Valores Del Paradigma Emergente

November 14, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Valores del paradigma emergente Se concibe a los valores como pautas o abstracciones simbólicas que orientan la actuación del ser humano, como individuo y como colectivo. Desde una visión sociocultural, se asume que los grupos sociales crean sus propios valores y su propia cultura a partir de un proceso dialéctico de reproducción y transformación. En este proceso de creación social intervienen opciones y prácticas cotidianas que son objeto de escogencias y decisiones grupales las cuales están influenciadas por el ethos colectivo. Los valores son expresados en la interacción social mediante acciones, actitudes y juicios valorativos, cuyo contenido y significado tienen relación con los sentimientos y emociones, creencias y preferencias, circunstancias, necesidades, motivaciones e intereses, normas y patrones de comportamiento, conocimientos y experiencias del individuo en su contexto social. Las acciones, actitudes y juicios valorativos se traducen en lo que dicen y lo que hacen los sujetos. Desde una perspectiva moral, los valores son cualidades según las cuales los actos humanos pueden ser buenos y aceptables para el individuo y la sociedad. La ética hace referencia a valores universales de naturaleza moral; cuando una acción es conveniente o favorable es considerada buena y cuando perjudica o destruye es calificada como mala. Las cualidades buenas son llamadas valores y las malas antivalores. Dimensión Humana La Dimensión Humana posee gran valor dentro de la concepción del paradigma emergente, en cualquiera de las diferentes disciplinas, ya que, darle al ser humano un lugar preponderante en el proceso de cambio que le permita actuar como colectivo impulsado por la fuerza del pensamiento en las representaciones de lo que esperamos y deseamos para la sociedad del siglo XXI, puede significar un gran avance, al convertirse ese colectivo en ente participativo y autorrealizador de las necesarias transformaciones. Los valores deseables, junto con las nuevas actitudes y los nuevos estilos de vida, están siendo promovidos por gran número de movimientos como el ecologista, el pacifista y feminista, el movimiento de la salud holística y el potencial humano, corrientes espirituales, movimientos de liberación étnica y en defensa del tercer mundo, los cuales se han convertido en una poderosa fuerza de transformación social, que es llamada cultura naciente (Capra, 1992). Es en esta nueva visión del mundo que queremos, donde la Dimensión Humana juega un papel primordial convirtiéndose en el valor rector del nuevo paradigma, necesario para que los diferentes movimientos planteados logren sus objetivos de transformación y trascendencia social. En palabras de Vandana Shiva: “Debemos crear procesos de conocimiento que se contrapongan al ideal baconiano de descubrimiento de las leyes naturales por la manipulación. Buscar el conocimiento a través de la identificación y no del control, a través de la participación y no del dominio. Participar en la vida del organismo no es solo un método más efectivo para conocerlo es una fuente de liberación y fuerza para el conocedor”. En este pensamiento podemos percibir la necesidad de un enfoque con dimensión humana, basado en la participación plena y activa de los seres humanos en los procesos destinados a devolverle a la vida en nuestro planeta el pleno sentido de gozo y felicidad que permita convivir en armonía. Hablar de dimensión humana como uno de los valores del paradigma emergente, es referirnos a una forma de pensar que tenga como fundamento la escala de lo humano; con una sensibilidad

hacia la vida como una totalidad y al mismo tiempo hacia la cotidianidad, hacia los pequeños detalles del día a día, hacia la existencia. Quizás con esta visión podamos entender nuestro mundo y la posición que en el ocupamos. Esto debería ser fácil si el hombre conservar su esencia como ser vivo que forma parte de un universo donde la diversidad es la norma y en el cual existen diferentes formas de vida. Hay que recordar que en el ser humano moderno se manifiesta un desequilibrio entre su capacidad intelectual la cual se ha súper desarrollado y sus capacidades físicas y emocionales, las cuales se han atrofiado. Este desequilibrio se refleja precisamente en el deterioro de la sensibilidad natural y del modo de reaccionar ante la vida y sus realidades cotidianas. Siguiendo el planteamiento del filósofo y educador, Daisaku Ikeda, en la necesidad de una profunda toma de conciencia, buscando reafirmar quiénes somos y qué estamos haciendo. Tenemos que restaurar nuestra percepción de la vida en sí misma, nuestra conciencia manifiesta de las realidades del hacer cotidiano; y es aquí donde debemos aferrarnos firmemente al ritmo del ecosistema natural. Para poder hablar de una dimensión humana que fortalezca el nuevo paradigma esta debe estar sustentada en el autocontrol y la moral. Necesitamos una profunda toma de conciencia que implica reafirmar el reconocimiento de quienes somos y que estamos haciendo, para posibilitar la creación de formas de autocontrol y autodominio que son las que legitimarán el liderazgo moral de los pueblos. Debemos resolver la crisis de identidad del ser humano y restablecer las conexiones orgánicas vitales con el cosmos. Dimensionar la vida con un enfoque a escala humana es lo que puede cambiar lo que en este momento parece una realidad inmutable: la separación entre norte y sur, el inmenso abismo entre riqueza y pobreza, las grandes diferencias en posibilidades de acceso a la educación y a la salud, la desigualdad en los avances tecnológicos y comunicacionales, el ataque despiadado a la naturaleza y el irrespeto a otras formas de vida causando un desequilibrio ecológico sin precedentes y sobre todo la amenaza del fantasma de la guerra, la opresión del más débil por el más fuerte, la posibilidad de que países que poseen poder económico y desarrollan programas nucleares y, bajo la mirada indiferente de la comunidad mundial, puedan arrasar con culturas milenarias y vidas inocentes impunemente, la guerra fratricida entre pueblos, promovida por intereses económicos y políticos de otras naciones y el irrespeto a los derechos humanos que parecieran no ser universales. Hay que formar una nueva conciencia y crear valores genuinos y perdurables. Solo la voluntad y la acción de los hombres construirán la historia con visión de un nuevo horizonte. En el transito por el nuevo siglo tenderemos que enfrentar problemas. Las personas tendrán que trascender sus propios intereses nacionales y considerar la situación que vive el mundo como una totalidad. El desafío es trazar un nuevo rumbo en el siglo XXI aplicando las lecciones de nuestra época y al mismo tiempo buscar los tesoros espirituales que palpitan en las corrientes profundas de la historia. Considerar el estado de la humanidad desde la perspectiva del futuro, buscar el equilibrio, el gozo y la felicidad para todos los seres del planeta. Espiritualidad Ego: ubicado en la periferia del loto. Representa la racionalidad y el pensamiento secuencial.Zohar (2001) plantean la teoría del loto del ser en la que se describe un modelo psicológico del ser humano y su personalidad, indicando que los propuestos hasta ahora se

limitan a describir la capa exterior (conciente, racional) y la interior (subconsciente, asociativa). Se incorpora un centro unitivo, espiritual. Para la presentación del modelo eligieron la simbología de la flor de loto, la cual representa para los filósofos hindúes: la realización espiritual, y para los budistas: la propia naturaleza del Buda, que yace en el corazón de todo ser humano. Dicho modelo grafica las capas de esta flor asignándole alguna de las capas del “YO”: Subconsciente: Es el centro asociativo. Tiene que ver con las motivaciones, imágenes, arquetipos. Por ello influencia, desde dentro, la personalidad y el pensamiento. Pero también es la “máscara” con la que me presento al mundo, “la persona que creo ser”. Yo; Es el centro del ser: se encuentra en la esencia del ser, su función es básicamente unificadora o interrogadora. Vinculado a las preguntas trascendentes. Este modelo propone entonces, el reconocimiento de la esencia espiritual del hombre. Por ello, incorpora la idea de la inteligencia espiritual (IES) a las ya conocidas inteligencia emocional (IE) y cociente de inteligencia (CI). Los autores explican que una mera inteligencia racional no es suficiente para enfrentar las interrogantes existencialistas del ser humano. Las respuestas no son meramente racionales ni emocionales. Tal y como lo plantean los autores: “La inteligencia espiritual es el alma de la inteligencia” (p.24). Esta inteligencia no actúa de acuerdo a los valores de la persona, sino que es la que nos permite tener valores. De hecho, este planteamiento lo podemos relacionar con el “punto crucial” descrito por Capra, pues se plantea que la crisis que atravesamos hoy día es una consecuencia del poco desarrollo de la inteligencia espiritual de los humanos: “Ignoramos las cualidades humanas y nos concentramos en actividades frenéticas, en “ganar y gastar”. Menospreciamos fatalmente lo sublime y lo sagrado dentro de nosotros mismos, de los demás y de nuestro mundo”. (p.30) En el texto se plantea que, con anterioridad, las comunidades sociales tenían mayor claridad acerca del sentido de la vida (objetivos, valores, reglas claras). Parecían no ser necesarias o comunes las interrogantes existencialistas. Actualmente, carecemos de estas claridades, vivimos en un mundo de excesiva racionalidad y quizá por esta necesidad, nuestro cerebro ha evolucionado. Tal parece que poseer un alto nivel de inteligencia ofrece la oportunidad de usar lo espiritual para proporcionar un mayor contexto y sentido a la existencia, para lograr una experiencia de totalidad, destino y realización personal. La IES nos permite comprender una situación y usar nuestro libre albedrío para romper límites e incluso reglas si es necesario. Nos permite una verdadera y propia comprensión de la realidad. Nuestro sistema educativo descansa sobre las bases de la cultura occidental, obstaculizadora por naturaleza, del desarrollo de la inteligencia espiritual. La crisis de valores que atraviesa nuestra sociedad, parece ser consecuencia del escaso desarrollo de esta inteligencia, por lo que resulta indispensable incorporar entre los planteamientos y fundamentos de la pedagogía del siglo XXI, el desarrollo de la inteligencia espiritual a través de experiencias significativas, profundas y trascendentes que atiendan a las necesidades esenciales del Ser. Usar nuestra IES significa transformar nuestra conciencia, descubrir capas más profundas de nosotros mismos. Nos obliga a encontrar una base en nuestro propio Ego desde la cual recuperar un sentido que nos trascienda. No será tarea fácil para la gente acostumbrada a seguir paso a paso, mecánicamente recetas de perfeccionamiento. (p.45)

Ética Ética puede ser definida como la ciencia y la rama de la filosofía que estudia la bondad o la maldad de los actos humanos, entendiéndose como actos humanos aquellos que son ejecutados libre y racionalmente por el hombre. El conocimiento holístico en ética presenta dos conceptos que aclaran el modo de cómo son captadas en la mente los temas propios de la Ética: Verstand y Vernunft . Verstand significa intelecto. Se trata de la inteligencia o sea la conceptualización, análisis, razonamiento y percepción con toda claridad de un significado, La Verstand nos puede dar el concepto de un valor, pero nunca hacernos percibir el valor en sí mismo. Es ahí donde entra el concepto Vernunft, un modo de captar la realidad sin necesidad de conceptos, una manera personal y subjetiva del valor. Por lo tanto, puede aceptarse que la ética es tan objetiva como subjetiva. La moral es el hecho objetivo y real que está presente en todas las sociedades, es un conjunto de normas que se transmiten de generación en generación, que evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época histórica, siendo utilizadas para orientar la conducta de los integrantes de esa sociedad. La moral es impositiva y por lo tanto mecanicista, mientras que la ética surge en la interioridad de una persona, como resultado de su propia reflexión y su propia elección. De esta relación podría también surgir el concepto de que la ética es el conocimiento organizado de la moral. Y ambas, moral y ética, influyen en la libertad del ser humano. Ya en el siglo XXI, sabemos que no hay nada estable, que lo único estable es justamente el cambio. Es por esto que los paradigmas emergentes han influido en la definición de normas sociales obligatorias a cumplir por el individuo para su convivencia (moral) y en la reflexión que sobre ellas ha hecho el hombre para asumirlas o no como guías de conducta (ética). Ya sabemos que la moral se mantiene en criterios lineales, objetivos, racionales e impositivos hasta el punto de transmitirse de generación en generación, mientras que la ética por su carácter individual e interno, permite interconexiones profundas entre el mundo interno del individuo (lo no observable) y el mundo externo (observable, consciente). Por lo tanto, el ritmo de cambio, orden y caos social obliga a la formación individual de una ética que conserve la importancia del bienestar comunitario, en el que todos “éticamente”, por convicción y reflexión, nos interconectemos en la construcción social y el rescate de aquellos valores que han sido erradicados o deformados por el pensamiento lineal. El Yo profundo, el “ser” más allá del “tener”, el ser espiritual y reflexivo nos guiará a conocer valores superiores y comunitarios que inciden en la vida humana. Una frase interesante de referir es la que afirma que todos estamos unidos por el aire que respiramos. Respiramos el mismo aire, las moléculas de otros nos respiran: esto denota que somos la unidad en la diversidad. Sin embargo, decimos que somos individuos separados. No deberíamos olvidar que somos sistemas vivientes en un continuo interactuar en el que nos afectamos mutuamente. ¿Puede entonces la ética ayudarnos a convivir mejor? Estamos seguros que sí. Felicidad, Gozo y Ternura Estamos frente a un mundo lleno de gente que cree que ser feliz es poseer cosas materiales o alcanzar el éxito profesional, o tener una familia, unos hijos, una casa, etc. Pero no se profundiza en lo que es verdaderamente la felicidad. El gozo, parece estar asociado con mostrar a los

demás lo que se tiene y no a disfrutar de lo que se es. Hay una idea interesante que se refiere a que hoy en día vivimos en un mundo donde hay que tener, para poder hacer y en función a esto ser. Esto significa que si mostramos a los demás lo que tenemos: dinero, objetos, carro, casa, un buen trabajo, muchos títulos, estatus social, eso es lo que nos permitirá hacer: un mejor trabajo, las cosas que deseamos – o la que los demás quieren que hagamos -, ayudar a otros, estudiar una profesión, algún pasatiempo, para finalmente ser algo o alguien en la vida. El paradigma correcto se centra en ser, estar conectado consigo mismo, son sus necesidades, deseos, fortalezas, áreas por mejorar, para, en función de ese ser poder hacer las cosas que verdaderamente nos gustan, lo que verdaderamente deseamos y a partir de allí tener las cosas que necesitamos, deseamos y merecemos. No significa esto que el tener o poseer no sea importante, sino que lo que tengamos sea un apoyo para ser felices, estar en un estado de gozo, satisfacción y poder ver el mundo, a uno mismo y a los otros desde la ternura, la comprensión, el amor y el perdón. Esto nos habla de la necesidad de que el nuevo paradigma incluya la dimensión humana, emocional y espiritual de las personas. Es una necesidad latente y de allí lo importante de buscar el camino, pero, ¿el camino a que? …¿a la felicidad?...y entonces, ¿qué es la felicidad? La felicidad puede ser definida como un estado psicológico que trasciende la noción del estado anímico. Dota, a quien lo disfruta, de la sensación de autorrealización y plenitud para con uno mismo y los elementos del entorno circundante, ya sea éste físico o imaginado. Cabe decir que, tal sensación de autorrealización y plenitud, confiere a las personas felices una mayor serenidad y estabilidad en sus pensamientos, emociones y actos. [en línea: http://es.wikipedia.org/wiki/Felicidad consultado el 18/06/06]. Jackson (2000) plantea que “…todos tenemos la capacidad de ser felices. No importa el dinero que tengas o no tengas, no importa el tipo de trabajo ni el lugar donde vivas. Cualesquiera que sean tus circunstancias presentes, tienes en ti mismo no solo el poder de ser feliz, sino el poder de experimentar una gran abundancia de felicidad. La abundancia de felicidad no es sólo librarse de la depresión y del dolor, sino que más bien consiste en una sensación de alegría, de contento y de maravillado asombro ante la vida..” (p. 7) En Osho (2005) se plantea que “el sufrimiento puede darte muchas cosas que no te da la felicidad. Aun más, la felicidad te quita muchas cosas. La felicidad te quita todo lo que has tenido, todo lo que has sido; la felicidad te destruye. El sufrimiento nutre tu ego, y la felicidad es fundamentalmente un estado en el que no existe el ego…La felicidad es simplemente felicidad. Te transporta a otro mundo. Se deja de formar parte del mundo creado por la mente humana, se deja de formar parte del pasado, de la terrible historia. Se deja de formar parte del tiempo. Cuando eres realmente feliz, dichoso, el tiempo desaparece, y también el espacio” (p.99 y 100). “El dolor es inevitable. El sufrimiento es opcional”. Anónimo (en Marinoff, 2003) La felicidad no tiene nada que ver con el triunfo; la felicidad no tiene nada que ver con la ambición; la felicidad no tiene nada que ver con el dinero, ni el poder ni el prestigio. La felicidad está relacionada con tu consciencia, no con tu carácter. Osho (2005) El gozo está asociado con sentir placer, experimentar gratas emociones. Las emociones pueden ser consideradas como sentimientos que surgen como reacción a un estímulo externo o interno, sirven como mecanismo comunicativo y afectan al pensamiento y a las acciones de la persona.

El gozo está asociado con un estado de satisfacción, con sensaciones agradables, con el disfrute de la vida, las personas, los momentos. El gozo es una evidencia de felicidad, es dejarse afectar por las sensaciones agradables y placenteras, sin permitir que los juicios o creencias negativas invadan y eliminen la posibilidad de gozar. Se disfruta con todo el cuerpo, con la mente, en ese proceso de dejarse llevar por la energía de lo que sucede en el aquí y el ahora. La ternura es un comportamiento que muestra la capacidad de ser afectuoso, cariñoso y amable. Es mostrar a los demás los sentimientos positivos, es proporcionar amor. La ternura se encuentra en directa relación con los otros. No podemos mostrar nuestra ternura sino a través de los otros. Un maravilloso ejemplo de ternura son los niños, quienes son un reflejo del amor sin contemplaciones, sin tabúes, sin límites. La ternura es la demostración del amor. En palabras de Roque Schneider: “El amor es la mejor música en la partitura de la vida. Sin él serás un eterno desafinado en el inmenso coro de la humanidad”

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