Thich Nhat Hanh Sobre El Miedo
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Thich Nhat Hanh, maestro zen nacido en la región de Vietnam Central el 11 de octubre de 1926, monje budista desde hace m...
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Hace mucho tiempo…
Aunque no lo recuerdes, viviste, hace ya tiempo, en el útero de tu madre. madre. Eras un ser humano vivo vivo y muy pequeño. Había, en el útero útero materno, dos corazones, el suyo y el de tu madre. Durante Durante ese periodo, ella lo hacía todo por ti: comer, beber y hasta respirar. respirar. Estabas unido a ella por el cordn cordn umbilical, umbilical, a trav!s del cual te lle"aban el o#í"eno y el alimento. En el el interior de tu madre, estabas se"uro y satis$echo. %unca hacía demasiado demasiado calor ni demasiado demasiado $río. En ese suave co&ín líquido líquido al que, en 'hina y (ietnam, denominamos )palacio del niño*, descansaste pl+cidamente los nueve meses m+s cmodos de tu vida.
ue"o lle" el momento del nacimiento. -odo era, a tu alrededor, di$erente, di$erente, y sentiste las acometidas del nuevo entorno. Entonces tuviste que en$rentarte al $río y el hambre. as luces luces eran demasiado intensas y los ruidos demasiado $uertes y, por primera vez, e#perimentaste el miedo. Ese es el miedo ori"inal.
En el palacio del niño, no necesitabas usar los pulmones pero, despu!s de que nacieras, al"uien cort el cordn umbilical y de&aste de estar $ísicamente unido a tu madre. cuando la respiracin de tu madre de& de aportarte el o#í"eno necesario, tuviste que aprender a conse"uirlo solo, porque, de no haberlo hecho, hubieses muerto. El nacimiento es un hito especialmente doloroso, porque supone el destierro del palacio y el descubrimiento del su$rimiento. -rataste de inhalar, pero el líquido de tus pulmones te lo impedía. o primero que tuviste que hacer, para respirar $ue e#pulsar ese líquido. /or ello, en el momento mismo en que nacemos aparece, &unto al miedo ori"inal, el deseo ori"inal: el deseo de sobrevivir.
/ero para que el niño sobreviva necesita que al"uien cuide de !l. es que, despu!s de que se haya cortado nuestro cordn umbilical, nuestra dependencia de los adultos es, para la supervivencia, absoluta. esa dependencia implica la e#istencia de un vínculo al que podríamos considerar como una especie de cordn umbilical invisible.
'uando crecemos, nuestro miedo y deseo ori"inales si"uen todavía ahí. es que, aunque hayamos de&ado
ya de ser beb!s, si nadie cuida de nosotros no podemos sobrevivir. -odos los deseos de nuestra vida hunden sus raíces en el deseo ori"inal $undamental de sobrevivir. De niños, todos necesitamos encontrar el modo de "arantizar nuestra supervivencia. 0omos impotentes. -enemos piernas, pero no podemos caminar y tenemos manos, pero no podemos tomar nada. /or ello necesitamos a al"uien que nos prote&a, cuide de nosotros y "arantice nuestra supervivencia.
-odo el mundo tiene miedo en ocasiones. -enemos miedo, entre otras muchas cosas, a la soledad, el abandono, la ve&ez, la en$ermedad y la muerte. Hay veces en las que tenemos miedo sin saber e#actamente a qu!. /ero si miramos pro$undamente, advertiremos que ese miedo es un resultado del miedo ori"inal, del miedo que e#perimentamos cuando !ramos reci!n nacidos, impotentes e incapaces de hacer nada por nuestra cuenta. /ero, por m+s que hayamos crecido y seamos adultos, el miedo ori"inal y el deseo ori"inal si"uen todavía vivos en nosotros. %uestro deseo de tener una pare&a es, en parte, una prolon"acin del deseo de que al"uien cuide de nosotros.
'uando lle"amos a la edad adulta, tenemos miedo a recordar y conectar con ese miedo y ese deseo
ori"inales porque, por m+s que no hayamos tenido la ocasin de hablar con !l, ese niño impotente vive todavía dentro de nosotros. %o nos hemos dado el tiempo necesario para cuidar de ese niño herido y de1 samparado que yace en nuestro interior.
Ese miedo ori"inal si"ue, de al"ún modo, vivo dentro de la mayoría de nosotros. A veces tenemos miedo a estar solos. 2uiz+s sintamos que )no podemos hacerlo solos* y que necesitamos la ayuda de al"uien. /ero por m+s que esa sea una prolon"acin de nuestro miedo ori"inal, si miramos pro$undamente, descubriremos tambi!n, en nuestro interior, la posibilidad de calmar el miedo y encontrar la $elicidad.
%ecesitamos observar atentamente nuestras relaciones para ver si se asientan en nuestras necesidades o en nuestra $elicidad. -endemos a pensar que nuestra pare&a tiene el poder de hacernos sentir $elices y que, en su ausencia, no podremos estar bien. /ensamos: 3%ecesito que esa persona cuide de mí porque, en caso contrario, no sobrevivir!4.
as relaciones que no se basan en la comprensin y la $elicidad, sino en el miedo, no tienen un slido
$undamento. 2uiz+ creas que, para ser $eliz, necesitas a esa persona5, pero tarde o temprano acabas d+ndote cuenta de que tus sentimientos de paz y se"uridad no proceden realmente de esa persona, que su presencia es un en"orro y quieres desembarazarte de ella.
0i te "usta, de manera parecida, pasar el tiempo en un ca$!, quiz+s ello no se deba a que ese sitio sea tan interesante como crees. 2uiz+s se trate sencillamente de que tienes miedo a estar solo y quieres estar siempre acompañado. quiz+s tambi!n, cuando enciendas la televisin, no se deba tanto a que ese pro"rama te resulte $ascinante, sino a que tienes tambi!n miedo a estar solo.
Del mismo lu"ar procede tambi!n el miedo a lo que los dem+s puedan pensar de ti. -ienes miedo a que, si los dem+s piensan mal de ti, no te acepten y te de&en solo y en una situacin peli"rosa. a necesidad de que los otros piensen siempre bien de ti es tambi!n una prolon"acin del mismo miedo ori"inal. lo mismo podríamos decir de la necesidad de comprar re"ularmente ropa, una necesidad derivada del deseo de ser aceptado por los dem+s. -ienes miedo al rechazo.
-ienes miedo a que te abandonen y te de&en solo, sin nadie que cuide de ti.
-enemos que ver pro$undamente para descubrir los miedos y deseos ori"inales primordiales que se ocultan detr+s de muchas de nuestras conductas. -odos y cada uno de los miedos y deseos que hoy en día te aque&an son prolon"aciones del miedo y el deseo ori"inales.
6n día, mientras estaba paseando, e#periment! una especie de cordn umbilical que me conectaba al sol. Entonces me qued claro que, de no estar el sol ahí, yo moriría de inmediato. -ambi!n e#periment! un cordn umbilical que me conectaba con el río, y me di cuenta de que, en su ausencia, yo tambi!n moriría, porque no tendría a"ua para beber. tambi!n sentí la presencia de un cordn umbilical que me ataba al bosque, cuyos +rboles se encar"aban de "enerar el o#í"eno necesario para que pudiese respirar7 si desaparecieran, tambi!n moriría. tambi!n vi el cordn umbilical que me une al campesino que cuida las verduras, el tri"o y el arroz que cocino y de los que me alimento.
a pr+ctica de la meditacin te ayuda a ver cosas que los dem+s no pueden ver. es que, aunque tú no
puedas verlos, todos esos cordones umbilicales est+n ahí, uni!ndote a tu madre, tu padre, el campesino, el sol, el río, el bosque, etc!tera. , como la meditacin incluye tambi!n la visualizacin, si dibu&as esos cordones, descubrir+s que no se limitan a cinco o diez, sino que est+s atado a centenares y hasta miles de ellos.
En /lum (illa"e, en donde vivo en el sur de 8rancia, nos "usta utilizar gathas, breves poemas pr+cticos que recitamos, en silencio o en voz alta, a lo lar"o del día, para ayudarnos a pro$undizar en las acciones de nuestra vida cotidiana. -enemos un gatha para despertar cada mañana, un gatha para cepillarnos los dientes e incluso gathas para utilizar el coche o el ordenador. Este es el gatha que utilizamos cuando nos servimos la comida:
En esta comida veo, con toda claridad, la presencia del universo entero sustentando mi existencia. 1
0i contemplamos pro$undamente las verduras que estamos a punto de in"erir, descubriremos en ellas la puesta de sol, las nubes y la tierra y el traba&o amoroso y duro. 'omer así nos conecta, aunque no compartamos con nadie la comida, con nuestra
comunidad, con nuestros ancestros, con la madre %aturaleza y con la totalidad del cosmos. %unca, desde esa perspectiva, volveremos a sentirnos solos.
6na de las primeras cosas que podemos hacer para aliviar el miedo es hablar con !l. /uedes sentarte con ese niño interno asustado y, diri"i!ndote amablemente a !l, decir al"o así como: 32uerido niño, soy tu yo adulto. 2uiero decirte que has de&ado de ser un beb! impotente y vulnerable. -ienes manos y pies $uertes y puedes de$enderte per$ectamente. %o hay razn, pues, para que si"as teniendo miedo4.
'reo que hablar de este modo con el niño interno puede ser muy útil, porque puede estar pro$undamente herido y esperando que volvamos a cuidarle. -odas las heridas in$antiles de ese niño si"uen ahí, pero hemos estado tan ocupados que no hemos tenido tiempo de ayudarle. /or ello es tan importante tomarnos el tiempo necesario para ayudarle a curar, reconociendo la presencia, en nosotros, del niño herido y hablando con !l. /odemos recordarle varias veces que hace tiempo que de&amos de ser niños desamparados, que ya hemos crecido y que, como adultos, podemos cuidar ya per$ectamente de nosotros.
Práctica: hablar con tu niño interno
'oloca un par de co&ines en el suelo. 0i!ntate lue"o sobre uno de ellos e ima"ina que eres un niño inde$enso y vulnerable. ue"o di: 32uerido, estoy desamparado. %o puedo hacer nada. Es muy peli"roso. (oy a morir. %adie cuida de mí4. es importante que lo di"as utilizando el mismo tipo de len"ua&e que emplearía un niño. si mientras est+s e#pres+ndote de este modo aparecen sentimientos de miedo, desamparo, impotencia y estr!s, d!&alos a9orar hasta que puedas reconocerlos. De&a que el niño inde$enso ten"a tiempo para e#presarse plenamente. Esto es tambi!n muy importante.
0i!ntate, cuando hayas terminado, en el otro co&ín y asume entonces el papel del yo adulto. ma"ina, mirando el co&ín anterior, al niño desamparado y dile: 3Escúchame. o soy tu yo adulto y tú ya no eres un niño impotente. Hemos crecido y ahora somos adultos. 0omos lo su;cientemente inteli"entes para prote"ernos y sobrevivir. a no necesitamos que nadie cuide de nosotros4.
'uando trates de llevarlo a la pr+ctica, ver+s que la sensacin de se"uridad y con;anza que anhelas no depende de que te a$erres a al"uien o te distrai"as continuamente.
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