VAnGuardia Dossier-Potencias Emergentes-China, India, Brasil, Sudafrica

December 31, 2016 | Author: seiko64 | Category: N/A
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DOSSIER NÚMERO 12

JULIO / SEPTIEMBRE 2004

Potencias emergentes

6 2 España y Andorra. 9,50 2 Europa.

CHINA, INDIA, BRASIL Y SUDÁFRICA

6 EUROS

Felipe Fernández-Armesto, Kenneth Weisbrode, Paul Kennedy, Leila Fernández-Stembridge, Arvinder Singh, Stephen P. Cohen, Brahma Chellaney, Paulo Fagundes Vizentini, Jeffrey D. Sachs, Sonia Fleury, Greg Mills, Robert Mattes, Chris Landsberg y Nahla Valji

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EDITORIAL

Gigantes menores a paz de Westfalia puso fin en 1648 a la guerra de los Treinta Años e inauguró el sistema de relaciones internacionales aún vigente y basado en la soberanía del Estado. Francia y Suecia se convirtieron en las potencias dominantes, aunque Inglaterra, Países Bajos, Austria y España siguieron manteniendo una posición de potencias. Estos seis grandes quedaron en cinco en 1815, cuando el Congreso de Viena, tras la derrota de Napoleón, confirmó la pentarquía integrada por el imperio austro-húngaro, Gran Bretaña, Prusia, Rusia y Francia. La Primera Guerra Mundial redujo el club a cuatro: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Japón. Y cuando la derrota nazi comenzó a ser evidente, sólo quedaron tres: Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética, protagonistas en Teherán, Yalta y Potsdam. En 1945, en el Consejo de Seguridad de la ONU se sentaron de manera permanente cinco potencias, pero las superpotencias eran dos: Estados Unidos y la Unión Soviética. Y ahora sólo queda una: Estados Unidos. La desaparición y la emergencia de las potencias es una cuestión tan antigua como las relaciones internacionales. En el siglo XXI la hegemonía estadounidense es inapelable, pero se enfrenta a dificultades generadas por la “expansión imperial” (Paul Kennedy). Y, al mismo tiempo, junto a la Unión Europea, Japón y Rusia, ya despuntan otros poderes: China, India, Brasil y Sudáfrica. Al análisis de estas cuatro potencias emergentes está dedicado este número de VANGUARDIA DOSSIER. Los cuatro son gigantes menores que podrían desafiar a la superpotencia (Felipe Fernández-Armesto). Estas potencias emergentes coinciden en su vocación multilateralista (Kenneth Weisbrode) y en sus problemas. Pero son distintas: sus modelos demuestran que no hay un camino único hacia el desarrollo. China, autocrática y capitalista, es una economía socialista de mercado emergente que es la fábrica del mundo (Leila Fernández-Stembridge). India enseña que democracia y libre mercado pueden combinarse en un país en vías de desarrollo (Brahma Chellaney) cuya economía, que no es exportadora, es más fuerte que la china (Arvinder Singh), aunque los subsidios son un obstáculo a la reforma (Stephen P. Cohen). Brasil también tiene dos caras. Posee los recursos para convertirse en un líder a nivel mundial (Jeffrey D. Sachs) y propone un sistema basado en la ONU (Paulo Fagundes Vizentini), pero el déficit de sus políticas de redistribución es su punto débil (Sonia Fleury). Y la cuarta potencia emergente, Sudáfrica, es un modelo esquizofrénico, con una componente primermundista y otra tercermundista (Chris Landsberg). La transición sudafricana a la democracia ha sido calificada de “milagro”, pero la Comisión para la Verdad y la Reconciliación ha dejado mucho por resolver (Nahla Valji), el país tiene una de las ciudadanías políticamente más pasivas de África (Robert Mattes) y su fractura es triple: blancos ricos, negros acomodados y negros pobres (Greg Mills). En síntesis, los cuatro países distan de tener las características de una potencia mundial, pero su desarrollo, si continúa, es el aviso de un futuro presidido por una difusión del poder después de una concentración que en tres siglos y medio ha producido una sola superpotencia.

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ILUSTRACIÓN DE JULIET POMÉS LEIZ

Xavier Batalla

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SUMARIO

JULIO/SEPTIEMBRE 2004

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Cuatro poderes emergentes

BRASIL

por Felipe Fernández-Armesto

Si China, India, Brasil y Sudáfrica, cuatro “gigantes menores”, acaban haciendo realidad sus potencialidades, con el tiempo llegarán a desafiar –quizá sustituir– a la superpotencia.

68|

Una potencia regional por Paulo Fagundes Vizentini

Brasil es la décima potencia económica mundial, el quinto país en territorio y población y goza de un proyecto nacional articulado, pero el Gobierno del populista Lula da Silva afronta un grave problema: la desigualdad social.

16| CARTOGRAFÍA: PODERES PERIFÉRICOS 18|

La ONU y el nuevo mundo de las regiones por Kenneth Weisbrode

Las Naciones Unidas deben plantearse si con el actual equilibrio de poder el Consejo de Seguridad, tal como está constituido ahora, sigue teniendo validez en el siglo XXI.

74|

CARTOGRAFÍA: LA LOCOMOTORA DEL SUR

PARA SABER MÁS

La lección china a Brasil

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por Jeffrey D. Sachs

Brasil, que dispone de importantes recursos, considera de manera creciente que el desarrollo económico pasa por la globalización, una estrategia que China asumió hace 25 años.

22| CARTOGRAFÍA: CUATRO MERCADOS 24|

¿Expansión territorial, otra vez?

78|

El reto de la inclusión social

por Paul Kennedy

por Sonia Fleury

Estados Unidos apenas ha empezado a pagar el considerable coste militar, económico y diplomático de su “expansión imperial” que tiene en Iraq su desafío más trascendental.

La inclusión social, indispensable para el desarrollo, no será posible sin la ruptura con los sectores conservadores y sin la aceptación, por parte de la burguesía industrial, de las demandas de las clases medias y populares.

31| CRONOLOGÍA: DEL TRATADO DE TORDESILLAS A LULA DA SILVA (1494-2003)

CHINA 40|

SUDÁFRICA 82|

De productora a consumidora

¿Un modelo para África o un modelo africano? por Greg Mills

China ya es la quinta economía y el mayor foco de inversión. Y, también, un mercado de 1.300 millones de consumidores.

Los resultados electorales y las estrategias del Congreso Nacional Africano demuestran lo difícil que resulta aplicar una política identitaria afín al modelo económico postcolonial.

CARTOGRAFÍA: EL DESPERTAR CHINO

CARTOGRAFÍA: LA ESPERANZA AFRICANA

por Leila Fernández-Stembridge

INDIA 52|

89|

Tierra de paradojas por Robert Mattes

¿Una carrera con China?

Las paradojas entre los ciudadanos sudafricanos son notorias en la economía, las instituciones y la cultura política, tres ámbitos cruciales para la consolidación de la democracia.

por Arvinder Singh

No puede contestarse con certeza si es India o China el país que lleva la delantera. Inmensos en población y economía, se trata de dos grandes tradiciones que intentan modernizarse. CARTOGRAFÍA: EL COLOSO INDIO

58|

93|

Un Estado pivote: buenas palabras y mano firme por Chris Landsberg

La importancia de ser la India

El mantenimiento de la estabilidad y el desarrollo son esenciales en Sudáfrica como país que actúa en colaboración con otros para el interés regional (Estado pivote).

por Stephen P. Cohen

La India cree estar destinada a influir poderosamente en la escena internacional, y no sólo en la economía. 63|

Un modelo de democracia para el mundo en vías de desarrollo por Brahma Chellaney

El desarrollo indio depende de factores como el control de la corrupción, la estabilidad política y la cohesión interna. 6 VANGUARDIA | DOSSIER

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Reconciliación y reparación por Nahla Valji

La Comisión para la Verdad y la Reconciliación sirvió para que se conocieran, individualizados, los efectos de la execrable violencia del apartheid, pero no para que las víctimas fueran justamente indemnizadas ni para que los culpables fueran castigados.

LIBROS LITERATURA CINE VIAJES WEBS

VANGUARDIA DOSSIER www.vanguardiadossier.com Número 12 AÑO 2004 Editor: Javier Godó, Conde de Godó Consejera editorial: Ana Godó Director: José Antich Directores adjuntos: Xavier Batalla Alex Rodríguez Dirección de Arte: Rosa Mundet Redacción: Joaquim Coca Alejandra Villar (diseño e infografía) Edición gráfica: Guillermina Puig Edita La Vanguardia Ediciones S.L. Pelai, 28 - 08001 Barcelona

[email protected] Suscripción y distribución: Pere IV, 467 - 08020 Barcelona

[email protected] Teléfono: 93 361 36 60. Fax: 93 361 36 68 Depósito Legal: B-12.026.02 ISSN: 1579-3370 Impreso en: ROTOCAYFO-QUEBECOR Distribuye: Gepesa

© LA VANGUARDIA EDICIONES S.L. BARCELONA, 2004. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. Esta publicación no puede ser reproducida; ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la empresa editora.

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Cuatro poderes emergentes Felipe Fernández-Armesto PROFESOR DE HISTORIA MODERNA EN LA UNIVERSIDAD DE OXFORD. ES AUTOR DE MILLENNIUM, LAS AMÉRICAS E HISTORIA DE LA COMIDA ILUSTRACIÓN DE JULIET POMÉS LEIZ

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CUATRO PODERES EMERGENTES

CUATRO PODERES EMERGENTES

Si contemplamos el porvenir del mundo, no hay por qué alegrarnos. Por tercera vez desde el final de la Primera Guerra Mundial, la posibilidad de erigir un nuevo orden internacional se nos está escapando. Después de las dos guerras mundiales, perdimos grandes ocasiones. Ahora, al cabo de la guerra fría, nos hallamos frente a otra decepción más. En Europa –entre el probable rechazo de la Constitución, las dificultades surgidas por la ampliación y el estancamiento frente a las cuestiones de Turquía y Rusia– es difícil resistir el pesimismo. El caso de Estados Unidos bajo su Gobierno actual, que parece actuar sin el menor vestigio ni de sagacidad ni de moralidad, resulta aún más desesperado. La economía japonesa sigue sin recuperarse. La trayectoria política de Rusia suscita ansiedades. Fuera del ámbito de las grandes potencias, no hay sonados triunfos que contar. En casi toda África y en gran parte de Asia y de Latinoamérica existe más dolor que consuelo.

E

L GRAN VALOR DE VIVIR EN EL PESIMIS-

mo es que no desengaña a nadie. Lo recomiendo a todos. En ello se encuentra una especie de felicidad resentida por el hecho de que las cosas hubieran podido ser peores. Pero tengo que confesar que, aún para un pesimista devoto, como lo soy yo, hay cuatro países en el mundo de hoy que inspiran esperanza y que me parece que prometen un futuro mejor. No quiero entusiasmarme excesivamente, pues no quiero perder mi categoría de pesimista. Y los hados siguen disponiendo de sus bastones para castigar a los profetas temerarios. Pero hay que reconocer que los cuatro han logrado progresos prodigiosos. Se trata de los “gigantes menores” de China, India, Brasil y Sudáfrica, o “gigantillos” si se me permite denominarlos de esta manera: países que hasta ahora no han hecho realidad sus potencialidades pero que están madurando rápidamente y que, si siguen creciendo, serán capaces de desafiar, y tal vez sustituir, a la superpotencia en funciones, así como los titanes derribaron a Urano. Debe haber un quinto: Indonesia, que –como el mayor país islámico– también reclama su plaza entre los países ejemplares del mundo. Pero Indonesia es un imperio –inestable y resentido para muchos de sus súbditos–, y el problema de reintegrar al mundo islámico en el sistema político internacional, después de la enajenación de tantos musulmanes por la actual política esta-

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dounidense, exige remedios más profundos que la revaloración de un solo país. Los cuatro “gigantillos” son bien distintos. ¿Por qué considerarlos conjuntamente? En primer lugar, todos se están preparando para ejercer un papel político auténticamente global y típico de una gran potencia. China, India y Brasil lo merecen por su peso demográfico y económico, Sudáfrica por su liderazgo regional en el África subsahariana. Tres de ellos ––India, Brasil y Suráfrica– son candidatos a escaños permanentes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. China ya alcanzó esa categoría en los años 70, como consecuencia de la política de Richard Nixon, que supo así domar el tigre. Y esa política fue acertada. Por regla general, los chinos han ejercido su mandato en aquel fórum con cautela, ansiosos por demostrar su mérito de miembros auténticos de la comunidad internacional, dignos del grado de una gran potencia. En años recientes, China ha abandonado por completo el papel de perturbador de paces adoptado por el régimen de Mao Tse Tung y ha venido a ser un modelo de responsabilidad en las relaciones internacionales, a pesar de mantener un sistema interno opresivo e injusto. Los otros tres “gigantillos” parecen haber logrado un nivel de democracia equiparable con muchos países europeos: Brasil y la India acaban de cambiar sus gobiernos pacíficamente; en los últimos comicios celebrados en Sudáfrica, el partido del Gobierno logró una victoria aplastante pero, en términos generales, bien mere-

cida. Los cuatro son importantísimos para el mundo entero por dos motivos. En primer lugar, los necesitamos para alcanzar un orden mundial eficaz. Es evidente que la situación actual, en la cual una única superpotencia ejerce el papel de árbitro sobre los destinos del mundo, es insoportable e insostenible. Yo tengo el valor de ser el europeo más americanófilo de nuestro hemisferio: amo a los estadounidenses por su sencilla fe en sus propias tradiciones retóricas de adhesión a la libertad y la democracia. Todos los días doy gracias a Dios por el hecho de que salimos de los conflictos del siglo XX de la mano de una superpotencia relativamente benigna en comparación con las otras posibles, tales como la Rusia soviética, la Alemania nazi, el Japón militarista o la China de Mao. Pero ya no puedo aguantar más un sistema que privilegia a Estados Unidos por el mero hecho de ser más fuerte que los demás; ni me convence una situación que permite excesos como la guerra de Iraq, que –como ya ha hemos reconocido todos los que aceptamos las pruebas disponibles– ha sido un crimen bajo la óptica moral y un error desde el enfoque político. Escribo estas líneas en Washington, donde me encuentro para dar una charla en la escuela diplomática –la Foreign Service School– de la Universidad de Georgetown, donde se educó el príncipe Felipe y donde gran parte de los hijos de la elite internacional acuden a clase. Estoy rodeado de miembros de la clase gobernante estadounidense, que están desesperados por la imposibilidad de mantener la postura actual de su país, no necesariamente por motivos morales, sino sencillamente por los gastos elevadísimos de la política exterior del actual Gobierno. En la actualidad, por ejemplo, la coalición de la guerra iraquí consiste en dos centinelas occidentales, Estados Unidos y Gran Bretaña, con el apoyo de unos cuantos

mercenarios pagados por Estados Unidos: países que han contribuido con contingentes mínimos de soldados para evitar que se les corte el apoyo financiero de parte de los estadounidenses. Claro está que se trata de una trayectoria poco duradera. Aquí en Washington, casi todos los grandes conocedores del rumbo de la política estadounidense reconocen que Estados Unidos terminará abandonando al Iraq –siguiendo, efectivamente, el ejemplo del Gobierno español–. Se cuenta a menudo una anécdota de Richard Helms quien, al felicitar a Henry Kissinger por los 50.000 dólares con que le premió el Comité Nobel cuando las fuerzas estadounidenses abandonaron Vietnam, le aconsejó que se denunciara a sí mismo ante las autoridades fiscales por haber recibido ingresos que no había ganado. Con Dick Cheney o Colin Powell, si no se equivocan los expertos aquí, pasará algo parecido. Por razones económicas –o por motivos más profundos– saben que les es preciso compartir la responsabilidad de vigilar la paz del mundo entre más países. Para ser factible, y para lograr el apoyo del mundo, el nuevo sistema tendrá que abarcar representantes de distintas culturas y, sobre todo, los “gigantillos”. En segundo lugar, no es sólo para aportar un poco de equilibrio y un poco de justicia al orden internacional que nos hace falta tener en cuenta a los gigantes menores. En un mundo cada vez más plural, donde se entrecruzan hilos de diversidad y se mezclan razas y culturas sin ninguna posibilidad de mantenerse separadas, necesitamos modelos de democracia pluralista y de convivencia pacífica entre etnias y religiones dentro del marco del Estado laico. El mundo precisa desesperadamente de ejemplos de democracias multiculturales que tengan éxito. Si no, premoniciones como la del “choque de civilizaciones” se convertirán en realidades sangrientas. Bajo ese punto

La situación actual, con Estados Unidos como única superpotencia que ejerce el papel de árbitro de los destinos del mundo, es insoportable e insostenible de vista, nuestros cuatro gigantes menores constituyen una especie de laboratorio. Brasil es un país de gran tradición de mestizaje, donde todos se consideran brasileños, a pesar del hecho de que allí hay de todo: todas las creencias, todos los aspectos físicos, todos los colores de piel, descendientes de indígenas y de esclavos negros, inmigrantes japoneses, refugiados “arios” de la Europa posnazi, sectas protestantes radicales, comunidades de religiones paganas y sincréticas de origen africano. Hay casi tantas divergencias culturales en Brasil como en el mundo entero. En la India, a pesar de presiones hoy más urgentes que nunca, la democracia y el laicismo político han sobrevivido milagrosamente frente a las profundas divisiones religiosas y al hecho de que existe una fuerte, y a veces agresiva, mayoría hindú. En Sudáfrica la transición democrática no ha perjudicado –o, por lo menos, no ha dañado– a la minoría blanca, y los diversos pueblos negros siguen dispuestos, por ahora, a compartir un mismo Estado. EN CHINA EL CASO ES DISTINTO, POR TRA-

tarse de un imperio muy antiguo, que siempre ha ejercido una política de atracción de sus minorías hacia la cultura china. La revaloración de los senVANGUARDIA | DOSSIER

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CUATRO PODERES EMERGENTES

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Brasil, donde un Gobierno de izquierdas no suscita reacciones violentas, es la puerta de acceso para conseguir influencia en América Latina

timientos de identidad de los pueblos sometidos al imperio se ha realizado con enorme éxito; así que en el día de hoy comunidades históricas tan diversas como los hakka y los pienmin se califican de chinos sin duda alguna. Compárese con el caso de España, por ejemplo, donde ni los pueblos de la misma península siquiera han aceptado el grado de homogeneización exigida por tres siglos de gobiernos más o menos centralistas –sin pensar en la resistencia por diversas zonas del resto del imperio español al idioma e identidad de los conquistadores–. Así se ve enseguida que la historia china es bien distinta. Tal vez la Roma antigua y Estados Unidos serán los únicos casos parecidos de procesos de autorredefinición de la gran mayoría de los pueblos que la historia llevó a formar parte de sus imperios. Todos los gigantes menores, empero, tienen problemas, algunos de los cuales son comunes. Los problemas son de tres tipos: los que surgen de los desequilibrios del orden económico mundial; los que se levantan desde dentro por el hecho de ser países inmensos, difíciles de gobernar y de sacar adelante por su extraordinaria complejidad, y los que se relacionan con las agendas vigentes de los actuales miembros del Consejo de Seguridad y, sobre todo, de Estados Unidos. Empezamos con Brasil, por ser el caso menos problemático de todos. Lula constituye una prueba de que un Gobierno de izquierdas puede funcionar sin suscitar reacciones violentas, como en el vecino caso de Venezuela, ni abandonar la búsqueda hacia una sociedad más igualitaria y un bienestar social más completo, ni convertirse en una dictadura, ni perjudicar los logros económicos del capitalismo, ni enemistar al Gobierno estadounidense. Es inusitado que Washington respete una 12 VANGUARDIA | DOSSIER

opción democrática de latinoamericanos que no sea de acuerdo con la política estadounidense en la “huerta del Tío Sam”. Esta vez, empero, los augurios son favorables y parece ser que hasta George W. Bush –que suele calificar de enemigo a todos los que no comparten su punto de vista– esté dispuesto a aceptar a Lula como colaborador en el hemisferio occidental. La razón es evidente: para conseguir influencia por toda América Latina es imprescindible tener acceso a Brasil. En España solemos cometer el error de pensar que Brasil es un país aislado en Latinoamérica por ser lusohablante. No es así. En congresos internacionales los brasileños y los hispanoamericanos se entienden perfectamente. Casi toda la elite brasileña domina bien el español. Así que no hay obstáculo ninguno, en este sentido, para que Brasil asuma el liderazgo regional que le corresponde por su tamaño, sus riquezas naturales, y su nivel de desarrollo económico. En la situación brasileña es difícil distinguir entre problemas y oportunidades. La selva, por ejemplo, es un recurso que queda por explotar, y una trampa en la que se enredan los líderes del mundo. Oímos con frecuencia que la pérdida arbórea es excesiva, pero la verdad es que, históricamente, el interior del Brasil ha sido, y sigue siendo, una frontera relativamente poco trabajada. En el siglo XXI podría ser para la economía brasileña lo que fueron las grandes praderas del interior de América del Norte en el siglo XIX para Estados Unidos y Canadá: un vasto campo de crecimiento económico. El mundo, sin embargo, quiere conservar la selva como una propiedad común de la humanidad –una especie de Edén sin tocar, una virgen sin violar, el jardín del planeta–. Los motivos ecológicos de este anhelo son muy respetables. Cada vez que se quema un trozo más de la selva, más materia carbónica se añade a la atmósfera, que ya está cargada con más carbón que nunca: casi el doble de lo que había en la última edad del hielo. No sabemos cuáles serán las

consecuencias de este crecimiento, pero es muy probable que el clima seguirá calentándose, se alzarán los mares, se perderán terrenos, se extinguirán especies comestibles, y se perjudicarán las vidas de millones de humanos. Mientras tanto, especies propias de las mismas selvas se echarán a perder, el sistema de vida de los pueblos selváticos se terminará, el mundo se habrá empobrecido y el rostro del planeta habrá cambiado para siempre al perder una de sus grandes bellezas. No queremos que sea así. Si los brasileños se niegan a la explotación de su selva, ello redundará en beneficio de todos, pero sobre todo de los países ya desarrollados. ¿Pero estamos dispuestos a pagarles a los brasileños el coste de su presunta abnegación? Un acuerdo internacional sobre el futuro del interior brasileño –un acuerdo justo, que respete tanto las necesidades del mundo como los derechos del Brasil– es una necesidad urgente. La solicitud brasileña de un escaño permanente en el Consejo de Seguridad es una ocasión para intentar realizarlo. La otra gran dificultad brasileña son las relaciones intercomunitarias. Como otros países en vías de desarrollo rápido, Brasil atrae a inmigrantes, y el balance tradicional del país queda afectado tanto por el elevado número de recién llegados como por las reacciones de la población existente. Por supuesto, éste no es un problema propiamente brasileño, sino un problema del mundo, un efecto de la mundialización. Como todo proceso aglutinador a través de la historia –la formación de grandes estados e imperios, las ampliaciones de las fronteras de religiones y culturas– la globalización da lugar a resultados paradójicos. Por una parte, vemos instancias de homogeneización cultural. Por otra, ese mismo hecho suscita temores e impulsa comunidades históricas hacia sus raíces, preocupadas por la posible pérdida de su cultura tradicional. Hasta cierto punto, éste es el fenómeno que puede explicar el auge de fundamentalismos, el renacimiento de viejas identidades que se

creían muertas, y la reaparición de antiguas comunidades antes sumergidas en entidades aglutinadoras, tales como el antiguo imperio soviético y la federación yugoslava. Me hace gracia el hecho de que muchos ciudadanos de países occidentales consideran el islamismo como una amenaza a su cultura, sin darse cuenta de que el islamismo se arraiga en el mismo tipo de temor. Estos temores no son racionales. Los sentimientos de identidad son a la vez robustos y permeables. Yo, por ejemplo, me siento simultáneamente gallego y español, inglés y británico, lleno de patriotismo chico y de europeísmo. Es perfectamente cómodo combinar ésas y más identidades. En el futuro nos acostumbraremos a un mundo en que será normal y aceptable ser a la vez francés y africano, inglés y paquistaní, alemán y turco, europeo y musulmán. MIENTRAS TANTO, EMPERO, ESTAMOS SU-

friendo un período de ajustes, que resulta especialmente difícil para países de gran diversidad de culturas. Los problemas de Sudáfrica y la India son mayores que los del Brasil, pues en ambos casos se trata de países históricamente divididos entre grandes comunidades mutuamente conflictivas: hindúes y musulmanes en la India, blancos y negros en Sudáfrica y, en conflictos paralelos, castas privilegiadas contra las menospreciadas en la India, y zulúes contra xosas en Sudáfrica. El conflicto sudafricano es un caso único entre países previamente coloniales en zonas templadas, con entornos físicos y climáticos parecidos a los de Europa. Aunque no se suele reconocer, la época colonial fue, bajo una óptica objetiva, extraordinariamente virtuosa. El éxito de las colonias realmente prósperas y duraderas que los europeos fundaron fuera de Europa –en Norteamérica y el Cono Sur americano, en Siberia, y en Australia y Nueva Zelanda– se debe al hecho de que expulsaron, masacraron o marginaron a los pueblos indígenas. En Sudáfrica, en cambio, se dominó y explotó la mano de obra nativa y veci-

Sudáfrica necesita dinero en forma de inversiones que contribuyan a afianzar una burguesía fuerte y grande que asegure la nueva democracia na, sin llegar a exterminarla: una política, desde luego, que da la impresión de ser relativamente positiva y benévola. No existen, ni pueden existir, equivalentes del Congreso Nacional Africano (CNA) entre los indios norteamericanos, los aborígenes australianos o argentinos, o los pueblos cazadores de Siberia. Sudáfrica es el único país de ese tipo donde sobrevivió una mayoría indígena –o aún una minoría lo suficientemente grande– para que se les devolviese su tierra. Es más: Sudáfrica, tanto por su desgracia como por su honor, está compuesta de amplias minorías étnicas. Las diferencias existentes entre blancos y negros tienen menos capacidad de provocar trastornos que las divisiones entre comunidades históricas descendientes de diversos grupos indígenas y coloniales. De estas circunstancias históricamente inusitadas surgen oportunidades y dificultades. Tengo que confesar que a raíz de la caída del sistema de apartheid yo ofrecí unos funestos pronósticos que afortunadamente resultaron desacertados. Me pareció que se trataba de un probable fracaso heroico. Deseaba que el país se constituyese como una federación de culturas, cada una con su hacienda propia y sus propias instituciones tradicionales, en lugar de la Constitución relativamente centralista que se erigió en el momento de la transición democrática. Así se hubiera evitado el probable rechazo del Estado por comunidades que considerasen el poder del Congreso Nacional Africano (CNA) como una amenaza insoportable. Ahora, al cabo de una década, por extraño que sea, todas las minorías parecen haber aceptado el dominio del CNA y no han estallado rebeliones ni grandes movimientos separatistas. No hay que asombrarse si un partido que dispone del 70 por ciento de los votos se corrompiese, o sintiese la tentación de abusar del poder. Pero por

ahora no ha sucedido tal cosa en Sudáfrica. El partido dominante ha logrado incluir a elementos de casi todas las etnias del país. Por fin, hay algo nuevo que sale de África. Sin embargo, sigo inquieto. Las injusticias e ilegalidades que quedan de la época del régimen anterior siguen siendo enormes. Para acabar con ellas lo que más hace falta es dinero. La burguesía negra sigue siendo relativamente pequeña y, como en España se sabe muy bien, para lograr que funcione una nueva democracia lo que más se precisa es una clase media grande y fuerte. Una burguesía no se crea rápidamente sin altos niveles de inversión. La inversión extranjera en la economía de la Sudáfrica demócrata ha sido lenta y relativamente modesta. Las cifras sólo empezaron a subir a partir de 1993. Entre 1993 y 1996 las inversiones estadounidenses aumentaron en un 50 por ciento, y más de 200 empresas norteamericanas empleaban unos 45.000 sudafricanos. Pero en su gran mayoría el capital extranjero se dirigía hacia negocios ya existentes, sin ayudar directamente al proceso de formación de una nueva burguesía. Afortunadamente, en los últimos cinco años el mundo ha respondido a las necesidades de Sudáfrica y los fondos invertidos desde fuera han aumentado a casi 7.000 millones de dólares. Pero queda aún mucho por hacer. Tenemos que seguir apoyando el país con mayor generosidad. Los gobiernos occidentales tienen que garantizar las inversiones en la economía sudafricana por parte del sector privado. Varios indicios son positivos: la huida de blancos se ha terminado; algunos inmigrantes ricos les han sustituido; la tasa de inversión extranjera se acelera poco a poco. Pero me temo que sigue manteniéndose por debajo del nivel que necesita el país. El producto interior bruto aumenta relativamente poco –1,9 por VANGUARDIA | DOSSIER

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CUATRO PODERES EMERGENTES

CUATRO PODERES EMERGENTES

ciento en 2003–, cifra que Ya hemos mésticos y al estancamiento no se superará este año. empezado de la economía rural. El paro es enorme –casi el Políticamente, también, 29 por ciento, según las a oír el rugir las divisiones de China son estadísticas oficiales, que del tigre. profundas. Los “dos sisteno cuentan con los nu- Nadie mas” que se han mantenido merosos desempleados desde la devolución de será capaz que no se registran por esHong Kong parecen difíciles cepticismo o margina- de igualar a de equilibrar. Ya en el trágición–. Mientras tanto, la China cuando co episodio de la revolución crisis del sida implica un fracasada de la plaza de futuro económico difícil. Y este “gigante Tiananmen, vimos la rivalidormido” todo depende del CNA, dad hasta cierto punto vioque sufre en cada mo- del este acabe lenta entre la China cammento las tentaciones de pesina y la China urbana. aprovecharse de su popu- de despertar Ahora afloran más enemislaridad para convertir el tades. Las minorías musulpaís en una dictadura. manas de las provincias del oeste del paChina También sufre el problema ís rechazan el Estado: si existe en el del Sida, oculto por la estrategia pro- mundo un caso auténtico del choque pagandística del Gobierno. Claro está de civilizaciones, es en la jihad lanzada que, tratándose de un país de tan por rebeldes, de quienes sabemos muy enorme peso demográfico, la pobla- poco en el mundo occidental. Algo sí ción podría reducirse, hasta cierto pun- oímos del resentimiento del Tíbet soto, sin graves consecuencias económi- metido a una dura ocupación armada cas. Parece ser éste el punto de vista de y a una política de asentamientos de los dirigentes del país, que no suelen chinos que podrá acabar con la cultura preocuparse por consideraciones mo- tradicional. China, a pesar de su larga rales. Pero hay que tener en cuenta que historia, no es infinitamente perdurala población china ya está muy des- ble. Hubo momentos –y muchos– de equilibrada. Estrategias francamente fracaso y de despedazamiento en su estúpidas de natalidad controlada a pasado. Puede haber otro tanto. través de medidas coercitivas estatales En cambio, si ese desastre no sucehan dado lugar a una situación la- de, es casi ineludible que, en algún momentable. La mayoría de la población si- mento, China recuperará su puesto cague envejeciendo, mientras que no se si natural como la gran superpotencia sabe a ciencia cierta si la mano de obra del mundo. Si se me permiten unas líjoven bastará para sostener la econo- neas de autobiografía, me acuerdo de mía. La actual política económica del un momento de epifanía sobre la imrégimen parece poco acertada. Se están portancia histórica de la China, que se creando dos Chinas. En la costa hay me ocurrió hace muchos años, en mi una China desarrollada, de rascacie- colegio de chicos en Inglaterra. En los, inversiones enormes y globaliza- aquel entonces, los alumnos solíamos ción alocada. En el interior sigue en vi- pasar gran parte del día leyendo textos gencia la China de siempre: un país de en latín para revestirnos de esa capa excampesinos pobres, incapaz de ser un terior de aires clásicos y antiguos. Una mercado para productos caros y sofis- vez, leyendo poemas de Horacio me ticados. Históricamente, ese modelo tropecé con aquella oda en la que alaba de desarrollo no ha tenido mucho éxi- a su patrono, el gran Mecenas, por su to: pensamos en los casos decimonó- capacidad de trabajo al servicio del emnicos de Egipto y de la misma China, perador, y sus preocupaciones enordonde los intentos de emprender revo- mes, fijadas siempre en los giros y peluciones industriales se frustraron, de- ligros de gentes lejanas, tales como los bido en parte a la falta de mercados do- chinos. Me pareció una estupidez. La 14 VANGUARDIA | DOSSIER

idea de que un político romano se preocupase por la China era absurda –una muestra de lo zalamero que era Horacio, y nada más–. Sigo convencido de que Mecenas no pensaba en lo que hacían los chinos. Ahora, empero, creo que lo pensaría. La gran pregunta para el mundo de entonces, y la gran pregunta del mundo de hoy –la gran pregunta, a fin de cuentas, para el mundo en cada momento– es: ¿qué hará China? China es el mayor país del mundo. Lleva alrededor de 3.000 años siéndolo. Durante casi todo ese tiempo, era también el país más rico del mundo y el país que ejercía mayor influencia cultural en los demás. Tecnológicamente, sobre todo, los chinos superaban a todos. En Occidente recibimos de ellos casi todas las más importantes tecnologías con las que elaboramos nuestro propio progreso económico y asentamos nuestra hegemonía mundial: el papel y la imprenta, bases esenciales de las comunicaciones a gran escala hasta muy recientemente; el dinero en forma de pagaré, que es el punto de partida del capitalismo moderno; la pólvora –ingrediente insustituible del arte de la guerra de la edad moderna–; las tecnologías náuticas, tales como el timón, la brújula y los mamparos, sin los cuales la supremacía naval de las marinas occidentales sería inconcebible; el alto horno, que fue un elemento indispenable de nuestras revoluciones industriales. Es probable que hasta la idea que solemos calificar de clave de la civilización occidental –el empirismo científico– fue de origen chino y nos llegó transmitida por rumbos olvidados, llevada por viajeros anónimos, a través de las rutas de la seda. Desde que existieron pruebas –o sea, desde la época romana– hasta mediados del siglo XIX, China tuvo un balance comercial favorable con el resto del mundo, incluso con los países primigenios de la civilización occidental. La supremacía del oeste no vino determinada por la necesidad histórica. Todo lo contrario: fue un extravío. Probablemente será un corto interludio en una larga historia. Durante los últimos 150

años, China ha sido mal gobernada y no ha vuelto a manifestar sus potencialidades. Sigue mal gobernada en el día de hoy. Pero el sistema se cambiará. Las reformas de la economía puestas en vigor por el Gobierno actual suponen la creación de una clase media de tecnócratas y de ricos hombres de negocios. Será imposible mantener la supremacía de una elite comunista, caracterizada por su adhesión al partido, frente al resurgir de una nueva clase política. Tanto como las aristocracias europeas del siglo XIX, la actual elite china tendrá que ceder su predominio o, por lo menos compartirlo, con los hombres nuevos. Entonces veremos una nueva política, racionalmente basada en las exigencias del mercado mundial. China hará, por fin, lo que hizo Japón en la posguerra del siglo XX, y se pondrá al corriente de las economías occidentales. Cuando ese proyecto se materialice, dentro de 20 o 50 años, según los cálculos de diversos expertos, China será insuperable. El mundo tendrá una nueva superpotencia, al lado de la cual Estados Unidos parecerá un enano. Ya estamos oyendo el rugir del tigre. El crecimiento de la economía china en tiempos recientes es asombrosa –un auténtico Wirtschaftswunder–. Este año el incremento ha sido del 9,7 por ciento, poco menos que el del año pasado y que el del anterior. En el pasado mes de abril, la producción total de las fábricas chinas superó en un 19,1 por ciento a la del año pasado. El mundo sufre las consecuencias: los elevados precios de combustibles y comodidades básicas. Inevitablemente, China ha sido el blanco preferido de las inversiones de las grandes compañías internacionales en años recientes. Más de 400 de las 500 mayores se han establecido ya en el país, erigiendo, en la mayoría de los casos, centros de investigación y desarrollo de sus productos. A lo mejor, las nuevas grandes compañías del futuro serán chinas. Por fin la famosa profecía de Napoleón se está realizando: el “gigante dormido” del este se está despertando. ¿Quién será capaz de igualarle? Nadie.

¿Quién podrá mantener un grado de equilibrio, con el apoyo de otras potencias? Por supuesto, una coalición de todos los países de las Américas, o una combinación atlántica, podría reunir cierto peso y ejercer cierta influencia. Pero la India será el único país con la posibilidad de alcanzar, por sí sola, un nivel comparable al de la China. India será, efectivamente, el otro polo del mundo liderado por China. La razón es sencilla. Entre las dos, India y China componen ya más de la tercera parte de la población mundial. La población europea empezará a descender, según los indicios actuales, dentro de 20 años. La de Estados Unidos es más robusta, pero la tasa de crecimiento ya está declinando, tanto como la de los países latinoamericanos. Incluso en un sistema de libre comercio internacional –si fuéramos capaces de alcanzarlo– las ventajas de un gran mercado doméstico son importantísimas para cualquier economía, por razones culturales y geográficas. Fue así como Estados Unidos estableció su prosperidad y, por tanto, su potencial en el mundo, en el siglo XIX. Será de esta manera que India y China edificarán el andamiaje de su ascenso mundial. POR SUPUESTO, LA INDIA TAMBIÉN tiene sus problemas y podrá hacerse pedazos antes de alcanzar su destino como el segundo país del planeta. Al lado de las divisiones religiosas, existe el problema de las castas. Hay 150 millones de “intocables” u “oprimidos’, por emplear el nombre que se dan ellos mismos: son el 20 por ciento de la población. Según las estadísticas más actuales, que datan de 1995 a 1997, se registraron más de 90.000 sucesos violentos por motivos de casta en tres años. Hasta cierto punto, los problemas sociales y religiosos son inseparables, ya que la gran mayoría de indios que han abandonado el hinduísmo son intocables enajenados por las doctrinas de la religión tradicional. Pero los resultados de las recientes elecciones demuestran que la mayoría de los indios quiere un Estado moderno, laico y de igualdad. El jefe del Estado es

un intocable. El 23 por A pesar de ciento de puestos ofi- las divisiones ciales están reservados a personas de esa mis- religiosas y ma casta. El auge eco- los problemas nómico del país pro- de las castas, mete casi tanto como el de China. El produc- los indios han to interior bruto ya ex- demostrado cede los 500.000 mi- estar a favor llones de dólares y está creciendo en un 5 por de un Estado ciento cada año –una moderno, cifra relativamente ba- igualitario ja, comparada con la de China, pero en cier- y laico to sentido más tranquilizadora, ya que parece más sostenible–. El país se está modernizando. Unos 17 millones de indios tienen acceso a internet. La mortalidad infantil se ha reducido a unos niveles un poco por encima que el de los países plenamente desarrollados. Así que un cierto optimismo parece que está en orden. No olvidemos, empero, los obstáculos ya señalados. Las condiciones internas de todos los gigantes menores siguen siendo explosivas y podrían estallar. La economía mundial continúa dirigida desde Washington y, tanto como otros países en desarrollo, los “gigantillos” tienen que luchar en contra un destino manejado por maese Pedro. Y, a falta de un Quijote, ¿quién sabe si doña Melisendra será rescatada? Lamento reconocer que es poco probable que los “gigantillos” tengan acceso a escaños permanentes en el Consejo de Seguridad. Sería una buena idea concedérselos, ya que es absurdo –y el mundo entero sabe que es absurdo– que el consejo sea tan pequeño, y tan maleable por tan pocos países, mientras que decisiones de guerra y paz dependan de la voluntad de unos fósiles históricos como Francia y Gran Bretaña. Pero una ley de las ciencias políticas es que casi nadie quiere diluir su propio poder. Me temo que, en lugar de ampliar el Consejo de Seguridad, tendremos que reformarlo de pies a cabeza, o crear una nueva institución capaz de actuar más eficazmente. VANGUARDIA | DOSSIER

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PODERES PERIFÉRICOS

EL ESTADO DEL MUNDO: DE LA OPULENCIA A LA MISERIA

(Entre paréntesis, % de población urbana)

ránking

(36,7%)

CHINA 1 INDIA 2 BRASIL 6 SUDÁFRICA 27 UE-25 EE.UU INDONESIA PAKISTÁN RUSIA BANGLADESH NIGERIA JAPÓN MÉXICO AUSTRALIA

3 4 5 7 8 9 10 11 12 53

1

(27,9%) 174.500.000 (81,7%) 45.000.000 (57,6%)

4

7

9

22

55

63

Viven con menos de 1$ al día

456.600.000 287.500.000 211.000.000 146.000.000 143.500.000 133.000.000 130.000.000 127.500.000 101.000.000 19.700.000

IN DI

A SI ER LE R ON A A

SU D IN ÁF DO RI N CA ES IA

IN A

16,1%

FEDERAC I Ó N DE RUSI A Moscú

Las brutales desigualdades de la riqueza en el planeta están en un inframundo capaz de sobrevivir con un dólar al día. En la India lo consiguen más de 363 millones de personas, nueve veces la población de España

(206.724.000 personas)

Bruselas

UNIÓN EU RO PEA

JA P Ó N

Pekín

Tokio

CHINA

Washington

1.284.000.000

ESTAD OS UNID OS

habitantes

Atlántico

Gigantes en extensión en Asia y América y grande en África

Nueva Delhi

Océano

Cifras en km2

ránking

México DF

BRASIL 5

INDIA

MÉX ICO

9.572.900 8.514.047

CHINA 3

3.166.414 1.219.090 17.075.400 9.984.670 9.167.000 7.692.030 3.977.529 2.780.092 2.724.900 1.964.375 1.922.570 377.835

P

íf ac

9,9%

ico

34,7%

(17.275.500 personas)

BRAS IL

174.500.000 habitantes

Yakarta

personas)

Brasilia

Océano

Índico

SUDÁFRICA

488,2 >

(0,9 / 4,1 / 2,5)

INDIA 2.930,0 >

4.020 (5,8 / 4,8 / 3,1)

EE.UU.

9.792,5 >

UE-25

9.936,1 >

JAPÓN

3.193,0 >

RUSIA

1.027,9 >

INDONESIA

615,2 >

(3,8 / 4,4 / 3,8) (0,6 / no consta / 1,1)

MÉXICO

838,2 >

(2,5 / 4,4 / 0,5)

AUSTRALIA

491,8 >

(4,7 / 5 / 1,8) (6 / 3,5 / 1)

(6 / 4,7 / 1,7) 1

2

3

4

5

7.360 11.290 2.840

(1,9 / 2,1 / 2,3)

CHINA 5.111,2 >

0

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ico

habitantes

La población de China, India, Brasil y Sudáfrica suma más de las dos quintas partes de la total mundial y vive en una sexta parte de la superficie del planeta

POBLACIÓN MUNDIAL 6.188.991.000 hab.

íf ac

IN DO N E S IA

(363.482.500

CUATRO Y EL MUNDO

EXTENSIÓN MUNDIAL 135.729.680 km2

P

1.047.500.000 habitantes

Océano RUSIA 1 CANADÁ 2 EE.UU. 4 AUSTRALIA 6 UE 7 ARGENTINA 9 KAZAJSTÁN 10 MÉXICO 15 INDONESIA 17 JAPÓN 62

127

1.284.000.000

EN TRES CONTINENTES

SUDÁFRICA 26

111 112

65 104

1.047.500.000

Océano

INDIA 8

CH

RU SI

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M ÉX IC O

25 UE -

China y la India, líderes absolutos de la demografía mundial

.U U JA . PÓ N

LA HUMANIDAD ASIÁTICA

RA LI A

OR UE GA

Sólo una tercera parte de los países del mundo goza de una situación socioeconómica privilegiada. Los otros dos tercios se encuentran entre la pobreza relativa y la pobreza severa. El Indicador de Desarrollo Humano (IDH) medio del conjunto de Brasil, China, Sudáfrica y la India les sitúa en el puesto 101 sobre 175

EE

17:12

AU ST

1/6/04

N

016-017 Umma

6

34.320 20.938 25.135 7.100 2.940 8.430 25.370

7%

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La ONU y el nuevo mundo de las regiones Kenneth Weisbrode MIEMBRO DEL CONSEJO ATLÁNTICO DE ESTADOS UNIDOS

a reforma de las Naciones Unidas ha figurado en la agenda política mundial desde la fundación de la organización hace más de 50 años. Desde el principio, la ONU se ha esforzado por encontrar un equilibrio entre la equidad representativa y la eficiencia. Consciente de los defectos de la Sociedad de Naciones del período de entreguerras, los fundadores de la ONU se mostraron decididos a diseñar un poder ejecutivo –el Consejo de Seguridad– con “dientes”. Esto significaba limitar los rangos, de modo que las cinco potencias que existían entonces, los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, se convirtieron en miembros permanentes. La pregunta que debe plantearse la ONU ahora es si el Consejo de Seguridad, tal y como está constituido actualmente, sigue teniendo validez en el siglo XXI. La Segunda Guerra Mundial finalizó hace mucho tiempo y el equilibrio de poder del mundo ha cambiado radicalmente con respecto al P-5 (como se conoce a los cinco miembros permanentes), o como mínimo con parte de él. A un visitante de otro planeta le resultaría difícil comprender por qué Francia es un miembro permanente del Consejo de Seguridad, pero no Alemania o Japón. El mismo visitante podría preguntar por qué Rusia, en la actualidad una potencia relativamente débil a pesar de sus armas nucleares y su inmensa masa continental, debería ser miembro permanente, mientras otros países mucho más grandes y ricos no lo son. El guía turístico de ese visitante podría explicarle que

L

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Rusia heredó, para bien o para mal, la condición de miembro permanente de la ya difunta Unión Soviética, una “superpotencia” de un pasado no muy remoto. Francia y Gran Bretaña, como antiguas potencias coloniales con intereses globales, también merecen ser miembros permanentes, al igual que China y Estados Unidos por motivos bastante obvios. ¿Pero tiene sentido esto en general? La reforma gradual de cualquier organización oficial tiene sentido en principio; y las Naciones Unidas no es una excepción. En todo caso, sus miembros deberían mostrarse dispuestos a llevar a cabo una reforma más radical. El mapa político ha cambiado enormemente desde 1945 ya que el número de países miembros ha pasado de 51 a 191, y casi todos los nuevos miembros provienen de fuera de Europa y América del Norte. Aun así, la estructura y la función general del sistema de la ONU ha evolucionado poco durante las últimas décadas. El Consejo de Seguridad encabeza este inmenso animal, lo que recuerda una imagen aplicada a menudo a la Unión Soviética a mediados de la década de 1980: un inmenso triceratops boca arriba, incapaz de ponerse derecho por sí solo; aunque, en este caso, la cabeza del animal guarda menor parecido con el cuerpo. Las consecuencias son obvias: una organización con una dirección defectuosa, o acéfala, no puede sobrevivir demasiado tiempo. Esto no sería tan grave si el mundo no necesitara unas Naciones Unidas viable. La reforma del Consejo de Seguridad debe ser una prioridad urgente para sus miembros y este cambio debería incluir la reestructuración del consejo junto con las estrategias regionales para poder alcanzar una representación más equitativa, así como una organización más efectiva y fuerte.

Desde Dumbarton Oaks En el verano de 1944, varios delegados de todo el mundo se reunieron en Georgetown, cerca de Washington DC, para crear una organización mundial después de la guerra. Al prin-

cipio se mantuvo la estructura base de la Sociedad de Naciones y se le añadió la Secretaría, la Asamblea General y el Consejo de Seguridad. Éste debía incluir a once miembros, cinco de los cuales iban a ser permanentes. Se desató de inmediato un debate acerca de las potencias que debían ser las elegidas. Uno de los miembros permanentes originales propuestos, por ejemplo, fue Brasil (el propio presidente Franklin Roosevelt apoyó firmemente esta candidatura). Pero la idea fue rechazada. A DIFERENCIA DE SU PREDECESOR, EL CONSEJO

de Seguridad de la ONU logró mantener una buena dosis de poder. En lugar de conceder poder de veto a todos los miembros, sólo se le otorgó a los cinco miembros permanentes. Además, la Asamblea General debía apoyar las decisiones del Consejo de Seguridad aunque tenía la potestad de aprobar y nombrar los miembros rotativos. Pero la Asamblea General no tenía el poder de organizar operaciones ni tampoco podía invocar las medidas del artículo 41 contra agresores. Estos poderes estaban reservados al Consejo de Seguridad. Por lo tanto, en principio, la arquitectura original del Consejo de Seguridad de la ONU parecía muy preparada para hacer frente a problemas internacionales de paz y seguridad de un modo más efectivo que su predecesora. Pero, ¿quién pondría en práctica los mandatos del Consejo de Seguridad? ¿Estaban obligados los Estados miembros a cumplir sus órdenes en todas las circunstancias? ¿Podían organizarse en grupos regionales o subregionales más allá del ámbito del Consejo de Seguridad? La mayoría de estas cuestiones prácticas, y otras similares, quedaron sin respuesta. Los aspectos de seguridad regional son tratados en el Capítulo VIII (artículos 52-54) de la Carta de la ONU. Prevén el uso opcional de organizaciones regionales de seguridad y no requieren una deferencia automática siempre que tales misiones regionales concuerden con los principios de la Carta (la Gran Esfera de Coprosperidad de Asia Oriental, por ejemplo, no cumpliría con estos criterios). Todo eso está

Existe una presión creciente para que la OTAN se convierta en el gendarme “de facto” del Consejo de Seguridad y haga frente a las situaciones de crisis

muy bien, pero plantea una pregunta acerca de su efectividad: ¿No tendría más sentido delegar las tareas de seguridad más importantes en organizaciones regionales como la OTAN, en lugar de confiar en una autoridad internacional amplia –que, en realidad, posee poco poder y está formada por muchos miembros– para hacer frente a todas y cada una de las crisis? Esto parece ocurrir cada vez más a menudo, como mínimo con lo que respecta a la OTAN. De hecho, existe una presión cada vez mayor para que la OTAN se convierta en el gendarme “de facto” del Consejo de Seguridad. Esta cuestión también preocupó a los fundadores de la ONU. En 1944 se defendió la puesta en práctica de una serie de políticas regionales y el aumento de la capacidad para hacer cumplir la ley de las Naciones Unidas mediante organizaciones regionales de seguridad. A pesar de que esto podría recordar un poco a la división mundial de George Orwell –Eurasia, Oceanía y Asia Oriental– empezó de un modo bastante más modesto. El proyecto inicial de la ONU, tal y como lo redactó el subsecretario de Estado Sumner Welles en abril de 1942, preveía un Consejo de Seguridad más pequeño formado por cuatro miembros permanentes y cinco “representantes regionales”. En principio no parece que se propusiera la inclusión de estos últimos para minimizar el papel de los miembros permanentes, sino para que sirvieran como una especie de representante auxiliar del antiguo mundo colonial, en otras palabras, para complementar y no para suplantar al P-5. Sin embargo, un análisis más detallado del concepto de Welles nos permite ver que iba más allá de todo esto. Es ilustrativo del pensamiento de Welles un fascinante “tour d’horizon” publicado a principios de 1945. Titulado An Intelligent American’s Guide to the Peace” (Guía de un estadounidense inteligente hacia la paz) y editada por Welles, contiene breves perfiles de casi todos los países del mundo, divididos en seis regiones: Europa, la Commonwealth británica, el Hemisferio occidental, el Lejano Oriente, Oriente Próximo y la órbita mediterránea, y África. El perfil de caVANGUARDIA | DOSSIER

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LA ONU Y EL NUEVO MUNDO DE LAS REGIONES

da país consta de los siguientes apartados: La tierra y la gente; Economía de la nación; Historia 1914-1944; e Intereses en la paz. El tono es en apariencia empírico, aunque sistemáticamente positivista. Tomemos, por ejemplo, el punto final del libro sobre China: “Sea cual sea el alcance del actual resurgimiento nacional de China, este país ha seguido durante miles de años los principios de la sabiduría de Confucio... La civilización china ha mantenido la mayor zona de paz y de ideales pacíficos durante el período más largo que la humanidad haya conocido jamás. En general, los jóvenes chinos modernos se han mostrado muy receptivos sólo a los ideales más liberales, progresistas y pacíficos de Occidente.” El resumen muestra el siguiente panorama, que resulta sorprendente a tenor de lo que ocurriría durante los cuatro años siguientes: “Por lo tanto, se han puesto los cimientos psicológicos para obtener la cooperación china en el mantenimiento de la paz. La organización mundial fue impuesta a China en forma de “tratados desiguales”, extraterritorialidad y otras humillaciones. Ahora puede ponerse en práctica mediante un trato igualitario y libre, con un pueblo unido, receptivo e inteligente que disfruta al máximo de su soberanía.” La estructura del mundo de posguerra según Welles se parecía a la estructura del libro: naciones libres que se unían, primero regionalmente, luego globalmente, para dirigir un orden internacional pacífico. De hecho, la sección final del libro sobre “organizaciones internacionales” propone una sustitución “más amplia y más eficiente” de la sociedad, el remate, por así decirlo, de un sistema mundial arquitectónicamente armonioso. TAL VEZ LA VISIÓN DE WELLES FUE PREMATURA.

En cualquier caso, la publicó después de que lo echaran del Departamento de Estado. Con su marcha, los “universalistas” de su viejo adversario, el secretario de Estado Cordell Hull, relegaron a un segundo plano a los “regionalistas” en la planificación de la ONU. No debían haber intermediarios regionales, ni tan sólo auxiliares y menos aún miembros de igual importancia en el Consejo de Seguridad. Los cinco miembros permanentes controlarían a los otros miembros de la organización mientras que cada uno (con la excepción temporal y parcial de China) mantendría sus propios intereses globales. Tal vez es así como tenía que ser. La ten20 VANGUARDIA | DOSSIER

El punto muerto dencia original de Welles podría haber paraliexistente sobre zado la organización recién creada debido a su la intervención complejidad. Pero eso no significa que la idea en sí fuera mala. El regionalismo podría estar listo en Iraq para resucitar. El motivo es sencillo: no hay es el mejor mejor forma de encontrar un equilibrio entre ejemplo de el fuerte deseo de ampliar el número de miembros del Consejo de Seguridad y la necesidad de la impotencia de las Naciones ejercer un poder efectivo. Unidas cuando El camino a recorrer esta institución La naturaleza disfuncional del Consejo de se enfrenta a Seguridad en la actualidad se ha convertido un reto serio en axiomática. El punto muerto que se alcanzó el año pasado acerca de la intervención en Iraq a su autoridad es el mejor ejemplo de la impotencia de la institución cuando se enfrenta a un reto serio a su autoridad. Por desgracia, la primera reacción del P-5 fue la de cerrar filas o de abandonar el instrumento multilateral. Los estados miembros más importantes tienden a rechazar las sugerencias de ampliación del Consejo de Seguridad como medio para lograr una mayor efectividad ya que consideran que eso sería como abrir la caja de Pandora. ¿De cambiarse la composición del P-5, quién sería el primer país admitido? Si se tiene en cuenta el peso económico, Alemania y Japón deberían ser los primeros, sobre todo si se tiene en cuenta que ambas potencias también asumirán un mayor peso político y militar durante las próximas décadas. Si se considera la población y la masa continental (tal y como debe de ocurrir para justificar la continua presencia en el P-5 de China y Rusia, respectivamente), ¿entonces por qué no la India, que sigue a China como nación más poblada de la tierra y que ocupa un subcontinente entero? ¿Y qué hay de la forma de gobierno? ¿Sólo debería tenerse en cuenta a las democracias? ¿Y qué ocurre con los países que se encuentran en lugares clave o que poseen recursos clave como Arabia Saudí o Indonesia? Y, finalmente, ¿por qué los llamados países importantes deben hacer frente a gran parte de la carga? ¿No debería dársele un mayor peso a países pequeños y débiles que acostumbran a tener menos obligaciones globales y, por lo tanto, más flexibilidad diplomática? De hecho, ¿por qué no se recompensa la reciente decisión de Suiza de entrar en las Naciones Unidas con un voto permanente en el Consejo de Seguridad? ¿Qué mejor candidato a un liderazgo desapasionado que la neutral Suiza? Toda especulación al respecto –la mayoría lo

LA ONU Y EL NUEVO MUNDO DE LAS REGIONES

consideraría hablar por hablar– no tiende a conducir a resultados concretos. Tarde o temprano habrá que ponerse manos a la obra con la reforma. No cabe duda de que algún día se iniciará un tira y afloja para reformular los criterios de elección de los países miembros, del mismo modo que lo hubo al principio. Pero no hay que confundir las cosas. Antes de que empiece el tira y afloja, hay que pensar seriamente en resucitar la orientación regionalista y en su representación en el Consejo de Seguridad, sobre todo ahora que las pretensiones “universalistas” de la organización parecen haber llegado a un punto muerto. ¿Qué significaría esto en la práctica? Además de los cinco miembros permanentes (cuya categoría sería suprimida paulatinamente), el Consejo de Seguridad debería incluir una junta formada por miembros permanentes de organizaciones regionales como la Organización del Tratado Atlántico Norte, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa, la Organización de Estados Americanos y la Organización de Unidad Africana. Tales organizaciones, si no lo han logrado ya las alianzas militares, adquirirán una vocación de seguridad en sus respectivas regiones. A la larga deberían ser transformadas por sus miembros en consejos de seguridad regionales y viables, con funciones consultivas y para lograr el cumplimiento de la ley. Esto permitiría la adopción de soluciones multilaterales para problemas locales, que se mostrara una mayor sensibilidad a preocupaciones regionales y un contacto más próximo con soluciones sobre el terreno. ¿Cómo podría ayudar este proceso a mejorar la representación arcaica en el Consejo de Seguridad de la ONU? Si las organizaciones de seguridad regionales –especialmente aquellas cuya lista de países miembros se solapan– evolucionan y se convierten en los principales vehículos para hacer respetar la paz, entonces es a buen seguro inevitable que las potencias regionales más fuertes –como Estados Unidos, la Unión Europea, China, Japón, Brasil, México, India y quizá Nigeria e Indonesia– lleguen a dominarlas. Esto no tiene por qué significar una gran amenaza para las pequeñas potencias. Tal y como ya ha demostrado la UE tan bien durante las últimas décadas, los intereses de las grandes potencias pueden ser compatibles con los intereses de la región en general, siempre que existan unas instituciones fuertes y amol-

dables que resuelvan diferencias y forjen una sensación de colectividad entre aquellos que se vean afectados por las políticas clave. Los pequeños detalles son importantes, pero no existe un motivo intrínseco por el que tales modelos de acuerdo no puedan tener lugar en todo el mundo. DE ESTE MODO, EL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA

ONU, y las Naciones Unidas en sí, podrían dejar de ser un organismo global rígido e inflexible, dirigido por unas cuantas potencias fuertes, y convertirse en un sistema mejor organizado de mecanismos de poderes suprarregionales, regionales y subregionales. En este sentido, potencias emergentes como la India, Brasil, Sudáfrica y China pasarán a formar parte de la diplomacia multilateral en la que cada potencia hace un uso máximo de su relativa ventaja regional. Ninguna potencia regional será capaz de llevar a cabo planes ambiciosos sin la aprobación consensuada de un quórum de potencias menores y vecinas, lo que debería conducir fácilmente a un mayor consenso general internacional. No será fácil llevar a cabo el proceso de transformación. El regionalismo ha encontrado una gran oposición en el pasado por motivos antihegemónicos. La mayoría de estados pequeños se sienten molestos por la actuación de sus vecinos mayores, en especial de aquellos que pretenden representar una “región” entera. Pero las Naciones Unidas deben seguir la ruta regional. No existe otra alternativa aparte de una batalla campal global de rivalidades nacionales sin fin. Para sobrevivir como una fuerza de paz y seguridad viable, la ONU debe evolucionar con los tiempos. A pesar de que en el futuro inmediato seguirá siendo una organización mundial basada en las soberanías combinadas de estadosnación, tendrá que adaptarse al poder cada vez mayor de grupos regionales y subregionales en cuestiones internacionales. Hasta la fecha, tales organismos, así como las organizaciones no gubernamentales, se relacionan con la ONU principalmente mediante la secretaría, su rama más débil. Esto carece de sentido para el futuro. La reforma debe empezar por lo más alto, el Consejo de Seguridad, que está destinado a convertirse en la cámara de compensación regional y el órgano encargado de hacer cumplir la ley en última instancia, así como en su líder de nombre y de obra.

El Consejo de Seguridad está destinado a convertirse en cámara de compensación regional y órgano encargado de hacer cumplir la ley en última instancia

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1999

2000

2001

#4

CHINA

1997

2001

0,1 0,7

1990

3.403

1990

CUATRO MERCADOS

Porcentaje del PIB que representan las IED

#1 Bharat Petroleum Corp. / petróleo y refinerías

7.690

#1 Metro Cash & Carry / grandes superfícies

6.160

#1 China Mobile 14.632 / telecomunicaciones

25.378

5.150

#2 Nedcor / banca

#4 Hutchinson Whampoa / portuaria - fletes

#4 Indian Reliance Industries / petroquímica

6.529

10.140

9.088 INDONESIA SUDÁFRICA

10.875

#5 State Bank of India / banca

16

16

12

12

8

8

4

4

* El 4,5% va a Hong

18%

7%

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4,5%

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21,5%

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22,5%

24

27.819

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Melrose

4,5% 4%

BRASIL INDONESIA INDIA

SUDÁFRICA

SUDÁFRICA figura como mercado más atractivo en el puesto número 13 respecto a la minería y en el 22 respecto a transportes

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

CHINA EE.UU. POLONIA ESPAÑA ITALIA ALEMANIA FRANCIA RUSIA REINO UNIDO INDIA BRASIL MÉXICO

EVOLUCIÓN DE LA RENTA PER CÁPITA Estimaciones

10.585

Sudáfrica

8.594

Ale

nk

Rio de Janeiro Sao Paulo

#5 Petrochina Co. / petróleo y gas

n

ba

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4

Ro

6.997

13.420

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#4 The Bidvest Group / holding

8,5%

AUSTRALIA

Cifras de 2003

#3 China Telecom Corp. / telecomunicaciones

Ta

Brasilia

Dow Jones, Factiva, The World Factbook (diciembre de 2003), Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE, año 2002), Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2003), Global Bussinees Policy Council y FMI

9.588 Johannesburgo

#3 Sasol / extracción de crudo

#3 Banco Itau / banca

UE EE.UU JAPÓN CHINA CANADÁ HONG KONG COREA DEL S. MÉXICO TAIWÁN SINGAPUR RUSIA

RÁNKING DE CONFIANZA PARA LOS INVERSORES EUROPEOS

39.166

FUENTES: Reuter’s

Osasco

EXPORTADORES

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28

#2 China Petroleum & Chemical Corp. / petróleo y gas

15.058

5%

RUSIA INDIA

Bombay

#1 Banco Brandesco / banca

8

40.772

Hong Kong

#3 Indian Oil Corp. / petróleo y refinerías

22.037

12

AUSTRALIA 46.846

#2 Hindustan Petroleum Corp. / petróleo y refinerías

40.319

8.800

BRASIL

#5 Petroleo Brasileiro / gasolineras

16

EE.UU UE JAPÓN CHINA CANADÁ HONG KONG MÉXICO COREA DEL S. SINGAPUR TAIWÁN

0,1 3,8

Porcentaje del PIB que representan las IED

#5 Standard Bank Investment Corp / banca

Estados Unidos, primer mercado de las 20 exportaciones y, en menor medida, de las importaciones

RÁNKING MUNDIAL DE MERCANCÍAS IMPORTADORES

Pekín

13.660

#4 Centrais Electricas Brasileiras / electricidad - gas

24%

2001

INGRESOS EN $

#2 Banco do Brasil / banca

Lo que venden y lo que compran

2000

2001

Ránking de empresas con ingresos brutos superiores a los 5.000 millones de dólares entre mayo 2003 y mayo 2004 ACTIVIDAD

1999

Cifras de 2002

10.005

POSICIÓN EMPRESA

1998

43.751

Las cinco empresas principales

INDIA

44.237

32.779

28.822

Porcentaje del PIB que representan las IED

28.578

0,2 4,5

22.457

18.992

2001

#3

2001

Porcentaje del PIB que representan las IED

Variaciones en millones de dólares 1990

2001

_ 6,3

Inversiones extranjeras directas (IED)

1998

2.319

1990

1997

2.168

SUDÁFRICA

#2

2001

2.633

2000

3.619

1999

6.652

1998

1997

887

BRASIL

1.502

17:11

561

#1

1/6/04

3.817

022-023 Inversiones

9,5% 10,5% 5,5%

Brasil 5.791

Comercio, deuda externa y defensa

+13.200 millones de $

222.400 millones de $

BALANZA COMERCIAL f.o.b. (coste a bordo)

DEUDA EXTERNA

22 VANGUARDIA | DOSSIER

1,9%

(cifra de 1999) % DEL PIB DEDICADO A GASTOS DE DEFENSA

+5.200 millones de $

24.700 millones de $

BALANZA COMERCIAL f.o.b. (coste a bordo)

DEUDA EXTERNA

1,7% % DEL PIB DEDICADO A GASTOS DE DEFENSA

-9.300 millones de $

100.600 millones de $

2,3%

+30.300 millones de $

149.400 millones de $

4,3%

BALANZA COMERCIAL f.o.b. (coste a bordo)

DEUDA EXTERNA

% DEL PIB DEDICADO A GASTOS DE DEFENSA

BALANZA COMERCIAL f.o.b. (coste a bordo)

DEUDA EXTERNA

% DEL PIB DEDICADO A GASTOS DE DEFENSA

China

3.018

India

2001

2003

VANGUARDIA | DOSSIER

2004 23

2005

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17:20

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¿Expansión territorial, otra vez?

Las fuerzas armadas estadounidenses suman en la actualidad en torno a 1,4 millones de efectivos, una cifra que sólo China, India y probablemente Rusia la superan

Paul Kennedy PROFESOR DE HISTORIA Y DIRECTOR DEL ÁREA DE ESTUDIOS SOBRE SEGURIDAD MUNDIAL DE LA UNIVERSIDAD DE YALE. AUTOR Y COORDINADOR DE EDICIÓN DE 16 LIBROS, ENTRE ELLOS AUGE Y CAÍDA DE LAS GRANDES POTENCIAS (PLAZA & JANÉS, 1994)

E

N EL INVIERNO DE 1920-21, EL HISTO-

riador alemán Erich Marcks (1861-1938) llenó sus cuadernos de notas con amargas observaciones sobre el poder imperial de Inglaterra: “Se ha asegurado el doble objetivo que persigue su ambición imperial: el dominio de la ruta de El Cairo a Ciudad del Cabo y de Ciudad del Cabo a Calcuta. Todo el océano Índico se ha convertido en un mar inglés. En la propia India, Inglaterra ha desplegado un poderoso contingente. Ha reforzado su poder y capacidad comercial en el mundo, se ha apoderado de nuevas regiones de valor incalculable en Mesopotamia, Persia y África, factores que le han permitido alzarse como potencia mundial y detentar una posición como nunca vio antes nuestro planeta; Inglaterra es el único vencedor de esta guerra; la fuerza de Inglaterra, en unión de la de Norteamérica, nos permite presenciar cómo el dominio anglosajón se eleva en el horizonte ante nuestros ojos.” Enfáticas palabras –aunque muy comprensibles– en boca de un alemán que acababa de comprobar cómo habían sido incautadas las colonias y la armada de su propio país y había sido desmovilizado el ejército prusiano. Por ello es fascinante comparar las expresiones de Marcks con las escritas, en el mismo período, por el asesor militar más veterano de Gran Bretaña, el mariscal de campo sir Henry Wilson, máximo responsable de las fuerzas imperiales. Wilson abrigaba un temor creciente ante la eventualidad de que las fuerzas armadas británicas se vieran reducidas o mermadas en todas las zonas conflictivas del mundo: Egipto,

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India, Irlanda, Persia, Mesopotamia... es decir, en todos aquellos lugares donde Marcks sólo alcanzaba a ver un triunfante y dominador imperio británico en expansión. Atribulado, Wilson advirtió al Gobierno sobre el “peligro –peligro extremo– en caso de que las fuerzas armadas de su majestad extendieran sus contingentes por todo el mundo sin poder emplear realmente su energía militar en ningún punto, vulnerables en cambio en todas partes y sin reservas para afrontar una situación de peligro, en caso de necesidad, con los efectivos militares disponibles”.

Estas opiniones tan claramente contrapuestas ofrecen interés por diversas razones. En primer lugar, constituyen un recordatorio, en el sentido de que los “enterados” que pululan en el seno de numerosas organizaciones suelen ser más conscientes de las debilidades y fallos que los observadores profanos o ajenos que, en ocasiones, no van más allá de la primera impresión impactante de las cosas. En segundo lugar, ofrecen una perspectiva de lo que sucede actualmente dentro y fuera de Washington DC en relación con la política militar y los compromisos de Estados Unidos en el mundo. Por una parte, podemos observar la iniciativa denominada “conmoción y pavor” desarrollada por el poderío militar estadounidense –dotado de amplio radio de acción– para aplastar a los talibán en Afganistán y desalojar del poder a Saddam Hussein en Iraq. Algunos países han rivalizado intentando subirse al carro estadounidense con la esperanza de lograr un trato de favor o, al menos, evitar indisponerse con la Casa Blanca. Otros han intentado reducir, en la

medida de lo posible, el colosal poder e influencia de Estados Unidos tratando de entorpecer u obstaculizar sus iniciativas a través de la ONU. Y, aunque los patriotas de estadounidenses se enorgullecen de que hoy día podamos vivir en un “mundo unipolar”, los intelectuales europeos, como el filósofo alemán Jügen Habermas y el filósofo francés Jacques Derrida, han firmado un manifiesto en el que invitan a Europa a unirse definitivamente, representando así en consecuencia un factor de equilibrio con respecto al poderío estadounidense. A pesar de las diferencias de enfoque, todas estas posturas comparten el convencimiento de que Estados Unidos se ha convertido actualmente (en expresión de Marks) el “único vencedor”, el país que detenta el “dominio mundial”. No obstante, si sir Henry Wilson pudiera levantarse de su tumba (fue asesinado por el IRA en 1922) podría sostener una interesante conversación con su homólogo estadounidense de nuestros días, el general Eric Shinseki, hasta hace poco responsable de las fuerzas armadas. Porque fue él quien en febrero avivó las llamas del ya de por sí acalorado debate, afirmando que Estados Unidos podría verse en la necesidad de mantener varios cientos de miles de soldados en Iraq, y por un período mucho más dilatado de lo previsto en un principio; observación, por cierto, que inquietó sobremanera a los

halcones neoconservadores del departamento de Defensa –quienes habían señalado que Iraq podría pacificarse en breve plazo una vez derrocado el régimen de Saddam Hussein– añadiendo que la recuperada economía iraquí cubriría los gastos y podrían reducirse los contingentes estadounidenses y aliados a unos 30.000 soldados. De hecho, el tan elocuentemente beligerante Donald Rumsfeld afirmó que los cálculos de Shinseki eran notablemente equivocados. Sin embargo, en estos momentos, la sincera y franca estimación de cualquier soldado profesional se ajusta más a estos últimos cálculos que a las optimistas afirmaciones de los “neocons” (razón por la cual parece que estas últimas se airean mucho menos últimamente). ¿Cuáles son, pues, los datos principales que obran en esta cuestión de la “expansión imperial”? El primero, indudablemente, es que si bien los gastos de defensa han aumentado notablemente en los últimos años, el número de efectivos que de hecho sirve en las fuerzas armadas ha disminuido. Es evidente que preferimos máquinas a seres humanos; es muy plausible que el presupuesto de defensa suba en espiral (hecho cuyas consecuencias se analizarán más adelante), pero la partida destinada al capítulo de personal es muy escasa. Las fuerzas armadas estadounidenses sumaron un total de 3,5 millones de efectivos en el mo-

mento culminante de la guerra de Vietnam; alcanzaban alrededor de 2,1 millones en 1998, cuando Reagan dejó la presidencia, y actualmente se hallan situadas en torno a 1,4 millones de efectivos. Siguen siendo, naturalmente, cifras impresionantes. Únicamente China y la India cuentan con más efectivos en sus fuerzas armadas (Rusia probablemente también, aunque muchos batallones se distinguen por su ineficacia). Sin embargo, ninguno de estos países se enfrenta a una serie tan amplia de compromisos; ninguno de ellos ha de mover ficha en el tablero de la “expansión imperial” .

Dada la rotación regular y permanente de las tropas de las distintas unidades, casi semanalmente tanto dentro como fuera de Estados Unidos (o en las bases estadounidenses en Alemania y el resto de Europa), es difícil establecer con precisión su cifra exacta; sin embargo, las fuentes más fiables y solventes (Reuters, “Time”, comunicados del Departamento de Defensa, artículos de la revista trimestral “International Security” coinciden prácticamente en sus cálculos. Hablando en términos generales, tenemos unos 140.000 soldados norteamericanos desplegados en Iraq para estabilizar el país, otros 34.000 en Kuwait y 10.000 en Afganistán, todos ellos destinados –por así decir– a la excelsa y noble tarea de llevar la ley, el orden y VANGUARDIA | DOSSIER

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¿EXPANSIÓN TERRITORIAL, OTR A VEZ?

el estilo de vida occidental a Oriente Medio. Asimismo, tenemos otros 5.000 soldados destacados en los Balcanes. Otros 36.000 cumplen tareas en el resto de Europa, sobre todo para atender diversas necesidades fuera de Alemania. Es importante destacar –dada la situación presente– que Washington sigue manteniendo 37.000 soldados en Corea del Sur donde, por cierto, ya ha habido que dejar para mejor ocasión toda idea relativa a su posible reducción –idea que ya se debatió durante la Administración Clinton con ciertos visos de hacerse realidad– dada la política al borde del abismo que suele practicar el explosivo régimen de Corea del Norte. Todo ello para no hablar de las decenas de contingentes y misiones de las fuerzas armadas estadounidenses que colaboran en la lucha contra los clanes de la droga en Bolivia y Colombia, el fomento de la democracia en Asia central y el asesoramiento a las fuerzas armadas de Filipinas en la tarea de exterminar a los extremistas musulmanes; en cualquier caso, es menester señalar que el esfuerzo que representa el conjunto de todas estas tareas es impresionante.

fuerzo mayor son los efectivos del ejército de tierra y, en segundo lugar, de la armada. Declarada y ganada oficialmente la guerra contra Iraq, el último navío de transporte de tropas salió de la zona del Golfo hace escasas semanas. Los escuadrones de bombarderos B-1 y B-52 han regresado a Nebraska o reposan en las bases de la isla de Diego García. Sin embargo, los “reclutas” no pueden volver a casa porque su presencia se hace necesaria sobre el terreno para mantener la paz... y hasta ahora no han llegado buenas noticias del frente. Las fuerzas armadas estadounidenses tampoco pueden mantener su nivel actual de operaciones contando únicamente con tropas regulares (hace 40 años tenían 1,6 millones de soldados, ahora tienen 480.000). Las fuerzas armadas estadounidense destacadas en Iraq incluyen 3.000 soldados de la Guardia Nacional así como 5.000 reservistas. El general Richard Meyers ha declarado recientemente ante el comité de las fuerzas armadas del Senado estadounidense que llegado el caso podría llamarse hasta dos brigadas más de la Guardia Nacional para cumplir tareas en Iraq. Factor que,

El Departamento de Defensa estadounidense declaró recientemente a la revista “Time” que las fuerzas armadas mantienen 368.000 soldados desplazados en 120 países Probablemente no existe ninguna región del mundo (¿tal vez la Polinesia?) donde las fuerzas armadas de Estados Unidos no hayan hecho sentir su presencia. A este respecto, cabe señalar que el Departamento de Defensa estadounidense declaró recientemente a la revista “Time” que las fuerzas armadas mantienen 368.000 soldados desplazados en el extranjero, en un total de 120 países. Esta “expansión” tangible y concreta no tiene precedentes en toda la historia, incluyendo la Segunda Guerra Mundial. Y resulta, por descontado, extremadamente agotadora y extenuante. Quienes se ven sometidos a un es26 VANGUARDIA | DOSSIER

evidentemente, no incluye el gran número de efectivos de la Guardia Nacional movilizados para la guerra contra el terrorismo en territorio nacional: a lo largo de los últimos dos años se ha requerido a este fin a unos 212.000 reservistas y miembros de la Guardia Nacional. Dado el grado de extenuación en que se encuentra, por ejemplo, la 101 división aerotransportada, la incorporación de tropas de refresco a la guerra de Iraq resulta una decisión comprensible. Pero el mismo factor implica en realidad que las fuerzas armadas se están quedando sin efectivos, con lo que quiere darse a entender que no se

trata únicamente de tropas regulares o de especialistas (lingüistas, médicos) sino también de reservistas y miembros de la Guardia Nacional, a quienes se está comunicando que no piensen que podrán regresar a casa hasta dentro de bastante tiempo. En 1914, algunos temerarios generales prusianos y austríacos prometieron una “einen frisch-froehlichen krieg” (una “guerra de renovados bríos, una guerra alborozada y alegre”), empleando un lenguaje no muy distinto del empleado por nuestros halcones civiles hace un año. Una mirada a los rostros exhaustos de los jóvenes reclutas en Tikrit o Bagdad nos ilustra sobre una situación bastante diferente. Sus atemorizadas y apesadumbradas familias escuchan de boca de los soldados –con frecuencia vía correo electrónico– un relato de la realidad de esta guerra muy distinto del que se ofrece en las entrevistas a Donald Rumsfeld.

Los costes, por otra parte, no cesan de aumentar de modo aterrador. Los “neocons”, al tiempo que hacían caso omiso de las advertencias del general Shinseki sobre la cifra de tropas, ridiculizaban los cálculos provisionales de economistas como el profesor William Nordhaus, de Yale, en el sentido de que la guerra de Iraq podría costar miles de millones de dólares. “Absurdo”, dijeron ellos, añadiendo que la guerra finalizaría en breve, los iraquíes abrazarían a sus liberadores y correría el dinero procedente del petróleo. Habría sido interesante mezclarse con una cámara oculta entre los “neocons” el 7 de septiembre, cuando el presidente Bush manifestó públicamente al país que solicitaría al Congreso la cifra de 87.000 millones de dólares adicionales: una cifra que deja estupefacto, teniendo en cuenta que casi toda esta cantidad se destina a operaciones militares más que a la reconstrucción. Para enmarcar esta cifra en su contexto, el administrador estadounidense en Iraq, Paul Bremer, informó posteriormente a los medios de

¿EXPANSIÓN TERRITORIAL, OTR A VEZ?

comunicación de que la Casa Blanca solicitará al Congreso cantidades que ¡multiplicarán por más de diez! lo que Estados Unidos ha gastado jamás en ningún país en un solo ejercicio anual. Como Yogi Berra o Will Rogers deben haber señalado alguna vez, la cosa cambia. Hasta ahora, y en caso de que estos 87.000 millones de dólares se incluyan en las previsiones, la guerra de Iraq habrá costado a Estados Unidos alrededor de 150.000 millones de dólares. Podemos con toda tranquilidad dejar que los maestros, administradores municipales y proveedores de asistencia sanitaria se imaginen lo que podrían haber hecho con una cuarta parte de esta cantidad. De hecho, un grupo progresista denominado Center for American Progress ya ha afirmado que los solicitados 87.000 millones de dólares equivalen aproximadamente a dos años de subsidios de desempleo, o a más de diez veces el presupuesto de la Agencia de Protección del Medio Ambiente. Es posible que la Casa Blanca crea que puede permitirse costear a un tiempo cañones y mantequilla, pero no piensa de la misma manera el creciente número de sus críticos.

La primera guerra del Golfo –bien dirigida y administrada en todos los aspectos por parte del equipo de Bush padre, Scowcroft y Baker (y alegremente ridiculizada por los actuales “neocons” por juzgarla inadecuada e incompleta)– resultó sorprendentemente bastante económica para Estados Unidos; su coste total ascendió aproximadamente a 7.000 millones de dólares. Ello obedeció al hecho de que el equipo de Bush, bregado en el escenario de la diplomacia internacional, logró convencer a una mayoría del resto de países para que pagaran la factura, cosa que gran parte de ellos hicieron efectivamente ya que la campaña militar encabezada por Estados Unidos contó entonces con la plena anuencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y, consecuentemente, se vio dotada de legitimidad.

La guerra de Iraq habrá costado a Estados Unidos alrededor de 150.000 millones de dólares, mientras que el coste de la primera guerra del Golfo ascendió aproximadamente a 7.000 millones En esta ocasión, la situación es mucho menos prometedora. Como dirá cualquier general en el campo de batalla, para ganar una guerra se precisan tropas y dinero, ambos en abundancia, pero lamentable e innegablemente esta segunda guerra de Iraq ha carecido de una aportación más amplia y generosa de parte de países extranjeros. Las fuerzas desplegadas en suelo iraquí son estadounidenses en un 85 por ciento aproximadamente y, dadas las garantías que Rumsfeld ha cuidado en reiterar, no parece que tal porcentaje vaya a reducirse notablemente. Los británicos mantienen en Iraq contingentes bastante numerosos que proceden a incrementar en la actualidad (¿qué puede escapárseles a los consumados profesionales que no hayamos tenido ya ocasión de constatar?). Además se hallan en Iraq las tropas de la políglota división encabezada por Polonia que proceden a reemplazar a los marines estadounidenses en la zona intermedia situada entre los sectores bajo control estadounidense y británico. Nadie puede poner en duda el heroísmo y profesionalidad de los polacos –su historial bajo las fuerzas armadas británicas en la Segunda Guerra Mundial es suficientemente explícito al respecto–, pero sólo tienen destacados 9.000 soldados en Iraq, en un conjunto de fuerzas de más de una decena sobrada de países. ¿Qué pueden hacer en realidad, por otra parte, 120 letones o salvadoreños en esos extraños y hostiles escenarios situados entre los valles del Éufrates y el Tigris? Nadie les desea que sufran daño alguno, pero no deja de existir, evidentemente, una resistencia organizada iraquí que lucha contra las fuerzas de la coalición encabezadas por Estados Unidos. Así que no nos equivocaremos demasiado si suponemos que se registrarán nuevos ataques en regla a cargo de la misma

resistencia en el sector polaco, por ejemplo. Porque, por lo demás, ¿qué necesidad hay de atacar al Special Air Service británico (SAS) si resulta más sencillo lanzar unas cuentas granadas contra soldados de las islas Fidji? Sea como fuere, es importante reconocer, en este punto, que efectivamente existen tropas que puedan desempeñar una labor de salvaguarda de la paz, pero no al precio político que la Administración Bush está dispuesta a pagar en la actualidad. Debido al aminoramiento evidente del papel y misión tanto de la OTAN como del Pacto de Varsovia, a la verdadera condición de los relucientes soldaditos de plomo de la mayoría de fuerzas armadas latinoamericanas, al aislacionismo chino, al pasado imperial que pesa aún sobre las fuerzas japonesas y al caos de las sociedades africanas, hoy día puede contarse con los dedos de una sola mano el número de fuerzas armadas ágiles, nutridas, operantes y competentes, es decir, fuerzas armadas de países capaces de enviar un par de divisiones o un cuerpo de ejército. Turquía, con más de 400.000 soldados en sus fuerzas armadas, es uno de estos países, si bien cualquier avance significativo hacia el interior de Iraq atizaría una gigantesca revuelta en el Kurdistán iraquí. Las fuerzas armadas de Francia se han reducido en la actualidad a 137.000 hombres y mujeres; son tropas notablemente implicadas en operaciones en el continente africano aunque sus paracaidistas, su legión extranjera, su marina y sus fuerzas especiales son susceptibles de emplearse con eficacia en misiones de pacificación.

Rusia dispone de varias unidades notoriamente debilitadas, pero sus actuales 320.000 efectivos son, probablemente, lo mejor de lo que le queda –cuenta además con un buen apoyo de VANGUARDIA | DOSSIER

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El déficit federal estadounidense supera los 400.000 millones dólares sólo en este año, y se prevé que para 2011 se alcance un déficit acumulado de 2,3 billones la fuerza aérea– y sigue disponiendo de una formidable potencia de fuego. Sin embargo, el primer premio cabría tal vez adjudicársele a la India –1.100.000 efectivos en sus fuerzas armadas– con sus tres divisiones acorazadas, cuatro divisiones de intervención inmediata y 18 divisiones de infantería. Y, sobre todo, la India puede hacer gala de una orgullosa tradición disciplinaria combinada con una feroz rivalidad de cuerpo en el seno de la propia oficialidad. En caso de contar con el concurso de 30.000 gurkas y punjabis que patrullaran la zona central de Iraq, las fuerzas armadas estadounidenses verían indudablemente aliviada su labor (sin que ésta se viera entorpecida por los problemas lingüísticos derivados de la presencia de un batallón búlgaro). Ahora bien, tal alivio comportaría un precio político. Las negociaciones políticas previas a la guerra destinadas a asegurarse la baza de las bases turcas en caso de un ataque contra Iraq desde el norte –conversaciones que al poco tiempo fracasaron– tuvieron la virtud de revelar el alcance de la factura, cuyo pago Ankara podría solicitar para atender los gastos derivados de la tarea de pacificación posterior a la guerra, por más que la Casa Blanca estuviera dispuesta a emplear la carta del descontento kurdo. Y, sobre todo, hay que hacer constar aquí que Francia y Rusia fueron los dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que más explícita y abiertamente protestaron contra las iniciativas militares abanderadas por Estados Unidos y que, debido a todas las polémicas y debates en los medios de comunicación relativos a la necesidad de “hacer las paces” en este punto, tanto París como Moscú mostraron una voluntad de efectuar concesiones de peso a cambio del abandono de sus 28 VANGUARDIA | DOSSIER

reservas pasadas. En cualquier caso, consta la clara voluntad de parte de estos gobiernos extranjeros de situar a Iraq bajo el control de las Naciones Unidas en mucho mayor grado de lo que desearía el Pentágono. Se dirá –con toda tranquilidad si se quiere– que los halcones de Estados Unidos podrían haber prescindido del Consejo de Seguridad de la ONU por ser a sus ojos una instancia irrelevante para el caso, pero para la mayoría del resto del mundo (como, por otra parte, la Administración de Bush padre se hallaría indudablemente en situación de apreciar debidamente) es la única que confiere legitimidad y autoridad internacional en lo concerniente a las operaciones militares. Factor, por cierto, que la India podrá apreciar aún con mayor intensidad porque puede perfectamente añadir una cuestión a su agenda: su ardiente deseo –difícil de cumplir– de que Estados Unidos respalde su aspiración a poseer el derecho permanente de veto, enmarañada cuestión ésta que merecería un artículo aparte.

Aunque podríamos esperar nuevos gestos de apoyo de parte de otros países –el Gobierno alemán declaró recientemente que instruiría a las fuerzas de seguridad iraquíes, pero no aportaría fondos–, serán fundamentalmente de naturaleza condicional y, además, seguirán depositando de pleno el peso de la pacificación y reconstrucción de Iraq sobre los hombros de las tropas y el contribuyente estadounidense. Y, si por una parte las familias de nuestros soldados empiezan a expresar a coro su desasosiego, pesar y consternación ante el curso de los acontecimientos, conviene advertir que los contribuyentes no han hecho más que empezar a movilizarse y manifestarse, en parte también porque la desgraciada conjunción de dos factores –incre-

mento astronómico de los costes de la reconstrucción de Iraq (y, desde un punto de vista más amplio, mayor gasto del Pentágono) y disminución espectacular de los fondos federales– parece haber cogido a todos por sorpresa. Pero no hay que inquietarse: más pronto que tarde elevarán sus protestas como hicieron los oprimidos castellanos bajo los Habsburgo. No hace demasiado tiempo, el presupuesto federal estadounidense arrojaba aún un saludable superávit y, en fecha no tan lejana como el mes de enero de 2001, la oficina presupuestaria del Congreso preveía que el superávit total acumulado podría alcanzar la cifra de 5,6 billones de dólares para el año 2001. Sin embargo, este panorama optimista ha quedado reducido a añicos por obra y gracia de ataques imprevistos y decisiones políticas obstinadas y contumaces. El repentino y tremendo hundimiento de la burbuja de internet que de todas formas se aproximaba –pero que fue mucho mayor de lo que la gente había previsto– ha ejercido varios impactos negativos sobre toda en la economía estadounidense, reduciendo el capítulo de impuestos sobre beneficios, lo que afectó a las previsiones del Internal Revenue Service del Departamento del Tesoro, los estados y las ciudades. En segundo lugar, los ataques del 11-S –aparte de nuevos ataques contra la economía– provocaron alzas inesperadas en el gasto, tanto en el capítulo de la seguridad interior como de las asignaciones en materia de defensa. La empecinada decisión política adoptada consistió en huir hacia adelante, aplicando una serie de recortes impositivos en el año 2002 (30.000 millones de dólares) y todavía más en el año 2003 (350.000 millones de dólares). En consecuencia, el déficit federal estadounidense supera actualmente los 400.000 millones de dólares solamente para este año, y se prevé que para el año 2011 se alcance un déficit acumulado de unos 2,3 billones de dólares: ¡una diferencia de 8 billones de

¿EXPANSIÓN TERRITORIAL, OTR A VEZ?

dólares en los cálculos en menos de tres años! Guste o no la expresión, este inigualado poder estadounidense se enfrenta a las realidades encarnadas por la “expansión imperial” a que nos hemos referido previamente. En este momento, es difícil decir si la presión militar es peor que la fiscal, pero ambos factores se hallan sobre la mesa, y es menester afrontarlos en lugar de negarlos o eludirlos. Dios sabe con qué alborozo acogería Estados Unidos una pequeña racha de suerte: mejoría constante de la situación en Iraq o Afganistán, distensión en la península coreana, mayores aportaciones de la comunidad internacional para aliviar las numerosas cargas que ya soporta Estados Unidos, así como por ejemplo una agradable y sostenida tendencia positiva en la economía e ingresos del país. Pero la magnitud de los déficit presupuestarios y la enorme expansión del capítulo encomendado a las fuerzas armadas ha alcanzado tal nivel que resulta difícil creer que ciertas mejoras de tipo económico vayan a modificar apreciablemente los trazos del panorama general que se ofrece a nuestra vista.

Todo lo cual emplaza a este Gobierno, o al que lo suceda, ante la tesitura de adoptar necesariamente arduas decisiones, como así ha sido en el caso de otras grandes potencias de la historia. Se puede, por ejemplo, pensar en reducir el abanico de los compromisos o bien en reducir los gastos. Dada la inclinación de los políticos estadounidenses a no dejar de sumar (en defensa, subsidios agrícolas, enseñanza, hospitales para veteranos, seguridad nacional...), difícilmente cabrá esperar que se produzcan recortes sustanciales en el gasto. De todos modos, hay que insistir: ¿dónde –aquí o allá– podría procederse a una reestructuración en los compromisos adoptados? En los Balcanes, tal vez, aunque en este momento en esta región únicamente tenemos unos miles de efectivos estadounidenses. ¿En África? En este caso la respuesta es afirmativa, porque allí no parece que vayamos a mantener compromisos de larga duración, ya que no asoman peligros para nuestra seguridad. Sin embargo, será mucho más difícil eludir las obligaciones contraídas en el Pacífico occidental, la península Coreana, el golfo Pérsico, Iraq, el Mediterráneo y Asia central; todas las razones alegadas en favor de la retirada motivarán la aparición de enérgicas réplicas, aparte del te-

mor generalizado de que incluso una sola iniciativa en el sentido de una retirada pueda atizar la reacción de los enemigos de Estados Unidos. A este respecto, vienen a la memoria los consejeros españoles de Felipe IV, que trataron de dar preferencia a los objetivos estratégicos del imperio –Lombardía, Nápoles, Holanda, Alemania, las Américas–... para tener que constatar a regañadientes que, si se abandonaba una región, las demás se verían sometidas a mayores presiones. Y así prosiguió su camino la expansión imperial. Las dificultades que encara la Casa Blanca en el momento presente apenas pueden proporcionar la más leve satisfacción a ningún ciudadano estadounidense o amigo extranjero de Estados Unidos, ni aun teniendo en cuenta que una eventual disminución de la insolencia u orgullo desmesurados de que hacen gala los “neocons” representaría el natural alivio. Una crisis fiscal dañará siempre a los pobres más que a los ricos. Puede suceder perfectamente que los compromisos y obligaciones militares asumidos bajo una presión extrema resulten en retiradas repentinas y en una política internacional más errática o impredecible. Y tampoco resulta probable que las Naciones Unidas, institución sometida a una presión extrema tan intensa –mal dotada económicamente, además– se halle en condiciones de garantizar la estabilidad internacional. No es ciertamente un cuadro atractivo.

Las problemas que encara la Casa Blanca apenas proporciona la más leve satisfacción a ningún ciudadano, ni aun teniendo en cuenta una eventual disminución de la insolencia de los “neocons”

La Administración del presidente Bush propinó un demoledor ataque a los nefastos talibán, combatió duramente a Al Qaeda y derrocó uno de los regímenes más repugnantes y deleznables del mundo, al tiempo que iba a la guerra contra Iraq. Sin embargo, todo esto se hizo a un coste considerable desde el punto de vista militar, económico y diplomático. Y este coste se está pagando todavía. En realidad, Estados Unidos apenas ha empezado a pagarlo. La tarea propia de un auténtico y juicioso arte de gobernar estriba en preservar el equilibrio entre medios y fines, y en la prosecución y mantenimiento de políticas consistentes, coherentes y sólidas a largo plazo. En fin, a uno le asalta una intuición en el sentido de que Washington tendrá en su día ocasión de valorar plena y adecuadamente estas evidencias –perogrulladas– a ambos extremos de la Massachussetts Avenue. VANGUARDIA | DOSSIER

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DEL TRATADO DE TORDESILLAS A LULA DA SILVA (1494-2003) Durante el reinado de Juan II, el Perfecto (1481-1495), Portugal firmó con España el Tratado de Tordesillas.

La influencia de las potencias occidentales en América, África y Asia ha sido una constante desde el siglo XVI Durante siglos, Sudáfrica, la India, China y Brasil han estado entre los territorios más deseados –codiciados– por las potencias coloniales europeas. Forman parte del grupo de 23 naciones que pugnan por alejarse del subdesarrollo y tanto su actual situación socioeconómica como sus vicisitudes históricas difieren profundamente, pero cada uno estos cuatro países aspira a liderar grandes conjuntos regionales, una estrategia indispensable para consolidar el crecimiento.

1494 EL PRIMER REPARTO DEL MUNDO Portugal y España decidieron en 1494 el primer reparto del mundo en dos partes con el Tratado de Tordesillas. Por primera vez también, dos potencias establecían fronteras no sólo en tierra, sino también en el mar. Una línea trazada de polo a polo y a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde dividió el océano Atlántico. El hemisferio occidental correspondería a España; el hemisferio oriental, a Portugal. De esta forma, los Reyes Católicos

y el rey Juan II de Portugal se pusieron de acuerdo sobre qué conquistas podrían realizar ambos estados en relación al mundo recién descubierto. Brasil, así, quedó bajo la influencia de Portugal. El reparto se ampliaría 35 años después en Zaragoza, donde las dos coronas negociaron el dominio de la otra mitad del planeta. Este nuevo acuerdo delimitó con exactitud, a favor de los españoles, la zona de influencia portuguesa en Asia. VANGUARDIA | DOSSIER

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El edificio de la Contaduría de la Compañía de Indias de Londres, según un gravado del siglo XIX. Fumadero de opio en China en una fotografía tomada en la primera mitad del siglo XX. Los portugueses llegaron las costas de Pernambuco a principios del siglo XVI. Esta pintura reproduce el momento del desembarco.

1500

1600

1839-1860

LOS PORTUGUESES LLEGAN A BRASIL

LAS COMPAÑÍAS DE INDIAS

LAS GUERRAS DEL OPIO

Comandada por Pedro Alvares Cabral, una flota de 12 carabelas llegó a Brasil el 22 de abril de 1500. Dos días después, fray Henrique de Coimbra, capellán de la escuadra, celebró la primera misa de los portugueses en suelo brasileño. En una segunda expedición, entre 1502 y 1503, participó Américo Vespucio. Los portugueses llegaron a un país donde vivían entre un millón y tres millones de indígenas, que en cinco siglos se redujeron a los actuales 280.000, según la Fundación Nacional del Indio (Funai). Los nativos no fueron clasificados hasta 1884, registrando entonces cuatro grandes grupos: Tupi-guaraní, Je o Tapuia, Naipure y Caraíba.

A lo largo del siglo XVI, tras la estela de los grandes descubrimientos del XV –Diego Cao llega al río Congo (1484), Bartolomé Díaz dobla el cabo de Buena Esperanza (1488), Vasco de Gama abre la ruta de la India rodeando África (1497)–, los europeos no sólo se apoderaron de América, sino que extendieron su dominio en Oriente. Las nuevas técnicas en la construcción de buques y la artillería naval doblegaron la resistencia de los puertos estratégicos de África y Asia. A los expedicionarios portugueses y españoles siguieron los ingleses, los franceses y los holandeses. Las compañías de Indias, pequeñas oligarquías fundadas por negociantes, fueron la punta de lanza del comercio de las especies y de mercancías exóticas. En 1600 la reina Isabel I concedió el monopolio del comercio con el Lejano Oriente a la Compañía de las Indias Orientales, con sede en Londres. En 1608, 37 años después de la fundación de Manila por los españoles, el primer buque de la compañía inglesa atracó en el puerto indio de Surat. A partir de entonces, la influencia británica, que eclipsó a la portuguesa y española, se extendió por la costa occidental de la India,

Américo Vespucio, navegante florentino al servicio de la corona de Portugal en 1502, fue el primero en referirse a un “mundus novus”.

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especialmente en las ciudades de Calcuta, Bombay y Madrás. En 1717, el emperador mogol Farukhiyar concedió el libre comercio a esta compañía.

Retrato de Isabel I (1533-1603), pintado alrededor de 1588. Durante su reinado, implacable contra el catolicismo, Inglaterra extendió sus dominios en ultramar y sentó las bases de su imperio colonial.

Las relaciones comerciales entre China e Inglaterra se iniciaron en 1699, con el opio como primer referente, cuyo tráfico –prohibido por las leyes chinas– fue monopolizado por los ingleses desde 1799 hasta 1834. En la primera guerra del opio, que enfrentó a Gran Bretaña y China entre 1839 y 1842, las potencias occidentales, incluido Estados Unidos, ocuparon por la fuerza los enclaves donde tenían concesiones y lograron importantes privilegios comerciales. La segunda guerra (1856-1860) estalló ante la negativa china a ceder a las presiones británicas para que se legalizara el comercio del opio y se abrieran más puertos. El Tratado de Tientsing, que puso fin al conflicto, cedió 11 puertos más a las potencias occidentales y legalizó la importación del opio. Se calcula que el número de personas que fumaban opio en aquella época en China oscilaba entre los 100 y 150 millones.

La reina Victoria (1819-1901), en una de sus últimas fotos. Dio nombre a una era de fortaleza económica y expansión imperial.

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Imagen de los combates registrados en Pekín los días 14 y 15 de agosto de 1900 entre nacionalistas chinos sublevados y las tropas occidentales. Gandhi (1869-1948), sentado ante su despacho de abogado en Durban (Sudáfrica) en 1902.

1900

1893 - 1914

1930

1947

LA REVUELTA DE LOS BÓXERS

GANDHI EN SUDÁFRICA

“O ESTADO NOVO”

LA INDEPENDENCIA DE LA INDIA Y PAKISTÁN

Después de un año frustrante en Inglaterra tras haberse licenciado en derecho, Mohandas Karamchand Gandhi, hijo de una familia burguesa de Porbandar (India), aceptó la oferta de un hombre de negocios sudafricano para trabajar como abogado. Gandhi permaneció en aquel país dominado por una minoría blanca durante 21 años, defendiendo los derechos sociales y políticos de los asiáticos. Fue en Sudáfrica donde experimentó las prácticas racistas de los europeos y donde forjó su teoría y práctica de la acción inspirado en los principios de la fortaleza espiritual, la resistencia pacífica y la verdad. Tras haberse convertido en líder de la comunidad india, Gandhi regresó a su país natal, controlado –como Sudáfrica– por los británicos, para encabezar un movimiento a favor de la independencia basado en la acción no violenta y que le llevaría a ser considerado “alma grande” (Mahatma) y también a morir asesinado.

En la década de los 50 la esperanza de vida de los brasileños no llegaba a los 40 años. La supervivencia del país más extenso de América del Sur pasaba por la industrialización y la explotación de las inmensas riquezas naturales. Y por alguien que asumiera la dirección directa de la economía. Este líder fue Getúlio Vargas, el hombre que desde la férula militar organizó en 1937 el llamado “Estado novo”, un régimen populista que dinamizó la economía y mejoró la situación de los trabajadores. Derribado por los militares en 1945, volvió a recuperar el poder el año 1950, en esta ocasión a través de las urnas y con el favor de los comunistas. El populismo fue posible hasta que Joao Goulart fue derrocado por los militares próximos a Estados Unidos en 1964 y desde entonces y hasta las elecciones de 1985 los presidentes vistieron de uniforme.

El sueño de Gandhi de una gran India unida y en paz no fue posible. En 1946, definitivamente doblegado el dominio británico, las posturas de hindúes y musulmanes (una quinta parte de la población) representadas por el Congreso Nacional Indio y la Liga Musulmana eran ya absolutamente irreconciliables. Los planes de unión federativa quedaron ahogados en la sangre de los enfrentamientos religiosos y la independencia de 1947 trajo también la división de la colonia en dos países, India y Pakistán, éste además partido en dos territorios separados por 17.00 kilómetros de distancia. Jawaharlal Pandit Nehru fue el primer ministro de la India y Mohammad Ali Jinnah el primer presidente –y padre– de Pakistán. A los endémicos problemas del hambre, la natalidad descontrolada y el desequilibrio demográfico, se añadieron gigantescos éxodos migratorios y deportaciones a menudo entre matanzas. Los choques bélicos en Cachemira y la segregación de Bangladesh en 1971 fueron –y son– otros de los obstáculos levantados en el duro camino del Indostán hacia la modernidad.

A mediados del siglo XIX la política europea de concesiones comerciales alimentó un proceso de disgregación interna en China. Lo que inicialmente era una cuestión comercial pronto derivó en imposiciones militares coloniales. Primero fueron Portugal e Inglaterra

(Macao y Hong Kong), seguidas por Francia, Alemania, Estados Unidos y Japón. Los bóxers reaccionaron ante esta agresión contra uno de los imperios más antiguos y cultos del mundo. En la primavera de 1900, durante 55 días, los sublevados al grito de “apoya al Qing, destruye al extranjero”, sitiaron el barrio diplomático, pero sucumbieron ante las tropas internacionales. China fue sometida a una paz humillante que impuso el derecho de los occidentales a intervenir en la política interna.

Los bóxers, una sociedad secreta formada para combatir a los extranjeros y que contó con apoyos en la corte imperial, fueron representados en los medios occidentales como una secta de criminales fanáticos.

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Getúlio Vargas (1883-1954), sospechoso de estar detrás de graves delitos, se suicidó tras denunciar a “fuerzas e intereses contrarios al pueblo”.

Jawaharlal Nehru (1889-1964) y Gandhi, los dos líderes nacionales, deciden en Bombay, en julio de 1946, la composición del primer Gobierno de la India soberana.

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A lo largo de la década de los 50 las protestas de la población no blanca fueron frecuentes en las ciudades de la provincia de Natal.

Mao Tse Tung (vestimenta oscura), en mayo de 1949, durante las maniobras militares de aproximación a Pekín.

1948

1949

1978

TIEMPOS DE INFAMIA EN SUDÁFRICA

LA “NUEVA DEMOCRACIA” CHINA

PEKÍN: SÍ AL CAPITALISMO TUTELADO

Entre 1912 y 1925, años de la caída de la milenaria dinastía manchú, y 1949, año de la proclamación de la República Popular de China, el país más poblado del planeta pasó de la dependencia feudal a la instalación de un régimen comunista distinto al triunfante en Rusia. El ejemplo de la revuelta de los bóxers, las humillaciones sufridas en la Primera Guerra Mundial, la precaria situación de campesinos y de los obreros de la incipiente industria, los privilegios de las clases dominantes, la corrupción institucional y los estragos de los “señores de la guerra” eran un excelente campo de cultivo para que prosperara el fermento del comunismo. La habilidad de Mao Tse Tung (1893-1976) con sus proletarios se impuso a la estrategia del autócrata Chiang Kai-shek con sus propietarios, grandes comerciantes, militares, industriales y financieros. Triunfó tanto en la guerra civil como en la ofensiva contra los invasores japoneses. El maoísmo supo, sobre todo, trabajar con las bases campesinas y a sus necesidades dedicó buena parte del proyecto de la “Nueva Democracia”.

Durante la primera mitad del siglo XX, China vivió la revolución que frenó la dominación colonial y que prometió a las masas el derecho a comer todos los días, y, durante la segunda mitad, el proceso de desarrollo económico según los principios capitalistas. Deng Xiaoping (1904-1997) participó en la primera de esas dos etapas y fue el hombre clave de la segunda. Depurado durante el fracasado “gran salto hacia adelante” y la desesperada “revolución cultural”, Deng se erigió en el gran impulsor de las “Cuatro Modernizaciones”: agricultura, industria, tecnología científica y defensa. Moderado y pragmático, Deng, el sucesor natural de Chu En Lai –fallecido en 1976, el mismo año que Mao Tse Tung–, recondujo los avances alcanzados por el maoísmo hacia un realismo que sí permitía a los chinos poder soñar con un futuro mejor nivel de vida. La modernización del país avanzó con

Manifestación en 1949 en Ciudad del Cabo contra la nueva ley del apartheid, que recortaba también derechos civiles a los británicos.

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En 1948, la victoria del racista Daniel François Malan propició la promulgación de unas leyes para impedir, mediante la coerción, la posibilidad de la mezcla de etnias. Todo, por supuesto, para preservar la supremacía blanca en todos los órdenes. No sólo se prohibieron los matrimonios o relaciones sexuales mixtas y se impuso la identificación personal en función del color de la piel, sino que se recluyó obligatoriamente a las poblaciones negras, indias o mestizas en los llamados bantustanes. A través de Strijdom, Verwoerd, Vorster y Botha, el Partido Nacional de la comunidad afrikaner (descendientes de los primeros colonos holandeses) sumió a la sociedad sudafricana en una era de represión –Soweto, 1976– y oscuridad surgida de la convicción de unos pocos dirigentes –ideólogos y pragmáticos amorales– de que habían encontrado la fórmula que aseguraría el futuro de la minoría blanca. En 1994 se hizo patente este monumental error.

Mao proclama solemnemente el nacimiento de la República Popular China el 1 de octubre en la plaza de Tiananmen de Pekín.

la desmaoización, la planificación, la apertura de espacios para la iniciativa privada y la inversión extranjera, las medidas contra la expansión demográfica y la legalización de la propiedad de la tierra, la recuperación del modelo de producción burgués y la aparición de una nueva clase empresarial. La apertura, sin embargo, no se extendió al modelo político. Hoy, las reformas siguen tuteladas por la dictadura de partido único y la represión de la disidencia. La matanza de Tiannanmen, en 1989, fue el último y claro aviso.

Deng Xiaoping, en 1978, durante una reunión en Pekín. Secretario general del PPCh en 1956, no recuperó el poder efectivo hasta 1977, cuando fue repuesto en el cargo de viceprimer ministro. Máximo líder desde 1978, no ocupó nunca oficialmente los cargos de jefe de Estado ni de Gobierno.

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Luiz Inácio Lula da Silva, junto a su esposa Marisa Leticia, en septiembre de 2002 durante un mitin electoral en Sao Paulo.

Nelson Mandela, el día de su liberación (11 de febrero de 1990), junto a su primera esposa Winnie.

Desfile militar por las calles de Hong Kong en 1999. Colonia británica desde 1842, fue devuelto a China el 1 de julio de 1997.

1990

1997-1999

2003

SUDÁFRICA RECUPERA LA NEGRITUD

HONG KONG Y MACAO

AIRES DE POPULISMO EN BRASIL

El día 10 de mayo de 1994, Nelson Rolihlahla Mandela –encarcelado durante 26 años–, líder histórico del Congreso Nacional Africano (CNA), se convertía en presidente de la República de Sudáfrica tras ganar las primeras elecciones multipartidistas y democráticas de la historia del país. Era la culminación de la lucha de casi medio siglo de la mayoría negra contra la segregación racial severa. En 1992 la

Los acuerdos suscritos por el Gobierno chino con Gran Bretaña y Portugal para la conversión de las antiguas colonias de Hong Hong y Macao en 1997 y 1999, respectivamente, en regiones administrativas especiales (SAR) fueron un reflejo más del pragmatismo del nuevo sistema económico. Hong Kong había sido cedido a Londres en 1842, por el tratado de Nanking que puso fin a la primera guerra del opio. Macao fue el primer enclave portugués en el Lejano Oriente y la última colonia del imperio ultramarino de Lisboa. Ambas retrocesiones administrativas –amplia autonomía excepto en cuestiones de relaciones exteriores y defensa en los próximos 50 años– respondieron a la idea de la fórmula “un país, dos sistemas” que facilita la dinamización económica a través del comercio exterior, la instalación de nuevas industrias y la inversión extranjera según los modelos internacionales. El PIB de Hong Kong supone alrededor del 15 por ciento del total del país y la renta bruta per cápita es unas 29 veces superior a la general, todo respecto a una población que representa el 0,52 por ciento del total nacional.

Luiz Inácio da Silva, Lula, presidente de Brasil desde el 1 de enero de 2003, no prometió milagros, pero sí trabajar para cambiar las enquistadas desigualdes sociales en el sexto país más poblado del mundo y el más extenso de América Latina. Un dato: 1,6 millones de personas disfrutan de tanta riqueza como la que tienen que repartirse 80 millones de los más pobres. Durante su primer año de mandato Lula se dedicó a extender por el mundo el mensaje del Partido de los Trabajadores –fundado en 1980–, una izquierda madura y democrática de base social y política amplia. Redobló esfuerzos para la diversificación de las relaciones comerciales internacionales de Brasil, en especial con sus vecinos americanos, propuso promover el diá-

dictadura del Partido Nacional representada por Frederik W. de Klerk cedió a las presiones de la calle, de la comunidad internacional, de las iglesias católica y anglicana y anuló las leyes que sostenían el apartheid. La nueva Sudáfrica no sólo reflejaba los valores de la afirmación y la emancipación, sino de la africanidad. Y era, a la vez, un aviso a las tentaciones del paternalismo neocolonialista.

Los votantes hacen cola en Soweto (27 de abril de 1994) en las primeras elecciones nacionales celebradas con derecho al voto para todos los ciudadanos.

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Edificio del Senado de Macao construido en 1583 y símbolo de más de cuatro siglos de presencia portuguesa en territorio chino.

logo Norte-Sur en el foro social de Porto Alegre y en el económico de Davos, y en Evián anunció la creación de una alianza estratégica con otras dos potencias emergentes: India y Sudáfrica. Sin embargo, las promesas –“guerra al hambre”, “un Brasil decente”– y los esfuerzos de este veterano luchador sindicalista para atraer la confianza de los inversores no se corresponden a la realidad de un PIB en recesión y a los incrementos de la deuda pública y del desempleo. El desafío es también férreo en los otros frentes abiertos de la criminalidad, la inseguridad ciudadana y el narcotráfico en las zonas urbanas y los conflictos por la posesión de la tierra en las rurales.

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CHINA

De productora a consumidora Leila Fernández-Stembridge PROFESORA DE ECONOMÍA DE CHINA. LICENCIATURA EN ESTUDIOS DE ASIA ORIENTAL DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID.

L

A TENDENCIA A ETIQUETAR A CHINA

constituye un riesgo. Con la progresiva introducción de reformas en su sistema económico, las coletillas han tendido a sucederse, sin encontrar un parámetro definido en la jerga teórica de la economía actual. Efectivamente, constituye un híbrido de elementos que, como resultado de sucesivas decisiones político-económicas, no puede equipararse del todo con otras economías emergentes. De hecho, resulta prácticamente imposible afirmar de forma contundente que se trata de un país en vías de desarrollo a secas, por el simple hecho de tener un reducido PIB per cápita o una economía hasta hace poco predominantemente rural. Tampoco puede decirse que constituya una economía “planificada pura” por la simple circunstancia de estar regida en un marco de sucesivos planes quinquenales (también la India los tiene). De igual manera, resulta atrevido definir a China como un país puramente “intervencionista”, cuando en la última década se ha denotado un notable crecimiento del sector privado. Sin embargo, y ante la necesidad de ponerle apellidos al proceso actual de reformas, no queda más remedio que aplicar un nombre al fenómeno que rige el marco económico actual de China. Como añadido a la jerga oficial del Partido Comunista de China (PCCh), es posible referirse al país más poblado y tercer más ILUSTRACIÓN DE JULIET POMÉS LEIZ

grande del mundo como una “economía socialista de mercado emergente en transición”: se trata de una economía regida por un sistema monopartidista en el que la intervención del Estado (en concreto del PCCh) resulta todavía crucial a pesar de la creciente libre fluctuación entre la oferta y la demanda en un capitalismo de facto no declarado, principalmente en las zonas costeras y urbanas; emerge con un potencial indiscutible de desarrollo que podría situar al país en segundo lugar después de Estados Unidos, llegando incluso a superarlo en términos de PIB, de aquí al año 2020; y se halla inmersa en un proceso de transición incesante, por la transformación de su estructura económica en términos generales, máxime teniendo en cuenta su reciente integración en el club de las potencias comerciales a escala mundial. El objetivo está claro: prosperar, desarrollarse y ser internacionalmente respetada. Lo mismo ocurre en otras economías emergentes, que a pesar de la interferencia (en general errónea) de organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial en su proceso de desarrollo, ¿no desean igualmente desmarcarse del sesgo occidental y desempeñar un papel activo independiente por la vía económica? Sin duda el fin es común a todos, aunque los medios varíen entre sí. Ahora, y aunque las comparaciones tienden a ser estereotipadas y por tanto es preferible huir de ellas, sí puede apreciarse un elemento distintivo que confirma a China como país emergente “diferente”. Si se VANGUARDIA | DOSSIER

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CHINA: DE PRODUCTORA A CONSUMIDORA

China produce actualmente el 20% de las neveras, el 30% de los televisores y el 70% de las fotocopiadoras del mundo y dentro de seis años fabricará el 50% de los textiles

observa con cuidado la trayectoria seguida estos últimos 25 años, existe una aceptación tácita de las reformas por parte de su población, contrariamente a otros países comparables como la India o Rusia. Se evidencia efectivamente un apego, rozando en ocasiones la obsesión, por el progresivo enriquecimiento de la población, impulsando con ello un motor de crecimiento nacional, que en última instancia desemboca en una mejora general del nivel de vida, y por tanto en una reacción más llevadera de cara a los posibles errores cometidos en la andadura de la transición económica. Dicho de otro modo, si bien las autoridades gubernamentales deciden y aplican, la población, llevada por sus intereses individuales, actúa con una concienciación nacional, produciéndose una aceptación implícita de las reformas económicas. A pesar del equilibrio subyacente de las reformas, el camino que todavía queda por recorrer se expone a numerosas oportunidades, pero también a complicados retos, que de no ser llevados a buen fin, podrían conducir al país a un desequilibrio general, y por ende, a una economía emergente incompleta. Para poder apreciar y comprender el proceso de desarrollo que la actual y futura China se ha propuesto emprender, conviene realizar por ello un ejercicio de observación sobre el doble rasante de una China productora que gradualmente se está convirtiendo en una China consumidora.

China productora 1. Oportunidades Es de todos conocida la posición de China como fábrica del mundo: se calcula que alrededor del 50 por ciento de la capacidad productiva mundial ya se encuentra allí, concretamente en las regiones del río Yangtzé (Shanghai, 42 VANGUARDIA | DOSSIER

Jiangsu y Zhejiang) y del delta del río de la Perla (Guangdong), que en los últimos años se han convertido en los centros industriales y comerciales de China: como mayor foco de atracción de inversión extranjera directa del país y con alrededor del 20 por ciento de la población total, se calcula que aquélla contribuirá en aproximadamente un 30 por ciento del PIB nacional en el año 2020; mientras que ésta, influenciada por Hong Kong y Taiwán, con una población permanente de 60 millones y otros 60 millones no permanentes, produce el 40 por ciento de las exportaciones totales, recibe el 25 de la inversión extranjera directa, y es líder incuestionable de exportaciones en bienes de consumo. De hecho, China produce en la actualidad alrededor del 20 por ciento de las neveras del mundo, el 25 de las lavadoras, el 30 de las televisiones, el 70 de las fotocopiadoras, y para el año 2010 es previsible que produzca el 50 por ciento de los textiles. Efectivamente, se trata de la quinta economía comercial, representando más del 4 por ciento del volumen total de comercio mundial. Como base de producción masiva, en concreto desde la apertura de sus fronteras a la inversión extranjera directa en los años 90 y desde la reducción de trabas comerciales después de su ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC) a finales de 2001, China utiliza de forma mucho más contundente y por primera vez en su historia económica contemporánea la dotación real de sus factores de producción: mientras deja de lado la estrategia de producción orientada hacia la industria pesada aplicada en tiempos de Mao Zedong, se centra ahora más en la explotación de su ventaja comparativa, apoyada en su suministro ilimitado de mano de obra de bajo coste. Dicho de otro modo, como resultado de su integración en la escalada comercial global, China no tiene otra opción ahora que seguir los parámetros clásicos de los modelos de David Ricardo y Hecksher-Ohlin que en gran medida se perpetúan en la eco-

nomía actual: para alcanzar una situación de doble ganancia (win-win situation) y alcanzar cotas máximas de productividad, utiliza de forma masiva el factor de producción más abundante de su economía, es decir, su mano de obra. Es por ello que la concentración masiva en la producción de bienes intensivos en el factor trabajo calibra a China como país productor y exportador de bienes como el textil (con unas exportaciones valoradas en 30.000 millones dólares en 2003), la vestimenta (51.000 millones), el calzado (15.000 millones), los juguetes (7.500 millones), aunque también de productos mecánicos y electrónicos (226.000 millones) o productos de alta tecnología (110.000 millones). La prioridad ejercida en la producción de bienes intensivos en mano de obra no evita sin embargo la potencialidad de otros sectores que puedan hacer de China una proveedora insospechablemente atractiva: hoy por hoy China no constituye un centro de I+D equiparable al de Taiwán u otras economías vecinas de la región asiática, pero el desarrollo de su capital humano aparece progresivamente como una prioridad en el desarrollo y equilibrio económicos a largo plazo. Después de todo, China produce más ingenieros que Europa y los Estados Unidos (en 2003, se graduaron dos millones técnicos e ingenieros), que se calcula tan sólo suponen un 10 por ciento del coste salarial de los ingenieros de Estados Unidos. Es notable la iniciativa recientemente lanzada por multinacionales como Alcatel, Philips, Microsoft, General Electric o Motorola en la creación de centros globales de I+D en China, con visos a una mejor formación del capital humano chino. Mientras es previsible que perdure por al menos cuatro o cinco décadas la producción barata de bienes básicos, enlazada con el actual proceso deslocalizador de empresas extranjeras en territorio chino, no conviene subestimar la consolidación de una base empresarial ya existente y el progresivo desarrollo de economías de escala, que

CHINA: DE PRODUCTORA A CONSUMIDORA

a la larga puedan contribuir a una mejor explotación del capital extranjero, una vez esté equipado el país de la infraestructura adecuada y del know-how necesario. Una oportuna absorción de dicho capital podría a la larga ayudar a China evitar depender en exceso de la influencia extranjera.

2. Desafíos La capacidad productiva de China no se centra tan sólo en la efectiva explotación de su abundante mano de obra. Necesita resolver también numerosos obstáculos que se le interponen en la andadura, entre otros, el desempleo. Efectivamente, se encuentra sin resolver el aumento continuado del desempleo tanto urbano como rural, que a escala nacional se calcula en alrededor de un 5 por ciento, aunque en términos no oficiales supere la cifra del 10, máxime teniendo en cuenta el enorme excedente laboral en el campo, calculable en al menos 150 millones de personas. Se prevé de hecho que más de 170 millones de personas (el 28 por ciento de la población activa) pierdan su empleo antes de 2008. Para evitar un aumento tan desproporcionado, será necesario crear entre 8 y 9 millones de nuevos empleos anuales, y no entre 5 o 6, tal como se predijo en un primer momento. Esta tendencia supone en sí una traba evidente al proceso de desarrollo de China como fuente de producción constante. De hecho, podría resultar evidente que China como país productor fuese un país creador de empleos, máxime teniendo en cuenta el rápido aumento anual de su población activa, calculado en unos 12 millones de personas. Sin embargo, la situación laboral no es especialmente boyante en la actualidad: por un lado, el saneamiento de la economía urbana, enfocado principalmente en la reestructuración de las empresas estatales, se está traduciendo en un despido masivo de trabajadores que ya no pueden gozar del sistema de empleo de por vida implantado antaño; por otro lado, la retirada masiva de los trabajadores campesinos de las zonas rurales, como consecuencia de la bajada de precios de los productos agrícolas y del cambio en la estructura agrícola prioritaria ahora en la producción de maíz o frutas, en detrimento de los cereales, concretamente desde el ingreso en la OMC, conlleva el desplazamiento masivo de estos trabajadores hacia las ciudades, donde las oportunidades laborales no abundan precisamente. El miedo a una inestabilidad social des-

encadenada por la falta de empleos conduce a las autoridades gubernamentales a vivir un estado permanente de nerviosismo en la búsqueda de alternativas laborales que eviten un descalabro potencial del equilibrio social. China produce, sin duda, y responde a las demandas procedentes del extranjero, pero una cosa es producir bienes manufacturados, y otra cosa bien diferente es redistribuir una mano de obra excedentaria en ámbitos alternativos como los servicios, ahora en pujanza, pero carente de una formación profesional y de una orientación productiva adecuadas.

El paro es uno de los grandes obstáculos que se interponen en los avances de la economía: se prevé que antes de 2008 se pierdan más de 170 millones de puestos de trabajo

EL SURGIMIENTO DE UNA BURBUJA INMOBILIARIA

en grandes ciudades como Shanghai o Pekín tampoco ayuda a que la posición productora de China se estabilice, por derivarse ahora en un control mucho más evidenciado de las operaciones de construcción inmobiliaria, que en un primer momento se entreveían como factor de desarrollo en la distribución de viviendas ahora privatizadas, pero que con el tiempo han demostrado constituir un factor de inestabilidad potencial, al traducirse en un sobrecalentamiento económico difícilmente controlable. Este sobrecalentamiento, condicionado más por una sobreinversión que por un aumento en la demanda agregada, constituye en sí una prioridad en la política económica de las autoridades chinas. De hecho, las iniciativas evidenciadas por una potencial subida de tipos de interés (que en la actualidad giran en torno al 5,3 por ciento); por la obligada utilización del capital empresarial en proyectos de propiedad, acero, aluminio o cemento, en detrimento de un uso más expandido de la deuda; por la exigencia de aumentar las reservas bancarias; por las restricciones en los préstamos en propiedad; o por el freno en el gasto fiscal... constituyen todas ellas iniciativas acertadas, siempre y cuando la intervención del Estado sea mesurada en el contexto de una economía emergente, que hoy por hoy sigue estando sujeta a parámetros sociopolíticos difícilmente convergentes con las prioridades económicas. La fragilidad bancaria, que arrastra alrededor de un 40-50 por ciento en préstamos de dudoso cobro (alrededor de 500 millones dólares), no ayuda tampoco a que se fortalezca la capacidad productiva de las empresas chinas, en concreto de las pymes, que con dificultad tienen acceso a una política de créditos y préstamos igualitaria. El limitado acceso al capital imVANGUARDIA | DOSSIER

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pide una mayor fluidez en las decisiones empresariales, que a la larga se encuentran condicionadas a una absorción laboral menos efectiva, sujeta en muchos casos a las presiones gubernamentales, orientadas a encaminar a los trabajadores desempleados de las empresas estatales en una absorción irreal dentro del ámbito empresarial privado. Existen incentivos para que estas empresas puedan absorber dicho excedente laboral, pero su acceso a la estructura bancaria sigue siendo limitado, por lo que las presiones son mayores. Es esperable en cualquier caso que para el año 2006, y siguiendo los preceptos de la OMC, esta situación cambie, dada la creciente flexibilidad en la instalación y actuación de filiales bancarias extranjeras en territorio chino, que a su vez podrán prestar el dinero requerido por las pymes. RELACIONADA IGUALMENTE CON EL RIESGO BAN-

LA FUERZA DEL YANGTZÉ. El gran Shanghai forma, con Jiangsu y Zhejiang, bañadas por el caudaloso Yangtzé, tres de las más poderosas

regiones industriales, comerciales y financieras del país. Yang Liu / CORBIS

La intervención del PCCh en algunas decisiones empresariales seguirá impidiendo el surgimiento de una base productiva que responda genuinamente a una economía de mercado emergente 44 VANGUARDIA | DOSSIER

cario está la iniciativa nacional por mejorar la gestión empresarial de las empresas estatales lanzada en el último lustro (la famosa política del “corporate governance” incluida en la mayoría de los países emergentes), que hoy por hoy sigue siendo incompleta: si bien la intervención de los cuadros del partido comunista en las decisiones empresariales ha disminuido en términos generales, el sesgo gubernamental sigue condicionando la dinámica productiva de aquellas empresas estatales que sobreviven a la reestructuración, guiadas más a menudo por intereses políticos que por prioridades económicas. La débil gestión constituye sin duda el mayor impedimento para una creciente competitividad de las empresas. Hasta que no mejoren la integración y la optimización de los recursos, la intervención política seguirá impidiendo el surgimiento de una base productiva que responda de forma genuina a una economía de mercado emergente. El endeble marco legal y las patentes constituyen también un desafío de especial envergadura en la capacidad productiva del país. Aunque China se convirtió en el principal destino de inversión extranjera directa en 2002 (contabilizada en 53.200 millones dólares), sobrepasando por primera vez a Estados Unidos (52.700 millones dólares), el respeto de los derechos de propiedad intelectual brilla por su ausencia, lo que hace menos creíble la política de absorción de capital extranjero, y por tanto el eficaz desarrollo de una economía basada en parámetros de innovación y alta tecnología. VANGUARDIA | DOSSIER

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En pocas palabras, la posición de China como país productor supone en sí una baza significativa en la fabricación y procesamiento de bienes exportables, por atribuírsele un rol sin precedentes en la economía internacional. Pero esta situación podrá perpetuarse tan sólo si se consolidan ámbitos internos tan básicos como las estructuras laboral, inmobiliaria o financiera, entre otros. Esta consolidación tan sólo será posible si se manifiesta una mayor voluntad por responder a los parámetros exigidos en una economía cada vez más racional como la china, en concreto a través de una intervención más moderada, o al menos más coherente, de las autoridades políticas de cara a las nuevas exigencias nacionales e internacionales. Una coherencia que además necesita estar emparejada con un nuevo elemento en el desarrollo económico de China hasta ahora desconocido: el surgimiento de China como país consumidor.

China consumidora 1. Oportunidades Con el progresivo enriquecimiento de la población urbana en esta última década, ha surgido una clase media, baluarte indiscutible de las nuevas tendencias en el consumo: en 2002, China contaba con unos 20 millones de personas con poder adquisitivo medio-alto (superando el PIB per cápita de 912 dólares), mientras que en 2010 se prevé que alcancen la cifra de 160 millones, dado su crecimiento anual de 7-8 por ciento. De hecho, ya en 2003 hubo 10 millones de compradores de coches privados, más de 70 millones de usuarios de Internet, y alrededor de 230 millones de compradores de teléfonos móviles. La consolidación de este estrato social permite una mayor garantía en el consumo de bienes más sofisticados, afectando mayoritariamente a la población relativamente joven de China, en concreto aquella comprendidas entre las edades de 15 y 39 años (44,39 por ciento, según el quinto censo nacional de la población del año 2000). Es previsible que la proporción de la población en edad para la búsqueda de un empleo sobrepase el 71 por ciento en 2020, lo que en sí supone una desventaja en términos laborales, pero presenta igualmente ventajas tangibles e intangibles: la proporción de dependencia más baja implica unos niveles de vida más elevados, para cualquier nivel dado de productividad laboral. Ni que decir tiene que una población joven es siempre más adaptable y capaz de aceptar los rápidos cambios económicos 46 VANGUARDIA | DOSSIER

RECEPTORES DE MANO DE OBRA. Se calcula

que en 2020 más del 71 por ciento de la población formará parte de la fuerza laboral del país. Shenzhen (arriba), una de las Zonas Económicas Especiales en la provincia de Guandong, y Shanghai (abajo) son dos de los grandes polos de atracción de mano de obra. Ian Berry y Stuart Franklin / MAGNUM

y sociales que implican la transición hacia una economía de mercado. De forma paralela, la tasa de urbanización que apenas superó el 37 por ciento en 2002 (alrededor de 350 millones de personas en las ciudades), es muy posible que alcance el 50 por ciento de la población total en 2020, sobre todo si las autoridades deciden finalmente atraer a 500 millones de campesinos del campo a la ciudad en los próximos años. Indudablemente, el aumento de la población urbana se traducirá en un aumento en la demanda de servicios, transportes, etcétera, aunque por ahora la tendencia ahorradora de la población urbana china sea quizá mayor de la deseada: en 2003, el consumo privado no aumentó en más de un 6 por ciento, comparado con el crecimiento medio del 14 por ciento a principios de los años 90. El crecimiento del sector privado, reconocido no sólo de forma extrapolar en la andadura de las reformas, sino de forma más explícita a instancias políticas, tanto desde el lanzamiento de los tres representantes (sange daibiao) rea-

lizado por el anterior presidente de la República Popular China, Jiang Zemin, como desde la última enmienda a la Constitución en marzo de 2004, condiciona igualmente la postura de China como país consumidor. Mientras que en 1990 el sector privado no absorbía más del 0,4 por ciento del empleo urbano, en 2001 aumenta en casi un 7 por ciento (las empresas estatales absorben el 62,3 por ciento en 1990 y el 31,9 en 2001); en términos de PIB, el sector noestatal contribuye ahora en más de un 50 por ciento, mientras que hace tan sólo una década, estaba por debajo del 30. Sin duda, la creación de una economía alternativa a la estatal favorece el dinamismo económico. No es de extrañar que tanto las autoridades como la población chinas vean con buenos ojos las ventajas emparejadas con la privatización, y por tanto se insista en el ámbito oficial en priorizar la privatización, aunque suponga a la larga un obstáculo a la profundización, e incluso a la legitimización, del discurso político del PCCh. Mientras trasciende el significado de una

economía que incluye nuevos elementos de consumo, surge el interés por parte de otras potencias económicas en explotar el emergente consumo de China como mercado, más en términos cualitativos que cuantitativos, concretamente en el ámbito de la inversión extranjera, que no se limita tan sólo a exportar la producción realizada en terreno chino, sino también a distribuirlo in situ. El potencial de dicha distribución a escala nacional afectaría a productos tan variados como los caramelos, los automóviles, pasando por los vinos, los móviles, la vestimenta, los bienes de lujo, etcétera. Se tiende a hablar de China con excesiva frecuencia como un “enorme mercado de 1.300 millones de consumidores”, lo que en sí constituye una banalización de la realidad del país. Pero lo cierto es que el futuro económico de China es prometedor, por lo que, si efectivamente los inversores extranjeros pueden producir y distribuir libremente en las zonas del interior de China a partir de 2006, y no enfrentarse a las agresivas barreras no arancelarias de estos úl-

LA CAPITAL DEL IMPERIO. Pekín, con casi siete millones de habitantes, es la segunda ciudad más poblada, después de Shanghai. La capital atraerá parte de los 500 millones de trabajadores que según las previsiones abandonarán el campo antes de 2020. Stuart

Franklin / MAGNUM

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CHINA: DE PRODUCTORA A CONSUMIDORA

EL DESPERTAR CHINO RU S I A

Harbin

U KIRG IK

IS



IZIS

Ulán Bator

146

TÁN

Urumqi

MONGOLIA

XINGIANG UYGUR

Tianjin

12

N

885

PEKÍN Pekín (Beijing)

C

H

I

N

20

A

210

Xining QINGHAI

Lanzhou GANSU

70 Delhi

XIZANG (TÍBET) E

PA

2

L

Timbu BUTÁN

INDIA

98

Trópico de Cáncer

TA I L A N D I A

CHINA Zhong Guo

221 aC

AÑO DE FUNDACIÓN

(dinastía Qin) NOMBRE OFICIAL

República Popular de China CAPITAL

Pekín (Beijing)

DIVISIÓN TERRITORIAL

23

5

provincias regiones (incluida autónomas

Taiwán)

4

2 regiones administr. especiales

municipalidades (Hong Kong

y Macao) 70º

48 VANGUARDIA | DOSSIER

SISTEMA DE GOBIERNO

Democracia popular de partido único y unicameral Congreso Nacional del Pueblo (2.989 miembros) FORMA DE ESTADO

1949

Hangzhou ZHEJIANG

459

Nanning

438

TAIWÁN GUANGDONG Guangzhou (Cantón)

Wen Jibao (16 marzo 2003)

Haikou HAINÁN

P ac íf ic o

230

20º

China l Meridiona FILIPINAS 120º

PIB per cápita (precios corrientes en $, 2000)

YUAN (renminbi) (1 yuan = 0,12 $)

de 3.000 a 1.500

9.572.900 km2

Océano

Mar de la

más de 3.000

EXTENSIÓN

Shanghai

SHANGHAI

16.500 6.300

UNIDAD MONETARIA

1.284 personas

30º

HONG KONG

Hu Jintao (15 marzo 2003)

PRESIDENTE DEL GOBIERNO

China Oriental

2.700

Fuzhou FUJIAN

JEFE DEL ESTADO

POBLACIÓN República socialista millones de unitaria y multinacional AÑO DE DERECHO DE LA MUJER AL VOTO

GUANGXI ZHUANG

VIETNAM Hanoi LAOS

Mar de la

251 282

305

MACAO

BIRMANIA

Golfo de

Bengala

428

ANHUI Hefei

725

Taipei

203

40º

JIANGSU Nanjing

Nanchang JIANGXI

Changsha HUNAN

GUIZHOU Guiyang Kunming YUNNAN

Zhengzhou HENAN

Chongqing

202

Dhaka BANGLADESH

592

184

Xi’an SHAANXI

Yangtzé

Katmandú

Amarillo Jinan SHANDONG

HUBEI Wuhan

Chengdu SICHUAN

Japón

COREA DEL SUR

Shijiazhuang

554 321 1.343 CHONGQING

152

Lhasa

HEBEI

Taiyuan SHANXI

84

8

COREA DEL NORTE

Seúl

Yinchuan

Islamabad

Mar del

N

MONGOLIA INTERIOR (NEI MONGGOL) Hohhot

NINGXIA

N

280

Shenyang LIAONING

883

PA K I S T Á N

JIlIN Changchun

TIANJIN

de 1.500 a 750 menos de 750

00,0 número de habitantes por km2

140º

regiones autónomas regiones administrativas especiales municipalidades

ciudades con más de 8 / 4 40º / y 2 millones de personas

provincias capitales de provincia región

FUENTES: Book of the Year, The World Factbook, DSEC y The Economist



Bishkek Y

50º

HEILONGJIANG Alma Ata

TA

80

200 km

AFGANISTÁN

JA

KAZAJSTÁN

timos años, los consumidores menos favorecidos de las zonas rurales y remotas podrán entonces constituirse como fuente de consumo interno de productos extranjeros. El turismo constituye también un elemento actual de consumo con especial potencial. Los consumidores chinos empiezan a disponer de un creciente poder adquisitivo para viajar tanto dentro del país como en el extranjero, bajo el formato Tokio tradicional de grandes grupos (al menos cinco personas), forjándose así un turismo masivo. Fuera de las fronteras, los destinos preferidos tienden a ser, en este orden, Hong Kong, Macao, Japón, Rusia, Corea del Sur o Tailandia. Como destinos europeos, Francia y Reino Unido ocupan la cabecera, que en términos relativos no son más que las posiciones 14 y 15, respectivamente. Con la firma del acuerdo bilateral entre la Unión Europea y China en noviembre de 2003, y el MOU de febrero de 2004, se prevé una mayor agilización en la concesión de visados, y por tanto un aumento en la entrada de grupos de turistas chinos dentro del marco europeo, siempre y cuando los países receptores cumplan los preceptos de Approved Destination Status (ADS). En 2002, alrededor de 16 millones de chinos viajaron al extranjero, lo que supuso un crecimiento del 36,84 por ciento con respecto al año anterior; en 2003, fueron 20 millones, por tanto con un menor crecimiento del 20 por ciento, debido en gran medida a la neumonía atípica. Por ejemplo, en 2003, el 54 por ciento de los turistas en Hong Kong procedían de la China continental, que a ojos de los hongkonitas “gastaban más que los turistas japoneses”. Se prevé que para el año 2020, China sea el cuarto país exportador mundial de turistas, llegando a engrosar la cifra de unas cien millones de personas. La oportunidad de esta masiva oleada de turismo chino es obvia, tanto para China como para los países receptores. Es decir, se suman elementos de tipo social, demográfico, empresarial y turístico que sitúan a China como país consumidor, tanto en la demanda interna de productos específicos como en los servicios disponibles en el exterior. Sin embargo, la China consumidora también tiene retos que fraguar: no identificarlos y obviar perniciosos desequilibrios internos po-

drían de otro modo arrastrar al país a romper con esta nueva etapa en su fase de desarrollo.

2. Desafíos Las disparidades regionales en el mosaico chino han dado mucho de qué hablar en los últimos años. Mientras que en los años 80 se dio prioridad al desarrollo de cuatro Zonas Económicas Especiales en las provincias de Guangdong (Shenzhen, Zhuhai y Shantou) y Fujian (Xiamen), con objeto de favorecer allí un crecimiento más rápido y redistribuir más adelante la riqueza creada entre el resto de las provincias de China, en el umbral del siglo XXI dichas zonas se han desarrollado velozmente, pero la redistribución de la riqueza no se ha perpetuado en el resto de la geografía china. Inevitablemente, las zonas más favorecidas están viviendo su momento de esplendor, mientras el interior del país se encuentra inmerso en una pobreza preocupante que las propias autoridades chinas consideran necesario erradicar a través de sendas iniciativas englobadas en la llamada “Política del Oeste” (xibu kaifa). Se están dando incentivos impositivos especiales a todas aquellas empresas que inviertan en las zonas menos favorecidas, con objeto de crear una infraestructura y un dinamismo económico más equilibrado. Pero las disparidades no se encuentran tan sólo localizadas entre provincias. También a nivel intraprovincial existen enormes diferencias en los ingresos entre las zonas urbanas y las zonas rurales. Se calcula de hecho que el coeficiente de Gini ha aumentado de 0,28 en los años 80, a 0,39 en 1995, y a 0,40 en 2001. Si no se reducen las disparidades económicas, sea bien a través de los flujos migratorios del campo a la ciudad o a través de una inversión más realista, procurando evitar en todo momento la injerencia aleatoria de las autoridades locales, la capacidad consumidora de China estará reducida a un reducido porcentaje de la población, y el despegue de China será de por sí inverosímil. El hecho de que China no pueda ya autoabastecerse de productos básicos, pero estratégicos, como el acero o el petróleo, hace de China un país importador y por tanto consumidor de bienes disponibles en la esfera internacional. Se está creando una dependencia del exterior en los ámbitos de la energía y de los recursos naturales que contribuyen a un cambio significativo en la estructura comercial de un país que hasta ahora ha contado con un suVANGUARDIA | DOSSIER

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perávit, pero que en los primeros meses de 2004 ha sido deficitario, arrastrando un crecimiento del 40 por ciento en las importaciones durante 2003. Aunque importar no sea de por sí un fenómeno negativo, sí puede convertirse en un fardo para la economía china una excesiva dependencia de otros mercados que, por las condiciones tan cambiantes de la economía global actual, podrían traducirse en una falta de garantías para la continuidad en las reformas. La búsqueda de alternativas energéticas como la energía nuclear o eólica a través de la instrumentalización de la inversión extranjera (las multinacionales de energía nuclear de Estados Unidos, Francia o Alemania ya han expresado su interés en asentarse en territorio chino) pueden constituir un paso importante, pero tampoco son del todo aseguradoras en el proceso actual de transición, tanto en términos de seguridad como en términos medioambientales. EFECTIVAMENTE, EL MEDIOAMBIENTE

constituye un hándicap en el proceso de desarrollo de China, cuyo respeto brilla por su ausencia. La tendencia hasta ahora en China ha sido asociar el respeto del medio ambiente con mayores niveles de desarrollo, lo que en un primer momento era comprensible. Pero ahora que China está alcanzando un ritmo de crecimiento equiparable, e incluso superior, a otras potencias desarrolladas, ha llegado el momento de no ignorar por más tiempo la contaminación exorbitante del aire, del agua, de los bosques, del ruido, etcétera. Las iniciativas no han escaseado, por ejemplo se ha intentado limitar la producción de palillos de madera, por contribuir negativamente a la supervivencia de la arboleda. También se han lanzado iniciativas de forestación en zonas montañosas que peligraban su existencia, debido al sistema de cultivos, perniciosos para los bosques, etcétera. Es fundamental que la salubridad del entorno geográfico de China se mantenga dentro del ritmo frenético de producción y consumo para así cul50 VANGUARDIA | DOSSIER

minar el proceso en un nivel de vida mucho más elevado, que hoy por hoy escasea precisamente por el aire que se respira en las grandes ciudades o en las zonas de fábricas. Taiwán fue hasta hace poco uno de los “líderes” en contaminación de la geografía asiática. Con el lanzamiento del llamado Plan Nacional de 2008 se pretende sanear la estructura medioambiental y alcanzar un nivel de vida equiparable a los países europeos. Es posible que China siga este ejemplo, aunque aún no constituya en sí una prioridad político-económica. Unir la mejora del sistema sanitario, convertido ahora en foco prioritario después de la neumonía atípica, con la mejora del medioambiente podrá eventualmente convertir a China en un consumidor mucho más racional, tanto en la esfera nacional como internacional. CONCLUSIONES

China es en la actualidad una potencia emergente con la oportunidad de situarse como economía desarrollada en poco menos de dos décadas, pero arrastrando consigo un riesgo de sobrecalentamiento, que en caso de no poder compensarlo con la búsqueda de un equilibrio interno, se arriesga a permanecer como país fragmentado y carente de coherencia. De todos modos, los riesgos tanto en el ámbito de la producción como en el del consumo son controlables, y tan sólo afectarán al ritmo, no tanto a la dirección tomada. En este sentido, puede decirse que China es muy diferente de otras economías emergentes: se prevé que su comercio exterior se multiplique por cuatro de aquí al año 2020, ningún otro país puede por ahora competir con ella en la fabricación de productos, por su suministro ilimitado de mano de obra de bajo coste y de técnicos cualificados, por su elevado porcentaje en la capacidad productiva mundial, por sus cientos de millones de consumidores, por su competencia en el liderazgo mundial con países de primera velocidad como Estados Unidos, y sobre todo por su incipiente posición co-

mo productora y consumidora. Aunque las comparaciones no proceden en este contexto, resulta cuanto menos interesante observar que países como Rusia o la India tienen razones suficientes para “preocuparse” por las avanzadillas de China. Por ejemplo, Rusia atraviesa una transición realizada por instituciones intergubernamentales y ve aumentar su pobreza en términos generales, sin poder atraer una inversión extranjera de más de 7.000 millones dólares (casi ocho veces menos que China), mientras China diseña la transición por sí misma y logra reducir la pobreza al menos a escala nacional. Con respecto a la India, en estos momentos líder en servicios tecnológicos subcontratados, en menos de tres años se topará con la competencia de China, por sus bajos costes laborales, que si bien todavía dista de tener el dominio del inglés que tiene la India, se trata de una situación que está paliándose con el tiempo. Más que entrar en competencia, la postura de estas tres grandes economías emergentes pueden decantarse más por la complementariedad. Después de todo, y por citar el caso más contundente al respecto, ¿no están entrando con fuerza empresas indias de tecnología de la información en territorio chino? Lo que importa ahora no es tanto compararse con los países vecinos. Se trata más bien de valorar hasta qué punto la trayectoria tomada es la adecuada o no. Las presiones internacionales sobre la convertibilidad del yuan o la revaluación del mismo pueden traducirse en un crecimiento negativo de la creación de empleo, como resultado directo de la disminución de la inversión extranjera directa, de las exportaciones o incluso de las reservas de divisas. Es por ello preferible no presionar en exceso sobre la andadura de China, sino más bien adaptarse a ella, por supuesto, de la forma más racional posible, creando una situación de doble ganancia para una China que puede producir nuestra ropa, pero que también puede consumir nuestros vinos de crianza.

052-057 A Singh

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INDIA

¿Una carrera con China? Arvinder Singh MIEMBRO DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE LAS SOCIEDADES EN DESARROLLO (CSDS), NUEVA DELHI

as historias de los rápidos y extendidos éxitos de China y la India son quizá los acontecimientos más positivos de los últimos 50 años en el ámbito del desarrollo. En todo este tiempo, la bibliografía sobre el desarrollo en la posguerra ha tratado de los cinco pequeños tigres asiáticos, mientras China y la India han sido considerados países atractivos sólo para debatir sobre la pobreza. El hecho de que estas dos nuevas estrellas del firmamento del mundo en vías de desarrollo sean vecinas las hace más interesantes. Resulta difícil evitar la comparación. Ambos países son inmensos en cuanto al tamaño de sus respectivas poblaciones y economías, y ambos constituyen, por decirlo de algún modo, dos grandes tradiciones que intentan modernizarse. Más aún, cabe preguntarse cuál de los dos lleva la delantera. Algunos afirman que China tiene una gran ventaja. Otros sostienen que la India no le va a la zaga y que está a punto de alcanzarla. También hay quienes creen que China ya ha ganado la carrera. El uso de la metáfora de la carrera para entender el comportamiento económico comparado de China y la India quizá haya ayudado a llamar la atención sobre el interesante fenómeno del auge casi simultáneo de estos dos motores económicos en el escenario global y lo haya convertido en un tema de moda. Sin embargo, también ha contribuido a enmascarar cuestiones comparativas más importantes por su relevancia teórica y política. Tal como están planteadas, mediante el mero contraste de los índices de crecimiento del producto interior bruto (PIB) y la renta per cápita, así como del volumen de exportaciones y el flujo de inversiones extranjeras directas, tales comparaciones no llevan analíticamente muy lejos. El índice de crecimiento del PIB chino se ha situado en torno al 7 por ciento en los últimos

L

ILUSTRACIÓN DE JULIET POMÉS LEIZI

años, mientras que el índice de la India ha rondado el 6 por ciento. Ahora bien, el crecimiento de China ha disminuido desde las cifras de dos dígitos que tenía en la década de 1990, mientras que el crecimiento de la India ha aumentado partiendo de niveles muy bajos. La afirmación de que ambos países crecen al mismo ritmo aproximado, aunque sea correcta, oculta parte de la realidad. En cuanto a la permanencia del crecimiento, China parece mejor situada, puesto que la India aún tiene que probar su capacidad de sostener altos índices de crecimiento durante un largo período de tiempo. Asimismo, pese a la actual burbuja en sectores punta como la tecnología de la información, existe la sensación generalizada de que la economía india todavía depende en última instancia de los “buenos monzones”, lo que significa que la agricultura sigue predominando más de lo que debiera y, también, que está demasiado sujeta a los azares de la meteorología. Con todo, las perspectivas catastróficas acerca de un colapso repentino que acostumbran a oírse sobre China –no del todo injustificadas a la vista de las debilidades estructurales de su economía, tales como la fragilidad del sistema bancario, la vulnerabilidad fiscal y los profundos desequilibrios regionales– son imposibles de imaginar aplicadas a la India, como también lo son las amenazas –reales o ficticias– a la estabilidad social. La economía india es mucho más fuerte institucionalmente. Posee controles incorporados y una fortaleza inherente para sobrevivir a crisis inesperadas. La falta de preparación de China para lidiar con la eventualidad de un aterrizaje forzoso de su recalentada economía despierta dudas (China vuela sin paracaídas, como repiten algunos). Pese a todo, China tiene a su favor que las teorías sobre el colapso vienen pregonándose desde hace mucho tiempo. Muchos indios piensan que un índice de crecimiento del 5 por ciento bajo un régimen VANGUARDIA | DOSSIER

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INDIA: ¿UNA CARRERA CON CHINA?

INDIA: ¿UNA CARRERA CON CHINA?

democrático es más deseable y sostenible que el modelo chino de altos índices de crecimiento alcanzados bajo un régimen totalitario. Asimismo, los indios parecen consolarse con el cuento de la liebre y la tortuga, donde la lenta y constante tortuga “gana la carrera”. El símil del elefante y el dragón no es apropiado, claro está. La diferencia entre el PIB per cápita de China y el de la India es más im-

jor que la economía india, esta comparación apuntaría en realidad a las diferentes vías o modelos de desarrollo que han seguido ambos países con independencia de las reformas. Las economías china e india son más dispares de lo que suele presuponerse. No es erróneo decir que ambas son economías grandes y populosas, esencialmente agrarias, con problemas similares; sin embargo, semejan-

Aunque grandes y populosas, esencialmente agrarias y con problemas similares, China y la India desarrollan modelos económicos con importantes diferencias cualitativas portante y reveladora que la diferencia entre los índices de crecimiento del PIB. El PIB bruto per cápita chino se sitúa en la actualidad entre los 8.000 y los 9.000 dólares, mientras que el de la India está entre los 5.000 y los 6.000 dólares. Del mismo modo, los índices de desarrollo humano, como los relacionados con el alfabetismo o la salud, son mejores en China. La India parece más rezagada en términos de exportaciones e inversión extranjera directa (IED), dos variables fundamentales en la historia del éxito chino, ya sean medidas como el valor de los bienes exportados anualmente y el valor anual de la IED recibida y utilizada o como las proporciones respectivas de las exportaciones y la IED con respecto al PIB. Por supuesto, las diferencias son menos pronunciadas cuando se tiene en cuenta el hecho de que una parte considerable del comercio internacional y la inversión extranjera directa que se dan en China está relacionada con Hong Kong y otros países vecinos como Taiwán y Singapur (y que involucra de modo especial a los chinos residentes en el extranjero) y cuando se tiene también en cuenta que la India define y mide la IED de una forma distinta, tendente a una subestimación de sus niveles de IED frente a los chinos. Sin embargo, el aspecto más importante que surge al comparar las diferencias en cuanto al nivel de exportaciones y de IED entre China y la India es que, en lugar de demostrar que la economía china va me54 VANGUARDIA | DOSSIER

te constatación tiende a ocultar importantes diferencias cualitativas cuya comprensión y discriminación resulta esencial para llevar a cabo comparaciones significativas sobre el comportamiento respectivo. Pese a la retórica sobre las reformas, la liberalización y la apertura, la economía india sigue siendo muy cerrada –o autárquica– y es probable que se mantenga así durante largo tiempo. No está impulsada por las exportaciones, la IED o su sector exterior, sino que todavía gira en torno al mercado, los capitales y las empresas nacionales, hecho que no constituye necesariamente una debilidad. Dicho sea de paso, cabe mencionar que los indios no residentes (INR) se han criado de una manera distinta a los chinos del extranjero, quienes han tenido un papel esencial en los éxitos de su país. Los indios no residentes, asentados en su mayoría en América del Norte y Europa, son en su mayoría profesionales y no hombres de negocios como los chinos, y quizá esperan un futuro mejor fuera del país en el contexto de un mundo más globalizado. Asimismo, su regreso es más problemático, en un sentido sociopolítico, que el de los chinos en el extranjero.

¿Aprender uno del otro? ¡En absoluto! China no constituye un modelo para la India. Ante todo, como se percibe bien ahora, la experiencia del crecimiento chino que empezó a principios de la década de 1980 fue en gran

medida el resultado de una coyuntura histórica durante la cual los capitales de Hong Kong, Taiwán, Singapur y otros lugares vecinos, en su busca de un abaratamiento de los costes de la industria manufacturera, encontraron que el lugar más indicado y oportuno para establecerse lo constituía la costa china, donde se produjo en el momento oportuno una apertura a través de los chinos residentes en el extranjero. Por otra parte, en el caso de que hubiera lecciones que la India pudiera aprender de China, parece en principio difícil que pudieran ser aprendidas, al menos no de forma franca. Pese a los discursos de los dirigentes políticos de ambos países que hablan en los actos oficiales de la necesidad de aprender de las respectivas experiencias, a veces da la sensación de que hay algo –¿orgullo de la propia civilización?– que les impide aceptar la idea de que pueden aprender del otro. A pesar de todo, toman nota de las áreas en que al otro le va mejor –la tecnología de la información india y las autopistas chinas, por ejemplo– e intentan mejorar repitiendo lo mismo. En realidad, se trata más de competencia que de aprendizaje. Una circunstancia de este tipo se produjo hace unos años, cuando el entonces ministro de Comercio –ya fallecido– Murasoli Maran anunció tras regresar fascinado de un primer viaje a China el establecimiento de dos zonas de manufacturas para la exportación a imitación de las chinas; unas zonas que nunca llegaron a despegar a causa de problemas típicamente indios, uno de los cuales fue la imposibilidad de implantar en tales zonas de unas leyes laborales más flexibles. El anterior primer ministro, Atal Bihari Vajpayee, afirmó en unas declaraciones formuladas durante su importante visita a Pekín del año pasado que aunque la actuación de China había sido muy buena, sería desastroso para la India importar el modelo chino. Resulta interesante constatar cómo la India oficial fue reacia durante largo tiempo a participar en una carrera con China, resistiéndose a cualquier comparación con ese país. “ ¿Por

qué compararse con China? China sólo se compara con Estados Unidos. Hay que compararse con lo mejor.” Por ello, su actitud consistió en argumentar que China quizá fuera en cabeza, pero que la India tenía una mejor base moral de crecimiento. Fue más tarde, cuando la nueva China cautivó al indio medio –en cierta manera a través del tardío descubrimiento de ese país por parte de los medios de comunicación– y las empresas indias, tras una breve reacción histérica ante la afluencia de los productos baratos al mercado indio, optaron por la positiva senda de establecer tratos y negocios con China, con la ayuda de su entrada en la OMC, cuando se empezó a aceptar al vecino chino como patrón de comparación. Pese a que las menciones de China o las comparaciones indirectas con ese país en el establecimiento de nuevos parámetros u objetivos no son raras –incluso en documentos oficiales tan serios como los presupuestos o los informes y planes económicos, un fenómeno interesante por sí mismo–, las citas sirven a menudo para que distintos sectores del Gobierno promuevan o legitimen a su conveniencia la causa de las reformas en el país. Sin embargo, puede que eso varíe con el Gobierno recién formado.

La búsqueda del “xiaokang” La meta que se han impuesto tanto China como la India de erigirse en países “desarrollados” para el 2020 ha añadido una nueva dimensión a la carrera. Es cierto que los recursos del planeta no serán suficientes para que dos países tan poblados se desarrollen hasta alcanzar las altas rentas per cápita de Occidente; pero parece posible –al menos en lo que respecta a China– una sociedad moderadamente desarrollada, lo que los chinos llaman xiaokang (pequeño bienestar). De algún modo, las metas o ambiciones chinas parecen modestas y realistas, puesto que da la impresión de que han hecho bien los deberes. Dado que el país ya cuadruplicó su PIB entre 1980 y el 2000 mediante la consecución y el

mantenimiento de unos China, donde (Hukou), por ejemplo. O la índices de crecimiento menos de la heterogeneidad social y elecelevados, que generaron mitad de los toral de la India. enormes excedentes ecoSistema de Registro trabajadores son del El nómicos y crearon una Hogar chino es único útil infraestructura, campesinos, en lo que se refiere a sepaamén de reducir la pro- está más cerca rar la población rural de la porción de mano de obra de resolver el urbana. En la India no exisdedicada de la agricultura problema agrario te nada semejante. La mo(del 70 a menos del 50 por que la India, con vilidad laboral es totalmenciento), la repetición de libre y sólo la determina más del 75 % de te la proeza en el período el mercado. Este hecho por 2000-2020 y la consecu- la mano de obra sí solo podría explicar en ción del objetivo del xiao- dedicada a la buena parte el distinto mokang se convierte en una agricultura do en que se han desarrosimple cuestión aritmétillado los procesos de transca que requiere un crecimiento del 7 formación agraria, urbanización e inpor ciento anual y, a partir de ahora, dustrialización en cada país. un traspaso anual del 1 por ciento de la La diversidad sociocultural de la mano de obra agrícola a la industria y India tiene proporciones continentalos servicios. les. La economía india se estructura en Es importante destacar que China gran medida sobre las líneas divisoestá más cerca de resolver la cuestión rias de la casta y la religión. Además, agraria que la India. En China, menos existen más de 20 lenguas oficiales; y del 50 por ciento de la mano de obra se las provincias están organizadas sidedica en la actualidad a la agricultu- guiendo esa base lingüística. Esta hera, mientras que en la India todavía terogeneidad social, combinada con constituye más del 75 por ciento. La una democracia multipartidista donde agricultura representa el 15 por ciento cada partido se ve obligado a sostener del PIB en China, mientras que en la posiciones populistas para ganar o conIndia representa casi el 25 por ciento. servar el poder, hace que el consenso El problema del excedente de mano de sobre políticas económicas sea a meobra agrícola es más serio en la India nudo muy difícil. Además, no contrique en China. De hecho, la historia de buye a que las cosas sean sencillas la la agricultura india es bastante distin- existencia de un poder judicial activo ta de la china. La agricultura india y de unos medios de comunicación nunca sufrió un proceso de colectivi- celosos de su independencia. De todos zación y todavía está dominada por modos, resulta alentador que todavía campesinos propietarios. El mayor éxi- se valoren las instituciones democráto de la agricultura india ha sido la ticas y que se haga caso omiso a las grollamada “Revolución verde”, y el mayor seras conclusiones que algunos sectofracaso la reforma agraria. Con la “Re- res de la derecha india extraen de la exvolución verde” agotada y los campe- periencia china, tales como que la sinos abandonados a su suerte por la India necesita restricciones políticas OMC, la agricultura india no goza hoy para crecer económicamente. de buena salud. Hay que destacar –y comprender– No todo se debe que China y la India son polos opuestos a las reformas Con frecuencia, las comparaciodesde el punto de vista social. Cualquier descripción comparativa de las nes entre China y la India se limitan al economías china e india debe tener en período de las reformas, los últimos 20 cuenta las diferencias fundamentales o 25 años. Una de las razones aducidas de escenario sociopolítico en las que para explicar el retraso de la India es opera cada economía. Considérese el que comenzó las reformas una década Sistema de Registro del Hogar chino después de China (aunque hay opiVANGUARDIA | DOSSIER

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T AY IK Dunshabe I S T Á N

TURKMENISTÁN

Línea de alto el fuego Zonas de Cachemira bajo administración china

INDIA: ¿UNA CARRERA CON CHINA?

EL COLOSO INDIO

Zona de Cachemira bajo administración paquistaní

niones que sostienen que las privatizaciones en India habían empezado en los años 80, mucho antes de su proclamación formal, que tuvo lugar en 1991). Sin embargo, no todo lo fundamental que ha acontecido en China y la India se debe a las reformas, aun en el supuesto de que la comparación se limite a dicho período. La tendencia a atribuirles el crecimiento económico de años recientes ha ocultado otros muchos factores. En el caso de la India, por ejemplo, las reformas no captan ni reflejan la magnitud y profundidad de los cambios sociopolíticos y económicos de los últimos 20 años. Tampoco los explican cambios como, por ejemplo, el surgimiento y declive de movimientos étnicos y regionales, la agitación social en torno a la adjudicación de determinados trabajos según la pertenencia a una casta, el auge de la derecha, la aparición de las coaliciones de gobierno. Las reformas indias, consideradas en términos técnicos como la extensión de las privatizaciones y la apertura, han sido bastante restringidas. Y el proceso ha sido muy accidentado. En China, resulta asombroso que unos fenómenos sociales y económicos capaces de cambiar para siempre el rostro del Reino Medio sigan llevando el modesto nombre de reformas. Además, tanto en China como en la India, los logros del período reformista son mucho más deudores de lo que nadie quiere reconocer de la base construida durante los períodos anteriores. Con independencia de cuán ruinosas, desorientadoras y terribles se juzguen las colectivizaciones y la Revolución Cultural de Mao, y de cuán dogmática pueda haber sido la búsqueda de la autarquía, es innegable que China empezó sus reformas en un nivel de desarrollo mucho más elevado que la India. Y, por errónea que fuera la visión de Nehru de equiparar la industrialización a grandes fábricas y máquinas, o por alto que fuera el coste de sus políticas de industrialización pesada dirigidas por el sector público, las industrias básicas establecidas y la base institucional de nivel internacional que alcanzó el país en ese momento en el ámbito de la ciencia, la tecnología y la educación superior fueron de gran ayuda para la India. No es casualidad que los institutos de tecnología y los de administración de empresas, cuna del milagro contemporáneo en tecnología de la información, sean hoy objeto de envidia por parte de los chinos. Para comprender los recientes éxitos eco56 VANGUARDIA | DOSSIER

1947

INDIA Bharat, Hindi

CAPITAL

Nueva Delhi

DIVISIÓN TERRITORIAL

28

7

estados territorios (uno de ellos es la capital) FORMA DE ESTADO

República federal

Kabul A FGA NISTÁ N

NOMBRE OFICIAL

JEFE DE ESTADO

República de la India

Abdul Kalam (26 julio 2002)

SISTEMA DE GOBIERNO

PRESIDENTE DEL GOBIERNO

UNIDAD MONETARIA

RUPIA INDIA (1 rupia = 0,022 $)

AÑO DE DERECHO DE LA MUJERAL VOTO

POBLACIÓN

EXTENSIÓN

1.047,5

millones de personas

HIMACHAL PRADESH

7.903

482 109

CHANDIGAR

Chandigar (también es la capital de los estados de Punjab y Haryana)

166

Shimla

PUNJAB

DELHI

CHINA

76

N E PA L Katmandú

NORTE Ganges

BUTÁN Timbu

ASSAM

Lucknow Kanpur

BIHAR Patna

JHARKHAND Ranchi Bhopal MADHYA PRADESH

Ahmadabad

196

Narmada

INDIA OCCIDENTAL

Surat

Diu

DAMAN Y DIU

20º

1.412

Nagpur

314

Daman

360

Raipur

154

904

236

Bhubaneshwar ORISSA

304

Godavari

449

Hyderabad ANDHRA PRADESH

363

SUR

Panaji GOA

Ar

o ábig

Islas Laccadive

Agartala TRIPURA

MEGHALAYA Shillong

275

103

e f o d la

Port Blair Pondicherry

TAMIL NADU

LAKSHADWEEP

1.894 65º

200 km

819 Trivandrum (Thinuvananthapuram)

478

Karaikal

1.979

ISLAS ANDAMAN Y NICOBAR

M A L D I VA S Male

43

85º

PIB per cápita (precios corrientes en $, 2000)

00,0 número de habitantes por km2

más de 1.000 Golfo de Mannar

SRI LANKA

S RY L A N K A Colombo 75º

Rangoon

Índico PONDICHERRY

10º

a

Chennai (Madras)

Mahé

KERALA

M YA N M A R (antigua Birmania)

Océano

KARNATAKA Bangalore

Kavaratti

Aizawl MIZORAM

Yanam

275

Mar

107 42

Beng

Pune

DADRA Y NAGAR HAVELI

Imphal MANIPUR

BENGALA ORIENTAL Calcuta

Gol

Silvassa

Kohima NAGALAND

BANGLADESH Dhaka

MAHARASHTRA Bombay (Mumbai)

120

835

INDIA ORIENTAL Gandhinagar GUJARAT

340

Dispur

682

Chambal

285

ESH RAD AL P H C NA ARU Brahmaputra Itanagar

UTTAR PRADESH Jaipur

RAJASTÁN

Trópico de Cáncer

13

SIKKIM Gangtok

477

INDIA

9.294

Nueva Delhi

Dehra Dun UTTARANCHAL

HARYANA

PA K I S T Á N

3.166.414km2

nómicos de China y la India, y para explicar el distinto comportamiento de ambos países, resulta útil analizarlos no sólo teniendo en cuenta el período de reformas, sino también las décadas anteriores, aunque fueran aberraciones (léase colectivizaciones y Revolución Cultural en China) o disparates académicos de una época periclitada (léase la planificación al estilo soviético en la India). Hay que rastrear continuidades y evaluar la importancia del período. Cuando se reflexiona sobre ello, es posible advertir que hay fenómenos en la India que ni siquiera las reformas han podido cambiar. Por ejemplo, la centralización de la autoridad en el proceso de toma de decisiones (en la India democrática, la autonomía provincial apenas existe en comparación con las provincias chinas, un hecho extraño pero cierto) y la presencia de una fuerte economía sumergida. Además, el éxito de las reformas no implica ni en China ni en la India que todo se deba a la retirada del Estado. No sólo el Estado no se ha retirado de sectores fundamentales de la economía, sino que es importante comprender la naturaleza del mismo en ambos países, como lo es también comprender las complejidades de los mercados que se supone que han conducido a ambas economías a la expansión. Y, desde luego, deben evitarse las dicotomías que oponen Estado y mercados. Asimismo, sería una trivialización de la teoría económica extraer como lección de las reformas que una mayor participación en el comercio internacional y una mayor inversión extranjera llevan a un crecimiento más rápido. China y la India tienen dos historias que contar, no una.

JAMMU Y CACHEMIRA

Islamabad

Democracia parlamentaria bicameral Manmohan Singh Consejo de Estado (241 miem- (22 mayo 2004) bros) y Casa del Pueblo (545)

1950

99

Srinagar

AÑO DE INDEPENDENCIA

CH HA TT IS GA RH

052-057 A Singh

de 1.000 a 500 de 500 a 300 menos de 300 FUENTES: Book

ciudades con más de 10 / 4 / y 2 millones de personas

95º

territorios estados capitales de estado o territorio municipalidades adscritas a Pondicherry

of the Year 2003 y Ministerio de Finanzas de la India

058-062 SP Cohen c1

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La importancia de ser la India Stephen P. Cohen MIEMBRO DEL INSTITUTO BROOKINGS Y AUTOR DE INDIA: EMERGING POWER (2001) Y DE THE IDEA AND REALITY OF PAKISTAN (DE PRÓXIMA APARICIÓN)

esde la época del primer ministro Jawaharlal Nehru, todos los dirigentes indios han proclamado un destino o misión especial del país en Asia y el mundo basándose en la grandeza de su civilización, su emplazamiento estratégico y su distintiva visión del mundo. Los indios están convencidos de que tienen el destino y la obligación de desempeñar un importante papel en la escena internacional. La India y China, tal como lo perciben, constituyen los únicos grandes estados del mundo que encarnan también a grandes civilizaciones. Además, la India afirma hablar en nombre de la inmensa mayoría del mundo, en especial los más pobres y menos representados. Y por lo tanto ha pedido –con sus reivindicaciones de un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas– una voz más potente en el establecimiento de las normas y reglas del sistema internacional. Durante muchos años, esta percepción propia no tuvo correspondencia a ojos del mundo. La India se consideraba como un Estado gigante, pero inepto: una “sub” gran potencia que intentaba actuar como grande. La cobertura recibida por parte de los medios de comunicación tendía a subrayar una economía deprimida, el muy discriminador sistema de castas y la violencia padecida por las mujeres y las minorías religiosas. En los foros internacionales, la India se ha percibido a menudo más como un estorbo que como un socio constructivo. Y muchos observadores han puesto en duda que un país tan

D

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diverso y en apariencia poco flexible pueda gestionar sus propios asuntos, y menos aún desempeñar un papel en Asia y el mundo. Sin embargo, la distancia entre las ambiciones y las capacidades de la India se ha reducido y su imagen ha experimentado una transformación. Tras décadas de deriva e incertidumbre, la India ha experimentado a lo largo de los últimos 13 años un cambio rápido y en términos generales positivo y ha surgido como una importante potencia asiática, junto a China y Japón. Bajo la dirección más enérgica del partido Bharatiya Janata (BJP), a pesar de las restricciones que tienden a padecer los gobiernos de coalición, la India ha demostrado una sorprendente capacidad para emprender iniciativas atrevidas: ha probado armas nucleares, ha reestructurado su relación con Estados Unidos, ha seguido liberalizando la economía, ha establecido estrechas relaciones con el antaño despreciado Israel y ha intentado un acercamiento con Pakistán. Mientras tanto, el mundo también ha cambiado y las otras potencias han ofrecido a la India la posibilidad de aparecer como una potencia en la escena mundial. Estados Unidos, especialmente, ha proporcionado semejante contexto puesto que ve a la India como una de las potencias regionales con la que le gustaría compartir cargas (es posible que para contrarrestar el creciente poder de China). En su Estrategia de Seguridad Nacional, el Gobierno de George W. Bush subrayó la necesidad de cultivar semejantes socios regionales para mantener la seguridad, y ya se percibe que la India ha dado muestras de poder contribuir más allá de las palabras. Los acontecimientos ocurridos en muchos ámbitos indican que la India debe ser tomada en serio. A principios de la década de 1990, el país inició unas reformas económicas que prometían realizar por fin su inmenso po-

tencial económico. Y, si bien la economía es todavía menos avanzada que la de Japón o China y sus mil millones de habitantes no logran alcanzar el nivel de vida de esos dos países, lo cierto es que ha realizado grandes avances. La India se convirtió en un Estado con armas nucleares tras las pruebas realizadas en el desierto de Rajastán. Ese anuncio supuso su ingreso en el club nuclear, subrayando la nueva talla de un país que posee el tercer mayor ejército del mundo y que ocupa una posición estratégica en la encrucijada del golfo Pérsico, Asia central y el Sudeste Asiático. Y ello mientras el país, contra todo pronóstico, ha mantenido durante 57 años una democracia pluralista y laica. De cara al futuro, ciertos problemas podrían complicar la nueva posición. Entre ellos, la conflictiva relación con Pakistán, el comunalismo, unas perspectivas económicas poco claras, las armas nucleares y unas relaciones inciertas con Estados Unidos y otras potencias importantes. De estos problemas, los dos factores más destacados a la hora de determinar si la India logrará realizar todo su potencial son la habilidad para orientar sus relaciones con los países vecinos –en especial, Pakistán– y la capacidad para continuar con la reforma económica que ha impulsado su supremacía.

Economía: ¿del proteccionismo al pragmatismo? La India empezó tarde la reforma económica. El partido del Congreso, en el Gobierno desde 1947 hasta 1978 bajo Nehru, Lal Bahadur Shastri y la hija de Nehru, Indira Gandhi, tenía una profunda influencia del socialismo fabiano británico. El enfoque “dirigista” de la planificación económica tuvo su paralelo en un sistema político dominado por las castas superiores. En muchas partes del país, las castas y clases dedicadas a los negocios y el comercio eran tenidas en poca estima. Aunque Indira Gandhi y su sucesor Rajiv

EL TERRITORIO DE LAS RELIGIONES Una tierra sagrada origen de grandes creencias basadas en la meditación y la introspección

Nueva Delhi

82,6 % HINDÚES

Gandhi hicieron gestos simbólicos en dirección de la liberalización económica, el verdadero cambio se impuso al país por la fuerza de las circunstancias en 1991, cuando éste se enfrentó a una crisis de la balanza de pagos y las reservas de divisas extranjeras tocaron fondo. En ese momento el primer ministro del partido del Congreso, P. V. Narasimha Rao, y su ministro de Economía, Manmohan Singh (ahora primer ministro), abandonaron la postura en favor de un crecimiento lento y guiado por el Estado e iniciaron un programa de liberalización que incluía la desregulación industrial, la privatización de los monopolios estatales y la relajación de las normas para la inversión extranjera. Desde entonces, por casi todo el espectro político ha cristalizado un consenso en favor de una economía más orientada al mercado. La transición a través de esta vía se aceleró tras la llegada al poder de la coalición encabezada por el BJP. Aunque algunos elementos del BJP y su coalición se oponían a la internacionalización de la economía, la dirección de la coalición, más liberal, hizo avanzar de modo sistemático la reforma. Se desmanteló el denostado sistema de cuotas y licencias de importación para maqui-

11,4 % MUSULMANES

2,4 % CRISTIANOS

0,7% BUDISTAS 2,9% OTROS

naria y bienes de consumo, se alentó la inversión privada y extranjera, y se privatizaron algunas empresas estatales clave. Al hacer posible la propiedad extranjera de las compañías indias y al facilitarse la entrada en el mercado indio, las principales marcas internacionales –Pepsi, CocaCola, IBM, Sony y Phillips, entre otras– irrumpieron en él atraídas por lo que se ha llamado la “gran clase media india”, que se estima en 300 millones de personas. Como consecuencia de las reformas, el conjunto del país ha superado con éxito lo que irónicamente se había llamado “tasa hindú de crecimiento”, una referencia a la incapacidad de la India durante años de lograr que el crecimiento económico se acercara al crecimiento demográfico. Tras caer hasta el 0,9 por ciento en 1991, la economía enderezó el rumbo y creció un promedio del 6 por ciento durante la siguiente década. En el 2003, la economía creció el 8,1 por ciento, y el 10,4 por ciento en el último trimestre del año. Las reservas de divisas superaron los 100.000 millones de dólares. A principios del 2003, un PIB de 481.000 millones de dólares convirtió el país en la duodécima economía mundial, mientras que el PIB medido en paridad adquisitiva de 2,8 billones de dólares representó el cuarto del mundo, por detrás de Estados Unidos, China y Japón. Se espera que la economía siga creciendo entre un 7 y 8 por ciento. También el comercio exterior está creciendo, más en los servicios que en el tradicional sector manufacturero, reflejo de unas tendencias mundiales más generales. Las importaciones anuales de la India ascendieron a más de 77.000 millones de dólares en el 2002, a partir de una cifra de 23.000 millones en 1990. Este incremento se ha visto alimentado por las exportaciones de servicios en el sector de la tecnología de la información y de los servicios posibilitados por esa tecnología, que creció un 26 por ciento en el período 2002-2003 y alcanzó los 9.500 millones de dólares, con un crecimiento de más del 50 por ciento en las exportaciones del sector de los servicios posibilitados por la tecnología de la información y de subcontratación de procesos empresariales (SPE). El naciente sector del software se extiende desde su base de Bangalore y Hyderabad y encuentra nuevos clientes en el extranjero; se ha introducido en muchos países avanzados, en especial Estados Unidos. Hasta VANGUARDIA | DOSSIER

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TATA CONSULTANCY SERVICES LTD.

EXPORTACIONES INDIAS DE SOFTWARE

Hungría

En el año fiscal que acabó el 31 de marzo de 2003

3,1%

67,7%

14% 1,1 2,6 1,5%

%

7,9%

0,8% AS IA

CA RI ia ÁF an a em nd Al ola o ica H id g l Un Bé no

1,3%

indios presumen de estar a nivel mundial, como resulta evidente de la nueva clase de millonarios “puntocom” con estrechos vínculos con Estados Unidos. Tras algunos problemas iniciales, los extranjeros están aprendiendo a realizar negocios en la India. Incluso la tan criticada burocracia ha recibido elogios de los ejecutivos extranjeros por proporcionar estabilidad y equilibrio en una década de agitación política. Los obstáculos a la reforma persisten en forma de subsidios políticamente populares, una legislación muy favorable a los trabajadores, el mantenimiento de industrias no competitivas, así como concesiones populistas y electoralistas. Además, la deprimida infraestructura india –en especial, los sectores de las telecomunicaciones, el transporte y la energía– ha limitado el flujo de inversión extranjera y, al mismo tiempo, el crecimiento económico. El sector de mayor éxito, el del software, alardea de no tener que depender de las telecomunicaciones o las redes energéticas nacionales y no ha sido regulado por el Gobierno indio.

República Checa

SATYAM COMPUTER SERVICES LTD.

150

empleos

Objetivo: servicios en lenguas europeas para clientes estadounidenses y europeos

100

Hungría, Rep. Checa o Polonia empleos Objetivo: aplicaciones de software para clientes europeos

Oficinas en Europa

%

s do ni sU do ta Es

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Objetivo: aplicaciones de software para clientes europeos

i pa Re ro Eu de sto re ica ér Am de sto re

ahora, la tecnología de la información es un terreno que el Gobierno indio no ha intentado regular, y cabe dudar que algún gobierno de Nueva Delhi desee interferir en un sector tan productivo a escala nacional y tan eficaz a la hora de difundir una imagen positiva de la India en el extranjero. Esas compañías, junto con las de los sectores farmacéutico, de la biotecnología y de la SPE están abriendo nuevos caminos a las compañías indias que operan globalmente. Quizá las exportaciones más notables de la India –y posiblemente con la mayor influencia– sean sus personas y su cultura. La diáspora india diseminada por todo el mundo se calcula en unos 20 millones de personas y en países como Estados Unidos está experimentando un auge de su importancia económica y su influencia política. Esta diáspora se extiende no solamente por Estados Unidos, sino también por el Caribe, Oriente Medio, África oriental, Reino Unido, Sudáfrica, Canadá, el Sudeste Asiático, las islas del océano Índico y Afganistán. Asimismo, en muchos países también se han ido afianzando poco a poco las exportaciones culturales: cine, música, literatura, cocina, yoga, filosofía. En términos de llegada de inversión extranjera, si bien durante el año pasado se invirtieron en el mercado de valores 7.000 millones de dólares, la India tiene todavía una inversión directa extranjera relativamente pequeña. Las compañías extranjeras que intentan hacer negocios en la India siguen quejándose de la burocracia y el proteccionismo, pero también ven el país como un mercado de 100.000 millones de dólares, en especial en los sectores de infraestructuras como la generación de energía eléctrica y las carreteras. Las compañías extranjeras tienen también a su disposición una elite muy cualificada, anglohablante y culta (al ritmo actual, será pronto el mayor país anglófono del mundo). En algunos sectores, como el del desarrollo avanzado de ordenadores y programas, los

160

empleos

PROGEON LTD.

India

FUENTES : Nasscom y Dow Jones

Newswires

Otro problema es que el rápido crecimiento ha tenido una distribución desigual dentro del país. Algunos estados han experimentado un desarrollo excelente; en el sur y el oeste, muchos indios disfrutan de un crecimiento económico sin precedentes. Se trata de regiones con una población mucho más grande que la de Indonesia o Estados Unidos, que han experimentado una profunda reforma agraria, una elevación de los niveles de alfabetismo y la iniciativa de los gobiernos estatales. A lo largo de la costa, existe también una tradición de comercio y contacto con otros países. Las principales ciudades (como Hyderabad, Chennai y Bangalore) parecen camino de convertirse en centros mundiales de alta tecnología, atrayendo inversiones de decenas de empresas estadounidenses, japone-

Tres grandes empresas indias de software han anunciado su decisión de abrir oficinas en Europa central y oriental. Estas son las empresas y los países elegidos sas y del Sudeste Asiático. Sin embargo, algunos estados han quedado rezagados. La disparidad en las tasas de crecimiento se ha ampliado de un factor 2 en la década de los años 80 a más de un 3,5 en la década de 1990, con un crecimiento en Bihar de sólo un 2,7 por ciento y otro más rápido en Gujarat del 9,6 por ciento. Son muchos los factores en juego (historias estatales específicas, inversión interior y exterior, niveles de corrupción, recursos naturales y niveles de alfabetismo y educación, entre otros), pero los principales expertos economistas de la India tienen que explicar todavía por qué algunas regiones se mueven más deprisa que otras.

Éxito económico e influencia mundial La pobreza sigue siendo un problema que atenaza el país a pesar de que, tanto en números absolutos como relativos, ha disminuido la cantidad de indios que la padecen. La India es prácticamente sinónimo de pobreza en el imaginario occidental, y la pobreza sigue siendo un problema moral y práctico, así como una incomodidad política, para cualquier Gobierno indio. En la India vive el mayor número de pobres del mundo, casi todos en las zonas rurales del norte y el este. El 26 por ciento de los indios (aproximadamente 260 millones) se encuentra por debajo de la línea de la pobreza establecida por el propio Gobierno. El nuevo enfoque indio al crecimiento económico tiene diversas implicaciones para la política exterior. Una economía creciente, junto con el esperado descenso de las tasas de natalidad, podrá añadir mordiente a una

política exterior que hasta ahora ha dependido en exceso de la retórica y se ha quedado corta de recursos y logros. La cuestión a la que se enfrenta la India quizá no sea ya si el dinero puede ser puesto al servicio de la seguridad y la política exterior, sino la de su uso eficaz. La nueva confianza económica le ha proporcionado la capacidad de consolidar relaciones con una serie de países y establecer relaciones nuevas con otros. Aunque los mayores socios inversores y comerciales han estado en Occidente, en la última década la India ha mirado cada vez más a su alrededor. Entre sus inmediatos vecinos, hace poco tiempo la India ha firmado un acuerdo de libre comercio con otros países de la Asociación del Sur de Asia para la Cooperación Regional (Bangladesh, Bután, Nepal, Sri Lanka, Pakistán, Maldivas) que entrará en vigor en enero del 2006. La economía india es la claramente dominante en esta región desde hace un tiempo, pero los obstáculos políticos –su complicada relación con el vecino Pakistán– y los temores económicos por parte de países más pequeños han frenado una mayor cooperación económica. Existen temores de que la creciente fuerza económica india pueda llegar incluso a ser desestabilizadora para la región, si eso significa más recursos para las fuerzas militares indias. Algunos “halcones” consideran que el crecimiento económico indio puede suministrar los medios materiales para una India más poderosa en términos militares; y confían en un importante aumento de los salarios, mejores condiciones de servicio y mejor entrenamiento y equipo para los militares. En realidad, la economía no ha dejado de

apoyar el sustancial presupuesto de defensa indio (que en el 2003 ascendió a 16.200 millones de dólares), pero su proporción del PIB ha ido disminuyendo. Por otra parte, es probable que cualquier inclinación agresiva se vea atemperada, puesto que muchos políticos y economistas temen que una política exterior más activa acabe por desalentar la inversión, acarrear sanciones al Gobierno indio (como en el pasado tras las pruebas nucleares; o incluso por medio de la formulación de recomendaciones de viaje como en el 2002, cuando la India movilizó sus tropas en la frontera con Pakistán, lo cual tuvo un efecto adverso en la economía india) o conducir a una repetición de anteriores errores de cálculo militares. Con respecto a su vecindario más extenso, la India lleva ya una década siguiendo una política de “mirar a Oriente”, una política que ha llevado a una mejora de las relaciones con China, Japón y los países de la ASEAN. La India es miembro asociado de esta última organización y recientemente ha aceptado un calendario por el que se compromete a trabajar con los miembros de cara al establecimiento de unas concesiones comerciales mutuas en el 2007 y, en última instancia, una zona de libre comercio. Asimismo forma parte del grupo BIMSTEC, una organización que agrupa además a Bangladesh, Myanmar, Sri Lanka y Tailandia. Esta tendencia de creciente influencia de la India en el Sudeste Asiático fue reconocida por un grupo de trabajo del Consejo sobre Relaciones Exteriores, que en el 2000 observó que “es probable que en las próximas décadas aumente la influencia política, militar y económica de la India en el Sudeste Asiático. VANGUARDIA | DOSSIER

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LA IMPORTANCIA DE SER LA INDIA

El desarrollo de Washington de una nueva relación con Nueva Delhi debería incluir enfoques coordinados con respecto al Sudeste Asiático como parte de sus prioridades”. Mientras tanto, han aumentado los vínculos económicos con China. Se espera que el volumen del comercio bilateral alcance los 10.000 millones de dólares a fines de este año, desde los 7.600 millones del año pasado. También ha mantenido los lazos económicos con Oriente Medio (recientemente se ha convertido en miembro asociado del Consejo de Cooperación del Golfo, junto con Japón y Estados Unidos) y está renovando sus vínculos con los paí-

la reforma –el desmantelamiento de la gran mayoría de empresas estatales, la apertura de sectores económicos hasta ahora reservados a las industrias “a pequeña escala” (que han sido incapaces de satisfacer las demandas extranjeras de bienes masivos de alta calidad, especialmente en los textiles), la creación de un mercado de trabajo más fluido, el desafío del poder de los sindicatos y el permitir una mayor expansión de la inversión extranjera– apretará muchos cinturones. La tradición de un empleo de por vida garantizado por el Estado está muy arraigada, y muchas empresas poco competitivas se han mantenido por razones políticas o porque el

Aunque el nuevo Gobierno tenga dificultades para tomar decisiones duras, nada debería oscurecer los progresos económicos y sociales alcanzados en las últimas décadas ses de Asia Central, en ambos casos con la intención de lograr una seguridad energética. Por otra parte, ha utilizado su relativo poder económico para seguir encabezando un grupo de países en desarrollo en cuyo nombre ha hablado utilizando su pertenencia y peso en la OMC. Y Delhi mantiene desde hace tiempo una serie de pequeños programas de ayuda (en Afganistán, Bangladesh, Bután, Nepal, Sri Lanka, Vietnam y varios estados africanos), que sin duda aumentarán. Sin embargo, si bien es una de las economías de crecimiento más rápido del mundo, le queda aún cierto camino que recorrer antes de convertirse en un centro económico mundial. Las reformas económicas indias son aún incipientes, lo que se ha llamado la primera oleada de la reforma. Ello ha supuesto una mejora del clima para los inversores extranjeros, mayores facilidades para que las compañías indias compitan en el exterior, el cierre de un puñado de las empresas estatales más ineficaces y el fomento de la competencia en ámbitos hasta ahora sagrados (energía, infraestructura pública, telecomunicaciones). Tales medidas han recibido un amplio apoyo y han beneficiado a algunos indios. Ahora bien, la siguiente oleada de 62 VANGUARDIA | DOSSIER

Gobierno teme la ira de los sindicatos. El mantenimiento de un consenso en relación con el proceso de reformas será crítico, como también la capacidad del país de mostrarse más activo en el frente económico. Si la economía india sigue creciendo a un ritmo anual del 7 al 8 por ciento, ese aumento proporcionará al Gobierno muchos más fondos “discrecionales” para la defensa y también para propuestas de desarrollo y la determinación de su estrategia global. Es evidente que la India no sólo ha aparecido como otro Estado más del Sudeste Asiático, sino como un actor del más amplio ámbito asiático con interés –e influencia– en la comunidad mundial de los estados ex coloniales. Hay una conjunción cada vez mayor entre las ambiciones y capacidades de la India y las percepciones ajenas sobre sus fuerzas. El poder de la India se considera más “equilibrado” que el de algunos de los otros poderes emergentes, con un poder “duro” del que son indicios el modesto arsenal nuclear, un ejército muy profesional y el hecho de ser una de las economías de crecimiento más rápido del mundo y con un poder “blando” o intangible reflejado en una cultura con amplio predicamento internacional y una diáspora que ha tenido bastante éxito; todo ello

consolidado mediante una dirección política cada vez más segura en el uso del poder. Cuando daba los últimos toques a estas líneas, la India celebraba otra convocatoria electoral a gran escala, la mayor en su género en la historia humana. El resultado electoral dio como resultado otro Gobierno de coalición, esta vez liderado por el Partido del Congreso, con numerosos aliados en la izquierda y otros procedentes de formaciones políticas regionales. Será dirigido por el economista Manmohan Singh como líder titular del Congreso, en tanto que Sonia Gandhi declinó el cargo de primera ministra. Es posible que este Gobierno manifieste un carácter inestable; en gran parte, ello dependerá de la aptitud de Singh de aglutinar varios partidos y facciones, y probablemente se encontrará con su primera prueba a la hora de concluir el presupuesto a finales de año. Sin embargo, las tranquilizadoras declaraciones de Singh sobre la reforma económica han sido bien recibidas en general y el mercado de valores parece hallarse en calma. Persiste, no obstante , el siguiente interrogante: ¿será capaz, Manmohan Singh u otro Gobierno cualquiera, de acelerar la tasa de crecimiento económico de la India sin al propio tiempo provocar una reacción de oposición política? Asimismo, habrá de ocuparse de la situación de Pakistán; recuérdese al respecto que su llegada al cargo de primer ministro fue saludada por un importante ataque terrorista en Cachemira. En términos generales, está por ver si el nuevo Gobierno será capaz de adoptar arduas decisiones. De todos modos, ello no debería ensombrecer el notable progreso económico y social realizado a lo largo del último decenio, para no hablar del notable milagro representado por el hecho de que mil millones de personas pongan en práctica el autogobierno de forma ordenada y pacífica. Este factor –tanto como los rápidos progresos económicos y el nivel militar– ha contribuido a la nueva posición de la India como una de las grandes potencias de Asia y del mundo.

Un modelo de democracia para el mundo en vías de desarrollo Brahma Chellaney PROFESOR DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIA POLÍTICA (DE FINANCIACIÓN PRIVADA), DE NUEVA DELHI

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A MAYOR CONVOCATORIA ELECTORAL DEL

mundo que acaba de celebrarse en la India ha provocado no sólo el mayor vuelco registrado en la política de este país sino también el espectáculo sin parangón de la líder de una alianza vencedora en los comicios en proceso de optar, tras hondas consideraciones, por preferir desempeñar el papel de figura muy influyente en lugar del de primera ministra. En el reciente curso de los acontecimientos, Sonia Gandhi –católica romana de origen italiano– ha dejado clara su posición en el panorama resultante del triunfo en las urnas. La señora Gandhi, al ganar primero el apoyo de sus diputados y de otros partidos aliados para su causa para el cargo de primera ministra y tomar la decisión –tres días después– de no aceptarlo en la mayor democracia del mundo, se ha ganado muchos corazones situándose en firme y sólida posición para sacar partido de su renuncia en el futuro. La gran representación que acabamos de presenciar en la India causó en un primer momento la impresión de que el giro de la señora Gandhi obedecía a un doble elemento de presión: sus dos hijos adultos, se supone que preocupados por su seguridad personal, y los nacionalistas hindúes derrotados, que suscitaron nuevamente la polémica relativa a su procedencia extranjera. En realidad, no obstante, da la sensación de que el viraje de la señora Gandhi obedece a una actitud astuta y calculada. Le costó tres días decidirse, ya que nunca esperó que el resultado electoral proporcionara una oportunidad para que su Partido del Congreso pudiera formar una coalición de gobierno. Existen varias razones por las cuales la señora Gandhi –que creció en la pequeña localidad de

Orbassano, cerca de Turín, en Italia– ha decidido permanecer como poder en la sombra en lugar de encarnar a ojos vistas el propio poder. Las urnas, pese a la derrota del Gobierno nacionalista hindú, no arrojaron un claro veredicto, dando al Partido del Congreso solamente 145 diputados del total de escaños de la cámara baja compuesta de 545. Si bien algunos pequeños partidos respaldan al Partido del Congreso y los dos partidos comunistas prometieron su apoyo postelectoral, la señora Gandhi ha sufrido dos reveses en rápida sucesión en los últimos días: en primer lugar, un aliado importante, el partido Dravida Munnetra Kazhagam (DMK), y a continuación los comunistas decidieron no unirse a su Gobierno, prefiriendo respaldarlo desde fuera según las distintas cuestiones en liza. Sonia Gandhi decidió de momento atenerse sagaz y astutamente a su papel de “dama transparencia”, reservándose para más adelante, en lugar de encabezar un gobierno inestable situado bajo los embates de la presión ejercida en cada caso por los aliados externos. Esta maniobra encaja perfectamente con la ambición de la señora Gandhi en el sentido de que su hijo Raúl Gandhi tome sobre sus hombros el manto de la dinastía política NehruGandhi. Raúl Gandhi precisa aún de varios años de “puesta a punto” antes de hallarse en condiciones de asumir un papel destacado en el seno del partido. Además, la señora Gandhi ya estimó en su momento que siendo incluso quien empuñara realmente el cetro del poder en la India aun sin estar en el Gobierno, debería declinar de todos modos el ofrecimiento de convertirse en primera ministra. La señora Gandhi es la líder máxima e inVANGUARDIA | DOSSIER

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EL BOMBAY DE LUJO. La zona céntrica de la ciudad de Bombay no tiene nada que ver con el resto de la megápolis. Los escaparates

y oficinas de sus avenidas compiten en precio y lujo con los de Nueva York, Londres o París. Foto: Charles Rear / CORBIS

contestada del Partido del Congreso, organización asociada desde la independencia a la dinastía Nehru-Gandhi. Tras Jawaharlal Nehru, su hija, Indira Gandhi, y el hijo de Indira, Rajiv Gandhi, Sonia Gandhi es el cuarto miembro de la familia más famosa de la India en la conducción de los destinos del partido. Aunque, de no ser por el elemento de simpatía y comprensión que brotó tras los asesinatos de dos de sus miembros –Indira Gandhi en 1984 y Rajiv Gandhi (el marido de Sonia Gandhi ) en 1991–, la dinastía no habría sobrevivido probablemente durante tanto tiempo. El Partido del Congreso se ha escindido en diversas ocasiones desde 1969 debido a las disensiones internas a causa de la influencia dinástica, pero en todas la facción encabezada por un miembro de la familia Nehru-Gandhi ha emergido en último término como el verdadero Partido del Congreso. Será Sonia Gandhi –tal es su poder actual sobre el partido–, quien dic-

tión de la igualdad de género no se corresponde con los modelos occidentales, el lugar central que ocupa la Diosa Madre en el pensamiento hindú ha abierto las puertas de la política a las mujeres, de manera que el gobierno de tres grandes estados indios y de Delhi se hallan actualmente dirigidos por mujeres. Y los indios, por muy orgullosos que sean, no son misóginos en absoluto. A lo largo de su historia, la India se ha visto reiteradamente atacada por invasores extranjeros, desde los tiempos de Alejandro el Grande. Los invasores afganos, persas y de las estepas de Asia central sentaron sus reales en Delhi. El término del régimen colonial británico acabó con casi mil años de dominio e imperio extranjero sobre la India. Sin embargo, incluso antes de ser presa de la conquista extranjera, la India había fomentado una interacción de signo cultural y económico con tierras lejanas. Con su rico legado filosófico, respeto de la vida en todas sus manifestaciones, compasión y tolerancia, la India había edificado desde la antigüedad un patrimonio caracterizado por una civilización abierta, comprensiva y con capacidad de asimilación.

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te no sólo la elección de primer ministro en su lugar sino también la del resto de miembros del Gobierno. Es posible que las consideraciones relativas a la seguridad no la hubieran disuadido de asumir el poder porque el primer ministro indio es una de las personas que cuenta con mayor protección en el planeta. Ni a la señora Gandhi le resultará ajena la polémica política por sus raíces extranjeras. De hecho declaró recientemente a sus entrevistadores que esta polémica –que consideraba insustancial e intranscendente– le “entretenía”. Piénsese, por ejemplo, en la hipótesis de que una mujer no cristiana y de origen extranjero se convierta en presidenta de Estados Unidos. Se trata de un escenario improbable dada la circunstancia de que la presidencia estadounidense ha sido siempre coto de varones blancos de confesión cristiana, como resulta igualmente inverosímil que los españoles elijan un presidente musulmán.

Sin embargo, dado el carácter singular de la sociedad india y su historia poco común, la condición de extranjero/a raramente ha constituido una desventaja en India. Y ser una mujer extranjera ha sido un factor ventajoso, si se considera el número de mujeres extranjeras que han desempeñado un papel en la independencia y movimientos culturales de la India. Incluso tras la independencia, se han dado ejemplos de mujeres extranjeras, incluyendo a la madre Teresa, albanesa de nacimiento que se hizo famosa como la “santa de las alcantarillas” de Calcuta, y la mujer francesa venerada como la Madre de Auroville, el centro espiritual internacional de los devotos y seguidores del filósofo Sri Aurobindo. La India es tierra de contrastes. Aun siendo un país conservador –crisol de razas y culturas distintas a lo largo de los siglos– es asimismo un país de mentalidad progresista que ha mostrado y muestra capacidad de acomodación en numerosos aspectos. Aunque la cues-

No puede pasarse por alto que la señora Sonia Gandhi no es la primera, sino la tercera mujer procedente de Europa que lidera el Partido del Congreso. Pese a los esfuerzos de los nacionalistas hindúes para dar más importancia de lo debido a los orígenes de la señora Gandhi, el Partido del Congreso posee un historial formidable en el sentido de encaminar a extranjeros a las tareas de liderazgo. Fundado durante el mandato británico en 1885 por inspiración del inglés Allan Octavian Hume, el Partido del Congreso ha regresado ahora a sus inicios bajo el liderazgo de otra persona procedente de Europa. Ahora bien, la señora Gandhi, una vez ha sabido sacar partido de los embates de sus opositores, ha de disponerse ahora para afrontar el siguiente frente de ataque abierto contra ella: un posible ejercicio del poder sin rendir cuentas al Parlamento. Desde un punto de vista más general, cabe asimismo decir que la India demuestra no sólo talante tolerante, sino la fuerza moderadora y modernizadora de la democracia. En un tiempo en que el terrorismo internacional ha dado pie a un debate más intenso

A pesar de la singularidad de la sociedad india y de su historia poco común, la condición de extranjero raramente ha constituido una desventaja en este país

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INDIA: UN MODELO DE DEMOCR ACIA PAR A EL MUNDO EN VÍAS DE DESARROLLO

sobre el posible papel de la democracia en la moderación de las tendencias extremistas, la mayor convocatoria electoral del mundo, celebrada en la India, ha constituido un recordatorio de que la democracia y la libertad no son lujos superfluos, sino un factor fundamental en la creación de estados estables, pluralistas y prósperos. En un mundo cuyo rápido crecimiento económico se ha abierto paso a través de los entresijos de una autocracia política, la India se presenta como un estimable modelo de moderniza-

encara, la India puede sentirse satisfecha por poseer una de las economías de más rápido crecimiento del mundo. La India con un crecimiento estimado del 8,2 por ciento del PIB en el ejercicio fiscal que finalizó el 31 de marzo, está demostrando que puede igualar con creces a su vecina China, la mayor autocracia y fábrica más barata del mundo de artículos de consumo para Occidente. De hecho, y gracias a un rendimiento empresarial de alto nivel, una industria de servicios competitiva en el plano global y un consumo en au-

El liderazgo de la India en la escena internacional depende, entre otros factores, de su visión estratégica y de las políticas económicas y de mejora de las condiciones sociales

PRESENTE Y FUTURO. Chabolas en Bombay junto a torres modernas o edificios de

multinacionales en construcción. Fotos: R. Nickelberg / GAMMA y S. McCurry / MAGNUM

ción. La India, por más que los votantes hayan echado en numerosas ocasiones a los políticos que se han excedido en sus expectativas o atribuciones, ha ido avanzando silenciosamente desde su condición de símbolo de la pobreza hacia una realidad propia de un país inteligente cuyo personal más preparado está dispuesto a ocupar los empleos de alta tecnología de Occidente. Pese a los importantes desafíos que 66 VANGUARDIA | DOSSIER

ge que depende en menor medida de la exportación como motor de crecimiento, el modelo indio garantiza un desarrollo más continuado y vigoroso, así como unas mayores cotas de beneficio para los inversores que en el caso de los “tigres” asiáticos. India demuestra que política democrática y economía de mercado se combinan perfectamente en el caso de los países en vías de desarrollo, sin ne-

cesidad de seguir los pasos del modelo establecido por Corea del Sur, Taiwán, Tailandia y otros países que en primer lugar alcanzaron un impresionante crecimiento económico bajo un régimen autoritario antes de avanzar en dirección a la democracia a impulsos de sus inquietas y activas clases medias. El régimen autocrático es adictivo y, como puede apreciarse en el caso de Singapur, la vía hacia una democracia plena puede verse a veces erizada de dificultades. La democracia es asimismo un gran factor de influencia de efecto moderador. En una época en que lamentablemente se relaciona al extremismo y el terrorismo con el islam, la segunda mayor población musulmana del mundo se alza como una excepción positiva. Las vías abiertas al desarrollo de la libre expresión, el debate y la participación en los procesos democráticos han contribuido a promover la formación de una comunidad india musulmana que no se sabe haya aportado seguidores o partidarios a Al Qaeda u otras organizaciones terroristas. El terrorismo no amenaza únicamente al mundo libre y laico sino que brota también del rechazo de la democracia y la laicidad. Las ciénagas de donde se nutre el terrorismo nunca podrán desecarse mientras las sociedades que las alimentan o consienten no se vean exentas de radicalismo y se democraticen. Washington, por ejemplo, sigue sosteniendo una dictadura en Pakistán pese a los dilatados lazos de las fuerzas armadas paquistaníes con el fundamentalismo, el terrorismo y la proliferación nuclear. Sin un esfuerzo concomitante para inculcar un talante y actitud laicos y democráticos en sociedades impregnadas de fanatismo religioso y político, la guerra global contra el terror difícilmente puede alcanzar éxitos duraderos. La democracia, por otra parte, mitiga la incertidumbre del futuro político de la India en relación con el de países que aplican una política autocrática. Por ejemplo, muchos se preguntan si China seguirá creciendo económica y militarmente de modo lineal, cuestión que brota de una contradicción fun-

INDIA: UN MODELO DE DEMOCR ACIA PAR A EL MUNDO EN VÍAS DE DESARROLLO

damental en las dos sendas que China ha decidido recorrer: la autocracia política y el capitalismo de mercado. Si China logra resolver tal contradicción, podría aflorar como país competidor de igual a igual con Estados Unidos. La otra posibilidad es que las sendas respectivas de la autocracia política y el capitalismo de mercado resulten irreconciliables de modo que en un punto determinado del recorrido choquen entre sí –como en el caso de Indonesia– acarreando consecuencias negativas. Si llegan a chocar efectivamente, la

su visión estratégica, la tenaz prosecución de políticas impulsoras del crecimiento económico, el control de la corrupción, la generalización de la enseñanza y la educación, la estabilidad política y la cohesión interna. Desde el punto de vista económico, no obstante, presenta indicios de recorrer una vía ascendente. Un estudio de Goldman Sachs prevé que podría multiplicar su renta per cápita por 35 creciendo a razón de un 5 a un 6 por ciento anual durante los próximos 50 años de forma que su producto interior bruto sobre-

La democracia sigue siendo el gran patrimonio en manos de la India. No obstante, la corrupción política corre el peligro de socavar la vitalidad de la democracia india. La India, a fin de mantener vivo y activo su orgullo de ser la democracia mayor del mundo, ha de demostrar que las elecciones justas no sólo aportan y procuran nuevos gobiernos, sino también un sistema de gobierno positivo y ventajoso, transparente y orientado al servicio del interés nacional. La India, una vez ha refutado a las cla-

UNA ESTACIÓN DEL GRAN BOMBAY. El transporte público es uno de los servicios imprescindibles para los desplazamientos de los más

de 16 millones de habitantes que tiene el área metropolitana de Bombay, la mayor conurbación del mundo. Foto: Raghu Rai / MAGNUM

pregunta siguiente es si China podrá abordar y articular debidamente las posturas adversas de forma que salvaguarde su unidad, energía y vigor crecientes. Nadie, no obstante, suscita este tipo de preguntas en el caso de la India. La cuestión de si la India asumirá un papel global en el escenario internacional adecuado a su tamaño depende de diversos factores, que incluyen el nervio y calidad de su liderazgo,

pasaría probablemente al de Japón para el año 2032. De momento, la India dista de presentar las características propias de una potencia mundial. La India afronta numerosos desafíos, y uno de ellos estriba en erigir su poder e influencia en el ámbito regional, así como en escenarios más amplios para ser protagonista destacado en el tablero de juego de la política internacional.

ras que el legado de los valores de sus sociedad constituya una barrera al rápido crecimiento económico, se halla ahora en disposición de mostrar asimismo que estos valores no fomentan una ausencia o carencia de responsabilidad o una tolerancia frente a la corrupción. Este desafío excede notablemente a las cuestiones suscitadas en relación con Sonia Gandhi y exige en consecuencia la atención de toda su clase política. VANGUARDIA | DOSSIER

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BRASIL

Una potencia regional Paulo Fagundes Vizentini PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD FEDERAL DE RIO GRANDE DEL SUR (PORTO ALEGRE), DONDE COORDINA EL NÚCLEO DE ESTRATEGIA Y RELACIONES INTERNACIONALES

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RASIL ES UNO DE LOS GRANDES PAÍ-

ses en vías de desarrollo que trata de afianzarse como potencia regional y líder en el seno de un espacio integrado sudamericano y como instancia cualificada para constituir un polo específico en el marco de un sistema mundial multipolar que debería regirse por unas Naciones Unidas reformadas. Se trata del quinto país del mundo en territorio y población (8,5 millones de kilómetros cuadrados y 174 millones de habitantes) y la décima economía del mundo. Su territorio aloja inmensos recursos naturales y representa casi la mitad del subcontinente; su población excede la suma del resto de países sudamericanos. Sus infraestructuras y sistema productivo son los mayores, más modernos y más dinámicos del subcontinente, habiendo sobrevivido al régimen militar y al neoliberalismo. Además, el país goza de una diplomacia y un proyecto nacional articulados y dotados de gran continuidad histórica. Existe la tradición, instaurada por los portugueses, de un Estado burocrático de marcada presencia en la sociedad, factor que garantiza cierta continuidad política. La colonización, a su vez, aportó ventajas al país como, por ejemplo, la variedad de experiencias procedentes de diversas civilizaciones pero que fueron asimiladas por la tradición unificadora portuguesa, constituyéndose así una nación homogénea que habla un único idioma. El país logró consolidar su unidad territorial hace un si-

ILUSTRACIÓN DE JULIET POMÉS LEIZI

glo y trató de establecer una relación especial con Estados Unidos, lo que revirtió en una integración en la escena internacional orientada al propio hemisferio. Brasil experimentó asimismo una industrialización tardía, implantada a instancias del Estado desde la era de Getúlio Vargas y encaminada a la creación de un parque industrial completo dotado incluso de tecnología agraria. De esta forma, Brasil fue el único país al sur del ecuador que logró completar este proceso. Es interesante advertir que Brasil se vio en la tesitura de tener que desarrollar cierto margen de autonomía en su política exterior, estrategia que fue adoptando paulatinamente la forma de una progresión objetiva del propio avance de industrialización, factor que modificó la complementariedad económica con relación a Estados Unidos. Otro elemento singular de la condición brasileña en tanto que potencia intermedia viene dado por el hecho de que el país mantiene un nivel moderado de gasto militar debido a la inexistencia de amenazas externas clásicas y a la ausencia de todo tipo de aspiraciones territoriales. Sin embargo, en contrapartida, Brasil es un país caracterizado por una gran exclusión social, circunstancia que asimismo revertió en una actitud de moderación y cautela en el caso de la actuación diplomática del país. Este modelo de autonomía contribuyó a la aparición de un sistema sazonado si se quiere con los ingredientes de una política exterior independiente y la existencia de un régimen militar (cuya diplomacia se hallaba en manos de VANGUARDIA | DOSSIER

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BRASIL: UNA POTENCIA REGIONAL

BRASIL: UNA POTENCIA REGIONAL

los diplomáticos profesionales). Pese a la existencia de determinados matices entre los diversos gobiernos militares de Brasil, el paradigma de proyecto nacional basado en una política exterior orientada a apoyar la industrialización se vio continuamente reforzada. No obstante, los cambios en curso en el escenario internacional desde los años 80 paralizaron gradualmente el modelo de sustitución de exportaciones influyendo en la necesidad de una reorientación económica. Los países del G-7 establecieron un nuevo diseño de relaciones internacionales, desfavorable con respecto al proyecto brasileño de potencia intermedia. El país abandonó la retórica termundista de los años 70 y 80. Por otra parte, y con la implantación de gobiernos neoliberales en los años 90, el país se vio obligado a abandonar un modelo fuertemente exportador, abriendo sus fronteras a las importaciones. Brasil procedió a una apertura parcial y propulsó reformas económicas destinadas a reducir las dimensiones del sector estatal y privatizar las empresas públicas. Sin embargo, es interesante observar que el país no adoptó totalmente el programa neoliberal, como en el caso de Argentina y Chile. Este fenómeno deriva del hecho de que Brasil presenta una estructura productiva compleja y diversificada, con numerosos antagonismos y contradicciones sectoriales, además de una tradición diplomática de autonomía (aunque debilitada durante los mandatos de Collor y Cardoso). LA EVOLUCIÓN MUNDIAL DESFAVORABLE al anterior proyecto de integración

internacional de Brasil afectó a su actuación global y multilateral. Mantenía, aparte de sus políticas específicas en relación con Europa, relaciones con África, una discreta alianza estratégica con Oriente Medio y, posteriormente, con Asia oriental. Brasil se vio forzado a retirarse de estas áreas pero, por otra parte, se convirtió en una nueva base regional susceptible de respaldar su inserción internacional, cuyo vector 70 VANGUARDIA | DOSSIER

Brasil no adoptó el modelo neoliberal ya que presenta una estructura productiva compleja y diversificada, con antagonismos y contradicciones sectoriales, además de una tradición diplomática de autonomía principal era la alianza con Argentina. Estas relaciones, que se formalizaron a mediados del decenio de los años 80, propiciaron en 1991 la creación de Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, con la asociación posterior de Chile, Bolivia y Perú). En 1993 se propusieron dos iniciativas, que también adoptaron una vía significativa: el Área de Libre Comercio Sudamericana (ALCSA), que no llegó a concretarse explícitamente pero que ha ido progresando de forma indirecta, y la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur, que intentó recuperar la política africana, no de forma general, sino a partir de la selección de algunos países clave, en especial Sudáfrica. La Sudáfrica redemocratizada se convirtió en una posible puerta de acceso a una serie de países africanos, abriendo una oportunidad para un país como Brasil tanto en el terreno económico como en otras áreas. Todos estos aspectos de la política exterior brasileña forman parte de una estrategia de círculos concéntricos en torno a Brasil. Pese a que numerosos analistas han negado la existencia de tal estrategia, Brasil se halla en vías de crear un espacio regional integrado. A pesar de sus limitaciones, las iniciativas orientadas a China, Rusia, India y Sudáfrica, entre otros países, crearon un armazón para establecer futuras alianzas, factor que recupera nuevamente un aspecto importante de la trayectoria de Brasil como potencia intermedia en el juego político internacional. Sin embargo, hay que advertir que, en su conjunto, la diplomacia del presidente Fernando Henrique Cardoso tendía a dirigir una mirada más favorable al Norte desarrollado. Ciertos rumores políticos in-

dican que una de las razones de la actitud de Cardoso obedece a sus aspiraciones a ocupar el cargo de secretario general de las Naciones Unidas; de ahí el deseo de no contrariar a las grandes potencias. Puede cuestionarse, incluso, hasta qué punto Brasil se hallaba interesado en respetar sus alianzas formales con los países antes mencionados. Un argumento del Gobierno consistía en que desde el punto de vista económico inmediato tal cooperación comportaría limitadas ventajas. POR OTRA PARTE, BRASIL EN ESTE NUEVO

contexto buscó puntos de entendimiento y aproximación con Estados Unidos. El problema radica en que en numerosas ocasiones lo que el país desea en esta relación no coincide exactamente con lo que Washington está dispuesto a conceder en contrapartida. Brasil, aunque haya desistido de una actuación y enfoque más regional de inserción internacional y, en cierto modo, haya procurado descargar su agenda de focos de fricción con Estados Unidos, trataba no obstante de conservar un cierto margen de maniobra a través del juego político. En el importante acuerdo de cooperación firmado en diciembre de 1995 entre Mercosur y la Unión Europea constan elementos de esta voluntad política de evitar el aislamiento con respecto al orden internacional y la subordinación a Estados Unidos, sobre todo debido al progreso de las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), iniciadas en diciembre de 1994 y cuya conclusión se prevé para diciembre de este año. Es interesante, asimismo, comprobar cómo idénticos conceptos adquieren nuevos significados. Actualmente casi no se habla en términos de potencia de nivel intermedio o regional, sino de mercados emergentes. La propia idea de Estado-nación se reduce casi totalmente a la idea de mercado. Un término que puede resultar atractivo a ojos de los analistas financieros y de inversiones pero que en el caso del politólogo actúa con mayor precau-

ción a la hora de su utilización. El mercado emergente existe apenas en la medida en que resulta viable alguna forma de articulación orientada por el Estado-nación, ampliado asimismo en la actualidad merced a los procesos de integración regional. La condición de Brasil, en calidad de potencia intermedia, se ha visto siempre revestida de cierto matiz de ambigüedad, porque el país trató de convertirse en una potencia intermedia en el ámbito económico pero nunca aspiró a presentarse en calidad de tal en la escena internacional. Brasil parece tener de sí mismo una noción de “potencia influyente” que trata de evitar la consideración de antagonista para mostrarse como instancia de cooperación en el plano internacional. Brasil duda permanentemente en asumir de manera explícita la posición de potencia y líder regional al ser más poderoso que el conjunto de sus países vecinos, factor susceptible de provocar determinadas reacciones. En la actualidad cabe señalar que las intensas y notables alteraciones del orden internacional exigirán rápidos ajustes. Los países pequeños, carentes siempre de amplio margen de maniobra internacional, ya están habituados a oscilar de una a otra posición. Sin embargo, en el caso de una potencia intermedia –sobre todo en un país continental como Brasil– la situación es mucho más compleja ya que este factor implica reorganizar y reestructurar ciertas formas de acción política. En este sentido, la diplomacia brasileña ha de reconsiderar determinados elementos tradicionales a la hora de definir una potencia intermedia; entre ellos cabe mencionar la idea de la articulación de un “proyecto nacional” más explícito, incluso aunque algunas voces afirmen que el Estado-nación no tendría ya un papel importante que desempeñar. Pese a rechazar la noción de proyecto nacional y titubear en la cuestión de las negociaciones del ALCA, Fernando Henrique Cardoso hubo de modificar su política exterior debido a la crisis del real (1999) y de Mercosur. Sin

Mercosur y la integración del hemisferio sudamericano son objetivos prioritarios del Gobierno de Lula da Silva, así como la articulación de una nueva diplomacia que implica el refuerzo de la noción de soberanía poder progresar en las negociaciones comerciales regionales y presionado por la propuesta de reducción del plazo de negociación e implantación del ALCA, el Gobierno promovió la primera cumbre de presidentes sudamericanos en Brasilia (2000) y la segunda en Guayaquil (Ecuador, 2002). Se lanzó la iniciativa de integración de infraestructuras de Sudamérica (transporte, energía y comunicaciones) y la propuesta –aún no concretada– de asociación entre Mercosur y la Comunidad Andina. Pero Cardoso no tuvo la energía ni la voluntad política de ir mucho más allá, limitándose apenas a oponer algún factor de contrapeso al ALCA. El triunfo de George W. Bush dificultó todavía más las cosas al Gobierno. LA ELECCIÓN DE LUIS INÁCIO LULA DA

Silva a finales de 2002, conduciendo por primera vez a la izquierda al poder, generó una profundización de la política exterior que ya se esbozaba al término del Gobierno de Fernando Henrique Cardoso así como una nueva dimensión de la política de defensa. La recuperación de Mercosur y la integración sudamericana pasaron a situarse en la primera fila de las prioridades del nuevo Gobierno, con la concreción de iniciativas como por ejemplo la integración de las infraestructuras de la región. Al propio tiempo, se articulaba una nueva concepción de la diplomacia que implicaba el refuerzo de la noción de soberanía. De igual modo, las agendas de los temas de seguridad y defensa recibieron mayor atención que con los gobiernos anteriores. En cuanto a las cuestiones globales, Brasil trata de aportar su contribución a la edificación de un sistema mundial multipolar basado en las

Naciones Unidas en lugar de la “unipolaridad” actual estadounidense y, en las cuestiones económicas, impulsa el refuerzo de los organismos multilaterales y las alianzas de geometría variable como el G-22, utilizado con éxito en la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Cancún. El país modificó su diplomacia con relación a Estados Unidos, logrando de este modo obtener un margen más amplio de negociación, oponiéndose frontalmente al ataque contra Iraq. Después de que el presidente asistiera a la inauguración de la cumbre del G-8, Brasil sorprendió al crear –con Sudáfrica y la India– el G-3, proponiendo su transformación en el G-5 con el ingreso de China y Rusia. Brasil, simplemente, aprovechó el espacio político y económico vacío que se abría en relación con los grandes países en vías de desarrollo y progresó rápidamente, con medidas concretas de repercusión inmediata. En realidad, los grandes mercados y espacios políticos del Norte ya se hallan ocupados y es menester invertir en relaciones con países que fructifiquen a medio y largo plazo. En cada visita que efectúa, Lula se ve acompañado de autoridades y empresarios de países sudamericanos. Por lo que se refiere a la seguridad, los temas sudamericanos –especialmente la Amazonia– constituyen una prioridad. El control de las fronteras, de común acuerdo con los países vecinos, está siendo reforzado con vistas a disuadir las actividades ilícitas transfronterizas como el tráfico de armas y drogas, de profundas implicaciones en relación con la criminalidad en Brasil. Por otra parte, Brasil ha celebrado diversas reuniones de ministros de defensa, maniobras militares y tareas de cooperación entre fuerzas armadas con los demás países sudamericanos. Indudablemente, la cuestión que más preocupa al Gobierno brasileño –que intenta evitar una escalada militar en la región por el llamado “Plan Colombia”– es la del conflicto colombiano. La estabilidad interna de los países sudamericanos VANGUARDIA | DOSSIER

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068-073 P Fagundes

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BRASIL: UNA POTENCIA REGIONAL

Caracas

LA LOCOMOTORA DEL SUR

Puerto España TRINIDAD Y TOBAG O

VENEZUELA Orinoco

G U YA N A FRANCESA Cayena

Georgetown G U YA N A Paramaribo SURINAM Boa Vista RORAIMA

COLOMBIA

BRASIL

AMAPÁ Macapá

Brazil

Negro

República Federativa de Brasil

Belém Sao Luis azo

Manaus

na

Ta pa jó s

s AMAZONAS

PARÁ

Tocantins

REGIÓN NORTE

Teresina PIAUÍ CEARÁ

3,4

Madeira Purus

Xingu

BRASIL

Porto Velho

Rio Branco

REGIÓN NORESTE

RONDONIA

Juruena

Sao Manuel

TOCANTINS

Cuiabá BOLÍVIA

REGIÓN CENTRALOESTE

6,0

GOIAS Goiania

Santa Cruz MATO GROSSO DEL SUR

Paranaiba

352

Bello Horizonte Vitoria ESPIRITO SANTO

20º

Florianópolis SANTA CATARINA

Atlánti

co

Porto Alegre

an

RIO GRANDE DO SUL

Trópico de Capricornio

Océano

43,5 Par

30º

U R U G U AY Buenos Aires

50º

Montevideo

200 km

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República federal

Curitiba

REGIÓN SUR

Santiago

FORMA DE ESTADO

FUENTES: Book of the Year 2003, Instituto Brasileiro de Geografia e Estadistica (IBGE)

MINAS GERAIS

Sao Paulo Rio de Janeiro RIO DE JANEIRO

PARANÁ

Asunción

á

Joao Pessoa PARAÍBA

SAO PAULO

Paraguay

O Pa c é cí a n o fi co

DISTRITO FEDERAL

PIB per cápita (precios corrientes en $, 2000)

40º

de 3.000 a 2.500

00,0

de 2.500 a 2.000

número de habitantes por km2

de 2.000 a 1.000

1

estados distrito federal (Brasilia)

Aracaju SERGIPE

Salvador

78,2

PA R A G U AY

ARGENTINA

26

Brasilia

REGIÓN SUDESTE

Campo Grande

DIVISIÓN TERRITORIAL

SISTEMA DE GOBIERNO

Democracia presidencialista bicameral Cámara de Diputados (513 miembros) y Senado (81)

1934

AÑO DE DERECHO DE LA MUJER AL VOTO

Luiz Inácio Lula da Silva (1 enero 2003) UNIDAD MONETARIA

REAL (1 real = 0,34 $) POBLACIÓN

de personas 174,5 millones EXTENSIÓN

8.514.047 km2

Maceió ALAGOAS

BAHIA

Sao

Mamoré Beni

CHILE

Recife

Brasilia

JEFE DE ESTADO Y DE GOBIERNO

10º

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MATO GROSSO PERÚ

PERNABUCO

36,3

Palmas

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ACRE

Araguaja

CAPITAL

RIO GRANDE DEL NORTE Natal

Fortaleza

MARANHAO

ncis

Am

AÑO DE INDEPENDENCIA

NOMBRE OFICIAL

Ecuador

1822

territorios ciudades con más de 8 / 4 / y 2 millones de personas

estados capitales de estado

también preocupa a Brasilia –no desea una intervención externa en países debilitados–, que defiende su soberanía. En este sentido, el país actuó decisivamente en la crisis de Venezuela, al principio del Gobierno Lula, y posteriormente apoyó la transición en Bolivia. Afortunadamente casi todos los gobiernos sudamericanos muestran una actitud creciente de convergencia con la iniciativa brasileña de integración sudamericana –en Uruguay se prevé la victoria del Frente Amplio y apenas Chile y Colombia muestran ciertas reticencias– y Kirchner y Chávez son los mayores aliados del proyecto. Brasil pone a punto mecanismos de cooperación económica con sus países vecinos como forma de ayudarles a superar sus déficits comerciales –importando sus productos– al propio tiempo que trata de reforzar el mercado interno brasileño, reduciendo la dependencia en relación con los mercados de países desarrollados. Ahora bien, además de la cooperación con los países sudamericanos, Brasil ha intensificado sus relaciones económicas, político-diplomáticas, militares y tecnológicas con Sudáfrica, India, Rusia, países de Oriente Medio, China y países de la comunidad de lengua portuguesa, sin descuidar las relaciones históricas

con Estados Unidos y la Unión Europea (especialmente Alemania y Francia). En algunos casos las relaciones con estos países son fundamentales para la estabilidad del Atlántico Sur y, en otros casos, la adquisición de armamento y el desarrollo tecnológico revisten importancia. Armas, cohetes, satélites y energía nuclear son sectores en los que los países carentes de recursos financieros progresan con dificultad y es menester crear empresas mixtas. EL AÑO 2004 ES DECISIVO PARA BRASIL Y SU PRO-

yecto de ser una potencia regional ya que la puesta en práctica del ALCA desintegraría Mercosur y acabaría con la capacidad brasileña de formular un proyecto nacional y participar de un sistema mundial multipolar como un polo autónomo. Por otra parte, un factor que ha permitido la autonomía brasileña en el Gobierno Lula es la desastrosa evolución de la política estadounidense en Oriente Medio y la política interna de signo monetarista que tranquiliza a los inversores internacionales. Sin embargo ello constituye también un problema, pues el país no ha crecido económicamente, lo que impide que el Gobierno concrete su programa social y avance más rápidamente en el camino de la integración sudamericana, y pone en peligro la gobernabilidad. De todos modos, el cambio de la política económica –aunque complicado– será necesario. Con un Gobierno identificado con la agenda del Fórum Social Mundial de Porto Alegre, que desea afrontar la cuestión social y ambiental, y la democratización de las decisiones sobre la globalización, el proyecto de potencia regional cobra una nueva dimensión –olvidando las antiguas ambiciones geopolíticas– y confiere otro significado a la reivindicación brasileña de un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, junto con los otros miembros del G-3. Se trata de una aportación decisiva para que la comunidad internacional rompa con la lógica actual. La cultura y la cordialidad de la sociedad brasileña son asimismo altamente apreciadas en la región y en el mundo, de forma que constituyen un valioso capital político, pero debe suprimirse urgentemente la desigualdad social; de lo contrario, el país se distinguirá por la violencia en su seno y experimentará situaciones políticas y económicas peligrosas, comprometiendo de este modo su posición de potencia regional. VANGUARDIA | DOSSIER

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La lección china a Brasil Jeffrey D. Sachs DIRECTOR DEL EARTH INSTITUTE DE LA UNIVERSIDAD DE COLUMBIA

S EVIDENTE QUE EL MUNDO SE HALLA EN UN ESTADO DE CONSTANTE

E

cambio, movimiento e incertidumbre, y la herencia que nos ha dejado el año 2003 no ha hecho más que confirmar el agravamiento de tales incertidumbres. Es el mismo mensaje que he podido percibir en mi recorrido por cinco continentes, a lo largo de los últimos meses, por encargo del secretario general general de las Naciones Unidas. En un mundo que presenta tales divisiones y fracturas entre ricos y pobres, epidemias, problemas medioambientales, presiones demográficas constantes y enorme interrelación planetaria, todos se preguntan: ¿Cómo podemos acomodarnos al mundo actual? ¿Qué nos depara realmente la guerra contra el terrorismo? ¿Se halla aquejada de inestabilidad la economía mundial? ¿Crecerá? ¿Se desplomará? ¿Puede triunfar –de modo fructífero y positivo– la globalización? Son preguntas que nadie puede responder; por nuestra parte, únicamente podemos hacer cuanto esté en nuestra mano para respaldar las tendencias positivas y contrarrestar las negativas. Cuando considero tales interrogantes, me inclino a pensar que efectivamente podemos cumplir con esta tarea; ahora bien, para lograrlo hemos de alcanzar una comprensión mucho más profunda de estos procesos que la que hemos conseguido hasta la fecha. Me propongo tratar de explicar en estas líneas lo que creo contribuye a que una región o una sociedad del mundo pueda prosperar y tener éxito una vez inmersa en el proceso de globalización; y asimismo, siendo conscientes de ello, lo que podemos hacer para asegurar que los aspectos positivos de la globalización se extiendan efectivamente a todo el planeta. Uno de los lugares que he visitado en fecha reciente es el Sudeste Asiático. ¡Qué diferencia en sus resultados económicos con respecto a lo que hemos presenciado en América Latina en los últimos dos decenios! Esta región de Asia, como es sabido, ha logrado acomodarse al proceso de globalización, propiciando un cambio económico y social espectacular y positivo en un vasto escenario. China, país con unos 1.300 millones de habitantes, ha duplicado su nivel de vida cada decenio en los últimos 25 años, en un período en que América Latina ha permanecido casi estancada. Es aconsejable, en consecuencia, que nos preguntemos qué sucede, por qué tiene lugar este proceso dinámico en ciertos casos y de qué forma estas lecciones pueden aplicarse desde un punto de vista más amplio y general al caso de otras regiones como América Latina y, naturalmente, a las áreas del mundo que han quedado aún más atrás

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ENORME Y DINÁMICA. Sao Paulo, la mayor conurbación de

En los últimos 25 años China, un país con 1.300 millones de habitantes, ha duplicado cada decenio su nivel de vida mientras que en el mismo período de tiempo América Latina ha permanecido estancada

América Latina y punta de lanza de la economía brasileña, bajo el smog. Javier Pierini / CORBIS

como el África subsahariana, que recibió en noviembre de 2003 la visita del presidente brasileño Lula da Silva. El avance chino reviste notable complejidad y es objeto de numerosos y frecuentes debates; no obstante, creo que el factor esencial de este progreso es la decisión adoptada hace 25 años de adherirse al proceso de globalización. Es menester, asimismo, entender que el progreso económico de China únicamente podría verse garantizado si este país encara efectivamente el desafío de ser un país competitivo en el panorama internacional. Después de la muerte de Mao en 1976, Den Xiaoping accedió al poder y abrió de par en par las puertas de China tras un prolongado período en el que China había sido una de las sociedades más cerradas del mundo. Evidentemente, la faceta más notable de esta transformación radicó en el hecho de que tan sólo en un período

de 20 años China se convirtió en uno de los colosos de la economía mundial. En las regiones costeras de China –con una población de cerca de 300 millones de habitantes– la inversión extranjera ha aportado capitales a un ritmo de unos 50.000 millones de dólares anuales en los últimos años destinados a crear empresas dedicadas a la producción mundial. Sus reformas económicas implican en realidad que China partió a la búsqueda de competitividad en los mercados mundiales aportando alta tecnología y capital, así como un marco empresarial de eficiente producción y bajo coste en relación con los niveles internacionales vigentes. Al proceder de esta forma , China ha pasado de ser una economía casi cerrada, en la que las exportaciones eran del orden de 20.000 millones de dólares –en su mayoría de materias primas– a exportar por valor de casi 350.000 millones de dólaVANGUARDIA | DOSSIER

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LA LECCIÓN CHINA A BRASIL

LA LECCIÓN CHINA A BRASIL

res este año, lo que representa un incremento de más de 15 veces. Es evidente que nos hallamos ante una transformación geopolítica tanto como económica. En estos momentos China ha acumulado más de 400.000 millones de dólares en reservas de divisa extranjera; es tal vez el mayor poseedor de bonos del Tesoro estadounidense entre los inversores individuales de todo el mundo, además de ser el gigante económico de Asia. Cuando el presidente Bush fue recientemente a Asia a quejarse de las políticas económicas de China, el hecho sobresaliente fue que prácticamente todos los líderes

nivel tecnológico incrementaremos nuestro nivel de vida y potenciaremos nuestro estatus geopolítico”. Por otra parte, América Latina ha mostrado hasta el último decenio una actitud notablemente introspectiva, en lugar de mirar hacia el mercado internacional. Recuerdo con claridad –y cierta inquietud– una conversación que mantuve con una personalidad del Gobierno brasileño a mediados de los 90, pocos años después del éxito inicial del plan de estabilización de este país en 1994. Le dije: “No están compitiendo internacionalmente; Brasil no tiene una política dinámica de exportación ni

Mientras China y la India apostaban por competir de una manera agresiva en el comercio exterior, en América Latina se adoptaba una actitud notablemente introspectiva asiáticos respaldaron a China frente a las presiones de Estados Unidos, puesto que China juega un papel económico tan importante en toda el área del Sudeste Asiático que nadie quería que Estados Unidos amenazara o comprometiera la potencia y energía de esta dinámica locomotora. La geopolítica va a la zaga de la economía. Ha podido comprobarse que la globalización es un éxito en el caso de China, tanto en términos políticos como de desarrollo económico. Creo que el factor sobresaliente y esencial de esta lección radicó en la clarividente y juiciosa conclusión de las autoridades chinas de que el éxito económico no puede alcanzarse mediante la introspección –la estrategia que persiguió Mao–, de modo que China había de emplear todos los recursos de su política económica al servicio del fomento de la competitividad del potencial exportador de su producción industrial. Y aquí radica, a mi modo de ver, la diferencia fundamental entre los casos de Asia y América Latina en los últimos 20 años. China en los años 80 y 90 del siglo XX –y la India en los 90– dijeron: “Para sobrevivir, hemos de exportar”, y “exportando y compitiendo agresivamente aumentaremos nuestro nivel tecnológico, y aumentando nuestro 76 VANGUARDIA | DOSSIER

atrae a la inversión extranjera como hace China.” Él me respondió de modo tajante. Sus palabras traducían en gran medida la manera de pensar en esa región hasta fecha muy reciente. Me dijo: “Jeff, no se inquiete excesivamente. Poseemos un inmenso mercado interior. Nuestras empresas pueden ganar beneficios en el mercado interior.” Perdió su puesto al año siguiente en la crisis de la balanza de pagos de 1999. POR MI PARTE, NO DEJÉ DE PENSAR EN

el asunto. Hasta hace poco, en Brasil, Argentina y gran parte de la región se hallaba extendida la noción de que se puede vivir del mercado interior y de las exportaciones de los recursos naturales, idea en abierto contraste con lo que personalmente pude comprobar en Asia en mis visitas a este continente en los últimos 20 años. Creo que las cosas están cambiando actualmente en Brasil de forma espectacular y posiblemente en otras partes de América Latina, si bien no en grado suficiente. Después de la crisis de 1999, Brasil registró un repentino auge de las exportaciones. Las empresas brasileñas comprobaron que las exportaciones sirven únicamente para sobrevivir sino que constituyen un factor de prosperidad. Por primera vez en mucho tiempo,

los dirigentes políticos brasileños captaron la idea de que la aptitud de Brasil para competir en el plano internacional puede ser el elemento determinante de la estrategia de desarrollo económico. A medida que repaso los periódicos, fijándome especialmente en las noticias sobre las últimas decisiones políticas adoptadas en Brasil, me complace comprobar que parece propagarse una buena idea: se considera de modo creciente que la globalización constituye una estrategia para el desarrollo y que una actitud competitiva de Brasil en el mundo es un factor esencial del éxito del país. Es la lección para el éxito en otras partes del mundo y el desafío que América Latina aún no ha respondido adecuadamente. Como he dicho al principio de estas líneas, lo cierto es que muchas tendencias positivas que se advierten en esta región pueden contribuir efectivamente al éxito a la hora de encarar el desafío de la globalización. Creo que Brasil posee los recursos para ello si centra su atención y esfuerzo estratégico en el objetivo de convertirse en un líder competitivo a nivel mundial. No obstante, esta tarea implica un cambio de acento y estrategia respecto del camino trillado recorrido durante varios decenios. Y, sobre todo, a Brasil se le presenta la oportunidad de seguir la vía trazada por China a fin de alcanzar sus niveles de crecimiento que hasta ahora habían pasado de largo ante su puerta durante un cuarto de siglo. Desde mi punto de vista, el país debería cumplir dos requisitos esenciales –de carácter estructural y estrechamente relacionados– en orden a ver sus esfuerzos coronados por el éxito. El primero radica en un esfuerzo notable y decidido en el sector de la enseñanza en Brasil, tarea que implica una inversión mucho más amplia en educación en todos los niveles. Debe garantizarse, en especial, que cada niño brasileño finalice al menos la educación secundaria y que una amplia proporción acceda al nivel universitario en los próximos años. Sin este requisito, Brasil no podrá capitalizar la gran oportunidad que se le ofrece. Este factor re-

presenta que Brasil pueda mantener su nivel de competitividad en los sectores tradicionales de la agricultura, materias primas e industria básica. Sin embargo, ello no será suficiente para alcanzar el nivel de dinamismo que actualmente sabemos es factible alcanzar en la economía global. A tal fin, Brasil precisará de unos niveles de formación muy superiores a los actuales, según los cuales el período educativo medio en Brasil es del orden de cinco años en la actualidad y debería extenderse a diez o quince años pensando sobre todo en la siguiente generación.

electrónica, tecnología de la información y la comunicación, métodos y sistemas para reorganizar la comunidad científica en China e iniciativas dirigidas a incrementar la inversión pública en ciencia. Este debate, a mi juicio en el núcleo del progreso económico, no es el tipo de discusión a la que uno suele tener ocasión de asistir en América Latina, al menos no ha sido así hasta fechas muy recientes. Corea y Taiwán están invirtiendo ahora alrededor del 3 por ciento de su producto interior bruto en investigación y desarrollo. China invierte en ciencia el 1 por ciento de su

aeronave que muestra a las claras su indudable nivel tecnológico. Tal es la clase de industria susceptible de impulsar a Brasil hacia niveles más elevados de ingresos en el futuro. Sin embargo, esta industria –como tantas otras en las que Brasil podría despuntar (electrodomésticos de todo tipo, maquinaria eléctrica, tecnologías de la información, biotecnología agraria, etcétera)– exigen esa clase de esfuerzo concertado nacional que no ha figurado hasta ahora en un lugar preferente de la agenda. Hace pocas semanas pidieron mi opinión sobre biotecnología: ¿debería

COSMOPOLITA Y COMPLEJA. Sao Paulo, centro de una metrópolis de casi 18 millones de habitantes, presenta todos los inconvenientes de

las megaciudades, pero también ofrece mayores niveles de renta, de educación y de oportunidades. FOTO: Stuart Franklin / MAGNUM

El segundo aspecto –muy relacionado– de la mencionada estrategia, que ilustra apropiadamente el caso de China y que todavía no se ha aplicado en la mayoría de países de América Latina, consiste en el reconocimiento de que alcanzar una competitividad a nivel global exige una estrategia y un esfuerzo incansable en lo referente a la actualización tecnológica, para lo que es menester invertir en investigación y desarrollo así como en bienes de equipo que incrementen la productividad a través del progreso tecnológico. En todas las ocasiones que he visitado Asia en el último decenio, los debates han sido similares. Casi todos versaban sobre temas relativos a la tecnología: biotecnología, técnicas agrarias,

PIB, y este porcentaje crece rápidamente. En Brasil, las inversiones en investigación y desarrollo sobrepasan apenas un 0,5 por ciento del PIB. En Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela –los vecinos andinos de Brasil– las inversiones en I+D son aún inferiores. Una globalización fructífera y positiva exige que una sociedad con adecuado nivel de formación progrese en I+D. En consecuencia, las inversiones en enseñanza deben combinarse con inversiones en I+D. En esta óptica ya no se considera que los antiguos sectores tradicionales constituyan la base del progreso económico en el futuro. Casi todos los meses en Estados Unidos vuelo a bordo de un avión Embraer fabricado en Brasil, magnífica

Brasil adoptar las técnicas de agrobiotecnología? A mi juicio, Brasil no sólo debería introducir la agrobiotecnología, sino que debería acceder a la categoría de líder científico en esta tecnología. La agrobiotenología, por una parte, encaja de pleno con un sector donde Brasil es una potencia –el agrícola– y, por otra, aporta los conocimientos científicos más avanzados en biología; ¿cómo iba a rehuir Brasil esta prometedora tecnología? China está invirtiendo intensamente en este sector; será competidora de Brasil en el futuro, por lo que este último debería prepararse para estar a la altura del desafío. Texto de la conferencia pronunciada en Sao Paulo en noviembre de 2003. VANGUARDIA | DOSSIER

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El reto de la inclusión social Sonia Fleury PROFESORA DE LA FUNDACIÓN GETÚLIO VARGAS Y MIEMBRO DEL CONSEJO PARA EL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL DEL GOBIERNO LULA. [email protected]

E

N UN RECIENTE ESTUDIO SOBRE EL

ETNIAS 53,8 % BLANCOS

39,1 % MULATOS / MESTIZOS

6,2 % NEGROS 0,5% ASIÁTICOS 0,4% AMERINDIOS

78 VANGUARDIA | DOSSIER

desarrollo de la economía mundial, la consultora Goldman Sachs prevé para el año 2050 un escenario inusitado, en el que las economías emergentes de cuatro países –Brasil, Rusia, India y China, los llamados BRIC 1 – se habrán convertido en potencias mundiales en menos de 40 años, aventajando así a cuatro de los seis países actualmente más desarrollados –Francia, Alemania, Italia y Reino Unido–, y tan sólo superadas por Japón y Estados Unidos. Estos países tienen en común la dimensión de su mercado interno, y por eso presentan un enorme potencial de crecimiento sostenible constante, siempre que logren mantener un grado razonable de estabilidad en la política económica y en las instituciones políticas, amén de inversiones en educación. Su actual desfase en materia de tecnología y productividad respecto a las economías desarrolladas se irá superando paulatinamente hasta sobrepasar el desempeño de estas últimas, medido en indicadores como la magnitud y la tasa de crecimiento del producto interior bruto (PIB) y la relación de éste con los habitantes (PIB per cápita). En el caso de Brasil, el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica se percibe como condición sine qua non para el crecimiento sostenible, por lo que se ve con buenos ojos la drástica reducción de la inflación, cuya tasa media era del 548 por ciento en la década de 1990 y que actualmente no sobrepasa el 10 por ciento. Sin embargo, las políticas de control de la inflación a través del mantenimiento de elevados tipos de interés han hecho que tanto la deuda pública como la deuda externa se dispararan,

pasando del 21,2 por ciento del PIB en los años 90 al actual 57,7 por ciento. El estudio señala asimismo la escasa apertura comercial de la economía brasileña y el bajo nivel de ahorro interno como obstáculos al crecimiento que deberán eliminarse para alcanzar la proyección económica deseada. La situación de Brasil se distingue por el hecho de emprender este proceso en clara posición de desventaja, ya que no alcanzó a superar el ciclo de declive de las tasas de crecimiento iniciado con la crisis de 1980. Si entre 1948 y 1978 la variación media del PIB fue del 5,3 por ciento, en los últimos diez años dicha media se situó en el 2,9 y en los últimos cinco ha caído hasta el 1,6 por ciento. Sin duda, la característica fundamental del proceso de crecimiento experimentado por Brasil en el pasado siglo fue su capacidad para conciliar un ritmo de crecimiento espectacular con el mantenimiento de una de las tasas de desigualdad y exclusión social más elevadas del mundo. La riqueza producida por el país, medida a través del PIB, se multiplicó por 110 entre 1901 y 2000, pero la desigualdad social, medida según el índice de Gini, no sólo no disminuyó sino que aumentó ligeramente desde que se empezó a medir: en 1960 se situaba en torno a un 0,5 y en 1999 se había incrementado hasta 0,59. Esta tasa de crecimiento sin inclusión social llevó a una enorme concentración de la riqueza. Así, en el año 2001, mientras el 50 por ciento de la población subsistía con tan sólo el 14,3 por ciento de la renta nacional, el 1 por ciento más rico percibía el 13,2 por ciento del total de la riqueza generada. La concentración de la tierra nos revela una realidad todavía más injusta: en el año 1998, el 1,61 por ciento de la totalidad de los inmuebles rurales catastrados concentraba el 52,9 por ciento de todas las tierras destinadas a actividades agropecuarias, con el agravante de que el 40 por ciento de estas tierras eran improductivas y se conservaban como reservas de valor. Es imposible plantear el desarrollo sin tener en cuenta más variables que las económicas, haciendo caso omiso de las dimensiones sociales y políticas implicadas. Para evaluar las perspectivas de desarrollo en Brasil es necesario comprender los motivos históricos que permitieron el mantenimiento de esta tasa de crecimiento excluyente y plantear la posibilidad de subsanar esa situación en un futuro cercano. A lo largo del siglo XX Brasil experimentó un proceso de transformación intenso y muy rápido en virtud del cual pasó de ser, en los años 30,

una sociedad tradicional organizada en torno a la economía agrícola y la exportación de productos como la caña de azúcar y el café a convertirse, en la década de los 80, en la octava potencia industrial del mundo. La materialización de este salto hacia una sociedad urbana y una economía industrializada estuvo presidida por un Estado de corte desarrollista que basó su poder en el mantenimiento de una amplia coalición conservadora y en la habilidad de sus dirigentes para utilizar el aparato estatal con el fin

ciente complejidad de la sociedad urbana –motivada tanto por la expansión del modelo exportador como por el inicio de la industrialización sustitutiva– llevó a la aparición de nuevos actores en la escena política, representados por las clases medias, la clase obrera y la burguesía industrial emergentes, además de las disensiones producidas en el seno de la propia oligarquía. No se trata de una crisis del poder oligárquico, sino del principio de su transición y de la recomposición de las estructuras de poder, todavía bajo su hegemonía,

fue una combinación de integración negociada y jerarquizada de los diferentes grupos de trabajadores urbanos, al tiempo que se mantuvo la exclusión de los campesinos y los trabajadores del mercado informal de trabajo. Este formato fue consecuencia de la heterodoxa composición de la coalición en el poder, que condujo el proceso de industrialización pero se empeñó en respetar los intereses del sector agrario y mantener intactas las condiciones de explotación del trabajo en el campo. Por otro lado, las demandas de indus-

Entre los años 30 y los 80, Brasil pasó de ser una sociedad tradicional organizada en torno a la economía agrícola –caña de azúcar y café– a convertirse en la octava potencia industrial del mundo de incluir y atraer a las bases urbanas de la clase trabajadora y la emergente burguesía industrial por medio de mecanismos institucionales que consolidaran el pacto social. La imposibilidad de romper con los intereses del tradicional sector agroexportador, de cuyo excedente dependía el proyecto de industrialización, tuvo un gran peso en el mantenimiento de una cultura política e institucional excluyente. Los historiadores apuntan como singularidad del proceso de formación del Estado brasileño el hecho de que el Estado haya precedido a la nación, en el sentido de construcción precoz de estructuras de poder administrativo que no corresponden a la escasa complejidad y organización social del país. La peculiaridad del proceso de industrialización capitalista que prescinde de una cultura burguesa y una burguesía fortalecida, es decir, el capitalismo políticamente dirigido, institucionaliza una clase de dominio cuya legitimidad se basa en la tradición (Faoro, 1993:733) 2, demostrando la persistencia secular de la estructura patrimonial, su compatibilidad con la producción capitalista y su conversión del patrimonialismo personal al patrimonialismo estatal. Esta estructura oligárquica de poder sólo empezó a cuestionarse en las décadas de 1910 y 1920, cuando la cre1) Goldman Sachs, Dreaming with BRICs: The Path to 2050, “Global Economics Paper”, n.º 99. www.gs.com 2) Faoro, Raimundo (1993). 9.ª edición. Sao Paulo. Editoral Globo.

que marca el inicio de la modernidad en Brasil. La amplia coalición formada en torno al líder Getúlio Vargas llevó el proceso de transición a un nuevo orden cuya línea divisoria fue la revolución de 1930, que instauró un nuevo modelo de articulación entre el Estado y la sociedad. La centralización del poder en manos del Gobierno nacional y la modernización del aparato estatal surgen como condiciones imprescindibles para pasar de una economía agroexportadora a una economía industrial. Las transformaciones del aparato estatal inauguran el Estado Moderno, condición fundamental para el lanzamiento del proyecto, conducido por el Estado, de industrialización a través de la sustitución de las importaciones. Posteriormente, bajo la dictadura de Vargas, se sentaron las bases de la planificación estatal y, al amparo del Estado, se consolidó la tríada –iniciativa estatal, financiación pública y articulación entre el capital nacional y el extranjero– que haría posible la inflexión en el proceso de industrialización. LA POLÍTICA RESPECTO A LA CLASE traba-

jadora combinó la represión, la exclusión y la incorporación controlada de la participación y las demandas sociales, generando formas híbridas de relación con la autoridad, lo que hizo posible que la dependencia personal sobreviviera e incluso sostuviera los sistemas legales de protección personal. El formato asumido por la protección social

trialización y de mejores condiciones de reproducción de la mano de obra industrial, así como la necesidad de legitimación política del Gobierno, convirtieron la política social en moneda de cambio en la conquista de la lealtad necesaria para la consolidación del ejercicio del poder. Se trataba de usar las políticas sociales como mecanismo de captación, es decir, como forma de integración social y política de las clases populares bajo el control político de las clases dominantes a través del Estado. A raíz de ello, el país asistió a un flujo migratorio continuo que expulsó a la población del campo y la atrajo hacia las grandes ciudades en busca de mejores condiciones de vida, de modo que si en 1960 cerca del 70 por ciento de los brasileños vivía en zonas rurales, en el año 200 sólo el 20 por ciento de la población seguía residiendo en el campo. Ante la imposibilidad de asumir la universalización de privilegios que marcó el período de la democracia populista (1945-1964), el país asistió, en la década de 1960, al agravamiento de los conflictos provocados por la creciente insatisfacción de las clases dominadas, ahora políticamente activas. La ruptura constitucional de 1964 inauguró un nuevo período autoritario que rompió con el modelo populista de activación de los trabajadores, reprimiendo su actividad política y su participación en la gestión de las políticas sociales, pero que dio continuidad al modelo económico desarrollista. La era de los gobierVANGUARDIA | DOSSIER

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BRASIL: EL RETO DE LA INCLUSIÓN SOCIAL

nos militares, que pasó a la historia como “el milagro brasileño”, completaría el ciclo iniciado por Vargas de sustitución de las importaciones gracias al dinamismo de la empresa estatal, la articulación entre capitales nacionales y extranjeros y la financiación pública. La creación de una estructura industrial altamente desarrollada, pero sin autonomía financiera y tecnológica, obligó al Estado a rehuir una y otra vez la necesidad de hacer frente a estos problemas, echando mano del endeu-

dia, militares y partidos políticos– y la aparición de nuevos actores en el escenario político –agencias internacionales, gobiernos locales, organizaciones no gubernamentales, empresarios del sector financiero– alteró la estructura de poder que había sostenido el proceso de construcción del Estado brasileño a lo largo del siglo XX. En la década de 1980, considerada perdida para la economía latinoamericana, fue sin embargo el período que marcó la eclosión de la sociedad civil en

En la década de 1980 se evidenció que la transición hacia la democracia sólo sería posible si se realizaba a partir de una gran coalición política capaz de liquidar el régimen autoritario damiento o la inflación para sostener un proyecto de crecimiento que, además de vulnerable, resultaba autoritario y excluyente. Desde el punto de vista ideológico, la sostenibilidad de este perverso proceso de crecimiento se basa en valores consustanciales a la sociedad brasileña, cuya herencia de la época esclavista, relativamente reciente, marca la formación de un imaginario que desprecia al trabajo, así como al trabajador, y concede mayor importancia a la posición del individuo en la jerarquía social que a la igualdad entre los hombres. Desde finales de la década de los 70, y durante la de los 80, en el marco del agotamiento del modelo desarrollista de sustitución de importaciones y con el telón de fondo de las crecientes tensiones en el seno del pacto social de sostenimiento del poder, se fue gestando un consenso respecto a la necesidad de inserción de las economías regionales en la economía globalizada, para lo cual se establecieron como requisitos básicos el control del déficit fiscal y de la espiral inflacionaria, así como la reducción del tamaño y funciones del Estado, la descentralización, el fortalecimiento del mercado a través de la liberalización económica, el aumento de la productividad y la flexibilización de las relaciones laborales. La pérdida de poder de los actores tradicionalmente vinculados al pacto social –sindicatos, burocracia, clase me80 VANGUARDIA | DOSSIER

múltiples formas de organización: movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales, partidos políticos, nuevas formas de sindicalismo, organizaciones eclesiásticas de base, etcétera. En cada sector social, los actores políticos se movilizaron para formular sus demandas y reivindicar la creación de instituciones que incluyeran sus intereses en la esfera pública. EN TORNO A LA LUCHA POR la democracia se gestó una gran coalición política que anunciaba el final del régimen autoritario, aunque la transición hacia la democracia sólo sería posible si se producía mediante un pacto. Una vez más, los cambios en Brasil se realizaron de forma negociada, tratando de conciliar la incorporación de los nuevos intereses con el mantenimiento de las elites tradicionales. La Constitución federal de 1988 supuso el encauzamiento de todas estas demandas hacia un nuevo marco legal. Si bien resultaba innovadora en la construcción de una nueva institucionalidad democrática, mantuvo la preeminencia de la posición del Estado, en frontal desacuerdo con los dictados del nuevo orden internacional, globalizado y liberal. La convivencia entre la lucha por una democracia participativa, con la inclusión de toda la población en sistemas universalizados de protección social, y la organización descentralizada de las polí-

ticas y servicios fueron las características dominantes de la reforma brasileña realizada en la década de 1980, cuando los demás países de la región ya padecían las consecuencias del predominio del pensamiento liberal y sus modelos de reforma social dictados por la lógica del mercado. El fortalecimiento del principio federativo a través del sistema de descentralización llevó a la incorporación de los municipios en la Constitución federal como esferas de gobierno dotadas de plena autonomía política y administrativa, y con la obligación constitucional específica de hacer políticas sociales y ofrecer a la ciudadanía los servicios de asistencia básicos. Para ello, se ampliaron las competencias legislativas de los municipios, se les atribuyeron nuevas responsabilidades y se les destinaron recursos tributarios. La descentralización política, administrativa y financiera invirtió la tendencia a la concentración de los recursos fiscales en el nivel central, tendencia que se había visto acentuada en los años de gobierno autoritario, y cambió asimismo la forma de traspaso de dichos recursos a los niveles territoriales por medio de transferencias negociadas. En el ámbito social, la Constitución federal de 1988 supuso una profunda transformación del modelo de protección social brasileño, y la consolidación de las presiones democratizadoras que ya se dejaban sentir desde hacía más de una década. Se inaugura así un nuevo período, con un modelo de la seguridad social para vertebrar la organización y el formato de la protección social brasileña. El nuevo modelo constitucional de la política social se caracteriza por la universalidad en la cobertura, el reconocimiento de los derechos sociales y la afirmación del deber del Estado de garantizarlos, la subordinación de las prácticas sociales a la regulación estatal en función de la relevancia pública de las acciones y servicios emprendidos en estos ámbitos, así como una visión eminentemente pública de la cogestión gobierno-sociedad y un formato de organización descentralizado y partici-

BRASIL: EL RETO DE LA INCLUSIÓN SOCIAL

Los problemas más acuciantes de los brasileños son más de naturaleza política que económica, y la sociedad es ahora más consciente de sus derechos, lo que fortalece la democracia pativo. La creación de mecanismos de participación y control social a nivel local permitió la construcción de un modelo de democracia deliberativa, en el que la población anteriormente excluida por el sistema elitista de la democracia representativa pasó a movilizarse y a educarse en la práctica de la ciudadanía, siendo capaz de participar como cogestora de las políticas públicas en el área social. En este período surgieron numerosas experiencias innovadoras de cogestión, como la del Presupuesto Participativo, que dio pie a un sistema de asignación de recursos a los municipios a partir de las prioridades establecidas por la población. Paradójicamente, en los años posteriores a la democratización se produjo la adhesión de los gobiernos a la política ortodoxa conocida como Consenso de Washington, que propugnaba la reducción del déficit público y de las funciones estatales a través de un estricto control monetario y un intenso proceso de privatización de los activos estatales. En otras palabras, la consolidación de la democracia en Brasil trajo consigo la ampliación de los derechos sociales y la creación de una nueva institucionalidad democrática, pero coincidió en el tiempo con un proceso de reducción del papel del Estado y de su capacidad de inversión y redistribución. Esta tensión se ha mantenido hasta nuestros días, y 15 años después del nacimiento de la Carta Magna se han aprobado 40 enmiendas a la misma que buscaban adecuar los preceptos constitucionales a la nueva realidad de una economía globalizada, la reducción de las funciones del Estado, la necesidad de estabilizar la moneda y la reducción del déficit fiscal. La política macroeconómica vigente ha procurado aumentar la credibilidad de la economía brasileña en el mercado internacional dando continuidad a las medidas de estabilización y ajuste, aun a costa del crecimiento

económico y el recorte de los recursos públicos destinados a las políticas de inversión y redistribución de la riqueza. La subordinación de la política económica a los intereses del capital financiero ha dado pie a un violento proceso de concentración de la riqueza en el sector financiero, en detrimento del sector productivo. Por otro lado, con las privatizaciones surgieron nuevos actores en el escenario político, y se generó una burguesía con vínculos más hacia fuera que hacia dentro del país. Estos elementos introducen nuevas tensiones en el pacto de poder, así como nuevas posibilidades de generar cambios. BRASIL POSEE UN ENORME POTENCIAL de crecimiento, representado por su dimensión continental, la riqueza de sus recursos naturales estratégicos, las inmensas reservas ecológicas de agua y bosque, y una población con características de diversidad y mestizaje racial. A la existencia de centros productores de ciencia y tecnología capaces de generar innovaciones se debe, por ejemplo, la adaptación de la soja para cultivo nacional, lo que ha permitido que en poco tiempo el país se haya convertido en uno de los principales exportadores de este producto. Una política internacional soberana y estratégica puede llevar Brasil a asumir una posición de liderazgo regional en Latinoamérica y en el comercio exterior, especialmente respecto a otras economías emergentes. La reducción de la deuda pública es hoy una condición indispensable para la recuperación de las inversiones en infraestructuras y en sectores clave de la producción industrial, lo que a su vez permitirá retomar un proceso de crecimiento sostenible. Sin embargo, como hemos tratado de demostrar, los problemas brasileños más acuciantes son de naturaleza política y no económica, como podría suponer un observador poco avezado

basándose tan sólo en la coyuntura actual. Los obstáculos al crecimiento económico podrán salvarse mediante políticas correctas que permitan recuperar el crecimiento. Aunque el gasto social haya crecido de forma sostenible desde la década de 1990, y los indicadores de salud y educación empiecen a reflejar una mejora de la situación, las políticas de redistribución de la riqueza siguen arrastrando un enorme déficit acumulado. Además, la sociedad brasileña es hoy mucho más compleja, organizada y consciente de sus derechos de ciudadanía. Por un lado, esto fortalece la adhesión a la democracia, al tiempo que permite el fortalecimiento de sus instituciones y la vigencia de las reglas de alternancia en el poder. Por otro lado, la realidad brasileña ya no es compatible con un régimen democrático que mantenga la exclusión social. Las grandes ciudades se hallan rodeadas de favelas donde las condiciones de vivienda y sanitarias son extremadamente precarias, y donde proliferan las redes de tráfico de droga. La violencia en los ámbitos urbano y rural, en este último como consecuencia de la movilización de los campesinos sin tierra, es cada vez más alarmante. Las desigualdades entre regiones y grupos poblacionales impide la constitución tanto del mercado nacional como de la propia nación. El país habrá de hacer frente a más problemas que los derivados del crecimiento. Tendrá que enfrentarse, por primera vez, al reto de la inclusión social. No obstante, este problema no se soluciona con medidas de tipo económico, sino que requiere un cambio radical en el pacto de poder, que permita articular un discurso más inclusivo, con la burguesía industrial abriendo camino a las demandas de las clases medias y populares. Para ello, será necesario romper con los sectores conservadores, tanto los aliados históricos como los nuevos dueños del poder. Más que un régimen democrático, habrá que implantar la subordinación del poder político a los principios republicanos, a fin de transformar el Estado en patrimonio de la ciudadanía. VANGUARDIA | DOSSIER

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SUDÁFRICA

¿Un modelo para África o un modelo africano? Greg Mills DIRECTOR DEL INSTITUTO DE ASUNTOS INTERNACIONALES DE LA UNIVERSIDAD DE WITS DE JOHANNESBURGO. COAUTOR CON JEFFREY HERBST DE EL FUTURO DE ÁFRICA: ¿UN NUEVO ORDEN EN PERSPECTIVA?" (IISS DE LONDRES Y OXFORD UNIVERSITY PRESS)

AY DOS INTERPRETACIONES DE LA

H

aplastante victoria del Congreso Nacional Africano gobernante (CNA) en Sudáfrica en las terceras elecciones democráticas del país celebradas el pasado mes de abril. La primera considera que los sudafricanos han refrendado los logros del gobierno “de transformación social”, la política de los diez años de democracia desde 1994, una política de paz, relativa prosperidad económica y estabilidad. La segunda juzga que los sudafricanos siguen votando guiados por sus puntos de vista según el factor racial, dado que la población de 44 millones se compone de un 79 por ciento de población negra, un 10 por ciento blanca y el resto de diversa descendencia y origen (coloured) o india. La verdad, como suele ser habitual, se encuentra en el punto medio. Es cierto que a la hora de votar los sudafricanos se guiaron en buena medida por motivaciones identitarias: orígenes e intereses raciales y, en menor grado, étnicos. Este último factor explica ampliamente los resultados del Partido de la Libertad –Inkatha– de base zulú en las zonas rurales de la provincia de KwaZulu Natal; del Frente Democrático Unido de la región del Transkei (de amplia base de población xhosa) y de los Demócratas Independientes, de base coloured (población subracial). El hecho de que la opositora Alianza Democrática se haya quedado justo por debajo del 13 por ciento –un 35 por ciento de los resultados obtenidos en 1999– indica hasILUSTRACIÓN DE JULIET POMÉS LEIZI

ta cierto punto tanto el descontento de un sector de la población sudafricana (sobre todo, de la blanca) como la inquietud por el ritmo de la transformación económica; y, sobre todo, este porcentaje relativamente pobre da cuenta de la dificultad que experimenta la Alianza Democrática para abrirse paso en el seno del voto negro. El antes gobernante Partido Nacional se ha desmoronado en las urnas, en buena parte debido por considerársele como recurso conducente a la formación de una coalición y no como una realidad defensora de los intereses de su electorado esencial, compuesto principalmente de sudafricanos de habla afrikaner. Ahora bien, el electorado ha votado asimismo según las perspectivas respectivas sobre la política de transformación social. Y, en este punto, el ANC puede hacer gala –con el concurso de todos los sudafricanos– de una trayectoria que ha salvado a un país al borde de la guerra civil y las luchas intestinas encaminándolo hacia una realidad nacional en cuyo seno la mayoría actual comparte un sentimiento de identidad nacional como ciudadanía sudafricana. La presidencia de cinco años de Nelson Mandela desde 1994 dejó su marca, sobre todo en lo concerniente a la reconciliación racial, merced especialmente a la categoría de su liderazgo y, en parte, por la singularidad de instituciones sudafricanas tales como la Comisión para la Verdad y la Reconciliación. Pueden enumerarse otros logros asimismo impresionantes: se ha proporcionado vivienda a seis millones de personas entre 1994 y 2003; más del 70 por ciento de la población tiene hoy VANGUARDIA | DOSSIER

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SUDÁFRIC A: ¿UN MODELO PAR A ÁFRIC A O UN MODELO AFRIC ANO?

SUDÁFRIC A: ¿UN MODELO PAR A ÁFRIC A O UN MODELO AFRIC ANO?

día suministro eléctrico, con comparación con el 30 por ciento en 1996; nueve millones más de habitantes disponen de agua corriente, y la población escolar ha aumentado de un millón y medio de alumnos a 12 millones. En 1994, el Gobierno distribuyó ayudas sociales por valor de 2.800 millones de dólares a 2,6 millones de personas. En 2003 se pagó un total de 4.800 millones de dólares a 6,8 millones de personas en concepto de ayudas, que beneficiaron entre otros sectores a personas mayores, niños y personas discapacitadas. No obstante, el país afronta todavía enormes desafíos económicos estructurales, debido en parte a la herencia del apartheid pero también por un fenómeno que afecta de modo más general a cualquier país en vías de desarrollo. Cabe hablar aquí, en particular, del retraso en encarar la pobreza entre el 40 por ciento de la población sudafricana que vive por debajo del nivel de subsistencia, el desfase de nivel de ingresos entre los pobres que vien en medio rural y urbano, respectivamente, la tasa de paro que oscila en torno a un 35 por ciento y la crisis del sida en una población que tiene un 12 por ciento de seropositivos. Más de la mitad de la población es menor de 25 años. Se calcula que un 75 por ciento de la población desempleada se compone de jóvenes, cóctel altamente inestable susceptible de propiciar una situación de malestar social en un país ya bastante devastado por una de las tasas de homicidios más altas del mundo (47,4 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2002-2003). En consecuencia, aunque la trayectoria y los logros del ANC son admirables, no lo son tanto si se contrastan con sus propias promesas de transformación socioeconómica y atención a las necesidades de la población. De hecho, su propio manifiesto electoral promete que el partido promoverá un “contrato con el pueblo” para reducir las tasas de paro y pobreza del país a la mitad para el año 2014. Sin embargo, el ANC se ha dedica84 VANGUARDIA | DOSSIER

El CNA ha promovido la propiedad entre la población negra en el sector de la minería –el 26% de las explotaciones antes de 2012–, el financiero y otras áreas económicas básicas do a hacer extensivos los beneficios de la transformación socioeconómica a las elites políticas situadas en engranajes clave del país tanto como a los golpeados por el azote de la pobreza. Cuando Mandela salió libre tras 27 años de prisión en 1990, numerosos blancos fueron presa de desaliento por lo que oyeron de él. Era un hombre que seguía pronunciando peroratas más propias de la retórica de los años 60, alusivas no sólo a la liberación de los negros, que la mayoría de población blanca suscribía o a la que se había resignado, sino a la nacionalización de la economía. Las empresas dirigidas por blancos y la comunidad internacional pudieron comprobar pasmadas la rapidez con que la leyenda del ANC y el mismo partido modificaban su talante y orientación, en mayor sintonía con una política más pragmática y liberal en el marco macroeconómico en los campos de la desregulación, la privatización y la integridad fiscal. Sin embargo, y si el objetivo de la nacionalización era promover la propiedad económica en el caso de la población negra, en la actualidad el CNA ha alcanzado tal objetivo de manerta sigilosa merced a diversas normas y leyes que estipulan el porcentaje de propiedad en manos de población negra en los sectores minero, financiero y otros sectores económicos básicos. Por ejemplo, según la Carta Minera ratificada en octubre de 2002, aproximadamente un 26 por ciento de las minas del país deberían pasar a ser propiedad de empresas dirigidas por población negra en el plazo de diez años, haciendo constar que el Gobierno preferiría que un 15 por ciento se hallara en manos de empresas de propiedad negra ya en el año 2007. Las minas sudafricanas emplean a más de medio mi-

llón de trabajadores o, si se prefiere más del 4 por ciento de la mano de obra del país. Pese al esfuerzo del Gobierno para incrementar las exportaciones, el sector minero sigue representando alrededor de un tercio de todas las exportaciones. Aunque el presidente Thabo Mbeki describió la aprobación de la Carta Minera como “uno de los días más esperanzadores y positivos en la historia de nuestra transformación”, no está claro por cuánto tiempo se beneficiará económicamente el país de tal aprobación. Preocupación que, por otra parte, consta implícitamente en un borrador de la Carta Minera que se filtró en julio de 2002, que recomendaba situarse en un 51 por ciento de propiedad en manos de población negra en el período de diez años, filtración que ocasionó una caída del valor de las acciones del sector minero. Indudablemente, la aparición de multimillonarios negros proporciona pruebas irrefutables de cambio aunque sólo afecte a un número muy escaso de ciudadanos. Porque hay otros costes. Hay que admitir, por supuesto, que no se trata de una senda expedita dado que la venta de activos mineros se realiza según los índices de mercado. Pero lo cierto es que no es un proceso según las normas de la competencia, y no únicamente por la cuestión de las cuotas estipuladas en el plano racial. Hasta ahora, los datos a la vista indicarían que la mencionada propiedad se ha entregado a personas que gozan de contactos políticos. Por tanto, siguen apareciendo las mismas cifras al hilo de los beneficiarios o destinatarios de acuerdos o medidas relativas al “refuerzo” económico de la población negra (BEE). Al compás del patrocinio, con otras palabras. Este factor suscita la cuestión de qué clase de desafíos habrá de encarar Sudáfrica a lo largo del próximo decenio, y de cuál es la mejor manera de afrontarlos. Con el fin del apartheid, Sudáfrica volvió a emerger en la comunidad internacional en un proceso de integra-

77,5 % NEGROS

ETNIAS 22 % Zulúes

18 % Xhosa

ción diplomática y cultural simbolizada por el inicio del mandato de Mandela como presidente, hace diez años. Sin embargo, el proceso de integración económica tanto interna como en el marco internacional ha sido más complejo, problemático y, por lo que representa, lento. Este factor ilustra tanto la naturaleza de la herencia del apartheid como los desafíos que entraña el compromiso con un orden económico internacional rápidamente cambiante y en proceso de globalización. El panorama económico-político interno de Sudáfrica -entendido como la “producción, distribución y consumo de bienes, artículos y servicios, así como su gestión empresarial”- se ha caracterizado por dos procesos. Primero, la necesidad de reducir la amplitud del foso entre lo que Mbeki ha descrito como “dos países” en el seno de Sudáfrica, uno rico de población blanca y otro pobre de población negra. Segundo, el imperativo de reorientar el ritmo económico para desviarlo de una imprudente política en el plano fiscal bajo la férula del Partido Nacional cuando el deficit superó el 10 por ciento anual a una estrategia más prudente y fiscalmente responsable a largo plazo. EL ÉXITO EN ESTE ÚLTIMO TERRENO NO SE HA VISTO

9% Pedi 7% Sotho 7% Tswana 3,5 % Tsonga 3% Swazi 8% Otros negros 10,5 % BLANCOS 8% MULATOS / MESTIZOS

2,5 % ASIÁTICOS 1,5 % OTROS

recompensado, no obstante, con progresos apreciables en el primero. El Gobierno no sólo ha fracasado a la hora de absorber nuevos aspirantes al mercado de trabajo en el total de 350.000 puestos anuales de nueva creación, sino también a la hora de intentar mantener los puestos de trabajo existentes. En consecuencia, el paro ha subido de 2,2 millones de personas (19,3 por ciento de la población) en 1993 a 5,3 millones (31,2 por ciento) en 2003. No es de sorprender, por tanto, que se considere el paro como el “fardo más pesado” y el “desafío más importante” que “obsesiona” actualmente a Sudáfrica. El Gobierno sostiene que estas cifras no dan efectiva cuenta de las incursiones realizadas en el mercado de trabajo, y la presidencia ha afirmado que, por el contrario, entre los años 1996 y 2004, el número de empleados –incluyendo los no declarados– aumentó en 2,3 millones. Al propio tiempo, la solicitud de empleo aumentó

Con un índice de paro superior al 30% no sorprende que el desempleo sea considerado el “fardo más pesado” y el “desafío más importante” que ha de afrontar en estos momentos el Gobierno

en 5,3 millones de peticiones, en parte –sostiene– por una mayor proporción de mujeres que ingresa en el mercado de trabajo. Sin embargo, indudablemente el fracaso en proporcionar trabajo suficiente ilustra también la (demasiado) baja tasa de ahorro y de afluencia de capital, relacionados a su vez con una ausencia de confianza y falta de oportunidades. De hecho, estas causas guardan relación, fundamentalmente, con el grado y medida en que Sudáfrica pueda situarse en el panorama de la economía global... siendo competitiva en ese contexto. En la medida en que el Gobierno de Sudáfrica acceda efectivamente a una perspectiva global en el plano económico y político, el país evolucionará a fin de alcanzar a los países desarrollados en el mercado exportador. Como ha señalado Alec Erwin, ex ministro de Comercio e Industria (ahora de Obras Públicas), “nuestra tarea consiste en engranar nuestra economía en eslabones clave de ámbito local, regional e internacional, creando valor y generando empleo en el máximo número de la citada cadena de eslabones como sea posible”. Dado que las exportaciones de productos manufacturados “han superado desde hace tiempo en importancia y asimismo en cuota del total de la exportación (51 por ciento) –razona– otros artículos como el oro, la fabricación de productos manufacturados sigue manteniéndose como factor esencial en este marco”. El problema estriba, por supuesto, en que estas áreas cuya competitividad internacional está demostrada han tendido a ser una industria con alto coeficiente de capital en lugar de una industria que emplea mucha mano de obra. Sea como fuere, estos factores explican la búsqueda de oportunidades de libre comercio así como el énfasis puesto en la creación de un marco de intercambios comerciales global que funcione de forma justa y equilibrada. En este sentido, Sudáfrica es un país totalmente favorable a la globalización, en el bien entendido de que tanto el país como sus aliados en vías de desarrollo puedan acceder a una parte del pastel. Ahora bien, ¿es esto lo que Sudáfrica precisa dado su grado de desarrollo, disponibilidad de capital, niveles de paro y –tal vez el aspecto más importante– potencial de empleo? La Alianza Democrática en la oposición afirma que, en orden a la creación de empleo, es menester tener en cuenta con especial atención “cuatro obstáculos que dificultan un mayor crecimiento económico: compromiso poVANGUARDIA | DOSSIER

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Gaborone B O T S WA N A Pretoria (Tshwane) Mafikeng - GAUTENG Mmabatho

República de Sudáfrica CAPITALES

SISTEMA DE GOBIERNO

Pretoria / Tshwane (ejecutivo), Ciudad del Cabo (legislativo) y Mangaunas / Bloemfontein (judicial)

Presidencialistaparlamentario bicameral. Asamblea Nacional (400 miembros) y Consejo Nacional de Provincias (90)

Vryburg

200 km

9 provincias

1930 y 1994

AÑOS DE DERECHO DE LA MUJER AL VOTO

1983 AÑO DE DERECHO AL VOTO DE INDIOS Y MESTIZOS

31

Kimberley

EL CABO NORTE

Orange

1910

2,5

Océano

Atlánti

República unitaria

PIB per cápita (precios corrientes en $, 2001) más de 5.000 de 5.000 a 3.500

1.219.090km2

de 3.500 a 2.000

UNA SEGUNDA DIFERENCIA IMPORTANTE –COMO

puede comprobar toda persona que haya visitado recientemente Shanghai, Pekín o cualquier otro de los florecientes centros urbanos chinos– radica en el papel desempeñado por el sector de la construcción en el mantenimiento y progreso del crecimiento económico. En el año 2003, el sector industrial y de la construcción representó en China el 71,6 por ciento del producto interior bruto, contribuyendo en un 6,5 por ciento al crecimiento económico global cifrado en un 9,1 por ciento.

22

Tugela

100

Maseru LESOTHO

Pietermaritzburgo Durban 30º

menos de 2.000

Orange

Queenstown

EL CABO ORIENTAL

16º

EXTENSIÓN

ción salarios-productividad es mucho más favorable en China. En lo concerniente a la industria del vestir, por ejemplo, las autoridades de Pekín declaran que las tasas de productividad de Sudáfrica equivalen sólo al 20-30 por ciento de sus competidores chinos en tanto el mercado de trabajo sudafricano –comparativamente– es un mercado notablemente regulado.

KWAZULU - NATAL

co

42

UNIDAD MONETARIA

45

Mbabane S WA Z I L A N D I A

ESTADO LIBRE DE ORANGE Mangaunas (Bloemfontein)

SUDÁFRICA

FORMA DE ESTADO

millones de personas

40

REPÚBLICA DE

JEFE DEL ESTADO Y DE GOBIERNO

RAND (1 rand = 0,15 $)

Maputo

MPUMALANGA

Johannesburgo

Upington

Thabo Mbeki (16 junio 1999)

Neslpruit

Vaal

NAMIBIA

POBLACIÓN DIVISIÓN TERRITORIAL

476

NOROESTE

AÑO DE INDEPENDENCIA

NOMBRE OFICIAL

Trópico de Capricornio

Polokwane

Springbok

SUDÁFRICA

47

o

APARTE DEL PRIMER PUNTO, NO ES PROBABLE QUE EL

Gobierno se irrite ante este diagnóstico. El vicepresidente Jacob Zuma ha observado que “todos estamos de acuerdo en que la creación de empleo no puede alcanzarse únicamente mediante la gestión del mercado de trabajo. El factor fundamental para el aumento del empleo es una combinación de elementos propios del mercado laboral y las políticas industriales, de desarrollo y macroeconómicas”. Señalar el problema es relativamente sencillo. Lo más difícil es saber cómo resolver la situación. Además, posiblememente la tarea más ardua a la hora de decidir el ritmo económico más apropiado en el caso de Sudáfrica radica en entender las características y evolución futura de la economía global. La respuesta a ambas preguntas –la solución y el futuro probable– podría descansar en parte en los esfuerzos de otros países en este terreno. El debate sobre la política económica se ha visto limitado considerablemente desde el término de la guerra fría, cuando la elección entre los modelos estatal-socialista y libre mercado-capitalista se ha convertido en gran medida en una cuestión superflua por el hundimiento del sistema soviético. Resulta más pertinente, en cambio, la relación entre el crecimiento económico y la liberalización política –sobre todo en Asia– con la sucesión y ritmo de estas reformas y el papel del Estado. El caso de China ofrece un ejemplo arquetípico, más que extremo, de la vía asiática de la reforma económica antes que la política. China ha cuadruplicado su producto interior bruto desde 1978. Y, sobre todo, su experiencia ilustra la forma en que un Estado intervencionista puede estimular el crecimiento económico. Esta vía china, naturalmente, ha puesto de relieve ciertas dificultades esenciales; una de las principales es la diferencia de nivel de ingresos según se trate de áreas urbanas o rurales y continentales o costeras, así como la extendida corrupción y los costes derivados de los problemas medioambientales. Pero China, en su conjunto –como la India desde que abandonó su languideciente “tasa hindú de crecimiento” a principios de los años 90– constituye una prueba de los logros que pueden alcanzarse merced a la globalización. El crecimiento económico esti-

mulado por la exportación exige altos niveles de productividad en el marco de una política adecuada, respaldada por la afluencia de fuertes inversiones extranjeras directas. En este sentido, China y Sudáfrica se hallan en la misma senda de crecimiento económico impulsado por la fabricación y exportación de bienes y servicios. Ahora bien, en tanto que la economía china ha estado creciendo a un ritmo de alrededor del 8 por ciento anual durante el último cuarto de siglo, Sudáfrica en la actualidad se sitúa justo por debajo del 3 por ciento en el mejor de los casos. Existen diversas diferencias esenciales, no obstante, que pueden ser tan instructivas como reveladoras. Una de ellas señala que la propor-

MOZAMBIQUE

LIMPOPO

pop Lim

lítico insuficiente, inversión fija inadecuada, escasez de profesionales formados y un marco no favorable a la empresa”.

Save

LA ESPERANZA AFRICANA

SUDÁFRIC A: ¿UN MODELO PAR A ÁFRIC A O UN MODELO AFRIC ANO?

Ciudad del Cabo

Bisho East London

EL CABO OCCIDENTAL

Océano

33

Ín di co Port Elizabeth

Cabo de Buena Esperanza

35º FUENTES: Book of the Year 2003 y Bussines Guide Book 2003-04

00,0 número de habitantes por km2 20º

24º

28º

32º

ciudades con más de 2 millones de personas

provincias capitales de provincia

Comparando con la situación en Sudáfrica, en el sector de la construcción, el Gobierno vacila entre impulsar los programas de obras públicas como creador de empleo, o impulsar el crecimiento fomentado por el sector privado. De hecho, se cree que el sector, que emplea a alrededor de 450.000 trabajadores, perderá este año de 5.000 a 8.000 trabajadores. Ello obedece en cierta medida a la incertidumbre creada por las citadas medidas de apoyo a la población negra, factor que ha retrasado el encargo de nuevos proyectos en el caso de varias empresas mineras, a la disminución de los contratos internacionales por la mayor apreciación del rand (que ganó un 30 por ciento respecto al dólar en

2003) y a la dificultad de valorar en sus justos términos la promesa de asignar 2.300 millones de dólares prometidos por el Gobierno en nuevas infraestructuras a lo largo de los próximos cinco años, según su amplio programa de obras públicas (EPWP). El Gobierno del Congreso Nacional Africano incluía entre sus promesas electorales la creación de un millón de nuevos puestos de trabajo mediante el empleo de mano de obra intensiva para actualizar la red viaria urbana y rural, los suministros urbanos, desagües y pavimentación, vallado de vías públicas, suministro y depuración de aguas, conservación de edificios públicos, vivienda, centros de enseñanza y hospitales, tendidos ferroVANGUARDIA | DOSSIER

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SUDÁFRIC A: TIERR A DE PAR ADOJAS

mo Sudáfrica) tienen una participación que ronda el 70 por ciento, y los países con economías de desarrollo medio (como Sudáfrica) tienen un promedio del 64 por ciento. Sin embargo, hay un factor de lo más revelador. Los países con un sistema de partido predominante, es decir, donde un partido obtiene más del 60 por ciento del voto (como es el caso sudafricano), tienen un promedio de participación del 56 por ciento, exactamente el nivel al que ha caído ahora Sudáfrica.

A pesar de que la media de la participación electoral se sitúa en el 69 por ciento, los sudafricanos son los más desinteresados de todo el continente por la política y los políticos

NO DEBE SER MOTIVO DE GRAN PREO-

cupación si el país celebra con frecuencia elecciones para una amplia gama de cargos (como Estados Unidos o Suiza); pero sí que debe serlo cuando la principal aportación de los ciudadanos a la política pública nacional es casi de forma exclusiva una única votación quinquenal por un partido político. Debido a los efectos del diseño constitucional mencionado más arriba, resulta extremadamente difícil que los votantes individuales ejerzan influencia alguna sobre la política pública en el período de cinco años entre elección y elección. De hecho, los sudafricanos parecen haberlo advertido pronto y han reaccionado –previsiblemente– retirándose de la vida política. Sudáfrica tiene hoy una de las ciudadanías más desinteresadas y pasivas del continente. En 2002, el 17 por ciento de los sudafricanos respondió que había hablado de política “a menudo” con amigos y familiares durante el año anterior, un porcentaje muy superior sólo a Zambia (11 por ciento) y Tanzania (5 por ciento). El 29 por ciento afirmó estar muy interesado por la política, el porcentaje más bajo de los 16 países estudiados por el afrobarómetro. La sociedad civil, de la que antaño se alardeó tanto, parece haberse contraído. Un tercio de todos los sudafri92 VANGUARDIA | DOSSIER

canos pertenece a un grupo religioso; pero sólo el 12 por ciento afirma pertenecer a un sindicato o una unión de agricultores. El 9 por ciento pertenece a un asociación profesional o empresarial, y la pertenencia a grupos comunitarios asciende al 17. El 58 por ciento afirmó haber asistido a una reunión de la comunidad local. En todos estos indicadores, los sudafricanos son los últimos o forman el parte del grupo de cola junto con los ciudadanos de países como Namibia, Senegal y Malawi. Mayor causa de preocupación es el bajísimo nivel de contacto real de los sudafricanos con los políticos del Gobierno y otros influyentes dirigentes comunitarios: sólo un 4 por ciento había contactado con un diputado durante el año anterior, y la mitad (51 por ciento) opinaba que era capaz de lograr que sus dirigentes electos la escuchara. Ambas cifras constituyen (junto con las de Namibia y Mozambique) las más bajas medidas por el afrobarómetro. Esta pasividad no se debe a la falta de información, puesto que los sudafricanos tienen los índices más elevados de cobertura de la radio, televisión y la prensa de toda la región. Tampoco puede achacarse a la pobreza, puesto que vecinos mucho más pobres de Sudáfrica tienden a poseer índices de contacto más elevados. El culpable es el sistema de representación proporcional del país, que elimina cualquier vínculo identificable entre los ciudadanos y la asamblea legislativa. No es una coincidencia que los otros dos países con índices de contacto similares, Namibia y Mozambique, utilicen también una representación proporcional. Así, mientras muchos analistas internacionales (como el instituto Freedom House de Washington) sitúan a Sudáfrica en la vanguardia del desarrollo democrático en África, los propios ciudadanos del país no se muestran tan optimistas. Por lo que hace a 2002, sólo la mitad de los sudafricanos calificaron a su país como una democracia “plena” (14 por ciento) o “con problemas menores” (36 por ciento), un gran descenso con respecto al 60 por ciento que consideraba el país sufi-

cientemente democrático en 2000. Este porcentaje situaba a los sudafricanos por delante sólo de los caboverdianos (44 por ciento) y los nigerianos (33 por ciento). Y sólo el 47 por ciento de los sudafricanos respondió estar “satisfecho con el modo en que funciona la democracia” en su país, una caída con respecto al 52 por ciento registrado en 2000 y del 63 por ciento de noviembre de 1998. De nuevo, por delante sólo de Nigeria (36 por ciento) y Cabo Verde (35 por ciento).

Los retos futuros Sudáfrica es admirada en el plano internacional por las habilidades y los procesos negociadores desarrollados desde 1990, así como por su novedosa Constitución, pero los ciudadanos se han visto desatendidos debido a la preocupación de la última década por las negociaciones entre miembros de la elite y por el diseño institucional. Los sudafricanos deben centrarse ahora en los problemas de la ciudadanía, la representación y la participación. En el próximo decenio tendrán que hacer tanto hincapié en la creación de una cultura de la ciudadanía como el que han hecho ya en la creación de una cultura del acuerdo entre miembros de la elite. Ello exigirá un énfasis renovado en la educación cívica por parte de las escuelas y las organizaciones de la sociedad civil con el fin de enseñar a los ciudadanos el valor intrínseco de la democracia y equiparlos con los recursos necesarios para participar de forma más plena en el proceso político. También exigirá la reforma de las instituciones con el fin de fomentar una participación significativa. Los diseñadores constitucionales tendrán que replantearse las presunciones sobre el modo en que las instituciones interactúan con las personas corrientes, y tendrán que abandonar el punto de vista (inherente en la actual Constitución) de que la participación ciudadana emana de un sentido del deber en vez de los alicientes y el interés propio. Sin tales reformas e iniciativas, resulta difícil imaginar la consolidación de la democracia en la República de Sudáfrica.

Tierra de paradojas Robert Mattes PROFESOR ASOCIADO DEL DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y DIRECTOR DE LA UNIDAD DE INVESTIGACIÓN SOBRE DEMOCRACIA EN ÁFRICA DEL CENTRO DE ESTUDIOS SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD DE CIUDAD DEL CABO. CODIRECTOR Y COFUNDADOR DEL AFROBAROMETER

l pasado 15 de mayo, poco después del mediodía, toda Sudáfrica estalló de júbilo al conseguir ser la sede de la Copa Mundial de la FIFA en 2010. El acontecimiento se produjo poco después de la celebración (el 14 de abril) de las terceras elecciones democráticas, de modo que el décimo aniversario (el 10 de mayo) de su joven democracia multirracial ha llevado al país a un punto álgido de euforia colectiva. En realidad, si consideramos las cosas con perspectiva –comparando la Sudáfrica actual con la de hace sólo 15 años–, resulta difícil no mostrar entusiasmo ante sus logros y su futuro. En el plano político, Sudáfrica ha salido con éxito de la sombra de lo que parecía un conflicto irreconciliable y una guerra civil inevitable y ha logrado construir un país común. Ha consensuado dos constituciones democráticas y ha celebrado cinco elecciones nacionales y locales. En el plano económico, ha evitado la inflación de tres cifras que, según muchos temían, sería el correlato de una estrategia populista de redistribución e intervención gubernamental. También, ha estabilizado la deuda creciente e invertido la inflación de dos cifras heredada del gobierno del apartheid. Por otra parte, se han producido logros muy notables en las oportunidades del empleo y los ingresos de la creciente clase media negra, y los negros pobres han visto unas mejoras sin precedentes en su acceso a las necesidades básicas. Sin embargo, si contemplamos la nueva democracia sudafricana desde

E

una perspectiva comparada, las razones para el entusiasmo se atemperan muchísimo, cuando no desaparecen por completo. Las ciencias políticas subrayan tres grandes grupos de factores cruciales en la consolidación de las nuevas democracias: una economía creciente que reduzca la desigualdad; unas instituciones políticas estables y previsibles, y una cultura de apoyo a la democracia entre sus ciudadanos. En cada uno de estos factores, la República de Sudáfrica presenta, en el mejor de los casos, razones para un cauto optimismo y, en el peor, muchos motivos de seria preocupación. EN REALIDAD, EN CADA UNO DE ESTOS

ámbitos, la actual Sudáfrica ofrece una paradoja. En términos de cultura política, la sociedad sudafricana desempeñó un papel clave en la consecución de la democracia por medio de su oposición generalizada al régimen del apartheid. Sin embargo, hoy en día los ciudadanos no apoyan de modo especial las reglas democráticas y muestran unos niveles excepcionalmente bajos de participación comunitaria y política. Económicamente, la estabilidad macroeconómica, la disciplina fiscal y la inflación reducida corren parejas con la poca confianza empresarial, el crecimiento lento, el desempleo masivo y la creciente desigualdad interétnica. Políticamente, una Constitución que ha recibido elogios internacionales y que ha sido redactada para promover la competencia multipartidista y los derechos individuales se ve oscurecida por el predominio unipartidista y una escasa responsabilidad y transparencia gubernamental. Por ello, cuando se

cumplen diez años del nuevo régimen, la democracia de Sudáfrica parece gozar de buena salud en términos formales, pero en sustancia muestra señales de una decadencia temprana.

Desarrollo económico Los responsables de la política económica de Sudáfrica pueden estar orgullosos de una serie de logros. El déficit presupuestario nacional se ha reducido del 8 por ciento del PIB al 2 por ciento. Las iniciativas públicas y privadas de discriminación positiva en materia de educación, propiedad y contratación empresarial han creado una considerable clase media negra. Para los negros pobres y de clase trabajadora, el Gobierno ha facilitado la construcción de 1,6 millones de viviendas de bajo coste y construido 56.000 aulas escolares. Unos proyectos masivos de infraestructuras han proporcionado acceso al agua potable a nueve millones de personas, servicios de higiene pública a 6,4 millones y electricidad a dos millones. El Gobierno ofrece hoy diferentes formas de ayudas sociales a 7,4 millones de ciudadanos, y los pobres tienen acceso a medicamentos gratuitos y a más de 700 nuevos centros de salud. Más de cinco millones de niños necesitados reciben entre un quinto y un cuarto de sus necesidades nutricionales diarias gracias a los programas alimentarios escolares. Una inflación relativamente baja, en torno al 6 por ciento, permite que los trabajadores sudafricanos sean capaces de hacer frente al coste del nivel de vida. Sin embargo, la lenta economía ha perdido en realidad 500.000 trabajos formales a lo largo de este período y ha VANGUARDIA | DOSSIER

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privado de unos ingresos necesarios a centenares de miles de unidades domésticas. En términos generales, el desempleo alcanza hoy casi el 40 por ciento. La falta de confianza empresarial ha sofocado la inversión nacional y extranjera, trabando con ello el crecimiento. Aunque el crecimiento ha sido de un 3 por ciento anual aproximadamente desde 1995, el Gobierno considera que para reducir el desempleo y la desigualdad es imprescindible un crecimiento de entre el 6 y el 7 por ciento. Es cierto que las diferencias interétnicas se han reducido como consecuencia del incremento de los ingresos negros y los efectos redistributivos del gasto gubernamental, pero ha aumentado la desigualdad dentro de todos los grupos raciales. Entre los negros, el quintil superior de todas las unidades familiares ha hecho unos progresos impresionantes, mientras que los dos quintos inferiores han retrocedido.

Los indicadores económicos son positivos y se han recortado las diferencias interétnicas, pero ha aumentado la desigualdad entre los grupos sociales y los pobres son cada vez más pobres

Instituciones defectuosas La Constitución sudafricana de 1996 es muy apreciada por liberales y socialdemócratas de todo el mundo. Se considera como un documento de lo más novedoso, con una amplia gama de derechos políticos y socioeconómicos clásicos, innovaciones institucionales como el Consejo Nacional de las Provincias, una serie de comisiones y organismos independientes supervisores y un Tribunal Constitucional activista. El sistema electoral (una representación proporcional pura sin umbrales mínimos) ha inducido a casi todos los sectores de la sociedad a entrar en el juego electoral y ha permitido la representación de un amplio espectro de tendencias organizadas. Sin embargo, el marco constitucional es defectuoso en varios aspectos; en especial, en relación con la interacción entre partidos políticos, la repre90 VANGUARDIA | DOSSIER

sentación de los votantes y las relaciones entre el legislativo y el ejecutivo. En primer lugar, diversos rasgos de la Constitución limitan el control de los votantes sobre sus representantes electos. Si bien el sistema electoral proporciona un elevado grado de “representación colectiva” (el equilibro global entre partidos refleja los resultados electorales globales) y de “representación descriptiva” (el Parlamento tiende a parecerse al electorado en lo referente a ideología y etnicidad), no ha creado un vínculo directo entre legisladores y votantes. Las disposiciones constitucionales también expulsan de la cámara a cualquier parlamentario que abandone o sea rechazado por un partido político, lo cual no es ningún aliciente para que los parlamentarios representen opiniones públicas contrarias a la línea del partido. ADEMÁS, LA CONSTITUCIÓN NO HACE

mucho por llevar a cabo una separación efectiva de poderes entre el legislativo y el ejecutivo. Al margen de un voto formal (y de lo más improbable) de no confianza, el legislativo dispone de pocos mecanismos con los que controlar la acción del ejecutivo. Cualquier supervisión parlamentaria rigurosa llevada a cabo por los diputados de la mayoría los coloca en la difícil situación de criticar a sus propios dirigentes, quienes podrían expulsarlos del partido y, por lo tanto, del Parlamento. Esta posibilidad de sustituir a los diputados desleales por otros leales hace que el partido gobernante pueda impedir en potencia cualquier voto de no confianza. Algunos aducirán que, incluso con este marco constitucional, es posible garantizar una suficiente influencia pública sobre el Gobierno celebrando de modo regular elecciones libres y limpias. La amenaza de las siguientes elecciones obliga al partido gobernante a “anticiparse a la reacción de los electores” en las decisiones políticas en curso y de ese modo se consigue un nivel mínimamente suficiente de responsabilidad y control popular. Sin embargo, en Sudáfrica, lo que en teoría es un sistema multipartidista se en-

cuentra en realidad dominado por un solo partido. El gubernamental Congreso Nacional Africano (CNA) ha ganado las últimas elecciones rozando el 70 por ciento de los votos, un índice superior al 67 por ciento de 1999 y al 63 por ciento de 1994, con lo que tiene la posibilidad de reformar la Constitución de forma unilateral. Las elecciones del 2004 también convirtieron el CNA en mayoritario en siete de los nueve gobiernos provinciales (con un dominio abrumador en al menos cinco) y dueño de una mayoría relativa en las otras dos provincias. En el plano municipal, posee un control decisivo en el gobierno de las seis mayores ciudades del país. A efectos prácticos, el CNA tiene pocos motivos para preocuparse por futuras reacciones de los electores a sus actuales decisiones. A lo largo del último decenio este paisaje constitucional y electoral ha dado lugar a varias tendencias preocupantes. La primera ha sido la creciente orientación hacia el centralismo en el seno del CNA, puesto que las estructuras nacionales han extendido su poder sobre las provinciales y locales. Además, el partido nunca ha dudado en imponer la disciplina interna a sus miembros. El caso más famoso se produjo en 1997, cuando expulsó del partido y por lo tanto del Parlamento a Bantu Holomisa, una de sus figuras más populares, por haber osado acusar de corrupción durante la época del apartheid a un ministro en ejercicio y antiguo gobernante de un batustán. Y en el 2001, Steve Tshwete, ministro de Seguridad, apareció en la televisión nacional afirmando que los antiguos primeros ministros Mathews Phosa y Tokyo Sexwale, así como Cyril Ramaphosa, padre de las constituciones de 1993 y 1996, eran objeto de una investigación policial en relación con una “trama” para atentar contra la vida del presidente Mbeki, una insinuación que fue recibida de inmediato con burlas generalizadas. Sin embargo, el caso dejó bien claro que en el círculo presidencial habían quienes eran muy capaces de combinar las legítimas presiones internas (en relación con la posibilidad de

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si Mbeki merecía o no un segundo mandato) con las acusaciones de formar parte de una trama negra, y también muy capaces de abusar de los recursos de los aparatos de seguridad del Estado para reprimir la disidencia en el interior del partido. LA SEGUNDA PREOCUPACIÓN ES LA TEN-

dencia del ANC a invocar la lealtad al partido para impedir que el Parlamento lleve a cabo una supervisión efectiva de las actuaciones del ejecutivo. Hace muy poco, el ejecutivo presionó a los miembros del Comité Permanente de Cuentas Públicas (SCOPA) del Parlamento (que habían decidido coordinar una investigación en diversos organismos sobre las acusaciones de corrupción en una compra oficial de armas por valor de 29.900 millones de rands en 1999) con dejar de lado la tradición de independencia del comité y sustituir a su responsable así como al portavoz del partido de la oposición con el fin de bloquear cualquier investigación. Este hecho ha puesto de manifiesto que el Parlamento puede seguir desempeñando un papel activo desarrollando y reformando la legislación en campos que no son de gran interés para el ejecutivo, pero que cuando se produce una diferencia de opinión en cuestiones importantes es el Gobierno el que acaba siempre por imponerse. Una tercera preocupación es el modo en que el CNA ha tratado las instituciones de gobierno. Por ejemplo, el partido gobernante no ha hecho caso al llamamiento de la Constitución de 1996 para aprobar una legislación que permita al Parlamento enmendar proyectos presupuestarios: los diputados sólo siguen teniendo únicamente la posibilidad de aprobar un proyecto de ley o de rechazarlo. El CNA también tiende a reformar la Constitución siempre que lo considera conveniente, y por motivos que a menudo responden a intereses partidistas. El ejemplo más reciente se produjo en 2002, cuando vio la posibilidad de sacar partido de un creciente distanciamiento entre los socios de la principal coalición opositora, la Alianza Democrática. Modificó la

Constitución para permitir ¿Por qué el CNA previsibles. Han manifestado una gran satisfacción que los diputados pudieran ha obtenido ante los alojamientos y los cambiar de bando y manterepetidamente servicios sociales proporner el escaño, con lo que los cionados por el Gobierno, miembros del Nuevo Par- en las urnas pero no han quedado tan tido Nacional (NNP), here- entre 8 y 9 de convencidos con su gesderos directos de los arqui- cada 10 votos? tión macroeconómica. Se tectos del apartheid, pudie- Los ciudadanos han mostrado extremaron abandonar la Alianza y no están damente críticos en dos formar una coalición elecsatisfechos ámbitos citados una y otra toral con el CNA; eso dio a este último el control del con el Gobierno, vez como los problemas ayuntamiento de Ciudad pero desconfían más apremiantes del país: la creación de empleo y del Cabo, el único munici- de los partidos la lucha contra la delinpio que aún no dominaba. de la oposición cuencia. Ahora bien, cuanLa combinación de creciente centralismo en el seno del CNA do se les pide que emitan una valoray la falta de supervisión legislativa de la ción global, los ciudadanos sudafricaconducta del ejecutivo ha permitido nos dan al Gobierno unas notas muy que el presidente Thabo Mbeki dejara la positivas y han premiado esa conducta huella de su autoridad personal en mu- con sus votos. Dicho esto, hay que añadir que un chos ámbitos de la política pública. Las consecuencias pueden ser positivas en importante número de ciudadanos los terrenos de la prestación de los ser- (una media de cuatro de cada diez sudvicios subrayados más arriba, pero ha africanos negros) se muestra insatisfetenido consecuencias muy negativas cho con la actuación global del Goen lo relativo a la epidemia de sida que bierno. Entonces, ¿por qué ha sido capadece el país. Frente a uno de los ma- paz el CNA de obtener repetidamente yores índices de infección por el VIH del entre ocho y nueve de cada diez votos mundo, Mbeki ha optado por dilapidar negros? Las encuestas indican que el la considerable autoridad simbólica de problema es la calidad de los partidos su cargo poniendo en duda la relación de la oposición. Es decir, si bien cuatro causal entre el VIH y sida, dedicando de cada diez sudafricanos negros estiempo y recursos en una comisión tán insatisfechos con el Gobierno, tiepresidencial dividida a partes iguales nen una visión completamente negaentre científicos partidarios de la opi- tiva de casi todos los demás partidos. nión dominante en la comunidad cien- Eso los coloca ante la disyuntiva de votífica y científicos “disidentes”. Sólo de tar al CNA como opción menos mala o forma muy reciente ha empezado a de no votar. Y las pruebas indican que esta últiaplicarse un programa al que el presidente se había resistido desde hacía ma opción goza de cada vez más pretiempo para proporcionar fármacos dicamento entre muchos electores. El retrovirales y medicamentos capaces de número de votantes, expresado en térdisminuir drásticamente las tasas de minos porcentuales sobre el total de transmisión materno-infantil del VIH. electores, ha caído en picado del 85 En otras ocasiones, el Gobierno ha de- por ciento aproximadamente de 1994, cidido desacreditar o suprimir la in- al 64 por ciento de 1999 y al casi estavestigación del Consejo de Investiga- dounidense 57 por ciento de 2004. ciones Médicas que contradecía los in- Semejantes declives no son inevitables tentos de Mbeki de minimizar las en las nuevas democracias. En términos internacionales, las nuevas democraconsecuencias del sida. cias (como Sudáfrica) presentan una ¿Una democracia sin el pueblo? media de participación electoral del Los sudafricanos de a pie han reac- 69 por ciento. Los países que utilizan cionado a estas paradojas de modos una representación proporcional (coVANGUARDIA | DOSSIER

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Los retos futuros Sudáfrica es admirada en el plano internacional por las habilidades y los procesos negociadores desarrollados desde 1990, así como por su novedosa Constitución, pero los ciudadanos se han visto desatendidos debido a la preocupación de la última década por las negociaciones entre miembros de la elite y por el diseño institucional. Los sudafricanos deben centrarse ahora en los problemas de la ciudadanía, la representación y la participación. En el próximo decenio tendrán que hacer tanto hincapié en la creación de una cultura de la ciudadanía como el que han hecho ya en la creación de una cultura del acuerdo entre miembros de la elite. Ello exigirá un énfasis renovado en la educación cívica por parte de las escuelas y las organizaciones de la sociedad civil con el fin de enseñar a los ciudadanos el valor intrínseco de la democracia y equiparlos con los recursos necesarios para participar de forma más plena en el proceso político. También exigirá la reforma de las instituciones con el fin de fomentar una participación significativa. Los diseñadores constitucionales tendrán que replantearse las presunciones sobre el modo en que las instituciones interactúan con las personas corrientes, y tendrán que abandonar el punto de vista (inherente en la actual Constitución) de que la participación ciudadana emana de un sentido del deber en vez de los alicientes y el interés propio. Sin tales reformas e iniciativas, resulta difícil imaginar la consolidación de la democracia en la República de Sudáfrica.

Un Estado pivote: buenas palabras y mano firme Chris Landsberg DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS, JOHANNESBURGO

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N TÉRMINOS SUBREGIONALES, ES COM-

prensible que pueda pensarse que Sudáfrica es una superpotencia. Sudáfrica promueve claramente la democratización, la paz y la seguridad. También domina claramente las relaciones comerciales en el continente. Y no hay que infravalorar los importantes niveles de ese dominio. Cuenta con un PIB de 132.000 millones de dólares y un PIB per cápita de unos 3.200 dólares. Su PIB es mayor que el de algunos miembros de la Unión Europea, como Finlandia, Irlanda, Portugal y otros. Tiene la economía más grande y desarrollada de África; su tamaño es cuatro veces el de Nigeria (32.000 millones de dólares) y duplica con creces el de Egipto. Sudáfrica aporta el 29 por ciento del PIB total de África1. Tiene un sector financiero e in-

dustrial moderno que abarca el componente primermundista de su esquizofrénica economía tercermundista. En las relaciones comerciales con sus vecinos, la pauta es una proporción de seis a uno a su favor. Y su propio PIB supera el de los demás 13 miembros de la Comunidad de Desarrollo de África Austral. Sudáfrica domina además el comercio con los miembros de la Unión Aduanera de África Meridional (Namibia, Botswana, Lesotho y Swazilandia). Es tal el dominio de la posición económica sudafricana que muchos vecinos la han acusado de comportarse como un “matón económico”. Ahora bien, esta posición económica oculta algunas realidades incómodas sobre su es01. VV. AA., SA 98-99. South Africa at a glance: History, politics, economy, trade, tourism, statistics, Editors Inc., 1999.

BRASIL (610.000)

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1,5% 2,2% CHINA (850.000)

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cupación si el país celebra con frecuencia elecciones para una amplia gama de cargos (como Estados Unidos o Suiza); pero sí que debe serlo cuando la principal aportación de los ciudadanos a la política pública nacional es casi de forma exclusiva una única votación quinquenal por un partido político. Debido a los efectos del diseño constitucional mencionado más arriba, resulta extremadamente difícil que los votantes individuales ejerzan influencia alguna sobre la política pública en el período de cinco años entre elección y elección. De hecho, los sudafricanos parecen haberlo advertido pronto y han reaccionado –previsiblemente– retirándose de la vida política. Sudáfrica tiene hoy una de las ciudadanías más desinteresadas y pasivas del continente. En 2002, el 17 por ciento de los sudafricanos respondió que había hablado de política “a menudo” con amigos y familiares durante el año anterior, un porcentaje muy superior sólo a Zambia (11 por ciento) y Tanzania (5 por ciento). El 29 por ciento afirmó estar muy interesado por la política, el porcentaje más bajo de los 16 países estudiados por el afrobarómetro. La sociedad civil, de la que antaño se alardeó tanto, parece haberse contraído. Un tercio de todos los sudafri-

cientemente democrático en 2000. Este porcentaje situaba a los sudafricanos por delante sólo de los caboverdianos (44 por ciento) y los nigerianos (33 por ciento). Y sólo el 47 por ciento de los sudafricanos respondió estar “satisfecho con el modo en que funciona la democracia” en su país, una caída con respecto al 52 por ciento registrado en 2000 y del 63 por ciento de noviembre de 1998. De nuevo, por delante sólo de Nigeria (36 por ciento) y Cabo Verde (35 por ciento).

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NO DEBE SER MOTIVO DE GRAN PREO-

canos pertenece a un grupo religioso; pero sólo el 12 por ciento afirma pertenecer a un sindicato o una unión de agricultores. El 9 por ciento pertenece a un asociación profesional o empresarial, y la pertenencia a grupos comunitarios asciende al 17. El 58 por ciento afirmó haber asistido a una reunión de la comunidad local. En todos estos indicadores, los sudafricanos son los últimos o forman el parte del grupo de cola junto con los ciudadanos de países como Namibia, Senegal y Malawi. Mayor causa de preocupación es el bajísimo nivel de contacto real de los sudafricanos con los políticos del Gobierno y otros influyentes dirigentes comunitarios: sólo un 4 por ciento había contactado con un diputado durante el año anterior, y la mitad (51 por ciento) opinaba que era capaz de lograr que sus dirigentes electos la escuchara. Ambas cifras constituyen (junto con las de Namibia y Mozambique) las más bajas medidas por el afrobarómetro. Esta pasividad no se debe a la falta de información, puesto que los sudafricanos tienen los índices más elevados de cobertura de la radio, televisión y la prensa de toda la región. Tampoco puede achacarse a la pobreza, puesto que vecinos mucho más pobres de Sudáfrica tienden a poseer índices de contacto más elevados. El culpable es el sistema de representación proporcional del país, que elimina cualquier vínculo identificable entre los ciudadanos y la asamblea legislativa. No es una coincidencia que los otros dos países con índices de contacto similares, Namibia y Mozambique, utilicen también una representación proporcional. Así, mientras muchos analistas internacionales (como el instituto Freedom House de Washington) sitúan a Sudáfrica en la vanguardia del desarrollo democrático en África, los propios ciudadanos del país no se muestran tan optimistas. Por lo que hace a 2002, sólo la mitad de los sudafricanos calificaron a su país como una democracia “plena” (14 por ciento) o “con problemas menores” (36 por ciento), un gran descenso con respecto al 60 por ciento que consideraba el país sufi-

EL SIDA

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mo Sudáfrica) tienen una participación que ronda el 70 por ciento, y los países con economías de desarrollo medio (como Sudáfrica) tienen un promedio del 64 por ciento. Sin embargo, hay un factor de lo más revelador. Los países con un sistema de partido predominante, es decir, donde un partido obtiene más del 60 por ciento del voto (como es el caso sudafricano), tienen un promedio de participación del 56 por ciento, exactamente el nivel al que ha caído ahora Sudáfrica.

A pesar de que la media de la participación electoral se sitúa en el 69 por ciento, los sudafricanos son los más desinteresados de todo el continente por la política y los políticos

INDIA (3.970.000)

Número de personas que viven con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida en el mundo

39.805.000

12,6%

estimaciones 2001

SUDÁFRICA (5.000.000)

Casi la mitad de los afectados en estos cuatro países (4.460.000) son mujeres de entre 15 y 49 años FU E NT E S:

UNAIDS, PNUD y The World Factbook 2003

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A pesar de los importantes obstáculos socioeconómicos internos causados por el “apartheid”, Sudáfrica tiene una importancia geopolítica para el continente africano tructura socioeconómica. En realidad, algunas de esas realidades indican que los problemas a los que se enfrenta el país no difieren de los padecidos por los países en desarrollo en peor situación. En muchos aspectos esas deficiencias son tan serias que a duras penas le permiten colocarse en posición de hacer gala de su hegemonía. La situación de Sudáfrica es muy esquizofrénica. Constituye al mismo tiempo un país del primer y del tercer mundo. Esta esquizofrenia ha desconcertado a muchos observadores, tanto gubernamentales como no oficiales. Son muchos los que se esfuerzan por comprender el papel y la identidad de Sudáfrica en el continente africano. ¿Debe el país, objetivamente más poderoso que los demás estados de la región, desempeñar un papel hegemónico? ¿O debe desempeñar un papel más conciliador y de colaboración? Algunos autores han descrito Sudáfrica como un poder hegemónico, otros la han considerado como la superpotencia regional y otros más como líder regional. Este artículo sostiene que Sudáfrica debería forjarse claramente una identidad regional como Estado pivote. No debería percibirse como país hegemónico ni como superpotencia regional, sino como Estado pivote2 tanto dentro como fuera de sus fronteras. Así, mientras Sudáfrica es un Estado poderoso en relación con sus vecinos y posee todos los atributos de un país hegemónico, se trata de una hegemonía con muchas limitaciones políticas, económicas y sociales que hacen difícil que pueda hablar en voz alta y mano firme. No cabe duda de que Sudáfrica posee un poder relativo y que ello conlleva una influencia y unas capacidades inmensas, así como un enorme potencial de influir sobre otros estados, acontecimientos y regiones. Es preferible considerar Sudáfrica como un influyente Estado pivote en la región del África 94 VANGUARDIA | DOSSIER

meridional porque el desarrollo interno del país, ya sea negativo o positivo, suele tener grandes repercusiones para los estados vecinos. Así, si Sudáfrica experimenta avances positivos en el ámbitos político y económico, ello suele tener un efecto de modelo positivo sobre la región. A la inversa, si Sudáfrica experimenta avances negativos en el plano nacional, se producen repercusiones negativas en la región.

¿Qué es un Estado pivote? Sin duda, la idea de pivote no deja de ser subjetiva y podría contrastarse aquí con la de hegemonía. Mientras que un país hegemónico en términos regionales es un Estado poderoso que se ve a sí mismo como capaz de imponer a otros la ley por medio de su dominio, el Estado pivote es el que actúa en colaboración con otros por el interés regional. Un pivote no puede estar solo. Sólo puede actuar como eje en relación con otros. El Estado pivote trabaja en colaboración con otros, construye cooperaciones entre vecinos y contribuye a la creación de asociaciones regionales. En la medida en que hay una necesidad de estabilidad hegemónica en una región, semejante hegemonismo aparece por medio de estados que actúanen concierto con los demás, que cimentan cooperaciones estratégicas reforzando el consenso y la seguridad mutua por medio del multilateralismo, no del unilateralismo y la actuación en solitario. Un pivote es también un país que, para bien o para mal, es un modelo. Así, el Estado pivote se encuentra en un delicado equilibrio entre el éxito potencial y el posible fracaso. Puede ejercer un efecto muy benéfico o muy pernicioso sobre su región. Influye en sus vecinos mediante múltiples vínculos económicos o políticos. El caos y el conflicto en el Estado pivote suele crear tumultos transfron-

terizos en los otros estados regionales. De ahí la necesidad de que Sudáfrica se mantenga en una trayectoria de estabilidad y desarrollo. El Estado pivote desempeña por naturaleza un papel clave en las negociaciones mundiales y regionales; negocia normas, valores, principios y mecanismos válidos para el gobierno regional, continental y mundial.

¿Qué convierte a Sudáfrica en un pivote regional? Sudáfrica es un Estado pivote porque, a pesar de los importantes obstáculos socioeconómicos internos causados por décadas de "apartheid" y dominio de la minoría blanca, es un país rico en recursos y de ingresos medios que se convirtió en una democracia hace diez años y porque su desarrollo político y económico tiene una importancia geopolítica para el continente africano. A lo largo de los últimos nueve años ha intentado equilibrar necesidades y obligaciones locales con responsabilidades regionales e internacionales. Su importancia geopolítica estratégica ha quedado confirmada por su papel en iniciativas como la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD) y la Unión Africana3. Sudáfrica se ha colocado en una situación de actor clave en la resolución de problemas de interés para el sur global. Desempeña un papel importante en la Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio, donde uno de los principales objetivos será asegurar la optimización de los recursos para alcanzar los objetivos de la NEPAD. El Gobierno se ha comprometido a implementar los Objetivos de Desarrollo 02. Hace unos años se puso de moda en los círculos de la política exterior estadounidenses hablar de estados pivote o, tal como los veían, estados clave o ancla, unos estados que interesaba que desempeñaran papeles influyentes en África. Aquí nos interesa más el papel y el potencial regional de Sudáfrica, así como refutar la idea de que Sudáfrica está predestinada al liderazgo. 03. Véase Department of Foreign Affairs, The Operationalisation of the AU and the Implementation of NEPAD Programmes, Placing Africa on a Path of Lasting Growth and Development, Pretoria, mayo 2002.

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del Milenio a través de la NEPAD. Asimismo, se trata de un pivote en tanto que opuesto a un Estado hegemónico debido a sus precarias características internas. Casi diez años después del final oficial del “apartheid”, Sudáfrica sigue siendo una sociedad profundamente desigual con importantes problemas de desarrollo: tiene características del primer y del tercer mundo. En su sociedad existen serias disparidades, dado que el país tiene una de las distribuciones de la renta más desiguales del mundo (según el coeficiente de Gini: 0,57 en 2000)4. Las desigualdades han llevado al presidente Thabo Mbeki a observar que Sudáfrica es un país de dos países: uno rico y en gran medida blanco y otro pobre y en gran medida negro. El 10 por ciento más rico acumula más del 45 por ciento de la renta nacional mientras que cerca del 5 por ciento de la renta es compartido por el 40 por ciento más pobre5. Esta disparidad tiene una base racial: el PIB blanco ocupa el puesto 45 en el ranking mundial, mientras que el PIB negro es el número 180. En el 2003, Mbeki abundó en este tema de un país de dos países y describió la economía sudafricana como una “economía y una sociedad dual”6. Según el presidente, en uno la economía y la sociedad “es moderna y desarrollada. El otro se caracteriza por el subdesarrollo y una arraigada crisis de pobreza”7. Un informe sobre pobreza y desigualdad en Sudáfrica preparado para el Gobierno en 1998 corrobora esas afirmaciones 8. Clasifica Sudáfrica como un país de clase media alta, pero afirma que, debido a las políticas de “apartheid” y discriminación contra los negros en lo referente al acceso a la tierra, los puestos de trabajo y los derechos políticos, la desviación de la renta se encuentra extremadamente sesgada y Sudáfrica es uno de los países más desiguales del mundo9. Se calcula que aproximadamente 19 de los 40 millones de habitantes del país viven por debajo del umbral de la pobreza y que el 72 por ciento de los pobres viven en zonas rurales. La pobreza es más seria en tres de las nueve provincias sudafricanas: El Cabo Oriental, Estado Libre y Limpopo. No está confinada a ningún grupo racial, pero es más elevada entre africanos (61 por ciento) y mestizos (38 por ciento) que entre indios (5 por ciento) y blancos (1 por ciento)10 . De modo similar a lo que ocurre con las disparidades de los ingresos, existen también grandes diferencias en el acceso a los servicios

básicos como el agua potable, la higiene, la educación, la sanidad y la asistencia social, las oportunidades económicas y de empleo. El reto de enderezar el legado del Estado del “apartheid”, enfrentándose a una serie de problemas contemporáneos nacientes (por ejemplo, el creciente desempleo o la salud pública, sobre todo ante la pandemia del sida) y a la mejora del nivel de la prestación de servicios a los grupos desfavorecidos, constituye una imperiosa justificación para el apoyo sudafricano a los objetivos de la NEPAD y para el estímulo de nuevos flujos de ayuda oficial al desarrollo y otras inversiones. Una década después de las primeras elecciones democráticas de 1994, Sudáfrica sigue enfrentándose a los desafíos dobles de combatir la pobreza y la desigualdad y colocar la economía en una senda de crecimiento acelerado11. Las políticas seguidas hasta ahora han tenido resultados limitados. Durante el período 19982001, la economía creció menos de un 3 por ciento anual; este lento crecimiento ha sido también un crecimiento sin empleo. Subsiste una elevada tasa de desempleo (en torno al 30 por ciento de los 4,7 millones de personas en edad laboral)12 y el mercado laboral formal sigue perdiendo puestos de trabajo. El desempleo sigue siendo uno de los problemas más arraigados del país; un problema capaz de deshacer con toda facilidad todo lo conseguido por el Gobierno en la estabilización del país. En parte, el aumento de los niveles de delincuencia es un reflejo del aumento de los niveles de desempleo y pobreza. Así, pues, la capacidad de Sudáfrica para comportarse como una hiperactiva potencia regional se encuentra obstaculizada por sus propias limitaciones. Otros actores, además de los

Se calcula que 19 de los 40 millones de habitantes del país viven por debajo del umbral de la pobreza y que el 72 por ciento de los pobres viven en zonas rurales

4. Statistics South Africa (2002). Earning and Spending in South Africa, Pretoria, 2002. Para una valoración del debate sobre la pobreza en Sudáfrica, véase también Steven Friedman e Ivor Chipman, A poor voice?: The politics of inequality in South Africa, Centre for Policy Studies, Research Report nº 87, Johannesburgo, agosto 2001. 05. Ibid. 06. Thabo Mbeki en su discurso sobre el Estado de la nación (14 febrero 2002). 07. Ibid. 08. Véase M. Finnemore, Introduction to Labour Relations in South Africa, LexisNexis/Butterworths, Durban, 2002, 8ª ed. 09. Ibid. 10. Ibid. 11. Véase OCDE y African Development Bank Group, African Economic Outlook, 2001/2002, París, 2002. 12. Statistics South Africa, “Bulletin of Statistics”, vol. 37 (1), marzo 2003. VANGUARDIA | DOSSIER

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gubernamentales, deberían participar en actividades transfronterizas y compartir la responsabilidad de ejercer como pivote. Existe ya un alto grado de interés y compromiso en muchos grupos de la sociedad: tanto las ONG como las llamadas instituciones del “Capítulo 9” participan en el fomento de la democracia en otros países del continente africano. Obviamente, la preocupación por el calamitoso estado de la democracia en los países vecinos como Zimbabwe y la República Democrática del Congo ocupa el primer puesto en todas las listas de las crisis que deben resolverse, pero parece haber un compromiso mucho más amplio en relación con la ayuda a la democracia en el continente, así como una disposición a un compromiso a largo plazo. De todos modos, muchas de las iniciativas son respuestas a casos concretos y no forman parte de una estrategia sudafricana explícita para estimular la democracia más allá de las fronteras del país. A pesar de lo necesario de semejante estrategia, de realizarse bajo la bandera del hegemonismo, sólo servirá para alimentar mayores suspicacias acerca de los intereses sudafricanos.

Contra el hegemonismo unilateralista Hay varias razones por las que Sudáfrica se ha mostrado reacia hasta ahora a adoptar una postura más hegemónica y unilateralista. Ante todo, la democracia sudafricana está todavía en sus etapas iniciales y son muchos quienes consideran de modo comprensible que el país no está en posición de dictar a otros estados africanos la forma en que deben comportarse. Y que, al contrario, debería aprender de otros estados africanos, comportarse con humildad y sin arrogancia, utilizar buenas palabras y actuar con mano firme, así como predicar con el ejemplo en el plano nacional consolidando la democracia y enfrentándose a la pobreza y la desigualdad tan arraigadas en Sudáfrica. Pretoria tiene razón en mostrarse remisa a tratar a sus vecinos o a otros países africanos de un modo que pueda ser considerado como autoritario, condescendiente o intervencionista. El legado de la interferencia sudafricana fuera de las fronteras del país no se ha olvidado, y es digna de elogio la cautela de los sudafricanos ante el modo de ejercer la influencia de su país, que es el mayor poder político y económico del continente. A pesar de todo, las razones para que 96 VANGUARDIA | DOSSIER

Sudáfrica adopte un papel transfronterizo activo superan con creces tales reservas. En primer lugar, hay una necesidad crítica de un apoyo efectivo a la democracia en África. Es cierto que se han realizado grandes avances en el continente; sin embargo, lo logrado es sólo un principio muy modesto, y el fracaso a la hora de construir unas instituciones de Gobierno efectivas creará problemas que no podrán ser mantenidos dentro un único país. Las repercusiones de las crisis de Zimbabwe y la República Democrática del Congo no hace más que su-

brayar el hecho de que no es posible contener semejantes problemas ni hacer caso omiso de ellos, y que por lo tanto redunda en el interés nacional de Sudáfrica encontrar modos efectivos de reforzar las instituciones democráticas en los países vecinos y del resto del África. Todas las democracias nacientes africanas tienen un profundo interés en estimular la estabilidad democrática en el continente. En segundo lugar, tras más de una década de programas de apoyo a la democratización en Sudáfrica, los organismos internacionales de

ayuda quizá estén abiertos a respaldar actividades transfronterizas de las ONG sudafricanas. Ello no refleja tanto la satisfacción por la democratización sudafricana como la preocupación por el peligro de inestabilidad de la región y una creciente apreciación del papel potencial que los grupos sudafricanos podrían desempeñar como intermediarios y en el desarrollo de redes de apoyo y formación. Esas ONG tienen la ventaja añadida de ser capaces de operar con mayor discreción y flexibilidad que los organismos oficiales. El estilo y el enfoque son tan

HORIZONTES BRUMOSOS.

La modernidad y dinamismo de Johannesburgo queda deslucida por las desigualdades en el reparto de la riqueza en Sudáfrica. Charles O’Rear / CORBIS

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CONTRASTES URBANOS. En las calles de las principales capitales como Ciudad del Cabo son evidentes las diferencias sociales

importantes como la sustancia del trabajo en favor de la democracia. Hasta ahora, la ayuda transfronteriza a la democracia ha sido ante todo un fenómeno centroeuropeo, aunque hay ejemplos de esa labor en América Latina y África. El resumen de programas transfronterizos preparado por el World Movement for Democracy proporciona ejemplos en una gran diversidad de ámbitos: la educación cívica, el fortalecimiento de la sociedad civil, la resolución de conflictos, la asistencia electoral y la formación en partidos políticos, el desarrollo legislativo, el apoyo y la protección de medios de comunicación independientes y la lucha contra la corrupción, entre otros. He aquí algunos ejemplos de asistencia que los grupos sudafricanos podrían proporcionar bajo el paraguas de “Sudáfrica: un Estado pivote”. Incluyen la resolución de conflictos y la mediación por parte de las ONG, los grupos confesionales y otros en colaboración con homólogos regionales. Los sindicatos han desarrollado fuertes bolsas de solidaridad y cooperación con otros socios regionales. El sector privado ha intentado fortalecer los negocios independientes y la economía de mercado en colaboración con otros, pero en la región son también muchos los que ven a las compañías sudafricanas como arrogantes y consideran que se mueven por la zona como apisonadoras, dejando tras su paso muchas instituciones débiles, incluso hay industrias 98 VANGUARDIA | DOSSIER

locales que se vienen abajo. Muchas ONG y organizaciones de la sociedad civil participan en iniciativas regionales relacionadas con la paz, la democratización y la seguridad y hacen hincapié en la formación, la educación cívica, los derechos humanos y la justicia trasnacional. Entre las muchas ONG con vínculos regionales se encuentran el Institute for Global Dialogue, el South African Institute of International Affairs, el African Centre for Constructive Resolution of Disputes (ACCORD) o el Centre for Conflict Resolution. Los organismos locales de financiación como la Foundation for Human Rights participan en actividades transfronterizas de financiación encaminadas a fortalecer las iniciativas en favor de los derechos humanos, la democratización y el buen gobierno. Las instituciones del “Capítulo 9”, establecidas por la Constitución para que desempeñen un papel de protección de los derechos humanos y del buen gobierno, extiende cada vez más sus tentáculos al otro lado de las fronteras. Entre dichas instituciones se encuentran la Comisión Sudafricana de Derechos Humanos y la Comisión Electoral Independiente, así como organismos de investigación sobre el gobierno democrático como el Centro de Estudios Políticos. Además, con el desarrollo de procesos relacionados con la Unión Africana y la NEPAD, las ONG buscarán formas de influir en el proceso de revisión colegiada. Es probable que la

Las empresas del sector privado han intentado fortalecer los negocios independientes, pero muchos consideran que se mueven por la zona como apisonadoras

mientras los modernos edificios van cambiando la fisonomía urbana, exterior e interior. FOTOS: Ian Berry y Raymon Depardon / MAGNUM

perspectiva de que se produzcan declaraciones conjuntas subrayando la necesidad de reformas en determinados países o de informes independientes dirigidos a los gobiernos clasificando la actuación de los gobiernos africanos en ámbitos como la corrupción o los derechos humanos, estimule la colaboración entre las ONG sudafricanas y los grupos de otros países africanos que combaten las prácticas corruptas y autoritarias. A la larga, la ayuda transfronteriza y no gubernamental a la democracia podría evolucionar hacia un enfoque sistemático que ayudara y supervisara el proceso de democratización; pero Sudáfrica no puede ni debe hacerlo en solitario. Como Estado pivote, tendrá que actuar con los demás. CONCLUSIÓN

Sudáfrica tiene una capacidad modesta pero única de desempeñar un papel pacificador y democratizador en el África meridional. Sin embargo, esta capacidad no debe exagerarse, porque llevaría al país a una postura arrogante que fácilmente podría molestar a muchos estados de la región. Sudáfrica es un Estado pivote que debe desempeñar un papel transfronterizo no como un policía regional, sino como un eje que actúa en colaboración con los demás en la región. Posee infraestructuras de una capacidad impresionante en comparación con los otros países, así como un impresionante sector industrial.

Las ONG sudafricanas se comportan de un modo arrogante y han adoptado la actitud de quien tiene poco que aprender de los otros países de la región

Sin embargo, Sudáfrica también tiene unos grandes niveles de pobreza, semejantes a los padecidos por muchos estados africanos. Retomando la imagen del presidente sudafricano Thabo Mbeki, que describió Sudáfrica como un país de dos países y de dos economías, si el 55 por ciento próspero de Sudáfrica fuera un país independiente tendría un nivel de vida comparable al de España; el restante 45 por ciento de la sociedad, en cambio, tendría un nivel de vida similar al del Congo-Brazaville. Aunque el sector sudafricano de las ONG tiene más vitalidad que el de casi todos los demás países africanos, con una experiencia, diversidad y saber hacer sin parangón en el continente, sus ONG se han comportado con frecuencia de un modo arrogante y han adoptado la actitud de quien tiene poco que aprender de los otros países de la región y sólo mucho que enseñar. Ahora bien, del mismo modo que el Estado sudafricano tuvo que aprender a denunciar las ambiciones hegemónicas de la región y ha tenido que aprender a trabajar en colaboración con otros, también las ONG y actores de las sociedad civil de Sudáfrica tienen que aprender a conectar mejor y colaborar con la región. En lugar de la predominante actitud de “enseñar” a los africanos, los sudafricanos deberían aprender a hacer cosas con los africanos y en asociación con el continente; no para ellos, sino con ellos. Las ONG deben aprender a no comportarse como un elefante en una cristalería. VANGUARDIA | DOSSIER

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Nahla Valji INVESTIGADORA DEL PROGRAMA DE TRANSICIÓN Y RECONCILIACIÓN DEL CENTRO PARA EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA Y LA RECONCILIACIÓN, DE JOHANNESBURGO

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UANDO LAS NEGOCIACIONES FOR-

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males para poner fin al apartheid comenzaron a principios de los años 90, se inició un importante debate sobre el modo en que el Estado sudafricano encararía su pasado marcado por la violencia. Como en todo acuerdo negociado, la vía del macroproceso de delitos políticos no llegó a considerarse en ningún momento como posible alternativa. Entonces el Congreso Nacional Africano (CNA) –accedió al poder en las primeras elecciones multirraciales de 1994– intentaba convertir un Estado con una minoría blanca en una democracia multirracial. Amenazar con procesar a la vieja guardia de seguridad del establishment significaba la posibilidad muy real de desencadenar una guerra civil. Por otro lado, el camino de una amnistía generalizada –una especie de amnesia nacional sobre el pasado– era moral y políticamente inaceptable. Ignorar la violenta opresión de la mayoría de los ciudadanos de Sudáfrica y permitir que los responsables de violaciones atroces de los derechos humanos salieran libres no daría lugar a la estabilidad y la reconciliación que el nuevo Gobierno perseguía. Además, semejante opción minaría todavía más la credibilidad en la legalidad del sistema, fundamento esencial sobre el que precisaba alzarse el nuevo marco de gobierno del país. Lo que se negoció entonces, por consiguiente, fue una solución de compromiso en forma de una Comisión de la Verdad, institución que, aunque inspirada en comisiones similares en Latinoamérica y otros lugares, fue única en su alcance y atribuciones, mandato e impacto. La Comisión para la Verdad y la Reconciliación (CVR) vio la luz según la Ley para la Promoción de la Unidad Nacional y la Reconciliación de 1995 y se le encomendó investigar y consignar los incidentes de graves violaciones de los derechos humanos registrados entre 1960 y las primeras elecciones democráticas

en 1994, hallándose facultada para conceder un indulto a sus responsables y elevar determinadas recomendaciones sobre la cuestión de las indemnizaciones. A este fin, la comisión constaba de tres comités independientes: el Comité de Violaciones de los Derechos Humanos, el Comité de Amnistía y el Comité de Reparaciones y Rehabilitaciones. El trabajo de estos tres comités, sus conclusiones y recomendaciones, culminaron en un informe final de siete volúmenes que ha alentado una nueva y plena trayectoria histórica para el país.

Amnistía El modelo aplicado por la Comisión para la Verdad y la Reconciliación (CVR) a la hora de conceder un indulto a los responsables de las violaciones de los derechos humanos es, tal vez, una de las aportaciones más innovadoras y creativas de la justicia propia de un período de transición de los últimos años. Es en cierta medida el factor que le ha granjeado esa atención internacional y que ha sido adoptado por numerosos países que han intentado efectuar una transición de una situación de conflicto a la democracia durante la pasada década. Los negociadores reconocieron que se precisaría alguna forma de indulto teniendo en cuenta la cantidad de violencia auspiciada por el Estado a lo largo del período del apartheid y la necesidad de neutralizar el establishment del aparato de seguridad de la vieja guardia. Se acordó el indulto individual sobre las premisas de la responsabilidad y la verdad. Para ser acreedor de un indulto, una persona debía proceder a hacer acto de presencia y solicitarlo. A continuación necesitaba demostrar que su caso específico cumplía los requisitos exigidos para un indulto: ello implicaba dar cuenta de las motivaciones políticas, relatando toda la verdad, y demostrar que el acto llevado a cabo se correspondía con el objetivo perseguido. En el fondo del proceso de indulto residía lo que se ha llamado el enfoque del “palo y la zanahoria”, en el

sentido de que quienes se presentaran y cumplieran los requisitos no sólo quedarían exentos de cargos o acusaciones penales, sino que también gozarían de inmunidad frente a acusaciones civiles por los actos en cuestión. Mientras el Comité de Amnistía recibió más de 7.000 solicitudes, la mayoría de ellas provenían de personas que ya cumplían sentencia en prisión por actos delictivos. Sin nada que perder y el incentivo de quedar posiblemente en libertad, numerosos presos intentaron explicar de nuevo sus crímenes en clave política. Otros que hicieron acto de presencia para relatar sus crímenes ocultaron aspectos de la verdad susceptibles de perjudicar su solicitud o de dar el nombre de un colega. Gran parte de los que presentaron su solicitud desde el ámbito del antiguo sistema de apartheid achacaron la orquestación de la violencia de Estado a personas ya fallecidas. A medida que era más patente que el nuevo Gobierno disponía de recursos limitados para realizar las investigaciones e instar procesos –los procesos que tuvieron lugar se hicieron en un sistema judicial sin modificar que propiciaba pocas condenas firmes– el lado del “palo” del acuerdo relativo al indulto perdió pronto su efecto. Y así fueron escasos quienes solicitaron el indulto por crímenes que cumplían los requisitos del acuerdo, y menos aún quienes revelaron toda la verdad. Al final, menos del 17 por ciento del número total de solicitantes fue indultado. Los investigadores que participaron en casos de solicitudes con resultado positivo sostienen que incluso estos casos revelaron únicamente y en todo caso un grado mínimo suficiente de “verdad” para cumplir los requisitos, sin exponer a la luz el funcionamiento interno de las laberínticas instituciones responsables de actos de violencia de Estado durante el período de apartheid.

Testimonios El Comité de Violaciones de los Derechos Humanos fue quizás el brazo más visible de la CVR. Su función era solicitar y registrar declaraciones de las

violaciones más flagrantes de los derechos humanos, definidas de modo estricto como actos con resultado de muerte, tortura u otros graves malos tratos. Aproximadamente el 10 por ciento de las víctimas que se presentaron testificaron en las audiencias públicas emitidas a escala nacional por televisión, radio y en la prensa. Aunque la comisión eligió deliberadamente los relatos de las víctimas que representaban violaciones desde todos los ángulos del conflicto, el factor que ejerció un impacto más fuerte sobre el país fue la narración –en público– de los abominables actos de violencia perpetrados por el Estado sustentador del régimen de apartheid. Aunque al principio numerosos blancos criticaron a la CVR por no ser más que una caza de brujas del CNA, fue realmente difícil insistir en la negación de los hechos ante los sucesivos relatos que daban cuenta de asesinatos, violaciones, palizas, detenciones ilegales y prolongadas, y uso sistemático y espantoso de la tortura.

cesivos gobiernos de minoría blanca: políticas de discriminación salarial, condiciones de empleo que permitían que sólo trabajaran como obreros manuales; políticas agrarias que exigían que el 87 por ciento de la población viviera en el 13 por ciento de la tierra; traslados forzosos durante los que se derruían viviendas cuyos escombros acababan en un distante vertedero; empleo de mano de obra procedente de la emigración que obligaba a los hombres a trabajar en las minas pero obligaba a sus familias a permanecer en bantustanes; leyes que convertían las relaciones interraciales en un delito, y un sistema de educación bantú que contemplaba que se educara a los negros únicamente para recorrer su “desino en la vida”. Todas estas políticas –y tantas otras– garantizaron que tanto privilegios como oportunidades se concedieran de acuerdo con la propia pigmentación de la piel. Actualmente persiste la herencia de esta estratificación racial de la so-

La Comisión para la Verdad y la Reconciliación recopiló relatos escalofriantes de las víctimas de la dictadura racista, pero no logró castigos ejemplares para los culpables Precisamente por esta razón revestía importancia que se hiciera el relato de las atrocidades individuales y los crímenes políticos violentos, para encarar su negación por parte quienes se habían beneficiado de estos actos y en cuyo nombre fueron llevados a cabo. Sin embargo, concentrarse únicamente en los crímenes individuales no contribuyó en absoluto a poner al desnudo la historia más profunda del apartheid y la segregación del país. Los asesinatos y las torturas afectaron a una minoría de sudafricanos negros. Cada uno de ellos, sin embargo, había experimentado los efectos de la violencia institucional y la negación de humanidad que el apartheid representaba. Las vidas de todos los ciudadanos “no blancos” de la antigua Sudáfrica habían sufrido cortapisas y restricciones –y sus aspiraciones constreñidas– por la política y la legislación que impusieron los su-

ciedad. La transición política ha ejercido un limitado impacto sobre las desigualdades económicas, cuya línea divisoria coincide con las diferencias raciales incluso un decenio después de la consecución de la democracia formal. El propio nombre de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación revela lo que su misma función intentaba conseguir, revelar la verdad y reconciliar al país. Pero, al circunscribir sus audiencias a los excesos del sistema, ha permitido que quienes se beneficiaron económicamente del pasado –y siguen haciéndolo hoy–, nieguen su propia responsabilidad y –lo principal– nieguen la herencia económica que el apartheid ha dejado a la nueva nación. El impacto de esta negación se ha manifestado en una falta de disposición para aceptar toda aquella medida dirigida a reparar las injusticias históricas y alcanzar una igualdad fundamental, VANGUARDIA | DOSSIER

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incluyendo la discriminación positiva, el cambio simbólico de los nombres de ciudades y calles, o la actitud y efecto de reparar en un sentido más amplio.

Reparaciones Los relatos revelados merced a las audiencias públicas tanto del Comité de Violaciones de los Derechos Humanos como del Comité de Amnistía, eran horrorosos. A numerosos sudafricanos no les sentó bien que personas que hacían acto de presencia y demostraban gráficamente los métodos de torturas usados contra los activistas anti-apartheid, o explicaban historias de los niños que habían detenido, torturado y hecho desaparecer, se les permitiera quedar en libertad. La naturaleza del Comité de la Verdad exigió un gran espíritu de renuncia y sacrificio en aquellas víctimas que ya habían dado tanto a su país. Algunos no creyeron que este sacrificio se hallara justificado, y en uno de los varios casos vistos por los tribunales relacionados con la CVR, un grupo de familias prominentes de diversas víctimas llevó al Gobierno al Tribunal Constitucional, sosteniendo que el acuerdo de amnistía abrogaba sus derechos constitucionales a obtener justicia en el plano civil y penal. El Tribunal Constitucional falló que podía autorizarse la excepción debido a los objetivos de rango general de la transición política y asimismo porque la ley de la CVR obligaba al Estado a compensar la suspensión del derecho a obtener justicia garantizando el derecho a obtener una reparación. A este fin, la CVR creó un tercer comité –el Comité de Reparaciones y Rehabilitación– encargado de valorar la documentación recogida por la comisión y preparar una lista completa de recomendaciones al Gobierno. Las recomendaciones incluían un amplio abanico, desde pagos monetarios personales, servicios sociales a la comunidad y actos de reparación simbólica hasta recomendaciones relativas a un cambio institucional para garantizar que jamás se repitieran las atrocidades del pasado. Tales recomendaciones se subrayaron en los primeros cinco volúmenes 102 VANGUARDIA | DOSSIER

del informe final de la CVR hecho público en 1998, resumidas y aumentadas en el codicilo de dos volúmenes de extensión que data de 2003. Figura entre ellas la recomendación de que el Gobierno abone a las 22.000 víctimas de graves violaciones de los derechos humanos identificadas por la CVR una cantidad de aproximadamente 3.000 dólares estadounidenses anuales durante un período de seis años. La cantidad fue considerada sorprendentemente reducida dado el cometido a que se estimaba dedicada: cumplir la función tanto de indemnización por los sufrimientos padecidos como de ser un dinero destinado a las víctimas para que pudieran recuperar una cier-

Cada una de las 22.000 víctimas de violaciones de los derechos humanos fue indemnizada con 4.000 dólares y no se obligó a las empresas culpables a pagar reparaciones ta calidad de vida. La cantidad también era baja si se compara con precedentes de reparaciones vistas a través de los procesos de comisiones de la verdad y casos individuales en tribunales en otros países. Sin embargo, las recomendaciones de la CVR excedieron las indemnizaciones individuales para incluir medidas de reparación destinadas a hacer las veces de vínculo simbólico entre los beneficiarios del pasado y los históricamente oprimidos. Un ejemplo de este enfoque sobre las medidas de reparación puede encontrarse en las conclusiones de la CVR sobre el papel de las empresas de nivel internacional en la financiación del Estado del apartheid garantizando su dilatada existencia. En sólo un ejemplo citado, la CVR constató que durante los años más violentos del apartheid –finales de los años 80– los bancos suizos salvaron al Gobierno de la época de su crisis financiera, ofreciendo aplazar la devolución de sus préstamos y comprando más de la mitad de la producción de oro del país. Y ello a pesar de las

sanciones impuestas en la misma época y la declaración del apartheid como “crimen contra la humanidad” internacional. Estas instituciones financieras siguieron beneficiándose de la violenta opresión y la desesperación económica de la mayoría de la población del país. A este fin, la CVR recomendó que las empresas contribuyeran a la constitución de un fondo de reparaciones, señalando al respecto sus posibles numerosas modalidades. Asimismo solicitó que la deuda en que había incurrido el régimen de apartheid para mantener el Estado policial –la denominada “deuda execrable”– se reestructurara para liberar dinero a corto plazo destinado a los planes de desarrollo y redistribución tan necesarios. La comisión también recomendó la obtención de un impuesto de patrimonio –por una sola vez– de los antiguos beneficiarios (o sea, de los blancos). En este sentido, la comisión destacó que resultaba lamentable que hasta aquel momento los blancos de Sudáfrica hubieran rechazado admitir responsabilidades por la herencia del apartheid y que desde el punto de vista material hubieran contribuido en escasa medida al objetivo de la reconciliación. Con la conclusión del trabajo de la CVR, el presidente Mbeki anunció en abril de 2003 la respuesta del Gobierno a las recomendaciones de la comisión. Lo que había sido inicio de una serie de recomendaciones inadecuadas y endebles acabó viéndose diluido hasta cobrar la forma de una mera reconsideración rememorativa de los hechos más que de una política dirigida a la auténtica reparación. En relación con las 22.000 víctimas individuales identificadas por la CVR, el Gobierno decidió abonar algo menos de 4.000 dólares en un solo pago. Se rechazó la idea de un impuesto sobre el patrimonio con el argumento de que contribuiría a dificultar la reconciliación más que a fomentarla. Además, no se mencionaba la “deuda execrable” ni se obligaba a las empresas a pagar reparaciones. Simplemente, se señalaba que se darían las facilidades correspondientes a quienes

RECONCILIACIÓN Y REPAR ACIÓN

quisieran hacer aportaciones de forma voluntaria al fondo de reparaciones. La naturaleza voluntaria de las reparaciones constituyó un golpe de singular dureza en el caso de las comunidades locales con víctimas en su seno. La experiencia del decenio anterior había demostrado que la escasa disposición de los antiguos beneficiarios a reconocer sus propios beneficios derivados de la situación de apartheid implicaba asimismo que no consideraban que fuera deber alguno por su parte proceder a repaciones materiales. Esta ausencia de disposición a debatir siquiera las reparaciones entre los antiguos beneficiarios –tanto individuales como empresas nacionales e internacionales– se haya visto favorecida por las actitudes del nuevo Gobierno del CNA hacia esta cuestión. Quizás el ejemplo más elocuente de la política del Gobierno sobre las reparaciones ha sido la respuesta del CNA a una querella presentada en un tribunal de Nueva York por víctimas del apartheid contra varias empresas internacionales que alentaron las leyes laborales opresivas del antiguo régimen y el sistema general de opresión racista y se beneficiaron de ello. El Gobierno sudafricano no sólo ha condenado la querella sino que ha llegado a presentar documentación al juez exigiendo la retirada del caso y defendiendo a las grandes empresas. La renuncia a oír la voz y las necesidades de los supervivientes sólo ha servido para confirmarles en su nueva situación de marginación en las actuales circunstancias del país. A ojos de muchos, la “nueva” Sudáfrica apenas se diferencia de la antigua. La tierra y la riqueza permanece en manos del 20 por ciento más rico del país, las desigualdades entre ricos y pobres siguen siendo aún las mayores del mundo y, pese a los programas de desarrollo social del actual Gobierno, muchos aún no tienen acceso a las necesidades básicas de agua, suministro eléctrico y vivienda. Precisamente se había confiado, contra este trasfondo de marcadas desigualdades e injusticias históricas, en que la CVR negociaría un camino hacia la reconciliación nacional. La comisión

sirvió como un instrumento importante en la construcción del país y facilitó la transición de una dictadura de tinte racial a una democracia progresiva y gradual. No fue, sin embargo –y nunca fue su intención– ser el instrumento único de una reconciliación general. Como se ha dicho, en lugar alguno se ha explicado la historia de la explotación sistemática sobre la que el régimen se edificó ni las gravísimas consecuencias que tuvo su política para la mayoría de ciudadanos. Hoy día, algunas voces hacen llamamientos en favor de nuevas “CVR” susceptibles de hacerse eco y dejar constancia de las experiencias de un grupo más amplio de supervivientes del apartheid.

Nunca se ha explicado la historia de la explotación sobre la que se edificó el régimen del “apartheid” ni las gravísimas consecuencias que tuvo para la mayoría de los ciudadanos La Comisión para la Verdad y la Reconciliación deja muchas cosas por resolver. La propia comisión no abarcó en sus trabajos todo aquello que le había sido encomendado durante su mandato y sus estrechas perspectivas han dejado muchas cuestiones por abordar. Las víctimas que se presentaron ante la comisión a menudo lo hicieron en la creencia que descubrirían la verdad acerca de sus seres queridos –dónde yacen, cómo murieron, y quién fue resposable–. Muchos se marcharon con poca más “verdad” que aquella con la que habían acudido. En cuanto a la cuestión del indulto, quienes se presentaron ante la comisión fueron un porcentaje insignificante de los que habían perpetrado los actos del pasado. Fueron, en gran parte, la clase de tropa... Aquellos que habían planeado las políticas concretas detrás de las bombas, brutalidades y atrocidades permanecieron sin ser identificados por su nombre. Si se pretende que el “palo” del acuerdo de amnistía –el de la amenaza de procesamiento– tenga algún día al-

go de credibilidad, estos casos deben ser investigados y juzgados. Hasta la fecha, la CVR parece haberse interesado escasamente por las necesidades de las víctimas. Los autores de la violencia del pasado andan sueltos; algunos incluso ocupan posiciones en las nuevas fuerzas armadas y de seguridad. El Gobierno parece ahora reticente a instar más procesos y abundan los rumores sobre otra ronda de indultos. De parte de los supervivientes del apartheid, la falta de disposición para aplicar una política de redistribución concertada o para proponer reparaciones de amplio alcance susceptibles de abrazar a todos los sectores de la sociedad, ha significado que en gran medida se ha considerado a la CVR como un ejercicio de actitud benevolente para con los perpetradores de aquellos actos, permitiendo a sus autores irse a sus grandes mansiones residenciales mientras sus víctimas se encuentran casi con las manos vacías y siguen en el paro, las privaciones y la precariedad. Se ha aludido reiteradamente a Sudáfrica como un país “milagro” capaz de efectuar una transición desde su condición de paria de la comunidad internacional a una trayectoria considerada como exitosa, propia de una democracia multirracial. Pero un logro de estas características es inevitablemente de carácter superficial e insostenible si no se edifica sobre una base de justicia. El peso de la reconciliación nacional no puede descansar únicamente en el trabajo de la CVR, cuyo mandato y recursos eran limitados. Quienes sufrieron bajo el Gobierno de unos pocos en el pasado siguen preguntándose cuál ha sido el resultado de su sacrificio. Es de esperar que, a la hora de hacer balance, un país capaz de vivir de acuerdo con el exigente nivel dado por el marchamo de un “milagro” beneficie a todos los que viven en él. Una ciudadanía culta, una clase trabajadora sana y vigorosa, una sociedad equitativa: todo esto crearía en Sudáfrica una sociedad políticamente estable y socialmente saludable, que merecería entonces verdaderamente recibir la etiqueta a menudo utilizada de un “milagro”. VANGUARDIA | DOSSIER

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Documento1

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para saber más. literatura cine viajes webs libros SE PRESENTAN ALGUNOS LIBROS ACERCA DE LAS POTENCIAS EMERGENTES DIFERENCIANDO ENTRE: A) EL MARCO TEÓRICO Y DE ANÁLISIS; B) TEXTOS QUE SE OCUPAN CONCRETAMENTE DE CADA UNO DE LOS ACTORES EMERGENTES Y DE SU PAPEL INTERNACIONAL, BIEN POR SEPARADO, BIEN INSERTÁNDOLOS EN UN CONTEXTO REGIONAL. NATURALMENTE, LA SELECCIÓN ES, DESDE LA PERSPECTIVA TEMÁTICA, CLARAMENTE INCOMPLETA.

Emergent Actors in World Politics. How States & Nations Develop & Dissolve LARS-ERIK CEDERMAN. PRINCETON UNIVERSITY PRESS (1997).

El análisis de la desaparición y formación de estados, uno de los más viejos temas de la agenda política internacional, cobró nuevo interés en la posguerra fría, tanto para la teoría como para quienes elaboran políticas, junto al tema que ocupa el presente número de VANGUARDIA DOSSIER, las potencias emergentes. Lo importante del libro de Cederman, que usa un complejo sistema de modelización por ordenador, adaptativo y basado en la teoría de sistemas, es que su esquema explicativo permite separar Estado de nación y considerar estas últimas como eventuales actores emergentes. El resultado final es, por decirlo en términos clásicos, que los actores de la política internacional se tratan como variables dependientes y no como variables independientes. El dinamismo del modelo lo hace interesante para percibir cómo surgen nuevas potencias. VANGUARDIA | DOSSIER

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105-107 s+ Libros

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para saber más. libros Rafael Grasa. Profesor de Relaciones Internacionales y vicerrector de la Universitat Autònoma de Barcelona

Global Networks. Linked Cities SASKIA SASSEN (COMPILADORA). ROUTLEDGE, NUEVA YORK (2002).

Saskia Sassen, socióloga muy conocida por sus trabajos sobre la globalización, ha desarrollado también importantes trabajos alrededor de su tesis de las “ciudades globales”, que han renovado los trabajos sobre los estudios urbanos y también la concepción de las relaciones transnacionales e internacionales al poner en el centro del análisis las grandes ciudades emergentes y su papel en los procesos económicos transfronterizos. La idea última es que las ciudades globales como Shanghai, Hong-Kong, Sao Paulo, Río de Janeiro, Nueva Delhi o Johannesburgo crean redes intervinculadas y ejercen también funciones de mando en los flujos de capital, trabajo, bienes, materias primas o viajeros. En gran medida las potencias emergentes dependen de sus ciudades globales o potencialmente globales.

Third World Politics. A Concise Introduction JEFF HAYNES. BLACKWELL, OXFORD (1996 Y 2002).

A nadie se le escapa que las 106 VANGUARDIA | DOSSIER

potencias emergentes forman parte, o lo hicieron, de lo que en otro momento se denominó Tercer Mundo o, de forma más aséptica, Sur. De ahí la importancia de los dos libros, de hecho un proyecto único, puesto que Politics in the Developing World parte de Third World Politics, aunque lo reescribe totalmente, con nuevos análisis regionales. Los temas que trata, de forma predominantemente regional, son claves para los países del Sur y por ende para las potencias emergentes: la democratización, las consecuencias del crecimiento económico y del desarrollo, el impacto de la globalización, los temas religiosos y de minorías étnicas, los derechos humanos o las políticas medioambientales. En cuanto a las regiones, presta atención a Latinoamérica y el Caribe, el Sudeste Asiático, el resto de Asia, Oriente Medio y África del norte y el Africa subsahariana.

las complejas sociedades asiáticas y por tanto al entendimiento entre Occidente y Oriente. Especialmente relevantes para entender el mundo de las potencias emergentes, al menos de dos de ellas, son sus dos primeras partes, dedicadas a la forma de pensar y de entender el mundo compartido, en términos generales, por la población de la India y China. En el caso de la India, pone el acento en temas como el énfasis en los universales o la preferencia por lo negativo, el carácter introvertido, etcétera. En el caso de China, su análisis presta atención a la percepción de lo abstracto y concreto, al individualismo o a la capacidad de conciliar y armonizar. Naturalmente, pese a su carácter de acercamiento clásico a la cultura y religión de China y la India, y a su virtud expositiva, no está exento de críticas y polémica.

Same Bed, Different Dreams. Managing U.S. China Relations, 1989-2000

y su trabajo como académico, miembro de un think tank y consejero político le han permitido desarrollar una visión bastante equilibrada y distante. Por otro lado, además de abundante documentación recurre a las entrevistas y a su experiencia personal. Dicho de otra forma, lo que ofrece no es un análisis teórico ni una “gran narración”, sino una amena compilación de opiniones, perspectivas y percepciones con introducciones históricas y la focalización que le permiten algunos hechos muy significativos desde Tiannamen al retorno de Hong Kong a la soberanía china.

DAVID M. LAMPTON. UNIVERSITY OF CALIFORNIA PRESS, CALIFORNIA (2002).

Ways of Thinking of Eastern Peoples. India. China. Tibet. Japan HAJIME NAKAMURA. UNIVERSITY OF HAWAI PRESS, HONOLULU (1971).

La traducción del libro de Nakamura, publicado originariamente en 1964, supuso un acontecimiento en el acercamiento occidental a

Un excelente libro para seguir diferentes percepciones y perspectives de China sobre Estados Unidos, y al revés. Desde una óptica propia de las relaciones internacionales, el autor ha estructurado su análisis, básicamente descriptivo y lleno de opiniones y citas que ilustran cada percepción, en tres niveles para cada caso: estructural, estatal e individual. Aunque se trata de un estadounidense, sus 30 años de experiencia en China

China y la Organización Mundial del Comercio. Concretamente se analiza el proceso de negociación y acceso a la organización, las obligaciones que comporta la entrada en la OMC para el sistema legal y comercial chino, en particular su impacto en temas tan relevantes como el sistema de propiedad intelectual y patentes, la inversión directa o los procedimientos de resolución de disputas. Desde el punto de vista de la forma, conviene destacar dos grandes cualidades: la enorme cantidad de temas e informaciones que recoge, incluyendo buenos resúmenes de datos históricos y antecedentes, y que está escrito de manera que resulta accesible y fácilmente utilizable para lectores que no sean juristas o expertos en derecho internacional y régimen comercial.

South Africa. Multilateral Diplomacy and Global Change. The Limits of reformism/The International Political Economy of New Regionalism

posguerra fría. Se han producido numerosos desarrollos novedosos, tanto en la esfera del desarme y la limitación de armamentos, como la renuncia a las armas nucleares y el ingreso en el tratado de no proliferación nuclear. También en el uso de la diplomacia multilateral y la búsqueda de un nuevo, y decisivo, papel en África austral y en general en el proceso de relanzamiento del nuevo regionalismo, el tema clave a que se dedica el libro compilado por estos dos académicos surafricanos. En suma, reflexiones sobre los problemas de democratizar la política exterior y basarla en instrumentos y ambiciones económicas.

Brazil in the New Decade. Searching for a Future THOMAZ GUEDES DA COSTA. CENTER

China and the World Trade Organization. A Legal Perspective KONG QUINJIANG. WORLD SCIENTIFIC PUBLISHING CO. (2002).

El libro examina, desde un punto de vista básicamente jurídico, la relación entre

PHIL NEL/JANIS VAN DER

FOR STRATEGIC AND INTERNATIONAL

VESTHUIZEN (COMPILADORES).

STUDIES, REPORT, WASHINGTON,

ASHGATE (2001).

CSIS (2000) (WWW.CSIS.ORG/PUBS/)

La política exterior de África del Sur ha pasado por numerosos avatares y, pese a la tradición de continuidad visible desde la autonomía del dominio británico, el gran desafío se da desde 1994, con la llegada al poder del Congreso Nacional Africano en un contexto internacional en plena mutación hacia la

El informe, escrito por un experto brasileño que durante más de 20 años ha trabajado en el Consejo Nacional para el Desarrollo Científico y Tecnológico y responsable de investigación del Centro de Estudios Estratégicos de presidencia del Gobierno de 1990 a 1997, analiza sucintamente los deseos, ambiciones y

posibilidades de Brasil a principios del nuevo siglo. Concretamente parte de las tradiciones y requisitos que se derivan de la nueva situación internacional para dedicarse luego a los temas económicos y a retos específicos como el comercio internacional, el orden de posguerra fría o el futuro de la Amazonia. Una rápida y buena introducción para entender la situación previa a la política exterior de Lula da Silva.

India’s Foreign Policy and Its Neighbours

Non Western Theories of Development. Regional Normals versus Global Trends

J. N. DIXIT. GYAN PUBLISHING, NUEVA

HOWARD J. WIARDA (COMPILADOR).

DELHI (2001).

HARCOURT BRACE COMPANY, SAN DIEGO (1999).

La política exterior de la India no resulta demasiado conocida: de ahí la importancia de la nueva recopilación de artículos, desde 1994 al verano del 2001, de J. N. Dixit, que sigue a un trabajo previo (Across Borders) de concepción semejante. El texto presenta buenas síntesis generales y analiza temas como la candidatura al Consejo de Seguridad, las relaciones con Pakistán, China, Bangladesh, Sri Lanka, Myanmar, o tratamientos más centrados en personas clave (la cumbre Musharraf y Vajpayee, por ejemplo) o en acercamientos más regionales (ASEAN) o más complejos, como el caso de Nepal. El autor, por otro lado, cuenta con más de 35 años de experiencia como diplomático de la India, a menudo con altas responsabilidades, y una gran capacidad–demostrada– de observación. Destacaría su combinación de análisis basado en la perspectiva de la India con el interés por el impacto en términos regionales.

Wiarda, uno de los politólogos estadounidenses más prolífico en temas latinoamericanos, ha compilado un útil y breve libro sobre las teorías no occidentales del desarrollo, presentes entre las potencias emergentes. Concretamente, parte de la constatación de que ya no está claro, como sucedía de los años 50 a 70, que existe un único camino hacia el crecimiento económico y el desarrollo social. De ahí la importancia de los acercamientos a la tradición confuciana, a los caminos de la India o a las diferentes visiones que se han contemplado en el mundo del islam, sin olvidar la importancia que tuvieron los modelos basados en las concepciones del socialismo manejadas en la Unión Soviética. El enfoque, además, señala las vinculaciones con otros temas de la agenda, como la seguridad en el caso de China o Japón o con el resurgir de proyectos y realidades de integración regional. VANGUARDIA | DOSSIER

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para saber más literatura Mauricio Bach. Editor

otros libros El dios de las pequeñas cosas

Desgracia J. M. COETZEE. MONDADORI (2002). TRADUCCIÓN DE MIGUEL MARTÍNEZ-LAGE.

Galardonado con el Premio Nobel de Literatura, Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) es en la actualidad el novelista sudafricano de mayor proyección internacional. El Nobel no hizo sino reconocer con una resonancia mundial una carrera literaria de inapelable solidez, construida con libros como Esperando a los bárbaros, dura crónica de un país políticamente corrompido por un régimen despótico basado en la segregación; Foe, revisitación moderna del mito de Robinson Crusoe, o Vida y época de Michael K., en la que asoma de nuevo el tema del despotismo

político y la violencia. Desgracia está ambientada en la Sudáfrica del presente, en la que sin embargo perviven los fantasmas del pasado. El protagonista es un profesor universitario de Ciudad del Cabo cuya tranquila vida se ve sacudida cuando sale a la luz que mantiene relaciones con una estudiante. Sometido a escarnio público, opta abandonar la ciudad e ir a vivir a una granja. Allí se topa con una sociedad muy distinta a la urbana, pero en la que tampoco se han superado los odios entre blancos y negros. Centrada en la tragedia existencial del protagonista, la novela está empapada de toda la violencia latente que sigue impregnando a la sociedad sudafricana por un pasado aún no del todo superado. Recientemente, Coetzee ha publicado una nueva novela, Elisabeth Costello.

través de ellos aparecen temas como la violencia que genera el sistema de castas, la situación de la mujer, los contrastes entre el campo y la gran ciudad...

tercer elemento, el rígido control del partido comunista sobre los individuos y las conciencias. El protagonista de La espera es, pues, una persona que debe luchar por su libertad contra las tradiciones de su familia rural y contra la dogmática tutela del partido.

La montaña del alma

Un perfecto equilibrio

GAO XINGJIAN. EDICIONES DEL BRONCE (2001). TRADUCCIÓN

ROHINTON MISTRY. MONDADORI

DE JOSÉ RAMÓN MONREAL.

(1998). TRADUCCIÓN DE AURORA ECHEVARRÍA.

mitos, lo cual le lleva a fundar una escuela de estirpe racionalista que despierta los recelos de los aldeanos. Ghosh destaca sobre todo por la fuerza de sus historias, muy bien armadas desde el punto de vista narrativo.

Nadie que me acompañe NADINE GORDIMER. SUMA DE

El círculo de la razón

LETRAS (2001). TRADUCCIÓN DE JOSÉ

AMITAV GHOSH. ANAGRAMA (1992).

Junto con Coetzee es la gran voz de la narrativa sudafricana, y como él ha sido galardonada con el Nobel. Gordimer lo recibió en 1991, tres años antes de publicar esta novela protagonizada por dos mujeres: Vera Stark, una sudafricana de raza blanca que trabaja como abogada en la defensa de los derechos de la población negra, y Sibongile Maqoma, activista negra en pro de los derechos humanos, que regresa al país después de varios años de exilio junto a su marido. La novela narra las vidas paralelas de estas dos

TRADUCCIÓN DE BENITO GÓMEZ IBÁÑEZ.

Nacido en Calcuta en 1956, Amitav Ghosh es uno de los más interesantes narradores indios de la hornada que llegó a los lectores occidentales a finales del siglo XX. Ésta es su primera novela, a la que han seguido otras igualmente brillantes. El autor plasma el choque entre la tradición y la modernidad a través de un personaje que vive en una aldea cercana a Calcuta y que se muestra fascinado por la racionalidad frente a los 108 VANGUARDIA | DOSSIER

mujeres, los conflictos de sus relaciones matrimoniales y familiares, y su día a día en un país marcado por la lacra del aparheid. Con su incisiva capacidad de captar la realidad social de su patria, la autora pone sobre el tapete todas las paradojas y contradicciones en las que ha vivido sumida la sociedad sudafricana durante ignominiosas décadas de injusticia política.

MANUEL ÁLVAREZ.

Gabriela, clavo y canela JORGE AMADO. EL ALEPH (1999). TRADUCCIÓN DE HAYDÉE JOFRE.

La obra literaria del brasileño Jorge Amado (1912-2001) fue

una recreación literaria de la sociedad y los paisajes de su estado natal, Bahía, plasmado en unas páginas rebosantes de vitalidad, ironía, inteligentes perfiles psicológicos y compromiso político en la denuncia de las injusticias sociales (el autor fue encarcelado por sus actividades políticas en 1935 y después pasó varios años en el exilio). Gabriela, clavo y canela, publicada en 1958, es un libro clave en su trayectoria ya que, sin renunciar a la carga política, se abre a una visión más festiva, desenfadada y sensual de la vida. La novela está ambientada en los años 20, en la zona de cultivos de cacao y tiene como eje una historia de amor entre un pintoresco comerciante de origen árabe y la mujer que da título a la obra, quintaesencia de la mujer popular brasileña. El autor, planteando los contrastes entre la tradición y la modernidad y a través de variopintos personajes secundarios, esboza un fresco de la realidad social, cultural y vital del Brasil.

Si tuviera que destacar alguna sorpresa literaria en las postrimerías del siglo XX, una de las que primero acuden a la mente es el fenómeno de la literatura india. De pronto, a la zaga del famoso Salman Rushdie, las librerías europeas se vieron invadidas por un numeroso caudal de novelas procedentes de este país. Sus autores sorprendían a los lectores por la potencia de sus historias, por su sólido pulso narrativo, por los coloristas escenarios y los ricos personajes. Sin duda, la literatura india le recordaba al lector occidental el entusiasmo a veces perdido de las grandes narraciones. Nacido en Bombay, Rohinton Mistry es uno de estos autores que nos deslumbran con sus historias. Un perfecto equilibrio, su segunda novela, está ambientada en su país natal en 1975. El toque de queda decretado por las autoridades obliga a cuatro personajes a compartir durante algún tiempo un apartamento. A

La espera HA JIN. QUINTETO (2002). TRADUCCIÓN DE JORDI FIBLA.

Ambientada en la China de los años 60, la novela tiene por protagonista a un joven médico y oficial del ejército chino al que su familia ha obligado a aceptar un matrimonio concertado. Todo cambia para él el día que en el hospital en el que trabaja conoce a una enfermera de la que se enamora y con la que inicia una relación que le llevará a solicitar el divorcio de su mujer. Ha Jin, autor también de otra apreciable novela, En el estanque, publicada por Tusquets, traza en esta obra aquí comentada un certero retrato de la China cambiante de la segunda mitad del siglo XX, en la que conviven el milenarista mundo rural, con sus rígidas normas sociales y familiares, y las nuevas formas de vida que llegan de las grandes ciudades de la propia China y del mundo occcidental, todo lo cual se entremezcla con un

Instalado en París como refugiado político desde 1987, el novelista, poeta, dramaturgo y pintor Gao Xingjian (Jangsu, China, 1940) recibió en 2000 el Premio Nobel de Literatura y su figura recibió por fin el reconocimiento internacional que merecía. La montaña del alma es quizá su obra maestra hasta la fecha, un monumental fresco en el que el autor retrata mediante la suma de pequeñas vivencias la historia de China, desde los ancestrales y mitológicos orígenes hasta los convulsos y sangrientos años de la Revolución Cultural maoísta. Todo comienza con dos personajes que viajan en tren y coinciden en un compartimiento del expreso. A partir de aquí, el viaje convierte a la obra en una novela-río con numerosos personajes y situaciones cuya suma aporta al lector una rica visión global de la compleja historia social y cultural de China. Un libro que es al mismo tiempo gran literatura y una suerte de sugerente guía para comprender el alma china.

Con esta novela, la única publicada por la autora hasta ahora, Arundhati Roy consiguió el Premio Booker y fama mundial. La novela recrea la vida de tres generaciones de una familia de Kerala y a través de ellas la autora traza un fluido retrato de la evolución de la India a lo largo del siglo XX, de la influencia inglesa, las sucesivas convulsiones políticas, la pervivencia del sistema de castas y su contraposición con la modernidad... Hubo quien comparó a la autora con García Márquez y con Salman Rushdie y, en efecto, su novela tiene destellos de realismo mágico y un modélico pulso narrativo. ARUNDHATI ROY. ANAGRAMA (2003).

Un buen partido Esta segunda obra del autor, tras debutar con una singular novela en verso –inédita en España– es una voluminosa narración ambientada en la India poscolonial de los años 50 y a través de una historia de amor, se centra en las relaciones de dos familias. En la novela aparecen muchos de los temas que marcan la India actual: el enfrentamiento entre hindúes y musulmanes, el pasado colonial, el enfrentamiento campo-ciudad... VIKRAM SETH. ANAGRAMA (2000).

Pasado negro Nacido en 1925, Fonseca –clásico vivo de la literatura brasileña–, autor de una obra no muy amplia, ha utilizado a menudo el thriller como vehículo para retratar los contrastes de la sociedad brasileña. En esta novela entremezcla los elementos policíacos con la sátira para reconstruir la historia de un hombre que tras vivir oculto en su casa con una adolescente se convierte en un novelista famoso y por azar se ve involucrado en un caso de asesinato. RUBEM FONSECA. SEIX BARRAL (1998). VANGUARDIA | DOSSIER

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para saber más cine Àngel Quintana. Profesor de Teoría e Historia del Cine en la Universitat de Girona

Del esteticismo al realismo INTÉRPRETES: GONG LI, GE YOU,

Bollywood y teléfonos móviles

BEN NUI

LA BODA DEL MONZÓN/ MONSOON

RODRÍGUEZ, LEANDRO FIMINO Y

WEEDING

DOUGLAS SILVA

VIVIR CHINA, 1994. DIRECTOR: ZHANG YIMOU

LA BICICLETA DE PEKÍN

INDIA, 2001.

CHINA, 2002

DIRECTORA: MIRA NAIR.

DIRECTOR: WANG XIAOSHUAI.

INTÉRPRETES: NASEERUDDIN SHAH

INTÉRPRETES: LIN CUI, BIN LI, XUN

Y LILETTE DUBEY.

El espectáculo de la pobreza CIUDAD DE DIOS / CIDADE DE DEUS BRASIL, 2002. DIRECTOR: FERNANDO MEREILLES. INTÉRPRETES: ALEXANDRE

En los 60 el llamado “cinema novo” del Brasil, encabezado por la carismática figura de

mercado internacional y hacer realidad el sueño americano. El ejemplo más carismático ha sido el de Cidade de deus (2002), de Fernando Mereilles, que después de triunfar en Cannes ha conquistado cuatro nominaciones a los Oscar abriendo el camino a Mereilles y a su equipo técnico a la producción en Hollywood. La

piraciones y sus caídas, planteado a partir de un proceso de descomposición de la estructura del relato. Mereilles elabora un cine sin héroes, con una realidad transfigurada hasta el punto de convertir la pobreza en un espectáculo posmoderno. El éxito de Mereilles ha generado un cierto resurgir del cine brasileño,

ZHOU

En 1989, después de ganar el Oso de Oro en el festival de Berlín, un distribuidor decidió comprar Sorgo Rojo, de Zhang Yimou. Este gesto permitió que por vez primera se estrenara una película china en España. En 15 años, la situación ha cambiado de forma radical y el cine chino tiene su lugar en la cartelera. A principios de los 80, los llamados cineastas de la quinta generación como Zhang Yimou y Chen Kaige abrieron las puertas del cine chino al mercado internacional con una serie de propuestas que compaginaban el esteticismo formal con una cierta reflexión sobre la historia. Las piezas claves de esta irrupción en el panorama mundial fueron La linterna roja (1991) y Vivir (1994), de Zhang Yimou, esta última centrada en los años claves de la historia china como la guerra

Historias de la primera mitad del siglo XX en Vivir, de Zhang Yimou

chino-japonesa o la implantación del maoísmo, y Adiós a mi concubina (1993), de Chen Kaige. Una vez consolidada la popularidad, estos directores se han refugiado en grandes epopeyas cibernéticas como Hero, de Zhang Yimou (2003). Mientras, la sexta generación que debutó a finales de los 90 ha decidido apartarse de la epopeya para realizar algunas fábulas amables sobre su entorno. Los productos más representativos de ese nuevo cine que habla del presente son La ducha, de Zhang Yang (2000), donde la parábola entre tradición y

modernidad se centra en la historia de un ejecutivo se hace cargo del negocio familiar de su padre consistente en unas duchas públicas, y La bicicleta de Pekín, de Wang Xiaoshuai (2002), una parábola sobre la solidaridad en el Pekín actual, centrada en un joven taciturno que para poder trabajar debe compartir su bicicleta con un amigo. Este modelo de cine amable que ha triunfado en las salas españolas de versión original rechaza cierto esteticismo para buscar la empatía del público a partir de un discurso sobre el propio presente.

Pequeñas historias CRY THE BELOVED COUNTRY SURDÁFRICA, 1996. DIRECTOR: DARRELL ROODT. INTÉRPRETES: JAMES EARL JONES Y TSHOLOFELO WECHOEMANG.

En los últimos años del apartheid el cine se hizo eco de la situación. La cinta más reconocida fue Grita libertad, de Richard Attemborough, inspirada en el asesinato del activista de color Stephen Biko. Mientras, la producción autóctona estaba mar110 VANGUARDIA | DOSSIER

cada, desde los años 70, por una serie de infectos productos de propaganda. En los últimos cinco años se está viviendo un cierto resurgir de la cinematografía del país. Algunos cineastas autóctonos han tenido cierta repercusión internacional como Darrell Roodt mientras se han lanzado algunos interesantes proyectos como la denominada operación DV8, consistente en la producción de ocho largometrajes en imagen

digital de alta definición. El nuevo cine sudafricano quiere hablar de la cotidianidad sin embarcarse en grandes temas políticos, prefiere encontrar la realidad a partir de pequeñas historias. Los títulos más interesantes son Cry, the beloved country (1995), sobre un hombre que busca su hermana enferma y la encuentra prostituyéndose en Johanesburgo, y Sumuru (2002) y A Drink in the Pasage, de Zola Masenko.

El triunfo cosechado por La boda del monzón, de Mira Nair, después de ganar el León de Oro en el festival de Venecia, ha servido para crear en Occidente otra imagen de la India y de su cine. Frente a la imagen miserabilista de la India o el kitsch exótico de sus producciones más populares, Mira Nair ha impuesto la imagen de una nueva India en la que los per-

Una entretenida boda india

Cidade de deus, de Fernando Mereilles, la vida de las favelas con cuatro nominaciones al Oscar

sonajes propios de los musicales de Bollywood ya disponen de teléfonos móviles, son prestigiosos ejecutivos y pueden discutir sobre las castas sociales y el sexo, sin ningún complejo. La boda del monzón articula una curiosa mezcla entre la tradición, expresada por los rituales que marcan la boda de compromiso en Nueva Delhi de una chica rica con un periodista televisivo, y la modernidad que se manifiesta en la visión de los nuevos ejecutivos de una India vista como país emergente. El éxito de la película ha servido de punta de lanza de nuevos productos. Así, uno de sus actores, Rajat Kapour, ha dirigido Raghu Romeo, estrenada en 2003, una de las comedias más populares del nuevo cine indio.

Glauber Rocha, propagó la llamada estética del hambre, en la que el cine del Tercer Mundo debía de articular una estética del rechazo y de la pobreza. Actualmente, el cine de la era Lula parece vivir alejado de los viejos presupuestos del “cinema novo” para buscar, a partir de una cierta espectacularización de los relatos, el modo de conquistar el

película de Mereilles se presenta como una especie de retrato violento sobre la vida en las favelas, en el que los toques de neorrealismo miserabilista han estado sustituidos por cierta violencia genérica que parece inspirada en el cine de Quentin Tarantino. La película de Mereilles se presenta como un relato coral de la vida de cierta juventud, de sus as-

que tiene como obra estrella la última propuesta de Walter Salles, Diarios de motocicleta, centrada en el viaje de juventud realizado por Ernesto Guevara junto a su amigo Alberto Granado por diferentes lugares de América Latina hasta llegar a Cuba. El viaje se convierte en una especie de metáfora sobre la toma de conciencia revolucionaria.

Vacío existencial Aunque ninguna de sus películas ha tenido difusión comercial en España, a excepción de In public, mostrada como pieza en la exposición Ficcions documentals de CaixaForum de Barcelona, la figura más singular del cine chino surgida en los últimos años se llama Jia Zhang-ke. El director ha focalizado su mirada en las regiones más miserables del norte del país para observar como los cambios introducidos en la economía transforman la vida de la juventud y lanzan a los jóvenes hacia una especie de vacío existencial. Platform (2000) sigue la trayectoria de un grupo de teatro desde mediados de los años 80 hasta principios de los 90, observando la transición de las formas de vida. Por su parte, Unknow pleasures (2002) se centra en la descripción de la monótona existencia de unos jóvenes que se consumen en los pequeños rituales de la vida provinciana. El cine de Zhang-ke no ofrece ninguna concesión a la amabilidad o al buen gusto del espectador, el director constata la perplejidad de una juventud a la deriva, su propia generación, que ha comprendido como los cambios económicos también generan una determinada crisis psicológica en el interior del propio ser humano.

877 películas en 2003 En el año 2003 la India fue el principal productor cinematográfico del mundo. Se realizaron un total de 877 películas en 23 lenguas, de las cuales 221 fueron rodadas en lengua hindi en Bombay para un público amplio y popular. Estas producciones ro-

dadas en el interior de los estudios se conocen popularmente como productos de Bollywood, y entre los géneros principales que se abordan figura el musical. La mayor parte de esta producción es para el mercado interior, llegándose incluso a producir al-

gunas joyas auténticamente kitsch, como Koi Mil Gaya, la película más popular del año que se presenta como una copia india de E.T. El cine musical también tiene sus obras de prestigio, quizás la más destacada haya sido Devdas, de Sanjay Leela Bhansali,

una aparatosa saga sobre la persistencia del amor a través de los tiempos. Mientras que la obra más premiada del cine de autor indio en 2003 ha sido Maqbool, de Vishal Bhardwaj, una adaptación en clave de cine negro del Machbeth de Shakespeare. VANGUARDIA | DOSSIER

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112-113 s+ Viajes

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para saber más viajes Raimon Portell, escritor. Bernardo Gutiérrez, periodista especializado en viajes y cultura. Eugeni Casanova, periodista

NUEVA DELHI

El olor, color, tacto y gusto de la India

RÍO DE JANEIRO

La capital de las maravillas

La bahía de Botafogo, con el Pan de Azúcar. Sergio Pitamitz / CORBIS

Q

ue Le Corbusier dijese alguna vez “que la geografía de Río de Janeiro es tan perfecta que ningún arquitecto la superará nunca” podría servir para abrir el apetito de todos aquellos que no han visto jamás una postal de la Ciudad Maravillosa. Los elogios son inútiles, insuficientes, escasos. Y más, cuando, subidos en el

y también... Centro histórico. Uno de los cascos coloniales más grandes de Brasil. Santa Teresa. El barrio bohemio. La subida en tranvía es deliciosa. Playa y barrio de Botafogo, lleno de mansiones y palacios. Praia Vermelha. Barrio situado justo debajo del Pão de Açúcar. ●







Pão de Açúcar, contemplamos cómo la tarde se derrite tras los terrones rocosos del litoral. La ciudad se agazapa entre los morros, desperezando su amplitud en cada pliegue de tierra, rendida a las caricias de un océano azul intenso que recorre sus enrevesadas curvas con la precisión de un amante milenario. No cabe la menor duda: Río es más Río desde la altura, desde el Corcovado, desde el Pão de Açúcar, desde el peñasco del final de la playa de Lême, desde cualquier favela clavada en la ladera de algún morro. Y subiendo a Santa Teresa, refugio de la bohemia carioca, en el bondinho, ese tranvía melancólico que nos muestra la curvilínea perfección la ciudad en cada zigzag, entre palacios neoclásicos. Pero el Río-a-ras-de-suelo tam-

bién es un colorido tapiz de encantos. Para conocer la urbe hay que empaparse del bullicio del barrio colonial, del elástico ajetreo de la calle da Alfândega, del vivo ocio bajo los rascacielos de Cinelândia, del equilibrio de verdes del Jardim Botânico. Tampoco hay que olvidar santiguarse en los verdaderos templos de la ciudad, el Sambódromo y el estadio de Maracaná. Y, claro, nos queda el glamour que envuelve las playas de Copacabana e Ipanema. Río es eso, sí. Un agua de coco en Copacabana. Un exacerbado culto al cuerpo. Una tarde dorada enredada en la sensualidad de Ipanema. Una dulce bossa nova que nos recuerda que todas podrían ser la garota de Ipanema, esa mujer-canción que inmortalizó un estilo de vida y una ciudad. B.G.

EL CABO Jami Masjid, la mayor mezquita de la India, fue construida por el emperador mogol Shah Jahan y completada en 1658. Croig Lovell / CORBIS

U

n país con olor propio, con colores propios, con tactos propios, con gustos propios. India es un país muy propio, un continente sin parangón. El viajero, ante tanta diferencia, pierde los puntos de referencia y se enfrenta a sentimientos múltiples entre los que se mezclan asombro, rechazo y admiración. El viajero precisa tiempo. Como dijo uno, “un mes en India sólo da para pillar un dolor de barriga”. Sirva tanta introducción para aterrizar en Delhi sobre aviso. La capital no resume al país, pero sí permite una entrada paulatina, una primera inmersión sin perder pie. Unas visitas debidamente ordenadas permitirán adentrarse en tan compleja cultura sin ahogarse. La primera visita podría acercarse a las grandes obras de la avenida Raj Path. Los bravos 112 VANGUARDIA | DOSSIER

pueden incluso aventurarse a tomar un autorickshaw, esos triciclos con motor que se escurren entre el tránsito. Les servirá para empezar a memorizar los precios de los trayectos, y aprender a poner cara de pasmo cuando el conductor pide una tarifas tres o cuatro veces superior a la habitual. Elegante e imperial, la avenida Raj Path concentra poder y pompa. En uno de sus extremos se levanta el arco de la Puerta India, con los nombres de soldados caídos durante la Primera Guerra Mundial y en conflictos posteriores. En el otro extremo, se encuentra el Parlamento. Cerca, la mansión del presidente. Velan los edificios guardias hieráticos con turbantes de pliegues impecables. Pero el primer objetivo es el Museo Nacional, que permite un repaso al arte del país. Sus obras maestras darán algo de luz,

con fechas y nombres, a la intrincada madeja de la historia india, con mogoles, budistas, arios y dravídicos, tribus y santones. Segunda visita: la plaza Connaught, centro vital de la Nueva Delhi que construyeron los británicos. Bajo los soportales de esta inmensa plaza circular, el recién llegado encontrará de todo, desde un periódico en ruso, hasta un billete a Zanzíbar. Alrededor de la plaza, la vida, el ajetreo, los personajes, empiezan ya a ser los del país. Podemos ya retroceder por los testimonios de una ciudad que ha sido erigida reiteradamente hasta ocho veces. Mezcla de estilos hindúes y de los primeros musulmanes es el complejo del Qutab Minar. Los mogoles dejaron aquí los impresionantes muros del Red Ford y la extensa y la elegante Jami Masjid,

mezquita de los viernes. Repasados los monumentos principales, se puede ya sumergirse en la vida de las calles de la antigua Delhi, con sus tiendas, el ajetreo de porteadores, diletantes y mendigos, sus atascos, sus perlas escondidas. R. P.

y también... Qutab Minar: famoso minarete construido en 1193. Connaught Place: centro financiero de la Nueva Delhi. Old Delhi: con el bazar de Chandni Chowk. Mausoleo de Humayun: del siglo XVI, dedicado al segundo emperador mogol. Mausoleos Lodi: arquitectura del Taj Mahal de Agra. Jantar Mantar: erigido como observatorio astronómico por el maharajá Jai Singh de Jaipur. ●











Toda la generosidad de la naturaleza K

armata creó un día incierto el cosmos, pero Nganyamba, el gran dragón del mar, quiso impedirle que diera forma al mundo emergido. Terció Djobela, la diosa de la Tierra con un solo ojo, y gestó cuatro gigantes para proteger los puntos cardinales. Umlindi Wemingizimu –el Centinela del Sur– es Table Mountain, el skyline del Cabo. Ésta es parte de la leyenda africana, luego hubo una portuguesa, una holandesa, una inglesa... Cada una de las culturas que ha arribado a este punto remoto y mítico ha dado con una tesis sobrenatural para explicar lo inexplicable. La “Enciclopedia Británica” dice que aquí está uno de los centros urbanos con los escenarios naturales más espectaculares del mundo. Desde Table Bay, el lugar donde marinos holandeses fundaron la ciudad en 1652, has-

y también... Teleférico a Table Mountain, a 1.067 metros sobre el mar. Signal Hill View Point. Colina de 350 metros en plena ciudad. Castillo de Buena Esperanza: construido en 1666. Jardín Botánico de Kirstenbosch. Inmenso parque con especímenes locales y de toda África. Stellenbosch. Pueblecito en el corazón del territorio vinícola. Greenmarket Square. Antigua plaza del mercado, declarada monumento nacional. ●





para los océanos Atlántico e Índico. La temperatura es dulce; la historia, dilatada; la naturaleza, generosa... en este extremo meridional del mundo. Y el Cabo es la más pulcra, multiétnica y europea de las ciu-

dades africanas, con arquitectura francesa, holandesa, inglesa, malaya, india..., y parques y jardines botánicos filtrando el arco iris entre los adoquines. Umlindi Wemingizimu cumplió a conciencia. E. C.







ta el cabo de Buena Esperanza y el Cape Point media una franja de 60 kilómetros que albergan, por ejemplo, 2.285 especies vegetales, 90 de ellas endémicas. Un parque nacional protege las tres cuartas partes de esta península sorprendente que se-

Table Mountain, sobre Victoria y Alfred Waterfront. Roger de la Harpe / CORBIS VANGUARDIA | DOSSIER

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para saber más. webs Rafael Díaz-Salazar. Profesor de Sociología de las Desigualdades Internacionales. Universidad Complutense

otras webs

G-3 (BRASIL, INDIA, SUDÁFRICA)

de la India es leer uno de sus prestigiosos semanarios. En el “Outlookindia” escriben algunos de los mejores periodistas e intelectuales indios. Es una revista valiosa por la calidad de sus análisis. Además ofrece noticias sobre arte, libros, deportes, sociedad. Se puede acceder a su fondo documental para conocer o seguir numerosos asuntos de India.

www.mre.gov.br/portugues/politica_externa/gru pos/ibas/index.asp El 6 de junio de 2003 se constituyó el Fórum de Diálogo India, Brasil y Sudáfrica (IBAS) que también ha sido denominado G-3. En marzo de 2004 se firmó en Nueva Delhi una agenda de cooperación y un plan de acción con la voluntad de establecer una cooperación trilateral y establecer posiciones comunes en política exterior. En esta web se ofrece toda la documentación existente sobre los objetivos de este nuevo actor internacional. La coordinación de estos tres países fue decisiva para impedir que se impusieran los planteamientos de Estados Unidos y la Unión Europea en la cumbre de la Organización Mundial del Comercio celebrada en Cancún. Destaca la entrevista conjunta a los ministros de Asuntos Exteriores.

BRASIL

La mejor forma de tener una información de la realidad 114 VANGUARDIA | DOSSIER

www.asiared.com información muy variada durante meses. A través de sus enlaces podemos tener un conocimiento de diversas realidades de Sudáfrica: prensa, datos del país, turismo, cultura, organizaciones sociales y políticas, recursos, etcétera. Para seguir la política sudafricana es interesante la conexión con la web del Congreso Nacional Africano. CHINA

www.brazil.gov.br

www.china.org.cn

Esta web permite, entre otras cosas, una conexión a las principales emisoras de radio brasileñas, así como a la Agencia Brasil de Noticias. En ella encontramos indicadores socioeconómicos, informaciones geográficas e históricas, mapa y datos de cada uno de los estados. Destaca un desglose temático que permite conocer la situación de la economía, la educación, el medio ambiente o la cultura. En el apartado Brasil en Foco se presenta una síntesis histórica que ayuda a comprender la evolución del país.

Centro de información sobre China en internet en diversos

www.afrol.com/es/paises/sudafrica

www.outlookindia.com

Análisis críticos de la realidad china de la mejor web española sobre el tema. Contiene un total de 79 enlaces muy valiosos.

Revista electrónica sobre la realidad asiática en la India y China. Destaca la conexión con “The Thimes of la India”, “China Today” y “China Daily”.

www.ub.es/geocrit/ara c-71.htm Webs interesantes para conocer la cultura y los estados de la India.

www.narmada.org

SUDÁFRICA

INDIA

www.igadi.org

Afrol News es una agencia de prensa que publica en inglés y otros idiomas y está dedicada exclusivamente a África. Ofrece noticias de actualidad de este país y un archivo que alberga

Expresa las luchas de uno de los movimientos más importantes de India y ofrece conexiones con campañas ecologistas, luchas de los dalits (intocables), etcétera.

www.mg.co.za Es la web del “Mail&Guardian”, el principal periódico del país y el más leído en África.

www.aidc.org.za idiomas. Facilita datos sobre población, territorio, medio ambiente, cultura, organización administrativa y noticias de actualidad. Interesante área de fotografía sobre el país dividido en ocho áreas. Las secciones de Sociedad y Cultura permiten acceder a ciertos aspectos de la vida cotidiana china y conocer las características de algunas zonas alejadas de los circuitos turísticos. Un archivo permite seguir los principales acontecimientos del último año. Es una web oficial. Para un análisis crítico de la realidad de China véase el apartado contiguo Otras webs.

El Alternative Information and Development Centre analiza la política gubernamental y expresa la realidad social del país.

www.fomezero.org Web del programa estrella de Lula para luchar contra el hambre.

www.social.org.br Presenta la situación de los derechos humanos y enlaza con las principales organizaciones sociales. Es interesante la conexión con la revista “Brasil de Fato”.

www.ibase.org.br Ofrece análisis de fondo de la realidad brasileña y dos revistas digitales excelentes.

pag116 telefonica

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