Trabajo Práctico Final Historia de La Musica
Short Description
Descripción: Luis Gianneo...
Description
Trabajo Práctico Historia de la música Latinoamericana y Argentina
Tema: Luis Gianneo Profesora: Valeria Huichaqueo Alumna: Karina Mosquera
Años de vida y formación musical Luis Gianneo representa hoy para nosotros una figura arquetípica de creador, por la solidez de sus medios y por la incuestionable honestidad con que desarrolló su vida profesional. Nació en Buenos Aires, el 9 de enero de 1897, en el seno de una familia de integrantes italianos, la mayoría de ellos músicos aficionados. Es por ello que no sorprende que a muy temprana edad iniciara sus estudios musicales bajo la guía de los más importantes maestros, como Luis Romaniello y Ernesto Drangosch en piano; Constantino Gaito y Eduardo Fornarini en composición. En su esbozo biográfico, escrito poco antes de morir, Gianneo señaló: “Tuve la suerte de tener grandes maestros, hacia quienes guardo el mas cariñoso y agradecido recuerdo. El primero fue mi padre, quien, entre caricias y coscorrones, me enseñó lo fundamental de la música; después, Luis Romaniello y Ernesto Drangosch, Gaito y Fornarini. No pude terminar los estudios porque mientras mi último maestro, Fornarini, se alejaba de nuestro país, yo me internaba en él, radicándome en Tucumán (1923). Desde entonces tuve que arreglármelas solo, para completar mis conocimientos y mi formación musical. Agradezco a la Providencia que me haya obligado a ello, pues así, a más de aprender mi oficio, he aprendido también que lo que se desentraña con propias manos fortalece nuestra personalidad y la fe entre nosotros mismos.” Durante esta primera etapa de su vida, Gianneo manifestó su profunda vocación musical al desplegar una intensa labor como pianista, al mismo tiempo que perfeccionaba sus estudios de composición. En 1921 contrajo matrimonio con Josefina Ghidoni, activa participante en las veladas musicales que protagonizaban Luis y su hermano Miguel, y también otros miembros de la familia Gianneo. Entre 1923 y 1942, ya habiendo formado su propia familia, estuvo radicado en San Miguel de Tucumán, a la que virtualmente transformó en lo que hace a la cultura musical de la ciudad, por la cual mucho había hecho, asimismo, el compositor y director Carlos Olivares. Invitado para ejercer la docencia en el Instituto Musical de esa ciudad, al poco tiempo pasó Gianneo a ocupar la dirección del mismo, junto con el compositor y violinista uruguayo Enrique Mario Casella, cuya amistad marcó de alguna manera el rumbo de la producción de Gianneo, al motivar la creación de obras de cámara y la formación de conjuntos en los cuales este último actuaba como pianista. Con la inestimable colaboración de su esposa, la cantante y pianista Josefina Ghidoni, Gianneo impulsó y mejoró la vida musical tucumana, dando a conocer allí, prácticamente todas sus composiciones y estrenando gran cantidad de música contemporánea de compositores como Stravinsky, Debussy y Respighi. Gianneo consideraba a Stravinsky como el mejor representante de la estética contemporánea. La influencia se vería claramente reflejada un año más tarde en su obra orquestal Obertura para una Comedia Infantil, estrenada en 1937. Fueron él y Casella quienes contribuyeron a formar la Asociación Sinfónica, a la que dirigieron compartiendo responsabilidades. El hecho de ser instrumentistas, les permitió recurrir a un repertorio solístico- orquestal, sea para piano y orquesta o violín y orquesta, de modo que el que no tocaba el instrumento asumía la dirección. También presidió la prestigiosa Sociedad Sarmiento desde 1935 y colaboró con la Revista de la Institución, en cuyo primer número escribió un extenso artículo sobre su admirado Stravinsky, adhiriendo a sus postulados neoclásicos.
Mientras tanto, la producción musical crecía dentro de una concepción estilística que lo afiliaba a la corriente nacionalista. Entre 1927 y 1930 surgen dos obras sinfónicas que reflejan una actitud romántica ligada al sinfonismo poemático. Se trata de Turay-Turay y de El tarco en flor , ambas llamadas a evocar la particular atmósfera del Norte argentino. Desde 1932, integró y colaboró eficazmente con el Grupo Renovación, fundado en 1923 por los hermanos Castro, Jacobo Ficher y Juan Carlos Paz. Sin embargo, nunca pudo identificarse en forma total con algunos postulados del grupo, especialmente con las ideas de Juan Carlos Paz. Nuestro compositor era menos radical que éste en su posición de vanguardia y no compartía determinadas actitudes absolutistas. Las diferencias entre ambos se fueron ahondando con el correr de los años hasta que desembocaron, en 1952, en un artículo firmado por Paz, publicado por el periódico Buenos Aires Musical, en el que negaba toda capacidad técnica y creativa a quienes no comulgasen con sus ideas musicales. Gianneo asumió la defensa de sus colegas y de sí mismo, provocando un debate de interesantes connotaciones estéticas. En 1938, Gianneo viajó por Europa junto a su familia, becado por la Comisión Nacional de Cultura, empapándose de las últimas tendencias musicales, recorriendo Italia, Francia Alemania, Bélgica y Suiza. En Florencia participó en las deliberaciones del Congreso Internacional de Música y en Turín dirigió la Orquesta del Real Conservatorio que interpretó su poema sinfónico Turay-Turay en una velada íntegramente dedicada a compositores argentinos. Cabe señalar que Gianneo no fue un investigador ni orientó su lenguaje nacionalista dentro de las avanzadas tendencias propuestas por científicos-compositores a la manera de Kodaly o Bartok. Le era suficiente sentir como propia las expresiones populares tradicionales, cosa que sólo quien es nativo o ha vivido como él veinte años en las provincias del Norte y Noroeste argentino puede comprender. Pero los años tucumanos no desconectaron a Gianneo de sus vínculos con Buenos Aires, al fin y al cabo su ciudad natal. A partir de 1943 se encuentra a Luis Gianneo en Buenos Aires, donde su acción se deja sentir de manera notable. Fue profesor en el Conservatorio Provincial de Música de La Plata, y de la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata y de la Facultad de Artes y Ciencias Musicales de la UCA., y tuvo asimismo numerosos alumnos particulares. Quedan de esa actividad, a través de diferentes ediciones, sus Cuarenta y ocho lecciones de solfeo , los dos volúmenes de Ejercicios técnicos para piano y la Teoría de la música. En 1945 fundó y dirigió la Orquesta Sinfónica Juvenil Argentina y en 1954 Radio Nacional le confió la dirección de una nueva Orquesta Sinfónica Juvenil. Dirigió además las orquestas del Teatro Colón, la Filarmónica de Buenos Aires, y los organismos sinfónicos de Rosario, Tucumán, Córdoba, Mendoza y Santa Fe, así como la Orquesta Sinfónica Nacional. Esta actividad, tenía como objetivo servir a la música y formar instrumentistas. Su reconocimiento Recibió Gianneo numerosas distinciones. Sus obras fueron premiadas en numerosas oportunidades; entre ellos, merece destacarse el Premio de la Free Library de Filadelfia para compositores latinoamericanos por su Concierto Aymara para violín y orquesta que se estrenara en el Teatro Colón en 1944. Poco después obtenía el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires por su obra Transfiguración para barítono y orquesta. Ese mismo año componía, también, su Segundo Cuarteto Criollo . Varias entidades de prestigio le encargaban la composición de diferentes obras como las Variaciones sobre un tema de Tango , para la Asociación Amigos de la Música; la Sonata n°1 para piano , encomendada
por la Asociación de Conciertos de Cámara; la sinfonía Antífona , para Radio Nacional, la cantata Angor Dei para el Septiembre Musical Tucumano y la Obertura del Sesquicentenario , su última obra, para la Organización de Estados Americanos. El retorno a Buenos Aires El retorno de Gianneo a Buenos Aires, con todo el estímulo que supone la vida en una ciudad de tan intensa actividad musical, trajo aparejada una marcada productividad. Para orquesta creó la Sinfonía de las Américas y Antífona . La primera, muestra a Gianneo dentro de un estilo cíclico, adherido a la estética americanista que entre los músicos argentinos nacionalistas es un rasgo común. La obra responde al modelo clásico en estructura en tres movimientos, el primero de los cuales sigue la forma sonata. La recurrencia a giros pentáfonos y modales le imprimen una sugestión que se manifiesta apartado de recetas fáciles y directas, entre otras razones porque sus prácticas politonales añaden nuevos perfiles a los recursos tradicionales. Referencias a danzas y canciones americanas no pasan de ser discretas evocaciones que Gianneo insinúa con su natural elegancia. Son características del segundo movimiento en un canon pentáfono entre clarinete y fagot y la inclusión en el tercer movimiento, de una cita de la Sinfonía Del nuevo mundo de Dvorak. También Antífona responde al esquema clásico, aunque un poco abreviado en sus diversas partes. El nombre de la obra no guarda relación con el procedimiento de composición identificado con ese vocablo, en el cual alude a uno de los más antiguos procedimientos del canto litúrgico y que consiste en el canto alternado entre dos coros. Gianneo afirmaba que “la fonética, la sonoridad de ciertas palabras tienen el poder de crear a mi alrededor un mundo maravilloso que estimula extraordinariamente mi imaginación. Una de esas pal abras es Antífona”. También posteriores a su retorno a Buenos Aires son el Preludio y Fuga para cuerdas (1946), Pericón (1948), la Suite coreográfica (1949), las Variaciones sobre un tema de tango (1953) y la Obertura del Sesquicentenario (1966). Para sus Variaciones no recurre a la cita de algún tango consagrado, sino que crea uno propio sin apartarse de las características que lo identifican como tal. A partir de ahí construye seis variaciones, una de las cuales, la quinta, alude en su título Metamorfosis , al hecho de que la técnica de la variación empleada lo aleja considerablemente del tema original. La última , Postludio , establece una relación simétrica con el Preludio inicial, ya que la textura polifónica y el esplendor del sinfonismo se van reduciendo a sus elementos esenciales para dejar el tema en descubierto y terminar en pianissimo . La voz solista con orquesta lo atrajo en varias ocasiones, como se desprende de Transfiguración para barítono; de Angor Dei cantada para soprano y orquesta, y del Poema de la Saetta , también para soprano. El Poema de la Saetta (1966) nos refleja el pensamiento y la estética de Luis Gianneo en sus últimos años. La obra, basada en ocho textos de Federico García Lorca, muestra elementos nuevos en su lenguaje, como es el caso de la dodecafonía. El primer número, Arqueros , responde al método creado por Schonberg, al que trata con soltura y a través de notables transposiciones en diversos planos de la orquesta. Para el segundo número, La noche, se basa en cambio en temática popular, muy sugestiva por el tratamiento de tipo impresionista que recuerda al estilo de los franceses y de Manuel de Falla. La evocación de Sevilla , en el número siguiente, es descriptiva y realista, cuando las cuerdas en “pizzicatti” evocan sonoridades de guitarras mientras la voz, en vuelos melismáticos, alude al “cante” flamencos a través de una estructura aproximadamente dodecafónica. También el serialismo de prosapia vienesa hace su aparición en el cuarto número,
Procesión, donde orquesta y voz buscan crear un clima fantasmagórico y trágico en su tratamiento expresionístico. Opuesto es el ámbito sonoro de Paso , luminoso y colorido aire de danza de carácter modal, sobre el que la voz inserta sobre una serie dodecafónica. El sexto número Saetta , parece condensar en su dramatismo abismal el clima expresivo de toda la obra, que luego se vuelve luminoso en Balcón y muy poético y misterioso en Madrugada , expuesta nuevamente a través de una serie dodecafónica. Así, desde su personalidad de hombre americano, evoca Gianneo a esa saeta, que al decir de Manuel de Falla, “es el gregoriano de Sevilla, florido y meridional, no para catacumbas sino para el aire libre” A lo largo de su abundante producción Gianneo ha dado lugar, a diferentes tendencias, sin que sea posible establecer con ellas distintos períodos cronológicos. En su esbozo biográfico el compositor confiesa que desde que comenzó a escribir música lo hizo con la convicción de que su obra debía contener algo que le diera carta de ciudadanía argentina. No basándola, aclara, en nuestro folklore, sino expresando lo más auténticamente posible nuestro modo de ser, pues así como tenemos un modo de hablar peculiar, deberíamos también tener un modo propio de expresarnos musicalmente. Gianneo recuerda que mientras vivió en Buenos Aires, ese propósito no se realizó quizás porque en las grandes ciudades las expresiones son tan eclécticas que ahogan o impiden que florezcan modalidades puras. Ello sólo fue posible cuando se radicó en Tucumán, porque se sentía liberado de acciones foráneas, y el medio físico influía notablemente sobre su obra. Su obra Su vida como compositor, comienza desde muy jóven, escribiendo únicamente para piano, su instrumento, el que abandonará recién en sus últimos diez años, cuando solo e scribe para orquesta y grupos vocales. De acuerdo a los catálogos disponibles compuso un total de cien obras, si contamos entre ellas los tres libros didácticos dedicados a la enseñanza de la técnica del piano y de la teoría y el solfeo. En su repertorio encontramos música para escena y una para cine, música para orquesta sinfónica, para solista y orquestas, diversos conjuntos de cámara, sólo dos para arpa y violín, veinte para canto y piano, dos para coro mixto a capella, y veintiocho para piano. Luego de formarse con Eduardo Fornarini, cuando se traslada a Tucumán en 1923, su preocupación por encontrar un lenguaje propio y a la vez representativo de su nacionalidad, se va encauzando a través de la incorporación de elementos folklóricos primero y técnicas compositivas más contemporáneas después. Su producción puede dividirse en cuatro períodos de disímil duración: el primero lo constituye su etapa de formación comprendida entre los años 1913 y 1923, donde las influencias de las escuelas europeas son muy notorias, sobre todo de los grandes románticos alemanes y los impresionistas franceses. Desde 1923 hasta 1932 se extiende su segunda etapa, o etapa de transición. En ella convergen su formación escolástica europea y los elementos folklóricos que de a poco va a ir incorporando, favorecido enormemente por su estadía en Tucumán. La tercera etapa o etapa de madurez se puede establecer a partir de 1933 y se extiende a lo largo de veinte años, hasta 1953. En esta etapa, las dos vertientes principales de su inspiración, la de raíz folklórica y el estilo neoclásico, confluyen en un lenguaje singular, único, que con el correr de los años se va depurando y despojando de todo elemento accesorio, hasta rematar en las últimas obras para piano. La cuarta etapa o etapa de plenitud , comprende los últimos quince años de su vida creativa cuando, paulatinamente, se va encaminando hacia el método dodecafónico,
siempre en su manera austera y moderada, y ya no escribe más para piano. En 1962 y tras un período de cuatro años sin componer, crea el ballet El retorno . Inmediatamente escribe la cantata Angor Dei , y sucesivamente, las Tres piezas para violín ( 1963), Antífona (1964), El poema de la Saeta (1965) y la Obertura del Sesquicentenario (1966), última obra compuesta dos años antes de su muerte. Bibliografía: -
Pola Suárez Urtubey, La creación musical en la generación del noventa , Academia Nacional de Bellas Aires, Buenos Aires, Argentina. PDF Huellas… Búsquedas en Artes y Diseño n°1, 2001, p.48 -56, “La obra completa para piano de Luis Gianneo”, Profesora Dora de Marinis.
View more...
Comments