UN ENTIERRO DE PATRON FUNERARIO LIMA EN CERRO CULEBRA

October 7, 2017 | Author: VictorFalcónHuayta | Category: Lima, Archaeology, Culture (General)
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Análisis del desenfardelamiento de un entierro de la Cultura Lima (200-650 d.C.). Costa central del Perú....

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Un entierro de patrón funerario Lima en Cerro Culebra Victor Falcón Huayta y Augusto Amador Parodi Artículo publicado originalmente en Mauq’a Llaqta, Revista de Investigaciones Arqueológicas. 1997, Año 1, N° 1, pp. 51-68. Lima. Aquí se agregan más ilustraciones.

UN ENTIERRO DE PATRON FUNERARIO LIMA EN CERRO CULEBRA Victor Falcón H. Augusto Amador P. La literatura arqueológica ha dedicado escasa atención al patrón funerario de la cultura Lima, siendo referido por Kroeber (1926a, 1926b, 1954), Stumer (1953, 1954), Ravines (1977) y por Jijón y Caamaño (1949). La información empírica registrada en Maranga, Bajada Balta, Playa Grande (actual balneario de Santa Rosa), Cerro Culebra y Ancón se limita a la descripción de los elementos externos de los contextos funerarios definiendo sus rasgos más característicos y, presumimos por su estado de conservación, no ofrecen mayores datos acerca de la manera o procedimiento por medio del cual se llega a la conformación del paquete funerario.

Ubicación de Cerro Culebra, costa central del Perú (Diseño: Lizardo Tavera)

Como sabemos, los rasgos más característicos de este patrón son los siguientes: - Fosa simple excavada en el terreno. - Posición de cúbito ventral extendida del cuerpo envuelto en mortajas o paños. - Una litera a manera de camilla hecha de palos y/o cañas, sobre la cual descansaba el cuerpo ya en forma de paquete. - Orientación hacia el sur y con objetos de ofrenda alrededor de la cabeza. Este esquema corresponde con mayor precisión a las fases 4-5 de la seriación de Patterson (1966), o estilo Playa Grande, puesto que sufre variaciones cada vez más acentuadas hacia las fases más tardías de esta cultura, llegándose a mantener la posición característica del cuerpo hasta la época Nievería, luego de lo cual cambia radicalmente. Así, Kroeber menciona: “All the Proto-Lima bodies were extended, and oriented either north or south, generally the latter. Burial was uniform. A rough bed or litter of from four to ten sticks or canes was tied on three cross-pieces, and on this the mummy was lashed on its back with reed rope, enveloped only in a sheet or two of rather thin whitish cloth. Most of the bodies also wore a cloth breechclout slung around the waist and between the legs…”. Luego escribe: “The frame or bed was then laid in the ground, in most cases with face and belly down and the frame on top, but sometimes the reverse. The pot stood by the head or sometimes on the head part of the frame. The bodies were fairly well preserved, especially the skin of the portion that was drained off internally by lying uppermost…” (Kroeber 1926a: 339). Por otro lado, Ravines (1977) presenta los hallazgos que entre 1950 y 1952 se efectuaran como parte de los trabajos de liberación por la Inspección General de Monumentos Arqueológicos en Miramar, Ancón. En él se define un primer lote bajo el término de “Entierros de la época A”, los mismos que corresponden a aquellos que llevan cerámica de estilo Maranga y Nievería. Por su parte, Jacinto Jijón y Caamaño en su obra “Maranga” comenta:

“Sepultaban a sus muertos extendidos, unas veces de espaldas, pero más frecuentemente boca abajo, reposando sobre una angarilla de palos envueltos éstos, en un caso, en hilos de algodón.” (Jijón y Caamaño 1949: 504). Sin embargo, Louis Stumer aporta otros detalles. Este investigador excavó en los sitios Playa Grande y Cerro Culebra entre los años 1952 y 1953. En Playa Grande encontró entierros que transmitían lo que él denominó una “atmósfera de elegancia”, expresada en la cerámica, joyería, textiles y artefactos que acompañaban a los individuos. La caracterización arriba enumerada se ajusta más a sus contextos y describe toda una variedad de elementos que van desde cerámica fina de estilo Playa Grande hasta loros de vistosos plumajes, pasando por piedras semipreciosas como jadeíta, turquesa, lapislázuli, además de Spondylus, obsidiana y cuarzo rosado (Stumer 1953). De estas excavaciones proceden los contextos más “ricos” de esta cultura. En Cerro Culebra exhuma otros tantos contextos Lima de estilo Playa Grande por la cerámica asociada a ellos (Stumer 1954).

Vista satelital oblicua (este a oeste) de la zona de Cerro Culebra

Este artículo presenta los resultados del desenfardelamiento del “Entierro 12”, uno de los contextos funerarios recuperados en 1993, en Cerro Culebra (asentamiento correspondiente a las fase 4-7 de la secuencia de Patterson, 1966), dentro del Proyecto de Rescate Arqueológico Cerro Culebra (PRACC). Durante los trabajos en gabinete se puso especial énfasis en el adecuado registro y definición de las capas textiles que componían el fardo, así como, de los objetos o elementos asociados a éstas. El objetivo principal fue el de registrar con la mayor precisión y detalle posibles los elementos contextuales dentro del fardo recuperado casi intacto del campo y documentar, de este modo, los pasos seguidos en la preparación del paquete, configurando de esta manera un cuadro más completo de los aspectos relacionados al ritual funerario de esta gente.

Aspecto actual de Cerro Culebra. Vista sur a norte (Foto: V.F.H.)

El sitio Cerro Culebra se ubica cerca a la desembocadura del río Chillón adyacente al cerro Cucaracha o Chivateros (margen derecha), en el distrito de Ventanilla, Provincia Constitucional del Callao (Silva et al. 1988). La estructura principal conocida como el “Templo” se emplaza en una planicie y fue excavada por Stumer, quien descubrió allí impresionantes murales policromos (Stumer 1954). En las quebradas próximas que bajan del cerro adyacente (Cucaracha) se conservan aún restos de otras estructuras menores. Es precisamente en la Quebrada II (Paredes 1992) donde se ubicó el cementerio del cual proviene el contexto funerario a tratar. La presencia del “templo” en la parte baja, así como, la suerte de “cuello” que se forma entre los cerros Oquendo, el río y el cerro Chivateros dieron seguramente un particular valor y significado al sitio durante su época de vigencia. Las excavaciones Entre los meses de noviembre de 1992 y abril de 1993, el Instituto Nacional de Cultura llevó a cabo excavaciones dentro del marco del Proyecto de Rescate Arqueológico Cerro Culebra, ante la inminente construcción de una central termoeléctrica que ocuparía las quebradas II y III adyacentes al templo. Nuestras excavaciones se toparon con contextos funerarios Lima en la medida que eran detectados por trabajos de excavación de las cimentaciones de las diferentes estructuras levantadas para la Termoeléctrica. Así, se excavaron cuatro agrupaciones de entierros: - El tramo V1-H22. - El tramo V2-V2A. - El Resguardo. - El talud del Resguardo. Los entierros excavados suman 43. El “Entierro 12” proviene del grupo de “Resguardo”.

Entierro 12 in situ (Foto: V.F.H.)

El entierro 12 Este contexto funerario forma parte de un grupo denominado Resguardo, debido a que en ese lugar se construiría el edificio de resguardo de la Policía Nacional que daría seguridad a la futura central termoeléctrica, ubicado cerca de la entrada principal a sus instalaciones. El terreno se presentaba con una suave pendiente producto del arenamiento de estas quebradas debido al viento que corre de sur a norte. Esta pendiente fue nivelada con Caterpillar en el sector en el que se había planificado el edificio, quedando afortunadamente a unos 60 cm aproximadamente del nivel en que descansaban todos los entierros de este grupo, el mismo que fue detectado durante la apertura de las zanjas para cimentación. De este modo no se pudo determinar con precisión el nivel al cual corresponde la “boca” de los fosos de las tumbas, si bien éstas quedaron intactas. Sin embargo, es claro que no hubo estructura alguna asociada a las tumbas y por los antecedentes del patrón resulta lógico pensar en una fosa simple

excavada en la arena, donde una vez depositado el fardo, se rellenó con el mismo material.

LAMINA 1 De este modo, los entierros detectados eran excavados y despejados en el terreno hasta el nivel en que mostraban claramente sus rasgos y características contextuales para su posterior registro gráfico y levantamiento. El Entierro 12 se encontraba en la misma disposición que los demás del grupo. Amortajado y extendido en posición decúbito ventral con la cabeza ligeramente dirigida hacia el suroeste y atado por soguillas de junco o totora (Cyperus sp.) a una camilla de palos (Salix humboldtiana. MOL, de la familia de las salicaceae, comúnmente conocida como sauce, huayaco o sogue) que quedó encima. Sus dimensiones fueron: 90 cm de largo por 65 cm de ancho. Tres miniaturas de cerámica llana de manufactura burda se disponían alrededor de la cabeza. Dos de ellas fueron un pequeño cuenco hondo de base convexa y un cantarito de tosca forma mamiforme, que se ubicaban muy próximos a la parte superior de la cabeza, mientras que una figulina de forma antropomorfa

se ubicó hacia el hombro derecho del cuerpo del individuo inmediatamente debajo de la camilla (Láminas 1 y 2).

LAMINA 2 Una vez en el gabinete, para efectos de registro y análisis, se diferenció entre dos tipos de asociaciones: - Rasgos externos al fardo: como la camilla, figulina y las vasijas en miniatura. - Rasgos internos al fardo: todos aquellos elementos que aparecían inmediatamente debajo de la primera capa externa de tela que envolvía al cuerpo. Se procedió al desenfardelamiento para registrar los rasgos internos y su disposición. El envoltorio externo (capa 1) era un textil llano (1x1) de algodón de color blanco. Este textil se conservaba bastante bien,

formando el fardo desde el cuello del individuo hacia abajo, puesto que la parte correspondiente a la cabeza se hallaba destruida por efectos de la carbonización de las telas, dejando ver una rama doblada a manera de arco que se disponía sobre la cabeza rodeándola, y dando forma redondeada a ese extremo del paquete y que, de alguna forma, “protegía” la cabeza. En la limpieza de la parte superior del fardo, entre el material orgánico desintegrado y los restos del cráneo, se encontraban dos placas de Spondylus sp. de 3 x 2.5 cm y 3 x 2 cm respectivamente. Igualmente, de esta zona se recuperaron 9 cuentas o chaquiras confeccionadas también en Spondylus sp. de forma rectangular, posiblemente parte de un collar (Lámina 3).

LAMINA 3 Al ser retirada la primera capa, resultó ser la continuación de la siguiente, ya que por ser más larga que el cuerpo del individuo, había sido sumariamente anudada hacia sus pies para luego volver a extenderse

sobre el paquete. Estamos hablando entonces de un mismo tejido que, por la manera como fue dispuesto, forman dos capas diferentes: la capa 1 y la capa 2, diferenciándose además pon un nivel intermedio de amarres con finas soguillas probablemente de maguey (Fourcroya sp.). Debajo de la capa 1 y entre los pliegues de los pies apareció un fragmento de valva de Mesodesma donacium (r:d),un trozo de hilo azul y una pequeña cañita (r:f). Asimismo, se descubrió la rama en arco alrededor de la cabeza (r:b) que procede de la misma especie que la camilla y que presentaba una pita anudada en su lado derecho, posteriormente y, por su recurrencia en otro contexto que presentaba el mismo rasgo, se determinó que corresponde a un amarre que une los dos extremos de la rama para arquearla y evitar que ésta vuelva a su estado original (Lámina 4).

LAMINA 4

Retiradas las amarras del tejido pudo desenvolverse hacia el lado izquierdo, dejando ver una cestilla (r:i) y una esterilla enrollada (r:j) de junco (Cyperus sp.) dispuestas longitudinalmente al cuerpo. La misma situación se repitió en el lado derecho una vez retirado todo el textil que iba enrollando el cadáver. Una plumita (r:k) apareció sólo en este lado debajo de la esterilla (r:j) (Lámina 5).

LAMINA 5 La capa 3, la conformaban cuatro anillos anudados en la parte frontal, que enrollaban el tronco del cadáver. Estos anillos estaban confeccionados de “vainas” de tela de algodón que contenían granos de maíz morado (Zea mays L.) en su interior. Las vainas eran envueltas con un delgado hilo de

algodón que las reforzaba manteniendo su forma y consistencia. Cada una de ellas iba con una suerte de cordón de hebras sueltas ubicadas debajo, pero éstos no se anudaban, sino que sus extremos daban a la parte frontal sin alcanzar a tocarse. Esta capa estaba entonces compuesta de vainas y cordones. El anillo del extremo inferior ubicado a la altura de la cintura tenía debajo por lo menos tres cordones, y, dos cordones sin su correspondiente anillo de tela se disponían en la parte superior de las vainas casi a la altura del cuello del individuo. Asimismo, se detectó la presencia de un cúmulo de barro blanquecino (r:ñ) compuesto de arenilla fina limosa fácilmente disgregable de color marrón a gris crema, ubicado a la altura del hombro izquierdo del cuerpo, hacia la parte posterior, entre los anillos y la capa 2 (Lámina 6).

LAMINA 6

La capa 4 estaba constituida por una tela llana de algodón de color marrón oscuro debido al avanzado estado de descomposición en que encontraba, cubriendo todo el cuerpo. Presentaba un orillo sobre el lado derecho del individuo a partir del cual se pudo desenvolver, por la parte superior hacia el lado izquierdo. Debajo apareció un nuevo tejido, también llano y de algodón, pero un poco más tupido que los anteriores. Esta nueva capa, que lleva el número 5, se extendía solamente desde debajo de los hombros en donde presentaba un dobles. Su orillo fue ubicado también sobre el lado derecho del individuo. Presentaba además, restos de algunas soguillas finas que estaban asegurándola transversalmente. En estos niveles la observación y registro de los elementos se tornaba más dificultoso debido al estado de deterioro que presentaban las telas. Al ser retirada la capa 5, casi la totalidad del cuerpo quedó al descubierto, a excepción de la zona púbica, en donde se pudo observar un nuevo textil de pequeñas dimensiones. Este textil, especie de “taparrabo” fue denominado capa 6 y era el último envoltorio en contacto directo con el cuerpo. Los restos semi-momificados contenidos en el fardo correspondían a un infante de 8 a 10 meses de edad. El cráneo presentaba deformación premortem del tipo fronto-occipital. Sobre la zona del cuello reposaban otras 7 cuentas de Spondylus. Estas cuentas son de forma rectangular de 5 mm por 3 mm en promedio, con perforación circular bicónica y algunas se encuentran erosionadas. En ambas manos -y empuñándolas- se pudo notar la presencia de una concreción extraña que, según se apreció en la mano izquierda donde se encontró en mayor cantidad por estar mejor conservada, quedaba atrapada entre los dedos, los mismos que eran sujetados por delgados hilos de algodón retorciéndose entre ellos. La concreción tiene la apariencia de granos compactados de forma irregular de un color cremamarrón medianamente friable. No se identificó plenamente su naturaleza. Conclusiones El estudio del Entierro 12 revela un sistema de envoltorios en un nivel de complejidad desconocido hasta ahora para el patrón funerario de esta cultura. Hecho acentuado por la aparente “pobreza” de su contexto, es

decir, sin la presencia de cerámica decorada u ofrendas que puedan llevar a pensar en un grado de jerarquía importante. Elementos como las cestillas, os anillos de tela con maíz, el barro y la concreción de las manos, así como, las numerosas capas de tela envolviendo el cadáver del niño indican la importancia de este contexto en relación a los restantes excavados del grupo de Resguardo, los mismos que tampoco contenían ceramios decorados. Lo que podría llevarnos a reflexionar sobre nuestras consideraciones a priori de los cementerios o contextos funerarios, por la deformaciones que conjeturas apresuradas puedan introducir en las conclusiones sobre los fenómenos de las sociedades ágrafas que intentamos entender. La ubicación cronológica del cementerio al cual pertenece el Entierro 12 se realiza teniendo como indicadores rasgos de patrón funerario y apoyados en la gran uniformidad que éstos muestran en todos los contextos del grupo de Resguardo, puesto que como se dijo no se encontró cerámica decorada diagnóstica asociada a ninguno de ellos. Tentativamente proponemos que nuestro entierro 12 corresponde a la fase 7 de la cultura Lima. Los alcances del presente artículo se limitan a la presentación del dato empírico referentes al contexto tratado. Finalmente, expresamos nuestro agradecimiento a la Dirección del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú por las facilidades otorgadas a la presente investigación.

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