Un nuevo manual para las iglesias Bautistas

April 11, 2019 | Author: Manaces Balam | Category: Baptists, Baptism, Eucharist, Catholic Church, Christ (Title)
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Manual para la biblioteca de todo bautista...

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(Revisado) Haced todas las cosas decentemente y en orden (1Co 14.40).

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©Judson Press – Valley Forge, Pa. Traducido y editado por Rev. Miriam Z. Gutiérrez (2012) Iglesias Bautistas de Puerto Rico ----------------------

En materia de la organización organización de la iglesia, en su capacidad corporativa como poseedora de propiedad, propiedad, y en materia de elección de síndicos, pastores(as) pastores(as) e iglesias, deben procurar cuidadosamente cuidadosamente consejería respecto a los requisitos de las leyes de sus estados o países y debe velar v elar para que las exigencias de la ley se cumplan con toda exactitud. Es imposible dentro de los límites de este manual detallar los requerimientos de las leyes de los estados o países individuales.

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1.

Introducción

2.

Explicación

3.

Pacto de la iglesia

4.

Declaración de fe

5.

Preguntas a los candidatos a membresía

6.

Breve historia de los bautistas

7.

Gobierno de las iglesias bautistas

8.

Ordenanzas Bautismo La Cena del Señor o Comunión

9.

Disciplina de la iglesia

10.

Procedimientos en la iglesia

11.

Reglas parlamentarias parlamentarias

iii

UN NUEVO MANUAL PARA LAS IGLESIAS BAUTISTAS (Revisado) Con una introducción en honor a los 400 años de los comienzos bautistas (cuatricentenario)

Cuando J. Newton Brown publicó por primera vez Un manual para iglesias bautistas en 1853, se componía primeramente de la Declaración de fe de New Hampshire, una de las más influyentes confesiones de los primeros bautistas en Norte América. Tenía el propósito de restablecer los puntos de vista teológicos de los bautistas calvinistas a la luz del ardoroso y evangelístico mensaje de Benjamin Randall sobre los bautistas libres. La confesión procuraba reinstalar las creencias calvinistas en una forma moderada. Originalmente escrita por I. Pearson entre 1831 y 1833, y aprobada por la Convención Bautista de New Hampshire el 15 de enero de 1833, la confesión pudo no haber llegado a conocerse fuera de Nueva Inglaterra si no hubiera sido por J. Newton Brown. Como secretario editor de la Sociedad de Publicaciones Bautistas Americanas en 1853, ejerció su autoridad e iniciativa para revisar la confesión y publicarla ampliamente en El manual para iglesias bautistas. Le hizo revisiones menores al texto original y le añadió dos artículos sobre «Arrepentimiento y fe» y «Santificación». Desde entonces, la confesión ha sido adoptada, adaptada y revisada en varias formas por pastores individuales, congregaciones y publicadores. ¿Por qué relatamos la historia de un libro diferente en la introducción a este Nuevo manual para iglesias bautistas? En parte, sencillamente para diferenciar este libro de su predecesor de título parecido. Este libro fue publicado por primera vez en 1895, cerca de cuarenta años después del volumen de Brown. (Fue revisado en 1976). Aunque El nuevo manual para iglesias bautistas incluye un resumen de los artículos clave en la Confesión de New Hampshire, no intenta reproducirla palabra por palabra, ni sigue el orden de los artículos de Brown. De hecho, modifica la fortaleza del calvinismo de la Confesión de New Hampshire en algunas palabras, tanto implícita como explícitamente. Debe notarse, además, que este manual difiere del de Brown en otras áreas clave1. Primero, el lenguaje es más contemporáneo y usa lenguaje inclusivo. Segundo, su contenido es más abarcador, incluyendo versiones de una declaración de fe, muestra de un pacto de la iglesia y formas de cartas de la iglesia, tal como tiene el volumen de 1

 En esta traducción, a demás, estamos incluyendo algunas adaptaciones a nuestro contexto de iglesias bautistas en Puerto Rico.

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1853, pero también provee preguntas para prospectos de miembros, una breve historia de los bautistas, un repaso de la política bautista, un directorio de organizaciones bautistas e información más detallada sobre disciplina de la iglesia y las ordenanzas del bautismo y Santa Cena. Más que una diferenciación directa entre dos volúmenes históricos, este repaso anhela iluminar la naturaleza y el propósito de las confesiones bautistas. Tal como explica esta edición:

Este Nuevo manual para iglesias bautistas sigue esa honorable tradición de cómo los bautistas de una generación y contexto respondieron a sus colegas en diferente tiempo y lugar. Representa tanto continuidad como diversidad – dos cualidades que son aspectos apreciados e integrales de la identidad e historia bautistas. El valor de un recurso como este para la iglesia local de hoy es muy significativo. No solamente es una ventana a nuestro pasado teológico y asociacional, sino una herramienta para trabajar nuestra identidad y misión para el futuro. Tal como nuestros predecesores en la fe bautista han hecho por generaciones, use este manual (y otros similares) como una referencia y punto de conversación en su congregación cuando esté diseñando o revisando su pacto de iglesia o declaración de fe. Compare el contenido de este volumen contra las referencias bíblicas que usted atesora y contra la visión de lo que usted cree que Dios ha llamado a su iglesia a ser. Utilice las herramientas que le provee este manual para esculpir su propia identidad y para establecer una política y proceso que sea útil para la edificación y capacitación de la Iglesia de Jesucristo en su tiempo y lugar. El año 2009 marcó el aniversario #400 de los comienzos bautistas – en Amsterdan, Holanda, en 1609, cuando Juan Smyth se bautizó a sí mismo, a Tomás Helwys y sus seguidores a una nueva y radical fe. Al recordar ese aniversario publicamos nuevamente Un nuevo manual para iglesias bautistas como alabanza a Dios 2

por su fidelidad a través de los tiempos y con la oración de que este librito continúe siendo un recurso que brinde libertad y nuevas fronteras para toda persona que se esfuerza por servir a Dios en esta generación. ---George Hancock-Stefan, MDiv, PhD Profesor asociado de historia de la iglesia Seminario Teológico Palmer de la Universidad del Este

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Las iglesias bautistas no somos una iglesia, con doctrinas estandarizadas o forma de gobierno preestablecida, de los cuales ninguna congregación no pueda diferir. El cuerpo total de bautista se conoce como la denominación bautista y no la Iglesia Bautista porque cada congregación separada se considera y se tiene por una iglesia en sí misma, como sucedía con las iglesias locales del Nuevo Testamento. Los millones de personas cristianas que son miembros de estas iglesias locales determinan por sí mismas sus asuntos internos. Comparten con las otras iglesias en asociaciones y convenciones a nivel regional, estatal y nacional, donde comparten con otros creyentes sobre la aplicación de las Escrituras de sus principios comunes y los mejores métodos para el trabajo de la iglesia y planificar para las misiones y el establecimiento y sostenimiento de intereses educativos y otros asuntos. Su unidad esencial está fundamentada en la Biblia y la común fe y práctica que obtienen de sus enseñanzas. Es evidente, por tanto, que los bautistas no tenemos credos escritos y autoritarios los cuales todos los bautistas suscribamos. Sin embargo, hay ciertos aspectos generalmente aceptados por los cuales los bautistas nos identificamos. Por supuesto, los bautistas afirman muchas de las doctrinas cardinales que los cristianos compartimos en común con otros cuerpos evangélicos, pero hay diferencias que nos distinguen. Este  Manual explica algunas de esas diferencias y establece los principios y prácticas de la denominación bautista. También pretende servir como un breve manual para oficiales y trabajadores de la iglesia. El mismo fue originalmente preparado por el Dr. J. Newton Brown, y publicado por primera vez en 1853. Ha tenido muchas ediciones y ha sido circulado en miles de copia entre los bautistas de todo el mundo.

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Habiendo sido dirigidos, según nuestro entendimiento, por el Espíritu de Dios a recibir al Señor Jesucristo como nuestro salvador, mediante la profesión de nuestra fe, y habiendo sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora, en presencia de Dios y de esta asamblea, solemne y gozosamente entramos en pacto unos con otras, como un solo cuerpo en Cristo. Nos comprometemos, por tanto, con la ayuda del Espíritu Santo, a caminar juntos en amor cristiano; a luchar por el avance de esta iglesia en conocimiento, santidad y cooperación; a promover su prosperidad y espiritualidad; a sostener adoración, ordenanzas, disciplina y doctrinas; a contribuir gozosa y regularmente para el sostenimiento del ministerio, los gastos de la iglesia, la ayuda a los pobres, y a la expansión del evangelio a todas las naciones. Nos comprometemos también a mantener devociones familiares e individuales; educar a nuestros hijos e hijas en la fe; procurar la salvación de nuestra familia y relacionados; andar con circunspección en el mundo; ser justos en nuestros tratos y compromisos, ejemplares en nuestro comportamiento, evitar las habladurías, las ofensas y la ira excesiva; abstenernos del uso y venta de bebidas embriagantes; y a ser celosos en nuestro esfuerzo por adelantar el reino de Nuestro Salvador. Además, nos comprometemos a velar unos por otras en amor fraternal; recordarnos unos a otras en oración; ayudarnos unos a otras en la enfermedad y la dificultad; a cultivar la simpatía cristiana en sentimientos y cortesía en el hablar; a ser lentos para ofender, pero siempre listos para la reconciliación y para recordar las reglas de nuestro Salvador para la misma.

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Cuando tengamos de mudarnos de lugar, nos comprometemos a buscar otro lugar de adoración tan pronto como podamos, donde podamos cumplir con el espíritu de este pacto y los principios de la Palabra de Dios.

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1. Las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento fueron escritas por hombres divinamente inspirados y son la única y perfecta regla de fe y práctica (2 Tim 3.16; 1 Pd 1.21; Mt 24.35; Jn 5.39). 2. Hay un Dios y solamente uno, que existe por sí mismo, eterno e infinito en todos los aspectos, y que se nos ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo, el mismo en esencia, aunque diferente en personalidad (Is 45.21; Dt 6.4; Jn 1.1-14; Ap 1.8; Jn 14.26; 15.26; Mt 28.19). 3. El hombre y la mujer fueron creados inocentes pero por su voluntaria desobediencia cayeron del estado de gracia; de tal manera que toda la humanidad ahora es pecadora, no por obligación, sino por elección, inclinados al pecado; y por tanto, bajo la justa condenación a la ruina eterna (Gn 1.27; 31; 3.1-6; Is 53.6; Ro 1.18; 3.23). 4.  Jesucristo, el Hijo de Dios e Hijo del Hombre, vino al mundo a salvar a las personas de la culpa y condenación del pecado, ofreciendo su sangre como expiación y haciendo esa expiación disponible para todas aquellas persona que tengan fe en ‘el (Jn 1.29; Hch 4.12; Ro 3.21 -26; n 3.14-16; Mt 26.28). 5. El resultado de aceptar a Jesucristo es la justificación, mediante la cual llegamos a la paz y el favor con Dios (Ef 1.7; Ro 5.1). 6. Los medios para asegurar la justificación son el arrepentimiento y la fe, a través de los cuales nos volvemos a Dios con contrición sincera y aceptamos a  Jesucristo como nuestro suficiente Salvador (Hch 2.38; Ef 2.8). 7. Dios tiene propósitos de gracia en la salvación de las personas. Estos propósitos se hacen realidad por la dádiva de su Hijo y por las influencia regenerativa del Espíritu Santo sobre aquella persona que sinceramente cree en Cristo. Pero estos propósitos no contravienen la libertad de la voluntad humana ni hacen 7

inoperativos la proclamación del evangelio a todas las personas (Ef 1.4; Jn 6.44; 1.12-13; 16.7-11; Ef 2.10; Fl 2.12-13; Ro 10.13-16). 8. Nada puede separar a los verdaderos creyentes del amor de Dios; sino que son guardados por el poder de Dios, mediante la fe y la salvación, siendo prueba segura de esto la continua paciencia y adelanto en rectitud y verdadera santidad (Ro 8.35-39; Jn 10.27-29; 2 Pd 1.3-4; Mt 24.13). 9. Las ordenanzas del evangelio son el bautismo y la Santa Cena. El bautismo es la inmersión en agua de un creyente en Jesucristo «en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo» y simboliza la regeneración. La Cena del Señor o Santa Cena es una conmemoración del amor hasta la muerte de Jesús y simboliza el hecho de que la persona creyente es alimentada y nutrida continuamente por Cristo. Cuando la celebramos debemos colocarla luego del bautismo, de acuerdo con su orden simbólico e histórico y como se requiere en las enseñanzas del Nuevo Testamento (Mt 3.6, 13-17; 28.19-20; Hch 8.36-38; Ro 6.4; Co 2.12; Mt 26.26-30; Hch 2.41-42; 1 Co 11.23-29). 10. La iglesia de Jesucristo incluye a toda la compañía de creyentes de cualquier nombre, edad o país, y es conocida solamente por el ojo de Dios. La iglesia que es visible a los ojos humanos es una compañía de creyentes bautizados en el nombre del Trino Dios que observa las formas, ordenanzas y principios establecidos en el Nuevo Testamento (Co 1.18; Ef 1.22-23; 2.19-21; 1 Co 12.27-28; 1.2). 11. El primer día de la semana se observará como el Día del Señor o Sabath cristiano (Jn 20.19; Hch 20.7; 1 Co 16.1-2). 12. El gobierno civil ha sido instituido por Dios para el interés común y buen orden de la sociedad; se debe orar por los oficiales del gobierno, honrarles y obedecerles, excepto en aquellos asuntos que se oponen a la voluntad de Cristo, quien es el Señor de la conciencia y el príncipe de los reyes de la tierra (Ro 13.17; Mt 22.21; Hch 5.29). 13.  Jesús viene otra vez a juzgar las naciones y a llenar la tierra de su gloria y poder (Mt 25.25-51; Jn 14.3; Hch 1.11; 1 Tes 4.16-17; 2 Tes 2.3-8; Ap 1.7). 14. Habrá una resurrección de los justos y los injustos –  los justos para recibir bendición y recompensa; los injustos para juicio y condenación eterna (Jn 5.2829; Mt 25.31-46; Hch 25.15; 1 Co 15.22-24, 42-58; 2 Co 5.10; Ap 20.11-15).

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1. ¿Ha considerado usted en oración y cuidadosamente la decisión de unirse a la iglesia? 2. ¿Puede usted afirmar que cree que su corazón ha sido cambiado y que sus pecados han sido borrados; que usted ama a y confía en Cristo y que procurará seguir sus caminos; y que disfruta de la oración, la lectura de la Palabra, la adoración en el santuario y la comunión con otros cristianos? 3. ¿Ha considerado usted cuidadosamente las doctrinas de esta iglesia, y las acepta como consistentes con la enseñanza de la Palabra de Dios? 4. ¿Acepta usted gozosamente las obligaciones impuestas por el Pacto de la Iglesia? 5. ¿Promete usted esforzarse en todo tiempo por vivir en paz con los otros miembros de la iglesia, ser fiel a sus deberes, y llevar la porción de las cargas y responsabilidades que le corresponden a los miembros de esta iglesia?

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Hay más de 30 millones de personas alrededor del mundo que se conocen como bautistas. Están divididas en varios grupos nacionales y denominacionales. ¿Cuál es la herencia común que comparten como bautistas? La contestación a esta pregunta es más difícil que para otras denominaciones. La Iglesia Ortodoxa Griega, por ejemplo, puede trazar su historia allá en los días de los apóstoles. La Iglesia Católica Romana también reclama sus raíces en los primeros siglos del cristianismo. Los luteranos trazan sus orígenes desde Martín Lutero; los metodistas desde Juan Wesley y los discípulos de Cristo hasta Alexander Campbell y Barton Stone. Pero, ¿y qué de los bautistas? ¿De dónde vienen? Se han presentado varias teorías. Algunos dicen que los bautistas surgen del movimiento de Juan el bautista. Aunque el nombre «bautista» y la práctica del bautismo luego del arrepentimiento y la fe nos recuerdan del ministerio de Juan en el río Jordán, los bautistas también se han nutrido de otras fuentes. La organización congregacional de los bautistas, con su énfasis en el laicado, se parece mucho al modelo organizacional de la sinagoga judía. Sería prácticamente imposible, sin embargo, demostrar una línea directa entre los bautistas y los primeros judíos. Otros han intentado probar una continuidad directa con las iglesias del periodo del Nuevo Testamento. Aunque ciertamente los bautistas derivan su fe y prácticas del Nuevo Testamento, trazar tal continuidad histórica depende de una muy escasa evidencia histórica. En realidad, la historia bautista tiene muchas raíces y ramas. La conexión verdadera entre los bautistas modernos y los cristianos primitivos no es tanto una conexión histórica sino más una relación espiritual. Por ejemplo, algunos bautistas modernos se identifican con los viejos montanistas, quienes defendían la pureza y espiritualidad de la iglesia en un tiempo de creciente autoritarismo e inclusividad. Otros bautistas encuentran sus raíces en tales luchadores medievales por la libertad como Peter Waldo, John Wycliffe y John Hus —todos estos lucharon a base de 2

 Para información más detallada, ver Herencia e Identidad: Historia, principios y prácticas bautistas (A.L.

Gutiérrez, 2009, Judson Press). Véase, además, A History of the Baptists (Torbet, Robert, 1950, Judson Press). Parte del siguiente resumen ha sido tomado del librito The Baptists por John E. Skoglund de Judson Press.

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principios escriturales para traer de nuevo a la vida de la iglesia cualidades descuidadas, tales como pureza, responsabilidad personal y libertad de creencia y culto. Algunos competentes historiadores bautistas ven un parecido espiritual entre bautistas y anabautistas del periodo de la Reforma, un grupo de «izquierdistas», que llevaron los principios bíblicos y teológicos de la Reforma a sus últimas consecuencias. La mayoría de los historiadores bautistas del presente encuentran las raíces de su denominación en el movimiento puritano inglés del siglo XVII. En 1602 Juan Smyth, un brillante joven graduado de la Universidad de Cambridge, denunció públicamente que el episcopado de la iglesia establecida no era escritural. Tal predicación provocó la reacción inmediata de las autoridades, quienes sacaron a Smyth de su púlpito. Como resultado de esto, él se unió a un pequeño grupo de separatistas de Gainsborough, quienes lo nombraron como su pastor. En muchos aspectos este grupo era muy parecido a lo que ha sido conocido recientemente como una iglesia congregacional. Cuando arreció la persecución en Inglaterra, el grupo de John Smyth de Gainsborough, junto a otra congregación separatista, se mudaron a Holanda, y en 1606 su grupo formó una iglesia en Amsterdam. La devoción de Juan Smyth a la pureza de la Palabra de Dios le llevó a una búsqueda más profunda de la vida, el espíritu, la organización, la adoración y la práctica de la iglesia primitiva. Dos convicciones surgieron de este estudio. Primero, Smyth concluyó que la iglesia primitiva era una iglesia reunida compuesta de aquellas personas que conscientemente se habían arrepentido de sus pecados, habían encontrado perdón y aceptado a Cristo como Señor y Salvador. Declaró que la rectitud de una iglesia no consistía de su orden externo, pasado a través de una sucesión de obispos, sino de haber sido reunida por el Espíritu de Dios y unidos en una fraternidad de fe. En este primer principio Smyth no estaba muy lejos de los separatistas ingleses, pero su segunda convicción probó ser más revolucionaria. Además de su estudio personal de la Biblia, indudablemente Smyth fue influenciado por los menonitas holandeses. Este grupo toma su nombre de Menno Simons, uno de los líderes más 11

influyentes de los anabautistas europeos. Los menonitas, como anabautistas, enseñaban que una persona debía ser bautizada después de hacer profesión de fe. (El nombre anabautista viene de «rebautizar», porque en ese tiempo casi todas las personas eran bautizadas como infantes). Smyth llegó a la conclusión que la iglesia debía consistir solamente de aquellas personas que se han arrepentido de sus pecados, confesado su fe en Cristo, y bautizados. En 1609 Smyth y otros 36 miembros de su congregación en Holanda afirmaron que su bautismo como infantes no había sido válido, que debían ser bautizados como creyentes, y que de ahora en adelante, la iglesia debía estar limitada a creyentes. Estos primeros bautistas vertían agua sobre la persona, pero al estudiar más profundamente el significado de la palabra en el griego del Nuevo Testamento concluyeron que el significado de la palabra griega baptizo es «sumergir debajo». Así llegaron a un nuevo entendimiento del significado de bautismo por inmersión como símbolo de la muerte, juntamente con Cristo, de la vida pasada y el surgimiento de una vida nueva en Cristo. El significado más que la forma del bautismo es lo más importante. Para los bautistas, la iglesia local es la compañía reunida de personas bautizadas luego de la profesión de fe. Una parte de la congregación de Amsterdan regresó a Inglaterra bajo el liderato de Thomas Helwys en 1611 o 1612. Helwys y su grupo se establecieron en Londres. Cada domingo él dirigía en la adoración a su pequeña iglesia. Envió una copia de su libro sobre la libertad de culto al rey. Este libro declaraba que «los hombres [sic] deben escoger su religión por sí mismos, ya que ellos tendrán que comparecer ante el trono del juicio de Dios para responder por sí mismos». El rey Jaime respondió a esta negación de la autoridad real en asuntos religiosos con furia y encerró a Helwys en la prisión de Newgate. No se supo nada más de él. Pero sus palabras son la primera afirmación incondicional de los ingleses al derecho de ser libres para afirmar su propia posición en asuntos de fe. La primera iglesia bautista en lo que es hoy Estados Unidos de América fue la Iglesia Bautista de Providence, Rhode Island, fundada por Roger Williams en 1639. (Los récords históricos presentan algunas dudas sobre si esta iglesia o la Iglesia Bautista de Newport, Rhode Island fue la primera fundada). Roger Williams había venido de Inglaterra, donde tenía alguna asociación con el movimiento separatista y se estableció en la colonia de la bahía de Massachusetts. Sin embargo, 12

por razón de sus creencias en la libertad de toda persona para adorar de acuerdo con la conciencia, fue obligado a huir de Massachusetts. Compró de los indios un gran pedazo de terreno en lo que hoy es Rhode Island y estableció una nueva colonia en la cual los habitantes acordaron que habría libertad de conciencia para toda persona. Williams y John Clarke, pastor de la iglesia de Newport, obtuvieron un nuevo fuero del rey en 1663, estableciendo este principio de libertad civil y religiosa que ha venido a ser parte esencial de la tradición americana. Durante el período colonial, los bautistas se expandieron a través de las colonias, siendo ayudados por el fervor evangelístico del Gran Avivamiento. Dondequiera que iban, continuaban su lucha por la libertad religiosa. En 1707 se organizó la Asociación Bautista de Filadelfia, siguiendo el patrón de tales asociaciones en Inglaterra y Gales. La asociación era considerada como un concilio consultivo para las iglesias locales y como una expresión de la iglesia extendida a través de la cual la mente de Cristo se da a conocer. El número de bautistas en Virginia, las Carolinas y Georgia aumentó rápidamente antes de la Revolución Americana. La primera iglesia bautista negra de América se fundó entre 1773 y 1775 en Silver Bluff, Carolina del Sur. Aunque la iglesia fue fundada por un pastor blanco, un tal Rev. Palmer, un hombre negro de nombre George Lisle ejerció el pastorado allí. Uno de los convertidos por la predicación de Lisle fue Andrew Bryan. Después de la guerra, Bryan juntamente con otros, estableció la primera iglesia bautista negra en el estado de Georgia en 1788. En 1813 Adoniram Judson, que iba para Birmania como misionero con el auspicio de los congregacionalistas, a bordo del barco declaró su creencia de que el único bautismo válido era el bautismo de creyentes como lo practicaban los bautistas. Solicitó el auspicio de los bautistas para su labor misionera. Su colega, Luther Rice, quien compartía las convicciones sobre el bautismo de Judson, regresó a los Estados Unidos para buscar ayuda para Judson. Como resultado de este desafío del campo misionero, se formó la Convención Misionera General de la Denominación Bautista en los Estados Unidos para Misiones Extranjeras, la primera organización bautista nacional. A esta organización le siguió la Sociedad Bautista General de Tratados en 1824 y la Sociedad de Misiones Domésticas Bautista Americana en 1832. Así que los bautistas fueron inspirados a organizarse para cumplir con la Gran Comisión de Cristo. La división que se dio en la nación americana por razón de la esclavitud, resultó en una gran tensión para muchas de las denominaciones protestantes. En 1845 la 13

Convención Bautista del Sur se organizó como iglesias bautistas del Sur, y la organización del norte se renominó como Unión Misionera Bautista Americana, que más tarde fue Sociedad de Misiones Extranjeras Bautista Americana. En 1907 la Sociedad de Publicaciones Bautista Americana, antes Sociedad de Tratados, y las Sociedades de Misiones Domésticas y Extranjeras, incluyendo a las Sociedades Femeninas Domésticas y Extranjeras, entraron en una más estrecha relación en la Convención Bautista del Norte, ahora conocida como Iglesias Bautistas Americanas en los Estados Unidos. La Convención Bautista del Sur desarrolló sus propias agencias para misiones extranjeras, misiones domésticas y educación y publicaciones. El motivo misionero era igualmente fuerte en el desarrollo de la unidad denominacional entre los bautistas de ascendencia africana. Su primera organización de iglesias independiente fue la Asociación Misionera Bautista del Distrito de Providence de Ohio, fundada en 1836. Después de la Guerra Civil, las iglesias negras crecieron rápidamente, de una membresía de 150,000 en 1850 a cerca de 500,000 en 1870. En 1870 había una Convención Bautista Negra en cada estado del sur. Una cantidad de otras organizaciones siguieron, y en 1895 la mayoría de estas se consolidaron en la Convención Bautista Nacional de América. Con el tiempo, un segmento de este grupo formó la Convención Bautista Nacional de Estados Unidos, Inc., y luego, más tarde se organizó la Convención Bautista Progresista. El influjo de inmigrantes de muchos países europeos, del Lejano Oriente y América Latina en la última parte del siglo 19 y temprano en el 20 llevó a la formación de varios grupos bautistas ministrando a estas gentes en sus propios lenguajes. Debido a la creencia bautista del derecho y responsabilidad de cada creyente para interpretar la Biblia, un gran número de grupos pequeños se han formado a través de los años. Algunos de estos grupos más tarde fueron absorbidos por los grupos mayores, y otros permanecen independientes. En términos generales, los bautistas han hecho una contribución significativa al escenario religioso a través de sus énfasis en la libertad religiosa, la vida congregacional de la iglesia local y el fervor para llevar a cabo la misión de Cristo a través de la iglesia.

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I. Sobre el principio: En la administración de su gobierno y en el ejercicio de su autoridad, la iglesia local no es legislativa sino ejecutiva. Puede desarrollar sus propios usos y formas en las transacciones de sus negocios, pero no puede hacer leyes que afecten vitalmente su organización o gobierno. Solamente puede ejecutar aquellas ya establecidas por el Gran Legislador, como señala el Nuevo Testamento. En otras palabras, la iglesia no es una institución humana, sino divina (Ef 1.22; Stgo 4.12). A. La iglesia no debe ser controlada por un individuo o grupos de individuos; todas las personas deben participar igualmente en su gobierno, todos los asuntos decididos por la mayoría. La iglesia puede nombrar comités para realizar ciertas tareas y puede asignar tareas a individuos pero la iglesia debe hacer esto, y la iglesia debe mantener a estos comités responsables a ella (Mt 23.8-12; Hch 1.24-26; 6.5; 13.1-3; 15.22). B. La iglesia deberá mantenerse separada de cualquier alianza con gobiernos seculares. Para proteger sus propiedades y sus derechos puede acudir al estado como cualquier organización de ciudadanos, pero nunca deberá recibir favores de patronazgo o solicitar la ayuda del estado para hacer su labor de fe (Mr 12.17; Jn 18.36; Hch 4.19; 5.29). C. Habrá interdependencia, cooperación y confraternidad entre las iglesias. Habrá intercambio de consejos cuando sea necesario y liderazgo sabio para realizar la gran empresa denominacional y misionera. Pero no deberá existir una gran organización eclesiástica ejerciendo autoridad sobre las Iglesias individuales sin representación y participación en la toma de decisiones por la iglesia local (Jn 17.21; Hch 15.1-31; Ro 15.25-27; 1 Co 16.1-3; 2 Co 8.1-4). II. Sobre la forma: A. Para la organización de una iglesia los bautistas reconocen solamente dos tipos de oficiales nombrados en el Nuevo Testamento: Pastor (también llamado obispo, supervisor, anciano, presbítero y diácono (Fl 1.1; 1 Tim 3.1-8; 4.14; Hch 20.17-28). Otros oficiales, tales como secretarios, tesoreros, síndicos, etc., pueden ser escogidos por la iglesia para cumplir tareas específicas. 15

B. Las iglesias bautistas, aunque independientes en su gobierno, aún están, por varias razones, agrupadas en asociaciones, de acuerdo con su conveniencia de localización con respecto unas de otras. Estas asociaciones se reúnen anualmente –cada iglesia representada por sus delegados—con el propósito de reunir las estadísticas anuales de las iglesias, para establecer formas para llevar a cabo la tarea que tienen en común, para la consideración de asuntos de interés para las iglesias y la denominación, y para el intercambio de saludos fraternales 3. Además de estas asociaciones, existen organizaciones de ciudades, estatales, regionales y nacionales para llevar a cabo el trabajo denominacional y misionero que no puede ser hecho por las asociaciones.

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 En la actualidad se incluyen en los programas de la s asambleas conferencias, estudios bíblicos, resoluciones, además de los asuntos administrativos, como elecciones, etc.

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A.

Los bautistas sostienen que este asunto del bautismo debe ser determinado de acuerdo con las Escrituras. Creen que la Biblia es la única autoridad en materia de fe y práctica y que el bautismo, para que sea significativo, debe basarse únicamente sobre eso. Los bautistas sostienen que las Escrituras hablan abierta y claramente sobre el bautismo; que como el bautismo es un mandato impuesto por igual a todos los creyentes, debe establecerse con un lenguaje sencillo e inequívoco, de tal manera que toda persona lo entienda fácilmente; y que debe aceptarse el significado sencillo y simple de las Escrituras sobre el bautismo. Los bautistas también establecen que el espíritu de verdadera obediencia requiere una sumisión sin cuestionamientos y sin reservas a los mandatos del Señor; que tal obediencia nunca pregunta qué es lo esencial, sino qué es lo que se ordena. B. Sobre el asunto del bautismo se insiste durante todo el ministerio de Cristo y a lo largo del ministerio apostólico y fue hecho un requerimiento permanente. La Gran Comisión impone el bautismo a todos los creyentes por igual sin distinción de tiempo, lugar o circunstancias. El mandamiento de arrepentirse y creer no es más positivo que el mandamiento de bautizarse (Mt 3.15; Lc 3.3; Jn 3.5, 22, 26; 4.1; Hch 2.38; 10.48; 22.16; Mt 10.32-33; 28.19; Mr 16.16). C. De las referencias bíblicas que preceden vemos que nuestro Señor en su Gran Comisión establece el bautismo solamente para quienes creen. También Pedro, el día de Pentecostés, dijo a la multitud que preguntaba: «Arrepentíos y bautícense». Como resultado «aquellos que gozosamente recibieron su palabra» fueron bautizados (Hch 2.41), mostrando así que habían sufrido un cambio en su corazón antes de recibir el bautismo. Así también fueron bautizados los samaritanos «cuando creyeron» (Hch 8.12). Fue cuando el etíope pudo expresar que creía en Cristo «con todo su corazón» que fue bautizado (Hch 8.37-38). No fue hasta que Pablo fue lleno del Espíritu Santo que se pudo bautizar (Hch 9.17-18). No fue hasta que Cornelio y sus amigos «creyeron» y «recibieron el Espíritu Santo» que fueron bautizados (Hch 10.44, 4748). Cuando Crispo y su casa «creyeron en el Señor» fueron bautizados (Hch 18.8). Pablo nos dice que solamente quienes están preparados para enterrar la vida vieja de pecado y para aceptar la nueva vida de santidad están listos para 17

el bautismo (Ro 6.3-6). Pedro nos dice que el bautismo es «la respuesta de una buena conciencia hacia Dios»; esto es, el bautismo no produce una buena conciencia, ni la precede, sino que es el resultado o respuesta de una buena conciencia (1 Pd 3.21). 1. Por todo esto parece que la fe y el arrepentimiento deben preceder al bautismo. Es sobre este entendimiento de la enseñanza del Nuevo Testamento que los bautistas repudian las doctrinas de la regeneración bautismal y el bautismo de infantes. D. ? Este es un asunto importante porque el bautismo no es un principio o verdad en sí mismo, sino la expresión de una verdad. Algunos cristianos sostienen que hay tres formas de bautismo: rociamiento, aspersión, e inmersión, cualquier de los cuales es válido. Esto, sostienen los bautistas, no puede ser porque el bautismo como un acto simbólico debe ser definitivo e invariable en su forma. 1. Solamente hay tres pasajes de los cuales se puede establecer el simbolismo del bautismo. Como se relata en Juan 3.15, está vinculado con la idea de un nuevo nacimiento y tiene la intención de describir este hecho, ya que es en respuesta a la pregunta de Nicodemo sobre la naturaleza del nuevo nacimiento. El nacimiento es emerger de un estado de existencia a otro y es simbolizado únicamente por la inmersión. En Romanos 6.3-5 y Colosense 2.12 encontramos que el bautismo está diseñado para ilustrar el hecho de la muerte al pecado y la resurrección a una nueva vida de santidad. El único bautismo que puede representar un entierro y una resurrección es la inmersión, en el cual se sumerge el cuerpo completo bajo el agua y luego levantado. En Gálatas 3.27 se dice que el bautismo es como «vestirse de Cristo», alusión hecha al acto como de envolverse en un manto. Este simbolismo solamente puede expresarse en todo su significado a través de la inmersión. 2. También podemos derivar evidencia de la palabra en sí misma. «Bautismo» es una palabra griega, que nunca ha sido traducida sino sencillamente transferida a nuestras versiones de la Biblia. Todos los lexicógrafos griegos acuerdan con el significado principal de la palabra «bautismo» como «sumergir, zambullir, meter bajo el agua». Si los escritores del Nuevo Testamento hubiesen querido expresar la idea 18

de «rociamiento» o «echar agua por encima», existen palabras en griego con estos significados que pudieron haber usado, sin embargo, estas palabras nunca fueron usadas por ellos para referirse al bautismo. 3. Además, se puede derivar mucha evidencia circunstancial del Nuevo Testamento. Leemos que la gente que vino a Juan «fueron bautizados en el Jordán» (Mt 3.5-6; Mr 1.5); que Cristo, cuando fue bautizado, «subió de las aguas» (Mt 3.16; Mr 1.10); que Felipe «bajó al eunuco a las aguas» y que «luego lo subió de las aguas». Otra vez se nos relata que Juan bautizó en Enón, cerca de Salim «porque allí había mucha agua» (Jn 3.23). En Hechos 2.41, se cuestiona este asunto, «¿Hay suficiente agua en  Jerusalén para sumergir a los tres mil? ¿Se podrán sumergir a todos en un solo día?». En Jerusalén abundaban los estanques y charcas, lo cual permitía los medios para administrar el rito del bautismo. No había obstáculos para usar estos cuerpos de agua públicos. De acuerdo con pruebas actuales, el rito puede administrarse por inmersión con facilidad y con la debida solemnidad a razón de una persona por minuto. Menos de un minuto por persona fue lo requerido para bautizar las 2,220 personas en la misión Telegu hace muchos años atrás por el Dr. Clough y sus asociados. El caso del carcelero bautizado en prisión (Hch 16.33) se cita como ejemplo de que la inmersión no se practicaba. Sin embargo, aquí no se afirma categóricamente que el carcelero fuera bautizado dentro de la prisión. Pero si así fue, este no sería obstáculo para la inmersión porque los baños públicos y estanques eran muy comunes en las casas y edificios públicos entre los griegos y los romanos. La inmersión era la única forma de bautismo practicada desde el tiempo de los apóstoles hasta el tercer siglo de la era cristiana, y de esto testifican prácticamente todos los eruditos. Para referencias, vea Historia del Cristianismo, de Latourette. Esta ordenanza se menciona en el Nuevo Testamento con tres nombres: «comunión», «la mesa del Señor», y «la Cena del Señor» (1 Co 10.16, 21; 11.20). Su designación como «sacramento» quizás ha surgido de la creencia de 19

que cuando el pan y el vino han sido consagrados, se convierten en medios eficaces de salvación para quienes participan. Los bautistas sostienen que la comunión es restringida o limitada en su carácter –más que irrestricta o ilimitada — aunque, prácticamente no existe tal cosa como comunión ilimitada entre los cristianos evangélicos. Todos insisten en que se debe cumplir con ciertas condiciones antes de sentarse a la mesa del Señor. El asunto sobre cuáles restricciones a esta ordenanza deben establecerse debe ser resuelto, no por nuestras preferencias, sino a través del estudio de la Palabra de Dios. 1. A. La Cena del Señor es producto de la fiesta de la Pascua y es un substituto de esta (Mt 26.17, 26-29). Cristo es «nuestra Pascua» (1 Co 5.7, compárese también Jn 19.14). Tanto la Cena como la Pascua simbolizan la misma gran verdad, solo que una es retrospectiva y la otra prospectiva. La Cena, por tanto, debe participar del carácter de la Pascua; y sin duda este era el propósito de Cristo al juntarla (la Cena) con esa fiesta (la Pascua). Pero la fiesta de la Pascua, por mandamiento directo y claro, estaba restringida o limitada a los miembros de la familia. Solamente en el caso de que la familia fuera muy pequeña para consumir el cordero de una sola vez les estaba permitido sentar a la mesa a otras personas, y estos debían ser los vecinos más cercanos y conocidos íntimos de la familia. (Vea Ex 12.3-4 y 45-46). La celebración de la Cena del Señor por iglesias individuales, las cuales son diversas familias en Cristo, es un cumplimiento exacto de este requisito. Cristo sustituyó el pan y el vino por el cordero, pero no abrogó esta restricción. 2. Cuando Cristo instituyó y celebró la primera Cena no fue en medio de una asamblea general de cristianos, sino con sus íntimos y escogidos discípulos (Mt 26.20). La próxima mención de la Cena aparece en Hechos 2.46, donde expresamente se señala que fue celebrada en familias, entre aquellos que tenían entre sí una relación de intimidad y fraternidad cristiana; lo cual puede inferirse de las alusiones en Hechos 20.7-11. El argumento del apóstol Pablo en 1 Co 10.16-221 y en 11.18-34 es a favor de la restricción en la celebración de la Cena del Señor 4. 4

 Los bautistas actuales entendemos que toda persona que confiese a Jesucristo como su Señor y Salvador viene a formar parte de la nueva familia de Dios, que es la Iglesia. Por eso podemos sentarnos a la Mesa con otros hermanos y hermanas, aunque no se lla men bautistas.

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Fe en Cristo y una vida al estilo de Cristo son los prerrequisitos principales (Jn 6.53-57; Hch 2.46-47; 1 Co 10.16-21; 11.20-29). Además de la Cena del Señor, la otra ordenanza instituida por nuestro Señor es el bautismo, y ese bautismo siempre debe preceder la celebración de la Cena, como claramente lo establecen las Escrituras. A. Esto aparece desde la relación histórica que existe entre las dos ordenanzas. Nuestro Señor instituyó el bautismo a principio de su ministerio (Jn 3.23; 4.1); y la Cena al final del mismo (Mt 26.26). B. El simbolismo de las dos ordenanzas requiere este orden. El bautismo simboliza el nuevo nacimiento (Jn3.5; Ro 6.4; Tito 3.5; 1 Pd 3.21). La comunión no solamente conmemora la muerte de nuestro Señor, sino que también simboliza nuestra nutrición espiritual de Él (Jn 6.41-58; 1 Co 10.16, 17; 11.28-30). C. Este orden se impone mediante un mandato positivo. En todas las órdenes que tienen que ver con estas dos ordenanzas, el bautismo se coloca como el primer deber que debe cumplirse luego del arrepentimiento y la fe (Mt 28.1920; Hch 2.38; 22.16). D. Este orden se observó con todo cuidado por la iglesia apostólica según los registros que tenemos disponibles. No es hasta después que los tres mil fueron bautizados que se menciona que «partieron el pan» (Hch 2.41-47). En Hechos 20.7 leemos que «los discípulos se juntaron para partir el pan». Todas las denominaciones cristianas prácticamente están de acuerdo con esta relación de las ordenanzas. Los bautistas, sin embargo, sostenemos que la inmersión, y solamente la inmersión, es el bautismo escritural, y por esta razón son más restrictivos con respecto a la Cena que las otras denominaciones.

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Los bautistas no tienen un «libro de disciplina», pero en dichos casos recurren a la Palabra de Dios como su única autoridad. El Nuevo Testamento impone sobre la iglesia el deber de ejercer disciplina sobre sus miembros. Esto se interpreta como un mandamiento positivo. (Ver Mt 18.15-17; Lc 17.3; Ro 16.17; 1 Co 5.5, 7, 11, 13: 2 Ts 3.6; 1 Tim 5.20). El apóstol Pablo encomió a la iglesia de Corinto por su ejercicio cuidadoso y estricto de la disciplina sobre sus miembros desordenados (2 Co 7.8-13). Nuestro Señor Resucitado aprobó a la iglesia de Efeso porque «juzgaron a quienes se llamaban apóstoles y no lo eran». Por otro lado, amenazó a la iglesia de Pérgamo con juicio porque retuvieron a aquellos de la «doctrina de Balaam» y a la «doctrina de los nicolaítas». Igualmente reprobó a la iglesia de Tiatira porque permitían a «aquella mujer Jezebel, que se llama a sí mismo profetisa, para enseñar y seducir» a sus siervos (Ap 2.2, 14, 15, 16, 20). Por tanto, si la iglesia espera recibir la aprobación de su Divina Cabeza, tiene que liberarse de falsos profetas y personas malvadas. A. El objetivo principal de la disciplina de la iglesia, según se establece en el Nuevo Testamento, es salvar a la persona ofensora (Mt 18.15-17; Ga 6.1; Tit 3.10). Aun cuando sea imposible llevar a la persona ofensora al arrepentimiento y la exclusión se haga necesaria, el bienestar espiritual debe ser el fin de la disciplina. Ciertamente, el mismo acto de la exclusión está diseñado para despertar en los ofensores un sentido de su condición y a asumir el hecho de que no pertenecen a la iglesia sino al mundo (1 Co 5.5). B. Otro propósito adicional es salvar a otros en la iglesia que pueden ser tentados al pecado o ser corrompidos por el mal ejemplo de quienes ya son culpables (1 Tm 5.20; Ap 2.20). El tono moral de toda la congregación puede ser empañado por el mal ejemplo de un miembro. C. Una iglesia debe aplicar la disciplina cuando sea necesario para vindicar su propio carácter. La iglesia es de Dios, quien ama lo correcto y condena 22

lo incorrecto; es «el cuerpo de Cristo», y Él es «la cabeza de la iglesia sobre todas las cosas». Cuando, por lo tanto, una iglesia cesa de apreciar lo correcto y a condenar lo incorrecto, se opone a aquello que directamente se opone a Cristo, reniega de su origen divino, y se acerca al final de sus días. Cada vez que el pecado abiertamente se manifieste en la iglesia debe ser condenado, y toda persona que conscientemente se oponga a los sencillos requisitos de la vida cristiana debe ser expulsada y no tiene parte con los discípulos de Cristo (2 Co 6.14-16). El Nuevo Testamento reconoce tres causas principales para la disciplina: dificultades personales, herejía en la doctrina y conducta inmoral. A. La ley que tiene que ver con las dificultades personales se encuentra en Mateo 18.15-17. Cuando las explicaciones y apologías apropiadas confrontan resistencias que deben ser reconciliadas, entonces es el deber de la iglesia considerar el asunto. En caso de que ninguna de las partes esté en disposición de hacer un esfuerzo por la reconciliación y el asunto se convierta en causa de reproche para la iglesia, entonces es el deber de la iglesia considerar el asunto, aunque los primeros pasos, como indicamos anteriormente, no se hayan tomado. B. La ley relacionada con la herejía en la doctrina: «Si alguien causa divisiones en la iglesia, llámale la atención una y dos veces; pero si no te hace caso, expúlsalo de ella» (Tit 3.10). Diferencias de opiniones en muchas doctrinas y diferencias de interpretación de muchos pasajes de la Escritura son admisibles y cosa natural. Pero «hereje», estrictamente hablando, es alguien que es radicalmente deficiente en la fe, que niega y procura subvertir los principios fundamentales de la religión cristiana. Más aún, tal persona es, como implica la palabra en griego, un «cismático» (persona que crea división). Uno puede usar doctrinas falsas para crear división y lucha en la iglesia. Uno puede tener un espíritu amargado y malo, acompañado de estos errores. Tal persona debe ser amonestada. Si la persona yerra por ignorancia, y demuestra un espíritu dispuesto al aprendizaje, tal persona debe ser amonestada no solamente una vez, sino dos. Si aun así esa persona no se corrige y no tiene esperanza de cambio, debe ser rechazada, que significa ser sacada de la iglesia. 23

C. Ley relacionada con la inmoralidad de conducta. Esta ley prescribe tres métodos de la ofensa. 1. . «Hermanos, si ven que alguien ha caído en algún pecado, ustedes que son espirituales deben ayudarlo a corregirse. Pero háganlo amablemente; y que cada cual tenga mucho cuidado, no suceda que él también sea puesto a prueba» (Ga 6.1). Este es el caso evidente donde una persona, bajo presión de una gran tentación momentánea, ha sido sorprendida y ha sucumbido al pecado. Y si el pecado al cual uno ha sido llevado no demuestra una maldad cruda, se considera una «falta», un mal paso. Tal pecado es exactamente aquel en el cual el más «espiritual», en circunstancias y tentaciones similares, puede caer. La forma de tratar con tal persona es procurar su restauración, de extender una mano para ayudarle, es animar a la persona a retomar el camino de la rectitud, como lo deseamos en lo profundo del corazón. Esto no tiene que ser una acción formal de parte de la iglesia, sino que hermanas y hermanos cristianos deben acercarse a esa persona individualmente y, mediante su simpatía y ruego, procurar restaurar a la persona. Si la persona entiende «la raíz del asunto» o sea, entiende su falta, entonces estará en disposición de confesar delante de toda la iglesia. 2. . «Hermanos, les ordenamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de cualquier hermano que lleve una conducta indisciplinada … (2 Tes 3.6). Esto

se refiere a una persona cuya conducta desordenada ha sido confirmada, que «vive desordenadamente», que ese modo de vida ya es un hábito, que ese es su estilo de vida. La forma de tratar con casos como estos se ha dejado totalmente a discreción de la iglesia. La iglesia debe intervenir con tales personas, pero el modo o manera de proceder se determinará caso a caso. El curso a seguir en un caso puede que no sea el mejor en otro caso. Sería conveniente comisionar la investigación de un caso a un comité nombrado especialmente para este propósito, y la iglesia recibir los resultados de dicha investigación. Pudiera ser conveniente someter los detalles de otro caso al escrutinio de la iglesia en pleno. La manera para obtener evidencia en un caso puede que no sea 24

posible en otros 5. Con algunos se debe llevar un proceso de trabajo largo, esto es, visitación de comités e individuos y siempre procurando rescatar a la persona. Con otros, esta forma puede ser imposible, o inapropiada, siendo evidente desde el principio que sería inútil. 3. : Es imposible citar aquí el texto completo de la ley relacionada con esto. Solamente podemos referirnos al pasaje que en su totalidad constituye 1 Corintios 5. Encontraremos que la inmoralidad crasa debe tratarse con una prontitud y severidad a toda prueba. El honor de la iglesia y el bien de la causa pueden requerir expulsión inmediata sin consideración a los sentimientos del ofensor – usualmente es imposible para la iglesia y los individuos, bajo tales circunstancias, el distinguir entre pesar por el descubrimiento del pecado o por el pecado mismo. Véase, además, 2 Corintios 7.11.

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Nota de la editora: Creemos que los asuntos se deben tratar con la mayor confidencialidad posible. El cuerpo de diáconos, juntamente con el cuerpo pastoral, deben trabajar la situación a un nivel privado. Solamente en caso de que se recomiende la separación de la iglesia, se presentará la recomendación  –no el caso en detalle —a la asamblea para el procedimiento de separación. La a samblea tiene que votar por la separación, así como votó para recibirlo como miembro. Aunque sea «una persona en pecado», hay que protegerle su dignidad y privacidad.

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A. El pastor/la pastora será llamado mediante voto de la iglesia y continuará en el cargo mientras ambas partes lo acuerden. Las tareas especiales del pastor/a serán la predicación del Evangelio, la administración de las ordenanzas, supervisión pastoral, y dirigir y cuidar los intereses religiosos de la iglesia y el pueblo 6. B. Los diáconos serán electos por el voto de la iglesia, por un período definido o indefinido. Sus deberes consistirán de cuidar de los miembros enfermos y necesitados, ayudar en la administración de las ordenanzas, y ayudar al pastor/a en su tarea 7. C. Para conveniencia y agilidad, se elegirán de tiempo en tiempo, otros oficiales, electos con el propósito de atender los muchos otros intereses de la iglesia. A. Las personas que solicitan membresía en la iglesia serán presentados a la congregación por recomendación del pastor/a y los diáconos o por recomendación de un comité de membresía, nombrado por la iglesia. B. Nadie deberá ser recibido como miembro sin el voto unánime de la iglesia, a menos que la iglesia, luego de la debida investigación, compruebe que las personas oponentes no tienen razones justificadas para su oposición y que su actitud es irrazonable. C. Las personas que soliciten membresía mediante bautismo deberán presentar evidencia de conversión y afirmar la fe y prácticas bautistas. D. Miembros provenientes de otras iglesias bautistas pueden ser recibidos por carta de traslado, siempre que la carta sea de fecha reciente. Si no fuera así, puede requerirse del solicitante que compartan su experiencia cristiana o que presenten una explicación satisfactoria por su tardanza en presentar su carta de traslado.

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 En la actualidad, la tarea pastoral es mucho más compleja y diversa, incluyendo tareas tales como estratega, relacionista público, promotor, representante de la iglesia en la comunidad, etc. 7  Los diáconos, en términos generales, tienen la responsabilidad de velar por la vida espiritual de la congregación.

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E. Personas provenientes de otras denominaciones y que han sido bautizados con el bautismo escritural 8, o personas que una vez fueron miembros de iglesias bautistas pero que han perdido su contacto por ausencia o causas similares, pueden ser recibidos una vez hayan compartido su experiencia cristiana. F. Personas que hayan sido excluidas (disciplina o separación) de la iglesia pueden ser restauradas después de una confesión a la iglesia y presentado evidencia satisfactoria de arrepentimiento por sus culpas 9. G. Se ofrecerá la diestra de bienvenida a los nuevos miembros en el culto de comunión. Esta es una expresión de bienvenida y hermandad de la iglesia. A. Los miembros deben ser despedidos (dados de baja) con la misma unanimidad con que se recibieron10. B. Un miembro puede ser despedido para unirse a otra iglesia bautista mediante una carta de recomendación. C. Un miembro que vaya a unirse a otra denominación puede ser despedido mediante un certificado de buena conducta; o la membresía puede terminar sencillamente borrando su nombre de la lista. D. Un miembro en disciplina, que ha sido encontrado culpable de los cargos, ya ha sido excluido por el voto de la iglesia. E. Cualquier persona que reciba carta de recomendación se considerará todavía miembro de la iglesia que da la carta y está sujeto a la autoridad y disciplina de esa iglesia hasta que sea recibido como miembro de otra iglesia. F. Se espera que un miembro bajo disciplina se inhiba de participar activamente de los derechos y privilegios de tal membresía. G. Un miembro que haya sido excluido deberá ser notificado oficialmente por el/la secretario/a de la iglesia.

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 En algunos lugares, el bautismo es requerido.  En este caso, siempre debemos tratar de proteger la privacidad y dignidad de la persona, evitando que se comparta información que pueda ser nociva al resto de la congregación y las familias. 10  Así como se reciben los miembros por el voto de la asamblea, así mismo se dan de baja o se despiden. Nadie  –ya sea individuos o grupos de trabajo —puede tomar esa acción sin el consentimiento de la congregación. 9

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A. Miembros que comiencen a asistir permanentemente a otra iglesia bautista hermana deberá, tan pronto como sea conveniente, llevar su carta de traslado a esa iglesia. B. Miembros que tengan que estar ausentes temporalmente deben llevar con ellos cartas de presentación para la iglesia donde vayan a participar. C. Miembros que se muden a una localidad donde no haya una iglesia bautista o similar (fe y prácticas), deben comunicarse con su iglesia al menos una vez al año. D. Miembros ausentes que no se comuniquen por un largo período de tiempo con su iglesia deben ser excluidos por descuido de sus deberes como miembros.

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A. No se considerará ningún asunto importante sin una asistencia que se considere representativa11; y no se celebrará ninguna asamblea de negocios sin aviso previo. B. El orden de la asamblea puede ser suspendido en cualquier momento mediante el voto de la asamblea, o a sugerencia del moderador (presidente) si nadie se opone. C. Toda asamblea de negocios debe comenzar y concluir con oración. A. Todos los asuntos deberán presentarse mediante mociones, hecha por un miembro y secundada por otro. B. Cuando se soliciten resoluciones y mociones ordinarias, deberán venir por escrito. C. Un asunto no se debe discutir hasta que haya sido propuesto y secundado, y presentado por el presidente. D. Las mociones para consideración de la asamblea deberán atenderse antes de que cualquier otro asunto pueda ser presentado, excepto los asuntos de privilegio. A. Cualquier persona que quiera hablar en la asamblea, deberá ponerse de pie y dirigirse a la presidencia. B. Si dos personas se ponen de pie al mismo tiempo, se le dará preferencia a quien esté más lejos de la presidencia. C. Cualquier persona que use lenguaje inapropiado, que presente temas no adecuados, o que pueda estar fuera de orden, deberá ser llamada al orden por la presidencia o cualquier otro miembro, y deberá sentarse o someterse a las reglas. D. Nadie haciendo uso de la palabra podrá ser interrumpido sin su consentimiento, a menos que la persona que habla esté fuera de orden. 11

 Esto es lo que conocemos co mo quórum, y en muchas congregaciones el mismo está establecido en los estatutos  –constitución y reglamento.

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E. Los comentarios deberán ser breves, y nadie hablará más de dos veces sobre el mismo asunto, a menos que medie autorización para ello. A. Se prefiere el voto con la mano alzada, aunque esto queda a discreción de la presidencia. B. En casos de mayor importancia, el voto por papeleta (secreto, escrito) puede ser usado. C. La presidencia pedirá primero el voto afirmativo y luego el negativo, y anunciará al final si la propuesta fue aprobada o rechazada. D. Todos los miembros tienen derecho a votar, excepto quienes estén en disciplina. E. La presidencia podría emitir el voto decisivo, aunque raramente debe invocar tal privilegio. F. No se aceptará ninguna moción, discusión, o ningún otro procedimiento mientras dure el proceso de votación. A. Mientras se esté discutiendo o considerando una moción por la asamblea, esta puede ser enmendada por otra moción. Una enmienda no puede cambiar la naturaleza o intención de la moción original. Una enmienda a la enmienda es permitida, pero no más de esto. B. Se puede presentar un sustituto a cualquier moción o enmienda en discusión, que pudiera o no cambiar el significado o sentido de la moción. C. Un asunto en discusión puede ser interrumpido y diferido mediante moción para dejarlo sobre la mesa. Si es por tiempo indefinido, puede considerarse como el final del asunto, aunque cualquier persona tiene el derecho de traerlo de nuevo a discusión. Una moción para dejar el asunto sobre la mesa por tiempo definido o específico no es debatible. D. Un debate puede ser interrumpido por un reclamo de «la previa», esto es, votar por el asunto como originalmente presentado, sin enmiendas o añadiduras que pudieran hacerse. Si es aceptado este reclamo de la previa, se atenderá el asunto original y será votado sin debate. E. Si cuando se presenta un asunto un miembro objeta la discusión por ser ajena, no tiene ningún valor o es contenciosa, la presidencia deberá presentar el asunto con la pregunta: ¿Se debe discutírsete asunto? Si se decide en la 30

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