Usted Puede Hablar

September 10, 2017 | Author: Alán Dmgz | Category: Communication, Author, Technology, Homo Sapiens, Knowledge
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USTED PUEDE HABLAR EN PUBLIC

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A

CaiGRNTE

_ . N$ 21.00 Francisco u. r u r e a Todos los modernos recursos que la electrónica ofrece no han sido capaces de sustituir el efecto de la palabra viva en el campo de la comunicación humana. Hablar en público sigue siendo una necesidad en el mundo actual, y de su práctica acertada depende el buen éxito de un gran número de actividades. El maestro en su cátedra, el ejecutivo en el mundo de los negocios, el investigador en el canpo de la ciencia y de la técnica comprueoan cada día más que sus ideas y proyectos dependen mucho de la forma en que 'os trasniten a otros en el aula escolar, en las reuniones y asan bleas, en las conferencias y congresos. Este libro quiere ser un aliado per' >nal de toe os aquellos que deben o desean hablar en público por cualquier motivo. El secreto de este arte no consiste tanto en la técnica de elaborar un buen discurso, cuanto en dar al orador la confianza en sí mismo. El autor sostiene la tesis de que cualquier persona puede hablar en público, por la sencilla razón de que todo ser humano goza del privilegio de poder comunicar sus ideas a los demás, y hablar bien en público no es más que lograr una buena comunicación del propio pensamiento. El propósito de USTED PUF.DE HABLAR EN PUBLICO es ayudar al lector a descubrir el "orador" que lleva dentro. El autor lo consigue en forma inteligente y amena, partiendo de la base de una buena comunicación: ideas y conocimiento del idioma, y exponiendo los elementos que dan al orador confianza para enfrentarse al público. Es de especial importancia el capítulo dedicado a la timidez. Mediante ejemplos y experiencias aleccionadoras, el autor estimula eficazmente a sus lectores a emprender una tarea que enriquecerá su personalidad, les abrirá nuevos horizontes y les producirá hondas satisfacciones.

Francisco J. Perea

USTED PUEDE

H A B L A R EN PUBLICO

EDITORIAL DIANA MEXICO

Introducción En épocas pasadas, y aún en pleno siglo xx, antes de la Segunda Guerra Mundial, la oratoria era todo un arte. Los antiguos lo llamaron retórica ( ^nxoptia), y constituía una materia específica en los programas de estudio de las carreras humanísticas. Es muy común encontrar en las bibliotecas colecciones de discursos, arengas, alocuciones, sermones, panegíricos y mil géneros más de formas consagradas para hablar en público. La segunda mitad del siglo xx, con el uso de la energía atómica y nuclear, los viajes espaciales y el mundo de la electrónica con sus inagotables recursos, han orientado al hombre con tal fuerza hacia la ciencia y la tecnología, que lo han hecho despreciar formas de cultura y utilización de medios que hace unas décadas consideraba indispensables. Con lo que podríamos llamar el arte de hablar en público, hemos pasado de un extremo a otro en unas cuantas décadas. Las generaciones de la primera mitad del siglo xx cultivaban el arte del bien decir en tal forma que en las piezas oratorias se llegaba a buscar más 7

INTRODUCCIÓN

el arte y la elegancia del estilo que el contenido del discurso. Ir a escuchar a un buen orador era una diversión más, como podría haber sido leer algún capítulo de un buen libro, presenciar un juego o asistir a una función de circo. Así se explica que la longitud de las alocuciones no pareciera excesiva. Al entrar en la segunda revolución industrial de la posguerra, la atención se concentra en la ciencia y la técnica con tal intensidad, que no hay tiempo ni interés por la palabra hablada. La grabación de los discursos se populariza cada día más. En la radio y la televisión, el procedimiento normal es grabar previamente programas y anuncios. El que participa en ellos no sufre por los errores que comete: lo más sencillo es devolver la cinta y grabar de nuevo. En cuanto a la diversión o placer estético que pudiera proporcionar un buen discurso, sería probablemente lo último en que pensaría el hombre moderno. En primer lugar, no tiene tiempo; en segundo, le sobran diversiones mucho más interesantes de que disfrutar. Este hombre, cuando debe oír a un orador, no quiere más que recibir un mensaje. Ni siquiera le interesa si habla bien o mal, con tal que diga "algo" que responda a sus intereses. Así es como hemos pasado del culto al desprecio de la palabra viva. Es lógico que también los que tienen que hablar en público no pongan mayor empeño en la forma en que lo hacen, pero el resultado de esa actitud acaba por ser la inseguridad y el temor, porque de todas maneras, el orador tiene delante a un auditorio más 8 ~

INTRODUCCIÓN

o menos numeroso, cuya sola presencia es impresionante. Además, el que toma la palabra, sabe que ese público espera un mensaje. ¡Cuántos hombres valiosos han lamentado no poder comunicar lo que piensan o sienten, por no creerse capaces de hablar en público! ¡Cuántos tienen la necesidad o el deber de hacerlo y su misión resulta pobre o definitivamente un fracaso, por la deficiencia de su actuación en esas circunstancias! A todos los que desean hablar en público o necesitan una ayuda para hacerlo con más confianza y satisfacción, va dirigido este libro, que no es más que un análisis de ese arte y una guía para descubrir los talentos personales adecuados. Otras obras sobre el tema, quizá mucho más extensas, le dirán lo que debe hacer y lo que debe evitar para lograr un buen discurso. Le explicarán cómo elaborarlo, qué medios puede emplear para prepararse y causar mejor impresión en el auditorio. Le darán normas sobre la manera más conveniente de presentarse, de hablar, de manejar los recursos oratorios y técnicos modernos, sobre la manera de retirarse. En pocas palabras, le proporcionarán el "instrumental" necesario y un "instuctivo para su uso". Este breve libro quiere ser su "aliado personal". Lo invita a descubrir lo que usted mismo ya tiene. Lo estimula a desarrollar facultades propias, más que a m a nejar herramientas externas. El verdadero "orador" está dentro de usted, hay que ayudarlo a salir y manifestarse libremente. ~ 9

INTRODUCCIÓN

La razón de este enfoque diferente es muy clara: los elementos esenciales para hablar en público son h u manos, no tecnológicos. Estos serán valiosos si encuentran apoyo en aquéllos, pero nunca podrán sustituirlos. Lo fundamental en la oratoria es desarrollar personalidad de orador, no volverse un técnico de la voz, de los medios de comunicación o de los recursos audiovisuales. Si usted quiere o necesita hablar en público, el factor esencial es la seguridad interior y la confianza en sí mismo. A los fundamentos humanos del arte de hablar en público puede aplicárseles muy bien esta frase debida al genio de Honorato de Balzac: "Nada es mayor impedimento para estar bien con los demás, que estar mal consigo mismo". El orador inseguro, temeroso, está "mal consigo mismo" cuando sube a la tribuna, porque no ha descubierto o desarrollado los talentos y cualidades interiores capaces de darle confianza en su propia persona. En esas condiciones, de poco puede servirle el dominio de todas las técnicas exteriores. A ese "estar mal consigo mismo", sentir que la tarea "le queda grande", se debe el que no logre "estar bien con los demás", con su auditorio; a eso se debe que tema estar ante él y que cuando debe hacerlo, sea un martirio. Este libro quiere ayudar a usted, lector o lectora, a estar bien consigo mismo cuando tenga que hacer frente a un auditorio. Lo invita y lo acompaña a encontrar seguridad y confianza en sí mismo, le dice que cualquiera que haya sido su experiencia pasada, si quiere, U S T E D P U E D E H A B L A R E N PÚBLICO.

10 ~

1 Hablar en público una experiencia humana de comunicación

HABLAR E N PUBLICO ES UNA EXPERIENCIA H U M A N A

SABER

primer paso en el arte de hablar en público tiene que ser entender en qué consiste, qué es lo que en realidad se hace cuando se ejercita. Solo así pueden concentrarse desde un principio los esfuerzos en lo importante, sin permitir que lo secundario y circunstancial distraiga de la finalidad principal.

COMUNICAR

EI

Cuando alguien " h a b l a en público", aparecen tres elementos: un orador, un discurso y u n auditorio. O sea, el que habla, lo que dice y a quién lo dice. L a relación entre los tres podría esquematizarse en esta f o r m a : ORADOR (el que habla) i

^*

DISCURSO (lo que dice)

PÚBLICO (el que escucha) _á

E l que habla en público no hace otra cosa que relacionarse con un grupo de personas, trasmitiéndoles un mismo mensaje. H a b l a r en público es, en esencia, lo mismo que hablar con otro; por ejemplo, en una con12 ~

versación: es establecer una comunicación. Por eso, el secreto básico de poder hablar en público no es más que el de saber comunicar a los demás lo que se piensa y lo que se siente. Las normas de un buen discurso son las mismas de una buena comunicación. Son las circunstancias peculiares en que suelen pronunciarse los discursos, y ciertas ideas erróneas sobre ellos, las que aumentan la dificultad de la comunicación y hacen de ella una experiencia sicológica ardua para el orador en general. Saber conversar también es u n arte, pero en general no nos cuesta trabajo comunicar nuestras ideas y sentimientos en una conversación, aunque sea delante de un grupo de varias personas. E n cambio, el orador se encuentra en circunstancias muy especiales y no es tan sencillo obtener comunicación. E n primer lugar, sabe que es el centro de atención. Ese grupo de personas más o menos numerosos se ha reunido allí para escucharlo, para recibir su mensaje. Se le ha preparado un lugar especial, de modo que todos puedan verlo. Él sabe que al subir al estrado, las miradas de todos estarán clavadas en su persona, y los oídos de todos estarán pendientes de sus labios. Por añadidura, es de suponer que a su discurso le hayan precedido anuncios y que a su entrada en escena le preceda una presentación. Todo esto lo pone más en evidencia. E l micrófono, sobre todo si se sabe que habrá grabación, es para muchos casi un trauma. Pero si no lo hay, el esfuerzo de hacerse oír es un problema adicional. ~> 13

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Todos estos factores, que rodean de solemnidad al acto, son los que hacen que hablar en público resulte una experiencia de comunicación muy peculiar y difícil. E n esa situación, hay el peligro de que los esfuerzos del orador se dirijan hacia las circunstancias, olvidando lo esencial. Puede suceder que el estrado, el micrófono, el número de los oyentes se apoderen de toda su atención y no lo dejen concentrarse como conviene en lograr una buena comunicación. Los detalles no deben descuidarse, pero lo fundamental es tener presente que para hablar en público hay que saber comunicar. L o demás viene por añadidura. De muy poco sirve dar reglas sobre medios, métodos y recursos prácticos, si se descuida la experiencia humana, la sicología de la comunicación.

* * * * * COMPARTIR IDEAS

Comunicarse quiere decir "poner en común", compartir algo con otros. E n su forma más simple, la comunicación es u n puente que une dos extremos: el emisor, que manda el mensaje y el receptor, que lo capta. Cuando se trata de hablar en público, el emisor es el orador, y el receptor el auditorio. E l discurso es el puente, tendido a base de palabras, pero en realidad, un medio para trasmitir algo más profundo y valioso: ideas y sentimientos. Y EMOCIONES

E l orador que se comunica con su público mediante las palabras está compartiendo con los que lo escuchan 14 ~

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EN

PUBLICO

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una serie de ideas, y se propone despertar en ellos sentimientos tan parecidos como sea posible a los que él mismo tiene. Se propone convencerlos de algo, i m p u l sarlos a tomar determinada actitud, a sentir interés por ciertos valores, a emprender una acción. U n ejemplo muy claro del complejo fenómeno que se produce cuando alguien habla en público lo tenemos en aquel famoso discurso de Cicerón contra Catilina, en presencia del Senado romano. E l orador tiene la idea de que Catilina es un traidor que está aprovechando la situación para llevar a cabo sus planes. Las emociones de Cicerón son intensas y al subir a l a tribuna se exacerban más con la presencia del culpable. ¿Qué hace el orador? Expone sus ideas con admirable facilidad de palabra, con elocuencia elegante, pero sobre todo con pasión vehemente. ¿ Q u é logra? C o m p a r t i r con el auditorio sus ideas: Catilina es un peligro, hay que hacer algo a l respecto. Pero sobre todo comparte con el público sus emociones profundas: temor, ante una grave amenaza para l a patria, sentimiento de urgencia y deseo de actuar sin tardanza. Su discurso tiene éxito. ¿Por qué? Porque ha logrado una verdadera comunicación.

* * * * * ACERCAMIENTO O

Es ley fundamental de la comunicación que exista entre las dos partes una actitud de acercamiento, de deseo de entenderse y de compartir. E l público que acude a oír a un orador norDISTANCIAMIENTO

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malmente va animado del deseo de recibir un mensaje y de compartir actitudes vitales. E l orador, por su parte, debe presentarse impulsado por el deseo de trasmitir ideas y sentimientos que considera valiosos y que lleguen al auditorio. Sobre esas bases previas, al ponerse el orador ante el público, se establece el primer contacto vivo por a m bas partes. Se inicia la C O M U N I C A C I Ó N . Este primer contacto, con las reacciones correspondientes del orador y del auditorio, es muy importante para los buenos efectos de la comunicación. S i el público se muestra hostil, hará más difícil la tarea del orador. S i este, de primer intento ofende o desagrada a l público, crea una barrera entre los dos, que tendrá que derribar para lograr que su mensaje llegue como él quiere. Experiencias de contacto humano, favorable o desfavorable, las vivimos a diario en el trato con los demás. E l joven recién recibido, que solicita una entrevista a l empresario para ofrecerle sus servicios profesionales, va a tener una experiencia de comunicación. Procurará h a cer buena impresión al probable jefe. E l primer momento de la entrevista, la primera mirada que intercambian, antes de decir una palabra, son de importancia capital. E l agente de ventas que ofrece su mercancía a un posible cliente, tiene mucho cuidado de que este se forme de él una buena imagen. Como suele decirse, antes de "vender el producto", procura "venderse a sí mism o " , es decir, se esfuerza por ser aceptado sin reservas; y sabe que los primeros instantes del encuentro pueden ser decisivos en pro o en contra. 16 ~

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EN

PUBLICO

ES

UNA

EXPERIENCIA H U M A N A

Entre el orador y el público, el fenómeno humano o sicológico es idéntico. E l primer contacto entre ellos puede ser un acercamiento o un distanciamiento, y siempre será decisivo para el resultado de l a comunicación. Esto nos revela una realidad de la máxima importancia para quien se propone hablar en público: el fenómeno de la comunicación humana es algo mucho más profundo y vital que un simple intercambio de palabras. Presupone actitudes, sentimientos, disposición interior entre los que van a comunicarse. Por eso, el orador necesita acercarse a su público con una actitud benévola, el interés sincero por darle algo que considera bueno y valioso. Este será el primer paso para conquistar a l auditorio, para despertar en él sentimientos y actitudes parecidas, para sentir que este acoge al orador, que le da la bienvenida. E l efecto de esta aceptación recíproca es doble: en primer lugar, usted como orador se sentirá mucho más tranquilo, mucho más " a agusto" en medio de u n grupo de personas que ha sabido conquistar. E n segundo lugar, su comunicación será mucho más efectiva, porque ya se ha tendido un buen puente entre una parte y la otra. L a situación de un orador ante su auditorio es como la de dos personas que hablan por teléfono. S i la línea es buena, la comunicación es clara, se disfruta de la conversación. S i la línea es mala, las palabras no se oyen bien, los dos interlocutores tienen que hacer un esfuerzo para trasmitirse los mensajes, lo hacen en un a m biente de tensión desagradable y los resultados no pueden ser tan positivos. Por lo menos, es seguro que no dejan ~ 17

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PUBLICO

a ninguno de los dos con la sensación de bienestar de una comunicación bien lograda.

* * * * * j j e conocido por lo menos tres casos de personas en cuya profesión hablar en público era parte esencial. Los tres sufrían de un temor tan grande al auditorio, que no podían verlo mientras le hablaban. Dos de ellos clavaban los ojos en la mesa o el atril que tenían delante. E l otro, lo primero que hacía al subir a la tribuna era cerrar los ojos. Este último, en una ocasión en que la tribuna era de forma circular, descubrió con vergüenza que, debido a los movimientos hechos durante el discurso, ¡había terminado de hablar casi de espaldas al público! ¿TIMIDEZ?

Aparte lo ridículo de situaciones de este género, hay un defecto de base en semejante oratoria: el que habla en público está perdiendo la oportunidad de un contacto vivo con sus oyentes. Los priva a ellos y se priva a sí mismo de l a mitad de la realidad encerrada en el fenómeno humano de la comunicación. Reduce a meras palabras lo que debían ser conceptos, emociones y fuerza de persuasión. Y él en lo personal, aunque busque en ese "aislarse" del público un refugio para su timidez, lo que de hecho hace es fomentarla. P o r ese camino, nunca llegará a convencerse de que el público lo acepta, que está allí para establecer con él una relación mutua de calor humano y de participación de intereses. Para pronunciar semejante discurso, valdría más que lo gra18 ~

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bara previamente y luego conectara la grabadora a la corriente eléctrica. A l menos así, el público ya sabría que tiene delante una máquina, de la que no espera más que sonidos. Pero si tiene ante sí a un ser humano, ¡con todo derecho espera de él algo más humano! A u n cuando sea tímido, si quiere o debe hablar en público, aprende a ver en su discurso un fenómeno de comunicación humana en toda su compleja y rica realidad. Preséntese ante el auditorio con el ánimo de acercarse a él para compartir, para darle algo de usted mismo. Este es un esfuerzo inicial un tanto arduo, si se quiere, pero que una vez hecho, facilita todo el resto del trabajo, porque crea la atmósfera auténtica, derriba b a rreras que no tienen razón de ser, y tiende la "línea telefónica" buena, el puente apto para que pasen por él no solo palabras, sino sobre todo ideas, conceptos, sentimientos vivos capaces de suscitar actitudes, de i m pulsar a la acción. Todos los demás recursos oratorios, por más valiosos que se consideren, por más brillo que den a la actuación del orador, no pueden tener la sencilla y natural eficacia del que se pone ante el público decidido a establecer con él una comunicación real, y no descuida los aspectos que la hacen fructuosa. T a l vez por falta de esta comunicación genuina oímos ;i cada paso alocuciones y discursos que nos dejan tan vacíos e indiferentes como si no se nos hubiese dicho nada. L o único que queda en esos casos es enojo, si son suficientemente malos, o cansancio y sueño si n i siquiera han tenido la virtud de exasperarnos. Resulta indig~ 19

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nante pensar en la inutilidad y falsedad de la típica demagogia política, que debiendo dar al ciudadano conciencia de su dignidad y obligaciones, no hace más que confundirlo y tratarlo como un tonto. Es triste oír discursos sobre temas religiosos, que parecen hechos para un público que quizá vivió hace siglos, pero que no tiene nada en común con el actual. Es una pérdida lamentable de tiempo oír a ejecutivos que, para estimular a su personal, no tienen más que frases hechas y citas de autores. N o son capaces de encontrar un motivo personal para dar sentido a l trabajo. L o que falta en todos estos casos es precisamente un propósito sincero de comunicar, de compartir con el auditorio ideas, sentimientos, convicciones capaces de i m pulsar a la acción. S i usted quiere saber hasta qué punto el orador ha dicho un discurso con verdadera intención de comunicarse con sus oyentes; sobre todo, si quiere saber si usted mismo se pone ante el auditorio con ese deseo, someta el discurso a l examen crítico de estas dos series de preguntas: 1. 2. 3. 4.

Dónde se dijo; por qué; a quiénes; qué les interesaba.

a) b)

¿El orador tuvo en cuenta todo esto? ¿Dio la sensación de saber qué decía, a quién, cómo y por qué? ¿Se vio claro que tenía algo qué decir y que era consciente de ello?

c) 20 ~

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(Si usted es el orador, una tercera persona puede hacer la encuesta entre algunos de los oyentes y entregársela).

* * * * * L o que en otras épocas hizo difícil la oratoria, v o l viéndola una tarea temible, fue precisamente el haberse alejado del concepto esencial del hablar en público, que es la comunicación humana, para poner todo el acento en los fenómenos accidentales, como la presentación del orador, los juegos de palabras, el lucimiento de la cultura personal, la complicada elaboración del discurso, etcétera. Por fortuna, como se dijo en la introducción, lo que el hombre de hoy pide y espera de una pieza oratoria es u n mensaje, o sea, el orador debe ser capaz de establecer con él una comunicación vital de ideas, sentimientos, actitudes, convicciones. Esto simplifica y facilita la tarea. L e devuelve el carácter espontáneo que siempre debió tener. Esto hace que el que desea hablar en público no necesite ocuparse más que de lograr una verdadera comunicación. Y a l mismo tiempo, que cualquiera que sepa comunicar algo a los demás, pueda con razón tener l a confianza de que es capaz de hablar en público.

~ 21

2 Exige ideas claras y precisas

EXIGE IDEAS CLARAS

Y

PRECISAS

al hacer el esfuerzo de decirlas a los demás. E n forma esquemática podríamos presentarlo así: engendran las

IDEAS

i

enriquecen a PALABRAS, que

Si hablar en público es comunicar, y lo que se comunica son ideas y sentimientos, o ideas matizadas de emociones, es evidente que lo primero que un orador necesita tener son I D E A S . Las palabras, en cualquier idioma, son signos de ideas, así como el humo es signo del fuego. Podrá haber fuego sin humo, pero es absurdo querer que haya humo sin fuego. Así también puede haber ideas sin que haya p a labras, pero es absurdo que haya palabras sin ideas en que apoyarse. Existe una relación muy interesante entre las ideas y su expresión en palabras, que el orador debe tener muy presente. Primero se conciben o se tienen las ideas, luego se expresan en palabras. Cuando pedimos a a l guien que nos explique una cosa, nos dirá:

"primero

necesito entenderla yo". Pero es un hecho que cuando alguien trata de poner en palabras las ideas que tiene, su mente se aclara y sus ideas se vuelven más precisas 24 ~

a su vez

^las

IDEAS

Esto es tan cierto, que cuando un individuo no puede expresar lo que piensa, su creatividad mental disminuye. U n gran pensador que debe expresar —de viva voz o por escrito— sus reflexiones, en un idioma que no domina, insensiblemente va condicionando su pensamiento a las palabras que conoce y, como es natural, lo empobrece. E n vez de hablar como piensa, acaba pensando como habla. E n el otro extremo está el que tiene gran facilidad de palabra, puede enhebrar frases y eslabonar párrafos magníficos, sin peocuparse de que contengan ideas. Este se esfuerza por producir humo, sin cuidarse de saber si hay fuego. Por esto, E L A R T E D E H A B L A R E N P U B L I C O descansa sobre dos pilares esenciales e imprescindibles: tener ideas claras y precisas y conocer el idioma para poder expresarlas. L a falta de cualquiera de estos dos pilares es lo que engendra l a inseguridad que atormenta a l a m a yoría de quienes deben hablar en público, y que en vano tratan de remediarla con otros medios, que pueden ser muy efectivos una vez que se tienen aquéllos, pero que sin ideas n i lenguaje, resultan impotentes. ¿De qué me sirve un curso sobre desarrollo de l a personalidad, relaciones humanas o impostación de l a voz, ~ 25

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PUEDE

HABLAR

E N PUBLICO

si no sé de qué quiero hablar? ¿Con qué objeto quiero tener una magnífica grabadora o una espléndida máquina de escribir, si no conozco las palabras que expresan lo que pienso? U n orador con estos adminículos, pero carente de ideas o de lenguaje, se parece a aquel cura de pueblo que recaudaba fondos para levantar su parroquia, y u n día volvió a casa feliz por haber encontrado quien costeara todo el decorado, ¡cuando aún no podía empezar a abrir las cepas para los cimientos! E l que quiere hablar en público necesita una preparación remota y otra próxima. L a primera es conocer el tema y el lenguaje para expresarlo, es decir, tener ideas y conocer el idioma. L a segunda es l a atención a todos los demás recursos, en los que suele ponerse tanto interés, que se olvida l a primera. IDEAS CLARAS

s i usted ha de hablar en público, necesita conocer el asunto que desea exponer. N o es preciso que sepa todo a l respecto, pero sí es indispensable que lo que sabe y quiere decir, sean ideas claras y precisas, es decir, ideas que se entiendan, que describan realmente algo, y que se refieran a objetos concretos que el oyente pueda identificar. P o r ejemplo, el gerente general de una empresa habla a l consejo administrativo para solicitar una nueva inversión: Y PRECISAS

L a compañía atraviesa por una situación conflictiva que, como toda crisis, puede tener un resultado favorable. U n a superación de nuestros recursos tecnológicos, de acuerdo con lo autorizado por la ley y sin mayor detrimento del 26 ~

EXIGE IDEAS

CLARAS

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ambiente, es parte de la solución. Contamos con los recursos humanos en 60%, pero se necesitan cursos de capacitación y desarrollo, para que la inversión en esas condiciones sea redituable. Queremos saber qué fondos podría autorizar el consejo administrativo para este proyecto. L o probable es que el consejo administrativo no haya autorizado nada, porque las ideas del buen señor eran bastante confusas: no se supo en qué consistía l a " s i tuación conflictiva" o "crisis" de la compañía. N o explicó qué clase de "superación de los recursos tecnológicos" sería recomendable, n i qué quería decir a l afirmar que contaba "con los recursos humanos en 6 0 % " . H a b l a de una "inversión" que sea "redituable" "en esas c o n d i c i o n e s " . . . ¿cuáles? Es un caso clásico de falta de claridad en las ideas. Probablemente, a l preparar el discurso, él mismo no sabía en qué consistía exactamente l a crisis n i por dónde era mejor resolverla, si por el lado de los recursos tecnológicos o por el de los humanos. O t r o caso es el de un ingeniero que explica a l personal administrativo las ventajas de una adquisición reciente de la compañía, que se hizo por recomendación suya: Hemos introducido una máquina que resolverá un gran número de problemas. Funciona con la corriente eléctrica normal, pero en caso de fallar esta, se conecta automáticamente a la planta propia de la compañía. No sufre calentamiento, por lo mismo puede trabajar sin interrupción las 24 horas del día. Cuando no está funcionando, se desconecta sola y para ponerla de nuevo a trabajar, basta opri~ 27

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PUBLICO

mir un botón. Naturalmente, esto representa un gran ahorro de electricidad. Su manejo es tan sencillo que una capacitación mínima de unas horas basta para que cualquier persona con los conocimientos elementales pueda operarla. No implica riesgo alguno, y su instalación es cosa de minutos. . . Magnífica descripción. N o deja lugar a dudas en cuanto a los menores detalles de la maquinita. Pero entre el personal administrativo había cinco o seis personas que no estaban en antecedentes acerca del proyecto y que después de oír al ingeniero se preguntaban: " ¿ Q u é fue esto, una información técnica o una adivinanza? ¿Qué fue lo que compró este, una máquina de escribir, un conmutador telefónico, un calentador de agua, una sumadora o una computadora electrónica?" Es un caso típico de falta de precisión. Las ideas son muy claras, pero lo mismo describen una barredora eléctrica que un cerebro electrónico. D e aquí la necesidad absoluta de claridad y precisión en las ideas, cuando se quiere hablar en público. L a falta de ideas claras y precisas no es un defecto que el orador pueda remediar. L o que debe hacer es preverlo. Las ideas claras y precisas sobre un asunto se tiene cuando se conoce este. De lo contrario, hay que estudiarlo, para saber lo suficiente. U n a vez conocido el tema, hay que imponerse una disciplina mental sencilla, pero indispensable: hacer la prueba de presentar las ideas que se creen claras y precisas como si ya se estuviera ante el público — p o r ejemplo, mediante una grabación—. Téngase cuidado de no 28 ~

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PRECISAS

dar nada por supuesto, sino expliqúese en forma concisa todo lo que se relaciona con el tema del discurso y que no hay razón para que el público tenga sabido de antemano. Para esto, coloqúese el orador en el lugar del auditorio y pregúntese qué quería que le dijeran sobre ese asunto, si él fuera uno de los oyentes. L a claridad y precisión del discurso en general, y aun de las ideas en particular, depende mucho de la forma en que se eslabonan unas con otras. H a y que recordar siempre que el público es oyente, no lector. Que una vez que se le ha dicho algo, no puede volver sobre ello. Que el secreto de que su memoria conserve lo que se le ha dicho, radica en la forma en que se proponga. LÓGICA

T j torrente de ideas que se lanza sobre el público puede ser aterrador, quizá entretenido, pero nunca de efecto duradero. L o que hace que el auditorio "se quede con algo" de lo manifestado, es la habilidad para insistir en las ideas y presentarlas en tal sucesión, que cada idea se derive de la anterior sin esfuerzo, espontáneamente. Sobre todo, a la idea p r i n cipal hay que colocarla en un sitio tan destacado, que se imponga sobre las demás, debe impugnarse que las otras ideas lleven siempre a ella, no que distraigan de ella. EMOCIONAL

n

E n este eslabonamiento de las ideas, lo que más cuenta es el valor sicológico que tengan, es decir, el grado en que puedan realmente influir en un público concreto, en determinadas circunstancias. Es mucho más fácil convencer de una verdad —o, como suele decirse ~ 29

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en el mundo de los negocios, "vender una i d e a " — cuando se la presenta cargada de una tonalidad emocional adecuada; cuando se tienen en cuenta y se aprovechan los sentimientos del auditorio. E l buen orador propone su tema como un vendedor amable que ofrece una mercancía " p a r a servir a l cliente". S i empieza diciéndole que debe deshacerse de lo que tiene, porque no sirve para nada, de seguro no logrará l a venta. Podrá ser muy cierto lo expuesto, pero si no lo presenta con los sentimientos que lo hagan grato al auditorio, fracasará en su propósito. Es famoso uno de los primeros discursos políticos de Winston C h u r c h i l l , ante el Parlamento británico. Se h a llaba en una difícil disyuntiva: si no favorecía l a asignación de mayor presupuesto a propósitos militares de defensa, perdía el apoyo del partido conservador, a l que pertenecía. S i hablaba en pro de ella, perdía el voto del partido liberal, que era el más numeroso. Se ingenió para poner a los dos partidos ante otra disyuntiva: ¿Cuál ha sido, según la historia, la influencia de Gran Bretaña en el mundo? Que yo sepa, siempre benéfica y constructiva. ¿Cuál queremos que sea en adelante?... Es claro que si fomentamos la producción bélica, cuando acabamos de salir de una guerra mundial (la de 1914-1918), aunque sea a título de defensa, nuestra influencia en el mundo no puede pretender ser en pro de la paz. .. L a idea era única: no debían destinarse mayores fondos a fines bélicos. Pero si l a presentaba en términos escuetos, no hubiera logrado nada. Apeló a l honor del 30 ~

EXIGE IDEAS CLARAS Y PRECISAS

pueblo inglés ante l a historia, que era uno de los t i m bres de gloria del partido conservador. Así logró atacar la asignación de fondos para esos fines y tener el voto de ambos partidos. También es clásico en este sentido el discurso de Pablo de Tarso, en el Areópago de Atenas. S u propósito era combatir el politeísmo y enseñar que hay un solo Dios. L o s atenienses eran tan propensos a tener muchos, que en su O l i m p o habían destinado un altar " a l dios desconocido", como si todos los que veneraban hubiesen sido pocos. S i se hubiera dejado llevar de un primer i m pulso, Pablo habría empezado más o menos así: ¡Esto es el colmo! Como si hubiera escasez de dioses en Atenas, han tenido que rendir culto " a l dios desconocido" . . . ¿No comprenden que esto hace que su religión degenere en vicio. .. ? C o n semejante introducción, aunque fundada en una verdad palmaria, ¿qué éxito habría tenido el discurso? Pero Pablo era un maestro de l a retórica, y empezó en esta forma: Atenienses, veo que por todos conceptos ustedes son los más respetuosos de la divinidad. Pues al pasar y contemplar sus monumentos sagrados he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: " a l dios desconocido". Pues bien, lo que ustedes adoran sin conocer, es lo que yo vengo a anunciarles. .. Los resultados fueron mucho más positivos. ~ 31

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PUEDE

HABLAR

EN

PUBLICO

E n resumen, si usted quiere o debe hablar en público : /. 2. 3. 4.

Cerciórese de saber de qué desea hablar; asegúrese de tener ideas claras y precisas sobre el tema; entre todas las que tenga, seleccione las que considere mejores, procurando que no sean demasiadas, y ordénelas, de modo que formen un conjunto agradable a la mente y sobre todo a los sentimientos de su auditorio.

3 Exige conocimiento del lenguaje

KXIGE

CONOCIMIENTO DEL

LENGUAJE

timientos son las personas, figuras, formas, etcétera, que deberán trasmitirse. Sus palabras son como las ondas eléctricas, son el vehículo que lleva lo que hay en el estudio, en su persona. L a mente de cada oyente es el aparato receptor, que al captar las palabras va a trasformarlas en ideas y sentimientos.

E l hombre moderno tiene muchos medios de comunicación, pero todos presuponen uno fundamental: l a palabra, que, como dijimos en el capítulo anterior, es signo de l a idea. U n orador que conoce su tema y tiene ideas claras y precisas sobre él, ordenadas en tal forma que produzcan el efecto más vivo en su auditorio, no tiene más que cerciorarse de que a l ponerlas en palabras, engendren en sus oyentes las ideas y los sentimientos que él ya tiene. Recuérdese cómo funciona l a televisión. E n los estudios hay personas, colores, formas, volúmenes. L a emisora los capta y los convierte en ondas eléctricas que se trasmiten a grandes distancias. E l aparato receptor capta esas ondas y las devuelve a su realidad original, proyectando sobre l a pantalla las personas, las formas los colores y volúmenes que había en el estudio. L a situación del orador es muy parecida. Su mente es como los estudios de l a televisión. Sus ideas y sen34 ~

¿Qué sucede si las ondas son defectuosas? L a imagen se altera, y lo que se recibe en l a pantalla no responde a l a realidad de lo que hay en los estudios. Así cuando se habla en público, si las palabras del orador no son vehículos que lleven fielmente sus ideas y sentimientos, lo que el auditorio reciba será distinto de lo que el orador ha concebido. Por eso decimos que los dos p i l a res sobre los que se apoya el arte de hablar en público son ideas claras y precisas y conocimiento del idioma. *

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#

H a y casos extremos en los que la ignorancia del idioma hace que se diga lo contrario de lo que se piensa. Fue lo que sucedió en una ocasión a l decano del cuerpo diplomático, cuando tomó l a palabra en París, en una ceremonia oficial. Deseando alabar l a cultura del pueblo francés, quiso decir: " F r a n c i a ha sido siempre como una antorcha para l a h u m a n i d a d " . L o que dijo en realidad fue: " F r a n c i a ha sido siempre como u n trapo sucio para la h u m a n i d a d " . Su error consistió en decir torchon en vez de torche. A l g o muy parecido aconteció, también en París, a un sicólogo extranjero que se esforzaba en convencer a un auditorio de moral muy PELIGROS

~ 35

USTED

PUEDE

HABLAR E N PUBLICO

rigurosa, de que no hay m a l alguno en admitir las inclinaciones naturales como son; quiso poner un ejemplo y, en vez de decir "no hay nada reprochable en que yo tenga mucha hambre" dijo "no hay nada reprochable en que yo tenga muchas mujeres". U n ligero error de pronunciación; dijo femmes cuando quería decir faim. N o suele llegarse a estos extremos en la propia lengua, pero pueden cometerse errores lamentables, o por lo menos hacer que una idea brillante, capaz de producir reacciones magníficas, se empobrezca al ponerla en palabras y deje indiferente a l auditorio. E n mayor o menor grado, esto sucede con demasiada frecuencia, casi sin que el orador o el público se den cuenta de la pérdida. ¡ Y todo por no usar el lenguaje adecuado! Estas son las ondas eléctricas que llevan a l auditorio una imagen distorsionada de las ideas y sentimientos del orador. Si usted quiere hablar en público, esfuércese por saber bien el idioma que deberá usar. Cuanto mejor lo conozca, tanto mayor seguridad tendrá de decir exactamente lo que piensa y siente y de producir en sus oyentes el efecto que desea.

* * * * * ESTILO E I modo de usar el idioma es parte de la personalidad de cada individuo. Constituye su "estilo" de hablar. E n un discurso es esencial ser uno misPERSONAL

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EXIGE

CONOCIMIENTO DEL

LENGUAJE

mo, es decir, no traicionar la propia personalidad, hablar con naturalidad y espontaneidad, con el "estilo propio". L o que impone variaciones y matices en el estilo propio es el auditorio, y es un arte saber adaptarse a él sin dejar de ser uno mismo. A este respecto hay que recordar que hablar en público es algo que siempre reviste cierta seriedad. Se pueden decir chistes, hablar con sentido del humor, pero sin perder la propia d i g nidad, n i hacer sentir a l público que no se le respeta. Cualquiera de estas dos fallas puede echar a perder el discurso. E l orador debe tener presente que está tratando de comunicar algo al auditorio, no de lucir su facilidad de palabra. Necesita vencer la tentación de recurrir a expresiones artificiales o extravagantes, para hacer alarde de erudición indigesta. N o puedo olvidar a un trabajador social que, en la colecta para una obra de beneficencia en cierta zona rural, dijo a los pobladores del lugar: —Suplicóos que depositéis vuestro óbolo en el cepo. U n o de los campesinos se acercó al maestro del pueblo y le preguntó: — ¿ Q u é es lo que quiere este? — C r e o que dice que echen la limosna en esa caja —fue l a respuesta. E n la selección del vocabulario, el criterio es prácticamente el mismo que rige las ideas: claridad y precisión. Úsense palabras claras, que todos puedan entender, y precisas, es decir, que designen exactamente lo que el orador desea comunicar. ~ 37

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO PALABRAS

g¡ usted no quiere exponerse a decir algo que no desea, absténgase de usar palabras que no conoce, por más que le suenen muy bien o le parezca que tienen mucha fuerza. E n esta trampa cayó un anciano alcalde que quiso dar la bienvenida a un grupo de representantes del gobierno, que iban a fundar una escuela en su aldea: ALTISONANTES

Señores, en esta fúnebre ocasión, damos la bienvenida a estos mandatorios que, como la lluvia, tarde, pero al fin llegan... Huelga todo comentario. Idéntico error cometió un joven subgerente, a l querer explicar a los accionistas las magníficas posibilidades de la compañía: Atravesamos una situación caótica que podría llevarnos a un auge tremebundo si sabemos potenciarla. Estamos en un laberinto formidable, del que sin duda saldremos a un statu quo. Asustado por semejante introducción de su inexperto colaborador, el gerente tomó la palabra y aclaró: El señor licenciado quiere que nos demos cuenta de que el momento crítico que vive la compañía es una magnífica oportunidad de progreso si sabemos aprovecharla. Que estamos ante una encrucijada que va a conducirnos a una etapa de estabilidad económica. E l buen subgerente estaba dando un sentido equivocado a unas cuantas palabras que casualmente eran 38 ~

EXIGE

CONOCIMIENTO DEL

LENGUAJE

la clave de su exposición. E n vez de caótica, había querido decir "crítica"; el auge no era exactamente tremebundo, sino "excepcional", y había que " p r o p i c i a r " este, no que potenciar la crisis. L o de la compañía no era un laberinto, y menos formidable, sino una "oportunidad magnífica" que lejos de dejar a la empresa en u n statu quo, le daría una "seguridad dinámica". A l protestar ya en privado, por la intervención del gerente, este explicó: — N o sé de dónde sacarías esa retahila de altisonancias, pero voy a decirte lo que los accionistas entendieron al final de tu primer párrafo: La compañía está pasando por una situación de absoluto desorden, que podría llevamos a un desarrollo aterrador, si sabemos fomentarla. Estamos metidos en un enredo pavoroso, del que sin duda saldremos para caer en el estancamiento . "¿Es eso lo que querías d e c i r ? . . . TJn defecto hermano de este uso desatinado de términos cuyo valor se ignora, es el empleo de frases hechas o clisés, que a fuerza de repetirse, han perdido todo su significado y capacidad de impresionar, cuando no resulten empalagosos o insoportables. Por ejemplo, decir que " e l sol penetraba a raudales", que "las olas le acariciaban la dorada tez", que " l a inconsolable viuda lloraba a mares", que las leyes son " d r a conianas" o que alguien "se precipita vertiginosamente por la pendiente del vicio". LOS CLISÉS

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USTED

PUEDE

HABLAR E N

PUBLICO

Esta clase de defectos da al discurso un sabor barroco de siglo XVIII, que resulta intolerable para un público de nuestros días. Parece difícil creer que haya todavía quien habla en esos términos. Sin embargo, hace muy pocos años, en cierta ciudad de provincia, era famoso un profesor especialista en sicología infantil, al que el público iba a oír para divertirse, aunque el contenido de sus conferencias podría haber sido muy interesante. E n una ocasión, describió la emoción que le causaba un grupo de niños en traje de gimnasia, con estas palabras: Diome un vuelco el corazón al ver erguirse enhiesta aquella pléyade de párvulos con sus vestiduras albeantes, como las eternas nieves del Everest, acariciadas por tenues resplandores del astro rey.. . U n a de las cualidades más encomiables del orador moderno es la sencillez y naturalidad del discurso. L o que ha de producir en el auditorio el efecto debido son las ideas y sentimientos, expresados con claridad y precisión, no son los epítetos, que a la larga resultan aburridos y pesados, y engendran confusión. Cuando se logra salvar el escollo de los términos a l t i sonantes y del abuso de los calificativos, se obtiene otra buena cualidad, que todo público agradece: la brevedad. Los antiguos, a pesar de que cultivaban y apreciaban la oratoria mucho más que nosotros, tenían una máxima muy sabia: Sé breve y agradarás. Si te alargas, fastidiarás. 40 ~

EXIGE C O N O C I M I E N T O D E L

LENGUAJE

fc\ p i opuesto de l a retórica barroca es la vulgaridad. U n discurso soez u obsceno hará reír a unos y asustará u ofenderá a otros; pero n i en los primeros n i en los segundos propiciará los efectos de un mensaje constructivo trasmitido en forma conveniente. Recordemos, una vez más, que hablar en público es un acto que siempre debe revestir cierta seriedad, un acto en el que el orador tiene que mostrar respeto a sí mismo y a su auditorio. Esta es una cualidad del discurso que agradecen todos y en cualquier circunstancia.

VULGARIDADES

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N o hay verdadera razón para usar palabras bajas o frases de doble sentido en un discurso. D e hecho, una idea puede expresarse, incluso con mayor fuerza, con términos correctos, bien calculados, dichos fríamente. Compárense los resultados de arengas militares famosas que nos ha conservado la historia, con los obtenidos por alocuciones exaltadas y vulgares que daban a los soldados la impresión de que sus jefes los despreciaban. C o n el especialismo que domina a la vida moderna, prácticamente cada tema tiene un vocabulario propio. L o normal a l hablar en público es usar esos términos. N o hay en ello pedantería, cuando se sabe que los oyentes están familiarizados con esas palabras, y que un vocablo puede suplir a toda una frase. H a y que evitar hacer gala de esa clase de conocimientos, cuando se tiene delante un público profano en la materia, que acude con el ánimo de que se le instruya.

* * * * * ~ 41

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

EXIGE

CONOCIMIENTO DEL

ADQUIRIR

exacto ni se comprende (establishment, standard, stand. . . etcétera), que no queremos tomarnos la leve molestia de buscar la palabra adecuada. Así es como caemos en la pobreza del propio vocabulario y, como es natural, en la inseguridad al hablar y el temor de hacerlo en público. U n pequeño esfuerzo —que cada día sería menor— por hablar con propiedad y decir exactamente lo que se quiere, nos daría una facilidad de palabra que no imaginamos. Y a dueños de ella, la usaríamos en público con la misma naturalidad con que conversamos.

T a l vez ante todas estas reflexiones, el lector piense que es u n martirio hablar en público, y que no pueden tenerse presentes tantas normas. L a realidad es que el conocimiento del idioma es un hábito que se adquiere y luego se usa sin mayor esfuerzo, con naturalidad. Q u i e n consigue tener dominio del lenguaje y buenas costumbres en su modo de hablar cotidiano, no tiene que preocuparse a la hora de pronunciar un discurso: las palabras adecuadas brotan espontáneas, l a construcción es correcta, sin que tenga necesidad de pensar en ella. E L HABITO

Aquí, como en l a adquisición de ideas claras y precisas, lo mejor es l a preparación remota. P a r a quien vive en el turbulento mundo de los negocios modernos, el hacer estudios o tomar cursos, por más que se anuncien como "rápidos y efectivos", resulta difícil y poco fructuoso. H a y otra forma de adquirir dominio del lenguaje y soltura en su uso. Es una disciplina, si se quiere, pero grata y gratificadora. Implica un doble ejercicio: /.

2.

42 ~

Leer con atención las obras actuales bien escritas en el idioma que deba emplearse (normalmente será el propio). E l tema que traten no tiene mayor importancia. Las obras bien escritas suelen tratar asuntos enjundiosos. Leer lo más posible es la clave del conocimiento vivo del idioma. Acostumbrarse a hablar con propiedad. Es tan fácil y tan cómodo usar expresiones de moda que destrozan el idioma, aprovechar extranjerismos cuyo sentido

LENGUAJE

* * * * * Reduciendo este capítulo a unas cuantas normas prácticas, podemos decir que, en materia de conocimiento del idioma, para hablar en público, es necesario: 1. 2. 3. 4.

5. 6.

Que el orador conserve su "estilo" personal; debe tener presente a su auditorio; no tratar de lucirse sin necesidad; expresarse en forma clara y precisa, evitando a) términos que desconoce, b) clisés, c) expresiones barrocas y d) vulgaridades; ejercitar mucho la buena lectura, y esforzarse por hablar correctamente cuando conversa.

~ 43

4 Condiciones personales del orador

CONDICIONES PERSONALES DEL ORADOR

adaptar a su sexo las reflexiones de este capítulo y del siguiente.

* • * # * * PRESENTACIÓN

L a forma de presentarse del orador tiene gran importancia. D e ella depende en gran parte la primera impresión, que puede producir entre el orador y el auditorio un acercamiento o un distanciamiento. PERSONAL

A l hablar de condiciones

personales, nos referimos

a dos clases de factores físicos importantes para el que habla en público: /. 2.

Su presentación personal, su modo de hablar.

Los llamamos factores físicos,

porque producen su

efecto —bueno o m a l o — en los sentidos del auditorio: en su oído, en su v i s t a . . . ¡ y en su olfato! Todo lo que hemos visto en las páginas anteriores sobre el arte de hablar en público,

tiene valor u n i -

versal. Son normas y orientaciones buenas para cualquier orador, en toda circunstancia. A l mencionar las condiciones personales, es útil recordar que quien habla en público puede ser hombre o mujer, y que deberá 46 ~

Esta presentación personal incluye básicamente dos cosas: a) b)

Su modo de vertir, su postura física.

E n términos generales, las normas que la rigen son las mismas del uso del lenguaje: naturalidad y sencillez, dentro de la consideración que se debe presentar al público. Modo de vestir

E n la elección de su indumentaria, es muy importante que usted respete su propia personalidad y sus preferencias. Debe sentirse " a gusto" y "ser usted mismo" cuando se dispone a hablar en público. Sentirse incómodo por razón de l a ropa que lleva puesta es como pedir a un boxeador que suba a la arena con zapatos apretados. ~ 47

USTED

PUEDE

HABLAR

EN

PUBLICO

Nadie puede ignorar que en ese "estar a gusto" i n fluye mucho l a moda imperante. L a mujer en especial siente l a necesidad de seguirla, dentro de lo razonable, para estar segura de sí misma y de que su auditorio la aceptará sin críticas desfavorables. Para ella son elementos muy importantes la longitud de la falda o l a forma del pantalón, el peinado que va más de acuerdo con la forma de la cara, la altura del tacón según su estatura, el maquillaje discreto y el perfume. P a r a él cuenta mucho el corte y color del traje, una buena combinación de colores con l a camisa y l a corbata, los z a patos limpios. Otros dos criterios que el orador (hombre o m u jer) debe seguir para vestir, son: el discurso (tema o motivo) y muy particularmente el público. E n efecto, la ropa de colores muy llamativos desdice de una alocución religiosa o de l a toma de posesión de u n puesto importante. Pero un atuendo demasiado serio o solemne choca con un auditorio j u v e n i l ; y en la época de igualdad social que estamos viviendo; resulta poco menos que ofensivo presentarse ante un público de obreros o campesinos con ropa elegante. SIN

Dentro de lo que su personalidad le pide, escoja lo que esté de acuerdo con el mensaje que va a trasmitir y con el público a l que va a dirigirse, evitando excentricidades. E l que a un grupo de jóvenes les disguste un atuendo atildado no significa que usted deba presentarse ante ellos en camiseta, con EXTRAVAGANCIAS

48

~

CONDICIONES

PERSONALES

D E L ORADOR

pantalón deshilachado y sandalias. Tampoco significa que una mujer, aunque sea joven, tenga obligación de ponerse minifalda, llevar el cabello completamente suelto y sin peinar, o renunciar a todo maquillaje. S i un grupo de obreros espera que usted se dirija a ellos sin hacer alarde de ropa fina o joyas ostentosas, eso no quiere decir que para hablarles tenga que ponerse pantalón de mezclilla y zapatos sucios si es hombre, o blusa de manta con adornos de m a l gusto, si es mujer. Recuerde que hablar en público es u n acto que reviste seriedad, no un saínete n i una función de circo. A u n los auditorios más exigentes en cualquier sentido, esperan del orador autenticidad. Disfrazarse para " h a cerse uno de ellos" no es auténtico. Ellos lo saben y lo sienten. H a n acudido a oírlo a usted, y no esperan otra cosa. L o único que piden es que al hablarles se acerque, para poder entenderlo. E n fin, como lo esencial al hablar en público es la comunicación, tenga cuidado de que su modo de vestir la favorezca, no la estorbe. Mensajes muy importantes pueden perderse por descuidar su aspecto personal. Recuerdo a un médico, completamente calvo, que para hablar a un grupo de enfermeras desconocidas, discurrió ponerse una peluca. E l tema de su conferencia era del máximo interés: "Responsabilidad de l a enfermera ante un error del médico". A l terminar l a exposición, todos los comentarios se referían a l a p e l u c a . . . nadie sabía decir de qué había hablado el doctor. O t r o caso fue el de la directora de una zona escolar en un distrito de Los Ángeles. Tenía que hablar a una ~

49

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

asamblea de mesas directivas del condado. Se presentó bañada en u n perfume fino, ciertamente, pero muy penetrante. L o único que deseaban todos era "salir a tomar el aire". N a d i e supo cuál había sido el motivo de la junta. U n o de los asistentes me comentó: " L o único que yo tenía en la mente era aquel verso de una antigua canción romántica: . . . y dejó mi vida para siempre llena de un embriagador aroma de mujer.. . Resulta también mala táctica hablar en público después de haber comido o cenado una sopa de ajo o de haber bebido más de una cerveza. E l m a l aliento fuerte molesta a l auditorio, por lo menos a los que están más cerca. Postura física

Es el complemento dinámico de su indumentaria. Usted puede i r muy bien vestido —o lucir muy atractiva—, de acuerdo con las circunstancias, pero su postura física será la que dé realce o eche a perder sus cuidados en materia de vestido, cuando llegue el momento de entrar en acción. L a postura o actitud externa ante su público se revela en muchos detalles: su modo de andar, de mirar, de sentarse o ponerse de p i e ; en el buen tino y gusto para moverse, gesticular y aprovechar los miembros del cuerpo, en especial los brazos y las manos. Existe lo que se llama el lenguaje del cuerpo, que trasmite inconscientemente muchos mensajes, aun antes 50 ~

CONDICIONES PERSONALES DEL ORADOR

que las palabras empiecen a oírse. Después, en pleno discurso, este mismo lenguaje mudo será el que forme un marco y sostenga a la palabra hablada, o bien la debilite o extinga por completo. A esto se refería un célebre director de teatro mexicano, cuando en u n ensayo que parecía i r viento en popa, interrumpió a los actores con un grito de protesta: " ¡ M e están matando esa escena!" L o que exigía, con toda razón, era que la expresión del rostro y los m o v i mientos de los actores tuvieran toda la vida de las palabras que estaba pronunciando. MODO

S i usted tiene que hablar en público, aproveche los recursos de l a postura física desde el primer instante, para acercarse a l público. H a g a su entrada con sencillez, pero con entereza. Camine erguido sin arrogancia. D i r i j a desde luego su primer saludo a l auditorio con una m i r a d a amable y franca, sin temor, pero sin aire de superioridad. Si ha de hablar de pie, manténgase derecho, en una posición digna. Pero procure que sus músculos se conserven relajados: no deje que la excitación nerviosa se traduzca en tensión muscular. N o es un gladiador en el circo romano. Es una persona que va a conversar con un grupo que se ha reunido para oírlo y recibir algo de usted. Si debe hablar sentado, cuide también de mantener el torso erguido con naturalidad, sin afectación. N o se recargue en forma indolente sobre l a mesa que tiene DE H A B L A R

~ 51

USTED

PUEDE

HABLAR E N

PUBLICO

delante, n i se hunda en el asiento, reclinándose como si se preparara a dormir. ACCIÓN

Y a en pleno discurso recuerde que dispone de valiosos auxiliares: las expresiones del rostro, los brazos y las manos. Aprovéchelos. N o caiga en el error de u n conferenciante al que la prensa describía como " u n a esfinge esculpida en un iceberg", por su inmovilidad absoluta, que creaba una atmósfera polar a su alrededor. Tampoco deje que los movimientos de los brazos se conviertan en aspavientos que molestan y distraen a l público, como sucedía a una maestra u n i versitaria, a la que habían de escuchar con los ojos cerrados, so pena de salir mareados de sus conferencias. ESPONTANEA

A b r a bien los ojos o entreciérrelos, sonría o contraiga los músculos de la cara, según se lo sugiera lo que está diciendo. A b r a los brazos o levántelos, extienda las manos o cierre los puños. Apunte en determinada dirección con una mano, dejando la otra en r e p o s o . . . E n fin, ¡muévase! ¡Hablar en público no es ponerse una camisa de fuerza! Pero que sus movimientos respondan sin exageración a lo que está diciendo. Que broten de la necesidad de acentuar o enfatizar el mensaje verbal. Logrará el grado de acción conveniente si se ha posesionado de lo que está diciendo, si mantiene verdadera comunicación con su público y deja a su cuerpo soltura y espontaneidad. L a sobriedad de un buen discurso no suele exigir otra cosa. 52

CONDICIONES

PERSONALES

D E L ORADOR

Si siente inseguridad en sus movimientos, observe la conducta de oradores que le dejan buena impresión; puede aprender mucho de ellos. Ensaye su discurso ante un espejo, para tener una idea de la imagen que v a a proyectar. Es una forma sencilla de verse a sí mismo con los ojos de su auditorio. E n cambio, si se siente tranquilo y seguro de sí, no eche en saco roto las críticas y comentarios que pudiera oír sobre su actuación. Incluso solicite la opinión de u n buen amigo, capaz de ser completamente sincero. Todo lo que pueda mejorar su forma de hablar en público le interesa, porque hará más efectiva su comunicación.

* * * * * Sobre la presentación personal del orador, le sugiero el siguiente temario de juicio crítico, para que lo aplique a otros, cuando asista a sus conferencias, o vea el modo de que lo utilicen con usted, cuando hable en público. L e ayudará mucho a enriquecer su oratoria y a evitar fallas que le restan categoría: El

orador:

¿Era tímido, arrogante, o natural, respetuoso, afable? ¿Iba bien vestido, sin exagerada pulcritud, sin extravagancias? ¿Su modo de sentarse o estar de pie era correcto? ¿Inspiraba atención? ¿Se notaba distraído o atento a su público? ~ 53

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

¿Le demostraba respeto? ¿Hablaba en tono dogmático, con prejuicios, o era de mente abierta? ¿Era convincente? ¿Sabía tratar asuntos delicados sin ofender? ¿Dio l a impresión de saber de qué hablaba; se sentía seguro? ¿Miraba a l público de frente o eludía las miradas? ¿Tenía los ojos cerrados? ¿Sus movimientos eran naturales y de acuerdo con lo que decía? ¿Usted volvería a escucharlo con gusto?

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5 Defectos importantes

DEFECTOS

E L MODO

Cuando usted quiere regalar una joya, lo principal es el valor de la piedra, luego se procurará que vaya en un estuche adecuado. Pero el éxito completo del obsequio se tendrá únicamente si se da en la forma debida. DE HABLAR

L o mismo sucede a l hablar en público: lo principal es tener qué decir. Después hay que saber ponerlo en palabras; pero el efecto total del discurso dependerá del modo de decirlas. E l modo de hablar, lo mismo que el de caminar o escribir, es parte de la propia personalidad. N a d i e tiene obligación de modificarlo por completo, es más, quizá n i siquiera pueda hacerlo. Pero todos cualidades que lestan a quien conscientes de 56 ~

tenemos en el modo de hablar buenas lo hacen agradable y defectos que monos oye. Es muy común que no seamos aquéllas n i de estos. Pueden ser natu-

IMPORTANTES

rales, como un timbre de voz agradable o estridente, o haberse desarrollado por las circunstancias en que hemos vivido, como la sonoridad de la voz en los oficiales militares, o un tartamudeo debido a temor e inseguridad en otra persona. Para hablar en público hay que aprovechar las buenas cualidades y corregir los defectos, porque estos pueden destruir todo el buen efecto de la palabra viva. E l hombre moderno cuenta con una ayuda muy valiosa: la grabación de la propia voz, que después podrá oír una y otra vez para examinarla y mejorarla. E l camino más seguro para comprender los defectos es analizar el fenómeno del habla humana. Dos cosas nos interesan en ella: /.

Que al hablar se emiten sonidos,

2.

que al hablar se pronuncian

palabras.

Los defectos pueden provenir de la emisión de los sonidos o de la pronunciación de las palabras. Emisión de sonidos

E l sonido humano articulado (el que tiene sentido) resulta de la vibración de las cuerdas vocales producida por la presión del aire que se exhala, dentro de una "caja de resonancia". P a r a hacer vibrar las cuerdas y producir los sonidos que queremos, tenemos que arrojar el aire en cierta forma y con determinada presión. D e este fenómeno no solemos ser conscientes. L o hacemos por instinto. ~ 57

USTED

PUEDE

HABLAR E N

PUBLICO

APRENDER

Pero el orador es como el corredor atlético: necesita aprender a respirar, porque hablar en público i m p l i c a un esfuerzo que requiere entrenamiento, si no se quiere que resulte agotador. H a y que aprender a ser conscientes del ritmo de la propia respiración. U n buen ejercicio para lograrlo es dejar salir el aire en una espiración larga y controlada, y luego hacerlo de nuevo pronunciando frases de d i versa longitud. E l ejercitante observará de paso que cuando respira correctamente su voz suena más agradable. L a explicación es que la emisión de los sonidos empieza en el fondo de los pulmones y debe hacerse sin esfuerzo. Solo así puede un orador pronunciar largos discursos ante un gran auditorio sin fatigarse n i sufrir dolor de garganta. Respirar correctamente debe ser un hábito para quien habla en público. Es una lástima que de hecho logre hacerse oír con una respiración deficiente y entrecortada, porque las palabras y frases brotan como " a b r i n cos". Este grave defecto hace que el orador pierda recursos preciosos como las inflexiones de la voz y l a entonación adecuada. Los cantantes son en esto un magnífico ejemplo. ¿Qué hacen? Aprenden a almacenar el aire y a u t i l i zarlo con economía y parsimonia para pode*- sostener periodos sonoros largos sin interrupción. E l orador que no ejercita la emisión del aire, trata de elevar el volumen haciendo una presión más aguda A RESPIRAR

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D E F E C T O S

I M P O R T A N T E S

en la garganta. Sus músculos están tensos, en lugar de conservar la relajación que facilita el esfuerzo. Esta situación no tarda en agotarlo, y pronto su voz se escucha aún menos que antes. Unos minutos diarios de ejercicios adecuados, que enseñan a mantener el cuerpo en la postura higiénica conveniente y corrigen vicios de respiración, garantizan una emisión de aire vigorosa y sin fatiga. Propóngase practicarlos desde mañana mismo. S i necesita orientación o consejo, pídalo a l médico o a un profesor de cultura física. H a b l a r con voz apagada e imposibilitarse a perorar más de quince minutos sin sentirse exhausto, son efectos de vicios de respiración. L a vida moderna de oficinas y fábricas, asambleas y relaciones públicas, con poco ejercicio y vida a l aire libre fomenta estos defectos, a la larga graves. IMPOSTAR LA v o z

Supuesta una notable mejoría en la respiración, que le permita hablar en voz alta sin agotarse, hay que atender a la "caja de resonancia". E l arte de dar sonoridad a la propia voz sin aumentar el esfuerzo, es lo que se llama impostación de la voz. N o se trata de distorsionarla, sino de darle el mayor realce posible, de que tenga todo el timbre y sonoridad que pueden darle nuestras cuerdas vocales. H a y quien tiene la voz impostada naturalmente. Pero para quien necesita aprender a impostarla, existen ejercicios sencillos que le ayudan a adquirir ese hábito. ~ 59

USTED

PUEDE

HABLAR E N

PUBLICO

E n realidad, la impostación consiste en descubrir esa "caja de resonancia" de nuestro aparato de fonación y hacer que las vibraciones de las cuerdas repercutan dentro de ella, para que la voz salga más sonora y agradable. E l canto es un ejercicio muy apto para dar a la voz modulaciones agradables y aprender a impostarla. ¡ N o ! N o necesita ser solista de ópera para aprovechar los beneficios del canto. U n ejercicio práctico muy sencillo, a l alcance de todos, consiste en cantar una línea o frase entera de alguna canción conocida y luego decirla en tono de conversación, procurando darse bien cuenta de la forma en que se pronuncia en uno y otro caso. Esto enseña a "hablar cantando", o sea, a conservar el aparato de fonación en la misma disposición cuando se canta que cuando se habla, aunque la expulsión del aire al hablar sea un poco más libre, menos controlada que a l cantar. H a g a la prueba de grabar esos ejercicios y observe las diferencias. Fíjese sobre todo en el progreso que logra en cuanto a dar vida y entonación a su palabra hablada, y ritmo a su respiración. Sería ideal que u t i lizara la técnica de la impostación y el ejercicio del canto. Los buenos resultados serían más completos. E l primero en gozar de una voz bien impostada es el mismo que habla. H a g a un i n t e n t o . . . le sorprenderá la diferencia. E l hablar "seco" y tedioso de quien emite la voz sin gusto carece de la suave resonancia del que procura aprovecharla a l máximo. ¿Quiere tener una idea de lo que es esa "resonancia" que da realce a su voz? Lleve 60 ~

D E F E C T O S

I M P O R T A N T E S

una melodía con la boca cerrada. Esa especie de " m m m " continua que le forma el ambiente, es la sonoridad de la pronunciación, que la hace agradable. Los especialistas en acústica le dirán que esa voz llena, que da gusto oír, es una voz rica en armónicos. E n cambio, la "seca", "sin chiste", es la que carece de ellos.

* * * * * DEFECTOS

Cuando habla en público debe evitar a toda costa varios defectos graves que atormentan al auditorio y acaban por desesperarlo:

QUE MOLESTAN



L a falta de volumen, que no permite oír;



el volumen excesivo, que hiere los tímpanos y cansa la atención, sobre todo cuando lo amplifica un micrófono; hablar emitiendo los sonidos por la nariz, como si tuviera gripa crónica; las estridencias y agudos intensos que suelen producirse cuando se pone énfasis en sílabas con vocales difíciles si no se sabe emitirlas (la i y la u), y la aspereza o "ronquera", que cuando no suena a enfermedad, tiene un tono agresivo muy desagradable.

• • •

Todos estos vicios de la voz se corrigen de raíz con la impostación. Todos implican falta de dominio del propio aparato de fonación, y es precisamente ese señorío lo que se logra a l aprender a impostar la voz. Este arte tiene, además, una enorme ventaja: es la mejor protección contra la laringitis, que en casos graves hace perder la voz por completo, incluso durante largo tiempo. ~ 61

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

Pero hay otros defectos, también muy comunes en l a emisión de l a voz, que empobrecen la oratoria, y para los que l a impostación sola no basta. Son l a monotonía y el sonsonete. L a M O N O T O N Í A no es sino falta de inflexiones, de vida en el tono de l a voz. Todas las frases, de principio a f i n , trascurren con l a misma intensidad de voz, en un tono por lo general apagado, sin variación en el paso de una idea a otra. C o n idéntica indiferencia se cuenta un chiste, se comunica l a muerte de alguien, se habla de u n descubrimiento o se anuncia una catástrofe i n minente. L a monotonía es como un murmullo sordo, débil o fuerte, que no tarda en ejercer en el público su virtud soporífera. Los discursos leídos o aprendidos de memoria están expuestos a este vicio. L a entonación de l a voz necesita responder a la emoción del momento. H a y gente con tan poco sentido del valor de l a entonación, que dice un "sí", en tal forma que podría equivaler a un " n o " , y viceversa. M a r k T w a i n , famoso por su dominio del inglés elegante y del vulgar, casó con una mujer refinada, que no podía soportar palabras soeces. E n una ocasión en que un contratiempo hizo a l escritor prorrumpir en una retahila de vulgaridades, O l i v i a no resistió más. Se plantó delante de él, y contra sus más delicados sentimientos, repitió una por una las "palabrotas" que él acababa de decir, para que viera el efecto que producían. M a r k la contempló imperturbable. Cuando acabó su lección, le d i j o : " M i vida, aprendiste muy bien la letra, pero no la t o n a d a . . . " 62 ~

DEFECTOS

IMPORTANTES

L e propongo u n ejercicio muy sencillo e interesante, para ilustrar la importancia de l a entonación. Observe el diferente valor que tiene la palabra " n o " en los diez casos siguientes, y trate de decirla (de preferencia auxilíese con una grabadora) como conviene a cada circunstancia. /. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

No (creo que no), No (¡y basta!), ¿No? (¿que no lo haces?), ¿No? (¿dijo que no?), No (y es mi última palabra), No (¡no estés molestando!), ¡No! (¡no es posible!), No (¿por qué habría de aceptar?), No (no pienses más en ello), No (¡cuántas veces quieres oírlo!).

N o se dé por vencido hasta que consiga siquiera un ligero matiz de diferencia en cada caso, porque cada no implica una emoción distinta. E l S O N S O N E T E es cierta " t o n a d a " con que v a n pronunciándose las cláusulas del discurso. E s notable sobre todo a l final de cada una, por su cadencia invariable. E n cada pausa que hace el orador, puede descubrirse sin falta l a misma escala musical: normalmente una nota u n poco más alta que el tono general del discurso —es el anuncio que se hace de que se acerca l a pausa—, y después cuatro o cinco notas descendentes, dejando que el público adivine las últimas sílabas en las que el volumen es casi nulo. ~ 63

USTED

PUEDE

HABLAR E N PUBLICO

Salvo honrosas excepciones, estos dos defectos, sobre todo el sonsonete, son bastante comunes en los discursos demagógicos de los políticos (ejemplo típico: los discursos del presidente Echeverría). Se diría que la nota alta que anuncia el fin de la cláusula es para lograr por un instante la atención que no se ha logrado conquistar en absoluto, y que el decrescendo y rallentando, con la pausa consiguiente, son para dar lugar a l aplauso, que por supuesto no significa nada. Son defectos importantes. H a y que esforzarse por evitarlos, o corregirlos si ya se adolece de ellos. U n a forma efectiva de descubrir que se tienen y, por lo mismo, de combatirlos, es grabar la propia voz, no solo en los ensayos, sino en el momento mismo de hablar en público, para después oírla con fines críticos. Además, son defectos tenaces. Están muy arraigados en el modo personal de hablar. H a y que combatirlos con perseverancia. N o pueden extirparse de la noche a la mañana. Ensayos repetidos con grabación, lectura con grabación y la decisión de perder cierto miedo a dar vida a nuestro modo habitual de hablar nos darán la victoria.

D E F E C T O S

oyentes que supla o adivine las palabras del orador. Es mejor que esa energía mental se concentre en captar e interpretar las ideas. Eso supone que el orador evite con cuidado los vicios de dicción. 1.

Para la trasmisión de las ideas, la buena pronunciación es aún más importante que la emisión correcta de los sonidos. Cuando se habla en público no hay que exigir a la imaginación de los 64

~

Hablar

demasiado

aprisa.

A l hacerlo, no da tiempo

a su auditorio de seguirlo, y no tardará en cansarlo. En un grado pequeño era una falla en que incurría a veces el presidente Kennedy, que era un excelente orador. Es una falla a la que están propensos los que tienen facilidad de palabra y abundancia de ideas. En nuestro idioma, según el juicio de extranjeros, es notable la velocidad con que pueden hablar los españoles. 2.

Hablar

demasiado

despacio.

Es un defecto que

se

hermana fácilmente con la monotonía soporífera. Constituye una dura prueba para el sistema nervioso del público, sobre todo para los de mente ágil. E l tedio que causa hace que pronto se pierda el interés y la atención. U n recurso muy efectivo contra la rapidez o la lentitud excesiva es el buen uso de la pausa. Saber detenerse en los momentos oportunos, y precisamente el tiempo necesario, ni más ni menos, es un verdadero arte que da los mejores resultados. L a pausa voluntaria y controlada es tan elocuente como el hablar mismo. E l público percibe su valor y su contenido.

* * * * * Pronunciación de palabras

I M P O R T A N T E S

3.

Mascullar las palabras. O porque no se pronuncian las sílabas con claridad, o porque se dicen las palabras a medias, omitiendo el principio o, más comúnmente, el final. A veces esta pronunciación deficiente se refiere a algunas letras en particular; por ejemplo, omi~

65

USTED

PUEDE

HABLAR E N PUBLICO

tir las "s" finales o intermedias, hacer que la " m " suene como " n " , o callar la primera o la última consonante de algunas palabras: amos (por vamos), erdá (en vez de verdad), tud [?]).

a'titú (por

aptitud. ..

6.

o acti-

Hay consonantes y combinaciones de ellas cuya pronunciación por sí sola exige más tiempo porque requiere una colocación más laboriosa de los labios y la lengua. No ceda a la tentación de simplificarlas o "comérselas". Su pronunciación distinta dará claridad a su modo de hablar y le ayudará naturalmente a moderar la velocidad. Por ejemplo, no trate de "ganar tiempo" diciendo "oservar" (en vez de observar), rescrito (por rescri/rto), pa' qué (por para qué, etcétera). Dejar frases a medias, omitiendo

D E F E C T O S

palabras enteras.

Es

una especie de indecisión interior del orador, que se refleja al hablar, en el hecho de dejar frases incompletas para que el público las supla. No es la figura literaria de la reticencia, en la que deliberadamente se encomienda al juicio del oyente el interpretar un silencio significativo. Este silencio resulta tan claro como las palabras. No hay relación entre las omisiones defectuosas y el uso inteligente de la pausa. E l silencio que procede de inseguridad y vacilación puede llamarse muy bien "silencio vacío". U n autor dice que no es más que "un olvido en estado de congelación". Recurrir a estribillos. Con mucho acierto se les llama "muletillas" porque son pequeñas muletas en que se apoya el orador inseguro cuando siente que empieza a cojear: " e h m . . . " , "bueno...", "desde luego...", "claro está...", "¿o n o . . . ? " , "¿verdad...?", "decía...", "este. . . "

I M P O R T A N T E S

Pronunciación confusa. Hermana gemela de mascullar palabras, pero que se extiende a frases enteras. Cuando se tiene una idea clara hay que ser capaz de expresarla con claridad. Para ello se escogen de preferencia palabras sencillas claras, y se ponen en un orden que permita captar la idea con el mínimo esfuerzo. Que el público no tenga que adivinar si usted quiso decir confesión o confusión, paleta o pelota o palestra, ser o hacer, ficha o fecha, dato o dado, construcción o constitución, consumar o consumir.

7.

Repeticiones inútiles. Es otro recurso falso del orador inseguro. U n a idea puede, y muchas veces D E B E repetirse, para darle énfasis, mayor claridad, para presentarla en otro contexto, relacionada con otros asuntos. Estas son repeticiones justificadas. Pero reiterar una idea sin importancia, casi con las mismas palabras, cuando acaba de decirse y no hay por qué dudar que el público la haya entendido, es desperdiciar tiempo y energías. Para esto hay otra serie de muletillas: "como acabo de decir.. .", "no necesito repetir que. . . " (¡y, sin embargo, repite!), "huelga insistir en q u e . . . " "recuerden bien q u e . . . " En estos casos, el público siente luego que el orador está haciendo tiempo porque no sabe cómo continuar.

* * * * * JUICIO CRITICO

D E L A voz

Solemos ser expertos críticos de los demás, sobre todo en materia de defectos. Observe y estudie el modo de hablar de otros (por ejemplo, locutores de radio, televisión, o simplemente oradores, maestros, etcétera), según estos criterios: ~ 67

USTED

PUEDE

HABLAR E N PUBLICO

¿ Es agradable? ¿Acogedora y atractiva? ¿Dura, áspera, metálica, fría? ¿Es tan suave que le falta ímpetu y vida? ¿Es demasiado alta o demasiado baja? ¿Es amistosa y alegre? ¿Es tranquila y espontánea? ¿Se siente ansiosa y fatigada? ¿Tiene sonoridad y melodía?

Su voz

¿ Es demasiado rápido? ¿Es demasiado lento? ¿Sabe usar bien las pausas? ¿Es rítmico y cadencioso o brusco y cortado? ¿Sabe cambiar de tono? ¿Hay en su hablar variedad de inflexiones? (Si quiere, añada otros, a su juicio.)

Su hablar

Después, grabe su propia voz y hágala pasar por el mismo escrutinio. Juzgúela usted mismo. H a g a que la juzguen otros, si es posible sin conocerlo a usted. ¡Aprenderá muchas cosas útiles! Pero hay que tener muy presente que la voz es, sobre todo, el resultado del carácter y del estado h a b i tual de una persona. Unos cuantos ejercicios no pueden significar un "renacer interior". L o que da el color predominante a nuestra voz es la serenidad interna, la decisión, el entusiasmo con que hablamos. L a experiencia y los conocimientos contribuirán a reforzar nuestra disposición emocional. 68

~

6 L a timidez

LA

L a timidez es un sentimiento interno, bastante profundo, que parece inseparable de la oratoria. Más del 9 0 % de los que hablan en público experimentan esta sensación cada vez que tienen que hacerlo, con rarísimas excepciones. H e conocido muchos buenos oradores en diversos campos (académico, político, científico, religioso), y no puedo recordar uno solo que no haya sentido un vacío típico en el estómago a l acercarse el momento de presentarse ante el público o al empezar a hablar.

bría tenido si no hubiera sentido la timidez. E l fenómeno sicológico es idéntico a l procedimiento de u n automóvil ante una cuesta pronunciada: en vez de seguir adelante, avanzando poco a poco, retrocede bastante, para "tomar vuelo" y luego lanzarse con una fuerza mucho mayor para lograr subir. U n a cosa es sentirse tímido ante la perspectiva de un discurso, y otra ser tímido por naturaleza, como actitud general ante la vida y, en especial, en el trato con los demás. N o tiene nada de extraño que una persona tímida para todo demuestre especial temor a l tener que pronunciar u n discurso; pero es curioso ver políticos y hombres de negocios que conservan gran aplomo en la toma de una decisión importante (la aprobación de la ley, una inversión de cuantía, etcétera) y, sin embargo, tiemblan ante l a perspectiva de hablar en público. A unos y a otros puede serles muy útil u n somero análisis de este sentimiento, y saber que existen remedios prácticos para él. I.

ANÁLISIS

Hemos dicho que es una expresión de temor instintivo. ¿Qué es, exactamente, lo que infunde temor a l orador? U n a encuesta entre personas acostumbradas a hablar en público ofrece estas respuestas: DE L A TIMIDEZ

TEMOR...

L timidez no es más que una expresión de temor instintivo ante algo que nos parece superior a nuestras fuerzas. Suele tener un efecto doble, en apariencia contradictorio, pero en realidad complementario. E l individuo que se intimida ante algo, tiende a retroceder, a alejarse de aquello, pero si a l fin debe o decide emprenderlo, se lanza con u n ímpetu que no h a 70 ~ ¿ A QUÉ?

T I M I D E Z

a



U n a aplastante mayoría del 7 8 % : " L o que me imfunde temor es el auditorio, ver a tanta gente delante de mí"; ~ 71

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO





un 10%: " M e impresionan las circunstancias: anuncios, presentaciones, el estrado en lugar prominente, sobre todo el micrófono y las cintas y cámaras, cuando las hay"; un interesante 3 % : " M e aterra tener que hablar. Si se tratara de danzar, cantar o hacer acrobacias, me sentiría mucho mejor".

E l motivo de la timidez es, pues, la compleja situación del orador: • •



Es centro de atención de un público; esta situación se ha preparado previamente y se realza en el momento de la actuación, con un estrado prominente que lo pone más en evidencia, un micrófono que amplifica su voz y, por añadidura, cintas que la graban y cámaras que están proyectando su imagen; en fin, tiene una responsabilidad precisa: hablar.

Si a este orador a punto de empezar le preguntamos: " ¿ C ó m o se sentiría si supiera con certeza que su discurso va a producir una magnífica impresión y a recibir una ovación unánime y sincera?", sin duda alguna contestará que se sentiría mucho mejor y que su timidez desaparecería casi por completo. ¿ Qué quiere decir esto? Que lo que u n orador teme fundamentalmente es la desaprobación, el ridículo, que es una forma de fracaso. Es la misma emoción que experimenta cualquiera ante una situación difícil, de resultados inciertos: un examen, tener que dar una mala noticia, solicitar un aumento de sueldo, etcétera. 72 ~

L A

T I M I D E Z

APROVECHAR

Y . . . ¿quién hay que no tema fracasar? Casualmente este temor es el que hace a muchos lograr los mejores triunfos de su v i d a . . .

L A TIMIDEZ

Así es. Por ello, en el arte de hablar en público, no hay que tratar de suprimir simplemente todo sentimiento de timidez. L a timidez tiene aspectos muy positivos, hay que saber aprovecharla. Volviendo a la imagen del automóvil que retrocede ante la cuesta pronunciada para lanzarse con más ímpetu, la timidez del orador es buena mientras su marcha atrás sea para lograr un lanzamiento más enérgico y definitivo, pero será negativa si lo hace quedarse en la etapa del retroceso. E l temor a fracasar no es en sí un defecto. Empieza a serlo cuando es tal que no deja emprender la acción. Parece difícil de creer, pero también hay gente amante de exhibirse, de recibir publicidad, que goza h a blando en público y busca todas las ocasiones para hacerlo. A esta gente le importa poco si lo hace bien o m a l , si su oratoria aprovecha, aburre o perjudica. Estos no experimentan la timidez del orador, pero no pueden ser ideal para nadie. L a timidez controlada tiene efectos saludables muy positivos: a) b) c)

Supone y mantiene el respeto al público; obliga a prepararse lo mejor posible; modera la seguridad presuntuosa que molesta mucho al auditorio. ~ 73

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

Pero la timidez que escapa a l control racional, frena al orador, causa inhibición y produce dos efectos negativos muy graves: a) b) II.

Oscurece la mente, confundiendo las ideas; dificulta o impide el habla. REMEDIOS

Hemos visto que la timidez es una disposición interior, una actitud en la que hay aspectos positivos y negativos. Para suprimir los segundos sin privarse de las ventajas de los primeros, lo que el orador necesita no es simplemente vencer o destruir la timidez. Debe más bien aprender a fomentar otra actitud que aproveche todos sus efectos buenos mientras suprime los malos. Es una labor que se realiza mediante el autoconvencimiento y el uso de medios que proporcionan reglas de seguridad y confianza en sí mismo. Pueden resumirse en 13 R E G L A S concretas, que no hacen más que tratar de colocar a l orador, al auditorio y el discurso en su sitio respectivo. A cada uno dan la importancia que merece, y establecen las únicas relaciones que deben existir entre el orador y el público que lo escucha. Las reglas 1, 2 y 3 tratan de llegar al fondo sicológico de la timidez excesiva del orador, para ayudarlo a corregirla de raíz. ¡ Deje de estar viéndose en el espejo y compadeciéndose! Los mejores oradores han tenido miedo y no por eso dejaron de ser lo que fueron. Usted no tiene e x c u s a . . . PRÁCTICOS

74

LA

T I M I D E Z

Las reglas 4, 5 y 6 son juicios apreciativos, asignan un valor a l orador, al público y al discurso; a cada uno en relación con los otros dos. Siempre fundándose en la verdad, y con objeto de hacer que quien habla en público vea los motivos que tiene para proceder con seguridad y confianza. Indirectamente lo invitan a procurar lo que pueda faltar en su persona o en su mensaje. L a regla 7 completa esta labor con una llamada de atención realista: "no se pueden pedir peras al olmo"... Las seis últimas reglas aconsejan el uso de medios e información que eliminen sorpresas. Completan la preparación del orador, y ya en pleno escenario le dan el señorío tranquilo sobre el público que le permita establecer con él la relación cordial y afectiva que el discurso necesita. /.

2.

3.

Nunca se justifique diciendo: "soy tímido, no tiene remedio". Más bien esfuércese en restar importancia a su timidez, viendo lo que tiene de positivo e imponiéndose la tarea de suprimir lo negativo. Procure superarse siempre. No se deprima por el hecho de sentir temor ante un público. Los mejores oradores han tenido que sobreponerse a ese sentimiento. U n célebre crítico literario norteamericano llamaba a la tribuna del orador " p i cota del tormento". ¡No piense tanto en sí mismo, ni para bien ni para mal! E l temor exagerado de fracasar se alberga en el sombrío refugio de un egoísmo muy sutil. ¡ El que no se arriesga no pasa el mar! Piense más en su público y en su mensaje. ~

75

USTED

4.

5.

PUEDE

HABLAR

E N

PUBLICO

Haga juicios bien fundados sobre el valor de su persona: "soy capaz de hablar de esto", "tengo suficiente facilidad de palabra", "estoy preparado", "creo que a la gente le agradará oírme", "en otros casos he tenido éxito".. . Haga juicios justos sobre su futuro público: no se trata de un jurado que quiera sentenciarlo a muerte, sino de

L A

T I M I D E Z

/1.

un grupo de personas que quieren estar a gusto con

6.

7.

8. 9.

10. 76 ~

usted. Y recuerde que no todos aceptarán y aprovecharán por igual lo que diga. Ningún buen orador ha tenido ni tendrá jamás esa suerte. No es este el éxito que debe prometerse. Convénzase del valor de su mensaje, porque nadie está dispuesto a correr un riesgo si no es por algo que aprecia: " m i mensaje tiene interés, tiene actualidad", " l a gente está deseosa de oír hablar del tema", "voy a despertar inquietudes sanas, efectos positivos, a provocar cambios de actitud", "¡vale la pena hablar de esto!" Evite lo que con toda razón puede fomentar la timidez, como falta de conocimiento del tema o del idioma, falta de preparación del discurso, ignorancia de las circunstancias y sobre todo del auditorio. Prepárese usando todos los medios a su alcance que le den seguridad y confianza: notas y esquemas, grabaciones, ensayos previos. Aproveche con decisión todas las ocasiones pequeñas y modestas que puedan ir introduciéndolo gradualmente en el arte de hablar en público y borrando la imagen imponente del auditorio-monstruo, que abruma a los oradores. Lea en público, dé noticias y avisos, preséntese ante auditorios reducidos, bien dispuestos, poco exigentes. Antes del discurso vaya a conocer el lugar donde tiene que hablar, con todas sus circunstancias, sobre

12.

13.

todo las más relacionadas con usted: colocación de la tribuna, cupo y acústica del salón, micrófono. Infórmese si habrá grabación, etcétera. En una palabra, elimine toda posible sorpresa. Pida la mayor información sobre sus oyentes: número, edades, sexo, clase social y económica, y especialmente cultura. Trate de saber por qué van a asistir :¿han sido invitados?, ¿obligados?, ¿van por mero compromiso?, ¿tienen interés en el asunto? Antes de empezar su exposición exija que se le deje solo, en silencio, en un ambiente de serenidad, propicio para la concentración. Y a ante el público, tómese todo el tiempo necesario (siempre serán solo unos segundos) para ponerse a gusto, colocar sus auxiliares donde los necesite, acomodarse la luz o el micrófono y, sobre todo, superar el "complejo de avestruz". No debe huir de la mirada de su público. A l contrario, mírelos a todos de frente, a los ojos, desde los primeros asientos hasta los últimos. Y no con una mirada que diga "estoy temblando de miedo", sino con una expresión que entable el diálogo diciendo: "los saludo, feliz de estar entre ustedes". También ellos quieren sentirse aceptados. Después, ¡empiece a hablar con toda confianza! ¡Usted es el amo!

S i usted es tímido habitualmente, o siente timidez al tener que hablar en público, lea con frecuencia estas reglas, medítelas y trate de aplicarlas. No son el remedio total de su timidez, pero cuando las haya asimilado, lo que falte lo descubrirá y lo hará usted mismo. H a b l a r en público dejará de ser un tormento. Se convertirá en una satisfacción. ~ 77

M É T O D O S

P R Á C T I C O S

Recordar es una de las funciones del entendimiento humano. Ideas, situaciones, personas, cosas, emociones que han estado en contacto con el yo, pasan a ese gran archivo que es la memoria, o se sepultan en ese inmenso almacén que es el subconsciente. De cualquiera de los dos pueden sacarse y volver a hacerse presentes, pero indudablemente es mucho más accesible el archivo de la memoria. E l que quiere o debe hablar en público necesita —como hemos visto— utilizar los servicios de la memoria, en una u otra forma, y en mayor o menor grado. Para eso tiene que mantenerla siempre activa, si desea que funcione como conviene en el momento del discurso. De niños, en la escuela nos hacían memorizar m u chas cosas: no éramos capaces de aprovechar de lleno la facultad de razonar y deducir unas ideas de otras. Pero en cuanto vimos que muchas cosas se derivaban de otras y nos ejercitamos en el arte de i r pasando de un concepto a otro, sin tenerlos aprendidos, empezamos a dejar de usar la memoria para muchas cosas. E m p e zaba a formarse un sentido común.

La memoria

E l orador que ha aprendido a aprovechar la timidez y ha logrado suficiente seguridad ante el público, ha recorrido lo más difícil del camino. Puede utilizar m u chos elementos auxiliares que le facilitarán la tarea y se la harán incluso agradable. E n el arte de hablar en público, como en todas las cosas humanas prácticas, hay gran diversidad de medios, que se adaptan al carácter y modo de ser de las personas. C a d a cual tendrá que escoger los que por experiencia le resulten más útiles, y aun pasar de uno a otro, según lo sugieran las circunstancias concretas. Aquí conviene mencionar en forma genérica tres auxiliares que de un modo u otro sirven siempre a todo el que quiere hablar en público, y son: /. 2. 3. 80

~

L a memoria. L a escritura. E l ejercicio.

¿MALA

Y a mayores, hemos podido comprar libros, cintas, grabadoras, tener agendas y libretas de toda clase y, por añadidura, secretarias y hasta computadoras que remplazan a nuestra memoria; y como esta supone un esfuerzo un tanto fastidioso, la hemos dejado ociosa durante periodos cada vez más largos.

MEMORIA?

~

81

USTED

PUEDE

HABLAR E N PUBLICO

E l resultado ha sido que cuando hemos solicitado sus servicios se ha mostrado bastante poco eficiente y ha traicionado nuestra confianza. Entonces cómodamente nos refugiamos en la consabida frase: "yo tengo muy mala m e m o r i a " ; cuando en realidad debíamos confesar: "yo tengo muy poca voluntad de usar la memoria". A la memoria hay que tenerla siempre ocupada en algo. Confiarle y pedirle datos e información en forma regular. Nos sorprenderá su capacidad y eficiencia. U n a prueba clara de su actualidad e importancia es el hecho de que, con todos los recursos de que hoy disponemos y las "memorias electrónicas" de que podemos echar mano, estén poniéndose de moda los "cursos para ejercitar y acrecentar el poder de la memoria" y los libros sobre métodos para desarrollarla. Esto demuestra que hay un amplio campo en el que es insustituible. UTILIZARLA BIEN

1.

82

Pero hay que saber utilizarla del mejor modo posible: No hay que llenarla de bagatelas. Por grande que sea la capacidad de nuestro archivo, es siempre limitado. No tiene sentido desperdiciarla. Así como en una oficina se procura no archivar más que documentos de alguna importancia, y desechar los que no la tienen, así hay que saber usar la memoria solo para cosas que la merecen y que sería imposible o mucho más molesto conservar de otra manera. U n ejemplo concreto podría ser el de los compromisos y fechas fijas que hay que tener presentes para un momento dado

M É T O D O S

2.

P R Á C T I C O S

pero que, pasado este, no tiene objeto recordarlos. No hay para qué fatigar la memoria con esa clase de datos. U n pedazo de papel, que luego se arroja al cesto, es mucho más práctico. En cambio, hay un caudal de información que utilizamos con más o menos frecuencia, o que forma parte de nuestra cultura, nuestros conocimientos o herramienta de trabajo personal. Esta es una riqueza que debemos llevar siempre a la mano, sin depender de una secretaria, una máquina o una cinta, ni siquiera de un pedazo de papel. Para esto, la memoria es nuestra gran aliada.

C a d a quien tiene que escoger los datos o conocimientos que merezcan ocupar un lugar seguro en el archivo de su memoria. Se los confiará y se los exigirá regularmente para mantenerla activa y eficiente. S i el caudal aumenta, podrá valerse de los libros o cursos que mencionábamos, para ampliar el espacio del archivo y poder encomendarle mayor número de datos. L o cierto es que quien practica el arte de hablar en público necesita los servicios de la memoria en forma bastante generosa. ¿Para qué? E n general, no para aprenderse como cinta grabada todo el discurso. Este sería uno de esos esfuerzos inútiles y un desperdicio de tan valiosa facultad. Puede permitírselo alguien que esté empezando a hablar en público y que solo en esa forma se sienta seguro, pero no es regla general. E l que habla en público necesita la memoria para tener presente el tema que expone, las etapas en que piensa desarrollarlo, los recursos de que sabe que debe ~ 83

USTED

PUEDE

HABLAR E N

PUBLICO

echar mano y cualquier elemento que no pueda confiar al papel, sin detrimento del buen efecto de su comunicación. E l que habla en público necesita la memoria porque en muchas circunstancias deseará y le convendrá citar de pronto ideas, frases, personas, hechos, etcétera, que no tendrá oportunidades de consultar, y que reforzarían o enriquecerían su discurso si pudiera apelar a ellos. H a y maestros de oratoria que no quieren que su discípulo se sirva de la memoria. Tienen razón en el sentido de que la persona que habla en público debe hacerlo con la misma espontaneidad y vida con que conversa, y u n texto memorizado y repetido hace que el discurso pierda mucho de esas dos cualidades esenciales. Pero nadie discute la utilidad de la memoria como arsenal de recursos para el orador, útil en todo momento. E n fin, una ventaja singular en el uso inteligente de la memoria es la sensación sicológica de seguridad que da al orador que sabe aprovecharla. E s u n gran alivio saber que, dentro de ciertos límites, se cuenta con una aliada que permite atender a otros problemas. Papel y lápiz o máquina de escribir, son auxiliares insustituibles en la preparación de un discurso. E l hombre moderno vincula las ideas al sentido de la vista más que a ningún otro. E s parte de una cultura de muchos siglos. Pueblos antiguos, y primitivos actuales, recurren todavía mucho a los demás sentidos: el olor, el tacto, el oído. P a r a su cultura,

M É T O D O S

P R Á C T I C O S

el hombre moderno depende de la vista en 8 5 % . D e aquí la utilidad de la escritura. MULTITUD

A l hablar del discurso, llamamos escritura no solamente a las letras en sucesión lineal, sino a una multitud de recursos del mismo género, de los que puede echarse mano, como signos, líneas, gráficas, caracteres diversos y aun ilustraciones. E n muchos casos, u n buen esquema a base de líneas, palabras o letras colocadas en cierta posición, flechas, etcétera, puede ser más provechoso a l orador, que toda una página de explicaciones redactadas íntegramente. U n gerente de mercadotecnia, famoso por su habilidad para enseñar al personal de ventas, esquematizaba así una de sus mejores alocuciones: D E RECURSOS

3)

creación del producto

2)

t o m a de decisiones

. . puesta en m e r c a d o

(4

retroinformación

(5

La escritura

84

~

1)

investigación

Los números (1, 2, 3, 4 y 5) le recordaban las etapas de la producción que quería exponer. Las flechas le marcaban la dirección del ciclo. E l hecho de ponerlas ~

85

USTED

PUEDE

HABLAR

EN

PUBLICO

en círculo era para enfatizar el influjo de una etapa en la otra. E l espacio inferior era para insistir en que el círculo podía romperse y en las consecuencias que la ruptura tendría. L a escritura es un auxiliar a l que los oradores pueden recurrir de m i l maneras, según su forma personal de trabajar. Unos escriben íntegro el discurso, aunque sin intenciones de ceñirse a lo que está en el papel. O t r o preferirá solo un esquema que le sirva de guía en l a sucesión de las ideas o en el uso de determinadas palabras que son clave de su exposición. Incluso hay quien escribe gran parte del discurso y n i siquiera lleva consigo lo que escribió, al ponerse frente al auditorio. Todos estos métodos prácticos de diferentes clases de oradores revelan una experiencia común: l a escritura es útil como punto de apoyo para que el orador se sienta seguro. Usted déjese llevar por su sentido común, y utilícela en la medida y en la forma en que sienta que le brinda seguridad y le proporciona un p u n to de referencia. Pero no l a desprecie. L a multitud y comodidad de los medios modernos, sobre todo la enorme facilidad de grabar l a propia voz, nos hacen perezosos en cuanto a l uso del papel. Es un error. E l valor de l a escritura en la preparación de un discurso radica precisamente en el esfuerzo que implica. Es el trabajo de haber buscado las palabras y haberlas puesto en el papel, coordinando la mente con las manos, lo que ayuda a aclarar y a establecer las ideas, y a tener la sensación de seguridad y confianza. 86 ~

MÉTODOS

PRÁCTICOS

" L O ESCRITO

Aquí vale también aquella máxima, célebre en el mundo de los negocios: " l o escrito, escrito e s t á . . . a las palabras se las lleva el viento". A l poner en palabras escritas, diagramas o esquemas nuestras ideas, hacemos gran parte del trabajo "fotográfico" de imprimirlas en l a imaginación, a la que después podrá recurrir l a memoria.

ESCRITO

ESTA..."

U n excelente orador, dotado de viva fantasía, acostumbraba hacer dos clases de esquemas: unos muy detallados, con ideas bastante desarrolladas, cuando el tema era u n tanto nuevo para él; otros muy sintéticos, en los que acentuaba más los efectos emotivos que las ideas mismas, cuando iba a desarrollar un tema que dominaba mucho. Recuerdo un ejemplo típico: una conferencia de capacitación a un grupo de trabajadores, que por su actitud negativa retrasaban l a producción: 1. 2. 3. 4. 5.

(Indiferente) narra hechos. .. exponer situación; (convincente) presiona. . . razones para querer trabajar = " B " ; (agresivo) acorrala... motivos decisivos = " A " ; (amable) relaja tensión... anécdotas, algún chiste; (serio) concluye... gravedad del asunto, responsabilidad.

..

Sus emociones personales (entre paréntesis) le servían para dar l a impresión de que él mismo, con toda naturalidad, iba resintiendo la influencia del propio discurso. E l paso de las razones " B " a los motivos " A " ~ 87

USTED

PUEDE

HABLAR E N

PUBLICO

señalaba con toda claridad la gradación con que debían exponerse unas y otros, para lograr impresionar a l auditorio. Como tenía mucho sentido del humor, en l a etapa (4) escribe con letras mayúsculas A L G Ú N (chiste ), para no excederse, y quitarle seriedad a l asunto. E n fin, concluye con lo que puede quedar grabado en la memoria de los oyentes como elemento de mayor peso: la R E S P O N S A B I L I D A D de su actuación. Este orador era famoso por los resultados que obtenía en su público. U n a de las lecciones más valiosas de su oratoria era el hecho de que nunca hablaba en público sin haber escrito algo, aunque solo fueran cinco palabras en cierto orden o en determinada forma. L a razón que daba era que ese brevísimo esquema, hecho para esa ocasión, daba a su discurso la frescura y novedad necesarias para que no pareciera u n "lugar común" bueno para muchos casos. H a y , pues, mucha flexibilidad en el uso del papel y el lápiz para hablar en público. E l secreto fundamental es que siempre sea una ayuda para el orador, nunca u n obstáculo. L a escritura es provechosa siempre que esté a l servicio del orador. Resulta perjudicial, cuando este se esclaviza a ella en cualquier forma. H a b l a r en público es un arte, y como tal, debe aprenderse. T o d o arte presupone aptitudes personales (el cantante necesita voz, el pintor y el escultor, determinada sensibilidad estética, etcétera). L a ventaja es que las aptitudes para hablar en público las tenemos TODOS sin excepción, son parte de la natu-

El ejercicio

88 ~

M E T O D O S

P R A C T I C O S

raleza humana. Por lo mismo, l i a r l a s . . . si queremos.

TODOS

podemos desarro

TODOS PODEMOS

L razón de esta verdad es que hablar en público no es más que comunicar, y uno de los mayores privilegios de TODO ser humano es poder comunicarse con sus semejantes. Por eso, TODOS podemos hablar en público. Sin embargo, observemos lo que sucede a los infantes: su comunicación es muy r u dimentaria: gestos, sonidos, expresiones. ¿Cómo llegan a la comunicación plena? A base de ejercitar su facultad de decir palabras con sentido. COMUNICAR

a

Todos los adultos normales somos capaces de conversar, de hablar con nuestros semejantes, pero en cuanto a hablar en público, podemos estar en una etapa de infancia. Por varias razones nuestra comunicación puede ser muy imperfecta y deficiente. ¿Qué hacer? E j e r citarnos, practicar, para dar a nuestra facultad de comunicación la oportunidad de mayor desarrollo, hablar con sentido. E l niño aprende a hablar hablando — v a l g a la p a r a d o j a — , es decir, ejercitando esa facultad, aunque al principio lo haga con deficiencias y mayor esfuerzo. Así cualquier persona, orador en potencia, debe ejercitar esa facultad innata que posee, hasta adquirir el pleno dominio de ella. Ejercitarse para hablar en público es u n esfuerzo que abarca varios aspectos. Algunos son los que hemos examinado en los capítulos anteriores: ~ 89

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

/. 2. 3. 4. 5.

L a disciplina mental de pensar con claridad y precisión es parte del ejercicio, lo mismo que la lectura, ordenada a conocer mejor el idioma; lo es también el cuidado de presentarse en forma convincente ; la educación de la voz con la corrección de los defectos del habla, y los esfuerzos y recursos para vencer la timidez.

EJERCITARSE

Pero el ejercicio específico no puede ser otro que hablar en público. U n atleta podrá observar dieta, descansar un número preciso de horas, aprender a respirar, privarse de unas cosas y procurar otras. Todo esto son preparativos. E l ejercicio que más necesita es entrar a la pista y practicar la carrera una y m i l veces. HABLANDO

E n realidad, tenemos muchas más oportunidades de las que creemos, para ejercitarnos en el arte de hablar en público. N o es preciso tener delante un atril o un pulpito o un micrófono. N o es necesario que nos esté escuchando una muchedumbre. Contamos con varios medios sencillos y muy efectivos para desarrollar nuestra capacidad de hablar en público. Primero: el hombre moderno se encuentra con mucha frecuencia en un círculo de personas con las que intercambia ideas, o a las que debe comunicar algo. Esta es una forma sencilla de ejercitarse hablando en público. Que lo haga del mejor modo posible: con claridad y precisión de ideas, vocabulario adecuado. Que lo haga 90

~

MÉTODOS

PRÁCTICOS

en u n tono de voz claro y agradable, sin caer en la precipitación o lentitud excesiva, sin estridencias y sin mascullar las palabras, haciéndolas incomprensibles. C o n esto no queremos decir que la persona converse o dialogue con la solemnidad o l a pompa con que el orador suele presentarse ante un gran público. A l contrario, queremos decir que hay que desarrollar el hábito de hablar en público con la naturalidad y sencillez con que nos sentamos a conversar con un grupo pequeño de personas. Pero eso no es posible, si nuestra conversación normal no tiene las cualidades necesarias. Segundo: hay también ocasiones, menos frecuentes que las anteriores, en las que se cuenta con lo que constituye la dificultad máxima de la oratoria: el público. Se tiene que hablar a un grupo numeroso de personas, en una u otra forma: para leerles un texto, notificarles un acontecimiento, organizar un festejo, pedir una colaboración. Son formas todavía sencillas de hablar en público, con la ventaja de que el número de oyentes es mayor. Es preciso aprovecharlas, no huir de ellas. Son muy buenas oportunidades de practicar la dicción, el uso del lenguaje, etcétera, y, sobre todo, de vencer la timidez para enfrentarse a l público. L A ACTITUD

Conviene recordar que en todas las cosas que se practican con la intención de adquirir destreza (un deporte, u n arte, un oficio), la actitud del individuo es esencial. Ejercitarse con gusto, con optimismo, con confianza de que se logrará lo que se desea, ES ESENCIAL

» 91

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

es parte elemental del triunfo. C o n esa misma actitud hay que ejercitarse hablando en público: aprovechando con gusto las oportunidades para hacerlo lo mejor posible, tratando de establecer verdadera comunicación con el auditorio, mirando a nuestros oyentes a los ojos, accionando con moderación, esforzándonos por retener su atención, procurando hablar como si conversáramos con todos. Tercero: en nuestras primeras experiencias —o aun siendo expertos, cuando se presenten circunstancias especiales (públicos muy numerosos o importantes, asuntos muy delicados, ocasiones muy solemnes)— convendrá que grabemos nuestro discurso para oírlo varias veces y cerciorarnos de que le damos el tono y el énfasis que queremos. Nos será muy útil i r antes a l sitio donde v a mos a hablar, y colocarnos en nuestro estrado. Incluso hacer un esfuerzo de imaginación para suponer l a presencia del público o llevar a unos cuantos amigos íntimos, a l a esposa, a un hermano, y si se nos permite, pronunciar el discurso íntegro en esas condiciones, en vía de ejercicio y para oír una crítica saludable. Se dice que el romántico D'Israeli, primer ministro británico, vencía sus sentimientos de inferioridad o su timidez pronunciando discursos íntegros en l a sala del Parlamento vacía, antes de dirigirse a los miembros de las dos cámaras, y era famoso por su oratoria efectiva. Demóstenes se iba a la playa y practicaba la declamación a voz en cuello para corregir defectos del habla. Si usted quiere sobreponerse a sus temores en cualquier circunstancia, y sentir mayor seguridad a l tener 92

~

MÉTODOS

PRÁCTICOS

delante a l público, trate de tener un ejercicio semejante a este, por lo menos en las ocasiones que revistan m a yor dificultad para usted en lo personal.

* * * * * M e m o r i a , escritura y ejercicio, tres auxiliares de todo orador, parecen muy poca cosa para el progreso tecnológico moderno, pero en realidad son más valiosos que otra multitud de recursos, porque desarrollan personalidad de orador, porque dan a quien debe hablar en público seguridad y confianza E N sí M I S M O , que le acompañarán dondequiera que vaya y en cualesquiera circunstancias; que podrá contar con ellas siempre, aun cuando todos los instrumentos llegaran a faltarle.

~

93

8 Estructura del discurso. Diferentes clases. L a improvisación

ESTRUCTURA DEL DISCURSO

U n a sabia y simpática estrofa de R u d y a r d K i p l i n g podría ser el A B C de cualquier orador que prepara un discurso: Conservo seis fieles servidores (ellos me han enseñado cuanto sé) se llaman qué, cuándo, por qué, cómo, dónde y quién.

INFLUENCIA

S u discurso es una fuerza dinámica que va a actuar sobre el público, y puede hacerlo únicamente de dos maneras: elevándolo o abatiéndolo. E l discurso que deja a l auditorio indiferente pertenece a l segundo grupo. Gráficamente puede representarse así:

E N E L PÚBLICO

E l célebre político norteamericano A d l a i Stevenson inició una vez su alocución en estos términos: " M i deber hoy como orador es hablar. E l de ustedes como público, escuchar. P o r favor, si alguno de ustedes termina su deber antes que yo, siéntase libre de salir". Usted está deseoso de hablar en público. Sabe h a cerlo. Tiene mensajes que comunicar, conoce el idioma y l a mejor forma de usarlo. Y a está ante l a situación concreta: un día determinado y a una hora precisa, se pondrá ante un auditorio para decirle algo. Se trata de decidir el qué y el cómo, de tal suerte que tenga l a atención del público desde el momento en que aparezca en l a tribuna, hasta el momento en que se despida. Q u e sea usted quien diga al público cuándo puede retirarse, no viceversa. E l secreto es un buen discurso. Q u e usted diga lo que conviene a ese auditorio, en ese tiempo y lugar, y que lo diga del modo más efectivo. 96 ~

público a orador

1

discurso

público

T o d o orador auténtico quiere, en principio, elevar a su público, darle algo de valor. Para ello, su discurso tiene dos puntos de apoyo, dos rieles sobre los que deberá deslizarse: su concepción y su exposición. ~ 97

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

L o primero que hay que hacer es P E N S A R bien en lo que se quiere decir. L a base es el T E M A del discurso. Normalmente será una idea, un asunto, cuyo desarrollo exigirá varias ideas o temas auxiliares o complementarios.

ESTRUCTURA DEL DISCURSO

Concepción

Cuando se asigna u n tema a un orador, o este lo escoge, es frecuente que se enuncie en forma muy genérica: "Háblenos de la comunicación", " V o y a hablar de energía nuclear". Habrá casos en que el tema sea muy preciso: " T i e n e que hablar en lo tocante a l a drogadicción juvenil en el tercer mundo", o pudiera ser: " Q u i e r o hablar acerca de l a contaminación industrial del lago Erie". Si el título propuesto es genérico y se presta a m u chos enfoques diversos, a l sentarse a preparar el discurso, lo primero que hay que hacer es concretar bien el tema: " L a comunicación entre el personal de una empresa", "Influjo de l a comunicación en el desarrollo cultural urbano", " L a locomoción, uso pacífico de l a energía nuclear".

1.

2. 98 ~

4.

Según la ocasión y demás circunstancias concretas del discurso. A un grupo de inversionistas les interesará oír sus impresiones sobre las posibilidades de mercado de los países que haya visitado, pero es probable que quiera dejar para otro día sus impresiones sobre los monumentos antiguos de esos pueblos. Si un instituto de investigación le ha costeado el viaje a África para estudiar los vestigios humanos encontrados y su antigüedad, espera de usted un discurso sobre antropología, no sobre refugios de fauna silvestre.

PIRAMIDE

Y a concretado el tema, recuerde en todo momento que se l a columna vertebral de su discurso. Use otras ideas, siempre que se relacionen con él. Úselas en l a medida en que lleven a él. Sepa dejarlas si distraen de él, aunque le parezcan muy valiosas. S u discurso debe estructurarse como una pirámide: podrá tener varios puntos de apoyo, pero que todas las líneas converjan en u n punto y que este sobresalga por encima de los demás: TEMATICA

CRITERIOS P A R A UN BUEN TEMA

3.

del agua de un río donde arrojan sus desperdicios, pero no del "Sistema ecológico cerrado del planeta", ni de la "Inmoralidad de una tecnología irresponsable". Según los intereses actuales del público concreto. A un grupo de estudiantes de ingeniería electrónica les interesará oír hablar de "Las posibilidades del estado sólido en la computación", pero tal vez les dé sueño una explicación puramente filosófica sobre la lógica simbólica que hizo posibles los lenguajes de las computadoras.

E l tema se concreta:

Según la capacidad y los conocimientos del orador. No quiera hablar de algo que no conoce bien. Sería tanto como pedir a un boxeador de peso pluma que se enfrentara a uno de peso completo. Según el nivel cultural del auditorio. A un grupo de obreros puede hablárseles acerca de la contaminación

~ 99

USTED

PUEDE

HABLAR E N

PUBLICO

Tema principal

Temas auxiliares

ESTRUCTURA

D E L DISCURSO

los concéntricos. Buscan reducir a la unidad. N o desmenuzan en m i l pedazos: recogen los pedazos para reconstruir la pieza principal. E l gerente general de una importante industria a l i menticia motivó a su personal, presentándole la importancia de su trabajo precisamente en esta forma. Su esquema era sencillísimo. E l efecto fue positivo:

Temas de apoyo Los oradores muy cultos están expuestos a l peligro de usar u n gran número de ideas tan importantes y valiosas, que en vez de iluminar a la principal, le hacen sombra. Es u n grave error, porque así no logran trasmitir el mensaje, sino confundirlo. Las mentes analíticas, que tienen un gran poder de penetración, desmenuzan las ideas y las realidades, encontrando cosas que nadie había imaginado. También estos pueden extraviar al auditorio, porque en sus análisis sutiles se alejan demasiado del tema, pierden el enfoque o lo multiplican y hacen que el público acabe por ignorar hacia dónde lo llevan. P o r eso, cuando prepare su alocución vaya con espíritu de cirujano, con el bisturí muy afilado, dispuesto a cercenar y amputar todos los apéndices y extensiones que puedan tener efecto negativo. T i e n d a a reducir y simplificar, en obsequio de la claridad. L a s mentes sintéticas son magníficas para estructurar buenos discursos, porque trabajan en forma de círcu100

~

C o n ayuda de unos círculos concéntricos, les hizo ver que estaban situados en el corazón de la economía del país, y que de ellos dependía en gran parte su buena marcha. Habló de muchas cosas, pero siempre siguiendo la línea que conducía a l centro, a la idea p r i n c i p a l : la importancia del trabajo de su personal. Los temas secundarios y los de apoyo los escogerá según sus conocimientos y convicciones personales. Pero cerciórese de que conduzcan por virtud propia al tema central. Que no sean traídos de los cabellos. N o quiera convencer de la necesidad de un seguro de vida apo~

101

USTED

PUEDE

HABLAR E N PUBLICO

yándose en experiencias de la Segunda Guerra M u n d i a l y en la carburación deficiente de un motor de automóvil. L e serán más útiles las estadísticas médicas y los índices de mortalidad de los últimos cinco años. A l elegir las ideas secundarias o de apoyo, tenga muy en cuenta a su público, más en materia de emociones que de argumentos de razón. Llévelo al tema central por caminos que respondan a sus sentimientos, no a los de usted en lo personal. Estimúlelo con motivos emocionales, más que con argumentos cerebrales. U n célebre abogado quería convencer a la asociación de padres de familia de que votaran contra un proyecto de ley que a su juicio los privaba de la libertad de educar a su prole. H i z o una magnífica exposición muy docta de las razones y derechos de la patria potestad, del peligro de renunciar a ellos, etcétera. E n el auditorio, mucha atención, pero silencio absoluto. N o había respuesta concreta. E l orador sintió que su discurso no lograba el objetivo deseado, porque no provocaba emociones fuertes, no impulsaba a la acción. Se preparó a concluir, y elevando la voz, dijo: — T e r m i n o recordándoles aquella estrofa del himno nacional: Antes, patria, que inermes tus hijos,/bajo el yugo su cuello dobleguen,!tus campiñas con sangre se rieguen... N o pudo acabar la estrofa. Todo el público se puso de pie y el salón se estremeció con una ovación estruendosa. E l efecto fue inmediato. L a acción fue unánime y vigorosa. L a causa triunfó.

* * * * * 102

~

ESTRUCTURA

D E L DISCURSO

Es evidente que un discurso bien elaborado requiere mucho tiempo de preparación. T ó meselo; es parte de su disciplina para hablar en público. Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos, famoso como excelente orador, decía: " C u a n d o no tengo tiempo de preparar una alocución breve, hago una l a r g a " . Esto lo comprueban todos los oradores. Cuanto menos preparado llevan el discurso, tanto más trabajo les cuesta terminar.

Exposición

ESQUEMA

Cuando usted haya elegido la I D E A M A E S T R A y tenga seleccionadas las auxiliares y las que le sirven de base, tome papel y lápiz (o máquina de escribir, según su estilo personal) y haga por escrito al me-

ESCRITO

nos

un

ESQUEMA

DETALLADO.

E l papel y el lápiz (o la máquina) son indispensables. Tienen la virtud de i r haciendo surgir las ideas y de conservarlas. U n concepto puesto por escrito suscita nuevas imágenes en las que quizá nunca se había pensado. E n el esquema precise tres cosas: el principio del discurso, su final y el cuerpo de la exposición. Es esencial que usted sepa con toda exactitud cómo quiere empezar. Recuerde que la primera impresión es decisiva para acercarlo al público o alejarlo de él. Necesita sentir mucha seguridad en el primer impulso, para poder luego deslizarse sin mayor esfuerzo. El principio

~

103

USTED

PUEDE

HABLAR E N

PUBLICO

Prefiera un estilo directo, vaya " a l grano" cuanto antes. E l principio de un discurso debe lograr estos objetivos:

/ . 2. 3. 4.

Conquistar la atención del público; anunciar el tema; motivar el interés de los oyentes; "sintonizar" las emociones en una "frecuencia" común.

Si usted empieza en el Paraíso terrenal o cuando el Cosmos era un caos informe, para el momento en que al fin llegue a l tema, la atención estará más dispersa, el interés será menor y las emociones poco favorables. H o y día, salvo casos especiales, el público siente las introducciones históricas como recurso pobre de quien no sabe hablar directamente de algo. A l anunciar su tema con el enfoque concreto que se propone darle, hágalo con la mayor sencillez y seriedad. Sin prometer maravillas, pero demostrando respeto y fe en lo que va a decir. Recuerde el sabio consejo del poeta latino Horacio, en cuanto a las introducciones ampulosas: "darán a luz los m o n t e s . . . ¡y nace un mísero ratón!" Pero, por otro lado, si el orador no demuestra aprecio e interés por su tema, ¿qué emociones o convicciones podrá despertar en el público? Después de todo, si a él mismo no le inspira interés y estima lo que va a decir, ¿tiene objeto que lo acepte la tribuna? 104

~

ESTRUCTURA

D E L DISCURSO

Es tan importante como la pista de aterrizaje para un avión en pleno vuelo. Usted necesita la tranquilidad absoluta de saber que tiene adonde llegar y de saber cómo va a llegar. S i le falta esta "estrella p o l a r " que lo guíe, andará a la deriva quién sabe cuánto tiempo, arrastrando en pos de sí a u n auditorio desorientado que no tardará en cansarse y fastidiarse. Prepare su final con el efecto que desea producir, muy claro y en forma directa y estimulante. S i su discurso ha sido académico, de carácter informativo, concluya con una breve síntesis, o a l menos con una frase que resuma lo que se proponía demostrar. S i ha querido suscitar una actitud ante algo, reserve para el final el argumento emotivo más poderoso. S i su propósito era mover a la acción, diga claramente lo que piensa que puede hacerse. S i su intención era solo hacer ver a l auditorio que existe un problema en cuya solución hay que pensar, puede limitarse a plantear los términos del mismo, e invitar a los oyentes a sacar sus propias conclusiones, según las luces personales. E n todo caso, trate siempre de buscar el ángulo positivo y estimulante. S i quiere promover la ecología, concluya con la conservación de los recursos, no con el anuncio de una catástrofe. Deje una sensación de b i e n e s t a r . . . aunque acentúe claramente las responsabilidades.

El fin

Este necesita ser esa pirámide o esa serie de círculos concéntricos, donde la sucesión de las ideas esté marcada con precisión. Usted debe llevar bien estudiada la secuencia de argumentos (emocionales El cuerpo

~

105

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

y lógicos) para que tengan sentido y produzcan efecto, que vayan eslabonándose con naturalidad y conduzcan a la idea principal. Para que en realidad construyan el tema, formen un mensaje completo.

* * * * * DEFECTOS

£ i estructura de su discurso ponga empeño en evitar algunos defectos que hacen muy mala impresión: NOCIVOS

n

a

Las disculpas. Cuanto menos hable de sí mismo, tanto mejor. Pero, sobre todo, no lo haga para disculparse; n i en la introducción ni para terminar. S i tiene verdadero motivo para pedir disculpas, más valía que no hubiera tomado la palabra. Si las usa como recurso oratorio, es una táctica anticuada y pobre, una especie de "fe de erratas", que no hace más que distraer la atención del público para que se fije en las fallas. No se encierre en un método único. Trate de v a riar sus recursos, según su estilo personal y las necesidades del auditorio. Pase de la narración al argumento, al ejemplo; formule preguntas, haga comparaciones, refiera anécdotas, tenga un fino sentido del humor y aplíquelo oportunamente. Si le es posible, dialogue con el público, hágalo participar en forma activa. No abuse de los recursos audiovisuales modernos. Son una ayuda muy valiosa, pero hay que saber usarla con prudencia y parsimonia. Si hace que todo su tema gire en torno a ellos, serán más una distracción amena 106

~

ESTRUCTURA DEL DISCURSO

que una ayuda. Muchos oradores o expositores modernos recurren a ellos como una manera de ahorrarse trabajo. E s una forma pobre de disimular su incapacidad de hablar en público. U n discurso no debe convertirse en un show. No se alargue sin necesidad. N i en el discurso en general, n i en la exposición de alguna idea en particular. Todo lo que favorezca la concisión y brevedad será t a m bién en favor de su calidad y claridad. Sin embargo, no tema repetir oportunamente, sobre todo las ideas i m portantes. Su público es "oyente", no "lector", y no puede volver sobre lo que le ha dicho, si usted no se lo recuerda en el momento propicio. Es famoso el caso de un orador norteamericano que en la mayor parte de su discurso a la Junta de Comercio en Louisville, se dedicó a comparar diferentes definiciones de la palabra "economía". Pero supo hacerlo en tal forma que no causó fastidio n i pérdida de i n terés un solo momento. No busque alabanzas ni aplausos. S i se los tributan, recíbalos con sencillez, y si puede aprovecharlos con acierto para acercarse al público, hágalo. Las alabanzas suelen ser parte de la presentación del orador. U n o , a quien se había introducido con una lluvia de títulos y alabanzas, inició así su discurso: "Según M a r k T w a i n , un hombre puede vivir un año con un solo cumplido. E l señor presidente de la asamblea, al presentarme, me ha garantizado la i n m o r t a l i d a d . . . " Los aplausos surgen a todas horas: se usan para recibir al orador, para despedirlo y, con frecuencia, también en medio del dis~

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USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

curso. Evite con cuidado dar la impresión de que anda en busca de ellos. Pero si se los brindan, deténgase, no siga hablando sino cuando hayan cesado. E l obispo Fulton J . Sheen, famoso orador, muy estimado en varias partes del mundo, solía ser objeto de ovaciones oportunas e inoportunas. E n una ocasión advirtió a su público: " A p l a u d i r antes de oír el discurso es un acto de f e . . . en medio de él es un acto de esperanza; a l f i nal . . . ¡ puede ser u n acto de c a r i d a d ! "

* * * * * Estos lincamientos generales se aplican a la estructura de cualquier discurso. E l género propio de cada uno exigirá ciertas variaciones y matices característicos. Por ejemplo, difiere mucho el esquema de una conferencia académica del de un discurso político; el desarrollo de una alocución religiosa del de una comunicación de negocios. S i n embargo, el denominador común siempre será el mismo: Que el orador mida sus propias fuerzas para concebir y exponer sus ideas; tomando en cuenta la ocasión y, sobre todo, el auditorio, y que evite defectos que empobrecen su discurso o molestan al público. p hay una forma de hablar en público que merece especial atención. Es la celebrada I M P R O V I S A C I Ó N . Tanto los que quieren ser

IMPROVISACIÓN

muy

108 ~

e r o

ESTRUCTURA DEL DISCURSO

oradores como el público que los escucha, suelen admirar mucho esta forma de comunicación. Se diría que la consideran la característica distintiva del orador consagrado. Por añadidura hay quien piensa que es la forma ideal de dirigir la palabra a un grupo de personas porque implica espontaneidad y sinceridad. E l problema de improvisar suele presentarse a personas conocidas, que ocupan un sitio prominente en a l guna reunión. Pueden verse comprometidas a tomar la palabra por motivos sociales o, lo que es más grave aún, por tener que d i r i m i r una cuestión u opinar sobre a l gún asunto que ha surgido en materia de negocios, de religión o de política. Por principio de cuentas, la improvisación absoluta, de sorpresa, sin la mínima preparación no es un ideal, y nadie debe darse el lujo de ofrecerse a hablar en esa forma. L o que suele considerarse improvisación, en 9 9 % de los casos no lo es. L a persona que se levanta en una reunión para exponer su modo de pensar, normalmente es alguien que conoce el asunto. Es muy probable que en más de una ocasión ya haya hablado sobre ese tema delante de otros públicos, y lo más común es que sea una persona bastante acostumbrada a tomar la palabra ante u n auditorio. Esto significa que tiene experiencia de vencer la dificultad más grave, que es la timidez. S i no se llena siquiera uno de estos requisitos, lo más probable es que la supuesta improvisación sea u n fracaso, y el orador, por muy diestro que sea, haga el ridículo. ~

109

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

A usted en lo personal le conviene prever esta clase de situaciones y no permitir que lo sorprendan sin alguna preparación. E n todo caso, vale más hacer u n esfuerzo que después no tenga aplicación, que sufrir el bochorno de una desagradable sorpresa. S i va a participar en algún género de reunión (asamblea, comida, cena, junta, etcétera) y tiene motivos para sospechar que le pidan hablar, tome estas precauciones: •

Piense en la gente con la que va a estar, en los temas que podrían interesarles, o en los asuntos que se tenga pensado tratar. Vaya decidido a ser breve (más que de costumbre), y para ello piense cómo puede empezar, cómo conviene terminar y qué puntos concretos (el menor número posible) puede tocar. Nada de disculpas, ni al principio ni al fin. Recuerde que en una "improvisación" tiene mucho a su favor: le han pedido que hable, sin haberlo advertido de antemano; quieren oírlo, pero saben que no tienen derecho a esperar mucho.



• •

* * * * *

ESTRUCTURA DEL DISCURSO

3. 4. 5. 6. 7. 8.

Los resultados de esta encuesta serán para usted de un valor inapreciable. Sin embargo, no se quede solo con el juicio ajeno, juzgúese también usted mismo, porque en el arte de hablar en público es muy importante que el orador "se sienta bien", que le satisfaga lo hecho. Por eso, si tiene una sensación de disgusto, no se quede con ella: señale con toda precisión la causa, para poder remediarla. Estas preguntas, y otras que usted puede añadir, le ayudarán a hacer el diagnóstico: /. 2. 3.

JUICIO

Conclusión práctica de este capítulo podría ser someter a juicio sus discursos siempre que pueda, pidiendo a personas de su confianza que investiguen entre los asistentes los efectos de su comunicación. Los puntos clave podrían ser preguntarles:

CRITICO

1. 2. 110

~

Cuál fue la idea central del discurso. Si la exposición le pareció clara y completa.

Si cree haber entendido toda la exposición. Cuál fue la idea que más le impresionó y por qué. Cuál fue la que menos le gustó y por qué. Con qué no estuvo de acuerdo. Qué es lo que más aprueba de usted como orador. Qué defectos suyos trataría de evitar si él estuviera en su lugar.

4. 5. 6. 7.

¿Cree haberse preparado debidamente? ¿Siente haber dicho todo lo que quería y omitido lo que tenía que omitir? ¿Tuvo la sensación de estar en contacto con su público todo el tiempo, o perdió su atención durante largos periodos? ¿Su primer contacto con el auditorio fue acercamiento o distanciamiento? ¿Logró crear desde el principio un ambiente cordial? ¿El final de su discurso brotó fácil y espontáneo, o forzado y un tanto difícil? ¿Cree haber dejado al auditorio con ideas positivas y constructivas, o teme haber concluido en tono negativo y destructor? ~

111

9 Usted

puede hablar en público

USTED

4. 5.

Este es un capítulo totalmente personal, concreto, dirigido en particular a usted, lector o lectora, que repasa estas líneas. Aquí no busque más normas, reglas, orientaciones de las cuales podría decir: "esta se aplica a fulano", "aquella le convendría a mengana", "esa no es para mí". D e aquí a l final del libro todo es para usted. V u e l v a la mirada unos años atrás. Tenía unas metas interesantes y r e t a d o r a s . . . ¡ y las logró! Se propuso ser tal o cual c o s a . . . ¡ y lo ha sido! Sentía l a necesidad de adquirir algo: casa propia, automóvil nuevo, una máquina más perfecta para su profesión u o f i c i o . . . ¡ya lo tiene! E l logro de cualquiera de esos objetivos supuso varias cosas:

114

1. 2.

Convencimiento de que valía la pena; voluntad o deseo firme de obtenerlos;

3.

esfuerzo perseverante;

~

PUEDE

HABLAR

EN

PUBLICO

superación de obstáculos y, finalmente, el goce del triunfo alcanzado.

H a b l a r en público no difiere de esos objetivos que para usted han sido "vitales". E n muchos aspectos es probable que sea más sencillo de obtener que otros de los que ya disfruta, y también es probable que sea de más importancia en su vida, porque quizá represente un mejoramiento más significativo de su imagen personal ante usted mismo y ante los demás. Es seguro que le abrirá las puertas de nuevas y más valiosas oportunidades, afianzará su posición en la sociedad y en el mundo de los negocios y le proporcionará hondas satisfacciones, completamente nuevas.

U N PROGRAMA

i que hay que hacer es someter este objetivo a l proceso de sus ideales a n teriores, para que no quede en un " q u i s i e r a . . . "

EFECTIVO

/. 2. 3. 4. 5.

L

0

u

n

c

o

Convénzase de que le interesa y vale la pena lograrlo; propóngaselo como objetivo a un plazo razonable, pero fijo, por ejemplo, unos seis meses; ponga los medios que efectivamente lo lleven a ese fin; no permita que ninguna dificultad lo detenga: luche hasta superarla; no olvide hacer el inventario de las ventajas enormes que esté logrando a medida que avance. ~

115

USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO VALE

p lo q toca l convencimiento de que vale la pena, si ya lo tiene, magnífico: el primer gran paso está dado. Si no está muy seguro de ver claramente por qué habría de servirle hablar en público, pondere algunas de estas razones. H a b l a r en público es útil:

LA PENA

a) b) c) d) e) f)

o r

u e

a

Para tener más confianza en sí mismo. Para ampliar su cultura. Para estimularse a sí mismo en sus metas personales. Para enriquecer sus relaciones sociales. Para comunicar sus ideas y sentimientos. Para aumentar sus ingresos.

Como ejercicio interesante, invierta el orden de las motivaciones. Quizá para usted lo principal sea enriquecer sus relaciones sociales... tal vez lo más urgente por el momento sea aumentar los ingresos... es posible que experimente el imperativo de comunicar lo que piensa o siente. H a g a el intento de desarrollar brevemente un mismo tema en forma de posible discurso, poniendo a la cabeza de la lista una motivación diferente. Notará un efecto curioso: en cada caso hará un discurso diverso. PLAZO

¿Qué ventajas tiene el fijarse un plazo r a zonable, pero no demasiado largo? T a l vez hace tiempo que usted viene posponiendo la realización de este ideal, y ya es hora de lograrlo, sin esperar más.

RAZONABLE

116

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USTED PUEDE HABLAR E N PUBLICO

Como supone esfuerzos internos, cuyos resultados son menos tangibles y cuyos éxitos no pueden a veces escatimarse en metálico a corto plazo, es fácil consagrarse a otro tipo de objetivos más sencillos y cuyas "rentas" son inmediatas. H a y que fijarse un plazo, porque los obstáculos son interiores, y no hay victoria más ardua que la que se logra sobre sí misma en cualquier terreno. E n fin, hay que fijarse ese plazo, porque la vida sigue corriendo, y con ella las oportunidades de realización personal, que de nada servirá mirar con nostalgia años después. E n el arte de hablar en público, seis meses son u n plazo razonable para alcanzar un progreso perceptible. ¡No se haga concesiones! ¡No sea tan indulgente consigo mismo! ¡Está desperdiciando talentos propios y muy valiosos! PONER

E n otras empresas — p a r a usted importantes— de su vida, cuando ha tomado la decisión final, también ha dado los pasos convenientes: buscar contactos valiosos, relaciones públicas, financiamiento, p u b l i c i d a d . . . lo que haya considerado necesario.

LOS MEDIOS

Tratando de hablar en público debe hacer lo mismo: ponga los medios. N o se quede en buenos deseos y propósitos firmes, empiece inmediatamente a tomar las medidas oportunas: grabar y estudiar su voz, leer para mejorar sus conocimientos del idioma, empezar a aprovechar ocasiones de hablar en público, ensayar la ela~

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boración de breves discursos... en pocas palabras, pasar de las buenas intenciones a la acción. Usted se conoce, sabe "de qué pie cojea". Empiece por lo que siente necesitar más, o por lo que tenga más al alcance en ese momento. Pero no se engañe: vaya luego a lo esencial, no se pierda en las cosas secundarias o accidentales. Antes de pensar en el artesanado y la decoración (micrófono, grabadora, modo de presentarse y vestirse, etcétera), esfuércese por poner buenos cimientos (ideas claras, buen lenguaje, sobreponerse a la timidez, buena estructura del discurso, etcétera).

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Analice los elementos de todos los capítulos anteriores y comprobará que: • • •



Unos ya los tiene; es cuestión de empezar a utilizarlos; otros están latentes en usted; hay que facilitarles el desarrollo; algunos tendrá que adquirirlos, es verdad, pero no son más difíciles de alcanzar que otras cosas que ya ha hecho en la vida; en fin, hay varios que se adquieren con el ejercicio y la práctica. ¿Por qué no intentarlos?

s t r o s famosos de cultura física aconsejan al alumno que haga los ejercicios ante un espejo, para ir viendo de día en día cómo "crecen" y adquieren forma los músculos. Es una manera efectiva de estimularse a sí mismo. E n la adquisición del hábito de hablar en público conviene seguir una estrategia semejante. Busque el modo práctico y tangible de ir "haciendo inventario" de sus progresos. P o r ejemplo, si uno de sus mayores problemas es la monotonía de la voz, practique con grabaciones, pero conserve las cintas. Después de cierto tiempo compare las primeras grabaciones con las últimas. Si le cuesta trabajo disciplinar sus ideas, empéñese en hacer esquemas detallados. U n a vez hechos "déjelos d o r m i r " un tiempo. Después compárelos con los que esté haciendo actualmente. U n a de las mejores maneras de autocriticarnos es examinar nuestra propia obra después que el tiempo ha trascurrido y otras ideas y preocupa-

INVENTARIO SUPERAR

t ¿ hablar en público, como todo lo valioso de la vida, tiene dificultades y tropieza con obstáculos. Usted sabe que los más difíciles de vencer son los interiores, los que se refieren a su persona. N o se detenga ante ninguno de ellos. E l gran orador griego, Demóstenes, era tartamudo, y superó el defecto. Se dice que George Bernard Shaw afirmaba: " Y o aprendí a hablar en público como otros aprenden a patinar o andar en bicicleta: a base de obstinarme en hacer el tonto, hasta lograr adquirir el hábito". OBSTÁCULOS

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N o olvide que la confianza en el éxito de sus esfuerzos se basa en el hecho de que TODO hombre puede comunicarse con sus semejantes, y hablar en público constituye simplemente una forma especial de comunicación. ¿Qué razones, verdaderamente tales, puede aducir para demostrar que no es capaz de hablar en público? 118

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ciones han pasado por nuestra mente. Es famoso el caso de Platón, que antes de llegar a la redacción definitiva de su gran diálogo de La República, lo escribió diez veces. Usted notará grandes adelantos entre sus esquemas de hace tres meses y los de ahora. Estos "inventarios de progresos" conviene llevarlos sobre todo con los factores de la oratoria que más se dificultan. N a d a más estimulante que comprobar que se van superando las barreras más arduas. C o n los problemas menores, la verificación puede ser casi un pasatiempo ameno. C o n los mayores es la sensación del triunfo que lo impulsará hasta el fin. L o importante es que U S T E D puede hablar en público.

E S T A EDICIÓN D E 2 0 0 0 E J E M P L A R E S SE TERMINÓ D E I M P R I M I R E L 29 D E A B R I L D E 1993 E N L O S T A L L E R E S D E D ' B A L A R T E S GRÁFICAS, S A . D E C . V . A H U E H U E T E S N o . 34, X O C H I M I L C O MÉXICO, D . F .

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