Una Invitación a la Vida Judía

October 1, 2017 | Author: NW e-jajam | Category: Shabbat, Shema Yisrael, Prayer, Jews, Mitzvah
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UNA INVITACIÓN A LA VIDA JUDÍA

Gachi Waingortin

COMUNIDAD ISRAELITA DE SANTIAGO

INTRODUCCIÓN Una invitación es una puerta por abrir. Y antes de aceptar o rechazar el ofrecimiento, debemos averiguar a qué nos están invitando. Cuando hablamos de una invitación a vivir una vida judía, surge la pregunta: ¿En qué consiste la forma de vida judía? ¿En qué se diferencia de la forma de vida de cualquier otro grupo humano? Y básicamente: ¿Qué puede brindarnos? ¿Por qué deberíamos aceptar semejante invitación? Podríamos decir que el judaísmo persigue dos objetivos principales. El primero, mejorar el mundo (tikún olam). El segundo, encontrar sentido a la vida. Ambos objetivos están interrelacionados: lograr una vida de significado, encontrar la senda de la armonía, es la llave para comenzar a mejorar el mundo; sentir que estamos haciendo algo por un mundo mejor, que tenemos un objetivo que nos trasciende, que da sentido a nuestra existencia. ¿Cómo podemos mejorar el mundo a través del judaísmo? ¿Cómo puede el judaísmo darle sentido a la vida? En lo que respecta al tema de tikún olam, recurramos al pensador Franz Rosenzweig (1886.1929), quien resumió este tema dentro de un símbolo conocido y querido: el Maguen David. Los tres elementos básicos con los que contamos para nuestra vida, los coloca Rosenzweig en las puntas del primer triángulo de la estrella, a saber: Dios

Ser humano

Mundo

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El segundo triángulo contiene las relaciones existentes entre cada uno de los elementos anteriores: Revelación

Creación

Redención

La superposición de ambas figuras nos brinda un mensaje clave: entre Dios y el mundo, está la creación. Entre Dios y el pueblo judío, la revelación, la entrega de la Torá Entre el judío y el mundo, la redención, la obligación de completar la creación divina. Dios Revelación

Creación

Ser humano

Mundo Redención

No es Dios quien redime al mundo: Dios entrega al ser humano las herramientas (y a los judíos, la Torá) para redimir, perfeccionar al mundo que Él creó. Así, la redención del judío no pasa por su fe sino por sus obras, siendo la fe lo que nos permite aceptar la Torá como revelación divina, y el motor que nos impele a cumplir nuestra tarea. Llevar una vida enmarcada en los principios morales de la Torá nos permitirá superarnos y así perfeccionar el mundo. Como socios de Dios en la creación, haremos de nuestra vida una herramienta imprescindible en un plan superior. No es indiferente que existamos o no: nuestra vida es necesaria para traer la redención del universo. Y aquí viene el segundo punto: la búsqueda de sentido. Porque si nuestra presencia es necesaria para redimir el mundo, si no da lo mismo que vivamos o no, nuestra vida adquiere un valor especial. Según un antiguo relato, la vida puede ser vista como una obra de teatro. Cada ser humano tiene su papel que cumplir, su rol. La pregunta es quién escribe el libreto. Si el autor es un insensato, la obra completa carece de sentido. Pero si, como 3

creemos, el autor es un Ser bondadoso e inteligente, entonces el rol de cada actor tiene sentido. Hay un proyecto, aunque a veces no seamos capaces de percibirlo. Vivimos ocupados en sobrevivir. Lo vertiginoso de nuestra rutina diaria nos hace perder de vista el norte. ¿Cuál es el sentido de nuestra vida? Si se trata de cumplir metas, ¿es eso todo? ¿Qué hay después del éxito? ¿Para quién son importantes nuestros logros? La pregunta del sentido es clave en la angustia existencial. Cuando tenemos cada vez más elementos para satisfacer nuestras necesidades físicas, nuestras almas están sedientas. Necesitamos alimento para nuestra vida espiritual, y el judaísmo lo tiene. Nos provee de instancias como el Shabat y las festividades, donde podemos reunirnos con nuestros seres queridos y reflexionar sobre las cosas importantes; modelos de relaciones humanas basados en jésed y tzedaká; marcos de conducta ética y ecológica como la kashrut; enfoques de la sexualidad enmarcados en las leyes de taharat hamishpajá. La propuesta judía nos recuerda constantemente que la vida tiene sentido. Es un antídoto contra la vacuidad. Es la apuesta de una vida tridimensional, trascendente, contra la vida plana de levantarse a la mañana para volver a acostarse en la noche. Un camino que, con sus rituales y sus mensajes, nos permite recordar en todo momento que el mundo debe ser mejorado y que nuestra vida tiene sentido. Acepta esta invitación, y conoceremos juntos los mensajes eternos del judaísmo.

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CAPITULO I EL DÍA

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LAS PLEGARIAS

Comenzando el día La diferencia entre una vida plana y una "tridimensional" puede radicar en las actitudes que tomemos en cada momento. Como dice J.L. Borges, la vida no es más que una sucesión de instantes, y la suma de todos esos instantes es lo que quedará como nuestro balance vital. El judaísmo nos provee de ciertos ritos tendientes a que en algunos momentos especiales del día, sintamos nuestra verdadera dimensión cósmica. Veamos, por ejemplo, el despertar. Suena un odioso reloj indicando que es hora de empezar un nuevo día. ¿Quién recuerda, en esos fatídicos momentos, que es un ser humano? ¿Quién siente en ese instante gratitud por estar con vida? Sin embargo, el día del judío comienza con esta oración: Modé (las mujeres dicen Modá) aní lefaneja, melej jai vekaiam, sheejezarta bi nishmatí bejemlá. Rabá emunateja. "Te agradezco, oh Rey viviente y eterno, que me devolviste mi alma con compasión. Grande es tu fe." Interesante, que en tan pocas palabras pueda decirse tanto. Primero, tomamos conciencia de la existencia de Dios como una fuerza viva. Segundo, agradecemos que nos "devolvió" el alma: según nuestra tradición, Dios guarda el alma del durmiente y se la devuelve al despertar. En otras palabras, estamos agradeciendo por un nuevo día de vida. Luego decimos que Dios es bueno y lo tomamos como modelo a imitar. Finalmente, lo más significativo, agregamos Rabá emunateja, que significa "es grande Tu fe". ¿Cómo la fe de Dios? ¿Quién debe tener fe en quién? Según esta bendición, Dios tiene fe en nosotros. Tener esto presente al despertar nos dará fuerzas para iniciar la jornada. Dios tiene Sus esperanzas puestas en nosotros, cada día.

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Otra plegaria que nos acompaña en nuestro despertar es la proclamación de la unicidad de Dios contenida en el Shemá. Hablaremos más extensamente de esta parte de nuestra liturgia en las próximas páginas.

Las tres plegarias diarias Obviamente, no podemos vivir las 24 horas del día en un nivel de espiritualidad profundo. La vida suele ser más prosaica de lo que esperamos y es necesario poner los pies sobre la tierra. Es por eso que nuestra tradición ha dispuesto tres momentos en los que podamos volver a elevarnos un poco. Estos son: la mañana, con la plegaria de Shajarit; la tarde con Minjá, y la noche con Maariv o Arvit. (En Shabat y festividades se agrega Musaf a continuación de Shajarit; y en Iom Kipur, además, se incluye un servicio adicional: Neilá, después de Arvit). Si te interesa específicamente este tema, te sugerimos leer "Rezar como Judío" de Rabí Hayim Halevy Donin, o "Una historia de la experiencia judía" de Leo Trepp, págs. 115 a 136.

La oración ¿Qué es rezar y para qué sirve? Rezar es algo que responde a una necesidad humana de expresar sentimientos íntimos a un Ser superior. Muchas veces en la vida tenemos deseos de pedir a Dios algo muy anhelado, agradecer, o simplemente "conversar" con Alguien que sentimos puede ayudarnos. Aun una persona no creyente puede llegar a necesitar en algún momento un contacto como éste. El judaísmo agrega a esta necesidad personal, algunos elementos importantes. Primeramente, los textos tradicionales consagrados por el tiempo, que por un lado pueden ayudarnos a materializar ese deseo, y por el otro tienen la capacidad de unirnos al pueblo de Israel, que reza con las mismas palabras a través de los siglos y de la dispersión. También aporta el concepto de minián, el mínimo de diez judíos adultos necesario para rezar: un judío solo es sólo un judío, pero diez juntos forman una unidad indestructible. El judío y la soledad no son buenos compañeros; la comunidad es el alma de la supervivencia judía. Finalmente están los tiempos fijos: esto impone, por una parte, un máximo: no podemos pasar el día rezando; por otra parte, la obligatoriedad de no dejarse estar.

Keva y kavaná Podríamos pensar que el diálogo con el Creador debe ser una experiencia personal y espontánea, donde no caben textos ni tiempos preestablecidos. Así, uno podría hacerse una

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idea errónea de lo que es la plegaria judía: si te dicen cuándo y cómo debes rezar, si te dictan las palabras exactas que debes decir y el momento preciso en que debes decirlas, ¿no se convierte el rezar en un acto mecánico y sin sentido? ¿Dónde está, entonces, la real comunicación con Dios? La palabra hebrea que designa la obligatoriedad del rezo es Keva (algo fijo). Tres veces al día, con una estructura de plegaria determinada, es Keva. Pero hay otra palabra, que tiene tanta o más importancia: Kavaná (intención). Kavaná es la sensación interior de comunicación con lo trascendente, la inspiración, la posibilidad de incluir meditaciones y plegarias personales, y la identificación de nuestra alma con las emociones que surgen del texto. La tensión entre Keva y Kavaná es lo que hace a la tefilá una experiencia a la vez personal y nacional, íntima y al mismo tiempo colectiva.

Algo más sobre la tefilá Si pensamos en la plegaria como un diálogo entre uno mismo y Dios, se hace imperiosa la certeza de que Dios efectivamente oye nuestros ruegos. Esa certeza debe ser adquirida personalmente, y no hay una manera concreta y palpable de evidenciarla. En eso radica el milagro de la fe. Pero hay una hermosa parábola de Rabí Najman de Bratslaw (citada por Pinjas Peli en el "Second Jewish Catalog" de Michael Strassfeld) que dice que Dios y el hombre son como un Pastor y su oveja. El Pastor se sienta con su flauta mientras que la oveja va por aquí y por allá buscando pasto y agua. Aunque no se vean, mientras la oveja oiga el sonido de la flauta, está a salvo; mientras el Pastor oiga el balido de la oveja, puede ir en su ayuda si es necesario. Pero cuando la oveja se aleja tanto que ya no puede oír la flauta ni el Pastor su balido, entonces han llegado a perderse uno del Otro, y es necesario buscar el camino de regreso.

¿Oye Dios nuestras oraciones? A veces rezamos a Dios esperando que solucione todos nuestros problemas, y si esto no ocurre, ponemos en tela de juicio Su existencia. Es una fe inmadura, donde Dios parece más un mago que una fuerza inspiradora. Hay un hermoso relato acerca de dos hermanos que jugaban con una muñeca. La muñeca se rompe y el niño le dice a su hermana: "Ya que tú crees en Dios, pídele a Él que te la repare". La niña tiene fe: "Rezaré esta noche. Él me responderá". Al día siguiente, la niña llega con su muñeca rota. El niño exclama con voz de triunfo: "¿Y? ¿Te contestó?". Ella no ha perdido su fe, ha tenido un contacto genuino con Dios: "Recé, y Dios me respondió. Me dijo que no". Una fe madura es fuente de energía para encontrar soluciones en nosotros mismos. Aquí, Dios es el poder que nos orienta para responder con dignidad ante las dificultades y hallar

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sentido aun a los momentos duros. Rezar no es garantía de solución inmediata. Pero Dios siempre oye la plegaria de nuestro corazón, fortaleciéndonos para salir adelante.

¿Qué significa brajá, bendición? Todas nuestras plegarias comienzan con la frase: Bendito eres Tú... Pero, ¿cómo es posible, se preguntan nuestros sabios, que el ser humano bendiga a Dios? ¿No es acaso Dios quien imparte Sus bendiciones a la creación? Podríamos decir que cuando bendecimos a Dios nos convertimos en una suerte de espejo cósmico. Las nuestras no son más que un reflejo de las bendiciones que recibimos. Dios nos otorga la vida, el alimento, las sensaciones, los bienes materiales y espirituales. Como dice Rabí Jerome Malino, todas estas bendiciones se convertirán en "brajot levatalá", dadas en vano, si no generan en nosotros un agradecimiento sincero. Nuestras brajot son el reflejo, en gratitud, de las bendiciones recibidas, nuestro reconocimiento hacia Aquél que es fuente de bendición.

¿Cómo rezamos los judíos? La brajá es la fórmula judía de comunicación con Dios. Las brajot, tal como las conocemos actualmente, fueron formuladas por los hombres de la Gran Asamblea (siglos V al III a.e.c.) Nuestras bendiciones comienzan con la fórmula: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam... Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del Universo... Esta fórmula básica presenta tres tipos de nivel de relación con Dios. Comienza con la palabra "atá", Tú, que implica una relación personal con Dios: sólo tratamos de tú a quien tenemos cerca nuestro. A continuación decimos Adonai Eloheinu, Dios nuestro Señor. "Nuestro" implica la relación del Dios de Israel con su pueblo. Del Dios personal pasamos al Dios nacional. Terminamos diciendo Melej Haolam, Rey del mundo, evocando así al Dios Universal, creador de todo el mundo y de todos los seres humanos. Nuestra vida adquiere sentido cuando tomamos conciencia de que Dios se preocupa por nosotros como individuos, pero también somos parte de un pueblo. Si además ese pueblo tiene su nexo con la humanidad, el sentido de pertenencia hace que no perdamos nuestra verdadera dimensión humana y social.

La Amidá Dijimos que cada día tiene tres servicios religiosos. Éstos tienen un elemento en común que es la Amidá. Este conjunto de bendiciones, llamado también Shmone Esré, constituye el núcleo central de las oraciones judías. La Amidá es una oración de gran belleza, que tiende a cubrir todas las necesidades de expresión humana hacia Dios: alabanza, ruegos (tanto

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personales como nacionales y universales), y agradecimientos al Creador. El nombre Shmone Esré significa dieciocho, pues tal era el número original de bendiciones que contenía. Dicho nombre persiste a pesar de que actualmente incluye 19 bendiciones en días de semana y sólo 7 en Shabat y Festividades. Esta oración se recita en voz baja, de pie (de ahí su nombre Amidá, que significa estar de pie) y mirando hacia Jerusalem. En todos los servicios religiosos, salvo Arbit, el oficiante la relee en voz alta para aquéllos que no saben o no pueden leerla. La estructura general presenta la lógica de una entrevista a un Rey: comenzamos con una introducción de 3 plegarias de alabanza. Hecho esto, ya estamos en condiciones de hacer nuestras peticiones, que son trece: 6 peticiones personales, 6 nacionales y universales, y un ruego para que Dios escuche nuestras plegarias. Concluimos con tres plegarias de agradecimiento. En Shabat y Festividades se eliminan las 13 peticiones, porque se considera que rogar por las necesidades puede causar tristeza, ya que pidiendo identificamos nuestras carencias. Estas son reemplazadas por una bendición relativa a la santidad del día. Hallarás un hermoso y completo análisis sobre esta plegaria en "Rezar como Judío", de Rabí Hayim Halevi Donin, págs. 96 a 186.

Bendiciones antes de las comidas Los judíos tenemos la sana costumbre de bendecir por cada cosa que nos sucede. ¿Cómo lo hacemos? A continuación de la fórmula general, se dice aquello por lo que estamos agradeciendo. Cuando agradecemos por los alimentos, cada clase tiene su propia brajá. Esto nos obliga a tener conciencia del origen de lo que estamos comiendo. Debemos saber si nuestro alimento es de origen animal o vegetal, si es de árbol o hierba, etc. Agradecer de esta manera nos contacta con la naturaleza. En el apéndice encontrarás las brajot correspondientes a cada tipo de alimento. Resulta interesante que los judíos agradecemos antes y después de comer. Para entender esto, pensemos que estamos en casa ajena y tenemos hambre. Antes de abrir el refrigerador, pedimos permiso al dueño de casa, y después agradecemos por lo que hemos encontrado. Así actuamos con Dios. Él es el Dueño de casa. Hay toda una serie de bendiciones para los sentidos: olfato, vista, tacto y oído. Una lista bastante completa de éstas y otras brajot las hallarás en el Sidur del Seminario Rabínico Latinoamericano, páginas 347 a 351. Hay bendiciones que se dicen al ver el mar, el arco iris, un sabio famoso, al oler fragancias de distintos orígenes, al oír un trueno, una buena o una mala noticia, al comenzar a estudiar Torá, etc. Algunas son tan hermosas que merecen un análisis separado, ya que nos dicen algo especial sobre el sentido de nuestra vida.

Birkat hamazón Así como iniciamos la comida bendiciendo (es decir, pidiendo "permiso" a Dios para tomar de Sus alimentos) la concluimos agradeciendo por el sustento que Él nos brinda. La fórmula tradicional es el Birkat Hamazón, (que encontrarás en el apéndice) oración muy 10

hermosa que expresa gratitud no sólo por la comida, sino que la extiende a todas las bondades que recibimos de Dios, tanto en lo personal como en lo nacional y lo universal. La invitación a bendecir se formula si hay más de tres adultos comiendo juntos.

Las maravillas de la naturaleza Nos pasa algunas veces que vemos algún paisaje sobrecogedor: la cordillera durante un viaje en avión, la inmensidad del mar, un río corriendo encajonado entre montañas. Son momentos en los que sentimos la grandeza de Dios y nuestra propia pequeñez. Hay una brajá que podemos decir para expresar nuestro asombro y admiración, y ésta es: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, shekaja lo beolamó. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro rey del Universo, que has creado todas estas maravillas en Tu mundo.

Sheejeianu Es quizás la más hermosa y emotiva de todas. Dice así: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, sheejeianu, vekiemanu, veiguianu lazmán hazé. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro Rey del universo, que nos concediste la vida, nos sostuviste, y nos permitiste llegar a este momento. ¿Cuándo decimos esto? En los tiempos únicos y especiales de la vida. Si bien es cierto que todos lo son, algunos imponen una sensación especial que nos lleva a agradecer con más énfasis. El nacimiento de un hijo, fijar la mezuzá en una casa nueva, el llegar a compartir otro año más cada festividad de nuestro pueblo; estrenar ropa, comer una fruta por primera vez en el año, son todos momentos en que sentimos la necesidad de agradecer. Y ahí está "Sheejeianu" como la fórmula judía consagrada para hacerlo. Agradecer es una herramienta básica para tomar perspectiva y valorar lo que tenemos, lo que hacemos, lo que somos. Agradecer es, además, la manera de tomar conciencia de las cosas que nos suceden, para así disfrutarlas y aprehenderlas con todos nuestros sentidos.

Birkot Hamitzvot Este tipo de brajá la decimos para agradecer a Dios cuando cumplimos una mitzvá, o precepto. En principio resulta extraño que seamos nosotros quienes Le agradecemos por cumplir Su voluntad. ¿No sería más razonable pensar que Dios nos agradece a nosotros cuando lo hacemos? La fórmula general de este tipo de brajá es: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam,

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asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu... Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro Rey del universo, que nos santificaste con tus preceptos y nos ordenaste..... A continuación sigue la explicitación de la mitzvá correspondiente. "Nos santificaste con Tus preceptos". ¿Qué significa eso? Nuestra máxima misión en la vida es parecernos en todo lo posible a Dios. "Santos seréis porque Santo soy Yo" dice Dios (Lev.20:26). Es por eso que Él nos entrega las mitzvot, los preceptos: para que santifiquemos nuestras vidas. Para que nos elevemos por sobre nuestra condición animal, tomando conciencia de nuestra semejanza divina. Podríamos creer que la santidad implica aislarnos del mundo, o privarnos de los placeres de la vida. Por el contrario, el judaísmo provee la santidad a través del cumplimiento de los preceptos, cuyo objetivo es santificar nuestra existencia haciéndola meritoria de la mirada y aprobación divinas. Este tipo de brajá se utiliza antes de realizar cualquier mitzvá: el encendido de las velas de Shabat o de Festividades, la cuenta del Omer, el toque del Shofar, la inmersión ritual, el lavado de manos, etc. Los textos hebreos de estas brajot los hallarás en el apéndice.

El Shemá Si bien el Shemá no es una oración en el sentido tradicional de la palabra, esta proclamación de fe ha acompañado al pueblo judío durante miles de años. La hemos repetido en los momentos más gloriosos y en los más tristes de nuestra historia personal y nacional. Y ha salido de los labios de nuestros mártires en todas las épocas, como una reafirmación de su fe ante la imposición de morir por "Kidush Hashem", por la santificación del nombre de Dios. El Shemá procede de la Torá. La primera frase (Deuteronomio 6:4) dice: Shemá Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad. Escucha, Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. Junto con los tres párrafos que le siguen constituye lo que se denomina Kriat Shemá, la lectura del Shemá, que debe decirse dos veces al día, a la mañana y a la noche. Analizaremos aquí sólo el primero de los tres párrafos, que es continuación de la frase central (Deuteronomio 6:5-9). Comienza con las palabras Veahavta, y amarás, y establece que habrás de amar a Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con todas tus fuerzas. Inmediatamente establece la consecuencia lógica de este amor: educar a los hijos dentro de camino de los preceptos. ¿Y cómo educamos a nuestros hijos? Con palabras y con acciones: explicándoles las leyes y mostrándoles con nuestro ejemplo: tefilín y mezuzá son dos signos concretos de nuestro amor a Dios. Nuevamente una señal para orientarnos en nuestra búsqueda de sentido: la transmisión de valores, la pertenencia, la idea de misión.

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Terminando el día El fin de una jornada suele ser un momento de evaluación. Al contar a nuestros seres queridos lo que hicimos durante el día, o bien al hacer un recuento mental de nuestros actos, vemos si cumplimos o no con los planes que teníamos por la mañana. Cuando nos enfrentamos al descanso nocturno, reformulamos nuestra creencia en el Dios único con el Shemá Israel. Un nuevo día está por comenzar, con todos sus desafíos y enseñanzas.

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LAS MITZVOT

Dentro del día de un judío hay lugar para rezar y para actuar. Ninguna plegaria reemplaza al cumplimiento de las mitzvot, preceptos divinos, que nos enseñan qué debemos o no debemos hacer para acelerar el mejoramiento del mundo. Existen 613 mitzvot, de las cuales 248 son mitzvot taasé, preceptos positivos u obligaciones, y 365 son mitzvot lo taasé, preceptos negativos o prohibiciones. Entre ellas hay mitzvot que regulan las relaciones entre el ser humano y Dios, otras se ocupan de las relaciones entre cada uno y su prójimo, y finalmente hay mitzvot que atienden las relaciones con uno mismo.

¿Cumplir todas las mitzvot? El objetivo de las mitzvot es que sean cumplidas por cada judío. Ahora bien, si analizamos los 613 preceptos nos daremos cuenta de que es imposible para un ser humano cumplir con todos ellos. Hay mitzvot que pueden ser cumplidas sólo por mujeres y otras que incumben sólo a los hombres. Algunas pueden cumplirse sólo en Israel, y otras sólo en el Templo de Jerusalem. Entonces, ¿por qué proclamamos que todo judío debe cumplirlas todas? El judaísmo es el intento permanente de Dios por lograr que los seres humanos traigan la redención al mundo y que encuentren el sentido de la vida. Para eso es necesario poner metas altas, quizás demasiado altas, para que, combinadas con la inevitable imperfección humana, den resultados que hagan la diferencia. Así, lo que se nos pide es que hagamos todo lo posible, que hagamos el intento con toda nuestra honestidad. Como dice el Shemá Israel: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu alma, con lo mejor de ti".

¿Y la culpa? La otra cara de esta moneda es el peligro de la culpa. Si nunca podemos cumplir con el objetivo total, podemos sentir que siempre estamos en falta. La sabiduría judía tiene esto en cuenta, y nos advierte en numerosas oportunidades que no caigamos en un sentimiento que, cuando está mal manejado, no hace más que impedirnos la plena realización personal y la felicidad. Así, leemos en Pirkei Avot: "No estás obligado a terminar la tarea, pero eso no te exime de tu obligación de iniciarla" (Pirkei Abot II: 21). Otro lugar donde vemos esta intención es en la preparación de Pésaj. Como veremos más adelante, al terminar la limpieza previa a la festividad, que debe ser completa y minuciosa en busca de leudantes, decimos una fórmula donde expresamos que todo jametz que 14

pudiera haber quedado en nuestra posesión, lo hayamos visto o no, queda nulo y sin dueño como el polvo de la tierra. Así nos liberamos de la angustia de pensar que pudimos no haber eliminado todo el jametz. El judaísmo persigue la plenitud del ser humano. Una religión culpógena, donde todo es pecaminoso y ningún intento es suficiente, jamás podría cumplir con ese objetivo.

Tipos de mitzvot: jukim y mishpatim Algunas mitzvot provienen directamente de la Torá. Algunas fueron dadas por los sabios del Talmud, basándose en versículos bíblicos. Otras son posteriores, y provienen de responsas entregadas por sabios de diferentes épocas. Las hay modernas, dadas por rabinos contemporáneos, como por ejemplo la mitzvá de donar órganos después de la muerte, ordenada por el Comité de Ley del Movimiento Conservador. (Este tema será tratado más adelante). Existen distintos tipos de mitzvot, según la comprensión que podamos tener de ellas los seres humanos. Algunas tienen una lógica que es accesible a nuestra mente. Por ejemplo, la mitzvá de hacer Tzedaká, ayudar a los necesitados, es perfectamente fácil de deducir si pensamos en la necesidad de hacer justicia ante las diferencias sociales. El respeto del Shabat tiene su base lógica en los beneficios de un día de descanso, tanto para la naturaleza como para el ser humano. Son mishpatim, preceptos lógicos. Existen otras mitzvot cuya lógica no es tan aparente. La prohibición de vestir tejidos de lana y lino mezclados, o de sembrar especies distintas en un mismo campo son ejemplos de esas mitzvot. Son jukim, leyes incomprensibles. Ambos, jukim y mishpatim, deben ser cumplidos, ya que todas las mitzvot han sido dadas para nuestro bien. Pero debemos tener en cuenta que el hecho de que existan los jukim no nos exige que anulemos nuestra capacidad de raciocinio. Quizás la existencia de los jukim quiere decirnos que no todo en la vida puede ser razonado. Ciertas cosas entran dentro del ámbito de la razón y otras no. Es por eso que los dos tipos de preceptos coexisten y deben ser igualmente tomados en cuenta.

Importancia relativa de las mitzvot Todas las mitzvot tienen el mismo peso. Como se desconoce la recompensa de cada una, todas deben ser cumplidas por igual. Sin embargo hay cuatro grupos que conforman las "patas de la mesa" de la vida tradicional judía. Cuatro pilares tales que, si alguno falta, toda la estructura se tambalea. Éstos son: Tefilá, Tzedaká, Kashrut y Shabat. Sobre la Tefilá, plegaria, ya hemos hablado en los párrafos anteriores, y el Shabat será tratado en el próximo capítulo. Acá analizaremos, pues, las otras dos "patas de la mesa" judía: Kashrut y Tzedaká.

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KASHRUT Las leyes alimentarias son el elemento característico del ser judío. La Kashrut es más que un sistema de leyes religiosas: es también un elemento de identificación nacional. Kashrut se puede entender como jok o como mishpat. Es jok, ley irracional, si intentamos respuestas a preguntas tales como por qué está prohibido el cerdo y no el pastel de crema, o por qué no mezclamos carne con leche en vez de lechuga con tomate. El por qué de cada detalle de la ley es irracional. De hecho, probablemente obtendríamos los mismos beneficios espirituales cambiando con ese criterio los detalles, igual que si decidiéramos hacer Shabat los miércoles o Iom Kipur el día de nuestro cumpleaños. Sin embargo, el hecho de cumplir con las leyes de la manera dictaminada por la Torá y no a nuestro propio y personal arbitrio, hace que, además de recibir dichos beneficios, nos unamos espiritual y nacionalmente al pueblo judío. Ahora, si aceptamos como jok, "está escrito", los detalles de la ley, podemos analizar los conceptos generales de Kashrut como mishpatim y entender sus objetivos para el mejoramiento del ser humano. Veremos estos conceptos generales antes de pasar a ver las leyes específicas de la Kashrut.

Kashrut: auto control Las leyes de Kashrut tienen relación con la idea judía de los instintos. Alimentarse, reproducirse, protegerse, dominar, son elementos necesarios para la supervivencia de las especies, y en eso no nos diferenciamos de los animales. La relación de cada cultura con los instintos varía, desde una visión puritana, donde deben ser reducidos a su mínima expresión, hasta la glorificación y exaltación de los mismos. En el caso judío, los instintos no son malos ni buenos per se, sino que su calidad moral dependerá de cómo, cuándo, dónde, y de qué manera se expresen. El sexo no es malo. No existe en el judaísmo el concepto de lujuria como pecado. El sexo será bueno o malo dependiendo de cómo lo utilicemos Para eso están los marcos entregados por la moral sexual judía: leyes de incesto y taharat hamishpajá, pureza familiar, de las que hablaremos más adelante. El poder no es malo. No existe la ambición como pecado. Pero debemos ejercerlo dentro del marco de las leyes de la tzedaká, justicia social, y guemilut jasadim, bondad para con nuestros semejantes. Comer no es malo. No existe el concepto de gula como pecado. Pero debemos hacerlo dentro del marco de las leyes de kashrut. Debemos diferenciarnos de los animales, en cuanto a que no comemos todo lo que se nos presenta ni en cualquier momento. Cuidar qué comemos, cuándo y con qué, nos hace pensar antes de llevarnos comida a la boca. Pensar, reflexionar, nos hace distintos de los animales. El control de nuestros instintos nos hace más parecidos a la imagen y semejanza de Quien hemos sido creados. 16

Kashrut: respeto por la vida Todas las restricciones de la Kashrut están dadas sobre el consumo de carne. La distinción entre permitido y prohibido atañe sólo a los animales. Un animal permitido debe ser faenado y preparado de una manera especial para ser apto para el consumo. Comer carne nos inhabilita para consumir productos lácteos durante un número de horas. Una dieta vegetariana es automáticamente kasher. De hecho, el ideal judío es el vegetarianismo: Adan y Eva, prototipo del ser humano realizado, eran vegetarianos: "De todo árbol del jardín podrás libremente comer" (Gén.2:16). Recién después de la expulsión del Edén nos enteramos de que Caín era ganadero. Había comenzado el consumo de carne. E inmediatamente ocurre el primer asesinato. Las leyes de Kashrut están dadas en la Torá después de la condición "Cuando tuvieres un deseo irrefrenable de comer carne..." (Deut. 12:15) E inmediatamente se nos prescribe la prohibición de comer sangre: "Sólo que la sangre no comerás: como agua la derramarás sobre la tierra" (Deut. 12: 16). Estas ordenanzas son repetidas varias veces, aun en el mismo capítulo. Así pues, Dios nos permite matar para comer, pero con ciertas limitaciones: prohibición de consumir sangre porque la sangre simboliza la vida, mínimizo sufrimiento del animal, prohibición de faenar madre e hijo simultáneamente, conducta ética del matarife, permiso para matar otorgado sólo a personas espiritualmente preparadas, pocas especies permitidas, etc. Como podemos ver, el respeto por la vida es lo primero. Si entendemos el valor de la vida de un animal criado para su consumo, cuánto más deberemos valorar la vida humana, empezando por la propia. Al comer kasher proclamamos que la vida es valiosa, y por lo tanto vale la pena protegerla, vivirla y disfrutarla.

Kashrut: respeto por nosotros mismos Decíamos al principio de esta sección que kashrut pasó a ser un elemento nacional. Cuando comemos kasher sabemos que en cualquier parte del mundo donde haya un judío observante, la manera de comer será la misma. Existirán distintas recetas y gustos entre ashkenazim y sefaradim, polacos, alemanes y rusos, pero los alimentos permitidos y prohibidos son idénticos, y nos unen a través del tiempo, la distancia y las diferencias. La kashrut nos identifica y cohesiona frente a nosotros mismos y a los demás. Imaginemos un hindú comiendo carne de vaca o una recepción en la Embajada de la India donde sirvan asado. Imaginemos un judío comiendo cerdo o un evento en la Embajada de Israel donde sirvan camarones. La incongruencia es la misma. En ambos casos hay una evidente falta de respeto por uno mismo. Hay algo más: durante siglos, Kashrut fue un elemento esencial en la supervivencia del pueblo. Durante siglos, hombres y mujeres fueron acusados y torturados por negarse a transgredir estas leyes. Durante siglos el cerdo principalmente, fue utilizado para agredir a los judíos (notemos que la palabra cerdo con todos sus sinónimos tienen una connotación 17

despectiva que se asocia facilmente con el odio antijudío). Quizás tanta perseverancia debería hacernos reflexionar antes de abandonar la Kashrut.

Alimentos permitidos y alimentos prohibidos Ahora sí, pasaremos a ver los detalles de la manera judía de comer. Comencemos diciendo que todos los vegetales están permitidos, sin ninguna restricción. En cuanto a los animales, los animales terrestres deben cumplir con dos condiciones para ser kasher: deben ser rumiantes y tener pezuña partida. Así, es kasher el ganado vacuno, la oveja, cabra, ciervo, gacela, y todos sus derivados (leche, cecinas, etc.) El cerdo no es kasher porque, si bien tiene la pezuña partida, no es rumiante. El conejo o la liebre no son kasher pues son roedores. (El hecho de que sean rumiantes hace que sean herbívoros, y por lo tanto cosumidores primarios en la cadena alimentaria). De los animales comprendidos en esta categoría, se come exclusivamente el cuarto delantero, debido a la prohibición, de la Torá, de consumir el nervio ciático. Esta ley proviene de Génesis 32:33, cuando el patriarca Iaacov lucha con el ángel, quien lastima el nervio ciático del patriarca durante la pelea, dejándolo cojo. El Rabino Reuven Bulka explica esto de la siguiente manera: el muslo, en la Torá, simboliza la descendencia (Éxodo 1:5). Así, cuando en la lucha Iaacov es herido en su muslo, está representada la intención de nuestros enemigos de herir nuestra continuidad. Cuando nos cuidamos de no comer el muslo de nuestras reses recordamos que nuestra descendencia, nuestra continuidad, es lo primero que debemos defender. Entre las aves, no existe un parámetro general para determinar la Kashrut: la Torá se limita a enumerarlas. Son kasher la gallina, el pavo, el pato, la codorniz y todos sus derivados (huevos, cecinas, etc.) Están prohibidas todas las aves de rapiña: cuervo, águila, búho. Tampoco son kasher aves como avestruz, gaviota, garza. En cuanto a los animales acuáticos, la condición que deben cumplir es la de tener aletas y escamas. Son, pues, kasher: merluza, corvina, lenguado, reineta, corvina, pejerrey, salmón, cojinova, jurel, atún, sardina, anchoa, anchoveta y sus derivados (huevos, harinas, aceites, etc.) No son kasher el congrio, anguila, ballena, tollo, y en general cualquier tipo de marisco, crustáceo o molusco, así como rana u otros anfibios o reptiles. En cuanto a huevos o leche, como hemos visto, son kasher si provienen de especies permitidas. Además, los huevos no deben ser fecundados, eso es, no deben presentar manchas de sangre. Por eso, cuando consumimos huevos de granja, donde gallos y gallinas pueden llegar a encontrarse, debemos revisar cada uno antes de su consumo. En las ciudades, los huevos provienen de establecimientos industriales donde la probabilidad de fecundación es nula, por lo que no es necesario revisarlos previamente.

El método de matanza 18

La matanza de peces no tiene mayores restricciones, aunque se prefiere, de ser posible, la pesca con redes antes que con anzuelo o arpones. Está prohibida la pesca deportiva sin objetivo de alimentación. El faenamiento de las aves y los mamíferos está sometido a leyes muy estrictas que se preocupan básicamente de minimizar el sufrimiento del animal, que acarrea el consiguiente embrutecimiento del ser humano. La autorización para matar está restringida a poca gente dentro de la comunidad: para ser matarife, Shojet, la persona debe estudiar no sólo las leyes pertinentes, sino todo tipo de literatura religiosa. El grado de Shojet es apenas inferior al de Rabino. Ninguna persona que no sea Shojet puede matar un animal para consumo: ninguna mujer judía puede degollar una gallina en su casa. Y el Shojet mismo no puede dedicarse exclusivamente a esta actividad: debe también ejercer la docencia. El método de matanza es lo más indoloro posible, utilizándose un cuchillo especial, extremadamente filoso. El animal se desangra, y luego es examinado para certificar que no hubiera padecido ninguna enfermedad. La carne es lavada y salada para retirar todo exceso de sangre. Y contra lo que pudiera pensar quien nunca comió carne kasher, ésta es muy sabrosa, con la ventaja de que, además, estamos cuidando nuestra relación ética con los alimentos y con la vida. En lo que se refiere al sufrimiento del animal, es importante destacar el verdadero objetivo de estas leyes. Algunos científicos opinan que los animales carecen de sentimientos y por lo tanto no sufren. Aun si esta teoría fuese cierta, esto no quita relevancia a las leyes de la Kashrut, cuyo hincapié está puesto, no sólo en los sentimientos del animal, sino principalmente en la violencia a la que se somete el hombre al desentenderse de dichos sentimientos. Si pateamos una muñeca de trapo la muñeca no sufre, pero el acto de violencia es igualmente dañino para quien lo realiza.

Carne y leche Una de las características más notables de la dieta judía es la prohibición de mezclar carne y leche. Esto surge de la Torá (Deut. 14:21) que estipula: "No cocerás al cabrito en la leche de su madre". La madre produce la leche para garantizar la vida de su hijo. Utilizarla en su destrucción es, según la ética judía, un acto de sadismo, o en el mejor de los casos, de total despreocupación por la santidad de la vida. Esta ley se une, ideológicamente, a otras similares como la ya mencionada prohibición de faenar a la madre y a la cría simultáneamente, y la prohibición de tomar huevos o pichones de un nido en presencia de la madre (es obligación ahuyentarla sin que sea lastimada). A partir del versículo que prohibe cocer al cabrito en la leche de su madre, se elaboró toda una legislación al respecto, que incluye la prohibición de mezclar, cocinar o consumir en la misma comida productos lácteos y cárneos o sus derivados, incluyéndose en esta última categoría mamíferos y aves. Los sabios del Talmud consideraron que los peces constituían un nivel de vida inferior al de los mamíferos y las aves, por haber sido creados un día antes en la Creación. Es por eso que está permitida la mezcla de pescado con leche. En cuanto a las aves, éstas quedan incluidas por legislación talmúdica, ya que se consideraba que la gente podría confundirse).

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Después de comer alimentos lácteos se puede comer carne previo enjuague de la boca. Después de comer cárneos, en cambio, debe esperarse un número de horas que varía según los grupos y las costumbres. El mínimo de tiempo de separación entre carne y leche es de 72 minutos según los judíos holandeses, y el máximo es de seis horas. La separación de cárneos y lácteos abarca también la utilización de vajilla separada para ambos grupos, salvo cuando ésta sea de vidrio (se considera que el vidrio, al no ser poroso, no absorbe las características de los alimentos).

Vajilla cárnea y láctea Dadas las condiciones de higiene con que contamos en la actualidad, cuando disponemos de agua caliente, detergentes y hasta lavavajillas, podríamos pensar que separar la vajilla ya no tiene sentido. Un tenedor limpio es un tenedor limpio, y difícilmente queden restos de comida en los utensilios de cocina. Sin embargo, en nuestro tiempo esta separación tiene un doble objetivo. Por una parte, el de evitar la mezcla accidental. Es mucho más difícil equivocarse si los utensilios son diferentes. Por la otra, y probablemente esto sea lo más relevante, involucrar a toda la familia en la observancia de Kashrut en el hogar. Si nuestra cocina es kasher sin separación de vajilla, la responsabilidad de no mezclar carne con leche recae sólo en la persona encargada de preparar la comida: si la cena está servida, obviamente es kasher y no hay mezcla. Ahora bien, si la vajilla está separada, cada miembro de la casa debe tener conciencia de ello. Si uno pide una cucharita, la pregunta necesaria para comprender el pedido es: ¿cárnea o láctea? Así, desde la edad más temprana, los niños internalizan este concepto tan importante de la kashrut, y toda la familia es partícipe de ello.

Una casa kasher Unas palabras antes de finalizar este tema. Una casa kasher entrega una sensación muy difícil de explicar en palabras. El hecho de hacer en casa, donde nadie nos observa, aquello que creemos correcto; el hecho de llegar a nuestro hogar y saber que hay una intención de pureza aun en lo que comemos, hace que la coherencia y la pureza inunden nuestra vida en el espacio que más requiere de estos elementos. En la intimidad del hogar, podemos sentirnos en paz. El sentido de la vida no se halla en los grandes eventos. Debemos buscarlo en los pequeños detalles, las pequeñas cosas, en el hacer lo correcto, en el lugar correcto y en momento correcto.

TZEDAKÁ La otra mitzvá que nos habíamos propuesto analizar, debido a su importancia, es la de Tzedaká: hacer actos de justicia y de bondad hacia nuestros semejantes. La palabra Tzedaká deriva de Tzedek, que significa justicia. Así, cuando ayudamos a los necesitados lo hacemos cumpliendo la orden divina de colaborar para que el mundo sea más justo.

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El concepto de justicia es esencial en el judaísmo. La frase de la Torá Tzedek, tzedek tirdof, "justicia, justicia perseguirás" (Deut.16:20) define la forma judía de ver la misión del ser humano en la Tierra. Justicia, justicia: no sólo cuando te favorece sino también cuando te perjudica. No sólo la justicia divina sino también la terrena. Y una de las maneras de hacer justicia entre los seres humanos es cautelar que todos tengan cubiertas las necesidades básicas para una vida digna. Ayudar a los necesitados no es una opción sino una obligación ritual. Existen distintas formas de brindar ayuda, las que fueron legisladas por el Rambam en el siglo XII. Este sabio estipula diferentes grados de Tzedaká, donde el más alto es colaborar para lograr que la persona no necesite vivir de la beneficencia, sea a través de facilitar la educación, asociándola a un negocio, etc. Los siguientes grados de Tzedaká se refieren a la entrega de ayuda material, donde el nivel superior está dado en la entrega espontánea y anónima a un receptor desconocido. La mitzvá de entregar Tzedaká, base de la solidaridad judía, es eje vital en nuestra vida comunitaria. Junto a la fundación de toda sinagoga concurre simultáneamente la creación de una asociación de beneficencia que incluye, además de la ayuda mutua en el sentido estricto de Tzedaká, las mitzvot asociadas de Hajnasat orjim, recepción de huéspedes, Bikur jolim, visitas a los enfermos, Hajnasat Calá, ayuda a las novias necesitadas, y la Jevrá Kedishá, dedicada a la asistencia en los funerales (Ver cap.IV). Quizás la Tzedaká sea uno de los preceptos que más ayuden a mejorar el mundo y encontrar sentido. El servicio a los demás, el ser necesario para los otros, hace que nuestra vida cobre una dimensión especial, marcando un sentido de misión irreemplazable.

Guemilut jasadim Otra mitzvá asociada a la de Tzedaká es la de Guemilut jasadim o jésed. Se trata de los actos de bondad para con nuestros semejantes. Es algo que se puede y debe dar a todos los seres humanos (la bondad para con los animales recibe un nombre diferenciado: Tzaar baalei jaim). Para entregar Tzedaká necesitamos alguien que la necesite. Para entregar Jésed esa condición no es válida. Toda persona necesita un gesto amable, una sonrisa, una mano amiga. Dice Pirkei Avot (I:15): "Recibe a toda la gente con buen semblante". Si somos generosos con los necesitados y amables con aquéllos que nos rodean, nuestra vida se torna más agradable para nosotros y para los demás. Nuestros semejantes son el espejo donde vemos el objetivo de nuestra propia vida.

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CAPITULO II LA SEMANA

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LA SEMANA JUDÍA Para el pueblo judío, la semana gira en torno a un día: el Shabat. Sólo el Shabat tiene nombre propio. Los demás días se numeran, simplemente, respecto a aquél. Desde el primero hasta el sexto, conforman una escalera que nos lleva hasta el día de máxima espiritualidad: el Shabat. Dentro de la semana (Iom jol) hay dos días que son especiales: el segundo y el quinto. Tanto en Shabat como en estos dos días, que corresponden al lunes y el jueves, se lee la Torá en la sinagoga.

La lectura de la Torá La Torá es el Libro que da origen a toda la sabiduría y la cultura judías. Para que pueda ser leída y conocida por todo el pueblo, la tradición talmúdica la ha dividido en 54 porciones (parshiot), leyéndose públicamente en la sinagoga una parashá cada semana, de modo que al cabo de un año se ha leído la totalidad del texto. En algunas sinagogas se sigue la lectura trienal establecida como alternativa en el Talmud. En esta modalidad, se subdivide cada parashá en tres partes. El primer año se lee el primer tercio de cada parashá, al año siguiente el segundo tercio etc. de modo de terminar la Torá completa cada tres años, sin desfasarse de la secuencia de todo el pueblo judío. El objetivo del sistema trienal es hacer lecturas más cortas. En cualquiera de las dos modalidades, la primera parte de la porción semanal se comienza a leer en el servicio de Minjá de Shabat y se repite en Shajarit el lunes y el jueves. En Shajarit del Shabat siguiente se lee toda la porción correspondiente a la semana (sea la parashá completa o el tercio que se lee ese año). Los días festivos se lee una

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parashá especial para la ocasión. Cuando la festividad cae en Shabat, se lee la parashá de la fiesta y la secuencia se atrasa una semana. Inmediatamente después de la lectura de la parashá en Shajarit de Shabat y en festividades, se lee la Haftará, porción de los Profetas (Neviim)que dice relación con los contenidos de la parashá.

Las aliot a la Torá Leer la parashá de la semana en la sinagoga es un honor, lo que queda en evidencia por la expresión usada para este acto: "aliá la Torá", ascenso a la Torá. Los días lunes y jueves y en Minjá de Shabat, tres personas son llamadas a la lectura, ya que ésta es breve. La primera aliá corresponde a un Cohen (descendiente por línea paterna de Aaron, hermano de Moshé, y en general de los sacerdotes). La segunda aliá la recibe un Levi (descendiente de los levitas). La tercera pertenece a un Israel, esto es, al resto del pueblo. En Shajarit de Shabat, al ser la lectura más larga, las aliot son siete: las tres primeras se distribuyen de igual manera y las cuatro restantes son para Israel.

Quién puede subir a la lectura Todo judío mayor de 13 años puede recibir este honor. En las sinagogas tradicionales, sólo los hombres lo hacen, mientras que en las más progresistas también son llamadas las mujeres. Una persona puede pedir una aliá para agradecer a Dios por algo especial (el nacimiento de un hijo o hija, su matrimonio, el haberse salvado de un peligro, etc.) o para pedir por la salud de algún enfermo.

EL SHABAT Es el día espiritual por excelencia, donde el descanso se combina con la vida familiar, la evaluación personal y el replanteo de proyectos. Desde el atardecer del viernes hasta la noche del sábado transcurren 25 horas de santidad durante las cuales intentamos abstenernos de las acstividades mundanas, para dedicarnos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y a Dios. Encontrarás una descripción paso a paso de esta enriquecedora jornada en el capítulo II del libro "Una Invitación al Shabat", de esta misma colección. Para no repetir material ya publicado, haremos aquí un breve resumen, remitiéndonos al libro específico para más detalles. En la sección Qué hacemos hallarás los detalles de la práctica del Shabat resaltados para facilitar su consulta.

Las 39 prohibiciones

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Cuántas veces se nos va un día de descanso en cocinar, limpiar, ordenar, reparar. Cuántas veces queremos dedicarnos a nosotros mismos y terminamos "aprovechando" el día en compras y trámites atrasados que, además, generalmente no son para nosotros sino para los demás. Con la intención de evitar esto, el Shabat impone una serie de prohibiciones que nos obligan a dedicar el día a lo importante y no a lo urgente. Así, no está permitido usar dinero, encender fuego, cocinar, reparar, viajar en auto (salvo a y desde la sinagoga en caso de que la distancia sea excesiva), coser, tejer, trabajar (o aun pensar en el trabajo) y en general cualquier actividad que implique una transformación irreversible de la naturaleza o que nos transporte espiritualmente a la sensación diaria del trabajo enajenante.

Las mil y una actividades permitidas La mayor calamidad que ha sufrido el Shabat en los últimos tiempos es que muchos judíos sólo conocen las prohibiciones y creen que el Shabat es meramente un día en el que no se puede hacer nada. Lo que ellos no saben es todo lo que sí se puede y se debe hacer en Shabat: dedicarse a lo espiritual y no a lo material; disfrutar de la familia y los amigos; caminar, entrar en contacto con la naturaleza; cantar, rezar, comer (¿en qué fiesta judía no lo hacemos?) generar, en fin, un clima que nos permita ser más conscientemente humanos. No es fácil, claro que no. Al ser humano le cuesta reconocerse como tal, tomar conciencia de sí mismo, elevarse por sobre su condición biológica. Pero los beneficios que el Shabat ofrece, bien valen el intento.

SHABAT: QUÉ HACEMOS Cómo se entra al Shabat Si un sábado decides que nadie en tu casa va a salir ni va a hacer nada durante todo el día, lo más probable es que se aburran soberanamente y al sábado siguiente cada uno vuelva a su rutina (compras, cine, etc.) convencido de que probó el Shabat y no le sirvió. Al Shabat, como a cualquier disciplina espiritual, hay que entrar de a poco. En las próximas páginas encontrarás una descripción de un Shabat completo. Trata de ver por dónde te conviene empezar y hazlo gradualmente. Lo más fácil es comenzar por el viernes en la noche. Encender y bendecir las velas, ir a la sinagoga en familia y compartir luego una cena festiva puede ser un buen principio, pero no el final. Cuando llegues hasta allí, sigue con el sábado a la mañana, hasta completar la jornada entera. No hagas programas de cine, teatro o salidas en Shabat. Puedes invitar amigos a compartir tu mesa sabática, o ser invitado por ellos, lo te permitirá enriquecer tu Shabat con las modalidades de otras familias.

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El encendido de las velas El Shabat comienza con el encendido de las velas, 18 minutos antes de la puesta del sol. Esta brajá, que hallarás en el apéndice, marca el inicio de un tiempo distinto, signado por una calidad de vida superior. Las velas encendidas irradian una luz especial, que indica que algo nuevo y diferente está sucediendo.

Kabalat Shabat Si nunca fuiste a la sinagoga un viernes en la noche, te estás perdiendo algo bueno. Ya hemos hablado sobre la oración en el capítulo I. La sinagoga provee el marco para que ésta sea más productiva. Hay distintos estilos de sinagoga: grandes, pequeñas, tradicionales, liberales. Busca la que más se acomode a tus requerimientos. Si ya frecuentas una sinagoga, trata de seguir profundizando: estudia las distintas tefilot para comprenderlas mejor, aumenta tu participación en distintos tipos de servicios (Shabat en la mañana, festividades, servicios diarios). Trata de compartir tu experiencia con amigos o familiares. La vida centrada en la sinagoga adquiere una dimensión espiritual que sólo se conoce cuando se la prueba.

La cena de Shabat La comida del viernes en la noche es mucho más que una cena familiar. Llegar de la sinagoga y encontrar las velas encendidas, la mesa puesta con mantel blanco, la mejor vajilla, y aroma a comida exquisita, provoca una sensación de placer difícil de explicar. Entonces, la familia unida, junto a sus invitados, comienza un ritual que, con cantos, conversación y comida, brinda una vivencia judaica y humana inigualable.

Cómo se prepara, qué se hace. Comenzamos cantando Shalom Aleijem, melodía con la que despedimos a los "ángeles custodios" que nos acompañaron hasta la casa desde la sinagoga. A continuación, recitamos el kidush sobre el vino, donde proclamamos la santidad del día. Luego intercambiamos bendiciones: el esposo a la esposa, los padres a los hijos, y las recíprocas, que si bien no están previstas en el rito tradicional, se pueden intercalar según las necesidades del grupo familiar. Hecho esto, empezamos a prepararnos para la comida con el lavado ritual de manos y la bendición del pan.

La comida 26

Un párrafo aparte merece la comida de Shabat. Cuenta un relato que un gentil fue invitado a cenar a una casa judía en la noche de un viernes. Los manjares que probó eran tan deliciosos que pidió la receta al ama de casa. Pero pasaron algunas semanas y el hombre volvió con una pregunta: había hecho todo tal como indicaban sus anotaciones pero el sabor no era el mismo. Le faltaba, obviamente, un condimento. ¿Cuál sería? Y la respuesta que recibió fue: el Shabat. El Shabat da un sabor a la comida que ninguna especie puede dar: el sabor de aquello que compartimos con amor.

Y mientras comemos... Otro elemento importante en el clima de Shabat es el canto. Durante todas las comidas de Shabat se intercalan canciones tradicionales llamadas Zemirot. Estas zemirot son comunes a todas las mesas de Shabat en todo el mundo judío, ya que al ser tan antiguas, son compartidas por ashkenazim y sefaradim. En la tercera edición de nuestra Invitación al Shabat, entre las páginas 103 y 132 hallarás zemirot y canciones que puedes incluir en tu cena sabática. Qué, cuánto y en qué momento intercalamos nuestras canciones dependerá de los comensales y del ánimo del momento. También es básico el tipo de conversación que se desarrolla: prohibido hablar de la paridad del dólar, de las últimas ofertas, de temas conflictivos. Debemos hacer de la conversación algo elevado y enriquecedor. La cena es un buen momento para estudiar la porción semanal de la Torá o algún otro tema judaico de interés, comentar la prédica del Rabino, hablar de planes y proyectos, etc.

Agradeciendo por la comida Llega ahora el momento de agradecer por la comida. Después de cantar un salmo introductorio (Shir Hamaalot), corresponde decir Birkat Hamazón. Encontrarás la bendición en el apéndice, y debes incorporar los párrafos específicos de Shabat. Birkat Hamazón es una bendición larga, que puede ser resumida según el texto del apéndice. Su significado es muy hermoso y complejo. Hallarás una breve explicación en este libro, y otra más completa en Una Invitación al Shabat, págs.31 y 32.

El sábado Cambiar la rutina del sábado es quizás más difícil que la del viernes en la noche. No trabajar el sábado en la mañana es algo duro de lograr. A veces los impedimentos son reales, pero también ocurre, muchas veces, que no nos resignamos a aceptar que las cosas puedan sobrevivir sin nosotros. Justamente ese es uno de los mayores mensajes del Shabat: si Dios descansó el séptimo día, con la Creación recién completada (¿o recién iniciada?) y nada se desmoronó, ¿por qué no podríamos nosotros, simples mortales, desentendernos de nuestra "creación" unas cuantas horas a la semana?

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La sinagoga El sábado en la mañana, una vez liberado del trabajo, las compras y los trámites, queda disponible para ser aprovechado en nuestro enriquecimiento espiritual, y el servicio de Shajarit de Shabat en la sinagoga es el lugar apropiado para ello. La parte principal de dicho servicio religioso es la lectura de la Torá, leyéndose la parashá de la semana en su totalidad y la haftará correspondiente. En ellas encontramos los mensajes siempre vigentes de nuestra tradición, los cuales suelen ser explicados y ampliados por el Rabino en su prédica o en lo que se denomina Dvar Torá, clase sobre la parashá al final del servicio religioso.

La tarde Toda tarde comienza con un mediodía y todo mediodía implica un almuerzo. El almuerzo de Shabat, la segunda comida del día, es similar a su predecesora, la cena de Shabat, con canciones y manjares, aunque sin tantas bendiciones. Después de comer empieza el tramo más desafiante de la jornada: un puñado de horas que cada uno, junto a su grupo familiar, decidirá como llenar: dormir siesta, conversar, caminar, leer, visitar amigos, etc., siempre teniendo en cuenta el objetivo de la jornada: rescatar las relaciones familiares y el enriquecimiento personal.

Terminando el Shabat A medida que cae la tarde se aproximan los últimos eventos del día: el rezo de Minjá (en la sinagoga o en casa), Seudá Shlishit y Havdalá. Seudá Shlishit, o en yiddish Shaleshudes (la tercera comida), es una merienda que acompañamos con canciones en la creciente penumbra del atardecer. Este momento precede a la Havdalá, ceremonia de diferenciación entre el sábado y el resto de los días. Con esto termina el Shabat, un día especial alrededor del cual habrá de girar todo el resto de la semana. Un día distinto, que otorga sentido a todos los demás. El día que dedicamos a nuestra carga de batería espiritual.

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CAPITULO III EL AÑO

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EL AÑO JUDÍO

En este capítulo intentaremos conocer el ciclo anual. Haremos un breve recorrido por las distintas festividades de nuestro calendario, buscando las relaciones entre las distintas fechas y sus mensajes y haciendo especial hincapié en la manera de llevar a cabo los festejos en el hogar. De esta manera trataremos de hallar, a través de nuestras festividades, los valores que nos ayuden a que nuestros años sean una experiencia más espiritual y creativa. Michael Strassfeld, en su libro "The Jewish Holydays", plantea que los seres humanos somos viajeros en el tiempo, y que como tales necesitamos mapas temporales para poder avanzar y no estancarnos, o caminar en círculos. Continúa diciendo que los judíos, al haber sido siempre viajeros obligados en el espacio, hemos desarrollado complejos mapas en el tiempo, donde cada festividad es una estación, un albergue donde sentirnos cobijados, y donde reflexionar, evaluar el camino andado, despertar de la indiferencia y replantear la ruta a seguir. Ahora bien, como expresa Strassfeld, no se trata de un mapa fijo e inamovible: por el contrario, es algo dinámico en muchos sentidos: a través del tiempo, las festividades han ido cambiando su significado, evolucionando, adquiriendo nuevos contenidos. Un ejemplo de ello son los Shalosh Regalim, que surgen como fiestas agrícolas y posteriormente adquieren los significados éticos e históricos actuales. También con el tiempo fueron dejándose de lado ciertos festejos, mientras que han aparecido nuevas festividades y conmemoraciones. Tal es el caso del 15 de Shvat, en que las jóvenes casaderas solían ir a los viñedos a buscar pareja, y las recientemente incorporadas fechas de Iom Haatzmaut, Iom Hashoá, etc. Pero la evolución no sólo es histórica: en cada festividad, folklore, naturaleza, historia y valores se entrelazan para formar un todo multifacético y complejo. Es así que cada persona, en cada momento de su vida, puede ir hallando distintos mensajes en las mismas celebraciones. Las festividades judías son como un espejo con un paisaje pintado sobre el vidrio. En la medida en que evolucionamos y crecemos, nuestra visión del conjunto se va modificando. Somos parte del paisaje, lo cambiamos y nos cambia. La imagen nunca es la misma porque no son iguales los ojos que la miran. Sumerjámonos, entonces, en el ciclo del año judío. Al bucear en sus profundidades conoceremos algo de los mensajes que tiene para nuestra vida. 30

El calendario hebreo El calendario hebreo es altamente ecológico, ya que podemos obtener cualquier dato sobre la orientación temporal observando la naturaleza. El día hebreo no tiene veinticuatro horas, ni la hora sesenta minutos. El astro que rige la cuenta de los días es el sol, y según su posición en el cielo sabemos los datos diarios. El día hebreo comienza al atardecer, en el momento en que el sol se pone, de modo que podemos ver el cambio de un día al otro. (Esto surge del Génesis: "Y fue la tarde y fue la mañana, un día"). Las horas se determinan dividiendo en doce partes iguales el tiempo que tarda el sol en hacer su recorrido por el firmamento desde el amanecer hasta el anochecer. (La noche es uniforme, por lo tanto no se divide en horas, siendo una sola unidad temporal, aunque se la puede dividir en "guardias").

Los meses Los meses comienzan con la luna nueva. Como el ciclo lunar es de 29 días y medio, los meses de Yiar, Tamuz, Elul, Tevet y Adar II tienen 29 días, mientras que Nisan, Sivan, Av, Tishrei, Shvat y Adar I tienen 30 días. Jeshvan y Kislev varían de año en año. Cada semana marca una fase lunar. El día primero de cada mes presenta siempre luna nueva, mientras que el día 15 coincide siempre con la luna llena. De este modo podemos ver el momento del mes en curso. Un año normal tiene 12 meses: Nisan, Yiar, Sivan Tamuz, Av, Elul.Tishrei, Jeshvan, Kislev, Tevet, Shevat y Adar

Los años embolismales Como podemos observar, mientras los días son regidos por el sol, los meses son determinados por la luna. Este tipo de calendario solilunar sufre un retraso progresivo respecto del año solar. Si no se le hicieran correcciones, los meses no coincidirían siempre con una misma estación del año. Por eso, para que Nisan, el mes de Pésaj, sea también el mes de la primavera (todas las festividades de la Torá tienen gran relación con las estaciones y los ciclos agrícolas), se establecen años bisiestos o embolismales, en los que se agrega un mes adicional, llamado Adar II (Bet) a continuación del mes de Adar, que es el último del calendario. Esto ocurre 7 veces en un ciclo de 19 años, en los meses tercero, sexto, octavo, decimoprimero, decimocuarto, decimoséptimo y decimonoveno de cada ciclo. Es por eso que las fechas hebreas y gregorianas vuelven a coincidir una vez cada 19 años.

Rosh Jodesh El cambio de mes constituye un día semifestivo. Siendo, como dijimos, que el ciclo lunar es de 29 días y medio, cuando el mes tiene 29 días la festividad mensual de Rosh Jodesh se celebra el día primero del mes entrante. Pero si el mes es de 30 días, parte del día 30 ya es 31

luna nueva, por lo que se festeja el 30 del mes saliente y el primero del entrante. En ese caso se habla de primer día y segundo día de Rosh Jodesh. El concepto de semifiesta describe un día laborable, pero con algunas diferencias: no está permitido efectuar visitas al cementerio, y en lo ritual, se recita musaf, se lee laTorá (Núm. 28: 1-15) y una Haftará especial. Es tradicional que las mujeres no trabajen ese día. Rosh Jodesh es un día asociado a la luna, símbolo netamente femenino.

Empezando el ciclo festivo Antes de comenzar a hablar de las festividades hebreas, es necesario decidir cuándo comienza el ciclo. Y es que el año judío no tiene uno sino tres inicios: Rosh Hashaná, el "año nuevo", ocurre el primer día del... ¡séptimo mes! Mientras tanto, Pésaj, la fiesta de la primavera, se celebra el 15 del primer mes. Finalmente tenemos a Tu Bishvat, el 15 de Shvat, el año nuevo de los árboles. Siendo esta última una fiesta dedicada exclusivamente a los árboles, nos quedan las dos primeras opciones para empezar nuestro ciclo: si empezamos por Rosh Hashaná, el primer mes del año nos quedará al medio. Si, por el contrario, comenzamos por el principio, es decir, por Pésaj, la fiesta de "año nuevo" nos queda en la mitad. Complicado, ¿no?

¿Comenzar por la primavera? Si nos remitimos a la Torá, la cuenta de los meses comienza en Nisan. Y la razón parece evidente: Nisan es el mes de la primavera, donde la naturaleza renace después del letargo invernal. Todo recomienza en primavera, también la cuenta del tiempo.

Pero, ¿y Rosh Hashaná? Volviendo a la Torá como referencia, no encontramos allí ninguna mención sobre el "año nuevo". La cita dice: "El primer día del séptimo mes será día de sagrada convocatoria, día de toque de Shofar" (Lev. 23:24). No se especifica ni por qué ni para qué. Muchos siglos después, alrededor del año 300 e.c. los sabios del Talmud, ante la problemática de no tener una fiesta de inicio del año, y disponiendo de una festividad bíblica sin motivo aparente, decidieron agregar a "Iom Teruá" el contenido de "Rosh Hashaná" tal como lo conocemos en la actualidad (otro ejemplo más del dinamismo de las festividades a través del tiempo). Así pues, los almanaques hebreos comienzan siempre en Rosh Hashaná, mientras que cada autor decide empezar la explicación del ciclo de Festividades por donde le parece.

Al principio, Pésaj

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Tenemos varias razones para elegir Pésaj como punto de partida. Primero, porque en el orden bíblico primitivo, Nisan es el primer mes del año. Además, porque históricamente, el pueblo se conforma como tal en el éxodo de Egipto: sin Pésaj no hay libertad, y sin esta libertad no existiría el pueblo de Israel. Filosóficamente, es la libertad de conciencia, la libertad de pensamiento, lo que ha dado al judaísmo su esencia vital. Un judaísmo rígido y dogmático jamás hubiera sobrevivido 4.000 años, ni estaría en condiciones de perdurar eternamente. Finalmente, Pésaj le otorga sentido a Rosh Hashaná: de alguna manera, esta última depende de la primera. Como veremos más adelante, Rosh Hashaná es, junto a Iom Kipur, la época de la responsabilidad: tiempo de evaluar lo actuado en el año que termina y replantear proyectos para el año que comienza. Pero evaluar, proyectar, intentar cambios, son cosas que sólo podemos hacer si tenemos libertad. Si otros deciden por nosotros, sólo nos cabe aceptar.

Libertad e imperfección El pensador Jaime Barylko, en su libro "El miedo a los hijos", explica de una manera muy hermosa esto de la libertad humana. Comienza analizando a los animales, y dice que ellos son seres perfectos: las aves vuelan, no porque sean libres, como románticamente creemos, sino porque están "programadas" para ello. Los tigres no vuelan, pero tampoco suspiran por hacerlo. Los animales comen, duermen, se reproducen, cazan y huyen no porque quieran, ni cuando quieren, sino porque y cuando su naturaleza se lo impone. Son seres perfectos: cumplen exactamente con lo que se espera de ellos. No eligen ser: son. No tienen libertad para ser otra cosa. Simplemente obedecen a su mandato biológico. Los hombres, sigue Barylko, somos imperfectos: queremos volar sin tener alas. Podemos dominar nuestros instintos y hasta actuar en contra de ellos. Debemos realizar enormes esfuerzos para lograr desarrollar todas nuestras capacidades, cosa que los animales hacen sin proponérselo, con sólo vivir. Cuando un tigre nace es todo lo tigre que puede llegar a ser. Nadie pretende otra cosa de él. La imperfección va de la mano de la libertad. Tenemos metas que alcanzar, obstáculos que superar. Y la libertad es lo que nos permite optar por los medios más adecuados para lograrlo. Es la libertad lo que nos permite intentar salvar nuestra esencial imperfección humana Los animales no son libres. Por ende, no son responsables por sus actos. Pero los hombres tenemos libertad, y esa libertad implica responsabilidad. Por eso Pésaj viene antes que Rosh Hashaná. No podríamos llegar a evaluarnos, sin haber ejercido antes la libertad de actuar y de pensar.

Clasificación de las festividades

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Antes de empezar esta sección, debemos aclarar que no nos referiremos aquí al Shabat ni a Rosh Jodesh, pues ya hemos hablado de ellos en capítulos anteriores. Intentaremos clasificar el calendario hebreo según los distintos tipos de días especiales, agrupándolos de acuerdo a su origen y categoría. Más adelante abordaremos las festividades en orden cronológico. a) Festividades de la Torá: Son las indicadas por la Torá. El elemento común entre todas ellas es la frase: "...día de sagrada convocatoria será para vosotros. Ningún trabajo haréis". De esta orden, nuestros sabios dedujeron que rigen, en estos días, todas las prohibiciones de Shabat respecto de trabajar, manejar dinero, escribir, viajar, etc. La única excepción (que obviamente no rige en Iom Kipur) es que está permitido cocinar para la festividad, encendiendo fuego para ello (los ashkenazim toman fuego de otro preexistente). Las festividades de la Torá son Pésaj, Shavuot, Sucot, Sheminí Hatzeret, Rosh Hashaná y Iom Kipur. Shalosh Regalim Son las tres fiestas de peregrinaje: Pésaj, Shavuot y Sucot. En estas tres fechas el pueblo peregrinaba a Jerusalem para entregar sus ofrendas en el Templo. Todas ellas tienen cuatro nombres cada una, designando cuatro niveles de significación: un nombre relacionado con el ciclo agrícola, otro con un significado histórico-valórico y otros dos con relación a elementos que caracterizan a la festividad.

¿Por qué cuatro nombres? Para dar más trabajo a los alumnos, claro. En realidad, los distintos nombres de nuestras festividades son la muestra más clara del dinamismo y la flexibilidad que caracterizó siempre a nuestra ley religiosa. Para un pueblo firmemente arraigado a la tierra, con una economía agrícola, la existencia de festejos en los momentos claves del año era esencial. Y esos momentos eran el inicio de la cosecha de trigo en primavera, el final de ésta y el inicio de la cebada en verano, y la recolección final de todos los frutos en otoño. Pero terminada esta etapa primitiva en nuestra evolución, las festividades hubieran podido caer en desuso, convirtiéndose en meros festejos de nuestros antepasados, interesantes sólo para antropólogos e historiadores. Pero aquí actúa la sabiduría judía, que las mantuvo vivas haciendo hincapié en sus significados histórico-valóricos. Así por ejemplo, la fiesta de la primavera, un evento acotado al hemisferio norte, con significación puramente agrícola, se transforma en la fiesta de la Libertad, de valor universal, independiente de la época, el lugar o el régimen económico. Lo más interesante de este dinamismo es que no termina en la época del Talmud. Continuamente siguen surgiendo nuevas interpretaciones, nuevos pensadores que revitalizan los mensajes antiguos creando otros mensajes siempre vigentes para todas las generaciones. Leemos en el Talmud: "Dor dor bedorshav; dor dor bejajamav". Cada generación tiene sus exigencias; cada generación tiene sus sabios.

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El segundo día diaspórico En Israel, Pésaj y Sucot duran siete días, mientras que Shavuot y Sheminí Hatzeret sólo uno. De los siete días, el primero y el último son festivos completos, mientras que los cinco del medio son Jol Hamoed, días laborales dentro del jag, donde se respetan todas las obligaciones de la festividad pero no sus prohibiciones. En la diáspora se agrega, en estas fiestas, un día adicional llamado "Iom Tov Sheini shel galuiot", el segundo día festivo de las diásporas. Así, Pésaj y Sucot duran ocho días: dos festivos al principio, cuatro de Jol Hamoed y dos festivos al final, mientras que Shavuot y Sheminí Hatzeret quedan con dos días de extensión. La razón de este día adicional data de tiempos antiguos. En la época del Sanhedrín, la luna nueva (Rosh Jodesh) era determinada por un tribunal, según declaración de testigos que habían visto el cambio de fase lunar. Una vez decretado el día por los sabios, se divulgaba la noticia encendiendo antorchas en las cimas de las colinas. Los observadores de las colinas distantes encendían a su vez sus antorchas, y así sucesivamente se extendía la noticia por todas las comunidades, aún las que se hallaban fuera de Eretz Israel, quienes de este modo podían fijar las fechas de las festividades. Más tarde, cuando este método resultó inefectivo, se lo reemplazó por mensajeros que iban de una ciudad a otra. El problema se presentó cuando la diáspora creció tanto que ya no había seguridad de recibir el anuncio el mismo día. Como el mensajero se demoraba, las comunidades comenzaron a detectar en forma autónoma el cambio de fase de la luna. Y cuando, un día después, llegaba el mensajero, volvían a festejar como muestra de respeto hacia Jerusalem. De ahí surgió la costumbre de festejar un día adicional.

En la actualidad En nuestros tiempos existen distintas actitudes frente al segundo día de las diásporas. Las corrientes ortodoxas lo siguen celebrando sin ninguna modificación, mientras que las corrientes reformistas y reconstruccionista no lo festejan, aduciendo que no existe razón para dudar de la exactitud del calendario. La corriente conservadora (Masortí), mantiene su observancia ya que, si bien el motivo original de la duplicidad ha dejado de existir, hay razones para seguir con la costumbre. En primer lugar, la tradición de casi 2.000 años, y el deseo de no generar diferencias de calendario entre las distintas comunidades diaspóricas. El segundo motivo es menos práctico y más filosófico: en Israel, las festividades se viven tan plenamente que basta con los días ordenados por la Torá. En la diáspora, en cambio, debemos festejar un día adicional para lograr igualar a nuestros hermanos en Erezt Israel.

Rosh Hashaná y Iom Kipur Estas son las otras dos festividades bíblicas, de las que hablaremos con más detalle en las

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próximas páginas. Diremos aquí que, como los Shalosh Regalim, también presentan distintos nombres, que indican su evolución en el tiempo y el pensamiento. Ambas fechas conforman una unidad temática que comienza en Elul y termina con Shemini Hatzeret Simjat Torá, cuyo leit motif es la responsabilidad.

b) Festividades no bíblicas En esta categoría debemos distinguir dos subgrupos: las festividades talmúdicas y las modernas. Las de origen talmúdico son Janucá, Purim y Tu bishvat, como festividades y, como fechas especiales no festivas el 17 de Tamuz, el 9 de Av, Tzom Guedaliá (el 3 de Tishrei) y el 10 de Tevet, todos en recuerdo de la destrucción de los Templos de Jerusalem. Las celebraciones modernas, en tanto, son aquéllas que recuerdan acontecimientos importantes en la historia reciente del pueblo judío. Estas son: Iom Haatzmaut (día de la independencia del Estado de Israel); Iom Hashoá, (día de recuerdo de la víctimas del Holocausto Nazi); Iom Ierushalaim (día de la reunificación de Jerusalem). Al recordar acontecimientos tan recientes, no tienen aún tradiciones ni rituales firmemente establecidos. Pero sin duda, estamos de acuerdo con Blu Greenberg cuando plantea que lo que hoy son modos de celebración que parecen recién inventados, dentro de quinientos años serán los rituales aceptados como tradicionales por todo el pueblo judío. La tradición es la práctica repetida a través del tiempo, y nosotros entregamos tradición a las generaciones futuras.

EL CICLO FESTIVO Comenzaremos ahora a describir cada fecha especial en su orden cronológico, a partir de Pésaj. Daremos especial importancia a los contenidos filosóficos y valóricos, a las relaciones entre las festividades, y a las distintas maneras de vivir cada festividad como una experiencia personal, familiar y comunitaria, no sólo en el plano teórico sino en la práctica, y específicamente en el hogar. Como casi todas las festividades tienen más de un nombre, intentaremos explicarlas a través de ellos, para encontrar distintos mensajes en cada denominación. Al igual que con el Shabat, después de los mensajes veremos los contenidos prácticos bajo el título Qué hacemos. PÉSAJ: FIESTA DE LA LIBERTAD Pésaj, la primera de las tres fiestas de peregrinaje, se celebra desde el atardecer del 14 de Nisan y dura 8 días en la diáspora (7 días en Israel). Sus cuatro nombres son: Jag Ha Aviv, Jag Ha Pésaj, Jag Ha Matzot y Zman Jerutenu.

1) Jag Ha Aviv. La fiesta de la primavera nos brinda un mensaje de renacimiento y optimismo. No sólo rescatamos el respeto hacia la naturaleza, con todas las consideraciones ecológicas que ello 36

implica; también tomamos del ciclo natural una enseñanza para la vida. Las estaciones son etapas fijas en el curso del año: no podemos adelantar la primavera ni retrasar el invierno. Y una vez establecida la estación, la naturaleza no se puede resistir a sus condiciones: los árboles perderán sus hojas en otoño inevitablemente, y darán sus frutos en verano. Pero los seres humanos (quizás por eso de la imperfección que decía Barylko), podemos manejar parte de estos cambios según nuestra voluntad. Cierto que el paso del tiempo es inexorable: niñez, juventud, madurez, son etapas que se nos imponen. Pero vivir la vida como un perpetuo otoño o como una eterna primavera es algo que depende de nosotros. Jag Ha Aviv, la fiesta de la primavera (que paradójicamente en nuestro hemisferio Sur celebramos en otoño), nos trae el mensaje de encarar la vida con optimismo: aún en los inviernos más crudos podemos y debemos darnos la oportunidad de renacer, de ofrecer nuevas flores, de evocar en nosotros la magia de la primavera.

2) Jag Ha Pésaj. La palabra Pésaj (del hebreo "pasaj" que significa "saltarse") nos remite a un episodio del Éxodo. Repasemos brevemente la historia: Moshé, educado como príncipe en Egipto, huye al desierto tras haber defendido a un esclavo hebreo. En su exilio recibe la orden divina de liberar a Israel. Junto a Aarón, su hermano mayor, se presenta ante el Faraón para pedir la libertad de su pueblo. El Faraón se niega, oprimiendo más aún a los esclavos, por lo que Dios envía diez plagas a los egipcios. Al anunciar la décima plaga, la muerte de los primogénitos, Dios ordena al pueblo hebreo sacrificar un cordero (el cual habían alimentado durante los días anteriores) y pintar con su sangre los marcos de las puertas de sus casas. Así, el Ángel de la Muerte reconocería los hogares judíos y se los "saltaría" (pasaj) sin herir a sus hijos. Mientras tanto, dentro de las casas, los judíos comían el cordero sacrificado, el cordero pascual, en lo que sería el primer séder de Pésaj de la historia. La enseñanza de Jag Ha Pésaj comienza, pues, con preguntas: ¿Acaso era tan fácil confundir la casa de un esclavo con la de un egipcio? ¿No vivían los esclavos en un sector apartado de la ciudad? Y aún si hubieran vivido en iguales condiciones que sus opresores, ¿acaso no sabía Dios cuáles eran los hogares judíos? ¿Necesita Dios que le digamos "aquí estoy"? Quizás la última pregunta sea la más relevante, y la respuesta es: Sí, Dios necesita que nos hagamos presentes ante Él. Más aún: somos nosotros quienes necesitamos decir "aquí estoy". Resulta sintomático que la libertad, y con ella la identidad del pueblo judío, comienza cuando somos capaces de reconocernos ante Dios, ante los demás y ante nosotros mismos como integrantes del pueblo hebreo. Rescatemos, entonces, de Jag Ha Pésaj el mensaje de la identidad, de la afirmación de nuestra fe y nuestra pertenencia al pueblo de Israel.

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3) Jag Ha Matzot. La fiesta de los panes ázimos, panes sin levadura, tiene que ver con lo que sigue de la historia del Éxodo: tras la décima plaga, el Faraón no sólo deja salir a los esclavos sino que los echa del país. Así, con la premura de la partida, los hebreos no alcanzaron a hacer leudar su pan, el cual se coció al sol, sobre sus espaldas. De esta manera la matzá se convierte en el símbolo de la libertad, y por contraposición, la levadura (jametz) es símbolo de la esclavitud. Pero, ¿por qué, entre tantos elementos posibles, la sabiduría judía eligió a la dupla jametz matzá como paradigma de esclavitud - libertad? Podríamos encarar la respuesta analizando qué tiene el jametz de esclavizante, y qué la matzá de libre. Hay una explicación en el libro "Una Invitación a Pésaj", pág. 17 que resumiremos aquí brevemente. La masa leudada le debe su tamaño y su redondez al aire que contiene: una pequeña presión sobre ella la desinfla, y entonces la masa se aplana, pierde su forma y su volumen. Análogamente, encontramos gente que está "leudada" y llena de aire: basa su tamaño en las apariencias, en sus posesiones materiales, en obsesiones de poder. Muestran una imagen exterior "inflada" que a la menor presión deja ver sus dimensiones reales: seres humanos miserables, empequeñecidos por su propia vanidad, por su propia vacuidad. Ante esta imagen "leudada", esclavizada a las apariencias, la matzá propone una forma auténtica, genuinamente honesta, y por lo tanto, libre. En cuanto a la matzá, masa simple hecha sólo de harina y agua, sin leudantes, la tradición le asigna el título de Lejem Oni, pan de la pobreza. Es el pan que nuestros antepasados comieron al salir de Egipto, al huir presurosos de la casa de la esclavitud. (Cabe aclarar que el judaísmo no exalta la pobreza ni tampoco el éxito económico. Ser rico o ser pobre es una condición fortuita y siempre reversible, que no hace a quien la padece más meritorio ni más miserable.) Volviendo a la matzá, ella nos recuerda que en algún momento de nuestra historia lo único que tuvimos fue Lejem Oni, el pan de la pobreza. Somos hijos de pobres esclavos, y eso nos hace ser solidarios con todos los pobres y con todos los esclavos. La pobreza extrema le resta libertad al hombre, de modo que ambos conceptos están íntimamente relacionados. Jag Ha Matzot nos brinda, entonces, el mensaje de la humildad, la honestidad y la solidaridad.

4) Zman Jerutenu Llegamos al cuarto nombre de la festividad: el tiempo de nuestra liberación. Éste de alguna manera engloba a los otros tres. Reivindicamos nuestra libertad para renacer a una vida positiva y optimista. Muestra libertad para identificarnos íntima y públicamente con nuestro pueblo. La libertad de la vanidad y las ambiciones desmedidas. Y expresamos solidaridad y resguardo también de la libertad ajena.

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Pero Zman Jerutenu tiene su peso propio: la fiesta de nuestra libertad marca un hito en la historia de la humanidad. Por primera vez la libertad del ser humano es exaltada como valor universal. Y la idea esencial es que sólo el hombre libre de servir a otros hombres, puede someterse voluntariamente al servicio de Dios como su único amo. Así, la libertad, tanto física como espiritual, es condición necesaria para llevar una vida ética, enmarcada en principios religiosos.

Pésaj, la fiesta de las preguntas Otro concepto relacionado con Zman Jerutenu es el de las preguntas. Toda la celebración del séder de Pésaj se basa en la capacidad de preguntar. Cada símbolo que se coloca sobre la mesa tiene como principal objetivo despertar la curiosidad, (sobre todo en los niños) y estimular la formulación de preguntas. Las "arba kushiot" o "fur kashes" (las cuatro preguntas tradicionales conocidas como Ma Nishtaná) no son otra cosa que la ritualización de este acto de cuestionamiento. ¿Y qué tiene que ver esto con Zman Jerutenu? En una cultura dogmática y rígida, las preguntas son peligrosas. Una pregunta "mal" formulada puede ser la puerta de acceso a conceptos "heréticos", prohibidos para quien, sin la debida preparación, podría caer en tentaciones o ideas apartadas del dogma. En el judaísmo esto no existe (o al menos no debería existir). La libertad que reivindicamos en Pésaj abarca, como dijimos antes, no sólo el aspecto físico sino básicamente la libertad de conciencia y de pensamiento. Preguntar es síntoma de libertad. Cada pregunta abre puertas y ventanas hacia la aventura de profundizar en los textos y las tradiciones; y sin esas ventanas abiertas, el judaísmo no puede respirar, se ahoga y muere. Abraham Joshua Heschel dice que la Torá, toda la fuente de sabiduría judía, no es más que una guía de respuestas. Y lo que debemos hacer nosotros es formular las preguntas. Según el filósofo, el grave problema del judaísmo actual es que no le hacemos la preguntas correctas. La sabiduría de la Torá está, no sólo en la Torá misma, sino en la preguntas que sepamos hacerle. Se trata de hallar las preguntas adecuadas, las actuales, las que necesitamos para nuestra vida. La Torá siempre proveerá las respuestas.

PÉSAJ: CÓMO LO HACEMOS En el libro Una Invitación a Pésaj, de esta misma colección, hallarás una descripción completa y detallada de la festividad, sus preparativos, el Séder, cuentos, canciones, recetas, etc., y una Hagadá completa y comentada. Haremos acá un breve resumen, pero sería conveniente que te remitieras al libro específico para más detalles.

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Los preparativos Prepararse para Pésaj es una actividad familiar inigualable. La principal mitzvá de esta festividad, "no habrá leudantes en tu propiedad", nos obliga a recibir el jag con nuestros hogares totalmente libres de jametz, alimentos leudados, ya que está prohibido comerlos o siquiera poseerlos durante esa semana. Por lo tanto, debemos, desde que termina Purim, un mes antes, realizar una limpieza profunda de nuestra casa, comenzando por los ambientes donde no se come habitualmente, y preocupándonos de que nadie vuelva a entrar con alimentos. La limpieza debe incluir revisión de clósets, cajones, etc., y suele aprovecharse para desechar tantas cosas inútiles que se acumulan invadiendo todos los sitios disponibles. Así, poco a poco nos iremos acercando a la cocina, la última semana antes del jag. Acá la limpieza incluye retirar todo lo que sea harina, o sus derivados (tienes una lista en el próximo párrafo) y limpiar muy profundamente horno, quemadores, refrigerador, horno de microondas, estanterías, cajones, azulejos, mesones, etc. Respecto del menaje, loza y vajilla en general, pueden limpiarse siguiendo procedimientos específicos según el material de que estén hechos. Puedes consultar detalles en nuestra Invitación a Pésaj, o preguntarle a tu Rabino. Pero lo más cómodo y significativo es tener un juego de dichos elementos exclusivo para el jag. Utilizar platos y vajilla de Pésaj es parte de la fiesta.

¿Qué es jametz? Se considera jametz todo alimento que contenga o pudiera contener algún tipo de leudante. Esto incluye: todo tipo de grano, harina o panificación de trigo, cebada, centeno y avena, así como sus derivados: masas, whisky, cerveza, etc. Y según la costumbre ashkenazí, se prohiben el maíz y el arroz, y también las legumbres: porotos, lentejas, habas, arvejas, etc.

Bedikat Jametz El día anterior a Pésaj se completa la limpieza de la casa dejando en algunos rincones diez trocitos de pan, envueltos para que no dejen migas, los que darán sentido a la búsqueda ritual del jametz, Bedikat Jametz. Dicha búsqueda suele realizarse con una vela y una pluma y da por finalizada la preparación para la festividad. Los trocitos de pan encontrados se desecharán al mediodía siguiente. Antes y después de la Bediká se pronuncian las fórmulas que encontrarás en el apéndice. En ellas expresamos que todo el jametz que pudiera haber quedado en nuestro poder, a pesar de nuestro esfuerzo sincero y consciente por eliminarlo, queda nulo y sin dueño como el polvo de la tierra. Estas fórmulas deben ser dichas en el idioma que uno entiende. ¿Qué significado tienen? Como explicáramos en la sección sobre las mitzvot, por más meticulosa que sea nuestra limpieza del jametz, es posible que quede, en algún rincón o en algún bolsillo, alguna pequeñísima miga de pan. Esto haría que, en vez de vivir la festividad inmersos en la alegría de sus hermosos simbolismos, la padezcamos con sensación de culpa por no haber cumplido estrictamente con nuestro deber. Podríamos extrapolar esto a todos los ámbitos de la vida:

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cuando deseamos algo debemos hacer todo lo posible por lograr nuestros objetivos; pero no siempre los resultados son plenamente satisfactorios. Podemos entonces torturarnos y castigarnos por haber defraudado las expectativas (nuestras o de los demás). O bien considerar que si hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, podemos darnos por satisfechos con nuestro esfuerzo, entendiendo que somos seres humanos falibles. El mensaje de este rito es: Dios quiere tu felicidad. Esfuérzate hasta el final de tus capacidades para lograr tus metas. Pero una vez que lo hiciste, intenta satisfacerte con la sensación del deber cumplido. No eres perfecto. Y Dios, que sí lo es, no te exige más de lo que humanamente eres capaz de dar. De esta manera, serás un poquito más libre.

La primera noche Como en toda festividad, comenzamos el tiempo especial consagrándolo mediante el encendido de las velas. La brajá la encontrarás en el apéndice. Después de asistir al servicio religioso en la sinagoga corresponde iniciar el Séder. La mesa del Séder tiene una gran cantidad de símbolos, que serán explicados y utilizados durante la velada.

La keará Es un plato ornamentado que contiene seis elementos, a saber: Zeroa: hueso asado. Se coloca arriba a la derecha, y recuerda el sacrificio pascual. Los vegetarianos lo pueden reemplazar por una betarraga (remolacha) hervida (Pesajim 1, 44b) Beitzá: huevo duro, asado. Va arriba a la izquierda. Recuerda el sacrificio pascual y es señal de duelo por la destrucción del Templo de Jerusalem. Maror: hierba amarga (rábano picante, apio o lechuga) Al centro. Representa los sufrimientos soportados por los judíos en Egipto. Jaroset: Mezcla cocida de manzana, nueces, canela y vino. Abajo a la derecha. Por la argamasa utilizada por los esclavos en las construcciones. Carpás: una verdura, generalmente apio o perejil. Abajo a la izquierda. Sirve para introducir el sabor del éxodo. Jazeret: lechuga. Símbolo de la primavera. Abajo al centro. En algunas kearot falta. Otros lo reemplazan por más maror para el korej. La keará queda compuesta de la siguiente manera:

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BEITZÁ

ZEROA

MAROR CARPÁS

JAROSET

JAZERET Puede haber sobre la mesa tantas kearot como se desee.

Otros elementos de la mesa del Séder Las tres matzot: Deben estar enteras. Se colocan separadas por servilletas, o dentro de un sobre especial ornamentado. Cada una representa las tres partes en que se divide el pueblo judío: Cohen, Levi e Israel Copas de vino: Cada participante debe tener una copa de vino, la que será llenada cuatro veces durante la noche. La copa de Eliahu: Debe ser una copa especial, más hermosa que las demás. En un momento de la cena se llenará para que sea bebida, simbólicamente por el profeta Elías. Cojines: al menos uno para el oficiante. Servirá para reclinarse en el momento de beber las cuatro copas de vino. Kitel: En algunos hogares el oficiante usa una toga blanca, en recuerdo de la vestimenta de los cohanim que oficiaban los sacrificios en el Templo de Jerusalem.

El Séder El evento más significativo de la festividad es sin dudas el Séder. Con sus 15 pasos compuestos de bendiciones, relatos y canciones constituye la cena más esperada por grandes y chicos. La gran cantidad de símbolos sobre la mesa, las cuatro preguntas que hacen los pequeños, la búsqueda del afikomán, hacen que esta noche sea, efectivamente distinta de todas las noches del año. Es un juego de preguntas y respuestas, de explicar símbolos y hablar sobre la libertad, de cantar y comer manjares tradicionales. No abundaremos acá en detalles sobre el Séder, ya que ha sido tratado exhaustivamente en la Invitación a Pésaj. Diremos, sí, que cada familia decidirá, de acuerdo a las edades e intereses de los participantes el nivel de discusión que desee lograr cada año en su Séder. En la diáspora el Séder se repite la segunda noche de la festividad. LA CUENTA DEL OMER La segunda noche de Pésaj comienza la "Sefirat Ha Omer", la cuenta del Omer. Se trata de 49 días que numeramos uno a uno para contar los días que nos separan de la festividad de 42

Shavuot.

Origen agrícola de la cuenta La orden de contar la Sefirat Ha Omer procede de la Torá: "Desde el día siguiente al día de descanso contaréis siete semanas enteras. Desde el día de ofrecer las gavillas hasta el día siguiente de la séptima semana contaréis cincuenta días. Entonces presentaréis ofrenda vegetal nueva al Señor" (Lev. 23:15 ). Como vemos, en la sociedad agrícola de aquella época, el segundo día de Pésaj era el momento en que correspondía entregar la ofrenda de un omer de cebada (el omer era una unidad de medida). A partir de ese día se contaban 7 semanas hasta que madurasen los primeros frutos, que serían entregados como ofrenda de bikurim en la festividad de peregrinaje de Shavuot.

Consideraciones históricas La Sefirá, que comienza con la primavera, abarca todo el período de temperaturas cálidas en Israel, lo que antiguamente significaba época de guerras e invasiones, Con el devenir histórico de nuestro pueblo, el período de Sefirat Ha Omer se llenó, pues, de hechos trágicos. En la época de las cruzadas hubo grandes matanzas en esos días. Y durante la rebelión de Bar Kojba una epidemia diezmó a los discípulos de Rabí Akiva, el líder espiritual de la época (y maestro reconocido hasta la actualidad). Es por esto que la Sefirá se convirtió en un período de semi duelo. Tradicionalmente, el semi duelo se levanta sólo en el día 33 de la cuenta, en la festividad de Lag Ba Omer. En la actualidad, hay otros días festivos que también suspenden el semi duelo. Ellos son Iom Haatzmaut y Iom Yerushalaim. Otra fecha de reciente incorporación dentro de la Sefirá es Iom Hashoá, día de conmemoración del Holocausto nazi, en el que el semi duelo se transforma en día de duelo total. Todas estas fechas de incorporación reciente tienen sus servicios sinagogales específicos, que veremos en detalle más adelante. Mensaje actual La cuenta del Omer, al ser el nexo que une a Pésaj y Shavuot, tenía que adquirir también un significado que relacionara la Libertad y la Ley. La primera idea que surge es que contamos cada día como el preso que espera su liberación. Pero si la liberación ocurre en Pésaj, al principio de la cuenta, ¿a qué se debe tanta ansiedad? ¿Qué es lo que esperamos en Shavuot, después de la liberación? La libertad de Pésaj es libertad de la esclavitud: no más opresión, no más capataces que nos opriman ni castiguen. Pero, como veremos más adelante, Shavuot es la fiesta de la entrega de la Torá: con la Torá recibimos la Ley que enmarca y regula esa libertad, que de otro modo sería caótica y perjudicial. Por eso estamos ansiosos y contamos uno a uno los días que nos separan de la llegada de la verdadera libertad: no la ausencia de límites sino la

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aceptación libre, consciente y voluntaria de aquellos límites que resguardarán la integridad de cada individuo y de la sociedad.

SEFIRAT HA OMER: CÓMO LO HACEMOS Como dijimos anteriormente, Sefirat Ha Omer es un período de semi duelo y por lo tanto no está permitido realizar actividades alegres, como fiestas con música, matrimonios, o cortarse el cabello. Algo que podemos hacer es confeccionar una lámina con los 49 días e ir tildándolos a medida que van pasando. Así tendremos presente en qué momento de la cuenta estamos. Los días se cuentan cada noche recitando la fórmula que se encuentra en el apéndice. LAG BAOMER Es el día 33 de la cuenta del Omer. Según la tradición, ese día cesó la epidemia que asolaba a los discípulos de Rabí Akiva. También en esta fecha se recuerda a Iojanán Ben Zakai, rabino místico del siglo I, quien muriera ese día, siendo su expreso deseo que el día de su muerte fuera recordado no con duelo sino con bailes y canciones. QUÉ HACEMOS Lag Ba Omer es un día alegre, que se celebra con excursiones al aire libre, fogatas y juegos con arcos y flechas. En Israel, algunos grupos ortodoxos van en peregrinación a la tumba de Rabí Shimón Bar Iojai donde bailan y cortan el cabello por primera vez a sus hijos varones de 3 años. IOM HAZICARON Y IOM HAATZMAUT El 14 de Mayo de 1948, 5 de Iar de 5707 fue declarada la independencia del Estado de Israel, y con ella el nacimiento del tercer período de soberanía judía en la tierra de Israel. Desde ese año, cada 5 de Iar es Iom Haatzmaut, el Día de la Independencia. En Israel, Iom Haatzmaut es una jornada de gran alegría popular, con bailes en las calles y paseos. El día anterior, sin embargo, es Iom Hazicarón, dedicado al recuerdo de los soldados caídos en defensa del Estado, una jornada triste y solemne, marcada por el toque de sirenas que ordenan un minuto de silencio observado por toda la población a lo largo de todo el país. Quien haya vivido esos instantes jamás podrá olvidarlos. El pasaje de Iom Hazicarón a Iom Haatzmaut es brusco e impactante. Nuevamente es la sirena antiaérea la que marca el fin de un día de luto que da lugar a otro de gran regocijo.

QUÉ HACEMOS En Iom Haatzmaut se suele hacer fiestas comunitarias de festejo y recordación. Debe hacerse una cena festiva, y de ser posible comer comida típica israelí. Muchos hacen 44

Kidush. En la sinagoga se intercalan agregados festivos en los servicios. Es una hermosa costumbre donar árboles al Keren Kayemet.

IOM HASHOÁ Es el día de conmemoración del Holocausto nazi, que se conmemora el 27 de Nisan, aniversario del levantamiento del Ghetto de Varsovia. En Iom Hashoá se recuerda a todas las víctimas de este negro período de la historia; no sólo a los que murieron en el heroico levantamiento, sino también a los millones de hombres, mujeres y niños que cayeron en los campos de exterminio, en los pueblos, en las ciudades, en los bosques. Recordamos a aquéllos que lucharon en las organizaciones de resistencia y a los que cayeron por los caprichos de algún oficial. Es muy poco un día para tanto dolor. Pero es necesario recordar para que el mundo no olvide. Porque sólo a través de la memoria podemos perpetuar a los que se fueron y proteger a los que vendrán. QUÉ HACEMOS Además de los servicios sinagogales específicos y las romerías a los cementerios que incluyen Kadish de duelo, Salmos y El Malé Rajamim, se realiza el encendido de seis velas, una por cada millón de muertos. En todas las comunidades se realizan actos recordatorios. Es esencial que la juventud participe en este tipo de actos solemnes. No hay peor castigo para los sobrevivientes que sentir que la memoria terminará con ellos. En Israel, desde Yad Vashem, museo e instituto destinado al recuerdo e investigación de este macabro período, se encienden seis focos que perforan el cielo nocturno, como buscando a Dios para preguntarle: ¿Por qué?

IOM IERUSHALAIM El aniversario de la reunificación de Jerusalem en junio de 1967, 28 de Iyar, es otra fecha festiva que se está ritualizando. La importancia de Jerusalem para nuestro pueblo como su capital única y eterna no es sólo política sino por sobre todo, espiritual. Todas nuestras plegarias de los últimos 2000 años han sido oídas, y es nuestro deber velar siempre por la paz de Jerusalem. QUÉ HACEMOS En los colegios y comunidades se realizan festejos, que suelen incluir concursos artísticos sobre el tema de Jerusalem, exposiciones, etc. En las sinagogas se intercalan los agregados de las festividades. En los hogares se realiza una comida festiva.

SHAVUOT Llegamos finalmente a la festividad de Shavuot, que se celebra 50 días después de Pésaj, 45

esto es, 6 de Siván en Israel, 6 y 7 de Siván en la diáspora. La orden de su observancia está en Lev.23:17-21; Deut.16:10; Ex.23:16; Núm.28:26; Ex.34:22. Sus cuatro nombres son: Jag Hashavuot, Jag Hakatzir, Jag Habikurim y Zman Matan Torá. Además, Shavuot recibe un quinto nombre, Atzeret. Veremos cada nombre con sus mensajes y contenidos, para tener un enfoque completo de la festividad.

1) Jag Hashavuot: fiesta de las semanas El nombre Shavuot significa "semanas" y se refiere a las 7 semanas que la separan de Pésaj. Estas 7 semanas son las que transcurrieron desde el éxodo de Egipto hasta la llegada del pueblo al pie del monte Sinaí y su preparación para recibir la Torá. Es curioso que, además de la Sefirat Ha Omer, la cuenta diaria del período comprendido entre Pésaj y Shavuot, se celebra también Shavuot, la "fiesta de las semanas". La importancia de la libertad es obvia, así como la del acto de recepción de la Ley. Pero ¿por qué tanta importancia al período comprendido entre ambos eventos? ¿Por qué siete semanas de cuenta, y además, una "fiesta de las semanas" independiente? Cuando uno adquiere libertad después de haber sido privado de ella, suele necesitar un primer período sin restricciones, para saciarse del ansia de libertad absoluta. El tiempo, simbolizado por las 7 semanas, aporta madurez para percibir la necesidad de una ley que enmarque esa libertad, haciéndola compatible con la vida en sociedad. Sin ese período de transición, la ley se podría sentir como una imposición que oprime y cercena la libertad, malográndola. Estas siete semanas sirven para que la ley se convierta en algo deseado, necesario y vital. Jag Hashavuot nos llama a sentir la necesidad de la Torá en nuestras vidas. Vivimos una vida secular y nos jactamos de ser "libres" de todo tipo de ataduras religiosas. Pero esta "libertad" no nos ha hecho más felices. Hemos roto las cadenas de una vida ligada a los valores y rituales de la religión, pero, al decir de Jaime Barylko, no sabemos qué hacer con los eslabones sueltos. Jag Hashavuot nos recuerda que aceptar las obligaciones que nos impone la Torá no cercena nuestra libertad ni la malogra sino que da sentido a nuestra vida y a nuestra condición de hombres libres.

2) Zman Matán Toratenu: el tiempo de entrega de nuestra Torá. Nuestros sabios se preguntan por qué la festividad se denomina Matán Torá y no Cabalat Ha Torá, recepción de la Torá. ¿Hay diferencia entre recepción y entrega? En esta festividad celebramos la entrega de la Torá en el Monte Sinai: recordamos anualmente la escena de Dios hablando al pueblo hebreo, dictándole Sus leyes y Sus mandamientos. Eso es Matán Torá, la entrega de la Torá que ocurrió el 6 de Siván.

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Cabalat Ha Torá, la recepción de la Torá no sucedió un día determinado: sucede día a día. Es algo que cada judío debe hacer continuamente, y por eso no tiene una fecha de celebración. La vida en comunidad, el estudio, la vivencia en familia de las festividades, son algunos de los caminos para esta experiencia de Cabalat Ha Torá. "Etz Jaim hi": la Torá es árbol de vida. Es una fuente de valores que hace de la existencia algo significativo y profundo. En Jag Matán Toratenu reafirmamos nuestro compromiso con esta fuente de luz y de vida espiritual.

Qué fue lo que Dios entregó en el Monte Sinaí El monte Sinaí fue el punto de encuentro entre Dios y el pueblo de Israel. En ese acto trascendental, Dios entregó a Su pueblo la Torá, la guía para mejorar el mundo. Pero ¿qué fue exactamente lo que se nos entregó en Sinaí? En un sentido estricto, sólo los Diez Mandamientos. Es por eso que los leemos en la sinagoga ese día. En un sentido más amplio, fue toda la Torá, los cinco libros de Moisés. Ampliando más el concepto, la entrega incluyó toda la Ley Escrita, eso es, el Tanaj, que incluye los Neviim (Profetas) y Ketuvim (Escritos: Salmos, Proverbios, etc.). También se incluye la Ley Oral (el Talmud). Finalmente, hay una interpretación más abarcativa aún: en Sinaí fueron entregados no sólo los Diez Mandamientos, no sólo la Torá escrita y el Talmud, sino que se entregó toda la sabiduría judía desde entonces y hasta la eternidad. Así, toda enseñanza, toda nueva conclusión, toda adaptación de la Ley que se elabore con conocimientos y seriedad, basándose en el amor y el respeto a las fuentes tradicionales, fue dada por Dios en Shavuot. Así, según este concepto, toda la evolución del pensamiento judío ha sido ordenada por Dios en el acto de entrega de la Torá en el monte Sinaí. Sólo nos queda seguir descubriéndola. Pero hay otra idea, que como muchas en el judaísmo, contradice a la anterior siendo ambas igualmente válidas: En el monte Sinaí fueron entregados los Diez Mandamientos. Pero ni siquiera los Diez Mandamientos, sino sólo el primero de ellos, el que define la existencia de Dios. Y ni siquiera eso, sólo la primera palabra, “Anoji”, que significa “Yo”. Y ni siquiera eso, sino que sólo se escuchó la primera letra, la Alef, el sonido inefable de la letra muda.

3) Jag Habikurim: fiesta de las primicias Es la fiesta de las primicias. Según la Torá, al terminar la cuenta del Omer se debía hacer una peregrinación al Templo de Jerusalem, donde correspondía entregar los primeros frutos de las siete especies con que fue bendecida la tierra de Israel: trigo, cebada, uva, higo, granada, olivo y palma.

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Bikurim: gratitud. La abundancia de las cosechas no es obvia. Debemos ser conscientes de que todo lo que poseemos no tendría existencia ni sentido sin Dios. Ofrendando a Dios los primeros frutos, Le agradecemos por el producto de nuestro esfuerzo. Jag Habikurim es la fiesta de la gratitud.

Bikurim: solidaridad. En un sentido riguroso, la mitzvá de presentar los bikurim sólo puede ser cumplida en Israel, sobre esos siete frutos y en el Templo, por lo que no se podría realizar en la actualidad. Sin embargo, en la evolución constante del judaísmo se adaptó esta antigua forma a renovados contenidos. Es así que en las sinagogas se reciben "bikurim" en forma de alimentos no perecibles que son destinados a tzedaká, la ayuda a los más necesitados. Así, Jag Habikurim se transforma en la fiesta de la solidaridad.

Bikurim: generosidad. La entrega de los bikurim se constituye también en una enseñanza sobre el acto de dar. Damos como muestra de gratitud, ya que dar es una buena manera de agradecer. Damos lo mejor: no lo que nos sobra después de la cosecha sino lo primero que obtenemos de ella. Damos los primeros frutos, aun sin saber si al terminar la cosecha tendremos suficiente para abastecernos, confiando plenamente en ello, y entendiendo que la generosidad parte de la necesidad del receptor, no de la disponibilidad del donante. Dar de sí, dar lo mejor, dar porque es la mejor manera de agradecer, de compartir, de recibir, es parte del sentido de Jag Habikurim.

4) Jag Hakatzir: fiesta de la cosecha Dentro de los orígenes agrícolas de la festividad, Jag Hakatzir, la fiesta de la cosecha, resume de alguna manera los conceptos expresados en Jag Habikurim. En la sociedad agrícola, los campesinos agradecen por sus cosechas. En la nuestra, tan computarizada e industrial, no debemos perder de vista la gratitud por lo que tenemos. Dar, agradecer, recibir, son distintas caras de la misma moneda.

SHAVUOT: QUÉ HACEMOS Shavuot es una festividad muy alegre. Es tradicional decorar la casa con ramas verdes, por la cosecha. Se encienden velas la víspera antes del atardecer con la brajá de Iom Tov y Sheejeianu (ver apéndice) y se asiste a la sinagoga. Allí el servicio religioso incluye los agregados de las festividades y se realiza la entrega de los bikurim. Es tradicional que los niños entren a la sinagoga con canastos decorados, llenos de alimentos no perecibles, que son depositados junto a la bimá. En las comunidades suele haber campañas especiales de tzedaká, en las que todos participan. También se realiza Birkat Hatinokot, la bendición a los niños nacidos desde el último Shavuot. Son nuestras primicias, lo mejor que hemos obtenido en la "cosecha" de este año, y debemos agradecer a Dios por ellos.

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BEIN HAMETZARIM: EL DUELO POR LA DESTRUCCIÓN Hemos terminado así el primer ciclo, el de la libertad. Faltan dos meses hasta llegar a Elul, mes en que comienza el siguiente ciclo, el de la responsabilidad. Estos dos meses, Tamuz y Av, contienen fechas conmemorativas, que se recuerdan con ayunos y están ligadas entre sí por un período de semi duelo llamado Bein Hametzarim, "entre las estrecheces". La fecha que abre este tiempo es el 17 de Tamuz, en hebreo Shivá Asar be Tamuz. Ese día se recuerda la conquista de las murallas de la sitiada Jerusalem por parte del rey de Babilonia, Nabucodonosor, en el año 586 a.e.c, y la apertura de la primera brecha en las paredes de la ciudad por parte de Tito, en el año 70 d.c. Es un día de ayuno parcial, eso es, no se come ni se bebe desde el amanecer hasta el anochecer. El día es laborable y abre el período de Bein Hametzarim, "entre las estrecheces", donde no se celebran bodas ni fiestas, no nos cortamos el pelo e intentamos evitar toda gratificación intensa El período termina el día 9 de Av, en hebreo Tisha de Av, un día de ayuno total de 25 horas, similar al de Iom Kipur. Tisha de Av, el día más triste del calendario hebreo, recuerda la destrucción del primer Templo de Jerusalem en el año 586 a.e.c. a manos de los babilonios, así como la destrucción del segundo Templo de Jerusalem, el año 70 e.c. por los romanos. Tisha be Av se ha convertido en una fecha nefasta para el pueblo judío a través de los siglos. Además de las dos destrucciones mencionadas, ocurridas el mismo día con 600 años de diferencia, también en Tisha de Av ocurrió la caída de Bet Ar en el año 135 e.c. al final de la rebelión de Bar Kojba, y también la expulsión de los judíos de Inglaterra en 1290, y de España en 1492. También en Tisha be Av se conmemoran los Iortzait, aniversarios de fallecimiento, de las víctimas de la Shoá. Cabe recordar que el atentado a la sede de la AMIA en Buenos Aires, el 18 de julio de 1994 ocurrió un 10 de Av.

¿Por qué seguir recordando? Una historia, probablemente apócrifa, dice que cierta vez el Emperador Francisco José pasó frente a una sinagoga y vio a los judíos llorando amargamente. Alarmado ante la eventualidad de una tragedia, mandó a averiguar el motivo de tanta congoja. - "Lloran la destrucción de su Templo y la pérdida de su independencia nacional, ocurrida hace más de mil años." dijo riendo el emisario. - "Este pueblo, sin duda reconstruirá su país", dijo el Emperador. "Cuando mis ejércitos sean derrotados y mi reino destruido, nadie nos recordará después de un tiempo. Pero un pueblo que es capaz de llorar mil años la destrucción de su país, tendrá la fuerza necesaria para reconstruirlo". Efectivamente, el Emperador Francisco José y el Imperio Austrohúngaro pertenecen a los libros de Historia. El Estado de Israel es hoy una realidad viviente.

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¿Tiene vigencia Tisha be Av después del año 1948? Además de los dos ayunos de este período, existen otros ayunos menores en nuestra tradición, todos relacionados con la destrucción de Jerusalem, del Templo y de la soberanía judía en Eretz Israel. Éstos son mencionados por el profeta Zacarías (8:19) como "los ayunos del cuarto mes (17 de Tamuz); del quinto mes (9 de Av); el séptimo mes (Tzom Guedaliá, el 3 de Tishrei); y el décimo mes (10 de Tevet)" Después de 1948 no sólo el 9 de Av debe ser revisado sino también los otros ayunos. Algunos pensadores opinan que mantener los ayunos sin modificación implica no reconocer la realidad de que en este momento el Estado de Israel y la Jerusalem unificada son "reshit tzmijat gueulateinu", el principio de nuestro renacimiento y redención. El mismo Zacarías predice que llegará el momento en que estos cuatro días de ayuno se convertirán en días de alegría. Estos pensadores opinan que si en la época del segundo Templo los judíos dejaron de observar estos ayunos, también deberíamos hacerlo nosotros. Los que no aceptan esta postura alegan que aún no ha llegado el Mesías ni ha sido reconstruido el Templo, y no reconocen al Estado de Israel como el estado judío. En la actualidad cada vez son más los judíos que guardan los ayunos de 17 de Tamuz y de 9 de Av, mientras que Tzom Guedaliá y 10 de Tevet no son observados. Algunas corrientes cortan el ayuno del 9 de Av a media tarde. Quizás el 9 de Av, desde el año 1948, adquiere un nuevo mensaje y éste es recordar cuánto sufrimos la pérdida de Jerusalem y de nuestra independencia para resguardarlas con esfuerzos crecientes, de modo que nunca más tengamos que lamentar otro 9 de Av en nuestra historia. Otro mensaje posible es el expresado por Michael Strassfeld mediante la re definición de diáspora: con o sin Estado de Israel, como seres humanos sufrimos una diáspora espiritual, una alienación, en tanto que vivimos en un mundo imperfecto. EL SEGUNDO CICLO: LA RESPONSABILIDAD LAS FIESTAS DE TISHREI Terminado el mes de Av, llegamos a Elul, el mes que nos introduce en el espíritu de las festividades de Tishrei: Rosh Hashaná, Iom Kipur, Sucot, Shemini Atzeret y Simjat Torá. Como decíamos en la introducción del capítulo, estas fiestas nos sirven para evaluar nuestra conducta en relación a la Torá, la Ley entregada en Shavuot, con la libertad obtenida en Pésaj. Se abre el ciclo, entonces, con el mes de Elul, en el cual comenzamos el proceso de introspección, de mirarnos a nosotros mismos y medir la distancia entre lo que somos y lo que quisiéramos ser.

Darse tiempo El judaísmo, en su profundo conocimiento del ser humano, no nos pide que cambiemos nuestros hábitos mágicamente. Los cambios, para que sean duraderos, deben ser lentos y meditados. Es por eso que, antes de iniciar una elevación en nuestro nivel de conducta ética, se nos da un tiempo. Tiempo para analizar nuestra situación actual, visualizar una

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situación ideal y proponernos los pasos a seguir para lograr nuestras metas. Así, antes de Pésaj, fecha en la que debemos ampliar nuestra libertad, se nos concede un mes, el que separa Purim de Pésaj, en el cual, bajo el simbolismo de la limpieza de la casa en búsqueda de jametz, debemos revisar nuestras almas buscando restos de conductas esclavizantes. También antes de Shavuot, el momento en que aceptamos la Torá como normativa para nuestras vidas, disponemos de las siete semanas de Sefirat Ha Omer, para reflexionar sobre si nuestra libertad sin ley nos hace mejores personas. Finalmente, antes de Rosh Hashaná, disponemos del mes de Elul para evaluar nuestra conducta, nuestras relaciones y nuestra coherencia. Y entre Rosh Hashaná y Iom Kipur, 10 días más, para profundizar la introspección.

EL TIEMPO DE ELUL: QUÉ HACEMOS La ritualización de los preparativos de Elul está dada por el toque de Shofar todas las mañanas, después de Shajarit. La última semana de Elul, desde el sábado en la noche anterior a Rosh Hashaná, se recita el rezo de Selijot (literalmente: perdones, disculpas). Los cuatro sábados de Elul se leen haftarot especiales de consuelo. Dichas haftarot se iniciaron después del 9 de Av, mes que desde ese día cambia su nombre para llamarse Menajem Av (Av, el que consuela). Estas siete semanas de consuelo son las que unen el día de la destrucción con Rosh Hashaná.

Los saludos Una costumbre importante de Elul es la de enviar saludos a familiares, amigos y conocidos, deseando felicidad para el nuevo año que se avecina. Los "cartisei brajá", o "shonetoives" son tarjetas que, impresas o hechas en casa, intentan expresar nuestros deseos para el año que se aproxima. Una hermosa costumbre es colocar las tarjetas que se reciben en un lugar visible de la casa, de modo que nos sirvan de decoración, acentuando el clima festivo del hogar. ROSH HASHANÁ Llega entonces Rosh Hashaná, con esa mezcla de alegría por el comienzo del nuevo año, y de contrición por el juicio que se avecina. Como casi todas nuestras festividades tiene cuatro nombres: Iom Hazikarón, día de recuerdo; Iom Teruá, día de toque de shofar; Rosh Hashaná, comienzo del año; y Iom Hadín, día del juicio. En sus orígenes bíblicos, la festividad aparece sólo con sus dos primeros nombres (Núm. 29:1) y (Lev. 23:24). Según dicha fuente, la festividad tiene lugar el primer día del séptimo mes, contando desde Nisan, el mes de Pésaj, y se trata sólo de una fecha solemne de recuerdo del toque de shofar, sin ninguna otra connotación.

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Recién en la época de los Profetas surge el concepto de Rosh Hashaná (Ezequiel 40:1) como aniversario de la creación del mundo. Y sólo más adelante, en la Mishná, surge la idea de Iom Hadín, el Juicio que comienza ese día y finaliza en Iom Kipur (Mishná R.H 1.2). Tal como hemos hecho con los Shalosh Regalim, abordaremos la festividad a través de sus nombres.

El primer nombre: Iom Hazicarón. Literalmente día del recuerdo, en la fuente bíblica se refiere al recuerdo del toque del shofar. La tradición fue agregando otros elementos que amplían este acto de recordar: Dios recuerda a cada ser humano en este "cumpleaños cósmico". Cada ser recuerda sus acciones en el marco de la evaluación previa al juicio. Cada alma recuerda a Dios, creador y juez. El recuerdo es la sutil e invisible cadena que nos ata a nosotros mismos, que nos permite tener una identidad personal y grupal: soy porque recuerdo lo que fui; somos porque recordamos lo que fuimos. A la insondable pregunta de qué preservó al pueblo judío durante cuatro milenios cuando toda la evidencia demostraría que dicha supervivencia era imposible, quizás la repuesta más certera sea nuestra capacidad de recordar. Recordar no sólo a Amalec, a nuestros enemigos. Recordar también, y siempre, quiénes somos, qué misión tenemos y qué camino debemos seguir para cumplirla. Quizás un mensaje de Iom Hazicarón, este día del recuerdo, sea recordar (al estilo de Barylko): volver a darle cuerda al mecanismo de nuestra identidad.

El segundo nombre: Iom Teruá: día del toque de shofar El shofar es, en el texto bíblico, la trompeta con que se comunicaban los líderes con el pueblo en el desierto: mediante distintas combinaciones de sonidos se llamaba a acampar, a salir a la guerra, a congregarse o a levantar campamento. Un gran shofar se escuchó en el Monte Sinaí cuando el pueblo recibió la Torá. Podríamos pensar en el shofar como un elemento aglutinador, a través del cual el pueblo recibe las órdenes de sus superiores. En ese sentido, el shofar podría simbolizar la fe, ese factor de cohesión que nos amalgama, permitiéndonos aceptar los preceptos de la Torá como normativas éticas para nuestras vidas. Así, Iom Teruá nos trae el mensaje de la fe, esa luz tan tenue que, como solía decir Marshall Meyer z´l, solemos no distinguir entre las encandilantes luces de la vida moderna. La fe es lo que nos permite reconocer la existencia de un Creador que tiene un propósito en Su creación. Aceptando que existe un plan trascendente, podemos vernos a nosotros mismos como un eslabón importante e imprescindible para su cumplimiento. La fe es una fuente de sentido para nuestra vida, y Iom Teruá, una instancia para meditar sobre nosotros y nuestra relación con Dios.

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El shofar: poder concentrado Hay un episodio en el Tanaj, en el capítulo VI del libro de Joshúa, en donde el shofar tiene un rol protagónico: la caída de las murallas de Jericó. La historia es bien conocida. El pueblo hebreo entra a la Tierra Prometida y debe tomar la ciudad de Jericó. Por orden de Dios, Joshúa ordena al pueblo acampar frente a las murallas de la ciudad, y tras rodearla varias veces, hacen sonar sus trompetas. El estruendo del shofar hace que los muros se desplomen. Acá el shofar se nos presenta como un arma poderosa, capaz de lograr lo que a simple vista parece imposible. Hoy, el mensaje del shofar puede ser ése: encontrar en su sonido la fuerza para destruir las murallas que nos separan de la vida plena y la felicidad.

El shofar: despertador del espíritu Tradicionalmente se identifica al toque de shofar con el sonido que debe despertarnos del letargo espiritual en el que estamos sumidos. La vida moderna nos hace correr tanto que olvidamos hacia dónde vamos y qué objetivo perseguimos. En estas condiciones, el alma se adormece y la dimensión espiritual de nuestras vidas se torna cada vez más imperceptible. El sonido del shofar pretende remecer este letargo para recordarnos la esencia de nuestra condición humana.

El tercer nombre: Rosh Hashaná Es el nombre más difundido de la festividad: el comienzo del año nuevo. El tema está asociado al aniversario de la creación del mundo (más precisamente, el sexto día: la creación del Hombre) y entrelazado a los otros nombres del jag. Cuando hablamos del cumpleaños del mundo, viene a nuestra mente moderna y analítica la pregunta de la exactitud científica. ¿Cómo podemos conocer exactamente el día de la creación del mundo? ¿Hubo acaso un día preciso de creación del Hombre? ¿Qué pasa con la teoría darwiniana de la evolución? ¿Podemos hablar de cinco mil setecientos y tantos años sin sentirnos primitivos? La cuenta del tiempo es una necesidad humana. Desde siempre, cada pueblo contabilizó el tiempo a partir de algún evento conocido por toda la población, generalmente el comienzo de la dinastía gobernante, o de la coronación de su rey. En la actualidad, los musulmanes cuentan el tiempo desde la éjida de Mahoma, mientras que el calendario gregoriano, por el que nos guiamos en nuestra actividad civil, parte desde la circuncisión de Jesús. En la época del Talmud, cuando el cristianismo recién empezaba su cuenta del tiempo, nuestros sabios se vieron enfrentados a una realidad nueva: los pueblos vecinos contaban el tiempo desde eventos que nos eran ajenos. Los judíos debíamos tener nuestra propia cuenta temporal. Y tomaron una decisión: el calendario

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hebreo iniciaría su cuenta, no desde el éxodo de Egipto, ni desde la salida de Abraham de Ur de los Caldeos, sino desde la creación del mundo. Haciendo un recuento hacia atrás, calcularon en qué año estarían ellos respecto del relato del Génesis, y establecieron el año en curso. Más allá del rigor científico de la cuenta, esto demuestra el carácter universalista del judaísmo. Contamos nuestro tiempo desde la creación de la humanidad, abarcando así a todos los seres humanos, cualquiera sea su identidad étnica o religiosa. La cuenta de los años que nos propone la tradición judía es una cuenta simbólica y abarcativa. Por lo tanto, la exactitud científica de la cifra es irrelevante. Sí importa, en cambio, la intención de conmemorar un aniversario simbólico de la creación del Hombre. La pregunta correcta no es si han pasado cinco mil años o cinco millones. La pregunta que debemos responder es qué hizo la humanidad en estos miles de años de evolución. Qué estoy haciendo de mi vida y cómo la evalúo en el aniversario de mi creación. Es un cumpleaños cósmico y colectivo, donde la introspección y el auto examen deben hacerse presentes dentro de cada uno de nosotros.

Las mitologías de origen Todas las culturas tienen una mitología original que otorga sentido a la existencia tanto del individuo como del grupo. La mitología grecorromana, por ejemplo, relata una sucesión de dioses que matan a sus hijos para evitar que alguno de ellos cometa patricidio y acceda al trono universal. En cada caso, la diosa madre se apiada de uno de sus retoños, quien al crecer asesina efectivamente a su padre y se convierte en dios. El mérito de Zeus es el de ser un dios tan poderoso que mantiene su corte en el Olimpo sin permitir la rebeldía. Aunque nuestra mente analítica nos indica que este relato carece de credibilidad histórica, como mitología de origen entrega un mensaje bien claro para quienes se guíen por ella: el rol del hombre sobre la Tierra se limita exclusivamente a agraciar a los dioses en todo lo que ellos pidan: ninguno de ellos vacilaría en destruir a sus propios hijos si es contrariado.

El Big Bang, la mitología moderna Analicemos la teoría científica del origen del mundo desde el punto de vista mitológico. Una gran explosión cósmica da lugar a distintos astros que giran en órbitas por el universo. En una galaxia determinada, en un planeta determinado, debido a condiciones ambientales determinadas, comienza a tener lugar una serie de reacciones químicas que originan moléculas de complejidad creciente. Descargas eléctricas provenientes de tormentas habituales en ese medio suministran la energía necesaria para que se formen moléculas con actividad biológica, que a través de billones de años de evolución generan primero bacterias sencillas, luego formas de vida más avanzada, hasta llegar a los mamíferos y entre ellos los primates y el hombre. Resulta altamente probable que el origen de la vida haya sido así, o de una manera muy similar a la propuesta por la ciencia moderna. Como teoría científica es coherente y creíble. Pero como mitología original, esto es, como fuente de sentido para la existencia, el mensaje 54

que ofrece es peligroso: toda la bioquímica se reduce a la probabilidad de que tenga lugar un determinado choque de átomos o moléculas; y esto depende de la temperatura, la presencia de catalizadores, las diferencias de energía, etc.. Si la esencia de la vida se reduce a la bioquímica, todo nuestro entorno, desde la sonrisa de un niño hasta el último adelanto tecnológico, es mero producto de la probabilidad y la casualidad. Si toda la vida sobre la Tierra existe por casualidad, la esencia del alma humana también es casual. Si todo es casualidad, no hay sentido, ya que no hay propósito. Casualmente hemos nacido, y casualmente habremos de morir. Lo que hagamos de nuestras vidas no tiene más importancia que un dato estadístico.

El Génesis: buscando sentido a la vida La Torá nos propone una mitología original diferente. El relato del Génesis nos habla de un mundo creado por Dios en siete días, seis de los cuales fueron de trabajo y el séptimo de descanso creativo y santificación del tiempo. Nos habla de un hombre y una mujer creados con una intención, de un jardín que la pareja debe trabajar y disfrutar, y de dos árboles prohibidos. Nos habla de la desobediencia, del engaño y de la irresponsabilidad, de la expulsión y del primer asesinato de la historia. Si hay un Creador hay un propósito. Según la Torá, Dios crea al mundo con un plan, y coloca en él a los seres humanos para que lo lleven a cabo; crea un mundo imperfecto e incompleto y pone en él seres humanos que Lo ayuden a completarlo y a perfeccionarlo. Con esta mitología de origen en mente, la vida no es producto de la casualidad: todo lo que hagamos es parte de un proyecto superior. Por lo tanto, hay un Juez que evaluará si hemos cumplido con nuestra parte, y juzgará si hemos hecho lo que se esperaba de nosotros. La teoría científica es creíble. Mucho más creíble, racionalmente, que un mundo creado en seis días. La bioquímica existe, las leyes de genética poblacional existen, y sería una necedad pretender ignorarlas. Pero saber que existió un Big Bang no da sentido a la existencia. Cuando leemos la Torá no buscamos verdades científicas: buscamos verdades trascendentes. Buscamos mensajes que nos ayuden a saber cómo debemos vivir, y sobre todo, para qué. La espiritualidad no es enemiga de la razón ni de la modernidad. Ciencia y religión son dos ámbitos de la vida que no se superponen y no deberíamos sacrificar ninguno en aras del otro.

El cuarto nombre: Iom Ha Din "En este día toda la humanidad es llamada a juicio..." "Como un pastor, cuenta cada una de Sus ovejas, mientras pasan bajo Su cayado...." (del Majzor) Estos párrafos de la liturgia de Rosh Hashaná marcan el carácter de esta cuarta acepción de la festividad: el día del Juicio, en el cual cada ser humano sobre la tierra es juzgado según sus acciones. Este juicio no emite veredicto sino hasta Iom Kipur, el día del perdón. El intervalo de tiempo entre ambas fechas son los "Aseret Iemei Teshuvá" o diez días de 55

arrepentimiento en los cuales, a través de la reflexión, la plegaria y las buenas acciones, podemos mejorar el curso del juicio. Al final de este proceso, se espera que cada uno quede inscrito y rubricado en el Libro de la Vida, determinándose, no sólo la longitud, sino también la calidad de la vida. Nuevamente la idea de que nuestras vidas serán juzgadas nos propone un espíritu de responsabilidad por todos nuestros actos.

Determinismo y libre albedrío Aquí se entrelazan dos conceptos aparentemente contradictorios: la predestinación y el libre albedrío. Si Dios determina el destino ¿dónde queda la libertad del Hombre? Y si el Hombre tiene libertad absoluta, ¿dónde queda el poder de Dios? El dilema no es sencillo, y ha obsesionado también a otras culturas. La respuesta judía la esboza Hillel en el Talmud, diciendo: "Todo está previsto, pero el Hombre tiene libre albedrío". Tenemos libertad para elegir nuestros propios caminos, y eso está representado en Iom Hadín, por el recurso de Tefilá, Teshuvá y Tzedaká: plegaria, retorno a la buena senda y ayuda a nuestros semejantes. Sin embargo, Dios conoce anticipadamente nuestra elección, como un padre que sabe lo que hará su hijo pequeño, se alegra con sus aciertos, y aun si ve que se equivoca le permite cometer sus propios errores acogiéndolo cuando pide ayuda.

ROSH HASHANÁ: QUÉ HACEMOS. Se trata de una festividad donde sinagoga y hogar tienen gran importancia. Los servicios sinagogales son de una belleza especial. Las melodías y plegarias, que sólo son escuchadas en estas fechas, traen sensaciones y recuerdos conmovedores. Una de las plegarias más estremecedoras es "Zojreinu lejaim, melej jafetz ba jaim", recuérdanos para la vida, Rey que amas la vida. Toda la temática de la liturgia de estos dos días de reflexión se centra en la creación del mundo y en nuestros pedidos de ser inscritos en el Libro de la Vida. El primer día, la lectura de la Torá trata del nacimiento de Itzjak y el conflicto con Agar e Ishmael, mientras que la Haftará corresponde al nacimiento de Shmuel. Itzjak y Shmuel, ambos hijos de mujeres estériles que estuvieron a punto de desesperar, ofrecen un mensaje de esperanza, de dar a luz, de optimismo. El segundo día, leemos en la Torá el sacrificio de Itzjak, mientras que la Haftará habla de Rajel, la estéril, que llora de gozo por el retorno de sus hijos del exilio. El sacrificio de Itzjak, prueba última de la fe de Abraham, nos enfrenta a la pregunta acerca de aquellas cosas por las que seríamos capaces de sacrificarnos. En dicho relato, al impedir el ángel de Dios el daño de Itzjak, éste es reemplazado por un cabrito, cuyos cuernos conforman, simbólicamente, los primeros shofarot de la historia: uno será el que usará el pueblo judío en el desierto y el otro el que anunciará, en el final de los tiempos, la llegada del mundo mesiánico, el mundo perfecto por el que todos luchamos. Otro elemento fundamental es, pues, el toque de shofar. La mitzvá de escuchar el shofar se cumple en distintos momentos de los servicios, con cien toques diferentes, que son combinación de tres tipos: Shevarim, Teruá y Tequiá. 56

Shevarim, siete o nueve sonidos breves, produce un toque entrecortado que recuerda los sollozos de una persona sumida en la desesperación. Teruá, tres sonidos cortos, se asemejan a un llanto más controlado, menos profundo. Finalmente Tequiá, un único sonido largo, representa a la persona que supera la crisis habiendo encontrado una oportunidad de cambio y crecimiento.

En la casa Los dos días de Rosh Hashaná comienzan con sendas comidas familiares en la víspera. Ambas veladas son iguales, tanto en Israel como en la diáspora. Se comienza con el encendido de velas y Sheejeianu, brajot encontrarás en el apéndice. Desde el encendido rigen las mismas prohibiciones de Shabat, salvo que está permitido cocinar para la festividad y prender fuego. Las cenas se caracterizan por la total ausencia de alimentos amargos, ácidos o picantes. Se trata de comer todo lo que se pueda, dulce y/o redondo. Esto es para invocar por un año dulce y completo, aludiendo a lo cíclico del tiempo. Las jalot, que en Shabat son trenzadas, en Rosh Hashaná son redondas y dulces. Al hacer la brajá les echamos miel en vez de sal. Los ashkenazim comemos bolitas de masa en la sopa y guefilte fish redondo. Los sefaradim comen tortillas, pasteles, etc. de esta forma. Sobre la mesa hay una cabeza de pescado y una fuente de manzanas con miel. Antes de comenzar la comida el dueño de casa toma la cabeza de pescado y dice: "She nihie tamid le rosh velo lezanav", Que seamos siempre cabeza, y no cola. Luego se toma un trozo de manzana con miel, y antes de comerla se dice: "Iehí ratzón milefaneja, Adonai Eloheinu ve Elohei avoteinu, shetejadesh aleinu shaná tová umetuká", Sea Tu voluntad, Dios nuestro y Dios de nuestros padres, renovar para nosotros un año bueno y dulce. Para mayor comodidad encontrarás estas brajot también en el apéndice.

ASERET IEMEI TESHUVÁ: LOS DIEZ DÍAS DEL RETORNO. Son los días que median entre Rosh Hashaná y Iom Kipur, en los que simbólicamente Dios revisa nuestro comportamiento durante el año. El Shabat comprendido en este período es Shabat Shuvá, el Shabat del retorno. Durante estos diez días se acentúa la necesidad de aplicar los tres recursos que tenemos a nuestra disposición para mejorar el veredicto del juicio: Tefilá, Teshuvá y Tzedaká. Estos representan los tres niveles de relación que debemos evaluar y mejorar. Tefilá, es la plegaria, e implica analizar nuestra relación con Dios. También se interpreta como analizar nuestro pensamiento, nuestras creencias y convicciones. Teshuvá, arrepentimiento o retorno, nos obliga a repasar la relación con nosotros mismos, a evaluar nuestras palabras, y ver si son coherentes con nuestras creencias y nuestro pensamiento.

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Tzedaká, hacer justicia con nuestros semejantes, implica revisar nuestras relaciones con los demás, los cercanos y los lejanos. También es observar nuestras acciones, para que no contradigan lo que pensamos y lo que sale de nuestra boca. Tefilá, Teshuvá y Tzedaká. Relación con Dios, con uno mismo y con los demás. Lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Si logramos mejorar en todos esos niveles, seguramente alcanzaremos un grado de felicidad más acorde a lo que esperamos de la vida. QUÉ HACEMOS Durante estos diez días nos saludamos diciendo Gmar jatimá tová, que termines con una buena firma (en el Libro de la Vida). Es tiempo propicio para encontrarse con amigos y seres queridos a evaluar nuestras relaciones, aclarar cuentas pendientes, perdonar y pedir perdón. Para llegar espiritualmente preparados para el siguiente hito de este mes de Elul:

IOM KIPUR: EL DÍA DE LA EXPIACIÓN El día más sagrado del año, dedicado al ayuno y la meditación, se extiende durante más de 24 horas el 10 de Tishrei. Es el día en que se firma el veredicto del Juicio iniciado en Rosh Hashaná, y como tal es una jornada consagrada enteramente a la reflexión, donde no hay lugar para ninguna actividad mundana, ni siquiera comer o beber. El clima generado por el ayuno y la plegaria es propicio para el auto examen, y la sensación de estar todos juntos, orando en comunidad, es más poderosa de lo que se puede expresar en palabras. A diferencia de las otras festividades bíblicas, Iom Kipur tiene un solo nombre, aunque se lo puede encontrar también en plural, como Iom Ha Kipurim, día de las expiaciones.

El perdón La existencia de un día del perdón hace surgir una serie de preguntas. ¿La instancia de perdonar está confinada a un solo día en el año? Perdonar, ¿es un deber o una opción? ¿Qué cosas se deben o pueden perdonar y qué cosas no? ¿Hay una sola clase de perdón, kipur, o existen distintos perdones, kipurim? El perdón es la llave para superar situaciones de conflicto, para dar vuelta la página y poder avanzar en las relaciones humanas, haciéndolas más estables y duraderas. Sin la capacidad de perdonar, la eventualidad del error se convierte en una amenaza agobiante e imposible de tolerar. La Torá nunca ordena lo natural, ni prohibe lo imposible. Ninguna ley nos ordena respirar: sería superflua. Ninguna nos prohibe flotar en el aire: jamás lo haríamos. Por eso, la existencia de un Día del Perdón es un recordatorio de que perdonar no es natural, que debemos hacer un esfuerzo para superar el falso orgullo y ser capaces de pedir y otorgar el perdón.

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La situación ideal es la de saldar las cuentas inmediatamente, de modo de no acumular rencores. En ese sentido, cada día debería ser un Iom Kipur, un Día del Perdón. Pero debido a nuestra debilidad humana, vamos acumulando resentimientos que persisten hasta el punto de arruinar relaciones sin que recordemos siquiera el origen del conflicto. Iom Kipur nos impone la obligación de revisar estas relaciones desgastadas por el rencor, saneándolas a través del perdón.

El perdón de Dios no es automático. El Talmud nos indica que hay dos clases de errores: los que comete el hombre contra Dios y los que afectan a otro ser humano. Dios perdona los errores cometidos contra Él, en caso de que el arrepentimiento sea sincero. Pero este requisito no es suficiente para perdonar los errores cometidos contra el prójimo. En ese caso, es necesario, primero, que el conflicto sea resuelto aquí en la Tierra. No basta con arrepentirnos en nuestro fuero interno. Debemos ser perdonados por la persona que ofendimos. Sólo entonces seremos perdonados por Dios. Otro tipo de error que es perdonado por Dios sólo después de haberlo arreglado aquí y ahora es aquél que exige que nos perdonemos a nosotros mismos. Al respecto dice Pirkei Avot (II:18): No seas malo contigo mismo.

IOM KIPUR: QUÉ HACEMOS. Comienza el ayuno en la tarde del 9 de Tishrei, después de una seudá hamafseket, una comida de corte obligatoria y abundante (está prohibido alargar el ayuno más de lo necesario). Antes de partir a la sinagoga se hace el encendido de las velas y Sheejeianu, cuyos textos se hallan en el apéndice. Vestidos con sencillez, preferentemente de blanco y sin artículos de cuero, vamos a la sinagoga, donde nos espera la cadenciosa melodía del Kol Nidre, que nos introduce a esta singular jornada.

¿Por qué no usamos cuero? La prohibición de usar cuero tiene varios fundamentos. Podríamos comenzar diciendo que Iom Kipur es simbólicamente, el día en que nos presentamos ante el Juez para escuchar nuestro veredicto. Siendo así, nadie se sometería a semejante trance ostentando vestimenta lujosa, y se considera que el cuero sí lo es. Por otra parte, nuestra indumentaria, además de ser sencilla, debe ser ecológica. En ese día intentamos elevarnos hasta el punto de ser casi como ángeles: no comemos, no bebemos, no hacemos nada lesivo para la naturaleza. Un artículo de cuero significó la muerte de un animal, y su uso sería contradictorio con el espíritu de Iom Kipur. Finalmente, el uso de zapatos de lona agrega un elemento de incomodidad, que se suma a la indicación bíblica de "afligiréis vuestras almas" ( Lev. 23:32 ). 59

Los servicios de Iom Kipur La jornada transcurre casi en su totalidad en la sinagoga. Las plegarias, caracterizadas por su melodía tradicional, incluyen textos de gran significación y muchos piutim, composiciones poéticas que nos hablan del arrepentimiento y de la bondad de Dios. El Majzor, libro que contiene las tefilot de Rosh Hashaná y de Iom Kipur, se nos presenta como un manantial donde podemos nutrir nuestras almas, mientras nuestros cuerpos son privados de alimento. Los servicios religiosos son cinco: en la víspera, Arvit con la plegaria de Kol Nidre; en la mañana Shajarit y Musaf; y en la tarde Minjá y Neilá. La característica principal de todos ellos son los viduim, confesiones públicas, expresadas en plural para marcar el carácter solidario y corresponsable de la conducta humana.

Kol Nidre Esta plegaria, que da nombre a la velada, tiene más importancia por el valor afectivo de su melodía que por el sentido de sus palabras. Éstas, escritas en arameo, declaran nulos los votos religiosos que pudiéramos contraer durante el año entrante. El texto, de especial relevancia para los judíos secretos durante la inquisición española, debería hacernos pensar en el valor de la palabra pronunciada.

La mañana La lectura de la Torá en Shajarit trata del servicio en el Templo, mientras que la haftará pertenece a Isaías (57:14 - 58:14) y denuncia a aquéllos que realizan rituales mecánicos, siendo que Dios desea la piedad y la justicia. El texto es claro e impactante: "Ayunáis entre riñas y pleitos... pero éste es el ayuno que habrá de agradarMe: soltar las ligaduras de la maldad, liberar a los oprimidos... partir tu pan con el hambriento, acoger a los que no tienen hogar, vestir a los desposeídos..." Inmediatamente después de la lectura de la Torá se recita Izcor, la oración de recuerdo por los difuntos.

La tarde Aunque podría no haber interrupción entre Musaf y Minjá, en muchas sinagogas se hace un pequeño descanso entre ambos servicios, en el que se suele estudiar SeferIoná.El servicio de Minjá de Iom Kipur es el único del año en el que se lee Haftará. La lectura de la Torá trata de las relaciones sexuales prohibidas, mientras que de los profetas se lee el

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libro de Ioná. La historia de Ioná nos enseña que Dios se apiada de todos los que se arrepienten con sinceridad, y que Su poder abarca a toda la humanidad. El día termina, al anochecer, con el esperado servicio de Neilá, en el cual sentimos que se cierran las puertas de los cielos. La melodía tradicional genera un clima de optimismo ante la certeza de estar entrando a un año de paz y felicidad. Terminado Iom Kipur se acostumbra a clavar el primer clavo de la sucá, uniendo así ambas festividades. El ayuno se corta con una comida festiva.

SUCOT Apenas cinco días después de Iom Kipur llega la última de las tres fiestas de peregrinaje: Sucot. Sucot es una fiesta semanal que comienza el 15 de Tishrei y dura siete días en Israel. El séptimo día recibe el nombre de Hoshaná Rabá, ya que en él se hacen siete procesiones dentro de la sinagoga, llamadas Hoshanot. El octavo día es una festividad independiente llamada Sheminí Hatzeret. En Israel, Sheminí Hatzeret coincide con Simjat Torá, festividad que en la diáspora ocupa el noveno y último día de este período.

Sucot: generalidades Sucot es una fiesta llena de símbolos. El principal, que da nombre a la festividad, es precisamente la sucá, cabaña en la que debemos habitar durante toda esta semana. Junto con esto, existen otros dos elementos característicos: el lulav, conjunto de cuatro símbolos que se utiliza durante la liturgia, y los ushpizin, invitados simbólicos que nos acompañan durante la semana festiva. En los próximos párrafos hablaremos extensamente sobre la sucá. Ahora nos dedicaremos a las cuatro especies y los ushpizin.

Las cuatro especies (Arbaat Haminim) Se trata de un conjunto de cuatro especies características de la festividad. Éstas son Lulav, Hadás, Aravá y Etrog. El Lulav es una hoja de palmera datilera y da nombre a todo el conjunto. El Hadás está formado por tres ramas de mirto o arrayán. Aravá, son dos ramas de sauce llorón. Etrog, finalmente, es un fruto cítrico parecido al limón. Hay distintas interpretaciones acerca del simbolismo de estas cuatro especies. Según la más conocida, el Lulav no tiene aroma alguno pero su fruto es dulce, representando a aquellas personas que no saben Torá, pero aun así tienen una conducta ética. El Hadás tiene hojas aromáticas, pero sin sabor. Representa a la gente que sabe Torá, pero no se comporta de acuerdo a la ética que ésta ordena. Aravá no tiene sabor ni aroma, y representa a aquéllos que no conocen la ley ni viven de acuerdo a ella. Por último, el Etrog con su aroma delicado y su sabor nos recuerda a las personas que saben Torá y dirigen su vida de acuerdo con los valores éticos que ella propone. Las cuatro especies se bendicen juntas,

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simbolizando la importancia de que todo el pueblo de Israel se mantenga unido, a pesar de las diferencias, en toda la gama de su diversidad. Otra interpretación de las cuatro especies Las cuatro especies de Sucot representan también las distintas partes del ser humano. El Lulav, alto y erguido, es la columna vertebral. El Etrog, con su forma de limón, el corazón. El Hadás, con sus hojas pequeñas y ovaladas, los ojos, y el Aravá, de hojas alargadas, la boca. El simbolismo de bendecirlos todos juntos nos recuerda la necesidad de ser íntegros mostrando coherencia entre lo que nuestra boca dice, y lo que nuestro corazón siente; actuando de acuerdo con lo que ven nuestros ojos y sirviendo a Dios erguidos y con dignidad.

Los ushpizin Son invitados simbólicos que nos visitan durante cada día de la festividad. Aunque tradicionalmente son siete personajes masculinos, las corrientes más adaptativas del judaísmo incorporan también su contrapartes femeninas. Así, los ushpizin son, desde el primer día hasta el séptimo: Abraham, Isaac, Iaacov, Iosef, Moshé, Aarón y David; Sara, Rivká, Rajel, Lea, Miriam, Abigail y Ester. Cada día, sentados en la sucá, estudiamos sus vidas y sus enseñanzas, haciéndolos presentes en nuestra celebración de Sucot. LOS CUATRO NOMBRES DE SUCOT Al igual que otras festividades bíblicas, Sucot tiene cuatro nombres: 1) Jag Ha Sucot (Lev.23:34; Deut.16:13-16,17); 2) Jag Haasif (Ex. 23:16 y 34:22); 3) Zman Simjateinu (Deut. 16: 14, 15); 4) Jag (Num 29:12) Intentaremos analizar cada uno, para extraer su enseñanza y su mensaje.

El primer hombre: Jag Ha Sucot Es el nombre más difundido de la festividad, literalmente fiesta de las cabañas. El significado original es histórico, ya que recuerda que los hijos de Israel habitaron en cabañas durante su estadía en el desierto, en su trayecto desde Egipto a la Tierra Prometida. (A diferencia de las otras fiestas de peregrinaje, la referencia histórica no remite a una fecha específica sino a un período amplio). La mitzvá central de esta festividad, que es vivir (o al menos comer) en cabañas durante toda su duración, está relacionada con este hecho. En la sección Qué hacemos, veremos la forma de construir una sucá. Aquí nos dedicaremos a los significados y mensajes de la sucá en nuestros días.

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La sucá: valorar lo que tenemos Una de las características inherentes de la sucá es su fragilidad. Sus materiales y la forma en que está construida, hacen de la sucá una estructura frágil e inestable. La experiencia de abandonar, aunque sea temporalmente, la seguridad de nuestras casas para habitar cabañas tan precarias nos impele a valorar las bendiciones que recibimos, materiales o espirituales, intentando vencer esa tendencia tan humana a dar por obvio lo que poseemos, y sólo valorar lo que hemos perdido. Así, Jag Ha Sucot se convierte en una enseñanza para valorar las pequeñas y grandes cosas de la vida.

El techo de la Sucá Otro mensaje de Sucot nos lo brinda el sjaj, la techumbre de la sucá. Como veremos en la próxima sección, para que una sucá sea válida, el techo debe construirse de tal manera que desde el interior se pueda ver el cielo. El mensaje es claro: habitando nuestra precaria cabaña, abandonando la seguridad de nuestros techos de materiales sólidos, nos percatamos de cuál es la verdadera fuente de protección y seguridad, que no está en los ladrillos ni en las ramas de pino, sino en el cielo que se deja ver a través del sjaj de la sucá.

El segundo nombre: Jag Ha Asif La fiesta de la cosecha, marca el momento en que se termina de almacenar el grano, finalizando así el ciclo anual de las faenas del campo. Se trata del significado agrícola, presente en las tres fiestas de peregrinaje, que marca la estrecha relación del pueblo judío con su tierra. Es obvio que el momento merece un festejo especial: la sensación de abundancia, la satisfacción por la misión cumplida, deben ser expresadas a través de un festejo popular. Pero esta fiesta, que uno esperaría que se celebrase con grandes cantidades de comida y bebida, y quizás con algo de derroche, dada la riqueza de los graneros repletos, es festejada de una manera singular: abandonando la opulencia para habitar sucot. En el momento de mayor prosperidad del año, vivimos de la manera más humilde. Y es que el riesgo de la abundancia es el olvido: olvidar a Quien es fuente de toda abundancia y olvidar a aquéllos que no gozan de nuestros privilegios. Al vivir en la sucá, tomamos conciencia de que sólo Dios nos provee nuestro bienestar, y de la importancia de ser solidarios con los más necesitados. Humildad y solidaridad son, pues, los principales mensajes de Jag Ha Asif.

Jag Ha Asif y Iom Kipur El mensaje de la humildad está reforzado en la festividad por otro factor importante: su proximidad con Iom Kipur. Cada año, cuando agotados tras la "maratón espiritual" del Día del Perdón debemos juntar otro poco más de fuerza para Sucot, nos preguntamos por qué 63

hay sólo cinco días entre ambas fechas. La respuesta está relacionada con la humildad de Jag Ha Asif. Así como el final del ciclo agrícola provee la mayor prosperidad económica, el final de Iom Kipur nos brinda una sensación de gran riqueza espiritual. Completamos un día de ayuno, culminación de más de un mes de meditación y auto examen. Nos sentimos más limpios que nunca, con todas nuestras deudas saldadas, nuestras promesas recién expresadas y el convencimiento de que hemos de cumplirlas. Necesitamos a Jag Ha Asif para que nos devuelva la humildad. Nuestras promesas necesitan que las trabajemos duramente, conociendo nuestras debilidades e imperfecciones. Cuando te creas un triunfador, vuelve a la sucá. Recarga tu alma de humildad, y solo así podrás seguir avanzando.

El tercer nombre: Zman Simjatenu Tiempo de nuestra alegría. Este tercer nombre de la festividad se basa en la mitzvá más importante que debe cumplirse en esta fecha: "Vesamajta bejagueja, veahita aj saméaj", te alegrarás en tu fiesta y estarás solamente feliz. El Talmud explicita que la mitzvá que obliga a vivir en la sucá durante toda la festividad tiene vigencia siempre que, por razones climáticas u otras, no se convierta en una molestia. Es singular que se trata de la única mitzvá cuyo cumplimiento está supeditado a esta condición: si te incomoda ir temprano a la sinagoga en la mañana, o respetar el Shabat, debes hacer el esfuerzo por cumplir con tu obligación. ¿Por qué, entonces, puedes dormir en tu casa si encuentras peligroso o molesto dormir a la intemperie en la sucá? Esto es así porque la mitzvá que prevalece sobre todas las de este jag, es la de estar alegres. Por lo tanto, si sentirnos bien y habitar en la sucá se contraponen, debemos priorizar nuestro bienestar. Zman simjateinu, tiempo de nuestra alegría, nos impone el estar bien domo la mitzvá esencial de esta festividad.

La felicidad como obligación Este singular precepto nos ordena algo que parece no depender de nosotros. La felicidad y la alegría son estados de ánimo que no siempre podemos manejar, al estar condicionados a factores externos más allá de nuestro control. Resulta extraño pues, que estén sujetos a un precepto de cumplimiento obligatorio. Quizás el objetivo de la mitzvá sea justamente desmentir esta creencia: cierto que no podemos controlar toda nuestra realidad. Pero sí estamos obligados a gobernar nuestro mundo interior. Ser felices es una orden. No debemos permitir que los factores externos nos dicten el estado de nuestra alma. Ser feliz debe ser una determinación que surja de nosotros, independientemente de la realidad que nos toca vivir. Es más, la verdadera felicidad no está en la ausencia de crisis, sino en la capacidad de superar con integridad las crisis que la vida nos presente. Si buscamos el lado positivo de las cosas, si encaramos los problemas con una sonrisa, si

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capitalizamos las experiencias negativas para que nos sirvan de enseñanza para el futuro, si tomamos conciencia de que nada ni nadie puede impedirnos ser felices, estamos en condiciones de ofrecer nuestra alegría como ofrenda a Dios, agradeciendo por todo, valorando todo con humildad, y con más fuerza para luchar por nuestros objetivos.

El cuarto nombre: Jag Jag significa fiesta. Todas nuestras celebraciones comienzan con esta palabra, unida a un significado específico: Jag Ha Pésaj, Jag Hashavuot, etc. Y aunque parecería que nuestros sabios olvidaron expresar el propósito de este cuarto nombre, Jag a secas no puede ser un olvido. Nada en el judaísmo es casual. Todo tiene sentido. Y podríamos pensar que la sencillez extrema de este nombre es, en sí misma, su mensaje: no esperes grandes acontecimientos para festejar; no esperes la cosecha, ni la primavera ni el otoño. La vida, de por sí, es motivo de festejo. Las pequeñas cosas que a veces damos por obvias, no lo son. No des nada por sentado, agradece y festeja por todas aquellas cosas que no son tan grandilocuentes como para ritualizar una celebración. Jag. Jag de la sonrisa, Jag de una mano amiga, Jag de abrir los ojos en la mañana. Simplemente, Jag.

SUCOT: QUÉ HACEMOS Como hemos visto, el elemento más característico de la festividad es la sucá, cabaña precaria con techo de ramas, que construimos en recuerdo de las cabañas que habitaron los judíos en su paso por el desierto.

La sucá La sucá debe cumplir ciertos requisitos para su validez. Como regla general, debe tener al menos tres paredes endebles, que pueden ser de ramas, tela, madera, etc. (No pueden aprovecharse paredes preexistentes). Su techo, en hebreo sjaj, debe construirse con algún elemento que haya crecido de la tierra y haya sido cortado (ramas de pino, palmera o bambú, juncos, etc.). No sirve un árbol que dé sombra, ni un techo plástico o de tela. El sjaj debe permitir la vista de las estrellas en la noche, y el paso de la lluvia, pero debe proyectar más sombra que sol. La sucá se suele decorar con guirnaldas, frutas, cartisei brajá (no olvidemos que han pasado apenas 5 días desde Iom Kipur), y se le puede poner alfombra, cortinas y todos los adornos que se desee. Como ya dijimos, la mitzvá obliga a vivir en la sucá durante toda la festividad, siempre que no resulte una molestia. Lo que es casi siempre factible, y es válido para cumplir con la mitzvá, es comer en la sucá durante esos días. Esto brinda una sensación real de fiesta compartida. Cada vez que nos sentamos dentro de la sucá corresponde agradecer a Dios por la posibilidad de santificarnos a través de sus preceptos. La brajá la encontrarás en el apéndice. La primera vez en el año que lo hacemos, también decimos Sheejeianu, agradeciendo por la vida y por sus momentos significativos.

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Arbaat Haminim Las tres especies que explicamos anteriormente son bendecidas durante todos los días de jol hamoed. Las tres especies verdes se colocan juntas en un soporte de mimbre, y se sostienen con la mano izquierda durante la bendición, mientras que el Etrog se sostiene con la mano derecha. Uniendo las manos, se pronuncia la bendición correspondiente, que hallarás en el apéndice, y se sacuden en dirección a los cuatro puntos cardinales, arriba, abajo y hacia uno mismo, indicando así, con estas siete dimensiones, la amplitud de la protección divina. La primera vez que se bendicen, se dice Sheejeianu.

Los ushpizin Nuestros invitados especiales ocupan su lugar dentro de la sucá. Cada día dejamos una silla vacía en nuestra sucá para ellos. Como explicábamos antes, al recibir simbólicamente a nuestros ushpizin estudiamos aspectos de sus vidas, tratando de encontrar los mensajes que ellos puedan brindarnos cada año, en nuestra celebración de Sucot.

Hoshaná Rabá Es el último día de jol hamoed, el séptimo de la festividad. Se trata de un día laboral en el que lo diferente está dado en la liturgia, siendo el elemento característico las siete vueltas o akafot que se dan en la sinagoga portando sifrei Torá y las cuatro especies, al son de la plegaria "hoshaná", sálvanos. Otra práctica de este día está relacionada con los primeros pedidos por lluvia, que se hacen sacudiendo ramas de sauce durante el servicio. Según la tradición, éste es el último día para la expiación de nuestros errores, cerrándose definitivamente el juicio iniciado en Rosh Hashaná. Es por eso que la liturgia es parecida a la de los Iamim Noraim. Hoshaná Rabá es el último día que se envían cartisei brajá y se desea "jatimá tová", una buena firma en el libro de la vida.

SHEMINÍ ATZERET El octavo día de Sucot es considerado una festividad independiente: Sheminí Atzeret, Octavo día de Asamblea. En Israel dura un día, que coincide con Simjat Torá. En la diáspora dura dos días, siendo Simjat Torá el segundo de ellos. La ordenanza de esta festividad está en la Torá: "En el octavo día tendréis solemne asamblea. Ningún trabajo haréis" (Núm.29:35) Sheminí Atzeret tiene un gran paralelismo con Shavuot, festividad que también recibe el nombre de Atzeret. Shavuot no tiene fecha independiente sino relacionada con Pésaj, cerrando el ciclo iniciado en dicha festividad, mientras que Sheminí Atzeret tiene su fecha relacionada con Sucot, cerrando el ciclo iniciado por esa fiesta (Atzeret significa, 66

justamente, interrupción). De hecho, hay un midrash que dice que Sheminí Atzeret debía haberse celebrado cincuenta días después de Sucot, pero como hubiera caído en plena época de lluvias, Dios la adelantó al día siguiente de la festividad de las cabañas. Hay más paralelismos: ambas carecen de rituales específicos, y ambas tienen en la Torá sólo significados agrícolas y sacrificios en el Templo, recibiendo sus contenidos históricos y valóricos en la época del Talmud, relacionados ambos con la Torá (Shavuot adquiere el significado de la entrega en el monte Sinaí , y Sheminí Atzeret el fin e inmediato reinicio de la lectura del Texto sagrado). El sentido ritual de Sheminí Atzeret está dado básicamente por Tefilat ha Gueshem, la plegaria por la lluvia. Al iniciarse el invierno en el hemisferio norte, pedimos por una temporada con lluvias que sean para bendición y para la vida. En el momento del año en el cual la naturaleza "muere" ante el otoño y el inicio del invierno, centralizamos nuestras plegarias en la vida, simbolizada por el agua. Además, en la mañana de Sheminí Atzeret se recita Izcor.

Simjat Torá Aunque ritualmente se la considera el segundo día de Sheminí Atzeret (en la Amidá decimos Hasheminí jag ha Atzeret) Simjat Torá tiene su personalidad propia, sea festejada el mismo día o al día siguiente. Su significado es, como el nombre lo indica, la alegría por la Torá. La alegría por completar el ciclo de lectura e iniciarlo nuevamente. La alegría por poseer un Texto amado que nos brinda incansablemente sus mensajes éticos para una vida significativa. Como explicáramos en el Capítulo II, la Torá es leída en su totalidad cada año (Aun en las comunidades que siquen el ciclo trienal, cada año se comienza en la primera parashá y se termina en la última). Cada semana se lee una porción, de modo que todos puedan tener acceso a su estudio. Para no interrumpir nunca la lectura, ésta se inicia inmediatamente después de su finalización. Así, la última parashá de la Torá, Vezot Habrajá, que relata la muerte de Moshé, se lee en la mañana de Simjat Torá. Acto seguido se toma otro Séfer (rollo de la Torá), de donde se lee la primera parte de Bereshit, la creación del mundo. La parashá Bereshit completa se leerá en el Shabat siguiente.

La lectura de la Torá: un ciclo infinito Lo que llama la atención es lo reiterativo de la lectura de la Torá. ¿Cuántas veces se puede leer un mismo libro? ¿Cuántas veces podemos ver una misma película? En el mundo en que vivimos, donde todo sucede tan rápido, donde las cosas pasan de moda antes de que alcancemos a adquirirlas y donde la obsolescencia nos pisa los talones, resulta extraño leer y releer un mismo texto. Quizás esta práctica demuestre más que ninguna otra cosa la trascendencia que tiene la Torá para el pueblo judío. La Torá es un libro que refleja lo que es la vida: año tras año leemos las mismas palabras, y sin embargo no son las mismas. Las 67

interpretaciones y enseñanzas que podemos sacar de las mismas páginas nunca son idénticas, ya que, como dijimos al principio de este capítulo, cada año las necesidades existenciales son diferentes. Aquéllos que tienen la dicha de pertenecer a un grupo de estudio de Torá saben que cada año el estudio se intensifica y se profundiza. Cada año surgen nuevas interpretaciones, nuevos alcances de los mismos textos. Cada año la Torá nos acompaña en nuestro crecimiento personal, brindando su luz para guiarnos en el camino.

SIMJAT TORÁ: QUÉ HACEMOS El signo de esta festividad es la alegría. Durante el servicio de la noche se sacan todos los Sifrei Torá y se realizan siete hakafot alrededor de la sinagoga. En cada una de ellas, luego de las plegarias de Atá oreita ladaat, cuyo estribillo es Oshía na (sálvanos) la congregación baila en torno a los rollos de la Torá. Aunque no hay obligación legal, ya que halájicamente sólo se lee Torá durante el día, es costumbre leer el final y el inicio de la Torá en este servicio. En cada hakafá se cambian los portadores de los rollos de modo que todos puedan tener este honor. La alegría y los bailes son intensos. El servicio de la mañana incluye, después del Halel, las siete hakafot en las que se baila igual que durante la víspera. Al finalizar los bailes quedan afuera tres Sifrei Torá: de uno se leerá la última porción, de otro la primera, y del otro el maftir especial de la festividad. El honor de terminar la lectura se le da a un miembro adulto de la comunidad que lo merezca por su trabajo durante el año. Éste recibe el nombre de Jatán Torá, novio de la Torá. Para iniciar el Génesis se llama a un joven meritorio, quien recibe la denominación de Jatán Bereshit, el novio de Bereshit. En ambos casos se coloca un talit sobre ellos durante la lectura, a modo de jupá. Durante la lectura del Génesis se repite, al finalizar cada día de la creación, la frase "Y fue la tarde y fue la mañana...". La consagración del Shabat el séptimo día es cantada también por la concurrencia. Es costumbre que todos los participantes en el servicio reciban una aliá, y para ello se suele hacer aliot colectivas. Los niños también suben a la Torá (la única vez en el año) en lo que se llama Kol Hanearim, todos los jóvenes. Una costumbre es que durante el servicio de Musaf, luego de la lectura de la Torá, los congregantes molesten al jazán cantando otras melodías u otros ritmos, salpicándolo con agua cuando recita la plegaria por la lluvia, amarrándole los tzitzit,o cualquier otra "maldad" que pudiera ocurrírseles. Es un día esperado todo el año por los niños y los no tan niños.

El final de Tishrei Llegamos así al final del ciclo de la responsabilidad. Éste comenzó con la solemnidad festiva de Rosh Hashaná, continuó con el temor reverente de Iom Kipur y culminó con la alegría desbordante de Sucot, Sheminí Atzeret y Simjat Torá. De la seriedad del análisis y la introspección pasamos a la felicidad de reiniciar un ciclo vital con intenciones puras y 68

renovadas. El ánimo es optimista. Un nuevo año comienza con su tarea por realizar.

JANUCÁ Después del agitado mes de Tishrei, y tras la calma del mes de Jeshván (llamado también Marjeshván, el amargo Jeshván debido a que no tiene ningún día especial) llega Kislev con la hermosa festividad de Janucá. Janucá, la fiesta de las luminarias, trae ocho días de alegría y luz, con mensajes que abarcan el sionismo, la lucha contra la asimilación y el milagro de la supervivencia judía, entre muchos otros.

Janucá: Su origen Janucá es una festividad moderna, ya que data de hace apenas 2.000 años. Los hechos que recordamos ocurrieron en el año 167 a.e.c, cuando Matitiahu, sacerdote jasmoneo, inició la revuelta contra Antiocus IV, enfrentando así el poder político de los greco-sirios sobre Judea y la helenización impulsada por aquéllos, con el apoyo de grupos de judíos asimilados. La revuelta, liderada finalmente por un hijo de Matitiahu llamado Yehuda Macabi, culminó tras dos años de lucha desigual, con la victoria de los pocos y débiles contra los muchos y fuertes y la rededicación del Templo de Jerusalem, que había sido profanado con ritos paganos. Unos 400 años después de estos hechos, los sabios del Talmud incorporaron el milagro del aceite, desligando a la festividad de las vicisitudes históricas y dándole así a sus mensajes una trascendencia eterna.

El milagro del aceite Leemos en el Talmud, (Shabat 21 B): "El 25 de Kislev comienzan los días de Janucá. Son ocho días en los que está prohibido afligirse y ayunar. Cuando los griegos entraron al Templo profanaron todo el aceite almacenado allí. Luego que los Jasmoneos establecieron su poderío, buscaron y encontraron sólo una vasija de aceite con el sello del Sumo Sacerdote intacto. Pero había aceite suficiente para un solo día. Ocurrió un milagro y el aceite duró ocho días (tiempo suficiente para fabricar aceite nuevo y así mantener encendido el fuego eterno de la Menorá) Al año siguiente señalaron esos días como festivos, con (el recitado de) Halel y con agradecimiento". Es por este milagro que encendemos nuestras janukiot cada noche, durante los ocho días de Janucá.

Janucá: los mensajes Dos son los nombres de esta festividad: Janucá (inauguración) y Jag Ha Urim (fiesta de las luces). Cada uno de estos nombres encierra hermosos mensajes, los cuales veremos a continuación. 69

El primer nombre: Janucá Este nombre se refiere a Janucat Hamizbeaj, la inauguración del Templo. Tras la profanación a manos de los helenistas, fue necesario limpiar, purificar y rededicar el Templo al servicio de Dios. Asimismo, a veces sentimos nuestras almas profanadas por malos hábitos, sentimientos mezquinos, valores desvirtuados. Se impone, entonces, una limpieza interior, una purificación sincera y profunda, que nos conduzca a rededicarnos al servicio de Dios, a través de buenas acciones, que eleven nuestra espiritualidad y la de nuestro medio.

Janucá: la lucha macabea Otro concepto asociado a Janucá tiene que ver con la lucha militar que condujo a la rededicación del Templo. Ante la realidad del Templo profanado y la opresión cultural, los judíos comprometidos con sus raíces decidieron iniciar la lucha, una guerra de guerrillas entre un grupo de campesinos desarmados y un ejército. La contienda desigual tenía una motivación especifica: la alternativa era la muerte cultural. La problemática de Janucá se repite en nuestros días. Una parte de nuestro pueblo se asimila por su propia voluntad y los que deseamos la continuidad debemos asumir la lucha. Pero esta vez no es una lucha militar, sino espiritual. Es la lucha por fortalecer nuestra identidad y nuestra práctica judías, reforzando nuestro compromiso con nuestro pueblo y sus tradiciones. De este modo, no sólo incrementaremos nuestra espiritualidad, sino que podremos contagiar a otros en este camino enriquecedor.

El segundo nombre: Jag Ha Urim La fiesta de las luces tiene relación con el milagro del aceite. Una de las preguntas más interesantes al respecto es acerca del milagro del primer día. Los Macabeos encontraron un solo cántaro de aceite no profanado, lo encendieron, y el aceite que debía durar un día duró ocho jornadas completas, hasta que el nuevo aceite estuvo listo para ser quemado. Cuando hablamos del milagro del aceite, entendemos que dicho milagro duró ocho días. Pero el primer día, era natural que el aceite ardiera. Habría que hablar de siete días de milagro, ya que recién el segundo día el aceite, que debía haberse consumido, continuó ardiendo. Entonces ¿cuál fue el milagro del primer día? La respuesta a esta pregunta es la que nos brinda el mensaje de Jag Ha Urim: el milagro verdadero es la capacidad humana de generar milagros. El milagro fue que encendieron el

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único cántaro, sin ninguna seguridad de que el aceite siguiera ardiendo. Los macabeos tomaron la iniciativa, prendiendo el fuego. Recién entonces, Dios pudo generar el milagro de la continuidad del fuego encendido. Ellos tomaron la iniciativa de comenzar la lucha, sin seguridad del resultado, y sólo entonces Dios pudo generar el milagro de la victoria de pocos contra muchos. Esto nos enseña que somos nosotros, los seres humanos, quienes debemos generar nuestros propios milagros. Luchando por nuestros ideales, aun sin saber si los alcanzaremos, Dios podrá ayudarnos con Sus milagros.

JANUCÁ: QUÉ HACEMOS Como hemos visto, los festejos de Janucá comienzan el 25 de Kislev y duran 8 días. Cada día se enciende una vela más en la janukiá (candelabro especial para la festividad, de ocho velas más una servidora), de modo que el primer día encendemos dos (una servidora y una por el primer día), el segundo dos por el día más la servidora, tres, y así hasta que el octavo día prendemos 8 velas más una. Las velas, o mechas en aceite, se colocan de derecha a izquierda y se encienden de izquierda a derecha, de modo que cada día se prende primero la vela que se acaba de agregar. Las bendiciones y detalles del encendido las hallarás en el apéndice. Cada noche es una fiesta, ya que se acompaña el encendido con canciones, intercambio de regalos, juegos tradicionales (sevivón o dreidl: pequeño trompo de cuatro caras), comidas típicas (frituras en recuerdo del milagro del aceite), etc. En el libro Una Invitación a Janucá, de esta colección, hallarás todo tipo de material sobre esta festividad, incluyendo cuentos, canciones, juegos, recetas de cocina, reflexiones, etc.

TU BISHVAT Esta festividad de origen talmúdico es el homenaje que la tradición judía ofrece a los árboles. Como su nombre lo indica, se celebra el día 15 del mes de Shvat (generalmente en febrero). Jag Ha Ilanot, la fiesta de los árboles, expresa nuestro respeto por la naturaleza, y en particular por las especies leñosas, que proveen madera, frutos y sombra a los seres humanos.

Jag Ha Ilanot, su mensaje Es interesante que, habiendo en nuestro calendario una fiesta de la primavera y dos festividades ligadas al ciclo agrícola, nuestros sabios hayan dedicado además un día especial a los árboles. Como nada en el judaísmo está de más, veamos qué enseñanzas pueden brindarnos los árboles que no hayamos obtenido de las fiestas agrícolas de la Torá. El árbol se diferencia de las hierbas en que éstas crecen, florecen, dan sus frutos y luego se 71

marchitan, dejando semillas que reiniciarán el ciclo; en cambio los árboles, después de dar sus semillas, quedan de pie, y en vez de morir, con el tiempo se fortalecen. El tronco se hace más firme pero los frutos se renuevan con la misma frescura del principio. Tomemos este mensaje de los árboles para nuestras vidas. Vivimos en una época donde prima el afán por ser jóvenes. Cirugía, dietas de hambre y sesiones agotadoras de gimnasia nos permiten soñar con la juventud eterna. Ser joven y bello es esencial. Envejecer es terrible, pues los viejos no sirven. Queremos parecer hierbas, verdes y lozanas cada año. Jag Hailanot nos dice que podemos ser árboles. Podemos madurar y envejecer sin perder nuestra condición humana. Esto implica, por un lado, respetar a los ancianos como fuente de experiencia y aprendizaje. Recordemos la cita de Levítico 19:32 "Habrás de levantarte ante tus ancianos". Por el otro lado, nos dice que debemos aceptar nuestro propio envejecimiento. La única alternativa a envejecer, es morir joven. Debemos, entonces, asumir el paso de los años renovando nuestras energías en cada una de las etapas por las que transitamos. Para seguir floreciendo cada año y así acompañar en presencia y ejemplo a las siguientes generaciones, permitiéndoles crecer y fortaleciéndonos junto a ellas.

TU BISHVAT: QUÉ HACEMOS Para festejar Tu Bishvat plantamos árboles y comemos sus frutos, sean frescos o secos. En la diáspora, además, podemos hacer donaciones al Keren Kayemet para que sean plantados a nuestro nombre en la tierra de Israel. JAG PURIM Dicen nuestros sabios que cuando comienza el mes de Adar, aumenta la alegría. Y es que Purim, la última festividad de nuestro ciclo, que festejamos el 14 de Adar, es una de las fiestas más alegres de nuestro calendario. La historia que da origen a la festividad pertenece al Tanaj, más precisamente a Ketuvim (Escritos). Al no estar en la Torá (cinco libros de Moshé) se la considera de origen rabínico. Su observancia se centra en la mitzvá de mikrá meguilá, leer la meguilá. Cada vez que el "malo" de la historia, Amán, es mencionado durante la lectura, la concurrencia hace ruido de modo que su nombre no sea escuchado. Esto forma parte de la orden divina de borrar el nombre de Amalek. Las otras mitzvot de Purim son mishloaj manot, enviar dulces a los amigos y matanot la evionim, regalos a los necesitados. Hay costumbres que hacen de Purim un festival de alegría: disfrazarse, hacer bailes y desfiles, comer oznei amán, y hasta beber un poco más de la cuenta. El día anterior a Purim, 13 de Adar, es Taanit Ester, día de ayuno menor en recuerdo del ayuno que hicieron los judíos por orden de Ester durante los eventos relatados por la Meguilá. De los ayunos menores, es el único que no está ordenado en el Tanaj. (Como vimos anteriormente, los otros figuran en Zacarías 8:19). Por este motivo, los Rabinos nunca fueron muy estrictos sobre su cumplimiento. En la actualidad sólo es observado en círculos extremadamente tradicionalistas.

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Purim: su historia La historia de Purim se encuentra en la Meguilá de Ester. Los hechos ocurren en Persia, en los tiempos del rey Asuero (Ajashverosh, en hebreo). Asuero, en estado de ebriedad, manda decapitar a su esposa Vashti, cuando ella se niega a bailar desnuda ante los amigos de su marido. Triste en su repentina soledad, el rey manda buscar a la mujer más bella del reino, para que sea su nueva esposa. La elección recae sobre Ester, una joven judía asimilada, cuyo nombre hebreo es Hadassa. Ella oculta su identidad para entrar al palacio real, aconsejada por Mordejai, su tío y protector. Éste rehusa arrodillarse ante Amán, el gran visir, por lo que aquél decide exterminar a todos los judíos. Ester entonces arriesga su vida presentándose ante su esposo, confiesa su identidad y logra que Amán y sus hijos sean ahorcados, Mordejai puesto a la cabeza del reino y los judíos salvados de la masacre.

Purim: la diáspora no es segura. Toda la descabellada historia de Purim está signada por la casualidad: que Vashti haya muerto repentinamente, que Ester haya sido tan hermosa, que Mordejai haya escuchado una conversación entre dos implicados en un complot real (otro elemento de la historia que le vale el ascenso a Visir) etc. Todo el desenlace de la historia está signada por la suerte (la palabra Purim significa suertes) desde los dados que arroja Amán para decidir el destino de los judíos, hasta que el rey estaba lo suficientemente sobrio para no decapitar a Ester y luego lo suficientemente ebrio para prometerle todo lo que quisiera, "hasta la mitad del reino". Y no es casual que la historia ocurra en la diáspora. Aquí entra el primero de los mensajes de la festividad. Fuera de Israel los judíos dependemos de la suerte: de la benevolencia del gobernador de turno, de la generosidad de la sociedad para con nosotros, en fin, de una serie de factores que difícilmente podemos manejar. El concepto de la suerte rigiendo el destino judío en la diáspora se ve reforzado si comparamos Purim con Janucá. Mientras en Purim, historia diaspórica, los judíos nos salvamos por suerte (es significativo el hecho de que el nombre de Dios no figura siquiera una vez en la Meguilá), en Janucá, historia israelí, la salvación nace por la lucha de los macabeos, que al tomar el destino en sus manos son premiados por Dios con el milagro. Purim es una advertencia clara y tristemente confirmada a lo largo de dos mil años de diáspora, llena de persecuciones, pogroms, discriminación y conversiones forzadas: el destino de los judíos en la diáspora está regido por el azar. El pueblo judío soberano en el Estado de Israel posee las herramientas para manejar su destino en sus propias manos, con la infaltable ayuda de Dios.

Purim: antisemitismo y valores

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Analicemos el medio social en que se desarrolla nuestra historia. Tenemos un rey con poder de vida o muerte sobre sus súbditos, quienes, a su vez, no dudan en decapitar a su reina ante una orden real. Tenemos un hombre que castiga la desobediencia de su esposa con la muerte "no sea que todas las esposas desobedezcan a sus maridos" (de la Meguilá) Un rey que no duda en ordenar el exterminio de un pueblo porque se lo pide su Visir, ni duda en perdonarlo si se lo pide una mujer hermosa. Y un pueblo que no dudaría en masacrar a otro si el decreto estuviera firmado como indica la ley. Tal como lo sugiere Arnold Eisen, el hecho de que surja un personaje como Amán en semejante medio social, en donde la vida humana vale menos que un vaso de vino, no es sorprendente. El antisemitismo es consecuencia lógica de una sociedad enferma. El Shabat anterior a Purim se llama Shabat Zajor. En él leemos un Maftir especial que dice: "Recuerda a Amalek, para que su nombre sea borrado de la faz de la Tierra". Debemos recordar a Amalek para que su nombre sea olvidado. Arnold Eisen intenta explicar esta aparente contradicción explicando que la contradicción no existe: "Borrar el nombre de Amalek significa trabajar para construir una sociedad tal que las ideas de Amán sean inconcebibles. Y comenzamos a hacerlo inmediatamente, con una de las mitzvot de Purim: matanot la evionim, ayudar a los necesitados. Así combatimos a Amán: él los hubiera abandonado." (The Jewish Holidays, M. Strassfeld) Si tenemos en mente este mensaje de Arnold Eisen, todas las mitzvot de Purim tienen que ver con el mismo concepto: la otra mitzvá, mishloaj manot, hacer regalos de cosas dulces a los amigos, es la otra cara de la misma moneda: no sólo debemos ser buenos con los necesitados, sino que también es importante ser agradables con nuestros amigos. Así, siendo generosos con todos los que nos rodean, construiremos una sociedad más armoniosa y más justa.

PURIM: QUÉ HACEMOS La fiesta de Purim es una de las celebraciones más alegres del año. Es un día en el que casi todo está permitido: se hacen bromas, la gente se disfraza, hasta se autoriza tomar vino "ad lo iadá", hasta no distinguir entre Amán el malvado y Mordejai el bueno. Las sinagogas se llenan de gente disfrazada que asiste a cumplir la mitzvá de escuchar la lectura de Meguilat Ester. En las sinagogas se suele entregar rashanim, matracas destinadas a hacer ruido para no escuchar la mención de Amán, y el clima es de algarabía general. En las comunidades se suele organizar bailes y concursos de disfraces, representaciones teatrales de la Meguilá, etc. La confección y entrega de mishloaj manot, que es otra de las mitzvot del día, se comienza a realizar con tiempo, dependiendo del número de regalos que uno desee hacer. Se acostumbra preparar canastos decorados con dulces y los bocados típicos, "oznei Amán", triángulos de masa dulce rellenos de pasta de amapolas o nueces. Finalmente, para cumplir la mitzvá de matanot la evionim, dar regalos a los necesitados, se puede recurrir a las comunidades o a cualquier sociedad de beneficencia, hospital, etc.

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Conclusión Hemos terminado así el ciclo anual de nuestras festividades. Un año donde no faltan días alegres, tristes o solemnes. Donde la consigna es vivir de "fiesta en fiesta", buscando perfeccionarnos como seres humanos, mejorar el mundo en que vivimos, y hallar el sentido de nuestra existencia.

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CAPITULO IV CICLO DE VIDA

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EL CICLO DE LA VIDA Entramos ahora al tercer gran ciclo del judaísmo: el de la vida. Se trata de un ciclo cósmico, que no se repite sino en los seres que vendrán, lo que le da un carácter de trascendencia que en los otros dos parece menos evidente. El ciclo del día se repite cada 24 horas. Si hoy no salió algo como yo quería, podré intentarlo mañana. Análogamente, el ciclo anual es también perfectible: si este año no disfruté de una festividad como hubiera deseado, el año próximo puedo tratar de mejorar mi experiencia. La vida no es cíclica en mí sino a través de la historia. Tomás, el médico checo de "La insoportable levedad del ser" de Milán Kundera, dice que la vida es como un borrador que uno nunca termina de corregir y pasar en limpio. Quizás sería más correcto decir que la vida es un trabajo que hay que intentar escribir lo más prolijo y con buena letra posible desde el principio, pensando bien cada palabra para tratar de enmendar el texto lo menos posible. Es válido enmendar el texto. De hecho, el judaísmo ofrece el concepto de Teshuvá, arrepentimiento, como la manera de mejorar nuestra vida. Y por supuesto, no todo lo que "escribamos" debe ser terriblemente serio: siempre debe haber lugar para la poesía, el humor, la ingenuidad, la alegría. Responsable no es sinónimo de aburrido. Lo que sí, fatalmente tendrás que entregar el trabajo como esté, en el momento en que te lo pidan, y nunca podrás pasarlo en limpio. Pensando la vida de esta manera, cada minuto debe ser vivido con intensidad. Pero hay ciertos momentos que son especialmente relevantes y que requieren una atención diferenciada. Son momentos bisagra, que implican cambios vitales importantes en los que es bueno recibir el apoyo de la comunidad. Estos momentos: nacimiento, pubertad, matrimonio y muerte, son acompañados por ritos de pasaje que ayudan a transitarlos con la sensación de que no estamos solos. La comunidad, nuestro marco de pertenencia, nos acompaña en la alegría, la inseguridad o el dolor.

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"No es bueno que el hombre esté sólo" (Génesis 2:18). Esto es tanto más válido en los momentos cruciales de la existencia. Veremos en este capítulo cómo encaran nuestras fuentes los momentos de cambio en la vida.

EL NACIMIENTO El nacimiento de un hijo constituye, sin lugar a dudas, uno de los momentos más trascendentes en la vida del ser humano. La inmensa felicidad viene acompañada de miles de interrogantes, expectativas, ansiedades. Muchas decisiones tomadas en ese momento, afectarán la vida del niño, y deben ser pensadas cuidadosamente. Una de esas decisiones es la elección del nombre.

Un nombre para tu hijo Al elegir el nombre de nuestros hijos estamos expresando algo. No se trata sólo de buscar alguno que nos guste. También estamos transmitiendo valores, mensajes, modelos de vida y lazos familiares. Podemos nombrarlo en honor a un ser querido (los ashkenazim lo hacen por parientes fallecidos, mientras que los sefaradim lo hacen también por parientes vivos); podemos elegir el nombre de algún personaje bíblico o de nuestra historia nacional (David, Déborah). Hay nombres que expresan una idea (Eitán: fuerte) o que tienen significado agradable (Orit: lucecita). En general, habría que tratar de que el nombre de nuestro hijo sea un mensaje que le transmitimos desde que nace para toda su vida. Un nombre hebreo a través del cual su identidad quede definida en todos los ámbitos en los que se mueva. Entre las diversas publicaciones disponibles, puedes recurrir a "Un nombre para tu hijo", editado por nuestra Comunidad.

Los rituales de nacimiento A continuación, veremos los ritos de Brit Milá (para los niños) y Simjat Habat (para las niñas). Éstos constituyen la exteriorización de los sentimientos de gratitud y el ruego por el bienestar de la criatura, expresados por sus padres, familiares y amigos. Pero hay algo más que eso. Mediante estas ceremonias, los padres realizan una transferencia ritual de su judaísmo. A través del Brit Milá o la Simjat Habat, los padres incorporan a su hijo o hija al Pacto de Abraham, materializando su decisión de que el niño se constituya en un eslabón más de la cadena milenaria del pueblo hebreo. Simultáneamente, ellos mismos, como adultos, reafirman su pertenencia al judaísmo y su compromiso con la continuidad, lo que se confirmará con la educación judía que entreguen al hijo durante su vida.

Brit Milá

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El Brit Milá, pacto de la circuncisión, es una mitzvá ordenada por Dios a Abraham (Génesis 17:10): "Éste es el pacto que hago con ustedes y que deberán cumplir también vuestros descendientes: todos los varones de entre ustedes deberán ser circuncidados". Leemos también, (Levítico 12:3): "En el octavo día de nacido será circuncidado el niño". De acuerdo a esto, los niños varones son circuncidados a los ocho días del nacimiento. Así, si el niño nació un lunes durante el día, el Brit Milá debe hacerse el lunes siguiente. Pero si nació el lunes en la noche se realiza el martes siguiente, puesto que al anochecer comienza un nuevo día hebreo. El Brit Milá puede realizarse en Shabat y aún en Yom Kipur. Nunca debe adelantarse y sólo puede postergarse por indicación médica. La mitzvá de la circuncisión corresponde al padre. Como normalmente éste no sabe hacerlo, delega la obligación en el Mohel, persona experta y ritualmente autorizada para realizarlo. Actualmente el Mohel suele ser también médico, lo que da aún más seguridad a la intervención.

Los participantes Para el Brit Milá se necesitan, además del Mohel, el niño y el padre, dos personas que reciben el honor de participar: el "Kvater", padrino, y el "Sandek", quien sostendrá al niño durante la ceremonia. Estos honores suelen otorgarse a algún pariente cercano, como abuelos o tíos, pero también pueden recibirlos amigos de la familia. En ambos casos debe tratarse, por supuesto, de judíos adultos (mayores de 13 años). El padrino y el Sandek pueden ser la misma persona, y, aunque tradicionalmente no participa en la ceremonia, la esposa del padrino es nombrada madrina. Para realizar la ceremonia, se requiere Minián, pero en caso de no poder reunirlo, el ritual se lleva a cabo y es igualmente válido. Es tradicional que las mujeres no estén presentes durante el Brit Milá, pero no existe ninguna legislación que lo prohiba. La ceremonia puede tener lugar en una casa, en la sinagoga o en una clínica, siempre que lo realice un Mohel, en el momento indicado y cumpliendo con el rito correspondiente. Al respecto conviene aclarar que la circuncisión realizada por un médico sin ritual y/o antes de los ocho días, vale sólo como Milá (circuncisión) pero no como Brit (pacto). Por lo tanto, carece de validez religiosa.

La ceremonia La madre (o la madrina) entrega el niño al padre, quien lo pone en brazos del Mohel. Éste coloca durante unos segundos al niño en un sillón especial llamado "silla de Eliahu". El profeta Elías será quien traerá al mundo la noticia de la llegada del Mesías. Así, poniendo al recién nacido en su sitial expresamos nuestra esperanza de que este nuevo ser humano ayude a traer la redención al mundo. El Mohel coloca al niño sobre las rodillas del Sandek, quien lo sostiene firmemente. Tras

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una breve bendición se procede a la extracción del prepucio. Ahora es el padre quien dice una brajá, y finalmente todos los presente invocan una bendición sobre el niño, rogando que tenga una vida feliz, y que llegue al conocimiento de la Torá, al matrimonio dentro del pueblo de Israel y a una vida de buenas acciones. Se bendice sobre el vino y se dice en voz alta el nombre del recién nacido. Todo esto no dura más que unos pocos minutos. Rápidamente el niño es entregado a su madre quien lo amamanta. Normalmente la criatura se duerme mientras come y no despierta hasta que vuelve a tener hambre. Aquí no ha pasado nada.

Simjat Habat La incorporación de una niña al pueblo de Israel es, como se podrá suponer, mucho más relajada. Se trata de un rito que tiene ciertas particularidades. Hasta hace no mucho tiempo, simplemente el padre iba a la sinagoga, era llamado a la Torá y en ese momento le ponía el nombre a su hija. Actualmente, además de esto, que es tradicional y se sigue haciendo, se acostumbra hacer algo más. Al ser una ceremonia recientemente instituida, no hay ninguna forma consagrada por la tradición, lo que otorga a los padres la posibilidad de crear su propia ceremonia, y al no haber una fecha prescrita para su realización, se puede esperar hasta que la madre esté completamente repuesta del parto, de modo que ella también pueda disfrutar el momento. En la ceremonia, que puede realizarse en la casa o en la sinagoga, puede leerse el salmo 128 (ver apéndice). También suele leerse el "Ashrei", cántico de alabanza escrito en acróstico alfabético, pero sólo aquellas estrofas cuyas iniciales forman el nombre de la niña. (El Ashrei lo encuentras en cualquier Sidur. En el del Seminario Rabínico Latinoamericano está en la pág. 72). Se puede incluir además, la bendición a las hijas que se dice tradicionalmente en Shabat, la bendición triple sacerdotal y Sheejeianu. Se puede confeccionar un pequeño librillo con el orden de la ceremonia para repartir entre los invitados. Michael y Sharon Strassfeld, en su Second Jewish Catalog, ofrecen una serie de ideas para crear una ceremonia significativa y apegada a las fuentes.

BAR/BAT MITZVÁ El siguiente hito significativo en la vida del judío es el momento en que se ritualiza el término de la infancia y el comienzo de la vida adulta. Esto ocurre a los doce años en el caso de las niñas, y a los trece en los niños. A partir de esa edad se considera que el joven ya es responsable de sus actos ante Dios, y está obligado a cumplir con los preceptos (mitzvot) al igual que todo adulto en el pueblo de Israel. El significado de la ceremonia es que el joven proclame públicamente que está dispuesto a asumir este compromiso, y demuestre que es capaz de extraer mensajes e interpretaciones del texto de la Torá.

¿Por qué a esa edad? 80

La costumbre de celebrar el Bar Mitzvá a los trece años (el Bat Mitzvá es muy posterior) proviene de la época talmúdica. En Pirkei Avot VI:24, Rabí Judá ben Temá declara: "Los trece es la edad para el cumplimiento de las mizvot". Esto tiene un origen histórico: antiguamente, ni bien el joven entraba a la pubertad, contraía matrimonio y era considerado un adulto con plenos derechos y obligaciones. En la actualidad, la familia contiene al joven durante muchos años más, con el consiguiente alargamiento de la adolescencia. Esto nos hace replantear el tema de la edad de una ceremonia de iniciación a la adultez. Probablemente sería más atinado realizarla a los dieciocho, al comenzar la vida universitaria o laboral, que trae consigo nuevos y diferentes desafíos. En el judaísmo siempre se trata de preservar lo antiguo brindándole nuevos contenidos, y permitiendo la evolución cuando es necesario. En este caso, una interpretación para justificar la edad tradicional podría ser la siguiente: el crecimiento es un proceso continuo. Resulta imposible decidir en qué momento termina la infancia. Nadie amanece adulto al día siguiente de su Bar o Bat Mitzvá, ni tampoco el día que cumple dieciocho años. Lo que sí podemos pensar como significativo para los doce/trece es que, al ser un proceso continuo, el ser humano pasa por una serie de minúsculas transformaciones entre ser totalmente niño y ser totalmente adulto. En esta larga y lenta senda, hay un punto en el que se está a mitad de camino. Un punto en el que el niño juega y el joven cuestiona casi simultáneamente. Ese punto es el que se simboliza a través del Bar o Bat Mitzvá. Después de la ceremonia la proporción niño-adulto favorece a este último, y paulatinamente el adulto llega a prevalecer. En cuanto a los dieciocho, efectivamente se trata de una edad de asunción de responsabilidades que no existía en la época talmúdica. Es por eso que muchas comunidades realizan un ritual nuevo, llamado a veces Confirmación, en el que los jóvenes renuevan su compromiso con el judaísmo.

Bar Mitzvá La ceremonia de Bar Mitzvá consiste en tres hechos básicos: la primera postura de Tefilin, la primera aliá a la Torá, y el estudio e interpretación de los textos sagrados. Para todo esto es necesaria una preparación, no sólo por las dificultades prácticas que pudieran presentarse, sino por la importancia espiritual que este momento conlleva. Cada comunidad tiene su curso de Talmud Torá (Talmud Torá es el estudio de las leyes y tradiciones de nuestro pueblo, proceso que debería continuar durante toda la vida). El curso, de una duración de un año o más, tiende a otorgar al joven los fundamentos básicos del judaísmo en cuanto a mitzvot, festividades, textos, liturgia, etc. Además, el joven debe estudiar los contenidos y la lectura de su parashá. La fecha del Bar Mitzvá se calcula con un lúaj, calendario hebreo, buscando el día del nacimiento y viendo cuándo es ese día, en calendario gregoriano, el año que cumple los trece. De este modo, el joven leerá en su primera aliá a la Torá la misma parashá que se leyó la semana de su nacimiento. En caso de que por algún motivo la ceremonia no pueda llevarse a cabo el día que le corresponde, puede hacerse después, pero no antes de dicha

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fecha. La ceremonia de Bar Mitzvá tiene lugar en cualquiera de los días en los que se lee la Torá: lunes o jueves en la mañana, sábado en la mañana o en la tarde, o en festividades. Los Tefilin pueden colocarse sólo en día hábil, no en Shabat ni en festividades. Generalmente se colocan los Tefilin con la primera aliá a la Torá el lunes o jueves, y luego se repite la aliá en Shabat. Por lo general se honra con una aliá al padre y a los abuelos u otros parientes. A continuación de la ceremonia es costumbre hacer una celebración familiar. Es importante que ésta muestre coherencia con el compromiso que el joven está adquiriendo, en el sentido de que se respeten las leyes de Kashrut, que no se transgreda el Shabat, y que se destine un porcenaje de los gastos a Tzedaká, de modo que también los necesitados puedan alegrarse ese día. Sería bueno que el propio Bar Mitzvá entregue Tzedaká de sus ahorros.

Bat Mitzvá En el judaísmo, la mujer fue siempre valorada por su importancia como pilar de la familia. Antiguamente, en cuanto comenzaba la vida fértil la joven contraía matrimonio. Llevar una casa en esa época implicaba ordeñar las vacas, cosechar la verdura, llevar las gallinas al Shojet, cortar la leña, ir a buscar agua, preparar la comida cada día y además, atender a una siempre creciente cantidad de niños. En estas condiciones, pedirle que se hiciera un tiempo para rezar era un abuso. Debido a esto, las mujeres pidieron a los Rabinos que las eximieran de las mitzvot cuyo cumplimiento tenía un plazo determinado, y la exención fue otorgada. Con el correr de los años, esta exención se fue transformando erróneamente en prohibición, un poco por presión de los hombres y del medio social, y otro poco por comodidad de las mujeres. Es por esto que en el rito tradicional son los hombres los únicos llamados a la Torá, y en general los únicos que tienen obligaciones rituales de cualquier tipo. Los tiempos han cambiado. En la actualidad la mujer ha adquirido una igualdad de derechos inédita en otras épocas. Tiene acceso a la educación superior y las fuentes de trabajo. Por lo general, la crianza de los hijos es compartida por la pareja. Y las condiciones tecnológicas hacen que cualquier mujer que lo desee pueda asumir las obligaciones rituales propias del judaísmo sin que eso le signifique descuidar a su familia. Por eso, en las corrientes religiosas más liberales, se ha tratado de dar más lugar a la mujer en el culto. Al ser algo nuevo y en evolución, hay distintos grados de alcance en la igualdad de derechos religiosos. En las comunidades reformistas y en gran parte de las conservadoras, hombres y mujeres tienen igualdad total de derechos y obligaciones, permitiendo que cada comunidad se adapte al cambio de acuerdo a las preferencias de sus miembros. Esto implica que las mujeres pueden ser llamadas a todos los honores que acarrea la lectura de la Torá, desde tener una aliá hasta portarla o vestirla. En las comunidades que han aceptado esta modalidad, las mujeres son contadas para el minián, el mínimo de diez judíos adultos necesarios para rezar en comunidad, usan kipá y talit durante el rezo, y se ponen tefilin. Tanto el movimiento conservador como el reformista permiten el ingreso de mujeres a sus seminarios rabínicos y ordenan Rabinas desde hace muchos años. Por otra parte, en las comunidades ortodoxas, las mujeres no sólo no son contadas en el minián, sino que rezan separadas de los hombres, sea por una cortina, o en el piso superior de la sinagoga. En estos

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casos, la educación que reciben también es distinta de la de los hombres. Entre estos dos extremos, la variedad es grande. Y la ceremonia de Bat Mitzvá dependerá obviamente del acercamiento que la comunidad tenga a este tema, desde algo exactamente igual al Bar Mitzvá a una simple fiesta familiar. Pero en cualquier caso, la preparación debería ser la misma. No deberíamos permitir que nuestras mujeres carezcan de educación judía, ya que son ellas las que deberán educar a las nuevas generaciones, a través de la vivencia cotidiana de los valores judaicos en la familia.

FORMANDO UNA FAMILIA La vida familiar La familia es la base de la sociedad. Esta frase, repetida y aceptada por casi todos los grupos étnicos o religiosos, tiene una especial significación en nuestro pueblo. La vida judía depende en gran medida de la familia. Muchos aspectos de la experiencia religiosa del individuo tienen su base en el hogar: kashrut, Shabat, las festividades, son ejemplo de ello. Si el hogar es sólido en valores judaicos, entonces cada uno de sus miembros tendrá mayor probabilidad de tener una vida judía plena y estimulante.

Familia y comunidad La vida judía consta de dos aspectos interrelacionados, ninguno de los cuales puede cumplir plenamente su rol sin el otro: familia y comunidad se complementan, enriqueciendo, cada una con su aporte, la vida del individuo judío. Hay ciertos momentos en los que la comunidad es irreemplazable: el concepto de minián es símbolo de ello. Todos los aspectos rituales del judaísmo: la relectura de la amidá, tanto diaria como festiva, el kadish de duelo, el brit milá, el matrimonio, necesitan minián, el apoyo y la compañía de la comunidad. La comunidad provee un marco de pertenencia religioso y nacional, ofrece instancias de estudio, eventos culturales, vivencias grupales y alternativas de educación formal o informal que no pueden ser reemplazadas por la familia. Pero hay otros aspectos de la vida judía que deben ser vividos en familia. Ninguna comunidad puede proveer el calor de una cena festiva en la intimidad del hogar. El Séder de Pésaj, las noches de Janucá, el final del ayuno de Iom Kipur, son más cálidos en familia. Lo que se vive en un hogar judío, Shabat, kashrut, tzedaká, el encendido de las velas, las conversaciones sobre temas judaicos, el "yidishkait", no lo puede proveer la más cálida de las comunidades.

La problemática actual Uno de los problemas más graves que sufre el judaísmo en nuestro tiempo es el debilitamiento de la familia judía. Un hogar judío como el que describíamos en el párrafo

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anterior, un hogar con Shabat, con kashrut, con estudio e "yidishkait" es, lamentablemente, cada vez más escaso en nuestro medio. Y esto provoca, en reacción, una sobrevaloración de la comunidad como proveedora de vivencias judaicas. Ir a la sinagoga en las festividades es vital. Pero si al volver a casa no encontramos también allí clima de fiesta, algo está faltando. Un segundo Séder de Pésaj comunitario es enriquecedor. Pero si el primero no fue realizado en familia, te estás perdiendo algo importante. Si tus hijos en el colegio, o tú en tu curso para adultos, reciben mensajes que se contradicen con lo que ven en la casa, hay algo que no funciona. Ni el colegio, ni la comunidad pueden brindar la experiencia única de un hogar judío. Daniel Fainstein, un pensador judío contemporáneo, dice que estamos viviendo lo que él denomina un "marranismo al revés". Los marranos debían sobrevivir a la Inquisición española. Para ello, simulaban ser cristianos en la vida pública, reservando su identidad judía a la privacidad del hogar. Nosotros, por el contrario, vivimos judaicamente nuestra vida pública: nos reconocemos orgullosamente judíos, activamos en comunidades florecientes; pero en el seno de nuestros hogares, no nos diferenciamos de los cristianos, ni en nuestras comidas, ni en nuestras festividades, ni en nuestra conversación. Es hora de revertir el proceso. El judaísmo es una forma de vida integral que debe nutrirse tanto en comunidad como en familia. Sin aislarnos de la población gentil que nos rodea en la diáspora, sin encerrarnos en ghettos, debemos hacer que nuestra vida, tanto pública como privada, sea netamente judía. Reforcemos nuestras comunidades: las necesitamos y nos necesitan. Reforcemos nuestras familias: son nuestra fuente de nutrición espiritual.

La familia y los niños Si la familia es la garantía de nuestra continuidad como pueblo, los niños son el seguro de dicha garantía. Son ellos quienes, a partir de sus recuerdos de infancia, recrearán su propio judaísmo en la edad madura. Y somos nosotros, padres, tíos o abuelos, los responsables de generar en ellos los "recuerdos de infancia" cálidos y acogedores que los impulsen hacia un judaísmo vivo y enriquecedor. En el último párrafo del Shemá Israel decimos: "Y los verás (a los tzitzit) y recordarás todos los preceptos de Dios, y los cumpliréis" (Números 15:39). Ése es el orden correcto: si los niños nos ven cumpliendo con nuestro judaísmo, recordarán cuando sean grandes y serán capaces de cumplir también ellos, garantizando así la continuidad.

Los niños y sus recuerdos Los niños fundamentan su percepción de la realidad en sus cinco sentidos, y los juegos son el medio más accesible de que disponen para conocer su entorno. Si queremos educar a nuestros niños en un mundo judío, es importante que los estímulos

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que reciban también lo sean. Juegos, juguetes, cuentos y canciones pueden ser una fuente inagotable de vivencia judaica, a cualquier edad. Existe gran cantidad de material de apoyo para este tipo de educación no formal: libros de cuentos, cassettes, videos, juegos y juguetes, o en su reemplazo, ingenio e imaginación. Podemos sustituir los cuentos clásicos por historias de la Biblia o el Talmud, las canciones de cuna tradicionales por melodías hebreas o en yiddish, en fin, las sugerencias son infinitas. Otra fuente de vivencias judaicas importantes son las festividades. Cada una tiene distintos motivos para decorar la casa, y los niños pueden encargarse de ello. En todas se puede intercambiar tarjetas de saludo, que ellos pueden elaborar o pintar. Todas son ocasión propicia para hacerles regalos, que ellos pueden retribuir con cartitas o "artesanías". En una charla con gente de la tercera edad, se les preguntó qué era lo que más recordaban de su vida judía durante su infancia en Europa. Todos coincidieron en algo: esperaban ansiosamente la llegada de Pésaj, porque les regalaban ropa y zapatos nuevos. Y otros agregaron que en esa fecha les permitían saltar sobre las plumas de los colchones (junto a todos los hermanos y primos) para orearlas antes de la llegada del jag. Cierto, los tiempos eran otros, pero el corazón de la infancia siempre es el mismo. Entreguemos a nuestros niños festividades que puedan recordar por el resto de sus vidas.

SEXUALIDAD EN EL JUDAÍSMO Familia y pareja Cuando hablamos de familia generalmente pensamos en padres con hijos. Pero no debemos olvidar que la base de la familia es la pareja. El matrimonio tiene su propia legitimación y significado, independiente de los hijos. "No es bueno que el hombre esté solo", leemos en Génesis (2:18) cuando Dios decide crear una compañera para Adán. El matrimonio no es un "mal necesario" útil sólo para canalizar los instintos sexuales, sino una institución destinada a fortalecer la felicidad del ser humano. "Dios espera con impaciencia que el hombre se case" (Kidushin 29b). "El que no se casa vive sin bendición, sin bondad... sin paz" (Iebamot 62b). Esta idea sobre el matrimonio se basa en el concepto judío de la sexualidad, donde no existe el pecado original. El sexo en sí no es pecaminoso como aparenta ser en otras culturas, ya que el instinto sexual, junto con el de supervivencia y el maternal, aseguran la continuidad de la especie. Visto de esta manera, nunca podría ser malo algo que nos permite perpetuarnos sobre la tierra. Desde el punto de vista religioso, la primera mitzvá, el primer precepto que recibe el ser humano luego de su creación es "Pru urevú", creced y multiplicaos (Génesis 1:28). Cómo podría ser pecaminosa la única vía de cumplir con esa orden divina. Por otra parte, más allá del objetivo de la reproducción, una sexualidad satisfactoria (y lo mismo podríamos decir de la maternidad) permite al hombre y a la mujer una mayor plenitud y desarrollo de su felicidad. El punto es que, al igual que con todos los instintos, según la forma cómo expresemos la sexualidad, ésta puede ser constructiva o destructiva para nosotros y nuestro medio.

El hombre y los animales 85

El hombre comparte con los animales sus actos instintivos. Por eso el ser humano, como cúspide de la creación, debe diferenciarse de aquéllos controlando sus impulsos de manera de elevarse a sí mismo. Al respecto hay un midrash muy hermoso, citado por Harold Kushner en uno de sus libros: cuando Dios creó al mundo dijo: "Hagamos al Hombre a nuestra imagen y nuestra semejanza" (Génesis 1:16). La pregunta de nuestros sabios es evidente: ¿Con quién hablaba? Algunos dicen que dialogaba con los ángeles. Otros creen que se trata de un plural mayestático, como cuando un rey dice: "Nosotros, el rey de...". Pero este midrash dice que cuando Dios dijo "Hagamos al hombre a nuestra imagen y nuestra semejanza" en realidad estaba hablando con los animales. Así, estamos creados a imagen y semejanza de los animales, con anatomía, fisiología e instintos animales, y también a imagen y semejanza de Dios, con sentimientos, pensamientos y espiritualidad divinos. Depende de nosotros que nos acerquemos a uno u otro polo: que descendamos hasta un extremo o que intentemos elevarnos hacia algo superior.

Sexo y amor Una de las características que distingue al hombre de los animales es la capacidad de regular sus instintos. En el caso del instinto sexual, dicha regulación se hace mediante el amor. Como dice Harold Schulweiss, sexo y amor deben necesariamente ir juntos; no produce plenitud el sexo sin amor que propone la liberalidad moderna, así como tampoco el amor sin sexo que proponen las culturas puritanas clásicas. Ambos elementos deben enriquecer la pareja, complementándose y alimentándose mutuamente. ¿Cuál es entonces, la idea judía de la sexualidad? Al judío no se le pide que reprima su sexualidad, ni se le permite expresarla sin ningún tipo de límites. El judaísmo impone pautas que reglamentan el ejercicio de la sexualidad de modo de lograr un equilibrio entre la realización personal y la supervivencia del orden social.

La elección de la pareja El primer grupo de leyes al respecto es el que regula las parejas prohibidas. Así, en el capítulo 18 del Levítico encontramos la legislación sobre relaciones incestuosas, araiot. Estas pautas, hoy casi universalmente aceptadas (aunque no siempre respetadas) fueron una gran innovación en las sociedades primitivas. Es tal la importancia de estas leyes que son leídas públicamente en el día de Yom Kipur, durante los servicios religiosos en las sinagogas. Algunos creen que las leyes sobre el incesto tiene un objetivo exclusivamente genético, prohibiendo las relaciones que provocarían consanguinidad o endogamia, y previniendo así la incidencia de enfermedades hereditarias. Sin embargo, si analizamos estas leyes observaremos que no todas las relaciones incestuosas prohibidas en la Torá son endogámicas. Junto a las relaciones entre padres, hijos, hermanos, claramente consanguíneas, están también prohibidas las relaciones entre un hombre y dos hermanas, un 86

hombre con madre e hija, o entre un hombre y la esposa de un amigo. Este tipo de restricciones, evidentemente, cautela la paz social.

Buscando pareja Teniendo en claro cuáles son las personas con las cuales podríamos formar pareja, viene el siguiente paso: encontrar alguien idóneo. Compatibilidad de caracteres, ideales comunes, objetivos y modos de vida similares, atracción sexual, son algunos elementos que deben tenerse en cuenta. En este sentido, hallar una pareja judía (ya sea de nacimiento o por conversión sincera) es importante, no sólo para la continuidad (sólo de hogares judíos saldrán niños y jóvenes que continúen la tradición) sino también para la felicidad de la pareja y de la futura familia. Formar una pareja significa, aunque muchas veces los jóvenes parezcan no darse cuenta de ello, generar las bases de un hogar. Y para que esto se cumpla satisfactoriamente el compartir raíces, cultura, tradiciones y costumbres es de vital importancia. Es difícil compartir nuestra forma de vida judía con una pareja que no se identifique con estos mismos valores e ideales. Finalmente está la crianza de los hijos. La educación, vista como un proceso de aprendizaje continuo, no es sólo lo que recibe el niño en la escuela. Cada acto, cada gesto, enseña y marca. La educación judía debe comenzar en el hogar y continuarse en un instituto de enseñanza adecuado. Cuando uno de los padres no es judío, esta transmisión del judaísmo se ve perjudicada. Cuando el famoso mago Houdini presentó a su familia a su novia no judía, su madre dijo con dolor: "Durante siglos han tratado de exterminarnos por medio de las armas, y no lo han logrado. ¿Podrán ahora vencernos por medio del amor?"

Las leyes de pureza familiar Una vez hallada la pareja, aún hay leyes que regulan la vida sexual dentro del matrimonio. Una causa frecuente de las crisis matrimoniales es el hastío sexual. Después de los primeros años de pasión, la pareja suele llegar a un punto en el que la atracción sexual disminuye. El judaísmo, con sus cuatro mil años de antigüedad, se ocupa de este tema, consciente de que una vida sexual plena es parte importante de la felicidad. Una respuesta "moderna" a este problema es la liberación del sexo. Con parejas abiertas sin exigencias de fidelidad (o infidelidad pese a las exigencias) se pretende superar el aburrimiento de la pareja. Pero el costo es alto en sufrimiento y vacío interior. ¿Cuál es la respuesta judía? Nuestra tradición estipula ciertas fechas en que están

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prohibidas las relaciones maritales. La idea es provocar una sensación de reencuentro y redescubrimiento de la pareja, como cuando uno de los dos vuelve de un viaje. La regla general es la prohibición del contacto íntimo durante el período menstrual femenino y los siete días subsiguientes, llamados blancos. (Siendo un agregado históricamente posterior, estos siete días son relativizados por algunas corrientes). El reencuentro es precedido por la inmersión ritual de la mujer en la mikvá. Este rito, lamentablemente dejado de lado en círculos no tradicionales, constituye una purificación tanto física como espiritual, con un mensaje muy poderoso de renacimiento y enfoque positivo de la vida.

La mikvá: renacimiento y purificación Michael y Sharon Strassfeld, junto a Richard Siegel, brindan en el First Jewish Catalog una hermosa explicación del significado de la purificación ritual. Ellos plantean que existen dos maneras extremas de vivir. Una es sabiéndonos mortales. Teniendo plena conciencia de que podemos morir en cualquier momento, aprovecharemos cada minuto como si fuera el último. Pero el riesgo es alto: el futuro es tan incierto que no podemos proyectarnos más allá del minuto presente. No tiene sentido mejorar si mañana moriremos. El otro extremo es creernos inmortales. Sintiéndonos eternos, tendremos el futuro asegurado. Podremos planificar, proyectarnos, soñar. Pero corremos es riesgo de no aprovechar el momento presente, de dejar para mañana lo que debemos hacer hoy. La impureza está en los extremos, en la pulsión de muerte que predomina cuando nuestro aspecto mortal supera a nuestra confianza en el futuro. La pureza está en el equilibrio. En vivir cada momento como si fuera el último, y a la vez el primero del resto de nuestra vida. En la mujer, el ciclo menstrual marca una oscilación entre la vida y la muerte. El útero se prepara para albergar una nueva vida, y cuando ésta no se da, el nido se destruye para posibilitar la construcción de otro. La menstruación indica la muerte de una potencialidad de vida, y como tal genera impureza. La inmersión ritual marca un renacimiento. Es una herramenta poderosa para efectuar la purificación y enfrentar la vida con un espíritu optimista. En Santiago hay mikvá en varias comunidades. Pidiendo hora con anticipación, generalmente con la esposa del Rabino, la tevilá (inmersión ritual) se realiza, tras una ducha higiénica meticulosa, sumergiéndose totalmente tres veces y diciendo la brajá que se halla en el apéndice. Para más detalles sobre la tevilá y sus leyes, te recomendamos leer: Blu Greenberg, "How to run a Jewish Family", págs 120 a 136.

Planificación familiar Como decíamos anteriormente, la primera orden que recibió el ser humano tras su creación fue "creced y multiplicaos". Los sabios del Talmud se preguntan cuándo está cumplida esta 88

mitzvá. Beit Shamai, una escuela de pensamiento, opina que la pareja debe tener dos hijos varones, mientras que Beit Hillel, la escuela opuesta, sostiene que se cumple con esta obligación al tener dos hijos de cualquier sexo. En todo caso queda claro que la pauta mínima es reponer a la pareja de padres con dos nuevos seres humanos. Las corrientes modernas de pensamiento proponen la siguiente actualización de la idea talmúdica: después del Holocausto, en el que murió una tercera parte del pueblo judío, la obligación mínima de cada pareja es tener tres hijos.

Anticoncepción: qué y cuándo Teniendo en cuenta lo precedente, la anticoncepción está permitida, siempre que la pareja haya cumplido con la mitzvá de "creced y multiplicaos", o en su defecto, que tenga planes de cumplirla a mediano plazo. Esto significa que está permitido posponer el nacimiento de los hijos, pero no eliminarlos del proyecto de vida. La otra condición para decidir un método anticonceptivo es que no sea abortivo, que no impida el contacto del semen con el canal vaginal y que sea adoptado por la mujer (debido a las deportaciones masivas de hombres, las autoridades rabínicas eximieron a las mujeres de la mitzvá de procrear).

Aborto La idea judía del aborto es bastante diferente de la cristiana. El judaísmo no es abortista: tiene un gran respeto por la vida. Pero considera que la vida de un feto no tiene el mismo status que la de un ser humano nacido. Es por eso que en aquellos casos extremos en los que el embarazo constituye un peligro para la vida de la madre se puede recurrir a un aborto, ya que la mujer podría tener otros hijos, anteriores o futuros, mientras que una familia sin madre es un problema mucho más serio. De todos modos, la decisión es compleja y debe ser tomada por la mujer, asesorada por su médico y contando siempre con la autorización de un Rabino.

EL COMPROMISO MATRIMONIAL: TNAIM Hablaremos ahora de los Tnaim, literalmente: condiciones. Se trata de una ceremonia muy hermosa, aunque no obligatoria. En ella las familias del novio y de la novia se comprometen a celebrar el matrimonio en una fecha próxima. Durante el acto se firma un documento (Tnaim) que quedará luego en poder de los padres de los novios (hay una copia para cada familia). Tradicionalmente en dicho documento se estipulaban las condiciones (de ahí el nombre) del futuro contrato matrimonial, principalmente la dote de la novia. En la actualidad esas cosas ya no tienen vigencia, y los Tnaim se realizan como un acto simbólico del compromiso matrimonial de la pareja, siendo una ceremonia con gran participación de los padres. La ceremonia consiste en la lectura de los Tnaim, la que se realiza mientras los novios sostienen entre ambos un pañuelo, que significa la decisión de llevar a cabo el contrato. Los 89

Tnaim son firmados por dos testigos válidos. Finalizada la lectura suele procederse al intercambio de argollas, si bien esta costumbre no tiene origen judío y puede evitarse. Es importante remarcar que en el caso de hacerlo, cada uno debe colocarse la argolla a sí mismo y no a su pareja, ya que el hecho de que el novio coloque un anillo a la novia delante de testigos, constituye de por sí parte de la ceremonia de matrimonio, como veremos más adelante. En toda alegría judía debe estar presente la tristeza por la destrucción del Templo de Jerusalem. Es por eso que en el compromiso se rompe un plato, cosa que suelen hacer juntas las futuras consuegras. Hecho esto, termina la ceremonia y suele pasarse a una comida festiva.

EL MATRIMONIO Llegamos entonces al matrimonio. La ceremonia matrimonial tal como la conocemos actualmente es relativamente moderna, ya que proviene de la época del Talmud. En la Torá no encontramos ninguna alusión a la misma: cuando comienza la vida en pareja, leemos simplemente que el hombre "conoció" a la mujer, interpretándose el verbo conocer (iadá) como la consumación del acto sexual: "Y Adán conoció a Eva, su mujer, la cual concibió y parió a Caín..." (Gén 4:1). Sin embargo, es evidente que algún rito había para consagrar un matrimonio, ya que leemos, cuando Jacob cree casarse con Raquel y termina desposando a Lea: "Entonces Labán convidó a muchos amigos a un banquete y celebró la boda. (Gén 29:22). Resulta interesante citar también aquí la unión matrimonial de Isaac con Rebeca tal como se registra en la Torá: "Y llamaron a Rebeca y dijéronle: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré." (Gén 24:58). "...Y la llevó Isaac a la tienda de su madre Sarah y tomó a Rebeca por mujer, y la amó, y consolóse Isaac después de la muerte de su madre". Resultan notables dos aspectos del texto: primero, que aún desde los tiempos más remotos, la unión requiere del consentimiento de la mujer. Segundo, cómo el concepto de amor está ligado al de la sexualidad. Lo físico y lo emocional no pueden ser separados. Tampoco la monogamia existe en nuestras Escrituras, y es bien sabido que los patriarcas tenían varias esposas y concubinas. La constante evolución del judaísmo hizo que la monogamia y la iniciación de la vida conyugal a través de un rito específico, sean fuertemente reglamentados.

Los tres aspectos de la unión matrimonial Según la ley talmúdica, el matrimonio judío se concreta mediante la ejecución de tres acciones: Shtar: el hombre entrega a la mujer un documento, la ketuvá, donde la unión es acreditada por testigos y ella lo recibe y lo acepta voluntariamente. Késef: el hombre entrega a la mujer un regalo valioso (representado por la argolla) y ella lo acepta. Biah: la consumación del acto sexual.

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La jupá La ceremonia de casamiento se realiza bajo una jupá, que tradicionalmente es un talit sostenido por cuatro columnas. La jupá representa el hogar que se está gestando: un techo que protege a ambos, así como la protección de Dios sobre la nueva pareja. La ausencia de paredes se ha interpretado como símbolo de la libertad que debe existir dentro del marco de la pareja, y también como la potencialidad de que ambos sean los constructores de la familia. La jupá es una estructura liviana y portátil, significando que donde quiera que esté la pareja con su amor, allí estará su hogar. Las cuatro columnas que sostienen la jupá pueden estar fijas en el piso o pueden ser sostenidas por cuatro personas cercanas a la pareja. Es ésta una costumbre muy hermosa, cargada de simbolismo.

La ceremonia La ceremonia de matrimonio recibe el nombre de Jupá ve Kidushin, literalmente palio nupcial y santificación. El primer término ya lo hemos explicado. El segundo expresa el hecho de que la mujer queda consagrada a su marido por medio del matrimonio. (Según las corrientes más modernas de pensamiento, la consagración es mutua). En los próximos párrafos veremos en detalle esta ceremonia tan llena de significados.

Llegando a la jupá Hay distintas maneras de entrar a la jupá. La regla general es que el novio entra primero y la novia después, pero no entran solos sino acompañados de sus padres o padrinos. Y ahí surgen las primeras diferencias. Una posibilidad, la más conocida, es que el novio entre con su madre, luego el padre del novio con la madre de la novia y finalmente la novia con su padre. Otra, que entre el novio con su padre y su suegro, y la novia con su madre y su suegra. La última alternativa es que cada uno entra a la jupá con sus dos padres. Lo hermoso de esto es que ambos progenitores tienen el privilegio de llevar a su hijo o hija a la jupá.

La consagración Como sea que hayan llegado, tenemos a los novios debajo de la jupá y los padrinos a los costados, cada pareja cerca de su hijo o hija. El Rabino o la persona que oficie la boda (puede hacerlo cualquier judío adulto conocedor de las leyes del matrimonio y observante de los preceptos) recibe a los contrayentes con la frase tradicional: Baruj habá beshem Adonai, Bendito el que llega en nombre de Dios. Luego de invocar a Quien es poderoso y glorioso por sobre todo, para que bendiga a los novios, se hace la brajá sobre el vino. Beber de esta copa es lo último que hace la pareja soltera. A continuación, el novio consagra a su amada colocándole la argolla en el dedo

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índice de la mano derecha y diciendo la frase tradicional: Harei at mekudeshet li betavaat zot kedat Moshé ve Israel Por esta argolla me eres consagrada de acuerdo a la ley de Moisés y de Israel. Para expresar la consagración del novio por parte de la novia, ésta coloca la argolla al novio diciendo una hermosa frase del Cantar de los Cantares: Ani ledodí vedodí li Yo soy de mi amado y mi amado me pertenece.

La ketuvá Luego de la consagración se lee la Ketuvá, acta de matrimonio, la que debidamente firmada es entregada a la novia. En dicho documento constan los nombres de los contrayentes y de los testigos. Existen Ketuvot bellamente ornamentadas, y si bien el texto arameo está rígidamente establecido, la traducción puede incluir toda la poesía que se le quiera dar. La entrega de la Ketuvá suele ser seguida de unas palabras del oficiante, que resumen los sentimientos de todos los presentes hacia la nueva pareja.

Las sheva brajot La segunda parte de la ceremonia comienza ahora con las Sheva Brajot, las siete bendiciones tradicionales. La primera de ellas se hace sobre el vino: lo primero que hará la pareja recién casada será compartir esta copa. Las sheva brajot se repetirán en el Birkat Hamazón, después de la comida en la fiesta de bodas y durante los primeros siete días de casados. Estas bendiciones son de una gran belleza, y abarcan todos los aspectos de la vida de la pareja. En ellas se expresa gratitud por la existencia de cada cónyuge y por el milagro de que se hayan encontrado en la vida. Se invoca por fertilidad y por que sepan disfrutar de todas las etapas por las que pasará el amor, desde la pasión de los primeros años hasta la armonía y el compañerismo de la edad madura. Finalmente, se pide por felicidad y paz.

La ruptura de la copa La ceremonia concluye con la ruptura de la copa por parte del novio. Esto se hace en recuerdo de la destrucción del Templo de Jerusalem, acontecimiento que los judíos recordamos, aún en los momentos de mayor alegría. Otra interpretación de la ruptura de la copa es la siguiente: dentro del hogar, representado por la jupá, la pareja compartirá momentos hermosos, que están simbolizados por el vino. Pero también habrá momentos 92

difíciles, que ambos deberán afrontar juntos, así como enfrentan, juntos y bajo la jupá, la ruptura de la copa.

Generalidades Los novios deben ayunar el día anterior al matrimonio, salvo que éste se realice un sábado en la noche, ya que está prohibido ayunar en Shabat. Esto se debe a que el día de la boda es para los novios como un Iom Kipur: comienza una etapa nueva y todos los errores de la vida anterior son absueltos y anulados. Antes de la jupá, la mujer debe ir a la mikvá para hacer su primer baño ritual. A este rito suele ir con su madre o con quien ella desee. Es un momento muy especial, ya que simboliza la finalización de una etapa de la vida, iniciando la que comienza mediante un rito de purificación espiritual. El novio (en las comunidades liberales también la novia) suele ser llamado a la Torá durante la semana anterior a la boda, en lo que resulta ser su última aliá de soltero. Es una ceremonia llamada en Yiddish "Oifrufn". Se acostumbra arrojar al novio en este momento dulces, arroz, nueces, pasas de uva, etc. También suele hacerse lo mismo a la pareja, después de la boda.

Algunas costumbres Existen muchas costumbres que varían de acuerdo al origen de la comunidad. Nombraremos aquí las más conocidas, aunque hay algunas notablemente pintorescas, sobre todo entre judíos de Asia. Una costumbre ashkenazí muy extendida es que la novia dé siete vueltas alrededor del novio. Lo hace sola o flanqueada por su madre y su suegra. Es una costumbre muy hermosa, y simboliza el deseo de la mujer de envolver a su esposo en bendiciones Otra costumbre muy arraigada es que los novios no se vean durante un determinado período de tiempo antes de la ceremonia: normalmente se toma el día previo a la boda, aunque en algunas comunidades la prohibición abarca una semana entera.

Divorcio Lamentablemente, a veces sucede que las promesas y las expectativas formuladas bajo la jupá no se ven cumplidas durante la vida en común. El judaísmo plantea que el matrimonio, como base de la familia, es una institución que debe ser alimentada y preservada, debiendo ser una fuente de felicidad y realización para ambos cónyuges. Pero si estas dos proposiciones se contradicen irremediablemente, es 93

decir, si la felicidad de ambas partes no es compatible con la preservación del matrimonio, el divorcio (en hebreo: guet) se presenta como una instancia dolorosa pero válida. Los interesados deben, en ese caso, presentarse ante un rabino para exponerle sus dificultades. Éste intentará, por todos los medios a su alcance, recomponer la pareja. Pero si fracasa, dará inicio al trámite de divorcio religioso, lo que habilitará a cada una de las partes para rehacer su vida bajo una jupá. El guet, o acta de divorcio, es un documento muy complejo que debe ser firmado por un Bet Din (cuerpo legal de tres Rabinos) y por el marido, quien lo entrega a la esposa. Esta legislación es muy antigua (data de la época del Talmud) y tiene un elemento muy molesto para la realidad actual: siempre es el hombre quien debe entregar el guet a la mujer, de modo que si ella no lo quiere aceptar, él puede dejarlo bajo la custodia de un Bet Din; pero si es él quien no lo quiere entregar, la mujer no puede, por sí misma, obtener el divorcio. El Movimiento Conservador ha ideado un método que, sin violar la ley talmúdica, permite salvar este inconveniente: al momento de firmar la ketuvá (acta de matrimonio) el hombre deja depositada en el Bet Din una autorización para que éste tome la iniciativa del divorcio en caso necesario. Otra alternativa es una ketuvá especial donde un párrafo autoriza al Bet Din a iniciar el trámite de divorcio. Es interesante notar que, a pesar de disponer de la alternativa del divorcio desde tiempos bíblicos, la familia judía tiene merecida fama de ser sólida y unida. Quizás esto se deba a la acción de las madres judías (yiddishes o sefaradíes), quizás a la intensa vida familiar que supone un estilo de vida judío. O quizás porque, al saber que no están unidos "hasta que la muerte los separe", hombre y mujer deben repactar su amor, reformular sus promesas y replantearse, continuamente, los objetivos de su unión, para que ésta llegue, efectivamente, hasta el final de sus vidas.

EL FINAL DE LA VIDA En los próximos párrafos analizaremos la relación del judaísmo con la muerte, revisando aquellos ritos que involucran a los deudos. No hay en el judaísmo un culto a los muertos. El énfasis en la vida es lo que prima en nuestra relación con la muerte. El duelo es un proceso necesario para elaborar una pérdida, de modo de establecer un nuevo vínculo con la persona que falta, y volver a encarar la vida con optimismo. Toda pérdida, sea ésta material o espiritual, implica un duelo. Es por eso que el judaísmo impone, ante la pérdida de un ser querido, ritos estrictos que ayudan a elaborar el duelo de la manera más sana posible.

La muerte: una noche entre dos días El judaísmo es una religión centrada en la vida. Ubajarta bajaim, "y elegirás la vida" (Deut.30:19) es una orden que Dios nos hace constantemente. La santidad de la vida, el 94

respeto por el cuerpo, la obligación de dejar de lado las mitzvot en caso de peligro físico, el imperativo de cumplir los preceptos de modo de vivir en ellos y no morir por ellos son señales que indican que debemos hacer todo lo posible para disfrutar y cumplir nuestra misión en esta vida. Maurice Lamm plantea, en su libro "The Jewish way on death and mourning", que la muerte es una noche entre dos días: el primer día es la vida terrenal, y el segundo la vida eterna. Él plantea que la vida es también un día entre dos noches: la vida pre natal y la muerte. Así, la vida no termina con la muerte sino que pasamos a otra etapa, en donde seremos juzgados por Dios.

Por quién se debe observar duelo Hay siete parentescos que exigen la observancia de las leyes de duelo, y éstos son: padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana y cónyuge. Por la pérdida de otro tipo de parientes o de amigos uno puede guardar duelo si siente la necesidad, pero sin obligación de hacerlo.

Antes del funeral Desde el momento del fallecimiento hasta el funeral, debe tenerse todo el cuidado y respeto por el muerto. Sólo se lo puede mover para colocarlo en una posición más digna, y no se lo debe dejar solo. Los deudos reciben en este período el nombre de onenim. Un onen tiene un status especial. Se lo exime de todas las obligaciones rituales, de modo que pueda ocuparse exclusivamente de los arreglos para el funeral. Una ley talmúdica dice que no se debe consolar a un onen, porque su dolor no admite consuelo.

El funeral El funeral debe llevarse a cabo lo antes posible, lo que se considera un gesto de respeto hacia el muerto. Puede postergarse sólo en casos de necesidad extrema: por exigencias legales del país, por trasladarlo para su inhumación a un lugar más digno, o para esperar la llegada de algún pariente cercano. Antes del entierro el cuerpo es lavado por miembros de la Jevrá Kedishá para su purificación, cerrados sus ojos con tierra de Israel y envuelto en una mortaja de lino blanco, igual para ricos y pobres. El cajón debe ser de madera sencilla, sin ornamentos y, al igual que la mortaja, igual en todos los casos. La vida puede diferenciarnos. La muerte nos iguala a todos. En la capilla del cementerio se pronuncian las plegarias propias del funeral, entre las que destacan Tziduk Hadin, la justicia del veredicto, y El Malé Rajamim, Dios lleno de misericordia. Se realiza la kriá, el desgarro de las vestiduras: es un corte que se hace en la

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ropa para simbolizar el quiebre que la muerte significa en los deudos. Se dice un esper, palabras sobre la personalidad del fallecido, y a continuación se procede al traslado del féretro hasta el lugar donde tendrá lugar la sepultura. Los que portan el cajón no deben ser parientes cercanos del fallecido ni Cohanim (los Cohanim, descendientes por línea paterna de Aarón, observan leyes de pureza distintas del resto del pueblo de Israel). En el camino al lugar donde se hará la sepultura el cortejo se detiene siete veces. Esto se hace para Inmediatamente después de la inhumación, los deudos recitan por primera vez el kadish de duelo, oración de afirmación de la fe en Dios que se deberá ser repetida durante los próximos once meses a partir de este momento. Terminado el funeral, se regresa a la puerta del cementerio por un camino distinto del que se siguió a la ida, para indicar que la vida continúa, a pesar de todo.

La shivá Desde el momento de la inhumación, los deudos pasan a denominarse avelim. Ahora todo el énfasis está en otorgarles consuelo y compañía. Al llegar a la casa deben comer una seudat avraá, comida que comienza con huevos duros, que indican la continuidad de la vida, y la esperanza de que salgamos fortalecidos del momento de prueba. Los primeros siete días después del funeral se denominan shivá. La palabra, que significa sentarse, se utiliza porque durante ese período la familia se sienta en bancos bajos en señal de duelo. Durante la shivá el duelo es muy estricto. No está permitido salir de la casa, ni proporcionarse ningún tipo de placer. Los amigos y parientes se acercan para acompañar a los deudos, y se hace un minián todos los días para que los deudos puedan rezar y decir kadish. La idea es que estén solos lo menos posible, para ayudarlos a mitigar el dolor. La manera como se cuentan los siete días de shivá es bastante peculiar, y siempre hay que consultar al Rabino para saber cuándo termina el período.

Los shloshim El siguiente período diferenciado es el de los primeros treinta días después del funeral, shloshim. Durante este tiempo el duelo es menos estricto. Los hombres no se afeitan y está prohibido cortarse el pelo, asistir a eventos alegres o proporcionarse lujos o placeres. Durante este período no se va al cementerio, pudiendo hacerse la primera visita a la tumba al cumplirse los treinta días. En ese momento suele realizarse una ceremonia en el cementerio, e inaugurarse un pequeño jardín sobre la sepultura.

El iortzait El duelo termina al año del fallecimiento, llamado iortzait, aniversario. Antes de esta fecha, al cumplirse los once meses y un día desde el funeral se deja de decir kadish, oración que ahora se repetirá sólo en los aniversarios de fallecimiento. El primer año se caracteriza por un duelo aún menos estricto, en el que nos cuidamos de asistir a fiestas con música o 96

eventos extremadamente alegres. Al cumplirse el primer iortzait se inaugura la matzevá, lápida. A partir del iortzait, el duelo es levantado completamente.

Algunas palabras sobre las leyes de duelo Como hemos visto, las normas que el judaísmo nos impone para superar los momentos de crisis y pérdida, están basadas en el principio de que hay que ayudar al tiempo a que haga su trabajo. Con gran conocimiento sobre la psicología humana, se nos impone una primera semana de luto muy estricto, con un gran apoyo de familia y amigos, que debe dar lugar a un mes de duelo estricto pero más atenuado, donde se nos permite retomar nuestras obligaciones habituales. Durante este primer mes están prohibidas las visitas al cementerio, lo que nos ayuda a desprendernos de la dependencia física respecto de la persona desaparecida. Así los deudos pueden internalizar la idea de que el fallecido no está más, y sólo después de transcurrido este período, volver a visitar la tumba y reanudar una nueva relación, esta vez basada en el recuerdo y en el espíritu. El kadish se recita durante once meses, y después del primer año el duelo se levanta, volviéndose a decir kadish sólo para los aniversarios. Esto nos enseña que por más dolorosa que sea la pérdida, la vida debe prevalecer por sobre el dolor. De esta manera, podemos enfrentar el dolor de una manera sana, sin evitarlo pero sin perpetuarlo, incorporando a la persona fallecida a nuestras vidas, de modo de concretar el anhelo judío de la vida eterna.

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CAPITULO V MISCELÁNEAS

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JANUKAT HA BAIT: LA INAUGURACIÓN DE UNA CASA

La mezuzá La entrada a una nueva casa puede ser uno de los momentos más importantes en la vida familiar. Y como a todo tiempo importante, el judaísmo le asigna rituales. Antes de que pasen treinta días en el nuevo hogar, debemos fijar las mezuzot en las puertas. La mezuzá es un pergamino que contiene los dos primeros párrafos del Shemá donde se nos indica su colocación. El más conocido es el que dice: "Las leyes que te prescribo hoy grabarás en tu corazón... y las escribirás en las entradas de tus casas y de tus ciudades", que hemos analizado anteriormente. El pergamino se coloca en un estuche decorativo, llamado bait, el cual se fija en el marco de las puertas. Al dorso del texto está escrita la palabra Shadai, uno de los nombres de Dios. Esta palabra está formada por las iniciales de la frase Shomer Dlatot Israel, Guardián de las puertas de Israel. El pergamino se enrolla de tal manera que Shadai se lea por una abertura en el estuche.

Dónde y cómo fijamos la mezuzá Debe tener mezuzá la puerta de entrada a una vivienda donde una familia judía tenga su residencia permanente, así como las puertas de las habitaciones de la casa, exceptuando cocina y baños. No es necesario colocarla en oficinas o locales comerciales, ni en lugares donde se viva menos de un mes seguido, aunque se puede fijar si uno así lo desea.

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La mezuzá se coloca en el tercio superior derecho del marco de la puerta, a un palmo (unos 50 cm.) de la esquina superior, entrando desde el ambiente de menor al de mayor importancia. Así, en la puerta de calle se coloca a la derecha, entrando a la vivienda. En las puertas interiores, según se entra de un pasillo a una habitación o de una habitación menor a otra mayor. La mezuzá se coloca levemente inclinada, con su parte superior hacia el interior del ambiente. Esta debe ser clavada, siempre que el material del marco de la puerta lo permita. Es importante recalcar que lo importante de la mezuzá es el pergamino interior, siendo el envase sólo un elemento decorativo. Cualquier adulto de la familia puede colocar una mezuzá. Al fijar la mezuzá decimos la brajá correspondiente, y a continuación agradecemos a Dios por permitirnos llegar a vivir este momento, recitando Sheejeianu. Antes o después de fijar la mezuzá podemos leer algunos salmos, siendo ideal para esta ocasión el salmo 128. Todas las brajot para la postura de la mezuzá figuran en el apéndice.

¿Qué significa la mezuzá? El sentido de la mezuzá está contenido en el párrafo del Shemá que hallamos en su interior: "Las leyes que te prescribo hoy...". Estas leyes, las normativas éticas y morales de la Torá, deben estar grabadas en nuestro corazón. Las colocamos en las puertas de nuestras casas para recordarlas cada vez que pasamos por ellas, para tenerlas presentes en todo momento. Solemos besar la mezuzá (tocándola y besando nuestros dedos) no porque la veneremos ni porque dé suerte, sino como un símbolo de nuestra adhesión a las leyes que la mezuzá representa. Y presiden nuestros hogares como símbolo de nuestra condición de familia judía, respetuosa de estas leyes.

CONVERSIÓN AL JUDAÍSMO El judaísmo carece de afán proselitista. La meta del trabajo judío es, como ya dijimos, mejorar al mundo a través del mejoramiento del ser humano y de las relaciones entre las personas. Los judíos aceptamos los 613 preceptos que indica nuestra tradición, pero entendemos que exigir que los no judíos los cumplan sería invadir la libertad de conciencia de cada individuo. La Torá impone a toda la humanidad siete preceptos fundamentales que incluyen pautas morales básicas: no matar, no robar, respetar la vida, etc. Son los llamados "siete preceptos de los hijos de Nóaj" entregados por Dios a Noé después del diluvio. El ideal que toda la humanidad debería perseguir es que cada pueblo observe su fe y respete la de los demás. Que no existan guerras donde en nombre de Dios un pueblo masacre a otro o lo obligue a convertirse a su fe. Que cada ser humano y cada pueblo pueda servir a Dios mediante su camino peculiar, construyendo así una sociedad más justa y más libre para todos. Ahora bien, si un gentil desea sinceramente convertirse al judaísmo, y a pesar de las dificultades que se le interpongan persiste en su decisión, debe seguir una serie de pasos. Primeramente, debe estudiar. Sólo se quiere lo que se conoce, de modo que el aprendizaje 100

del judaísmo debe ser intensivo, profundo y cuidadoso. Los cursos abarcan historia, Torá, Talmud, tradiciones, filosofía y pensamiento judíos, legislación y práctica religiosa, etc. El postulante debe luego aprobar un examen ante una mesa formada por tres rabinos que constituyen un Bet Din. Superada la prueba, ya está en condiciones de someterse a los rituales de conversión: tevilá (inmersión ritual) las mujeres; tevilá y brit milá (circuncisión) los varones. En ese momento se impone su nombre hebreo, el que lleva la terminación ben (bat) Abraham Avinu, hijo (hija) del patriarca Abraham. Una vez concluida la conversión, la persona es considerada judía plena, con todos los derechos y obligaciones que ello implica. El Talmud prohibe expresamente recordar a un converso su origen, o discriminarlo por ello. Y conviene recordar que la historia del pensamiento judío está llena de conversos que aportaron al enriquecimiento de la cultura judía. De hecho, Ruth, que es la primera conversa al judaísmo que se registra en el Tanaj, es la que da origen a la dinastía de David, de donde, según la tradición, nacerá el Mesías.

DONACIÓN DE ÓRGANOS Como fuente de sentido para la vida, el judaísmo debe dar respuestas a todas las preguntas, las antiguas y las modernas. Y entre estas últimas, el tema del trasplante y donación de órganos es altamente relevante. La abrumadora mayoría de las autoridades religiosas autoriza su realización, basándose en las siguientes consideraciones: En el caso de un donante no vivo, el primer problema que hallamos es que al extraer un órgano se transgreden ciertas normas referentes al respeto por el muerto (Kevod hamet). Éstas indican que está prohibido lastimar un cadáver, sacar provecho de un cuerpo y demorar el funeral, lo que evidentemente ocurre en estos casos. Sin embargo, existe un principio rector en toda la halajá (legislación judía) que es la regla de Pikúaj Nefesh. Ésta dice que, cuando se trata de salvar una vida, todas las leyes deben ser transgredidas. Por ejemplo, si hay un enfermo que requiere atención debe hacerse todo lo necesario para su bienestar, estando permitido en esa eventualidad transgredir el Shabat, u ofrecerle alimentos no kasher si hay indicación médica. Esto indica, a priori, que Pikúaj Nefesh anula todas las prohibiciones respecto de Kevod hamet. Ahora bien, para poder aplicar el principio de Pikúaj Nefesh es necesario que exista lo que la legislación denomina “jolé lefaneinu”, eso es, un enfermo presente, y que el trasplante pueda efectivamente salvar su vida. Las autoridades concuerdan en que, dada la alta demanda de órganos para trasplante, las listas de espera existentes en todos los hospitales, y las facilidades de traslado y comunicación, siempre se puede asumir que hay un “jolé lefaneinu”, que hay un enfermo presente, lo que permite aun donar para bancos de órganos. En cuanto al precepto de salvar una vida, la autorización de trasplantar se limita a casos donde la vida del receptor corre peligro. Esto deja prohibida toda intervención estética. El trasplante de córneas, si bien no salva la vida de manera directa, se autoriza pues la persona ciega podría morir en un accidente causado por su ceguera. De este modo, quedan autorizados los trasplantes de córneas, riñón, hígado, médula ósea y pulmón. El trasplante de piel no se realiza para salvar la vida, sino como tratamiento provisorio, pudiéndose reemplazar por piel animal, por lo que no se lo considera Pikúaj Nefesh.

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El problema más difícil de resolver es el de trasplante de corazón, ya que el ógano no debe dejar de latir, por lo que es necesario establecer sin lugar a dudas la muerte del donante. La ciencia moderna ha creado un estado inexistente en otras épocas, que es el de la muerte clínica. El paciente se halla clínicamente muerto, pero conectado a un respirador que mantiene su corazón latiendo artificialmente. En estos dramáticos casos, la pregunta que debe ser respondida es si es lícito o no desconectar. El Talmud trae dos casos que, si bien no son absolutamente homólogos (es un texto de 1500 años de antigüedad) sirven para analizar el tema. Dice que en caso de que un enfermo viva sólo porque se le coloca un grano de sal sobre la lengua, se puede dejar de poner la sal. El otro caso es el de un moribundo que se mantiene con vida sólo porque un leñador golpea su hacha a la distancia. En ese caso, se le puede pedir al leñador que suspenda los golpes. Esto sentaría un precedente legal para detener algo que mantiene artificialmente una vida. Notemos que esto no tiene que ver con eutanasia: la eutanasia es hacer algo, activamente, para provocar la muerte, y eso está prohibido en todos los casos. Acá se trata de dejar de hacer algo que mantiene la vida de modo artificial. Lo que se hace para determinar la muerte clínica coincide con lo que piden los parámetros médicos generales: después de que dos equipos médicos calificados independientes determinen la muerte cerebral, se procede a desconectar al paciente por unos pocos segundos. Si los signos vitales se mantienen estables, se lo desconecta definitivamente. En ese caso, el paciente está en estado vegetal, y debe ser cuidado y alimentado el tiempo que se mantenga con vida. Si, por el contrario, los signos vitales comienzan a decaer, se lo vuelve a conectar, y se asume que sólo sigue respirando mecánicamente. En este caso, se considera al paciente clínicamente muerto y se puede enfocar la posibilidad de una donación. Dentro de este marco, casi todos los rabinos autorizan este tipo de trasplante. En el caso de donante vivo, la operación está permitida sólo si el donante desea fervientememte serlo, y siempre que la probabilidad de éxito de la intervención sea significativamente superior al riesgo de vida del donante y a la expectativa de sobrevida del receptor.

Donar órganos: ¿Piedad u obligación? El Comité de Ley de la Asamblea Rabínica del Movimiento Conservador, tras un minucioso análisis dictaminó que la donación de órganos en vida es un acto de piedad que no puede ser exigido, pero que, en casos extremos debe ser respetado. Pero, la donación post mortem no es un acto de piedad sino que debe ser considerado como una obligación, como una mitzvá. Teniendo la posibilidad de salvar una vida, no hacerlo es transgredir el precepto de “No permanecerás indiferente ante la sangre de tu hermano (Levítico 19:16). Se trata de un tema complicado, sobre todo porque no solemos hablar de ello. Pero es importante que tomemos una decisión y se la hagamos saber a nuestros seres queridos. LAS DISTINTAS CORRIENTES DEL JUDAÍSMO El judaísmo nunca ha sido monolítico. Si algo ha caracterizado desde siempre a nuestra cultura es su gran diversidad y amplitud. Los ejemplos abundan a lo largo de la historia. Por

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ejemplo, en la época talmúdica había dos escuelas de pensamiento: la de Hillel (beit Hillel) y la de Shammai (beit Shammai). La primera era más liberal, la segunda más estricta. Los alumnos de ambas corrientes discutían entre ellos, disintiendo dentro del respeto mutuo. No es el único caso: los exégetas de todos los tiempos han planteado visiones diferentes y hasta contradictorias (Maimónides, tan racional, Najmánides, tan místico) y podríamos decir que fue precisamente esta diversidad la que generó la riqueza del judaísmo. Otra característica intrínseca de la cultura judía es su capacidad de adaptación. Desde la misma Torá, que nos habló con un lenguaje humano (Divrá haTorá bilshón ben Adam) dando leyes que, aun siendo eternas, tienen (en muchos casos) relación con la sociedad de la época, pasando por el Talmud, que fue el intento de los sabios por adaptar la sabiduría bíblica a su propia realidad social y cultural, y continuando con los comentaristas y halajistas de todos los tiempos, la adaptación de la Ley judía ha sido siempre la norma. En la Torá hay leyes que luego el Talmud regula para que no sean aplicables, como las relativas al “hijo rebelde y contumaz”. Hay leyes talmúdicas que son derogadas o endurecidas durante la Edad Media. Podríamos encontrar muchísimos ejemplos. Una de las claves de la supervivencia del judaísmo a través de los siglos es esta capacidad de dar siempre respuestas válidas a las preguntas siempre cambiantes de cada generación. Esta realidad abarcó a todo el pueblo judío mientras éste vivió en ghettos, hasta mediados del siglo XVIII.

Reacciones frente a la modernidad Durante los años que precedieron a la Revolución Francesa, comenzaron a correr aires nuevos en Europa y América. Los movimientos emancipatorios que reconocían libertades a todos los grupos humanos (mujeres, siervos, esclavos en los Estados Unidos) afectaron también a las comunidades judías. La emancipación de los judíos implicó la abolición de las discriminaciones aplicadas especialmente a los judíos, su reconocimiento como ciudadanos iguales a los demás, y la garantía formal de todos los derechos y deberes de la ciudadanía. En suma, los ghettos se abrieron, y con ellos la posibilidad de que los judíos se contactaran abiertamente con el mundo gentil. Entre las iniciativas judías hacia la emancipación se encuentra la obra de Moisés Mendelssohn, mentor del iluminismo. Esta corriente proponía la asimilación formal a la sociedad gentil, en lo referente a vestuario, idioma, educación y maneras sociales. En palabras de Mendelssohn, se trataba de parecer gentil en la calle y ser judío en casa. Esta idea asimilacionista no perduró (el nieto de Moisés, el músico Félix Mendelssohn, se convirtió al cristianismo). Pero abrió las puertas para que el judaísmo se repensara en realación al medio quelo rodeaba. En el campo religioso, la emancipación generó distintas reacciones que siguen vigentes hasta la actualidad. La primera fue el movimiento reformista. Como respuesta a dicha corriente, se define el movimiento Conservador, la Ortodoxia y la Neo-ortodoxia. La Reforma judía surge, entonces, a principios del siglo XIX como respuesta a las cambiantes condiciones políticas y culturales generadas por la emancipación. Comenzó con

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modificaciones estéticas, incorporando el canto coral, el órgano y las plegarias en idioma vernáculo en las sinagogas, para derivar en fuertes reformas en cuanto a ideología y observancia. La Reforma plantea la legitimidad del cambio en el judaísmo, y niega la validez eterna de la codificación de la ley judía o de cualquier formulación en el sistema de creencias. Debido a esto, el estilo reformista varía de comunidad en comunidad y a través del tiempo, coexistiendo las posiciones más radicales en un clima de mutuo respeto. Cuando la Reforma decide romper los lazos que la unen con la Halajá (ley judía) se genera en el pueblo judío la formación de un movimiento que podríamos llamar de contrarreforma, que derivó en el surgimiento del Movimiento Conservador, inicialmente llamado Judaísmo Histórico, o Escuela Histórica. Surge a mediados del siglo XIX tanto en Europa como en EEUU, apoyando la emancipación y la salida de los ghettos. Acepta la necesidad de ciertos cambios inevitables, pero a diferencia de la Reforma, mantiene que dichos cambios deben hacerse a la luz de precedentes bíblicos y talmúdicos, de la misma manera como se hizo históricamente desde siempre. La corriente, también llamada Masortí (tradicionalista) ve al pueblo judío a través de la historia como un organismo que siempre refrescó su espíritu vital respondiendo creativamente a los nuevos desafíos. Los cambios son decididos por el Comité de Ley de la Asamblea Rabínica y se hacen tomando en consideración todos los precedentes legales disponibles. Otra reacción generada por la emancipación fue el surgimiento de la Neo-ortodoxia. Liderada inicialmente por Samson Raphael Hirsch, esta corriente acepta la salida de los ghettos, tomando la idea general de “Torá im derej eretz” (Torá con cultura secular). Combinan actitudes de la Reforma con las de la Ortodoxia. De la Reforma toman la voluntad de integrarse a la sociedad moderna: abandonan el estudio de la Torá como un fin en sí mismo, al estilo de la yeshivá clásica, cambian el hebreo por el alemán como idioma cultural, aceptan las reformas educativas, la educación de la mujer y su mayor participación en la vida religiosa y política, la abolición del poder coercitivo de la comunidad, la libertad de conciencia, la adopción de vestimenta moderna incluyendo la eliminación de la barba y las peot (guedejas) en los hombres, y la aceptación del concepto de libertad de conciencia. De la Ortodoxia, toman el dogmatismo (emunat jajamim, la fe de los sabios), la oposición al principio de libertad de investigación y las reservas respecto de las preocupaciones del Wissenschaft des Judentums (el estudio científico del judaísmo). la aceptación de la autoridad del Shulján Aruj, la excesiva estrictez en la observancia de los preceptos y costumbres, etc. Finalmente, como reacción a la emancipación se conforma el llamado judaísmo ortodoxo. El término aparece por primera vez en 1795, para distinguirse del movimiento reformista, oponiéndose a cualquier modificación del judaísmo. Su lema es “Hejadash asur baTorá” (lo nuevo está prohibido por la Torá), lo que no deja de ser una innovación dentro del pensamiento judío. La ortodoxia ve los intentos de adaptar al judaísmo a la modernidad como incompatibles con la normativa que establece que la voluntad revelada de Dios perdura más que los valores de cualquier época dada. Expresa el temor de que la exposición a la cultura del mundo moderno resulte en la asimiliación total de los judíos, proponiendo una completa segregación del entorno de todo lo que sea la vida social y cultural. Se hace hincapié, por sobre todo, en la sumisión a la autoridad de la halajá como está expresada en el Shulján Aruj y sus comentarios, y en el origen divino de la totalidad de la religión

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histórica del pueblo judío. Esta es a grandes rasgos la variedad de posturas que dominan el escenario judío actual. Habría que agregar a este panorama el Reconstruccionismo, fundado en 1922 por Mordejai Kaplan, que define al judaísmo como una civilización religiosa en constante evolución. Además, no debemos olvidar que tanto la Ortodoxia como la Neo Ortodoxia están divididas en diferentes facciones, cada una con sus particularidades. Finalmente está el llamado judaísmo laico, muy fuerte en algunos países como Francia, cuyos adherentes toman el ser judío como una fuente de inspiración ética e identidad nacional, desligándolo de cualquier relación con la divinidad. Como podemos apreciar, el judaísmo es suficientemente amplio como para dar cabida a todos los que quieran acercarse a él. Místicos, racionales, agnósticos y hasta ateos, pueden nutrirse de su sabiduría. Judaísmo es religión, es pertenencia, es marco ético. Judaísmo es la brújula cósmica que nos permite saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Es, en suma, una fuente inagotable que nos guía en nuestra búsqueda de sentido.

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APÉNDICE

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BENDICIONES DE LAS COMIDAS Antes de comer pan decimos: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, hamotzí léjem min haaretz Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del Universo, que sacas el pan de la tierra. Si es un preparado que contiene harinas (galletas, tortas, pasteles, fideos, etc.): Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, boré minei mezonot. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del Universo, creador de todo tipo de comidas. En el caso de los vegetales debemos saber si lo que comemos es una hierba o sus frutos o flores, o si se trata del fruto de un árbol. Si comemos un vegetal herbáceo: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, boré pri haadamá. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del Universo, creador del fruto de la tierra. Entran en esta categoría las verduras, raíces, bulbos, legumbres, frutos como sandía, melón, plátano, etc. Si es un fruto de un árbol: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, boré pri haetz. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del Universo, creador del fruto del árbol. Se incluyen aquí frutas tales como manzana, naranja, durazno, pera, uva, etc. Cuando bebemos vino: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, boré pri hagafen. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del Universo, creador del fruto de la vid. Sobre todos los demás alimentos, como huevo, leche, carne, líquidos diversos, etc. decimos: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, shehakol nihié bidvaró. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del Universo, por cuya palabra todo fue creado.

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Después de haber comido pan, decimos Birkat Hamazón XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX INSERTAR BIRKAT HAMAZON COMPLETO Y RESUMIDO XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX

BENDICIONES PARA OCASIONES VARIAS Al observar las maravillas de la naturaleza: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, shekaja lo beolamó. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro rey del Universo, que has creado todas estas maravillas en Tu mundo. Al estrenar ropa, comer un fruto por primera vez en el año, cambiarnos de casa, llegar a una nueva festividad, etc. decimos Sheejeianu: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, sheejeianu, vekiemanu, veiguianu lazmán hazé Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del universo, que nos concediste la vida, nos sostuviste, y nos hiciste presenciar este momento.

BENDICIÓN DE LAS VELAS Para Shabat: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner shel Shabat. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del Universo, que nos santificas con Tus preceptos ordenándonos encender las velas de Shabat. Para festividades (Pésaj, Shavuot, Sucot y Rosh Hashaná): Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haloam, asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner shel Iom tov. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del universo, que nos santificas con Tus preceptos ordenándonos encender las velas de la festividad. A continuación se recita Sheejeianu Para Iom Kipur:

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Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haloam, asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner shel Iom Hakipurim. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del universo, que nos santificas con Tus preceptos ordenándonos encender las velas del Día del Perdón. A continuación se recita Sheejeianu PÉSAJ Bitul Jametz Antes de iniciar la búsqueda del jametz, se recita: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu al biur jametz. Bendito eres Tú, Adonai, Dios nuestro, Rey del universo, que nos santificas con Tus preceptos ordenándonos deshacernos del jametz. Una vez terminada la búsqueda, decimos: Todo el jametz que aún poseo y que no haya visto, o del cual no me haya deshecho, o acerca del cual no tenga conocimiento, queda de este modo nulo y sin dueño como el polvo de la tierra. A la mañana siguiente se quema o desecha el jametz, diciendo: Todo el jametz que poseo, lo haya visto o no, me haya deshecho de él o no, queda de este modo nulo y sin dueño como el polvo de la tierra. Podemos agregar esta meditación: Dios nuestro y de nuestros padres. Así como he eliminado todo el jametz de mi hogar y de mi propiedad, sea Tu voluntad que yo sea capaz de eliminar de mi corazón todos los vestigios de esclavitud que me restan felicidad. RITUAL PARA LA CENA DE ROSH HASHANÁ Antes de comenzar la comida el dueño de casa toma la cabeza de pescado y dice: She nihie tamid le rosh velo lezanav Que seamos siempre cabeza, y no cola. Luego se toma un trozo de manzana con miel, y antes de comerla se dice: Iehí ratzón milefaneja, Adonai Eloheinu veElohei avoteinu, shetejadesh aleinu shaná tová

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umetuká Sea Tu voluntad, Dios nuestro y Dios de nuestros padres, renovar para nosotros un año bueno y dulce.

SUCOT Al sentarnos en la sucá decimos: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu leishev basucá. Bendito eres Tú, Adonai Dios nuestro, Rey del universo, que nos santificaste con tus preceptos ordenándonos sentarnos en la sucá. La primera vez en el año decimos Sheejeianu

Bendición sobre el lulav Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, asher kidshanu bemizvotav vetzivanu al netilat lulav. La primera vez en el año se dice Sheejeianu.

JANUCÁ Preparando la janukiá: Las velas se colocan de derecha a izquierda, y se encienden de izquierda a derecha. El encendido se realiza por la noche, salvo en Shabat que se encienden antes del atardecer. La primera noche se enciende una vela, más otra que sirve de shamash, servidora. La segunda noche se encienden tres, hasta que la octava noche encendemos ocho más una, nueve. Ejemplo: la sexta noche la janukiá se ve así:

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Al encender las velas de Janucá: (decimos las brajot y luego encendemos) Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haloam asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner shel Janucá. Bendito eres Tú, Adonai Dios nuestro Rey del universo, que nos santificaste con Tus preceptos ordenándonos encender las velas de Janucá. Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, she asá nisim laavoteinu baiamim haem bazmán hazé Bendito eres Tú, Adonai Dios nuestro Rey del universo, que hizo milagros a nuestros padres en aquellos días, en esta época. La primera vez en el año, se dice Sheejeianu. ¿Pongo Hanerot Halalu y Maoz Tzur? xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxx COLOCACIÓN DE UNA MEZUZÁ: Se clava parcialmente la mezuzá. Antes de terminar decimos: Baruj atá Adonai, Eloheinu melej haolam, asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu likboa mezuzá. Bendito eres Tú, Adonai Dios nuestro, Rey del universo, que nos bendijiste con tus preceptos, y nos ordenaste fijar la mezuzá. A continuación, decimos Sheejeianu SALMO 128 Bienaventurado aquél que teme a Adonai, que anda en sus caminos. Cuando comieres del trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid cargada de frutos a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. Así será bendecido el hombre que teme a Adonai. Bendígate Adonai desde Sión, y veas el bien de Jerusalem todos los días de tu vida. Que veas a los hijos de tus hijos, y que haya paz sobre Israel. 111

BIBLIOGRAFÍA Encyclopaedia Judaica. Keter Publishing House. Jerusalem, 1982 Greenberg, Blu. How to Run a Jewish Household. Simon and Shuster. New York, 1983 Jumash y Haftarot con traducción, supervisión, selección exegética, notas y comentarios de Marcos Edery (5 tomos). Jerusalem, 1982. Buenos Aires, 1984, 1987, 1989 y 1991. Kolatch, Alfred. El Libro Judío del Por Qué. La Semana apublicaciones Ltda. Bogotá, Colombia, 1995 Klein, Isaac. A Guide to Jewish Religious Practice. The Jewish Theological Seminary of America. Ktav Publishing House. New York, 1992 Lamm, Maurice. The Jewish Way in Death and Mourning. Jonathan David Publishers. New York, 1969 Newman, Jacob y G. Sivan. Judaísmo A-Z. Organización Sionista Mundial. Jerusalem, 1983 Prager, Denis y Joseph Telushkin. Ocho Preguntas Sobre Judaísmo. Seminario Rabínico Latinoamericano. Buenos Aires, 1987 Ritual de oraciones para todo el año. Consejo Mundial de Sinagogas. Buenos Aires, 1965 Siegel, Richard, M. y S. Strassfeld. The First Jewish Catalog. J.P.S. Philadelphia, 1973 Strassfeld, Michael y Sharon. The Second Jewish Catalog. Philadelphia, 1976 Strassfeld, Michael y Sharon. The Third Jewish Catalog. Philadelphia, 1980 Strassfeld, Michael. The Jewish Holidays. Harper & Row, Publishers, New York. 1985 Trepp, Leo. Una Historia de la Experiencia Judía. Latinoamericano. Buenos aires, 1980

Seminario Rabínico

Índice

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INTRODUCCIÓN

2

CAPITULO I

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EL DÍA

5

LAS PLEGARIAS Comenzando el día Las tres plegarias diarias La oración Keva y kavaná Algo más sobre la tefilá ¿Oye Dios nuestras oraciones? ¿Qué significa brajá, bendición? ¿Cómo rezamos los judíos? La Amidá Bendiciones antes de las comidas Birkat hamazón Las maravillas de la naturaleza Sheejeianu Birkot Hamitzvot El Shemá Terminando el día

6 6 7 7 7 8 8 9 9 9 10 10 11 11 11 12 13

LAS MITZVOT ¿Cumplir todas las mitzvot? ¿Y la culpa? Tipos de mitzvot: jukim y mishpatim Importancia relativa de las mitzvot

14 14 14 15 15

KASHRUT Kashrut: auto control Kashrut: respeto por la vida Kashrut: respeto por nosotros mismos Alimentos permitidos y alimentos prohibidos El método de matanza Carne y leche Vajilla cárnea y láctea Una casa kasher

16 16 17 17 18 18 19 20 20

TZEDAKÁ Guemilut jasadim

20 21

CAPITULO II

22

LA SEMANA

22

LA SEMANA JUDÍA La lectura de la Torá Las aliot a la Torá Quién puede subir a la lectura

23 23 24 24

EL SHABAT

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Las 39 prohibiciones Las mil y una actividades permitidas SHABAT: QUÉ HACEMOS Cómo se entra al Shabat El encendido de las velas Kabalat Shabat La cena de Shabat Cómo se prepara, qué se hace. La comida Y mientras comemos... Agradeciendo por la comida El sábado La sinagoga La tarde Terminando el Shabat

24 25 25 25 26 26 26 26 26 27 27 27 28 28 28

CAPITULO III

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EL AÑO

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EL AÑO JUDÍO El calendario hebreo Los meses Los años embolismales Rosh Jodesh Empezando el ciclo festivo ¿Comenzar por la primavera? Pero, ¿y Rosh Hashaná? Al principio, Pésaj Libertad e imperfección Clasificación de las festividades a) Festividades de la Torá: Shalosh Regalim ¿Por qué cuatro nombres? El segundo día diaspórico En la actualidad Rosh Hashaná y Iom Kipur b) Festividades no bíblicas

30 31 31 31 31 32 32 32 32 33 33 34 34 34 35 35 35 36

EL CICLO FESTIVO

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PÉSAJ: FIESTA DE LA LIBERTAD 1) Jag Ha Aviv. 2) Jag Ha Pésaj. 3) Jag Ha Matzot. 4) Zman Jerutenu Pésaj, la fiesta de las preguntas Pésaj: Cómo lo hacemos Los preparativos ¿Qué es jametz? Bedikat Jametz La primera noche La keará Otros elementos de la mesa del Séder

36 36 37 38 38 39 39 40 40 40 41 41 42

114

El Séder

42

LA CUENTA DEL OMER Origen agrícola de la cuenta Consideraciones históricas Mensaje actual Sefirat Ha Omer: Cómo lo hacemos

42 43 43 43 44

LAG BAOMER Qué hacemos

44 44

IOM HAZICARON Y IOM HAATZMAUT Qué hacemos

44 44

IOM HASHOÁ Qué hacemos

45 45

IOM IERUSHALAIM Qué hacemos

45 45

SHAVUOT 1) Jag Hashavuot: fiesta de las semanas 2) Zman Matán Toratenu: el tiempo de entrega de nuestra Torá. Qué fue lo que Dios entregó en el Monte Sinaí 3) Jag Habikurim: fiesta de las primicias 4) Jag Hakatzir: fiesta de la cosecha Shavuot: Qué hacemos

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BEIN HAMETZARIM: el duelo por la destrucción ¿Por qué seguir recordando? ¿Tiene vigencia Tisha be Av después del año 1948?

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EL SEGUNDO CICLO: LA RESPONSABILIDAD

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Las fiestas de Tishrei Darse tiempo El tiempo de Elul: qué hacemos Los saludos

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ROSH HASHANÁ El primer nombre: Iom Hazicarón. El segundo nombre: Iom Teruá: día del toque de shofar El shofar: poder concentrado El shofar: despertador del espíritu El tercer nombre: Rosh Hashaná Las mitologías de origen El Big Bang, la mitología moderna El Génesis: buscando sentido a la vida El cuarto nombre: Iom Ha Din Determinismo y libre albedrío Rosh Hashaná: qué hacemos. En la casa

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ASERET IEMEI TESHUVÁ: los diez días del retorno. Qué hacemos

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IOM KIPUR: el día de la expiación El perdón El perdón de Dios no es automático. Iom Kipur: Qué hacemos. ¿Por qué no usamos cuero? Los servicios de Iom Kipur Kol Nidre La mañana La tarde

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SUCOT Sucot: generalidades Las cuatro especies (Arbaat Haminim) Otra interpretación de las cuatro especies Los ushpizin

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Los cuatro nombres de Sucot El primer hombre: Jag Ha Sucot La sucá: valorar lo que tenemos El techo de la Sucá El segundo nombre: Jag Ha Asif Jag Ha Asif y Iom Kipur El tercer nombre: Zman Simjatenu La felicidad como obligación El cuarto nombre: Jag Sucot: qué hacemos La sucá Arbaat Haminim Los ushpizin Hoshaná Rabá

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Sheminí Atzeret Simjat Torá La lectura de la Torá: un ciclo infinito Simjat Torá: qué hacemos El final de Tishrei

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JANUCÁ Janucá: Su origen El milagro del aceite Janucá: los mensajes El primer nombre: Janucá Janucá: la lucha macabea El segundo nombre: Jag Ha Urim Janucá: qué hacemos

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TU BISHVAT Jag Ha Ilanot, su mensaje Tu Bishvat: qué hacemos

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JAG PURIM Purim: su historia Purim: la diáspora no es segura. Purim: antisemitismo y valores Purim: qué hacemos Conclusión

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CAPITULO IV

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CICLO DE VIDA

76

EL CICLO DE LA VIDA

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EL NACIMIENTO Un nombre para tu hijo Los rituales de nacimiento Brit Milá Los participantes La ceremonia Simjat Habat

78 78 78 78 79 79 80

BAR/BAT MITZVÁ ¿Por qué a esa edad? Bar Mitzvá Bat Mitzvá

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FORMANDO UNA FAMILIA La vida familiar Familia y comunidad La problemática actual La familia y los niños Los niños y sus recuerdos

83 83 83 83 84 84

SEXUALIDAD EN EL JUDAÍSMO Familia y pareja El hombre y los animales Sexo y amor La elección de la pareja Buscando pareja Las leyes de pureza familiar La mikvá: renacimiento y purificación Planificación familiar Anticoncepción: qué y cuándo Aborto

85 85 85 86 86 87 87 88 88 89 89

El compromiso matrimonial: Tnaim

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El matrimonio Los tres aspectos de la unión matrimonial La jupá La ceremonia Llegando a la jupá La consagración La ketuvá Las sheva brajot La ruptura de la copa Generalidades Algunas costumbres Divorcio

90 90 91 91 91 91 92 92 92 93 93 93

EL FINAL DE LA VIDA La muerte: una noche entre dos días

94 94

117

Por quién se debe observar duelo Antes del funeral El funeral La shivá Los shloshim El iortzait Algunas palabras sobre las leyes de duelo

95 95 95 96 96 96 97

CAPITULO V

98

MISCELÁNEAS

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JANUKAT HA BAIT: LA INAUGURACIÓN DE UNA CASA La mezuzá Dónde y cómo fijamos la mezuzá ¿Qué significa la mezuzá?

99 99 99 100

CONVERSIÓN AL JUDAÍSMO

100

Donación de órganos Donar órganos: ¿Piedad u obligación?

101 102

LAS DISTINTAS CORRIENTES DEL JUDAÍSMO Reacciones frente a la modernidad

102 103

APÉNDICE

106

BENDICIONES DE LAS COMIDAS

107

BENDICIONES PARA OCASIONES VARIAS

108

BENDICIÓN DE LAS VELAS

108

PÉSAJ

109

RITUAL PARA LA CENA DE ROSH HASHANÁ

109

SUCOT

110

JANUCÁ

110

COLOCACIÓN DE UNA MEZUZÁ:

111

Salmo 128

111

BIBLIOGRAFÍA

112

118

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