Una y mil veces - Sis_70.doc

February 14, 2018 | Author: La Haker Kandj | Category: Love, Nature
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Hola, me voy a presentar. Me llamo Esther, tengo 32 años y soy la jefa de enfermeras del hospital central de Madrid y me apetece contaros un poquito la historia de mi vida, bueno, de mi vida desde que cierta persona apareció en ella, cierta persona que cambio mi manera de ver las cosas, que me rompió todos los esquemas, puso todo mi mundo patas arriba, y que me descubrió un lado de la vida que hasta entonces yo desconocía Todavía recuerdo la primera vez que la vi, con su porte elegante, tan segura de si misma, con esas palabras que sonaban a alguien que sabe muy bien de que está hablando, y yo, tonta de mi, echándole la bronca porque creía que era la nueva enfermera dándoselas de lista Parecía que no íbamos a llevarnos bien, eso es lo que hubiese pensado cualquiera al vernos, pero unas horas después y aclarado el malentendido, la vi sonreír por primera vez, y a partir de ese momento solo fue cuestión de tiempo que nos convirtiésemos en amigas inseparables No sé muy bien por que motivo, pero siempre hacíamos lo posible por coincidir, aunque solo fuese para tomar un café y charlar un ratito. Fui la primera con la que hizo buenas migas en el hospital, pero poco a poco se los fue ganando a todos, a pesar de su puntito borde, que pasa a ser una insignificancia cuando te permites conocerla más a fondo y compruebas la persona maravillosa que se esconde tras ese aire de pija y estirada Al principio solo fue eso, tomar un café, atender a algún paciente, coincidíamos más de lo habitual, ya que como os he dicho lo provocábamos nosotras, pero solo en el hospital. Sentí que me gustaba estar con ella más de lo normal un día que me sorprendí a mi misma cambiando una guardia para coincidir con ella, y de ahí a quedar después del trabajo, ya solo quedaba un paso Empezamos por tomarnos algo a la salida, o comer si era la hora, y había ocasiones en las que aquellas comidas se alargaban bastante. Hablábamos de nosotras, del hospital, y como no, de nuestros respectivos novios. Había ocasiones en que les elogiábamos en sobremanera, ¿por qué lo hacíamos?, ella no lo sé, quizás estaba tan prendada de él como a mi me lo parecía, yo... yo para intentar auto convencerme de que era el hombre ideal para mi Así me lo parecía cuando le conocí, y seguramente podría ser el hombre ideal para muchas mujeres, porque, sin ser excesivamente guapo, y con una altura que no sobrepasa la media, Jorge es un chico encantador, capaz de enamorar a cualquier mujer si se lo propusiera, simpático, amable, y está un poco loco, es imposible no reírte con él, pero después de dos años juntos y sin poder evitarlo, dejó de parecerme tan maravilloso

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Y es que no podemos mandar sobre nuestros corazones, ellos hacen lo que les da la gana, y el mío hacía tiempo que había decidido que ya sabía por quien latir, que hasta ese momento latía por inercia, por costumbre, pero que ahora alguien le daba fuerzas para latir con más ganas, y así me lo demostraba cada vez que la tenía cerca, cada vez que su aroma me llenaba haciéndome olvidar que el resto del mundo existía Lo peor fue cuando empezamos a salir los cuatro y al parecer ellos también se llevan divinamente, lo pasábamos bien juntos, yo no esperaba que así fuera cuando conocimos a Fernando, pero pasaba como con ella, la primera impresión que daba era de pijo y estirado, pero, cuando le conoces mejor, es condenadamente encantador, y se veía a la legua que estaba loco por ella, cuando la miraba ponía unos ojitos de cordero degollado que espero que a mi no me pasara igual, porque me habrían pillado enseguida, ya que era incapaz de tenerla cerca y no mirarla Ella era como un imán para mis ojos, los atraía sin remedio, y yo intentaba evitarlo para no ser descubierta, pero solo lo conseguía cuando mirarla me dolía demasiado, y eso ocurría cuando él estaba demasiado cerca de ella, cuando la abrazaba, la besaba, entonces mil cuchillos se clavaban en mi corazón y me gritaban que debía de estar loca por torturarme de esa manera quedando una y otra vez con ellos para salir, pero que le iba a hacer, prefería eso a no verla Tenía que aceptarlo, aunque me pareciera una locura, sabiendo que era el mayor de los errores de mi vida, porque pensaba que ella nunca llegaría a sentir lo mismo por mí, pero era así, lo sentía dentro de mí, y aunque me lo negué durante mucho tiempo, había llegado el momento de reconocerlo, me había enamorado de Maca Salir con ellos ya se había convertido en lo habitual, hacía ya meses que no salíamos solos, pero lo curioso es que si no lo proponía yo, lo proponía Jorge, se habían hecho tan amigos, y eso, en el fondo, era perfecto, porque se ponían a hablar entre ellos y nos dejaban un poco solas, y yo encantada de verles así, porque era de esa manera como la tenía para mi sola Recuerdo un sábado en el que fuimos a un local que nos gustaba bastante, no solía estar muy agobiante y en la terraza tenía unas pequeñas mesas con unos sillones comodísimos, más de una vez me hubiese quedado dormida allí, pero el tenerla a mi lado, aunque solo fuese hablando de cosas banales, no me hubiese permitido desperdiciar ni uno de los segundos que podía pasar con ella Aquel día salimos allí a respirar algo de aire fresco, ya había empezado el mes de junio y eso se notaba en la temperatura del local, así que dejamos a los chicos junto a la barra comentando no sé que de unos ordenadores nuevos que le iban a llevar a Fernando a la oficina, y nos sentamos en una zona tranquilita donde se podía hablar con calma, sin necesidad de levantar demasiado la voz M: Lo estaba necesitando, hace un calor horrible ahí dentro Para calor el que empezaba a subir por mi cuerpo. ¿Acaso era necesario que pasara la mano por su cuello de aquella forma tan sensual para limpiarse el sudor? ¿O es que mi mente, deseosa de que fuera mi mano la que estuviera allí, le daba un toque excitante a todos los movimientos que ella hacía? Y entonces, como si su cuerpo hubiese decidido

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torturarme tanto como le fuera posible, una gota de sudor comenzó a rodar por su piel perdiéndose en su escote, y fue en ese momento cuando ya no pude más, y levantándome de repente la miré muy seria y cogí aire con fuerza para poder hablar E: Voy a por un refresco... ¿quieres que te traiga algo? M: Sí, por favor... necesito beber algo Y me alejé de ella los escasos tres metros que nos separaban de la pequeña barra que había en la terraza, para por fin poder respirar un poco de aire, porque teniéndola allí, a pocos centímetros de mí, el deseo me ahogaba, y había momentos en los que temía no poder controlarme y abalanzarme sobre ella sin hacer caso a lo que mi cabeza me decía Un pequeño mareo me llevó a apoyarme en la barra bajando un poco la cabeza, y supongo que ella lo notó, porque unos segundos después sentí su mano en mi cintura, y como una caricia, su voz en forma de susurro penetró en mis oídos, acompañada por la calidez de su aliento, que me anunciaba que debía de estar muy cerca de mí M: ¿Te encuentras bien? No, no me encontraba bien, por si todo lo que había ocurrido hasta ese momento había sido poco para mí, sentir como su cuerpo cada vez estaba más cerca del mío, y esa mano que posándose en mi mejilla me hacía girar la cabeza para mirarla, estaba consiguiendo que mis piernas comenzaran a temblar M: ¿Qué te pasa Esther?... tienes mala cara E: Nada... no me pasa nada... es este maldito calor... en cuanto beba algo se me pasa Pero mi respuesta no pareció satisfacerla, ella sabía que me pasaba algo más, no sé si lo vio en mis ojos o si mi corazón se lo gritó sin que yo lo escuchara, pero el cambio en su mirada me hizo ver que en ese momento ella entendió algo, y para mi sorpresa, una sonrisa se dibujó en su cara, la más maravillosa de las sonrisas que le había visto ofrecerme desde que la conocí, porque con ella me estaba diciendo que ella también lo sentía, que yo no estaba sola en aquello Y entonces, el miedo se apoderó de mí al pensar que podía suceder, que ella también podía enamorarse de mí, e intentando que no pudiera ver muy dentro de mí con esos ojos que me estaban penetrando, desvié la mirada y cogiendo el vaso que ya me habían servido regresé a la mesa para sentarme intentando aparentar la máxima tranquilidad posible El resto de la noche no fue muy diferente a otras. Los chicos no tardaron mucho en unirse a nosotras y cualquier intento de averiguar que era lo que estaba pasando se desvaneció con su presencia, así que después de dos copas más y algún que otro baile, nos fuimos a casa, cada una a la suya con su respectiva pareja, eso sí, pero ahora algo había cambiado, algo que me hacía pensar diferente y que me hizo soñar aquella noche con lo que me pareció ver en sus ojos Los días siguientes a aquel sábado fueron muy extraños. Intentaba evitarla siempre que era posible, las ganas de verla crecían cada vez más, pero el miedo a lo que pudiera pasar me hacía contenerlas, y aunque resultaba difícil, ya que ella parecía empeñada en

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perseguirme, durante un par de días lo conseguí, pero estaba claro que en algún momento tenía que verla, y ese momento llegó Yo estaba en los vestuarios cambiándome la ropa para irme a casa y convencida de que había logrado terminar otro día sin verla cuando la puerta se abrió. Al mirar hacia allí la vi asomando la cabeza como con miedo, y al verme sentada terminando de ponerme los zapatos, sacó una de sus preciosas sonrisas y sin pedir permiso pasó hasta dentro y cerró la puerta M: Hola... ¿Te vas ya? E: Sí... he terminado mi turno M: A mí me queda menos de una hora... ¿Por qué no me esperas y comemos juntas?... llevamos unos días que no nos hemos visto para nada E: No sé... Si en algún momento se me pasó por la cabeza aceptar aquella invitación, esa idea desapareció justo en el instante en que se sentó a mi lado y decidió dejar una mano sobre mi muslo mientras esperaba mi respuesta. Aquel gesto me convenció de que era una locura, tenía que seguir evitando estar a solas con ella, y esa comida no era la mejor solución si pretendía mantenerme firme en mi decisión Pero ella no estaba dispuesta a dejar las cosas así, a estas alturas ya habría tenido tiempo suficiente para analizarlo todo, seguramente tenía claro lo que estaba pasando, y no parecía dispuesta a cesar en su empeño. Clavó sus ojos en los míos y sentí que todo era inútil, que por mucho que yo luchara contra mis sentimientos un segundo con ella bastaba para volver a sacarlos a la luz incluso con más fuerza M: ¿Qué te pasa Esther? E: Nada... ¿Qué me tendría que pasar? M: ¿Por qué me evitas? E: No sé que te hace pensar eso (Yo intentaba parecer convincente) M: No me tomes por tonta... sé que algo te pasa conmigo E: De verdad que no M: Puedes contármelo Esther... somos amigas E: Yo... Sentía ganas de soltarlo, de gritárselo, pero una vocecita dentro de mí me lo impedía, me decía que era mejor no hacerlo, que ella era mi amiga, solo eso, y que lo que yo veía en sus ojos no era más que el cariño que una amiga siente por otra, y que su mirada del sábado había sido solamente de preocupación, porque me vio mal, y quería ayudarme, solo eso, el resto seguramente eran paranoias mías Ya no acertaba a distinguir nada, no sabía que estaba pasando, no adivinaba lo que ella pensaba en ese momento, solo un miedo horrible se estaba apoderando de mí, y mis ojos comenzaron a temblar presos del pánico. Los apreté con fuerza intentando no flaquear delante de ella, pero antes de que volviera a abrirlos sentí sus brazos rodeándome con cariño. Dejó un beso en mi pelo y cogiendo mi cabeza de forma decidida pero sin llegar a ser brusca, la apretó contra su pecho

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¿Habéis pensado alguna vez como debe de ser encontrase en el paraíso? Yo lo sé desde ese día. Seguramente hubiésemos muerto de inanición, pero no me habría importado, si de mí hubiese dependido, me habría quedado allí el resto de mi vida, entre sus brazos, envuelta por ese cuerpo que me tenía loca hacía mucho tiempo, y que aunque solo fuese en mi imaginación, por unos segundos fue mío Pero en algún momento nos teníamos que separar, y así fue finalmente, demasiado pronto bajo mi punto de vista, aunque tampoco estuvo tan mal la leve separación que fue solo de unos centímetros, ya que al mirarme en sus ojos, los vi tan afectados como los míos, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al sentir lo que reflejaba su mirada Decidí analizar bien todo lo que ella intentaba transmitirme, no podía dejarme llevar y meter la pata, así que seguí mirándola tan fijamente como ella me miraba, leyendo en sus ojos cada leve movimiento, y al verlos humedecerse ligeramente llenándolos de un brillo que me deslumbró, supe por fin que sí, que no eran paranoias mías, no veía solo lo que quería ver, ella también sentía algo por mí, y seguramente estaba tan asustada como yo Una de las dos tenía que empezar a hablar, no nos podíamos pasar así el día, pero era una decisión difícil de tomar, y no sé si por menos temor a las consecuencias, si por la confianza que tenía en mi reacción, o porque fue, pero decidió hablar ella M: ¿Qué ocurre Esther?... dímelo No sé que habría sido peor, si su silencio, o esa pregunta que dejó caer, pero ahí estaban sus palabras, y ella esperaba una respuesta E: No sé si... M: Dímelo Esther... suéltalo E: Maca... Su voz adquirió tal tono de suplica que no podía negarme a responderle, y sacando fuerzas de no sé dónde, llevé mi mano hasta su mejilla y la acaricié mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para decirle lo que sentía, pero aquello no fue necesario, ya que antes de que pudiera darme cuenta sus labios estaban tan cerca de los míos que habría sido una osadía por mi parte romper la magia de aquel momento con unas palabras que ni por asomo habrían podido definir lo que yo sentía en aquel instante como lo definió el siguiente paso que se atrevió a dar mi cuerpo Sin pedir permiso a mi cabeza, me acerqué lentamente a ella y al sentir el roce suave de aquella pequeña parte de su anatomía que tan apetecible se me hacía, mi corazón comenzó a bombear con fuerza, mi respiración le seguía al mismo compás, y creí que iba a desfallecer cuando un leve movimiento suyo humedeció mis labios, cosa que mi cabeza, que en aquel instante casi no podía pensar, interpretó como un beso E: Maca... M: ¿Sí?... dime Esther E: Maca...

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Solo podía repetir su nombre una y otra vez, en mi mente no había cabida para nada más en aquel momento, todos mis sentidos estaban centrados en ella y en aquellos labios que seguían pegados a los míos y que no parecían tener ningún interés por alejarse de mí. La miré a los ojos con algo de dificultad por la cercanía, y al ver en ellos el mismo deseo que se apoderaba de mí, la besé Mis miedos no tardaron en volver a hacer acto de presencia, pero no les iba a permitir que me dominaran, esta vez no, no después de tener la seguridad de que ella sentía lo mismo que yo, y la abracé con fuerza aferrándome a ella intentando encontrar así el valor suficiente para no salir huyendo Ella supo al instante lo que me pasaba, y apretó mi cuerpo contra el suyo intentando transmitirme una seguridad que ella tampoco poseía, pero lo que sí entendí al instante es que ella estaba conmigo, que no me iba a dejar sola, y que pasara lo que pasara, le haríamos frente juntas Después de unos minutos en los que ninguna de las dos fuimos capaces de decir nada, por fin parecía que las palabras querían salir, y aunque les costó lo suyo, finalmente así fue M: ¿Qué... qué vamos a hacer? (Su voz temblaba con cada palabra) E: No... no lo sé (Y la mía no parecía estar mejor) M: Bufffffff... me gustas mucho Esther Logró sacarme una sonrisa tímida con sus palabras. Cuanto había deseado escuchar aquello, y por fin esa música celestial para mis oídos E: Tú a mí también... y... me encanta estar contigo... no lo puedo evitar M: Pero esto va a ser muy difícil E: Lo sé M: Es que... ¿Qué hacemos? (Su voz seguía sonando tan nerviosa y tan insegura como la mía, y eso me hizo gracia) E: Pues... de momento... dejar que las cosas fluyan... y ya veremos lo que pasa... ¿te parece? M: Me parece bien si me esperas y las cosas empiezan a fluir comiendo juntas E: Vale... te espero Habíamos comido juntas muchísimas veces, pero aquella comida iba a ser algo diferente, era como tener una cita con ella, y en cuanto mi cabeza pensó eso después de verla salir por la puerta, unos terribles nervios comenzaron a adueñarse de mí Decidí esperarla en el parking y así se lo hice saber a través de una nota que colé en su taquilla, lo que menos me apetecía en ese momento era aguantar las preguntas impertinentes de Teresita, así que seguramente aquella idea era la mejor, y con ese convencimiento empecé a andar hacia allí Seguramente habría venido con la moto, era lo más habitual en ella, y más aún con las buenas temperaturas que estaba haciendo hacía ya unos días, así que me acerqué hasta el rincón donde la solía dejar y allí estaba, reluciente, sin ni un rasguño, tan limpia y brillante como siempre. No hacía falta ser muy listo para darse cuenta contemplando

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aquella maquina que Maca adoraba su moto. La cuidaba como el más preciado de los tesoros, y se sentía tan orgullosa Fernando odiaba verla montada en ella, decía que no era el vehículo idóneo para una mujer, el siempre tan fino, y yo disfrutaba elogiando aquel trasto que no me gustaba mucho más que a él, pero solo por ver la cara de felicidad que se le ponía a Maca, yo habría besado su moto si hubiera sido necesario La primera vez que me llevó a casa montada en aquella "maravilla", como yo me atreví a llamarla en aquel instante, pasé un miedo atroz, pero el hecho de poder abrazarme a ella, sentir su cuerpo tan pegado al mío, compensaba el que me tuviera que tragar mis miedos y por el contrario sonreír dando a entender que estaba encantada. Cuando mis pies volvieron a tocar tierra firme, mis piernas siguieron temblando al menos durante dos horas, pero no sé si por el miedo pasado, o por los nervios de haberla tenido tan cerca Absorta en mis pensamientos como estaba, me sorprendí a mi misma acariciando el frío metal por cada zona donde me parecía que debían de haber estado sus piernas. Luego llegué hasta la cálida piel donde se sentaba y cerrando los ojos logré sentir que era a ella a quien acariciaba, pero una voz me sacó de mi ensimismamiento, la única voz que era capaz en aquel momento de apartarme de mis pensamientos, esa voz tan dulce, su voz M: Al final acabaré creyéndome que te gusta de verdad... y yo que creía que solo lo decías por complacerme E: ¿Y por que iba a hacer yo eso? M: Venga Esther... que nos conocemos... y sé que tú prefieres la estabilidad de un coche Le di la razón sonriendo ligeramente al mismo tiempo que bajaba la cabeza algo avergonzada por saberme pillada. Ella me tendió un casco y sin decir nada más subió a su moto sonriendo de manera triunfal. Vale, tenía razón, yo hubiese dicho o hecho cualquier cosa por que ella fuera feliz, pero nunca hubiese imaginado que se había dado cuenta de ese detalle Finalmente puso la moto en marcha y no tardé mucho en darme cuenta de a donde nos dirigíamos. Conocía el camino a la perfección, tampoco es que hubiese ido muchas veces hasta ese día, pero en las tres o cuatro ocasiones anteriores me había fijado bastante, y después de unos minutos me convencí de que efectivamente íbamos a su casa Al llegar allí nos metimos directamente en el garaje y al poner los pies en el suelo, como siempre, mis piernas temblaban, pero me atrevo a asegurar que aquella vez el miedo no era por el viajecito en moto, mi temor era por lo que podía pasar estando las dos solas en su casa. ¿A quien quería engañar?, deseaba con todas mis fuerzas que ocurriera, pero me asustaba, en ese momento estaba terriblemente asustada Nos dirigimos hacía el ascensor en silencio, ella buscaba las llaves de su casa en el interior del bolso y yo la observaba como si aquello fuese muy interesante, pero la verdad es que algo tenía que hacer, cuanto más se acercaba el momento de entrar en su piso más nerviosa me ponía yo, e intentaba mantener mi mente ocupada, pero en aquel silencio era realmente complicado

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Por fin llegamos, abrió la puerta y después de dejar las llaves en una pequeña bandeja que había sobre el mueble de la entrada empezó a andar de forma decidida hacia el interior mientras me invitaba a pasar M: Ya sabes... como si estuvieras en tu casa... Voy a ponerme algo más cómodo Como ya os he dicho no era la primera vez que entraba allí, pero en el fondo así lo parecía. Entre muy despacio en el salón y después de dejar mi bolso colgado de una silla, me acerqué a una foto que tenía sobre el mueble, como había hecho las veces anteriores que había estado en su casa Era una foto en la que aparecía Maca, con unos veinte años, tumbada sobre una hamaca en la que según me dijo era la terraza de la casa de sus padres. Tenía los ojos cerrados, y por la evidente relajación de los músculos de su cara, estaba dormida, con un brazo estirado sobre su cabeza y el otro apoyado sobre su barriguita. Estaba tan terriblemente guapa, que cada vez que la veía me entraban ganas de meterla en mi bolso y llevármela sin pedir permiso Con la foto todavía en mis manos, la escuché acercarse por el pasillo, la dejé en su sitio pero no lo suficientemente rápido para que ella no se percatara de lo que estaba haciendo M: Te voy a tener que hacer una copia de esa foto, cada vez que vienes te quedas mirándola E: Es muy bonita... y sales muy bien Poco a poco se había ido acercando a mí hasta poner sus manos en mi cintura, y los nervios volvían a aparecer Me di la vuelta y al verla con un pantaloncito corto y una camiseta de tirantes que dejaba entrever su ombligo, vi que sus intenciones eran claras, no me había llevado allí con fines amistosos, me estaba declarando la guerra abiertamente. Necesitaba una excusa para alejarme un poco de ella o iba a escuchar de que manera empezaba a latir mi corazón, y solo faltaba ya eso E: Voy... voy un momento al aseo M: Claro... ya sabes donde está De nuevo esa sonrisa triunfal, ¿qué era lo que se había propuesto? Empecé a hacerme a la idea de que no iba a salir de allí con vida, una vez a la luz nuestros sentimientos no había motivos para posponerlo durante más tiempo, pero yo no esperaba que ella atacara de esa manera tan decidida, creí que estaba tan asustada como yo, aunque puede ser que lo que ocurría era que lo disimulaba mejor Me refresqué la cara con agua y mirándome en el espejo intenté coger fuerzas para lo que se avecinaba. De alguna forma yo también había provocado aquella situación, así que ahora no era el momento de echarse atrás, no podía dejar que ella leyera tan fácilmente lo que me pasaba, y si quería guerra, la iba a tener Regresé al salón con fuerzas renovadas, dispuesta a actuar sin dejarme llevar por ella, con una sonrisa que apareció por el convencimiento de que lo iba a lograr, y cual fue mi

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sorpresa al entrar allí de aquella manera tan decidida y comprobar que ella no estaba. Escuche ruidos provenientes de la cocina y me acerqué hasta allí De espaldas a mí deduje que estaba cortando algún tipo de verdura para la ensalada, seguramente un tomate, y aprovechando que no se había dado cuenta de mi llegada, la miré muy despacio de arriba abajo analizando cada punto por el que pasaba. Tenía unas piernas realmente preciosas, perfectas, y parecían tan suaves. Su cintura, la cual asomaba ligeramente entre la camiseta y el pantalón, me pareció tan sensual, que decidida como había regresado del baño me acerqué a ella y deslicé mis dedos suavemente sobre su piel Esta vez la sonrisa triunfal fue mía. Con aquella suave caricia pude comprobar como su piel se erizaba, y al posar mis manos completamente sobre esta por debajo de la tela, seguí torturándola levemente mientras me acercaba a su oído para susurrarle E: ¿Te ayudo? Inmediatamente dejó de cortar el tomate, no sé si por miedo a no poder controlar el cuchillo por el temblor que empezaba a apoderarse de sus manos, o porque decididamente aquella ensalada no era lo que nos apetecía en ese instante a ninguna de las dos, y después de dejarlo todo sobre la encimera y limpiarse las manos con un paño, puso sus manos sobre las mías y entrelazando nuestros dedos las guió para que siguiera acariciándola Se le escapó un suspiro que penetró en mis oídos abrasándome, como si de puro fuego se tratara, y dándose la vuelta todavía entre mis brazos, me miró apenas un segundo antes de que nuestros labios se unieran como llevaban deseando desde el mismo instante en que se habían separado, y es que parecía que nuestros cuerpos nos gritaban que aquel era su estado natural Al principio los besos fueron tan suaves como una caricia, nuestros labios apenas si se rozaban con cada leve movimiento, estaban explorando nuevos territorios, y poco a poco se iban arriesgando más en aquella aventura. Fuimos profundizando un poco más y al sentir por un momento el roce cálido de su lengua, me desesperé de tal manera que apretándola más hacia mí la besé desenfrenadamente No sabría explicaros como llegamos hasta allí, pero unos segundos después estábamos las dos sobre su cama, yo solo me dejé llevar por ella, por sus besos, por el deseo, y cuando sentí que me arrastraba simplemente la seguí sin dejar de besarla, sin importarme a donde me llevaba, porque yo lo único que quería era estar con ella, y el donde, y el como, eso era lo de menos Después de varios minutos retozando sobre aquella cama, sentí que el aliento se me escapaba al comprobar que ella se separaba ligeramente de mí. Abrí los ojos y ahí estaba, se había alejado apenas unos centímetros y me miraba, me miraba con los ojos encendidos de deseo, su respiración agitada hacía que su pecho subiera y bajara de manera exagerada, y su aliento rozaba mi piel excitándome todavía más Intenté acercarme de nuevo a ella pero me lo impidió llevando una de sus manos a mi pecho de manera decidida. La miré un poco desconcertada, intenté pensar, no sabía cuál

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era su intención, que era lo que estaba pasando, pero cuando iba a hablar, su voz me interrumpió M: ¿Estás segura de lo que vamos a hacer? E: Completamente segura Quería que mi voz sonara firme, pero creo que más bien sonó a suplica, aunque de todos modos obtuve el resultado deseado, ya que ella regresó de nuevo a mis labios La lucha de besos seguía, y nuestras manos nerviosas comenzaban a colarse por debajo de la ropa, de repente sentí sus labios húmedos bajar por mi cuello y un suspiro salió de mi garganta al notar como desabrochaba el primer botón de mi camisa. Levantó la cabeza buscando mis ojos y me miró muy seriamente mientras seguía desabrochando los botones con calma M: Esther... yo... yo nunca... (Nuestras respiraciones agitadas casi nos impedían hablar) E: Yo tampoco La entendí al instante porque yo me sentía igual que ella, para las dos era nuevo aquello, y no me refiero solo al hecho de que nunca habíamos estado con una mujer ninguna de las dos, sino a ese deseo que se había apoderado de nosotras, esas ganas que nos invadían consiguiendo que todo lo que fuera de aquella habitación acontecía careciera de importancia M: No sé muy bien como va esto... pero te deseo tanto E: Pues supongo que consistirá justo en eso... en dejarnos llevar por nuestros deseos M: Esther... Si en algún momento pensé que ella no me podía querer tanto como la quería yo, me equivoqué, y así me lo demostraron sus besos, sus caricias, y su mirada, que al cruzarme con ella y verme reflejada en el océano de sus ojos, pude ver el deseo que se apoderaba de ellos, la pasión que los encendía, y todo aquello era por mí, sí, por mí, no por el estúpido de Fernando, sí, ya sé que dije que era encantador, pero una puede cambiar de idea, ¿no? Sus manos quemaban mi piel como brasas candentes, sus besos, con ese rastro húmedo que iban dejando por mi cuerpo, intentaban aplacar el calor, pero solo conseguían encenderme más, y cuando por fin, tras una pequeña lucha con nuestro vestuario, el contacto fue pleno, pensé que solemos relacionar el infierno con fuego, pero debemos de estar equivocados, porque yo ardía de pasión y me encontraba en el cielo Nos estregamos la una a la otra sin miedos, sin reservas, y estando así con ella por fin descubrí lo mejor de la vida, el placer de disfrutar de un cuerpo que sentí que ya era mío, pasara lo que pasara a partir de ese momento, ella era mía, y nadie podría ya nunca hacer nada por evitarlo Con nuestros cuerpos todavía sudorosos, agitados por el placer que les invadía hacía solo unos instantes, nos mirábamos con una leve sonrisa, sin decir todavía nada, intentando antes recuperar la calma, y solo cuando creímos poder hablar con la cabeza, lo hicimos

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E: ¿Qué va a pasar ahora Maca? M: Lo que nosotras queramos que pase E: ¿Y tú que es lo que quieres? M: Yo te quiero a ti Esther E: Mi amor (Dejé un beso en sus labios y como tantas veces me perdí en sus ojos) Yo también te quiero... pero no hablaba de eso... y lo sabes M: Lo sé... pero ahora no quiero pensar (Se acomodó en mi pecho mientras me hablaba) Solo quiero estar así contigo... y no pensar en nada más... al menos no por el momento E: Vale... lo que tú quieras En el fondo a mí tampoco me apetecía nada hablar de aquello, era un tema que tarde o temprano íbamos a tener que afrontar, pero el momento que ahora vivíamos era demasiado bonito para estropearlo sacando un tema que iba a ser difícil de resolver, o al menos eso era lo que me temía Cuando conseguimos que nuestros cuerpos se separaran un poco, tampoco mucho, solo lo suficiente para poder movernos, regresamos a la cocina y terminamos de preparar la ensalada que habíamos abandonado un par de horas antes. Si es cierto eso que dicen de que cocinando con amor las cosas saben mejor, estaba claro que aquella iba a ser la ensalada con mejor sabor del mundo, porque ingredientes no sé, pero amor en su preparación no faltó, ni sonrisas, ni caricias, ni besos, mientras la preparábamos no faltó de nada Aquello se estaba convirtiendo en un pequeño juego, Maca dejaba un trocito de tomate en la ensalada y luego me ofrecía otro a mí, y si su manera de ofrecérmelo era sensual, más aún si cabe era mi manera de atraparlo. Luego repetíamos una operación similar con unas hojitas de rúcula, y así con cualquiera de los ingredientes que pillábamos Cuando terminamos de prepararla habíamos comido más de lo que realmente quedaba en el plato, y una sonora risa se nos escapó al comprobarlo. Nos sentamos finalmente a comer, y entre miradas y sonrisas terminamos con lo poco que quedaba. Maca sugirió preparar algo más, pero decidimos que mejor no, entre unas cosas y otras se nos había hecho tarde y simplemente comimos un poco de fruta Después de recoger un poco la cocina nos sentamos en el sofá del salón. Maca se recostó ligeramente y yo me acomodé sobre su pecho. La paz y la calma que sentí en aquel instante fue tal, que pensé que nada ni nadie sería capaz de moverme de allí, pero pasados unos minutos sonó el teléfono, maldito teléfono, interrumpiendo así aquel momento tan delicioso Maca lo cogió y por su expresión al mirar la pantalla supe de quien se trataba, volvíamos a la realidad, a la pura, cruda y dura realidad M: Hola Fernando... bien... pues... descansando un poquito... ¿esta noche? No sé... con Jorge y Esther... claro... (Me miró interrogante y yo encogí los hombros como diciéndole que no sabía nada) ya... pero mañana Esther y yo trabajamos... sí... de tarde... pero aún así ya sabes que no me gusta trasnochar cuando tengo que trabajar... está bien... vale... a las nueve... un beso

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Dejó el teléfono y me miró disculpándose así por no haber podido evitar quedar con él, pero que se le iba a hacer, eran nuestros novios, y por lo poco que oí yo también iba a ir a esa cita, así que, le sonreí para que no se sintiera culpable ya que no lo era, al menos no más que yo E: ¿Adónde vamos? M: Jorge a comprado entradas para el teatro... ha llamado a Fernando por si queríamos ir... y claro está... le ha faltado tiempo para decir que sí E: Que bien (Sonreí al ver la desgana con la que me lo relataba) Con un poco de suerte... igual nos toca sentarnos juntas... y echándole un poco de imaginación... puede que hasta nos olvidemos de que ellos están M: Ya... pero están De nuevo sonaba el teléfono, pero esta vez era el mío. Sonreímos cómplices, sabiendo perfectamente de quien era esa llamada, y al comprobar que efectivamente así era, le di un beso antes de contestar E: Hola Jorge... no, no estaba dormida... tenía unas cositas que hacer... (Me sonrió y no pude evitar besarla de manera silenciosa) ¿esta noche?... me podías haber avisado antes... (Maca comenzó a bajar juguetona uno de sus dedos por mi escote) bueno... sí... (Intenté detenerla, pero ella siguió en su empeño) sí... (Comenzó a besarme el cuello y tuve que hacer verdaderos esfuerzos para seguir hablando con normalidad) a las nueve... estaré lista, no te preocupes... ciao... un beso Cuando terminé de hablar y dejé el teléfono sobre la mesa, ella se levantó y empezó a andar lentamente hacia la puerta sin dejar de mirarme E: Eres muy mala... ¿lo sabías?... ¿no me dejas ni hablar por teléfono y ahora te vas? M: Ven a buscarme E: Ahora vas a saber lo que es bueno Salí corriendo hacia la habitación detrás de ella y aunque no nos quedaba mucho tiempo, lo aprovechamos al máximo A las ocho me despedía de ella, el tiempo justo para darme una ducha y estar lista a la hora que habíamos quedado, y aunque sabía que íbamos a ir con ellos, para mí lo único importante era que iba a estar con ella, por otro lado, mientras estábamos juntos no estaba a solas con él, y así evitaba tener que pensar que estarían haciendo, cosa que si ya me torturaba antes, ahora seguramente lo haría más A las nueve y veinte llegábamos a la puerta del teatro, todavía faltaban diez minutos para empezar la representación, y aunque al preguntarme Jorge a que se debía mi puntualidad le respondí que tenía muchas ganas de ver esa obra, el verdadero motivo, como ya habréis adivinado, eran las terribles ganas que tenía de volver a verla a ella Al entrar y verles esperando en el hall, mi corazón dio un vuelco. Podría haberlo atribuido al hecho de verles cogidos de la mano, o mejor aún, a la sonrisa que se le escapó a ella cuando él le susurró algo al oído, pero no, lo que más impresión me causo fue el sugerente escote de la blusa que ella había elegido para la ocasión, ella no solía

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arreglarse demasiado, era muy discreta y para nada le gustaba llamar la atención, pero aquel día estaba impresionante Cuando por fin se cruzaron nuestras miradas me sonrió, y antes de que yo pudiera reaccionar, Jorge tiraba de mí para que nos acercáramos a ellos Fernando: Hombre... vaya puntualidad... un poco más y llegáis antes que nosotros (Dijo Fernando en tono de burla) Jorge: No empecemos con la guasa que hoy no tienes motivos Fernando: La verdad es que merece la pena esperar por ellas... Hola Esther... estás guapísima E: Gracias Jorge: Pues Maca no se queda atrás Mientras ellos parecía que pugnaban por ver cual de los dos nos adulaba más, nosotras nos limitábamos a mirarnos de manera cómplice. Las dos nos habíamos puesto guapas, pero lo que ellos no sospechaban es que no era precisamente por ellos. Sentí como Maca recorría todo lo disimuladamente que podía mi cuerpo con la mirada y después de ver como se mordía el labio supe que no podría contenerse mucho más M: Fernando... cariño... voy a aprovechar para ir al aseo antes de que empiece Fernando: Claro... vamos pasando nosotros a buscar las butacas Jorge: Esther, cariño... ¿vas con ella? E: Sí... volvemos enseguida Más rápidamente de lo habitual nos alejamos de ellos, pero al llegar a los servicios parecía que todo el mundo había pensado lo mismo y allí debían de haber como quince mujeres esperando para entrar. La miré sonriendo resignada a tener que esperar a otro momento, pero entonces ella vio un rincón apartado, fuera de la vista de todos, y cogiéndome de la mano me llevó hasta allí sin preguntar Nada más comprobar que efectivamente allí no podía vernos nadie, me empujó con delicadeza hasta la pared y me acorraló con sus brazos. Su mirada encendida recorría mi cuerpo ahora sin necesidad de disimular, y se fue acercando más a mí con dirección a mi oído para susurrarme M: Estás preciosa (Me volvió a mirar con el mismo fuego) E: Tú estás impresionante M: Me he puesto así para ti... solo para ti Y conscientes de que apenas contábamos con un par de minutos, nos besamos de manera suave, dulce, no queríamos salir de allí con la temperatura de nuestros cuerpos por las nubes, pero tampoco desaprovechar la que seguramente iba a ser la única oportunidad en toda la noche para estar solas Regresamos a su lado sonrientes y como ya era costumbre cuando salíamos los cuatro, habían dejado para nosotras las dos butacas centrales quedando ellos a los extremos. Nos sentamos y la obra no tardó nada en empezar. Apenas las luces se apagaron, nuestras manos se buscaron irremediablemente, y con todo el cuidado del mundo para no ser sorprendidas, pasamos toda la obra entre caricias leves

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De vez en cuando nos mirábamos y más de una vez tuve que contenerme para no besarla, sobre todo cuando empezó a dibujar unas letras en la palma de mi mano, que al unirlas, resultaron ser un "Te quiero". Pero no estábamos solas, era difícil olvidarlo, y más aún cuando Fernando cada dos por tres le daba un pequeño beso. Con Jorge era más fácil, es un verdadero enamorado del teatro, y se concentra de tal manera que aunque hubiese un terremoto él, ni se enteraría Llegó el final y nos quedamos sentados unos minutos esperando a que la gente circulara un poco y poder salir de allí sin necesidad de ir a empujones. Mientras tanto, comentamos que hacer a la salida Fernando: ¿Os apetece cenar? (Dijo Fernando mientras rodeaba a Maca con un brazo) ¿O cenamos tú y yo en casa tranquilitos? El tono de su voz y la mirada que dirigió hacia Maca al decir esto último, estaban provocando unos celos increíbles en mí. Después de mirarla baje la cabeza, no podía, no podía verla con él, ¿Cómo íbamos a aguantar aquella situación? A mí por lo menos se me hacía insufrible, pero ella lo sabía, tampoco le gustaría mucho la idea de que yo me fuese a casa con Jorge, por eso soltó aquello M: Ya que hemos salido... cenamos los cuatro donde sea Por eso la quiero, por como es, porque me mira un segundo y es capaz de adivinar lo que estoy pensando y rápidamente encuentra la solución a mis preocupaciones Fernando: Pero cariño... yo mañana tengo que madrugar... me voy a Jerez... ¿te acuerdas? M: ¡¡¡¿Es mañana?!!! Intentó hacerse la sorprendida, pero a mi no consiguió engañarme, claro que se acordaba, por eso insistió en cenar los cuatro, para asegurarse de que él después se iría directo a la cama. Si es que mi niña es un hacha para estas cosas, pero, ¿y yo?, ¿cómo me iba a librar yo de Jorge? Finalmente nos fuimos a cenar los cuatro juntos, pero fue una cena rápida, según nos contó Fernando se tenía que levantar a las seis para coger el ave, y aunque normalmente aprovechaba para dormir durante el trayecto, ese día iba a tener una reunión importante y tenía que revisar muchos papeles antes de llegar, así que estaba claro que se iban directamente a dormir, al menos él Después de despedirnos de ellos nos subimos al coche y pusimos rumbo a mi casa. Por el camino yo iba pensando una excusa para no dejarle subir, pero aquello iba a ser complicado, o eso creía yo, porque al parecer la fortuna se había puesto de mi parte aquel día, absorta en mis pensamientos cerré los ojos y ni cuenta me di de que habíamos llegado a mi casa Jorge: Esther... Esther cariño... ya hemos llegado E: ¿Qué?... (Me pareció la excusa más tonta del mundo, pero es que lo dijo todo él)

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Jorge: Debes de estar molida... venga (Me acarició el pelo mientras me sonreía, y en ese momento, por primera vez, me sentí despreciable por lo que le estaba haciendo) Sube a casa y descansa... mañana te llamo E: ¿No te quedas? (“¿Por qué había dicho yo aquello?” seguramente fue mi sentido de culpa el que habló y no yo) Jorge: Mejor no... es muy tarde y tú estás muy cansada E: Sí... estoy muy cansada... hablamos mañana Bufffff, menos mal, por un momento pensé que había metido la pata yo sola. Le di un beso y me bajé del coche antes de que mi subconsciente me traicionara. Esperó como siempre hasta verme entrar en el portal, pero apenas le vi marcharse, salí de nuevo a la calle y me dirigí a la parada de taxis que hay a dos manzanas de mi casa. Sin darme cuenta casi corría hasta llegar allí, me monté en uno y le indiqué la dirección Unos minutos después llegué a su casa, vi a un chico que entraba en el portal y me apresuré para entrar sin necesidad de llamar. Cuando salí del ascensor y me encontré delante de su puerta, una duda se instaló en mi cabeza, ¿y si Fernando había decidido quedarse finalmente allí? no era muy probable, pero existía la posibilidad, así que acerqué mi oído a la puerta intentando escuchar algo, pero nada, silencio absoluto Con mi mano apoyada en la puerta, permanecí unos segundos en silencio pensando si llamar o no, hasta que una frase que me decía mi abuelo se pasó por mi mente, "El mundo es de los que arriesgan", pero cuando ya estaba decidida a llamar, un pitido me anunció la entrada de un mensaje en mi móvil. Lo saqué del bolso y lo leí "Que grande es mi cama sin ti. Dime que la tuya en estos momentos también se queda grande, por favor" No sé porque, pero me la imaginé tumbada en la cama, llorando, pensando en que yo estaba con él, y entonces sí, sin pensarlo más llamé y esperé impaciente a que me abriera. No pasaron muchos segundos hasta que esto sucedió, pero no me gustó nada lo que vi, mi imaginación había acertado, estaba llorando, pero al verme delante de ella, una tímida sonrisa se dibujó en su cara M: ¿Qué haces aquí? E: ¿Tú que crees? Me cogió por la cintura y tirando de mí hizo que entrara rápidamente, cerró la puerta y se abalanzó sobre mi boca con la desesperación con la que un sediento en el desierto se abalanza sobre un oasis. Entre besos sentí el sabor salado de sus lágrimas y me dolió saber que habían sido derramadas por mí. Como pude me separé un poco de ella y se las limpié con delicadeza E: ¿Por qué llorabas? M: Yo... pensaba que estarías con él E: Pues te equivocaste... estoy aquí contigo... siempre estoy contigo... esté donde esté... mi cabeza y mi corazón siempre están contigo M: Esther

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De nuevo esa desesperación, ese deseo a raudales que nos llevó hasta su cama donde caímos tumbadas sin dejar de besarnos. Creo que nunca deseé tanto algo, nunca nada me hizo desesperarme de aquella manera, intentaba quitarme la ropa, pero mis manos nerviosas no acertaban. Escuche como se rasgaba la tela, pero no le di mucha importancia. La tiré al suelo y me afané a ayudarla con la suya Cuando por fin tuve su cuerpo desnudo entre mis brazos, comencé a llenarla de besos por todas partes, empecé bajando por su cuello y seguí hasta detenerme en sus pechos. Comprobar como su piel reaccionaba con mis besos, mis caricias, me excitaba más y más, y ella arqueaba su espalda de tal manera que hubo momentos en los que creí que se rompía Por eso llevé mis manos hasta allí sin saber muy bien con que finalidad, y aunque primero pensé en acariciarla, mis manos deseaban más, y sin darme cuenta arañe su espalda arrancándole así un suspiro desgarrador. Me asusté un poco creyendo que me había excedido y separándome de ella lo justo, la miré E: Cariño... ¿Te he hecho daño? M: No... ahhhh... (Casi no podía hablar, la excitación se había adueñado de ella y su voz apenas era un susurro) No pares... bésame E: Lo que tú digas Complacientemente accedí a su petición y seguí besando su cuerpo Yo nunca había hecho el amor de aquella manera tan salvaje, aquella misma tarde, con ella, todo había sido tan diferente, tranquilo, sin prisas, disfrutando de cada segundo, y ahora, ¿Qué era lo que nos estaba pasando? ¿Por qué esa impaciencia, esa desesperación? Yo no lo entendía, pero al mismo tiempo no podía parar, necesitaba sentirla ya, llenarme de ella De repente me tumbó sobre la cama y cogiéndome por las muñecas me inmovilizó, me miró fijamente y no sabría decir a cual de las dos le costaba más respirar. Se acercó lentamente, comenzó a besar mi cuello de manera suave, lenta, y luego me volvió a mirar M: Nos va a dar algo... vamos a tranquilizarnos un poco... no tenemos prisa E: No puedo tranquilizarme... te necesito ya Una de dos, o mi voz sonó muy firme, cosa que dudo bastante ya que no sé ni como conseguí hablar, o ella no estaba muy convencida con lo que acababa de decir, porque fue oírme decir aquellas breves palabras y lanzarse de nuevo sobre mí con el mismo énfasis que momentos antes Que barbaridad, era la tercera vez que hacíamos el amor en unas horas, y mi cuerpo seguía pidiendo más, más, más, tratándose de ella a mí nunca me parecía suficiente, podría seguir haciendo el amor con ella una y otra vez hasta desfallecer y nunca conseguiría saciar mis ganas, o eso pensé Pero al parecer mi niña se había propuesto darme todo lo que yo quería, y después de disfrutar juntas de uno de los mejores orgasmos que había sentido hasta ese día, empezó a bajar por mi cuerpo dejando un reguero de besos, y al entender a donde se dirigía, creí

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que llegaba otro sin necesidad de que ella me tocara, solo el hecho de imaginarla allí me excitó sobremanera Nunca, repito, nunca, había sentido mayor placer en mi vida que el que sentí en ese momento, intentar explicarlo me parece una odisea, así que solo diré que si existiera un premio Nobel a la mejor amante, yo se lo daría a ella sin dudarlo. ¡¡Pero un momento!!, no estoy hablando solo de algo físico, no os equivoquéis, no, es mucho más que eso, es sentir el amor que pone en todo lo que hace por mí, mirar sus ojos y ver que en su interior solo estoy yo, ¿sexo? Yo sabía lo que significaba esa palabra, creo, pero es que ella me hizo olvidarlo, amor, cuando estoy con ella solo puedo sentir amor No sé las horas que pasaron, solo sé que nos dimos cuenta de lo tarde que era al apagar la luz y ver la claridad que empezaba a entrar por la ventana, o debería de decir que era pronto, no sé, para las personas que empezaban a levantarse para acudir a sus trabajos seguramente lo era, para mí, sencillamente era la hora ideal, no me importaban los relojes, si tendría tiempo de dormir, si era hora de comer, lo único importante para mí, era que estaba con ella Nos tumbamos de lado mirándonos, aprovechando la poca luz que entraba, y a pesar de la hora parecía que ninguna de las dos teníamos sueño. Se acercó a mí hasta rozar mi nariz con la suya y luego dejó un suave beso en esta M: Te quiero Que bien suenan esas dos palabras cuando vienen de ella. Empezó a acariciar mi pelo y yo cerré los ojos para disfrutar al máximo de aquel instante M: ¿Tienes sueño? E: No... no quiero dormir M: Necesitamos dormir... tenemos una guardia dentro de unas horas E: Ya dormiré esta noche (Recosté la cabeza en su pecho y me abracé con fuerza a ella) M: ¿Mañana libras? E: Sí M: Yo también E: Lo sé (Apoyé el codo en la almohada para descansar la cabeza en mi mano y le sonreí) M: ¿Te sabes mis turnos? E: Bueno... más o menos M: Ya me parecía a mí que coincidíamos mucho E: ¿Te molesta? M: ¿Pero que dices?... me encanta... Esther... estaba pensando... tengo la piscina de la sierra limpia... y ya empieza a hacer calor E: ¿Me estás insinuando que nos vayamos a la sierra? M: Sí... esta noche... cuando salgamos del hospital E: ¿Estás loca?... ¿Y qué le digo a Jorge? M: No sé... que vamos varias compañeras del hospital... que has quedado con tu madre... yo que sé... lo que sea E: Déjame pensarlo... ¿vale? M: Vale

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Me recosté nuevamente sobre su pecho y aunque no era mi intención, no tardé mucho en quedarme dormida Cuando volví a abrir los ojos me encontraba sola en su cama y acercándome a su lado me abracé a la almohada impregnada completamente con su aroma. Escuché unos pasos que se acercaban y al darme la vuelta la vi entrar con una bandeja donde llevaba el desayuno M: Buenos días dormilona E: Buenos días cariño (Me desperecé sonriendo mientras ella se sentaba en el borde de la cama) ¿Qué hora es? M: Hora de levantarse (Dejó la bandeja sobre la mesilla y se recostó sobre mí para darme un beso) Solo son las doce y media... pero he pensado que seguramente quieres pasar por casa a coger unas cosillas... (Me sonreía pillina al hablar) para irnos a la sierra E: ¿Cómo sabes que te voy a decir que sí? M: Porque sé que tienes tantas ganas de estar conmigo como yo de estar contigo E: Me voy a tener que inventar una buena excusa para Jorge M: ¿Eso quiere decir que nos vamos? Yo simplemente asentí, ¿Cómo me iba a negar si me lo pedía ella y además con esa carita que me estaba poniendo? Tengo que reconocerlo, tenía razón, yo tenía tantas ganas como ella de pasar un par de días juntas, pero al final íbamos a terminar levantando sospechas, así que tenía que pensar una buena excusa, aunque la verdad es que cada vez me importaba menos lo que él pudiera pensar Desayunamos y fuimos a mi casa a por mis cosas. Cuando nos disponíamos a salir sonó mi móvil y Maca, imaginando de quien se trataba, me guiñó un ojo y se fue al coche. Aunque llevaba una hora pensando que decirle, no pude evitar ponerme nerviosa al oír su voz E: Hola Jorge Jorge: Buenos días cariño, ¿Qué tal has dormido? E: Bien... me he levantado hace nada Jorge: Ya me imagino... Esto... Esther... ¿Te acuerdas que te comenté que tenía que ir con mi hermano a Málaga? E: Sí, claro... a ayudarle con no sé que del apartamento de la playa... algo de eso, ¿verdad? Jorge: Sí, eso es... a pintar un par de cosillas y arreglar no sé que de una puerta... Pues nos vamos mañana por la mañana... me ha llamado hace una hora y he pedido el día libre... así con el fin de semana tenemos más tiempo... ¿Tú te puedes venir? ¿Os he dicho ya que parecía que la fortuna se había puesto de mi parte? Creo que sí, pero por si acaso lo vuelvo a decir, definitivamente la fortuna estaba de mi parte E: ¡¡¿Mañana?!!... (Me paré a pensar un par de segundos, pero mi cabeza lo tenía claro) Imposible Jorge: ¡¡Creí que librabas!! E: Y libraba... pero le he cambiado la guardia a una compañera y ya no puedo decirle que no

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Jorge: Joder Esther... pensé que te vendrías... por eso le he dicho que si a mi hermano... después de pedir el día libre no me puedo echar atrás E: No pasa nada... iros vosotros... ya tendremos tiempo de ir este verano Jorge: Puedes venirte el sábado E: ¡¡¿Para subirme el domingo por la mañana?!!... Tengo guardia domingo por la tarde Jorge: ¿Y no la puedes cambiar? E: Pues no... no es fácil encontrar a alguien que te haga una guardia un domingo (Parecía disgustado con la noticia, pero yo estaba ya decidida a irme con Maca, y aquella oportunidad era perfecta) Jorge cariño, no pasa nada porque te vayas sin mi Jorge: Me apetecía ir contigo Esther... habríamos encontrado un momento para ir a la playa E: No te preocupes... iremos pronto Jorge: Eso espero (Permanecimos los dos en silencio unos segundos) ¿A qué hora sales? E: A las diez Jorge: Podrías venirte a dormir a casa Puede que la fortuna no estuviera tan de mi parte como yo pensaba, pero mi cabeza trabajaba rápido, y más si la recompensa final era pasar dos días con Maca E: Si tú quieres que vaya yo voy... pero llegaré sobre las once... y si tienes que madrugar Jorge: Tienes razón... ¿Puedes sacar un ratito esta tarde y me paso a verte? E: Claro... ¿A las ocho? Jorge: Perfecto E: Pues te veo esta tarde Jorge: Esther E: Dime Jorge: Te quiero (Por muy enamorada de Maca que estuviera, en momentos como ese no podía evitar sentirme mal) E: Y yo a ti Jorge: Ciao cariño E: Ciao Pero solo me sentí mal unos segundos, fue colgar el teléfono y sonreír al pensar que me iba con ella. Me encaminé al coche y con esa sonrisa que iba a ser difícil borrar de mi cara, le conté lo que había estado hablando con él, y ella también sonrió encantada. Dos días sin preocupaciones, sin buscar excusas, sin necesidad de mentir mucho, y juntas, solas La tarde se me hizo más larga de lo habitual, no veía el momento de irme con ella, y pensando en eso incluso se me olvidó que había quedado con Jorge. Cuando me avisaron de que me estaba esperando en la entrada ya eran cerca de las ocho y media, el pobre estaría ya harto de estar allí, me apresuré a ir en su busca y por el camino pensaba en cual le diría que era el motivo de mi tardanza Nunca me he considerado una persona mentirosa, pero en pocos días había soltado más mentiras que en el resto de mi vida. Al verle soportando uno de los interrogatorios de Teresa, me dio pena, aquella mujer podía llegar a ser muy pesada cuando se lo proponía, y sin pensarlo lo rescaté de sus garras

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E: Hola Jorge, cariño (Le di un pequeño beso y me lo llevé sin decirle nada a Teresa) Perdona que haya tardado pero es que tenemos mucho lío hoy Jorge: Tranquila... si estaba muy entretenido ahí con Teresa (Su tono fue bastante sarcástico) E: De verdad que lo siento Jorge: Si no es eso... es pensar que no vienes conmigo (Llegamos a la cafetería y nos sentamos en una mesa) ¿De verdad que no puedes cambiar la guardia del domingo? E: Lo he intentado (Lo que yo decía, otra mentira) Pero no ha habido manera... es complicado un domingo... ni por dos guardias te la cambian Jorge: Pues que pena... con lo bien que lo hubiésemos pasado E: Ya (Intenté parecer desilusionada por no poder ir) Pero ya empieza el verano y tendremos más tiempo Jorge: ¿Y que vas a hacer el sábado?... ¿Maca también libra? E: Pues no sé... (Creí que en el momento menos esperado mi nariz empezaría a crecer) se lo preguntaré si la veo Jorge: Creo que Fernando no regresa hasta el domingo por la noche... me iría más tranquilo si sé que no te vas a quedar todo el día metida en casa E: Tranquilo... algo haré Aquel día descubrí lo buena actriz que puedo llegar a ser. Si Jorge hubiese podido ver lo que pasaba por mi cabeza en los quince minutos que estuvo conmigo en la cafetería, no quiero ni imaginármelo, pero no fue así, él se fue convencido de que yo estaba disgustada por no poder ir, y encima me sugirió que quedara con Maca, pobre, que poco sabía él todo lo que iba yo a hacer con Maca esos dos días Cada vez que pensaba en él, me sentía mal por engañarle tan vilmente, pero era verla a ella y se me olvidaba todo, y al acabar mi turno y dirigirme hacia el parking, allí estaba, de pie junto al coche, con la espalda apoyada en este, y con esa sonrisa que compensaba todo lo que yo tuviese que hacer o decir por estar con ella Maca me insistió en que aprovechara el viaje para dormir, pero yo, consiente de que ella también tendría sueño, preferí darle conversación, aunque la conversación no fue muy larga, ya que en contra de mi voluntad, no tardé ni diez minutos en quedarme frita, no sabría ni deciros a que distancia queda la casa de Madrid, porque la verdad es que no me enteré de nada hasta que mi niña me despertó para decirme que habíamos llegado Miré mi reloj y vi que ya eran cerca de las doce, sin saber como, había dormido más de una hora, pero en ese momento yo estaba como zombi, casi no entendía lo que Maca me decía, solo recuerdo que me acompañó hasta la habitación y ya no sé nada más de aquella noche, ella debió de entrar las cosas, porque cuando me desperté a la mañana siguiente, mi bolsa de viaje estaba sobre una silla, medio vacía, y el resto de mi ropa colgada en el armario Me di la vuelta y allí estaba ella, dormida, tan guapa como siempre, le di en pequeño beso y pensé que ese día era a mí a la que le tocaba preparar el desayuno, así que fui a la cocina y empecé a buscar las cosas sin hacer mucho ruido, pero mi niña no es tan marmotilla como yo, y apenas cinco minutos después sentí sus manos rodeando mi cintura y un beso en mi cuello que me daba los buenos días M: Buenos días mi amor

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E: Buenos días mi vida (Me di la vuelta y la rodeé por el cuello para que no se me escapara) ¿Has dormido bien? M: Contigo a mi lado siempre duermo bien... ¿y tú?... mi bella durmiente (Una sonrisa burlona apareció en su cara) E: No te rías de mí... estaba cansada M: Ya lo vi... yo que quería vivir otra noche loca de pasión contigo... (Me dio un mordisquito en el cuello que consiguió erizar toda mi piel) y te me duermes al instante E: Joooo... no me digas esas cosas... que me haces sentir mal M: ¿Me compensarás esta noche? E: Y si quieres ahora M: Ahora no... ahora vamos a desayunar y nos vamos a dar una vuelta... quiero enseñarte un poco todo esto E: Vale Así lo hicimos. Desayunamos tranquilamente y luego fuimos paseando hasta un pueblo cercano donde dimos una vuelta rápida, ya que el pueblo no daba para más De regreso hacia la casa nos dimos más prisa, ya que apretaba el calor y no apetecía nada ir paseando, y más al pensar que teníamos una piscina esperándonos. Nada más abrir Maca la puerta de la verja, le di la vuelta a la casa corriendo y sin pensarlo me quité la ropa y me lancé de cabeza al agua. Cuando ella llegó y vio la ropa en el suelo, dirigió la mirada a mi cuerpo sabiendo lo que iba a encontrarse M: ¿Sin bikini? E: ¿Para que lo quieres?... no nos ve nadie... además (Me acerqué hasta el borde de la piscina donde estaba ella y le acaricié las piernas hasta donde alcanzaba) Te lo iba a quitar igualmente Sin dudarlo se quitó la ropa y dando un salto para pasar sobre mi cabeza se zambulló, y buceando regresó hasta donde yo me encontraba para emerger justo delante de mí pegando su cuerpo completamente al mío M: Creo que nunca me había bañado desnuda E: ¡¡¿No?!!... ¿Teniendo una piscina propia? M: No sé... nunca se me había ocurrido E: ¿Y que tal? M: Fantástico... me encanta... sobre todo así... (Me rodeó con sus brazos para unir más nuestros cuerpos) con tu cuerpo junto al mío E: Vamos a conseguir que suba la temperatura del agua Se escabulló entre mis brazos y en un par de segundos estaba al otro lado de la piscina, salió del agua apoyándose con las manos en el borde y se fue corriendo hacia la casa E: ¿A dónde vas? Pero no obtuve respuesta. En los cuatro o cinco minutos que tardó en regresar, se me pasó de todo por la cabeza, si habría ido al baño, a por unas bebidas, no sé, pensé de todo, ya sabéis lo rápido que trabaja la cabeza, hasta que la vi aparecer con una colchoneta hinchable, la tiró al agua y se sentó encima de esta para luego tumbarse

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Completamente estirada sobre esta y con las manos dentro del agua, la vista era espectacular, no podía resistirme a acercarme a ella. Me sumergí en el agua y volví a emerger a su lado con intención de subirme a la colchoneta con ella, pero lo único que conseguí fue volcarla y tirar así a Maca al agua M: Uhu... uhu... uhu... (La pobre debió de pegar un trago impresionante, porque por su manera de toser, creí que se ahogaba) E: ¿Estás bien? M: Sí... uhu... uhu... ya se me pasa E: Lo siento... yo solo quería... M: No pasa nada Esther... ya estoy bien... ven aquí Cogió la colchoneta y la llevó hasta las escaleras, se volvió a subir para colocarse en la misma posición y me cogió de la mano para ayudarme a subir sobre ella. Al principio me pareció complicado, creí que volvíamos a volcar, pero una vez sentada a horcajadas sobre ella, me recosté poco a poco sobre su pecho dejando los pies colgando dentro del agua, y entonces ella, con un ligero impulso, llevó la colchoneta hasta el centro de la piscina Me incorporé un poco para poder mirarla y apoyé los brazos a ambos lados de su cabeza. Ella casi no podía abrir los ojos, ya que le daba el sol de lleno, así que intenté taparle el sol con una de mis manos, y entonces si pudo mirarme. Me sonreía y yo le sonreía a ella, apenas unos centímetros nos separaban, y a mí me parecían muchos, así que me acerqué más a ella y comencé a besarla de manera suave Poco a poco los besos pasaron a ser más intensos, y entonces sentí sus manos subiendo por mis piernas hasta salir del agua y llegar a mi espalda. Os podrá parecer complicado, y la verdad es que yo todavía no me explicó como conseguí no caerme al agua, pero empecé a mover mis caderas ligeramente sobre ella para hacer coincidir nuestros centros, y aunque en un principio lo hice solo como prueba, para ver que pasaba, si aquello era posible, todo consistía en no moverse excesivamente demasiado Hubo un par de veces en las que estuvimos a punto de volcar de nuevo, pero con ayuda de piernas y brazos conseguimos mantener el equilibrio, y así, con cuidado y ayudada por sus manos que viajaron hasta mis glúteos para apretarlos y buscar un contacto mayor, estallamos de placer en medio de aquella piscina Dejé caer mi cuerpo relajado sobre el suyo, y entonces ella comenzó a salpicarme ligeramente, cosa que agradecí, ya que el sol estaba achicharrando mi espalda, y sintiendo su cuerpo respirar todavía agitado bajo el mío, sonreí E: Te quiero (Ella acariciaba mi pelo y yo me sentía en la gloria) ¿Lo habías hecho alguna vez en una piscina? M: Cariño... te acabo de decir que nunca me había bañado desnuda... ¿O te piensas que yo hago el amor vestida? E: No sé... conmigo no, desde luego M: Nos vamos a quemar si nos quedamos así mucho rato... sobre todo tú que te da de lleno E: Cinco minutos (Sabía que no podía resistirse cuando le ponía ese tono de voz de niña pequeña) M: Está bien... pero solo cinco minutos... que luego me lo agradecerás

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La verdad es que fueron por lo menos diez, pero finalmente me convenció para que saliésemos del agua, y envueltas las dos en la misma toalla y dedicándonos todo tipo de mimos y carantoñas, entramos en la casa, donde seguimos, sin necesidad de hacer equilibrios, dando rienda suelta a nuestro amor Después de comer dormimos la siesta tranquilamente, y al despertar nos tumbamos en unas hamacas que había en el jardín. Se respiraba tal calma que si no fuese porque ella empezó a hablar, me habría dormido de nuevo M: ¿Quieres que vayamos luego al pueblo a tomar algo? E: Si quieres vamos, pero yo, la verdad... prefiero que nos quedemos M: Te vas a hartar de mí E: Eso nunca... si me hiciesen la típica pregunta de a quien me llevaría a una isla desierta... sin dudarlo diría que a ti... ¿Y tú?... ¿ya te estás hartando de mí? M: Eso es imposible mi amor Nos miramos durante unos segundos y entonces ella se levantó para poder situar su hamaca lo más cerca posible de la mía. Podría pasarme horas mirándola y no me cansaría nunca, allí, tumbadas, sin hablar, nos estábamos diciendo tantas cosas, hasta que de nuevo el maldito móvil, me estoy cansado ya de estos aparatitos M: Hola Fernando... pues aquí, en casa... un poco aburrida, la verdad... (Me miró y me guiñó un ojo, pero yo ya me estaba hartando de tanta mentira) Pues no sé... ¡¡¿Jorge está en Málaga?!!... no, no me ha llamado Esther... sí... creo que tenía guardia hoy... si claro... mañana la llamo a ver si le apetece salir a dar una vuelta... que bien... ¿y cuando regresas?... me alegro de que te haya salido bien cariño... sí... está bien... dales un beso de mi parte... sí... vale... yo también... te veo el domingo Cuando dejó el teléfono y me miró, supongo que adivinó al instante en que estaba pensando, porque no tardó ni un segundo en apartar su mirada. Aquel juego no podía durar mucho tiempo, yo me ponía de los nervios cada vez que ella hablaba con él, escucharla llamarle cariño era algo que yo no podía soportar, pero ella no necesitaba que se lo explicase, ya que se encontraba en la misma situación La mayor parte del tiempo fingíamos que ellos no existían, evitábamos sacar el tema, pero era porque de momento todo había ido bien, con el tiempo las cosas comenzarían a complicarse, y entonces no tendríamos más remedio que hablarlo, pero ninguna de las dos dijimos nada todavía, ella se limitó a acercarse a mí y abrazarme, supongo que intentaba decirme que no me preocupara, que ella me quería a mí, y yo, por el momento, me conformaba con eso Después de permanecer unos minutos en silencio nos metimos en la piscina, empezamos a hacernos aguadillas y entre risas y tonterías, no tardamos mucho en olvidarnos de nuevo de ellos. Pronto empezó a anochecer y la temperatura en la sierra de noche no era como para seguir en el agua, así que salimos y mientras Maca se daba una ducha, yo llamé a Jorge, más que nada para asegurarme de que no llamaría él más tarde y así evitar que pudiera interrumpir algo

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Cuando yo salí de la ducha, Maca ya estaba preparando la cena, había arreglado la mesa del salón, y en el centro de esta, había puesto un pequeño ramillete de flores silvestres, me acerqué a ellas y con los ojos cerrados aspiré su aroma transportándome así a mi infancia, cuando salía a pasear con mis padres por el campo, en el pueblo, y sonreí al recordar como me encantaban aquellos paseos Cogí una pequeña flor de camomila y jugueteando con esta fui hasta la cocina, me acerqué a ella sin hacer ruido y acaricié su cuello con la flor comprobando como se estremecía con cada roce, se dio la vuelta sin pensarlo y me miró con deseo, no quiero ni imaginar en que estaría pensando antes de llegar yo para recibirme de aquella manera, pero se abalanzó sobre mi y comenzó a besarme sin tregua Durante unos minutos, no sabría deciros cuantos, estuvimos allí, de pie, besándonos y recorriendo nuestros cuerpos con las manos, hasta que, de un manotazo tiró al suelo un pequeño cesto que había sobre la mesa de la cocina con unas frutas de madera dentro y decididamente me cogió por la cintura y me sentó sobre esta, me quitó la camiseta sin darme tiempo a hacer o decir nada y con suavidad me tumbó sobre la mesa De pie delante de mí me observaba atentamente recorriendo cada centímetro de mi cuerpo con la mirada, el deseo que veía en sus ojos me excitaba sin necesidad de que ella hiciera nada más, sabía cuanto me deseaba, y me gustaba verla así, respirando agitadamente y deseando mi cuerpo que hacía tiempo ya era suyo Pasando una mano por debajo de mi cintura apretó mis caderas contra las suyas, dejó su otra mano sobre mi abdomen, y haciendo una ligera presión sobre mi cuerpo, la fue subiendo hasta pasar por mis pechos y siguió hasta mi cuello para finalmente alcanzar mi boca. Acarició mis labios ahora más delicadamente, y yo dejé unos pequeños besos en sus dedos para acabar lamiéndolos y chupándolos mientras no dejábamos de mirarnos Comenzó el camino de regresó con su mano más suavemente, acariciando cada pedacito de piel que se encontraba a su paso, y llegando finalmente a mi cintura, coló sus dedos por debajo de la cinturilla del pantalón y comenzó a bajarlo arrastrando con el mis braguitas. Se agachó delante de mí para ir descendiendo por mis piernas y después de deshacerse por fin de toda mi ropa se fue incorporando lentamente mientras besaba primero mis pantorrillas, luego mis muslos y ya con los ojos cerrados, sentí como llegaba a mi centro y comenzaba a dedicarle toda la atención Yo me retorcía de placer sobre aquella mesa, que aunque debía de estar bastante dura, yo no lo notaba, yo solo sentía sus labios, su lengua, transportándome al maravilloso mundo del placer, y sus manos viajando por mi cuerpo, sin descanso, acariciaba mis pechos, mi cintura, primero más suavemente, y poco a poco aumentando la presión al sentir como yo alcanzaba el clímax teniendo que agarrarme a los laterales de la mesa para poder soportar todo ese mundo de sensaciones que se apoderaba de mi cuerpo Mientras yo todavía intentaba recuperar el ritmo de mi respiración, ella comenzó a subir por mi cuerpo llenándolo de besos ansiosos, dejando un húmedo rastro a su paso, y llegó hasta mi boca, la cual atrapó con tal ansia que no pude más que seguirla y besarla con las mismas ganas, ni siquiera me importó que mi humedad impregnara todavía su boca

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No sé en que momento se había quitado la ropa, pero al sentir su cuerpo pegado al mío me extrañé, ya que yo no me había dado ni cuenta, y agradecí ahorrarme tener que hacerlo entonces, porque necesitaba tocarla ya, necesitaba su cuerpo junto al mío, su calidez, su aroma, y como pude me incorporé para que esta vez fuese ella la que se tumbara sobre la mesa, ahora era su turno, ahora era yo la que iba a conseguir que ella gozara Después de cenar finalmente nos decidimos a salir a dar una vuelta por el pueblo. Primero pensé en que sería mejor quedarnos en la casa solas, disfrutando de las pocas horas de las que disponíamos para estar juntas, pero, aunque en un principio lo había dicho de coña, estar dos días allí metidas las dos, podría acabar hartándonos Aunque el pueblo era pequeño, como ya me había dicho Maca esa misma mañana, los fines de semana aquello se animaba, y se notaba que ya era viernes por la noche, las calles que ese mismo día me parecieron casi desérticas, ahora estaban llenas de gente sentada a la puerta de las casas o paseando. Al acercarnos a la plaza donde había un par de locales para la gente joven, daba la sensación de que todo el pueblo se había congregado allí Los locales eran pequeños, pero daba lo mismo, ya que la mayoría de la gente estaba sentada en el exterior, entraban a por sus copas y poco después volvían a salir. Se escuchaba la música que provenía del interior, pero la algarabía de la gente casi no dejaba distinguir de que canción se trataba Entramos cogidas de la mano y nos dirigimos hacia el final de la barra donde había un par de taburetes libres. Me gustó aquella sensación de andar por entre la gente con ella de mi mano, y más aún cuando un chico miró a Maca examinándola de arriba abajo y al ver nuestras manos me miró a mi como preguntándose si seríamos solo amigas o algo más No sé porque sentí la necesidad de dejarle las cosas claras, como se dice vulgarmente, marcar mi territorio, y tiré levemente de la mano de mi niña para llamar su atención, y ella, como si hubiese leído mis pensamientos, se paró un momento para mirarme y después de guiñarme un ojo me dio un pequeño beso Pobre chico, se quedó un poco cortado al ver que yo había adivinado sus pensamientos, pero, que se joda, esta belleza es mía, y quiero que le quede claro al resto del mundo, bueno, al menos a los que no nos conocen y con los que no tenemos la necesidad de fingir. Que más podía hacer yo en ese momento, las cosas estaban así, pero al menos allí no pensaba esconderme Pedimos unas copas para ir entrando en situación y cuando empezamos a tener calor, salimos a la calle, como la mayoría, ahora ya sé porque no había casi nadie dentro, cuando llevabas allí más de diez minutos, el calor podía llegar a ser asfixiante, así que vasos en mano salimos y nos sentamos en unas sillas que vimos a un lado, las cuales no tenían ni mesa, estaban todas ocupadas El ambiente estaba animado, en aquella plaza se juntaba la gente de los dos locales y parecía una pequeña fiesta, había algunos corrillos que incluso bailaban, pero la mayoría se limitaban a hablar, como empezábamos a hacer nosotras

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E: Tenías razón... esto se anima los fines de semana M: Te lo había dicho... casi todos vienen de Madrid... como nosotras E: ¿Vienen a pasar el fin de semana? M: Algunos sí... pero creo que muchos son gente del pueblo que tienen aquí a sus padres... están en Madrid por estudios o trabajo... pero si les preguntas de donde son... creo que nadie te dirá que de Madrid... tienen eso del pueblo muy arraigado... se sienten orgullosos de ser de donde son E: Me gusta esto... no me importaría venir a menudo M: En verano está siempre así, todos los días E: Quien sabe... igual las vacaciones las pasamos tú y yo aquí M: Me encantaría pasar las vacaciones contigo E: Haremos lo posible porque sea así... (La miré dudando un momento sobre lo que ella pensaba) ¿Te parece? M: Claro... tenemos que solucionar esto pronto Y como siempre que salía el tema las dos nos quedamos calladas. Supongo que si solo hubiese sido una de las dos la que tuviese novio, la cosa habría sido diferente, la otra posiblemente habría insistido más, pero las dos lo teníamos, y aquello nos impedía reprocharnos nada Después de un par de copas más, dos chicos se acercaron a nosotras y tras pedir permiso se sentaron a nuestro lado. En otro tiempo no me habría importado lo más mínimo tener algo con el que se sentó a mi lado, como estaba el tío, impresionante, moreno, con unos ojos verdes que seguro se veían a kilómetros, aunque un poco joven para mí, pero vamos, ideal para una noche loca, pero mi cabeza no estaba para noches locas, mi cabeza estaba pendiente del rubio cachas que se había sentado junto a Maca Yo intentaba estar pendiente de las dos conversaciones, pero la cosa era complicada, él le susurraba cosas al oído y ella no dejaba de reír y yo quería saber el motivo de sus risas. Pensé que seguramente ella solo estaba siendo amable con él, en el fondo yo estaba haciendo lo mismo con el otro chico, pero los celos se estaban apoderando de mí, por muy segura que yo pudiera estar de lo que ella sentía, verla con aquel chico no me hizo ninguna gracia Chico 1: ¿Sois de por aquí? (Me estaba empezando a enfadar y el morenazo que no se callaba) M: No... somos de Madrid Chico 1: Que bien... yo también soy de Madrid... mis padres tienen una casita aquí y he venido con unos amigos a pasar unos días (¿Pero que pretendía Maca siguiéndole el juego?... ¿darme celos?... pues lo estaba consiguiendo) M: Como nosotras ( Sabía que era mejor quedarnos en casa, no había sido buena idea aquello de salir a tomar algo) Chico 2: ¿Venís muy a menudo? (¿Y si hacía yo lo mismo? A ver ella que hacía) E: Pues yo es la primera vez que vengo... (Bajé el tono de mi voz y le hablé cerca del oído) pero creo que vendré más de ahora en adelante Chico 2: ¿A sí?... ¿te ha gustado esto? E: Me está gustando cada vez más (Que fácil es engatusar a un hombre, solo con aquellas palabras conseguí que acercara más su silla a la mía y así me hablara más de cerca) Chico 2: ¿Y como te llamas? (“¡¡¡Bingo!!!” En aquel momento ella me miró y pude verla encendida de celos)

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E: Esther... ¿y tú? Joe: José... pero mis amigos me llaman Joe (Ahora ya no te ríes tanto guapa) E: ¿Y eso? Joe: Hice un master en los Estados Unidos y allí me llamaban así E: Joe... me gusta como suena M: Perdona Esther (Maca se había levantado y me cogía de la mano tirando de ella) ¿Puedo hablar contigo un momento? E: Claro (Me levanté y nos alejamos apenas unos metros) M: ¿A que estás jugando? E: ¡¡¡¿Yo?!!!... ¿Qué a que estoy jugando yo?... has empezado tú bonita M: No, perdona... yo solo estoy hablando... tú estás coqueteando descaradamente E: ¡¡¡Ah!!!... ¿y tú no? M: No... solo intentaba ser amable... el chico se ha puesto a hablar conmigo... ¿qué querías?... ¿Qué le echara de una patada? E: No M: ¿Entonces que pasa?... ¿dudas de mí? (Bajé la cabeza, ella tenía razón, me estaba montando una película sin motivos) E: No... ni se me ocurriría M: Suficiente tengo ya con lo que tengo... como para ir liándome por ahí con cualquiera E: Lo siento (Mis ojos se empezaban a humedecer, la has cagado Esther) M: Si lo que pretendes es que si alguien se me acerca lo primero que le suelte es, lo siento, estoy comprometida... solo estaba hablando con él Esther E: Ya te he dicho que lo siento M: A mí tampoco me gusta imaginarte con nadie... pero no estamos solas en el mundo... tienes que confiar en mí E: Y confío... si no confiara no podría aguantar esta situación M: Vale... pues vamos a volver a sentarnos y a comportarnos como personas civilizadas... ¿puede ser? E: Puede ser Nos volvimos a sentar y esta vez la conversación pasó a ser entre los cuatro, yo tenía claro que ella no pretendía nada con ese chico, mi cabeza así me lo decía, pero hay sentimientos difíciles de controlar, y los celos son uno de ellos. Poco a poco volvimos a hablar por separado, como antes, y después de unos minutos no pude más y me levanté E: Voy al aseo... vuelvo enseguida (Pero no me alejé mucho, ya que ella se levantó tras de mí y cogiéndome por el brazo me hizo detenerme) M: ¿Qué pasa Esther? E: No puedo... lo siento pero no puedo... bastante tengo con verte con Fernando M: Tú también tienes novio E: Lo sé... no necesito que me lo recuerdes... (Sentí como las lágrimas empezaban a salir) pero habíamos venido aquí para estar tú y yo M: Mi niña... no me llores... (Me acarició la mejilla con suavidad secando así mis lágrimas) yo solo te quiero a ti... y si quieres que lo grite al mundo... pues lo gritaré... pero me duele esa desconfianza E: Si yo confío en ti... ya te lo he dicho... pero es que eres tan guapa... es normal que se acerquen a ti... me voy a tener que acostumbrar M: ¿Sabes que me estaba diciendo? (Sonriendo hizo un gesto con la cabeza para señalar al chico) E: ¿Qué?

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M: Que su amigo lleva mirándote desde que hemos llegado... que se ha enamorado de tu sonrisa y no se decidía a acercarse a ti E: ¿En serio te ha dicho eso? (Sonreí mirando a aquellos chicos que no nos quitaban ojo) M: Sí... así que la que debería de estar celosa soy yo... pero todo lo contrario... me siento orgullosa de mi niña... eres preciosa... pero ese se va a quedar con las ganas... ¿a que sí? E: Puedes estar segura de ello M: ¿Es esto lo que querías que hiciera? Se acercó más a mi y cogiéndome la cara con ambas manos me beso con suma delicadeza, varias veces, primeros besos pequeños, cortos, y luego fue entreabriendo sus labios conforme nuestro deseo iba subiendo, pero antes de que se nos fuera de las manos se separó de mi sonriendo M: Mi amor... mi vida... te quiero tanto Tras aquellas palabras que me dijo la abracé y creo que en ese momento comencé a vencer mis celos, ella era mía, su corazón era mío, sus pensamientos eran míos, y yo no era quien para dudar de ella. Cuando nos dimos la vuelta, los chicos habían desaparecido, maleducados, ni siquiera se han despedido, eso fue lo que me dijo ella sonriéndome, y sin hablar más del tema nos encaminamos hacia la casa cogidas de la mano Aquel día, de nuevo nos sorprendió el alba, después de una noche en la que nos dedicamos a querernos, a disfrutar de nuestro amor, ya al amanecer nos dormimos cansadas, exhaustas, pero felices, seguras de lo que sentíamos y convencidas de que íbamos a luchar por que aquello que entre nosotras había nacido tuviese una vida larga Nos despertamos cerca del mediodía y decidimos no desayunar y pasar directamente a la comida. El sábado se había despertado bastante nublado por lo que no pudimos bañarnos en la piscina, la temperatura no acompañaba, así que Maca sacó un trivial y nos pasamos media tarde jugando a un juego que ella misma se inventó, el strip trivial. El juego consistía en que cuando acertábamos una pregunta en la que ganábamos un quesito, en vez de eso, la otra se tenía que quitar una prenda. Ahora era su turno, ella preguntaba M: Venga, naranja... deportes... ¿Qué español ganó el tour de Francia de 1959? E: ¡¡Indurain!! (Solté aquello toda convencida de que iba a acertar) M: Cariño... ¿Indurain?... ¿en 1959?... por aquel entonces Indurain lo máximo que andaría sería en triciclo E: Joooooo... es que me tocan siempre las más difíciles M: Bahamontes... Federico Martín Bahamontes E: ¿Y se supone que yo tenía que saber eso?... pero si yo no había nacido... que voy a saber yo quien ganó el tour M: Venga (Tiró el dado y avanzó su ficha) Verde... ciencias naturales E: A ver (Miré la tarjeta y sin leer la volví a guardar) M: ¿Qué haces?... ¿no me preguntas? (Intentó sacar la misma tarjeta pero yo se lo impedí) E: No... voy a coger otra M: Eso no vale Esther E: Es que a ti siempre te salen fáciles... y mírame (Abrí los brazos para que me pudiera ver con claridad) Estoy casi en pelotas M: Sí ya te veo... y tanto que te veo... dos quesitos más y eres mía

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E: Tú solo te has quitado la camiseta M: Aplícate cariño... si quieres que me quite algo más, aplícate un poco... Venga... pregunta... pero la que me ha tocado... no seas tramposa E: Verde... ciencias naturales (Yo leía con desgana porque era obvio que la sabía, y ya me veía con una prenda menos) ¿Qué parte del cuerpo se inflama con una hepatitis? Su cara al escuchar aquella pregunta fue todo un poema, si ya era una pregunta fácil para cualquier persona, pues imaginaos para un médico. Ella sonreía mirando al techo, haciendo como que pensaba la posible respuesta, debía de estar disfrutando mucho, y yo sonreía también, porque sabía que aquel juego estaba llegando a su final para dar paso a otro mejor M: Bueno... creo que... ¿el hígado? E: Las preguntas sobre medicina no tendrían que valer M: No divagues tanto y quítate algo más Me quité el sujetador con suma delicadeza, para desesperarla un poco, y aunque al trivial posiblemente me estaba ganando ella, en aquel juego de tortura que me traía entre manos, estaba claro que ganaba yo. Intentó acercarse un poco a mí, pero yo me aleje impidiéndole así que me tocara E: No... tenemos que terminar Debió de acertar como siete u ocho preguntas seguidas, vamos, que si llega a ser a prenda por pregunta acertada, me despelota en dos minutos, menos mal que solo era con los quesitos, además, aquello me estaba sirviendo también para tirar por tierra eso de que las guapas son tontas, porque más guapa y mas lista que mi niña no la hay, ¡¡ainssssss!! que me la como sin terminar de jugar M: Venga... tira el dado E: A ver (Y así lo hice, pero despacio y sin apartar la vista de ella) Amarillo... historia... no hace falta ni que me preguntes... no la voy a saber M: Amarillo (Miraba la tarjeta sonriendo, es extraño como a veces soy incapaz de distinguir lo que piensa) ¿Cuántos reyes Alfonso reinaron en España tras los reyes católicos? E: Esta es fácil (Como siempre, yo convencida de que iba a acertar, solté aquello) Trece... llegaron hasta Alfonso trece... pues trece M: Esther... cariño... después de los reyes católicos solo reinaron dos... Alfonso doce y Alfonso trece E: Esa pregunta tiene trampa M: No tiene trampa... si te pararás un momento a pensar las respuestas... pero es que lo sueltas así... sin pensar E: Ya me estoy hartando del jueguecito M: Tres (Sin hacerme ni caso había cogido el dado y lo había lanzado) Rosa... espectáculos E: Ya me veo en pelota picada (Yo seguía refunfuñando fingiendo algo de enfado mientras leía) Rosa... ¿Qué bailarín norteamericano formó pareja artística en el cine con Ginger Rogers? M: Con Ginger Rogers... con Ginger Rogers (¿A quien quería engañar haciendo como que no lo sabía?) Fred Astaire

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E: Yo ya no juego más contigo Dejé la tarjeta sobre la mesa y empecé a andar hacía la habitación con la certeza de que ella iba a seguirme Tardó un par de minutos en aparecer por la puerta, no la pude ver porque me había acostado de espaldas a esta, pero oí sus pasos sigilosos llegar hasta la cama y un movimiento me indicó que se había tumbado a mi lado. Posó la yema de los dedos sobre mi pierna y con mucho cuidado empezó a acariciarme mientras besaba mi cuello suavemente. De repente sentí su aliento en mi oído, como sabía lo que aquello provocaba en mi, me estremecí sin remedio y tuve que acurrucarme como un bebe al sentir como un escalofrío recorría todo mi cuerpo M: ¿Te has enfadado de verdad? E: Sí Como me estaba costando aguantarme las ganas de darme la vuelta y besarla. ¿Cómo puede ser tan dulce? ¿Por qué cuando me habla así, susurrándome al oído, consigue turbar mis sentidos de tal manera que me es imposible controlarlos? Todo mi cuerpo se descontrola y se rinde ante ella sin que yo pueda hacer nada por evitarlo Poco a poco había ido ascendiendo con sus caricias por mi cuerpo y ahora dibujaba pequeños círculos en mi barriguita acercándose peligrosamente cada vez más a mis pechos. Si llegaba allí ya no habría nada que hacer, si me quedaba algo de autocontrol, en el momento en que ella rozase mi pecho, yo era consciente de que este desaparecería del todo Y aunque no fue así y su mano permaneció donde estaba, lo que empezó a hacer fue mejor aún. Muy despacio y suavemente, tan suave como la caricia de una pluma, comenzó a dejar besos por toda mi espalda, yo intentaba mantenerme firme, no sucumbir a su juego, pero aquello ya empezaba a ser una tortura, dulce, sí, pero tortura al fin y al cabo Unos segundos después, de nuevo ese susurro colándose en mis oídos M: ¿Tan enfadada estás conmigo que no me vas a dar ni un beso? Ahora que lo pienso, ¿por qué me había enfadado yo? se me había olvidado completamente, espera que lo analice, ¿por qué debido a que mi niña es muy lista yo me estaba quedando en bolas mientras ella seguía vestida? Buaaaa, ya ves que problema, al fin y al cabo no iba a tardar mucho en conseguir que ella también se quitara la ropa, así que, se acabo el problema Me di la vuelta y mis labios quedaron a escasos centímetros de los suyos. ¿Qué sentido tenía torturarme yo misma de aquella manera? ¿Qué necesidad tenía de fingir un enfado que lo único que estaba consiguiendo era desesperarme? La miré fijamente y no tardé ni dos segundos en besarla, ¿qué le vamos a hacer? puede conmigo

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No sé si fue suficiente para el libro de los records, supongo que no, hay gente muy bestia por ahí, pero a mi me parecía increíble, yo no sabía que mi cuerpo era capaz de aguantar tanto, pero al día siguiente, de camino a casa, me detuve un momento a contar y solté una risa en el coche que llamó la atención de Maca M: ¿De que te ríes? E: Nueve veces (La miré y sentí ganas de llegar a la diez, pero no era ni el momento ni el lugar) M: ¿Nueve veces qué? E: Hemos hecho el amor nueve veces en 48 horas M: ¡¡¡¿Sí?!!! E: Las acabo de contar M: ¡¡Venga ya!! E: Que sí... párate a pensarlo y verás (Se quedó pensativa unos momentos mirando la carretera, y por su sonrisa supe que conforme iba contando se daba cuenta de que yo estaba en lo cierto) M: Pero eso en una pasada E: Ya te digo... vamos... yo creo que hasta ahora, para llegar a ese número, necesitaba casi un mes M: Y yo (Me miró un instante y me sonrío) ¡¡¡Nueve!!! E: ¿Crees que nos hemos convertido en unas enfermas, o algo así? M: No sé... pero si esto es una enfermedad, yo no quiero curarme Que mirada dios mío, ¿porque me tengo que derretir cada vez que me mira? Cualquier gesto, cualquier palabra suya basta para poner todos mis sentidos en funcionamiento, que dulce condena me ha tocado vivir, que terriblemente maravilloso es ver el amor reflejado en sus ojos, y que risa me entró al adivinar su intención cuando se detuvo en un área de servicio. Aparcó el coche en un lugar apartado, donde nadie podía vernos y empezó a acercarse a mí de manera peligrosa M: ¿A que hora fue el primero? (Yo intentaba rehuirla) E: No... Maca, no... tenemos una guardia dentro de dos horas M: En media hora estamos allí... tiempo más que suficiente para el diez... y puede que incluso para el once... o doce... o trece E: Trece no que da mala suerte M: ¿Mala suerte hacer el amor contigo?... eso es imposible No llegamos al trece, nos quedamos en el diez, lo que si llegamos fue tarde al hospital En toda la tarde no conseguí coincidir con ella en el hospital, primero entré yo a quirófano y después tuvo que entrar ella, parecía como si alguien hubiese decidido que ya habíamos estado suficiente tiempo juntas, y pensándolo bien, quizás lo mejor era no vernos allí, porque con la racha que llevábamos, puede que no nos hubiese importado mucho en que lugar nos encontrábamos Me pasé por pediatría antes de cambiarme, pero nada, no pude verla, y al salir por la puerta tras finalizar mi turno, me encontré con Fernando y Jorge que nos esperaban en el parking. Tras un saludo menos efusivo de lo normal, nos marchamos a casa mientras Fernando se encaminaba a preguntar por la tardanza de Maca

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Jorge: ¿Cansada? E: Lo normal... ¿Y tú? Jorge: Un poco... hemos llegado hace nada y no he tenido tiempo ni de pasar por casa E: ¿Habéis tenido tiempo para terminarlo todo? Jorge: Sí... lo de la puerta resultó menos complicado de lo que creíamos... así que lo solucionamos sin problemas E: Siento mucho no haber podido ir, cariño... de verdad que lo siento Jorge: No te preocupes... ahora ya da igual... pero esta mañana en la playa te he echado mucho de menos E: Que envidia... y yo en casa solita (Como te pasas Esther) Jorge: ¿Envidia?... creo que lo más agotador ha sido la playa... lo peor va a ser madrugar mañana E: Venga... te ayudo con las maletas y te vas a la cama pronto Jorge: Si te quedas conmigo se me pasa todo E: Pero si me acabas de decir que estás cansado Jorge: Para ti nunca estoy cansado E: Mañana cenamos juntos y me quedo contigo... hoy tienes que dormir Jorge: No seas mala (Lo peor que pudo hacer, fue poner esa carita, ya que lo único que consiguió, fue recordarme todavía más a Maca) ¿te vas a quedar? E: Ya veremos Mientras él se daba una ducha, que en otro tiempo, posiblemente, nos habríamos dado juntos, yo empecé a deshacerle las maletas. Luego le dije que se tumbara en la cama mientras yo preparaba algo de cena, pero cuando regresé cinco minutos después para preguntarle si prefería ternera o cordero, se había quedado dormido E: Lo siento Apenas susurré aquellas palabras y salí de allí. No podía quedarme con él, seguramente a la mañana siguiente, al despertar y comprobar que yo no había dormido allí, se preguntaría el porque de mi marcha, pero me daba absolutamente igual lo que él se preguntara, en aquel momento, en mi cabeza, solo había una preocupación, que Maca estaba con Fernando De camino a mi casa, en un solitario taxi, mil preguntas se agolpaban en mi cabeza. ¿Qué estaría haciendo ella? ¿Dónde estaba? ¿Por qué no estaba conmigo? ¿Cuánto tiempo iba a tener que soportar aquello? ¿Por que la quería tanto? ¿Por qué a mi corazón le costaba tanto latir cuando ella no estaba cerca de mí? ¿Por qué no poníamos fin a todo aquello de una puta vez? No sé de donde saqué las fuerzas para bajar del taxi y andar hacia mi casa, pues sabía que al entrar e invadirme la soledad que allí reinaría, me derrumbaría por completo, pero ni siquiera esperé a llegar allí. Al subir al ascensor y pegar mi espalda a la pared de este, mis piernas empezaron a fallar, y poco a poco fui deslizando mi espalda por esta hasta quedar sentada en el suelo Con la cabeza hundida entre mis piernas y los brazos sobre esta, empecé a llorar como nunca lo había hecho, entre sollozos y suspiros las lágrimas salían a raudales empapando la tela de mis tejanos, incluso en algún momento sentí que me faltaba el aire al cerrar los ojos y verla en mi cabeza con él, abrazándole, besándole, no lo podía soportar, aquella

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situación iba a acabar conmigo, así que definitivamente teníamos que encontrar una solución rápida Cuando la puerta del ascensor se abrió, yo no le hice ni puñetero caso, no tenía fuerzas para levantarme y entrar en mi casa, pero al empezar a cerrarse de nuevo, alguien puso su mano para detenerla, y entonces levanté la cabeza y la vi. En un primer instante creí que estaba soñando, restregué mis ojos para asegurarme de que no era una visión, pero no, no lo era, era mi niña, estaba allí, esperándome Me tendió la mano para ayudarme a levantarme, y yo la cogí encantada, con fuerza, para terminar de cerciorarme de que era real y no un sueño, y al ponerme en pie, tiró ligeramente de mi para que saliera del ascensor y una vez fuera me abrazó, me abrazó con fuerza hundiendo su cara en mi cuello, y entonces y no antes, noté que ella también estaba llorando Permanecimos allí durante varios minutos, sin hablar, sin apenas movernos, solo sintiendo nuestros cuerpos juntos, como deberían de estar siempre, y cuando por fin se calmaron nuestros llantos y nos tranquilizamos un poco, nos separamos lo justo para podernos mirar E: ¿Cómo es que estás aquí? (La miraba todavía un poco incrédula) M: Necesitaba verte (Con delicadeza me acariciaba y limpiaba las pocas lágrimas que quedaban en mis mejillas) E: ¿Qué le has dicho a Fernando? M: Que me encontraba mal... que me llevara a casa E: ¿Y ya? M: Me da igual lo que haya pensado... ¿y tú? E: Se ha dormido mientras yo preparaba la cena... y le he dejado allí... pero... ¿Cómo sabías que vendría a casa? M: Porque nuestros cuerpos se atraen irremediablemente... no nos hacen caso... se buscan lo queramos o no Comencé a besarla mientras la llevaba hacia la puerta de mi casa, y cuando la tuve aprisionada contra esta, busqué las llaves en mi bolso y como pude abrí. A punto estuvimos de caernos al suelo, pero conseguimos mantenernos en pie, y aunque dejamos de besarnos, no nos separamos más de dos centímetros, y así, con cuidado de no tropezar con nada, fuimos andando hacia la habitación Nuestras miradas no se apartaron ni un segundo, no sé como conseguimos llegar, porque aunque hubiese habido un toro en el pasillo, nosotras no lo habríamos visto, pero llegamos, ya lo creo que llegamos, y sin mirar encontramos la cama, la cual parecía que nos llamaba. Nos dejamos caer en esta, tal cual estábamos, abrazadas, y seguimos mirándonos M: ¿Cómo puedo quererte tanto, mi amor?... Yo de verdad toda convencida de que estaba enamorada de Fernando hasta que te conocí a ti... y ahora me doy cuenta de que lo que sentía por él no tienen nada que ver con esto... no es ni parecido... yo no sabía que esta manera de querer existía... que se podía querer tanto a alguien... Esto que siento por ti... es infinitamente mayor que lo que nunca llegue a sentir por él... y ahora pienso en cuanta gente debe de morir sin llegar a sentir esto... convencidos de que han amado... y en

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realidad lo único que han hecho ha sido quererse un poquito... ¿Qué habría sido de mí si tú no hubieses aparecido, mi vida?... Habría muerto como todos ellos... ignorando que esta maravilla que es amarse existe... Te amo tanto mi niña E: Mi amor... no quiero volver a separarme de ti... no quiero volver a sufrir como lo he hecho esta noche M: Eso no va a volver a pasar... no quiero que me toque Esther... no lo soporto... no quiero volver a sentir sus manos sobre mi cuerpo... mi cuerpo ya solo reacciona con el contacto de tus manos... con tus besos... tu piel... nadie más es capaz de despertar mis emociones como tú... nadie... solo tú lo consigues... solo tú tienes derecho... y solo tú quiero que lo hagas E: Tenemos que cortar ya con esto M: Sí... mañana... mañana hablamos con ellos y terminamos de una vez con este sin vivir E: Sí... quedamos con ellos y les decimos que se acabó M: Que no queremos volver a verles E: Y luego nos vemos aquí M: Y no me vuelvo a separar de ti nunca más, mi amor E: Nunca más mi niña... cueste lo que cueste... no te vuelvo a dejar sola nunca M: Trato hecho... no vamos a volver a separarnos nunca E: Nunca mi amor Y así abrazadas pasamos toda la noche, con algo de nervios por lo que se avecinaba al día siguiente, pero tranquilas, pues nuestra vida juntas, comenzaba Que maravilloso es despertar a su lado. ¿Cómo nos las habíamos arreglado para, teniendo novio las dos, llevar seis días seguidos durmiendo juntas? O ellos estaban muy tontos, o habíamos tenido mucha suerte, pero ya no me preocupaba nada de eso, ya estaba decidido, íbamos a dejarles, a partir de ahora, solo ella y yo, sin tener que mentir, sin buscar excusas, sin momentos robados, porque a partir de aquel día todo cambiaba y todos los momentos pasarían a ser nuestros Cuando abrió los ojos y me sorprendió mirándola, lo primero que hizo fue sonreír, ¿veis que sencillo? con tan simple gesto, a mí ya me había alegrado el día. Es que no puedo imaginar nada mejor que verla despertar a mi lado, y si encima lo hace sonriendo, pues mejor aún. Un beso, un pequeño beso, y mi cuerpo empezó a encenderse, si es que las feromonas de mi niña están siempre al acecho, y yo caigo rendida a sus pies He oído de algunas personas que acuden a terapia porque están enfermas con el sexo, no sé que nivel hay que alcanzar para eso, o igual no es necesario luchar contra ello si tu pareja está tan enferma como tú, aunque analizándolo bien, yo no soy adicta al sexo, yo más bien soy adicta a Maca Lo mejor del turno de tarde es esto, poder quedarte en la cama con tu pareja hasta las tantas, dedicarle unos mimitos, dejarte querer un poco, y levantarte de la cama solo cuando tu estomago o cualquier otra necesidad fisiológica te obliga a ello. Pero cuando vi que intentaba levantarse la cogí de un brazo y se lo impedí M: Esther... tengo una necesidad ineludible E: Espera... déjame que te haga una foto M: ¿Tiene que ser ahora?

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E: Sí... estás preciosa (Ella se tumbó de nuevo en la cama y yo saqué la cámara de un cajón) M: Pero si debo de tener el pelo revuelto Intentó arreglárselo un poco, pero a mí me parecía que estaba preciosa de todas las maneras. Le hice un par de fotos y mientras miraba el resultado en la pequeña pantalla, ella aprovechó para ir al aseo. Regresó un par de minutos después, peinada, lo cual me hizo mucha gracia, y se tumbó de nuevo en la cama M: Ya puedes seguir con la sesión fotográfica Y dicho y hecho, empecé a sacarle fotos mientras ella cambiaba de posición, y en aquel momento me alegre de haber vaciado la tarjeta unos días antes, porque parecía que tenía un tic en el dedo y no podía parar. Después de unas cuarenta o cincuenta fotos, me tumbé a su lado y alejando la cámara tanto como me permitía el brazo, empecé a hacer fotos ahora de las dos juntas, es la ventaja que tienen las cámaras digitales, que puedes hacer el tonto todo lo que quieras Nos hicimos fotos mirándonos, besándonos, mirando a la cámara... estaba convencida de que más de la mitad iban a estar borrosas, porque no parábamos ni un segundo, pero no cesamos hasta que una lucecita me avisó de que la tarjeta estaba llena. Finalmente, viendo la hora que era, no tuvimos más remedio que levantarnos, Teníamos que recuperar fuerzas o a este paso íbamos a quedarnos en los huesos, así que comimos y de nuevo rumbo al hospital Las primeras horas hubo bastante jaleo en urgencias, a partir de las siete la cosa se calmó un poquito, y aprovechando un hueco llamé a Jorge para quedar con él para esa noche. No me sorprendió que estuviera un poco molesto conmigo, era de esperar, pero creo que él si se sorprendió al comprobar que yo no me disculpaba ni me molestaba en explicarle la salida de su casa la noche anterior Simplemente me limité a decirle que tenía que hablar con él, que quería comentarle algo que hacía tiempo me rondaba por la cabeza, y él, sin entender muy bien de que le quería hablar, solamente accedió y quedó en venir a recogerme a la salida Al acercarse el final de la guardia, me encaminé al vestuario en busca de Maca y me la encontré cuando se disponía a salir de allí E: ¿Ya te vas? M: Iba a buscarte... tenía que verte antes de irme... ¿Has quedado con Jorge? E: Sí... viene ahora a recogerme... ¿Y tú?... ¿has quedado con Fernando? M: Voy ahora a su casa... pero antes tengo que hablar con Cruz... me han dicho que me buscaba E: Pues... nos vemos en mi casa (Hablé no muy convencida) M: Tenlo por seguro... en una hora u hora y media estoy allí E: Te espero Nos quedamos quietas apenas unos segundos mirándonos, estábamos en medio del pasillo y aquello nos impedía cualquier muestra de afecto, por lo que Maca abrió de nuevo la puerta del vestuario y con un gesto me invitó a pasar

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M: No me voy sin darte un beso Se acercó a mí lentamente para besarme, y al instante nos abrazamos intentando transmitirnos esa fuerza que necesitaríamos para el paso que íbamos a dar Cuando vi la cara de Jorge al llegar al parking, me dio la sensación de que lo primero que iba a hacer era volver a preguntarme porque no me había quedado en su casa la noche anterior, así que decidí no dejarle hablar, ese tema me importaba bien poco, yo tenía claro para que le había llamado y quería acabar con aquello cuanto antes E: Vamos a tomar algo Supongo que mi seriedad al hablar le dejó confuso, porque me miró durante unos segundos y no acertaba a decir nada, hasta que abrió la puerta del coche y se subió en este sin tan siquiera brindarme una respuesta a mi pregunta Yo miraba por la ventanilla y más de una vez sentí como él apartaba la vista de la carretera para mirarme, debía de estar preguntándose que pasaba, que era aquello de lo que le quería hablar y que me tenía así, pero no dijo nada, espero a llegar a nuestro destino, y tras aparcar el coche me cogió de la mano al ver que iba a abrir la puerta para bajar y entonces si habló Jorge: ¿Qué está pasando Esther?... ¿Qué es lo que ocurre? E: Jorge... es mejor que entremos y nos sentemos en una mesa tranquilos Jorge: No... lo que tengas que decirme, dímelo ya E: Yo... Llevaba todo el día pensando en como le iba a decirlo aquello, pero en aquel momento mi cabeza se quedó en blanco, no sabía que decirle, él siempre se había portado bien conmigo, me quería, de eso estaba segura, y yo iba a hacerle mucho daño, intentaba hallar las palabras que menos doliesen, pero aquello iba a dolerle de todas formas E: Verás... esto no es culpa tuya... eres maravilloso... y yo te deseo lo mejor del mundo Jorge: ¿Pero?... porque hay un pero, ¿verdad? E: Sí... lo hay... he conocido a alguien que me hace sentir cosas que yo no había sentido nunca... y no te voy a mentir diciéndote que he intentado evitar que pasara... porque no es verdad... no lo he evitado... simplemente porque no puedo... se ha adueñado de mi... y... y quiero disfrutar de lo que nos está pasando... de lo que estamos sintiendo Jorge: Y yo soy un estorbo para eso E: Lo siento Jorge... yo no quería hacerte daño Jorge: Pues te has lucido bonita E: Ya... pero lo he hecho lo mejor que he podido (De nuevo intenté bajar del coche y el me detuvo) Jorge: ¿A dónde vas? E: A mi casa... no quiero molestarte más Jorge: No digas tonterías... yo te llevo E: No es necesario... puedo coger un taxi Jorge: ¿Te está esperando allí?

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E: No... (Bajé ligeramente la mirada) todavía no habrá llegado Jorge: Entonces te llevo yo Los diez minutos que tardamos en llegar a mi casa se me hicieron eternos, la tensión que había en el ambiente se podía cortar con un cuchillo, pero Jorge es así, todo un caballero hasta en un momento tan difícil como aquel. Cuando detuvo el coche frente a mi portal, me quedé unos segundos inmóvil, quería decirle algo pero no sabía muy bien el que, y al abrir la puerta simplemente me detuve un instante para despedirme de él E: Bueno... gracias por traerme (El permanecía en silencio con la vista al frente) Espero que te vaya bien Jorge: Lo mismo digo Y esta vez si el sentimiento de culpa se adueñó de mí, ni pensar en Maca consiguió levantarme el ánimo, me sentía realmente mal por lo que acababa de hacer, él no lo merecía, no lo merecía lo más mínimo, la mala en aquella película sin duda era yo, y su manera de comportarse conmigo solo conseguía hacerme sentir peor Jorge: ¿Vas a cerrar la puerta o te vas a quedar ahí toda la noche? E: No... ya me voy Cerré la puerta y empecé a andar hacía el portal, y él, como siempre, espero hasta verme entrar, pero me quedé mirándole a través del cristal y no se marchaba, seguía inmóvil, justo en la misma posición en la que le había dejado, y un dolor comenzó a oprimirme el pecho, había hecho lo correcto, no podía seguir con él, pero me dolía verle así, me dolía y mucho Apoyó las manos en el volante y después recostó la cabeza sobre estos, y por el movimiento de su cuerpo, deduje que estaba llorando. Yo nunca le había visto llorar, y todo aquello era culpa mía, solo yo era la culpable, y aunque por un momento se me pasó por la cabeza salir a consolarle, no tardé en pensar que era una idea absurda, y con una enorme tristeza invadiendo mi cuerpo, me dirigí hacia el ascensor Lo primero que hice al entrar en casa fue quitarme los zapatos y dejarme caer sobre el sofá. Todo aquello valía la pena, me lo repetía una y mil veces, mi intención no era causar daño a nadie, pero las cosas habían ocurrido así, y cuanto más tiempo hubiésemos aguantado aquella situación, más doloroso habría sido el final. Yo estaba enamorada de Maca, de eso no había duda, no era ningún capricho pasajero, así que aquel momento tenía que llegar tarde o temprano, y más valía para todos que hubiese sido temprano Ahora, a esperar a mi niña. Otra vez igual, fue pensar en ella y volver a aparecer la sonrisa en mi cara. Miré el reloj y vi que ya eran las once, a las diez menos cuarto me había dicho ella que en una hora u hora y media estaría en mi casa, así que ya no podía tardar en llegar, en cualquier momento escucharía sonar el timbre, pero pensé que me daba tiempo a ducharme, así que me levanté rápidamente y me fui al cuarto de baño Me duché todo lo rápido que pude y sin soltar muy fuerte el chorro del agua, para así poder escuchar el timbre si ella llegaba, pero ni sonó mientras me duchaba, ni mientras me ponía el pijama. Las once y media, ahora si que debería de estar al caer, pero seguían pasando los minutos y mis nervios empezaban a aparecer

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Saqué el teléfono de mi bolso para ver si me había llamado o me había mandado un sms, pero nada, ni rastro de ella, donde se habría metido. Empecé a pensar que quizás se había metido en un atasco, aunque con la moto es fácil salir de estos, pero preferí pensar eso antes que plantearme la idea de que había cambiado de opinión, pero ya era tarde para aquello, la idea ya rondaba por mi cabeza E: Las doce... ¿Dónde estás?... ¿Dónde estás mi amor? (A estas alturas yo ya estaba empezando a desesperarme) ¿estás con él?... ¿O quizás te ha pasado algo?... No, no... prefiero que estés con él... si te pasara algo no lo soportaría Andaba por el pasillo arriba y abajo, y cada cinco o diez segundos miraba el reloj, incluso salí a asomarme al rellano no sé muy bien para que, pero algo tenía que hacer, los minutos pasaban y mis nervios crecían más y más sin que yo los pudiera controlar. Me asomé a la ventana por si la veía llegar, pero la calle estaba oscura y solitaria De nuevo cogí el móvil para asegurarme ya por cuarta vez de que no había llamado, y pensé en llamarla yo, pero, ¿y si estaba con él? Quizás lo único que conseguiría sería meter la pata, preferí pensar que la conversación con Cruz se habría alargado más de lo que Maca esperaba, o quien sabe, incluso la conversación con Fernando, y puestos a buscar explicación a su tardanza, se podían haber alargado las dos Pero todo aquello no era factible y yo lo sabía, me lo negaba a mi misma, pero sabía que en el momento en que Maca se hubiese dado cuenta de que tardaba más de lo esperado, me habría llamado, eso lo tenía claro, pero me empeñaba en pensar que no se habría dado cuenta de la hora, o cualquier otra cosa, que se habría quedado sin batería en el móvil y sin monedas para llamar desde una cabina, y que habría pinchado una rueda, lo que fuese, antes que afrontar la realidad Harta de deambular por la casa me dirigí a mi habitación y tumbándome sobre la cama me abracé a la almohada, craso error, pues su aroma perduraba allí, y al aspirar profundamente para llenarme de él, los nervios por fin salieron en forma de llanto, un llanto desconsolado que ahogué en la almohada y que cesó unos minutos después al escuchar por fin un sonido que esperaba me diera noticias de ella Corrí como alma que lleva el diablo hasta el salón y miraba por todas partes en busca de aquel dichoso trasto que parecía que había cobrado vida propia y se escondía para torturarme más. Finalmente lo vi junto al televisor y me apresuré a cogerlo, pero ya había llegado tarde, quien quiera que estuviese al otro lado del aparato se había cansado de esperar y había colgado Menos mal que la técnica nos brinda la oportunidad de saber quien nos ha llamado, pero mis manos temblaban y yo no acertaba el botón necesario, así que me detuve un momento a respirar y luego, con algo más de calma, conseguí averiguar de quien se trataba ¡¡¡¡¿Del hospital?!!!! ¿Por qué me llamaban a esas horas del hospital? Marqué sin pararme a pensar y la voz de Teresa me respondía al otro lado T: Hospital Central

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E: ¿Teresa?... soy Esther T: ¡¡Esther!! te acabo de llamar E: Ya lo he visto, por eso te llamo... ¿Qué es lo que pasa? T: No te pongas nerviosa Esther, pero... (¿No quería que me pusiera nerviosa? Pues no lo parecía, ya que ella sola lo estaba consiguiendo) E: ¿Qué pasa Teresa?... suéltalo ya T: Es Maca E: ¡¡¡¿Maca?!!!... ¿Qué le ha pasado a Maca? T: La acaba de traer el samur... ha tenido un accidente con la moto E: ¡¡¡¿Qué?!!! Aquello tenía que ser una pesadilla, no podía ser verdad, seguro que al tumbarme sobre la cama me había dormido y todo aquello lo estaba soñando, claro, tenía que ser eso, no podía ser de otra manera, ¿Cómo tenía que haber tenido Maca un accidente con la moto? No, eso no era posible, ¿o sí? T: ¿Esther?... ¿Esther estás ahí? E: Co... co... ¿Cómo está Teresa? T: No lo sé... acaban de llegar... me han dicho que avisara a los familiares y a la primera que se me ha ocurrido llamar ha sido a ti... como sois tan amigas E: Sí, sí... has hecho bien T: ¿Llamas tú a su novio? E: ¿Yo?... no... mejor llámale tú... yo estoy muy nerviosa T: Dame su número E: Apunta... (609...)... ¿de verdad que no sabes como está Teresa?... han pasado por ahí... la tienes que haber visto T: Han pasado muy rápido Esther... ya sabes como es esto E: Por eso que sé como es, sé que me puedes decir algo más (Un silencio de unos segundos, y de nuevo la voz de Teresa) T: Estaba inconsciente Esther... y tenía mucha sangre E: Noooooo T: Esther... ¿Esther? No podía perder más tiempo, tenía que ir con ella, mi niña había tenido un accidente y yo tenía que correr a su lado. Me vestí más rápido de lo que jamás pude pensar que fuera capaz de hacerlo, salí corriendo hacia la parada de taxis y como si de una película se tratara le pedí al taxista que corriera tanto como le fuera posible, por lo que él me miró como si estuviera loca Diez minutos después llegábamos al hospital, a partir de entonces tendría que encontrar una buena excusa cuando llegase tarde, ya que me acababa de cargar todas mis historias sobre lo que costaba ir hasta allí desde mi casa, pero en aquel momento nada importaba, solo una cosa era importante para mí, encontrar a mi niña y averiguar como estaba. Llegué al mostrador y con las dos manos apoyadas en este le pregunté a Teresa E: ¿Dónde está? T: Hija, que rapidez E: Teresa, ¿dónde está? (A veces esta mujer me saca de quicio) T: La acaban de llevar a hacerle un tac E: ¿Quién la está llevando?

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T: Aimé E: Gracias Teresa Cogiendo un instante su mano, le agradecí todo lo que había hecho, aunque yo estuviese nerviosa, tenía que darle las gracias por haberme avisado la primera, y tras sonreírme ligeramente, me adentré en urgencias Me cambié de ropa para poder moverme libremente por el hospital y sin perder más tiempo fui en busca de Aimé para que me informara sobre su diagnostico. Como ya esperaba, le encontré viendo los resultados del tac, yo no es que sea una experta, pero mis años en el hospital me han permitido aprender muchas cosas sobre medicina, y lo que vi, no me gustó nada E: Hola Aimé... ¿Qué tal está? A: ¡¡Esther!!... pues... puedes verlo tu misma (Se apartó un poco para que yo pudiera verlo mejor, pero aún así necesitaba una explicación) E: ¿Es un hematoma? A: Sí... es un hematoma epidural... cuando el samur ha llegado al lugar del accidente, Maca estaba consciente... pero ha perdido la consciencia en la ambulancia y todavía no la ha vuelto a recuperar E: ¿Hay que intervenir? (Mi voz temblaba con cada pregunta temiendo la respuesta) A: Repetiremos el tac dentro de diez minutos... pero me temo que sí (Agaché la cabeza y cerré los ojos con fuerza mientras intentaba asimilar lo que me estaba diciendo) Pero eso no es todo Esther E: ¿Qué?... ¿Qué pasa? A: Tiene una lesión parcial de la médula (Todo aquello no estaba pasando, no podía ser) E: ¿De la médula?... ¿Qué... que... que alcance tiene la lesión? A: Eso no lo podemos saber mientras haya inflamación E: Pero... ¿va a poder caminar? A: Esther... no sabemos la gravedad de la lesión... ¿de verdad necesitas que te explique esto? E: No... la verdad es que no... he visto muchos casos como este A: Pues ya está... lo único que podemos hacer es esperar E: ¿Puedo verla? A: Cinco minutos... hay que hacerle el tac E: Gracias Aimé Antes de abrir la puerta, tuve que detenerme un segundo para respirar, creí que me ahogaba, se supone que yo estoy acostumbrada a ver pacientes en las mismas condiciones en las que ahora estaba ella, pero es que la persona que había en esa cama era mi vida, lo que más me importaba en el mundo, y no estaba segura de poder soportarlo, pero tenía que verla, tenía que estar con ella, apenas hacía unas horas que le había prometido que nunca la dejaría sola, así que por muy duro que fuese, mi sitio estaba allí Nada más verla se me encogió el corazón. Cubierta con una fría sabana verde, rodeada de cables, tubos, aparatos... me acerqué a ella con cuidado, y como si de una carísima porcelana china se tratara, la acaricié con suma delicadeza y tras acoger una de sus manos entre las mías, dejé un pequeño beso en su frente

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E: Mi amor... mi amor Le acaricié el pelo suavemente apartando así algún mechón que reposaba sobre su preciosa cara, y al notar como mis lágrimas empezaban a caer sobre la sabana, me las limpié con las mangas y agachándome un poco, me acerqué a su oído para susurrarle E: Te vas a poner bien mi amor... ya lo verás... yo te voy a cuidar... no me voy a separar de ti... no me voy a separar de ti nunca... nunca ¿me oyes?... nunca... nunca Apenas un minuto después llegaba Aimé para pedirme que saliera. Me senté en una de las sillas que había en el pasillo e hice lo único que podía hacer en aquel momento, esperar. Cuando llevaba unos cinco minutos allí sentada, llegó Fernando, nervioso, preocupado, y al verme se acercó a mí para abrazarme Fernando: Esther... gracias a dios que estás tú aquí... ¿Cómo está? (Se apartó de mi un poco y cogiéndome por los hombros me miraba suplicante) ¿Qué le ha pasado? E: No... no sé como ha sido el accidente (Yo no dejaba de llorar, y mi voz era quebrada) pero está... está mal Fernando (No podía creerlo, pero en aquel momento, tenerle allí me servía de consuelo) A ver... tiene... un hematoma en el cerebro... y una lesión en la médula Fernando: Que... que (Él no estaba mejor que yo) ¿Qué significa eso? E: Pues que puede perder algunas funciones básicas Fernando: ¿Cómo cuales? (Me dejé caer sentada en una silla y cubriéndome la cara con ambas manos empecé a llorar más fuertemente) ¿Cómo cuales Esther?... dime... me estás asustando E: No sé (Le miré y vi la misma angustia que estaba sintiendo yo en sus ojos) La memoria... el habla... la vista... no sé Fernando: ¿Y la lesión medular?... ¿podrá andar? E: No lo sé... no lo sé (Yo negaba moviendo la cabeza exageradamente) Fernando: Ven aquí (Me apretó contra su pecho e intentaba consolarme mientras acariciaba mi pelo) Se va a poner bien... Maca es fuerte... ya verás como se recupera Se suponía que era yo la que le tenía que consolar a él, pero en realidad era él el que se esforzaba por animarme a mí, la situación era un tanto extraña, pero como dice el refrán, ojos que no ven, corazón que no siente, y si él no sabía nada de lo que había entre nosotras, yo simplemente le parecía la mejor amiga de su novia hecha polvo por lo que le había pasado a esta Mientras permanecíamos allí sentados esperando nuevas noticias sobre su estado, me paré a pensar cual era mi papel en aquella historia. El caso no era común, ya que al trabajar las dos en el hospital, todo el mundo nos conocía, y no tenía que dar explicaciones de quien era, pero si cualquier otra persona su hubiese encontrado en mi situación, que seguro que era algo muy habitual, lo habría pasado mal Si yo no hubiese trabajado allí, nadie me habría llamado seguramente, habría pasado la noche llorando preguntándome donde estaba Maca mientras ella se debatía entre la vida y la muerte, y no tendría derecho a la explicación de ningún médico, ni la habría podido ver, y no quiero imaginar el no poder estar con ella durante su estancia en el hospital

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Fernando: Tengo que hablar con sus padres... les he avisado y están de camino... voy a explicarles más o menos como está E: Vale Se separó apenas unos pasos de mí y en aquel momento agradecí no tener que ser yo la que hiciera aquello, debe de ser horrible dar a unos padres una noticia así. Un par de minutos después se volvía a sentar a mi lado algo afectado por la conversación que acababa de mantener Y allí estábamos, su novio oficial, y yo, su amante clandestina, aunque teniendo en cuenta que justo aquella noche le iba a dejar por mí, creo que está claro quien sobraba allí, pero él no lo sabía, ¿o sí?, ¿había tenido Maca el accidente antes o después de hablar con él? hasta ese momento no se me había ocurrido pensarlo, ¿y si ya le había dejado? ¿y si el accidente había sido de camino a mi casa? E: Fernando Fernando: Dime E: Maca... ¿Había quedado hoy contigo? Fernando: Sí... de hecho yo... la estaba esperando... me había llamado diciéndome que tardaría más de lo previsto... que tenía una reunión con Cruz... pero cuando han llamado ya hacía bastante que me había empezado a preocupar... ya que la he llamado al móvil y no contestaba E: Ya Que desilusión, no había hablado con él, pero eso, en aquel instante, tampoco era que me importase mucho, llevábamos allí sentados casi media hora y nadie salía a decirnos nada. Ya habían venido a preguntar por ella media plantilla del central, me estaban empezando a poner nerviosa, porque encima se dirigían a mi, y yo ya estaba harta de repetir siempre lo mismo Por fin salía Aimé y los dos nos pusimos en pie dispuestos a escuchar lo que nos tenía que decir Fernando: ¿Cómo está doctor? (Aimé me miró como preguntándome quien era aquel chico, y yo no pude más que aclarárselo) E: Aimé... él es Fernando... el... novio de Maca A: Encantado... me habría gustado conocerte en otra situación... pero... (Se detuvo un par de segundos antes de seguir hablando) vamos a operar a Maca y necesitamos tu autorización ¿Su autorización? ¿y quien era el para autorizar que hurgaran en el cerebro de mi niña? Agaché la cabeza y apreté los ojos con rabia, por un momento sentí ganas de gritar que a la que le tenían que pedir la autorización era a mí, pero en realidad lo único importante era que Maca se pusiera bien, e intenté convencerme de que daba igual quien firmara esa autorización Fernando: ¿En que consiste la operación? - Conmigo aquella pregunta se la habrían ahorrado

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A: Bueno... Maca ha sufrido un traumatismo craneoencefálico que le ha ocasionado un derrame... esto hace que la presión intracraneal suba... y si no drenamos podría ocasionarle lesiones irreversibles Fernando: ¿Puede morir durante la intervención? A: Cabe la posibilidad... pero en un muy bajo porcentaje... eso si... porcentaje que va subiendo conforme van pasando las horas Fernando: ¿Y la lesión de la médula?... ¿es muy grave? A: Yo estaré encantado de explicártelo con todo lujo de detalles... pero después de la operación ¿Qué no te has enterado listillo? Que hay prisa, que la presión en el cerebro no deja de aumentar, y cuanto más tarden en operarla más grave será el daño, no pueden perder el tiempo explicándote a ti nada, firma y cállate de una puñetera vez Fernando: Está bien, está bien... ¿Dónde tengo que firmar? Por fin lo has captado, parecía que había oído mis pensamientos, porque de repente se calló y no se atrevió a preguntar ya nada más ¿Alguna vez habéis estado junto a la puerta del quirófano en el que están operando a vida o muerte a la persona que más quieres en el mundo? si vuestra respuesta es sí, lo siento de verdad, porque creo que las horas que pasé allí, esperando a que alguien me dijera algo, fueron las peores horas de mi vida Nervios, inquietud, incertidumbre, angustia, lágrimas que se escapaban contra mi voluntad, impotencia al saberme una de las mejores enfermeras de aquel hospital y sentirme incapaz de hacer nada por ella. Mientras Fernando andaba por el pasillo de arriba abajo, yo no podía estar quieta en la silla, mis piernas parecían haber cobrado vida propia y no paraban un segundo mientras yo jugueteaba con los dedos de las manos Fernando: Esther (No me había dado cuenta, pero de nuevo le tenía sentado a mi lado) E: Dime Fernando: ¿Puedes explicarme tú lo de la lesión medular?... por hablar de algo E: Bufffff Fernando: Ya... ya sé que no es el mejor momento... pero este silencio me está matando E: Está bien... lo voy a intentar (Me paré unos segundos a pensar como explicárselo, y después de respirar profundamente empecé) Sabes que la médula está formada por unas fibras nerviosas que son las encargadas de llevar la información del cerebro al resto del cuerpo Fernando: Sí, sí... eso creo que lo dimos en alguna ocasión E: Sí... eso es básico... pues... cuando hay una lesión en la médula es porque una vértebra aplasta la médula o la corta... Cuando la corta completamente es una lesión total... pero ese no es el caso de Maca... ella solo tiene una lesión parcial... le habrá cortado algunas de estas fibras... no podemos saber cuantas ni cuales... tiene la médula inflamada... entonces... es imposible saber cuantas de estas fibras nerviosas han sido afectadas hasta que ceda la inflamación... y tampoco hay una manera exacta de saberlo... lo único que se puede hacer es... esperar a ver como reacciona su cuerpo... comprobarán si ha perdido mucha sensibilidad... movilidad... pero... supongo que tendrá que hacer rehabilitación... será un proceso muy lento... y todo eso confiando que la operación salga bien y su cabeza funcione como es debido

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Aquella explicación no fue solo para Fernando, conforme iba hablando parecía que yo misma iba tomando consciencia de la gravedad del asunto, de todos los problemas que aquel maldito accidente iba a ocasionarle a Maca, y solo con pensar en todo por lo que tendría que pasar mi niña para recuperarse, si es que eso podía ser, en lo duros que iban a ser los días siguientes, las semanas, los meses, me estaba poniendo tan nerviosa que casi no podía respirar Fernando: ¿Te encuentras bien Esther? E: Sí... son solo los nervios (Intenté tranquilizarme y respirar con calma) Fernando: Perdona... no te tenía que haber insistido en que me lo explicaras... sé que quieres mucho a Maca y hablar de esto te hará daño “¿Y tú que vas a saber gilipollas?” Menos mal que no se me escapó y solo lo pensé, aunque tampoco habría estado mal, pero no, no me correspondía a mí decirle como estaban las cosas antes del accidente y lo que iba a pasar esa noche si Maca hubiese llegado a su destino De nuevo alguien se acercaba a nosotros, pero esta vez no era solo a preguntar, esta vez era alguien que podía informarnos sobre lo ocurrido E: ¡¡¡Eva!!! (Me levanté rápidamente y salí a su encuentro) Eva: ¿Qué tal está? E: La están operando... tiene un hematoma Eva: Mierda (Nos acercamos un poco a Fernando para que pudiera escucharnos) E: ¿Que ha pasado Eva?... ¿Cómo ha sido el accidente? Eva: Pues... según los testigos un coche se ha saltado un semáforo en rojo y la ha arrollado... Esther... viendo el estado en el que han quedado la moto y el coche... tenemos que dar gracias de que esté viva... ¿Llevan mucho ahí dentro? E: Demasiado (Al menos a mí me lo parecía) Eva: ¿Queréis que os traiga un café o algo? Fernando: No gracias (Aquello fue lo único que dijo Fernando en toda la conversación) Eva: ¿Tú no quieres nada Esther? E: Yo necesito un poco de agua Nos acercamos a la máquina de bebidas que había justo al final de ese pasillo y una vez allí nos detuvimos un momento para hablar sin perder de vista la puerta del quirófano por si salía alguien Eva: Esther... cuando hemos llegado Maca estaba consciente E: Ya lo sé... me lo ha dicho Aimé Eva: Sabía muy bien lo que hacía... ella era consciente de que se había hecho mucho daño... y se ha quedado inmóvil en el suelo hasta que hemos llegado Por un momento la imaginé allí, tumbada en el suelo, esperando ver llegar a alguien que la pudiese ayudar, e incluso intentando espantar a alguno de esos espontáneos, que queriendo ayudar, lo único que consiguen, es empeorar las cosas

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Eva: Hemos estado hablando un momento en la ambulancia... y me ha dado un recado para ti Esther E: ¡¡¡¿Qué?!!!... ¿Qué te ha dicho? Eva: Me ha dicho... Eva... cuando veas a Esther... dile que yo estaba muy segura de lo que iba a hacer... y que estos últimos días... han sido los mejores de mi vida... no los cambiaría por nada... si para borrar este accidente tuviese que borrar también esos días... no lo haría... no los borraría por nada del mundo Me cubrí la cara con ambas manos, empecé a llorar y Eva me abrazó sabiendo que algo debía de haber entre Maca y yo. Intentaba consolarme, pero era difícil calmar mi llanto. Yo escuchaba en mi cabeza las mismas palabras que ella me acababa de decir, pero con la voz de Maca, y era una tortura solo pensar que cabía la posibilidad de que no volviera a escuchar su voz, y esos susurros en mi oído que me hacían temblar Cuando pasados unos minutos Eva sintió que me calmaba un poco, se apartó ligeramente de mí y me miró fijamente, me dio la sensación de que algo más me tenía que decir, pero viendo como me había puesto, no sabría si hacerlo o no E: ¿Te ha dicho algo más? Eva: Sí... pero tienes que tranquilizarte E: ¿Qué más te ha dicho?... dímelo (Yo no podía tranquilizarme, yo solo quería escuchar lo que mi niña le había dicho, que era lo que quería que yo supiera) Eva: Me ha dicho que te quiere muchísimo... y que te querrá siempre pase lo que pase E: Mi niña... Eva... mi niña Por lo menos había alguien con quien me podía desahogar, por fin alguien que entendía mi angustia, mi desesperación, y que además sabía que era de mi entera confianza y no se lo contaría a nadie si yo así se lo pedía. De momento eso era lo mejor, que todo quedase entre nosotras, y al despertar Maca de la operación, ya decidiríamos que hacer Regresé junto a Fernando a seguir esperando no sin antes quedar con Eva en que la informaría en cuanto supiera algo. Empecé a andar cerca de la puerta, puesto que sabía que ya no podían tardar mucho en salir, pero mis cálculos fallaron, todavía tardaron una hora más, desesperante, esperar en la puerta de un quirófano es realmente desesperante Cuando vimos a Amieé salir de la zona séptica, nos acercamos rápidamente a él sin casi dejarle dar un paso Fernando: ¿Cómo ha ido? (No sé porque pero dejé que fuera él el que hiciera dicha pregunta) A: Bueno... la operación ha ido bien... no ha habido ninguna complicación... pero ahora tenemos que esperar... las próximas horas son cruciales... parece que todo está bien pero nada es seguro hasta que despierte... y va a tardar en despertar... ahora está sedada Fernando: ¿Puedo verla? (Me parece que te vas a quedar con las ganas) A: No, todavía no... vas a tener que esperar unas horas... es mejor que te vayas a casa a descansar y regreses por la mañana... aquí no puedes hacer nada E: Aimé... ¿ya le has asignado una enfermera? A: No, a eso iba E: ¿Quieres que me encargue yo de ella? (Ahí le has dao Esther) A: ¿Te sientes capaz?

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E: Sí, claro A: Vale... encárgate tú E: Gracias Aimé A: Gracias a ti Esther Fernando: Eso... gracias (Ya te he ganado guapo, se lo he dicho yo primero) E: Por cierto... Aimé... ¿en qué zona ha sido la lesión medular? A: En la primera lumbar (Yo sonreí ligeramente) Si... dentro de lo que cabe ha tenido suerte... podría haber sido mucho peor E: Gracias (Se alejó de nosotros y Fernando se me quedó mirando) Fernando: ¿Qué es eso de la primera lumbar Esther? E: Si la lesión es en la primera lumbar, solo le afectará las piernas Fernando: ¿Y sonríes por eso?... ¿os parece que ha tenido suerte? E: A ver si te enteras ya de una vez... que no pueda andar es lo mínimo que puede pasarle... si la lesión hubiese sido solo dos vértebras más arriba... Maca no controlaría sus esfínteres... y no solo eso... dejaría de sentir placer sexual en determinadas zonas... ¿lo pillas?... (Yo ya me estaba empezando a poner histérica y ni sentía las lágrimas que rodaban por mis mejillas) y unas vértebras más arriba... dejarían de funcionar sus riñones, su hígado, su estomago... y más arriba sus pulmones, su corazón... se tendría que pasar el resto de su vida enchufada a una máquina... la médula no manda información solo a las piernas... todo el cuerpo funciona a través de los nervios que pasan por la médula... ¿entiendes ahora porque nos alegramos de que solo se vean afectadas sus piernas? Fernando: Lo siento Esther... yo no entiendo mucho de esto E: Pues cállate de una puta vez Fernando: Esther (Intentó acercarse a mi pero yo me aparté y me fui de allí) No sé si hice lo correcto, pero ya no podía aguantarme más y estallé, ya estaba yo lo suficientemente nerviosa como para encima tener que aguantar a aquel tío tocándome las narices. Menos mal que de alguna forma había conseguido poder estar con ella, porque si a mí me dicen te tienes que ir a casa, ahora no la puedes ver, vamos, ni de coña, me cuelo como sea, pero yo hubiese visto a mi niña antes de irme Pero, en aquel momento empecé a aprovecharme de mi situación, yo era la jefa de enfermeras y eso me iba a servir para pasar con ella todo el tiempo que me fuera posible durante su estancia en el hospital, y con un poco de suerte, antes de darle el alta ya todos sabrían lo que había entre ella y yo, y ya no tendría necesidad de buscar excusas ni pretextos Me acerqué hasta el cuarto del samur para informar a Eva de que todo había ido bien, y rápidamente regresé junto a mi niña. Cuando entré a verla, ¡¡oh dios mío!! su pelo, le habían cortado el pelo, no se me había pasado por la cabeza, tenía demasiadas cosas en las que pensar, y ahora al verla, con su cabeza envuelta completamente por una venda, fue cuando caí en la cuenta de que le habían cortado el pelo Ya sé, en el estado en el que ella se encontraba y yo lo primero que me fije fue en que ya no estaba su pelo, pero es que yo sé como lo adora ella, como lo cuida, y aunque parezca una tontería, hasta una cosa tan simple, que además sabemos que es un problema transitorio, porque sigue creciendo, hasta ese detalle afecta a los pacientes después de un accidente así

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A mí no me importaba, incluso así estaba preciosa, y es que no creo que exista una forma en la que mi niña no esté preciosa, porque es que ella es preciosa, la mires como la mires. Vale, me estoy poniendo ya pesadita, pero es que es preciosa Comprobé que todo estaba bien, al fin y al cabo ese era mi trabajo, por eso había conseguido estar allí, y tratándose de ella, lo tenía que hacer mejor que nunca, luego cogí una silla y me senté a su lado, acogí sus manos entre las mías y me quedé observándola unos minutos antes de empezar a hablarle E: Hola cariño Apoyé la frente sobre las manos e intenté aplacar esas lágrimas que luchaban por salir. Cuando por fin me sentí con fuerzas de seguir hablando, la miré de nuevo E: La operación ha ido bien... aunque ya sabes... hasta que no te quiten la sedación, no despertarás... y hasta que no despiertes... (Yo lo intentaba, pero las lágrimas me ganaron la batalla) no sabremos como estás El llanto terminó por vencerme y aunque me costó, tuve que apartarme de ella. Tenía que evitar todo riesgo de infección, y llorar sobre ella no me parecía la mejor manera, así que, me puse en una esquina de la habitación, y sin dejar de mirarla, fui deslizando mi espalda por la pared hasta quedar sentada en el suelo. Yo seguía llorando sin apartar la vista de ella, y no sé como ni cuando, pero al final me quedé dormida Eva: Esther... Esther Alguien me llamaba y yo no sabía ni donde estaba. Sentí una mano en mi hombro zarandeándome ligeramente y al abrir los ojos vi a Eva agachada a mi lado E: Eva... me he dormido Eva: Ya me he dado cuenta... ¿Qué tal está? E: Estable... que no es poco Eva: Ya... oye que... yo ya me voy... he terminado la guardia... si necesitas algo.. E: Gracias Eva... eres un sol Eva: Por cierto... sus padres ya han llegado... están fuera E: Ahora salgo Eva se fue y yo me puse en pie para despejarme un poco, me acerqué de nuevo a ella antes de salir de allí para volver a comprobar que todo seguía bien, y tras dejar una leve caricia en su mano me encaminé a la puerta. Yo no les conocía, no les había visto nunca, pero no había nadie más en el pasillo, así que tenían que ser ellos. Me acerqué a saludarles y ellos se pusieron de pie E: Hola... soy Esther MM: ¿Esther?... ¿la amiga de Maca? (Estaba claro que su madre se había alegrado de que fuera yo la que estuviera con su hija) E: Sí... la misma MM: Esther... ¿Cómo está? (Se abrazó a mí como si nos conociésemos de toda la vida y después de unos segundos se volvió a separar)

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E: Pues... yo no puedo decirles mucho... solo que está estable... ahora cuando venga el médico les informará PM: ¿Podemos verla? (La mirada en los ojos de su padre me pareció tan triste que me costó horrores decirle aquellas palabras) E: Hasta que no venga el médico... yo no soy quien para autorizar PM: ¿Y cuando vendrá el médico? E: Voy a buscarle... ¿Vale? PM: Gracias Esther Si hubiese estado allí un minuto más, habría empezado a llorar de nuevo. Se les veía tan tristes, tan hundidos, sobre todo a su padre, incluso me pareció ver un brillo en sus ojos que me enterneció, y por eso decidí buscar a Aimé y no hacerles esperar más para verla Me di una vuelta por urgencias por si le veía y le encontré saliendo de los vestuarios E: Aimé... ¿Te vas? A: Sí... pero antes me voy a pasar a ver a Maca... ¿Estabas con ella? E: Sí... vengo de allí A: Esther... deberías de descansar... me ha dicho Teresa que no estabas de guardia... que tienes guardia esta tarde Fernando: Tranquilo... he dormido un poco y ahora me iré a casa... es que han llegado los padres de Maca y te buscaba para ver si puedes hablar con ellos A: Claro, como no... ¿vienes conmigo? Fernando: Sí... por supuesto Aimé les estuvo explicando la operación a la que había sido sometida Maca y les explicó que había que esperar para quitarle la sedación, que todavía era muy pronto y que la situación era muy delicada, después les dejó entrar un momento sin acercarse mucho a ella y cuando volvieron a salir al pasillo llegaba Fernando Fernando: ¡Rosario! Rosario: Fernando, hijo Se abrazó a MI suegra, sí, mi suegra, aunque no lo sepa nadie, y Pedro le rodeo con uno de sus brazos, y en aquel momento sentí envidia de él, pero intenté consolarme a mi misma pensando que esa situación pronto cambiaría, y les gustase o no tendrían que aceptar que a quien quería su hija era a mi Fernando: ¿La habéis visto? Pedro: Sí... la acabamos de ver ahora Fernando: ¿Cómo está? Pedro: Es muy raro verla así Fernando... parece tan indefensa (Tras aquellas palabras la madre de Maca empezó a llorar y su marido la abrazó) Fernando: ¿Puedo verla doctor? (Se acercó a Aimé, pero por su mirada supe que no le hizo mucha gracia aquella pregunta) A: No es conveniente Fernando: ¿Qué no es conveniente?... ¿me estás diciendo que todo el mundo puede verla menos yo? A: No... te estoy diciendo que solo debería de haber dejado entrar a una persona y ya han entrado dos

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Fernando: Quiero ver a mi novia... anoche ya me tuve que ir sin verla (La voz de Fernando sonó firme, pero la de Aimé era más firme aún) A: He dicho que no... cuanta más gente entre, más riesgo de infección existe... y en el estado en que se encuentra Maca un simple resfriado podría matarla Fernando: Pedro... di tú algo... tienen que dejarme entrar (Miró al señor Wilson, pero este no vaciló un instante) Pedro: Si el médico dice que lo mejor para Maca es que no entre nadie más... si hace falta me quedaré yo en la puerta para encargarme de que eso sea así Fernando: Pero... (No sé quien de todos alucinó más con la reacción de mi suegro. Me cae bien mi suegro) Pedro: Ya me has oído... nadie más entrará a verla hasta que lo autorice el médico A: Puedes verla a través del cristal Esa última opción que le daba Aimé pareció no gustarle mucho, pero no pudo más que resignarse y acercarse hasta la ventana que daba a la habitación donde se encontraba Maca seguido por sus padres mientras yo me quedaba con Aimé atendiendo a las instrucciones que me daba. Lo primero que me dijo fue que no se me olvidara cambiarle el suero, pues al entrar él estaba ya casi vacío Cuando él se fue yo entré de nuevo a la habitación y de espaldas a la ventana iba haciendo mientras, mirando a mi niña siempre que podía, le iba diciendo cosas que ellos, a través del cristal, no podían escuchar E: ¿Cómo has dormido cariño? (Poco a poco mi iba acostumbrando a verla así sin que el llanto me asaltará a cada instante, o eso creía yo) Supongo que bien... porque no te has despertado en toda la noche (Me paré un segundo pues de nuevo las lágrimas pugnaban por salir) Perdóname si intento reírme un poco mi amor... pero algo tengo que hacer para sobrellevar esto... ¿sabes?... Eva habló conmigo... y aunque me gustó muchísimo tu recado... yo ya lo sabía... pero supongo que me gusta que me lo digas de vez en cuando Me di la vuelta y les vi a los tres observando desde detrás del cristal y seguí con lo que estaba haciendo. Le arreglé un poco las sabanas, no sé para que, pues ella no se había movido y estaban perfectamente, pero cualquier excusa era buena para seguir a su lado E: Están aquí tus padres... me han caído bien... sobre todo tu padre (Sonreí un poco ahora sí, al recordar como le había dejado claro que no iba a entrar a verla) Me los ganaré poco a poco... no sé como se tomarán lo nuestro... no me has hablado mucho de ellos y no sé que pensarán al respecto... pero haré todo lo posible por gustarles Comprobé un par de cosas más, simplemente por alargar mi estancia, y cuando ya no se me ocurría que más hacer, antes de que nadie notara que era evidente lo que estaba haciendo, empecé a pensar en salir de allí, no sin antes despedirme de ella E: Me voy a descansar un rato mi niña... pero en nada me tienes de nuevo aquí... no te vayas ¿eh? (La miré por última vez antes de salir) Te quiero... yo también te quiero muchísimo... y voy a seguir queriéndote pase lo que pase Ya en mi casa me dejé caer sobre el sofá y mirando al techo pensé en ella, en su sonrisa, en esos días que habíamos pasado juntas y que en ese momento agradecí haberlos

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aprovechado de manera tan exagerada, y pensando en ella recordé el día anterior, esa mañana pasada en la cama a su lado, y esas fotos que le hice E: ¡¡¡Las fotos!!! Salté del sofá como si hubiese estado sentada sobre un resorte y corrí hasta la mesa del ordenador, le di al botón de encendido y mientras se cargaba la configuración, fui en busca de la cámara. Regresé tan rápido que todavía me tuve que sentar a ver como terminaba de abrirse, y cuando por fin terminó, conecte la cámara y abrí el programa Un simple clic y en unos segundos todas las fotos estaban en el ordenador, abrí la primera a pantalla completa y me quedé embobada mirándola. Que guapa es, nunca me cansaría de mirarla. Acerqué mi mano lentamente a la pantalla y acariciándola de manera suave recordé sus palabras M: Esther... tengo una necesidad ineludible E: Espera... déjame que te haga una foto M: ¿Tiene que ser ahora? E: Sí... estás preciosa M: Pero si debo de tener el pelo revuelto Lo que yo decía, con el pelo revuelto, sin pelo, está preciosa de todas las maneras, pero conforme iba pasando las fotos y la veía sonriendo, o simplemente seria, mirando fijamente a la cámara, estaba tan llena de vida, y ahora se encontraba en una cama de la UVI esperando a ver que tal evolucionaba su cuerpo Al llegar a una foto en la que ponía morritos, como dándome un beso, me acerqué a la pantalla y la besé, no me pude resistir, tenía tantas ganas de besarla, y en la UVI era imposible, en su estado cualquier precaución era poca, y yo sabía eso perfectamente, no necesitaba que nadie me lo explicara, por eso supe contener mi necesidad y me conformé con poder estar cerca de ella Llegué a las fotos en las que aparecíamos las dos, y las fui repasando lentamente, reviviendo cada instante, cada risa, cada beso, cada caricia, y sin darme cuenta de nuevo lloraba, en algún momento se me tendrían que secar las lágrimas, pero desde luego no fue en aquel En la soledad de mi casa comencé a llorar de manera angustiosa, con tal fuerza que mis suspiros y mis sollozos resonaban en toda la habitación, creo que si con la cantidad de lágrimas que solté en aquel instante no terminé con todas ellas, ya no iba a poder terminar con ellas nunca Pasados varios minutos mi llanto se fue calmando, y después de poner la impresora en marcha, busqué papel para imprimir una foto y las fui pasando de nuevo hasta encontrar una en la que sonreía levemente mirando a la cámara y en la que sus ojos parecían estar gritándome un “te quiero”. Cuando la impresora terminó su trabajo, esperé pacientemente a que se secara, luego me fui a mi habitación y tras dejarla sobre la mesilla, apoyada en la lamparilla de manera que pudiera verla bien, me tumbé, y mirándola no tardé mucho en dormirme

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Creo que no tuve tiempo ni de soñar, fue cerrar los ojos y sonar el despertador, o al menos esa era la sensación que tenía yo, habían pasado casi cinco horas desde que me había dormido, pero a mi cuerpo no le parecían suficientes, ni mucho menos, estaba tan cansada, los nervios de las últimas horas habían hecho mella en mi cuerpo, y la tensión de mis músculos parecía haberme impedido dormir bien Pero no tenía tiempo para pensar en todo eso, así que, sorprendiéndome a mi misma, me levanté sin rechistar y me fui rápido a la ducha, luego metí un poco de ropa en una bolsa, me tome un vaso de leche y un par de piezas de fruta que cogí para comerlas por el camino, y de nuevo rumbo al hospital, a ver como seguía mi niña y con la clara intención de separarme de ella lo mínimo Al llegar allí me paré justo el tiempo que cuesta firmar el libro de entrada y, tras dejar la bolsa en mi taquilla, me apresuré a cambiarme de ropa para poder ir a verla. Antes tuve que resolver un par de cosillas, es lo que tiene ser la jefa, y cuando me estaba acercando a la puerta de la habitación vi varias caras desconocidas para mí, pero a una si la conocía, y sin pensar me acerqué a preguntarle E: Hola Rosario... ¿cómo sigue? Rosario: Esther, hija... pues igual... el médico dice que eso es bueno E: Sí, claro... que siga estable es una buena señal Rosario: Mira... estos son mis hijos Jero y Manuel y Carol, la mujer de Jero. ... ella es Esther... la amiga de Maca Jero: Hola Esther... hemos oído hablar de ti Cuando Jero, el hermano mayor de Maca, después de darme dos besos, se me quedó mirando y me sonrió levemente, un pequeño escalofrío recorrió todo mi cuerpo, se parecía tanto a ella al sonreír, y esos ojos, iguales a los de mi niña Manu: Así que tú eres Esther (El pequeño no se le parecía tanto, pero era tan guapo como ella) E: Sí... y tú eres Manu... Maca me ha contado alguna de las travesuras que hacíais de pequeños Manu: ¿A sí? E: Sí Manu: Pues debéis de ser muy amigas... porque no es algo de lo que Maca suela presumir E: Ya... pero yo sí he tenido ese privilegio Estuve hablando unos minutos con ellos hasta que vi a una enfermera que se disponía a entrar en la habitación y entonces me dirigí a ella E: Perdona Sonia... ¿estás tú con Maca? Sí... pero tengo que encontrar a alguien que me sustituya en una operación que tenía para dentro de media hora... ¿hay alguien libre? E: Si quieres ya me quedo yo con Maca Sonia: ¿No te importa? E: Para nada... ya me encargo yo... tranquila Sonia: Gracias Esther E: A ti

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Me entregó el informe que llevaba en la mano y después de repasarlo un poco entré por fin a verla, dejé el informe sobre una silla y me quedé de pie a su lado mirándola, por un momento me pareció que sonreía ligeramente, como si hubiese notado mi presencia, y entonces, por si acaso era así, la saludé E: Hola mi amor... ya estoy de vuelta... ¿me has echado de menos?... yo a ti si... te estoy echando mucho de menos... (Otra vez las lágrimas, ¡¡pero es que no pensaban parar nunca!!) Estaba mirando el resultado de tus pruebas... y parece que todo va bien... supongo que te quitaran la sedación mañana... que ganas tengo de verte los ojitos mi niña... los míos ya ves... les ha dado por pasarse el día así... nadando en mares de lágrimas... (Saqué un pañuelo de papel y me los sequé un poco) pero tranquila cariño... ya verás como pronto van a ser lágrimas de felicidad... en cuanto vuelva a verte sonreír Me puse unos guantes de látex y me permití el lujo de acariciarla un momento, tenía mucho trabajo y no podía entretenerme mucho tiempo, así que empecé con lo que tenía que hacer E: Te voy a sacar un poquito de sangre... no te me quejes que te conozco Le saqué sangre con sumo cuidado y después de comprobar que todo lo demás estaba como debía salí de allí para llevar la muestra al laboratorio. Nada más cerrar la puerta todos se acercaron a mí para interesarse por su estado Rosario: ¿Cómo está? E: Igual... voy a llevar esto al laboratorio y vuelvo en un momento... si me necesitáis preguntad por mí en la rotonda Rosario: Gracias Esther Cuando me alejaba de allí escuché como uno de los hermanos de Maca decía “Que suerte ha tenido Maca de tener a alguien como Esther para cuidarla.” Aquellas palabras me hicieron sonreír, no sé si alguien la hubiese podido cuidar mejor, pero con más empeño, estaba claro que no Pasé la tarde sin parar un segundo y procurando no desatender a Maca durante mucho tiempo. Su madre se fue a media tarde para descansar, justo después de que llegara Fernando, y Jero y su mujer se fueron un poco más tarde. Cuando llegó la hora de terminar me encaminé de nuevo hacia allí esta vez con intención de no moverme de su lado en toda la noche Sentado en una silla justo enfrente de la puerta estaba Manu, con la cabeza apoyada en la pared y mirando al techo. Me senté a su lado y al notarlo me miró y me sonrió Manu: Se va a poner bien... ¿verdad Esther? E: Eso espero Nos quedamos en silencio los dos, acabábamos de conocernos y la situación tampoco era que invitase mucho a la conversación, pero el estaba a punto de decirme algo, lo notaba porque de vez en cuando me miraba y me sonreía de nuevo. Y así fue, justo como yo pensaba, una de las veces que me miró en vez de sonreír me volvió a hablar

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Manu: Tenía ganas de conocerte E: ¿A sí? Manu: Sí... cuando vino Maca a casa por semana santa... me estuvo hablando bastante de ti... ya me había hablado de ti antes... pero esos días... nos quedamos una noche hasta las tantas los dos y... me contó algunas cositas E: ¿Y que te dijo? Manu: No sé... de todo un poco... me habló de lo buena enfermera que eres... y de que como persona todavía eres mejor (Yo bajé la mirada un poco avergonzada, pero el me cogió por la barbilla y me hizo mirarle de nuevo) Y tenía razón... Cuando tú has llegado yo llevaba aquí unas cuatro horas Esther... y solo he visto a la enfermera entrar un par de veces... tú ya habías entrado dos veces a los quince minutos de llegar... eso sin contar que me ha dicho mi madre que te has pasado la noche aquí (Me estaba empezando a poner nerviosa, ¿a donde quería llegar con todo aquello?) ¿Eres así con todos los pacientes? E: Supongo que no... pero la que está ahí dentro es Maca... y creo que es normal que esté tan pendiente de ella Manu: Claro... sois amigas y es normal que te preocupes por ella El silencio reinó durante unos minutos en los que yo me paré a pensar en lo que me acababa de decir Manu, quizás me estaba excediendo un poco y al final alguien iba a terminar notando que mi preocupación por Maca era excesiva, pero solo me quedaba una noche más, ya me había informado y a la mañana siguiente le quitaban la sedación, así que si todo iba bien no tendría que disimular más Manu: ¿Ya has terminado la guardia? E: Sí... ahora Manu: ¿Te vas a quedar también esta noche? E: Esa era mi intención Manu: ¿No confías en tu gente? E: Sí... pero prefiero ocuparme personalmente de ella Manu: ¿Te importa que me quede contigo? E: Será un placer compartir pasillo contigo ¿A que la familia de Maca no iban a ser tan estirados como yo les imaginaba? Me sorprendió gratamente la manera en como me trató su hermano, era como si ella le hubiese dicho “cuídamela”, no sé, me cayó bien desde el primer instante, y no tardamos mucho en empezar a hablar de manera más distendida, lo que hizo que la noche se nos hiciera más llevadera, incluso me recosté sobre él para poder dormir un poco, y no sé porque, pero sentí que iba a ser un buen apoyo para mi Después de media noche hablando y de tener que entrar de vez en cuando a comprobar que todo seguía igual, en total no conseguí dormir más de dos horas, y en una silla que parecía que estaba hecha para ser incómoda. Mi cuerpo comenzaba a protestar, el pobre, estaba abusando ya de él, y empezaba a dolerme ya por todas partes Manu me miraba mover la cabeza con las manos en mi cuello, intentando destensar un poco los músculos, y consciente de las horas que llevaba yo sin descansar como era debido, no dejaba de insistirme con que me fuese a dormir Manu: De verdad Esther... si te pones enferma la vas a poder cuidar más bien poco

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E: No tardará en llegar el médico y quiero esperar a ver que dice Manu: Está bien... pero en cuanto el médico nos diga algo te vas a descansar... lo necesitas E: ¿Y tú?... tú también llevas aquí ni sé las horas Manu: En cuanto llegue mi madre me iré yo... dijo que vendría temprano... Voy a traer unos cafés Mientras él iba a por esos cafés, yo entre de nuevo a verla. Todo seguía igual, como las últimas veinte veces, y yo sabía que eso era lo normal, pero ya estaba empezando a cansarme, ¿Cuándo pensaban quitarle la sedación? Necesitaba saber que estaba bien, que todo había ido bien, y al salir de allí, por fin vi a Aimé que se acercaba A: Buenos días Esther... ¿Cómo sigue? E: Todo igual A: Vamos a ver Entramos esta vez los dos y Aimé repasó que todo estuviera bien, estuvo mirando con detenimiento el resultado de las últimas pruebas y de nuevo salimos al pasillo. En todo este tiempo me vio bostezar más de una vez, y su cara cada vez que lo hacía era casi de enfado A: Esther... no puedes seguir así... tienes que descansar E: He dormido un poco A: ¿Dónde?... ¿en una silla?... vete a casa Esther... o buscaré a otra enfermera que se encargue de Maca E: ¿Le vas a quitar la sedación? A: Sí... en unas horas E: Quiero estar aquí cuando despierte... por favor Aimé A: Está bien... vamos a hacer una cosa... tú te vas a dormir... y yo le quito la sedación cuando regreses E: Vale (Tuve que sonreír) Me iré a dormir un rato... pero espera a que regrese A: Tranquila... tú misma se la quitaras E: Gracias Aimé Por el pasillo se cruzó con Manu que traía los cafés y se detuvo un momento para hablar con él, luego se acercó a mí sonriendo y me dio uno de los vasos Manu: Le van a quitar la sedación Esther E: Bueno... todavía no Manu: Este mediodía me ha dicho el médico E: Sí... ya queda poco Manu: Anda, vete a dormir... ¿No querrás que Maca te vea con esa cara cuando despierte? E: No Dejé un beso en su mejilla y empecé a andar por el pasillo, pero nada de irme a mi casa, no pensaba perder una hora yendo y viniendo, me fui a la sala de enfermeras y me tumbé en el sofá y en apenas un minuto me había quedado dormida, el cansancio y la tranquilidad de pensar que ella pronto iba a despertar así lo quisieron, y aunque me desperté un par de veces, creo que conseguí dormir unas seis horas

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Después de darme una ducha y ponerme un pijama limpio, fui a la cafetería a comerme por lo menos un sándwich y un zumo de naranja y luego me acerqué de nuevo hasta su habitación y era evidente que la noticia de que le iban a quitar la sedación se había extendido, ya que estaban todos allí, sus padres, sus hermanos y su cuñada, y Fernando hablando con ¡¡Jorge!! ¿Qué narices hace este aquí ahora? E: Hola Al llegar a su altura les saludé a todos en general y Jorge no tardó mucho en acercarse a mí Jorge: Hola Esther... ¿Cómo es que no me has dicho nada del accidente de Maca? E: Pensé que te lo diría Fernando Jorge: Pues no me lo había dicho... porque él no sabía que habíamos roto... y pensaba que me lo dirías tú... Me he enterado de casualidad porque le he llamado esta mañana para comentarle una cosa E: Bueno... ya está... no tengo ni ganas ni tiempo de ponerme a discutir contigo nada Jorge: Veo que lo sigues teniendo claro E: Clarísimo... y si me perdonas, tengo cosas que hacer (Y sin dejarle decir nada más entre en la habitación y me encontré allí con Aimé) ¿Todo bien? A: Todo bien... te estaba esperando E: Pues ya estoy aquí... cuando quieras A: Le he ido bajando la sedación las últimas horas... ya solo queda quitarla E: Pues vamos allá A: Avísame al mínimo cambio E: Tranquilo... lo haré Aimé se fue y yo me quedé terminando de quitarle la sedación, sabía que iba a tardar un poco en despertar, pero no estaba dispuesta a dejarla sola ni un segundo, ahora no, quería verle los ojos cuando los abriera, y quería que lo primero que viera ella, fuesen los míos Me senté a su lado a esperar y con ambos brazos sobre la cama recosté mi cabeza en ellos sin dejar de mirarla. La espera se estaba haciendo larga, no es que pasara mucho tiempo, es que yo tenía poca paciencia, me moría ya de ganas de hablarle con la certeza de que me escuchaba, decirle cuanto la quería, cuanto la había echado de menos, y poco a poco cerré los ojos pensando en ella, pero algo por fin llamó mi atención M: Mmmmmmm Aquel simple sonido me indicaba que estaba despertando, y rápidamente me levanté y me quedé mirándola con más atención esperando cualquier movimiento, otra señal que me indicara que no lo había soñado M: Mmmmmm Esta vez acompañó la leve queja con un movimiento de su cabeza, ahora ya era seguro, estaba despertando, así que me acerqué a la puerta y me asomé un instante para pedir ayuda

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E: Rápido... avisad al médico... se está despertando Rápidamente Fernando y Manu fueron en busca de Aimé y yo regresé a su lado a observar como poco a poco iba saliendo de su letargo. Al principio solo fue algún pequeño movimiento, pero finalmente fue entornando los ojos para terminan abriéndolos completamente E: Hola Sonreí al poder ver por fin sus ojos clavándose nuevamente en mí, pero no hacerte a decir nada más, un nudo en mi garganta me lo impedía y unos segundos después llegó Aimé. Empezamos con el reconocimiento y ella simplemente nos miraba alternativamente. ¿Por qué no decía nada? Aquello me empezó a parecer raro, pero no quise preocuparme hasta que Aimé no dijera nada A: Bueno... parece que está todo bien... Maca... ¿tú te encuentras bien? Pero ella no respondía, parecía que no entendía la pregunta, solo abría ligeramente la boca y la volvía a cerrar mientras se relamía ligeramente los labios A: ¿Tienes la boca seca?... Esther... mójale un poco los labios (Yo la miraba fijamente intentando adivinar que era lo que pasaba) Esther E: Voy, voy Mojé una gasa con un poco de agua y al pasarla por sus labios ella atrapó mi mano mirándome y no sabría explicar muy bien lo que sentí en aquel momento. Su mirada era suplicante, desesperada, en aquel instante supe que algo no iba bien, y poco a poco aparté mi mano de ella al notar que la soltaba mientras una lágrima rodaba ya por mi mejilla No había cogido mi mano para sentirla cerca de ella, sino para atrapar el máximo de agua posible del pequeño contenido de aquella gasa, y entonces entendí que no sabía quien era yo, me miraba de una manera extraña, diferente, y mi mundo comenzó a derrumbarse justo en aquel momento A: Maca... Maca... mírame (Giró la cabeza ligeramente hacia donde se encontraba Aimé) ¿Entiendes lo que te estoy diciendo?... ¿Sabes quien soy? (Pero ella seguía sin responder, y Aimé me miraba ya bastante preocupado) ¿Sabes como te llamas? M: Maca (Por fin habló) A: Eso es... ¿y sabes como me llamo yo? (Esta vez negó con un leve movimiento de su cabeza) ¿Y ella?... ¿sabes quien es ella? Me miró y volvió a negar. Lo que me temía, no se acordaba de mí, no tenía ni idea de quien era yo, pero entonces pasó algo que me hizo sonreír. Aimé levantó su mano extendida y siguió con sus preguntas A: ¿Sabes cuantos dedos hay aquí? M: Cinco

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¡¡¡Bien!!! No sabía quien era yo pero su cabeza funcionaba, aquello era una buena señal, estaba segura de ello A: Vamos a hacer una última prueba... Esther... que entré alguien de su familia Salí al pasillo y les expliqué más o menos lo que estaba pasando y ellos mismos decidieron que entrara su madre, le explique que no dijera nada y que intentara mantenerse tranquila pasara lo que pasara y después de entrar en la habitación nos quedamos de pie esperando que Aimé dijera algo A: Maca... conoces a la mujer que acaba de entrar La miró un instante y de nuevo negó, y aunque la había avisado de que estuviera tranquila, no pudo evitar emocionarse un poco ante la respuesta de su hija, y yo la entendía perfectamente, así que me abracé ligeramente a ella para consolarla y la acompañé de nuevo fuera de la habitación. Cuando regresé, Aimé quiso probar suerte de nuevo A: ¿Puedes contar del uno al cinco? M: Uno... dos... (Y ahí se detuvo. Llevó la mano a su frente y cerró los ojos) A: ¿Te duele la cabeza? M: Sí A: Vamos a descansar un poco... ponle un analgésico y vamos a esperar a que duerma un rato (Se acercó a mí y me apartó un poco a un lado) Avisa a neurología que baje alguien a verla E: ¿Tú que piensas? A: Tiene amnesia... pero yo creo que no es muy grave... al menos su cerebro responde... vamos a esperar a ver que dice el especialista A esperar, otra vez a esperar, ella se durmió y yo tuve que volver a mi trabajo, avisé a neurología y me las ingenié para pasarme a verla cada dos por tres. Una de esas veces me senté un momento a su lado y le acaricié la mano con cuidado de no despertarla, pero creo que ya estaba despierta, simplemente tenía los ojos cerrados, porque fue notar mi caricia y abrirlos E: Hola... ¿te encuentras mejor? M: Sí E: ¿Quieres dormir un poco más? M: No E: Si quieres te dejo descansar... me voy y vuelvo más tarde... el médico todavía tardará un poco en venir (Intenté levantarme pero ella me cogió la mano y me lo impidió) M: No... quédate E: Como quieras ( Me senté de nuevo y le sonreí levemente) M: Tú... (Me pareció que intentaba preguntarme que quien era yo) E: Esther... me llamo Esther M: Esther... ¿Qué me pasa? E: Has tenido un accidente... pero te vas a poner bien M: No recuerdo... E: Tranquila... los recuerdos volverán

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O al menos eso quería creer yo. Cerró los ojos y ya no los volvió a abrir hasta que llegó el neurólogo, el cual vino acompañado por Aimé, y después de leerse el informe con detenimiento, se acercó a Maca y la saludó Dc Sainz: Hola Maca... soy el doctor Sainz... ¿Qué tal te encuentras? M: Bien Dc Sainz: Perfecto... te voy a hacer una serie de preguntas... y quiero que las pienses bien antes de responder... ¿de acuerdo? M: Sí Dc Sainz: Vamos a ver... ¿Cuántos años tienes? (Ella pensó la pregunta unos segundos, como le había dicho, y luego respondió) M: No lo sé Dc Sainz: No lo sabes... y... ¿Qué día es tu cumpleaños? (De nuevo pensaba y ya creía que la respuesta iba a ser también negativa cuando vi un cambio en la expresión de su cara) M: ¿El diez de mayo? (El doctor Sainz me miró y yo asentí) Dc Sainz: Muy bien... el diez de mayo... vamos bien... ¿recuerdas como me llamo? M: Sainz... doctor Sainz Dc Sainz: Eso es... vuelvo enseguida (Salió de la habitación y un par de minutos después entró con Manu) ¿Y a este chico le conoces? (Le miró detenidamente y poco a poco se fue dibujando una sonrisa en su cara) M: Sí... creo que sí... es... (Se esforzaba por recordar, pero le costaba bastante) es... Manu... Manu... (Abrió los brazos y los alargó levemente solicitando su abrazo, pero él antes de abrazarla le pidió permiso a Aimé) Manu: ¿Puedo? A: Claro hombre Manu: Hermanita (La abrazó y de los ojos de los dos comenzaron a brotar lágrimas, y de los míos, por fin de felicidad) M: No te vayas Manu... no te vayas Manu: Ssshhhhh... tranquila chiquitina... no me voy a ninguna parte A: ¿Te quedas tú un momento con ella? Manu: Claro A: No la hagas hablar mucho... necesita descansar Manu: Tranquilo doctor... está en buenas manos Manu se quedó con ella y nosotros salimos al pasillo, nos acercamos a su familia y el doctor comenzó a explicarles la situación Dc Sainz: Bueno... lo que le ocurre a Maca es lo que llamamos una amnesia postraumática... es algo bastante habitual en casos como el suyo... en su caso la amnesia es retrograda... lo que quiere decir que solo afecta a los recuerdos anteriores al accidente... Parece que evoluciona bien... hace unas horas no reconocía a su madre... y ahora ha reconocido a su hermano... su caso es típico... a empezando con los recuerdos más arraigados... cuanto más recientes sean las cosas... más le va a costar recordarlas... todavía es pronto para atrevernos a decir algo más... todo dependerá de cómo evolucione en los próximos días... pero si todo va bien... puede que en unas semanas su memoria esté perfecta... aunque no hay nada seguro en estos casos El padre de Maca se acercó un poco más al médico para hacerle una pregunta

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Pedro: ¿Y nosotros podemos hacer algo por ella, doctor? Dc Sainz: Claro... la familia y los amigos suelen ser de mucha ayuda en casos como este... habladle... contadle cosas, sobre todo de cuando era pequeña... anécdotas... cosas que fueron importantes para ella... su adolescencia... no estaría de más que viniese alguna amiga suya a verla... de estas amigas de toda la vida que se tienen desde el colegio... siempre podrá hablarle de cosas que ninguno de vosotros sabéis (Se miraron entre ellos y sonrieron, era evidente quien era esa amiga, hasta yo lo sabía) Jero: Ana... (Jero fue el primero en decir su nombre) Ha llamado esta mañana... está fuera de Madrid y llega mañana por la noche... y seguro que vendrá en cuanto llegue Dc Sainz: Pero no la atosiguéis mucho... no la forcéis a recordar... tiene que salirle de forma natural... y que no se canse mucho... entrad a verla de uno en uno... y no estéis mucho rato... sobre todo los primeros días... tiene que descansar Yo había escuchado atentamente toda la explicación del neurólogo, pero de todo lo que había dicho, una frase en concreto se había gravado en mi mente, “cuanto más recientes sean las cosas... más le va a costar recordarlas” o sea, que según él, lo que más le iba a costar recordar, eran esos últimos días conmigo, y sobre todo, que había decidido dejar a Fernando Me fui hacia la cafetería pensando en todo lo ocurrido, con los ánimos por los suelos, y completamente desilusionada. Perder a la persona amada debe de ser un golpe muy fuerte, sea de la manera que sea, bien si es por enfermedad, o por un accidente, incluso por una ruptura, que la persona que ha sido toda tu vida un día te deje en la más completa soledad, es algo que si existía el amor en esa relación, es duro de superar para cualquiera, pero tener delante de ti a la persona que amas y que no recuerde ni tan siquiera quien eres, que te mire a los ojos como si fueses una completa desconocida, y encima no poder gritarle cuanto la quieres, decirle que ella es tu vida En aquel momento me sentía vacía, completamente vacía, todo lo que me importaba, lo que había sido mi mundo últimamente, había desaparecido, ya no existía, y aunque existiese la posibilidad de que ella recordase quien era yo en unas semanas, ¿Cómo debía de comportarme yo durante todo ese tiempo? Que maldita jugada me había reservado la suerte, que ella se olvidara de mi justo en ese momento, podía haberse esperado unos días, o por lo menos hasta que Fernando ya no hubiese estado en su vida, pero no, ahí estaba él, y encima con derecho a estar con ella, a contarle su versión de la historia, ¿y la mía? ¿Quién le iba a contar mi versión? Me parecía una locura sentarme a su lado y decirle, no creas nada de lo que te diga Fernando, tú no le quieres, estás enamorada de mí, y le ibas a dejar, somos amantes y estamos muy pero que muy enamoradas. Lo último que ella necesitaba en ese momento era escuchar versiones diferentes de su vida, no debía de ser muy adecuado, si su cabeza no estaba bien, solo le faltaban esos líos, entonces alguien tenía que callar y guardarse su historia, y esa iba a ser yo, que remedio Tenía que tomar una decisión, pero fue fácil, la quiero más que a mi vida, haría lo que fuese por ella, así que no me quedaba más que seguirles el juego, si todo el mundo le iba a contar que Fernando era su novio, pues yo también lo haría, lo único importante para

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mí, era que ella se recuperara completamente, y si llegado el momento su amor por mi volvía a aparecer, supongo que entendería mis motivos Solo me quedaba una cosa, intentar estar con ella el máximo de tiempo posible, como lo había estado haciendo hasta ahora, pero más disimuladamente, con cuidado de que nadie se percatase, tenía que encontrar la manera de que verme con ella a todas horas fuese normal, y esa manera existía, ya lo creo que existía Busqué a Aimé sin perder ni un minuto más y le encontré en cortinas, le pregunté si tenía unos minutos para mí y fuimos a la sala de médicos para hablar con tranquilidad E: ¿Le has hecho ya a Maca las pruebas de sensibilidad en las piernas? A: Sí... ya se las hemos hecho E: ¿Y que tal? A: Bien... de momento bien... hasta que la inflamación no ceda por completo no sabremos exactamente... pero a respondido bien... tiene sensibilidad E: Entonces... ¿Cuándo hay que empezar con los ejercicios? (La cara de Aimé fue todo un poema) A: ¿También quieres encargarte tú? E: No tenemos fisioterapeutas en este hospital Aimé... los ejercicios básicos durante el ingreso del paciente suelen hacerlos una enfermera... hasta que al paciente le dan el alta y puede ir a un centro de rehabilitación A: Lo sé Esther... pero no puedes encargarte tú de todo E: Aimé... (Me puse muy seria y le miré fijamente a los ojos) ahora en serio... tengo mis motivos... y espero poder explicártelos algún día... pero encárgame a mí los ejercicios de Maca... por favor (Me miró durante unos segundos y no tengo ni idea de que pensaría que estaba pasando, pero accedió) A: Bueno... tú eres una de las pocas enfermeras de este hospital que tienen nociones de fisioterapia... así que qué más da una que otra E: Gracias Aimé A: Te conozco hace mucho tiempo Esther... confío en ti... y espero que sepas lo que estás haciendo E: Tranquilo... sé muy bien lo que hago Lo había conseguido, no sé lo sospechoso que podía llegar a parecer, pero ahora si me iba a tener que pasar mucho tiempo con ella, y con una muy buena excusa. Seguí con mi trabajo y no tardé mucho en pasarme a ver como seguía Maca. Sentado en el pasillo se encontraba su padre, supuse que su madre estaría con ella, pero Pedro me sacó de mi error E: Hola... ¿Ha entrado ya a verla? Pedro: Sí... y me ha reconocido (Sonreí al ver con que alegría me lo decía) E: Eso es genial Pedro: Ahora está Fernando con ella... pero de él no se acuerda E: Es normal... recuerda más a las personas que conoce de toda la vida... voy a verla... tengo que... Pedro: Tranquila... ve, ve Me acerqué a la puerta y sin saber muy bien porque me detuve unos segundos antes de entrar y pude escuchar lo que decían

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Fernando: Cariño... no pasa nada... el médico ha dicho que en unas semanas lo recordarás todo... yo sabré tener paciencia contigo M: ¿Está mi madre fuera? Fernando: No... se ha ido a cenar M: No quiero quedarme sola Fernando: No estás sola... estoy yo M: No insistas por favor No quería estar a solas con él, tampoco era muy raro, para ella era un completo desconocido, y con el desorden que había en su cabeza, era normal que prefiriese tener cerca una cara familiar, pero yo me alegré tanto al escuchar como prácticamente le echaba de allí. Entre después de golpear un par de veces la puerta y los dos se giraron a mirar quien era E: Hola... ¿Cómo sigues? M: Esther... un poco mejor (Me sonrió y puede que os parezca una tontería, pero me sentí importante por merecer ese recibimiento) E: Fernando... ¿puedes salir un momento?... tengo que... (Ella no me dejó terminar de hablar, ahora sí le estaba echando) M: No, si Fernando ya se iba... ¿a qué sí? Fernando: Sí (Agachó la cabeza y resignado salió de la habitación) Comprobé que el suero funcionaba como era debido, le arreglé un poco las sabanas, y mientras lo iba haciendo noté que ella no me quitaba el ojo de encima. La miré, le sonreí y seguí con mis cosas E: ¿Te han dado ya un poco de agua? M: Sí... y me ha dicho el médico que más tarde me puedo tomar un zumo... ¡¡tengo un hambre!! E: ¿Sí?. (Ella asintió sonriendo) Eso es bueno... tienes que ir comiendo para recuperarte rápido M: Esther E: Dime M: Siéntate un ratito aquí a mi lado E: Claro (Cogí una silla y me senté cerca de ella, y aunque apreté los ojos intentando contener las lágrimas que algo tan simple me había provocado, no pude evitar que un par de ellas se escaparan) M: ¿Qué te pasa?... ¿Por qué lloras? E: No sé... es que esto es muy raro M: Ya... me ha dicho Manu que somos muy amigas E: Sí... bastante... Lo siento... ¿me perdonas un momento? La cosa iba a ser mucho más difícil de lo que yo pensaba, me sentía con fuerzas para aguantar lo que fuese hasta que ella recordara quien era yo, pero el tenerla tan cerca, y encima preocupándose por mí sin saber quien era, no lo podía soportar, necesitaba abrazarla, besarla, quizás era un error pasar tanto tiempo con ella, no podía contenerme, así que pensé en salir de allí, pero cuando intenté levantarme ella me lo impidió M: ¿Adónde vas?

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E: Fuera... no sé M: Cuéntame lo que te pasa E: No puedo M: ¿Por qué? ... dices que somos muy amigas E: Maca... yo Mis lágrimas pasaron a ser llanto, me cubrí la cara con ambas manos y sentí su mano en mi hombro atrayéndome hacia ella para poderme abrazar, y cuando estuve lo suficientemente cerca, así lo hizo, me abrazó, y yo, al sentir su cuerpo pegado al mío de nuevo, tuve que abrazarla también. Cerré los ojos para disfrutar al máximo de su abrazo y poco a poco me fui calmando Cuando dejé de sollozar me cogió por la barbilla y después de levantarme un poco la cabeza para mirarme, me apartó algún mechón de pelo con una suave caricia. Creí que me derretía allí mismo, su mirada permanecía clavada en mis ojos, y aunque no era la misma mirada de unos días atrás, sentí que aunque ella no lo sabía, todo seguía ahí dentro, sus ojos me lo decían, ese sentimiento estaba vivo, puede que dormido, pero vivo, y en algún momento despertaría Y entonces sonreí al pensar en algo que me pareció muy curioso, con Fernando no le había valido que le dijeran que era su novio, no se sentía a gusto con él, sin embargo conmigo, todo había sido diferente, no sé si por pensar que era su amiga, o porque algo dentro de ella se lo decía, pero su comportamiento conmigo era totalmente distinto M: ¿Ya estás mejor? E: Sí... mucho mejor M: Estás mucho más guapa cuando sonríes Por un momento consiguió desconcertarme por completo, si no se acordaba de mí, ¿Por qué me trataba así y me decía esas cosas? Me aparte un poco de ella antes de que mi autocontrol me abandonara, ya que ella solamente se estaba portando como una amiga conmigo, como lo que pensaba que éramos, e intenté cambiar de tema E: ¿Quién se va a quedar contigo esta noche? M: Mi madre... ¿tú ya te vas? E: Sí... termino ahora M: ¿Cuándo vuelves? E: Pues tengo guardia mañana por la tarde (De repente sus ojos se entristecieron, y curiosamente los míos se alegraron, no le hizo nada de gracia eso de estar tantas horas sin verme) Pero puede venir por la mañana y quedarme un ratito contigo M: ¿Sí? E: Claro... si quieres yo vengo M: Me encantaría... me gustaría que me contaras tantas cosas E: Vendré... no te preocupes ¿Cómo me iba a negar? Yo buscando excusas para estar con ella, y era ella misma la que me pedía que me quedara. Iba a ser duro y raro pasar tanto tiempo juntas y hablar con ella solo como una amiga, pero era lo mejor, ya llegaría el momento, por ahora me conformaba con no ser una extraña para ella

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Cuando entré en mi casa me fijé por primera vez en los últimos días en el desorden que había, no había tenido tiempo de nada las veces anteriores que me había pasado por allí, y al ponerme a recoger un poco, me encontré una camiseta suya, seguramente se la dejaría el domingo, si, esa era la que llevaba el domingo, la dejé sobre la cama y me fui a la cocina a buscar algo de cena No me esmeré demasiado, una tortilla, un par de lonchas de queso y una manzana, lo puse todo en una bandeja y lo dejé en la mesa del ordenador, le di al botón de inicio y regresé a la habitación a por la camiseta. Lo que se me había pasado por la cabeza parecía un ritual vudú o algo por el estilo, pero en mi situación todo estaba perdonado Me senté delante de mi sencilla cena, puse una foto suya en el ordenador y después de quitarme mi camiseta me puse la suya. Os parecerá una locura, pero viéndola delante de mí y sintiendo su aroma que todavía perduraba en aquella prenda, era como tenerla allí sentada conmigo. Mi desesperación ya no era tanta como cuando ella estaba inconsciente, pero la seguía echando mucho de menos Echaba en falta poder hablar tranquilamente con ella sin pensar en lo que decía para no meter la pata, poder besarla, acariciarla, sin miedo a su rechazo, después de los días que habíamos vivido juntas, tener que estar sin ella, se me hacía insufrible E: Estoy fatal cariño... voy a tener que ir al psiquiatra o algo así... ya ves... cenando delante del ordenador... la verdad es que no tengo hambre... si como es solo por ti mi niña... porque sé que me necesitas... aunque yo a ti mucho más (Empecé a cenar y entre bocado y bocado seguía hablándole) Mmmm... está bueno... (Pinché un cacho de tortilla y se la ofrecí a la pantalla) ¿Quieres? ... ¡¡ah no!!... se me olvidaba... hoy solo un zumito... espero que te lo lleven de melocotón que es el que te gusta... cuando te pongan dieta normal te voy a llevar una sorpresita... no te voy a decir el que... te he dicho que es una sorpresa... (Dejé el tenedor en el plato y apoyando los codos en la mesa descansé la frente sobre mis manos) Cuantas tonterías se pueden llegar a decir y hacer... pero es que te hecho tantísimo de menos mi amor Seguramente aquello no había sido una buena idea, cada vez me estaba poniendo peor, así que apagué el ordenador y terminé la cena rápidamente sin muchas ganas, casi obligándome a mi misma a comerla, y sin tan siquiera llevar la bandeja a la cocina, me fui a mi habitación, me tumbé sobre la cama y prácticamente a oscuras, solo con el leve resplandor que entraba de la calle, me quedé mirando al techo “Bueno... todo va bien de momento... tú te estás recuperando... los médicos son muy optimistas contigo... y además no soportas a Fernando... jeje... pobre... me da un poco de pena... el te quiere... pero no sé porque me tiene que dar pena... de mi no se apiada nadie... que se joda... ¿Qué voy a hacer cuando te den el alta?... de momento me está saliendo todo redondo... pero cuando te vayas a casa la cosa se va a complicar... si voy a verte todos los días van a decir hay que ver esta niña que pesadita es... no sé... veremos como me acostumbro a estar sin ti... tendré que resignarme” Envuelta en mis pensamientos al final me quedé dormida. Aquella noche tuve un sueño muy raro en el que yo corría por un largo pasillo y Maca me perseguía, yo intentaba dejar de correr para que ella me alcanzara, pero a parte de no poder parar le dolían las piernas y

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no podía seguir mi ritmo, me daba la vuelta para correr hacia ella, pero entonces aparecía en el sentido contrario Me desperté empapada en sudor y gritando su nombre y supe que por mucho que lo intentara no iba a acostumbrarme a estar sin ella, se había convertido en una parte demasiado importante de mi vida, es más, se había convertido en mi vida, ¿Cómo iba a vivir sin ella? Era un tormento, ya no existía nada más para mí en el mundo, y precisamente pensando en eso me acordé que hacía como una semana que no hablaba con mi madre, estaba realmente fatal Quien me ha visto y quien me ve, sin tener guardia por la mañana y levantándome a las siete, si me llega a decir alguien hace apenas unas semanas que yo iba a cambiar de esta manera, le habría preguntado si estaba borracho o se había dado algún golpe, pero la vida es así, de repente llega alguien que consigue que no te cueste ningún esfuerzo levantarte por las mañanas, y no solo eso, sino incluso levantarme con una sonrisa solo por saber que ella me estaba esperando, que estaba deseando verme Entré con cuidado en la habitación por si dormía, pero no fue así, estaba despierta, la que si dormía en un sillón era su madre, con un dedo en sus labios me pidió silencio y después me sonrió, yo me acerqué con cuidado y, tras dejar un beso en su mejilla que me supo a gloria, le hablé apenas susurrando E: Buenos días... ¿Qué tal? M: Mejor... me han traído leche y galletas E: ¡¡¿Galletas?!! M: Sí... galletas... me han dicho que ya puedo comer un poco... dieta blanda E: Pero si a ti no te gustan las galletas M: ¡¡¿A no?!!... pues me han sabido a gloria (Me miró un instante un poco incrédula) ¿no me gustan las galletas? E: Esas normales que dan aquí con la leche no M: ¿Y que desayuno yo normalmente? E: Café... te encanta el café... pero ahora vas a tardar en probarlo M: ¿Y tú ya has desayunado? E: Sí... antes de salir de casa Un pequeño ruido nos hizo mirar a las dos hacia el sillón y vimos a su madre desperezarse ligeramente mientras iba abriendo los ojos Rosario: Hola Esther... que madrugadora hija E: Sí... es un poco raro en mí... pero me pidió Maca que me pasara un ratito a charlar con ella y pensé que más tarde tendría más visitas (Maca me sonrió como agradeciéndome que hubiera madrugado para estar con ella) Rosario: Pues si os parece bien... aprovechando que te vas a quedar tú un rato... voy a ir a desayunar Le dio un beso a Maca y se fue dejándonos solas. Permanecimos unos segundos en silencio, yo no sabía muy bien que decir, bueno, sí sabía que decir, pero en aquellos momentos no era lo más apropiado, e intentaba buscar un tema con el cual me fuera difícil meter la pata, y entonces ella dijo algo que me brindó la oportunidad de hablar

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M: Me ha dicho Aimé que esta tarde empezaremos con unos ejercicios sencillos para las piernas E: Sí... en casos como el tuyo aconsejan empezar lo antes posible M: ¿Y se hacen aquí en el hospital? E: Era una de las asignaturas pendientes... hasta hace relativamente poco no había nadie en este hospital capacitado para hacerlo M: ¿Y ya lo hay? E: Sí... al parecer había varios hospitales con el mismo problema... y según nos dijeron se nota mucho en la evolución del paciente si se empieza con los ejercicios pronto... así que hicieron unos cursos organizados por la comunidad de Madrid y el hospital nos facilitó bastante las cosas para que pudiéramos hacer dicho curso M: ¿Tu también lo hiciste? E: Sí... claro... me gustaba la idea y pensé que quedaría bien en mi currículum M: Espera... ¿me estás diciendo que voy a hacer los ejercicios contigo? (Sonrió ante tal idea, y yo al ver su reacción) E: Claro... si quieres, vamos... si prefieres hacerlos con otra enfermera... si estás harta de mí M: ¿Cómo voy a estar harta de ti?... ¿Qué dices?... por supuesto que quiero hacerlo contigo Como sonó aquella frase, supongo que ella no se dio ni cuenta de lo que había dicho, pero un hormigueo recorrió todo mi cuerpo solo con pensar en el doble significado que se le podía dar M: ¿Pero como voy a hacer esos ejercicios si no puedo ni mover las piernas? E: Tus nervios todavía no funcionan... la inflamación de la médula les impide trabajar... pero yo seré tus nervios... haré que los músculos de tus piernas trabajen aunque no les llegue la información del cerebro M: O sea... que básicamente yo no tengo que hacer nada E: No es que no tengas que hacer nada... es que de momento no puedes... cuando tus piernas empiecen a responder... el esfuerzo pasará a ser mayormente tuyo M: Entonces la que va a sudar eres tú E: ¡¡Mujer!!... tanto como sudar... son unos ejercicios muy básicos... solo para que tus músculos no se atrofien mientras no les llega la información... ahora verás Cogí una almohada que había sobre el sillón y poniéndome a los pies de la cama aparté la sabana hasta dejar sus piernas al descubierto casi hasta sus rodillas, se las levanté con cuidado y puse la almohada debajo, luego froté ligeramente mis manos para que no estuvieran muy frías y empecé a masajear suavemente uno de sus pies E: ¿Notas algo? M: No, la verdad... ¿eso es malo? E: Tranquila... lo raro sería que lo notaras... esto si lo vas a notar (Le di un pequeño pellizco) M: Sí... he notado algo E: Claro (Empecé a doblar ligeramente sus dedos empezando por el más gordo y una tonta idea se me pasó por la cabeza) Este fue a por leña... (Seguí con el siguiente) éste la cortó... (Otro) éste cogió un huevo... (Y otro) éste lo frió... (Al llegar al último lo hice girar) y éste pequeñito, se lo comió M: Jajajajajajaja... estás loca

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E: ¿Tú crees? Loca por ti mi amor, cualquiera que me hubiese visto hacer aquel juego con sus dedos habría pensado que me faltaba un tornillo, la jefa de enfermeras haciendo juegos infantiles con los dedos de una paciente, pero esa risa que recibí a cambio, valía todo el oro del mundo Seguimos hablando unos minutos y luego llegó su padre, estuvimos hablando un rato los tres y al regresar su madre de desayunar, pensé que ya era suficiente, me despedí de ellos y me marché, no sin antes quedar con ella ante su insistencia en que me pasaría a verla otro ratito antes de empezar mi turno Decidí aprovechar la mañana para ir a ver a mi madre, la pobre ya casi no debía de acordarse de mi cara, la tenía un pelín olvidada últimamente, le estuve contando todo lo que le había pasado a Maca, su accidente, como iba evolucionando en su recuperación, y la vi muy preocupada, se enfadó conmigo por no decírselo antes, ella y Maca solo se habían visto un par de veces, pero antes de eso ya me había oído hablar bastante de ella y le había cogido mucho cariño Me estuvo insistiendo bastante con que quería ir a verla, pero yo le dije que era mejor esperar un par de días, que había mucha gente ahora con ella y sería mejor visitarla cuando las cosas se calmaran un poco. Pareció conformarse con lo que le dije y no insistió más, pero si me pidió que le diera recuerdos de su parte y un beso cuando la volviese a ver, y eso fue apenas una hora más tarde Ataviada ya con mi uniforme de enfermera me dirigí hacia su habitación, y al llegar allí me encontré con Manu en el pasillo, me saludó con un beso y me quedé un momento con él E: ¿Está sola? Manu: No... está Fernando con ella E: Ya (Intenté disimular, pero supongo que se notó a la legua la poca gracia que me hizo saber que estaba con él) Manu: No te cae bien... ¿verdad? E: ¿Quién?... ¿Fernando?... no sé que te hace pensar eso Manu: Venga Esther... no disimules... la verdad es que a mí tampoco me parece que sea lo que Maca necesita E: ¿A no? Manu: No... pero no me malinterpretes... a mi Fernando me cae bien... es un tío estupendo... y sé que quiere mucho a Maca... con él lo tendría prácticamente todo... él la trataría como a una reina... pero le faltaría lo más importante E: ¿El que? Manu: Amor Esther... amor... Maca no está enamorada de él... y tú debes de saberlo mejor que yo... eres... “su amiga” Me sorprendieron bastante sus palabras, ¿sabía algo o simplemente lo intuía? Puede ser que Maca le hubiese contado algo antes del accidente, pero casi no tuvo tiempo, quizás le dijo lo que sentía antes de que ocurriese nada entre nosotras, quizás él no conocía toda la historia pero estaba informado de que algo pasaba, y puede que lo que pretendía ahora era averiguar lo que sentía yo

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E: Manu... ¿A dónde quieres llegar con todo esto? Manu: Esther... Maca es mi hermana pequeña... bueno... mejor dicho... es la única hermana que tengo... y posiblemente sea la persona que más quiero en este mundo... y quiero que sea feliz... me gustaría verla feliz... y con él no va a serlo E: Sigo sin ver a donde quieres llegar Manu: ¿Estás segura?... pues yo creo que sabes perfectamente de lo que te hablo Agaché un poco la mirada, ¿Qué se suponía que tenía que decir yo en aquel momento? ¿Qué era exactamente lo que él quería oír? ¿Que estaba enamorada de Maca y que iba a hacer todo lo que estuviera en mi mano porque ella fuese feliz? No sé si era eso lo que él esperaba escuchar de mi boca, pero por lo que hizo a continuación, me quedó claro que sabía lo que yo sentía Se agachó un poco para poder mirarme a los ojos y me sonrió, entonces yo sonreí y levanté la mirada para que él pudiera volver a su anterior posición, y con una mirada casi suplicante, me susurró unas palabras que me llegaron al corazón Manu: Solo te voy a pedir una cosa... consigue que vuelva el brillo a sus ojos Esther E: Yo tengo tanto o más interés que tú porque eso ocurra Manu: Lo sé... pero tengo que regresar a Jerez esta tarde... y necesitaba oírtelo decir para irme tranquilo Le miré esta vez de una manera diferente, en un instante había nacido un sentimiento en mí diferente a todos los que había sentido en mi vida, no sé, fue bonito descubrir que había una persona en el mundo que aun sin apenas conocerme, me apoyaba en todo aquello que estaba haciendo, intenté ponerle nombre, algo de lo que yo había carecido hasta ese momento, un hermano, Manu me estaba brindado que le viera como un hermano Le había dicho a Maca que pasaría a verla antes de empezar mi turno, pero esperando a que Fernando saliera, se me hizo la hora, así que decidí entrar aunque solo fuese a saludarla antes de empezar con mi trabajo, llamé a la puerta y entré tras su invitación. El primero en saludarme fue él, ya que al estar sentado de cara a la puerta me vio enseguida Fernando: Hola Esther E: Hola... (Le saludé y luego la miré a ella) solo me pasaba a ver como sigues M: ¿No te quedas un poco? E: No puedo... tengo una operación en cinco minutos... pero te dejo bien acompañada Miró a Fernando y le sonrió, parecía que se llevaban mejor y aquello me preocupó un poco, y no pude evitar sentir unos ligeros celos, pero yo no podía hacer nada en ese momento, solo intentar hacerlo mejor que él y conseguir así ganarle la batalla. Cuando salí de allí Manu se me acercó sonriendo Manu: Alegra esa cara... si te interesa mi opinión... él no tiene nada que hacer E: Ojalá tengas razón Manu: Ya verás como sí E: Bueno... me voy antes de que empiecen a buscarme... que tengas un buen viaje Manu: Gracias Esther... y cuídala

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E: Eso tenlo por seguro Le di dos besos, pero él no se conformó con eso, él prefirió abrazarme para despedirse de mí, y gracias a esto y todo lo que me había dicho, consiguió alegrarme un poco el día, aunque yo seguía preocupada, ya había sopesado la posibilidad de que, al igual que había aprendido a confiar en mí con solo hablar un par de veces, solo por saber que era su amiga, podía confiar en él al pensar que era su novio Por eso no podía bajar la guardia, tenía que estar pendiente de ella en todo momento, y sobretodo aprender a confiar, confiar en ella, pensar que su amor por mí era tan fuerte que podía con todo, y confiar en mí, en que si había conseguido enamorarla una vez, en el caso de que sus recuerdos tardasen mucho en parecer, sería capaz de enamorarla otra vez Hasta tres horas más tarde no conseguí encontrar un hueco para acercarme de nuevo a verla, y ojalá no me hubiese pasado, ya que desde el pasillo les escuché reír, y al pensar que se habían pasado la tarde juntos sentí tal rabia que no logré reunir las fuerzas necesarias para entrar, y apretando los ojos para intentar que todo aquello no saliese en forma de lágrimas, me alejé de nuevo de su habitación para ir rápidamente a los vestuarios y encerrarme allí, ya que no había conseguido mi propósito y las lágrimas empapaban mis mejillas ¿Cómo iba a conseguirlo? ¿Cómo? Todas mis ilusiones, todo mi optimismo se vino abajo al imaginarla de nuevo con él, ¿Qué podía hacer yo? ¿Jugarme el todo por el todo, y aunque les pareciera raro a los demás, pasarme el máximo de tiempo posible con ella? Tampoco quería excederme y resultar una pesada, pero estaba decidida, era mi felicidad lo que estaba en juego, mi felicidad y la de ella, nuestra felicidad, y eso merecía todas las locuras que yo pudiera llegar a cometer Regresé un poco más tarde y esta vez la encontré con sus padres, entré justo en el momento en que su padre se estaba despidiendo de ella, ya que regresaba a Jerez con Manu Pedro: El sábado por la tarde cojo un avión y me tienes aquí de nuevo M: Que no es necesario papá... yo ya estoy mucho mejor y tú tienes demasiadas cosas que hacer como para estar cada dos días yendo y viendo Pedro: No insistas... te veo el sábado Rosario: Tiene razón hija... no insistas... si lo de cabezota lo has heredado de él M: Yo no soy cabezota Rosario: ¡¡Anda!!... dice que no... díselo tu Esther E: Lo siento Maca pero... un poco cabezota si eres Pedro: Bueno... vosotras discutid quien es más cabezota... pero yo me tengo que ir Se despidió primero de mí y luego de Maca, y su mujer se fue con él para acompañarle hasta la salida M: No te has pasado a verme en toda la tarde E: Eso no es del todo cierto... he venido antes... pero Fernando seguía aquí y he preferido no entrar... ¿Qué tal con él? M: Bien... creo... es muy agradable

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E: Sí que lo es (Me puse seria de repente y supongo que ella lo notó) M: ¿Qué te pasa Esther? E: ¿Eh?... nada... es que... bueno... no quiero preocuparte con mis problemas M: ¿Tienes problemas? E: No sé si llamarlo problemas M: Cuéntame lo que te pasa E: Es mejor que no... yo... la verdad es que no me apetece mucho hablar del tema En ese momento regresó su madre y cambiamos radicalmente de tema, empezó a explicarme que su marido se había tenido que ir por una importante reunión que tenía al día siguiente, y hablando de eso sin darse cuenta terminó hablando de las bodegas y de que esperaba verme un día por allí para poder enseñarme todo aquello E: Deben de ser preciosas aquellas tierras Rosario: Lo son Esther... y ya sabes... tienes una casa cuando quieras venir E: Gracias Maca sonreía escuchándonos hablar, parecía que le gustaba ver que su madre y yo nos llevábamos bien, y aprovechando un momento que nos quedamos en silencio, me recordó el verdadero motivo por el que me encontraba allí M: ¿Tenemos que hacer los ejercicios Esther? E: ¡¡Es verdad!!... si en realidad yo había venido para hacer los ejercicios... que cabeza la mía Rosario: Yo me iré mientras tanto a por un café... ¿quieres que te traiga uno Esther? E: No, gracias M: Mamá... ¿Por qué no te vas a casa?... deberías de descansar un poco Rosario: ¿No querrás pasar la noche sola? M: No estoy sola mamá... estoy en un hospital... y estoy bien atendida Rosario: Lo sé... pero prefiero no dejarte sola... nunca se sabe E: Yo mañana libro... puedo quedarme a pasar la noche si quieres (Mientras esperaba su respuesta yo clamaba al cielo por que dijera que sí, pero su madre habló primero) Rosario: Creo que ya estamos abusando un poco de ti Esther... tú debes de tener cosas que hacer... no sé... tienes novio, ¿verdad? E: Lo tenía... hasta hace unos días... y la verdad es que prefiero quedarme aquí porque... en casa estoy muy sola y me da por pensar Rosario: Claro... tienes razón... te vendrá bien hablar un poquito con Maca... y así también se libra de mi un rato... que siempre le estoy hablando de lo mismo... que si las bodegas, que si los viñedos Maca no decía nada, desde que yo había dicho aquello de que ya no tenía novio, había clavado los ojos en mi y tuve la sensación de que ni siquiera parpadeaba, no sé que era lo que estaba pensando, ni se me ocurrió intentar adivinar lo que pasaba por su cabeza en ese momento, y ella no habló hasta que su madre la sacó de su ensimismamiento Rosario: Maca... ¿no dices nada?... ¿prefieres que se quede Esther? M: ¿Qué? Rosario: Ay hija... estás en Babia... ¿Qué si prefieres que se quede hoy Esther contigo? M: Sí, sí, mamá... mejor que se quede ella y así tú descansas... ¿seguro que no te importa Esther? E: Que no... no te preocupes

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Rosario: Venga... pues yo me voy a casa... mañana vengo M: Tranquila mamá... tú descansa que yo estoy bien Se despidió de nosotras y cuando se fue yo empecé por fin con los ejercicios. Al principio no hablábamos, ella se limitaba a mirarme, pero yo sabía que en algún momento caería la pregunta, y ese momento llegó M: ¿Cómo es que lo habéis dejado?... ¿estabais mal? E: No es que estuviésemos mal... es que había una tercera persona M: Capullo... ¿te engañó? E: No... digamos que la capulla soy yo... yo le engañé M: Perdona Esther... yo no quería decir... E: Sí querías decirlo... además... tienes razón... no está bien hacerle algo así a tu pareja... pero no lo pudimos evitar... nos enamoramos y pasó Volvimos a quedarnos en silencio unos minutos, pensativas, ella me miraba de vez en cuando, pero me pareció que evitaba cruzarse con mi mirada, no sé que estaría pensando, quizás que no esperaba que una amiga suya fuese capaz de hacer algo así, ya que ninguno nos creemos capaces hasta que nos pasa, y como se le pasara por la cabeza reprocharme algo, no sé si iba a poder callarme. Eché de menos cuando con solo mirarla era capaz de adivinar sus pensamientos, pero tuve que esperar a que hablara de nuevo M: ¿Y que ha pasado con esa persona? E: ¿A que te refieres? M: Dices que has dejado a tu novio por otra persona... ¿estáis juntos? E: No... ahora no estoy con nadie... digamos que las cosas no han ido como yo esperaba M: Pero sigues enamorada E: Cada día que pasa más... aunque la cosa no esté yendo bien... y no me arrepiento de nada de lo que hice... si pudiera retroceder en el tiempo, volvería a hacerlo M: Espero que todo se solucione y las cosas te vayan bien E: Gracias... yo también lo espero Después de aquello me preguntó un par de cosas sobre los ejercicios, y creo que lo hizo intencionadamente para cambiar de conversación, no sé si porque se sentía incómoda, o porque le pareció que lo estaba yo, pero consiguió su propósito, desviamos la conversación a temas muy distintos y ahora fluía mejor. Al terminar la dejé sola para ir a darme una ducha rápida y ponerme ropa limpia, y al regresar se había quedado dormida Me aproveché de que estaba durmiendo y acercando una silla a la cama el máximo posible, me senté a mirarla, y sin darme cuenta me fui acercando a ella poco a poco con la clara intención de besarla, pero cuando estaba ya a pocos centímetros se movió, y entonces me di cuenta de lo que iba a hacer y me aparté rápidamente de ella Aquella situación me estaba matando, verla a todas horas, tenerla ahí, a mi lado, y tener que contener mis ganas, y lo peor de todo, saber que se iba a prolongar durante bastante tiempo y no saber cual iba a ser el resultado final, pero qué se le va a hacer, las cosas estaban así, y mientras yo pensaba en todo eso, ella abrió los ojos y se me quedó mirando M: Ya estás aquí E: Sí... hace un ratito ya

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M: Me he dormido E: Es que ya es tarde... son casi las once... venga... sigue durmiendo M: ¿Tú no duermes? E: Más tarde... ahora no tengo sueño M: ¿Quieres que hablemos? E: ¿De que? M: No sé... cuéntame algo... ¿Cómo nos conocimos? (Sonreí al recordarlo, tampoco había pasado tanto tiempo, sin embargo me pareció tan lejano) E: Que raro contarte una cosa así M: Ya me imagino... pero es que no lo recuerdo E: Pues... tú venías a trabajar... era tu primer día... y yo esperaba el mismo día a la nueva enfermera... cuando te vi llegar pensé que eras ella... y te metí una bronca impresionante Yo no podía evitar sonreír mientras le narraba lo sucedido aquel día, y ella también sonreía mientras no perdía detalle E: Luego... cuando ya supe que eras la nueva pediatra... fui yo la que tuve que aguantar tu bronca... me la devolviste y bien... y no contenta con eso no aceptaste mis disculpas M: ¿Yo hice eso? E: Sí... lo hiciste M: No te creo... te lo estás inventando E: Que no... ¿Qué dices? M: Claro... como sabes que no me puedo defender (Me puse algo seria pensando que hablaba en serio) E: Te digo que fue así M: Vale... te creo... pero no te enfades... aunque estás muy mona cuando te enfadas Ya está, batalla perdida Esther, si es que no puedo resistirme a esa carita, ese era uno de esos momentos en los que me la habría comido a besos, y me costó lo mío aguantarme, tanto que no pude resistirme totalmente, y le di un beso en la mejilla que supongo no esperaba, porque se puso roja como un tomatito. ¿Quién está mona ahora cariño? E: La cosa no fue a más... coincidimos ese mismo día en un curso de cocina que daban en el hospital... y allí decidimos comenzar de cero... y esos pasaron a ser los cimientos de esta amistad que nos une ahora M: Debe de ser muy grande nuestra amistad... porque todo lo que estás haciendo por mi no tiene precio E: No es para tanto... solo me limito a hacer mi trabajo M: Eso no es así Esther... y lo sabes E: Bueno... ya te he dicho que prefiero no estar sola en casa estos días... aquí me mantengo ocupada y no tengo tanto tiempo para pensar M: Vale... lo vamos a dejar ahí... ¿intentamos dormir un poco? E: Sí... es muy tarde... y ya sabes como funcionan los hospitales... a las siete de la mañana tienes aquí a la pesada de la enfermera M: Un poquito pesadas si que son las enfermeras E: ¡¡Eeeyyy!!... no te pases M: Jajajajajajaja... pero si lo habías dicho tú primero Que maravilla verla reír de esa manera, seguimos bromeando apenas unos minutos y finalmente nos decidimos a dormir. La noche se hizo larga y pesada, ella dormía

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placidamente, pero yo tenía cada forma, cada muelle de aquel sillón marcado en mi espalda, y pasé más tiempo paseando por la habitación o simplemente sentada en la silla, mirándola, que durmiendo Como era de esperar, poco después de las siete entró Sonia, no se sorprendió de encontrarme allí, todos los que nos conocen en el hospital saben que somos amigas y le pareció normal, apenas unos segundos después llegó Eva y nos dijo que Aimé se iba a pasar en cuanto llegase y que quería explicarle a Maca un par de detalles sobre la lesión. Mientras Sonia le tomaba la tensión a Maca y comprobaba su temperatura, Eva y yo salimos al pasillo E: Joder... esto no es justo Eva: ¿A que te refieres? E: Pues a que Maca es médico... y ahora cuando Aimé le explique no va a entender la mitad de las cosas... es más... no va a entender nada... esto es una puta mierda Eva: Se va a poner bien Esther E: ¿Cuándo Eva?... ¿eh?... ¿Cuándo?... ¿dentro de seis meses?... ¿un año?... ¿dos?... (Conforme iba hablando esas lágrimas que tan familiares me parecían ya, volvieron a aparecer) ¿Cuándo se va a poner bien?... ni siquiera sabemos si se va a recuperar del todo Eva: Tienes que confiar Esther... de momento las cosas están yendo bien E: Lo intento Eva... lo intento... pero hace apenas una semana yo estaba bañándome con ella en una piscina... y ahora ni siquiera sabemos si volverá a andar... no quiero que se pase la vida atada a una silla de ruedas... no quiero... yo quiero pensar como tú me dijiste que debo dar gracias por que esté viva... pero es que no me conformo con eso... a mí me da igual Eva... yo sigo queriéndola cada día que pasa más... pero... ¿Qué vida le espera a ella así?... la veo en esa cama... ella todavía no sabe el tiempo que se va a tener que pasar en una cama Eva: Ya vale Esther... tienes que ser fuerte... ella te necesita Me quedé con Eva unos minutos y poco a poco me fui tranquilizando. Cuando llegó Aimé entre con él y me puse al lado de Maca para escuchar lo que le tenía que decir. Yo me imaginaba más o menos cuales iban a ser sus palabras, pero quería escucharlo A: Bueno Maca... como ya sabes te hemos estado haciendo estos días un seguimiento exhaustivo de tu lesión medular... el proceso va a ser lento... tienes una inflamación la cual nos impide saber el alcance de la lesión... hemos que tener mucho cuidado con la inflamación para que no se agrave la lesión... por lo que tendrás que guardar reposo... tendrás que permanecer en la cama hasta que la inflamación remita M: ¿Y cuanto tiempo va a ser eso? A: Si todo va bien... un par de semanas M: ¿En un par de semanas estaré bien? A: No... yo no he dicho eso... en un par de semanas te daremos el alta y podrás empezar con la rehabilitación (Ella me miró buscando mi reacción ante las palabras de Aimé y yo sonreí) M: ¿Son buenas noticias? A: Sí... son buenas noticias (Le cogí la mano y ella la apretó sonriendo) M: ¿Podría haber sido peor? A: Podría haber sido mucho peor (De nuevo miró a Aimé) M: Y durante todo el tiempo que este en cama tendré que hacer los ejercicios A: Sí, por supuesto

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A: Maca... todo va a ir bien... y de momento... para que vayas recuperando fuerzas... a partir del mediodía, dieta normal M: ¿Ya puedo comer de todo? A: Sí M: Estupendo Le estuvo explicando un par de cosas más y cuando se fue, Maca se quedó muy pensativa, con la mirada perdida, pero en ningún momento había soltado mi mano, al contrario, cada vez la apretaba más, incluso había momentos en los que llegó a hacerme daño, pero no me importaba, ella necesitaba sentir que yo estaba con ella y yo no podía ni quería negarle eso E: ¿Te encuentras bien? M: Hazme un favor Esther E: Claro... lo que tú quieras M: Abrázame Sin pensarlo me acerqué más a ella y con cuidado la abracé, ella necesitaba sentirme cerca, y si queréis que os diga la verdad, yo también lo estaba necesitando. Sentí que temblaba levemente y permanecí durante unos minutos en la misma posición esperando a que se tranquilizara un poco, y cuando me pareció que la cosa se calmaba me aparté ligeramente de ella M: Todo va a ir bien, ¿verdad Esther? E: Claro que sí (Me miraba a los ojos a tan solo unos poco centímetros de mí, y cogiéndome las manos me impedía que me alejara más) M: Mis piernas funcionaran E: No pararemos hasta conseguirlo M: Y me voy a acordar de todo E: Ya verás como sí M: Tengo miedo Esther... ¿y si no lo consigo? E: Lo conseguirás... eres muy cabezota M: Que no soy cabezota E: Te digo que sí (Me soltó y cruzando los brazos hizo como que se había enfadado, pero solo unos segundos, después me miró y volvió a sonreír) M: Gracias Esther La volví a abrazar pero sentí que el abrazo era diferente al anterior, antes temblaba, necesitaba el refugio y la seguridad que mis brazos le otorgaban, pero ahora, ahora se limitaba a sentir mi cuerpo junto al suyo, o eso me pareció, ya que la noté más relajada y lentamente pasaba sus manos por mi espalda, cosa que consiguió que mi piel se erizara levemente No tardaron en traerle el desayuno y dejaron otro para mí, de algo tiene que servir trabajar aquí, desayunamos juntas entre risas y tonterías y poco después de terminar alguien llamó a la puerta y asomó la cabeza Ana: ¿Se puede? (Al principio la cara de Maca fue un poco de desconcierto, pero no tardó mucho en reconocer a aquella mujer que le sonreía ampliamente) M: ¡¡Ana!!... Anita

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Ana: Hola preciosa (Se acercó a ella para abrazarla y con un gesto le indiqué que tuviese cuidado) M: Que alegría me da verte Ana: Pues anda que a mí... que por lo que me habían dicho creí que no me reconocerías M: Ayer igual no te hubiese reconocido... pero cada vez recuerdo más cosas Ana: ¿Qué tal estás? M: Bien... bueno... dentro de lo que cabe Ana: Hola Esther E: Hola Ana (Se acercó a darme dos besos y luego se sentó a su lado) M: ¡¡Ah!!... ¿pero vosotras os conocéis? No nos conocíamos mucho, pero si, habíamos coincidido con ella y su marido alguna vez, incluso recuerdo un día que cenamos los seis juntos, pero más que nada la conocía por lo que Maca me había hablado de ella, y al igual que había hecho conmigo, supongo que a ella también le habría hablado bastante de mi Seguramente Manu le habría estado explicando por teléfono lo que dijo el médico, aquello de que era aconsejable hablarle de anécdotas y cosas que ella seguro recordaría en condiciones normales, porque no tardó en llevar la conversación por ese camino Ana: Es que ni te lo imaginas Esther... me compraron el perrito... y mientras estábamos en la fiesta en mi casa... el pobre perro dentro del coche... con el calor que hacía... pobre animal, salió despavorido cuando le abrieron la puerta E: No me extraña... aquello debía de ser una sauna M: Era precioso... era un cachorro de dálmata (Soltó aquello y las dos nos quedamos mirándola) Ana: ¿Te acuerdas? M: Sí... fuimos Isa y yo a comprarlo E: ¿Cuánto hace de eso? (Me emocioné solo de pensar que iba recordando cosas más recientes) Ana: Ya hace años... fue cuando cumplí veintidós M: Buaaaa... entonces ya hace como veinte años Ana: Serás perra Solo habían pasado doce años, pero a Maca le encantada meterse con Ana y recordarle a todas horas que era mayor que ella, aunque solo fueran unos meses, y mientras ellas seguían metiéndose la una con la otra entre risas, yo sonreía al pensar que esa cabecita suya iba recordando cosas que, aunque simples y sencillas, formaban parte de un todo, un todo que poco a poco se abría camino para llenar ese vacío que había quedado en su mente Pasamos la mañana hablando las tres y cerca del mediodía llegó su madre, y aunque yo no me hubiese movido de allí, me pareció que ya iba siendo hora de marcharme, y más aún cuando comentó que Fernando no tardaría en llegar, lo que menos me apetecía era estar allí estando él, así que me despedí de ellas y salí para mi casa Creo que aquella fue una de las tardes más larga de mi vida, mi corazón no dejaba de gritarme que fuese con ella, que me olvidase de lo que pensaban los demás sobre mi actitud, pero mi cabeza intentaba convencerme de que no tenía que precipitar las cosas,

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que con calma llegaría a mejor puerto, y pensándolo fríamente, las cosas tampoco estaban yendo tan mal Al día siguiente tenía guardia por la noche, así que tenía todo el día para pasarme a verla en el momento que quisiera, y como ya había podido comprobar, el mejor momento era por la mañana, y así lo hice, me levanté esta vez no tan temprano y me fui a ver a mi niña. De camino paré en una tienda a comprar una pequeña sorpresita que pensé le haría mucha ilusión, al llegar lo guardé en la nevera, pues prefería disfrutar de su reacción a solas, y me dirigí a verla Como ya imaginé, estaba con ella su madre, al llegar yo le insistió en que fuera a casa a darse una ducha y a descansar un rato, y cuando logró convencerla yo fui en busca de mi sorpresita. Regresé rápidamente y al entrar en la habitación llevaba en una mano una bolsa de plástico y en la otra una cucharilla, la cual le mostraba exageradamente E: Te he traído una cosa M: ¿Qué es? E: Uhm, uhm (Negué con la cabeza y ella insistió) M: Esther... dime que es E: Lo tienes que adivinar... abre la boca y cierra los ojos M: No sé... ¿me puedo fiar de ti? E: ¿Tú que crees? M: Vale... me fío de ti Cerró los ojos, como yo le había dicho, y abrió la boca esperando a ver que era aquello que le iba a dar, y yo, metí la mano con la cuchara dentro de la bolsa y después de coger una pequeña cantidad de lo que allí había, se lo ofrecí, y menos mal que tenía los ojos cerrados y no me vio, porque un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al ver con que suavidad atrapada el contenido de la cuchara M: Mmmmmm... esto está buenísimo... pero no tengo ni idea de lo que es E: Vamos a probar otra vez (Llené de nuevo la cuchara, esta vez un poco más, y se la di) M: Mmmmm... sabe como a fresas... pero no es helado de fresa E: Caliente, caliente M: Más bien frío, frío E: Venga, un poquito más M: Cuando se está derritiendo tiene un sabor más suave... pero luego se quedan como unos trocitos que saben diferente... tiene trocitos de fresa pero también otros trocitos... no sé lo que es Esther (Saqué el bote de helado de la bolsa y se lo di) Helado de tarta de queso con mermelada de fresa... está de muerte E: Anda, toma (Le di la cuchara y siguió comiendo) M: ¿Tú no quieres? E: Es que solo tengo una cuchara M: Tonta Sonriendo llenó de nuevo la cuchara y me la ofreció, y no sé si fue por el hecho de tener que comer en la misma cuchara que ella, o por el tono de voz con el que me había dicho lo de tonta, no sé porque, pero mis piernas empezaron a temblar. Se me pasó por la cabeza salir de allí, pero no creo que hubiese podido mantenerme en pie, así que aguanté como una jabata y me comí el helado ante su atenta mirada

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E: Mmmm... buenísimo M: Es una maravilla este helado Esther E: Es tu preferido... ese y el de nueces de macadamia M: ¿Helado de nueces de macadamia? E: Sí... te encanta... pero no quedaba en la tienda M: ¿Puedo preguntarte una cosa? E: Claro... tú dirás M: ¿Cómo es que conoces tan bien mis gustos? Yo había intentado por todos los medios que ella no notara nada raro, pero en algún momento se tenía que dar cuenta de que mi dedicación por ella no era normal. Intenté encontrar una respuesta a aquella pregunta que había dejado en el aire, y sin saber muy bien cual iba a ser el resultado, solté lo primero que se me pasó por la cabeza E: No sé de que te extrañas... tú también conoces mis gustos a la perfección M: ¿A sí? E: Claro... te aseguro que sabes perfectamente lo que me gusta y lo que no... hemos comido y cenado montones de veces juntas... solas, acompañadas... pero te aseguro que han sido suficientes para que yo sepa que helado te gusta Pareció conformarse con mi respuesta, ya no me dijo nada más al respecto, y seguimos hablando de temas muy distintos mientras disfrutábamos del helado Durante toda la mañana se fueron pasando a verla varios compañeros del hospital, hasta ese momento Aimé les había pedido que la dejaran descansar, pero ahora ya se pasaban aunque sin llegar a ser pesados, cosa de agradecer, más aún teniendo en cuenta que a Maca le resultaban completos desconocidos Y así fueron pasando sus primeros días de estancia en el hospital, tengo que reconocer que al principio hubo un par de cosas que me costaron, el tema de lavarla y tener que ayudarla con sus necesidades fisiológicas, y no sé porque, vergüenza no me daba, yo estoy muy acostumbrada a tener que hacer esas cosas con algunos pacientes, y menos aún tratándose de ella, pero puede que a Maca sí, y eso me condicionaba un poco La veía incómoda, mirando al techo intentando pensar en otra cosa, y en algún momento pensé que para ciertas cosas es mejor alguien desconocido, e incluso se lo comenté, pero me dijo que no tenía importancia, que ella prefería que lo hiciera yo, que en realidad las demás enfermeras para ella eran desconocidas, pero ella para las enfermeras no, y el caso era el mismo A parte de ser su enfermera, me seguía pasando a verla de vez en cuando fuera de mi horario de trabajo, y sin querer, entre unas cosas y otras, más de una vez coincidí con Fernando, pero no estuvo tan mal, ya que pude comprobar que sus progresos no eran mayores que los míos. En una de esas ocasiones tuve que presenciar una escena bastante interesante Entré en la habitación para cambiar su posición en la cama, como hacíamos tantas veces al día, y les sorprendí en mitad de una conversación, podríamos decir de pareja,

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conversación que se interrumpió temporalmente con mi llegada, pero Fernando no podía contenerse y seguía diciéndole cosas en voz baja, cosas que yo escuchaba perfectamente Fernando: Cariño... es que no lo intentas M: Ya vale (Ella me miraba como diciéndole que no era el momento, y yo seguía con mis cosas sin saber muy bien de que hablaban) Fernando: Te cierras en banda y yo así no puedo M: Fernando... por favor Fernando: Esther... díselo tú (Dejé lo que estaba haciendo y le miré mientras intentaba adivinar que era lo que le tenía que decir) Dile que estábamos bien y que nos queríamos mucho M: No metas a Esther en esto (Por un momento pensé que debía salir de allí, pero la cosa se estaba poniendo interesante, no quería perdérmelo por nada del mundo) Fernando: Es que yo así no puedo seguir Maca... yo vengo a verte siempre que puedo... pero a veces me da la sensación de que te molesto... es que ni siquiera me dejas cogerte de la mano M: Tienes que entenderme... por mucho que me digas que yo te quería... no puedo hacer nada si no lo siento Fernando: Si yo te entiendo perfectamente... pero quien me entiende a mi Maca... cariño (Se acercó más a ella y acariciándole el brazo le hablaba a pocos centímetros) Solo te pido que lo intentes Me encaminé hacia la puerta para dejarles solos, pero sin prisas, intentando prolongar mi salida para poder ver o escuchar la reacción de ella, y al llegar a la puerta me detuve a mirarles y vi como la besaba. Todos los músculos de mi cuerpo se tensaron ante tal imagen, pero no durante mucho tiempo, ya que lo que le dijo ella me devolvió la sonrisa M: Creo que es mejor que no vengas en unos días Fernando: ¿Qué? M: Necesito pensar... aclararme... y tú no me dejas... me agobias... y lo único que vas a conseguir es que me harte de ti Fernando: Pero cariño M: Creo que deberías de irte... Esther seguramente había venido a cambiar las sabanas... ¿verdad Esther? (Dudé apenas un segundo y respondí) E: Sí... pero puedo volver luego Fernando: No es necesario... ya me voy Salió de allí casi atropellándome y con el semblante triste Ya hacía diez días que Maca estaba en el hospital, y aunque un poco harta de aquella cama, sonreía optimista al pensar que ya pronto le iban a dar el alta, mientras que yo estaba aterrada con tal idea, ya que aquello suponía pasar mucho menos tiempo con ella. Me encaminé junto con Aimé a su habitación para informarla del resultado de las últimas pruebas, y casualmente se encontraban sus padres con ella A: Si todo sigue así... en aproximadamente tres o cuatro días te daremos el alta M: Que ganas tengo (No hacía falta que lo dijera, la felicidad que solo el pensarlo le causaba se veía reflejada en sus ojos)

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A: Al principio vas a necesitar ayuda prácticamente las veinticuatro horas del día... pero poco a poco y con ayuda de la rehabilitación te irás valiendo por ti misma Rosario: No hay problema doctor... no le va a faltar gente que la ayude y la cuide (Su madre también sonreía al pensar que Maca pronto saldría de allí) M: ¿Os vais a venir a mi casa? Rosario: ¿Qué dices?... te vamos a llevar a Jerez Se me habían pasado por la cabeza toda clase de cosas que podían impedirme estar con ella, cualquier cosa me parecía superable, pero aquello, llevársela a Jerez, eso sí que no, no lo podría soportar, ¿Cuánto tiempo me iba a pasar sin verla si se la llevaban? La miré y me encontré con su mirada, agaché un poco la cabeza y creo que justo en ese momento empecé a sentir que yo no le era nada indiferente a ella M: No... yo no quiero ir a Jerez Rosario: Maca, hija... ¿Dónde vas a estar mejor que en casa?... allí no vas a estar sola ni un segundo M: Sí tienes toda la razón... en ningún sitio voy a estar mejor que en casa... en MI casa Rosario: Pero... ¿Cómo te las vas a apañar?... si por lo menos quisieras ir a casa de Fernando M: Mamá... eso ni lo pienses Rosario: ¿Y que vas a hacer?... ¿eh? M: Contrataré a una enfermera Rosario: ¿Y donde vas a encontrar una enfermera así?... que son veinticuatro horas al día Maca... siete días a la semana M: La encontraré Rosario: Eres igual de cabezota que tu padre (Salió de la habitación bastante enfadada) Pedro: Pero si yo no he dicho nada... no te preocupes hija... hablaré con ella y lo entenderá Fue en busca de su mujer y poco después de él salió Aimé tras despedirse de nosotras. Me acerqué un poco a la cama y ella me sonrió, yo ya había adivinado sus intenciones, pero ¿qué pensaba ella si creía que yo estaría dispuesta a dejar el hospital por cuidarla? M: ¿Crees que encontraré una enfermera con las cualidades adecuadas? E: A ver... ¿Cuáles son esas cualidades? M: La primera... tiene que ser capaz de aguantarme las veinticuatro horas del día sin cansarse de mí... (Estaba claro por donde iba) la segunda... sería preferible que tuviese nociones de fisioterapia... (Yo solo sonreía, no podía hacer nada más que sonreír) la tercera... igual es pedir mucho... pero si fuese alguien conocido... podría hablarme de esas cosas más recientes que tanto me está costando recordar E: ¿Algo más? M: Sí... puestos a pedir... que me traiga de vez en cuando helado Un hormigueo empezó a recorrer todo mi cuerpo, ¿de verdad estaba pasando aquello? ¿en serio me estaba pidiendo que lo dejara todo para cuidarla? Y si era así, ¿Por qué lo hacía? ¿Qué intenciones tenía? E: ¿Sabes lo que me estás pidiendo? M: Sí... lo sé E: No... yo creo que no lo sabes... yo tengo un cargo de responsabilidad en este hospital M: Puedes pedir un permiso

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E: Ya lo sé... puedo pedir una excedencia... ¿pero que te hace pensar que lo haré? M: Porque eres mi amiga... y te lo estoy pidiendo como un favor... no quiero irme a Jerez Esther “Porque eres mi amiga y te lo estoy pidiendo como un favor” daba igual como me lo pidiera, de todas formas no se lo iba a poder negar, pero aquellas no eran precisamente las palabras que yo esperaba oír, no habría estado mal un “porque te quiero y quiero quedarme contigo”, de ilusión también se vive, pero cualquier cosa con tal de estar con ella E: Hablaré con Cruz... pero no te puedo asegurar nada M: Gracias Esther "Porque eres mi amiga y te lo estoy pidiendo como un favor" porque eres mi amiga, mi amiga, mi amiga, mi amiga. Yo no quería ser su amiga, ¿es que no lo veía? Yo quería mucho más, y ella me desconcertaba, a veces tenía la sensación de que algo pasaba, pero de repente decía algo que me hacía ver que todo había sido imaginaciones mías, pero si una cosa tenía clara, era que no me iba a rendir C: ¿Pero como voy a prescindir de ti? E: Cruz... no soy dada a pedir favores a nadie... y creo que no tienes muchas quejas sobre mi trabajo... así que para una vez que te pido algo C: Me estás pidiendo un año Esther... que encuentre a alguien que te sustituya durante un año E: Bueno... en principio te pido un año... pero es por asegurarme... no sé cuanto tiempo me va a necesitar... puede que en unos meses esté de vuelta C: No entiendo porque haces esto E: Cruz... todavía tiene enormes lagunas en su memoria... le cuesta confiar en la gente que no recuerda... pero yo he estado con ella desde el primer día y confía en mí... me necesita C: ¿Por qué Esther?... ¿Por qué lo haces? Me quedé en silencio unos segundos pensando si debía o no responder a su pregunta, quizás si se lo decía podría entender mis motivos, y quien sabe, igual hasta me servía de ayuda, Cruz es una gran persona y no dudé que era capaz de entender lo que yo sentía por Maca, así que decidí arriesgarme y contarle lo que me estaba pasando E: Porque estoy enamorada de ella Cruz Ya lo había soltado, ya no había vuelta atrás, y apretando los ojos fuertemente bajé la mirada al suelo, y esperé por si ella tenía que decir algo, pero después de unos segundos la volví a mirar y simplemente permanecía en la misma posición, mirándome, intentando procesar la información que su cerebro acababa de recibir, pero por si no le parecía suficiente, yo seguí explicándole mis razones E: Porque la quiero más que a mi vida... porque sería capaz incluso de conseguir la luna si ella me la pidiera... y sé que si no lo hago yo, le va a resultar prácticamente imposible encontrar a alguien... y entonces no le va a quedar otra que irse a casa de sus padres... a Jerez Cruz... nada menos que a Jerez... a más de seiscientos kilómetros de mí... y sin ella

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me muero... me muero Cruz... necesito estar cerca de ella... aunque solo sea como su enfermera... o como su amiga... como sea... pero cerca de ella C: ¿Maca lo sabe? E: Más quisiera yo... que se acordara C: Espera... ¿lo sabía antes del accidente? E: Estábamos liadas C: ¡¡¿Qué?!! E: Lo que has oído C: Pero... E: No hay peros... la quiero... y ella a mí... el problema es que no se acuerda C: ¿Y por que no se lo has dicho? E: No podía... está su familia... Fernando... nadie sabe nada C: Todo esto que me estás contando... es un poco surrealista Esther E: Mira... dejé a Jorge por ella... y ella iba a dejar a Fernando... pero ese maldito accidente no le permitió llegar a su destino... le dije que a partir de ese día nunca me iba a separar de ella... y yo preferiría que tú lo entendieras y me hicieras ese favor que te pido... pero quiero que tengas una cosa clara... me voy a ir con ella tanto si lo entiendes como si no C: Ya veo que lo tienes claro E: Ponte en mi lugar... imagínate que le pasara algo así a Vilches... solo piénsalo un minuto... y luego dime tú que harías (Se quedó pensativa unos segundos y antes de volver a hablar me sonrió) C: ¿Cuándo le dan el alta? (Sabía que lo entendería, cualquier mujer enamorada me entendería) E: En tres o cuatro días C: Veré lo que puedo hacer E: Gracias Cruz Ya no necesitaba más, un “veré lo que puedo hacer” de Cruz, te lo puedes tomar como un dalo por hecho, y con una enorme sonrisa fui a contárselo a Maca, pero al entrar en la habitación me la encontré hablando con su madre, se quedaron calladas y las dos me miraron fijamente, estaba claro que se lo había contado Rosario: ¿Vas a cuidar tú de Maca? (La miré y le sonreí, y eso le bastó para saber que estaba aceptando E: Sí... yo cuidaré de ella Rosario: ¿Y tu trabajo? E: Eso ya está solucionado (Ella sonreía cada vez más, y sin poder evitarlo, yo también) M: Mamá... por favor... ¿puedes dejarnos solas un momento?... necesito hablar con Esther Rosario: Claro... espero fuera (Salió de la habitación, y Maca no apartaba su mirada de mí ni un momento) M: ¿Has hablado con Cruz? E: Sí M: ¿Te vienes conmigo? E: Sí Sin borrar la sonrisa de su cara, vi dos lágrimas salir de sus ojos, pero poco a poco su sonrisa se fue borrando, y en apenas unos segundos lloraba, así que me acerqué a ella y la abracé para consolarla

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E: Eeyyyy... ¿Qué te pasa? M: ¿Por qué haces esto Esther?... ¿Qué he hecho yo para merecer esto? E: Tú misma lo has dicho antes... soy tu amiga... tú no quieres ir a Jerez... y yo haré lo posible por que no tengas que ir Se separó de mí apenas unos centímetros y me miró, y antes de que pudiese decir nada yo saqué un pequeño paquetito que llevaba en el bolsillo y se lo di E: Toma... esto es para ti M: ¿Para mí?... (Cogiéndolo lo abrió, lo desplegó y se quedó mirándolo unos segundos) Es precioso... es un pañuelo precioso Esther... pero... E: Te voy a quitar la venda... y pensé que querrías cubrirte la cabeza con algo M: A ti nunca se te escapa nada... ¿verdad? E: Solo intento hacerlo lo mejor que puedo... (Contesté intentando no darle demasiada importancia a su pregunta) vamos a ver Poco a poco le fui quitando la venda de la cabeza, no era la primera vez, pero si la definitiva, le limpié la herida con sumo cuidado y la cubrí esta vez con una pequeña gasa y un poco de esparadrapo, y al terminar me separé de ella y la miré de frente M: Debo de estar horrorosa E: No tanto... pero un poco graciosa si estás M: No te rías de mí que te doy E: Venga... ponte el pañuelo M: Mejor pónmelo tú E: Trae (Le puse el pañuelo con cuidado y de nuevo me alejé un poco para mirarla) M: ¿Qué tal? E: Perfecta... ¿le digo a tu madre que entre? M: Vale Salí en busca de su madre y me quedé un rato con ellas, pero muy poco ya que tenía que seguir con mi trabajo, con ese trabajo que si todo iba bien iba a dejar temporalmente en pocos días, pero con la alegría instalada en mi cuerpo Al terminar el turno de nuevo me pasé a verla, puedo llegar a resultar realmente pesada, no sé como no llegó a hartarse de mí, y no solo eso, sino que encima me había pedido que me fuera a su casa con ella, no me lo demostraba, no me lo decía, pero algo tenía que sentir por mí, sino como se explicaba aquello Mientras estaba con ella vino Cruz a verla, nos comentó que no había problema, que Lourdes me sustituiría el tiempo que hiciera falta y contratarían a una enfermera durante mi ausencia, todo perfecto, no podía ir mejor, yo ni me lo creía, con lo mal que lo había pasado días antes y parecía que la vida me estaba compensando por todo aquello C: Tú a cuidarte y a recuperarte rápido... que ya te echamos de menos en urgencias M: No sé Cruz... no sé si mi cabeza será capaz de recordar todo lo necesario C: Pero ya recuerdas muchas cosas M: Síi... ayer vi una de mis analíticas... y supe leerla perfectamente

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C: Claro... puede que al principio necesites un poco de ayuda... pero cuando te reincorpores, verás como todo vuelve a su sitio y haces tu trabajo tan maravillosamente bien como lo hacías antes M: Ojalá estés en lo cierto C: Mira... acabo de atender a un niño que en principio presentaba un cuadro gripal... tenía fiebre, dolor de garganta... tenía dolor muscular, y también le dolía la cabeza... pero algo no me cuadraba M: ¿No presentaba ningún síntoma más? C: Luego me ha dicho la madre que no suele dar problemas para comer... ni estando enfermo... y que últimamente no come nada M: ¿Le has hecho una serología?... ¿sabes si tienen un gato en casa? C: Ves como sabes perfectamente que hacer M: ¿Toxoplasmosis? C: Muy bien doctora... toxoplasmosis Se estaba recuperando muy rápidamente y eso significaba una cosa, que pronto se acordaría de todo, de absolutamente todo, y a mí se me estaba haciendo larguísima la espera, pero los días iban pasando, en las pruebas por fin se veía que ya no existía inflamación alguna, así que el momento de irse a casa se acercaba, solo un día más, pero primero una vueltecita por el hospital Entré en la habitación arrastrando una silla de ruedas, y cuando Maca me vio no lo podía creer. Puede que suene raro que una persona se alegre por poder sentarse en una silla de ruedas, pero después de pasarse catorce días en una cama, la sola idea de poder levantarse era la mejor de las noticias M: ¿Esa silla es para mí? E: Si te apetece dar una vuelta M: Claro Entre su madre y yo la ayudamos a sentarse en la silla, y empecé a pensar en la que se me venía encima, después de tantos días en la cama casi no tenía fuerzas, y ella poco podía hacer, eso sin contar con el miedo que le supondría eso de levantarse por primera vez, así que nos costó un poquito más de lo que esperábamos, pero finalmente lo conseguimos E: ¿Estás bien?... ¿te mareas o algo? M: Al principio un poco, pero no... estoy bien E: Si estás mareada dilo... es normal M: Que no Esther... que estoy bien E: Vale... pues... cuando quieras (La miré y lo sonreí, y me sentí feliz por estar de nuevo presente en uno más de sus progresos) M: Mamá... ¿te vienes? Rosario: No... mejor os espero aquí M: Como quieras... Esther... arranca que nos vamos Abrí la puerta y me encontré con Fernando que se disponía a entrar justo en ese momento, me aparté para dejarle pasar, y al verle Maca se quedó algo sorprendida, supongo que no esperaba verle por allí después de haberle echado, pero se equivocó Fernando: Hola Maca... que buen aspecto tienes... veo que te encuentras mejor

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M: La verdad es que sí... mucho mejor... mañana me dan el alta Fernando: Eso es estupendo M: ¿Nos dejas pasar?... es que íbamos a dar una vuelta Rosario: Maca hija... Fernando ha venido a verte... podéis dar esa vuelta más tarde M: No mamá... la vamos a dar ahora... puedes esperar aquí con mi madre... no tardaremos mucho... vamos Esther E: Claro Sonrientes salimos de allí dejando al pobre Fernando con un palmo de narices. Yo andaba toda orgullosa arrastrando la silla de mi niña, y algunos compañeros se acercaban a saludarla, ella era simpática y agradable con ellos, pero luego me ponía una cara como diciendo, ni idea de quien es Cuando llegamos a urgencias casi no nos dejaban avanzar, todos querían saludarla y hablaban con ella, le daban ánimos, pero lo mejor fue cuando nos vio Teresa. Prácticamente se abalanzó sobre ella y empezó a darle sonoros besos en la mejilla, ya se había pasado a verla varias veces, pero no pudo contener la alegría al verla por fin fuera de la cama T: Pero que buena cara tienes M: Gracias Teresa T: ¿Ya te vas pronto a casa? M: Mañana... mañana me dan el alta T: Que bien... vendréis a vernos... ¿verdad? M: Claro Teresa... pero se puede pasar por mi casa cuando quiera T: Ay... yo no quiero molestar M: Que no molesta Teresa... al contrario... me encantaría que viniera a verme E: Claro Teresa... vente un día T: ¿Me lo dices de verdad? M: Pues claro T: Ay hija... es que como estás así que ni sabes quienes somos E: Teresa (La miré recriminándole lo que había dicho) M: Jajajajaja... déjala Esther Nos despedimos de Teresa y seguimos con nuestro tour por el hospital, llevábamos ya casi una hora y Maca se estaba empezando a cansar M: Esther E: Dime M: Estoy un poco mareada E: ¿Y eso? (Paré y me puse delante de ella en cuclillas) M: Ya se me pasa... es que... demasiada gente, demasiado movimiento E: Vamos a tu habitación y descansas M: No... (Me extrañé, estaba mareada pero no quería ir a su habitación) es que estará allí Fernando... no quiero verle E: Pero te estará esperando... le has dicho que no tardaríamos y ya hace bastante que hemos salido de allí M: Que se aguante... no quiero verle E: ¿Qué pasa? M: Llévame a algún sitio tranquilo

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E: Claro Aprovechando que estábamos cerca de la sala de enfermeras, la llevé allí. Puse la silla frente al sofá y me senté justo delante de ella E: ¿Qué pasa Maca?... ¿quieres contármelo? M: No le quiero Esther (Agaché un poco la cabeza para ocultar la alegría que oír aquello me producía) Estoy hecha un lío (Levanté la cabeza de nuevo y me encontré su mirada suplicante) E: ¿Por qué?... cuéntame lo que te pasa (Apoyé las manos en sus rodillas, y ella puso las suyas sobre las mías) M: Tengo algunos recuerdos suyos... de cuando le conocí... y puede que él tenga razón... los recuerdos que tengo son bonitos... éramos felices... al menos entonces... pero no sé lo que me pasa... no... no me gusta estar con él... supongo que los recuerdos seguirán llegando... pero siento que para mi solo van a ser eso... recuerdos... no consigo sentir nada por él... Esther... ¿de verdad estábamos bien Fernando y yo antes del accidente? Era mi oportunidad, en aquel momento se lo podía haber soltado, pero si ella estaba asustada, creo que yo todavía lo estaba más. Sus palabras lo único que me estaban diciendo era que ella no entendía nada de lo que sentía, fueran cuales fueran sus sentimientos no conseguía ponerles orden, quizás necesitaba un poco de ayuda, pero tenía que pensar la manera de ayudarla Puede que soltarle de golpe que estaba enamorada de mí y que le iba a dejar la confundiría más de lo que ya lo estaba, así que intenté encontrar un término medio, decirle que no estaban bien, pero sin llegar a contárselo todo, el problema era encontrar las palabras justas, y arriesgarme a que me hiciera más preguntas al respecto E: Fernando te adora... pero tú últimamente... te estabas dando cuenta de que no le querías tanto como creías M: O sea... que no estaba enamorada de él E: No M: Pero todo esto él no lo sabe E: No M: Ya Nos quedamos en silencio unos minutos y ella ya no me preguntó nada más, cosa que me produjo cierto alivio, porque ya no sabía que decirle, me estaba costando lo mío no decirle cuanto la quería, y cualquier pregunta más que me hubiese llevado por ese camino, quizás habría sido la que me hiciera soltarlo de una vez M: Tengo que hablar con él... ¿Me llevas a la habitación? Por favor E: Claro En el camino de vuelta a la habitación seguimos sin hablar, ella estaba pensativa, la saludaron un par de compañeros, pero esta vez no fue tan amable, la sonrisa había desaparecido por un momento de su cara, y la preocupación había ocupado su lugar Cuando llegamos nos pidió a su madre y a mí que la dejáramos a solas con él y así lo hicimos, me habría gustado escuchar lo que le iba a decir, pero más o menos puedo

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imaginármelo, no sé el desorden que había en su cabeza en aquel momento, pero mi esperanza, si por fin se había dado cuenta de que no le quería a él, era que se acordara de mí, que supiera poner orden a ese entresijo de sentimientos que había en su interior Nos sentamos a esperar en el pasillo, la cara de su madre era de preocupación, también intuía lo que allí dentro estaba pasando, y no sé si por calmar los nervios, por pasar el rato, o porque lo hizo, pero empezó a hablarme de cosas que más o menos ya habíamos comentado y decidido Rosario: Entonces ya tienes la mayoría de tus cosas en casa de Maca E: Sí... ayer llevé un par de bolsas más... y creo que más o menos ya lo tengo todo Rosario: Yo me quedaré un par de días más... para ayudarte un poco y... bueno... hasta que os organicéis E: Ya me lo había comentado Maca Rosario: De todas formas vendré a menudo... así tú podrás descansar algún día E: No hay problema... además... no creo que esta situación se prolongue mucho... pronto empezará a valerse por si misma para muchas cosas Rosario: Espero que tengas razón E: Ya verá como sí Rosario: Ana también se pasará alguna tarde para estar con ella E: Es genial Ana... ha venido casi todos los días a verla Rosario: Esther (Me miró y se puso muy seria, y yo me temí lo peor) Yo quería... darte las gracias por todo lo que estás haciendo E: No tiene importancia... es mi trabajo Rosario: ¿A quien quieres engañar? (Yo no sabía a donde quería ir a parar, pero estaba consiguiendo ponerme muy nerviosa) Lo que haces no tiene nada que ver con tu trabajo... y yo nunca había conocido a nadie como tú E: Gracias... pero no es para tanto Rosario: No te menosprecies Esther... lo que estás haciendo por Maca es impagable... nunca podremos agradecértelo lo suficiente Preferí no seguir con aquella conversación, ya que no me gustaba nada el rumbo que estaba tomando, me aterrorizaba el hecho de que su madre pudiese haber notado algo, no estaba preparada para enfrentarme a aquella situación, así que antes de que pudiera decir algo más me levanté y solté lo primero que se me ocurrió E: Perdone pero... me acabo de acordar de que tengo que llamar a mi madre... se me ha hecho tarde y la pobre debe de estar preocupada... Vuelvo enseguida Rosario: Tranquila ve Me fui hacia la sala de enfermeras y sentada en el sofá me acordé de lo que había estado hablando allí con Maca un momento antes, y me quedé pensando en eso y en esa conversación que estaría teniendo con Fernando Y llegó el día. Cuando entré en su habitación ya estaba preparada para marcharnos en cuanto le trajeran el alta. Estaba preciosa, con unos vaqueros y una camiseta de tirantes azul, hacía tanto tiempo que no la veía con ropa de calle, que no podía apartar la vista de ella

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La hora y media que tardó en llegar Aimé fue una de esas veces que nos demuestran lo relativo que puede llegar a ser el tiempo, ya que la espera se hizo eterna. Al llegar nos estuvo explicando un par de cosas a tener en cuenta, pero no se extendió mucho hablando al comprobar lo nerviosa que estaba Maca por las ganas de salir de allí De camino hacia la salida fue más o menos como el día anterior, todos la saludaban, pero esta vez al saber que se iba para casa le deseaban suerte y la animaban con toda clase de frases. Al despedirnos de Teresa incluso se nos saltaron las lágrimas, a las cuatro, ya que Rosario estaba visiblemente emocionada al ver como todos en el hospital querían y apreciaban a Maca Nos dirigimos al taxi que esperaba en la puerta, y cuando nos acercamos a ella para ayudarla a subirse en él, nos detuvo M: Esperad Aspiró aire profundamente un par de veces, como cogiendo fuerzas, y luego nos miró a su madre y a mí respectivamente sonriendo M: Ya... vámonos Durante el trayecto en taxi hasta su casa casi no hablamos, ella se limitaba a mirar por la ventanilla, incluso la bajo un poco para que el aire le diera directamente a la cara, cerraba los ojos para poder disfrutar de esa sensación, y yo sonreía al verla así, feliz Al llegar al portal ya nos encontramos con el primer obstáculo, los dos escalones que había para entrar, la madre de Maca ya se había encargado de hablar con el presidente de la comunidad para solicitar que pusieran una rampa que facilitara el acceso, pero este le puso toda clase de trabas, y ella, sin pensárselo dos veces, le dijo que no había problema con el dinero, que ella se hacía cargo, lo único que necesitaba era que el diese el visto bueno, pero todavía iban a tardar unos días, así que le pedimos al taxista que entrara por el garaje, ya que allí no hay escalones hasta llegar al ascensor Cuando entramos en el piso llevé a Maca al salón mientras su madre iba a la habitación a dejar algunas cosas y ella empezó a examinar la estancia detenidamente. Sonreía, lo cual me hacía pensar que le resultaba familiar, pero fijó la vista en alguna parte y se puso seria, yo seguí su mirada para ver que había provocado ese cambio y me encontré con su foto, esa foto que tanto me gustaba y que no entendía porque había llamado especialmente su atención Poco a poco y haciendo girar las ruedas de la silla con sus manos se fue acercando a ella, la cogió y acariciándola sonrió, entonces un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al pensar que era lo que ella podía estar recordando al mirar la foto, la dejó sobre sus piernas y regresó a mi lado M: Toma... para ti (Me la dio y después de cogerla tuve que sentarme en una silla porque sentía que las piernas me fallaban) E: ¿Para mí? M: Sí... siempre te ha gustado (A esas alturas las lágrimas ya empapaban mis mejillas) Es el primer recuerdo tuyo que tengo de antes del accidente

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E: Gracias La miré y tuve que tomar una difícil decisión, o salía de allí o no iba a poder controlar mis deseos de besarla, y con el terreno que tenía ya ganado, no estaba dispuesta a arriesgar, no quería asustarla, no hasta que viera una prueba clara de que me quería, así que me levanté y poco a poco me fui a la que iba a ser mi habitación, y tumbada en la cama, abrazando su foto, esa foto que tanto me gustaba, lloré, lloré desconsoladamente, pero confiando en que el final del camino estaba cerca, y con el firme propósito de no rendirme hasta llegar a mi meta Como media hora después alguien llamaba a mi puerta, era su madre para decirme que iba a salir un momento, y que si podía ayudarla a acostar a Maca antes, pues quería descansar un rato, así que la acompañé hasta su habitación y entre las dos la ayudamos a tumbarse. Nada más terminar se fue y nos dejó a solas La ayudé a cambiar de posición un par de veces ya que parecía no estar cómoda de ninguna manera, se había acostumbrado a la cama del hospital y no sabía muy bien como ponerse. Cuando por fin parecía que lo había conseguido, me disponía a volver a mi habitación, pero primero me aseguré de que no necesitaba nada más E: ¿Vas a dormir?... ¿o prefieres que te traiga algo? (Se quedó mirando la tele que habíamos puesto en una esquina sobre una mesilla) M: Me habéis puesto la tele aquí E: Sí... bueno... eso a sido idea de tu madre... ¿quieres ver la tele?... si quieres te traigo una película M: No, no... ahora no me apetece E: Te dejo dormir entonces (Me giré para dirigirme hacia la puerta, pero no me dejó dar ni un paso) M: ¡¡¡No!!!... no tengo sueño (Me di la vuelta de nuevo y la miré sonriendo) E: ¿Quieres que me quede? M: Por favor E: Vale (Iba a coger una silla, pero de nuevo me lo impedía) M: ¿Por qué mejor no te sientas aquí? (Daba golpecitos en la cama, justo a su lado, donde quería que me sentara) E: Está bien (Me senté de lado con una pierna flexionada sobre la cama para poder quedar de cara a ella, y permanecí en silencio hasta que ella habló) M: Soy muy mala paciente... ¿verdad?... te doy mucho trabajo E: Que va... los he tenido peores M: Seguro... pero no te darían la brasa con sus problemas E: No me das la brasa (Seguimos en silencio unos segundos hasta que ella habló de nuevo) M: Ayer le dije a Fernando que... que se acabó... Mi madre dice que me estoy precipitando... que cuando lo recuerde todo me arrepentiré de lo que he hecho E: ¿Y tú que piensas? M: Mi cabeza todavía no funciona bien... a veces no sé diferenciar los sueños de los recuerdos... todavía tengo un poco de lío aquí dentro (Con el dedo índice señalaba su cabeza)... pero aquí todavía tengo más (Se puso la mano sobre el corazón)... es muy extraño... (Apretó los ojos con fuerza, pero no pudo evitar que se le escaparan dos lágrimas) no consigo distinguir los sentimientos... a algunos no sé ponerles nombre... pero con él lo tengo fácil... porque no consigo sentir nada... No sé lo que pasará cuando

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lo recuerde todo... si es que lo recuerdo algún día... pero de momento las cosas están así... y yo no puedo hacer nada por cambiarlas... ¿tú crees que me he precipitado? E: Creo que no estoy en posición de opinar sobre eso Me miró un instante como decepcionada por mi respuesta, no sé que era lo que ella esperaría que le dijera, pero yo prefería no opinar sobre ese tema. El silencio se volvió a adueñar de la habitación durante unos segundos, y al ver que ella no tenía intención de decir nada más, me levanté y le pregunté antes de irme E: ¿Quieres merendar? M: No gracias... voy a ver si consigo dormirme un rato E: Perfecto En los dos días que su madre estuvo con nosotras, no volví a quedarme a solas con ella ni un momento dadas las visitas que tuvo, se pasaron mi madre, Teresa, Cruz, un par de amigas que yo no conocía, y Ana se pasó las dos tardes enteras con ella, yo entraba alguna vez, si me llamaban o para llevarle alguna cosa, y sé que estuvieron hablando principalmente de su adolescencia Pero el segundo día, cuando llevaban como dos horas hablando y riendo, me acerque para ver si Maca necesitaba algo, y desde el pasillo escuché algo que me hizo detenerme antes de llegar a la puerta. Sé que no me tendría que haber quedado allí, sé que lo que hice está feo, y un par de veces pensé en irme y no escuchar más, pero la curiosidad me pudo, necesitaba saber a donde iba a parar aquella conversación No sé como habían empezado ni de que manera habían llegado al punto en el que estaban, pero la primera frase que escuché de boca de Maca puso en alerta todos mis sentidos M: ¿Entonces te hablé de ella?... ¿te dije si pasó algo entre nosotras? (Pegué mi espalda a la pared como evitando ser descubierta y agudicé mi oído al máximo) Ana: Me hablaste de ella... claro que me hablaste de ella... hubo unos meses que no hablabas de otra cosa... estabas loquita con aquella chica (¿Aquella chica? ¿de quien demonios estaban hablando?) M: ¿Y que pasó? Ana: Nada... al menos eso me dijiste... terminasteis la carrera y no supiste más de ella ¿Maca estuvo enamorada de una compañera de la facultad? ¿Por qué nunca me había hablado de ella? Eso yo no lo sabía ¿pero a que venía hablar de eso ahora? Había intentado hablar conmigo sobre sus sentimientos, pero yo me cerré en banda, estaba intentando ponerlos en orden y yo le había negado mi ayuda M: Entonces... yo estaba en lo cierto... no es la primera vez que siento algo por una mujer Ana: Me temo que no No es la primera vez, no es la primera vez, no estaban hablando de aquella compañera por la que en su día sintió algo, estaban hablando de que volvía a sentir algo por una mujer, y esa mujer tenía que ser yo, no podía ser nadie más

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M: Temí estar confundiéndome Ana: ¿Pero estás segura de lo que sientes? M: Estoy hecha un lío Ana... pero tiene que ser eso Ana: ¿Y si solo es cariño?... amistad... incluso puede ser agradecimiento... se está portando muy bien contigo y es normal que te sientas así M: No Ana... no es eso... es algo mucho más grande Sí, hablaban de mí, estaba claro, y como yo me temía, ella estaba llena de dudas, pero el sentimiento existía, solo quedaba esperar un poco para que ella se aclarara, y aquello me produjo una enorme felicidad que me llevó a sonreír Ana: Ten cuidado cariño... puede que ella no sienta lo mismo que tú... antes del accidente nunca me comentaste nada de que ella y tú... M: No sé que pasó antes del accidente... apenas tengo un vago recuerdo suyo... pero sé lo que me pasa ahora... y esta necesidad que tengo de estar con ella... no puede ser solo amistad Me fui a mi habitación olvidándome completamente de que me había llevado hasta allí, y andando me sentía como flotando en una nube, me tumbé sobre la cama y abrazada a la almohada repasaba en mi cabeza todo lo que acababa de escuchar y lo que eso significaba Me costó lo mío disimular hasta que se fue su madre al día siguiente por la mañana, pero prefería esperar a estar las dos solas, y además, se me ocurrió esperar a ver que hacía ella, si me decía o me insinuaba algo, al fin y al cabo, había escuchado perfectamente como decía que estaba hecha un lío. Mientras desayunábamos las tres antes de marcharse su madre, esta parecía preocupada, cosa bastante normal Rosario: Tú si necesitas cualquier cosa llama M: Que sí mamá Rosario: No es que piense que Esther no te va a cuidar bien (La miré y con una sonrisa le agradecí sus palabras) pero sigo opinando que es mucho trabajo para ella sola E: Tampoco es tanto... ya hemos comprobado estos dos días que puedo con todo M: Además... el lunes empiezo la rehabilitación y me pasaré prácticamente toda la mañana entre ir y venir... y Ana me ha dicho que se pasará dos o tres tardes a la semana Rosario: Bueno... tu padre y yo vendremos en cuanto podamos... y tus hermanos seguro que también vienen algún fin de semana... así Esther descansa Nos despedimos de ella con alguna lagrimita de por medio, y nada más salir su madre por la puerta, en cuanto esta se cerró, un silencio un tanto incómodo se instaló entre nosotras, ella me miraba sin decir nada, y yo cogí la silla para ayudarla a llegar al salón, una vez allí me senté en el sofá, cogí una de las revistas que había dejado su madre para ojearla, y ella cogió un libro que tenía sobre la mesa y se puso a leer, pero no debió de leer mucho, ya que pasado apenas un minuto lo cerró y lo dejó donde estaba M: Esther E: Dime M: Tengo esta pantorrilla... (Se agachó un poco para tocarse la pierna y soltó un pequeño quejido) Aaahh E: Déjame ver (Me agaché delante de ella y noté una ligera tensión en el músculo)

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M: Aaahhhh E: ¿Te duele? M: Un poco E: Vamos a la habitación y te doy un masaje M: Vale Cada vez que le tenía que dar uno de esos masajes, era un inmenso placer y al mismo tiempo toda una tortura para mí, pero aquel día, aquel día estaba siendo peor que todos, de repente sentí que ella se estaba excitando, me miró solo un instante y luego cerró los ojos para disfrutar al máximo, no pudiendo controlar sus emociones empezó a estrujar ligeramente la sabana entre sus manos No sabía lo que pasaba por su cabeza, si estaba intentando torturarme para ver que hacía yo, o si simplemente no podía controlar las reacciones de su cuerpo, se estaba excitando y en vez de intentar evitarlo, se concentraba por sentirlo al máximo, y yo no podía más, la temperatura de mi cuerpo estaba empezando a subir y creí que de un momento a otro no podría controlarme y colaría mis manos por donde no debía, así que paré, me limpié con la toalla que había dejado sobre la cama, y al notar ella que no seguía, abrió los ojos y me miró extrañada M: ¿Ya has terminado? E: Sí... vamos a descansar un poco M: Buena idea... ven... túmbate aquí conmigo ¿Qué estaba pasando? ¿a que se debía ese cambio? era como si una lucecita se hubiese encendido en su cabeza y le permitiera ver las cosas más claras, y no podía dejar pasar esa oportunidad, fuese lo que fuese lo que pasaba, había llegado el momento de la verdad. Me armé de valor y me tumbé en la cama de lado, y ella, con un poco de esfuerzo y ayudada por mí, hizo lo mismo M: Cuéntame algo Esther... algo que tú y yo hicimos juntas (“Hay si tú supieras lo que hicimos juntas”) E: Algo que hicimos juntas... a ver... (Se acabó el juego niña) fuimos a tu casa de la sierra M: ¿A mi casa de la sierra? (Se quedó unos segundos pensando, como intentando recordar tal casa) Claro... mi casa de la sierra... la compré cuando murió mi abuelo (De repente sus ojos se tiñeron de nostalgia, se quedó pensando con la mirada perdida, y unos segundos después me volvió a mirar) ¿Sabes?... yo adoraba a mi abuelo... me contaba muchas cosas... cosas de cuando él era joven... pero sin llegar a ser uno de estos abuelos pesados que te cuentan sus batallitas... no... él hablaba mucho... pero también sabía escuchar... y yo le contaba mis cosas... le decía que quería ser médico... con seis o siete años yo ya quería ser médico... y el me decía, y lo serás... eres persistente... luchadora... cabezota... como tu padre y como tu abuelo... eres una Wilson... y siempre conseguirás lo que te propongas E: Y lo conseguiste M: Sí... soy médico... pero espero que tuviese razón y lo consiga siempre... porque me he propuesto muchas más cosas E: ¿Cómo que? M: Volver a andar... esa está entre mis prioridades E: Y lo conseguirás M: Pero hay otra cosa que me urge más

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E: ¿Cuál? M: Me he propuesto... besarte... (Se acercó un poco más a mí) ¿crees que eso también lo conseguiré? E: Seguro... porque si no lo haces tú lo voy a hacer yo Nos quedamos quietas mirándonos, como esperando a ver cual de las dos se decidía primero a dar ese paso, pero en realidad no estábamos tan quietas, aunque era casi imperceptible, nos íbamos acercando poco a poco, solo un par de centímetros separaban ya nuestros labios, y sin poder resistirlo ya por más tiempo yo misma me encargué de que esa distancia disminuyera, y apenas rozando sus labios dejé un suave beso en estos Su aliento me quemaba, me abrasaba, después de pasar con ella los mejores días de mi vida, había estado a punto de perderla, y ahora, toda la paciencia que había tenido, todos mis esfuerzos por recuperarla, se veían recompensados, por fin sus labios estaban de nuevo junto a los míos, justo en el lugar de donde nunca debieron de alejarse Ahora eran sus labios los que se movían, apenas lo justo para tocar los míos en un leve beso que sentí lleno de miedos, pues su dueña empezó a temblar, y separándome un poco de ella para poder mirarla, vi sus ojos temblar suplicantes, y entendí que no estaba tan decidida como me había parecido un instante antes E: ¿Qué te pasa? (Le acaricié la cara suavemente con el dorso de mi mano y ella cerró los ojos mientras todo su cuerpo empezaba a temblar) Maca... cariño... dime que te pasa M: Tengo miedo Esther... tengo miedo La abracé apretándola fuertemente contra mi pecho y comencé a mecerla ligeramente intentando tranquilizarla, darle esa seguridad que sus ojos me pedían, esa calma que su cuerpo me clamaba, y que sentí que solo yo podía darle E: Sssshhhhh... tranquila... no tienes nada que temer... yo estoy aquí contigo... y no voy a dejarte nunca... nunca mi niña Tras escucharme decir estas palabras, se separó un poco de mí algo más calmada y me miró de manera tan profunda, que sentí que sus ojos rozaron mi corazón, me llenó con su mirada de tal forma, que fue como sentir que se estaba entregando a mí, me estaba diciendo que era mía, leí en sus ojos tan claramente como no lo había hecho nunca, y lo que me decían era maravilloso No sé el tiempo que nos quedamos allí, tumbadas en la cama, abrazadas, con su cabeza descansando sobre mi pecho, lo que si sé es que fue un momento precioso tenerla de nuevo así, pegadita a mí, aunque ya la había abrazado alguna vez en el hospital, esta vez era diferente, acariciaba ligeramente su espalda y sin verla notaba como eso le arrancaba una sonrisa, recorrí su brazo con las yemas de mis dedos, apenas rozándolo, y ella inclinó un poco la cabeza para poder mirarme, y así, sin dejar de mirarnos, estuvimos un rato más Ella se había limitado a recibir mis caricias, y a mí no es que me molestara, pero echaba de menos sentir sus manos sobre mi cuerpo, así que cogí una de estas, la lleve hasta mi boca y después de dejar un beso en ella la descansé sobre mi pecho junto con la mía, necesitaba sentirla cerca de mí, aunque fuera así, pero ella pareció captar mi mensaje, y

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liberándose de mi mano comenzó a ascender suavemente por mi cuello hasta llegar a mis labios Los acariciaba lentamente, con un leve contacto que a mí me bastaba, primero uno, luego el otro, para finalmente depositar todos sus dedos sobre estos, y yo comencé a besarlos mientras me perdía en su mirada, primero de manera suave, pausada, luego, instintivamente y sin apenas darme cuenta, cerré los ojos y rocé sus yemas con mi lengua, y al sentir que apartaba la mano temí haberla asustado, pero abrí los ojos y me encontré con algo mejor Poco a poco se había ido acercando a mí, y sus labios casi rozaban los míos de nuevo, pensé que era mejor dejarla actuar a ella esta vez, no quería asustarla, yo no tenía ningún tipo de prisa, y menos ahora que sabía que lo que sentía, así que esperé, esperé unos segundos hasta que ella por fin se decidió y unió sus labios a los míos besándolos con calma, explorando con suavidad algo que aunque ya conocía perfectamente, para ella era nuevo Que extraño, me sentía como la primera vez que me besaron, ese ligero miedo al que pasará, ese cuidado que se tiene en no excederse la primera vez por precaución de no sobrepasarse, cuando el deseo te invade por completo pero estás llena de incertidumbre, y no sabes muy bien que hacer, temes dejarte llevar y meter la pata, y no sé porque me sentía así, quizás era lo que ella me transmitía, puede que estemos conectadas de tal forma, que sus miedos pasan a ser los míos Pero poco a poco y con suma delicadeza, seguí el ritmo de sus besos, tranquilos, pausados, suaves, esperando que ella tuviera la suficiente confianza en lo que hacía para atreverse a ir más allá, sin forzarla a nada, sin pedirle más de lo que en ese momento podía darme, solo procurando que ella se sintiera bien Resulta difícil tener a tu lado a la persona que amas con toda tu alma, con la que has compartido momentos como los que habíamos compartido nosotras, sentir sus besos, saber que te quiere, y mantenerse impasible, pero intenté no dejarme dominar por el deseo, ser todo lo dulce que podía llegar a ser, y cuando sentí que se apartaba levemente de mi, casi di gracias porque estaba rozando ya mi límite M: Esther... yo... esto E: Tranquila... no tengo prisa... vamos a tener tiempo de hablar todo lo que tú quieras... me has contratado para que me pase contigo las veinticuatro horas del día M: Buffff... fue lo primero que se me ocurrió cuando oí a mi madre decir lo de llevarme a Jerez E: ¿Por qué no querías ir a Jerez?... allí está toda tu familia M: Pero aquí estás tú (Me quedé mirándola unos segundos, no podía creer lo que acababa de escuchar) E: ¿Te has quedado en Madrid por mí? M: ¿Por qué sino? E: Pero... M: Estaba hecha un lío... bueno... todavía estoy un poco hecha un lío... pero no quería separarme de ti... eso lo tenía claro E: Mi niña

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M: Ten un poco de paciencia conmigo... mi cabeza cada vez funciona mejor... y de un momento a otro conseguiré aclararme... pero hay algo de lo que estoy muy segura... aunque me asuste un poco... y es que te quiero E: Yo también te quiero... no te imaginas cuanto De nuevo nos besamos, pero de la misma forma que lo habíamos hecho antes, con unos besos suaves que apenas servían para calmar un poco ese deseo de estar juntas El sonido del timbre nos hizo separarnos, le di un último beso antes de salir de la habitación y me fui a ver quien era. Regresé poco después para decirle que eran Cruz y Vilches, la ayude a sentarse en la silla y fuimos al salón con ellos. Se quedaron hasta la hora de comer, nos estuvimos riendo bastante con las ironías de Vilches, y hablando de todo un poco Cuando nos quedamos solas de nuevo, fuimos a la cocina y mientras preparábamos la comida íbamos hablando. Ella me ayudó con algunas cosas sencillas, yo se lo dejaba sobre la mesa y ella iba haciendo, decía que quería sentirse útil Que curioso como pueden cambiar las cosas entre dos personas después de una pequeña conversación y unos besos, y no es que cambiara para bien o para mal, sino que simplemente nuestro comportamiento cambió, sobre todo el de ella, era como si hasta entonces hubiese estado intentando evitar exteriorizar sus sentimientos, procurando que yo no me diese cuenta, pero ahora ya no importaba tanto Durante la comida la sorprendí más de una vez mirándome embobada, y al saberse pillada se sonrojaba un poco y me sonreía, pero sin apartar la mirada de mí, incluso en algún momento llegué a sonrojarme yo también al sentir como observaba hasta el más mínimo detalle cada uno de mis movimientos E: Ya vale M: ¿Qué? E: Deja de mirarme así... me estás poniendo nerviosa M: ¿Así como? E: Maca M: Es que no lo puedo evitar... yo aparto la vista, pero sin darme cuenta mis ojos vuelven a dirigirse a ti La verdad es que no me ponía nada nerviosa, me encantaba que me mirase así, pero un poco de conversación no habría estado mal, parecía que tenía los cinco sentidos concentrados en mí, y claro, ni hacía ni decía nada más, pero yo insistía en hablar de algo E: ¿Qué quieres de postre? M: ¿Qué hay de fruta? E: Pues... melocotones, sandía y peras M: Mmmm... (Se quedó pensando como si se tratase de resolver un gran enigma mientras yo esperaba de pie a su lado una respuesta) melocotón E: Vale

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Y de nuevo silencio, sé que es de mala educación hablar con la boca llena, pero ella y yo siempre habíamos hablado mientras comíamos, y solo me consolaba la idea de que estaba pensando, y que cuanto más tiempo dedicase a pensar, más pronto se aclararía La ayude a acostarse, la dejé descansando y me puse a recoger la cocina, la asistenta solo se pasaba dos días por semana, y aunque Maca comentó de hablar con ella para que se pasara un rato todos los días, para mi no suponía ningún esfuerzo hacer esas pequeñas cosas diarias, al contrario, me servía de distracción Cerca de las cinco llegó Ana y como Maca todavía seguía durmiendo nos sentamos en el salón a esperar a que despertara. Al principio hablamos de su recuperación, de lo bien que se la veía, pero yo sabía que de un momento a otro saldría el tema, era inevitable, Ana es su mejor amiga y seguramente estaría preocupada por lo que Maca le había dicho, pero ella no sabía ni que yo había escuchado parte de esa conversación, ni que Maca y yo ya habíamos hablado algo del tema Ana: Oye Esther... perdona que sea un poco indiscreta pero... ¿Cómo se ha tomado Jorge eso de que te pases todo el día aquí? E: ¿No lo sabes? Ana: ¿El que?... ¿Qué se supone que tengo que saber? E: Jorge y yo lo hemos dejado Ana: Lo siento E: No lo sientas... es mejor así Ana: ¿Maca lo sabe? E: Claro... por eso pensé que tú lo sabrías Ana: Pues no... no me ha dicho nada (Se instauró el silencio unos segundos, y de nuevo siguió) Esther E: Dime Ana: No... nada Quería abordar el tema pero no sabía como, yo quería ayudarla, sabía lo que estaba haciendo, y era de agradecer que intentara hacer aquello por Maca, pero es que yo tampoco sabía muy bien como decirle lo que había pasado, puede que Maca prefiriera contárselo ella misma, así que espere a ver si decía algo más, pero no tuvo tiempo, escuchamos a Maca llamar desde la habitación y fuimos allí con ella Ana: Dormilona... menudas siestas te metes M: Hola Ana... pensé que no vendrías hoy Ana: Y yo... pero no me podré pasar en unos días y he querido aprovechar hoy que tenía tiempo E: ¿Queréis que os traiga algo?... ¿un café una infusión? (Yo solo pretendía darles la oportunidad de estar a solas para que así Maca pudiera decírselo si quería) M: No hace falta Esther... ya te he dicho un montón de veces que eso no entra en tu trabajo... no sé... te pasas todo el día sin parar... yo prefiero que te quedes aquí con nosotras E: Pero que no me cuesta nada Maca... de verdad M: Está bien... pero luego te sientas aquí con nosotras E: Que sí pesada

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Salí de la habitación y me vi tentada de quedarme a escuchar que decían, pero pensé que una cosa es escucharlo por casualidad y otra muy diferente es hacerlo expresamente, así que me fui hacia la cocina y regresé unos minutos después con una bandeja en mis manos No les di tiempo de mucho, pero algo le debió de contar, ya que Ana de vez en cuando me miraba y me sonreía, pero estando las tres no salió el tema, hablamos de muchas cosas, la verdad es que Ana es muy agradable, es una de esas personas con la que es fácil llevarse bien, y para Maca es lo más parecido a una hermana Estuvo un par de horas con nosotras y luego se fue, nos dijo que posiblemente ya no se pasaría hasta el lunes, pero estábamos seguras de que el fin de semana vendría alguien de su familia, no es que me molestase estar a solas con ella, pero le sentaba bien hablar con mas personas a parte de mí, y creo que más aún cuando le hablaban de cosas que ella ya recordaba, ya que esto le servía para ir poniendo orden en su cabeza Y llegó el momento de la ducha, hasta ese día todo se había limitado a lavarla como buenamente podía, pero ya se mantenía sentada sin dificultad y tenía fuerza suficiente en los brazos como para hacer algunas cosas, así que pensé que era buena idea probar con una ducha, yo desde luego lo echaría de menos, creí que le sentaría bien y la relajaría, así que se lo comenté M: ¿Una ducha? E: Claro... ya están puestas las barras para sujetarte si lo necesitas... y sentada en la silla de plástico estarás bien... ¿no te apetece? M: No es que no me apetezca... al contrario... tengo ganas de darme una ducha como dios manda E: ¿Entonces? M: Es que... no sé... (Un leve rubor en sus mejillas me dijo lo que le pasaba) E: ¿Te da vergüenza que yo te vea? (Como única respuesta agachó la cabeza) pero Maca... ¿Cómo te va a dar vergüenza a estas alturas? M: Claro... para ti es muy fácil... como no eres tú la que se tiene que desnudar E: ¿Te sentirías mejor si yo también estuviese desnuda? M: Pues igual sí E: No hay problema... me desnudo yo también M: Anda ya Esther... no digas chorradas E: No las digas tú... que estoy harta de verte desnuda Maca Me miró unos segundos y creo que ella no pensó lo mismo que había pensando yo al soltar aquello, ella debió de pensar que lo había dicho por la de veces que la había lavado ya, pero a mí me salió sin darme cuenta, y no me refería precisamente a esos momentos, sino a otros mucho más íntimos M: Está bien... pero tú me ayudas a entrar a la ducha y el resto ya lo hago yo sola E: Sí, claro... yo me espero fuera si quieres y si necesitas algo me llamas M: Vale Y así lo hicimos, exactamente como habíamos quedado, la ayudé a quitarse la ropa, luego a entrar a la ducha, y una vez estuvo sentada y comprobó que todo estaba bien, que podía seguir ella sola, yo salí al pasillo y esperé junto a la puerta por si me necesitaba

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La situación me parecía bastante cómica, quizás la que más de todas las que llevábamos vividas en esos días, y las habíamos tenido, más de una, pero a mí lo único que me preocupaba en aquel momento, era que podía caerse o resbalarse con el jabón, así que no estuve tranquila hasta que me llamó para decirme que ya había terminado Le di una toalla y no tuvo más remedio que pedirme ayuda para secarse, y como no, para vestirse, y ya más tranquila al estar con ella sonreí al pensar en lo infantil de su comportamiento, no sé si tendrá que ver con lo de la perdida de memoria eso de comportarse a veces como una niña, lo que si sé es que estaba muy graciosa Cuando terminamos y estuvo lista, con su precioso pijama, que yo no sé muy bien si es que todos sus pijamas son preciosos o solo me lo parecen a mí por el hecho de llevarlos ella, con su pañuelo limpio en la cabeza y sus calcetines bajos, la llevé al salón y me fui a mi habitación a por mis cosas para ducharme yo, pero antes de irme al cuarto de baño pasé de nuevo por allí E: Si quieres te vienes y ves como me ducho yo... (Sonrió abiertamente y yo seguí con mi juego particular) A mi no me importa que me veas... ¿eh? M: No me tientes E: Bueno... si cambias de opinión... estoy en la segunda puerta del pasillo M: Vale... lo tendré en cuenta No iba a venir, claro que no iba a venir, solo había sido una pequeña broma por mi parte, pero habría dado todo el oro del mundo porque lo hubiera hecho, o porque hubiese aceptado mi absurda idea de quitarme yo la ropa para ayudarla, porque entonces si que no sé muy bien como habríamos terminado Cuando salí del cuarto de baño escuché ruidos en la cocina, fui hacia allí y me la encontré empezando a preparar la cena E: ¿Qué haces? M: Me aburría... algo tendré que hacer E: Trae que te ayudo Era normal que se aburriese, todo el día metida en casa, por muchas visitas que tuviera o por mucho que intentara yo servirle de distracción hablándole o con cualquier otra cosa, ya eran suficientes días sin salir como para estar harta, y entonces se me ocurrió que podíamos salir aunque solo fuese a dar una vuelta cortita, pero ya era muy tarde, así que no le dije nada y me lo reservé para el día siguiente Me desperté en mitad de la noche, y no sabía muy bien que era lo que había sido, pero me pareció escuchar algo, así que me quedé quieta y presté atención por si lo volvía a escuchar, un par de minutos después me pareció oír su voz, no entendí lo que había dicho, así que me levanté por si le pasaba algo y me acerqué hasta su habitación a oscuras, para no molestarla, por si dormía y todo habían sido imaginaciones mías Cuando estaba ya en la puerta, escuché unos leves quejidos apenas imperceptibles, algo imposible de escuchar desde mi habitación, pero que me hacía entender que estaba durmiendo de manera bastante intranquila, así que encendí la luz del pasillo para poder

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ver sin llegar a molestarla, y comprobé que efectivamente algo estaba perturbando su sueño M: ¡¡¡No!!! De repente soltó un grito y se despertó bastante alterada, y yo, sin pensarlo dos veces me acerqué a ella para ver que le pasaba E: ¿Te encuentras bien? M: Esther... Esther (Alargó sus brazos solicitando mi abrazó, cosa que hice sin dudar) E: Tranquila... solo ha sido una pesadilla M: Esther... no te vayas E: No me voy M: Quédate aquí conmigo E: Vale... me quedo contigo... pero tranquilízate... solo ha sido un sueño Me quedé abrazada a ella, ya que un par de veces que intenté separarme un poco, en cuanto ella lo notaba, se agarraba a mí con fuerza y me lo impedía, así que desistí, preferí esperar a que se durmiera de nuevo, me acomodé en la cama, pero lo único que conseguí esperando que eso pasara, fue dormirme yo también Unas ligeras cosquillas en el brazo me despertaron, abrí los ojos y vi sus dedos paseándose por mi piel, sonreí y ese pequeño movimiento sirvió para que ella notara que me había despertado, así que ladeó un poco la cabeza para mirarme y sonrío ella también M: Buenos días E: Buenos días M: Siento mucho lo de esta noche E: No pasa nada... todos tenemos malas noches M: Te has quedado conmigo E: Tú me lo pediste M: ¿Piensas hacer todo lo que te pida? E: Siempre y cuando esté en mi mano No habló, no escuché su voz, pero a gritos me estaba pidiendo que la besara, con su mirada, con ese pequeño y dulce movimiento que hizo para humedecer sus labios, sabía que me lo pedía, y yo no sabía negarle nada, así que me acerqué más a ella y besé sus labios de manera suave M: Esther La besé de nuevo y ya me resultó imposible parar, yo seguía besándola de la misma forma, un beso tras otro, sintiendo esa piel tan suave, y cogiendo su cara con ambas manos, comencé a llenarle de dulces besos las mejillas, los párpados, la sien, regresé a sus mejillas y poco a poco fui bajando hasta su cuello, ninguno de aquellos besos había sido más intenso que el anterior, todos habían sido delicados, suaves, pero al regresar a su boca, por primera vez me arriesgué y me dejé llevar un poco

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Entreabrí los labios ligeramente y apenas roce los suyos con mi lengua, pero no tardé en recibir respuesta, ya que en mi siguiente beso su lengua rozó la mía, y aprovechando que por fin se habían reencontrado, ya no las dejamos separarse mucho, se buscaban una y otra vez sin remedio, y el contacto cada vez era mayor, pero mi perdición total fue sentir como una de sus manos se colaba bajo mi camiseta Me separé de ella unos centímetros y la miré mientras nuestras respiraciones agitadas se entremezclaban, su mano seguía acariciando mi piel, y sus ojos encendidos de deseo me decían que había llegado el momento, pero necesitaba escuchárselo decir, saber que ella estaba segura de lo que hacía, que no íbamos a arrepentirnos de nada, por eso se lo pregunté E: Maca... cariño... ¿estás segura? M: Bésame Esther... bésame Que me pidiera un beso con la mirada, era algo maravilloso, pero escuchárselo decir así, con ese tono de desesperación, con ese deseo que quebraba su voz, ¡¡oooohhhhh!!, aquello si que era el séptimo cielo, así que ya estaba todo decidido, no había vuelta atrás, y no iba a ser yo la que pusiera trabas a lo que me pedía Accedí a su petición y la besé, la besé con todo el deseo que había estado conteniendo, sin miedo a asustarla, simplemente intentando transmitirle todo lo que sentía, todo lo que ella provocaba en mí, y colando mis manos bajo su camiseta, acaricié su abdomen robándole así un suspiro que se ahogó en mi boca Fui subiendo lentamente con mis manos, y esta vez si con un poco de miedo, roce apenas sus pechos, y al notar como se estremecía bajo mi cuerpo, como sus besos aumentaban en desesperación, los acaricié con un poco más de decisión Aquello ya no había quien lo parara, no tardamos mucho en deshacernos de nuestras camisetas, pero por un instante mi cabeza se paró a pensar y quise asegurarme por última vez, así que, aprovechando la ventaja que me daba su escasa movilidad, me aparté un poco de ella y la miré dándole opción para que lo parara ahora que todavía estaba a tiempo, pero nada más lejos de la realidad M: No pares Esther... no se te ocurra parar E: Lo que tú me digas mi amor (Comencé a besar su cuello, pero su voz me detuvo) M: Repite eso E: ¿El que? M: Eso que me has dicho E: ¿Mi amor? M: Sí... eso E: Mi amor... (Seguí besando su cuello y diciéndoselo entre beso y beso) mi amor... mi amor... mi amor Me cogió por la nuca y dirigió mis besos de nuevo hasta su boca, pero yo necesitaba su cuerpo, la necesitaba ya, así que descendí con mis besos hasta sus pechos que me esperaban ansiosos y me detuve allí mientras con delicadeza la iba librando de la ropa que quedaba sobre su cuerpo

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M: Esther... Esther... (Apenas podía hablar, se ahogaba en deseo, y yo temblaba al verla así) mi amor... calma este fuego que me abrasa Seguí con mi tortura besándola hasta llegar de nuevo a su cuello, y acercándome a su oído le susurré mientras mis manos seguían acariciando su cuerpo sin pausa E: Ya voy... ya... mi amor... ya Acerqué una de mis manos hasta su pubis, y poco a poco fui acercándome a ese punto tan deseado, y con cuidado lo fui estimulando mientras escuchaba sus gemidos, sus suspiros, alguno de ellos ahogándose con mis besos que no cesaban. Rápidamente me deshice de mi ropa, que hacía ya rato me estaba molestando bastante, entrelacé nuestras piernas haciendo coincidir perfectamente nuestros centros, y empecé a moverme con un nivel de excitación tal como jamás creí alcanzar En unos pocos minutos disfruté del mayor de los placeres al mismo tiempo que escuchaba el mejor de los sonidos que pueda existir, ese gemido de placer que soltaba mi niña al llegar al orgasmo entre mis brazos, bajo mi cuerpo M: Aaaaahhhhh... Aaaahhhhhh... Aaaaahhhhhh... Aaaahhhhh... mmmmm... mm... Poco a poco se fue calmando, y su cuerpo se fue relajando junto con el mío, pero yo no podía dejar de besarla, había sido demasiado tiempo esperando ese momento, y a cada beso que le daba mi deseo comenzaba a subir más y más, me encaminé hacia su pecho y mi cuerpo extasiado, comenzó a excitarse de nuevo E: Maca... no puedo parar M: No lo hagas... no pares Esther... no pares Ya era media mañana, seguíamos en la cama y parecía que ninguna de las dos tenía mucho interés por levantarse, la que nos esperaba cuando se recuperase del todo, vamos, me río yo de aquellos días que pasamos en la sierra Con mi cabeza descansando sobre su pecho paseaba unos de mis dedos por su piel, me parecía increíble estar de nuevo así con ella, pero era cierto, la había recuperado, mi niña estaba conmigo, y pensé que ahora que estábamos más calmadas, sin esa excitación que te impide pensar con claridad, quizás era un buen momento para hablar, pero no quería ponerme muy seria, así que empecé con algo más divertido E: ¿Ya no te da vergüenza que te vea desnuda? (Me cogió de la barbilla para que la mirara y me sonrió) M: Creo que nunca he sentido vergüenza de que me vieras... lo que se me hacía difícil era estar desnuda cerca de ti E: Entonces... ¿hoy me vas a dejar ducharme contigo? M: Que mala eres E: Así te frotaré la espalda M: Mmmm... lo estoy deseando... Yo no recordaba esto así E: ¿Así como? M: No sé... tan intenso... ha sido... bufffff

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E: Jajajajajaja... (Tuve que reír al ver con que entusiasmo lo decía, me encantaba verla tan feliz) Veo que te ha gustado M: ¿Lo dudabas? E: La verdad es que no... ¿Y como lo recordabas? M: No sé... supongo que nunca había estado tan enamorada y por eso nunca me había gustado tanto E: Mi amor Le di un beso y volví a recostar mi cabeza en su pecho. Ella me acariciaba el pelo y yo cerré los ojos para poder disfrutar al máximo de ese momento tan mágico M: Me ha encantado que te quedaras a dormir conmigo E: Y a mí M: Creo que nunca había tenido una pesadilla E: ¿Quieres contarme que has soñado? M: Sí... era... muy raro... tú corrías y yo iba detrás de ti... pero no podía alcanzarte (Me incorporé de repente al escuchar lo que me decía y creo que incluso me puse un poco pálida) E: Espera... cuéntamelo con más detalle M: Pues eso... tu corrías como por una calle estrecha y larga E: Como un pasillo M: Sí... puede ser... y yo intentaba llegar a ti... pero mis piernas no respondían como yo esperaba... y no conseguía alcanzarte (Me miró y supongo que por mi cara adivinó que algo pasaba) ¿Qué pasa Esther? E: No... no... no puedes haber soñado eso M: ¿Cómo que no?... pero que dices... he soñado eso Esther E: No puede ser M: ¿Por qué?... ¿Qué pasa? E: Yo tuve un sueño muy parecido hace unos días... y como tú me desperté muy alterada M: ¿Cuándo fue eso? E: Cuando despertaste después de la operación M: ¿Hemos soñado lo mismo?... ¿Qué quiere decir eso? E: No tengo ni idea... nunca he creído mucho en eso de lo que los sueños tienen un significado M: Pero... tú no me contaste tu sueño... ¿Cómo es posible que...? E: Es que no tengo ni idea Nos quedamos las dos pensando en como era posible que hubiésemos soñado lo mismo, de que forma podían haberse llegado a conectar nuestros sueños, pero mientras estábamos en silencio intentando entender algo tan inexplicable, sonó el teléfono, lo cogí y sin mirar quien era se lo pasé, y al ver ella el nombre que reflejaba la pantalla sonrió, pocas personas eran capaces de sacarle una sonrisa con tan poco, así que deduje que eran Ana o Manu M: Hola guapo... (Estaba claro, poca gente provocaba esa reacción en ella) sí, mucho mejor... ya ves... en un par de semanas me estás invitando a esa comida que me prometiste... no, no, no, de eso nada... no, no intentes escaquearte, dijiste que si hacía falta venías expresamente... excusas, excusas... este fin de semana todavía no me siento con fuerzas... yo también... que si tonto... que da igual... el mes que viene... no pasa nada... ¿Qué quieres invitar también a Esther?... (Me miró y me sonrió, y yo me di por

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invitada a esa comida de la que hablaba) Pero oye... (Me miró de nuevo pero esta vez un poco más seria) ya veo... sí, sí que lo es... claro... vale... sí... entonces te veo el sábado... te quiero, un beso... ciao Cuando dejó el teléfono sobre la mesilla se le quedó una sonrisa tonta en la cara, si no fuese porque estaba convencida de que hablaba con su hermano, por la carita que ponía, me habría puesto celosa, pero todo lo contrario, me encantaba verla así, ella adoraba a Manu, y sin duda alguna, él también a ella Durante su estancia en el hospital se había pasado el máximo de tiempo posible con ella, vino tres veces a verla, cogía al avión al mediodía y regresaba a Jerez por la noche o al día siguiente a primera hora, ella le insistía en que aquello debía de ser muy pesado, pero él decía que no le importaba, que por verla a ella cualquier esfuerzo le parecía poco M: Era Manu E: Ya... lo suponía M: Me prometió invitarme a comer en el mejor restaurante de Madrid cuando estuviese mejor... dice que quiere invitarte a ti también... que estará encantado de comer con dos mujeres tan guapas... ¿Tú has hablado mucho con mi hermano? E: ¿Yo?... bueno... hablé con él, pero... poca cosa... ¿Por qué lo dices? M: Es que... creo que le gustas E: ¿Cómo le voy a gustar a tú hermano?... no digas tonterías (Me aparté un poco de ella y me tumbé boca arriba) M: Entonces... ¿Por qué quiere que vengas a comer con nosotros? E: No sé... le habré caído bien M: Pues lo que yo he dicho... le gustas E: Que no (Por un momento me pareció que le divertía la idea) M: Que te digo yo que sí Esther... que conozco a mi hermano... (Sonrió un poco al pensarlo) a que me voy a tener que pelear con él E: Venga ya M: El sábado cuando venga se lo contaré (Me puse de lado apoyando el codo en la almohada y la cabeza en mi mano para así poder mirarla mejor) E: ¿Viene este fin de semana? M: Sí... eso me ha dicho... ahora que pienso... a lo mejor esto de venir tantas veces es para verte a ti E: Como se entere que has dicho eso con lo que te quiere M: Estaría gracioso que mi hermano se enamorara de ti (Tenía que sacar esa idea de su cabeza) E: Que te he dicho que no Maca... que tu hermano lo sabe M: ¿Qué sabe mi hermano?... ¿De que hablas? E: Pues eso... que tu hermano sabe que entre tú y yo... M: ¿Cómo lo va a saber?... ¿se lo has contado tú? E: No... creo que lo ha deducido el solito M: ¿Qué Manu lo sabe?... ¿pero que es exactamente lo que sabe? E: No lo sé... pero sabe que algo pasa... eso seguro M: ¿Te lo ha dicho él? E: No me habló claro... solo me lo dio a entender M: ¿Y que le ha llevado a pensar eso? E: Algo que le contaste M: ¿Algo que yo le conté?... ¿el qué?... si creo que no le he hablado de ti

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E: No digo ahora... hace unos meses... la última vez que fuiste a Jerez M: ¿Hace unos meses?... ¿Qué yo le hablé hace unos meses a mi hermano de ti y él dedujo que pasaba algo entre nosotras?... espera un momento... (Se puso en la misma posición que estaba yo quedando así cara a cara) ¿Me estás diciendo que yo ya estaba enamorada de ti antes del accidente? E: Sí... eso es M: Pero... ¿llegó a pasar algo entre nosotras? E: Ya lo creo que pasó... bufff si pasó M: ¿Y Fernando? E: Le ibas a dejar... al igual que yo dejé a Jorge M: Espera... ¿aquella tercera persona de la que me hablaste?... ¿soy yo? E: Sí (Su cara era un autentico poema, de alucine total) M: ¿Dejaste a tu novio por mí? E: Sí M: ¿Y yo iba a dejar al mío por ti? E: Eso es... y para ser más exactos le ibas a dejar la noche que tuviste el accidente M: Pero... ¿Me estás hablando en serio?... (Asentí mientras se formaba un nudo en mi garganta y unas lágrimas comenzaban a asomar a mis ojos) ¿Por qué no me habías dicho nada de esto? E: Porque no encontraba el momento... porque no sabía si era conveniente en tu estado... y porque nadie estaba enterado... todos te decían que era tu amiga y yo no sabía muy bien que hacer M: Déjame pensar un momento... (Mientras pensaba se pasaba una mano por la frente) A ver si lo he entendido bien... tú y yo estábamos liadas sin que nadie lo supiera... y el día que iba a dejar a mi novio tuve el accidente (Yo asentí y ella acarició mi mejilla con delicadeza) Pero... si es verdad todo eso que me dices... lo debes de haber pasado fatal E: No puedes hacerte una idea M: Lo siento mi amor (Se acercó más a mí y me dio un pequeño beso) E: No fue culpa tuya... la vida nos jugó una mala pasada... pero ya pasó M: Mi Esther E: Lo peor fueron los dos días que estuviste inconsciente... me tuve que inventar toda clase de cosas para poder estar contigo (Sus ojos poco a poco se habían ido humedeciendo, y ya se le escapaba alguna lágrima) M: Mi niña... has estado ahí en todo momento E: Y cuando despertaste y no sabías quien era... sentí que mi mundo se desmoronaba No podía soportarlo más, ella tenía derecho a escuchar toda la historia, pero en ese momento yo no podía ni hablar, y abrazada a ella por fin pude sacar todos los nervios, toda la angustia, aquel martirio que para mí habían significado aquellos días Me permití el lujo de quedarme entre sus brazos hasta que me sentí con fuerzas para seguir hablándole, debía de tener muchas preguntas que hacerme, y yo estaba dispuesta a contestárselas todas, así que me separé un poco de ella y la miré esperando a que empezara M: ¿Cuánto tiempo hace? E: Poco... muy poco... yo llevaba meses enamorada de ti... y por lo que sé ahora tú también... pero no pasó nada hasta una semana antes de tu accidente M: Cuéntamelo todo Esther... quiero saberlo

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E: Está bien... pero primero voy a por unos vasos de leche... que mira que hora es y no hemos comido nada M: Vale Preparé dos vasos de leche y los puse en una bandeja junto con unas magdalenas para así poder llevarlo todo a la habitación, la ayudé a incorporarse para quedar sentada sobre la cama y después de beberme mi vaso bastante rápidamente, seguí hablando E: A ver... ¿por donde íbamos?... sí... salíamos siempre juntos... los cuatro M: ¿Tú y yo con Fernando y Jorge? E: Sí... salíamos los cuatro por ahí... y bueno... imagínate la situación... poco a poco supongo que fuimos notando pequeñas cosas... hasta que... nos decidimos M: ¿Y que pasó? E: Creo que era... miércoles... no sé... vinimos a comer aquí a tu casa... y... M: ¿Y que? E: ¿Sabes lo que me has dicho antes?... eso de que no recordabas que fuera así M: Sí E: Pues cuando recuerdes esos días... verás como sí era así (Sonreí de manera pícara y ella sonrió igual al entender a que me refería) M: Ya... o sea que... lo pasamos bien E: Ya te digo... y esa noche fuimos con ellos al teatro... no sé como no notaron las miradas que nos dedicábamos tú y yo M: Es que los hombres están un poco atontaos E: Jajajaja... va a ser eso... cuando salimos del teatro... tardamos lo justo en deshacernos de ellos... y me vine a buscarte... ya no podía estar sin ti M: ¿Dormiste aquí?... ¿en esta cama? E: Estábamos en esta cama... pero dormir lo que se dice dormir... más bien poco M: Ya... ya lo voy pillando E: Fernando se fue a Jerez unos días... y Jorge se tuvo que ir a Málaga con su hermano para ayudarle con unas cosillas del apartamento de la playa M: Y tú no fuiste con ellos... claro E: No... yo me inventé una guardia para quedarme contigo M: Y te viniste otra vez a mi casa E: No... mejor aún... nos fuimos a tu casa de la sierra M: ¿Te gustó? E: ¿La casa?... (Ella asintió y yo le hablé mientras comenzaba a besar su cuello) Mmmm... cada rincón M: ¿Cada rincón? E: Sí (Seguí besándola mientras ella me cogía de la nuca para que no me apartara mucho) M: Quiero detalles E: Lo hicimos en la piscina... (Me acerqué a su lóbulo peligrosamente y comencé a chuparlo) en el sofá M: ¿Qué más? E: En la mesa de la cocina M: Jajajaja... ¿en la mesa de la cocina? (La miré sonriendo al ver la cara que había puesto) E: Tranquila... por si no lo recuerdas... un día de estos te hago una demostración M: Me lo apuntó... ¿y que pasó después?

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E: Después de esos días juntas... regresar a nuestra vida anterior... ya era imposible... así que decidimos dejarles... nos pusimos de acuerdo y quedamos con ellos... por separado... claro... y luego nos teníamos que ver en mi casa... pero tú te retrasaste porque tenías que hablar con Cruz... al principio me pareció normal que tardaras... pero el tiempo pasaba y tú no aparecías... (Cada vez me costaba más hablar, de nuevo, todo lo vivido aquellos días, conseguía arrancarme unas lágrimas) cuando me llamó Teresa... para decirme que habías tenido un accidente con la moto... (Me abrazó fuertemente contra su pecho y no me dejó seguir hablando) M: Ya mi amor... ya... no sigas... ya está E: Creí que te perdía M: Ssshhhh... ya pasó... (Comenzó a llenar mi pelo de besos) ya pasó... estoy aquí... estamos juntas (Levanté un poco la cabeza y vi que ella también lloraba) E: No llores mi amor M: No llores tú E: Vaya dos (Entre lágrimas sonreímos felices de saber que lo peor ya estaba pasado, y que cualquier cosa que quedase por venir la íbamos a pasar juntas) M: Te quiero Esther E: Y yo a ti mi vida... mi amor... te amo Nos besamos de manera dulce y nos quedamos abrazadas sin separar mucho nuestros labios. Permanecimos así varios minutos, sin dejar de mirarnos, y regalándonos de vez en cuando algún beso Finalmente, cerca de las doce conseguimos levantarnos de la cama, yo ya pensaba que nos íbamos a quedar allí todo el día, y cuando terminé de vestirme me acerqué a ella y me senté a su lado E: Maca, cariño... que había pensado que... si te apetece... podíamos ir a dar una vuelta M: ¿Una vuelta?... (Yo asentí y ella sonrió) ¿Te refieres a salir a la calle? E: Pues claro... no pensarás que digo una vuelta por dentro del piso M: Pero... ¿Ya han puesto la rampa? E: Creo que no, pero... digo yo que encontraremos a alguien que nos ayude... ¿Qué me dices? M: Que sí... que te voy a decir E: Pues vamos Mientras bajábamos en el ascensor, la sonrisa no se borró ni por un segundo de su cara, estaba feliz de salir por fin a la calle, y eso se notaba claramente. Al llegar al portal salí y le pedí a un chaval que pasaba por allí que me ayudara a bajarla los escasos dos escalones, este lo hizo encantado, y después de darle las gracias empecé a andar empujando la silla mientras ella se giraba de vez en cuando para mirarme y me sonreía Yo andaba despacio, no teníamos ninguna prisa, simplemente disfrutábamos del paseo, sobretodo ella, que más de una vez la vi recostar la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, no hay nada mejor para apreciar las cosas simples de la vida que carecer de ellas una temporada Después de encontrarnos con algún que otro obstáculo en nuestro camino, conseguimos llegar a un parque cercano, yo me encaminé hacia un banco completamente sombreado por la proximidad de un frondoso árbol, pero cuando iba a sentarme ella me detuvo

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M: Espera... si no te importa... prefiero estar al sol E: Cariño... nos vamos a achicharrar al sol M: Mira... si vamos a aquel banco de allá... (Me señaló un banco que había a unos metros de donde estábamos) te puedes sentar a la sombra y yo quedarme al sol E: Vale Nos dirigimos hacia donde ella me había indicado, y efectivamente, yo estaba a la sombra, y ella, a pocos centímetros de mí, le daba el sol de lleno. Recostó un poco la cabeza y mirando al cielo sonreía levemente M: Hace un día precioso E: Sí... la verdad es que sí M: Hace calor... pero me encanta que me dé el sol... me hace sentir viva E: Pero hay que tener cuidado... en esta época y a estas horas... tampoco es bueno que te de mucho el sol M: Solo cinco minutos Esperé los cinco minutos que ella me pidió y luego seguimos paseando. No había mucha gente por el parque, la verdad es que hacía bastante calor, y los que no estarían de vacaciones o en la piscina, estarían en sus casas con el ventilador, el aire acondicionado, o cosas así Yo intentaba andar por la sombra, me preocupaba su cabeza, protegida solo por aquel fino pañuelo, no era lo más adecuado que le diese mucho el sol, pero no había muchos árboles, así que resultaba difícil, por eso no tardé mucho en dirigirme de nuevo hacia su casa. Para ser el primer día que salíamos, tampoco había estado tan mal, ya que estuvimos paseando aproximadamente una hora, y ella no protestó cuando vio hacia donde me encaminaba, así que también debió de parecerle bastante Ya en casa comimos y luego Maca estuvo hablando un buen rato con sus padres mientras yo recogía. Me comentó que iban a venir el fin de semana con Manu para hacerse cargo de ella esos días y que yo pudiese descansar E: Que empeño con que descanse... pero si no estoy cansada M: Cariño... ellos se preocupan por ti... y por mí... me parece lo normal... estar todos los días con la misma persona al final debe cansar... aunque yo nunca podría cansarme de ti... pero eso ellos no lo saben E: Entonces... ¿me tengo que ir el fin de semana? (Ella me miró poniendo cara de resignación) Pero Maca... yo no quiero irme M: Solo van a ser dos días... el domingo por la tarde se irán E: Joder M: Además... si te quedas tú no hay sitio para todos E: Pues que se vayan a un hotel M: Esther... por favor... no lo hagas más difícil E: Está bien... me iré cuando ellos lleguen... pero te voy a echar mucho de menos M: Y yo a ti mi amor Pues vaya panorama, ahora que por fin las cosas se estaban encarrilando, me tenía que ir dos días. Sé que dos días pasan volando, y que aunque me fuese a mi casa, si me

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necesitaban para cualquier cosa me llamarían, pero yo quería estar allí, con ella, encima aquella tarde a Maca le dolía la espalda y se la pasó en la cama, la tuve que ayudar a cambiar de posición ni sé las veces, pero no se encontraba bien de ninguna forma Pasó la noche también bastante inquieta y a mí no me hacía ninguna gracia irme esa misma tarde y dejarla sabiendo que no se encontraba muy bien, ella me pedía que estuviese tranquila, que ya no le dolía tanto como el día anterior, pero yo sé que lo hacía para que yo me fuese convencida Cuando llegaron Manu y sus padres les estuve explicando lo que tenían que hacer, y les di mi teléfono por si me necesitaban para cualquier cosa, insistiéndoles en que no se preocupasen en llamar a la hora que fuese, o por cualquier cosa, a la mínima duda que tuviesen con algo me debían de llamar Ni siquiera me pude despedir de ella como es debido, ya que su madre se sentó a su lado y no parecía muy dispuesta a separarse de ella, así que me tuve que conformar con un beso en su mejilla y un guiño de ojo que me aseguré de que no viera nadie más Cogí mis cosas y Manu se ofreció a acompañarme hasta el coche. Yo diría que físicamente Maca se parece mucho más a Jero, y aunque a este no le conozco demasiado, creo que en la manera de ser se parece más a Manu, en muchas de las cosas que hace me recuerda bastante a ella, y está claro que nos vamos a llevar bien Manu: ¿Cómo la ves Esther?... ¿va prosperando? E: Sí... muy bien además... yo creo que no tardará mucho en recordarlo todo... y bueno... las piernas... hasta que no empiece con la rehabilitación esta semana que viene... Manu: Ya... supongo que ese va a ser un proceso más lento E: Mucho más lento Manu: ¿Y tú?... ¿Tú has hecho progresos? (Me sonrió y no necesité que me explicara de que hablaba) E: Bueno... algo hemos avanzado Manu: Yo creo que bastante... he visto como te miraba Maca cuando os habéis despedido E: Tú eres muy observador Manu: Solo cuando se trata de la felicidad de mi hermana… ... por cierto... ¿te dijo lo de la comida? E: Sí... muchas gracias Manu: Maca dice que todavía no se siente con fuerzas para salir a comer por ahí... pero la próxima vez que venga fijo que vamos... así te conozco un poco más... que vaya palo que te tengas que ir ahora E: Eso es cosa de tu madre Manu: Ya lo sé Hablando llegamos al coche y antes de irme le volví a insistir con que me llamaran si tenían cualquier duda, a lo que él me respondió que si estaba muy desesperada que le llamara que él se inventaría una duda para hacerme venir. Lo que os decía antes, es un encanto mi cuñado, vamos, que yo no entendía como seguía soltero La noche se me hizo larga, terriblemente larga, sola en mi casa daba vueltas en la cama sin dejar de pensar en ella, aunque estaba acostumbrada a dormir sola, solo había pasado

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una noche con ella después del accidente, allí no podía levantarme y entrar en su habitación en silencio para comprobar que estaba bien, y eso se me hacía insufrible Fui a casa de mi madre con intención de pasar la mañana, necesitaba entretenerme, y hablar con ella siempre me sienta bien, y después de su insistencia con que me quedara a comer, entre unas cosas y otras me dieron las seis de la tarde, cosa que agradecí, porque sabía que en cuanto entrase en mi casa de nuevo, ese vacío que sentía al estar lejos de ella, volvería a adueñarse de mi Cené poca cosa y me acosté intentando dormir el máximo de horas posible para que el tiempo que iba a pasar apartada de ella pasara más rápidamente, pero en mitad de mi sueño el sonido del móvil me despertó, solo había sido un pequeño pitido, lo cual significaba un mensaje, lo cogí sin encender la luz y abrí dicho mensaje para leerlo “Que grande es mi cama sin ti. Dime que la tuya en estos momentos también se queda grande, por favor” Estaba claro que era de ella, pero ese mensaje, ese mensaje no era la primera vez que me lo mandaba, y después de unos segundos pensando, comprendí lo que me estaba diciendo. Encendí la luz y saltando de la cama me vestí tan rápidamente como pude para ir a su casa Entré despacio y con mucho cuidado de no hacer ruido alguno, pero Manu dormía en el sofá del salón, y el pequeño sonido de la cerradura bastó para despertarle. Cuando me encontré con él me dio un susto terrible E: ¡¡¡Joder Manu!!! Manu: Sssshhhhh... que vas a despertar a mis padres (Me habló apenas susurrando mientras yo me tapaba la boca para no reírme) ¿Qué haces aquí a estas horas?... ¿pasa algo? E: No... no pasa nada Manu: Ya... no puedes estar dos días sin verla Agaché la mirada un poco avergonzada, hasta ese momento creo que no me había parado a pensar lo que estaba haciendo, aquello era una locura, eran casi las tres de la madrugada, pero ante ese mensaje yo no podía mantenerme impasible, tenía que acudir a la llamada de mi niña Manu: ¿Pero tú has visto la hora que es Esther?... Maca debe de estar durmiendo E: Puede que me equivoque... pero creo que no... me está esperando Manu: Entiendo... bueno pues... te dejo... voy a ver si consigo dormir... no hagáis mucho ruido Le di un manotazo en el brazo y él me respondió dejando un beso en mi mejilla, ya iba a entrar al salón cuando de nuevo se volvió hacia mí Manu: Por cierto cuñada... gracias por devolverle el brillo a sus ojos E: De nada... ha sido todo un placer

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Me sonrió y después de guiñarme un ojo entró definitivamente en el salón y yo me fui poco a poco hacia la habitación de Maca Me encontré con la puerta entornada, siempre la dejaba así por la noche por si necesitaba algo llamar y ser escuchada, pero yo, después de entrar, con sumo cuidado la cerré, me acerqué hasta ella y aunque la luz estaba apagada, el resplandor que se colaba por la ventana era suficiente para distinguir las cosas Cuando la vi se me encogió el alma, tenía el cuerpo completamente acurrucado, con los brazos apretados contra su pecho y la cabeza gacha, seguramente no estaba hecha un ovillo porque sus piernas no le respondieron, pero esa sería la posición que buscaba. Me agaché a su lado y la acaricié, lo cual le produjo un poco de sobresalto al principio, pero cuando vio que era yo, con un movimiento rápido, me abrazó y me atrajo hacia ella M: Esther... mi amor E: Ya estoy aquí... ya estoy aquí mi niña La poca luz y la rapidez de su movimiento me habían impedido ver bien sus ojos, pero estaba casi convencida de que lloraba, de lo que sí estaba completamente convencida era de que había hecho lo correcto corriendo a su lado sin pararme a pensar la hora que era ni si era lo conveniente Yo en aquel momento no podía saber exactamente que era lo que la había llevado a estar en aquel estado, pero ella me quería a su lado y yo estaba allí, a su lado, como tendría que ser siempre, y entonces tomé la determinación de que por mucho que me insistieran yo ya no me volvía a marchar de allí si no era estrictamente necesario Me quité los zapatos ayudándome solo con los pies y poco a poco me tumbé a su lado sin llegar a romper el abrazo. Cuando sentí que ya se había calmado un poco, me separé de ella lo justo y la miré mientras pasaba mis dedos por entre su pelo apartándolo así de su cara M: No te vayas Esther E: No me voy mi amor... ya no me voy nunca más M: No podía dormir... pensaba en ti... en lo que me contaste... te he echado tanto de menos hoy E: Y yo a ti mi vida Mientras hablaba no dejaba de llorar, a veces se le entrecortaba la voz y le costaba bastante hablar, yo secaba sus lágrimas, pero estas eran casi más rápidas que yo, y cuando terminaba otras ocupaban ya su lugar M: Pensé que tú tampoco dormirías... y cogí el móvil para mandarte un mensaje... entonces vi que te había mandado uno pocos días antes del accidente E: Sí... el día... (No me dejó seguir hablando y ella misma terminó la frase) M: El día que fuimos con ellos al teatro E: ¿Te acuerdas? M: Sí... recuerdo aquellos besos tan dulces que nos dimos en un rincón lejos de las miradas de los demás... y recuerdo que Fernando se tenía que ir temprano a Jerez y yo insistí en irnos a cenar para asegurarme de que se le hacía tarde... no quería estar con el

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Esther... ya no podía estar con él... Cuando me dejó en casa me tumbé en la cama y lloré pensando que tú estabas con él... entonces te mandé aquel mensaje desesperado... pero tú ya estabas en mi puerta... tampoco podías estar lejos de mí... como ahora E: Como siempre mi amor... no puedo estar lejos de ti M: Nuestros cuerpos se atraen irremediablemente E: ¿Lo recuerdas todo? M: Todo no... pero muchas cosas... Esther... mi amor... mi amor Comenzó a besarme y fue entonces cuando más noté que recordaba lo vivido aquellos días, sus labios viajaban libremente por mi cuello y poco a poco se fue dirigiendo hacia mi escote y sentí esa libertad con la que lo hacían reconociendo a la perfección cada centímetro de piel por el que pasaban Regresaba por fin aquella confianza, aquella complicidad que habíamos adquirido en el tiempo que pasamos juntas, y sonreí mientras curiosamente se me escapaban unas lágrimas, creo que las lágrimas más dulces que he derramado en toda mi vida. Regresó hasta mi boca y después de darme un par de besos se separó un poco y me miró acariciando mi cara suavemente contada su mano M: Esther... mi amor... esto es tan raro E: ¿El que? M: Todo lo que siento ahora... volver a enamorarme de ti ha sido maravilloso... creo que ha sido la parte buena de todo lo que me ha pasado... tener la oportunidad de enamorarme de ti otra vez E: Me aterraba pensar que no fuera así M: Mi niña... aunque perdiese la memoria mil veces más... una y mil veces volvería a enamorarme de ti... una y mil veces mi amor E: Te he echado tanto de menos estas semanas M: Pero si no te has separado de mí prácticamente E: Pero no era lo mismo... no podía darte muestras de cariño... no tenía derecho a según que cosas... y encima ver a Fernando pululando a tu alrededor... me ponía de los nervios M: Pobre Fernando... algo dentro de mí me decía que aquello de que era mi novio no podía ser cierto... es que cuando le veía aparecer por la puerta pensaba... ya está aquí otra vez el pesado este... Intenté acostumbrarme a que era así... que era mi novio y tenía que quererle... pero cuando tú empezaste a meterte aquí dentro... (Se llevó la mano al corazón y me dio un beso antes de seguir hablando) temblaba solo de pensar que al recordar volvería a estar enamorada de él E: Pero no ha sido así M: Claro que no... aquí dentro solo estás tú... no hay sitio para nadie más... y lo que funcionaba mal era mi cabeza... mi corazón parece ser que sabía muy bien lo que hacía De nuevo nuestros labios se unieron y nos besamos como si todo el tiempo transcurrido desde el accidente lo hubiésemos pasado separadas, aún a pesar de lo vivido apenas un día antes, era como si llevásemos mucho tiempo sin vernos, con muchas cosas que recuperar De repente sentí sus manos colarse bajo mi camiseta, y con una maestría que me dejó pasmada, en menos de un segundo dejó mi pecho completamente desnudo, poco a poco y moviéndose como buenamente podía, comenzó a descender por mi cuerpo llenándolo de besos, y al llegar a mi ombligo se detuvo a mirarme mientras desabrochaba mi pantalón

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M: Ya no necesito que me hagas la demostración de lo que hicimos en la mesa de la cocina... en la sierra... pero creo que es algo que debemos de practicar a menudo para perfeccionarlo al máximo E: Cariño... no es necesario... yo... M: Ssssshhhhhh... déjame... necesito sentirte Yo sí la sentí a ella, sentí su lengua, sus labios, y me tuve que morder los míos más de una vez para no soltar los gritos que mi cuerpo necesitaba soltar para sacar de alguna forma todo el placer que ella me provocaba Me desperté bastante temprano, cosa extraña en mi y más aún teniendo en cuenta lo poco que había conseguido dormir los dos últimos días, pero mi brazo estaba entumecido, ya que Maca lo utilizaba como almohada, necesitaba moverlo, y quizás entonces lograría dormirme un poco más, pero cuando conseguí con mucho cuidado apartar su cabeza y ponerme cómoda, unos pequeños golpes en la puerta me sobresaltaron Me levanté y empecé a vestirme rápidamente por miedo a que fuese su madre, pero cuando solo me faltaban los zapatos, volvieron a llamar y escuché la voz de Manu Manu: ¿Se puede? (Me acerqué a la puerta, la abrí un poco y le miré sonriendo) E: Tú quieres matarme de un susto, ¿verdad? (Entró en la habitación y cerró la puerta) Manu: Buenos días Manu... ¿Qué tal has dormido?... pues muy bien Esther... gracias... pero he venido a avisarte de que mi madre ya se ha levantado y he conseguido impedir que lo primero que hiciese fuese entrar a ver si Maca estaba bien... ahh... pues muchas gracias E: ¿Tu madre ya se ha levantado?... joder... ¿y que le decimos cuando me vea aquí? Manu: Mi madre está en la ducha... y mi padre ha bajado a buscar churros... un antojo de mi madre... aunque yo dudo mucho que esté embarazada, ¿sabes? E: Deja de decir tonterías y ayúdame a pensar una solución Manu: Pues eso es lo que estoy haciendo... si sales ahora no te verá nadie E: No me vale... no voy a irme Manu: Esther E: No voy a irme Manu... lo siento... tendremos que pensar en otra cosa, pero yo de aquí no me muevo Manu: Está bien... déjame que piense... ya lo tengo... sal al rellano y llama dentro de cinco minutos... ya se me ocurrirá algo Salí al rellano a esperar, pero al escuchar como el ascensor se detenía justo en esa planta, me tuve que esconder por si era el padre de Maca, y así fue, salió con una bolsa en la mano, supongo que llena de churros, y pensé para mí, “¡¡Churros!! ahora si que no me echa nadie” Después de reírme yo sola en mi escondite, esperé un poco más y cuando lo creí oportuno llamé al timbre. Como era de esperar me abrió Manu, sabía de sobra que era yo y al escuchar el timbre se habría ofrecido a abrir la puerta sin dar opción a nadie

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Manu: Buenos días Esther... cuanto tiempo sin verte (No pude evitar reírme y le miré como diciendo, te voy a matar, pero como podía tener ese buen humor ya desde buena mañana) ¿Has pensado una excusa? E: ¿Pero no ibas a pensarla tú? Manu: Bueno... vamos a entrar y ya veremos lo que pasa (Fuimos hasta el salón donde ya estaba servido el desayuno, y me extrañó que no hubiesen esperado a que Maca despertase) E: Buenos días Pedro: Buenos días Esther... ven... llegas justo a tiempo de comerte unos churritos (Me senté al lado de Pedro, como el me había pedido con un gesto, y me extrañé de que no les sorprendiera mi temprana e inesperada llegada) Rosario: Perdona que te hayamos tenido que llamar tan temprano hija... y gracias por venir tan rápido (Yo miraba a la madre de Maca alucinada, sin tener ni la más remota idea de que me hablaba, hasta que vi que Manu me miraba y sonreía) E: Si... bueno... no pasa nada... ya les dije que me llamaran si necesitaban cualquier cosa Manu: Es que he oído a Maca quejarse un par de veces esta noche... (Manu hablaba tan serio y convencido de si mismo, que casi me lo creí hasta yo) bueno ya te lo he dicho por teléfono (Me quedé en silencio un par de segundos hasta que reaccioné) E: Sí, claro... ya me lo has explicado Manu: Dice que tienes una maestría impresionante con los dedos... que cuando terminas se queda tan relajada que se duerme y ya no se entera de nada No sé como conseguí aguantarme la risa, y sus padres ni se enteraban, ellos seguían desayunando como si lo que estaba diciendo su hijo fuese tan natural, pero yo sabía perfectamente que se estaba cachondeando, y se lo estaba pasando de muerte Manu: Si alguna vez me da un calambre espero tenerte cerca... así me das a mí también un masaje “de esos” (Le mato, juro que en cuanto nos quedemos solos le mato) Pedro: ¿De veras eres tan buena dando masajes? (Su padre me miraba serio y yo ya me veía dando masajes a toda la familia) E: Que va... Maca exagera mucho... son unos masajes muy sencillos Pedro: Pues no sé si eso será así... pero Manu dice que ha insistido en que se lo tenías que dar tú E: Y... ¿sigue dormida? Manu: Sí... ya te he dicho que ha pasado muy mala noche... se ve que se ha dormido muy tarde y por eso no la hemos querido despertar E: Ya Seguimos hablando mientras desayunábamos y luego ayudé a Rosario mientras esperábamos que Maca despertase Cuando terminé en la cocina me fui hacia su habitación con intención de quedarme hasta que despertara y así evitar que pudiese meter la pata, pero cual fue mi sorpresa al entrar allí y verla despierta hablando con Manu, ella reía y no quise ni imaginarme lo que le estaría contando. Me acerqué a ellos y me senté a su lado, en el borde de la cama, al lado contrario de donde estaba sentado se hermano M: Buenos días E: Buenos días cariño (Le di un beso en la mejilla y Manu levantó la vista al techo mientras exclamaba)

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Manu: Ainsssssss (Entonces Maca le dio un manotazo y él empezó a reír) M: ¿No te parece que ya te has reído hoy suficiente a costa de Esther? Manu: Es que pone una cara muy graciosa cuando la pones en un aprieto E: Tu hermano es un cachondo mental... ¿te ha contado lo que ha hecho en el desayuno? M: Sí... ya me ha contado... así que ahora me vas a tener que dar un masajito de esos para que parezca todo creíble Manu: Uy, uy, uy... yo mejor os dejo solas... que no quiero ni pensar como puede terminar eso M: Pírate ya payaso (Salió de la habitación y en la puerta se cruzó con su madre que entraba en ese momento) Rosario: Buenos días cariño... ¿ya te encuentras mejor? M: Sí mamá... parece que ya no me duele tanto (Le dio un beso y se sentó donde un momento antes estaba Manu) Rosario: Yo no sé como no me he enterado de que te quejabas esta noche M: Tampoco me he quejado tanto mamá... ha sido casualidad que Manu me escuchara un momento en el que él estaba despierto Rosario: ¿Quieres que te traiga el desayuno? M: Gracias... pero creo que mejor espero a que Esther termine y ya me lo tomo en el salón Rosario: Vale hija... como prefieras... pues os dejo y me llamáis si necesitáis alguna cosa M: Gracias Mamá E: Gracias Rosario Por fin nos quedábamos solas, pero teníamos que tener mucho cuidado, en cualquier momento podía entrar alguien y no queríamos arriesgarnos a ser sorprendidas en actitud sospechosa, así que decidí que mejor darle ese masajito que parecía inevitable. Cuando fui a apartarle las sabanas fue cuando me acordé de que había dormido desnuda, pero me extrañó porque llevaba una camiseta puesta E: Me gusta el modelito M: Me la he puesto antes cuando a entrado Manu (Cogí unas braguitas del cajón y la ayude a ponérselas) E: No nos ha pillado tu madre de milagro M: Ya... fue un poco locura lo de anoche E: ¿Un poco?... estamos completamente locas... si no la llega a interceptar Manu, nos pilla M: Bueno... pero ya está... no ha pasado nada... además... estoy pensando en decírselo E: Pero aunque estés pensando en decírselo, no habría sido la mejor manera de enterarse M: Es verdad E: ¿Vas a decírselo hoy? M: No creo... se van después de comer... puede que la próxima vez que vengan Entorné la puerta para poder hablar libremente, aunque fuese en voz baja, y después de ayudarla a colocarse un poco más abajo, me situé a los pies de la cama y comencé M: Tampoco iba tan desencaminado Manu... tienes mucha maestría en los dedos (Sin dejar de mirarme sonrió) E: No me lo recuerdes... no puedo enfadarme con él... es un sol... y nos ha librado de una buena... pero no te imaginas el mal trago que he pasado M: Por cierto... ¿me han guardado churros?

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E: Pues creo que tu parte era la que me he comido yo M: Lo siento, pero no sabes mentir E: A veces me da rabia que me conozcas tan bien... aunque lo echaba mucho de menos M: ¿Sabes?... tengo un trivial por ahí... cuando se vayan mis padres... E: Yo no juego más al trivial contigo... me quito la ropa ya directamente y nos saltamos tanta tontería M: Jajajajaja... no te voy a ganar siempre Solo de oírla reír, de escucharla hablarme como antes, como si nada hubiese pasado, se me erizaba la piel, y si ella quería yo jugaba al trivial, al parchís, o al corro de la patata si hacía falta Fue una mañana de lo más tranquila, comimos en familia, aunque algunos de los comensales ignorasen que yo formase parte de esta, y luego tomamos el café tranquilos, hasta que a las cuatro comenzaron a despedirse de nosotras, y tras unas lagrimitas y después de dejar claro sus padres que no tardarían en volver, se fueron y nos quedamos solas de nuevo Maca me miraba con una sonrisa pícara, y yo empecé a empujar la silla hacia el salón mientras iba dejando unos suaves besos en su cuello M: ¿Nos echamos una siestecilla? (Me miró con esa misma sonrisa esperando mi respuesta) E: Tentador... pero... ¿sabes que me apetece? M: ¿Qué? E: Sentarme en el sofá un ratito tranquilita contigo M: Mmmmm... con una musiquita suave E: Hecho La acerqué hasta el mueble de la mini cadena y mientras ella rebuscaba entre los cds yo fui al aseo, cuando regresé esperaba escuchar música, pero al ver el mando en sus manos supuse que estaba esperando a que yo regresase para darle al play, pero ni entonces, ella quería esperar a estar cómodas, así que la ayudé a sentarse y cuando encontró la mejor posición, me senté a su lado y me recosté ligeramente sobre su pecho [Pasión a raudales.mp3] (PLAY) Entonces si le dio al play y después de dejar el mando no sé donde, porque la verdad es que no me fijé, empezó a acariciar mi pelo mientras dejaba algún beso en él A veces solo es necesario algo tan sencillo como esa tranquilidad de la que disfrutábamos en ese momento para sentirse plenamente feliz, esa paz y esa calma que te transmite el ritmo de la respiración de la persona que esta a tu lado y a la que amas tanto que hace que no necesites ya nada más Levanté la cabeza apenas lo justo para poderla mirar y mientras sonreía levemente intenté decirle con la mirada lo maravillosamente bien que me hacía sentir, lo feliz que era solo por el hecho de poder estar allí, a su lado, y ella me decía algo similar, con una claridad en sus ojos que me estremeció, y entonces me apretó más contra su pecho, no sé si para que me diese cuenta de que era real y no un sueño, o para cerciorarse ella misma

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Pero todo ese amor que se puede llegar a sentir en un momento así termina clamando por salir como sea, en la forma que sea, no se conforma con mantenerse impasible, y el nuestro decidió empezar por salir en forma de besos, unos besos tan suaves y dulces como aquella música que nos envolvía, y al igual que aquella música en determinados momentos iba in crescendo, así lo hacían nuestros besos, crecían en pasión en algunos momentos y sin previo aviso se tornaban de nuevo suaves Hasta que las manos decidieron acompañarles haciendo de las suyas y comenzaron a colarse por sitios en los que el más leve roce era capaz de encendernos en la situación en la que estábamos, y parecía que no iba a haber tregua, cuando la pasión empieza a adueñarse de una situación, la cordura se hecha a un lado y decide ser una mera observadora Pero no iba a ser así en aquella ocasión, nuestros cuerpos necesitaban sentirse, pero no así, simplemente unidos, sentir el roce de esa piel que era como un bálsamo para nuestros sentidos, y poco a poco nos fuimos desprendiendo de la ropa con bastante dificultad, pero sin rendirnos ante la adversidad, nos sentíamos capaces de eso y de más, en momentos así no hay nada que te impida llegar a tu objetivo La ayudé a tumbarse en el sofá de manera que estuviese cómoda, y situándome encima de ella con mucho cuidado de no hacerle daño, comencé a llenar su cuerpo de besos de forma suave y lenta. La miré un instante y la vi con los ojos cerrados y la cabeza echada atrás mostrándome su cuello esbelto provocativamente, y sin poder resistirlo me abalancé sobre él, pero de la misma forma suave en que la había estado besando hasta entonces Después de unos segundos, me incorporé un poco para mirarla, y ella, al notarlo, me miró también, fue una sensación muy extraña la que sentí en ese momento, yo la deseaba, la deseaba con todas mis fuerzas, pero mi cuerpo se negó a seguir, prefirió quedarse así, inmóvil, y disfrutar solo de tenerla tan cerca, para mi sola Nos limitamos a mirarnos, sin casi apenas parpadear, ella acariciaba mi espalda con las yemas de sus dedos y yo sentí todo su amor en esa caricia que seguía sin cesar, pero como mis besos un instante antes, suave, sin prisa, y pensé que estábamos inventando una forma diferente de hacer el amor, porque el placer que sentía yo estando así con ella, se podía comparar al mayor de los placeres que se pueda imaginar De repente sentí como su mano abandonaba mi espalda para dirigirse a mi pecho, y haciendo una ligera presión, consiguió que me incorporara quedando así sentada a horcajadas sobre ella, y las suaves caricias de sus dedos se dedicaron entonces a esa zona que subía y bajaba exageradamente por una respiración, que aunque no llegaba a estar agitada, si era más profunda de lo normal M: Mi amor... te quiero mucho E: Y yo a ti Apenas se habían escuchado nuestras voces, ni siquiera habían llegado a ser un susurro, prácticamente lo tuvimos que leer en nuestros labios, pero no hace falta gritar para convencer a alguien de lo que estás diciendo, a veces no es necesario ni decirlo, porque se siente, y yo sentía que era cierto, que su amor por mi era inmenso

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Me cogió de ambas manos y poco a poco fue tirando de ellas para que me recostara nuevamente sobre su pecho, y así, envuelta por sus brazos, sintiendo de nuevo sus caricias suaves en mi piel, sentí como si mi cuerpo cambiara de estado para fusionarse con el suyo, cerré los ojos y tuve la sensación de estar volando, como si nada a nuestro alrededor existiera, ni siquiera el contacto con el mueble que nos sostenía, como si flotando en el vacío nuestros cuerpos se aferraban el uno al otro para no tener que separarse nunca Y girábamos, estábamos bailando, por un momento sentí que era posible, y me abracé más fuertemente a ella, como con miedo a que se me escapara, y dejando rienda suelta a mi imaginación quise creer que nuestros cuerpos danzaban unidos al son de aquella melodía Permanecimos en la misma posición un tiempo incalculable, hasta que yo pensé que debería de dolerle todo el cuerpo de tenerme tumbada sobre ella, pero cuando intenté incorporarme me lo impidió M: ¿Adónde vas? E: No peso mucho... pero con el tiempo que llevamos así M: No me molestas... todo lo contrario... me encanta tenerte así E: A mí también me encanta estar así... pero me preocupo por ti... luego te va a doler todo M: Está bien... vamos a cambiar de posición... pero no te apartes mucho de mí La ayudé a bajar las piernas del sofá, me senté y luego la cogí de los brazos para que se incorporara, y esta vez fue ella la que se recostó sobre mí M: Empiezo a estar harta de esto de las piernas... cuando pienso que hay gente que se pasa así toda la vida E: Pero ese no va a ser tu caso cariño... mañana ya empiezas con la rehabilitación... y si todo va bien, ya verás como pronto empiezas a notar mejoría M: Sí lo sé... los primeros días ni las sentía... recuerdo que me pellizcaste y apenas lo noté... ¿Cómo era aquello que hiciste con los dedos? E: ¿No pretenderás que lo repita? M: ¿Por qué no? E: Maca... no M: Pero si estaba muy gracioso E: Cariño... que eso es un juego de niños M: ¿Y porque lo hiciste entonces? E: Porque yo haría lo que fuese por verte sonreír (Se apartó de mí y me miró muy seria) M: ¿Quieres decir que me tengo que poner seria para que lo hagas? E: No... eso no vale M: Venga... (Ponía morritos y me hablaba con voz de niña pequeña) solo una vez E: Maca M: Por favor E: Pero prométeme que no te vas a reír de mí M: En que quedamos... ¿no has dicho que era para hacerme reír? E: Ayssss... no me líes M: ¿Qué?... ¿lo vas a hacer? (La amenacé con un dedo mientras le hablaba)

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E: Como se lo cuentes a alguien te mato Me senté en la otra esquina del sofá mientras ella se recostaba buscando la postura más cómoda y cogiendo sus pies los puse sobre mí, y como la otra vez, empecé a doblar sus dedos y ha decir aquello de... E: Este fue a por leña... (Ella me miraba sonriendo) éste la cortó... (Cogí otro dedo) éste cogió un huevo... (Dejó de sonreír y yo me detuve un segundo antes de seguir) éste... lo frió.. Me quedé pensando e intenté adivinar lo que pasaba por su cabeza, ¿porque no sonreía después de haber insistido tanto en que yo repitiese aquello de los dedos?, entonces la vi morderse el labio inferior y pensé que una cosa es que te haga ese jueguecito una enfermera graciosa a la que casi no conoces y que se está portando muy bien contigo, y otra muy diferente es que lo haga la persona que amas, cuando hay un sentimiento tan fuerte de por medio, hasta el juego más infantil puede llegar a resultar erótico M: ¿No vas a terminar? E: Sí... claro... y este... (Le di un beso en el dedo humedeciéndolo levemente) se lo comió M: Te aseguro... que mis pies están mucho más sensibles E: Ven... (Le tendí mis manos para que las cogiera y así poder ayudarla a incorporarse) vamos a la habitación... vamos a comprobar como están de sensibles tus piernas Sentada de nuevo en la silla la llevé hasta la habitación, y después de ayudarla a acostarse salí un momento en busca de algo que guardé justo para ese momento Cuando regresé llevaba las manos a mi espalda y Maca miraba expectante intentando averiguar que podía ser aquello que escondía yo. Me subí a la cama y me arrodillé sentándome sobre mis pies y separando un poco las piernas para que los suyos quedaran entre estas. Yo sonreía pues sabía que ella estaba intrigada pensando en que iba a hacer yo, pero no se pudo resistir y preguntó M: ¿Qué llevas ahí escondido? E: ¡¡Ahhhhhh!!... sorpresa M: Venga... dime que es E: A ver si eres capaz de adivinarlo M: Dame una pista por lo menos E: Vaaaaaale... es muuuuuuy suave M: Mmmmm... (Pensaba y sonreía sin dejar de mirarme) Quieres hacerme sufrir un poquito, ¿eh? E: Esa podría ser otra pista... se puede utilizar como elemento de tortura M: ¿Me vas a torturar? E: Un poco M: Que mala eres E: Pero necesito tu colaboración M: Estás loca si crees que voy a colaborar para que me tortures E: Solo quiero que cierres los ojos M: No sé si puedo fiarme de ti E: Pues si quieres lo vuelvo a guardar M: ¿Sin decirme antes lo que es?

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E: Claro M: De eso nada guapa... yo no me quedo con la intriga E: Pues cierra los ojos La curiosidad mató al gato. Cerró los ojos y sin dejar de mirarla más que lo justo para asegurarme de que no los abría, saqué la mano de mi espalda y con suma delicadeza comencé a acariciar sus pies con el misterioso objeto. Al principio solo sonrió, pero al acercarme a la zona más sensible de la planta de sus pies, en un acto reflejo movió su pie intentando huir de aquella caricia. Yo paré inmediatamente y ella se incorporó un poco apoyándose en los codos y abrió los ojos como platos M: ¿Qué ha sido eso? E: Has movido el pie M: Ya lo he notado... ¿pero como? E: No lo sé... debe de haber sido un reflejo por las cosquillas... ¿puedes moverlo? (Lo intentó, pero nada M: No... no puedo... o sea... que mi pie tiene vida propia E: Inténtalo otra vez (Se concentró al máximo, pero con el mismo resultado, nada) M: Que no puedo... sigue haciéndome cosquillas E: ¿Las cosquillas las sientes? M: Claro E: A ver (Seguí con las cosquillas y ella sonrió) M: ¡¡Te pillé!! E: ¿Qué? (La miré sorprendida, no sabía de que me hablaba) M: Que ya he visto que es una pluma... y además preciosa (Al entender a que se refería, la levanté para verla mejor) E: ¡¡Aahh!! ... sí... es de mi madre... se la pedí prestada cuando se me ocurrió esto Seguí nuevamente con las cosquillas intentando ser todo lo suave que podía para que las notara al máximo, y de nuevo aquel pequeño movimiento de su pie, y yo me detuve de nuevo al verlo M: ¿Has visto eso? (La miré y vi dos lágrimas asomándose a sus ojos) E: Sí cariño... lo he visto M: Se mueve... aunque sea el solo, pero se mueve E: Y muy pronto lo vas a mover tú mi amor M: Esther Me acerqué a ella ya que sentí que necesitaba mi abrazo, y pensándolo bien, a mí tampoco me iba a venir mal, había sido algo muy emotivo, como ver a un niño pequeño dar sus primeros pasos, o escucharle decir mamá por primera vez, y yo había tenido el privilegio de estar allí con ella disfrutándolo, como siempre, a su lado Seguíamos allí, en la cama, ella sonreía de felicidad y yo de verla así, y cuando ya pensaba que nos íbamos a pasar todo el día tumbadas, entre el sofá y la cama, ella mencionó algo que yo ya había olvidado M: Hoy si te ducharás conmigo... ¿verdad? (Me aparté un poco para mirarla y tarde unos segundos en contestarle) E: Estás abusando un poco de mí... ¿te has dado cuenta?

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M: Ya... pero es que tú te dejas E: Me encanta que abuses de mí M: Entonces... ¿eso es un sí? E: Puede... pero solo porque así es mucho más fácil M: Claro... más fácil... más práctico... y más satisfactorio E: Siempre estás pensando en lo mismo Lo de sentarse en la silla ya lo dominábamos a la perfección, pero lo de entrar a la ducha no tanto, aunque con un poco de cuidado lo conseguimos. No fue la ducha que yo imaginaba, la verdad es que aquello tenía su peligro, y supongo que conscientes las dos de este, supimos contener nuestros deseos, y más bien fue una ducha relajante, nos frotamos la espalda mutuamente, yo le enjaboné y aclaré el pelo para que no se tuviera que soltar de la barra, y con calma disfrutamos las dos de lo lindo Todo el día en si fue un tanto extraño, no sé si es la palabra adecuada, pero me pareció todo muy místico, desde buena mañana yo solo había deseado que se fueran sus padres para quedarme a solas con ella, y después de toda la tarde juntas y de pasar por varias situaciones en las que habitualmente habríamos terminado haciendo el amor, allí estábamos, a las diez de la noche, tumbadas sobre la cama, recién duchadas, y mirándonos sin dejar de sonreír E: ¿En que piensas? M: En que es curioso como se puede ser tan feliz con cosas tan simples... (Yo sabía perfectamente de lo que me hablaba porque me sentía igual que ella, pero no dije nada y la deje que siguiera) Me encanta tenerte aquí aunque sea así... sin hacer nada... es más... ahora no me movería por nada del mundo E: Pues vamos a tener que cenar M: Prefiero pasar un poco de hambre antes que dejarte ir ahora E: Maca... cariño... a mí también me encanta estar así... pero tengo hambre M: Pedimos unas pizzas E: ¿Pizzas? M: Sí... y nos las comemos aquí en la cama E: Pero... se te va a llenar la cama de migas M: Querrás decir que se nos va a llenar la cama de migas (Remarcó bastante el “se nos va” para que me quedara claro que aquella cama ya era de las dos) No creerás que te voy a dejar irte a dormir a la otra habitación E: Espero que no M: Bueno que... ¿llamamos? E: Vale Pedimos las pizzas y seguimos en la misma posición en la que nos encontrábamos, pero con una pequeña diferencia, que Maca empezó a acariciar mi pecho mientras me miraba con una sonrisa pícara M: Que suave (Se fue acercando más a mí y comenzó a besar mi cuello haciéndome estremecer) E: Maca (Después de dejar varios besos más, de separó de mí lentamente y me miró de nuevo) M: Dime (Le acaricié la mejilla suavemente y me acerqué hasta que nuestros labios se rozaron)

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E: Te quiero Comencé a besarla y colando ambas manos por su cintura junté nuestros cuerpos al máximo, entrelacé mis piernas con las suyas y sentí como sus manos también se aferraban a mi espalda para evitar que nos separáramos. Al encontrarse nuestras lenguas el deseo fue creciendo, y nuestras manos inquietas empezaron a viajar por nuestros cuerpos intentando saciar nuestras ganas Eso de empezar ya sin ropa acelera las cosas de tal manera que se alcanza una temperatura bastante peligrosa, o al menos la mía lo era, porque casi no podía ni respirar, tenía que detenerme de vez en cuando para tomar aire, pero ella no me dejaba, se aferraba a mí y me besaba encendiéndome todavía más, y buscando ese aire que me faltaba, me dirigí hacia su cuello Ella echó la cabeza atrás abandonándose a merced de mis besos, y yo seguí descendiendo hasta llegar a uno de sus pechos donde me entretuve saboreando cada centímetro mientras llevaba mi mano al otro y comenzaba a acariciarlo con cuidado, hasta que de repente el sonido del timbre me apartó de tan placentera situación, y la miré mientras intentaba controlar mi respiración E: Las pizzas M: Que se jodan las pizzas (Ella me cogió por el cuello e intentó que siguiera con lo que estaba, pero yo me aparté de nuevo) E: No... espera... vuelvo enseguida Me levanté rápidamente y tras ponerme su albornoz me dirigí a la puerta a por las dichosas pizzas Apenas un minuto después regresé a la habitación, ella ni se había movido, estaba exactamente igual que la había dejado, y mientras me sonreía yo me quité el albornoz y arrodillándome sobre la cama me fui acercando a ella gateando E: Ya estoy aquí M: ¿Y las pizzas? E: En la cocina M: Se van a enfriar E: Si tengo que elegir entre que te enfríes tú o las pizzas... sin duda prefiero comerme la pizza fría Creo que iba a decir algo más, pero no la dejé, comencé a besarla de nuevo y no sé cual de las dos debió de tardar menos en olvidarse de las pizzas, el manjar que teníamos delante era mucho más apetecible No tardamos mucho en estar en el mismo punto en el que lo habíamos dejado, ella disfrutando con los ojos cerrados y yo entregada de lleno a sus pechos, esos pechos pequeños, dulces y suaves que me vuelven loca Mientras seguía besando, chupando y mordisqueando, fui bajando mi mano de forma lenta arañando suavemente su piel con el leve roce de mis uñas hasta llegar a sus muslos,

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y buscando su piel más sensible me dirigí a su cara interna, y acercándome a su ingle me detuve para desesperarla un poco M: Eres mala... eres terriblemente mala La miré sonriendo, me acerqué a ella para besarla, y nada más unirse nuestras bocas, se ahogó en ellas un gemido que se me escapó al notar su mano decidida colarse entre mis piernas E: Tú sí que eres mala... mmmm... Esta vez lo ahogué yo misma mordiéndome el labio inferior ya que me fue imposible no soltarlo al sentir sus dedos adentrándose en mi interior mientras que con el pulgar comenzaba a estimular toda la zona E: ¿Sigues pensando que soy mala? M: Eres malísima... pero me encanta Comencé a besarla con el desenfreno que se apoderaba ya de mi cuerpo, como si me la fueran a quitar de delante y quisiera saciarme de ella, y mientras, imité el movimiento de su mano colándome yo también dentro de ella y pegué mi cadera a la suya para así lograr un contacto mayor Besé su cuello de manera bastante lasciva mientras sentía su respiración agitada cerca de mi oído y sus dedos colándose entre mi pelo para aferrarse a mi cabeza e impedirme que me separara de allí, y entonces un leve susurro suyo me estremeció M: Esther... mi amor... bésame... bésame El tono de su voz era tan desesperado, que lo único que pude hacer en ese momento fue obedecer a su petición y besarla, la besé con pasión, con ganas, abriendo mi boca tanto como me era posible buscando aquella lengua que luchaba con la mía por ganar aquella batalla, una batalla que sabíamos perdida de antemano ya que íbamos a terminar rindiéndonos completamente la una ante la otra Al sentir que el momento se acercaba, saqué mi mano de donde estaba y la llevé a su espalda para aferrarme a su cuerpo con fuerza, y al notar como ella hacía lo mismo, entrelacé mis piernas con las suyas y encajando nuestros cuerpos a la perfección comencé a mover mis caderas mientras iba bajando mis manos para atraerla más hacia mí, si era posible, y buscar un contacto mayor En pocos minutos estallamos de placer, primero ella y luego yo, y sin dejar de besarla, pero ahora ya de manera más suave, me fui acercando hasta su oído para susurrarle E: Te quiero... te quiero... te quiero, te quiero Se abrazó fuertemente a mí y yo me dejé caer tumbada sobre la cama arrastrándola conmigo para que así quedara tumbada sobre mí. Levantó un poco la cabeza para mirarme y después de darme unos sonoros besos, escondió su cara en mi cuello

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Nos quedamos así varios minutos sin decir nada y ella iba dejando pequeños besos en mi cuello hasta que un pequeño rugido de mi estomago le arrancó una carcajada M: Jajajajajaja... parece que tenemos hambre E: Buffff... ya te digo... y después del ejercicio todavía más M: Pues venga tragona... a cenar La ayudé a levantarse, no sin antes darle unos cuantos besos más, y poniéndonos cada una un albornoz nos fuimos a la cocina a ver que tan frías estaban ya las pizzas Después de cenar nos quedamos un ratito en el sofá viendo la tele, pero muy poco, al día siguiente iba a ser el primer día de rehabilitación, la ambulancia tenía que venir a las diez a recogerla, y aunque no era una hora muy temprana, posiblemente los nervios no la iban a dejar dormir muy bien, por eso insistí en acostarnos temprano Como ya me suponía la sentí bastante inquieta toda la noche, y una de las tantas veces que me desperté, abrí los ojos poco a poco y comprobé por la poca luz reinante que apenas amanecía, decidí seguir durmiendo, pero antes de cerrarlos de nuevo la miré y me encontré con que estaba despierta, mirándome fijamente y con una seriedad que me asustó E: ¿Qué haces despierta?... ¿te ocurre algo?... (No me respondió y empecé a preocuparme) cariño... ¿te encuentras bien?... ¿Qué pasa? M: Llegaba tarde E: ¿Cómo que llegabas tarde? ... (Miré la hora para comprobar que efectivamente era muy temprano) Maca... son las siete... no llegas tarde M: Habíamos quedado en vernos en tu casa y llegaba tarde (Me paré a pensar unos segundos pero no terminaba de entender de que me hablaba) Te avisé de que tenía que hablar con Cruz... pero no esperaba que aquella conversación se alargara tanto (Al fin entendí de que me hablaba, e incorporándome un poco la miré dispuesta a escuchar lo que me decía) Llamé a Fernando para decirle que llegaba tarde a nuestra cita... (Hablaba seria y sin dejar de mirarme, y de sus ojos comenzaron a salir unas lágrimas que, aunque sin llanto, me parecieron amargas) ya me faltaba poco para llegar a su casa e iba pensando que lo primero que tenía que hacer era llamarte... no quería que pensaras que había cambiado de opinión E: Nunca se me habría ocurrido pensar eso M: No iba muy rápido... te juro Esther que no iba rápido E: Te creo mi amor M: Sabía que llegaba tarde... pero no me gusta correr mucho por la ciudad... tú lo sabes... pero aquel coche se saltó el semáforo en rojo... y no pude hacer nada por esquivarlo... se me echó encima... fue todo muy rápido (Empezó a llorar más fuerte y la abracé apretándola con fuerza contra mi pecho mientras la mecía levemente) E: Tranquila mi amor... ya pasó M: No dejaba de pensar en ti... en que estarías preocupada... y necesitaba decírtelo... necesitaba que supieras cuanto te quiero E: Lo sé mi amor... lo sé M: Estaba tumbada en el suelo y no dejaba de pensar en ti... mi amor E: Tranquila... tranquila M: Cuando llegó Eva... quería decírselo... pero como nadie sabía lo nuestro... no sabía que hacer... (Me miró con los ojos inundados) creí que no te volvería a ver... y necesitaba

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que lo supieras... por eso le dije que hablara contigo... que te dijera que yo estaba muy convencida de lo que iba a hacer... que aquellos días que pasamos juntas habían sido los mejores de mi vida... ¿Te lo dijo? E: Sí... habló conmigo esa misma noche M: Le dije que te quería muchísimo... y que te iba a seguir queriendo pasase lo que pasase E: Y así ha sido M: Es verdad... ni siquiera una amnesia a conseguido que dejara de quererte... mi amor... mi Esther De nuevo la apreté contra mi pecho y lloramos las dos, era una especie de tristeza y felicidad unidas, tristeza por los recuerdos que llegaban a su mente y que le hacían revivir el mal momento tras el accidente, y felicidad de sabernos juntas, de sentir que ni una adversidad tal había conseguido separarnos M: Cariño... (Se separó un poco para mirarme de nuevo) gracias E: No tienes porque darme las gracias M: Sí... sí tengo porque... porque nunca imaginé tener a alguien como tú a mi lado... porque recuerdo cuando me dijiste que nunca te ibas a separar de mí... costase lo que costase... que no me ibas a dejar sola nunca... y hay muchas palabras que se dicen y luego se las lleva el viento... pero no es así con las tuyas... tú dices las cosas y las cumples... por eso fuiste lo primero que vi cuando abrí los ojos... por eso has estado a mi lado en cada momento... aunque yo no recordase quien eras no te rendiste E: Mi amor M: Te quiero Esther... te quiero mucho más de lo que nunca podré llegar a demostrarte... y sé que nunca voy a ser capaz de hacerte entender cuanto E: Sí lo voy a entender... lo entiendo perfectamente porque yo te quiero igual mi amor Con nuestras mejillas rozándose en una leve caricia, poco a poco nos volvimos a dormir Los primeros días de rehabilitación fueron bastante duros, llegaba cansada y algo desilusionada, pero cuando comenzó a notar progresos y sus piernas empezaron a responder, cambió su cara y cada día lo cogía con más ánimos, no tardó mucho en aprender a pasar sola de la cama a la silla y viceversa, y para muchas otras cosas cada vez necesitaba menos ayuda Han pasado ya unos meses, no ha sido todo de color de rosa, pero el tono que va adquiriendo poco a poco es cada vez más rosado, y bueno, del resto de la historia ya os podéis hacer una idea, yo creo que más o menos ha sido así, puede que haya exagerado un poco las cosas buenas, y que haya intentado quitar importancia a las malas, pero ya sabéis, son los efectos del amor, que generalmente nos hace ver las cosas más bonitas de lo que realmente son Ya está amaneciendo y no quiero ni pararme a contar las horas que llevo aquí sentada escribiendo esto, lo voy a tener que dejar si no quiero tener ojeras, los ojos hinchados y rojos como tomates el día de mi boda, no sé a quien se le ocurrió esta tonta costumbre de pasar la noche anterior a la boda por separado, lo único que he conseguido ha sido no poder dormir, y es que, mi cama parece tan grande sin ella

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Seguro que estará de escándalo, no tengo ni idea de cómo es el vestido, pero si lo ha elegido ella, debe de ser una maravilla, ¿veis? otra tonta costumbre, siempre vamos juntas a comprarnos la ropa, me encanta que ella elija lo que me tengo que probar, parece que solo por saber que la ha elegido ella a mi me gusta más, ¿y por que narices no ha podido elegir ella el vestido que llevaré el día más feliz de mi vida? cuando además, el único motivo de mi felicidad es ella Me ha dicho que va a venir a la ceremonia sin la muleta, lleva ya un mes caminando solo con una muleta, y a veces en casa la deja algún ratito, pero la pobre se cansa, ella se esfuerza, y el fisio le ha dicho que lo conseguirá, pero aunque todavía le resulta agotador, lo quiere intentar, dice que quiere entrar en esta nueva etapa de nuestra vida como ha sido nuestra relación desde que empezó, luchando contra la adversidad sin rendirnos, y que su lucha es esta, vencer a esa pequeña lesión que le cambió la vida Y le ha crecido el pelo, ¡¡está más guapa!! Claro que, que voy a decir yo, si me tiene loquita, pero con esa media melena corta que lleva ahora es que, no sé, le da un aire diferente, como juvenil, fresco, y la veo más preciosa que nunca, ainsssssss, como te tiene Esther También se ha reincorporado al trabajo, y aunque los primeros días le costaba un poco, con el tiempo ha ido recuperando la confianza en si misma, y la magnifica pediatra que siempre ha llevado dentro, ha resurgido de entre las cenizas cual Ave Fénix. Que poético me ha quedado eso Bueno, como no me decida a irme a la cama, me va a dar la hora de la boda aquí sentada, y como llegue tarde me matan, ¿Quién se enfadaría más? ¿Mi madre? Con los nervios que le he hecho pasar estos últimos días, está tan ilusionada con la boda, adora a Maca, se llevan muy bien, casi tanto como yo con mi suegra. Que raro, al principio les costó lo suyo aceptarlo, pero un día, hablando con Rosario, le dije: “¿Recuerdas que me dijiste que lo que había hecho por Maca era impagable y que nunca podríais agradecérmelo bastante? Pues esta es tu oportunidad” Desde ese día su actitud fue cambiando, la suya y la de su marido, supongo que hablaría con él y le haría ver cuanto quiero a su hija y lo felices que somos juntas, la verdad es que no lo sé, solo sé que ahora me llevo divinamente con ellos. Mi suegra también se enfadaría conmigo si llegara tarde, después de acceder a que fuera una boda sencilla, con la familia y unos pocos amigos, lo menos que puedo hacer es llegar a tiempo ¿Pero como se me ocurre pensar que voy a llegar tarde? Si no he dormido en toda la noche pensando en ella, si por fin veré el sueño de mi vida cumplido, mi niña, mi niña se va a convertir en mi mujer, mi mujer... que bien suena, y vamos, no me pierdo eso por nada del mundo Me voy ya, os contaría muchísimas más cosas, pero tengo hora en la peluquería a las doce, y debería de intentar dormir antes aunque solo sean tres o cuatro horas, y a las siete de la tarde, a encontrarme con ella, a unir nuestras vidas legalmente, solo legalmente, porque unidas lo que se dice unidas, creo que estaban destinadas a estarlo

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Hola mi amor: Perdona la intrusión, pero me he metido en tu configuración buscando las fotos que hiciste el otro día en el cumple de la niña y me he encontrado con esto. Me ha llamado mucho la atención, era un documento en Word con un nombre que me resultaba familiar, “Una y mil veces.” he sentido curiosidad por saber que habías escrito aquí y al empezar a leerlo ya no he podido parar Si lo hubieras llamado mi diario o algo así, seguramente no se me habría ocurrido leerlo, pero recuerdo perfectamente cuando te dije aquello de que una y mil veces me volvería a enamorar de ti, y la de veces que me hiciste repetírtelo, y la curiosidad por saber que merecía ese título me ha podido, y al llegar al final he descubierto que hace ya tres años que lo escribiste, los mismos maravillosos y felices tres años que hace que decidí unir mi vida a la tuya, aunque como tú bien dices, estaban destinadas a estar unidas Espero que no te enfades conmigo, aunque estoy segura de que no, nunca hemos tenido secretos tú y yo, y quiero que sepas que leer esto me ha servido para quererte un poquito más, si es que eso es posible. Perdóname por haberte hecho sufrir tanto aquellos días, yo no sé que habría sido de mí sin ti, no te separaste ni un momento de mi lado, y ahora ya sé como te las ingeniaste para conseguirlo Me brindaste esa confianza que mi cabeza desconocía en ese momento, me volviste a enamorar con tu forma de ser, me ayudaste a descubrir de nuevo todas esas sensaciones que un día ya había disfrutado contigo, pero que se empeñaban en no regresar a mi cabeza, y encontré de nuevo a tu lado no solo el amor, sino la seguridad en mi misma, el convencimiento de que podía lograrlo, y muchísimas más cosas que en aquellos momentos me parecían murallas infranqueables Ahora, cuando estamos en el parque con la niña, con nuestra niña, cada vez que juego con ella, cuando salimos a pasear, en muchos de esos momentos llega el recuerdo de aquellos días a mi cabeza, y estoy convencida de que sin ti no lo habría conseguido. Tu esfuerzo, tu empeño, tu dedicación, todo aquel tiempo que dedicaste a mi recuperación, fue el único motivo por el que mi cuerpo no se dejó vencer y decidió ganar la dura batalla que le había tocado librar, porque solo tú me das la fuerza necesaria, solo tú eres la energía que me empuja a seguir adelante mi niña Y doy gracias por haberte encontrado en mi camino, por tener la suerte de poder compartir mi vida con el ser más maravilloso que pueda existir sobre la faz de la tierra, y te lo diré tantas veces como sea necesario, una y mil veces me volvería a enamorar de ti, una y mil veces volvería a elegirte, y si me dejas, una y mil veces te voy a dar las gracias por dejarme que te quiera

FIN

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