Valores Discurso de Oratoria
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“Una Golondrina no hace verano” Aristóteles. Los valores son asunto de todos los días, y vivir en ellos es requisito indispensable para formar buenos seres humanos. No basta con ser bueno un solo día. Diariamente se nos pide elegir entre la ganancia personal y la justicia, entre la conveniencia propia y la honestidad, entre el egoísmo y la solidaridad. A lo largo de los años los valores se han transmitido de unas generaciones a otras. De padres a hijos, de maestros a alumnos a través de la enseñanza y el ejemplo. Valores ¿algo perdido? Si se transmitían de generación en generación ¿en qué generación se quedaron? ¿En qué pupitre están escondidos? Si a diario vivimos bombardeados por mensajes que nos ofrecen una imagen atemorizante del mundo: noticias negativas sobre la violencia, la delincuencia, la carestía, la contaminación y la incertidumbre sobre el futuro. El mundo de hoy es un lugar complicado y confuso, lleno de opiniones contradictorias y mentiras. Todos quisiéramos vivir en un mundo más honesto y más justo y los primeros pasos para lograrlo inician en casa, con la educación de los hijos. Un valor se realiza, se hace pleno, cuando se convierte en un hábito, pero… qué pasa cuando mamá o papá me dicen di siempre la verdad, obedece a tus padres, y en un momento tan cotidiano de la vida llega alguien a buscarlos y me piden que diga que ¡no están! ¿Qué hago? ¿Obedezco o digo la verdad? Hemos visto hasta qué punto la falta de honestidad puede deteriorar la situación de un país, la mentira, la simulación de diversas acciones para ocultar la realidad de un hecho se han vuelto cada vez más comunes y muchas personas piensan que pueden ser buenos medios para progresar, sin darse cuenta que en realidad impiden el progreso y la solución de problemas. Nadie es igual a ti…pero en el fondo, todos compartimos la misma naturaleza humana, las mismas posibilidades. La intolerancia política, social y religiosa ha conducido a guerras y matanzas que han cobrado millones de vidas a lo largo de la historia. El hecho de que alguien sea distinto a nosotros no nos amenaza ni nos pone en peligro, sólo nos revela una perspectiva diferente del mundo. ¡No discrimines! Ser tolerante no solo implica soportar las diferencias, es aceptarlas con amor, comprensión y entusiasmo por aprender de ellas. ¡Respeta! El respeto debe ser la regla de convivencia en todos los ámbitos sociales. No se trata sólo de respetar, sino también de de darte a respetar. La escuela es el ámbito idóneo para promover que se asimile este valor en varias dimensiones: aprecio por las diferentes creencias, igualdad de derechos sin distinción de género, edad, raza, religión o situación económica. Maestros, padres de familia, ¡ayúdennos a rescatar esos valores! ¡A demostrar que no se han perdido, que siguen aquí aunque ante la mayoría pasen desapercibidos!
La divulgación de los valores parten de un principio de reciprocidad: dar lo mejor de nosotros mismos y estar preparados para recibir lo mejor de los demás. En un mundo ideal ninguna persona haría daño a otra; ese es un mundo al que debemos aspirar. Ése es el mundo que no sólo yo quiero y necesito, es el que todos necesitamos.
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