Tratados de Nimega

April 5, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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4.2-Surgimiento de Saint Domingue Saint-Domingue, también conocida como Santo Domingo francés, es el nombre por el que fue conocida la colonia establecida por Francia en la isla de La Española y que por un periodo de tiempo abarcó todo el territorio insular, es decir, los países contemporáneos de Haití y República Dominicana. Haití es el nombre empleado por algunos de los pueblos amerindios para referirse a las tierras donde vivían, que los españoles tomaron por el nombre nativo de la isla y con que se conoció originalmente al actual territorio de Haití.1 El nombre de Haití fue empleado para la colonia del Reino de Francia desde 1659 por sus habitantes y por los españoles desde 1697 en que fuera reconocida por España. Desde 1795, en que por tratado se anexionaban los dos tercios orientales que constituían el resto de la isla, los franceses llamaron a la colonia Saint-Domingue, la traducción al francés del nombre español Santo Domingo en el tratado. Al declarar su independencia el 1 de enero de 1804, el nombre fue cambiado a Haití por Jean Jacques Dessalines, quien fuera el primer gobernante de d e Haití, al conquistar toda la isla y expulsar al gobierno francés. En realidad, el gobernador gobe rnador francés quedó acantonado en la ciudad de Santo Domingo, hasta que la población se sublevó tras la batalla de Palo Hincado organizada por los terratenientes. Estos hechos se produjeron poco después de la Revolución francesa en la metrópoli, y Toussaint-Louverture y después Dessalines y sus s us colaboradores tomaron diversas medidas, que en un principio fueron leales al gobierno francés, conquistando toda la isla para Francia, pero luego se proclamaron independientes y realizaron diversos actos revolucionarios, como quitar el  blanco de la ban bandera dera francesa, como m muestra uestra de repudio a dicha dominación. Cristóbal Colón había reclamado toda la isla «española» (también conocida como isla de Santo Domingo o San Domingo), controlándola las autoridades españolas desde finales del siglo XV hasta el XVII. La isla La Española de las Antillas Mayores fue descubierta por Cristóbal Colón el 5 de diciembre de 1492, quien la llamó así. Los pueblos amerindios a merindios arawak, caribes y taínos ocupaban la isla desde antes de la llegada de los españoles.

 

Estos pueblos se fueron mezclando con los recién llegados y al presente al menos un 15% de la población de la isla tiene en su genoma antepasados amerindios, fenómeno que se reproduce en las otras islas de las Grandes Antillas. Jamaica, por ejemplo, tiene también un alto porcentaje por centaje de población afro amerindia.

Los taínos y los caribes, los grupos amerindios más comunes en la isla y mestizados entre sí, eran muy hábiles en agricultura, caza y pesca. Fabricaban trampas para animales, tallaban piedra y madera, amasaban el caucho, hacían cerámica y tejidos con palma o algodón; usaban el fuego fu ego y la sal para conservar alimentos; hacían canoas de diferentes tamaños (normalmente para 15-20 remeros, pero de 2 a 150 guerreros) que empleaban  para la guerra y atacar y huir de isla en isla. Cazaban y guerreaban con flechas frecuentemente envenenadas. Los indios caribes fueron capaces incluso de expulsar a los españoles de muchas tierras del mar Caribe, como,  por ejemplo, de la cercana isla de Santa Cruz. A la llegada de los españoles estos grupos amerindios se mestizaron con ellos rápidamente, lo cual volvió a ocurrir con la llegada de los marineros de otras nacionalidades y los negros.

4.3-Tratados Fronterizos: Tratados de Nimega

El Tratado de Nimega se firmó el 20 de agosto de 1678 en Nimega (actuales Países Bajos) entre las Provincias Unidas de los Países Bajos y el Reino de Francia y puso fin a la guerra con Holanda. La firma de la paz entre Francia y España (pintura de Henri Gascard). La invasión de Holanda por Luis XIV había provocado la formación de una gran coalición encabezada por Guillermo III de Orange (estatúder de las Provincias Unidas desde 1672) y apoyada por España, el Imperio, Brandeburgo, el Palatinado y Lorena (1673), que se mostró incapaz de mantener el empuje de las armas francesas hasta que Inglaterra se vio obligada, por la opinión pública inglesa, a abandonar a Francia F rancia en sus planes de expansión. Así, Inglaterra firmaba una paz por separado con las Provincias Unidas.

 

Dado el cese de apoyo a Francia por Inglaterra, In glaterra, la coalición contra Luis XIV  pudo combatirlo eficientemente hasta obligarlo a iniciar negociaciones de  paz. En virtud virtud de las mism mismas, as, se firmaron los Tratados de Nimega en los que Luis XIV devolvió a España Courtrai, Oudenaarde, Gante, Charleroi y el ducado de Limburgo; España cedió a Francia el Franco Condado y diversas  plazas de los Países Bajos españoles (Cassel, Bailleul, Ypres, Wervik, Warneton, Cambrai, Bouchain, Condé-sur-l'Escaut, Bavay y Valenciennes); Holanda recuperó Maastricht y obtuvo ventajas financieras y comerciales; el Imperio cedió Breisach y Friburgo a cambio de Philippsburg. La representación española en las conversaciones estuvo integrada por Pablo Spínola Doria, consejero de Estado de Nimega y embajador en Alemania; Pedro Ronquillo Briceño, consejero de Castilla e Indias y embajador en Inglaterra; Juan Bautista Christien, consejero de Flandes; y Gaspar de Teves Tev es y Tello, consejero de Guerra. Esta paz perjudicó especialmente a los intereses españoles y a la causa del medio hermano y primer ministro de Carlos II, Juan José de Austria. Tratado de Ryswick

El Tratado de Ryswick es el tratado de paz que da fin a la Guerra de los  Nueve Años que vio enfrentadas a Francia contra España, Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos y el Sacro Imperio Romano. Este tratado, firmado en la ciudad de Ryswick en la provincia de Holanda, fue firmado en dos partes. La primera el 20 2 0 de septiembre de 1697 entre Francia, España, Inglaterra y las Provincias Unidas de los Países Bajos; y la segunda  parte el 30 de octubre de 1697 entre Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico. Las negociaciones de paz comenzaron en mayo de 1697. Los representantes franceses tenían su jefatura en La Haya y los aliados en Delft. La conferencia tuvo lugar en medio de ambas ciudades, en el Huis Ter Nieuwburg de Ryswick. Durante las primeras semanas no se alcanzó ningún resultado, por lo que en  junio los dos protagonistas en la lucha, Guillermo III de Inglaterra y Luis XIV de Francia, designaron un representante para reunirse en privado.

 

Los dos elegidos fueron Juan Guillermo Bentinck, conde de Portland, y el mariscal Boufflers, quienes pronto elaboraron los términos de un acuerdo, ac uerdo, el cual, sin embargo, no aceptaron ni el emperador Leopoldo I ni Carlos II de España. Más tarde, España cedió y el 20 de septiembre el tratado de paz fue firmado entre Francia y las tres potencias, po tencias, Inglaterra, España y las Provincias Unidas. Guillermo III entonces persuadió a Leopoldo I a hacer las paces, y se firmó un segundo tratado entre Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico el 30 de octubre siguiente.

La base de la paz era que se debían devolver todas las ciudades y distritos conquistados desde la paz de Nimega (1678). Entonces, Francia entregó Friburgo, Breisach y Philippsburg al Sacro Imperio Romano Germánico, aunque conservó Estrasburgo.

Por otra parte, Francia adquirió Pondicherry  — después después de pagar a las Provincias Unidas la suma de 16 000 monedas de oro llamadas "pagodas" —   y Nueva Escocia, mientras que España recuperó r ecuperó la Cataluña invadida por los  borbones franceses  — algo algo importante de cara a la repercusión que tuvo en la Guerra de Sucesión Española —  y  y las fortalezas de Mons, Luxemburgo y Courtrai.

El ducado de Lorena, que por muchos años había estado en manos de Francia, fue restituido a Leopoldo José, hijo de Carlos V, duque de Lorena. Las Provincias Unidas conservarían algunas de las principales fortalezas en los Países Bajos Españoles (Bélgica), incluyendo Namur e Ypres.

Luis XIV aceptó reconocer a Guillermo III como rey de Inglaterra y prometió no dar ninguna otra ayuda a Jacobo II, renunciando a la vez a su injerencia en el arzobispado de Colonia y a la reclamación sobre parte del Palatinado Renano.

 

Tratado de Aranjuez

El tratado de Aranjuez de 1777 firmado entre España y Francia estableció las fronteras entre los territorios español y francés en la isla La Española, en el mar Caribe. Francia intentó tomar ventaja del Tratado de Paz de Ryswick de 1697, pues éste indicaba que todos los territorios volverían a sus respectivos dueños antes del conflicto que precedió al tratado, pero es importante recalcar que, si bien los franceses ya habitaban en la zona occidental de la isla de La Española (lo que actualmente es Haití, dejando a los españoles la oriental, actual República Dominicana), la presencia de los franceses en e n esa zona era ilegal, por lo que la estancia de los mismos en esa región era más propia de relaciones de tolerancia por parte de los españoles que de un tratado de paz.1 Durante todo el siglo XVIII España y Francia mantuvieron unas relaciones cordiales, basadas sobre todo en la relación de parentesco de los monarcas de ambos países, todos ellos pertenecientes a la Casa de Borbón.

En 1773 el capitán general de la parte española de la isla, José Solano, y el gobernador de la parte francesa, marqués de Valière, firmaron un acuerdo  provisional en el que se definían los límites entre los territorios de ambos  países en la isla. En 1776 José Solano y el conde de Ennery ratificarían este acuerdo con la ayuda de una comisión de topógrafos que señalarían físicamente los límites establecidos, auxiliados por la creación de un conjunto de pirámides que servían como indicadores, usando el Río Dajabón en el Norte como inicio y la región de la actual Pedernales en el Sur como fin de la delineación de la frontera. Tratado de Basilea El Tratado de Basilea entre la República Francesa y la Monarquía de Carlos IV de España, firmado el 22 de julio de 1795 en la localidad suiza de Basilea,  puso fin a la Guerra de la Convención entre los dos países que se había iniciado en 1793 y que había resultado un desastre para la monarquía española, pues las provincias vascongadas y el norte de Cataluña acabaron ocupadas por las tropas francesas. Este tratado se firmó después de la paz entre Francia y Rusia acordada en abril de ese mismo año.

 

La aparición de sentimientos "catalanista" y "vasquista" en las "provincias" donde se estaba combatiendo, junto con el desastre militar y la lastimosa situación en la que quedó la Hacienda real  — los los gastos de la guerra habían  provocado un grave déficit —   —   obligaron a Manuel Godoy a iniciar negociaciones de paz. Del lado francés también había cansancio por la guerra, y la caída de Robespierre en julio de 1794 y la llegada al poder de los republicanos moderados o thermidorianos abrió una nueva etapa en la República. Tras unos primeros contactos infructuosos, las negociaciones tuvieron lugar en Basilea, donde residía François Barthélemy, representante de la República francesa ante la Confederación Helvética, a donde acudió Domingo de Iriarte, embajador de la Monarquía de Carlos IV en la corte de Varsovia, quien conocía a Barthélemy desde su estancia en la embajada de París en 1791, amistad que facilitó fac ilitó mucho llegar a un acuerdo  — que que también se vio favorecido por la muerte en prisión del Delfín Luis XVII el 8 de junio de 1795, ya que Carlos IV exigía su liberación como condición para lograr la paz — . Así los dos plenipotenciarios firmaron finalmente el 22 de julio de 1795 el Tratado de Basilea que puso fin a la Guerra de la Convención.

En virtud del mismo, España logró la devolución de todo el territorio ocupado por los franceses al sur de los Pirineos, pero tuvo que ceder a Francia, a cambio, su parte de La Española en el mar Caribe, aunque conservó la Luisiana, también reclamada por los franceses. Esta parte del tratado no se pudo llevar a cabo, debido a la Revolución haitiana, manteniendo España está posesión (actual República Dominicana), hasta la invasión desde Haití por Toussaint Louverture en enero de 1801.

4.4-Diferencia política entre santo domingo y saint domingue Durante un siglo y medio (1656-1804) la isla de Santo Domingo estuvo dividida en dos colonias, una española y otra francesa, ambas bastante diferentes. A medida que avanzó el siglo XVIII, Saint-Domingue y Santo Domingo acentuaron sus diferencias económicas y demográficas. En sus territorios los franceses desarrollaron una economía de plantaciones sustentada en la importación masiva de esclavos africanos. En la parte española, en cambio, la economía continuó dependiendo de la crianza de ganado que se exportaba en grandes grand es cantidades a la parte francesa, siempre muy necesitada de carne para alimentar sus masas trabajadoras.

 

  La gran rebelión de los esclavos conocida como la Revolución Haitiana arruinó el sistema de plantaciones de la parte francesa y desarticuló el sistema político en ambas colonias.

Una larga guerra racial, social e internacional cambió por completo las relaciones entre ambos territorios. Esa guerra fue también una extensión de las guerras europeas desatadas por la Revolución Francesa, entre ellas las llamadas guerras napoleónicas, en Europa.

Durante casi veinte años (1791-1809) Saint-Domingue y Santo Domingo conocieron violentas rebeliones antiesclavistas, invasiones de ejércitos extranjeros, bloqueos navales, epidemias de malaria y fiebre amarilla, y cambiaron de man-do metropolitano varias veces.

Después de trece años de luchas sangrientas que redujeron la población de origen africano en más de cien mil personas y produjeron la muerte de más de cincuenta mil soldados franceses y varios miles de militares británicos, Saint-Domingue quedó bajo el dominio de los antiguos a ntiguos esclavos y fue transformado en el Estado independiente de Haití el 1 de enero de 1881.

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