Ullman Significado Cap 3

March 26, 2019 | Author: Vane Zárate | Category: Word, Linguistics, Theory, Ludwig Wittgenstein, Soul
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EL SIGNIFICADO El significado es un término de la lingüística que ha resultado difícil de definir debido a su ambigüedad. Siendo éste un término fundamental dicha disciplina, los lingüistas son renuentes a abandonarlo, prefiriendo modificar su definición. La ambigüedad de este término radica en que el significado de algunas palabras no siempre es en función de un solo elemento, sino que puede variar y estar en función de la lengua o el habla. Además, no sólo son las palabras quienes poseen significado, también lo poseen los morfemas y puede depender del papel que jueguen dentro de ntro de la expresión. Existen dos escuelas de pensamiento de la lingüística que se han ocupado de dar una definición a este término. término. La

primera tiene tiene una tendencia “analítica” “analítica” o “referencial”; “referencial”; la segunda es de

tendencia “operacional”. La escuela referencial, intenta dar cuenta de la esencia del significado en sus componentes principales. Entre las definiciones que se han dado desde esta perspectivas se encuentra la propuesta en el “triángulo básico” de Ogden y Richards, que dice que no hay relación directa entre las palabras y el referente, sino que simbolizan un pensamiento o referencia y que a su vez refiere al referente del que se está hablando. Sin embargo, no es una interpretación perfecta, dado que sin que el objeto sufra alteración alguna, el significado de su nombre puede cambiar para nosotros a causa de un cambio en nuestra percepción. Otra definición de lo que es el significado es la que se basa en la relación entre el nombre o sonido y el significado, esta relación se ha caracterizado como recíproca y reversible dado que si alguien oye la palabra pensará en el objeto o cosa, y si piensa en el objeto o cosa dirá la palabra. Sin embargo, también tiene sus objeciones, al quedar, de alguna manera, el referente. De acuerdo con Bloomfield, se dice que debemos discriminar entre los rasgos no distintivos de la situación como puede ser el tamaño, la figura, el color de un objeto, y los rasgos semánticos o lingüísticos comunes a la situación que ocasiona la emisión. Pero, los estructuralistas se oponen a admitir que, antes de que haya una emisión lingüística tenga lugar un proceso no físico como un pensamiento o imagen y que el oyente al recibir las ondas sonoras, experimente u proceso mental equivalente. Esta concepción también tiene ciertas carencias, entre ellas, que no toma en cuenta los fenómenos abstractos, a los que denomina “usos desplazados del habla”. Otra crítica que ha recibido es que el significado queda relegado fuera de la lingüística; Bloomfield sugiere que debemos definirlo, en términos de alguna otra ciencia, por ejemplo, si quisiéramos dar el significado de la palabra sal, podríamos definirlo en sus términos químicos como “cloruro sódico”, sin embargo no todos los hablantes poseen tales conocimientos. Entre otras deficiencias está la imposibilidad de establecer un significado a sentimientos y estados de ánimo.

Una crítica a las teorías referenciales, es que están inspiradas en una especie de metafísica del cuerpo y el alma. Desde esta perspectiva establecen una analogía entre el ser humano y el signo lingüístico, pues así como el alma o espíritu acompaña al cuerpo en su comportamiento exterior; en caso del signo lingüístico un significado acompaña a la forma en sus varias manifestaciones. Sin embargo, al parecer esta crítica surge de un malentendido, pues el dualismo de sonido y sentid, no tiene que ver con la metafísica del cuerpo y el alma. Es más bien un dualismo inherente de cualquier signo lingüístico, puesto que son signos y por tanto refieren a algo más allá de ellos. En este mismo sentido, Saussure lo compara con una hoja de papel a la que no podemos cortar una de sus caras sin cortar la otra. A pesar de tales críticas, los lingüistas no abandonan tales definiciones sino que tratan de expandirlas para que puedan ser utilizadas en la investigación. No obstante, estas teorías no deben conducir a considerar cada palabra como una unidad aislada y cerrada e n sí misma. Pues las palabras están también asociadas con otras palabras con las que tienen algo en común, en cuanto al sonido, al sentido o en ambas cosas. Por otro lado, la escuela “operacional” estudia las palabras en acción y se interesa menos por lo que es el significado que cómo opera. Esto se resume en la fórmula “El verdadero significado de una palabra ha de encontrarse observando lo que un hombre hace con ella, no lo que dice acerca de ella. En un sentido más amplio, Wittgenstein afirma que el significado de una palabra es su uso, por tanto las funciones de las palabras son tan diversas como las funciones de los objetos. De igual manera, Saussure lo compara con una pieza de ajedrez, afirmando que el significado de una pieza es su papel en el juego. Por ello, Wittgenstein tiene el mérito de definir el significado en términos contextuales. Todas las obras principales de la teoría semántica se han basado en conceptos referenciales del significado, la teoría operacional no ha tenido oportunidad de probar sus méritos. Pero no por ello, debe descartarse, sino que debería ser complemento de la teoría válida de la teoría referencial. Otra temática abordada en el capítulo es la de los nombre propios y por consiguiente en comparación con los nombres comunes. Definiendo los primeros mediante cinco criterios; el primero, la unicidad  dado que significan un ser individual (Dionisio el Tracio, S. II a. de J. C.); el segundo, la identificación, muchos lingüistas y filósofos están de acuerdo en considerar los nombres propios como marcas de identificación, mientras que los nombres comunes tienen la función de incluir especies dentro de un conceptos más general. John Stuart Mill, afirma que cuando ponemos un nombre propio ponemos una marca no en el objeto mismo sino sobre la idea de él que relacionamos en nuestra mente. El tercer criterio es la denotación contra connotación, siendo el primero el que caracteriza a los nombres propios pues el nombrar a los individuos no indican atributo alguno a ellos, mientras que los nombres comunes connotan, pues comunican alguna información sobre ellos. El penúltimo criterio es el de sonido distintivo, pues el sonido tiene una configuración propia que permite diferenciarlos de otros términos. Por último están los criterios gramaticales, mencionando que éstos varían de una lengua a o tra e incluso de un período

a otro dentro de la misma lengua. Algunos de ellos refieren a la sintaxis, pues por lo general no se colocan artículos u otros determinadores, otro criterio gramatical es que los nombres propios no admiten pluralidad, excepto algunos nombres colectivos tales como los arc hipiélagos o las cadenas montañosas. De los criterios anteriores, el capítulo hace mención de que al parecer el de identificación es el más importante, siendo que los nombres propios son unidades significativas y los comunes, marcas de identificación. Y se complementa con el de sonido distintivo. A pesar de que resulta fácil distinguir los nombres propios de los comunes, no hay un límite específico entre ellos, pues muchos nombres propios derivan de nombres comunes y hay huellas claras en ellos, por ejemplo, el apellido Smith derivada de ‘herrero’. El estudio de los nombres propios ha formado una rama casi independiente de la lingüística, conocida como onomástica, y que tiene dos divisiones principales, la toponimia y la antroponimia; la primera refiere al estudio de los nombres de lugares y la segunda al estudio de los nombres personales. Para finalizar, el capítulo hace mención del fenómeno por el que los nombres propios se convierten en nombres comunes. Ejemplo de esto es cuando una persona o un lugar dan su nombre a una clase entera de personas o lugares similares; otro puede ser por un caso e metonimia por ejemplo por la relación del inventor con el invento. No siempre que un nombre propio se convierte en un nombre común, también puede usarse como verbo. Cuando un nombre propio sufre un cambio de este tipo, semánticamente implica una ampliación o extensión de su alcance, y en el caso de que un nombre común se convierta en propio, implicará una restricción de su alcance.

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