U3 Educando Con Amor e Igualdad

July 22, 2017 | Author: Jose Mendieta | Category: Child Abuse, Psychological Resilience, Childhood, Unicef, Violence
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Educando con amor e igualdad

Lic. Lídice Larrea Ministra de Inclusión Económica y Social Mgs. Patricia Cervantes Viceministra de Inclusión Social Mgs. Lucy Janeth López Bermeo Subsecretaria de Desarrollo Infantil Integral

Módulo: Educando con amor e igualdad Aportes académicos: Sonia Rodríguez (CEPAM) – Elaboración de contenidos Leticia Correa Lozano – Diseño Instruccional Imagen, diseño y diagramación Henrry Ruales Pamela Solano de la Sala Quito - Ecuador, 2016 www.inclusion.gob.ec

Índice

UNIDAD 3 Prevenimos la violencia en niños y niñas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Glosario. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 Ideas de fuerza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 A modo de introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 El modelo eco-sistémico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Factores protectores y factores de riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 ¿Qué son los factores protectores? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 ¿Qué son los factores de riesgo?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 La resiliencia, un camino potenciador para el desarrollo de niños y niñas. . . . . . 16 Acciones para enfrentar las situaciones de violencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 Nos cuesta admitir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Qué puedo hacer ante un caso de violencia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pasos que se pueden desarrollar ante situaciones de violencia infantil. . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Qué no debo hacer ante un caso de violencia?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El papel preventivo de las modalidades de atención . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El rol de la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Como intervenir ante situaciones de violencia infantil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

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Prevenimos la violencia en niños y niñas

UNIDAD 3 Prevenimos la violencia en niños y niñas

Presentación La protección a la infancia y contribuir al desarrollo seguro e integral, es el propósito de los CIBV y CNH, por lo que entre sus objetivos deberán tener la detección y notificación de las situaciones de violencia infantil. Potenciar las competencias del personal que ahí laboran conlleva conocer los procedimientos de intervención y prevención frente a la violencia, estableciendo pautas para su aplicación.

Las modalidades CIBV y CNH al contribuir a mejorar la calidad vida de niñas y niños, requieren de información adecuada y oportuna acerca de la violencia que se ejerce contra niñas y niños. La presente unidad pretende de esta manera dotar de elementos de análisis y herramientas para que educadoras y educadores puedan establecer acciones de detección, atención, derivación, apoyo y seguimiento a estos casos.

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Glosario • Demanda: es el acto en que el demandante deduce su acción o formula la solicitud o reclamación que quiere que sea materia principal del una resolución. • Delito: el delito, por lo tanto, implica una violación de las normas vigentes, lo que hace que merezca un castigo o pena. Más allá de las leyes, se conoce como delito a toda aquella acción que resulta condenable desde un punto de vista ético o moral. Por ejemplo: “Violentar los derechos de los niños es un delito”. http://definicion.de/delito/ • Factores de riesgo y factores protectores: son características de naturaleza hormonal, genética, personal o ambiental que pueden incrementar o disminuir la probabilidad de sufrir un acto de maltrato o violencia. • Vulnerabilidad: la cualidad que tiene alguien para poder ser herido”. Vulnerabilidad es la cualidad de vulnerable (que es susceptible de ser lastimado o herido ya sea física o moralmente). El concep-

to puede aplicarse a una persona o a un grupo social según su capacidad para prevenir, resistir y sobreponerse de un impacto. Las personas vulnerables son aquellas que, por distintos motivos, no tienen desarrollada esta capacidad y que, por lo tanto, se encuentran en situación de riesgo. (http://definicion.de/vulnerabilidad/) • Indicador: son puntos de referencia, que brindan información cualitativa o cuantitativa, conformada por uno o varios datos, constituidos por percepciones, números, hechos, opiniones o medidas, que permiten seguir el desenvolvimiento de un proceso y su evaluación, y que deben guardar relación con el mismo. http://deconceptos.com/ general/indicador#ixzz3tMVBLvGg • Vínculos afectivos: son aquellos “lazos sentimentales” que se establecen con una persona, animal o cosa, los mismos se manifiestan por medio de abrazos, hablando o halagando a la persona querida. Estos se manifiestan en la familia o en relaciones sentimentales.

Prevenimos la violencia en niños y niñas

Ideas de fuerza La comprensión ecosistémica (de todos los factores) de la violencia infantil, posibilita conocer los contextos de relacionamiento Las niñas y niños están en constante conexión con su medio donde se establecen complejas interacciones. Es necesario conocer las interacciones, los factores externos, sociales, culturales, así como los que se dan en los espacios internos, familiares y cotidianos.

Frente a situaciones de violencia infantil existirán factores protectores y de riesgo Durante el desarrollo de todo niño y niña existirán siempre elementos que los pueden colocar en situaciones de vulnerabilidad a vivir un hecho de violencia, estos se los conoce como factores de riesgo que demanda que se generen siempre procesos de observación para poder menguar los efectos que pueden provocar sobre todo los relacionados con la aparición de violencia infantil. De la misma manera existen otros factores, que por el contrario son protectores y su desarrollo posibilitará generar aprendizajes positivos en las niñas y niños para enfrentar adversidades, al igual que potencializarlos permitirá reducir o desaparecer los efectos que pueden provocar los de riesgo. Relacionados con el enfoque ecosistémico estos se organizarán en cada uno de los subsistemas existentes.

Los CIBV y CNH son clave en la atención de la violencia infantil Los CIBV y la modalidad CNH es el lugar idóneo para poder identificar y detectar situaciones de riesgo, dada la cercanía y las horas que comparten con niñas, niños y sus familias, lo que les permite conocer y prestar atención a cada uno de ellos y ellas, así como las formas en que se están relacionando. Posibilitarán una detección precoz lo que desplegarán acciones centradas en la familia y el niño o la niña y en la derivación a otras instancias especializadas y responsables de la protección y la sanción.

La familia y los centros son espacios de cuidado, desarrollo y protección de derechos Tanto los Centros, como progenitores y familiares deberán de proporcionar las herramientas para que todo niño y niña se desarrolle de manera saludable, desarrolle potencialidades para hacer frente a adversidades y se prevenga la presencia de violencia. Deben convertirse en apoyos reales de desarrollo para niñas y niños. Son garantes de su cuidado y protección, por lo que es de suma importancia que se involucren en procesos de capacitación, de información e intercambio en lo concerniente al cuidado y desarrollo de niñas y niños. Deben trabajar muy cercanamente para contribuir a un ambiente saludable. Deben detectar indicadores de violencia y reaccionar, si estos existieran, buscando los apoyos necesarios.

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Unidad 3 Prevenimos la Violencia en niños y niñas A modo de introducción Las situaciones por las que atraviesan niñas y niños en sus años iniciales de vida son primordiales, poseen tal trascendencia para su bienestar presente así como también para el futuro. Esto significa que si la

primera infancia de una niña o niño cuenta con un ambiente saludable, protector y afectivo posiblemente tendrá un favorable comienzo, desarrollará saludablemente y contará con elementos que le permitan una vida con mejores gratificaciones. Conocemos que el periodo que va desde el nacimiento hasta los seis años, adquiere especial relevancia para el establecimiento de la inteligencia, la personalidad y el comportamiento social. La primera infancia es la base sobre las cuales se edificará la vida futura de un sujeto, lo que suceda de ello dependerá precisamente de cómo se fueron construyendo esos cimientos.

Ser testigo de violencia, genera el mismo impacto que causa vivir violencia directamente. La testificación de los hijos e hijas de la violencia que viven sus madres, es en sí misma una violencia psicológica.

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Es de importancia resaltar, que la primera infancia al ser un período de desarrollo de profunda dependencia de los niños y niñas a las personas encargadas de sus cuidados, puede convertirse en un factor de alta vulnerabilidad, más aún si se exponen a contextos con alto niveles de represión, violencia, crisis, inseguridad e inestabilidad, coartando de esa manera el incremento de la creatividad, y el crecimiento sano tanto físico, social, mental como emocional. Por eso se requiere ante sospechas de ambientes pocos saludables y de riesgo, observar y evaluar la situación de las niñas y esta información permitirá es-

Sabías que En el mundo millones de niños y niñas no cuentan con estas posibilidades, obstaculizándose así su desarrollo y el derecho a alcanzarlo. Según UNICEF, reconoce que en el mundo hay decenas de millones de lactantes que inician su vida, pero igualmente señala que “cada año, muchos carecen del amor, de la atención, de la crianza, la salud y la protección que necesitan para sobrevivir, crecer y desarrollarse”. Además según datos que manejan respecto a la infancia, informan que “cada año mueren cerca de 10 millones de menores de cinco años de edad y más de 200 millones no desarrollan todo su potencial, simplemente porque ellos o sus cuidadores carecen de las condiciones básicas necesarias para sobrevivir y prosperar”* (*)UNICEF.(s.f.) Primera Infancia. http://www.unicef.org/spanish/earlychildhood/

Prevenimos la violencia en niños y niñas

tablecer cuáles son las necesidades más urgentes, los peligros existentes o los efectos generados. Otro aspecto relevante que se debe considerar a la hora de la atención y prevención de la violencia en la primera infancia, son las situaciones de violencia que viven las madres de estas niñas y niños, pues la misma se convierten en un elemento inhibidor al desarrollo sano y seguro. Por tanto hay que responder igualmente a ella. De esta manera reconocemos que la violencia hacia niñas y niños refleja la interrelación compleja de diversas variables, por lo que se requiere te-

nerlas presentes y generar siempre procesos de observación y valoración continua para prevenir o atender la exposición a la misma. Sobre estas variables se buscarán estrategias para establecer cambios fundamentales respecto de la violencia que viven niñas y niños. En la presente unidad reflexionaremos y aprenderemos a identificar aquellos factores que pueden hablar sobre ambientes de riesgo, así como las respuestas que debemos desarrollar cuando estamos frente a ellos, pero igualmente de las respuestas que se pueden ir proporcionando para prevenir los hechos de violencia en la primera infancia.

El modelo eco-sistémico CulturalSocial Institucional Comunitario Familiar

Indivudual

La lectura que hacemos de los factores protectores y de riesgo será desde un enfoque integral, basándonos en aquellos aportes que señalan precisamente la complejidad de la violencia que viven niñas, niños, adolescentes y mujeres, como los múltiples factores que inciden y se relacionan con las causas centrales de estas violencias. Una de las visiones que suministra este análisis más integrado de la problemática de violencia tanto de género como hacia niñas y niños es el Modelo Ecológico tomando de base lo que desarrolló Bronfenbrenner (1979). Este enfoque plantea como supuesto que los sujetos habitualmente se encuentran sumergidos en una diversidad de

redes complejas de relaciones o subsistemas en relación: individual, familiar, comunitario, social, cultural y político. Para este autor es de gran importancia para la comprensión del desarrollo del sujeto, examinar los entornos en el que se desenvuelve, los mismos que tienden a modificarse permanentemente tanto desde la forma en que el individuo lo percibe como en la manera que se relaciona con éste. Posteriormente Belsky (1993) asume este modelo para el estudio de la violencia infantil. Dicho modelo nos plantea que para comprender el desarrollo de los sujetos se hace necesario considerar los contextos en el que se desenvuelven cotidianamente, los mismos que se tornan cambiantes tanto desde la percepción del sujeto como por las transformaciones que en ellos sucede. En este sentido para la comprensión de la violencia que se genera contra niñas y niños es de interés conocer los contextos y subsistemas con los que están en relación, pero además quienes trabajan con esta población, deben mantenerse en constante atención de los ambientes, pues los mismos irán variando, lo que significa que si en algún momento la situación de violencia no existe, puede aparecer en otro momento y sobre todo se requerirá siempre de realizar acciones preventivas. Trasladando los aportes de este autor a la comprensión de la violencia infantil, podemos determinar que los distintos niveles con los que se relaciona un niño o niña y que determinan el alcance de su desarrollo son:

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El macrosistema Es el nivel más amplio e incluye las formas de organización social, las creencias culturales y los estilos de vida que prevalecen en una cultura o subcultura particular (por ejemplo, el control ejercido por los hombres en familias de culturas patriarcales).

El exosistema Conformado por el sistema de relaciones más próximas de las personas, enmarcadas por las instituciones que median entre la cultura y el nivel individual, como la escuela, los organismos judiciales, las instituciones de seguridad y la iglesia.

El microsistema El tercer nivel está caracterizado fundamentalmente por la familia y donde Belsky (1980) agregó el nivel del “ontosistema”, incluyendo los factores individuales tanto de los niños y niñas violentados/as como de los adultos que violentan. Con el apoyo de los diversos sistemas propuestos, el modelo ecológico permite un análisis más integral respecto de las causas, factores que lo influyen y efectos de la violencia infantil.

Cicchetti y Lynch (1993) formularon el modelo ecológico-transaccional de la violencia infantil, donde proponen que la existencia de factores potenciadores y factores protectores es en todos los niveles ecológicos señalados por Brofenbrenner, es decir, en el microsistema, en el exosistema y en el macrosistema. Bajo estas condiciones la violencia ocurre cuando los factores potenciadores (los fac-

tores que incrementan la probabilidad de violencia infantil) sobrepasan a los factores compensatorios (factores que reducen el riesgo violencia infantil). Por tal razón, a partir del modelo ecológico se pueden estudiar las causas y consecuencias de la violencia infantil y los mecanismos de riesgo y los factores protectores implicados.

Prevenimos la violencia en niños y niñas

Factores protectores y factores de riesgo 1

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Para reflexionar 1. ¿Qué ideas surgen al observar ambos retratos? 2. ¿Qué sentimientos afloran cuando se fija en las escenas que representan ambos retratos? 3. ¿Cómo considerarías cada uno de esos ambientes donde se encuentran estos niños y niñas? 4. En el retrato 1, para ti ¿existen elementos de riesgo o protectores para el niño? ¿Por qué? 5. En el retrato 2, para ti ¿existen elementos de riesgo o protectores para el niño? ¿Por qué?

Cuando hablamos de factores protectores o de riesgo hacemos referencia a aquellos agentes internos, externos o situaciones que contribuyen a disminuir el riesgo que la violencia suceda o por el contrario que hacen más probable que esta aparezca. Estos aspectos por tanto estarán relacionados con el ambiente o contextos de desarrollo del infante, o con las propias características de la niña o el niño; por ejemplo, la historia familiar de alcoholismo podría ser considerada como un factor de riesgo para que se desarrolle una conducta violenta contra un infante, mientras que crecer en una familia sin esa historia podría convertirse en un factor protector. La identificación oportuna de ambos factores daría posibilidad de impulsar estrategias o acciones orientadas a desarrollar por un lado tareas que aprovechen y amplíen los factores protectores y por otro a generar estrategias de intervención que permitan contener o

disminuir los de riesgo. En la atención a niñas y niños la identificación de estos factores se convierte en un valioso instrumento para indagar, evaluar y confirmar exposición a situaciones de violencia. En el trabajo que desempeñamos con niñas y niños, más aún de edades tempranas, es de fundamental importancia reconocer aquellos factores que influyen y guardan relación con sus condiciones y situaciones de existencia y subsistencia así como de su seguridad, sea de forma individual como colectiva. Podríamos decir que gracias a investigaciones y estudios realizados por instituciones como por las agencias de defensa de los derechos de la niñez y adolescencia, contamos en la actualidad con algunos indicadores que dan cuenta de conductas, contextos, relaciones y condiciones que nos permiten considerar las posibilidades de que se presenten o no hechos de violencia desde la primera infancia.

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¿Qué debemos comprender sobre los factores de riesgo y factores protectores? Son expresiones de probabilidad. Quiere decir que la identificación de estos factores puede abrir una puerta posible de que surja o no surja un hecho de violencia, pero que es necesario considerar a la hora de tener la sospecha de su existencia, pues permite indagar a mayor profundidad. Se presentan como oportunos (los de riesgo) para que se den los episodios de violencia, pero no son concluyentes por sí mismo, por lo que se debe indagar al respecto. No expresan relación de causalidad. Al no ser concluyentes, sino que pueden ser potenciadores de la violencia, no son elementos que pueden considerarse como la causa de los hechos de violencia que se genera contra niños, niñas y adolescentes. Expresan asociación. Esto significa

¿Qué son los factores protectores? Del mismo modo que hay factores que agravan la susceptibilidad de la niña, niño y de la familia a la violencia infantil, hay también otros que pueden aportar elementos de protección. Si bien los estudios y reflexiones frente a estos factores son de hecho más recientes que los factores de riesgo, sin embargo en la actualidad han tomado gran relevancia al considerarse el papel preventivo y mitigador que tiene frente a las situaciones de violencia de género en niñas y niños. En ese sentido para algunos autores más que concentrarse en los factores de riesgo, es necesario conocer, analizar y estudiar los factores protectores presentes en los ambientes de relacionamiento de niñas y niños (subsistemas), con la posibilidad de debilitar o eliminar los factores de riesgo y sus consecuencias mediante su potencialización. Consideraríamos como factores protectores los comportamientos, las condiciones y los entornos capaces de favorecer la salud y el desarrollo de las niñas y los niños desde la primera infancia, reducen la aparición de situaciones de riesgo o circunstancias desfavorables (Munist, Santos, Kotliarenco, colab. 1998) y aumentan la resistencia ante efectos negativos (Muller y Lemieux, 2000). Hacen referencia a recursos materiales e inmateriales que miden o sirven de barrera contra factores de riesgo específicos o contra los efectos negativos de las experiencias de violencia. Disminuyen la vulnerabilidad y la probabilidad de padecer, enfermar e incluso morir por eventos de violencia.

que contribuyen en su conjunto a que las niñas y niños se encuentren en situaciones de vulnerabilidad a sufrir hechos de violencia al asociarse a las causas de la misma. Pueden estar presentes, pero no existir hechos de violencia. Los factores de riesgos pueden estar presentes como parte del desarrollo y del contexto de niñas y niños, pero no significa que estén expuestos a ella; sin embargo nos dicen que debemos prestar atención a los mismos, para reducirlos y evitar que esta se dé. Los factores de riesgos son sistémicos. Son situaciones y características que se ubican en el plano personal, familiar, comunitario, institucional, social y cultural. Por tanto para poder disminuirlos hay que analizarlos en ese contexto.

Prevenimos la violencia en niños y niñas

Podemos también expresar que, son las características individuales, familiares y componentes socioculturales, que rechazan, reducen o contrarrestan el riesgo de que una niña o niño viva, continúe viviendo y/o aprenda en sistemas con relacionamientos violentos. Para Rutter (1985), el concepto de factor protector tiene que ver con el conjunto de influencias que pueden modificar, mejorar o alterar la respuestas de las personas a los peligros que las predisponen a resultados no adaptativos. De acuerdo con la literatura internacional, son varios los factores protectores relevantes en los diversos niveles de la ecología del desarrollo. Entre ellos en general podemos nombrar:

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Unidades familiares estables; Ejercicio correcto de las funciones parentales; Técnicas disciplinarias adecuadas sin violencia; Vinculación sólida del lactante e infante a un familiar; Buena atención de los padres durante la infancia; Relación afectuosa y de apoyo de un progenitor respetuoso; Ausencia de violencias a otros miembros de la familia; Vivir en comunidades unidas; Existencia de Proyectos, programas y políticas de protección.

¿Qué son los factores de riesgo? Un factor de riesgo es toda circunstancia o situación que aumenta las probabilidades de una persona de vivir algún hecho de violencia. Según la OMS, es además cualquier rasgo, característica, contexto o exposición de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir violencia, o los efectos negativos de los sucesos reales sobre su salud e integridad. Ningún factor de riesgo consigue esclarecer aisladamente por qué ciertas personas actúan de manera violenta contra las niñas y niños, o por qué estos comportamientos predominan en unas comunidades más que en otras. Para lograr tener un acercamiento de mayor entendimiento respecto de la vio-

lencia infantil se deberá recurrir al análisis complejo que posibilita entrelazar la diversidad de elementos que entran en juego, así como los distintos niveles en que estos se presentan; consideramos que observar así el problema permitirá mejores resultados en el abordaje de la violencia infantil. Los factores de riesgo indicados a continuación no son necesariamente suficientes para diagnosticar la violencia infantil en los casos detectados. Sin embargo, cuando los recursos son limitados, las niñas, niños y las familias en que se identifiquen varios de estos factores deberían tener prioridad para ser atendidas.

Para que niños y niñas crezcan y puedan desarrollar el potencial con el que nacen necesitan estabilidad y continuidad en sus familias y en su entorno, tanto en los aspectos físicos como en los emocionales.

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FACTORES PROTECTORES PARA PREVENIR O REDUCIR EFECTOS SITUACIONES DE VIOLENCIA DURANTE LA PRIMERA INFANCIA MICROSISTEMA

EXOSISTEMA

MACRO SISTEMA Cultural-Político

Individual (niñas/niños)

Familiar (progenitores/ cuidadores/as)

Social/Institucional/ Comunitario

• Nacer y tener buena salud. • Historia de un desarrollo adecuado. • Que no presente problemas de desarrollo. • Que desde temprana edad se involucren en actividades, pasatiempos, juegos o prácticas de deportes, en su entorno. • Que establezcan buenas relaciones con sus pares. • Que tenga habilidad para sociabilizar.

• Compromiso compartido del cuidado de hijos e hijas Tanto en el modelo de Belsky (1984) respecto del comportamiento de crianza en los progenitores y los estudios de Simons, Lorenz, Wu y Conger (1993) en una muestra de mujeres, evidencian que el involucramiento del esposo en el desarrollo de hijas e hijos, tiene una influencia directa en la calidad de los estilos educativos de parte de los progenitores. También McCurdy (2005) señala que la participación responsable del padre es un factor preventivo de actitudes violentas de las madres hacia niñas y niños, frente a situaciones de estrés.

• Cohesión del Vecindario. --La cohesión del vecindario implica el grado de confianza y de valores compartidos entre los vecinos. Los vecindarios pueden contener las influencias de contextos más inmediatos, como el ambiente familiar, en el desarrollo de las niñas y niños por lo cual constituyen factores protectores contra los estilos de crianza hostiles en el ámbito de la familia (Silk et al., 2004).

• Factores protectores de la madre -- La calidad de vida de la mujer, (la satisfacción individual y la sensación de bienestar) se transforman en indicadores que predicen un mayor ajuste psicológico de parte de la madre (Louis y Zhao, 2002) que puede proteger de los efectos negativos del violencia a largo plazo. -- Autoestima alta de la madre. Por otra parte el que la madre posea una autoestima alta es un factor protector que contribuye a mejorar la salud y el comportamiento social positivo a través de su función, como defensa de los impactos de las influencias negativas en la vida (Mann et al., 2004).

• Apoyo social. --De acuerdo con Belsky y Vondra (1989) el apoyo social se refiere a la calidez, apoyo y asistencia proveída por amigos, vecinos, y la familia extendida y se relaciona con mejores niveles de salud y niveles más bajos de sintomatología psicológica. Según estudios el apoyo social constituye uno de los factores más significativos de protección respecto de las consecuencias de la violencia (Muller y Lemieux, 2000) y en el caso de los progenitores, se ha encontrado que el apoyo social sirve para que ellos se sientan conectados a su comunidad desde donde se promueve que empleen estrategias disciplinarias no punitivas (Cochran y Niego, 1995). --La existencia de redes de contención posibilitará entonces: presencia de adultos de confianza y entornos en el que no está naturalizada la violencia como modo de relación

• La existencia de políticas y programas que posibiliten el acceso a los servicios de salud, empleo estable y viviendas adecuadas se constituyen en factores protectores que mitigan o anulan la aparición de estresores en los progenitores. • La promoción desde el Estado y la sociedad de una cultura libre de violencia y del buen trato y el reconocimiento de las niñas y niños como sujetos ciudadanos y con derechos, contribuyen a reducir la violencia.

Prevenimos la violencia en niños y niñas FACTORES DE RIESGO A SUFRIR SITUACIONES DE VIOLENCIA DURANTE LA PRIMERA INFANCIA MICROSISTEMA Individual1 (niñas/niños) • Pre-natales --No deseado --Producto de una violación --Embarazo extraconyugal o fruto de una relación inestable o esporádica. --La concepción se da en un momento de crisis personal, familiar o de orden social y no superada posteriormente. --Solicitud de un aborto que no se ejecuta. --Embarazos en momento de la ruptura con la pareja. --Embarazos y partos con graves daños en la madre o con la muerte de esta. • Posteriores al nacimiento --Hijas e hijos que no cumplen con la expectativa o deseos de uno o ambos progenitores. --Bebes que requieren mucha atención durante sus primeros años por prematuros, de llanto fácil y difícil calmar, con bajo peso o con hospitalización prolongada. --Déficit físico, psíquico o sensorial (hiperactividad, apatía, irritabilidad, Síndrome de Down). --Autismo o alguna alteración mental grave. --Afecciones crónicas. --Alteraciones en el desarrollo Psicomotor. --Menores de tres años. --Niñas y niños nacidos de una unión anterior, rechazados por el nuevo cónyuge. --Niñas y niños que han estado separados de sus padres, sobre todo en los primeros años de vida. --Dependencia de la infancia --Niñas y niños con alteraciones del sueño, control esfinteriano o en la alimentación.

EXOSISTEMA

MACRO SISTEMA

Familiar (progenitores/ cuidadores/as)

Social/Institucional/ Comunitario

Cultural-Político

• Antecedentes de violencia, desatención severa o privación psicoafectiva en su infancia. • Poca tolerancia al estrés y a la frustración. • Baja autoestima. • Jóvenes e inmaduros. • Falta de información y habilidades sobre la crianza de los niñas y niños, las formas de educar y sus consecuencias. • Crisis familiares por necesidades básicas insatisfechas. • Violencia hacia la mujer de parte de la pareja. • Expectativas distorsionadas de lo que se espera de niñas y niños. • Tendencia a conductas negligentes. • En ocasiones no ser el padre o la madre. • Uso de alcohol o drogas. • Enfermedades mentales. • Trastornos emocionales o de personalidad. • Divorcio, abandono o muerte de la pareja. • Cargas económicas y responsabilidades familiares no compartidas. • Excesivo número de hijas e hijos. • Aislamiento social, falta de relaciones sociales y redes de apoyo.

• Inseguridad en los barrios • Desempleo. • Baja escolaridad. • Insuficiencia de recursos • Hacinamiento y deficientes condiciones de habitabilidad. • Desequilibrio económico y social. • Migraciones campo-ciudad. • Corrupción. • Pérdida de valores. • Tolerancia social a la violencia. • Desigualdades de género o social en la comunidad; • Inexistencia o insuficiencia del hogar; • Carencia de servicios de apoyo a las familias y a las instituciones, o para atender a determinadas necesidades especiales; • Altos niveles de desempleo • Pobreza; • Cambios de entorno frecuentes; • Fácil acceso al alcohol; • Comercio de estupefacientes en el entorno cercano.

• Consideración del niño como un estorbo; tanto para los planes de esparcimiento, como de crecimiento personal y económico. • Inestabilidad política y económica. • Políticas y programas institucionales inadecuados que propician el maltrato infantil. • Políticas sociales, económicas, sanitarias y educativas que conllevan un nivel de vida deficiente, desigualdades, o inestabilidad socioeconómica; • Normas sociales y culturales que promueven o glorifican la violencia hacia los otros, y en particular los castigos como se puede observar en los medios de comunicación, la música popular o los videojuegos; • Normas sociales y culturales que imponen unos roles de género rígidos para varones y mujeres; • Normas sociales y culturales que rebajan la importancia de las niñas y niños en las relaciones entre padres e hijos; • Existencia de pornografía infantil, prostitución infantil o trabajo infantil.

1 Expresar que existen elementos de riesgo en niñas y niños, no implica culpabilizarlos por los eventos de violencia, sino identificar aquellos aspectos que inciden o hacen más compleja la labor de progenitores o de Cuidadores/as.

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La resiliencia, un camino potenciador para el desarrollo de niños y niñas La resiliencia es un término tomado de la física para explicar la propiedad de algunos cuerpos de recobrar su forma original luego de haber sido sometidos a altas presiones. En las ciencias humanas tiene una acepción más amplia. Su interés se da al observar que sujetos ante situaciones adversas respondían de una forma más positiva a pesar de estar expuestos a situaciones de riesgos. Si bien la tendencia generalmente ha sido concentrarse y profundizar estudios en los malestares, enfermedades y riesgos de los sujetos frente a situaciones críticas, que sin dejar de ser importantes de conocerlos, no reflejaban otros aspectos que aparecían, por ejemplo el hecho de que si bien la existencia de factores de riesgos podían reflejar o pronosticar una alta posibilidad de efectos negativos o de vivir situaciones desfavorables y perjudiciales, estas no se daban o presentaban, quedando de esta manera factores que no habían sido considerados u observados. Esto constata que los sujetos, familias y entornos responden de manera diversa ante la adversidad psicosocial. Aún en episodios de violencia extrema y abusos sexuales, existen sujetos que no sufren las secuelas esperadas. Según algunos autores la resiliencia no debe ser entendida como la animada negación de las difíciles

experiencias de la vida, dolores y cicatrices: es más bien, la habilidad para seguir adelante a pesar de ello (Morelato, 2011). Para algunos haber iniciado estudios respecto a la resiliencia y haber encontrando elementos que posibilitan su presencia, se transforma en un mecanismo esperanzador, ya que la psicología en sus momentos contribuyó a pensar que si las niñas y niños sufrían situaciones adversas antes de los 6 años, estarían toda su vida afectados por tales situaciones. En la actualidad conocemos que las niñas y niños expuestos a escenarios de violencia y abuso pueden convertirse en sobrevivientes y superar sus traumas. Pero para ello hay que estimular la resiliencia. Si una niña o niño se ve expuesto a situaciones hostiles pueden existir factores protectores que se potencien y disminuyan la presencia de daño o riesgo (resiliencia) en caso contrario lo que se instala es la vulnerabilidad del sujeto a sufrir daño. Si bien la resiliencia refiere a características internas del sujeto, existen otras externas que contribuirán a que esta aparezca y se mantenga. Estos aspectos deben ser conocidos por progenitores y cuidadores para hacer de una niña o niño resilente y si existieran situaciones adversas desarrollarlas.

Prevenimos la violencia en niños y niñas

Mínimos factores de riesgo + Máximos factores de protección= mejores pronósticos de un buen desarrollo LO QUE PUEDEN HACER PROGENITORES Y CUIDADORES PARA ESTIMULAR LA RESILIENCIA EN NIÑAS Y NIÑOS PRENATAL

POST NATAL

DE 0 A 3 AÑOS

4 A 6 AÑOS

• Comunicarse a menudo con el feto, pensando en él y hablándole con voz suave, tarea en la que debe participar también el padre. • Cantarle, tararearle canciones familiares y exponerlo a música suave adecuada al medio socio-cultural en que está creciendo. Estudios muestran la asociación entre el desarrollo del centro cerebral de sensibilidad musical y el de capacidad lógico-matemática. • Acariciarlo con suavidad a través del vientre materno. • Alimentarse adecuadamente, tener actividad física moderada, evitar totalmente el alcohol, el cigarrillo o cualquier otra substancia adictiva o potencialmente tóxica. • Prepararse los pechos para una lactancia exclusiva y prolongada, como manera de fortalecer el apego o vínculo madre-hijo. • Incluir al padre y a los hermanos y hermanas en algunas de estas acciones, y preparar a la familia para la llegada del nuevo miembro.

• Asegurar la presencia del padre durante el parto y el período perinatal • Abrazar al bebé inmediatamente después del parto, hasta antes de que hayan cortado el cordón umbilical; • Colocar al bebé sobre el pecho, entre los senos; • Iniciar cuanto antes el contacto del bebé con el pecho, para aprovechar el calostro, de gran valor inmunitario contra las infecciones; • Darle al bebé masajes rítmicos y repetitivos, muy suaves, y continuarlos con regularidad en los primeros meses de vida; • En cuanto el bebé esté alerta, hacer que su mirada se encuentre con la de la madre; • Hablarle al bebé, usando palabras tranquilizadoras; • Mantener al bebé al lado de la madre. Si no hay alguna enfermedad materna que lo impida, no es conveniente separarlo de ella. • Incorporar prontamente el bebé a la familia, e incluir al padre en las tareas de estimulación y de higiene.

• Proveer amor incondicional, expresarlo física y verbalmente. • Proveerle lactancia materna inmediatamente después del nacimiento y extenderla hasta el primer cumpleaños. • Reforzar reglas y normas para los de 2 a 3 años, disciplinar con actos que no humillen, dañen o le expresen rechazo. • Felicitarlo por logros y progresos en el avance en su desarrollo. • Estimular poco a poco a las niñas y niños de 2 a 3 años para que intenten hacer cosas por sí mismos con un mínimo de ayuda de los adultos por ejemplo ponerse los zapatos, guardar un juguete. • Reconocer y nombrar los sentimientos de la niña y niño y, de esa manera, estimularlo para que reconozca y exprese sus propios sentimientos y sea capaz de reconocer algunos sentimientos en otros (por ejemplo: tristeza, alegría, pena, felicidad, enojo, etc.). • Usar el desarrollo del lenguaje para reforzar aspectos de resiliencia que lo ayuden a enfrentar la adversidad. Por ejemplo, decirle “yo sé que lo puedes hacer” • Impulsar su autonomía y refuerza su fe en sus propias destrezas para resolver problemas; de la misma manera, decirle “yo estoy aquí, contigo” lo reconforta y recuerda que hay una relación de confianza de la que puede estar seguro. • Alrededor de los tres años, preparar a la niña y niño para situaciones desagradables o adversas (gradualmente, si fuera posible), hablando sobre ellas, leyéndole libros, cuentos, en juegos de relación, etc. • Darle consuelo y apoyo en situaciones de estrés y riesgo. • Proveer un ambiente estable en los primeros meses, pero con novedades (nuevas experiencias, gente o lugares).

• Expresarle los afectos que se les tiene de manera verbal. • Abrazarlo y usar una voz suave para calmarlo. • Moldear su comportamiento frente a desafíos, conflictos o adversidades; • Promover el valor, la confianza, el optimismo y la autoestima de manera permanente. • Usar la supresión de privilegios y otras formas de disciplinar que establecen límites al comportamiento negativo y muestran algunas consecuencias de él, sin humillar a la niña o niño. • Alabarlo por logros, o por conductas positivas como dejar los juguetes ordenados o expresar su disgusto sin estallar en berrinches. • Animarlo a que actúe independientemente, con un mínimo de ayuda adulta. • Continuar ayudándolo en su aprendizaje de reconocer sentimientos propios y ajenos. • Exponerlo gradualmente a situaciones adversas y prepararlo para ellas mediante conversaciones, lecturas, e identificación y discusión de factores de resiliencia que puedan serle útiles. • Animar a pedir ayuda de otros cuando la necesite. • Comunicarse a menudo con ella y él para discutir sobre los acontecimientos y problemas cotidianos, así como para compartir ideas, observaciones y sentimientos. • Ayudarle a que acepte responsabilidades por su propio comportamiento negativo y a que entienda que sus acciones positivas tienen consecuencias ulteriores que pueden favorecerlo. • Aceptar sus errores y fallas, pero al mismo tiempo orientarlo para que logre su mejoramiento. • Darle consuelo y aliento en situaciones estresantes.

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Acciones para enfrentar las situaciones de violencia

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Para reflexionar Trae al recuerdo un hecho de violencia infantil del cuál tuviste conocimiento. 1. ¿Qué signos te condujeron a pensar que estabas ante una niña o niño en situaciones de violencia? 2. ¿Cómo reaccionaste ante los signos? 3. ¿Tuviste dificultades para detectar la situación? 4. ¿Qué sentiste en ese momento? 5. ¿Cuál fue tu reacción al percibir esos signos? 6. ¿Estás satisfecho/a de la forma en que procediste? ¿Hay algo más que hubieras deseado hacer? ¿Lo harías de otra manera? 7. ¿Qué advierto respecto de los resultados de mi acción? 8. En el retrato 2, para usted ¿existen elementos de riesgo o protectores para el niño? ¿Por qué?

Nos cuesta admitir Parte de las dificultades que se suelen tener para responder ante situaciones de violencia o a algunos de sus indicadores, es precisamente la resistencia y las dudas que se tienen para creer que estamos frente a un hecho de esta naturaleza. Esto nos vuelve ciegos ante algunos elementos de sospecha y a la sola aparición de mayores indicios es que nos permitimos reaccionar y alertarnos de que algo no está bien. Incluso las niñas y niños pueden contar eventos de violencia y no se les cree inicialmente, generando así sensaciones de indefensión, desesperanza, soledad y la sensación de que nadie las o los protegerá. Esta barrera surge como una defensa ante las ideas que las personas tienen sobre lo que consideran son las relaciones de las familias, que si bien pueden significar el reconocimiento de este espacio como un lugar de protección para el desarrollo de sus integrantes, no permite encarar las realidades por las que muchas familias pasan. Pasar de la idea de que la familia es un espacio de amor, protección y cuidado y que quienes hacen parte de ella no son capaces de cometer las más grandes atrocidades (esta sola idea ya de por sí establece inseguridad dentro de un espacio que se cree es totalmente protegido) y más aún cuando se considera que estos eventos solo los cometen progenitores con escasa posición sociocultural o con alguna patología mental es lo que más dificulta la intervención y prevención de casos de violencia. Si bien estos pueden ser elementos de riesgo, no explican por sí solos la existencia de la violencia,

constituyéndose por tanto en una falsa creencia. Debemos además sumar que la negación viene inclusive porque quienes trabajan con niñas y niños pueden ellos y ellas mismas estar atravesados por historias de violencia infantil o ellos estar generándola. Desde los CIBV y CNH, en casos de violencia infantil, la prioridad es la protección integral de la niña o niño. No les corresponde determinar quiénes son responsables de la violencia ya que esa tarea les compete a otros organismos públicos. Las educadoras y educadores deben actuar detectando, educando y solicitando intervención de equipos profesionales especializados en la temática y derivar y/o acompañar a las instancias responsables si es el caso.

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¿Qué puedo hacer ante un caso de violencia? La detección temprana y a tiempo permite una actuación centrada en la familia y en la niña o niño que evite la aparición de situaciones de violencia, potenciando los factores protectores y reduciendo o eliminando los factores de riesgo. Al personal que labora en los Servicios para la Primera Infancia del MIES por tener contacto directo con las niñas, niños y sus familias, se le facilita poder identificar y detectar situaciones de riesgo, dada la cercanía y las horas que comparten con ellos, lo que les permite conocer y prestar atención a las formas en las que cada uno se está relacionando. Tienen a su favor los conocimientos respecto de las características de desarrollo de las etapas evolutivas y cuenta con la posibilidad de comparar las conductas de niñas y niños de la misma edad. Igualmente conocen el entorno familiar, tanto a través de

las propias niñas y niños como de las relaciones que establece con las familias. De nada sirve reconocer o identificar una situación de violencia si no se comunica a las Instituciones o profesionales que tienen la capacidad de hacer algo para solucionarlo. Una vez detectada comienzan una serie de actuaciones de carácter multidisciplinar cuyo objetivo es proteger al menor y ofrecerle un entorno seguro y saludable para su desarrollo. La notificación del caso es una condición necesaria y obligatoria para posibilitar la intervención de los servicios de protección de la niña o niño. No solo los casos graves de maltrato deben ser notificados, también los aparentemente leves y las situaciones de riesgo.

Pasos que se pueden desarrollar ante situaciones de violencia infantil OBSERVACIÓN El personal de los Servicios para la Primera Infancia del MIES debe tener presente que es de suma importancia desarrollar procesos de observación de niñas y niños con quienes están en contacto para poder identificar los elementos de sospecha de violencia, analizar los factores de riesgo y desarrollar estrategias en función de potenciar los de protección. Observar es importante porque al conocer lo que realmente está sucediendo se puede responder de manera apropiada. La observación de las niñas y niños con quienes están en contacto diariamente, facilitará incluso determinar elementos que permitan hacer procesos comparativos con los indicadores detectados, pues permitirá comparar el antes de una niña y niño con el durante y después de que se haya producido el acto de violencia. Una buena observación hará posible también intervenciones oportunas para evitar actos violentos. Esta observación facilitará identificar de mejor manera quiénes son las personas que han ejercido violencia, conocer el tipo de violencia que se dio y la frecuencia en que se han dado estos actos,

en los contextos que sucedieron y conocer quiénes podrían actuar como protectores futuros.

¿Qué significa atender con rigor a los factores de riesgo? Exigen una observación atenta para detectar la presencia de señales o indicadores de malos tratos. • Solo son válidas las afirmaciones provenientes de la observación directa o de manifestaciones realizadas por niñas y niños, o por personas allegadas a la familia. • Debe tenerse en cuenta que los diferentes factores se presentan con interrelaciones complejas y nunca de manera aislada y ocasional.

DETECCIÓN Lograr proteger a niñas y niños o menguar los efectos de la violencia y conseguir contribuir eficazmente a sus cuidados, requiere primero advertir que existe una condición de indefensión, esto es, detectar el problema.

cionarles la ayuda necesaria para corregirla. Como se decía en el apartado anterior, cuanto antes se detecte la situación de riesgo, mejores serán los resultados en la intervención que posteriormente se realice.

Detectar significa “reconocer o identificar la existencia de una posible situación de violencia infantil”. Es un paso importante para poder intervenir con la niña, niño y la familia que padece esta situación y propor-

Si bien la detección de estos eventos no es tarea fácil, sobre todo la violencia que se origina en las familias, se requiere realizar los esfuerzos necesarios pues descubrirlas de manera oportuna, pues esto

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20 contribuiría a generar intervenciones mejores orientadas y efectivas. Las maneras para detectar los hechos de violencia, pueden ser por: • Cambios en la conducta. • Signos o síntomas de naturaleza física o psíquica. • La niña o el niño expresa verbalmente lo que le está ocurriendo. La observación, de la que hemos hablado anteriormente, es una vía eficaz para tener atención a una serie de expresiones o indicadores que nos colocan en el lugar de la sospecha, esto es de sumo interés sino correremos el riesgo de etiquetar a la niña o niño “como problema” y lo que realmente debemos hacer es profundizar en lo que observamos y en el conocimiento de las niñas y niños. Entre alguno de estos indicadores tenemos: • Irritabilidad en las niñas y niños menores de un

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año, pueden darse llantos incontrolables. • Inquietud, que dan la apariencia que son niñas y niños que no pueden estar quietos. • Agresividad con otras niñas y niños. • Pueden no socializar fácilmente (se alejan de otras niñas o niños, no comparten juegos, se los nota desconfiados). • Rabietas. • Falta de apetito. • En niñas y niños que estén en edad de control de sus esfínteres, este no se da o se interrumpe. • Se comen las uñas y en algunas ocasiones compulsivamente hasta lastimarse. • Problemas en la atención, que aparenta problemas con su inteligencia, pero en realidad no es así. • También puede expresarse con distraimiento, no cumplimiento de ciertas indicaciones. De ahí la importancia de detectar cuanto antes la violencia y buscar una respuesta adecuada que ayude a detenerla y generar acciones de protección.

Para recordar Algunas situaciones que se pueden presentar en el momento de la detección: • Si el niño o la niña cuenta: Lo primero es intentar superar los sentimientos personales de rechazo que suelen aparecer ante el conocimiento de que está siendo violentado o violentada. • Escuchar al niño o niña tomando en serio lo que dice, pues las acusaciones que realiza no son de forma gratuita. • Tranquilizar al niño o la niña, explicarle lo bueno que es que se cuenten las cosas para poder ser ayudado. • Transmitir claramente la idea de que él o ella no es culpable. • Evitar juzgar a la familia, o quien genere la violencia el objetivo es lograr proteger y salir de la situación problemática de la que no pueden salir solos/as. • Recoger por escrito lo que ha dicho el niño o la niña lo antes posible, pero no delante de él o ella.

• Buscar apoyo para continuar, si se considera que la situación puede sobrepasar al profesional. Pero es importante ser muy prudente, la información que el niño o niña nos brinda es confidencial y se debe tratar con la máxima reserva y prudencia. • Si existen dudas respecto de los indicadores que hacen sospechar de violencia, se puede comentar con otros u otras compañeros/as que también estén en contacto con el niño o niña, recoger información más precisa en la familia, planificar un proceso de observación más sistemática en diferentes momentos del día y por un espacio no mayor de tres días. • Durante la indagación hay que recabar información respecto de si existen otros miembros en la familia que están siendo violentados/as (por ejemplo la madre), para orientar y hacer las acciones correspondientes.

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BUSCAR INFORMACIÓN Si entre las observaciones realizadas y los indicadores de sospecha se considera que se está frente a un hecho de violencia infantil, se hará necesario ampliar la información al respecto. Para ello se podrá acudir a otras u otros educadores que también estén en contacto con la niña o niño y con la propia familia, que pueden aportar con datos respecto de los conocimientos que tenga conexión a conductas, formas de relacionamiento, sospecha que hayan tenido anteriormente, etc. Si se considera que la violencia no se genera en el ámbito familiar o es únicamente generada por uno de los progenitores, se recomienda acercamiento con algún familiar, recordemos debe ser el más idóneo, pues caso contrario podemos poner en riesgo a la

niña o niño. Esto es con el afán de orientar y prepararlos para derivar a otras instancias. Es importante que cuidadores o responsables del cuidado del infante, conversen con familiares de manera privada, confidencial y sin ningún tipo de interferencias. Esta información no deberá ser expuesta a nadie que no tenga que ver con la estrategia que se vaya a implementar. Durante la conversación se deberá mostrar claridad y sinceridad. Además es importante dejar esclarecido las acciones que se van a emprender a partir de ese momento y la necesidad de apoyo a las mismas. Hay que ser lo más explícitos, honestos, directos a la hora de entrar en contacto con familiares.

ACERCAMIENTO CON LA NIÑA O NIÑO Hablar con niñas o niños de quiénes sospechamos viven situaciones de violencia, estará sujeto a la edad que tengan. Si son muy pequeños aún, la información se la puede obtener a partir del juego, de los dibujos o los cuentos. Este proceso debe únicamente ser realizado por la educadora, educador o persona con quien la niña o niño se sienta más a gusto (recordemos que niñas y niños pueden estar viviendo episodios de violencia por sus propios cuidadores, por lo que se requiere que se escojan con quien no reaccione con recelo, miedo, llanto, etc). Si tienen alguna duda en realizar esta actividad, no realizarla y que la misma se efectúe por algún profesional idóneo o pedir ser asesorado por este. Cabe destacar que la conversación con la niña o el niño deberá ser de manera privada, confidencial y es preferible que se sienten a la misma altura (piso, sillas para niñas y niños), nunca de frente y se puede

COMPROBADA LA SOSPECHA Luego de que se ha comprobado la existencia de violencia o se considera que se tiene una lista de indicadores que hablan de ella, se hace necesario generar acciones para lograr proteger y reducir los efectos de esta y posibilitar que la niña o niño continúe con su desarrollo. Para ello se requiere que el personal o la persona que evidencia estas situaciones pierda el temor de realizar acciones tanto de denuncias como de acompañamiento a la niña, niño, a la familia y a la propia comunidad.

Es necesario recordar que este acercamiento es únicamente para determinar otros indicadores de violencia, por tanto al evidenciarlos, no se deberá indagar más con la niña o niño. No es labor de la educadora o educador profundizar sobre ella, esto deberá realizarlo un especialista o la instancia responsable donde se derive. colocar en medio –como barrera- una silla, algunos juguetes o una mesa. Aún si la niña o niño sea de pocos años, es necesario manifestarle en lenguaje propio a su edad, qué vamos a hacer con lo que nos dice, a quién más vamos a contar y por qué lo vamos hacer, así como también manifestar qué otras acciones futuras se piensan desarrollar.

La indiferencia y no hacer nada ante el conocimiento de violencia, es tan destructiva y perjudicial cómo ejercer la propia violencia. Uno de los primeros puntos a considerar es valorar y planificar las actuaciones a seguir con responsables del centro o inmediato superior. Esto es, que el personal reciba el apoyo de las autoridades para enfrentar los hechos de violencia, más aún si se hace

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22 necesaria alguna denuncia. En este punto se debe tener presente la gravedad de las lesiones físicas y emocionales. Dentro de las acciones a desarrollar, es necesario considerar notificar y derivar estos hechos a instancias responsables de la protección y atención de estos casos. Si las manifestaciones de violencia no aparentan gravedad, no significa que se pueden dejar de tomar medidas correctivas, sino que los procesos pueden darse dentro de las mismas modalidades de atención o con la derivación a otros espacios especializados en atender estos casos, con quienes se establecerán los niveles de coordinación y responsabilidades mutuas ante estos eventos. Si las expresiones de violencia son graves (niveles de riesgos vitales, peligro de daños severos físicos y emocionales, riesgo de que la violencia siga produciéndose o acrecentamiento de la violencia) que sugieren actuación inmediata para proteger a la niña o niño, se deberá informar con celeridad a instancias legales respectivas, contactarse con espacios de atención especializados, y/o buscar referentes en la familia u otros contextos para detener la violencia. Si existiera daño físico u orgánico severos (que no

puede esperar) contactar con algún centro de salud e informar que el proceso será llevado a instancias legales por lo que se requerirá que se recoja con precisión la información y los exámenes realizados pues a futuro el sistema de justicia solicitará un informe y la historia clínica correspondiente. El personal deberá igualmente realizar un informe en caso de derivar a centros especializados o a instancias de justicia para que determinen los primeros hallazgos de las situaciones de violencia.

Tengan presente que los juzgados de niñez, adolescencia y mujeres están diariamente de turno, pueden atender en cualquier momento una denuncia, sobre todo las que se dan pasada los horarios regulares de atención.

SEGUIMIENTO Habrá mayor riesgo • Si el responsable de la violencia tiene contacto habitual o acceso a la niña o el niño. • Si la situación viene produciéndose desde hace tiempo y con frecuencia. • La familia no tiene recursos suficientes para proteger al menor.

Este es un segundo momento. Es particular en el sentido de que se incorporan servicios externos a la institución y es necesario gestionar acciones coordinadas y establecer articulaciones que permitan elaborar estrategias conjuntas de intervención. El personal deberá estar atento de que la niña o niño siga en contacto con las instancias derivadas, motivar a familiares la asistencia a ellas y acercarse de ser factible a esta para conocer los resultados de las intervenciones. El personal deberá seguir observando a la niña o niño y promover acercamientos con progenitores y familiares, para asegurarse de que los elementos de riesgo han disminuido. Si la violencia es generada en instituciones con las que la niña o niño tiene contacto, asegurarse de orientar a la familia para que eviten todo contacto con quien lo violentó y procurar que no vuelva a vivir nuevos eventos de violencia.

Disponer de unos vínculos afectivos fuertes y positivos con sus padres permitirá a las niñas y niños sentirse seguros, protegidos y estables.

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¿Qué no debo hacer ante un caso de violencia? En el momento en que la educadora o educador entra en contacto con situaciones de violencia no deben caer en la indiferencia, silencio o negligencia, esto perjudicaría a niñas y niños y no contribuirá a su desarrollo y al ejercicio de su derecho a vivir en ambientes saludables y libres de violencia. Si se detecta un hecho de violencia generado por alguna persona conocida, no deben callar; si resulta comprometedor seguir en el mismo, trasladarlo a otro compañero o compañera de trabajo. Ocultar el hecho la/lo coloca en complicidad con el mismo. La obtención de información no debe ser conseguida bajo amenazas. No se puede presionar a niñas y niños a hablar. Hay que crear las condiciones para ello. La entrevista no puede ser realizada por más de dos personas, ni se puede someter a la niña o niño que repita la historia por varias ocasiones. Tampoco es conveniente que se ponga palabras en la boca de ellos, esto es sugerir respuestas que pueden ser contraproducentes si el evento pasa a instancias legales, en detrimento de la protección efectiva. Si la niña o niño usa ciertas palabras que incomodan a la educadora o educador, no deben juzgarlo, ni desaprobar o criticar, el uso de ese lenguaje puede hablar de eventos que sucedían durante el acto de violencia. El personal no debe mostrar horror o desaprobación ante la situación, o alarmarse, debe ser cauto y mantener calma ante la evidencia. Se correría el riesgo de

generar un ambiente de vulnerabilidad para la niña o niño, que lo puede exponer o hacerle sentir incómodo, provocando que se retracte o permanezca en silencio. Indagar sobre aspectos familiares que no tengan relación con los hechos y preguntar en detalle lo sucedido, no es labor del personal, pues esto provoca revictimización en niñas y niños y hacia sus familiares. Se debe indagar para sortear la sospecha y confirmar la existencia de violencia ante los indicadores. La derivación a otras instancias no puede significar que el personal de centro se desentiende del suceso de violencia, es su obligación continuar en su seguimiento y relacionamiento con familiares y otras instancias.

¿Quieres hacer algo? • No pienses que no es asunto tuyo. • No pienses que la niña o niño miente o exagera. • No pienses que no tiene remedio. • Observa y recoge información. • No te quedes callado/a e informa a tu inmediato superior. • No tomes decisiones solo/a, sin planificar y evaluar la información obtenida. • No debes silenciar lo que conoces.

El papel preventivo de las modalidades de atención Los CIBV y CNH como espacios en los que se recibe a niñas y niños durante un ciclo vital fundamental para la constitución psíquica, intelectual y social, deben apropiarse con responsabilidad de su rol protector y vigilar el respeto a sus derechos. A más de las acciones descritas en el apartado anterior, es importante que el personal, realice acciones preventivas respecto de la violencia infantil, las mismas que se deben centrar en procesos de formación y sensibilización con padres y madres de las niñas y niños que reciben la atención, así como con las comunidades con las que están en contacto que permita reflexionar sobre las concepciones, prácticas y actitudes que se tienen relativo a la violencia infantil, pero de la misma manera con relación a lo que es ser niña, niño, hija, hijo, formas en que deben intervenir los padres y madres en el cuidado diario de sus hijas e hijos. De la misma manera en el trabajo que realizan con niñas y niños deben enfocarse en potenciar

la resiliencia, por tanto potenciar los factores protectores que hayan identificado en los procesos de observación y realizar algunas de las acciones descritas anteriormente y motivar a las familias para que también participen de este proceso. Actividades lúdicas y creativas pueden incorporar en niñas y niños ideas que prevengan que ellos repliquen conductas violentas. Es de suma importancia que las educadores y educadores analicen, reflexionen y aprendan respecto de la disciplina y el castigo, con el objetivo de convertirse en verdaderas guías hacia otros cuidadores, progenitores o personas responsables del cuidado del infante, para que se generen correcciones de conductas donde no se acudan a actos humillantes o violentos, sino más bien se busquen generar acciones que permitan un aprendizaje de responsabilidades y consecuencias de conductas negativas como por ejemplo con la reducción de privilegios.

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24 El rol de la familia Según la Convención de los Derechos del Niño y la Niña, expresa que tienen derecho a una familia, esto hace referencia por tanto a ligarlos/as a una historia, a un espacio de pertenencia y ante todo a contar con la protección necesaria para asegurar sus derechos. Son los progenitores quienes deben actuar primeramente en nombre del niño y la niña para defender sus derechos o para actuar ante la violación de estos. Uno de los deberes que tienen las familias es el cuidado y la seguridad, por lo que deben vigilar el proceso de desarrollo y sus entornos de relacionamiento. Deben además educar y formar, esto es inculcar los elementos necesarios para convivir en sociedad, mucha de esta enseñanza en los primeros años es a través del ejemplo. La familia cumple funciones importantes, concibiendo como tales las tareas y actividades que realizan todos los miembros que la conforman, de acuerdo con la posición y el papel que desempeñan en el sistema familiar y con el fin de alcanzar los objetivos psicobiológicos socioculturales, educativos y económicos.

Las niñas y niños tienen una serie de necesidades básicas, cuya satisfacción es imprescindible para que sean felices, crezcan y evolucionen de forma adecuada. Esas necesidades se agrupan en: cubrir necesidades físicas, fortalecer los vínculos con progenitores y familiares, posibilitar el desarrollo emocional de acuerdo a cada etapa del ciclo vital, transmitir afectos y seguridad. Con respecto a los progenitores y familiares, deben convertirse en apoyos reales de desarrollo para niñas y niños. Son garantes de su cuidado y protección, por lo que es de suma importancia que se involucren en procesos de capacitación, de información e intercambio en lo concerniente al cuidado y desarrollo de niños y niñas. Deben trabajar en contacto con los CIBV y practicar lo aprendido en el CNH para contribuir a un ambiente saludable. Deben estar igualmente atentas a detectar indicadores de violencia y reaccionar si estos existieran, buscando los apoyos necesarios.

HOJA DE RUTA COMO INTERVENIR ANTE SITUACIONES DE VIOLENCIA INFANTIL

Casos en que se evidencia la violencia Relato del Niño o niña Indicadores físicos, emocionales y conductuales visibles Observación y Detección Casos en que se sospecha de violencia Indicadores físicos, emocionales y conductuales inespecíficos

Informar, valorar y planificar

Directivos del Centro • Observación del niño o niña • Entrevista con otros cuidadores en contacto con niños y niñas • Entrevista con progenitores o familiares. • Conversación con el niño o niña.

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Conclusiones Conocer de las redes relacionales, permite observar y estudiar si se constituyen en ambientes protectores o de riesgo frente a situaciones de violencia. Dichos niveles tienen que ver con las propias niñas o niños, con la familia, la comunidad, el vecindario, la escuela, los centros de salud, instituciones judiciales, centros de atención, y con la propia cultura, En este sentido y dependiendo de la posición de estos frente a la violencia, se podrán generar estrategias de intervención, coordinación y prevención que resulten de mayor efectividad. Los factores de riesgo son experiencias, actitudes, realidades de las personas y contextos que rodean a los niños y niñas que propician o no situaciones de violencia. Identificarlos nos permite tener mejor control sobre ellos, evitarlos y así prevenir violencia. Una sociedad violenta tiene varios factores de riesgo, que inclusive por la frecuencia y proximidad no siempre se dimensiona lo peligrosos que pueden ser. (Barrios con delincuencia, consumo de alcohol y drogas, violencia al interior de la familia, experiencias de abuso en las generaciones anteriores)

Los factores protectores tienen que ver con fortalezas personales, familiares, escolares, comunitarias que contribuyan a un sano desarrollo y prevengan violencia; tales como conocer que la violencia infantil es un delito, que las niñas y niños tienen derechos, madres y padres que colaboran con las modalidades de atención y la comunidad Las educadoras y educadores y las modalidades de atención son espacios privilegiados para detectar y prevenir violencia infantil. Su principal rol es promover el desarrollo infantil. Las educadoras, educadores y los centros infantiles pueden y deben ser espacios de apoyo para canalizar orientación, serenidad y atención cuando ocurran situaciones de violencia. No es su papel juzgar, ni sancionar, sino recabar información y canalizar a los niños y sus familias a los servicios especializados.

Elaboración informe

Derivación responsable a los organismos competentes

Elaboración informe

Centros especializados Instancias de justicia Unidades de salud

Seguimiento

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