Terapia Narrativa para Niños.

April 17, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Terapia narrativa para niños – Jennifer Freeman, David Epston, Dean Lobovits Cap. 2. Llegar a conocer al niño al margen del problema La impresión que el niño se forma sobre qué es la terapia nace incluso en el momento en que entra en la consulta. Cuando sus padres lo presentan al terapeuta, el niño tiene poco control sobre cómo se lo describe. Potencialmente está a merced de los adultos, que interpretarán sus motivaciones y sus sentimientos según ellos los entiendan. Cabe presumir que el niño quiere que se le vea de forma favorable antes sus padres y hermanos, especialmente cuando le presentan a un extraño como el terapeuta ¿Cómo podemos actuar los terapeutas para que el problema no defina la identidad del niño ni fije el tono de la iniciación de la terapia? Al menos podemos intentar conocer al niño al margen del problema. Reunirse con el niño sin hablar del problema En terapia narrativa, el terapeuta y la familia pueden empezar con una conversación exteriorizadora sobre la situación problemática, antes de que el terapeuta intente conocer algo más sobre el niño. Esto puede aliviar el sentimiento de responsabilidad y culpa del niño y de la familia. Sin embargo, es posible que el problema esté tan interiorizado o fundido con la identidad del niño, que el solo hecho de iniciar una sesión hablando del problema le resulte humillante. Quizá lo prudente sea empezar invitando a que se hable del niño sin mencionar el problema. Para esto, primero pedimos el consentimiento de los padres. Cuando la atención se centra en las cualidades excepcionales del niño y en sus ganas de cambiar se crea un clima de esperanza. Es previsible que este enfoque rompa el hielo y suscite la atención del pequeño. Se puede descubrir o redescubrir información inestimable que nos dé acceso al niño y a las pistas sobre los recursos necesarios para abordar el problema. Estos descubrimientos se pueden convertir en los cimientos sobre los que se construya una historia alternativa, una historia basada en las competencias del niño y de la familia, y lo suficientemente atractiva como para contraponerla a la historia dominada por el problema. Cuando el problema ensombrece el conocimiento del niño Si en las explicaciones de la familia la identidad del niño se confunde con un problema o un síntoma, puede resultar difícil averiguar más cosas sobre el pequeño. Normalmente perseveramos para ver cómo es ese niño cuando no está dominado por el problema. Hay que señalar aquí la necesidad de no ignorar las preocupaciones y las quejas de la familia. En estas circunstancias, la conversación exteriorizadora tiene un valor incalculable, ya que en ella se puede abordar el problema de forma que quede separado de la identidad del niño, pero sin ignorarlo. Se puede pedir permiso al niño y a la familia para trabajar temporalmente dejando de lado el problema, y empezar diciendo, por ejemplo: ¿les parecería bien a todos si hablara del problema de forma que quede separado de X? ¿Qué les parece si dejamos descansar al problema para que la conversación sea más cómoda? Descubrir las habilidades Una vez acordado que se va a trabajar en esta línea, se puede empezar: ¿qué les gustaría que supiese de ustedes primero? ¿Cuáles son algunas de las cosas que más les gusta hacer? Algunas preguntas para los familiares son: ¿me pueden hablar de alguna de las habilidades y de los intereses de X que ustedes aprecien? ¿Qué me puede decir usted de la relación entre padre e hijo al margen del problema? Con el conocimiento específico de sus intereses y habilidades sabemos qué puede aportar el niño que se pueda oponer al problema. Con este conocimiento, después el terapeuta se une al niño en la conversación, ofreciéndole unos puentes lingüísticos que le permitan intentar resolver el problema por sí mismo y de forma imaginativa.

Uno se hace mayor y los problemas se hacen pequeños A veces, además de preguntar por las habilidades, los intereses y las cualidades, lo hacemos por los cambios evolutivos, el desarrollo y la disposición para el cambio. Muchos niños sienten verdadero interés por “hacerse mayores”. Uno inicios difíciles: invitación a la seriedad Al inicio de la terapia se pueden producir invitaciones a ser más serios y estrictos, y no tan lúdicos. Cualquier terapeuta infantil o familiar sabe que la presencia del niño en un lugar que no le es familiar es, por definición, impredecible y, a veces, desconcertante. Hay momentos en los que los esfuerzos de uno por cautivar al niño y conseguir que participe fracasan. Es posible que el terapeuta haya intentado llegar a conocer al niño al margen del problema, o mitigar la vergüenza y el recelo mediante una conversación exteriorizadora, y sin embargo el niño siga ignorando a los adultos, mirando al vacío o corriendo por la habitación. Son unos momentos que pueden resultar muy embarazosos para los padres, que se sienten responsables del niño. Cap. 4. Los padres en la terapia familiar integradora del niño En la terapia familiar, tanto los niños como sus cuidadores tienen unas relaciones con el problema en cuestión. La terapia familiar es compleja; en ella convergen diferentes individuos y diversas corrientes de preocupaciones acerca de determinados problemas, se separan y vuelven a juntarse. Es comprensible que algunos problemas les resulten muy pesados a los padres. Hay que escuchar y tratar sus propias historias de dolor y de lucha mientras las dificultades del hijo se abordan a su nivel. La participación de los padres en los planteamientos lúdicos A los padres les es gratificante ver que su hijo aplica sus conocimientos y sus habilidades al problema. No se limitan a contemplar el ingenio del hijo sino que captan el espíritu y participan activamente. Muchas veces disfrutan de verse inmersos en la terapia y de contribuir a que la comunicación sea más desenfadada. Los padres pueden cumplir muchos roles en la terapia: ● Participan con el niño en tormentas de ideas y de soluciones. ● Pueden actuar de conspiradores con su hijo, espiando o enfrentándose al problema. ● Actuar metafóricamente como equipo con el problema en un bando y la familia en el otro. ● Añadir significados en los relatos del niño a medida que surgen en el juego o en la conversación. ● Pueden participar en un ritual, un juego o un rito de paso. ● Proporcionan detalles y ejemplos que desarrollan relatos prometedores o excepciones a historias saturadas del problema. ● Forman un público que escucha la nueva historia del niño, corroboran que la conducta de éste ha cambiado y celebran con él este cambio. La influencia de los hijos en los padres en la terapia familiar A los terapeutas les es mucho más fácil articular la influencia que los padres ejercen en los hijos que la de éstos en sus padres. Uno de los momentos más evidentes en que el niño puede ejercer una gran influencia es cuando algún problema lleva a la familia al terapeuta. Este puede se puede unir a los padres para identificar sus aspiraciones y ofrecer un foro para el cambio personal y de la familia.

Chasin y White dicen que todos los niños aportan a la sesión no solo un punto de vista particular, sino también unos modos de comunicación con una capacidad de evocación y contribución excepcional, cuyas características suelen ser la inmediatez, la espontaneidad y la franqueza. Nosotros añadiremos el humor, la risa y las oportunidades de crecimiento y cambio para los padres. Expectativas sociales de los padres En algunas teorías psicológicas y en la cultura en general, se suele considerar que los padres (especialmente las madres) son los únicos responsables de los problemas emocionales de sus hijos. Como resultado de interiorizar estas convicciones generalizadas, muchos padres dicen que se sienten culpables cuando sus hijos sufren problemas que les hacen buscar la ayuda de un profesional. Nosotros tratamos de desvelar los efectos que produce la convicción de que los malos padres son la causa de los problemas de sus hijos. Una vez que se exteriorizan, estas convicciones pueden ser objeto de comentario y de crítica. Esto reduce los efectos corrosivos de la culpa que desde afuera se atribuye a los padres, y de la que desde el interior se atribuyen ellos mismos. Mediante las conversaciones externalizadoras, se revelan los aspectos de la relación entre los padres y el problema, incluidas las presiones para la conformidad.

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