Unidad V

December 3, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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6ª UNIDAD

CONT CO NTEX EXTO TO H HIS ISTT RI RICO CO-P -POL OLÍT ÍTIC ICO OD DEE LO LOSS FEMINISMOS EN EUROPA Y ABYA-YALA

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO 

6ª UNIDAD 

SEXTA UNIDAD: CONTEXTO HISTÓRICO-POLÍTICO DE LOS FEMINISMOS EN EUROPA Y ABYA-YALA OBJETIVOS: Comprender a grandes rasgos los fundamentos básicos y líneas de acción de diversas corrientes de los feminismos de Europa y de Abya-Yala1, así como de propuestas surgidas de las mujeres indígenas.

CONTENIDOS:     E     D     O     C     I     T      Í     L     O     P       O     C     I     R      Ó     T     S     I     H     O     T     X     E     T     N     O     C

    Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O



  Paradigmas Occidentales de los Feminismos



  Feminismos Decoloniales



  Propuestas del Abya Yala



  Introducción al concepto de interseccionalidad como herramienta analítica para

comprender cómo el género se cruza con otras identidades, derivadas de los contextos históricos y las estructuras de poder.

    M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

 VI. 1 PARA ABORDAR ABORDAR LOS FEMINISMOS FEMINISMOS Como ya se ha establecido en las unidades anteriores, el género es un concepto analítico que tiene un impacto en al menos tres ámbitos:

 

  En primer lugar posibilitó nombrar y visibilizar ciertos fenómenos de opresión universal de



las mujeres y de otros actores sociales, que se oponen al hombre blanco como único y universal, Sujeto de los derechos.

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  Segundo, logró establecer un ámbito de reflexión y cuestionamiento social de las

diferencias y desigualdades estimulando la creación de teorías y metodologías propias, conformando un área de producción específica dentro de las universidades e investigaciones.. El ggénero investigaciones énero se tornó objeto de estudio y objeto de teoría social-política.

  Y en tercer lugar, el concepto de género, se articula y vincula en constante diálogo con las



propuestas de acción y movilización política y ciudadana de transformación denominadas de manera amplia como Feminismos.

1

 Abya-Yala es un vocablo Kuna del pueblo del archipiélago de Panamá, la idea de las feministas de tomar este concepto ha sido colocar una inscripción política propia para nombrar a nuestro territorio, marcando la diferencia con el proyecto occidental y capitalista. CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  Es en este último punto, en el que se enfocará esta unidad, para presentar un panorama respecto a las diversas corrientes del feminismo desde el surgimiento en Europa y hasta sus manifestaciones más recientes y situadas en América Latina.



Hacemos dos advertencias antes de evidenciar el esquema que pretendemos esta establecer. blecer. La primera corresponde a enfatizar que el movimiento feminista ha tomado diferentes caminos de acuerdo a

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los periodos históricos los que surgeComo y a las demandas que distintos movimientos mujeres y colectivos hanenllevado a cabo. consecuencias de lolos anterior, encontramos quede el feminismo no es una postura política única, sino por el contrario, se compone de diversas corrientes de acción y de demandas sociales. Por eso más que hablar de feminismo (singularhomogéneo), debemos pensar en FEMINISMOS (plurales-divergentes) y que van cambiando de acuerdo a los tiempos. Y segundo, lo que se plantea, no desconoce que el feminismo es una teoría y práctica política que surge en distintos lugares y que por lo mismo, no posee una lógica cronológica: lineal y espacial que va desde el “primer mundo” hacia el “tercer mundo”. Sin embargo, el mapeo que se propone otorga un orden y localización de estas corrientes y responde a entender cuáles han sido las propuestas más emblemáticas que se han elaborado desde los Estados, por medio de sus gobiernos y políticas públicas; para luego posicionar las críticas más alegóricas y expresivas a estas nociones de democracia y participación implementados desde ellos, estructurando lo que popularmente se conoce como feminismos críticos.

 VI.2 PARADIGMAS FEMINISTAS FEMINISTAS OCCIDENTALES OCCIDENTALES.. El primer   feminismo, lo denominaremos feminismo Humanista, el cual surge a fines del siglo XVIII y principios del XIX, ligado a grupos de mujeres de clase alta o intelectuales europeas que abogaban por el acceso e intervención de las mujeres en los asuntos de la política, como también de su ingreso formal a los ámbitos de la educación. Su principio basal es superar la restricción impuesta a las mujeres de no ingresar o participar en los espacios de poder debido a sus características biológicas- sexuales, vale decir, un feminismo que lucha contra el esencialismo biológico. Este feminismo apela a que la mujer sea entendida como un Sujeto Político y con Derechos. Más tarde este feminismo desembocará en posturas que se entrecruzan con otras dos corrientes ideológicas de la época y que toman fuerza en pleno siglo XX. a)  El Feminismo liberal, tiene como objetivo reivindicar los derechos civiles de las mujeres, levantando el ideal de igualdad. Su búsqueda sostiene que las mujeres ingresen a los sectores laborales, educacionales y a la política tradicional. Para este sector, lo importante es que las mujeres logren adquirir autonomía por medio de la obtención de un salario, que puedan ocupar cargos políticos, constituyéndose como posibles líderes sociales. Para lo anterior, el ingreso la educación y socialización sistema educacional formal  se vuelve un imperativo. Este afeminismo también se conocedel c omo como feminismo de la Igualdad.  Igualdad. CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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    Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O     M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

b)  Feminismo Socialista: Su reivindicación retoma los derechos civiles expresados por el feminismo liberal como punto prioritario, pero suma una reestructuración no sólo del mundo público, sino también una reorganización en el ámbito de lo privado, colocando como punto de cuestionamiento y foco de atención, que la sociedad debe reordenar las relaciones que se realizan al interior de los hogares o en los espacios domésticos, ya que es ahí donde se reproducen las mayores desigualdades entre hombres y mujeres. Ambas corrientes confluyen en lo que conocemos como FEMINISMOS DE ESTADO. Es decir, componen las demandas y políticas que han sostenido e impulsado en general los distintos países por medio de sus Estados y políticas públicas, para incorporar a las mujeres y entregar estándares democráticos y participativos más plenos. Este es el modelo más difundido y aceptado del feminismo a nivel global (occidental). Instalación de los feminismos en Europa 

S. XVIII -XIX  

Feminismo Humanista 

1890 -1950 

 

Feminismo Liberal 

S. XX - XXI 

Feminismos de Estado 

 

Feminismo Socialista 

  Contexto europeo que se establece como norma-modelo Estado de Bienestar  

314 Los postulados del Feminismo de Estado han sido incorporados en la mayoría de las políticas vigentes propuestas por los organismos y agencias internacionales, donde se protegen, resguardan y defienden la concreción de estos ideales, generando términos de referencias, directrices e indicadores para que las sociedades puedan asegurar una inclusión de las mujeres en las diferentes esferas que componen el quehacer social. En la actualidad, la mayor parte de los estados nacionales se rige por los principios que establece establece la división de Mujeres de la ONU. Como ejemplo de las acciones que impulsan los feminismos de estados y su ordenación mundial desde las agencias internacionales, podemos mencionar la promoción de las mujeres al sistema de educación.. Otra de las causas que se establecen como prioritarias es que las mujeres ocupen

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MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  cargos de representación política, ingresando en los parlamentos y congresos. Hace más de tres décadas que ésta ha sido una preocupación colocando un debate frontal entre las demandas feministas y los partidos políticos. Muchos estados han promovido como alternativa un sistema de cuotas o de paridad que refuerzan la participación e incidencia de las mujeres en la esfera política.

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Otro de sus focos, es la generación de programas específicos para que las mujeres puedan acceder a un mercadoautónomas, laboral adecuado informal) que otorgue la posibilidad de considerarlas trabajadoras en las (no mismas condiciones que sus pares varones. Para ello secomo han diseñado instrumentos que van desde las buenas prácticas laborales, es decir, sistemas de contratación que no beneficie sólo el ingreso de los hombres a determinados puestos de trabajo, diversificación de las carreras profesionales, fiscalización en los sistemas de sueldos que no provoquen disparidad, hasta estatutos de acoso laboral, etc. Acá también cabe agregar que los estados han generado una serie de políticas públicas específicas para las mujeres más vulnerables como aquellas entendidas como jefas de hogar, que consisten en entregar bonos y otras respuestas sectoriales que se asocian a un apoyo y colaboración del Estado en proporcionar infraestructura y políticas positivas para que las mujeres accedan a lo público y salgan de las condiciones de vulnerabilidad y pobreza. En este sentido podemos identificar una serie de programas de sala cuna y cuidado infantil, asistencias de salud, y programas de capacitación e inserción laboral, etc. Bajo la estructura planteada, el feminismo de Estado sustenta su actuar en lo afirmado por el feminismo liberal, pero que de manera creciente retoma los postulados del feminismo socialista cuando comienza a proponerse la intervención de las dinámicas más cotidianas en función de la organización de los hogares. En este marco, las leyes promovidas a mediados de los años 90’ que impulsan la penalización de la violencia intrafamiliar o doméstica son un clara muestra de ello, o los discursos de conciliación, como paradigma de acción en la redistribución de las tareas domésticas al interior de las casas por parte de los hombres, como responsables y colaboradores en dichas funciones antes entendidas como exclusivas de las mujeres. Este tipo de feminismo es el que actualmente domina y se inculca como clave en la construcción, diseño e implementación de las políticas públicas nacionales e internacionales y que se sostiene como el más idóneo según los gobiernos y aparatos internacionales del primer mundo y de los países en vías de desarrollo. Así, en materias de lograr que las mujeres adquieran mayores niveles de igualdad y bienestar, este feminismo responde a los parámetros occidentales de equidad y por ende, es el que domina el accionar público-político.

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Feminismos de Estado  Se trata de la incorporación al interior de los estados modernos, de algunas de las propuestas del feminismo liberal y socialista,

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Se han centrado en asegurar el acceso a:  

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Educación 

Representación

Trabajo 

Salud 

Modelo que se instala en el continente americano de acuerdo a las directrices de las agencias internacionales (Naciones Unidas) elaboradas a partir de las conferencias mundiales de la mujer (1975,1985, 1995, 2005), convenciones sobre la discriminación y la no violencia (1979, 1994), por medio de organismos gubernamentales como oficinas, Paralelo a este Feminismo Estatal, en Europa surge una vertiente llevada a cabo principalmente por intelectuales y activistas, que critican con fuerza desde los años 70’ el feminismo de Estado , recientemente descrito, al postular que tal perspectiva solo identifica una lógica masculina de inserción para las mujeres. Para estas intelectuales, sus referencias, metas e ideales siguen promoviendo lo androcéntrico. La estructura política imperante que se desarrolla e implementa desde cada política pública excluye la particularidad del cuerpo de las mujeres, lo que tendrá consecuencias nocivas en las organizaciones sociales actuales. Las dos entradas principales de este Feminismo, llamado feminismos culturales, son: a)  Feminismo de la diferencia, sostenido principalmente por feministas francesas e italianas (de formación psicoanalítica)2  plantean que es necesario a nivel político relevar, reconocer y reivindicar los valores y relaciones de cooperación y solidaridad a nivel local y global. Para ello se propone mostrar en lo público-político la potencia y amplitud del concepto de MADRE, identificando esta posición social y rol, como articulador y codificador de una nueva apuesta política de vínculos entre las personas. Este feminismo responde a un cuestionamiento profundo de estructuración donde lo masculino y fálico no sea el nudo principal. La Madre como ideal de Sujeto Político, o la política maternal como también se ha propuesto, propuesto, no posee como fin la reproducción de la especie, retornando a un simple esencialismo biológico. 2 Para mayor información ver los trabajos trabajos de Luce Irigaray y Julia Kristeva (francesas), Carla Lonzi (italiana) y Victoria Sedón (española).

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MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  Tampoco establece que las mujeres son las únicas que pueden desarrollar este tipo de vínculos al ser las que por estructura corporal o biología puedan ser gestantes o progenitoras. Lo que apuesta como perspectiva política es relevar el cuidado y amor como los pilares en los que debe sostenerse toda orgánica y asociatividad entre los sujetos, estableciendo nuevos parámetros de justicia, bienestar, desarrollo y plenitud de todos y todas. b)  El Eco-Feminismo3 es otra de las posturas que viene a complementar lo anterior. Su óptica es tremendamente crítica y radical con las políticas de mercado y liberalización económica que han promovido principalmente los estados modernos y las industrias trasnacionales en los contextos de globalización, donde la destrucción del medio ambiente y la explotación indiscriminada de los recursos naturales y humanos han sido las lógicas más elocuentes de su operatividad. Su propuesta política aboga por el retorno de las comunidades y sistemas económicos de pequeña escala, donde se privilegie las relaciones más justas, cara a cara y autosustentables. Este feminismo ha sido liderado de manera emblemática por Vandana Shiva4. Sus postulados se resumen en lo que ella ha expresado con elocuencia al decir: “(Las negociaciones) Sitúa a los derechos de las empresas por encima de los derechos de los estados 5

y los ciudadanos (…) la globalización lo que hace es globalizar las injusticias sociales” .

Otro de los feminismos que emergen como parte del panorama que esbozamos son aquellos que tienen como centro de interés la radicalización de su libertad en términos de opciones sexuales y convocan a que el deseo y los cuerpos, tanto de hombres y mujeres, no sean entendidos en las lógicas dicotómicas, polares y excluyentes de lo masculino y femenino respectivamente y que por lo mismo, no se supediten a lógicas imperantes de heterosexualidad. Su apuesta es negar la normatividad y moralidad social y política vigente. Su crítica a esto lo han expresado en el concepto de HETERONORMATIVIDAD, contra el cual se han articulado los distintos feminismos lésbicos, transexuales, transgénero, etc. El movimiento cultural, social y político que sostiene este tipo de crítica y postura con mayor cobertura mundial son los denominados movimientos QUEER, que no se asocian con una corriente feminista propiamente tal, debido a que, en su misma denominación “feminismo” ya alude a una clasificación dicotómica de los seres humanos y establecen un sujeto político ideal y exclusivo: las mujeres.

3

 Si bien Vandana Shiva, en India es su exponente emblemática, se ha desarrollado también con fuerza en Europa y Estados Unidos. 4

 Vandana Shiva es directora de la Fundación de Investigación por la Ciencia, la Tecnología y la Ecología en Nueva Delhi, recibió el Premio Novel Alternativo en 1993. 5   Vandana Shiva, « La mirada del ecofeminismo (tres textos) », Polis Polis [En  [En línea], 9 | 2004, Publicado el 22 octubre 2012, consultado el 06 marzo 2017. URL : http://polis.revues.org/7270

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Lo Queer releva a la multitud como agente y sujeto de acción, aquella multitud que ha sido excluida de las políticas públicas, de lo políticamente correcto por colocar a su cuerpo, a su deseo, a su sexualidad como lugar prioritario y emblemático en la instalación de un discurso social, sosteniendo que su lucha es representar y visibilizar esos terrenos, cuyas representaciones han sido desechadas en lo público. Su asociación con colectivos de arte y en particular con las propuestas de performance han sido una estrategia y técnica de establecimiento masivo y característico. No podemos desconocer quepaíses si ses bienmás el auge de este movimiento es en los años 902000, su consolidación se estructura en los paí desarrollados. Algunas de las autoras más representativas de esta teoría y movimiento político son la conocida filósofa estadounidense Judith Butler y la también filósofa Paul B. Preciado en España.

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 VI.3. HORIZONTES DE LOS FEMINISMOS NO OCCIDENTALES Y DEL ABYA-YALA

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Los feminismos islámicos, africanos, indios, negros, asiáticos e indígenas son sólo algunas de las expresiones de estas propuestas divergentes a lo s feminismos “blancos, hegemónicos, europeos o primer mundistas” que hasta ahora hemos detallado. Sus bases teóricas son múlt múltiples iples y una de las más conocidas internacionalmente son las expresadas por los estudios postcoloniales asiáticos que entregan una reflexión actual y comprometida.

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Acá podemos agrupar a una serie de instancias distribuidas en todo el globo, que se forman cuestionando de manera radical los ideales de libertad y justicia para las mujeres basados en los criterios de los feminismos de estados.

Uno de los mayores aportes de estos feminismos es posicionar la mirada interseccional para analizar las desigualdades intentando dar cuenta como raza, clase, sexo, sexualidad, entre otras son variables relevantes de considerar a la hora de desmontar las exclusiones en el más amplio sentido de la palabra. La dicotomía clásica: mujeres y hombres; ya no es exclusiva y debe articularse-profundizarse en cuanto ángulo de observación y teorización.

 VI.3.1. INTERSECCIONALIDAD INTERSECCIONALIDAD Interseccional es un ángulo de visión que posee como particularidad comprender los cruces de las variables en los procesos de desigualdad. Se consagra como teoría en los años 60’ examinando de qué manera las categorías de discriminación construidas social y culturalmente, interactúan en múltiples y simultáneos niveles. El feminismo negro ha sido uno de sus principales propulsores , al que debemos sumar los notables aportes de Stuart Hall y Raymond Williams en estas materias, que desde la escuela de Birmingham, generaron lecturas críticas de los conceptos marxistas, pensando la cultura desde análisis que mixturan ideología, análisis de discursos y empíria.

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MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  La interseccionalidad es una herramienta analítica utilizada para entender y develar las variadas identidades que operan de manera simultánea, y exponer diferentes tipos de discriminación que se pueden dar. Las identidades múltiples se dan en el cruce de variables derivadas de las relaciones sociales, la historia y las estructuras de poder operativas.

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Desde los feminismos negros, chicanos y latinoamericanos, las variables de sexo/género, raza y clase consideradas basal,exclusivo y en ese la interseccionalidad surgidoson como respuesta aelunentrecruzamiento feminismo occidental quesentido no consideraba a las mujeres ha de otras razas y clases sociales. Siendo un concepto amplio para designar y entender cómo opera la opresión estructural en diferentes niveles, la interseccionalidad tiene una vertiente teórica-política, desde el feminismo no occidental/blanco, como también contextual-práctica, aplicada especialmente en la generación de políticas públicas: “el trabajo de abogacía y la elaboración de políticas, que aborda múltiples discriminaciones y nos ayuda a entender la manera en que conjuntos diferentes de identidades influyen sobre el acceso que se pueda tener a derechos y oportunidades”6  En la elaboración de políticas públicas, se ha utilizado la interseccionalidad no sólo para hablar de género, raza y clase, sino también variables como sexualidad, edad y capacidades diferenciadas en las áreas de educación, salud, violencia, etc.

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 “Interseccionalidad “Interseccionalidad:: Una herramienta para la justicia económica y de género”, publicada por AWID (2004). En línea: https://www.awid.org/sites/default/f https://www.awid.org/sites/default/files/atoms/files/nt iles/atoms/files/nterseccionalidad_erseccionalidad__una_herramienta_para_la_justicia _una_herramienta_p ara_la_justicia_de_genero_y_la_jus _de_genero_y_la_justicia_economica.pdf ticia_economica.pdf CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

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LECTURA MARA VIVEROS VIGOYA “La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación .”

 Doctora en Ciencias SocialesInstitut de la École Hautes ÉtudessurenL'Amérique Sciences Sociales. De la autora: Magister en Estudios Latinoamericanos, des des Hautes Etudes Latine (IHEAL) de la Universidad Paris III; Economista, Universidad Nacional de Colombia. Profesora del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia. Integrante del Grupo de Investigación "Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género. Desde el segundo semestre del 2016 se desempeña como Directora de la Escuela de Estudios de Género. Centra sus investigaciones en cuestiones relacionadas con las intersecciones de género, sexualidad, raza y etnicidad en sociedades latinoamericanas. Autora de múltiples textos y libros entre los cuales destacamos: “Dominación masculina y perspectiva de cambio: desnaturalizar la jerarquía” (2004), “De quebradores y cumplidores: sobre hombres, masculinidades y relaciones de género en Colombia” (2002), “El Género: una categoría útil para las ciencias sociales (2011, con Luz Gabriela Arango), y “Raza,  etnicidad y sexualidades. Ciudadanía y multiculturalismo en América Latina” (2008, con Peter Wade y Fernando Urrea), Understanding Global Sexualities. New Frontiers, (2012),Pigmentocracies. Ethnicity, Race and Color in Latin America (2014) y The Oxford Handbook of Feminist Theory (2016). Correo: [email protected] Correo: [email protected]

Del texto (Resumen): Las definiciones, los usos y el alcance teórico, metodológico y político del giro interseccional en la teoría feminista son el eje del presente artículo. En este texto se establece una genealogía de los enfoques interseccionales, incluyendo en este relato los aportes del pensamiento feminista producido en distintos contextos históricos y geopolíticos. Se identifican algunas de las grandes líneas del debate sobre la interseccionalidad con el fin de mostrar su alcance y sus límites, ligados en gran parte a su amplia difusión. Igualmente, se da cuenta de la forma como son experimentadas concretamente las intersecciones de raza y género, clase y género y la tanto consubstancialidad de estas relacionescomo paraloslos grupos sociales involucrados, examinando mis propios trabajos in vestigativos investigativos de otras autoras. a utoras. El texto concluye con la importancia política del concepto, enfatizando los aportes del black feminism, feminism, el feminismo de color y el feminismo latinoamericano como enfoques epistémicos descolonizadores. A partir de este recorrido analítico se destaca el alcance teórico y crítico de un enfoque interseccional localizado y contextualizado.

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MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  “LA INTERSECCIONALIDAD: UNA APROXIMACIÓN SITUADA A LA DOMINACIÓN”. En Debate Feminista,  Feminista, Volumen  Volumen 52, Octubre 52, Octubre 2016, 1–17P.

Mara Viveros Vigoya

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Introducción Desde hace algunos años, la interseccionalidad se ha convertido en la expresión utilizada para designar la perspectiva teórica y metodológica que busca dar cuenta de la percepción cruzada o imbricada de las relaciones de poder. Este enfoque no es novedoso dentro del feminismo y, de hecho, actualmente existe un acuerdo para señalar que las teorías feministas habían abordado el problema antes de darle un nombre. En este artículo voy a rastrear los orígenes de este enfoque teórico-metodológico y político, sabiendo que el trabajo de construir una genealogía va más allá de identificar en el pasado las huellas de un saber o perspectiva. perspectiva.1 Se trata, por el contrario, de explorar la diversidad y dispersión de las trayectorias del entrecruzamiento de las diferentes modalidades de dominación, para entender la posibilidad de existencia actual de este enfoque. Dicho de otra manera, se trata de mostrar cómo han surgido las diversas historias de su desarrollo, como producto de relaciones de fuerza, incluyendo el conflicto entre distintas posiciones al respecto. En concordancia con esta perspectiva, en un segundo momento voy a señalar algunas de las principales críticas que se han formulado sobre esta perspectiva. En tercer lugar, voy a dar cuenta de la forma como son experimentadas concretamente las intersecciones de raza y género, clase y género y la consubstancialidad de estas relaciones para los grupos sociales involucrados, examinando tanto mis propios trabajos investigativos como los de otras autoras. Igualmente, voy a considerar las dimensiones políticas de estas intersecciones y los cuestionamientos que ofrece esta perspectiva al universalismo de los distintos movimientos sociales; en particular haré referencia a los aportes del black feminism, feminism, el feminismo de color y el feminismo latinoamericano como enfoques epistémicos descolonizadores. Por último, voy a abordar las políticas de alianzas y las tensiones quelaseimportancia generan entre distintos movimientos sociales. A partir recorrido analítico señalo de mantener la reflexividad autocrítica que deloseste estudios de interseccionalidad estimulan para evitar el riesgo de convertir esta perspectiva en la repetición despolitizada de un mantra multiculturalista.

Genealogías de la interseccionalidad Algunas de las perspectivas que hoy llamamos interseccionales fueron expuestas hace más de dos siglos por personalidades como Olympia de Gouges, en Francia: en La declaración de los derechos de la mujer  ( De Gouges, 1791), la autora comparaba la dominación colonial con la ddominación ominación patriarcal y establecía analogías entre las mujeres y los esclavos. En Estados Unidos, las tempranas y cortas alianzas entre las luchas abolicionistas y las luchas feministas del siglo XIX y las superposiciones de estas reivindicaciones en campañas comunes por el sufragio de la

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población negra y de las mujeres pusieron en evidencia las similitudes de funcionamiento del racismo y del sexismo. sexismo.2  Otro ejemplo notable es el discurso Ain’t  I a woman  woman  pronunciado por Sojourner Truth, una ex esclava, en la convención por los derechos de las mujeres en Akron, Ohio, en 1851. En ese discurso, Truth ( Truth, 1997/1851), quien padeció la esclavitud por más de 40 años, confronta la concepción burguesa la feminidad con su propia como mujer negra, trabajadora madre de de muchos hijos vendidos como experiencia esclavos, mediante la pregunta insistente incansable al auditorio:y “¿Acaso no soy una mujer?”. También vale la pena señalar al sociólogo W. E. B. Du Bois, quien en una compilación de ensayos publicados en 1903 escribe, a propósito de la experiencia cotidiana de pobreza de su pueblo en el periodo de la segregación racial: “Es duro ser un hombre pobre, pero ser una raza pobre en el país de los dólares es la peor de las pruebas” (Du Bois, 2004/1903, p. 16).

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En el contexto latinoamericano poscolonial, algunas escritoras y artistas puntearon también desde fecha temprana estas intersecciones. En la literatura peruana se ha reconocido el lugar pionero de las denuncias realizadas en 1899 por Clorinda Matto de Turner en su libro Aves sin nido. Este nido.  Este texto reveló los abusos sexuales perpetrados por gobernadores y curas locales sobre las mujeres indígenas, señalando la vulnerabilidad que generaba en este contexto su condición étnico-racial y de género. En Brasil, se pueden nombrar trabajos artísticos como el famoso cuadro cubista A negra (1923) negra (1923) ( fig. 1) de Tarsila do Amaral, que representa a una mujer negra desnuda con los labios y los senos hipertrofiados, y ha sido interpretado como una alegoría del lugar de las nodrizas negras en la sociedad brasileña (Vidal, 2011). Ambos ejemplos revelan la mirada crítica de algunas mujeres blancas de las élites latinoamericanas sobre las opresiones de raza, género y clase vividas por las mujeres indígenas y negras.

 

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Figura 1. Tarsila do Amaral (1923) A negra. negra. CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  Ya en el siglo XX, la emblemática Colectiva del Río Combahee y feministas como Angela Davis, Audre Lorde, bell hooks, June Jordan, Norma Alarcón, Chela Sandoval, Cherríe Moraga, Gloria Anzaldúa, Chandra Talpade Mohanty, María Lugones, entre otras, se expresaron contra la hegemonía del feminismo “blanco” por los sesgos de raza y género de la categoría mujer empleada por este (Viveros Vigoya, 2009). Por otra parte, desde los movimientos sociales ya se habían definido con claridad los alcances de una perspectiva interseccional. El “Manifiesto de la Colectiva mbahee” (1983/1977), del RíoesCo uno de losSugrupos más activos negro de la década de 1960, uno de los más claros ejemplos. declaración reunió del las feminismo orientaciones políticas, teóricas, metodológicas y los principios normativos que constituirán más adelante el paradigma interseccional: la extensión del principio feminista, “lo personal es político”, al abordar no solo sus implicaciones de sexo, sino también de raza y clase; el conocimiento centrado en lo que constituye la experiencia de las mujeres negras (stand point theory); theory); la necesidad de enfrentar un conjunto variado de opresiones al tiempo sin jerarquizar ninguna; la imposibilidad de separar las opresiones que no son únicamente raciales, sexuales, ni de clase. La política de la identidad feminista afroamericana de este colectivo ilustra lo que Patricia Hill Collins (2000) llamará, años más tarde, el punto de vista de las mujeres negras.

En Brasil, las problemáticas de las mujeres negras como temas de debate político al interior del Partido Comunista Brasileño (Barroso y Costa, 1983) fueron planteadas desde la década de 1960; diversas activistas e intelectuales (Thereza Santos, Lelia González, Maria Beatriz do Nascimento, Luiza Bairros, Bairros,3 Jurema  Jurema Werneck y Sueli Carneiro, Carneir o, entre otras otras))4 promovieron la teoría de la tríada de opresiones “raza-clase-género” para articular las diferencias entre mujeres brasileñas que el discurso feminista dominante había pretendido ignorar. Por otra parte, desde el Segundo Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe celebrado en 1983 en la ciudad de Lima (Curiel, 2007), distintos movimientos feministas han puesto en evidencia la ausencia de la cuestión del racismo en los debates políticos del movimiento feminista. Todos estos debates muestran que el problema de las exclusiones creadas por la utilización de marcos teóricos que ignoraban la imbricación de las relaciones de poder circulaba desde hacía mucho tiempo en contextos históricos y geopolíticos diversos. Sin embargo, no sobra precisar que en esta construcción genealógica he utilizado, siguiendo a Nina Lykke, la noción de interseccionalidad, como “un lugar discursivo donde diferentes posiciones feministas se encuentran en diálogo crítico o de conflicto productivo” ( Lykke, 2011, p. 208). Esta perspectiva inclusiva debe ser, no obstante, utilizada, como señala esta misma autora, con precaución, para no convertirla en una caja negra en la que todo cabe. Este riesgo puede evitarse, al menos parcialmente, contextualizando las teorías o posturas teóricas que se ponen en diálogo y sacando provecho de ellas para aplicarlas políticamente de forma creativa y crítica.

Los debates en torno de d e la interseccionalidad El concepto mismo de interseccionalidad fue acuñado en 1989 por la abogada afroestadounidense Kimberlé Crenshaw en el marco de la discusión de un caso concreto legal, con el objetivo de hacer evidente la invisibilidad jurídica de las múltiples dimensiones de opresión experimentadas por las CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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trabajadoras negras de la compañía estadounidense General Motors. Con esta noción, Crenshaw esperaba destacar el hecho de que en Estados Unidos las mujeres negras estaban expuestas a violencias y discriminaciones por razones tanto de raza como de género y, sobre todo, buscaba crear categorías jurídicas concretas para enfrentar discriminaciones en múltiples y variados niveles. En numerosas oportunidades oportunidades5 Kimberlé Crenshaw ha aclarado que su aplicación de la interseccionalidad ha sido y continúa siendo contextual y práctica, y que su pretensión nunca fue crear unayteoría de la opresión general, un concepto de es usoque, práctico analizaracadémicos omisiones  jurídicas desigualdades concretas. Sinsino embargo, el hecho en lospara contextos anglófonos, la interseccionalidad parece haberse convertido en el tropo feminista más difundido para hablar ya sea de identidades o de desigualdades múltiples e interdependientes (Brah y Phoenix, 2004 and Bilge, 2010).

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En el campo del feminismo estructuralista, Patricia Hill Collins (2000) fue la primera en hablar de la interseccionalidad como un paradigma; sin embargo, fue Ange Marie Hancock (2007) quien propuso una formalización de este paradigma, entendido como un conjunto que engloba a la vez teoría normativa e investigación empírica. Para tal objeto, Hancock identificó los siguientes seis presupuestos básicos en aras de responder a problemáticas de justicia distributiva, de poder y gobierno, y de analizar situaciones concretas y específicas: 1. En todos los problemas y procesos políticos complejos está implicada más de una categoría de diferencia. 2. Se debe prestar atención a todas las categorías pertinentes, pero las relaciones entre categorías son variables y continúan siendo una pregunta empírica abierta. 3. Cada categoría es diversa internamente. 4. Las categorías de diferencia son conceptualizadas como producciones dinámicas de factores individuales e institucionales, que son cuestionados e impuestos en ambos niveles.

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5. Una investigación interseccional examina las categorías a varios niveles de análisis e interroga las interacciones entre estos. 6. La interseccionalidad como paradigma requiere desarrollos tanto teóricos como empíricos. Esta formalización encontró un eco favorable en quienes se enfocan en los aspectos estructurales de la interseccionalidad, pero para autoras como Kathy Davis (2008) el intento de estabilizar y sistematizar este enfoque no es necesariamente un avance, ya que para ella la fuerza de esta perspectiva radica precisamente en la vaguedad, la cual le permite reunir dos importantes corrientes feministas que se ocupan de la diferencia: el black feminism  feminism y la teoría posmodernista/postestructralista. Otro punto de debate entre las distintas aproximaciones a la interseccionalidad gira en torno a los niveles de análisis que debe comprender. Para autoras como Patricia Hill Collins (2000), la interseccionalidad requiere abordar cuestiones tanto

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MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  macrosociológicas como microsociológicas. Esta dualidad analítica se traduce para ella en una diferencia léxica. Cuando esta articulación de opresiones considera los efectos de las estructuras de desigualdad social en las vidas individuales y se produce en procesos microsociales, se designa interseccionality interseccionality;; cuando se refiere a fenómenos macrosociales que interrogan la manera en que están implicados los sistemas de poder en la producción, organización y mantenimiento de las desigualdades, se llama interlocking systems of oppression. oppression. Los debates sobre los niveles macro y micro del análisis están marcados por una divergencia de perspectivas: mientras que para unas los análisis se han vuelto excesivamente introspectivos y se concentran demasiado en la narración de las identidades (Collins, 2000, p. IX), para otras hay demasiado énfasis en las estructuras, en detrimento del análisis de las dimensiones subjetivas de las relaciones de poder (Staunæs, 2003, citada en Bilge, 2010, p. 73). Collins atribuye el retroceso de los enfoques estructurales en los estudios sobre las desigualdades sociales al auge de las teorías postestructuralistas en menoscabo de los aspectos organizacionales e institucionales de las disimetrías de poder. Esta diferenciación macro y micro no está, por supuesto, disociada de la doble afiliación teórica y genealógica que se atribuye a la interseccionalidad: el black feminism  feminism y el pensamiento posmoderno/postestructuralista. Mientras que la primera es ampliamente reconocida, la segunda lo es menos. Kimberlé Crenshaw no tiene problema en plantear que la interseccionalidad es un concepto de apoyo que vincula las políticas contemporáneas a la teoría posmoderna, pero para Hill Collins “la interseccionalidad es un paradigma alternativo al antagonismo positivismo/postmodernismo que haría parte de las dicotomías que estructuran la epistemología occidental” (en Bilge, 2009, p. 74). Esta doble afiliación genealógica imputada a la interseccionalidad se configura de manera distinta según los contextos nacionales: mientras en Estados Unidos la mayoría de los trabajos que utilizan la interseccionalidad están fuertemente influidos por el black feminism, feminism, en Europa del norte la interseccionalidad se vincula más bien con el pensamiento posmoderno (Bilge, 2009, pp. 74-75). Por ejemplo, para autoras como Kathy Davis (2008, p. 71) la interseccionalidad se inscribe en el proyecto posmoderno de conceptualización de las identidades como múltiples y fluidas, y se encuentra con la perspectiva foucaultiana del poder en la medida en que ambas ponen el énfasis en los procesos dinámicos y en la deconstrucción de las categorías normalizadoras y homogeneizantes. Más allá de estas afiliaciones, lo cierto es que la amplia aceptación de este enfoque ha sido facilitada por las críticas posmodernas al positivismo y su búsqueda de explicaciones más complejas de la desigualdad social. Kathy Davis (2008) advierte que hoy en día es inimaginable que un programa de estudios de las mujeres o de estudios feministas se centre solo en el sexo, y Leslie McCall presenta la interseccionalidad como la “contribución más importante q ue los estudios de las mujeres han hecho hasta ahora” (McCall, 2005, p. 177). Como han señalado Maria Carbin y Sara Edenheim (2013), la interseccionalidad pasó de ser una metáfora, y un signo de conflicto y amenaza para un feminismo al que se le reveló su carácter “blanco”, a convertirse en la teoría feminista por CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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excelencia. Desde su punto de vista, el éxito de este significado consensual deriva en gran parte de su falta de teorización sobre el tema del poder; así, una parte de la teoría interseccional que ellas denominan constructivista ignora la existencia del feminismo que ha trabajado sobre el carácter multidimensional del poder desde un marco ontológico distinto al de la interseccionalidad. Esta ausencia le permitiría borrar los conflictos epistemológicos que han opuesto el feminismo estructuralista al feminismo posestructuralista, el black feminism  feminism al feminismo blanco, el feminismo poscolonial y decolonial al feminismo occidental que parten de premisas diferentes utilizan estrategias distintas. Para Carbin y Edenheim, la interseccionalidad inclusivista anularíay conflictos necesarios y productivos dentro del feminismo.

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En otros contextos, como el francófono o el latinoamericano, el concepto empezó a divulgarse en el ámbito académico solo a partir de 2008 (Dorlin, 2009 and Viveros Vigoya, 2012). La variedad de formulaciones utilizadas para describir las relaciones entre género, raza y clase revela las dificultades para abordarlas. Mientras algunas se refieren al género, la raza y la clase como sistemas que se intersectan, otras las entienden como categorías analógicas o como bases múltiples de la opresión, como ejes distintos o ejes concéntricos. Cada una de estas enunciaciones tiene implicaciones teóricas propias. El razonamiento analógico permitió, por una parte, la teorización de la categoría “mujeres” como clase, producida por un sistema de dominación autónomo e irreductible a las relaciones de producción capitalista, y por otra, la construcción del concepto de sexismo con base en el modelo del racismo. Autoras como Colette Guillaumin utilizaron este tipo de razonamiento para mostrar las similitudes de los mecanismos de producción de las categorías “raza” y “sexo”, a través de su naturalización y deshistorización. Estos usos productivos de la analogía no son, sin embargo, los más comunes; y la mayoría de los usos que se han hecho del razonamiento analógico han servido para establecer una jerarquía entre las dominaciones y para instrumentalizar las opresiones que no son objeto de la política de quien la utiliza (Bilge, 2010, p. 55). Según la filósofa Elsa Dorlin (2009), las teorías de la interseccionalidad se han movido entre dos aproximaciones a la dominación: una analítica y una fenomenológica. Desde la primera

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perspectiva, es, por definición, dominación de clase, de sexo y de raza, y en este sentido toda es endominación sí misma interseccional, ya queuna el género no puede disociarse coherentemente de la raza y de la clase. Para la segunda perspectiva, lo que es interseccional es la experiencia de la dominación, como en el caso de la compañía General Motors analizado por Crenshaw a propósito de la violencia ejercida contra las mujeres racializadas o de los empleos de los que quedan excluidas. Para Dorlin, la vacilación de las teorías de interseccionalidad entre aproximaciones analíticas y fenomenológicas ha sido costosa, porque reduce su alcance teórico y político. La idea según la cual toda dominación es, por definición, interseccional implica, por ejemplo, que tanto las mujeres blancas y ricas como las mujeres pobres y negras son producidas por las relaciones de género, raza y clase; la dificultad para asumirlo de esta manera reside en que las primeras, al gozar de privilegios de clase y color, no perciben ni experimentan las relaciones imbricadas de clase, raza y sexo que las producen, mientras que las segundas sí lo hacen.

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MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  Los análisis interseccionales ponen de manifiesto dos asuntos: en primer lugar, la multiplicidad de experiencias de sexismo vividas por distintas mujeres, y en segundo lugar, la existencia de posiciones sociales que no padecen ni la marginación ni la discriminación, porque encarnan la norma misma, como la masculinidad, la heteronormatividad o la blanquitud. Al develar estos dos aspectos, este tipo de análisis ofrece nuevas perspectivas que se desaprovechan cuando se limita su uso a un enfoque jurídico y formalista de la dominación cruzada, y a las relaciones sociales  —  género, raza, clase —  como  como sectores de intervención social. El concepto de interseccionalidad ha sido muy útil para superar la conceptualización aritmética de las desigualdades sociorraciales como fruto de la convergencia, fusión o adición de distintos criterios de discriminación de las mujeres (Dorlin, 2008). A la par, ha servido para desafiar el modelo hegemónico de “La Mujer” universal, y para comprender las experiencias de las mujeres pobres y racializadas como producto de la intersección dinámica entre el sexo/género, la clase y la raza en contextos de dominación construidos históricamente. Sin embargo, es importante señalar que, aunque las metáforas geométricas de la interseccionalidad son más complejas que las formulaciones aritméticas, también ofrecen problemas. Según Danièle Kergoat (2009), el término “intersección” supone la existencia de grupos que estarían en la intersección del sexismo, el racismo y el clasismo, y no permite pensar una relación de dominación cambiante e histórica. La interseccionalidad estabiliza las relaciones en posiciones fijas y sectoriza las movilizaciones sociales, de la misma manera en que el discurso dominante naturaliza y encierra a los sujetos en unas identidades de alteridad preexistentes. Para dar cuenta del carácter dinámico de las relaciones sociales y de la complejidad de los antagonismos que se subsumen muy rápidamente debajo del tríptico sexo, raza, clase, Kergoat plantea la necesidad de considerar, desde una perspectiva feminista materialista, que las relaciones sociales son consubstanciales y co-extensivas. Son consubstanciales en la medida en que generan experiencias que no pueden ser divididas secuencialmente sino para efectos analíticos, y son co-extensivas porque se coproducen mutuamente. En algunas ocasiones, el género crea la clase, como cuando las diferencias de género producen estratificaciones sociales en el ámbitodelaboral. En otras, lasserelaciones género son utilizadas reforzar las relaciones sociales raza, como cuando feminiza de a los hombres indígenas para o se hipermasculiniza a los hombres negros; inversamente, las relaciones raciales sirven para dinamizar las relaciones de género, como cuando se crean jerarquías entre feminidades y masculinidades a partir de criterios raciales (Kergoat, 2009). En resumen, la consubstancialidad y la co-extensividad de las relaciones sociales significa que cada una de ellas deja su impronta sobre las otras y que se construyen de manera recíproca (Dorlin, 2009). La trayectoria del concepto de interseccionalidad en América Latina es muy distinta. Autoras como Martha Zapata Galindo (2011) plantean que, a diferencia de lo que sucede en Europa y en Estados Unidos, en América Latina la interseccionalidad no ha alcanzado el estatus de concepto hegemónico y para muchas feministas latinoamericanas no aporta nada nuevo. Como se señaló al inicio del artículo, desde hace mucho tiempo las experiencias sociales de una gran parte de las mujeres latinoamericanas las han forzado a tomar en cuenta y a hacer frente, en niveles teóricos, CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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prácticos y políticos, a distintas, simultáneas e intersectadas formas de opresión (Wade, 2009). A pesar de que la interseccionalidad invoca el cruce necesario entre género, raza y clase, en la práctica los trabajos estadounidenses han privilegiado la intersección entre raza y género, y han dejado la clase únicamente como una mención obligada. Esta ausencia no está disociada del surgimiento de esta reflexión en un contexto como el estadounidense, el cual presume mayoritariamente que el único factor de diferenciación importante es la raza y que se vive en una sociedad sin clases, que todos dotados de oportunidades y que, por política lo tanto,delas desigualdades con causadas porestán diferencias individuales. Esta no iguales era la perspectiva la Colectiva del Río Combahee, ni de muchas de las teóricas de la interseccionalidad, pero no se puede desconocer el efecto que tienen estos presupuestos en la producción académica estadounidense.

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En los últimos tiempos, las críticas internas del feminismo latinoamericano se hicieron explícitas, en particular las que se refieren a la colonialidad discursiva (Mohanty, 1991) de la diversidad material e histórica de las mujeres latinoamericanas por parte de los feminismos hegemónicos. Estos cuestionamientos, planteados fundamente por el movimiento social de mujeres, permiten recordar que no se puede asumir, ni teórica ni políticamente, que las desigualdades de género y raza y sus articulaciones son universales. Así, los trabajos ddee Ochy Curiel (2013), Yuderkys Espinosa (2007) y Breny Mendoza (2010) han puesto en el centro del debate latinoamericano el asunto de la heterosexualidad obligatoria, señalando que esta institución social tiene efectos fundamentales en la dependencia de las mujeres como clase social, en la identidad y ciudadanía nacional y en el relato del mestizaje como mito fundador de los relatos nacionales Por otra parte, se ha difundido mucho la crítica que hace la filósofa argentina María Lugones (2005) al concepto de intersección de opresiones por considerarlo un mecanismo de control, inmovilización y desconexión; para Lugones esta noción estabiliza las relaciones sociales y las fragmenta en categorías homogéneas, crea posiciones fijas y divide los movimientos sociales, en lugar de propiciar coaliciones entre ellos. Para argumentar su punto de vista, Lugones identifica como opuestasdistintas la perspectiva de Audre y la de Kimberlé caracterizándolas como dos maneras de entender lasLorde diferencias: la primeraCrenshaw, las aborda como diferencias no dominantes e interdependientes, y la segunda, como categorías de opresión separables que al entrecruzarse se afectan. Lugones (2005) plantea que la intersección nos muestra un vacío, una ausencia, donde debería estar, por ejemplo, la mujer negra, porque ni la categoría “mujer” ni la categoría “negro” la incluyen. Pero una vez identificado este vacío debe actuarse políticamente. Recogiendo el legado de Lorde, Lorde,6Lugones propone la lógica de la fusión como posibilidad vivida de resistir a múltiples opresiones mediante la creación de círculos resistentes al poder desde dentro, en todos los niveles de opresión, y de identidades de coalición a través de diálogos complejos desde la interdependencia de diferencias no dominantes (Lugones, 2005, p. 70)

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Opresiones cruzadas: formaciones históricas y experiencias concretas La interseccionalidad también es una problemática sociológica: la articulación de las relaciones de clase, género y raza es una articulación concreta, y las lógicas sociales no son iguales a las lógicas políticas. En este sentido, las propiedades de los agentes sociales no pueden ser comprendidas en términos de ventajas o desventajas, desde una lógica aritmética de la dominación. Así, la posición más sociedadcon clasista, racistadey los sexista no esjóvenes necesariamente la de una mujer“desventajosa” negra pobre, sien se una la compara la situación hombres de su mismo grupo social, más expuestos que ellas a ciertas formas de arbitrariedad, como las asociadas a los controles policiales. El análisis de configuraciones sociales particulares puede relativizar las percepciones del sentido común sobre el funcionamiento de la dominación. La raza, la clase y el género son inseparables empíricamente y se imbrican concretamente en la “producción” de las y los distintos actores sociales (Bereni, Chauvin, Jaunait y Revillard, 2008, p. 194). El análisis de estas imbricaciones concretas y sus transformaciones históricas ha sido el objeto de estudio de trabajos como los de Angela Davis (2004/1981) y Hazel Carby (2000) sobre la sociedad esclavista y postesclavista en los Estados Unidos.

Angela Davis, por ejemplo, muestra cómo los hombres esclavos no disponen de casi ninguna de las características que se atribuyen generalmente a los hombres para definir su dominación: no son propietarios, no proveen a las necesidades de su familia, no controlan la relación conyugal; a veces, incluso, se encuentran obligados a realizar actividades de costura, limpieza y cocina que se asocian generalmente con el trabajo femenino. Sin embargo, “nada indica que esta división del trabajo doméstico hubiera sido jerárquica, ya que las tareas de los hombres no eran, en absoluto, superiores ni, difícilmente, inferiores al trabajo realizado por mujeres” (Davis, 2004, p. 25). El hombre esclavo no puede ser descrito como un actor social dominante, ya que los atributos de su virilidad están “devaluados” por su posición en la división social del trabajo. Además, si las negras difícilmente eran “mujeres”, en el sentido aceptado del término, el sistema esclavista también desautorizaba el ejercicio del dominio masculino por parte de los hombres negros. Debido a que tanto maridos y esposas como padres e hijas estaban, de la misma forma, sometidos a la autoridad absoluta de sus propietarios, el fortalecimiento la dominación entrep.los podría haber provocado una peligrosa ruptura en ladecadena de mandomasculina (Davis, 2004, 16).esclavos Por esto es difícil sostener que la dominación masculina negra se ejercía de la misma manera que la dominación masculina blanca. De la misma forma, es importante señalar, como hace Carby (2008, p. 92), que el concepto patriarcado, aplicado a diversos tipos de situaciones coloniales, es insatisfactorio; no permite explicar, por ejemplo, por qué los hombres negros nunca tuvieron los beneficios del patriarcado blanco y por qué las mujeres negras f ueron ueron dominadas “patriarcalmente” de diferentes maneras por hombres de “colores diferentes”. Los sistemas de esclavización, colonialismo e imperialismo no solo rehusaron sistemáticamente a los hombres negros una posición en la jerarquía de los hombres blancos, sino que emplearon formas específicas de terror con el fin fi n de oprimirlos, como lo señalaron Aimé Césaire (1950) y Frantz Fanon (1952).

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En contrapunto, la posición de las mujeres esclavas contrasta mucho con las representaciones clásicas de la subordinación femenina. La mujer esclava no trabajaba menos que los hombres ni se le exigía menos fuerza y resistencia que a los hombres, como lo describe muy bien Angela Davis en el trabajo mencionado anteriormente. Al trabajar como un hombre esclavo, la mujer esclava construía un grado de autonomía que la opresión de género no les autorizaba a las demás mujeres. Por otra parte, en el contexto de la esclavitud, el trabajo doméstico que hacían las mujeres esclavas para satisfacer las necesidades los niños no necesariamente era el único trabajo no alienado que podían de realizar paranegros, escapar a la estructura los de suyos, apropiación esclavista del trabajo por parte del dueño de la plantación. Así, en el texto From Margin to Center  (1984)   (1984) bell hooks plantea que a lo largo de la historia estadounidense: las mujeres negras han identificado el trabajo en el contexto de la familia como una labor humanizadora, como un trabajo que afirma su identidad como mujeres y como seres humanos que muestran amor y cuidado, los mismos gestos de humanidad que, según la ideología de la supremacía blanca, la gente negra era incapaz de expresar (hooks, 1984, pp. 133-134). El entrecruzamiento de las relaciones sociales en estos ejemplos muestra la dificultad para pensar una dominación de género o de raza aisladas, cuyos efectos serían invariables, y los límites de una representación aritmética de la dominación en la cual se sumarían o se restarían las propiedades sociales en una escala unidimensional que atribuiría a la mujer esclava el estatus de mujer doblemente oprimida. El aporte de este tipo de trabajos ha sido el de poner en evidencia que la dominación es una formación histórica y que las relaciones sociales están imbricadas en las experiencias concretas que pueden vivirse de muy variadas maneras. Los parámetros feministas universales son inadecuados para describir formas de dominación específicas en las cuales las relaciones se intrincan y se experimentan de diversas formas.

La consubstancialidad de las relaciones sociales En su artículo “Dark Care, de la servitude à la sollicitude” ( 2005), Elsa Dorlin muestra que la génesis de la feminidad moderna, tal como se construyó a lo largo del siglo XIX, debe buscarse no

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en la oposición la masculinidad, sinowife), en una doble en oposición y clase. Segúnsumisión Dorlin, lay feminidad de lasa amas de casa (house wife) , definida términosdederaza piedad, pureza, domesticidad, no se oponía a la masculinidad del jefe de hogar, sino a la feminidad de la sirvienta doméstica negra (house hold), hold), reputada por ser lúbrica, amoral, rústica y sucia. Dicho de otra manera, lo que constituyó el reverso de lo femenino fue una norma racializada de la domesticidad y no una hipotética masculinidad preexistente. En mis investigaciones sobre identidades masculinas en Quibdó y Armenia  Armenia 7 ( Viveros Vigoya, 2002 and Viveros Vigoya, 2009) 2009)8 encontré también que las normas, posiciones e identidades masculinas no se construían en relación con una feminidad preexistente, sino en relación con categorías de clase y raza. Los casos que estudié muestran que las relaciones étnico-raciales y de clase sirven para establecer jerarquías entre varones y masculinidades en función de sus comportamientos en el ámbito familiar, parental y sexual. Así, los varones de la ciudad “blanco-mestiza” de Armenia encarnarían los valores asociados con la masculinidad hegemónica en el contexto colombiano, pues asumen los

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MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  comportamientos de las clases dominantes como “proveedores responsables” y “padres presentes”, y los comportamientos de los grupos étnico-raciales dominantes como hombres sexualmente contenidos y esposos aparentemente monógamos. Sus atributos constituirían el criterio con base en el cual se mide la masculinidad de los otros varones colombianos y a la cual se les enseña a aspirar. Desde este punto de vista, los varones quibdoseños, tachados de “padres ausentes”, “proveedores irresponsables” y “maridos infieles”, se convierten en ejemplos de las

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masculinidades “marginadas”. 

El segundo ejemplo proviene de una reflexión sobre las relaciones conyugales interraciales en la capital de Colombia en el contexto de una investigación sobre discriminación racial en esta ciudad (Viveros Vigoya, 2008). Mi trabajo muestra cómo el análisis del mercado matrimonial en Bogotá no puede hacerse desde una comprensión aritmética de la dominación y sus efectos aditivos. En este sentido, el capital del que disponen las mujeres y los hombres que entran a este “mercado” no puede ser evaluado como el producto de la suma de sus distintas di stintas fuentes de estatus, en una escala unidimensional de valor. Por el contario, requiere incluir las articulaciones, intersecciones y efectos mutuos entre sus distintas propiedades de género, clase y raza. En efecto, el acto matrimonial, como símbolo de estatus, no vale lo mismo si es realizado entre parejas blancas y ricas que si se efectúa entre parejas interraciales. Así, en la unión entre un varón negro y una mujer blanca la mujer no solo pierde estatus social, sino prestigio como mujer, al revestirse de connotaciones sexuales indeseables en una mujer blanca. Una de nuestras entrevistadas blanco-mestizas, compañera de un líder negro, comenta haberse sentido discriminada, en primer lugar, porque su sexualidad se convirtió en motivo de recelo y, en segundo lugar, porque se la rotuló como una mujer disponible sexualmente: la pregunta eterna que debía responder era por qué me había enamorado de un negro […]; esa es la pregunta social que le hacen a uno, entonces siempre hay el imaginario de que a uno le gusta un negro simplemente por la cuestión sexual o porque uno es una ninfómana insatisfecha total. Cuando los hombres ven que tu marido es negro, creen tener el derecho de pasarse del límite, y si no eres casada es peor, su comentario es: “esa  se revuelca con cualquiera” (p. 264). En efecto, el matrimonio, institución patriarcal que debería normalmente protegerla contra las acusaciones de promiscuidad sexual, pierde su poder porque su cónyuge es un hombre negro. En resumen, la apuesta de la interseccionalidad consiste en aprehender las relaciones sociales como construcciones simultáneas en distintos órdenes, de clase, género y raza, y en diferentes configuraciones históricas que forman lo que Candace West y Sarah Fentersmaker llaman “realizaciones situadas”, es decir, contextos en los cuales las interacciones de las categorías de raza, clase y género actualizan dichas categorías y les confieren su significado. Estos contextos permiten dar cuenta no solo de la consustancialidad de las relaciones sociales en cuestión, sino también de las posibilidades que tienen los agentes sociales de extender o reducir una faceta particular de su identidad, de la cual deban dar cuenta en un contexto determinado. El ejemplo de las acusaciones de acoso sexual hechas por Anita Hill, una profesora negra de derecho, contra Clarence Thomas, un magistrado negro de la Corte Suprema estadounidense, durante las audiencias para su confirmación en ese cargo en 1991, es emblemático de estas CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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posibilidades y de sus efectos políticos (Fraser, 1997), pues generó divisiones en torno a las solidaridades de género y de raza en el campo del feminismo entre el white feminism y feminism y el black feminism.   Esta capacidad de anteponer un aspecto más que otro de la identidad, tanto a nivel feminism. individual como colectivo, me permite iniciar una reflexión sobre la dimensión política de las cuestiones de la interseccionalidad.

Dimensiones políticas de la interseccionalidad La corriente feminista conocida como black feminism  feminism  propició un verdadero giro teórico-político para el feminismo estadounidense al exigir la inclusión de las experiencias de género, raza y clase de las mujeres no blancas en la agenda feminista. El interrogante planteado por Sojourner Truth, ¿Acaso no soy una mujer?, mujer? , fue retomado por bell hooks y otras militantes del movimiento feminista negro en la década de 1980 para sentar las bases de su pensamiento y accionar político. A partir de la crítica a instituciones patriarcales (de las cuales estaban excluidas las mujeres negras) como la domesticidad conyugal, que instituía in stituía a las mujeres como tales, el feminismo negro redefinió su propia tradición histórica, vinculándola con las luchas de las pioneras del movimiento negro y diferenciándola de las teorías de género surgidas de la tesis de Simone de Beauvoir según la cual “no se nace mujer, sino que se llega a serlo” (  Jabardo Velasco, 2012 and Dorlin, 2008). Si bien el planteamiento de De Beauvoir  — que que buscaba desnaturalizar y oponerse a la caracterización de las mujeres como frágiles y débiles tanto física como intelectualmente, recluidas en el ámbito doméstico d oméstico y pasivas sexualmente —  fue  fue muy importante en su momento, no explicitó que estas características solo construían a las mujeres blancas y burguesas. En la búsqueda de visibilizar la experiencia de las mujeres de color como grupo minoritario al interior del feminismo, el black feminism  feminism logró transformar su lucha estratégica en una perspectiva epistemológica que llevó a redefinir el sujeto político central del movimiento feminista (Bereni et al., al.,  2008, p. 216). Dicho de otra manera, planteó la necesidad de desplazar progresivamente la problemática del feminismo desde la cuestión de sus fronteras internas (la composición interna del movimiento feminista) hasta sus fronteras externas y hacia las alianzas y solidaridades que se deben anudar con 2008). otros movimientos sociales quepolítico defienden los intereses defeminism y los grupos minoritarios (hooks, En este sentido, el sujeto planteado por el black feminism  y su crítica interseccional se define como una minoría que forma una coalición con otras minorías. Su propuesta política se funda en la construcción de un movimiento social sensible a todos los tipos de opresión, exclusión y marginación: clasismo, sexismo, racismo, heterosexismo, sin priorizar ninguno de ellos de antemano, sino en forma contextual y situacional. Trabajos como el de Chandra Talpade Mohanty (2008) van en esta misma dirección cuando muestran que, desde las posiciones marginales, se pueden interrogar las identidades hegemónicas. Para ella, se puede leer la escala ascendente del privilegio, acceder y hacer visibles los mecanismos del poder a partir de las vidas e intereses de las comunidades marginadas de mujeres, “que son quienes llevan la carga más pesada de la globalización” (p. 430). Su afirmación no es que toda situación marginada sea capaz de producir un conocimiento crucial sobre el poder y la desigualdad, sino que, dentro de un sistema capitalista sólidamente integrado, el punto de vista CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  particular de las niñas y mujeres indígenas despojadas y las niñas y mujeres del Tercer Mundo/Sur ofrece la visión más inclusiva del poder sistémico del capitalismo global. Igualmente, señala que estas experiencias de género, clase y raza de la globalización abren el espacio para formular preguntas sobre conexiones y desconexiones entre lo local y lo global, y generar alianzas entre movimientos activistas de las mujeres en todo el mundo (Mohanty, 2008, p. 445). En América sobre elfeminismos sujeto del disidentes feminismo comenzó década de 1980, cuando las Latina, mujereseste de debate los llamados (mujeres en de lacolor y lesbianas, fundamentalmente) empezaron a cuestionar por qué el feminismo no había considerado que este sujeto podía ser víctima del racismo y del heterosexismo, pues presuponía que aquel sujeto era la mujer blanca  — o quien oficiaba como tal en el contexto latinoamericano —   y que era heterosexual. Por otra parte, a partir de la década de 1990 empezaron a visibilizarse movimientos de mujeres indígenas (Masson, 2009) y afrodescendientes que planteaban críticas al feminismo urbano y blanco-mestizo hegemónico hasta entonces, al señalar la necesidad de articular las relaciones de género con las relaciones de raza y colonialidad. Para estos movimientos y otras corrientes feministas que han entablado puentes teórico-políticos con el grupo del Proyecto Modernidad/Colonialidad,,9 el sujeto del feminismo debía ser heterogéneo, dar cuenta de sus Modernidad/Colonialidad pertenencias cruzadas y ubicar el proyecto feminista en el marco de un proyecto de descolonización del pensamiento y de las relaciones sociales. De manera diferente  — pero pero sinérgica con la propuesta de Chandra Mohanty (2008) de articular distintos movimientos feministas en contra de la globalización en torno a una práctica feminista transnacional — , pensadoras como María Lugones (2010) han invitado a resistir desde la colectividad identitaria del feminismo decolonial. Es decir, desde coaliciones fundadas en la autoconciencia como sujetas y sujetos colonizados y en el reconocimiento mutuo como sujetos de opresión insurgentes. En resumen, estos distintos feminismos críticos han buscado construir un sujeto político universalizable y relacionarse con otros movimientos sociales sin tener que escoger entre las luchas de distintos movimientos sociales. Sin embargo, esta estrategia no ha estado desprovista de contradicciones. El riesgo inherente a una estrategia política contra-hegemónica construida sobre “reconocimiento como sujetos de opresión insurgentes” es que que lapuede hacernos olvidarelque esta posición mutuo de sujeto no es anterior a las relaciones sociales constituyeron como tal y que, por lo tanto, no le pertenece esencialmente a ningún grupo (Bereni et al., al., 2008: 219).

Reflexiones finales El origen social de quienes crearon las teorizaciones llamadas hoy interseccionales es fundamental para entender su génesis y desarrollo, y el lugar que ocupan la raza y el racismo como modalidades particulares de la dominación; igualmente, para explicar la importancia de la experiencia y la práctica social como fuentes de conocimiento, y el lugar asignado a la resistencia, la revuelta y la emergencia de nuevos sujetos políticos. Sin embargo, al convertirse la interseccionalidad en la “metáfora feminista más difundida en Europa y los Estados Unidos”, muchos de los trabajos escritos sobre interseccionalidad perdieron conexión con los movimientos sociales que le dieron CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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origen e ignoraron contribuciones importantes hechas por fuera de los contextos universitarios noratlánticos y escritos en lenguas distintas al inglés. La pregunta sobre quién produce el conocimiento, qué conocimiento es válido y quién tiene el poder para decidir estas cuestiones sigue teniendo pertinencia en un campo de conocimiento que no está por encima ni por fuera de las asimetrías en la producción y circulación del conocimiento ni en la participación y representación políticas (ver Coronil, 1998 and an d Roth, 2013). Los análisis interseccionales permiten y propician una reflexión permanente sobre la tendencia que tiene cualquier discurso emancipador a adoptar una posición hegemónica y a engendrar siempre un campo de saber-poder que comporta exclusiones y cosas no dichas o disimuladas. Sin embargo, no se pueden contentar con repetir lo que Wendy Brown (1995) denominó el “mantra multiculturalista” (raza, clase, género, sexualidad), descuidándonos y cerrándonos frente a la intervención de nuevas diferencias que pueden generar desigualdades significativas y dominación en la vida social (Purtschert y Meyer, 2009). En efecto, si bien estas cuatro categorías han sido las más consideradas, en los últimos tiempos distintos movimientos sociales han hecho un llamado a pensar otras fuentes de desigualdad social en el mundo contemporáneo como la nacionalidad, la religión, la edad y la diversidad funcional, funcional,10 por su pertinencia política política11.  Gudrun-Axeli Knapp (2005, citada en Roth, 2013) ha señalado además el peligro de que esta teoría se convierta en lo que Derrida llamó un “discurso doxográfico”, es decir, un discurso que corre el riesgo de incurrir en un academicismo capitalista y un uso mercantil de la mención obligada a la interseccionalidad, pero despojada de su concreción, contexto e historia, y por lo tanto de su ímpetu político. Por esta razón, si bien hasta ahora la interseccionalidad ha mostrado ser una teoría y una perspectiva política feminista fructífera, no debemos adoptar frente a ella una actitud prescriptiva. Los cuestionamientos teóricos que suscitó el concepto de género  — en en los términos planteados por una de sus primeras teóricas, la historiadora Joan Scott (2010), cuando subraya que el género solo es útil como una pregunta, y que en tanto tal no encuentra respuesta sino en contextos específicos y a través de investigaciones concretas —   son también válidos para la interseccionalidad. Por esta razón, no basta con preguntar si se trata de una teoría, de un método, de una perspectiva, de una categoría o simplemente se requiere formular interrogantes en función de los objetosanalítica de estudio. El reto no esjurídica; encontrar la metáfora más adecuada para expresar las relaciones entre distintas categorías de dominación y orientar las alianzas polí ticas ticas que se derivan; el reto es preservar “el principio de apertura a las diferencias como una condición y no como un límite de la interseccionalidad” ( Purtschert y Meyer, 2009, p. 146).

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De Gouges, Olympe (1791). Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana [consultado 31 Ene 2016]. Disponible en: http://www.culturamas.es/blog/20 http://www.culturamas.es/blog/2012/09/07/declaracion-de-los-derechos-de-la12/09/07/declaracion-de-los-derechos-de-lamujer-y-de-la-ciudadana-1791-por-olympe-de-gouges/ A.M. Hancock, “Intersectionality as a normative and empirical paradigm. ” Politics and Gender, 3 (2) (2007), pp. 248–254 B. Hooks, “From Margin to Center.” South End, Boston (1984) B. Hooks, “Sororité: la solidarité politique entre les femmes.” E. Dorlin (Ed.), Black feminism. Anthologie du féminisme africain-américain, 1975-2000, L’Harmattan, París (2008/1986), pp. 113–134  Jabardo Velasco, Maria Mercedes (2012). “Desde el feminismo negro, una mirada al género y la inmigración.”  En Liliana Suárez, Emma Martin y Rosalba Hernández (coords.), Feminismos en la antropología: nuevas propuestas críticas (pp. críticas  39-54). Disponible en: http://www.ankulegi.org/wpcontent/uploads/2012/03/0603Jabardo.pdf content/uploads/2012/03/06 03Jabardo.pdf [consultado 17 Dic 2015]. G.-A. Knapp, “Race, class, gender. Reclaiming baggage in fast travelling theories. ”  European Journal of Women's Studies, 12 (3) (2005), pp. 249 –265 D. Kergoat, “Dynamique et consubstancialité des rapports sociaux. ” E. Dorlin (Ed.), Sexe, race, classe, pour une épistémologie de la domination, PUF, París (2009), ( 2009), pp. 111 –126 N. Lykke, “Intersectional Analysis: Black Box or Useful Critical Feminist Thinking Technology? ”  Framing Intersectionality. Debates on a Multi-Faceted Concept in Gender Studies, by HelmaLutz, Maria Teresa Herrera Vivar y Linda Supik, Ashgate, Surrey (2011), pp. 207–220 A. Lorde, “Sister Outsider: Essays and Speeches.” Crossing Press, Nueva York (2007/1984) M. Lugones, “Multiculturalismo radical y feminismos de mujeres de color. ” RIFP, 25 (2005), pp. 61 –75 M. Lugones, “Toward a decolonial feminism.” Hypatia, 25 (4) (2010), pp. 742 –759 S. Masson, “Sexe, race et colonialité. Point de vue d’une épistémologie postcoloniale latino-américaine féministe.” E. Dorlin (Ed.), Sexe, race, classe, pour une épistémologie de la domination, PUF, París (2009), pp. 183–202 Matto de Turner, Clorinda (1889). “Aves sin nido”. Biblioteca Virtual Universal [consultado 31 Ene 2016]. Disponible en: http://www.biblioteca.org.ar/libros/71077.pdf L. McCall, “The complexity of intersectionality.” Signs, 30 (3) (2005), pp. 1771 –1800 B. Mendoza, “La epistemología del sur, la colonialidad del género y el feminismo latinoamericano.”  Y. Espinosa Miñoso (Ed.), Aproximaciones críticas a las prácticas teórico-políticas del feminismo latinoamericano, En la Frontera, Buenos Aires (2010) C. Mohanty, “Under Western Eyes: Feminist Scholarship and colonial discourses.” C. Mohanty, A. Russo, L. Torres (Eds.), Third World Women and the Politics of Feminism, Indiana University Press, Indianapolis (1991), pp. 51–80 C. Mohanty, “De vuelta a ‘Bajo los ojos de Occidente’: la solidaridad feminista a través de las luchas anticapitalistas.”  L. Suárez Navas, R. Aída Hernández (Eds.), Descolonizando el feminismo. Teorías y prácticas desde los márgenes, Cátedra, Universitat de Valencia, Instituto de la Mujer, Madrid (2008), pp. 407–463 Puar, Jasbir K. (2011). “I would rather be a cyborg than a goddess.” Intersectionality, Assemblage, and Affective Politics. Disponible en: http://eipcp.net/transversal/0811/puar/en http://eipcp.net/transversal/0811/puar/en [consultado 17 Dic 2015]. P. Purtschert, K. Meyer, “Différences, pouvoir, capital: réflexions critiques sur l’intersectionnalité.” E. Dorlin (Ed.), Sexe, race, classe, pour une épistémologie de la domination, PUF, París (2009), pp. 127 –148  J. Roth, “Entangled Inequalities as Intersectionalities Towards an Epistemic Sensibilization. ” Working Paper Series No. 43 (2013)  J. Scott, “Gender: Still a useful category of analysis?” Diogenes, 57 (225) (2010), pp. 7 –14 Truth, Sojourner (1997/1851). “Ain’t I a Woman?”  [consultado 31 Ene 2016]. Disponible en: http://www.fordham.edu/halsa http://www.fordham.edu/halsall/mod/sojtruth-woman.asp ll/mod/sojtruth-woman.asp CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  E. Vidal, “Trayectoria de una obra: ‘A negra’ (1923) de Tarsila do Amaral. Una revolución icónica.”  Dossier thématique: Brésil, questions sur le modernisme. Artelogie, 1 (1) (2011) M. Viveros Vigoya, “De quebradores y cumplidores. Sobre hombres, masculinidades y relaciones de género en Colombia.” CES, Universidad Nacional de Colombia, Co lombia, Fundación Ford, Profamilia, Bogotá (2002) M. Viveros Vigoya, “Más que una cuestión de piel. Determinantes sociales y orientaciones subjetivas en los encuentros y desencuentros heterosexuales entre mujeres y hombres negros y no negros en Bogotá. ”  P. Wade, F. Urrea, M. Viveros (Eds.), Raza, etnicidad y sexualidades. Ciudadanía y multiculturalismo en América Latina, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá (2008), pp. 247 – 279 M. Viveros Vigoya, “La sexualización de la raza y la racialización de la sexualidad en el contexto latinoamericano actual.” Revista Latinoamericana de Estudios de Familia, 1 (2009), pp. 63 –81 M. Viveros Vigoya, “Sexuality and Desire in racialised contexts. ” P. Aggleton, P. Boyce, H. Moore, R. Parker (Eds.), Understanding Global sexualities. New Frontiers, Routledge, Londres y Nueva York (2012), pp. 218 – 231 M. Viveros Vigoya, “L’intersectionnalité au prisme du féminisme latino-américain.” Raisons Politiques. Les langages de l’Intersectionnalité, 58 (2015), pp. 39–55 P. Wade, “Race and Sex in Latin America. ” Pluto Press, Londres (2009)

Zapata Galindo, Martha (2011). “El paradigma de la interseccionalidad en América Latina.”  Ponencia leída en el Lateinamerika-Institut, Freie Universität Berlin, November 17, notes taken by  Julia Roth. La revisión por pares es responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México. 1. Este artículo amplía, sintetiza y reúne distintas reflexiones presentadas presentadas en diversos seminarios y en el artículo publicado recientemente en francés por la revista Raisons Politiques (Viveros Politiques (Viveros Vigoya, 2015). Se ha beneficiado también de intercambios intelectuales con Eric Fassin, Joan W. Scott y Sara Edenheim, y de los debates planteados por mis estudiantes y colegas en los cursos de Teoría Feminista de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia.

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 C   O  L  N  O T   S  E  F  X  E  T  M  O I   H N I   I    S   S  T  M  Ó    O R  I    S   C  E   O N P  E   O  U  R  L   O Í    T  P  I   A   C  Y   O D  E 

 

2. Un ejemplo de ello lo constituye la Female Antislavery Society, Society, una asociación fundada en 1833, compuesta por mujeres blancas y negras, de diversas iglesias (cuáqueras, presbiterianas, bautistas, etcétera), que participó en la red clandestina que organizó la huida de los esclavos desde los estados sureños hacia el norte del país ( Davis, 2004/1981). 3. Ministra de la Igualdad Racial entre 2011 y 2014. 4. Ver, por ejemplo, Carneiro (2005). 5. Por ejemplo, durante la conferencia realizada en 2009 para celebrar celebrar el vigésimo aniversario de su artículo “Demarginalizing the Intersection of Race and Sex” ( 1989). 6. Para Audre Lorde (1984) es importante tender el puente entre estas diferencias, asumiéndolas como diferencias no dominantes y no como jerarquías.

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7. Quibdó y Armenia son dos ciudades colombianas asociadas a dos contextos culturales regionales y a composiciones étnico-raciales muy distintas. La primera está ubicada en la zona del Pacífico y tiene una población predominantemente “negra”; la segunda está en la zona andina y tiene una población predominantemente “blanco-mestiza”.  8. En estas investigaciones buscaba describir y analizar cómo se construye la masculinidad en Colombia y deconflictivas, qué forma laque clase, la región, el colory de piel y lalasexualidad normas masculinidad permiten historizar relativizar supuesta generan universalidad dede la masculinidad.

    E     D     O     C     I     T      Í     L     O     P       O     C     I     R      Ó     T     S     I     H     O     T     X     E     T     N     O     C

    Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O     M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

 

9. Un colectivo de pensamiento crítico latinoamericano que visibiliza la colonización de América como acto constitutivo de la modernidad y de ese nuevo patrón de dominación material y simbólico denominado colonialidad del poder. 10. Las connotaciones negativas del término “discapacidad” han llevado a buscar otra denominación para referirse a situaciones que determinan que una persona no sea “capaz” de hacer algo o de ser independiente en su entorno cotidiano. En su lugar, se ha propuesto hacer referencia a la “persona con discapacidad” (expresión que reconoce a la persona, pero con limitaciones) o a la “diversidad funcional”. Este último término, poco difundido aún, reconoce la variedad en la sociedad, pero también ha sido objeto de cuestionamientos, incluso al interior de colectivos de “personas con discapacidad”. A mi modo de entender, no debe suponerse que un cambio de término resuelve todos los problemas que suscita la organización productivista de la sociedad que define una norma corporal acorde a sus intereses, pero puede reconocerse la importancia del extrañamiento y reflexión que genera la utilización de un nuevo término.

11. Vale la pena señalar la existencia de desarrollos contemporáneos de la interseccionalidad como los elaborados por Jasbir Puar (2011) a partir de la noción de ensamblaje, cuyo objetivo sería ir más allá de las políticas basadas en la representación identitaria para “repolitizar” el sujeto político “mujeres de color” e incluir en el activismo y la política asuntos como los afectos y las convergencias coyunturales.

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 VI.3.2. FEMINISMOS FEMINISMOS POSTCOLONIA POSTCOLONIALES LES Los feminismos pos postcoloniales tcoloniales proclaman formas de autogobierno autogobierno y de transformación de personas y grupos que no concuerdan con el universalismo del mercado global y la racionalidad liberal. También promueven una solidaridad mundial entre los distintos grupos oprimidos, levantando paralelamente otros sistemas de conexión que intenten desarticular la polaridad

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norte-sur, que, tanto las mujeres de países desarrollados como no desarrollados enfrentan procesos deyarepresión y discriminación. Destacamos como referencias emblemáticas de los feminismos postcoloniales los postulados de las reconocidas intelectuales Indias como Chandra Talpade Mohanty y Gayatri Chakravorty Spivak. Mohanty, en su conocido ensayo “Bajo los ojos de Occidente” de 1984, establece como proyecto entender que las mujeres del tercer mundo no pueden ni deben ser comprendidas de manera monolítica y singular tal como han sido identificada por las feministas occidentales. Para su teoría, la introducción del concepto de colonización es fundamental ya que permite dar cuenta de cómo se naturalizan y normalizan procesos de apropiación, producción y conocimiento de “las mujeres del tercer mundo” por parte de los intereses feministas articulados en Estados Unidos y Europa, principalmente; o lo que ella denomina como: Discurso feminista Occidental.  Occidental.  Su propuesta es entre otras, desenmascarar la forma en la que el universalismo etnocéntrico y primer mundista, produce categorías y análisis no solo del Sujeto mujer, sino también de sus demandas y estrategias, estableciendo un movimiento político arbitrario y sobre todo limitado. Para lo cual es vital incorporar a las mujeres del tercer mundo, sus experiencias y contextos.En definitiva que dichas mujeres tengan agencia y voz dentro del campo feminista. Por su parte, Gayatri Chakravorty Spivak, en su clásico ensayo “¿Puede hablar el subalterno?”  de 1988, otorga un pensamiento crítico de cómo las mujeres, sobre todo las del tercer mundo, no pueden hablar, no porque estas sean mudas o no tengan el lenguaje para llevar a cabo sus demandas, sino porque sus propuestas e ideales no son reconocidos y validados por las instituciones que componen el orden de lo social. Para la autora lo que más bien ha sucedido es que las mujeres-sus voces, sueños y proyectos- son silenciados desde la institucionalidad, menospreciando sus saberes, tradiciones y herencias, disciplinando sus cuerpos y hablas. En este sentido, la articulación teórica desde el concepto de subalterno y subalternidad son pilares claves de su pensamiento político. Las aristas levantadas en estos feminismos intenta por ende, relevar y develar que, las feministas blancas no han enfrentado el hecho de que el modelo sexista se entrecruza y ancla con otras discriminaciones igualmente o más descarnadas de corte racista y colonialista.

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Como es imposible en esta unidad abordar todos los feminismos citados, queremos enfatizar en el eje género y etnicidad en los que se basan una serie de movimientos políticos establecidos en América Latina. Para lo cual, a continuación, indagaremos en las propuestas de mujeres indígenas han construido y levantado en nuestros territorios, proclamando una nueva postura política que no traicione a sus comunidades de origen y reivindicando valores que el sistema occidental y colonizador procuró erradicar.

 VI.3.3. PROPUESTAS PROPUESTAS DE LAS MUJERES IN INDÍGENAS DÍGENAS Y FEMINISMO FEMINISMOSS DESDE ABYA YALA

    E     D     O     C     I     T      Í     L     O     P       O     C     I     R      Ó     T     S     I     H     O     T     X     E     T     N     O     C

    Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O     M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

 

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En este apartado daremos cuenta de algunos conceptos claves que componen el repertorio de alternativas políticas, éticas y comprometidas que mujeres indígenas latinoamericanas han instalado en el debate actual para establecer nuevos parámetros de equidad, justicia y bienestar; y desde ahí, proponer nuevas apuestas de participación y democracia. Se promueve una lucha radical contra la miseria y exclusión de las mujeres indígenas desde formas de organización propias, valorando las enseñanzas y tradiciones de sus propias comunidades, pero reformuladas a la luz de las transformaciones sociales y de sus propias demandas como mujeres. Bajo este ángulo, la herencia cultural de las mujeres indígenas no es un ideal o afán nostálgico de retornar a un tiempo pasado, sino propiciar una buena vida para todos y todas desde una mirada reflexiva de lo que fueron, son y desean ser. El Buen Vivir o Sumak Kawsay (quechua), es uno de los conceptos políticos claves en el pensamiento del feminismo comunitario boliviano, donde se propone al feminismo como un instrumento para las luchas contrasistémicas, tanto del colonialismo, racismo, neoliberalismo y del patriarcado. Este paradigma plantea salir del individualismo proclamado por occidente, alcanzando condiciones de igualdad, desterrando la discriminación y explotación. Es una forma de vida que promueve el equilibrio entre los hombres y las mujeres, entre las comunidades, las personas y la naturaleza (territorio). Para las autoras que promueven esta corriente de pensamiento práctico-político como Julieta Paredes y Adriana Guzmán7, el feminismo, no es solamente un movimiento emancipatorio de las mujeres y de las identidades no normativas, sino un modelo económico y medioambiental. El colectivo boliviano Mujeres Creando, liderado por Maria Galindo ha sido esencial en otorgar una crítica elocuente, política y contextualizada al modelo económico y político vigente ejercido desde las democracias occidentales. Sus conocidos grafittis callejeros fueron la demostración masiva en y desde la calle, colocando en lo público aquello obviado como demanda política. En esos graffitis se expresan de manera concreta, clara y precisa lo que las mujeres quieren y exigen como derechos8. 7

 PAREDES, Julieta y GUZMÁN, Adriana. El tejido de la rebeldía ¿Qué es el feminismo comunitario?, comunitario? , Editorial

8Comunidad Mujeres Creando Comunidad, La Paz, 2014.

 Algunas de las frases que se encuentran en los grafittis son: “Para ella la culpa, para él la disculpa”; “Mujer no me gusta cuando callas”; “Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista”.  CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  El feminismo comunitario postula entonces que despatriarcalización.

no hay descolonización sin

Silvia Rivera Cusicanqui, feminista e intelectual Boliviana nos entrega aportes en reconocer que la historia de América debe comenzar a remirarse y re-leerse. Vale decir, su apuesta es la creación de una historia “Otra y Nueva” que tenga en sus registros no s ólo la historia de los grupos

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conquistadores y colonizadores. La mayoría de la memoria indígena ha quedado desterrada de los documentos oficiales, de los libros de educación, de las conmemoraciones y celebraciones patrias, es lo que se invisibiliza y termina por olvidarse, incluso para los propios pueblos indígenas. La historia que conocemos para Rivera Cusicanqui es uno de los mecanismos de dominación más efectivos de la modernidad americana para el desalojo de los indígenas y de lo indígena. Esta estrategia política no puede entenderse sólo como una política de la memoria o como una lucha contra el olvido, es una manera de instalar y administrar el conflicto y la diferencia desde parámetros que no nieguen, excluyan y deslegitimen la producción de una serie de grupos que forman parte de las naciones. Aura Cumes, si bien no se declara feminista, realiza una interesante relectura de los textos icónicos de la cosmovisión maya que han propiciado relevar otros papeles y posiciones de las mujeres dentro de la historia ancestral y remover concepciones y roles que las propias culturas indígenas poseen en cuanto a la relación de lo femenino-masculino. En este sentido, su relectura es una manera práctica de deconstrucción en clave feminista. En Guatemala se ha desarrollado otra otra vertiente de feminismo comu comunitario, nitario, cuya exponente más emblemática es Lorena Cabnal, maya-xinka. Desde su activismo ha postulado una interesante categoría conceptual como lo es la noción de Territorio- Cuerpo y Acuerpamiento, posicionando nuevas formas de interpretación y significación9. Por último, queremos destacar lo realizado por las mujeres zapatistas, quienes participaron en el levantamiento armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), realizado en el Estado de Chiapas, México, el 1° de enero de 1994. Las mujeres indígenas desde su accionar han conformado un movimiento de resistencia rebelde que continúa en la actualidad, generando una experiencia de rebeldía desde sus propios cánones. Para ellas su lucha abarca los derechos de igualdad de las mujeres y los hombres indígenas. Resistir para las zapatistas es buscar una sociedad diferente para las mujeres, sus compañeros y para sus hijos/as y entre todos/as formar una fuerza inmersa en identidades colectivas en la defensa por la dignidad. 9

  Acercamiento a la construcción de la propuesta de pensamiento epistémico de las mujeres indígenas

feministas comunitarias de9/feminismos-comunitario-lorena-cabnal.pdf Abya Yala. nal.pdf https://porunavidavivible.files.wordpress.com/2012/0 https://porunavidav ivible.files.wordpress.com/2012/09/feminismos-comunitario-lorena-cab

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En

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No obstante, las zapatista por medio de su LEY REVOLUCIONARIA DE MUJERES que fue elaborada de manera participativa entre todas las mujeres que componen los municipios del Estado de Chiapas entre los años 1992-1993, fue traducido en un petitorio de 10 puntos concretos, que expresan sus exigencias, demandas y derechos a la propia comunidad en la cuales viven, reclamando un modo de vida justo que las incluya y legitime. Este trabajo enmarca un conjunto de ideologías im imaginarios aginarios queser constituyen la energía vital notable para desde ahí ejercer procesos de cambio donde lase mujeres deben consideradas como protagonistas y no sólo acompañantes de la revolución propuesta.

    E     D     O     C     I     T      Í     L     O     P       O     C     I     R      Ó     T     S     I     H     O     T     X     E     T     N     O     C

    Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O     M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

 

Los trabajos de la intelectual mexicana Sylvia Marcos entregan una clara referencia de los aportes de las mujeres zapatistas, elaborando un material que permite conocer las concepciones y teorías desde el propio movimiento, intentando no academizar ni traicionar sus postulados. Como la misma Sylvia ha expresado, su apuesta es un trabajo consciente de escritura del movimiento, que sea para y en función de expresar las demandas de éste.

LEY REVOLUCIONARIA DE MUJERES  Primera.- Las mujeres, sin importar su raza, credo o filiación política tienen derecho a participar en la lucha revolucionaria en el lugar y grado que su voluntad y capacidad determinen. Segunda.- Las mujeres tienen derecho a trabajar y recibir un salario justo. Tercera.- Las mujeres tienen derecho a decidir el número de hijos que pueden tener y cuidar. Cuarta.- Las mujeres tienen derecho a participar en asuntos de la comunidad y tener cargo si son elegidas libre y democráticamente. Quinta.- Las mujeres y sus hijos tienen derecho a atención primaria en su salud y alimentación.

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Sexta.- Las mujeres tienen derecho a la educación. Séptima.-  Las mujeres tienen derecho a elegir su pareja y a no ser obligadas por la fuerza a contraer matrimonio. Octava.-  Ninguna mujer podrá ser golpeada o maltratada físicamente ni por familiares ni por extraños. Los delitos de intento de violación serán castigados severamente. direc ción en la organiz organización ación y tener ggrados rados Novena.- Las mujeres podrán ocupar cargos de dirección militares en las fuerzas armadas revolucionarias.

Décima.-  Las mujeres tendrán todos los derechos y obligaciones que señalan las leyes y los reglamentos revolucionarios. CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

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El panorama reseñado tuvo finalmente como inspiración mostrar la infinita creatividad de las mujeres indígenas que viven en las comunidades para hacer surgir la esperanza y el compromiso transformándolos en proyectos políticos renovados.

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LECTURA CHERIE ZALAQUETT AQUEA “FEMINISMOS EN EL CONTEMPORÁNEO.”  

HORIZONTE

DEL

PENSAMIENTO

LATINOAMERICANO

Zalaquett, CH. (2015). Feminismos en el horizonte del pensamiento latinoamericano contemporáneo. Hermenéutica cultural. Revista de Filosofía (24), 29-57.     E     D     O     C     I     T      Í     L     O     P       O     C     I     R      Ó     T     S     I     H     O     T     X     E     T     N     O     C

    Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O     M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

 

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De la autora: Periodista con una vasta trayectoria profesional en El Mercurio, sus reportajes fueron seleccionados en dos oportunidades en el concurso Premio Periodismo de Excelencia de la Universidad Alberto Hurtado, versión 2003 y 2004. En 2008 ganó el Premio a la Creación Literaria del Fondo Nacional del Libro. Es autora de los libros: “Sobrevivir a un fusilamiento. Ocho historias reales”, publicado por El Mercurio-Aguilar (2005) y “Chilenas en armas. Testimonio e historia de mujeres militares y guerrilleras subversivas”, publicada por Catalonia (2009). Además es autora de un capítulo del libro “Mujeres Chilenas Fragmentos de una Historia”, compilado por So nia Montecino y publicado por Catalonia en 2008. Actualmente es Doctora (c) en Estudios Americanos del Instituto de Estudios Avanzados IDEA de la Universidad de Santiago de Chile y becaria Conicyt. Ha publicado varios artículos sobre epistemología feminista, indianismo, género, militancia política y lucha armada en América Latina en la revista indexada S copus “izquierdas.cl”. Forma parte del Colectivo Palabra Encapuchada, integrado por un grupo de intelectuales que realizan estudios críticos, desde una posición radical, en problemas de Chile y América Latina. Actualmente se desempeña como profesora del Taller de Actualidad Política de la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales. Del texto (Resumen):  Nuevas exponentes de la teoría crítica feminista latinoamericana han desarrollado propuestas epistemológicas que desmantelan una serie de lugares comunes y mitos muy arraigados sobre el feminismo y los sujetos subalternos en nuestro continente, derivados de la inveteradasecostumbre en nuestro suelo teorías elaboradasideológica en el Primer Estas pensadoras sacudierondelaaplicar colonización discursiva y la dependencia deMundo. los discursos académicos anglonorteamericanos y exploraron la propia experiencia de las mujeres latinas, de color, afrodescendientes e indígenas. Sus elaboraciones teóricas, sobre todo nos muestran que la opresión es multidimensional, por lo tanto, la categoría de género por sí sola resulta insuficiente para abarcarla y es preciso intersectarla con variables como la clase y la raza para dar cuenta de la realidad “nuestramericana”.

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FEMINISMOS EN EL CONTEMPORÁNEO.

HORIZONTE

DEL

PENSAMIENTO

LATINOAMERICANO

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En: Hermenéutica cultural. cultural. Revista de Filosofía (24), 29-57. 2015.

Cherie Zalaquett Aquea Desde hace 30 años, el feminismo latinoamericano ha estado eelaborando laborando la producción de un pensamiento crítico y una política que considere las desigualdades de raza, clase y sexualidad que afectan a la mayoría de las mujeres del continente. Tres décadas de investigación es muy poco tiempo si tenemos en cuenta que Latinoamérica está constituida por una diversidad de sujetos indígenas, mestizos, y afrodescendientes, que las elites -que construyeron los Estados latinoamericanos- han pretendido invisibilizar. Pero es mucho tiempo si consideramos que en este laboratorio mundial del neoliberalismo, que llamamos Chile, la condición multiétnica carece de reconocimiento y desde la perspectiva del Estado constitucional, vivimos en un país homogéneamente blanco con los pueblos originarios subsumidos en la identidad criollo mestiza. Esta visión homogénea responde al proyecto de modernidad republicana de una elite situada en la episteme de la matriz resultante de la hibridación entre un orden colonial ultramarino y un orden colonial republicano, que privilegia la jerarquización social y diluye el rastro del negro y del indio en un criollismo blanqueado. El sujeto oligárquico que instaló la episteme colonial y moderna en las nuevas repúblicas latinoamericanas, formulando la regla de la ciudadanía a su imagen y semejanza, ha sido descrito por SSegato egato con las siguientes características: es hombre, blanco, pater-familiae – por lo tanto, al menos funcionalmente, heterosexual -, propietario y letrado. Su antítesis es la figura del subalterno que, en su máxima expresión, ha sido retratado por Salazar Bondy como una mujer campesina india, que incluye tres dominaciones integradas. O, como señala Gayatry Spivak: una mujer negra, neg ra, pobre, del Tercer Mundo. Pero también, como veremos en el transcursoode este artículo, esta figura podría ser un hombre feminizado por la pobreza y la desposesión emasculado por su indianidad o negritud. La casta oligárquica del sujeto dominante descrito, que aún persiste en el siglo XXI –y cuyos valores son continuamente permeados hacia una clase media aspiracional- ha sido denunciada en la narrativa por por una serie de novelas de la escritora Elísabeth Subercaseaux. Vendo casa en el Barrio Alto, la primera de esta trilogía, fue escogida entre las seis mejores novelas bicentenarias indispensables para entender la sociedad chilena , pero todas constituyen una crítica abierta, y muy bien lograda, al clasismo y esnobismo de nuestra oligarquía; y a la forma en que ésta encripta al sujeto popular en una condición de servidumbre, “requiriéndolo y forcluyéndolo a la vez” . Otra reacción contrahegémonica, ha brotado desde la intelectualidad mapuche, donde toda una generación de autores en los últimos años ha intentado desarticular la mirada chilena sobre el indio, a través de una fecunda producción que reedita la memoria, la conciencia histórica, el linaje CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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e identidad de su pueblo-nación. De esta manera, han desplazado al discurso dominante al develar el sesgo racista y colonial con que éste ha pretendido ocluir sus voces como protagonistas de una expresión cultural propia, no occidental. Estos intelectuales indígenas se congregaron en un colectivo heterogéneo denominado Comunidad de Historia Mapuche (CHM), que cuenta con su propio núcleo de pensamiento el Centro de estudios e Investigaciones (CEIM) cuyo objetivo es desmantelar el colonialismo, el racismo y la opresión en sus variadas formas, para construir creativamente modos de descolonización abiertos al diálogo.

    E     D     O     C     I     T      Í     L     O     P       O     C     I     R      Ó     T     S     I     H     O     T     X     E     T     N     O     C

    Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O     M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

Pero en el ámbito de los movimientos sociales masivos, en el calor de las la s luchas populares libradas en el espacio público, el feminismo chileno, como activista de una política identitaria, carece de un espacio propio que lo rescate de la dispersión fragmentaria en que se encuentra desde hace varias décadas. Ciertamente hay algunos temas como la lucha por el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, la legalización del aborto, la denuncia de la violencia de género y eell feminicidio que parecen convocar a las mujeres a la calle más que el problema de la colonialidad del poder o el retorno a lo comunitario indígena, que gozan de más aceptación en otros países del continente. Algunas destacadas dirigentes estudiantiles, se han identificado como feministas, y han realizado valiosas contribuciones a la revolución pingüina, a la lucha por constituir la educación como un derecho social y a la búsqueda de tolerancia a la diversidad sexual. No obstante, el campo de la producción de pensamiento y el grueso de la investigación feminista está circunscrito al restringido mundo académico que, en muchos casos, prefiere trabajar con la noción más aséptica de “género”, que con el concepto más político de “feminismo”. Para comprender la distinción entre ambos términos, resultan iluminadoras las reflexiones de la escritora feminista, Diamela Eltit, quien en su ensayo Contante y sonante, señala:

 

[…]La política signada por la búsqueda de igualdad, marcó la irrupción del feminismo al espacio social, como un nombre incisivo que se inscribía para dar cuenta (…) precisamente del desa lojo de la mujer –sujeto carente despojado y arrasado- en la repartición simbólica y literal de los poderes. La búsqueda de la igualdad, cuyo objetivo más unificador fue la lucha por el sufragio universal,

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(…) la familia, ley, resultó fundamental para mostrar extensiónoperadores de la desigualdad el Estado (…) [constituyen ] los máslaexpeditos para cultivar, inocularlay religión, perpetuarlaesta desigualdad (…) La ironía, la caricatura, el oprobio y la cooptación fueron los instrumentos más eficaces para neutralizar(…) neutralizar(…) [el] gesto igualitario [del concepto de feminism feminismo] o] (…)hubo qque ue repensar la palabra feminismo y reunir los conflictos bajo la noción amplia, atomizadora y quizás neutral de género (…) el cambio de nombre (…) disminuyó en gran medida su efectividad política. La posibilidad de habitar como igual se permutó por la obligación de habitar como diferencia (…) [consolidando] precisamente una desigualdad básica y estructural […] 

El concepto de género surgió en la psiquiatría en 1968 para definir a los hombres homosexuales. Luego la teoría feminista lo elaboró como un intento de responder a la pregunta qué es ser mujer, asumiéndolo como una noción útil para ubicar las discriminaciones construidas socialmente sobre las mujeres. Sin embargo esta categoría ha resultado ser muy operativa para la variante denominada feminismo liberal muy en boga en la actualidad, pese a que se originó en 1848 con el CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  movimiento sufragista de Estados Unidos y el manifiesto de la Convención Seneca Falls , considerada el momento fundacional del feminismo estadounidense. Comúnmente se piensa que en Latinoamérica las movilizaciones en demanda por el sufragio comenzaron mucho más tarde. Sin embargo se iniciaron casi en el mismo período, lideradas por mujeres burguesas, de clase media, y también por militantes socialistas que se articularon al sufragismo europeo y norteamericano. En Chile, un grup grupoo de mujeres votó “de facto” en las elecciones de 1874 y 1876, durante la campaña presidencial de Benjamín Vicuña Mackenna, hecho que obligó a reformar la Constitución en 1884 con el fin de establecer taxativamente que la mujer no tenía derecho a elegir ni ser elegida . Y el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH), surgido en 1935, fue uno de los primeros en exigir autonomía frente a los partidos políticos. En Argentina, se formó el Partido Feminista Nacional, en 1918, integrado por Alfonsina Storni y Julieta Lanteri. En México, el Segundo Congreso Feminista de Yucatán, 1916, luchó por el voto y la ciudadanía. El primer país en aprobar el voto de las mujeres fue Ecuador en 1924, antes que Francia y poco después que Inglaterra. El último fue Paraguay, en 1961.

Pero hay que subrayar que el movimiento sufragista y el feminismo liberal, tanto en Europa y Estados Unidos como en Latinoamérica, ha sido reformista, no anticapitalista ni anticolonial. Define la situación de las mujeres como una desigualdad, pero no habla de explotación ni de opresión ni cuestiona el sistema capitalista patriarcal, sino que se propone reformarlo con leyes generadas en el marco de las democracias liberales para alcanzar mayor “equidad de género”. Es decir, posiciona a la individua mujer como igual frente al individuo hombre en un esquema liberal de derechos monopolizados por los varones y una de sus principales demandas es una mayor integración al mundo del trabajo remunerado. Por ello, en los años 70s, como un cuestionamiento al feminismo liberal, irrumpe el feminismo radical, sustentado en una izquierda renovada en las las luchas de mayo de 1968. Después rompería con esta tendencia debido al rechazo de la izquierda a incluir en sus agendas los “problemas de la mujer” argumentando que éstos se solucionarían automáticamente con el fin del sistema capitalista. Desde el feminismo norteamericano, Kate Carol Millet Hanisch, y Shulamitt Firestone, analizaron las relaciones de poderradical en la familia y la sexualidad. afirmó que “lo personal es político” al publicar su ensayo de ese mismo título en 1969, desmontando con ello la diferencia entre lo privado y lo público, como una separación que confina a las mujeres a un rol doméstico y les niega protagonismo en la esfera de decisiones de poder. Desde la perspectiva de Hanisch, lo que ocurre en el orden privado, en este caso, circunscrito a la familia, tiene consecuencias en el orden social. Esta corriente feminista radical utilizó herramientas del marxismo, psicoanálisis y anticolonialismo para construir una propuesta partiendo de la autonomía política. Aunque fueron cuestionadas por esencialistas o naturalistas, iniciaron una discusión que reposicionó los debates feministas de la época. En Chile, en plena lucha contra la dictadura, germinó un movimiento feminista, alerta y activo, que cristalizó en 1983 con la Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada. Entre sus fundadoras estuvieron intelectuales de la envergadura de Julieta Kirkwood, Margarita Pisano y Raquel Olea, CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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quienes junto a otras mujeres crearon un centro de pensamiento y acción feminista radical para reflexionar sobre la democracia, la ciudadanía, los derechos humanos, sexuales y reproductivos, la salud mental, la comunicación y la cultura. Al mismo tiempo, promovían una mirada intercultural orientada a América Latina. A través de su brazo comunicacional, Radio Tierra, el colectivo impulsó un debate crítico frente a las relaciones de poder para cuestionar hegemonías discursivas, modificar prácticas políticas y culturales sexistas, y mejorar la calidad de vida de las mujeres. La Morada fue pionera en abrir la discusión sobre la violencia de género que condujo a la promulgación de la primera ley de violencia intrafamiliar. Connotadas escritoras y académicas se integraron a su directorio y se publicaron más de 15 libros sobre el aporte de las teorías feministas a la extensión de derechos de las mujeres.

    E     D     O     C     I     T      Í     L     O     P       O     C     I     R      Ó     T     S     I     H     O     T     X     E     T     N     O     C

    Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O     M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

 

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No obstante, múltiples factores glocales (globales y locales) se conjugaron para provocar el apagón de este vital activismo feminista y desactivar al mismo tiempo a otros múltiples movimientos sociales originados en dictadura. En el marco local, el diseño de la política de consensos que caracterizó a la transición chilena, unida a una profundización del modelo neoliberal con su exacerbado individualismo autoritarista, fueron socavando la radicalidad de las aspiraciones de diversos sectores ciudadanos y atenuando sus demandas por la democratización. De hecho, la creación del Servicio Nacional de la Mujer, (SERNAM) con una agenda de género diseñada por el Estado, debilitó el activismo feminista independiente e institucionalizó una lucha cuya potencia está en la expresión ciudadana fuera del es espacio pacio estatal. En el plano global influyeron los nuevos lineamientos de la política imperialista neoliberal para los países de América Latina al término de la Guerra Fría. Las naciones centrales impusieron su ideario a la periferia través de los mecanismos de cooperación y del naciente espacio transnacional de producción de discursos y recetas para la ayuda al desarrollo que se conformó alrededor de las megas conferencias de las Naciones Unidas. La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, de 1995, demostró que el camino a Beijing estaba hecho para las ONGs con una agenda impuesta por la ONU. Precisamente en Chile, en 1996, se celebró el VII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC), donde se abordó el problema de la oenegización del movimiento feminista y se denunció que la lucha se estaba haciendo dentro de las reglas financieras fijadas por el Banco Mundial. Esas difíciles condiciones de supervivencia terminaron por fagocitar el espacio simbólico creado para ejercer un feminismo chileno radical. Así, la emblemática casona de La Morada, que permanecía como un árbol solitario en el barrio Bellavista, se fue desmoronando hasta desaparecer, en 2014, sin que casi nadie lo advirtiera. Paralelamente, las mujeres de la elite chilena más influyente llevaban años adhiriendo a la selecta corporación Comunidad Mujer, creada en 2002, con el respaldo del poder económico del empresariado y de un conservadurismo católico coludido con un liberalismo progresista, para despolitizar los problemas de género a la luz del aparato conceptual economicista neoliberal, con nociones como “liderazgo”, “emprendimiento”, “innovación” y, más recientemente, promoviendo una ley de cuotas femeninas en los directorios de las empresas. Pero sin realizar una crítica de fondo al capitalismo como artífice de la

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MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  explotación de los cuerpos femeninos ni de los cuerpos feminizados por la pobreza, el colonialismo, la desposesión, el racismo y el clasismo- en diversas partes del mundo. La distancia comparativa entre dos proyectos de constituirse en núcleos de pensamiento crítico sobre la situación de las mujeres, como La Morada y Comunidad Mujer, resulta una metáfora paradigmática para observar las diferencias que existen entre mujeres que se autodenominan feministas; y, al mismo tiempo, refleja cómo las múltiples experiencias son imposibles de ser unificadas y homologadas bajo un mismo concepto de sujeto femenino universal. Como remarca la poeta lesbiana Audre Lorde, la mirada clasista y racista también atraviesa el feminismo y reproduce sistemas de dominación entre las mismas mismas mujeres. Mientras algunas mujeres asisten a congresos feministas, hay otras mujeres pobres y de color que les limpian la casa y cuidan de sus hijos. Del mismo modo, estas diferencias se reflejan a escala hemisférica, cuando mujeres de clase media y burguesas, algunas renombradas feministas, que viven en el Norte geopolítico del Primer Mundo, profitan del trabajo de las mujeres y hombres del Sur tercermundista. Por cierto, como todo ejemplo, esta última metáfora tiene limitaciones, como la existencia de grandes masas migratorias de oriundas del Sur geopolítico tercermundista radicadas en el Norte; o de sujetas indígenas o afrodescendientes y feministas invisibilizadas en ese Norte y maltratadas como personas del Sur periférico aún dentro del territorio denominado Norte. Evidentemente hay una circulación de doble tráfico no menor entre el Norte y el Sur geopolítico, determinada por la globalización, pero ello, desde mi punto de vista, no invalida el argumento de la tremenda brecha que existe entre las vicisitudes, entre las formas de experimentar la opresión y en las repercusiones políticas y materiales sobre la vida cotidiana de las mujeres, situadas en posiciones epistémicas y de poder, distintas al interior del espectro de ambos polos. Entonces es preciso reconocer que existen feminismos sistémicos y antisistémicos. Es decir, feminismos que buscan un lugar en el régimen de opresiones y otros que luchan contra éste.

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Ahora bien, el problema que nos convoca es pensar ¿cuál es el reposicionamiento epistémico que debe realizar el feminismo latinoamericano para intentar elaborar respuestas que contribuyan mejorar la calidad de vida de las mujeres subalternizadas? O en el decir de la feminista brasileñaa Lélia González, ¿cómo desasirnos de las raíces eurocéntricas del concepto de latinidad y resemantizarlo como una amerifricanidad, que recoja las dimensiones indígenas y negras en la construcción de las Américas . Para Espinoza Miñoso , es evidente que en el contexto poscolonial latinoamericano, se ha producido una colonización discursiva y una dependencia ideológica de los discursos del Primer Mundo. Concuerda con Curiel Curiel y Mendoza, en que hay un origen mayoritariamente mayoritariamente burgués, blanco/mestizo, urbano, y heteronormativo del feminismo latinoamericano. A su juicio, el feminismo del Sur se alimentó de las ideas emancipatorias y de igualdad de las feministas europeas y estadounidenses. Por lo tanto, existe una complicidad del feminismo hegemónico local con la perpetuación de la ideología euronorcéntrica y por la continuidad del proyecto colonialista en América Latina. CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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El resultado de esta complicidad, si bien ha servido a los proyectos feministas latinoamericanos, también ha tenido consecuencias nefastas incluso en la academia de los estudios de género, al instalar una mirada y unos objetivos políticos funcionales exclusivamente a las mujeres de determinadas clases, orígenes y sexualidad. Por ello, desde el feminismo autónomo, la filósofa Francesca Gargallo, sugiere que el feminismo latinoamericano debe buscar en sus propias prácticas, en su experimentación y en la historia de sus reflexiones, los sustentos teóricos de su ppolítica. olítica. En esa misma línea, Espinoza Miñoso propone ensanchar la preocupación hoy limitada al cuerpo sexuado y generizado, articulándola a una pregunta por la manera en que las políticas de racialización y empobrecimiento estarían también definiendo los cuerpos que importan en nuestra región.

    E     D     O     C     I     T      Í     L     O     P       O     C     I     R      Ó     T     S     I     H     O     T     X     E     T     N     O     C

    Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O     M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

Con este planteo, concluyo el prefacio a los temas centrales de mi exposición y me propongo abordar en la primera parte el crucial vi(r)aje epistémico de las teóricas feministas que decidieron hacerse cargo de la insuficiencia del feminismo occidental que focaliza las luchas de las mujeres únicamente contra las opresiones masculinas. Ellas reconfiguraron sus marcos teóricos en un enfoque que intenta abordar las particularidades y especificidades que se han hecho visibles desde el desmoronamiento del “sujeto mujer universal del feminismo blanco heterocéntrico occidental” . Afirman que la categoría de género no puede por sí sola abarcar un dispositivo de opresiones que a todas luces es multidimensional. De allí, que sea necesario aplicar el concepto de “interseccionalidad”, elaborado por Crenshaw ;o sea, cruzar la noción de género con otras variables que se eslabonan como la clase, la raza y la sexualidad, capturando varios ejes de subordinación que interactúan en una misma sujeta para abarcar la compleja “matriz de la s mujeres de nuestro continente. dominación” estructural que afecta a las

 

I. Género y etnicidad en América Latina. Los aportes de la teoría crítica feminista de las pensadoras Yuderkys Espinoza, Rita Segato y Julieta Paredes.

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El Centro Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Chile (CIEG), realizó un importante esfuerzo por sacar a nuestro país del aislamiento teórico en que se encuentra en relación a los principales debates conceptuales sobre el presente y el futuro del feminismo en América Latina. A través del proyecto Redes Int Internacionales ernacionales de Conicyt, el CIEG logró financiar la visita de connotadas figuras latinoamericanas de la teoría crítica feminista, quienes viajaron a dictar una cátedra presencial en Santiago. El impulso del CIEG no se restringió a la elite del mundo académico, sino que impartió este programa en 2014 como un diplomado gratuito destinado a la formación de personas de diversas regiones de Chile, muchas de ellas indígenas, interesadas en actualizar su conocimiento en las problemáticas de género y etnicidad. Quiero detenerme en el aporte de tres invitadas cuyas propuestas epistemológicas desmantelan una serie de lugares comunes, y mitos muy arraigados, sobre el feminismo y los sujetos subalternos latinoamericanos, que derivan de la costumbre de importar y aplicar en nuestro CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  continente, teorías elaboradas en el Primer Mundo, que no consideran la realidad ni las especificidades que se dan en nuestro suelo. Por ejemplo, en los estudios poscoloniales y latinoamericanos, principalmente desarrollados en la academia de Estados Unidos, durante varias décadas, el debate ha girado en torno a la fundamental pregunta planteada por Gayatri Spivak, en1985, acerca de si puede o no hablar el

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subalterno. La conclusión bastante polémica fue que no podía hablar ni ser representado. Sin embargo la antropóloga argentina Rita Segato, ha revolucionado la discusión acerca de la subalternidad y la voz, al plantear que existen pueblos originarios en Latinoamérica, que ella denomina “comunidades de puerta entre abierta”, donde no funciona la categoría de la subalternidad, porque los sujetos que las integran tienen un discurso y sí hablan. Es decir, deliberan entre sí, porque su locutor preferencial está dentro de la comunidad, no en el mundo del blanco. Otra pregunta clave en los estudios de la indianidad latinoamericana, en cruce con la categoría de género, ha sido la interrogante acerca de si las relaciones de dominio patriarcal, que caracterizan a las comunidades indígenas del sur del mundo, son una consecuencia de la conquista española y de la influencia del cristianismo o son anteriores a ellas. La pensadora aymara, Julieta PParedes, aredes, ha desacralizado la mirada sobre los pueblos originarios de Abya Yala, como ella denomina al continente, afirmando que en el mundo indígena precolombino de Los Andes existía un patriarcado previo a la invasión española, el cual se entroncó con el del conquistador, empeorando las condiciones opresivas de las mujeres indígenas. Asimismo, habitualmente pensamos que el feminismo clásico, que levantó la categoría de género para pensar la opresión de las mujeres, constituye una epistemología universal para abordar los problemas de las mujeres sean estas blancas, negras o indígenas. Sin embargo, la dominicana Yuderkys Espinoza Miñoso, ha puesto en evidencia una cara oculta del feminismo clásico, denunciándolo como racista y clasista, porque ha sido concebido en el proyecto de la modernidad occidental para representar a una mujer blanca, burguesa y heterosexual. Estas pensadoras latinoamericanas, que se definen como activistas y enuncian fuertes cuestionamientos a la academia, realizaron un giro descolonial para sacudirse la colonización discursiva y la dependencia ideológica de los discursos del Primer Mundo. Todas ellas elaboraron propuestas feministas que surgen desde la propia experiencia de las mujeres latinoamericanas de color, afrodescendientes e indígenas. Presento aquí un breve resumen de los planteamientos que realizaron en las cátedras impartidas en Santiago. I.1 Yuderkys Espinoza Miñoso El planteo de Yuderkys Espinoza Miñoso, en la conferencia de marzo de 2014, constituye un texto en construcción que es parte de su tesis de doctorado sobre el aporte de las feministas

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antirracistas. Su locus de enunciación, es el de uuna na lesbiana y activista del feminismo, más que académica. Originaria de un barrio pobre de República Dominicana, cuando vivió en Buenos Aires, dio el giro epistemico que la llevó a denunciar que todo feminismo que no es antirracista es racista.

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Espinoza se acoge al programa crítico iniciado por las teóricas poscoloniales Gayatri Spivak y Chandra Mohanty; las descoloniales como María Lugones y Gloria Anzaldúa, además del

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movimiento de feministas tercermundistas y de color en EE.UU. Así como también recoge el pensamiento y la práctica de las corrientes subalternas antirracista, anticapitalista, autónoma y contra el régimen heterosexual que son parte del feminismo latinoamericano. Algunas críticas formuladas por estas vertientes subalternas denuncian la existencia de una relación del racismo y el sexismo con viejas y nuevas formas de colonialismo y esclavitud; sostienen que la idea de feminidad de la teoría feminista clásica no define la situación de las mujeres racializadas; y que se ha invisibilizado tanto las experiencias de las mujeres no blancas como sus aportes teóricos. El propósito de Espinoza es estimular la producción de un pensamiento y una praxis situada que parta por reconocer la impronta constitutiva de los feminismos de la región y que reconstruya las genealogías subalternas ocultadas por las construcciones de sentido de la modernidad. Es decir, intenta dar voz a la subalterna silenciada en Latinoamérica. Esta autora apela a las contradicciones de las activistas feministas burguesas, intelectuales de clase media, en su mayoría heterosexuales, que no ven que las relaciones de opresión son racializadas. Es decir, no siempre la mujer es la oprimida; también hay mujeres que están en ventaja respecto de algunos varones en términos raza y clase. Así como de igual forma, ciertas mujeres oprimen a otras mujeres para liberarse de sus tareas domésticas. Por lo tanto, el género no es el único factor de dominación. Remarca que a partir del vuelco teórico de las mujeres racializadas de clase trabajadora de Estados Unidos, que inauguraron la categoría de raza a fines de los 70, surgió un feminismo de color y tercermundista que trabaja con la manera múltiple en que opera la sujeción. En su trayectoria histórica, estavariantes corrientecomo feminista se ha nutrido de los aportes diferentes que pensadoras desarrollaron el feminismo feminismo materialista y el giro de descolonial, denuncianque el racismo como cara oculta oculta de la modernidad occidental, la Razón imperial, y la colonialidad del poder, del saber y del ser. Espinoza recupera las contribuciones del Black Feminism norteamericano, como la declaración del Colectivo del Río Combahee, Combahee, de 1978, que establece el compromiso para luchar activamente contra la opresión racial, sexual, heterosexual y de clase, basándose en el argumento de que los principales sistemas de opresión son múltiples, simultáneos y están entrelazados. Releva autoras como Patricia Hill Collins, quien señala la existencia de una matriz de dominación que organiza la totalidad del poder en una sociedad integrando elementos estructurales  — como como leyes y políticas institucionales — ; aspectos disciplinarios; ideologías; y prácticas discriminatorias usuales en la experiencia cotidiana. También recupera la obra de Angela Davis, emblema de la lucha por los derechos civiles, quien enriqueció la perspectiva feminista al articular la clase con el antirracismo y el antisexismo, en sus aportes teóricos y también en la práctica política. Kimberlé Crenshaw, quien elabora el concepto de CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  “interseccionalidad”, que busca capturar la s consecuencias estructurales y dinámicas de la interacción de dos o más ejes. Y bell hooks (sic ) , (2004), quien reflexiona acerca de qué forma se solucionaría para las mujeres la carga del trabajo doméstico y ¿a costa de quiénes sería la liberación que se proponían como salida las mujeres blancas de clase media?

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Para Espinoza Miñoso, la mujer universal del feminismo ha sido concebida en el proyecto de la modernidad occidental y representa a una mujer blanca, burguesa, heterosexual. En consecuencia, se propuso el objetivo de socavar la construcción del feminismo clásico basado únicamente en la diferencia de género, y denunciar el racismo que lleva oculto; así como descentrar al sujeto universal del feminismo, elaborado con contenidos euronorcéntricos. Esto la lleva a formular una apuesta de feminismo antirracista y descolonial capaz de interpretar los problemas de las mujeres latinoamericanas, negras e indígenas. Su trabajo se inscribe en la línea investigativa donde la principal exponente es la feminista poscolonial, Chandra Mohanty, quien intenta deconstruir y desmantelar el planteo del “feminismo occidental” que trata a la “mujer del Tercer Mundo” entendiéndola como un sujeto monolítico singular. Asimismo, denuncia la colonización que supone una relación de dominación estructural y la supresión  — muchas muchas veces violenta — , de la heterogeneidad del sujeto o de los/as sujetos, de sus voces y de sus luchas y resistencias, pecando de un universalismo etnocéntrico y de una conciencia inadecuada sobre el “Tercer Mundo”, en un contexto c ontexto mundial dominado por Occidente. La propuesta de Espinoza resulta altamente relevante para develar los obstáculos que han impedido al feminismo latinoamericano una reflexión más profunda sobre su propia identidad, y, al mismo tiempo, visibiliza la necesidad de que la producción teórica se oriente a cómo hacer para que nuestro feminismo no termine siendo cómplice de los intereses neocoloniales. Sin embargo, todavía su planteamiento no alcanza a abarcar la problemática de las mujeres indígenas latinoamericanas, que en su mayoría forman parte de culturas orales, asentadas en un mundo rural no escolarizado y mayoritamente heterosexual. Por lo tanto, persiste una deuda con el mundo indígena y sus particulares cosmovisiones que constituye un desafío para el feminismo latinoamericano. I.2. Rita Laura Segato La pensadora argentina Rita Laura Segato, ha desarrollado la mayor parte de sus investigaciones en la academia brasileña. En la cátedra que impartió el 8 de mayo de 2014, dijo que su locus de enunciación es el de una antropóloga cuya disciplina está en crisis y que sólo puede investigar a partir de lo que denomina demandas específicas que provienen de ciertos sectores interesados. Afirma que la raza es el punto ciego en el discurso latinoamericano sobre la otredad. Por ello, elabora una noción de raza, que opera como clase, y que constituye el rasgo generalizado de las poblaciones de América Latina, como marca de una historia de dominación colonial. Al mismo tiempo, sitúa al género como categoría central, con estatuto teórico y epistémico real, capaz de iluminar todos los aspectos de las transformaciones originadas por la modernidad/colonialidad en lo que denomina el mundo aldea, u orden pre-intrusión, y los efectos que ha tenido en las CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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sociedades indígenas, particularmente sobre el cuerpo de las mujeres. En ese marco, analiza las relaciones entre los Estados coloniales latinoamericanos y movimientos sociales como el feminismo. El territorio, las fronteras nacionales, las mitologías y el paisaje son temáticas claves que atraviesan toda en su obra. Segato censura las diferencias que existen entre las condiciones de producción intelectual del

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Primer Mundo y las de Latinoamérica, subrayando que ninguno de nosotros puede ser blanco cuando se transfiere a los países del Norte, porque somos emanaciones de un paisaje que nos tiñe y nos impregna de su condición colonial. Sin embargo, se distancia del enfoque poscolonial de origen asiático, porque, aunque a su juicio, hay muchos cruces con los problemas de América Latina y se estudian los mismos dilemas de opresión, ambas visiones no son idénticas. De hecho, el mundo asiático se descolonizó hace mucho menos tiempo que nuestro continente. Además, remarca que las categorías con que conocemos, pensamos y contamos la historia del mundo de hoy: Europa, América, el blanco, el indio, el negro, el capitalismo, la modernidad, el desarrollo, el progreso, surgen a partir de la emergencia de América en la faz del mundo y en la realidad de la episteme, por lo tanto, son posteriores al evento de la conquista. En ese sentido, puede decirse que América origina a Europa y, al mismo tiempo, crea las formas de opresión y la estructura de colonialidad que están presentes hasta nuestros días. En esa línea, Segato prefiere adscribir a la perspectiva de colonialidad del poder, del autor peruano, Aníbal Quijano. El objetivo principal de Segato es desenmascarar y desmontar la persistencia de la colonia cuyos tentáculos siguen operando en el mundo actual. Para ello, sugiere enfrentarse al significado político de la raza como principio capaz de desestabilizar la estructura profunda de la colonialidad. A su juicio, percibir la raza del continente, nombrarla, es una estrategia de lucha esencial en la descolonización. Asimismo, propone un modelo de comprensión de las relaciones de género que permita, por ejemplo, pensar la violencia del indio contra las mujeres indígenas sin condenarlo con un discurso moral anti indígena y sin afirmar la superioridad criolla. Para Segato, cuando el mundo en aldea, precolonial formas de  jerarquía, los aún gén eros géneros eranenpercibidos un modelo dual uy orden plural.pre-intrusión, No obstante, existían en la modernidad, esta dualidad y pluralidad se transforma en una estructura binaria. En el mundo dual pre colonial, las jerarquías de género, no condenaba ciertas formas de casamiento homosexual ni la práctica del travestismo, ni excluía a los seres andróginos. Pero en el mu mundo ndo binario, las posiciones se congelan y una de ellas se vuelve universal. En el fenómeno moderno binario, el dos es una función del uno, y, al mismo tiempo, es un resto, un residuo. Es decir, en el mundo indígena hay un espacio público y un espacio doméstico, pero no hay una esfera pública que monopoliza toda la política y donde los otros –las mujeres, los negros, los homosexuales, los deficientes- constituyen un residuo que carece de politicidad. En el mundo tribal comunitario comunitario todos los espacios ttienen ienen su propia politicidad, sus propias formas de mancomunamiento e intereses compartidos; incluso el doméstico es un mundo plenamente político. En consecuencia, es la modernidad la que genera el discurso de la intimidad que privatiza los problemas de las mujeres. En su obra Estructuras elementales de la violencia: ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  derechos humanos, publicada en 2003, enfatiza que la violencia de género es un fenómeno de tiempo muy largo donde emerge la primera colonia, como resultado de la derrota de las mujeres en la guerra fundante de la especie entre machos y hembras; ello determina una subordinación de las mujeres que con la modernidad/colonialidad se transformó en un totalitarismo de la esfera pública, que obliga a las mujeres a hacer concesiones para participar en ella. Uno de los síntomas del avance del mundo precolonial a la sociedad modernizada, se puede observar en la existencia de más de 90 pueblos no contactados situados en la frontera de Brasil con Perú. En ese espacio, las fotografías aéreas muestran pequeños pueblos que no mantienen ningún contacto con la nación. También hay otros pueblos denominados recién contactados –que fueron descubiertos en los años 60, en periodos de dictaduras- y fueron objeto de crueles masacres. Actualmente, están reconstituyéndose en su condición de pueblos en formas muy versátiles y creativas para para lograr su supervivencia. supervivencia. Segato advierte que llaa experiencia de estas aldeas no contactadas, demuestra que la categoría de subalternidad no es aplicable en algunas situaciones latinoamericanas, porque estos pueblos hablan entre sí, aunque su locutor preferencial no está en el mundo del blanco, sino en el interior de ellas mismas. Las denomina “comunidades a puerta medio abierta”, porque en algunos casos, sólo entreabren sus puertas al Estado para obtener recursos, pero llevan una vida aparte del Estado y su verdadero discurso y decisiones se toman en el debate y la deliberación internas, cara a cara en relación a sí mismas. Se trata entonces de una subalternidad que sí habla poniendo en jaque el planteamiento de Spivak. Otro síntoma del avance de la institucionalización moderna colonial en el mundo aldea, es la mirada de los hombres indígenas sobre el cuerpo de la mujer; ese frente estatal, empresarial, mediático, siempre colonial, secuestra al hombre indígena quien, en su tránsito a la criollización, se convierte en el colonizador de su hogar al ser cooptado por la lógica del hombre blanco, que es su antagonista en la guerra y con quien negocia los recursos y los derechos. El paradigma del hombre blanco lo afecta de tal manera que lo vuelve letal para su propio mundo, porque aprende la pedagogía de la masculinidad, y su mirada sobre el cuerpo de las mujeres se contamina con la perversidad y el pecado; de este modo, cambian los significados que le confiere al cuerpo y al acceso sexual,Deyahí, adquiere una contra en relación a su objeto que vuelve su mirada pornográfica. la violencia c externalidad ontra sus mujeres. En la perspectiva de Segato, la episteme de la colonialidad cristalizada, reproducida permanentemente por la matriz estatal republicana, modifica históricamente las relaciones de género originando un patriarcado de alto impacto, con un poder de letalidad nunca antes visto, cuya violencia victimiza el cuerpo de las mujeres aumentando los feminicidios y las formas de crueldad. Esta infiltración estatal se produce en un contexto donde movimientos sociales, indígenas y feministas, luchan por su autonomía y su derecho a la diferencia diferencia identitaria. Pero el po polo lo modernizador estatal debilita las auto autonomías, nomías, rasga el tejido comunitario, genera dependencia, y ofrece con una mano la modernidad del discurso crítico igualitario, mientras que con la otra ya introdujo los preceptos del individualismo, la razón liberal y capitalista, conjuntamente con el racismo. Según Segato, aunque en el campo estatal no se logra soluciones efectivas, el feminismo, como movimiento social latinoamericano, ha abandonado la lucha fuera de él. Por ello, propone que la CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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movilización feminista para ser efectiva debe ser “anfibia”, es dec ir, operar dentro y fuera del marco estatal.

I.3.Julieta Paredes La feminista boliviana Julieta Paredes, desde el colectivo Comunidad Mujeres Creando comunidad,

    E     D     O     C     I     T      Í     L     O     P       O     C     I      Ó     R     T     S     I     H     O     T     X     E     T     N     O     C

de La Paz, Bolivia, ha impulsado la corriente de feminismo comunitario, que plantea el retorno a la comunidad como propuesta política. Su locus de enunciación es el de una activista revolucionaria por la despatriarcalización, que encarna en su propio cuerpo los estigmas de una triple opresión: ser mujer, indígena aymara, y lesbiana. Como una forma de transgresión a la formalidad de la cátedra académica que impartió en Santiago el jueves 10 de julio de 2014, se presentó con su pareja, Adriana Guzmán.     Y     A     P     O     R     U     E     N     E     S     O     M     S     I     N     I     M     E     F     S     O     L  

 

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El principal mérito del trabajo de Julieta Paredes es el propósito de levantar una propuesta feminista que surge desde la propia experiencia de las mujeres de Bolivia y Abya Yala, cuya realidad tiene especificidades propias determinadas por la cosmovisión aymara y por la práctica cotidiana de experimentarla. Su producción se enmarca en lo que la colombiana María Reyero, denomina feminismo “del sur”, una mirada desde las mujeres indígenas, afrodescendientes, campesinas, del área rural, etc., identidades que a veces coinciden y otras no (por ejemplo, las mujeres campesinas no auto identificadas como indígenas, pero con las que comparten opresiones). Se trata de mujeres mu muchas chas veces racializadas, atravesadas por categorías como la clase e incluso la edad, quienes, desde luego, viven experiencias de opresión y de resistencia distintas a las de las mujeres occidentales, por lo que construyen sus propios marcos conceptuales feministas. El feminismo comunitario de Paredes, se sitúa en oposición al feminismo hegemónico, gestado en Occidente desde núcleos urbanos, por por mujeres blancas de clase media. En síntesis, se trata de una propuesta original levantada desde el mundo andino, que tiene al mismo tiempo raíces en el proceso político boliviano, de intentar, a través de los movimientos sociales, un proyecto de democracia alternativa, con vocación latinoamericanista, que desafía los paradigmas del Primer Mundo. El primer paso del feminismo comunitario fue reconceptualizar nociones, y por ello, reflexionaron, por ejemplo, si era conveniente o no usar la palabra feminismo considerando su raíz europea, pero tomaron la decisión política y epistémica de disputar en el terreno del lenguaje –en el castellano, como espacio semántico colonial- y reapropiarse de la palabra feminista para resignificarla y reconceptualizarla. En ese marco, elaboraron una nueva definición de feminismo: “La lucha de cualquier mujer en cualquier parte del mundo y en cualquier tiempo de la historia, que se rebela ante un patriarcado que la oprime o la quiere oprimir” . El siguiente paso fue reconceptualizar el patriarcado, sin entenderlo como una relación de opresión de los hombres hacia las mujeres, sino como: “El sistema de todas las opresiones, todas las explotaciones, todas las violencias y discriminaciones que vive toda la humanidad (mujeres, hombres y personas intersexuales) y la naturaleza, históricamente construidas sobre el cuerpo sexuado de las mujeres” . Luego, aportaron un concepto nuevo: “Entronque patriarcal”. Esta noción admite que en el mundo indígena precolombino existía un patriarcado anterior anterior a la conquista. No obstante, las mujeres CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

 

MÓDULO ESTUDIOS DE GÉNERO  andinas estaban en mejores condiciones que las europeas, porque heredaban bienes y tenían derechos políticos, entre otras ventajas. Al mismo tiempo, las mujeres europeas antes de 1492 estaban en peores condiciones (sin acceso a la tierra, sin derechos políticos, eran perseguidas por brujas). Sin embargo, cuando el patriarcado de los conquistadores se entronca con el de los indígenas, empeora la situación de las mujeres indígenas y mejora la de las europeas. Esto fue consecuencia de un pacto entre los hombres patriarcales de Europa y los hombres patriarcales de

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Abya Yala. Para el feminismo comunitario, el patriarcado es la causa de todos los conflictos sociales que vive la humanidad, pero que principalmente sufren las mujeres. Un patriarcado que se agudizó con la conquista y la colonia. A su juicio, el capitalismo, la modernidad, el neoliberalismo, son distintas caras del patriarcado. De ahí, que la despatriarcalización es el primero de todos los objetivos, mientras que la descolonización es un un quehacer de la despatriarcalización. También se propone la desneoliberalización. Busca descolonizar la memoria memoria y la temporalidad temporalidad superando la concep concepción ción única y lineal del tiempo, que incorpora la idea de evolución y de progreso, y que es una carrera de dominación. A través de la propuesta de construir comunidad, como proyecto político, es decir, una comunidad integrada por hombres y mujeres, con sus fuerzas, sabidurías y capacidades respectivas, intentan superar superar el individualismo y ser capaces de trascender al Estado. Asimismo, pretenden instaurar la utopía revolucionaria de un proyecto de sociedad, anclado en la noción aymara del Vivir Bien, y desde allí, liberar a hombres, mujeres, seres intersexuados, y a la naturaleza, de todas las formas de opresión. El marco teórico en que se sustenta la propuesta del feminismo comunitario se arraiga en la experiencia directa del aquí y ahora, que viven las mujeres situadas temporal y espacialmente, pero también anclada en la memoria ancestral. Es decir, se basa por un lado en la “ memoria larga”, como diría Silvia Rivera Cusicanqui, de la cosmovisión aymara, que se remonta a la época precolombina; y por otro lado, interpela a la teoría crítica feminista y a la historia del feminismo occidental, frente al cual, se sitúa en oposición, intentando incluir las luchas de las mujeres andinas de Abya Yala, entre otras, que han sido invisibilizadas por el feminismo hegemónico. La metodología utilizada es, por una parte, la resignificación de conceptos, una estrategia semántica; y por otra parte, la estrategia de hacer política desde el cuerpo, mediante la acción directa en cinco campos de intervención social: a) el cuerpo de las mujeres en sí y en relación a otros cuerpos; b) el espacio para estos cuerpos en la comunidad y en el mundo; c) el tiempo de las mujeres, que es la vida de las mujeres en la comunidad; el movimiento organizado de las mujeres que garantiza el equilibrio y la reciprocidad; e) la memoria de las mujeres, su pasado, presente y futuro. En Bolivia se ha logrado recuperar la memoria ancestral de los ayllus y desde allí, el feminismo comunitario plantea la comunidad como propuesta política. Comparan la comunidad con un cuerpo donde una mitad son los hombres, otra, las mujeres, y en el medio están las personas intersexuales. Por ello, el feminismo comunitario no está contra los hombres ni intenta partir la comunidad, está contra el sistema patriarcal. patriarcal. Por último, plantea que el género es la cárcel del CIEG CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO  FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD DE CHILE 

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cuerpo, y en ese contexto, la cárcel masculina vale más que la femenina. Finalmente interpela a los varones a organizarse para luchar contra el machismo enfrentando la pedofilia, la burla y la degradación de las mujeres con acciones despatriarcalizadoras.

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 Julieta Paredes no cae en la trampa esencialista de d e idealizar las relaciones de género en el mundo precolonial, como tampoco de ser obsecuente con las propuestas estatales bolivianas. Denuncia la existencia de un patriarcado indígena pre colombino e interpela al Estado Boliviano a hacerse cargo de la despatriarcalización con acciones concretas. II. Conclusiones

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Estas tres pensadoras latinoamericanas han profundizado en el entramado de poder patriarcal y capitalista, y han definido sus proyectos políticos, considerando la imbricación de diversos sistemas de dominación (racismo, sexismo, heteronormatividad, clasismo). Ellas nos invitan a reflexionar sobre la manera en que pensamos América Latina, tomando el conocimiento del Primer Mundo, pero no en la posición del mero repetidor, sino marcando la diferencia y las especificidades de los problemas que afectan a nuestro continente. Precisamente, porque uno de los mecanismos de la colonización -y de la mirada del blanco y de Occidente sobre el resto del mundo- es una perspectiva falsamente democratizadora; aquella que señala que estamos todos del mismo lado de la periferia, y que sufrimos estructuras idénticas de dominación, lo que no es cierto. En términos generales, si bien en muchos ámbitos, se ha reconocido los aportes del feminismo como teoría crítica, las producciones de las feministas no forman parte de las bibliografías habitualmente consultadas. A lo sumo, cuando lo hacen, las referencias son las mujeres blancas de países del Norte. Sin embargo, desde que aparece el feminismo, las mujeres afrodescendientes e indígenas, entre muchas otras, han aportado significativamente a la ampliación de esta perspectiva teórica y política. No obstante, han sido las más subalternizadas no sólo en las sociedades y en la academia, sino también en el mismo feminismo, debido al carácter universalista y al sesgo racista que lo ha traspasado. Son ellas (nosotras) las que no han respondido al –blanco–heterosexual; paradigma de lalamodernidad universal: hombre pero impulsado son (somos)untambién las que desde subalternidad, y desde la experiencia situada, hemos nuevo discurso y una práctica política crítica y transformadora.

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