(Varios) Foucault y La Ética

December 31, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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  GUSTAVO MALLEA-TOMAS ABRAHAM-ALICIA PÁEZ-EDGARDO CHIBÁNHEBE UHART-CIRO MORELLO-CHRISTIAN FERRER

FOUCAULT Y LA ÉTICA Seminario dirigido por Tomás Abraham. Edición original: Buenos Aires, Editorial Biblos, mayo 1988; 222 pp. Segunda edición: Buenos Aires, Editorial Biblos, 1988. Tercera edición, ampliada y corregida. Buenos Aires, Ediciones Letra Buena, marzo 1992. Cuarta edición, 1992; 374 374 pp. Digitalización de esta cuarta edición, Lic. Alfredo Siedl, secretario del Colegio Argentino de Filosofía 1985-1992. Este libro está dedicado a Gustavo Mallea, Mall ea, fallecido en diciembre de 1988. Índice: Prólogo Presentación de la tercera edición Michel Foucault: Discurso y verdad. La problematización de la  parrhesía. Texto resumido y traducido del del inglés por Tomás Abraham Michel Foucault: Mal faire, dire vrai. Las cosas mal hechas, las verdades bien dichas. Funciones de la confesión. Texto resumido y traducido del francés por Tomás Abraham Gustavo Mallea: Foucault: hacia la ética Gustavo Mallea: El uso de los placeres Tomás Abraham: La sexualidad en el uso de los placeres Tomás Abraham: Nacimiento del cristianismo Alicia Páez: Ética y prácticas sociales. El caso de los estoicos Alicia Páez: Ética y prácticas sociales. La genealogía de la ética según Michel Foucault Edgardo Chibán: Entre dandys

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Ciro Morello y Christian Ferrer: El sí y los otros en la obra de Richard Sennett Hebe Uhart: Algunas reflexiones sobre Lee Iacocca y el cuidado de sí Richard Sennett y Michel Foucault: Sexualidad y soledad  Notas sobre los autores

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Foucault y la ética  

PRÓLOGO Foucault no escribió un tratado de ética. El problema ético-filosófico nunca le preocupó de modo particular. Encontramos una mención en  Las palabras y llas as cosas, en el capítulo “El hombre y sus dobles”, cuando se refiere a una ética de la modernidad derivada de una concepción crítica del conocimiento. La ética aparece de un modo sorpresivo. Y es una fina ironía del ejercicio filosófico que la ética aparezca inesperadamente. Generalmente se adscribe la ética a una de las ramas del follaje filosófico. Los manuales académicos y el tradicional estilo pedagógico adjuntan la ética a la metafísica, ambas a la ontología, las tres con la gnoseología, y las cuatro al tronco de sofía en este gran festival clorofílico. Así encontramos en las estanterías las historias de la moral en Occidente, historias de la ética, los minuciosos análisis sobre el lenguaje ético, y de ahí en más. Foucault no escribe sobre ética, ni al estilo tradicional ni de modo vanguardista. Choca con ella en la historia de la sexualidad. Allí donde esperaba encontrar las variadas estrategias de los poderes de la cultura produciendo, negando, multiplicando sexualidad, es decir, sexo discursivo y ritualizado, descubre a medida que pone en acción el procedimiento genealógico, que el sexo en tiempos de la cristiandad se diluye en una problemática de la carne y una hermenéutica del yo, y en una erótica combinada con preocupaciones sobre dietética y economía. ¿Por quéy Foucault llama a las elaboraciones los griegosen y romanos sobre eldeuso de los placeres el cuidado de ética sí? Cuando desmenuza ladesexualidad las reflexiones la antigüedad sobre la erótica, la dietética y la economía, ¿qué necesidad tiene de bautizar a este conjunto coherente con el nombre de ética? No lo hace porque analice la conducta de los individuos, su tema es la gestión de los placeres, los   afrodisia , y para el caso del "sí mismo" estoico, éste no corresponde a la categoría moderna de individuo. ¿Por qué llama "ética" a una  preocupación antigua que bien podría haberse denominado de otro modo?  No vale la inocencia. Tampoco cuando Foucault escribió su primer libro sobre la historia de la sexualidad, que publicó en 1976. En un primer momento su proyecto fue el de escribir dos historias paralelas: una historia de la penalidad y una historia de la sexualidad. Historias paralelas que pensó con posterioridad al mayo del '68 francés que había puesto en  práctica, en política, la crítica de las instituciones de control de los individuos, desde las cárceles a la universidad. Penalidad y sexualidad respondían a dos viejas preocupaciones de Foucault ya expuestas en libros anteriores,  La La historia de la locura y El nacimiento de la clínica.  Se trata de la intervención a nivel micropolítico de la medicalización y la penalización de nuestras existencias. modernidad. Medicina y derecho, las dos "rejas" teóricas de la lupa ético-política de la Cuando Foucault decide publicar el primer tomo de la historia de la sexualidad se confronta con dos líneas de pensamiento. Una utópica, la otra científica. La primera responde a Reich y Marcuse, emblemas de una concepción de la sexualidad como historia de un sexo reprimido por la civilización, que una liberación revolucionaria permitiría lucir en su resplandor majestuoso y salvaje. Desde la imagen de una homeostasis planetaria encarnada en millones de individuos descargados, y por lo tanto pacíficamente relajados, hasta la preocupación por una sensibilidad desculpabilizada aplicada a un toqueteo anónimo y permanente entre cuerpos, al fin generosos, las utopías sexuales se desplazaban, como decía Foucault en Vincennes, desde los susurrantes consejos de las sexólogas hasta las maravillosas actividades del Club Mediterranée. M editerranée. La concepción científica de la sexualidad es la que pertenece al lacanismo, es en su contra que Foucault lanza los dardos en los que desconoce la revolución teórica de Freud, lo agrupa con pensadores como Tertuliano, hace de él un continuador del imaginario medieval y confirma con datos históricos extraídos de los concilios eclesiásticos que el psicoanálisis desarrolla la matriz teórica cristiana que privilegia el lugar de la verdad en su relación con la confesión. La verdad con estatuto de "sinceridad" oculta en los arcanos de un corazón llamado

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Foucault y la ética "yo" que pone en funcionamiento su memoria, es decir su culpa, para una oreja sabia, párroco o  psicólogo. Se reía mucho Foucault con la solemnidad de los "científicos" "científicos" del inconsciente. Por eso es lógico sospechar que Foucault tenía interlocutores secretos y blancos  precisos cuando decide escribir la continuación de esta historia de la sexualidad, que sorpresivamente se descubre "ética". Hagamos un viaje relámpago a la Wells e intuyamos el paisaje europeo entre el 75 y el 84, año de la publicación de El uso de los placeres y El cuidado de sí.   ¿Qué vemos? Una Europa floreciente escandalizada ante el despotismo oriental, redescubriendo sus fuentes tantas veces despreciadas e injuriadas en nombre del marxismo, de la revolución, del totalitarismo, de las manos sucias, de las utopías finales, del hombre total, de China, Lenin y Bakunin. Las nuevas generaciones europeas decepcionadas de viejos mitos descubren a Mc Donald en la escuela de Chicago. Esto en la tierra. ¿Y en el cielo? En las altas cumbres de la socialdemocracia europea, alturas en la que pernoctan las águilas de la filosofía, los pensadores meditan sobre los derechos humanos, la idea de libertad, sobre la razón, Kant, el siglo de las luces, la modernidad tolerante, y la tolerancia moderna, Stuart Mill y la Inglaterra elegante, la  base militar de Frankfurt y la ética comunicacional. comunicacional. Europa se mira al espejo y se ama. Desde Haré a Toulmin, hasta Apel y Habermas, la ética es el tema filosófico de moda. Intuicionistas, decisionistas, constructivistas, racionalista analíticos y críticos, las innumerables escuelas de la filosofía contemporánea se disputaban el trofeo teórico de la ética mientras nosotros, en la Argentina, ¿qué hacíamos?. ¿Qué hicimos del 76 al 83 durante los juegos olímpicos de la filosofía occidental en el primer mundo? ¿Por qué fueron tan poco escuchados los filósofos que se dedicaron a estos menesteres en nuestra tierra en años en que la filosofía hablaba, moralizaba, ética de una la mano y el un lenguaje la otra?que Porinundó suerte un al fin se descorrió, el sigilocon se la hizo sinfonía, música clamordeerudito lostelón claustros, institutos, departamentos, academias, asesorías, llegó la ética y la comunicación, la ética y el racionalismo, la ética y los derechos humanos, la ética y la modernidad, la ética... éti ca...  Nadie perdió el tiempo, aquellos que no habían dejado de entrenarse en aquellos  peculiares años, mostraron mostraron su arsenal, atacaron a los escépticos entre el año '84 y el '86, le dieron duro a los nihilistas a mediados del '85, en octubre del mismo año enjaularon para siempre al relativismo histórico y se dieron por satisfechos. Y ahora que estamos en el '88, cuando la sordina del tiempo hace del bramido un murmullo y la inundación cambia de melodía, aparece este libro sobre Foucault y la ética. Esta colección de textos es el resultado de un seminario realizado en el Colegio Argentino de Filosofía. Nos hemos dedicado, los autores de este libro junto a numerosos colegas, a estudiar, lisa y llanamente. Leímos  El uso de los placeres   y  El cuidado de sí  ,  y a partir del trabajo de lectura efectuado durante 1987 "nos hemos dado" una serie de conferencias, que en un primer momento constituyeron una preparación para nuestros cursos en la universidad, y que debimos ajustar ahora a las dimensiones de este libro. Foucault murió, su risa ya no está. Dejó pistas muy breves; dicen que también dejó un testamento en el que prohíbe publicar lo terminado o sin terminar después del 84. Los inéditos que les ofrecemos corresponden a los años 82-83. Huellas débiles. Una mención de pocas palabras, ni siquiera pocas, sólo una, dandysmo,   me hizo proponerle a Edgardo Chibán que nos instruyera acerca de las líneas imaginarias que  podían tejerse entre la historia de la sexualidad en su nueva versión y aquella mención irreconocible. Una observación de Foucault sobre Peter Brown, historiador escocés, nos hizo traducirlo y estudiarlo. Nos dio datos sobre las formas de vida del Imperio Romano y la primera cristiandad. Lo mismo que Paul Veyne. Una conferencia de Michel Foucault acompañado por Richard Sennett, impulsó a Christian Ferrer y a Ciro Morello a investigar su obra... y así cada uno de nosotros recorrió los indicios de este crimen llamado ética. Foucault dice la ética en un estilo inédito. No es un código, no es un modo de decir, tampoco una conducta, no es la moralidad ni los ideales, es una práctica de sí, una ascética. Y descubre su figura primigenia en la antigüedad, en las prácticas prescriptivas en las que los sujetos desean convertirse en objetos de belleza, en obras de arte. La ética como estética de la existencia.

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Foucault y la ética La sexualidad, objeto de esta historia, es un término creado a fines del siglo XVIII. Foucault describe las características fundamentales de la sexualidad en su primera obra,  La voluntad de saber.  Recorre sus antecedentes en el cristianismo a través de las tecnologías confesionales, los regímenes de penitencia y termina trazando a grandes rasgos el lugar de la sexualidad moderna. Foucault llama "biopolítica" a las formas que adquiere el poder en los tiempos en que la familia ha dejado de ser la célula de la sociedad, cuna secreta de los deseos sexuales, y se erigen las poblaciones, su número, movimientos, crecimientos, salubridad, exterminio, como actor demográfico de nuestros días. En realidad, el tomo I de la  Historia de la sexualidad es su última parte. Cuando Foucault termina esta obra rastrea el cristianismo y escribe Las confesiones de la carne,  el libro que no editó y muy pocos conocen; nosotros no. Es por ciertos interrogantes planteados por la  problemática cristiana que Foucault se vuelca a la antigüedad y descubre el uso de los placeres y el cuidado de sí. Ascética y estética son dos formas de la ética que Foucault analiza en la antigüedad. Ignoramos si las hubiera encontrado repetidas o con modalidades diferentes en otros períodos históricos. La mención que hace del dandysmo y del Renacimiento no son más que dos referencias no desarrolladas. Lo que sí sabemos es que Foucault, cuando piensa esta historia, encuentra que la  preocupación ética se conforma conforma a través de una reflexión cuyos acentos hipocráticos y económicos parecen mayores que los propiamente filosóficos, al menos en los griegos. Descubre también que en el Imperio Romano esta reflexión no es una mera continuación de lo griego. El cuidado de sí es el modo particular que adopta la reflexión ética en la prescriptiva estoica. El historiador Jean Delumeau acaba de publicar un monumental estudio sobre la culpabilización siglo XIII al XVIII, y anuncia quecuidado su relato abarca distintas formas en queOccidente, adquiere endelaquellos tiempos "el miedo de sí". El de sí, junto las al miedo de sí y el "cuidado del otro", como designa Lacan a la figura del amor cortés, son los sustantivos éticos que resumen una serie de técnicas de subjetivación.   Las confesiones de la carne señala que la hermenéutica del sujeto necesita para su elaboración de la presencia de un cuerpo-carroña pensante, un ser intersticial entre la ciudad de d e Dios y la terrena. En las entrevistas con los profesores norteamericanos Dreyfus y Rabinow y en la conferencia con Richard Sennett, Foucault habla de su proyecto de un desarrollo histórico de las tecnologías del yo. Sitúa esta clase de tecnología junto a las tecnologías de producción, de dominación y las de significación según una u na tipología sugerida por Habermas. Dice Foucault cuando define las tecnologías del yo: "... las técnicas que permiten a los individuos efectuar por sus propios medios un cierto número de operaciones sobre sus propios cuerpos, sus propias almas, sus propios pensamientos, su propia conducta, y lo hacen de modo que se transforman a sí mismo, modificándose para alcanzar cierto grado de perfección, felicidad, pureza, poder sobrenatural. Vamos a llamar a estas técnicas tecnologías del yo" (Sexualidad y soledad). Es posible que  sea hacia una variedad de tecnologías del yo que se dirigen las reflexiones éticas de Foucault .Voy a dejar que los distintos textos que constituyen este volumen aporten datos sobre este problema inconcluso. Pero algo debemos subrayar. Lo que habitualmente hacen los filósofos cuando se refieren a la ética y su lógica, es señalar que éstas, sin duda, se enmarcan en "formas de vida", o se relacionan con prácticas sociales cuyo análisis dejarán para otro momento, que no llega nunca, porque simplemente no tienen el modelo teórico para hacerlo y están encerrados en su  propio muro lógico y lingüístico. Son estas formas de vida vi da y prácticas sociales s ociales en relación a las  producciones discursivas las que siempre ha analizado Foucault. No lo ha hecho siguiendo el modelo dialéctico de idas y venidas entre causalidades ventrílocuas, sino a partir de la afirmación nietzscheana de pensar "afirmativamente". Sin embargo, Foucault no es nietzscheano, ni marxista, tampoco perteneció a la clase de los historiadores que hoy en día  producen kilos de historias de la vida cotidiana e ingentes ensayos sobre la intimidad.  La microfísica del poder es un llamado a lo múltiple y lo mínimo, pero no resume los avatares de una civilización en las vestimentas usadas ni en los manjares consumidos.

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Foucault y la ética En sus trabajos  La gubernamentabilidad y Hacia una crítica de la razón política,   Foucault enuncia algunas tesis sobre lo que llama el poder de policía y el poder pastoral. Estos regímenes de poder-saber que caracterizan a Occidente a partir de la constitución de las monarquías absolutas y la instauración de las nuevas administraciones centralizadoras, se ocupan de la  vida  de los individuos. Desde las instituciones pastorales de la iglesia hasta la  preocupación por el "orden público", policía en su sentido original, entre el Estado absoluto y su contracara, el individuo absoluto, percibimos un cambio en estas tecnologías del yo. Las  prácticas de sí diferenciadoras pasarán a un régimen de control homogeneizador característico de la modernidad. Las llamadas al "uno mismo" de nuestro estado terapéutico no equivalen al cuidado de sí, son su negativo. Si, como dice Georges Canguilhem, el cuidado de sí es una resistencia al poder, lejos estamos de las invocaciones actuales a la calidad de vida y a la salubridad total. Son temas a pensar. Arqueólogo y genealogista, Foucault deja esta su última obra. Si en Las palabras y las cosas remueve los cimientos de la autoimagen de las ciencias sociales y el marxismo, en Vigilar  y castigar   las versiones estatistas o contractualistas del poder, en  La voluntad de saber   las utopías sexuales y sus correlatos en la semiología inconsciente, ahora, en  El uso de los placeres  y en El cuidado de sí, nos ofrece esta particular versión de la ética. Cuando Lacan en su seminario de La ética nos la define como perteneciendo al orden del "biendecir", la ética en su calidad retórica, Foucault parece tomar rumbos diferentes. Afirma que la ética del intelectual no es decir a otros aquello que deben pensar, sino pensar contra uno mismo. No es un biendecir, es un ejercicio permanente del "desdecir-se". Pero esta es otra historia. TOMÁS ABRAHAM 

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Foucault y la ética

PRESENTACION DE LA TERCERA EDICION Trans curridos cinco años desde que inició sus cursos en el College de France y Transcurridos ya publicados  La voluntad de saber   y Vigilar y castigar , Foucault inicia un año sabático. No dicta cursos en el año 76-77. Recomenzada su labor, su investigación investigación se inscribe en un plan preestablecido. Continúa con temas enunciados en obras anteriores. Quedaban promesas por cumplir. Los anuncios editoriales habían anticipado un plan de  La historia h istoria de la sexualidad  sexualida d  en   en el que se leía “la carne y el cuerpo”, “La cruzada de los niños”, “La mujer, la madre y la histérica”, “Población y razas”. Foucault decide no quebrar el curso lineal de investigación. Se centra sobre el tema de la biopolítica, el de las poblaciones y su relación con los nuevos dispositivos de sexualidad. En el año 77-78, Foucault dicta el curso “Seguridad, territorio y población”, en el que señalamos dos novedades. La primera es la afirmación de que el Estado disciplinario no caracteriza las nuevas formas de poder. En todo caso, no es su nota fundamental. Foucault describe las características de las nuevas formas de control social. Y éstas no se reducen a la disciplina exhaustiva. El nuevo orden interior se diagrama según zonas vulnerables que  presentan el problema de su localización. Interesa el tema de los dispositivos de seguridad. Terrorismo y petróleo aparecen como encrucijadas políticas de actualidad, y Foucault les dedica algunas reflexiones. Habla del bienestar europeo centrado sobre una larga política de saqueo de energía, de su futura escasez y de las dificultades en asegurar por largo tiempo su bajo costo. El otro problema, el del terrorismo, hace pensar a Foucault en formas de seguridad que considera nucleares nuevasque estrategias control  poder s e distinguen se distingu en de dpara e la las disciplina necesita de el ojo que social. todo loLas ve, nuevas vigila ytecnologías mide. Para del los l os sistemas modernos de seguridad se necesita de un diseño de información que permita intervenciones rápidas en las zonas catalogadas como vulnerables, un consenso que pasa por una serie de controles, coerciones e incitaciones que se realizan a través de los "mass media". El  poder no debe entonces intervenir por sí mismo. Por lo que las sociedades posdisciplinarias y las nuevas formas de control constituyen una preocupación definida. En lo que respecta a la otra novedad del curso, se trata de una nueva figura teórica: la noción de gobierno. gobi erno. Hasta ese momento Foucault había elaborado la teoría de los dispositivos de saber/poder. Este modelo de su "microfísica" le había permitido ejercer una función crítica contra la clásica tríada marxista de Estado-ideología-clases sociales. Este desplazamiento -que  jamás hizo negar a Foucault la l a pertinencia de los conceptos marxistas pero p ero sí de su eficacia en ciertos niveles- sufre un nuevo desplazamiento. La noción de gobierno le parece más operativa que la de saber/poder. Gobierno no en tanto instancia suprema de decisiones ejecutivas y administrativas, en el sentido amplio y antiguo de mecanismos y procedimientos destinados a conducir asino los hombres, a dirigir la conducta de los hombres, a conducir la conducta de los hombres. De estos  procedimientos que aseguran en la sociedad el gobierno de los hombres, hay dos que le interesan especialmente: el poder pastoral y la razón de Estado. Foucault reafirma la necesidad de ciertas precisiones metodológicas. No parte de los universales para deducir fenómenos concretos. Los puntos de partida no son las ideas de soberanía, pueblo, Estado, sociedad. Es necesario analizar las prácticas concretas para llegar a los universales. Pero no se trata de una reducción historicista. El historicismo comienza su elaboración de los universales tal como se presentan y estudia el modo en que fueron modificados por la historia. El historicismo parte de los universales y los pasa a través del colador de la historia. La alternativa es otra. Dice Foucault: "supongamos... que los universales no existen", e interroguemos el modo en que los historiadores podrían escribir la historia a falta de un catálogo  previo. En una entrevista de la misma época Foucault le decía a un crítico literario que se debería hacer la prueba de que por lo menos durante un año ningún libro editado lleve firma de

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Foucault y la ética autor. Un año de ediciones anónimas. Foucault quiere ver el modo en que se las arreglarán los críticos. Pero intuye que durante ese mismo año los críticos también suspenderían su labor. Foucault siempre admiró en Borges sus ideas de bibliotecas fantásticas y catálogos absurdos. Estima que es la mejor prueba de la arbitrariedad de lo que para muchos es una comodidad. Así,  para Foucault, el realismo de los universales no se modifica con el relativismo de los historicistas, sino con lo que llama -siguiendo a su amigo Paul Veyne- el "nominalismo histórico". Lo que significa no partir de los universales, ya sea para confirmarlos o criticarlos, sino partir de la inexistencia de los universales para ver qué historia puede hacerse. Con el fin del feudalismo se disocian los antiguos modos de concebir el gobierno. El antiguo poder pastoral se interesa por el gobierno de las almas. El poder pastoral individualiza,  pero al mismo tiempo ti empo se dirige a una población. Para el pastor el conjunto de su rebaño no vale más que la vida de cada uno de sus fieles. En los siglos XV y XVI, este poder entra en crisis y aparecen nuevos modos de dirección espiritual. Del gobierno de las almas al gobierno de los niños, el de la familia, de los dominios y principados. De estos nuevos modos de concebir el gobierno, hay uno que descollará, el de la gubernamentalidad política. Es la relación entre la conducción del conjunto de los individuos y el poder soberano. Con el tema de la razón de Estado, Foucault comienza una serie de estudios sobre la racionalidad en la práctica gubernamental. Se trata de las artes de gobernar. El tema de la razón de Estado se desprende del tema imperial que anuncia tanto el fin de los tiempos como la unificación de las soberanías. También lo hace con el estoicismo político que analiza las virtudes del príncipe, su prudencia, su generosidad, su conveniencia. Para la nueva racionalidad política se trata de un cálculo que permita el incremento de las fuerzas del Estado. El Estado soberano puede ser una realidad preexistente pero no es una realidad suficientemente sólida. ElaEstado es en un laobjetivo a cumplir, y se diferenciapor de lo lasque antiguas figuras que lo asimilaban una casa tradicional economía aristotélica, no es asunto doméstico ni patrimonial, ni es una iglesia ni un imperio. Es una entidad específica. El universal "razón de Estado" emerge a partir de las siguientes prácticas: a) el mercantilismo. No es una doctrina económica sino la organización de la producción y el circuito comercial según los cuales el Estado debe enriquecerse, reforzarse por el crecimiento de la población, y mantenerse en estado de competencia permanente frente a las potencias extrajeras, b) la diplomacia y la armada. Dispositivo permanente de un aparato diplomático-militar. Su objetivo es mantener la pluralidad de Estados fuera de la absorción imperial. Es el tema de la balanza europea, de una política de paz y equilibrio y de un nuevo sistema de alianzas, c) la policía y la gestión interior. En el sentido pensado por los alemanes de   "polizeiwissenschaft".   Puesta en marcha de un dispositivo destinado a hacer crecer las fuerzas del Estado desde su interior. La finalidad es asegurar la "Wohfart", el Estado de Bienestar, en el que se combinan riqueza, tranquilidad y felicidad. Esto requiere una reglamentación indefinida del país mediante un detallado ordenamiento urbano en el que se combinan la higiene pública, el alumbrado de las calles, leyes la mendicidad, sujetoslas la que se contra convierte en un u n asuntoladeprotección Estado. de las propiedades. Es la vida misma de los En los cursos que siguen, Foucault analiza el modo en que las nuevas racionalidades de gobierno limitan los poderes de la razón de Estado. Las teorías del derecho natural, del contrato social, los modos en que la razón jurídica se propone elaborar limitaciones a la razón de Estado, son parte de la estrategia de los nuevos grupos de disidentes, parlamentarios, protestantes, y sectores de la burguesía inglesa. La razón jurídica se propone como su limitación exterior. Para los juristas la razón de Estado es exorbitante frente al derecho. Es necesario ponerle límites,  provengan de la divinidad o de d e cualquier origen lejano. Se plantea el problema de la legitimidad del gobierno y el de las obligaciones de la obediencia. Pero a Foucault le interesan dos modos en los que se manifiesta la crisis de la razón de Estado. El liberalismo y la economía política. El liberalismo es una práctica, un modo de hacer. Este es el punto de vista de Foucault. Se sostiene en la afirmación de que el arte de gobernar no puede tener como único fin el incremento de las fuerzas del Estado. Si para las teorías de la "polizei"  alemana,  alemana, siempre se gobernaba demasiado  poco, para el lliberalismo iberalismo -elaborado en Inglaterra desde d esde el siglo XVIII- el problema es que q ue se gobierna demasiado, o, al menos, es necesario sospechar que se gobierna demasiado. Foucault

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Foucault y la ética se interesa entonces en el liberalismo como reflexión crítica del arte de gobernar e instrumento crítico de la realidad. El liberalismo no nace de la idea de contrato social pero admite la necesidad de regulaciones y de un Estado de derecho. "El liberalismo es una tecnología del gobierno frugal", decía Benjamín Franklin. Pero sus relaciones con la democracia no son necesarias. Puede ser una idea adaptable a las más diversas circunstancias, como lo hicieron los fisiócratas, para quienes la racionalidad del mercado, su autorregulación, la garantía de anular un gobierno excesivo, es posible con el gobierno de un déspota que sepa de economía de mercado y tutele su transparencia. La otra limitación a la razón de Estado es la economía política. Esta disciplina es un  principio de limitación interior. Concierne a los métodos del gobierno que ti tienen enen la finalidad de asegurar la prosperidad de una nación. Y es, además, una reflexión sobre la organización, la distribución y la limitación del poder p oder en la sociedad. La economía política analiza los problemas de los efectos reales de la gubernamentalidad y no cuáles son los derechos originarios que la pueden fundar. Mientras la razón jurídica buscaba los fundamentos naturales anteriores a la organización social, la naturalidad que descubre la economía política se refiere a modos específicos de acción de gobierno. Leyes, tendencias, regularidades, naturalidades específicas. La cuestión de la verdad está referida al conocimiento o desconocimiento de esta naturalidad y no a los antiguos  problemas de la malicia del príncipe. príncipe. El problema del máximo-mínimo sustituye a la idea de equilibrio articulada a la justicia del soberano. Ahora se trata del punto de vista de la justeza del cómo y hasta dónde se puede gobernar. Un gobierno que sabe poco, gobierna demasiado. Desde el siglo reglamentos XVIII, una serie de prácticaselcomo la de recolección de yimpuestos fiscales, las tarifas aduaneras, de fabricación, precio los granos la protección del mercado se reflexionarán en una nueva coherencia. Se valorarán estas nuevas prácticas no en función de la ley o de un principio moral, sino en función de la separación de lo verdadero y lo falso. Dice Foucault que aparece un nuevo régimen de verdad. Existe una traslación de los problemas de gobierno legitimados según la ley, ya sea  principio de d e conformidad conformidad a lo divino o a lo natural; o, desde el siglo XVI de las propuestas de una gubernamentalidad minuciosa para llevar al Estado a su fuerza óptima, hacia un régimen de verdad que establece el punto máximo y el mínimo que nos dicta la naturaleza de las cosas. Foucault analiza la interferencia de varias prácticas en un régimen de verdad y dice: "lo real es la inscripción de prácticas diferenciadas en un régimen de d e verdad". Aquí es en donde se produce un pliegue en la obra de Foucault. Aproximadamente en el año '80. Es cuando aparece la noción de gobierno de los hombres por la verdad. No hay "hegemonía" sin "allethourgés"  dirá   dirá Foucault, con dos términos griegos. En donde hay poder debe haber algo del orden de la l a verdad. análisis de las se racionalidades a Foucault a pensar problema dedel la verdad. Los De este encuentro producirá unpolíticas paso de llevan los problemas referidos a lael microfísica  poder a otro que inaugurará su reflexión ética. El puente es el tema de la verdad. Pero es una verdad poco filosófica, o una nueva definición defi nición de la filosofía, la de ser una políti política ca de la verdad. Desde los pies de Edipo hasta el cielo estrellado que presagia el destino de Séptimo Severo, Foucault describe rituales de manifestación de la verdad, es decir el conjunto de  procedimientos verbales o no verbales por los que q ue se s e afirma que q ue algo al go es verdad. Así analiza la tragedia griega, como una "alethurgia", un "direvrai", una manera de hacer aparecer la verdad. La tragedia como una dramaturgia del reconocimiento, una dramaturgia de la verdad. Los modos de decir la verdad se llaman "veridicciones", como los modos de hacer justicia,  jurisdicciones. El decir la justicia y el decir la verdad forman un solo dispositivo en el mundo griego. Las tres veridicciones de la tragedia de Edipo son las siguientes: la del oráculo, palabra de los dioses; la del juramento, palabra de reyes; y el testimonio, la de los esclavos. Se trata de que en la tragedia se compongan estos decires y estos haceres enfrentados. Que hagan "symbolón". El "symbolón" es una palabra griega que designa una fragmentación del todo, es un proceso de recomposición por mitades, de dos en dos en cada nivel. El análisis de Foucault expone el orden simbólico de la estructura edípica que terminará con la composición final de la

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Foucault y la ética  palabra oracular y de d e la testimonial. Es la conjunción de las veridicciones de l os dioses y del  pueblo, la que convertirá a la palabra de los reyes en superflua, superflua, excesiva. Foucault dedica varias clases a ilustrar las relaciones entre artes de gobernar y juegos de verdad. El principio de racionalidad o razón de Estado; la racionalidad económica o principio de evidencia, que sitúa la racionalidad en las cosas mismas, en su diversidad y especificidad; la especificidad científica de la evidencia o principio de competencia, por la que se designa al experto en cuestiones de racionalidad; la inversión del principio de competencia particular que condena el secreto de los llamados especialistas, aquellos que ocultan la verdad del sistema; los modos de fascinación de la conciencia o principio del terror, en el que la verdad desnuda inmoviliza cualquier acción. Los nombres de Quesnay, Saint Simón, Rosa Luxemburgo, Soljenitzin, se despliegan en esta sucesión de juegos j uegos de verdad y artes de gobernar. Pero hay algo más. Una historia de las veridicciones no se hace desde el punto de vista de las estructuras o relaciones de objetividad. Se hace desde los actos de subjetividad. Foucault afirma que a partir de este momento iniciará un trayecto en el que convergerán sus dos princi pales intereses: una historia de la subjetividad y el análisis de las formas formas de gubernamentalidad. Hasta ese momento su obra había recorrido estos caminos en forma separada. Como  parte de una historia de la subjetividad había estudiado el efecto sobre los sujetos de las  particiones del saber como l a locura, la enfermedad y la delincuencia. El sujeto de la cultura occidental se define teóricamente por estas tres coordenadas: está cuerdo, sano, y en regla. El otro aspecto de esta historia de la subjetividad -señala Foucault- es el de la objetivación del sujeto en saberes como el del trabajo, el lenguaje y la vida. "Las palabras y las cosas" es el testimonio de esta preocupación. El problema de la gubernamentalidad está vinculado al tema del poder, pero no como sistema unitario ubicadoentre alrededor de uny centro expande, sino como del un encierro, dominio de relaciones estratégicas individuos grupos:que sonselos casos estudiados la disciplina, la razón de Estado y las artes de gobernar. En esta nueva etapa se trata de una historia de los actos de subjetividad y de una filosofía pensada como una política de la verdad. Son dos términos habitualmente poco relacionados los que se juntan: política y subjetividad. Actos de subjetividad concebidos a partir de las relaciones del sujeto consigo mismo. Pero no el sujeto filosófico, no es la antiquísima joya universal. El "nominalismo histórico" es un estudio de prácticas concretas, por lo que en lo concerniente al sujeto se analizarán los vínculos entre actos de verdad v erdad y ascesis, los ejercicios dé sí sobre sí, las técnicas de sí. La formación de subjetividades inquiere sobre los modos de vida, las elecciones de existencia, los modos de regular la conducta, de fijarse medios y fines. Esta relación consigo mismo y con los otros se expresa en la pedagogía, las prescriptivas, casuísticas, la dirección espiritual. Para elaborar esta historia Foucault aplicará su método: no es en las teorías del alma o de las pasiones en donde encontrará lo que busca. Es en el análisis de las técnicas de sí, o lo que en otro momento tecnologías odel yo, es decirsegún en losciertos procedimientos destinados a fijar identidades, ya sea llama para mantenerlas transformarlas fines. En esta etapa Foucault retoma el trayecto iniciado en "La voluntad de saber": el  problema de la confesión. Ya en este texto había afirmado que la confesión es uno de los mayores rituales de producción de verdad. La confesión ("aveu"), había funcionado tradicionalmente como una garantía del status de una persona. Era lo que los otros podían sostener acerca de uno mismo. En la nueva versión, la confesión es un discurso de verdad que se se está obligado a tener sobre sí mismo. Foucault analiza la verdad inscripta como procedimiento de individualización del poder. Si digo la verdad sobre mí es porque me constituyo en sujeto mediante un cierto número de relaciones de poder. Y la confesión es uno de los procedimientos más valorizados en la producción de la verdad. Una historia política de la verdad debe revertir la idea de que la confesión libera y reduce el poder al silencio, que la verdad no pertenece al orden del poder y que tiene una relación originaria con la libertad. Este proyecto Foucault lo inicia en "La Voluntad de Saber" con algunos esbozos de análisis de las relaciones entre sexo y verdad. De la transmisión de  preceptos en la pedagogía p edagogía griega y el fin del modelo pedagógico pasa p asa a la expresión exhaustiva y obligatoria del secreto individual. La confesión es definida como la matriz general que rige la

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Foucault y la ética  producción del discurso verdadero sobre el sexo. Y por el tema que le preocupa, Foucault  partirá del funcionamiento de los rituales de la confesión a las regularidades científicas de la "scientia sexualis". En una de sus últimas entrevistas Foucault dice: "me pregunto ¿cómo sucede que el hombre hace de sí un objeto de un conocimiento posible, a través de qué formas de la racionalidad, de qué necesidades históricas, a qué precio? ¿Cuánto le cuesta al sujeto poder decir la verdad de sí mismo?". Foucault sigue en sus cursos un orden inverso al de sus publicaciones. En el College de France estudia primero la confesión cristiana, y luego se dispone a analizar la estética de la existencia griega y el examen de consciencia en las escuelas helenísticas. Sus escritos  presentaron el "Uso de los Placeres" y el "Cuidado de sí", relativos al mundo antiguo, y sobre el cristianismo prácticamente nada ha sido publicado. En él último resumen de cursos publicados, el de la "Hermenéutica del Sujeto", en el que habla del cuidado de sí en Sócrates y Gregorio de Nicea, cuando menciona a Plutarco, dice: "ocuparse de sí -para los patricios romanos- es un privilegio, es la marca de una superioridad social, en oposición a aquellos que deben ocuparse de otros para servirlos, u ocuparse de un oficio para vivir". El cuidado de d e sí se relaciona con la co concepción ncepción romana del "otium". Este es el cuidado de sí para los patricios romanos, una actitud aristocratizante, de diferenciación social, de distinción. Pero este carácter elitista no clausura su sentido. Hablemos del último curso de Foucault. Se llama "El coraje de la verdad". A su desarrollo pertenece su estudio sobre la "Parrhesia" en los cínicos que aquí publicamos. Este curso no ha tenido difusión. Sólo algunos comentarios han aparecido en revistas dispares. Constituye un inesperado testamento, las últimas palabras último estilo, son académicas polémicas. que, a pesar del tono elegante, vuelto hacia sí y controlado de su Quiero decir que se inscriben en un debate. Tanto sus elaboraciones sobre el siglo de las luces, su consideración de la figura de Baudelaire, sus artículos sobre Kant como este curso sobre la parrhesía, son parte de un espacio de discusión con los llamados filósofos de la modernidad, los renovadores de la escuela de Frankfurt que desarrollaron las éticas comunicacionales. Foucault disputa el trofeo de la modernidad pero no es posmoderno, no viene después de nada. Si algo continúa y modifica es el espacio abierto por Sartre en la filosofía francesa, para bien o para mal. Pero Foucault no es un filósofo de las crisis, ni de la decadencia de la cultura, ni del recuerdo de Viena, ni usurpador de catastros, catástrofes y caos matemáticos. Tampoco es un pensador del vacío de nuestro tiempo, del autismo de las  personalidades o del narcisismo de la cultura. Ni tampoco del culto al fragmento, a la mezcla de géneros, al cortejo de las literaturas, ni a las nuevas metafísicas del espacio y la velocidad. No le tenía miedo a la televisión a la que no le dedicaba ni un solo pensamiento, ni consideraba que los mass media idiotizaban o desinformaban. d esinformaban. Dijodeluna vez: "No creo en el refrán decadencia, ausenciadeldevacío, escritores, la esterilidad pensamiento... al contrario, haydeunala plétora. Y nolasufrimos sino de escasez de medios para pensar todo lo que está pasando. Hay una abundancia de cosas para saber... hay una inmensa curiosidad, una necesidad o un deseo de saber. Siempre hay quejas acerca de que los medios le llenan la cabeza a la gente, pero encuentro que en esta idea se desliza un sentimiento misantrópico. Creo, por el contrario, que la gente reacciona, y más quieren investigar cuanto más se quiere convencerlos. La mente no es una cosa blanda, sino una sustancia reactiva... La curiosidad es un vicio, siempre fue un vicio estigmatizado por el cristianismo, por la filosofía, incluso por una cierta concepción de la ciencia. Curiosidad igual a futilidad. Sin embargo, me gusta la palabra, me evoca preocupación, recuerda el cuidado que se tiene por lo que existe exist e y podría existir... sueño con una nueva era de la curiosidad... sufrimos por la estrechez de los canales, por su insuficiencia. No tiene sentido adoptar actitudes  proteccionistas para prevenir la mala información y separarla de la buena. Más bien deberíamos multiplicar los caminos y las posibilidades de las idas y venidas". Por lo que Foucault no es posmoderno ni es parte de la izquierda aterrorizada por la sociedad de consumo.

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Foucault y la ética Sus reflexiones sobre el tema de la modernidad, su crítica tácita a Habermas, de quien casi nada le interesaba aunque sí respetaba su densidad, no provienen de algo post. Foucault reivindica el legado de la modernidad -si esta palabra designa la caída del universo teocrático pero sólo rescata algunos de sus aspectos. La permanente inventiva y la insistencia crítica. El disenso creador. Por eso aparecen los cínicos. Foucault no está de acuerdo con el uso que hace Habermas y los filósofos de la actualidad europea -que poco ha variado desde el año 83- de la ética. Todos buscan la comunicación, el consenso, el fin de las fronteras, el fin de la historia, la muerte de las ideologías, la democracia ontológica, las autopoiesis, los ecosistemas, los  polisistemas. Esta es la "nomenklatura" de la filosofía de hoy, de alguna. Se califica a la rebeldía de cinismo porque no puede ser llevada hasta sus últimas consecuencias. Como la  prédica emancipadora de la filosofía del siglo pasado ya no tiene vías de resolución, r esolución, entonces la  protesta, el no, la indicación de las zonas de opresión son cínicas. Se complacen en el nombrar. Y Foucault sostiene que una de las tareas éticas del intelectual del presente es su relación con el nombrar. Diógenes es aquel que desafía a Alejandro Magno, pero sobre todo es aquel que pone en práctica una nueva actividad discursiva. Es la l a que se define por la relación qque ue se tiene con lo que se dice. Esta es la franqueza o "parrhesía" cínica. Lo que Foucault llama "enunciadum" para distinguirlo del enunciado o de la enunciación, es la relación que tiene el hablante con aquello que piensa. Posición subjetiva. Esta posición del sujeto debe darse en una situación de minoría o inferioridad. No es palabra de amo, ni de siervo. Sería más que arriesgado identificar a Diógenes con el esclavo hegeliano. No se trata de la muerte del Amo en una sociedad en la que rige el trabajo, mundo de los siervos. El Amo no desaparece, y Diógenes, su prédica, su escándalo, es algo más que una figura artística. Muestra el escándalo del poder, su obscenidad. Escandaloso y obsceno es el poder, y no las masturbaciones públicas de Diógenes. Pero esta obscenidad no responde platonismo tantas criticado Foucault. A esteelpoder no se le La opone una verdad sina un poder y virginal. Es veces otro poder, depor calidad diferente, del inferior. verdad aparece aquí como el resultado de una situación estratégica. Se enuncia en una situación de  peligro, y en una particular relación con lo que se dice. Alguna vez dijo Foucault que jamás le interesó el tema del poder, y que su única  preocupación es la verdad. Es la que aquí aparece, un unaa verdad ética en boca b oca de un intelectual en inferioridad política. Este es el cinismo filosófico del que habla Foucault, el cinismo como cuidado de sí, trabajo con uno mismo en relación a los otros, el antídoto a la apatía moral, la alternativa a los universalismos. Pero en "Funciones de la Confesión" el poder de la palabra tiende a reforzar el poder de la institución. Los análisis que hace Foucault de las etapas de la confesión forman parte de sus elaboraciones sobre la genealogía del sujeto deseante. Con ellas también se conecta su seminario sobre San Agustín. Se trata de mostrar la cadena que liga al deseo, la palabra, el sujeto, la memoria y la culpa. Esta cadena se construye en el paradigma monástico. Decir todo, ésa es la consigna. Mientras en la parrhesía cínica el decir todo se vinculaba al mundo de la creencia hablante, particular relación con verdad, relación en este caso, decir todo se vinculabadel al mundo de alasu creencia del hablante, a sulaparticular con laelverdad, en este caso, el decir todo lo que pasa por nuestra mente es una cacería del diablo. Los sueños, los rincones alejados de nuestra consciencia, es en lo l o "involuntario" en donde aparece Sathanás. Las fallas de nuestra vigilia, la desidia en nuestro cuidado, nuestra falta de fortaleza anímica es descubierta en los movimientos involuntarios como los sueños, las poluciones nocturnas, y la erección. Nuestro cuerpo es la galería de las vergüenzas ocultas. A esto se refiere Foucault cuando analiza el paraíso según San Agustín, y la sustitución del modelo de la penetración de los griegos, por la simbólica erección de los monjes cristianos. Pero la novedad cultural que introducen los monjes del siglo VI es la intervención del eje de la verbalización en los diagramas de poder. El decir todo no es un acto solitario, se le dice todo a un otro. La verbalización es parte de un sistema de obediencias basado en la repetitiva y desnuda virtud del obedecer mismo. La sumisión y la humildad hacen al buen cristiano. Sólo siglos más tarde, el decir todo a un otro se transformará en un modelo jurídico, en el que el confesor dictará sentencia, indicando la pena o las vías de absolución. El modelo del vasallaje y el del derecho germánico (la penitencia tarifada) se inscribirán en el orden sacramental. sacramental.

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Foucault y la ética La verdad como actividad-puente entre los dispositivos de poder y las prácticas de sí se tensa entre estos dos polos: la parrhesía griega y la confesión cristina. La confesión constituye al individuo en sujeto cuando dice la verdad sobre sí mismo en una relación de obediencia. La  parrhesía nos muestra la constitución constitución del sujeto que al decir su verdad está en peligro. *** Publicamos en esta tercera edición dos textos de Foucault; "Mal faire, Dire Vrai" y "La  problematización de la parrhesía". Conviene efectuar algunas aclaraciones. Estos textos son resúmenes de conferencias de Michel Foucault. La traducción y la síntesis las hice durante una estadía en el Centro Michel Foucault de París. Las conferencias sobre la confesión fueron desgrabadas, las de la parrhesía tuvieron una edición interna al departamento de Filosofía de la  North Western University. Una fotocopia en inglés de estas últimas está en el el Centro. Foucault prohibió por vía testamentaria la reproducción de todo material cuya edición no hubiera estado a su cuidado, por eso los textos aquí presentados son el resultado de un trabajo de jíbaro en el que intenté hacer de cinco páginas una sola. Las ideas rescatadas son de Foucault, la diagramación diagramación necesariamente mía. El título de la traducción de las conferencias sobre la confesión, "Mal faire, Dire Vrai", es difícil. Dire vrai se refiere a veridicción, tal como lo aclara Foucault en su texto; lo extraño es el "mal faire", que literalmente lit eralmente es mal hacer. Por el momento queda llaa traducción de "Cosas mal hechas y verdades bien dichas", cuya cu ya aplicación me parece más amplia. T.A.

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Foucault y la ética

MICHEL FOUCAULT: DISCURSO Y VERDAD. LA PROBLEMATIZACIÓN DE LA PARRHESIA Texto resumido y traducido del inglés por Tomás Abraham. Seis conferencias de Michel Foucault en la Universidad de Berkeley, California, 1983. Editado en 1985 por el departamento de filosofía filosofía de North Western University PRIMERA CONFERENCIA SIGNIFICADO Y EVOLUCIÓN DE LA L A PALABRA PARRHESIA  A) SIGNIFICADO:

Aparece por primera vez en Eurípides, y se la encuentra hasta el siglo IV DC, por ejemplo, en las obras de Juan Crisóstomo. Encontramos la forma nominal de la palabra  parrhesía, el verbo parrhesiazomai, y la palabra parrhesiastés, en un diálogo de Luciano y en otro de Plutarco. Parrhesía se puede traducir en inglés por "free speach", o en francés por "franc  parler". Significa en castellano "aquel que dice di ce la verdad". Decirlo todo, eso es "Pan". "Rhema" quiere decir en griego "lo que se dice". Panrhema, que se dice todo. El parrhesiastés es el que dice todo lo que se le l e pasa por la mente, y abre su corazón a los otros a través del discurso. Parrhesía indica un tipo particular de relación entre lo que dice el hablante y aquello que expresa. El hablante manifiesta claramente que aquello que dice es su propia opinión. Evita formas de velos retóricos, habla directo. La forma retórica provee al hablante de medios de seducción para usar independientemente de su pensamiento. En la parrhesía, el parrhesiastés actúa los otros mostrando que piensa. Si es en habitual distinguir el sujeto sobre de la enunciación del sujetodirectamente gramatical delaquello enunciado, hay también éste caso un sujeto del enunciando (enunciandum), que es la creencia u opinión del hablante. En la parrhesía el hablante enfatiza que él es a la vez el sujeto de la enunciación y el sujeto del enunciando -Yo soy aquel que piensa esto y lo otro-. Foucault prefiere la palabra "speech activity" a la de "speech act" de Searle, o la de Performative Utterance de Austin, para establecer la relación entre el sujeto y aquello que dice. El decir usado en la parrhesía está vinculado a una situación social que indica una diferencia de status entre el hablante y su audiencia debido a que el parrhesiastés dice algo peligroso para sí mismo, está en una situación de riesgo. Además, la palabra de la parrhesía es una palabra sólo usada por varones. PARRHESIA Y VERDAD

Hay dos tipos de parrhesía. Una es la charlatanería, el que dice cualquier cosa sin la calificación unen sentido Por ejemplo queelusa en  La  República  endebida. el 577 Esto b, en indica el Fedro el 240peyorativo. e, en Las Leyes en el 649esb el y en 671.Platón Aquí Platón nos habla de aquel que por una mala constitución democrática se dirige a sus ciudadanos  proponiéndoles estupideces. También en la literatura cristiana la mala parrhesía se opone al silencio y a la disciplina como contemplaciones de Dios. El parrhesiastés dice lo que es verdad , o aquello que piensa pi ensa que es verdad. El parrhesiastés dice lo que es verdad porque sabe lo que es verdad. Dice lo que sabe. La segunda característica de la parrhesía es la coincidencia entre creencia y verdad. Sería interesante comparar la parrhesía griega con la concepción moderna cartesiana de la evidencia. Desde Descartes la coincidencia entre creencia y verdad se obtiene en una cierta experiencia mental. Para los griegos sin embargo la coincidencia entre creencia y verdad no tiene lugar en una experiencia mental sino en una actividad verbal, la parrhesía. Parece que la parrhesía en el sentido griego no tiene lugar en el marco epistemológico contemporáneo. Foucault hace notar que jamás encontró en la cultura de la Grecia antigua a un parrhesiastés que dudase de su propia  posesión de la verdad, ésta es otra diferencia con la actividad cartesiana. cartesiana. La evidencia para Descartes no le garantiza que lo que cree sea verdad. Para la concepción griega de la parrhesía no parece haber este problema porque la tenencia de la verdad parece estar garantizada por la

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Foucault y la ética  posesión de ciertas cualidades morales. Una prueba de la sinceridad del parrhesiastés es su coraje. El hecho de que el hablante dice algo peligroso, incluso contra la opinión de la mayoría, es una muestra de lo que es un parrhesiastés. PARRHESIA Y PELIGRO

Si un profesor de gramática les dice la verdad a sus alumnos, no es, sin embargo, un  parrhesiastés, no hay un riesgo. Recomienda Foucault leer la Séptima carta de Platón, en donde habla de su relación con Diónisio de Siracusa, y además propone leer a Plutarco en relación al mismo tema.  No siempre es la propia vida lo que qu e se arriesga en la parrhesía, se puede perder también tambié n la amistad, correr el riesgo de perder el prestigio, etc. El decir la verdad debe darse en el juego "entre" la vida y la muerte. El parrhesiastés se enfrenta al rey o tirano que puede castigarlo por lo que dice. Como la amenaza de muerte viene de otro, el parrhesiastés está obligado a tener una relación de peligro con este otro superior. Pero el parrhesiastés primero elige una relación consigo mismo. Prefiere ser un "truth teller", un decidor de verdad, que un ser humano que es falso consigo mismo. PARRHESIA Y CRITICISMO

Si en un juicio alguien algui en dice algo que puede ser usado en su contra, y lo dice porque cree que es verdad, esto no es parrhesía. En la parrhesía el peligro de decir la verdad proviene de que se puede herir o hacer enojar a un interlocutor. Es siempre un juego (game) entre aquel que dice la verdad y su interlocutor. parrhesía del no es demostrar la verdad alguien ejercer una función crítica.La Lafunción actitud de delacriticismo hablante siempre debeadarse en sino una  posición de inferioridad respecto del interlocutor, el parrhesiastés es siempre menos poderoso que su interlocutor, viene de abajo. Por eso un padre o maestro que critica a un niño no es un  parrhesiastés, pero cuando un filósofo critica a un tirano, cuando un ciudadano critica a la mayoría, cuando un alumno lo hace con su maestro, entonces este hablante puede estar usando la parrhe p arrhesía. sía. Pero no todos pueden usar parrhesía, debe ser un ciudadano, porque un esclavo no  puede hacerlo. Hay Ha y quienes diferencian la parrhesía democrática de llaa parrhesía monárquica, en la que se trata únicamente de los que q ue aconsejan a los reyes. PARRHESIA Y DEBER 

Se relaciona la parrhesía con la libertad y el deber. El parrhesiastés tiene la libertad de guardar silencio. Resumamos. Parrhesía: en laen que el hablante unay los relación específica con: 1) la verdad comoactividad franqueza,verbal 2) su vida peligro, 3)consigotiene mismo otros a través del criticismo, 4) con la ley le y moral a través de la libertad y el deber. Una definición de Foucault: Parrhesía es una actividad verbal en la que el hablante expresa su relación personal a la verdad y arriesga su vida porque reconoce el decir la verdad como un deber para mejorar o ayudar a otros (como también a sí mismo). En la parrhesía, el hablante usa su libertad y elige la franqueza en lugar de la persuasión, verdad en vez de falsedad o silencio. Riesgo de muerte en lugar de vida o seguridad. Crítica en vez de adulación. Deber moral en vez de interés propio o apatía moral. B) EVOLUCIÓN PARRHESÍA Y RETÓRICA

Foucault ve en el Gorgias una oposición entre parrhesía y retórica, entre el 461 "e", 487 "a" "e", y 491 "e". Dice: el discurso largo es típico de los retores, la brevedad de las preguntas y respuestas es la parrhesía. El diálogo es la técnica por excelencia del juego parrhesiástico. Esta

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Foucault y la ética oposición entre parrhesía y retórica también está en el  Fedro, no una oposición entre discurso y escritura, sino entre el logos que dice la verdad y el que no la dice. Séneca, quien prefiere la conversación para el decir verdad, hace una oposición entre filosofía y retórica. Quintillano, en la Institutio oratoria, libro 9, cap. 2, dice que algunas figuras retóricas se usan para incrementar la emoción del auditorio, como la exclamatio. Pero dice que hay una exclamatio natural no elaborada artificialmente, la llama "libera oratione", para los ingleses "free speach", también llamada licentia por Cornificius. Aparece entonces la parrhesía como el grado cero de las figuras retóricas que intensifican la emoción de la audiencia. PARRHESIA Y POLÍTICA

La parrhesía perteneció a la democracia ateniense. Era una guía para la democracia, así como una ética y actitud personal de los buenos ciudadanos. La democracia ateniense se define como constitución, politeia, en la que el pueblo goza de democracia isegorial -o sea que otorga el mismo derecho de palabra, de isonomía, una misma participación en el poder-, y parrhesía. El ágora es el lugar en el que aparece la parrhesía. En el período helenístico la parrhesía se centra en la relación entre el monarca y sus consejeros. El buen soberano hace uso de la  parrhesía en su disposición para escuchar a sus consejeros. Se convierte en tirano cuando su disposición es negativa. En las monarquías helenísticas la parrhesía se desenvuelve en las cortes y no ya en el ágora. PARRHESIA Y FILOSOFÍA

Parrhesíadecomo arteel  Alcibíades de la vida.   Mayor. Tecné to decir el cuidado sí. Leer   biou.   Parrhesía como  epimeleia heautou,  es La parrhesía como tecné de guía espiritual para la educación del alma. Filodemo Epicúreo escribió un libro sobre la parrhesía. SEGUNDA CONFERENCIA 31 DE OCTUBRE DE 1983 198 3  LA PARRHESIA EN LAS TRAGEDIAS DE EURÍPIDES EURÍPIDES

Eurípides en Las Fenicias, en Hipólito,  en Las Bacantes, en Electra, en Ion, en Orestes.  En  Ion  y en  Orestes tiene mucha más importancia que en las obras anteriores. En Las Fenicias se habla de parrhesía y exilio. En el exilio no se puede hacer uso de la parrhesía, el "free speach". Para Yocasta es una vida de esclavo el tener t ener prohibido decir lo que pasa por nuestra mente. Uninversa. poco alPara margen, Foucault trabajar sobre el Rey problema de la verdad en una estructura eso toma el Ion  I onpropone  de Eurípides y el  Edipo  de Sófocles. En el caso de Edipo y Yocasta se da una situación en la que no quieren saber. En el caso de Creusa y de Ion, sí quieren saber, Creusa es la madre, Ion es el hijo. La problemática edípica de la verdad se resuelve mostrando cómo los mortales, a pesar de su ceguera, verán la luz de la verdad hablada por los dioses, y que ellos no quieren ver. El  problema teórico inverso de la verdad se resuelve mostrando cómo los humanos, a pesar del silencio de los dioses pueden descubrir la verdad que tanto desean saber. En Ion el silencio y la culpa están del lado de Apolo, en Edipo del lado de los mortales. En Ion, Apolo es un anti-parrhesiastés, Ion es un parrhesiastés que necesita saber quién es su madre para ejercer la parrhesía en Atenas, ya que la parrhesía sólo podía ser ejercida por los  provenientes de buena cuna. El rol parrhesiástico de Creusa, la madre. En una escena Creusa después de su canto acusatorio a Apolo, recibe de su sirviente unas preguntas acusatorias que son el reverso del modo oracular de acercarse a la verdad. La parrhesía de Creusa es personal. La parrhesía de Ion toma la forma de una crítica política, la de Creusa es una parrhesía contra un ser más poderoso que ella, y sobre la verdad de sí misma.

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Foucault y la ética El reverso de la situación edípica se da cuando Ion y Creusa intentan matarse. La obra termina cuando se completan las series de verdades que descienden de Atenas. Apolo está siempre silencioso. Esto resume una obra que Foucault desarrolló con bastante más detalle en esta conferencia, que es el Ion de Eurípides, al que hay que remitirse personalmente. TERCERA CONFERENCIA 7 DE NOVIEMBRE DE 1983

En el Orestes, athouroglossos se desarrolla la idea peyorativa de parrhesía. Aquel que no sabe, debe cerrar la boca. Aquel que tiene lengua y no mienta. Máthesis indica sabiduría. La  paideia también es un elemento positivo. El thorubos indica barullo, esto es negativo. Cuando se se usa parrhesía sin máthesis, la ciudad se convierte en un caos. La obra de Orestes se da en una situación en la que hay hostilidades entre Esparta y Atenas. Menciona acá Foucault a Cleofonte, en el año 403, a Terpómine, que era del partido aristocrático, y todas las circunstancias políticas que los rodearon. El juicio a Orestes da lugar a una discusión sobre la conveniencia de la paz o de la guerra en Esparta. Las relaciones entre parrhesía y aletheia, parrhesía y nomos, parrhesía y máthesis. Ya no es suficiente decir todo con franqueza, es necesaria una educación para que la parrhesía  beneficie a la ciudad. En el  Orestes parece que la máthesis requerida no pertenece a la tradición socrático-platónica sino a un tipo de experiencia como la del autaurgós. La crisis de la parrhesía es el problema del reconocimiento, de quién es capaz de reconocer al que dice la verdad dentro de los límites del sistema institucional en el que todos tienen derecho a dar su opinió opinión. n. La crisis de la parrhesía la encrucijada de una lainterrogación sobre la democracia y la verdad y da lugarsurge a unaenproblematización sobre libertad, el poder, la democracia, la educación y la verdad en Atenas a fines del siglo V. No es que los griegos jamás hubieran conocido antes de este momento el hablar libre o parrhesía, pero es a fines de la democracia que se convierte en un problema. Esto es importante desde un punto de vista metodológico. Dice Foucault: "Quisiera distinguir entre historia de las ideas e historia del  pensamiento. En la mayoría de los casos un historiador de las ideas trata de determinar cuando un concepto específico aparece, y este momento se identifica a menudo con la aparición de una nueva palabra. Por mi lado trato de analizar el modo en que instituciones prácticas, hábitos y la conducta se convierten en un problema para la gente que se comporta de un determinado modo, que tiene cierto tipo de hábitos, que se compromete a determinado tipo de prácticas, y que hace funcionar clases específicas de instituciones. La historia de las ideas concierne al análisis de unas nociones desde su nacimiento, a través de su desarrollo y en su ubicación frente a otras ideas que constituyen su contexto. La historia del pensamiento es el análisis del modo en que un campo no problemático de experiencias o un conjunto de prácticas que eran aceptadas sin discusión, y silenciosas, de discusión, provocan discusión yfamiliares debate, incitan nuevas fuera reacciones e inducense aconvierten una crisis en en problema, el comportamiento silencioso de antes, en los hábitos, prácticas e instituciones. La historia del pensamiento entendiéndola de este modo es la historia del modo en que la gente comienza a prestar atención a algo, el modo en que comienzan a tener una cierta ansiedad sobre esto y lo otro, por ejemplo acerca de la locura, el crimen, el sexo, acerca de ellos mismos, o acerca de la verdad". CUARTA CONFERENCIA: 14 DE NOVIEMBRE DE 1983. PARRHESÍA Y LA CRISIS DE LAS INSTITUCIONES IN STITUCIONES DEMOCRÁTICAS

En Atenas se debate acerca de las relaciones entre la democracia, el logos, la libertad y la verdad. La mayoría de los textos que reflexionan sobre este tema provienen del partido aristocrático. Foucault hace el análisis de un texto de un autor desconocido de finales del siglo V, un libelo autocrático, bautizado por la literatura anglosajona como   "El viejo oligarca".  También recomienda de Isócrates  "Sobre la paz",  355 AC, el   " Aeropagítiqus"  , y de Platón el

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Foucault y la ética libro VIII de "La República ", donde se habla de la relación entre el mal uso de la libertad, la  parrhesía, y también se habla de que cada uno tenga su propio propio estilo de vida.  No se trata entonces del peligro de inducir a los otros al engaño por una palabra sin máthesis, sino de desmembrar la unidad de la polis con conductas disarmónicas las unas con las otras. En este caso la parrhesía está más relacionada con el bios que con el logos. El problema de la libertad de palabra se convierte en un problema de existencia. En un gobierno monárquico la parrhesía cambia de valor, ya que depende de las cualidades y de la apreciación del monarca. La parrhesía ya no es un derecho institucional o un  privilegio como en una sociedad democrática, sino una actitud personal, una elección de bíos. Aristóteles usa parrhesía como cualidad del megalopsikós, el hombre magnánimo, su actitud moral. La parrhesía en Isócrates, es la parrhesía en el cuidado de sí. El "Laqués"   de Platón, es sobre el coraje, en el que la l a palabra parrhesía aparece tres veces, 201 "b". El requerimiento que hace Sócrates a sus interlocutores, en el   "Laqués",   en el  "Alcibíades Mayor",  en el  "Gorgias"   para que éstos narren su modo de vivir. Este no es un  pedido de confesión de culpas o un relato de tipo autobiográfico, si se piensa así, se está haciendo una lectura cristiana de Platón. Se trata de que el interlocutor demuestre si es capaz de establecer una relación entre su discurso racional, el logos, y su manera de vivir. Quiere establecer si hay una relación armónica entre ambos. La palabra griega básanos, significa una  piedra negra que sirve para conocer la autenticidad a utenticidad de una pi pieza eza de oro por la marca que ssee deja en ella después de frotarla, en la argumentación Sócrates funciona como un basanós. El rol  basánico de Sócrates Só crates le permite determinar la verdadera naturaleza entre logos y bios (Gorgias, 486-487). Condiciones para ser basanós: sabiduría, mirada cordial, franqueza. El básano -Sócrates- debe ser armónico, debe tener la armonía dórica, y ser musikós, devoto de las musas. (Platón,  398 "c" al 399 "e". Aristóteles, Política, 8,7, donde hablaa de tipos de armonía República, griega, la de Lidia, demasiado solemne, la de Frigia, libro asociada por Platón las4pasiones, la iónica, demasiado suave y afeminada, afeminada, y la dórica, que denota coraje). La parrhesía de Sócrates difiere de la parrhesía política por varios motivos. Es una relación personal entre dos seres humanos y no una relación parrhesiástica con el demos o el rey, y como agregado a la relación entre logos, verdad y coraje de la parrhesía política, aparece  bios, que es el foco de la parrhesía socrática. La relación bios-logos es una armonía dórica que sostiene el rol parrhesiástico de Sócrates, y constituye el criterio para su función basánica. Del lado del interlocutor la relación  bios-logos aparece cuando se desarrolla el relato de d e la propia vida, cuya armonía se comprueba  por el contacto con Sócrates. El fin de la parrhesía socrática es que el interlocutor elija el tipo de vida -bios- que tenga una relación de armonía dórica con el logos, la virtud, el coraje y la verdad. En Ion, Eurípides analizó la relación entre logos -verdad- y genos, nacimiento. Genos en las relaciones entre dioses y mortales. La parrhesía era el derecho civil de un bien nacido de Atenas. el marco de las instituciones políticas la problematización de laemerger parrhesía vuelve un juegoEn entre logos -verdady nomos -ley-, -ley, y el parrhesiastés debía hacer las se verdades convenientes al bienestar de la ciudad. Parrhesía como la cualidad personal del orador y líder político, o la del consejero de reyes. Con Sócrates la problematización parrhesiástica juega entre logos -verdad- y bios -vidaen el marco de una relación pedagógica entre dos seres humanos. La verdad que el discurso  parrhesiástico descubre es la verdad de la propia vida. En el  Ion de Eurípides la parrhesía se opone al silencio de Apolo, en la esfera política se opone al Demos o a aquellos que adulan a la mayoría o al monarca. En el juego de la filosofía socrática la parrhesía se opone a la ignorancia de sí y a la enseñanza ens eñanza falsa de los sofistas. En Sócrates a través de Platón el problema mayor consiste en llegar a determinar cómo vincular la parrhesía que abarca logos, verdad y nomos, y que coincida con la que enlaza logos, verdad y bios. Por ejemplo en Platón, "Leyes", libro 8, 835 "c", en donde Platón dice que además de  buenas leyes es necesario que alguien use la parrhesía para indicar las virtudes morales a los ciudadanos. Esta relación entre las virtudes morales y el nomos de la ciudad también se lee en la   Apología, en el "Critón", en la "República" y en las "Leyes". 

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Foucault y la ética En la tradición cínica hay una oposición entre nomos y bios. El filósofo cínico para esta tradición es el único que puede cumplir la función de parrhesiastés. QUINTA CONFERENCIA: 21 DE  NOVIEMBRE  NOVIEMBRE DE 1983.

En Ion  la parrhesía es la de un bien nacido ateniense, y su rol es el de líder político. En el Laques aparece una nueva función de la parrhesía, p arrhesía, la del filósofo. La parrhesía en la cultura grecorromana tiene tres funciones. 1) Descubrir y enseñar ciertas verdades sobre el mundo y la naturaleza: rol epistémico. 2) Pensar las leyes de la ciudad y sus instituciones políticas: rol político 3) Reflexión sobre la naturaleza de la verdad y los estilos de vida, la verdad v erdad y las éticas y estéticas de sí. La parrhesía en el mundo grecorromano no es una doctrina, sino una práctica que intenta modelar las relaciones específicas que los individuos tienen consigo mismos. En esta nueva parrhesía no se trata de convencer a una asamblea o a un rey sino de cambiar la vida. vi da. El tema de la conversión de la vida es importante desde siglo IV AC, hasta los comienzos del cristianismo. Además en esta nueva práctica parrhesiástica está implicada una compleja red de conexiones entre el sí mismo y la verdad. Conectar al individuo con el conocimiento de sí para así acceder a la verdad, y a mayor conocimiento aún. El círculo entre la verdad sobre uno mismo y la verdad es característico del siglo IV AC. Y enigma del  pensamiento occidental: de Descartes a Kant. La práctica de la parrhesía. Parrhesía como una actividad en las relaciones humanas. Parrhesía en pequeños los epicúreos. Parrhesía en el marco como de la actividad vida pública, en los grupos cínicos,humanos, parrhesíapor enejemplo el contexto de la vida personal, individual, como en los estoicos, y también en Plutarco. PARRHESIA Y VIDA COMUNITARIA

La practican grupos intermedios estoicos, además del énfasis de los epicúreos sobre la vida comunitaria. También la escuela de Epicteto habla y practica la vida comunitaria. Grupos epicúreos practican la parrhesía en la vida comunitaria. Filodemo, que apuntó las clases de Zenón de Sidón, tiene un texto breve y fragmentario, sobre el cual hay un comentario de un italiano llamado Gigante, que de un texto breve hace un comentario gigante. Dice que Filodemo  piensa la práctica de la parrhesía como una tecné comparable a la medicina y al arte de conducir un navío. Ambos necesitan, independientemente de los conocimientos, de un entrenamiento. No solamente deben tomar en cuenta reglas generales sino datos específicos para cada situación en  particular, tienen en común un u n kairós o momento crítico. Filodemo asocia as ocia la l a parrhesía pa rrhesía con las artes de la medicina y laynavegación técnicas que tienen que ver Usando con casos situaciones específicas la elecciónpor delser kairós o momento decisivo. unindividuales, vocabulario moderno, podría decirse que la navegación, la medicina y la práctica de la parrhesía son ttécnicas écnicas clínicas. También en estas técnicas el médico y el piloto deben ejercer poder o autoridad, tomar decisiones, dar órdenes, y los otros, los marinos, el paciente, deben obedecer. Se relaciona por lo tanto la parrhesía con la política, el arte del gobierno. Esto se puede ver en Gregorio de  Nacianzo, siglo sigl o IV DC, que llama ll ama a la conducción espiritual la técnica té cnica de las técnicas, la guía espiritual como técnica clínica. El texto de Filodemo del que habla Foucault también concierne a las comunidades epicúreas. En ellas hay dos categorías de maestros y dos tipos de enseñanza, están las clases colectivas y las entrevistas personales. Los maestros de menor jerarquía sólo daban clases, y los de mayor jerarquía, clases y entrevistas individuales. Al modo personal de la parrhesía socrática se agrega ahora a una enseñanza de tipo autoritaria: las clases colectivas. En un fragmento de Filodemo parece indicarse que había sesiones colectivas de salvación de uno por el otro, una ayuda mutua para lograr una vida feliz. Ayudar al otro a descubrir la verdad sobre sí, indica la importancia de la amistad en los grupos epicúreos.

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Foucault y la ética   PARRHESIA Y VIDA PÚBLICA El cinismo. La aparición de los cínicos se da con la expansión del imperio macedonio, específicamente cuando por las conquistas de Alejandro varios filósofos hindúes emigran, por lo que se conocen especialmente las enseñanzas monásticas y ascéticas hindúes, como las de los gymnosofistas, que llegaron a ser familiares entre los griegos. Los cínicos fueron numerosos e influyentes desde el siglo I AC al V DC. Juliano, el emperador, escribió un panfleto contra los cínicos cuando intentaba hacer revivir la cultura grecorromana. grecorromana. Según él, se parecían demasiado a los primeros cristianos. Peregrino, famoso cínico, en el siglo II DC era visto como un santo por los cínicos; y para mostrar su indiferencia ante la muerte, se incineró. Luciano escribió una sátira sobre aquel evento, que se llamó "La muerte del peregrino".  Juliano se sintió decepcionado al ver que los cínicos no podían construir un movimiento filosófico popular que contrarrestara al cristianismo. Tomaron de la tradición socrática la idea de que para lograr una difusión accesible de su verdad debían enseñar públicamente, visiblemente, con espectáculo y escándalo. Enseñaban con ejemplos. En la tradición platónica, aristotélica y estoica, los filósofos se referían a doctrinas, textos o principios teóricos. En la tradición epicúrea los seguidores de Epicuro se referían a una doctrina y al ejemplo personal de Epicuro a quien querían imitar. Los cínicos toman en cuenta vidas ejemplares, personalidades míticas o reales. Foucault desarrolla la filosofía cínica como modo de vida. Heracles, Odiseo, Diógenes, son estasdebe personalidades Diógenes como figura heroica. Lalaidea de que la vida de un filósofo ser ejemplarmíticas. y heroica es importante para comprender relación entre el cinismo y el cristianismo, como para entender también la parrhesía cínica en relación a la actividad  pública. Los tres principales tipos de d e práctica parrhesiástica pa rrhesiástica de los l os cínicos cíni cos fueron: 1) la prédica crítica, 2) el comportamiento escandaloso, 3) el diálogo provocativo. La prédica crítica. La prédica es una forma de discurso continuo, los cínicos, al contrario de los estoicos y otros que se dirigían a audiencias restringidas, preferían hablar a multitudes, por ejemplo en los teatros, en los lugares en los que la gente se reunía para fiestas, acontecimientos religiosos y competencias deportivas. Algunos sofistas ejercieron tácticas semejantes, pero los cínicos hicieron posible que temas filosóficos sobre la propia vida fueran  populares. Desde esta perspectiva perspectiva la prédica cínica sobre la libertad, la renuncia al lujo, la crítica a las instituciones políticas y la existencia de los códigos morales abrieron el camino para ciertos temas cristianos. Los cristianos no sólo hablaron de ciertos temas afines a los cínicos, sino que también adoptaron la práctica de la prédica, que es una de las principales formas de decir verdad que se  practica nuestra de sociedad, y señala la iidea dea deexclusivo, que la verdad v erdad sóloeldebe ser enseñada a los mejores en miembros la sociedad o a un grupo sino no a todo mundo. Sin embargo, hay poco de una doctrina positiva en la prédica cínica, ni afirmaciones directas sobre el bien o el mal. En cambio, los cínicos se refieren a la libertad, eleutheria, también a la autosuficiencia, autharkeia, como los criterios básicos de los modos de vida. Libertad y autosuficiencia. La vida natural que predican ponía en tela de juicio los vínculos de dependencia de la cultura, sociedad, civilización y opinión. La conducta escandalosa estaba dirigida hacia los hábitos comunes, las creencias colectivas, y los estándares de decencia. Uno de los procedimientos era por ejemplo el de la inversión. El encuentro, relatado por Dion Crisóstomo en su cuarto discurso, entre Diógenes y Alejandro, en el que q ue el primero le pide correrse para dejar pasar la luz del sol, es una afirmación de la natural relación del filósofo con el sol, en contraste con la relación mitológica del rey, cuya generalogía divina lo ligaba al sol. También usaban la técnica de transponer una regla del dominio de su aplicación, a otro,  para que se manifestara su carácter carácter arbitrario. Por ejemplo también Dion Crisóstomo en su noveno discurso relata que en una competencia atlética en la que Diógenes molestaba a la gente con sus observaciones fuera de lugar, se colocó una corona de espinas sobre la cabeza. Los magistrados, cuando vieron que la

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Foucault y la ética oportunidad de castigarlo había llegado, se encontraron con las palabras de Diógenes que reafirmaban su condición de victorioso por haber triunfado sobre la pobreza, el exilio, los deseos, y no sólo en competencias de saltos, corridas y lanzamiento de discos. Más tarde, cuando un caballo pateó a otro y lo hizo huir, Diógenes puso una corona sobre la cabeza del caballo que había quedado en la pista, por lo que, o bien el premio era otorgado a la virtud moral y lo merecía Diógenes, o bien a la fortaleza física, y entonces también lo merecía aquel caballo. -¿Qué premian ustedes?-, era lo que interrogaba Diógenes. Recordemos también los famosos hechos de Diógenes, como el modo en que comía en el ágora, y sus masturbaciones públicas. La palabra cínico viene del griego kynikoi, que quiere decir semejante al perro, y a Diógenes lo llamaban perro. Los cínicos también empleaban el diálogo provocativo. Diógenes era un maestro de la verdad en la versión de Dion Crisóstomo y a Alejandro Magno se le enfrentaba como un inferior. La parrhesía cínica se parece a la socrática pero difiere en algunos aspectos. Es Alejandro el que pregunta, a la inversa del juego socrático. Además, mientras Sócrates juega con la ignorancia de su interlocutor, Diógenes hiere el orgullo de Alejandro, lo llamaba cerdo, impostor e infantil. En el juego socrático se hiere el orgullo de alguien cuando debe reconocer su ignorancia, pero ésta es un efecto secundario de la ironía socrática que consiste en demostrarle a alguien que ignora su propia ignorancia. En el caso de Diógenes el orgullo es el núcleo del juego, y el juego ignorancia-conocimiento es su efecto secundario. Hay un contrato parrhesiástico por el cual hay una aceptación para entrar en la discusión, y un límite tácito que se toca mediante la ofensa que se padece por los insultos. Si Alejandro quiere dañar o matar a Diógenes, rompe el juego parrhesiástico. Ante esto, Diógenes lo incita que a mantenerse de la él, verdad, le dice que si su se relación se cobarde. extralimita y rompeinsulta, el contrato, muestra no quiere dentro escuchar es decir, muestra Diógenes pero dice la verdad. Diógenes usa trampas. Hay una diferencia con la ironía socrática en la que se finge no saber para que la ignorancia del interlocutor i nterlocutor se muestre sin vergüenza. En Diógenes la trampa se se muestra con la alternancia entre agresividad y dulzura. Después de un ataque, Diógenes entrega u ofrece un cumplido, piropo o elogio. elo gio. El diálogo cínico se parece a una lucha, batalla o guerra, con pi picos cos de gran agresividad y momentos de calma, intercambios que constituyen trampas adicionales para el interlocutor. En el juego entre Alejandro y Diógenes Dióg enes no se llega como en la ironía ssocrática ocrática al reconocimiento de la ignorancia, sino que se debe admitir que ya no se cree que se es lo que se pensaba ser. El único modo en pretender ser lo que q ue se espera ser, es adoptando el ethós del filósofo cínico. En el caso del diálogo socrático, cuando el interlocutor ya no sabe qué responder, Sócrates resume su discurso presentando una tesis positiva. En el caso de Diógenes, no hay tal presentación. Le  presenta a Alejandro tres tr es modos de vida, vi da, por ejemplo, defectuosos. En el primero se s e hace una devoción la riqueza, en el segundo se hacedeunavida devoción del placer físico, el tercero de lao gloria y eldepoder político. Estos tres estilos están personificados porentres dáimones espíritus. Diógenes da a Alejandro una educación sobre el combate espiritual que debe realizar  para combatir a los tres dáimones. Podemos entender que el encuentro agresivo entre Diógenes y Alejandro es el enfrentamiento entre dos tipos de poder, el poder político y el poder de la verdad. El efecto principal del combate parrhesiástico no es llevar al interlocutor a una nueva verdad o a otro nivel de conciencia de sí, se trata de hacerle internalizar el combate  parrhesiástico para que pueda luchar contra sus propios defectos de modo análogo al que Diógenes lo hace. SEXTA CONFERENCIA:  30 DE DICIEMBRE DE 1983.   PARRHESIA Y RELACIONES PERSONALES

Habla Foucault de Plutarco y Galeno. De la  Moralia  de Plutarco, vol. 1, 261 a 395, donde se trata de cómo distinguir a un adulador de un decidor de verdad (truth teller). En un

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Foucault y la ética texto de Plutarco se trata de cómo distinguir un adulador de un amigo. ¿Por qué es necesario tener un amigo que sea un decidor de verdad, un parrhesiastés? Esta necesidad se basa en la  philautia, el amor de sí mismo. La philautia es una fuente de permanentes ilusiones que nos hacemos sobre nosotros mismos, nos convierte en nuestros propios aduladores. Para desembarazarnos de nuestra propia philautia necesitamos a un parrhesiastés. Pero es difícil reconocer a un verdadero parrhesiastés, nuestra philautia nos lo impide. Un primer criterio es que un parrhesiastés dice cosas en armonía con su comportamiento. Igual problemática se da en el  Laques de Platón. Otro criterio para distinguir un verdadero parrhesiastés de otro falso es la  permanencia y estabilidad de las actitudes y opiniones del parrhesiastés. Para el tema de la fortaleza mental, de su consistencia y permanencia, es necesario pensar en las operaciones de autoilusión que hay que destruir, y mantener la consistencia de la mente. Destruir la autoilusión y mantener la consistencia de la mente son dos actividades ético morales relacionadas entre sí. Las ilusión de sí que nos impide saber quiénes somos y el movimiento incesante de una idea a otra, de un afecto a otro, están vinculados entre sí. Si es posible discernir quién es uno también es posible mantenerse en un punto, y si las pasiones o ideas nos mueven permanentemente, nos es imposible permanecer en nosotros mismos y perdemos la posesión de nosotros nos otros mismos. Estos dos elementos, la ilusión de sí y la inestabilidad a causa del mundo y de los pensamientos, adquirieron importancia con la tradición cristiana. En la tradición cristiana temprana la renuncia a sí mismo se opone a la autoilusión y se exige la "firmitas" en la contemplación de Dios. Galeno en una obra llamada en inglés  "The diagnosis inquire at the soulpassions"  trata  trata de cómo liberarse de las pasiones y de la necesidad que se tiene, para tal fin, de un parrhesiastés. La diferencia entre el texto de Galeno y las posiciones de Plutarco o Séneca, es que para él el  parrhesiastés no necesita ser un amigo, para elegir un parrhesiastés es necesario haber escuchado de más él, o pobre sea su sería reputación. Elegir uno máspara rico un también ventajoso para Galeno  porque si es un adulador, lo que cínicosería en este caso hubiera sido absolutamente ridículo. Para el cínico aquel que tiene una posición positiva con la riqueza no  puede ser verdaderamente verdaderamente sabio. PARRHESIA Y  TÉCNICAS  DE   DE  EXAMEN    A. OBSERVACIONES PRELIMINARES

La importancia de la akcesis. El ejercicio. Toda tecné necesita akcesis y mathesis. Los tópicos concernientes a ejercicios son  prácticas acerca de la salud, de la muerte, de la soledad, etc. La akcesis griega difiere de la cristiana. No es una renuncia de sí sino una plena posesión de sí. Tampoco se trata de separarse del mundo sino de actuar en él de un modo racional.  Nos vamos a referir al examen examen de conciencia. EL AUTOEXAMEN SOLITARIO

Foucault toma el texto  "De Ira" de Séneca. El examen al final de la jornada, la  pregunta: ¿qué mal hábito adquirí hoy?. Foucault habla de la tradición pitagórica para la  purificación del alma, al ma, y de d e la necesidad de que ésta se s e realice r ealice a la noche porque p orque el sueño nos  permite entrar en comunicación con los dioses. Este examen parece seguir el procedimiento  judicial, speculator sui, examinador de sí o inspector de sí, como el inspector que verifica la carga de un barco o el trabajo obrero en la construcción de una casa. También dice Séneca "scrutor", que no pertenece al vocabulario judicial sino al administrativo. En realidad el examen es más administrativo que judicial. Si analizamos las faltas que examina Séneca vemos que no se trata de pecados, no confiesa que bebió demasiado o que cometió grandes fraudes financieros, se reprocha diferentes cosas, por ejemplo que la crítica que hizo a un amigo en vez de ayudarlo pudo haberlo herido, el haberse disgustado con gente que no tenía los elementos para entenderlo, se critica errores, como la misma palabra lo dice en latín, errores, acciones que requieren reajustes entre medios y fines. El núcleo de la culpa concierne a un error práctico en la conducta por nnoo haber establecido

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Foucault y la ética una relación racional efectiva entre principios conocidos y acciones emprendidas. Las faltas de Séneca no son transgresiones a un código o a la ley, se critica la falta de coordinación entre  principios aceptados y acciones desajustadas, se critica la ineficiencia y el fracaso. Séneca no se castiga a sí mismo, no se infringe penas. El volver sobre errores cometidos induce a la reactivación de reglas prácticas de conducta que pueden ser útiles al futuro. Séneca no analiza su responsabilidad o sentimientos de culpa, no se trata de purificación, se compromete en una tarea administrativa de escrutinio para reactivar reglas y máximas que sirvan a conductas futuras.  AUTODIAGNÓSTICO

Para esto toma de Séneca el   "De tranquilitati ánimi", de la tranquilidad del alma. Se refiere aquí Séneca a la fortaleza de la mente. Tranquilitas quiere decir estabilidad de la mente o del alma, estado en el que la mente es independiente de los acontecimientos exteriores y de excitaciones internas. Pero tranquilitas también implica una calma placentera que resulta de la soberanía y posesión de sí. Foucault analiza el discurso entre Séneca y Serenus, el escrutinio de sí de Serenus concerniente a su vida privada, a la pública, y también a lloo que sucede después de la vida.  LA PRUEBA DE SI

Es la puesta en juego permanente de las representaciones: los discursos de Epicteto. Están las dos metáforas, la del guardián que no deja entrar al palacio a nadie que no haya demostrado su identidad, del queEstas cambia las monedas, cambiador de monedas, el que verifica la autenticidad de ylalamoneda. metáforas tambiénel están en Casiano. Para controlar las representaciones Epicteto propone dos técnicas. Son las interrogaciones sofísticas, de la otra no encontré datos en Foucault de su s u proveniencia. CONCLUSIONES

Foucault dice que su intención no fue analizar el problema de la verdad sino el de los decidores de verdad o el del decir la verdad como una actividad para la que no interesan los criterios internos o externos para establecer la verdad de una proposición. El decir la verdad, el truth telling, fue concebido como una actividad específica, un rol. Pero incluso si se hubiera tomado esta cuestión general del rol del decidor de verdad, los modos de aproximación al tema hubieran podido ser diferentes. Se hubiera podido comparar el rol y status de los decidores de verdad en la sociedad griega en relación a las sociedades cristianas y no cristianas; se hubiera  podido estudiar por ejemplo ejempl o el rol del profeta como decidor de verdad, el rol del oráculo como decidor derealizar verdad,una el rol del poeta,sociológica del experto,dedel Pero de la intención no fue en este caso la de descripción lospredicador. diferentes roles los decidores de verdad en las diferentes sociedades. Se pretendió analizar el modo en que se problematiza el rol del decidor de verdad en Grecia. La filosofía griega que planteó el problema de la verdad desde el  punto de vista de los criterios para establecer proposiciones verdaderas y razonamientos verdaderos, también hizo emerger el decir la verdad como una actividad. ¿Quién es capaz de decir la verdad?, ¿cuáles son las condiciones morales o espirituales que debe tener un decidor de verdad?, ¿sobre qué tópico decir la verdad?, ¿el alma, la ciudad, la naturaleza, el hombre?, ¿qué consecuencias trae el decir la verdad?, ¿qué efectos sobre los gobernantes, la ciudad, el individuo?, ¿qué relaciones tiene el decir la verdad en el ejercicio del poder? Estas preguntas giran alrededor del decir la verdad como una actividad. a ctividad. Dos tendencias. Una concierne al proceso de razonamiento para establecer las verdades de las proposiciones. Nuestra habilidad para lograr el acceso a la verdad. La otra tendencia, como decía Foucault, concierne a la importancia para la sociedad y el individuo de decir la verdad, que haya gente con la ambición de decirla, y que la gente pueda reconocerla. El primer aspecto es lo que Foucault llama la analítica de la verdad, el otro es la tradición crítica. Se ha tratado entonces en el seminario de establecer la tradición crítica, Es necesaria una aclaración

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Foucault y la ética sobre la palabra problematización, tan usada en el curso. Ni se trató la conducta de los individuos en el pasado, como historia social, ni a las ideas como valores representativos. Analizar los procesos de problematización es preguntarse por qué ciertas cosas, conductas, fenómenos, procesos, se convierten en problema. Hubo quienes interpretaron este tipo de análisis como una forma de idealismo histórico. Aún si se afirmara que la esquizofrenia no corresponde a nada real, esto nada tiene que ver con el idealismo. Hay una relación entre la cosa  problematizada y el proceso de problematización, la problematización es la respuesta a una situación concreta que es real. Hay quienes critican la ausencia de contexto para las  problematizaciones, pero una problematización no es un efecto o consecuencia de un conflicto histórico,  es  la respuesta que dan determinados individuos, que pueden ser homogéneos o generales, o aparecer como anónimos, y que estas respuestas no sean ni representaciones ni efectos no quiere decir que no sean nada, puros sueños o anticreaciones. Una problematización es siempre un cierto tipo de creación, pero una creación que no es deducible de un análisis  previo de una situación. Análisis entonces de una problematización pro blematización específica como la historia de una respuesta original específica y singular del pensamiento p ensamiento a una cierta situación.

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Foucault y la ética

MAL FAIRE, DIRE VRAI  Las cosas mal hechas, las verdades bien dichas. Funciones de la confesión. Texto resumido y traducido del francés por Tomás Abraham. Seis conferencias de 1981 en la Universidad Católica Catól ica de Lovaina, Bélgica. Foucault comienza su serie de seis conferencias recordando el caso de un loco y de su terapia psiquiátrica, ejemplo que ha de repetir en otras charlas, conferencias y artículos. Es aquel que bajo las duchas frías a las que lo somete el médico, debe confesar su locura. En este caso citado por Foucault el decir cosas verdaderas sobre sí mismo indica un acto de  purificación. Sirve a la l a práctica, funda una intervención terapéutica t erapéutica y abre abr e la posibilidad de una cura. El médico necesita de un discurso verdadero del enfermo a propósito de sí mismo. Dice Foucault: hablemos de la confesión como de un speech act, un acto discursivo. Foucault dirá después: un acto verdad. La confesión, para Foucault, es más que una simple declaración, es otra cosa que una declaración de una falta cometida por el sujeto hablante. Para esto da una serie de ejemplos, que diferencian confesión de declaraciones. Primero el ejemplo del psiquiatra. En el caso del psiquiatra y del loco bajo la ducha que precisa confesar su locura,  para que éste ést e lo l o absuelva, si la confesión se separa de la declaración, no es porque no me haga avanzar ni una pulgada en el dominio del conocimiento, ni porque separe o distinga lo conocido de lo desconocido o lo visible de lo invisible. Si la confesión se diferencia de la declaración es  porque implica un No cierto costohaber de enunciación. Segundo. puede confesión en sentido estricto si no se está en un estado de libertad. Los inquisidores de la Edad Media lo sabían bien. Para que las declaraciones arrancadas bajo la tortura fueran confesiones, era necesario que se repitieran después del suplicio. Tercero. ¿Por qué este pedido de libertad?. La razón es que la confesión no es simplemente una concertación a propósito de sí mismo, sino una especie de compromiso, pero, dice Foucault, un compromiso particular, que no nos obliga a hacer tal o cual cosa, pero que sí implica que aquel que habla se compromete a ser s er aquello que afirma que él es. Hay una redundancia propia a la confesión, que aparece cuando se confiesa a alguien que se lo ama. Si se tratara simplemente de constatar un estado de hecho, el "Yo te amo" sería una pura y simple afirmación, si se tratara de comprometerse a amar, sería una promesa o una especie de juramento que podría ser sincero o no, pero ni verdadero ni falso. Pero cuando la frase "Yo te amo" funciona como confesión, se pasa de un régimen del no decir a un régimen del decir en el que se s e constituye voluntariamente como enamorado por el hecho de la afirmación de que seCuarto. ama. En el ejemplo del enfermo que cede ante el psiquiatra. Aquí aparece en forma clara que no hay confesión en el sentido estricto si ésta no se da en el interior de una relación de  poder posibilitada posibilit ada por la confesión, relación de poder que se ejercerá sobre aquel que q ue confiesa. Está claro que en las relaciones relacion es definidas institucionalmente, como la Iglesia, los tribunales, esta relación de poder se da sobre el que confiesa, pero también se da en las relaciones más fluidas,  por ejemplo cuando se dice Yo te amo, esto puede dar lugar a una respuesta, a un rechazo, a una cachetada. Brevemente, la confesión suscita o refuerza una relación de poder que se ejerce sobre aquel que confiesa. Es por esto que no hay confesión si no es costosa. Quinto. La confesión, al mismo tiempo que liga al sujeto a aquello que afirma, lo califica de modo diverso en relación a aquello que dice. Un criminal, que es susceptible de arrepentirse respecto a lo hecho; un enamorado, pero esta vez declarado; un enfermo, pero ya lo suficientemente conciente y desligado de su enfermedad para que pueda trabajar sobre sí mismo y sobre su propia cura; para resumir en pocas palabras, la confesión es un acto verbal por el cual el sujeto en una afirmación sobre lo que es, se vincula a la verdad, se ubica en una relación de

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Foucault y la ética dependencia con respecto a un otro, y modifica al mismo tiempo la relación que tiene consigo mismo. Por otro lado, Foucault constata un incremento en nuestras sociedades de la tipología de la confesión. Este crecimiento tiende, y es sin duda una de sus características más salientes, a ligar al individuo a su verdad, lo que quiere decir es lo siguiente: por un lado está la obligación de decir la verdad sobre uno mismo, por otro, a hacer funcionar este decir verdades en las relaciones hacia los otros y, por último, a obligarse, por esta verdad y por el hecho de que esta verdad ha sido dicha, a una acción. No quiere decir, afirma Foucault, que el individuo moderno deje de estar ligado a la voluntad de otro, o de aquellos de los que depende, sino que de más en más, este vínculo se enquista y se vincula al discurso de la verdad que el sujeto debe decir sobre sí mismo. Esta extensión de la confesión por un lado será una extensión institucional, el número de instituciones que piden un tipo de confesión, por ejemplo enumera a la justicia, a la medicina y la psiquiatría, a la literatura, a las relaciones interpersonales, por otro lado una extensión intrainstitucional, como en el cristianismo la penitencia, que en el siglo XII será exigida una vez al año, después todos los meses, después cada ocho días. Otra extensión es del dominio, la relación entre la confesión cristiana y la dirección de d e conciencia. EXTENSION  DE   DE  LA  LA CONFESIÓN EXTENSIÓN  INSTITUCIONAL.  INSTITUCIONAL.

 Número de instituciones que exigen la confesión -la justicia -la -la literatura limedicina teratura y la psiquiatría -las relaciones interpersonales EXTENSIÓN  INTRA-INSTITUCIONAL  INTRA-INSTITUCIONAL

Por ejemplo en el cristianismo: -la penitencia -desde el siglo XII, la penitencia anual -al menos cada ocho días -examen de conciencia y dirección de conciencia conci encia EXTENSIÓN  DEL  DEL DOMINIO  DOMINIO

 LA CONFESIÓN  CRISTIANA Y  LA  LA DIRECCIÓN   DIRECCIÓN  DE   DE  CONCIENCIA.  LAS   GRANDES   FASES    DE    LA   INSTITUCIONALES

CONFESIÓN.   LOS    INCREMENTOS  

Foucault toma como punto de partida el siglo XII, en el que constata el nacimiento más o menos simultáneo del Sacramento de la penitencia, de la Inquisición, y de las instituciones  judiciales, donde el procedimiento inquisitorial inquisit orial ha marcado otra gran fuente de las formas de la confesión. Se podrían citar los siglos XVI y XVII, con el desarrollo correlativo de la dirección de conciencia en los países católicos, los relatos de conversión en los países protestantes, y todo la nueva forma de la literatura en donde la confesión tuvo un gran lugar y una gran importancia. También se puede hablar de la prolongación de la confesión en los siglos XIX y XX. Se  pregunta Foucault ¿por qué este encarnizamiento a preguntar y a solicitar un discurso de verdades?. A esta pregunta, cuando se trata de discursos científicos, se tiene el hábito de responder o de buscar la respuesta del lado de las necesidades económicas y sociales. La verdad científica sería desde este punto de vista indispensable a las tecnologías productivas. ¿Es una

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Foucault y la ética  buena respuesta?, Foucault dice no saberlo del todo. Pero, cuando se trata de esta extraña verdad que, dice Foucault, el individuo debe producir sobre sí mismo, no parece verosímil, menos que evidente en todos los casos, que la respuesta pueda ser buscada por un solo lado. Es un problema político, jurídico, institucional e histórico el saber cómo un individuo se encuentra ligado y acepta ligarse li garse al poder que se ejerce sobre él. Creo, dice Foucault, que es también un problema jurídico, pero sobre todo políticohistórico el saber cómo el individuo en una sociedad se liga a su propia verdad. Me parece también, afirma Foucault, que la confesión y su práctica plantean problemas de tipo filosófico. Se debe tomar en cuenta para este análisis un tipo de empresa crítica. La confesión tiene con el  problema de la verdad una relación extraña, se constituye por una cierta manera de decir, un cierto modo de veridicción. Se sabe que cuando alguien enuncia algo debe distinguirse la aserción y el acto de decir la verdad, lo que llama Foucault la veridicción. Nietzsche decía la Wahrasagen. Si se llama filosofía crítica a una filosofía que no parte del asombro de que haya ser, sino de la sorpresa de que haya verdad, podemos ver que hay dos formas de filosofías críticas. Existe aquella que se pregunta bajo qué condiciones puede haber enunciados verdaderos, condiciones formales o condiciones trascendentales para los l os enunciados verdaderos. Y hay otro modo de encararlo que es aquel que se interroga sobre las formas de veridicción, o sea sobre las diferentes formas de decir la verdad. En el caso de una filosofía crítica sobre la veridicción, el problema no es el saber bajo qué condiciones un enunciado será verdadero, sino cuáles son los diferentes juegos de verdad y de falsedad que se instauran y sobre qué formas, en este caso hay una crítica de las veridicciones. El problema no es saber cómo un sujeto en general puede conocer un objeto en general, el problema es saber cómo los sujetos están efectivamente ligados en y por las formas de veridicción en las que se comprometen. En este caso el a)

 problema nodeesilusiones el de determinar los accidentes históricos, las interna circunstancias extremas, los mecanismos o las ideologías, o aún más, la economía de errores o de fallas lógicas que han podido producir la falsedad, lo falso. El problema es el de determinar cómo un modo de veridicción, una Wahrasagen, pudo aparecer en la historia, y bajo qué condiciones. Si desde el punto de vista de la verdad, la historia no puede dar cuenta sino de la existencia o de la desaparición de lo falso, desde el punto de vista de la veridicción, la historia puede dar cuenta de la formación del decir verdades. Para decirlo en una palabra, no se trata en este caso de una filosofía crítica, de una economía general de la verdad, sino más bien de una política histórica o de una historia política de las veridicciones. Se habla a menudo de la reciente dominación de la ciencia, o de la uniformización técnica del mundo moderno. Digamos que ahí hay una cuestión que concierne al positivismo, en el sentido común del término. Y quizá se podría asociar a este tema el nombre de Saint Simón. Yo quisiera evocar para instalar los análisis que propongo, (dice Foucault) a un contrapositivismo, que no es lo contrario de lo positivista, sino más bien un contrapunto. Se caracterizaría por la sorpresa ante las más antiguas multiplicaciones y proliferaciones del decir verdad. dispersión de losy regímenes deiaveridicción las sociedades ejemplo La la práctica judicial la importanc i mportancia de su decir d eciren cosas verdaderas.como las nuestras. Por De la pregunta ¿qué es la verdad?, quisiera -dice Foucault- recolocar el análisis del desarrollo de la confesión penal en la historia más general de lo que se podrían llamar las tecnologías del sujeto. Es decir, las tecnologías por las cuales el individuo es llevado, sea por sí mismo, sea bajo la dirección o con la ayuda de un otro, a transformarse a sí mismo y a modificar su relación con los otros. En suma, los análisis tienen por objeto estudiar la confesión en la práctica penal en la medida en que ésta se integra en los regímenes de veridicción y de tecnologías del sujeto. Estaríamos así en una especie de etnología política e institucional del decir verdad, de la palabra verdadera. Se puede estudiar el decir verdad de algún modo etnológico, es decir el decir verdad como una práctica social. Estudiarla como, por un lado, un arma de las relaciones entre los individuos, un modificador de la potencia de aquellos que hablan, del poder de aquellos que hablan. También como un elemento al interior de una estructura institucional. Se trataría de estudiar el decir cosas verdaderas, de la veridicción, a la vez en las relaciones humanas, en las relaciones de poder, y en los mecanismos institucionales. Mi proyecto es aquí, dice Foucault, estudiar las relaciones entre lo que Georges Dumezil llama "la palabra verdadera" en su libro

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Foucault y la ética "Servus y Fortune".  Esta veridicción, en relación a este otro tipo de palabra que se llama la  palabra de justicia. O sea, lo que Dumezil analiza en este libro son las relaciones entre la palabra verdadera y la palabra de justicia. Esta relación justicia-verdad también consistiría en delimitar lo que es justo y decir lo que hay que hacer para que esta justicia sea instaurada o restaurada, palabra de verdad y palabra de justicia. La palabra de verdad tiene que ver con la veridicción. La palabra de justicia con la  jurisdicción. Dos formas fundamentales de la actividad del habla. Foucault se va a limitar al  punto de vista histórico y cultural cult ural acerca a cerca de este problema. Las relaciones entre el decir cosas verdaderas y el decir cosas justas merecen ser estudiadas por ellas mismas. Algunos lo han hecho, Foucault cita a Rawls. Esta cuestión, limitada al problema de la penalidad, también  podría ser estudiada a propósito del derecho civil, por ejemplo, que si tiene estos límites es por lo que él llama razones de facilidad y de claridad. La correlación entre la institución judicial y las otras prácticas sociales aparece con mucha más claridad. Decir verdad y hacer las cosas mal, tienen un punto de privilegio aparente en las instituciones judiciales. Esto implica también una limitación de los problemas de la confesión al problema del testimonio, de la encuesta, pero que nos va a permitir ubicar ciertas formas del derecho penal en un campo cultural social general. Foucault comienza esta conferencia sobre la verdad y el hacer, sobre el decir verdad y la la veridicción, con una primera charla sobre el derecho griego, y lo que llama también el prederecho griego. El combate de lo verdadero y de lo justo. Para esto toma el canto número 12 de   La  Ilíada de Homero. Es la carrera de carros de Aquiles. La verdadera escena judicial que él quiere tomar se encuentra en el canto número 18. La escena 23 es una escena donde también aparecen elementos judiciales. El vocabulario jurídico, el estatuto jurídico de los premios, la cuestión de

la legitimidad, las látigo formascerca rituales como elenmodo en 12 que. se debe colocar el pequeño de lajurídico-religiosas cabeza del caballo,estrictas, que se describe el canto 12. Este procedimiento judicial es semejante a la rivalidad atlética o de combate. Esta carrera es la misma que describe Foucault en  "La verdad y las formas jurídicas",  encontramos nuevamente a Menelao y Antíloco. Cita Foucault a Gernet, el antropólogo de la Grecia arcaica, que analizó las formas de lo prejurídico en Grecia, el prederecho. Foucault señala la continuidad que existe entre la costumbre de tipo agonístico a gonístico y la costumbre judicial. Foucault habla de la función de la carrera, en la que las oportunidades, las chancees, no son para todos las mismas. La fuerza, la potencia, está distribuida desigualmente, y esto se ve en la enumeración de los premios y en el acto de entrega de estos premios. No se trata de otra cosa en estas escenas que de la dramatización y el desarrollo de un orden de verdad que ha sido ya dado desde un principio, y si la carrera es tan dramática, esto se da justamente porque hay quienes interfieren en este orden de principio de modo tal que la verdad no ha de aparecer. La carrera no es otra cosa que un ritual litúrgico de la verdad, lo que llama Foucault un allethourgie, procedimiento ritual para hacer aparecer la alletés, lo que es verdad. La carrera debería tener por el manifestar la verdad hacer aparecer solemnemente en una justa, en función una pugna, en un combate, lo tal quecomo es alexiste, mismo tiempo una ceremonia, las fuerzas diferentes de los héroes, distribuidas desigualmente, de hacerlos desfilar según su verdadero talento, y por consiguiente, lejos de ser una prueba a lo largo de la cual los individuos con chances iguales van a poder competir entre sí y hacer aparecer un vencedor imprevisto, la carrera no es otra cosa en este caso que una liturgia de la verdad. Antíloco y Menelao. Tomemos estos dos personajes. Antíloco, siempre prudente ha sido vencido por su juventud, cometió una infracción, Menelao era más fuerte que él, y aquel que no era el más fuerte impidió que el más fuerte pase hacia adelante y no pueda aparecer como lo que debió ser, el más fuerte. Antíloco no quiso hacerle lugar a Menelao. En realidad, Antíloco a aquello que no hizo lugar es a la mayor fuerza que tenía Menelao por un decreto religioso. No es que Antíloco infringió una regla de la carrera, simplemente quiso perturbar lo que era una liturgia de la verdad, y como la verdad ha de ser reestablecida, este reestablecimiento de la verdad ser dará por un juramento. No hubo un testigo allí, ni el público, ni testigo ni público han de intervenir, hay un juramento, lo que implica una posición ritual. El juramento que hay que dar nos resitúa en el agón, la disputa entre Menelao y Antíloco. O sea, nos desplaza la disputa que se dio entre Menelao y Antíloco, a otra que se da entre Antíloco y Zeus, por algo el

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Foucault y la ética  juramento siempre es una invocación a los dioses. Se transfiere t ransfiere la estructura agonística agonísti ca de d e llos os hombres a los dioses. Antíloco renuncia al juramento. ¿Se puede decir que por esta renuncia se da lugar a una confesión?. La confesión consiste en reconocer que Menelao era el más fuerte en el orden de la verdad, la carrera debía ritualizar esta situación. Esta cuasi-confesión, como reestablecimiento voluntario de la verdad de las fuerzas en el ritual, de la puja, del combate, es lo que se da en esta escena. Aparte de esto, no hay que olvidar que la carrera es una ceremonia de la memoria, es un homenaje a la memoria de Patroclo. Combate y memoria, disputa y celebración como ritual de verdad, una co-liturgia. El acusado, Antíloco, es el portador de la verdad, tiene la misma estructura que el  Edipo Rey, la diferencia radica en que el procedimiento de manifestación no se desarrolla más como en  La Ilíada  en una estructura agonística de enfrentamiento entre héroes, sino que en el Edipo se da en una estructura judicial. La aparición del derecho griego post-homérico, siglos VII y VI AC, manifiesta también dos modos de reglamentos judiciales. Hesíodo en su obra De los trabajos y los días  en los versos del 35 al 39 nos habla de una mala justicia, que es aquella de los reyes, jefes locales, sensibles a los regalos y a las corrupciones; y otra que es la buena justicia, que parte de un acuerdo previo hecho delante de un tercero que oficia de intermediario en nombre de Zeus. La legislación de Gortina, después de Hesíodo y antes de la Grecia clásica, es la más antigua que se conoce en Grecia. La ley de Gortina incluye a partidarios al lado de cada uno de los adversarios de una disputa judicial. Todos estos partidarios deben prestarse a un co juramento, en donde los l os grupos apoyan a cada uno de los l os que están litigando, litiga ndo, aquel que junte ju nte al número más grande de partidarios, es aquel que tiene mayor peso social, y es el que ha de vencer. La ley de Gortina hace aparecer otro tipo de juramento, en donde el juez también debe  prestar juramento. Va a haber tresporque tipos no de hay juramentos. juez promete observarleyes las leyes, pero Hay esta interpretación es falsa, aún en laElGrecia de ese momento explícitas. otros que dicen que el juez jura decir lo que ha visto, pero esto también es falso, cuando se trata  por ejemplo de disputas sobre herencias, sucesiones, etc.. Gernet afirma que el juramento expone personalmente al juez, o sea es el juez el que está personalmente involucrado en el  juramento, es aquel que toma el riesgo y vincula su propio destino al valor de su propia sentencia, y el juez va a decir lo que es justo, y como vemos, ya no será aquel que está únicamente para verificar la aplicación de las reglas en un ritual ri tual determinado. La díkaión, lo justo. Esta palabra no existe aún en Homero. En el tiempo homérico la liquidación de un litigio se hacía bajo la forma del agón, de la lucha, de una lucha que tenía su  punto culminante en el juramento, el juez no era otra cosa que el garante o el testigo de la regularidad del procedimiento y de las formas. Esto es lo que acontecía en lo que llama F Foucault oucault la dikasein. Desde el momento en que vemos un dominio en el cual la justicia va a intervenir como instancia autónoma que juzgará no la simple regularidad de las formas sino el contenido mismo de la sentencia, cuando ella tendrá que tomar parte y elegir entre dos adversarios en ese momento, falta está que el juez se a algodemás q ueunseproblema que ha de llamar Lahará díkaión ligada a larefiera aparición todo de la la díkaión. economía moral, el  problema de la deuda, el problema de la distribución de las propiedades. Díkaión implica arbitraje, es una autonomización de la instancia judicial. Ya no se trata simplemente del respeto de las reglas de la themis, del respeto del buen procedimiento, sino que se trata del establecimiento de lo que es en sí mismo justo. El vínculo entre díkaión y Alethés es el vínculo entre lo justo y lo que es verdad. Lo qu quee es justo lo es porque es la realidad de las cosas. SEGUNDO CURSO. EDIPO

Foucault lo llama la veridicción edípica. Edipo Rey es una representación fundadora del derecho. Me parece, dice Foucault, que de un modo general en la mayoría de las sociedades llamadas indoeuropeas, el teatro que conocemos, del teatro griego hasta el teatro de los siglos XVI y XVII, es la representación del derecho, y esto ha sido constatado por el teatro. Por ejemplo en el teatro de Shakespeare la fundación del derecho del soberano. Se pregunta Foucault: ¿cómo es que un soberano puede llegar a ejercer legítimamente un poder?, ¿Cómo ha

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Foucault y la ética conquistado el poder por la guerra, por la rebelión, por la guerra civil, por los crímenes, por la violación de los juramentos, etc.? También en Corneille encontramos el problema del derecho civil y del derecho público. En  Edipo  se trata del problema de un crimen, en  Electra  y  Antígona  se trata de saber cómo hacer lugar al derecho familiar en el interior de la ciudad. En el  Edipo  se trata de algo más simple, de saber quién es el asesino. Se puede hablar también de Las Leyes de Platón, en el libro 9, parágrafo 874, acerca de la situación criminal típicamente edípica. La pieza trágica se desarrolla como un proceso con elementos y situaciones absolutamente reconocibles por el  público griego. No es la representación exacta de un proceso, pero es una especie de paraíso  judicial perfectamente comprensible y reconocible reconocible por el auditorio y los espectadores griegos. La tragedia griega descansa sobre dos elementos, la peripecia que da vuelta la fortuna de los personajes y transforma la felicidad en desgracia, la suerte en infelicidad, y además, la otra gran pendiente es el reconocimiento de que la identidad real de un personaje hasta ese momento desconocida, ignorada, se ha de revelar. Con la tragedia se da la reversión de la situación que permite el reconocimiento de la verdad de cada uno. Este elemento, esta reversión, es entonces un elemento que descansa enteramente sobre la autonomía de lo que ha de ser el reconocimiento. Hay dos tipos de reconocimiento. Por un lado se trata del reconocimiento del eje que va de la ignorancia o de la inconsciencia de Edipo, hasta la obligación en la que se encuentra de reconocer lo que es, es el eje del reconocimiento individual. Hay un otro eje, es el eje del restablecimiento de la verdad no a los ojos de Edipo, es a los ojos de un personaje que en todas las piezas trágicas griegas es capital, y se llama el coro, pues efectivamente Edipo busca la verdad, y él la busca para que el coro pueda reconocerla; el coro, es decir, el ciudadano, es decir, laLas asamblea del pueblo. tres manifestaciones de la verdad se dan en el nivel de los dioses: Apolo, Tiresias; en el nivel de los l os reyes: Edipo, Yocasta; en el nivel ni vel de los esclavos y servidores: el mensajero ddee Corinto y el esclavo de Cicerón, estas tres manifestaciones de la verdad, estas tres alethurgías, son tres tipos de veridicción. La primera alithurgia: Creón trae la palabra de Apolo. ¿Qué dice?: Un crimen ha sido cometido. Sabe que hay un crimen, pero no se conoce la víctima. Es necesario saber el motivo que ha tenido el asesino. Tiresias trae la mitad complementaria de esta enigma. En el enfrentamiento entre Edipo y Tiresias el coro no toma partido, el corifeo, por ejemplo, en el momento en que Tiresias y Edipo se enfrentan, retoma las acusaciones de Tiresias y dice: la cólera os ha conducido a ambos, a ti Edipo y a ti Tiresias, pero cuando Tiresias sale, el coro dice: no puedo creerle, pero tampoco puedo desmentirlo. Entre el reconocimiento por Edipo de lo que es él mismo, y el reconocimiento de la validez jurídica de la verdad de parte del coro, hay ha y una correlación permanente. Edipo no podrá reconocerse él mismo sino cuando el coro haya reconocido la validez de lo que se dice. El coro no reconoce la superioridad de los dones del divino el coropredicho acepta la única realidad accesible, y que no elfunciona pasado olvidadoTiresias, o el porvenir porinminencia un adivino.como El coro es una instancia judicial con pruebas. La segunda alithurgia: el nivel de los reyes. Yocasta y Edipo. Yocasta, cuando dice: si los dioses quieren revelar las cosas no tienen necesidad de profetas, no se reconoce en este sentido la tecné de la predicción. Pero una encuesta, preguntas, recuerdos... Yocasta y Edipo no extraen las consecuencias evidentes de lo que se impone. El coro interviene esta vvez ez de un modo inverso, acusando a la tiranía, a la arrogancia y a los excesos de los tiranos, y recordando que es necesario respetar los oráculos. Edipo no es el hombre de la ignorancia i gnorancia sino el hombre del saber. Posee la riqueza, el poder y la tecné. En su discusión con Tiresias, Edipo exclama: "¡cuántos celos tú suscitas!, oh riqueza, tiranía, poder y soberanía. El arte supremo". La expresión tecno tecnés, arte de las artes, es importante porque se convertirá más tarde en la expresión tradicional  para designar d esignar a los gobiernos. Los gobiernos, no n o solamente sola mente en el sentido global y colectivo col ectivo de de arte político, sino igualmente en el sentido de gobierno de los individuos los unos por los otros. Creón no tiene necesidad de tecné, t ecné, él tiene la dunastheia, du nastheia, es decir el poder (puissance) y no la tiranía. No tiene el ejercicio individual personal ni el poder (pouvoir), todo le llega de las  prerrogativas de su status, de sus privilegios. No tiene necesidad de tecné, de arte del

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Foucault y la ética conocimiento, del saber hacer. El va a decir que es un sophrón, o sea un sabio, un reflexivo, un temperante, un moderado, que no tiene necesidad de tecné, t ecné, de poder. La virtud que él practica es la de la medida que le permitirá, ejerciendo sus privilegios y sus prerrogativas de no ser arrogante ni excesivo en relación a los otros. La virtud fundamental de la prerrogativa aristocrática es ser sophrón. En lo que concierne a Tiresias, la palabra tecné empleada tres veces funciona irónicamente. No tiene mantiké, tecné, arte adivinatoria. Si Tiresias dice la verdad, es porque hay un vínculo de naturaleza entre él y la verdad. Tiresias le dice a Edipo: la verdad está en mí, tú la sabes. Ni Creón –aristócrata-, ni Tiresias, -adivino-, tienen una tecné. Pasar del presente al  pasado, de la l a presencia a la ausencia, aus encia, este arte art e del descubrimiento, del develamiento que utiliza las marcas y los signos, los trazos que permiten remontar de aquello que no se sabe a lo que se sabe, partir de estos elementos materiales que conducen de un modo legítimo de uno al otro, es esto lo que caracteriza la técnica edípica, es éste el arte del develamiento. Lo que permite descubrir el saber de Edipo no son las leyes que han nacido en el Olimpo y que ningún mortal ha podido dar a luz, es precisamente el encuentro del acontecimiento, de lo que se produce, el cruce entre lo que acontece a los hombres y los decretos de los dioses. La tecné de los índices, de los síntomas, de los signos, como la medicina y el arte de la navegación, el arte de gobernar, el arte de la medicina, el arte de la navegación, es una trilogía clásica que la encontramos en un sinnúmero de textos. Hay entonces un saber propio del ejercicio político, y ése saber tiene la forma técnica del descubrimiento de la verdad a partir de elementos materiales. materiales. Cuando esta técnica se opone a la palabra de los dioses, la tiranía cae en el exceso, es eso lo que dice el coro. Se elogia en la primera alithurgia el vínculo y la relación entre las  palabras y los actos, se denuncia la desmesura del del tirano. Es el elogio de los oráculos. La servidores, tercera alithurgia es la de el interrogatorio sobreLa la confesión identidad de los dos mejor dicho delos losservidores, dos sirvientes llevado a cabojudicial por Edipo. viene del esclavo, el coro acepta esta verdad. La interrogación, el interrogatorio y los testigos oculares constituyen el buen  procedimiento, el que se da frente a la plaza pública. TERCER CURSO

Uno de los rasgos fundamentales del cristianismo es el de haber vinculado al individuo con la obligación de buscar en sí mismo la verdad de lo que él es. Esta obligación de buscar la verdad de sí mismo, de descifrarla como una condición de salvación, y de manifestarla a un otro, me parece, dice Foucault, que es un tipo de obligación de decir la verdad muy diferente de aquella que vinculaba al individuo con el dogma, con un texto, con una enseñanza. Y me parece, dice, además, que uno de los grandes problemas históricos del cristianismo ha sido precisamente el de saber cuál es el tipo de vínculo que puede ser establecido entre una y otra de estas obligaciones, o sea el sí mismo y conpuede el texto. ¿Cómo unacon obligación de creer estar ligada con una obligación de descubrir en sí mismo la verdad?, ¿cómo ligar la verdad de la fe con la verdad de sí mismo?, ¿cómo articular la hermenéutica del texto y la hermenéutica de la conciencia?, éstas han sido preguntas que también se han hecho en el siglo XV y en el siglo XVI. Tal fue también el desafío que el  protestantismo trató de relevar. Un acontecimiento acontecimiento importante en la historia de la subjetividad es el que concierne a estas cuestiones. Y si bien es cierto que a menudo se ha dicho que el cristianismo se destaca por esta curiosa invención que es el pecado, este tipo de aseveración es criticable dado que no hizo falta esperar la llegada del cristianismo para pensar el pecado, creo yo, dice Foucault, que la importancia del cristianismo está en esta veridicción que se hace de sí mismo, esta obligación de decir la verdad sobre sí mismo. También podemos hablar de la veridicción de sí mismo en la antigüedad pagana, en las religiones populares, en el templo de Epidauro, en el Cnut, en cuyas inscripciones aparecían excusas y disculpas por ciertas faltas cometidas, una especie de confesión pública inscripta en una columna. En Roma, Juvenal, en su sexta sátira habla de la religión de Isis, de las confesiones de una mujer que no tenía que tener relaciones sexuales, y por haber trasgredido esto, por haberse acostado con su marido, debe expiar una culpa, esto es lo que dice Séneca. En

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Foucault y la ética la práctica filosófica también encontramos el examen de conciencia y el director de conciencia. El examen de conciencia, que se remite a Pitágoras, se hace durante la noche, pero la razón por la cual el examen de conciencia es vespertino, y queda como tal desde los pitagóricos; es por una razón que está ligada a la misma doctrina de Pitágoras, a saber: que en el sueño se reciben imágenes, que los sueños son los intermediarios que nos dan el acceso hacia un contacto con el mundo espiritual o el mundo ideal, y por consiguiente, antes de tomar cualquier riesgo de entrar en contacto con ese otro mundo por intermedio del sueño, es necesario purificarse, por eso es que se hace de noche. Y así como se purifica el cuerpo antes de entrar en contacto o antes de entrar en un lugar sagrado, así como se purifica el cuerpo mediante un rito religioso, del mismo modo para entrar en contacto con el otro mundo a través del sueño es necesario purificarse, y el examen de conciencia es esta práctica de purificación. Es importante el examen de conciencia  para la práctica de la memoria, éste es otro dato, por eso tiene que ver con el método de la mnemotecnia. El examen de conciencia estoico, por ejemplo Séneca, en el tercer libro cap. 36 de De la Ira, dice que el examen de conciencia no tiene valor de purificación. Un buen sueño,  para Séneca, S éneca, es un u n sueño revelador de un alma tranquila y dueña de sí misma. Pasamos de la  purificación a la posesión de sí, al control sobre sí mismo. No es un vocabulario médico el empleado por Séneca, sino más bien un vocabulario de tipo judicial, más que judicial es un vocabulario de tipo administrativo, es el vocabulario que se emplea para la gestión, para la administración de algún bien, de un territorio, de un gobierno, de una administración. Séneca no se refiere a faltas sino a errores. No se trata entonces de descubrir una verdad oculta en el fondo de sí, la memoria no se dirige a buscar en el fondo de nosotros mismos algo olvidado, esta memoria se dirige a un código de conducta que es necesario recordar continuamente por miedo a que uno pueda olvidarlo, y el sujeto que olvida este código, no es a sí mismo que olvida, no es su naturaleza la que olvida nisimilar su origen, ni tal pecado, que lo que olvida error. es lo que debería hacer en una ocasión a la que se ole cual presentó, parasino nnoo cometer el mismo Por lo tanto, se refiere a un conjunto de reglas de conducta. Es en el punto en el que se cruzan las acciones y este código, que el sujeto debe situarse, y que su acto de examen de conciencia debe situarse también efectivamente. Este acto pasado, su reactualización, la reactualización que  produce la memoria para una acción futura, es el efecto buscado por el funcionamiento del examen de conciencia en la obra de Séneca. En este examen de conciencia, no se trata de la subjetividad. En un segundo texto de Séneca, que se llama  De la tranquilidad del alma, Séneca se refiere el problema de la confesión a otro. En lo que dice Serenus a su director de conciencia Séneca, se puede reconocer en el texto, bajo detalles sin importancia, los tres grandes dominios que corresponden a las tres grandes formas de vida que tradicionalmente se dan en la filosofía griega y romana: el dominio de la riqueza, de la vida política, y de la gloria. Adquirir la riqueza,  participar en los asuntos de la ciudad, y ganar la estima y el honor de la opinión, allí tenemo t enemoss las tres grandes cuestiones de la moral, que plantean problemas filosóficos. ¿Hace falta buscar las riquezas, hace falta buscar tenerlas, hace falta o no retirarse de los l os asuntos públicos, es necesario esforzarse la estima de los otros y una gloria inmortal? Elpormarco de lareal exposición de Serenus nopor estábuscar definido, a diferencia del examen de conciencia, el curso de su vida  pasada, es una clasificación puramente tradicional de los diferentes tipos de actividad que se  pueden ejercer y de los fines que se pueden perseguir, y en cada uno de estos dos dominios Serenus va a buscar y exponer su actitud, va a exponer su alma. Pero, ¿qué quiere decir la exposición de su alma?. La palabra empleada es "placet", lo que me gusta. Exponiendo lo que le  place Serenus no busca de ningún modo revelar los designios desi gnios profundos que los cristianos verán como una manifestación de la concupiscencia, oculta al presente. Es enumerando lo que le place y lo que no le place, que puede indicar, más exactamente, cuáles son las cosas a las cuales todavía está ligado, por las cuales está atraído, y cuáles son las cosas de las cuales quiere desvincularse, de las que se quiere desligar. La ubicación de lo que le place y de lo que no le  place, no tiene de ningún modo este índice de la presencia en él de un deseo o de una concupiscencia ocultas, sino es simplemente el indicador de una libertad. Serenus se propone esta prueba en términos de placer, de los vínculos que lo ligan a las cosas, de las cuales no es dueño. Por eso hay una especie de cuestionario, se hacen cuestionarios a propósito del dinero, ¿en qué escala estás tú de las libertades?, a propósito de la preocupación por la carrera, ¿en qué

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Foucault y la ética grado estás de las libertades posibles?. La confesión de Serenus y la puesta en acto de un corpus de reglamento moral que él conoce bien, se piensa en términos de conducta y de grados de libertad, enfrentados a la prueba de la veridicción.  LA VERIDICCIÓN EN LA PENITENCIA CRISTIANA 

Foucault comienza a hablar de la confesión de los pecados, cuya fecha de implementación se ubica alrededor del siglo XII. Dice Foucault: la penitencia es el problema del segundo bautismo. Una vez que se ha sido bautizado, no se debe pecar más. Si se lo hace, se corre un riesgo, mejor dicho, se debe ser rechazado por la comunidad eclesiástica. El problema de la reintegración se plantea entonces: ¿es que se puede llegar a ser bautizado una segunda vez?, ¿es que uno puede llegar a ser reintegrado por algo o por alguien, sin que esto implique un segundo bautismo?. He aquí el marco general en el cual se plantea el problema en el siglo II. No se podía tener en el siglo II más de una sola penitencia. La penitencia no era un procedimiento  particular, era un estatuto que englobaba todos t odos los aspectos de la existencia. Verdaderamente no se podía hacer penitencia, uno devenía penitente, lo que significaba vivir de otro modo que los otros. Era necesario el acuerdo del obispo. No se podía entrar en la Iglesia y en la comunidad al término de la penitencia si no era mediante una segunda ceremonia, que era de reconciliación. Esto es lo que necesitaba también la autorización del obispo. En este estatuto penitencial, ¿cuál era el lugar de la veridicción?. La palabra exomologesis significa reconocimiento. Era necesario reconocerse a sí mismo como pecador delante de Dios a lo largo de una oración colectiva. Esta confidencia que se hacía al obispo para solicitarle el estatuto de penitente, no pertenecía al ritual mismo de la  penitencia, erafuera simplemente si mplemente el de preámbulo, y era En unaexomologesis, práctica p ráctica privada, no secreta, de facere, hombre h ombreela hombre, pero del ritual la penitencia. la exomologesis estatuto del penitente era llevado por el penitente hasta el momento de la reconciliación. El rito por el cual se lograba la reconciliación, entre este desarrollo del estatuto  penitencial y la imposición de manos, había una u na exomologesis. ¿En qué q ué consistía?, Tertuliano en el capítulo 3, parágrafo 5 de la  De Pudicitia critica la práctica de la penitencia, en la que uno se escondía bajo el silicio, se cubría de cenizas, se prosternaba públicamente, se humillaba,  besaba los pies de los otros, imploraba asistencia y ayuda a todo el mundo. mundo. San Jerónimo en la Carta 67 habla del ritual de súplica de una viuda que se casó demasiado pronto, y este ritual se llamaba precisamente exomologesis, y no comportaba una confesión de los pecados, sino una manifestación espectacular por el hecho que había pecado, y  por la conciencia que tenía de ser pecadora... Ireneo, en su Adversus haereses (Contra los herejes), cap. 13, libro 1, parágrafo 5, dice que alguien volvió a la iglesia después de haberla abandonado, y que había pasado el resto de su vida en la exomologesis. Tertuliano, en su  De penitencia, cap. 12, dice que esta práctica  penitencial no tenía que desarrollarse la "concientia", sino que ddebía ebía acto de en el sentid sentido teatral del término, debía ser un actoenmanifiesto, una disciplina, toda ser unaunregla vida que,o concernía al hábito. Hábitus y victus, la manera de mostrarse, la manera de comportarse y la manera de alimentarse. En el cap. 9 de De penitencia Tertuliano explícita lo que debía ser esta vida de penitencia, en la que había que acostarse bajo un "sacum" -bajo una bolsa- y bajo cenizas, envolverse el cuerpo en harapos, abandonar su alma a la tristeza, corregir por tratamientos rudos los miembros pecaminosos. El penitente debía nutrir continuamente sus oraciones con penas: gemía, lloraba, se lamentaba días y noches al Señor, su Dios. La penitencia no existía sin esta actividad que qu e exhibía, mostraba y manifestaba. Ambrosio en su De penitentia,  en el libro 2, cap. 5, parágrafo. 24, dice: "Ellos confesaban por sus gemidos, por sus lágrimas,  por sus palabras, que ya no estaban constreñidos constreñidos sino libres".  No se puede ser penitente sin haber hecho al mismo tiempo la exomologesis, una  práctica de veridicción que hace cuerpo con el desarrollo penitencial mismo, pero esta veridicción no toma jamás la forma de una enunciación verbal de la falta. No hay nada parecido a un examen de conciencia, a un enunciado reflexivo y algo así como analítico de la falta cometida, se trata de una verdad expresa, teatral, espectacular, en la cual no intervienen ni se dicen los pecados que se cometieron y por los cuales uno se ha convertido en pecador. La mejor

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Foucault y la ética traducción de exomologesis la encontró Tertuliano, es la siguiente:  Publicatio sui,  publicarse a sí mismo. Hacer público el hecho de que se es pecador y mostrar al público su propio estatuto de pecador, aparecer frente al público con su estatuto de pecador. El juicio final. Este será el día de un juicio en el que el diablo se levantará contra nosotros y nos acusará si no hemos hablado primero, y en ese caso Dios será más severo, mientras que si nosotros nos adelantamos a la acusación del diablo por nuestra propia  penitencia, si nosotros nos hemos mostrado bajo los ojos de Dios como penitentes, el diablo estará bien obligado a callarse el más terrible de los días. El verdadero modelo de la práctica de la exomología, de exomologesis, no era ni la enfermedad, ni las heridas, ni la medicina, no era tampoco el crimen ni el juicio, el verdadero modelo era el martirio. Practicar la penitencia es hacer lo mismo que hacen aquellos que enfrentados a los perseguidores de los cristianos, están sometidos a duros castigos, y estos  penitentes deben testimoniar de un modo similar si milar a los mártires. La gran cuestión alrededor de la cual giró toda la organización de la penitencia fue la cuestión de los "lapsi", de aquellos que no han querido afrontar el martirio para salvar su vida. La penitencia que en parte fue organizada  para reintegrar a los lapsi fue la de aquellos que rechazaron el martirio. La penitencia es un modo de sustituir los martirios reales que no se han querido enfrentar, es una especie de  pequeño martirio de modelo reducido. La penitencia es una mortificación en sentido estricto, estar bajo una bolsa de cenizas quiere decir que estamos en el dominio de la muerte. Morir para este mundo. Por las maceraciones se muestra que estamos listos para enfrentar el otro mundo, el mundo de la muerte. La veridicción y la mortificación están íntimamente ligadas en esta  práctica de la penitencia. p enitencia. Veridicción de sí mismo es mostrar la verdad de sí mismo en vínculo con el sacrificio de sí mismo. El sacrificio de sí para la verdad de sí. el siglo IV pero y V en prácticas monásticas, la mortificación todavía estaba ligada a En la veridicción, porlas el intermediario de un médium nuevo quede erasífundamental: el lenguaje. La verbalización continua de sí mismo por el monje, la mortificación en su cuerpo, y el ejercicio continuo y permanente del lenguaje, esto es lo que se da en esta época. Aparece, entre otras cosas, la penitencia tarifada, en el siglo VII y en el siglo VIII. Había tarifas. Una pregunta hecha por el público hace decir a Foucault: "Aquel que ha pecado, aquel que en vez de elegir lo que se llama el biokós, la vía de la vida, que es la vía cristiana, o la vida en Dios, ese hombre que ha elegido otra vía, está del lado de la muerte. Cubrirlo con una bolsa y con cenizas es entonces manifestar que es en verdad ése el que ha elegido la vía de la muerte. Lo que se puede hacer cuando alguien eligió la vía de la muerte, para hacerlo pasar a la vía de la vida, es hacerlo morir a la vía de la muerte para pasar a la vía de la vida. Es necesario morir a la vía de la muerte, y renunciar para entrar en la verdadera vía espiritual, la que implica morir para este mundo. La conversión, la metanoia, es entrar en una otra vida". Una nueva pregunta que le hacen a Foucault en esta tercera conferencia le hace decir que "hay dos La cosas, de las cuales por un lado la que indica lo quedelesindividuo importantecon en su el cristianismo. importancia del una cristianismo estáesmás en la relación verdad que el problema del pecado. Para los estoicos la noción de falta era habitual, Dios sabe  bien que los estoicos nos han hablado mucho acerca de eso. Los estoicos tenían t enían un u n código de conducta extraordinariamente exigente y complicado. Hacía falta prestar mucha atención para no cometer una falta. Lo que parece ser específico del cristianismo y en la historia de la subjetividad occidental, en cuanto a aquello que hace ruptura en el cristianismo, es la técnica, el lazo con la verdad, este conjunto de d e técnicas puestas a punto para extraer la verdad de sí, incluso a propósito del pecado. "Es más bien la verdad de sí a propósito del pecado lo que me parece más importante que el sentido del pecado." p ecado." En cuanto a otra pregunta, dice Foucault que "gnosthe auton" -el conócete a ti mismo griego- es un acto filosófico por el cual se establece un cierto modo de relación a la verdad en general, y no es una manera de establecer una relación a su propia verdad. Es para conocer bien las matemáticas que hace falta conocerse a sí mismo para Sócrates y para Platón. Es para conocer las verdades eternas que es necesario conocerse a sí mismo. Para los estoicos y epicúreos y más aún para los cristianos el objetivo es diferente.

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Foucault y la ética CUARTO CURSO

La confesión en el ritual de penitencia del primer siglo cristiano es una especie de manifestación simbólica de sí que tiene como característica primera el no tener objeto ni finalidad, y además, el de no tener por objetivo el de descubrir en el fondo de sí mismo una verdad oculta; como característica segunda, la de no utilizar como instrumento principal de la  penitencia a una expresión verbal. Una nueva práctica ha de establecer una relación diferente entre subjetividad y verdad.  No es del lado de la penitencia canónica sino si no del de d e las prácticas monásticas bien localizadas. Es desde el lado de las prácticas monásticas que vamos a ubicar el gran cambio que nos ha de introducir en el problema mayor de la confesión en su relación a la cultura occidental, o a las culturas occidentales, como dice Foucault. En lo que concierne a estas prácticas monásticas, Foucault señala que la relación establecida habitualmente entre monaquismo y ascetismo es ambigua. Entre el siglo III y el V DC las instituciones monásticas son un cierto modo de organizar, de regular, de frenar y refrenar el movimiento ascético del que forma parte. Se trata de algún modo de retomar el movimiento ascético, darle un cuerpo institucional para poder evitar los desbordes, los excesos individuales, las divergencias y los excesos, tanto de comportamiento como doctrinales, que el ascetismo individual de tipo competitivo podía manifestar con suma frecuencia. Al mismo tiempo este movimiento monástico también implicaba una lucha contra la influencia gnóstica y la influencia maniquea en el seno del cristianismo. Por lo tanto el movimiento monástico es un ascetismo que se institucionaliza, y la institución cenobítica, la cenobía, la vida en común, la organización de un monaquismo comunitario con una estructura jerárquica fuerte, muestra que en el corazón del monaquismo encontrar no sólo una sino también fuertes estructuras de poder. Elpodemos monaquismo se encuentra en elaspiración cruce de ascética, dos instituciones: por un lado, la penitencia, y por el otro, las técnicas de la existencia filosóficas. El monaquismo, la vida monástica, es considerada como la verdadera vida filosófica, y la organización de los monasterios, por ejemplo en Antioquía, forman parte de la organización de las escuelas filosóficas, y el monasterio se reivindica a sí mismo como escuela de filosofía. La vida monástica, como la vida filosófica, está destinada a dar un acceso a la verdad. Vivir como un filósofo, vivir como un monje, o llevar a cabo la verdadera vida filosófica en el monasterio, es darse la posibilidad de acceder a la verdad pasando por el control de sí y el conocimiento de sí. Dice Foucault: me parece que tenemos ahí un cierto número de elementos que son absolutamente fundamentales, y que inscriben ins criben al monaquismo en la tradición de la cultura antigua. Primeramente, esta idea de que no podemos tener acceso a la verdad sin acceder a un cierto modo de existencia específico. Segundo, este acceso a la verdad demanda una purificación de sí. Esta purificación de sí toma dos formas gemelas acopladas la una a la otra. A saber: la renuncia y la mortificación. Vivir una vida como la muerte, y que va  precisamente comotenemos la muerte, el acceso a cceso a una vida. vi da. Por de otromortificación lado, ligada más a la renuncia y a laa asegurar, mortificación, al conocimiento de otra sí. Ascetismo conocimiento de sí mismo y relación al otro, al Amo. Foucault realiza un trabajo sobre dos textos. Por un lado, los apotegma, o los sermones de los padres del desierto, y por otro lado los textos de Juan Casiano. Casiano, como tantos monjes del bajo Egipto, estaba impregnado de la tradición de Orígenes, y por el hecho de que esta tradición hubiera sido condenada poco tiempo después de la muerte de Casiano, hizo que su nombre fuera borrado durante bastante tiempo. Dentro de esta historia hay un primer aspecto que concierne a la práctica de la veridicción de sí mismo en las instituciones monásticas. Dice Foucault: esta obligación de decir la verdad sobre sí mismo se inscribe siempre en el interior de una relación con el otro, y esta inscripción del deber de decir verdad sobre sob re sí mismo en el interior de uuna na relación de obediencia a un otro, es algo fundamental y nuevo. La relación maestro-discípulo en la antigüedad tiene las siguientes características: se llama "egenones" a aquellos que guían. Las formas que adquiere esta dirección o esta guía en la antigüedad generalmente se ponen en práctica cuando alguien  pasa por una circunstancia difícil en su vida, y ha de preguntar a un otro más avanzado ava nzado en el

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Foucault y la ética dominio de la sabiduría o más amo de sí mismo, o a alguien que está más familiarizado con las técnicas de sí, a quien ha de pedir ayuda. Le ha de pedir la ayuda necesaria para franquear esta circunstancia difícil, y esto es lo que formaba parte del llamado arte de la consolación. Había especialistas de la consolación o del consuelo, alguien como Antifón por ejemplo entre los sofistas, tenía en Atenas una oficina de consuelos, por medio de la cual ayudaba a la gente a sobrellevar las circunstancias difíciles. Alguien como por ejemplo Cratón escribía tratados de consolación que se reproducían y que se compraban como regalo a un amigo que  pasaba precisamente un momento difícil. Estas guías coyunturales y provisorias podemos oponerlas a guías de tipo más continuo que podemos encontrar en las escuelas filosóficas, y que servían para individuos generalmente jóvenes, pero no siempre, que eran guiados durante un cierto número de años hasta el momento en que por fin alcanzaban la sabiduría. La práctica médica por ejemplo, no estaba solamente destinada a curar, sino que también exigía un régimen de vida. Tenemos como ejemplo la correspondencia entre Séneca y Serenus, que se dio fuera de las escuelas filosóficas en el texto ya citado sobre la tranquilidad del alma. En esta dirección antigua se ve en forma clara que toda la operación está orientada hacia una finalidad entendida a la vez como objetivo de la operación y como su término, a partir de la cual se ha de detener. Se trataba por ejemplo de ser guiado hasta el momento de la adquisición de la salud y hasta el momento en que cada uno podía controlar y vigilar la salud por sí mismo. Segundo, desde otro lado, esta guía de la dirección en la antigüedad obedecía a un  principio de competencia: aquel que guiaba debía saber más que aquel que pedía ser guiado. Este es el ejemplo inverso a Sócrates, que guiaba pretendiendo que no sabía nada, y aquellos que él guiaba lo interrogaban y sabían más que él. Pero esto no era más que dar vuelta como en espejo un cierto tipoa saber de relación que trataba conducir al individuo el punto en que él podía llegar o descubriría que siempre ya sabía.deHabía al menos una cosahasta que Sócrates ya sabía y que el otro no sabía, y es que el otro sabía sin saber que sabía. Encontramos siempre este mismo principio del plus de competencia, del plus p lus de saber en aquel que dice, en aquel que guía. Una tercera característica de esta dirección antigua es que ella consistía esencialmente en el aprendizaje de un código, y por último se trata también de convertirse a su vez en maestro. La operación de guía consiste esencialmente en una especie de sustitución de control y de conducción. Se acepta la conducción y el control de otro para poder asegurarse por sí mismo y  para sí mismo su propio dominio. De lo que se trata entonces es del aprendizaje de la ciencia, de un corpus de conocimiento, pero por conocimiento hay que comprender lo que los griegos designaban por la palabra gnome, que es a la vez un conocimiento y un precepto, a la vez una verdad y una regla. El objetivo es entonces el de convertirnos para nosotros mismos en consejeros ya hechos, de ser amos de nosotros mismos, y de convertirnos en un momento dado en nuestra propia guía. Por eso, además, es importante para estas reglas de vida el conocimiento médico. Foucault cree fatal que el antigua de la relación pedagógica introduciendo el filo de monaquismo la obediencia.rompe Hay la unaforma despedagogización de esta relación de dominio, la obediencia se presenta de otro modo, del que Foucault va a hablar ahora. Cuando se dice relación de dominio, se trata de una relación de dominio sobre sí mismo, la relación de control. Lo que es particular a la institución monástica es la forma en que se ha dejado de ser novicio, o sea el modo en el que no podemos evitar, al menos de un cierto modo, una relación de dirección. Aquel que cree poder saltearse esta dirección de un otro, aquel que en presencia de sí mismo considera que ya no tiene necesidad de un otro y que puede dirigirse por sí mismo, en ese momento esta persona decae, y ya no está nunca más en un estado de perfección. Por otro lado, en la institución monástica la obediencia es una relación formal. En la antigüedad seguir al maestro era la condición para que pudiera ser transmitido un cierto saber, una cierta capacidad del que es más competente que el discípulo. En el monaquismo, al contrario, la obediencia es una práctica que no depende de aquel al que se obedece, el valor no depende de la naturaleza, de la cualidad de una orden a la que se obedece, el valor de la obediencia depende esencialmente del mismo hecho de la obediencia. ¿Quién es el que guía mejor en la práctica monástica?, es

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Foucault y la ética aquel que será el menos indulgente, es decir aquel que dejará a los discípulos la menor cantidad de alternativas de libertad, que los someterá más. Es necesario obedecer en la institución monástica cualquiera sea la orden y cualquiera sea el maestro. El ejemplo de los maestros injustos, arbitrarios, señala un efecto de progresión más rápido hacia el camino de la santidad, ya que esta arbitrariedad y esta injusticia, lejos de ser un obstáculo, apura un camino que indica que la obediencia no debe detenerse en la reflexión sobre el valor de las órdenes recibidas. Por otro lado, esta obediencia también se refiere a lo siguiente: primeramente, en el estado de obediencia se manifiesta la "humilitas", la humildad que consiste en considerarse siempre como el último en medio de los otros, a cualquier otro debemos obediencia. Segundo, "la patientia", la paciencia. Jamás resistirse a una orden dada. Decía un santo que nombra Foucault: no diferenciarse de un cuerpo inanimado o de una materia prima que emplea el artista. Ser cadáver, como un cuerpo inanimado y jamás resistir. La relación a un otro implica la abolición de cualquier tipo de voluntad autónoma. Tercero; tercera virtud, la primera era la humilitas, la segunda era la patientia y la tercera es la "subditio", la sumisión, que también quiere decir ser suave. Esta idea se opone a la idea antigua de la sumisión a la ley. Todo lo que hacemos según esta virtud debe ser mandado por otro. Esta penetración total de toda la existencia, de todas las acciones, por la voluntad de un otro, de los otros, de un "x", esto es para Foucault lo que está en el nudo, en el corazón mismo de la noción de subditio. La ley, por el contrario, es lo que nos obliga a no hacer algo prohibitivo para dejarnos, en lo que concierne a lo demás, en libertad. Debemos entonces agregar a la mortificación del cuerpo la mortificación de sí. Es necesario suprimirse a sí mismo en tanto que sí mismo, y es esta dupla, mortificación del cuerpo y mortificación de sí, la que está en el corazón mismo de esta relación de obediencia,  pero para llegar a esta relación de obediencia, a esta subditio, existe evidentemente una exigencia. Lo que es evidente quepor haylaque hablar, es anecesario decir todo lodeque pasa por nuestra mente. La renuncia de síespasa verbalización un otro. El principio la confesión  permanente está evidentemente ligado en forma directa al principio general de obediencia indefinida formal que nos ha de llevar a un estado de obediencia. Tenemos aquí algo fundamental para la historia de la cultura occidental, es lo que podría llamarse la inserción del eje de verbalización en la relación de dominio. En la antigüedad aquel que habla es evidentemente el amo; aquel que manda, habla, aquel que es mandado, escucha. Sócrates es un contra ejemplo, ya que hace hablar a sus discípulos para que se conviertan a sí mismos en maestros de ellos mismos, en amos de ellos mismos, de su saber. En las instituciones monásticas hay que hablar de sí, dice Foucault, la veridicción es una condición indispensable para la sujeción a una estructura de poder. Esta veridicción implica examinarse a sí mismo, segundo: decir efectivamente en un acto verbal este examen. Examinarse a sí mismo. Primera cuestión: conocerse a sí mismo. Orígenes en el segundo libro del comentario sobre el  Cantar de los Cantares,   dice que hay dos tipos de conocimiento de sí. Ya sea el conocerse en sustancia, ya sea el conocerse en sus afectos. El  problema conocersobre si el la alma es corporal o no, si compuesta,  problema de filosófico naturaleza del alma, es está lo que Orígenescreada llama oel increada, conocerseesa un sí mismo, o el conocerse en sustancia. El conocerse en sus afectos, saber si son buenos o malos, si el alma está alejada de su finalidad o no, si hace el mal voluntariamente o no, si sabe controlarse, este es otro tipo de d e conocimiento de sí. Para el lla llamado mado examen vespertino podemos tomar textos de Juan Crisóstomo y los salmos de San Jerónimo. En estos textos se expone cómo el alma guarda sus pecados en ella misma, y los sueños son testimonio de ellos. El cuaderno de notas o el diario, reenvían a una práctica monástica de la que Atanasio dio el testimonio en su "Vida de Antonio", en donde otorga a San Antonio el precepto que dice que cada uno debe tener el registro cotidiano de lo que ha hecho noche y día. Todo lo que pasa en el alma debe pasar también por intermedio de la escritura, bisagra entre las técnicas de sí de la antigüedad pagana, y las nuevas técnicas que se caracterizan por el hecho de que las relaciones a un otro y la sumisión a un otro son fundamentales. En Casiano, el examen de conciencia es pensado como el  punto esencial que esta vez no ha de ser dirigido a la acción en su relación de adecuación o inadecuación con un principio. El punto nuclear del del examen de conciencia será será el pensamiento, esto significa que hay un desplazamiento del acto a la cogitatio. ¿Por qué el pensamiento se ha convertido en algo tan

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Foucault y la ética importante?. Esto se da porque el objetivo de la vida monástica es la contemplación, llegar a ver a Dios en tanto es un ser único, es decir que todos los pensamientos en la contemplación deben unificarse hacia ese objeto. La contemplación como ejercicio de unificación y de inmovilización del pensamiento en Dios. Este es el punto hacia el cual deben orientarse todas las técnicas de la vida monástica. El obstáculo, el enemigo, la cosa que hay que vencer, de la que hay que desligarse, es la cogitatio en el sentido que recuerda Casiano de co-agitatio, en el sentido de movimiento del pensamiento. Hay una agitación interna del pensamiento. Si para la moral antigua el pensamiento más importante era la agitación de los cuerpos y de las pasiones por el efecto de los acontecimientos exteriores, el problema fundamental de la vida monástica ha de ser la agitación del pensamiento por un movimiento interior, esto lo dice Casiano en su octava conferencia. El término co-gitatio se convierte en un término peyorativo, mientras que para el  pensamiento griego era más bien un término positivo. Segunda característica de este pensamiento: se engaña a sí mismo. El problema de los estoicos era el de trabajar sobre sus propios pensamientos. Para evitar que conservemos en el espíritu falsas opiniones es necesario, para los estoicos, impedir que nos equivoquemos sobre las cosas, sobre el orden del mundo, sobre las leyes le yes universales que rigen la naturaleza. El problema de la espiritualidad cristiana no es el de saber si el pensamiento no se equivoca sobre las cosas, el problema es el de saber si el pensamiento no se hace ilusiones sobre sí mismo. Hacerse ilusiones sobre sí mismo es un problema técnico, por ejemplo, la idea de ayunar es buena en tanto medida convergente hacia Dios, pero es mala, si tiene como fin el demostrar a los otros que ayunamos más que ellos. Es necesario entonces interrogar la idea no en tanto verdad en relación a las cosas si no en términos de calidad interna. Debemos entonces interrogarla sobre sí misma para saber si no oculta otra cosa que una idea buena. Es evidentemente examen estoico. El pensamiento equivoca sobre sí mismo,una perodiferencia ¿por qué fundamental esto acontececon así?,el¿será porque nuestra capacidad de se juicio no es  buena?, en un sentido es posible, pero no es suficiente. Los estoicos hubieran podido conformarse con esa respuesta, pero el monje debe preguntarse de dónde viene ese pensamiento, pues solamente esa respuesta podrá garantizarle que este pensamiento es bueno o es malo; dicho de otro modo, ¿este pensamiento viene de Dios o viene de Satán?, si viene de Dios, nos viene sin ilusiones, si viene de Satán, nos engañará. Lo que caracteriza al examen cristiano de sí mismo es que en lugar de converger sobre los actos se aplica a los pensamientos y a la movilidad del pensar. Esto difiere de los estoicos, y vemos que en Crisóstomo, al hablar del examen vespertino dice que no se trata de vigilar el  pensamiento en cuanto a su propia naturaleza, en su eventual ilusión y en su s u origen, no se trata t rata de esperar la noche para memorizar las cosas, se trata de una relación actual y permanente, de una relación vertical en la cual uno se vigila a sí mismo. Lo que se oculta en el fondo de sí, su origen, su proveniencia, su cualidad intrínseca, si conlleva una ilusión o no, esto es lo que caracteriza al examen de sí cristiano. Puede haber verdad o ilusión en el interior del  pensamiento, launa hermenéutica de sí tiene históricamente como objeto la cogitatio, el  pensamiento, cualidad y su origen. Tres comparaciones son las que hace Casiano. El que trabaja el trigo, el molinero, que separa los buenos granos de los malos, la metáfora del suboficial que distingue los buenos de d e los malos soldados, y la metáfora del cambista, que verifica la calidad del metal. Estas son tres comparaciones metafóricas de Casiano sobre el examen de conciencia, sobre la actitud que debemos tener frente a los pensamientos. Esta actividad permanente es aquella que la espiritualidad ha llamado de un modo que se ha conservado durante siglos: la discretio, la  posibilidad de hacer algo así como una reja de nuestros pensamientos, como un colador de nuestros pensamientos, esto es lo que fundamentalmente define al examen de conciencia. En lo que respecta a la práctica de la confesión, es hablando que se puede realizar esta discriminación, de la que estamos necesitados para realizar un adecuado examen de nuestra  propia conciencia. Es por esto que la confesión permite así escapar a la paradoja paradoja del examen que  podría equivocarse sobre sí mismo. Esto por dos razones. Una, accesoria: el director de conciencia puede darnos buenos consejos. La otra es fundamental: la confesión en sí misma, el sólo hecho de hablar en voz alta, y de hablarlo a alguien, a un otro, ese acto en sí mismo es un operador de discreción. Si los pensamientos son buenos, son fáciles de confesar, si son malos,

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Foucault y la ética son difíciles de confesar. La vergüenza o el enrojecimiento son signos de malos pensamientos. También lo es la tartamudez. ¿Por qué enrojecemos o dudamos?. Por una razón cosmoteológica: el mal pensamiento viene de Satán. Satán, ángel de la luz, fue condenado a causa de su orgullo, a las tinieblas. Por eso la luz le ha sido prohibida. No puede vivir sino en la oscuridad de la conciencia, en los arcanos de la conciencia, y por consiguiente la confesión, extrayendo de su laberinto el pensamiento oscuro, lo conmina a enfrentarse a lo que es para él el elemento más hostil, es decir la luz. Si el diablo es todopoderoso en la oscuridad, en la noche de la conciencia, en cambio es impotente a la luz del día y a la luz del discurso. Aquello que el cristianismo ha subrayado como importante no es precisamente el desprecio de los cuerpos, no es tampoco el sentido del pecado, lo que inventó el cristianismo, lo que introdujo en la cultura antigua, es el  principio de una veridicción de sí a través de la hermenéutica hermenéutica del pensamiento. QUINTO CURSO

La exagoreusis es la confesión permanente de sí. En el examen de conciencia cristiano lo importante no es la memorización sino el control permanente de sí mismo. Esta relación vertical que tenemos con respecto a nosotros mismos mismos hace ha ce que nos vigilemos. Ser el censor de sí mismo, esto es lo primero. Segundo: no se emplea un criterio de verdad sobre el cual se miden los pensamientos en su relación a errores o a faltas posibles. Se trata aquí de ilusiones, de sospecha de la ilusión. Tercero: no se trata de saber si somos culpables o responsables sino de saber de dónde vienen esos pensamientos, si de Dios o de Satán. Cuarto: la exagoreusis es indisociable de una práctica continua de verbalización. Quinto: no se trata de controlarse a sí mismo sino de destruirse, de renunciar a sí. No se trata ni siquiera de liberarse de ese otro que estáotro, en mí qu yo pueda restaurar mi verdadera identidad. un quepara yo que déecomo prenda de sumisión a ese otro el hechoEsdenecesario que digo que todoyolome quesometa pienso.a Habrá un proceso global de renuncia a mi voluntad que me ha de hacer pasar del mundo de Satán al de Dios, de un reino al otro, de una ley a otra. El cristianismo comporta dos conjuntos. A): obligación de creencia en una verdad que es revelada, la verdad del dogma y del texto. B): la verdad es una obligación que tiene las formas de la necesidad de explorarse a sí mismo, de la obligación oblig ación de decir la verdad. Verdad del texto, verdad de sí, del alma. Hermenéutica del texto, hermenéutica de sí. ¿Podemos nosotros emplear la palabra hermenéutica de sí para hablar de estas prácticas de exomologesis? Entre la obligación de creer y la obligación de descubrirse a sí mismo, hay una mutua pertenencia, hay un medio común fundamental. Entre el texto y el sí mismo, el cristianismo marcó un vínculo profundo. Si yo puedo conocerme a mí mismo, esto sólo es  posible en la medida en que ya tengo ten go una verdad del d el dogma y del texto, una relación relació n estable y  bien establecida. Es en el interior del acto de fe, que qu e yo tendré efectivamente una relación con la verdad revelada, y que podré además realizar este trabajo de revelación de mí mismo. Pero inversamente, comprender al texto eslanecesario que la miverdad corazón puro. dos relaciones para a la verdad se condicionan una a la otra, delsea texto y elEntonces secreto deestas mi conciencia. Pero hay dos técnicas diferentes que corresponden una a la hermenéutica del texto y otra a la hermenéutica de sí. Para la hermenéutica del texto en el cristianismo primitivo, y en el  primer siglo de nuestra era, se recurrió a técnicas perfectamente elaboradas por la tradición  judaica o por la tradición ecuménica. En cambio la hermenéu h ermenéutica tica de sí, es decir la posibilidad de descubrir algo que está oculto en el fondo de mí mismo, el recorrido que me permite descubrir no lo desconocido sino lo oculto, que es lo que define a toda hermenéutica en general, este recorrido cuando se trata del sí mismo no tiene ni los mismos antecedentes ni los mismos instrumentos en la cultura griega o judaica de los l os que disponía la hermenéutica del texto. La hermenéutica de sí se juega enteramente en el acto de verbalización, en el sólo hecho del decir. Todo se juega en el acto verbal. Este se mide y se califica muchas veces a través de la  percepción de si nos ponemos colorados o no, si dudamos o no, n o, si tartamudeamos o no; esto es lo que ha de permitir a veces el hacer la discreción. Es decir, nuevamente, es en el acto verbal mismo que se ofrece el valor interpretativo. Es así que hay una técnica muy rudimentaria, enteramente localizada en el acto de la palabra, mientras que para la hermenéutica del texto, por el contrario, tenemos desarrolladas técnicas mucho más refinadas. Dice Foucault: me parece que

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Foucault y la ética estos dos tipos de hermenéutica siempre tienen una tensión y un equilibrio, un equilibrio y un desequilibrio, que hacen a la vida vi da y a la dramaticidad de la cultura cristiana. La hermenéutica de sí, dio lugar a toda una serie de experiencias espirituales, de modo tal que por ejemplo el misticismo muchas veces era ubicado en forma paralela a este tipo de hermenéutica. A veces en divergencia, a veces en contradicción, a veces en forma paralela con las estructuras institucionales del texto. En el siglo XV y en el siglo XVI, la Reforma, los movimientos que acompañaron y rodearon la Reforma hicieron que se pueda en esta época asir el conflicto que explota entre la hermenéutica de sí y la hermenéutica del texto. Dice Foucault: me parece que en la Reforma lo que sin duda existe es el rechazo a la autoridad de la Iglesia en su estructura institucional dogmatizada. También es el rechazo al sometimiento de la hermenéutica de sí a la autoridad jurisdiccional del cura, tanto en el sacramento como en la  penitencia. Liberarse tanto de la hermenéutica del texto como de la hermenéutica de sí, eso es lo que hizo el protestantismo. No lo hizo simplemente, es decir no se liberó de las dos prácticas hermenéuticas en relación a la autoridad de la Iglesia o a la autoridad de la enseñanza, o a la autoridad de la penitencia, sino lo que el protestantismo intentó fue ajustar el uno al otro,  ponerlos en comunicación y hacer de tal modo que se descubra en el fondo de sí mismo la verdad misma de la fe, es decir la verdad misma que ha sido dada en el texto. Dice Foucault: me  parece que si esta existencia de la hermenéutica de sí fue tan importante en la historia del cristianismo, lo fue también en la historia de la filosofía. Esta especie de combinación entre ambas hermenéuticas se da en la historia de la filosofía, en la filosofía del Medioevo, en el siglo XVII en donde hay una renuncia a la autoridad del texto, y el trayecto filosófico, por ejemplo en Descartes y los empiristas, debe partir de sí mismo, del mismo filósofo. El problema cartesiano yevidencia el problema del genio maligno, peligroliberarse de la ilusión el interior del pensamiento, la del cógito que permite a Descartes Delescartes de esteen peligro. La solución de los empiristas no va a ser la de encontrar la evidencia, sino la de encontrar la sensación en su relación primordial con lo exterior, va a ser de este modo un nuevo escape a los peligros propios de la interioridad del pensamiento. Esta posibilidad de una ilusión de mí sobre mí mismo será conjurada y sólo será reintroducida en la filosofía occidental después de la crítica kantiana, cuando Schopenhauer redescubrirá la co-pertenencia fundamental entre la individualidad de sí y la ilusión. Es ahí en donde se ha de introducir en el pensamiento occidental el problema del inconsciente, que Freud ha de buscar ahí donde Schopenhauer había destinado el lugar. Freud es un schopenhaueriano, y no debemos jamás olvidar que la filosofía el siglo XIX en toda Europa estuvo dominada por las preguntas que planteó Schopenhauer. Con Schopenhauer vuelve, después de Descartes, la posibilidad, la necesidad y la inevitabilidad de la ilusión de sí y sobre sí. Con Freud se ha de desarrollar una hermenéutica de sí que va a tener su técnica interpretativa.  JURISDICCIÓN DE LA CONFESIÓN EN LA INSTITUCIÓN ECLESIÁSTICA 

Foucault sostiene que, por un lado, tanto en las comunidades monásticas como en las iglesias, no se puede formar parte de la comunidad sin la obligación de verdad sobre sí mismo, de sí mismo, que está vinculada a una relación de dependencia específica con un otro. En estas dos formas de comunidades, tanto la Iglesia como la monástica, las obligaciones de formular la verdad a un otro se s e impregnan de la obligació obligaciónn de confesar las faltas definidas por un código y que han de ser sancionadas en función de ese mismo código. El movimiento que transcurre desde el siglo IV al VI DC, se multiplicará, se intensificará, y a  partir del siglo VII, aparece en las instituciones cristianas lo que se ha de llamar la primera gran modificación de la penitencia, es decir la penitencia tarifada. Este tipo de penitencia va a ser difundida por los monjes irlandeses. A cada falta debe corresponderle una penitencia. Con anterioridad, una vez que uno entraba en lo que se llamaba el estatuto del penitente, permanecía en él toda la vida. Si existía una reconciliación, el cometer una nueva falta obligaba a una exclusión de la comunidad, quizás una exclusión definitiva. En el caso de la penitencia tabulada

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Foucault y la ética o tarifada, tantas faltas como se cometen indican tales y cuáles penitencias. Esto muestra la influencia que tuvo en esta época épo ca el derecho germánico sobre lo canónico. Dice Foucault: Vemos muy claramente el principio del derecho germánico en el que cada falta cometida puede comprarse si uno da una satisfacción a aquel al que se le ha inflingido un daño. Encontraremos también este sistema de la penitencia con tarifas en el modelo germánico. Foucault habla de la marginación de la exomologesis, o sea de las penitencias públicas, y de la exagoreusis, o sea del examen cristiano de conciencia. La penitencia con tarifas necesita de un diálogo para decidir justamente qué pena es la que corresponde, y este diálogo se introduce como un elemento importante bajo la forma de un interrogatorio. No encontramos aún la palabra del confesor en estos textos, pero no ha de tardar en aparecer. Pero lo que sí aparece en todo caso es un personaje que no es aquel que impone la penitencia porque alguien se lo pide o porque alguien se lo ha autorizado. El personaje que aparece es aquel al que uno le habla, uno se confiesa, y es aquel que ha de poder responder a esta confesión con una serie de preguntas. En realidad la penitencia es algo así como una medicina, se está enfermo y los pecados constituyen una enfermedad. Foucault se referirá a la necesidad de la verbalización de la falta cometida, que toma entonces forma en función de la existencia del código; de la verbalización de la falta que se justifica por la necesidad de aquel que impone la penitencia, de conocer esta falta cometida; y también la verbalización de la falta se justifica en tercera instancia en función del modelo médico. Finalmente encontramos también en los textos una cuarta justificación que es la valorización de este acto verbal, que indica que confesando una falta uno realiza un tipo de sacrificio. Vuelvo a repetir: había cuatro justificaciones para verbalizar la falta: 1) en función de la existencia de un código, 2) por la necesidad de conocer la falta para aplicar la penitencia, 3) en función de un modelo 4) en tanto un sacrificio. Mientras que la médico, verbalización en laconstituye exagoreusis monástica implicaba una verdadera renuncia de sí, aquí la verbalización aparece como un sacrificio parcial en tanto es un principio de satisfacción.  No estamos aquí en el mundo de los sacramentos, el poder de aquel que impone la  penitencia es simplemente un saber, sabe cuál penitencia hay que qu e llevar a cabo, si la confesión se hace por sí mismo. Entre el siglo XII y el XIII se produce la sacramentalización de la penitencia. Es de manera muy curiosa, a partir del momento en que la penitencia se convierte en un sacramento, que se encuentra total y plenamente bajo una jurisdicción. El canon 21 del cuarto Concilio de Letrán en el año 1215 afirma que existe la obligación para todos los cristianos de confesarse al menos una vez por año, para las Pascuas. Es una obligación absolutamente general, que no toma siquiera en cuenta la cuestión de saber si hemos pecado o no, que tengamos o no conciencia de haber pecado; es necesario confesar. Ven ustedes aquí la diferencia neta -dice Foucault- con la  penitencia con tarifas que debía responder a un pecado p ecado preciso p reciso cuando se tenía conciencia de haberlo Según elvinculado Concilio de uno la pertenece a ladeIglesia se encuentra entoncescometido. ya estrechamente conLetrán, ella, y en estotanto implica necesidad confesarse, no por el hecho de haber cometido una falta sino por el hecho de pertenecer a la Iglesia. Esto indica una modificación fundamental. Además la penitencia en el canon 21 se asocia a todo un dispositivo institucional, un dispositivo territorial, ya que es necesario confesarse a su cura en su   parroquia, salvo una autorización que indique i ndique lo l o contrario, lo cual según s egún Foucault produjo una serie de conflictos. Aparte del dispositivo territorial existe un dispositivo litúrgico, ya que en el interior del ciclo litúrgico y en el momento de las pascuas, esta confesión se hará necesaria. Es un dispositivo también punitivo ya que implica sanciones especiales tanto para los fieles que no aceptan este deber, tanto para los curas que por su lado están ligados a la obligación de hacer confesar y si los fieles se escapan de esta obligación y no la ejecutan como se debe, como es necesario, ellos también pueden llegar a ser castigados. San Pedro de Lombard en la mitad del siglo XII sitúa a la penitencia en el cuarto lugar de los sacramentos: bautismo, confirmación, eucaristía y penitencia. Convirtiéndose en un sacramento, la penitencia no puede ya ser lo que fue, cuando era tabulada, tarifada, es decir que ya no puede ser un reaseguro para el pecador que intenta encontrar una salvación futura. La  penitencia en tanto sacramento es una operación compleja con tres personajes: el pecador, el

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Foucault y la ética cura y Dios, y esta operación se desarrolla simultáneamente en el tiempo y en la eternidad. La fórmula declarativa de absolución deviene regular a partir del siglo XIII. La posición de la metáfora jurídica tal cual era en la penitencia tarifada, cuando era una especie de juicio, una manera de anticipar sobre el verdadero juicio que llegará al fin de los tiempos, en vez de ser una anticipación y de estar situada sit uada en esta posición simbólica, va a ser efectivamente un u n acto de tipo  jurídico. Se superponen la estructura sacramental sacramental y la forma judicial. Esto es muy importante porque con este episodio de la puesta en jurisprudencia de la sacramentalización, la Iglesia estableció de un modo absolutamente central en el interior de su magisterio un modelo jurídico, un modelo judicial para la relación entre el hombre y Dios. Esto que jamás hubiera venido a la mente de un cristiano primitivo, que entre el hombre y Dios la relación podía ser del orden de la ley, de un orden tribunalicio, del orden de la falta y de la sanción, que entre el hombre y Dios habría una escena judicial, esto se llevó a cabo efectivamente en la Iglesia en los siglos XII y XIII. Todo lo que se vincula al ejercicio de un cierto tipo de poder temporal por la Iglesia, lo que se vincula al problema de la redistribución de los poderes judiciales en el interior de la feudalidad, las definiciones de las esferas de influencia entre la Iglesia y los monasterios nacientes, todo esto acontece en este período histórico. En todo caso, la Iglesia se convierte en la institución en el interior de la cual se diagraman  jurídicamente las relaciones entre Dios Di os y la misma Iglesia. Allí comienza y se s e desarrolla el gran olvido de San Agustín, ahí comienzan una serie de efectos y de consecuencias que son  precisamente aquellas contra las cuales se s e levantará l evantará la reforma, y la reforma: Lutero, Lut ero, Calvino, etc., será el esfuerzo inmenso por desjurisdiccionar las relaciones entre el hombre y Dios. La confesión ha de constituir una de las piezas esenciales del ritual penitencial. Esta confesión debe comenzar por un acto de fe que demuestra bien la articulación entre las dos grandes obligaciones verdad: la verdad al dogma, la verdad frente a la fe,eny todo la verdad de sí. Por otro lado, deesta confesión debefrente comenzar por una libre asociación, caso mediante un despojamiento espontáneo que hará que el penitente deba decir todo lo que tiene en su corazón y en la conciencia, y de lo que se acuerda, como pueda y como quiera. Luego, el confesor debe someterlo a un cuestionario, cuya reja de guía debe estar preestablecida. Raimundo Peñaforte, una gran teórico, tecnólogo de la penitencia en el siglo XIII, dará una lista de siete pecados capitales y de sus derivados, que llegarán a 43, y se constituirán en un diagrama de preguntas para la confesión. Dice Peñaforte: No es necesario hacer desfilar los  pecados como si fuera una contabilidad en la que se s e rrealiza ealiza una adición, adi ción, la confesión debe ser acusadora, o sea, deberá mostrar  en  en qué  se  se es culpable. Habrá una serie de rituales físicos que rodearán a la confesión, como la capucha que se  baja en el caso de las jóvenes y los jóvenes. Ante la inexistencia de un confesionario no se ocultará el acto confesional, al contrario, deberá ser visto por los fieles de una Iglesia, para que sea público el hecho de que no hay en este hecho verbal un contacto con el mal, ni entre el  pecador y aquel que lo hace confesar. SEXTO CURSO 

El Dios que juzga, el Dios que truena en la cima de su tribunal, el día del Juicio Final; estos son viejos temas que el cristianismo no sólo llevó consigo sino que también heredó del  judaísmo. Pero estos temas vuelven a aparecer con gran intensidad a partir del siglo XII y ssee acompañan con la aparición de ciertos temas totalmente nuevos, como por ejemplo el Purgatorio, o el sistema de las indulgencias. El nacimiento del poder monárquico en el contexto de las instituciones feudales se apoyó sobre el ejercicio y el desarrollo del poder judicial. El rey era un árbitro de litigios. Se puede decir en síntesis, según la fórmula bien conocida, que la  primera forma de Estado Estado moderno ha sido un estado de justicia. La necesidad de una veridicción se inscribe en el desplazamiento de una justicia penal que remonta a la forma de una liquidación de conflictos que se daba mediante un enfrentamiento entre dos individuos, hasta esta nueva forma en que el conflicto se resuelve mediante la decisión del soberano. Se recurre en consecuencia al establecimiento de esta verdad por ciertos medios de encuestas más o menos cercanas a las que se habían realizado en otros lugares, y que se vinculaban a encuestas de tipo administrativo y fiscal. A partir de los siglos VII y VIII el establecimiento de la verdad por la

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Foucault y la ética confesión de un culpable se convierte en una pieza importante de cualquier tipo de  procedimiento. En cuanto a la extorsión de la confesión, al desafío, a una prueba, a un modo inquisitorial de la verdad, se puede decir que la tortura se reglamentó, dado que no se utilizaban   todos los medios para extraer la verdad, como puede llegar a suceder en la actualidad. Había ciertas pruebas que se debían soportar, y si uno podía po día superarlas era libre de culpa y cargo. En cuanto a la confesión moderna, primeramente se constituye en una especie esp ecie de contraverdad que permite a aquel que juzga el poseer un saber indudable. Por otro lado, esta confesión recuerda y restaura el pacto implícito sobre el que se funda la soberanía de la institución de los  jueces. En tercer lugar, la confesión constituye un compromiso punitivo que da sentido a la sanción impuesta. Cuando se habla de un acto verbal performativo, se está hablando de aquel acto verbal que constituye una modificación definida en lo real. Cuando la corte declara culpable al acusado, y le impone una condena, se tiene un acto performativo. Pero por el contrario, cuando el acusado se declara culpable, éste es un acto simbólico y no performativo, ya que el acusado que se declara culpable, no se transforma en culpable por el acto de la confesión. La confesión es esencial en todo sistema. Pero no es performativa ni es simbólica. Foucault propone emplear una idea que dice que la confesión es del orden de una dramática o de una dramaturgia. No llama dramático a un elemento ornamental cualquiera, sino a un elemento que en una escena judicial hace aparecer el fundamento de una legitimidad, y el sentido de lo que se está desarrollando. Es en ese momento que la confesión forma parte de una dramática  judicial y penal. A diferencia de lo simbólico y de lo performa p erformativo, tivo, que no conocen gradaciones, la dramática en cambio es susceptible de intensidades diversas. Se podría decir que la confesión es uno de los elementos más intensos de la temática judicial. En esta conferencia finalizaporsueltema cuando reflexionay sobre el momento en que este tipo sexta de confesión ha deFoucault ser sustituida examen psiquiátrico psicológico de su nuevo personaje: el criminal. Del sujeto de derecho a la subjetividad criminal. Este pasaje acontece entre los años 1800 y 1835, sobre todo en Alemania, en el análisis de casos de crímenes cometidos sin ninguna razón aparente, sin pasión, sin motivos, sin intereses en juego. Como dice Foucault jugando con las palabras: eran crímenes sin confesión posible. Los culpables decían y repetían que habían cometido un crimen, pero los jueces no pedían eso,  pedían al acusado que dijera algo sobre su crimen: por p or qué lo cometió, qué sentido daba a su gesto. Y si nada decían sobre su crimen, allí comenzaba a establecerse algo así como una máquina penal. Estos asuntos hacían aparecer detrás del autor del acto y de los mecanismos jurídicos legítimos de la imputación, la cuestión del sujeto criminal. Esto hacía entrelazar la discursividad de una encuesta que buscaba establecer la verdad del hecho con la discursividad del examen que  pretendía establecer la verdad del criminal. El juez en el fondo dice al acusado: no me digas simplemente lo que hiciste, ¡dime también quién tú eres!. Por ejemplo en la cuestión de la monomanía, constitucióndeldelcriminal crimencomo comoobjeto objetode psiquiátrico y de la noción dey degeneración de y lalaconstitución la defensa social, monomanía crimen, monomanía homicida, el síntoma visible de esta monomanía es el crimen. Todo esto se relaciona en la temática del crimen y la locura. Si la psiquiatría se convirtió en algo importante en el siglo XIX, esto no fue simplemente porque en ella se aplicaba un nuevo tipo de racionalidad médica, aplicación efectuada al desorden del espíritu y de la conducta. La importancia de la psiquiatría al principio del siglo XIX se debía a que ella funcionaba como una especie de higiene pública. Se desarrollan en el siglo XVIII a través de las nuevas estructuras urbanas, de las explosiones demográficas, problemas que conciernen a la mano de obra industrial. Esto vincula una cuestión biológica y médica que concierne también al problema de las poblaciones humanas con sus condiciones de existencia, de hábitat, de alimentación, y de natalidad. Foucault termina esta serie de conferencias hablando del cuerpo social como una realidad biológica, un dominio de intervención médica, y hablará de una nueva serie de categorías a partir de 1840, como la necrofilia, la cleptomanía en 1860, el exhibicionismo en 1876, la homosexualidad en 1869, el sadismo, etc.

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Foucault y la ética

FOUCAULT. HACIA LA ETICA Por GUSTAVO MALLEA El examen de la problemática final abordada por Foucault a partir del "Uso de los  placeres" en su Historia de la sexualidad, plantea el interrogante por la ética. El marco de estas reflexiones dejó abierto un curso de elaboraciones teóricas referidas al futuro de su  pensamiento, pero a la vez, la presentación de d e estas cuestiones relativas a la l a "mediación moral" significó un giro extraño o un desenlace inesperado tanto para los intérpretes como para los lectores de Michel Foucault. Unos y otros preguntan por qué da remate la ética a un itinerario cuyos hitos anteriores habían concedido la preeminencia a lo que el autor designaba con la expresión "técnicas de dominación". En contraposición la ética abre un nuevo espacio que señala el origen de esta inflexión o pliegue cuyos conceptos hablarán de aquellas cosas que los hombres pueden hacer en relación con las experiencias constituyentes y transformadoras de la propia subjetividad. Foucault marca el punto de reencuentro con el "sujeto" pero lo hará bajo una connotación específicamente articulada en el carácter de las prácticas de sí mismo dejando entonces distantes tanto el legado cartesiano como los auspicios auspi cios de las ciencias psicológicas. El "yo" no restringe su concepto a la captación de los datos que le revelan la representación del mundo como inmediatez de la conciencia. Por otra parte, el "yo" fija el campo intencional sobre el que gravita el significado de sus acciones y es por ello que el carácter ético implica la potencialidad creadora del sujeto de la que se deriva la configuración de la persona las relaciones transformación esta última cumplimenta con la verdad. Podríay sugerirse que aldeefectuar este giro,que Foucault intenta reentronizarenlarelación controvertida categoría de "sujeto" a costa de los riesgos ri esgos que supone rehabilitar su discurso. ¿Acaso no se deja constatar que el proyecto de desmantelamiento de la subjetividad se consumó con el debido éxito? Recordemos que con el auge del positivismo, y allí hasta donde su incidencia penetró en la filosofía, los nuevos criterios de la cientificidad apuntalaron este operativo deconstructor de la hegemonía egológica. Sus títulos y sus prestigios promovidos por el racionalismo humanista de la modernidad fueron expuestos a la impugnación de su validez, Por otra parte se sumó la contribución responsable de las "ciencias sociales". Con ellas toman impulso las nuevas epistemologías para denunciar las imposturas de la categoría sometida a crítica: ciertamente, la epistemología fue suspicaz de entrada al verificar que las prerrogativas del "sujeto" remontaban a una teoría del conocimiento ya agotada en su desarrollo. El ordenamiento y la sistemática de esta última resultan insuficientes para que sus productos (sujeto-objeto) pudieran ensamblarse en la nueva planificación contemporánea de los saberes. Carente de los apoyos que le hubieran permitido reafirmar sus privilegios, la declinación ya se perfilaba insoslayable. Otras en su nombre se ocuparíandelde"sujeto" fundamentar las ciencias y la historia conlocuciones recurso ahablarían otras premisas. Pero yay entrado el siglo XX trae consigo la secuela de las dramáticas mutaciones provocadas por el estallido de las dos guerras. Nada pudo sustraerse a los efectos suscitados por la dramaticidad de los hechos devastadores. La filosofía no pudo esquivar el impacto; la integridad de su discurso sufrió la conmoción que afectó el sentido de una tradición que se volvió de pronto destinataria de las tareas deconstructivas de la crítica. Se introdujeron expresiones que las nuevas teorías fueron legitimando a la luz de una u na pauta de racionalidad aliada al progreso progreso tecnológico. tecnológi co. Tornáronse frecuentes las apelaciones a estas ideas renovadoras traducidas en los enunciados que proferían el "ser en el mundo", "la lucha de clases", "los fenómenos inconscientes"; "la lógica de las estructuras", etc. Así el sujeto fue descentrado; sin embargo esta operación reductiva no implicaba su desaparición absoluta. Lo que se pretendía era redefinirlo a escala de relaciones que lo incluían como miembro de una estructuración del sentido en la que sus predicados clásicos quedaban excedidos dejando entonces disponible su suerte a la diagramación de los nuevos saberes.

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Foucault y la ética ¿Qué puede deparar bajo tales circunstancias hablar del "sujeto" si es que esto significa atraerlo al foco del sentido? A todo lo dicho hasta aquí hay que añadir la incidencia de factores concomitantes que definan decisivamente la magnitud de la crisis. Si incurrimos en el examen de las variables históricas de nuestro presente, dejando de lado las transformaciones cualitativas producto de una acelerada praxis del tiempo en que las sociedades contemporáneas devienen en consonancia con los ritmos fracturantes del estado de crisis, tendremos presente en primer término el inventario de los signos portadores de la coyuntura actual: así se alinean la revolución tecnológica, la concentración monopólica de la información y con ello las políticas organizadoras del consenso digitadas desde los mass-media,  la declinación de la moral del trabajo como consecuencia tangible de la inestabilidad  permanente que el capitalismo, en su fase actual, genera y regenera hasta el extremo de normativizar la crisis a escala mundial. Corolario de esto último es que las sociedades actuales incentivan la producción de medios planificados por la hegemonía de una razón administrativa -causa eficiente y fin fin en el que se cierra cierra la gestión de lo político y social- poderosa que no renuncia a reclamarse depositaria del legado de la Ilustración. La consigna del progreso indefinido auspiciada por los pensadores de las luces, funda hoy materialmente la configuración de niveles de desarrollo que simultáneamente -y acentuando la paradoja- impide arribar a los valores consagrados por el proyecto ético de aquellas doctrinas. Sentido y razón de ser de las mismas son concurrentes en las fuerzas desplegadas en los siglos XVIII y XIX por aquella  burguesía pujante, crecida al amparo de las justificaciones j ustificaciones filosóficas suministradas por la razón que regulaba el curso de la historia orientándola a la realización de sus fines. Espíritu del sentido enseñado por la filosofía kantiana. El filósofo de Kónigsberg había proclamado el "reino de los fines" donde cada sujeto era reivindicado para una etapa del triunfo de la "razón". Con esto se sellaba la admisión correlación libertadpodría en la caratularse validez de de su utopías concepto más abstracto, que con de entre ciertosracionalidad reemplazos,ytambién o mera ideología. En el reverso de la ética humanista se descubría de este modo la eficacia de las estrategias y las tecnologías de poder implementadas con el fin de disponer de los hombres sólo como elementos manipulables al servicio del auge de las fuerzas productivas. Así se consolidaron los fines de la racionalidad que fijando los lugares y los límites asimilaba a los individuos a su condición abstracta e indiferenciada de "medios". En ocasión de un seminario que Foucault dictó junto con R. Sennet 1, afirmaba en una entrevista que había llegado al punto en el que se sentía tentado a revertir el tema del poder. Reconocía la insistencia de su interés teórico sobre las "técnicas de dominación" y expresaba entonces la necesidad de comenzar a hablar de ciertos hechos que tienen lugar en los intersticios de las relaciones de poder y permiten a los hombres atender a preocupaciones concretas referidas al modo de constituir sus propias existencias. Al señalar en dirección a la ética, la problemática del poder se reinscribe en otro orden de fundamentación. También tendrá ver condelassí tecnologías, pero esta vez indicará género de experiencias cimentado en que el dominio mismo. El sentido del "yo" designa un un conjunto de decisiones y de criterios por los cuales la subjetividad se despliega en tareas de elección personal, en prácticas de autorregulación y en un estilo capaz de infundirle al curso de la vida el realce del valor estético. La concepción ética que aborda Foucault afinca en determinada secuencia histórica. Los autores que transmitieron esas enseñanzas referidas a las "prácticas de sí" pertenecían a la antigüedad greco-romana. Es importante resaltar el nexo que vincula a estas doctrinas con el marco social de aquellas instituciones representativas de la vida y la cultura helénica y latina. Las prácticas del sujeto, en este contexto, suponen el   status  del hombre libre que ejercía  plenamente sus derechos políticos y le confería un sesgo aristocrático a su posición social dentro del ámbito de la  polis,   o posteriormente en Roma al ciudadano del imperio. Esta inserción del individuo en una comunidad fuertemente articulada en torno a la tradición fomentaba un ideal de personalidad basado en el señorío sobre sí mismo y sobre todos aquellos a los que se hacía extensiva su potestad. La participación en los asuntos públicos exigía que aquel que intervenía en las deliberaciones de la polis gozara de una reputación concerniente al

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Foucault y la ética desempeño de la autoridad en la organización familiar y al conjunto de hechos relativos a la administración y conservación del patrimonio. Es posible que las consideraciones hasta aquí formuladas diluciden, en parte, los móviles de Foucault en un sentido general, pero aún resta explorar la metodología que aplica el filósofo para efectuar estas investigaciones. Ciertamente hubo una marcada atracción de Foucault por la historia. En él el significado de este término se asocia a una redefinición que vincula el concurso de la arqueología y la genealogía en tanto instrumentos de análisis indispensables para interrogar los objetos históricos de otra manera. Esa interrogación pone el acento no en las grandes gran des totalidades universalizadas por determinadas ideas metafísicas sino que se desplaza a exaltar el valor de lo fragmentario y diferencial. El largo trayecto recorrido por Foucault despejó un territorio de discontinuidades en el que se "historizó" la locura, la formación de los saberes, el nacimiento de la medicina clínica y las tecnologías de disciplina y vigilancia establecidas por los regímenes penales. En cada etapa del trayecto se recorta un orden del discurso en el que confluyen la voluntad de poder con la de saber. Los procedimientos y los dispositivos discursivos habilitaban a las ciencias con sus codificaciones respectivas y a la institución del derecho legitimado por la normatividad racional de la lógica jurídica. La voluntad opera en el espectro diversificado de sus registros múltiples: poder, saber, constitución de las epistemes, planificación poblacional. Foucault advertía que el poder no era sustancial sino relacional y remarcaba que aquella interpretación distorsionante derivaba del espejismo que velaba lo que es propio y exclusivo del poder, es decir, su diseminación. En Occidente la  producción de los discursos entraña para el individuo que siempre será alcanzado por los efectos inductores del poder a fin de reforzar las estrategias estrategias garantizadas por los dispositivos. dispositiv os. Si el poder es difuso y a la vez efecto materializado, las notas específicas de su concepto se reconstruyen por vía de de la la genealogía no por los la razón formal. de la relación En la Historia sexualidad  Foucault  yFoucault aúnmedios transitadepor las vicisitudes saber-poder. La perspectiva foucaultiana por la que se accede al fenómeno de la sexualidad no involucra el rastreo empírico de las manifestaciones históricas del deseo y el placer; lo que menos interesa para Foucault es narrar los "hechos? y sí en cambio dar cuenta de los dispositivos que en sucesión fueron articulando el discurso histórico sobre la sexualidad. En Occidente es innegable que, fundamentalmente con el surgimiento del cristianismo, se afianzó el logos de la sexualidad. Logos que en la concreción de sus procedimientos hizo confesar a la carne sus secretos y que más tarde invistió a las ciencias de la competencia necesaria para interrogar a la sexualidad en términos de normalidad o patologías. Así en cuanto sujeto del deseo, el individuo se tornó disponible ante la progresiva intervención de los saberes, aptos estos últimos para continuar el texto de la sexualidad en aras de intereses que implicaron una laicización de su sentido: indagar la causalidad de estas conductas y colaborar en la normalización clínica de los nuevos medios científicos, que inducen ya no a confesar la intimidad de los deseos pero sí igualmente a ungir a la palabra interrogadora de las facultades reconocidas por el dispositivo vigente.el círculo se cierra en la continuidad que desliza al Llegamos al punto donde cumplimiento de las técnicas de dominación. Allí han quedado capturados los sujetos y desde este lugar parecería carecerse de una salida. Pero esto es precisamente lo que Foucault niega. No olvidemos que todo sujeto capturado en la diagramación de los designios estratégicos de los dispositivos de poder puede encontrar las circunstancias de excepción que le permiten afirmar singularmente su voluntad. Reinstalándose en la escena, los individuos ya no serán meramente los agentes de una normatividad cumplimentada sino que reclamarán el derecho a elegirse a sí mismos como términos de su intencionalidad moral. Se trata de crear un ordenamiento forjado  por principios, previsiones y usos referidos a perfeccionar la aspiración por alcanzar una efectiva autonomía. Serán entonces otras técnicas las que han de dictar tanto la ocasión como la significación de experiencia de bienestar subjetivo. Por eso Foucault señalaba que en el contexto de la antigüedad la constitución de esta subjetividad moral no se deduce de la traducción inmediata de las normas al comportamiento sino de las modalidades prácticas por las que el sujeto desarrolla la sustancia ética en correspondencia con los tipos de sujeción y con los preceptos del código. Aquí las reglas representan un marco de referencia en el que la conducta del sujeto se encuadra con la condición

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Foucault y la ética de darse para sí mismo la potestad esencial a su dignidad moral. Estos lineamientos contrastan con los modelos sistemáticos de la ética que en Occidente se caracterizaron por ser fuertemente normativos. El discurso de los filósofos de la moral no fundó su prédica en las orientaciones  persuasivas que le sirvieran a la conducta de guía y de mediación respecto de la cumplimentación de las reglas. Fue en cambio la forma coercitiva de los preceptos lo que  prevaleció como un valor irrenunciable a los l os efectos de que llaa conciencia moral de los hombres fuera manipulada cuantas veces fuera preciso serlo y al ritmo de las transformaciones de las leyes. Bajo ese orden se urdió la identificación entre la ley l ey y la conciencia moral asegurándose en el dominio más íntimo de la conciencia la definición del deber. En la entrevista anteriormente citada Foucault declaraba: "...me gustaría en los  próximos años estudiar las relaciones de poder que comienzan a partir de las técnicas del yo yo.. En toda cultura, pienso, esta tecnología del yo implica una serie de obligaciones con la verdad, ser iluminado por la verdad, decir la verdad. Todas se consideran importantes bien para la constitución bien para la transformación del yo". Vemos que al decir ética nos situamos en otro plano de elaboración de los problemas. Las ideas de Foucault, al respecto, no se acreditan en el  Corpus de la ética filosófica sino en el espíritu que animó la cosmovisión de los antiguos. Para la modernidad cuentan otras prioridades que apuntan al rol determinante jugado  por el deber. Sobre esta base la cultura europea forjó su pedagogía de los deberes, de la observancia rigurosa y responsable de las leyes. En todos los casos se buscaba asegurar la subordinación del sujeto a la ley. Las legislaciones promulgadas justificaban sus mecanismos a la luz del derecho natural en cuanto instancia de validación universal de los principios jurídicos. Pero paulatinamente la consolidación y elestado". crecimiento del poderendel su gestión propia necesidad dando sanción a la "razón de Se confundía unaEstado única impuso esfera de  política la voluntad del príncipe con la soberanía del estado. La ley cubría de esta manera un extenso dominio cuyo origen se reclamaba en la arbitrariedad de las decisiones inapelables del  poderoso y terminaba entronizando para cada conciencia conciencia los contenidos constructivos de la ley. Pero para completar estas conclusiones hay que contar con la incidencia que  proyectaron en la ética moderna tanto la Reforma R eforma como la prédica secular de los pensadores p ensadores de la Ilustración, Al tomar como parámetro a la moral del trabajo se hizo excluyente la necesidad de automatizar los mecanismos de cumplimiento. La vida griega y la romana exaltaban la virtud del trabajo artesanal. El obrar productivo se afianza en el ideal que aspira a la realización de un  producto armónico que no se puede pu ede concebir con independencia inde pendencia de los criterios cri terios de perfección y  belleza. Dicho de otra manera, para los griegos la integridad del valor estético se extiende a todas las esferas de la actividad humana: hay belleza manifiesta en la naturaleza, en la obra de arte,suentrascendencia la organización de la polis  y también en aquellas acciones de los hombres que perduran  por y sentido ejemplar. Sabios, pedagogos, médicos y filósofos brindaron el aporte de sus tenaces reflexiones que tenían por objeto advertir acerca de ciertos riesgos que amenazan el bastión de la subjetividad. Las prácticas consagradas al "yo" tenderán entonces a fortalecer la administración de los medios que permiten conjurar la incidencia perturbadora de determinados factores asociados a los apetitos físicos, a los impulsos del deseo que busca perpetuar su goce y por último a la plasmación de un estilo de comportamiento acorde con situaciones que muchas veces se presentaban como conflictivas. Estas tecnologías del "yo" incluyen el criterio de uso racional de los placeres y complementariamente el cultivo de las prácticas por las que el sujeto se preserva a sí mismo. Se trata por cierto de una tarea que demanda esfuerzo y constancia en su cumplimiento. Estos esquemas de conducta no buscan neutralizar totalmente la realidad de los deseos sino más bien moderar la fuerza de su expresión mediante el autodominio y la serena meditación. A título de corolario veamos lo que nos dice Foucault sobre el uso de los placeres: "Y ahora quisiera mostrar cómo, en la antigüedad, la actividad y los placeres sexuales fueron  problematizados a través de las prácticas p rácticas de sí, al hacer jugar los criterios de una estética de la existencia" (El uso de los placeres, pág. 15).

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Foucault y la ética Ordenados en la serie prosiguen luego El cuidado de sí y por último Las confesiones de la carne y más allá de estos textos resta el silencio precipitado por la muerte de Foucault. Pero él no había desistido de transferir estas temáticas a indagaciones históricas futuras. Los tópicos de esas posibles investigaciones referidas a otros contextos de época marcan la discontinuidad de tales acontecimientos. Pero no obstante en todos los casos primero en la antigüedad o más tarde en el Renacimiento o en los estadios más avanzados de la modernidad reencontramos las figuras que diseñan otras especies de cultivo de las técnicas de la subjetividad. Foucault señala que habría que detenerse en la consideración del hombre del renacimiento para indagar la recreación de las "tecnologías del yo" o posteriormente cuando irrumpa en escena el "dandysmo" con su particular fisonomía y estilo. Vemos entonces que en cada caso se trata de  poner en conjunción la vida con la dimensión de la obra de arte. Con posterioridad al renacimiento el arte y la moral disolvieron el vínculo. Pero con el tiempo la función ssocial ocial de las artes figurativas enajenó la significación intrínseca de los productos artísticos hasta convertir a éstos en mercancías. Sin embargo las bellas artes" no cedieron su prestigio y posición elevada en la escala de los valores de la cultura. Al proclamar una restitución del arte para la vida en su integridad se revoca aquella escisión entre lo moral y lo artístico. Se podría afirmar la validez del "deber ser" de la creación sin que ello signifique una sujeción a férreos imperativos codificados; más bien las búsquedas y eventuales respuestas por las que el sujeto reasume su condición de creador de su propio ser se sintetizan en los medios diferenciados de una "estética de d e la existencia". La palabra ética señala aquí un espacio que modifica sus dimensiones a medida que se ensanchan los territorios donde cada sujeto emprende sus iniciativas y fija sus fines. En la transformación del curso histórico la variación de las circunstancias genera la pluralidad de modelosFoucault aptos a los requerimientos del pensamiento y la del acción. distinguió claramente las "tecnologías yo" y las fórmulas del cuidado de sí del temperamento coercitivo de las técnicas de dominación. En ambos casos se trata del "poder" en la plena manifestación de sus efectos. Pero el camino que conduce a la propia creación del carácter moral inviste al sujeto de los atributos que lo inducen a resistir tanto el asedio de los  peligros como la imposición de cualquier agente del poder. Por lo tanto quizá se pueda concluir que la ética significa "poder resistir" en el propósito consecuente de la autonomía y que siendo así, posiblemente, algunos sueños, proyectos o utopías puedan volver a reinventarse.  Notas: 1 Richard Sennett y Michel Foucault, "Sexualidad y soledad".

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Foucault y la ética

EL USO DE LOS PLACERES Por GUSTAVO MALLEA La elección de este tema reviste para nosotros cierta familiaridad ya que en este seminario hemos frecuentado cuestiones relativas a la cultura griega. El hecho de volver a los griegos implica retornar a un ámbito que ya conocemos y apreciamos por nuestra sensibilidad. Ahora bien, el tema elegido versa sobre un texto de Foucault que integra su inconclusa Historia de la sexualidad y que trata sobre problemáticas de la Grecia clásica. Estos temas, en su clasificación usual, pertenecen al orden de la ética, del saber acerca de los fundamentos que acreditan a la moral en su faz concreta, en este caso, tal como fueron sus valores puestos en práctica en la vida cotidiana de la Grecia clásica. La primera advertencia teórica concierne al título de la obra. Los placeres se conciben aquí por su relación con la utilidad que puedan procurar. Estos placeres no se elevan al rango de una finalidad trascendente al deseo que los vuelve significativos por ser un fin intrínseco al acto en que se obtiene su goce, por el contrario, los placeres ocupan en este planteo un lugar subsidiario. Lo que interesa apunta a fijar las condiciones de intervención en su deliberado uso. Fundamentalmente importa acentuar ese aspecto pues son problemáticos en la medida en que implican siempre establecer un criterio sobre su administración y de las tácticas a emplear para consumar con éxito los propósitos que se busca satisfacer. Los placeres aparecen insertados en un marco más amplio de reflexión cuyo horizonte histórico fue delimitado por las instituciones de la polis griega. Este título El uso de los placeres, entraña una cantidad de supuestos a interpretar. Hay que determinarEsto en primer a quéa ordenamiento de ladeética griega se ajusta esta mención de los placeres. obliga lugar entonces ampliar el marco reflexión para permitir abarcar las diversas modalidades y registros discursivos que alcanzó entre los griegos la formación y formulación de su "ideal" moral. Hay que pensar, por lo tanto, que el contexto integral de los  problemas de la moral griega involucra por su extensión mayor al uso particular parti cular anteriormente referido al mundo cívico de la polis. Porque el sujeto que controla los placeres y regula su uso representa al ciudadano, al hombre libre o sea a quien goza de la plenitud de los derechos. Pero aquellos que no son libres, por ejemplo los clientes y los esclavos o cualquiera que estuviera  privado en el usufructo de la libertad, lib ertad, no quedan comprendidos en esta reglamentación implícita del código ético de la época clásica. Hay que reconstruir el panorama de la universalidad del pensamiento ético griego siguiendo el hilo conductor que nos ayude a explicar e interpretar por qué el tema de los  placeres se s e inscribe i nscribe como un objeto de preocupación y cuidado, y cuáles son los motivos que inciden para que dicho objeto se torne elemento a controlar, de la tutela ejercida en torno de su realización y por último de la problematicidad que revisten algunos aspectos de la realidad inherenteSería a la obtención del diferenciar, placer. conveniente utilizando la metodología de Foucault, las distintas modalidades del discurso ético griego. Cada modalidad se corresponde con una producción de sentido y discurso reivindicables como propias, por otro lado las palabras que expresan las cuestiones de la moral son correlativas a las prácticas circunscriptas por la peculiaridad de usos y costumbres como así también a la posición que sus s us protagonistas ocupan en la escala social. Ahora bien, ¿cuál es el elemento que hace que la ética griega se diferencie ostensiblemente de la representación actual que tenemos de la ética? Al intentar definir con  precisión el significado acuñado por los antiguos a ntiguos hay que reparar en la necesidad de rromper omper con una evidencia o noción familiar que qu e nosotros sustentamos sobre el concepto de la ética. Para nuestra mentalidad contemporánea, lo ético es primordialmente asunto de la normatividad y los deberes tributables a aquella. Todo lo que podemos desarrollar sobre la ética no puede soslayar ese dato casi natural del deber y las obligaciones impuestas a la esfera de la voluntad de los sujetos. Dentro del radio de la normatividad mencionada serán sus representaciones a la vez diversas: ley, preceptos, imperativos categóricos o máximas, en todos los casos está implícita una referencia a la conducta en tanto esta última es agente de su cumplimiento.

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Foucault y la ética En la ética griega no predomina este matiz normativo y preceptivo. Esto no significa que haya que imputarles a los griegos una privación de la conciencia moral, muy por el contrario fueron muchos los pensadores y hombres insignes de la cultura que tuvieron muy  presente la necesidad de dar una respuesta válida válida a este problema. Si recurrimos a los manuales de historia de la filosofía encontramos que en la reseña histórica de los griegos los problemas de la ética aparecen presentados bajo el título de "ética de  bienes". La ética griega admite ser una ética de bienes pues en su dominio se define la naturaleza y finalidad del bien. Pero "bien" es una palabra cargada de connotaciones que también para nosotros puede significar algo diferente a aquello a que apuntaban los griegos.  Nosotros pensamos el bien bajo la influencia de la moral cristiana, razón por la cual atribuimos atrib uimos al bien una relación con la salvación o con las obras que nos enaltecen por expresar un amor a los semejantes. En cambio el "bien", objeto supremo de la   eudeimonía  para los griegos, se acompaña de un matiz estético. Al bien se lo apetece como aquello que despierta en el alma el anhelo hacia la belleza. Desear el bien es sinónimo de anhelo por la armonía. Dicha armonía ordena las partes proporcionalmente en función de la unidad del todo y este último perdura en su integridad por la conservación de las partes en correspondencia o sea por la conservación de la relación armónica. En el acto moral también podemos descubrir esta disposición hacia la armonía pues las facultades subjetivas concurren a expresarse en sujeción a la medida y a su  proporción. Retrocediendo en la historia griega descubrimos que en la llamada Grecia de la epopeya ya se asientan las bases acerca de la experiencia de la virtud. La palabra de múltiples acepciones   areté  denota  denota lo que los l os griegos de esta etapa concebían y esti estimaban maban como lo virtuoso. Sus formas de manifestación se hacían plenas en la bravura militar, el coraje, el arrojo y la estatura destreza viril paradel la lucha; conjunto estos conforman la psicología representativa de la héroe. el Estos héroesdeque nosrasgos impresionan vivamente en la epopeya homérica son naturalezas humanas que no obstante se transfiguran en entidades semidivinas. Por esto ostentan la excelencia del carácter aguerrido y libran en la batalla el desafío supremo de la eficacia de la virtud. Es solamente el guerrero quien puede exhibir esta formidable destreza que lo hace merecedor del honor reconocido. Pero esta virtud está expuesta a sufrir menoscabo en determinadas circunstancias: por ejemplo cuando se comete crimen o impiedad, cuando se es condenado al destierro o se castiga con la exclusión de la sociedad civil. La areté  es  es el espejo del espíritu poseído por la virtud. La areté es también propiedad de unos pocos, diríamos que de una selecta minoría donde se alinean estos guerreros calificados  por su desempeño en el combate y que coronan con la l a aureola a ureola de la victoria de su reconocida dote para la lucha. Esta  areté  es  es conciencia de la exclusividad: lo mejor en el mejor. El guerrero es el mejor porque desea lo mejor; no hay mérito más alto que el que aspira a defender el nombre y la tradición de la patria, por ello, lo mejor nace de la aspiración del mejor. Más cuando la sociedad griega se torna democrática la  areté   habrá de mutarse en una virtud civil calificatoria de las dotes del ciudadano. Cuando conquiste el predominio de las ciudades griegas, el extraordinario florecimiento cultural Atenas ateniense dará su propia fisonomía al ideal de la  areté.  Antes era el guerrero único poseedor de la areté   en una sociedad estratificada por fueros aristocráticos, ahora, es el magistrado el que cumple su responsabilidad como hombre libre y que participa en la administración de los negocios públicos según el dictado de las leyes de la isonomía. Pero aquel carácter tempranamente aristocrático que tuvo la  areté   no se pierde ni disuelve sin dejar rastro. Habrá de perdurar en tanto señala a la conciencia un vínculo de exclusividad con la materialidad de la virtud. En función de este elitismo el ciudadano griego  puede concebirse como sujeto verdaderamente libre y edificar sobre sí mismo una empresa de de dominio que le impedirá convertirse en siervo de poderes ajenos. El héroe enarbolaba el trofeo de la victoria sobre sus enemigos pero ahora aparecerán fuerzas enemigas que amenazan irrumpir en la ciudadela del sujeto capaz del autodominio. Dichas fuerzas serán vertiginosos movimientos que el alma padece en sus adyacencias con las influencias de las tendencias irracionales que la agitan. La areté  , objeto de la excelencia, se transfiere al mundo del ideal clásico respetando los términos estructurales de su definición, pero experimentando asimismo algunas variaciones que

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Foucault y la ética es conveniente destacar. Serán los títulos legítimos que justifican los actos aquello que ha de  preocupar al desarrollo de la ética griega. Estas disposiciones morales que traducen el modelo de la ética ya están prefiguradas en la etapa de la nobleza guerrera aristocrática en su dimensión agonística. Esta ética se reclama agonística pues emerge del combate, de la lucha encarnizada, del conflicto armado y la finalidad de aniquilar al enemigo. Pero más tarde con el advenimiento de la etapa democrática el fragor de la lucha se hará particularmente turbulento en las confrontaciones políticas de la Asamblea y los estrados judiciales. La reflexión intelectual y la discusión política nutrirán al espíritu griego de aquella energía que alimentaba antaño a la moral del riesgo y la sangre. Por eso habrá ahora que buscar los medios más adecuados para resistir a la internalización de las fuerzas hostiles. El alma será guardiana de su propia intimidad y estará presta a librar el combate cuando las necesidades así lo exijan. Como se ve claramente siempre se trata de la lucha, de ese elemento indeclinable de la tensión que polariza a los opuestos atrayéndolos y repeliéndolos, de este conflicto en ciernes que obliga al alma al ma a permanecer en estado de vigilia. Es la vigilia que el guerrero tiene que cumplir para proteger el sueño nocturno de los habitantes de la ciudad y que luego en el sabio será divisa de hombre atento y prudente. En el nivel de hombre político este recurso del control hará que aquel vele por su decoro, su reputación, su concepto social y la consideración de su honorabilidad que ha de trascenderlo a su progenie, a su familia. Siendo el autocontrol el resorte que garantiza el logro exitoso de la disposición moral habrá que establecer los nexos que vinculan lo ético con la pedagogía de la etapa clásica. Ética y   paideia son en Grecia antigua absolutamente solidarias, puede decirse que son las dos caras de una misma moneda. La paideia no se puede sintetizar como un conjunto de técnicas o métodos que deban suministrarse para transmitir habilidad. Se trata de unadel empresa moral; su cometido consiste en suscitar las conocimiento potencialidadesy que ennoblecen al carácter púber. La  paideia  se presenta como tarea modeladora y presupuesto para la eficacia de la  areté. Su meta apunta a asegurar que el educando vaya adquiriendo ordenadamente los elementos y recursos que han de perfeccionar sus aptitudes y facultades que le permitan integrar conocimientos para su desarrollo práctico. prácti co. Esta paideia que se inscribe como base de la moral griega, despunta como la realización de un ideal plenamente aristocrático y excluyente. De allí que no haya  paideia extensible al vulgo. La  paideia  es siempre selectiva y tiene como destinatario a quienes por su origen y condición social son aptos para el despliegue futuro de su plena libertad. Esta mediación que establece la libertad funda en el mundo griego la alianza entre la moral y el conocimiento; será  por esta conjunción que aparecerán alienados la ética y el saber y la disposición volitiva encontrará su discernimiento en las discriminaciones del intelecto. Ahora bien, el cuadro trazado hasta el momento sugiere que los ideales finalmente consolidados por la ética griega conforman un universo cerrado donde predominan los signos de una armonía al paradigma clásico cuando son tributarios de los rasgos del diosunívoca. Apolo. Los Peroatributos podemosadjudicados preguntar entonces; ¿qué sucede se pronuncia el nombre de Dionisos?, ¿acaso no se resienten los cimientos firmes de toda la arquitectura de la racionalidad griega? La imagen de una vida ordenada, mesurada y estabilizada por la autoridad de las instituciones se sacude por una suerte de vendaval cuando los feligreses, que tributan sus ofrendas a Dionisos, se hacen presentes. ¿Quiénes eran esos marginales?, ¿de dónde provenían esas gentes que profesaban su culto a una deidad de origen foráneo y que en razón de su extranjería encarnaba por antonomasia la marginalidad en el panteón olímpico? Irrumpe por esta brecha de la religiosidad dionisíaca el flujo de lo irracional. La magnitud de sus efectos configura un esquema antropológico diverso a aquel que se derivaba de la estructura del ideal clásico. Otra vertiente no menos importante y a la vez decisiva proviene de la tragedia. ¿Qué  profundas cavilaciones morales pueden despertar cuando asistimos sobrecogidos a las aflicciones que atormentan a los desventurados personajes de Esquilo, Sófocles y Eurípides? ¿Acaso no se plantea a partir de la tragedia un interrogante ético que perdura no obstante las transformaciones de estilo e intensidad que sufre el género? Estos personajes nos conmueven vivamente ya que asistimos a un nivel de conciencia al que afloran los cuestionamientos

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Foucault y la ética esenciales a la condición humana. Estas voces desgarradas por el dolor se elevan sin obtener respuesta hacia las leyes de una divinidad que es ella misma prisionera de los férreos decretos de la suprema necesidad. La finitud y la incondicionalidad del destino volverán a oponerse haciendo estallar el conflicto de la tragedia y las consecuencias irracionales provocadas por los móviles que inspiran a sus desdichadas criaturas. Por último hay que tomar en cuenta la aparición de las sectas religiosas de salvación. Aquí se alinean los órficos, pitagóricos y seguidores de los misterios. Un tinte pesimista da la nota al pensamiento ético de quienes admiten en la profesión de sus creencias la existencia de una culpa ínsita, de una falta originaria que corrompe a la totalidad de la especie humana. Los miembros de estas sociedades de salvación han de conjurar al mal que acecha en los caminos de la vida mediante ritos de purificación y prácticas penitenciales que han de prefigurar el antecedente de las posteriores "ascéticas" de origen cristiano. Las costumbres que practican estos prosélitos implican la restricción deliberada de toda obtención de placer. Se alimentan con frugalidad, visten desafiando adversidades del clima y observan una tenaz abstinencia en la esfera de la sexualidad. Estas éticas hasta aquí comentadas en oposición al modelo clásico, transcurren no bajo el amparo de las instituciones sino mas bien rezagadas de las vicisitudes del mundo público. El individualismo que las caracteriza contribuye a que prosperen transmitiendo su verdad e inquietud religiosa por medios herméticos y sistemas de iniciación. La influencia que depararon fue quizá más grande de lo que se conoce pero sirve al menos el caso del joven Platón para ilustrar cómo este pensador fue permeable a la asimilación de estas prácticas de salvación. La proximidad a un objetivo salvífico va a resurgir con ímpetu con las escuelas socráticas enarbolaban máxima la conquista la sabiduría. Es indudable menores. que en el Estos ordencírculos de las prácticas máscomo concretas estos pensadoresdevan a reproducir  buena parte de las convicciones que animaban a los integrantes de aquellas cofradías. La moralidad debe resultar materializable en acciones concretas tales como cumplir ayunos, someterse a extenuantes exámenes de conciencia, vestir con sobriedad y alimentarse con sujeción a una dieta estricta. Son estas éticas caminos trazados hacia la realidad concreta y renuncian a cualquier intento de fundamentación meramente especulativa. La ruptura que precipita la vertiente de lo irracional y su capacidad para ensanchar el dominio de la experiencia moral acota un terreno de reflexión para el estudio de la ética griega donde aparecen fenómenos articulados con el desarrollo social, cuya trascendencia se lee en otro tipo de textos. La tragedia, las disposiciones que se codifican en las sectas de salvación y la  posterior literatura filosófica orientada al cultivo de las virtudes del "sabio" dan la impronta diferenciada de aquel otro modelo ya consolidado por las necesidades de articular lo ético con la eficacia del manejo político. El discurso ético gestado a la luz de la paideia afianza su relación con el ideal político. La eficacia del ideal político anuda la vinculaciónlaentre de lasean conducta y ejercicio  poder y permite p ermite así que ambas discursividades, éticamoralidad y la política, concurrentes en del los medios solidarios tendientes a sancionar las figuras de la verdad. Los griegos fueron extremadamente prudentes al pensar cuáles eran las calidades que calificaban al temperamento  preparado para ejercer el gobierno. No olvidemos que la acción de gobernar se s e aparta, para los griegos, de cualquier atisbo de autoritarismo y arbitrariedad. Nada más opuesto a la virtud  política griega que los ejemplos encarnados en los déspotas orientales, siempre sedientos de  poder y a veces capaces de exhibir un grado de crueldad que merecía unánime censura para el refinado espíritu de la polis ateniense. Aquellos monarcas autócratas representaban la inversión de la arete y de todo aquello que es necesario poseer para perfeccionar el carácter del hombre  político. La condición virtuosa del ciudadano, apto para los asuntos políticos, atiende  prioritariamente a la potestad p otestad sobre s obre sí mismo. Como Co mo ya dijimos antes, la disposición subjetiva subj etiva del dominio sobre sí debe progresar y asumir la tarea de esta modelación del carácter poniendo el mismo celo que el artista pone en la realización de su obra. Podría decirse que se trata de la obra consumada de la racionalidad. Sin embargo hay que advertir que la decisión de alcanzar la arete comporta también reconocer que existen aquellas amenazas que provienen de las zonas

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Foucault y la ética oscuras del alma y que de la misma forma que una nave en alta mar, sus fuerzas tempestuosas  pueden exponer al navío a su naufragio. La tarea es pues ardua; la racionalidad que se adjudica a este ideal implica la ejecución de un trabajo constante cuyos preceptos no se enuncian en la trama de una normatividad enunciada en algún tipo de texto explícito. Foucault destaca que no se trata aquí de tomar como  punto de partida una legislación sancionada sa ncionada a tales t ales efectos. Hay Ha y un sinnúmero sin número de disposiciones disp osiciones interpretables en términos de una extensa casuística: de allí que la problematicidad de los códigos también circule por el lado de lo implícito, de lo sugerido como más conveniente, del enunciado que indirectamente ilumina aquellos fines que se busca preservar. Este estilo marca un contraste notable con lo que posteriormente hará el cristianismo en su intento de legislar acerca de la conducta personal en totalidad, sancionando formas cuidadosas de reglas a observar y delimitando con extrema precisión las circunstancias en las que el alma puede caer en falta. Esta configuración alcanzada por el ideal ético griego plantea la siguiente pregunta: ¿cómo puede establecerse una moralidad que no se apoye positivamente en un código?, ¿qué modalidad peculiar consagra esta ética del autodominio sin apelar al recurso de un lugar material determinado por la escritura de las reglas? El modelo ético en cuestión no reglamenta la conducta en función de un  apriori; no se declara la ley como condición irrenunciable a su cumplimiento ni se especifican las penalidades correspondientes a la transgresión, por el contrario, el recurso es otro y consiste en sugerir y persuadir a quienes tienen que actuar entre los límites del deseo y la observancia de ciertas restricciones a las que se obliga quien ostenta los títulos de hombre libre. Por eso insistimos acerca de la importancia que tuvo la  paideia  en cuanto instrumento aplicado a trabajar sobre la naturaleza maleable de los jóvenes. En el esquema pedagógico que sirve de marco a la relación maestro-discípulo, aquel imparte sus enseñanzas impresionar el ánimo delaeducando. De allílos queservicios se concediera los ejemplosbuscando edificantes que se debían otorgar quienes recibían de unaprioridad educacióna cuya finalidad primera apuntaba a la templanza y la ecuanimidad en el juicio. Podría afirmarse que la persuasión por la cual el maestro acompaña la instrucción revela un modo propio de la seducción. Pensemos por un momento en la seducción que emanaba de la personalidad de Sócrates. Quienes lo escuchaban adquirían una experiencia cuyo método fundaba en la consistencia lógica de las argumentaciones la garantía de acceder a la verdad de los conceptos inteligibles; pero más allá del ejercicio de este procedimiento conocido como "mayéutica" los discípulos y oyentes que rodeaban a Sócrates no podían resistir al fuerte influjo que éste infundía desde su palabra inquisitiva e irónica. En rigor, sabemos que Sócrates no enseñaba nada, si por enseñanza entendemos la transmisión y asimilación posterior de contenidos, Sócrates en su no enseñar nada, abría en cambio un camino que la costumbre y la sujeción a las opiniones no permitía despejar para descubrir justamente allí, donde el alma se cree convencida de sus nociones, que todo el bagaje de conocimientos resulta una posesión inútil si no se acompaña de una resuelta aspiración por el bien en sí mismo. Sin duda alguna Sócrates es el  paladín de la l a gran éticaacerca filosófica. fil osófica. Hmoralidad, emos hablado momento de toda riqueza el espíritu griego produjo de la Hemos pero hasta faltabaelaún introducir en lalaescena a laque ética de los filósofos. Desde Demócrito hasta Epicuro el arco es bastante extenso y en la sucesión de las distintas doctrinas los pensadores van otorgando un perfil particular al problema moral. En esa sucesión no hubo un desarrollo armónico sino que también en el discurso de la ética filosófica imperó el signo de la confrontación agonística. La palabra virtud no fue susceptible de una definición unívoca para quienes predicaban de ella atributos en cuya contraposición no  podían deducirse consecuencias compatibles para p ara la conducta. El rigor ascético de los estoicos, la sensualidad de los hedonistas y la serenidad del sabio epicúreo pueden en algún grado trazar cierta semejanza, pero ello no basta para borrar las profundas diferencias que individualizan a cada concepción o doctrina. Pero también hay que señalar que la ética de los filósofos señala un desplazamiento que traslada la preocupación por la  areté   y su concreción en la experiencia  política hacia otro horizonte. No será lo primordial trazar los nexos y la concordancia de la areté   y el ejercicio de las aptitudes para desempeñar las magistraturas, ya no se trata aquí de calificar la validez moral de un comportamiento por la justificación de un saber que a la vez se traduce en el terreno fáctico de la toma de decisiones políticas, familiares o patrimoniales, lo que tendrá a partir de la ética filosófica una importancia mayor y prioritaria, será la relación entre el bien y

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Foucault y la ética la verdad. Esta alianza entre la moral y el conocimiento de lo verdadero se va haciendo  progresivamente explícita y en la referida sucesión de las doctrinas estas cuestiones serán una y otra vez abordadas. Lo vemos con claridad en el caso de los estoicos donde las especulaciones de la lógica y las teorías de la física eran concurrentes en la formación intelectual-moral del filósofo. Más tarde, ya entrada la civilización europea en el Medioevo, los pensadores de ese tiempo hablarán de los trascendentales que fundamentan al ente en su totalidad en cuanto es uno, verdadero y bueno. Al hablar de la ética filosófica surgen claramente contrastes con el paradigma anterior y aun respecto de las otras direcciones ya comentadas. La ética del filósofo conlleva una antropología en la que se exalta el valor de lo teorético; en cambio para la ética del autocontrol,  para la que el futuro ciudadano se capacita transitando por p or el aprendizaje aprendizaj e riguroso que satisface satisfa ce la forma de una conducta socialmente correcta, el esquema antropológico se afirma sobre otro supuesto en el que la racionalidad de los actos estructura el ámbito de las condiciones a las que debe subordinarse la acción concreta, la acción productora de consecuencias. La escisión entre la ética filosófica y la ética política se contraponen tanto por su  práctica como por su discursividad. El estilo enunciativo de los filósofos también implica un auditorio selecto. En los cenáculos o en las escuelas afluyen quienes pertenecen a una condición social elevada. Quienes se embelesan escuchando a los filósofos y se mantienen atentos a sus enseñanzas son los aspirantes a la sabiduría. Esta legión de hombres enamorados del ideal de la sabiduría sondearán en la palabra de los maestros la posibilidad de aproximarse a su excelencia. Por eso la relación con la sabiduría debe interpretarse como un lazo amoroso. Indudablemente hay una tensión erótica que apunta a la sabiduría. Al buscar el alma su proximidad no anula la distancia que la separa de su posesión final; por el contrario esa búsqueda entraña el lapso por determinadas esclarecimiento, de examen de comporta vigilancia elpor parte de de la conciencia en tareas relacióndecon los actos vividos. El ideal conceptual, de la sabiduría despliegue una racionalidad capaz de escrutarla, indagarla e interrogarla renovadamente, más no de cualquier manera sino cumplimentando las operaciones que el alma debe ejecutar inspirándose en la templanza del maestro. La búsqueda moral de la sabiduría es por lo tanto tránsito, itinerario jalonado por la conciencia simultánea de su privación y la revitalización del deseo por obtenerla. Hay aquí también una dimensión muy sutil del placer que deleita al alma en este trance y progresión hacia su meta más excelsa. Por eso el alma podrá demorarse en el éxtasis de la contemplación de la verdad y habrá de trascender la medida meramente moral del "bien", recordemos al respecto cómo Aristóteles discrimina las virtudes éticas, siempre relativas al comportamiento, de las dianoéticas que sumergen al alma en la suprema contemplación de lo verdadero.  No obstante la ética de los filósofos arrastra también la reminiscencia de aquel sentimiento aristocrático que tuvieron las primeras manifestaciones de la arete en el mundo de la épica arcaica. También podría trazarse la éticaEndecierta los filósofos y los métodos  practicados por los miembros de un las paralelo sectas deentre salvación. medida, por ejemplo, el cultivo de la filosofía salva de la ignorancia, aleja de la irascibilidad, promueve en el hombre el discernimiento superior de los valores, y todo esto podría quizá acreditarse a una empresa de salvación. Salvar del extravío en las tinieblas y rescatar al alma para posibilitar su ascenso al lugar de las cosas que son visibles por sí mismas. El compromiso ético de la filosofía griega fue desplazando su interés primigenio por la  phisis en dirección a la realidad de los intercambios humanos de los medios urbanos. ¿Acaso podríamos imaginar a Sócrates ensimismado en la contemplación de la naturaleza?, no, porque fundamentalmente Sócrates es un hombre de acción. Su infatigable vocación filosófica se ponía a prueba a diario recorriendo las calles de Atenas, y era justamente esta actitud incansable lo que le permitía penetrar en lo que sus coetáneos opinaban y pensaban, muchas veces denunciando la fragilidad de los conceptos que sustentaban. El magisterio socrático implicaba una constante curiosidad y el apego del maestro a destilar una ironía que no se reducía a la causticidad malintencionada. Más bien el núcleo de la ironía socrática era otro y se fundaba en la sospecha de que los hombres son presa de los más  peligrosos enemigos que anidan anida n en su propio ser. El alma está expuesta a ceder a las pasiones pasi ones y al error; el alma se seduce fácilmente ante la brillantez de las opiniones, pero éstas en su flujo

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Foucault y la ética incesante son las que impiden poner en marcha la operación depurativa del autoexamen. También aquí existe un requerimiento ético que exige un autocontrol del intelecto. La facultad intelectiva no puede conformarse con las representaciones equívocas de las cosas, cada hombre guarda un compromiso y responsabilidad con el recto entendimiento y será por lo tanto su conducta imputable si deliberadamente se aleja o desatiende los reclamos que la razón impone  para alcanzar la verdad. La preocupación de la éti ca socrática por alcanzar un bien que no es un fin inmediato, presupone la condición de una conciencia vigilante y que habrá de lograr el pleno dominio de sus facultades en la medida en que sea la verdad la única norma a seguir. La ética filosófica no discurre en aguas tranquilas; también ella ocupa su tiempo en las confrontaciones y la pugna de los argumentos. La tarea enaltecida que se propone mantiene como divisa la consigna siguiente: "libérate de las cadenas que te atan". En el pensamiento  platónico del mito mit o de la caverna otorga una ilustración bellísima de esta máxima. Si las almas están cautivas en la oscuridad serán necesario movilizar todas las energías hacia donde refulge la luz inteligible. Salir de la noche de la ignorancia y romper la solidaridad con las opiniones viciadas de falsedad, he allí lo que todo amante de la filosofía debe hacer. Por eso el bien será objeto de examen, de enseñanza y suministro del método más idóneo. El bien estará siempre por encima de las finalidades que despiertan las apetencias efímeras por las cosas de este mundo, en cambio, la aspiración perenne por alcanzarlo no será otra cosa que aquel movimiento de retorno al alma que de este modo regresa a su lugar de origen, lugar de las esencias o morada de la inmortalidad.  Alicia Páez: ¿No convendría diferenciar entre una ética de la salvación, una ascesis de la purificación, de una ética entroncada con ciertas prácticas de sí mismo, pero cuya teleología es la estética de la existencia? En un momento de una entrevista Dreyfuss le pregunta a 1

Foucault  en quéencaso las técnicas apuntan a laapuntan purificación; y dice Foucault huboque un desplazamiento la ética cristianadel delsí telos  al que estas técnicas del sí. Meque parece Foucault intenta separar estas dos cosas. Gustavo Mallea:  Toda la obra implica esta conjunción del problema ético con la  posibilidad de asociar esto último últi mo a una estética de la existencia. Foucault no se s e hace cargo de de otras cosas que pasaron en la ética griega que podrían interpretarse como otras tantas respuestas otorgadas por la cultura de los griegos a las cuestiones sobre la moral. Por ejemplo Mondolfo señala la necesidad de desterrar un prejuicio que todavía puede leerse en ciertos historiadores de la filosofía antigua; según Mondolfo, parte de esos investigadores afirman que los griegos no  pudieron pensar éticamente en el mal, en la l a culpa originaria o en aquellos aqu ellos actos a ctos o intenciones que pueden reputarse como malas en sí. La base doctrinaria de las sectas de salvación, a las que ya hicimos referencia deteniéndonos en el análisis de sus principios al respecto, acredita lo contrario a dicho prejuicio. Tanto los órficos como los pitagóricos y miembros de sociedades de los misterios admitían una concepción pesimista de la existencia humana y justamente  profesaban esta convicción pues inferían i nferían que las desventuras del hombre provienen provi enen de un mal  previo u originario, lo cual no dista demasiado de la tradición cristiana donde se pone el énfasis en la caída en el pecado. p ecado. Ahora bien, si el objetivo de Foucault consiste en poner en conjunción lo ético con lo estético habrá que trazar los parámetros que rigen la conducta en consonancia con los requerimientos del marco político. Es en la organización de la  polis, es decir en la situación de derecho donde la virtud puede dar cabida al ejercicio atemperado de aquellos placeres que en tanto sean gozados sin exceso no operan en desmedro de la integridad que dignifica al sujeto, reconociendo en él no sólo a quien se conduce con la debida prudencia sino también a quien da  prueba de haberse adiestrado en el ejercicio de un arte cuya materia a modelar es la vida misma a través de sus obras. Foucault adopta una postura un tanto suspicaz respecto de las  afrodisia porque, si bien aquello que preocupa e interesa delimitar es su "uso", también es cierto que bajo el móvil que impulsa a obrar en consonancia con la armonía, subyace un matiz de advertencia o velada censura. Ciertamente no se condena al placer ni se descalifica a quienes disfrutan de él, pero, no obstante, señala Foucault insistentemente, se advierte, se pone al individuo en estado de alerta  predisponiéndolo a realizar el cuidado y regular sus deseos con el don do n de la mesura. Las éticas éti cas que afirman como principio al mal hacen derivar a éste de la  hybrís. Toda alma es vulnerable a

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Foucault y la ética los sacudimientos de tan extraordinaria fuerza que la aparta del término medio y la precipita en cambio a los abismos de la desdicha y el castigo. Recordemos al efecto la situación de los inocentes personajes de la tragedia pero a la vez la relación ineluctable con la culpa que les es inflingida. p ero ¿cómo? Esther Díaz: Coexisten ambas; pero Gustavo Mallea: La coexistencia no alcanza a disimular una actitud de velada censura  por parte de la ética de la  polis respecto de aquellos círculos marginales. No olvidemos que para estos círculos el mal tenía entidad y por ello profesaban un sentimiento pesimista respecto de la condición humana. Por ejemplo si estos seguidores de las doctrinas de salvación hubi hubieran eran tenido alguna injerencia política capaz de influir o darle un estatuto propio al estado, las consecuencias en el seno de la sociedad so ciedad civil se habrían sentido sensiblemente. De admitir esta hipótesis seguramente no se recordaría el concepto de virtud política tal como podemos evocarlo; tampoco habría tenido el ideal estético el lugar enaltecido que tuvo  para el espíritu colectivo de la ciudad-estado, pues no hay que olvidar que la eficiencia en el funcionamiento de las instituciones contribuía a perfeccionar ese  telos  estético. A la ciudad había que proporcionarle también instituciones capaces de hacer perdurar ese interés estético y es por eso que las tareas del gobierno eran estimadas como una forma del arte. Pero volviendo a nuestra hipótesis acerca de las sectas de salvación en el caso de que hubieran logrado algún  beneficio político, por cierto, la fisonomía de la sociedad griega se habría mantenido sujeta a una codificación más severa y restrictiva. También podría interpretarse la confrontación de estas dos éticas por su oposición  peculiar. Las sectas de salvación perfilan un aspecto esotérico que se corresponde corresponde con la ascética de sus prácticas y el hermetismo que rodea a los iniciados, únicos miembros que  pueden conocerético losdel principios y el sefundamento último de la doctrina; en cambio, el temperamento hombre libre proyecta hacia el exterior, tiene su vigencia en las instancias públicas y mide la valoración de los actos de acuerdo con el control implícito que ejerce el medio social.  Bruno. Roura:  En relación a lo que se plantea Dodds sobre el puritanismo, uno pensaría que ideal ascético y puritanismo no están muy separados. Dodds atribuye el puritanismo al racionalismo griego. ¿Qué opinas al respecto que en Platón y Aristóteles a pesar de realizar un ética como estética está presente ese elemento irracional del chamán de la Siberia que se expresa como puritanismo?, ¿qué diferencia di ferencia al puritanismo de la as ascesis? cesis? Gustavo Mallea:  Puede haber una ascética que tenga como móvil una intención modeladora y esto se reflejará en el cuidado y la prudencia aplicada a las obras. Pero en este caso la ética tendrá que contar con prescripciones universales que funcionarán como los recaudos que mantendrán al sujeto encuadrado en una conducta siempre atenta a moderar un efecto inconveniente. Esto último se relaciona estrechamente con el aspecto estético porque aquel que se excede o cae en la intemperancia, no llegará nunca a constituir su existencia como un referente de belleza. La diferencia con tipos de ascéticas se sitúa discriminación de lo que es bello por sí mismo y no por la otros prevención ante ciertos actos queenselapresentan como vehículos de un mal intrínseco. Quizá el puritanismo ponga más énfasis en la renuncia y la mortificación permanentes y en cambio el régimen ascético de los griegos privilegia el valor de la moderación.  Alejandro Russovich: La ascesis es una gimnasia saludable para lograr ciertos objetivos, no una prohibición en sí. Gustavo Mallea: En la ascesis que tiene como derrotero esta intencionalidad estética, sí. Pero como decía Bruno Roura, también está la ascesis de la renuncia y que opera con métodos extremadamente rigurosos. En ellas hay una expresa negatividad declarada en relación al acto  pues se considera que tales tal es o cuales maneras de actuar a ctuar corrompen por ser portadoras de ese mal intrínseco. La ascética griega que permite que los placeres puedan proyectarse a lo estético nunca llegaría a ser un ejemplo de puritanismo. La pregunta griega, a diferencia de la interrogación cristiana posterior, es la siguiente:"¿Cómo hacer para lograr que el placer conserve la integridad de su cualidad y qué relación de medida comporta obtenerlo?" Como vemos es aquí primordial lo que hace a una estilística de los actos y los procedimientos. Si la

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Foucault y la ética consigna es que la existencia debe realizarse como una obra bella entonces su expresión crea el estilo acorde a la composición de la forma tenida como ideal. Si apelamos a la ética aristotélica vemos que en ella influyen decisivamente los  presupuestos de su metafísica. La sustancia se determina en rrelación elación con las cuatro causas, pero  para Aristóteles, la decisiva y determinante es la causa final, pero a su vez esta es la que actualiza la formal cerrando así el ciclo de las causas.  Hebe Uhart:  ¿Qué diferencia habría entre el examen de conciencia pitagórico, el romano y el cristiano? Gustavo Mallea:, Desde un parámetro externo nos sorprendería detectar prácticas muy similares entre sí. Hay cierto parecido entre un examen de conciencia comunitario pitagórico y un examen de faltas en un monasterio cristiano. Pero también hay que destacar que no son experiencias totalmente equivalentes. La especificidad de cada una se deduce de variables culturales y sociales que no son intercambiables. Quizá otra analogía pase por lo que se exige ya que se trata de una evaluación pública de las faltas o de la desviación de la conducta respecto de las normas comunitarias. Tomás Abraham:  En el examen de conciencia estoico, por ejemplo, el romano, la finalidad es la autarquía. En el de san Agustín es la impotencia. San Agustín ataca el examen de conciencia estoico porque no hay autarquía posible, uno es una humilde criatura, creada por Dios y entregada a Él; debe descubrir su condición humilde, miserable y pecaminosa. El examen de conciencia es para descubrir la propia falta, no el propio poder. Gustavo Mallea: Ni el pitagórico ni el cristiano expresarían el rasgo aristocrático que tiene el filósofo estoico. El compromiso de los estoicos pasaba por el propósito de convertirse en un Señor de sí mismo. Pero un monje benedictino no se siente señor de sí sino que se  prosternaContinuando ante el altar como de Dios. ahora un consiervo el hilo conductor del tema del "uso de los placeres" que introdujimos la clase pasada retomaría haciendo la siguiente observación: el idioma griego se caracteriza por la polisemia. En el caso del "placer" surge un problema de designación o de referencia enunciativa. La cosa problemática consiste en: ¿como hablar del placer?, ¿será conveniente aludirlo, o disponer de términos cabales para hacer mención de él? Ahora bien, esa equivocidad terminológica se disipa en la palabra  afrodisia.  Lo que significa esta voz griega apunta a lo que habitualmente representamos como goce referido a los apetitos sexuales y a la esfera de su disfrute. Foucault observa que los griegos no tuvieron necesidad de establecer una férrea censura sobre su comportamiento. Por ello "los placeres" se amparan en cierta "neutralidad ontológica"  porque no n o hay ha y en ellos ninguna ni nguna propiedad propi edad que pueda juzgarse como co mo nociva en sí misma y que  por ende entrañe su descalificación. Pero por definición el placer se asocia a la carencia. Siempre el deseo implica la  búsqueda de algo que falta y la constancia o insistencia para lograrlo. De allí que haya incompletud respecto del placer y que la fugacidad de su goce imprima en el ama una huella por la que se renueva el deseo deademás repetir aquella sensación. La memoria del placer provoca reminiscencia pues lo único que el alma conserva es el recuerdo de aquel momento de deleite que resulta de imposible i mposible aprehensión definitiva. En el plano del goce físico la fugacidad es agente de perturbación. La conciencia de fugacidad del goce precipita muchas veces al sujeto a vivir v ivir un estado de desconsuelo y pena. Pero no hay que olvidar que los placeres abarcan una extensión mucho mayor que aquella dependiente de los reclamos fisiológicos. Hay en el placer también un plus que se dirige hacia una instancia más elevada y no sujeta a las contingencias del mundo sensible. Así es como lo entendió Platón. Según él lo reitera en diversas ocasiones el placer mayor es el que está destinado a perdurar. El placer mayor es a su vez más excelso y contribuye a suscitar en el alma un estado beatífico de iluminación. En contraposición a lo último, los  placeres menores abandonan al cuerpo y lo sumen nuevamente en la dolorosa conciencia de la carencia. Posteriormente Aristóteles elabora una doctrina acerca de los placeres. Si preguntamos cuál de los dos filósofos está más próximo a la caracterización del modelo que presenta Foucault como "uso de los placeres" es evidente que el modelo aristotélico es el que se ajusta

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Foucault y la ética con mayor coherencia. La cultura griega en su apogeo del ideal clásico consolidó el principio de regular con criterio de justicia y armonía todo lo vinculado al campo de los deseos y su satisfacción. Como ya sabemos la ética aristotélica se funda en la determinación del término medio que aleja a la iniciativa del sujeto tanto del peligro del exceso como del riesgo del defecto. Foucault destaca que todas las variables culturales de la sociedad griega en el período clásico se insertan en la configuración del uso de los placeres. El placer no es concebido como una sustancia sino como el término de una relación. Es algo sobre lo que hay que ejercer control, no por el peligro que entraña acceder a su disfrute, sino por la incidencia que pueda afectar a la voluntad y desviarla de sus objetivos más nobles. Los griegos son recelosos del exceso, de la desproporción que desnivela la relación entre medios y fines, y parte de esta  prevención se asienta en la certidumbre de que qu e la voluntad gobernada por el impulso irracional -tal como lo ilustra el caballo desbocado del  Fedro de Platón- cede con facilidad al vértigo de la desmesura. El período clásico del espíritu griego está estructurado por la consumación del ideal de la medida. Se establece así un nexo entre la noción de medida y la magnitud del goce regulable por la satisfacción de la necesidad. Los griegos pensaban que una necesidad que obtiene su satisfacción según su ajuste a la medida no merece censura. Por eso prevalecía en el lenguaje de filósofos y maestros la tonalidad persuasiva p ersuasiva que anteriormente comentamos. La preocupación por mantener intachable la reputación social y el honor que le da relieve a la posición personal, a la regencia sobre la familia y la administración del patrimonio, todo ello conforma una totalidad de determinaciones articuladas pero que son a la vez concurrentes en la observancia de esos modos de actuar subordinados a la medida más conveniente. En relación sexualidad,familiar el usoes la de matriz los placeres implicaba  problemática. Por un lado lcon ado lala institución que afianza los lazosuna de herencia, hcuestión erencia,  patrimonio y linaje, de allí entonces que sea el "amor conyugal" una obligación basada por ciertos cumplimientos. Es decir hay compromisos y obligaciones contraídos a partir del matrimonio. La mujer será la que guarda la armonía del orden doméstico y por ello se le profesa pro fesa respeto y consideración. Sin embargo no puede admitirse que el vínculo matrimonial se funde en una relación simétrica. Ciertamente la mujer conserva a lo largo de su vida de casada una existencia decorosa pero que jamás la equipara a la jerarquía ostentada por los varones. Sería excesivo calificar como "sojuzgamiento" a esta ubicación de la mujer respecto del poder detentado por su marido, más bien se trata del lugar que corresponde ocupar dentro de los esquemas de ordenamiento parental en una sociedad, que no obstante las transformaciones ocurridas, conservó como una marca indeleble los rasgos de la condición aristocrática que demás está decir reconoce en la virtud del carácter viril a la piedra angular sobre la que se edifica la organización de la comunidad.  Rodrigo Amuchástegui:  ¿Es lo mismo la moderación para un griego que para un cristiano?; la moderación para un el griego tiene de un salvaguardar propósito, para un cristiano tiene otro. Para el griego la moderación puede tener propósito la calidad del placer.  Alejandro Russovich: Eso podría ser para un oriental donde el placer es algo que debe moderarse para lograr un perfeccionamiento del placer. Tanto para el griego como para el cristiano la moderación tiene un sentido restrictivo: algo no tiene que hacerse para el griego, en el sentido de la moderación, para el cristiano en el sentido del pecado, para un oriental, en el sentido del exceso, de la insaciabilidad que puede destruir el placer en sí mismo. En Oriente el  placer es una técnica y no un conjunto de restricciones destinadas a otra cosa que no es el  placer. Gustavo Mallea:  La necesidad de establecer una medida justa para el placer se hace  para conjurar la amenaza del exceso. Como dijimos dijimos antes, anida en la sensibilidad de los griegos un temor reverencial por las consecuencias que arrastra toda expresión de la desmesura o toda manifestación de la informidad. Por supuesto que este temperamento se inspira en el paradigma apolíneo y como ya hemos visto, no concuerda con el sentido heteróclito que emerge de los  poetas trágicos trági cos o de los l os maestros que instruyen hermenéuticamente hermenéuticamente para p ara alcanzar la salvación. Pero no cabe duda de que el ideal clásico queda casi prisionero de esta concepción formalizante y ordenadora de los entes. Siendo una ontología del conjunto de las cosas lo que interesa

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Foucault y la ética conocer o asimilar racionalmente será tanto las sustancias y las relaciones que componen el conjunto diverso de la totalidad de la naturaleza. Ciertamente en relación a las afrodisia  no  puede descartarse que el celo aplicado a la sujeción de las medidas y las circunstancias oportunas para experimentar el goce contribuyó enormemente a mejorar la calidad del placer. Si  buscamos ejemplos en la filosofía griega encontraremos encontraremos a muchos pensadores interesados en reivindicar el valor terapéutico del disfrute al que concurren armónicamente todas las facultades, pero será fundamentalmente en el Jardín de Epicuro donde esta preocupación se convertirá en una pedagogía liberadora de todas aquellas representaciones que impiden al alma  planificar su experiencia de bienestar y equilibrio. Epicuro aconsejaba a consejaba alejarse del exceso para  procurarse un goce real que q ue permitiera estimar en int integridad egridad la cualidad pplacentera lacentera de los dones que se ofrecen para su disfrute. El deseo será plenamente satisfecho cuando se haya elegido una medida moderada. Fuera de esto, lo que Foucault enfatiza es en el sostenido estado de vigilia en que  permanece la sociedad griega en torno de los placeres y sin duda alguna la persistente disposición a controlar el fluir caprichoso de pasiones y apetitos define un matiz de peligrosidad  justificatorio de la observancia de ciertas condiciones y restricciones. restricciones.  Miguel Wiñaski: El placer traga la existencia; el borracho b orracho no goza de la bebida. Gustavo Mallea:  Y el disoluto es incapaz de gozar del sexo. Al sumergirse en la insaciabilidad que lo sobrepasa se ofusca su entendimiento a tal punto que la cualidad propia del objeto placentero se disipa sin dejar d ejar resto.  Alejandro Russovich: La conciencia subjetiva introduce en Occidente la conciencia en relación al placer .Pero esa es otra historia. Gustavo Mallea: Sí, por cierto, esa ... es otra historia. Retomando de cómodellos griegos asumieron unamás tesitura de la sexualidad que tendráelentema la institución matrimonio su base social firme,respecto hay que añadir que esto no significa que el uso de los placeres estuviera exclusivamente reservado al amor conyugal. Había sin embargo otras alternativas a las que hay que considerar en relación con esta cuestión de la sexualidad. Foucault se detiene a analizar lo que él denomina "el amor por los muchachos". La expresión alude al cortejo que los hombres ya adultos efectuaban con los más  jóvenes y hermosos. Ahora bien, Foucault F oucault destaca que estas peculiares relaciones r elaciones no quedaban libradas al azar de las pasiones sino que se ajustaban a determinadas maneras de proceder, a modos muy particulares de expresar el interés por el amado y que en caso de no observar estas reglas implícitas los miembros de la relación se exponían al descrédito público. El amor por los muchachos nunca era simétrico. Amante y amado no son aquí términos que se homologan en la equivalencia de los intercambios. El hombre mayor es el que debe iniciar la ofensiva amorosa y pacientemente esperar que el más joven ceda en su voluntad para otorgarle a aquel los deleites del placer. Sin duda ese placer aparece aureolado por cierto recato; se evita hacer referencia aalalos hechos enhombres los que libres, se lo busca y consigue pues el "honor" del mancebo, por pertenecer clase de los no puede sufrir menoscabo. El núcleo del intercambio físico de estos vínculos irradia una gran cantidad de prevenciones y cuidados, de restricciones y formas de expresar un interés sujeto al autocontrol Estas conquistas de los muchachos deben atenerse a la "racionalidad" de las maneras de proceder y se despreciará, por lo tanto, a aquellos que no pueden dominarse ante el desborde instintivo. Así fue como la sociedad griega dio este otro modelo de vínculo erótico respecto del cual no puede concluirse que se lo aceptara como un efecto de la tolerancia hacia las relaciones  pederásticas. En verdad los griegos no manifestaron "tolerancia" porque tales actos no eran vituperables en sí mismos. No obstante hay que advertir que la realización de esta experiencia amorosa anteponía al deseo la necesidad de cuidar el estilo de las formas que debía corresponderse por parte de ambos protagonistas. Pero ciertamente no fue esta la forma en que los griegos, a través de estos vínculos, cultivaron el sentimiento amoroso en su expresión más pura o valiosa. Por cierto la práctica del amor por los muchachos estaba arraigada a las costumbres y gozaba de consenso en el respeto que le profesaban.

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Foucault y la ética Sin embargo, el amor más trascendente para los griegos era el que impulsaba al alma en dirección de un goce más perdurable, de un goce que no sufriera el desgaste de las circunstancias carnales. El objeto erótico es la verdad en tanto constituye el bien bi en más preciado y apetecido. Foucault comenta extensamente las doctrinas de la erótica en el  Banquete de Platón. No interesa aquí reseñar las diversas situaciones que articulan los diálogos y opiniones vertidos por los comensales acerca de las delicias que obsequia el amor. Pero al final del diálogo la intervención de Sócrates provoca un giro que diferencia a este último de las ideas expresadas  por los demás participantes. parti cipantes. Sócra Só crates tes es el único ú nico que q ue se interroga por la esencia del verdadero amor suscitando un estado de reflexión que se encamina hacia la definición final. El perfil de la  personalidad socrática representando al maestro de verdad opera ante los que lo escuchan,  principalmente los más jóvenes, como desencadenante de la seducción. s educción. El maestro de la verdad, el hombre que sí conoce su verdadero amor es ahora el que enamora y enardece el deseo de los  jóvenes por escuchar aquel don de la sabiduría que q ue transmiten sus palabras. Sócrates no puede atraer en virtud de sus dotes físicas o por el rango social, Sócrates atrae por la integridad del modelo que encarna. Él señala a la verdad como lo único valorable en sí, como aquello hacia lo cual el alma tiende por origen y se dispone a conquistarla sin desmayo. Los que lo escuchan atentamente son sus enamorados, la claridad de pensamiento del maestro los induce a iniciar la travesía que separa al error de la verdad, por eso cada uno de ellos tendrá que disciplinar su carácter para adquirir la templanza que en el maestro refulge como ostensible virtud. Porque es  justamente esto último últ imo l o que q ue los jóvenes ven en Sócrates. Todos saben que q ue es un hombre de hábitos austeros, frugal, abstinente y de gran coraje ante la adversidad. Sócrates es el modelo amado del autodominio que él afianza por la rectitud de los principios y los métodos racionales en que se por funda conocimiento verdadero. Por que lo tanto son ahora aquellos jóvenes deseados cortejados suselfervientes amantes los mismos revierten el esquema del vínculoy amoroso. Ellos asumirán una actitud e iniciativa amorosa, serán los decididos amantes de la verdad que es bella en sí misma. Al operarse esta reversión no sólo se invierten los términos sino que además se muta la cualidad del objeto de amor. El ardor del deseo no quedará circunscrito a la inminencia de la sensualidad del goce físico, por el contrario será el alma única  protagonista de esta empresa. En la dimensión di mensión más alta de la verdad es donde ella conocerá el  placer intenso y abrasador del verdadero amor. amor.

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LA SEXUALIDAD EN EL USO DE LOS PLACERES Por TOMÁS ABRAHAM Hablaré de la introducción del   Uso de los placeres y  de un capítulo de  Libertad y verdad. La reflexión que Foucault hace sobre la ética en el  Uso de los placeres  se enmarca en el  proyecto de una historia de la sexualidad cuyo primer pri mer libro, li bro, La voluntad de saber,  se editó en 1976. A muchos aficionados de la obra de Foucault les llamó al atención que no publicara la continuación de esta serie durante ocho años. Recién en 1984, dos semanas antes de su muerte, aparece en  El uso de los placeres   y  El cuidado de sí.  En la larga entrevista que Foucault concede a Dreyfus y Rabinow, intenta aclarar las diferencias existentes entre esta nueva etapa y el plan anterior. Sin embargo creo que las diferencias no son tan grandes, y que los desarrollos últimos constituyen una continuación, con algunas reformulaciones, del viejo proyecto.  La voluntad de saber,  primer libro de la historia de la sexualidad, tiene por eje fundamental el tema del poder. Foucault Fou cault intenta elaborar la crítica de dos versiones tradicionales del poder, como ya lo había hecho en Vigilar y castigar. Una es la versión jurídica del poder, la teoría de la soberanía: siglos XVII y XVIII, el poder como contrato, cosa jurídica. La otra es la versión negativa del poder, el poder represión. Esta última interpretación en lo concerniente a la sexualidad está representada por Wilhelm Reich: el poder como represión del deseo y las consiguientes tácticas de liberación sexual. Crítica, por lo tanto, a una versión edificante del  poder, y a otra negativa del mismo. En la continuación de la historia de la sexualidad nos encontramos con un tema nuevo en Foucault: la ética. Pero ya en la primera parte de la historia de la sexualidad hay adelantos teóricos sobre ciertos temas que desarrollará en Ellauso de los placeres   y en El cuidado de sí: el examen de conciencia, la dirección de conciencia, co nciencia, confesión. En 1976 Foucault termina La voluntad de saber  con  con una conclusión y una propuesta: la  posibilidad de pensar el tema de la sexualidad en términos nuevos, no ya en el marco de un deseo derivado de la Ley, sino a partir de los cuerpos y sus placeres.  Además, Foucault dedica  buena parte de La voluntad de saber a especificar los rasgos diferenciales entre la "problemática de la sangre" y la "problemática del sexo". Afirma que la versión psicoanalítica del deseo tiene sus antecedentes problemáticos en la hermenéutica del d el "hombre de deseo" que se elabora en San Agustín, y sus antecedentes clínicos en la tecnología confesional. A partir de los siglos XII y XIII, Occidente afina sus métodos confesionales ritualizando la confesión individual y la penitencia. Se configura la matriz del poder pastoral que constituirá, tres siglos más tarde, el armazón del "poder de policía" poli cía" de las monarquías europeas. Para Foucault, el psicoanálisis continúa los problemas típicos de la simbólica de la sangre, una sexualidad interpretada en términos de alianza: parentescos, relaciones sanguíneas, incesto, muerte del padre y una valorización que sanciona lo lícito de lo que no lo es en un diagramaLadetemática purezas.de la sexualidad de nuestra modernidad ya no sigue los parámetros de la  problemática de la sangre. En  La voluntad de saber  analiza   analiza el dispositivo moderno en el que se inscribe la sexualidad. Este ya no es el de las  familias sino el del Estado y el de las instituciones:  políticas sanitarias, controles sanitarios, estrategias de población, distribución de las  poblaciones. La vida y la muerte de las poblaciones distingue a la modernidad. El tema de la sexualidad está vinculado a la natalidad, morbilidad y mortalidad de los grandes grupos humanos. Genocidios, campañas de esterilización, planes de exterminio, la demografía se ha hecho dueña de la sexualidad. El individuo y su entorno familiar perdieron la primacía. La temática del incesto, su insistencia teórica, el edipianismo, es un "mecanismo de defensa" de la ideología familiarista que trata de protegerse contra la intromisión de la gran política y del Estado en su propia casa. Freud, después de romper con una temática familiarista a través del análisis de las perversiones, vuelve al hogar con el incesto y su prohibición, que algunos han considerado condición de cultura. Otra diferencia establecida por Foucault en La voluntad de saber  es  es en el ars erótica de los orientales, la intensificación del placer por el placer mismo, las técnicas de su incremento y

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Foucault y la ética modulación, y la  sciencia sexualis  de Occidente, en la que se manifiesta nuestra voluntad de descubrir el enigma de la subjetividad despejando los l os misterios del sexo. En lo referente a cuestiones de escritura, se advierte un cambio en el estilo literario de Foucault. Entre La voluntad de saber y El uso de los placeres aumenta el grado de condensación conceptual y no admite desperdicios retóricos ni ideas inflamadas, no hay repeticiones; tampoco tiene la seducción del libro anterior, en el que sabía provocar molestias en algunos discursos de moda. El uso de los l os placeres tiene un estilo erudito, conciso, estoico, inglés. También cambia la preocupación. Si La voluntad de saber  termina  termina con el llamado a una reflexión sobre el cuerpo y sus placeres, y el análisis de una sexualidad enmarcada en una "biopolítica", esta vez, en El uso de los placeres,  piensa en la ética. Las elaboraciones sobre el  placer tienen nuevos rumbos, parece que q ue Foucault remedara en su estilo el contenido conteni do mismo de lo que trata: los temas de austeridad. Dice Foucault en  El uso de los placeres,   "El término sexualidad aparece en el siglo XIX" (sexualidad, no la palabra sexo), "esta emergencia está relacionada con dominios diversos: religiosos, judiciales, pedagógicos y médicos (...). Se constituye en el siglo XIX una experiencia en los individuos, que se reconocen sujetos de una sexualidad". Foucault se propone realizar -ya lo había empezado en La voluntad de saber - un proyecto de una historia de la sexualidad como experiencia. Está noción la usa en la "Arqueología de la mirada médica". La palabra "experiencia" tiene una tradición fenomenológica de la que Foucault alguna vez se hizo acreedor. Pero en El uso de los placeres dice: "Cuando hablo de la historia de la sexualidad como experiencia me refiero a una correlación en la cultura entre dominios de saber, tipos de normatividad y formas de subjetividad." En términos del itinerario de Foucault:   dominios de saber: arqueología    tipos de normatividad: genealogía    formas de subjetividad: ética. 





Al analizar el siglo XIX, ahora llamado "modernidad", Foucault señala el proyecto de normativización de los individuos en poblaciones homogéneas; sus rasgos diferenciales aparecen únicamente para permitir una mejor homogeneización. La medicina psiquiátrica y la  jurisprudencia son sus instrumentos político-teóricos; cada vez encuentran desviaciones más  precisas, dividen en nuevas formas de individualización, individualizació n, multiplican estas formas, pero de este modo no acentúan los diferencias, sino, por el contrario, trazan cuadros minuciosos de clasificación cuyos géneros y especies se diagraman desde una única voluntad homogeneizadora. La normativización, obviamente, se acerca más a la temática del poder. Experiencia: el proyecto de Foucault es la sexualidad; dice: "la sexualidad no es un invariante que sedemanifiesta enno distintas que van bajo cambiando acuerdo aSus los diferentes tipos represión", es una formas misma históricas cosa que aparece distintasdemáscaras. instrumentos de análisis se dividen en tres ejes: formación de los saberes que se refieren a la sexualidad, sistemas de poder que regulan la práctica de la sexualidad y formas en las que los individuos pueden y deben reconocerse como sujetos de la l a sexualidad. Como dice Jolly, y otros más, este filósofo que anunció, dentro de la perspectiva estructural, la muerte de la entidad metafísica llamada "hombre", con sus humanismos correspondientes, vuelve a traer al sujeto. Foucault hablará de la conversión de individuos en sujetos. De su insistencia de años atrás en ir despedazando unidades clásicas de la filosofía en entidades subindividuales, dispersas y múltiples, al estilo del caos nieztszcheano, acá nos habla de sujetos. Desde un principio le interesó a Foucault el análisis de las formas de subjetividad: cómo se constituye un bípedo sin plumas que toma teta en un sujeto, o sea, en un miembro del grupo social, y qué tecnologías son necesarias necesarias para producirlo. En esta introducción, Foucault dice que la sexualidad no se refiere al campo histórico del deseo: no hay que identificar sexualidad con deseo. El deseo es la versión psicoanalítica de la sexualidad, pero fundamentalmente una versión cristiana.

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Foucault y la ética  Alicia Páez: Pero hacer una genealogía de la ética de lo sexual es hacer una genealogía del hombre del deseo. No separa el deseo, porque si no, no habría manera de conectar la  problemática de la afrodisia, la unidad de los placeres y de los deseos. Parece que la dimensión del deseo fuera la más abarcadora dentro de la cual a su vez la sexualidad se determina.  Alfredo Tzveibel:  Pienso que no se contraponen porque cuando dice genealogía del hombre del deseo, alude a una especie de desenmascaramiento, una búsqueda de qué hay detrás del hombre del deseo. Lo que hay ha y detrás sería la concepción que da. Pablo Dreycik: Cómo el hombre h ombre se constituyó en objeto de deseo.  Alicia Páez:  Pero ya se va constituyendo en objeto de deseo desde las primeras formaciones. No hay detrás tampoco.  Bruno Roura: La constitución del hombre de deseo y el sujeto no es lo mismo.  Alicia Páez: Se habla de hombre del deseo así como se habla del hombre de trabajo, hombre de lenguaje. Tomás Abraham: Deseo no es el invariante de la sexualidad que asume distintas formas  por la represión o por la Ley.  Marcela Antelo: ¿Qué es el deseo? ¿Una forma de la subjetividad? Tomás Abraham: Es la marca que deja el alma pecadora en la carne. Concupiscencia o libido.  Alfredo Tzveibel:  Cuando habla de hombre del deseo, ¿no se refiere a hacer la genealogía de una expresión que empieza con los cristianos y continúa en el psicoanálisis? No sé si me expresé bien con "lo que hay detrás", pero, si es  una cuestión fundante, ¿no es algo que también fue constituido históricamente? histó ricamente?  Alicia Páez: Siempre hay constitución histórica pero ese proceso va más allá. Tomás Abraham: Eldelcristianismo al hombre de deseo, en el deseo está la verdad del sujeto, la hermenéutica deseo le l e dainventa su identidad.  Alicia Páez: Cito, en la página 10: "O bien reorganizar todo el estudio alrededor de la lenta formación en la antigüedad de una hermenéutica de sí a través de qué fue lo que en verdad del ser humano se ha reconocido como hombre de deseo". Tomás Abraham: Sí; ¿no estamos de acuerdo? a cuerdo?  Alicia Páez: Sí. Lo que me pareció a mí es que quedaba demasiado identificado el uso que hace Foucault del término deseo con esa problemática cristiano-freudiana, cuando en realidad este retroceso lo lleva a él a encontrar esta misma forma. Tomás Abraham:  Sí, pero cuando habla de deseo y de sujeto del deseo, es el deseo cristiano-freudiano.  Alicia Páez: ¿No crees que eso llega ll ega al antecedente de los griegos? Tomás Abraham: En los griegos no se habla de "deseo". " deseo".  Alicia Páez: ¿De qué se trata en los  afrodisia ?  Tomás Abraham: Pero afrodisia no es deseo.  Alicia y dinámica de los deseos y los placeres. Después no sé qué va aPáez: pasar Es conlalaunidad nociónindisoluble de deseo en los griegos, tendrá su especificación, pero me  parece que más allá de que se puedan marcar fronteras, fronteras, reconoce este concepto y sus modulaciones hasta en sus primeras formulaciones.  Alguien: Abraham diferencia al acto del deseo; la acción y el deseo... (hablan varios a la vez)  Alicia Páez:  La disociación de los placeres y deseos es una figura posterior, hasta la noción de deseo cristiano como concupiscencia de la carne. (Siguen...) Tomás Abraham:  En la introducción me llamó la atención el modo en que Foucault valoriza la forma literaria del ensayo. Dice que hay que entender al ensayo como una prueba modificadora del sí mismo en el juego de la verdad, el escribir es un ensayo sobre uno mismo, y no una apropiación simplificadora de otro para fines de comunicación. El ensayo -dice- es el cuerpo vivo de la filosofía. Si, al menos, la filosofía es ahora lo que fue en otro momento, es decir una ascesis, un ejercicio de sí en el pensamiento. Dice Foucault que su trabajo no es el de un historiador, es un ejercicio filosófico en el que se apuesta a los efectos que puede producir el pensar la propia historia del pensar en lo que se piensa.

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Foucault y la ética En la misma introducción Foucault dice: no identifico la preocupación moral con la  prohibición. Hablará del arte de la existencia, después llamado estética de la existencia. Hay que entender por arte de la existencia a prácticas reflexivas y voluntarias por las que los hombres no solamente se fijan a sí mismos reglas de conducta sino que buscan transformarse, modificarse  para convertirse en un ser singular y hacer de sus vidas una obra que sigue ciertos valores estéticos, y responde a ciertos criterios de estilo. Termina esta primera parte diciendo que sustituyó un trabajo habitual en filosofía, la historia de los sistemas morales, por una historia de problematizaciones éticas que parten de las  prácticas de sí. *** La temática de la sexualidad comienza con una serie de aclaraciones, desbroza algunos malentendidos. Primer malentendido: no reconocer ciertas continuidades entre paganismo y cristianismo. Hay que subrayar ciertas continuidades que hay en la temática pagana y en la cristiana acerca de la sexualidad, y esto en cuatro tópicos: 1. Naturaleza del lazo sexual. El paganismo daría un signo positivo al acto sexual en sí; el cristianismo un signo negativo. 2. Delimitación de la pareja: el paganismo tendría una actitud abierta y libre en cuanto a la selección del otro. El cristianismo insistiría en su idea de monogamia, dependiente del aspecto de la procreación. 3. Relaciones homosexuales. Signo positivo de la Grecia y la Roma clásicas, en el  paganismo en general; y descalificación del cristianismo. 4. Castidad. Indiferencia de parte de delparte paganismo, e insistencia en el cristianismo a través del modelo de la virginidad. El malentendido es pensar una discontinuidad entre las dos temáticas. Foucault dice que hay continuidades entre las primeras doctrinas cristianas y la filosofía moral de la antigüedad. Para ver esa continuidad toma cuatro testimonios. El   primero  es el  miedo a la pérdida de simiente , común a antiguos cristianos. Cita a Areteo entre los griegos y cita hasta h asta le pedagogía y la medicina del siglo XVIII que tienen este mismo temor a las consecuencias que puede  provocar en el cuerpo esta "enfermedad", o este mal, que es la pérdida de simiente. El   segundo  es  un esquema de conducta común, que es el modelo de la   moral del elefante  -que está en Sexualidad y soledad - (tanto lo encuentra en Plinio, como también en Francisco de Salles) modelo que dice: seamos como el elefante, que cada cinco años se acopla con su hembra, lo hace durante cinco días para procrear y después se lava en la laguna antes de reunirse con su grupo. Con respecto a la delimitación de la pareja encontramos entonces una preocupación común a cristianos y paganos. El  tercero es respecto a las  relaciones homosexuales,  dice Foucault que tanto en la antigüedad como enuna el cristianismo, haydeuna y acusaciónmolicie, a todos los síntomas de molicie y afeminamiento, misma imagen la crítica homosexualidad:  blandura, afeminamiento, afemina miento, etcétera. Dice F oucault que q ue el dominio d ominio de los l os amores a mores masculinos en Grecia sí era más libre que en el cristianismo, pero siempre preocupante. El  cuarto  es en relación a la castidad , que según el malentendido discontinuista era indiferente a los paganos clásicos y positiva para los cristianos; dice que tanto en unos como en otros existe un modelo de abstinencia común: un héroe virtuoso; una renuncia sexual que puede tomar distintas modalidades y que tiene que ver con un acceso a la experiencia espiritual de la verdad. Hemos encontrado tópicos comunes, ahora Foucault hace un procedimiento inverso: señala las diferencias. Las diferencias en las exigencias de austeridad  en   en el cristianismo se dan dentro de una moral unificada coherente y autoritaria; en la antigüedad la temática de la austeridad surge de una preocupación cuádruple, se dirige a la vida de los cuerpos, a la institución del matrimonio, a la relación entre los hombres y a la existencia de la sabiduría. Esta  preocupación puntual no nos habla de una doctrina unificada de la austeridad. Otra diferencia: en el cristianismo las exigencias de austeridad se intensifican en sociedades fundadas sobre reglas coercitivas y prohibiciones, mientas que en la antigüedad las exigencias de austeridad parten de una moral   viril,  de hombres libres a hombres libres, y se

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Foucault y la ética dirigen a conductas permitidas. Todas las recomendaciones, consejos, etcétera, son para conductas permitidas, no son prohibiciones, son conductas admitidas. Dice Foucault: "hay que comprender los temas de la austeridad sexual no como un comentario de prohibiciones  profundas y esenciales -en la antigüedad- sino como la elaboración y estilización de una actividad en el ejercicio de su poder y la práctica de su libertad". Dice Foucault que la figura de la austeridad no es un tema frívolo, tiene que ver con las relaciones con el cuerpo, o sea con la salud, la vida y la muerte; las relaciones con el otro sexo, o sea con la esposa, la institución, la familia, con las parejas elegibles, incluso con la preocupación de ajustar roles sociales con roles sexuales, lo que en Grecia era una preocupación especial. La figura de la austeridad tiene que ver además con las relaciones con la Verdad, la problematización sobre las condiciones espirituales para acceder a la sabiduría. El método que Foucault utiliza no es buscar las  prohibiciones de base, sino las regiones de la experiencia desde las cuales se problematiza el sexo. Los griegos problematizan los placeres a propósito del cuerpo, del esposo, del muchacho, y de la Verdad. Los ejes de la experiencia cotidiana, a la que se va a remitir en los diferentes rubros, hacen pensar en una estilización, en tanto rarefacción, moderación de los placeres. En toda cuestión de estilización hay por supuesto cuestiones de calidad, pero mucho más cuestiones de cantidad, de grado. ¿Por qué el comportamiento sexual se convierte en un dominio de experiencia moral? Dice Foucault: "en estas cuestiones de método, nos planteamos cómo estudiar formas y transformaciones de una moral". Se admite generalmente que la moral es un conjunto de valores y reglas que se proponen a los individuos, y aclara Foucault que por aparatos prescriptivos entiende (lo que muchas veces no es tomado en cuenta por las "éticas"), familia, instituciones educativas, Iglesia, etcétera. Hace la siguiente diferencia: una cosa es un conjunto otra cosa es un código moral, otra cosa es el comportamiento real de prescriptivo, los individuosinstitucional, en su relación a estos valores, y otra la moralidad de las conductas. Tenemos cuatro diferencias: conjunto  prescriptivo, código moral, el comportamiento comportamiento real que ha hayy que tomar en cuenta respecto a estos valores, por ejemplo obediencia a ellos, resistencia, respeto, negligencia, y la moralidad de las conductas, por lo que según Foucault hay que diferenciar en reglas de conducta, conductas medibles respecto de la regla y el modo de conducirse. El modo de conducirse; acá va a aparecer el sujeto, es decir, el modo en que se constituye uno mismo como   sujeto moral  en referencia a elementos prescriptivos que constituyen el código. Hay diferentes maneras de conducirse moralmente; no solamente como un agente ético, sino como un sujeto moral de las acciones. Estas diferentes maneras de conducirse para el individuo son el resultado de un análisis de la ética en los siguientes siguient es tópicos: Primero: lo que llama "sustancia ética". ¿Qué parte del individuo debe constituirse como materia principal de su conducta moral? Habla del material que debe trabajar el sujeto moral: las intenciones -Kant-, los sentimientos, los afrodisia,  son distintos tipos de sustancias éticas a trabajar. Segundo: los modos de sujeción: son los modos en los que el individuo establece su relación a las reglas y se reconoce obligado a cumplirlas. En el caso de la fidelidad conyugal  puede deberse a presiones p resiones y obediencia al grupo social, a una tradición espiritual, a un ejercicio de dominación de los propios deseos, por una reciprocidad con el otro, como intensidad de los intercambios con la pareja, puede ser un modo de ser un ejemplo según ciertos criterios de resplandor, belleza, nobleza o perfección: ser una obra de arte. Los modos de sujeción pueden ser varios. Son aquellos en los que el individuo establece su relación a las reglas y se reconoce como obligado a cumplirlas. Tercero: las formas de elaboración, o sea el trabajo ético que se realiza sobre sí. Este trabajo ético puede ser, por ejemplo, para transformarse a sí mismo en un sujeto moral de su  propia conducta; puede ser un trabajo de aprendizaje con su preceptor; p receptor; un trabajo de control de la conducta midiendo la exactitud de la aplicación; un trabajo de renuncia súbita a los placeres;  puede darse ese trabajo como un combate permanente donde haya ha ya victorias y derrotas, y puede pue de darse también este trabajo como un desciframiento cuidadoso del deseo, una hermenéutica. Son distintos modos de trabajo y de elaboración de lo ético.

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Foucault y la ética Cuarto: lo que llama teleología del sujeto moral. Dice Foucault: una acción moral es el aspecto del conjunto de una conducta. La acción moral no finaliza su cometido en el cumplimiento estricto de la regla sino en la constitución de un cierto modo de ser del sujeto moral. En el caso de la fidelidad conyugal este modo de ser puede ser un completo dominio de sí, puede ser una desvinculación repentina frente al mundo, una tranquilidad perfecta del alma, una insensibilidad total con respecto a las agitaciones de la pasión, una purificación para la salvación. Foucault resume diciendo: toda acción moral comporta una relación con lo real en donde se efectúa; una relación con el código al que se refiere implica también una cierta relación con uno mismo, no en tanto meramente conciencia de sí sino como constitución efectiva de uno mismo como sujeto moral.  Relación a lo real; al código; y a sí mismo.  Separa nuevamente acción moral de conducta moral, de sujeto moral, y de lo que va a llamar modos de subjetivización, que tienen que ver con una ascética y una práctica de sí. Dice Foucault: las morales se diferencian por sus sistemas de valores, eso es cierto, y también por las formas de la actividad activid ad sobre sí. ¿Cuál sería el método para la historia de una moral?; ¿cuáles son los puntos de vista que se pueden tomar? Diferencia historia de las moralidades, historia de los códigos e historia de la ética y de la ascética. En la historia de las moralidades se estudia el modo en que los individuos se conforman o alejan de las normas. La historia de los códigos analiza los distintos sistemas de reglas en juego, los aparatos de prescripción que los implementan y las formas de su multiplicidad, divergencia o contradicción. La historiaa los de la ética,dederelación la ascética, y lalade la constitución del individuo como sujeto moral, concierne modos a sí en reflexión o desciframiento, el conocimiento, el examen, las distintas formas de las prácticas de sí que se pueden llevar a cabo. Dice Foucault que hay una relativa autonomía entre los códigos de comportamiento, lo que llamaría historia de las moralidades en cuanto se alejan o acercan a las l as reglas, y las formas de subjetivización. Hay moralidades orientadas hacia el código, y hay moralidades orientadas hacia la ética en este último sentido. Cuando Foucault dice "ética" se está refiriendo a esta constitución del sujeto moral. Varias veces le dijo Foucault a Dreyfus que fue sorprendido por su propia investigación, lo que lo indujo a cambiar de perspectiva. En un primer momento quería darle especial importancia a esta cuestión de diferencias de códigos para establecer una historia de la sexualidad, y se dio cuenta de que las prohibiciones son más o menos parejas y parecidas en los diferentes códigos; hay diferencias, pero hay muchas semejanzas. Partiendo de los códigos nos encontramos en general con una cierta monotonía en las prohibiciones. Y dice Foucault: quizá los hombres no hayan inventado mucho en el orden de las prohibiciones, como tampoco en el orden de los placeres. ***  Libertad y verdad: Habíamos dicho que el uso de los placeres entre los clásicos y entre los griegos se dirigía a conductas permitidas  y a un ejercicio del poder y una práctica de la libertad. Interesante es saber que cuando se habla de libertad en el sentido griego, qué es lo que se quiere decir, porque "nuestra idea" de libertad es tardía y diferente. Primera característica de la relación entre libertad y verdad: el tema de la  sophrosyne, el control y dominio de las prácticas de los placeres. La  sophrosyne (el principio de temperancia) se caracteriza como una libertad; ¿cuál es la finalidad del gobierno de sí, de la  sophrosyne ?: no el encontrar una inocencia originaria ni preservar la pureza; es ser libre.   Es cierto que en Platón y en Pitágoras aparece este tema de la mancha y de la pureza,  pero Foucault F oucault insiste de todos modos en que fundamentalmente en lo que atañe a llaa conducta moral, entre los griegos tiene más un sentido de dominio de sí que de pureza. La constitución de la polis necesita del dominio de sí de los jefes, j efes, y también de los ciudadanos. La libertad a la qu quee se está refiriendo no tiene que ver con el libre arbitrio. No se opone al determinismo natural, por

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Foucault y la ética ejemplo. No se opone la libertad a la voluntad de una instancia todopoderosa, rey absoluto, o Dios. No es la libertad lib ertad en tanto tolerancia, como en el siglo XVI o XVII. Según Foucault, la libertad de que hablan los griegos referida a esta sophrosyne,  tiene como antípoda la esclavitud de sí. El peligro de las  afrodisia no es la mancha, no es la mácula; es la servidumbre. No es el pecado, ni la peste, ni la mancha, que todo lo ensucia y contagia; no es una magia del contagio. Pero la libertad es más que un poder sobre sí mismo, nos conduce al interior de una temática más general en la que está inscripta, el poder sobre los otros. Todas las recomendaciones del poder de sí, de la  sophrosyne, no se entienden sin esta misión de gobernar a otros. ¿Qué pasa, dice Foucault, con aquel que está bajo el dominio de otros?; ¿qué   sophrosyne  le corresponde a la mujer, o al esclavo?; ¿o la   sophrosyne  es únicamente para el  patricio, para el ciudadano? Hay una sophrosyne de la mujer, pero diferencia entre sophrosyne de subordinación y la  sophrosyne del que manda; la virtud de mando de la virtud de subordinación. La sophrosyne,  del inferior, el principio de temperancia que le corresponde, consiste simplemente en obedecer a las órdenes y prescripciones que se le dan, virtud fundamental es la obediencia. La virtud del mando le corresponde a aquel que dirige a otros, éste debe ejercer un  poder sobre sí mismo, mismo, porque está en una un a posición en que el poder que ejerce le hace fácil el satisfacer todos sus deseos y abandonarse a ellos. Las virtudes de la temperancia, como la  justicia, el coraje, la prudencia, son virtudes del que ejerce un dominio sobre otros. De ahí esta insistencia temática entre los griegos respecto al mal tirano, y muchas veces este mal tirano está así calificado por los abusos sexuales y ciertos incestos, raptos y violaciones de algún menor, como el en caso de Pisístrato. Esto por  el lado de la libertad del que manda y la libertad del que obedece relación a la sophrosyne. Segunda característica de esta relación entre libertad y verdad: el tema de la sophrosyne  como libertad activa nos habla de un carácter viril de la temperancia, la virilidad de la   sophrosyne,  que puede ser ética, social, sexual.  La temperancia es en un sentido pleno una virtud de varones.  Entre un hombre y una mujer hay una relación política como la que hay entre todo gobernante y gobernado. Lo esencial para los griegos es la diferencia entre actividad y  pasividad, y a la femineidad se le adscribe una especie especie de negativa ética por su ser pasivo respecto a los placeres. pl aceres. Tercer aspecto: la libertad -poder del hombre temperante- implica una relación con la verdad. ¿Para qué dominar los placeres sino para acceder al  logos ? Es inseparable la temperancia de la ciencia.  Para constituirse como sujeto moral hay que constituirse como sujeto de conocimiento. Dice Foucault que la relación con el   logos en la práctica de los placeres fue descrita en la filosofía del siglo IV a.C. bajo tres formas: 1). Una forma estructural: la temperancia exige que el logos  esté ubicado en una  posición soberanía. razón y aamistad partir odearmonía ella se entre define lo que el es logos   sophrós.   Las diferentesde partes del almaLaestán en manda, una cierta sí cuando  manda. 2). Una forma instrumental: una vez asegurado el dominio de los placeres, se trata de diagramar su uso según la oportunidad. En este sentido es necesaria una razón práctica que  pueda determinar, como dice Aristóteles, lo que se debe hacer, cómo se lo debe hacer, y cuándo cu ándo se lo debe hacer. Es la forma instrumental de la relación de la libertad con la verdad, o con el acceso al logos.  3). El conocimiento ontológico de sí por sí mismo. La relación del dominio de sí con la verdad está detalladamente contada en el  Fedro de Platón, es una primera descripción de la que después se conocerá como combate espiritual; el conocerse a sí mismo socrático, la práctica de la virtud y el dominio de los deseos es una sola cosa. La relación del alma con la verdad: un alma que se inclina hacia la belleza física, como se cuenta en el   Fedro,  pero movida por el recuerdo de una verdad vista y olvidada. La relación del alma con la verdad es a la vez lo que funda el Eros en su movimiento, su fuerza y su intensidad, y lo que mediante el goce de la  presencia física del otro, puede p uede transformar tra nsformarse se en un u n verdadero amor. a mor. La belleza física del otro no es algo totalmente desechable, siempre refleja alguna belleza del alma.

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Foucault y la ética Este acceso al logos reviste estas tres formas: una estructura jerárquica del ser humano racional en el sentido moderno del término; una práctica de la prudencia y su forma instrumental; y un reconocimiento del alma de su propio ser, la forma ontológica. Estas tres formas nos hablan de la temperancia como relación obligada con la verdad. Dice Foucault: "Esta relación griega con la verdad no toma la forma del desciframiento de sí o de una hermenéutica del deseo, la relación con la verdad es constitutiva del sujeto temperante", pero no como una obligación del sujeto de decir la verdad sobre sí mismo, como sucede en la confesión. La relación con la verdad es una condición estructural, instrumental y ontológica de la instauración del individuo como sujeto temperante, pero no es una condición epistemológica en la que el individuo se reconoce en su singularidad de sujeto deseante con lo cual podría  purificarse del deseo, que devela de este modo. No es una hermenéutica del deseo, ni un desciframiento de sí. Sophrosyne  como temática de la libertad, carácter viril de la temperancia, relación al   logos de la sophrosyne, y como  cuarto elemento, la relación con la verdad remite a una estética de la existencia, no a una hermenéutica del deseo,  como sería el caso del cristianismo. El valor moral, de un modo de vivir, no se refiere a un código de conducta, ni a un trabajo de  purificación, sino a ciertos principios generales del uso de los placeres, estética ddee la existencia, que se refieren a distribución de los placeres, límites a observar, jerarquía de los placeres, ordenamientos, no prohibiciones. La cualidad de la cosa, su belleza, está dada por un cierto orden, una cierta justeza, por un cierto arte, por una tekné.  La cualidad en el caso de esta estética de la existencia, lo bueno de la cosa, depende de  la belleza de su arreglo,  en correspondencia con su naturaleza. El individuo in dividuo en una estética de la existencia se que realiza sí mismo una plástica la conducta exactamente, seaa visible paracomo todos,sujeto y quemoral puedaenconstituir una de larga memoria medida de uno mismo. Sintetizando: constitución de la práctica sexual como dominio moral, entre los griegos. La sustancia ética:  afrodisia. Todos los actos queridos por naturaleza, asociados a un placer intenso, y que siempre conllevan una fuerza susceptible de excesos y de servidumbres. Para la   afrodisia,  el modo de sujeción, el principio por el cual se regula esta actividad, es un saber hacer, una tekné, un arte que prescribe las modalidades del uso en función de distintas variables: necesidad, momento, status, etcétera. Un tipo de trabajo que el individuo debía realizar sobre sí y que tenía la forma de un combate, victoria, dominación de sí. En el trabajo sobre sí de esta moral, el modelo de este combate es doméstico o político; no n o todos los combates espirituales siguen el mismo modelo. Siguiendo estas cuatro instancias de la constitución del sujeto moral, el modo de ser entre los griegos, al que se tenía acceso mediante este dominio de sí, se caracterizaba como una libertad activa, indisociable de una relación rela ción estructural, instrumental y ontológica con la verdad. Diferencias con la moral cristiana (a pesar de haber visto ciertas semejanzas y recurrencias): En cuanto a la sustancia ética: en el cristianismo, ética es el dominio de los deseos ocultos en los arcanos del corazón: dominio de deseos ocultos; hermenéutica correspondiente en el corazón, tema primero estoico, luego cristiano: el lugar lu gar del corazón. Modos de sujeción: en el cristiano es el reconocimiento de la ley y la obediencia a la autoridad pastoral. Foucault dedicó mucho tiempo a lo que llama "el poder pastoral", y sus  prolongaciones en el medioevo y principios de la modernidad. No es la tekné. El trabajo ético no es la libertad activa, clásica, no es la libertad viril del dominio de sí; es la renuncia a sí de una  pureza cuyo modelo no es el político-doméstico. Acá hay tema para investigar: el modelo de dominio de sí de la renuncia hay que buscarlo del lado de la virginidad. Por lo que se deducen dos prácticas opuestas y complementarias: en el cristianismo una codificación cada vez más minuciosa de las prácticas sexuales, y una hermenéutica del deseo como procedimiento de desciframiento de sí. En la antigüedad no se puede hablar de codificación de actos ni de una hermenéutica del deseo, sino de una estilización de las aptitudes y una estética de d e la existencia. Esta estilización que Foucault llamaba "rarefacción" de la actividad sexual, se presenta como una exigencia abierta. El valor moral en los clásicos es estético y se mide también por su

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Foucault y la ética relación con la verdad. Foucault dice que se propone analizar -siguiendo las temáticas de la dietética, la economía y la erótica- los grandes temas de la austeridad sexual, pero no a partir de teorías generales del placer o la virtud, sino a partir de prácticas existentes y reconocidas por las cuales los hombres buscan darse una forma y dar una a sus conductas. Dietética como arte de la relación cotidiana del individuo con su cuerpo, economía como arte de la conducta del hombre como jefe de familia, y erótica como arte de la conducta recíproca y relación de amor y de verdad entre el hombre y el muchacho.

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NACIMIENTO DEL CRISTIANISMO Por TOMÁS ABRAHAM El mundo romano presenta un nuevo lugar para la filosofía, una función diferente y un  personaje alejado de su antecedente griego. La estructura autárquica de las ciudades griegas, gri egas, el modelo municipal, era el encuadre de una política de representación directa, de gobierno de la casta de ciudadanos que se definían como tales frente al esclavo, al bárbaro y a la mujer. mujer. El mundo romano trasvasa esta dimensión hasta límites inimaginables, haciendo de las  pequeñas autarquías o polis, una serie centenaria de protectorados alineados en el interior de las fronteras de un imperio. La conducción monolítica de un territorio inmenso y de una población incontable, exigió un modelo de sociedad inédito. La tradición griega permaneció como horizonte ideativo en un contexto cont exto que le era extraño. La administración imperial y la organización de las legiones l egiones provinciales no necesitaban de una formación filosófica para conseguir un ejercicio adecuado de la  res  pública. La pericia del funcionario exigía la práctica de la administración, la permanencia en la burocracia y en su  jerarquía de valores. Un sistema de dependencia que tenía por cabeza al administrador mayor: el emperador. El gobernarse a sí mismo para gobernar a los otros, este dispositivo unitario con dos caras, que encarnaba el ideal ético-político de los griegos, se quiebra en los primeros siglos de nuestra era. Los siglos del imperio romano. La palabra ética y la palabra política de los griegos quedan fisuradas. La palabra ética y la palabra política tendrán su autonomía relativa, sus objetivos ya no serán coincidentes. Quisimos mostrar que este cambio filosófico no se debe a ningún autónomo delalpensar ni a un gradual que representaría el mundo progreso romano con respecto comunitarismo griego. individualismo El imperio romano configura una estructura político-social diferente a la confederación de ciudades-Estado del mundo griego. La casta de ciudadanos no gobierna. El senado es un remedo de un patriciado que ya no gobierna  por su estatuto social. Un inmenso y complicado aparato político p olítico administrativo administrati vo lo hace según s egún ordenamientos que irán variando con el tiempo. La lógica del imperio romano obligará a que su aparato estatal termine en una completa militarización. La democracia griega se basaba en el modelo del ciudadano. Varón y libre, mayor de 18 años. En una sociedad que entrecruzaba la dominación libre-esclavo, la fundamental, con la de mayor-menor y la de varón-mujer, el gobernarse a sí mismo del griego expresa algo más que una intención de ser moderado con respecto a las pasiones para no excederse en la autoridad. Más allá de códigos morales o leyes particulares, el mundo griego problematiza las relaciones sociales para hacerlas adecuadas al orden ciudadano. En lo que Foucault llama el cuidado de sí o el uso de los placeres, la problematización pasa por tres dimensiones fundamentales: la dietética, la economía y la erótica. Las relaciones con nuestro cuerpo, su salud, los belleza, longevidad, las relaciones con nuestro que incluye a laEsesposa, los hijos, esclavos, las riquezas y las relaciones con el patrimonio, otro como objeto de amor. claro que  para el griego no es la mujer su objeto de amor, sino el muchacho, el joven. Esto va más allá del mantener relaciones sexuales con uno u otro sexo, para los griegos sólo la biología tenía géneros, la sexualidad no. En el pasaje de un mundo a otro, del griego al romano, estas dimensiones del cuidado de sí variarán en la medida en que cambian las relaciones entre saberes y poderes. Si el matrimonio constituía para los griegos una transacción entre dos varones, el actual dueño de la mujer, su padre, y el futuro amo, el esposo, esta alianza corresponde a una sociedad en que la economía del ciudadano, su prestigio, su poder incuestionable como mayor, libre y varón, está en relación directa con su función política p olítica en la comunidad de ciudadanos. En otro tipo de sociedad, como la del imperio romano, en que el peso político de un ciudadano depende de su sistema de relaciones en la burocracia imperial, de su grado de alejamiento o cercanía de la cúspide del poder, los sistemas de alianza parentales tienen importancia relativa en las estrategias de ascenso social. Recordemos que en el imperio romano los herederos eran elegidos por el   pater familiae  y que no siempre seguían las filiaciones sanguíneas. El Estado romano ya había intervenido en las cuestiones familiares a través de una

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Foucault y la ética serie de leyes que evidenciaban un nuevo lugar de la mujer. Es interesante ver cómo a través de un resquebrajamiento de un orden social basado en un gobierno de una comunidad de varones, el tema del amor cambió de signo. En la medida en que las alianzas parentales a través de los machos se vuelven inocuas, y la mujer se independiza de la tutela masculina, se vuelve objeto de amor. Las cartas de Plinio añoran la presencia de su mujer. En la sociedad romana la mujer se vuelve objeto de preocupación, y con ella la familia se constituye como entidad con autonomía creciente. La familia es el resultado de una transacción entre dos, pero no esta vez del mismo signo. La familia gira alrededor de la pareja, y la casa romana girará alrededor de la familia. Mujer, pareja, casa, familia, son ámbitos institucionales y objetos de problematización en una sociedad que marca sus diferencias con su antecedente griego. De modo análogo, la  preocupación de sí que en los griegos se tematizaba t ematizaba en torno del hombre como animal político, polít ico, no constituye para los romanos un elemento indispensable para la función pública. El cuidado de sí, la problemática relacionada con la dietética, la economía, la erótica, se dirigirán a un hombre que está más allá o más acá de las relaciones de poder. Ser su propio administrador, el   imperator  de   de uno mismo, no será propedéutica para la tarea política, legislativa o pedagógica, sino condición para constituirse en una obra de arte, en un objeto de prestigio para todas las miradas, un ideal de belleza, una estética de la existencia. El filósofo, Séneca, Marco Aurelio, Epicteto, elaborará una preceptiva, una filosofía práctica, según la antigua tradición del sabio, figura ética de la antigüedad. Sólo que esta vez el sabio no debe cumplir necesariamente las funciones comunitarias, ante todo será sabio de sí mismo, y en contacto con lo "universal", el cosmos, el orden general de la existencia. Pasamos a otro punto. Hablar deldel nacimiento del cristianismo de calificado la caída del imperio, es señalar el acta de defunción mundo antiguo, que de ahíes enhablar más será como pagano.  Nietzsche decía que la historia es la narración de la lucha de las interpretaciones por dominar la lectura de las reglas. Las reglas siempre se nos dan interpretadas de un cierto modo, según la reja de lectura que le impone un ojo dominante, una perspectiva victoriosa. Los romanos llamaban a los primeros cristianos, ateos, ya que no creían en sus dioses, y los calificaban de misántropos, aquellos que odian a la humanidad. Los que predicaban el odio a la carne, el desapego a las riquezas, el abandono de las familias, y de las ciudades, la desobediencia civil, la no participación en los rituales públicos, los que no participan de los  juegos populares ni de las solidaridades de los grupos según el orden de la ciudad, ¿qué otra cosa podían ser sino misántropos? Los cristianos atacan el ideal urbano, el corazón mismo de la cultura clásica. ¿Cómo resumir el fenómeno del nacimiento de una religión en pocas palabras, y cómo hacerlo cuando la religión de la que se trata es aquella que da origen a nuestro modo de ser y que, además, se extiende sobre las cenizas de diez siglos siglo s de cultura clásica? ¿Cómo malentendidos? Haremos apartados definicionales y emplearemos el lenguaje de ladespejar tesis, eslosdecir, líneas de demarcación para separar lo que aparecía junto y combinarlo en nuevos juegos de elementos dispersos y ajenos entre sí. 1) El cristianismo constituye una revolución ideológica. Hay momentos de la historia que tienen una particular intensidad, concentran líneas de fuerza en nudos epocales. La caída del imperio romano y la emergencia del cristianismo es uno de esos nudos. Esta revolución implica que ya nada ha de ser como antes. Es un ataque a las raíces mismas de una civilización. 2) Recortaremos una etapa del trayecto de dominación cristiana. Hemos privilegiado el momento corrosivo, la lenta penetración durante cuatro siglos de la figura de Cristo Rey hasta su elevación por el cielo romano. Desde el año uno hasta la palabra de San Agustín en la que la temática alternativa logra su más fina elaboración. 3) Así como no hay milagro griego, tampoco hay inmaculada concepción. Y con esto no nos estamos refiriendo a ningún planteo crítico-racionalista del dogma de la virginidad de María. Hacer una crítica escéptica científico-biológica de la virginidad de María es lo mismo que querer demostrar que la razón griega no nació cuando Tales se cayó de un pozo de tanto mirar para arriba, porque se sabe que en Mileto no había pozos, una crítica topográfica. Digamos que sí, que Jesús nace de la virgen María.

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Foucault y la ética   4) ¿Cuál es la cuestión que nos interesa? Al menos una de ellas. Comprender cómo un grupo de unas pocas decenas de d e judíos de una rregión egión periférica del imperio romano, desarmados y miserables, lanzan un mensaje que la humanidad no ha cesado de oír hasta hoy, y que caerá sobre las ruinas de uno de los imperios más poderosos de la tierra. Algo así como David y Goliat. Esto, sin duda, empezaremos a entenderlo si dejamos de lado esta comparación. Pero lo que nunca puede dejar de sorprendernos es percibir cómo en no más de dos siglos una de las tantas sectas religiosas del imperio, poco numerosa, se convertirá en la nueva religión oficial. 5) Es necesario recordar recordar algunos detalles que no son tales. La primera vez que se oye la palabra cristiano es en los tiempos de Nerón, 70 D.C., cuando durante la primera persecución se habla de un grupo conspirativo que dice tener a un tal Cristo por rey. Los que hoy en día llamamos cristianos se llamaban en su época judíos. Eran judíos heterodoxos. Se llaman judíos heterodoxos a aquellos que no pertenecen a las órdenes que integran el templo de Jerusalén. De las innumerables sectas heterodoxas destacamos especialmente a dos: los esenios y los zelolas. 6) La proliferación proliferación de heterodoxias heterodoxias judías en  los  primeros primeros años de nuestra era es el resultado de un largo período p eríodo de luchas civiles en Judea. El centro de estos enfrentamientos es el  poder romano. Someterse, establecer compromisos o rebelarse, estas actitudes dividen a la sociedad judía. Estas posiciones con respecto al poder central se articulan a la composición de la sociedad judía y a la estrategia general del imperio. Los romanos hacían socios a las aristocracias locales, protegiendo su lugar y privilegio sociales a cambio de prebendas y el sometimiento a la autoridad imper i mperial. ial. Las sectas rebeldes reclutaban por lo general a sus adeptos entre los humildes, campesinos y pequeños artesanos. 7) No hay que descuidar el aspecto religioso-cultural de estas luchas. Las ofrendas y sacrificios que se realizan en el templo en honor del dios Yahvé, el Dios único e invisible de los  judíos, una ceremonia político-mítica p olítico-mítica fundacional. Que sacrificios clásicos, o vejas cabras, era se realizaran en nombre del emperador y del pueblo romano, ofrenda en como retornoovejas de unao supuesta bendición, constituía para muchos fieles a la ley mosaica, una idolatría y una afrenta a Dios. Los romanos eran idólatras, era necesario combatir a esos "comedores de cerdo", como decían los judíos. 8) Hay una fecha trascendental para entender el proceso de cristianización de la antigüedad. Es el año 70 D. C., el de la destrucción del templo de Jerusalén, y de la exterminación de cientos de miles de judíos. El permanente conflicto sin resolución que mantenía el poder central con grupos subversivos de Judea hizo decidir al emperador Vespasiano a terminar con el problema. Para eso mandó a su hijo Tito, futuro emperador. La lucha era contra "los vengadores de Israel", los zelotas, secta judía apoyada por el campesinado que daba una permanente guerra de guerrillas contra las legiones romanas. La destrucción del templo, fue la destrucción de una parte importante de la población judía, y la dispersión de muchos. 9) Los judíos de la diáspora ya constituían un grupo de considerable influencia en el mundo romano. Sus importantes erana Roma y Alejandría. Unos mil vivían en Roma, poblando unocentros de sus más barrios y dedicados menesteres varios. Era encien Alejandría donde constituían un grupo de poder respetado y rico. Fue en Alejandría que las primeras elaboraciones de los filósofos judíos y griegos comienzan a circular y que constituirán una de las matrices del nuevo pensamiento cristiano. Es en Alejandría en donde se escriben los  primeros textos de "mitología comparada" y de conciliaciones entre epopeyas griegas y la historia milenaria del pueblo judío. 10) Con la caída del del templo, desaparece el centro religioso del judaísmo judaísmo,, cuna de la ortodoxia, para dar lugar a una rica y extensa proliferación de nuevas sectas. Es con "el fin del problema judío" que comienza el acontecimiento cristiano. De esta  proliferación destacamos destacamos a: a) Las sectas gnósticas: que son varias, y algunas importantes. Tienen raíces persas  pero, fundamentalmente, constituyen un desprendimiento de un judaísmo en crisis que se vuelve contra su propia historia. Yahvé traicionó a su pueblo, lo dejó morir, el apocalipsis de Jerusalén era un acto del mal. El dios de Moisés, Jehová, aparece en las diferentes interpretaciones gnósticas como un jefe de una legión de ángeles que se rebela contra el dios escondido, o como un ángel caído, un príncipe de las tinieblas. Lo que hoy llamamos diablo, con la salvedad de que

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Foucault y la ética su reino no está subordinado al celeste, sino que le es lateral. El gnosticismo a pesar de su diversidad coincide en la temática de los dos dioses, los dos mundos y su irreconciliable oposición. El mundo fue creado por un demiurgo, responsable de la creación de la materia, es decir el mal. El Dios escondido, el Dios celeste es distante, y es el que vendrá a derrotar al  príncipe del mal y a restituir la pureza final. No hay salvación posible en este mundo, su extinción es la única vía de reconciliación con Dios. Los gnósticos, a veces, permitían la liberalidad moral por su extremo desprecio de este mundo, a las obras que se producen en él. La doctrina paulista, la de Pablo de Tarso, que dio vuelta el cristianismo primitivo y lo convirtió en una fuerza en expansión, inspira parte de su pensamiento p ensamiento en estas sectas gnósticas.  b) Las doctrinas apocalípticas y el mesianismo mesianismo milenarista. La lucha final de los judíos contra el invasor pierde su referencia histórica, Jerusalén ha sido diezmada. Son las lluvias de fuego las que destruirán las ciudades y permitirán la resurrección de los justos. El poder imperial atacaba especialmente a estas sectas por su carácter abiertamente enfrentado al mundo constituido, es decir, Roma. 11) Dijimos que de las heterodoxias judías, había dos destacables, la de los zelotas y la de los esenios. Con el descubrimiento de los rollos del Mar Muerto, hace unos cuarenta años, la interpretación de los orígenes del cristianismo se vio enriquecida, y viejos misterios parecen esclarecerse y nuevos misterios constituirse. Los esenios constituyeron una secta fuera del templo de Jerusalén, con antecedentes que se pierden en el tiempo. El antecesor de Jesús, San Juan Bautista, era miembro de esta secta con ciertas características que encontraremos en el cristianismo primitivo. Vivían alejados de las ciudades, habían dejado las familias y entregado las riquezas a la comunidad religiosa. Una vida comunitaria alejada de laelegido ciudad,derituales del pan,decontinencia esperay de la llegada del Mesías, Dios, de la distribución figura del maestro justicia. Elsexual, esenismo el gnosticismo impregnan la doctrina de Pablo. 12) Las sectas judías que se dicen fieles fieles al mensaje de Jesús Salvador proliferan  primeramente en Judea, pero poco a poco pierden el interés por guiar al resto de los judíos hacia haci a la buena nueva. Van a Roma, en la que la palabra judeocristiana encuentra fieles entre los judíos de la urbe, y conquista, además, a algunos miembros de las altas clases romanas. Se dirigen también a la costa oriental del Mediterráneo, Siria, Antioquía, la periferia romana, en la que desclasados y pobres se acercan al mensaje de los discípulos de Pablo. 13) Damos algunos de los puntos salientes que ofrece el historiador Peter Brown para entender el desarrollo del cristianismo. a) El celibato. Es un ataque al modo de vida urbano. Se justifica teóricamente con la figura del hombre de corazón simple. Un ideal de transparencia y unidad frente a Dios. El hombre urbano es el hombre del corazón dividido, opaco, opa co, poco claro. El corazón es la zona de la la intimidad, sus "pensamientos", los pensamientos del corazón pueden ser fuente de tensiones. Hay queaentender que estamos ante una situación en la que las sectas judeocristianas sobreviven gracias una solidaridad sin condiciones. Se persigue un ideal comunitario que necesita de la transparencia horizontal, con los semejantes, y otra vertical, la que se tiene con Dios. Brown llama "zona de intimidad negativa" a la l a que cobija el corazón doble del hombre urbano. Tener un corazón doble nos aleja de los demás, rompe los lazos de solidaridad. El corazón doble se retira hacia una zona de peligrosa intimidad, y por ser una zona que ata motivaciones, reflexiones y objetos imaginarios, debe ser limpiado de impurezas para ser  público frente a Dios Di os y los ángeles. Este llamado al corazón simple se dio de modo desigual. El  pasaje del hombre de corazón doble a un hombre de corazón simple ofrecía alternativas diferentes según aconteciera en las zonas rurales del mediterráneo oriental o en ciudades  prósperas como Efeso o Roma. En una sociedad de pobres, sin recursos, el llamado de las  primeras comunidades cristianas implicaba i mplicaba una lisa l isa y plena p lena integración al grupo religioso. En una ciudad como Roma, zona de duplicidad del corazón, la integración debía ser más gradual. Las damas de la alta alcurnia romana, las damas patricias, podían ofrecer dádivas y modos contables de proteger a la secta para simplificar su corazón. Las opciones no eran tan restringidas.

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Foucault y la ética En una situación de crisis social como la de la antigüedad tardía, la simplicidad del corazón debía poseer una cualidad saliente: la l a lealtad del corazón simple. Esta se mostraba en su actitud hacia la cohesión de la comunidad bajo la mirada divina, y fundamentalmente en la solidaridad hacia los pobres. Los romanos tenían la costumbre de incrementar su prestigio de elite, ofreciendo dádivas a la ciudad. A veces se establecían dones y contradones en una competencia por mayores prestigios. Los poderosos, "potentes", nutrían a la ciudad regalándole fiestas. Las relaciones de clientela, un sistema de protectorado en el que se intercambiaban protecciones por obediencias ofrece a los protectores cristianos un antecedente que modificarán. Se sustituyó el modelo del "bien nacido" generoso con su ciudad, por el de la solidaridad con los pobres. La limosna sustituye a la dádiva cívica. Ayudando a los pobres puede evitarse que las necesidades obliguen a los cristianos carenciados a ser deudores de los paganos y debiliten así la solidaridad y la fuerza del grupo. Se evita mediante la limosna el empobrecimiento de los hermanos y la sujeción a los acreedores paganos. Brown llama al hombre al que el cristiano se dirige como el de la moral socialmente vulnerable. El sentimiento de solidaridad es el contrapeso de la moral del hombre socialmente vulnerable. Las zonas de intimidad negativa se dan en uno mismo y pueden darse en la gente, y en situaciones típicas de la ciudad. Por ejemplo el matrimonio. La moral conyugal también debía alcanzar la simplicidad del corazón. Entre las parejas casadas, las intrigas sexuales y el adulterio constituyeron las l as zonas de intimidad negativa. La sexualidad tendrá una primera carga de significación con la idea de que es, finalmente, la renuncia sexual mejor que la simplicidad corazón, hasta tal punto será importante esta lavíaquedepuede accesogarantizar a este estado, se pensarádel y fijará el orden  jerárquico de la Iglesia según la renuncia r enuncia sexual, y el mando de la comunidad estará en manos de los célibes.  b) El espacio público formado por la Iglesia. En las ciudades las ceremonias religiosas se realizan en las basílicas que son remedos de las salas de audiencia romanas. Las ceremonias constituyen un nuevo espacio público en el que se mezclan distintas clases sociales, y tejen relaciones inéditas para el mundo romano. La jerarquía varía, y en el desfile que hacen los  prosélitos frente frente al altar, pasan mujeres y hombres conocidos por su continencia sexual, y cierran la marcha las parejas de casados. Las confesiones son públicas y en la lista de pecados existe una escala de penitencias graduales. Para los pecados de menor importancia como la  pereza o los pensamientos impuros, la reparación consiste en la limosna. El fasto del ceremonial tiene el estilo imperial del siglo II y III d.C., la Iglesia protege a 1500 viudas y pobres y se compone de un clero de 150 miembros. Esta cifra puede parecer exigua y, sin embargo, no deja de indicar que su magnitud convierte a la secta cristiana en una de las corporaciones más numerosas la ciudad. La de Iglesia recibe exoneraciones de impuestos de parte del Estado, y en sus filas  participan miembros del patriciado romano. Fundamentalmente mujeres. Se teje una serie de alianzas de mutua protección entre mujeres y obispos. La masa anónima de los pobres, la equiparación de la condición humana, su "miserabilidad", y el pobre, la equivalencia entre la  piedad divina frente al hombre y la actitud actit ud del potente p otente frente al pobre, fueron transformaciones de las relaciones entre débiles y poderosos adaptables a los poderes de la ciudad y una nueva salida para una situación de crisis. El ideal urbano de la república que se prolongó hasta el primer siglo del imperio, se  basaba en lo que q ue Brown llama el modelo de paridad. La clase alta romana todavía concebía su misión como la tarea pedagógico-política del mundo de la gran metrópoli civilizadora. Un  patricio era miembro de una casta de privilegio en una ciudad de privilegio. Un estoicismo  político hacía que se tratara de contener los excesos que pudieran producirse por el afán de sobresalir de alguno de sus miembros. Las dádivas a la ciudad eran como un tributo a pagar públicamente para compensar un exceso de poder. El sistema de dones y contradones tenía la función ambigua de estimular la notoriedad y de equilibrar los poderes de los potentes. El modelo de paridad dio lugar a un

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Foucault y la ética modelo de ambición a medida que la casta patricia, la antigua casta de los "bien nacidos", fue desplazada por los poderes que lograban los ungidos en los puestos de jerarquía de la administración romana. En realidad, el modelo de paridad se adaptaba más al modelo republicano. El imperio otorgó prebendas, privilegios y poderes a jefes militares, jefes de administración, necesitó establecer alianzas ventajosas con los terratenientes locales, buscó el apoyo financiero de los mercaderes extranjeros, y así fue formándose un nuevo grupo social, el de los poderosos, sin otra tradición pública que q ue la que le otorgó el iimper mperio. io. El modelo de ambición caracteriza a la antigüedad tardía. Los monumentos, las festividades públicas, el "evergetismo" (ritual de mecenazgo urbano), se sustituyen por el  prestigio privado, el auge de las villas y de los l os palacios privados, por el fasto individual, i ndividual, por un un cierto lujo oriental que se difunde por las otras zonas del imperio. Es así como ciertos lujos ceremoniales son característicos de esta época y se manifiestan también en los rituales urbanos del primer cristianismo. Patrono de pobres y protector -protegido de mujeres influyentes- el obispo surge como una figura ética alternativa al antiguo ideal del sabio. c) Transformaciones religiosas en el Mediterráneo. Los "amigos de Dios". No fue de cualquier cielo que llegó el cristianismo, y por una seducción sublime convirtió a todos los  paganos que abandonaron sus s us supersticiones por p or el monoteísmo. Las cosas no suceden así. Sin S in duda, un aspecto que podía sorprender a los romanos de ciertas religiones orientales, el  judaísmo era una de ellas, era el carácter invisible invisibl e de d e sus deidades. El emperador invisible, i nvisible, el dios invisible, este rasgo podía parecer novedoso para una religión que basaba sus costumbres celestiales en ceremonias materiales, estatuas y monumentos en honor de los dioses. Un monumento a Júpiter tenía más fuerza que los que descansan en nuestras plazas. Esa obra aun siendo humana tenía el poder de los ídolos,del y sedios. pensaba representaciones algo de la presencia magnánima y poderosa Peroque estaestas invisibilidad no es traían un regalo monoteísta a la idolatría pagana. La invisibilidad era una parte ancestral del mundo pagano. Basta recordar al  daimon, al  genius  romano, protectores invisibles, ángeles guardianes de la antigüedad. Para entender cómo la figura del santo cristiano se ha de imponer en la antigüedad tardía y va a sustituir como ideal ético al sabio, es necesario recordar la tradición pagana según la cual había representantes humanos que podían tener un acceso directo a lo divino. La pitonisa del oráculo, los videntes, profetisas y profetas, constituyen esa tradición. En el 214, el joven Maní inicia su carrera de visionario con un contacto directo con su gemelo celeste. El concepto de "vida angélica" de Orígenes que sentía la presencia de los ángeles, Porfirio que afirmaba que su maestro Plotino tenía como protector a un dios y no sólo a un simple  daimon, nos señalan los  pasos que se dan cuando las identidades terrestres se desmembran, las relaciones de parentesco, vecindad, religión, cambian, y nuevas identidades comienzan a constituirse. Los amigos de Dios son aquellos religiosos paganos y cristianos que durante la antigüedad tardía se disputan los  privilegios deparadigma un contactomonástico. directo conEnlasOccidente divinidades. d) El la Iglesia contribuye a crear un nuevo espacio  público, pero p ero quizá la verdadera novedad que qu e introduce el cristianismo provenga prov enga de las formas institucionales que emergen en la periferia oriental del imperio. El modelo del solitario tiene lejanos antecedentes en las religiones orientales. El asceta que se va al desierto, que se desterritorializa, la palabra nómade del profeta que vuelve a la ciudad encendido por la cólera divina, las costumbres de las zonas rurales de Siria y Antioquía en las que un tercero, un árbitro, un notable, resolvía los conflictos de poderes, notable que a veces era un médium que vivía en una caverna en un monte vecino a la ciudad, todos estos fenómenos nos dan antecedentes de este modelo de solitario que tuvo como iniciador cristiano a San Antonio. La ida al desierto era un hábito de los campesinos egipcios, connacionales del santo. Apremiados por los cobradores de impuestos del imperio, huían al desierto y aguardaban momentos más favorable para volver. Quedarse fuera de la zona habitada y sobrevivir, era la  propuesta de los padres del desierto pero ofreciendo ofreciendo una alternativa diferente. Ya no por el  peligro impositivo, sino con un fin de purificación y huida ante el mundo pecaminoso representado por la urbe. El modelo del solitario y el modelo comunitario no se excluyen, son complementarios. El desierto aparece como una arquitectura sugerente. Es una muestra de un

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Foucault y la ética nuevo paraíso, ya no aquel que parece insinuarse en las creencias de los cristianos de Roma, un mundo de las delicias, un mundo de dulzura, leche y miel, de felicidad pagana elevada a lo divinamente celestial, el paradigma del paraíso de los calores egipcios, es descarnado, apocalíptico, despojado de los placeres urbanos. 14) El hombre de deseo. Nunca estuvo muy claro para el cristianismo qué es lo que acontecía en el paraíso. Según el dogma del pecado original, Adán y Eva vivían en el paraíso en un estado de inocencia original. Estaban desnudos y no sentían vergüenza. El modelo de la virginidad que impondrá el cristianismo los pensará como los habitantes de un paraíso del que fueron expulsados por hacer el amor y por querer saber demasiado. Fue San Agustín el que dedicó sus mejores fuerzas para revertir este modelo extremo que condenaba la vida misma, la reproducción, la familia, el matrimonio, y sustituirlo por otro modelo en el que, en el paraíso agustiniano, hay lugar para casarse y hacer el amor. Según San Agustín, Adán y Eva estaban casados en el paraíso, y el pecado fue de soberbia. Por haberse olvidado de Dios el modelo sexual cambió, y el deseo impregnó las relaciones humanas. ¿Qué es el deseo? Está representado por el modelo de la erección y el orgasmo. Antes de la caída el amor se hacía sin deseo. Era un trabajo de horticultor como hoy en día se enseña en algunas escuelitas. Una semilla, una plantación, una labor metódica e higiénica que tiene todos los elementos bajo control. No se habla de transpiración, jadeos, aullidos, mordiscos, suciedades, malabarismos y calambres. El modelo de la sexualidad antes de la caída ilustra una tarea hecha a voluntad, casi dirigida a control remoto. Una vez que el hombre por un acto de soberbia se separa de Dios y  pierde la voluntad que le había ofrendado el Señor, es presa de movimientos, espasmos, espasmos, impulsos no controlables, su cuerpo organizado según la armonía divina se convierte en carne concupiscente, carroña pensante, que no lo deja en paz con tentaciones deseantes, le impone gestos y conductas que no puede dominar. Es elespiritual". triste ejemplo de la erección el orgasmo, con el quecorporales San Agustín ilustra nuestra "impotencia La erección es algo yque supera al hombre, viene y se va sin nuestra sabia intervención. El orgasmo también y, además, es el resultado de una metamorfosis corporal en la que el cuerpo sufre variadas transformaciones transformaciones térmicas, expurga líquidos por los poros, jadea y llega al éxtasis en un estado lamentable. Una situación desprolija. Es por eso que el hombre vive en un estado de pecado, ya no por sus actos sino por los límites de su condición miserable, de su condición humana expresada en su "falta de voluntad". Y esta voluntad ausente se manifiesta en la carne, en el orgasmo y en la erección, y en aquellos pensamientos del corazón que tienden ti enden las primeras trampa trampass del olvido de Dios. Este es el hombre agustiniano, reemplazante del sabio de la antigüedad, un hombre que debe examinarse permanentemente para que sus pensamientos y su carne no actúen por sí y lo retrotraigan al estado de pecado permanente. Es por eso que la sexualidad cristiana ya no se sustenta en una elaboración del uso de los placeres ni en una técnica de los actos, sino en una hermenéutica de los deseos, en una doctrina de la interpretación permanente que exige una lectura de nuestros secretos, de nuestros  pensamientos. yo del es débil para del ejercer tareas de vigilancia el  poder pastoral,Sila nuestro presencia presencia delegado reinolascelestial, guiará nuestrae interpretación, voluntad perdida mediante la confesión. El paradigma monástico y el paradigma del hombre de deseo, San Antonio y San Agustín, elaboraron el nuevo horizonte ideológico de un mundo que se estaba consumiendo. Bibliografía: Paul Veyne,   Histoire de la Vie Privée, tomo I: De l’empire a I'an mil, Seuil. Peter Brown,  Genese de l' Antiquit Tardive, Gallimard  La societé et la sacre dans l'Antiquite Tardive, Seuil Jean Danielou,  Nouvelle histoire de l' Eglise,  Tomo I: Des origines à Gregoire Le Grand, Seuil

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Foucault y la ética

ÉTICA Y PRÁCTICAS SOCIALES El caso de los estoicos Por ALICIA PÁEZ Hay algo de paradójico en el paso del pensamiento griego al romano-imperial de los dos  primeros siglos si glos de nuestra era, si nos apoyamos en el enfoque que Foucault desarrolla en los capítulos IV y V de  El uso de los placeres  (en adelante, U.P.), y en los capítulos II y III de  El cuidado de SÍ (en adelante, C.S.).1 En el caso de los griegos, podríamos decir que, en torno al tema de la verdad y de la paideia filosófica filosófica,, nos enfrentamos, siguiendo a Foucault, con un nexo fundamental entre aquellas y la cuestión de la sexualidad y la ética sexual. Se trata del vínculo entre eros y aletheia, a través de la notable construcción platónica que, invirtiendo los términos del planteamiento problemático de la pederastía, abre el espacio de un nuevo concepto, el de deseo de la verdad, que es, al mismo tiempo, la formulación de un sentido nuevo de la filosofía -como amor a la sabiduría- y de la  paideia filosófica. Al abordar, en cambio, el pensamiento romano imperial guiados por el interés de examinar críticamente la difundida imagen de la inmoralidad romana, del exceso en las costumbres sexuales, encontramos que en los textos mencionados de Foucault el tema mismo de la sexualidad parece retroceder a un segundo plano, en beneficio de la problemática ética en general, de un acentuamiento de la cuestión moral, que no da privilegio especial a aquella. 2  Por otra parte, en el capítulo III se concede especial atención a algunos aspectos del pensamiento ético-político de los romanos, de su moral de la vida política, tema sin duda muy importante de la ética estoica.  Naturalmente, señalamos ese retroceso r etroceso de la cuestión ético sexual en relación con los l os textos elegidos, queprolongando no la desarrollan centralmente, puede entenderse quecon el elresto del volumen sí lo hace, el análisis de los temaspero de austeridad en relación cuerpo, con la esposa, con los muchachos y la verdad -según el esquema propuesto en U.P.-, para el  período imperial. Sin embargo, y más allá de esta restricción circunstancial, propondría que viéramos en esa relativa ausencia del tema de la sexualidad el signo de un desplazamiento del interés de Foucault. Es sugerente, a este respecto, la dificultad que el autor reconoce haber enfrentado3 cuando trató de componer U.P.: primero escribió un libro sobre la cuestión del sexo, que dejó de lado; luego redactó otro sobre el yo y las técnicas de sí, y por fin compuso un tercer libro que trataba de articular ambos temas. Cuando se le sugiere que el equilibrio de su obra  Historia de la sexualidad - se ha deslizado del sexo a las técnicas de sí, Foucault admite haber encontrado sobre todo en el pensamiento romano un interés por una ética de las prácticas de sí que lo llevó a la idea de escribir un libro separado -de la serie sobre el sexo- sobre distintos aspectos de la antigua tecnología del yo; ese libro habría sido El cuidado de sí.   Este desplazamiento podría llevarnos a discutir qué lugar ocupa en definitiva el tema de la sexualidad en la genealogía de la ética emprendida por Foucault; si bien no podemos hacerlo aquí, es significativo vez que manifieste, en según el mismo estar Foucault más interesado en las técnicas de sí que en eltalsexo, que es "aburrido", dice.contexto, En todo caso, señala que la "cultura" (o cultivo) de sí" que caracteriza en el capítulo II constituye el marco en que se sitúa la reflexión moral sobre los placeres, marco que hay que considerar para comprender las transformaciones que pudo sufrir esa moral; parecería que ese marco, entonces, cobra suficiente  prioridad como para que de él dependa toda aplicación al comportamiento sexual o cualquier otro dominio de problematización moral. Es lo l o que veremos confirmado confirmado,, creo, en lo que sigue. Tras estas consideraciones preliminares, quiero introducirme en el tema que me fue asignado, atendiendo primero a los términos en que lo fue: "ética y prácticas sociales". Foucault entiende por  ética   ética la dimensión de la relación con uno mismo -que propone distinguir, en toda moral, de los comportamientos efectivos y de los códigos o sistemas de prohibiciones,  prescripciones y valoraciones- que q ue determina cómo el individuo se constituye a sí mismo como sujeto moral; la dimensión de las  formas o modos de subjetivación moral4  En cuanto a vincular la ética así entendida con las "prácticas sociales", es necesario  precisar cuál es la noción de práctica (social) (social) que, en Foucault, resulta relevante. a) En la introducción a U.P. Foucault reformula su proyecto de hacer una "historia de la verdad", ahora como investigación de la relación entre "problematizaciones" -no ideas ni

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Foucault y la ética ideologías- a través de las cuales "el ser se da como pudiendo y debiendo ser pensado" y las  prácticas a partir de las cuales se forman aquellas. (Por ejemplo, problematización de la locura y la enfermedad a partir de prácticas sociales y médicas, o del comportamien co mportamiento to criminal a partir de de  prácticas punitivas).  b) La problematización probl ematización moral, en pparticular, articular, como elaboración elab oración reflexiva de la relación con uno mismo, se vincularía con prácticas entendidas como   formadoras de uno mismo  (prácticas o técnicas "de sí"); es decir, se trata de la relación entre modos de subjetivación (ética) y la "ascética o prácticas de sí que los apoyan" (U.P.,p.29). Si nos limitáramos a lo formulado en a, podría entenderse nuestro tema como la puesta en relación de la problematización moral en el período imperial de los dos primeros siglos, y  ciertas formas sociales e institucionales (jurídicas por ejemplo)  relativas a los roles matrimoniales y al ejercicio del poder político (asuntos que Foucault encara en el capítulo III), que cabría considerar como prácticas sociales en cierto sentido (de hecho, transformaciones específicas de la realidad social en esos aspectos han Estado ligadas a la moral del "cuidado de sí"). En esta dirección podría ubicarse, por su parte, el trabajo de los historiadores, como P. Veyne y P. Brown, en los textos que se han considerado en este curso. 5 Es interesante destacar, en este aspecto, que Foucault formula una versión de la filosofía moral estoica en relación con ciertas formas sociales institucionales, diferente y más matizada que la de P. Brown, tanto respecto del tipo de explicación propuesta -para Foucault, esta moral no es ni consecuencia necesaria ni expresión ideológica de las nuevas condiciones institucionales y políticas- como respecto del sentido de esa filosofía moral. Para Brown, ella apunta a asegurar la distancia social; según Foucault, la nueva ética elabora relaciones con la mujer por un lado y con los otros como agentes políticos, que incorporan en mayor medida el elemento de la  reciprocidad y llaa  simetría,El  frente a una agnóstica o de d e dominación la del clásico. sin sentido derelación la relación entre ética y prácticas como indicado en modelo b, debegriego considerarse, embargo, como primordial en la perspectiva teórica de Foucault. El carácter social  de tales  prácticas reside -como veremos- en el hecho de que, además de su aspecto personal o individual, ellas se han apoyado en instituciones y relaciones sociales (de parentesco, amistad,  profesión, etcétera) preexistentes, y han contribuido, a su vez, a reforzar los l os vínculos vín culos sociales. soci ales. Proponemos, entonces, atender esencialmente a las prácticas "de sí", aseguradores de la subjetivación moral distinguiéndolas de las otras "prácticas" en tanto, más estrictamente,   condiciones sociales y políticas ante las que surge la ética romano-imperial como "respuesta". Tales prácticas son analizadas por Foucault en el tratamiento de la "cultura de sí" (cap. II de C.S.) como marco general de aquella ética, en una consideración inmanente, podría decirse, esto es, abordadas primero fuera de la relación con las mencionadas condiciones institucionales y  políticas. En consecuencia, debemos señalar en lo que sigue algunos aspectos centrales de ese análisis.  LA CULTURA (O CULTIVO) DE   DE  SÍ

Antes de entrar de lleno en la cuestión, puede observarse que Foucault no efectúa una exposición centrada en los temas típicos de la ética estoica. Desde el punto de vista del conocimiento de la filosofía del período imperial, puede echarse de menos la referencia a esos contenidos; en realidad, pues no deja por cierto de considerarlos, Foucault los hace intervenir en la medida en que permiten caracterizar la llamada "cultura de sí", para ilustrar algunos de sus rasgos, o para señalar, en la perspectiva histórica, diferencias con la ética griega y la cristiana  posterior. Por lo tanto, no n o son presentados en su totalidad, t otalidad, ni de manera sustantiva. sustanti va. Trataré, por mi parte, de ponerlos de relieve en los momentos apropiados. Foucault inicia su exposición, que tiene una organización muy precisa, reiterando, a  propósito de la moral sexual s exual romana, r omana, la tesis formulada en la introducción a U.P. acerca de la independencia, o relativa autonomía, de los modos de subjetivación (relación con uno mismo) respecto de los códigos, como componentes de una moral. En efecto, el sesgo más austero de aquella moral -en relación a su precedente griego-, manifiesto en los textos preceptivos de filósofos y médicos, no responde a un cambio en los códigos, pues no se han intensificado ni

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Foucault y la ética aumentado las prohibiciones, sino que concierne a una modificación de la relación consigo mismo. Se advierte en el enfoque de Foucault el énfasis puesto en la dimensión "ética" y su variabilidad histórica, frente a la relativa constancia de los códigos. El contenido central del examen consiste, entonces, en la explicitación de esa forma modificada de la relación con uno mismo: su   valorización  e  intensificación como expresiones del apogeo o "edad de oro" de lo que podría llamarse una  "cultura de sí",  en tanto expansión profundización del antiguo principio griego del "cuidado de sí".6  Ya en U.P., al tratarse la problematización moral de los placeres, se hacía referencia al cuidado de sí,  al considerar el trabajo moral  que el individuo realiza sobre sí mismo, y que lo constituye como sujeto moral, trabajo que tomaba la forma de un combate a librar y una victoria a obtener: el dominio de sí.  Este requiere un entrenamiento, una askesis en sentido estricto; exigencia de ejercicio presente en Sócrates y que Platón asocia con la necesidad de ocuparse de uno mismo: la  epiméleia heautou  (la  cura sui  de los latinos, luego), que implica no sólo la necesidad de conocerse, sino además de aplicarse a uno mismo en la forma de una actividad transformadora.   Pero en el contexto de la ética griega, esa ascética no se organizaba en un conjunto de prácticas singulares, no se especificaba en un arte moral, por dos razones: porque el entrenamiento, el ejercicio, no es sino la repetición anticipadora de la virtud que apunta adquirir, y porque se trata de la misma actividad que permite formar al ciudadano; el gobierno de sí y el de los demás se consideran bajo una misma forma. Foucault señala la independencia que posteriormente adquirirá esa ascética; ello ocurre en la medida en que se desvinculan los ejercicios que permiten gobernarse a uno mismo de los que son necesarios para gobernar a los demás (disociación a la que se refiere asimismo en el capítulo III de C.S.); y, por otro lado, se distinguen los ejercicios mismos respecto de las virtudes a que las es quemás apuntan, de que manera que estas prácticas tienden a configurar  particular compleja la simple repetición de las virtudes buscadas, b uscadas, una comotécnica en el caso griego. Se configura de esta manera un "arte de sí"  destacado  destacado del conjunto del  "arte de la vida", o de la formación del ciudadano, del varón libre. En C.S. Foucault retoma esta indicación: para caracterizar lo que ha llamado cultura de sí en el período imperial, señala que el arte de la existencia está ahora  dominado por el principio de que hay que cuidar de uno mismo, o que el tema del cuidado de sí  termina   termina por ponerse en el centro de este arte de la existencia exist encia que la filosofía pretende ser. Foucault ha indicado también en otro lugar 7 que el problema general para los griegos no era la técnica de sí mismo, sino la tekné   de de la vida, el arte de vivir: qué técnica (el término es suyo) usar para vivir tan bien como se debería. Luego hubo una evolución en la cultura antigua por la cual la tekné tou biou se volvió cada vez más una técnica de sí.  ¿Qué significa, más precisamente, "cultura de sí"? Dice Foucault que el antiguo tema griego del cuidado de sí se expande en el período romano-imperial desbordando sus significaciones filosóficas originarias y adquiere progresivamente 1) circula entre muchas doctrinas diferentes, 2) toma la forma de un unaalcance actitudmuy quegeneral: impregna maneras de vivir (se puede pensar en la impregnación filosófica de las clases privilegiadas a la que se refiere P. Veyne, que se podía medir por la frecuencia de suicidios reflexionados), 3) se articula en un conjunto de procedimientos, ejercicios y recetas que se pueden meditar y enseñar, constituyendo una práctica que adquiere incluso formas interpersonales e institucionales, y 4) da lugar a la elaboración de un saber. (La numeración que añadimos a la formulación de F. sugiere aproximadamente la secuencia del tratamiento de esos aspectos en las diversas secciones del capítulo II). Volvamos a la noción fundamental del  cuidado de sí, que tal vez evoque para nosotros significaciones diferentes a su sentido original. Cuidar de uno mismo no es sólo estar interesado en uno mismo, no indica sólo cierta tendencia al auto-apego, cierta autofascinación.  Epiméleia  significa "trabajar o estar abocado a algo", designa una especie de trabajo o actividad que implica atención, conocimiento, técnica; se aplicaba a cosas tales como los deberes del príncipe hacia sus súbditos, las actividades del dueño de casa, los cuidados que se pr prestan estan a los enfermos, etcétera, de modo que la epiméleia aplicada a uno mismo  designa también un trabajo esforzado  que se explícita de muchas maneras. Foucault destaca la amplitud que el tema alcanza en

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Foucault y la ética Séneca, abarcando una multitud de actividades para "hacerse a uno mismo" , "transformarse a uno mismo", y recuerda el vasto repertorio léxico del que disponía el filósofo para designar las distintas formas que revestía el cuidado de sí.  No se s e trata, entonces, de una u na preocupación difusa por uno mismo, sino que el cuidado de sí involucra una serie de ocupaciones precisas, que requieren tiempo y esfuerzo: regímenes de salud, ejercicio físico, meditaciones , lecturas, anotaciones; los  hypomnemata o anotadores,  por ejemplo, entre toda una serie s erie de actividades lingüísticas de escritura y habla en tanto formas de comunicación, lo que permite a Foucault destacar el carácter de práctica  social que tuvo este cuidado de sí. Social en tanto se trata de una práctica no sólo personal sino interpersonal, sea  porque se efectúa a través de ciertos soportes o estructuras estructuras institucionales, como las comunidades neopitagóricas, o la escuela en el caso de Epicteto, o ciertas profesiones como la de consultor privado, que es director espiritual y consejero político de las familias -se cita el ejemplo de Demetrio, consultor del célebre ciudadano romano Trásea Peto, estoico mismo, que lo invita a participar en la puesta en escena de su suicidio, para que éste se realice de la mejor manera posible-; y social, también , porque se apoya en las redes de parentesco, amistad u obligación que preexisten a esa práctica, configurando un juego de intercambios y obligaciones recíprocas, como el pedir y dar consejo, por ejemplo, de modo que el cuidado de sí contribuye a una intensificación de las relaciones interpersonales. Se puede recordar, a este respecto, que las "consolaciones", las cartas de consuelo dirigidas a diversas personas, llegan a conformar un subgénero, literario, una forma de discurso institucionalizada. Tras esta caracterización general del significado y alcance del cuidado de sí en la  problematización moral del período imperial, señalemos que Foucault considera los demás aspectos mencionados que constituyen a la cultura de sí, perfilando en el curso de ese desarrollo losplano rasgosde de lala ética sintetiza y destaca diferenciales -en el ética romano-imperial, sexual- respecto que del finalmente período griego clásico, y en como algunos casos, como inflexiones nuevas en la dirección de la espiritualidad cristiana. Quisiera ahora comentar algunas cuestiones en relación con dicho análisis. análisi s. EL ECLECTICISMO EN LA FILOSOFÍA ROMANA

Si bien Foucault no se refiere explícitamente a este aspecto, puede ser útil señalarlo considerando que el tema de que me ocupo supone la referencia especial "al caso de los estoicos". De hecho, el autor indica que esa modalidad del cuidado de sí circuló entre muchas doctrinas diferentes; así, cita a filósofos platónicos como Albino y Apuleyo, epicúreos, al propio Zenón, fundador de la antigua escuela estoica en Grecia, a Musonio Rufo, Epicteto, Séneca y Marco Aurelio, que son algunos de los estoicos romanos más importantes, y a Demetrio, que fue cínico. La filosofía romana ha sido básicamente ecléctica: los romanos no adherían a una doctrina, tendíanniahabía borrarinterés las fronteras, a asimilardelaslosdiferencias. Noeclecticismo se adoptabacaracterístico una filosofía en su totalidad, por la coherencia sistemas. El de la filosofía romana conformada desde fines de la República (todas las escuelas de la antigüedad, las socráticas mayores y menores, estaban representadas en Roma) respondería, según algunos intérpretes al carácter fundamentalmente práctico de esta filosofía: falta el espíritu especulativo, el interés por las cuestiones cosmológicas, físicas, lógicas y predomina en cambio el interés acerca de los móviles de la acción. a cción.8  Si hablamos, entonces, de ética y prácticas sociales en el caso de los estoicos,  hay que señalar que, si bien fue la escuela dominante en el mundo romano-imperial, se trata por lo menos de un estoicismo modificado, en relación con el antiguo; puede decirse que es un   estoicismo ecléctico. Séneca, por ejemplo, manifiesta la influencia de muchos autores, y a veces  pareciera que admirara más más a Epicuro que a los propios estoicos griegos.9 EL CUIDADO DE SÍ Y EL SER DEL HOMBRE: EPICTETO

Cabría preguntarse si la práctica del cuidado de sí no se basa en una cierta ontología del hombre, como lo sugiere al menos el caso de Epicteto.

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Foucault y la ética Foucault no da privilegio a las doctrinas filosóficas en tanto teorías; en la introducción a U.P. aclara que su material, sus documentos, son textos prescriptivos (que proponen reglas de conducta, y que si acude a textos teóricos, es sólo para mayor claridad. Pero en el caso de su referencia a Epicteto parece no poder dejar de reconocer que con él se alcanza "la más alta elaboración filosófica del tema del cuidado de sí". Según Epicteto, a diferencia de otros vivientes, el hombre es libre, razonable -y libre de ser razonable-, y en esa medida ha sido "confiado y librado a sí solo". El cuidado de sí tendría en Epicteto el carácter de un donobligación o de un privilegio-deber. 10  El hombre, el ser que está librado a sí mismo, está,  podríamos decir, a cargo de su ser. El cuidado de si no sería entonces, ento nces, para el filósofo, sólo un  precepto moral, o conducta conveniente, útil o apropiada para alcanzar algún fin, sino que resulta exigido por la estructura estructura ontológica ontológi ca del hombre. Este no sólo es libre para ocuparse de sí, sino que no puede dejar de hacerlo; la libertad de que habla Epicteto es, a la vez, ineludible necesidad de hacerse cargo de su ser. "El dios no nos ha formado como Fidias a su Atenea de mármol, que tiende para siempre la mano en que se ha posado la victoria inmóvil con las alas desplegadas. Zeus no sólo te ha creado sino que además te ha confiado y librado a ti solo". El hombre no tiene un ser dado y definitivo, éste es algo por hacer y por él mismo. Tomás Abraham:  Hay otra cita de Epicteto: Las diferentes doctrinas están aproximadamente de acuerdo en lo que consideran que es la virtud; en lo que no se ponen de acuerdo es en si es necesario comer carne de cerdo o no.  Alicia Páez: Esto me deja perpleja. Pero creo que no tiene que ver con este tema. No conozco este dicho. En realidad, Epicteto fue un orador vehemente, irónico y desconcertante, que atacaba a su auditorio; se les puso el título de  diatribas a sus conferencias o disertaciones (recogidas por su discípulo Arriano), pues en ellas acusaba al público. Lo encara con fórmulas de este  Jaime tipo: "Lloras porque muereque tu mujer... inmortales?" Plager.  "Qué se importa tus hijos hij os¿acaso pasen somos hambre."  Alicia Páez:  Bajo la forma violenta, mordaz, desafiante de esas expresiones se encuentra la exigencia de liberarse dé las ataduras exteriores, de "lo que no depende de nosotros". Volveremos a esto.  LA FILOSOFÍA COMO REGLA DE VIDA Y LA PARENÉTICA ESTOICA

En la exposición de Foucault aparecen identificados el ejercicio permanente del cuidado de sí, la actividad formadora de uno mismo, y la propia filosofía. Parece tratarse de la interpretación habitual de la filosofía de la época como guía, dirección o regla de vida, y esto se vincula a su vez con la noción de  arte de la existencia, que Foucault destaca especialmente; la filosofía pretende ser, ya desde los griegos, arte de la existencia (cap. II, p.43). En el período helenístico y romano ella tomaría más marcadamente ese carácter: se la concibe como práctica de vida. Veyne, citando a P. Hadot, señala una en filosofía antigua no está una hecha para ser estimadaP.interesante o verdadera, sino para serque puesta práctica, para cambiar existencia. Si bien se podría hacer remontar esta concepción hasta Sócrates, no es tan evidente que pudiera aplicarse sin más a las grandes doctrinas, como las de Platón y Aristóteles, en que la ética, junto con la política, más bien constituyen la culminación del conjunto del pensamiento especulativo: la metafísica y la teoría del conocimiento están coronadas por la ética. En cambio, se suele asignar esa inflexión a las filosofías del período helenístico (III a.C. a V d.C.), especialmente a las escuelas socráticas menores. En éstas (epicúreos y estoicos griegos, y antes, cirenaicos y cínicos) se vuelve dominante la tendencia a entender la filosofía como "sabiduría", regla o guía de vida. En esas escuelas subsisten, sin embargo, como importantes, una física y una lógica o teoría del conocimiento, si bien de algún modo como premisas para la ética. En todo caso, esa interpretación domina decididamente en Roma, en cuya cultura se advierte, como ya señalamos, la indiferencia por las cuestiones especulativas y el predominio del interés por la acción humana, sus móviles, etcétera. Barrow observa, a propósito de este rasgo, que, por una parte, las escuelas que prolongaban a las antiguas se hallaban en el período academicista en que consideraban resueltos los grandes problemas cosmológicos, y atendían sólo a cuestiones de detalle. Los romanos se ocuparon entonces con preferencia de los

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Foucault y la ética  problemas de la acción. Tal vez, como dominaba el modelo oriental de basar la moral, no en una  justificación filosófica, sino en la autoridad a utoridad del vidente o del profeta, se s e ocuparon muy poco p oco de 11 la base filosófica de la moral para formular en cambio un gran cuerpo de preceptos.   Por una parte, se podría vincular este fenómeno con la ya señalada diversificación del  principio del cuidado de sí en una multiplicidad de procedimientos, recetas y prescripciones. Desde otra perspectiva, Brun12  señala que para los propios estoicos antiguos el ideal del sabio, del hombre virtuoso, era reconocido como inaccesible, por lo que la moral estoica se completó con una teoría de los kathékonta (los officia en Cicerón), que Brun traduce como "funciones o conductas apropiadas". Se trata de la búsqueda de las cosas preferibles, que hacen lugar a una virtud más humana que la del sabio. De esta moral menos ideal, a la medida del hombre, nació una parte de la filosofía moral especializada en los preceptos de detalle que conciernen a la vida corriente: la  parenética  (de  parainéo:  exhortar, aconsejar). Este fue uno de los aspectos del estoicismo que alcanzó mayor desarrollo, y que le dio al a l aparecer cierto aire popular. Si la filosofía se interpretó como guía de vida, como filosofía para practicar, estaría  justificado Foucault, especialmente especialmente en el caso de los romanos, en recurrir a los textos  prescriptivos, pues la filosofía como guía moral se ha vuelto en gran medida una preceptiva, una  parenética. Lo que F oucault agrega a este cuadro es que, qu e, si el cuidado de sí se ha convertido en el centro de la filosofía -y entendemos a ésta como regla de vida-, la filosofía y el cuidado de sí se identifican del todo en el caso romano. Filosofar, buscar la ayuda del filósofo, es, sin más, aplicarse al cuidado de sí. Este, como conjunto de prácticas, como ejercicio formador, se identifica con la filosofía como ejercicio permanente del vivir, como actividad transformadora de la existencia. Incidentalmente, se puede uno preguntar si Foucault no toma como modelo esta concepción dice de (enlalaverdad... introducción U.P.) vivo que elde ensayo  comosi"prueba modificadoradedela sífilosofía mismo cuando en el juego es el acuerpo la filosofía, por lo menos ésta es todavía hoy lo que fue, es decir, una 'ascesis', un ejercicio de sí, en el  pensamiento". Por otra parte, algunos estudiosos vinculan esta visión de la filosofía como práctica de vida con un motivo religioso: con la influencia del neopitagorismo sobre los estoicos y otras escuelas, aparece la idea de salvación del alma; y se sostiene que en Séneca, Epicteto y Marco Aurelio está presente un matiz religioso. Foucault no da ninguna intervención a los posibles elementos religiosos. Barrow, por su  parte, sostiene que la religión romana, como religión religión cívica, tenía muy poco que ofrecer desde el  punto de vista de la l a atracción emocional o del fortalecimiento del espíritu; así, la religión del Estado perdió parte de su influencia ya en el último siglo de la República, con la difusión de los cultos extranjeros. En efecto, los romanos suplían las deficiencias de su religión recurriendo a otras, o a la filosofía.  P. Veyne ofrece una versión más matizada de la cuestión, cuando señala que la frontera entre religión, filosofía y moral no era en el mundo antiguo la misma que en la actualidad, o recortaba diferentes. Reglas vida y ejercicios espirituales eran asuntoydedividía la religión sino dedominios la filosofía, de lo que llamadelas sectas. La religión pagana no no era una religión de salvación, no procuraba una organización de la existencia en este mundo a cambio de la promesa de salvación en el más allá; tal plan de vida había que buscarlo en la "sabiduría" provista por las sectas filosóficas. Así como era distinta la concepción de la moral en los antiguos, en relación con una ética de los fundamentos a la manera de Kant, por ejemplo,  porque aquellas morales sólo proponían un método para alcanzar la felicidad, y tampoco establecían imperativos sino que prometían felicidad. En suma, vemos a la filosofía del período imperial convertida en un conjunto de recetas  para vivir, en regla de vida en general, o en una proliferación proliferación de reglas.  LA PAIDEIA FILOSÓFICA

La enseñanza filosófica, la que se busca junto al filósofo en papel de guía o conductor, no está ya dirigida primordialmente al adolescente o al joven, ni se identifica con la formación del futuro ciudadano, sino que es una  paideia dirigida a los adultos puesto que esa actividad no tiene término temporal. Según P. Hadot -citado por Foucault-, "toda esta actividad de dirección

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Foucault y la ética de conciencia que es la actividad filosófica es del orden de la educación de los adultos". Ella implica un "aprender a vivir toda la vida", aforismo que cita Séneca y que invita a convertir la existencia en una especie de ejercicio permanente. Por otra parte esta  paideia  se revelará también como una terapéutica, una práctica curativa análoga a la medicina. EL TEMA ESTOICO DE LA DEBILIDAD Y EL REMEDIO INTELECTUALISTA DE  LA PASIÓN

Señalando la correlación estrecha entre filosofía y medicina, común en la antigüedad, Foucault observa la presencia de una noción común: la de pathos, que se aplica tanto a la pasión como a la perturbación del alma como a la enfermedad del cuerpo. A partir de este concepto se dispone de un mismo esquema teórico para tratar ambos órdenes de problemas, y también de un mismo tipo de procedimiento, de práctica, que en este caso es una terapéutica, para atender ambas perturbaciones y, si es posible, sanarlas. El pathos involucra un Estado de pasividad. (Según Brun, no se trataría estrictamente de  pasividad, porque la pasión es un "movimiento irracional del alma contrario a la naturaleza", capaz de dominar a aquélla. En cierto sentido, la pasión es obra del hombre, pues depende de nosotros conferirle asentimiento -tema al que me referir más adelante-, y no ya una fuerza trascendente, como en el mito griego, en que aparece como obra de los dioses.) Los estoicos hicieron un largo listado de pasiones, pasi ones, que eran objeto de estudio especial y detenido. Según Foucault, el cuidado de sí tomó, como cuidado médico, la forma de una intensa atención al cuerpo, sobre todo porque los dos tipos de enfermedades, las del alma y las del cuerpo, pueden comunicarse entre sí, y esta transferencia constituye un punto de fundamental   debilidad    del la  del individuo. Así,moral es tandel importante  para asegurar tranquilidad sujeto. ocuparse de unas como de otras perturbaciones sujeto. Lo importante de esta aproximación entre filosofía y medicina, como bien observa Foucault, reside en la invitación a reconocerse, desde el punto de vista moral o anímico, como enfermo o amenazado por la enfermedad -y no sólo como un ser ignorante que necesita de instrucción-, y por lo tanto, necesitado de auxilio y medicación. Hay que subrayar aquí la idea de la debilidad de nuestra condición, condi ción, tema central del estoicismo. Sin embargo, tal padecimiento no es ajeno al orden del conocimiento. La perturbación del alma es, puede entenderse, una enfermedad intelectual, y el estoicismo propone una especie de solución intelectualista;13 nacida de una opinión falsa, de un error del juicio, curar la pasión equivale a eliminar el error. Ella corresponde a una debilidad de nnuestra uestra parte rectora (Epicteto): el  hegemonikón;  el alma está expuesta al error del juicio y a la consiguiente adhesión a representaciones que no la merecen. merecen. El pathos constituye una enfermedad intelectual, por otra parte, en el sentido de ser una forma de inconsciencia; pues, como Foucault señala siguiendo a médicos y estoicos, la gravedad

de las enfermedades del alma es especial porque pueden pasar inadvertidas, como lasEstado; peores enfermedades del cuerpo -apoplejía, epilepsiaen que el enfermo no se da cuenta de su incluso pueden tomarse por virtudes, confundiendo, por ejemplo, la cólera con el coraje. La  pasión como desorden del alma sería una enfermedad intelectual, porque la debilidad reviste por lo pronto la forma del desconocimiento o de la ignorancia. Uno puede ignorar que está enfermo. enfermo.  Rodrigo Amuchástegui:  Aquí nadie funcionaría como guía, uno mismo tendría que darse cuenta de su mal; es el tema de la autonomía.  Alicia Páez:  Autonomía o independencia no significa no recurrir a otro para pedirle ayuda; es importante que el otro, médico o filósofo, me enseñe a reconocer que estoy enfermo. Como dice Plutarco, para el médico lo importante es que uno no está enfermo, pero si lo está, que se de cuenta de ello, que q ue no lo ignore. EL CONOCIMIENTO DE SÍ Y SU RELACIÓN CON EL CANON ESTOICO

 Nos vemos así conducidos a la cuestión del conocimiento de uno mismo, mismo, aspecto que reviste una importancia central en el cuadro de la cultura de sí.

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Foucault y la ética El tema aparecía ya en el análisis de la ética griega (U.P.), pues uno de los ejes de la "experiencia" en torno a los cuales se organizaba la problematización moral de los placeres era   la relación con la verdad , y ésta se situaba en el plano de la teleología (una de las dimensiones de análisis de la relación con uno mismo). En efecto, el modo de ser al que se aspira (telos) en la moral griega era caracterizado como "una libertad activa indisoluble de una relación estructural, instrumental y ontológica con la verdad". Tal indisociabilidad implica, al parecer, que no es  posible constituirse como sujeto moral sin hacerlo además como sujeto s ujeto de un saber: temperante es el que sólo desea lo que prescribe la razón. De las tres formas mencionadas de relación con la verdad, la que aquí resulta más relevante es la tercera: la templanza requiere "el conocimiento ontológico de uno mismo por sí mismo". Se trata del tema socrático del conocerse a sí mismo, conocer la naturaleza de la propia alma, alcanzar la verdad del propio ser. La novedad en el mundo romano es que no hay una simple prolongación del tema socrático, pues ese conocimiento de sí toma la forma de una práctica múltiple, de una tecnología diversificada; tiene, también , el carácter de un trabajo, de un entrenamiento, de una ascética especial, desplegada en una variedad de procedimientos, recetas, ejercicios codificados. Foucault distingue tres aspectos: a) los procedimientos de prueba  -como las pruebas de abstinencia o los ejercicios de pobreza fingida- a través de los cuales se mide cuánto ha  progresado uno en la adquisición de una virtud; pruebas p ruebas de valor diferente según s egún las escuelas,  pero que en lo fundamental, aseguran la independencia del individuo haciéndolo capaz de  prescindir de lo superfluo; b) el examen de conciencia, a propósito del cual se señala que, si  bien este escrutinio escrutini o de uno mismo mis mo tiene la apariencia ap ariencia de una relación rela ción de d e tipo judicial, como la la que se establece entre el juez y el enjuiciado, en realidad se trata de una especie de inspección,  como la que practica un inspector para apreciar la realización de un trabajo, de una relación de "control administrativo". Esta es diferencia significativa respecto del porque en la medida en que el examen deuna conciencia no es de tipo inquisitorial, no cristianismo, se trata de descubrir infracciones que conduzcan al reconocimiento de una culpa y al consecuente autocastigo, o a  provocar el remordimiento. La relación es más bien de tipo instrumental: si es malo discutir dis cutir con un hombre ignorante que no puede ser convencido, o abrumar con reproches a un amigo al que se quiere mejorar moralmente, ello es porque tales conductas representan fallas o desajustes de la acción, de su adecuación a fines legítimos por la elección de los medios convenientes. En el examen de conciencia está en juego j uego la comprobación de ciertos fracasos -y no culpas-, con el fin fi n de "reforzar el equipo racional de una conducta sabia", es decir, para reforzar pautas de una especie de racionalidad instrumental; c) en tercer lugar, el filtrado permanente de las representaciones como trabajo necesario del pensamiento sobre sí mismo. A diferencia de los  procedimientos anteriores, éste nos parece tener un alcance más general y fundamental: consiste en controlar, discriminar, desbrozar las representaciones o ideas (dicho esto en sentido muy laxo, pues no puedo profundizar aquí la noción estoica de representación -fantasía-), a fin de aceptar o "dar entrada" sólo a aquéllas que llevan la "marca" correspondiente (de ahí las metáforas sereno quedenola permite quienes no dan señas de identidad, o del argirónomodel o verificador moneda).elElacceso criterioa de discriminación lo provee el canon estoico que separa las cosas que dependen de nosotros de las que no dependen  -tema central, conviene señalarlo, de la ética estoica y de su concepción de la vida sabia-. Las últimas han de ser rechazadas; en tanto representaciones, no deben hacerse objeto de "deseo, aversión, propensión o repulsión". Es decir que el control de las representaciones no concierne a su origen o a su objeto, sino al asentimiento que corresponde darles o no. Podemos suponer cómo se aplicaría el canon en el ejercicio recomendado por Epicteto para practicar durante un paseo, en el que vemos, por ejemplo, una bella mujer; la belleza de ésta -o la percepción de su belleza en tanto representación presente en nuestro espíritu- no depende de nosotros; pero sí depende de nosotros el asentimiento que le demos en forma de deseo, des eo, por ejemplo. Se advierte la importancia de este ejercicio del pensamiento sobre sí mismo en el conjunto de la ética estoica; aunque Foucault no explicite este nexo, la cura de las pasiones a que antes se hizo referencia, dependería de la discriminación de las representaciones: ellas nacen de un error del juicio, del d el asentimiento indebidamente otorgado a una opinión falsa. Ahora bien, ya a propósito de las pasiones como enfermedades del alma y aquí, en cuanto a los procedimientos de prueba y el control de las representaciones, se perfila la meta de

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Foucault y la ética las diferentes prácticas de sí, el  telos estoico de la soberanía del sujeto sobre sí mismo, de su libertad: en efecto, "el control es una prueba de poder y una garantía de libertad; una manera de asegurar permanentemente que no nos ligaremos a lo que no cae bajo nuestro dominio". Esto  permite señalar, nuevamente, una diferencia respecto respecto de la espiritualidad cristiana: en la práctica de discriminar las representaciones no se trata de indagar el origen profundo de una idea "para descifrar un sentido oculto bajo la representación aparente", sino de controlar la adhesión o el asentimiento, para no admitir, en nuestro pensamiento, "más que lo que depende del sujeto, de su elección libre y razonable". Al comienzo de este apartado adelantamos que la dimensión del autoconocimiento adquiere en la ética romana una importancia especial. H. JolyI4, refiriéndose al caso de los griegos, interpreta a Foucault de modo tal que la noción de cuidado de sí parece involucrar el  privilegio de los valores del saber. La posición del autor es crítica, pues duda de que, en la  jerarquía de los valores griegos -de -d e la riqueza, del cuerpo, de los honores y la gloria-, se puedan reducir todos los valores al sistema único de los valores del saber; es dudoso que los diversos estilos de vida -reflejados por Platón en los tipos humanos del  filojrématos, filosómatos,  filotimos y filósofos- hayan culminado siempre en el cuidado de sí. Habría sido posible, en suma, practicar y vivir la propia vida "independientemente del cuidado de sí y de la vida filosófica". Varias cuestiones se entrecruzan aquí, pero la que interesa destacar es la mencionada identificación entre cuidado de sí y valorización del saber. Habría que discutir si efectivamente,  para la ética griega, g riega, Foucault establece esa identificación completa. En todo caso, para la ética romana, queda afirmada, en el cuidado de sí, la primacía del saber como   saber de sí   o autoconocimiento: "A través de los ejercicios de abstinencia y de dominio que constituyen la askesis   necesaria, quea prueba, se concede al conocimiento de uno mismo hace más importante: la tareaelde lugar ponerse de examinarse, de controlarse... coloca lasecuestión de la verdad -de la verdad de lo que uno es, de lo que uno hace y de lo que uno es capaz de haceren el centro de la constitución co nstitución del sujeto moral". CONVERSIÓN Y GOCE

Foucault considera finalmente la meta común de las prácticas de sí examinadas: es la   conversión a uno mismo (conversio ad se), que involucra que en todas las actividades que uno emprende, el fin principal a alcanzar hay que buscarlo en uno mismo, en la relación consigo mismo. De ahí la necesidad de apartar el interés cognoscitivo de las cuestiones cosmológicas o físicas, relativas a la naturaleza; pero además, esta conversión involucra una trayectoria y un  proceso, un trabajo, nuevamente, para reunirse con uno mismo como un lugar l ugar firme y seguro, liberado de todas las dependencias exteriores. Se da aquí otro rasgo diferencial respecto de la moral griega: si bien la ética caracterizada en el mundo romano sigue del griego marco de una éticadedelvictoria  dominio de sí -como en la Grecia clásica-, ya no se trata del dentro esquema agonístico y dominación sobre fuerzas que habría que sujetar. Aunque la conversión a sí es pensada según el modelo  jurídico de la posesión -ser -s er dueño de uno un o mismo- , y según un modelo político -depender - depender sólo sól o de uno mismo, detentar las potestas sui-, a través de tales modelos se trata más bien de elaborar una relación que permite gozar de  uno mismo, complacerse con uno mismo; es el  gaudium  de los romanos, o la laetitia frente a la voluptas que representa a los placeres inciertos y precarios que dependen de orígenes exteriores y de objetos de los que no podemos aseguramos. Uno puede ser para sí mismo objeto de goce; o podríamos traducir  gaudium   gaudium por gozo o alegría, como goce sin perturbación. Tal es el  telos específico de esta ética: gozar de uno mismo sin perturbación; también, aclara Foucault, sin deseo. A través de esta noción de goce de sí se destaca el tema estoico de la serenidad o imperturbabilidad.   Esta forma de placer peculiar, que tiene su fuente y origen en uno mismo, se contrapone a la problemática que se planteaba, por ejemplo, en el amor masculino entre los griegos, que involucraba hacer de otro, varón, libre y activo, activ o, objeto de placer.

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Foucault y la ética  Hebe Uhart:  La palabra griega  sophrosyne  (templanza) implica el ejercicio de la dialéctica, una práctica constituyente de sí; y palabras latinas como  consolatio  o  confortatio implican prácticas reconfortantes. Son términos muy distintos.  Alicia Páez: Foucault vincula el dominio de sí, como templanza, al  gaudium o  laetitia.  De todos modos, está en juego, por cierto el tema de la seguridad; convertirse a uno mismo es alcanzar un sitio firme, como el de la roca en medio del mar o la ciudad amurallada, inconmovibles frente al embate de las fuerzas externas. A Foucault le interesa especialmente, en su perspectiva histórica, la idea de que en el goce sereno de sí, como ideal estoico de la  ataraxia o imperturbabilidad, se manifieste un cambio significativo respecto del esquema agonístico griego, que es un esquema de dominación o sometimiento. Esther Díaz: Es un estado que se alcanza de una vez para siempre; no hay graduación.  Alicia Páez:  Una vez alcanzado, porque vimos que se trata de una trayectoria, nada  puede alterarlo.  Rodrigo Amuchástegui: Amuchásteg ui: Lo similar de estas dos éticas es que conciernen a pocos; en el caso de los griegos, al ciudadano y guerrero activo que habrá de desempeñar ciertas funciones, en el caso del romano concierne más al magistrado, al que cumple una función administrativa.  Alicia Páez: Foucault dice que, por supuesto, es una ética de pocos; de los pocos que en el mundo romano podían ser portadores de cultura y para quienes la noción de un arte de la vida y un cuidado de sí podían tener sentido. Pero tal vez no sean tan pocos; finalmente quedaría abarcada esa numerosa aristocracia de servicio que necesitó el Imperio Romano para administrarse. Sí, son pocos en relación con el resto de la sociedad; aquí podría tomarse en cuenta la cuestión de la relativa impopularidad del estoicismo, que no tuvo éxito al parecer en los sectores populares. (Según P. Brown, bastó que esa misma ética, prácticamente fuera

asumida por "sujeto histórico", más numeroso, adquiriera significados  positivos. P. otro Brown parece preferirmucho el cristianismo; creo para que que no puede decirse lo mismomás de Foucault. Pero ésta es otra cuestión). Esta referencia que ustedes hacen al contexto social, a la contrapartida socio-política de las éticas griega y romana del autodominio, me permite pasar a considerar un último punto.  RAZON Y UNIVERSALIDAD 

Otro aspecto en que la ética romana se diferencia de la ética griega, según la síntesis final de rasgos que propone Foucault, es que, en cuanto al  modo de sujeción -la forma en que el individuo establece y reconoce su vinculación con la obligación moral-,15  si bien se trata de encarar la obligación moral según los criterios de un arte de la existencia, aparece una novedad en la ética estoica porque ese arte de la existencia involucra cada vez más la conformidad de la acción con principios universales de la naturaleza o la razón  "a los que todos deben plegarse de la misma manera, cualquiera sea su condición". Para Foucault hay además, en esa modificación, una inflexión aenla forma la dirección deldecristianismo, sometimiento universal la ley le y divina.en que el modo de sujeción se dará por el La referencia a la razón constituye un tema central del antiguo estoicismo, cuya cosmología materialista admite dos principios, uno pasivo y el otro activo: éste, como soplo o fluido unificador del todo, es   logos,  razón cósmica o divina que rige el mundo con legalidad inexorable, y está presente en el alma individual como razón humana. La ética estoica, sobre la  base de esta cosmología, exige conformidad conformidad con la razón o naturaleza así como sujeción a la 16 razón como parte del alma.   La afirmación de ese rasgo diferencial no aparece sustentada, sin embargo, en los análisis precedentes de la cultura de sí; tal vez esto se deba a que hasta aquí se trataba de trazar el marco general de la ética romana, pero en vistas a su aplicación a la moral sexual - y aunque ésta no fuera todavía expresamente considerada. El aspecto en cuestión resulta ineludible, en cambio, en el orden de la problematización moral de la  conducta cívica o política,  que Foucault trata en el capítulo III (C.S.), dedicado al examen de las condiciones institucionales y políticas que dieron lugar a la emergencia de la nueva n ueva ética. Foucault discute allí una interpretación difundida, según la cual la pérdida de autonomía, la declinación de las ciudades-Estado en la antigüedad, en el período helenístico y

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Foucault y la ética romano imperial, provocó una decadencia de la actividad política en general, un retroceso de las clases tradicionalmente dominantes, y como consecuencia de ello, la aparición, o predominio, de filosofías de evasión y repliegue, como el estoicismo.  Alejandro Russovich:  Es decir que hay una infraestructura que determina una superestructura.  Alicia Páez:  Foucault toma muy en cuenta las condiciones económicas, políticas, sociales en general; pero no hay un supuesto de determinación causal directa, ni, correlativamente, de mero "reflejo ideológico". (Las relaciones entre el pensamiento moral -del orden del discurso, digamos- y la realidad social extradiscursiva son complejas; no puedo  profundizar ahora esta cuestión. Habría que remitirse remitirse a las obras anteriores de Foucault). En la discusión de esa tesis -a mi entender, Foucault la matiza, no la rechaza totalmentesostiene que no hay tal repliegue o rechazo de la participación política, ni, consecuentemente, filosofía de evasión (que sería el presunto sentido de la búsqueda estoica de la libertad interior), sino "problematización", en el orden moral,  de la actividad política misma, en respuesta a una complejización notable del juego del poder.  En efecto, más que declinación de la actividad  política como efecto de un imperialismo centralizado, se produjo la organización de un u n espacio muy complejo de ejercicio del poder; a los fines de una administración cada vez más extendida, se necesitaba un reclutamiento más amplio, cuyos agentes quedaban situados en nuevas y múltiples relaciones: con el emperador, sus consejeros y representantes, dentro de una jerarquía sujeta a cargos revocables, y a menudo, al gusto o favor del príncipe; en posiciones intermedias entre un poder superior y grupos o individuos indivi duos cuya obediencia hay que asegurar. Para limitarnos a un aspecto central -dentro del complejo análisis que hace Foucault-, en la problematización moral que responde a esas condiciones de ejercicio de la actividad política, ésta se separa de la posición y aparece como una sino función define, de no a partir de las leyes de un artesocial de gobernar a los demás, por aladesempeñar, acentuación que de lasepráctica las virtudes personales, del vínculo con uno mismo a través del trabajo moral sobre uno mismo (disociación entre el gobierno de sí y el gobierno de los otros, respecto del esquema griego).  No sólo la participación política polít ica se vuelve cuestión de elecció elecciónn personal y libre -y no ya de nacimiento o rango-: a la dificultad en el ejercicio del poder, tan lábil, tan complejo que expone al sujeto a todo tipo de riesgos y fracasos, se responde con el fortalecimiento de las virtudes personales: la capacidad de decidir por sí mismo, la sabiduría que se pueda manifestar en lugar de sujetarse a las leyes de un gobierno de los ootros, tros, como en el arte clásico ddee gobernar; la propia razón ha de servir de guía, más que la ley escrita. En suma, el arte de gobernarse a sí mismo se separa y convierte en factor  político   político preponderante. Y ante los avatares de la fortuna, la inseguridad a que se está expuesto, cuyo origen político sería el señalado, el único modo de actuar, el precepto que da el filósofo estoico en materia de acción política, es  atenerse a lo que se es. ¿Qué es lo que uno es? Nada determinado por el rango, o por la posición en el complejo  juego del poder, porque esto es demasiado inestable; "lo que uno es" es universal: singularizado,  porque está enhombres, cada individuo, pero  universal misma forma todos y comunica a los tiene un efecto colectivo: porque esto es,reviste la  razónlauniversal,  divinaen o cósmica, que tiene su manifestación en la razón humana. Debemos atenernos a lo que somos, en tanto seres racionales; las marcas de identidad social o política son meros signos exteriores: esclavo, caballero, liberto, son meros nombres inventados por la fortuna. Foucault concluye: el apogeo de la cultura de sí, la intensificación del cuidado de uno mismo, manifiesta el esfuerzo por  reelaborar    reelaborar  una   una ética del dominio de sí, esfuerzo que traduce una  crisis del sujeto, o de la subjetivación,   una dificultad en la constitución del sujeto moral frente a condiciones socio-políticas peculiares. p eculiares. Quiero concluir con una observación. Sin el complemento aportado por el análisis de las condiciones políticas de emergencia de la nueva ética,  a propósito de las cuales considera la  problematización moral de la actividad política misma, no sólo no quedaría justificada, por parte de Foucault, la inclusión de la conformidad con principios universales de la razón como "modo de sujeción" en el cuadro general de la cultura de sí, sino que, por la falta de su proyección en el  plano de la vida política, el pensamiento moral estoico quedaría reducido a una caracterización  parcial o deficiente. Por otra parte, puede entenderse que qu e es ese mismo principio de arreglo a rreglo al  propio ser racional, destacado por Foucault como precepto de la conducta política, el que se

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Foucault y la ética manifestará también en el orden de la vida matrimonial -y por ende en la ética sexual-, en la forma de una presencia creciente del elemento de la  reciprocidad y la simetría, frente al modelo griego clásico de superioridad-dominación sobre uno mismo y sobre los demás. d emás.  Notas Este texto y el siguiente corresponden a dos exposiciones realizadas en el seminario interno del Colegio Argentino de Filosofía en el año 1987. El desarrollo atiende, por ello, a  problemas relativos a los temas del programa y su secuencia, y se limita, en esta primera parte part e sobre todo, al comentario de los capítulos II y III de  El cuidado de sí (M. Foucault, Historia de la sexualidad,  vol.2), que integraron el material de lectura del seminario. Esta circunstancia explica lo que, de otro modo, resultaría una limitación excesiva del enfoque. Objetivos de distinto tipo: por un lado, puntualizar aspectos centrales de los textos y complementarlos con cierta información adicional, y por otro, proponer a la discusión entre los docentes algunos núcleos problemáticos del planteo de Foucault, determinaron las diferencias -de diverso ordenque pueden observarse en el interior de cada exposición, y entre ambas. He preferido esta traducción de la expresión francesa "souci de soi" a la que 1.   presenta la edición en castellano: La inquietud de sí,  Siglo XXI, México, 1987, por parecerme más adecuada al sentido de epimeleia heautou ocura sui en el pensamiento greco-latino, según se verá en el desarrollo subsiguiente. Por otra parte, se cita el texto de Foucault según la edición mencionada. 2.  En efecto, Foucault sólo alude a lo sexual como dominio de problematización moral, sin desarrollarlo, en las secciones inicial y final del capítulo II.  

Dreyfus, H.L. y con Rabinow, P., "On the Genealogy Ethics Foucault : An Overview of Work in3. Progress", diálogos M. Foucault incluidos en of Michel :   Beyon Structuralism and Hermeneutics, Chicago University Press, 1983 (2da. ed.), Foucault, M., Historia de la sexualidad 2, El uso de los placeres, introducción; 4.  Dreyfus y Rabinow, op, cit. Veyne, P., "Placeres y excesos" y "Prácticas tranquilizantes", en Aries, P. y Duby, G. (direc.), Histoire de la Vie Privée,  tomo I: de L' Empire Romaine a l' an mil,  Brown, P., "Antiquit tardire", en la misma obra. En la edición castellana se utiliza la expresión "cultivo de sí"; he preferido 6.  emplear "cultura de sí" como más conforme con el sentido de  "culture de soi"   aclarado por Foucault. Dreyfus y Rabinow, op. cit. 7.  Barrow, R.H. , Los romanos, FCE, México, 1950 8.  Levi, A., Historia de la filosofía romana,  EUDEBA, Buenos Aires, 1970 9.  5. 

Foucault, M.,cit  Historia de la sexualidad, 3, La inquietud de sí, cap. II Barrow, op. Brun, J., Le stoicism, PUF, París, 1958 Ibíd. Joly, H., "Retour aux Grecs. Reflexions sur les "Practiques de Soi" dans L'Usage des Plaisirs", Le débat, No.41, Gallimard, París 1986. Foucault, M., Historia de la sexualidad 2, El uso de los placeres, introducción. 15.  Brun, op. cit. 16.  10.  11.  12.  13.  14. 

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Foucault y la ética  

ETICA Y PRÁCTICAS SOCIALES. La genealogía de la ética según Michel Mi chel Foucault. Por ALICIA PÁEZ Quisiera referirme en esta oportunidad a ciertos problemas relativos a los aspectos teóricos más generales de la genealogía de la ética, que constituye la investigación emprendida  por Foucault en sus últimas obras publicadas. 1. O BJETO Y PERSPE PERSPECTIVA CTIVA TEÓRICA TEÓRICA 

El objeto sobre el que versa la investigación es la ética en tanto -reiteremos- dimensión de la relación con uno mismo por la cual se constituye el individuo como sujeto moral, a distinguir, como componente de una moral, de los comportamientos y los códigos o sistemas de  prescripciones. Según Foucault, hay cuatro aspectos principales o dimensiones de análisis a nálisis de la relación con uno mismo, que proporcionan, puede entenderse, la inteligibilidad interna de un sistema ético: la sustancia ética o parte de uno mismo a la que concierne la conducta moral, o que es relevante par para el juicio ético;   el modo de sujeción,  o forma en que se establece y reconoce la propia vinculación con la obligación moral; la  ascética o trabajo moral realizado sobre uno mismo; la teleología: el modo de ser al que se aspira a través del conjunto unitario de las acciones o conducta moral,1  Dejando de lado provisoriamente el interés Foucault en la sexualidad como dominio  de problematización moral, podemos comenzar por de plantear, digamos, una cuestión de método: ¿configuran esas cuatro dimensiones una red conceptual aplicable al análisis de toda moral , o al menos de las morales de "orientación ética" -pues hay que recordar que la distinción entre códigos y relación con uno mismo permitía también calificar algunas morales como "orientadas hacia el código"? ¿Se podría considerar que esa red conceptual constituye el "sistema de categorías para analizar las prácticas de formación de los yoes éticos" de que hablan Dreyfus y Rabinow,2 y que por lo tanto es aplicable en general y sin restricción ?  A juzgar por los ejemplos que presenta Foucault en la entrevista con dichos autores, se  podría responder afirmativamente: en el caso de la moral kantiana, por ejemplo, la sustancia ética sería la intención, mientras que para nuestra sociedad serían los sentimientos. Pero cabría  preguntarse qué sucede, en el caso de la ascética o trabajo moral sobre uno mismo, mis mo, fuera de d e llaa moral greco-romana, y, por ejemplo, en nuestro tiempo. Teóricamente, esa dimensión no puede faltar, porque según Foucault, no hay acción y conducta moral sin constitución del sujeto moral, ni ésta "sin una ascética o prácticas prácti cas de sí que apoyen los modos de subjetivación". Pero desde un un  punto empírico-histórico, que esas prácticas sí, enYa el mundo contemporáneo, están de porvista lo menos administradasresulta y controladas por algúnde otro. desde el cristianismo, señalaba Foucault, las prácticas de sí pierden su autonomía y pasan a depender del poder  pastoral; el cuidado de sí es puesto a trabajar en beneficio del poder pastoral, y la   epiméleia heautou  se convierte en  epiméleia ton allon: cuidado del otro. Es otro el que cuida de mí, naturalmente que con mi participación, cosa que se acentúa, como veremos, en el mundo moderno. Formulado de otro modo: ¿puede haber "subjetivación" estrictamente, constitución de sí como sujeto moral, si las prácticas que deben asegurarla están en alguna manera enajenadas  al individuo? Tocamos aquí un problema que retomaremos más adelante. La cuestión del alcance o grado de aplicabilidad de aquella trama analítica puede conectarse con otro interrogante:  ¿qué relación existe entre las cuatro dimensiones o aspectos desde el punto de vista de su interdependencia o eventual jerarquía?  Hay cierta independencia, afirma por un lado Foucault: se pueden hallar las mismas prácticas (ascética) vinculadas a diferentes "fines" (teleología), en éticas diferentes; pero hay también   relaciones  y aun "relaciones privilegiadas": sería el caso del cristianismo, si entiendo bien a Foucault, en que el cambio del  telos  parece arrastrar cambios en los tres restantes aspectos. Por otra parte, si dejamos de lado las eventuales variaciones en la relación que resultan de los   contenidos 

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Foucault y la ética históricos que reciben esas dimensiones analíticas (los afrodisia o la carne como sustancia en las éticas griega y cristiana, o el dominio de sí, la pureza o la libertad como telos en diferentes éticas), en el aspecto formal -es decir, en cuanto a la forma general de la relación-, ¿no resulta  jerarquizado el eje de la ascética  por el propio enfoque teórico de Foucault? Consideremos formulaciones como ésta: "... la relación consigo mismo... es constitución de 'si como "sujeto moral", en la que el individuo circunscribe la parte de sí mismo que constituye el objeto de esta práctica moral (sustancia ética), define su posición en relación con el precepto que sigue (modo de sujeción), se se fija un determinado modo de ser que valdrá como cumplimiento moral de sí mismo (teleología), y  para ello  actúa sobre sí mismo, busca conocerse, se controla, se prueba, se transforma (ascética)." (las aclaraciones entre paréntesis y el subrayado son agregados míos.)3 Los modos de subjetivación, históricamente diferenciales, que son las formas de autoconstitución del sujeto moral,  dependen esencialmente de las prácticas o ascética: "Tal es lo que podríamos llamar una historia de la "ética" y de la "ascética", entendida como historia de las formas de subjetivación moral y de las prácticas de sí que están destinadas a asegurarla."  (U.P.,  (U.P., p.30; el subrayado es mío) Resulta por lo menos ambiguo que Foucault a la vez incluya la ascética o trabajo moral como uno de los cuatro aspectos de la relación consigo constitutiva del sujeto, y la señale como  aquello que asegura la subjetivación. suma, si preguntamos quérelaciones relación existe entre esas dimensiones, Foucaultalresponde que hay En tanto independencia, como privilegiadas -variables ellas mismas, parecer pero por p or otro lado no parece ser así, sino que q ue habría un eje dominante: las prácticas de sí o la ascética.  A menos que  haya que limitar la aplicación del esquema conceptual a las morales antiguas estudiadas expresamente por Foucault.  Alejandro Rússovich:  Si debo reflexionar sobre mí, si debo tenerme en cuenta, cumpliendo con ciertas prescripciones, entonces adquiero conciencia de mí.  Alicia Páez:  Sí, en el sentido de que la conciencia moral de sí se forja ella misma mediante esas prácticas.  Alejandro Russovich: Pero son actividades prescriptivas; una vez planteadas, se aceptan o no, pero ya existen, y yo existo en relación con las mismas; existo como un pecador, por ejemplo.  Alicia Páez:  No sé si en tu observación se entremezcla la cuestión del ajuste del comportamiento a los códigos morales; Foucault deja de la lado esta cuestión, que le parece menos importante, porque los códigos parecen ser bastante estables, y lo que interesa a su investigación es ladelvariación histórica; pero  además porque la yvida implica un trabajo autoconstitución individuo como  sujeto de sus acciones, no moral como mero   agente,  esto de es, como individuo que cumple con ciertas prescripciones. Creo C reo que se trata de la diferencia entre la mera concordancia externa de la conducta con las normas, y la dimensión interna, o de la "conciencia moral", que Kant, por ejemplo, consideró especialmente. Lo que Foucault destaca es que esa dimensión interna, o de interiorización -creo que Deleuze la entiende así- sólo se establece, a su vez, mediante ciertas prácticas que, aunque estén "codificadas" o prescriptas en una ética, no se confunden con el ajuste de las conductas a los sistema externos de normas morales existentes. De otro modo, no tendría sentido distinguir entre morales con acento en el código, y morales con acento en la "ética".  Alejandro Russovich:  En tus observaciones anteriores me parece que hay un tufillo estructuralista.  Alicia Páez: Tal vez tu comentario se refiera a algo que yo tenía en mente; se podría encontrar cierto aire característico de los análisis estructuralistas si consideramos, respecto del  problema que yo planteaba, esta otra alternativa: ¿Se trata tal vez, en cuanto a la red conceptual mencionada, más bien de un conjunto de rasgos cuya combinatoria es variable en cuanto a acentuaciones, e incluso podrían quedar,

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Foucault y la ética algunos de ellos, como casilleros vacíos, si aplicamos el esquema al estudio de diversas éticas? Por ejemplo, se podría pensar en casos de  relativa indiferencia de la sustancia ética, en el sentido de que una misma moral -la misma en cuanto a los tres restantes aspectos, si consideramos una figura histórica determinada- admita diferentes sustancias éticas. Foucault consideró los afrodisia en la moral griega y romana, pero ¿qué ocurre con la acción política en el segundo caso; cuál es la sustancia ética que está comprometida en este aspecto de la moral estoica? Pareciera que en ciertas morales, cuál sea las sustancia ética es cuestión variable: la "cultura de sí" presenta un conjunto de rasgos constantes, en lo que hace al modo de sujeción, a la ascesis y al telos, respecto de varias, o más de una sustancia ética posible. En realidad, la cuestión se complica porque los ejemplos que se pueden extraer de Foucault -del tratamiento sistemático en las obras publicadas o del planteo informal en la entrevista -darían lugar a interpretaciones diferentes; al interés que guía el análisis, en una historia de la  sexualidad , por ejemplo, podría llevar a recortar éticas parciales, según la sustancia ética que resulte relevante; pero si se habla de la ética kantiana, por ejemplo, y de la intención como sustancia ética, es evidente que no se está poniendo en juego ningún recorte ni división especial. Por otra parte, Foucault justificaba (en U.P.) la importancia central de la cuestión de los placeres en el conjunto de la moral griega clásica; pero queda en pie el problema de que las investigaciones posteriores -en C.S., concretamente, y las declaraciones de la entrevista- traslucen un interés por las prácticas de sí que parece relativamente independiente de la cuestión sexual. Por eso me preguntaba yo -en la exposición anterior- qué lugar tendría en definitiva la problematización de lo sexual en la ética tal como Foucault la entiende. Creo que  podremos retomar esta esta cuestión, desde otro ángulo, más adelante. La posibilidad de "casilleros vacíos" en la combinatoria variable de dimensiones que habíamos sugeridodarcomo alternativa, caso más de la entrevista Foucault parece a entender que presentaría en la éticaunkantiana se grave: planteaallafinal posibilidad de una constitución del sujeto moral sin ascesis, sin prácticas de sí: por la simple conformidad con la razón práctica me constituyo como sujeto moral.  Javier. Flax: ¿Cómo es eso?  Alicia Páez: Es lo que Foucault parece sostener, si lo he entendido bien (es cierto que se trata de pasajes muy breves; es difícil sacar conclusiones claras). Aquí el esquema teórico más general parece tambalear: el rasgo no marcado en nada menos que la ascética misma. Pero hay que conceder que Foucault no ha estudiado en propiedad, la ética kantiana; se trata de un punto que surge, tal vez incidentalmente, en el diálogo. El modelo fue elaborado en principio, respecto de la antigüedad clásica y el cristianismo. En todo caso, el alcance   general  que pueda tener ese esquema parece quedar sin resolver; no hay una indicación general, respecto de las cuestiones teórico-metodológicas como las que intenté señalar, en la obra publicada de Foucault. Tomás Abraham:  Cuando Foucault se refiere a las sociedades modernas, dice que el referente que cumplía la religión conpor posterioridad período greco-romano, es heredado prescriptivo por la medicina y el derecho, o sea, otro tipo deal saberes. A éstos hay que agregarles los "saberes intersticiales", como los llama en Las palabras y las cosas, que son las ciencias sociales, pero no cualesquiera: no la antropología estructural o la ciencia política sino más bien aquellas que se acercan a rasgos de la medicina o el derecho, como la psicología o la sociología. En los diálogos que tiene con Sennett, se analizan las tecnologías del yo y formas del cuidado de sí en el personaje urbano de las grandes ciudades. Se refieren a prácticas de libre espontaneidad, de movilidad, de comunicabilidad, de supresión de la soledad. Con respecto a lo contemporáneo no hay ningún desarrollo completo, pero sí podemos incluir varias líneas de análisis a trabajar.  Alicia Páez: Foucault dice que nunca han desaparecido del todo las prácticas del cuidado de sí, y ciertas formas de la cultura de sí, pero tienen menor peso, pierden su autonomía; pero, sobre todo, está el problema de que las prácticas de sí parecen enajenadas, como lo fueron por el poder pastoral, si es cierto lo que Foucault dice en el primer volumen de  Historia de la sexualidad , y en otros textos, a saber, que en las sociedades modernas, el ejercicio del poder por parte del Estado es una especie de continuación del poder pastoral. Si esto fuera así, se produciría en algún nivel de la vida contemporánea cierta enajenación de las

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Foucault y la ética  prácticas de sí por p or parte de d e estos controles externos, extern os, de los l os cuales cual es forma parte el aparato de las ciencias del hombre. Rabinow y Dreyfus piensan que estas prácticas de sí en un sentido aproximado al antiguo, han permanecido como marginales, han subsistido como marginales porque se habían organizado otros sistemas de control; pero, por su misma subsistencia marginal, serían alternativas a tener en cuenta para la posibilidad posibil idad de una ética nueva. Giordano B. Roura: En la misma entrevista plantea el modelo concreto de la ética greco-romana donde hay tres rasgos de lo que parece ser también una necesidad del presente: desarrollar una ética no comprometida con la religión, ni con la ciencia y una ética como estética. Tomás Abraham: En una conferencia que dio Foucault sobre el poder pastoral, habla de que estas técnicas de poder pastoral, si bien se han desplazado hacia nuevas formas de las técnicas de sí, también se inscribieron en las formas de gobierno del Estado moderno.  Alicia Páez: Este es como una matriz de individualidades, porque ha absorbido aquel  poder pastoral, transformándolo transformándolo y multiplicándolo. Tomás Abraham: En los estudios que hace Foucault sobre la "gubernamentabilidad", el gobierno de los otros adopta, en el Estado moderno, formas que pueden ser del tipo "guía de un rebaño", como del tipo del "administrador de cosas".  Alicia Páez:  Estamos tratando cuestiones -y posibles respuestas- a las que tengo que referirme más adelante, vuelvo a mis consideraciones iniciales. En cuanto al tipo de investigación emprendida por Foucault: una genealogía de la ética; se trata, en lo esencial, de indagar la variación histórica de los modos de subjetivación, su formación y transformación; en definitiva -y reitero referencias ya efectuadas-, coincide con la "historia de las problematizaciones hecha aque partir de las prácticas de aquí). sí" (dejo de lado las otras implicancias de la perspectiva éticas genealógica, no son in dispensables indispensables Si se quisiera confrontar este tipo de investigación con ciertas éticas filosóficas contemporáneas, la impresión global es que hay una suerte de "inconmensurabilidad", no  parecen siquiera comparables. No obstante, y aun a riesgo de proponer una confrontación arbitraria, tomemos el caso de la orientación en la filosofía moral anglosajona que se define como "metaética": no es una reflexión sobre lo que la gente debe hacer -tarea del moralista-, sino sobre lo que la gente hace cuando emplea un lenguaje moral. El filósofo no participa del discurso moral mismo, sino que lo examina. Podría decirse que, en cierto modo, Foucault hace una especie de metaética, porque no produce, o propone, un discurso moral, sino que estudia las morales efectivas -algo parecido, al menos a la moralidad vivida, que involucra cierta estructura lingüística o conceptual-, y las investiga, a su vez, en el plano del discurso, puesto que no se ocupa de comportamientos sino de "problematizaciones". Una diferencia manifiesta es que, al ocuparse aquella orientación del discurso del agente moral en general, en un cierto plano de abstracción lingüística, excluye del análisis a las propias filosofías morales como tipos de discurso relevanteshistóricas, en cuanto objeto investigación. Foucault, al ocuparse de las las éticas concretas, incluyedeen el análisis En a cambio, las filosofías morales, porque "problematizaciones" abarcan las reflexiones filosóficas, aunque no necesariamente les den  privilegio. Están en juego, naturalmente, diferentes concepciones del del "discurso". Por otra parte, un estudio histórico como el que realiza Foucault tiene poco que ver, en general, con las éticas filosóficas contemporáneas. ¿Qué efectos críticos podría tener una genealogía de la ética respecto de esos enfoque filosóficos? Tal vez permitiría señalar que, para ciertas formulaciones de la filosofía moral, no queda justificada sin más la exigencia de universalidad -referida al juicio moral, a los principios o reglas, etcétera- que ellas incluyen (crítica que también puede hacerse, y se ha hecho, desde otras perspectivas), porque la propia exigencia de universalidad es una construcción histórica, y ha habido éticas que no la involucraban. (Lo veremos mejor al retomar el tema de una ética conectada al "arte de la vida".) Por cierto que esta observación es bastante superficial. Más importante sería destacar la cuestión de la autoconstitución del sujeto moral en tanto resultado de ciertas prácticas como tema de la  investigación; tal vez en este plano se podrían plantear confrontaciones más interesantes. (Esto,  por su parte, tiene ti ene sus propios aspectos problemáticos, en cuanto a lo que haya de d e entenderse,  propiamente, por   constitución  del sujeto, si se consideran, por ejemplo, los antecedentes

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Foucault y la ética filosóficos -kantianos y husserlianos- de los problemas de "constitución". Para Foucault se trataría, fuera de toda perspectiva trascendental, de d e explicitar las condiciones y formas históricas de constitución del "hombre", como sujeto moral en este caso -este sujeto no es algo dado-. Se trata, por lo demás, de un punto que merece un análisis detenido, a poner en relación con las consideraciones de Foucault sobre el sujeto epistemológico de la tradición filosófica en   Las  palabras y las cosas)  Tomás Abraham: ¿A qué crees que se refiere Foucault cuando dice "problematización" moral?  Alicia Páez:  Esta pregunta es importante. Hay que observar que en U.P. se incluyen como "problematizaciones" -de la locura o la enfermedad, por ejemplo- lo que en   La arqueología del saber 4  se caracterizaba como "discurso"; habría que ver qué relación guarda esta nueva noción con la de  discurso,  central en esa obra (y período) -para no hablar de los elementos que haya agregado la obra intermedia de Foucault-, y que allí también sustituía, como lo hace aquí "problematización", a términos como "ideas" o "ideologías" para evitar las connotaciones que encierran éstos en cuanto al modo de concebir la relación entre el  pensamiento y la realidad extradiscursiva. Pero, ahora que lo pienso, pi enso, yo diría que la noción n oción de  problematización, si a su vez reemplaza a la de discurso, está incorporando i ncorporando el elemento de la  subjetividad de un modo que antes estaba excluido. Si la problematización moral, por ejemplo, se distingue de la interdicción es porque la primera señala en la dirección de la "experiencia" en que, por un "juego de verdad", se elabora o piensa el propio ser del sujeto por otra parte de este mismo. De modo que si ahora se habla en general de problematizaciones, probablemente ello indica que la nueva inflexión que toma la investigación que Foucault está afectando -por la introducción, como decía, del aspecto de la subjetivación- sus anteriores categorías generales de análisis.  II. VALORIZACIÓN DE LA ÉTICA GRECO-LATINA: ¿UNA PROPUESTA PROPUESTA PARA  NUESTRO PRESENTE? Apartándonos ahora de la ética como co mo objeto de investigación, puede interpretarse que en Foucault hay también una valorización de la ética greco-romana, y hasta, tal vez, una cierta  propuesta de una ética de ese tipo para el tiempo presente.5 En tal caso, Foucault se situaría sit uaría en la  perspectivas del moralista, o del filósofo moral en el sentido más clásico: propondría el mismo una ética. ¿Cómo se relaciona esa propuesta, si la hay, con los resultados de la investigación realizada por Foucault, y con los motivos teóricos que lo llevaron a emprenderla? Planteo esto, ante todo, para no suponer que se trata de una opción puramente personal, ligada a la situación del hombre Foucault, que está cercano a la muerte y lo sabe o lo presiente. (Se puede, sin duda, admitir que la consagración, en el último año de su vida al tema de una estilística de la existencia -señaladatambién por P. Veyney la con sobria admiración que manifestara Séneca,a ese por ejemplo, estuvieran relacionadas su situación personal.) Procurarépor responder interrogante en esta sección y la siguiente. Señalemos, en primer lugar, que se trata de una valorización de la ética griega y de ciertos aspectos de la ética romana estoica en tanto   estética de la existencia.  Como ya señaláramos, Foucault destaca, desde U.P., la vinculación de la ética antigua con una estética; el  pensamiento antiguo antig uo apuntaba a construir una ética como co mo "estética "estéti ca de la existencia', es decir, a transformarse y modificarse en el propio ser singular haciendo de la propia vida una obra que  presenta ciertos valores estéticos y responde a ciertos criterios cri terios de estilo". En E n nuestro tiempo, ti empo, en cambio el arte sólo concierne a objetos, no a la propia vida; Foucault declara -en la entrevista con D. y R.- que le fascina la idea de la vida como material para una obra de arte: ¿por qué no  podría la vida de cada uno convertirse en una obra artística? En cuanto a la noción de "estilo",  parece connotar el sesgo propio, peculiar, que singulariza si ngulariza a una existencia a la vez que imprime unidad a todos sus actos, a ctos, en oposición a la mera sujeción a códigos, a sistemas de prescripciones  precisas y puntuales que se imponen a todos por igual.  Alejandro Russovich: En este punto se podría pensar p ensar en el Renacimiento.

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Foucault y la ética  Alicia Páez:  Sí, Foucault señala que la idea de un arte de la vida reapareció en el Renacimiento, y en el dandysmo dand ysmo del siglo XIX, pero que éstos son meros episodios. Quiero, respecto de este punto, efectuar una observación crítica: Foucault parece por momentos asociar tan estrechamente la ética como  estética con las prácticas de sí formadoras del sujeto, y hasta con el cuidado de sí,  que se desdibujan, se borran, las sutiles distinciones que ha establecido él mismo en su trabajo histórico: porque lo que podía valer para el caso griego, y en parte, para el estoicismo romano, no tiene aquel alcance. De esa asociación conceptual resulta que el trabajo sobre sí, que era la dimensión de la ascética necesaria para la subjetivación moral, tiende a identificarse con la estilística de la existencia, a juzgar, en todo caso, por ciertos intérpretes, como P. Veyne, que se refiere al "trabajo sobre sí, una estetización del sujeto"6. No todo trabajo sobre uno mismo tiene ese carácter: las prácticas de sí fueron muy valorizadas en la moral romana, en la que la referencia a criterios de un arte de la vida comienza a retroceder, en favor de la sujeción a principios racionales universales; y en el cristianismo, las técnicas del yo -aunque dirigidas por otro- no están ya ligadas a aquella noción, que sencillamente desaparece. ¿Cuáles son los aspectos involucrados en esa perspectiva "estética" que hacen a su valorización por parte de Foucault? Ella permitió a los antiguos desarrollar una ética no fundada en las normas de la religión, la ley o la ciencia.  Es el punto que Bruno Roura mencionaba antes. Según Foucault, justamente porque esa ética es una estética, no está organizada como moral autoritaria, unificada, impuesta a todos por igual; era cuestión de elección personal, y promovía, tan sólo, estilos de moderación (U.P.). No estaba impuesta a través de leyes civiles u obligaciones religiosas; "no estaba referida a ningún sistema institucional social, o al menos legal" (entrevista). Foucault concluye que no se encuentra en la ética griega o estoica ninguna "normalización", ningún intento de normalizar la población. En suma, se trata de una ética no

universalizante, no estructura normalizadora, "sin relación con lo jurídico   per científico, se,  con  un sistema autoritario, con una disciplinaria", y no fundada en un saber el ejemplo antiguo mostraría que "no es necesario relacionar los problemas éticos con el conocimiento científico". (Por eso, cuando se le señala la aparente analogía entre aquella estética de la existencia y el "culto de yo" californiano, Foucault responde que en este caso no se trata de  perfeccionar o embellecer la propia vida, sino que la gente vive como vive porque cree conocer la verdad -que la ciencia proporciona- acerca del deseo, la vida, la naturaleza, etcétera)., Por poco que se conozcan las investigaciones de Foucault sobre los dispositivos de saber-poder en el mundo moderno, lo señalado bastaría para comprender por qué valoriza el ejemplo antiguo de una ética como estética de la existencia. A ello vvolveremos olveremos más adelante. Quisiera hacer dos observaciones sobre lo dicho hasta aquí. Foucault parece valorizar un tipo de ética que apunte a "hacer" un yo sin sustrato normativo, por libre elección de uno mismo, e incluso como invención de uno mismo, y esto sugiere de inmediato una analogía con el existencialismo, sartreano especialmente. Dreyfus y Rabinow, por su parte, lo ponen de relieve. Pero Foucault, que acoge el elemento de la creatividad  como   como consecuencia práctica de la Sartre -queda implícito esto hay coincidencia: nuestro propio ser no posición es algoteórica dado-,derechaza la noción moralquedeen"autenticidad"; no habría ningún modo  privilegiado de hacerse h acerse a uno mismo. mismo. Puede entenderse que esto se debe a que Foucault F oucault desea evitar toda referencia, o apoyo, de la ética en la "condición humana", en algún tipo de estructura universal de la existencia. El hacerse del "hombre" es siempre histórico, y siempre diferencia. (Por eso no aceptaría Foucault, o no tomaría en cuenta, que, como yo lo sugería en el caso de Epicteto, haya una fundamentación de la moral en la estructura ontológica del hombre. ) Sin embargo, no me parece tan evidente que en esta época de su pensamiento Foucault no se acerque más de lo que admite a ciertas posiciones de la filosofía de la existencia (sobre todo si se piensa en la noción heideggeriana de "propiedad", más que en la "autenticidad" sartreana); agregaremos en lo que sigue algún otro comentario en ese sentido.  Alejandro Russovich:  Para Gombrowicz el hombre se constituye como un ser inauténtico, puesto que está determinado por otro.  Alicia Páez: Esto sería un problema para el propio Foucault, porque en la estética de la existencia que él valoriza, uno no está "determinado" por el otro; se trata de una libre creación de uno mismo.

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Foucault y la ética La segunda observación es que, a mi parecer, el énfasis que Foucault pone -en la entrevista- en esa estética de la existencia no es del todo fiel a la idea griega del arte de la vida; la interpretación de Foucault parece teñida de matices más modernos. Para los griegos, el arte o tekné -y la propia vida puede, sin duda, pensarse según esta analogía- es ejercicio hábil de un oficio, destreza para producir artesanalmente una obra, que está implícita en la práctica de cualquier profesión; pero ello supone adecuación a ciertos cánones intrínsecos, si el producto ha de estar "bien" hecho; y si los hay, el arte no puede equivaler a creación libre. Creo que la noción clásica del arte de la vida está asimilada a una noción mucho más moderna del arte como libre creación o invención libre. Las referencias de Foucault al dandysmo (como renovación del cuidado de sí) defendido por Baudelaire -el hombre que "busca inventarse"- sugieren asimismo una interpretación más "moderna" del arte de vivir. En todo caso, cuando sus interlocutores le señalan que esa ética de la creatividad les recuerda a Nietzsche en La ciencia jovial: uno debería crear su propia vida dándole estilo a través de la larga práctica y el ejercicio cotidiano, Foucault reconoce que su posición se acerca a la nietzscheana. ni etzscheana. Ahora bien, es necesario sin duda ubicar más precisamente esa valorización de la ética greco romana por parte de Foucault. Además de valorizarla, ¿propone Foucault una alternativa de ese tipo? Foucault no propone, para nuestro tiempo, una ética semejante, en el sentido de que no hay "retorno" de soluciones pues la situaciones históricas son diferentes y también porque la ética griega encerraba sus propios peligros. Sin embargo, si extrae solamente esta carta -como dice Veyne, la de la estetización del sujeto- para arrojarla a una "jugada muy diferente"7, lo hace  por ciertas razones que procuraremos procuraremos aclarar. De la primera parte de la entrevista surge la posibilidad de confrontar ambas épocas en cierto sentido. Así como la moral antigua no estaba fundada en las normas de la religión, la ley o lareligión, ciencia,nilaqueremos situación actual semejante, en tantoVeyne hoy "no es posible una moderno moral en la hacerlosería en un sistema legal". señala que enfundar el mundo  parece haberse vuelto imposible fundar una moral: la l a "naturaleza" o la "razón" no cuentan; la tradición no tiene peso. De hecho, al menos, se ha producido un levantamiento de códigos morales y una dislocación de las interdicciones en las últimas décadas, que llevan a preguntarse, como lo hace R. Bodei,8 cómo hacer frente al vacío potencial que abre esta desregulación moral. El propio Foucault señala en la entrevista que los recientes movimientos de liberación sufren  por el hecho de no encontrar un principio en que basar la elaboración de una nueva ética. La ética antigua ¿podría ofrecer alguna sugerencia para la elaboración de una ética éti ca nueva? Puede encontrarse algún elemento para responder a esta cuestión si se toma en cuenta la concepción de la filosofía que Foucault indica en "Qué es la Ilustración".9 Frente a una "filosofía analítica de la verdad en general", Foucault manifiesta su preferencia "por un pensamiento crítico que tomaría la forma de una ontología de nosotros mismos, de una ontología de la actualidad". Kant representa por primera vez -el aspecto valorado por Foucault- esa toma de  posición frente a la actualidad, la necesidad de pensar la propia situación histórica. Retomando la que como se establece en Kant entre momento histórico, sociedad y radicalmente razón crítica, nueva Foucault la relación reinterpreta desafiándonos a poner en juego una concepción de conducir una vida filosófica. "La ontología crítica de nosotros mismos debe entenderse, no por cierto, como teoría, ni como doctrina, ni como cuerpo de conocimientos duradero que va acrecentándose; debe concebirse como una actitud, un  ethos,   una vida filosófica (subrayado mío), en que la crítica de lo que somos es a la vez análisis histórico de los límites que nos son impuestos, y experimentación de la posibilidad de transgredirlos". Un componente fundamental de esta ontología crítica es el trabajo sobre sí; Foucault lo ilustra evocando a Baudelaire, para quien la "modernidad" es constricción a afrontar la tarea de d e producirse a sí mismo. El texto citado invita a pasar a otro modo de considerar la cuestión que nos ocupa. El interés de Foucault por la ética, y por ciertos rasgos de la ética antigua en particular, sería necesidad teórico-práctica de abordar la cuestión ética para responder a la actualidad. La filosofía como ethos demanda hoy, tal vez, ocuparse de la cuestión ética para responder críticamente a la situación actual. Trataremos de precisar en qué sentido en la última parte de esta exposición. Antes de pasar a hacerlo, quisiera detenerme en una indicación contenida en la entrevista. Foucault dice que le fascina (además de lo ya mencionado) "la idea de que la ética

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Foucault y la ética  puede ser una estructura muy fuerte de la existencia, sin ninguna relación con lloo jurídico per se,   con un sistema autoritario, con una estructura disciplinaria". En efecto, eso mostraba la éticaestética de los antiguos, y es un punto que Foucault destaca en especial: "Creo que tenemos que librarnos de esta idea de que haya un nexo analítico o necesario entre la ética y otras estructuras sociales, económicas o políticas"."Por siglos hemos creído en ese nexo entre moral personal (y las otras instancias), y por ende, que no podíamos cambiar nada, por ejemplo, en nuestra vida sexual o familiar, sin arruinar la economía, la democracia, etcétera." Formularé algunas observaciones sobre este punto. Por una parte, respecto del  panorama actual, se podría pensar que la cuestión no es tanto que haya hoy desregulación o vacío moral y necesidad de llenarlo, sino que la pérdida de vigencia de los soportes religiosos o institucionales, mostraría ella misma -como ya lo hacía el ejemplo griego por otras razones- que no hay un lazo necesario entre moral personal y sociedad. La disolución del pretendido nexo indicaría la apertura de una nueva posibilidad ética. O, como dice Veyne, no es necesario esperar la revolución para comenzar a "actualizarnos". "El yo es la nueva posibilidad estratégica". La exigencia del  ethos filosófico se vería, en todo caso, facilitada por una nueva  posibilidad abierta en el presente. Por otra parte, la idea de la ética como estructura muy fuerte de la existencia, en virtud de la independencia que Foucault Fouca ult le atribuye, parece acercarse a una posible posibl e estructura universal de la existencia humana, a pesar de que Foucault, como vimos, rechaza este tipo de consideración, y por variables que fueran las manifestaciones históricas concretas. Por último, las afirmaciones señaladas de Foucault imponen la necesidad de plantear el  problema de la relación entre la esfera ética éti ca y la cuestión del  poder ; tal como él mismo lo ha desarrollado en obras anteriores. ¿Cómo constituye se relacionael layo,cuestión del poder condesdoblado esa nueva posibilidad estratégica según Veyne, "el sujeto, ese ser que tiene una relaciónque, de conciencia o de conocimiento de sí consigo mismo", y de la que Foucault "va a ocuparse ahora"10? Habrá que preguntarse por qué el sujeto representa esa nueva posibilidad; con ello venimos a parar a la cuestión, teóricamente central, de la relación entre ética y subjetividad.  III. EL GIRO DE FOUCAULT HACIA LA ÉTICA Y EL PROBLEMA DE LA SUBJETIVIDAD

Es necesario reconstruir brevemente el camino que sigue Foucault hasta ocuparse de la ética, o desembocar en ella desde el volumen 1 de Historia de la sexualidad , 11 Se ha señalado 12  que Foucault habría estado cada vez más interesado por el hecho de que nuestra sociedad apunta crecientemente a la formación de yoes profundos, que requieren, por ende, ser develados. Así, en el caso de la concepción del deseo como "verdad" del hombre y la necesidad de su desciframiento por una hermenéutica "hombre de deseo". genealógicamente al cristianismo para señalar el carácter del de construcción históricaElderemontarse ese yo profundo contribuía a los fines de "socavar el sujeto hermenéutico cristiano-freudiano". "Foucault parecería estar diciendo que mientras no nos liberemos de esa obsesión por descifrar la verdad de nuestros deseos, seguiremos enredados en nuestro yo profundo y en los complejos de saber-poder que  pretenden ayudarnos a descubrir su verdad."15  Desde esta perspectiva, en lo que hace a la sexualidad y al deseo, la constitución de sujetos como yoes profundos se vería como un aspecto del fenómeno del poder que se ejerce, sobre todo por el aumento y concentración del  poder   político en el Estado moderno, como  producto de la confluencia de las técnicas cristianas de autodescriframiento y las "tecnologías ilustradas" de la política racional de las poblaciones (lo que Foucault denomina "bio-poder",    Historia de la sexualidad, vol. l). La expansión de ese poder habría estado ligada a la tecnología de la confesión, como componente central de las tecnologías de  disciplina  y  control de  los cuerpos, poblaciones y sociedades, extendidas, en el siglo XIX, a la justicia, medicina, educación, relaciones familiares, etcétera. En Occidente, el autoexamen se ha ligado a poderosos sistemas de control externo: doctrinas religiosas y códigos morales, ciencias y pseudociencias sobre todo. En la misma obra,

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Foucault y la ética Foucault examinaba el papel de la ciencia en esta trama de confesión, verdad y poder: sólo con la ayuda del experto se alcanza la verdad sobre uno mismo. En general, las ciencias sociales, que han hecho del individuo un objeto que dice la verdad sobre sí mismo y aprende de a efectuar cambios sobre sí mismo, se plantean como ciencias interpretativas o hermenéuticas, que asumen el principio de una "verdad escondida". En el texto titulado  El sujeto y el poder, 14  Foucault señala asimismo que el Estado moderno occidental es a la vez el más totalizante y el   más individualizante, produce  individualidades -lejos de ignorarlas, las integra a condición de que adopten la forma de individualización que impone-, habiendo absorbido técnicas de individualización y de control más antiguas, que se remontan al  poder pastoral de la Iglesia, orientado a la salvación de los individuos y obligado así a conocer su interioridad y organizar su verdad; poder ligado a la  producción de una verdad: la del individuo mismo. El Estado moderno asume un papel semejante y se convierte en "matriz" de individualización, orientado ahora al bienestar, salud, seguridad, protección; se apoya en múltiples instituciones, y fomenta el desarrollo del conocimiento del hombre, tanto concerniente a la "población" como al individuo. Sobre la base de esta caracterización del papel del Estado, Foucault señala que el objetivo para la filosofía de hoy no es tanto conocer lo que somos sino  rechazar  lo   lo que somos, liberarnos del tipo de individualización que q ue está ligada al Estado moderno. Se puede ver aquí expresamente indicado cuál es el "peligro" del presente, y el consiguiente desafío para el   ethos filosófico caracterizado: "Qué es la Ilustración"; dice Foucault en "El sujeto y el poder": "Tenemos que imaginar y construir lo que podríamos ser",..."promover nuevas formas de subjetividad". 15 A la luz de la problemática pr oblemática planteada por las formas del poder en nuestras sociedades, se entendería asimismo que Foucault haya podido encontrar en la la ética greco-romana un modelo a valorizar, se jerarquizaba capacidad del individuo p ara organizar para sucomo propiaalternativa, existencia.por cuanto en ella Sin embargo, lo señalado no basta para dar cuenta del "giro" de Foucault hacia el estudio de la ética, para explicar los motivos teóricos -y no sólo prácticos- que lo condujeron a  penetrar en un  nuevo  dominio de la investigación: el de los  modos de subjetivacíón,  que ofrecería, en principio, los instrumentos para elaborar desde el  ethos filosófico una respuesta crítica a nuestra actualidad, y que además daría la ocasión de descubrir aquel valor ejemplar de la ética antigua. En efecto, la demanda de "promover nuevas formas de subjetividad" exige, a su vez, me parece, interrogarse acerca de su misma posibilidad. En otras palabras, conduce a ahondar en el problema de la relación entre el poder y la formación de subjetividades. El mencionado proyecto de Foucault de cuestionar al sujeto hermenéutico se veía favorecido por la circunstancia actual de que el cristianismo ha perdido su poderosa influencia, y porque el influjo freudiano sería asimismo menor (esto último parece desprenderse, al menos, de la interpretación de Dreyfus y Rabinow). En todo caso, el debilitamiento de la preocupación  por el yo profundo, que hoy parece posible, hace tanto más oportuno el abordaje ab ordaje genealógico que historice completamente y abra así posibilidades paraa partir la emergencia de un nuevo sujeto. La genealogía delesa"yonoción, profundo a descifrar", al mostrarlo del cristianismo como una construcción histórica, tendría por eso mismo una función liberadora. Sin embargo, al profundizar la investigación, Foucault se vio llevado a modificar su hipótesis (paso al vol. 2 de  Historia de la sexualidad)  de que la elaboración de técnicas de autoexamen y control era una invención cristiana.  Semejante "tecnología" ya había sido elaborada por los estoicos,  aunque su transposición al cristianismo arrastrara cambios decisivos. Lo central sería que antes de la noción cristiana de deseo y de la técnica confesional, en Occidente se han desarrollado, como sabemos   prácticas de sí por   obra de las cuales el individuo se constituye como sujeto moral. De ahí la necesidad, para Foucault, de explorar "la lenta constitución, desde la antigüedad,  de una 'hermenéutica' de sí" (U.P., introducción, p.10; el subrayado es mío). La genealogía del "hombre de deseo" desembocaba así en el examen de lo que es, diría yo, la condición histórica de posibilidad de aquél: la  ética como dimensión de la relación con uno mismo por la cual, en virtud sobre todo de ciertas prácticas de sí, el hombre se constituye y reconoce como sujeto moral; desembocaba en el problema de los modos de subjetivación como dominio nuevo a explorar.

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Foucault y la ética Aquí se encuentra, en mi opinión, el núcleo teórico más importante de la reflexión de Foucault en torno a la ética, y también los mayores problemas o dificultades: la cuestión de la subjetivación. En una exposición anterior, Tomás Abraham recordó que H. Joly16  aludía a un aparente "retorno del sujeto" en este período del pensamiento de Foucault, y a la eventual ruptura que esto representaría respecto de la tesis de la "muerte del hombre" o su disolución o desvanecimiento  (Las palabras y las cosas).  Yo no estoy tan de acuerdo ni con Joly ni con Abraham, en que no haya ha ya cierta ruptura, o al menos novedad. T Tengo engo la impresión de que se trata de un verdadero retorno del sujeto -aunque admito que esto pueda discutirse-,  si es que,  como también señaló, por otra parte, Tomás Abraham, se puede interpretar que la ética como  problemática de la constitución de subjetividades ofrecía una alternativa frente al  impasse a que habría llegado Foucault a propósito del tema del poder ("omnipotencia" del poder, que no deja salidas; la propia  resistencia  parece impensable, o resulta explicada, a su vez, por el maquiavelismo del poder). Asunto problemático que Foucault, me parece no llegó a resolver; algunos de sus textos del último período exhiben síntomas de esa dificultad teórica. Por lo pronto, el propio Foucault negaría que haya discontinuidad en su obra, en el sentido de que el tema general de sus investigaciones habría sido siempre "la cuestión del sujeto"; en "El sujeto y el poder" dice haberse ocupado de diferentes modos históricos por los cuales los seres humanos "son hechos sujetos". Estudió, añade, tres modos de objetivación que hacen de los seres humanos  sujetos17  -(subrayados míos)- y que constituyen otras tantas "prácticas", si adoptamos la terminología introducida desde U.P.: 1) Prácticas epistémicas ("científicas"), a través de las cuales se objetiva al hombre como "sujeto" hablante, productivo-entre o trabajador, etcétera; 2) Prácticas "divisorias" ellas, lasviviente, disciplinarias y punitivas-, que segregan a los individuos, sea en su propio interior o respecto de los otros (locos-cuerdos, honradoscriminales); 3) Prácticas que, por ejemplo a propósito de las conductas sexuales, apuntan a la "subjetivación" del individuo (el texto, escrito por Foucault en inglés, dice "... the way a human  being turns him -or herself into a subject"; Joly, por su parte, utiliza la expresión "pratiques assujetissantes", lo cual se ajusta mejor al tono t ono general de este texto, como veremos en seguida). Si entendiéramos que el tercer tipo de práctica corresponde a las prácticas de sí estudiadas a partir de U.P., se tiene la impresión de que ellas son de un carácter muy diferente a las practicas epistémicas y divisorias: de éstas se puede decir que son propiamente objetivantes, al menos en el sentido -que puede sin duda resultar insuficiente- de que ellas determinan a los hombres "desde fuera", por así decir, lo hacen objeto de saber o de segregación, mientras que las prácticas de sí operan "desde dentro", desde y para el individuo mismo, y en tal sentido serían "subjetivantes". Se podría vincular esa diferencia entre los tipos de prácticas con la noción de   que Foucault invoca(entendiendo en la introducción se trata dentro de hacer historia de  experiencia la sexualidad como experiencia por éstaa laU.P.: correlación de una una cultura, entre campos de saber tipos de normatividad y formas de subjetividad"), al menos si adoptamos la interpretación de Joly: la cuestión del sexo entre los griegos, por ejemplo es cuestión de experiencia, se vive y plantea problemas en primera persona; no se trata de una "sexualidad de objeto", es decir, al que se organiza como objeto de un saber científico en el siglo XIX. Entonces, por las prácticas objetivantes los hombres son constituidos  primariamente como objetos, aunque puedan consiguientemente ser llevados a "reconocerse" (ser  para sí mismos)  en esas objetivaciones. Sugestivamente, Joly señala (aunque con otro propósito) que respecto de las prácticas 1 y 2, Foucault nunca retrocedió hasta la antigüedad, como en el caso de 3, sino que permaneció dentro de los límites de la "época clásica" (la modernidad). Puede verse en ello el indicio del cambio que experimentó el tratamiento de ese plano por parte de Foucault. El problema, entonces -en cuanto a la posibilidad de la reflexión ética, como respuesta a la actualidad-, es cómo situar en definitiva la cuestión de la subjetivación en el conjunto de la

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Foucault y la ética obra de Foucault.  La dificultad mayor surge si se toman en cuenta textos como El sujeto y el  poder. (Hay que aclarar que se trata, evidentemente, de un escrito anterior a los volúmenes de    Historia de la sexualidad  publicados después del primero; si, no obstante, lo considero aquí es  porque en él se encuentran concentradas las indicaciones de Foucault -referidas a sus obras anteriores- que resultan más relevantes para formular la dificultad que qui quiero ero plantear.) Si bien en el contexto de la referencia a la forma moderna del poder de Estado (productor de individualidades, como vimos), Foucault formula allí una suerte de definición de la palabra "sujeto": "sujeto a algún otro, por control y dependencia, y atado a la propia identidad  por la conciencia y el autoconocimiento. Ambos (sentidos) sugieren una forma de poder que subyuga y hace sujeto a."18  Según esta caracterización, las prácticas que hemos llamado "subjetivantes" serían, en realidad, "sometedoras", y "ser un sujeto" equivaldría a "estar sujeto" o sometido, en una relación de poder (problema del "assujetissement"). De ahí que "hacerse sujeto" y "ser hecho objeto" se identificaran, como vimos, en el texto. text o. Estamos lejos, al parecer, de la noción de subjetivación que aparece en las obras sobre la ética. Pero incluso para el trabajo que comentamos, parecería necesario deslindar el concepto de subjetividad, acotándolo respecto del contexto histórico del Estado moderno -en el que,  presumiblemente, subjetivación equivale a sometimiento-, y abriendo la posibilidad de articulación con otras situaciones históricas, pasadas o posibles en el futuro. De otro modo, resulta un tanto inconsecuente que Foucault afirme poco después que el problema presente es liberarnos del Estado y del tipo de individualización ligado a éste; como ya citamos, "Debemos  promover nuevas formas de subjetividad s ubjetividad a través del rechazo de la clase de individualidad que se nos ha impuesto durante siglos".

Si esto esque siquiera posible, debe poderse pensar unla sujeto no sometido  y modos de subjetivación no sean modosesdeque sujeción. Pero entonces, definición de "sujeto" antes mencionada resulta insuficiente. El propio Foucault se refiere en el texto al "sometimiento  de la subjetividad y recuerda ejemplos históricos de crisis de la experiencia occidental de la subjetividad y de "revuelta o lucha por una nueva subjetividad" (acontecimientos que  precedieron a la Reforma). Reforma). Esas oscilaciones tal vez indiquen la dificultad de Foucault, al menos en ese momento,  para producir produ cir un pensamiento de la subjetividad que escape a su propia p ropia concepción del poder. p oder. Dificultad que se refleja también, me parece, en otras afirmaciones posteriores: así, cuando señala que, a diferencia de la violencia -aunque no la excluye-, una relación de poder requiere que el otro sobre el que se ejerce el poder sea enteramente reconocido y mantenido hasta el fin como una  persona que actúa  (sujeto actuante, y no mero polo pasivo). Y, en fin, que la caracterización del ejercicio del poder que propone incluya  la libertad. libertad. "El poder se ejerce sólo sobre sujetos libres y sólo en tanto son libres." li bres." "En(aleste juegotiempo la libertad puede muy bien aparecer la condición parapara el ejercicio del poder mismo su precondición, puesto que lacomo libertad debe existir que el  poder pueda ejercerse, ejercerse, y también su soporte permanente, puesto que sin la posibilidad de la recalcitrancia, el poder sería equivalente a una determinación física...)"19 Tal vez aquí la reflexión sobre el poder toca sus límites; en todo caso, enfrentamos resultados problemáticos, en cuanto al tema que nos ocupa. Por una parte, la subjetividad sometida del hombre moderno recubriría y supondría una subjetividad "libre" como su condición. Por otra parte, tal vez habría que entender que la subjetividad libre es reabsorbida -¿siempre o necesariamente?- en el juego del poder como subjetividad resistente, y en ese caso la libertad designaría sólo la forma del poder actuar del individuo como capacidad de ejercer relaciones de poder; subjetividad que se sitúa, oponiéndose, en la relación de poder (¿eventualmente apuntando a invertirla, y convertirse a su vez en subjetividad sometedora?). En tal caso, no se saldría, en cuanto a la cuestión del sujeto, del círculo del poder. En relación con esta dificultad, para intentar salir del círculo habría que pensar en modos de subjetivación que permitieran dar cuenta de un tipo de resistencia   no reactiva más

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Foucault y la ética satisfactoriamente -como señalan Dreyfus y Rabinow- de lo que Foucault había sido capaz de ofrecer hasta el momento. En suma: si ha de tomarse la demanda de responder críticamente a la actualidad como algo más que una expresión de deseos, habría que admitir por lo pronto la posibilidad histórica de modos de subjetivación y de subjetividades diferentes a las del Estado moderno. Pareciera que eso es lo que Foucault descubrió estudiando la antigua moral greco-romana: rastreando las condiciones históricas de constitución de un sujeto sometido, el "hombre de deseo", a partir del cristianismo, encontró un modo histórico de devenir sujeto que no tendría la forma del sometimiento, sino la de la producción libre de sí mismo: la estética de la existencia; de ahí la valorización del ejemplo antiguo y su capacidad de sugerencia para el presente, para una ética nueva que, conforme a aquel modelo, debía poder pensarse, según vimos, como independiente de estructuras sociales, económicas o políticas. Pero la admisión de tales posibilidades históricas exige concluir que el círculo teórico del poder  debe   debe romperse, esto es, que debe hacerse lugar a una concepción de la subjetivación que supere los límites, y eluda las aporías, que impone la concepción del poder. Los problemas quedan abiertos; pues, hasta donde alcanza a ver, Foucault no llegó a  proponer una solución explícita que integre la dimensión de la subjetivación, o la articule en términos diferentes, con sus investigaciones previas sobre el poder. Tal vez se trate de un cambio de rumbo que exigía rectificaciones profundas; de un nuevo punto de partida cuyas consecuencias quedaban por elaborar. O podría objetarse que es ciertamente posible hallar o formular esa articulación. Deleuze,20 según entiendo, propone una vía; es el beneficio que puede  producir una interpretación: llenar las lagunas, resolver los conflictos, presentar una visión integrada en la que aquéllos ni siquiera figuran como tales. Pero, tratándose de interpretaciones, 21 también caben las que subrayan elque elemento de ruptura, la brecha que no puede ysalvarse fácilmente.   Creo, personalmente, la perspectiva de Deleuze merece atención, ofrece  bases para una discusión más fructífera. fructífera. Pero, por esta vez, mi comentario se detiene aquí. aquí.

 Notas 1.  Foucault, M., Historia de la sexualidad. 2, El uso de los placeres. México, Siglo XXI, 1986 (1984), introducción; Dreyfus, H. y Rabinow, P., "On the Genealogy of Ethics: An Overview of Work in Progress" en Michel Foucault:   Beyoind Structuralism and  Hermeneutics. Chicago University Press 1983. 2. Dreyfus, y Rabinow,  "Foucault's Interpretive Analytic of Ethics " op.cit. 3. Foucault, M., op.cit., p.29 4. Foucault, M., La arqueología del saber, México, Siglo XXI, 1970 (1969). 5. Dreyfus y Rabinow, entrevista mencionada. Cf. También los artículos de Bodei, R. Veyne, P. y Dreyfus y Rabinow en Critique Nº. 471.472: "Michel Foucault: du monde entier", París, agosto-sept. 1986. 6.  Ibíd., Veyne,p.P., "Le dernier Foucault et sa morale", Critique, p. 934. 7. 934. 8. Bodei, R., "Foucault: pouvoir, politique politiq ue et Maître de soi", Critique, p. 914. 9. Foucault, M., "What is Englightment?", en Rabinow, P. (ed.), The Foucault Reader,   Pantheon Books, 1984: citado en Dreyfus y Rabinow, "Habermas et Foucault: qu'est-ce que láge d'home?", Critique.  10.  Veyne, P., op. cit. 11.  Foucault, M. , Historia de la sexualidad   1, La voluntad de saber.  México, Siglo XXI, 1977 (1976). 12.  Dreyfus y Rabinow, "Foucault's Interpretive Analytic of Ethics", en  Michel Foucault:  Beyond Structuralism and Hermeneutics.  13.  Ibíd., p.254. Para lo que sigue, cf. Dreyfus y Rabinow, op. cit., cap.8. Las referencias centrales en la obra de Foucault son  Historia de la sexualidad 1, y Vigilar y castigar,  México, Siglo XXI, 1976 (1975). 14.  Foucault, M., "The Subject and Power", en Dreyfus y Rabinow, op.,cit., el texto abarca dos partes: "Why Study Power: The Question of te Subject", escrito en inglés por el autor, y "How is Power Exercised?", traducido del francés.

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Foucault y la ética 15.  Ibíd., p.216. 16.  Joly, H., "Retour aux grecs. Réflexions sur les 'pratiques de soi' dans   L'Usage des Plaisiris. Le dèbat, Na 41, Gallimard, París, 1986. 17.  Foucault, M., "The Subject and Power",op.cit.,p.208 18.  Ibíd., p.212. 19.  Ibíd., p.221. 20.  Deleuze, G., Foucault. París, Minuit, 1986 (hay versión española). 21.  Merquior, J.G.,  Foucault ou le nihilisme de la chaire.   París P.U.F., 1986 (Londres, Fontana Paperbacks, 1985), cap.9.

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ENTRE DANDYS Por EDGARDO CHIBÁN  Foucault, en su Historia de la Sexualidad,  menciona dos ejemplos del "cuidado de sí", además de los estoicos: el hombre del Renacimiento y el dandysmo del siglo XIX, y añade un  breve comentario, según s egún el cual en el caso del Renacimiento se trata t rata de un "cuidado " cuidado de sí" un tanto académico, y que ambos casos son meras situaciones episódicas. En el caso del "dandysmo" esto es felizmente cierto, es un episodio menor. Al iniciar esta investigación carecía de una idea clara de qué era ser un dandy, o quiénes eran dandys. Intercambiando opiniones con muchos de los aquí presentes, se hicieron visibles muchas opiniones y preconceptos que compartíamos en general, ya que el término "dandy" se utilizó de manera profusa a lo largo de casi todos los siglos XIX y XX; incluso hasta no hace mucho tiempo, se decía "fulanito es un dandy" o "fulanito vive como un dandy", en el sentido de duque o señor. Me pareció entonces bastante interesante iniciar esta charla tratando de aclarar estos  preconceptos, tratar de definir, al menos, qué cosa no es un dandy. Existen dos figuras  popularizadas del dandy, dos personajes, uno del siglo XIX, otro del XX, con las que suele identificarse la figura del "dandy". El más famoso de esos personajes tuvo su momento de auge allá por la década del 50 al 60: el play-boy. Un famoso ejemplar de esta especie casi extinguida fue el millonario brasileño Porfirio Robirosa: look  latino   latino -latín lover -, -, buen mozo, deportista, elegante, con un auto sport, Masseratti blanca preferentemente, ante quien las mujeres caen rendidas, una vida fácil y de fasto, una especie de que "concheto de lujo". veremos más XX. adelante, posee características, rasgos, no coinciden con El los dandy, de este como bon vivant    del siglo Pero existe otro personaje con el cual se identifica al dandy con mayor facilidad: el gentleman, el caballero inglés de la época victoriana. Y casi todos los consultados me formulaban la pregunta "Oscar Wilde, ¿era un dandy?" Después se hizo presente la figura de Baudelaire ligada al dandysmo. Luego apareció Lord Byron. Tomás Abraham sugirió una posible conexión entre literatura y dandysmo, entre la  práctica de la escritura y el estilo de vida. La aparición de estos tres poetas parecía confirmar esta hipótesis, con lo que el dandysmo se desarrollaba en un largo período de tiempo: Lord Byron a principios del siglo XIX, Baudelaire a mediados y Oscar Wilde a fines del siglo. Pero, además de "descubrir" quién era un dandy, había que determinar qué prácticas hacían a un dandy, y si este modo de ser constituía un "cuidado de sí". Volvamos ahora al caballero inglés de la época victoriana, al  gentleman: este caballero es más bien el hombre de la moral que el señor de la ética: es quien respeta las convenciones, es  básicamente adicto a dicto a las convenciones, es el hombre de propiedad, de casa propia, de familia  propia, de hijos propios, queeste se s e somete como en un u nparadójicamente ritual sagrado a por las estrechas convenciones de la moral victoriana. P ero Pero caballero se define otros rasgos, inverso al anterior, que le es fundamental: el secreto. De todo caballero de moral intachable se puede sospechar un secreto, la existencia de una doble vida. El caballero vive bajo la amenaza del "chantaje". 4Hay dos ejemplos en la literatura de la época victoriana que son muy reveladores al respecto:  Dr. Jekill and Mr. Hyde de Stevenson, y  El retrato de Dorian Gray   de Wilde. Dr. Jekill es el científico progresista, positivo, leal, fiel, monogámico, respetuoso de Su Majestad y de su Imperio, de sus leyes, cuyas buenas intenciones humanitarias lo conducen al descubrimiento de una bestia que lleva dentro suyo. El otro yo del Dr. Merengue. El caballero es el hombre que cuida de sí delante de los otros y que en una doble vida, pierde el dominio de sí, se transforma en una bestia en el más amplio sentido de la palabra. El mismo caso se plantea en "Dorian Gray", donde todos los vicios de la vida secreta se inscriben en el rostro pintado y dejan a salvo la reputación del rostro r ostro social. Difícilmente podríamos considerar el caso del caballero inglés victoriano como un ejemplo de lo que Foucault define como "ética", como un ejemplo de "cuidado de sí". Este señor parece más bien un típico representante de la moral. Existía además en la Inglaterra que

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Foucault y la ética va de 1845 a 1900 toda una literatura popular de estilo pornográfico, que relatan por capítulos, semana tras semana, los avatares de "La vida secreta de un caballero inglés". Este caballero tiene un amplio espectro de secretos, que van desde el adulterio al otro gran invento de la moral victoriana: el asesino de mujeres, Jack el Destripador, cuya identidad sigue siendo secreta; de quien se sospecha es de un caballero: los cortes de sus víctimas  presentan una precisión tal que hace pensar p ensar por lo menos en un médico, y si no fuese médico, acota uno de los policías investigadores del caso, debe ser un caballero que toca muy bien el violín por la destreza de sus manos. En todo caso, se sospecha de un caballero. Me parece que Oscar Wilde, más que un caso de dandysmo, representa la figura del artista en la sociedad del siglo XIX, que rompe con la moral y la convención de su época, pero que no necesariamente practica a partir de ello un "cuidado de sí" en el sentido de construir su  propia vida como una obra de arte. a rte. El caso del artista, que va a estar muy ligado li gado al dandysmo, daría lugar posiblemente a otra investigación. Entonces, ¿en qué momento acontece este episodio de los dandys, que difícilmente  puede ser considerado un movimiento, sino más bien una especie de episodio que aparece y desaparece en un corto plazo, pero que deja marcas bastantes significativas en las costumbres de la vida europea del siglo XIX? El dandysmo comienza a fines del siglo XVIII -1790/92- y los últimos dandys brillantes aparecen alrededor de 1830/40 o sea que son previctorianos. Aquí aparece un dato que Foucault menciona en las "relaciones de sí" y que parece repetirse: la situación de las ciudades. Tanto en el caso del estoicismo como en el de los griegos, como en el caso del hombre del Renacimiento o los dandys, se da una profunda transformación de la vida urbana. Los dandys son hijos de una revolución que no es propiamente la francesa, sino la industrial inglesa. Mucho más(batalla si consideramos queInglaterra en esta época desarrollo dandysmo, sobre todo de 1790 a 1813 de Waterloo), había del Estado aislada del del continente europeo por las guerras napoleónicas y la revolución francesa, debido a lo cual el dandysmo ha tenido un desarrollo más grande en Inglaterra. Recién en el exilio -pues una gran cantidad de dandys terminan en el exilio- van a ser conocidos en Europa. Pero no hemos definido aún qué es un dandy. El dandysmo fue un tema que preocupó mucho a algunos historiadores ingleses del siglo XIX, y uno de ellos da la siguiente definición sobre la cual voy a volver al final de esta charla, y creo que es la más acertada de todas: "El dandysmo es algo casi tan difícil de describir como de definir", porque no existe casi ningún elemento de tipo teórico, prescriptivo o conceptual que qu e diga que un dandy es tal o tal cosa, o qué cosas hay que hacer para ser un dandy. Además el dandysmo inglés aparece ligado en casi todas sus referencias a la figura de Lord Byron, situación que presta a más de un equívoco. Byron fue íntimo amigo de uno de los dandys más sobresalientes de su época, y él mismo fue dandy por el corto plazo de dos años; él mismo escribe una carta con mucho orgullo: "He sido aceptado por los dandys". Y como fue el más famososcon de los dandysdedeByron la historia por poeta, no por dandy), el dandysmo quedóy enganchado la figura como(famoso si constituyera el ejemplo más típico de dandysmo; mucho de lo que se conocía de los dandys se debía a la correspondencia que el poeta había mantenido con algunos de ellos. En el año 1976 se descubrió en un banco de Londres un cofre conteniendo todos los  papeles de este famoso dandy, amigo de Byron, a quien quiero referirme específicamente. Su nombre: Scrope Berdmore Davies. Estos "papeles" permitieron aclarar toda una serie de acontecimientos sobre la vida de un dandy, que nos permite recuperar a Davies, no como amigo de Byron, sino como dandy. Davies dejó en este cofre dos tipos de documentación: una epistolar, que contiene 18 cartas de Byron, lo que hizo cotizar estos papeles a altísimos precios, cartas a y de otros dandys, dand ys, fragmentos de un diario, y la otra documentación que está constituida por un montón de facturas de todo tipo: cuentas de restaurantes, sastres, de hoteles y de alquileres, de juego, etcétera. Convendría aclarar, antes de continuar con la historia de Davies, ciertos rasgos de Byron que no son propiamente los rasgos de un dandy. Byron era fundamentalmente lo que en su época se conocía como un "excéntrico": aquel que se alza contra el orden establecido y contra su propia clase social. Byron era un aristócrata que se dedicaba a una práctica esencial

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Foucault y la ética  para el excéntrico: el escándalo. Siendo Si endo tan escandaloso, sobre todo en su vida amorosa, a morosa, no es de extrañar que haya encontrado en los dandys a los únicos miembros de la so sociedad ciedad inglesa que no emitían juicios críticos ni morales sobre su conducta; juicios que por otro lado buscaba constantemente. Una vida amorosa y fecunda e inconstante, grandes amores a primera vista, desesperados, que terminaban en un abandono inesperado por parte del poeta. Famosa es la historia de una de sus amantes, a quien se niega a recibir ni volver a ver, que se introduce en su casa disfrazada de hombre y a quien Byron hace echar como un hombre por los criados. Este culto al amor, veremos más adelante, tiene poco y nada que ver con el dandysmo. Cuando Byron se casa, lo hace con una pacata, puritana y moralista que por supuesto termina en escándalo por la vida que le da este mal marido. Escándalo en su vida política: es reformista, un tanto anarquista, se opone a los privilegios de su clase social; como es Lord, recibe un asiento en la cámara de los lores, donde lanza tres de sus más famosos discursos políticos: uno de ellos  pidiendo la disminución de la pena y castigos corporales que q ue se infligen in fligen a los l os que participan p articipan en los motines populares; otro pedía la pena de muerte para el inventor del telar mecánico por la cantidad de personas a las que había dejado sin trabajo en las fábricas textiles. Las características de excéntrico de Byron crean el modelo de cómo será visto el poeta en la mitología de los hogares decentes: un inconstante, un loco, cuyos vicios sólo encuentran  justificación moral moral en el talento. Excéntrico hasta en la vestimenta, Byron usaba trajes o demasiado chicos o demasiado grandes, turbantes turcos... Vamos a pasar a otra definición de dandy, que da la escritora Catherine Gore, en una novela publicada en 1841, llamada Cecil o las aventuras de un dandy.  "Es un don nadie que se ha hecho a sí mismo como alguien, que por el solo hecho de convertirse a sí mismo en alguien, dicta la ley a todo el mundo. Y esto es posible por la fuerza del talento, la frialdad, el descaro, y lanacimiento, imperturbabilidad." Entonces un dandy no es launimprudencia aristócrata de sino alguien que se construye como un aristócrata superior a los de sangre y linaje. Es alguien capaz de ascender desde llaa nada que es en términos de propiedad, de fortuna, de título hasta un punto tal que toda la aristocracia inglesa de la época aspira a ser parte del círculo de los dandys, cosa que les es negada arbitrariamente por no cumplir con requisitos, que por otra parte no existen. exist en. En general -no puedo hablar de todos pues me falta in informaciónformación- los dandys pertenecían a familias de clase media. Scrope Berdmore Davies era hijo de un vicario que tenía otros diez y escasos medios para su manutención personal y la de su familia; un señor que ahorraba para  pagar la educación de por p or lo menos uno de sus s us hijos. hij os. El vicario manda a su hijo a realizar los lo s estudios a una  public school, que paradójicamente en Inglaterra es como se llama la escuela  privada: el lugar donde se educa y prepara a la clase dirigente inglesa. Así es como Davies conoce a lo más granado de la sociedad inglesa, como les sucede a gran cantidad de dandys. En esta public school Davies se enfrenta a una educación de un rigor disciplinario sólo comparable al de las academias militares prusianas, donde hay que aprender un "dominio de sí" y además ser en está cultura dar un solo ejemplo de esta disciplina: cadaabsoluto alumno de 8expertos a 11 años bajogreco-romana. las órdenes dePara un alumno mayor, que tiene sobre él un poder de castigo, le puede hacer lo que desee sin que el alumno tenga derechos a quejarse pues este tutor no debe justificar ante nadie los castigos castig os que ejerce. Por otro lado, recordemos que en Inglaterra no existió una monarquía absoluta, estilo francesa, sino una monarquía parlamentaria, que hace al mundo político y social inglés marcadamente diferente del francés. Así es como los colegios y universidades son lugares donde los primeros dandys "se van haciendo a sí mismos" y a reaccionar contra las aristocracias de turno, no por una especie de resentimiento de las clases dominantes, sino por el desprecio absoluto que sienten ante la dependencia que estas clases tienen frente a las convenciones co nvenciones y el poder. Scrope B. Davies y Lord Byron se conocen en la universidad de Cambridge, y a su alrededor se forma un grupo de estudiantes que se destacan por la excentricidad de su estilo de vida: orgías descomunales, vida disipada, alcohol, prostitutas y juego. Conocen al  Beau  Brummel,  quien según las crónicas oficiales es el fundador del dandysmo, y que se va a constituir en una especie de modelo para los l os jóvenes dandys.

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Foucault y la ética Brummel proviene de un hogar proletario. Hábil jugador, ha ascendido a la corte inglesa a fines del siglo XVIII debido a la notoriedad y habilidad de su conducta. El mismo rey quiere conocer a este personaje cuyo triunfo social es un rasgo distintivo de la vida social alrededor de 1790. Uno de los rasgos más sobresalientes de Brummel que se va a convertir en un rasgo determinante de los dandys es la vestimenta. Un amigo me contaba la siguiente escena: en medio de una corte todavía vestida a la usanza del siglo XVIII: empolvada, con peluquines y rasos brillantes, a lo "Barry Lyndon", sorprendió la figura de Brummel vestida en colores oscuros, en un traje de cortes nítidos y riguroso, vestimenta que luego conoceremos con el nombre de "frac". Otra de las características de Brummel es que jamás aparecía acompañado  por una mujer, no se conocían sus historias de amor, de las que aparentemente carecía o mejor dicho evitaba. Experto conversador, agudo en las respuestas. Toda su fortuna había sido construida gracias al juego. Otro historiador proponía esta definición de un dandy: "... es aquel que no tiene escudo de armas, retratos de los ancestros, obligaciones, que no se somete, que no tiene mujer ni hijos, que no pretende herencia, que no tiene ocupación y de quien nadie sabe cómo se mantiene financieramente." El tema de la deuda es el tema del dandysmo. Las "tecnologías del yo" en el dandysmo están centralizadas alrededor del juego y de la deuda. d euda. S.B. Davies ya a los quince años comienza a vestirse como Brummel, en la universidad comienza a adoptar sus actitudes, al principio de una manera no "estoica", mediante una  prescriptiva de la abstención, sino a la inversa, mediante una prescriptiva del exceso. Si tuviéramos que definir las prescriptivas de las "tecnologías del yo" en el dandysmo serían exactamente las opuestas a las que estamos acostumbrados a pensar: de la abstinencia, el control, la salud, pasamos al despilfarro, al exceso, beber hasta caer, jugar hasta la ruina... Así, de este grupo originalmente alrededor de los años 1804-5.universitario van a surgir algunos de los dandys más sobresalientes Davies se convierte en un amigo personal de Brummel, se escriben. Brummel apenas se hacen amigos ya le pide un préstamo de dinero y Davies de 18 años le contesta con una nota llena de sarcasmo: "No puedo, querido, tengo todo invertido a interés". Según algunos Brummel se ofendió ante la respuesta de Davies, pero parece ser que más bien sucedió todo lo contrario, quedó absolutamente seducido por Davies, que fue algo así como un sucesor dentro del dandysmo. De todos modos, Davies le prestó muchas veces plata a Brummel y viceversa. Pasada esta etapa universitaria comienzan a aparecer las cuestiones más importantes del dandysmo. Una de ellas es la vestimenta. Con el "frac" ocurre algo muy particular, esta vestimenta que fue un rasgo distintivo de los dandys se convirtió luego en el traje elegante de los caballeros de la moral, pero en un principio, esta manera de vestirse fue una invención de los dandys. Davies escribe al respecto: "Hay que estar tan bien vestido (como una mortificación) de manera tal que sólo uno sepa que está bien vestido, y si alguien reconociese esta elegancia lo menos que se puede decir de es que es un conocedor". No una vestimenta extravagante, a lo Byron, ropa deudas perfectamente terminada, hasta extremo que no se noten lasoscuros, costuras, así, unasino de lasuna típicas del dandy va a ser con su elsastre. Siempre visten colores o en una variación tal que sólo un conocedor es capaz de distinguir la mezcla, que da el efecto de un solo color.  Alfredo Tzveibel: En el siglo XIX el negro era el color de la humildad, la ropa de los monjes, y los trajes de los nobles eran azules con dorado, mientras que para nosotros el "frac" negro es signo de distinción. Edgardo Chibán: Otra cuestión es la de las mujeres. No existe una prescripción básica; el ejemplo de Brummel no constituye una ley que impida a un dandy frecuentar a las mujeres. Davies tuvo muchísimas amantes, andaba con putas todos los días con Byron en los dos años que compartieron su vida de dandys, pero en toda su biografía no se hace mención especial a alguna mujer de la cual pudiera pudi era haber estado enamorado. El amor era un sometimiento al cual se se debía temer. No sólo temer, sino comprender, porque puede suceder y hay que hacer lo posible  para evitar que suceda. Existía un dandy muy querido por sus camaradas de juerga que se enamora de una prostituta y va a vivir con ella en concubinato durante nueve años, lapso durante el cual sus dandys amigos le guardan g uardan lugar en la mesa de juego, hasta que vuelve.

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Foucault y la ética Otra cuestión es la relación que los dandys mantienen con el juego. Ellos inventan una nueva forma de ser frente al juego en la cual van a hacer aparecer aspectos inéditos. Comienzan  jugando en garitos de mala muerte donde por supuesto los timan, y entonces crean los "clubes" de dandys, alrededor del juego, clubes muy selectos pues para ser miembro se debe mostrar la conducta de un dandy, sistema muy arbitrario en general. Por ejemplo, en el mejor club de dandys, donde S.B. Davies cuenta con el apoyo de sus principales miembros, y además es considerado como un excelente dandy, no se le l e permite ingresar. Davies se hace socio de varios clubes simultáneamente, donde tiene crédito para poder hacer apuestas altas. El dandy convierte la mesa de juego en el espacio de una disciplina ética: aprender a comportarse con una frialdad tan grande, una imperturbabilidad tal, que ya sea que se se gane o se pierda no haya diferencia alguna, salvo quizás una: lo que se gana se despilfarra. La compulsión del juego es una práctica que se debe dominar para mantener un estilo de vida que les permite llevar una actividad social tan profusa y variada. Se constituyen en una aristocracia de turno. El más famoso de sus clubes se llamaba "The cocoa tree" (el árbol de chocolate), una ex chocolatería.  No todos los que rodeaban una mesa de juego eran dandys, había gente tan rica que por más que perdiera jamás se exponía a la ruina. Acá aparece una cuestión ética: todo dandy sabe que quien juega, pierde. Por lo tanto la relación con el juego es prepararse para la pérdida final, la ruina. Así es como Scrope Berdmore Davies se mantiene durante quince años, y acumula una fortuna de 20.000 libras esterlinas -una cena para tres en el mejor restaurante no llegaba a costar dos libras- sorteando la ruina con este complejo sistema de pagos y deudas. El origen de sus finanzas y la mesa de juego es algo que un dandy debe manejar con cuidado: ellos aclaran que un jugador compulsivo maximiza lo que posee, miente para obtener más crédito, mientras que un dandy jamás de sus finanzas, sabe lo de quesegunda, tiene o noentiene, porque en orealidad no  posee nada. Nohabla tienen casas, viven nadie en hoteles conventillos pequeños departamentos alquilados; cuando la fortuna les sonríe pueden contratar un criado para que los ayude a vestirse. La casa es una especie de aguantadero: para pasar las resacas, para vestirse, que es toda una ceremonia. Y cuando la deuda del alquiler es demasiado grande y el propietario exige violentamente su pago, el dandy se va a otro lado. Se "exilia". A veces la casa se convierte en el escenario de sus prácticas de boxeo, deporte del que eran fanáticos, y donde un amigo o el dueño de casa hacían de sparring. Una descripción que hace Byron de S.B. Davies: "Una noche, Davies, en una casa de juego, estando borracho como usualmente lo estaba antes de la medianoche, ya habiendo perdido algún dinero, fue vanamente intentado de convencer por sus amigos de que se fuera a su casa. Desesperados, lo dejamos abandonado a sí mismo y abandonado al demonio del cubilete de dados. Al día siguiente lo visitamos a eso de las dos de la tarde, después que se nos había pasado la resaca y el dolor de cabeza a todos nosotros, y lo encontramos profundamente dormido, sin camisón, desnudo, y entre la ropa rop a tirada encima de laganado cama sobresalían de billetes de una libra, que seguramente y Dios sabe cómo habría en una mesacientos de juego." Debían ser siempre agudos conversadores, con la cita apropiada de otros autores que oscilaban entre Suetonio y Shakespeare. Muchos fracasan en este camino del dandysmo, o  porque caen presos por deudas de juego o porque se casan, éstos parecieran ser dos grandes  peligros que amenazan el estilo de d e un dandy. Un tercer t ercer peligro podría ser el paso del ttiempo: iempo: no se puede mantener un estilo de vida semejante durante un tiempo demasiado prolongado, por lo tanto lo efímero es una condición de esta "estética de la existencia". El momento de la ruina es el final. Casi todos los dandys se exilian de Inglaterra y todos lo hacen por deudas de juego, muchos de ellos mueren jóvenes, prisioneros en cárceles extranjeras, como es el caso de Beau Brummel quien, exiliado en París, contrae nuevas deudas, por las cuales es encarcelado y termina sus días loco y senil en un asilo de Caen. Scrope Berdmore Davies se exilia en Francia por deudas de juego y vive durante largos años este exilio en el cual si bien ya no es un dandy, no deja de vivir según una relación consigo mismo y un dominio de sí que lo asemejan bastante a un estoico. Cambia de un estilo de vida a otro. ¿Qué le sucede a Davies? Davies pierde todo en una jugada: 17000 libras y además el crédito que tenía y que había construido durante sus quince brillantes años como "un dandy en

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Foucault y la ética la época de la Regencia". Perseguido por los acreedores, se esconde primero en Londres durante dos días para despedirse de los amigos, y luego se embarca rumbo a Bruselas, no a París porque en Francia reinaba un monarca Borbón y los dandys eran antimonárquicos por excelencia. De Bruselas pasa a París, al caer el Borbón y vive en el exilio durante 32 años, hasta su muerte. El exilio de S.B. Davies, al cual me referiré más en detalle al final, nos ofrece un material bastante rico para entender un poco mejor el tipo de actitud, de modos de ser, que constituía la vida de un dandy, su ética. Cómo pasó a ser de un hombre que vivía en el despilfarro y en la deuda, a vivir con una pequeña renta que le pagaba su Fraternidad Universitaria por ser soltero, que era mínima, sin que por eso se alterase su buen humor, sin  perder el control de si mismo, y con una ardua tarea como la l a de abandonar el alcohol que le insume veintidós años, ya que el juego lo abandona al marcharse de Londres. Es testigo de la desaparición del dandysmo, que muere joven, y en una carta Davies comenta: "He sobrevivido a todos mis amigos, espero no sobrevivirme a mí mismo". Los dandys practicaban preferentemente tres deportes: carreras de caballos, boxeo y tenis. En esta época los deportes o sea un enfrentamiento en los que sobresale un individuo que gana, comienzan a tomar cierto prestigio a fines del XVIII, comienzos del XIX en Inglaterra, respecto a la gimnasia homogeneizadora del siglo XVIII. Los dandys tuvieron bastante que ver con esta entrada de los deportes en el mundo social inglés, ya que el deporte permitía las apuestas y se transformaba en un juego más. Davies era muy afecto al tenis… Los señores de alcurnia y linaje y además dinero, celosos de este prestigio social de los dandys que se llevaban todo el mundo por delante, para poder controlar el mundo de las apuestas en las carreras inventaron el Jockey Club, que impone como condición de admisión la aristocracia de linaje. Lo mismo ocurrirá con el boxeo. Este deporte era muy practicado por los dandys, loslos combates pues no se utilizaban guantes; los ladandys solían frecuentar barrios eran bajosmuy parasangrientos protagonizar susaún escenas de pugilato, entonces aristocracia inglesa crea la Asociación Internacional de Boxeo. Un amigo de Davies cuenta la siguiente anécdota: "Scorpe era un hombre pequeño y delgado, pero bastante hábil con los puños, y contó una vez una aventura que le había sucedido en los depósitos de carbón a orillas del Támesis, donde había ido por algún extraño negocio. Algunos de los cargadores de carbón que andaba  por el muelle, viendo a este caballero moverse de uuna na manera tan dandy, comenzaron a burlarse de él. Davies contestó, y pronto las palabras se convirtieron en amenazas, y antes de que el  pequeño caballero supiera s upiera bien bi en qué sucedía, se s e encontró frente al enorme estibador, de anchos a nchos hombros que se movía con lujuriosa anticipación dispuesto a ponerlo fuera de combate. "Yo sabía muy bien', contó Davies, "lo que semejante puño podía llegar a hacerme y por lo tanto tomé mis precauciones. Me lanzó un derechazo y lo esquivé, y en el instante se lo devolví con toda la fuerza que podía. El grandote cayó de espalda sobre la calle y pronto sus amigos lo rodearon pensando que estaba muerto. Yo aproveché la distracción y corrí como alma que lleva el diabloElpara salvar vida'."como hoy, sino en una cancha cerrada, y en las paredes se pintaban tenis no semi jugaba  paisajes naturales. A los 55 años, añ os, Davies le escribe a un amigo para que busque a otro dandy d andy Ball Hughes- y que le arroje un guante a la cara porque lo desafía a un partido de tenis, a pesar, escribe "que las últimas gripes han añadido quince años a mi vida y que estoy ya en un estado tal que no creo que pueda ganar ni un set, quiero jugar de todas maneras porque creo que ese hombre está equivocado con respecto al juego. Juvenal decía en su sátira 14 que no hay hombre ni demasiado viejo ni demasiado joven que no sea capaz de agitar el cubilete. Suetonio, en su   vida de Augusto, lo describe como extraordinariamente afecto al juego. Claudio era tan adicto al  juego que incluso jugaba a los dados sobre una mesa especial que había hecho colocar en su carro de guerra, y escribió un libro entero sobre el tema del juego. Y así es como Séneca, en su  Apoteosis de Claudio,  le asigna al emperador como ocupación en el infierno, si es que el infierno existe y Claudio está en él, jugar eternamente a los dados con un cubilete sin fondo, y así sucede con todos los jugadores reales, de quien quizás el más grande haya sido Napoleón, que como verdadero jugador, sabía que el final que uno espera y desea es la ruina." S.B. Davies y Ball Hughes jugaron ese partido de tenis pero no sabemos cuál fue su resultado.

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Foucault y la ética  Rodrigo Amuchástegui: ¿De dónde viene el nombre de "dandy"? " dandy"? Edgardo Chibán: Según el diccionario viene de "andy" diminutivo de Andrew. Y de un término escocés que es "Merry Andy" con el cual se designaba al que sobresale y hace reír en las fiestas. El autor de la biografía de S.B. Davies reconstruyó gran parte de la vida del dandy, a través de las facturas, de las deudas. El tema de las deudas en el dandysmo es un tema del cual un dandy no debe hablar básicamente nunca. La única regla verdadera de la vida de un dandy, comenta el autor, es aquella que establece que los orígenes de su fortuna son oscuros. O algunas reflexiones aisladas sobre la política p olítica O en otras cartas: "Se me ocurrió escribir los preceptos según los cuales construí mi vida, pero ¿para qué escribirlos si apenas lo haga va a suceder lo inevitable? van a saltar todos los estúpidos a tratar de imitarme en vez de evitarme."  No todos los dandys son como Davies; por ejemplo, existía un dandy famoso por su  belleza, apodado "Bolas de oro", pues era deseado por todas las mujeres y no alcanzado por ninguna; cae presa de un amor pasional devastador por una especie de "Carmen" de Bizet con la cual huye de Londres. Davies lo encuentra en París, pobre y abandonado por la española y comenta irónicamente en una carta: "Bueno, ya no tiene las “bolas de oro”, pero le han quedado tan lisas que se desliza por el tablero de juego de la vida bastante más suavemente que cuando las tenía doradas." Si bien muchos mueren jóvenes, parecían abominar de la idea del suicidio, que era una  práctica muy puesta de moda en otros sectores de la sociedad. Cuando aún eran jóvenes universitarios, muere uno de los más brillantes miembros de ese grupo, M. Arnold, a los 2222 años de edad, ahogado en el río Cambridge intentando probar alguna improbabilidad. Davies escribe

aapesadumbrado, Byron contándole la le tragedia. Byron que le loresponde conhanuna cartaundonde muestra apenado, pide a Davies visite, que perdido amigo se y Davies le contesta: "Voy para allá, y saltaremos juntos de una torre, de la mano, tú pretendiendo que eres Adriano, y yo que soy so y Antino". Así vive Davies durante quince años, seis meses en Londres, seis meses en el campo, de los juegos urbanos a los juegos campestres, hasta que el fantasma de la ruina lo encuentra y  provoca el inevitable momento del exilio. El exilio tiene algunos rasgos comunes a todos los dandys. Por un lado estaban muy desilusionados de Inglaterra y el mundo industrial. Eran  bastante anarquistas y en esto seguían s eguían a Byron B yron que descreía de toda forma de gobierno. Militan en política durante breves períodos. En general los gobiernos ingleses de la época eran conservadores, entonces los dandys militan en grupos reformistas, liberales y radicales. Pero la militancia política, como el amor, es una forma de sometimiento que se opone al cultivo de un estilo de vida autárquico y abandonan con indiferencia estas actividades. Crean un club político llamado "La Rota", tan exclusivo como los clubes de juego, para discutir temas políticos y sociales. Pero a las dos o tres horas de discusión, solían hacer a un lado todos los papeles y armaban una mesa de juego. Esteson club fracasa,depues quienesnolo tienen componen no pueden ningún puesto político, pues no hombres propiedad, propiedades queacceder mostrar,a que era una exigencia para acceder a los puestos p uestos políticos. En sus últimos años en Inglaterra, Davies se dedica exclusivamente al juego. Incluso las  prácticas sexuales terminan por organizarse alrededor de la situación del juego, por ejemplo, antes de sentarse por varias horas a jugar, convenía aligerar tensiones y equilibrarlas con una  prostituta. Se muda de casa constantemente perseguido por sus acreedores. Cuando Davies huye h uye sugiere a sus amigos que esa es su muerte como dandy. S.B. Davies se compara con los estoicos, habla de la ruina del juego j uego como de la muerte, como un acontecimiento para el que ha hayy que prepararse. Esta "muerte" le sobreviene a Davies a los 37 años de edad. Abandonar la  bebida es la tarea más costosa que enfrenta en su exilio. Sus amigos comentan comentan apenados las escenas lamentables de las que son testigos. Por ejemplo, estar sentado en un restaurante  parisino, sin plata, a la espera de que q ue sus vecinos de mesa se retiren para abalanzarse sobre los restos de bebida que han dejado. A todo el mundo le cuenta que ya abandonó la bebida. Lo hace verdaderamente a los 60 años y muere en París a los 67. Un profesor de Davies de sus épocas universitarias comenta: "Davies soportó con verdadera resignación y estoicismo la pérdida de su fortuna, de esa inmensa fortuna que alguna

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Foucault y la ética vez poseyó y que ganara por sus propios méritos. Y a pesar de que sus rentas actuales son muy limitadas, jamás hace una queja de su pobreza. Diariamente se sienta en un banco en las Tullerías donde recibe a aquellas amistades que desean verlo y luego regresa a su estudio donde escribe notas sobre los hombres que conoció en su vida, desafortunadamente han desaparecido, y de que ellos existieron no cabe ninguna duda, como intenta comprobarlo a todo aquel que se acerca y espera escuchar su palabra". En la misma época Davies le escribe a un amigo: "Hay dos manera de hacerse rico: una, aumentando los ingresos; otra disminuyendo los gastos. Es J. Swift también el que observaba que el acomodar las necesidades a los medios es como cortarse los pies para evitar gastar en zapatos. Y una cosa que he descubierto al final de mi vida es que el hombre puede vivir de muy  poco y que la felicidad filosófica consiste consist e justamente en eso vivir de muy poco; p oco; contrariamente a lo que considera la felicidad civil y vulgar, que consiste en querer lo más. Pero ambos, que quiere lo menos o que quiere lo más, tiene un mismo propósito en la vida: conseguir lo que quieren". Davies decide escribir, fantasea con una biografía de su íntimo amigo Byron, pero no lo hace, vuelve al viejo precepto dandy de "no dejar herencia", más que en el recuerdo de los otros. Por eso quizás los que lo conocieron no n o tienen más que recuerdos elogiosos para él. El hábito de comer de un dandy consiste en lo que en inglés se define como un  dinner out: cena afuera. La casa no es siquiera el lugar para comer, se come afuera, en los restaurantes.  No aceptaban plata de sus familiares. Al contrario, S.B. Davies mantuvo con su fortuna a un hermano menor a quien costeó su carrera universitaria. Las deudas constituyen una práctica según la cual se manejan los pagos: a quién se paga, a quién no, pues se debe evitar el escándalo. A pesar de que un dandy vivía entre deudas no tenía la reputación de un jugador endeudado, en su general trataba de equilibrar las deudas con las ganancias, pues de ello dependía en porque gran parte crédito...  Marcelo Benítez: Como tenían crédito debían tener reputación. Edgardo Chibán: Muchas veces los créditos, los préstamos de plata les eran dados por otros dandys a quienes en ese momento les iba mejor, entre ellos se prestaban plata, pero también entre ellos mantenían en secreto el estado de sus riquezas... una riqueza hecha de dinero, de billetes, de flujos.. Fabiana Barreda: eso puede estar organizado desde los mismos clubes: ¿un club de dandys le presta a otro? Edgardo Chibán: Sí... además Davies, por ejemplo, es miembro de varios clubes simultáneamente y estos clubes eran tan aristocratizantes que muchas veces les convenía que un señor con el prestigio social de Davies concurriera al club, y eso ya le daba automáticamente un cierto crédito para jugar. Un dandy en general garantizaba una conducta fría, imperturbable, exenta de escándalos que a los miembros del club les resultaba atractiva... Hay una anécdota no comprobada, según la cual S.B. Davies le ganó una fortuna inmensa a un joven de 21 años en una noche,sey casaba cuando ysalía del club se encontró conpatrimonio; el jovenzuelo bañado lágrimas puesque al día siguiente acaba de perder todo su Davies le en hizo prometer no volvería a jugar nunca más y le l e devolvió todo salvo un carromato que le gustaba. Cecilia Colombani: Regalaban objetos, además de dinero. Edgardo. Chibán: Los objetos, más bien no constituyen un atractivo para el dandy. Por ejemplo en su casa, no existen objetos de valor, artísticos, decorativos, vajilla, etcétera. Todo aquello que hace a la casa de un caballero, no existe en la del dandy...  Marcelo Benítez: Para poder escapar... Edgardo Chibán: Cuando hay que huir, no tiene para llevarse nada más que a sí mismo, nada que le pueda causar un problema: no hay que levantar una casa, llevarse una familia o separarse de ella. Además, de alguna manera, el exilio está previsto, no es algo que provoque sorpresa en un dandy. Los que no terminaron presos, se exiliaron todos... to dos...  Rodrigo Amuchástegui: ¿En los clubes de juego sólo entraban ent raban los dandys? Edgardo Chibán: No. Había clubes donde se permitía entrar a todo tipo de personajes: gigolós, aristócratas, charlatanes, jugadores, dandys, millonarios, jockeys, etcétera.

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Foucault y la ética  Miguel Wiñaski: Está todo perdido de antemano excepto la libertad; hay una suerte de  búsqueda desesperada de la libertad, desposeyéndose de toda fortuna, de propiedad que en el fondo te somete. Edgardo Chibán: Es posible. Pero más que desesperación hay la construcción rigurosa de un estilo de vida cuyo objetivo final es la autarquía, la indiferencia más que la libertad. Un estilo para pocos, en el sentido que Gustavo Mallea y Alicia Páez definían al "cuidado de sí" como aristocratizante. Si bien no existe una prescriptiva clara, muestran constantemente la  preocupación de cómo mantener, qué hacer h acer para construir esa "estética de la existencia" capaz de provocar ese efecto de indiferencia, que es un concepto de libertad bastante... Tomás Abraham: Estoico. Edgardo Chibán: Como ya les conté, en los últimos años de su vida, Scrope Berdmore Davies intenta escribir un libro sobre Byron, y comenta a casi todo el mundo que ya tiene escrito casi todo el libro. En realidad no había escrito nada. Un editor se interesa, Davies le confiesa tener los capítulos I y II, se reúnen en Bruselas, se escriben, van y vienen cartas y Davies le escribe una carta a este señor que quisiera citar ahora, para terminar. Dice así: "Mis  papeles, en realidad, están en una especie de caos sin forma y sin sentido, y necesito un poco del espíritu de los maestros para insuflar vida a esta indigesta forma de alimentación que me ordena  bajo la forma de las palabras. Una cosa, por el momento, es segura: nunca ningún trabajo de escritura se podría terminar si no se vive en una ciudad, porque solamente en una ciudad  podemos tener libre acceso a bibliotecas de referencia tan maravillosas como las que hay en París. Yo tengo por supuesto mi propia biblioteca, libros sobre los que vuelvo y revuelvo una y otra vez, y son todos libros excelentes, son todos muy buenos, pero el hombre se sacia incluso de aquello que es bueno. Los libros son verdaderamente piéces de résistance. Son, en realidad,

comoelunque pedazo demultitud carne, dque hombre vivele solo mucho pero  para vive en multitu no.para Otraunvez: en la que ciudad temopuede menosdurar al hecho de tiempo, ser s er distraído  por el encanto de lo social; en realidad, yo, como dandy he tratado de unir dos cosas incompatibles en sí mismas. He deseado unir los recursos de la sociedad con la seguridad de la soledad, y aunque yo no estoy en compañía de aquellos que son como barcos calmos que sólo se mueven bajo el viento de la respiración ajena, desearía ser un hombre cuyo velamen se moviera  bajo los efectos de su propia respiración. Aunque yo no pueda decir que soy un hombre en quien la soledad esté bien diseñada como la de un estoico, y que pueda sentarme de manera recta y hablar de manera sabia, temo tanto a la soledad como a la compañía, soy el resultado  perfecto de este cruce imposible." imposible."

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Foucault y la ética EL SÍ Y LOS OTROS EN LA OBRA DE RICHARD SENNETT Por CIRO MORELLO Y CHRISTIAN FERRER Ciro Morello:  Richard Sennett se doctoró en Filosofía en la universidad de Harvard, tiene 43 años y cinco libros publicados. Es director del Center for Humanistic Studies de la Universidad de Nueva York. Creo que es importante destacar en este pensador (cuyo discurso,  pese a ser encuadrable en el campo de la sociología, sociolo gía, transita a menudo por el de la filosofía) su  percepción de las micromutaciones. micromutaciones. Si la ortodoxia sociológica, padeciendo la inercia y la  pesadez de un instrumental teórico muchas veces inútil, deja pasar inadvertidos fenómenos que considera contingentes o sin importancia ante las verdaderas instancias del cambio, Sennett dirigirá su mirada justo a esos terrenos supuestamente carentes de relevancia. Me atrevería a decir que Sennett se opone a una época teórica que trata de entender las transformaciones sociales recurriendo a conceptos de una magnitud y abstracción tales que los vuelven poco explicativos. Y toma una postura teórica más bien indiciaria, puntillista y cuidadosa que deposita su ojo en aquello que la tradición teórica impedía ver: muchas veces indicios, pequeñas transformaciones, innovaciones tecnológicas aparentemente insignificantes. A lo largo de la charla podrán verse varios ejemplos de esta rigurosa casuística en que consiste su interesante método. Pero comencemos con un ejemplo, una interesante hipótesis que Sennett nos lanza: la psicopatología y todos los signos y somatizaciones que le son inherentes han sufrido hondas mutaciones desde que se construye la teoría psicoanalítica hasta nuestros días. Es decir: la histeria y sus rasgos visibles, que posibilitaron a Freud elaborar su teoría, han desaparecido casi por completo. Dicha disminución de las manifestaciones ostensibles de los

desórdenes se ha un nuevo individuoque experimenta sentimiento psíquicos de vacuidad,  sevisto sientesucedida  vacío y por -lo que es másemergente: importante-elconsidera la raíz de un su insatisfacción puede hallarse en su entorno. Son las diversas instancias que rodean al individuo,  pero principalmente su relación afectiva con otras personas, las que no reúnen los requisitos mínimos indispensables para satisfacer sus deseos. Vaya pues esto como un ejemplo del operar de Sennett quien trata de aprehender la  psicopatología de la sociedad típicamente urbana de nuestros días, abriéndose bastante hacia una perspectiva social del asunto y separándose de un análisis psicológico que sigue intentando dar cuenta de los desarreglos psíquicos del sujeto moderno a partir de la semiótica de los casos atendidos por Freud a fines del siglo XIX. Pero volviendo al ejemplo citado, Sennett parte de esta denuncia del supuesto paciente -según quien la falla estaría en el entorno y no en sí mismos- para indagar en la etiología, la génesis social de dichos padecimientos. Esto es lo que lo llevará a rastrear y registrar todo el proceso de conformación de la subjetividad moderna en esa forma de espacio que le es consustancial: la ciudad. Christian Ferrer. Los temas que organizan el diagrama de preocupaciones de Sennett se yuxtaponen a da losprivada, problemas de la cultura urbana: las modalidades equilibrio la vida  pública y la vida vi los tabúes que limitan li mitan el desorden público, de la etiq etiqueta ueta delentre intercambio afectivo con los extraños, el significado de la intimidad hoy en día, las inquietudes psíquicas que generó la ideología de la igualdad entre los sujetos, la morfología del catastro urbano. En fin, entre su primer libro de 1969 y el último del año pasado, Sennett intenta "tant "tantear" ear" el alma de los individuos y asimismo realizar una genealogía de la época para averiguar cómo las transformaciones de las diversiones humanas o de los circuitos de recorrido de los sujetos han hecho emerger una cierta personalidad que era desconocida en el siglo pasado. Un desorden de la personalidad que Sennett distingue como  "narcisismo" constituiría el síntoma de la época: no se trata de un sentimiento autogratificante -como su forma adjetivada  pareciera indicar- sino más bien de una suerte de sensación destructiva. No es Narciso embelesado con su propia imagen en el espejo e incapaz de escuchar la voz de la ninfa Eco, a su vez replicando sus propias reflexiones ("Qué bello soy...") sino un personaje que naufraga como en el ocaso autista de  "Tommy"   en la película de homónimo nombre. En tanto síntoma de la época sería equivalente a lo que en el siglo XV fue la melancolía, ese abismo entre la velocidad del alma y la velocidad vertiginosa del mundo exterior, disonancia entonces entre las sensaciones del melancólico y el ritmo de los otros, en el siglo XIX la sintomatología tendrá

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Foucault y la ética otro nombre: la histeria o el miedo a revelar la verdad y autenticidad de los sentimientos frente a los ojos censuradores de los demás. Este personaje contemporáneo ya no indagaría un pasado, o, más bien, la autenticidad de su pasado en los archivos de la memoria a fin de recapturar aquellas causas y motivaciones que podrían explicar a los actuales desórdenes de la personalidad; tampoco inquiriría culposamente la memoria de un pasado burgués a fin de "convertirlo" a otra fe; no se trata siquiera de una personalidad que imagina futuras utopías. No. Más bien un individuo autista que construye como imagen de sí mismo un espejo de su propia apariencia en vez de intentar encontrar en la mirada de otra persona una respuesta. El narcisismo que nos diagnostica este pensador americano es un mecanismo de autodestrucción, es decir una "retirada" a la vida íntima y a la vez, un progresivo desinterés en los asuntos públicos, que culminan, no ya en la gratificación de los sentidos o en el descubrimiento personal o familiar de una "verdad" de los sentimientos, sino en la imposibilidad de tomar "contacto" con los extraños en una modalidad satisfactoria. Para los próximos veinte o treinta años Sennett pronostica comportamientos sadomasoquistas como síntoma de la civilización, la imposición de dolor como modo fundamental de expresión. Hemos pasado de la revelación incontrolada del sentimiento en público a una condición de existencia social en que las sensaciones experimentadas en privado constituyen la totalidad del universo afectivo de una  persona, y como una de sus consecuencias sentimos que el mundo exterior ya no nos puede estimular, y aun más, sólo puede amenazarnos. El síntoma de la cultura urbana puede ejemplificarse en las desconexiones del Narciso de los ochenta: el autismo del walkman  clausurando el oído, la masturbación como sustituto de la orgía tribal, el paso de baile que ya no es cortejo amoroso sino autoerotización. Pregunta: ¿Qué tarea le asigna Smejor ennettdicho, al psicoanálisis en la relación a estede"síntoma"? Christian Ferrer:   Ninguna. O Sennett piensa que estrategia análisis debe virar desde el problema de las motivaciones de la conducta (no existen causas a las que nos  podamos remitir, en todo caso se trata de modos de disciplinar la angustia remitiéndola a hipotéticos orígenes) hacia el de la represión. Quiero decir, no se trataría de higienizar o clarificar el "yo" sino de prestar atención a las  prácticas sociales de dominación.  Lo fundamental es que la persona descubra que algo está siendo "reprimido" y no que es lo que se reprime. Ciro Morelo: Sennett enuncia varias caracterizaciones sobre el narcisismo. Otra de ellas es que el yo pierde sus límites; yo y otro aparecen en una zona difuminada donde por ese fenómeno del espejismo no hay definición clara. En Viena a principios del siglo XX se suscita una problemática en la arquitectura. Se construye un boulevard, el Ringstrasse, en el cual confluyen los más variados estilos. El modo de construir era cargando todo de ornamentos. Esto provoca la reacción del arquitecto Adolph Loos, quien -pese a que se casa cuatro veces con menores de edad- es un moralista, y se rebela

contra una forma aberrante preguntaban de construcción norma qué seríaesexpresar en el exteriorloloque queleseparece es dentro. Los arquitectos a su cuya contratante lo que quería sugerir que era en la fachada de la casa. Loos pide ciudades de paredes blancas, cuyos límites entre interior y exterior estuvieran bien determinados, y que no se dijera nada afuera de lo que hay adentro. Dentro de la casa se podía mezclar cualquier estilo, pero no debía mostrarse nada: virtudes y miserias cotidianas no debían transparentarse. La nueva problemática del siglo XIX va a ser la expresión: ¿qué se dice de lo que hay adentro? ¿cómo se lo dice? Sennett propone que en el siglo XIX nace lo que él llama  comunidad destructiva.  Toma de Ferdinand Tonnies la caracterización que hacía de comunidad y sociedad en base a la relación de los individuos. Dice Sennett que esta comunidad destructiva del siglo XIX tiene dos determinantes. Uno es el pasaje del erotismo del siglo XIX a la sexualidad de hoy. Se puede entender este cambio a partir de tres instancias. Una es la creencia habitual de que la  personalidad, los sentimientos, aquello que constituye la interioridad del individuo, se expresaba en forma ineluctable en su apariencia. Entonces, hay una inmediatez de mostrar lo que pasa. La otra instancia es la fetichización: lo que configura la apariencia esparce pequeños indicios que  pueden ser leídos perfectamente, y por ello se fetichizan. Esto hace a la minuciosa atención

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Foucault y la ética sobre los indicios, por ejemplo la vestimenta: si uno tenía un sacón y los botones abrochaban era una cosa, y si no abrochaban, era otra. Había un sistema rigurosísimo de decodificación de lo que era el individuo en base a sus indicios. La última instancia supone que en la época victoriana la relación sexual es relación social, lo que ya no ocurre en la sexualidad actual. El otro determinante es el cambio de la noción de intimidad. Hace breve mención de lo que decía Engels de la familia como instancia privada de agrupación de individuos que les  permite soportar s oportar mejor la enajenación del medio fabril que los ocupa; Sennett refuta a Engels  planteando que q ue la familia se configura como un nidito de amor, pero que este nidito no se va a mantener ajeno a la forma en que la sociedad va a pautar diversamente la relación entre los individuos. Christian Ferrer: Imaginémonos el siglo XIX en Europa. No se trataba de una sociedad normativizada o que, habiendo impuesto una dirección, un destino, lo recorriera ordenadamente. Las personas sentían que el desorden amenazaba continuamente su existencia y sus identidades: las guerras permanentes (Europa estaba todavía en proceso de resolver sus balcanizaciones), las crisis financieras recurrentes, las novedades que llegaban de un globo terráqueo aún no "circunnavegado" del todo, las erupciones revolucionarias, la circulación caótica de la información, por ejemplo, las cotizaciones de la "bolsa" como rumor al no existir sistemas organizados que subordinaran la información en canales controlables. Muchas veces los meandros del murmullo generaban reacciones inesperadas que conducían a crisis gubernamentales, de inversión financiera. Se trataba de un mundo en construcción donde la  piqueta de la modernización arrasaba con los códigos aún poderosos que durante siglos una cultura feudal-aristocrática y formas de sociabilidad que Tonnies llamaba "comunidad", habían instaurado. Enormes éxodos demo-geográficos recosmetizaban el rostro de la raza: migraciones hacia países de América, crecimiento descontrolado de las grandes ciudades, de los variados neologismos y cambios en los usos del lenguaje, caos catastral como efecto de la aumento erección cambalachera de la nueva ciudad fabril, mezcla abigarrada de identidades en las calles de París o Londres (algún cuento de Poe -"El hombre en la multitud"- o de Dickens, son ilustrativos), en fin, ni los hábitats estaban aún fijados ni los desplazamientos acechados, controlados y castigados. Esta orgía demográfica forzaba a las formas de la sociabilidad a esculpirse en ese espacio público singular: la calle. ¿Qué paisaje adquiría eso que llamamos la calle?: son los grandes parques urbanos masivos (como Palermo), la costumbre del paseo, los salones de café, el teatro y la ópera abiertos al gran público -no ya la cámara restringida al uso del señor del castillo- la venta libre de entradas para los espectáculos, la concurrencia a los bares y restaurantes, etcétera. El dominio público como ámbito privilegiado de la sociabilidad significa que una persona podía tener encuentros inesperados con extraños y asimismo exponerse a otras identidades en un grado muchísimo más alto que el que conocemos ahora: en otras palabras el grado de barroquismo social en el siglo pasado era rococó, quizá la imagen de Nantuckett del Moby Dick donde una gitanería de marinos provenientes de las más extrañas experiencias y de las costas más diversas se saludaban. En verdad, las masas están también sin rumbo, desplazadas y desarraigadas, nostálgicas de su experiencia rural que forzaba a la historia a replicarse a sí misma y donde una generación reproducía la cultura de la anterior. Los incrementos de población, los cambios en la ecología social y las fluctuaciones del nuevo orden industrial fueron experimentados como traumáticos y nutrieron estos temores: a la exhibición involuntaria de los sentimientos, a la sobredeterminación de la imaginación privada sobre la conducta en situaciones públicas, y esto condujo, traumáticamente, al deseo de reprimir los propios sentimientos a fin de sentirse  protegido en público y al intento de utilizar la pasividad, íntima amiga del silencio, como un  principio de orden público. Cuando las personas percibieron su sociedad como dato incontrolable, incapaces de reprimir los sentimientos en público, entonces concibieron a la muchedumbre como una amenaza, y buscaron refugio en la vida familiar entendida como moralmente superior: estabilidad emocional e intimidad devinieron sinónimos. En los manuales de crianza y en las guías de lectura para niños de fines de siglo pasado encontramos frecuentemente admoniciones destinadas a evitar los peligros de la calle: en especial en relación al contacto con extraños. En

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Foucault y la ética el caso de la mujer, exhibición en la calle y amenaza a la propia virtud vinieron a ser lo mismo: lo público, en tanto peligro de ser simbólicamente violada en la calle, era la desgracia. Ciertos mecanismos exorcizan otros peligros: situar en el espacio de la bohemia o en la conducta de los artistas a las fantasías personales, delegar en el líder carismático todas las expectativas de acción  política, haciendo de la política un espectáculo en donde los espectadores-votantes consumen los sentimientos e intenciones de los profesionales de la política. Ya no somos testigos que  puedan testimoniar en contra de los abusos de los políticos. El público-espectador pierde sentido de sí mismo como una potencia y deviene telespectador de una última escena ofrecida por el líder. Algo similar ocurre cuando la retirada a la intimidad se generaliza como actitud de época: desconfiamos de todo aquel a quien no podemos reconocer, y en tanto "diferente" resulta una  potencial amenaza. En el pasaje desde la continua co ntinua presencia en la calle hacia el calor del hogar desaparecen ciertas diversiones urbanas: la importancia que asumen los  personal computers, l laa video casetera, la salida de fin de semana, los countries privados, la vida en el vecindario, lo atestiguan. Algunos llaman a este proceso un retorno a la Edad Media, en el sentido de vida comunitaria, en la cual un estilo de vida tiene escasas posibilidades de intersectar con otro diferente, excepto como panorama de ciudad. La intensísima "segmentación" (por clases,  pirámides etarias, hábitos culturales, formas de diversión, ciclos intelectuales) de la ciudad lo  permite, y todo un dispositivo de servicios se ha puesto a disposición de cada segmento en  particular. Un mosaico quizá, pero cuyos elementos jamás o difícilmente se acrisolan. La  promiscuidad ciudadana es la imagen bizarra de este tránsito regulado en donde cada uno respeta las señales que le conciernen; todo esto comienza cuando el elogio de la diferencia (las costumbres aristocráticas de diferenciarse a través de privilegios personales, emblemas y estandartes, formas de saludo peculiares a una familia o región) es sustituido por una alabanza de la igualdad, más bien mecánica por una tiranía la igualdad: masiva en deeste la misma vestimenta, la producción de un de amplio conjuntoladeproducción bienes circulando nuevo dispositivo que fue el gran almacén. Un mundo de relaciones simbólicas fundado en las diferencias (regionales, coexistencia de múltiples dialectos, gremiales) por otro que se obsesiona obs esiona con la identidad más unívoca posible, y que para lograr esto hace confluir el fetichismo del consumo, la homogeneidad de la apariencia y la circulación amplia de una ideología sobre la democracia igualitaria. Si el objetivo del histérico/a del siglo pasado era imposibilitar la erupción de los sentimientos ante sensibilidades ajenas, el dilema del narcisista actual se centra en la autenticidad y verdad de los sentimientos. La intimidad creciente genera esta curiosa ansiedad: cómo hacer para "sentir más" o para saber si lo que se siente es auténtico, si es suficiente cómo  para considerarlo "real". El principio de apaciguamiento pasan a ser los familiares más íntimos, y todas las ceremonias y contactos rituales que existen fuera de este círculo íntimo son  percibidos como fríos y formales, cuando no n o falsos e hipócritas. Este diagnóstico diagnósti co nos remite a ese temor ya mencionado: los otros constituyen una amenaza porque sospechamos que en la naturalezareemplaza de sus sentimientos hay una "vitrina horrores". la autorrealización  personal r eemplaza a la autorrealización de la l a comunidad, co de munidad, y esObviamente que ya no hay comunidad co munidad sino sin o sólo ciudad, metrópolis, mega polis. Yo los remito, en este sentido, a una historieta como "Ficcionario"(Trillo/Altuna) o las novelas de Raymond Carver. Esos males de la sociedad actual, la frialdad y la impersonalidad , crean deseos de seguridad y permanencia, una aspiración a desarrollar la propia personalidad en la inmediatez de un grupo de íntimos, lo cual fuerza a movilizar el narcisismo en ese contexto privado. Pero este síntoma, emergido en una sociedad que descree de las acciones civiles colectivas, exige el cumplimiento de la promesa de mayor calidez en la proximidad de los demás. Se requiere una alta intensidad emocional en esta sociabilidad de gueto. Pero las relaciones sociales se demuestran dolorosas y fratricidas, y la desconexión e imposibilidad de "palpar" al otro es cada vez mayor, la disociación del sentimiento y la actividad sumada a la pérdida de la capacidad de "jugar" en la ciudad (como un hecho desinteresado y casi involuntario) hace que el vacío y la sensación de sin sentido nos cerquen en nuestra propia casa. El narcisismo nos destruye, resulta una auto-absorción no gratificante.

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Foucault y la ética Ciro Morello:  Me interesa aquí señalar dos de las hipótesis, rigurosamente fundamentadas, que Sennett maneja para situar la emergencia emergencia de la cultura moderna que son: "el cuerpo como maniquí" y "el lenguaje como signo". La primera expresión la utiliza para distinguir el trato social del cuerpo durante el Ancien Regime del de la época moderna. Hasta 1750 el cuerpo era el principal soporte de la subjetividad dentro del espacio público dado que en la interacción urbana de los individuos era el encargado de gestionar las relaciones interpersonales. En este momento el cuerpo era un maniquí y a su vez el elemento más importante de la teatralidad urbana pues, más allá del rango, estamento o extracción de clase del individuo, cada uno elegía el tipo de vestiduras que deseaba portar optando entonces por una identidad que de ningún modo era permanente. Vemos así que antes del nacimiento de la modernidad el espacio público era el lugar donde se hacía posible un juego altamente transgresor de la identidad. En términos más directos, lo que llevaba un individuo puesto, es decir, su apariencia, no guardaba relaciones unívocas con una supuesta identidad sino más bien con su deseo teatral de presentarse ante los demás. Sennett destaca en este período la importancia del papel del teatro y la teatralidad de la vida urbana que posibilitaban un hiato, una   impasse, un espacio intermedio para la impersonalidad donde los individuos no se hallaran tan encorsetados en una forma opresora como puede ser el principio de identidad. Todo esto se contrapondría a la gestión moderna del cuerpo cuya característica es la aparición de códigos interpretativos que establecen una relación inequívoca entre la apariencia de una persona y su personalidad, entre lo que lleva puesto y lo que se supone que es. Algo que  podemos apreciar en forma ostensible en nuestra propia ciudad, es decir se puede ser y vestir como psicobolche, concheto, punk, moderno, postmoderno, dark, new romantic, normal, así como todas las etnias que componen el variopinto zoo urbano, pero lo que no está socialmente

tolerado dejar la esto identidad un lado cada para día incurrir en un mimetismo el del Antiguo es Régimen, sería avestirse siguiendo el capricho formal de unacomo antojadiza  personalidad. Personalidad que ya no sería idéntica sino multívoca, proteica, metamórfica, metamórfica, nómada, polifacética, diversa, con varias preferencias e inclinaciones a distintos niveles. niv eles. Sennett destaca que con la modernidad se altera el uso histriónico y actoral del lenguaje. Este último es llevado hacia un nuevo terreno donde su función primordial será sacar a luz la complejidad interna de la identidad individual. En el   Ancien Regime  los personajes urbanos charlaban, debatían, discutían, argumentaban en casas de comidas o pubs con reglas sumamente laxas ("no escupir sobre determinada pared", "no pelearse cerca de determinada ventana") que abrían el campo de acción del lenguaje al goce óptico de la gesticulación, el histrionismo y donde para salvar las diferencias no pocas veces intervenían los propios cuerpos como instancias definitorias. El lenguaje pervive así como fin en sí mismo, como fruición estética y casi rabelaisiana en su "espontaneidad" y su ser s er tragicómicamente en acto. Ahora bien, esta modalidad de uso del lenguaje cambia, a lo largo de un período relativamente corto de tiempo, para cumplir otra función que es la de develar la interioridad  personal. Se trata del supuesto de que t odo individuo poseeser en explicitados, sus fueros int internos ernos algo como un receptáculo histórico-biográfico detodo sentidos que deben una caja deasí Pandora de la que no saldrán monstruos fabulosos sino más bien la   Verdad del sujeto.  Con esto el lenguaje, como argamasa cimentadora de sujetos pasará, de ser lo que hace acontecer a dos o más sujetos en una situación determinada, a ser un vaso comunicante mediante el cual una  persona puede verter todas sus historias, rollos, determinaciones, determinaciones, etcétera, en la orejareceptáculo del otro. Sennett considera que esto pervierte al lenguaje dado que anula la experiencia estética de un lenguaje-acontecimiento para transformarlo en un lenguaje cuyo uso social pasará a ser fundamentalmente hermenéutico. Su valor dependerá de la eficacia con que se lo emplee para trasvasar, comunicar y dar a entender ciertos contenidos del alma sin los cuales nuestra cultura moderna considera inauténtica una relación interpersonal. La espontaneidad del manejo del cuerpo y del uso del lenguaje (característica del Antiguo Régimen) deviene así anormalidad en una vivencia del público urbano que se hace inevitablemente abúlico, tedioso, hastiante y desprovisto de la intensidad que pudiera tener en siglos anteriores al nacimiento de la modernidad. modernidad.

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Foucault y la ética Christian Ferrer:  El desorden ciudadano del siglo XIX deja paso a la organización circuital de la cartografía urbana en nuestro siglo. Si ustedes hacen el experimento de colocar una hoja de calcar sobre un mapa de Buenos Aires y dibujan la trayectoria que recorren desde que salen de sus casas hasta que retornan a ellas, durante todos los días ddee la semana, y luego las superponen a todas, van a encontrar que vuestro radio de acción es extremadamente reducido. Se trata de un circuito modelado por la pareja, el trabajo, el estudio y cierta modalidad personal de ocio programado. Estos son síntomas moduladores de una estética personal, de un cuidado cuida do de sí. Estos circuitos, a la vez imaginarios pero adaptados a una forma material, juegos de lenguaje  pero insertos en maquinarias burocráticas, estilos de vida auto impuestos, i mpuestos, son prácticas sociales so ciales que tienden a ser estacionarias, repetitivas, reproducibles, y cuyos objetivos se resumen en el control de la incesante deriva de los sujetos a fin de insertarlos en ciclos (cotidianos o proyectos de vida) estables. Regulando el flujo constante de población, se organiza la vida cotidiana en un territorio cuyos confines limitan la experiencia y encorsetan la subjetividad a una fluctuación circular y aburrida: rutina. Se trata de la estetización de un plan de vida por la modelización de la sensibilidad en el interior del circuito el cual depende -en su praxis automática/tizante- de que las fuerzas libidinales del sujeto no escapen a las estimulaciones "programadas", esas ondas concéntricas que mantienen aceitado el engranaje de una especie de tedio perpetuo. Se instruye a los habitantes acerca de cómo se debe recorrer el circuito: se delimitan áreas, se umbralizan los confines, se señaliza el itinerario, se instalan barreras, quedan en claro las zonas prohibidas. Estamos insertos en corrientes marinas de población que conocen campos  para habitar, ejes que sirven como puntos p untos de d e referencia obligados, trancos que qu e advierten ad vierten sobre sobr e los peligros de seguir avanzando, áreas específicas de transgresión del circuito (zonas de guetos marginales, lugares mitificados donde organizar mítines políticos), zonas en alerta ante

movimientos turbulentos (toda concentración densa de(sistemas población, marcha política), zonas  psicoasistenciales (Villa Freud), y de d e desconcentración deuna transportes, terminales). En el interior de cada zona las reglamentaciones minuciosas codifican hasta las conductas más íntimas: las formas de sociabilidad correctas, las afiliaciones permitidas o convenientes. En fin, el objetivo es precisar, con un alto grado de "resolución fotográfica", los movimientos de la población a fin de proponerles ordenamientos. La visibilidad y transparencia de cuerpos y conductas deviene esencial para evitar lo inevitable en las migraciones cotidianas: las explosiones de energía libidinal, las dislocaciones mentales, los despistes del circuito. Aquello temido es la conducta nómada, esa fuerza que atraviesa los circuitos en diagonal a  partir de una deriva sin fin y conectada a intensidades emocionales propias. No es casualidad que se infamie el color del tiempo más apto para el nomadismo: la noche, cuando la visibilidad declina y los ojos del Estado no son los del gato. Los que suelen habitar la noche (bohemios, delincuentes, amantes, desesperados) complican la circularidad de la rutina, están "fuera de la ley". Por ello se intenta reconducir toda nueva forma de la sensibilidad hacia un mercado de  bienes afectivos donde sobre modelo de los que contratos las compañías de seguro. La intercambiar estrategia del emociones circuito apela a un elestilo de operación procedey por sucesivas binariedades interdictorias: lo que debe ser absorbido o adoptado a doptado por el circuito/lo que qu e debe ser puesto  off del circuito; lo absorbido puede reducírselo a casualidad, el resto es irracionalidad, azaroso. Se incorporan sujetos (se los psicoanaliza, se los estatiza, dos  burocracias que nunca descansan) y se los excorpora también: a los que insisten en el nomadismo. La disposición geográfica de lo urbano entrampa a los sujetos: su ordenamiento arquitectónico (la distribución de los espacios habitables, las modalidades de presentación de las fachadas), su ordenamiento catastral (las modalidades en que se s e puede derivar por la ciudad: ciu dad: por rectángulos o diagonales, pero no por callejuelas o por zocos laberínticos, no por lo retorcido tener en cuenta lo dificultoso que resulta perderse en la ciudad-), la relación mente-catastro de naturaleza psico-geográfica (la conciencia permanente de las zonas seguras o de los pasos  prohibidos). Lo urbano domina al individuo porque no conoce el funcionamiento completo de las variaciones psicogeográficas de una ciudad, sólo conoce la señalización que le permite recorrer a partir de y en un diagrama imaginario de tránsito. Sennett, en Vida urbana e identidad  personal,  ha trabajado este tema haciendo notar la paradoja de que un incremento de la complejidad tecnológica en las sociedades modernas no ha llevado a una complejización en las

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Foucault y la ética formas de sociabilidad. La planificación urbana actual a cargo de especialistas impide la autoorganización comunitaria, la "haussmanización" de los barrios estableció avenidas basadas en una concepción estratégico-militar de las mismas (permiten rápido desplazamiento de tropas y hacen más visible a la ciudad), ciu dad), tuvo por objetivo simplificar la instauración de los circuitos. Lo que siguió es una asignación arbitraria de los espacios urbanos donde vivir o por los cuales desplazarse. La responsabilidad que les cabe a escuelas como la Bauhaus es inmensa. Relación circular: la falta de ornamentos y de formas barrocas propias de la arquitectura moderna se acopla al temor a ser desnudado sentimentalmente en público, y otra circularidad: el diseño higiénico de la ciudad exorciza desórdenes de la personalidad. Pero incluso las ciudades son formas azarosas en marcha: Washington creciendo desordenadamente, Las Vegas y su caos semiótico, y así sucesivamente: las venganzas de Gaudí. ¿Cuáles modalidades usan los sujetos a fin de enfrentar el desorden? Nos encontramos con ciertas formas de invalidación que afectan a la juventud: la carrera universitaria y el consorte. Por otra parte, el sujeto aprende a prevenir "ser desenmascarado" aislándose de antemano de las experiencias que podrían traer aparejado el desconcierto o el desorden. He allí algunas formas de renunciamiento a la vida pública. públi ca. Soslayemos una tentación analítica: la de imaginar circuitos estables, que generan conductas rígidas e inalterables, que cristalizan consensos. Muy por el contrario, los circuitos están en movimiento constante, los consensos mutan sus contenidos y sus formas. Por una parte,  por el mismo desorden generado en el encuentro inevitable entre extraños, y además, porque la  pragmática axiomatizante del circuito exige reconocer toda novedad incluso antes de que se organice del todo, para conocerla, transformarla, y adaptarla. La propia autorreproducción del circuito precisa del cambio y las mutaciones, y para ello extiende y reformula su operatoria en el interior dey una lógica homeostática mediante operaciones de codificación/decodificación de conductas de territorialización/reterritorialización de áreas. Ningún circuito es eterno, cumplen ciclos y luego son reemplazados por otros. El circuito produce desplazamientos internos de sus  parámetros y criterios de autoridad, rechaza ciertos códi códigos gos en beneficio de otros novedosos. El movimiento binario/izante de interdicción no es rígido, está incansablemente recorriendo el territorio a fin de reconocer las innovaciones emergentes. Pero incluso este análisis tan foucaultiano posee fallas: se hacen inevitables las superposiciones paradójicas, porque toda persona   instantánea y simultáneamente,   habita circuitos distintos: pareja, trabajo, universo de lecturas, o de afinidades, afiliaciones ideológicas, etcétera. El circuito no puede asegurar que no se produzca un desenganche, un clic,  un cortocircuito que permita la colisión incontrolada de circuitos. Entonces se suceden problemas de desconexión, de poli-identidad. La identidad de una persona, sus experiencias o las de toda una sociedad, en ciertos momentos, caen en la condición de superposición paradójica y de ramificación y bifurcación arborescente, cuya resolución causal nadie puede imaginar: catástrofe. Seamos por un instante: consiguiéramos llegar a una determinación totalmente exactameteorólogos del Estado atmosférico en unsicierto momento, veríamos invalidado nuestro trabajo por el simple aleteo de una mariposa, que podría perturbar levemente el viento y que, trasmitido este batir de las alas según una lógica exponencial, hallaríamos en el otro extremo a un huracán. Este teorema meteorológico o efecto Lorenz demuestra la sensibilidad extrema de la naturaleza o de las sociedades ante cambios tan pequeños como queramos pensarlos. Y una vez que se han provocado enroques en las condiciones iniciales de movimiento, las trayectorias ya no pueden ser las mismas. Lo que intento expresar es que en la vida, y en la vida de las sociedades, hay momentos donde el desorden y el desconcierto reinan como si fueran  maelströms  enloqueciendo a los  peces del mar. La moderna teoría de las catástrofes  o los experimentos desarrollados por Ilya Prigogine en  termodinámica lineal de procesos no reversibles  permiten pensar a esas situaciones caóticas, a esas fluctuaciones y procesos disipativos como productores de novedad vital. Son experiencias como el éxtasis erótico o el enamoramiento, también la gloria mística o  bien las revueltas populares y las migraciones migraciones desordenadas de población. Lo que más teme la sociedad urbana moderna es cierto desorden, la mezcla, no cualquier desorden.

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Foucault y la ética Ciertas zonas de la ciudad han sido diagramadas para generar desorden; pueden ser áreas donde se producen manifestaciones, zonas culturalmente programadas: Plaza de Mayo, 9 de Julio, Congreso, zonas de guetos programados; ciertos barrios donde el margen  se debe  reunir. El problema surge cuando se mezclan los cuerpos, las almas y las clases sociales, porque en el fenómeno de mezcla emerge la novedad. No hay novedad mientras se recorra un circuito  predeterminado, mientras mientras el hábito se repita, se replique, se mimetice, en cuanto una persona  puede habitar el mismo juego de lenguaje o binariedad interdictoria: bueno/malo, bello/feo,  justo/injusto, mientras no aparezca un tercero en discordia, mientras el juego del lenguaje, el hábito y el circuito se confabulen y en un orden sólo alterado por una manifestación de un día. Una ecuación muy común, que se enseña en cualquier facultad es la siguiente: el orden es la regla en la sociedad, y el desorden la excepción; se podría aplicar la regla al revés: el desorden es la regla en la sociedad, y el orden sólo una condición excepcional. Edgardo Chibán: Ya no existe un objeto confirmable como "la ciudad". El urbanismo del siglo XIX nace porque la ciudad es un problema en constante cambio; ya no es posible un modelo de ciudad, más bien la historia de la arquitectura del siglo XIX al XX es la de los fracasos sucesivos y constantes de los modelos y la ciudad es un muestrario de los fracasos que se van apilando. En ese sentido, la ciudad no es un objeto dimensionable dentro de un orden determinado. Pero eso no quiere decir que no se ordene; no se ordena desde un principio único. Ciro Morello: Entra dentro de lo que Sennett llama el nacimiento de esta comunidad destructiva, este pegoteo de los individuos, este maremágnum de estar constantemente lanzando interioridad al otro, al que me cruzo, lo que hace es aniquilar el espacio de la impersonabilidad. Sennett lo revaloriza mucho; dice: la ciudad es el lugar donde se puede dar la impersonalidad. Se ve en esta película tan  boom  de Scorsese, "Después de hora": un lugar muy chico, tiene cuatro donde el desconocimiento el presupuesto o la condición que pase algo, nomanzanas, como en una comunidad donde tiene sería que haber un conocimiento drástico, para riguroso. Pero veamos por un momento qué sucede, según Sennett, en la esfera de lo político. Como buen norteamericano se interesa en la política, y le llama la atención el fenómeno del líder carismático. Dice que hay dos instancias: civilidad e incivilidad; la primera es la que  permite estar acompañado de una persona y a la vez protegerse de la misma y dice que hoy transitamos la incivilidad, porque hay una excesiva proximidad, habla de "perversión de fraternidad" o sea intentar lograr con el otro una comunidad total y además de esta perversión que estaría dada a nivel individual, habría a nivel político un líder carismático, que ya no se evalúa por su prontuario, currículum o legajo, o lo que hizo, con una evaluación más racional o rigurosa, sino que se lo evalúa por la afectividad que transmite, por la exhibición que hace de sí mismo, de sus valores personales. Christian Ferrer: Una de las interpretaciones de De Tocqueville más incisivas que yo he leído es la de Sennett. Llamémosle   "los peligros de la igualdad".  La relación entre consenso/disidencia es inseparable de una sociedad que gestiona la resolución de los conflictos en términosno dedichas mayoría, de políticas públicas centralizadas, códigos legales de legalidades ni escritas pero no obstante obligatorias ydedependientes de launívocos antigua feo en el monoteísmo, de la moralidad unitaria y de la ontología de lo mismo. ¿Qué es lo que De Tocqueville temía? Pues, no sólo que las mayorías expresen su voluntad sino que intenten universalizarla persiguiendo a la disidencia. La sociedad naciente en el siglo XVIII es una sociedad que se autoconsidera conformada por  "iguales"    "iguales"   y esto es proclamado como un salto  positivo en la historia de la humanidad. Bien, para nuestro nu estro autor democracia e igualdad i gualdad no n o son lo mismo, sino que incluso, resultan términos antinómicos: si la política presupone condiciones de igualdad, es preciso entenderla como una fuerza cultural de la época: una compulsión a la identidad homogénea. Pero a través de los procedimientos por los cuales se expresa la mayoría en nuestras sociedades y a través de este discurso apologético de la igualdad, las mayorías terminan suprimiendo la opinión de las minorías y por otra parte, como en una sociedad centralizada son pocos los sujetos que se ocupan de las artes del gobernar, los demás se absorben en sí mismos y no participan de la vida pública. ¿Cuál es la paradoja?, aquella que deviene de afirmar a la vez que el hecho de que la mayoría pueda hacer lo que quiera es injusto y también que el gobierno de la mayoría es el único principio factible de poder legítimo.

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Foucault y la ética Obviamente se está ocultando que la diversidad es constitutiva de las mayorías y que los consensos no implican acuerdos ad aeternum ni sobre todos los asuntos sociales. Como la ciudad es percibida como un contexto de desorden y caos diseminado, la   "entraña"  de  de los humanos requiere de una  "esclavitud"  confiada  confiada y tranquila, autoimpuesta, a fin de programar ordenadamente las relaciones sociales. Así se construye una personalidad conservadora que intenta evitar todo tipo de sucesos imprevistos en sus movimientos cotidianos, un tipo de personalidad que conjura las disonancias y potencia las consonancias. De esta manera, el mantenimiento de la comunidad en su condición inicial se convierte en un fin en sí mismo, y los que son percibidos como miembros inauténticos de la comunidad se transforman en objeto de purga. Ahora bien, en una sociedad de iguales ¿a quién puede apelar una persona o grupo que es discriminado?, aunque no se trata únicamente de la "excomulgación" de los grupos, porque el efecto de la mayoría no reside solamente en señalar al disidente sino también en seducir su voluntad a través de la presión de la mayoría, la consecuencia es el abandono de la opinión, el exilio, el ostracismo, la disolución yoica, o la "patología política". Pero si estos son los  problemas prácticos o políticos de la igualdad, i gualdad, tenemos como mucho más serio a lo que Etienne de la Boetie llamó "la esclavitud voluntaria" de los humanos como condición moral de la existencia de las sociedades. Para este francés, casi adolescente, amar la libertad resultaba una tarea de héroes homéricos: aceptar la aventura como un suceso grato, interrumpir la tranquilidad de la vida íntima y existir sólo en el riesgo, que no sólo es promesa de peligro sino también augurio de novedades, imprevistos o intensidades para las emociones. La comodidad y la debilidad afectiva inducen a los humanos a exigir la igualdad y castigar a los disidentes. Como ven, no me estoy refiriendo a los peligros del Estado totalitario (ese cuco que suelen usar los liberales o los postmarxistas que seigualitaria. avivaron luego del archipiélago sino la amenaza de intelectuales los consensos y de una cultura Si el deseo de libertadGulag) depende dela amor al riesgo, es necesario aceptar que la soledad es una sanción social posible. Tampoco se trata de idolatrar a Humprey Marlowe o Philipe Bogart, sino de imaginar un estilo de afinidades sociales signadas por la fraternidad de individuos vinculados por acuerdos operativos y por derivas sin mayores objetivos. Pero el individuo moderno nada posee de los atributos del héroe de la Grecia arcaica o del hombre del Renacimiento burckahrdtiano. Esta persona de la que habla De Tocqueville se refugia en su familia, se dedica a "sus propios asuntos", construye un gheto de íntimos autosuficiente. En este proceso desaparece la escena pública, confiada al cuidado estatal, el cual, en una vuelta circular, fomenta la retirada hacia la intimidad. Pero esta igualdad de condición suscita una experiencia carente de sentido, porque se halla igualmente al alcance de todos: en sociedades como las de los países "desarrollados" la inquietud ya no es alimentada por el reino de la necesidad definido a partir del modelo del hambre sino por las desdichas emocionales. La estabilidad emocional comienza a asimilarse a una muerte prematura, y toda ambición se mide  por su mezquindad puespropias, la reducción al lecho eldetemor Procusto comunitario sugieresocializa que es inadecuado poseer ideas y por supuesto, al "síndrome del paria" gregariamente: el miedo no es tonto. Las formas de la vida social se trivializan: el aburrimiento y el sinsentido son sus síntomas. Y aquí llegamos al argumento de Sennett: las miserias de un yo no gratificado a causa de una vida afectiva empobrecida devienen ansiedad o intimidad destructiva, la infelicidad es experimentada como un fracaso personal y ya no es posible transferir esta ansiedad al dominio público como descontento político porque ya los sujetos se habían retirado del mismo buscando la felicidad en la vida privada ¿A quién culpar por el fracaso emocional privado entonces?: el narcisismo se transforma en un espejo que refleja una imagen deformada. La masa queda atrapada entre la miseria privada y la apatía pública. No tenemos más que fijarnos en algunas prácticas sociales que han emergido en Buenos Aires en los últimos cinco años: los gimnasios, los boliches de baile que reemplazaron a los grandes conciertos sesentistas, la modelización del cuerpo en lugar del diálogo recíproco, la retirada a los countries y nuevos suburbios para cierta clase media pudiente, las nuevas psicoterapias no  psicoanalíticas, la relación autista con la video casetera y la  personal computer, la máquina de ajedrez mecánica que invariablemente nos gana.

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Foucault y la ética Por supuesto, las tareas mutuas para construir una "tierra prometida" utópica ya no tienen sentido, las ambiciones se socialdemocratizan: es el reino de lo posible como meta, aquello que ya tenemos, el peor infierno de d e todos, nuestro mundo presente. Obviamente, en esto que estamos reflexionando, no importa si la igualdad existe de hecho, sino que posee una existencia como práctica simbólica: la gente actúa   como si todos fueran de igual condición. Asimismo, no es deseable confundir la reflexión de Sennett sobre los  peligros de una sociedad igualitaria con una perspectiva liberal o elitista, las críticas a la igualdad no son necesariamente conservadoras; Sennett se inscribe dentro de la tradición libertaria l ibertaria anglosajona. Tomás Abraham: Yo creí entender en los agudos análisis que hace Sennett el enunciado de una propuesta, de una utopía: el único modo de romper con la cultura del narcisismo, el autismo, es una cultura política. Ciro Morello:  Sennett, con Habermas, que se podría identificar con este tipo de  propuesta, no hace buenas migas. Esa condición de igualdad para que sea posible una comunicación perfecta del deseo social de cada uno, le parece a Sennett un presupuesto quizá ingenuamente ambicioso. Tomás Abraham,: Justamente critica a Habermas diciendo que la moral comunicativa es la ilusión de lo diáfano a nivel trascendental; eso forma parte de la patología narcisista. Cuando dice cultura política, es operatividad, es acción conjunta, pero no es autoconocimiento. Christian Ferrer: Mencionemos además este problema, que es el de cómo urbanizar a las ciudades desorganizándolas a la vez; cómo urbanizar sin ciudades a un territorio, sin ciudades que establezcan un espacio urbano proyectado como fijo, esto es un problema serio,  porque una u na ciudad lamentablemente necesita de una cierta estructura de servicios, de recursos, de construcción que de fijalosasujetos, los sujetos. El problema es cómopermanente urbanizar depermitiendo el nomadismo incesante que significa: reorganización circuitos, que no establezcan un recorrido rutinario, una réplica de sí mismos, hábitos que en hábitats que son cambiantes puedan cambiar a su vez, y en tercer lugar, un cierto ideal de "juego del lenguaje" transformatorio que no opere por binariedades interdictorias, por dicotomías. En fin, Sennett nos incita a reflexionar sobre aquello que nuestra sociedad contemporánea y nuestra experiencia cotidiana nos obliga a problematizar: el narcisismo como actitud autodestructiva, el equilibrio inestable entre el orden público y el desorden social, la antinomia que opone libertad total a sociedad igualitaria que, desde el siglo pasado, transforman el acto de desenmascarar nuestra intimidad en un acontecimiento riesgoso. Obra de Richard Sennett THE HIDDEN INJURIES OF CLASS, 1962 FAMILIES AGAINST THE CITIES, 1964 THE USES OF DISORDER, 1968    VIDA URBANA E IDENTIDAD PERSONAL, ED. KAIROS, 1975  LA AUTORIDAD, ED. ALIANZA, 1980  NARCISISMO Y CULTURA MODERNA, ED. KAIROS, 1980 EL DECLIVE DEL HOMBRE PUBLICO, ED. PENINSULA, 1982 PALAIS ROYAL, ED. VERSAL, 1989   "El fin de la ética protestante", en Revista Fahrenheit 450 Nro. 1. Buenos Aires, diciembre 1986   "A republic of souls. Puritanism and the american presidency", en revista Bazaar. New York, Julio 1987

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 ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LEE IACOCCA Y EL CUIDADO DE SÍ Por HEBE UHART En sucesivas exposiciones correspondientes al año 1987, se aplicó la categoría foucaultiana de "cuidado de sí" a griegos, romanos (estoicos), cristianos y a un sujeto moderno, un ejecutivo norteamericano, Lee Iacocca, empresario de la Ford y de la Chrysler. Me tocó a mí leer y comentar la autobiografía de Iacocca, que correspondería aparentemente a la del hombre que se hace a sí mismo, que se trabaja a sí mismo. En los sujetos anteriores el cuidado de sí estaba en función del autodominio del poder, de la salvación del alma, en fin, de algún poder terreno o supraterreno que los contenía y moldeaba en cuanto individuos. Si bien el examen de sí mismos realizado por los estoicos, por ejemplo, alcanza una gran amplitud en cuanto a la inserción del hombre en el mundo y en la naturaleza, y en el caso de Iacocca la tecnología del yo estaría solamente restringida al rendimiento empresario y por lo tanto, la exigencia del yo consigo mismo sería volverse más útil para un objetivo heterónomo: la empresa, existe en el mismo Marco Aurelio una mirada similar a la de Iacocca, en cuanto hombre del poder. Dice Marco Aurelio: "Al levantarte, cada mañana has de decidirte: tropezar hoy con un indiscreto, o con un ingrato, o un insolente, o con un envidioso, o con un egoísta. Son vicios que le vienen de la ignorancia del bien y del mal... Acostúmbrate a escuchar con atención lo que te dicen y tanto como te sea posible, penetra en el alma al ma de tu interlocutor." Lo que en Marco Aurelio era una función propia del emperador, recibir gente, en Iacocca Dice es unaIacocca, técnica,evidentemente la de la entrevista. acostumbrado a leer en el alma del interlocutor, aunque no lo diga: "Lo que no se puede saber en una entrevista es si el sujeto es trabajador y si es  perseverante, o sea si es un adulto y no un niño." Dice Marco Aurelio, refiriéndose siempre a la gente que recibe: "Yo en esos seres imperfectos veo a mis hermanos por el espíritu y nuestro común origen divino, yo no puedo recibir daño ni ofensa porque sus defectos no van a pasarse a mí ni es posible que yo me enoje contra mi hermano y lo odie." Saquemos el origen divino, pero Iacocca piensa en el futuro, en la transformación de las  personas; aparece el concepto de oportunidad y de adecuación. "No todas las ppersonas ersonas son aptas  para las mismas cosas, por eso estoy en desacuerdo con la rotación de puestos; p uestos; pero cada uno tiene algún valor y hay que darle una oportunidad." Aun desde la limitada perspectiva de lo que puede ser selección de personal dentro de una empresa, el concepto de que alguien va a ser apto en una sección, trabajo o rubro, implica un conocimiento del otro y una valorización de su vocación y el virtuosismo que supone una tarea bien hecha. Las normas milenarias de vocación, autoejercitación y auto-examen, aparecen en nuestra sociedad tecnológica, aplicadas al trabajo. Medir a una persona por su rendimiento, es medirla por lo que hace, por su práctica. La objeción que se me planteó al exponer el tema es que no podría hablarse de cuidado de sí en este caso, ya que no se trata, en el sujeto que trabaja en una empresa, de una persona autónoma, dado que toda la tecnología del yo (autoexamen,  prácticas para superar rendimiento, etcétera) está al servicio de la empresa, o sea con un fin heterónomo; no sería una relación libre del sujeto consigo mismo; el sujeto sería entonces la empresa. Pensé que la objeción era válida, hasta cierto punto, pero me planteé algunos interrogantes. ¿Es posible por ejemplo que un vendedor, haciendo su autoexamen como tal, descubra que no vende porque es impaciente y no se extienda en consideraciones sobre otras áreas de su vida en que le acontece lo mismo? ¿Es posible desglosar las prácticas económicas como si estuviesen aisladas de otras prácticas sociales, o mejor dicho, como si vender fuera una actividad abstracta y no llevara consigo todo un mayor mundo de intercambios, conversaciones, seducciones? Suponiendo que en el caso de la empresa se trata de un virtuosismo restringido, destinado a vender; tomemos un ejemplo que por algún motivo me resulta similar, tal vez

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Foucault y la ética  porque tiene ti ene por p or objeto obj eto el dominio del cuerpo, el deportista, d eportista, que q ue trabaja su cuerpo, ¿no tendrá t endrá acaso un contacto consigo mismo, con sus logros, con los otros -aunque habitualmente no lo expresa-, no adquiere a través del trabajo con su cuerpo un conocimiento mayor o distinto de sí mismo? En el debate posterior a la exposición se llegó a la conclusión de que en nuestra época sólo se podría hablar de cuidado de sí en un artista, por la relación consigo mismo que se refleja en su obra, y en aquellos casos en que el arte tiene que ver con la tecnología, por ejemplo un arquitecto, ¿vamos a decir que el sujeto es el edificio, o acaso éste no pareciera ser, como en el caso de la empresa, un conglomerado de intenciones, imaginaciones, producción, personas, que existe como la empresa cuando es habitado, vivido, usado? O en el caso de las artes que lindan con la gimnasia, donde hay una intención de belleza, como la gimnasia acrobática, ¿es cosa sólo de técnica y del cuerpo? ¿Tendremos que distinguir entre arte puro y del otro, y a los puros estaría destinado el cuidado de sí?, a pocos; volveríamos a la línea socrático-platónica de ascesis en contraposición de lo mundanal, de d e lo que hay. Una empresa, ¿no puede ser acaso algo bello? b ello?

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SEXUALIDAD Y SOLEDAD Richard Sennett-Michel Foucault. Al Viejo Topo, España, 1982. Michel Foucault ha investigado fundamentalmente las relaciones entre la sexualidad, verdad y poder en el contexto del Occidente cristiano. Richard Sennett, por su parte, se ha dedicado a similares temáticas, pero centradas en los siglos XVIII y XIX, y profundizando, sobre todo, en la época victoriana. vi ctoriana. Ambos pensadores dictaron en forma conjunta un seminario, cuyas introducciones  presentamos a continuación.

EL SEXO COMO MIEDO RICHARD SENNETT Hace unos años Michel Foucault y yo descubrimos que estábamos interesados en el mismo problema si bien en dos épocas distintas: el problema de por qué la sexualidad se ha convertido en algo tan importante para la definición de uno mismo. Por supuesto, el sexo es tan  básico como el comer o el dormir, sin embargo, en la sociedad moderna se le concede importancia. Es el medio a través del cual la gente define su personalidad y sus gustos. La sexualidad es, sobre todo, el medio por el cual la gente intenta ser consciente de sí misma. La relación entre conciencia de sí, odesubjetividad, y sexualidadqué es comes lo que yqueremos investigar. gente suscribe hoy las palabras Brillat-Savarín:"Dime te diré quién eres", Poca pero la traducción de este aforismo al campo sexual obliga al asentimiento: conoce cómo amas y sabrás quién eres. Foucault y yo estamos trabajando, como dije antes, en dos períodos históricos diferentes en los que este tema de la conciencia en sí, vía sexualidad, aparece. Él se centra en cómo el cristianismo, en sus primeras fases, desde el siglo III hasta el VI, asignó un valor nuevo a la sexualidad. Yo me ocupo de los finales del siglo XVIII y del XIX y, dentro de ese período, de cómo los médicos, educadores y jueces se tomaron un nuevo interés por la sexualidad. Cuando se hizo evidente que nos hacíamos las mismas preguntas en dos períodos históricos diferentes decidimos organizar un seminario para ver qué conexiones se podían establecer. Esperábamos obtener ideas vagas y provisionales sobre la permanente influencia que el cristianismo ha ejercido en la cultura moderna.  LAS DUDAS DEL DIFERENTE  

Yo al principio, no me puse a estudiar la sexualidad. Me dediqué a la historia de la soledad en la sociedad moderna. Quería comprender la evolución de experiencias de soledad porque me parecía una  buena manera de estudiar un tema vasto y amorfo: el desarrollo de la subjetividad en la cultura moderna. ¿De qué manera el concepto de yo ha variado en los últimos siglos? Para hacerme con este tema tan general, intenté comprender las circunstancias cambiantes en las que la gente se ha sentido sola consigo misma, las condiciones de trabajo, familiares, y de vida política que conducían a la gente a sentirse sola. En un principio me concentré en los temas más tangibles, tales como el modo en que la gente se ha sentido sola en medio de una multitud (noción incomprensible para alguien de mediados del XVII), y cómo han cambiado las conductas de trabajo en las fábricas para que la gente se s e sienta en mayor o menor grado aislada. La historia de las circunstancias en que la gente se sentía sola me pareció, sin embargo, al cabo de poco tiempo, inadecuada al tema. En particular, esa historia no tenía en cuenta los recursos mentales que la gente usaba para pensar en sí misma cuando estaba sola. En el siglo  pasado, uno de los recursos que cada vez se hace más importante para la definición de uno mismo era percibir la propia sexualidad. Por ejemplo, a finales del XIX existía la idea de que

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Foucault y la ética cuando uno dejaba la familia para introducirse en al multitud, era libre de tener todo tipo de experiencias sexuales, mientras que la aceptación de ese deseo, si se hubiera pensado antes como miembro de una familia, le hubiera avergonzado. Permítanme ahora decir algo sobre lo que significa la palabra "soledad". Conocemos tres tipos de soledad en la sociedad. Una impuesta por el poder, es la soledad del aislamiento, la soledad de la "anomia". Otra que provoca el temor de aquéllos que son poderosos, es la soledad del "soñador", del que se rebela, la soledad de la rebelión. Finalmente, hay una soledad que trasciende los términos de poder, es una soledad basada en la idea de Epicteto de que hay una diferencia entre estar solo y sentirse solo. Esta tercera t ercera soledad expresa la sensación de estar sólo entre mucha gente, de tener una vida interior que es algo más que un reflejo de la vida de los demás: es la soledad de la diferencia. Cada una de estas soledades tiene una historia. En el mundo antiguo la soledad impuesta  por el poder p oder crea el exilio; en el siglo XVII, en Francia, la soledad impuesta por p or el poder po der era el destierro al campo. En una oficina moderna, la soledad creada por el poder posee el sentido de soledad dentro de la masa. En el mundo antiguo el soñador imparcial que los poderosos temían era Sócrates, alguien que opuso a las leyes del Estado un discurso de una ley superior, un ideal contra el orden establecido del poder. El "hombre rebelde" moderno, un Artaud o un Genet, opone al orden del poder la verdad de la violencia. La soledad de la diferencia, de una vida interior que no es mero reflejo de la de los otros, es, del mismo modo, histórica. En la mayor parte de los escritos sobre el tema, el énfasis recae en las dos primeras soledades: los individuos aislados se percibían como víctimas o rebeldes. Emile Durkheim es  probablemente el mayor portavoz del solitario en cuanto víctima. vícti ma. Jean Paul Sartre del solitario solitari o en cuanto que rebelde. El sentido de separación, de diferencia, se ha dejado de lado por una  buena una experiencia en lala sociedad moderna. Una de causas razón. de estaEsconfusión consiste tremendamente en que nuestras confusa ideas sobre sexualidad, como índice delas la conciencia de sí, nos dificultan la comprensión del porqué nos apartamos de otros individuos de la sociedad. Es sobre esta tercera soledad sobre la que Foucault y yo nos hemos centrado. La perplejidad de permanecer aparte a causa de la propia sexualidad, se nutre en parte del miedo. Los primeros investigadores modernos de la sexualidad creyeron que estaban abriendo una terrorífica caja de Pandora de lujuria sin freno, perversión y destrucción al contemplar únicamente los deseos del individuo aislado, fuera de los límites impuestos por la sociedad civilizada. Cuando pasemos a analizar los textos de Tissot y otros acerca de la masturbación, espero que parte de ese temor se manifestará. Una persona sola con su sexualidad aparecía como una persona con una fuerza muy peligrosa. En nuestro seminario hemos intentado comprender esos temores tardíos a la caja de Pandora que se producen en el Siglo de las Luces y en los victorianos, no simplemente como prejuicios ciegos o aberraciones de informe científico. Estos temores expresaban ideas sobre la relación entre la mente y el cuerpo, el habla y el deseo, de las que los médicos victorianos eran inconscientes. Sus actitudes estaban enterradas fórmulas cristianas sobre laa relación entre discurso y dominación política. Lo que se en hereda a ciegas puedebásicas transmitirse ciegas. La moral victoriana no proporciona simplemente unos cimientos morales en forma de clamor de derechas para reprimir socialmente, tal como aparece en las últimas elecciones americanas: son también los cimientos de la creencia en círculos más benignos, de que la contemplación de la propia sexualidad es la contemplación de un "problema", de misterios dentro de uno mismo que pueden perjudicar el curso de nuestro  propio placer. Este valor psicológico tan pleno que se da a la sexualidad es un legado de la sabiduría victoriana, a pesar de que estemos orgullosos de no compartir ya sus prejuicios represivos. La idea de poseer una identidad basada en nuestra propia sexualidad añade una carga inmensa a nuestros sentimientos eróticos, una carga que, para alguien del siglo XVIII, ssería ería muy difícil de comprender. ¿UNA “SINCERIDAD” DEL CUERPO?

La segunda vía en que hemos orientado nuestro seminario sobre las desviaciones de la conciencia sexual se refiere al acto de relacionar la mente con el cuerpo. Hemos utilizado en el seminario la frase "tecnología del yo" para describir de qué manera se emplea la sexualidad para

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Foucault y la ética medir el carácter humano. Parte de la moderna tecnología del yo consiste en utilizar el deseo del cuerpo para saber si una persona está siendo sincera o no. "¿De verdad? ¿Eres honrado contigo mismo?" Son preguntas que la gente ha intentado contestar plasmando lo que el cuerpo desea: si tu cuerpo no lo desea, entonces no estás siendo honesto. La subjetividad se ha mezclado con la sexualidad: la verdad de la conciencia subjetiva se concibe en términos de simulación corporal controlada . La costumbre americana de preguntar si "sientes lo que digo", la idea de emplear la  palabra "sentir" para determinar la l a verdad entre la gente, es consecuencia de la introducción intro ducción de de la sexualidad en la subjetividad, y lleva consigo la connotación de que, si algo no se siente, no es verdad. El origen de la idea de decir la verdad a través del deseo del cuerpo, se retrotrae, de nuevo, en nuestro trabajo de seminario, a las fuentes cristianas. De ahí se sigue que en nuestra época el caprichoso curso del deseo sexual ha actuado como el ácido en la seguridad de la conciencia de sí: como los deseos del cuerpo cambian, la gente tiene que seguir diciéndose a sí misma verdades nuevas o diferentes o contradictorias acerca de sí. La fe en uno mismo, en la integridad de la conciencia, queda erosionada porque la verdad del yo se une a las pautas del cuerpo. Por lo tanto, la sexualidad ha introducido elementos de temor y de duda en la experiencia de esta tercera soledad: la condición de d e saberse distinto, ser humano separado. Es un tópico psicológico decir que lo que se teme es ambiguo, obsesiona a la persona. Las mismas incertidumbres creadas por la sexualidad a la subjetividad, magnifican la importancia de la experiencia: es decir, como la sexualidad se hace más problemática, es más importante para la definición de nosotros mismos. Creo que la opinión retórica y política que Foucault y yo compartimos es que la sexualidad se ha hecho demasiado importante, que se ha cargado de funciones que no le corresponden; definirse y conocerse a sí mismo. Añadamos nota introductoria. La respuesta problema deMe la sexualidad y soledaduna estáúltima en la frase: "Olvídalo, disfruta tu sexo ylógica deja deal pensar en ti". gustaría decir por qué no creo que el tema t ema de la soledad se pueda tratar de esa manera. Hay una relación directa entre soledad y sociabilidad: a menos que un ser humano  pueda estar a gusto solo, no podrá estar a gusto con los demás. Existe un u n ritmo entre la soledad de la diferencia y la sociabilidad que se debería conseguir en sociedad, un ritmo que no conseguimos porque la experiencia de estar solo es, en parte, tan problemática. Me gustaría también decir que el ritmo se puede experimentar de una manera en que no lo era posible en el  pasado, ya que la sociedad burguesa occidental o ccidental ha abierto una posibilidad p osibilidad inmensa: in mensa: la de vivir en una sociedad fragmentada. Hoy existe la oportunidad de obviar los lazos orgánicos de la religión, el trabajo y la comunidad, que antes habían mantenido unidas muchas sociedades, si no de hecho completamente, por lo menos como ideal común. El amor a lo orgánico es un amor del que  podemos empezar a pasar. Las grandes burocracias no se mantienen unidas por los principios de solidaridad orgánica, como señaló Durkheim por vez primera; la familia y el lugar de trabajo ya no estánLaunidos, físicamente como lo estaban en en las laciudades o en el campo XVIII. religiónniyasiquiera no juega el papel integrador que jugaba vida tradicional cristianadely  judía. Más que lamentar estas acusaciones como signos de una sociedad en decadencia, creo que tenemos que aceptarlas e intentar ver para qué sirven. Pienso que sirven para crear una oportunidad nueva a la soledad y a la sociabilidad. El significado de este debilitamiento de los lazos orgánicos podría ser que las relaciones sociales se convertirán cada vez más en cosas a elegir. Las relaciones sociales, cuanto menos, se enclavan en un esquema natural, de ley divina, de necesidad orgánica, más permiten a la gente ser capaz de imaginarse a sí misma como criaturas que poseen una vida aparte de sus roles sociales. Las relaciones sociales importan más cuando son elegidas. Pero ese sentido de elegir o no elegir por quién nos interesamos en una sociedad fragmentada, depende de saberse uno a sí mismo como separado, como ser humano diferente por derecho propio. La inflación de la sexualidad, en el sentido en que es garantía psicológica de la verdad, ha llegado a desorientar este tipo de conocimiento de uno mismo.

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Foucault y la ética

POR UNA GENEALOGÍA DEL SUJETO MICHEL FOUCAULT En un trabajo consagrado al tratamiento moral de la locura publicado en 1840, un  psiquiatra francés, Louren, hablaba de la manera en que se trataba a uno de sus pacientes, trataba y, por supuesto, como ustedes pueden imaginar, curaba. Una mañana colocó al señor A., su paciente, en una ducha. Le hizo volver a contar detalladamente su delirio. "Pero todo eso", dijo el médico, "no es más que locura. Prométame no creer en ello nunca más". El paciente duda, y entonces promete. "Eso no es bastante contesta el médico, "me has prometido cosas semejantes y no las has cumplido". Y abre el grifo de agua fría sobre el paciente. "Sí, sí. Estoy loco", grita el paciente. Cierra el grifo; continúa el interrogatorio. "Sí, reconozco que estoy loco", repite el paciente. "Pero", añade, "lo reconozco porque me fuerza a hacerlo". Otra ducha. "Bien, bien", dice el señor A., "lo admito. Estoy loco. Todo eso sólo era lo locura". cura". Hacer que alguien que sufre una enfermedad mental reconozca que está loco es un  procedimiento muy antiguo en terapia. En los escritos de los siglos XVII y XVIII se encuentran muchos ejemplos de lo que podríamos llamar terapias de verdad. Pero la técnica empleada por Louren es diferente, Louren no intenta persuadir a su paciente de que sus ideas son falsas o poco razonables. Lo que ocurre en la cabeza del señor A. es una cuestión de perfecta indiferencia hacia Louren. El médico desea obtener un acto concreto, la afirmación explícita: "estoy loco". Desde que leí esta pasaje hace veinte años, mantuve el proyecto de analizar la forma y la historia de práctica tan peculiar. Louren está satisfecho cuando, y sólo cuando, su paciente dice "estoy loco" o "eso era locura". El presupuesto de Louren es que la locura como realidad desaparece cuandopues, el paciente afirma verdad y diceperformativo. qu e está loco.La afirmación destruye en el que Tenemos, el reverso dellaacto de habla sujeto hablante la realidad que hizo verdad la misma afirmación. ¿Qué concepción de la verdad del discurso y de la subjetividad se da por sentada en esta práctica extraña y, a pesar de ello, extendida? Para justificar la atención que dedico a un tema tan especializado, demos un paso atrás, de momento. En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial e incluso más aún después de la guerra, la filosofía en Europa continental y en Francia estaba dominada por la filosofía del sujeto. Quiero decir que la filosofía tomó como tarea por excelencia los cimientos de todo conocimiento y el principio de toda significación, en cuanto que brotaban de un sujeto cargado de significado. La importancia que se daba a esta cuestión se debía al impacto de Husserl, pero, el hecho de que se centrara en este tema, también estaba ligado a un contexto institucional, pues la universidad francesa, -ya que la filosofía empezó con Descartes-, sólo  podía avanzar a vanzar de forma cartesiana. Sin embargo, debemos tener t ener también en cuenta el conjunto  político. Dado el absurdo de las guerras, g uerras, matanzas y despotismo, parecía depender del individuo el dar significado a sus elecciones existenciales. Con el ocio y la distancia que vino después de la guerra, énfasis ennola podían filosofíaobviarse del sujeto fue ya tan manifiesto. Las paradojas teóricas hasta aquíelocultadas pornomás tiempo. Esta filosofía de la conciencia,  paradójicamente, no había logrado encontrar una filosofía del conocimiento, y especialmente del conocimiento científico. Esta filosofía del significado también había fracasado en tomar en cuenta los mecanismos formativos de la significación y estructuras de los sistemas del significado. Con la claridad que permite la retrospección -lo que los americanos llaman  "the monday-morning quarterback”  1  digamos que existían dos caminos posibles más allá de esta filosofía del sujeto. La primera fue la teoría del conocimiento objetivo como análisis de los sistemas de significado, como semiología. Era el camino del positivismo lógico. El segundo era el de cierta escuela lingüística, psicoanálisis y antropología -todos ellos agrupados bajo la rúbrica de estructuralismo-. Estas no fueron las direcciones que tomé. Déjenme anunciarles de una vez por todas que no soy un estructuralista, y confieso con el remordimiento apropiado, que no soy un filósofo analítico. Nadie es perfecto. Pero he intentado investigar en otra dirección. He intentado salir de la filosofía del sujeto, a través de una genealogía del sujeto moderno como realidad histórica y cultural, como algo que puede cambiar con el tiempo, que es por supuesto  políticamente importante. Uno puede obrar con este proyecto tan general de dos maneras. Al

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Foucault y la ética tratar las construcciones teóricas modernas nos interesamos en el sujeto en general. Así, he intentado analizar las teorías del sujeto en cuanto cu anto ser que habla, vive y trabaja en los siglos XVII y XVIII. Se puede también tratar la comprensión de problemas más prácticos, tales como se hallan en aquellas instituciones donde ciertos sujetos se convierten en objetos de conocimiento y de dominación: asilos, prisiones, etcétera. TECNOLOGÍAS DEL YO 

Quise estudiar aquellas formas de entendimiento que el sujeto inventa acerca de sí mismo. Pero ya que empecé con este primer tipo de problema, me he visto obligado a cambiar de idea en ciertos asuntos. Permítanme introducir una especie de autocrítica. Parece, según una sugerencia de Habermas, que se pueden distinguir tres tipos principales de técnicas: las que  permiten producir, transformar y manipular cosas; las que permiten usar sistemas de signos; y finalmente, las técnicas que permiten determinar las conductas de los individuos e imponerles ciertos fines u objetivos. Es decir, las técnicas de producción, las técnicas de significación o comunicación, y las técnicas de dominación. Pero cada vez fui más consciente de que en todas las sociedades hay otro tipo de técnicas, las técnicas que permiten a los individuos efectuar por sus propios medios, un cierto número de operaciones sobre sus propios cuerpos, sus propias almas, sus propios pensamientos, su propia conducta, y lo hacen de modo que se transforman a sí mismos, modificándose, para alcanzar cierto grado de perfección, felicidad, pureza, poder sobrenatural. Vamos a llamar a estas técnicas tecnologías del yo yo.. Si alguien quiere analizar la genealogía del sujeto en la civilización occidental, ha de tener en cuenta, no sólo las técnicas de dominación, sino también las técnicas del yo. Tiene que mostrar interacción entre estos en tipos técnicas. estudiaba losllamamos asilos, lasdisciplina prisiones,es y todo eso,laquizá insistí demasiado lasdetécnicas de Cuando dominación. Lo que algo realmente importante en este tipo de institución. Pero es solamente un aspecto del arte de gobernar a la gente en nuestra sociedad. Una vez estudiado el campo de las relaciones de poder en cuanto se utilizan las técnicas de dominación como punto de partida, me gustaría, en los  próximos años, estudiar las relaciones relaciones de poder que comienzan a partir de las técnicas del yo. En toda cultura, pienso, esta tecnología del yo implica una serie de obligaciones con la verdad, descubrir la verdad, ser iluminado por la verdad, decir la verdad. Todas se consideran importantes bien para la constitución, bien para la transformación transformación del yo. Entonces, ¿qué ocurre con la verdad como deber en nuestras sociedades cristianas? Como todo el mundo sabe, el cristianismo es una confesión. Esto significa que el cristianismo  pertenece a un tipo especial de religión: religió n: aquel que q ue impone obligaciones obli gaciones con la verdad a los l os que la practican. Las obligaciones cristianas son numerosas . Por ejemplo, existe la obligación de sostener como verdaderas una serie de proposiciones que constituyen dogma, la obligación de considerar ciertos libros como fuente permanente de verdad, y obligaciones de aceptar las decisiones de ciertascon autoridades temas verdaderos. el cristianismo requiere otra forma de obligación la verdad.sobre Todos y cada uno en elPero cristianismo tienen que averiguar quiénes son, qué ocurre dentro de sí mismos, qué faltas pueden haber cometido, a qué tentación están expuestos. Y aún más, cada uno está obligado a contar estas cosas a los otros, y por eso a ser testigo contra sí mismo. Estos dos conjuntos de obligaciones -las que se refieren a la fe, al libro, al dogma y las que se refieren al yo, al alma y al corazón- están ligadas. Un cristiano necesita la luz de la verdad cuando quiere explorarse a sí mismo. A la inversa, su acceso a la verdad no puede concebirse sin la purificación del alma. El budista también tiene que acudir a la luz y descubrir la verdad de sí mismo. Pero la relación entre estas dos obligaciones es bastante diferente en ambas religiones. En el budismo, un mismo tipo de iluminación conduce a descubrir quién eres y qué es la verdad. En esta iluminación simultánea de ti mismo y de la verdad, descubres que tu yo era solamente una ilusión. Me gustaría subrayar que el descubrimiento cristiano del yo no revela el yo como ilusión. Da lugar a una tarea que no puede llamarse sino indefinida. La tarea tiene dos objetivos. Primero, eliminar todas las ilusiones, tentaciones y seducciones que acuden a la mente, y descubrir la realidad de todo lo que pasa en nosotros mismos. En segundo lugar, nos tenemos que liberar de las ataduras del yo, no porque el yo sea una ilusión, sino porque el

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Foucault y la ética yo es demasiado real. Cuanto mayor es la verdad que descubrimos acerca de nosotros mismos, más tenemos que renunciar y cuanto más tenemos que renunciar, más tenemos que conducir nuestra realidad a la luz. Eso es lo que podríamos llamar la espiral de la formulación de la verdad y la renuncia de la realidad que se encuentra en el corazón de las técnicas cristianas del yo.  LA MORAL DEL ELEFANTE

Recientemente, el catedrático Peter Brown me aseguró que lo que tenemos que comprender es por qué la sexualidad se convirtió en las culturas cristianas en el sismógrafo de nuestra subjetividad. Es un hecho, un hecho misterioso, que dentro de esta espiral indefinida de la verdad y la realidad, la propia sexualidad se ha hecho de primera importancia desde los  primeros siglos de nuestra era. Cada C ada vez es más importante. i mportante. ¿Por qué existe una conexión tan íntima entre sexualidad, subjetividad y obligación con la verdad? En este punto encontré el trabajo de Richard Sennett.  Nuestro punto pu nto de partida en el seminario s eminario ha sido un pasaje pasaj e de San Francisco de d e Sales. Aquí está el texto en una traducción de principios del siglo diecisiete: "I will tell you a point of the elephant's honesty. An elephant never changes his mate.  He loves her tenderly. With her he couples not, but from three th ree yearse to tbree years. And that only for five days, and so secretly tbat he is never seen in the act. But the sixth day, he shows himself abroad again, and the first thing he does is to go directly to some river and wash his body, not willing to return to his troupe of companions till he be purified. Be not these goodly and honest in a beast2by which he teaches married folk not to be given too much to sensual and qualities carnal pleasures?" 

Todos pueden reconocer aquí un modelo de comportamiento sexual decente: monogamia, fidelidad y procreación son las justificaciones principales y las únicas del acto sexual, acto sexual que permanece, incluso en tales condiciones, intrínsecamente impuro. La mayoría de nosotros nos vemos inclinados, pienso, a atribuir este modelo bien al cristianismo  bien a la l a sociedad cristiana cristi ana moderna, tal como se desarrolló bajo la influencia i nfluencia del capitalismo o a la, así llamada, moral burguesa. Pero, lo que me llamó la atención cuando empecé a estudiar este modelo, es el hecho de que se puede encontrar también en la literatura latina e incluso helenística. Se encuentran las mismas ideas, las mismas palabras, e incluso, alguna vez, la misma referencia al elefante. Es un hecho que los filósofos paganos en los siglos anteriores y  posteriores a Cristo proponían una ética éti ca sexual que, aunque nueva en parte, era muy similar a llaa invocada por la ética cristiana. En nuestro seminario, se acentuó convincentemente el hecho de que este modelo filosófico de comportamiento sexual no fue, en aquella época, el único que se conocíaestaba y se ponía en práctica. Competía con variossocial más. que Perocomprendía este modelolapronto predominó,  porque relacionado r elacionado con una transformación desintegración de las ciudades-Estado, el desarrollo de la burocracia imperial, y la influencia creciente de la clase media provinciana. Durante este período somos testigos de una evolución hacia la familia nuclear, la monogamia real, la fidelidad dentro del matrimonio y la angustia por el acto sexual. La campaña filosófica a favor del modelo del elefante era a la vez efecto y condición de esa transformación. Si los presupuestos son correctos, tenemos que aceptar que el cristianismo no inventó ese código de comportamiento sexual. El cristianismo lo aceptó, lo reforzó y le dio un mayor alcance, más extenso del que había disfrutado hasta el momento. Pero la llamada moral cristiana no es más que una parcela de esa ética pagana inserta en el cristianismo. ¿Podemos decir entonces que el cristianismo no cambió el estado de la cuestión? Los primeros cristianos introdujeron importantes cambios, si no en el código sexual mismo, por lo menos en las relaciones que cada uno mantiene con su propia actividad sexual. El cristianismo proponía una nueva forma de experimentarse uno mismo como ser sexual.

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Foucault y la ética El ORGASMO SEGÚN SAN AGUSTÍN

Para aclarar esto hay que comparar dos textos. Uno escrito por Artemidoro, filósofo  pagano del siglo III, con el del conocido libro decimocuarto de  La ciudad de Dios,   de San Agustín. Artemidoro escribió un libro sobre la interpretación de los sueños en el siglo III después de Cristo, pero era pagano. Dedica tres capítulos a los sueños sexuales. ¿Cuál es el significado o, más estrictamente, cuál es el valor del sueño sexual como pronóstico? Es significativo que Artemidoro interpretase los sueños al contrario que Freud, interpretando los sueños sexuales en términos de economía, relaciones sociales, éxito y fracaso en la actividad  política y la vida cotidiana. Por ejemplo, si sueñas que has tenido relaciones sexuales con tu madre, eso quiere decir que tendrás éxito como magistrado y que la madre es el símbolo de tu ciudad y tu país. También es significativo que el valor social del sueño no depende de la naturaleza del acto sexual, sino sencillamente del estatus social de los miembros de la pareja. Para Artemidoro no es importante si las relaciones sexuales durante el sueño han sido con un chico o una chica. El problema estriba en saber si el  partenaire era rico/a, pobre, joven o viejo/a, esclavo/a o libre, casado/a o no. Desde luego Artemidoro toma en cuenta la cuestión del acto sexual pero sólo desde el punto de vista del hombre. El único acto que conoce o reconoce como sexual es la  penetración. Pero la penetración no es sólo un acto sexual sino también parte del rol social de un hombre en una ciudad. Se diría que para Artemidoro la sexualidad es relacional y que las relaciones sexuales no pueden disociarse de las relaciones sociales. Ahora volvamos al texto de San Agustín, cuyo significado es el punto al que queremos llegar en nuestro análisis. En La ciudad de Dios, y más tarde en Contra Julián, San Agustín da una descripción del actosesexual. Ve elsacudidas acto sexual comoSe unapierde clase por de espasmo. Todo elbastante cuerpo,horripilante dice San Agustín, agita con terribles. completo el control de uno mismo. "Este acto sexual se apodera tan completa y apasionadamente de la totalidad del hombre, física y emocionalmente que, como resultado, se experimenta el placer más vivo de todos al nivel de las sensaciones y, en el clímax de la excitación, prácticamente paraliza todo poder para el pensamiento consciente." Vale la pena apuntar que esta descripción no es una invención de San Agustín: se puede encontrar igual en la literatura médica y pagana del siglo que le precede. Es más, el texto de San Agustín es casi la exacta transcripción de un pasaje escrito por el filósofo pagano Cicero de Otensius. Lo sorprendente no es que San Agustín diese una descripción tan exacta del acto sexual sino el hecho de que, habiendo elaborado una descripción tan horrible, admita luego que las relaciones sexuales podrían haber tenido lugar en el Paraíso antes del pecado original. Esto es aún más digno de atención si tenemos en cuenta que San Agustín es uno de los primeros Padres de la Iglesia que admite dicha posibilidad. Por supuesto, en el paraíso el sexo no podría haber adoptado la forma epiléptica que desgraciadamente conocemos ahora. Antes del pecado original, de Adán,querido cada una de susenpartes, obedecía alma y a la voluntad.elSicuerpo Adán hubiera procrear el Paraíso podríaabsolutamente haberlo hechoal de la misma manera y con el mismo control con que podía, por ejemplo, sembrar la tierra. No se excitaba involuntariamente. Cada parte de su cuerpo, como los dedos, se podía controlar en todos sus gestos. El sexo era una especie de mano que delicadamente plantaba la semilla. Pero ¿qué pasó con el pecado original? Adán se alzó contra Dios en el primer pecado. Adán quiso escapar a la voluntad de Dios y adquirir una voluntad propia, ignorando el hecho de que su propia voluntad dependía por completo de la voluntad de Dios. Como castigo por esta rebelión, y como consecuencia de su voluntad independiente contra la de Dios, Adán perdió el control de sí mismo. Quería conseguir una voluntad independiente y perdió el sostén ontológico para esa voluntad. Eso, entonces, se mezcló de forma indisociable con los movimientos involuntarios, y este debilitamiento de la voluntad de Adán tuvo un efecto desastroso. Su cuerpo y las partes de su cuerpo dejaron de obedecer a sus órdenes se rebelaron contra, las partes sexuales fueron las  primeras enlazarse en rebeldía. El famoso gesto de Adán cubriendo sus genitales con una hoja de higuera, no se debe, según San Agustín, al simple hecho de que Adán estuviera avergonzado de su presencia, sino a que sus s us órganos sexuales se movían por sí mismos sin su consentimiento. El sexo en erección es la imagen del hombre en rebeldía contra Dios. La arrogancia del sexo es

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Foucault y la ética el castigo y la consecuencia de la arrogancia del hombre. Su sexo incontrolado es exactamente lo mismo que ha sido respecto a Dios, un u n rebelde. ¿Por qué he insistido tanto en lo que podría ser sólo una exegética fantasía más en las que la literatura cristiana es tan pródiga? Pienso que este texto es testigo del nuevo tipo de relación que el cristianismo estableció entre sexo y subjetividad. La concepción de San Agustín sigue estando dominada por la temática y la forma de la sexualidad masculina. Pero la cuestión  principal no es, como ocurría con Artemidoro, Artemidoro, el problema de la penetración: p enetración: es el problema p roblema de la erección. En consecuencia, no es el problema de la relación con la gente, sino el problema de la relación de uno consigo mismo, o más exactamente, la relación de la voluntad con las afirmaciones involuntarias. Al principio de los movimientos autónomos de los órganos sexuales San Agustín lo llamaba libido. El problema de la libido, de su fuerza, origen y efecto, se convierte así en el  problema principal de la voluntad individual. No es un obstáculo externo. Es una parte, un componente interno de la voluntad. Y no es la manifestación de deseos caprichosos. La libido es el resultado de la voluntad cuando va más allá de los límites que Dios en un principio le impuso. En consecuencia, los medios que emplea la lucha espiritual contra la libido no consisten, como en Platón, en alzar nuestros ojos y memorizar la realidad que antes conocíamos y que hemos olvidado. La lucha espiritual consiste, por el contrario, en dirigir nuestros ojos hacia abajo o adentro para descifrar, entre los movimientos del alma, cuáles proceden de la libido. En  principio, la tarea es indefinida, ya que la libido y la voluntad nunca pueden disociarse sustancialmente una de otra. Y esta tarea no sólo plantea problemas de destreza sino también el de distinguir la verdad de la ilusión. il usión. Requiere una hermenéutica permanente de uno mismo. Desde esa perspectiva, la ética sexual implica obligaciones muy estrictas con la verdad.  No consiste solamente solaconstantemente mente en aprender las seres reglaslibidinosos. de un comportamiento moral, sino también de escrutarnos como ¿Podemos sexual decir que después de San Agustín experimentamos nuestro sexo con la cabeza? Digamos al menos que en el análisis de San Agustín la teología moral es, hasta cierto punto, una sistematización de gran cantidad de especulaciones previas pero también un conjunto de técnicas espirituales. Cuando se lee la literatura ascética y monástica de los siglos cuarto y quinto nos extrañamos de que estas técnicas no se refieren directamente al control efectivo del comportamiento sexual. Se mencionan poco las relaciones homosexuales, a pesar de que la mayoría de los ascetas vivían en comunidades permanentes y numerosas. Las técnicas se refieren principalmente a la corriente de pensamientos que fluía a la conciencia, entorpeciendo,  por su multiplicidad, la unidad necesaria para la contemplación y trayendo secretamente imágenes o sugerencias de Satán. La tarea del monje no era la del filósofo: adquirir dominio de uno mismo gracias a la victoria definitiva de la voluntad. Consistía en controlar perpetuamente los pensamientos, examinándolos para ver si eran puros, si algo peligroso no se escondía detrás, si no conllevaba algo diferente de lo que a primera vista aparecía, si no eran una forma de ilusión se tienen considerar siempre tienencomo que escrutaro yseducción. examinar.Tales Segúndatos Cassiano, por que ejemplo, uno tiene quesospechosos: ser consigo se mismo alguien que cambia dinero, que ha de comprobar las monedas que recibe. La pureza real no se adquiere cuando uno puede recostarse con un chico joven y guapo sin tocarlo, como hacía Sócrates con Alcibíades. Un monje era realmente casto cuando ninguna imagen impura le  pasaba por p or la l a mente, incluso de noche, incluso i ncluso en sueños. El criterio de pureza no consiste en mantener el control aunque sea en presencia de la gente más deseable: consiste en descubrir la verdad en mí mismo y vencer las ilusiones que hay en mí rechazando imágenes y pensamientos que mi mente produce continuamente. Ahí se encuentra el eje de la lucha espiritual contra la impureza. El principal problema de la ética sexual se ha desplazado de las relaciones con la gente y del modelo de penetración, a la relación con uno mismo y al problema de la erección: es decir a la serie de movimientos internos que se desarrollan desde el primer pensamiento, casi imperceptible, al último, pero todavía solitario, de la corrupción. Por muy diferentes y contradictorios que resulten a la larga se obtenía un efecto común: sexualidad, subjetividad y verdad estaban fuertemente ligadas entre sí. Este, pienso, es el marco religioso en el que el  problema de la masturbación -que casi era ignorado, o al menos descuidado por los griegos, que

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Foucault y la ética consideraban que la masturbación era cosa de esclavos y sátiros, pero no de ciudadanos libresaparecía como una de las cuestiones primordiales de la vida sexual.

NO AL PODER DEL SEXO. RICHARD SENNETT Concluyendo, me gustaría mostrar de qué modo ciertas ideas cristianas como la de enfrentarse a uno mismo enfrentándose a la propia sexualidad han reaparecido en la sociedad moderna. Lo haré rastreando parte de la historia de las ideas acerca de la masturbación desde mediados del siglo XVIII al final del XIX. Al exponer este tema utilicé la palabra "reaparecer" deliberadamente. Al comenzar el siglo XVIII, el autoerotismo no era de excesivo interés para las autoridades médicas o educativas. Desde luego, el onanismo era un pecado, pero había un abismo entre la regla cristiana y su diagnosis médica. Sencillamente se agrupaba el autoerotismo entre los desórdenes que le ocurrían a una persona sexualmente demasiado indulgente. En la obra de Boerhave,    Institutos de medicina,  publicada en 1708, la diagnosis general del exceso de indulgencia sexual es el siguiente: "Cuando el semen se descarga demasiado pródigamente ocasiona cansancio, debilidad, indisposición para el movimiento, convulsiones, adelgazamiento, sequedad, calor, dolor en las membranas del cerebro, con atontamiento de los sentidos especialmente de la vista   tabes dorsalis, locura y desórdenes de ese tipo." Hacia la época en que apareció  Psicopatología de la sexualidad, de Kraft-Ebing, en 1887, estos síntomas se limitaban a la masturbación. Además, la causa de esos Elsíntomas no es cuando ya una se realización demasiado del acto sexual, sinoa la el deseo sexual. deseo sexual experimenta a solas ypródiga continuamente, conducirá masturbación, de ahí a la homosexualidad, finalmente a la locura, desde Boerhave a KrafftEbing, la sexualidad se desplaza de cómo se comporta una persona a cómo siente.  LOS PELIGROS DEL ONANISMO

Quizá el único documento médico más crítico críti co en esta línea, sea la obra del físico francosuizo Samuel Tissot, Onanismo o Tratado sobre los desórdenes que produce la masturbación,    publicado en Lausana en 1758. El de Tissot no fue el primer libro sobre el tema en el siglo XVIII: ese dudoso honor correspondió al anónimo escritor inglés que publicó un trabajo también titulado Onanismo  en 1716. El inglés afirmaba, por primera vez, que la masturbación era una enfermedad especial, con perfil clínico propio, pero estas afirmaciones se hicieron de una manera tan fantástica y tan  poco exacta que, mientras el libro tuvo éxito entre coleccionistas de lo erótico, el lector científico no se lolatomó en serio. Eldebía libroconducir de Tissot, embargo, se dedicaba a explicar por qué, fisiológicamente, masturbación a lasininsania. Tissot afirmaba que la masturbación era la experiencia sexual más poderosa que una  persona podía experimentar fisiológicamente. Más que ningún otro acto sexual, elevaba la sangre al cerebro. "Este aumento de sangre", escribía, "explica la manera en que estos excesos conducen a la insania... La cantidad de sangre distiende los nervios debilitándolos; y son menos capaces de resistir impresiones, por lo que se debilitan." Dadas las teorías de la relación de la sangre y los nervios corrientes en la época, parecía perfectamente lógico. Lo que era nuevo, alarmante y, de igual modo, certificado por las teorías de Tissot era que el placer que una  persona puede darse a sí misma posee un u n poder erótico mayor que el que deriva del intercambio con un miembro del sexo opuesto. Sin las restricciones sociales, sólo para seguir los dictados más puros del placer, todos estaban en peligro de dejarse consumir por el autoerotismo, y por lo tanto volverse insanos. En este texto, Tissot discute el perfil clínico establecido medio siglo antes por Boerhave. Tissot aduce ocho razones por las que la masturbación es más peligrosa que los excesos sexuales que se comenten con las mujeres. La última y las más fuerte es psicológica. El masturbador queda superado por "la vergüenza y por un alarmante remordimiento", cosa que a

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Foucault y la ética ningún Don Juan le sucedería. Este reconocimiento psicológico interno sube tanta sangre al cerebro que tiene lugar una verdadera inundación de los nervios. De nuevo, la explicación  psicológica adquiere sentido para sus contemporáneos y lo que parecía probar este hecho alarmante era que la psique se puede volver literalmente loca por un deseo sin restricciones. La idea de que uno pueda volverse loco a través de un proceso interno aparece con Tissot. Se levanta un sistema completo de deseo, reconocimiento y destrucción; Tissot definió los límites de una terrorífica vida erótica interna y cerrada. Más apasionada, más importante, más peligrosa que cualquier otra forma de experiencia erótica. Debemos rescatar al hombre, dice Tissot, de su soledad. Lo significativo en el texto de Tissot es que aplica su puritanismo calvinista a un fenómeno sexual particular. Distingue entre la actitud desapasionada y científica que el médico tiene sobre otras formas de enfermedad sexual, como el desenfreno, y la actitud moral que el médico ha de tomar frente a la masturbación. La masturbación es el "crimen" que "con mayor facilidad conduce" al masturbador al "desprecio más que a la compasión por sus semejantes". Boerhave luchó por establecer un discurso acerca de la sexualidad de la moral cristiana. Tissot lo introduce de nuevo, pero de forma selectiva: sólo el autoerotismo es merecedor -si esa es la  palabra correcta- de d e la censura cristina. Tissot adoptó tres posturas p osturas frente al autoerotismo que influyeron luego profundamente en las opiniones médicas y educativas de los siglos XVIII y XIX: la sexualidad en soledad es, en primer lugar, profundamente estimulante; en segundo lugar, el autoerotismo es la condición en la que una persona es más consciente de sí misma. Es  peligroso estimularse solo y ser s er consciente de sí mismo; el cuerpo está camino de la locura, y el alma camino de la perdición. Lo importante del legado de Tissot y del fenómeno del autoerotismo en general durante el siglo XIX, es que a través del prisma del autoerotismo las autoridades erótico. Armados estos tres investigadoresintentaron intentaroncomprender comprender lo la sexualidad. Más quecon considerar a la presupuestos, gente que hacelos el amor como un todo constitutivo de un dominio de conocimiento del cual el médico aprende, se separa al individuo para estudiarlo independientemente porque, a solas, experimenta su sexualidad de forma más profunda. Era una aplicación al estudio del sexo de otras formas de individualismo novecentista, de la suposición de que una persona debía considerarse como individuo aislado. Esta aproximación de Tissot al autoerotismo se convirtió, durante el siglo XIX, en el método de concebir la sexualidad misma. Y se hacía de las siguientes maneras: primero, a causa de sus creencias acerca del autoerotismo, los médicos y educadores se acostumbraron a pensar que el deseo sexual existía antes, y se podía separar de la atracción sexual. Se pensaba que normalmente se experimenta el deseo como secreto. Es decir, si el deseo pertenece al cuerpo y  por sí mismo, es anterior al deseo de otra persona, persona, y es mayor cuando se mantiene como secreto. Este deseo sexual pertenece al individuo: es satisfecho más que creado por la atracción de otro ser humano. El problema del médico o profesor era averiguar este deseo, ya que estaba oculto en individuo.para Todos somos conscientes raros síntomas queenla medicina victoriana tuvo queelinventar el masturbador, pelo de queloscrecía de repente las palmas de la mano masturbadora, la lengua se hinchaba, los ojos se distendían o, en el caso de las mujeres el clítoris se distendía radicalmente. Los médicos victorianos tenían un motivo para inventar estos síntomas; ya que el deseo sexual era secreto, estaba escondido en el individuo, el médico u otra autoridad podía controlar al individuo inventando síntomas que le harían abandonar el deseo sexual. Lo más extremo de esta fantástica invención apareció en 1876 en un texto de Pouillet sobre la masturbación femenina, uno de los primeros textos de literatura médica sobre el tema. La diagnosis de la masturbación femenina era el mal humor, hosquedad hacia extraños y la mentira. Estos son signos invariables de que una mujer se masturba. Finalmente, dice Pouillet, "hay cierto aspecto, un  "je ne sais quoi",  más fácil de reconocer que de experimentar con  palabras". Tissot había mantenido que q ue el autoerotismo conducía al culpable a un mundo interior autosuficiente. En la época de Pouillet, la idea misma de deseo sexual se había cerrado en lo  privado. Se puede obtener poder sobre este deseo encontrando las señales del cuerpo que traicionan con su presencia. Tiene que ser algo que se s e perciba si se ejerce esa relación de poder. La segunda manera en que el autoerotismo se convirtió en prisma de la comprensión de lo erótico, se refiere a la relación entre deseo sexual e imaginación. Recordemos que Tissot

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Foucault y la ética creía que la experiencia autoerótica era la experiencia sexual más poderosa que una persona  podía experimentar. En el siglo XIX, esto se extendía a la imaginación i maginación sexual. Se creía que q ue a la vida erótica el mundo nunca puede satisfacerla suficientemente. El médico tiene que apagar el fuego del deseo sexual mediante medidas represivas externas. Según Lallemand, las relaciones sexuales matrimoniales eran las que hacían el deseo más casto. El objetivo de estas tecnologías externas y sociales de control era equilibrar la influencia de la imaginación. Existe un antagonismo básico entre fantasía y orden social.  LA NECESIDAD DE CONFESARSE

Por último, y de forma crucial, la lección que enseñaba el autoerotismo era que la sexualidad podía ser un barómetro que midiese el carácter humano. En el curso del siglo XI XIX, X, la opinión fisiológica de Tissot quedó marginada, pero la conexión que había establecido entre autoerotismo y el carácter social del individuo fue creciendo en importancia. A continuación veremos cómo una guía de "higiene sexual" para jóvenes, muy popular, veía la cuestión en l971 (se trata de  La educación de los jóvenes en higiene sexual   de Robert Wilson): "El chico que  puede mirar frente frente a frente y sonriendo a su padre padr e y a su madre, madre, que puede p uede echar los hombros atrás y respirar profundamente, ese chico que considera a su padre un camarada y a su madre su mejor amiga, no se masturba". El chico puede mirar de frente y sonriendo a sus padres porque no tiene nada que esconder, no tiene un secreto privado, solitario sobre su sexo. Esta manera de  pensar es la más corriente. La sinceridad con los demás dependerá de cómo una persona p ersona utiliza su sexualidad. Lo que hace su gobierno difícil es el hecho de que la sexualidad ha llegado a ser considerada como una experiencia poderosa y cerrada del deseo, que está conducida por un impulso El problema de decir verdad sobre el sexo se enreda pues con el de decir esa verdad deinterno. uno mismo que se resiste a lalarevelación. San Agustín creía que la definición de la sexualidad se resolvía en torno a la cuestión del sentimiento más que, como pensaba Artemidoro, a cuestiones de acción o posición social. Este es también el caso que se plantea aquí. La sexualidad es la arquitectura de todo el reino del deseo interno. La noción es compartida por textos médicos y cristianos que afirman que lo que uno desea, más que lo que uno hace, es lo que constituye el conocimiento de sí. En este embrollo de sinceridad, sexualidad y conocimiento personal del yo, hay implicada una relación de poder. El lío es tan complicado que se necesita una autoridad externa que lo desenrede: el cristiano se confiesa al cura, nosotros vamos al médico. No fue abogando  por la represión sexual sex ual como la medicina victoriana volvió a las raíces raíces cristianas de d e la cultura, sino por la importancia que asignó, para el conocimiento de sí, al consejo y control de otro ser humano que supiera más. Este análisis del legado de Tissot puede estar relacionado con el tema de la diferencia, que apunté al principio. La sexualidad es algo que todo ser humano experimenta; sin embargo, nuestra herencia de las teorías médicas y educativas del siglo pasado nos hace epensar que comprendiendo sexualidad comprenderemos tenemos distintivo individual. Lo universal univ ersal se nuestra utiliza para definir lo particular. Si haylounque elemento en de la herencia victoriana que hace ver este proceso como confuso, es la definición de la sexualidad en términos de deseo más que de actividad. a ctividad. "Todos hacen el amor", dijo uno de los pares de Kra KrafftfftEbing, "pero todos piensan en algo especial cuando lo hacen". Desde luego es difícil, sino imposible, deducir de los deseos sexuales privados de una persona su capacidad para la lealtad, el valor o la sinceridad con los demás. Lo que crea más misterios acerca de las diferencias individuales son estos pensamientos, estos deseos, estas fantasías, vistas como privilegiadas, como importantes a la hora de definir la totalidad de la personalidad individual. El privilegio concedido al deseo es una herencia cristiana. Hoy estamos muy lejos de poder asumir lo que hemos heredado. (Traducción de Inmaculada Garín)  Notas

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Foucault y la ética 1.  La distanciada visión que se produce el lunes por la mañana de los acontecimientos del fin de semana. 2.  "Os diré algo acerca de la honestidad del elefante. Un elefante nunca cambia de  pareja. La ama tiernamente. No copula con ella excepto cada tres t res años. Y eso sólo durante cinco días y tan en secreto que nunca se lo ve en el acto. Al sexto día sale de nuevo, y lo primero que hace es ir directamente a algún río para lavar su cuerpo, no queriendo regresar a su grupo de compañeros hasta que no se ha purificado. ¿No son estas cualidades buenas y honestas de la bestia las que enseñan a los casados a no inclinarse demasiado a los l os placeres sensuales y carnales?"

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Foucault y la ética

NOTA SOBRE LOS AUTORES Gustavo Mallea: Profesor de filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Profesor de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Dicta seminarios en el Colegio Argentino de Filosofía. Tomás Abrabam:  Profesor titular de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Director del Colegio Argentino de Filosofía. Autor de "La ley mayor", incluido en El discurso  jurídico,  editorial Hachette, de  Pensadores bajos, editorial Catálogos y  Los senderos de Foucault , editorial Nueva Visión.  Alicia Páez:  Profesora de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Autora de artículos y comunicaciones sobre temas de filosofía del lenguaje.  Edgardo Chibán:  Arquitecto. Se desempeña como profesor de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Dicta seminarios en el Colegio Colegi o Argentino de Filosofía.  Hebe Uhart :  Profesora de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Escritora. Ciro Morello: Docente en las cátedras de Comunicación I y Estética en la Universidad de Buenos Aires. Se interesa particularmente por actualizar la problematización de la experiencia estética. Christian Ferrer: Profesor de Sociedad y Estado en la Universidad de Buenos Aires. Ensayista. Autor-compilador de El lenguaje libertario, ed. Mordan. Dicta seminarios en el Colegio Argentino de Filosofía.  Richard Sennett: Profesor de Sociología de la Universidad de Nueva York y fundador del New York Institute for the Humanities.

*** (Contratapa:) En esta nueva edición se publican dos trabajos inéditos de Foucault, sintetizados y traducidos por Tomás Abraham. Es la primera vez que se dan a conocer estos cursos que articulan el problema del poder y el de la ética. Entre los dispositivos del poder y las técnicas de sí, aparece la verdad como un decir. La verdad, según Foucault, no es una entelequia, es una actividad discursiva que interviene históricamente. La parrhesía de los cínicos y la confesión cristiana son dos ejemplos de veridicciones, modos de decir la verdad. El cínico y el monje son sus peligro actuando y la obediencia, las situaciones que le corresponden. que personajes. tapa el sol yElSathanás en la oscuridad, los obstáculos. La franqueza El y elEmperador coraje en los cínicos, la verbalización y la obediencia obedi encia en los monjes, son las armas de la vverdad. erdad. EDICIONES LETRA BUENA Se terminó de imprimir en marzo de 1992.

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