Tessa Dare - Say Yes To The Marquess

April 7, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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El siguiente material es una traducción realizada por fans para fans. Beautiful Coincidence no recibe compensación económica alguna por este contenido nuestra única el dar a conocer conocer el libro libro a la gratificación autora y que autora que es cada vez más personas puedan perderse en este maravilloso mundo de la lectura. Si el material que difundimos sin costo alguno está disponible a tu alcance en alguna librería te invitamos a adquirirlo.

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Agradecimientos Dirección de Traducción Scherezade

Traducción e Interpretación  Ana09, Ana_rmz, Apolineah17, DianaX, Femme Fatale, Apolineah17, areli97, Cande34, DianaX, Itorres, johanamancilla, Leon, Liseth Johanna, Nora Greene, Scherezade

Corrección de Estilo aleja_o, Cande34, eilosanchez

Lectura Final Cande34

Diseño de Imagen Scherezade

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Índice Tessa Dare

Capítulo 15

Sinopsis

Capítulo 16

Capítulo 1

Capítulo 17

Capítulo 2

Capítulo 18

Capítulo 3

Capítulo 19

Capítulo 4

Capítulo 20

Capítulo 5

Capítulo 21

Capítulo 6

Capítulo 22

Capítulo 7

Capítulo 23

Capítulo 8

Capítulo 24

Capítulo 9

Capítulo 25

Capítulo 10

Capítulo 26

Capítulo 11

Capítulo 27

Capítulo 12

Epílogo

Capítulo 13

When a Scot Ties the Knot

Capítulo 14

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Tessa Dare

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essa Dare es autora de novelas históricas románticas. Sus libros han ganado numerosos premios, entre ellos Romance Writers of Award ® RITA. La revista Booklist la nombró una de las “nuevas estrellas de la novela histórica ” y sus libros han sido contratados para traducirlos a diez idiomas. Mezcla ingenio con sensualidad y emoción. Tessa escribe novelas románticas de Regencia que conectan con los lectores románticos modernos. Con su serie éxito de ventas “Spindle Cove”, ha creado una ficticia comunidad costera poblada por mujeres que desafían las convenciones de su tiempo al participar en actividades impropias de una dama como medicina, geología y artillería. Y ha originado aún más diversión al hacer soñar con mujeres de carácter fuerte y hombres desprevenidos que encontrarán su corazón atrapado por estas heroínas improbables. Bibliotecaria de prof Bibliotecaria profesión esión y a amante mante de los libros, Tessa tiene su hogar en el sur de California, donde comparte un acogedor bungalow desordenado con su esposo, sus dos hijos y un perro marrón grande.

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Sinopsis

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e solicita su presencia en el romántico Castillo Twill para la boda de la señorita Clio Whitmore y …  y… ¿?

Después de ocho años de esperar que Piers Brandon, el esquivo Marqués de Granville, le ponga fecha a su boda, Clio Whitmore ha tenido suficiente. Ha heredado un castillo, logrado reunir un poco de orgullo y hecho planes para romper su compromiso. No si Rafe Brandon puede evitarlo. Boxeador implacable y famoso libertino, Rafe está determinado a hacer que Clio se case con su hermano, incluso si tiene que planear la maldita boda él mismo. Entonces, ¿cómo hace un luchador endurecido para descongelar los pies de una reacia novia? ●Comienza con flores. Una boda no puede tener suficientes flores. O

arpas. O pasteles. ● Le hace saber que va a ser una hermosa y deseable novia … y trata

de no imaginarla como suya. ● No la besa. ● Si la besa, definitivamente no la besa de nuevo. ● Cuando todo lo demás falla, la pone en un impresionante vestido. Y

promete no estar cerca cuando el vestido caiga. ●  Y no importa qué, no se enamora desastrosa y desesperanzada-

mente de la única mujer a la l a que nunca podrá llamar suya.

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Capítulo 1 

 

 

 — O

h, señorita Whitmore. Solo mire este horrible lugar. Mientras se bajaba del carruaje, Clio asimiló el estrecho y empedrado pasaje entre dos hileras de almacenes.

 — Luce Luce como un callejón, Anna.  — Huele Huele a sangre. Dios nos libre. Seremos asesinadas. asesinadas.  

Clio reprimió unapero sonrisa. Su doncella una maravilla con era las tenacillas para rizar, su capacidad deera imaginación morbosa verdaderamente verdaderament e incomparab incomparable. le.  — No No seremos asesinadas.  — Después Después de pensarlo un momento, añadió — : Al menos no hoy.

La señorita Clio Whitmore había sido criada por buenos padres, con los beneficios de la educación y una atención cercana al decoro y estaba comprometida para casarse con el joven diplomático más prometedor de Inglaterra. No era el tipo de mujer temeraria que merodeaba por callejones peligrosos a medianoche con una pistola descargada en su bolsillo, en busca del canalla más infame de Londres. No, eso no lo haría. Cuando Clio salió en busca del canalla más infame de Londres, esperó hasta el mediodía. Entró en el peligroso callejón con un lacayo, su doncella y un mínimo de merodeo. Y no llevaba ningún arma en absoluto. En realidad, ¿cuál podría ser el propósito? Cuando el hombre que buscaba era un boxeador profesional de un metro ochenta, una pistola

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descargada no sería de ninguna ayuda. Las armas letales en la mezcla eran los puños de él y una muchacha solo podría esperar que estos estuvieran de su lado. Rafe, por favor, ponte de mi lado. Solo esta vez. Guió con el camino porencaje el estrecho y húmedo callejón, su dobladillo borde de y teniendo cuidado de quesubiendo sus medias botas no atraparan el pavimento desigual. Anna saltaba de uno a otro de los adoquines limpios.  — ¿Cómo ¿Cómo termina aquí el segundo hijo de un marqués?  — A propósito. Puedes contar con ello. Lord Rafe rechazó la buena

sociedad hace unos años. Se deleita con cualquier cosa brutal o ruda. Interiormente, Clio se preguntó. La última vez que había visto a Rafe Brandon, el hombre que iba a ser su cuñado, había estado cuidando graves heridas. No solo las secuelas físicas de la peor  — más más acertadamente, la única —   derrota de su carrera de boxeo, sino el golpe de la repentina muerte de su padre. Había lucido mal. Tan mal. Pero no tan mal como esto. esto.    — Aquí Aquí estamos.  — Llamó Llamó a la puerta y levantó la voz — . ¿Lord Rafe? ¿Está aquí? Es la señor ita… ita… — Contuvo Contuvo el nombre. Tal vez no era prudente anunciarse en un lugar como este — . Solo necesito unos minutos de su

tiempo. Eso, y su firma. Aferró el fajo de papeles en su mano. No hubo respuesta.  — No No está en casa  — dijo dijo Anna — . Por favor, señorita Whitmore.

Necesitamos estar en camino si queremos llegar al Castillo Twill al caer la noche.  — Todavía Todavía no.

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Clio se inclinó más cerca de la puerta. Escuchó sonidos provenientes desde dentro. El chirrido de patas de sillas por el suelo. El ocasional golpe hueco. Oh, él estaba allí. Y la estaba ignorando. Clio estaba dolorosamente acostumbrada a ser ignorada. Su compromiso le había dado años de práctica. Cuando tenía diecisiete años, Lord Piers Brandon, el guapo y elegante heredero del Marqués de Granville, había obedecido a los deseos de sus familiares y le había propuesto matrimonio. Se había arrodillado en el salón Whitmore, deslizando un anillo de oro y rubí en su tercer dedo. Para Clio, eso se había sentido como un sueño. Un sueño con un problema. Piers tenía una nueva pero prometedora carrera en la diplomacia extranjera y Clio era bastante joven para asumir las funciones de la gestión de un hogar. Ellos tenían todo el tiempo del mundo, señaló él. A ella no le l e importaba un compromiso largo, ¿verdad? ¿verdad?  — Por Por supuesto que no — había había dicho.

Mirando hacia atrás, tal vez debería haber dado una respuesta diferente. Tal como: “Define largo”.  Ocho años  — y ninguna boda —   después, Clio todavía estaba esperando. Por ahora, su situación era una broma pública. Los periódicos de chismorreos la llamaban “Señorita Wait-More”1. El chisme la seguía por todas partes. ¿Qué podría estar manteniendo a su señoría lejos de Inglaterra y del altar, todos se preguntaban? ¿Era ambición, distracción… devoción a su deber? ¿O devoción a una amante extranjera, quizás?

1  Wait-More:  Juego

de palabras con su apellido, haciendo alusión a “espera más” en

español.

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Nadie podía decirlo. Y menos Clio. Oh, ella trataba de reírse de los rumores y sonreír a las bromas, pero en su interior…  En su interior, estaba herida. Y completamente sola. Bueno, todo eso terminaba hoy. A partir de este momento, ella era la 2

señorita Wait-No-Longer  . La manija de la puerta de latón giró en su agarre enguantado y la puerta se abrió.  — Quédense Quédense aquí — les les dijo a los sirvientes.  —Pero, señorita señorita Whitmore, no es…   — Estaré Estaré bien. Sí, su reputación es escandalosa, pero éramos amigos

en nuestra infancia. Pasé los veranos en casa de su familia y estoy comprometida para casarme con su hermano.  —Aun así, señorita señorita Whitmore… De Deberíamos beríamos tener una señal.   — ¿Una ¿Una señal?  — Una Una palabra que grite si está en peligro. Algo como “Tánger” o… tal vez “muscadinia”. 

Clio le dirigió una mirada divertida.  — ¿Hay ¿Hay algo malo con la palabra “ayuda”?   —Yo… bueno, supongo supongo que no.   — Muy Muy bien. — Sonrió, Sonrió, incapaz de soportar la mirada de decepción de Anna — . Será “muscadinia”. 

Pasó por la puerta, caminó por un pasillo oscuro y emergió en un sofocante espacio espacio vacío. Lo que encontró hizo que se le helara la sangre. Oh, muscadinia.

2 Wait-No-Longer: Juego

de palabras, haciendo alusión a “ya no espera más”.  

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Parpadeó y se obligó a mirar de nuevo. Tal vez no era él. Pero su perfil era inconfundible. Esa escarpada pendiente de una nariz sanada de múltiples rupturas. Añade el cabello grueso y oscuro, la mandíbula fuerte, el impresionante ancho de sus hombros… Era el

mismísimo Lord Rafe Brandon, posado en una viga transversal a algunas docenas de metros de altura sobre el piso de ladrillo. Tenía una cuerda en sus manos y la estaba anudando de forma segura a la viga. En el extremo de la cuerda había un asa. Un nudo corredizo. Al parecer, su ánimo había caído tan bajo como ella había temido. Se había hundido más bajo. Y ella no había llegado un momento demasiado pronto. Los latidos de su  en corazón fueron a un aterrorizado tartamudeo, whomp-whomp-whomp whomp-whomp-whomp en su pecho.  — Mi Mi lord, no. No lo haga.

Él levantó la mirada.  — ¿Señorita ¿Señorita Whitmore?  — Sí. Sí. Sí, soy yo.  — Avanzó Avanzó en pequeños pasos, levantando una palma abierta en un gesto de paz — . Es la señorita Whitmore. Es Clio. Sé que

hemos tenido nuestras diferencias. No estoy segura de si hemos tenido algo más excepto excepto    diferencias. Pero estoy aquí para usted. Y se lo ruego, por favor reconsidere.  — Reconsiderar. Reconsiderar.  — Le Le dio una mirada dura — . Quiere decir que deje de…   — Sí. Sí. No haga algo de lo que se arrepentirá. Tiene mucho por lo que

vivir. Él hizo una pausa.

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 — No No tengo esposa, ni hijos. Mis dos padres están muertos. Mi hermano

y yo no hemos estado en términos de hablar durante casi una década.  — Pero Pero tiene amigos, sin duda. Y muchas buenas cualidades.  — ¿Cuáles ¿Cuáles serían esas?

Caray. Clio debería haber sabido que eso iba a venir. Mentalmente, recorrió todo lo que sabía de su vida en los últimos años. La mayor parte provenía de los periódicos y casi todo era horrible. Rafe Brandon se había ganado una reputación de ser despiadado en un combate de boxeo y descarado en todas partes. Su resistencia en el dormitorio era casi tan legendaria como su rapidez en el cuadrilátero. Lo llamaban la Sombra del Diablo.  — Fuerza Fuerza — ofreció ofreció Clio — . Esa es una buena cualidad.

Él aseguró un nudo apretado.  — Los Los bueyes son fuertes. Eso no los salva de la l a matanza cuando ya no

pueden tirar más.  — No No hable de ese modo. Tal vez ya no es el campeón, pero eso no significa que es inútil.  — Su Su mente buscó algo, cualquier cosa — . Recuerdo

que dio algunas de sus ganancias para financiar a las viudas de la guerra. ¿No es cierto?  — Probablemente. Probablemente.  — Bueno, Bueno, entonces. Eso es. La caridad es la mejor de las virtudes.

Terminó de atar su nudo y tiró de este para probar la fuerza.  — Eso Eso no sirve de nada. Una aislada buena acción o dos nunca

podrían equilibrar mis pecados. ¿Qué hay de todas esas mujeres que he seducido?  —Yo… — Oh, Oh, cielos. ¿Cómo uno hablaba de tales cosas en voz alta? —. Yo… estoy segura de que algunas de ellas lo disfrutaron.

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Ante eso, él se ri ó. Era una seca y baja risa… pero una risa, no obstante. La risa era una buena señal, ¿no? Los hombres que se reían no se ahorcaban. No debería molestarle molestarle a Clio que se estuviera riendo de ella. ella.    — Le Le aseguro, señorita Whitmore. Todas ellas lo disfrutaron. disfrutaron.

Dejó que la longitud de la cuerda colgara de la viga, luego hizo su camino hacia abajo, mano sobre mano, hasta que cayó directamente frente a ella. Estaba descalzo, vestido con pantalones grises y una camisa de lino de cuello abierto. Sus ojos verdes la desafiaron a romper con el decoro en una docena de maneras impensables. ¿Y esa singularidad engreída en sus labios? Decía que él ya sabía que ella no lo haría.  — Respire Respire — le le dijo — . No ha irrumpido una tragedia.

Ella tomó su sugerencia. El aire inundó sus pulmones y el alivio la llenó en todas partes.  — P Pero, ero, ¿qué iba a pensar? Usted está ahí arriba sobre la viga, la cuerda, el nudo corredizo… — Hizo Hizo un gesto hacia la evidencia — . ¿Qué

más podría estar haciendo? Sin decir una palabra, él caminó a la orilla de la habitación. Ahí, recuperó una bolsa de tela rellena de paja con un gancho colocado en la parte superior. Volvió y colgó el saco del lazo de la cuerda, deslizando el nudo para apretarlo.  — Se Se llama entrenamiento.  — Le Le dio un solo golpe demostrativo a la bolsa — . ¿Ve?

Ella vio. Y ahora se sentía insoportablemente tonta. En su juventud, Rafe siempre se había burlado de ella, pero de toda la maldad que él había tirado a través de los años…   — Siento Siento arruinar su diversión — dijo dijo él.

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 — ¿Mi ¿Mi diversión?  — Es Es un pasatiempo femenino bastante popular. Tratar de salvarme de mí mismo.  — Él Él le lanzó una mirada de complicidad cuando pasó por

delante de ella. Clioera se un ruborizó enderespuesta, no era sus la palabra correcta. Un “rubor” susurro color  y  y enpero esteesa momento mejillas debían estar gritando. Solo ridículamente rosa, como un flamenco o algo.  Miserable hombre hombre burlón. Una vez, cuando Clio había sido una niña pequeña, había visto una pelea a puños en la aldea local. Un hombre comprando avellanas desafió a un comerciante sobre la honestidad de sus escalas. Los dos discutieron, gritaron… un enfrentamiento estalló. Nunca olvidaría la forma en que la atmósfera cambió en un instante. Todos en la vecindad lo sintieron. El aire se picó con peligro. Nunca había presenciado otra pelea. Pero sentía el mismo cosquilleo en el aire cuando Rafe Brandon estaba cerca. Parecía llevar cosas con él, de la manera en que otros hombres llevaban baúles de viaje o bastones. Cosas como intensidad. Fuerza bruta, contenida… pero solo un poco . Esa sensación de peligro mezclada con anticipación. Y la promesa de que en cualquier momento, las reglas que gobernaban la sociedad podían perder su sentido. ¿Eran sus hazañas libertinas algún misterio? Realmente, los corsés debían desatarse por sí mismos.  — Pensé Pensé que había renunciado al boxeo profesional — dijo dijo ella.  — Todos Todos piensan que he renunciado al boxeo profesional. Lo cual hará

que mi regreso al deporte sea muy emocionante. Y lucrativo. Eso seguía un extraño tipo de lógica, supuso ella.

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 — Ahora, Ahora, explíquese. — Él Él cruzó sus brazos. Sus grandes, masivos, todaslas-palabras-para-grandes brazos —   — . ¿Qué demonios está haciendo?

Debería saber que no debe venir a un u n vecindario como este sola.  — Lo Lo sé bien, y no vine sola. Tengo dos sirvientes esperando afuera.  — En En un impulso estúpido, agregó — : Y tenemos una señal.

Una ceja oscura se elevó.  — ¿Una ¿Una señal?  — Sí. Sí. Una señal.  — Se Se adelantó antes de que pudiera preguntar más — .

No habría tenido necesidad de venir aquí en absoluto si hubiera dejado alguna otra forma de llegar a usted. Traté llamando a Harrington.  — Ya Ya no tengo habitaciones en Harrington.  — Así Así me informaron ellos. Me dieron esta como su dirección de envío.  — Lo Lo siguió hacia lo que parecía ser la residencia — . ¿De verdad vive vive aquí?  aquí?  — Cuando Cuando estoy entrenando, lo hago. No hay distracciones. distracciones.

Clio miró alrededor. No había estado en muchos apartamentos de soltero, pero siempre había imaginado que eran desordenados y con olor a cosas sin lavar: l avar: platos, sábanas, cuerpos. El almacén de Lord Rafe no olía a nada desagradable. Solo aserrín, café y el ligero aroma a… ¿aceite de gaulteria, tal vez? Pero el lugar era espartano en sus muebles. En una esquina, vislumbró un catre simple, una alacena y unos estantes y una pequeña mesa con dos taburetes. Él sacó dos vasos de la alacena y los l os colocó en la mesa. En uno, vertió unos centímetros de jerez. En el otro, vació el contenido restante de una cafetera, agregó un toque de jarabe de acre de una misteriosa botella marrón, luego en todo, quebró tres huevos crudos. Ella lo veía con fascinación mareada mientras él agitaba el desorden viscoso con un tenedor.  — Seguramente Seguramente no va a… 

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 — ¿Beber ¿Beber eso?  — Él Él levantó el vaso mientras lo vaciaba en un largo trago y golpeaba el vaso en la l a superficie de la mesa — . Tres veces al día.  — Oh. Oh.

Él empujó el jerez hacia ella.  — Ese Ese es suyo. Parece que podría consumirlo.

Clio miró el vaso mientras olas de náusea lanzaban su estómago de un lado a otro.  — Gracias. Gracias.  — Es Es lo mejor que puedo hacer. Como puede ver, no estoy instalado

para recibir visitas sociales.  — No No tomaré mucho de su tiempo, lo prometo. Solo pasé para…   — Extender Extender una invitación de boda. Enviaré mis disculpas.  —¿Qué? No. Es decir…  deduzco que ha escuchado que Lord

Granville finalmente está regresando de Viena.  — LLo o escuché. Y Piers le ha dado permiso para planificar la boda más

lujosa imaginable. Firmé las cuentas yo mismo.  —Sí, bueno. Sobre esas firmas… — Clio Clio retorció los papeles enrollados

en su mano. Él se alejó de la l a mesa.  — Esto Esto tendrá que ser rápido. No puedo desperdiciar mi tiempo en

charlas. Se detuvo debajo de una barra colgante paralela al suelo, a un meto sobre su cabeza. En un arranque de rapidez, saltó para agarrarla. Luego comenzó a levantarse por medio de la flexión de sus brazos. Otra vez, y otra vez más.

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 — Continúe Continúe  — dijo, dijo, pasando la barra con su barbilla por cuarta vez — .

Puedo hablar mientras hago esto. Tal vez él  él  podía, pero Clio estaba encontrándolo difícil. No estaba acostumbrada a mantener una conversación con un hombre apenas vestido, ocupado en tal… ejercicio muscular. La conciencia zumbaba en sus venas. Recogió el vaso de jerez y tomó un trago cauteloso. Ayudó.  — N No o esperaría que hubiera escuchado, pero mi tío Humphrey murió hace unos meses.  — Ella Ella apartó las condolencias antes de que él pudiera ofrecérselas —   — . No fue un shock. Era muy viejo. Pero el querido viejo me

dejó un legado en su testamento. Un castillo.  — ¿Un ¿Un castillo?  — gruñó gruñó él mientras pasaba la barra de nuevo. Luego

se detuvo ahí, sus músculos tensos por el esfuerzo — . Algún montón desmoronándose en los páramos con una montaña de impuestos sin pagar, sospecho.  — No No realmente. Está situado en Kent y es bastante encantador. Era

una de sus propiedades personales. Era el Conde de Lynforth, si recuerda. Buen Dios, estaba balbuceando. Cálmate, Clio.  Clio.   — Ideal Ideal para una boda, entonces. — Su Su voz se apretaba con esfuerzo.  — Supongo Supongo que podría serlo. Para alguien. Pero estoy de camino allí hoy y pasé para…   — Informarme. Informarme. — Elevación.  Elevación.   —Sí, y también…   — Para Para pedir dinero.  — Elevación Elevación — . Ya se lo dije, es libre de gastar

tanto en la boda como desee. Envíe las facturas a los hombres de negocios de mi hermano.

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Clio cerró sus ojos fuertemente fuertemente,, luego los abrió.  — Lord Lord Rafe, por favor. Podría amablemente dejar de…   — ¿Terminar ¿Terminar sus oraciones?

Ella reprimió un pequeño gruñido. Él hizo una pausa a media elevación.  — No No trate de decirme que me equivoqué con esa.

No podía decirle eso. No honestamente. Era la parte más mortificante. Él siguió:  —Como decía… Estoy entrenando. entrenando. — Cada Cada frase era interrumpida por otra elevación — . Es lo que los boxeadores hacemos. Nos concentramos.  — Elevación Elevación — . Anticipamos.  — Elevación Elevación — . Reaccionamos. Si le molesta,

trate de ser menos predecible.  — Lo Lo estoy cancelando  — soltó soltó — . La boda, el compromiso. Todo. Lo cancelo. Él cayó al suelo. El aire picó alrededor de ellos. Y su expresión oscura le dijo a Clio, en términos claros, que él no había previsto eso. eso.   Rafe la miró. No  era así como se suponía que iba a ser su mes. Él se había No  escondido lejos en este almacén para entrenar para su regreso. Cuando encontrara a Jack Dubose por segunda vez, sería la pelea más importante de su vida y la l a bolsa más grande jamás ofrecida en la l a historia inglesa. Para prepararse, necesitaba preparación física intensiva, sueño tranquilo, comida nutritiva…  Y absolutamente ninguna distracción.

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Entonces, ¿quién debería entrar por la puerta? Nadie más que la señorita Clio Whitmore, su distracción más persistente y personal. Por supuesto. Siempre había estado en desacuerdo con ella, desde que eran niños. Él había sido un demonio impulsivo y de modales ásperos. Y ella había sido la imagen de una rosa inglesa, con su cabello rubio, ojos azules y delicada complexión. Gentil y hospitalaria y también de buenos modales. Tan irritablement irritablemente e dulce. dulce.   En suma, Clio Whitmore era la personificación de la sociedad amable. Todo lo que Rafe había despreciado a la edad de veintiún años. Todo lo que había prometido desmantelar. Y eso tenía que ser lo que la hacía tan malditamente tentadora para desarmarla. Siempre que Clio estaba cerca, no podía resistir sorprender su correcta sensibilidad con una flexión o dos de fuerza bruta. Le gustaba trabajarla hasta que convertía sus mejillas en una nueva y exótica sombra rosa. Y se había preguntado muchas veces cómo se vería con ese pulido de cabello de oro atado deshecho, d eshecho, enredado de hacer el amor y húmedo con sudor. Ella era la destinada de su hermano. Estaba mal pensar en ella de esa manera. Pero afuera de un ring de boxeo, Rafe nunca había hecho casi nada bien. Él sacó su mirada de la vaporosa pañoleta blanca bordeando su escote.  — Creo Creo que escuché mal.  — Oh, Oh, estoy segura de que me escuchó correctamente. Tengo los papeles aquí.  — Desenrolló Desenrolló un paquete de papeles en su mano enguatada — . Mis abogados los prepararon. ¿Le gustaría que se los

resuma?

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Molesto, agarró los papeles.  — Puedo Puedo leer.

 Algo. Al igual que todos los documentos legales empujados delante de él desde la muerte del viejo marqués, los papeles estaban escritos en arañazos de gallina, tan apretados y estrechos como para ser indescifrables. indescifrab les. Solo con un vistazo le dio dolor de cabeza. Pero ese solo vistazo le dijo bastante. Esto iba en serio.  — Estos Estos no son válidos — dijo dijo él —   — . Piers tendría que firmarlos primero.  — Sí, Sí, bueno. Hay alguien con el poder de firmar por Piers en su ausencia.  — Su Su mirada azul se encontró con la l a suya.

No. Rafe no podía creer esto.  — Es Es por eso que está aquí. ¿Quiere que firme esto?  — S Sí.í.  — No No va a suceder.  — Empujó Empujó los papeles de vuelta a ella, luego se acercó al saco de boxeo y le dio un retumbante derechazo — . Piers está

camino a casa desde Viena. Y se supone que usted esté planeando la boda mientras hablamos.  — Exactamente Exactamente el porqué esperaba tener estos papeles firmados antes de que él llegue. Parece la mejor manera. Odiaría hacer una escena desagradable y…   — Y las escenas desagradables son mi especialidad.

Ella se encogió de hombros.  — Exactamente. Exactamente.

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Rafe bajó la cabeza y lanzó un bombardeo de golpes al saco de boxeo. Esta vez, no estaba simulando una demostración. Su cerebro trabajaba mejor cuando su cuerpo estaba en movimiento. Luchar lo llevaba a un enfoque más nítido y necesitaba eso ahora. ¿Por qué demonios Clio querría romper este compromiso? Ella era una debutante de la sociedad, criada para un matrimonio ventajoso de la forma en que los caballos pura sangre eran criados para correr. Una magnífica boda con un rico y guapo marqués debería ser su sueño más anhelado.  — No No encontrará un mejor prospecto — dijo. dijo.  — Lo Lo sé.  — Y debe querer   casarse. ¿Qué más podría esperar hacer con su

vida? Ella se rio en su jerez.  — Qué Qué más, de hecho. No es como si a nosotras las damas se nos

permitiera permitier a tener intereses in tereses o actividades por nuestra cuenta.  —Exactamente. A menos que… — Contuvo Contuvo su golpe — . A menos que

haya alguien más. Ella se quedó en silencio por un momento.  — No No hay nadie más.  — Entonces es la anticipación llegando a usted. Solo es un caso de miedo.Entonces  — No No es que sea una novia nerviosa, tampoco. Simplemente Simplemente no deseo

casarme con un hombre que no quiere casarse conmigo.  — ¿Por ¿Por qué creería que no quiere casarse con usted?  — Lanzó Lanzó un

gancho derecho al saco, luego siguió un izquierdo.

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 — Porque Porque he visto el calendario. calendario.   Han pasado ocho años desde que

me propuso. Si usted realmente quisiera a una mujer, ¿esperaría tanto tiempo para hacerla suya? Dejó que sus puños cayeran a sus costados y se giró hacia ella, respirando con fuerza. Sus pulmones se llenaron con aroma a violetas. Maldita sea, incluso olía olía dulce.  dulce.  — No No — dijo dijo — . Yo Yo no  no lo haría.  — No No lo creía.  — Pero Pero — continuó continuó él —   — ,soy ,soy un bastardo impulsivo. Esto se trata de Piers.

Él es el hijo honorable y leal. Su ceja hizo el más mínimo movimiento.  — S Sii cree en los periódicos de chismorreos, él tiene una amante y

cuatro hijos escondidos en alguna parte.  — No No leo los l os periódicos de chismorreos.  — Tal Tal vez debería. A menudo está en ellos.

Él no lo dudaba. Rafe sabía las cosas viles que decían sobre él y tomaba cada oportunidad para alentar los chismes. La reputación no ganaba peleas, pero atraía multitudes y bolsillos repletos.  — No No es como si Piers no hubiera tenido razones tenido  razones para  para retrasarse. Es un hombre importante.  — Rafe Rafe luchó por mantener su rostro serio. Escúchenlo,

cantando alabanzas a su hermano. no sucedía menudo.Vino No sucedía nunca — . Había ese puesto en India.Eso Después el deaAntigua. a casa entre las asignaciones, pero entonces hubo cierto retraso. Ella bajó la mirada.  — Estaba Estaba enferma.

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 — Cierto. Cierto. Entonces hubo una guerra que resolver y otra después de

esa. Ahora que todos estos tratados en Viena están cerrados, está camino a casa.  — No No es que envidie su sentido del deber  — dijo dijo ella — . Tampoco lo

esencial que se ha vuelto para la Corona. Pero se ha vuelto bastante claro que yo no soy esencial para él. él.   Rafe frotó su rostro con ambas manos y gruñó en estas.  — Mis Mis abogados me dijeron que tendría un caso por incumplimiento

de una promesa rota. Pero no quería avergonzarlo. Ahora que tengo el Castillo Twill, no requiero la seguridad del matrimonio. Una disolución tranquila es lo mejor para todos los involucrados involucrados..  — No. No. No es lo mejor. En absoluto.

No era lo mejor para Piers, ni lo mejor para Clio. Y definitivamente no era lo mejor para Rafe. Había puesto su carrera de boxeador profesional en espera después de la muerte de su padre. No tenía otra opción. Con Piers fuera del país, Rafe se encontró a sí mismo, de mala gana, a cargo de la fortuna Granville. Pertenecía a un ring de boxeo, no a una oficina. Lo sabía y también lo sabían los abogados y los administradores, quienes apenas lograban ocultar su desdén. Venían armados con folios y libros l ibros de contabilidad y una docena de asuntos para su atención, y antes de que Rafe resolviera un asunto, ya estaban en el siguiente. Cada reunión lo dejaba inquieto e hirviendo con resentimiento, como si hubiera sido enviado a Eton otra vez. Rafe casi podía escuchar a su padre retorciéndose en su tumba, escupiendo gusanos y diciendo las mismas palabras familiares. Ningún hijo mío permanecerá como un bruto ignorante. Ningún hijo mío deshonrará el legado de esta familia.

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Rafe siempre había sido una decepción. Nunca había sido el hijo que su padre quería. Pero había hecho su propia vida, ganado su propio título; no “lord”, sino “campeón”. Tan pronto como Piers regresara a Inglaterra y

se casara, sería libre de luchar de nuevo y de conseguir su título de regreso. Sin embargo, ¿si Clio cancelaba la boda…?  Su hermano errante por el mundo podría darse la vuelta y desaparecer desaparec er por otros ocho años.  — P Piers iers probablemente ha estado esperando este resultado todo el tiempo  — dijo dijo Clio — . Quería librarse del compromiso, pero su honor no le

permitiría pedirlo. Cuando se entere de que la disolución ya está hecha, anticipo que estará aliviado.  — Piers Piers no no estará  estará aliviado. Y no voy a dejarla hacer esto.  — No No deseo pelear.  — Enrolló Enrolló los papeles y golpeó el cilindro en su

borde — . Tiene mis disculpas por la intrusión. Me iré ahora. Y llevaré estos papeles conmigo a Kent. Si cambia de opinión sobre firmarlos, estaré en el Castillo Twill. Está cerca del pueblo de Charingwood.  — No No los firmaré. Y recuerde mis palabras, tampoco le pedirá a él que

lo firme. Cuando él regrese, sabrá de inmediato que los chismes eran infundados. Recordará las razones por las cuales consintió ser su novia, en primer lugar. Y se casará casará con  con él.  — No. No. No lo haré.  — Piense Piense en ello. Será una marquesa.  — No No — dijo dijo ella — . Verdaderamente no lo seré. lo seré.

Su tono tranquilo y solemne lo enervó más de lo que quería admitir. Infiernos, sus palmas estaban poniéndose aún más húmedas. Era como si pudiera sentir su carrera  — todo todo por lo que había trabajado y lo único que hacía que su vida valiera un carajo —  deslizándose  deslizándose de su agarre. Ella se movió para irse y él se abalanzó para agarrarla por el brazo.

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 — Clio, Clio, espera.  — Él Él no me quiere. quiere.   — Su Su voz se rompió — . ¿No puedes entender eso?

Todo el mundo lo sabe. Me tomó muchos años ver la verdad. Pero he terminado de esperar. Él no me quiere y yo ya no lo quiero. Tengo que proteger mi corazón. A la maldición todo. Así que de eso se trataba. Él debería haberlo adivinado. La razón de su repentina reticencia era tan clara como el león en la cimera Granville. Rafe era el rebelde de la familia, pero Piers había sido labrado directamente de la piedra de su padre. Recto, orgulloso e inflexible. Y, sobre todo, indispuesto a mostrar emoción. Rafe no tenía absolutamente nada en común con una debutante de sociedad, pero sabía que dolía sentirse no deseado por el Marqués de Granville. Había pasado su propia juventud hambriento por el más ligero indicio de afecto de su padre o su aprobació n… y se había detestado a sí mismo cuando esas señales nunca llegaron.  — Piers Piers te quiere.  — Silenció Silenció su objeción, frotando su pulgar arriba y debajo de su brazo. Dios, ella era tan suave allí  — . Él lo hará. hará.   Haz esos

planes de boda, Clio. Porque cuando él te vea de nuevo por primera vez, va a venir como un golpe en las costillas, ese deseo. Va a querer verte en ese gran vestido de encaje, con pequeñas flores esparcidas en tu cabello. Va a querer verte caminar por ese pasillo, sintiendo su pecho hincharse hasta casi reventar de orgullo con cada paso que des. Y, sobre todo, querrá ante Dios, que sus amigos y familiares toda más. la sociedad de Londres,pararse solo para decirles eres suya. Suya, y deynadie Ella no respondió.  — Tú Tú vas a querer eso también. — Soltó Soltó su brazo con un apretón, luego tiró de su barbilla — . Presta atención a mis palabras. Te veré casada con mi

hermano dentro de un mes, incluso si tengo que planear la maldita boda yo mismo.

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 — ¿Qué? ¿Qué? — Se Se sacudió — . ¿Tú, planear la boda?

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras miraba el expuesto techo de vigas, las estériles paredes de ladrillo, los muebles toscamente labrados… y luego de regreso a él. Lo más crudo y poco

elegante en la habitación.  — Ahora Ahora casi estoy lamentando que eso no vaya a suceder  — dijo dijo ella, alejándose — . Porque eso eso sería  sería divertido.

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Capítulo 2

 — ¿Q ¿Q

ué habitación crees Daphne y Sir Teddy?

que

preferirán

Clio estaba en el corredor, en el punto medio entre dos puertas. Alisó sus manos inquietas sobre su nueva seda

verde esmeralda.  — ¿Deberíamos ¿Deberíamos ponerlos en la Alcoba Azul, con las ventanas mirando

hacia el parque? ¿O deberíamos darles el aposento más grande, incluso si mira hacia el costado de la propiedad? Anna se agitó y chasqueó, soltando un último papel para rizar del cabello de Clio.  — Señorita Señorita Whitmore, si quiere mi opinión, pienso que no debería

preocuparse por eso. El que sea que usted escoja, ella va a encontrar un defecto. Clio suspiró. Era verdad. Si había una puerta cerrada cerrada y una vela con la la que leer, Phoebe estaba contenta. Pero Daphne salió a su madre … imposible de impresionar.  — Pongámoslos Pongámoslos en esta  — dijo, dijo, cruzando en la primera alcoba — .

Verdaderamente Verdadera mente es la mejor. La Alcoba Azul presumía cuatro inmensas ventanas y una vista extensa de los encantadores jardines de Twill. Grandes setos como ciruelas de azúcar. Rosales en un sinfín de variedades. Pérgolas exuberantes con enredaderas florecientes. Y más allá de eso, la gran expansión de Kent en el verano tardío. Los campos eran del mismo jade brillante que su nuevo vestido y el aire olía a flores y césped aplastado, como si el sol fuese un

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imán colgado en el cielo, extrayendo vida de la tierra. Atrayendo todo lo verde y fresco. Si algo podía impresionar a su hermana, seguramente sería esta habitación. Esta vista. maravilloso  de suEste tío, maravilloso de Clio.   castillo. El cual ahora era, gracias a algún capricho El Castillo Twill era su oportunidad para… bueno, para todo. Independencia. Libertad. Seguridad. Un futuro que habría sido de ella si tan solo Rafe hubiese cooperado. Ella debería haberlo sabido antes de preguntar. Rafe Brandon simplemente no cooperaba, de la misma manera que los leones no se acurrucaban con las cebras. No estaba en su naturaleza. Cada explosivo centímetro musculoso musculoso de él estaba formado para la rebelión y el desafío… entremezclado entremezc lado con pesadas elevaciones. Un delgado penacho3 blanco en la distancia atrapó su atención. Dos coches, aproximándose aproximándose en el camino de grava.  — ¡Están ¡Están aquí! — gritó gritó — . Oh, Dios. Están aquí.

Se apresuró por el corredor hacia las escaleras frontales, deteniéndose para asomarse en cada habitación en su camino. Bien. Bien. Perfecto.  Perfecto.  No perfecto.  perfecto.  Tambaleándose hasta detenerse en su camino al bajar la gran escalera, Clio hizo una pausa para dar un codazo suave a un cuadrado retrato colgante. Luego tomó los pasos faltantes a la velocidad más rápida que se atrevió, apresurándose por el recibidor para abrir la puerta principal. Dos carruajes se detuvieron en la entrada. 3 Penacho:

Conjunto de plumas levantadas.

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Los sirvientes se empezaron a apilar afuera del segundo coche, descargando valijas y baúles. Un lacayo se apresuró a abrir la puerta del carruaje familiar. Daphne emergió primero, vestida en un hábito de viajar lavanda y una chaqueta de punto con ribete a juego, ambos a la altura de la moda de ese verano. Clío se adelantó, con sus brazos estirados.  —Daphne, querida. querida. ¿Cómo estuvo tu viaj…? 

Daphne les lanzó una mirada significativa a los sirvientes.  — En En serio, Clio. No seas ordinaria. Ahora tengo un título.

Después de casi un año de matrimonio, Daphne seguía siendo… Daphne. Gracias a todo el esfuerzo que su madre había invertido en la educación y crianza de Clio, mamá había estado demasiado distraída para moldear a su segunda hija en nada excepto una muchachita loca por la moda y perseguidora de libertinos. Había sido una especie de alivio cuando Daphne se fugó con Sir Teddy Cambourne el año anterior, solo dos meses después de su debut. Él era superficial, un tipo de caballero egocéntrico, pero por lo menos tenía un ingreso y un título de baronet. Su hermana podría haberlo hecho mucho peor.  — Lady Lady Cambourne. — Clio Clio hizo una reverencia formal —   — . Bienvenida al

Castillo Twill. Estoy tan encantada de que Sir Teddy y usted hayan venido.  — Hola, Hola, bollito. — Su Su cuñado le dio un empujón familiar en el brazo.  — Pero Pero por supuesto que vendríamos  — dijo dijo Daphne — . No podíamos

permitir que te quedaras aquí completamente sola mientras esperas el regreso de Lord Granville. Y una vez que regrese, tendremos una boda que planear. Afortunadamente, su hermana menor emergió del carruaje en ese momento, salvando a Clio de inventar una respuesta.

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 — Phoebe, Phoebe, querida. Es tan bueno verte.

Clio quería atrapar a la chica en un abrazo, pero a Phoebe no le gustaban los abrazos. Ya tenía un grueso libro posicionado como escudo.  — Has Has crecido tanto este verano — dijo dijo en cambio — . Y tan hermosa.

A los dieciséis, Phoebe era esbelta y de cabello oscuro, con facciones suaves e intensos ojos azules. Ya en camino a convertirse en una belleza. Basada solamente en la apariencia, sería un gran éxito en su primera temporada. Pero había algo… diferente… acerca de Phoebe. Siempre lo había habido. Parecía como si hubiera tanto pasando dentro de su propia mente maravillosa, que tenía problemas para conectar con las personas alrededor de ella.  — H Habríamos abríamos estado aquí hace horas si no fuese por la espantosa aglomeración en Charing Cross  — dijo dijo Teddy — . Y luego dos horas para

cruzar el puente. Dos horas. horas.    — Pensé Pensé que el olor me enfermaría — dijo dijo Daphne. Phoebe consultó su reloj de bolsillo.  — Calculamos Calculamos mal el tiempo de partida. Si hubiésemos salido veinte

minutos antes, habríamos llegado hace cincuenta minutos.  — Simplemente Simplemente estoy feliz de que estén aquí ahora  — dijo dijo Clio, liderando el camino hacia la entrada con arco — . Por favor entren, todos

ustedes. Daphne la detuvo.  — Yo Yo voy primero, sabes. Tal vez vayas a ser una marquesa dentro de

un mes y quizás yo soy tu hermana menor. Pero ya que estoy casada y soy una dama, tomo prioridad. Por al menos algunas semanas más. Clio dio un paso a un lado.  — Sí, Sí, por supuesto.

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La boca abierta del Castillo Twill los tragó enteros y un impresionante silencio se apoderó de sus lenguas. Incluso cuatrocientos años atrás, los canteros sabían cómo construir para impresionar. El recibidor del castillo se remontaba a toda la altura del edificio. Una gran escalera envolvía el espacio, atrayendo el ojo hacia arriba. Y luego un poco más arriba. Pinturas y retratos con marco dorados  — no no pequeños —   —   se elevaban en cada centímetro disponible de pared, apilando cuatro o cinco a lo alto en algunos lugares. Después de algunos momentos, Teddy silbó por lo bajo.  — Es Es lindo, ¿cierto?  — dijo dijo Daphne — . Bastante grande. Solo pienso que sería mejor si no fuera tan… tan viejo.   — Es Es un castillo — dijo dijo Phoebe — . ¿Cómo puede no ser viejo?

Daphne pinchó el brazo de Clio en un gesto que parecía mitad afecto, mitad despecho.  — Pero Pero un hogar es un reflejo de su señora. No deberías permitir que el

lugar muestre que está envejeciendo. Por ejemplo, podrías cubrir todas esas feas paredes de piedras con nuevos revestimientos de madera. O azulejos franceses. Y luego colocaremos algo de seda fresca en ti. ti. Su hermana barrió a Clio con una mirada que hizo que su nuevo vestido se sintiera desaliñado y andrajoso. Luego chasqueó su lengua en una imitación aterradoramente fiel a mamá.  — No No hay de qué preocuparse  — dijo, dijo, palmeando los hombros de Clio — . Tenemos algunas semanas todavía para mejorar. ¿No es verdad,

Teddy?  — Oh, Oh, sí  — acordó acordó — . Nos aseguraremos que su señoría no huya de

nuevo. Clio sonrió y se dio la vuelta. En parte porque “sonríe y mira a otro lado” era la única manera de hacer frente a su cuñado, pero mayormente debido a que su atención fue atraída hacia el camino de gravilla.

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Un jinete solitario se aproximaba en un caballo oscuro, levantando grandes nubes de polvo a medida que galopaba por el camino.  — ¿Vino ¿Vino alguien más de Londres con ustedes?  — Nadie Nadie — dijo dijo Teddy.  —¿Podría…? — Daphne Daphne se le unió en la entrada en arco y entrecerró los ojos —   — . Oh, no. ¿Podría ese ser Rafe Brandon?

Sí.  Sí.  Ese solamente Ese  solamente podía ser Rafe Brandon. Siempre había sido un jinete magnífico. Parecían tener una especie de entendimiento animal, él y los caballos. Una comunión de naturalezas bestiales. Como para demostrarlo, llevó su montura a un alto en la entrada circular sin ningún grito o tirón de las riendas, sino meramente usando un empujón firme de su rodilla para dirigir a la bestia en un círculo apretado. Con una palabra tranquilizante para el caballo, Rafe desmontó con un movimiento suave. Sus enormes botas golpearon el suelo. Sus pantalones de montar eran de gamuza. Todos los pantalones de montar de los hombres eran de gamuza. Pero ella apostaría cualquier cosa que esta   gamuza se extendía sobre los muslos de este esta este   hombre más estrechamente estrechament e de lo que se había extendido sobre el ciervo original. Abrigo ondulante. Guantes de montar negros. Sin sombrero. Solo ondas de cabello oscuro y pesado. Una ráfaga de viento le dio un aspecto despeinado. Era el pecado en forma humana. No era de extrañar que lo llamaran el Devil’s Own. Lucifer probablemente le pagaba para hacer publicidad.   — Santo Santo cielo — dijo dijo Daphne — . ¿Crees que intenta intenta hacer  hacer eso?

Clio se alegró de saber que no era solo ella.

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 — No No puedo imaginar por qué lo intentaría para nuestro beneficio.

Creo que así es él.  — Seguramente, Seguramente, no estabas esperándolo.  — No. No. — Pero Pero tal vez debería haberlo estado.  — Oh, Oh, no. Parece como si tuviera la intención de quedarse.

A medida que el polvo se asentaba, pudieron ver que un carruaje había seguido a Rafe por el camino. Las caballerizas del castillo estarían llenas a rebosar esta noche.  — ¿No ¿No puedes hacer que se vaya?  — preguntó preguntó Daphne — . Es tan

brusco y ordinario.  — Aun Aun así, sigue siendo hijo de un marqués.  — S Sabes abes lo que quiero decir. Ya no se comporta como uno. Si es que

alguna vez lo hizo.  — Sí, Sí, bueno. Cada familia tiene su idiosincrasia.  — Clio Clio palmeó a su hermana en el hombro — . Iré a darle la bienvenida. Anna y el ama de

llaves les mostrarán a ti y a Phoebe sus habitaciones, así pueden instalarse. Mientras Clio salía para saludarlo, la silueta de Rafe se hizo cada vez más y más grande en su visión. Y se sintió poniéndose más rosada en respuesta. Él asintió en señal de saludo.  — Esta Esta es una sorpresa — dijo dijo ella — . Y veo que has traído amigos.

Un hombre bajó del carruaje; un hombre delgado que llevaba un abrigo oscuro y el tipo de modales geniales y tranquilos que uno tendría que poseer si fuera amigo de Rafe. Y desde el interior del carruaje, levantó al bulldog más bajo, más viejo y más feo que Clio alguna vez había visto. Por Dios. Pobre y vieja cosa. Incluso sus arrugas tenían arrugas.

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Una vez colocado en el suelo, el perro hizo un charco en el camino rápidamente.  — Ese Ese es Ellingworth — dijo dijo Rafe, quitándose los guantes de montar.

Clio hizo una reverencia.  — Buenos Buenos días, Sr. Ellingworth.

Rafe sacudió la cabeza.  — Ellingworth Ellingworth es el perro.  — ¿Tienes ¿Tienes un perro?  — No. No. Piers tiene un perro. — La La miró como si ella debería saber esto.

Pero no lo sabía. Qué curioso. Clio no podía recordar que Piers mencionara alguna vez un perro. No aparte de los perros de caza que su  jardinero mantenía mantenía en Oakhaven. Oakhaven.  — Algún Algún recuerdo de sus días en Oxford  — explicó explicó Rafe — . Hay una historia detrás de ello. Una mascota o una broma… tal vez ambas. De

cualquier modo, el perro ha estado viviendo conmigo. Tiene catorce años de edad. Requiere una dieta especial y atención durante todo el día. Hice que el veterinario lo escribiera todo. Llevó la mano a su bolsillo y le entregó algunas notas a Clio. Tres hojas llenas de estas.  — Bueno Bueno  — dijo dijo ella — . Ahora que sé que Ellingworth es el perro, ¿podría ser presentada a su amigo?  —Este es Bru… Bru…   — Bruno Bruno Aberforth Montague  — interrumpió interrumpió el hombre — . Escudero.  — S Se e inclinó sobre la mano de Clio y la llevó a sus labios — . A su servicio.  — Encantada, Encantada, estoy segura.

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En realidad, no estaba del todo segura. No sobre este Sr. Montague y no sobre Rafe. Mientras el Sr. Montague le ponía una correa al perro y lo encaminaba hacia el borde de hierba en el camino, ella fue por algunas respuestas.  — ¿Me ¿Me atrevo a esperar que simplemente has pasado a firmar los

papeles?  — Absolutamente Absolutamente no. Es como lo discutimos. Estoy aquí para planear la

boda. Ella se quedó inmóvil.  — Oh, Oh, no.  — Oh, Oh, sí.

No entres en pánico, pánico, se dijo a sí misma. misma. Aún  Aún no.  no.   — Pensé Pensé que estabas entrenando. Sin ninguna distracción.  — P Puedo uedo entrenar aquí en Kent. El aire del campo es beneficioso para

la constitución. Y tú puedes mantener las distracciones al mínimo cooperando con los planes de la boda. Piers quiere que tengas todo lo que siempre soñaste en el gran día.  — A Así sí que, ¿quieres que crea que esto es idea de Piers?

Él se encogió de hombros.  — Bien Bien podría haberlo sido. Hasta que él regrese, tengo todo el peso

de su fortuna y su título a mi disposición.  Ahora,, se dijo. Entra en pánico ahora.   Ahora ahora.   — R Rafe, afe, no puedo jugar tu pequeño juego. No esta semana. Mis

hermanas y mi cuñado acaban de llegar.  — Excelente. Excelente. Hay tres invitados a la boda que no necesitaremos invitar.

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Ella rodó los papeles en sus manos.  — Sabes Sabes muy bien que no habrá ninguna boda.

Él miró el castillo.  — ¿Y ¿Y le has dicho a tu familia esta noticia?  — No No — se se vio obligada a admitir  — . Todavía no.  — Ah. Ah. Así que no estás realment realmente e decidida.  — Estoy  Estoy verdaderamen verdaderamente te

decidid decidida. a. Y eres realmente molesto. Montando como una nube de tormenta en tu caballo negro, todo oscuro, dramático e inesperado. Exigiendo planear bodas y darme listas.  — Soy Soy todo tipo de problemas, y lo sabes. Pero también te conozco.

Ella se quedó sin aliento. Entonces se recordó a sí misma que lo que sonaba como coqueteo a menudo era solo presunción masculina.  — No No me conoces tan bien como crees que lo l o haces, Rafe Brandon.  — Te Te conozco mucho. No me darás la espalda.

Rafe la observó detenidament de tenidamente. e. No era nada difícil, observarla cuidadosamente. Pero tenía una razón adicional hoy. Clio podía no haber tomado su decisión final sobre el matrimonio, pero era bastante claro que no quería otro par de invitados en este momento. Otro trío de invitados, si uno contaba a Ellingworth. Tomó el liderazgo de Bruiser y se agachó junto al perro. Era tan viejo, estaba completamente completamente sordo, pero Clio no sabía eso.  — No No te preocupes, Ellingworth.  — Rascó Rascó al perro detrás de la oreja — .

La señorita Whitmore es un modelo de etiqueta y generosidad. No echaría

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a un perro viejo e indefenso fuera al frío. — Deslizó Deslizó una mirada hacia Clio — . Ahora, ¿lo haría?  — Mmm. Mmm. Pensé que los campeones luchaban limpio.  — No No estamos en un ring de boxeo. No que pueda ver.  — Después Después de

pensarlo un momento, decidió tomar una oportunidad — . ¿Ese vestido es nuevo?  —Yo… — Ella Ella cruzó los brazos y luego los descruzó — . No veo que eso

importe. Oh, importaba. Él sabía que estas cosas importaba importaban. n. Rafe podría no saber una maldita cosa sobre planear bodas, pero sabía una cosa o dos — o doce —  sobre  sobre mujeres. Esto era todo lo que Clio necesitaba. Un poco de atención. Apreciación. Había sido dejada esperando por muchos años, se estaba sintiendo no deseada. Bueno, esas eran estupideces. Bastaba con mirarla. Cualquier hombre que no deseara a esta mujer sería un maldito tonto. Piers no era un tonto. Desafortunadamente, Desafortunadame nte, tampoco lo era Rafe.  — El El color te queda — dijo. dijo.

Y lo hacía. El verde iba bien con el dorado de su cabello y la seda se ajustaba a sus generosas curvas como un sueño. El tipo de sueño que no debería estar teniendo. Se puso de pie, dejando que su mirada se deslizara sobre ella una última vez, de los pies a la cabeza. Para el momento en que sus ojos se encontraron, el rubor en sus mejillas se había profundizado a un tono de bayas maduras. Él sonrió un poco. La tez de Clio Cl io Whitmore tenía más tonos de rosa que un almacén de telas. Cada vez que Rafe pensaba que los había visto todos, se las arreglaba para extraer uno más.

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Solo imagina provocarla en la cama.  cama.  No, idiota. No. No lo imagines.  imagines.  Pero como de costumbre, sus pensamientos estaban tres pasos por delante de su juicio. La imagen estalló en el ojo de su mente, tan espontánea como vívida. Clio, sin aliento. Desnuda. Debajo de él. Despojada de todos sus buenos modales e inhibiciones. Suplicándole que le mostrara todos los matices secretos de rosa. Rafe parpadeó fuerte. Luego tomó esa imagen mental y la archivó bajo Imposibilidades que Sonaban Placenteras. Justo entre “carruaje volador” y “fuente de cerveza”. 

No miró a ninguna parte excepto a sus ojos.  — Entonces, Entonces, enviaremos dentro nuestras cosas.  — No No he dicho que sí.  — No No has dicho que no.

Y no lo haría. Ambos lo sabían. Sin importar cuánto le desagradara Rafe, sin importar cuánto quisiera que se fuera… Su conciencia no le permitiría correrlo. Su pequeño suspiro de rendición lo agitó más de lo que debería.  — Haré Haré que las sirvientas te preparen dos habitaciones más.

Él asintió.  — Estaremos Estaremos dentro una vez que haya acomodado a mi caballo.  — Tenemos Tenemos peones que hacen eso  — dijo dijo — . Fui afortunada de que

todo el personal de la casa de mi tío permaneciera aquí.  — Siempre Siempre acomodo a mi propio caballo.

Rafe condujo su caballo hacia la cochera para cepillarlo bien. Cada vez que llegaba de una cabalgata dura  — o una carrera dura, un

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combate duro — , necesitaba una tarea como esta para calmarlo. Toda esa energía simplemente simplemente no se disipaba en el aire. Y esta noche, necesitaba una charla privada con un cierto alguien. Un cierto alguien que se había acercado y declarado que su nombre era Montague era  Montague..  — ¿Qué ¿Qué demonios fue todo eso?  — preguntó, preguntó, tan pronto como Clio estuvo fuera del alcance del oído — . ¿Quién es este Montague?

Acordamos que actuarías como mi valet.  — Bueno, Bueno, ¡eso fue antes de que viera este lugar! Vaya, míralo.  — Lo Lo he visto.

El castillo era impresionante, Rafe tenía que admitirlo. Pero había visto mejores. Había sido criado en mejores.  — Quiero Quiero una habitación propia en esa cosa  — dijo dijo Bruiser, gesticulando hacia el edificio de piedra — . No, quiero mi propia torre. Ciertamente, no quiero ser tu valet. Atrapado debajo de las escaleras, comiendo mis comidas en la sala de los sirvientes con las mucamas. No que no pueda apreciar a una mucama con el rostro fresco de vez en cuando. O, para lo que importa, un lacayo bien torneado.

Ese era Bruiser. Se acostaría con lo que sea.  — Cuán Cuán equitativo de usted, Sr. Bruno Aberforth Montague.  — Escudero. Escudero. No olvides el Escudero.

Oh, Rafe estaba tratando muy duro de olvidar el Escudero.  — La La hermana de la señorita Whitmore está aquí. Esa es Lady

Cambourne. Junto con su esposo, Sir Teddy Cambourne.  — ¿Y? ¿Y?  — dijo dijo Bruiser  — . Sé que tratas mucho de olvidarlo, pero tú eres

Lord Rafe Brandon. No tengo problemas hablando contigo.

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 — Eso Eso es diferente. Ya no respondo a ese título. Me alejé de todo esto

hace años.  — Y ahora estás caminando de vuelta. ¿Qué tan difícil puede ser?

 Más difícil de lo que podría podríass imaginarte. imaginarte.   Demonios, Rafe estaba preocupado acerca de sentirse como un impostor y había sido criado en estas grandes propiedades.  — Escucha Escucha  — dijo dijo — . Eres el hijo de una lavandera y un tabernero,

quienes viven de organizar combates de boxeo ilegales. Y te has insertado en una clase de personas tan lejos de tu mundo usual que muy bien podrías estar usando nubes. ¿Cómo planeas salirte con esto?  — Relájate. Relájate. Me conoces, me llevo bien con todo el mundo. Y tengo un

nuevo sombrero. Rafe miró el sombrero de copa girando en el dedo de Bruiser.  — Ese Ese es mi sombrero.  — En En la cena y tales, observaré lo que haces.

Maravilloso plan, ese. Rafe apenas y recordaba la etiqueta adecuada.  — Y luego está mi arma secreta.  — Con Con un vistazo en ambas direcciones, sacó un pequeño objeto de latón de su bolsillo — . Tomé esta

pequeña belleza de un prestamist prestamista. a. Rafe lo miró.  — Un Un monóculo. En serio.  — Te Te estoy diciendo, estas cosas gritan clase alta. Deberías

conseguirte uno, Rafe. No, lo digo en serio. ¿Alguien habla por encima de tu cabeza? Monóculo. ¿Alguien te hace una pregunta que no puedes contestar? Monóculo.

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 — ¿Honestamente ¿Honestamente piensas que un estúpido monóculo es todo lo que

necesitas para mezclarte con la l a aristocracia? Bruiser alzó el monóculo y miró a Rafe a través del lente. Solemnemente. El idiota podría estar planeando algo.  — Simplemente, Simplemente, no arruines esto — advirtió. advirtió.  — Oh, Oh, no voy a arruinarlo. Recuerda, soy tu segundo. Siempre estoy en

tu esquina. Pero este no era un combate de boxeo. Era algo mucho más peligroso. Como visitante en el Castillo Twill, Rafe estaría fuera de su elemento. Cuando estaba fuera de su elemento, se ponía inquieto. Y cuando se ponía inquieto, su naturaleza impulsiva y temeraria salía al frente. La gente salía lastimad l astimada. a. Necesitaría ser cuidadoso aquí.  — A Así sí que, ¿cuándo va a llegar la organizadora de bodas?  — preguntó. preguntó.

Bruiser se quedó curiosamente silencioso.  — ¿Sí ¿Sí contrataste los servicios de una planeadora de bodas?  — Ciertamente Ciertamente lo hice. Su nombre es Bruno Aberforth Montague,

Escudero. Rafe maldijo.  — No No puedo creerlo.

Bruiser elevó sus manos en defensa.

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 — ¿Dónde ¿Dónde se suponía que encontrara una planeadora de bodas? Ni

siquiera estoy seguro de que tales personas existan. Pero no importa. Esto va a ser perfecto. Ya verás.  — Lo Lo dudo. Sabes menos sobre planear bodas que yo.  — No, No, no. Eso no es verdad.

Los ojos de Bruiser adquirieron ese destello brillante y excitado que Rafe había aprendido a reconocer a través de los años. Y temer.  — P Piensa iensa en ello, Rafe. Soy un entrenador y promotor. Es lo que hago

todo el tiempo. Encuentro a dos personas, parejos. Disperso el rumor. Atraigo a multitudes desesperadas por verlos en el mismo lugar. Y más que nada, sé cómo meter la cabeza de un luchador — Empujó Empujó un solo dedo en el centro de la cabeza de Rafe — , en el ring, mucho antes del día de la pelea.  — Bruiser. Bruiser.  — ¿Sí? ¿Sí?  — Quita Quita tu dedo de mi cabeza o lo romperé.

Lo hizo, dándole golpecitos a los hombros de Rafe.  — Ahí Ahí está ese espíritu luchador. l uchador.

Rafe cepilló al caballo con caricias vigorosas vigorosas..  — Esto Esto nunca funcionará. Va a ser un desastre.  — Funcionará. Funcionará. Te lo prometo. Vamos a envolverla en sedas. Ahogarla

en flores y pasteles elegantes, hasta que este mareada con la emoción nupcial. Hasta que ya se vea a sí misma caminando por el pasillo, tan claro como el día en su mente. Soy tu hombre, Rafe. Nadie sabe cómo crear anticipación anticipac ión y espectáculo mejor que mí.  — Mejor Mejor que yo — corrigió corrigió Rafe.

Bruiser arqueó una ceja y alzó el monóculo.

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Rafe terminó de colgar su virada en los l os ganchos.  — Solo Solo vayamos adentro.  — Juntos, Juntos, salieron de los establos y en dirección al castillo. A unos cuantos pasos de la puerta, se detuvo — . Una

cosa más. No beses su mano.  — No No pareció importarle.

Rafe se giró en su bota y lo agarró por la pechera.  — No No beses su mano.

Bruiser alzó sus propias manos en un gesto de rendición.  — Muy Muy bien. No beso su mano.  — Nunca. Nunca. Para nada.  — Cuando Cuando pensó que el mensaje se había

hundido, Rafe lo soltó. Bruiser tiró de su chaleco.  — ¿Te ¿Te gusta esta chica?  — No No es una chica. Es una mujer de clase. Una que pronto será una

dama. Y no, no me gusta.  — Bien Bien  — dijo dijo Bruiser  — , porque eso se podría volver incómodo. Viendo

cómo está comprometida a tu hermano y todo.  — Créeme. Créeme. No lo he olvidado. Esa es la razón por la que estamos aquí.  — Sé Sé que no tienes un gusto esas de  —  cabello rubio —. y exuberantes. Pero normalmente te gustan tanpor saludables dijo Bruiser  dijo No tan… ¿cuál ¿cuál es la palabra?  — Tomada. Tomada. Ella está tomada.

Piers se casaría con Clio. Era una verdad que todos habían crecido sabiendo. El emparejamiento simplemente tenía sentido. Era lo que sus padres habían querido. Era lo que Piers quería. Era lo que Clio quería, incluso si lo había olvidado temporalmente.

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Y era lo que Rafe quería también. Lo que necesitaba. necesitaba.    — No No es una preocupación  — dijo dijo — . Para ella, soy un tosco y apenas letrado bárbaro con pocas cualidades redentoras. En cuanto a ella… Ella

es tan inocente y fuertemente atada, probablemente se baña en su camisón y se viste en la oscuridad. ¿Qué haría yo con una mujer así? Todo.   Todo. Él haría todo con una mujer así. Dos veces.  — No No voy a tocarla — dijo dijo — . No es mía. Nunca lo será.  — Ciertamente. Ciertamente. — B Bruiser ruiser puso los ojos en blanco y sacudió el polvo de su sombrero — . Definitivamente, no hay años de lujuria embotellada ahí.

Estoy contento de que hayamos aclarado eso.

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Capítulo 3

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or una vez, Clio estuvo agradecida por la naturaleza quisquillosa de su hermana.

Como Anna había predicho, a Daphne y a Teddy no les importó ni la Alcoba Azul o la recámar recámara a más grande al otro lado del pasillo. En su lugar, prefirieron un apartamento en la recientemente modernizada Torre Oeste. Clio no podía entender cómo las paredes empapeladas podrían alguna vez triunfar sobre el carácter antiguo y una vista superior, pero al menos tenía dos habitaciones disponibles para sus invitados inesperados. Llevó al Sr. Montague a la habitación orientada al norte.  — Espero Espero que se sienta cómodo aquí.

El hombre sacó un monóculo de su bolsillo, lo llevó a su ojo e hizo un gran espectáculo inspeccionando el espacio, desde los tapices hasta el sillón Luis XIV rescatado de un castillo francés.  — Será Será suficiente — dijo. dijo.  — Muy Muy bien. Si necesita cualquier cosa, solo tiene que llamar a las criadas.  — C Cerrando errando la puerta detrás de ellos, Clio dirigió a Rafe al otro lado del pasillo hacia la Alcoba Azul —   — . Confío en que esta…   — ¡Síííí! ¡Síííí!

El débil grito vino desde detrás de la puerta cerrada de la habitación del Sr. Montague. Fue rápidamente seguido por una especie de ruido sordo de elástico. El tipo de sonido que uno podría esperar que resultara cuando un hombre saltaba en el aire y dejaba caer su peso sobre un colchón.

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Seguido por más ruidos rebotadores. Y algo que sonó como una carcajada de alegría. Clio levantó la cabeza y miró a Rafe.  — ¿De ¿De dónde dijiste que viene el Sr. Montague?  — No No lo hice.

Ella hizo una pausa, escuchando los nuevos sonidos. Los agudos sonidos de armarios abriéndose y cerrándose.  — Mira Mira toda esta capacidad de almacenamiento.  — Las Las palabras ahogadas fueron seguidas un por silbido apreciativo — . Buen Cristo, hay

un bar . Levantó las cejas hacia Rafe. Él dio un encogimiento defens defensivo ivo de hombros.  — Es Es uno de los socios diplomáticos de Piers. Probablemente, la última

vez fue asignado a algún puesto remoto olvidado por Dios. Ya sabes cómo es eso. Declinando a preguntar más, ella lo condujo hacia el dormitorio.  — E Esta sta es la Alcoba Azul. Confío en que se adaptará a ti y tu perro.  — Te Te lo dije, no es mi perro.

El perro que no era suyo se tambaleó todos los noventa centímetros hacia adelante antes de caer de lleno en la alfombra. Un espeso charco de baba se propagó desde sus carrillos. Rafe estaba más pensativo en su valoración del espacio. Merodeó por la habitación, comprobando de una pieza del mobiliario a la siguiente. Su mirada estudió todas las l as superficies, nunca prolongándose prolongándose..  — Hay Hay una vista encantadora de los jardines y el campo, si no le importaría tener un… — Clio Clio observó mientras él se agachaba y miraba debajo de un armario — . Mi lord, ¿pasa algo?

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 — S Sí.í. — Se Se había detenido al lado de la cama de palo de rosa tallada, frunciendo el ceño — . Hay veinte almohadas en esta cama.  — No No creo que haya veinte veinte..  — Uno. Uno. — SSacó acó un cojín con borlas y forma de rollo de la cama. Luego

lo echó a un lado. Este rebotó en el suelo y rodó hasta detenerse justo antes de la baba de Ellingworth — . Dos.  — Alcanzó Alcanzó otro y lo lanzó a un lado — . Tres. — Otro Otro — . Cuatro. Una por una, tiró las almohadas de la cabecera de la cama hacia los pies del colchón, donde se amontonaron en un montón desordenado.  —Catorce… quince… — Finalmente, Finalmente, sostuvo la última almohada en su mano y la sacudió hacia ella — . Dieciséis.  — Le Le dije que no eran veinte.  — ¿Quién ¿Quién diablos necesita dieciséis almohadas? Un hombre solo tiene una cabeza.  — Pero Pero tiene dos ojos.  — Los Los cuales se cierran cuando duerme.

Clio suspiró.  — Tal Tal vez ha estado residiendo en un almacén, pero sé que no fuiste

criado en un granero. Cruzando hacia el lado opuesto de la cama, comenzó a volver a acomodar los cojines en su orden correcto.  — Las Las almohadas  — dijo dijo ella — , sirven un propósito decorativo. La

simetría es agradab agradable. le.  — C Cierto. ierto. Todo el mundo sabe que eso es lo que un caballero

encuentra más agradable agradable en  en una cama. Almohadas simétricas. Ella sintió que sus mejillas iban del rosa al escarlata.

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 —Lord Rafe…   — Esa Esa es otra cosa.  — Se Se había movido hacia el lavabo ahora. Sin

duda para encontrar fallas con la palangana4  o para preguntar por qué eran dos… Dios nos libr ara, ara, ¡dos!, barras de jabón — . Ya no respondo a ese título. No habrá más “mi lord”. l ord”. Ni de ti, ni de los sirvientes.  — Lord Lord Rafe Rafe..  — Su Su voz se tensó en los bordes mientras recogía otro cojín — . Estoy tratando de ser servicial. Pero esta es mi casa, no un almacén

en Southwark. Y estoy, por el momento, de todos modos, todavía comprometida con Lord Granville. A menos que pretendas disolver el compromiso firmando esos papeles esta noche…   — No. No.  — Entonces Entonces sugiero que, por una vez, te comportes de una manera

que honre el nombre de la l a familia. El mismo nombre que me estás instando a que tome.  — Eso Eso es lo que estoy haciendo.  — Giró Giró la cabeza, comprobando la proximidad de su afeitado en el pequeño espejo — . El mejor honor que puedo hacer al nombre de la familia es distanciarme de este. Clio hizo una pausa. Seguramente él no pensaba eso eso.. El boxeo profesional podría ser ilegal y escandaloso, pero era un deporte reverenciado por todos los ingleses. Él sin duda causaría un gran revuelo en Almack, pero cualquier tarde que quisiera, Rafe podría entrar a los clubes más exclusivos de caballeros y caminar entre los miembros como un semidiós. Y aun así… 

Había una calidad dura y hastiada en su voz de barítono.  — No No te preocupes  — dijo dijo él —   — . Una vez que te hayas casado con mi

hermano, mantendré mi distancia de ti también. 4 

Palangana: Recipiente circular, ancho y poco profundo, usado especialmente para

lavarse. 

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 —Lord Rafe… 

Él chasqueó los dedos, caminando hacia el armario.  — Solo Solo Rafe. O Brandon, si prefieres. Desde que cumplí veintiún años,

solo uso los títulos que he ganado. ¿Los títulos que había ganado? ganado?   Ahora mismo, en la estimación de Clio, él había ganado el título de Lord-Dolor-en-el-Culo. Por Dios, el hombre era exasperante.  — Supongo Supongo que te refieres al título de campeón  — dijo dijo ella, sintiéndose molesta mientras reacomodaba una almohada en su fila — . Pero ese es el

título de Jack Dubose ahora. ¿No? Él se volvió hacia ella y, por primera vez desde que había entrado al castillo, no había movimientos inquietos. Su mirada dejó de vagar y se centró, oscura e intensa, en ella. Ella cuadró los hombros, negándose a lucir acobardada. Mientras tanto, su nuca cosquilleaba c osquilleaba como loca. Y su corazón saltaba alrededor de su pecho. Él dijo cuatro simples y solemnes palabras.  — No No por mucho tiempo.

La habitación vibró con una tensión insoportable. Desesperada por resolverlo de alguna manera, Clio metió la última almohada de nuevo en su lugar.  — Ahí Ahí está.

Él miró hacia la almohada. Luego hacia ella.  — Eres Eres tan perfecta para mi hermano.

Las palabras hicieron algo extraño en ella.

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Perfecta,, dijo él. Perfecta Perfecta para Piers Piers.. Rafe podría no tener idea de cómo la afectó esa declaración. Todos esos años de tutores de idiomas, lecciones de etiqueta y… y peor. Mucho

peor. Los esfuerzos de su madre para moldearla para el papel de Lady Granville habían enfermado a Clio, literalment l iteralmente. e. Pero ella había soportado todo sin quejarse, desesperada por ser considerada satisfactoria, mucho menos perfecta. Cuando había tenido diecisiete  — o diecinueve o incluso veintitrés años — , Clio habría dado todo todo por  por escuchar esas palabras. Y ahora, cuando había preparado su mente para dejar de perseguir la perfección… Aquí venía Rafe y todos sus baúles llenos de peligro y de arrogante nervio. Eres tan perfecta para mi hermano.  hermano.  Las respuestas ingeniosas la eludían. Todo lo que pudo decir fue:  — No. No.  — Rafe. Rafe.  — Un Un Montague sin aliento irrumpió en la habitación, llevando

algo en las manos. No pareció notar a Clio donde se encontraba en la cabecera de la cama — . Rafe, estas habitaciones son increíbles. Tienes que ver este orinal. He comido en platos que no estaban así de limpios.  —Montague…   — Hablo Hablo en serio. Lamería esto.  — Giró Giró la vasija en sus manos — . ¿Me

retas?  — No. No.  — Porque Porque lo haré.  — No.  No. 

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Rafe y Clio dijeron la palabra al mismo tiempo. Un grito de desesperación desesperac ión mutuo y primitivo. Montague se quedó inmóvil  — con con la lengua fuera, las cejas levantadas —   —  finalmente   finalmente tomando nota de la presencia de Clio. Habló sin retraer la lengua.  — Ah. Ah. Señodita With-muh.  — Sr. Sr. Montague.

Montague empujó el orinal detrás de su espalda.  —Estaba… simplemente señalándole a Lord Rafe la excepcio excepcional nal

meticulosidad de su servicio de limpieza.  — Absolutamente. Absolutamente.

Clio no sabía qué estaba sucediendo con este personaje Montague, pero sintió que eso le daba una ventaja con Rafe. Y ella necesitaba cualquier ventaja que pudiera conseguir.  — Los Los dejaré para que se instalen  — dijo, dijo, acomodando la última almohada — . La cena es a las siete. La cena fue… larga. 

El primer platillo empezó empezó bien,  bien, pensó Rafe. Lo cual era decir que tanto él como Bruiser se las arreglaron para usar la cuchara adecuada para la sopa y no volcaron ninguna sopera. Entonces llegó ese incómodo momento cuando Rafe levantó la mirada de su plato vacío para darse cuenta de que todos los demás en la mesa estaban solo en la segunda o tercera cucharada. Clio lo miró, divertida.  — ¿Disfrutaste ¿Disfrutaste la sopa?

Él miró su cuenco vació.

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 — Sopa Sopa de guisantes, ¿verdad?  — De De alcachofa de Jerusalén. Con trocitos de pan de romero, aceite

de limón y una pizca de crema fresca.  — Cierto. Cierto. Eso es lo que quise decir.

Rafe hizo crujir los nudillos debajo de la mesa. Siempre había odiado estas cenas formales, desde que tenía edad suficiente para ser permitido en la mesa del comedor. La comida era combustible para él, no una un a razón para horas de ceremonia. Uno pensaría que una costilla de cordero se había graduado de Cambridge o se había convertido en un teniente naval, por toda la suntuosidad que recibía.  — ¿Cuántos ¿Cuántos platillos vas a servir?  — preguntó preguntó cuando los criados

quitaron la sopa y llevaron platones de pescado.  — Es Es una simple cena familiar.  — Levantó Levantó su copa de vino — . Solo

cuatro. Maldito infierno. Preferiría luchar cuarenta rounds. Podía sentirse poniéndose cada vez más inquieto y eso nunca era buen augurio. De alguna manera, lo logró a través del platillo de pescado y luego fueron los cortes y carnes. Por lo menos el tenedor le dio algo que hacer.  — Entonces, Entonces, Sr. Montague.  — Lady Lady Cambourne miró a Bruiser intensamente sobre una pierna de cordero — . ¿Supongo que es usted

abogado?  — ¿Abogado? ¿Abogado? Dios, no.  — Bruiser Bruiser se forzó a pasar un trago de vino — . Er… ¿Qué la haría pensar eso?    —Bueno, el “escudero ”, naturalmente. Debe ser por algo. Así que si no es un abogado… O su abuelo fue un lord, o su padre fue nombrado

caballero. ¿Cuál es?

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 —Yo… ejem… — Enganchó Enganchó un dedo debajo de su corbata y tiró de

esta, lanzándole a Rafe una mirada de ayúdame-colega ayúdame-colega.. A cambio, Rafe le dio una sonrisa de estás-por-tu-cuenta-imbécil. estás-por-tu-cuenta-imbécil.    — Oh, Oh, no nos diga.  — Daphne Daphne cortó su carne — . Adivinaremos.

Supongo que hay otras maneras de merecer el honor. Lo hay probando un servicio especial a la Corona. Pero, ¿no es usted un poco joven para eso, Montague? Levantó ese maldito monóculo hacia su ojo y la miró.  — Claro Claro que sí. Sí, lo soy.  — Ah. Ah. — Sus Sus labios se curvaron con satisfacción — . Así lo veo.  — Pensé Pensé que lo haría.

Por el amor de Dios. Rafe no podía creer que esa cosa en realidad estuviera funcionando. ¿Daphne Whitmore siempre había sido tan tonta? No podía recordarlo. La última vez que la había visto, había sido un poco más que una niña. Él se aclaró la garganta.  — Los Los orígenes del Sr. Montague no son importantes. Mi hermano lo

envió al Castillo Twill por una razón. Para ayudar con los preparativos de la boda.  — La La boda.  — Daphne Daphne miró bruscamente de Bruiser a Rafe — . ¿Están

aquí para planear la boda? ¿La boda de mi hermana y Lord Granville?  — La La misma  — dijo dijo Bruiser  — . Lord Granville desea que todo esté listo antes de su regreso. Así puede casarse con la señorita Whitmore sin demora.  — P Pero ero está a punto de volver dentro de un par de semanas  — respondió respondió Daphne — . Ese no es tiempo suficiente para planear una

boda. No una boda que se ajuste a un marqués, en cualquier caso. Necesitará invitaciones, invitaciones, flores, decoración, el pastel de boda. Un vestido.

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 — Creo Creo que tienes razón  — dijo dijo Clio — . No puede hacerse. Es mejor esperar hasta que Piers… 

Daphne levantó un tenedor, haciendo un gesto de silencio.  — IImprobable. mprobable. Pero no imposible. Necesitarás una gran cantidad de

ayuda con la organización. Es algo bueno que Teddy y yo nos vamos a quedar aquí en el castillo. Deberíamos estar contentos de ofrecer nuestra ayuda.  — Eso Eso es amable de tu parte — dijo dijo Clio — . Pero innecesario.

Malditamente cierto que era innecesario, pensó Rafe. Clio no necesitaba la ayuda de su hermana para organizar eventos a corto plazo. Clio había planeado el funeral del viejo marqués más temprano en ese año, cuando él estaba herido y para nada apto de ayudar. Ahora estaba manejando este castillo por su cuenta. Infiernos, había dieciséis almohadas en su cama, dispuestas como un monumento de druida por sus poderes de organización. Además, estos planes de boda se suponía que la entusiasmaran sobre la perspectiva de casarse con Piers y convertirse en la Marquesa de Granville. Eso sería mucho menos probable con Sir Presumido y Lady Cabeza Hueca metiéndose en todo.  — La La señorita Whitmore puede tener cualquier cosa que ella desee  — dijo dijo — . Cualquier cosa en absoluto. Ningún gasto será escatimado.  — Por Por supuesto  — dijo dijo Daphne — . Afortunadamente, me mantengo al

tanto de las últimas modas tanto en Londres como en el continente. Esta boda será la mejor que Inglaterra ha visto en una década. Después de la cena, comenzaremos comenzaremos con lla a lista de tareas.  — Puedo Puedo empezar la lista ahora.  — Phoebe Phoebe hizo a un lado las bayas y

la natilla que un sirviente había colocado frente a ella, sacando un lápiz y un pequeño cuaderno de su bolsillo.

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 — Necesitaremos Necesitaremos un lugar  — dijo dijo Daphne — . ¿El castillo tiene una

capilla?  — S Síí  — dijo dijo Clio — . Una encantadora. Había estado esperando para

darles un recorrido apropiado después de la cena. La arquitectura del lugar es…  Daphne la desestimó.  — M Más ás piedras aburridas y telarañas. Si han estado aquí por

cuatrocientos años, pueden esperar. Los planes de la boda no pueden hacerlo. Supongo que hay un cura o un vicario en el vecindario. Entonces solo está el asunto de una licencia… Alguien tendrá que adquirir una licencia especial de Canterbury.  — Haré Haré eso.  — Rafe Rafe estaría necesitando excusas para abandonar el

castillo, de todos modos. ¿Cuál era la distancia, unos treinta y dos kilómetros? buena longitud para una carrera. Luego contrataría un caballo paraUna el viaje de regreso.  — Ya Ya tenemos a los acompañantes de la fiesta de bodas  — dijo dijo Phoebe, haciendo una nota, luego inmediatamente tachándola — .

Daphne estará de pie junto a Clio y Lord Rafe será el padrino. Ante esas palabras, sus pensamientos se tambalearon hasta detenerse en algún lugar en las afueras de Canterbury. ¿El padrino? Fuera de la cuestión. Rafe sería el peor hombre para ese deber. Abandonando su natilla sin tocar, Clio se levantó de la mesa.  — ¿Deberíamos ¿Deberíamos trasladarnos a la sala, damas? Podemos dejar a los

caballeros para su oporto. Un vaso de oporto habría sido bienvenido. Como regla general, Rafe no tomaba bebidas alcohólicas mientras entrenaba. Podría reconsiderar esa regla esta semana.

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Entonces atrapó la mirada de Clio, suplicándole sobre un mar de cristal tallado. Pensándolo bien, se decidió contra el oporto. No habría nada de reconsiderar las reglas. Esta era una semana para que las reglas fueran inflexibles. Nada de bebidas alcohólicas más fuertes que el vino. Nada de alimentos indulgentes. Nada de mujeres.  — Sí, Sí, vamos al salón  — dijo dijo Daphne — . Empezaremos la lista de

invitados.  — Todo Todo esto está sucediendo demasiado rápido  — dijo dijo Clio — . No veo

ninguna razón para hacer planes hasta que Piers regrese.  — Y Yo o veo una razón, querida hermana. Veo ocho años dignos de

razones.  — No No lo discutas, bollito.  — Cambourne Cambourne le indicó al lacayo que trajera oporto — . Es mejor tener la ratonera toda lista y con cebo, considerando

cuántas veces ya ha escapado él. Golpea esa bola y encadénala a esta antes de que tenga la oportunidad de huir. ¿No es así, Brandon? El hombre se rio con ganas de su propia broma. Rafe no estaba riendo. Podía sentir esa ira familiar e imprudente elevándose en su pecho.  — Mi Mi hermano está deseando la boda.  — Créame. Créame. Todos estamos deseando esta boda.  — Cambourne Cambourne se inclinó hacia adelante — . A buen entendedor. Bola y cadena. Véalo.

Golpe.   Golpe. Las palmas de Rafe se encontraron con la superficie de la l a mesa en un golpe violento. La vajilla tembló. El cristal se estremeció. La gente miró.

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Él se apartó de la mesa y se puso de pie.  — Si Si me disculpan.

Rafe necesitaba mirar algo más que no fuera la sonrisa satisfecha de Sir Teddy Cambourne o iba a volcar esta mesa … con la porcelana, la cristalería, la plata y todo.

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Capítulo 4

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ara el momento en que Rafe se había apresurado escaleras arriba, tomado al perro, bajado por las escaleras para llevarlo rápidamente rápidament e a realizar sus necesidades, luego lo había cargado de regreso de  regreso tres pisos arriba por las escaleras de piedra y depositado cerca de la chimenea de su recámara, él había perdido el filo volátil de su ira. Ahora estaba simplemente… perdido. 

Detuvo a un lacayo en el pasillo.  — ¿La ¿La señorita Whitmore y sus invitados?  — En En el salón, milord.  — Muy Muy bien.  — Dio Dio dos pasos, luego se detuvo y se giró sobre sus talones —.  —. ¿Y el el salón estaría…?   — En En el ala este. Al final del corredor, gire a la derecha, escaleras

abajo y atraviese el vestíbulo a la izquierda, milord.  — Derecha. Derecha.

¿O era a la izquierda? Rafe caminó por el pasadizo antes de que pudiese olvidar la letanía de direcciones. Estaba navegando por el laberinto l aberinto de pasillos y corredores, tomando velocidad a medida que doblaba una esquina…  Cuando colisionó, con todo el cuerpo, con alguien viniendo en la otra dirección. Clio.   Clio.  — Uf. Uf.

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Ella retrocedió con la fuerza del impacto, como un saltamontes saltando del flanco de un caballo galopante. La atrapó por la l a muñeca, estabilizándola. estabilizándola.  — Lo Lo lamento.  — Estoy Estoy bien.

Ella podría estar bien, pero Rafe necesitaba un momento. Tan solo en el breve instante de su colisión, sintió como si hubiese sido marcado por su cuerpo. La huella de exuberante y curvilínea calidez permaneció en lugares inconvenientes. Unas pocas carreras escaleras arriba no eran suficientes. Necesitaba correr mañana. Lejos y duro. También necesitaba golpear y levantar cosas. Muchas veces.  — Solo Solo estaba corriendo hacia el salón — dijo. dijo.  — Entonces Entonces estabas corriendo en la dirección equivocada.

Rafe se encogió de hombros.  — E Este ste lugar es un laberinto. Y se supone que tú estés en el piso de

abajo con tus hermanas, haciendo una lista de invitados.  —Me escapé. Parecías… agitado cuando dejaste la cena. Quería

asegurarme de que estabas bien. No podía creerlo. Después de todos los comentarios sarcásticos de su cuñado en la mesa, ¿estaba preocupada por los sentimientos de Rafe? Rafe?   Tocó su brazo.  — P Parecías arecías inquieto durante toda la comida, en realidad. ¿Hay algo

que necesites? Dios. Había una gran cantidad de cosas que necesitaba y una buena mitad de ellas estaban concentradas en ese gesto solitario. Se dijo a sí mismo que no le diera demasiada importancia a su amabilidad. Ella había

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sido criada para ser la anfitriona consumada, siempre pensando en la comodidad de sus huéspedes.  — Cásate Cásate — dijo dijo — . Entonces estaré bien.

Se giraron y empezaron a caminar juntos por el pasillo. Ella suspiró.  — E Esta sta tontería de la planeación de la boda. ¿No puedes ver que

solamente es tiempo desperdiciado? Sin mencionar, jugar con los sentimientos de mis hermanas.  — Extraño, Extraño, entonces, cómo simplemente no le dices a tu familia que

planeas cancelar la boda.  — ¿Antes ¿Antes de que los papeles estén firmados? No me atrevo. Entonces

los tendría a los cuatro empeñados en hacerme cambiar de opinión. No, gracias.  — Sacudió Sacudió su cabeza — . No sé cómo te perdonaré por aparecerte aquí así.  — Me Me has perdonado cosas peores.  — Si Si te estás refiriendo a la manera en que reservaste el tercer baile de mi fiesta de debutante, ¿y luego fallaste en asistir?  — Sus Sus pasos acortados se aceleraron — . Todavía estoy molesta por ello.  — Eso fue Eso fue hacerte un favor.  — Él Él igualó su paso a medida que giraban para cruzar una galería larga y estrecha — . Estaba pensando en la fiesta

de cumpleaños donde sumergí tus guantes en el ponche.  — A Ah, h, sí. Y también hubo esa ocasión cuando tenía ocho y tú once, y chamuscaste mi vestido con un ascua.  — Lo Lo sesgó con una mirada — . Pero

eso no fue nada comparado a cuando me humillaste en el tenis de interior esa semana lluviosa en Oakhaven. ¿Ganar cuatro veces consecutivas? La cúspide del comportamiento impropio de caballeros.  — ¿ ¿Debería Debería haberte dejado ganar solo porque eras una chica?

Quería la copa de plata.

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 — Era Era un viejo molde de cobre para flanes — dijo dijo — . De cualquier

manera, tuve mi venganza cuando te gané en las l as carreras. Él frunció el ceño.  — Nunca Nunca me ganaste en las carreras.  — Sí, Sí, lo hice.  — ¿Cuándo? ¿Cuándo?  — Bueno, Bueno, veamos.  — Se Se detuvo de golpe en el centro de la galería, meditando —. Eso habría habría sido justo… Ahora.

Se quitó de una patada sus zapatillas. Sosteniendo sus faldas, salió corriendo, apresurándose por la longitud de la galería. Cuando se acercó al final, dejó de correr. El impulso la llevó hacia adelante y se deslizó sobre sus medias, patinando sobre la madera pulida hasta que las puertas al otro extremo la atraparon.  — Ahí. Ahí. — Se Se giró para mirarlo, sin respiración y sonriendo — . Tú pierdes.

Rafe la miró fijamente, inmóvil de la impresión. Si esto era perder, nunca quería ganar. Buen Dios, mírala. Su cabello empezando a soltarse de sus horquillas, su garganta ruborizada del color de las rosas de porcelana… y esa respiración laboriosa haciendo magia  — un un tipo de magia oscuro y perverso —  en  en su abundante pecho.

Lo más seductor de todo era el brillo de risa en sus ojos. La chica necesita refinamiento. refinamiento. Esa había sido la creencia común, antes cuando el compromiso fue anunciado por primera vez. Mientras que Piers navegaba a la India para propulsar su carrera diplomática, Clio estaba destinada a permanecer en Londres para “refinamiento”. Rafe no sabía qué demonios significaba “refinamiento”, pero sabía que no le gustaba. En un os cuantos años, ella

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había sido ciertamente refinada. Todo lo remotamente único o fogoso acerca de ella había sido limpiado, aprisionado o taladrado fuera de su conducta. O eso había pensado. Pero aparentemente, la vieja Clio todavía estaba ahí en alguna parte, la Clio que le había gustado bastante, antes de que los dragones la hubiesen tomado en sus garras y sofocado con diez capas de laca. La Clio a la que no tenía d derecho erecho de estar admirando ahora. Maldición. Tenía que controlarse. No estaba aquí para comérsela con los ojos. Estaba aquí para asegurarse que en unas cuantas semanas estaría caminando al altar y casada con otro hombre. No solo “otro hombre”. Su propio hermano.   — Realmente Realmente nos divertíamos en esos días  — dijo dijo ella — . Antes de que el compromiso fuese arreglado y todo se volviera… complicado. Bueno,

por lo menos nosotros dos nos divertíamos. Phoebe y Daphne eran solo bebés en ese entonces, e incluso en mis recuerdos más tempranos, Piers se había vuelto demasiado mayor para tales juegos.  — Piers Piers nació demasiado viejo para tales juegos.  — Y parecería que no soy demasiado vieja para ellos. Otra señal de que él y yo somos poco compatibles.  — Metió Metió un mechón de cabello detrás de su oreja y se encogió de hombros — . He sido una muy buena

chica por un tiempo muy largo. Estoy lista para divertirme de nuevo. No. No digas eso.  eso.   — ¿Sabes ¿Sabes qué es muy divertido? Las bodas.  — Dios Dios Santo. Las cosas que salían de su boca esta semana — . Solo dale una oportunidad a esto.

Tendrás cada complacencia con la que podrías soñar jamás. Palomas liberadas en el aire. Cisnes en el estanque. Pavos reales vagando por los  jardines si los quieres.  — Esa Esa es una gran cantidad de pájaros.

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 — No No importan los pájaros.  — Quiero Quiero decir, habría plumas por todas partes. Sin mencionar sus

desechos.  — Sin Sin pájaros. Olvida que dije algo acerca de pájaros.  — Frotó Frotó una

mano sobre su rostro — . Lo que intento decir es esto. Tendrás todo lo que quieras y nada que no quieras. No escatimaremos en gastos. Era justo como Bruiser dijo. Una boda era como un combate de campeonato y la cabeza de Clio todavía no estaba en cuadrilátero. Necesitaba probarse algunos vestidos, planear un menú o dos, empezar a imaginarse a sí misma como la admirada y envidiada novia del brazo de Piers. Triunfante. Victoriosa. Esto funcionaría. Tenía Tenía   que funcionar. No podía dejarla disolver este compromiso.  — No No tiene sentido, Rafe. — Fue Fue a recuperar sus zapatillas.

Él intentó no observar mientras ella levantaba su falda para deslizar sus dedos dentro. Lo intentó y falló.  — Incluso Incluso si fuera fuera   tan fácilmente persuadida… No es como si mi tío

Humphrey me dejara una cabaña junto al mar o un collar de perlas a  juego.  — Rebotó Rebotó hacia arriba y hacia abajo, retorciendo su pie en la zapatilla. Otras partes de ella también se movieron. En serio, simplemente lo estaba torturando ahora.  — Tengo Tengo un castillo  — dijo dijo — . Mi propio castillo castillo.. ¿Cómo puede una

boda, incluso una magnífica con docenas de pájaros, posiblemente competir con esto?

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 — Así Así que es un castillo. Hay castillos por toda Inglaterra. Estoy seguro

de que el título de Granville viene con uno o dos. Si se trata de una casa grande y lujosa la que estás buscando, serás la dueña de Oakhaven.  — No No es solo una casa grande y lujosa lo que estoy buscando. Es…  — Miró Miró hacia la esquina y suspiró — . No lo entiendes.  — ¿Qué ¿Qué es lo que no entiendo?  — Su Su orgullo estaba resentido, de la

forma en que siempre lo estaba cuando alguien cuestionaba su inteligencia. Podría no haberse graduado de Oxford con honores de la forma en que Piers lo había hecho, pero no era un idiota.  — Es Es difícil de explicar con palabras. Ven. Trataré de mostrártelo.

Él negó con la cabeza.  — Abajo. Abajo. La lista de invitados.  — Todavía Todavía no.  — Llegó Llegó a su lado — . ¿Quieres entender por qué este lugar es diferente? ¿Por qué yo también soy diferente ahora? Dame una oportunidad de mostrártelo y te prometo que me uniré a mis hermanas en el salón por el resto de la tarde.

Él se quedó inmóvil.  — La La semana.  — ¿Qué? ¿Qué?  — Q Quiero uiero una semana completa de cumplimiento nupcial. Harás las

listas y los menús. Escogerás las flores. Te probarás vestidos. Sin quejas, sin evasiones.  — Digamos Digamos que accedo a este plan. Permito que te quedes durante

una semana. Mantengo mi mente abierta sobre el matrimonio. Me prometes que mantendrás una mente abierta acerca de mí. Si al final de la semana, todavía deseo terminar el comp romiso… ¿entonces qué? ¿Firmarás los papales de disolución?

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Él inhaló lentamente. Estaba poniendo mucha fe en el poder del encaje, la seda y la competencia de Bruiser, pero no parecía tener opción. Los preparativos no podían persuadirla si ella no participaba participaba..  — Muy Muy bien — dijo dijo — . Es un trato.  — ¿Con ¿Con apretón de manos incluido?

Él agarró su pequeña mano en la suya y la apretó una vez. Ella apretó sus dedos fuertemente y no los soltó.  — Excelente. Excelente. Ahora ven. He estado muriendo por mostrarle a alguien alguien  

este castillo. Veremos cuántos problemas podemos encontrar en nuestro camino hacia abajo. Mientras lo guiaba por el extremo opuesto de la galería, una sensación de aprensión se reunió en el pecho de Rafe. Por encima de todas las cosas, él tenía un talento para encontrar problemas. Y una semana de repente parecía como un tiempo peligrosamente largo. Clio se hinchaba con una modesta cantidad de confianza mientras tiraba de él fuera de la galería y hacia abajo en los tramos espirales de escaleras. Un cuarto de hora sería más que suficiente tiempo para demostrar que este lugar no era solo otro montón de piedras contaminando el campo inglés. Por supuesto, luego venía la parte difícil: hacer que Rafe viera lo que el Castillo Twill significaba significaba para ella. ella.    — Rápido Rápido — ssusurró, usurró, asomándose por el pasillo para asegurarse de que nadie los observaba — . Por aquí.  —Pero…   — De De prisa.  prisa. 

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Mientras se dirigían hacia un pequeño y oscuro hueco de la escalera, Clio agarró su mano más fuerte y trató de ignorar la estúpida emoción que corría a través de ella cada vez que su piel se encontraba con la de él. Ridículo, en realidad. Sí, él era un infame libertino. Pero se habían conocido desde la infancia y ella había estado comprometida con su hermano por casi una década. No había nada prohibido en tomar la mano del hombre. Sin embargo, los latidos de su corazón tamborileaban en su pecho a medida que lo arrastraba escaleras abajo. En la parte inferior, fueron recibidos por oscuridad fría y húmeda. La única iluminación era la última parte persistente del crepúsculo luchando a través de la rejilla del techo.  — ¿Ves? ¿Ves?  — Bajó Bajó la voz mientras se arrastraban a través del cavernoso espacio — . Este castillo tiene mazmorras.  — Estas Estas no son mazmorras mazmorras..  — Son Son mazmorras.  — Son Son demasiado grandes para mazmorras. Claramente, eran

bodegas. Ella se dirigió hacia un gancho donde una lámpara estaba colgada y recogió una piedra de fusil desde el yesquero cercano.  — Deja Deja de arruinar la diversión.  — Golpeó Golpeó la piedra fusil. Nada — .

Batallas fueron libradas en este lugar. Tiene una antigüedad de más de cuatrocientos años. El aire está lleno de historia. Durante siglos, las personas cuatrocientos han vivido, amado y muerto aquí. Solo Sol o piensa en ello.  — Esto Esto es lo que pienso. Has estado leyendo demasiadas de esas historias de caballeros-y-damiselas en el Gentleman’s Review. Las personas

han vivido, amado y muerto en todas partes. Y por cada caballero en cruzada que ganaba un torneo por su damisela en este castillo, te lo prometo… había un centenar de hombres que pasaban una sólida década rascándose y teniendo concursos de meadas desde las l as murallas.

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Ella se encogió y trató con la piedra fusil de nuevo.  — Los Los hombres son asquerosos.  — S Síí  — dijo dijo él con orgullo — . Lo somos. Pero somos útiles, en ocasiones.

Dame eso. Tomó la piedra fusil de sus manos y la golpeó. Las chispas no se atrevieron a desobedecer. Sosteniendo ese brillo cálido e incipiente en sus poderosas manos, podría haber sido Prometeo, como pintado por un maestro florentino. La rojiza luz brillaba sobre los fuertes planos de su frente y mandíbula, después permaneció en la pendiente escarpada de su frecuentemente frecuentement e rota nariz.  — Bueno, Bueno, no soy un hombre  — dijo dijo Clio, sintiéndose muy consciente de su feminidad — . No voy a pasar una década orinando desde las murallas.

Voy a hacer  algo  algo con este castillo.  — Déjame Déjame adivinar.  — Encendió Encendió la lámpara y luego sacó la paja, apagando la llama — . Quieres abrir una escuela para niños abandonados.  — Esa Esa es una idea maravillosa. Pero no. Si voy a mantener este lugar,

necesito generar ingresos. Sin ofender a los pobrecitos, pero no hay mucho dinero en los orfanatos. Clio tomó la lámpara, fue hacia la pared del fondo y contó las piedras. Una, dos, tres, cuatro…   — Esto Esto es lo que te traje a ver.

Si esto esto no  no lo impresionaba, impresionaba, no sabía qué podría. Empujó fuerte sobre la quinta piedra. Toda una sección de la pared se abrió hacia afuera.  — Mira Mira — declaró declaró — . Un pasaje secreto.

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Él le quitó la lámpara y la empujó dentro del oscuro túnel, mirando intensamente en la penumbra. Cuando silbó, el silbido hizo eco.  — Muy Muy bien — dijo dijo — . Un punto para ti. Eso es capital.

 Al fin fin.. Clio se calentó con satisfacción. Quería que él apreciara la historia y viera el potencial de este lugar, pero había más que eso. Quería que él disfrutara disfrutara este  este castillo, de la forma en que ella lo disfrutaba. Pensó en su almacén espartano, con su humilde catre y piso de aserrín. Todos esos huevos crudos viscosos. Él necesitaba más disfrute en su vida. Un hogar, comodidades cálidas y diversiones que no terminaran en derramamiento de sangre. Vivir como un ser humano en lugar de como una bestia criada para pelear.  — Entonces, Entonces, ¿adónde conduce este pasaje secreto? — preguntó preguntó él.  — Ve Ve a través de este y averígualo.  — Arqueó Arqueó una ceja — . A menos

que estés asustado.

Él se levantó en toda su altura.  — Defendí Defendí el título de campeón de peso pesado de Gran Bretaña

durante cuatro años. Si hay algo viviendo en ese pasaje, eso eso debería  debería tener miedo.  — A Ah, h, sí. Supongo que incluso las arañas se dispersarían ante su primera vista del Devil’s Own. 

La miró, sorprendido.  — ¿Dónde ¿Dónde escuchaste ese nombre?  — Oh, Oh, sé todos los nombres por los que te llaman. Alborotador Brandon. Lord de la Ruina. El Devil’s Own.   — Has Has estado siguiendo mi carrera  — dijo dijo — . ¿Qué demonios tiene a

una señorita correcta y bien educada siguiendo el mundo del boxeo profesional ilegal?

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Ella estaba repentina e incontrolableme incontrolablemente nte nerviosa.  — No No es que te siga a ti. Sigo los periódicos. A menudo estás en ellos.

Clio siempre había puesto mucha atención a los eventos actuales. Y a la historia mundial, geografía, geografía, idiomas y más. Su madre había insist insistido. ido. La esposa de un diplomático necesitaba estar enterada de todos los eventos del mundo. Estrictamente hablando, la esposa de un diplomático probablemente Estrictamente no necesitaba estar enterada de los eventos en el boxeo ilegal, pero Clio no había sido capaz de resistirse. Para ella, Rafe siempre había sido una gran fuente de fascinación. En medio de su jardín cuadrado de sociedad cortés y cuidadoso, había crecido una enredadera salvaje y rebelde que se rehusaba a ser domada. Quería entenderlo. Quería saber por qué se había alejado de ese mundo y adónde había ido y si era feliz allí. Que le importara Rafe Brandon parecía un hábito peligroso, pero era uno que no parecía poder dejar.  — Hablando Hablando de nombres — dijo dijo él —   — , ¿desde cuándo te dicen "bollito"?

Ella se estremeció. estremeció.  — Desde Desde que Daphne se casó y su esposo decidió darle apodos a sus

nuevas cuñadas. Phoebe es gatita, yo soy bollito.  — Nombre Nombre estúpido.  — No No puedo negarlo. Pero tampoco sé cómo decirle que deje de

usarlo.  — Te Te diré cómo. Solo di: “No me llames bollito”.

No era tan fácil. No para ella. Se movió para entrar al pasadizo.  — ¿Vamos ¿Vamos a seguir este túnel o no?

La agarró.

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 — Esta Esta vez, yo iré adelante.

Le dio la lámpara. Avanzaron y entraron al túnel. El camino era estrecho y el techo bajo. Rafe tuvo que encorvarse y torcerse para caber en los lugares l ugares más pequeños.   — ¿Por ¿Por qué lo haces?  — La La pregunta salió de ella. Preguntó porque él estaba aquí y estaban solos… y podía— . ¿Por qué peleas? 

Su respuesta fue directa.  — Me Me repudiaron sin fondos ni herencia. Necesitaba una carrera.  — Sé Sé eso. Pero seguramente hay otras maneras de ganarse la vida.

Maneras menos violentas.  — Ah. Ah.  — Se Se detuvo — . Ya veo hacia dónde vas. Quieres saber mi

secreto doloroso.  — ¿Secreto ¿Secreto doloroso?  — Oh, Oh, sí. Mis demonios internos. El actual tormento oscuro que se lleva

pequeñas partes de mi alma. Eso es lo que buscas. Piensas que si me mantienes aquí en tu bonito castillo y me mimas con dieciséis almohadas, aprenderé a amarme a mí mismo y dejaré de someter a mi cuerpo a tan horroroso abuso. Clio se mordió el labio, agradecida de que estuviera oscuro para que él viera su sonrojo. Si el otro día había estado de un rosa flamenco, ahora era fucsia.  — No No sé de dónde sacas esas ideas.

Se rio entre dientes.  — D De e cada mujer que he conocido, de allí. No eres la primera en

intentarlo y no serás la última. úl tima.  — Qué Qué decepcionante. ¿Al menos puedo ser la l a mejor?

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 — Quizás. Quizás.  — Se Se detuvo y se dio la vuelta en el túnel, para mirarla — .

¿Quieres conocer mi profundo y oscuro secreto, Clio? Si te revelara mi alma, ¿en verdad podrías soportarlo? Debió haber temblado o estremecido o algo… y él lo malinterpretó como un asentimiento de consentimiento.  — Aquí Aquí está.

Ella contuvo la respiración mientras él se acercaba para susurrar en su oído. Su nuca cosquilleó. Su profunda voz resonó en sus huesos.  — Peleo Peleo — dijo dijo — , porque soy bueno. Y porque me hace ganar dinero.  — Se Se apartó — . Esa es la verdad.

Clio no estaba convencida. Oh, no dudaba que hablara algo de verdad; pero sospechaba que no era toda toda   la verdad. Había algo más, algo que no estaba dispuesto a aceptar. No a ella y quizás ni siquiera a sí mismo. Pronto el pasadizo dio vuelta y comenzó a elevarse. Abrieron un panel y salieron a una rincón estrecho.  — ¿En ¿En dónde diablos estamos?  — Era Era tan grande y alto, llenaba casi

todo el espacio.  — Cerca Cerca de la entrada frontal.  — Clio Clio se apretujó en una esquina — .

Esta es mi parte favorita del castillo.  — Esta. Esta.  — Agarró Agarró musgo de una piedra sobresaliendo — . Esta es tu

parte favorita. Alzó la mirada.  — ¿Ves ¿Ves esa palanca allí arriba?  — S Sí.í.  — ¿Puedes ¿Puedes alcanzarla?

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Se estiró y agarró la palanca de hierro antiguo. Su enorme mano encajó en la palanca como si estuviera hecha para él.  — Vamos, Vamos, entonces. Jálala.

La incertidumbre le hizo juntar las cejas.  — ¿Qué ¿Qué pasa cuando la jale?  — No No quieres arruinar la sorpresa.  — Si Si la sorpresa es un pico en el pecho, sí.  — Confía Confía en mí. Te va a gustar esto.  — Clio Clio se puso de puntillas y puso

sus manos sobre la de él, jalando con todo su peso. El mecanismo de siglos de antigüedad gruñó y chirrió.  — Ahora Ahora ven a ver. ¡Apúrate! ¡ Apúrate!

Lo sacó del rincón justo a tiempo para ver. De una ranura del pasaje abovedado, una puerta de hierro comenzó a descender. Como una mandíbula enorme y de dientes filosos mordiendo la piedra.  — Regresa. Regresa.

El brazo de Rafe rodeó su cintura. Con una maldición hosca, la jaló hacia atrás, muy lejos de la puerta mientras se estrellaba en su lugar. El eco resonó en ellos. La emoción pulsó en sus venas. A Clio le encantaba ese sonido. El sonido declaraba que esto no solo era una casa. Era una fortaleza.  — ¿Entonces? ¿Entonces? — preguntó preguntó — . ¿Eso no es algo?  —Oh… es algo.   — Suenas Suenas disconforme.  — Se Se volteó para mirarlo — . Pensé que te

gustaría. ¿Sabes cuántos castillos en Inglaterra todavía tienen verjas levadizas funcionando?

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 — No. No.  — Tampoco Tampoco yo  — admitió admitió ella — . Pero no puede ser un número muy

grande. Todavía no la había soltado. Su brazo permaneció en su cintura, protector y abrumador. Y su corazón latió en su pecho, pelando con el suyo. Dios. El había estado asustado de verdad. Poniéndose pecho a pecho con la prueba… Bueno, l a hizo sentir segura de cierta manera y completamente completa mente indefensa en otra.  — Rafe Rafe — susurró susurró — . No me iba a pegar.  — No No iba a iba a arriesgarme.  — No No necesitabas preocuparte tanto. Te das cuenta de que si termino

el compromiso, o si algo me termina, Piers encontrará a otra novia. Las señoritas harán fila. Te aseguro, soy muy reemplazable. Él sacudió la cabeza.  — No, No, en verdad. Sé que nuestros padres deseaban una conexión entre ambas familias. Pero ambos se han ido y no creo que ellos… 

Le puso el pulgar en los labios, silenciándola.  — Eso Eso es absurdo. No eres reemplazable.  — ¿No? ¿No? — Las Las palabras eran ahogadas por su pulgar.  — Demonios, Demonios, no.  — Su Su pulgar se deslizó por sus labios y su mirada

pareció ir hacia allí también. Su voz disminuyó hasta un gruñido bajo e impaciente impacient e que debilitó sus rodillas — . Te lo juro, Clio. Cl io. De alguna manera, te haré ver que…  Sonaron pisadas desde la dirección del corredor. Caray. Al mismo tiempo, Rafe retrocedió y la soltó.

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No. ¡No! De alguna manera, te haré ver que… 

¿Qué, precisamente? ¿Qué iba a hacerle ver? ¿Su punto de vista? ¿Lo equivocado de su forma de ser? ¿Su colección de caracolas y lacras? Ahora estaría toda la noche despierta, preguntándose. Y pensando en su brazo rodeando su cintura. El toque en sus labios.  — Cielo Cielo santo.  — La La fuerte e inconfundible voz de Daphne sonó por el pasillo — . ¿Qué fue ese horrible jaleo?  — Solo Solo la verja.  — Clio Clio agitó una mano en dirección de la puerta — .

Lord Rafe quería una demostración. demostración.  — S Sí.í. Y la señorita Whitmore fue lo suficientemente buena para

complacerme. A boda. pesar —  de lo entusiasta está en los preparativos de la Le dio Le una miradaque significativa  — . comenzar Por el resto de la semana. Clio no tenía opción ahora. Sufriría unos cuantos días de planes de boda. ¿Qué más se podía hacer? No podía anunciar que había roto el compromiso a menos que los papeles de disolución estuvieran firmados. Y los días tenían que pasar de una manera u otra. De hecho, mientras sucumbía al inexorable tirón del salón, Clio comenzó a preocuparse de que esta tarea no requiriera una semana completa. Seguramente. una simple boda campestre podía ser planeada en uno o dos días. ¿Qué tan complicado podía ser?

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Capítulo 5

 

 — H

e elaborado una lista de diecisiete tareas. Y un calendario.

Rafe diría una cosa de Phoebe Whitmore. Era sorprendentemente eficiente. Presentó esta lista en el desayuno a la mañana siguiente antes de que él incluso hubiera tocado su café. ¿Qué edad tenía la chica ahora? ¿Dieciséis años o algo así? Si Rafe hubiera elaborado una lista de tareas a la edad de Phoebe, solo podría imaginar que se habría visto de este modo: 1. Saltarse las clases.  clases.  2. Perseguir chicas.  chicas.  3. Cualquier excusa para una pelea a puños.  puños.  4. ¿Eso es una ardilla?  ardilla?  Fin de la lista. Mientras se sentaba en la mesa, un sirviente colocó un tazón que contenía tres huevos moteados junto a su plato.  — Para Para su café, milord.

Tiró de su oreja, desconcertado. Clio no se perdía nada, ¿verdad? No sabía cómo tomarlo, que ella hubiera estado pensando en él esa mañana. Preparándole este pequeño acto de bondad. Él también se había despertado pensando en ella. Pero sus pensamientos eran cualquier cosa menos agradab agradables. les.

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En su imaginación, ella estaba sonrojada y sin aliento por reírse y habían estado… corriendo, de una manera.   De una manera horizontal. Su sangre se agitó, solo por el recuerdo. Maldita sea. Dieciséis kilómetros, eso había corrido esa mañana. Dieciséis kilómetros a través de la brumosa campiña de Kentish deberían haberlo dejado demasiado agotado de energía para contemplar la carnalidad. No estaba lo suficientement suficientemente e agotado. No, podría hacerlo con un toque más de agotamiento. Daphne le arrebató la lista a su hermana.  — 

TTendremos endremos que pedir Londres muchos de estosyartículos enpara la lista. Los vestidos de muestra paraaprobarse. Los banderines las cintas la decoración. Para las invitaciones, papel fino y tinta. Clio levantó la mirada.  — Tengo Tengo tinta.  — No No tienes la tinta adecuada. adecuada.   Pero mientras esperamos los

suministros,, hay al suministros algunas gunas cosas que podemos abordar.  — ¿Pan ¿Pan tostado5?

Daphne mantuvo su mirada en su lista.  — N No, o, no. Los brindis y los discursos pueden esperar. Aunque

deberíamos empezar a probar la receta del ponche.  — Me Me refería a este tipo.  — Con Con una sonrisa, Clio pasó un plato de

panes tostados blancos y marrones. 5Juego

de palabras ya que en inglés toast toast hace  hace referencia, por una parte, a tostada, pan tostado, pero también significa brindis.

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 — Oh. Oh. — Daphne Daphne tomó uno blanco e inmediatame inmediatamente nte lo apuntó hacia Rafe, como un arma con mantequilla — . Pero empiece a pensar, milord,

debería comenzar a escribir un borrador.  — ¿Un ¿Un borrador de qué?  — Del Del brindis. Usted es el es el padrino.

Entonces se giró, dándole alguna indicación a su esposo, quien estaba bajando el aparador y cargando dos platos mientras avanzaba. No de nuevo. Rafe no tenía intención de cumplir ninguna obligación de padrino en la boda de su hermano. Apenas habían hablado en una década y Rafe tampoco esperaba que estuvieran relacionándose en los próximos años. Lo único más incómodo e inapropiado que albergar deseo por la futura esposa de su hermano sería desear a la esposa de su hermano. No, él solo estaba aquí para asegurarse de que la boda se celebrara. Entonces cedería los deberes del marquesado y volvería a  su vida. A  su carrera. A su A su título. A sus  sus mujeres.  mujeres. No era que hubiera habido muchas mujeres en los últimos tiempos. Sin duda ese era parte de su problema de agotamiento.  — H Hoy, oy, nos encontraremos con el vicario para empezar a planificar la ceremonia — anunció anunció Daphne — . Después de eso, los menús.  — ¿Debemos ¿Debemos hacer todo eso hoy?  — preguntó preguntó Clio — . Recién han

llegado y nunca tuve la oportunidad de mostrarles los alrededores. Me encantaría que vieran los jardines del castillo. Cambourne miró hacia la ventana, consternado.  — Parece Parece que llueve. Y estas son botas nuevas.  — No No tenemos tiempo para estas cosas  — dijo dijo Daphne — . Hay

diecisiete cosas en la lista de Phoebe. Diecisiete.

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 — ¿Está ¿Está segura de que no son dieciséis, mi lady?  — preguntó preguntó una nueva voz — . O tal vez son dieciocho.  — Bruiser Bruiser se inclinó sobre su hombro,

examinando la lista con la ayuda de su monóculo. Si ese monóculo sobrevivía la semana sin encontrarse con el tacón de la bota de Rafe, sería un milagro.  — Diecisiete Diecisiete  — pronunció pronunció detenidamente — . Nunca debería haber

dudado de usted, señorita Phoebe. ¿Dónde estaríamos sin su destacado talento para contar?  — ¿Qué ¿Qué hay de las flores?  — preguntó preguntó Clio — . ¿Las flores son una de las

diecisiete cosas?  — Por Por supuesto que lo son.  — Entonces Entonces podemos llegar a un arreglo. Todos daremos un paseo por

los jardines del castillo y así puedo decidir qué flores me gustan para el ramo. Rafe suponía que las flores eran tan buen inicio como cualquier otra cosa. Mientras se dirigían hacia el jardín de verano, Cambourne se acercó a él. El hombre clavó un codo en el costado de Rafe en una forma que Rafe supuso que estaba destinada a ser amistosa. Él no quería ser amistoso.  — D Dilo, ilo, Brandon. Estuve un par de años detrás de tu hermano en Eton.

Pero no recuerdo cruzarme contigo allí.  — No No estuve allí. No por mucho tiempo, de todos modos.  — Rafe Rafe no había durado ni un trimestre con los pedantes snobs en Eton — . Fui

expulsado por pelear.  — Cierto. Cierto. Por supuesto que lo fuiste.

En su mayoría, era la verdad.

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Rafe nunca había funcionado con el aprendizaje en los libros. Prefería estar al aire libre, montando su caballo o persiguiendo nubes de estorninos de los campos. Había batallado esos primeros años con tutores en casa, pero en Eton se había quedado detrás de otros chicos de su edad. Había estado avergonzado de sentarse en las clases, no habiendo completado su trabajo del día, incapaz de concentrarse en lo que sucedía suc edía a su alrededor. Era un bribón indisciplinado y rebelde, sus profesores estaban de acuerdo. Así que Rafe interpretó el papel que le asignaron. Comenzó peleas y las ganó. Prefería ser expulsado por pelear que por estupidez. Ese codo de nuevo.  — Sabes Sabes  — dijo dijo Cambourne — , incursioné un poco en pugilismo, en mi

época.  — No No me digas.  — Campeón Campeón en el club, durante dos años consecutivos.  — Empujó Empujó la lengua en su mejilla — . Digo, ¿qué te parece, Brandon? ¿Te gustarían un

par de rondas de peleas? No me importar importaría ía probarme contra ti. Rafe evaluó al hombre. Un tipo de construcción sólida, un cutis colorado, chaleco escarlata a juego y una sonrisa satisfecha. Con sus comentarios hacia Clio en la cena de anoche, el hombre había hecho todo para pintar un blanco en su barbilla. Rafe habría disfrutado golpear ese rostro. Inmensament Inmensamente. e.  — No No lo creo — dijo. dijo.  — Oh-ho-ho. Oh-ho-ho.  — El El hombre golpeó los bíceps de Rafe con un golpe torpe que bien podría haber sido una picadura de pulga — . ¿Ya no en

plena forma? ¿Asustado de avergonzarte delante de las damas? No. Temo matarte delante de las damas, idiota.  idiota.  Rafe nunca pelearía con u n aficionado sin entrenamiento… y sobre todo, no con un hombre que le disgustaba personalmente. El peligro para

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su oponente sería demasiado grande. Disfrutaba cultivar una reputación peligrosa y brutal, pero se había detenido muy por debajo de la mutilación. La ira podría haberlo hecho un luchador, pero la disciplina lo había hecho un campeón. Lo mejor que el boxear había hecho por él fue enseñarle cuándo no golpear. Sin el deporte, Rafe probablemente habría terminado en la cárcel por ahora. Si no en una tumba.  — Este Este no es el momento ni el lugar para pelear  — dijo dijo — . Estamos aquí

para que la señorita Whitmore pueda elegir sus flores. Tan pronto como Rafe hubo dicho las palabras, Clio levantó un puñado de flores.  — Bueno, Bueno, está hecho  — declaró declaró — . Ahora podemos dar un paseo por

los prados. Hay ciervos en el parque. Él se acercó a ella.  — No No puedes haber terminado ya.  — P Parece arece que sí. El Sr. Montague fue lo suficientemente amable para

cortar estas por mí. Se quedó mirando la mezcolanza de flores en sus manos. Algunos de los capullos ni siquiera habían abierto todavía y otras habían perdido la mitad de sus pétalos. Vio rosas y… algunas flores blancas y otras amarillas,

cosas abultadas. No sabía los nombres.  — Prometiste Prometiste cooperar con los planes de la boda — dijo. dijo.  — Y estoy cooperando.

Antes de que pudiera discutir, Daphne se unió a ellos. Ella tomó las flores de la mano de Clio y chasqueó la lengua.  — E Estas stas no funcionarán. Horribles. Espantosas. Mal, todo mal.

Montague, ¿sabe algo sobre el lenguaje de las flores?

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¿Había un lenguaje de las flores? Por los dioses. Rafe ni siquiera sabía cómo llamarlas en inglés.  — Cada Cada flor imparte un mensaje diferente. Y este espantoso ramillete está diciendo todas las cosas equivocadas.  — Una Una por una, Daphne  — . LasEsa arrancó las flores y las las arrojó rosas amarillas son para la envidia.  — Lejos Ldel ejosramo se fueron rosasal  — suelo . ¿Prímula? es inconstancia.  — Las Las prímulas cayeron al césped —. Y el tanaceto… — Frunció Frunció el ceño — . Una declaración de guerra.  — ¿Hay ¿Hay una flor que sirve como declaración de guerra? — Clio Clio arrancó una de las amarillas y esponjosas flores de la tierra y se giró hacia Rafe — .

Qué interesante. Me pregunto si enviamos un ramo de estas a Napoleón. ¿O a lo mejor es como retar a un hombre con una bofetada con un guante?  — Si Si un hombre me abofeteara con un tanaceto  — dijo dijo Rafe — , no lo

tomaría muy amablemente.  — ¿Qué ¿Qué si lo hiciera una mujer?  — Bueno, Bueno, entonces le pagaría el doble.

Ella se alejó, pero no antes de que él viera la esquina de sus labios curvarse hacia arriba y sus mejillas sonrojándose. Una absurda oleada de triunfo se elevó en su pecho. ¿Qué había con los sonrojos de ella? Nunca podía resistir provocarlos. Cuando veía ese color en su mejilla, lo hacía sentir que había hecho algo bien. Como un pequeño estandarte elevado con las palabras escritas: Bien Hecho, Tú.  Tú.   — Ahora Ahora espere, espere.  — Bruiser Bruiser dobló en su camino hacia el grupo, recuperando el resto de las flores descartadas en el suelo — . Estoy, de hecho, bien versado en el lenguaje de las flores.  — Se Se quedó de pie alto y enderezó su chaleco — . El dialecto vienés.

Buen Dios. Rafe no podía esperar por esto.

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Daphne se veía escépti escéptica. ca.  — ¿El ¿El dialecto vienés?  — No No nos olvidemos, mi lady, que Lord Granville ha estado viviendo por varios años en el continente.  — Bruiser Bruiser sostenía una rosa amarilla — . En

Austria, estas rosas no hablan de envidia, sino de devoción.  — Añadió Añadió la prímula al ramo — . Esta, amabilidad de espíritu. Daphne cruzó sus brazos.  — ¿Y ¿Y el tanaceto?  — Ah. Ah. El tanaceto. El tanaceto dice…   — Deseo Deseo reproducirme sexualmente.

La interjección vino de Phoebe, quien hasta ahora había permanecido en silencio. Ahora tenía la atención de todo el mundo. Bruiser no perdió un instante.  — Bueno, Bueno, sí. En los países bajos, quizá. En los países altos, es una

invitación a cantar tirolés.  — Deseo Deseo reproducirme sexualmente  — repitió repitió Phoebe — . Eso es lo que

dice el tanaceto. Eso es lo que todas las flores dicen. Cualquier planta que produce una flor está buscando procrear.  — Oh, Oh, gatita — dijo dijo Daphne — . En serio.

Ella y Bruiser continuaron, discutiendo los méritos de la hortensia y las capuchinas. Rafe atrajo a Clio aparte, tirando de ella en la dirección contraria.  — Olvida Olvida todo esto. Necesitamos ordenar las flores del invernadero. Orquídeas o azucenas o… — Agitó Agitó el aire con una mano — . Cualquier otra

cosa que sea lo más elegante.

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 — ¿Qué ¿Qué tienen estas de malo?  — Levantó Levantó su patético ramo — . Creo

que son alegres.  — No No hay nada malo con ellas exactamente.  — Bueno, Bueno, entonces. Estarán bien.  — No. No. No lo estarán.  — Arrancó Arrancó el ramillete de su mano — . Ese es mi

punto. Estas pueden ser lo bastante buenas para un florero en el alféizar, pero este es el día de tu boda.  — Quizáw Quizáw estoy satisfecha con “bastante buenas”. — Ella Ella tomó las

flores. Él las volvió a recuperar.  — Yo  Yo no estoy satisfecho con “bastante buenas”.  — D Dijiste ijiste que es mi boda. Dijiste que podía tener lo que fuera que yo quisiera.  — Quiero Quiero que quieras algo mejor.  — Ella Ella se estiró para recuperar el

ramillete, pero él se rehusó a dejarlo ir. Flexionó su brazo, atrayéndola más cerca — . Deberías tener lo mejor. Siempre. La sostuvo con firmeza. Ella no se alejó. Y el mundo se contrajo a su alrededor, a algo del tamaño de dos tercos latidos de corazón y un ramo marchito. Debió sidopelea. la discusión, porque Rafe rara vez seConsciente sentía de este modo fuerahaber de una Ingenioso. Resuelto. Poderoso. de todo al mismo tiempo. El rubor de pétalo de rosa en su piel contra su blanco vestido. La pulcritud de su muñeca haciendo contraste con los enredados tallos de las flores. La brisa que atrapaba un mechón rizado de su cabello y lo giraba en un baile. La delicada dulzura de las violetas. Solo que no habían violetas en el ramillete. Lo que significaba que estaba respirando la delicada dulzura de Clio misma. La esencia de jabón

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francés molido que usaba en el baño, o a lo mejor las almohadillas perfumadas que metía entre su lencería doblada. No debería estar pensando en su lencería. Mucho menos visualizar esa nítida y blanca lencería en su, de otro modo, desnudo cuerpo. O lo peor de todo, imaginarla como un montón en el suelo. Ojos. Mantuvo su mirada tercamente bloqueada con la suya. Pero eso tampoco era seguro. Sus ojos eran claros, azul brillante de lagos de montaña. Agua que venía pura y dulce y profunda y podía ahogar a un hombre en segundos. De hecho, ya se sentía inclinándose hacia adelante. Como para curvar su cabeza y beber. Dioses, sálvenme.  sálvenme.  Y por primera vez en su vida, alguna deidad de hecho respondió su oración. Su salvación vino en forma de un agudo chillido. Ante el sonido de su hermana gritando, Clio alejó su mirada de la de Rafe. Un extraño y fuerte dolor acompañó al movimiento. Como si hubiera  jalado su lengua de un cubo de hielo demasiado rápido, dejando un pequeño pedazo de ella detrás. Dio la vuelta en su lugar, buscando la crisis. En el centro del jardín de verano, Daphne estaba de pie pálida y completamente inmóvil, como una pieza de las estatuas del jardín que había empezado a temblar con furia.  — No. No. ¡No! ¡No! ¡Detente,  ¡Detente, te digo!

Clio se encaminó hacia su hermana, buscando la fuente del peligro.  — ¿Es ¿Es una avispa? ¿Una serpiente?

Rafe dijo:

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 — Es Es el perro.  — Oh. Oh. — Llevó Llevó su mano en su boca — . Oh, querido.

Evidentemente ella no era la única que había confundido a Daphne con una estatua. Ellingworth estaba orinando en su pie.  — ¡No! ¡No!  — chillaba chillaba su hermana — . ¡Detente! Detén esta locura, odiosa

bestia. Habiendo terminado su tarea, Ellingworth se marchó y desapareció debajo de un seto. Un agitado Sir Teddy recogió a su esposa y juntos empezaron a caminar de vuelta al castillo. Phoebe y Bruiser los siguieron. Clio luchó contra la risa.  — En En verdad no debería encontrar esto divertido, ¿cierto?  — No, No, eso es bueno  — dijo dijo Rafe — . Si estás divertida, no tengo que

lamentarlo.  — S Será erá mejor que encontremos al perro, pobre querido viejo. Va a

llover. Truenos distantes resonaron en acuerdo. Juntos buscaron en el jardín, asomándose en los setos y separando densos grupos de crisantemos para buscar en el piso. Al final encontraron a Ellingworth, acostado sobre su barriga debajo de un rosal. El bulldog parecía demasiado fatigado para ir a cualquier lado.  — Tendré Tendré que cargarlo — dijo dijo Rafe.  — Primero Primero envuélvelo en esto.  — Deslizó Deslizó el chal de sus hombros — . O

estarás cubierto en lodo.  — No No quiero arruinar tu chal.

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 — Es Es solo un chal de todos los días. Nada especial.

Sin entretenerse en seguir discutiendo, Clio envolvió la longitud de algodón estampado sobre el durmiente bulldog. Rafe lo cargó. Los truenos distantes volvieron a resonar. Solo que esta vez, el trueno ya no estaba tan distante y el castillo estaba incluso más lejos.  — Jamás Jamás le ganaremos a la lluvia — dijo dijo ella — . Ven por aquí.

Lo condujo hacia una vieja torre de piedra vigilando la frontera noroeste del castillo. La tormenta rompió justo antes de que alcanzaran la estructura. Lluvia salpicó el suelo con gotas pesadas. Se zambulleron dentro de la torre, sin aliento.  — ¿Qué ¿Qué es este lugar?  — preguntó preguntó Rafe. A pesar de la fuerza

silenciadora de la lluvia, su voz sonaba a través del destruido silo de piedra.  — Una Una torre de vigilancia, una vez  — dijo dijo ella — . Ha sido usada para

almacenar lúpulos6 durante los pasados cientos de años. Pensé que esto sería de más ayuda para Ellingworth. Ell ingworth. Ella tiró de una vieja carretilla de lúpulos de las sombras. El vagón de madera tirado a mano era justo del tamaño perfecto para el bulldog.  — A Ahí. hí. ¿Le ajustará? Lo jalaremos de vuelta al castillo una vez que deje

de llover, luego almacenaremos esto en la cochera. De esta forma, los sirvientes pueden llevarlo a caminar.  — Nada Nada mal, pero le faltan almohadas  — dijo dijo él con seriedad — . Necesita al menos una docena. d ocena. Ella ignoró su provocación. En su mayor parte. Una vez que él hubo depositado al perro en la carretilla y ella hubo arreglado su chal como cobija, Rafe se puso de pie y estudió su apariencia. 6 Lúpulo:

Es una planta que se usa para la elaboración de cerveza.

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 — Estás Estás mojada.  — Solo Solo un poco. — Se Se abrazó a sí misma.

Él se sacó su abrigo y lo envolvió alrededor de los hombros de ella.  — Gracias Gracias  — dijo dijo ella, mirando afuera hacia la lluvia — . Supongo que deberíamos quedarnos quedarnos aquí hasta que pare.

Clio frunció las solapas y tiró del abrigo más apretado a su alrededor. La cosa debía pesar cuatro kilos, al menos. La lana todavía estaba cálida con el calor de su cuerpo. Pero la mejor m ejor parte era cómo olía, intensamente maravilloso e intensamente Rafe. Inhaló profundamente, respirando a escondidas los aromas a café, piel, aceite de gaulteria. Y ese vago almizcle que era exclusivamente suyo. Ella nunca antes había estado tan plenamente envuelta por el aroma de otra persona. Se sentía íntimo de algún modo. Casi como un abrazo. Se rio de sí misma. Lo dice la chica que nunca ha sido abrazada. Ella dijo:  — He He estado consultando con el administrador de fincas desde que la

propiedad vino a mí. Estamos planeando convertir esta torre en un secadero de lúpulo.  — Un Un secadero de lúpulo.  — Sabes Sabes lo que es un secadero de lúpulo, ¿no?  — Por Por supuesto que que sé  sé lo  lo que es un secadero de lúpulo.  — Él Él cruzó los brazos y la contempló — . Dime lo que tú piensas que es un secadero de

lúpulo y juzgaré si tienes razón.

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Ella sacudió la cabeza. Incluso para una relativamente inocente como Clio, a veces los hombres podían ser tan transparentes. En un momento como este, era tranquilizador.  — Un Un secadero de lúpulo es un alto y redondo edificio para secar

lúpulo y un malta dijo aquí dijo ella —  . Para convertir esta torre,denecesitaremos construir gran —  horno en la planta baja. En el piso arriba, habrá una plataforma plana para secar. Entonces un conducto de ventilación en la cima para extraer el calor hacia arriba. Ahí. ¿Cómo estuvo esa definición?  — Aceptable. Aceptable.  — Y eso es solo el comienzo. No solo la tierra en esta zona es ideal para

campos de lúpulos, sino que tenemos un río con agua cristalina y fresca que corre directo a través de la propiedad. Una vez que completemos el secadero de lúpulo, comenzaremos a construir la fábrica de cerveza. Su cabeza se sacudió por la sorpresa.  — Espera, Espera, espera. ¿Una fábrica de cerveza?  — E Ess como te dije la noche pasada. Tengo la intención de hacer algo

con el lugar.  — Quieres Quieres dirigir una fábrica de cerveza. — Su Su mirada la inspeccionó — .

Tú.  — Sí. Sí. El Castillo Twill está un poco lejos de Londres, pero solo aquí en

Kent podemos vender nuestro producto a innumerables bares. Hay abundante espacio de almacenamiento bajo el castillo.  — Ah, Ah, así que estás de acuerdo. Esas son bodegas.  — Bien. Bien. — Puso Puso los ojos en blanco — . Como quieras. Son bodegas. Y son

perfectas. El plan completo es perfecto. Incluso tú debes admitirlo.  — No No estoy admitiendo nada.  — Él Él empujó un mechón de cabello de su frente — . Es una idea terrible. ¿Qué podrías saber tú acerca de cerveza?

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 — Más Más de lo que tú sabes sobre bodas.

Durante los últimos ocho años, ella había estudiado no solo etiqueta extranjera y acontecimientos mundiales, sino también noticias agrícolas y administración de fincas. Su madre aseguraba que todo era en aras de convertirse en la novia perfecta. Ella que debía estar preparada conversar con su marido sobre cualquier tema pudiera interesarle para o concernirle. A Clio no le había importado, verdaderamente. Leer todos esos periódicos y libros ayudó a pasar el tiempo mientras estaba … esperando, por una cosa u otra. Acompañando a Phoebe con sus tutores. Sentada durante de la prueba de modista de Daphne. Manteniendo vigilia junto al lecho de mamá, después de que los doctores declararon que no había nada más que se pudiera hacer. Clio leía a través de todo ello. Entonces llegó el día en que descubrió que este castillo le pertenecía. Y se dio cuenta de que algo más también le pertenecía. Todo ese conocimiento que había acumulado… Era suyo.   Estaba tan preparada para administrar una hacienda como Piers podría haberlo estado, con su incesante viaje. Había una única diferencia importante que los distinguía. Desafortunadamente, era la única diferencia de la que todos  — incluyendo incluyendo Rafe —  no  no parecían ver más allá.  — Eres Eres una mujer.  — Él Él pronunció esta declaración como si fuese el

comienzo, final y total de cualquier argumento.  — ¿ ¿Y Y piensas que una mujer no puede dirigir una fábrica de cerveza?

¿O es solo que no crees en mí?  — No No importa lo que yo yo piense.  piense. Importa lo que todos los agricultores,

cerveceros y dueños de taberna piensen.  — H Hasta asta unos siglos atrás, toda la elaboración de cerveza era trabajo

de mujeres. Incluso hoy, cualquier hacienda grande fermenta su propia cerveza. Es donde conseguimos levadura para el pan.

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 — Hay Hay una diferencia entre hacer cerveza para los sirvientes y destilar

cerveza para distribución.  — S Sé é que la hay. Por eso quería que firmaras los documentos de

disolución. Si vamos a empezar a producir cerveza el próximo año, necesitamos comenzantes comenzar ar a construir Eso significa que necesito mi dote sin cargas y cuanto mejor. Elahora. arquitecto no comenzará los planos sin pago.  — Escucha, Escucha, si has puesto tu corazón en abrir una fábrica de cerveza

en esta propiedad, es una razón más para casarte con Piers. Sus hombres de negocio podrían supervisar todo.  — N No o me voy a casar con Piers. Y puedo contratar mis propios

hombres de negocio. ¿No puedes ver? Quiero algo que sea mío. Un desafío.  — Cuando Cuando te cases con Piers, tendrás el título de marquesa. Una casa

en Londres y una gran hacienda para dirigir. Él tendrá funciones diplomáticas. Habrá hijos. Si eso no es suficiente, hay un gran número de nobles empresas de caridad a las cuales podrías dar tu tiempo y tu nombre. No te faltarán desafíos.  — Pero Pero esto es diferente.  — ¿Cómo ¿Cómo es eso?

Ella hizo gestos con frustración.  — Este Este es un desafío donde tengo alguna posibilidad de tener éxito.  — ¿Qué? ¿Qué? Eso es absurdo. Serás la l a perfecta Lady Granville.

Ahí estaba. Esa atrevida y ridícula palabra de nuevo. Perfecta.  — Quiero Quiero decir lo que estoy diciendo.  — Él Él puso las manos en sus hombros, volteándola para enfrentarlo — . Mírame.

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Lo miró. No fue fácil. Él estaba tan cerca y era tan grande. Tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás, exponiendo la longitud vulnerable de su garganta al frío aire húmedo. Su pulso latía l atía como un conejo indeciso.  — Sé Sé que ha sido una larga espera — dijo dijo él —   — . Sé que hay chismes.  — Esas Esas son sub…   — Subestimaciones. Subestimaciones. También sé eso.

Allí iba él de nuevo, terminando sus oraciones. Oh, él estaba en modo de lucha ahora. Pero esta vez, Clio no daría marcha atrás. Había más de ella de lo que él creía. Más de lo que cualquiera sospechaba.  — Sobre Sobre todo — dijo dijo él —   — , sé lo que se siente ser el caballo negro. Tener

a todos apostando contra ti, descartándote. Y sé la reivindicación que sentirás cuando finalmente ganes. Cuando camines por el pasillo en tu gran vestido con volantes, del lenguas brazo dechismosas uno de los l ossehombres importantes importante s de Inglaterra, y todas esas malas convertirán en cenizas. Créeme… — Sus Sus manos grandes apretaron los hombros de ella — . El triunfo es dulce. Es tan malditamente dulce. Sus ojos verdes eran casi negros y su voz era tan sincera. Y una profunda y solitaria parte de ella quería creerle.  — Esto Esto fue un error  — dijo dijo ella, alejándose — . No sé por qué trato de

explicarte explicart e algo.  — Lo Lo sé. Soy un estúpido bruto sin educación. La próxima vez, habla

lentamente y usa palabras más pequeñas.  — Eso Eso no es lo que quise decir. Eres demasiado inteligente y siempre lo

he sabido. Solo desearía que me dieras el mismo crédito.  — ¿Yo? ¿Yo? No pienso que seas estúpida.  — Debes. Debes. Piensas que un vestido lindo y una gran fiesta serán

suficientes para cambiar de opinión acerca de algo tan importante como el matrimonio. ¿Cómo podría eso no ser insultante para mi inteligencia?

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 — Ahora, Ahora, Clio…   —No me vengas con “Ahora, Clio”. — Ella Ella se volteó y comenzó a subir

los sinuosos escalones. Gracias al aguacero, ella no podía contonearse y dejar la torre. Esta era la siguiente mejor cosa — . Tal vez soy una tonta. Llegaste sin previo aviso, con todas tus listas. Él subió las escaleras tras ella.  — Solo Solo había una lista.  —…y tu ridículo “escudero” de amigo…   — Puedo Puedo explicarlo.  —…y tu perro…   — No No es mi perro.  —…y fui lo suficientemente tonta para dejar que te quedaras. Te di la

bienvenida ami hogar porque esperaba que vieras que el Castillo Twill es precisamente eso. Mi hogar . Pero eres tan terco.  — Ella Ella pisó fuerte los escalones mientras escalaba hacia la cima — . Eres igual a Piers, preocupándote solo por tu carrera y nada por mí. Desearía haberte mostrado la puerta. Mientras ella tomaba el próximo escalón, su tobillo se torció. Su zapatilla patinó en la piedra húmeda. La mano de Rafe se extendió para sujetarla.  — Te Te tengo. — Él Él flexionó el brazo, tirando su carne contra el pecho de él —   — . Te tengo.

Clio agarró el frente de su camisa. Se habría sostenido por sí misma, incluso sin su ayuda. Pero por este único momento fugaz, ella lo dejaría  jugar al héroe. héroe.

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Estaba peligrosamente acostumbrándose a esto. La forma enque se sentía ser sostenida en sus brazos. Protegida. Valorada, en la más mínima forma.  — ¿Aún ¿Aún deseando haberme mostrado la puerta? — Él Él inclinó la cabeza

hacia el implacable de Podrías piedra, haber unos seis metros por . Es de un largo camino hacia piso abajo. aterrizado allí debajo en una —  pila huesos rotos, esperando días por alguien para encontrarnos.  — Ja. Ja.  — Ella Ella lo liberó, se volteó y siguió escalando — . Si fuéramos

encontrados juntos aquí, estaríamos mejor muertos. Puedes imaginar bien lo que la gente concluiría.  — ¿Qué ¿Qué concluirían?  — Que Que éramos amantes, por supuesto. 

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Capítulo 6 

 

 

 — ¿A ¿A

mantes? — preguntó preguntó Rafe.

Los muros circulares que hacían eco le regresaron la palabra, como un canto provocador.  Amantes… Amantes… Amantes… Amantes… 

Se aclaró la garganta y bajó su voz a un bajo timbre dominante.  — ¿Por ¿Por qué alguien pensaría eso?  — Está Está por todo nuestro alrededor  — dijo dijo ella, subiendo los pocos escalones que faltaban hacia el segundo piso — . Solo mira.

Con la lluvia y la escasez de ventanas, era difícil percibir cualquier cosa al principio. Pero cuando sus ojos se ajustaron a la penumbra, Rafe empezó a entender lo que ella trataba de decir. Los muros de piedra rodeándolos estaban tallados y grabados con letras. Letras en pares. Algunas de ellas encerradas en corazones. Las iniciales de amantes. Este debió haber sido el lugar local de encuentros amorosos durante décadas. Quizás durante siglos.  — Es Es algo encantador, ¿no crees?  — Ella Ella trazó un corazón con la l a punta de su dedo — . Tantas parejas a través de los años. Me pregunto quiénes

fueron todas ellas. Rafe decidió que este era un bienvenido desarrollo. Cualquier cosa que agitara pensamientos de romance y parejas en su imaginación, tenía que servir a su causa.

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 — ¿Qué ¿Qué hay de ti?  — Se Se giró hacia él —   — . ¿Tus iniciales están talladas en un muro en algún lugar en Somerset? ¿O… en muchos otros lugares?   — ¿Yo? ¿Yo?  — Él Él negó con la cabeza — . No. Cuando se trata de mujeres, no tall…   — No No tallas nada en piedra. — Ella Ella negó con la cabeza — . Por supuesto

que no. La miró, molesto.  — ¿Qué? ¿Qué? Los luchadores no son los únicos que se pueden concentrar, anticipar, reaccionar.  — Levantó Levantó pequeños y débiles puños e imitó su postura de boxeador  — . Si no te gusta que termine tus oraciones, intenta ser

menos predecible. Él soltó una risita. Maldición. Era lista. l ista. Y quizás no tan inocente como su apariencia Aun así, jamás pensamientossugeriría. que se removían en su mentepodría en este predecir momento.el tipo de Durante su casi caída, ella había soltado el abrigo que le había prestado. La maldita cosa era probablemente la causante de sacarla de equilibrio, en primer lugar. Pero ahora solo estaba en su delgado, mojado y casi transparente vestido de muselina… y temblando, ya fuera de frío o del persistente miedo a caer. No podía mirarla sin querer calentarla. Sostenerla. Protegerla.  Más.    Más.  — Piers Piers  — dijo dijo él —   — . Piers sería el tipo de tallar tus iniciales en el muro,

 junto con las suyas. suyas. Ella se colocó en el suelo.

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 — Lo Lo dudo. Ha pasado años negándose a escribir su nombre junto al

mío en un registro nupcial.  — Eso Eso es diferente. — Se Se sentó junto a ella.  — Rafe, Rafe, desearía que dejaras de negar lo obvio. No me ama.  — P Por or supuesto que lo hace. O lo hará. El amor tiene su forma de

sorprender a un hombre. Me aventuraría a decir que el amor tiene tiene   que sorprender a un hombre. Si los hombres lo vieran venir, simplemente nos escaparíamos.  — El El amor jamás te ha atrapado.  — Bueno, Bueno, ese soy yo.  — Le Le dio a sus hombros un empujón juguetón — .

He pasado años perfeccionando estos reflejos. El amor puede dar todos los golpes que quiera, pero siempre me las l as he arreglado para esquivarlos.  — Hasta Hasta ahora — añadió añadió ella con intención.  — Hasta Hasta ahora.

Escucharon la lluvia durante un momento. La verdad era que Rafe dudaba que el amor lo atrapara alguna vez. Perdía el interés en las cosas con demasiada facilidad. Siempre había sido de este modo. Sus estudios, tareas, clubs… también amigos y amantes. Luchar mantenía su cuerpo y buen juicio ocupados porque el desafío cambiaba en cada encuentro. Era la única ocupación que había conseguido capturar y mantener su fascinación. Divisó un vago oleaje de rosa en las mejillas de Clio. Bueno, a lo mejor era una de dos.  — ¿Y ¿Y si es lo opuesto?  — preguntó preguntó Clio — . ¿Y si Piers regresa, me ve y lo

que lo golpea no es amor, sino la comprensión de que no siente nada por mí? Que jamás lo ha hecho y jamás lo hará.  — Imposible. Imposible.

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 — N No o es imposible. Él debió haber cambiado en este tiempo que estuvo lejos. Yo también he cambiado. Me he vuelto mayor y he crecido… Bueno, solo he crecido crecido..  — Su Su voz se hizo más baja — . He ganado peso

desde la última vez que él me vio. En todos los mejores lugares,  lugares,  quería decirle. Pero no podía decirlo. Consideró un poco heroico que solo dejara caer su mirada a sus pechos durante un segundo y no diez.  — Clio Clio, todavía eres… —Maldición. “Todavía” no era la palabra que quería aquí  —. Siempre has has sido…   — Detente. Detente. Por favor, no trates de halagarme. Es tan poco

convincente. Especialmente Especialmente cuando es claro que no te agrado. Eso era correcto, no le agradaba. No le agradaba tanto, tanto,   que se había arriesgado a caer en picada a su perdición para atraparla cuando se tropezó.  — E En n ocho años, no has respondido ninguna de mis notas  — dijo dijo ella — .

Jamás has devuelto ninguna de mis llamadas. Hasta que te apareciste aquí, no habías aceptado ni una sola de mis invitaciones invitaciones.. E hice muchas. Él exhaló lentamente. Que lo maldigan. Sí, las había hecho. Rafe había asumido que ella hacía el esfuerzo por obligación. ¿Por qué otra razón una dama trataría al separado y desprestigiado hermano de su prometido de tal modo? Todos esos saludos en fiestas, deseos de feliz cumpleaños, invitaciones a cenas familiares… Tuvieron que ser mera

obligación, había razonado él. A lo mucho vinieron de una esencial dulzura en su carácter. Perturbarla con respuestas no deseadas parecía una forma mediocre de regresarle el gesto. Pero el gesto había había   significado algo. Había guardado esas notas y tarjetas de llamada. Cada una de ellas. No las sacaba y las acariciaba, o las olía, ni nada tan estúpido. Pero las l as mantenía.

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Ella lo hacía sentir más parte de la familia Brandon de lo que su propia familia alguna vez hizo. No sabía cómo poner eso en palabras. Mucho menos escribirlo en una nota. Cuando se trataba de sentimientos así de fuertes, él solo tomaba acciones.  — Estás Estás equivocada — se se obligó a decir. — No No me desagradas.  — Oh, Oh, ¿en serio?  — En En serio.  — Entonces Entonces hazme un favor, Rafe.  — Lo Lo que sea.

Dios, sí. Por favor. Suficiente con este concurso de parloteo. Dame algo que hacer .  Ella se giró para enfrentarlo.  — Mírame Mírame a los ojos y dime, honestamente, exactamente cuán

ansioso estás de llamarme cuñada. Maldito infierno. Dio un anhelante vistazo hacia el piso de piedra debajo. ¿Era demasiado tarde para caer en picada a su perdición y hacerlo ver como un accidente? Él podía arreglarse con la primera de sus peticiones. La miró a los ojos  — ssus us encantadores ojos, del mismo azul que el cielo sin nubes —   por un muy largo tiempo. Sin decir nada. Afuera, la lluvia caía como una reprimenda. Su sangre tronaba en sus oídos.  — No No puedes decirlo — susurró susurró ella — . ¿Verdad?  — ¿Honestamente? ¿Honestamente? No, no puedo.

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Dolor parpadeó sobre sus rasgos. Él quería hacer un agujero justo a través de la pared.  — Bueno, Bueno, entonces. Bien. Ahora que sabemos dónde estamos parados con respecto al otro, podemos dejar de fing… 

Maldito fuera. Maldito fuera. Maldito él  él y su impulsiva e imprudente alma. Sus manos estaban extendidas antes de que pudiera detenerlas. Alcanzándola, acercándola, acercándola, girando su rostro hacia el suyo. Rozando un toque sobre sus suaves y temblorosos labios labios.. Y sosteniéndola quieta para su beso. Cuando sus labios tocaron por primera vez los de ella, Clio estaba segura de que había habido algún error. Esa podía ser la l a única explicación. Obviamente, Rafe había tenido la intención de poner sus anchos y sensuales labios en algún otro lugar, y ella, siendo torpe, se había atravesado en el camino. Qué vergonzoso. Qué tan ella. ella.   Pero… Entonces, sus grandes y cálidas manos sí parecieron parecieron sostener   sostener  su  su

rostro. Y esos anchos y sensuales labios se estaban moviendo sobre los de ella, una y otra vez, con algo que se sentía sospechosamente como intención. Santo Dios. Rafe la estaba besando besando.. ¿Y lo que era más impactante de todo? Para el momento en que su cerebro se puso al día, el resto de ella le estaba regresando el beso. Oh, Rafe. Sí.  Sí.  Ella apenas sabía cómo, pero eso no importaba. Él le enseñó la forma de hacerlo, muy parecido a la forma en que una vez le había enseñado a

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pescar truchas en el arroyo. Con habilidad practicada y tierna provocación y una paciencia que ocultaba su hambre. Se besaron tiernamente. Se besaron profundamente. Se besaron como si fuera correcto. correcto.   Como si tuviera perfecto sentido. Como si todo el hablar y no hablar y el discutir e ignorar lo que habían hecho los últimos ocho años — no, no, mucho más tiempo que eso — , hubieran sido todas las entradas a una larga lista de “Cosas que hacemos para evitar besar ”. ”. Y ahora que habían llegado a su final, tenían mucho tiempo perdido por compensar. Se besaron y besaron mientras la lluvia caía a su alrededor. Era tan absurdamente romántico, Clio pensó que su corazón explotaría. Y dulce. Tan dulce. Su boca rozó la de ella, una y otra vez, cada beso un poco más persistente que el último. Una nube de aliento y anhelo se formó entre ellos. Su propia pequeña y secreta tormenta. Su mano acunó la parte posterior de su cabeza, inclinando su rostro hacia el suyo. La atrajo cerca de su pecho y profundizó el beso, explorando su boca con barridos audaces de su lengua. Todo lo que Clio podía hacer era aferrarse con fuerza. Sus sentidos se abrieron para recibirlo todo. El firme latido de su corazón. El pulso más rápido que el suyo propio. Su dulce sabor y el aroma de gaulteria picante de su piel. La intrigaba, ese aroma. ¿Algún tipo de jabón de afeitar aromático, tal vez? No era colonia. Ahora curiosa, deslizó una mano para tocar su mandíbula. Aunque apenas era de tarde, y sí  — se se había afeitado esa mañana — , los débiles comienzos de bigotes rasparon contra la yema de sus dedos. Encontró la textura ferozmente excitante. excitante. Tan extraño a ella y tan masculino. 0

Tan real Tan  real..

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Para su sorpresa, él no la presionó para más que besos. No la acarició o la tocó en ninguna de las formas que las chicas buenas eran advertidas que los chicos malos tratarían de hacer. Oh, podía sentir el poder pulsando por su cuerpo, la necesidad enrollarse caliente y tensa en sus músculos. Él quería más. Quería todo. Pero solo la besó. Como si esto fuera suficiente. Como si debiera ser suficiente, y Dios los ayudara si no lo l o era.  — La La lluvia se detuvo — dijo dijo él, algún tiempo después.

Ella asintió soñolientamente. También los besos. Sus manos se deslizaron de su rostro. Él se giró de espalda a la pared y dejó caer su cabeza contra la piedra con un suave golpe hueco. hueco.  — Soy Soy un bastardo.  — Si Si eres un bastardo, no sé lo que me hace a mí.  — No No tiene nada que ver contigo.

Su barbilla se agachó.  — ¿No? ¿No?  — B Bueno, ueno, lo tiene, por supuesto. Tiene mucho que ver contigo. Si

intento explicarlo, haría un embrollo de esto.  — Intenta, Intenta, de todos modos.  — Ella Ella esperó, todavía envuelta en su

aroma y el cálido y persistente resplandor de su abrazo.  — Debería Debería haber superado esto para ahora  — dijo dijo él —   — . Pensé que lo

había hecho, maldita sea.  — ¿Besarme? ¿Besarme?  — Envidia. Envidia. Siempre envidié a mi hermano. Sus juguetes, sus logros. El

elogio que ganaba. Desde la primera vez que puedo recordar, quería lo que sea que fuera suyo. — Su Su mandíbula se tensó — . Tú eras suya.

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 — Oh. Oh.

Él frotó su rostro con ambas manos.  — ¿Qué ¿Qué diablos estoy diciendo? Eres Eres suya.  suya.

Clio no sabía bien como tomar esto. Rafe la deseaba. La deseó por años, pero no porque la encontrara especialmente deseable y atractiva. La deseaba porque pertenecía a Piers. Aparentemente, ella podía ser un rostro de troll repugnante y abultado y no le importaría. Todavía querría besarla por horas en la lluvia. El cálido y persistente resplandor comenzó a desvanecerse. Rápidamente.  — Esto Esto no volverá a suceder — dijo dijo él —   — . Nunca. Y… se fue. Resplandor apagado.   — Bueno Bueno  — logró logró decir, después de un momento incómodo que pasó uniendo lo poco que quedaba de su orgullo — , ahora veo por qué eres tan

popular con las damas, Rafe. Realmente sabes cómo hacer que una chica se sienta excepcional. Trató de desenredar sus faldas empapada empapadas. s. Él puso una mano bajo su codo, recogiéndola de la piedra y poniéndola de pie. El coraje de él, actuando tan caballeroso a menos de un minuto después de rechazarla y e se menos de un minuto después de besarla con abandono. ¿Estaba mareado por todas esas maniobras de giros de ciento ochenta grados?  — Al Al menos esto significa que yo gano — dijo dijo ella.  — ¿Qué ¿Qué ganas?

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 — Tendrás Tendrás que firmar esos documentos de disolución ahora. Están en

mi tocador. Ahora que ha dejado de llover, podemos volver inmediatamente.  — Espera, Espera, espera. No ganas. No voy a firmar esos documentos.  — ¿Cómo ¿Cómo puedes negarte después…  — Hizo Hizo un gesto pobre hacia el lugar en el suelo donde se habían besado — , después de eso? ¿Todavía

vas a alentarme a casarme con tu hermano?  — Por Por supuesto que sí.  — Me Me besaste besaste..  — No No hagas tanto de eso. Un beso no es nada.

¿Nada? Para él, tal vez. Pero ese beso no se había sentido como nada para ella.  — He He besado a muchas mujeres que siguieron adelante y se casaron con otros hombres — dijo dijo él —   — . A veces el mismo día.  — No No puedes hablar en serio.  — Y en cuanto a ti.  — Se Se abrió paso, negándole una explicación — . Si

hubieras tenido la experiencia de una temporada adecuada, tampoco harías gran cosa de esto. Habrías sido besada por una docena de bribones cachondos en verandas y en locuras y te habrías dado cuenta por ti misma que casarse con un hombre como Piers es lo mejor. Clio lo sabía. Había una razón por la que había sido conocida como la debutante más afortunada de su temporada. Porque no solo se había convertido en la prometida del soltero más codiciado de la alta sociedad, sociedad, sino que todos sabían que ella no habría tenido ninguna oportunidad con él si sus padres no lo hubieran arreglado años atrás. Si hubiera tenido una temporada normal, podría no haber sido besada en absoluto.  — Pero Pero este es tu propio hermano con quien quieres que me case. ¿Cómo ves que esto funcione, exactamente?  — Ella Ella comenzó a bajar las  — . Cada Navidad y Pascua, nos sentaremos en la mesa, uno escaleras — 

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frente al otro, ¿y trataremos de no pensar en esa vez que nos besamos como amantes en la lluvia?  — No No necesitas preocuparte sobre hacer una conversación cortés. No

voy a ir por Navidad o Pascua. Clio se detuvo en las escaleras. Sabía que Rafe y su padre habían realizado su propia recreación hogareña de la Guerra de los Cien Años. Pero seguramente ahora que el marqués estaba muerto, los dos hermanos no tenían que continuarlo.  — ¿No ¿No vendrías?  — preguntó preguntó ella — . ¿Incluso ahora, cuando tu padre

se ha ido?  — No No veo una razón.

Qué mentiroso. Su beso había estado lleno a reventar con razones. Hubo emoción en ese abrazo Tal vez no era atracción o afecto o amor, peroque erahabían anhelo.compartido. Él podría haber rechazado todas sus invitaciones durante los años, pero ahora estaba claro para ella que no las l as había ignorado completamente. Llegaron al pie de las escaleras. Ellingworth se había quedado dormido en la carretilla. ¿O estuvo estuvo   dormido? Estaba tan quieto que se preocupó por un momento. Pero ella tocó sus dedos con su abrigo y lo encontró cálido. Masajeó su cuello con unas caricias. El viejo perro arrugó su rostro ya arrugado y resopló con satisfacción. Clio agarró valor.  — Sé Sé que solo ha sido una cuestión de meses desde que murió, Rafe. Y

has estado solo. Cuando mi propia madre murió, habría estado perdida sin mis hermanas. — Ella Ella se impuso — . ¿Quieres hablar? Él hizo una mueca.  — No. No.

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 — ¿Estás ¿Estás seguro? A veces ayuda.  — N No o hay nada para ayudar. Dejé de pensar en el marqués como mi

padre hace años y el hombre nunca me vio como un hijo querido. Siempre fui el error.  — Tomó Tomó el mango de la carretilla e inclinó una mirada al nivel  — . Todavía lo soy, aparentemente. Pero a pesar de lo superior de ahí la torre que pasó arriba, no voy a firmar tus documentos. Si pretendes mostrarme la puerta, yo…    — No No — interrumpió interrumpió ella — . No, quiero que te quedes.  — No No seas cortés. La cortesía está desperdiciada en mí.  — No No estoy siendo cortés. — Para Para demostrarlo, añadió — : Maldito seas.

Oh, este hombre. Trataba de parecer incrédulo. Indiferente. Pero solo una mirada hacia él lo revelaba todo. Sus ojos estaban desafiándola a echarlo, rogándoleprofundos dejarle quedarse. Dos delgadas fronteras verdes de de…  cautela rodeaban y oscuros pozos Dolor secreto. Él trataba de negarlo, pero estaba hambriento de conexión, un sentido de pertenencia en su vida. Familia. Aceptación. Una razón para venir por Navidad y Pascua. Clio podía verlo. Y tal vez  — solo solo tal vez — , si lo mantenía aquí un poco más, empezaría a admitirse eso a sí mismo.  — Quiero Quiero queel te quedes,Necesito Rafe. Porque hemos hecho un trato. ronda no decide combate. esos documentos firmados y no Una voy a rendirme.

Ni con ella misma, ni con él.  —En cuanto al beso… — Ella Ella se abrazó fuertemente, tratando de conservar la última parte de esa tierna calidez — . Tienes razón. Fue solo un

beso. Olvidemos que alguna vez sucedió.

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Capítulo 7

 

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lvidemos que alguna vez sucedió.  sucedió.  Bastante fácil de decir. Malditamente difícil de lograr. Hasta el momento, Rafe lo estaba encontrando imposible.

Para el momento en que él, Bruiser y las tres hermanas Whitmore se habían reunido en el joyero de una capilla del castillo a la tarde siguiente, habían pasado unas veintidós horas. Rafe había pensado, soñado o reprendido a sí mismo por besar a Clio, aproximadamente… veintiuna y

media de estas. Había corrido diecinueve kilómetros esa mañana, luego tomó una inmersión de agua fría en el estanque. No había ayudado. No podía cesar de mirarla. Y tenía demasiadas oportunidades para mirar, porque ella se negaba a tanto como girarse en su dirección el día de hoy. Estaba enojada con él. Por una buena razón. Lo peor de eso era que más bien le gustaba Clio enojada. Se paraba un poco más alta, subiendo su barbilla un poco más arriba. Sus ojos tenían fuego. Si él hubiera sido su entrenador hacia un combate de boxeo, habría estado sintiéndose seguro. ¿Hablarle de una boda, sin embargo…?   — Queridos Queridos  — anunció anunció Bruiser desde el frente de la capilla — , nos

hemos reunido aquí hoy para preparar el escenario para la más feliz de las

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ocasiones.  — Él Él frotó sus manos —   — . ¿Está preparada para ser deslumbrada, señorita Whitmore?  —Yo… no lo sé con con certeza.   — LLa a señorita Whitmore está lista para ser deslumbrada  — dijo dijo Rafe, mirando en su dirección — . Ella me lo dijo. El otro día.

Ella lo miró entonces. Él envió un mensaje con sus ojos. Tenemos un trato, ¿recuerdas?  ¿recuerdas?   — Muy Muy bien  — dijo, dijo, sonando resignada — . Estoy lista para ser

deslumbrada.  — Excelente. Excelente.  — Bruiser Bruiser extendió sus brazos, con manos levantadas —   — .

Imagine esto. Cubriremos Cubriremos toda la capilla en e empavesado mpavesado bla blanco. nco.  — Oh, Oh, me encanta el empavesado  — dijo dijo Daphne — . Mi propia boda sufrió de una escasez de ello.  — Te Te fugaste — señaló señaló Clio.

Rafe abrió su boca para cuestionar este plan. Luego se contuvo. En su lugar, tomó asiento en los bancos y miró paralizado hacia adelante, tratando de entender cómo él, el propio Devil’s Own, había llegado a este momento en su vida: sentado en una capilla, en un castillo de cuento cerca de Encantador-Algo, en Kent, poseyendo opiniones sobre empavesado.   empavesado. Buen Dios. Una palabra sobre esto nunca podía escapar de estas paredes. Daphne siguió adelante, extendiendo por el pasillo central un volante de cintas.  — Veamos. Veamos. Colocaremos arcos de tela para engalanar el final de cada banco. Esto es uno, dos…  7

 — Doce Doce — dijo dijo Phoebe.

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La más joven de las hermanas Whitmore se había sentado en el banco frente a Rafe y jalado un lazo de cuerda de su bolsillo. Mientras los planes seguían a su alrededor, ella trabajaba sus dedos sobre la cuerda y comenzaba a hacer números con esya. Como un juego de cuna de gato, solo que más elaborado.  — Doce Doce filas  — dijo dijo — . Veinticuatro bancos.  — Estiró Estiró sus dedos para

revelar un entramado de cuerda formada como una fila de diamantes. Rafe se deslizó más cerca y apiló sus brazos en la parte posterior de su banco.  — Eres Eres buena en eso, ¿verdad?  — ¿La ¿La cuerda o el conteo?  — Ambas. Ambas.  — S Síí — dijo. dijo.

Rafe la miró, intrigado. De las tres hermanas Whitmore, Phoebe era a la que nunca había tenido mucha oportunidad de conocer. Había sido una niña pequeña cuando él y el marqués habían peleado y él había evitado las reuniones familiares desde entonces. Supuso que esta elegante el egante cuerda de ella debía explicar su apodo.  — Entonces, Entonces, ¿veinticuatro arcos?  — dijo dijo Daphne — . Y luego un festón

para cada ventana. ¿Cuántas ventanas, Phoebe?  — Catorce. Catorce. Con treinta y dos cristales en cada uno.

Rafe dijo en voz baja:  — Ni Ni siquiera levantaste la vista.  — No No lo necesito.  — Phoebe Phoebe miró la cuerda a través de una franja de su cabello oscuro — . Con números, cuentas , probabilidades… siempre es

así. Solo lo sé.

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Ahora había una sensación que no podía identificar. El aprendizaje nunca había sido fácil para él.  — ¿Cómo ¿Cómo es eso? — preguntó preguntó — . Solo…  saber las cosas, sin ttratar. ratar.

Ella enlazó sus dedos a través de la cuerda.  — ¿Cómo ¿Cómo es tener el poder para derribar a un hombre adulto en el

suelo?  — Quiere Quiere decir que tengo que ser cuidadoso de cómo me comporto.

Especialmente alrededor de nuevos conocidos o personas que no me gustan. Pero es útil en ciertas situaciones. Y a veces, altamente satisfactorio. Por primera vez, su mirada revoloteó en su dirección.  — Entonces Entonces no necesito explicarlo.

Ante la mirada de Rafe, ella extendió sus dedos para revelar una nueva figura. La apertura arqueada en el centro se adaptaba, precisamente, precisament e, a las proporciones de la vidriera de colores delante de ellos. Luego dejó que sus dedos se deslizaran de la cuerda y ya no estaba. Daphne llegó a pararse delante de ellos, haciendo cálculos.  — E Entonces ntonces tenemos dos metros de empavesado por festón y tres cuartos por arco… Vamos, gatita. No me obligues a buscar un lápiz y

papel.  — Cuarenta Cuarenta y seis metros — dijo dijo Phoebe.

Clio rio.  — ¿Quieres ¿Quieres decir ordenar cuarenta y seis  seis  metros de tela? ¿Estamos

decorando una capilla o envolviendo un elefante? Con los tallados y las vidrieras, es un entorno encantador tal como está.  — Cualquier Cualquier cosa encantadora puede hacerse más más   encantadora  — dijo dijo Daphne — . ¿No recuerdas lo que madre siempre decía?

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Por la expresión en el rostro de Clio, recordaba lo que sea que su madre siempre decía, pero no con un particular cariño. Bruiser aclaró su garganta por atención.  — B Bien, ien, entonces. Continuando. La capilla será más encantadora. Y la

señorita Whitmore será la parte muy hermosa de todas.  —“ Más hermosa hermosa”, Montague — corrigió corrigió Daphne.  — Sí, Sí, por supuesto. Más hermosa.

Clio parecía dudosa. Si no miserable. Y Rafe sabía que era el culpable. Había sido un idiota ayer, besándola, luego diciéndole que no era nada. Difícilmente la forma de incrementar la confianza de una mujer. Jaló a Bruiser a un lado.  — E Esto sto no está funcionando. Dijiste que podías hacerla entusiasmarse

por la boda. Prometiste deslumbrar.  — Será Será deslumbrada, Rafe.

Dio otra mirada a Clio.  — No No lo estoy viendo todavía.  — Dame Dame un momento, ¿quieres?  — Bruiser Bruiser fue al lado de Clio y, suavemente, la dirigió a situarse al final del pasillo — . Solo imagine, señorita

Whitmore. Las filas llenas con su familia y amigos más cercanos. Aún mejor, sus enemigos más viles. Todos ellos esperando, en anticipación jadeante, a que haga su gran aparición.  — ¿Mi ¿Mi gran aparición?  — Sí. Sí. En un vestido suelto con un exquisito velo de encaje.

En el pequeño vestíbulo de la capilla, había una mesa estrecha con un tapete de encaje y un pequeño jarrón de flores. Bruiser arrebató el tapete de encaje de la mesa y lo metió en el peinado alto de Clio, creando un velo improvisado para cubrir su rostro.

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Rafe podía ver su sonrisa detrás de este. Sonriendo ante lo l o absurdo, sin duda; pero cualquier sonrisa era mejor que la l a expresión malhumorada que había estado llevando toda la mañana.  — Y un ramo.  — Bruiser Bruiser arrancó las flores del jarrón y las puso en sus  — . Justo aquí. manos —  Ella las mantuvo lejos de su cuerpo.  — Están Están goteando.  — E Eso so no importa. Imagine una alfombra de terciopelo extendida

delante de usted, desparramada con pétalos de rosa. Y sus hermanas la precederán al caminar por el pasillo.  — Bruiser Bruiser movió primero a Daphne, luego a Phoebe al lugar delante de Clio — . Ve a pararte al otro extremo, Rafe. Justo al lado del altar. Allí es donde estará tu lugar. Buen Dios. No esto del “padrino” absurdo de nuevo. Si hubiera habido

alguna duda sobre lo inapropiado de Rafe para ese puesto, su comportamiento comportamie nto en la torre ayer debería haberla borrado.

No obstante, Rafe hizo lo que se le pidió, moviéndose para colocarse  junto al altar. Por una vez, Clio parecía estar disfrutando de la idea de la boda. Él no iba a arruinar eso.  — Un Un vicario  — murmuró murmuró Bruiser para sí mismo — . Necesitamos un vicario. Alguien solemne, digno, usando un cuello… Ajá.

Jaló a Ellingworth de la alfombra y lo arrastró al altar, depositando al viejo y arrugado bulldog en el lugar donde estaría el vicario. Con un resoplido, el perro se acomodó para descansar sobre su estómago, la cabeza entre sus patas delanteras. Su arrugada papada se acumulaba alrededor de su nariz. Daphne dijo:  — Ahora Ahora todo lo que nos está faltando es un novio.  — Una Una sensación tristemente familiar — respondió respondió Clio.

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 — N No o hay que preocuparse. Podemos arreglar eso, señorita Whitmore.  — Bruiser Bruiser corrió detrás de Rafe y lo empujó hacia el centro — . Rafe será Lord

Granville. Yo seré el padrino.  — ¿Qué? ¿Qué?  — murmuró murmuró Rafe en voz baja — . No. No voy a representar al

novio.  — Eres Eres su hermano  — le le susurró Bruiser de regreso — . Eres la opción

lógica. No puedo enviarla por el pasillo para besar a Ellingworth, ¿cierto? Rafe dio un vistazo alrededor de la iglesia. ¿Qué demonios había sucedido con Sir Teddy Cambourne? El hombre siempre estaba donde no era querido y nunca cuando podría ser útil.  — Luego Luego  — dijo dijo Bruiser  — , la orquesta comenzará con la música

procesional.  — N No o sé dónde piensas ubicar una orquesta en esta iglesia  — dijo dijo Clio desde algún lugar bajo su mantel.  — Se Se apiñarán en alguna parte.  — En En serio, el órgano será suficientemente bueno.  — No No  — interrumpió interrumpió Rafe — .

Nada “suficientemente bueno” es suficiente. No para esta boda. Una orquesta lo es.  — ¿Listos, ¿Listos, entonces? Damas de honor primero.  — Bruiser Bruiser comenzó a

tararear la procesional. Daphne se unió al tarareo, guiando a Phoebe por el pasillo.  — Ahora Ahora la novia.  — Cuando Cuando Clio vaciló, Bruiser codeó a Rafe — .

Tararea, ¿sí?  — No No voy a tararear. No tarareo.

Su entrenador lo empujó en el riñón.  — ¿Quieres ¿Quieres venderle esta boda o no?

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Maldición. Rafe también comenzó a tararear. Clio se rindió, caminando por el pasillo de la iglesia, hacia un bulldog, a tiempo con el compás del tarareo desentonado, cubierta con un mantel y sosteniendo un puñado de flores marchitas. A mitad de camino, comenzó a soltar risitas. En el momento en que alcanzó a Rafe en el altar, estaba riéndose audiblemente. audiblemente.  — Se Se lo estoy diciendo, señorita Whitmore  — dijo dijo Bruiser  — . Los invitados

se alzarán sobre sus pies en asombro.  — Oh, Oh, sí.  — Todavía Todavía se estaba riendo mientras se quitaba el mantel del rostro — . Estoy segura de que lo harán. Con una novia como esta ante

ellos, ¿cómo no podrían? Diablos, Rafe debería haber sabido que esto no funcionaría. No estaba deslumbrada. deslumbrada. Solo estaba entretenida. Todo había ido mal. Excepto que, de una extraña manera, se sentía bastante bien. Si él se casaba alguna vez, así era como querría que se viera su novia mientras avanzaba por el pasillo a su encuentro. Feliz. Alegre. Incluso riendo. Teniendo el momento de su vida. Pero Rafe no se iba a casar. Y Clio no iba a ser su novia.  — ¿Qué ¿Qué hora es?  — preguntó preguntó Phoebe — . Sr. Montague, ¿revisaría su

reloj de bolsillo?  — Yo Yo… eh… 

Bruiser bajó la mirada a la cadena llamativa del reloj donde desaparecía desaparec ía en su bolsillo. Rafe apostaría a que no estaba atada a un reloj de ninguna especie. Rafe sacó su propio reloj y lo abrió.

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 — Son Son las dos con diecisiete minutos.

Phoebe asintió.  — Deberías Deberías tener la boda a las dos con dieciocho minutos.  — No No seas ridícula, gatita.  — Daphne Daphne le dio a su hermana menor un golpecito — . Nadie tiene una boda a las dos, mucho menos dieciocho

minutos después. ¿Por qué harían eso?  — Espera Espera un minuto — contestó contestó Phoebe — . Ya verás.

Tan pronto como hubo dicho esto, un rayo de luz se coló por la ventana de vitral sobre el altar. Una columna de oro luminoso e impotente envolvió a Clio en su calidez. Su claro cabello brillaba. Su piel resplandecía. Sus ojos azules tenían la profundidad e intensidad del lapislázuli. Incluso el estúpido mantel de encaje fue transformado en una cosa de delicada belleza.  — Caramba Caramba  — dijo dijo Bruiser, olvidando su papel de Montague por completo — . Prometí resplandor, ¿cierto? Rafe no sabía si Clio lo estaba, pero él estaba deslumbrado. Estaba deslumbrado hasta los huesos.  — ¿Qué ¿Qué pasa?  — Clio Clio los miró — . Todos están viendo. ¿Me ha crecido

una segunda cabeza?  — No No — dijo dijo Daphne, sonando inusualmente genuina y amable — . Para

nada. Oh, Clio, estás encantadora.  — Más Más encantadora — corrigió corrigió Bruiser.  — La La más encantadora.  — Las Las palabras estuvieron fuera antes de que

Rafe tuviera tiempo de considerarlo. No se retractaría si pudiera. Ella era, simplemente, la cosa más encantadora que había visto en años. Tal vez en toda su vida. 4

 — ¿Yo? ¿Yo? — Ella Ella se rio y tocó su velo de mantel —   — . ¿En esto?

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Todos se apresuraron en asegurarle que era verdad.  — Deberías Deberías verte — dijo dijo Rafe — . Eres… 

No pudo encontrar las palabras para describirlo. Esperaba que la mirada en sus ojos transmitiera el mensaje. Cuando un hombre admiraba a una mujer así de intensamente… seguramente debía ser evidente. Sus ojos se animaron. Una comisura de sus labios se elevó. Y luego, como si él lo hubiera convocado convocado,, una capa de rosado tocó sus mejillas. Gracias Dios. Él no había visto ese sonrojo desde el día anterior. Lo había extrañado.  — ¿De ¿De verdad? — susurró susurró ella.  — ¡Lo ¡Lo encontré!  — Cambourne Cambourne entró agitado a la iglesia, sin aliento y viéndose engreído. Como siempre — . Sabía que tenía que haber uno en

algún lugar. Me llevó toda la mañana buscar e incluso durante el almuerzo, pero finalmente encontré uno.  — ¿Un ¿Un qué, Teddy? — preguntó preguntó su esposa.

El hombre levantó un dedo en señal de espera, luego desapareció por un momento. Cuando regresó, lo hizo muy despacio. Y con mucho ruido metálico.  — Es Es un grillete con bola, ¿ven?  — Se Se rio, mostrando el grillete y los eslabones de hierro — . Eso es lo que a esta boda le está faltando.

Y ahí  — en en cuestión de un momento — , cada pequeño progreso que habían hecho hacia deslumbrar a la novia desapareció.  — No No te asustes, bollito — dijo dijo Cambourne — . No lo dejaremos ir.

Gracias, Sir Teddy Cambourne. Odioso mojigato.  mojigato.   — Un Un grillete con bola — dijo dijo Clio — . Qué entretenido.

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Estaba forzando una risa para ser educada. Porque era amable y no querría que nadie se sintiera menospreciado. Incluso el hombre que la había menosprecia menospreciado. do. La tierra había rotado y el rayo de luz solar había avanzado, dejándola viéndose pálida y pequeña, cubierta con un mantel y sosteniendo un pastoso ramillete. Rafe estaba furioso. La bestia en él estaba creciendo. Quería sacudir a Bruiser, golpear a ese presumido sonriente Cambourne en la mandíbula, tirar a Clio sobre su hombro y llevarla a otra parte. Algún lugar alejado de estos idiotas que prestaban más atención a los chismes maliciosos y a la prensa sensacionalista sensacionalista que a la obvia belleza  — por por dentro y por fuera —  de  de su propia hermana. Pero nada de eso ayudaría a su causa. Ella solo le había dado una semana para convencerla. No podía arriesgarse a cambiar el objetivo. Pero si se iba a generar algún entusiasmo nupcial, no iba a suceder así. Su única alternativa era clara.  — Debo Debo irme. — C Con on una brusca reverencia hacia las damas, se volteó para hacer su salida — . Ocúpate del perro mientras no estoy  — le le dijo a

Bruiser.  — ¿Te ¿Te irás? — le le dijo Clio — . ¿Te veremos en la cena?

Él no se giró.  — No. No. Tengo asuntos en Londres. Me iré de inmediato.

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Capítulo 8

 — ¿A ¿A

dónde dijo Lord Rafe que se iba de nuevo?  — Londres. Londres.  — Clio Clio recogió el cántaro de mermelada de grosella — . Eso es todo lo

que sé.

Fiel a su palabra, Rafe había dejado el Castillo Twill en tan poco tiempo como le había tomado ensillar su caballo. Clio había visto su figura alejándose desde la ventana de su dormitorio. Y ahora, sentada desayunando dos días más tarde, no lo había visto desde entonces. Se dijo a sí misma que no se preocupara. Él era un hombre grande, un hombre bastante grande, para ser más exactos, y un luchador campeón. Podía manejarse en cualquier situación. Habría sido tonto pasar horas sentada en la misma ventana, escudriñando el horizonte en busca de cualquier señal de él. Pero había hecho eso, de todas formas. No podía evitar sentirse un poco decepcionada, la verdad. Esta batalla de boda entre ellos había comenzado a ser divertida y sobre todo porque la ventaja era desastrosa. toda suya. Hasta el decir momento, toda la planificación de la boda había sido ¿Quería que renunciaba? Si era así, esperaba que fuera lo suficientemente decente para cumplir con los términos de su oferta inicial. Una semana era lo que habían acordado. Si nada más, necesitaba volver para firmar los papeles de disolución en unos pocos días.  — Podríamos Podríamos trabajar en las invitaciones esta mañana  — dijo dijo Daphne, revolviendo el azúcar en el té — . Entonces estarán listas para publicarlas en 7

el momento en que Lord Granville regrese.

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Por supuesto que el resto de su familia no tenía idea de que estos preparativos de la boda estaban a punto de llegar a ser irrelevantes. Clio se sentía cada vez más incómoda con el engaño, pero no se atrevía a mencionar la ruptura del compromiso hasta que se firmaran esos papeles. No lo entenderían. Y por por ellos, más que na nada, da, se refería a Daphne. Daphne.  — No No podemos empezar con las invitaciones  — dijo dijo Clio — . Ni siquiera

sabemos la fecha en que volverá Piers. Daphne desestimó esto con un gesto de su cuchara.  — TTendremos endremos todo lo demás escrito y dejaremos un espacio para la

fecha. Clio habría discutido el punto, pero fue interrumpida por una conmoción extrema en el camino.  — ¿Estás ¿Estás esperando una entrega? — preguntó preguntó Teddy.  — Ordené Ordené más carbón  — dijo dijo Clio — . Eso debe ser lo que llegó. Este

castillo es tan ventoso, incluso en el verano.  — Imagina Imagina cómo sería en invierno.  — Daphne Daphne se estremeció — .

Congelante.  — Costoso Costoso  — c corrigió orrigió Teddy, levantando un tenedor lleno de pescado

ahumado y huevos. Su cuñado tenía razón y Clio lo sabía. Dada bastante madera o carbón para quemar, cualquier espacio podría ser calentado, pero el combustible requería ingresos. Su dote, una vez comprometida, podría apoyarla durante algunos años. Pero si pretendía vivir en el Castillo Twill de forma indefinida, tendría que hacer la cervecería rentable. Las operaciones eran solo una cuestión de tiempo e inversión. Ganarse a los agricultores podría llevar algo de trabajo. Sin embargo, ¿ganarse la clientela de los taberneros? Eso requería más estrategia. Tendría que cultivar una reputación de calidad, un programa de producción consistente. consistente. Y, sobre todo, un nombre fácil de recordar.

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¿Castillo Ale? ¿Cervecería Twill? Ninguna de las alternativas que había ideado hasta ahora era inspiradora. Phoebe tomó la palabra.  — Desde Desde que Lord Rafe está fuera, estuve pensando que deberíamos

usar esta mañana para el decimoctavo punto en mi lista.  — ¿Decimoctavo ¿Decimoctavo punto? Incluso incluyendo las esculturas de hielo,

pensé que eran solo diecisiete.  — Tenemos Tenemos que hablar de la noche de bodas.

Todo alrededor de la mesa, tenedores, cucharas y tazas de té, se detuv en el aire. Clio se tragó el bocado de cho chocolate colate con dificultad.  — ¿Qué, ¿Qué, querida?  — Ítem Ítem número dieciocho dieciocho en la lista de preparativo preparativoss para la boda. La

educación en tus deberes conyugales. Clio intercambió una mirada desesperada con Daphne, quien no mostró ningún indicio de haber sabido de esto de antemano.  — No No mires a mí — articuló. articuló.  — Nuestra Nuestra madre está muerta  — dijo dijo Phoebe, en el mismo tono que habría utilizado para explicar la aritmética simple — . Por derecho, ella

habría sido quien diera esta charla a Clio. Ya que no está en condiciones, el derecho ha de caer en nosotras, sus hermanas.  — Desde Desde debajo de la mesa, presentó unas pocas tiras de papel rizado — . Me tomé la libertad l ibertad de hacer un poco de lectura. Tengo notas. Oh, querida.

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 — P Phoebe, hoebe, querida. Eso es muy amable de tu parte, pero estoy segura

de que no es necesario. Daphne estuvo de acuerdo rápidamente.  — S Sii Clio tiene alguna pregunta, puede venir a mí. Soy una mujer

casada ahora.  — Sí, Sí, pero estás casada con un inglés. Y como el Sr. Montague nos ha

recordado en los jardines, Lord Granville ha estado viviendo en el continente desde hace algunos años. Si va a mantener a su marido satisfecho, Clio también tendrá que ser muy versada en los caminos de las mujeres continentales. Fui capaz de localizar un par de libros en francés. Estaban ilustrados. Malos modales o no, Clio puso el codo sobre la mesa. Luego enterró la risa en su palma.  — De De verdad.  — S Sí,í, pero no fueron muy útiles. Y las palabras que usan son ridículas.

Todo esto habla de pliegues y barras y botones. ¿Estamos copulando o cosiendo cortinas? En ese momento, Clio se alegró de tener una excusa para reír en voz alta.  — Al Al final, tuve que hacer una referencia cruzada con mis compendios

de flora y fauna.  — Oh, Oh, gatita. No lo hiciste  — dijo dijo Daphne — . Clio, ¿qué haremos con

esta hermana nuestra? Con su rostro en blanco, Phoebe se volvió de Clio a Daphne y volvió a empezar.  — ¿Hice ¿Hice algo mal?

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 — No No — le le aseguró Clio — . Eres terriblemen terriblemente te brillante y adorablemente

bien intencionada y espero que nunca vayas a cambiar, en ningún aspecto. Cada una de sus hermanas podría ser absurda algunas veces, e irritante otras veces. Pero Clio era protectora incluso de sus debilidades y defectos. Tal vez Daphne y Phoebe no siempre eran hermanas perfectas. Pero eran sus eran sus hermanas y eso era mucho mejor.  — No No veo qué es aterrador o adorable al respecto. — Su Su hermana más  joven se sentó un poco más alta y escudriñó los papeles en su mano — .

Pero odiaría que todo este trabajo sea para nada. He hecho un control exhaustivo de la mecánica y preparado algunos diagramas. Tal como podría definirlos, creé una taxonomía de términos tales como “lujuria”, “deseo”, “excitación”, “clímax”. Por las emociones y sensaciones unidas, tendremos que confiar en los informes de Daphne. El cuñado de Clio había estado masticando el mismo bocado de pan tostado durante varios minutos. Y con el último comentario de Phoebe, se ahogó con este.  — Oh. Oh.  — Phoebe Phoebe lo miró — . No fue mi intención excluirte, Teddy.

¿Deseas aportar algo útil desde el punto de vista masculino? Un Teddy de rostro rojo se apartó de su lugar rápidamente y se puso de pie, abandonando un plato lleno de comida.  — Tengo Tengo una carta urgente que escribir. Arriba.  — Tragó Tragó — . Lo acabo

de recordar. Si me disculpan. Después de una breve reverencia, el pobre hombre había desaparecido de la habitación tan rápidamente que Clio podría haber  jurado que escuchó escuchó un sonido sibilante. sibilante.  — Eso Eso es lo mejor — dijo dijo Phoebe — . Es mejor si solo somos las mujeres.

Daphne, quien había enterrado el rostro en ambas manos durante gran parte de la conversación hasta el momento, por fin levantó la cabeza.

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 — No No vamos a tener esta conversación, gatita. El marido de Clio será la mejor persona para instruirla en la… eh…  — ¿Mecánica? ¿Mecánica? — sugirió sugirió Clio.  —Sí. Y en cuanto a las sensaciones… En realidad no hay utilidad en

describirlas. Lo que se siente agradable para una persona puede dejar a otra fría. Es mejor si hace los descubrimientos ella misma. Con la ayuda de su marido, por supuesto. En verdad, Clio había hecho algunos algunos descubrimientos  descubrimientos sin la ayuda de ningún marido. Tenía veinticinco años y había estado en posesión de un cuerpo maduro por algunos ocho o nueve de esos años. Entendía las respuestas de su cuerpo al tacto y…  — Buenos Buenos días.  — La La voz profunda sonó a través de la sala de

desayunos. …y gracias al hombre que llenaba la puerta, estaba ahora bien

familiarizada con el significado del deseo.  — Bueno, Bueno, Lord Rafe  — dijo dijo Clio. Porque parecía que algo debía ser dicho y la había dejado en desventaja — . Ha regresado.  — He He regresado.  — Sí. Sí. Lo está. Es decir, usted lo ha hecho. — Estúpida, Estúpida, estúpida. Mientras estúpida. Mientras

Clio se levantaba de la mesa, miró a Phoebe, Phoebe, enviando un mensaje mensaje silencioso de hermana mayor. Esconde esos papeles. Ahora. Rafe debió haberlas notado mirándose con aire de culpabilidad la una a la otra.  — ¿Estoy ¿Estoy interrumpiendo algo?  — No No  — dijo dijo Clio, demasiado apresurada — . No, no interrumpió nada importante. Solo estábamos discutiendo… — Ella Ella sintió que su rostro se ponía de color rosa — , cortinas.

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En el otro extremo de la l a mesa, Daphne se echó a reír.  — Bueno, Bueno, me alegro de no estar interrumpiendo nada importante.

Porque necesito hablar con usted, señorita Whitmore. Si pudiera venir conmigo. Desconcertada, Desconcerta da, Clio llo o siguió hasta el pasillo. Él era tan grande, casi acaparaba el pasillo entero y virilidad pura llenaba cualquier espacio sobrante. El latido de su corazón se aceleró.  — ¿Qué ¿Qué pasa? ¿Qué sucedió?  — Tengo Tengo algo que mostrarte — dijo dijo él.  — ¿Qué ¿Qué es?  — No No quieres arruinar la sorpresa.  — Una Una sonrisa juvenil tiró de la

comisura de sus labios. La reacción de su cuerpo fue inmediata e intensamente femenina. Si alguien hubiera atado un hilo a una comisura de su boca, luego asegurado el otro extremo al pezón de ella, el efecto de esa sonrisa no podría haber sido más directo.  — ¿No ¿No deberíamos esperar por mis hermanas y el Sr. Montague?  — preguntó preguntó ella.

Su voz no disminuyó o bajó. Cayó Cayó   en picada por un pozo de masculinidad.  — No. No.

Su corazón atolondrado se detuvo una vez. Luego dos veces. Oh, esto empeoraba.  — Confía Confía en mí. Te va a gustar esto.

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Metió su brazo a través del de él y la condujo por el pasillo. Clio sintió que solo se avergonzaría a sí misma al resistirse, resistirse, así que no lo hizo. Y de verdad, ¿cuántas veces en su vida tendría la oportunidad de estar del brazo de un hombre con… bueno, un hombre con esos brazos? brazos?   Sus dedos yacían en la muñeca de él, haciendo no más impacto que hojas secas sobre una rosa. Podría haber creído que él fue esculpido en piedra si su calor no fuera palpable a través de las capas de lino y llana. ana. Sus sentidos explotaron con recuerdos de ese beso en la torre. Tal vez habían acordado dejarlo a un lado y nunca hablar de ell ello. o. Pero eso no significaba que Clio había dejado de pensar en ello. Fantasear con ello. Deseando, contra toda la l a lógica y sentido, que pudiera suceder nuevamente. Era como si este deseo hubiese estado dentro de ella todo el tiempo, solo años de ello construyé ndose y creciendo… y ahora sentía la fuerza de esto golpeándola de repente. Esto era lujuria y ella entendía el poder de ello ahora. Cada parte de su cuerpo tamborileaba con deseo. Sabía que nada más podía salir de ello y aun así, de algún modo, ese conocimiento hizo poco por reprimir sus imaginaciones. Sino todo lo contrario.  — No No puedo imaginar cuál podría ser tu gran secreto. Ya nos hemos

decidido por el lugar, reunido con el pastor y planeado el desayuno para esta boda imaginaria que nunca tendrá lugar. Hemos discutido banderines, gaita, pavos reales en el jardín…   — Exacto. Exacto. Hemos estado perdiendo tiempo en idioteces. Decidí

encargarme por mí mismo. Esta mañana, tendremos esto listo. Nosotros dos. Solos.  — ¿Solos? ¿Solos?

Oh, Dios.

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Él abrió las puertas del salón de música de golpe. Clio estuvo aliviada de ver de un vistazo que estaba lleno de gente. No estaban demasiado terriblemente terriblement e solos.  — Piano Piano  — anunció anunció él, señalando el instrumento grande alojado en un

rincón de la habitación. El pianista sentado en este volcó una oleada precisa del brillante Handel. »Arpa — dijo, dijo, girándolos a ambos. En el centro de la habitación, una mujer serena puso los dedos en las cuerdas del arpa, saltándolas de arriba abajo en una compleja melodía y finalizando con un majestuoso majestuoso glissando7.   — Cuarteto Cuarteto de cuerdas.

En la esquina lejana, un violinista asintió a sus socios. Las profundas y cálidas armonías de Haydn llenaron pronto la habitación, entregada entregadass a sus oídos con habilidad inigualable y en perfecta sintonía. Se sentía como beber chocolate a sorbos a través de los tímpanos, si uno podía hacer tal cosa. Cuando el acorde final terminó, Clio pestañeó, abrumada. Entonces los aplaudió.  — Eso Eso fue encantador. Gracias.  — ¿Entonces? ¿Entonces? — Rafe Rafe se volteó hacia ella — . Elige uno para la boda. O

toma los tres.  —Yo…   — Piensa Piensa en ello  — dijo dijo él —   — . Podemos hacer que toquen más

selecciones después.  — ¿Después ¿Después de qué?

7  Glissando:  Es

un efecto sonoro consistente en pasar rápidamente de un sonido hasta otro más agudo o más grave haciendo que se escuchen todos los sonidos intermedios posibles dependiendo de las características del instrumento.  g

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Él dijo:  — Hay Hay más.

La guió a través de la puerta de conexión, hasta la siguiente habitación, la salita. Un aroma embriagador la envolvió de inmediato.  — Oh, Oh, mi dios.

Orquídeas. Azucenas. Lirios. Hortensias. Rosas en cada color que ella conocía y algunos que no sabía que podían existir. No solo flores cortadas, sino hierbas aromáticas y bulbos en macetas que florecerían solo este día, entonces se marchitarían. Cubrían cada superficie disponible. Su salita había sido transformada en invernadero.  — Oh, Oh, Rafe.  — Solo Solo les dije que envíen lo mejor  — dijo dijo Rafe — . No sé una maldita

cosa acerca de ese lenguaje de las flores.  — No No importa.

A Clio tampoco le importaban los códigos florales de Daphne. O las explicaciones de botánica de Phoebe. En lo que concernía a Clio, flores de cualquier tipo solo tenían un mensaje que transmitir transmitir.. Decían: Me Decían:  Me importa. importa.   Y esta habitación estaba gritándolo.  Me importa, me importa, me importa.  importa.  Ramos de consideración aquí, macetas de preocupación por allí. Consideración, floreciendo en cada color del arcoíris de la naturaleza. Con razón él había estado destellando esa juvenil sonrisa de haber sido atrapado. Rafe había puesto muchísimo esfuerzo en esta demostración.

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Y sería lo mejor que alguien alguna vez hiciera por ella, si en realidad era hecho para ella. ¿Pero era Clio por la que se preocupaba o simplemente por su carrera? Fuera lo que fuera, ella temía que pudiera estar funcionando. Por primera vez desde que la idea de los planes de boda había sido tramada, se encontró sintiendo un toque de entusiasmo de novia. ¿Caminar por el pasillo de la capilla frente a todos sus amigos y familia, flotando en una nube de brillo de cuerdas de arpa y agarrando dos docenas de perfectas flores de invernadero…?  Eso sería algo.  — Seguramente, Seguramente, debe haber una flor o dos que te gusten — dijo dijo él.

¿Era su imaginación o sonaba ansioso?  — Estoy Estoy abrumada. Son todas tan hermosas.  — Caminó Caminó por la habitación, tocando pétalos aquí y allá.  — Bueno, Bueno, también puedes pensar en esas.  — Él Él agarró su brazo de nuevo — . Lo que hay en la siguiente habitación no puede esperar.  — ¿Dijiste ¿Dijiste la  siguiente habitación? No puedes querer decir que hay

más.  — Ven Ven a ver.

La guió hacia la puerta de conexión en el lado opuesto de la habitación y la abrió. Aparecieron en el comedor formal y Clio se detuvo en seco ante la vista que los esperaba. Pasteles. Pasteles por todas partes.  partes.   — No No lo hiciste — susurró susurró ella.  — Lo Lo hice — respondió respondió él, cerrando la puerta detrás de ellos.

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La longitud entera de la mesa del comedor  — y la mesa del comedor del castillo se alargaba a una longitud impresionante —   estaba cargada con pasteles. De cada tipo concebible. Pasteles glaseados con picos de crema batida y decorados con fresas; pasteles cubiertos en glaseado de goma de mascar enrollada y hábiles violetas de mazapán. Pasteles envueltos en hilo de algodón de azúcar. Observando más de cerca, Clio pudo ver que un trozo estrecho ya estaba cortado de cada uno, para que el sabor y relleno fueran visibles. Mientras caminaba el largo de la mesa, vio capas de lo que sospechó eran chocolate, especias, caramelos masticables… y varios tonos claros de amarillo que sin dudar resultarían ser vainilla, almendra, limón, piña, agua de rosas y quién sabría qué otra cosa.  — ¿Compraste ¿Compraste esos en la ciudad? ¿Todos ellos?  —Solo fui a Gunter’s Gunter’s y pedí uno de cada uno.

Ella sacudió la cabeza.  — Se Se desperdiciarán.  — N No o te preocupes, repartiremos lo sobrante a los aldeanos locales o

algo. Primero, pruébalos y elige tu favorito para el pastel de bodas. Demonios, puedes elegir tres. O diez. Puedes ser la novia con un pastel de doce pisos, con cupidos emergiendo de este al momento que es cortado  — Él y todo —  Londres de ello próximos años. Él derecho atrapó su mirada . Sé quehablará has esperado un por largolostiempo y tienes todo el a sentirte impaciente. impaciente. Pero esta boda será tu día, Clio.

Se sintió orgulloso de sí mismo e hizo un magnánimo movimiento circular con la mano, como si fuera un rey gobernando Pastelandia. Solo imagina, decía el gesto. Todo esto podría ser tuyo.  tuyo.  Ella entendía su estrategia ahora. Él tenía la intención de abrumarla con lujosas elecciones generosas tras ella. Si apilaba suficiente fantasía y espectáculo, seguramente Clio se daría por vencida. Un pastel pequeño g

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ondearía bajo su nariz y ella dejaría a cambio todos sus sueños y planes para caminar por el pasillo. No podía decidir si él fallaba en entenderla o no la respetaba. Después de su charla en la torre, había esperado que pudiera permiti permitirle rle un poco más de crédito. Aparentemente, no. Todos sus planes para este lugar, y su propia independencia… Rafe pensaba que lo intercambiaría todo por un pastel de doce pisos con cupidos saliendo de la parte superior. Tomó un trozo de pastel de chocolate y excavó en este con un tenedor.  — Prueba Prueba este primero.

Extendió el plato hacia ella. Ella lo miró.  — No, No, gracias.  — ¿Querías ¿Querías comenzar con otro?  — Bajó Bajó el plato y pinchó un trozo de color naranjo con los dientes del tenedor  — . Creo que este está relleno de

crema de albaricoque.  — No No tengo la intención probar ninguno de ellos.  — Vamos. Vamos. Tienes que elegir uno.  — ¿De ¿De verdad?  — Sí. Sí. Hicimos un trato.  — E Entonces ntonces deja que Daphne, Phoebe y Teddy elijan por mí. O hazlo

tú. El pastel es para los invitados, no para la novia. Él le dio una mirada molesta.

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 — No No pasé por tantos problemas y gastos para que alguien más pudiera seleccionar tu pastel de boda.  — Clavó Clavó un tenedor en un trozo amarillo limón y presionó el plato sobre ella — . Pruébalo.  — No No me importa el pastel.  — Mentirosa. Mentirosa. Te encanta el pastel.  — ¿Quién ¿Quién te dijo eso?  — Tú Tú lo hiciste.  — ¿Yo lo ¿Yo lo hice? — Ella Ella no recordaba esa conversación.  — Sí, Sí, lo hiciste. Años atrás. Los veranos que pasabas en Oakhaven. Lo

recuerdo claramente. Él estaba muy cerca ahora. Lo suficiente cerca que cuando él metió su tenedor en el trozo de pastel, ella podía oler el aroma del limón y escuchar el diminuto ping ping   de dientes de plata repiqueteando contra la porcelana. Él recogió una cucharada y la sostuvo a centímetros de los labios de ella.  — Tú Tú — dijo dijo él —   — , haces sonidos de pastel.  — ¿Sonidos ¿Sonidos de pastel?  — repitió repitió ella —. ¿Qué demonios son los “sonidos de pastel”?   — S Solo olo lo que son descritos para ser. Cuando comes pastel, haces

sonidos.

No, ella no lo l o hacía. ¿Cierto? Él asintió.  —Oh, sí. Suspiros. Jadeos. Susurrantes gemidos pequeños. Tú…  amas… 

el pastel. O al menos lo hacías, antes. Sé que te han forzado a pasar la última década toda sujetada, abotonada, encorsetada y refrenada. Pero sé — Ondeó Ondeó el tenedor ante ella — , que quieres esto.

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Un sonrojo se arrastró hacia arriba por su garganta.  — Incluso Incluso si hago “sonidos de pastel ”, y no estoy admitiendo que los

haga, es muy poco caballeroso de tu parte fijarte en ellos.  — E Estoy stoy seguro que lo es. Pero no soy conocido por mi comporta-

miento caballeroso. No, no lo era. Rafe Brandon era una oveja negra. Un rebelde impulsivo. El Devil’s Own. Era conocido a través de Inglaterra por ser rápido,

grosero, fuerte, peligroso. Y tentador. Endemoniadamente e irresistiblement irresistiblemente e tentador. Ella tragó. Esperaba que no de forma audible.  — No No hago sonidos de pastel. Ya no.  — Entonces Entonces come un poco y prueba que estoy equivocado.  — LLevantó evantó el tenedor de nuevo. Cuando ella vaciló, dijo — : Es solo un

pequeño trozo de pastel. ¿De qué tienes miedo? Tú. Yo. Pastel. Piers. Matrimonio. Arañas. Todo.  — Nada Nada — mintió mintió ella.

No tenía sentido explicarlo. Él no tenía ni idea de lo que estaba pidiéndole. Posiblemente, Posiblemente, no podría entender.  — Entonces Entonces ten un pedazo.  — No No te darás por vencido con esto, ¿verdad?

Él negó con la cabeza.  — Muy Muy bien.  — Ella Ella tomó el tenedor de su mano y metió el trozo de

pastel en su boca.  Mastica,  se dijo a sí misma. Es solo un mordisco. Mastica, traga,  Mastica,  termina con esto.  esto.  i

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Pero… 

Pero el hombre tenía razón, maldito. Amaba el pastel. Y esto no era simple pastel, era…  éxtasis. Como una voluta de dulce, nube aterciopelada en su lengua, derritiéndose en un rocío de limón que tentaba y deleitaba. Ella no puedo evitarlo. Mientras tragaba, un impotente gemido de placer se elevó en la parte de atrás de su garganta.  — Mmm. Mmm.  — ¿Qué ¿Qué te dije? Haces sonidos de pastel.

Despejando la dulzura de su garganta, ella sacudió la cabeza en protesta.  — ¡Eso ¡Eso no es justo! Eso no es simple pastel, es … Es pecado en un plato.

Quienquiera que lo horneó, sin duda ha negociado con el diablo. Rafe rio entre dientes.  — Lo Lo digo en serio. Nadie podría probar este pastel y fallar en hacer

sonidos de pastel. Tú pruébalo. Ya verás.  — Sin Sin comidas ricas y golosinas para mí. No cuando estoy entrenando.  — Dejó Dejó el trozo a un lado y evaluó los otros — . ¿Cuál es el siguiente?

Oh, no. Él no saldría de esto tan fácilmente. Recogió el pastel de limón y agarró un trozo con el tenedor, determinada a vengarse.  — Prueba Prueba el pastel. Ella se movió más cerca y él dio un paso en retirada. Por fin, ella lo tenía a él a la defensiva. Tendió el tenedor y bajó la voz a un susurro seductor, haciendo su mejor imitación de Eva en el jardín del Edén. Ofreciéndole a Adam no una manzana, sino un trozo de pecaminoso pastel de limón.

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 — Es Es solo un… diminuto… pequeño… trozo de pastel.  — Frunció Frunció los labios en un mohín — . ¿De qué tienes miedo, Rafe?

Sus ojos verdes se bloquearon con los de ella. tenedor la hacia su boca, tratando de escabullir entreElla susempujó labios. Élel agachó cabeza. Cuando ella trató otra vez,eléltrozo giró lejos, riendo.  — Oh, Oh, tú.

Ella arremetió una tercera vez, pero sus reflejos eran demasiado rápidos para ella, como siempre. Él no solo esquivó la cucharada de pastel, sino que atrapó su muñeca, prohibiéndole golpear otra vez.  — ¿De  — . ¿De verdad piensas que puedes asestar un golpe?  — preguntó preguntó él — 

¿A mí? Imposible. Fui el campeón de peso pesado de Inglaterra, cariño.  — Y yo fui el terror de la sala de clase.  — Clio Clio se extendió salvajemente

hacia la mesa con la mano derecha. No consiguió alcanzar un tenedor, así que metió sus dedos desnudos en el pastel más cercano, uno de chocolate, y recogió un puñado — . ¡Come el pastel, maldito! Él esquivó su golpe, entonces la liberó y corrió hacia el otro lado de la mesa. Ambos estaban sin aliento y riendo ahora, enfrentándose desde los lados opuestos del bufet de pastel. Si ella saltaba hacia la derecha, él contraatacaba contraataca ba con un movimiento hacia la izquierda. Él sonrió ante los esfuerzos frustra frustrados dos de ella p por or atraparlo.  — Es Es como te dije. Concéntrate. Anticipa. Reacciona.  — Reacciona Reacciona a esto. — Ella Ella le lanzó su puñado de pastel.

Maldito hombre, se agachó. Entonces se volteó para contemplar los fuegos artificiales salpicados de glaseado en la pared y silbó por lo bajo, entretenido.  — Por Por qué, Señorita Whitmore. No puedo creer que hiciera eso.

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 — Obsérvame Obsérvame hacerlo de nuevo.  — Ella Ella se lanzó por una tarta de almendra. Esta rebotó en el hombro de él y ella dio una aclamación — .

¡Ajá! Primer tanto.  — Es Es todo  — dijo dijo él, llegando hasta un pastel adornado con fresa por

algo de munición propia — . Esto está sucediendo. Ahora es real. Ella se lanzó hacia el lado, pero él era demasiado rápido para ella. Glaseado salpicó su cabello y rostro, como metralla azucarada. Tiempo para recargar. Los ojos de Clio aterrizaron sobre un espeso pastel de ciruela con forma de bomba en el centro de la mesa. Ahora eso eso   sería un excelente proyectil. Sin deshacerse en el aire. Solo había un problema. Rafe también tenía los ojos en este. Su mirada se elevó del pastel de ciruela y se bloqueó con la de ella. Sonrió.  — Es Es mío.

No si yo llego ll ego allí primero. Se lanzaron por este al mismo tiempo. Rafe fue el primero en agarrar el plato, pero Clio metió la mano directo en el centro del pastel. Flexionó los dedos y tiró, como si fuera a levantar el pastel del plato. En cambio, se dobló y gritó de dolor. El plato repiqueteó contra el suelo.

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Capítulo 9

 

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uando Clio se dobló, el corazón de Rafe dio una patada en sus costillas.  — Jesús. Jesús.  — Estampó Estampó lo que quedaba del pastel de ciruela en el suelo y saltó por encima de la mesa — . Clio,

¿qué sucede? ¿Estás herida?

Ella asintió, agarrando su mano derecha.  —Es… es mi mano. mano. Creo que mi dedo… Oh, due duele. le. 

Maldita sea. Maldito él. ¿Qué podría haber habido en ese pastel? ¿Un tenedor? ¿Un cuchillo?  — ¿Te ¿Te cortaste? Déjame ver. No te preocupes. Estoy aquí. Me ocuparé de ti. Me ocuparé de todo.  — Tomó Tomó su mano, arrastrándola hacia él.

Tenía el tiempo suficiente para limpiar las migajas y glaseado y confirmar que su mano estaba libre de sangre o hematomas. Era delicada, preciosa, perfecta. Y suave. Tan intolerablement in tolerablemente e suave.  —No veo ningún…  Zaz. Ella usó su otra mano para llenarle ll enarle el rostro de pastel. Él soportó el chisporroteo, chisporroteo, temporalmente cegado por el mazapán. Su risa sonó tenuemente a través del glaseado en sus oídos. Y mientras limpiaba su rostro, fue atrapado con la guardia baja de nuevo, esta vez por una sensación de admiración. i

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Se necesitaba un oponente agudo para asestarle un golpe en él. Bien hecho, ella.  — Pequeña Pequeña astuta descarada. Ahora estás en problemas.  — Envolvió Envolvió

su brazo alrededor de su cintura, levantándola de sus pies. Su bota atrapó el dobladillo de su vestido y ella le dio un chillido de risa, mientras caían  juntos al suelo. Aterrizaron en un montón. Una de sus piernas cubrió las de ella.  — Yo Yo gano — dijo dijo él.

Ella comenzó a objetar. Su mano todavía recubierta con pastel de fresa. Usando su pulgar, empujó un bocado de este en su boca. Eso fue un error. Sus labiosde y lengua se envolvieron de su pulgar, enviando una sacudida excitación directo a su alrededor polla. Peor aún, ella gimió cuando su pulgar se liberó. La suave vibración se deslizó por su columna, haciéndolo salvaje. Ella le dio de comer el trozo de pastel de ciruela que estaba todavía agarrando, empujándolo en su boca con sus delicadas yemas de los dedos. Él agarró su muñeca y chupó sus dedos para limpiarlos, uno por uno, gimiendo suavemente. El sabor a especias y chocolate y bayas maduras se mezclaron en su lengua.  — Ahí Ahí  — exhaló exhaló ella — . ¿Ves? Yo gano. Tú también haces sonidos de

pastel.

 — Esos Esos no son sonidos por el pastel.

Eran sonidos por Clio. No eran los pasteles lo que ansiaba. Era esto. Esta cercanía. Esta suavidad. Esta dulzura que no venía de azúcar hilada y algodón de azúcar, sino de ella.

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Solo de ella. Cada fragmento de su conciencia le gritaba que recordara su carrera. Pensara en su hermano. Por el amor de Dios, jodidamente apártate de ella. Pero ella era tan preciosa y fresca; y no solo dulce, sino la perfecta suma de tarta. Su pecho tembló con risa y sus pechos bailaron bajo su pecho. Maldición, él no se había reído así con nadie en años. Tal vez nunca lo había hecho. No sabía cómo alejarse. Las mujeres gustaban de él. Nunca había tenido dificultad encontrando compañía femenina. Pero sus amantes querían al canalla y boxeador. Un gran bruto impulsivo para arrojarlas a la cama y bombearlas hasta que gritaran. Como un hombre joven, él había estado más que feliz  — diablos, diablos, extático —   a a obligar. Pero con los años, había llegado a ansiar más en la recámara que un poco de esfuerzo sudoroso. Cosas como ternura. Comprensión. Risas. Momentos como este.  —Rafe… 

La hizo callar, arrastrando el desordenado cabello de su frente.  — Tienes Tienes glaseado en tu frente.  — Oh, Oh, querido. — Ella Ella alcanzó a tocar su sien izquierda — . ¿Aquí?  — No. No. Aquí.  — Él Él lamió la mancha de vainilla del lado derecho de su

frente. Ella tembló, pero no se hizo tímida de él.  — Hay Hay algo aquí también  — mintió. mintió. Pasó su lengua por su pómulo. Era

más deliciosa que cualquier glaseado. Más tentadora que cualquier pastel.

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 — ¿Eso ¿Eso es todo?  — No. No. — Tocó Tocó su lengua en la l a esquina de sus labios.

Y entonces se estaban besando de nuevo y sus labios se abrieron bajo los suyos. Sus fueron Él alrededor de su su cuello y sus piernas se enredaron en brazos sus faldas. rodó sobre exuberante cuerpo, descaradamente. Dejando que sus abundantes curvas acunaran toda su fuerte y dolorida necesidad. Barriendo su lengua entre sus labios. Una y otra vez. Como si al besarla lo suficientemente profundo, pudiera reclamarla como suya. No es tuya, dijo tuya,  dijo una voz en su interior. La ignoró. La besó por su cuello y deslizó un brazo debajo de ella, agarrándola por la cintura y arrastrando su cuerpo apretado contra él. Hasta que la tuvo tan cerca que podía haber sido una parte de él. No lo es. No es tuya. Él levantó su cabeza abruptamente. abruptamente. Los dos estaban respirando duro.  —Yo…   — No No  — dijo dijo ella — . No expliques o hagas excusas. Por favor. Si tengo

que escuchar de nuevo cómo esto es solo me un poco de lujuria impersonal o un ajuste de cuentas de tu adolescencia…  aplastarías aplastarías. .  — No No te diré eso.  — Estaría Estaría mintiendo si lo hiciera. Esto era más

peligroso que la lujuria o la envidia. Rafe rodó a un lado, mirando hacia el techo. No sabía cómo demonios llamar a este sentimiento en su pecho. Pero las etiquetas no importaban. importaba n. No era libre para explorarlo.

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 — Estás. Estás. Comprometida. Con. Mi. Hermano.  — Tal Tal vez si decía las

palabras en voz alta, lo suficientemente lento, podrían hundirse en su conciencia.  — No No tengo que estarlo.  — Ella Ella luchó por una posición sentada — .

Podría no estar comprometida con un trazo de la pluma.  — No No es tan simple. — Se Se sentó también.  — Realmente Realmente lo es.  — Ella Ella se extendió para limpiar un poco de pastel de su rostro — . Emocionalmente, él y yo no tenemos ningún apego. Es solo

una cuestión de legalidades. En el momento que firmes esos papeles de disolución, sería libre. Seríamos Seríamos libres.  libres.  — ¿ ¿Para Para

hacer qué? ¿Algo que inmediatamente lamentarás?  — Apartó Apartó un pedazo de pastel de la pierna de su pantalón.  —¿Por qué me lamen…? — Su Su voz se apagó y frunció el ceño — . Oh,

Dios. Oh, no.

 — ¿Qué ¿Qué es?  — Mi Mi anillo de compromiso.  — Ella Ella mostró su desnuda y pegajosa mano — . Se ha ido.

Él maldijo.  — Tenemos Tenemos que encontrarlo. Vale una fortuna.  — Ella Ella se levantó de la alfombra, mirando arriba y abajo en su búsqueda — . Debe haberse caído

cuando estaba metiendo mi mano en los pasteles. Creo que recuerdo haberlo tenido después del de chocolate. Y el de almendras. Eso significa que se quedó atascado en el…   — Pastel Pastel de ciruela. Qué tiré al suelo cuando gritaste.  — Él Él miró a la esquina lejana — . Por allí.

Juntos, se lanzaron alrededor de la mesa.  — Oh, Oh, caray.

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Bueno. El pastel de ciruela había había estado  estado allí, en el suelo. Ahora parecía que la totalidad de este  — y también el anillo de Clio —   estaban en el interior del estómago de Ellingworth. Al principio, Clio luchó por no reírse. La imagen era tan cómica: el rostro aplanado del feo bulldog viejo, olfateando sobre el plato vacío. Rafe, sin embargo, no parecía encontrarlo divertido.  — Ellingworth, Ellingworth, no.  — Mientras Mientras corría hacia el bulldog, soltó una cadena

de maldiciones, muchas de las cuales Clio nunca había escuchado antes y no podía haber imaginado que existían — . ¿Cómo llegó aquí?  — No No sé. Tal vez se contoneaba y se durmió en la esquina hace horas.  — No. No. No, no, no.  — Se Se acostó en el suelo y presionó su oído al estómago del perro — . Está gorgoteando.  — ¿No ¿No es eso normal?  — No No sé.  — Se Se sentó y arponeó sus manos por su cabello — . Podría

serlo. Nunca lo he escuchado antes.  — Pobre Pobre cosa.  — Ella Ella se arrodilló al otro lado del bulldog — . Pero

probablemente estará bien.  — ¿ ¿Qué Qué deberíamos hacer? ¿Hacerlo vomitar? ¿Darle vuelta y darle

una sacudida? Ella acarició la oreja del perro.  — Creo Creo que no.  — Se Se siente caliente.  — Rafe Rafe golpeó el puño contra la alfombra.

Entonces se puso de pie, se quitó su abrigo y comenzó a agitarlo de arriba a abajo por el pelaje del perro.

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Clio estaba comenzando a sentirse un poco menos tocada por el cuidado protector que Rafe había demostrado hacia ella. Quitándola de caer en la compuerta de rejas, atrapando su paso en falso en la torre …  esos actos habían parecido elegantes en ese momento, pero no era nada comparado con este esfuerzo. Y para ella, el perro ni siquiera parecía estar enfermo. En todo caso, lucía bastante gordo y contento. Si moría ahora, se iría felizmente.  — Es Es solo un pastel de ciruela — dijo dijo ella.  — No. No. No es solo un pastel de ciruela. Es un pastel de ciruela y un

enorme anillo de oro y rubí. Eso era verdad.  — Al Al menos es engaste de cabujón. Sin bordes afilados. Dale un poco

de aceite de hígado de bacalao y debería salir bien.  — Más Más le vale.  — Rafe Rafe solo agitó más fuerte — . ¿Me escuchas, sorda

cosa vieja? Maldito seas, perro. No te me mueras ahora. En respuesta, Ellingworth eructó. Clio trató de no reír.  — Necesitamos Necesitamos un veterinario  — dijo dijo Rafe, lanzando el abrigo a un lado — . Un cirujano apropiado si tienes uno cerca. Si no, un farmacéutico.

Manda a buscar a quienquiera que esté en el vecindario.  — Por Por supuesto.

Buen Dios, ella nunca lo había visto de esta forma. No estaba excesivamente preocupada sobre la salud de Ellingworth, pero estaba comenzando a preocuparse por Rafe.  — Rafe, Rafe, mírame.

Y cuando lo hizo, la intensidad en esos intensos ojos verdad casi la derribaron. a

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 — Estamos Estamos juntos en esto  — dijo dijo ella — . Haremos todo que podamos.

Enviaremos a buscar especialistas a Londres si es necesario. Te lo prometo.  — E Ella lla se extendió y apretó su mano grande en las de ella — . Este perro no va a morir hoy. Doce horas después, tres veterinarios, dos doctores y un farmacéutico más tarde, Clio se sentó en la silla afuera de la habitación dedicada a una enfermería, trabajando trabajando en un poco de bordado junto a la luz de una vela. Era tarde y todos los demás se habían ido a la cama horas atrás. Pero Rafe permanecía encerrado en la habitación con Ellingworth, por lo tanto, Clio aún estaba sentada aquí. Durante el curso del día, había encontrado una hora libre para darse un baño y cambiarse sus ropas manchadas con pastel. Al menos el caos del accidente de Ellingworth la había salvado de hacer explicaciones para eso. Todo lo que había necesitado hacer fue levantar las manos y decir: “El perro” y todos habían parecido satisfechos satisfechos..

Por fin, la puerta se abrió.  — ¿Aún ¿Aún estás aquí?

Clio metió su bordado en la gaveta de una mesa cercana y se puso de pie. Rafe lucía tan solemne. A diferencia de Clio, él no se había cambiado, aparte de quitarse el abrigo, chaleco y pañuelo del cuello, luego enrollarse sus mangas hasta el codo. Su cabello se paraba en ángulos salvajes. Ella comenzó a temer lo peor.  — ¿Bueno? ¿Bueno? — dijo dijo ella al grano.  — Dicen Dicen que vivirá.  — Oh. Oh.  — Ella Ella liberó el aliento que había estado conteniendo — . Eso es

bueno de escuchar. Estoy tan aliviada. Tú también debes estarlo. a

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 — Parece Parece estar durmiendo profundamente ahora. El veterinario se quedará con él, así que iré a acostarme.  — Él Él giró la cabeza en ambas direcciones, entonces también echó un vistazo hacia arriba — . ¿Por dónde

está mi dormitorio, de nuevo? Ella levantó la vela de la l a mesa.  — Te Te acompañaré hasta allí.

Él enganchó su abrigo en un dedo y lo arrojó su hombro. Anduvieron sin prisa por el pasillo, uno al lado del otro.  — Las Las buenas noticias son que le han dado una dosis de algún purgante. El anillo debería  — Él Él se aclaró la garganta — , aparecer dentro

de unos pocos días. Clio se encogió de hombros.  — Nunca Nunca pondré ese anillo en mi dedo otra o tra vez.  — S Sí,í, lo harás. Acabo de decirte, el veterinario dice que solo tomará

unos pocos días. Esas son buenas noticias. Lo tendrás de vuelta antes de que Piers regrese. Ella se volteó y pestañeó hacia él.  — Sea Sea como sea, Rafe. Nunca pondré ese anillo en mi dedo otra vez.  — Lo Lo lavaremos. lavaremos.    — No No por donde ha estado  — dijo dijo ella — . Bueno, en parte por donde

ha estado, pero sobre todo, porque no me casaré con Piers. Él suspiró.  — Esto Esto nunca habría sucedido si solo hubieses probado los pasteles.  — Nunca Nunca hubiese sucedido si hubieses respetado mis deseos y firmado los papeles de disolución días atrás.  — Clio Clio tomó un momento para calmarse — . Pero no discutamos ahora. Lo importante es que el perro está 3

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 — S Sí.í.

Subieron un tramo de escaleras. Cuando alcanzaron la cima, Rafe le habló nuevamente, más suavemente. Como si hubiese dejado su impaciencia y resentimientos resentimientos en el final de la escalera.  — Debería Debería agradecerte agradecerte por vigilar conmigo. De nuevo.  — ¿De ¿De nuevo?  — Nunca Nunca te dije lo que significó. Nunca te agradecí correctament correctamente e en

absoluto, y eso es mi culpa. Cuando el marqués murió, fuiste de verdadera ayuda.  — No No hice nada, en realidad.  — Estuviste Estuviste allí. Hiciste los arreglos para el funeral y respondiste las llamadas. Trajiste esa pequeña canasta de… galletas o algo.    — P Panecillos. anecillos. Eran panecillos. Tu padre murió y llevé panecillos.  — Ella Ella cerró los ojos y se pellizcó el puente de la nariz — . Yo  soy  soy   un panecillo.

Cálida, blanda y lo suficientemente linda, pero nada sobre lo que emocionarse.  — N Nada ada sobre lo que emocionarse. Correcto. Esa eres tú, Clio. Hazme un favor, ¿lo harías? Dile eso a mi… 

Su pulso tartamudeó tartamudeó.. Ella podía imaginar demasiado demasiadoss finales para esa oración, algunos de ellos lascivos y otros desgarradores.  — ¿A ¿A tu qué?  — Nada. Nada. No importa.

 Maldito.  — Solo Solo estoy contenta de que Ellingworth estará bien al final  — dijo dijo ella — . No me di cuenta cuánto te preocupabas por el pobre sordo y viejo.  — No No lo hago, realmente. Es solo que… no es mío. Es el perro de Piers. 4

No puedo dejar que algo salga mal bajo mi cuidado. No he tenido otra a

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opción más que tomar las responsabilidades de marqués en su ausencia. Pero cuando mi hermano venga a casa, tengo la intención de entregar todo en la misma condición que lo recibí. Entonces he terminado. Clio se detuvo en el centro del pasillo. Presionó una mano contra su corazón.  — Oh Oh mi Dios.

Rafe se detuvo también.  — ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué pasa?  — Yo Yo soy el perro.  — ¿Qué? ¿Qué?  — Eso Eso es. — Ella Ella se volteó hacia él —   — . Soy el perro. Por eso te has metido

en todos estos problemas. Es porqué estás tan empeñado en mantenerme comprometida. En tu mente, soy el perro. Pertenezco a Piers y no estás demasiado unido a mí, pero no quieres que algo salga mal bajo tu cuidado. Necesitas Necesitas entregarme en la condición que me recibiste. recibiste. Él abrió la boca para responder, luego vaciló, aparentemente quedándose sin palabras. Clio no necesitaba ninguna palabra. Ese momento de vacilación le dijo todo lo que necesitaba saber. Lo había vinculado completament completamente e bien. Ella era el perro. Caminó enojada, sin preocuparse si lo dejaba solo en la oscuridad. Era bienvenido a deambular esos pasillos toda la noche. Él la alcanzó, dándole la vuelta por el brazo.  — Clio, Clio, espera.

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Ella apretó su mano libre en un puño. Cómo despreciaba esas palabras. Eran el total de su vida, esas dos palabras: Clio, espera.  espera.   — Estás Estás malentendiéndome — dijo dijo él.  — No No pienso que esté malentendiendo nada.  — Tú Tú no eres el perro.  — B Bien ien podría serlo. Soy una fiel cosa pequeña babeando que quieres

mantener viva, así Piers puede venir a casa y darme una palmadita en la cabeza. Quizás, lanzarme una galleta. Ella comenzó a gruñir de frustración, pero se contuvo. Considerando las circunstancias. circunstancias.  — Clio, Clio, Clio. Eres mucho… muchísimo más.  — Muchísimo Muchísimo más que un perro. Un cumplido fuerte. Gracias.  — ¿Dejarás ¿Dejarás de seguir con lo del perro?  — Él Él se cubrió los ojos con una mano — . Es tarde y no estoy diciendo las cosas bien. Pero si de algún modo

te has formado la impresión de que no te veo como una hermosa mujer inteligente y notable, necesitamos aclarar eso de inmedia…  Ella se rio a carcajadas.  — Por Por favor. Solo detente. Ambos sabemos que tu hermano podría

haber tenido docenas de damas más elegantes, más dotadas. Y en cuanto a ti… bueno, de verdad las verdad las has tenido.  — Mi Mi pasado es irrelevante. Sí, tal vez Piers pudo haberse casado con

una dama más elegante y más dotada. Pero nunca podrá encontrar a una mejor. No lo sabes, Clio. La gente tira las l as palabras “fiel” y “bondadoso”  como si fueran cualidades comunes. Pero no lo son. Son tan raras. Un hombre podría buscar en el mundo y no encontrar a otra tú. Ella sacudió su cabeza, negándose a verlo a los l os ojos.

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 — Y Ya a no puedo escuchar esto. Eres increíblemente egoísta. No me

admiras. Me casarías con un hombre al que no amo y que no me ama, solo para satisfacer tu propia conveniencia.  — ¿Mi ¿Mi conveniencia? conveniencia?  

Él retrocedió y dio un vistazo al pasillo en ambas direcciones antes de guiarla dentro de su recámara y cerrar la puerta tras ellos. Luego quitó el candelero de su mano, lo colocó en una angosta mesada y reforzó sus manos en sus hombros, manteniénd manteniéndola ola quieta. Su voz descendió a un susurro brutal.  — ¿ ¿Piensas Piensas que esto es conveniente para mí? ¿Planear tu boda con

otro hombre, luego prepararme para alejarme para siempre? ¿Piensas que no seré torturado, pensando en ti en todos los años y décadas por venir? ¿Imaginándote cargando a sus hijos, albergando sus fiestas, compartiendo esos incontables pequeños momentos de felicidad que las parejas nunca piensan en catalogar, pero el resto de nosotros notamos y envidiamos? Santo cielo. ¿Qué estaba diciendo?  — No No va a ser conveniente para mí — dijo dijo él —   — . Va a ser un infierno.  — Pero Pero si te sientes de ese modo, ¿entonces por qué …?   —Soy el Devil’s Own, ¿recuerdas? He ganado mi propio lugar en el infierno. Te mereces algo mejor.  — Sus Sus manos calmaron de arriba abajo sus brazos — . Deberías tener lo mejor. No solo las mejores flores, el mejor pastel, el mejor vestido, la mejor boda… sino la mejor vida posible, con el mejor

hombre posible. Te mereces todas esas cosas. Y solo por la manera en que te estoy tocando ahora, merezco m erezco enfrentar una pistola al amanecer. Ella sacudió su cabeza. ¿Quién era esta perfecta y virtuosa mujer que él estaba describiendo? Ciertamente, no Clio. Cada vez que él la había besado, ella le había correspondido. Y había pasado horas soñando este momento. Estar a solas con él, de noche. En su recámara. Con sus grandes y capaces manos por todo su cuerpo.

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Quizás él no entendía eso. Bueno, no había mejor momento para hacérselo saber. Ella avanzó hacia él, ubicando sus manos contra la ancha extensión de su pecho. Él contuvo la l a respiración.  — ¿Qué ¿Qué estás haciendo?  — Tocándote. Tocándote. — Ella Ella acarició con sus palmas el suave lino de su camisa

y la dura y tallada maravi maravilla lla de su torso debajo.  — Clio Clio… — Su Su voz era entrecortada — . No puedo hacer esto.  — No No lo vas a hacer. No vas a hacer nada. Esta vez, yo haré todo.  — Por Por el amor de Dios, ¿por qué?  — Porque Porque esto es algo que he querido por un largo tiempo.

Ella estrechó sus brazos a su alrededor, ubicando sus manos en su espalda y se acercó hasta que su mejilla quedó contra sus latidos galopantes. Y luego lo abrazó.  — Relájate, Relájate, Rafe. Es solo un abrazo.  — Ella Ella se arrimó a su pechera, acomodándose — . ¿Cuándo fue la última vez que tuviste uno apropiado?  — Yo Yo… — Él Él exhaló desde algún lugar profundo en su pecho — . Ni

siquiera puedo recordar. Tampoco Clio. Ella había nacido en una familia amorosa, pero era la familia incorrecta para abrazos. Daphne daba abrazos superficiales: abrazo flojo, unos golpecitos enérgicos en la espalda y listo. A Phoebe no le gustaba ser abrazada para nada. Pero había algunas cosas que Clio amaba más en su vida que un cariñoso abrazo. Era buena en ellas también. Pasó sus palmas de arriba abajo por su espalda, persuadie persuadiendo ndo la tensión de sus músculos.

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 — Podrías Podrías devolverme el abrazo — dijo. dijo.

Al final, él se rindió, envolviendo sus fuertes brazos alrededor de su cintura y reposando su barbilla en su cabeza. Su pulgar trazó reconfortantes círculos en su espalda y la balanceó gentilmente de aquí para allá. Oh, cielo santo. Él era excelente dando abrazos. Un verdadero campeón. Nunca quería soltarlo.  — Lamento Lamento lo de antes  — susurró susurró ella — . Trabajaste duro para traer

todas esas cosas encantadoras de Londres. Y lo l o arruiné.  — No No lo arruinaste.  — LLuego uego. Ha toda esadíaagitación con el perro. Sé que estabas preocupado preocupado. sido un largo y difícil.

Ha sido un año largo y difícil para él. Había perdido a su padre y su campeonato, campeonat o, ambos en el espacio de una semana. Podía fingir todo lo que quisiera que no estaba haciendo luto. Clio lo sabía. Recordaba la manera en que él había lucido cuando llamó a la Casa Granville poco después de la muerte del marqués. Su rostro había lucido las marcas de una brutal golpiza, pero sus ojos mostraban que su verdadero dolor estaba muy dentro. Ella deseaba haber tenido el coraje de abrazarlo entonces. Esta noche, estaba compensando su error.  — ¿Por ¿Por qué pensarías que no mereces ser feliz, Rafe?

Él hizo una pausa antes de contestar.  — N No o estaría en ti entenderlo. Soy malo siendo bueno y solo bueno

siendo malo. No sabes quién soy, lo que he hecho. No sabes ni la mitad.

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 — Quizás Quizás no. Pero sé lo que te mereces por tus acciones hoy.  — E Estirándose stirándose sobre los dedos de sus pies, presionó sus labios en su mejilla — .

Eso es por la música. Inclinando su cabeza, ella besó la parte inferior de su mandíbula, donde su pulso latía fuerte y rápido. La barba de un día raspando su piel.  — Eso Eso es por las flores.  — Detente. Detente.  — Esto Esto es por el pastel.

Presionó sus labios en la marca de la base de su cuello. Luego sostuvo el beso por largos instantes, respirando su perfume y calor. Un gruñido torturado creció en su pecho. Probablemente, lo decía como una advertencia, pero Clio estaba incentivada por el sonido. Amaba saber que tenía este efecto en él. Este era Rafe Brandon, uno de los hombres más feroces, fuertes y aterradores de Inglaterra. Y ella, la señorita Clio Whitmore, lo tenía de rodillas. Cuando levantó su cabeza, lo encontró observándola. Sus ojos estaban borrosos con deseo.  — Necesitas Necesitas irte de esta habitación. Ahora mismo.

Clio no intentó discutir con él. Pero tampoco se movió para irse. Sentía la batalla pasando dentro de él: él : el deseo y la l a simple necesidad de proximidad, en guerra con su ambición y lealtad. Era una verdadera lucha y como espectadora, ella estaba sin aliento. Cautivada. Tensa en anticipación, anticipac ión, esperando a ver cuál lado ganaría. Sus manos reposaron en la parte baja de su espalda. Y luego… lentamente… ella sintió sus dedos frunciendo el material de su vestido, cerrándolos en puños. Flexionó sus brazos y la acercó, a

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arrastrando sus zapatos del suelo. Sus pechos colisionaron contra el sólido muro de su pecho y una cresta de puro calor masculino pulsó contra su vientre. Su respiración era irregular. Sus labios, tan cerca de los suyos. Sí. Dios, sí. Así era como se sentía querer y ser querida. Y ahora que había conocido la sensación, él no podía esperar que se conformara con nada menos. Ella no quería un matrimonio que fuera monótono y educado. Lo quería salvaje. Lo quería incorrecto. Lo quería a él. Alcanzó un puñado de su camisa, prohibiéndole dejarla ir.  — Rafe. Rafe.

La puerta de la recámara se abrió.  — Hola. Hola.

Rafe, por mérito propio, solo la sostuvo más firme.  — ¿Quién ¿Quién está ahí? Preséntese. Preséntese.

Oh, no. Sir Teddy Cambourne se paró en la entrada. Y no se veía contento.

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Capítulo10

 

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leluya. Esa fue la primera reacción instintiva de Rafe cuando la puerta se abrió para revelar el severo semblante de Sir Teddy Cambourne.

Excelente. Perfecto. Gracias a Dios. La lucha había terminado. El anzuelo se había levantado. Había sido atrapado con sus puños retorcidos en la parte posterior del vestido de Clio,  jalando apretadamente apretadamente a la futu futura ra esposa de su hermano contra la rudeza de su miembro endurecido… y eso era todo.  Ahora tendría que ser llamado por el villano que era. Podía renunciar a toda la farsa del planeamiento de boda. Le permitiría a Sir Teddy darle un tiro a las primeras nieblas del amanecer… y si resultaba  muerto, mutilado o simplemente desgraciado, se escabulliría. Desaparecería de la felicidad futura de Clio y Piers, para siempre. Bien.. Bien Pero Cambourne no parecía haber leído el guión. No gritaba o rabiaba, no lo denunciaba como un villano o un canalla. No le exigió a Rafe soltar a su cuñada y nombrar a su segundo para un duelo. Simplemente se quedó allí, vestido solo con su camisa de dormir y una expresión en blanco, sosteniendo un par de arpilleras negras en sus manos. Le tendió las botas a Rafe.  — Tome Tome estas.

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Rafe solo se quedó mirando al hombre. ¿Era esto alguna parte del código de duelo que nunca había aprendido? Pensaba que la bofetada de un guante era la forma habitual de retar a un hombre, pero tal vez había una nueva moda: entregarle botas. Entonces, desde el pasillo, oyó a Daphne llamando:  — ¿Teddy? ¿Teddy? Teddy, ¿adónde has ido ahora?

El hombre ni siquiera se volvió al oír el sonido de la voz de su esposa. Solo presionó las botas hacia Rafe nuevo.  — Necesitan Necesitan ser pulidas para mañana por la mañana. Mami me

llevará a ver una colección.  — Solo Solo tómalas  — susurró susurró Clio — . Está caminando dormido. Lo hace a

veces. Rafe tomó las botas. Clio puso las manos sobre los hombros de Teddy y le dio la vuelta hacia la puerta.  — Justo Justo allí. Listo. Puedes volver a la cama.  — Espero Espero que tengan tigres. Mami dice que habrá tigres.  — Ahora, Ahora, bien. ¿No será eso muy bueno?

Se arrastró torpemente hacia la puerta.  — Los Los tigres son rayados. Dicen grrrrrowr.

Rafe reprimió una risa. Por el pasillo, los gritos de Daphne estaban creciendo cada vez más frenéticos.  — ¡Teddy! ¡Teddy! Teddy, ¿dónde estás?

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 — ¡Está ¡Está aquí! — gritó gritó Clio — . Está bien. — A Rafe, le susurró — : No le digas

a mi hermana acerca de la colección de animales salvajes. Estará lo suficientemente suficientement e incómoda con esto. Se reunieron con Daphne en el pasillo.  — Oh, Oh, gracias a Dios.  — Le Le echó los brazos alrededor del cuello a su

marido y lo besó en la mejilla. Cambourne no pareció darse cuenta. Phoebe había salido de su habitación también, envuelta en una bata y sosteniendo un libro en una mano.  — N No o es de extrañar. Deberíamos haberlo esperado. Está en un lugar

nuevo. Clio asintió.  — Pero Pero debemos encontrar alguna manera de mantenerlo en su habitación. Tan grande y extenso como es este castillo, podría ser peligroso para él vagar por ahí.  — Giré Giré la llave en la puerta, pero la dejé en la cerradura  — dijo dijo Daphne — . He aprendido mi lección. Después de esta noche, la llave

duerme debajo de la almohada. O tal vez alrededor al rededor de mi cuello. Rafe resistió la tentación de sugerir ponerle al buen Sir Teddy una bola y una cadena.  — Instalaré Instalaré a un criado en el pasillo, por si acaso — dijo dijo Clio.  — Gracias. Gracias.  — Daphne Daphne se volvió hacia Rafe — . Lo siento mucho. No ha

hecho esto en mucho tiempo.  — No No hay necesidad de disculparse — dijo dijo Rafe.

Por el contrario, debería estar agradeciéndole al hombre. A pesar de los tigres a rayas, Cambourne había tironeado por sí solo a Clio del borde de la ruina. a

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Rafe pasó una mano por su cabello. ¿Qué demonios estaba mal con él? Las razones por las que debería dejar sola a Clio estaban apiladas tan alto, que necesitaría a Phoebe para contarlas. Sin embargo, no podía mantener sus manos — o labios —   —  fuera  fuera de ella. Un mejor hombre lo habría conseguido. Pero un hombre mejor no habría estado tan desesperado por su toque.  — ¿Puedo ¿Puedo ayudarle de alguna manera? — preguntó preguntó Rafe.  — No, No, no. Estaremos bien ahora.  — Daphne Daphne condujo a su marido de vuelta hacia su dormitorio — . Vamos, querido. De vuelta a la l a cama.

Phoebe bostezó y también volvió a su habitación.  — ¿Qué ¿Qué debería hacer con estas?  — Rafe Rafe seguía sosteniendo las botas en sus manos.  — Veré Veré que se las den a su ayudante de recámara.  — Clio Clio las tomó — .

Y no necesitas preocuparte de que nos viera. Nunca se acuerda de nada de estos episodios en la mañana.  — ¿Ha ¿Ha visto médicos?

Ella asintió.  — No No hay nada que hacer, además de dosificarlo con opiáceos todas

las noches. Enen ese caso, la cura que la enfermedad. Realmente ha mejorado el último año. Erasería máspeor grave al inicio del matrimonio .  — Debe Debe ser difícil para tu hermana.  — S Sí.í.  — Su Su mirada se inclinó hacia un lado — . Sin embargo, por extraño

que parezca, le envidio esa dificultad.  — ¿Por ¿Por qué?  — Porque Porque demuestra que el suyo es un verdadero matrimonio. Esto es

lo que has estado fallando en ver todo este tiempo, Rafe. Una boda es 5

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más que la organización del evento perfecto o tener todo lo que es mejor. Se trata de dos personas prometiendo estar al lado de la otra a través de todo lo que es peor. Es compromiso y amor incondicional.  — No No es así como funciona el matrimonio en la mayoría de las casas

de la ciudad de Mayfair. Y dudo que Piers esté esperando eso, de todas formas. Todos sabemos que en este nivel de la sociedad, el amor es un lujo. l ujo. El matrimonio es un contrato. Estuviste de acuerdo con tu parte.  — Eso Eso no es justo.

Sabía que era injusto. Ella había sido demasiado joven y educada para creer que no tenía otra opción. Luego, Piers la había dejado colgando durante años. Y Rafe era difícilmente quién para hablar de obligación social cuando se había alejado de todo.  — Habl contratos… Llegaste Hdías, ablando   ayun acuerdo conmigo, en dos estaráde listo. Me diste tu palabra espero que la respetes.Rafe. Y

Le dio la espalda y se alejó y no había nada que se le ocurriera decir. Una puerta se abrió y la cabeza de Bruiser apareció en el pasillo, monóculo y todo.  — Yo Yo digo. Hay una cierta conmoción, ¿no lo crees8?  — P Puedes uedes dejar de actuar, Montague. Cambourne estaba caminando

dormido. Ya se terminó. Bruiser chasqueó los dedos.  — Maldita Maldita sea. Había estado esperando para mostrarme en estos.

Entró en el pasillo, vistiendo una bata oriental de seda estampada y un gorro de noche con un pico que caía todo el camino hasta sus rodillas. Una borla dorada colgaba de la punta.



¿No lo crees?:  En el original “what -what?”, expresión utilizada por los esnobs de la

época, como especie de muletilla. 5

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 — Los Los conseguí en el mismo lugar que encontré mi monóculo. — Bruiser Bruiser tiró de la estrecha faja de flecos — . Había estado esperando a que algo

saltara en la noche, así podría precipitarme en el pasillo y lucir de clase alta.  — Entonces, Entonces, ¿por qué no lo hiciste?  — Me Me tomó mucho tiempo ponerme las cosas. No puedo dormir si no

estoy desnudo como un recién nacido. Rafe se rascó la cabeza, como si pudiera lavar la imagen de su   cerebro.  — No No necesitaba saber eso.  — Está Está bien, enójate. Sigue enojado. Puedo verlo regresando.  — Bruiser Bruiser le dio una palmada en el hombro — . Esa hambre, esa envidia, esa

desesperación de probarse a ti mismo… Está en tus ojos. Seremos campeones de nuevo en poco tiempo. Solo asegúrate de guardarlo para el ring.   — Sería Sería capaz de centrarme en mi trabajo si estuvieras haciendo mejor lo tuyo.  — Rafe Rafe sacudió la borla estúpida en el estúpido gorro de dormir  — .

¿No lo crees?  — Oh, Oh, sí. Sobre eso. No tuve la oportunidad de decirte antes. Estabas

con los médicos y el perro. Pero mañana es el día en que la ganaremos.  — Lo Lo dudo.

Si los esfuerzos de hoy no la impresionaron, se estaba quedando sin ideas. Clio quería compromiso y amor y alguien que prometiera estar a su lado siempre. Rafe sabía que merecía todo eso y más. Cuando la había sostenido en sus brazos, había querido prometerle cualquier cosa. Pero no podía firmar esos papeles. Simplemente no podía. 5

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 — D Dos os palabras, Rafe. Seda italiana. Encaje belga. Modistas francesas. Perlas pequeñas, brillantes, volantes…   — No No soy un matemático, pero estoy bastante seguro de que esas

eran más de dos palabras.  — Los Los vestidos vestidos.. — Bruiser Bruiser le dio un golpe en el brazo — . Ahí están tus dos

palabras. Los vestidos. Han llegado. Y son magníficos.  — No No sé si esos vestidos serán suficientes. La señorita Whitmore es una

dama de medios. Se ha puesto su cuota de vestidos bonitos.  — No No como estos. Te lo digo, no será capaz de resistir. Caramba, estoy

tentado a usarlos yo mismo. Rafe abrió la puerta de su habitación.  — En En caso de que necesite ser dicho: No.  — No No lo haré. De nuevo.  — Levantó Levantó las manos —   — . Bromeando,

bromeando. Al día siguiente, Clio se despertó temprano. Tal vez sería más exacto decir que apenas durmió. Sabía que Rafe también estaría despierto temprano. Siempre lo estaba. No sabía cómo enfrentarse a él, por lo que tomó el camino del cobarde. Se lavó y se vistió, tomó el desayuno en su habitación, a continuación garabateó unas líneas a un amigo en Herefordshire y selló el sobre, solo para tener una excusa para caminar al pueblo. En el último momento, Phoebe se unió a ella.  — Iré Iré contigo. Necesito comprar cordel.  — Por Por supuesto.

Clio sabía que su hermana tenía un baúl lleno de cordel arriba, pero se ponía nerviosa si pasaba más de unos pocos días sin adquirir más. En 5

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algún lugar de Yorkshire, había una fábrica de cordel que prosperaba solo con la costumbre de Phoebe. No habían llegado al final del camino del castillo antes de que Phoebe preguntara:  — Entonces, Entonces, ¿qué pasó anoche?  — Ya Ya lo sabes. Teddy se fue caminando mientras dormía y causó una

conmoción. Ha pasado antes y es seguro que vuelva a suceder.  — Sé Sé todo eso. Me estaba pregunta preguntando ndo lo que ocurrió antes de eso.  — ¿Qué ¿Qué quieres decir?  — Te Te vi saliendo de la habitación de Lord Rafe.

Caray. Clio había temido que pudiera haber sido el caso y aquí estaba la confirmación. Hizo todo lo posible para mantener la calma.  — S Sí,í, lo hice. Nos habíamos quedado hasta tarde con el perro, para

estar seguros de que no sufría ningún efecto negativo por la torta. Luego nos pusimos a hablar.  — Ya Ya veo.  — Teníamos Teníamos asuntos importantes que discutir  — continuó continuó — . Pero los

otros podrían formarse una impresión equivocada si lo supieran, así que por favor mantén esto entre nosotras. Y por favor, no pidas más explicacione explicaciones. s. Su hermana se encogió de hombros.  — Muy Muy bien. No le diré a nadie. Aunque no entiendo por qué alguno

de los otros deba preocuparse de que ustedes dos hablen. No, Phoebe no lo entendería. 5

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A pesar de su inteligencia, Phoebe era ciega a las sutilezas humanas. Tomaba la palabra de cada persona, como si no pudiera concebir una razón por la que alguien se molestaría en tergiversa tergiversar. r. Clio estaba aterrada de lo l o que sucedería cuando llegara el momento de presentar a su hermana más joven en sociedad. Podría retrasarlo unos cuantos años… pero eran nietas de un conde. Con el tiempo, Phoebe debería ser presentada. Y a menos que Clio la protegiera, los dragones de la alta sociedad devorarían sociedad devorarían viva a la pobre. Pero por esta mañana, todavía no tenía que pensar en ello. El día estaba bien. Por fin, la lluvia había cesado. Sí, el suelo bajo los pies estaba fangoso, pero el sol estaba subiendo de manera constante en el cielo. Clio echó hacia atrás la capucha de su capa para tomar la calidez del sol. Amaba esta porción de tierra de Kent. Era adecuado para ella. No había ningún pico o valle dramático. Solo los campos delimitados por cercas de piedra y setos, con los ocasionales pequeños bosques bien cuidados. Desde las torres del Castillo Twill, lucía como un edredón con docenas de piezas de tonos de verde. Acogedor. Cómodo. Seguro. Llevó a su hermana hacia una estrecha pasarela de dos tablones para cruzar un riachuelo que la lluvia había aumentado. Lo cruzaron, una a la vez, manteniendo sus brazos extendidos a ambos lados para mantener el equilibrio.  — Con Con el tiempo, debería reemplazar esto por un puente adecuado  — dijo dijo Clio — . Pero me gusta más el encanto de este.

El último tramo lo hizo de un salto y extendió una mano para ayudar a Phoebe a pasar. Clio mantuvo esa mano entre las suyas mientras caminaban por un sendero entre un campo de cebada por un lado l ado y tréboles por el otro. 6

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 — ¿Qué ¿Qué opinas del lugar?  — Me Me gusta, así como me gusta cualquier lugar.  — ¿Te ¿Te gustaría vivir en el Castillo Twill?  — ¿Permanentemente? ¿Permanentemente?  — Phoebe Phoebe frunció el ceño — . ¿Por qué iba a

hacer eso?  — Porque Porque te invitaría.  — ¿No ¿No querrá Lord Granville mudarse a Oakhaven?  — Tal Tal vez pueda convencerlo de quedarse aquí. Está más cerca de

Londres. Su hermana sacudió la cabeza.  — S Serás erás una recién casada. A él no le gustaría tenerme metida en el medio.  — ¿Qué ¿Qué te hace pensar eso?  — Porque Porque Teddy y Daphne están recién casados y ellos no me quieren

en el medio. Daphne me lo dijo. Aparte de las cenas, no estoy autorizada a molestarlos a menos que la casa se esté prendiendo fuego. Clio le dio a la mano de Phoebe un apretón, pero sabía que su hermana prefería ser tranquilizada con hechos.  — Siempre Siempre te querré metida en el medio — dijo dijo — . Y en cuanto a Piers… 

bueno, es un hombre poderoso, pero incluso él no puede decidir quién se queda en el castillo. El Castillo Twill es mío.

 — Solo Solo hasta que te cases  — señaló señaló Phoebe — . Luego el castillo se

convierte en suyo.  — Tal Tal vez no me case con él.

Su hermana se detuvo en medio del camino y Clio también lo hizo. Las palabras apenas habían salido de ella. No las había planeado. Pero ahora 6

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averiguaría cómo su familia  — por por lo menos uno de sus miembros — , reaccionaría. Phoebe se quedó mirando fijamente en la distancia.  — ¿Y ¿Y bien?  — iincitó ncitó Clio. Su corazón latía en su pecho y una abeja zumbó cerca.

Su hermana levantó una mano para protegerse la frente.  — ¿Ese ¿Ese es Lord Rafe? Allí, junto a la valla.

Clio se sacudió, sorprendida por el repentino cambio de tema. ¿Phoebe siquiera había oído su confesión? Era imposible saberlo con su hermana más joven. A veces no haría ningún comentario acerca de algo, luego lo remarcaría un día o una semana más tarde. Clio se asomó en la l a misma dirección.  — Esa Esa es la hacienda del Sr. Kimball. Al otro lado del campo de trébol, un grupo de trabajadores estaban apilando rocas planas para reparar un borde de piedra del campo. Excepto que uno de los obreros era casi el doble del tamaño del resto. Cuando se volvió hacia un lado, pudo reconocer su perfil a través del campo, pero para entonces, su pulso ya estaba golpeando. Su cuerpo conocía el suyo.  — Ese Ese es Lord Rafe — dijo dijo — . Sí.

Él las vio y levantó una mano.  — ¿Qué ¿Qué demonios está haciendo?  — Pareciera Pareciera que reparando una cerca.  — Phoebe Phoebe tiró de ella por el brazo — . Ven entonces. Debemos darle la bienvenida ya que nos saludó.  — No No saludó.  — Sí, Sí, lo hizo. 6

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 — LLevantó evantó una mano. No la movió de un lado a otro. Eso no es

saludar. No obstante, ya estaban a medio camino del borde de piedras y comprometidas. A medida que se acercaban, Rafe deslizó de nuevo sus brazos por las mangas de su chaqueta, y se pasó las manos por el cabello. Al instante lució maravilloso.  — Debería Debería haberme puesto un vestido diferente — murmuró murmuró Clio.  — ¿Por ¿Por qué? — preguntó preguntó Phoebe.  — Por Por ninguna razón.

Y realmente no había ninguna razón. No importaba cómo se viera. Lo que fuera que hubiera entre ellos… no llegaría a nada. No podía podía llegar  llegar a nada. Y en algún nivel, disfrutar de la atracción tenía que estar mal. Hasta que firmara esos papeles, ella estaba todavía  — en en papel, si no en su mente o corazón — , comprometida con Piers. Pero había estado esperando tanto tiempo por sentir el más mínimo atisbo de esta euforia. ¿Quién podría decir cuándo se sentiría de esta manera otra vez? Rafe se despidió de los obreros y comenzó a caminar hacia ellas. Se encontraron en el centro del campo, hasta las rodillas en los l os tréboles.  — ¿Está ¿Está ayudando a reparar una valla? — preguntó preguntó Phoebe.  — He He estado trabajando por un par de horas.  — Miró Miró por encima del hombro — . Creo que en su mayoría está terminado.  — Eso Eso es muy bueno de tu parte  — dijo dijo Clio — . Estoy segura de que el

Sr. Kimball aprecia la ayuda. Él se encogió de hombros modestamente.  — Estoy Estoy entrenando. Necesito el esfuerzo. 6

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Oh, y siempre lucía bien en él. Su piel estaba bronceada por el sol y llevaba ese aura de esfuerzo como una piel de oro, irradiando salud y poder. Ella se perdió en el deslumbra deslumbramiento miento por un momento o d dos. os.  — Vamos Vamos al pueblo — dijo dijo Phoebe — . Voy a comprar cuerda.  — Tengo Tengo una carta para mandar — añadió añadió Clio sin convicción.  — Me Me uniré a ustedes, si me lo l o permiten.

Así que entraron al pueblo. Clio mandó su carta. Phoebe compró su cuerda. Rafe estaba hambriento por el trabajo de su mañana y sugirió que almorzaran almorzara n en la taberna. Era un establecimiento sencillo, sin pretensiones. Alrededor de una docena de mesas, un pequeño bar. Las opciones para la comida del día  — las las dos de ellas —   estaban escritas con tiza en una pizarra. La taberna estaba llena de clientes y cuando entraron, todos en el lugar se volvieron a mirar boquiabiertos. boquiabiertos. Clio asintió y sonrió, notando algunos algun os rostros familiares. Había Había hecho su mejor esfuerzo en visitar las casas de sus inquilinos y familiarizarse con los comerciantes comerciant es locales. Pero no era su apariencia lo que había llamado su fascinación, era la de Rafe. Su reputación lo precedía, pasando a través de la habitación y dejando una buena estela. A medida que se movían a través del bar, ella podía oír los l os susurros.  — Ese Ese es Rafe Brandon, ¿verdad?  — E Ell Devil’s Own. Había oído que estaba aquí de vacaciones.   — LLo o vi pelear una vez, sabes. En Brighton. Hizo una exhibición para el

regimiento justo antes de que nos enviaran a la l a península. Si Rafe oyó los rumores, no lo reconoció. Guió a Clio y Phoebe a la última mesa libre en la taberna, una escondida en una esquina detrás de un grupo de hombres jugando a las cartas. Cuando la chica de la taberna 6

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llegó, ordenó el pastel de carne para las damas y un almuerzo de labrador, a base de queso, jamón y pan con mantequilla para sí mismo. Mientras esperaban su comida, Phoebe sacó un trozo de cuerda, la cortó con los dientes, anudó los extremos y comenzó a tejer figuras.  — H He e estado trabajando en algo nuevo, pero no puedo hacerlo bien.  — S Sacudió acudió su cabeza con frustración. Luego aflojó la cuerda y empezó de nuevo — . Tal vez esto a través de ese bucle… All í. Lord Rafe, ¿ve esa parte

de la cuerda en el medio? La tercera de abajo. Agárrela con fuerza, por favor. Hizo lo que le pidió Phoebe y ella sacó las manos hacia abajo, ensanchando sus dedos para revelar una red de cadena en la forma de un castillo. El trozo de cuerda que Rafe había agarrado se había convertido en una torre que se elevaba en el centro y había torretas en cada lado.  — Oh, Oh, bien hecho. — Clio Clio aplaudió.

Rafe silbó en apreciac apreciación. ión.  — Esa Esa es la mejor hasta ahora.  — Es Es un logro inútil  — dijo dijo Phoebe, dejando caer la cuerda — . No creo

que pueda hacer figuras de cuerda cuando tenga mi debut.  — H Hablando ablando como alguien que asistió a unos cuantos debuts  — dijo dijo  — , prefiero ver una chica hacer figuras de cuerda que soportar otra Rafe desafortunada actuación en el pianoforte. actuación

Phoebe miró a Clio.  — ¿Qué ¿Qué hiciste en la exhibición de tu presentación en sociedad?  — Toqué Toqué el pianoforte.  — Clio Clio dio una sonrisa irónica — . Lo más

lamentable. Pero Rafe se ahorró el dolor de escuchar, ya que no asistió. Él tomó un trago de cerveza. 6

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Tal vez no debería meterse con él por eso, pero su ausencia le había hecho daño. En la infancia, Rafe siempre la había molestado, pero ella había pensado que eran amigos, algo así. Y entonces él la había abandonado en la única noche cuando ella más necesitaba un amigo.  — Solo Solo que es una pena que no podamos preservar las figuras de alguna manera  — dijo dijo Clio — . Desearía poder colgarlas en la pared para

que todos puedan verlas.  — Mejor Mejor así  — dijo dijo Rafe — . En la pared, solo sería una cuerda. Phoebe

es quien lo hace especial. Su frase no parecía tener mucho efecto sobre Phoebe, pero tomó por sorpresa a Clio. Un punto sensible latió en su corazón. Igual que un dolor de muelas, solamente solamente que yendo un poco más abajo. Tenía tantas cualidades ¿Portener quéque insistía reputación malvada? Suponíadignas. que debía ver en conmantener su carrera.una “El Diablo que le hace mimos al perro ”  o “El feroz reparador de cercas”  probablemente probableme nte no atraerían muchos espectadores espectadores a una pelea. La camarera trajo su comida de la cocina. Phoebe comió rápidamente, luego agarró su cuerda y giró la silla para ver a los hombres  jugando a las cartas. Clio Clio pinchó su porci porción ón de tarta. Rafe se acercó a la esquina de Clio, donde podían hablar en relativa privacidad.  — El El Sr. Kimball me estaba contando de tu administrador de fincas y su

reunión con los agricultores. Compartió tus ideas para los campos de lúpulo y la fábrica de cerveza.  — ¿Ah ¿Ah sí?  — No No está convencido. Yo tampoco.  — ¿Por ¿Por qué no? Los campos de lúpulo podrían requerir una inversión

inicial, pero los agricultores tendrán un mercado listo para su cosecha. 6

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 — Asumiendo Asumiendo que el cultivo no falle.  — Él Él empujó un trozo de queso en

su boca. Clio trató de no mirar, pero estaba fascinada por la masculina manera sin complejos en que comía. No le prestaba ninguna atención especial a la etiqueta. Tampoco hacía una demostración de florituras con ella. Solo… comía.  Ella encontró esto atractivo en una extraña manera visceral. Tal vez lo envidiaba.  — Mantendremos Mantendremos toneleros, carreteros y leñadores haciendo gala de la costumbre — dijo, dijo, tomando un exquisito bocado de su propia comida — .

La fábrica de cerveza en sí dará empleo a decenas. Es bueno para todo el municipio. Los planes son sólidos.  — Sea Sea como fuere  — dijo, dijo, rascándose el ligero crecimiento de los bigotes que no se había afeitado — . Comenzar una fábrica de cerveza

requiere una enorme inversión. El lúpulo es un cultivo delicado. Podrías perder toda tu dote y el castillo con ello. ¿Dónde estarían entonces los agricultores y toneleros?  — Sé Sé que hay riesgo. Pero no es como si estuviera persiguiendo alguna moda inconstante.  — Ella Ella asintió hacia la taberna llena de gente — . Los

hombres ingleses no dejarán de beber cerveza en algún momento cercano.  — Pero Pero tú no eres un hombre hombre   inglés. Eres una dama dama   soltera que no

tiene experiencia en la agricultura o el comercio.

 — P Por or supuesto que me falta experiencia. ¿Dónde la adquiriría? ¿Al terminar la escuela?  — Pinchó Pinchó un trozo de res —   — . Es tan injusto. A las mujeres

se les permite hacer una décima parte de lo que los hombres pueden hacer y, aun así, somos examinadas en ello diez veces más de cerca. Si voy a ser señalada de que algo me falta, al menos esta vez será diferente. Prefiero ser juzgada por mis fracasos en la administración de bienes que por mis fracasos en el pianoforte. Puede que sea un comienzo difícil, pero 6

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tengo los fondos y determinación para que sea un éxito. Seré la primera en admitir que hay mucho que no sé. Pero estoy dispuesta y soy capaz de aprender. Cuando levantó la vista, Rafe no estaba en la mesa. Lo observó mientras caminaba hacia la barra y volvía con tres tarros de peltre llenos de cerveza.  — Cerveza Cerveza oscura  — dijo, dijo, empujando el primer tarro hacia ella — .

Amarga. Fuerte.  — ¿Los ¿Los tres? Tienes mucha sed por tu trabajo.  — Son Son para ti  — dijo dijo — . Dijiste que estabas dispuesta y eras capaz de

aprender. Vamos a verte probarlo. Ah, así que se refería a darle una lección. Eso era más bien dulce. Ridículo e innecesario, pero dulce. Consciente de la gente mirándolos, bajó la voz a un susurro.  — Gracias. Gracias. Pero lo sé. No propondría abrir una fábrica de cerveza sin

primero conocer la cerveza oscura, amarga y fuerte.  — Entonces Entonces veamos si puedes notar la diferencia.  — Deslizó Deslizó los tarros

de cerveza alrededor de la mesa, intercambiándolos como cáscaras de nuez con un guisante debajo — . Pruébalas y dime cuál es cuál.  — Te Te puedo decir cuál es cuál a simple vista. Esta es la cerveza oscura.  — Ella Ella asintió enfrente de cada una — . Esta es la fuerte y la amarga. Pero no

voy a beber hoy. Clio podía oír al fantasma de mamá golpeando el suelo al desmayarse ante la mera sugerencia. Las damas bien criadas bebían limonada o agua de cebada. Tal vez un toque de zumo o una copa de clarete. Cerveza pequeña, en casa. No bebían cerveza amarga. Mucho menos fuerte. No en público.  — Así Así que quieres producir cerveza, pero no quieres ser vista

bebiéndola. Eso no tiene sentido. 6

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 — Tiene Tiene mucho sentido en un mundo sin sentido.

Era un hombre; no tenía ni idea. Las damas eran alentadas a producir todo tipo de cosas: belleza, cena y niños, más comúnmente. Pero esas producciones debían parecer sin esfuerzo. Extraídas del misterio femenino y éter. Pobre de la dama que se arrancara los vellos de la barbilla en público o diera la bienvenida a las personas que llamaban a la puerta con harina en sus manos. Mucho menos atreverse a admitir deseo.  — Este Este no es el lugar  — dijo. dijo.  — Es Es una taberna. Es, por definición, el  el  lugar para beber.  — Él Él empujó

la cerveza oscura hacia ella. Su orgullo se impuso sobre el decoro. Con una mirada cautelosa sobre el bar, Clio levantó y tomó un sorbo de cada pesado tarro uno por uno.  — Listo. Listo. Las he probado.  —¿Y…? — estimuló. estimuló.  —Y… están bien.  — Incorrecto Incorrecto  — dijo dijo él —   — . Dos de ellas están bien. Una es bazofia.

¿Cómo puedes ir pidiendo a los agricultores que arriesguen sus cosechas ante la posibilidad de tu fábrica de cerveza si no puedes distinguir la buena cerveza de la mala? Ella suspiró. Parecía que no había manera de evitarlo.  — La La cerveza oscura es bastante buena. Recién hecha con agua

local. Dulce, almendrada. Hay un toque de miel en ella también. Alguien tenía tréboles creciendo al lado de la cebada. La fuerte es decente. Los sabores del café serían más ricos si hubieran usado malta oscura, no solo el azúcar quemado para la coloración. Pero todo el mundo usa la malta clara en estos días. Ahora, la amarga…  —  — Ella Ella bebió de nuevo y ladeó la cabeza — . Yo no diría que es bazofia. Tenía potencial, pero la levadura no se disolvió correctamente. Lo que podría haber sido un nítido cielo y 6

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campos de hierba está solo… hundido en la niebla. Lástima. Un

desperdicio de los buenos lúpulos de Kent. Ella levantó la mirada para encontrarlo observándola.  — ¿De ¿De dónde salió todo eso?  — preguntó. preguntó. Pero sus ojos enunciaron una pregunta ligeramente diferente. Preguntaban: ¿De dónde saliste tú?  tú? 

Oh, Rafe. He estado aquí todo el tiempo. tiempo.   Solo esperando.  esperando.   — Una Una chica necesita un pasatiempo. — Se Se sentía un poco descarada.

Sin duda, obra de la cerveza. O tal vez la expresión de su rostro. Él la miró con esos intensos ojos verdes suyos y aunque era violentamente atractivo y estaba oh-tan-cerca, Clio trató de no hacer algo tonto y femenino. Tal como tocar su cabello. O mojarse los labios. O recordar la sensación de su excitada virilidad presionando contra su carne tierna. Naturalmente, hizo las tres. Disgustada consigo misma, bajó la mirada.  — ¿Vas ¿Vas a seguir mirándome de esa manera?  — S Sí.í.  — ¿Por ¿Por qué?  — Tengo Tengo una apuesta conmigo mismo. Para ver si puedo hacer que te

vuelvas de diez tonos de rosa. Bueno, en ese momento él debió haber contado otro. Alguna ligera tonalidad carmesí, en su mayoría.  — Un Un hombre también necesita un pasatiempo.  — Con Con un repentino destello letal de encanto, se echó hacia atrás en su silla y se levantó — . Voy

a liquidar nuestra cuenta. 7

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Phoebe se inclinó hacia la mesa vecina, donde los hombres jugaban a las cartas.  — No No espere el rey  — le le dijo el hombre más cercano a ella, mirando

por encima del hombro a las cartas en su mano.  — Phoebe Phoebe  — susurró susurró bruscamente Clio — . No lo hagas. Es de mala

educación interrumpir.  — Pero Pero necesita saberlo.  — Ella Ella tocó al hombre en el hombro — . No

espere el rey de diamantes. No está en la baraja.  — ¿Qué? ¿Qué? — El El hombre miró por encima de su hombro.  — H He e estado observando durante catorce manos hasta ahora. Cada

otra carta de la baraja ha aparecido al menos una vez. Con un promedio de veintiún cartas mostradas por mano, las posibilidades de que el rey de diamantes esté en las restantes no jugadas serían menos de una en… — Ella Ella hizo una pausa — . Un millón trescientos mil. El hombre rebuznó de risa.  — No No hay un número tan grande.  — ¿Qué ¿Qué demonios está mal con ella?  — dijo dijo un hombre al otro lado de la mesa — . ¿Es medio idiota?  — Tiene Tiene más ingenio que tú.  — El El repartidor se volvió sobre el resto de la la baraja y revolvió a través de esta — . Está en lo correcto. Ningún rey de

diamantes.. Si no se encuentra en la baraja, ¿dónde está? diamantes Phoebe se encogió de hombros.  — Yo Yo le preguntaría a tu tranquilo amigo.

Al otro lado de la mesa, un hombre corpulento y pelirrojo frunció el ceño.  — Mantén Mantén tu nariz fuera de los l os asuntos de hombres, muchacha. 7

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Clio trató de distraer a su hermana, pero sin éxito. Cuando Phoebe se aferraba a un hecho, podía ser como un perro con un hueso.  — Allí. Allí.  — Ella Ella asintió con la cabeza hacia el hombre con el cabello rojizo — . Está en su manga izquierda. Le veo el borde.

Ahora el hombre se levantó de la l a mesa, cerniéndose sobre todos ellos.  — ¿ ¿Me Me estás llamando tramposo, pequeña moza? Porque si es así, no

lo toleraré. Agarró el borde de la mesa con ambas manos y volcó toda la mesa, cartas, cervezas y todo. Clio agarró a su hermana en sus brazos. Phoebe se tensó ante el contacto, pero eso no la detendría. No dejaría que este hombre hiriera a su hermana.  — Mentirosa, Mentirosa, bruja antinatural — gruñó gruñó —. Te lo digo, yo… 

Rafe intervino, confrontando al hombre pecho a pecho. Su voz era una amenaza baja y controlada.  — Te Te detendrás. Eso es lo que harás. Porque si tocas o amenazas de

nuevo a cualquiera de estas damas, juro por lo más sagrado que te mataré.

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Capítulo 11

O

h, sí. Rafe podría matarlo. Podría demoler a ese pedazo de vil escoria apestosa. Fácilmente. Fácilmente. Con una mano. Lo que significaba que tenía que ser cuidadoso ahora.

 — ¿Sabes ¿Sabes quiénes son estas dos damas? — dijo, dijo, tanto para informarle a

la escoria y para recordarse a sí mismo de mantener un poco de control sobre la cortesía — . Ambas son sobrinas del conde de Lynforth. La señorita Whitmore es la terrateniente local y pronto se casará con mi hermano, Lord Granville. Rafe todavía sostenía su jarra de cerveza en su mano derecha. Con su antebrazo izquierdo, dio un codazo al hombre en su pecho. Repetidamente.  — No No las tocas. — Avanzó Avanzó a grandes zancadas, haciendo retroceder al hombre hacia el borde de la habitación — . No les hablas. No las miras.  — Empujó Empujó al hombre contra la pared de madera y yeso — . No respiras

dentro de sus inmediaciones generales, nunca más. Y a cambio permito que te vayas de esta taberna con el mismo número de dientes que trajiste. El previsto esposo de la señorita Whitmore puede que sea diplomático, pero él no está aquí ahora. Yo sí. Y no hago nada de manera agradable. En su juventud, había vivido con furia a fuego constante. Insultos más pequeños que esos lo habían enviado hirviendo con violencia. Diez años atrás, habría golpeado primero y luego pensado, dejando sangre en las paredes y ninguna disculpa. Era más viejo ahora. Más sabio, esperaba. ¿Pero cuando se trataba de escorias como esta? No menos furioso. 7

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Estaba más cerca de perder el control de lo que había estado en años. Con calma, Rafe. Rafe. El estafador de naipes rio entre dientes.  — Oh, Oh, sé quién eres, Brandon. Tuviste suerte en tu día. Pero todo eso ha terminado ahora, ¿no es así?  — No No por mucho tiempo. Reclamaré mi título pronto.  — ¿Es ¿Es así? Veamos qué tienes, entonces.  — El El hombre se hizo sonar el cuello y sacudió sus puños — . He estado en una o dos peleas. Acepto el

desafío. Rafe puso sus ojos en blanco. Maldición. Ese imbécil pelirrojo no podría ser un dócil y temeroso pedazo de escoria apestoso. No, el idiota estaba lo suficientemente borracho para complicar esto.  — Como Como regla, no peleo con aficionados.  — Así Así que los chismes son ciertos  — se se burló el borracho — . Estás

arrastrado por la corriente. Corriendo asustado.  — Dije, Dije, no peleo con aficionados como regla. Pero toda regla tiene sus

excepciones. Detrás de él, alguien en la creciente multitud de curiosos graznó.  — ¡Es ¡Es una pelea, chicos!  — No No es necesaria ninguna pelea  — dijo dijo Clio, hablando en algún lugar

detrás de él. Rafe la oyó.

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Sus ojos nunca dejaron los del estafador de naipes, pero la oyó. Y a pesar de que no podía tranquilizarla, no necesitaba preocuparse. Él sabía muy bien lo que estaba en juego en esta situación; para ella y para él.  — E Esto sto fue toda culpa nuestra por interrumpir el juego de naipes  — dijo dijo ella valientemente — . Señores, tienen nuestras sinceras disculpas. ¿No es

así, Phoebe?  — No No veo ninguna razón para disculparse  — dijo dijo Phoebe — . Él estaba

haciendo trampa. Estuve en lo correcto.  — Ninguna Ninguna de ustedes le debe ni una maldita cosa a este hombre  — gruñó gruñó Rafe, tomando un puñado de la pechera de la escoria y girándola

en su agarre hasta que hubo levantado al hombre en las puntas de los dedos de sus pies — . Le daré lo que le toca. El rostro del hombre palideció de una manera muy gratificante. Alrededor de ellos, la emoción de los clientes de la taberna llegó a un nuevo terreno de juego. Los hombres despejaban mesas y sillas hacia los bordes de la habitación. Se estaban realizando apuestas. Y la mugrienta suciedad que mantenía colgando de su agarre… bueno, tenía que estar

oyendo a cuán pocos apostadores les gustaban sus posibilidades. Rafe se estaba volviendo ansioso. Y no le importaba quién lo viera. Se había ganado esta reputación de bruto y era suya para usarla a su antojo. Un suave toque aterrizó en su hombro. La voz de Clio se rompió mientras susurraba:  — Rafe, Rafe, por favor. No hagas esto.  — Oh, Oh, lo voy a hacer. Y lo disfrutaré. Tan pronto como deje mi bebida.

Con eso, condujo su mano derecha hacia adelante, estallando su  jarra en la pared de yeso color lima de la taberna, a solo unos quince centímetros del descolorido y feo rostro del hombre. Cerveza salpicó el suelo. 7

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Cuando retiró su mano, la jarra quedó allí, incrustada al yeso. Como si hubiera hecho su propio pequeño estante.  — ¿Aún ¿Aún con ganas de luchar conmigo? — preguntó preguntó Rafe.

El hombre lanzó una mirada hacia la jarra clavada en la pared, sin duda imaginándola incrustada en sus dientes.  —Yo… Este…   — No No lo creo.  — Rafe Rafe liberó al hombre y cayó al suelo y yació allí. Justo

como la escoria que era. Antes de que los espectadores pudieran recuperar el aliento, Rafe tuvo a Clio y Phoebe bajo su brazo protector.  — Lamento Lamento decepcionarlos  — le le dijo a la multitud — . Nada de luchas

hoy. — A Clio, le murmuró — : Salgamos de aquí. Ahora. aquí. Ahora.   Rafe no tuvo que pedírselo dos veces. Clio estaba más que dispuesta a abandonar el lugar. Los tres salieron del pueblo sin detenerse o hablar, todo el camino hasta que llegaron al camino rural. Cuando llegaron a una valla, Rafe se detuvo y se volvió hacia ellas. Las recorrió a ambas con una mirada preocupada.  — ¿Están ¿Están bien las dos? ¿No están lastimadas en absoluto?

Clio sacudió su cabeza.  — No No estamos lastimadas. Solo un poco agitadas.  — Esa Esa fue mi culpa, ¿cierto?  — Las Las delicadas cejas oscuras de Phoebe se fruncieron — . Hice que se enojara.  — No No — dijo dijo Clio — . Era un borracho y tramposo y no hiciste nada malo.  — Pero Pero lo hice. Lo hice.  — Tiró Tiró de su cabello — . Siempre estoy haciendo

o diciendo lo equivocado. Sé que soy rara. 7

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 — Phoebe, Phoebe, querida. No eres rara. Eres especial.  — ¿Por ¿Por qué hacer la distinción como si no fueran la misma cosa?

Clio se movió para consolarla con una palmada en el hombro. Su hermana se alejó del toque.  — Si Si te preocupa que me ponga a llorar o me vuelva histérica, no lo

hagas. Nunca hago nada de eso. Eso es lo que me hace rara. O al menos es parte de ello. No puedes pensar que no lo he notado. No pienso o me comporto de la misma forma que lo hacen otros. Hay cosas que son importantes para mí que no parecen importarle a nadie más. Y luego hay cosas que todos parecen apreciar y por mucho que lo intento, no puedo entender el problema. Daphne se burla de mí. Clio, eres demasiado amable, pero sé que estás preocupada. Las he h e oído discutiéndolo.  — Las Las dos te queremos — dijo dijo Clio.  — Y tampoco entiendo eso.  — Phoebe Phoebe trepó por encima de la cerca y

se alejó. Clio se movió para correr tras ella, pero Rafe la contuvo.  — Déjala Déjala ir — le le dijo — . Sabe el camino a casa.  — Pero Pero está molesta y herida. No puedo soportarlo.  — N No o tienes otra opción. Porque tiene razón. No es como el resto de

las chicas.  — Silenció Silenció sus objeciones con un toque a su brazo — . Puede que no sea brillante con números como Phoebe, pero sé algo acerca de tener problemas a los dieciséis. Confía en mí en esto. De vez en cuando, necesitará el espacio para resolver las cosas. Está bien permitirle que se aleje. Solo asegúrate de que sepa que siempre puede volver. Clio sospechaba que estaba en lo cierto, pero eso no lo hacía más fácil. Para distraerse, ladeó la cabeza y miró su mano. Lo que vio la hizo hacer una mueca de dolor. 7

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 — Estás Estás sangrando. Debiste haberte haberte raspado los nudillos con el yeso.  — No No es nada.  — Déjame Déjame verlo, de todos modos.  — Sacó Sacó un pañuelo de su bolsillo y

levantó su mano hacia la luz de sol para un examen más detallado — . Si voy a permitir que Phoebe se aleje, necesito fastidiar a alguien más. Él se aplacó, apoyándose contra la valla mientras ella limpiaba sus heridas. Con su mano libre, alcanzó algo en su bolsillo.  — A Aquí. quí. Usa esto. Es bueno para todo tipo de dolores y molestias.  — S Sacó acó un pequeño bote con forma de disco, más chico que una caja de tabaco — . Bruiser le tiene fe.  — Bruiser Bruiser — repitió repitió ella, agarrando el bote y trazando su circunferencia con su pulgar  — . Así que él es él  es tu  tu entrenador. Lo pensé. ¿Dónde encontraste

a ese hombre?  — N No o lo recuerdo. Han pasado años ahora. Y había tenido algunos

golpes fuertes en la cabeza esa semana. Ella sonrió.  — P Puedo uedo hacer que se rinda a su acto de Montague si lo deseas.

Créeme, no fue mi idea.  — No, No, no te preocupes. Es divertido ver a Daphne adulándolo. Y él se está divirtiendo. Es agradable saber que al menos uno de mis invitados está apreciando el castillo.

Con un movimiento con la uña de su pulgar, Clio abrió la tapa de la pomada. Una ola de rico y penetrante aroma la alcanzó. Lo reconoció al instante. Aceite de gaulteria. 7

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Se quedó inmóvil por un momento, teniendo en cuenta su efecto en ella. Él estiró sus dedos.  — S Sii estás tratando de decirme mi fortuna, estás mirando el lado equivocado de mi mano.

Ella se sacudió enérgicamente, rompiendo el hechizo. Con la punta de su dedo medio, recogió una pequeña cantidad del ungüento y lo aplicó en sus magullados nudillos. No, no había estado intentado decirle su fortuna. Pero ese momento le había dado una dolorosa idea de la suya propia. A veces, creía ella, era posible ver el futuro. Sin necesidad de cruzar una palma con plata; ninguna bola de cristal requerida. Todo lo que tomaba era el coraje de mirar hacia dentro de tu propio corazón y ser honesto sobre lo que encontrabas allí. Lo que ella vio hoy fue lo siguiente: Por el resto de su vida, incluso si vivía para ver un centenar de veranos, cada vez que oliera gaulteria, pensaría en Rafe Brandon. La calidez de su abrigo, el  atisbo diabólico en su sonrisa y la dulce forma en que la l a había besado bajo la lluvia. Pasó la punta de su dedo tranquilizadoramente sobre su carne raspada. Suavemente, como si su mano fuera un polluelo de plumón en lugar de un instrumento de violencia.  — Él Él nunca te hizo sentir bienvenido a volver, ¿cierto? Me refiero al

último marqués. Cuando eras un joven con problemas y necesitabas tiempo para alejarte, descifrar las cosas… Fue demasiado testarudo para

darte la bienvenida a casa.  — No No puedo culpar al hombre.  — Se Se encogió de hombros — . Yo no era

como Phoebe. Era un verdadero demonio. Demasiado ido.  — Tu Tu cabeza fue la más calma en el día de hoy. — Acarició Acarició su mano — .

Gracias por venir a nuestro n uestro rescate. 7

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 — Sé Sé que odias una escena desagradable.  — A veces una escena desagradab desagradable le se justifica.

En verdad, Rafe se había ocupado de la situación perfectamente. Había castigado al tramposo, defendido a Clio y Phoebe… Y también le

había dado a la multitud lo que ansiaba. Una impresionante exhibición de fuerza y peligro. Una historia que contar, volver a contar y embellecer en los meses y años venideros. Todo eso sin sangre derramada, ninguna parte de su pugilística reputaci reputación ón comprometida.

 — Mañana Mañana volveré para suavizar las cosas  — dijo dijo él —   — . Y le pagaré los

daños al dueño de la taberna. Ella se rio un poco.  — ¿ ¿Quieres Quieres

decir el yeso? No van a arreglar ese agujero. Probablemente, harán un marco alrededor de la jarra y lo exhibirán con orgullo. “Rafe Brandon bebió aquí”.  Tan pronto como las palabras salieron de ella, se estableció una idea. Su mente comenzó a girar más rápido que una rueda hidráulica.  — Eso Eso es  — dijo, dijo, cerrando el bote con un chasquido — . Eso es lo que

necesito para hacer exitosa a esta fábrica de cerveza. Un socio de negocios.  — ¿Un ¿Un socio?  — Sí. Sí. Alguien que tenga una buena relación con los campesinos y

comerciantes. Alguien con un nombre conocido en los bares y tabernas a lo largo de toda Inglaterra. — La La emoción aumentó en su pecho y lo l o miró a los ojos —   — . ¿Supongo que no conoces a alguien así? Su mandíbula se volvió de acero.  — No. No.

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 — Vamos, Vamos, Rafe. Esto podría ser perfecto. Podríamos… Podríamos llamarla “Devil’s Own Ale”9. Para hacer publicidad, podrías ir por toda

Inglaterra, perforando jarras en las paredes de las tabernas. Te daría una parte de las ganancias.  — ¿Quieres ¿Quieres contratarme? contratarme?  

Ella se encogió de hombros.  — ¿Por ¿Por qué no? En algún momento, tienes que iniciar una carrera.  — Tengo Tengo una carrera. Soy luchador. l uchador.  —Pero…   — No No sucederá, Clio.  — Interrumpió Interrumpió su objeción levantándola por

encima de la valla . Luego saltó la valla de madera por sí mismo y retomaron su caminata a lo largo del sendero. Fin de la conversación. Clio caminaba un paso detrás de él, suspirando para sí. ¿Cómo la idea de una fábrica de cerveza podía competir con la gloria de una carrera como boxeador? ¿Cómo podría hacerlo cualquier cosa? Tenía que admitir que la perspectiva de inminentes puñetazos había sido bastante emocionante. Cuando había pensado que Rafe se estaba preparando para luchar contra ese tramposo canalla, escalofríos habían recorrido su piel. No solo porque Rafe era un un campeón,  campeón, sino porque estaba actuando como el campeón de ella. ella. Pero incluso esa rara y embriagadora emoción no era nada  —  absolutamente absolutament e nada —  en   en comparación con el alivio que sintió cuando él golpeó la pared en su lugar. Ella había seguido el deporte durante años y sabía cómo terminaban estos luchadores con demasiada frecuencia. Olvidados. Empobrecidos. A veces presos. Rotos, en cuerpo y mente. 9 Devil’s Own Ale: La

traducción al español sería algo así como “La cerveza del diablo”.  

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La mataría ver que eso le l e sucediera a Rafe. Entre su relativa intimidad y la persistente valentía impartida por la cerveza, Clio se sentía lo suficientemente valiente para decírselo. Así que corrió a su lado.  — Creo Creo que me mentiste cuando fui a tu almacén en Southwark.  — ¿Cómo ¿Cómo es eso?  — Me Me dijiste que no había irrumpido en un suicidio. Ahora no estoy tan

segura. Sé que no estabas planeando colgarte, ¿pero volver a las peleas…? ¿No es una ruta más lenta hacia el mismo fin?  Sacudió su cabeza.  — De De ninguna manera.  — Leí Leí los relatos de tus peleas, Rafe. Y no solo porque leía periódicos y

resultabas estar en ellos. Los buscaba. Leí todo sobre las treinta y cuatro rondas en tu combate con Dubose. Las revistas relataban cada detalle sin aliento. Cada golpe y moretón.  — Los Los reporteros lo hacen sonar más peligroso de lo que es. Es de la

forma en la que venden revistas. Y ayuda a generar interés en la próxima pelea. Las preocupaciones de Clio no se vieron aliviadas.  — O Odio dio la forma en que la gente habla de ti. Incluso en ese bar hoy, la forma en la que todos saltaron para abrir espacio y hacer apuestas. Como si fueras una criatura inhumana destinada a sangrar y sufrir para su diversión, ni mejor que un gallo de pelea o un oso para hostigamiento. ¿No te molesta?  — No. No. No peleo por ellos. Peleo por mí.  — Por Por el amor de Dios, ¿por qué?

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 — Porque Porque soy bueno en eso  — dijo, dijo, sonando agitado ahora — . Soy

malditamente bueno en eso. Y nunca fui bueno en nada. Porque es el único lugar donde sé que mi éxito es mío y también mi fracaso. En el ring, puede que me enfrente a un trabajador irlandés del muelle o un curtidor inglés o un liberto norteamericano. Cuando suena la campana, nada de eso vale malditamente nada. Solo soy yo. Mi fuerza, mi corazón, mi ingenio, mis puños. Nada que me fue dado, nada que tomara. Peleo porque me dice quién soy.  — S Sii estás buscando a alguien que te diga quién eres, puedo hacer

eso. La ignoró.  — No, No, realmente.

Se precipitó frente a él y puso una mano en su pecho, sosteniéndolo en su lugar. Los latidos de su corazón pulsaban contra su palma. Cada latido empujaba emoción a través de sus venas.  — P Puedo uedo comenzar diciéndote que eres terco, impulsivo y orgulloso. Y

generoso, protector y apasionado. En público, montas como el diablo y llenas un par de pantalones de gamuza como líquido pecado puro, pero en privado, te comportas como si te hubieras unido a una orden monástica. Eres bueno con perros feos y eres paciente con hermanas extrañas. Tus besos son dulces. Y tu —  vida Ella Rafe. Ella luchóCada contravez la emoción creciendo en su garganta . Tevale diré algo. quién —  eres, que te encuentres en duda. Y no te dejaré desangrar. Él miró hacia el horizonte.  — No No exteriormente, quizás. Hay lugares dentro de mí que estás

golpeando a palos.  — Bien. Bien.

Era lo justo. Él también estaba corta cortando ndo en tiras su corazón. 8

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 — Deberíamos Deberíamos irnos  — dijo dijo él —   — . Estarán esperándonos. Se supone que

te probarás vestidos de boda esta tarde. ¿Todavía tenía la intención de hacerla pasar por eso?  — Desearía Desearía haberme tomado otra cerveza.  — ¿Estás ¿Estás excusándote?  — Oh, Oh, no.  — Clio Clio se alisó la parte delantera de su vestido — . No voy a

darte ninguna excusa para retirar nuestro acuerdo. Hoy, me probaré vestidos con volantes. Mañana, me permitirás liberarme de todas las restricciones.  — Por Por última vez — le le dijo — , no eres el perro.

Ella murmuró en voz baja:  — Woof. Woof.

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Capítulo 12

 

 — S

al ya  — gritó gritó Daphne — . Ha pasado mucho tiempo. Rafe también estaba impaciente. Él, Daphne, Teddy, Phoebe, Bruiser y Ellingworth estaban todos sentados en el salón. Esperando.

Clio estaba con las l as modistas en la habitación contigua. Vistiéndose. Esa era la idea, de todos modos. Supuestamente, serían invitados a ver de tres a cuatro vestidos para que Clio pudiera escoger su favorito. Había pasado media hora y ella no se había aparecido ni siquiera con uno. ¿Había sucedido algo? Él dio golpecitos con un dedo en el brazo de su silla. Luego comenzó a zarandear la rodilla. Sentarse de esa forma era una tortura para él. Siempre lo había sido. No sabía cómo “caballeros de ocio” como

Cambourne podían soportar pasar días, meses y años enteros de esta manera. Quedó mirando esas puertas con la suficiente dureza como para hacer un agujero a través de la l a madera de roble. Sal, maldita sea.  sea.  Finalmente, Rafe ya no podía esperar sentado. Se excusó y salió a un pasillo, donde merodeó por toda la longitud l ongitud de la alfombra Savonnerie. De un lado a otro, como un animal atado. Esto tenía que funcionar. El montaje del vestido era la mejor oportunidad de salvar el compromiso. Es decir, la última oportunidad. 5

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Incluso un bruto maleducado como Rafe sabía que el vestido era la parte más crucial de esta tarea. Solo esperaba que su entrenador tuviera razón sobre la calidad de los materiales y la mano de obra. Este tendría que ser un vestido con seda tan fina y encaje tan intrincado que cuando Clio viera su reflejo en el espejo, no querría quitárselo nunca. Y entonces tendría tendría que  que casarse. Eso o convertirse en una solterona chiflada que recorriera su castillo en un decadente vestido de novia. Rafe no creía que lo último fuera adecuado para Clio, pero no iba a mencionar la posibilidad, por si acaso. Golpe.. Golpe El sonido lo hizo detenerse en seco. Extraño. Quizás los sirvientes estaban moviendo cosas. O quizás el lugar estaba embrujado. Cualquier castillo digno de parapetos debería tener al menos un fantasma. Entonces sucedió de nuevo. Golpe.   Golpe. Seguido de un grito ahogado de dolor. Ambos sonidos estaban viniendo desde detrás de un conjunto de puertas dobles. Si no estaba equivocado, esa sería la habitación designada como vestidor de Clio. Estuvo junto a la l a puerta en segundos.  — ¿Señorita ¿Señorita Whitmore? — Llamó Llamó a la puerta — . Clio. ¿Estás bien?

Después de interminables momentos, la puerta se abrió un poco. Divisó una porción de tres centímetros del rostro de Clio a través de la brecha. Un ojo azul y unos peculiares labios color rosa.  — ¿Puedo ¿Puedo ayudarte, Rafe? 6

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 — Sí, Sí, podrías bien malditamente ayudarme. Puedes decirme qué

diablos está sucediendo. ¿Qué ha estado tomando tanto tiempo y qué fue ese sonido? ¿Alguien está moviendo los l os muebles?  —No, yo… — Se Se dio cuenta de que estaba luchando por respirar,

componiendo sus palabras palabras.. Entonces fue fue el  el grito de Clio lo l o que había oído. Su mejilla estaba roja y sus ojos — bueno, bueno, el único que podía ver  —  se  se veía lloroso. ll oroso. Maldición. Él bajó su voz.  — Dime Dime qué ha sucedido. Ahora.  — No No es nada. Lo prometo.  — E Entonces ntonces abre la puerta para que pueda verlo yo mismo.  — Rafe, Rafe, estoy bien. Por favor, no te preocupes.  — Me Me importas. Has estado ahí mucho tiempo. Te oí gritar. Tu rostro

está rojo. Apenas eres capaz de hablar. Y hubo golpes.  — ¿Golpes? ¿Golpes?  — Quizás Quizás sonidos sordos.

Su boca se torció.  — Sonidos Sonidos sordos.  — Ruidos. Ruidos.  — Su Su mano se apretó en un puño — . Oí ruidos. Estás

visiblemente perturbada. Está sucediendo algo aquí. O abres la puerta o la visiblemente romperé. Ese único ojo se agrandó.  — ¿Realmente ¿Realmente romperías la puerta?  — Me Me viste hoy en la taberna. Si pensara que estuvieras en peligro,

rompería la pared. 7

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Ese único ojo parpadeó. Debía saber eso sobre él en este punto. Él disfrutaba de un poco de burlas ingeniosas tanto como cualquier otro hombre, pero cuando su sangre comenzaba a bombear, no podía molestarse con palabras. Lo que salía de él era acción.  — Muy Muy bien. Ya que insistes.  — Dio Dio un paso hacia atrás, abriendo la puerta — . ¿Ves?

Oh, él vio. Vio una gran cantidad de ella que probablemente no debería estar viendo. Estaba vestida con un vestido de un delicado encaje color marfil. Sin embargo, el encaje estaba ajustado con tal fuerza que estaba extendido al punto de trasparencia. Sus pechos desbordaban el corpiño en carnosas bolas gemelas y…  Y su mirada se quedó más bien atrapada en el oscuro y misterioso valle entre estas. El resto del vestido podría haber sido más encaje… o

tweed o terciopelo carmesí. O en llamas, por lo que sabía.  —Yo… Eso es… — No No tenía palabras. Ninguna que pudiera pronunciar

en voz alta.  — ¿Es ¿Es alguna especie de broma?  — preguntó preguntó — . ¿Es esta tu idea de un

vestido de novia?  — No No particularmente. O generalmente. Ese vestido era totalmente inadecuado para caminar por el pasillo de una iglesia. Sin embargo, cuando se trataba de la noche de bodas…  Maldición. Sus pensamientos no podían desviarse allí. Su mirada también necesitaba atarse. Ojos, Rafe.  Rafe.  8

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El otro par.  par.  Ella dijo:  — Y aquí me preocupaba de que pudieras tener éxito en abrumarme

con elegancia y galas.  — No No está… mal. 

Ella le dirigió una mirada.  — Luzco Luzco como si se me hubiera dado el papel de un ángel de burdel

en la obra de Navidad Él no pudo evitar reírse.  — Alguien Alguien tiene que llevarnos a los pecadores a la iglesia.  — No No puedo ni moverme.  — Ella Ella dio tres pasos trastabillando en demostración, contoneándose por el pasillo como un pato artrítico — . El

golpe que golpe  que oíste fue cuando me caí.  — ¿Dos ¿Dos veces?  — Sí, Sí, dos veces. — Hizo Hizo una mueca — . Gracias por echar sal a la herida.  — Entonces Entonces prueba otro vestido.  — Lo Lo hice. Los probé todos. Todos son demasiado pequeños.  — Pero Pero pensé que Bruiser los pidió especialmente basados en tus medidas.  —No le di mis medidas. Y seguramente Anne habría… — Confusión Confusión

dibujó pequeños surcos en su frente. Entonces una súbita comprensión los aplanó — . Daphne. Por supuesto. Este sería el tipo de bromas que haría.  — ¿Por ¿Por qué haría alguna broma? Pensé que estaba toda emocionada

por planificar la boda.  —Oh, lo está. Esta es simp simplemente lemente su maner manera a de recordarme recordarme que yo…  9

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 — ¿Que ¿Que tú qué?  — No No te preocupes. No importa.  — Importa. Importa. Puedo ver que importa.

Un rastro de tristeza se había arrastrado a sus ojos. Hizo que Rafe quisiera romper cosas. Luego arreglar las piezas en una barricada alrededor de ella.  — Ahí Ahí estás.  — Daphne Daphne apareció en el corredor  — . Oh, Clio. Luces

adorable. Clio habló a través de dientes apretados.  — Me Me veo ridícula. Le diste las medidas incorrectas al Sr. Montague.  — No, No, no lo hice. Le di las medidas correctas. correctas.    — Pero Pero el vestido no le entra — dijo dijo Rafe.  — Lo Lo hará hará.. — D Daphne aphne dio una palmadita en la mejilla de su hermana — 

. Ya verás. Con los nervios de novia y todo el trabajo por hacer, entrará perfectamente el día de tu boda. ¿Y si eso no es suficiente…? Estoy aquí

para ayudar. Traeremos de vuelta el juego de madre. ¿El juego de madre? ¿Qué diablos era eso?  —Yo… — La necesito o ir arriba.  La voz de Clio se quebró —. Disculpen, yo… necesit  — Pero Pero solo te has probado un vestido — dijo dijo Daphne.  — Es Es más que suficiente por hoy.  — Se Se volvió y arrastró los pies por el

corredor, en dirección a la entrada.  — No No estás de mal humor, ¿cierto?  — gritó gritó Daphne tras ella — . Quería ayudar, ya sabes.  — Miró Miró a Rafe, luego se encogió de hombros y sonrió — .

Me lo agradecerá después. Lo verás. De vez en cuando, todos necesitamos un poco de motivación.  Motivación.    Motivación. 0

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Rafe se estaba sintiendo motivado. Para hacer precisamente qué, no lo sabía. Pero estaba muy motivado de hacer… algo. Lo que fuera. Su

sangre tronaba a través de sus venas. Y entonces, desde el vestíbulo de entrada, Clio le dio un propósito. Golpe.   Golpe.  — Maldigo Maldigo a este desgraciado vestido.

Clio había sufrido un gran número de mortificaciones en los últimos ocho años. Sonriendo durante las semanas siguientes a la fuga de Daphne, sabiendo que todos estaban susurrando acerca de si alguna vez sería el turno de Clio. Luego estuvo la primera vez que se había visto llamada “Señorita Wait-More”  en Prattler . Esto también había sido miserable… superado solamente por aquel día que había visto la lista de apuestas del libro de probabilidades de White. Docenas de los caballeros más influyentes de Inglaterra, haciendo de su elusiva fecha de boda un asunto para su deporte. ¿Pero esto? Esto iba más allá de todo. Ella nunca había sido más humillada en su vida. Avergonzada por su propia hermana, desesperada por escapar, obstaculizada por el diabólico vestido y reducida a contonearse por el pasillo. Hasta que el dobladillo la hizo tropezar, por supuesto. Entonces trastabilló por tercera vez. Clio parpadeó una quemante lágrima. En serio, ¿podría ser peor?  — No No te levantes. Estoy aquí.

La voz de Rafe.  Rafe.  Sí. Podía ser peor. El hombre más atractivo y convincente de sus conocidos y el único hombre que alguna vez la mirara con deseo en sus ojos podía estar presente para presenciarlo todo. 1

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 Ahora su humillación era completa. Se arrodilló a su lado.  — ¿Estás ¿Estás herida en algún lugar? l ugar?  — Solo Solo mi orgullo. — Intentó Intentó ponerse de pie.  — ¿Así ¿Así que es por esto que no comiste pastel ayer?  — La La tomó del codo, estabilizándola — . ¿No puedes estar preocupada de que Piers te

 juzgue por tus tus medidas?  — Soy Soy una mujer. Todos nos juzgan por nuestras medidas.

Y la madre de Clio, que en paz descanse, nunca había perdido una oportunidad para recordárselo. Su madre era la hija de un conde, se esperaba que hiciera un excelente partido; sin embargo, había condescendido a casarse con un oficial de la marina de nacimiento común. Si tan solo hubiera sido un poco menos robusta, le había dicho una vez a Clio en confianza… pensaba que podría haberse casado con un

miembro de la nobleza. Mamá estaba determinada a que sus hijas nunca cayeran víctimas del mismo error. Daphne y Phoebe eran naturalmente esbeltas, pero la figura de Clio siempre había tendido hacia las curvas.  — Mi Mi madre tenía este… Bueno, lo llamaba juego. Empezamos a

 jugarlo tan pronto pronto como hube sido co comprometida mprometida con Piers. Me e enviaba nviaba la cena a la habitación en una bandeja. Cada comida en un plato separado. Y luego me entrenaba con preguntas sobre lo que fuera que hubiéramos estudiado esa tarde. Gramática francesa, etiqueta de Baviera, las formas correctas de dirigirse hacia la realeza de Hanover. Me hacía pregunta tras pregunta y por cada error que cometía, sacaba un plato de mi bandeja, comenzando con el postre. Algunas noches, cometía tantos errores que no cenaba en absoluto. Solo caldo. Otras noches, tenía tres o cuatros platillos. Pero nunca me las arreglé para mantener mi postre.  —Ese “juego” no me parece divertido. divertido.  2

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 — Hubo Hubo una cena que recuerdo particularmente. En la bandeja había

una rebanada de pastel de caramelo con nueces. Mi favorito. Recuerdo mirarlo con tanta intensidad, podía saborear el azúcar quemada y la mantequilla de nueces. Fui tan cuidadosa mientras me interrogaba. Respondí cada pregunta perfectamente. Sin errores. Estaba mareada por la victoria. Al fin. Y entonces, mientras estaba allí sentada tranquila con el triunfo, ella agarró la rebanada de pastel de mi bandeja.  — ¿Por ¿Por qué haría eso, si no cometiste ningún error?  — Porque Porque yo era el error  — dijo dijo Clio, sin molestarse en seguir ocultando sus emociones —   — . Estaba equivocada, simplemente por ser yo. Me estaba

volviendo demasiado pesada. Rafe maldijo.  — Tu Tu madre era una tonta. Tu hermana también.  — Mi Mi madre quería lo mejor para mí. Y sé que Daphne tiene buenas

intenciones. Somos familia.  — Solo Solo porque sean familia no significa que no te harán daño. Significa

que saben cómo cortar profundamente. Ella no respondió.  — Es Es más — dijo dijo — , te han mentido. Porque no eres pesada.  — No No tienes que decir eso para preservar mis sentimientos.  — Lo Lo estoy diciendo porque es la verdad.  —Pero yo… 

Él suspiró con brusquedad.  — Tú Tú pediste esto.

Apoyó una mano en su espalda, luego deslizó la otra debajo de sus piernas. Y con un solo movimiento sin esfuerzo, levantó a Clio Cl io de sus pies. 3

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A sus brazos. Sus enormes, masivos, todas-las-palabras-pa todas-las-palabras-para-grandes ra-grandes brazos.  — ¿Qué ¿Qué estás haciendo?  — Probando Probando un punto.  — La La hizo rebotar en sus brazos y su estómago tomó un breve vuelo — . No eres pesada. No para mí.

Oh. Oh, piedad. Él la dejó sin aliento, el pícaro. Y por largos y deslumbrantes momentos, se negó a devolvérselo. Clio estaba segura de que nunca había contemplado a un hombre más guapo en su vida. Siempre había considerado que Rafe era atractivo, viril, peligroso, deseable. Pero desde esta cercana vista, a la luz del día… Su mirada saltó del fuerte ángulo de su mandíbula, al orgulloso corte de su pómulo, al vibrante verde de sus ojos enmarcados por pestañas oscuras como la tinta. Era hermoso. Absolutamente, masculinamente hermoso. No sabía cómo nunca lo había visto antes. Suponía que él no le había permitido estar lo suficientemente cerca para ver.  — Muy Muy bien  — se se las arregló para decir  — . Ahora que has hecho tu

punto, puedes bajarme.  — Ni Ni hablar.  — Ajustó Ajustó su cuerpo en sus brazos y comenzó a llevarla por las escaleras, dando dos pasos cada vez — . Nunca conseguirás subir todas

estas escaleras en ese vestido.  — No No voy a tratarte como una bestia de carga.  — Puede Puede que sea una bestia  — dijo, dijo, haciendo una pausa en el rellano — , pero nunca podrías ser una carga. Solo dime adónde ir.

Ella se ablandó cuando llegaron a la cima de las escaleras. 4

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 — Por Por ahí.  — Entonces, Entonces, cuando llegaron a una curva del pasillo — :

Dobla aquí. Rafe viró sobre su bota derecha, siguiendo sus indicaciones.  — Mi Mi recámara está casi al final. Un poco más lejos.  — A estas alturas, estaba disfrutando mucho esto, deseaba estar a kilómetros de distancia — .

Ahí. La que está a la l a derecha. Cuidado con el marco de la puerta. Él metió la cabeza de ella en su pecho y empujó la puerta con su bota. Irrumpieron en la habitación y Rafe se detuvo de repente. Clio se preguntó si la imagen lo había golpeado de la forma en que lo había hecho con ella. Lo que debía parecer esto: Él, llevándola en brazos al dormitorio. Ella, vestida con un vestido de encaje color marfil. Se veían como recién casados. Y allí, delante de ellos como una   balsa de inevitabilidad, se encontraba la cama de cuatro postes de Clio.

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Capítulo 13

 

S

anto Dios, esa cama. Rafe se maravilló por esta. Cuatro postes altos de madera tallados. Un dosel de terciopelo esmeralda. Y almohadas. Por supuesto, habría almohadas.

Fila tras fila de estas, e stas, en todos los tonos de verde. Tomaban hasta la mitad de la cama, todo perfectamente ordenado por tamaño y forma. Hicieron que Rafe quisiera desordenarlas. Enviarlas a caer al suelo, un empuje a la l a vez. Bajó a Clio de una vez.  — No No es así como se suponía que debería ir  — dijo dijo — . Pediremos más

vestidos. Que se ajusten adecuadamente. Los veré yo mismo.  — Eso Eso no será necesario.  — Se Se volvió de espaldas a él y levantó el cabello de su cuello — . Solo déjame salir de este.  — Tú Tú…  — Rafe Rafe tiró de su corbata y se aclaró la garganta — . ¿Quieres

que te quite tu vestido? No cualquier vestido, un vestido de novia. novia. Con esa cama cerca.  — Desabotónalo, Desabotónalo, eso es todo. No puedo respirar en esto. He

aprendido a sobrevivir sin un montón de cosas: pastel, bodas, el respeto de mis compañeros, pero todavía no he aprendido a vivir sin aire. Vaciló, mirando la suavidad lechosa de su expuesta nuca y la hilera de pequeños botones cubiertos de seda que no podrían lucir más inocentes… y que alegremente lo llevarían directament directamente e al infierno. 6

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Ella se agarró a un poste de la cama con la mano libre.  — Por Por favor, Rafe. Estoy empezando a sentirme débil.

Con una maldición silenciosa, alcanzó el botón superior. ¿Qué otra opción tenía? No podía permitir que se sofocara. Y en cuanto a él, había hecho su nombre en el despilfarro y violencia desnuda. Ya estaba condenado. Se esforzó por tomar el botón pequeño entre el pulgar y el dedo índice sin tensar sus nudillos contra su cuello desnudo.  — ¿Puedes ¿Puedes manejarlo?  — Puedo Puedo manejarlo.  — Apretó Apretó los dientes y deseó que sus dedos temblorosos estuvieran firmes — . Es solo que me rompí esta esta mano una vez,

hace unos años.  — Lo Lo siento.  — No No es necesario que lo sientas. Solo se s e paciente.

Ella se rio un poco, haciéndole perder su agarre de nuevo.  — Esa Esa es la historia de mi vida.

Por fin, el primer botón se deslizó a través de su agujero. Su pulgar se deslizó debajo de la tela, acariciando a través de la suave piel de su espalda. Ahí. Ahora estaban en marcha. Un botón abajo y…  Lanzó una mirada hacia abajo. … lo que parecían ser varios miles mil es por venir. Buen Señor. ¿Las modistas

ganaban salarios por botón en estos días? Centró su atención y se concentró en la tarea.

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Unos botones más y estaba exponiendo su corsé. En realidad, estaba muy familiarizado con la ropa interior de las mujeres. ¿Cuántos corsés de encaje había visto en su vida? v ida? Decenas, sin duda. Tal vez montones. Ninguno lo había afectado como este. La banda de lino y hueso de ballena estaba ceñida con tanta fuerza alrededor del delgado linón blanco de su traje. La fragancia de violetas estaba en todas partes. No era abrumador. Las violetas no eran un tipo de flor para abrumar. Su olor se burlaba de él. Mimaba sus sentidos. Lo hacía sentir cálido y seguro. Y esto no era seguro en absoluto. Si se tratara de cualquier otra mujer en el mundo, ya podría haberla tenido semidesnuda. Pero si fuera cualquier otra mujer en el mundo, no habría dolido por ello ni la mitad. Siempre había tenido un gusto por lo prohibido. Siempre había tenido un gusto por ella. ¿Añade la emoción de inocente encaje blanco contra el delicado rubor de su piel? Su corazón estaba golpeando en su pecho. La sangre corría por todas partes en que no debería. Con cada botón se quebraba, su depravación crecía. Quería extender sus manos, suavizar sus palmas sobre la parte baja de su espalda. Dejar caer su reclamo por ella. Presionar sus labios contra el hueco en la base de su cuello. Enganchar su dedo por debajo de los cordones anudados y tirar con fuerza contra su polla hinchada.  Maldita sea, sea, Rafe. Agarró los bordes y arrancó los últimos botones.  — Ahí. Ahí. Terminado. — Y no un momento demasiado pronto.  — Mi Mi corsé también — rogó. rogó.

Oh Dios. 8

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Dio un paso atrás, examinó el nudo y lo encontró al final de los cordones. Cuando atrapó la arandela entre el índice y el pulgar, sintió como si tomara los hilos sueltos de su cordura. Un tirón y estaría completamente desenredado. La sacó de todos modos. Había ido demasiado lejos para hacer otra cosa.  — Respira Respira — le le dijo.

Ella obedeció y su aspiración aguda de aire lo volvió loco. De repente, esto no era solo un millar de botones y el corsé más atractivo que había desatado. Era el calor suave de sus labios bajo los suyos. La dulzura de su beso. Sus dedos en su cabello. La lluvia haciendo girar un capullo alrededor de ellos. La risa y el calor.  — Eso Eso está mejor. Gracias. — Se Se volvió hacia él, con los brazos cruzados sobre el corpiño de su vestido flojo — . Hasta esta semana, no había

probado un pastel en años. Es muy curioso, ¿verdad? Cómo si se te niega algo una y otra vez, con el tiempo empiezas a decirte que no lo querías en primer lugar. Rafe corrió un mechón de cabello de su cuello.  — Creo Creo que podría estar familiarizado con eso.  — Cuando Cuando Piers estaba regresando de Antigua, mi madre me hizo

pasar hambre durante meses antes de su regreso. No se me permitía nada más que sopa de berro y caldo de carne, estaba tan decidida a cinchar mi cintura. Al final, la desnutrición me enfermó. Estaba tan débil que no podía levantar una pluma y mucho menos resistir una ceremonia de boda. Tuvimos que posponer todo de nuevo. La rabia fue suficiente para ahogarlo.  — Estaba Estaba equivocada. Fue incorrecto negarte. Incorrecto hacerte

sentir nada menos que perfecta. 9

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 — Pero Pero no soy perfecta. No por esto. Si Piers pensaba que era perfecta

a los diecisiete años, nos habríamos casado entonces. Lo mismo a los diecinueve y veintiuno y veintitrés. La última vez que me vio fue hace casi dos años, cuando estuvo aquí por esa breve estancia antes de viajar a Viena. Podríamos haber intercambiado nuestros votos esa misma semana y podría haberme ido con él al continente. Pero no me quería allí. Le habría avergonzado, tal vez.  — No  No le habrías avergonzado.  — Maldición. Maldición. Cualquier hombre que

sintiera nada menos que el orgullo de tener a esta mujer a su lado era un hombre que Rafe quería golpear en carne picada. Hermano o no.  — Mi Mi madre siempre decía lo mismo. Era una niña buena. Sin

embargo, para una marquesa, no era lo l o suficientemente buena. Rafe estaba empezando a entender por qué se había estado resistiendo a él toda esta semana. Una y otra vez, ella había estado diciendo que solo quería lo “suficienteme suficientemente nte bueno”, y una y otra vez él le había dicho que quería lo mejor.  — Clio, Clio, eres… —   — Sensual, Sensual, seductora y voluptuosa — . Hermosa.

De alguna manera tenía que hacerle creer esto. Si su sórdido pasado y la naturaleza franca alguna vez llegarían a ser útiles, este era el momento.  — Créeme Créeme  — dijo dijo — . Hay un gran númer número o de homb hombres res que prefieren prefieren a  a

las mujeres con algo para ellos.  — ¿Estás ¿Estás diciendo que Piers es uno de esos hombres?  — Hay Hay una posibilidad sólida de eso mismo. Soy su hermano, y soy uno

de esos hombres. Dios, la sensación de ella bajo él en el comedor el día anterior. Todavía podía sentir su frondosidad grabada en su cuerpo. Cada curva.  — Entonces Entonces eso significa que no hay ninguna posibilidad en absoluto  — dijo dijo ella — . Tú y Piers no son para nada parecidos. 0

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 — Tienes Tienes razón  — dijo dijo — . Mi hermano y yo somos diferentes en muchos

aspectos. En casi todos los sentidos. Es un diplomático. Soy un luchador. Está impulsado por el deber. Soy un rebelde. Pasó ocho años descuidando el decirte cuán malditamente atractiva eres.  — Se Se dirigió a la puerta, la cerró y giró la llave — . No voy a esperar un minuto más. Con el clic de la cerradura, un escalofrío recorrió la espina dorsal de Clio. Cruzó los brazos sobre el corpiño de su vestido desabrochado y se abrazó con fuerza.  — No No voy a tocarte — dijo dijo Rafe — . Solo voy a hablar.

Se estremeció de nuevo. ¿Lo dijo como algún tipo de consuelo? Su voz era lo más peligroso de él.  — A diferencia de mi hermano, no tengo ninguna dificultad para decir

lo que hay que decir. Sin importar lo grosero o descortés. — Él Él caminaba de un lado a otro frente a la puerta — . Escúchame. Tú… no tuviste hermanos. No conoces la mente masculina adolescente. No podemos tener suficiente de los cuerpos femeninos. Pechos, caderas, piernas. Demonios, incluso un atisbo de tobillo pondrá nuestra sangre a bombear. Espiamos a las criadas cuando se están bañando, negociamos bocetos lascivos…   — ¿Por ¿Por qué estamos hablando de esto?  — D Debido ebido a que cada hombre tiene una mujer que fue su primera

fantasía adecuada. La primera en la que pensó, día y noche. La primera  — Él encontró su mirada — . Tú que lo despertó de un eras esa mujer para mí.sueño, duro y doloroso. Él  —Yo… — Clio Clio estaba sin aliento — . ¿Lo era?  — Lo Lo eras.  — Dio Dio un paso hacia ella — . Infierno, todavía lo eres. Te he

deseado desde que era un joven libidinoso. Este cuerpo me volvía loco. Cada exuberante y redonda curva exasperantemente erótica. Hay mil cosas carnales que he soñado hacer, contigo, sobre o dentro de ti. Clio no sabía cómo responder a eso. Así que, naturalmente, se salió 1

con la respuesta más pedante, tonta posible. 0 2a n i g á P

 

 

 — ¿Mil? ¿Mil? Eso es un número bastante increíble.  — Una Una exageración, tal vez. Pero no por mucho. ¿Quieres escuchar

una lista? Asintió. Si la salvaba salvaba de hab hablar, lar, nada le gust gustaría aría más.  — Veamos. Veamos.  — Su Su mirada recorrió su cuerpo — . Puedo comenzar con

tus pechos. Ocupan los primeros cincuenta lugares en la lista. Uno, toquetear. Dos, acariciar. A continuación, besar, lamer, chupar, en ese orden. Cinco, morder suavemente. Seis, morder más duro. Siete, presionar tus pechos juntos, sosteniéndolos firmement firmemente e alrededor de mi polla empujando. Ella parpadeó.  — ¿De ¿De verdad?  — Lo Lo has dicho tú misma. Los hombres son un asco.  — Supongo Supongo que no llamaría a eso repugnante. So lo… sorprendent sorprendente. e. 

De hecho, la mera imagen de ello  — si si ella podía confiar en su imaginación para describirla correctamente —   estaba dibujando sus pezones a puntos ajustados y calentándola entre sus muslos.  — Y ni siquiera estoy en diez aún  — dijo dijo — . Solo estoy empezando. Hay

cosas en esa lista que incluso yo yo no  no puedo decir en voz alta. Él dio un paso atrás y comenzó a dar vueltas con su paso lento.  — Infiernos. Infiernos. Ha habido veces que no sabía cómo mirarte. Porque eras

una buena chica y, en mi mente, te había hecho cosas malvadas, tan malvadas. Te he deseado desde que puedo recordar desear.  — Incluso Incluso con todas las mujeres que has tenido.  — Incluso Incluso con todas las mujeres que he tenido.

Se agarró el traje suelto apretado contra su pecho. No podía creer 2

nada de esto. 0 2a n i g á P

 

 

 — Pero Pero dijiste que era debido a Piers. Me deseabas porque estabas

envidioso de él y no tenía realmente nada que ver conmigo.  — Oh, Oh, sí.  — Volvió Volvió a estar delante de ella — . Eso es lo que me dije. Me dije muchas cosas. Me dije que daba la l a casualidad de que eras mi tipo. —  Pasó una mirada hambrienta por su cuerpo — . Solo estaba atraído por ti

porque siempre he estado atraído por mujeres con curvas de cabello rubio, de ojos azules, exuberantes. exuberantes. Eso tendría sentido, ¿verdad?  — Tendría Tendría perfecto sentido.

Su mirada regresó a la suya.  — Era Era una mentira.  — Entonces Entonces… tú… ¿no estás atraído por mujeres rubias, de ojos azules,

de exuberantes curvas?  — Oh, Oh, lo estoy — dijo dijo él —   — . Lo estoy. Y es porque me recuerdan a ti.

Cielos. Sus rodillas… ya no estaban funcionando. Quizás ya no existan. Ella se tambaleó hacia atrás y su espalda encontró el pilar de la cama.  — Tu Tu cuerpo  — Él Él cerró la distancia entre ellos — , es mi sueño puro,

lujurioso y carnal. He pasado años preguntándome cómo te ves bajo todo eso.  — Bueno Bueno…

— Ella Ella descruzó sus brazos, deslizándose al suelo — . No te preguntes más.

el vestido de encaje

No estaba tan desnuda. Incluso con su vestido y corsé en una pila a sus pies, aún usaba su camisola y enaguas. Pero el delicado y fino material dejaba poco a la imaginación. Rafe no dijo nada. Simplemente la observó. 3

Ella agarró el lazo en su cuello de su camisola y lo aflojó. 2a

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Él no hizo más m ás que parpadear. El pulso de Clio se aceleró. No había llegado así de lejos para echarse atrás. Si él la dejaba aquí, expuesta y rechazada, su orgullo nunca sobreviviría. En un momento de locura pura, estiró sus brazos sobre su cabeza, sujetando el pilar de la cama con ambas manos. La pose arqueaba su columna vertebral y empujaba sus pechos en lo que ella esperaba fuera un ángulo seductor. Él no mostró señales de estar atraído. Oh, Dios. Tal vez todas sus confesiones simplemente habían sido mentiras para calmar sus sentimientos. Había sido una tonta por creer que él la encontraba irresistible. Aquí estaba, de pie al alcance de su brazo, disfrutando la vista de su cuerpo medio desnudo…  

Resistiendo. Su valentía desapareció y su mirada cayó al suelo. Comenzó a dejar que sus manos cayeran también. Necesitaba cubrirse, encontrar algún lugar para esconderse de esta humillación. Tal vez el armario o una grieta en el suelo.  — No. No.

Con una gran mano, él atrapó sus muñecas. Las presionó de nuevo en el lugar y las sostuvo ahí, aprisionándola efectivamente en el pilar de la cama.  — No No te muevas.

Bueno. Esto era más agradable. El repentino calor y la contundente naturaleza del contacto, su descarada mirada, la vulnerabilidad de su postura… todo la hizo retorcerse

en excitación. No era solo saber que Rafe encontraba su cuerpo atractivo.

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Era que ella encontraba su cuerpo bastante atractivo también.  — Mírate Mírate — exhaló exhaló él.

Ella lo hizo. Bajó la mirada, admirando el rosado sonrojo de su piel bajo el fino atuendo. La luz del sol traspasando la ventana era acogedora y cálida para su tez pálida, pintándola de un brillo rosado. Sus pezones se tensaron y rozaron la tela. Su suavemente redondeado vientre y caderas no tenían excusas. Este era su cuerpo. Había aprendido a disfrutarlo, incluso si ningún hombre había hecho lo mismo. Era curvilíneo, generoso, femenino y fuerte y estaba formado para hacer más que decorar el salón principal o transferir riqueza de un caballero a otro. Ella estaba hecha para tentar, trabajar, motivar, crear, experimentar. A pesar de la manera en que Rafe la sostenía en su agarre, un sentido de poder la traspasó. Por una vez, pudo deleitarse en su feminidad y sentirla como algo más que un obstáculo para ser vencido. Una cualidad para ser respetada, adorada. Incluso temida. Podía hacer cualquier cosa en este momento. Se sentía como una…   — Una Una diosa — murmuró murmuró él.

Santo Dios. Olvida las oraciones. Ahora él estaba terminando sus pensamientos.  — Estás Estás esculpida como una diosa griega.  — Su Su mirada se alzó para atrapar la suya — . Y el infierno que es, tu cuerpo es la tercera cosa más

atractiva de ti. Justo después de tu mente ingeniosa y tu amoroso corazón. Si él quería admirar su corazón, mejor que lo hiciera rápido. Porque sospechaba que el órgano se daría por vencido en cualquier momento. Su “mente ingeniosa” ya era un bol de crema de vainilla.   —Si fueras mía para soste sostener ner y complace complacer, r, yo… 

Ella contuvo el aliento.

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 — ¿Qué ¿Qué harías?

Él se inclinó y su voz fue oscura.  — Primero, Primero, tomarte en mis brazos. Tener tu corazón cerca del mío e

intentar que sea suficiente. Pero no lo sería. Comenzaría a querer más. Querría hacerte hacerte querer  querer más. Oh, ella ya quería más. Clio se reclinó contra el pilar de la cama para sostenerse. No pares. Por favor, continúa.  — D Desmontaría esmontaría este bonito cabello y lo dejaría caer por mis dedos.

Pasaría mis manos por tus brazos, tu espalda. Y todas tus partes más suaves y tiernas… allí es donde usaría mi boca. Y luego… — Dobló Dobló su cabeza, hasta que sus palabras quemaron su oído — . Y luego deslizaría mi mano bajo tu vestido y te tocaría. Justo donde ambos queremos más. La habitación se desdibujó en su visión. Un ligero, dolorido pulso comenzó a palpitar entre sus muslos.  — Hazlo Hazlo — dijo dijo él, liberando una de sus manos — . Hazlo por mí.

Ella se asustó, pero la mano libre l ibre de él fue a su cintura, manteniéndola quieta.  — No No hay nadie  — dijo dijo — . Nadie sabrá. Nadie verá. Haz lo que yo no

puedo. Solo por esta vez. Su corazón trepó a su garganta. Ella no sabía si podría hacer eso. No así. No frente a él. Su sien presionó la suya.  — Cristo, Cristo, Clio. Creo que moriré por desearte. Si hay alguna oportunidad de que también lo sientas… Déjame saber que no estoy solo.  

Esto era una locura.

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Pero ella quería esto. Y quería que nunca se sintiera solo. 02 a n i g á P

 

 

Con dedos temblorosos, ella torció su enagua hasta que pudo aflojar el botón — solo solo un poco —  y  y deslizó su mano dentro. La tela de su camisola aún estaba entre sus dedos y su vientre, pero era tan fina que no tenía importancia. Mientras barría su toque más abajo, se mordió el labio.  — Sí, Sí, eso es  — murmuró murmuró él —   — . Sí. Ahí es donde lo quieres, ¿verdad? Y

donde yo también lo quiero. Eres tan linda allí. Tan bonita y rosada y cálida. Ella asintió.  — Y húmeda. Estás tan húmeda para mí, ¿cierto?

El pulso de Clio se aceleró ante la crudeza de sus palabras, pero no podía negar lay humedeció. verdad. Mientras empujaba sus dedos entre sus muslos, el lino se suavizó  — Aquí Aquí — dijo dijo él.

Donde su mano cubría la suya en el pilar de la cama, arrastró la punta de su dedo entre su segundo y tercer dedo, lentamente trazando la línea como si estuviera separando sus piernas. O los pliegues de su sexo. Luego su toque se situó justo en la curva sensible donde se unían.  — Tócate Tócate aquí  — susurró, susurró, moviendo las puntas de sus dedos en firmes

círculos que ella sentía en todos lados — . Justo así. Ella estaba más allá de cualquier sentido de vergüenza u honestidad, y sus palabras la habían atrapado en una especie de trance. Cuando sus dedos se deslizaron por el lugar correcto, su respiración se cortó en un sorprendido jadeo.  — Eso Eso es. — Él Él besó su oreja — . Esa es una buena chica.

Las palabras la hicieron sonreír. Por una vez, no estaba siendo una buena chica. Estaba siendo muy pícara y le gustaba.

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A él también le gustaba. El borde de su control parecía ser crispado. Delineó la forma de su oreja con su lengua, luego mordisqueó su lóbulo. Sus sentidos zumbaron cuando él dio un ronco gemido. Y luego su mano  — la la que había situado en su cintura —   comenzó a moverse. Al principio, solo un poco. Su pulgar acariciaba de un lado l ado a otro en un arco persuasivo. Y luego su mano entera comenzó a moverse de arriba a abajo en una gentil caricia. Con cada paso, las puntas de sus dedos barrían un poco más abajo en su cadera y su pulgar rozaba una fracción más cerca de la parte inferior de su pecho. Por favor. Quería animarlo de algún modo, pero estaba asustada de decir o hacer algo muy atrevido, por miedo a que él se detuviera por completo. Había una frontera que estaban alcanzando. Un punto de no retorno. Al final, con una promesa murmurada, él los inclinó sobre el borde. Su mano se deslizó hacia arriba, cubriendo su pecho. Cuando su pulgar encontró su pezón, se mareó con placer y alivio.  — Vente. Vente.  — Su Su susurro era ardiente y brusco. Pasó su lengua por su

cuello. Levantó y moldeó su pecho a través del suave lino, rodando su pezón bajo la yema de su pulgar  — . Si condena mi alma, necesito oírte venirte. Y quiero que sea por mí. Ella se tocó y él la tocó y el éxtasis se juntó y construyó hasta que llegó a ella como una ola devastadora. Ella tembló.  — Rafe Rafe…   — Estoy Estoy aquí. Te tengo. Déjalo pasar.

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Su boca capturó la suya, dándole la protección que necesitaba. Cuando el éxtasis estalló en ella, gimió, sollozó y suspiró, todo en su beso. Donde estaba a salvo. Y mucho después de que terminara, él aún la besaba. Tan dulcemente. Él liberó su brazo del pilar de la cama ca ma y se mantuvieron cerca el uno al otro. Ella coló sus dedos por su cabello. Él tocó su mejilla. Tan ligeramente, usando solo el reverso de sus dedos. Era lo más cercano que ella alguna vez había estado de ser valiosa. Pero la mirada en su rostro cuando él rompió su beso… Oh, fue como una daga a su corazón. La culpa marcó surcos en su frente y el verde de sus ojos era la sombra del arrepentimiento. Como si él le hubiese robado algo en vez de darle la más hermosa y sensual experiencia de su vida.  — Rafe, Rafe, eso fue…   — Clio, Clio, no podemos…   — ¿Señorita ¿Señorita Whitmore?  — Un Un golpe sonó en la puerta — . Señorita

Whitmore, ¿necesitaba ¿necesitaba ayuda con su vestido?  Anna.  — Caray, Caray, caray, caray — murmuró murmuró ella.

La elección de palabras de Rafe fue menos elegante.  — Un Un momento  — gritó gritó Clio. Se sacudió, luego salió del charco de vestido y enaguas a sus pies. Tomó a Rafe de la mano — . Rápido. Por aquí.

Él se resistió.  — No No puedes querer esconderme. Soy demasiado grande. No entraré

en el armario o detrás de las cortinas.  — Entrarás Entrarás aquí.  — Ella Ella encontró una pequeña marca en la pared de

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paneles y la abrió — . Por aquí. Deprisa. 02 a n i g á P

 

 

Él entró en la habitación secreta, registrando el único pedazo de ventana y la banca para arrodillarse.  — ¿Qué ¿Qué es esto?  — Es Es un oratorio. Una iglesia privada para la señora de la casa para retirarse y reflexionar.  — Ella Ella asintió hacia el otro lado — . Hay una puerta

similar que se dirige a mi sala de estar.  — Nunca Nunca hubieras sabido que estaba aquí.  — Él Él ladeó su cabeza para admirar el techo — . Este castillo es realmente algo.  — Te Te lo dije. — Sonriendo, Sonriendo, ella se movió para cerrar el panel.  — Espera. Espera.  — Él Él puso su mano en el hueco para mantener el panel abierto — . Tú también, Clio. En verdad eres algo. Nunca lo dudes.

Retiró su mano y la l a puerta se cerró.

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Capítulo 14

 — D

ebemos discutir las esculturas de hielo  — dijo dijo Daphne más tarde esa noche.  — ¿Debemos? ¿Debemos?

Las tres hermanas Whitmore se habían reunido en la sala de estar de Clio para vestirse para la cena. Justo como en los tiempos cuando eran más jóvenes. Phoebe sentada ante el tocador mientras Clio cepillaba su cabello. Daphne a su lado, acomodada a través de la cama de Clio. Con una mano, pasaba las páginas de la revista de damas y con la otra arrancaba frambuesas de un tazón. A pesar del problema de Phoebe en el pueblo y el insultante truco de Daphne con los vestidos demasiado pequeños, Clio necesitaba a sus hermanas cerca esta noche. No podía explicarlo, excepto pensar que a veces era más fácil hacer frente al diablo que conocías que al diablo que te había presionado a una pata de la cama y rodado tu pezón bajo su pulgar.  — Estaba Estaba pensando tal vez en una pareja esculpida de amantes

famosos — sugirió sugirió Daphne — . ¿Qué hay de Romeo y Julieta?  — Eso Eso terminó mal  — dijo dijo Phoebe — . Uno envenenado, otro murió por daga.  — ¿Cleopatra ¿Cleopatra y Marco Antonio?  — Aún Aún peor. Una mordedura de serpiente, una espada.  — Lancelot Lancelot y Ginebra, entonces.  — Murió Murió como un ermitaño. Ella se convirtió en una monja.

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Daphne suspiró, exasperada.  — Arruinas Arruinas todo.  — Eso Eso estoy empezando a entender.  — Phoebe Phoebe le entregó a Clio una

horquilla — . Pero esta vez, no es mi culpa. Las historias de amor prohibidas no acaban bien. Clio se mordió la lengua mientras retorcía el cabello oscuro de su hermana en un sencillo moño. Phoebe tenía razón. Nada bueno saldría de esto… esto lo que fuera

entre ella y Rafe. No podía llamarlo precisamente una historia de amor. La palabra amor nunca se había pronunciado y no habían hecho nada tan irreversible que no pudiera ser dejado de lado. Pero ella no quería dejarlo a un lado. Quería agarrarse con fuerza y nunca dejarlo ir. La forma en que él la había abrazado con tanta ternura … La seguridad y la emoción que sintió en su abrazo… Ella quería eso. Quería más más.. Quería que él pensara en ella tan a menudo como ella pensaba en él. Lo cual era, para estimar más o menos, con cada respiració respiración. n. Él tenía que firmar esos papeles, sin demora. Simplemente debía debía.. Para aliviar su conciencia, nada más. Piers podría no haberla tratado con cualquier particular ternura y tal vez su compromiso era una mera formalidad, pero tenía que estar mal dejar caer tu vestido para un hombre sin dejar de estar comprometida con otro.  — Si Si quieres amantes famosos, siempre están Ulises y Penélope  —  sugirió Phoebe — . Ella se mantuvo fiel durante veinte años mientras su

marido viajaba por el mundo para volver a ella.  — Cisnes Cisnes  — espetó espetó Clio, desesperada por cambiar el tema de las mujeres sufridoras y fieles — . ¿Normalmente estas esculturas de hielo no son

unos cisnes?

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 — Sí, Sí, pero todo el mundo tiene mundo tiene cisnes  — dijo dijo Daphne — . Se supone que

sea romántico porque son compañeros de vida. En el reflejo del espejo, Phoebe arqueó una ceja delgada.  — LLo o mismo ocurre con los buitres, lobos y termitas africanas. No he

visto ninguna escultura de hielo de ellos. Clio estaba a punto de comentar que un montículo de termitas sonaba como la cosa, pero hubo un golpe en la puerta del dormitorio. Anna entró, llevando un sobre.  — Un Un mensaje ha llegado para usted, señorita Whitmore. El mensajero

está en la planta baja esperando su respuesta.  — ¿A ¿A esta hora? Qué misterioso. — Ella Ella rompió el sello y abrió la carta — 

. Es una invitación. Y un bienvenido cambio de tema. No podría haber llegado en un mejor momento. Clio escaneó el documento.  — Estamos Estamos invitadas a un baile. Mañana por la noche.  — ¿Mañana ¿Mañana por la noche? — preguntó preguntó Daphne.  — Al Al parecer, Lord y Lady Pennington están residiendo en su finca

cerca de Tunbridge Wells. Se disculpan por el corto plazo, pero recién se enteraron de que estábamos en Kent. — Ella Ella bajó el papel —   — . ¿Bien?  — Debemos Debemos aceptar.  — Daphne Daphne se animó con entusiasmo — . No he

estado en casi suficientes bailes como una mujer casada.  — E Excelente. xcelente. Entonces, tú y Teddy pueden ir. Me quedaré en casa con

Phoebe.  — Clio, Clio, debes venir también. Habrá chismes si no lo haces.

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 — Habrá Habrá chismes si  sí asisto  — dijo dijo ella, moviéndose al escritorio — . Eso

es lo que estoy dispuesta a evitar.  — Sí, Sí, pero esta vez será diferente  — dijo dijo Daphne — . Podemos decirles a

todos acerca de los en planes de la boda. Entonces sabrán que está sucediendo realmente esta ocasión. Excepto que no lo está. está.  — ¿Qué ¿Qué hay de Phoebe? — preguntó. preguntó.  — Permítele Permítele venir también. Es solo un pequeño asunto de campo. No

bailará, por supuesto.  — No No deseo ir — dijo dijo Phoebe — . Me aburriría y estaría fuera de lugar.  — Sí, Sí, pero es por eso que debes venir  — dijo dijo Daphne — . Así comienzas

a aprender cómo ocultarlo. Clio lanzó una mirada a su hermana. No es que lo hiciera muy bien.  — Tiene Tiene dieciséis años  — dijo dijo Daphne — . Necesita un poco de

exposición en la sociedad. Incluso si lo expresó mal, Clio sabía que su hermana tenía un punto. Tarde o temprano, Phoebe tendría que desarrollar la habilidad de interactuar con personas fuera de su familia.  — No No quiero ir  — dijo dijo Phoebe, girando en el banco de tocador  — . Sería

una miserable experiencia. No me obliguen.  — O Oh, h, gatita. Daphne tiene razón en ello. Tendrás que empezar a

moverte en la sociedad pronto, y un amigable y pequeño baile es un buen lugar para comenzar.  — Ella Ella tocó el sobre — . No te obligaré, pero espero que decidas asistir. Phoebe lo consideró.  — ¿Asistirá ¿Asistirá Lord Rafe? Iré si él va.

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 — No No  — objetó objetó Daphne — . No puede. Montague estaría bien. Pero no

podemos llevar a Rafe. Seguramente, los Pennington no lo incluirían. lo incluirían. Clio se enfureció ante las palabras de su hermana.  — La La invitación se extiende a mí y mis invitados. Él es uno de mis

invitados.  — Sí, Sí, pero ellos no sabían que él está aquí. De lo contrario, no nos

habrían invitado a todos. No lo sugieras, Clio. Fuiste lo suficientemente amable al permitir que se quedara aquí en el castillo. Es el hermano de Granville; no tienes opción. Pero ya no es bienvenido en la sociedad. Una emoción estalló en el pecho de Clio, caliente y volátil. Quería  juntar el desdén ocasional de Daphne, Daphne, darle forma forma en una bola p pequeña equeña y darle un golpe sólido con una raqueta de tenis. Era ridículo, la idea de que un boxeador campeón pudiera posiblemente necesitarla para defenderlo. A él, probablemente, no le importaría asistir al baile, de todos modos. Pero no debería depender de Daphne  — o cualquier otra persona —  el  el excluirlo. Realmente eres algo, le algo, le dijo. Nunca lo dudes. dudes. Rafe tampoco debería dudar de ello.  — Lord  — dijo Lord Rafe dsu ijo —  , siempre lo que a mí respecta.  —  C Clio lio Brandon comprobó cabello en es el bienvenido espejo y seenalisó la parte delantera de su seda gris — . Si él quiere unirse a nosotros, así será.

Y con eso, salió de la habitación para buscar a Rafe y preguntar.  — ¿Todavía ¿Todavía no hay anillo? — Rafe Rafe hizo la pregunta sin perder el paso.  —Todavía… sin… anillo  — respondió respondió Bruiser. A diferencia de Rafe, estaba sin aliento — . ¿No podemos bajar un poco?  — No. No.

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Ya habían completado cuatro vueltas al perímetro de murallas del castillo. No era suficiente. Rafe aún sentía la suavidad de ella aferrándose a sus dedos. Todavía la saboreaba en sus labios. Todavía escuchaba sus suaves gemidos y suspiros resonando en sus oídos. A este ritmo, estaría corriendo toda la noche. Incluso entonces, nunca habría corrido lo suficiente como para dejar su culpabilidad atrás. Lo que había hecho con Clio Cl io esta tarde había estado muy mal. También había sido hermoso, tierno y sublime. Pero mal, no obstante. Y todo culpa suya. Con los años, había aprendido a controlar sus impulsos, tirar sus golpes. Pero cuando ella había dejado el vestido de encaje deslizarse por su cuerpo, dejando descubierto ropa más fina que el diablo pudiera tejer… Invitando ; no, rogando no,al  rogando   por sulatacto…   No debería haber cedido a la tentación. La señorita Lydia Fairchild le había enseñado esa lección en su  juventud. La hija de cabello castaño de un hacendado, que había tirado a Rafe en el huerto en una tarde de primavera y había metido su mano bajo su falda. Su primer toque de mujer pura. Había estado abrumado por su calidez, su buena voluntad. La forma en que su cabello olía a flores de manzano. Por encima de todo, cómo ella había deseado deseado  su toque, en un momento cuando él se había sentido indeseado en todas partes. Después de una hora o así de tanteo entusiasta, Rafe había logrado una débil oferta inspirada por la culpa para hablar con su padre. En respuesta, ella había puesto sus dedos en su mejilla y se había reído. Sus padres habían arreglado un encuentro con un hacendado unos veinte años mayor que ella. Ella solo quería unas cuantas emociones con el demonio del pueblo primero.

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Ella tampoco fue la última. Con los años, las mujeres habían llegado a él por todo tipo de razones  — placer, placer, curiosidad, rebelión, escape — , pero el amor y el matrimonio no estaban entre ellas. Menos mal, se había dicho a sí mismo. demasiada en él. Si quería mantener su mente aguda, Rafe Tenía necesitaba estar maldad en constante movimiento. Alojarse en un solo lugar lo ponía inquieto, propenso a una serie de errores. Era incapaz de establecerse. Pero eso no le impedía envidiar a los hombres que lo hacían. Y que querían algo más que una rápida y dura… d ura…  Bueno, solo quieren algo más más.. Cuando llegó a la esquina, se detuvo y corrió en el lugar, esperando a que Bruiser lo alcanzara alcanzara..  — Tienes Tienes que pedir más vestidos  — dijo dijo Rafe — . Los mejores. Unos que

encajen. Su entrenador se inclinó, agarrándose el costado y haciendo una mueca de dolor.  — Ya Ya lo hice. Pero tomará unos días. dí as.

Maldita sea, no tenía unos días. Rafe boxeaba en la menguante tarde, lanzando golpe tras golpe al sol poniente. Como pudiera golpear discoy de color naranja con la fuerza suficiente parasiconducirlo hacia elelcielo se quedaría allí, como la  jarra incrustada en la pared de yeso. Entonces este día duraría para siempre y no tendría que enfrentarse a las promesas que había hecho.  — Tiene Tiene que haber algo más más  —   — dijo dijo — . Algo que no he probado.  — Hemos Hemos pasado por todo.  — Bruiser Bruiser lanzó un brazo y se apoyó contra la pared, respirando con dificultad — . Flores, pasteles, ceremonia, vestidos.

Solo hay una cosa que puedo pensar en que se está perdiendo.

 — ¿Qué ¿Qué es eso? 12

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 — Amor. Amor.

Rafe maldijo.  — La La escuchaste la otra noche  — dijo dijo Bruiser  — . Ella quiere amor. Y

devoción y compromiso. Es curioso, no es así, cómo las mujeres parecen querer esas cosas cuando están diciendo palabras como “Hasta que la muerte nos separe”. Ahora bien, si Clio…   — Señorita Señorita Whitmore. — Rafe Rafe lanzó un gancho derecho vicioso.  — Si Si la señorita Whitmore Whitmore   cree que Lord Granville la ama, todo este

esfuerzo podría ser diferente. Rafe dejó caer los brazos.  — M Mii hermano es como nuestro padre. Los Granville están influidos por

las emociones de la misma manera en que los Alpes se mecen por la brisa. ¿Cómo se supone que voy a convencerla de que Piers está enamorado?  — No No sé, Rafe. Pero hay un método de larga tradición que voy a

someter a tu consideración. Durante miles de años, los hombres lo han utilizado con gran efecto. Se llama mentira.  — Soy Soy una mierda mintiendo.  — Afortunadamente, Afortunadamente, soy excelente en la formación. — Sin Sin previo aviso, Bruiser saltó sobre la espalda de Rafe — . Vamos.  — ¿Qué ¿Qué demonios estás haciendo?  — Rafe Rafe giró en un círculo,

espantando a su entrenador como si fuera una especie de mosquito. Solo que más irritante.  — Tranquilo, Tranquilo, semental.  — Bruiser Bruiser bloqueó sus tobillos en las caderas de Rafe a caballito — . Solo corre de esta forma, ¿lo harías? Soy pesado y

necesitas más esfuerzo. Rafe resopló un suspiro y comenzó a correr de nuevo. Bruiser estaba en lo cierto; se cansaría mucho más rápido de esta manera. Y si tenía

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alguna esperanza de pasar una noche más en el Castillo Twill, necesitaba ponerse en un estado de estupor.  — Ahora Ahora escucha fuerte  — dijo dijo su entrenador, aferrándose con fuerza

al cuello deuna Rafe mientras golpeaban a lo largo de la pared norte — . La clave para buena mentira es el bordado.  — Me Me perdí ese día al terminar la escuela.

Bruiser hincó un talón en sus costillas.  — N No o es el tipo de aguja e hilo. El tipo verbal. Adornos. Informe

detallado. Son los que hacen una mentira creíble. Como se suele decir, el diablo está en los detalles. Rafe soltó un bufido.  — Si Si quieres convencerla de que Piers está enamorado, vas a tener

que contarle una buena historia. Una con un tiempo y un lugar y un montón de detalles. Ahora, cuéntame sobre la vez que te acostaste con la bailarina de ópera parisina.  — Nunca Nunca me acosté con una bailarina de ópera parisina.  — Exactamente Exactamente mi punto, imbécil. Invéntalo.

Rafe lo intentó. Honestamente, lo intentó. En su imaginación, evocab evocaba a la fantasía de una oscura y misteriosa mujer haciéndole señas hacia una cama con cortinasconvirtiendo rojas de cuentas. Perode su ébano mente seguía trabajando alquimia extraña, el cabello de la mujer en oro.una Sus oscuros ojos ahumados alumbraban un precioso azul familiar. Y en cuanto a la cama… bueno, la única cama que podía imaginar era una cosa de

cuatro postes con esmeralda de terciopelo y fila tras fila perfecta de almohadas. Incluso en su imaginación, simplemente no estaba en él acostarse con otra mujer. No ese día. Probablemente, Probablement e, no por mucho, mucho tiempo.

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 — Esto Esto es estúpido — dijo dijo — . Te lo estoy diciendo, no puedo mentir.  — P Puedes. uedes. Solo necesitas práctica. Y estás a punto de conseguir una excelente oportunidad — murmuró murmuró Bruiser  — . Justo…   — ¡Oh, ¡Oh, qué cortés! — gritó gritó alguien cerca… y femenino.  — Ahora Ahora — terminó terminó Bruiser.

Rafe se detuvo en seco, jadeando. La criada de Clio  — Anna, Anna, ¿cierto? —   estaba delante de ellos en el centro del camino. Sin duda, preguntándose por qué demonios un hombre sudoroso y jadeante estaba corriendo alrededor de la muralla del castillo ejercitándose con otro hombre mayor en su espalda. Sus manos se agitaron.  —Siento mucho haber interrumpido su… esto.   — Hay Hay una explicación razonable, no te preocupes  — dijo dijo Buiser  — .

Lord Rafe tenía que llevarme. Tengo una condición. Ciertamente la tiene, pensó tiene, pensó Rafe.  — ¿Una ¿Una condición?  — Sus Sus cejas se fruncieron y Rafe casi pudo ver los pequeños engranajes girando detrás de estas —.  —. Es… — Ella Ella bajó la voz — .

¿Es serio?  — Por Por desgracia, sí. Posiblemente fatal.

Ella se cubrió el jadeo con ambas manos. Porque, al parecer, una mano no habría sido lo suficientemente dramático.  — No. No. Pero seguro que algo se puede hacer. ¿Qué es?  — N No o sé. Estaba inconsciente cuando el doctor me vio. Lord Rafe puede explicarlo mejor. — Bruiser Bruiser le dio un codazo en las costillas —   — . Vamos,

entonces. Cuéntale toda la historia de mi enfermedad. En detalle. Con todos los detalles. ¿Cómo fue que lo llamó el médico alemán?

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