Thot-Pensamiento y Poder en El Egipto Faraónico

November 30, 2017 | Author: Dyehuty-Thot | Category: Horus, Egypt, Ancient Egypt, Temple, Africa
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Egiptología...

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Ferran Iniesta

Thot PENSAMIENTO

Y PODER EN EL EGIPTO FARAÓNICO

FERRAN INIESTA PROFESOR EN lAS UNIVERSIDADES DE DAKAR (SENEGAL) y ANTANANARIVO (I.o1ADAGASCAR). ACTUALMENTE ES PROFESOR TITULAR DE HISTORIA DE ÁFRICA EN LA UNIVERSITAT DE BARCELONA. IMPULSOR DEL MÁSTER EUROAFRICANO (2010-2012) EN CIENCIAS SOCIALES PARA EL DESARROLLO ENTRE TRES UNIVERSIDADES AFRICANAS Y CINCO ESPAÑOLAS, DIRIGE DESDE EL AÑO 2005 EL GRUPO DE INVESTIGACiÓN CONSOLIDADO GESA (GRUP D'ESTUDI DE LES SOCIETATS AFRICANESI y COORDINA. DESDE EL AÑO 1997, LA RED DE INVESTIGADORES ARDA (AGRUPAMENT DE RECERCA I DOCÉNCIA O'ÁFRICA). ESPECIALIZADO EN SISTEMAS DE PODER Y SISTEMAS DE PENSAMIENTO EN ÁFRICA, ES AUTOR. ENTRE OTRAS OBRAS. DE ANTIGUO NACIÓN RAS

NEGRA

AFRICANAS

EMITAI,

EL PLANETA

DE HISTORIA

APROXIMACIÓN

KUMA.

HISTORIA

(2000) Y

AFRICANA

HISTÓRICA OEL ÁFRICA

(1995, CON CH. COULON),

(2002. CON A. ROCA), LA ÁFRICA

FRONTERA

EN DIÁSPORA

AMBIGUA.

(2007) Y

ÁFRICA

EN

TRADICIÓN

EL ISLAM

LA

ÉTNIA

Y DEMOCRACIA NEGRA

LA

CULTU-

NEGRA

FRONTERA

DEL ÁFRICA

EGIPTO.

A LAS

EL PENSAMIENTO

(2010). COMO EDITOR CIENTfFICO CABE DESTACAR,

AFRlCANS

(2007).

NEGRO.

(1992. 1995. 1998. 2002).

ESTUOIOS

AFRICANO MÓNS

(1989),

(19981.

TRADICIONAL

I

NACIÓ

ALS

OCCIDENTAL EN ÁFRICA (2009).

~

CATARATA

Cffo CASA ÁFRICA

726856 íNDICE

LA EDICiÓN DE ESTE LIBRO HA SIDO PATROCINADA POR

Cflt CASA ÁFRICA

LA SERIE DE ENSAYOS CASA ÁFRICA RESPONDE A LOS OBJETIVOS DEL PLAN NACIONAL PARA LA ALIANZA DE CIVILIZACIONES

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CAPíTULO 1. ESFINGE. lA FASCINACiÓN DEL ANTIGUO EGIPTO 7 CAPíTULO 2. KÉMIT. El PAís DE CAM. ÁFRICA NEGRA EN El MEDITERRÁNEO 17

DISEÑO DE LA COLECCiÓN. ESTUDIO PÉREZ-ENCISO DISEÑO DE CUBIERTA JACOBO PÉREZ-ENCISO

© FERRAN INIESTA. 2012 © CASA ÁFRICA. 2012 © LOS LIBROS DE LA CATARATA. 2012 FUENCARRAL. 70 28004 MADRID TEL. 91 532 05 04

CAPíTULO 3. HORUS DE NEKHEN. lA FUNDACiÓN DEL PAís NEGRO 27

Qostul. Faraones en la segunda catarata 2,7 Anw. Los creadores del predinástico 34 Horus. El dios de África en el Nilo 40 Remtw Kémit. La vida cotidiana en el IV milenio 48

FAX. 91 532 43 34 WWW.CATARATA.DRG

THOT. PENSAMIENTO Y PODER EN EL EGIPTO FARAONICO

ISBN. 978-84-8319-674-8 DEPÓSITO LEGAL. M-5.917-2012

CAPíTULO 4. PTAH DE MENFIS. METAFíSICA ESTELAR EN EL NilO

Narmer. La fundación de Las Murallas Blancas 62, Thot y Átum. Las grandes metaontologías egipcias 65 Pirámides. Faraones en el eje del mundo 78 Unas. Paradojas teóricas en las dinastías solares 87

ESTE LIBRO HA SIDO EDITADO PARA SER DISTRIBUIDO. LA INTENCiÓN DE LOS EDITORES ES QUE SEA UTILIZADO LO MÁS AMPLIAMENTE POSIBLE. QUE SEAN ADQUIRIDOS ORIGINALES PARA PERMITIR LA

CAPíTULO 5. AMÓ N DE TEBAS. COSMOTEOlOGíAS IMPERIALES EN lA ENCRUCIJADA 97

EDICiÓN DE OTROS NUEVOS Y QUE. DE REPRODUCIR PARTES. SE HAGA CONSTAR EL TITULO Y LA AUTORIA.

Osiris. El buen pastor en el Nilo 99

59

CAplrULO 3

HORUS DE NEKHEN. LA FUNDACiÓN DEL PAís NEGRO A HORUS SE LE Ll.AMA GENERALMENTE DIOS.

EL SEÑOR

ADQUIRlDO

DEL CIELO" ..

PROPORCIONES

EN UNA VISIÓN;

"EL eRAN

EL PÁJARO

GIGANTESCAS,

SUS ALAS EXTENDIDAS

HA

COMO SON EL

CIELO. SUS FIEROS OJOS, EL SOL Y LA LUNA. TODAVíA (SE DECÍA)

EN EL REINO NUEVO:

'Tú

ERES EL

DIOS QUE EXISTIÓ PRIMERO, ANTES QIIE NINGljN DIOS HUBIERA LLEGADO A EXISTI R, CUAN DO TODAVíA NO SE HABíA PROCLAMADO

El. NOMBRE DE NINCUNA

COSA. CUANDO ABRES LOS OJOS PARA VER, SE HACE LA LUZ PARA TODO EL MUNDO".

Reyes y Dioses, 61 (Frankfort)

SUCEDIÓ QUE SE COLOCÓ ELJUNCO y El. PAPIRO EN LAS DOS PUERTAS PTAH,

EXTERIORES

ESTO QUIERE

DECIR:

FUERON INDULGENTES

DEL TEMPLO

HORUS

DE

y SETH QUE

EL UNO CON EL OTRO Y SE

UNIERON Y FRATERNIZARON

DE TAL MODO QlIE SU

PELEA, FlIESE LO QUE FUESE, HA CONCLUIDO. ESTÁN UNIDOS EN EL TEMPLO DE PTAH, LA "BALANZA DE LAS Dos TIERRAS"

EN LAS QUE SE HAN PESADO EL

. ALTO y EL BAJO EGIPTO.

Teología Menfita V (trad. Sethe)

()OSTUL. FARAONES EN LA SEGUNDA CATARATA lJnos cuatro mil años antes de la era cristiana, en la región de la III~gundacatarata del Nilo, se hallaba la necrópolis de Qostul, uno de los más antiguos emplazamientos de los pueblos que flanqueaban por d sur lo que más tarde vendría a ser Kémít, el antiguo Egipto. Las l~xcavacionesdirigidas en los años setenta y ochenta del siglo XXpor BruceWilliams, del Instituto Oriental de Chicago, pusieron al descuhierto algunas tumbas más amplias que las comunes, y con cierto utillaje depositado en ellas. Lasorpresa no fueron cuchillos ni vasijas, ya habituales, sino un sencillo objeto cilindrico, en marfil (por lo

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tanto, datable al radiocarbono),

decorado en su cara externa con una

serie de imágenes altamente significativas: se trata del incensario cuya datación permite fijar la época del propietario en unos seis mil años de antigüedad. Algunos autores, como Wengrow. han apostado ulteriormente por situar esa necrópolis en fechas del Nagada III (hacia eI35003~oo a.C.), pero sin más apoyo que la aversión de muchos egiptólogos en admitir una primera datación nagadiense antes de entrar en Egipto. Tras años de estudio, y con la publicación de las memorias de esa excavación, Williams publicó un polémico texto en el que emitió la hipótesis de que el faraonato se inició fuera del valle egipcio, y más exactamente entre las poblaciones nilóticas del neolítico khartumiano que muy pronto iban a emprender la ocupación sistemática del norte del rio, la parte del valle que conocemos como Egipto. La sorpresa del equipo norteamericano fue que, tras una excavación meticulosa según las normas recientes, aquella pieza con imágenes en relieve que describian una procesión de barcas yendo hacia un templo con reentrantes en la portada pareceria más propia de siglos posteriores, durante las culturas de Nagada II y III (aproximadamente entre

MASTABA EN LA NECRÓPOLIS DE SAQQARA JUNTO A MENFIS. POSEE YA TODOS LOS RASGOS DE LO QUE SERÁ EL TEMPLO tlJNERARIO DE DJDZER. EN LA 111DINASTIA. CUANDO YA DESAPAREZCAN ESOS ENTERRAMIENTOS. LOS ACCESOS A lOS TEMPLOS CONSAGRADOS A LOS FARAONES DIFUNTOS TENDRÁN LOS MISMOS RASGOS QUE YA ERAN EVIDENTES IN QDSTUL y QUE CULMINARON CON DJDZER UNOS 1.300 AÑOS MÁS TARDE.

3700 y 3500 a.C.), tal como por mera comparación de estilos ha hecho recientemente el arqueólogo Wengrow. ya citado. La resistencia mental de Williams a aceptar su propio hallazgo se debia al hecho de que tanto las barcas como el templo resultaban perfectamente egipcias, pese a su talla algo grosera, pero sobre todo a que sobre una de las barcas, sentado en una silla, se situaba un personaje en pose faraónica, con una barbita regia y sobre el cual volaba con alas desplegadas un ave con rasgos del dios halcón, Rorus. La solución habria sido sencilla si la tumba hubiese sido robada o reutilizada, pero estaba intacta y nunca antes de los arqueólogos de Chicago hubo en ella la menor intrusión. Las conclusiones de Bruce Williams "The Lost Pharaohs ofNubia" levantaron polvareda en el campo de los egiptólogos, ya de por si muy agitado por el enfrentamiento entre clasicistas champollionianos -negadores de cualquier africanidad egipcia- y africanistas de la llamada Escuela de Dakar, o seguidores del desaparecido CheikhAnta Diop. En la práctica, los trabajos del Instituto Oriental de Chicago habían fortalecido, sin pretenderlo, la corríente pannegrista de la egipto logia contemporánea y que ha llenado los bibliotecas especializadas de los últimos cincuenta años, aportando un dato clave a las investigaciones.

RELIEVE CON EL NOMBRE REGIO DEL REY UADJI -SERPIENTE-

CON EL DIOS HORUS

EN SU FORMA DE HALCÓN SOBRE LA CASA FúNEBRE.TODOS LOS REYES DE LA CASA DE NEKHEN. TANTO EN TliIS COMO EN MENFIS DURANTE LAS DOS PRIMERAS DINASTIAS. ERAN HDRIANOS. LLEVABAN SU NOMBRE DE CORONACiÓN CULMINADO POR UNO O DOS HALCONES Y. EXCEPCIONALMENTE. POR UN HALCÓN Y UN ANIMAL CÁNIDO. .

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El nacionalismo moderno de muchos investigadores africanos o afrodescendientes pone el acento en la negritud física de los antiguos egipcios, y se apoyan tanto en estudios lingüísticos cada vez más precisos y fiables como en los textos que autores griegos y latinos nos legaron y en los que se dejaba muy claro que los egipcios eran negros o muy oscuros. Baste con releer atentamente a Heródoto, Diodoro de Sicilia o Amiano Marcelino para que se disipe cualquier duda al respecto, yeso que esos autores hablaban de un Egipto ya decadente, muy mestizado en el Delta y bajo faraones de origen extranjero: incluso en fase terminal, el mundo egipcio aparecía ante los greca-romanos como lugar de alta civilización y con un poblamiento negro, con costumbres sorprendentes para las gentes del este y del norte, como la circuncisión o la realeza divina. Debiera ser innecesario citar a Heródoto, en su libro 11y párrafo 104, pero nos parece de elemental justicia sacarlo de nuevo a la superficie en el primer capítulo de esta obra, en toda su sencillez y claridad, acerca de quiénes y cómo eran los egipcios, y los pueblos que hipotéticamente se les parecían, como los colcos del mar Negro oriental, de igual manera que consideramos conveniente recordar lo que decía sobre los egipcios el mismísimo Aristóteles: Los que son demasiado negros son cobardes, y esto se aplica a los egipcios y a los etíopes.

Pero los que son excesivamente blancos son igualmente cobardes, por ejemplo, las mujeres ... Arístáteles. Physiognomica,

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No obstante, más allá del enconado debate entre los egiptólogas contemporáneos, el incensario marfileño del cementerio de Qostul plantea otros muchos interrogantes. El primero es la antigüedad de la realeza en el valle del Nilo, y su presencia anterior al faraonato egipcio, ubicándose tan al sur como lo es históricamente la segunda catarata. ¿Se trataba de reyes-dios al frente de pequeños estados o eran simplemente divinidades clánicas sometidas a rituales de regeneración o renacimiento? ¿Se hallaban próximos a jefes militares, tocados por la función divina en razón de su liderazgo, o eran sumos sacerdotes en la antesala de una realeza estatal? Si 30

miramos solo al mundo egipcio antiguo, podemos tener dudas, pero Kilevantamos ligeramente la vista y vemos la topografía histórica de la realeza de África negra, entonces no caben muchas dudas sobre la realeza del personaje de Qostul, y, de ser así, el sacerdocio queda limitado a aspectos rituales que el rey debe ejecutar. Por eso, ni Williams ni Diop se equivocaron al situar a los reyes de Qostul como verdaderos faraones mucho antes de que Egipto, como tal, alcanzase la existencia histórica que bien conocemos. Yaunque las excavaciones en la zona del Alto Egipto o sur del país han progresado bastante a finales del siglo XXe inicios del XXI,nada hay en las necrópolis protoegipcias tan contundente como el incensario de Qostul, que !litúa con nitidez la realeza no solo en la zona meridional de Egipto, !lino incluso muy al sur de este, en las cercanías de lo que hoyes la nubia Wadi Halfa, un espacio que históricamente los egipcios clásicos consideraban bárbaro y alejado de su mundo. Hace ya un siglo, Moret escribió sobre los primeros tiempos de la formación del mundo egipcio, en el IVmilenio antes de Cristo, y, apoyándose en pinturas y relieves, dibujó una región fluvial ocupada por grupos combatientes, de los que poco a poco irían surgiendo pequeños estados que, a su vez, se disputarían la hegemonía desde la primera catarata hasta el Mediterráneo. Fueron los siglos formativos de Egipto, lo que el arqueólogo llamó la era de los clanes combatientes. Hasta nuestros días, las excavaciones y los avances en investigación no han desmentido a Moret, sino que han confirmado su hipótesis de que el milenio inicial no fue tan plácido socialmente como lo serían los siguientes: antes del establecimiento del estado egipcio unitario, hacia el3300 a.C., las confrontacíones militares entre clanes establecidos en lo que en el futuro serían los nomas o demarcaciones administrativas se dieron con frecuencia e intensidad. La imagen, hoy popularizada, de unos egipcios pacíficos por naturaleza tiende a ignorar la virulencia de los tiempos de creación de un nuevo espacio cultural, Kémit. Hasta la independencia de Ruanda, hace poco más de cincuenta años, los mwami o reyes ruandeses -de lejano origen nilóticoeran transportados al morir, durante el plenilunio, por las aguas pantanosas del Kagera hasta la necrópolis real, en la que serían sepultados tras una compleja liturgia (Hartzfeld). Desgraciadamente,

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hoy esas mismas riberas de juncos y cañizares están aún pobladas de miles de víctimas del genocidio que se produjo en 1994, aunque posiblemente la luna debe seguir iluminando esas zonas del alto Nilo en que unos reyes viajaban más allá de las aguas terrestres para alcanzar el océano celeste, en cuyo seno brillarían como nuevas estrellas de la noche eterna. El mismo río, aunque a miles de kilómetros de distancia, es el que ya en el pasado presidió el entierro de los reyes de Qostul, en la segunda catarata, mucho antes de que su gente penetrase en Egipto, y cuando la escritura jeroglífica aún no había nacido. Y aunque la realeza divina africana, en miles de años, tiene múltiples formas de presentarse, en el ejemplo nilótico desde Qostul hasta Ruanda nos hallamos ante una similitud sorprendente, que difícilmente pueda ser fruto del azar. Todo, en el incensario hallado en la necrópolis de Qostul, posee el simbolismo del futuro faraonato, aunque en formas todavía groseras y poco elaboradas. El difunto, instalado en su silla -trono, lleva la barbilla que simboliza la autoridad regia, que es propia de los ancianos en la mayor parte de África; incluso la reina Hatchepsut, unos ~.500 años después, se hizo representar en su templo de Deir el Bahari con esa barbilla faraónica, que representa la autoridad en el patriarcado africano. No hay indicios suficientes, en la necrópolis de Qostul. para suponer un estado incipiente, y todo invita a pensar que el rey que viaja en la barca hacia su morada eterna era el dirigente de un agrupamiento clánico, como tantos pueblos de la historia antigua que han llegado hasta nosotros. Hay que descartar la idea de un simple "jefe", porque toda la procesión visible en el incensario señala sin muchas dudas que se trataba ya de un predecesor del faraonato egipcio, mucho antes de que ese clan penetrase en Egipto y mucho antes de que el faraonato estatal se formase en regiones bastante más al norte de Qostul. La procesión de barcas que encuadra al rey de Qostul podría dirigirse a un templo, como en algunas festividades egipcias posteriores, simplemente para una ceremonia, sin necesidad de tratarse de un rito funerario. Sin embargo, todo apunta a una procesión fúnebre, puesto que el templo grabado en el incensario tiene una puerta con reentrantes del mismo tipo que las mastabas reales de las primeras dinastías o que el templo mortuorio de Djozer, el 3~

faraón de la III dinastía que hizo levantar la pirámide escalonada de Saqqara, hacia el ~78o a.C. Como ya ha sido analizado por especialistas en rupestre sahariano y jóvenes egiptólogos (Le Quellec, Cervelló) , las casas con reentrantes precedieron a las mastabas egipcias durante el neolítico del Sáhara, yesos re entrantes eran espacios cubiertos por adobe entre los troncos de acacia sobresalientes que consolidaban la estructura del edificio, y más particularmente de la puerta. Cuando el señor o rey fallecía, como sucede todavia hoy en el golfo de Guinea y regiones ecuatoriales, era inhumado bajo el suelo de la casa, y esta era abandonada, transformándose así en lugar de culto; la mastaba de los reyes predinásticos y de los sucesores de Narmer era una casa de dimensiones mayores que las habituales, pero que ya en el predinástico empezó a construirse en piedra para ser exclusivamente morada de eternidad del rey difunto: los reentrantes sobrevivieron como una reminiscencia del origen sahariano, en el que barro y troncos se combinaban para consolidar las moradas. No es demasiado arriesgado suponer que la procesión de barcas en cuyo centro está el rey entronizado se estuviera dirigiendo, fluvialmente, hacia la última mansión, y todo ello sobre el fluir perenne de las aguas tranquilas del Nilo, deslizándose hacia ese norte en el que el río y las aguas nocturnas del firmamenlo se unian. Otro dato relevante en el incensario de Qostul es un ave que despliega sus amplias alas sobre la cabeza del rey, con un cuerpo central circular que recuerda a Horus, el dios halcón, pese a las imprecisiones del relieve en marfil. Podría haberse tratado de un simp.le jefe clánico, incluso con barbilla de autoridad, pero la presenCIa del presumible halcón, situándose exactamente sobre la (~abezadel personaje sentado, no deja mucho resquicio para la duda sobre la naturaleza regia, y sobre todo divina, del individuo entroniI.ado.Horus, en egipcio HWR(literalmente," el Distante" [FrankfortD, (~S uno de los más antiguos nombres de divinidad en el mundo nilosahariano, y su vuelo cenital se asimiló a la pujanza del disco solar. Ilay ya hombres Horus, reyes horianos, en las representaciones neolíticas de los roquedales del Sáhara, personajes tocados de más('aras o cabezas de halcón, simbolizando con ello la identidad entre ('1

rey humano y el dios aéreo con su globo radiante flanqueado por 33

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las alas del gran halcón africano. La peregrina idea de numerosos egiptólogos de pretender una divinización faraónica a partir de las grandes pirámides no se sostiene cuando nos adentramos en la historia negroafricana. ya que desde hace ocho mil años muchos pueblos clánicos y estatales han identificado al rey con la presencia divina en su sociedad; y en regiones tan dispares como Zimbabue o el antiguo Mali, el dios halcón ha presidido los rituales que los reyes desarrollaban bajo su constante protección. Todo señala, pues, que al sur del país egipcio se hallaban ya clanes gobernados por reyes divinos, cuyo símbolo más destacable era el halcón solar sahariano, que tanto predicamento tendría a lo largo de toda la historia de África negra. Los reyes horianos se gestaron en el Nilo sudanés. durante el periodo neolítico llamado khartumiano. entre elSSoo y el 4°°O a.C.

ANW. LOS CREADORES DEL PREDINÁSTICO Al analizar pinturas y relieves murales del largo periodo que Moret definió como de "clanes combatientes". Flinders Petrie describió al grupo vencedor como manifiestamente meridional, pintados en negro. vencedores por tierra y sobre embarcaciones. y que hacia el 3soo escribían ya su nombre étnico con tres barras verticales y que puede leerse An -On. con un plural Anw o bien Onw. Dichos grupos Anw-Onw fueron penetrando en el valle egipcio desde el 4°°O a.C.• justo en la época en que un rey horiano fue inhumado en la zona próxima a la segunda catarata, en un lugar hoy llamado Qostul, acompañado de un incensario de marfil. Los arqueólogos. siguien do la cronología propuesta por Petrie, han denominado las tres grandes etapas culturales que esas poblaciones produjeron como Guerzé o Nagada. en fases conocidas como l, II Y lIl. Aunque ha habido una fuerte oscilación en las fechas atribuidas a cada etapa. la mayoría de egiptólogos se inclina actualmente por situar entre 4000 y 3700 el Nagada I o Guerzé 1;entre el 37°° y 3soo el Nagada n o Guerzé 11;y entre el3soo y 3300-3200 el Nagada III o Guerzé lII. Hacia el 3300 o 3200 a.C. habría culminado la última época de las culturas sureñas de Nagada. esas que fueron desarrolladas por pueblos

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sudaneses que se autodenominaban Onw o Anw, y que escribían su etnónimo con las tres barras verticales ya citadas. Curiosamente. apenas los egiptólogos africanistas de la Escuela de Dakar (seguidores de Cheikh Anta Diop) usan el nombre que los Anw se daban a sí mismos, prefiriendo la mayoría de especialistas hablar de Nagada. que resulta menos étnico y más aséptico, como ocurre con el término "Egipto". nombre que nunca usaron los egipcios para su país o para sí mismos. Mientras que algunos aspectos del calendario clásico egipcio empezaron pronto a señalarse en los oasis libicos del oeste del Nilo, en las culturas arqueológicas conocidas como "playas". por poblaciones de probable procedencia sahariana tras el primer espasmo desertificador (hacia elSSoo a.C.). factores que prefiguran la momificación posterior aparecen de la mano de poblaciones khartumianas, que ya hacia el sooo a.C. deshidrataban a sus muertos tras sucesivas inhumaciones hasta dejarlos momificados. Sáhara y Nilo son las dos grandes rutas poblacionales del Nilo en el IV milenio, pero tanto el legado material de las tumbas como la misma toponimia que los Anw fueron estableciendo a lo largo de todo el valle egipcio apuntan a una clara superioridad demográfica de las gentes sudanesas, entre las cuales destaca la cultura del pastoreo bovino que pronto plasmará en un panteón de divinidades como Hathor. Kamutef o Apis. Lejos de cualquier posibilidad mesopotámica. los orígenes de la escritura jeroglifica hunden sus raíces en el neolítico sahariano y en su proyección fluvial khartumiana. es decir. en un universo africano. La pujanza de los pueblos que se denominaban Anw-Onw queda reflejada en todo el valle egipcio, marcando cada lugar descollante con el propio etnónimo de los vencedores. Así. hacia el2800 (Campaño) fundan Nekhen (literalmente, "On del Sur"). la ciudad que los griegos denominarían mucho más tarde Hieracómpolis o ciudad sagrada. Apenas un centenar de años más tarde. el poder de Nekhen es el mayor del valle egipcio. y su santuario consagrado a Horus atrae a nuevos pobladores y nuevos técnicos en metalurgia o cerámica. Con una datación imprecisa, en el ángulo sudeste del Delta. los Anw fundan Yunu (literalmente. "On del Norte"), en la que se levantaría un prestigioso santuario, con influencias asiáticas.

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al que los griegos llamarían Heliópolis o la ciudad del Sol. Incluso en la región central del Alto Egipto, los Anw crean lo que más tarde se llamó Tufium, con el nombre de "On Ccntral", lugar del que procede el texto escrito más antiguo de la historia. Si la primera fase de las culturas de Nagada-Guerzé estuvo presidida por oleadas sucesivas de gentes étnicamente próximas, aunque pertenecientes a clanes distintos, la segunda ~entre 3700 y 3500 a.C.- fue la de enfrentamientos, uniones y absorciones de unos clanes por otros, así como el tiempo de aparición de pequeños estados regionales y de afianzamiento de santuarios erigidos en honor de divinidades veneradas localmente o de forma más general entre los Anw. Asi, Min y Seth son adorados particularmente en el tramo medio del valle; Ptah, en el extremo septentrional del Alto Egipto; Knum. en la región de la primera catarata; Átum y su imagen Ra, en el Delta; Thot, en el santuario de Schmun, conocido después como Hermópolis. Pero hay divinidades, como Rorus, que reciben culto en numerosos santuarios nagadienses, aunque hacia el 3500 destacan ya por su renombre Nekhen en el sur y Pe-Buto en el Delta noroccidental. Pese a no disponer de información suficiente para esa etapa de Nagada 11,sí sabemos que los grandes centros de población crecen en torno a los principales santuarios, y podemos suponer que ni siquiera la guerra entre dos o más nomos (demarcaciones políticas) debía paralizar los íntercambios mercantiles y, menos aún, las peregrinaciones hacia los templos de divinidades tan veneradas como Ra en Yunu, Rorus en Nekhen y Pe- Buto y Thot en Schmun, ya que nos hallamos ante un pueblo cultural mente homogéneo en lengua y hábitos. Van a pasar unos quinientos años. después del incensario de Qostul. antes de asistir al nacimiento de la primera inscripción con escritura, en una de las paredes del templo de Tufium (On Central). en la que un rey de los Anw aparece en majestad. El personaje, en posición caminante y con el torso presentado frontalmente, lleva una vara de mando, el faldellín clásico, está tocado con un gorro y luce una ostensible barbita faraónica. El texto, simple y expresivo. dice así: "Tera Netjer, señor de los Anw, en su templo-palacio de la ciudad de On Central". Tera el Dios o el Divino es la única traducción viable, ya que "Netjer" es divinidad y no "sagrado", como se 36

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ha tratado de mal traducir. El proceso de los siglos de cultura nagadiense, desde los tiempos de Qostul, no ha sufrido variaciones relevantes en cuanto a la consideración del rey como una divinidad encarnada, viviente, pese a que la ciudad de Tera pasaría pronto a manos de sus adversarios Anw más meridionales, los reyes netjerw (divinos) de la ciudad horiana de Nekhen, junto a la primera catarata. Un rasgo significativo del rey embarcado en Qostul era su corona, de la que no hablamos antes intencionadamente: aunque algo estropeada en su mitad central. su base y su cúspide son idénticas a las coronas blancas que más tarde llevarán muchos reyesAnw en todo el valle, pero muy particularmente la dinastia horiana de Nekhen, probable sucesora directa de la realeza preegipcia de Qostul. En los siglos de Nagada 111,los reyes del gran sur suelen identificarse por su corona blanca de forma culminante oblonga, a pesar de que sabemos que hubo también coronas blancas en el Delta y rojas tronco cónicas no solo en Pe- Buto, sino también en el centro del valle. y, aunque a inicios del Dinástico -3300 a.C.~ la corona blanca es simbólicamente la exclusiva del Alto Egipto o Sur, y la roja del Bajo Egipto o Narte, es indudable que la corona blanca poseía un largo recorrido ya antes de que los Anw alcanzasen la primera catarata. Yes que el color blanco, desde el neolítico sahariano, cs propio del más allá, de la perennidad tras la muerte, de los ancestros y de las divinidades: un color adecuado para el tocado reaL indicando a las claras su dimensión eterna. La expansión de los reyes de Nekhen hacia el norte duró unos cuatrocientos años, cubriendo la casi totalidad de los periodos I y 11 de Nagada-Guerzé, entre 3700 y 3300 a.C. En esos siglos, todo apunta a una sedentarización muy pronunciada de las diversas fracciones Anw a lo largo de los mil kilómetros de río que constituyen el Egipto histórico. a una proliferación de jefaturas clánicas y, progresivamente. de pequeños estados con santuarios dedicados a divinidades propias a cada linaje, y a un aumento vertiginoso de la población tras el abandono general de la ganadería a favor de una agricultura de alta producción. Con una lengua compartida, con rasgos culturales comunes o muy poco distantes de los escasos núcleos poblacionales anteriores, las gentes de Nagada-Guerzé, o 37

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más simplemente las Anw, no. tuvieran grandes obstáculas para tejer alianzas, recanacer divinidades particulares cama prapias y articular la nueva sociedad sedentaria en tarna a los grandes templas-santuarias. Inclusa cabe que nas preguntemas sabre si los vencidas par las Anw en pinturas y relieves -y presentadas de calor amarilla a rojiza- no. eran también del misma entramado. étnico., aunque pintadas con calores distintivas frente a las vencedares. Pasiblemente, la praximidad cultural de las clanes, entre e14000 y el3soo, explica la facilidad del primer pablamiento masiva del valle egipcia y la rápida inclusión de unas clanes en atras, tras las confrontacianes militares. De ahi la sarpresa de Wilson, al decir que la escritura jeraglifica surge muy pranta y prácticamente "puesta de larga", sin que sea pasible hallarle antecedentes mesopatámicas pese a las infructuasas reflexianes de aquel autor. En realidad, las precedentes eran saharianas y nilóticas, y el campanente ariental a su influjo. se percibe únicamente en el gran santuario salar de Yunu (On del Narte), ya en las llanuras de un Delta abierta al Mediterránea. FueranAmélineau, Naville, Frankfart a Diap quienes intuyeron que para camprender la lengua y el pensamiento. egipcias habia que ir a las raíces, y estas eran manifiestamente africanas, aunque esa pastura teórica les valió a tadas no. pocas enojas académicas, puesta que en la ideolagía moderna nada relevante podía praceder del sur, y Áfríca negra resultaba el sur más absaluta. Seligman, ya en las añas treinta del siglo pasada, señaló el parentesco. simbólica y ritual entre las pueblos africanos de los Grandes Lagosy los egipcios; Eva Meyerawitz pudo establecer una sólida camparación entre la religiosidad de las Ashanti y la de las antiguos egipcios; y Frankfart, Diap y más recientemente Bernal ahandaron en esa dirección. Inclusa en términas demográficos y militares, el sur egipcia fue la zana más pablada y de castumbres más arraigadas, quizás par la proximidad a las regianes ancestrales en las que brilló la sudanesa Qostul y de dande emergió más tarde la egipcia Nekhen, la Ciudad Sagrada de la que los griegos hablaron can respeta inclusa en su decadencia, que es cuando la canacieron. Si seguimas trabajos recientes (Bilala, Campaña), NekbenHieracómpalis fue ya desde el3800 a.C. el gran pulmón cultural del 38

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valle egipcia, ensanchando. su influencia religiasa, ecanómica y politica par tado el sur del Alta Egipto, y basando. su fuerza de atracción en linajes y clanes sobre tado en el gran predicamento. de su santuario. principal, consagrado al dios celeste Horus, el Distante, la misma divinidad que encarnaba el rey. En escasos trescientas añas, la población sedentaria se multiplicó gracias a las ricas casechas y al buen cantral administrativo de una realeza que garantizaba la paz, aseguraba las caminos y se expansianaba par el centro del valle hasta tomar Tufium y fundar una nueva capital política en Tis, cerca del gran santuario de Abydas, en el meandro que el Nilo describe en las actuales ciudades de Qena y Captas. Hacia el 3400 a.C. la casa real de Nekhen iniciaba su penetración en el Delta y varios de sus reinos pasaban ya baja su contral. Nunca hubo una supuesta canquista militar del sur par un reina narteño, cama cierta bibliagrafía egiptalógica quiso. creer, y las datos proparcianadas par la crítica textual (Frankfort) y par la arqueolagía (Midant- Reynes, Wengrow) cainciden en que fue siempre desde el sur que se fue cansumando la unificación política del extensa país fluvial de las Onw-Anw, llamados fríamente nagadienses a guerzenses por la mayaria de egiptólagas. Hacia el3300 a.C. -3:400 según autares favarables a la cronalagía llamada "corta"-, un rey sureño., de la casa real de Nekben y que gabernaba en Tis-Abydas, hizo caer el última reina que resistía en el Delta, el de Pe- Buta, curiasamente sede de atra gran santuario. cansagrado al dias halcón, Horus el Distante. El vencedar, conacido cama Narmer, y recardado en la Baja Época egipcia como Menes a Mina (Heródata), despasó a una princesa del reino sometida, levantó una nueva capital en la intersección entre el Delta y el Alto Egipto.y asumió las símbolas más relevantes para todos las Anw en sus estandartes triunfales, iniciando. así una palítica canciliadara en manas de un fuerte pader estatal. Los pueblos del gran sur, durante setecientas años, habían ida canfigurando la persanalidad de una nueva saciedad que daba a su tierra el escueta y significativo nambre de Kémit, el Pais Negro, y que se llamaban a sí mismas las Remtw Kémit, pasiblemente, las "Perfectos del País Negro" (Ndigi), aunque la traducción sigue generando. palémicas. De ese mado, la primera gran patencia africana antigua alcanzaba las arillas del

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Mediterráneo, en un IV milenio en el que ni mesopotámicos ni europeos presentaban una estructura social comparable.

HORUS. EL DIOS DE ÁFRICA EN EL NILO Es bien conocido que el panteón de divinidades africanas es amplio, complejo y diverso. Los nombres para designar lo absoluto o lo eterno son muyvariados, y lo mismo ocurre con los términos empleados por los pueblos negroafricanos para designar el Principio Supremo o divinidad (Mbiti, Lupa). No se trata, pues, de forzar la historia para pretender que el halcón africano, de gran envergadura de alas y plumaje moteado de blanco, haya sido el símbolo empleado portadas los pueblos del continente, porque no ha sido así; pero si conviene señalar que hay datos relevantes que sitúan a esta gran rapaz en lugares muy alejados del continente, y casi siempre relacionándola con la realeza (Iniesta). Los antiguos karanga, en la meseta rhodesiana, construyeron grandes palacios-templos en piedra -hay diversoszimbabue en la región- entre los siglos XII Y XVIII de nuestra era, y en todos ellos el halcón era la divinidad aérea que simbolizaba al rey en su dimensión de Mwario dios entre los humanos. También la cúpula de audiencias bajo la que el rey recibia a sus súbditos, en la antigua capital de Malí en los siglos XIVY XV.estaba presidida por un ave de oro que aparecía como elemento decorativo, pero que no era otra cosa que Duga, el halcón solar. Yalgo semejante sucedía en el Mogadiscio de esa época, cuando Ibn Battuta describe la procesión en la que el jeque de la ciudad se desplaza hacia la mezquita. cubierto por un palio que lleva en sus cuatro esquinas cuatro pájaros de oro. presumiblemente otra versión del halcón celeste. De modo bastante generalizado, el halcón como símbolo de la pujanza solar está presente en la memoria de los pueblos africanos, y muy particularmente en aquellos con un claro origen neolítico en tierras saharianas o niló,ticas, desde Mali hasta Zimbabue, pasando por Kémit y el Cuerno de Africa. El nombre egipcio de HWR, el Lejano o el Distante, era ya antes del nacimiento de Kémit un símbolo de Dios, del Principio Supremo. del gran Generador del mundo y sus seres. El significado literal de ese nombre nos lleva a la idea de lejania, pero también de

potencia diurna, solar, asi como de vida iniciada en los albores del universo. A diferencia del sol, radiante, pero más semejante a un fuego en la sabana que a un viviente, HWR, el halcón de la distancia, es un ser vivo y con una visión penetrante, capaz de detectar a sus presas desde alturas celestes. Horus es el Principio Supremo, el Ser por excelencia, el Viviente que en su condición solar no puede extinguirse y el Rey del mundo que lo sobrevuela y lo señorea desde el firmamento: por eso sus ojos serán percibidos como sol y luna, como potencia diurna y presencia nocturna, como dos aspectos de la misma realeza divina. Por eso, desde tiempos predinásticos, los Anw consideraban a sus reyes capaces de ascender directamente hasta las alturas celestes del Sol- Horus y capaces de brillar en el cielo estrellado del norte como una nueva Polar, sin tener que pasar por el duro trago de la inhumación en las sombras subterráneas. La identidad entre el Supremo Generador, el Ser por excelencia y el rey de un pueblo africano está en el principio vital, en la misma fuerza generadora (Ndebi Biya) que brota desde el Principio y alcanza el último confin del mundo natural. Y esa identidad hace del rey un humano peculiar e investido de la pujanza del dios. Pero la peculiaridad del rey no se circunscribe a participar intimamente de la energía generadora, sino que posee algo más genuinamente africano y que, por ejemplo, un rey divino inca o quechua nunca tuvieron: como sus homólogos, el rey goza de una doble naturaleza, divina y humana, pero también dispone en su misma esencia de todo lo que la energía divina tiene de creativo y destructivo, configurando asi el movimiento armonioso del universo. En numerosas tradiciones africanas posteriores, el reyes un protector, pero también una amenaza potencial, por su capacidad de generar fuerzas sin limite, precisamente por el hecho de participar plenamente de la pujanza divina, que los occidentales llamamas potencia creacional y los africanos, generadora. En otros términos, por su misma fuerza, el rey debe ser mantenido a distancia de los humanos corrientes y cualquiera de sus gestos posee una trascendencia distinta a la de los demás individuos. En el fondo. el monarca divino posee toda la fuerza negativa desestructuradora concebible en el plano natural, en el mundo generado por el Principio Supremo o dios. Esa dualidad inherente a la realeza africana .Y

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ha sido identificada con los colores negro y rojo como símbolos de creación y muerte. Cualquier rey del área cultural bantú, como en Kémit hace ya seis mil años, es a la vez protector y destructor, negro y rojo (De Heusch, Ansélin). Suponemos que ese planteamiento existió hace unos ocho mil años en el Sáhara neolítico, puesto que grabados y pinturas rupestres nos muestran personajes con máscaras de animales poderosos, y suponemos también que los reyes halconianos eran ya duales en sus características esenciales. Yesos rasgos debían de ser ya los del rey embarcado procesionalmente en la zona sudanesa de Qostul, en torno al 4000 a.C. Nada indica que se produjera una divinización paulatina ni una atribución de dualidad en función de los incrementos poblacionales o de las complejidades sociales: la idea de realeza dual, negra y roja, aparece con toda su potencia desde antes del Dinástico, y procede de un viejo tronco neolítico africano situado en las sabanas saharianas y en los valles nilóticos del área sudanesa. A diferencia de los monarcas divinos de Asia o América, y de los reyes sagrados de la alta antigüedad europea, los reyes africanos fueron divinidades de doble rostro. con todo su poderío armonizadar y con toda su pujanza desestabilizadora en la misma persona. Las representaciones de Rorus, el Distante, tienen una antigüedad demostrable en el arte rupestre del Sáhara. Qostul fue su versión khartumiana, muy al sur del Egipto histórico. Ylos reyes de Nekhen -Rieracómpolis fueron su primera y más numerosa versión predinástica de monarcas horianos. Yfueron justamente los gobernantes divinos de la casa real de Nekhen, ya en la fase de Nagada III. quienes empezaron a dejar en los cartuchos reales en los que inscri·bían su nombre una imagen de dos halcones haciéndose frente, situados encima del cartucho horizontal y oblongo. A esos dos halcones se les llamó Los Dos Combatientes, pues eran la representación de Horus y Seth, de los dos lados de la realeza. el negro y el rojo, el bondadoso y el perverso. Así. la primera versión del dios rojo, Seth, fue un halcón, situado en posición relevante y de igualdad con el otro halcón, Rorus, representando entre ambos el poderío divino en el mundo (Drioton-Vandier). Tendremos que esperar unos mil quinientos años, ya en el Reino Medio -c. Z050 a.C.-, para ver a Seth presentado con los rasgos terrestres de un animal cánido, tal

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vez parecido al chacal, pero sin clara identificación. Esa tardia forma cánida de Seth indica un largo proceso de postergación, iniciado ya antes del 3000 a.C., cuando la orientación absolutista de los monarcas de las primeras dinastías necesitó relegar al dios rojo a posiciones más subordinadas y menos relevantes para una realeza que buscaba presentarse como el Bien pleno. Si leemos atentamente el análisis que hizo Frankfort del texto de la Teología Menfita -aproximadamente hacia el z700 a.C.- nos daremos cuenta de que en el mito. el dios Seth no era un usurpador, sino rey del Alto Egipto, al que el tribunal de los dioses optó finalmente por alejar a causa de su peligroso comportamiento. Incluso si leemos algunos textos del Reino Antiguo -z8oo a z150 a.C.veremos que Seth es "la escalera" por la que Osiris debe subir para acceder al cielo, lo cual certifica de nuevo la legitimidad monárquica del dios rojo (Cervelló). No debe, pues. sorprender que. durante buena parte del IV milenio en el que se formó Kémit, Seth estuviese integrado en la figura halconiana del propio Rorus -Qostul, Nekhen-, para más tarde separarse de este a fin de evidenciar la doble realidad del poder, el lado resplandeciente y el lado sombrio. En la percepción africana actual, Los Dos Combatientes serían los hermanos gemelos que operan separadamente, explicándose así alegría y tristeza, abundancia y escasez, nacimiento y muerte. bondad y maldad: la escisión del dios Rorus en Los Dos Combatientes es un fruto tardio de la incapacidad de percibir el poder como una totalidad compleja, así como de un intento fallido de presentar un Bien sín mácula y un Mal sin vacilaciones. Fue así, por la vía de la escisión ideológica de la unidad divina y regia, como se preparó el terreno a las dinastías absolutistas solares, ya en el III milenio, para separar primero a Seth como el Mal, y subordinarlo luego hasta el punto de transformar al faraón en una potencia meramente positiva. Pero bastará con dar una ojeada rápida a la Paleta de Narmer. el unificador de Kémit, para comprender que la exaltación del orden nuevo no está exenta de una elevada dosis de violencia y muerte, como lo prueban los cuerpos enemigos decapitados y el dios halcón extirpando la esencia vital de un vencido del Delta. Tampoco los ulteriores esfuerzos de la Xdinastía por hacer del monarca un "buen

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pastor" lograron desterrar al lobo sethiano, un merodeador sin el cual el buen rey protector perdería sentido, Los desarrollos ideológicos efectuados por los pueblos africanos en los últimos dos mil años han oscilado entre la figura integrada del monarca y la expulsión, e incluso eliminación, del aspecto rojo y destructor del poder. En el imperio de los karanga, conocido como Mwene Mutapa -c.1450 a 1830 d.C.- , el rey o Mwene poseía en sí todos los poderes, y solo por su libre voluntad respetaba la ley y el orden. Pero en los estados karanga de Quiteve y Sedanda. escindidos en los siglos XVIY XVII, el candidato electo para la entronización debía efectuar una serie de actos prohibidos, como tener relaciones sexuales con todas las esposas reales del monarca dífunto -salvo su propia madre- y copular con una hermana encima de un cocodrilo atado (Andrade). Como han explicado Adler o De Heusch, esas infracciones de tabúes o esas actividades anómalas para una sociedad determinada son al mismo tiempo una demostración de la alteridad absoluta del rey, que escapa a los límites humanos, y una expresión del potencial transgresor del nuevo rey. Incluso la muerte del Mwene era una ocasión para el dolor, al apagarse todos los fuegos de los hogares en el imperio del Zambeze, y para señalar la alegría con la entronización del nuevo monarca, que procedía a alumbrar un fuego del cual se tomarían las brasas para encender los fuegos de todo el país de los karanga. La opción separativa de Horus frente a Seth, aparecida por vez primera en los serekh o cartuchos reales de las dinastías tinitas de la Casa de Nekhen, en torno al 3400 a.C., ha sido el camino tomado por un buen número de monarquías africanas posteríores. Hermanos regios, nacidos de la misma fuente y del mismo principio, gemelos en lo humano con todo el libre albedrío de la especie, la escisión, el combate y la expulsión del aspecto rojo o destructor ha sido la solución adoptada por muchas tradiciones negroafricanas. Al norte del actual Burkina Faso, en el antiguo reino mosi del Yatenga -c. 1450 hasta hoy-, el príncipe heredero, a la muerte del Yatenga Naba, era aislado durante un mes junto a un potro salvaje (Izard); y, al salir de su encierro, la maldad había quedado circunscrita al caballo y el nuevo Yatenga Naba se había vuelto intocable, aunque apto para gobernar al haber confinado la fuerza destructiva en otro 44

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ser vivo. En la región ecuatorial, las monarquías 1uba y lunda explican la creación de la realeza como un proceso en dos tiempos, uno para la fuerza descontrolada y arbitraria -el rey rojo- y otro para la llegada del cazador virtuoso que restablece el orden y expulsa o mata a su predecesor (Bilolo). No obstante, la expulsión de las fuerzas rojas o destructivas no supone nunca su desaparición, que sigue latente en el rey o confinada en algún ser de naturaleza sethiana: por eso, el destronamiento de Seth aleja el riesgo. pero nunca logra eliminarlo, y obliga a Horus a una perpetua vigilancia. Si analizamos, pues, el mito del rey horiano. vemos una clara idea de pujanza cósmica, traducida a niveles humanos y en cuyo plano la energía puede operar de modo constructivo o disgregador. Los reyes horianos fueron, durante más de un milenio, la expresión más completa de la concepción africana de un cosmos unitario, pero complejo, y de una personalidad humana única, pero asimismo moralmente contradictoria. Lo que Freud describió como pulsiones de vida y muerte estaba ya definido en el pensamiento nilo -sahariano, y la realeza era la fórmula más elevada de esa compleja ecuación que siempre ha puesto en jaque a las sociedades humanas, a despecho de sus soluciones morales y organizativas. Finalmente separados por el breve espacio del serekh, el Horus tinita quería representar el orden definitivo, mientras que Seth se veía confinado a demostrar el libre albedrío asumiendo cualquier accíón arbitraria y destructiva. Pero ¿cuándo nacíó Seth? Osiris es un dios neolitico, relativamente reciente, que forma parte de la amplia gama de divinidades vegetacionales de las que habló Mircea Eliade. Los intentos de Amélineau por identificarlo con un rey histórico del periodo tinita (necrópolis de Abydos) no se verificaron ulteriormente, y el hecho de que los textos de las pirámides hablen de su muerte y ascenso hacia los cielos por la "escalera de Seth" son clarificadores, ya que no parece que inicialmente poseyera las cualidades de un rey horiano, sino simplemente de dios del renacer vegetal. Muy al contrario, Seth aparece ya hacia e13500 a.C., a comienzos del establecimiento de los reyes horianos en Tis, como rey divino. Incluso podría decirse que su divinidad procede directamente de su realeza, ya que ni siquiera en la mitología oficial de Menfis se le presenta como usurpador ni 45

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('xl ra flO al poder. Sin embargo, es probable que Seth no tenga una antigüedad comparable a la de Horus, un dios probablemente de raigambre paleolítica por su aspecto aéreo y solar. Si nos atenemos a los datos disponibles, en el Sáhara ya orillas del Nilo, Horus era la divinidad solar por excelencia y, paulatinamente. los reyes fueron considerados destellos de esa fuerza primordial, pero ese rey-dios integraba en sí mismo toda la potencia negra y roja del mismo astro diurno.

Yaen el Nilo, hacia e15000 a.C., tuvo que afirmarse Osiris como dios de la revitalización agrícola, aunque perfectamente ajeno a la solaridad del rey. En ese aspecto, posiblemente los reyes de Qostul en Sudán y luego de Nekhen en Egipto eran horianos, sin escisión alguna y sin incorporar en su naturaleza elementos de resurrección osiríaca. Ala muerte del rey, este ascendía directamente a los cielos estrellados para brillar después en forma de sol. Pero, con el paso de los siglos, los reyes de Nekhen trataron de separar de su imagen divina los aspectos más rojos e inquietantes, precisamente aquellos que en la fase neolítica fueron considerados propios de la energía divina desestabilizadora. El mismo halcón suspendido en vuelo sobre los espacios saharianos y nilóticos, aquel que inspiró más tarde a los artistas el disco solar con alas desplegadas, era asimismo el que se lanzaba en picado sobre sus presas y las capturaba de forma sangrienta: durante mucho tiempo, puede que Seth fuera solo un aspecto de Horus, exactamente el de su potencia letal y desequilibrante. Cuando la casa real de Nekhen, gobernando ya en todo el Alto Egipto, decidió positivar por completo la imagen del rey-dios, tuvo que desprenderse del lado sethiano de Horus, creando así el mito de Los Dos Combatientes sobre los nombres de los reyes. Seth era un aspecto antiguo del dios supremo, y por ello Horus existió en solitario durante milenios, pero la exigencia de un orden estable y definitivo llevó a los reyes horianos a desmarcarse de ese lado violento de la propia naturaleza del poder, sea el cósmico o el humano. Con esa acción genial de los monarcas tinitas se afirmaba el Bien con vocación de perennidad y se limitaba el Mal a un episodio secundario que la monarquía debía y podía superar, aunque los mitos sobre Los Dos Combatientes no mostrasen confianza ciega en Horus, frecuentemente vapuleado por Seth en la confrontación

por el poder regio, como nos contaba Plutarco. La aparición de Seth en la imaginería de los Anw, bajo forma de halcón opositor o alternativo, prueba con claridad que, anteriormente, Seth era apenas uno de los atributos divinos de Horus. Con la escisión horiana, los reyes de Tis prepararon las condiciones de una expulsión menfita de Seth, con una proscripción durante el Reino Antiguo que arrastraría en su caída al propio Horus y, sobre todo, a un buen Osiris, poco o mal incorporado a las dinastías divinas de YunuHeliópolis y de Menfis. Aunque las fronteras del pensamiento son siempre fluidas y permeables, se puede intentar fijar qué aspectos fueron cardinales en el pensamiento horiano, antes de la escisión tinita, porque sobre ellos se asentaron las bases ideológicas del gran Kémit histórico. En su espléndida unicidad original, HWR el Distante era el principio esencial desde el cual podía explicarse el mundo y, en su seno, el ser humano. Pero con el transcurso de los milenios neolíticos -Pluvial sahariano entre 9000 y 6000 a.C. y sus secuelas khartumianas entre 5500 y 4000 a.C.- el desarrollo de clanes y el incremento de los conflictos por la preeminencia, ya en la fase egipcia de Nagada 111,la idea horiana pervivió en sus formas de reyes-dios, pero emprendió un nuevo trayecto en pos de una unicidad de poder capaz de mantener lo destructivo alejado. No es demasiado aventurado suponer que los reyes Anw que se confrontaron por la hegemonía en el valle, desde Qostul en el 4000 hasta Tufium en e13500 a.C., mantuviesen todavía el concepto antiguo de una realeza horiana total, capaz de proteger y dañar, pero siempre restableciendo el equilibrio natural y social; solo monarquías divinas ecuatoriales han preservado hasta nuestros días esa sencilla y dinámica concepción de la jerarquía que preside el universo y la vida humana. Pero el paso de los siglos y el incremento demográfico zaparon la primigenia idea del Horus total. Aproximadamente entre la instalación de la sede política en Tis, tras la derrota de los estados del tramo medio del Nilo egipcio alrededor del 3500 a.C. y el cambio hacia el 111 milenio del faraonato de Menfis, fueron varias las dinastías que vivieron el conflicto ideológico de un Horus fracturado en dos. La solución fue la misma que, milenios después, adoptaron los pueblos del oeste africano: 47

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subordinar el costado negativo y quitarle los atributos visibles del poder. Pero ¿quién iba a negarle a Seth, verdadera fuerza cósmica y social de desestabilización, su capacidad de dañar y estar tan presente en la vida común como lo está la muerte? Los reyes y sacerdotes de los santuarios horianos, todos ellos de fuerte raigambre africana, se enfrentaron de ese modo a uno de los mayores dilemas de cualquier pensamiento metafisico o de cualquier teología cosmológica. Los pueblos asiáticos respondieron a la paradoja afirmando que el mal y el dolor eran solo apariencia, como más tarde lo ha hecho el islam de corte sufí; los pueblos de ámbito europeo afirmaron en cambio la realidad del daño y de la muerte, aunque subordinando el principio divino negativo. El faraonato tinita -y el menfita hasta la 11 dinastia- se mantuvieron mayoritariamente horianos, sí, pero con una concepción que escindía a Seth de Horus y que tendía a subordinarlo como chivo expiatorio. El dualismo de Los Dos Combatientes fue socavando lentamente la concepción integrad ora que hasta entonces se tenía de Horus, el dios de la lejanía cósmica y el rey divino con capacidad plena. Hacia el 3000 a.C., el tiempo de los faraones horianos de Qostul y Nekhen tocaba a su fin.

REMTW KÉMIT. LA VIDA COTIDIANA EN EL

N

MILENIO

Esta es una pequeña obra dedicada a analizar el pensamiento del Antiguo Egipto, y no disponemos de demasiado espacio para referimos a los múltiples aspectos del día a día de cada segmento social. Pero seria excesivo para una cultura africana dejar a un lado su práctica corriente, sus formas de organización y sus expresiones artisti· cas, pues con todo ello al margen transformaríamos a los Remtw Kémit (los Perfectos dcl País Negro) en purísimos espiritus, ajenos a la humanidad normal, lo cual sería un grosero dislate. Tomaremos, pues, de autores como Donadoni, Trigger o Coyon algunos datos sencillos de cómo fue conformándose el mundo clánico de los Anw hasta devenir el país unificado en el que vivieron los primeros egipcios plenos, los Remtw Kémit (en transcripción simple, Rmtw Kmt). En realidad, aquel IV milenio fue determinante, pues toda la

historia posterior lo tuvo siempre como referencia fundacional y añorada. Cuando los agrupamientos clánicos Anw emprendieron su ascenso nilótico hacia las primeras cataratas o antesala del valle egipcio, su economía reposaba en los rebaños vacunos de cuerno largo (cebúes africanos domesticados en el neolítico sahariano) y se complementaba con el recurso a una agricultura ribereña del río. Su ideario sobre la formación del mundo estaba formado por una variada gama de símbolos animales, mayoritariamente de caza y en menor medida domésticos, como toros y carneros. Sin embargo' su progresiva instalación en el sector egipcio del valle, en varias oleadas poblacionales, limitó muy pronto las posibilidades de mantener grandes rebaños, mientras que las periódicas inundaciones del río les daba la posibilidad de sumarse a una agricultura intensiva ya practicada por las poblaciones dispersas que se encontraban allí, y que disponían de trigo mutante seleccionado. De modo bastante rápido, los Anw pasaron a ser agricultores, optando por el trueque con pueblos meridionales culturalmente próximos y que seguían basándose en el pastoreo de animales de largos cuernos. En contraste con esa sorprendente transformación económiea, la ideología de los recién llegados mantuvo un rico panteón de divinidades de la fauna salvaje y de la ganadería bovina. Así, muy tempranamente, al culto a Horus en muchos puntos del valle egipcio se sumó en Denderah el de la diosa vaca Hathor, literalmente la "casa de Horus". Si nos atenemos a lo que un sector de egiptólogos señala (Vercoutter), una influencia poblacional menor en lo demográfico, pero sensible en lo ideológico, llegó simultáneamente al río desde los oasis libicos conocidos arqueológicamente como "playas"; esas poblaciones procedentes directamente del Sáhara desertizado practicaban ya una intensa agricultura y aportaron sólidos conocimientos estelares y de calendario agrario. Posiblemente, dioses vegetacionales como Osiris tenían ya presencia en esos clanes, que se disolvieron fácilmente entre los Anw por su muy probable familiaridad cultural sahariana, origen tanto de los habitantes de los oasis líbicos como de los pueblos del khartumiano, en el Nilo sudanés. Saharianos y sudaneses se añadieron, pues, a los pequeños 49

, I RI~ANINlfSTA

lIú(~I(~os de habitantes que desde elsooo a.C. habían bajado a orillas

del río. Algunos autores rechazan que se pueda hablar. en los cuatro mil años de Kémit, de verdaderas ciudades, sino más bien de aglomeraciones campesinas en un hábitat generalmente disperso y con raras concentraciones de individuos, salvo en guarniciones militares y en centros administrativos en torno al faraón o rey horiano (Goyon). Pero si retornamos los textos griegos sobre las ciudades ya decadentes de Nekhen -Hieracómpolis, Tebas, Schmun - Hermópolis, Menfis, Sais o Yunu-Heliópolis, nos damos cuenta de que esas aglomeraciones eran formidables demográficamente y estaban técnicamente equipadas con todo tipo de servicios especializados. Cuando ya en el661 a.C., las tropas de Asur- bani -pal asaltaron y saquearon Tebas, la Biblia habla del esplendor de Nut Amón (la ciudad de Amón), finalmente caída en desgracia y arrasada. Ciertamente, el rey disponía de múltiples sedes en el valle, pero eso no transformaba a esas sedes en meros puntos de ocupación temporal, ni la dinámica demografía agrícola del país permitía un simple universo aldeano. Es muy improbable que los clanes Anw viviesen en un régi'men agrario de estricto control estatal, ya que hasta el 4000 a.C. los egipcios cultivaron sus parcelas sin apoyo estable de la administración faraónica y, sobre todo, sin el menor rastro arqueológico de que se hubiesen realizado grandes obras hidráulicas para favorecer la producción e incrementar impuestos (Janssen), contrariamente a lo que Marx suponía en su Introducción al Capital ya lo que autores de filiación marxista han supuesto, desde Wittfogel hasta Godelier. El poder faraónico, como muchos otros poderes africanos más recientes, fue durante siglos estrictamente policíaea, en el sentido de que su acción se limitaba a monopolizar la fuerza y garantizar la producción agrícola y artesana sin intervenir apenas en ella. Hay indicios razonables de que el mismo ejército de Nekhen cultivó sus propios campos y levantó. junto a los artesanos, el gran templo de Horus, sostenido por grandes pilares de tronco y cubierto por una inmensa carpa, en fechas muy incipientes de la fundación de aquella población. La concepción de unos pueblos agrarios, dispersos y sometidos a un control estricto por los 50

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jóvenes estados horianos es subsidiaria de la visión distorsionada de unos grandes templos y unas pirámides creadas por millares de esclavos en medio de una miseria generalizada, miseria que solo existió en la memoria vengativa de los hebreos tras su marcha de Egipto, hacia ell3so a.C., cuando el imperio se acercaba a su mayor crisis. En realidad, la tierra era un bien colectivo y, por lo tanto, el rey era su propietario simbólico, sin que eso impidiese desde los comienzos una libre instalación de familias, por lo general monogámicas y en rápido proceso de desclanización hacia mediados del IV milenio, justamente cuando la densidad demográfica del valle egipcio empezó a ser elevada por la eficiencia de unos estados que guerreaban, pero protegían a sus poblaciones. Con la creciente preeminencia del estado horiano sobre las fidelidades clánicas, hubo un progresivo debilitamiento de los linajes y una afirmación notable de las opciones individuales, favorecidas tanto por el recurso de integrarse en los cuerpos estatales como por la independencia práctica que cada unidad campesina o artesana podía alcanzar, salvo desastre natural o bélico. Incluso algunos especialistas han sugerido que el rey ya estaba adscrito a la monogamia familiar, y que sus "esposas reales" serían tan solo regalos de príncípes exteriores o de funcionarios poderosos, aunque la documentación de que disponemos no permite corroborar que la monogamia de ciertos faraones fuese la norma. Si hemos de seguir a Donadoni, el ejército de Menfis, ya con un país unificado, nunca superó los quince mil o veinte mil soldados, lo cual no deja de ser una cifra sorprendentemente baja, que, en parte, podría explicarse por la rareza de ataques por las fronteras meridional y septentrional, y por la debilidad militar y demográfica de los beduinos, que podían lanzar razias desde los wadi orientales y, a veces, desde los oasís occidentales líbicos. Para llegar a las enormes cifras militares proporcionadas por los autores griegos, habrá que esperar a la expulsión de los Hiksos hacia el1S80 a.C., cuando el temor a nuevas invasiones exteriores provocó el reflejo imperialista según el cual la mejor defensa es el ataque preventivo. Solo entonces entramos en cifras que superan los cientos de miles de guerreros, buena parte de los cuales serian arqueros sureños de Kush y, más

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tarde, tropas mercenarias libicas. Por lo general, desde la hegemonía de Nekhen, el ejército formó un cuerpo especializado que liberó al grueso de la población de las guerras y posibilitó una producción estable, con un excedente suficiente para sostener la administración faraónica y sus gastos militares y devocionales, siendo estos últimos la base principal del desarrollo artesano. La imagen que el lector de temas faraónicos suele hacerse del intervencionismo estatal está distorsionada, como ya hemos señalado, por la reinterpretación bíblica tardia -textos proféticos escritos hacia el siglo VI a.C.~ de un Egipto opresor, que creaba sus monumentos con un ingente número de esclavos y en el que el Estado y los colegios sacerdotales controlaban incluso la respiración del campesinado. Aunque hay especialistas como Goyon que piensan que la administración estatal, desde tiempos menfitas, era omnipresente y garantizaba las semillas para replantar en años de hambruna, tenemos bastantes datos que indican que el Estado solo emprendió su intervención colateral a partir del Reino Medio -entre el ~050 y el 1730 a.C.- con la creación de canales laterales y diques de contención de las grandes crecidas, estableciendo así reservas importantes de agua para la irrigación en casos de necesidad, tal y como ya explicó detalladamente J anssen. Ciertamente, el Estado faraónico fue meticuloso en el control

mako) o de Kanem- Bornú (Nguigmi, en la orilla sudeste del lago Chad); y lo mismo sucede con los palacios de otras capitales históricas del periodo clásico africano, entre los siglos VIII Y XVI de nuestra era. La causa no se debe únicamente al hecho de emplear adobe como material constructivo, justificado a veces por la escasez de piedra en la región, sino ante todo porque lo único que se juzgó digno de la piedra o del adobe reparado durante generaciones (mezquitas de Djenné o Tombuctú) fueron los templos, como verdaderas mansiones de eternidad.

del pago de los impuestos ya en los tiempos de Nekhen, a cambio de su protección militar, pero su intervencionismo fue tan limitado que en muchos periodos el campesinado se endeudó y tuvo que ponerse bajo la tutela de los grandes templos, que ya en el III milenio fueron un factor de empobrecimiento de las poblaciones que estaban a su cargo. Ni hubo un "modo de producción asiático" antes de la XI dinastía -por usar la terminologia marxista- ni un sistema opresivo del Estado inmiscuyéndose en todos los ámbitos de la vida rural o urbana, con la excepción de los periodos de crisis aguda, que ya señaló Pirenne en su momento, a finales de los reinos Antiguo y Nuevo. Fue precisamente en esas fases de endeudamiento generalizado, tras la pérdida de buena parte de la eficiencia organizativa del Estado, cuando los colegios sacerdotales y los administradores locales ejercieron la mayor presión sobre las familias campesinas con auténticas extorsiones tributarias, cercanas al régimen servil.

Los palacios faraónicos no han sobrevivido a sus usuarios porque nunca fueron levantados con el objetivo de la suntuosidad, sino que tuvieron una función meramente residencial, y en ellos el lujo era exclusivamente mobiliario. Cabe señalar que el circunloquio con el que se nombra al rey en un Kémit consolidado es Per Aa (literalmente, "la Gran Casa"), vocablo que los griegos pronunciaron con dificultad para dejarnos el término "faraón" (pharaos) y que nos sirve aún para designar al rey de Kémit. La persona del rey era relevante por su divinidad, y por ello su presencia era requerida en todos los rincones del país, una vez que la monarquía horiana eliminó a sus rivales durante las fases formativas de Nagada I y I1, pero sus residencias temporales careCÍan de relieve social. En cambio, las tumbas reales, ya en el primer Nekhen de Nagada 1, empezaron a adquirir mayores dimensiones y a alejarse del resto de enterramientas populares: durante seis mil años, las grandes necrópolis

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Otra imagen muy difundida y de nulo realismo ha sido el de un sistema palaciego suntuoso, alzándose en medio de poblaciones, cuando menos, austeras. Con la excepción de Akhet- Atón, la ciudad que Akhenatón hizo construir en la orilla derecha del río hacia el 1375a.C., no han subsistido las residencias faraónicas, que se hallaban en muy diversos puntos del valle egipcio. La razón es tan simple como que las mansiones reales eran casas de adobe, con grandes patios interiores, rodeadas por muros también en adobe, y con la única característica distintiva de poseer estancias mayores que las habituales y tejados planos más elevados que los de las casas populares. Algo parecido ocurre en la historia africana posterior, en la que no han quedado apenas rastros arqueológicos de los palacios imperiales de Malí - Niani (unos sesenta kilómetros al sur de Ba-

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egipcias (faraónicas, cristianas, musulmanas) han ocupado los mismos lugares que ya usaron en tiempos de los Anw, pero pronto aparecieron aparte las mastabas en piedra, luego las pirámides y finalmente los grandes hipogeos del imperio, destinado todo ello a la realeza y sus allegados. Latumba pétrea era un simbolo de eternidad que seguía ligando al rey con la tierra desde su nueva morada estelar.

I

En paralelo, el templo era la verdadera casa del rey, porque era el lugar privilegiado de unión entre el dios y su encarnación humana' entre la corte divina y el hijo situado temporalmente entre los humanos: la piedra desplazó muy pronto, ya en Nekhen, a las grandes carpas sostenidas por enormes troncos de acacia espinosa, y el Hieracómpolis de los griegos era el mismo lugar pétreo que nosotros podemos visitar ahora. El uso de la piedra nunca fue, pues, limitado por su escasez o lejanía en los wadi arábigos o en los montes líbicos, sino seleccionado en función de su destino. Aunque solo nos quedan hoy fragmentos de paredes del templo de Tufium, en el que el rey Anw Tera Netjer nos dejó el primer texto grabado, ya en él podíamos ver que el término "casa" era impreciso y podía leerse "templo", e incluso "palacio", ya que la calidad del lugar dependía de la presencia del rey desde un punto de vista ritual. De ahí a la perífrasis posterior "Gran Casa" para denominar al rey (faraón) había solo un ligero paso, que los egipcios clásicos no dudaron en dar. De facto, la verdadera" casa real" nunca fue el palacio, o habitación transitoria en cualquier rincón de Kémit, sino el templo para el ritual del dios viviente y la tumba para su persistencia como nexo entre hombres y dioses. El fuego destruyó el primer gran templo de Nekhen, a finales del periodo de Nagada L y gracias a ello sabemos de sus pilares de tronco, de sus dimensiones y de las cerámicas usadas. Pero otros fuegos deberían habernos proporcionado tablillas de barro con los registros económicos de palacio, ya fuese en Nekhen, en Tis o en Menfis, y, no obstante, no hay rastro de esa célebre contabilidad de la tesorería faraónica que -según los orientalistas expertos en Mesopotamia- debiera haber sido la base de la escritura inicial jeroglifica. Hay que eliminar ese mito moderno que ha querido leer la historia humana con sus anteojos economicistas: la escritura

jeroglífica nace por necesidades ideológicas, ligada a la idea de eternidad y de mantenimiento de un orden social aceptable; y si se usó para registros mercantiles eso fue colateral y posterior, o al menos eso es lo que nos dice la voluminosa documentación arqueológica de que disponemos. Es probable que la escritura haya nacido, en todo el mundo neolitico, por las mismas razones que en Kémit, pero pudiera ser que ya entonces hubiese pueblos con tendencias mercantilistas -tenemos serias dudas- y, en ese caso, el antiguo Egipto formaba ya parte de los pueblos espirituales y por ello" atrasados", según la ideología moderna en boga. Curiosamente, lo que apareció tardíamente en Kémit fue la versión de escritura llamada hierática o sacerdotal, o la muy posterior demótica, menos solemne y más práctica, para resolver cuestiones de menor envergadura, al menos en la concepción clásica egipcia de lo que realmente merecía ser escrito para el recuerdo. Hay una espectacular evolución, durante el IV milenio, de la producción cerámica, así como de la de utensilios en piedra -puñales, vasijas, puntas de flecha y lanza-, además de la aparición en Abydos y Saqqara de colegios de tallado res, pintores y escultores especializados en la erección de tumbas y templos. Cuando se levantaba un monumento de envergadura, acudían campesinos y habitantes urbanos de las regiones próximas que se unían a los especialistas para efectuar la obra durante la estación sin actividad agrícola, creando habitaciones transitorias y recibiendo comida que facilitaba el poder regio. Ese trabajo masivo, no especializado, fue siempre voluntario y tenía mucho que ver con la idea de que el bienestar eterno del rey era garantía de bienestar social para los vivos, al menos hasta que ya en fase imperial (1580 a 1100 a.C.) empezaron a utilizarse prisioneros de guerra y esclavos sin especialización para edificar o rehacer templos, precisamente el periodo al que aluden los profetas en el Antiguo Testamento. Por lo general, de igual modo que la escritura era una ciencia de sacerdotes o que los escribas aprendían en los templos, la arquitectura fue también un saber de los colegios sacerdotales, si bien con el tiempo aparecieron maestros constructores laicos, aunque formados en los templos. Como demostró Diop, el teorema atribuido a Tales se halla en un papiro de alumno de templo egipcio unos

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1.600 años antes de que el sabio de Mileto se vanagloriase de haberlo descubierto todo por sí mismo. Hablar del carácter improvisado, casí chapucero, de los conocimientos egipcios es algo frecuente incluso entre egiptólogos, pero esa postura no resiste el menor análisis: ya en la III dinastía, el nombre de lmhotep o Imutes nos ha llegado como arquitecto de la pirámide escalonada de Saqqara, como médico experto e incluso como primer ministro, para pasar luego a la historia griega como el dios de la medicina. Disponemos asimismo de papiros dedicados a las matemáticas y a la medicina, y conocemos razonablemente bien las laboriosas técnicas de preparación de cadáveres para su embalsamación final, que es lo que conocemos como momias. Pero, al ir ligadas todas esas operaciones a ritos y convicciones cosmológicas, muchos autores han visto en esas actividades científicas unas especulaciones religiosas, o poco más, sin darse cuenta de que los griegos aprendieron de ellos la mayoría de sus avances. Tampoco fue casual que, ya en la Baja Época, apareciesen papiros enAlejandría con sorprendentes díseños de una máquina de vapor, e incluso de un mecanismo tragaperras capaz de dispensar objetos, pues aunque los autores fueron helénicos, estaban fuertemente influidos por el mundo egipcio que les circundaba. Y, si nos adentramos en los conocimientos astronómicos de los primeros Remtw Kémit, veremos que alIado de las observaciones experimentales sobre las crecidas del río o acerca de las constelaciones "fijas" del norte polar, situando con precisión a Sirio o a Orión, los sacerdotes hacían ya cálculos precisos sobre los desplazamientos periódicos estelares. Tres mil años antes de que se crease la célebre Biblioteca -no por casualidad ubicada en Alejandría- los sacerdotes de Yunu y Menfis habían establecido con precisión la periodicidad de los desplazamientos de Sirio en 1.460 años, hecho imposible de conocer por experiencias previas. Por más que el calendario egipcio tuviera trescientos sesenta y cinco dias, los sacerdotes rechazaron conscientemente la posibilidad de añadirle un día más cada cuatro años (los "bisiestos"), como se haría más tarde, y prefirieron dejar que el año civil y el astronómico fueran separándose por ciclos de mil cuatrocientos sesenta años. justo el tiempo que tarda Sirius -en el paralelo 35 de Menfis- en

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hallarse en el horizonte coincidiendo con la aurora solar y el inicio en julio del desbordamiento del Nilo, que es cuando se iniciaba el año civil: este momento ha sido denominado la "Aurora helíaca de Sothis" o Sirio, fenómeno que se produce durante dos o tres años en periodos astronómicos de mil cuatrocientos sesenta años. Pese a los esfuerzos de egiptólogos como Drioton o Vandier para recurrir a una experiencia previa, lo cierto es que Diop tiene razón al afirmar que la primera Aurora helíaca histórica se dio en el reinado de Djozer -el faraón de la III dinastía- en los años ~78~-~780 a.C., haciendo ímposible una experiencia previa en el 4~40, una fecha en la que en Menfis ni siquiera había pobladores. Incluso la tablilla de marfil de Abydos -datada en el 3100 a.C.- saluda a la "Estrella de la inundación", cosa imposible de experimentar cuando no se había producido ninguna Aurora helíaca durante todo el IV milenio. En realidad, la sabiduría egipcia era mucho mayor que lo que los mismos especialistas han querido conceder, probablemente por causas ideológicas, como considerar que una cultura de rasgos africanos pudiese ser la primera civilización del mundo, y de la que aún somos herederos en ciencia y en filosofía. Y aunque muchos otros elementos de la sociedad de los AnwRemtw merecerían ser analizados, tal vez haya que dedicar unas líneas a la idea simplona, generada por cierta egiptología que poco o nada sabe de culturas africanas, de que el antiguo Egipto fue un mundo dominado por el miedo y centrado en la muerte y sus rituales estremecedores. Basta con una lectura tranquila de los textos de todas las épocas para comprender el apego que los egipcios tenían por la vida. su sensibílidad para los placeres cotidianos, su capacidad de festejar la cosecha o momentos rituales, y la vitalidad de las escenas cotidianas de palacio o del campo que hallamos representadas en tumbas y templos. Al contrario de lo que han señalado autores champollionianos que identificaron el valle egipcio con un cementerio poblado por momias y terrores, los Anw y sus descendientes los Remtw amaban tanto la vida, pese a su brevedad, que buscaron en el embalsamamiento y en los rituales las vías para perennizar una vida ilimítada, para cuya memoria la momia fuese sencillamente el punto de apoyo en el tránsito. Las escenas 57

FERRAN INIESTA

de vendimia o siega, de elaboración de cerveza o preparación del

CAPITULO 4

pan, de banquetes o momentos familiares pue~lan las paredes de las tumbas, desde las primeras mastabas en pIedra hasta los sar-

PTAH DE MENFIS. METAFíSICA ESTELAR EN EL NILO

cáfagos de época greco-romana. Kémit, el Pais ~ egro, rezumaba vida y alegria. esforzándose por ello en perenmzar la eXIstenCIa incluso más allá de la muerte terrena.

EL PADRE

DE LOS PADRES,

LA MADRE

DE LAS

MADRES, EL SER DIVINO QUE EMPEZÓ A SER, EN EL PRINCIPIO,

SE HALLABA EN EL SENO DEl NUN, EMA-

NADO



DE

MISMO,

MIENTRAS

EL MUNDO

SE

HALLABA AÚN EN LAS TINIEBLAS, MIENTRAS NINGUNA TIERRA HABíA APARECIDO AÚN NI CRECÍA PLANTAALGUNA ..

Templo de Esna (trad. Sauneron)

Yo,

PTAH, YA ERA CUANDO EL CIELO AÚN NO EXIS-

TÍA, NI TAMPOCO LA TIERRA, NI LOS HOMBRES HABÍAN LLEGADO TODAVÍA A LA EXISTENCIA,

NI TAMPOCO

HABÍ.AN NACIDO LOS DIOSES, CUANDO AÚN NO HABÍA MUERTE.

Textos de las Pirámides, 146 b-c

Entre las numerosas sorpresas que nos depara el antiguo mundo egipcio, la menor no es precisamente su larguisima duración cultural' con cuatro milenios de recorrido. Para tratar de explicar semejante longevidad histórica, unos especialistas han insistido en la buena organización del Estado egipcio y otros, en su relativo aislamiento geográfico entre dos desiertos y un mar. Ciertos autores (Pirenne, Wilson) se esforzaron por demostrar que, bajo una estabilidad aparente, Egipto se transformó en cada fase de su historia, aunque reconociendo siempre una extraña propensión a mantener un discurso de continuidad y respeto a los valores fundacionales, supuestamente fijados de una vez por todas desde la época de Narmer- Menes, Por nuestra parte, pondremos la mayor atención no solo en los cambios ideológicos que se irán dando con el transcurso de los siglos y en las no pocas continuidades. sino también en las razones de un discurso oficial y popular destinado a asegurar que siempre se hizo todo en acuerdo estricto con las ideas y formas establecidas desde los tiempos primigenios. 59

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PTAH FUE INICIALMENTE DIVINIDAD CTÓNICA DE LA PEQUEÑA POBLACiÓN DE MENFIS EN LA ORILLA IZQUIERDA DEL NILO Y ALGO AL SUR DEL ACTUAL EL CAIRO. ERA. PUES UN DIOS LOCAL PROTECTOR DE LOS DIFUNTOS. Y TRAS LA CREACiÓN POR NARMER DEL SANTUARIO OFICIAL DE LAS MURALLAS BLANCAS. SE CONVIRTIÓ EN EL PRINCIPIO SUPREMO. PRESIDIENDO UNA ENNÉADA COMO LA DE ÁTUM EN YUNU-HELlÓPOLlS

El más tardío mundo helénico, por el contrario, tuvo un discurso más propenso a valorar positivamente los cambios y a poner más su atención en posibles futuros mejores que en pasados supuestamente esplendorosos. Sería ingenuo pensar que ese rasgo de pensamiento carece de consecuencias prácticas, pues si analizamos el ritmo de crisis sociales sufrido por Grecia en los apenas mil años que precedieron nuestra era, nos daremos cuenta de la altísima frecuencia de las confrontaciones con el sistema imperante y los intentos de eliminarlo a favor de fórmulas nuevas: de la realeza se pasó a las oligarquías aristocráticas, estas cedieron ante las tiranías individuales y, finalmente, algunos regímenes designados como democráticos tuvieron que dejar paso al formato imperial de Alejandro, que a su vez se cuarteó en monarquías de facto. Mientras, en la orilla sur del mar, Egipto vivió apenas tres grandes convulsiones en tres mil años, lo cual descarta suponer que el discurso de la estabilidad sea independiente de la práctica política: las ideas arraigadas en un pueblo tienen una incidencia determinante en su comportamiento y en los objetivos que este se da. Existe sin duda una correlación entre la incomodidad del presente y los anhelos de horizontes más radiantes, yeso hace pensar que, por lo general, los greca-romanos vivían presentes poco placenteros y poseían una memoria poco amable del pasado, como ya comentó el clasicista Fustel de Coulanges: los escasos pueblos que no lograron asumir sus orígenes culturales han existido histórica-

RELIEVE DEL REY DJOZER DE LA III DlNASTIA BAJO CUYO FARAONATO SE CONSTRUYÓ LA PRIMERA PIRÁMIDE. ESTE FARA6N. COMO LA GRAN MAYORIA, MOSTRABA CLAROS RASGOS AFRICANOS. LA FECHA DE SU LARGO REINADO ES BIEN CONOCIDA, PORQUE EN 2783·2780 A.C. SE PRODUJO LA PRIMERA GRAN AURORA HELlACA DE SOTHIS, AL COINCIDIR LA PRIMERA INUNDACI6N OEL NILO CON LA EMERGENCIA SIMULTÁNEA DE SIR 10 Y EL SOL, FEN6MENO QUE SOLO SE DA EN EL PARALELO DE MENFIS CAOA 1.460 AÑOS.

mente en altísimas tensiones, con un presente mal asumido y un futuro incierto, pero imaginadamente más prometedor. Este hecho, unido a cierta desconfianza helena hacia el medio natural, es uno de los pilares del diseño de utopías -incluso Platón lo intentó- y de la creación de la Polis como un poder de nuevo tipo, levantado conscientemente de espaldas a la naturaleza y buscando forjar modalidades polítícas definidas como "no naturales", en contraste con los vecinos africanos del sur. Así, cuando Hélade empezó a afirmar que sus leyes dependían simplemente del libre arbitrio humano, Kémit llevaba ya tres milenios afirmando que su sistema político era natural y de origen divino, y todo ello con unos resultados prácticos realmente notables. 61

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Ahora bien, existe otro elemento que pone distancia entre los pueblos antiguos de ambas riberas mediterráneas: la consideración de la historia humana, bien como un proceso de ciclos de ascensocaída, bien como un despliegue lineal- ascendente desde un mal pasado hacía futuros siempre mejores. Ese rasgo "progresista", aunque no todos los pensadores griegos lo compartieran, lo hallamos a veces incluso en autores claramente tradicionales como Hesíodo, que consideró característica humana la capacidad de construir habitáculos, a diferencia de los animales. Cabe aquí señalar que las culturas neolíticas y sus continuadoras, al menos en su gran mayoría, han sido en casi todos los continentes de ideología cíclica en la manera de interpretar sus propias historias, y si retomamos a Platón en su República veremos que lo que describe es la decadencia paulatina tanto de los sistemas familiares como de los políticos, ambos íntimamente ligados: en ese aspecto, el maestro de la Academia, bien formado por los pitagóricos y por los sacerdotes egipcios, tenía una perfecta concepción tradicional -y por lo tanto cíclica- de la evolución social, yendo desde las alturas fundacionales hasta las disgregaciones finales. Lo más acertado sería, pues, hablar de Platón el egipcianizado, aunque también podríamos comentar irónicamente que los antiguos egipcios eran muy "platónicos" en su forma de entender la existencia y las evoluciones sociales.

NARMER. LA FUNDACIÓN DE LAS MURALLAS BLANCAS Sabemos muy poco del último rey tinita, aunque es bastante lo que se le fue atribuyendo con el paso de los siglos. Con Narmer (llamado Mina o Menes como apodo dinástico) culmina la casa real de Nekhen y se postergan las sedes horianas de Nekhen y This a favor de una nueva capital política, Menfis, en la intersección entre el valle (Alto Egipto) y el Delta o Bajo Egipto. La dificultad para los historiadores en averiguar el orden de sucesión de los faraones tinitas antes de la unificación ha llevado a crear una" dinastía o" en la que se entremezclarían nombres como Aha, Djer, Wadjí o Escorpión o el propio Narmer, que ya abriría la nueva etapa, y con ella la 1 dinastía hacia el 3300-3~00 a.C. Sabemos de él que derrotó al

último reino horiano independiente de This, la doble ciudad de Pe- Buto, en la orilla noroccidental del Delta, que desposó como mujer principal a una princesa del Estado vencido -su nombre es característico de la región- y que asumió la corona blanca troncocónica de Buto, demostrando así simbólicamente la integración de todos los Anw, en vías de devenir los Remtw Kémit del faraonato clásico. Aunque se suele hablar de las dos primeras dinastías como "tinitas" (entre 3300 y ~80o a.C.), no nos parece demasiado adecuado, porque todo lo que sabemos indica, desde el mÍsmo Narmer, una fuerte propensión política, militar e ideológica a centrarse en la recién fundada capital, Menfis, en la orilla izquierda u occidental del río antes de penetrar en el Delta. Otro de los pocos datos que poseemos sobre Narmer es que, para fortificar el preexistente emplazamiento de Menfis, hizo desviar el río de manera que las aguas limítrofes con la ciudad completasen la proteccíón terrestre de las murallas, haciendo del lugar una ciudadela dífícilmente expugnable. El nombre antiguo, Menfis o Mínnoferw, según Maspéro, signíficaba "el Buen Asilo" o "el Puerto de los Buenos", allí donde los difuntos iban a reunirse con Osiris. En cuanto al nombre de Las Murallas Blancas, dado por su refundador, podría aludir al color de la piedra caliza, pero es más probable suponer que se deba a que esa era la nueva sede de los reyes de la Casa de Nekhen, los portadores de la corona blanca oblonga, tal y como Narmer exhibe en una de las caras de su célebre Paleta, la cual fue hallada exactamente en las excavaciones de Nekhen. En cuanto a la posibilidad de que el faraón de Las Dos Tierras o Las Dos Señoras -tal y como se aludiría ritualmente a Egipto desde la unificación- hubiese ordenado trabajos hidráulicos en el Delta, pensamos con Janssen que es poco probable, no solo porque carecemos de restos arqueológicos, sino porque si lo que buscaba era congraciarse con las poblaciones deltaicas puede que se limitara a utilizar el ejército para drenar marismas y zonas pantanosas, tanto para ofrecer más tierras a los cultivadores como para reducir la ínfestación palúdica de la región. Como dijo Heródoto, "el Delta es un don del Nilo", y ya dejó claro que esa zona estuvo en el pasado poco habitada y sometida a las irregularídades de las crecidas. 63

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