TUCUME VIEJO

November 18, 2017 | Author: jorsjisus | Category: Vault (Architecture), Peru, Architectural Design
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Actas del Quinto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Burgos, 7-9 junio 2007, eds. M. Arenillas, C. Segura, F. Bueno, S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, CICCP, CEHOPU, 2007.

La construcción de la iglesia de Túcume Viejo. Algunos aspectos constructivos de la arquitectura religiosa virreinal de la costa norte del Perú Fernando Vela Cossío

Las ciudades históricas de la costa norte peruana se disponen a lo largo de los más de seiscientos kilómetros que separan Trujillo de Tumbes, al borde de la frontera ecuatoriana. El patrimonio arquitectónico y urbano de algunas de estas viejas ciudades coloniales norteñas permanece, salvo notables excepciones, en un estado de olvido y abandono que convendría corregir. Las ruinas de la antigua iglesia española de Túcume Viejo, a pocos kilómetros al norte de la ciudad de Lambayeque, constituyen un ejemplo representativo de la precariedad en que se encuentra este patrimonio arquitectónico y nos dejan constancia de la fuerte y vigorosa impronta hispánica de la construcción religiosa en época virreinal.

TIPOLOGÍA Y CONSTRUCCIÓN DE LA ARQUITECTURA RELIGIOSA VIRREINAL EN EL NORTE DEL PERÚ Conserva el norte del Perú un buen número de edificios religiosos de gran importancia para el conocimiento de la arquitectura española en América durante los siglos XVI y XVII, aunque bien podemos afirmar que muchos de ellos se encuentran todavía muy poco estudiados.1 Siguiendo un recorrido de norte a sur por la costa del Pacífico peruano tenemos que hacernos eco de algunos ejemplos concretos de construcción religiosa de tiempos de la colonia que, por su belleza e interés histórico, constituyen una parte substancial de este legado virreinal: la iglesia de San Lucas de Colán, las ruinas de Túcume Viejo, las iglesias

de Mórrope y de Lambayeque y, por último, el gran conjunto monumental de la vieja ciudad de Saña.2 San Lucas de Colán parece haber sido la primera iglesia católica construida en el Pacífico Sur. El actual edificio tiene un gran interés, aunque se encuentra notablemente restaurado. Se encuentra a muy pocos kilómetros del puerto de Payta y desarrolla un tipo del que existe una larga progenie en todo el Pacífico español.3 Lo que hoy vemos en Colán no es sino el resultado de las transformaciones de una iglesia del siglo XVIII, probablemente edificada sobre la primitiva del siglo XVI. El edificio se levanta sobre una singular plataforma que nos remite, por su morfología, a una especie de muelle portuario, y que algunos han identificado con restos arquitectónicos indígenas. En todo caso, ya sea el lugar elegido ex novo o este ligado al Perú prehispánico, la iglesia debió ser levantada en el siglo XVI y debió contar con una torre campanario de base maciza en su planta baja. Sobre la torre norte se levanta hoy un campanario de madera pintada que parece del siglo XIX. La fachada está compuesta en un esquema tripartito, en el cual, sobre la portada de arco de medio punto, se levanta un cuerpo de remate curvo para ocultar el hastial de la cubierta a dos aguas. Dicha cubierta está resuelta mediante una esbelta armadura de madera, del tipo par e hilera, que se apoya en los muros perimetrales del templo y en dos hileras longitudinales de altos soportes de madera que sirven, además, a la división en tres naves del espacio congregacional de la iglesia. El interior del templo conserva algunas de-

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coraciones pictóricas murales de gran belleza que se extienden sobre el propio enlucido de yeso de los paramentos proponiendo al observador diversos temas naturalistas, con abundancia de flores y pájaros; conservase además en Colán un gran retablo, quizá de finales del siglo XVII, con el águila bicéfala de la Casa de Hagsburgo tallada en madera para ornamento externo del Sagrario. En la ciudad de Lambayeque se conservan un par de edificios religiosos coloniales también de gran interés. Muy próxima a la ciudad de Chiclayo, un próspero emporio comercial de tiempos de la República que sirve de mercado y centro de conexión entre la costa y la sierra norte, la antigua ciudad española de Lambayeque ha mantenido un interesante conjunto urbano —de conservación desgraciadamente irregular— del que tiene que destacarse, además de las fachadas de dos pequeñas iglesias situadas al lado norte de la actual iglesia matriz, una casa de época presumiblemente colonial que alberga el balcón más antiguo de la coste norte. Pero es al Sur de Lambayeque, en el área de contacto entre las rutas costeras norteñas con el camino de ascenso a la sierra de Cajamarca, donde encontraremos las mejores muestras de arquitectura española de los siglos XVI y XVII. En esta comarca se sitúan las ciudades de Saña y de Guadalupe, donde han sido estudiados los que bien merecen ser considerados como mejores conjuntos de la arquitectura religiosa del norte costero peruano. El comisionado para la fundación de la ciudad de Saña fue el corregidor de Trujillo Licenciado don Diego de Pineda, quien cumplió tan importante comisión el 25 de Abril de 1563. La fundación propiamente dicha, ordenada por el Virrey, no se realizó hasta el 29 de noviembre del año 1563 y fue encomendada al capitán don Baltasar Rodríguez vecino de Trujillo, quien comenzó la población y fundación de la Villa Santiago de Miraflores que está en el valle de Zaña, en esta regla del Perú, según recoge el Acta de fundación. En la ciudad, en la que murió Santo Toribio de Mogrovejo, se conserva una parte de los primitivos edificios que conformaban el conjunto urbano virreinal. La ciudad padeció grandes desastres en el tránsito del siglo XVII al XVIII. En marzo de 1686 fue asaltada por Edward Davis quien, tras desembarcar en el Puerto de Chérrepe y cubrir las siete leguas que hay de distancia, la saqueó y la arrasó. Unos años

más tarde, el 15 de marzo de 1720, el caserío sufrió una inundación torrencial que, atravesando calles y plazas, no dejó una sola vivienda en pie. La destrucción debió de ser apocalíptica a tenor de las descripciones de los testigos presenciales, como el escribano Antonio de Rivera, que dejó constancia de la terrible destrucción en acta firmada. La inundación de 1720 provocó el éxodo casi total de la villa, cuyos habitantes debieron elegir como destino principal la ciudad de Lambayeque. Aunque en 1722 se refundó la ciudad ya no pudo alcanzar el apogeo de la centuria anterior, quedando el poder político y económico concentrado en Lambayeque hasta el siglo XIX. De los edificios españoles que se conservan en Saña, la antigua iglesia de San Agustín destaca como la obra de mayor valor arquitectónico y bien merece ser por ello considerada, en palabras de Harth Terré,4 como una joya arqueológica de la arquitectura colonial: «sus bóvedas góticas, que tienden al adorno, se apoyan sobre arcos cruzados en carpanel, cumpliendo la regla romana adoptada por los artistas renacentistas». Este autor considera la fábrica primitiva de finales del siglo XVI, aunque hoy apenas se conservan algunas paredes y la bóveda principal.5 Interesa también en la ciudad de Saña la visita de las ruinas de San Francisco. Harth Terré la describe como una iglesia de una sola nave, y la atribuye a Antonio Tibesas, datándola en la última veintena del siglo de fundación de la villa (XVI) poniéndose en pie entre 1585 y 1590. En San Francisco resalta una vez más el tipo de iglesia de una sola nave cubierta de tijerales y adornos a lo modular, con presbiterio en bóveda cruzada, como estuvo de moda hasta fines del siglo XVI y siguiéndose la tónica de la Mayor de Asís en la ciudad de Lima. La iglesia de La Merced es el tercer templo en interés que puede contemplarse en Saña. Dice Harth Terré que «los mercedarios llegaron a Saña en 1637 ( . . . ) fue en esta ocasión y tiempo que construyeron su iglesia. Ha quedado en pie el altar, franquean el frente dos torrecillas a modo de campanarios, la portada apunta ya al Renacimiento Clásico; es obra de líneas y abultamiento, pero las pilastras dóricas tienen más relieve; aún cuando la cornisa es de poco resalte y el frontón quebrado para ubicar un nicho rectangular, no cumple muy exactamente con las reglas canónicas».6 La iglesia matriz es de tipo basilical, con una nave central más alta y dos capillas laterales más bajas para permitir las ventanas, conservando algunos muros con fragmentos de

La construcción de la iglesia de Túcume Viejo

pinturas; se estima su construcción entre fines del siglo XVI y comienzos de la centuria siguiente. La ciudad de Guadalupe conserva también un conjunto muy interesante, del que debe destacarse la iglesia matriz. Aunque su fachada, muy remozada, carece en cierto modo de interés, se conservan en el interior del conjunto un extraordinario claustro y una curiosa sacristía en la que se puede apreciar una ornamentación tardo barroca muy exuberante y rica. Las bóvedas del claustro se alejan de la pauta de lo que hemos visto en Saña, inclinándose en este caso por la organización de las galerías mediante unas espléndidas, esbeltas y limpias bóvedas de arista, de inspiración mucho más clasicista como corresponde a su muy probable más moderna fecha de construcción, ya en el siglo XVII. En síntesis, nos encontramos ante una arquitectura religiosa cuya tipología predominante es la de templos de una sola nave —sobre todo en los casos de las iglesias conventuales— o con plantas de morfología alargada dividida en tres naves con soportes intermedios —en las iglesias matrices— con sistemas de cubierta resueltos mediante armaduras de madera —de los tipos par e hilera y par y nudillo— o abovedadas según la tradición de la arquitectura española del siglo XVI, es decir, mediante el empleo de grandes bóvedas de crucería con abundancia de tramas de terceletes.7 La presencia de los órdenes clásicos para resolver la composición de claustros y portadas y el uso en estas de arcos de medio punto, pero también de los tipos carpanel, rebajado y escarzano, ponen de manifiesto el desarrollo en la América española de una arquitectura de tradición castellana en la que perviven los sistemas de construcción del gótico final que se desarrollan, por la influencia borgoñona y alemana, desde principios del siglo XV en la Península Ibérica. Los Colonia o los Egas, como acertadamente señala Palacios, extienden en Castilla los nuevos modos de construcción con los que trabajará, ya en el siglo XVI, una segunda generación de arquitectos entre los que se encuentran los Hontañón, Juan de Álava o Diego de Siloee (Palacios, 2000: 750).

ASPECTOS CONSTRUCTIVOS DE LA IGLESIA TÚCUME VIEJO

DE

Muy próxima a la ciudad de Lambayeque, a poco más de treinta kilómetros al norte por la antigua ca-

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rretera panamericana, se encuentra la pequeña localidad de Túcume, en el valle del río de la Leche. Los restos de un gran conjunto monumental prehispánico que forman parte de uno de los yacimientos arqueológicos más interesantes de esta región, monopolizan la atención de los viajeros y visitantes que, sin embargo, suelen abandonar el lugar sin desplazarse unos dos kilómetros al Este de la carretera principal donde se encuentra el lugar de asiento del viejo caserío español llamado hoy de Túcume Viejo, en el que destacan, por su imponente construcción e inesperado tamaño, los restos de la antigua iglesia colonial. Estas ruinas constituyen posiblemente uno de los ejemplos más interesantes de arquitectura religiosa que puede verse en toda la región norte peruana. Se trata de un templo presumiblemente de tres naves, divididas quizá por soportes intermedios de madera, sin capillas, de unos 164 pies8 de longitud por 52 pies de anchura, con una cabecera sencilla de 21 pies de ancho y 32 de largo, con remate recto tras el que se sitúan una serie de estancias de difícil interpretación mientras no se lleve a cabo la excavación arqueológica del conjunto, pero de uso muy probable como sacristías y espacios auxiliares. Esta clase de templo, de gran desarrollo longitudinal, es corriente como hemos visto en la arquitectura peruana de época virreinal, pudiendo encontrarse ejemplos del mismo por toda la geografía de este extenso y diverso país andino. La construcción de los muros, de una vara9 de espesor, está resuelta mediante una imponente fábrica de adobe bien trabada en aparejo a soga y tizón con mortero de barro. Estos muros presentan al exterior, por el lado occidental, los restos al menos dos grandes contrafuertes que podrían interpretarse como elementos de refuerzo para un arco triunfal de acceso al tramo presbiterial en el caso de la cabecera y para contrarresto de los empujes del arco que sostendría un posible coro alto situado, hipotéticamente, a los pies del templo. El módulo de los adobes empleados es de dos pies por uno, es decir de unos 60 × 30 cm, con 15 cm de espesor. Se trata por tanto de piezas paralelepipédicas de morfología rectangular, en la tradición castellana, que conforman una fábrica cuyo grosor de muro sobrecoge al visitante y que se encuentran en un estado de conservación espléndido, como corresponde a una región semidesértica en la que apenas se producen precipitaciones pluviométricas no-

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Figura 2 Vista general del conjunto. Al fondo, la cabecera del templo

Figura 3 Vista del interior de la iglesia. Al fondo la puerta principal de acceso a la misma

Figura 1 Planta de la iglesia de Túcume Viejo (Lambayeque). Levantamiento planimétrico Antonio Vela Cossío, arquitecto

tables si exceptuamos los periodos de afección del llamado fenómeno de «El Niño» que se producen de modo cíclico y ritmo relativamente variable, al parecer de entre quince y siete años en los ciclos más cortos. Respecto a la estructura de la techumbre, la hipótesis más probable sería la de una cubierta de estructura de madera y cubrición vegetal y orgánica, a base de ramaje y guano. Esta clase de cubiertas las hemos visto en otros templos norteños, como en el ya citado templo de San Lucas de Colán, y parecen remitirnos, por su morfología, a una tradición de carpintería de ribera más que de la típica carpintería de armar española de tradición mudéjar. La altura de los pies derechos y lo delgado de la sección de los mismos se compensaría con un ritmo más alegre en cuanto al número de soportes. Hay que tener en cuenta que la dificultad para conseguir escuadrías de secciones gruesas —en una región en la que escasean los bosques o predominan los de algarrobo, una especie de

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madera durísima que soporta este clima extremado y desértico de la costa norte— pudo contribuir a extender esta clase de armaduras de madera en una región, no lo olvidemos, en la que el riesgo sísmico —amenaza gravísima para la estabilidad de las fábricas— ha sido siempre muy importante. El templo de Túcume conserva dos de las tres portadas originales, la septentrional y la de levante; ambas presentan una luz de aproximadamente 10 pies y quedan resueltas mediante una fábrica de ladrillo con la cual se han construido los arcos de me-

Figura 6 Restos de decoración pictórica, con temas florales, en el revestimiento del intradós de un arco

Figura 4 Alzado de la portada principal de la iglesia de Túcume Viejo. Levantamiento planimétrico Antonio Vela Cossío, arquitecto

dio punto y las jambas de la portada exterior, así como el arco escarzano que permitía el cobijo de la puerta por el interior. El módulo de los ladrillos empleados es de un pie de largo por 2/3 de pie de ancho, es decir, de unos 28 por 18 cm. Originalmente, estas fábricas de ladrillo debían de encontrarse enlucidas con alguna clase de revoco, quizá de yeso, que se ha perdido casi por completo en los paramentos verticales; sin embargo, se conserva una parte considerable de revestimiento en el intradós de algunos de los arcos y en otras partes de los muros, lo que nos permite admirar la decoración pictórica primitiva, una vez más de temática naturalista y floral, aplicada en suaves colores sobre el blanco enlucido de yeso. Las portadas de Túcume nos recuerdan mucho a las que hemos tenido ocasión de estudiar en Saña, que están bien datadas a fines del XVI. Esto nos permite suponer como fecha probable para la construcción de la iglesia la segunda mitad del siglo XVI, lo que la convertiría en una de las más antiguas del Perú septentrional.

NOTAS 1. Figura 5 Portada principal de la iglesia de Túcume Viejo

En los trabajos clásicos más importantes apenas hay referencias a los edificios históricos del norte peruano a excepción de los templos de Saña y la arquitectura colonial que conserva la ciudad de Trujillo.

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Hemos tenido ocasión de trabajar en el estudio de este patrimonio arquitectónico gracias a la ayuda recibida de la Universidad Politécnica de Madrid para el desarrollo del proyecto de investigación San Miguel de Piura: primera fundación española en el Perú. Sobre el legado arquitectónico español en el norte peruano puede consultarse el trabajo «La conservación del patrimonio arquitectónico y urbano virreinal en el norte del Perú» (de Villanueva y Vela Cossío, 2006). Para el estudio de la arquitectura española en el Pacífico pueden consultarse los interesantes trabajos que se publicaron en el congreso internacional 1898 España y el Pacífico: interpretación del pasado; realidad del presente (1999). Emilio Harth Terrè es el autor que más atención ha prestado al conjunto de Saña. Su obra sobre los monumentos religiosos de esta ciudad (Harth Terrè, 1964) recoge el testigo de las muy raras obras anteriores (Wethey, 1946). Ramón Gutiérrez ya señala que «en Lima los ejemplos que perfilan el ocaso del gótico tardío son reducidos pero pueden vislumbrarse en el templo de Santo Domingo, donde existen bóvedas de crucería realizadas por el maestro Jerónimo Delgado, autor del puente sobre el Rimac» ( . . . ) Para Gutiérrez, los templos de bóveda de crucería de comienzos del siglo XVII que se realizan en Saña y Guadalupe, en la costa norte del Perú, son obra de maestros procedentes de Bolivia (Gutiérrez, 1984: 57–62). Harth Terrè, Emilio (1964): «Los monumentos religiosos de la desaparecida villa de Saña». Anales del IAAIE 17. Sobre la construcción de bóvedas de crucería en el Renacimiento español pueden consultarse los trabajos de J.C. Palacios Gonzalo (Palacios, 1990; 2000). 1 pie castellano = 27,86 cm. 1 vara = 3 pies.

LISTA DE REFERENCIAS De Villanueva, L. y Vela Cossío, F. 2006. «La conservación del patrimonio arquitectónico y urbano virreinal en el norte del Perú». Cuadernos Hispanoamericanos núm. 673–674 (págs. 109–120). Galván Guijo, J. 1999. «Nociones de arquitectura colonial española en Filipinas» en 1898: España y el Pacífico: interpretación del pasado; realidad del presente (págs. 449–457). Gutiérrez, R. 1984. Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica. Madrid: Cátedra. 802 pág. Harth Terrè, E. 1962. La obra de Becerra en Lima y Cuzco. Buenos Aires: Instituto de Arte Americano. Harth Terrè, E. 1964. «Los monumentos religiosos de la desaparecida villa de Saña». Anales del IAAIE núm. 17. Ibáñez Montoya, J. 1999. «Perspectiva del patrimonio arquitectónico y urbano de origen español en Filipinas» en 1898: España y el Pacífico: interpretación del pasado; realidad del presente (págs. 459–462). Luque Talaván, M.; Pacheco Onrubia, J. J. y Palanco Aguado, F. 1999. 1898: España y el Pacífico: interpretación del pasado; realidad del presente. Madrid, Asociación Española de Estudios del Pacífico. 566 págs. Palacios Gonzalo, J. C. 1990. Trazas y cortes de cantería en el Renacimiento español. Madrid: Ministerio de Cultura. Palacios Gonzalo, J. C. 2000. «Las bóvedas de crucería españolas, ss. XV y XVI». Actas del III Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Sevilla: Instituto Juan de Herrera. Porras Álvarez, S. 1999. « Arquitectura religiosa hispanofilipina» en 1898: España y el Pacífico: interpretación del pasado; realidad del presente (págs. 463–482). Wethey, H. 1946. Saña, a dead city of Perú. Michigan, Michigan University. Wethey, H. 1949. Art and architecture in Perú. Cambridge. Wethey, H. 1960. Arquitectura virreinal en Bolivia. La Paz.

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