hasta el fin del mundo, persiguen a la Iglesia de Dios. Dígnese el Señor, por su misericordia, librarnos de esta persecución, El, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

Notas 1

Ap 19, 11 - 12. Ap 19, 12. 3 Ap 19, 13. 4 Ap 19, 13 - 14 5 Ap 14, 4. 6 Ap 19, 14. 7 Cf. Primasio, 267, 160 - 167 ( 912, 24 - 33); Beda, 189, 55 - 57; Beato, 2, 331, 10 16. 8 Ap 19, 5. 9 Ap 19, 15 10 Cf. Beda, 190, 9 - 10; Beato, 2, 332, 4 - 8 11 Ap 19, 16 12 Cf. Beda, 190, 12 - 13; Beato, 2, 333, 11 - 13 13 Cf. Cf. Primasio, 268, 187 ( 913, 1); Beda, 190, 15 - 16; Beato, 2, 333, 4 - 5 14 Gn 49, 10 15 Cf. Gn 24, 2 16 Ap 19, 17. 17 Is 43, 20. 18 Ap 5, 5. 19 Ap 19, 18. 20 Cf. Primasio, 269, 206 - 209 ( 913, 26 - 29); Beda, 190, 29 - 30. 34 - 36 Beato, 2, 334, 7 - 335, 2. 21 Ap 20, 3. 22 Cf. Primasio, 274, 55 - 57 ( 915, 28 - 34); Beda, 191, 40 - 43; Beato, Il, 346, 6 - 8. 23 Ap 20, 3. 2

24

2Ts 2, 3. Cf. Primasio, 274, 58 - 60 ( 915, 45 - 48); Beda, 191, 29 - 31; Beato, 2, 346, 15 347, 2. 26 Ap 18, 19 - 20. 27 Ap 18, 21. 28 Sal 3, 7. 29 Ap 18, 21 - 22. 30 Ap 18, 23. 31 Lc 16, 25. 32 Ap 18, 23 - 24. 33 Gn 4, 17. 34 Cf. Primasio, 259, 200 - 260, 206 ( 908, 39 - 51); Beda, 187, 32 - 42 Beato, 2, 316, 7 - 317, 3. 35 Mt 23, 35. 36 Mt 23, 35. 37 Cf. Beato, Il, 318, 1 - 5. 38 Cf. Mt 23, 37. 39 Ha 2, 12; cf. Beato, 11, 318, 11 - 13. 40 Ap 19, 12; cf. Primasio, 264, 95 - 97 ( 910, 46 - 52); Beato, 2, 330, 11 - 14; 1, 555, 17 - 556, 6. 41 Cf. Ap 19, 13. 42 Cf. Ap 19, 14. 43 Ct. Primasio, 267, 160 - 167 ( 912, 24 - 33); Beda, 189, 55 - 57, Beato II. 331, 10 - 13. 44 Ct. Ap 19, 15. 45 Cf. Ap 19, 15. 46 Ap 19, 15. 47 Cf. Ap 19, 17. 48 Cf. Beda, 190. 29 - 30; Beato, 2, 324, 9 - 10. 49 Mt 13, 43. 50 Cf. Ap 19, 17. 51 Ap 19, 17 - 18. 52 Ap 20, 3. 53 Cf. 1Co 10, 13. 54 Ap 18, 10. 55 Ap 18, 21. 56 Ap 18, 23 - 24 25

Apocalipsis 19 - 22 La caída de la ramera En la lectura que acaba de ser recitada, hermanos queridísimos, el bienaventurado evangelista Juan dice lo siguiente: Oí la voz potente de un pueblo numeroso que decia en el cielo: ?¡Alleluia! la salud, y la gloria, y el poder son de nuestro Dios, porque verdaderos y justos son sus juicios, pues ha juzgado a aquella gran ramera

que corrompió la tierra con su fornicación, y ha pedido cuenta de la sangre de sus siervos que ella había expandido con su mano?. Y de nuevo ellos dijeron: ?¡Alleluia!? 1. Esta voz es la de la Iglesia cuando se haya realizado la separación y cuando todos los pecadores hayan salido de su seno para sufrir el fuego eterno 2. Y el humo, dice, de ella va subiendo por los siglos de los siglos 3. Escuchad, hermanos, y llenaos de espanto y tened por cierto que Babilonia y la ramera y su humo que se eleva por los siglos de los siglos, no representan a otro que no sean los hombres avaros, los adúlteros y soberbios; y esto es porque, si vosotros quereis escapar de estos males no cometáis tan grandes pecados. Y el humo, dice, asciende 4. Porque ¿es el humo de una ciudad visible consumida por las llamas que asciende por los siglos de los siglos o no es más bien el de los hombres endurecidos por la soberbia? Pero dice asciende y no ?ascenderá?; pues ella en el mundo presente se encamina siempre hacia la perdición. Pero Babilonia es quemada en parte, así como Jerusalén pasa al Paraíso en sus santos que salen del mundo según el Señor ha mostrado en la parábola del pobre y del rico 5. Pues para mostrar que estos mil años son en esta vida dice: Ésta es la resurrección primera 6. Pues es ésta en la cual nosotros hemos resucitado por el bautismo como dice el Apóstol: ?Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba? 7, y de nuevo: ?Como vivos retornados de la muerte 8. Porque el pecado es una muerte, como dice el Apóstol: ?Dado que estabais muertos en vuestros delitos y pecados? 9 . Y como la primera muerte en esta vida es la muerte por el pecado, así la primera resurrección se da en esta vida por la remisión de los pecados. Bienaventurado y santo el que tenga parte en esta resurrección primera 10 . Es decir, el que haya conservado lo que en él ha renacido en el bautismo. La segunda muerte no tiene poder sobre él 11, es decir, que no sufrirá los tormentos eternos. Sino que ellos serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil añs 12. Cuando escribía estas cosas, el Espíritu le revela que la Iglesia reinaría mil años en este siglo hasta el fin del mundo 13. Está claro que no se debe dudar del reino eterno, cuando todavía en el tiempo presente reinan los santos. Pues se dice, con razón, que reinan los que, con la ayuda de Dios, se dirigen bien a ellos mismos y también dirigen a otros en medio de las pruebas del mundo. El combate final contra los justos Y cuando se hubieren cumplido los mil años, dice, Satanás será soltado de su prisión 14. Dijo cumplidos, tomando la parte por el todo; porque él será soltado de tal modo que permanezca todavía tres años y seis meses del último combate en los tiempos del Anticristo 15. Y saldrá a seducir a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierrai 16. Dice el todo por la parte, porque no todos pueden ser seducidos. Solamente los soberbios e impíos serán seducidos, pero los humildes y verdaderos cristianos no serán seducidos. ?Muchos son los llamados pero pocos los elegidos? 17. Y el diablo y su pueblo subieron a la altura de la tierra 18, es decir, en la arrogancia de la soberbia. Y cercaron el campamento de los santos y la ciudad de los bienamados 19, es decir, a la Iglesia; esto es lo que se ha dicho más arriba: los convocados en Armagedón 20. Porque ellos no pudieron reunirse de los cuatro puntos cardinales en una sola ciudad, sino que en los cuatro ángulos cada pueblo será reunido con vistas al asedio de la ciudad santa, es decir, a la persecución de la Iglesia 21. Y Dios hizo bajar fuego del cielo, es decir, de la Iglesia, y los devoró 22. En este lugar, el fuego debe ser interpretado de dos modos: porque, o bien por el

fuego del Espíritu Santo ellos creen en Cristo y son devorados espiritualmente por la Iglesia, es decir, que ellos son incorporados a la Iglesia; o bien son devorados por el fuego de sus pecados y perecen. Y el diablo que los seducía, fue arrojado al estanque de fuego y de azufre, donde están también la bestia y los falsos profetas 23 . Por falsos profetas se entiende a los herejes o a los falsos cristianos. En verdad, después del tiempo en que el Señor ha sufrido, la bestia y los falsos profetas mueren y son enviados al fuego hasta que se cumplan los mil años desde la venida del Señor 24. Y ellos serán castigados día y noche por los siglos de los siglos 25. El libro de la vida Y ví los muertos, grandes y pequeños, que estaban de pie delante del trono; y se abrieron los libros; y otro libro se abrió, que es el libro de la vida de cada uno 26. Los libros abiertos significan los Testamentos de Dios; porque es según los dos Testamentos como será juzgada la Iglesia 27. Llama el libro de la vida de cada uno al recuerdo de nuestras acciones; no es que tenga un inventario Aquel que conoce las acciones ocultas. Y fueron juzgados los muertos, por lo que estaba escrito en los libros, conforme a las obras 28, es decir, que fueron juzgados según los dos Testamentos, según ellos hayan cumplido o no los mandamientos de Dios 29. Y el mar dió sus muertos 30: a los que este día del juicio encuentre vivos aquí, estos mismos son los muertos del mar, porque el mar significa el mundo presente 31. El mar y el infierno dieron sus muertos 32: es decir, aquellos que han de ser encontrados en sus tumbas en el día del juicio 33. La muerte y el infierno fueron arrojados al estanque 34. La muerte y el infierno designan al diablo y a su pueblo. Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida 35, y el que, abandonado a sus voluptuosidades, no mereció ser juzgado por Dios en este mundo con una prueba temporal, mientras vivía fue enviado al estanque de fuego 36. El cielo nuevo y la tierra nueva Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra. El primer cielo y la primera tierra habrán desaparecido, y el mar no existe ya. Y la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, la vi como descendía del cielo de cabe Dios, preparada como desposada que se ha engalanado para su esposo. Y oí una gran voz venida del cielo, que decía: ?He aquí la tienda, mansión de Dios con los hombres, y habitará con ellos, y ellos serán pueblo suyo. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no existirá ya más, ni habrá ya más duelo? 37. Ha dicho todo esto a propósito de la gloria que la Iglesia tendrá después de la resurrección. Y dijo: ?Escribe que estas palabras son fieles y verídicas?. Y me dijo, yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Yo a los sedientos les daré de balde a beber de la fuente del agua de la vida 38, es decir, a aquel que desee la remisión de los pecados por la fuente del bautismo 39. El que venciere poseerá en herencia estas cosas, y yo para él seré Dios, y él para mi será hijo. Mas para los cobardes, e infieles y execrables, y homicidas, y fornicarios, y hechiceros, y para todos los embusteros, su herencia será en el estanque que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte 40. Recapitulación Lo que ha sido dicho más arriba: Juzgó a la gran ramera a aquella que corrompió la tierra con su fornicación, y le ha pedido cuenta de la sangre de sus siervos, que ella había expandido con su mano 41. Ésta es la voz de la Iglesia cuando en el día del juicio todos los pecadores salgan de su seno para ser quemados en el fuego eterno

Y el humo de ella va subiendo por los siglos de los siglos 42. Porque no se trata del humo de una ciudad visible que asciende por los siglos de los siglos, sino el de los hombres endurecidos por la soberbia. Y cuando dice: Porque llegaron las bodas del Cordero 43, se entiende de Cristo y de la Iglesia. Pues cuando la describe revestida de lino finísimo 44, por lino finísimo se entienden las buenas obras de los santos, con las cuales son revestidos los justos según lo dicho: ?Tus sacerdotes se vistan de justicia? 45. Cuando prosigue que ellos han reinado mil años 46, comprended que se trata del tiempo presente durante el cual se dice, con toda razón, que reinan los santos; porque, con la ayuda de Dios, se comportan de manera tal que no pueden ser vencidos por el pecado. Y para mostrar esto con evidencia dice a renglón seguido: Esta es la resurrección primera 47. Pues es ésta misma en la que nosotros resucitamos por el bautismo; porque así como la primera muerte en esta vida es por el pecado, así la primera resurrección se da por la remisión de los pecados. Bienaventurado y santo el que tenga parte en esta resurrección primera 48, es decir, el que haya conservado lo que ha recibido renaciendo por el bautismo. Pero cuando dice que la Iglesia ha de reinar mil años 49, comprendedlo de este tiempo hasta el fin del mundo 50. De ahí que es manifiesto que no se debe dudar del reino eterno, cuando los santos reinan en el tiempo presente. Pues es con razón que se dice que ellos reinan, aquellos que, con la ayuda de Dios, se comportan rectamente ellos mismos y también dirigen a los otros en medio de las pruebas del mundo. Pero cuando dice del diablo que seduce a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra 51, entended el todo por la parte, porque sólo los malos son seducidos según esta palabra: ?Muchos son los llamados pocos los elegidos? 52. Pero cuando dice que el diablo y sus ángeles han rodeado el campamento de los santos y la ciudad de los bienamados 53, ellos no pudieron ser convocados de los cuatro ángulos de la tierra en una sola ciudad, pero es en estos cuatro ángulos que cada pueblo es convocado en vistas a la persecución de la Iglesia 54. Y cuando dice: Y bajó fuego del cielo y los devoró 55, se puede entender de dos maneras: o bien que ellos son devorados espiritualmente por el fuego del Espíritu Santo cuando son incorporados a la Iglesia; o bien si no han querido convertirse a Dios, son devorados por el fuego de sus pecados y perecen. Cuando dice que los libros son abiertos 56, ha querido indicar los Testamentos de Dios. Porque es según los dos Testamentos que la Iglesia será juzgada. Pero el libro de la vida de cada uno significa el memorial de nuestras acciones 57; porque en el día del juicio nada quedará oculto y nadie podrá ocultar sus pecados y sus crímenes. Cuando dice que el mar dió sus muertos 58 , habla de aquellos que la venida de Cristo encontrará vivos en este mundo; éstos son los muertos del mar porque el mar significa este siglo 59. Y cuando prosigue: La muerte y el infierno dieron sus muertos 60, es necesario entender que se refiere a aquellos que serán encontrados en sus sepulcros en el día del juicio 61. Y la muerte y el infierno fueron arrojados al estanque del fuego 62. En este lugar por muerte e infierno ha querido designar al diablo y a su pueblo que, abandonado a sus voluptuosidades, no mereció ser juzgado con una prueba temporal. Después de esto, una vez descrita la gloria de la Iglesia, añade y dice: Y al que tuviera sed le daré de balde a beber de la fuente de agua de la vida 63, es decir, a aquel que desea la remisión de los pecados por la fuente del bautismo 64. El que venciere poseerá en herencia estas cosas, y yo para él seré Dios, y él para mi será hijo 65. Que él mismo se digne concederlo, Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Notas

1

Ap 19, 1 - 3. Beda, 187, 49 - 51; Beato, 2, 320, 15 - 321, 7. 3 Ap 19, 3. 4 Ap 19, 3 5 Cf. Lc 16, 19 - 31. 6 Ap 20, 5. 7 Col 3, 2. 8 Rm 6, 13. 9 Ef 2, 1 10 Ap 20, 6 11 Ap 20, 6 12 Ap 20, 6 13 Cf. Primasio, 277, 151 - 278. 155 ( 917, 49 - 53); Beda, 192, 26 - 45 Beato, 2, 353, 6 - 355. 4; Ambrosiaster, In Matth XXIV, fr. II (de adventu Domini Christi) 15: PLS 1, 665 14 Ap 20, 7 15 Cf. Primasio, 280, 203 - 207; 281, 236 - 240 ( 918, 56 - 919, 3. 44 - 47); Beda, 192, 48 - 54; Beato, 2, 356, 3 - 7; 2, 116, 20; 348, 6 - 7 16 Ap 20, 7 17 Mt 20, 16 18 Ap 20, 9 19 Ap 20, 9 20 Cf. Ap 16. 16; cf. p. 115 21 Cf. Beda, 193. 7 - 13; Beato, 2, 360, 2 - 6; 2, 176, 5 22 Ap 20, 9; cf. Beato, 2, 366 23 Ap 20, 10 24 Cf. Beato, 2, 367, 12 - 14 25 Ap 20, 10 26 Ap 20, 12 27 Cf. Beda, 193, 47 - 49; Beato, 2, 373, 1 - 3 28 Ap 20, 12. 29 Cf. Primasio, 282. 260 - 264 ( 920, 13 - 16); Beda, 193, 53 - 55; Beato, 2, 373, 15 - 374, 1. 30 Ap 20, 13. 31 Cf. Beda, 194, 11 - 12. Beda cita explicitamente a Ticonio y le concede la autoría de esta interpretación; Beato, 2, 374, 16 - 375, 2. 32 Ap 20, 13 33 Cf. Beda, 194, 12 - 14; Beato, 2, 375, 5 - 6 34 Ap 20, 13 2 Cf.

35

Ap 20, 15 Ap 20, 15 37 Ap 21, 1 - 4. 38 Ap 21, 5 - 6. 39 Cf. Beato, 2, 383, 9 - 11. 40 Ap 21, 7 - 8. 41 Ap 19, 2. 42 Ap 19, 3. 43 Ap 19, 7. 44 Cf. Ap 19, 8. 45 Sal 132, 9. 46 Cf. Ap 20, 4. 47 Ap 20, 5. 48 Ap 20, 6. 49 Cf. Ap 20, 6. 50 Cf. Primasio, 277, 1- 278, 155 ( 917, 49 - 53); Beda, 192, 26 - 36; Beato, Il, 354, 2 - 19. 51 Cf. Ap 20, 8 52 Mt 20, 16 53 Cf. Ap 20, 9 54 Cf. Beda, 193, 7 - 13; Beato, 2, 360, 2 - 6 55 Ap 20, 9 56 Cf. Ap 20, 12 57 Cf. Primasio, 282, 260 - 264 ( 920, 13 - 16); Beda, 193, 47 - 49. 53 - 55; Beato, 2, 373, 1 - 3: Il, 373, 15 - 374, 1. 58 Ap 20, 13. 59 Cf. Beda, 194, 11 - 12. Beda cita explícitamente a Ticonio; Beato, 2, 374, 16 375, 2. 60 Ap 20, 13. 61 Cf. Beda, 194, 12 - 14. Beda hace referencia expresa de Ticonio; Beato, 2, 375, 5 - 6. 62 Ap 20, 14. 63 Ap 21, 6. 64 Cf. Beato, 2, 383, 9 - 11. 65 Ap 21, 7 36

Apocalipsis 20 La sexta trompeta y el río Éufrates, imagen del pueblo pecador El ?ay? primero pasó y he aquí que vienen dos ?ayes? y tras éstos el sexto ángel tocó la trompeta 1. Aquí comenzó la última predicación 2. Y oí uno de los ángeles que estaban en los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios diciendo al sexto ángel, que tenía la trompeta: ?Suelta los cuatro ángeles que están atados en el río grande Éufrates? 3. El altar que está en la presencia de Dios quiere indicar la Iglesia, que

en el tiempo de la última persecución se atreverá a menospreciar las palabras y los mandatos del rey más cruel y a separarse de aquellos que los secundan. Suelta a los cuatro ángeles que están atados en el gran río Éuirates 4. En verdad, el río Eufrates significa el pueblo pecador en el cual Satanás y la voluntad propia están atadas. Pues el Éufrates es un río de Babilonia; así Jeremías en medio de Babilonia arrojó un libro en el Éufrates 5. Y fueron soltados los cuatro ángeles 6, es decir, es el inicio de la persecución, preparados para la hora, el día, el mes y el año, para matar a la tercera parte de los hombres 7. Estos son los cuatro tiempos de tres años y la parte del tiempo 8. Y el número, dice, de los ejércitos de la bestia era de miriadas de miriadas: oí su número 9. Pero no dijo cuántas miriadas para matar a la tercera parte de los hombres 10. Esta es la tercera parte de los orgullosos de la que se separa la Iglesia 11. y vi los caballos en la visión, y a los que montaban en ellos, que tenían corazas ígneas, y jacintinas y sulfúreas 12. Los caballos representan a los hombres, los jinetes a los espíritus malvados, armados de fuego, humo y azufre 13. Y las cabezas de los caballos eran como de leones 14, para enfurecerse en la persecución. Y de su boca sale humo, fuego y azufre 15, es decir, que las blasfemias salen de su boca contra Dios 16. Pues sus colas son semejantes a serpientes 17. Las colas hemos dicho que eran los prepósitos; las cabezas, los príncipes de este mundo. Y por medio de ellas daña el diablo, y sin ellas no puede dañar; en efecto, los que dañan son o los reyes sacrílegos dando órdenes malvadas o los sacerdotes sacrílegos enseñando malvadamente 18. El ángel en la nube: el Señor en la Iglesia Y vi, dice, otro ángel fuerte que bajaba del cielo, envuelto en una nube. Y el arco iris, es decir, el arco en el cielo, estaba sobre su cabeza y su semblante era como el sol 19. El ángel envuelto en una nube representa al Señor envuelto en la Iglesia. En efecto, nosotros leemos que los santos son las nubes, como dice Isaías: ?¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes?? 20 Así pues, ved a Cristo envuelto en una nube espiritual, es decir, revestido de su cuerpo santo. Y el arco iris por encima de su cabeza 21, es decir, el juicio que llega o que llegará o la promesa perseverante. Es, pues, la Iglesia que ha descrito en la persona del Señor, diciendo: Y su semblante era como el sol 22, es decir, por su resurrección; porque apareció como el sol cuando resucitó de entre los muertos. Y sus pies como columna de fuego 23. Los pies significan los apóstoles, por los cuales su doctrina se expande por toda la tierra; o también, porque el pie es la última parte del cuerpo, quiere indicar que la Iglesia después del fuego de la última persecución resplandecerá por el fulgor de los santos 24. Y puso su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra 25, es decir, para predicar más allá del mar y en toda la tierra 26. Y clamó con voz potente y ruge como un león 27, es decir, predicó con fuerza. La palabra sigilada a los malvados Y cuando clamó, hablaron sus voces los siete truenos 28, que son también las siete trompetas 29. Y oí una voz del cielo que decía: ?Sella lo que hablaron los siete truenos y no lo escribas? 30: por causa de aquellos que deben ser golpeados para que ellos no aparezcan indiferentemente a todos los impíos. Así también en otro lugar por causa de sus siervos dice: No selles, dice, las palabras de esta profecia 31. Y mostró a los que había mandado sellar y a quienes no: El que continúa, dice,

haciendo el mal que haga el mal y el que está en la suciedad ensuciese todavía más 32: es por esto por lo que yo les hablo en parábolas para que el que es justo se justifique más y lo mismo el que es santo se santifique todavía más 33. Éste es el sentido de: ?Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen? 34; en verdad, para éstos las palabras del libro no están selladas, pero para los malos sí están sigiladas. Y aquel ángel juró que no habrá más tiempo. Pero en los días del séptimo ángel cuando comience a tocar la trompeta 35. La séptima trompeta es el fin de la persecución y el advenimiento del Señor; por eso dijo el Apóstol que la resurrección tendría lugar ?al son de la última trompeta 36. Recapitulación En cuanto a lo que más arriba ha sido dicho, que el quinto ángel habiendo tocado de nuevo la trompeta, una estrella cayó del cielo; esta estrella es también el cuerpo de muchas estrellas que caen del cielo, es decir, de la Iglesia de los que caen, y significa el pueblo orgulloso e impío 37. El hecho de que le fue entregada la llave del abismo 38 es que se le ha entregado al poder de su corazón para que abra su corazón al diablo y haga todo el mal sin temor alguno 39. Y que subió humo del pozo 40, es decir, del pueblo malo; y oscureció el sol y la luna; no dijo que el sol se cayese sino que se oscureció; dice esto porque los pecados de los hombres malos y soberbios parecen que oscurecen el sol cuando, a veces, esparcen la oscuridad sobre los santos y los justos con numerosas tribulaciones; pero no pueden apagar su luz, porque no consienten entenderse con ellos en el mal. Cuando dice que del humo del pozo habían saltado langostas y que ellas habían recibido el poder de dañar 41, y les fue dado que no los matasen 42, quiere decir que en la Iglesia hay dos partes, a saber, los buenos y los malos 43; así, una parte es herida para ser corregida y la otra es abandonada a sus voluptuosidades. Cuando dice: Y el tormento de ellos es como tormento de escorpión cuando pica al hombre 44, esto acontece cuando el diablo, al igual que el escorpión, hace beber sus venenos a los hombres lujuriosos con los vicios y pecados 45. Y sobre sus cabezas unas como coronas que asemejaban ser de oro 46. Los veinticuatro ancianos, que representan la Iglesia, tenían coronas de oro; pero los que semejan al oro, son las herejías que imitan a la Iglesia 47. Y tenían cabellos de mujer; en los cabellos 48 quiso mostrar no sólo la molicie de los afeminados sino también a entrambos sexos 49. En sus colas, que eran como de escorpión 50, hay que entender a los jefes y a los príncipes de los herejes, como está escrito: ?El profeta que enseña la mentira, ésta es la cola? 51. Tenían sobre sí el rey del abismo 52, es decir, al diablo. En el abismo hay que ver al pueblo malvado, el cual es dominado por el diablo 53. El altar, el que dice que está delante del Señor 54, significa la Iglesia que, a modo del oro purificado, en el tiempo de la última persecución, se atreverá a despreciar los mandatos del rey más cruel, y a apartarse de aquellos que le obedecen. Cuando dice: Los cuatro ángeles que están atados junto al río Éufrates 55: el río Éufrates significa el pueblo pecador, en el que están atados Satanás y la propia voluntad. Pues el Éufrates es un río de Babilonia, el cual significa confusión; de ahí que pertenecen a este río todos los que hacen cosas dignas de confusión 56. Cuando dice que él vió los caballos, y los que montaban en ellos tenían corazas ígneas, y jacintinas y sulfúreas 57. Estos caballos son los hombres orgullosos, sus jinetes el diablo y sus ángeles. Y que las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones 58, esto se dijo por causa de la

violenta persecución de los hombres malos 59. Y de su boca salió humo, fuego y azufre 60, es decir, que de su boca salen las blasfemias contra Dios. En las colas que eran semejantes a serpientes 61, como ya se dijo anteriormente, se indican los príncipes y prepósitos de los herejes, por medio de los cuales el diablo acostumbra a dañar; porque los que dañan son los reyes sacrílegos cuando dan órdenes malas o los sacerdotes sacrílegos cuando dan malas enseñanzas 62. El ángel que él ha descrito envuelto en una nube 63, es Nuestro Señor y Salvador envuelto en una nube, es decir, en la Iglesia, pues a propósito de los santos está escrito: ?¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes?? 64, Y cuando dice: Su semblante era como el sol 65, lo dice por la resurrección del Señor; pues él apareció como el sol cuando resucitó de entre los muertos. En sus pies que eran como columna de fuego 66, se simbolizaban los apóstoles, por los cuales su doctrina se expendía por toda la tierra 67 . Y puso su pie derecho sobre el mar 68, con ello quiere significar que su predicación iría más allá del mar y por toda la tierra 69. Y clamó como león rugiente 70, quiere decir que predicó con fuerza y poder 71. Y cuando él dijo: Sella lo que hablaron los siete truenos 72, dijo esto por los que habían de ser heridos, de los que se dice en el Evangelio: ?No deis lo santo a los perros? 73, es decir, para que la palabra de Dios no sea evidente por todas partes a todos los impíos. Finalmente en otro lugar para sus servidores dice: No selles, dice, las palabras de esta profecía 74. Y mostró a los que él había ordenado sellar las palabras y a los que no: El que quiera continuar haciendo el mal, dice, que haga el mal, y el que está en la suciedad que se ensucie todavía más 75. He aquí aquellos para los cuales la palabra de Dios ha sido sellada. Es por esto por lo que yo les hablo en parábolas a fin que el que es justo obre justicia todavía y el santo santifíquese todavíá 76. Éstos son a los que la palabra de Dios no ha sido sellada 77. Oremos al Señor para que, por su piedad, esta obra la lleve a culmen en nosotros; Él, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo. Amén.

Notas 1

Ap 9, 12 - 13. Cf. Primasio, 152, 187 - 189 ( 859, 57 - 58); Beda, 159, 12 - 13; Beato, 2, 41, 3 - 4. 3 Ap 9, 13 - 14. 4 Ap 9, 14. 5 Cf. Jr 51, 63; cf. Fragmentos de Turin, 113, 4 - 115, 6; Primasio, 153, 200 - 206 ( 860, 7 - 15. 17 - 23. 26 - 42); Beda, 159, 17 - 21; Beato, 2, 41, 5 - 9; 2, 42, 16 - 43, 8 6 Ap 9, 15. 7 Ap 9, 15. 8 Cf. Fragmentos de Turín, 116, 3 - 10; Primasio, 153, 215 - 219 ( 860 26 - 42); Beato, 2, 43, 15 - 19. 9 Ap 9, 16. 10 Ap 9, 15. 11 Cf. Fragmentos de Turí'n, 117, 1 - 5, Primasio, 155, 245 - 248 ( 861 11 - 15): Primasio atribuye explícitamente esta exégesis a Ticonio, Beda 159, 41 - 42; Beato, 2, 44, 10 - 45, 3. 2

12

Ap 9, 17 Cf. Fragmentos de Turín, 118, 1 - 5; Primasio, 156, 280 - 283 ( 861, 57 - 862, 1); 157, 303 - 304 ( 862, 11 - 13); Beda, 159 53 - 160, 2; Beato, 2, 46, 7 - 11. 14 Ap 9, 17 15 Ap 9, 17 16 Cf. Beda, 160, 3 - 7; Beato, 2, 47, 3 - 6 17 Ap 9, 19 18 Cf. Primasio, 157, 306 - 158, 318 ( 862, 29 - 39); Beda, 160, 9 - 11; Beato, 2, 47, 14 - 48, 4 19 Ap 10, 1 20 Is 60, 8 21 Ap 10, 1 22 Ap 10, 1 23 Ap 10, 1 24 Cf. Ticonio, L. R. 43, 2 - 5; Fragmentos de Turín, 125, 9 - 128, 6 Pnmasio, 159, 1 - 160, 23 ( 863, 8 - 12. 14 - 15. 19 - 20); Beda, 160, 34 - 39, Beato, 2, 54, 3 - 55, 7. 25 Ap 10, 2. 26 Cf. Fragmentos de Turín, 128, 6 - 134, 2; Primasio, 160, 24 - 34 ( 863, 48 - 53); Beda, 160, 53 - 58; Beato, Il, 56, 16 - 17. 27 Ap 10, 3. 28 Ap 10, 3. 29 Cf. Fragmentos de Turín, 129, 6 - 8; Primasio, 161, 38 - 40 ( 863, 57 - 59); Beda, 161, 1 - 7; Beato, Il, 57, 3 - 9. 30 Ap 10, 4. 31 Ap 22, 10 32 Ap 22, 11 33 Ap 22, 11 34 Mt 13, 16; cf. Fragmentos de Turín, 132, 3 - 133, 3 35 Ap 10, 6 - 7 36 1Co 15, 52; cf. Fragmentos de Turín, 134, 3 - 135, 3; Primasio, 162, 60 - 67 ( 864, 26 - 40); Beda, 161, 32 - 33; Beato, 2, 60, 1 - 9 37 Cf. Fragmentos de Turín, 99, 1 - 3; Primasio, 144, 1 - 9 ( 112, 12 - 13; PLS 4, 1230, 25 - 27); Beato, 2, 27, 3 - 5. 38 Ap 9, 1 39 Cf. Fragmentos de Turín, 99, 7 - 100, 2; Primasio, 145, 14 - 16 ( 112, 18 - 20; PLS 4, 1213, 37 - 38); Beato, 2, 29, 1 - 5; Adv. Elip. 1, 66 (CC 59, 48, 1836 - 1854: PL 96, 933, 56 - 934, 1). 40 Ap 9, 2. 41 Cf. Ap 9, 3; cf. Fragmentos de Turín, 100, 3 - 101, 4; Beato, II 29, 6 - 15. 42 Ap 9, 5. 43 Cf. Beato, Il, 32, 5 - 6. 44 Ap 9, 5. 45 Cf. Fragmentos de Turín, 105, 3 - 5; Beato, II. 34, 3 - 4. 46 Ap 9, 7. 47 Cf. Fragmentos de Turín, 107, 2 - 7; Primasio, 149, 128 - 131 ( 116, 15 - 19; PLS 13

4, 1216, 45); Beda, 158, 31 - 33; Beato, 2, 36, 11 - 16. 48 Cf. Ap 9, 8. 49 Cf. Fragmentos de Turín, 108, 2 - 5; Primasio, 149, 135 - 150, 1 ( 116, 25 - 117, 1; PLS 4, 1216, 58 - 1217, 2; 1217, 9 - 10); Beda, 158, 36 - 37; Beato, 2, 38, 1 - 3. 50 Cf. Ap 9, 10. 51 Is 9, 15; cf. Fragmentos de Turín, 109, 5 - 110, 6; Primasio, 151, 163 - 174 ( 859, 28 - 31); Beato, 2, 38, 15 - 39, 11 52 Ap 9, 11 53 Cf. Fragmentos de Turín, 110, 7 - 111, 1; Beato, 2, 39, 12 - 16 54 Cf. Ap 9, 13 55 Ap 9, 14 56 Cf. Fragmentos de Turín, 114, 4 - 7; Primasio. 152, 197 - 153, 203 ( 860, 7 - 15); Bed 159, 12 - 13. 17 - 23. Beato. 2, 41, 3 - 12, 42, 16 - 43, 2 57 Ap 9, 17. 58 Ap 9, 17. 59 Cf. Fragmentos de Turín, 118, 1 - 2; Primasio, 156, 280 - 157, 286 ( 861, 57 862, 1 - 13). 60 Ap 9, 17. 61 Ap 9, 19. 62 Cf. Primasio, 157, 306 - 158, 318 ( 862, 13 - 15. 29 - 39); Beda, 160, 3 - 7. 9 - 11. 22 - 23. 63 Ap 10, 1. 64 Is 60, 8. 65 Ap 10, 1. 66 Ap 10, 1 67 Cf. Ticonio, L. R. 43, 2 - 5; Primasio, 159, 1 - 160, 18 ( 863, 8 - 12. 14 - 20; Beda, 160, 34 - 39; Beato, 2, 54, 3 - 55, 7. 68 Ap 10, 2. 69 Cf. Fragmentos de Turín, 128, 6 - 129, 5; Primasio, 160, 31 - 34 ( 863, 48 - 53); Beda, 160, 53 - 58; Beato, 2, 56, 16 - 17. 70 Ap 10, 3. 71 Cf. Fragmentos de Turín, 129, 6 - 7; Primasio, 161, 38 - 39 ( 863, 57 - 59); Beda, 161, 1 - 7; Beato, 2, 57, 3 - 4. 72 Ap 10, 4. 73 Mt 7, 6. 74 Ap 22, 10 75 Ap 22, 11 76 Ap 22, 11 77 Cf. Primasio, 161, 48 - 162, 59 ( 864, 14 - 20); Beda, 161, 12 - 18; Beato, 2, 57, 10 - 58, 17

Apocalipsis 21 - 22 La Jerusalén celeste Como acabamos de escuchar, hermanos muy queridos, el ángel del Señor habló al

bienaventurado Juan diciendo: Ven, te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llamó en espíritu a un monte grande y alto 1. En el monte designa a Cristo. Y me mostró la ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo de cabe Dios 2 . Ésta es la Iglesia, la ciudad establecida sobre el monte, la esposa del Cordero 3; en verdad esta misma ciudad fue establecida entonces en el monte cuando fue conducida sobre los hombros del pastor como oveja a su propio redil 4. Porque si una es la Iglesia y otra es la ciudad que baja del cielo, serían dos esposas, lo cual es absolutamente imposible; y además ha dicho que esta ciudad estaba desposada con el Cordero. Por ello está claro que ésta es la Iglesia que describe así cuando dice: Tenía la claridad de Dios: su lumbrera era semejante a una piedra preciosísima 5. La piedra preciosísima es Cristo. Tenía un muro grande y alto, con doce puertas, y sobre la puertas doce ángeles 6. Ha mostrado que las doce puertas y los doce ángeles son los apóstoles y los profetas 7, porque, como está escrito, nosotros estamos ?edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas? 8; y como el Señor ha dicho a Pedro: ?Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia? 9. La ciudad es la Iglesia Del lado de Oriente tres puertas, del lado de Septentrión tres puertas, del lado del Mediodía tres puertas, del lado del Poniente tres puertas 10°. Y como esta ciudad que ha sido descrita representa a la Iglesia extendida por toda la tierra, se dice que tiene tres puertas en cada una de sus cuatro partes, porque el misterio de la Trinidad es predicado en la Iglesia a través de las cuatro partes del mundo 11. Y el muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellos doce nombres, los de los doce apóstoles del Cordero 12. Lo que son las puertas lo son también los fundamentos; lo que es la ciudad, lo es el muro y lo es el revestimiento. Y el que hablaba conmigo, tenía una medida, una caña de oro 13. En la caña de oro muestra a los hombres que hacen parte de la Iglesia, frágiles ciertamente en cuanto a la carne, pero estables en una fe radiante, como dice el Apóstol ?Llevando un tesoro en vasos de barro? 14. Y el revestimiento del muro de la ciudad era de oro puro, semejante a vidrio transparente 15. La Iglesia es de oro pues su fe resplandece como el oro; lo mismo que los siete candelabros, el altar de oro y las copas de oro, todo esto sirvió de figura de la Iglesia. Pues como el vidrio volvió a la pureza de la fe; porque lo que aparenta por fuera también lo es al interior, y nada hay disimulado sino que todo es transparente en los santos de la Iglesia. Los fundamentos del muro de la ciudad estaban hermosamente labrados de toda clase de piedras preciosas: el fundamento primero era de jaspe; el segundo, de zafiro; el tercero, de calcedonia; el cuarto, de esmeralda; el quinto, de ónice; el sexto, de cornalina; el séptimo, de crisólito; el octavo, de berilo; el nono, de topacio; el décimo, de ágata; el undécimo, de jacinto; el duodécimo, de amatista 16. Ha querido nombrar la diversidad de piedras preciosas en los fundamentos para mostrar los dones de las diversas gracias que son concedidas a los Apóstoles, como dijo a propósito del Espíritu Santo ?Repartiéndolas a cada uno en particular según su voluntad? 17. Y esto es porque él distingue: Doce perlas cada una, y cada una de las puertas era de una sola perla 18. Y en estas perlas, como se ha dicho, él designó a los apóstoles; se les denomina puertas porque, mediante su doctrina, abren la puerta de la vida eterna. En la plaza, que era semejante al vidrio y al oro puro, mostró a la Iglesia. Cristo es la claridad de la Iglesia Y la plaza de la ciudad era de oro puro, como un vidrio transparente. Y templo no vi

en ella, pues el Señor Dios omnipotente es su templo, como también el Cordero 19. Esto es porque la Iglesia está en Dios y Dios en la Iglesia. La ciudad no tenía necesidad de sol ni de luna para que alumbren en ella 20: porque la Iglesia no es guiada por la luminaria o por los elementos del mundo, sino que es conducida por Cristo, Sol eterno, a través de las tinieblas del mundo. Pues la gloria de Dios la ilumina y su antorcha es el Cordero 21, el mismo que dijo: ?Yo soy la luz del mundo 22 , y de nuevo: ?Yo soy la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo? 23. Caminarán las naciones guiadas por su luz 24 hasta el fin. Y los reyes de la tierra llevan a ella su gloria 25. Los reyes de la tierra representan a los hijos de Dios. Y sus puertas no se cerrarán de día, que noche no habrá allí 26 hasta la eternidad. Y ellos traerán la gloria y el honor de las naciones 27, es decir, de aquellos que creen en Cristo. Y no entrará en ella nada profano, ni quien obre abominación y mentira, mas sólo los escritos en el libro de la vida del Cordero 28. El río y el árbol de la vida: el bautismo y la Cruz Y me mostró un río de agua como de cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero en medio de su plaza 29. Mostró la fuente del bautismo en medio de la Iglesia, procedente de Dios y de Cristo; porque ¿cuál puede ser la belleza de la ciudad si el río desciende en medio de su plaza para obstáculo de sus habitantes? A una y otra mano del río crecen el árbol de la Vida que da doce frutos, como que mes tras mes cada uno de ellos rinde su fruto 30. Dice esto a propósito de la Cruz del Señor; pues no hay árbol alguno que fructifique en todo tiempo, a no ser la Cruz que llevan los fieles que son regados por el agua del río de la Iglesia, y que da fruto perpetuo en todo tiempo 31. Y estará en ella el trono de Dios y del Cordero 32, ciertamente desde ahora y por siempre, y sus siervos le adorarán; y verán su rostro 33, como dice: ?El que me ha visto a mí, ha visto al Padre? 34, ?Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios? 35. Y el nombre de él se verá en sus frentes. Y no habrá allí noche, y no tienen necesidad de luz de antorcha ni de luz de sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos 36. Todas estas cosas han comenzado a partir de la Pasión del Señor. El libro sellado a los soberbios y abierto a los humildes Y el ángel me dijo: No selles las palabras de la profecia de este libro, porque el tiempo está próximo. El que agravia, agravie todavía, y el sucio ensúciese todavía 37. Éstos son aquellos por los que él había dicho: Sella lo que hablaron los siete truenos 38. Y el justo obre justicia todavía, y el santo santifíquese todavía 39. Éstos son aquellos por los cuales él dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro 40. Así las divinas Escrituras están selladas para todos los soberbios y para aquellos que prefieren el mundo a Dios; pero para los humildes y para los que temen a Dios, están abiertas. He aquí que vengo presto, y conmigo está mi recompensa, para pagar a cada uno según fueren sus obras, yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin. Dichosos los que guardan estos mandatos para tener derecho al árbol de la Vida y puedan entrar en las puertas de la ciudad 41. Porque los que no guardan los mandamientos no entran por las puertas sino por otra parte, para éstos el libro de la vida está sellado. De éstos aún sigue y dice: ¡Afuera los perros, y los hechiceros y los fornicarios, y los homicidas y los idólatras, y todo el que ama y obra mentira! 42. Yo, Jesús, envié mi ángel para testificaros estas cosas en las Iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la refulgente estrella matutina. El

Espíritu y la desposada dicen: ?Ven? 43: es decir, el esposo y la esposa, Cristo y la Iglesia. Y el que tenga sed, venga; y el que quiera tome de balde agua viva 44; es decir, el bautismo. Testifico yo a todo el que oiga las palabras de la profecía de este libro: si alguno añadiera algo a ellas, Dios añadirá sobre él las plagas escritas en este libro. Y si alguno quitare algo de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la Vida y de la ciudad santa, que han sido descritas en este libro 45. El ha dicho esto por los falsificadores de las santas Escrituras, no por aquellos que dicen simplemente lo que sienten. Si, vengo presto 46. Recapitulación El monte elevado, al cual S. Juan dijo que había ascendido, representa el Espíritu. La ciudad de Jerusalén que él dijo haber visto allí, es figura de la Iglesia; es la que el mismo Señor mostró en el Evangelio cuando dijo: ?No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte? 47. Y cuando dice que ella tiene una luz semejante a una piedra preciosísima, ved en ella la gloria de Cristo. En las doce puertas y en los doce ángeles reconoced a los apóstoles y a los profetas, según lo dicho: ?Edificados sobre los cimientos de los apóstoles y profetas? 48. Y puesto que esta ciudad que es descrita representa a la Iglesia que está extendida por toda la tierra, se dice que ella tiene tres puertas en cada una de las cuatro partes a causa del misterio de la Trinidad. En la vara de oro mostró a los hombres de la Iglesia, frágiles en la carne pero que tienen por fundamento una fe luminosa, según las palabras del Apóstol: ?Teniendo este tesoro en recipientes de barro? 49. Lo que dice de la ciudad de oro, el altar de oro y las copas de oro, se trata de la Iglesia por su recta fe. Y el recipiente muestra la pureza de esta fe. El que haya querido referir los nombres de las diversas piedras preciosas en los fundamentos es para mostrar los dones de las diversas gracias que le han sido concedidas a los apóstoles. Pero en estas piedras preciosas ha designado a los apóstoles que son denominados puertas porque, con su doctrina, abren la puerta de la vida eterna. Y cuando dice: Templo no vi en ella, pues el Señor Dios omnipotente es su templo, como también el Cordero 50, lo afirma porque Dios está en la Iglesia y la Iglesia está en Dios. Y al decir que la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna 51, es porque la Iglesia no es iluminada por el sol visible sino que es iluminada espiritualmente por la luz eterna de Cristo en medio de las tinieblas de este mundo, como él mismo dijo: ?Yo soy la luz del mundo? 52. Por los reyes de la tierra, él ha querido que se entienda a los hijos de Dios, es decir, a los cristianos; en el río de agua pura como el cristal, la fuente bautismal que viene de Dios y de Cristo, en medio de la Iglesia. Él dijo que el árbol junto al río da el fruto doce veces, una vez cada mes. Entendedlo de la Cruz, que da fruto a Dios a través del mundo entero, pero no sólo todos los meses sino también todos los días en los que son bautizados. Y al decir: El Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos 53, todas estas cosas comenzaron con la Pasión del Señor. Pero cuando más arriba dijo en el libro: Sella lo que hablaron los cuatro truenos 54, lo dijo de aquellos de los que dice: Para que el sucio, ensucie todavía más, y el que agravia, agravie todavía 55. Y cuando escribe: No selles las palabras de la profecía 56, ha querido decirlo de los santos y justos. Así las divinas Escrituras son selladas para todos los soberbios y para los que prefieren el mundo a Dios, abiertas sin embargo para los humildes y para los que temen a Dios. Y puesto que el Apocalipsis de Juan el Evangelista termina con estas palabras: He aquí que vengo presto 57, pidamos para que, según su promesa, Jesucristo el Señor se digne venir hasta nosotros y, por su misericordia, nos libre de la prisión de este mundo y, por su bondad, nos conduzca a su felicidad; Él, que con

el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos, Amén.

Notas 1

Ap 21, 9 - 10. Ap 21, 10. 3 Cf. Mt 5, 14; cf. Primasio, 287, 78 - 81 ( 923, 7 - 10), Beda, 195 59 - 196, 1: Beato, 2, 387, 5 - 9. 16 - 20. 4 Cf. Lc 15, 5. 5 Ap 21, 10 - 11. 6 Ap 21, 12. 7 Cf. Beato, 2, 391, 6 - 8. 8 Ef 2, 20. 9 Mt 16, 18. 10 Ap 21, 13. 11 Cf. Beda. 196, 26 - 28; Apringio, 73, 10 - 11; Beato, 2, 393, 9 - 11. 12 Ap 21, 14. 13 Ap 21, 15. 14 2Co 4, 7 15 Ap 21, 18. 16 Ap 21, 20. 17 2Co 12, 11. 18 Ap 21, 21 19 Ap 21, 22. 20 Ap 21, 23. 21 Ap 21, 23. 22 Jn 8, 12. 23 Jn 1, 9. 24 Ap 21, 24. 25 Ap 21, 24. 26 Ap 21, 25. 27 Ap 21, 26. 28 Ap 21, 27. 29 Ap 21, 27 - 22, 30 Ap 22, 2 31 Cf. Cesareo, Serm. 112, 4; 124. 3; Beato, Il, 412, 13 - 413, 4 32 Ap 22, 3 33 Ap 22, 3 - 4 34 Jn 14, 9 35 Mt 5, 8. 36 Ap 22, 4 - 5 37 Ap 22, 10 - 11 38 Ap 10, 4 2

39

Ap 22, 11 Ap 22, 10 41 Ap 22, 12 - 14; cf. Beato, 2, 420, 12 - 16 42 Cf. Beato, 2, 422, 18 - 423, 3 43 Ap 22, 15 - 17 44 Ap 22, 17; cf. Beato, 11, 425, 1 - 2 45 Ap 22, 18 - 19. 46 Ap 22, 20; cf. Beda, 206, 34 - 36; Beato, 2, 425, 19 - 462, 2. 47 Mt 5, 14. 48 Ef 2, 20. 49 2Co 4, 7. 50 Ap 21, 22. 51 Ap 21, 23. 52 Jn 8, 12. 53 Ap 22, 5. 54 Ap 22, 5. 55 Ap 22, 11. 56 Ap 22, 10. 57 Ap 22, 20 40

SAN CIPRIANO Tratado sobre el Padrenuestro En la persecución de Decio Sobre el cuidado de la comunidad Sobre los lapsi Sobre los méritos de un confesor A Suceso Ante la nueva persecución El hombre nuevo La Iglesia La eucaristía El sentido de nuestra oración Las Maravillas del Bautismo Una sola Iglesia Frutos de la paciencia Sin miedo a la muerte

Tratado sobre el Padrenuestro Los cristianos son hijos de Dios, y se juntan para rezar: Ante todo no quiso el Doctor de la paz y Maestro de la unidad que orara cada uno por sí y privadamente, de modo que cada uno, cuando ora, ruegue sólo por sí. No decimos «Padre mío, que estás en los cielos», ni «el pan mío dame hoy», ni pide cada uno que se le perdone a él solo su deuda o que no sea dejado en la tentación y librado de mal. Es pública y común nuestra oración, y, cuando oramos, no oramos por uno solo, sino por todo el pueblo, porque todo el pueblo forma una sola cosa. El Dios de la paz, que nos enseña la concordia y la unidad, quiso que uno solo orase por todos, como Él llevó a todos en sí solo. Esta ley de la oración observaron los tres jóvenes encerrados en el horno, puesto que oraron a una y unánimes y concordes en el espíritu. Nos lo atestigua la palabra de la Sagrada Escritura, y, cuando refiere cómo oraron éstos, nos propone un ejemplo a la vez para imitarlo en nuestras oraciones, de modo que seamos semejantes a ellos: Entonces, dice, los tres como con una sola boca cantaban un himno y bendecían al Señor. Hablaban como por una sola boca, y eso que todavía no había enseñado Cristo a orar. Y por lo mismo fue su oración tan poderosa y eficaz, pues no podía menos de merecer del Señor aquella súplica tan unida y espiritual. Así también vemos que oraron los apóstoles junto con los discipulos a raíz de la ascensión del Señor: Perseveraban, dice, todos unánimes en la oración junto con las mujeres y con María, que era la madre de Jesús, y sus hermanos. Esta perseverancia en unanimidad de oración daba a entender el fervor, a la vez que la concordia de su oración, porque Dios, que hace que habiten unidos en la casa, no admite en su morada eterna del cielo más que a los que se unen en la oración. Pero ¡qué misterios, hermanos amadísimos, se encierran en la oración del Padre nuestro! ¡Cuántos y cuán grandes, recogidos en resumen, pero especialmente fecundos por su eficacia, de tal manera que no ha dejado nada que no esté comprendido en esta breve fórmula llena de doctrina celestial! Así, dice, debéis orar: Padre nuestro, que estás en los cielos: «Padre», dice en primer lugar el hombre nuevo, regenerado y restituido a su Dios por la gracia, porque ya ha empezado a ser hijo. Vino a los suyos dice, y los suyos no lo recibieron. A cuantos lo recibieron,

les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre. El que, por tanto, ha creído en su nombre y se ha hecho hijo de Dios, debe empezar por eso a dar gracias y hacer profesión de hijo de Dios, puesto que llama Padre a Dios, que está en los cielos (...) ¡Cuán grande es la clemencia del Señor, cuán grande la difusión de su gracia y bondad, pues que quiso que orásemos frecuentemente en presencia de Dios y le llamemos Padre; y así como Cristo es Hijo de Dios, así nos llamemos nosotros hijos de Dios! Ninguno de nosotros osaría pronunciar tal nombre en la oración si no nos lo hubiese permitido Él mismo. Hemos de acordarnos, por tanto, hermanos amadísimos, y saber que, cuando llamamos Padre a Dios, es consecuencia que obremos como hijos de Dios, con el fin de que, así como nosotros nos honramos con tenerle por Padre, Él pueda honrarse de nosotros. Hemos de portarnos como templos de Dios, para que sea una prueba de que habita en nosotros el Señor y no desdigan nuestros actos del espíritu recibido, de modo que los que hemos empezado a ser celestiales y espirituales no pensemos y obremos más que cosas espirituales y celestiales, porque el mismo Señor y Dios ha dicho: Glorificaré a los que me glorifican, y será despreciado el que me desprecia. También el santo Apóstol consignó en una de sus cartas: No sois dueños de vosotros, pues habéis ciclo comprados a gran precio. Glorificad y llevad a Dios en vuestro cuerpo. (8; 9a; 11; BAC 241, 204-209) Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo: Añadimos después esto: «Cúmplase tu voluntad en la tierra como en el cielo». No en el sentido de que Dios haga lo que quiere, sino en cuanto nosotros podamos hacer lo que Dios quiere. Pues ¿quién puede estorbar a Dios de que haga lo que quiera? Pero porque a nosotros se nos opone el diablo para que no esté totalmente sumisa a Dios nuestra mente y vida, pedimos y rogamos que se cumpla en nosotros la voluntad de Dios; y para que se cumpla en nosotros, necesitamos de esa misma voluntad, es decir, de su ayuda y protección, porque nadie es fuerte por sus propias fuerzas, sino por la bondad y misericordia de Dios. En fin, también el Señor, para mostrar la debilidad del hombre, cuya naturaleza llevaba, dice: Padre, si puede ser, que pase de mí este cáliz, y para dar ejemplo a sus discípulos de que no hicieran su propia voluntad, sino la de Dios, añadió lo siguiente: Con todo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres. Y en otro pasaje dice: No bajé del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Por lo cual, si el Hijo obedeció hasta hacer la voluntad del Padre, cuánto más debe obedecer el servidor para cumplir la voluntad de su señor, como exhorta y enseña en una de sus epístolas Juan a cumplir la voluntad de Dios, diciendo: No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno amare al mundo, no hay en él amor del Padre, porque todo lo que hay en éste es concupiscencia de la carne y concupiscencia de los ojos, y ambición de la vida, que no viene del Padre, sino de la concupiscencia del mundo; y el mundo pasará y su concupiscencia, mas el que cumpliere la voluntad de Dios permanecerá para siempre, como Dios permanece eternamente. Los que queremos permanecer siempre, debemos hacer la voluntad de Dios, que es eterno. La voluntad de Dios es la que Cristo enseñó y cumplió: humildad en la conducta, firmeza en la fe, reserva en las palabras, rectitud en los hechos, misericordia en las obras, orden en las costumbres, no hacer ofensa a nadie y saber tolerar las que se hacen, guardar paz con los hermanos, amar a Dios de todo corazón, amarle porque es Padre, temerle porque es Dios; no anteponer nada a Cristo, porque tampoco Él antepuso nada a nosotros; unirse inseparablemente a su amor, abrazarse a su cruz con fortaleza y confianza; si se ventila su nombre y honor, mostrar en las palabras la firmeza con la que le confesamos; en los tormentos, la confianza con que luchamos; en la muerte, la paciencia por la que somos coronados. Esto es querer

ser coherederos de Cristo, esto es cumplir el precepto de Dios, esto es cumplir la voluntad del Padre. Pedimos que se cumpla la voluntad de Dios en el cielo y en la tierra; en ambos consiste el acabamiento de nuestra felicidad y salvación. En efecto, teniendo un cuerpo terreno y un espíritu que viene del cielo, somos a la vez tierra y cielo, y oramos para que en ambos, es decir, en el cuerpo y en el espíritu, se cumpla su voluntad. Pues hay lucha entre la carne y el espíritu y cotidiana guerra, de modo que no hacemos lo que queremos, ya que el espíritu va tras lo celestial y divino, mas la carne se siente arrastrada a lo terreno y temporal. Y por eso pedimos que haya paz entre estos dos adversarios con la ayuda y auxilio de Dios, a fin de que, si se cumple la voluntad de Dios en el espíritu y en la carne, el alma, que ha renacido por Él, se salve. Es lo que pone de manifiesto y declara abiertamente el apóstol Pablo: La carne, dice, apetece contra el espíritu, y el espíritu contra la carne; estos dos son adversarios el uno contra el otro, por manera que no hacéis lo que queréis. Bien conocidas son las obras de la carne, cuales son los adulterios, fornicaciones, impurezas, torpezas, idolatrías, envenenamientos, homicidios, enemistades, altercados, rivalidades, animosidades, provocaciones, riñas, desavenencias, herejías, envidias, embriagueces, comilonas y otros vicios semejantes; los que tales cosas cometen no poseerán el reino de Dios. Al contrario, los frutos del Espíritu son caridad, gozo, paz, magnanimidad, bondad, lealtad, mansedumbre, continencia, castidad. Por eso debemos pedir con cotidianas y aun continuas oraciones que se cumpla sobre nosotros la voluntad de Dios tanto en el cielo como en la tierra: porque ésta es la voluntad de Dios, que lo terreno se posponga a lo celestial, que prevalezca lo espiritual y divino. También puede darse otro sentido, hermanos amadísimos, que, puesto que manda y amonesta el Señor que amemos hasta a los enemigos y oremos también por los que nos persiguen, pidamos igualmente por los que aún son terrenos y no han empezado todavía a ser celestes, para que asimismo se cumpla sobre ellos la voluntad de Dios, que Cristo cumplió conservando y reparando al hombre. Porque si ya no llama Él a los discípulos tierra, sino sal de la tierra, y el Apóstol dice que el primer hombre salió del barro de la tierra y el segundo del cielo, nosotros, que debemos ser semejantes a Dios, que hace salir el sol sobre buenos y malos y llueve sobre justos e injustos, con razón pedimos y rogamos, ante el aviso de Cristo, por la salud de todos, que como en el cielo, esto es, en nosotros, se cumplió la voluntad de Dios por nuestra fe para ser del cielo, así también se cumpla su voluntad en la tierra, esto es, en los que no creen, a fin de que los que todavía son terrenos por su primer nacimiento empiecen a ser celestiales por su nacimiento segundo del agua y del Espíritu. (14-17; BAC 241, 210-213)

Carta de Cipriano, desde el lugar donde se escondió al comenzar la persecución de Decio, a los presbíteros y a los diáconos de Cartago; de principios del año 250. Cipriano a los presbíteros y diáconos, sus hermanos carísimos, salud. Os saludo, encontrándome bien por la gracia de Dios, hermanos carísimos, y me alegro de saber no hay novedad en lo que se refiere asimismo a vuestra salud. Y ya que las circunstancias no permiten estar ahora con vosotros, os ruego en razón de vuestra fe y religión, que desempeñéis vuestras funciones y las nuestras, de modo que nada haya que desear en cuanto a la disciplina y el celo. Respecto al suministro

de recursos, os ruego que nada falte, tanto a los que por confesar gloriosamente al Señor están en la cárcel, como a los que viéndose en pobreza y necesidad, permanecen, no obstante, fieles al Señor; pues todo el dinero recogido ahí, está distribuido entre los miembros del clero para casos de este género, de manera que haya muchos que puedan subvenir a las necesidades y apuros particulares. También os ruego que no decaiga vuestro celo e interés por que no se perturbe la tranquilidad. Claro que los hermanos están deseando, por el gran cariño que les tienen, ir a visitar a los buenos confesores, que la gracia divina ha hecho ya ilustres con un glorioso principio; no obstante, creo que esto debe practicarse con discreción, no en grupos y en gran número de una vez, para no excitar con ello la hostilidad y que se deniegue la facultad de entrar; y en tanto que por exceso queramos demasiado, lo perdamos todo. Así que proveed con prudencia para que se lleve esto a cabo con la mayor seguridad, de modo que hasta los presbíteros, que en la cárcel ofrecen el sacrificio ante los confesores, alternen por turnos, cada uno con un diácono distinto, porque el cambio de personas y la variedad de los visitantes disminuye la animosidad. En todo, pues, debemos acomodarnos a las circunstancias con mansedumbre y humildad, como conviene a los siervos de Dios, y mirar por la tranquilidad, y atender al pueblo. Os deseo, hermanos carísimos y amadísimos, que gocéis siempre de completa salud, y os acordéis de nosotros. Saludad a toda la comunidad de hermanos. Os saluda el diácono y los que están conmigo. Adiós. (Carta 5: Migne 4; BAC 241. 377-378)

Carta de Cipriano, desde su escondite, a los presbíteros y diáconos de Cartago, sobre el cuidado de la comunidad. Principios del 250. Cipriano a los presbíteros y diáconos, sus hermanos carísimos, salud. Os saludo, carísimos hermanos, encontrándome bien por la bondad de Dios y deseando llegarme enseguida a veros, para dar satisfacción a mi deseo, que es el vuestro y el de todos los hermanos. No hay más remedio, sin embargo, que velar por la paz común y, aunque con pesar mío, estar ausente provisionalmente de vosotros, para no provocar con nuestra presencia la animosidad y violencias de los gentiles y no ser responsable de la pérdida de la paz, ya que más bien debemos mirar por la tranquilidad de todos. Así que, cuando me escribáis que todo está en paz y que ya puedo volver, o si Dios se dignare mostrarlo antes, entonces me juntaré a vosotros. Pues ¿dónde voy a estar mejor o más satisfecho que allí donde Dios quiso concederme la fe y el crecimiento? Os ruego tengáis extrema solicitud de las viudas, de los enfermos y de todos los necesitados. Pero aun para los forasteros, si fueren necesitados, tomad socorros de mi peculio que dejé en poder de Rogaciano, nuestro copresbítero. Y por si este fondo se hubiere ya distribuido, he remitido al mismo Rogaciano otra suma por el acólito Narico, con el fin de que con toda largueza y prontitud pueda hacerse la distribución. Os deseo, hermanos carísimos, constante y cumplida salud. (Carta 7: Migne 36; BAC 241, 383-384)

Carta de Cipriano a los presbíteros y diáconos de Cartago, sobre el problema de los lapsi; verano del 250. Cipriano a los presbíteros y diáconos, sus hermanos, salud. Estoy extrañado de que

vosotros, hermanos carísimos, no hayáis respondido nada a las muchas cartas que con frecuencia os remito, dado que la utilidad y necesidad de la comunidad de nuestros hermanos exige indudablemente que yo sea informado por vosotros de los negocios a resolver, y así pueda precisar las determinaciones. Pero como veo que no hay ocasión de reunirme con vosotros, y ya ha empezado el verano, en el que suelen atacar las enfermedades graves y frecuentes, considero que se ha de ayudar a los hermanos. Así que los que recibieron billetes de recomendación de los mártires y pueden ser ayudados por su intercesión ante Dios, si se vieren en trance de peligro o de enfermedad, sin esperar mi presencia, pueden cumplir la exomológesis de su delito ante cualquier presbítero presente, o, si no se encontrare un presbítero y urgiera el peligro de muerte, ante un diácono también, a fin de que, impuesta la mano como signo de reconciliacion, vayan al Señor con la paz que nos solicitaron los mártires se les concediera en sus cartas. En cuanto a la otra parte del pueblo que cayó, asistidles con vuestras personas y reconfortadles con vuestros auxilios, para que no se aparten de la fe y misericordia del Señor. No deben, pues, ser privados de la ayuda y socorro del Señor los que con mansedumbre y humildad, y verdaderamente arrepentidos, perseveraren en sus buenas intenciones, puesto que a ellos también ha de atendérseles con el remedio divino. No debe tampoco faltar vuestra solicitud a los catecúmenos, si les sobreviniere peligro y último extremo de muerte, y, si imploraren el perdón de Dios, no se les niegue la misericordia del Señor. Os deseo, hermanos carísimos, que siempre disfrutéis de buena salud, y os acordéis de mí. Un saludo de mi parte a toda la comunidad de hermanos, y recomendadles un recuerdo para mí. Adiós. (Carta 18: Migne 12; BAC 241, 422-423)

Carta de Cipriano a los presbíteros, a los diáconos y a todo el pueblo de Cartago, sobre los méritos de un confesor; otoño del 250. Cipriano a sus hermanos amadísimos y deseadísimos los presbíteros, diáconos y a todo el pueblo, salud. Es deber mío anunciaros, carísimos hermanos, las noticias que os pueden dar contento a todos y afectan al mayor honor de nuestra Iglesia. Y, en efecto, debéis saber que nos ha advertido e intimado la bondad divina inscribir en el número de los presbíteros de Cartago al presbítero Numídico y admitirlo a sentarse entre nuestro clero, siendo tan ilustre por la brillante conducta de su confesión y tan eminente por el prestigio que le han dado su valor y su fe. Además, éste ha enviado por delante de sí, merced a sus arengas, a una falange de gloriosos mártires que murieron lapidados y quemados, y hasta miró con gozo a su esposa, fiel a su lado, cuando se consumía en medio de las llamas con los demás, y más bien diría yo se conservaba. Él mismo, medio quemado y medio enterrado por las piedras, fue dado ya por muerto; después, cuando su hija, con sentimientos de piedad filial, buscaba el cadáver de su padre, es cuando se lo encontró respirando aún, y retirado y confortado, quedó contra su gusto separado de sus compañeros, a quienes él mismo había enviado por delante. Pero el motivo de quedarse fue, como vemos, para que el Señor lo agregara a nuestro clero y para dotar de prestigiosos sacerdotes nuestro grupo, desolado por la caída de algunos presbíteros. Ciertamente se le promoverá, con la permisión de Dios, a un puesto más elevado de la Iglesia cuando con la gracia de Dios estemos ahí presentes. Entre tanto, cúmplase lo que se indica: recibamos con acción de gracias este don de Dios,

esperando de la misericordia del Señor muchos beneficios de esta clase, a fin de que vuelva el vigor a su Iglesia y conceda, para honor nuestro, que se sienten con nosotros en las asambleas presbíteros tan mansos y humildes. Os deseo, hermanos carísimos y deseadísimos, que conservéis sin interrupción entera salud. (Carta 40: Migne 35; BAC 241, 484-485)

Carta de Cipriano a Suceso; ha comenzado la persecución de Valeriano; agosto del 258. Cipriano a Suceso, su hermano, salud. La causa de que no os escribiera, hermano carísimo, enseguida, fue que todos los clérigos, sometidos al golpe del combate, no podían salir de aquí en absoluto, dispuestos todos conforme al favor de su alma para la corona de Dios y del cielo. Debéis saber que han llegado los que había enviado a Roma con el fin de que nos trajesen la verdad de lo decretado sobre nosotros, cualquiera cosa que fuese. Pues se corren y airean diversos e inciertos rumores. Lo verdadero es lo siguiente: Que Valeriano dio un rescripto al Senado, ordenando que los obispos y presbíteros y diáconos fueran ejecutados al instante, que los senadores y hombres de altas funciones y los caballeros romanos deben ser despojados de sus bienes, además de la dignidad, y, si perseveraren en su cristianismo, después de despojados de todo, sean decapitados; las matronas, por su parte, perderán sus bienes y serán relegadas al destierro; a los cesarianos, cualesquiera que hubieren confesado antes o confesaren al presente, les serán confiscados los bienes y serán encarcelados y enviados a las posesiones del emperador, levantando acta de ello. El emperador Valeriano ha añadido a su rescripto una copia a la carta dirigida a los gobernadores de provincias sobre nosotros. Estamos esperando cada día que llegue esta carta, manteniéndonos en pie con la firmeza de la fe dispuestos al martirio, y esperando de la ayuda y misericordia del Senor la corona de la vida eterna. Sabed que Sixto fue degollado en el cementerio el seis de agosto, y con él cuatro diáconos. Y los prefectos de Roma activan cada día esta persecución, ejecutando a los que les son presentados, y destinando al fisco sus bienes. Os ruego que deis a conocer estos sucesos a nuestros demás colegas, con el fin de que ellos exhorten en todas partes a las comunidades de fieles y las fortalezcan y preparen para el agón espiritual, y todos y cada uno de los nuestros no piensen tanto en la muerte como en la inmortalidad, y entregados con plena confianza y total decisión al Señor, se gocen de esta ocasión de confesarle más que la teman, porque saben que los soldados de Dios y Cristo no son exterminados, sino coronados. Os deseo, hermano carísimo, siempre perfecta salud. (Carta 80: Migne 82; BAC 241, 737-738)

Carta de Cipriano a los presbíteros, a los diáconos y a todo el pueblo de Cartago, sobre su actitud y la de los demás ante la nueva persecución; agosto del 258. Cipriano a los presbíteros, diáconos y a todo el pueblo, salud. Habiendo llegado a mi conocimiento, hermanos carísimos, que habían sido enviados frumentarios, para conducirme a Utica, y habiéndome aconsejado los

amigos más queridos alejarme de momento de mis jardines, he consentido en ello por justo motivo, porque conviene que el obispo dé testimonio del Señor en la ciudad en que preside a la Iglesia del Señor y glorifique con la confesión del jefe en persona a todo el pueblo. Lo que un obispo confesor dice en el mismo momento de la confesión bajo la inspiración de Dios, lo dice en nombre de todos. Al contrario, se mutilaría el honor de nuestra Iglesia tan gloriosa si yo, que soy obispo de otra Iglesia, dictada la sentencia en Utica por la confesión de Cristo, a consecuencia de ella, sufriera el martirio, puesto que yo ruego con continuas oraciones y deseo de todas veras y es mi deber hacer la confesión en medio de vosotros y padecer allí, y desde ahí partir para el Señor. Por tanto, esperamos aquí en este retiro secreto la vuelta del procónsul de Cartago, para saber de él lo que han dispuesto los emperadores sobre los cristianos legos y los obispos, y dirán lo que el Señor dispusiere se diga en este momento. Vosotros, hermanos carísimos, conforme a la doctrina que siempre recibisteis de mí sobre los mandatos del Señor, y conforme a lo que aprendisteis de mi enseñanza tantas veces, manteneos en paz y tranquilidad, y ninguno de vosotros promueva ninguna alteración entre los hermanos, ni se presente espontáneamente a los gentiles. Si es aprehendido y entregado a los magistrados, debe hablar, puesto que hablará por nosotros en aquel momento Dios, que prefirió una confesión a una profesión. Sobre lo que conviene hacer por lo demás, lo dispondremos sobre el terreno, con la inspiración del Señor, antes de que el procónsul dicte sentencia respecto a mi confesión del nombre de Dios. Que el Señor Jesús, hermanos carísimos, os mantenga salvos en su Iglesia y se digne conservaros. (Carta 81: Migne 83; BAC 241, 739-740) I. El hombre nuevo. De Dios viene la fuerza para vivir santamente. Cuando yo me encontraba sumido en las tinieblas y en la noche cerrada bamboleándome y fluctuando en el mar agitado del mundo, lleno de dudas en pos de señales perdedoras, ignorante de mi propia vida, extraño a la verdad y a la luz, me parecía que según era en aquel momento mi modo de vida había de serme sumamente difícil y duro lo que la misericordia divina me prometía para mi salvación, a saber, poder renacer de nuevo y con el lavatorio del agua salvadora comenzar una nueva vida, deshaciéndome de todo lo de antes y cambiar el modo de sentir y de entender del hombre, aunque el cuerpo permaneciera el mismo. ¿Cómo puede ser posible, me decia, una conversión tan grande, por la que de repente y en un momento se despoje uno de aquellas cosas congénitas que han adquirido la solidez de la misma naturaleza, o de aquellas cosas adquiridas desde largo tiempo y que han arraigado y envejecido con los años? Estas cosas están sólidamente arraigadas, con raíces sólidas y profundas. ¿Cuándo aprenderá la templanza el que ya está acostumbrado a las buenas cenas y a los grandes banquetes? El que solía brillar por su elegancia, vestido ricamente de oro y púrpura, ¿cuándo podrá ponerse el vestido sencillo del pueblo? El que tenía sus delicias en los honores y dignidades, no puede permanecer como simple privado y sin gloria. El que iba siempre rodeado de una piña de clientes y se sentía honrado con su numeroso séquito y su escuadrón de servidores, piensa ser un castigo el tener que andar solo. Se han hecho imprescindibles los tenaces estímulos a que uno se había acostumbrado: el animarse con el vino, hincharse con la soberbia, inflamarse de ira, preocuparse por la rapacidad, excitarse con la crueldad, deleitarse en la ambición, entregarse al placer. Esto pensaba yo muchas veces dentro de mi, pues yo mismo me encontraba enredado en los muchos errores de mi vida anterior, y no pensaba que pudiera

llegar a despojarme de ellos... Pero cuando la suciedad de mi vida anterior fue lavada por medio del agua regeneradora, una luz de arriba se derramó en mi pecho ya limpio y puro. Después que hube bebido del Espíritu celeste, me encontré rejuvenecido con un segundo nacimiento y hecho un hombre nuevo: de manera milagrosa desaparecieron de repente las dudas, se abrió la cerrazón, se iluminaron las tinieblas, se hizo posible lo que antes parecía imposible... Reconocí que mi anterior vida carnal y entregada al pecado era cosa de la tierra, mientras que la que ya había empezado a vivir del Espiritu Santo era cosa de Dios... El alabarse a si mismo es odiosa soberbia, pero no es soberbia, sino agradecimiento, el proclamar lo que se atribuye, no al esfuerzo del hombre, sino al don de Dios. El dejar de pecar es cosa de Dios, mientras que el anterior pecado era cosa del error humano. Nuestro poder, repito, todo nuestro poder, es cosa de Dios. De él es nuestra vida, de él nuestra fuerza, de éI tomamos y asimilamos nuestra vitalidad por la que, estando todavía en este mundo, reconocemos los signos de las cosas futuras 1. La persecución es una purificación de la vida cristiana. El Señor ha querido poner a prueba a sus hijos. Una larga paz había corrompido en nosotros las enseñanzas que el mismo Dios nos había dado, y tuvo que venir la reprensión del cielo para levantar la fe que se encontraba decaída y casi diría aletargada; y aunque nuestros pecados merecían mayor severidad, el Dios piadosisimo ha ordenado de tal manera todas las cosas, que todo lo que ha acontecido parece ser más una prueba que una persecución. Cada uno se preocupaba de aumentar su hacienda, y olvidándose de su fe y de lo que antes se solía practicar en tiempo de los apóstoles y que siempre deberían seguir practicando, se entregaban con codicia insaciable y abrasadora a aumentar sus posesiones. En los sacerdotes ya no había religiosa piedad, no había aquella fe íntegra en el desempeño de su ministerio, aquellas obras de misecordia, aquella disciplina en las costumbres. Los hombres se corrompían cuidando de su barba, las mujeres preocupadas por su belleza y sus maquillajes: se adulteraba la forma de los ojos, obra de las manos de Dios; los cabellos se teñían con colores falsos. Con astutos fraudes se engañaba a los sencillos, y con intenciones torcidas se abusaba de los hermanos. Se concertaban matrimonios con los infieles, y se prostituían a los gentiles los miembros de Cristo. No sólo se juraba temerariamente, sino que se perjuraba; se despreciaba a los superiores con hinchada soberbia, se blasfemaba con lengua venenosa, se desgarraban unos a otros con odios pertinaces. Muchos obispos, que debían ser ejemplo y exhortación para los demás, se olvidaban de su divino ministerio, y se hacían ministros de los poderosos del siglo: abandonaban su sede. dejaban destituido a su pueblo, recorriendo las provincias extranjeras siguiendo los mercados en busca de negocios lucrativos, con ansia de poseer abundancia de dinero mientras los hermanos de sus iglesias padecían hambre; se apoderaban de haciendas con fraudes y ardides, y aumentaban sus intereses con crecida usura... Nosotros, al olvidarnos de la ley que se nos había dado, hemos dado con nuestros pecados motivo para lo que ocurre: ya que hemos despreciado los mandamientos de Dios, somos llamados con remedios severos a que nos enmendemos de nuestros delitos y demos muestra de nuestra fe. Por lo menos, aunque sea tarde, nos hemos convertido al temor de Dios, dispuestos a sufrir con paciencia y fortaleza esta amonestación y prueba que de Dios nos viene... 2 Sólo con una verdadera penitencia se alcanza el perdón del Señor. Ha brotado, hermanos amadísimos, un nuevo género de estrago. Como si hubiera sido poco cruel la tormenta de la persecución, se ha añadido como colmo de males una blandura engañosa y destructora que se presenta bajo el titulo de misericordia. Contra el vigor del evangelio, contra la ley de Dios y del Señor, la audacia de algunos concede laxamente la comunión a los incautos, como una paz nula y falsa, llena de peligros para los que la otorgan, y de ningún provecho para los que la

reciben. No buscan la penitencia que restablece la salud, ni la verdadera medicina que está en la satisfacción. La penitencia queda excluida de los corazones, borrándose la memoria de un delito gravísimo y supremo. Se encubren las heridas de los moribundos y la llaga mortal latente en lo más profuso de las entrañas se tapa con un falso dolor. Los que vuelven de los altares del diablo, se acercan al santuario del Señor con sus manos sucias e infectas de los olores, casi eructando todavia los manjares mortíferos de los ídolos: sus fauces despiden todavía ahora el aliento de un crimen, precipitándose sobre el cuerpo del Señor cuando su respiración huele todavía a aquellos contagios funestos... Antes de que hayan expiado sus delitos, antes de que hayan hecho confesión de su pecado, antes de que su conciencia haya sido purificada con el sacrificio y con la mano del sacerdote, antes de aplacar la ofensa del Dios indignado y amenazante, se hace violencia a su cuerpo y a su sangre, cometiendo entonces con sus manos y con su boca un crimen contra el Señor, mayor que el que cometieron cuando le negaron. No es aquello paz, sino guerra: no se adhiere al evangelio el que se separa de la Iglesia... Nadie se engañe, nadie se deje sorprender. Sólo el Señor puede perdonar. Sólo él puede dar el perdón de los pecados que se han cometido contra él: él, que cargó con nuestros pecados, que padeció por nosotros, que fue entregado por Dios para nuestros pecados. No puede estar el hombre por encima de Dios, ni puede el esclavo perdonar o conceder indulgencia de los delitos graves cometidos contra su Señor, no sea que al que ha caído se le añada el pecado de no entender lo que está predicho: «Maldito el hombre que pone su esperanza en otro hombre» (Jr 17, 5). Al Señor se ha de rogar, el Señor ha de ser aplacado con nuestra satisfacción, pues él dijo que negaría al que le negase, y que sólo él recibió del Padre el poder de juzgar a todos. Ciertamente creemos que los méritos de los mártires y las obras de los justos tienen mucho poder ante este juez: pero esto será cuando venga el día del juicio, cuando después del ocaso de este mundo su pueblo se presente ante su tribunal 3. II. La Iglesia. La unidad de la Iglesia. Los manuscritos ofrecen dos versiones del pasaje siguiente: una de ellas insiste más directamente sobre la unión con el primado de Pedro como principio de unidad de la Iglesia, mientras que la otra parece recomendar la unidad en sí misma sin tan directa relación con el primado. Por mucho tiempo existió la sospecha de que el texto que favorecía más al primado de Pedro era un texto manipulado por alguien interesado en la exaltación del primado romano. Sin embargo, la crítica más reciente parece concluir que probablemente ambas versiones pertenecen al mismo san Cipriano: la primera sería la versión original de Cipriano tal como escribió su tratado enviándolo a Roma para ayudar a combatir el cisma por el que Novaciano intentaba oponerse al legitimo obispo de Roma: de ahí la insistencia en la unión con la sede de Pedro. La otra versión sería la que el mismo Cipriano puso en circulación por Africa después de sus disensiones con el papa Esteban acerca del rebautismo de los herejes. Con todo, ni una ni otra parecen apoyar la preeminencia del obispo de Roma sobre los demás, sino más bien la autoridad apostólica de cada uno de los obispos en sus Iglesias en cuanto que son participantes de la única autoridad que el Señor confirió a Pedro sobre la única Iglesia. Dice el Señor a Pedro: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia...» (Mt 16, 18). Sobre uno solo edifica el Señor su Iglesia, y aunque a todos los apóstoles les atribuye una potestad igual, con todo establece una única cátedra y un solo principio de unidad con la autoridad de su palabra. Ciertamente los demás apóstoles eran lo que era Pedro, pero el primado es dado a Pedro a fin de que quedase patente que hay una sola Iglesia y una sola cátedra. Todos son pastores, pero queda patente que uno solo es el rebaño, que es apacentado por todos los

apóstoles con unanimidad de sentimientos... El que abandona esta cátedra de Pedro, sobre la cual está fundada la Iglesia, ¿puede creer que está todavía en la Iglesia? ¿El que se rebela contra la Iglesia y se opone a ella, puede pensar que está en ella? El mismo apóstol Pablo enseña idéntica doctrina declarando el misterio de la unidad con estas palabras: «Un solo cuerpo y un solo espíritu, una sola esperanza en vuestra vocación, un solo Señor, una fe, un bautismo, un solo Dios» (ce Ef 4, 4). Esta unidad hemos de mantener y vindicar particularmente aquellos que estamos al frente de la Iglesia como obispos, mostrando con ello que el mismo episcopado es uno e indiviso. Nadie engañe a los hermanos con falsedades; nadie corrompa la verdad de nuestra fe con desleal prevaricación: el episcopado es uno, y cada uno de los que lo ostentan tiene una parte de un todo sólido; la Iglesia es una, aunque al crecer por su fecundidad se extienda hasta formar una pluralidad. El sol tiene muchos rayos, pero su luz es una; muchas son las ramas de un árbol, pero uno es el tronco, bien fundado sobre sólidas raíces; muchos son los arroyos que fluyen de la fuente, pero aunque la abundancia del caudal parezca difundirse en pluralidad, se mantiene la unidad en el origen. Si separas un rayo del cuerpo del sol, la unidad no permitirá que se divida la luz; si rompes una rama del árbol, ya no podrá brotar una vez rota; si cortas el arroyo de la fuente, se seca al punto. De la misma manera la Iglesia, compenetrada de la luz del Señor, lanza sus rayos por todo el mundo: pero una misma es la luz que se esparce por todas partes, ni sufre división la unidad del cuerpo total. Ella, con su fértil abundancia, extiende sus ramas sobre toda la tierra, y generosamente derrama a lo lejos los arroyos que de ella fluyen: sin embargo, una es su cabeza, uno es su origen, una es la madre abundante en frutos de fertilidad: de su vientre nacemos, de su leche nos alimentamos, su aliento es el que nos da la vida. La que es esposa de Cristo, no puede cometer adulterio, sino que permanece íntegra y casta. No conoce más que una casa, y guarda con casto pudor la santidad de un solo tálamo. Ella nos guarda para Dios, ella nos inscribe en el reino de los hijos que ella ha engendrado. Todo el que se separa de la Iglesia, se une a una adúltera, se separa de las promesas de la Iglesia, es un extraño, un excomulgado, un enemigo. No llegará a los premios de Cristo el que abandona la Iglesia de Cristo. No puede tener a Dios por padre el que no tiene a la Iglesia por madre. Tanto puede uno pretender salir a salvo fuera de la Iglesia, cuanto podía uno salvarse fuera del arca de Noé. Así nos lo avisa el Señor diciendo: «El que no está conmigo está contra mi, y el que no recoge conmigo, desparrama» (Mt 12, 30). El que rompe la paz y la concordia de Cristo, lucha contra Cristo... El que no guarda aquella unidad, no guarda la ley de Dios, no guarda la fe del Padre y del Hijo, no conserva la vida y la salvación 4. En cuanto a la persona de Novaciano, sobre el que me pediste que te escriba cuál es la herejía que ha introducido, has de saber en primer lugar que nosotros ni debemos tener curiosidad de saber qué es lo que él enseña, toda vez que enseña fuera de la Iglesia. Quienquiera y comoquiera que sea, no es cristiano el que no está en la Iglesia de Cristo. Aunque ande orgulloso y predique con voces altaneras su filosofía o su retórica, el que no guarda la caridad fraterna y la unidad eclesiástica ha perdido incluso lo que antes era. A no ser que tengas por obispo al que por maquinación se esfuerza en que los desertor'es le hagan obispo, habiendo en la Iglesia otro obispo consagrado por dieciséis de sus colegas. Habiendo sido establecida por Cristo una sola Iglesia por todo el mundo, dividida en muchos miembros, también el episcopado es uno, extendido sobre muchos obispos en concorde pluralidad (episcoporum multorum concordi numerositate diffusus). Pero él, una vez que ya existe la tradición divina, una vez que se da la unidad de la Iglesia católica bien trabada y aunada, que se esfuerce por hacer una iglesia

humana y por enviar a numerosas ciudades esos nuevos apóstoles suyos, colocando así esta especie de fundamentos recientes de su institución. Estando ya previamente consagrados obispos en todas las provincias y ciudades, hombres de edad provecta, íntegros en la fe, probados en la adversidad, perseguidos en la persecución, que tenga él la audacia de crear por encima de ellos otros pseudo-obispos... 5. La Iglesia, constituida sobre los obispos. El Señor nuestro, cuyos mandatos debemos reverenciar y guardar, al regular la posición del obispo y la estructura de la Iglesia habla en el Evangelio y dice a Pedro:
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