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August 28, 2017 | Author: sitesregister | Category: N/A
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Descripción: el poder del jefe...

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RAFAEL LEÓNIDAS TRUJILLO MOLINA (1891-1961) I - Documental El poder del jefe Director: Rene Fortunato Documental político sobre Rafael Leónidas Trujillo. República Dominicana, 1994, 240 min. Vol. I Historia dominicana de 1916 a 1937 Producción: 1991 Duración: 75 min. Resumen: Este documental muestra las condiciones políticas, económicas y sociales que determinaron el surgimiento de la dictadura de Trujillo en la República Dominicana. Ofrece además una visión conmovedora de más de veinte años de historia dominicana: de 1916 a 1937. Es la primera parte de una serie de tres documentales sobre la Era de Trujillo. Vol. II Año de producción: 1994 Duración: 90 minutos Resumen: Este documental muestra los acontecimientos políticos y sociales más importantes ocurridos en la República Dominicana durante el período 1938/1952. Las acciones de la dictadura trujillista durante los años cuarenta y los esfuerzos de los exiliados para derrocarla, son tratados con detalles en esta segunda parte de la serie de documentales El Poder del Jefe. Las invasiones de Cayo Confites y Luperón, el PSP, la Juventud Democrática y las diferentes conspiraciones, así como las relaciones de Trujillo con los Estados Unidos antes del inicio de la "guerra fría", ocupan una buena parte de este documental. Vol. III Año de producción: 1996 Duración: 81 minutos Resumen: Este largometraje es la tercera y última parte de la serie de documentales que se inició en 1991 con El Poder del Jefe, primera parte. Aquí se muestran los acontecimientos más importantes ocurridos en la República Dominicana en el período comprendido entre el 16 de agosto de 1952, fecha de la juramentación de Negro Trujillo como Presidente de la República, y el 8 de noviembre de 1961, día de la salida del país de Ranfis Trujillo y su familia. Entre los acontecimientos tratados en esta parte se destacan el viaje de Trujillo a España, la Feria de la Paz, el secuestro de Galíndez, la invasión del 14 de junio, la muerte de las hermanas Mirabal, el ajusticiamiento del dictador, y la muerte de los que participaron en el complot contra Trujillo, entre otros temas

2 II – Contexto histórico Antecedentes Dos tercios de la isla de La Española caían dentro de las fronteras de la República Dominicana, el país establecido como Colonia en nombre de Isabel la Católica, por Colón en 1493. Más europeizada que ningún país en América, con la ciudad más antigua y quizás con la más vieja Universidad, constituye un humilde adorno de la civilización Occidental. Los dominicanos habían, sin embargo, realizado poco desde que abandonaron la monarquía española en 1821; y, de hecho, habían aspirado también a poco. Puede que hubiesen sido derrotados demasiado a menudo. Si bien bajo España estuvieron atrasados y abandonados, tan pronto como declararon la independencia conocieron la invasión y la opresión de los haitianos. Por ello, desde el final de la ocupación negra habían conocido el caos alternando con la tiranía, así como desagradables presiones de las grandes potencias. Los dominicanos tienen una patria tan hermosa como Colón informaba en sus primeras cartas; un país de sonrientes valles, bosques, pastos, granjas y cordilleras de montañas. Normalmente hace un clima confortable y a diferencia de Haití goza de una segura lluvia. La gente vive mucho mejor que los haitianos, siendo además más educados y sanos y cuentan con más oportunidades económicas. Su comercio es dos veces superior al de su rival, y su agricultura, minas, ranchos e industrias mucho más productivas. Sin embargo, no es una tierra feliz, ya que la libertad y el respeto propio han sido durante mucho tiempo desconocidos en ella, si bien se han mostrado en tímida reaparición a continuación del asesinato del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, en 1961. El fracaso de la autonomía, 1865-1905 De todos los caudillos que se han pavoneado con el paisaje dominicano como fondo, no es el menos interesante Buenaventura Báez. Durante largo tiempo rival del líder campesino Pedro Santana, que finalmente le venció, logró escapar a la deshonra sufrida por Santana al restaurar, en 1861, en el país la monarquía española. Esto no quiere decir que Báez no fuese un leal patriota, pues si bien aceptó demasiados honores y dinero de la corona española, cuando vio que la restauración estaba fracasando, tomó de nuevo el campo con un ejército. En 1865, y después del abandono de los españoles, Báez entró en la ciudad de Santo Domingo como presidente, siendo bien pronto expulsado otra vez y retomando triunfalmente en 1868. Aunque declaró francamente que la República no estaba madura para la autonomía y que probablemente habría de sucumbir a otra ocupación haitiana, los remedios que propuso no se cumplieron. Báez pensaba que la nación dominicana sería anexionada a los Estados Unidos, sugerencia que se miraba con complacencia por los presidentes Johnson y Grant, pero no por los sucesivos senados americanos. Quiso también arrendar la bahía de Samaná, un puerto excelente del Norte, pero de nuevo un senado rebelde lo frustró. Estas propuestas produjeron el efecto de apuntalar su Gobierno hasta 1874, ya que la astucia naval americana y los créditos estuvieron a su disposición, pero en este año fue derrocado. Luchó de nuevo por el poder en 1876, sólo para ser expulsado por quinta y última vez en 1878. Aparte de estas maniobras, poco bueno trajo a la Nación dominicana, que continuó tan pobre, aislada y atrasada como antes, habiendo además acumulado deudas en el extranjero que algún día le habrían de atormentar.

3 En 1882 apareció otro caudillo que se mantuvo hasta su asesinato en 1899. Era éste un negro llamado Ulises Hevreaux. Aunque la población mulata se mostraba recelosa de los negros, Hevreaux fue capaz de conquistar el apoyo general y de proporcionar un intervalo de paz. En la mayor parte de estos diecisiete años fue presidente y cuando salió del puesto gobernó a través de títeres. Aunque sus enemigos no eran enteramente injustos cuando le motejaban de cruel (¿qué gobernante del Caribe con éxito no lo era?) tenía alguna educación y estaba sinceramente ansioso de mejorar al país. Durante su Gobierno, la industria del azúcar comenzó a florecer, en parte como resultado de las empresas iniciadas por los cubanos que habían abandonado su rebelde isla, y, además, la tradicional exportación dominicana, los cueros, continuaba proporcionando ganancias extranjeras. Lo más lucrativo de todo fueron los préstamos que Hevreaux obtuvo de los inversionistas europeos, flujo de dinero que le permitió construir unas pocas escuelas, carreteras y edificios públicos, ayudándole a él y a su régimen en una forma considerable. Multiplicando diez veces sus deudas con el extranjero, ocasionalmente tuvo dificultades con importunos acreedores, pero pudo satisfacer sus demandas pagándoles con la baja moneda en curso, cosa que les satisfizo poco. Antes de que éstos pudiesen persuadir a sus Gobiernos para actuar contra él, fue asesinado, siendo el último negro que gobernó estas tierras. Los caudillos mulatos que siguieran a Hevreaux fueron, si es que fueron algo, menos capaces que aquél. El que le había asesinado, Ramón Cáceres, estuvo en y fuera del poder varias veces, apoderándose de la capital con combatientes campesinos y siendo otra vez expulsado de ella. De este modo se desarrolló un cansado vaivén entre los diversos grupos, basado en parte en la rivalidad personal, en el apoyo haitiano a una u otra facción y en la codicia del saqueo, nunca sobre problemas reales. Así, algo como un cínico juego se desarrolló a lo largo de varios años: los hombres se organizarían tras un caudillo que conquistarla la administración y el tesoro tras unos pocos meses de robos, y entonces se desembarazarían de él mediante otro hombre que se pusiese al frente, inevitablemente un «libertador» o «restaurador», y se dividirían arriba la renta nacional sobre unas bases sólo ligeramente diferentes. Aunque la mayor parte de la población era apática, participando sólo cuando se les reclutaba, sus intereses necesariamente sufrían. El protectorado americano, 1905-1924 En 1904, varios Gobiernos europeos estuvieron dispuestos a ayudar a sus súbditos en la recaudación de las incobrables deudas dominicanas, que ascendían a 32.000.000 de dólares, la entrega de los cuales absorbería las rentas de la República. Una incitación a la acción conjunta había sido la decisión del nuevo tribunal internacional de La Haya en lo concerniente a las reclamaciones venezolanas, al estipular que las naciones que utilizaran la fuerza contra los Gobiernos incumplidores tenían derechos de prioridad. El presidente Theodore Roosevelt, previendo una carrera hacia la República Dominicana por varias potencias, y que cualquiera de ellas podía ser un potencial enemigo de los Estados Unidos, capaz de adquirir bases navales en la ruta del Canal de Panamá, en el que entonces se estaba trabajando, consideró conveniente apoderarse de la aduana de la República Dominicana en octubre de 1904, procediendo a separar las deudas justas de las injustas, y a pagar las primeras con los derechos de aduana de las importaciones. También propuso que los Estados Unidos asumieran la dirección de todas las aduanas dominicanas y que ajustasen las reclamaciones extranjeras. Aunque el Senado se negó, él siguió adelante de

4 todos modos y así, a mediados de 1905, las fuerzas americanas habían ocupado Santo Domingo y tomado la dirección de todas las estaciones aduaneras de la República, entregando el 55 por 100 de las rentas a los acreedores y el 45 por 100 al Gobierno dominicano. Hay testimonio de que en los previos métodos dominicanos de recaudación su porción de renta fue más elevada bajo este arreglo que todo a lo que había ascendido antes y, como consecuencia, los préstamos americanos así garantizados hasta la cuantía de 20.000.000 de dólares tranquilizaron tanto a los acreedores extranjeros como a los dominicanos. Finalmente, en 1907, el Senado autorizó las acciones de Roosevelt, ratificando el Tratado. En todo lo que concernía a las deudas europeas, el método funcionó satisfactoriamente, pero los dominicanos tenían también otros problemas. Sus facciones políticas eran casi tan ingobernables como antes. Ramón Cáceres entre 1908 y 1911 presidió a satisfacción de los americanos, siendo entonces asesinado y sucedido por otros líderes con sus desordenadas facciones. Molestos por los alborotos, los Estados Unidos desembarcaron 750 marinos e indicaron que no tolerarían más revoluciones. Sin embargo, su esfuerzo por establecer un régimen electivo duradero fracasó completamente, ya que las facciones no aceptarían que ninguna fuese dominante, rehusando incluso combinarse bajo el Arzobispo de Santo Domingo. Washington, tanto con Taft como con Wilson, consideró el escenario dominicano con creciente exasperación, preocupándose con la idea de que las rentas de las aduanas pudieran dejar de satisfacer las reclamaciones extranjeras provocando así una intervención europea. Finalmente, la República se situó en una técnica equivocada al elevar el límite de sus deudas en violación del Tratado de 1907 con los Estados Unidos. Ocupándose menos de esto que de la posibilidad de la actividad alemana, el presidente Wilson ordenó a los marinos que tomasen posesión de la totalidad de la República en 1916, lo cual se realizó con escasa oposición de sus habitantes. Wilson ni siquiera intentó designar a un testaferro como gobernante dominicano, al igual que el entonces presidente de Haití, sino que prefirió establecer un gobernador militar americano con total autoridad ejecutiva y legislativa, al tiempo que permitió a los nacionales dominicanos el afirmarse en la mayor parte de los puestos gubernamentales pero ninguno de decisiva importancia. Incluso si los rigores de la Primera Guerra Mundial justificaban una cierta arbitrariedad en los métodos americanos, la ocupación se realizó con una arrogancia que molestó a Hispanoamérica. Durante gran parte del tiempo prevaleció la ley marcial, una innecesaria censura hacía escarnio de los ideales democráticos, y los marinos americanos fanfarroneaban tan ofensivamente como suelen hacerlo las tropas ocupantes. Particularmente ofensivo para las mentes raciales de los dominicanos fue el ser considerados como negros, como a menudo lo eran, y verse oprimidos por todos lados por invasores totalmente blancos. Cuando un crítico de la ocupación, el poeta Fabio Fiallo, fue encarcelado, una explosión de indignación corrió por casi todas las partes de Latinoamérica, donde cualquier infracción yanqui rápidamente se convertía en atrocidad. Aunque era verdad que las tropas americanas habían traído la paz a un país que había demostrado suficientemente su incapacidad para la autonomía, y aunque la República podía vender ahora más azúcar y cacao que antes, y a precios de tiempos de guerra, estos beneficios se obtuvieron a costa de la dignidad dominicana. Mucho tiempo después de la guerra, en diciembre de 1920, el presidente Wilson anuncié el fin inmediato de la ocupación, cuyo propósito, desde el principio, había sido de moralidad un poco dudosa. Bajo el presidente Harding comenzó la retirada, pero hubo dificultades para preparar los detalles, y así Sumner Welles, que más tarde se convirtió en artífice de la política de Buena Vecindad, ayudó hábilmente en 1924 a la

5 marcha de los marinos sin dejar un completo vacío. Los consejeros financieros permanecieron hasta que todas las deudas extranjeras se arreglaron en 1940. Los americanos hicieron realmente poco, excepto gobernar la República Dominicana, sin que emprendiesen las medidas humanitarias que ablandaron su protectorado sobre Haití. Las primeras elecciones en ocho años iban a celebrarse en 1924. El general Horacio Vázquez, que había luchado para conseguir el poder desde la muerte de Hevreaux en 1899, se convirtió en el presidente de una pacificada República sostenida con el apoyo de un ejército modelo, basado en la política organizada por los americanos. Durante cinco años gobernó bastante fácilmente, participando modestamente la República en la prosperidad general del mundo. En 1929, Vázquez indicó que buscaría la reelección en el próximo año, en el que cayó seriamente enfermo, dejando el Gobierno en manos del vicepresidente, Sin embargo, el vicepresidente tenía un rencoroso enemigo en el general Rafael Leónidas Trujillo, que ostentaba la jefatura del ejército. Por tratarse de persona que nunca se había cuidado de las elecciones legitimas, Trujillo decidió no dejar a los votantes determinar si deseaban a Vázquez o que su heredero continuara. Mediante un bien manejado golpe militar derrocó al régimen y, en mayo de 1930, se eligió a sí mismo formalmente como presidente. Despues de que Trujillo y su aliado Estrella Ureña dieran el golpe de Estado el 23 de febrero de 1930, procedieron a organizar las elecciones del 16 de mayo. Una de las candidaturas presentaba a Trujillo para presidente y a Estrella Ureña para la vicepresidencia, apoyada por una buena parte de las elites nacionalista, liberal y republicana del país; en tanto que la segunda presentaba a Federico Velázquez y a Ángel Morales a la presidencia y vicepresidencia. La campaña electoral se condujo bajo el clima de terror producido por Trujillo y su banda paramilitar “La 42” (dirigida por el mayor del ejército Miguel Ángel Paulino), dedicada a perseguir, intimidar y matar. Hasta los miembros de la Junta Central Electoral se vieron forzados a renunciar el 7 de mayo, siendo sustituidos por personas que respondían a la voluntad del que ya era dictador. Así, el día 24 de mayo de 1930 se proclama a Rafael Leonidas Trujillo Molina como presidente de la República. Cuando Trujillo se presentó a la presidencia en 1930 llevó a cabo una campaña electoral de ámbito nacional, en lugar de regional, y con ello comenzó todo un proceso de eliminación de líderes regionales, intimidación y falsificación de votos. Pero su golpe maestro fue el entendimiento del poder de la estética rural como símbolo de identidad nacional. Basó su campaña en el merengue sabiendo que la mayor parte de los votantes provenían del campo y que reaccionarían a él favorablemente. Las propiedades de improvisación del merengue (similares al soneo en salsa) eran la llave a la política como forma de comentario social. Trujillo recorría todas las regiones con los mejores merengueros que alababan sus virtudes a la vez que se mofaban de sus adversarios. Una vez en el poder, Trujillo siguió sirviéndose del merengue y promoviéndolo como símbolo nacional (léase político). Las mejores bandas de merengue fueron bautizadas de nuevo para tomar su nombre, se escribían y representaban canciones propagandísticas, y se permitió que su hermano Petán llevase una importante emisora de radio que emitía merengue en directo. La Voz Dominicana, que así se llamaba, tuvo un papel importante al consolidar la aceptación nacional del merengue cibaeño. La predilección que Petán tenía por la música en vivo hizo que apenas se hicieran grabaciones, y cuando se hacían, fuera sólo con su permiso. Hambrientos por oportunidades de grabación y poco satisfechos con el nivel de control de estado, muchos artistas emigraron a Puerto Rico y Nueva York,

6 extendiendo así el merengue y dando lugar a la diáspora. Ni siquiera las clases altas permanecieron inmunes ya que se veían obligados a tocar merengue cibaeño en todas las ceremonias sociales formales. Posiblemente el Presidente Trujillo estaba encantado con la idea: él mismo era un ávido bailarín aunque no era originario de la región de El Cibao, y sus primeros esfuerzos por fraternizar con la élite cuando aún tenía poco rango habían sido un fracaso. Desde 1930 se produjo en América Central un espectacular aumento de los regímenes dictatoriales y autoritarios, que tendieron a reforzar el dominio oligárquico. A fines de 1931 el coronel Maximiliano Hernández Martínez dio un golpe en El Salvador que acabó con el gobierno de Arturo Araujo y mantuvo el cargo hasta 1944. En Honduras, Tiburcio Carias Andino, jefe del conservador Partido Nacional y presidente desde 1932, se mantuvo en el poder como dictador hasta 1948. En Guatemala la dictadura del general Jorge Ubico se extendió de 1931 a 1944, hasta que un golpe a cargo de oficiales jóvenes acabó con ella y planteó la democratización del país. Las elecciones fueron ganadas por Juan José Arévalo, un civil que planteó profundas reformas políticas y sociales. Al mismo tiempo se autorizó la libre sindicación de obreros y campesinos, que presionaron exitosamente por mayores salarios y por la mejora de la legislación laboral. La presencia comunista en estas organizaciones fue clave para comprender su éxito. A las elecciones presidenciales de 1950 se presentaron dos militares. Uno de ellos, el mayor Francisco Arana, murió en circunstancias confusas, recayendo las sospechas sobre el otro candidato, el coronel Jacobo Arbenz, que finalmente fue elegido. Arbenz contó con un escaso respaldo militar, por lo cual trató de encontrar mayor apoyo en el mundo rural intensificando la reforma agraria comenzada por Arévalo. La ley era bastante moderada, ya que afectaba únicamente a las tierras sin cultivar, pero en esa categoría entraba la mayoría de las posesiones de los grandes propietarios, especialmente de la United Fruit, con sus plantaciones bananeras de las tierras bajas del Caribe. La empresa que era propietaria de varios puertos y un ferrocarril, también se vio afectada por el proyecto gubernamental de construir un gran puerto oceánico y una carretera que uniera la capital con el Atlántico. El secretario de Estado del presidente Dwight Eisenhower, John Foster Dulles, se propuso acabar con la experiencia guatemalteca, no sólo por los ataques sufridos por la United Fruit, sino también porque la presencia comunista en el país, pese a ser limitada, era un mal precedente para el continente. Más grave aún era la resistencia del gobierno guatemalteco a participar en la cruzada anticomunista impulsada por Washington. El problema creado por el gobierno de Arbenz se resolvió con un golpe preparado en Honduras por oficiales guatemaltecos, con apoyo de los Estados Unidos. El paso siguiente fue la destrucción de las organizaciones obreras y campesinas. La presidencia la iba a ocupar el coronel Carlos Castillo Armas, que se mantuvo en su puesto hasta su asesinato en 1957 y al año siguiente se eligió al general Miguel Ydígoras Fuentes. En Costa Rica, pese a las diferencias con sus vecinos, la república oligárquica se mantuvo firme. En 1936 surgió el Partido Nacional Republicano inspirado en la derecha europea, que a partir de 1940 fue ganado por las reivindicaciones reformistas y comenzó a construir el "estado del bienestar", contando con la colaboración del Partido Comunista. Desde 1943 la oposición conservadora marcó sus desacuerdos con el régimen. En 1946, José Figueres, un ex militante conservador, fundó un nuevo partido de orientación socialdemócrata. En las elecciones de 1948 el presidente Teodoro Picado quiso imponer a su predecesor, Rafael

7 Calderón Guardia, pero fue derrotado por Otilio Ulate, líder de la conservadora Unión Nacional, que se presentaba junto con el partido de Figueres. El Congreso rechazó el resultado y la guerra civil se hizo inevitable, enfrentándose las milicias costeñas, organizadas por los comunistas y el principal sostén del gobierno, con las fuerzas de Figueres, del Valle Central, que finalmente triunfaron. El país fue gobernado por una junta encabezada por Figueres durante un año y medio, que tomó drásticas decisiones. Disolvió el ejército, nacionalizó la banca, promovió el desarrollo agrícola y energético con un impuesto al capital e ilegalizó al Partido Comunista. Su anticomunismo salvó a la revolución, ya que los derrotados habían buscado el apoyo de Anastasio Somoza, que fue frenado por Washington, dadas las inclinaciones del nuevo gobierno. Las elecciones para la Asamblea Constituyente de abril de 1949 fueron un rotundo triunfo conservador y a fin de año Ulate fue elegido presidente por gran mayoría. El ajuste económico que impuso y la subida de los impuestos a las exportaciones fueron una fuente importante de impopularidad. Esta se amplió porque el resurgir comunista en las filas del sindicalismo fue severamente reprimido. En las elecciones de 1952 el Partido de Liberación Nacional (PLN), liderado por Figueres, obtuvo una victoria aplastante. Se inauguraba la alternancia entre el PLN y los conservadores, uno de los elementos que garantizan el funcionamiento del sistema costarricense. Figueres retomó su programa de búsqueda del "estado de bienestar": impuesto a las rentas, proteccionismo industrial, fomento agrario, ampliación del sistema provisional. En Nicaragua, al igual que en el resto de América Central, los efectos de la crisis fueron considerables y coincidieron con la presencia norteamericana. Desde 1928 los Estados Unidos intentaban retirarse sin perder la influencia en el gobierno y en la sociedad. La resistencia armada encabezada por Augusto César Sandino, con un programa liberal y algunas reivindicaciones propias de la Revolución Mexicana, postergó la retirada hasta 1933, pese a que Sandino aún no había sido vencido. Antes de retirarse los norteamericanos crearon la Guardia Nacional. Su jefe, Anastasio Somoza, asesinó a Sandino en 1934 y tuvo libre el camino al poder, que no abandonaría hasta su muerte. El asesinato del jefe de la dinastía en 1956 sólo sirvió para que su hijo Luis se hiciera con la presidencia. El régimen intentó modernizar la economía promoviendo los cultivos tropicales exportables, como café y plátanos, a lo cual sumó el algodón. En Puerto Rico sentían la estrecha relación con Estados Unidos. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se produjeron algunos cambios, como las mejoras sanitarias que permitieron el crecimiento demográfico y el fomento del azúcar. Hasta 1945 la salida para los independentistas era la insurrección, una fantasía más que una realidad. La labor de Luis Muñoz Marín, un notable miembro de las elites autonomistas, y luego un partidario del anexionismo, fue crucial para incorporar a las masas a la política. Fundó el Partido Popular Democrático, con un programa de reforma social y progreso económico y ganó las primeras elecciones de gobernador que se celebraron en 1947 (hasta entonces un cargo de designación presidencial) y convirtió a la isla en un Estado Libre Asociado, con autonomía administrativa y educativa. Esta situación tuvo efectos contradictorios. Si por un lado preservaba en mejores condiciones la herencia hispana del país y sus habitantes, por el otro estrechaba los lazos con los Estados Unidos. Las inversiones extranjeras fueron el camino para promover el desarrollo económico, pero no fueron suficientes. Ni las ayudas del gobierno federal a los grupos menos favorecidos ni la emigración al continente remediaron la situación y sólo pusieron de relieve la mayor dependencia con la metrópoli.

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La Era de Trujillo, 1930-1961 El ingreso de Trujillo en las fuerzas norteamericanas de intervención tuvo lugar en diciembre de 1918, cuando ingresó al Ejército Dominicano bajo los auspicios de la Infantería de Marina de los Estados Unidos, quienes ocupaban el territorio dominicano para esa época. Su carrera militar fue brillante. Durante la ocupación de los Estados Unidos (1916-1924) Trujillo se incorporó a la Guardia Nacional. Rápidamente subió en las jerarquías, bajo el gobierno de Horacio Vásquez recibió el rango de Teniente Coronel, Jefe de Estado Mayor y Comandante Auxiliar de la Policía Nacional. El advenimiento de Trujillo vino a significar no un mero cambio de poder, sino el comienzo de la más durable dictadura del siglo XX en Latinoamérica. Nacido en el seno de una pobre familia mulata en 1891, había sido entrenado por los marinos de los Estados Unidos en el arte militar y en menos honorables oficios. Inmediatamente después de llegar a ser presidente, el huracán que destruyó, en septiembre de 1930, las dos terceras partes de Santo Domingo le dio oportunidad de demostrar sus altos talentos de administrador y para afirmarse como humanitario. Es probable que en cualquier época de los siguientes treinta años pudiera haber vencido en unas elecciones honradas, ya que gobernaba competentemente y era un genio de las relaciones públicas. Su planteamiento del problema de gobernar a la República Dominicana habría de tratarlo como una empresa comercial y así lo haría eficazmente: al ser éste productivo, sus empleados gozaban de buen humor y se emperifollaban grandemente reflejando de este modo la importancia de su propietario También esto traería a su amo buenos provechos y así Trujillo y su familia acumularon propiedades de las que se decía alcanzaban un valor de cientos de millones de dólares. La presidencia le dio la oportunidad de convertir al país de su propiedad: Después de la destrucción (debido al ciclón San Zenón en 1930) de la antigua capital dominicana, Santo Domingo, Trujillo mandó reconstruirla, modernizada, y la rebautizó como "Ciudad Trujillo". Además el país representaba todas sus posesiones entre ellas: Sal. En 1931 se adueñó de la producción y venta de sal. Esto le reportaba unos 400,000 pesos netos anuales. Carne, las que le proporcionaban ingresos anuales de unos 500,000 pesos. Arroz. Prohibió la importación de arroz y sólo permitió el consumo del arroz criollo que distribuía una de sus tantas empresas personales. Central Lechera. Compañía Anónima Tabacalera. Fábrica Dominicana de Calzados. Pinturas Dominicanas. Ingenios Porvenir, Ozama, Amistad, Monte Llano, Barahona, Consuelo, Quisqueya, Boca Chica, Las Pajas, Santa Fe, Catarey y Río Haina. Seguros San Rafael Licorera La Altagracia Sociedad Industrial Dominicana Refinadora de Aceite de Algodón Molinos Dominicanos Fábrica Dominicana de Cemento Fábrica de Sacos y Cordelería

9 Fábrica de Vidrio Industria Nacional del Papel, Atlas Comercial Co. Caribbean Motors Compañía Dominicana de Aviación Ferretería Read Periódico La Nación, Industria Caobera, Aserradero Santelises Naviera Dominicana Industrias Niguas. También otros dominicanos lo pasaban bien materialmente, alcanzando la más alta renta per- capita de cualquiera de las pequeñas Repúblicas del Caribe. El presupuesto estaba equilibrado todas las deudas satisfechas y la moneda en curso tan estabilizada que la República Dominicana disfrutaba la distinción única de no conocer la inflación a mediados del siglo XX. Un metódico acercamiento dio como resultado la aplicación de métodos científicos modernos a todos los aspectos de la economía. El cultivo del azúcar subió, pasando a abarcar la mitad de las exportaciones al tiempo que florecían las industrias del cacao, café y ganadera. Las fábricas diversificaban la economía y elevaban el nivel de vida, complementándose igualmente muchas hermosas obras públicas: las mejores carreteras de las tierras del Caribe, puertos, aeródromos grupos electrógenos e instalaciones de agua potable. La capital, a la que sin ningún pudor se había rebautizado en 1936 como Ciudad Trujillo, llegó a convertirse en una de las más limpias y modernas de Latinoamérica y el crimen y la mendicidad fueron reducidos al más bajo nivel en todas las zonas de la República. Muchos granjeros obtuvieron tierras propias por medio de la ayuda del Gobierno, y el bajo coste de las viviendas, y los beneficios de asistencia social mantenían satisfechos a los trabajadores urbanos, aunque les faltaban los sindicatos laborales. La mayor parte de los niños asistían a escuelas, y el entrenamiento vocacional, llevado en una escala muy extensa, elevaba las aptitudes de la población en general. La Universidad, rodeada de hermosos campos fuera de la capital, se hallaba repleta de obedientes profesores y estudiantes. No es, por tanto, una maravilla que Trujillo se permitiese ser aclamado como «Benefactor de la Patria», «Genio de la Paz», «Padre», «Protector» y «Reconstructor». Su estatua honraba cada plaza, su fotografía cada tienda y hogar y el letrero «Dios y Trujillo» muchas calles. Así, los años transcurrían serenamente para el Benefactor, con elecciones que se convocaban regularmente, aunque tan sólo un partido, el dominicano, parecía contar con algunos miembros. El partido dominicano sirvió de soporte político. Formado oficialmente el 16 de agosto de 1931 fue el único partido permitido durante el régimen. Fermín Cabral fue el principal auspiciador del PD, que tenía por símbolo una palma. El carné de miembro del partido se convertiría en un documento obligado para todos los dominicanos mayores de edad. Regularmente las patrullas militares que recorrían la ciudad exigiendo a los ciudadanos “los tres golpes”: La cédula de identificación personal, El papel de certificación de haber hecho el servicio militar obligatorio, El carné de miembro del PD, conocido popularmente como “la palmita”. Quien no tuviese estos tres documentos podía pasarlo muy mal y ser acusado de delito de vagancia. El 10% de los sueldos de los empleados públicos era entregado a su Partido Dominicano.

10 Desde 1938 a 1942 y desde 1952 a 1961, permitió a otros, normalmente sus parientes y siempre sus criaturas, que sirviesen como presidentes. La vida política consistía en poco, excepto elogios para el Benefactor, y los asuntos económicos estaban enfrentados con el empleo total, mayor producción y mercados extranjeros, aceptables condiciones laborales y una firme elevación de los standards de vida. Cuando los años pasaron, la República Dominicana experimentó una industrialización, especialmente en el aspecto de fábricas para la conservación de alimentos, ropas, muebles, carne en conserva, fabricación de cemento, manufactura de bolsas de henequén y montaje de maquinaria. Construyó también la más grande refinería de azúcar del mundo y un enorme astillero. La riqueza nacional y las rentas estaban relativamente bien distribuidas entre la población, aunque unos pocos llegaron a hacerse excesivamente ricos, entre los cuales habría de incluirse a la familia de Trujillo. En los asuntos internacionales, Trujillo también complació a su pueblo, pues se mostró amistoso con todas las administraciones americanas hasta el fin del presidente Eisenhower, asegurando de este modo buenos mercados, material militar y asistencia técnica. Cuando Hitler perseguía a los judíos, concedió espléndidamente un lugar en la República para 100.000 refugiados, ya que siempre había deseado inmigrantes blancos, pero tan sólo unos pocos cientos fueron a su anunciada colonia de Sosva, e incluso éstos la utilizaron como zona de trampolín para trasladarse a otros países. Las crónicas acusaciones de Trujillo respecto de Haití y Cuba era consecuente con las tradiciones del Caribe, pero la atrocidad cometida con invasores pacíficos haitianos en 1937 fue más lejos de las prácticas admitidas. Disgustándoles los negros en general y los haitianos en particular, los dominicanos se agitaron en torno a los trabajadores agrícolas que se derramaban sobre ellos desde Haití para acampar en su República. Trujiflo ordenó a sus soldados que se precipitasen sobre estos emigrantes, matando así a miles de desconocidos. Sorprendido ante el tumulto que se organizó en el extranjero, pagó entonces a Haití una indemnización, y en 1941 realizó una visita de Estado a Puerto Príncipe, mostrando aparentemente que lo hacía como justificación. La Segunda Guerra Mundial vino y se fue, dejando a Trujillo tan firmemente establecido como siempre y cuando un dictador tras otro se desplomaban por los años cincuenta, el Benefactor les ofrecía refugio, pero parecía poco perturbado acerca de la posibilidad de participar en su destino. El 5 de diciembre de 1952 Trujillo viaja a Estados Unidos ostentando el rango de embajador plenipotenciario ante la Organización de Estados Americanos quedándose en territorio norteamericano durante 3 meses y 15 días, el día 2 de junio de 1954 a bordo del transatlántico el Antillas llego al puerto de Vigo en Galicia para dar inicio a un largo e histórico viaje a España e Italia fue recibido con honores militares por una ceremonia encabezada por el ministro de asuntos exteriores de España, Alberto Martín Artajo y otros funcionarios del gobierno español. Al día siguiente viaja por tren hacia Madrid para ser recibido horas más tarde en la estación del Norte por el Generalísimo Francisco Franco, y su esposa Carmen Polo así como altos funcionarios de su gobierno, el cuerpo diplomático y representativos de diverso sectores de la sociedad española. Desde la estación Trujillo y Franco se pasearon por las calles de Madrid escoltado por la Guardia Mora hasta ser llevado a donde seria hospedado en el Palacio de la Moncloa. Francisco Franco y Trujillo tenían características similares en sus respectivos gobiernos, las acciones de ambos estaban motivadas por razones parecidas. Ambos aliados al fascismo en el pasado y héroes anticomunistas en ese momento. El 15 de junio de 1954 llega Trujillo al puerto de Nápoles y desde

11 ahí siguió junto a su comitiva a la ciudad del Vaticano donde firma el concordato. El 16 de junio luego de firmar el concordato el Papa Pío XII lo recibe en audiencia privada otorgando la gran cruz de la orden papal donde Trujillo quedaba investido como miembro de la orden del Vaticano. Acompañaron a Trujillo, Joaquin Balaguer, Anselmo Paulino Alvarez, Virgilio Trujillo, Atilano Vicini entre otros. El dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo presuntamente aportó 25.000 dólares en 1956 a la campaña del entonces vicepresidente de Estados Unidos Richard Nixon, según plantea un abogado estadounidense. El letrado Stuart McKeever dijo que la información fue obtenida en 1957 por el FBI a través de un alto militar de la Marina de Guerra dominicana, que además aseguró que Trujillo dio dinero a varios legisladores de Estados Unidos. "En la lista había nombres como el senador Joseph McCarthy (...) ellos figuraban como receptores de dinero de Trujillo", expresó McKeever durante una conferencia que dictó anoche en la capital dominicana. Nixon fue vicepresidente en los dos períodos de Gobierno de Dwight Eisenhower (19531961), ganó la Presidencia en las elecciones de 1968, y fue reelegido en 1972, pero dimitió en 1974 por el escándalo Watergate. Según McKeever, el oficial dijo al FBI que vio un documento donde se establecía que los 25.000 dólares fueron aportados a la segunda campaña a la vicepresidencia de Nixon. Las revelaciones del abogado forman parte de sus investigaciones acerca de la desaparición en 1956 del delegado del Gobierno vasco en el exilio, Jesús de Galíndez quien, según McKeever, fue narcotizado, conducido en avión a la República Dominicana, torturado y asesinado por orden de Trujillo. Jesús Galíndez Suárez, a los 17 años, ingresó al Partido Nacionalista Vasco (PNV). Finalizada la Guerra Civil Española, el general Franco inició una cacería de los miembros de dicha organización. Galíndez fue apresado. Logró escapar y cruzó la frontera hacia Francia. Cuando Francia fue invadida por los nazis, Galíndez huyó a la República Dominicana, ya que el ejército franquista era aliado del ejército alemán. En Santo Domingo impartió clases en la Escuela Diplomática Dominicana y fue profesor del hijo mayor de Trujillo, Ramfis, que a los cuatro años ya tenía el grado de capitán. Por orden de PNV, Galíndez colaboró con el FBI y reclutó, dentro del ejército dominicano, a algunos oficiales. En 1945 se radica en Nueva York y colabora con el exilio dominicano en contra de Trujillo. Al fin de la guerra, el general Franco pasó a ser aliado de los Estados Unidos: tenían en el comunismo un enemigo común. Este fue el comienzo del fin de Jesús Galíndez. Al concluir la protección de los Estados Unidos para Galíndez, a Trujillo se le presentó la oportunidad de castigar a Galíndez, y ordenó su secuestro. A Galíndez lo sacaron de su apartamento drogado el 12 de marzo de 1956. Fue llevado en una avioneta con matrícula falsificada desde un aeropuerto de Long Island a Miami y de allí hasta la Hacienda Fundación, San Cristóbal, ante la presencia de Trujillo, quien se dio la satisfacción de verlo morir por las torturas. El secuestro de Galíndez dio pie a que el dictador dominicano cometiera el primer error político de los que llevaron a su régimen a perder el favor de Washington: para encubrir el secuestro de Galíndez, asesinó a otras nueve personas, incluyendo al piloto norteamericano que trasladó al vasco desde los Estados Unidos. El dictador no contó con que el piloto tenía como amigo a un senador en el congreso de los Estados Unidos y este, motivado por la amistad que lo unía a la familia del piloto, presionó las investigaciones junto al influyente diario The New York Times. Todos los indicios de las investigaciones apuntaron hacia el gobierno de Trujillo. McCarthy, el senador que durante los años 50 condujo una tenaz persecución anticomunista en Estados Unidos, habría recibido el dinero de Trujillo

12 a través del ex agente de la CIA John Frank, contratado por el dictador para ejecutar la trama contra Galíndez. En esa operación también participó Manuel de Moya, uno de los más estrechos colaboradores de Trujillo, según lo afirmado por el investigador estadounidense en su conferencia "Los archivos secretos del FBI sobre el secuestro de Jesús de Galíndez". "Esto demuestra cómo funciona el poder (...) los niveles de corrupción, los niveles de apoyo continuo al régimen de Trujillo", afirmó McKeever. Sin embargo, la oposición estaba manifestándose a medida que el tiempo transcurría. La calma de la República Dominicana, de la que el mundo exterior lentamente se dio cuenta, era debida menos al unánime apoyo de Trujillo que a un asombrosamente eficaz sistema de terror. Su organización de espías era soberbia, y la mayor parte de los opositores eran aprehendidos antes de que pudieran ocasionar ningún daño. Improbables «accidentes» y «suicidios» quitaban de en medio a las personas inconvenientes, pero todavía el número de exiliados crecía, aumentando con ellos la propagación de noticias o invención de hechos relativos a la tiranía del Benefactor. Aunque las personas no informadas podían mostrarse sorprendidas de la censura o persecución política existentes en la República del Caribe, los informes de la opresión de Trujillo eran demasiado desagradables para que fuesen considerados exagerados. Su largo brazo alcanzó incluso al metro de Nueva York para secuestrar a un escritor vasco, Jesús de Galíndez, que estaba preparando un libro condenatorio del Régimen. Pese a que se produjo un escándalo mundial todavía tenía que probarse que el Benefactor era culpable. Tal y como expresó Jesús de Galíndez (exiliado vasco, profesor universitario y víctima de la tiranía) la dictadura "no era una tiranía de las del pasado, a la vieja usanza" o sea que se sustentaba en el cumplimiento de los acuerdos internacionales y las leyes nacionales de forma aparente. No ha de extrañar por que la R. D. suscribió el Acuerdo de San Francisco que dió origen a la Organización de las Naciones Unidas; igualmente era miembro de la Organización de Estados Americanos. Durante 31 años todos los estamentos del Estado funcionaban aparentemente y sin ningún tipo de "violación". Toda tortura o condena era borrada, negada. Una muerte era encubierta en un accidente o sus supuestos autores encarcelados. No existió el más mínimo respeto por la vida humana, la única persona que tenía la tranquilidad asegurada era el propio Trujillo y tal vez todos los que tenían su apellido. Más de 30 mil personas perdieron la vida durante su gestión y otros tantos se exiliaron para no sufrir la misma suerte. Las exigencias y protestas llegaron a una fase de inundación a finales de los años cincuenta, si bien no pocos americanos miembros del Congreso y publicistas, defendían a Trujillo, manteniendo que gobernaba a su país con una ilustración que otros líderes latinoamericanos podían imitar. Rico en años y honores —y en propiedades— Trujillo constantemente perdía terreno en la opinión mundial. Sus relaciones con Haití y Cuba apenas si podían ser peores, ya que se incrementó la guerra no oficial y los vivos insultos públicos, al tiempo que otras varias Repúblicas del Caribe le acusaban de malévola intromisión. La mala publicidad concerniente al niño bonito de su hijo, el lugarteniente general Rafael Trujillo Jr., «Ramfis», por pasar un curso de diez meses en el comando del Ejército de los Estados Unidos y en el General Staff College, en diversiones y extravagantes entretenimientos con artistas de cine, pusieron de manifiesto el bajo carácter de la familia Trujillo. Cuando esta institución declinó conceder a Ramfis algo más que un certificado de asistencia, Trujillo desafiadoramente lo ascendió a general en jefe, amenazando con no aceptar más ayuda americana. Entonces Washington, en unión de los otros miembros de la O.E.A., acusaron al Benefactor de tratar de asesinar al presidente Betancourt de Venezuela,

13 y de otras violaciones de los derechos humanos. En 1960, la mayor parte de las Repúblicas americanas rompieron las relaciones con el Benefactor, causando así una aguda caída en las exportaciones dominicanas y en las rentas del turismo. Trujillo se defendió de estos esfuerzos de aislamiento coqueteando con Castro y el bloque comunista e incrementando también lo opresivo de su régimen y provocando, incluso, al clero, que durante mucho tiempo había estado apartado de la política, con audaces ataques. Eisenhower salió de la Casa Blanca el 19 de enero de 1961, pero antes dejó como herencia a John F. Kennedy, su sucesor, un cambio de política hacia Trujillo que incluyó una autorización para entregar armas y material militar a lo que ellos llamaron el Grupo de Acción. El indicio más convincente de la participación estadounidense en el complot para exterminar a Trujillo fue celosamente guardado durante años como documento clasificado. Fue un documento titulado "Programa de Acción Secreta para la República Dominicana". El informe, preparado a solicitud de Richard Goodwin, consejero y asistente especial de presidente Kennedy, establecía que "la CIA tiene bajo custodia directa en Estación de Ciudad Trujillo un abastecimiento limitado de armas y granadas. Atendiendo a las urgentes solicitudes de los líderes de la oposición interna, de armas para protección personal, con el fin de ayudar en sus esfuerzos para neutralizar a Trujillo, se les han enviado tres revólveres y tres carabinas con sus municiones correspondientes por vías seguras". "A nadie puede quedarle duda de que, tal como lo creían algunas personas, el papel de los Estados Unidos en la muerte de Rafael Leonidas Trujillo fue decisivo", asegura Grimaldi, en su libro "Tumbaron al jefe. Los Estados Unidos en el derrocamiento de Trujillo". Cuando John F. Kennedy tomó posesión como presidente de los Estados Unidos el 20 de enero de 1961, ya los planes de la CIA para derrocar a Trujillo estaban en marcha. A pesar de eso, el Presidente Kennedy envió al diplomático Robert D. Murphy para que se entrevistara con él y lo persuadiera a que se retirase pacíficamente del poder. Murphy llegó a Santo Domingo el 15 de abril de 1961: Sería el cuarto y último emisario del gobierno norteamericano para tratar de convencer al dictador para que se retirara por las buenas, pero Trujillo seguía firme en su posición “¡a mí sólo me sacan en camilla!”. Auque el gobierno de los Estados Unidos inicialmente ofreció el apoyo en armas y logística a los que buscaban ponerle fin a la dictadura, luego decidirían retirar dicha oferta, lo que ocasiono que los organizadores del golpe siguieran solos; si bien el plan puso fin a la vida de Trujillo, también supuso la muerte horrorosamente sádica de casi todos los involucrados, ya que sin apoyo internacional quedaron solos. El martes 30 de mayo de 1961 en la carretera Santo Domingo - San Cristóbal, el carro en el que viajaba el generalísimo es ametrallado, en medio de una emboscada en la carretera recibiendo más de 60 impactos de balas de diversos calibres, de los cuales 7 penetraron su cuerpo causándole la muerte; su chofer Zacarías de la Cruz recibió varios impactos pero no perdió la vida. Las armas proporcionadas por la CIA fueron previamente ocultadas por Simon Thomas Stocker, ciudadano norteamericano, contactado por la CIA bajo el nombre código de "Hector" y residente de la República Dominicana desde 1942. Stocker declinó la remuneración de la CIA por sus esfuerzos, bajo su convicción moral. Las armas fueron ocultadas por más de dos meses, a riesgo personal y de su familia, dentro de un armario pequeño en su estudio, en su residencia privada, recientemente demolida, ubicada en un solar en el lado del sur de la Av. Independencia, en las siguientes Coordenadas geográficas: n18.458654 w69.910654, próximo a la avenida General Máximo Gómez. Aunque dichas armas nunca llegaron a las manos de los organizadores del ajusticiamiento del dictador, ya que

14 la CIA, nunca autorizó su entrega a los mismos. Algunos analistas mencionan que el interés de Estados Unidos de acabar con Trujillo se debió a que la represión de su gobierno podría traer una revolución a República Dominicana, de forma similar a la Revolución cubana, consecuencia de la represión del dictador derechista cubano Fulgencio Batista. Varias horas después de su muerte su hijo mayor Rafael Leónidas Trujillo Martínez Ramfis quien se encontraba en París alquiló un avión y regresó a Santo Domingo en las primeras horas del miércoles 31 de mayo poniéndose de inmediato al frente de la situación y convirtiéndose en el hombre fuerte del país, el Servicio de Inteligencia Militar, y todos los servicios de seguridad del estado realizaron amplias redadas en todos los sectores de la ciudad buscando a los participantes. El 2 de junio de 1961 se realizaron los funerales en el palacio nacional, miles de personas de todos los estratos sociales desfilaron ante el féretro que contenía los restos de Trujillo, "el hombre que había sido sembrado en sus mentes como su protector y guía, el hombre que aparentemente lo podía todo estaba muerto". Del Palacio Nacional partió el cortejo fúnebre a San Cristóbal para recibir cristiana sepultura en la iglesia de su ciudad natal, tal como había sido su última voluntad. Luego de la misa de cuerpo presente donde se le perdonaron los pecados al difunto el Dr. Joaquin Balaguer procedió a leer el panegírico de lugar, en unas de sus partes dijo: El momento es pues propicio para que juremos sobre estas reliquias amadas que defenderemos su memoria y que seremos fieles a sus consignas manteniendo la unidad, querido jefe hasta luego tus hijos espirituales, veterano de las campañas que libraste durante más de 30 años, miraremos hacia tu sepulcro como un símbolo enhiesto y no omitiremos medios para impedir que se extinga la llama que tu encendiste en los altares de la republica y en el alma de todos los Dominicanos. Terminadas las ceremonias su cadáver fue trasladado a un panteón especial que él mando a construir en vida debajo del altar mayor de la iglesia. Después de la muerte de Trujillo el país quedo bajo la Dirección del Dr. Joaquín Balaguer, Presidente constitucional de la República y del General Rafael Leónidas Trujillo Martínez “Ramfis” hijo mayor del dictador y Jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas Armadas. Para observar la situación de los derechos humanos y la transición el de 7 de junio de 1961 llego al país una subcomisión de la OEA presidida por el embajador colombiano Augusto Araungo y otros 12 integrantes, Arango se entrevisto con Ramfis, y Balaguer anuncio elecciones libres para el 1962 y ofreció garantía a los exiliados políticos para que regresaran al país para iniciar sus actividades políticas Después de varios intentos de los familiares de Trujillo por tomar el poder y del golpe de Estado que derrocó al nuevo Presidente, Joaquín Balaguer, protagonizado por el Comandante de la Fuerza Aérea, General Pedro Rodríguez Echevarria, un Consejo de Estado puso en marcha una apertura política que culminó con la celebración de elecciones libres el 20 de diciembre de 1962, las primeras en las que los partidos políticos pasaron a representar un papel significativo. Los comicios dieron la victoria al PRD, cuyo candidato presidencial, Juan Bosch, obtuvo el 59,5%. Del 30 de mayo al 18 de noviembre, más de 19 personas perdieron la vida como consecuencias directas del ajusticiamiento de Trujillo. El 18 de noviembre de 1961, en horas de la noch,e asediado por las protestas internas ,pero sobre todo acorralado por la fuerte presión del gobierno norteamericano, Ramfis Trujillo abandona el país. Con la salida de Ramfis y toda la familia Trujillo se puso fin a 30 años de cruenta dictadura, se puso fin a la Era de Trujillo.

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Legado de Trujillo Trujillo cambió muchos topónimos de ciudades y pueblos durante su régimen, que después de su fallecimiento fueron restituidos a sus nombres anteriores. Por otro lado sus seguidores siguieron activos en la política del país hasta finales del siglo XX. Aunque otras personas dicen, que fueron intereses internos de los Estados Unidos. Hasta que los archivos de la familia Trujillo, no estén disponibles para los investigadores, no se puede tener una cifra exacta, pero según datos y calculando las propiedades, para 1961 incluyendo las inversiones en el exterior era de 650 millones de dólares Rafael Leónidas Trujillo dejaba nueve hijos, cinco de sus tres esposas oficiales (Aminta Ledesma, Bienvenida Ricardo y María Martínez Alba, la última de ellas) y cuatro de sus amantes favoritas (Lina Lovatón, Elsa Julia, Norma Meinardo y Mony Sánchez). Filmografía

Año Película

Director

Actor encarnado

2006 La fiesta del chivo

Luis Llosa

Tomas Milian

2001 En el tiempo de las mariposas (TV) Mariano Barroso Edward James Olmos 1998 El Poder del Jefe III (TV)

Rene Fortunato

Documental

1996 El Poder del Jefe II (TV)

Rene Fortunato

Documental

1994 El Poder del Jefe I (TV)

Rene Fortunato

Documental

En 2003, Gerardo Herrero dirigió la película El misterio Galíndez, acerca de Jesús de Galíndez Suárez, militante del PNV y diplomático vasco, cuyo rastro se perdió alrededor de 1956, presumiblemente debido a la persecución de Trujillo a cualquier opositor al régimen. Galíndez había escrito una tesis doctoral titulada "La era de Trujillo: un estudio casuístico de dictadura hispanoamericana". Manuel Vázquez Montalbán, el escritor catalán, escribió Galíndez en 1990, editada en Seix Barral. Es una recreación ficticia de la vida y desaparición del diplomático. Bibliografía - Alonso Vázquez, Francisco Javier, La alianza de dos generalísimos: relaciones diplomáticas Franco-Trujillo, Santo Domingo: Fundación García Arévalo, 2005, 744 p. - Aznaréz, Juan Jesús (2000), La Dinastía de Trujillo, Santo Domingo [2006] - Diario las Américas, Viernes, 15 de abril del 2005. - Diederich, Bernard (1990), Trujillo, la muerte del Dictador, (3ra ed.), Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, - Fagg, John Edwin, Historia general de Latinoamérica, Madrid, Taurus, 1970, 1113 p. - Figueroa, Francisco R. (2006), Los tres entierros de Rafael Leonidas Trujillo, Santo Domingo [2006]

16 - González Hernández, Areito (2005), Relaciones Genealógicas entre Presidentes Dominicanos, República Dominicana. [2006]

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