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May 25, 2018 | Author: David | Category: Dream, Decision Making, Happiness & Self-Help, Word, Science
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La Promesa Tu plan maestro para una vida abundante

Mark Ford

Copyright 2011 Mark Ford. Todos los derechos reservados Prohibida su reproducción parcial o total.

La Promesa Tu plan maestro para una vida abundante

Mark Ford

Copyright 2011 Mark Ford. Todos los derechos reservados Prohibida su reproducción parcial o total.

Introducción CÓMO VIVIR UNA VIDA PRÓSPERA DESDE HOY

Todos queremos una vida mejor, pero solo muy pocos están dispuestos a realizar los cambios necesarios para lograrla. Veamos el ejemplo de mi viejo amigo Joe S. Cada vez que lo veo, lo cual no es muy seguido este último tiempo, se está quejando de su (a) mujer, su (b) trabajo, sus (c) hijos, su (d) cuerpo y sus (e) amigos. En general, quejarse de todos estos temas le lleva menos tiempo que tomarse una cerveza. Antes, solía alentarlo alentarlo a que cambie. cambie. “Hacé terapia de pareja”, le sugería. “No sirve para nada”, me aseguraba. “Entonces, divorciate”. “Me sale más barato quedarme con ella”. Todas nuestras conversaciones eran así. Luego, dejé de sugerirle cosas. Ahora, cuando nos vemos, me tomo una cerveza y, luego, me voy. Joe es un ejemplo extremo. Dice que quiere cambiar, pero no lo hace. Prefiere seguir haciendo lo que siempre ha hecho, es decir, tener una vida miserable y perder su tiempo libre quejándose de ello. Joe está estancado. También lo está John K., un ingeniero eléctrico con base en Gran Bretaña que había leído mi newsletter Early to Rise (ETR) (Madrugar) durante unos tres meses hasta que me escribió para decirme que si bien normalmente creía que las ideas que aparecían en el ETR eran “excelentes”, no podía empezar. Su problema era la “falta de motivación”. Como alguien con buena educación, John podía “reconocer las oportunidades que se le presentaban en… el mercado inmobiliario, en Internet, en el de exportación e importación, etc.”, pero no podía aprovechar ninguna de ellas salvo que estuviera “un 100 por ciento seguro” de que tendría éxito. John admitió que el miedo a fracasar lo paralizaba. Sin embargo, saber que tenés un problema emocional no significa que podés resolverlo”. “¿Cómo puedo superar este obstáculo?”, quería saber. Este libro está dirigido a gente como John, que quiere mejorar su vida, pero, por alguna razón, no puede hacerlo. ¿CUÁN BUENA ES TU VIDA? CONTESTÁ ESTE EXAMEN Y DESCUBRILO

 Una de mis máximas favoritas es la siguiente: podés determinar la calidad de tu vida laboral con solo contestar estas tres preguntas simples: 1.

¿Qué harás?

2.

¿Con quién?

3.

¿Dónde?

Me gusta la simplicidad de eso, y tiene sentido. La cantidad de momentos alegres que tenés cada día depende mucho de las siguientes tres sabias elecciones: 1.

La carrera que elegís.

2.

Los socios que decidís tener.

3.

El lugar que elegís.

Es muy probable que ya hayas tomado esas tres decisiones. Seguramente, las hayas tomado sin pensar mucho o de forma pasiva sin elegir. Sin embargo, tenés que vivir con tus elecciones. Antes de que hagamos otra cosa, y hay un montón de cosas maravillosas que me gustaría que hagamos juntos en este libro, repasemos las decisiones que has tomado. Hacé este examen de tres partes. Luego, hablemos de tu puntuación. Qué haces… Tu carrera Puntuá a tu empresa o a tu carrera con un número del 1 al 10 a cada una de las siguientes descripciones. Un 10 significa que describe de manera perfecta a tu empresa. Un 1 significa que no se aplica a tu empresa para nada. Si sos empresario o profesional, usá el siguiente grupo de descripciones:  __ Es difícil de igualar porque tiene una proposición de venta única.  __ Es expandible. Puede crecer sin mucho trabajo.  __ Tiene pocos gastos generales con alquileres bajos y no se necesita realizar inversiones de mucho capital.  __ Puede comercializarse bien en Internet y sacar provecho del mercadeo directo.  __ No tiene inventario o tiene poco.  __ Está sujeta a pocas regulaciones del gobierno.  __ Tiene un flujo de efectivo positivo. Puede financiar su crecimiento a través de su propio flujo de efectivo.  __ No necesita muchos empleados. No se necesitan más de cuatro empleados para generar un millón de dólares en ingresos.  __ Tiene una capacidad ilimitada para crear riqueza para mí.

 __ Es un desafío total a nivel emocional, intelectual y creativo.

Si sos empleado, usá el siguiente grupo de descripciones:  __ Se beneficia con mis habilidades.  __ Desafía totalmente mi lógica mental.  __ Desafía totalmente mi creatividad mental.  __ Encaja perfectamente con mi estilo de vida.  __ Hace que esté rodeado de gente interesante e inteligente.  __ Me da la oportunidad de superarme y avanzar.  __ Favorece el pensamiento independiente.  __ Ofrece control.  __ Me da la oportunidad de aprender nuevas habilidades.  __ Ser honesto y ofrecerle un valor agregado a los clientes es una prioridad absoluta.

¿CON QUIÉN LO HACÉS?... TUS SOCIOS, TUS VENDEDORES Y TUS CLIENTES PRINCIPALES Calificá a tus socios con un número del 1 al 10 a cada una de las siguientes descripciones. Un 10 significa que describe perfectamente a tu socio. Un 1 significa que no se aplica para nada a tu socio.  __ Tienen mi mismo sistema de valores.  __ Valoran mis puntos fuertes.  __ Perdonan mis debilidades.  __ Hacen que todos los negocios comerciales sean beneficiosos para todas las partes.  __ Aportan habilidades que yo no tengo.  __ Están dispuestos a dialogar cuando hay desacuerdos o desentendimientos  __ No muestran mal carácter, por ejemplo, no abusan verbalmente de sus colegas.  __ No son propensos a hacer que la preparación y la planificación sean eternas.  __ Adoptan nuevas tecnologías y técnicas. Ahora, calificá a tus empleados:  __ Tienen mi mismo sistema de valores.

 __ Son productivos y trabajan duro.  __ Aportan habilidades que yo no tengo.  __ Apoyan mis metas comerciales  __ Tratan a todos con respeto, incluso a los competidores.  __ Confían en mi juicio.  __ Siguen mis consejos y mis órdenes.  __ Son abiertos al cambio.  __ No entran en pánico ante la primera señal de derrota.  __ Siempre están dispuestos a aprender y a enseñar.

¿DÓNDE LO HACÉS?… EL LUGAR DONDE VIVÍS Y TRABAJÁS Calificá al lugar donde vivís y trabajás con un número del 1 al 10 a cada una de las siguientes descripciones. Un 10 significa que describe perfectamente a tu lugar. Un 1 significa que no se aplica para nada a tu lugar.  __ Cuenta con el clima que me gusta.  __ Tiene las cualidades físicas que amo, por ejemplo, montañas, mar, etc.  __ Tiene la cantidad de población que me gusta, por ejemplo: urbana, suburbana, rural.  __ Me ofrece más que suficientes actividades culturales/recreacionales.  __ Me permite disfrutar mi vida por completo sin tener que viajar mucho.  __ No necesito viajar mucho para llegar al trabajo.  __ Ofrece un ambiente de trabajo de oficina cómodo, seguro y productivo.  __ Tiene muchas ventanas o un área al aire libre.  __ Tiene comodidades, como por ejemplo, un gimnasio y restaurantes cerca para ir después del trabajo.  __ Está bien equipado, lo cual me permite hacer mi trabajo de la mejor manera posible.

CÓMO PUNTUAR Cada categoría puede tener un puntaje máximo de 100 (cada una de las 10 descripciones de la carrera puede tener como máximo 10 puntos; cada una de las 10 descripciones de tus socios

puede tener como máximo 10 puntos; cada una de las descripciones de tu lugar de trabajo puede tener como máximo 10 puntos). Colocá tus puntajes y comparalos con las siguientes observaciones: 90 a 100: ¡Felicitaciones, tenés lo que necesitás! Mejorar tu vida en esta categoría será solo cuestión de corregir algunas cosas. •

70 a 90: Has logrado mucho. Mucho más que la mayoría de las personas. Sin embargo, podés mejorar tu vida en esta categoría. El proceso de nuestro plan maestro te dará lo que necesitás para hacer los cambios que querés. •

50 a 70: Tu vida es mejor que la mayoría. (La mayoría de las personas le da a su vida un puntaje entre 40 y 50). Sin embargo, hay mucho para mejorar. Necesitás aplicar un plan maestro para mejorar tu vida. •

Menos de 50: Has tomado algunas malas decisiones. Tendrías que empezar a tomar mejores decisiones. •

No te preocupes si tus puntajes son más bajos de lo que esperabas. Todo se puede mejorar con rapidez si estás dispuesto a cambiar. En este libro, hablaremos de cómo podés mejorar tu vida al máximo.

OBSTÁCULOS QUE TE IMPIDEN ALCANZAR LOS OBJETIVOS: POR QUÉ NO PODÉS EMPEZAR John dice que cree que parte de su problema es que no está 100% seguro de que si comienza a trabajar en una oportunidad específica, tendrá éxito. ¿Cómo puede superar este obstáculo? La vida cobra sentido cuando te motivás, te imponés metas y corrés hacia ellas sin que nadie te  frene.

 ─ Les Brown La única gran razón por la cual la gente fracasa en la vida es que nunca actúa de manera eficaz. La pobreza es un problema también, pero no uno insuperable. Un sinnúmero de hombres y mujeres exitosos comenzaron sus vidas en la pobreza. La ignorancia también es un problema, pero cualquiera que tenga el deseo de aprender puede superarla. La indecisión y el miedo (a fracasar o a tener éxito) son obstáculos comunes en el camino hacia el éxito. Sin embargo, todos estos obstáculos pueden ser superados fácilmente por cualquier persona que se comprometa a actuar, a descifrar lo que quiere y, luego, a caminar en esa dirección. La inacción es el problema de John, ¡no el miedo a trabajar en una oportunidad que no se materialice! La gente exitosa no se sienta a esperar a que todo salga bien en un “100%” o a estar “absolutamente segura” de que va a tener éxito. Analizan las probabilidades y, si las probabilidades son razonablemente buenas, arremeten con energía y valentía. No necesitan estar completamente seguros, porque saben que en la vida nada lo es.

 La gente exitosa sabe, por experiencia, que el costo del fracaso es muy moderado en comparación con el costo de la inacción. El fracaso significa que uno será más inteligente la próxima vez. En la inacción no hay una próxima vez. La infelicidad tiene solo una vida, primero la preocupación y luego el arrepentimiento. En este momento, John vive preocupado. Si no actúa rápido, será un jubilado lleno de arrepentimiento. Mi regla se denomina “ready, fire, aim” (“listo, disparo, apunto”). He escrito sobre ella muchas veces en el ETR y es el título de uno de mis libros. En el capítulo 17 del libro explico lo siguiente: Ready, fire, aim significa hacer caso omiso de los obstáculos y de los desvíos que detienen a otros.

Implica encontrar y seguir el camino más rápido para alcanzar cualquier objetivo que te impongas para que el tiempo y todos los problemas que el tiempo provoca no te venzan. Ready, fire, aim alcanza más en menos tiempo, porque le da el valor correcto a la acción. También es un enfoque realista, porque reconoce la imperfección humana y el fracaso de una forma inteligente. En efecto, ready, fire, aim es una forma de aumentar el éxito que obtengas en cualquier cosa. La clave de entender este enfoque llamado ready, fire, aim es el principio del fracaso acelerado. Este principio del fracaso acelerado se basa en el reconocimiento de que en cualquier empresa aprendemos cometiendo errores durante el trayecto. Cuanto más rápido reconozcas tus errores críticos, más rápido adquirirás el conocimiento para tener éxito. En otras palabras, no tengas miedo a cometer errores… ¡localizalos! John reconoce que todas las oportunidades de las cuales hablamos con regularidad en el ETR, oportunidades inmobiliarias, publicidad de información, por internet, entre otras, pueden ser formas viables de alcanzar el éxito… sin importar lo que pasa en la economía. Si ese es el caso, ¿qué espera? No va a aumentar sus posibilidades si espera y se preocupa. Cuanto antes empiece, más rápido cometerá los errores que necesita para alcanzar el éxito. Siento compasión por John. Vos podrías estar atascado en el mismo lugar. Su problema empeora por su inteligencia. La gente inteligente se preocupa más. Suelen evocar razones para temerle al fracaso y retrasan su actuar. Son víctimas de su coeficiente intelectual. John tiene que compensar esto haciendo un gran esfuerzo para no prestarle atención a sus preocupaciones y forzándose a actuar. No importa qué oportunidad elija, sabe que tiene los recursos para tener éxito en cualquier cosa que haga. Todo lo que tiene que hacer es empezar. Poner un pie delante del otro y empezar a caminar. Voy a hacer que el proceso sea fácil, no sólo para John, para vos también, si estás en su situación. Te voy a decir lo que tenés que hacer hoy. Luego, te voy a decir lo que tenés que hacer si querés ser exitoso no sólo en el ámbito financiero sino también en el resto de las áreas de tu vida. ¿Listo? Lo que tenés que hacer en este momento es esto: cumplir la siguiente promesa. Bueno, Michael. Estoy con vos. Me he comprometido a crear un plan maestro que pueda usar para alcanzar el éxito este año. Me comprometo a seguir ese plan sin cuestionamientos ni quejas. Asimismo, me comprometo a mantener un registro que me permita hacer un seguimiento de mi progreso e invertir el tiempo y el dinero requerido para alcanzar mis metas. Asimismo, me comprometo a escribirles a fin de año para explicarles exactamente cuáles han sido mis logros.

Por medio del presente prometo ____________________________________________________

Firma:  ________________________________________________________________________________

Fecha:  ________________________________________________________________________________ ¡Ya está! ¡Empezá ahora! No puedo ofrecerte una “garantía segura en un 100%”… pero si estás dispuesto a seguir mi consejo y el plan que presentamos en este libro, estoy dispuesto a garantizarte, en un 99%, que en este misma época el año que viene estarás camino a obtener salud, riqueza, sabiduría y felicidad. ¿Es suficiente eso para vos? Si es así, ¡empecemos!

Parte uno TU PLAN MAESTRO PARA LOGRAR UNA VIDA PRÓSPERA ¿QUÉ NECESITÁS REALMENTE PARA CAMBIAR TU VIDA? Tenía 13 años cuando escuché por primera vez la palabra “mediocre”. La Sra. Growe, mi profesora de inglés de noveno grado, la utilizó para describir a un estudiante que, según su opinión, había trabajado por debajo de su potencial. ¿Quién era el estudiante? El que les habla. "El Sr. Ford," se dirigió a la clase, “es el ejemplo clásico de alguien mediocre. No hace la tarea. Llega tarde a la clase y se pasa el día soñando. Como resultado, obtiene una C. De un estudiante con un potencial medio espero resultados mediocres. En este caso, estoy decepcionada”. No me sorprendió tal valoración. Era correcta. No puedo negarlo. El proceso de maduración femenino llamaba más mi interés en ese momento. Eso y el fútbol. Y jorobar con mis amigos. Todo eso menos la tarea. No era un buen lector y no podía quedarme quieto durante la clase. Más tarde, descubrí que tenía una combinación de dislexia y lo que se llama “déficit de atención”. Sin embargo, ni la Sra. Growe ni yo sabíamos nada de eso en ese momento. Según ella, yo era un eterno vago. Yo tenía la misma opinión. La ironía del compromiso es que es muy liberador —en el trabajo, en el juego, en el amor.

 ─  Anne Morriss Sin embargo, al menos una vez al año, me prometía a mí mismo que “empezaría de cero”. Sentía, como lo hacía la Sra. Growe, que no era tan tonto como indicaban mis calificaciones. Y sentía, muy por dentro, que en algún momento alcanzaría el éxito. Pero antes de que pudiera ser exitoso, tenía que cambiar algo fundamental sobre mí. Ese cambio comenzó en el último año, cuando me desperté un día y me di cuenta de que estaba enojado conmigo mismo. Estaba cansado de ser un eterno fracasado. Estaba harto de las calificaciones bajas y de ser el tonto de la clase. Quería convertirme en la persona que la Sra. Growe pensaba que debería ser. Pero parecía muy tarde. Solo faltaba un mes para la graduación y, obviamente, era imposible rectificar cuatro años de mal desempeño en tal corto plazo. Dado que mis calificaciones eran mediocres, no tenía posibilidades de obtener una beca universitaria, y dado que mis padres no podían pagarme la matrícula, la única opción que tenía era ir a la universidad local. En la universidad local estaban contentos de cobrar mis $400 por año y estarían igualmente felices de calificarme con la misma C que me habían puesto en la secundaria. Sin embargo, yo no quería vivir más esa vida. Me di cuenta, aunque suene raro, de que mi falta de éxito era un beneficio oculto. Estaba a punto de sumergirme en una ambiente académico en donde reinaba la mediocridad, en donde competiría con otros fracasados de la secundaria como yo.

¿Y si usaba el resto del tiempo que me quedaba en la secundaria para prepararme para una vida nueva y mejor en la facultad? ¿Y si usaba mi energía para desarrollar aptitudes y hábitos que me ayudaran a tener éxito durante los siguientes cuatro años? Y eso es exactamente lo que hice. El sábado posterior a mi gran decisión de cambiar, manejé mi Bel Air del año 1956 a la Nasau Community Collage en Hempstead, Nueva York. Recolecté todo lo que podía acerca de la facultad y del currículo en el cual me involucraría. Traje todo a casa y pasé el resto del fin de semana leyendo cuidadosamente cada panfleto y volante. Estaba haciendo algo que nunca había hecho en el colegio: tomar ventaja de mi competencia planeando mi éxito. En las semanas siguientes, me convertí en un pequeño experto sobre la pequeña universidad. Sabía todos los cursos que ofrecían, cada licenciatura y cada profesor que me tocaría en el primer año. Tomar esa iniciativa de planear mi éxito me generó un pensamiento positivo. Realmente sentía que estaba cambiando. Me estaba convirtiendo —incluso antes de que empezara— en un estudiante serio y comprometido. Me di cuenta de que comenzaría la universidad como una persona nueva. Ninguno de mis profesores sabría de mi comportamiento ridículo de la secundaria y ninguno de mis compañeros iba a esperar que fuera el payaso de la clase. Empezar la universidad sin esa mala reputación que había creado en la secundaria era un regalo de los dioses académicos. Podría entrar a las clases nuevas como un estudiante interesado, entusiasta que estaba allí para tener éxito. Y eso es lo que ocurrió. Concurrí a las clases en septiembre de manera puntual y con los textos que se necesitaban. Me senté en la primera fila y levanté la mano cada vez que el profesor hacía preguntas. Realicé mi tarea y pasé el resto del tiempo estudiando. Entre las clases, el estudio y el negocio de pintura de casas por otro lado, trabajaba 16 horas al día, siete días a la semana. Al finalizar el primer semestre, tenía la reputación de un estudiante excelente. Durante toda la universidad y la carrera de grado, nunca dejé de ser aplicado. Algunas veces pienso qué habría pasado si no me hubiera enojado conmigo mismo. O si no hubiera realizado todas esas preparaciones que me ayudaron a comenzar de cero. Seguramente estaría trabajando de algo que no me gusta en algún lugar, luchando para pagar las cuentas y estableciendo propósitos inútiles —sabiendo que viviría mi vida como un “mediocre” constante. La diferencia fue el simple hecho de darme cuenta de que si no cambiaba, mi vida no cambiaría, ni en ese momento ni nunca. Había gastado mis años de secundaria haciendo una promesa que nunca esperé cumplir realmente. Pero estaba cansado de hacer eso. Volvamos a pensar, hay una serie de factores que me permitieron cambiar de una forma seria y comprometida: Primero, emocionalmente había tocado fondo. Había llegado al punto en el cual realmente me odiaba a mí mismo por no alcanzar lo que mi potencial me permitía. •

Segundo, tome la decisión de cambiar completamente, pasar de ser un estudiante mediocre al mejor de la clase. •

Tercero, reconocí que tenía que cambiar no sólo mis hábitos de trabajo, sino también la opinión que tenía de mí mismo. Tendría que “convertirme” en el estudiante brillante que quería ser. •

Y, por último, actué de manera inmediata. No esperé hasta septiembre para cambiar. Empecé enseguida a prepararme durante los últimos meses de la secundaria. •

¿Alguna vez te prometiste a vos mismo algo que no cumpliste? ¿Tuviste sueños de éxito y felicidad que no alcanzaste? ¿Sentís, a veces, que no importa lo que hagas seguís siendo, en parte, “mediocre”? Si es así, te tengo buenas noticias. Tu comportamiento pasado no se relaciona con tus hábitos de trabajo futuros. Si podés cambiar la manera en que trabajás —aunque sea un poco— podés cambiar la manera en que vivís. La mayoría de las personas que lean esto pensarán, “Otra vez ese sermón motivador. Lo que necesito es que mi suerte cambie”. Estoy aquí para decirte que la suerte no tiene nada que ver con el cambio en mi vida y no debería tenerla con ningún cambio que te gustaría hacer en la tuya. Si hubiera esperado a tener suerte, todavía estaría esperando. Mi vida cambió cuando me cansé y empecé a planear mi éxito. Vos también podés cambiar, si reunís las siguientes características: (a) estás insatisfecho con la falta de éxito que has tenido hasta el momento; (b) deseás realizar un gran cambio, no sólo un ajuste pequeño; (c) estás preparado para comenzar a trabajar de manera diferente y pensar acerca de vos mismo como una persona distinta y (d) deseás comenzar ahora a prepararte para el éxito. REINVENTÁ TU VIDA CON UN PLAN PARA ALCANZAR EL ÉXITO COMPROBADO Tu desafío es el siguiente: una carrera automovilística desde Nueva York hasta Las Vegas. Si llegás a la meta dentro de un plazo de tiempo determinado, ganarás millones de dólares y un estilo de vida mejor y completamente diferente. Suena divertido, ¿no? Bien. Pero hay un problema: no sabés cómo llegar a la meta. La cuenta regresiva ya ha comenzado. En unos minutos, cientos de otros autos se ubicarán chillando en la largada. ¿Qué deberías hacer? ¿Salir y comprar un mapa? ¿Instalar un GPS en tu auto? ¿O empezar la carrera luego del disparo, seguir al resto y hacer preguntas? La gente precavida instalaría un GPS y empezaría la carrera más tarde, lo cual reduciría drásticamente sus posibilidades de ganar. La gente exitosa usaría una combinación de sentido común e inteligencia: permanecer con el resto y, luego, hacer preguntas en las estaciones de servicio para asegurarse de encontrar la ruta posible más rápida.

Mejorar tu vida se parece un poco a participar de una carrera automovilística por el país. Si esperás mucho para empezar, disminuís las posibilidades de completarla. Aun así, si empezás sin ningún plan, es posible que te pierdas en el camino. Cuando decidí convertirme en un estudiante ejemplar en la universidad (luego de casi ni estudiar en la secundaria para obtener una C en las materias), empecé a trabajar enseguida, pero tenía un plan, un plan que habían aplicado muchos estudiantes ejemplares antes que yo: conocer el plan de estudios. Encontrar para qué materias tenía facilidad. Mostrarme como un estudiante ejemplar y matarme trabajando. Eso es lo que tenés que hacer si estás listo para alcanzar el éxito. Empezá de manera inmediata, pero usá una estrategia comprobada, algo que les haya funcionado a otras personas. PRESENTACIÓN DEL PLAN MAESTRO El diccionario Webster’s New Collegiate Dictionary   define “plan maestro” como algo que sirve de guía general para un proyecto, como por ejemplo, la construcción de una iglesia, un colegio o una ciudad. Los planes maestros son usados por los desarrolladores inmobiliarios para transformar tierras sin construcciones en subdivisiones suburbanas, centros urbanos y distritos comerciales  junto al mar. Washington, D.C., una de las ciudades con el diseño más lindo en América del Norte, era un pantano. Su transformación se logró gracias a un plan maestro llevado a cabo por Pierre Charles L´Enfant. Columbia, Maryland, por su parte, solía ser un terreno agrícola accidentado en la última parte del siglo XX y, ahora, tiene una población de casi 96.000 habitantes. Yo usé un plan maestro para rediseñar un centro residencial de 1200 hectáreas en la costa del Océano Pacífico en Nicaragua. Después de haber invertido en proyectos inmobiliarios durante 30 años, aprendí cuán útil es tener un plan maestro antes de comenzar cualquier proyecto importante. La gente que no puede inventarse y reinventarse a sí misma debe de estar satisfecha con posturas  prestadas, ideas de otros, y encajar en vez de sobresalir.

 ─ Warren G. Bennis Los planes maestros también son usados para rediseñar empresas. Jack Welch usó uno para articular y ejecutar su visión de General Electric. Welch dijo que era la clave para transformar a esa empresa gigante: de una empresa de miles de millones de dólares que se encontraba en problemas y en caída a una empresa líder en la industria. Fue un plan maestro lo que usaron Warren Buffett y su socio para lograr que Berkshire Hathaway alcanzara el éxito financiero más grande de la historia y convertirse en multimillonarios. En cuanto a mí, mis socios y yo hemos aplicado un plan maestro para ayudar a docenas de empresas a convertirse en emprendimientos multimillonarios, incluida una empresa que pasó de los $100.000 a los $135 millones en 11 años y otra que paso de ocho millones de dólares a $320 millones en 14 años.

Los planes maestros no siempre funcionan. La ex Unión Soviética y China comunista fueron planes maestros famosos, que continuaban con proyecciones de crecimiento a medida que sus economías se desmoronaban. Para que un plan maestro funcione, tiene que ser realista y flexible. Tiene que ser realista acerca de los recursos y las posibilidades y tiene que estar ajustado y cambiar radicalmente cuando las circunstancias lo indiquen. Pero si el plan maestro es usado de forma adecuada puede ayudarte a alcanzar milagros. Puede transformar desiertos en ciudades brillantes, empresas muy endeudadas en compañías prósperas y gente que ha sido mediocre toda su vida en personas sabias, felices, saludables y ricas. ¿En qué se diferencia un plan maestro de un plan? Un proyecto con un plan maestro se diferencia de un proyecto planeado de forma común en su alcance. La mayoría de los proyectos, ya sean inmobiliarios o comerciales, están diseñados en piezas, una sección importante por vez. No es una forma mala de generar cambio, pero sí implica perder tiempo, recursos y capital, ya que conglomerar diseños individuales siempre provoca diferencias, superposiciones y omisiones. Cuando creás un plan maestro para un proyecto, das cuenta de cada aspecto, como por ejemplo: el jardín, los sistemas de suministro de agua, la arquitectura, el sistema eléctrico y la plomería. También reducís el tiempo y el dinero que gastás al arreglar cosas que no encajan. La dinámica de tu plan maestro personal Un plan maestro personal puede ayudarte a alcanzar las metas de tu vida con rapidez y con la menor cantidad de problemas, tiempo y conflictos posible. Aplicar un plan maestro indica que realmente querés mejorar y que querés que esa mejora sea radical: de mediocre a excelente. No estarás satisfecho con una simple mejoría. Un plan maestro personal es un contrato formal entre la persona que sos ahora (cansado de los problemas y de la falta de éxito) y la persona en la que estás decidido a convertirte (alguien exitoso que es sabio, feliz, saludable y rico). El plan maestro personal te ayudará a reinventar tu vida, porque te obligarán a transformar las ambiciones nebulosas en objetivos específicos. Determinará exactamente lo que tenés que aprender, hacer y con quién tenés que trabajar. Un plan maestro personal transformará tus sueños en tareas. Al hacer eso, perderá un poco el romance. Sin embargo, esa pérdida se verá compensada por el éxito, el sentimiento de progreso inspirado que te provocará. A medida que pasen las semanas, podrás observar, de forma concreta, el progreso que estás logrando. Esto le dará a tu espíritu un gran impulso y hará que sea más fácil seguir progresando. La mayoría de las personas nunca cumplen sus sueños, no porque no sean inteligentes o astutos, o porque no tienen la motivación suficiente sino porque, cuando deciden hacer el esfuerzo, este esfuerzo es muy pequeño o está mal dirigido. Vos no vas a tener ese problema: ya empezaste el trayecto con un mapa que ha sido comprobado. Seguir un plan maestro personal, en realidad, es mucho más fácil que responder aleatoriamente a una docena de impulsos separados durante toda tu vida. Un plan maestro funciona porque reduce cientos de sueños y ambiciones menos importantes y, en ocasiones, conflictivos a cuatro metas de

vida fundamentales. Al simplificar todas tus metas en cuatro metas importantes, harás que sea 400 veces más fácil seguirlas y alcanzarlas. Yo he cambiado mi vida tres veces. Primero en 1968, cuando cambié de ser un estudiante mediocre en la secundaria a uno excelente en la universidad. Segundo, en 1984, cuando decidí volverme rico. Y, por último, en 2000, cuando desarrollé y comencé a usar un plan maestro para mi newsletter Early to Rise . En cada una de las oportunidades, los cambios fueron importantes y las recompensas, muy gratificantes. Sin embargo, cuando comencé a crear un plan maestro para lograr el éxito, las mejoras comenzaron a aparecer más rápido y con más facilidad. Si no hubiera sido por el plan maestro personal que desarrollé en ese entonces, nunca habría podido escribir y publicar una docena de libros o escribir, dirigir y producir un largometraje o escribir 350 poemas en un año, todo mientras seguía con mi “trabajo diario”. Usar un plan maestro personal te pondrá en una nueva trayectoria. Tardarás unas semanas en poner todo en orden, pero pronto empezarás a notar el progreso que estás logrando y (seguramente dentro de las dos semanas), estarás sorprendido con la magnitud de tus logros. Finalmente, estarás cumpliendo (¡y terminando!) proyectos sobre los cuales has soñado por años. Cada objetivo que logres hará que tu confianza aumente, tus habilidades se fortalezcan, y tu riqueza y desfrute de la vida se incrementen. Va a ser muy bueno para vos: ¡el año de tu transformación milagrosa!

Parte dos CÓMO HACER REALIDAD TUS SUEÑOS MÁS GRANDES ¿ESTÁS ESTABLECIENDO METAS O SEGUÍS SOÑANDO?

Todos tenemos sueños. Todos nos imaginamos cómo sería nuestra vida en un mundo mejor. Sally sueña con una casa grande con una pileta. Harry sueña con un garaje con capacidad para ocho autos lleno de Porsches antiguos. Jill fantasea con pintar cuadros en la costa. Jack quiere la oficina de la esquina con buena vista. Es posible que Sally, Harry, Jill y Jack nunca tengan lo que sueñan. Van a seguir imaginándoselo o van a hablar de eso con amigos y familiares. El hecho de no vivir tus sueños no es necesariamente algo malo. Muchas personas son completamente felices si sueñan con una vida pero viven otra. El problema surge cuando la distancia entre la fantasía y la realidad trae como resultado infelicidad o incluso depresión. Cuando esto sucede, es el momento para planear una nueva vida. El primer paso es establecer metas. Las metas se diferencian de los sueños de cuatro maneras. Son específicas, factibles, realistas y tienen un tiempo determinado. Específica. Ser rico es un sueño. Crear un patrimonio neto de cuatro millones de dólares es una meta. Factible. Ganar la lotería es un sueño. Ganar una carrera es una meta. Realista. Crear un patrimonio de cuatro millones de dólares en cinco años es probablemente razonable. Crear un patrimonio de cuatro millones de dólares en cuatro meses no lo es. Tiene un tiempo determinado. Crear un patrimonio neto de cuatro millones de dólares es una meta. Pero crear un patrimonio neto de cuatro millones de dólares en cinco años es una meta mejor. Tu plan maestro estará dividido en metas de un año y siete años, en objetivos semanales y mensuales y, finalmente, en tareas diarias que te permitirán cumplir con tus objetivos a mediano plazo y con tus metas a largo plazo. Por ejemplo: Metas a siete años: crear un patrimonio neto de cuatro millones de dólares en siete años. Metas del primer año: reducir la deuda por un valor de 36.000 dólares. Objetivos mensuales: obtener un trabajo de medio tiempo que te permita haber generado una ganancia neta de 36.000 dólares para fin de año. Objetivos de la primera semana: obtener la primera entrevista laboral.

Tarea del primer día: escribir cartas de presentación a los presidentes de las 10 empresas en donde me encantaría trabajar. Bueno, ese es el plan. A partir de hoy, vas a realizar tareas todos los días que respalden objetivos semanales que, a su vez, respalden objetivos mensuales que, a su vez, respalden metas anuales y que, a su vez, respalden metas a siete años. Todo esto se llevará a cabo de manera formal y por escrito. A esta altura, te estarás preguntando: “¿Es importante que mis metas sean específicas? ¿Hay alguna diferencia si las escribo?” Me agrada que preguntes. ¿Por qué tenés que ESCRIBIR tus metas? Es muy importante que escribas tus metas. Tenerlas en tu cabeza no es suficiente. En un estudio que descubrí en Look Within or Do Without  (Mirá hacia dentro o hacelo sin ello ) escrito por Tom Bay, se explica el motivo. Según Bay, la Escuela de Negocios de Harvard realizó un estudio sobre la situación económica de sus alumnos 10 años después de que se recibieran y descubrió lo siguiente: El 27% de ellos necesitaban ayuda económica. El increíble 60% de ellos vivían ajustados. El mero 10 % de ellos vivían confortablemente. Solo el 3% de ellos eran económicamente independientes. El estudio también se concentró en las metas y se encontraron las siguientes correlaciones interesantes: El 27% que necesitaba ayuda económica no tenía un proceso para establecer metas en sus vidas. El 60% que vivía ajustado tenía metas de supervivencia básica, como por ejemplo, cómo pagar los gastos mes a mes. El 10% que vivía confortablemente tenían metas generales. Pensaban que sabían dónde iban a estar en los próximos cinco años. El 3% que era económicamente independiente había escrito sus metas y los pasos necesarios para cumplirlas. Estos resultados admirables fueron alcanzados por quienes eran económicamente independientes gracias a que no solo establecieron metas sino que también las escribieron. Nuestra vida está compuesta en gran parte por sueños, por el inconsciente, que se deben unir a la acción. Deben estar entrelazados. -Anais Nin

Más evidencia a continuación.

Un estudio reciente de DayTimer.com mostró que los trabajadores norteamericanos con los ingresos más altos y más exitosos en el mercado laboral eran aquellos que habían escrito sus metas. Estas superestrellas también tenían el hábito de escribir listas de tareas diarias repletas de pasos para alcanzar esas metas por orden de prioridad. Por otra parte, del más del 70% de trabajadores que no escriben sus metas profesionales o económicas, sólo el 9% de ellos logran cumplir con lo que se proponen cada día. También resulta que podría existir una base psicológica o incluso física para el poder de escribir metas. Esto es lo que dijeron los investigadores sobre el comportamiento, Richard Molden y Steven Swavely, en 2004 en su informe técnico, “The Physchology of Top Performers ” (“La psicología de los grandes trabajadores”): Escribir planes de acción proporciona un plan claro para llegar a destino y escribir rangos de tiempo les permite hacer un seguimiento sobre el progreso. Esto sirve para incrementar el nivel de conciencia sobre los eventos, las oportunidades y las acciones que pueden ser de ayuda para acercarlos a la meta que quieren alcanzar. Incluso existe evidencia de que escribir las metas produce este nivel elevado de conciencia a través de algunos efectos neuroquímicos muy específicos en el cerebro. Y este no es el único informe llevado a cabo en este campo. Este es un estudio que leí en Psychology Today   (“Psicología hoy”) publicado en diciembre de 1996, que muestra el poder de establecer metas específicas: Investigadores de Virginia Polytechnic Institute y State University   les pidieron a 56 mujeres estudiantes universitarias que hicieran la mayor cantidad de abdominales que pudieran en 90 segundos. El grupo al que se le dijo que “hicieran lo mejor que pudieran”, logró un promedio de 43 abdominales por día durante los cuatro días que duró el estudio. Los otros grupos, a los cuales se les dio la meta específica de hacer de manera consecutiva más abdominales en cada sesión, se desempeñaron significativamente mejor y lograron un promedio de 56 abdominales en el último día del experimento. Los estudios son geniales, pero las experiencias profesionales son mejores. En mi caso, pasé los primeros 17 años de mi vida soñando con el éxito sin tenerlo. En mi primer año de la universidad, decidí cambiar eso. Aprendí a aprender y me convertí en un estudiante perfecto. Veintidós años más tarde, descubrí la idea de establecer metas. Luego de tres años, era millonario. Cuando empecé a escribir Early to Rise en 1999, aprendí a priorizar mis metas. Esto me permitió cumplir con mi primer y más preciado sueño: convertirme en un escritor exitoso. En ETR, no hace falta decirlo, establecemos metas de negocios a largo plazo y objetivos a mediano plazo. Esto nos ayudó a que nuestros ingresos pasaran de cero a 25 millones de dólares en siete años y nos ayudará a pasar a la próxima etapa de nuestro desarrollo, más de 50 millones de dólares en los próximos años. Aplicar un plan maestro para hacer que nuestro negocio crezca es gratificante, pero lo que es mejor es ver a nuestros empleados usar planes personales para mejorar sus vidas. Por ejemplo, uno de ellos diseñó un plan maestro para pasar de ser un empleado de bajo nivel que trabajaba contestando el teléfono a tener un puesto gerencial en unos pocos años. Ahora, es un gran generador de ganancias para la empresa. Varios empleados han diseñado planes maestros

para alcanzar sus metas relacionadas a la pérdida de peso y al entrenamiento físico. Un empleado perdió 30 libras siguiendo una dieta y un entrenamiento riguroso y superó graves problemas de salud. Estos resultados loables se cumplieron porque estas personas se tomaron el tiempo para convertir sus sueños de riqueza y salud en metas específicas, factibles, realistas y de tiempo determinado. Podés pasar toda tu vida soñando. Y los sueños son geniales. Soñá, pero si querés convertir esos sueños en realidad, necesitás transformarlos en metas. ¿Cuál es tu sueño más loco y con el que soñás hace mucho? ¿Cómo podés hacer para que sea específico y factible? ¿Cómo podés limitarlo en el tiempo? ¿Cómo podés hacer para que sea realista? Usá estas cuatro preguntas para crear metas a las que apuntás, luego, actuá. Vas a estar viviendo tu sueño en unos pocos años. EL VOCABULARIO DEL LOGRO Las palabras importan, nos ayudan a definir el significado. Nosotros pensamos con palabras. Aprendemos con las palabras. Las palabras son las herramientas fundamentales que usamos para comunicarnos. Si las usamos correctamente, podemos cortar, pulir y darle forma a nuestras ideas de forma linda y precisa. Si las usamos de forma descuidada, nos posicionamos en un lugar de desventaja intelectual. Las palabras te ayudan a pensar mejor. Si pensás mejor, planeás mejor. Si planeás mejor, trabajás mejor. Si trabajás mejor, podés lograr casi todo. Hablemos sobre el logro y las palabras más comunes asociadas con ese concepto, tales como: sueño, meta, objetivo, trabajo y tarea. Para el pensador descuidado, estas palabras significan todas más o menos lo mismo. Pero para la persona que quiere alcanzar la mayor cantidad de cosas posible, son muy distintas. A continuación, algunas definiciones de diccionario: Sueño. Todos los principales sinónimos utilizados en Webster’s  para definir sueño denotan fantasía: pesadilla, aparición, alucinación, ilusión y así sucesivamente. Antónimos: realidad, verdades, verdad. Meta. Entre los sinónimos de meta se encuentran los siguientes: propósito, fin, intención ¿Podés ver la diferencia entre sueño y meta? A veces se los usa como sinónimos, pero no debería ser así. Un sueño, por su propia naturaleza, no es realista –quizás hasta ilusorio. En cambio, una meta sí lo es. Objetivo. Según Webster´s, la palabra “objetivo” es igual a la palabra “meta”. Tiene los mismos sinónimos: fin, aspiración y propósito. Pero creo que existen dos diferencias connotativas entre ambas palabras. La primera diferencia concierne al tiempo. Las metas son más largas en el tiempo que los objetivos. La segunda diferencia concierne al alcance. Las metas tienen un alcance más amplio que los objetivos. Trabajo. La palabra trabajo es muy diferente a un sueño, una meta o un objetivo. Se lo define como una situación, puesto, lugar, posición, designación, operación, vocación o carrera. La palabra

“trabajo” hace referencia al trabajo que realiza una persona para ganarse la vida o en cualquier momento en particular. No se asemeja a las metas y objetivos. Podés tener un trabajo sin metas. Podés tener metas sin un trabajo. Tareas. Una tarea es algo más pequeño que un trabajo. La diferencia radica en el alcance y la duración en el tiempo. Una tarea es algo específico que tenés que hacer, como por ejemplo: cortar el pasto o editar un párrafo. Empieza y finaliza dentro de un marco definido de tiempo. Algunas tareas se repiten, incluso se repiten una y otra vez, pero son de un alcance más restringido en este sentido. A veces las palabras “trabajo” y “tarea” se usan indistintamente. Sin embargo, para nuestro propósito, las mantendremos separadas. Bueno, hemos examinado los términos empleados para desarrollar nuestro plan maestro. ¿Cómo las usamos? Al crear nuestro plan maestro, vamos a hablar de cómo ser muy claros cuando establecemos las metas. Al diferenciar estas cinco palabras, va a ser más fácil enfocarnos en lo importante. A esto me refiero: Sueño. Los planes maestros no se basan en sueños, ya que los sueños, por definición, son fantasiosos y delirantes. Perseguir un sueño está bien como pasatiempo para un nene de cuarto grado, pero los adultos con responsabilidades no tienen tiempo para los sueños; tienen que buscar metas realísticas y desafiantes. Por lo tanto, desterremos la palabra “sueño” de nuestro vocabulario. No vamos a perder tiempo persiguiendo sueños. Estamos en la conquista de metas . Meta. Como expliqué en el capítulo anterior, las metas son específicas, factibles, realistas y tienen un tiempo determinado. El hecho de que sean realistas no significa que no puedan ser pomposas o incluso descabelladas, pero deben estar dentro de los límites de la razón. Podés decidir que querés ganar la lotería de un millón de dólares dentro de tres años, pero no hay nada razonable que puedas hacer para ganar ese millón de dólares, salvo gastar un millón de dólares en billetes de lotería. Objetivo. El diccionario que consulté no hacía distinción entre metas y objetivos, pero me gustaría remarcar una diferencia que nos ayudará con nuestro plan maestro. Para mí, los objetivos deberían ser más específicos que las metas y más acotados en el tiempo. Trabajo. Tu trabajo es lo que estás haciendo ahora. Como dije, no tiene nada que ver con lo que vas a estar haciendo de acá a un año. Y absolutamente nada que ver con lo que vas a estar haciendo de acá a siete años. Poner un plan maestro en acción significa tomar el control de tu futuro. Tener un trabajo significa que dejás a otra persona a cargo de eso. Por lo tanto, para los fines que nos atañen, no es algo bueno. Vas a poner la palabra “trabajo” en el mismo cesto mental en el cual tiramos la palabra “sueño”. No nos es útil. Es solamente un necesidad temporal. Es algo que vamos a reemplazar algún día con la palabra “carrera”. Tarea. Las tareas son trabajos específicos y tienen un tiempo determinado que forman parte de un proceso más grande. A los fines de la realización de un plan maestro para tu vida, vamos a distinguir las tareas de las metas y de los objetivos. Las tareas van a ser más cortas en el tiempo y más específica que los objetivos. Cuando hagamos referencia a tu plan maestro, vamos a usar las siguientes tres palabras:

1. “Metas” para deseos más grandes y a largo plazo. 2. “Objetivos” para deseos más específicos y a mediano plazo. 3. “Tareas” para cada acción a corto plazo que es necesaria para alcanzar objetivos a mediano plazo. Espero que esto no te suene a semántica. Es más que eso. Es una pequeña caja de herramientas que contiene tres herramientas chicas que podés usar para mejorar tu vida. Dedicá algo de tiempo hoy pensando acerca de cómo trabajás actualmente; cómo establecés metas –si lo hacés; y cómo tratás de alcanzar esas metas anual, mensual, semanal y diariamente. ¿Has pasado tu vida persiguiendo un sueño? ¿Has pasado tu vida persiguiendo alguna fantasía que nunca hayas tenido la posibilidad de realizar? Si tenés metas sólidas y permanentes, ¿las has transformado en algo más alcanzable y corto en el tiempo? ¿Tenés metas de varios años? ¿O simplemente establecés propósitos para el año siguiente? Yo tengo propósitos para el próximo año. Pero la mayoría de ellos son objetivos anuales que se basan en metas de largo plazo. ¿Anotás tus metas anuales? Si no lo hacés, te voy a dar cierta información que te convencerá para que lo hagas. Si anotás tus metas anuales, ¿las dividís también en objetivos mensuales y semanales? Si no lo hacés, te voy a mostrar por qué deberías. Y, finalmente, ¿pasás al menos 15 minutos de tu día planeado exactamente cuáles son las tareas que necesitás realizar? ¿Establecés prioridades y límites de tiempo? ¿Tenés un método para respetarlos? Si no lo hacés, no te preocupes. Tenemos todo lo que necesitás para cambiar tu vida y disfrutar de un nuevo estilo de vida empezando hoy mismo. ANTES DE ESTABLECER TUS METAS A LARGO PLAZO, DESCUBRÍ TUS VALORES PRINCIPALES Antes de dar un paso en la planificación de tu vida, tenés que hacer algo más: descubrir qué es lo más importante para vos. La mayoría de las personas que conocés diariamente no están a gusto con su trabajo, no están felices con su vida familiar y quieren más dinero. Creen que si pudieran hacer sólo esto o aquello, todo estaría mejor. Ganar la lotería solucionaría todo. Al menos eso es lo que ellos piensan. Pero la verdad es otra. A menos que vivas tu vida conforme a tus valores principales, todo el éxito en el mundo no será suficiente para hacerte feliz. Entonces, antes de intentar establecer tus metas, tenés que pasar un tiempo descubriendo tus valores principales. ¿Qué quiero decir por valores principales? Significan los sentimientos sobre lo bueno y lo malo que están enterrados en lo profundo de tu corazón. ¿Qué tienen que ver los valores con el establecimiento de metas? Se trata de asegurar tu felicidad a largo plazo. Si establecés metas que van en contra de tus valores principales, vas a despertar un día y dirás: “Hice todo lo que quería, pero ¿de qué me sirve?”.

No querés terminar siendo otra persona muy exitosa pero, en esencia, miserable, un destino tan común que se ha convertido en un cliché. A continuación, te mostraré cómo hacer para que eso no suceda. Empezá por imaginarte un funeral. Se está llevando a cabo en un lugar muy elegante. El cuarto está lleno de amigos y familiares que se han juntado para hablar de la persona fallecida. Mirás a tu alrededor. Empezás a reconocer caras. Te preguntás: “¿Quién es la persona que murió?”. Mirás el ataúd. ¡Por Dios, sos vos! ¿Qué es lo que dice la gente sobre vos en tu funeral? Imaginate a alguien específico: un padre, un hermano, un vecino, un socio de negocios e, incluso, un extraño. Tenés que ser específico. Pensá en personas individuales y reales. Imaginalas diciendo algo muy específico. No es suficiente que te imagines a tu sobrino diciendo: “Era una persona generosa”. Tenés que imaginar una segunda oración calificativa, tal como: “Siempre me mandaba regalos de cumpleaños caros”. Y sé honesto. No suavices el comentario. Decilo tal como es. Por ejemplo: tu vecino de al lado podría decir: “Creo que era una persona desconsiderada. Nunca levantaba el desastre que dejaba su perro cuando hacía caca en mi jardín”. La felicidad es ese estado de conciencia que resulta del hecho de alcanzar los valores de uno”. -Ayn Rand

Imaginá todo lo que las personas podrían decir sobre vos en tu funeral y, luego, pensá sobre cómo te hacen sentir sus palabras. Si no te sentís bien, significa que, en esas relaciones por lo menos, no estás viviendo tu vida según tus valores principales. Ahora, por cada comentario negativo que te hayas imaginado, preguntate: “¿Qué es lo que me gustaría que esa persona diga sobre mí?” La respuesta a tu pregunta revelará tus valores principales para esa relación en particular. La meta de este ejercicio es crear una lista de por lo menos doce oraciones. Cada oración tendrá un comentario que indique qué es importante para vos en un área en particular de tu vida. Supongamos que imaginás que alguien dice: “Siempre le costó llegar a fin de mes”. Este comentario te haría sentir mal, ¿correcto? Entonces, te vas a imaginar qué te gustaría  que esa persona diga sobre vos y puede que digas: “Luchó bastante por un tiempo y, luego, todo cambió. Se convirtió en una persona exitosa y murió rico”. Si ese comentario te hace sentir bien, es razonable decir que generar riqueza es un valor principal para vos. Y lo escribirías de la siguiente forma: “Creo que tener éxito en términos económicos es un logro valioso y admirable”. ¿Entendiste? •

Comentario negativo: “Siempre le costó llegar a fin de mes”.





Comentario positivo: “Luchó bastante por un tiempo y, luego, todo cambió. Se convirtió en una persona exitosa y murió rico”. Valor principal: “Creo que tener éxito en términos económicos es un logro valioso y admirable”.

Te recomiendo que pienses en alrededor de doce comentarios, ya que vas a querer abordar todas las áreas principales de tu vida: •

Tus valores en el tema salud.



Tus valores en el tema de la riqueza.



Tus valores en el tema de la superación personal.



Tus valores en el tema de la felicidad.

¿Por qué? Porque tus valores principales deberían determinar tus metas, y tus metas deben abordar la totalidad de tu vida. La mayoría de los programas para establecer metas no son integrales. Se enfocan en una sola cosa. Ganar más dinero. Perder peso. Ser feliz (sea lo sea que signifique). Establecer metas singulares puede ser efectivo a veces, si tenés la flexibilidad en tu agenda para enfocarte en ellas. Pero la mayoría de las personas no la tienen. Y eso crea un problema. Empiezan con entusiasmo y progresan por un tiempo. Sin embargo, en poco tiempo, la mayoría de las urgencias de la vida se abren camino. Descuidan los buenos hábitos y vuelven a los malos. Poco después, abandonan la meta. Vas a evitar ese problema tan común al considerar el espectro total de tu vida – no solo tu salud o tu riqueza, sino también tus actividades recreativas, tus relaciones personales, tus obligaciones sociales y así sucesivamente. Esto es lo que deberías hacer: 1. Tomá un pedazo de papel y dividilo en cuatro casillas. 2. En la parte superior de cada casilla escribí: salud, riqueza, superación personal y felicidad. 3. En cada casilla, escribí comentarios que te gustaría que hubiesen dicho sobre vos en tu funeral. Por ejemplo: Salud: •

“Era el hombre de 80 años con el mejor estado físico que jamás haya conocido”.



“Podía correr una milla en ocho minutos”.



“Una vez lo vi levantar un auto desde el paragolpes”.

Riqueza: •

“De todas las personas que se recibieron de Riverdale High School en 1972, terminó siendo la más rica”.



“Tenía un mansión en Laguna Beach”.



“Donó cuatro millones de dólares a una fundación cuando murió”.

Superación personal: •

“Era el mejor jugador de ajedrez que jamás haya conocido”.



“Era un poeta cuyo trabajo fue publicado”.



“Sabía más sobre decoración de casas que Martha Stewart”.

Felicidad: •

“Era la mamá más buena del mundo”.



“También era una amiga muy generosa”.



“Era una gran partidaria de la investigación contra el cáncer de mama”.

Escribí por lo menos dos declaraciones de este estilo en cada una de las cuatro categorías. El propósito de escribirlas es doble: para fijarlas en tu mente y para tener algo específico a lo que te puedas remitir más adelante. Durante los próximos años, te vas a remitir a estos valores muchas veces. Estos deberían ser una fuente de inspiración constante. Tomalos con seriedad ya que son el centro de tu plan maestro. ESTABLECER METAS A SIETE AÑOS Y OBJETIVOS A CORTO PLAZO Ahora que has aprendido a conocer cuáles son tus valores principales –tus creencias básicas sobre lo que es bueno y malo en cada área importante de tu vida –podés transformarlos en metas a largo plazo. Por metas a largo plazo me refiero a metas a siete años. ¿Por qué siete años? Porque es un período lo suficientemente largo como para lograr el objetivo, pero no es un período tan extenso como para sentir que tus metas son inalcanzables. He estado escribiendo sobre este número mágico en  Seven Years to Seven Figures (Siete años para alcanzar siete cifras) y, también, en  Automatic Wealth (Riqueza automática). Siete años es un período común cuando nos referimos al negocio humano. Los economistas se refieren con frecuencia a cambios macroeconómicos que suceden en ciclos de siete años. El mismo período se aplica a fluctuaciones de los negocios, movimientos del mercado de acciones, incluso a los ciclos naturales y agrícolas.

Podés crear y desarrollar una empresa multimillonaria en un período de siete años. Podés dominar un idioma en menos de siete años. Podés convertirte en cinturón negro en casi cualquier arte marcial en siete años. Podés volverte más saludable. Podés volverte más sabio. Siete años es el tiempo máximo que me ha llevado alcanzar mis metas tanto profesionales como personales y es el período que pienso que te llevará a vos. Entonces, empecemos con siete años. Una vez que hayas alcanzado todo lo que está en tu lista de siete años, podés empezar otro plan maestro en donde establezcas otras metas a siete años. Establecer metas a siete años es fácil. Empezá con los comentarios de tu funeral. Transformalos en una declaración de valor. Luego, traducí ese valor en una meta específica que te gustaría alcanzar en siete años. Por ejemplo: •

Comentario del funeral: “Era una de las personas más inteligentes que jamás haya conocido”.



Valor principal: Ser inteligente es una característica valiosa y admirable.



Meta a siete años: Entrar a Mensa antes del 1 de enero de 2017.



Comentario del funeral: “Era la persona más generosa que jamás haya conocido”.



Valor principal: La filantropía es un pasatiempo valioso y admirable.



Meta a siete años: Haber donado un millón de dólares a la fundación de lucha contra el cáncer para el 15 de junio de 2017.



Comentario del funeral: “Era la persona más rica de la clase del secundario”.



Valor principal: La riqueza monetaria es un logro valioso y admirable.



Meta a siete años: Haber alcanzado un patrimonio de 3,5 millones de dólares antes del 15 de abril de 2017.

¿Podés ver lo fácil que es? Solo recordá las reglas que mencioné con anterioridad cuando establezcas tus metas. Seguir las reglas incrementará ampliamente tus posibilidades de tener éxito. Primera regla. Tu meta debería ser lo más específica posible. Seré rico es muy general. Voy a tener un patrimonio neto de cuatro millones de dólares es específico. Segunda regla. Tu meta debe ser factible. Ganar la lotería es un sueño. Ganar una carrera es una meta. Tercera regla. Tu meta debería ser lograda dentro de un tiempo determinado. Ya hemos hablado de esto y concordamos en un período de siete años. Entonces cuando establezcas tus metas hoy hazlas específicas para que se puedan alcanzar en siete años a partir de hoy. Voy a tener un  patrimonio de cuatro millones de dólares  es una meta específica pero no tiene un plazo.  Voy a

tener un patrimonio de cuatro millones de dólares para el 1 de julio de 2017 , es una meta

específica y tiene un plazo. Cuarta regla. Tu meta debería ser realista. Tener un patrimonio de cuatro millones de dólares en siete años es bastante realista. Tener un patrimonio de cuatro mil millones de dólares  no lo es. Esta es la primera parte de tu tarea para hoy. Establecer una meta a siete años para cada uno de tus valores principales. Tu plan maestro se basará en estas metas. Pero, para convertir esas metas en realidad, deben ser traducidas en objetivos anuales, mensuales y semanales. Estos son los ejemplos que mencioné con anterioridad: Meta a siete años: tener un patrimonio de cuatro millones de dólares en siete años. Meta del primer año: reducir la deuda por un valor de 36.000 dólares. Objetivo anual: obtener un trabajo de medio tiempo que te permita haber generado una ganancia neta de 36.000 dólares para fin de año. Objetivo de la primera semana: tener mi primera entrevista laboral. ¿Podés ver cómo funciona? Cada objetivo se basa en el anterior. Es realmente muy simple. Entonces hacelo ahora. Establecé metas a un año para cada meta a siete años. Anotalas. Cuando termines con eso, creá tus objetivos mensuales y cuando termines con eso, establecé tus objetivos semanales. Hacelo hoy. Es bastante. Luego, te voy a mostrar cómo elaboro mis hojas de tareas diarias. Mañana será el primer día que implementes tu plan maestro. USAR LISTAS DE TAREAS DIARIAS PARA ALCANZAR TU METAS No siempre planifiqué mis días. De hecho, durante gran parte de mi carrera no lo hice. Había escrito metas y me remitía a ellas regularmente. Mis metas me mantenían en la dirección correcta, pero siempre iba y volvía muy seguido sin ninguna razón. Mientras manejaba al trabajo pensaba en mis metas. Eso me ayudaba a motivarme y, muy seguido, me generaba ideas específicas sobre qué tareas debía alcanzar ese día. Entraba a la oficina con la intención de completar esas tareas, pero al final del día, muchas de esas tareas quedaban sin hacer. ¿Qué pasaba? Lo mismo que te podría estar pasando a vos ahora mismo. Te sentás en el escritorio, y hay una pila de cartas. Agarrás el teléfono y hay 15 mensajes. Prendés la computadora y ves que has recibido 50 nuevos e-mails desde la última vez que lo revisaste. Te decís a vos mismo que vas a hacer las tareas importantes más tarde. Ahora mismo, tenés que “resolver” todas estas emergencias.

Antes de que te des cuenta, el día terminó y no has hecho nada para alcanzar tus metas importantes. Hacés un esfuerzo, pero estás cansado. Te decís a vos mismo que mañana lo vas a hacer mejor. ¿Te suena familiar? La productividad no es nunca un accidente. Es siempre el resultado de un compromiso con la excelencia, con un plan inteligente y enfocado al esfuerzo. -Paul J. Meyer

Si es así, no te sientas mal. Estás en buena compañía. La mayoría de las personas manejan su trabajo de esa manera, incluso las personas que establecen metas y las cumplen. A largo plazo, cumplen con todo. Pero, en el día a día, se sienten constantemente frustrados. Vos  podés ser exitoso sin planificar tus días, pero vas a tener que trabajar mucho más duro y por más tiempo. ¿El motivo? Cuando no planificás tus días, terminás trabajando para otras personas, no solamente para vos. Sentís que antes de trabajar en tus cosas, primero deberías atender sus pedidos. Es muy fácil comenzar tu día vaciando tu casilla de correo, tu contestador automático y la bandeja de entrada. Casi todo lo que te espera cada mañana no tiene nada que ver con tus metas y aspiraciones. Es trabajo que otras personas quieren que hagas  por ellos. Si querés ser el capitán de tu alma y el amo de tu futuro, tenés que estar a cargo de tu tiempo. Y la mejor manera de estar a cargo de tu tiempo es estructurar tu día alrededor de una lista de tareas que vos y solamente vos creás. Como dije, el simple hecho de escribir mis metas me ayudó a alcanzar mucho. Pero mi productividad se cuadruplicó cuando empecé a planificar mi agenda alrededor de una lista de tareas diarias. Si usás el sistema que te voy a recomendar, te aseguro que obtendrás el mismo progreso. Durante años, he usado muchos sistemas de organización estándar, pero nunca me sentí totalmente satisfecho con ninguno de ellos. El sistema que uso ahora es mío – se basa en lo mejor que saqué de otros lugares. Al empezar el año, diseño mis metas para los próximos doce meses. Me pregunto: “¿Qué necesito cumplir en enero, febrero y así, para no perder mi camino?”. Luego, a principio de cada mes, diseño mis objetivos semanales. Finalmente, todos los días, diseño una lista específica de tareas diarias. Así es como lo hago. Mi lista personal de tareas diarias Comienzo cada día el día anterior. Con esto me refiero a que diseño mi lista de tareas diarias al final de la jornada laboral del día anterior. Diseño la lista del martes al final de la jornada laboral del lunes. Diseño la lista del miércoles al final de la jornada laboral del martes.

Empiezo por repasar la lista del día. Me fijo qué tareas llevé a cabo y cuáles, no. Mi nueva lista —la lista de tareas del día siguiente— comienza con aquellas tareas incompletas. Luego, reviso mis objetivos semanales para corroborar si hay otras tareas que quiera agregar. Después, reviso mi casilla y decido lo que voy a hacer con lo que hay ahí. Puede que deje algunos de esos ítems para el día siguiente. A la mayoría de ellos los programo para más tarde, los tiro o se los dejo a otra persona. En una hoja de cálculos, creo columnas para lo siguiente: •

Tareas que voy a hacer.



Tiempo estimado que me tomará hacer cada una.



Tiempo real que me lleva completarla.



Tareas que le voy a delegar a mi asistente.

Casi todos los días, termino diseñando alrededor de veinte tareas de entre 15 minutos y una hora. Prefiero hacer esto en mi computadora. Podrías hacerlo a mano, en lapicera o lápiz. El punto es disfrutar el proceso. Dado que las tareas que llevan mucho tiempo tienden a ser cansadoras, casi nunca diseño una tarea que me lleve más de una hora. Si tenés una tarea que te llevará varias horas, dividila en partes y hacela en varios días. Va a ser más fácil de completar. Además, seguramente vas a lograr un trabajo de mejor calidad, ya que lo harás con más energía y con más tiempo para revisarlo y corregirlo mientras seguís. Un día típico mío incluye dos o tres tareas de una hora, tres o cuatro tareas de media hora y más o menos una docena de tareas de quince minutos. El tipo de trabajo que vos hacés puede que sea diferente, pero me gusta ese equilibrio. Me brinda flexibilidad. Puedo emparejar mi nivel de energía durante todo el día con mi lista de tareas. Lo ideal sería que hagas todas las tareas importantes y casi todas las tareas no tan importantes casi todos los días. Vas a querer lograr mucho para poder alcanzar tus metas a largo plazo lo más rápido posible. Pero también te querés sentir bien con vos mismo al final del día. Te vas a dar cuenta, como yo lo hice, de que cuando empezás a usar este sistema, vas a entusiasmarte demasiado –al agendar más tareas de las que probablemente puedas hacer. Entonces, establecé períodos de tiempo realistas cuando escribís tus tareas, y volvé a chequearlas al final del día e incluí el tiempo real que te llevó cada una. Cuando finalices una tarea, tachala de la lista. ¡Una meta menos! ¡Ahora, otra tarea! He estado haciendo esto por años y todavía siento placer. Diseñar cada lista de tareas diarias debería llevarte menos de 15 minutos. El secreto está en trabajar teniendo en cuenta tus objetivos semanales –que se basan en tus metas mensuales y anuales. Tal vez, este sistema no te sirva, pero te ruego que lo pruebes. Creo que te va a gustar.

Antes de que tus colegas, competidores y compañeros de trabajo tomen un sorbo de su primer café, vos ya vas a haber resuelto todo lo que necesitás hacer para ser más rico, más sabio y más sano. Vas a saber qué hacer, cuáles son tus prioridades y ya vas a estar pensando en alguna de ellas. No te vas a tener que preocupar de olvidarte algo importante y vas a tener una fuerte sensación de energía y emoción y vas a estar seguro de que tu día será productivo. CÓMO LOGRAR UN PROGRESO MEDIBLE EN LAS METAS MÁS DESCUIDADAS Cómo ya te has dado cuenta, para planificar tu nueva vida, debés comenzar con aquellas metas a largo plazo que concuerdan con tus valores principales. Desde ese punto, debés establecer tus metas anuales y objetivos mensuales. En base a ellos, crearás objetivos semanales y listas de tareas diarias. Hacer todo eso será de gran ayuda. Pero, si realmente querés cambiar tu vida, tenés que aprender a establecer prioridades. No administres tiempo sino prioridades. -Denis Waitley

No siempre supe cómo priorizar. Casi toda mi vida profesional, dependía del hecho de establecer metas y de las listas de tareas y estaba feliz con los resultados. Sin embargo, cuando cumplí 50 años y empecé a escribir el newsletter Early to Rise, empecé a leer sobre cómo otros líderes de negocios alcanzaron sus metas. Fue así como descubrí cuán diferente puede ser si establecemos prioridades. La lección más importante que aprendí la leí en The Seven Habits of Highly Effective People (Los siete hábitos de personas altamente efectivas ) de Stephen Covey. En ese libro, Covey describe una técnica para priorizar las cosas que me impresionó mucho y enseguida pasó a ser una parte central de mi proceso de planificación. Según Covey, hay que dividir las tareas en cuatro categorías: •

Tareas sin importancia ni urgencia.



Tareas sin importancia pero urgentes.



Tareas importantes y urgentes



Tareas importantes pero sin urgencia.

En la primera categoría, deberías incluir cosas tales como: •

Ponerse al día con los chismes de la oficina.



Comprar por Internet artículos personales.



Devolver llamadas que no son importantes.



Responder e-mails que no son importantes.

En la segunda categoría, deberías incluir cosas tales como: •

Devolver llamadas telefónicas de vendedores molestos.



Terminar con los preparativos de último momento para la fiesta de la oficina.



Participar de una reunión necesaria pero que no ayuda a tu carrera.



Planificar una reunión que no es importante.

En la tercera categoría, deberías incluir cosas tales como: •

Terminar con los preparativos de último momento para una reunión importante con tu  jefe.



Hacer llamadas de último momento a clientes clave.



Resolver problemas inesperados.

Y, finalmente, en la cuarta categoría, deberías incluir cosas tales como: •

Aprender a escribir mejor.



Aprender a hablar mejor.



Aprender a pensar mejor.



Trabajar en tu novela.



Bajar de peso hasta alcanzar uno saludable.

Cuando dividís las tareas en estas cuatro categorías, es más fácil darte cuenta de que no deberías darles ninguna prioridad a las tareas “sin importancia ni urgencia”. De hecho, estas tareas no deberían hacerse en lo absoluto. Son una pérdida de tiempo. Sin embargo, muchas personas les dedican mucho tiempo ya que tienden a ser fáciles y a veces son del tipo de tareas que se disfrutan y no requieren un desgaste mental. O tienen miedo a trabajar en las tareas importantes porque le temen al fracaso. Lo que es incluso peor que dedicarles tiempo a tareas que no son importantes ni urgentes es dedicarles tiempo a aquellas que no son importantes pero urgentes. Se deberían haber resuelto mucho antes de que lleguen a la etapa de crisis. Si te das cuenta de que les estás dedicando mucho tiempo a tareas que no son importantes, tenés un serio problema. A menos que cambies tus hábitos, es poco probable que alcances alguna de tus metas importantes. Entonces ¿cuáles son las tareas que deberías priorizar? En Seven Habits, Covey escribe que la mayoría de las personas piensan que deberían priorizar las tareas importantes y urgentes. Pero eso es un error. Covey dice que: “Es como una potente rompiente”. “Viene un gran problema y te tira al piso y quedas aniquilado. Luchas por levantarte para enfrenar otro problema que aparece y te noquea y te tira al piso”. Estás “siendo literalmente golpeado por problemas todos los días”. Todas las tareas urgentes, tanto las importantes como las que no lo son, son problemáticas. Son urgentes porque has descuidado algo o porque son importantes para otras personas, como para

tu jefe. En cualquier caso, necesitás encontrar la forma de mantener a la mayoría de esos problemas fuera de tu lista de tareas. Esto significa que vas a tener que cambiar algunos hábitos de trabajo –usualmente resulta de ser más eficiente y de delegar más tareas a otras personas. Las tareas urgentes te van a agotar y te convertirán en un adicto infeliz al trabajo. Si querés una transformación en tu vida, vas a tener que priorizar las tareas importantes pero no urgentes ya que son las que te van a ayudar a alcanzar tus metas más importantes y de largo plazo. No es fácil. Las tareas importantes pero no urgentes susurran, mientras que las tareas urgentes gritan. Pero existe una forma de hacer que las cosas críticas pero silenciosas se lleven a cabo en cuatro simples pasos: Paso 1. Cuando planificás tus días, dividí tus tareas en las cuatros categorías mencionadas por Covey: Sin importancia ni urgencia, sin importancia pero urgentes, importantes y urgentes e importantes pero sin urgencia. Paso 2. Vas a tener que, por supuesto, hacer todas las tareas urgentes –por lo menos hasta que mejores en el manejo de tu agenda. Además, vas a tener que encontrar la forma de eliminar las tareas que no son importantes ni urgentes. Aun así, asegurate de incluir una tarea importante que no sea urgente que, una vez que la hayas completado, te acerque a una de tus metas a largo plazo. Paso 3. Resaltá en tu lista aquella tarea que es importante pero no urgente. Que sea la prioridad número uno de tu día. Paso 4. Hacé primero esa tarea antes que ninguna otra cosa. Al principio, te va a resultar difícil cumplir con una tarea que sea importante pero no urgente. Hay razones para ello. •







Como no es urgente, pensás que no es importante. Pero lo es. Como es una tarea que conduce a una meta que has pospuesto, estás acostumbrado a hacerla a un lado. Estás acostumbrado a hacerla a un lado porque pensás que no es importante y porque podés tener miedo a hacerla. Podés tener miedo a hacer la tarea porque sabés, en lo más profundo, que va a cambiar tu vida. Y el cambio, aunque sea bueno, da miedo.

Pero una vez que empieces a utilizar la técnica de cuatro pasos, vas a notar algo enseguida. Lo primero que vas a notar es lo bien que te sentís. Lograr algo que has estado posponiendo es energizante. Borrará algunas dudas que tenés sobre vos mismo –dudas causadas por pasar años “sin alcanzar” tus metas a largo plazo. La energía y la confianza adicionales crecerán y te alimentarán durante el día. Esto te ayudará a alcanzar otras tareas importantes pero no urgentes.

Con el paso de los días, te vas a dar cuenta de que estás logrando un progreso medible en las metas descuidadas. En unas pocas semanas, te sorprenderá lo mucho que has hecho. Y en 52 semanas –en un corto año a partir de hoy- vas a ser una nueva persona y mucho más productiva. Ese año igualmente va a transcurrir. Vas a pasar el tiempo de alguna forma. ¿Por qué no hacerlo tomando el mando de tu agenda? ¿Por qué no gastar ese tiempo en vos –en lo que es realmente importante para vos? SEGUIMIENTO DEL ÉXITO: POR QUÉ DEBERÍAS LLEVAR UN REGISTRO Podría parecer un pasatiempo egocéntrico, pero llevar un registro es en realidad una excelente herramienta para establecer metas. Te puede ayudar a descubrir la dirección de tu vida y guiarte en el sentido que querés ir. Un registro que uses con ese fin –registrar, revisar y comprometerte nuevamente con tus metas‒ se convierte en el registro de tus éxitos, observaciones, logros, habilidades para resolver problemas e ideas mejores que puedas volver a mirar una y otra vez. Pero también podés incluir temas menos importantes. En mis primeros años, llevaba registros de forma esporádica, generalmente, cuando viajaba o estaba involucrado en algún proyecto interesante. Llevé un registro por dos años cuando viví en África en donde enseñaba inglés y filosofía en la Universidad de Chad. Mantuve un registro durante las dos oportunidades que estuve de vacaciones, una de ellas cuando estuve en la campiña francesa y la segunda cuando estuve en Roma. Sin embargo, cuando empecé a escribir Early to Rise, comencé a llevar un registro diario y lo he hecho desde entonces sin parar. Antes de padecer artritis en mis dedos pulgares, escribía en un libro con una lapicera de tinta. Ahora lo escribo en la computadora. Me gustaba la sensación de escribir mis propias palabras. Además, dibujaba ilustraciones, con lo que satisfacía mis fantasías artísticas. Ahora no lo puedo hacer, pero puedo insertar ilustraciones de Internet. Escribo en el registro diario cuando comienza mi día. Como escritor, me enfrento con la misma página/pantalla en blanco que todos los escritores enfrentan cada mañana. En vez de esperar el típico momento de inspiración, miro lo que escribí el día anterior en el registro diario, lo leo y me sirve como plataforma para escribir lo que tengo que hacer ese día. Lo primero que hago es un relato obsesivo compulsivo de las horas que han pasado desde las anotaciones en el registro del día anterior: qué comí, qué ejercicio hice, en qué trabajé y así sucesivamente. El registro no está para que lo lea cualquiera (me daría mucha vergüenza si alguien lo hiciese). Sirve para acelerar mi mente perezosa y ejercitar mis dedos. Estoy cinco minutos haciendo esto, lo cual, generalmente, es suficiente. Luego, edito algo de lo que escribí el día anterior. A menudo, es un poema o un cuento corto, pero, a veces es un ensayo para el ETR. Esto requiere un poco más de agudeza mental. Luego de estar haciendo eso por treinta minutos, puedo sentir que el motor de creatividad está listo para poner tercera. Lo siguiente que hago es empezar con la redacción real. Ficción o no ficción, esta es la parte más importante de la redacción que hago en el día.

Mi registro diario es el lugar en el que hago un seguimiento del estado de mi salud: peso, nivel de azúcar en sangre, turnos médicos y resultados. Además, es el lugar en donde registro el progreso de mis otras metas laborales y personales. Antes redactaba mis metas, objetivos y listas de tareas diarias por separado en una libreta. El año pasado, empecé a incluir los objetivos semanales y las tareas diarias, y esto me ha ayudado mucho. Mi hermana, que es directora artística de teatro y cine, nos manda a todos sus familiares e-mails con copia de su registro diario cuando está en el set. Las copias están llenas de fotos y comentarios sobre su vida poco usual. Nunca usé mi registro como una herramienta de comunicación pero puedo ver cómo sería al ver como ella lo usa. Para mí, un registro diario debería ser como tu casa, debería estar llena de cosas interesantes que reflejen la persona que sos. Odio las casas que están diseñadas por decoradores profesionales. Caminás por las casas y todas se parecen. Sabés quiénes son los dueños pero no podés darte cuenta de sus personalidades. Llevar un registro diario puede ayudarte a cambiar tu vida. Como ya mencioné, puede ayudarte a trabajar mejor, a alcanzar tus metas, a comunicarte con tus amigos y familiares y a mantener en movimiento tu día de trabajo. Y es una gran manera de dejar un registro de la persona que eras y lo que hiciste durante tu viaje por la vida. Si ya llevás un registro diario o estás pensando en tener uno, a continuación, describo tres formas para que sirva. Tres formas poderosas de beneficiarte con tu registro diario. 1. Hacer un seguimiento de tus metas. Cada mes, consulto la lista de mis metas anuales y objetivos mensuales y diseño la lista de objetivos semanales. Y como ya mencioné, reviso mis objetivos semanales al final de cada día para diseñar mi lista de tareas diarias para el siguiente día. Anoto en una libreta tanto mis metas anuales como mis objetivos mensuales –un recuerdo de mis días como escritor. Aun así, anoto mis objetivos semanales y tareas diarias directamente en mi registro diario que está en mi computadora. Resalto con amarillo las tareas diarias que priorizo e intento alcanzarlas temprano en el día . Y mientras voy completando cada tarea, cambio su color de rojo a negro en la pantalla (que es lo mismo que tacharlas). Esta es una técnica que te recomiendo. El punto es que tengas un pequeño premio psicológico por haber completado tu trabajo. Al final de cada día, me fijo qué tareas he completado y qué tareas, no. También me fijo en el tiempo que me llevó completar cada tarea. Esto me ayuda a mejorar cuando tengo que calcular el tiempo de compromisos futuros. El uso del registro diario para establecer metas se ha convertido en la parte más productiva. Probablemente, no sea siempre la más divertida, pero es clave para el éxito de mis planes a largo plazo. 2. Ser creativo y mantener actualizada la redacción. Escribir en tu registro diario todas las mañanas mantiene activa tu creatividad. Podés anotar ideas para nuevos productos o servicios, confeccionar memos para tu equipo o cartas para tus colegas, anotar ideas para escribir un libro.

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