Toma El Control de Tu Dinero (Spanish Ed - Bayly, Karla

April 28, 2017 | Author: ivantrax116 | Category: N/A
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Índice Dedicatoria Sobre la Autora ¿Cómo funciona el Coaching para tus finanzas? 1. Introducción. Coaching, herramienta para poner en orden tu dinero 2. De creencias y conocimientos 3. ¿Qué es la salud financiera? 4. Estableciendo metas 5. Los obstáculos en el logro de tu salud financiera 6. Una estrategia financiera para cada sueño 7. ¿Cómo hacer crecer mi dinero? 8. Hablar de dinero en pareja y en familia 9. ¿Cómo enseñar a ahorrar a nuestros hijos? 10. Derrotando al saboteador que vive en ti 11. Mi historia

TOMA EL CONTROL DE TU DINERO Coaching para tus finanzas Karla Bayly

Grupo Editorial Endira México, SA de CV

Toma el control de tu dinero. Primera edición, 2010. © 2010, Karla Bayly. D.R. De esta edición: © 2010, Grupo Editorial Endira México, S. A. de C. V. Boulevard Centro Industrial No. 26 Industrial Puente de Vigas C.P. 54070 TLALNEPANTLA DE BAZ, México. www.endira.com.mx Visítanos en: Facebook: Editorial Endira, Libros para No Lectores Twitter: www.twitter@editorialendira Youtube: http://www.youtube.com/EditorialEndira MySpace: www.myspace.com/grupoeditorialendiramex Queda prohibida la reproducción directa o indirecta, total o parcial de esta edición, así como la explotación de la misma, sin autorización escrita del editor. Impreso en México. ISBN: 978-607-8035-07-6 ISBN del E-Book: 978-607-8035-06-9 Portada: Karina Cervantes. [[email protected]] Diseño: David Ocadiz. [[email protected]]

Dedicatoria A mi esposo Sergio, amor, cómplice y mejor amigo. Mi hombre guapo. A mis hijos Sergio y Jimena, camino a la trascendencia y motores que impulsan mi vida. A mis coaches: Mónica, Jorge, Arturo, Raúl, Marlene, Mariana y Lupita. Sin esa mágica tarde que compartimos, este libro se habría quedado en sueño.

Sobre la Autora Karla Bayly Es consultora y coach en temas financieros tanto a nivel personal como empresarial. Blogger y Columnista de Finanzas Personales. Ha sido profesora de cátedra y coordinadora de programas de educación continua en el Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro. Los años en las aulas y algunas quincenas que parecían eternas le enseñaron que de nada sirve aprender teorías financieras si no se tiene una buena relación con el dinero, así como también que no se necesitan títulos nobiliarios ni cientos de diplomas para tener una cartera sana. Se declara comprometida en contribuir al crecimiento de la cultura financiera de su país brindando un acceso sencillo, en lenguaje común a los conceptos e información financiera a la vez que facilita, mediante el uso de herramientas de Coaching un cambio de actitud interna. Ingeniero en Computación y Master en Dirección de Empresas con Especialidad en Finanzas. Es

colaboradora de la revista Dinero Inteligente y ha participado en los programas de la Profeco.

¿Cómo funciona el Coaching para tus finanzas? Trabajando con profesionistas preocupados por mejorar la gestión financiera de sus negocios descubrí que, en muchos de los casos, existían grandes áreas de oportunidad en el manejo de las finanzas personales. Así que enfoqué mis energías hacia ese tema encontrando que para muchas personas, el manejo del dinero y la forma de relacionarse con éste es algo confuso y fuente de experiencias poco gratas… ¿En cuanto a mí? Bueno, dicen que “cuando Juan habla de Pedro, habla más de Juan que de Pedro” o sea que yo también he pasado por este proceso de aprender a llevarse bien con el dinero. Hoy puedo decir que soy una persona muy afortunada pues el dinero llega a mi cartera haciendo cosas que amo: escribir y enseñar. Además de mi labor docente institucional, colaboro con diferentes publicaciones y doy cursos sobre finanzas personales en forma independiente, asesorando a personas y empresas acerca del manejo de sus recursos.

Este libro surge como resultado de mi inquietud por explorar la brecha del uso de herramientas de Coaching para cambiar creencias, actitudes y percepciones hacia el dinero y la forma en que le utilizamos. A través del blog que creé en internet, pude acercarme a personas que me hicieron el inmenso favor de enriquecerme con sus dudas e ideas acerca del tema. Los textos que conforman este libro son la respuesta a esas dudas e inquietudes sobre dinero y la forma en que nos relacionamos con éste. Deseo que lo que aquí encuentres impacte de forma positiva en el crecimiento de la cultura financiera de nuestro país. Mi experiencia e intuición me dicen que hace falta un acceso sencillo y de lenguaje común a los conceptos e información financiera pero también un cambio de actitud interna y es de eso de lo que el texto que tienes en tus manos está hecho. Mi satisfacción y recompensa consisten en pensar que algún día habrá alguien que disfrutando de su retiro en algún lugar paradisíaco y, con su bebida favorita en mano, se acuerde del espacio que hoy compartimos y brinde a mi salud.

¡Salud!

1. Introducción. Coaching, herramienta para poner en orden tu dinero El Coaching es una herramienta orientada a la acción. Su objetivo es pasar de una situación presente –tus finanzas en la actualidad–, a una situación deseada, tu plan de vida financiero. Descubrir las creencias (generalizaciones o principios) en las cuales basas tu comportamiento hacia el dinero, te ayudará a realizar un diagnóstico de tu situación financiera actual y el estado financiero o estado de prosperidad en el cual deseas colocarte, así como las acciones que puedes llevar a cabo para conseguirlo. Tomar control sobre tu situación financiera actual es el primer paso hacia tu prosperidad, haciendo a un lado las excusas o situaciones en que dejamos o queremos creer que los demás pueden decidir sobre nuestra prosperidad. Atrevernos a tomar riesgos nos ayuda a “soltar” nuestra actitud temerosa con respecto al

dinero. Recuerda el dicho: “quien no arriesga no gana”. Los apegos excesivos reducen nuestras posibilidades de éxito. El deseo de prosperidad por sí solo no nos lleva a ningún lado. Si sabemos hacia dónde queremos ir y nos comprometemos a realizar las acciones que nos llevarán por ese camino, las probabilidades de éxito son considerablemente mayores que quedarnos sentados en casa deseando algo que no llegará solo. Atrévete a soñar con tu prosperidad, acaricia el sueño y ponte en camino hacia él. Las finanzas personales son eso, personales, por lo que los deseos y prioridades son diferentes para cada uno de nosotros. Aunque el libro intenta guiarte a lo largo del desarrollo de un plan financiero, no es necesario leerlo en estricto orden de acuerdo a los capítulos. Puedes saltar entre las lecturas y trabajar las áreas que para ti sean prioritarias y regresar después al resto. Cada lectura tiene como objetivo llevarte hacia un estado de reflexión. Algunas tendrán sobre ti mayor impacto que otras, sin embargo, te invito a revisarlas. Al final de cada una de ellas contestar la pregunta y de

ahí generar una acción que te lleve hacia el camino de unas finanzas saludables. ¿Cómo puede ayudar el Coaching para el manejo de mis finanzas? Si te encuentras en alguna de las siguientes situaciones, entonces puedes encontrar en el Coaching Financiero el camino hacia tu libertad económica: Crees que es imposible crear riqueza Crees que el manejo del dinero es complejo No sabes con certeza si administras con eficiencia los recursos económicos con los que cuentas Encuentras difícil disfrutar de tu bienestar económico Tus recursos económicos no están protegidos Tu futuro financiero es incierto

¡Atrévete!

2. De creencias y conocimientos Malas noticias: ¡ la salud financiera no se logra siguiendo recetas! Cuando nos planteamos la idea de abundancia, prosperidad, riqueza o salud financiera es fácil caer en el error de buscar recetas. A veces en serio, a veces en broma y la mayoría de las veces en serio pero disfrazada de broma, la gente me pregunta: “¿Y cómo me hago rico?”. Si la respuesta pudiese ser tan concreta y yo la supiera, ¿crees que te lo diría sin cobrarte un porcentaje? Me encantaría disfrazarme de oráculo y contestar de forma enigmática: “La respuesta está en ti, desafortunadamente vas a tener que buscarla…“ Es aquí donde puedo no coincidir con otros autores que prometen recetas mágicas y a prueba de errores. Me parece que no hay posibilidad de crear una fortuna si mi único esfuerzo consistiera en leer 250 páginas (que además tienen dibujos). Lo mismo pasa con quienes van a un curso de finanzas personales y preguntan ¿cómo me hago rico? Lo que mi experiencia dice (que puede ser diferente

de la tuya) es: La salud financiera no significa lo mismo para todos Si los libros o videos con métodos para hacerse ricos o delgados o lo que sea, funcionasen con sólo leerlos, entonces todos seríamos ricos y delgados (quizá hasta famosos) La salud financiera, riqueza, abundancia, prosperidad –o como queramos llamarle–, viene desde adentro y obedece al principio: SERHACER-TENER y no al contrario La buena noticia es que tú eres capaz de trazar el camino hacia la salud financiera y descubrir o crear los recursos necesarios para llegar a ella. ¿De qué está hecha tu salud financiera? Tu salud financiera está compuesta por dos partes:

El conocimiento y uso de las técnicas de finanzas personales Tus propias creencias y actitudes hacia el dinero Ambos componentes se interrelacionan y dependen el uno del otro. De nada sirve un conocimiento sólido en finanzas si las actitudes hacia el dinero son negativas. En caso contrario, una actitud positiva hacia el dinero no sirve de mucho si no se cuenta con los conocimientos y técnicas adecuadas para llegar al estado de prosperidad deseado. Para ejemplificarlo usemos el símil de la naranja: la función de la cáscara (conocimientos) es la de mantener intacta a la pulpa. Si la cáscara se daña, posiblemente alguna parte de la pulpa se descompondrá. Para mantener intacta la cáscara es necesario adquirir los conocimientos que la refuercen. Pero aunque la cáscara se vea firme y brille, de ninguna manera podemos asegurar el sabor de la pulpa (creencias y actitudes), pues siempre hay el riesgo de

que tenga un sabor amargo. No importan los libros que leas o los cursos a los que asistas. Si no tienes una actitud y creencias sanas hacia el dinero, entonces tu riqueza no puede estar garantizada, y al final del día, rescatando la idea del oráculo: Tú eres la única persona que puede descubrir lo que hay debajo de la cáscara. Las creencias hacia el dinero ¿De qué forma nos relacionamos con el dinero? A través de los atributos que le otorgamos establecemos determinado tipo de relación y conducta con respecto a éste. Funciona de la siguiente manera: si nuestras asociaciones hacia el dinero son positivas (es bueno, ayuda, otorga seguridad, etc.) entonces es probable que le reconozcamos como una herramienta, estableciendo una relación sana y siendo más fácil generar estados de prosperidad. Sin embargo, ¿qué sucede cuando las asociaciones hacia el dinero son negativas? Si al pensar en la palabra “dinero” lo que viene a nuestra mente son palabras tales como: malo, sucio, corrompe, sólo para unos cuantos, etc., es muy difícil que podamos motivarnos a

establecer una buena relación con éste; después de todo ¿quién quiere llevarse bien con algo que le produce reacciones negativas? Como verás no resulta fácil trabajar para atraer o administrar algo que nos produce malestar. El pilar de la salud financiera es una relación sana con el dinero. El éxito del proceso está en descubrir lo que significa para ti el generar, tener, gastar o usar el dinero y éste es un proceso diferente para cada uno de nosotros.

La mayoría de las creencias con relación al dinero se instalan en nosotros a partir de la infancia y son producto de lo que vimos, escuchamos y nos dijeron con relación a éste. ¿De qué forma afectan las creencias a nuestra salud financiera? He trabajado con personas que usan el dinero como autocastigo, gastándolo en exceso o atesorándolo por temor a perderlo. También con quienes tienen dificultad para aceptar que lo merecen pues creyeron que el dinero era sólo para unos cuantos. Existen también los casos de parejas que no pueden establecer una conversación civilizada en torno a la forma en que se administra el dinero en casa, pues escucharon y terminaron creyendo que era de “mala educación” tocar el tema, ¡incluso en familia! Las creencias son el mapa a través del cual guiamos nuestra vida. Tenemos creencias que nos ayudan pero también creencias que nos limitan. Identificar nuestras creencias y traerlas a un nivel consciente es el primer paso. Una vez que las descubrimos podemos decidir si nos sirven o ayudan, de lo contrario podemos desecharlas y cambiarlas por otras.

Imagina a esa persona que creció convencida de que tratar el tema del dinero con otras personas estaba prohibido, pues significaba falta de prudencia, por no decir mala educación. En su vida adulta la persona se repite la grabación de manera inconsciente cada vez que llegan los estados de cuenta de la tarjeta de crédito que comparte con su pareja, y también cuando se reúne con su jefe a discutir los resultados de su evaluación de desempeño y un probable aumento de sueldo. Sobra decir que la salud financiera de esta persona ha sido saboteada por una creencia que no funciona y que es necesario cambiar. Cuando identificamos las creencias que ya no funcionan podemos preguntarnos: ¿Qué necesito creer ahora? ¿Qué pensamiento me ayuda en esta situación? En el caso anterior puede ayudar algo como “puedo llegar a acuerdos razonables con mi pareja acerca de la forma de utilizar el crédito” o “mi trabajo merece un pago y es aceptable discutirlo con mi jefe”. Al reconocer la manera en que nos relacionamos con el dinero podemos hacer las paces con éste y, entonces sí, comenzar nuestro camino único y personal

hacia lo que deseamos. Ejercicio #1: ¿Qué significado le doy al dinero? ¿Qué significado le doy al dinero? Lista tanto los atributos positivos como los negativos. ¿Qué atributos ganan en mi lista, los positivos o los negativos? ¿Qué tipo de relación quiero tener con el dinero? ¿Qué quiero que signifique el dinero para mí de ahora en adelante? ¿Existe alguna creencia que deba cambiar para que funcione mi nueva relación con el dinero? ¿Cuál? ¿Cómo voy a cambiar esa creencia que limita mi salud financiera? ¿Qué voy a decirme de ahora en adelante con respecto a mi relación con el dinero?

3. ¿Qué es la salud financiera? Salud financiera no es otra cosa que vivir la vida que quieres, sin depender económicamente de nadie. Contrario a lo que muchas personas piensan, no significa tener millones de dólares guardados en el banco. Se trata de saber que contarás con los recursos para lograr las metas que te has propuesto: ¿Una casa propia? ¿La educación de tus hijos? ¿Tus próximas vacaciones? Cualquiera que sea tu meta, lograrla requiere de dos cosas: organización y disciplina. Tanto la organización, como la disciplina, requieren de una meta clara: ¿qué es lo que quiero lograr? Pero también de vencer algunos mitos sobre lo que es salud financiera, esto es, derribar las creencias que tenemos con respecto a la forma de lograrla y así poder enfocarnos en conseguirla. En este punto vale la pena preguntarnos: ¿Soy presa del consumismo? ¿Me dejo llevar por lo que otras personas establecen como metas propias, o sea, soy seguidor de la salud financiera de los demás? ¿Qué

significa para mí salud financiera? ¿Ahorrar? ¿Invertir? ¿Planear? Y todo esto… ¿para qué? ¿Qué es lo que quieres lograr? Más allá de la importancia que podamos dar al ahorro, a una vida frugal, a prepararnos para ser mejores inversionistas… todo ello pierde sentido si no sabemos la razón por la cual lo estamos haciendo. ¿Hacia dónde voy? ¿Qué es lo que quiero lograr? Son preguntas que tenemos que plantearnos antes de emprender cualquier acción. Dadas estas respuestas es mucho más sencillo trabajar en los “¿cómo?” que se traducen en una serie de acciones o tareas que nos ayudarán a cumplir el objetivo. Si sientes que ahorrar no te lleva a ningún lado o que hablar de inversiones no mueve ningún interés dentro de ti, tal vez lo que sucede es que aún no has trabajado en visualizar hacia dónde quieres llegar desde un enfoque positivo. Imagina a esa persona que piensa todo el día: “No quiero perder mi trabajo” o “No puedo pagar mis tarjetas de crédito”. ¿En dónde está el

enfoque? Las palabras perder o pagar tienen una connotación extremadamente negativa y nos hacen ir hacia lo que está mal, bloqueando cualquier intención a la acción. Pensar en positivo hacia lo que realmente queremos nos obliga a reexpresar nuestras preocupaciones hacia “Deseo conservar este trabajo” o “Quiero una vida libre de deudas”. ¿Puedes sentir el poder en este cambio de mentalidad? Si yo deseo conservar un trabajo puedo generar una serie de ideas que se convertirán en acciones, tales como: ser puntual, optimizar el tiempo, generar valor, solicitar retroalimentación, etc. Una vida libre de deudas es un potente motivador para ajustarnos a un presupuesto, reprimir compras de impulso y todo aquello que quite el peso de nuestras espaldas. ¿Qué es lo que quieres lograr? ¿Cómo saber que lo expresaste bien? Asegúrate de que tu meta está expresada enteramente en términos positivos y, lo mejor de todo, te produce una sensación de bienestar cada vez que la expresas. Cambiar hoy nuestro enfoque abre el camino a

nuevas posibilidades de lograr lo que deseamos, ya que quita nuestra atención del problema y nos traslada hacia el lugar en donde podemos abrir posibilidades. ¿Estás considerando abrir una cuenta de ahorro o inversión? ¿Piensas cambiar de trabajo? ¿Quieres comprar una casa? ¿Te están ofreciendo un seguro para la educación de tus hijos o tus gastos médicos? Enfócate en lo que deseas lograr y tus posibilidades de éxito serán enormes. Te invito a intentarlo. Cinco mitos sobre tu salud financiera Existen numerosas definiciones de la palabra “mito”. Quiero apegarme a la que sustenta que “es toda aquella narración vaga y sin fundamento”. Aunque parezca increíble, el ámbito de las finanzas personales – en donde la evidencia estaría dada por dinero “contante y sonante”– se encuentra, para algunas personas, plagado de mitos tales como: Mito #1: “Sólo los millonarios tienen salud financiera” Entendemos salud financiera como el estado en donde no existe una preocupación recurrente por el dinero. La salud financiera no significa enormes cuentas

bancarias en el extranjero, autos último modelo ni casa en un campo de golf. Significa que eres capaz de cubrir tus necesidades y que éstas se encuentran alineadas con tu nivel de ingresos. Existen casos de personas que tienen un muy alto nivel de ingresos pero también un muy alto nivel de consumo lo cual les hace vivir al día, con lujos que no pueden sufragar. Mito #2: “Salud financiera es igual a cero deudas” El crédito utilizado de manera inteligente puede ser un excelente potenciador de tu salud financiera. Un crédito bien evaluado y pagado a tiempo puede proporcionarte activos que incrementen tu patrimonio. Por otro lado, el mal uso del crédito puede robarte la tranquilidad y cerrar las puertas para mejores oportunidades en un futuro. Mito #3: “Quien provee los ingresos es también el responsable de la salud financiera de la familia” Por comodidad o por costumbre suele dejarse la responsabilidad total de la salud financiera familiar en manos de una sola persona, ya sea hombre o mujer,

quien tiene que lidiar con los aspectos de planeación, ahorro y salud para todos. Imaginemos un equipo de futbol donde la responsabilidad del marcador quedara sólo en manos del portero sin una buena defensa y, peor aún, sin delanteros que anoten en la portería contraria. La salud financiera es responsabilidad compartida por toda la familia, quien ingresa, quien administra y quienes apoyan para definir las metas y poner en práctica las estrategias que les conviertan en una familia financieramente saludable. Mito #4: “ La salud financiera se compra en paquetes estandarizados” El éxito depende de un cambio en la actitud hacia el dinero y no existen recetas que logren el mismo impacto en todas las personas. Asimismo cada uno de nosotros podrá tener una opinión diferente sobre lo que nos produce tranquilidad en lo económico, ya que nuestros sueños y metas son diferentes. Así, las estrategias que funcionan para alguien pueden no ser las adecuadas para ti y viceversa. Mito #5: “Puedo obtener salud financiera haciendo clics en internet”

Este es un nuevo mito surgido de la buena fe y falta de información que muchos cibernautas ostentan. Sorprende la cantidad de “oportunidades para volverse millonario” que abundan en este medio y cuentan con fervientes creyentes de sistemas de regalos o maravillosas oportunidades de inversión sin riesgo alguno. La experiencia dice que existen muchos sistemas financieramente exitosos de mercadeo en línea, pero dicho éxito está respaldado por trabajo y por la existencia de un producto o servicio que comercializar. Una sólida salud financiera para ti y tu familia estará fundamentada en el trabajo, la organización y la disciplina. Jamás en gurús que lo único que de ti requieran sea el desgaste de tu dedo índice, vía infinidad de clics. Ejercicio #2. Mi futuro Yo, financieramente saludable Busca un espacio que te resulte cómodo. Puedes utilizar música relajante e incluso servirte algo de beber, si eso te ayuda a sentirte mejor. Imagina ahora que te ves en el futuro. Lo que ves es a ti mismo (tu futuro Yo) disfrutando de una vida financiera sana. Te sientes

tranquilo y feliz. Ahora describe: ¿Qué características de tu futuro Yo, te indican que ha alcanzado la salud financiera? ¿A qué se debe el estado de tranquilidad y felicidad que proyecta tu futuro Yo? ¿Qué es lo que dice tu futuro Yo con respecto a su salud financiera? Define, utilizando términos en positivo, qué es la salud financiera para ti:

4. Estableciendo metas Establece metas financieras convirtiendo el miedo en oportunidad El miedo es una emoción que afecta nuestro estado de ánimo y puede llevarnos a generar estados de angustia y ansiedad, trasladando así estas sensaciones a una inadecuada toma de decisiones y dando cauce a acciones que no llevaríamos a cabo en un escenario normal. Uno de los principales obstáculos para poner nuestras finanzas en orden e iniciar el camino hacia la salud financiera es el miedo a dar el primer paso. El miedo a fracasar, a no cumplir con los objetivos propuestos, a no saber lo suficiente, a no contar con los recursos, o simplemente el miedo a cambiar patrones de conducta o de consumo. Ahora bien, los científicos han demostrado que la tensión causada por el miedo nos ayuda a sobrevivir. Un miedo bien manejado sirve para defendernos de la angustia y nos hace superar los peligros reales. Por ello, los seres humanos tenemos la capacidad de elegir entre un estado de parálisis y/o reacciones inadecuadas o

decidir potenciar nuestras capacidades utilizando el miedo como medio para convertir esta crisis en un momento de aprendizaje. ¿Qué quiere decir lo anterior? Que el miedo puede convertirse en la herramienta para iniciar el proceso de cambio. Sucede que al enfrentar el miedo que sentimos, preguntándonos ¿qué puede suceder? ¿cuál es la consecuencia de intentarlo? nos damos cuenta de que, aún el peor de los escenarios, puede producir resultados positivos. La experiencia del mundo corporativo nos demuestra que las empresas que sobreviven a las crisis son aquellas que, entre otras cosas, deciden adaptarse al cambio pensando en los beneficios de largo plazo. Dedican tiempo a delinear su estrategia, establecen metas y lo comunican a todos los niveles de la organización. Lo mismo podemos aplicar a nivel personal. Después de todo, ¿no sería divertido vencer a nuestros miedos convirtiéndolos en oportunidades de mejora? Las metas “fast-track” ¿Sabes por qué razón los franceses comen

caracoles? ¡Pues porque no les gusta la comida rápida! Sí, ya lo sé, puede ser un chiste tremendamente malo, pero es uno de los favoritos de mi hijo, y al escuchar cómo lo cuenta a uno de sus amigos, no puedo evitar pensar en lo mucho que nos hemos acostumbrado, no sólo a la comida, sino a todo lo que tiene la etiqueta de “instantáneo”. Nos hemos vuelto fanáticos del microondas (que, por cierto, consume gran parte de la energía eléctrica que ahora nos parece impagable); esperamos ofertas laborales maravillosas cuando recién egresamos de la universidad, y exigimos que nuestras relaciones sentimentales “cuajen” a la segunda cita. Creo que este esquema se repite en muchos de los ámbitos de nuestra vida, en donde esperamos recompensas o logros cuantiosos con la mínima inversión u horizontes de tiempo muy estrechos. Desafortunadamente, cuando los resultados que esperamos no llegan vía “fast-track”, pues hay errores o tropiezos en el camino, podemos sentirnos decepcionados y abandonar la meta que nos habíamos propuesto, como alcanzar salud financiera, por

ejemplo. Profesionalmente he convivido con algunos empresarios que esperan negocios tipo Microsoft a menos de un año de su inauguración, ignorando el hecho de que Bill Gates pasó mucho tiempo programando en un garaje antes de aparecer en Forbes. ¿Resultado? Cierre de empresas prometedoras con un impacto negativo en nuestra productividad como país. ¿Por qué? Recuerdo el caso de un empresario que se negó a reinvertir las utilidades en su negocio pues, entre otras cosas, había prometido regalar a su esposa un carrito de esos que James Bond hizo tan famosos. ¿Consecuencia? La competencia sí invirtió en una solución de tecnología que los hizo proveedores de un servicio más rápido y menos costoso. ¿El carrito? Malbaratado en un lote de autos usados para hacer frente a la liquidación de una empresa quebrada. De manera personal, yo misma me he encontrado esperando resultados rápidos a mis esfuerzos, sin embargo, cuando esto sucede, me ayuda muchísimo recordar la razón por la cual los franceses gustan de comer caracoles y les aseguro que, a pesar de no ser la

frase más ingeniosa, ¡realmente funciona para mantener la motivación! Define tu meta, visualiza el camino y recuerda que siempre valorarás más aquello por lo que luchaste mucho. Si te propones metas realmente significativas para tu persona, tu viaje, en consecuencia, será siempre significativo. Estableciendo metas inteligentes “Para quien no sabe a dónde va, cualquier camino lo llevará al lugar equivocado” —Proverbio árabe ¿Has sido víctima de los doce deseos compulsivos del año nuevo? Pedir deseos, comer uvas, seguir las campanadas y repartir abrazos, todo al mismo tiempo, es una forma un poco caótica de comenzar el año. Los más comunes: dejar de fumar, tomar, comer y gastar… Pasados los primeros días del año, muchos de estos deseos se quedan en eso, sólo en deseos. Cuando tratamos de establecer metas para lograr salud financiera, pasa un poco eso. Establecemos la meta y al cabo de un tiempo nos damos cuenta que no estamos ni

siquiera cerca de ella. Para evitar caer en esta trampa, podemos establecer metas inteligentes (SMART) de acuerdo al esquema de Peter Drucker, uno de los gurús d e la Estrategia Corporativa, donde cada una de nuestras metas financieras sea enunciada de acuerdo a las siguientes características: Específica: Clara sobre qué, dónde, cuándo y cómo va a cambiar la situación Medible: Que sea posible cuantificarle Alcanzable: Existe la posibilidad de lograrla y reportará beneficios a los involucrados Realista: De acuerdo a los recursos y capacidades con que se cuenta Limitada en Tiempo: Estableciendo el periodo en el que debe completarse

Así, en lugar de que nuestra meta hacia la salud financiera sea “Salir de deudas”, que no me compromete sobre una deuda particular ni un tiempo específico, debemos reformularla como: Eliminaré la deuda de la tarjeta “X” de $30,000 en 18 meses. La meta “Un retiro tranquilo” puede convertirse en: Dentro de 20 años tendré un fondo de “X” millones de pesos. Otros ejemplos: En esta fecha, dentro de dos años habré reunido $100,000 para el enganche de mi auto. En enero del próximo año tendré reunidos $5,000 para pagar la inscripción de mi hijo a la escuela. Ahorraré $500 mensuales de mayo a noviembre y utilizaré ese ahorro para. Ahorrar sin un propósito definido se convierte en un objetivo vacío y, por lo tanto, poco deseable. El uso de esta técnica nos ayuda a aterrizar una visión que está sólo en nuestra mente y la convierte en la mejor estrategia o plan de acción hacia nuestra salud

financiera. Un poco de estrategia. Sun Tzu y tus finanzas personales El arte de la guerra de Sun Tzu es reconocido como el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Al igual que en el arte de la guerra, las finanzas sanas pueden requerir de estrategias dignas de generales. He aquí algunas frases que pueden ayudarnos a emprender el camino de la libertad financiera: “Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”. Saber qué es lo que queremos y los instrumentos y acciones que nos pueden llevar a conseguirlo significa tener ganada gran parte de la batalla contra el caos financiero. Conocer y entender los términos bajo los cuales contratamos una hipoteca, aceptamos una tarjeta de crédito, establecemos un fondo de ahorro o elegimos una afore nos hace conocer al “adversario” y

así no correr peligro en nuestra lucha hacia la libertad financiera. “La dificultad de la lucha armada es hacer cercanas las distancias largas y convertir los problemas en ventajas”. Cuando pensamos en lo lejano y azaroso que es el camino hacia unas finanzas saludables, lo que lograremos es bajar nuestra motivación. Establecer metas cercanas (un fondo para navidad) o metas intermedias (un auto nuevo o una cuenta de ahorro) nos ayuda a motivarnos y hacer más fácil nuestra conversión hacia personas financieramente inteligentes. “Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es aconsejable tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan”. Acciones descoordinadas sin haber establecido metas de vida y ahorro nos llevarán a la inconstancia y desmotivación. Es necesario tomar un tiempo para entender al enemigo (bancos, hipotecarias, bolsa, ofertas, etc.) y así poder construir nuestra estrategia y llevarla a la ejecución. “Las consideraciones de la persona inteligente

siempre incluyen el analizar objetivamente el beneficio y el daño. Cuando considera el beneficio, su acción se expande; cuando considera el daño, sus problemas pueden resolverse”. Análisis costo-beneficio ¿hay algo mejor que eso? “Cuando las órdenes se dan de manera clara, sencilla y consecuente a las tropas, éstas las aceptan. Cuando las órdenes son confusas, contradictorias y cambiantes, las tropas no las aceptan o no las entienden. Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo”. No podemos ser los únicos jugadores en la construcción y logro de metas familiares. Es necesario no sólo comunicar las metas sino también entusiasmar al equipo que nos ayudará a llevarlas a cabo. “La información no puede obtenerse de fantasmas ni espíritus, ni se puede tener por analogía, ni descubrir mediante cálculos. Debe obtenerse de personas; personas que conozcan la

situación del adversario”. Los astros y nuestros amigos cuyas finanzas son un desorden no son los mejores consejeros para nuestras finanzas. Busquemos la ayuda de aquellos que realmente pueden orientarnos para ser libres financieramente hablando. ¿Cómo lograr el caos financiero? Nunca establezcas una meta de ahorro, ¿para qué limitarse? Solamente proponte ahorrar y hazlo conforme puedas; no tiene tampoco que ser constante, ve guardando lo que te sobre y algún día tendrás tu ahorro. Haz de tu propósito tu secreto. No lo comuniques a tu familia, a ellos no les interesa ayudarte ni ser parte de un proyecto de vida. Seguramente tampoco tendrían buenas ideas que aportar ni serían de mucha ayuda. El ahorro familiar es tu misión secreta. Dale a tus hijos todo lo que pidan. No permitas

que sus amigos tengan mejores juguetes, vacaciones o ropa. Acostúmbralos a que siempre se les cumplen sus antojos. No te atrevas a hablar con ellos acerca de tu verdadera situación económica, quizá lo entenderían pero ¿y si se trauman? Consiéntete. De ninguna manera bajes tu nivel de consumo. Si tus amigos o vecinos compran un nuevo auto, compra tú uno mejor. Sigue el nivel de vida de los demás y vive anticipando lo que otros puedan pensar de ti. Recuerda que la opinión de terceros siempre valdrá más que la propia. Ejercicio #3. Establece metas financieras inteligentes Lista al menos cinco metas, alineadas con el estado de salud financiera que definiste en el capítulo anterior utilizando la metodología SMART: 1.

2. 3. 4. 5.

5. Los obstáculos en el logro de tu salud financiera “Locura es hacer las mismas cosas esperando un resultado diferente” —Albert Einstein La indecisión. ¿Comenzamos ahora o lo dejamos para mañana? “El interés compuesto es la fuerza más poderosa de la galaxia” —Albert Einstein Algunas de las frases que más escucho con respecto a planeación financiera son: Ahora no puedo ahorrar, no me alcanza Comienzo el año que entra Lo que pudiera ahorrar es muy poco, mejor me espero a juntar más Tengo tiempo, aún estoy joven

¿Puedes imaginar una bola de nieve bajando una pendiente e incrementando su tamaño conforme avanza? ¡Esa es la definición del interés compuesto! A un capital inicial se le van acumulando los intereses de tal manera que van creciendo poco a poco. Este efecto es espantoso cuando eres deudor de una tarjeta de crédito, pero ¿puedes imaginar lo que sucedería si los que crecieran fuesen tus ahorros? Imagina a dos amigos recién graduados de la universidad. Pedro decidió ahorrar $3,000 anuales a una tasa de interés del 10% mientras que Martín gasta el total de su salario no estableciendo ningún plan de ahorro. Cuando los dos amigos se encontraron para el festejo del décimo aniversario de su generación, Pedro había ahorrado $52,594. En este momento Martín decide comenzar su ahorro por la misma cantidad y a la misma tasa de interés ($3,000 a 10%) mientras que Pedro dejó de depositar su ahorro anual pero sin retirar el dinero que había ahorrado durante los primeros diez

años. ¿Cuánto habrá ahorrado cada uno de los amigos al momento de su jubilación, cuarenta años después de egresar de la universidad? Observa la tabla y verás que aunque Martín ahorró rutinariamente durante los siguientes treinta años, jamás logró igualar el ahorro de su amigo. ¡La diferencia es de $374,895! Cada uno de nosotros ha definido su meta y la forma de alcanzarla. Ahora es momento de llevarla a cabo y no dejarla para mañana. La indecisión puede ser responsable de que no logremos el éxito que esperamos y la tabla anterior habla por sí sola. ¿Crees que sea buena idea seguir esperando para iniciar el camino hacia la salud financiera? Las compras por impulso Somos víctimas de las compras por impulso cuando compramos basados en la oportunidad que se nos presenta sin cuestionarnos qué tanto tendremos que esforzarnos para generar el dinero que cubra esa compra. Un método con alto índice de efectividad que evita las compras innecesarias consiste en cuestionarte

antes de abrir la cartera: “¿Cuánto dinero genero por cada hora trabajada?” La efectividad del método radica en que sabrás el número de horas que tienes que trabajar para poder hacerte de esa pantalla plana, reloj exclusivo o la botella que estás a punto de invitar a tus cuates en el antro, dándote así un marco de referencia exacto para saber si estás realizando una compra inteligente. Si tu salario es fijo, realiza este cálculo dividiendo tu ingreso neto mensual (ya descontados los impuestos) entre el número de horas que inviertes en tu trabajo. Debes tomar en cuenta el tiempo que te toma desplazarte tanto de ida y vuelta pues es también tiempo invertido. Puedes hacer el ejercicio más extremo si descuentas a tu ingreso neto tus gastos de comida y transporte, pues se considera que son costos derivados directamente de tu actividad. Si conoces el monto que inviertes en ropa y su cuidado también debes descontarlo de tu ingreso antes de dividir éste entre tus horas de trabajo. Si trabajas por tu cuenta y tu ingreso es variable,

realiza el ejercicio considerando un proyecto que vendas con frecuencia. En mi caso doy consultoría y cursos de entre doce y dieciséis horas promedio. El error que yo cometía en un principio era obtener mi tarifa por hora y usar esa cifra sin considerar que en cada curso me toma tiempo el armar la propuesta, temario, juntas de venta, preparar el material, facilitar sesiones y, en algunos casos, evaluar a los participantes. La cifra disminuyó al considerar el tiempo que invierto en ganarlo, pero también me hizo más consciente a la hora de abrir mi cartera. Hagamos un ejemplo: Ingreso neto mensual (después de impuestos): $20,000 Horas de oficina mensual: 160 Tiempo de traslados casa-oficina-casa mensual: 40 horas

Gasto en comida promedio mensual: $1,200 Gasto en transporte mensual: $1,000

Tu ingreso neto – lo que gastas por ir a trabajar es: $17,800 ($20,000 – $1,200 -$1,000) Tus horas de trabajo mensuales + traslados: 200 hrs. (160 + 40) Resultado: Tu ingreso por hora es de: $89 ($17,800 / 200) Tu nuevo valor de cambio será tu ingreso por hora trabajada, es decir, los $89. Si fueses a un centro comercial y quisieras hacer una compra de $1,500 significa que tendrás que trabajar casi 17 horas para pagarla ($1,500 / $89) A mí me sirve este método para saber si esa comida elegante, o lo que sea, ameritan estar 17 horas de pie (¡con zapatos de tacón!) hablando y con toda mi atención puesta en un grupo de 25 personas. En algunas ocasiones sí lo vale y en otras decido continuar

mi camino. ¿Cuántas horas frente a un cliente o jefe engorroso vale tu próxima compra? ¿Y qué sucede si no recibo un ingreso fijo? Creo importante agregar a un sector de la población que también puede sucumbir ante las compras por impulso y trabaja más horas que en cualquier otra ocupación. Sin embargo, su remuneración es nula, por lo cual difícilmente puede llevar a cabo este ejercicio. ¿Cuánto vale el trabajo que realiza una mamá? Basada en información del sitio Salary.com desarrollé este pequeño ejercicio para calcular el salario que una mamá podría obtener en México. Si te parece útil, puedes utilizar el modelo y adaptarlo a las funciones y horas que dedicas a cada uno de estos rubros.

Cuando tomamos conciencia de qué tanto vale el trabajo que desempeñamos podemos apreciar mejor el tiempo que le dedicamos. Valuar tu posición con respecto al trabajo que desempeñas y años de experiencia puede ser también

de utilidad si te encuentras en un proceso de cambio laboral. Además de ayudarte a decidir si es tiempo de buscar nuevos horizontes y con ello generar más ingresos o, al contrario, apreciar el trabajo y el salario con el que cuentas. ¿Cómo evitar comprar por impulso? Vivimos bajo un constante bombardeo publicitario que nos hace crear carencias imaginarias asociando estados de bienestar a la adquisición de productos y servicios. Las compras no tienen que ser malas en sí mismas, pero sí lo es un patrón de compras por impulso que afecta tus finanzas personales, alejándote del estado de salud financiera que planeas para tu futuro. Una buena noticia es que nuestra actitud hacia las compras es sólo eso, una actitud que se aprende y se desaprende, reemplazándola con hábitos tales como: Planificar las compras haciendo una lista de productos y servicios que necesitamos Darle prioridad a las compras de acuerdo a los

recursos con los que contamos Comparar precios entre marcas y tiendas Comprar a crédito solamente si conocemos las tasas de interés y condiciones, y si los pagos están dentro de nuestras posibilidades Una vez que tenemos una meta y un plan de acción, contaremos con la motivación necesaria para redefinir nuestros hábitos de compra. Sucumbir a las marcas. El comprador aspiracional Nada más acertado que construir una marca para tu negocio o servicio. Las marcas nos seducen como consumidores a través de beneficios intangibles que se instalan en nuestra mente, logrando un nexo entre lo que realmente ofrecen y lo que percibimos de ellas. El deseo de “ser parte de” o aspiraciones para “ser” puede atentar contra nuestra salud financiera, pues nos llevan a consumir productos por encima de nuestro poder adquisitivo. Es muy saludable revisar cuál

es nuestra relación con las marcas que consumimos y “acomodar” esa relación en una justa dimensión. ¿A qué me refiero? Hablo aquí de evaluar los beneficios reales que el producto me va a proporcionar, y realizar un trabajo interno para evaluar qué necesidad es la que queremos satisfacer al adquirir dicho producto o servicio. ¡Momento! Recuerda que la tranquilidad económica no necesariamente significa autoflagelación, ni que nadie es perfecto en este mundo. Yo no estoy peleada con las cosas bonitas y tengo una marcada debilidad por cierto perfumito y algunas otras cosillas. Sin embargo, te comparto algunas reflexiones personales que me ayudan a decidir en qué gastar mi dinero y en qué no: Bolsas de marca cuyo costo oscila entre los $300 y $1,000 dólares: A menos que tengan incrustaciones de piedras preciosas, el costo de producción de estas bolsas en las maquiladoras oscila alrededor de $10 y $15 dólares; me hace

“no sé qué” en el estómago pagar el sobreprecio. No podré usarlas por mucho tiempo sin correr el riesgo de andar con una bolsa “fuera de temporada” y lo que traigo en la bolsa, incluyendo celular, maquillaje y efectivo, nunca alcanza el valor de una de esas bolsas. Por último, si usara una bolsa de ese precio, el resto del atuendo tendría que estar a la altura, pues de lo contrario, mi bolsa tendría un marcado “look pirata”. Perfumes y accesorios de celebridades: Cuando se anuncia un perfume creado por Paris Hilton, por ejemplo, me muero de la risa al imaginarme a la susodicha “creando” su fragancia en un laboratorio. ¿Sabrá acaso la diferencia entre un matraz y un mechero? Lo mismo aplica al imaginarme a la celebridad en cuestión diseñando ropa, lentes y joyería. Honestamente, creo que quien en verdad hace ese trabajo requirió invertir muchas horas estudiando y desarrollando su talento. No me gusta pensar en mi dinero yendo

a parar a la cuenta bancaria de alguna de estas celebridades por el simple hecho de “prestar” su nombre. Gadgets de tecnología: Por fortuna mi trabajo no requiere de mucha tecnología y la experiencia me ha enseñado que estos artículos entran al mercado con una estrategia de “desnate” que consiste en cobrar precios muy por encima de su valor real, para luego disminuirlos drásticamente ante el surgimiento de la competencia o nuevas versiones del mismo. Finalmente, antes de comprar, me hago las siguientes preguntas: ¿Lo necesito? ¿Vale lo que cuesta? ¿Puedo encontrar algo que me sirva de la misma manera a un precio más barato? Y, la más importante: ¿Puedo pagarlo? ¿Qué estrategia usas tú para decidir en qué gastar tu dinero? Ejercicio #4. ¿Qué tan fácil me dejo llevar por

las compras por impulso?[1] Responde: 1. Cuando veo un anuncio, comercial o desplegado publicitario de un nuevo producto o servicio, siento emoción por probarlo. Podemos describirlo como una reacción emocional más que racional. 2. Tan sólo con entrar al centro comercial o tienda puedo notar que ha cambiado mi estado de ánimo. Ya sea que me sienta de mejor humor o incluso con cierto nerviosismo. 3. Si tuve un mal día, siento tristeza o angustia, relaciono inmediatamente el comprar algo con poder levantar mi estado de ánimo. 4. Suelo comprar algo pensando en que si no lo llevo a casa en ese momento, quizá se pase la oportunidad (no importa que sea una licuadora que lleva meses en la tienda).

5. Si voy a un centro comercial, por ejemplo, a realizar un pago, no puedo evitar salir sin comprar algo. 6. La mejor parte de la compra es la sensación de que ahora el artículo me pertenece. ¿Quién se roba mi dinero? Deficiente control de gastos Lunes 8:00 am – Te preparas para la oficina, te das cuenta de que no traes ni un clavo en la cartera. Lunes 8:30 am – De camino (ya corriendo) pasas al cajero y retiras lo que queda en tu exprimida cuenta de nómina. Haces nota mental de que la próxima quincena es hasta el próximo lunes, ¡ups! Miércoles 7:00 pm – Se prende ese odioso foquito amarillo en el tablero del auto. Tu coche suplica por algo de gasolina, te detienes y al disponerte a pedir “tanque lleno” encuentras que no cuentas sino con moneditas. ¿Quién se robó mi dinero? ¿Dónde están los

ladrones? ¿Y si fuiste tú? Comienza un maratón mental tratando de recordar en qué te gastaste el dinero. A tu mente vienen la coperacha para el pastel de la niña de la fotocopiadora, la tanda a la que entraste y cuyo final parece no llegar nunca, los taquitos que pediste porque no te dio tiempo de salir a comer, la multa que pagaste en el videoclub cuando devolviste las películas que tenías que haber regresado desde el jueves pasado, el “té chai latte grande leche ligth” que se te antojó ayer, el boletito de la lotería y… eso suma apenas poco más de la mitad de lo que había en tu cartera, ¿qué pasó con el resto? Al borde de la migraña, después del vano esfuerzo mental por recordar en qué más gastaste, pides que le pongan sólo cinco litros, suficiente para llegar a casa y pasar mañana al cajero para retirar efectivo ¡de la tarjeta de crédito! Las fugas de dinero de la cartera son todos esos “pequeños” gastos que hacemos y no registramos. Desafortunadamente, ¡no podemos controlar aquello que no medimos! La página de Profeco[2] tiene

excelentes formatos de presupuesto y control de gastos. Descubrir nuestras tendencias y hábitos de consumo es el primer paso para construir un presupuesto que funcione. Deudas. ¿Tus tarjetas de crédito te ahorcan? Ya sea que te encuentres en una situación agobiante y estés haciendo un gran esfuerzo para mantenerte a flote, o que las deudas no se encuentren en tu lista de preocupaciones, te invito a revisar el siguiente cuestionario que tiene como propósito validar la actitud que tenemos hacia el crédito y la responsabilidad que asumimos para saldarlo. 1. Si reúnes los últimos doce estados de cuenta de tu(s) tarjeta(s), y procedes a subrayar o marcar los gastos registrados de acuerdo a: necesidades (amarillo) y gustos/premios (rojo), el color que predomina sobre el papel es: 1. Amarillo. Recurro al crédito para hacer frente a gastos inesperados o para

financiar compras planeadas. 2. Mitad y mitad. Destino mi ingreso para pagar en igual proporción deseos y necesidades. 3. Rojo.Mi deuda se produce para dar gustos a mí y a mis seres queridos. 2. Los plazos para liquidar una deuda se acortan en función de nuestra capacidad para destinar montos mayores al capital del adeudo. La cantidad que destinas mensualmente a diversiones y comidas fuera de casa podrían ser parte de ese monto, tú… 1. Reduces al mínimo tus gastos. Buscas alternativas de diversión sin costo y cada mes destinas ese ahorro al pago de tus deudas. 2. Consideras que esta cantidad “no pinta”

aunque no realizas algún cálculo matemático que sustente esta afirmación. 3. Sabes que la vida sólo se vive una vez y no vas a sacrificarte ni sacrificar a tu familia para hacer al banco más rico. 3. Para lograr unas finanzas sanas se recomienda principalmente el ahorro, pero también existe la posibilidad de generar mayores ingresos, vía un segundo empleo (que por el número de horas y horario seguramente será de menor nivel al que ya tienes), inicio de un negocio alterno, la venta de multinivel, etc. Al respecto piensas… 1. Estamos en crisis y es difícil tener un primer empleo, mas no descarto la posibilidad de dar clases, cuidar niños o apoyar cualquier otro oficio. También estoy considerando iniciarme como

empresario o diversificar el negocio que ya tengo. Necesito ganar más dinero. 2. Opino que las cosas están muy difíciles, prefiero enfocarme en mantener lo que tengo seguro y ahorrar de acuerdo a lo que pueda. 3. Trabajo demasiado, no sé cuánto voy a durar con este trabajo, además, si hubiera otro lugar en donde pudiese ganar más ya me habría ido ahí. Nadie me va a pagar más, así como están las cosas. 4. Los intereses que cobran los bancos en nuestro país están muy por encima (hasta cinco veces) que los que se cobran en Estados Unidos y Europa. Durante los últimos años otorgaron tarjetas de crédito sin estudiar la capacidad crediticia de los solicitantes, lo que les atribuye una proporción de la responsabilidad del

incremento en los adeudos. Recientemente han comenzado a limitar las disposiciones de efectivo y han disminuido los límites de crédito, buscando así mantener al mínimo la cartera de crédito. 1. No me da gusto, pero siento cierto alivio al saber que no voy a seguir endeudándome. 2. Me enoja que decidan por mí. Yo cuento con esa línea de crédito para mantener mi economía a flote y soy capaz de decidir si lo uso o no. 3. Eso se llama discriminación y es una razón más para mi molestia. Me dan ganas de desquitarme. 5. Otra fuente importante de ahorro que podrías destinar al pago de tarjetas es eliminar –o al menos reducir– el gasto en vacaciones y el consumo de alcohol,

cigarros y refresco. 1. Es un gran sacrificio y no sé si valga la pena, pero admito que me ayudaría a ahorrar y estoy dispuesto a intentarlo. 2. Puedo eliminar algunos, pero no renunciar a todos, prefiero hacer otras cosas si alguien puede demostrarme el beneficio. 3. Ya tengo demasiados problemas y mis gustos son lo único que me relaja. No pienso exponerme al estrés, depresión o un infarto para hacer feliz al banco. 6. Se acerca Navidad y quieres demostrar tu cariño a las personas que amas. 1. Mi familia y amigos cercanos conocen la situación en la que me encuentro y comprenden que este año no puedo hacer obsequios. El mejor regalo que puedo darles es salir pronto de este problema y

hacer borrón y cuenta nueva. 2. Haré el sacrificio aunque no voy a estar al nivel de otros años. 3. Navidad se trata de regalar y como pueda. Las cosas se componen luego y no voy a angustiar a mi familia con mis cosas.

Resultados Mayoría de A: Estás siguiendo las recomendaciones que dicta el sentido común para disminuir tu deuda lo más pronto posible, pagando lo menos de intereses. Reconoces que el crédito sirve para hacer frente a imprevistos y no es dinero que te regalaron. Quizá haya sido por la vía dolorosa, pero asumes tu responsabilidad y trabajas para solucionar tu problema. Trabaja en aquellos puntos en donde tus respuestas no fueron A. Mayoría de B: Elige en qué polo quieres estar. Revisa nuevamente tus respuestas y decide hacia dónde

quieres moverte. El dinero es un objeto y su fin es utilitario, no permitas que tome el control de tu vida y tu tranquilidad. Mayoría de C: El primer paso para encontrar una solución es reconocer que verdaderamente existe un problema. Necesitas trabajar en identificar qué tipo de relación tienes hacia el dinero y, una vez ahí, enfocarte en salir de éste, que en realidad no es tu mayor problema, pues aunque pagues tus deudas o te cambies de nombre y de estado para que no te encuentre el banco, tarde o temprano vas a repetir el patrón y estarás endeudado de nueva cuenta. Los bancos no son personas y no sufren, no se agobian ni desgastan sus relaciones para que les pagues. Tú si eres una persona que merece vivir en un estado de tranquilidad y armonía. Siete pasos para salir de deudas Si estás buscando la forma de salir de deudas, he aquí algunas herramientas que pueden ayudarte a vivir el proceso hacia ser libre financieramente de nueva cuenta:

1. Toma la decisión. Eliminar tus deudas requerirá de un esfuerzo consciente. Al contrario que cuando las creamos “casi” sin darnos cuenta, controlar nuestro patrón de gastos o buscar formas de generar nuevos ingresos requerirá un esfuerzo extra y no podemos hacer ningún tipo de esfuerzo si no estamos decididos a ello. 2. Enfrenta la realidad. He escuchado a personas decir “debo como…”, “alrededor de…”, “más o menos” y más grave aún “no tengo ni idea”, pero jamás una cantidad exacta y conste que no lo pregunto por morbosidad, ¡sino porque éste es mi trabajo! Toma una tarde (o mañana) para reunir todos tus estados de cuenta y calcular el monto exacto de tu deuda. Tal vez te sirva hacerlo mientras escuchas tu música favorita, practicas tu respiración de yoga o tomas un tequila para darte valor (pero ojo, sólo uno, porque también tendrás que hacer sumas). 3. Busca a tu red de contención. Rodéate de

aquellas personas que aplaudirán tus logros y te motivarán para mantener el esfuerzo. Está demostrado que aquellos que comunicamos nuestras metas (eliminar deudas, bajar de peso, dejar de fumar, volver a la escuela, etc.) tenemos mayores posibilidades de éxito. Aléjate de la familia y amistades tóxicas que pueden sabotear tu meta. Quizá no sea posible mudarte a 10,000 km, pero busca a esas personas positivas que te ayudarán a mantener la motivación. Éste es uno de los principales secretos de éxito de los grupos de “lo que sea” anónimos. 4. Plantea tu estrategia. Define prioridades y elije cuál, o cuáles, serán las deudas a eliminar y si lo harás recortando gastos (y cuáles), renegociando tu deuda o buscando un trabajo adicional. Si ya saltaste porque no quieres hacerlo o estás convencido de que es mucho trabajo, entonces te aconsejo cambiar de nombre y dirección. Eliminar deudas requiere esfuerzo. Regresa al paso 1 y vuelve a intentar.

5. Comunica tu estrategia. A veces estamos convencidos de tener la mejor opción y simplemente estamos dejando de considerar opciones que pueden ser aún mejores. Aquí te aconsejo buscar el consejo de alguien con experiencia, un asesor, una comunidad de internet o algún conocido con experiencia en finanzas, para discutir tus opciones y validar que tu estrategia tiene posibilidades de éxito. Por supuesto también debes hacerla del conocimiento de tus acreedores y de tu familia o pareja, si es que dependen económicamente de ti. Es necesario que todos estén en el mismo barco. 6. Ejecuta. ¡Manos a la obra! Un presupuesto y control de gastos van a ser tus aliados en el proceso. Un empleo de fin de semana o vender todos los objetos innecesarios de los que te has rodeado, pueden ser nuevas fuentes de ingreso. Este es el momento de probar tus habilidades

como empresario si aún no lo eres. Busca nueva opciones de financiamiento más barato. 7. Visualiza. Para mantener tu motivación imagínate libre de esa deuda. ¿Cómo se siente comenzar a ahorrar? ¿Imaginas un teléfono que no suena a deshoras para requerir el pago de tus tarjetas? ¿Cómo te sentarán esas vacaciones que has pospuesto por tener que liquidar intereses? Esa es la sensación a la que podrás recurrir cada vez que sientas el deseo de mandar este esfuerzo por la borda. Salir de deudas no se trata únicamente de pagar lo que debes, sino del proceso involucrado en reunir ese dinero y mantener la determinación para no gastarlo en otra cosa, o peor aún, volver a endeudarnos una vez que hemos liquidado las existentes. Evadir la responsabilidad de nuestras finanzas. Tus finanzas y los astros ¿Qué le deparan los astros a tus finanzas personales?

Tratando de actualizar el Facebook me topé con un anuncio muy simpático que dice lo siguiente: “Astrólogo profesional: Consulta sobre tu momento, tu pareja, tu trabajo, tus hijos, a dónde vas, de dónde vienes. Más efectivo que un psicólogo. Conócenos” Y no puedo evitar pensar en lo mucho que algunas personas dependen de terceros para tomar decisiones súper importantes para sus vidas, incluyendo las financieras. Perdonen ustedes que no les ponga el link para hacer una consulta, pero las estrellas me están dictando que ni hoy (ni nunca) es un buen día para poner nuestro trabajo, nuestras relaciones o nuestro dinero en manos de alguien o “algo” más. No niego que tengo el hábito de ir a la última página de las revistas o revisar la sección de ocio de algún periódico para revisar lo que el destino le depara a “Escorpión” ese día, semana o mes, y aunque el sabor de las galletitas de la suerte no me encanta, nunca dejo pasar la oportunidad de romper la que me toca para leer mi suerte. Sin embargo, para evitar depender de los astros, prefiero ser responsable de mis decisiones.

Hacernos responsables de nuestras decisiones financieras es el pilar para construir una sana relación con el dinero. Ir llorando por las esquinas quejándonos de lo transa que es el banco (que por cierto no nos puso ninguna pistola en la espalda antes de correr entusiastas a una y otra venta nocturna) o de lo malo que es mi cuate, que no me presta dinero, significa que damos a otros poder sobre nuestras finanzas. Tomar responsabilidad de nuestra cartera, compras, gastos, ahorros e inversiones nos hará financieramente maduros y dejaremos a un lado la infancia de nuestra economía. Y tú ¿qué signo eres? Negarnos a ser flexibles ¡La flexibilidad es un activo para nuestras finanzas! Hace varios días tuve la grata experiencia de llevar a mi hijo a comer a un lugar bastante agradable. La especialidad era la comida oriental, y mientras trataba de animarlo para probar nuevos sabores y explorar un poco, recordé lo mucho que a mí me costó comenzar a hacer lo mismo ¡hace menos de dos años! Antes de comenzar mi entrenamiento como Coach, salir a comer representaba poca variedad para mí. Mi

esposo se burlaba un poco, diciendo que si el restaurante en cuestión ofrecía ensalada César o carpaccio de res, entonces el éxito estaba asegurado. Pocas veces pedía algo diferente. Lo cierto es que no lo hacía por ser “especial” en cuanto a mis gustos, sino que simplemente consideraba una pérdida de tiempo pasar quince minutos explorando un menú, y peor aún si los ingredientes tenían nombres raros y nunca los había probado. Como Coach una de las primeras habilidades a desarrollar fue la FLEXIBILIDAD (no de la que practicas en el yoga, sino la que permite cambiar perspectivas o formas de ver las cosas). Mi tarea inicial consistió en hacer algo diferente cada día y además probar cosas que no me había dado la oportunidad de probar, especialmente en el área gastronómica, en donde la poca flexibilidad era mi “marca personal”. La experiencia fue enriquecedora. Probé cosas que en realidad son espantosas y que jamás volveré a probar (sólo que ahora sí tengo una razón poderosa) pero también descubrí nuevas opciones y cambié creencias (una de ellas fue la de que analizar un menú

era una pérdida de tiempo), logrando un cambio radical en mi persona. ¿Cómo podemos aplicar esta experiencia a nuestras finanzas personales? Imagina a una persona convencida de que no puede iniciar el día sin pasar por un delicioso café tipo boutique (ya sabes a qué marca me refiero) y esa “necesidad” representa una cantidad significativa cada mes. Todo estaría bien si esta persona no sufriera pensando en lo mucho que le gustaría asistir a cierta clase (cuyo costo es equivalente a los cafés) pero se atormenta pensando en que no le alcanza el dinero para pagarla. Te sorprendería la frecuencia con que solemos encerrarnos en este tipo de callejones y dejamos de buscar opciones para lograr nuestros sueños y metas. Si esta persona decide un día ser flexible y se da la oportunidad de probar algo más económico, aprender a preparar el café en casa o tan sólo eliminarlo, dirigiendo ese gasto a algo que realmente quiere disfrutar, puede que se dé cuenta que la clase o pasatiempo en cuestión le reditúa mucho más que el café diario. Puede ser también que una vez probado

decida abandonar la clase y regresar al café, pero dejará de sentirse mal por no poder pagar el pasatiempo. Cuando tratamos de eliminar gastos hormiga o cambiar nuestros patrones de consumo para, con ello, sanear nuestras finanzas (léase pagar deudas o ahorrar) es normal sentir miedo y/o rechazo ante la idea de cambiar lo que sea. Darnos permiso de ser flexibles e intentarlo nos llevará más lejos de lo que jamás habremos imaginado. Salir de nuestra área de confort puede tener recompensas inesperadas, como la tranquilidad de una cartera sana o tal vez nuevas y enriquecedoras experiencias. ¿En mi caso? Salir a comer con mi hijo a un lugar de comida oriental y poder guiarlo en el descubrimiento de nuevos sabores y texturas mientras le enseñaba con mi ejemplo a no tener miedo y también a poder emitir un decidido “no me gustó”, una vez que ambos lo habíamos probado. Por cierto, esta comida la pagué con mi presupuesto especial para “gustos y caprichos”. ¿Qué podrías cambiar tú para lograr unas finanzas

sanas? Decálogo del comprador chafa ¿Eres de los que compran lo primero que ven? ¿Tienes una colección de objetos que compraste y no funcionaron, pero te dio pena o flojera ir a devolver? Entonces puede que seas uno de los muchos compradores chafas que deambulan por lo centros comerciales. He aquí tu guía de comportamiento: 1. Compro lo que veo sin pensar en su relación precio/calidad. Comparar precios no es lo mío. 2. Me dejo seducir frecuentemente por ofertas que más tarde resultan no haber sido ofertas. 3. Antes muerto(a) que solicitar una aclaración por el precio de un servicio. Ni que fuera codo(a). 4. Compro siempre la opción más barata sin reparar en la cantidad o calidad. 5. Hago compras por volumen (para aprovechar

una oferta) sin pensar en el tiempo que me tomará consumir todo el producto. 6. No sello garantías de los bienes que adquiero (siempre hay mucha gente formada) y aunque lo hiciera, jamás encontraría el ticket de compra ni la garantía en caso de necesitarlos. 7. Si voy a contratar un servicio lo hago por “feeling”. No me gusta pedir recomendaciones o andar preguntando. Contrato al primer aviso que encuentro. 8. Los instructivos son para tirarse. Yo puedo armar/instalar lo que sea y además me choca guardar papelitos. 9. Nada más emocionante que la sensación de no saber si llegaré a fin de mes gracias a mis compras impulsivas. Eso de planear el consumo es de “amarrados”. 10. ¿Profeco? ¿Qué es eso?

Si eres un comprador chafa seguramente tu tranquilidad financiera se está viendo comprometida. Presupuestar y ordenar tus compras en base a deseos y necesidades puede ser una gran ayuda para mejorar tu relación con la cartera. Ejercicio #5: ¿Qué cambios son necesarios para emprender el camino hacia la salud financiera? ¿Cuál es la razón principal para realizar un cambio de hábitos? ¿Cuáles son los principales cambios a realizar? ¿Qué podría salir mal al intentar realizar estos cambios? Lista las acciones que realizarás para realizar los cambios que te llevarán rumbo a tu salud financiera.

6. Una estrategia financiera para cada sueño El futbol no es lo único que requiere de estrategia Después de una convivencia extendida con cierto futbolista de sillón, he podido advertir que, en este deporte, existen básicamente dos tipos de estrategia a desarrollar sobre la cancha: salir a meter goles (estrategia ofensiva) o salir a defender la portería (estrategia defensiva). Lo mismo sucede con nuestras finanzas personales. ¿Cuál es tu estrategia financiera? ¿Defensiva u ofensiva? Seguimos una estrategia defensiva cuando nos enfocamos en parar los goles a nuestras finanzas creando una cuenta para las emergencias. La efectividad del portero se mide en relación a su capacidad para hacer frente a reparaciones en el hogar, reparaciones al auto y otros gastos inesperados tal como la pérdida del empleo. Ahora bien, el portero no es el único responsable

del marcador. En este equipo de once jugadores hace falta una buena defensa, encargada de contar con un seguro de gastos médicos mayores, seguro de auto y un seguro de vida y de incapacidad. La escuadra conseguirá mejores resultados si hay algún medio de contención que le haga marcación personal a los posibles accidentes del hogar y cubra el rubro de responsabilidad familiar. Hasta aquí vamos muy bien, mantener intacta la red y el marcador en ceros dan a nuestro equipo cierto “aire” y sensación de seguridad durante la liguilla, pero sabemos que no es ésta la estrategia que gana partidos y escala posiciones en la tabla general, ni tampoco atrae aficionados al estadio. Para llegar a disputar la final, nos es claro que una excelente defensa es la columna vertebral en la cancha, pero se necesita de delanteros contundentes. La camiseta número 10 de tus finanzas tendrá la misión de armar jugadas estratégicas para asegurar la educación de tus hijos, la compra de un hogar y, la más contundente de todas: un plan de retiro que te permita disfrutar de tranquilidad financiera al final de la vida

laboral. El marcador será remontado por el jugador número 9, encargado de tu educación financiera. Este jugador sabe que no es necesario conocer la composición molecular de la ley del ISR y los fondos de inversión. Sin embargo tiene la fuerza y velocidad necesarias para hacer uso de ellos y, de esta manera, conseguir los mejores tantos de la temporada realizando una planeación fiscal eficiente y asegurando los mejores rendimientos a tus inversiones. Finalmente, nada anima más a un equipo que una apasionada y leal afición. El amor y entrega del público se verán recompensados con base en la elaboración de un testamento que les evite conflictos, largos trámites y desembolsos cuantiosos en honorarios legales. ¿En qué posición de la tabla ubicarás a tus finanzas personales al final de esta liguilla? Cinco formas para consentir a tu dinero No solamente has trabajado duro para conseguirlo sino que lo protegiste de la gran tentación de las compras innecesarias. Cuando consultas tu saldo en el banco o miras dentro de tu cartera puedes constatar la

alegre sensación de contar con una cantidad remanente así que ¿ya pensaste de qué manera vas a apapachar a ese dinerito? He aquí algunas sugerencias: 1. Ponle un nombre: Igual que lo hiciste con esa primera mascota a quien, con sólo mirar a la cara, le otorgaste un nombre, y con la misma curiosidad con que todos los conocidos, y no tan conocidos, le preguntan a la señora embarazada: “¿Y cómo se va a llamar el niño?”, ponle tú un nombre a ese conjunto de billetitos: vacaciones, inscripciones, computadora, impermeabilización, liposucción o lo que se te ocurra. Darle un nombre a tu dinero te permitirá sentirte identificado (recuerda aquel gatito al que te prohibieron ponerle nombre para que no te fueras a encariñar) y será más difícil que sucumbas a la tentación de desprenderte de él. 2. Búscale la mejor niñera: De la misma manera en que evitas dejar tu auto a media noche, sin alarma y en una calle de dudosa reputación,

busca el mejor lugar para tu dinero y créeme que tu cuenta de nómina o tu cuenta de cheques no son ese lugar. Aléjate de los bancos que te ofrecen un rendimiento por debajo de la inflación. Busca instituciones donde alimenten cariñosamente a tu dinero y lo hagan crecer al menos por arriba de la inflación. 3. No cambies tu oro por espejitos: Algunas cajas populares (cooperativas de ahorro) ofrecen una serie de “monadas” a cambio de tu dinero tales como becas para tus hijos (cuando la solicitas te dan un morral de tela, un cuaderno de veinte hojas y un lápiz que no pinta) o ayuda para gastos funerarios (pregunté con insistencia en qué consistía y la señorita no supo o quiso decirme, así que tengo la leve sospecha de que la ayuda consiste en un ramo de claveles o algo similar). La lógica es la siguiente: tú le das tu dinero en custodia a una institución, esa institución le va a prestar tu dinero a alguien más con un interés muy alto y eso te convierte en socio (tú pones el

dinero y ellos al cliente). Por lo tanto mereces rendimiento EN MONEDA y no una licuadora y mucho menos una vajilla de melamina. 4. No lo dejes jugar sin la supervisión de un adulto: Jamás dejaría a mis hijos jugando solos en un parque en el que nunca hemos estado, mientras me voy a descansar un rato. No importa que me juren y perjuren que los juegos cumplen con todos los estándares de seguridad europeos y que hay montones de niños jugando por ahí. Lo mismo opino de las pirámides, las comunidades de regalo, las cajas populares y por supuesto del mercado FOREX[3] . Si no hay alguien que se haga responsable de rendir cuentas; mi dinero no juega. Busca sólo inversiones avaladas por la autoridad regulatoria en cuestión. 5. Búscale nuevos amiguitos: Seguramente no quieres que tu dinero se sienta solito, así que pon manos a la obra y continua ahorrando para que tus billetes tengan amigos con quien jugar.

Imagina a tu “auto 20103 pasando alegres tardes con “vacaciones de verano” e intercambiando confidencias con “remodelación de cocina”. Y tú, ¿cómo consientes a tu dinero? Querido presupuesto: ¡Hazme caso por favor! Un presupuesto no es otra cosa que una herramienta que nos ayuda a decirle a nuestro dinero qué es lo que tiene que hacer. En otras palabras, nos indica en qué rubros y cuánto debemos gastar hoy para lograr objetivos de más largo plazo. Sin embargo, muchas veces el canalla parece no querer seguir nuestras órdenes y se sale de control a la menor provocación. ¿Por qué razón sucede esto? 1. Olvidamos los pequeños gastos. Presupuestamos renta/hipoteca, gasolina, colegiaturas, pero no presupuestamos los pequeños “premios” diarios, la cajetilla de cigarros, el capuchino mañanero, la visita a la “tiendita”. Todos estos gastos parecen insignificantes pero, por su recurrencia, tienen

gran impacto en nuestro presupuesto. 2. Dejamos a un lado gastos anualizados como impuestos, primas de seguros, regreso a clases, etc. No nos engañemos, nos guste o no, tendremos que pagarlos y qué mejor que prevenirlos con tiempo. Si todos los años pagamos inscripciones y útiles, entonces ¿por qué esperar hasta el último momento para “tronarnos los dedos”? 3. Planeamos sólo para los días soleados. Deseamos que la vida sea color de rosa, donde las cosas sucederán tal y como deseamos. “Que ese cliente difícil pague a tiempo”, “Que nuestro jefe se ponga guapo con los bonos semestrales” y a partir de ahí hacemos presupuestos. Pero ¿qué tal si nuestro cliente cambia de opinión, despiden a nuestro jefe o nos rompemos una pierna? No planear sólo para lo bueno sino también para lo malo puede evitar grandes descalabros en nuestros bolsillos.

4. Dejamos de ser flexibles. Recuerda que eres tú quien le dice a su dinero qué es lo que tiene que hacer, y no al contrario. Podemos permitirnos el lujo de hacer cambios en el camino y destinar recursos a donde queramos. Las reglas inflexibles sólo ayudan al sentimiento de frustración y a abandonar nuestras metas. Si las circunstancias cambian, entonces el presupuesto cambia. 5. Nos preocupamos demasiado por la forma y no por el fondo. Confieso que nuestro presupuesto no es otra cosa sino un archivo de Excel cuya página actualizada se imprime y se pega a un lado del refrigerador, tan tan. Existen programas muy interesantes y llenos de funcionalidades, pero recuerda el dicho “basura entra, basura sale”. No importa lo bueno que sea el programa, lo importante son nuestras decisiones y el registro certero y constante.

6. Olvidamos ser realistas. Si realmente amas los zapatos finos o cualquier otra cosa, presupuéstalos; no se trata de robar o mentirse a uno mismo. Acepta aquello que no estás dispuesto a cambiar y presupuéstalo. Vive en paz el manejo de tu dinero. La perfección inmediata no existe. El primer presupuesto pueden no ser 100% exacto, no importa, mejóralo pero no lo dejes. La práctica te llevará al presupuesto ideal. Tomar el control de nuestro dinero puede requerir tiempo y esfuerzo, pero la satisfacción de lograrlo y la paz mental asociada nos permiten enfocar nuestra energía hacia nuevas metas y oportunidades. Vacaciones ¿lujo innecesario? En esta época de crisis ¿serán las vacaciones un lujo innecesario? Y es que al hablar de adaptar nuestras necesidades a los ingresos con que contamos y establecer el hábito del ahorro como un medio para acercarnos a nuestra definición de salud financiera, podemos confundirnos y creer que el camino estará

lleno de privaciones y momentos de autocastigo financiero. En este caso específico, convenciéndonos de que las vacaciones son un lujo y además un gasto innecesario. Analicemos pues; quizá sea innecesario cruzar el Atlántico en primera clase, tomar champagne de la botella o fletar un jet privado para transportarnos. Pero ¿quién dice que es innecesario salir de la rutina y pasar un tiempo de descanso con nuestra familia? ¿No será el cambio de escenario el momento ideal para discutir en familia sobre nuestras metas a largo plazo y cómo podremos alcanzarlas? Desde un punto de vista monetario, podríamos equiparar el costo de la vacación con lo que una visita al hospital por enfermedades asociadas al estrés podría costar. En una perspectiva de responsabilidad social, podemos asegurar que nuestro consumo en productos y servicios puede influir para la reactivación de la economía. Ahora sí, algunos consejos para unas vacaciones financieramente inteligentes: 1. Compara tarifas. Prefiere hoteles que te permitan

preparar algunas comidas en la habitación, esto será útil para ahorrar en salidas a comer. No permitas que el elemento “gasto sorpresa” sea parte de tus vacaciones. 2. Si viajas en automóvil, no dejes de revisarlo. El gasto en grúas y talleres de carretera serían decisiones equivocadas. 3. Modera tu consumo de alcohol (aquí está una fuerte salida de dinero) y sobre todo si vas a manejar, ya que no querrás ser responsable de un accidente ni de los gastos que éste te podría ocasionar. 4. Elabora un presupuesto de la vacación. Analiza cuánto puedes gastar diario y sujétate a ese presupuesto haciéndolo del conocimiento de tu familia. En realidad los descalabros financieros vacacionales no vienen por el hecho de haber salido, sino por haberse dejado llevar por la emoción de la “compritis-gastitis” excesiva para

después encontrarse con una serie de compromisos crediticios a los que no se puede hacer frente. 5. Alinea la duración y lugar de tus vacaciones con lo que puedes gastar. Sé creativo y busca lugares que salgan de lo comercial y/o tradicional. Rompe la creencia de que tus hijos sólo se divierten en Disney y de que el sol del Caribe es el único capaz de procurarte el perfecto bronceado. La salud financiera no exige autoflagelación ni sufrimiento (¿quién quisiera interpretar el personaje de Scrooge en el Cuento de la Navidad de Dickens?). La salud financiera está destinada a lograr estados de tranquilidad. Tomar vacaciones bajo la premisa de cuidar y hacer lo más con lo que tienes, es el primer paso para lograr esa tranquilidad, ¿no te parece? Investiga, pasa un buen rato en familia y recuerda que la desinformación es la peor enemiga de tus finanzas personales.

Prepara tus compras navideñas con anticipación ¿Qué pasaría si desde hoy comenzamos a planear lo que haremos para que el próximo año sea diferente, particularmente con respecto a nuestras finanzas? ¿Quieres una primera idea? Líbrate de la cuesta de enero. Imagina un año donde enero no sea un enorme dolor de cabeza. Un año en que, una vez pasada la euforia de los festejos, no sientas terror cuando veas llegar el recibo de teléfono, luz, renta, etc. Siente la emoción de consultar tu saldo en el banco y encontrar que tu aguinaldo duerme ahí el sueño de los justos o que, de no estar, es porque fue utilizado para algún proyecto importante para ti y tu familia y no gastado en… ¿en qué?, así es… algo que seis meses después no podrás recordar. ¿Cuál es el primer paso? Presupuesta hoy tu lista de regalos navideños. Si alguna vez has firmado tus compras navideñas a meses sin intereses, entonces sabes lo que es estar pagando regalos en junio. ¿Por qué no hacer un movimiento inverso este año? El proceso resulta de lo más sencillo:

1. Responde ¿quiénes son las personas verdaderamente importantes para ti? En esta lista incluye a esas personas por quienes estarías dispuesto(a) a dejar de comprar café boutique, sacrificar alguna comida fuera de casa o lavar tu coche algunas veces y con eso ahorrar para sus regalos. En mi caso esta lista incluye a mis hijos, esposo y círculo VIP[4] . 2. Asigna una cantidad de dinero (lo que te gastarías en el regalo) de cada una de esas personas importantes y haz una lista de tres a cinco opciones de regalo que se encuentren dentro de ese presupuesto. De esta manera aseguras un regalo que realmente va a gustar y te librarás de las presiones consumistas de la temporada navideña. 3. Ahora suma el total de regalos (dinero) que quieras dar en la próxima navidad y busca opciones realistas para lograr ahorrarlo. Es importante que sean pequeños “sacrificios” de

ahorro que realmente puedas hacer, no se trata de dejar de ir al médico o no pagar el teléfono; pero sí de ahorrar luz, gastar menos gasolina, lavar tu coche los sábados por la mañana, dejar de comer fuera una vez al mes; en fin, aquellas cosas que puedes controlar y que valen la pena al compararlo con el gusto que te dará regalar ese esfuerzo. Si la cantidad parece inalcanzable o la persona no te motiva lo suficiente, es señal de que quizá puedas disminuir la cantidad a invertir en el regalo o que puedes eliminar a esa persona de tu lista VIP. 4. Una vez que tienes tu lista y un presupuesto, puedes “cazar” las oportunidades. Si sabes que vas a regalar una lámpara de escritorio, un buen vino o un rompecabezas, por ejemplo, puedes estar alerta a encontrar el mejor precio comparando opciones con tiempo. Recuerdo lo espantoso que es pasar un 23 de diciembre en un centro comercial lleno de gente, mercancía aventada, ninguna oferta y terminas comprando

cualquier cosa a cualquier precio con tal de finalizar el martirio. ¿Resultado? ¡Cuentonononón en enero! 5. ¿Qué hacer con las personas que no estuvieron en tu lista VIP? Escribe sus nombres y visualiza sus caras. Ahora, mientras repasas uno a uno, pregúntate ¿vale la pena ser víctima del acoso de los cobradores por darle un regalo a mi jefe, mi vecina, la tía Euclides? ¿Realmente el primo segundo Juanito apreciará tu gastritis cuando estés sentado a las 3 a. m. tratando de encontrar la manera de completar tus pagos mínimos? ¿Quedar bien con esta persona compensará mi sufrimiento y el de mi familia? Si la respuesta es positiva, mueve esa persona a la lista VIP. Si la respuesta es negativa, tienes seis meses para aprender a hornear galletitas, hacer unas bonitas tarjetas navideñas, grabar un CD con tus mejores canciones y regalar a las personas en tu lista NO-VIP un lindo detalle navideño.

Te aseguro que, siguiendo estos pasos, lograrás iniciar el año con una sonrisa. El método funciona mucho mejor si todos en la familia realizan el esfuerzo, pues es un poco injusto dejar fuera a tu tía Euclides cuando el tío Pancracio (de tu familia política) reciba un regalazo, así que comenta y vende este proyecto como la mejor manera de comenzar el próximo año como una familia financieramente inteligente. Ejercicio #6. Estableciendo prioridades La siguiente gráfica representa los aspectos que, en conjunto, componen la salud financiera de una persona y su objetivo es medir tu nivel de satisfacción/cumplimiento en cada uno de estos aspectos. Considerando el centro de la rueda como un nivel de cero (el más bajo) y la circunferencia externa como 100 (el más alto) califica tu nivel de bienestar en cada uno de los aspectos señalados.

¿En qué áreas o aspectos deseas mejorar?

Para cada uno de los aspectos o áreas de mejora lista las tareas o acciones que se requieren para incrementar tu nivel de satisfacción.

7. ¿Cómo hacer crecer mi dinero? ¿Planeas convertirte en empresario? Muchas empresas se han visto en la necesidad de despedir empleados competentes y con experiencia por la sencilla razón de que no podían seguir pagando sus servicios. Estas personas han salido a la calle en un entorno extremadamente difícil para colocarse nuevamente a nivel corporativo, por lo que parece natural convertirse en empresario. Sin embargo, antes de arriesgar tu tiempo y patrimonio intentando arrancar un negocio te convendrá leer lo siguiente: Recuerda que el mejor negocio es el que surge de tu experiencia y tu pasión. He visto a personas intentando “clonar” el negocio de algún conocido bajo la premisa “eso es un negociazo, seguro a mí también me irá bien”. Sin embargo menosprecian la experiencia o conocimientos necesarios para hacer que dicho negocio funcione. No basta con que te encante comer helados. Si no conoces el proceso, sabes en donde comprar las materias primas, conoces los riesgos y tienes la sensibilidad necesaria para desarrollar el negocio, entonces tu

heladería tendrá muchas probabilidades de fracasar. Aléjate del emprendedurismo a la “Viva México”. Ésta es una de las lecciones que aprendí por la vía dolorosa. Cuando hace algunos años comencé un negocio del cual no tenía la menor idea pero se veía muy fácil, creí que no necesitaba de gran planeación pues contaba con la preparación académica que garantizaría el éxito. ¡Sí, claro!, cuando realicé el primer pedido y di un cheque como anticipo, no me había tomado la molestia de hacer un plan de negocio que me orientara sobre el mercado o el tiempo en que podría recuperar mi inversión. ¿Resultado? Tuve la aleccionadora experiencia de ver cómo mis ahorros de dos años se evaporaban en cuestión de meses. A través de universidades públicas y privadas, la Secretaría de Economía pone a disposición de los emprendedores los modelos de “incubadora de empresas” en donde puedes recibir asesoría con costos subsidiados para emprender tu negocio. Realizar un plan de negocios es la mejor inversión que puedes hacer para asegurar el éxito del mismo.

Evita caer en la trampa del modelo corporativo. Muchos de los nuevos empresarios han vivido los últimos años bajo el cobijo de un corporativo que les acostumbró a disponer de los recursos necesarios para arrancar cualquier proyecto sin hacer realmente una evaluación cuidadosa del mismo. Oficinas de bastante “buen ver”, tarjetas de presentación, planes ilimitados de radio y celular, etc. Al establecer sus propios negocios, estos ex empleados suelen gastar mucho dinero “instalándose” sin realizar una planeación cuidadosa de flujos. Las reservas del dinero se agotan antes de que el negocio genere entradas. Aléjate de las malas compañías. ¿Vas a asociarte con alguien? Las sociedades basadas en “me cae bien”, “es mi pariente”, “dice que sabe”, están destinadas a producirte dolores de cabeza. Un buen socio es quien verdaderamente aporta a tu negocio, ya sea con capital o experiencia. No basta con que sea muy trabajador o tenga mucho entusiasmo, si no está corriendo los mismos riesgos que tú, entonces

no estará tan comprometido con los resultados. Conoce bien a tu futuro socio/a, visita su casa para darte una idea de cómo vive (¿demasiada opulencia? ¡Cuidado! ¿Problemas personales? ¡Cuidado!). Platica con quienes le conocen y pregunta si es de confiar. ¿Te parece exagerado? Piensa que estás poniendo tu patrimonio y el de tu familia en sus manos. Finalmente, no escatimes dinero y paga los honorarios de un abogado para formalizar la sociedad. La seguridad jurídica será tu respaldo ante cualquier inconveniente. Guarda tus tarjetas de crédito en el congelador. Nunca, jamás utilices tu tarjeta de crédito personal para financiar tu negocio. No utilices deuda de corto plazo para adquirir activos cuya rentabilidad se mide en el largo plazo, pues ante un imponderable habrás adquirido una deuda demasiado cara, careciendo de la liquidez necesaria para hacerle frente. El país requiere de empresas productivas y la tuya puede ser una de ellas. Asegúrate de dar los pasos necesarios que garanticen la viabilidad de tu negocio en el largo plazo. ¿Te animas a ser empresario?

Ganar dinero sin salir de casa Existen varias razones para considerar un esquema de trabajo desde casa, la principal es que las grandes empresas continuarán reduciendo su nómina por un buen rato y que el tiempo para encontrar un nuevo trabajo como asalariado se alargará. Otra razón es que, mientras ese trabajo soñado aparece en el camino, no hay nada peor que quedarse en pijama viendo la TV y olvidando las bondades del baño diario. La tercera razón es porque el mayor favor que podamos hacerle a cualquier negocio que comienza es reducir los gastos al máximo. Si lo tuyo es ser empresario y generar dinero, una vez que decidas tu giro, he aquí algunas recomendaciones que te pueden servir para arrancar con el pie derecho. No instales una oficina o punto de venta de inmediato sino hasta probar que existe un mercado para tu producto o servicio y que sus ventas soportarán el costo de dicha oficina. Comienza desde casa y aprovecha la ventaja de poder deducir los gastos correspondientes a tu actividad profesional tales como

internet, luz y teléfono (todo esto una vez que hayas tramitado tu alta ante Hacienda y comiences a recibir ingresos). Otra buena opción es la de utilizar oficinas virtuales. Estos son espacios donde alguien toma tus llamadas y puedes utilizar una oficina o sala de juntas pagando una renta sólo por las horas que las utilices. La ventaja es que el uso de oficinas virtuales o temporales dará mayor liquidez a tu negocio y, por supuesto, es más elegante que un escritorio en medio de tu sala para atender un cliente. Considera los beneficios del comercio electrónico, el cual te permite tener un punto de venta abierto las 24 horas a un mínimo costo. Mucho más barato que tener un local abierto a la espera de clientes. Trabaja sin salario. Sí, puedes pensar que enloquecí, pero una de mis mejores experiencias ha sido la de intercambiar servicios con amigos y colegas. Dando un par de cursos sin cobrar un centavo y destinando las entradas a una obra de caridad, he conseguido varios negocios. Lo que no debes olvidar:

1. Trabajar desde casa da la excelente oportunidad de estar al pendiente de tus hijos, pero tú estás trabajando; organiza tu tiempo y cumple con tus compromisos. No hay nada más frustrante que tratar de hacer negocios con alguien que pasó toda la tarde mirando Barney porque “le tocaron los niños” y no pudo terminar el diseño, propuesta, cotización o lo que sea a lo que se había comprometido. 2. Ningún cliente va a entusiasmarse por lo inteligente que se escucha tu retoño contestando el teléfono, y peor aún es un concierto de alaridos de fondo. Atender llamadas de negocio desde casa es una habilidad que tú y tus hijos tendrán que desarrollar, mientras tanto, nunca falla tener algunos chocolates a la mano. 3. Generar ingresos desde casa no es únicamente responsabilidad, ni misión, de un solo soldado; tu pareja y tus hijos serán de mucha ayuda, respetando el tiempo y espacio que necesites

para arrancar lo que será su próxima fuente de ingresos.

¿Cómo llevar tu negocio al cementerio? ¡No asesines a tu negocio! En un país donde, según las estadísticas, solo el 10% de las nuevas empresas llegarán a celebrar su quinto aniversario, quienes nos lanzamos al mar del emprendedurismo solemos repetir los mismos errores financieros una y otra vez ¿Cuáles son éstos? Aquí te comparto los más frecuentes: No priorizar y optimizar los gastos. Al igual que con nuestras finanzas personales, al montar un nuevo negocio fallamos en dar prioridad a las salidas de dinero que generarán negocio, es decir, gastos que traerán dinero de regreso. Contrariamente nos da por gastar en lujos innecesarios o cosas irrelevantes, lo que da al traste con la liquidez del negocio. Olvidar presupuestar y controlar los flujos de efectivo. ¿Cuánto hay que pagar y para cuándo? son preguntas de “Sobrevivencia Empresarial 1013. Un

presupuesto es la mejor herramienta para prevenir futuros descalabros. No hacer uso de herramientas de análisis financiero. Un sencillo conjunto de razones financieras (liquidez, apalancamiento, rentabilidad, retorno sobre inversión, entre otras) pueden ser la mejor guía para montar, continuar o mejorar una estrategia financiera. ¿Los números no se te dan? Contratar a quien lo realice por ti es una inversión con prioridad número uno si lo que deseas es que tu negocio apague la sexta velita del pastel, y muchas más. Desconocer y/o no utilizar el punto de equilibrio. ¿Cuánto tengo que vender para mantener a flote el negocio? Este poderoso número se convierte en el mejor incentivo de ventas que el empresario puede tener. Si no vendo “X” el negocio se muere. No evaluar la sensibilidad de las utilidades. Saber de qué manera disminuyen o aumentan las utilidades de acuerdo al impacto en precio/volumen/promociones/reducción de costos nos ayuda a tomar decisiones directivas bien informadas. Lanzarte a poner ofertas u ofrecer descuentos sólo

porque la competencia lo hace, sin conocer el impacto en las utilidades del negocio es una segura medida para poner a tu empresa en novenario. Desconocer el costo del capital. Si no sabes cuánto cuesta el dinero que inviertes en el negocio y si éste es capaz de pagártelo, entonces ¿cómo sabes que éste es un buen negocio? Si un negocio no paga lo que el dinero invertido cuesta, más vale que tú mismo lo asesines y lo mandes a enterrar. No considerar diferentes alternativas de inversión. ¿Ampliar una línea de producción o comprar esa maquinaria sólo porque te late o porque los números te dicen que es una excelente inversión? Conocer acerca del valor del dinero en el tiempo, tasas de retorno y evaluación de proyectos pueden salvarte de invertir en proyectos sin la rentabilidad esperada. Y bueno, no todo se trata de números en esta vida. Los negocios no se manejan solos, las personas lo hacemos. Tener a un equipo directivo capaz y motivado es la receta número uno del doctor para casos de enfermedad empresarial. Dar a tu hijo/tío/primo “el pazguato” la dirección de ventas cuando éste solamente

está interesado en ver cómo crece la chequera, y no en salir a vender, es una receta para el fracaso. Asociarte con tus amigos para emprender es excelente cuando ambos están realmente casados con el proyecto, y emprender y hacer crecer el negocio es prioridad en el plan de vida de todos. Si tu amigo(a) está en el negocio “de mientras”, “porque le caes bien”, “porque está tratando de saber qué hacer con su vida” o “porque le da pena decir que no”, no sólo pone en riesgo la empresa, sino que será culpable de homicidio en primer grado de la amistad que les une. Al contrario, el compromiso y confianza que existen en una amistad previa pueden ser la mejor vitamina para esta aventura empresarial, si se combinan con el conocimiento y capacidad para sacarle adelante. ¿Estás dispuesto(a) a darle primero auxilios a tu empresa? Por favor, no me invites a una tanda Tragedia #1: En nuestro país no existe una cultura del ahorro. Tragedia #2: Para gran parte de la población, ahorrar es igual a guardar el dinero (igual que

guardar calcetines en un cajón o la caja de cereal en la despensa). Tragedia #3: De los que ahorran, solo el 14% lo hace en una institución formal. Tragedia #4: Las “tandas” son las reinas del ahorro informal. ¿Por qué me dan urticaria las tandas? Porque durante años he observado a mi familia y a algunos incautos colegas de oficina someter su ahorro a riesgos altísimos (nunca falta la doña Tragedias que deja a todos colgados, o don Vivales que se hace ojo de hormiga después de recibir su dinero), obteniendo ¡CERO! rendimiento o, peor aún, rendimientos negativos si tomamos en cuenta la inflación. Ahorrar significa sacrificar el consumo presente, y ese sacrificio merece un premio llamado rendimiento. Cuando hemos iniciado un proceso de planeación financiera y logramos destinar cierta cantidad al ahorro, entonces buscaremos generar rendimientos positivos. Lo más aconsejable será depositar ese ahorro en una institución regulada por la CNBV[5] (checa el

listado de instituciones autorizadas, ya sea un banco o una sociedad de inversión) y no dejarnos engañar por bancos o sociedades de ahorro marca “ACME” que ofrecen un rendimiento por debajo de la inflación, y mucho menos por nuestra vecina, tía o colega, organizadora profesional de tandas. La buena noticia para nosotros es que tenemos la opción de consultar información sobre los rendimientos de inversiones, ya sea a través de la Condusef o los propios portales de los bancos, y así asegurarnos de tomar una decisión informada sobre en dónde invertir nuestro dinero. La mala noticia para algunas personas es que, en ocasiones, tomamos decisiones equivocadas con respecto a nuestras finanzas personales, tales como prestar dinero, comprar cosas que no necesitamos o participar en tandas por no saber decir “no”, o el miedo al “qué dirán”. En este caso necesitamos trabajar en nuestra capacidad de ser asertivos, es decir, ser capaces de expresar nuestros deseos y sentimientos a través de un lenguaje verbal y corporal congruente, sin necesidad de

mentir, evadir, frustrarnos o enojarnos. La asertividad nos ayuda a conocernos mejor y ser conscientes de nuestra actitud hacia el conflicto. Si yo puedo visualizarme ante la invitación a participar en una tanda (o cualquier otra barbaridad financiera tal como prestarle dinero a mi primo, deudor No. 1 de la banca comercial) y en lugar de aceptar por compromiso puedo demostrar seguridad y preguntar: “¿Puedo ser la primera en recibirla?”, “¿cuánto voy a ganar de intereses?” o “Gracias, pero prefiero invertir mi ahorro en el lugar “X” donde obtengo “Y” rendimientos”, en ningún momento estaría mintiendo, no estaría ofendiendo a nadie, ni voy a terminar enojada o frustrada porque tuve que “regalar” mi dinero. ¿Por qué es importante trabajar en este tema? Pues, como lo he explicado anteriormente, estoy convencida de que la salud financiera tiene su origen dentro de nosotros y nuestra forma de relacionarnos con el dinero. Si el camino hacia nuestra salud financiera nos ocasionara conflictos, tanto con nosotros mismos, como con las personas que apreciamos, seguramente estaremos condenando nuestras metas

financieras hacia el fracaso. ¿Has tomado alguna mala decisión financiera por no saber decir no? Invertir ¿sin perder? Para quienes no cuentan con experiencia en inversiones, es común confundir el uso de los términos ahorro e inversión. Mientras que el ahorro, en su forma más simple, se define como la diferencia entre ingreso y consumo (ahorro = ingreso – consumo), la inversión se refiere a posponer el consumo en el hoy con la esperanza de un rendimiento en el futuro. ¿Fácil? Desafortunadamente, no tanto. Sacrificar el consumo presente en espera de rendimiento futuro parece ser todo el conocimiento que se necesita para convertirse en inversionista, sin embargo existe otro importante componente en la ecuación: riesgo, es decir, la probabilidad de obtener un resultado contrario al que esperamos. Entonces el concepto de inversión, trasladado a tus finanzas personales podría leerse así: “Pospongo mi consumo hoy con la espera de un rendimiento futuro que puede o no darse”. Bajo la premisa anterior reflexionemos sobre la

infinidad de veces que hemos escuchado sobre invitaciones para invertir “sin riesgo”, “a la segura”, “con todas las de ganar” y, si no en carne propia, podemos hacer referencia a los resultados obtenidos por quienes se dejaron arrastrar por lo que definimos como “el síndrome de la manada”, dejando a un lado el sentido común en pos de lo que algún conocido prometía como la panacea de las inversiones. Ahora bien, no todo son malas noticias. Si eres una de las personas que, gracias a la disciplina y organización, cuentan con capacidad de ahorro, seguramente te encuentras preparado para convertirte en un inversionista inteligente siguiendo algunas sencillas reglas: 1. Reconoces que, al no invertir tu ahorro, asumes el costo de oportunidad, dejando de obtener cierto rendimiento, y también por la pérdida del poder adquisitivo de la cantidad ahorrada con respecto a la inflación. 2. Entiendes que a mayor rendimiento se asocia un

mayor riesgo. Independientemente del tipo de inversión, no existe la posibilidad de obtener ganancias fabulosas sin asumir un riesgo fabuloso. Funciona igualmente a la inversa: pequeños riesgos se asocian a pequeños rendimientos. 3. Por lo anterior, conoces tu nivel de aversión al riesgo ¿Qué tanto estás dispuesto a aceptar? Si estás poniendo en juego la educación de tus hijos o el fruto de treinta años de trabajo, probablemente no desees arriesgarlos de la misma forma en que puedes hacerlo si quieres hacer crecer cierta cantidad, de la cual no dependes para subsistir. 4. Sabes que las inversiones están asociadas con un horizonte de tiempo. ¿Cuándo requieres tu dinero de vuelta? Si planeas comprar una casa en dos o tres años entonces buscarás inversiones de mediano plazo; si se trata de tu retiro entonces tus inversiones serán de largo plazo,

digamos diez o veinte años. Por obvio que parezca, los más afectados por la caída bursátil serán aquellos cuyo horizonte de tiempo (el momento en que necesitarán de vuelta su dinero) no les permitirá esperar la recuperación de los índices bursátiles y se verán obligados a realizar sus pérdidas. 5. No aceptas que los demás tomen decisiones sobre tu dinero. Te aseguras de entender en qué consiste cada una de tus opciones de inversión, así como la magnitud del riesgo que representan.

Estas reglas básicas quizá no garanticen los mayores rendimientos, ni los menores riesgos, pero sí te ayudarán a tomar decisiones mejor informadas, independientemente del tipo de inversión que prefieras. Las inversiones sí son sexys Me voy a permitir no estar hoy de acuerdo con Regina Reyes-Heroles[6] cuando dice que la inversión en acciones no es sexy pues “es un ejercicio de

paciencia, tiempo, conocimientos, previsión, organización y de tener a un asesor financiero que te ayude a tomar decisiones inteligentes”. No sé si alguien pueda estar de acuerdo conmigo, pero creo que no hay nada más sexy que aquello que te toma tiempo, que te da la satisfacción de saberte conocedor y donde la recompensa sólo la obtienen aquellos que han seguido la estrategia adecuada… y, bueno, ¿qué más puedo añadir? No todas las personalidades soportan los romances tormentosos. Es perfectamente adecuado si preferimos la seguridad de las inversiones a tasa fija. Como en cualquier relación, la clave del éxito está en el autoconocimiento, y en no poner nuestras expectativas en manos de alguien más. Si te sientes tentado(a) a probar algo arriesgado, se me ocurren algunos puntos a considerar para tener un affaire accionario: 1. Sé consciente de tu perfil de aversión al riesgo, de esta manera podrás enfocarte sólo en aquellas empresas que sean dignas de jugar en tu cancha.

2. Los romances más memorables se basan en paciencia, consistencia y disciplina. 3. Cualquier relación demanda atención e interés. Es imposible llegar a un “algo más” sin una conversación previa interesante. Chicas, ¿están de acuerdo? 4. Riesgo y tasa de retorno están íntimamente relacionados. ¿Necesito decir más? 5. Las inversiones de largo plazo requieren sembrar en el día a día. No puedes consumir toda tu ganancia en la primera cosecha pues no tendrás con qué volver a sembrar. Reinvierte tus ganancias. 6. El éxito de tu inversión se mide en tus propios términos, nunca en el de los demás. 7. Actúa sin temor a equivocarte. Lo perfecto es enemigo de lo bueno. No olvides que la

experiencia es lo que obtenemos cuando no conseguimos lo que deseamos. 8. No escuches consejos amorosos de tus tías solteronas. Aprende de quien ha arriesgado, ha perdido y ha sobrevivido a la experiencia. 9. Establece desde un inicio cuánto es lo máximo que puedes arriesgar y nunca vayas más allá sin estar de acuerdo con las posibles consecuencias. 10. No existen relaciones sanas basadas en el sufrimiento. Termina la relación si ésta afecta el resto de tu vida. Conforme me vaya acercando a la edad de la reuma, dejaré de considerar las atrevidas inversiones accionarias para descansar mi cabeza sobre el hombro de la confiable deuda gubernamental… y tú, ¿crees que las inversiones pueden ser sexys? ¿Son los Fondos de Inversión para ti? Hablemos sobre lo que son los Fondos de

Inversión y qué es lo que nos pueden ofrecer. Sin embargo este tipo de inversiones no son para todos, pues depende de nuestro perfil como inversionista. Lo primero que tienes que considerar para convertirte en inversionista son tres cosas: 1. ¿Para qué quieres el dinero que vas a invertir? Si es un ahorro de corto plazo, algo así como tu fondo de emergencia, quizá invertir en este tipo de fondos no sea buena idea. Al contrario, si estás guardando para la universidad de tu hijo o para tu retiro, una inversión en Fondos es buena idea porque a largo plazo está demostrado que el comportamiento de los mercados es positivo. 2. ¿Qué tanto te gusta el riesgo? Si vas a un parque de diversiones ¿eres de los que sube a todas las atracciones una y otra vez o te consideras amante de la adrenalina? entonces el riesgo es lo tuyo. Si por el contrario, sufres viendo la final de Miss Universo, o te da “el patatús” cuando no encuentras una moneda de diez pesos que tenías

junto al refrigerador, entonces tu perfil tenderá a ser conservador. Los Fondos de Inversión ofrecen opciones tanto para personas que soportan muy bien el riesgo –ya sea porque van por mayores rendimientos o a largo plazo–, y personas con perfil conservador que prefieren invertir en papel “más seguro”, sacrificando algo de rendimiento pero durmiendo mejor. 3. ¿Qué tanto rendimiento quieres obtener por tu dinero? Aquí es donde muchas personas son víctimas de fraude, pues es muy fácil prometer altísimos rendimientos sin ningún riesgo y, lamento decirlo, eso no es posible. Todo rendimiento está asociado al riesgo. Lo más recomendable es analizar cómo se ha comportado el fondo en el pasado, si ha tenido altos rendimientos, si se mueve en proporción del índice en donde cotiza. Todo lo anterior para tener una idea sobre los rendimientos que ofrece el fondo, aunque no olvides que los rendimientos del pasado no son una garantía para

rendimientos futuros. Si no tienes claro cualquiera de estos tres aspectos, por favor aléjate de los mercados financieros, pues lo único que obtendrás serán dolores de cabeza. He visto a varias personas invertir bajo el síndrome de la manada: “Si el tío Pepe invierte ahí, entonces yo también”, y ahí van todos en manada. La diferencia es que el tío Pepe sí tenía muy claro que tendría que dejar su dinero al menos entre tres o cinco años para ver ganancias y tú estarás invirtiendo las inscripciones de la escuela de tus hijos que necesitas de regreso en seis meses. En este punto sería válido también preguntarse: ¿cuánto de este dinero estoy dispuesto a perder? Así que mira fijamente tu alcancía y analiza cuánto de ese dinero podrías dar por perdido sin tener que tomar antidepresivos. Una vez que has fijado un tope de pérdida, será más sencillo elegir la opción de inversión que te conviene, de acuerdo al perfil de riesgo de los fondos que te ofrezcan. Si perder un solo peso te pone los pelos de punta, entonces dirígete al banco y pide en

ventanilla un pagaré. Una vez que conoces tu perfil de inversionista, estás listo para sentarte ante cualquier asesor y pedir que te orienten sobre una buena alternativa de inversión. La recomendación es que tomes la decisión con calma (algo así como ponderar el trabajo que te costó ahorrar este dinero) pues no se trata de dejarlo en la primera opción que analices. Quien te asesore debe tener toda la paciencia del mundo para resolver tus dudas y ser muy claro en la información que te presenta; y, ojo, dicen que “ante la duda, frena”. Si la explicación que te dan no te convence o no es satisfactoria, pide que te atienda otro asesor, y no alguien desesperado por ganarse una comisión. Creo que los fondos son una buena opción para ahorrar, siempre y cuando se cuente con una estrategia definida; actualmente mi plan de retiro (aunque es pequeño) me da la tranquilidad de saber que puedo llegar a ser financieramente libre. La baja de tasas de interés ha hecho que guardar tu dinero en un banco no parezca ser un buen negocio, y en parte de eso se trata, de desincentivar el ahorro y

fomentar el consumo. ¿Por qué? Porque si tú, yo y muchos más, decidimos salir y gastar nuestro dinero entonces ayudamos a reactivar la economía. Sin embargo, tal vez la reactivación de la economía no esté dentro de tus planes y más bien decidas guardar tu dinero esperando rendimientos como premio por posponer tu consumo. Si los bancos no son lo tuyo, tal vez sea el momento de acercarte a una operadora o administradora de Fondos de Inversión. ¿Cuál es la diferencia? Pues que mientras la operadora únicamente te va a ofrecer productos “marca propia”, la administradora cuenta con una gama más amplia de opciones. Los Fondos de Inversión son portafolios de productos financieros a los que puede acceder un grupo de pequeños y medianos inversionistas. ¿Queeé? Digámoslo así: para quienes no tenemos el capital para entrar a una casa de bolsa y comprar un paquete de acciones de Telmex o Bimbo, o aunque tuviésemos el dinero, no queramos estar “clavados” viendo cómo se mueve la acción todos los días o, peor aún, pagarle a un broker para que maneje nuestro dinero y tome esas

decisiones por nosotros, además de pagar comisiones cada vez que nos movamos de un paquete a otro, existe la alternativa de poner nuestro dinero en Fondos de Inversión. Dichos fondos funcionan como la clásica “vaquita” en donde un intermediario arma un paquete de acciones o bonos y nos invita a entrar. La ventaja es que, una vez invertido nuestro dinero en un fondo, los expertos son los que se encargan de comprar y vender, lo cual no demanda toda nuestra atención (y, ojo, que no toda, pero sí vale la pena estar al pendiente. Después de todo es nuestro dinero), las comisiones de entrada y salida disminuyen, pues las compartimos entre todos los que estamos, pero ¡cuidado!, el riesgo no disminuye, es decir, no por el simple hecho de ser un Fondo de Inversión significa que el valor de las acciones permanecerá estable. Por lo tanto, invertir en fondos no necesariamente es más seguro, aunque sí más accesible. Existen en México más de 400 diferentes fondos y cada uno de ellos tiene una composición diferente. Para analizarlos puedes consultar el Prospecto de Inversión que se

presenta ante la CNBV y no es otra cosa, sino la radiografía de los papeles que componen el fondo, qué rendimiento se pretende lograr y quién es el administrador del mismo. Los prospectos son documentos públicos y están disponibles a través de la página de FundPro[7] que ofrece información de fondos en países como México, Chile y Argentina. Mi Tiendita, S.A. de C.V. Hace un par de días recibí la pregunta de alguien que necesita triplicar su capital en un periodo de ocho a diez años, pues cuenta con ello para su retiro. Su asesor le ofrece un portafolio en fondos de inversión compuesto por 80% deuda y el 20% renta variable. Mi respuesta es: existen muy, muy escasas probabilidades de que este sueño se convierta en realidad. Antes que nada creo que es conveniente explicar qué es DEUDA y qué es RENTA VARIABLE. Imaginemos la tiendita de doña Chole que parece ser buen negocio, doña Chole tiene fama de trabajadora y su tienda es de las mejor surtidas de su colonia. Pues bien, doña Chole tiene la oportunidad de

rentar el local junto a su negocio, para así expandir su tienda, vender más y aumentar así sus ingresos. Sólo que hay un pequeño detalle: no cuenta con capital propio (ahorros) para dar el depósito del local, hacer la remodelación y surtir ese nuevo espacio con mercancía. Las opciones para hacerse de dinero “fresco” son dos: pedirle prestado a don Jesús (DEUDA), el vecino de la papelería, o invitarlo a ser su socio (RENTA VARIABLE), lo cual significa obtener el dinero, pero cediendo parte del control de la tienda. Para don Jesús la decisión estriba entre guardar ese dinero debajo del colchón, prestar el dinero con una tasa parecida a la que daría un banco por sus ahorros o asumir el riesgo de asociarse con doña Chole. Si el negocio funciona sería maravilloso, aunque nadie puede saber qué tanto puede crecer, pero también existe la posibilidad de que el negocio no prospere y que pierda todo su dinero. Pongámoslo así: si presta el dinero, doña Chole va a estar obligada a regresarle el dinero puntualmente, vaya bien o no la tienda. Si se decide por una inversión, don Jesús va a ser el dueño de la tienda “en las buenas

y en las malas”. ¿A qué tasa va a estar doña Chole dispuesta a conseguir el dinero prestado? Dado que tiene fama de trabajadora y organizada, los vecinos le han dado una buena calificación crediticia (o sea que es muy probable que pague, digamos que es poco riesgosa), así que estará muy cercana a tasas de referencia, y aquí viene lo bueno: si el Banco de México ha decidido bajar la tasa de interés a 4.5% entonces doña Chole no estará dispuesta a pedir dinero prestado a una tasa muy por encima de ésta. Volviendo a la pregunta inicial, si esta persona desea triplicar digamos $100,000 poniendo $80,000 a una tasa –muy suertuda– de 5% (Ok, yo sé que esperamos que mejore, digamos entonces el 8% promedio anual) el mejor escenario para los $80,000 será convertirse en $172,700. Los $20,000 restantes con una tasa optimista promedio de 20% se convertirán en $57,600, pero recordemos que también se pueden convertir en $0. Así que, en el mejor de los casos, la inversión de $100,000, dentro de diez años se convertirá en

$221,700 (o $150,000 en un escenario pesimista), sin descontar comisiones, por lo tanto el objetivo de la inversionista no se va a lograr. La recomendación, en este caso, sería buscar otra combinación de portafolio (asumiendo quizá más riesgo) o definitivamente buscar otro tipo de inversión, si el riesgo no es algo que pueda asumirse. ¿Querrías trabajar con un asesor que no te explica estos números ni te hace consciente de que tu objetivo no se va a lograr antes de sentarte a firmar un contrato? ¿Qué harías tú en el lugar de don Jesús? Ejercicio #7. Inventario de recursos Si deseas emprender un nuevo negocio es necesario saber los recursos con los que cuentas. No se trata de listar sólo recursos materiales, tales como ahorro o productos, se trata de reconocer nuestras capacidades y debilidades. Conocernos a nosotros mismos y el ambiente que nos rodea nos da control sobre nuestras circunstancias, factor clave, ya sea para iniciar o continuar nuestro negocio o ser mejores en nuestro empleo. Para ello adaptaremos el análisis FODA (Fuerzas

Oportunidades, Debilidades y Amenazas)[8] a nuestra situación personal. Responde: 1. ¿Cuáles son mis fortalezas? O también ¿cuáles son mis habilidades? ¿Qué es lo que hago mejor que otras personas?, ¿qué distingue mi trabajo del de los demás? Te aseguro que te sorprenderán todas las habilidades que día a día damos por un hecho y que, en realidad, nos hacen competentes en uno o varios temas. Esta lista puede incluir capacidades intelectuales, físicas, sociales, etc. 2. ¿Cuáles son mis debilidades? ¿Qué es lo que hago mal o para lo que no soy muy capaz? Aquí aconsejo tener cuidado con no envolvernos en un mar de sufrimiento. Se trata de reconocer honestamente aquello que se nos dificulta, y recuerda que ni el gobierno, ni tu familia o amigos tienen nada que ver con esto. Se trata de ti.

Ahora veamos hacia afuera: 3. ¿Qué oportunidades existen a mi alrededor? ¿Estudiar nuevamente? ¿Un negocio alterno? ¿Trabajar sin cobrar mucho pero con la oportunidad de desarrollar los talentos que descubrí analizando mis fortalezas y debilidades? Cuando nos hacemos conscientes de nuestros talentos y carencias, siempre, de alguna forma, el radar para detectar nuevas oportunidades se afina, te lo aseguro. 4. ¿Qué amenazas existen a mi alrededor? Se trata de realizar un examen consciente sobre la posibilidad de que las cosas que están fuera de tu control salgan mal. ¿Existe posibilidad de perder tu empleo? ¿Cuentas con inversiones de mucho riesgo? Si quiero ganar más dinero, ¿qué podría suceder para que esto no fuese posible? Detectar amenazas nos ayuda a planear para las contingencias y así estar preparados y que éstas no nos tomen por sorpresa.

8. Hablar de dinero en pareja y en familia Hablar de dinero, tema tabú en la pareja ¡¡Hoy es mi aniversario!! Así es, mis estimados, ¡hoy cumplimos nueve años de casados! La fecha merece una reflexión especial, y es que confieso que todavía se me pone chinita la piel cuando me acuerdo de mi boda. La vida de casados no ha sido miel sobre hojuelas, hemos tenido nuestros “asegunes”: cambios de casa y de ciudad, súper ofertas de chamba, y también la pérdida de un trabajo, un negocio que no jaló y el arranque de otros dos que ahí la llevan, deudas preocupantes y la alegría de liquidarlas, la felicidad que da la llegada de dos hijos que hoy nos hacen la vida y el derrumbarnos juntos, cuando nuestro angelito se fue al cielo... Creo que los happily ever after[9] no existen y que Cenicienta y su Príncipe Azul alguna vez tuvieron sus bronquillas. ¿Qué cambiaría yo en mi historia de amor? Hablar

laaaaargooo y claro sobre el dinero desde que formalizamos la relación. Hablar acerca de dinero es el tabú más arraigado en nuestra cultura. Podemos hablar de todo con nuestra media naranja, pero abrir nuestra cartera ¡ay, qué trabajo nos cuesta! Les comparto: cuando formalizamos la relación, mi ahora flamante esposo y yo, hablamos acerca de sueños, parientes incómodos, hijos, quién lavaría los baños y ¿de dinero? ¡Nada! A ninguno se nos ocurrió, o más bien se nos hizo de mal gusto. Preguntar cosas como: ¿Cuántas tarjetas tienes? ¿Cuánto debes? ¿Cuánto gastas? ¿Qué va a pagar cada quién? no fue parte de nuestra agenda. Todo era tan rosa que lo material no importaba. Hoy podemos decir que aprendimos por el camino duro. Que, así como se abre el corazón, en una relación de pareja también es necesario abrir la cartera. Hablar abiertamente sobre los recursos con que cuenta la familia. Y los sueños que se buscan alcanzar nos convierte en una familia financieramente inteligente. Una relación sana con el dinero implica que podemos abrir este tema con nuestra pareja sin

necesidad de mentir, evadir, frustrarnos o enojarnos. Cuando la pareja comparte una actitud sana hacia el dinero puede abordar el tema abiertamente, sin temor a perder el control, sin miedo y, lo más importante, sin resentimientos. ¿Cómo puedo hablar de dinero con mi pareja? Antes que nada ¿para qué quiero tocar el tema? Si tengo claro qué es lo que quiero obtener de esta conversación, entonces sabré si tuve éxito o no. Si quiero tocar el tema porque siento enojo, entonces tal vez mi conversación debe ser sobre enojo y no sobre dinero; si quiero tocar el tema porque me preocupa, entonces la preocupación está por encima del dinero. ¿Qué conversación puede terminar mejor? A: “¡Gastaste un dineral en la tarjeta!”, o B: “Estoy preocupado porque no podremos pagar el adeudo en la tarjeta” ¿Qué nos funciona cuando queremos hablar de dinero? 1. Antes de subir al ring analizamos cuál es el

verdadero problema 2. Escoger el lugar y el momento (por favor, nunca cuando están tocando el timbre en una reunión familiar) 3. Entrar a la discusión con ganas de lograr un acuerdo razonable. El matrimonio o relación no se trata de “yo gano-tú pierdes” es “tú ganas-yo gano” 4. Disposición para ceder y lograr acuerdos 5. Ser claros en lo que se desea obtener y en lo que se está dispuesto a ceder. ¡Caray! Esta es regla de generales 6. Tratar de entender a la otra parte, también conocida como empatía Dejemos a un lado los tabúes y aceptemos que una relación de pareja está diseñada para compartirlo todo. Las relaciones no son para sufrir, sino para ser felices

siendo mejores personas. Si mi relación me hace mentir, ocultar, engañar... ¿cuál es mi ganancia? ¡Este viernes toca! Así es, el viernes es el gran día. Como de costumbre, mi hombre guapo y yo estamos preparándonos con anticipación para nuestra noche especial. Los niños se irán temprano a la cama (sin pretextos), prepararemos alguna botana y abriremos una botella de vino… todo ello como preparación ¡para hablar de nuestras finanzas familiares! Iniciamos esta costumbre hace algunos años, cuando decidimos manejar nuestras finanzas de forma saludable y nunca más tirar nuestro dinero. Y, aunque no somos extraordinariamente rigurosos haciéndolo mes con mes, cada cierto tiempo hacemos una cita para hablar de nuestro dinero. Planear nuestra cita con antelación nos da tiempo de juntar estados de cuenta, poner cada quien en orden sus números, establecer necesidades y buscar la forma de “colar” alguno que otro capricho. No tenemos pretexto sobre si falta algún dato o que mejor nos den ganas de ver una película. Para hablar

tranquilamente, nos aseguramos de que no habrá interrupciones y nada mejor que niños durmiendo y a una hora en que no recibimos llamadas telefónicas. Y es que, para nosotros, este es un asunto serio y no se vale atender la llamada de la comadre para cotorrear el punto. Nuestra conversación de finanzas es eso, una conversación de finanzas, no sobre quién no lavó los trastes el otro día o si me choca que “X” cosa. Si traemos enojos/resentimientos/emociones, entonces la conversación va a ser sobre eso y no sobre lo que habíamos planeado. Y conste que no estoy diciendo que esos temas no se tengan que abordar, sino que hay momentos para cada uno de ellos. Desde un inicio tenemos metas como pareja y familia, sobre las que trabajamos en estas reuniones. Al pasar los años el barco ha ido cambiando de rumbo y en el proceso hemos reorientado los esfuerzos. Fue en una de estas reuniones donde perdí la negociación de mi camioneta (¡snif!) pero gané la compra de una casa con jardín grande (¡sí!). En otra reunión decidimos darle vuelo a mi pasatiempo y convertirlo en negocio,

invirtiendo parte de nuestro patrimonio. Posteriormente (y vaya que ésta fue una reunión difícil para ambos) decidimos que también mi esposo emprendería su negocio y renunciamos a las mieles de un sueldo fijo. Hemos logrado soportar cada una de estas decisiones, porque conocemos cuál es nuestra posición financiera, cuáles son los compromisos que se avecinan, y “don Excel” es nuestro invitado de honor a cada una de estas reuniones. ¿La agenda de la reunión? Seguramente discutiremos resultados de las inversiones que hemos hecho y cómo se han dado los retornos, es decir, de qué manera está llegando el dinero de regreso. También consolidaremos las entradas que ambos recibiremos y, con base a ello, vamos a priorizar gastos. Revisaremos el estatus de los ahorros, los gastos que podemos evitar, los que tendremos que hacer aunque no queramos y, sin duda alguna, vamos a discutir sobre las ganas que tengo de hacer algunas mejoras decorativas en casa, y mi esposo tratará de convencerme de utilizar ese dinero para las vacaciones o mejoras al jardín, ¿quién ganará?

Nuestros “dates financieros” nos dan la oportunidad de saber que ambos buscamos las mismas cosas y qué es lo que tenemos que hacer para lograrlo, a veces con sacrificios de ambas partes, pero también con ganancias para ambos. Hoy puedo decirles que en esta casa sí se discute, algunas veces podemos caernos “gordos”, pero nunca peleamos por dinero porque, en esta familia: “El dinero no es suyo, ni mío, sino nuestro” Finanzas para la segunda vuelta en el amor Tomando café con una amiga y platicando sobre mi experiencia como conferencista en la Expo Boda, entramos en la discusión de un tema existencial: no existen en el país opciones para las novias de “segunda vuelta” o que han encontrado nuevamente el amor. En un país que experimenta un aumento avasallador en la cifra de divorcios, parecería que el tema de un segundo (tercer o cuarto) matrimonio no es del interés de diseñadores de vestidos de novia, coordinadores de protocolo, peinadores, maquillistas, revistas de novias

ni de coaches financieros… hasta ahora. Después del divorcio y tras el necesario tiempo para superar el trance, mi amiga vive ahora una idílica relación de pareja que está a punto de llevarla al registro civil de nueva cuenta, y tiene dos cosas muy claras: 1. No se enfundará en metros y más metros de tul 2. Firmará un contrato prenupcial Obviando la razón por la cual el tul no es opción, concentrémonos en los contratos prenupciales, y es que este tipo de contratos no es solamente para los famosos. Cualquier hijo de vecino (tú o yo) podemos proteger nuestro bienestar financiero (y el de nuestros hijos) firmando lo que en el Código Civil de nuestro país se conoce como Capitulación Matrimonial. El objetivo de la Capitulación Matrimonial es establecer el régimen patrimonial del matrimonio (¡ojo! no es necesario esperar a la segunda vuelta, también se puede establecer para matrimonios de

primera vez, ya realizados, con pachanga y toda la cosa). Básicamente, el objetivo de firmar con tu pareja una Capitulación es establecer qué es de quién y cómo se repartirá lo que se produzca (patrimonialmente hablando) durante la vigencia del matrimonio. ¿Le caerá el “mal de ojo” a tu relación si firmas un contrato prenupcial? Honestamente no lo sé. Pero para mi amiga es un must. ¿La razón? Tiene cuatro hijos de su primer matrimonio, cuyo patrimonio desea proteger en caso de vivir el remake de su divorcio. ¿Está entrando a este nuevo matrimonio predispuesta a fracasar? No, simplemente lleva cinco años dedicándose a los seguros de vida y sabe que la protección y la tranquilidad son muy importantes. ¿Dónde se consigue? Este tipo de contratos se establece ante un notario (si piensas que es muy caro solicita informes sobre el costo de un divorcio donde sea difícil establecer acuerdos, seguramente el costobeneficio será para el contrato prenupcial). Y, si quieres ahorrar, te sugiero una previa, larga y completa plática a solas con tu pareja que incluya: -Detalle de las propiedades con las que

contarán al establecer la unión -Ahorros -Deudas -Proporción en que repartirán los bienes que adquieran -Quién administrará dichos bienes -Etcétera A fin de lograr acuerdos con tu futura(o) tal-porcual y no ante el notario, pues éste sí te va a cobrar honorarios por escuchar toda la discusión. Probablemente decidan que la Capitulación Matrimonial no es lo suyo. Sin embargo te sugiero tener esta plática con tu pareja. Puede ayudarles a validar puntos de vista, a conocerse mejor y quizá evitar una desilusión. Comenzar una nueva relación con tabús acerca de hablar de dinero sí es condición para el “mal de ojo” en un matrimonio. Cuando el príncipe azul se convierte en el rey de chocolate Erase una vez una linda princesa graduada con honores de la universidad. Sus padres no podían estar

más que orgullosos y la princesa brillaba en sociedad. Jefes y colegas le auguraban una exitosa carrera profesional de la cual nuestra princesa obtenía un salario que le permitía cumplir tanto deseos como necesidades. Hasta que apareció su príncipe azul… Una vez celebrada la boda real, la princesa puso sus finanzas en manos del príncipe, ya que el futuro como reina consorte le reclamaba poner toda su atención en el cuidado de los herederos. Nada de andar de aquí para allá tratando de balancear nada. La bonita carroza llenaba el tanque cómo y cuando el príncipe lo decidía, y ni hablar de cambiar los herrajes de los caballos, eso era tarea del príncipe. Si la princesa deseaba adquirir un nuevo ajuar para el próximo baile, dependía por completo del buen humor de su amado, independientemente de lo tesoros acumulados en el arca. Más bien por el afán de control de su ya no tan azul príncipe… Y es que este apuesto príncipe comenzaba a perfilarse como el rey de chocolate. Las murallas de membrillo y las torres de turrón comenzaban a aprisionar a la princesa, pues el rey, a pesar de ser tan

dulce, tenía cada vez más amargo el corazón, y la princesa no podía tomar ni una sola monedita de oro para llevar a los herederos a la peluquería sin desatar el fuerte llanto de su rey. Más tarde y, gracias a las intrigas reales, la princesa descubrió que el ya declarado rey de chocolate, pretendía anexarse nuevos reinos conquistando a otra princesa y, antes de ser aplastada por un merengue, decidió huir a toda prisa. Ahora la princesa depende de que el rey de chocolate se desprenda de algunas monedas de oro para la manutención de los herederos. Su empolvado currículum no ha logrado colocarla en el puesto que dejó por seguir a su príncipe, y ahora sólo alcanza para medio llenar el tanque de la carroza, convertida en calabaza. La princesa dejó olvidada su Afore y, por supuesto, nunca contó con una cuenta personal de ahorro. Las doradas tarjetas de crédito que tanto placer le daba usar, ahora sucumben al poder de la firma de otra princesa. Los concejales del reino le aseguran que no se recaudan impuestos suficientes para

pagarle por el trabajo de princesa consorte que desempeñó por tantos años. ¿Debe la princesa sentarse a llorar esperando la llegada de un nuevo caballero andante que venga a su rescate? ¿Prestado o regalado? Dinero en familia ¡Qué difícil es no prestar dinero! Especialmente cuando se trata de tu hermano, tus hijos o tus padres. ¿Sabes que una de las causas más citadas por la cual las personas tienen problemas con su tarjeta de crédito es porque dispusieron de dinero en efectivo para ayudar a algún familiar? Claro, el familiar salió del apuro, pero dejó colgadísimo al tarjetahabiente. ¿Cuántos de esos préstamos se recuperan? No muchos, al menos en los términos bajo los cuales se realizó la promesa de pago. Prestar dinero a un familiar equivale, en gran proporción de los casos, a regalar el dinero como condición para mantener la relación de familia intacta. Por otro lado, cobrar e intentar recuperar el dinero genera tensiones y problemas en la familia, pues termina involucrando a más personas que el original deudor-acreedor. ¿Cuántos platos se rompen

y familias se desbaratan porque durante alguna celebración sale a colación el tema del préstamo no devuelto? Cuando algún miembro de la familia ha cuidado sus finanzas, ha sido ordenado, se ha convertido en un comprador inteligente y no cede a las compras por impulso en aras de planear un futuro sin preocupaciones de tipo económico, ¿debe convertirse necesariamente en el banco a tasa 0% de toda la familia? ¿Debe alguien reprimir sus caprichos para terminar pagando los “gustitos” de alguien más? Yo creo que no. Prestar dinero, y especialmente el que no tienes, o planeas destinar para otras cosas, te pone en una situación de desventaja y en un alto riesgo de no ver ese dinero de regreso. Piensa que ayudar a alguien a “tapar un hoyo” no garantiza que no abrirá otro en el futuro. Si se trata de darle “un empujón”, también existen otras formas de proteger tu dinero: Dar dinero no es garantía de ayuda, ni de amor. Recomendar a alguien para un trabajo o ayudarle a vender algo, pueden ser más significativos. Recuerda el dicho: “No me des de comer, mejor enséñame a

pescar”. Jamás prestes tu dinero a quien tiene problemas de adicciones o deudas de juego, mejor paga el ingreso para rehabilitación, pues “tanto peca el que mata a la vaca, como quien le agarra la pata”, dirían por ahí. Si tu familiar se niega a explicarte o a firmar un contrato que le obligue a devolver tu dinero, ¡mejor para ti! Es la señal de que tu dinero no debe dejar tu bolsillo. Alguien que no acepte asumir un compromiso demuestra que tampoco tiene intención de cumplir su palabra. Si los bancos tienen derecho a exigir su dinero de vuelta, tú también. No prestes dinero que no tienes, es decir, no pidas prestado para prestárselo a alguien más, a menos que esa persona firme un contrato bajo las mismas condiciones que tú estás firmando. Más simple, si vas a disponer de una tarjeta de crédito (sólo en casos de vida o muerte, por favor), tu familiar debe comprometerse por escrito a pagar los intereses de ese préstamo. Existe, claro, la posibilidad de que no cumpla con el contrato, pero al menos tendrás algo que mostrarle a la tía Euclides cuando te pregunte por qué

razón no invitas a su hijito a la cena de Navidad en tu casa. No pongas tu relación de pareja en riesgo por un préstamo familiar. Recuerda que tu esposa(o) e hijos están por encima de cualquier otro miembro de la familia. Disponer del enganche de tu casa, el ahorro de colegiaturas o cualquiera que sea la razón por la que han ahorrado juntos, en familia, sin consultarlo con ellos primero… bueno, creo que no necesito explicar las consecuencias. Existen familias, por supuesto, donde los compromisos se aceptan y se cumplen. Cuando alguien pide dinero es porque tiene la seguridad de devolverlo. ¿Qué caracteriza estos préstamos familiares? El amor y el respeto. Porque me importas cumplo el compromiso y si, por alguna razón extraordinaria no puedo pagarte, asumo las consecuencias, haciéndome responsable de pagar un interés, o cualquiera que sean los términos establecidos. Recuerda que acostumbramos darle al dinero una carga emocional. Si no podemos eliminar las emociones al recibir u otorgar préstamos en familia, estaremos

poniendo una carga muy pesada a la relación. Si realmente deseas ayudar, piensa si estarías dispuesto(a) a regalar ese dinero. Si la respuesta es sí, adelante. ¿Has perdido alguna relación cercana a causa de un préstamo no cumplido? Ejercicio #8. Comunicación en la pareja ¿Comparten tú y tu pareja sus metas y objetivos financieros?

¿Cómo calificas la comunicación con tu pareja con respecto al dinero?

¿Qué puedes lograr al mejorar la calidad de comunicación con respecto al dinero?

¿Qué acciones hay que realizar para mejorar la comunicación entre ambos?

¿Cuándo será un buen momento para tener una plática con tu pareja respecto al dinero?

¿Qué objetivo específico esperan cumplir al tener esta plática?

¿Qué estás dispuesto a hacer/ofrecer para lograr

acuerdos en pareja?

Haz una lista de las acciones que debes realizar para tener una plática satisfactoria acerca de dinero con tu pareja.

9. ¿Cómo enseñar a ahorrar a nuestros hijos? ¿Quién dijo que es fácil ahorrar? Pareciera que quienes “le hacemos” a este asunto de las finanzas nos ubicamos solamente en un lado de la cancha, y desde una cómoda posición nos dedicamos a pregonar acerca de la importancia de planear, ahorrar, no endeudarse, etc. Desafortunadamente, al menos en mi caso, no es así. A veces me encantaría abandonarme en los suaves brazos de las compras por impulso y pensar en que no existe un mañana. Lo anterior viene a colación, pues hace poco estuve muy cerca de mandar la frugalidad al traste, cuando en cierta fiesta infantil mi hijo se quedó como el chinito “mirando, mirando” mientras sus amiguitos jugaban durante horas con un Nintendo DS y él nunca obtuvo un turno para jugar. Dicho gadget ha sido el objeto de deseo de mi hijo durante el último año, y yo tuve a bien utilizarle para fomentar la cultura del ahorro en casa. En lugar de ceder a sus infinitas súplicas, papá y mamá

sencillamente se limitaron a regalarle una alcancía y prometer un domingo regular, así como la oportunidad de realizar tareas adicionales a fin de juntar el monto necesario para el próximo diciembre (el plan es que, no importa lo que junte, le va a “alcanzar”). Y ahí tienen ustedes a mi chaparro, de casi siete años, ahorre y ahorre y emocionándose cada vez que su alcancía transparente (lo de transparente funciona porque permite visualizar el avance en el proceso de llenado) va incrementando su nivel y le cambiamos monedas por billetes. Con lo anterior se cumplen tres premisas básicas del ahorro: un objetivo específico (no ahorrar a lo menso), una fecha de cumplimiento (Navidad en este caso) y metas intermedias (cuando cambia monedas por billetes dispone de alguna cantidad para comprar revistas o juguetes pequeños). En el inter ha tenido la oportunidad de embarrar la mugre de nuestros autos en su bienintencionado intento por acelerar el proceso, y de él salió la idea de poner a la venta la casita de su perro (el perro se tuvo que ir a vivir a otro lugar, pero esa es otra historia).

El plan de frugalidad familiar funcionaba a la perfección hasta que unos niños gandallas lo pusieron a prueba, pues salí del evento y me encaminé rumbo al centro comercial para comprar el dichoso Nintendo DS para mi chaparro… ¿Qué sucedió? Mientras manejaba me di cuenta de que no voy a estar ahí para resolverle las broncas a mis hijos eternamente, y de que, si daba al traste con todo este esfuerzo, la única enseñanza sería inconsistencia (digo, si van a tener una mamá loca, al menos que sea siempre loca y no bipolar). Finalmente, el juguete llegará y quiero creer que lo va a cuidar más si trabajó todo un año para obtenerlo, que si se lo regaláramos solamente porque sabe poner carita triste… ¿Qué va a querer la princesa? Hace algunos días me reuní con cierto empresario. Lo que comenzó como una entrevista de diagnóstico de negocio, derivó en una interesante plática sobre cómo transmitir a nuestros hijos la importancia de establecer prioridades y dar valor a lo que como padres podemos darles. Cuando hablamos de dinero y sobre la importancia

de poner en orden nuestras finanzas personales, quienes somos padres solemos preguntar ¿cómo enseñar a nuestros hijos a ahorrar? y al momento surgen recomendaciones tales como: “dales una alcancía desde pequeños”, “haz que trabajen en casa y asígnales cierta cantidad semanal”, “usa un contenedor transparente, al estilo de la película Up”, etcétera, etcétera… pero lo que pocas veces nos atrevemos a decir es “hay que enseñar con el ejemplo”. Al igual que nuestros pequeños “clonan” la forma en que contestamos el teléfono, caminamos, comemos, hablamos y todo lo que hacemos, también aprenderán a relacionarse con el dinero de la misma forma en que nosotros lo hacemos. Si nos ven felices al gastarlo a manos llenas, entonces querrán gastar también para procurarse momentos de placer, si nos ven sufrir porque nunca nos alcanza, entonces aprenderán que el dinero solamente nos hace sufrir. El empresario me platicó acerca del mucho trabajo que le representó llevar su negocio al nivel de operación actual y el tiempo y esfuerzo que le ha tomado construir un patrimonio que hoy le brinda la posibilidad de

preguntar a su hija ¿qué vas a querer para tus XV años? Confieso que mientras escuchaba el relato de esta conversación entre padre e hija, no puede evitar barajar las siguientes hipótesis acerca de lo que la princesa escogería para tan especial ocasión: 1. Viaje a Europa 2. Auto último modelo 3. Fiesta por “todo lo alto” 4. Viaje de shopping para renovar el guardarropa 5. ¿Cirugía plástica? (se dice que está de moda a esta edad) Pues resulta que no acerté con ninguna de las opciones, pues la futura quinceañera pidió: ¡un taxi para ponerlo a trabajar y comenzar así su primer negocio! En un ambiente privilegiado donde podría pedir (y obtener) cualquiera de los regalos típicos de XV años,

esta princesa tiene en mente comenzar a construir su propio patrimonio, gracias al ejemplo que ha venido observando desde pequeña, tal como lo demuestra la carta que su orgulloso padre porta en la cartera. ¿De qué sirve comprar una alcancía a nuestros hijos si ellos nunca nos ven depositar en la nuestra? ¿Cómo le explicas a tu pequeño que no puedes comprarle la última consola de videojuegos cuándo él te ve comprar electrónicos innecesarios a crédito? Si yo no hago trabajo de mantenimiento en casa, ¿cómo puedo exigirle que él lo haga? ¿Cómo les enseñamos a posponer sus antojos cuando nosotros “valemos todos esos pequeños lujos”? Y tú, ¿cómo le vas a enseñar a tus hijos a ahorrar? ¿Cómo fomentar el ahorro en nuestros hijos? Enseñar a nuestros hijos a ahorrar es uno de los mejores regalos que podemos dar y la mejor forma de hacerlo es a través del ejemplo, pues los niños aprenden a través de lo que viven, por lo que, más que decirles cómo ahorrar o convencerlos de las bondades de depositar su “domingo” en el banco o una alcancía,

será más efectivo si tú también te sumas al esfuerzo e implementas un plan de ahorro al igual que ellos. Para comenzar, cada miembro de la familia debe definir su meta de ahorro, es decir, ¿para qué quieren ahorrar? Recomiendo que esta meta sea suficientemente específica tal como cierto juguete, equipo deportivo, o cualquier otra cosa que el futuro ahorrador tenga en mente. Investiguen el precio de lo que desean y así tendrán un objetivo de ahorro bien definido. Un ahorro sin propósito tiene altas posibilidades de fracasar. A continuación pueden fijar el plazo para lograrlo. En el caso de niños pequeños conviene asociar el objetivo con las vacaciones de verano o Navidad, lo que les permite tener una mejor noción del tiempo. Es importante asegurarse de que los “domingos” alcanzarán para lograr el ahorro necesario en el plazo determinado. De no ser así, puedes ofrecer opciones para incrementar su ingreso tal como ayudar con alguna tarea doméstica, adicionalmente a las que ya realizan. La idea es que el objetivo sea alcanzable y con ello mantener la motivación durante el proceso.

Como proveedor del “domingo” es imprescindible la constancia. Recuerda que éste es el ingreso con el que tus hijos contarán para lograr su propósito de ahorro. En tu caso es importante que los niños observen que también destinas una parte de tu ingreso al ahorro, así como platicar con ellos acerca de los avances o el consumo que decides posponer en aras de un propósito definido. Ahora bien, ¿en dónde ahorrar? La mayoría de los bancos ofrece cuentas de ahorro infantil. Te recomiendo elegir uno cuyo costo y proceso de reposición de tarjetas sea accesible, pues es muy probable que la tarjeta en cuestión decida no quedarse en su lugar todo el tiempo. Otra opción que funciona muy bien es una alcancía transparente que permita a los niños monitorear el proceso de llenado. Cuando las monedas alcanzan el tope puedes canjearlas por billetes y, si hay algo de cambio y la meta se está logrando, tus hijos pueden disponer de alguna cantidad pequeña para gastar; esto se conoce como meta intermedia y permitirá a los niños festejar por el esfuerzo realizado.

Establecer el hábito del ahorro es un proceso que requiere tiempo y constancia. En la medida que tus hijos encuentren satisfacción en lograrlo aumentarán sus posibilidades de convertirse en adultos ahorradores. Una vez que se ha formado el hábito del ahorro puedes trabajar en el concepto de inversión. Una vez que el niño es capaz de manejar el concepto de rendimiento, ayúdale a buscar una opción de negocio en donde pueda invertir su capital, trabajar y generar ganancias. ¿No necesita este país más empresarios y menos banqueros? Familias financieramente inteligentes Estoy escribiendo este post mientras planeo una sesión sobre familias financieramente inteligentes y la elaboración de un plan financiero familiar. Me gustaría facilitar este taller haciendo un paralelo entre la estrategia familiar y la estrategia corporativa, ya que ambas incluyen comunicación, establecimiento de metas, revisión de los avances, corrección y actualización. A simple vista el asunto de la comunicación parecería obvio. Pero, tal como he escrito

anteriormente, el tema financiero puede ser, si no tabú, al menos sí muy complicado entre la pareja, y aún más si se incluye a los hijos, a quienes tratamos de proteger ocultándoles (no siempre con éxito) en qué estado se encuentran las finanzas familiares. Sin pretender que el tema de dinero sea prioridad para la familia, creo que poner en orden este aspecto puede ser un buen punto de partida por la emocionalidad que representa. Aún cuando la situación pudiese no ser mala y simplemente se tome la decisión de modificar hábitos de consumo y ahorro, cualquiera que sea el objetivo final, con frecuencia observo que el plan financiero de la familia se convierte en cruzada de un soldado/amazona solitario. Recuerdo un taller que facilité en donde una de las asistentes, cuyos hijos calificaban como “coda” y “obsesiva”, se quejaba de lo difícil que le resultaba ahorrar y controlar los gastos de casa. Al preguntarle si su familia estaba al tanto de los montos que se gastaban

en energía eléctrica, gasolina y despensa, su respuesta fue ¿para qué van a querer saber? Y, como suele suceder, ella misma se respondió algo así como “esa es la razón por la que piensan que sólo ando molestando, no saben lo gastados que estamos…” Cualquiera que sea su edad, los hijos agradecen ser tomados en cuenta como parte de la familia. No se trata de transmitir enojo o preocupación, sino de explicarles los beneficios en el cambio de hábitos de la familia en la forma que sea adecuada a su nivel de comprensión. Una de las responsabilidades que tenemos como padres es fomentar la educación financiera de nuestros hijos, ya que, desafortunadamente, ningún plan de estudios en nuestro país la incluye. Hablemos ahora de la medición de resultados como otro componente de la comunicación familiar. De no existir, además de no saber si las estrategias están funcionando, la motivación del equipo (familia) disminuirá. Si se establece como meta disminuir el monto del recibo de luz, por ejemplo, se debe informar qué tanto se viene gastando y cuál es la meta. A medida

que nos acercamos a la meta conviene agradecer los esfuerzos de la familia, tal como haría un director general, festejando lo que se conoce como “metas intermedias”. Finalmente, recordemos también que los líderes exitosos toman en cuenta la retroalimentación constante de su equipo. No estará de más pedir a la familia ideas acerca de cómo pueden ahorrar más. Con seguridad se recibirán ideas muy creativas, que a su vez mantengan a todos los miembros de la familia enfocados en convertirse en una familia financieramente inteligente. Puede no ser un camino fácil, pero el recorrido hacia la salud financiera puede estar lleno de satisfacción y crecimiento. Si decidimos recorrerlo en familia, será un momento de crecer juntos y aprender a valorarnos, ¿no te parece? Ejercicio #9. Definiendo tu escala de valores Educamos a nuestros hijos de acuerdo a lo que es importante para nosotros. Nuestros valores reflejan quien somos hoy, no quien hemos sido, ni quien quisiéramos ser. Conocer con claridad nuestra escala de valores nos ayuda, no sólo a tomar mejores

decisiones con respecto a nuestro dinero, sino a saber qué es lo que estamos transmitiendo a nuestros hijos a través del ejemplo. 1. Analiza la siguiente lista de valores humanos y tacha aquellos con los cuales no sientas identificación alguna. Puedes añadir cualquier otro que consideres importante y no esté incluido en la lista: 2. ...

Familia Aprender Compasión Serenidad Respeto Alegría Empatía

Honestidad Sensibilidad Orden Paciencia Alegría Autenticidad Solidaridad

Coherenc Docilidad Servicio Sencillez Sinceridad Gratitud Prudencia

Valentía Desprendimiento Amor Perdón Superación Laboriosidad Confianza Trabajo

Consejo Flexibilidad Liderazgo Sobriedad Compromiso Libertad Lealtad

Optimism Autodomi Ecología Persevera Responsa Carácter Perdón

3. De los valores con los cuales te identificas escoge los diez principales que consideres te definen como persona. 4. Clasifica en orden de importancia los valores que te definen y escríbelos en el siguiente formato, calificando para cada valor el nivel de satisfacción actual que tienes con respecto a ese valor. Si la satisfacción con respecto al valor no es la máxima (diez puntos), busca y escribe una

acción concreta que puedes realizar para vivir el valor de una forma plena. Mi escala de valores:

Prioridad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Valor

-

Nivel de satisfacción (1 al 10)

Una acción concreta para vivir de acuerdo a este valor

-

-

Nuestros valores conducen las decisiones que tomamos y la forma en que vivimos nuestra vida. Saber qué es importante para ti te permite tomar decisiones con respecto al camino a seguir para obtener salud financiera. Una causa de fallos en la implementación de planes financieros personales radica en el tomar acciones que no van de acuerdo a nuestra escala de valores y que, consciente o inconscientemente, rechazamos, saboteando nosotros mismos el plan que hemos trazado. La escala de valores no es estática, cambia conforme evolucionamos como personas, por lo cual no debe sorprenderte encontrar cambios si realizas este mismo ejercicio pasado algún tiempo.

10. Derrotando al saboteador que vive en ti Si estás a punto de iniciar un cambio importante en tu vida, necesitarás de toda tu energía. Cuando comiences a cambiar tus hábitos de gasto y consumo, no faltarán las frases “no seas codo(a)”, “¿qué, no te alcanza?”, “más vale pedir perdón…”, entre otras. Todas ellas con la intención de sabotear tu meta y robar tu motivación. Imagina que estás en un bote a punto de una larga jornada de remo para alcanzar el otro extremo del lago, ¿zarparías del muelle si el bote estuviese haciendo agua? ¿Qué estrategia puedes utilizar para evitar sabotajes en el camino a tu salud financiera? La loca de la casa ¿Y, si sí se puede alcanzar la salud financiera? Como coaches sabemos que una parte fundamental para lograr metas consiste en cambiar nuestro diálogo interior. Sor Juana Inés de la Cruz se refería a este tipo de diálogo como la necesidad de callar a “la loca de la casa”.

Es esa loca que todos conocemos y hemos visto deambular en la familia, en el vecindario o al menos en películas, que se hace presente en cada momento, y de forma irreverente interrumpe conversaciones con ideas desatinadas. Vive también en nuestro interior. Es esa vocecita que nos dice por dentro ¿y de verdad soy capaz? ¿Cómo crees que lo voy a lograr? ¿Para qué dije que sí puedo, si no tengo idea? Esa “loca de la casa” también nos lleva a inventarnos historias del tipo “fulanito no me saludó, seguro me odia”, mientras que el pobre fulanito ese día no pudo más con los lentes de contacto y de plano no te reconoció. ¿Te ha pasado? ¡A mí sí! Cuando dejamos que la “loca de casa” tome el control, y en lo que a este espacio atañe de nuestras finanzas, lo único que estamos haciendo es dejar que alguien, sin el pleno uso de sus facultades mentales, maneje el auto que nos llevará a la tranquilidad financiera que deseamos. ¿Lo permitirías? ¿Qué te dice “la loca de la casa” cuando quieres ahorrar? ¿Te dice que no vale la pena? ¿Te dice que no vas a cumplir con lo que te propones, que ni lo intentes

porque al fin que ya te conoces? ¿Te dice que por mucho que te esfuerces, al final algo se va a atravesar y vas a seguir en las mismas? ¿Te dice que no lo vas a lograr porque no eres capaz? Pero lo más importante: ¿Qué es lo que tú le permites a “la loca de la casa” susurrar en tus oídos? Y es que a esa loca no la controla nadie, sino nosotros mismos. Cada uno de nosotros tenemos el poder de cambiar lo que esa loca viene a gritarnos. ¿Cómo se logra? 1. Identifica al enemigo. Sé consciente de esos pensamientos que sabotean tus buenos propósitos. ¿Los identificas? Escríbelos y hazle saber a esa saboteadora que ya no le das permiso de susurrarlos en tu oído. 2. Cambia tu diálogo interno. Construye para cada una de estas frases saboteadoras la antifrase que la neutralice, por ejemplo: “nunca sé cómo ahorrar, es difícil” por “ahora sé que es lo que

tengo que hacer para ahorrar” o “soy muy gastador” por “fui muy gastador, ahora tengo metas y no voy a tirar más mi dinero”. Cada quien puede construir las frases que mejor callen a su propia loca. 3. Felicítate por cada batalla que ganes. Recuerda que las grandes empresas se ganan batalla a batalla. Poco a poco irás debilitando a tu saboteadora interna hasta reducirla a nada. ¿Sirve? Te lo aseguro. No lo intentes solamente para tus finanzas, úsalo para tu negocio, para tus relaciones, para la escuela, pues sirve en todos los casos. Yo ya puse a mi loca en una institución mental, ¿te atreves a llevar ahí a la tuya? Ejercicio #10. Identifica a tus saboteadores ¿Cuáles son los pensamientos que pueden sabotear tus propósitos financieros?

¿Qué antifrase te repetirás ante cada uno de esos pensamientos?

¿Cómo vas a premiarte cada vez que consigas derrotar a un pensamiento saboteador?

11. Mi historia ¿En cuánto a mí? He recorrido palmo a palmo el camino hacia la salud financiera. Desnudando mis finanzas, primero en el blog y ahora en este libro, he recorrido aciertos y también tropiezos. Sueños, impulsos, metas y realidades se han convertido en el cimiento de lo que comparto hoy contigo. Dificultades han existido y existirán pero, al igual que tú, sé que cuento con los recursos para enfrentar y resolver cualquier eventualidad. He aprendido a dejar los miedos a un lado y asumir la responsabilidad de construir mi propia salud financiera. Tengo una sana relación con el dinero y lo he transformado en una herramienta que me sirve a mí en lugar de yo a él. El crear un espacio dedicado al Coaching Financiero y mi trabajo como coach y conferencista trajo personas e historias que enriquecen mi vida. Por mi parte, he podido contribuir al enriquecimiento de las vidas de otras tantas personas y ésa es la satisfacción que me llevo de esta experiencia. Las finanzas personales sanas tienen mucho más de actitud que de conocimiento. Aunque ambos son

importantes, el comenzar estableciendo una relación sana con nuestro dinero nos abre hacia posibilidades nunca antes sospechadas. Existen allá afuera muchas fórmulas y consejos acerca de la forma en que debemos manejar nuestras finanzas; siempre que éstos se apeguen a nuestros deseos, necesidades y valores ,todo nuevo conocimiento o aportación es bienvenido. Deseo que este viaje hacia la salud financiera se convierta para ti en lo que su momento fue para mí, un viaje de descubrimiento hacia todos esos recursos que existen dentro de nosotros y que tanto pueden engrandecer, no solo el aspecto financiero, sino también a toda una vida. Karla Bayly [1]

Basado en la Escala de Hábitos de Conducta y Consumo (Degeneri, Palavecinos y Ripoll, 1998) [2] www.profeco.gob.mx [3] Acrónimo de Foreign Exchange (Intercambio de Monedas Extranjeras).

[4] [5]

Very important people: personas muy importantes CNBV: Comisión Nacional Bancaria y de Valores. www.cnbv.gob.mx [6] Autora del blog “Vivir como reina y gastar como plebeya” http://blogs.cnnexpansion.com/vivir-como-reina [7] www.fundpro.com [8] El modelo de análisis FODA (Fuerzas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) fue desarrollado por Michael Hammer y es utilizado por un gran número de empresas como parte de su proceso de Planeación Estratégica. [9] Felices para siempre

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