Terapeuta Gestalt Herramientas Para El Psicodiagnostico

April 23, 2017 | Author: Luis Fernando López | Category: N/A
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Descripción: TERAPEUTA GESTALT...

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Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

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Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

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Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

“…Pero ahora que sé quien soy – el hijo de esta madre, el hijo de este padre tener un nombre o el otro… la verdad es que ya no importa. Todos los años que he pasado añorando no sé bien qué – el misterio, el secreto – esa parte de mí que siempre me ha faltado, … se han ido. Conocimiento comprendido: lo que me faltaba era mi propia amorosa compañía. La amorosa compañía de uno es el perdón, es el Gran Misterio, es Dios. Antes de que Dios pueda olvidar, debes olvidar tú. Lo que hago es contar esta historia… aprendo a contar esta historia. Yo, aquél que ha vivido, el aguerrido héroe. Pero ser héroe no es sólo contar esta historia. Héroe es aquel que, contando la historia, olvida la historia… olvida al diablo… se olvida de sí mismo, de sí misma… por la oscuridad que fue necesaria para ver la luz.”

Tom Spanbauer. “El hombre que se enamoró de la luna”

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Dedicatoria

Para ti, Alfonso. Por nuestro amor compartido.

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Agradecimientos

A Elena Revenga. Te agradezco tu acogida, dedicación y ánimos. Tu intuición, tu calidez y tu complicidad. Siento que tu presencia nutre mi vida y estimula mi curiosidad.

A Juanjo Albert. Te agradezco tu voz y tu mirada. Tu sabiduría y tu inquietud me entusiasman. Me siento querido, escuchado y respetado por ti.

Al IPETG. Por ser un espacio muy especial de referencia para mi formación y para mi vida. A mis compañeros de formación, con los que he compartido los años de crecimiento personal.

A las personas que acompaño en el trabajo terapéutico. Por el regalo de confiarme su intimidad y poder compartir un trecho de nuestras vidas reencontrándonos con nuestra humanidad y nuestra divinidad. En especial a “Desiré”.

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Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

INDICE INTRODUCCION………………………………………………………………………………

9

PARTE PRIMERA: TEORIA ENERGETICA………………………………………………

12

1.

EL IMPULSO (ENERGÍA VITAL). SUBIMPULSO TIERNO Y SUBIMPULSO AGRESIVO………………………..

2.

FORMACIÓN DEL CARÁCTER COMO CONFIGURACIÓN DEL IMPULSO EN LA RELACIÓN CON EL MEDIO. …………………………

3.

13

15

DESARROLLO DE LA DINAMICA ENERGETICA EN LAS ESTRUCTURAS CARACTERIALES………………………………………. 







19

CARÁCTER ESQUIZOIDE (el niño odiado)…………………………….

19

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?................................

19

La madre y el padre…………………………………………………..

19

Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza………….

20

Expresión y Mecanismos de defensa corporales……………………..

21

Dinámica emocional………………………………………………….

22

CARÁCTER ORAL (el niño abandonado)……………………………….

22

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?................................

22

La madre y el padre…………………………………………………..

23

Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza………….

24

Expresión y Mecanismos de defensa corporales……………………..

25

Dinámica emocional………………………………………………….

26

CARÁCTER MASOQUISTA (el niño derrotado-humillado)…………….

27

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?................................

27

La madre y el padre…………………………………………………..

28

Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza………….

29

Expresión y Mecanismos de defensa corporales……………………..

29

Dinámica emocional………………………………………………….

30

CARÁCTER PSICOPATICO (el niño utilizado)…………………………

31

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?................................

31

La madre y el padre…………………………………………………..

31

Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza………….

32

Expresión y Mecanismos de defensa corporales……………………..

33

Dinámica emocional………………………………………………….

33

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CARÁCTER RIGIDO (el niño rechazado)……………………………….

34

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?...............................

34

La madre y el padre………………………………………………….

35

Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza………….

35

Expresión y Mecanismos de defensa corporales……………………..

36

Dinámica emocional………………………………………………….

38

El carácter rígido histérico…………………………………..

39

El carácter rígido pasivo – femenino………………………..

40

El carácter rígido fálico – narcisista obsesivo……………….

41

El carácter rígido fálico – narcisista compulsivo…………….

42

PARTE SEGUNDA: TEORIA AXIOLOGICA……………………………………………….

44

1.

INTRODUCCIÓN ¿QUÉ ES LA AXIOLOGÍA FORMAL?....................................

45

2.

EL PERFIL DE VALORES HARTMAN…………………………………………..

49



Descripción del PVH………………………………………………………

49



Parámetros que muestra el PVH…………………………………………..

50

MUNDO EXTERNO o Gran Extrínseco (“yo en el mundo”)……….

51

MUNDO INTERNO o Gran Intrínseco (“yo conmigo”)…………….

52

MUNDO SEXUAL o Gran Sistémico (manejo de la normativa y el impulso)………………………………………………………….

52

Lectura del PVH…………………………………………………………..

53

FORMULAS AXIOLÓGICAS DE CADA CARÁCTER………………………….

55

 3.



I

59

S

S – CARÁCTER ESQUIZOIDE – Eneatipo 5……………………………



E – CARÁCTER ORAL – Eneatipo 4……………………………………

60



II – CARÁCTER MASOQUISTA – Eneatipo 9…………………………..

61



S

62

E

S – CARÁCTER PSICOPATICO – Eneatipo 6………………………….



E – CARÁCTER PSICOPATICO – Eneatipo 3………………………….

63



EI – CARÁCTER RÍGIDO (Histérico) – Eneatipo 2………………………

64



E

S – CARÁCTER RÍGIDO (Pasivo – femenino) – Eneatipo 7…………… S

65



I – CARÁCTER RÍGIDO (Fálico – narcisista obsesivo) – Eneatipo 1….

66



IE – CARÁCTER RÍGIDO (Fálico – narcisista compulsivo) – Eneatipo 8...

67

PARTE TERCERA: TEORIA GESTALTICA………………………………………………

69

1.

AQUÍ Y AHORA………………………………………………………………….

72

2.

EL DARSE CUENTA……………………………………………………………..

75

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3.

4.

CICLO DE NECESIDADES Y MECANISMOS NEUROTICOS……………….

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Introyección………………………………………………………………

80



Proyección………………………………………………………………..

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Confluencia………………………………………………………………

82



Retroflexión………………………………………………………………

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POLARIDADES…………………………………………………………………..

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Polaridad “Perro de arriba” – “Perro de abajo”………………………….

86



Polaridad Interno – Externo……………………………………………...

87



Polaridad Masculino – Femenino………………………………………..

88

PARTE CUARTA: EL PROCESO DE DESIRÉ…………………………………………….

90

1.

APUNTES BIOGRAFICOS………………………………………………………

2.

CÓMO SE PRESENTA, DIAGNOSTICO QUE APORTA

91

Y MOTIVACIÓN PARA LA TERAPIA…………………………………………

96

3.

PRIMERAS OBSERVACIONES POR MI PARTE Y ENCUADRE…………….

99

4.

LO QUE DICE EL HARTMAN…………………………………………………..

102

5.



Hartman Externo…………………………………………………………

103



Hartman Interno………………………………………………………….

104



Hartman Sexual…………………………………………………………..

105



Movimientos del proceso en el Hartman………………………………...

105

OBSERVACIONES DESDE LA TEORIA ENERGÉTICA……………………..

107



La angustia expresada en síntomas clínicos……………………………..



El relato de Desiré y la dinámica familiar en



 6.

107

la estructuración del carácter rígido……………………………………...

109

La gestión del Impulso…………………………………………………..

111

o

El subimpulso tierno………………………………………

112

o

El subimpulso agresivo……………………………………

116

La sexualidad como defensa……………………………………………..

118

EL PROCESO GESTÁLTICO: CÓMO VOY DESARROLLANDO MI TRABAJO………………………………

121



La biografía……………………………………………………………….

121



Perfeccionismo y crítica: polaridad perro de arriba / perro de abajo……..

122



Manejo de su agresión y hostilidad: contención y proyección……………

125



La angustia ante su deseo…………………………………………………

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La capacidad afectiva……………………………………………………..

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CONCLUSIONES……………………………………………………………………………….

134

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………………...

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INTRODUCCION Cuando una persona llega a nuestra consulta, al igual que nosotros en su momento, lo hace por la vivencia de angustia, sufrimiento, insatisfacción, etc., que ha irrumpido en su existencia, como figura, de tal manera que siente la necesidad de pedir ayuda.

Este momento de crisis desvela un conflicto ocurrido en el contacto de la persona consigo misma y con el mundo. La manera como hasta ahora ha funcionado (el carácter que ha forjado) deja de ser útil y nos vemos envueltos en el conflicto neurótico. Se produce la fricción entre el organismo y el medio en el que vive.

“Sea cual sea el caso, cuando el sufrimiento emocional provoca un desajuste importante en el orden vital, es el momento en que las personas, en su mayor parte, acuden pidiendo ayuda psicoterapéutica.” 1

Es entonces cuando se produce el encuentro paciente – terapeuta. Mi interés, en este trabajo, es prestar atención especialmente al terapeuta, convertirlo en figura de nuestra atención.

Como personas, en un momento de nuestra vida, experimentamos esta situación crítica de nuestra existencia desajustada; como pacientes, transitamos nuestro propio camino de conocimiento y crecimiento personal. Como terapeutas gestalt, además, vamos recorriendo itinerarios formativos que nos proporcionan y facilitan herramientas para nuestro trabajo.

Desde la perspectiva gestáltica, consideramos que el terapeuta es la principal herramienta para el acompañamiento del proceso terapéutico. Estimo que esta herramienta que somos se va configurando a través de nuestra propia experiencia y de nuestra formación.

Mi pretensión a la hora de plantearme preparar la Tesina para la AETG es realizar un trabajo de síntesis de la formación realizada como Terapeuta. Mostrar cómo, desde una 1

Elena Revenga, boletín IPETG año 2000-2001

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perspectiva gestáltica, puedo integrar las aportaciones de dos herramientas significativas (la teoría energética y axiológica) para realizar un acompañamiento cualificado de la persona que viene a consulta. Como afirma Yontef “un diagnóstico preciso ayuda a una terapia humanista” 2

En el encuentro terapéutico no somos, como terapeutas, un papel en blanco. En el aquí y ahora de este encuentro desarrollamos nuestra escucha. Y es en el marco de esa escucha donde nosotros somos y estamos presentes y prestamos atención a otra persona que es y está presente. Siguiendo a Joen Fagan, “cuando el terapeuta entra en contacto con el sujeto que solicita su ayuda, cuenta con un cuerpo de teoría, con su experiencia previa y con una serie de reacciones personales y de tomas de conciencia que derivan de la interacción establecida y que tienen abundantes elementos afectivos e intuitivos.” 3

La tesis que planteo es que, como terapeutas gestalt, somos instrumentos y tenemos instrumentos para ofrecer a la persona que viene a consulta la mejor ayuda posible en el acompañamiento de su proceso vital. En la polaridad “diagnóstico sí” - “diagnóstico no”, enmarco mi posición entre aquellos que tratan de encontrar un enfoque de síntesis e integración, donde las herramientas diagnósticas están imbricadas en la actitud gestáltica de un encuentro terapéutico.

En este sentido, y teniendo en cuenta mi experiencia, desarrollaré las aportaciones que la teoría energética y la teoría axiológica, integradas en el enfoque gestáltico, pueden ofrecer al trabajo del terapeuta como elementos para el psicodiagnóstico y seguimiento del proceso terapéutico.

Con la teoría energética, podremos ir observando cual es la manera en que el paciente ha aprendido a gestionar el Impulso Unitario (con sus componentes tierno y agresivo) con el que venimos a este mundo. Cómo en el aprendizaje de esta gestión ha ido configurándose su carácter, su manera particular de relacionarse con el medio.

2

Yontef, G. (1995). Proceso y diálogo en psicoterapia gestáltica. Santiago de Chile: Cuatro Vientos. Pg. 364. 3 Fagan, J. y Lee Shepherd, I. (1970). Teoría y técnica de la psicoterapia gestáltica. Buenos Aires: Amorrortu. Pg. 94

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Con la teoría axiológica, podremos ir observando su manera particular de valorar en las tres dimensiones que nos configuran y configuran nuestra realidad: la intrínseca, la extrínseca y la sistémica. A partir de la teoría de la axiología formal de Robert S. Hartman, el perfil de valores hartman nos proporciona un instrumento valioso sobre el presente de la persona y los desajustes que están condicionando su existencia.

Si una de las notas de identidad de la Gestalt es desarrollar una actitud holística y fenomenológica para contemplar al ser humano, podemos reconocer que, en el apasionante oficio de la terapia, percibir las consonancias y disonancias en el cuerpo, la emoción y el pensamiento (del paciente y las nuestras propias) es una buena herramienta para nuestro trabajo.

Con todos los terapeutas que he estado me ha llamado la atención de manera especial, cómo veían lo que veían, por qué señalaban lo que señalaban, a cuento de qué y en razón de qué se mostraban con esta u otra palabra, gesto, emoción, tono de voz, silencio. ¿Qué camino han recorrido cada uno de ellos? ¿Qué camino han recorrido los padres de la gestalt? Considero que dentro de ese camino vital, está su formación, las herramientas de trabajo, que forman un nudo inseparable en su ser persona y terapeutas.

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PARTE PRIMERA: TEORIA ENERGETICA

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1. EL IMPULSO (ENERGÍA VITAL). SUBIMPULSO TIERNO Y SUBIMPULSO AGRESIVO.

Desde la teoría energética, partimos de la consideración de que el temperamento es la base energética que nos es dada en la concepción y con la que venimos al mundo. Esta energía es congénita, es decir, se configura por la conjunción de la parte hereditaria (dotación genética) y las experiencias intrauterinas y se irá asentando en la estructura corporal que, hereditariamente, distinga a cada persona. De tal forma que esta energía es potencial, desarrollándose psicológica, emocional y corporalmente sus cualidades y capacidades en el transcurso de nuestra vida.

Seguimos a W. Reich al definir el temperamento como energía vital orientada a la Vida y que experimentamos como el impulso que conduce a todos los seres vivos hacia el placer y la satisfacción.

“Todo análisis suficientemente profundo demuestra que la base de todas las reacciones no es la antítesis amor y odio, como tampoco la de eros e instinto de muerte, sino la oposición entre yo (“persona”; ello = placer del yo) y mundo exterior. De la unidad biofísica de la personalidad deriva en un comienzo un solo impulso: el de eliminar las tensiones internas, ya sea en la esfera del hambre, ya en la de la sexualidad. Ambas son imposibles sin un contacto con el mundo exterior. En consecuencia, el primer impulso de todo organismo vivo será establecer ese contacto con el mundo que le rodea.” 4

Lowen se refiere a esta energía redefiniendo el “Eros” de Freud. Es la única que poseemos y con la que nacemos a este mundo. Como organismos vivos, la energía que nos constituye nos dirige hacia la vida y el placer y se va recreando en la dinámica polar de tensión – relajación. Reich así lo propone al descubrir el mecanismo del masoquismo, no como la orientación hacia el thánatos de Freud, sino como proceso evitativo del placer5

4 5

Reich, W. (1997). Análisis del carácter. Barcelona: Paidós. Pg. 290. Obra citada. Reich, W. (1997).Pg. 219 – 227.

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Para una mejor comprensión, estructuramos de manera didáctica este Impulso Unitario de Vida en dos componentes fundamentales: el subimpulso tierno y el subimpulso agresivo.



El subimpulso tierno: es el que nos proporciona el contacto amoroso con nosotros mismos y nos permite percibir las variaciones en la polaridad dinámica entre tensión-necesidad (displacer) y satisfacción-relajación (placer), dándonos acceso a la toma de conciencia de nuestras necesidades y, a través de ellas, con nosotros mismos. De naturaleza sensorial, según Lowen, permite el arraigo del narcisismo primario (el amor hacia uno mismo). De esta manera, y en razón de la conciencia omnipotente del bebé, se va asentando un contacto genuino de placer lo más parecido a la vivencia intrauterina si al detectar cualquier variación que indique una necesidad, se satisface. De lo contrario, lo que nos señalará el subimpulso tierno es una distorsión perceptiva de nosotros mismos. El subimpulso tierno tiene, por tanto, como misión primaria hacer posible que emerja este sentimiento en nosotros. El territorio donde se registra esta vivencia será el cuerpo y su óptimo asentamiento y desarrollo nos permitirá un contacto tierno con nosotros mismos y con los demás. El subimpulso tierno, por tanto, nos informa sobre nuestras necesidades básicas (hambre, sed,…) y sobre nuestras emociones (pena, autocompasión, alegría de ser, debilidad, dolor, afecto,…).



El subimpulso agresivo: es la parte del impulso unitario que nos proporciona la capacidad de dirigirnos (naturaleza motora de Lowen) hacia lo que queremos para satisfacer las necesidades que el subimpulso tierno detectó. Es necesario que distingamos agresividad de violencia6. La violencia es una manifestación hostil de la agresión. El subimpulso agresivo sería más bien el que nos da la posibilidad de movernos hacia la satisfacción de nuestras necesidades. El buen desarrollo y arraigamiento de este subimpulso hará que la persona sea capaz de satisfacer sus necesidades de manera autónoma; la distorsión en su asentamiento y su fluir manifestará tanto conductas de pasividad y sumisión como de rebeldía y violencia,

6

El vocablo "agredir" (derivado del latín aggrédi y éste de gradi, es decir, "andar") significa "dirigirse a"; de la raíz "gradi" (caminar) se derivan palabras como ingresar, congreso, progresista (Joan Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, 3ª edición, Ed. Gredos) (Corominas, 1990; DRAE, 1996; Moliner, 1986; Zainqui, 1985).

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siendo todas ellas indicadores de dependencia. Juanjo Albert7, a quien sigo en esta exposición, considera como componentes hostiles del subimpulso agresivo:

o El odio: cuya finalidad es la destrucción del objeto de deseo, que es, a su vez, origen de la frustración. o La rabia: cuya finalidad es apartar al sujeto de la frustración. o La ira: por la que se tiende a destruir lo que se interpone entre el deseo y el objeto de deseo. o La cólera: impulso destructivo indiscriminado dirigido contra el medio externo en general.

Pues bien, lo que didácticamente queda expuesto como subimpulsos separados, en realidad concurren implicados entre sí, de manera que el subimpulso tierno tiene componentes agresivos y el subimpulso agresivo contiene componentes tiernos. Ambos, configurando un bucle dinámico de imbricación, convergen en el Impulso Unitario que nos impele hacia la vida. Así, sensorialmente, nos percibiremos con un sentimiento de confianza básico en la vida y en nosotros mismos.

2. FORMACIÓN

DEL

CARÁCTER

COMO

CONFIGURACIÓN

DEL

IMPULSO EN LA RELACIÓN CON EL MEDIO.

Con el nacimiento, provistos con esta energía vital de ternura y agresión que se encarna en nuestro cuerpo, entramos en contacto con la realidad, que, por lo general, aporta mayor dosis de hostilidad y frustración que la vivencia intrauterina.

A. Lowen lo expresa diciendo que

“…el impulso es un desplazamiento de energía desde el centro a la superficie del organismo, donde afecta a la relación entre éste y el mundo exterior” 8

7 8

Albert Gutiérrez, J. J. Ternura y Agresividad. En imprenta. Lowen, A. (1995). El lenguaje del cuerpo. Barcelona: Herder. Pg. 85.

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Es en ese momento donde se inicia y desencadena el proceso de formación del carácter como modo particular de afrontar las frustraciones que la realidad (en todas sus expresiones) nos proporciona.

“No importa cuál sea la forma del carácter, su función básica es construir una coraza contra los estímulos del mundo exterior y contra los impulsos internos reprimidos”9

La angustia, como expresión de la estasis energética, surge cuando una perturbación obstaculiza la alternancia entre relajación y tensión, es decir, cuando se interrumpe o dificulta el libre flujo del instinto, tanto en lo referente a la satisfacción de las necesidades como en la obtención de relajación y placer. Es en ese momento donde va a comenzar la tarea de gestión (conteniendo o dejando fluir) de nuestro impulso. Y en este proceso de gestión ocurrirán los ajustes y desajustes que, con el desarrollo, irán tornándose en distorsiones corporales, emocionales y cognitivas que darán lugar a cada estructura caracterológica. Esta reorganización del impulso original que configura el carácter va a cumplir una función defensiva de los intolerables efectos internos (pulsiones, sensaciones, sentimientos y emociones) de la frustración.

La frustración, al principio, procede del mundo externo y, más tarde, también del interno. Pero la contención del impulso la realiza siempre el propio impulso unitario que pierde, de esta manera, su natural discurrir. Reich lo expresa así:

“la presión del mundo exterior produce en la persona una escisión, una disociación del impulso unitario; así resulta posible que un impulso se vuelva contra otro o incluso que el mismo impulso se divida en dos tendencias, una de las cuales continúa esforzándose hacia el mundo mientras la otra se vuelve contra el individuo mismo”10

En nuestro desarrollo psicoemocional, esta dinámica de expresión o contención del impulso, se va desplegando en torno a cinco antítesis:

9

Obra citada. Reich, W. (1997) Pg. 201. Obra citada. Reich, W. (1997) Pg. 313.

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-

Primera antítesis: entre yo (expreso mi impulso) y el mundo externo (contengo mi impulso para satisfacer al mundo).

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Segunda antítesis: entre el amor a mí (expreso mi amor a mí: narcisismo primario) y el amor del otro (contengo el amor a mí para conseguir el amor del otro: narcisismo secundario).

-

Tercera antítesis: entre la sexualidad (expreso mi energía creativa) y la angustia (contengo mi energía creativa).

-

Cuarta antítesis: entre la destrucción (expreso los componentes del impulso agresivo) y la angustia (contengo mi impulso agresivo).

-

Quinta antítesis: entre ética (yo elaboro la gestión de mi impulso) y moral (me sujeto a la elaboración de otros).

En torno a estas antítesis se produce la “escisión del impulso unitario” que, en términos reichianos, es el proceso defensivo que vamos desarrollando en base al principio de economía energética. Biológica y energéticamente, este proceso de escisión y cambio de dirección del impulso ocurre, en primer lugar, en la musculatura (contracturas, bloqueos, tensiones) cumpliendo una función de defensa. Posteriormente será sustentado por los mecanismos de defensa psicoemocionales. Así, en cada carácter observaremos una típica morfología corporal. La energía que, por desviación, utilizamos para contener nuestros impulsos, la restamos de la expresión y del contacto genuino con nosotros mismos y con los demás. De esta manera, nos convertimos en nuestro propio enemigo, frustramos nuestro desarrollo sano, aunque la frustración venga de fuera, para protegernos de la angustia o displacer del desequilibrio emocional. Los mecanismos de defensa nos posibilitan neutralizar y contener esa angustia.

Dice Juanjo Albert:

“la pérdida de Confianza en la Vida y en nosotros mismos es la base sobre la que se desarrollan las distorsiones perceptivas, sensoriales, emocionales e intelectuales del 17

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carácter (o de la neurosis, tanto da), y que éste sólo nos proporciona una fantasía de seguridad con la que suplir la pérdida de confianza. Y ayuda más conocer que la pérdida de confianza además de ser el origen es, también, un artefacto del desarrollo del carácter, una vivencia distorsionada y reactiva a nuestra dolorosa realidad infantil, una fantasía más en definitiva que refuerza neuróticamente la estructura defensiva caracterial. No hay nada que nos atemorice más que las fantasías de abandono, falta de apoyo y soledad, y el carácter viene a tapar estos “agujeros” por los que alguna vez en nuestras vidas tuvimos que pasar y quedamos maltrechos”11

Los dos componentes del Impulso Unitario (ternura y agresión) son, pues, de la misma naturaleza aunque cumplen funciones distintas en aras del mismo y único objetivo: preservar la vida y gozar. Si esta energía original, en sus dos componentes, se moviliza de manera que por el subimpulso tierno contactamos con nuestra necesidad y por el subimpulso agresivo vehiculizamos la expresión de la misma, conseguimos la satisfacción. Si por el contrario, esta dinámica energética es contenida como consecuencia de la escisión del impulso y de la desviación del mismo (bien por autoinhibición de la ternura o de la agresión o de una sobre la otra) entonces ocurrirá el estancamiento de la misma y única energía; estancamiento que asentará las condiciones para la vivencia de la ansiedad o la angustia (según el grado de constricción). Y es entonces cuando las estructuras caracteriales adquieren su función defensiva.

Lowen ilustra con un ejemplo sencillo la dinámica de estos dos componentes del Impulso Unitario:

“en la acción de extender los brazos hacia otra persona… las características del movimiento están determinadas por la proporción entre ambos elementos…, si predomina el componente tierno, el gesto resultante es un abrazo. Sin embargo, si es más poderoso el elemento agresivo, la acción representa una amenaza de fuerza… en la neurosis, la proporción entre ambos impulsos instintivos tiende a quedar fijada dentro de unos estrechos límites independientemente de la situación. La proporción es característica de cada trastorno del carácter.”12 11 12

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J. Obra citada. Lowen, A. (1995). Pg. 97.

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3. DESARROLLO

DE

LA

DINAMICA

ENERGETICA

EN

LAS

ESTRUCTURAS CARACTERIALES

CARÁCTER ESQUIZOIDE (el niño odiado)

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?

Nos encontramos en los tres primeros meses tras el nacimiento, en la fase que Juanjo Albert denomina pre-oral13. Esta denominación queda justificada porque los tres primeros meses es el momento de los movimientos reflejos (guiados por el instinto de conservación, no surgiendo aún la conciencia de placer) mediante los cuales el bebé inicia su proceso de acomodación y adaptación para la supervivencia. La maduración nerviosa y muscular es insuficiente y el amplio espectro que abarca el desarrollo perceptivo se encuentra muy limitado para experimentarse como diferente en la relación con el nuevo medio. Con los condicionantes propios de la inmadurez biológica, el bucle percepción – acción que desencadena el desarrollo cognitivo y psicológico (constructivismo de Piaget) aún no se ha instaurado, de manera que el recién nacido no tiene todavía la capacidad de percibirse de manera diferenciada de su entorno. Más bien al contrario, el bebé se intuye, sensitiva y sensorialmente existente, como único ser inmerso en un mar de nuevos estímulos y perturbaciones de los que se siente generador y agente en su satisfacción al mismo tiempo.

La madre y el padre

En el momento del nacimiento (y quizás también durante el embarazo) la madre, por la razón que sea, tiene congelada su capacidad para el contacto tierno. Emocionalmente está anclada en el odio y este es el único afecto del que dispone para relacionarse con el recién nacido.14

Por tanto, la instauración del contacto materno se realiza desde esta carencia afectiva que más tarde, y motivado por los sentimientos de culpa, se intentará reparar a través de 13 14

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J. Obra citada. Lowen, A. (1995). Pg. 381 y ss.

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una relación acaparadora y absorbente sobre el niño. De tal manera que se dificultará el establecimiento de una relación paterna adecuada, capaz de promover una articulación fluida en el manejo de los límites y la acción en el mundo.

Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza

Por su extrema y exquisita percepción sensorial omnipotente, el bebé procesará su experiencia como autogenerada y autosatisfecha. En el establecimiento del vínculo15 entre la madre y el hijo, éste ocupa el lugar del “objeto de la madre”, siendo, por las características de la vivencia materna, un objeto “odiado” sobre el que vuelca su atención. De tal manera que cada vez que el niño experimenta el contacto con la necesidad (displacer) y con la expresión de la misma, lo que registra de manera simultánea es un displacer aún mayor: la pulsión de la necesidad y su expresión va acompañada, sensitiva y sensorialmente, de un sentimiento amenazante para su existencia (es capaz de registrar sensitivamente como propios el displacer de la tensión de su necesidad y el displacer energético del estado emocional de odio u hostilidad con el que se le acerca la madre) provocándole una paralización en el miedo, terror o pánico. Necesidad (el displacer que irrumpe en su estado de placidez) significa, a la par, existencia amenazada.

Por esta razón, el niño necesita escindirse del contacto con su necesidad. En su omnipotencia sensitiva, donde no existe aún conciencia de diferenciación del mundo externo, el Impulso de Vida queda sometido a una percepción paradójica: subimpulso tierno frente a subimpulso agresivo, modificando éste su función en antitética de aquel.

El subimpulso tierno ha de bloquearse, en parte, para tratar de dar cuenta lo menos posible, en primer lugar, de la pulsión de la necesidad (registrada como displacentera) y, más tarde en el tiempo, de las emociones, sentimientos y deseos.

El subimpulso agresivo, en parte, también ha de bloquearse puesto que si da cauce a la expresión lo que emerge es la percepción sensorial del odio materno. Así invierte, en 15

Bowlby, J. (1993). El vínculo afectivo. Barcelona: Paidós.

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parte, su dirección y función: de guiar la expresión de la necesidad pasa a contenerla y a bloquear al subimpulso tierno, de manera que la información sensorial perceptiva que éste aporta quede inhibida (la necesidad es procesada sensorialmente como peligrosa para la existencia).

Esta inhibición energética de los componentes tierno y agresivo del Impulso de Vida, registrada sensorialmente como displacer, es procesada como angustia. El resto de energía que queda libre definirá la cualidad precaria de los subimpulso tierno y agresivo, quedando disociados el uno del otro. La ternura queda encapsulada sin componentes agresivos que le den cauce, provocando temor e indefensión y la agresión se desliga de los componentes tiernos, convirtiéndose la acción en el mundo en fría y distante. Se establece, así, la fijación nuclear de este carácter.

De esta manera, en la ruptura de la armonía entre la ternura (percepción de sí) y la agresividad (expresión de sí), el bebé experimentará una carencia importante en el arraigamiento del Sentimiento básico de Seguridad en la existencia.

Expresión y Mecanismos de defensa corporales

Ante la angustia generada por la escisión particular del Impulso de Vida en este carácter, desde el punto de vista energético corporal, la persona con una fuerte fijación en esta etapa evolutiva, elabora el mecanismo de defensa de la compartimentalización del propio organismo, escindiendo la percepción sensorial de las necesidades, de los sentimientos y, ambos, de los procesos racionales. Esta compartimentalización ejerce su función defensiva al dificultar que las percepciones sensoriales vayan acompañadas de sus componentes emocionales y sensitivos, consiguiendo que las ideas y pensamientos estén suficientemente distanciados de los sentimientos.

La compartimentalización corporal y energética se origina y se mantiene principalmente a través de fuertes bloqueos de hipertensión en la musculatura en general, en las articulaciones y especialmente en los segmentos ocular, cervical y diafragmático (bloqueado en expiración).

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Dinámica emocional

Desde el punto de vista psicodinámico, la estructura de personalidad de este carácter es obsesiva.

Por la dinámica energética descrita, la persona fijada en este carácter, cuando comienza a contactar con un sentimiento tierno hacia sí mismo o hacia el otro, detecta a la vez, de manera inconsciente, la inquietud de la amenaza. La sensación es que si expresa ternura, expresa al mismo tiempo la hostilidad hacia sí mismo y hacia el otro. Esta es la razón de la tendencia hacia el desapego emocional de las personas y las cosas. Al mismo tiempo, buscará la incondicionalidad en las relaciones afectivas (como reacción a su dificultad de autodefensa por la precariedad del subimpulso agresivo), de una parte, y, de otra, tendrá una gran dificultad para entregarse. Como mecanismos psicoemocionales emergen, equivalentes a la compartimentalización corporal,

la escisión y la

intelectualización.

CARÁCTER ORAL (el niño abandonado)

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?

La etapa oral del desarrollo abarca desde los 3 hasta los 18 meses, aproximadamente. El desarrollo biológico sigue su curso y poco a poco, la maduración corporal propiciará nuevas posibilidades de percepción de sí y del mundo. Durante el primer año de vida el desarrollo neurológico y muscular sentarán las bases del desarrollo sensorial, perceptivo y motriz, de manera que, con estas nuevas herramientas, el niño estará en condiciones de establecer su diferenciación con el mundo exterior y progresar en su aprendizaje a través de la acción.

En este proceso de desarrollo tendrán especial relevancia, en primer lugar, el incremento de la percepción sensorial alrededor de la zona oral, acaparando su atención las experiencias que giren alrededor de la misma. En segundo lugar, alrededor de los 6 meses, comenzará a tomar conciencia de la diferenciación entre sí mismo y el resto de seres y objetos; en este sentido, empezará a cobrar un significado diferente para él las 22

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experiencias de frustración, de manera que de sentirse el centro del universo (origen y fin de todo) pasará a sentirse como ser dependiente de otros, en especial de la madre. En tercer lugar, la experiencia emocional y cognitiva irá abriéndose paso y, con el desarrollo incipiente del lenguaje, podrá procesar sus vivencias y comunicarlas, sentándose las bases para una conciencia de sí como ser en relación. Por último, su curiosidad y afán exploratorio irán ampliándose en la medida en que se lo permita su desarrollo motriz; de las acciones centradas en la boca y las manos irá transitando, sobre los 12 meses, hacia las enormes posibilidades que le brindarán el gateo y el caminar sobre sus pies.

En su despertar al mundo, el niño en esta etapa se vivirá en un presente permanente donde, en la dinámica displacer – placer, irá entrando en escena el principio de realidad16 con sus consecuentes frustraciones. La inmediatez voraz que caracteriza al niño en esta etapa habrá de ir incorporando la tolerancia a la demora en la satisfacción, de manera lo más saludable posible.

La madre y el padre

Ante el progresivo desarrollo del niño en su propia percepción y en su incesante capacidad exploratoria, la madre, o quien ejerce su función, pasa a ser vivenciada como el objeto del que procede la satisfacción de las demandas (primero sensoriales y más tarde emocionales) y, por tanto, la figura de la que depende totalmente. En este período, el niño aún no tiene desarrollada su capacidad afectiva, sino que se guía por sus necesidades básicas. En la génesis de la fijación de este carácter la relación de la madre hacia él se va a caracterizar por un contacto más formal que afectivo que, generalmente, estará representado por objetos sustitutorios y amenazas de retirada amorosa.

En este sentido, si la madre ejerce una frustración desmedida sobre el niño, favorecerá la fijación caracterial en esta etapa. Esta frustración desmedida podrá ocurrir por la demora excesiva en la satisfacción de las demandas y/o por la falta de contacto y nutrición amorosos suficientes para el niño. En este hecho, vivido de manera reiterada, el niño experimentará a su madre como figura hostil, en tanto que, dependiendo de ella, 16

Obra citada. Lowen, A. (1995). Pg. 69 – 83.

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no proporciona la seguridad y satisfacción que él necesita y demanda. Así ocurrirá que el niño desarrolle la fijación en el anhelo, sustituyendo la satisfacción de las necesidades (y luego de los deseos) por la permanencia en el anhelo o insatisfacción. Lowen lo expresa de esta manera:

“El carácter oral se desarrolla cuando el anhelo de la madre es reprimido antes de que el niño haya satisfecho las necesidades orales. Esto da lugar a un conflicto inconsciente entre la necesidad por una parte y el temor a la decepción por otra” 17

Con su modalidad de contacto, la madre irá favoreciendo el desarrollo de la identidad de ser en el niño bien cimentada sobre la seguridad (arraigamiento del narcisismo primario) o, como en el caso del carácter oral, sobre la carencia (desencadenante de la tendencia depresiva de la fijación oral).

Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza

Por el momento evolutivo que vive el niño, toda su disposición energética en la etapa oral está en función de la demanda de satisfacción. En este sentido, juega un papel significante la dificultad para reconocer la demora en la satisfacción, la idea del “después”, como parte del principio de realidad. La tardanza en la respuesta a sus demandas (y más aún la ausencia de satisfacción) es procesada como amenazante para su vida.

La dinámica deformada del Impulso Unitario en el bebé que atraviesa esta etapa y queda fijado en ella es: mediante el subimpulso tierno, percibe sus necesidades (más adelante sus emociones y deseos) y a través del subimpulso agresivo expresa y busca la satisfacción. En ese momento ocurre una frustración intolerable (por demora excesiva o por carencia) de parte de la función materna. Así, la percepción del subimpulso tierno queda distorsionada (la necesidad se percibe como displacer) afectando la percepción de la identidad de ser y parte de su energía ha de contener esta percepción distorsionada de sí. Por su parte, el subimpulso agresivo que conduce la expresión de la demanda (por la frustración mencionada) no logra la satisfacción y su energía original se transformará en 17

Obra citada. Lowen, A. (1995). Pg. 194.

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agresión hostil. En un primer momento, esta hostilidad la dirige contra sí mismo; más tarde, contra el objeto que representa la frustración (la madre y, por extensión, el mundo). Pero esto hará aumentar la angustia ocasionada por el deterioro de insatisfacción, por la contradicción que surge al querer eliminar a la madre que es, al mismo tiempo, la fuente de satisfacción y de frustración. Ante el peligro de un abandono o carencia aún mayor, la dirección del Impulso de Vida original se encaminará a objetos sustitutorios, perpetuando la vivencia de insatisfacción y carencia convirtiéndose ésta en nota identificatoria de su identidad de ser.

El desarrollo y arraigamiento saludable del subimpulso tierno va a depender, por tanto, de la vivencia del bebé de sentir satisfechas las necesidades con las que contacta. El desarrollo y arraigamiento saludable del subimpulso agresivo va a depender de su capacidad para satisfacer su necesidad, condicionada por la intensidad de la frustración (por demora intolerable o por carencia) ante las demandas expresadas. Si no es así, como expresa Juanjo Albert “pedir agresiva y directamente no conduce a la satisfacción de la necesidad, al menos no antes del agotamiento, de la depresión, y sí al aumento del displacer” 18

Como resultado de esta dinámica energética el niño pasará a las siguientes etapas evolutivas con un deficiente arraigamiento del Sentimiento Básico de Seguridad en sí mismo y en el entorno inmediato.

Expresión y Mecanismos de defensa corporales

Podemos deducir, pues, que, corporalmente, el carácter oral es un tipo de estructura defensiva desenergetizada, fundamentalmente porque no ha habido suficiente posibilidad de contacto tierno consigo mismo. La energía básica no se ha podido arraigar al percibirse, de manera distorsionada, como fuente de displacer y angustia. Y la energía del impulso agresivo está inmovilizada, conteniendo sus componentes hostiles y fijando parte de la energía del impulso tierno. Así pues, dispone de poca energía libre, tierna y agresiva, para atenderse a sí mismo.

18

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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El carácter oral se defiende, pues, de la percepción de la excitación energética (percibida en gran parte como sensación de angustia) a través de una sobrerelajación muscular que actúa como filtro para las propias percepciones sensoriales. La hipotonía muscular cumple así una función defensiva vital: la sobrevivencia. En ella se expresa la contención de los impulsos tierno y agresivo. Si no fuera así, la demanda permanente le llevaría a la muerte por desgaste.

Dinámica emocional

Desde el punto de vista psicodinámico, la estructura de personalidad de este carácter es histérica.

Dadas las características del contacto materno apuntadas y siendo el impulso tierno el que posibilita la percepción y el contacto amoroso consigo mismo, la persona de carácter oral, al identificarse él como generador de malestar, se rechaza y rechaza todo lo que proceda de él. La devaluación de sí mismo irá instaurándose como seña de identidad. Por eso queda en una situación de profunda carencia y de dependencia permanente del exterior. El niño oral se vive, fundamentalmente, rodeado de frustraciones, con un contacto tierno disminuido y con poca capacidad energética para conseguir lo que necesita.

La angustia derivada por la dinámica energética descrita necesita ser contenida emocionalmente por el desarrollo del mecanismo de la introyección. Juanjo Albert lo explica de esta manera:

“Los estados displacenteros, que en principio los percibe como suyos y procedentes de él, más tarde comenzará a relacionarlos con la madre, inicialmente también como parte de sí mismo; por ello, el único recurso es la introyección total de la “madre hostil”. Hostil simplemente por cuanto que no proporciona la seguridad y la satisfacción que el niño necesita, por más que no queda excluida la posibilidad de auténtica agresión hostil de la madre hacia el niño, consciente o no. La introyección de la “madre buena” vendrá condicionada por la posibilidad que haya tenido de contactar y arraigar sus propios impulsos tiernos. A medida que su aparato psíquico se 26

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vaya desarrollando, y pueda ir diferenciándose de la madre, estos impulsos hostiles y tiernos en principio centrípetos, los irá dirigiendo hacia ella, condicionado también por la disponibilidad que la madre tenga para recibirlos, completándose así el mecanismo de introyección.”19

La consecuencia emocional de esta dinámica queda reflejada en la paradoja de que, aunque él se siente necesitado, simultáneamente (por las deficiencias en el arraigamiento del subimpulso tierno) se vive como no merecedor de satisfacción. Esto le conducirá a establecer un modo de relación con los demás y con el mundo en el que sus demandas, impregnadas por impulsos hostiles, se transformen en exigencias. Por el déficit de contacto tierno con el que crece, le será difícil experimentar satisfacción e irá surgiendo poco a poco la estrategia pasional de comparación y envidia en sus relaciones, con lo que se irá instaurando el sufrimiento intenso (como idea perversa con que disfrazar su pasión) y recreando la hostilidad y rencor hacia el mundo.

CARÁCTER MASOQUISTA (el niño derrotado-humillado)

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?

Continuando con su proceso evolutivo, el niño atraviesa la fase anal del desarrollo, que situaremos entre el año y medio y los dos años y medio aproximadamente.

La percepción sensitiva, por la maduración neuromuscular, se amplía y el niño comienza a descubrir las sensaciones que le proporciona la zona genital y anal; aunque aún no es capaz de contener y controlar (lo conseguirá, generalmente, al final de esta etapa), sí registra el displacer de la vejiga y el recto llenos y el placer cuando se vacían, de manera que la polaridad necesidad – satisfacción se centra en la información que le llega de esta zona del cuerpo. Por otro lado, en esta edad cobra especial relevancia los niveles alcanzados en el desarrollo sensoriopsicomotor, que le proporcionan mayor seguridad y capacidad de acción exploratoria y transformadora sobre el medio, desde el nuevo esquema corporal de bipedestación. Este crecimiento en la experiencia le proporciona un buen cimiento para el desarrollo emocional, cognitivo y comunicativo, 19

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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de manera que comienza a ser capaz de comprender los sentimientos y mensajes del otro y a expresar los propios.

El desarrollo incipiente del lenguaje y la construcción de significados en la relación interpersonal hacen germinar los primeros niveles de socialización y, con ella, el proceso de incorporación de las normas morales de convivencia.

En este nuevo contexto ocurre un importante progreso psicoemocional: acontecen las primeras experiencias de conflicto entre sus necesidades y los deseos de los demás, originándose la disyuntiva entre vinculación fusional (especialmente con la madre) y autonomía.

La madre y el padre

La formación del carácter masoquista en el niño sucede por la frustración reiterada del natural proceso de individuación ejercida por una madre sobreprotectora y asfixiante. Ocupada y preocupada (indicadores de su angustia personal), establece con el niño un vínculo, aparentemente amoroso, donde con actitudes humillantes reprimirá las necesidades y deseos infantiles, condicionando su amor a la obediencia y sumisión a los suyos propios. Lowen lo expresa diciendo:

“Lo que se reprime es la creciente independencia del joven organismo, el yo en formación. La represión no adopta la forma de una hostilidad abierta, sino que suele actuar bajo el disfraz de un desvelo, una protección y una preocupación excesivos. Finalmente, se logra la sumisión y el masoquista se convierte en un buen chico” 20

La coacción que ejerce la madre (descalificando, negando o humillando) sobre el niño en plena expansión de su desarrollo sensoriopsicomotor, unida a la pasividad de la figura paterna, favorecerá la distorsión infantil donde la satisfacción de sus necesidades queda relegada con el fin de satisfacer las de la madre.

20

Obra citada. Lowen, A. (1995). Pg. 222.

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Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza

En el carácter masoquista se produce un bloqueo en la natural dirección del Impulso Unitario hacia la obtención del placer. El componente tierno queda distorsionado al procesarse como displacenteras las necesidades propias ya que a lo que se ve forzado el niño es a satisfacer las de la madre, renunciando a las suyas. De manera que, por el displacer al que le conduce, el niño siente como necesario alienarse del contacto amoroso consigo mismo para poder obtener el aprecio de la madre y evitar el displacer de su reprobación.

El subimpulso agresivo queda bloqueado en su función expresiva, transformándose en antitético de sí mismo. Ante la coacción materna sobre lo que el niño reclama en su autoafirmación natural, la reacción espontánea es de rabia, como defensa limitadora de la invasión de la madre. En el masoquista, esta expresión del componente agresivo es la que se dirige hacia sí mismo, como defensa autocontenedora, por la sensación (primero real y más tarde fantaseada) del advenimiento de un peligro y displacer aún mayor.

Por tanto, y en razón de la economía energética, el niño masoquista aprenderá que es más rentable olvidarse de sí y contener su rabia y deseos de afirmación, distorsionándose el ciclo tensión – satisfacción – relajación.

“el carácter masoquista se estructura sobre la disfunción básica de un insuficiente desarrollo y un arraigamiento distorsionado del sentimiento de seguridad básico en la individualización para la autonomía de ser y para procurarse activamente satisfacción a sus necesidades y, posteriormente, a sus deseos.” 21

Expresión y Mecanismos de defensa corporales

La dinámica energética descrita explica el estado displacentero de tensión permanente en que se vive el carácter masoquista, resultando como mecanismo de defensa corporal la contención energética, que explica el excesivo y contenido desarrollo muscular.

21

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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Es un carácter muy cargado energéticamente, pero bloqueado y contenido en el tronco, a través de bloqueos en el cuello, hombros, diafragma y parte posterior de la zona pélvica, percibiéndose con una gran presión interna.

La configuración de la coraza muscular cumple la función de contener la expresión y satisfacción de los impulsos, en especial del agresivo.

Dinámica emocional

La estructura psicodinámica del carácter masoquista es obsesiva.

Al igual que ocurre con el carácter oral, en numerosas ocasiones encontramos rasgos del carácter masoquista, como elementos defensivos, en otras estructuras caracteriales.

La dinámica emocional del masoquista está dirigida a conseguir la aceptación y protección amorosa, a cambio de renunciar a su afirmación y autonomía. Recordemos que en el momento evolutivo del niño en que nos encontramos, se inicia la apertura a la comprensión emocional y cognitiva de los afectos en su contexto relacional. La renuncia a sí mismo y el sometimiento a los deseos del otro instauran el mecanismo de defensa psicoemocional de la confluencia (sobre todo con la madre), a través del cual la percepción de su identidad queda suplantada por la identidad del otro.

Este vivir vicario permite la sensación de insatisfacción permanente que favorecerá la resignación, la pérdida del entusiasmo vital y la disociación de sí. La única vía posible para la expresión de esta insatisfacción es la queja, a través de la cual encauzará, sin sentirse amenazado, su agresión hacia el mundo y hacia los demás.

“Este es el núcleo del carácter masoquista: llega a separarse tanto de sí mismo que se pierde de sus necesidades y deseos auténticos, no para frustrarse sino para evitar una frustración mayor, aunque ésta, en el adulto, sea sólo una fantasía inconsciente

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elaborada a partir de las vivencias originales cuya impronta ha quedado impresa sensorial y sensitivamente”.22

CARÁCTER PSICOPATICO (el niño utilizado)

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?

El carácter psicopático se fija en la fase fálica del desarrollo, entre los dos años y medio y tres años. Por la maduración del sistema nervioso periférico, el niño comienza a percibir sensaciones en la zona genital que se convertirá, de este modo, en su centro de atención. Al igual que anteriormente encontraba la sensación de placer en las zonas de la boca o el ano, ahora lo encontrará en la exploración de sus genitales.

De manera simultánea a este nuevo campo de autoexploración, el niño va adquiriendo mayores capacidades para el contacto y la exploración con el entorno y los demás. La exploración de sí y la exploración del mundo se convierten en necesidad y deseo básico para él. Su desarrollo locomotor y cognitivo son aliados en su creciente curiosidad por todo lo que le rodea, de manera que la acción en su medio retroalimenta sus capacidades cognitivas. Su capacidad comunicativa, con el desarrollo del lenguaje, le permitirá adentrarse en el territorio de los significados, las normas, los valores.

La madre y el padre

Este universo de nuevos descubrimientos y capacidades le permiten los primeros avances en el distanciamiento de la madre y la entrada en su escena vital de la figura del padre. Si hasta ahora, lo fundamental ha sido el arraigamiento de un buen contacto consigo mismo y de su identidad de ser a través del subimpulso tierno (función materna), en este momento, el desarrollo del subimpulso agresivo (función paterna) le va a posibilitar el afianzamiento adecuado de estrategias válidas en su salida hacia el mundo. Con este nuevo escenario triangular, el niño inicia su entrada en el conflicto edípico.

22

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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Siendo así las cosas, lo que ocurre para que se produzca una fijación en esta etapa y se genere el carácter psicopático es que uno de los padres (generalmente el de sexo opuesto), en lugar de acompañar el proceso natural del niño en su “ser en el mundo”, lo utiliza para satisfacer sus intereses narcisistas a través de la seducción y el chantaje emocional. De esta manera, el niño se va a sentir coaccionado (mediante el engaño y la trampa) para ponerse en contra de sus propios deseos y logros, de forma que su proyección en el mundo no responda a sus deseos genuinos sino a los del padre seductor. Será amado y reconocido si renuncia a sí mismo a favor de la satisfacción narcisista del padre en cuestión.

Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza

Por la dinámica descrita, para la fijación del carácter psicopático lo que se produce a nivel energético es que el subimpulso tierno (que a esta edad no solo permite el contacto con las necesidades, sino también con los deseos) queda inhibido. Lo que el niño percibe como su genuino deseo queda contenido por su propio subimpulso tierno, como antitético de sí mismo. La distorsión que produce esta inhibición es que, progresivamente se va olvidando del contacto tierno consigo mismo (la ternura es procesada como debilidad) a la vez que se especializa en detectar las necesidades y deseos del otro.

De otro lado, el subimpulso agresivo se encuentra liberado en su función de conseguir la satisfacción, pero no de lo que él quiere y necesita (el contacto consigo está inhibido), sino de lo que quiere el progenitor manipulador.

De manera que en su proyección en el mundo (dirigida por el subimpulso agresivo) el niño se ve impelido a renunciar al contacto tierno consigo, sustituyendo este por la satisfacción narcisista del progenitor seductor. La dinámica natural del Impulso de Vida queda así condicionada, desarrollándose una autopercepción de inseguridad en la expresión de ser en el mundo dañándose el sentimiento básico de seguridad en la socialización.

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Expresión y Mecanismos de defensa corporales

En el carácter psicopático observamos un desplazamiento de la energía hacia la parte superior del cuerpo y una menor carga en la parte inferior, produciéndose una desproporción entre las dos zonas que dificultará el arraigamiento.

Hay tensiones en la zona ocular y en la nuca que revelan la necesidad de control de este carácter. Otra tensión importante es en la zona del diafragma, que está bloqueado en inspiración forzada. En la parte inferior del cuerpo, la tensión más característica la encontramos en las rodillas y corvas.

Los bloqueos por tensión en las zonas señaladas son los que permiten a este carácter la separación entre los sentimientos, las emociones y las necesidades, convirtiéndose así en mecanismos de defensa corporales que permiten el control y la acción para responder ante el otro (carácter estructurado en función de la acción externa y de la imagen) y dificultan la conexión con sus propias necesidades y deseos.

Dinámica emocional

Por el anclaje de este carácter en el inicio del conflicto edípico, se va a producir una diferenciación entre la estructura psicodinámica histérica (generalmente mujeres seducidas por el padre) y la estructura psicodinámica obsesiva (generalmente hombres seducidos por la madre). De igual forma, los rasgos de esta estructura de carácter los encontraremos, en numerosas ocasiones, como barniz defensivo de otros caracteres nucleares.

En los dos casos, es un carácter estructurado en la acción externa y en la imagen: la imagen de sí que han necesitado desarrollar, mediante la acción oportuna, para obtener la aceptación del correspondiente progenitor. Este quedar atrapado en la seducción es lo que determina su dificultad para sentirse en un lugar propio de poder dentro del escenario familiar: seducidos a través de la exigencia, la obligación, la imagen, la eficiencia y el chantaje emocional, el varón buscará el poder de mando, y la mujer el poder de belleza y eficiencia. Y esta carencia es la que los impulsa a que la lucha por el 33

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poder sea una constante en su vida, requiriendo del control permanente para poderse proveer del necesario reconocimiento desde el otro, sin llegar a sentirlo nunca seguro por la ausencia de autosatisfacción genuina.

Emocionalmente, por la inhibición del subimpulso tierno, confundirán ternura con debilidad, y se afanarán por defenderse del contacto tierno consigo mismo a través de la manipulación y la seducción de los demás. De esta manera satisfacen su necesidad sin mostrarla. Esto es lo que fundamenta los mecanismos de defensa emocionales de la proyección y la identificación: se defienden de su genuino ser proyectando en el otro lo que no son capaces de reconocer en sí mismos o identificándose con imágenes ideales que respondan a las expectativas de los demás.

CARÁCTER RIGIDO (el niño rechazado)

¿Qué le pasa al niño en esta fase del desarrollo?

El carácter rígido se fija cuando el niño, alrededor de los tres años y medio o cuatro, entra en la fase genital del desarrollo, con el conflicto edípico como situación nuclear en la vivencia infantil.

En la etapa genital, el niño ya ha adquirido una maduración en los sistemas locomotor y nervioso que, a diferencia de las fases anteriores, le va a permitir experimentar el placer y el displacer en la totalidad de su organismo. Así, todo su cuerpo, y no solo alguna zona relevante, va a quedar erotizado y, con esta nueva capacidad energética, va a establecer el contacto con su medio. Las nuevas posibilidades de placer sensorial van a regir de modo particular la relación con los padres, siendo la satisfacción de este deseo erótico, a través del contacto y del movimiento, la nota característica que guiará su experiencia.

Con las disposiciones perceptivas desarrolladas, el asiento firme en la realidad establecido por el perfeccionamiento locomotor y el notable progreso en sus facultades cognitivas, emocionales y comunicativas, el niño afrontará la tarea de conquistar un lugar en el mundo desde el que establecer relaciones afectivas y placenteras. 34

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La madre y el padre

En este momento evolutivo del niño, y en el marco de la situación edípica, la respuesta de los padres es de rechazo ante la unívoca vivencia infantil de afecto y placer. En su acercamiento erótico, el niño no va a percibir límites adecuados y sanos que le permitan canalizar sus impulsos, sino que va a experimentar una actitud de rechazo o ambivalencia de sus padres, originándose el carácter rígido al verse abocado a establecer una escisión entre afecto y placer que se manifestará en la dificultad para una entrega amorosa plena.

Lowen lo enuncia así: “El rechazo de la búsqueda del placer erótico y sexual fue considerada por el niño como una traición a su afán de amor. El placer erótico, la sexualidad y el amor son sinónimos en la mente infantil” 23

Dependiendo de la resolución que el niño o la niña haga del conflicto edípico y del modo en que se produzca el rechazo por parte de la madre o del padre, nos encontraremos con dos caracteres asentados en la estructura histérica y otros dos en la estructura obsesiva.

Gestión del Impulso y del sentimiento básico de confianza

En este momento evolutivo, el subimpulso tierno se tiñe de erotismo, distribuyéndose su carga energética y ampliándose el campo de experiencias que configuran la polaridad placer-displacer por todo el cuerpo. El subimpulso agresivo sirve de cauce para la satisfacción de las demandas percibidas, ahora a través del contacto y el establecimiento de relaciones emocionales.

En esta nueva dinámica en que se juega el deseo de contacto y la aprobación de la vivencia emocional y erótica como unívoca, el equilibrio natural del Impulso Unitario queda desfigurado.

23

Lowen, A (1997). Bioenergética. México: Ed. Diana. Pg. 160.

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Como expresa Juanjo Albert, en la fase genital en que nos encontramos“los subimpulsos agresivo y tierno del Impulso Unitario están genitalizados e igualmente desarrollados, y, en su función de defensa, se disponen parcialmente antitéticos cada uno de una parte de sí mismo. Esto quiere decir que en estos caracteres los impulsos, al estar completada la fase fálica y genitalizados al menos parcialmente, ya sólo pueden gratificarse directamente, es decir, a través de su expresión genitalizada hacía la realidad del mundo exterior. Así como que la función de contención y defensa la cumplen ambos subimpulsos cambiando su dirección en antitética de su propia función original, pero sin contaminación entre las cualidades energéticas de ambas funciones. En esta función defensiva, mantienen un equilibrio dinámico cada uno con la parte del propio impulso que no se puede expresar, creando una zona de falta de contacto emocional. Este equilibrio dinámico entre los componentes del subimpulso que pueden ser expresados y los que han de ser contenidos, es variable con respecto a cada uno de los dos subimpulsos, según la patología propia de cada carácter en cada individuo: en los caracteres fálicos hay más contención del subimpulso tierno, y en el histérico y pasivo-femenino del agresivo, pero esta contención variará en relación a la patología personal de cada individuo.” 24

Esta dinámica es la que origina la estasis energética o angustia que quedará contenida a través de la coraza corporal, las actitudes corporales eróticamente expresivas y los mecanismos de defensa psicoemocionales, según cada subtipo. Por tanto, el carácter rígido, al mantener la sexualidad genital (con sus componentes tierno y agresivo) en función de defensa, presenta dificultad para el contacto emocional profundo, quedando distorsionado el desarrollo y arraigamiento del sentimiento básico de seguridad en el compromiso y la entrega a sí mismo y a los demás.

Expresión y Mecanismos de defensa corporales

El carácter rígido se caracteriza por una rigidez muscular superficial, sistemática y general (armadura de Reich) eficaz para contener la energía que se experimenta como displacentera (angustia).

24

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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“El concepto de armadura fue introducido por Reich para designar un estado en que la ansiedad queda asimilada hasta convertirse en un mecanismo protector que tiene la finalidad económica de servir, por una parte, como protección frente a los estímulos del mundo exterior y, por otra, frente a los deseos libidinosos internos…. La armadura da protección, pero exige aislamiento y limita la motilidad interna del organismo” 25

Podemos distinguir dos disposiciones: estructura en malla (caracteres blandos) y estructura en tubo (caracteres duros).

En la estructura en malla, propia de los subtipos histérico y pasivo-femenino, la rigidez está distribuida por todo el cuerpo, facilitando, a través de la musculatura y el movimiento, la expresión energética y el drenaje de la angustia.

En la estructura en tubo, la rigidez se establece superficialmente a lo largo del eje longitudinal del cuerpo, conectando directamente la pelvis con la cabeza y es más propia de los subtipos fálicos. La energía fluye por la parte interna de este tubo, evitando su extensión hacia la superficie. Por ello es mayor la tensión y contención de movimientos y la frialdad y rigidez en el contacto. Esta disposición se convierte, del mismo modo, en un excelente mecanismo para la contención de la excitación y de la angustia, drenándose a través de la función controlada de los dos extremos: la actividad sexual genital y la actividad mental.

Lowen describe de esta manera la rigidez de la armadura corporal en este carácter:

“la espalda está rígida e inflexible. El cuello está tieso y la cabeza se mantiene erguida. La pelvis se encuentra más o menos retraída y se mantiene tensa. Lo más importante es que la parte frontal del cuerpo está dura, pues la rigidez del pecho y el abdomen es esencial para la armadura. La parte delantera es el lado blando y vulnerable del cuerpo, el lado sensible y el reino de los sentimientos tiernos. Si este lado está desprotegido, la armadura de la espalda no serviría de nada”26

25 26

Obra citada. Lowen, A. (1995). Pg. 263 y ss. Obra citada. Lowen, A. (1995). Pg. 264.

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Dinámica emocional

La dinámica emocional del carácter rígido está en función de preservar su libertad, a costa de sacrificar su intimidad, su capacidad de entrega amorosa.

“Cuando el niño se acerca llevado de su deseo de contacto y se siente rechazado, la vivencia que experimenta es la de ser rechazado en su totalidad por lo nuevo que él está experimentando de sí mismo. Se siente rechazado por su impulso erótico-tierno, y no solamente en su deseo de contacto, sino también en su necesidad de validar su capacidad de experimentar placer sensorial y emocional a la vez e integrados, consigo mismo y con los demás. La tendencia será, pues, siguiendo el principio del placer o evitación del displacer, a inhibir estas nuevas experiencias placenteras que siente como suyas, pero que le movilizan la angustia del rechazo.”27

De cómo cada uno resuelve la gestión del conflicto en el contacto consigo y con los demás en el escenario del conflicto edípico van a surgir los cuatro subtipos dentro del carácter rígido. Para el niño, lo que se frustra es su nuevo modo de experimentar el logro del placer. Con los impulsos plenamente desarrollados (genitalizados), en este conflicto prevalece la necesidad de contacto, que se efectuará bien prevaleciendo el componente agresivo (parcialmente desprovisto del componente erótico-tierno) o bien prevaleciendo el componente erótico-tierno (parcialmente desprovisto del agresivo).

Ante la frustración del rechazo surge la rabia que se transformará en hostilidad encubierta (resentimiento, ira, odio, venganza) al ser inhibida, y el componente agresivo en lugar de satisfacer las demandas del tierno, se ocupará en la obtención de poder como contacto sustitutorio, compensatorio y de defensa. El temor al rechazo es lo que bloqueará la expresión del deseo (deseo y temor al deseo son manifestaciones del componente tierno) y el deseo inhibido impedirá la expresión de la ira (componente agresivo dirigido a destruir la frustración).

Por todo lo cual, “el deseo y el temor al deseo (temor al vínculo emocional) va a ser el equivalente de este conflicto a nivel psicoemocional. Este es el núcleo energético y 27

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

38

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emocional del carácter rígido, alrededor del cual se estructuran los diferentes subtipos, según las elecciones posibles de cada individuo” 28

Serán las fijaciones en etapas anteriores del desarrollo las que van condicionar el nivel de salud, así como el particular modo de enfrentar y resolver el conflicto edípico. Así, podemos considerar cuatro subtipos:

-

en el subtipo histérico: fijaciones orales

-

en el subtipo pasivo-femenino: fijaciones orales y anales mas precoces, y masoquistas en algunos casos

-

en el subtipo fálico-narcisista obsesivo: fijaciones anales y fálicas

-

en el subtipo fálico-narcisista compulsivo: fijaciones esquizoides y fálicas

El carácter rígido histérico

Como señala Reich, “el carácter histérico está determinado por una fijación en la fase genital del desarrollo infantil, con su ligazón incestuosa”29.

El niño se acerca a los padres para satisfacer su deseo de contacto que, en la fase genital en que se encuentra, incluye unívocamente ternura y erotismo. En este acercamiento siente el rechazo de los padres (suscitado generalmente por el miedo o la incapacidad para interpretar adecuadamente la excitación que se despierta en ellos). El niño vive esta nueva actitud de los padres como rechazo a su entrega amorosa y se percata de que lo que antes era posible y aceptado ahora es rehusado. De manera que, al persistir en él este deseo de contacto, como recurso energético más económico para mantenerlo, disocia lo que originalmente era una vivencia unívoca: el componente emocional es reprimido y relegado al inconsciente y el componente de placer erótico es bloqueado (con la consiguiente estasis energética que posibilitará la vivencia de insatisfacción o angustia).

28 29

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J. Obra citada. Reich, W. (1997). Pg. 202.

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Este proceso derivará, en la persona adulta, en una dinámica de falso contacto y gran dificultad para la entrega amorosa completa. La persona aprenderá a buscar bien el contacto erótico, pero sin componente emocional o bien el contacto emocional, pero sin componente erótico.

“Su característica más sobresaliente es una conducta sexual evidente, en combinación con un tipo específico de agilidad corporal teñida de un matiz definidamente sexual. En las mujeres, el carácter histérico se evidencia por una coquetería disfrazada o desembozada en el andar, en la mirada y en el hablar. En los hombres existe además blandura y cortesía excesiva, expresión facial femenina y comportamiento femenino” 30

La represión de la dimensión emocional es el mecanismo de defensa específico, de manera que tanto la función sexual como la agresiva se despliegan cumpliendo su misión defensiva de los componentes tiernos y del compromiso y entrega amorosos.

La depresión en el carácter histérico se produce, considerando sus fijaciones orales, en el intento de controlar la angustia que provoca el verse abocados a la implicación emocional.

“El hilo conductor de la terapia con estas personas es conseguir la toma de conciencia del verdadero significado de su conducta y actitudes, como evitación de la angustia genital ante el contacto y el compromiso emocional. Solo al restituir su capacidad de gratificación por la entrega, la persona quedará libre de su angustia” 31

El carácter rígido pasivo – femenino

En este subtipo, existe un equilibrio entre tendencias pregenitales (orales y masoquistas) y genitales. Estas tendencias pregenitales se mostrarán en la tendencia a la pasividad, al exceso de amabilidad y a la evitación del impulso agresivo. Por el contrario, manifestarán una marcada tendencia a la oposición pasiva a la autoridad, siendo ésta la mayor resistencia en terapia. Esta actitud se origina como consecuencia de una tenaz 30 31

Obra citada. Reich, W. (1997). Pg. 201. Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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resistencia interna a la autoridad paterna, junto con la inmovilización de la agresividad como defensa masoquista.

En la resolución del conflicto edípico, en este carácter se produce una identificación e idealización con el padre del sexo opuesto, que resulta ser el más posesivo y castrante por frustrar los impulsos agresivos del niño en su movimiento de contacto para satisfacer sus deseos. El carácter pasivo-femenino se asusta de su propia fuerza e impulso porque le despierta la angustia genital: la frustrada fantasía del incesto con el padre de distinto sexo. Además, el padre del mismo sexo no significa para él una figura de identificación por no haberle procurado (por debilidad o ausencia) el rescate del apego con el padre de sexo opuesto.

“La estructura pasivo-femenina está asentada en la genitalidad, aunque inmovilizada por el temor….Es como si el carácter pasivo-femenino alcanzase la fase genital de organización del yo, pero quedase paralizado por el miedo. El problema lo constituye precisamente esta parálisis” 32

Esta dinámica, además de dejar al individuo con permanente tendencia al incesto y a actitudes sexuales perversas pasivas (voyeurismo), da lugar a la estructura psicodinámica narcisista típica: la fantasía de poder absoluto nunca confrontada con la realidad.

Los mecanismos de defensa de la sublimación y la idealización son los que desarrolla este carácter para mantener la agresividad inhibida (desplazándose la energía genital del tórax a la cabeza) y la evitación con el contacto y la entrega emocional.

El carácter rígido fálico – narcisista obsesivo

En este subtipo la coraza muscular en tubo propicia que la energía fluya directamente de la pelvis a la cabeza, evitando el contacto emocional. El componente agresivo en función de defensa se expresa por medio de la actividad intelectual, la preocupación obsesiva y la autoexigencia. Por las importantes fijaciones anales, la inhibición de los 32

Obra citada. Lowen, A. (1995). Pg. 325.

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impulsos hostiles es lo que conduce al mecanismo de defensa propio: la formación reactiva.

Todos los rasgos que configuran su mecanismo de defensa (autocrítica, perfeccionismo, duda, desconfianza, control, obsesiones, ironía) se presentan como la principal resistencia en la psicoterapia y permanecerán mientras no se consiga el desbloqueo afectivo. “Pero éste no se podrá conseguir mientras la persona no tenga conciencia, de una parte, de sus impulsos hostiles, de su ira, contra el padre frustrante que se opuso a sus deseos de gratificación sexual, y de otra, de estos mismos deseos, que el padre sí puede satisfacer, lo que despierta también su envidia” 33

El conflicto edípico se resuelve con la hostilidad hacia el padre omnipotente (idealizado) que frustró la satisfacción del deseo erótico y al que se le degrada moralmente al descubrir que él si se permitió la satisfacción erótica: lo prohibido para él, el padre sí se lo permite.

Las relaciones van a estar marcadas siempre por la competitividad con la autoridad y el cumplimiento correcto de normas de convivencia. De esta manera se sustituye la demanda para la satisfacción de sus necesidades por la exigencia justa en ser tratado como merece.

El carácter rígido fálico – narcisista compulsivo

Este subtipo, con la coraza muscular en forma de tubo, presenta la estructura más sólida de los caracteres rígidos facilitando la contención y el drenaje de la excitación y la angustia a través del desplazamiento directo hacia la cabeza y la zona genital y anal. Esta gestión de la energía queda expresada en la disposición para la racionalización, la escasa expresión emocional y la sobrecarga y retención pélvica.

Es el tipo caracterial con mayor carga energética pero, en su caso, el impulso tierno está contenido prácticamente en su totalidad. Esto es así porque ha sido seducido eróticamente, en su inocencia, por uno de los padres a la vez que rechazado en su 33

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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entrega amorosa por el temor del padre seductor hacia el otro padre, revestido de omnipotencia. El padre seductor no limita, sino que rechaza de manera ambigua: si hay contacto físico, el padre está sin límite alguno; si no, el niño vive ausencia de vínculo afectivo. El otro padre, por su ausencia o poder excesivo e ineficaz, tampoco resulta con capacidad para instaurar un límite efectivo que le contenga.

Por eso su coraza está en función defensiva del sentimiento de ternura, quedando prácticamente libre el componente agresivo, mas o menos sádicos en función del grado de contención tierna. Su sexualidad genital también está en función defensiva, desarrollando una conducta posesiva, con dificultad para la entrega.

En razón de esta dinámica, se desarrolla el mecanismo de defensa de la negación: de los impulso tiernos (por el engaño del padre seductor) y negación de los límites (por la descalificación del padre omnipotente).

“La necesidad de negar su subimpulso tierno, ya que no pudo tener destinatario y sintió que fue frustrado y rechazado desde su inocencia, tiene como consecuencia que rompa el contacto con sus necesidades, quedando igualmente negadas. Así mismo, la necesidad de negar al padre/madre, el que debía ser rescatador y receptor de su ternura, para controlar su angustia de castración, que así mismo queda negada, le lleva a negar también la necesidad de cualquier padre/madre y de cualquier límite; es decir, de su necesidad de ternura, de protección y de reposo, quedando abocado a una sobre explotación de sí mismo.”34

34

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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PARTE SEGUNDA: TEORIA AXIOLOGICA

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1. INTRODUCCIÓN ¿QUÉ ES LA AXIOLOGÍA FORMAL? Según el diccionario de la RAE35, axiología, del griego “axios” (digno, con valor), es la rama de la filosofía que se ocupa de la teoría de los valores.

Siendo el conocimiento del valor el problema de la axiología, el acercamiento a esta cuestión se ha ido abordando desde diferentes perspectivas a lo largo de la historia de la filosofía. La preocupación por “lo valioso” está ya presente en los autores de la época clásica, continuando en la filosofía medieval, renacentista y moderna. Pero no es hasta el siglo XIX en que se perfila más concretamente la axiología como una rama específica de la filosofía.

La relación entre el valor y el Ser, el valor y lo bello o lo bueno, la diversidad de valores, el relativismo o universalismo de los valores y su jerarquía, etc. que han sido, desde los inicios del pensamiento humano, cuestiones reiteradamente planteadas en el marco de las disciplinas filosóficas, se reformulan a partir del siglo XIX con el surgimiento de dos grandes perspectivas axiológicas: el subjetivismo y el objetivismo de los valores. Más allá de las diferentes corrientes que configuran cada una de estas perspectivas, la discrepancia fundamental radica en que los subjetivistas consideran el valor como una experiencia o idea que surge del sujeto y los objetivistas lo consideran como algo real o ideal que existe independientemente de la valoración del sujeto.

En este contexto, emerge la figura de Robert S. Hartman (1910-1973). Nacido en Berlín, desarrolló sus estudios en el Colegio Universitario Alemán de Ciencias Políticas, la Universidad de Paris, La Escuela de Economía de Londres, y la Universidad de Berlín, donde recibió su Licenciatura en Derecho, en 1932. Fruto de su propia experiencia personal como víctima del nazismo alemán, Hartman consolidó la creencia en el valor infinito de la vida humana. El rechazo a los credos violentos de su contexto histórico le llevó al exilio. Desarrolló su actividad docente e investigadora como filósofo y científico en los Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica y Europa, siendo autor de más de 10 libros y más de 100 artículos. Fue profesor investigador de filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México desde 1957 hasta 1973, y en la 35

http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=axiologia

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Universidad de Tennessee desde 1968 hasta 1973, fecha en la que murió y fue nominado para el Premio Nóbel de la paz. Acogió como objetivo en su vida responder a la pregunta ¿qué es el bien?, y a ello dedicó sus esfuerzos en el pensamiento y la investigación, legándonos como herencia el desarrollo de la axiología formal.

Podemos considerar que lo que Robert S. Hartman pretende con su aportación de la axiología formal es realizar un tránsito del campo de la filosofía al campo de la ciencia en lo concerniente a la axiología, otorgándole la consideración de “ciencia del valor”. En su propia expresión “introducir el pensamiento ordenado en el campo de las disciplinas morales” 36 “la ciencia en general no es ni ciencia natural ni ciencia moral, sino la ordenación sistemática del desorden”

37

. Por esta razón su primer interés es

clarificar que la ciencia es ciencia, es decir, es un método lógico y formal para acercarnos a la realidad. Y otra cosa son los diversos objetos o contenidos que confieren a este método las especificidades concretas en cada ámbito.

En su libro “La estructura del valor” Hartman plantea la necesidad de clarificar esta cuestión a fin de superar uno de los obstáculos que han dificultado el desarrollo de una ciencia del valor: la distinción entre el teórico del valor y el valor mismo, entre la axiología como método científico y el valor como su objeto de conocimiento.

“Para nosotros, el valor es un objeto de conocimiento como cualquier otro, no diferente en este respecto de lo que la rosa es para el botánico o la corriente eléctrica para el físico… Del mismo modo, el axiólogo no valora, sino que analiza el valor” 38

“De la concepción de una ciencia como conjunto de una pauta formal y un grupo de objetos se sigue que cada ciencia tiene su propia pauta y, consecuentemente, su propio grupo de objetos. Es decir, un dato se convierte en un objeto de la ciencia natural si se le aplica la pauta de la ciencia natural. Así, un avión que lleve una bomba atómica a una ciudad, es un objeto natural o, como podemos decir también, un hecho, cuando se estudia a la luz de la ciencia de la navegación, de la física, de la mecánica, etc. pero se 36

Hartman, R. S. (1959). La estructura del valor. Fundamentos de la axiología científica. México: Fondo de Cultura Económica. Pg. 11. 37 Obra citada. Hartman, R. S. (1959). Pg. 219. 38 Obra citada. Hartman, R. S. (1959). Pg. 14.

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transforma en un objeto de la ciencia axiológica o en un valor cuando se examina a la luz de la ciencia moral. Así, no es un objeto de la ciencia natural sino de la ciencia moral la observación del copiloto del Enola Gay, el avión que lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima, quien escribió en su diario de navegación, después de ver desaparecer a toda una ciudad: “¡Dios mío, que hemos hecho!”. El mismo dato puede aparecer entonces como objeto de la ciencia natural o como objeto de la ciencia moral, dependiendo del punto de vista, o de la pauta aplicada. Así, el mundo, aunque ontológicamente uno, puede aparecer en tantos aspectos como marcos de referencia sean aplicados a él” 39

A partir de esta clarificación, Hartman expone las falacias axiológicas

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que se han

producido por la confusión entre pautas, métodos científicos y objetos de conocimiento y que han oscurecido el acceso al saber científico. De otra parte, y resaltando la importancia del filósofo inglés G. E. Moore, propone como piedra angular de su Axiología Formal una definición lógica del valor:

“Una cosa es buena si, y únicamente si, cumple con el conjunto de propiedades de la comprensión de su concepto”41. O dicho de otro modo “una cosa tiene valor según el grado en que cumple la comprensión de su concepto” 42

De aquí se deriva que el valor, la bondad, el bien, no son propiedades de las cosas en sí, sino de los conceptos con los que las nominamos; o, mejor aún, son propiedades de la relación entre las cosas y sus conceptos. La Axiología Formal, por tanto, está asentada en el pensamiento lógico del valor, en el análisis del significado de los conceptos con los que nominamos la realidad (filosofía del lenguaje) y la mayor o menor gradación de correspondencia entre el concepto y la cosa. El valor lógico analiza qué aspecto del significado es identificado con el valor.

“Y así hacemos siempre que oímos que una cosa es “buena”: combinamos las propiedades del concepto de la cosa con la idea de la cosa en cuestión. Esta operación 39

Hartman, R. S. (1956). Axiología formal. La ciencia de la valoración. México: UNAM – Seminario de problemas científicos y filosóficos. Pg. 5 40 Hartman, R. S. (1965). El conocimiento del bien. México. FCE. Pg. 11-32. 41 Obra citada, Hartman, R. S. (1959). Pg. 43. 42 Obra citada, Hartman, R. S. (1956). Pg. 19.

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lógica es el significado de la palabra “bueno”. Se expresa en la definición de bien, es decir, de aquello que todas las cosas buenas tienen en común”. 43

Desde el axioma central de la Axiología Formal, Hartman, recurriendo a la clasificación tradicional que divide a los conceptos en tres clases (definitorios, expositivos y descriptivos), planteará las categorías o dimensiones axiológicas del valor clasificándolas en sistémica, extrínseca e intrínseca, así como la jerarquía entre ellas.

Para una mejor comprensión, recurriremos a un ejemplo sencillo. Elegiremos el concepto CABALLO. Según el diccionario de la RAE 44 significa: “Mamífero del orden de los Perisodáctilos, solípedo, de cuello y cola poblados de cerdas largas y abundantes, que se domestica fácilmente.”

Tomando el axioma de Hartman, podemos realizar una valoración sistémica, extrínseca o intrínseca sobre cualquiera de los animales que existen y, de esta manera, poder considerar su valor dentro de la especie “caballo”.

Desde una valoración sistémica, podremos decir que cualquier animal estará incluido en esta clase siempre y cuando cumpla con las propiedades que definen a la especie equina. Lo que hacemos es, por tanto, una valoración definitoria: un animal es caballo o, simplemente, no lo es.

Desde una valoración extrínseca, consideraremos todas las propiedades concretas que se nos ocurran y que observemos que configuran la finita exposición de lo que es ser un caballo. Así, consideraremos el color, la raza, el tamaño, el tipo de pelo, etc. Dentro de la especie que denominamos y se ajusta al concepto “caballo” podremos comparar un animal con otro y decir que es mejor o peor en la medida en que tiene más o mejores propiedades que definen a esta especie de animal. Hacemos entonces una valoración expositiva.

43 44

Obra citada. Hartman, R. S. (1959). Pg. 43. http://www.rae.es/RAE/Noticias.nsf/Home?ReadForm

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Desde una valoración intrínseca, lo que haremos será considerar el valor que tiene un caballo particular. Considerando que este caballo es un animal que pertenece a su clase (sistémica) y que cumple con las propiedades expuestas en su clase (extrínseca), este caballo concreto (por ejemplo, el mío) tiene unas características propias que lo definen como único e irrepetible: estuve en su nacimiento, lo he criado, le puse el nombre, salgo a pasear con él, etc. Hacemos ahora una valoración descriptiva y singular.

Con el desarrollo de la Axiología Formal, que ha derivado en diversas disciplinas y ámbitos, lo que pretende Hartman es acercarse a descubrir la capacidad valorativa de la persona: su ciencia del valor permite medir la capacidad para valorar. A través de ella, nos aproximamos a la comprensión de cómo es que valoramos según lo hacemos. Si utilizamos el símil de la visión, lo que perseguiremos es conocer cómo está o cual es la capacidad de visión de una persona en relación, por ejemplo, a los colores, no la preferencia particular sobre un color u otro. Una de las herramientas que él diseñó para tal fin es el Perfil de Valores Hartman, que consideraremos desde su aplicación en la psicoterapia.

2. EL PERFIL DE VALORES HARTMAN

Descripción del PVH

El Perfil de Valores Hartman fue desarrollado por Robert S. Hartman y Mario Cárdenas Trigo en 1967 como instrumento axiológico, basado en la axiología formal, para medir la capacidad de valorar de una persona. La aplicación en la psicoterapia y la práctica clínica llegará más tarde, a raíz del encuentro entre Hartman y Salvador Roquet.45 Roquet, eminente psiquiatra mexicano, aplicó el PVH al campo de la salud mental y el crecimiento personal. En la práctica clínica con sus pacientes, además de diseñar la prueba sexual, desarrolló, en colaboración con Hartman, la lectura y aplicación psicodinámica del perfil. En esta tradición de Roquet, transmitida y continuada por su

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Rodiles, J. (1998). Una terapia prohibida. Biografía de Salvador Roquet. México: Planeta. Pg. 118 y ss.

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discípulo Alfonso Castro Asomoza, es en la que se enmarca la Asociación Española de Axiología Robert S. Hartman.46

De esta manera, el PVH es una escala de valoración objetiva, una prueba axiométrica, no psicométrica, desarrollada en tres partes, cada una con 18 frases que, en realidad, son la traducción de 18 fórmulas axiológicas derivadas del axioma central de la Axiología Formal y de la combinación de las tres dimensiones del valor: sistémica, extrínseca e intrínseca, relacionándose entre sí en positivo, desde el polo más valioso (vida) y en negativo, desde el polo menos valioso (muerte).

En su aplicación clínica, el PVH muestra un mapa caracterial de la persona a través de la valoración subjetiva que ella elabora sobre un ordenamiento objetivo de los valores. Por tanto, no muestra las preferencias de la persona o sus valores personales, sino su capacidad para valorar, para reconocer los niveles del valor.

Desde una lectura psicodinámica, el PVH nos revela un mapa del presente experiencial de la persona o grupo a partir de la ordenación subjetiva de la escala de valores objetivos que recoge el perfil. Esta ordenación subjetiva recoge el grado o nivel de percepción de la persona, tanto a nivel interno como externo y, a través de ella podremos observar qué es lo que está viviendo en este momento de su vida, lo que se hace figura y lo que permanece como fondo en la relación consigo mismo y con el mundo. De esta manera, el PVH es un instrumento para conocer nuestro presente a través de nuestra capacidad para valorar y, por ende, del ordenamiento de valores: lo que somos capaces de percibir acerca de lo que sentimos, pensamos y actuamos tiene una implicación axiológica.

Parámetros que muestra el PVH

Las tres partes en que se divide el Perfil abordan la capacidad de valoración de la persona en relación a cómo percibe el mundo y cómo se percibe en relación al mundo (MUNDO EXTERNO), cómo se percibe en relación a sí mismo (MUNDO INTERNO)

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http://www.axiologia.com/es/presentacion.htm

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y cómo se percibe en relación a los conceptos, ideas o normativas que le rigen (MUNDO SISTÉMICO).



MUNDO EXTERNO o Gran Extrínseco (“yo en el mundo”)

La primera parte del PVH muestra cómo valoramos el mundo y nuestro estar en él. Revela la capacidad de percepción del mundo externo, de la realidad externa, y cómo es nuestro manejo en referencia a esta realidad. En esta primera parte, podremos observar:

1. Capacidad de percepción del entorno como un todo y en cada parte. 2. Capacidad de objetividad en la percepción. (Distorsión). 3. Manejo de realidad-fantasía. 4. Manejo de la energía psicosomática: stress. 5. Dimensión Intrínseca o Afectiva (en el manejo concreto y estructural): Manejo de las relaciones interpersonales en general, relación con el otro sexo, relación de pareja, capacidad de percepción y de contacto con la vida o con lo que es vida, romanticismo, manejos sado-masoquistas, contacto con vida o muerte, manejo de límites, manejo del pensamiento sobre lo emocional y afectivo. 6. Dimensión Extrínseca o Proyectiva (en el manejo concreto y estructural): Desenvoltura en las capacidades y cualidades creativas, productivas y proyectivas, uso de roles e imagen pública, capacidad para el logro de las metas, valoración objetiva de las capacidades personales, manejo de la presión y del estrés. 7. Área Sistémica (en el manejo concreto y estructural): Relación con el orden y la autoridad, manejo de la rebeldía, de la autoridad, de los límites, liderazgo, relación con la figura de introyección masculina. 8. Factores para un pensamiento objetivo: Identificación y resolución de problemas, toma de decisiones, tipo de pensamiento, valoración objetiva de sus capacidades, estado anímico.

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MUNDO INTERNO o Gran Intrínseco (“yo conmigo”)

La segunda parte de la prueba revela cómo nos percibimos y cómo nos relacionamos con nosotros mismos. Muestra la capacidad de captación del mundo interno, de la realidad interna. Observaremos:

1. Capacidad de percepción de si como un todo y en cada parte. 2. Capacidad de objetividad en la percepción (distorsión). 3. Manejo de la realidad - fantasía. 4. Manejo de la energía psicosomática o energía de estrés ante su realidad interna. 5. Dimensión Intrínseca (en el manejo concreto y estructural): Imagen concreta de si mismo, autoestima, valoración de si, compromiso, estado del self, relación con lo trascendente, manejos sado-masoquistas, contacto con lo que me da vida o muerte, manejo del pensamiento sobre la imagen de si. 6. Dimensión Extrínseca (Manejo de la Necesidad y la Dependencia en lo concreto y estructural): Capacidad concreta de dependencia-independencia, manejo de la relación con el cuerpo, relación con la necesidad, vacío existencial, apertura transferencial, manejo de los medios, relación con la sexualidad. 7. Dimensión sistémica (Deber ser en el nivel concreto y estructural): Rigidezflexibilidad, manejo del juicio de si, imagen ideal del yo, manejo de la energía de impulso, relación con la figura de introyección femenina. 8. Desenvoltura en lo Emocional. 9. Estado anímico en relación conmigo mismo. 10. Equilibrio-ansiedad-angustia-desconexión.



MUNDO SEXUAL o Gran Sistémico (manejo de la normativa y el impulso)

La tercera parte de la prueba muestra cómo nos conducimos con nuestros conceptos. Revela la capacidad de integración y elaboración personal del mundo sistémico, del ordenamiento que nos rige (expresado en forma redundante: la valoración de nuestra valoración). Las frases de esta tercera parte versan sobre la sexualidad y el deseo 52

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atendiendo a aquello que mejor expresa la síntesis de la gestión natural de la dinámica de satisfacción del placer (fase genital), el destino del Impulso para la vida, fin y motor de nuestra existencia. A través de la valoración sobre la sexualidad, mostramos o medimos el grado de satisfacción y motivación consiguiente de la gestión de nuestro impulso vital. La tercera parte del perfil es una ampliación de la Dimensión Extrínseca del Mundo Interno. Lo que podemos observar es:

1. Capacidad de percepción de la propia sexualidad y entrega amorosa como un todo y en cada parte. 2. Capacidad de objetividad de dicha percepción (distorsión). 3. Manejo de la realidad-fantasía. 4. Manejo de la energía psicosomática o energía de estrés. 5. Área Intrínseca (capacidad orgásmica en lo concreto y estructural): Compromiso con la satisfacción genital, capacidad de entrega, capacidad para distinguir entre el placer y el displacer, manejos sado-masoquistas, manejo del pensamiento sobre la imagen de si. 6. Área Extrínseca (Manejo de la relación con el otro en lo concreto y estructural): Capacidad de gestión del propio impulso, capacidad concreta de dependencia o independencia, manejo de la relación con el cuerpo, Interferencias mentales en la sexualidad, detección de problemas orgánicos. 7. Área sistémica (manejo del juicio y habilidades en lo concreto y estructural): Rigidez-flexibilidad, apertura, manejo del juicio de si, introyectos, manejo de la energía de impulso, manejo del erotismo. 8. Manejo del propio impulso. 9. Estado anímico en relación con la sexualidad.

Lectura del PVH

En el PVH quedan desplegados diversos matices o ángulos en los que, en nuestra existencia, se manifiesta la realidad tridimensional en la que estamos inmersos: intrínseco, extrínseco y sistémico.

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Con el nacimiento a este mundo somos puro EXTRINSECO (un bebé), repletos de impulsos, necesidades, sensaciones corporales…. Progresivamente, nos vamos desarrollando en la conciencia de nuestro ser, de nuestra propia identidad, entramos en contacto con nuestro INTRINSECO. Más tardíamente, nos vamos reconociendo en la adecuación a las normas y pautas que nos regulan, en nuestro SISTEMICO. En nuestra dinámica existencial, enraizada en la tensión placer – displacer, estas tres dimensiones se imbrican de una forma particular y única en cada uno de nosotros. La ordenación axiológica subjetiva que cada persona hace, en cada momento, está mostrando la particularidad de su vivencia y los factores que están incidiendo en la misma.

De tal manera, que la lectura de personalidad que nos revela el PVH queda mermada si nos acercamos a los resultados de la prueba desde un ángulo parcial o, expresado axiológicamente, si hacemos una lectura sistémica. En este sentido, desde un enfoque más gestáltico, nos acercamos al PVH como un mapa fenomenológico en el que la percepción y la escucha del todo nos acercarán más a la realidad de la vivencia de la persona, y nos proporcionará una información valiosa sobre lo que está percibiendo como figura y fondo en su momento actual.

Es por esto que considero este instrumento como gestáltico en la medida que, como continuadores de las intuiciones de Roquet, aprendemos a interpretarlo desde un punto de vista psicodinámico.

Esto viene a significar que cada uno de los mundos que recoge el perfil está referido a los otros dos. Que cada dimensión en cada mundo guarda relación con la misma y con otras en el mismo o en otro mundo. Que es importante la significación de las proporciones numéricas que resultan de la calificación de la prueba, así como la relación entre las puntuaciones concretas y estructurales. Que los datos concretos de sexo, edad, estado civil o sentimental nos aportan fineza en la interpretación. Que no hay una prueba que manifieste que una persona está bien o mal (valoración solo sistémica) sino más bien que la persona está como está en este momento dado.

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En su aplicación clínica, como afirma Hartman en el manual de interpretación del perfil, “la capacidad de valoración es una función tanto de la organización intelectual como de la organización emocional de uno mismo” 47

Así podemos concluir diciendo que a partir del PVH, podemos acceder a qué está viviendo y cómo lo está viviendo una persona: qué y cómo siente, qué y cómo actúa, qué y cómo piensa.

3. FORMULAS AXIOLÓGICAS DE CADA CARÁCTER

Al igual que la estructura corporal nos revela, guarda similitud y expresa la estructura de carácter de cada persona, la capacidad valorativa, que nos muestra el PVH, puede abrirnos ricas posibilidades para descifrar cómo la persona ha aprendido a desenvolverse en el mundo. Como decíamos en la exposición de la teoría energética, la gestión del Impulso de vida, en sus componentes tierno y agresivo, en la dinámica de contacto con la realidad, va configurando las diferentes manifestaciones del carácter. A nivel corporal y emocional ya hemos expuesto el resultado de esta dinámica. En el plano axiológico, también podemos encontrar una manera particular de desarrollar nuestras capacidades y organización valorativas.

María López Zubicaray, en las segundas jornadas de axiología de la AEARSH, lo ha expresado así: “el proceso de formación del carácter, con todas sus fases, es equivalente o superponible a la reorganización de la libido (energía vital) y, visto axiológicamente, a la organización de valores”.48

Si en el final del proceso evolutivo queda instaurado el CARÁCTER, como manera de percibirse a sí mismo y de estar en el mundo, axiológicamente, cada carácter se configurará en términos de prevalencia de una de las dimensiones (Intrínseca, Extrínseca o Sistémica) que será en la que habremos “aprendido” mejor a defendernos y sobrevivir (esa será la base), de manera que las otras, quedarán menoscabadas, desnutridas, obviadas o contaminadas. Si el PVH muestra la lógica de los juicios de 47 48

Manual de interpretación. Apuntes de R. S. Hartman. Pg. 84. Boletín de las I Jornadas de Axiología, en www.axiologia.com

55

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valor, la capacidad para valorar y hacer juicios de valor, esta capacidad se va construyendo en razón de cómo se van organizando experiencialmente en nuestra vida las dimensiones del valor: Extrínseca, Intrínseca o Sistémica.

Si el afrontamiento de una vida armónica implica la conjunción de las tres dimensiones existenciales (I – E – S), de manera que exista una interrelación equilibrada, (esto sería poner el carácter a nuestro servicio), la realidad es que, a través de nuestra historia psicoemocional, vamos adquiriendo conjunciones desarmónicas y desequilibradas de estas tres dimensiones. Así, según cada formación caracterial, unas cobrarán relevancia sobre las otras, distorsionando nuestra percepción y el contacto con nosotros y con nuestro mundo.

La investigación desarrollada por Alfonso Castro, desde los planteamientos axiológicos de Hartman y la lectura psicodinámica de Roquet, nos permite entablar una conexión entre tipologías axiológicas y la caracterología eneagrámica a partir de la estructura tridimensional que presenta el Perfil de Valores Hartman.

En este apartado describiré brevemente, ampliando esta conexión a los caracteres bioenergéticos y al conflicto original que los

genera, la formulación axiológica

derivada de las diversas combinaciones entre Intrínseco, Extrínseco y Sistémico, que Armando Molina49 recogió en su libro “como somos”. Si consideramos que, en nuestro proceso evolutivo, nuestra existencia transcurre desde lo EXTRINSECO, incorporando lo INTRINSECO, hasta integrar lo SISTEMICO, la correlación axiológica de los caracteres bioenergéticos y eneagrámicos sería:

49

Naranjo, C. 1994. Carácter y neurosis. La llave. Prólogo.

56

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CARÁCTER ESQUIZOIDE ENEATIPO 5 - SI

CARÁCTER ORAL ENEATIPO 4 - ES

I

S E

S

CARÁCTER MASOQUISTA ENEATIPO 9 - II

I

E

CARÁCTER PSICOPÁTICO ENEATIPO 6 - SS

I

S S

I

E

E CARÁCTER PSICOPÁTICO ENEATIPO 3 - EE

CARÁCTER RÍGIDO: HISTÉRICO ENEATIPO 2 - EI

I S S

E E I CARÁCTER RÍGIDO PASIVO FEMENINO ENEATIPO 7 - SE

CARÁCTER RÍGIDO: FALICO – NARCISISTA OBSESIVO ENEATIPO 1 - IS

E

S I

S

I

E

CARÁCTER RÍGIDO: FALICO – NARCISISTA COMPULSIVO ENEATIPO 8 - IE

E I

S

57

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S I E

E I

S

ENEATIPO 9: II

S

E

I

ENEATIPO 8: IE

ENEATIPO 1: IS

E

I I

S

S

E

ENEATIPO 2: EI

ENEATIPO 7: SE

I

S

S

E E

I

ENEATIPO 6: SS

ENEATIPO 3: EE

I S

S E

ENEATIPO 5: SI

E

I

ENEATIPO 4: ES

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Lo que desarrollaremos a continuación no quiere decir que haya PVH específicos y modelos que muestren la formulación descrita. Será la lectura general y psicodinámica de la prueba lo que nos desvelará la organización valorativa de la persona y, por tanto, la conclusión acerca de si es una persona que valora y percibe la realidad y a sí mismo desde un ángulo o preeminencia más Intrínseca, Extrínseca o Sistémica.

SI – CARÁCTER ESQUIZOIDE – Eneatipo 5 Esta es la expresión axiológica de la fijación del carácter esquizoide. La gestión del Impulso de Vida que resuelve este carácter desemboca en una percepción de sí donde la esencia de ser (Intrínseco) queda distorsionada, siendo definida por el pensamiento (Sistémico), y ambas dimensiones quedan escindidas del componente Extrínseco, experimentado como amenazante. Una personalidad Sistémica, dirigida por el Intrínseco, con Extrínseco inhabilitado.

Como lo expresa Armando Molina es: “en la personalidad 5SI la base sistémica toma un acento intrínseco, quedando en sombra el extrínseco. Pensamiento y emoción predominan sobre acción.”

50

O lo que es lo mismo, en la personalidad SI hay una preponderancia de valorar desde la dimensión sistémica, que tiñe al intrínseco y olvida o relega lo Extrínseco. La expresión es lo más frustrado o dañado, lo no satisfecho, lo que queda pendiente. Queda expresada, de esta manera, la distancia sensorial y emocional con su cuerpo. El contacto con la identidad tierna intrínseca queda defendido por el desarrollo del pensamiento sistémico.

Veíamos cómo la fijación nuclear de este carácter se mantiene por los mecanismos de defensa de la intelectualización y la escisión. La persona con carácter esquizo se percibe a sí misma desde su parte intelectual, racional. Su núcleo intrínseco auténtico queda oculto bajo el disfraz de lo sistémico. El bloqueo en el contacto con sus necesidades y con la expresión de las mismas (por lo amenazante que resulta para la existencia) se 50

Molina, A. (1993). Cómo somos. Las Palmas de Gran Canaria: Heca, S. C. Pg. 79.

59

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traduce axiológicamente, en la devaloración de la dimensión extrínseca. Por eso es lo que queda oculto, sin desarrollo, defendido, bloqueándose la percepción de las necesidades y la expresión de la demanda.

ES – CARÁCTER ORAL – Eneatipo 4 Esta es la expresión axiológica de la fijación del carácter oral. La capacidad valorativa de este carácter manifiesta un soporte extrínseco sobredimensionado bajo la guía de la dimensión sistémica, donde el componente intrínseco queda debilitado. Una personalidad Extrínseca, regida y gobernada por el Sistémico, con Intrínseco desnutrido.

“En la personalidad 4ES la base extrínseca toma un fuerte acento sistémico sumergiendo el intrínseco. Acción y pensamiento predominan sobre emoción” 51

La sobrevaloración de la dimensión EXTRINSECA indica o hace referencia a la carencia INTRINSECA. En la fijación caracterial en esta etapa, lo que queda dañada es la incipiente construcción del INTRINSECO, del contacto genuino conmigo mismo, o, mejor, ese contacto con nuestra propia esencia estará marcado y definido por la carencia: “yo, sobre todas las cosas, soy carente” porque no me han dado y, más aún, debido al mecanismo de introyección, porque no soy digno de ser amado. El narcisismo primario queda mermado, la rabia infantil se transforma en culpa y autocrítica. En el paso del EXTRINSECO AL INTRINSECO, éste queda mermado.

Hay una debilidad INTRINSECA (percepción de sí) que queda expresada en la predominancia EXTRINSECA (hiperreclamo desde la carencia: necesidad nunca satisfecha) y que transforma en hipercrítico y exigente al SISTEMICO que señala permanentemente la insuficiencia de ser y la demanda de satisfacción externa. De manera que la identidad intrínseca se convierte en inalcanzable para sí mismo y en objeto permanentemente reclamado (base EXTRINSECA) hacia los otros.

51

Obra citada. Molina, A. (1993). Pg. 73.

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La parte extrínseca que desarrolla, además de vehiculizar la teatralidad del sufrimiento y de los impulsos hostiles (dada su estructura histérica) recoge también, o significa los objetos sucedáneos de satisfacción. Por eso es tan especial o requiere de tanta especialidad en sus expresiones y búsquedas de exteriorización y búsqueda de intensidad. Debajo del exceso en la expresión extrínseca, hay un intrínseco desnutrido. El sistémico se infla, se sobrevalora, la expresión natural de la demanda se transforma en queja y el super yo, la exigencia, perpetua la sensación de no estar a la altura, manteniéndose la vivencia de carencia como expresión del intrínseco desnutrido y no válido.

Siendo el impulso tierno el que posibilita la percepción de sí y la identidad de ser, y al identificarse él como generador de malestar, se rechaza y rechaza todo lo que proceda de él. Por eso queda en una situación de dependencia permanente del exterior.

II – CARÁCTER MASOQUISTA – Eneatipo 9 Esta es la expresión axiológica del carácter masoquista. En este carácter la capacidad valorativa presenta un predominio del ámbito intrínseco a través del gobierno del intrínseco. Esta prevalencia intrínseca, a su vez, distorsiona las capacidades extrínsecas y sistémicas, erigiéndose en filtro regidor de las mismas. Resulta así una personalidad Intrínseca orientada por el Intrínseco, con Extrínseco y Sistémicos propios ausentes.

“Encontramos aquí un predominio total de la faceta intrínseca con el correspondiente buen desarrollo del sistema visceral, mientras son relativamente menores tanto el del muscular como el del nervioso. La voluntad freudiana del placer rige la personalidad. Contemplación y emoción predominan sobre reflexión y acción” 52

Si el INTRINSECO queda desligado de su expresión (EXTRINSECO) y de su regulación (SISTEMICO) deja de ser intrínseco sano. La realidad y la propia experiencia se definen por la dinámica fluida de las tres dimensiones. Este carácter obviará las aportaciones propias y singulares del E y del S y tamizará toda su vivencia

52

Obra citada. Molina, A. (1993). Pg. 37

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(consigo y con el mundo) pasándola por el filtro del Intrínseco. Esta sobre compensación hace referencia, precisamente, a aquella dimensión más vulnerada. El desarrollo del E y el S le facilitaría la demarcación de su propio I. Al estar deficitarios, lo que se produce es una desconexión de su propio I, al mismo tiempo que es la dimensión que lo rige. Por encima de todas las cosas, ha perdido la conexión con su propio I y por ello es lo que necesita reconstruir. Pero utiliza una estrategia equivocada: la confluencia, hacer su propio I a través del I de los demás, a través de la fusión y confusión con el otro. A través de la fusión con la identidad del otro o de los otros, es como busca su propia identidad.

Por eso su intrínseco es desnutrido, porque, al final, no es el suyo. Por eso teme tanto el conflicto, por eso acumula tanto resentimiento.

Su intrínseco ha sido humillado y ha tenido que ceder a la otra persona. Por eso, su motivación será reencontrarse con él mismo, pero para evitar la angustia, lo hará haciendo lo que esté en su mano para estar pegado a otros. Su sistémico, en lugar de regular, de ayudar a diferenciar, se convertirá en castrador de su propia búsqueda.

SS – CARÁCTER PSICOPATICO – Eneatipo 6 Esta es la expresión axiológica del carácter psicopático, en su ala obsesiva. La capacidad valorativa está condicionada por la predominancia de la dimensión sistémica, regida por el sistémico. De esta manera, las dimensiones intrínsecas y extrínsecas quedan mermadas en sus aportaciones originales y regidas por el predominio del ámbito de la razón y el pensamiento. Resulta así una personalidad sistémica, gobernada por el sistémico, con extrínseco e intrínseco debilitados.

“El ideal tiene más peso que el empuje y el sentimiento. El pensamiento rige tanto emoción como acción. El predominio absoluto del sistémico lleva al 6SS a centrarse en la cabeza desconectándole del cuerpo, de la emoción y del instinto; el pensamiento subyuga y remplaza sentimientos e impulsos.” 53

53

Obra citada. Molina, A. (1993). Pg. 49 y ss.

62

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En el caso del hombre, por ejemplo, el SISTEMICO (la norma materna) contaminará la percepción de sí (INTRINSECO) y su ser en el mundo (EXTRINSECO), definiéndose desde la ACCION MENTAL que, al final, se torna inoperante. El predominio de su componente sistémico hará que dude de su contacto con su intrínseco y que en su expresión extrínseca también dude, dilatando la acción, o la demanda precisa. En este último aspecto, prefiere que le necesiten a necesitar.

Aunque lo importante para él está mirado desde su óptica sistémica, no quiere decir que la tenga clara. Más bien buscará una autoridad firme que le guíe y haga de sostén. Por lo que el sistémico influirá también en su relación con las figuras de autoridad y en la propia afirmación de sí. El pensamiento somete y domina continuamente sus emociones y sus impulsos.

EE – CARÁCTER PSICOPATICO – Eneatipo 3 Esta es la expresión axiológica del carácter psicopático, en su ala histérica. En este caso, la capacidad valorativa está condicionada por la predominancia de la dimensión extrínseca, regida por sí misma. De esta manera, las dimensiones intrínsecas y sistémicas quedan mermadas y condicionadas por el predominio del ámbito de la expresión y la acción. Resulta así una personalidad Extrínseca, regida por el Extrínseco, con Intrínseco y Sistémico ocultos.

En el caso de la mujer, generalmente, el EXTRINSECO (el padre) contaminará la percepción de sí (INTRINSECO) y su ordenamiento (SISTEMICO), definiéndose desde LA ACCIÓN EFICAZ.

“Hacedora incansable y logradora experta, la personalidad 3EE se centra en el ámbito extrínseco, en la acción eficaz sobre las cosas, el mundo material. En el ámbito sistémico, el pensamiento subordinado al extrínseco adquiere un matiz de racionalidad pragmática que resulta en una inteligencia polifacética aunque no original. Funcional, concreta y decisoria, regida por practicidad y razonabilidad, es muy adecuada para dar aplicación operativa a ideas desarrolladas teóricamente por otros. Su ideal es alcanzar la perfección en el desempeño de un papel social extrínseco: el éxito 63

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entendido en términos mundanos. En el ámbito intrínseco, la predominancia extrínseca hace que el ánimo característico sea de neutralidad emocional. La definición de la propia identidad no proviene de la vivencia íntima, sino que se centra en su aspecto más externo, una imagen totalmente extrínseca que adopta íntegra. No es una imagen fija, sino la prototípica del grupo en que se mueva en cada momento, con total adaptabilidad automática” 54

La proyección social y la imagen se convierten en los ámbitos que configuran la identidad personal, hasta el punto de identificarse con la imagen que proyecta. Si en el II el móvil existencial es el olvido de sí para ser intrínsecamente a través de los otros y en el SS el motor existencial es el olvido de sí para ser según el implacable deber ser, en el caso del EE, el olvido de sí está originado por la identificación con la imagen que es necesario desarrollar para ser en el mundo.

A este yo artificial, de la imagen exitosa y práctica, se sacrifican los ámbitos de intimidad y emocionalidad propios.

EI – CARÁCTER RÍGIDO (Histérico) – Eneatipo 2 Esta es la expresión axiológica del carácter rígido, en su vertiente histérica. La facultad valorativa se encuentra asentada en la predominancia de la dimensión extrínseca comandada por la dimensión intrínseca, donde los elementos sistémicos se desvirtúan en su contribución de estructuración y límite. Resulta así una personalidad extrínseca, gobernada por el intrínseco, con sistémico ausente.

“Acción y emoción predominan sobre intelección. En la personalidad 2EI la acción extrínseca toma un enfoque intrínseco, sobre las demás personas, convirtiendo las relaciones con ellas en la faceta más importante de la vida. Desea ser amado, ser protegido, y sentirse importante en las vidas de otros, pues su sensación de identidad se desarrolla a partir de cómo los demás reaccionan hacia él” 55

54 55

Obra citada. Molina, A. (1993). Pg. 43 y ss. Obra citada. Molina, A. (1993). Pg. 67

64

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La búsqueda incesante de la propia identidad se realiza a través de la acción y la expresión afectiva hacia los otros. Hay una búsqueda del ser a través del dar. El componente sistémico, que podría aportar una dirección adecuada para lograr un contacto de mayor autenticidad con la esencia personal, queda distorsionado. Si esta dinámica se compensara, saldrían a la luz las carencias intrínsecas, el dolor del reconocimiento no concedido.

La acción afectiva hacia los otros, al no tener su raíz en un contacto amoroso con la propia esencia, se convierte en sobreabundancia engañosa y defensiva. Al mismo tiempo, condiciona la posibilidad de una vivencia de entrega amorosa. Pueden dar, pero se desarrolla una importante imposibilidad para recibir por la distorsión del intrínseco hinchado que no necesita.

SE – CARÁCTER RÍGIDO (Pasivo – femenino) – Eneatipo 7 Esta es la expresión axiológica del carácter rígido, en su presentación pasivo-femenina. La capacidad valorativa se sustenta en el desarrollo de la dimensión sistémica regida por la expresión extrínseca, quedando disipados los elementos intrínsecos. Como resultado, una personalidad Sistémica, manejada por el Extrínseco, con el Intrínseco carente y en la sombra.

“Pensamiento y acción predominan sobre la emoción. La característica central de una personalidad 7SE es un intelecto analógico, planificador y activo, combinado con gran energía extrínseca que halla fácil expresión en palabras y cosas. Resulta un carácter soleado que le permite disfrutar de la existencia y le lleva a proclamar "yo estoy bien" y "el mundo es maravilloso", pero desconectado del impulso, la estabilidad y la emocionalidad intrínsecos.” 56

El componente intrínseco sumergido nos remite a las fijaciones orales en este carácter. Y la dinámica que se establece entre el sistémico y el extrínseco nos revela la facilidad para la expresión desde el pensamiento y la razón. La identidad de ser, de esta manera,

56

Obra citada. Molina, A. (1993). Pg. 87.

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recae no sobre el contacto con su propia esencia, carente y desnutrida, sino sobre la inercia a una acción dirigida por el pensamiento. Al mismo tiempo, esta carencia intrínseca, se perpetúa en la distorsión de saciarse desde el afán extrínseco con raíces intelectuales, buscando fuera lo que necesita encontrar dentro. En este sentido, el desarrollo y la sobrevaloración de lo placentero contamina un auténtico contacto amoroso consigo mismo y con los otros. La satisfacción hedonista enmascara la entrega amorosa.

IS – CARÁCTER RÍGIDO (Fálico – narcisista obsesivo) – Eneatipo 1 Esta es la expresión axiológica del carácter rígido, en su configuración fálico-narcisista obsesivo. La capacidad valorativa descansa sobre el despliegue de la dimensión intrínseca desde una potencialidad sistémica, con menoscabo de la dimensión extrínseca. Resulta, así, una personalidad Intrínseca, dirigida por el Sistémico, con Extrínseco oculto.

“En la personalidad 1IS la base intrínseca toma un fuerte acento sistémico, relegando el extrínseco a la sombra. En la personalidad 1IS, el impulso intrínseco se somete al juicio ético sistémico, desdeñando la mayoría de los valores extrínsecos” 57

En su percepción del mundo y de sí mismo, este carácter superpone el perfecto cumplimiento del deber ser sistémico como la vía para definir y comprender los ámbitos contenidos en el contacto intrínseco consigo mismo y con el mundo. La emocionalidad queda supeditada a la corrección y al cumplimiento de valores éticos y morales. El juicio, la crítica y la exigencia constreñirán, igualmente, los componentes del ámbito extrínseco, distorsionando tanto el manejo de sus necesidades como su expresión en el mundo.

“Decidido sin ambages por el bien, su ansia de perfección se articula en búsqueda continua de virtud y se concreta en valoración máxima de verdad, honradez y justicia, que intenta encarnar con imparcialidad y objetividad… Con clara consciencia de sus

57

Obra citada. Molina, A. (1993). Pg.61 y ss.

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obligaciones, ejerce control total sobre sus emociones e instintos. Consagrado a conformar tanto él mismo como el mundo a ideales elevados, valora poco practicidad, imagen y éxito mundano” 58

Lo que se trasluce en su ordenación valorativa es que se ha producido un desarrollo de la identidad ideal a costa de la identidad real, suprimiéndose el contacto con lo que realmente desea y necesita, supeditándolo a su propia ética y moral.

El autocontrol y el sobreesfuerzo rigen, de esta manera, su vida, de manera que emerge un conflicto entre sus necesidades y deseos prohibidos y su búsqueda de perfección. Este conflicto entre el impulso del deseo y la soberanía del deber ser le hacen permanecer en un estado de irritación que tampoco se puede permitir y que desemboca en resentimiento e ira, que tampoco se puede permitir. Así, la única vía de posibilidad que le queda es el desarrollo del mecanismo de defensa propio de este carácter: la formación reactiva.

IE – CARÁCTER RÍGIDO (Fálico – narcisista compulsivo) – Eneatipo 8 Esta es la expresión axiológica del carácter rígido, en su disposición fálico-narcisista compulsivo. La capacidad valorativa reposa sobre la expansión de la dimensión intrínseca bajo las directrices del mandato extrínseco, dejando de lado los elementos de la dimensión sistémica. Resulta así una personalidad Intrínseca, gobernada por el Extrínseco, con el Sistémico ausente.

“En la personalidad 8IE la base intrínseca recibe un acento extrínseco, relegando así el sistémico. Las voluntades de placer y poder rigen la actividad. Emoción y acción predominan sobre reflexión. Como las demandas del entorno coinciden del todo con su impulso espontáneo, disfruta una experiencia fácil y satisfactoria de esos dos estadios, se acostumbra a sentirse plenamente capaz frente al medio, no aprende límites y crece creyéndose con derecho a recibir atención y apoyo así como a la satisfacción inmediata de todos sus deseos. ” 59

58 59

Obra citada. Molina, A. (1993). Pg. 62. Obra citada. Molina, A. (1993). Pg. 55 y ss.

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En esta personalidad, la supremacía del extrínseco distorsiona una fluida percepción de sí, confundiéndose lo que soy con lo que siento y deseo, con incapacidad para la admisión de los principios de realidad que aportan los elementos sistémicos, desarrollando ante ellos una confrontación activa e impetuosa.

Al tiempo que la búsqueda intrínseca se reduce a sus elementos extrínsecos, la propia dimensión extrínseca queda mermada y se confunden las necesidades con los deseos. El contacto tierno consigo mismo queda negado y muy defendido por la búsqueda incesante de placer y la entrega amorosa la perciben como amenaza para su libertad.

La negación se convierte, así, en el mecanismo de defensa por el que se enfrentará a los límites externos y afrontará los suyos propios. Por medio de él, dejarán de existir la debilidad y el reconocimiento de las experiencias dolorosas.

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PARTE TERCERA: TEORIA GESTALTICA

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En los anteriores apartados he tratado de exponer, de forma muy escueta y resumida, las aportaciones que la teoría energética y la axiológica pueden ofrecernos para el acompañamiento del proceso personal en el encuadre terapéutico.

Pretendo ahora continuar con esta tercera parte para significar lo que, a mi entender y por mi experiencia, supone la aportación gestáltica para el diagnóstico y el trabajo terapéutico.

Estoy de acuerdo con que el enfoque gestáltico, aunque arropado por elementos teóricos, es más una práctica terapéutica, un arte, un oficio a través del cual expresamos una manera de afrontar nuestra vida. Y en este oficio, la vivencia del contacto cobra una relevancia particular como el mejor ingrediente para una existencia armónica con nosotros mismos y con el mundo.

Refiriéndose al trabajo terapéutico, dice Perls

“Nuestro objetivo es restablecer, por medio de la concentración, las funciones del Yo, disolver la rigidez del cuerpo y el Yo petrificado, el carácter… Queremos interrumpir el progreso de una neurosis y de la osificación caracterológica y, al mismo tiempo regresar a los niveles biológicos de nuestra existencia” 60

Así ha sido mi experiencia. El encuentro con la Gestalt, que se inició hace ya unos 15 años, dentro y fuera del marco terapéutico y formativo, me ha permitido una experiencia de contacto conmigo y con los demás más fluida y auténtica y menos encorsetada en el dictamen de mi carácter. Ha significado y significa una nueva óptica en la manera de vivir, de afrontar la vida, mi vida, de conocerme, de verme, de sentirme, de estar conmigo y con los otros, de estar en el mundo.

60

Perls, F. (1975). Yo, hambre y agresión. México: Fondo de Cultura Económica. Pg. 330.

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Hace años leí de Alberoni que:

“la amistad es una filigrana de encuentros…el encuentro es un momento en el que comprendemos algo de nosotros mismos y del mundo… el encuentro es recorrer juntos un tramo del camino hacia la propia identidad, hacia el descubrimiento de lo que es más importante para cada uno… es una sinergia de dos trayectorias vitales, dos destinos… un momento de autenticidad”. 61

Parafraseando al autor, entiendo que el proceso terapéutico es una filigrana, una sucesión de encuentros en el presente de nuestra existencia, donde paciente y terapeuta aprendemos a reubicarnos en nuestra vida. A partir de las gestalt inconclusas que pulsan en nuestro presente, y sobre las que arrastramos la insatisfacción acumulada, vamos restaurando la conciencia sobre nuestro dolor olvidado, nuestros deseos frustrados, nuestra ternura congelada,… sobre todo aquello, en fin, que no se resolvió de manera satisfactoria y por lo que perdimos el auténtico contacto con nosotros mismos (el oscurecimiento óntico según expresión de Claudio Naranjo62) y con el mundo.

Gary Yontef, presentando la terapia gestáltica fundada por Fritz y Laura Perls en los años 40 como terapia fenomenológico-existencial, afirma:

“Enseña a terapeutas y pacientes el método fenomenológico del darse cuenta, en el cual percibir, sentir y actuar es distinto a interpretar y repetir actitudes preexistentes. En terapia gestáltica, pacientes y terapeutas dialogan, es decir, comunican sus perspectivas fenomenológicas. Las diferencias en las perspectivas, se convierten en el foco de la experimentación y diálogo continuo. El objetivo es que los pacientes se den cuenta de lo que están haciendo, cómo lo están haciendo y cómo pueden cambiar, y al mismo tiempo aprendan a aceptarse y valorarse a sí mismos. La terapia gestáltica se centra más en el proceso (lo que está ocurriendo) que en el contenido (lo que se está discutiendo). El énfasis está en lo que se está haciendo, pensando y sintiendo en el momento, más que en lo que fue, puede ser o debe ser”. 63 61

Alberoni, F. 1985. La Amistad. Barcelona: Gedisa. Pg. 19 y ss. Naranjo, C. 1994. Carácter y neurosis. La llave. Prólogo. 63 Yontef, G. (1995). Proceso y diálogo en psicoterapia gestáltica. Santiago de Chile: Cuatro Vientos. Pg. 119 y ss. 62

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De esta manera, en el oficio terapéutico las herramientas descritas anteriormente pueden permitirnos una disposición y presencia en el encuentro con el otro que favorezca e impulse el objetivo que Perls señalaba.

Así pues, veamos cómo la actitud gestáltica, en el contacto que supone el encuentro terapéutico, puede representar la “amalgama” que aglutine nuestro bagaje experiencial y formativo. Algo así como el “alma” que impregne nuestro modo de hacernos presentes en el proceso terapéutico de la persona que acompañamos.

Para ello, me propongo releer algunos de los elementos representativos de la teoría gestáltica desde el prisma de la información diagnóstica que nos ofrecen en el encuentro terapéutico, en el sentido en que considera Yontef que

“El diagnóstico permite al terapeuta ser más preciso, discriminativo y coherente en la comprensión de la realidad particular y diferente de cada paciente individual y de cada tipo de paciente. Le permite hacer mejores conjeturas acerca de lo que el paciente esté experimentando, cómo reaccionaría frente a una intervención particular, qué otra conducta podría acompañar a aquella presentada al terapeuta en la sesión, reconocer eventos evolutivos claves que deben ser resueltos, etc.…El proceso diagnóstico es una búsqueda de significado. En la teoría de la terapia gestáltica, el significado es la relación entre figura y fondo” 64

1. AQUÍ Y AHORA

En este espacio y en este instante somos y nos manifestamos. En el momento presente se produce el contacto entre el paciente y el terapeuta. Ya desde la primera llamada telefónica ocurre una experiencia fenomenológica en la persona que solicita consulta, en el terapeuta que la ofrece y entre ambos.

Cuando me encuentro en la sesión terapéutica puedo observar cómo es la presencia del paciente y la mía propia. Cómo habla, viste, se expresa, calla,… cual es su postura

64

Obra citada. Yontef, G. (1995). Pg. 372 y ss.

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corporal, lo que enseña y lo que cubre, qué es lo que resalta como figura relevante en su discurso y en su estar. Cómo le pregunto, me siento ante él, le escucho. En principio, somos dos desconocidos que nos encontramos. A lo largo de nuestro viaje en común, ocurrirán otros momentos presentes en los que nos seguiremos desvelando, y el paciente hará emerger otras figuras como prioridades experienciales de su fondo existencial.

Dentro de lo que ocurre en el aquí y ahora terapéutico, también considero cómo el paciente cuenta su historia o lo que ocurre en su vida. En la dinámica figura-fondo, además de considerar lo que ocurre en el encuentro terapéutico, en el campo que constituye el fondo para el paciente, también están los componentes de su contexto más amplio: familiar, social, biográfico, caracterial, psicopatológico, etc.

“un cuidadoso estudio fenomenológico del proceso de formación de significado figura/fondo de una persona, permite comprender la organización de su personalidad. Cualquier figura viva y clara es significativa, ya que en un momento sobresale significativamente contra el fondo de la experiencia de alguna persona. Sin embargo, si la constelación figura/fondo se define meramente por la emoción del momento, sin una conexión con gestalten más amplias, su significado es limitado. Un significado restringido tiene consecuencias insuficientes para una buena terapia. Una buena terapia requiere un significado mucho más sustancial, una gestalt definida por su lugar en la gestalt más amplia de la existencia actual de la persona y en el resto del ambiente humano.”

65

Los asuntos o gestalt inconclusas, que hemos ido acumulando en nuestra propia historia, continúan creando ruido en nuestro presente y nos aparecen con una función indicativa de los desajustes en nuestro contacto. Entiendo que es en este sentido en que Yontef lo señala:

“No hablar del pasado cuando se necesita es tan disfuncional como hablar del pasado para evitar algún aspecto del presente. A veces el concepto de aquí y ahora de la teoría de la terapia gestáltica era y es distorsionado en la práctica o al hablar acerca de la teoría. En la formulación teórica, el pasado y el futuro, aquello que ocurrió y aquello 65

Obra citada. Yontef, G. (1995). Pg. 374.

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que se pronosticó, aquello del pasado que está inconcluso en el presente y aquello que se desea para el futuro, son parte del aquí y ahora.” 66

Resaltar como óptica gestáltica la importancia fenomenológico-existencial del presente y de lo que ocurre como experiencia en el aquí y ahora entiendo que constituye nuestro modo específico de acercarnos o considerar, a diferencia del psicoanálisis, el pasado o el futuro.

“No niego en absoluto que todo tiene su origen en el pasado y tiende a un desarrollo ulterior, pero lo que yo quiero precisar es que el pasado y el futuro determinan su rumbo continuamente según el presente y tienen que relacionarse con él. Sin la referencia al presente llegan a carecer de sentido” 67

Cuando el paciente hace referencia a una escena pasada, un sueño, un conflicto, normalmente lo suele contar en tiempo pasado. Si le ofrecemos la posibilidad de experimentar lo que cuenta en tiempo presente (la presentificación del pasado o del futuro según expresión de Claudio Naranjo68) y armamos con él la escena en el aquí y ahora de nuestro encuentro podremos observar la diferencia cualitativa en el contacto consigo mismo, señalar las modificaciones que se producen, o las dificultades para el autoconocimiento.

Preparando este trabajo, he releído “Sueños y existencia” y me vuelvo a dar cuenta de lo que me gusta “jugar” a hacer teatrillos en las sesiones, utilizando todo lo disponible (cojines, sillas, espejos, lápices, etc.) para recrear aquí y ahora las escenas pasadas y ejercitar la restauración de los guiones rigidificados.

66

Obra citada. Yontef, G. (1995). Pg. 292. Obra citada. Perls, F. (1975). Pg. 143. 68 Fagan, J. y Lee Shepherd, I. (1970). Teoría y técnica de la psicoterapia gestáltica. Buenos Aires: Amorrortu. Pg. 58. 67

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2. EL DARSE CUENTA

“La gestalt no diferencia tanto los medios y el fin: concibe el darse cuenta como el proceso de restauración de la salud, entendiendo que la neurosis es un oscurecimiento de la capacidad de percibir (a sí mismo, al mundo…) y el camino corrector es ir saneando esta ceguera” 69

Los momentos de crisis, motivadores del inicio del proceso terapéutico, resultan ser un indicativo, una luz roja encendida en nuestro discurrir existencial, de que algo no funciona en nuestra vida. La insatisfacción o angustia que experimentamos irrumpe como figura en nosotros, a veces con tal brusquedad y evidencia, que pone en cuestión nuestra particular manera de ser.

Es posible que, como señala Peñarrubia, se haya oscurecido nuestra capacidad para percibir. Al mismo tiempo, podemos considerar que este “darse cuenta” de los síntomas (cualquiera que sea su forma) angustiosos son un indicativo de que, al menos en el ámbito de la neurosis, no hemos perdido del todo el contacto con nosotros mismos.

Si en un primer momento nos damos cuenta de nuestro desajuste, a lo largo del proceso terapéutico, este “percatarse” lo convertimos, en gestalt, en la herramienta esencial a través de la cual realizamos el viaje al encuentro con nuestra esencia.

“Todo está basado en el darse cuenta. El darse cuenta es la única base del conocimiento” 70

“El darse cuenta es una forma de vivenciar. Es el proceso de estar en contacto alerta con la situación más importante en el campo ambiente/individuo, con un total apoyo sensorio-motor, emocional, cognitivo y energético” 71

Como terapeutas, es significativo observar cual y cómo es el nivel del “darse cuenta” del paciente y permanecer en el señalamiento continuo de cómo ocurren (en lugar de 69

Obra citada. Peñarrubia, F. (1998). Pg. 96. Perls, F. (1982). Sueños y Existencia. Santiago de Chile: Cuatro Vientos. Pg. 56. 71 Obra citada. Yontef, G. (1995). Pg. 171 y ss. 70

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investigar los por qué) los procesos que experimenta en el presente. Sugeriremos amplificar el awareness focalizando la atención en:

-

El darse cuenta de la zona interna: lo que sentimos corporal y emocionalmente.

-

El darse cuenta de la zona externa: los datos perceptivos que nos aportan nuestros sentidos sobre el mundo externo.

-

El darse cuenta de la zona intermedia: nuestra actividad mental, nuestras fantasías y pensamientos.

Si el primer darse cuenta del paciente, aunque rudo, es el malestar que le encamina hacia la terapia, con demasiada normalidad advertimos las incongruencias que se desvelan en la interrelación atencional de estas tres zonas. En nuestro crecimiento como personas con falso o deteriorado contacto, en nuestra identificación con el carácter aprendido, cobra excesiva relevancia el desarrollo de esta zona intermedia, escindiéndose de las demás. Como señala Paco Peñarrubia,

“Tradicionalmente se considera esta zona como el lugar privilegiado de la neurosis: aquí residen los prejuicios, fobias, paranoias, distorsiones en general de lo que nos llega de fuera o de dentro, sin embargo, habría que entender que lo dañino es su exceso, es decir, en qué medida soslaya y sustituye la conciencia de las zonas interna y externa” 72

Una actitud permeable a este “continuo atencional”, en expresión de Claudio Naranjo, nos permitirá descifrar, entre otras cosas, dónde y cómo se producen las interrupciones en el contacto, en qué zonas resulta más dificultoso para el paciente dirigir su atención, cual es la manera, y cuando se produce, de evitar una relación más sana con nosotros mismos. Nos convertimos, entonces, en aliados de esta resistencia a fin de que, poniendo luz sobre ella a través de la atención, pueda disolverse. Como afirma Yontef,

“La resistencia del paciente es perjudicial sólo cuando no forma parte del darse cuenta y del ajuste creativo del organismo. Resistir al terapeuta o a la terapia gestáltica puede ser una sana reacción. Aun cuando el paciente resista su propio darse cuenta, puede 72

Obra citada. Peñarrubia, F. (1998). Pg. 99.

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ser saludable. En TG conducimos la resistencia hacia el darse cuenta, de modo que la auto-regulación del paciente se caracterice por un mejor contacto y darse cuenta.”

73

Teniendo en cuenta que el carácter que hemos forjado ha sido el resultado de nuestro particular proceso adaptativo al entorno, observarlo desde la conciencia, en sus múltiples manifestaciones, nos permitirá darnos cuenta de su función o disfunción, de la ganancia o pérdida que nos proporciona y abrirnos a la exploración de otras posibilidades para el establecimiento de un contacto más saludable y espontáneo con nosotros mismos y con el mundo.

3. CICLO DE NECESIDADES Y MECANISMOS NEURÓTICOS

“El concepto central es la teoría de que el organismo lucha por mantener un equilibrio que continuamente se ve perturbado por sus necesidades y que se recupera por medio de su satisfacción o eliminación…la neurosis se caracteriza por muchas formas de evasión, especialmente la evasión de contacto” 74

Como organismos vivos, nos desarrollamos en una continua dinámica de tensión – relajación. La tensión la percibimos como expresión de una necesidad que surge; la relajación, como expresión de la necesidad satisfecha. Este ciclo, hundiendo sus raíces en el ámbito biológico, como señala Castanedo, se extiende a todos los planos de nuestra existencia: corporal, afectivo, psicológico, espiritual y ocurre como continua experiencia en el contacto con nuestro entorno.

El ciclo de necesidades o ciclo gestáltico lo describimos como el proceso que se desarrolla cuando una necesidad emerge como figura en nosotros y pugna por lograr su satisfacción.

“Cuando nuestro organismo siente una necesidad significa que algo le falta, que carece de algo; por lo tanto, se encuentra en desequilibrio. En tal situación de carencia el proceso consiste en sentir lo que nos falta, identificarlo (tomar conciencia) y encontrar

73 74

Obra citada. Yontef, G. (1995). Pg. 26. Obra citada. Perls, F. (1975). Pg. 25.

77

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después los medios para satisfacer dicha carencia. Así se vuelve a la situación de equilibrio” 75

Si nos percatamos de esta necesidad y entramos en contacto con nuestro entorno para atender a su satisfacción, volverá al fondo de nuestra experiencia como una gestalt completada, satisfecha o conclusa. Si, por el contrario, por la razón que sea, no es atendida o tomada en cuenta, regresará al fondo de nuestra experiencia como gestalt inconclusa y pulsará como insatisfacción permanente, quedando deteriorado el ciclo natural de satisfacción de nuestras necesidades.

“Aquí vemos cómo el síntoma puede definirse como un signo evidente de una Gestalt incompleta, o de un conjunto de Gestalten inacabadas, es decir un conjunto de insatisfacciones que han conducido a conflictos psicológicos debido a las necesidades no satisfechas” 76

Es por esto que en Gestalt, como señala Peñarrubia

“la neurosis se considera una fractura de la autorregulación organísmica, o dicho de otra forma, el entorpecimiento de la sabiduría natural del organismo” 77

Considerando nuestro propósito diagnóstico, atenderemos a la manera como el paciente va estableciendo el proceso natural de contacto y retirada en la satisfacción de sus necesidades, así como el particular modo de interrumpirlo. Es en este contexto donde harán su aparición lo que denominamos gestalt inconclusas, es decir, aquellas experiencias que, habiendo ocurrido en el pasado, reiteradamente emergen en el presente perturbándolo, y que nos dan cuenta de las necesidades no satisfechas o no satisfechas adecuadamente. El modo de interrumpir el ciclo natural de necesidades, de este modo, nos dará cuenta de los rasgos de personalidad de cada persona.

75

Castanedo Secadas, C. (1997). Terapia Gestalt. Enfoque centrado en el aquí y ahora. Barcelona: Herder. Pg. 80. 76 Obra citada. Castanedo Secadas, C. (1997). Pg. 82. 77 Obra citada. Peñarrubia, F. (1998). Pg. 118.

78

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De entre las diversas propuestas explicativas que existen en la literatura gestáltica acerca de este proceso, nos hacemos eco de la planteada por Zinker (y que denomina ciclo de conciencia – excitación – contacto) que presenta Peñarrubia78:

1. Situación de REPOSO

2. Emerge

la

necesidad

en

forma

de

SENSACIÓN

difusa

registrada

sensorialmente.

3. Se produce el DARSE CUENTA o CONCIENCIA al conferir un nombre a la sensación.

4. Entramos en excitación corporal o ENERGETIZACIÓN que nos prepara para la acción.

5. Comenzamos el movimiento o conducta dirigido a satisfacer la necesidad mediante la ACCION.

6. Resolvemos la necesidad que emergió a través del CONTACTO e intercambio con el entorno.

7. Con la necesidad satisfecha se produce la RETIRADA o vuelta a la situación inicial de reposo.

Pues bien, este ciclo que regula nuestro organismo queda interrumpido, en términos de Perls, por los mecanismos neuróticos o perturbaciones en el ritmo organísmico. De las múltiples clasificaciones que encontramos en la literatura gestáltica, nos detendremos en recordar los cuatro mecanismos a los que Perls prestó consideración:

78

Obra citada. Peñarrubia, F. (1998). Pg. 138.

79

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Introyección

Es el mecanismo mediante el cual incorporamos a nuestra existencia lo que recibimos de nuestro entorno sin un proceso adecuado de digestión y asimilación.

Los introyectos son los mensajes familiares, las reglas de conducta, los valores, las actitudes y sentimientos, etc. que a lo largo de nuestra vida hemos ido incorporando sin “desestructurarlos” previamente a asimilarlos. Entonces se convierten en elementos extraños que perturban el contacto con nuestro entorno. No nos ocupamos, entonces, de nuestras necesidades propias, sino de aquellas que nos señalan nuestros introyectos. Por otra parte, este mecanismo favorece más el contacto con algo extraño a nosotros mismos que con nuestra propia esencia.

En el momento de la excitación para la acción, el propio impulso queda suplantado por el mensaje o actitud introyectada, produciéndose una identificación con el mismo, oscureciéndose el impulso original.

“Lo que se asimila no se absorbe como una totalidad, sino primero se destruye (se desestructura) completamente y es transformado y absorbido selectivamente según la necesidad del organismo. Sea lo que fuere lo que el niño recibe de sus afectuosos padres lo asimila, porque es oportuno y apropiado para sus necesidades a lo largo de su crecimiento. Son los padres odiosos los que hace falta introyectar, tragar enteros, aunque sean contradictorios respecto a las necesidades del organismo. Esto se acompaña del estado hambriento de las necesidades propias del niño y de la represión de su rebelión y repugnancia. El “yo” que se compone de los introyectos no funciona espontáneamente, ya que está hecho de conceptos sobre uno mismo: deberes, criterios y opiniones sobre la naturaleza humana impuestos desde fuera” 79

Perls señala como antídoto al mecanismo de introyección el desarrollo de la capacidad agresiva como una función sana del organismo para “masticar” y asimilar lo que ha sido tragado sin más y, de otro lado, la toma de conciencia de la repugnancia, el asco y el 79

Perls, F., Hefferline, R., Goodman, P. (1994). Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana. El Ferrol: Sociedad de cultura Valle- Inclán. Pg. 532.

80

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vómito como medios para rechazar lo que queda instaurado como desagradable para el organismo.

Proyección

Como mecanismo inverso a la introyección, lo que ocurre en la proyección es que depositamos en los demás aquellos elementos que no aceptamos de nosotros mismos. Es una manera de no apropiarnos de nuestra propia realidad. Lo consideramos como un mecanismo de excesiva retirada.

“Una proyección es un rasgo, una actitud, un sentimiento, o un fragmento de comportamiento que, realmente, pertenece a tu propia personalidad, pero no es experimentado como tal; en vez de esto, se atribuye a objetos o personas del entorno, y luego se experimenta como dirigida por ellos hacia ti, en vez de que sea al revés. El proyectador no consciente, por ejemplo, de que rechaza a los demás, cree que los demás le rechazan a él; o, no consciente de sus tendencias de acercarse a otros sexualmente, siente que ellos hacen acercamientos sexuales a él.” 80

Cuando proyectamos, no distinguimos adecuadamente entre nosotros y el entorno. Hay aspectos de nosotros mismos que nos cuesta asumir y los situamos en los otros o en zonas de nosotros mismos.

Al proyectar simulamos una retirada, una desapropiación de aquellas partes de nosotros mismos que no nos gustan, pero no nos deshacemos del todo de ellas.

“El único modo, realmente, de librarse de un sentimiento indeseado es aceptarlo, expresarlo, y de este modo, descargarlo. Las proyecciones siguen estando vinculadas a la persona, del mismo modo que la materia reprimida sigue dentro de la persona. El proyectador está conectado con su omnipotencia proyectada por medio del asombro y con su agresión proyectada por medio del miedo” 81

80 81

Obra citada. Perls, F., Hefferline, R., Goodman, P. (1994). Pg. 557. Obra citada. Perls, F., Hefferline, R., Goodman, P. (1994). Pg. 569.

81

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Como antídoto para la superación del mecanismo de proyección, Perls propone:

“Después del primer paso: darte cuenta de la existencia de las proyecciones y el segundo: reconocerlas como pertenecientes a tu propia personalidad, tienes que asimilarlas. Esta asimilación es la curación misma de todas las tendencias paranoicas…por eso debes de entrar hasta el núcleo: el sentido de cualquier proyección” 82

Confluencia

Es el mecanismo que señala la distorsión en el contacto mediante la cual se pierden los límites entre uno mismo y el medio. El proceso natural del ciclo de necesidades nos sugiere la retirada tras la satisfacción, para, volviendo al estado de reposo, poder dar lugar al surgimiento de otra gestalt. El mecanismo de confluencia impide esta separación y distancia, de manera que lo que ocurrirá será que la próxima gestalt que se abra y emerja no sea la nuestra, sino la del otro.

En la confluencia no hay contacto, puesto que se difuminan los límites entre el organismo y el entorno, no hay discriminación entre las diferencias y similitudes entre uno y otro.

“Sin este sentido de frontera –este sentido de algo diferente que se nota, a lo que nos aproximamos, manipulamos, disfrutamos- no puede haber ninguna urgencia ni ningún desarrollo de la figura/fondo, de ahí que no hay ninguna consciencia, ¡por lo tanto ninguna excitación, por lo tanto ningún contacto!” 83

Dentro de las vivencias habituales en que se expresa la confluencia, podemos destacar la culpa y el resentimiento. La culpa como autocastigo en el proceso de interrupción de la confluencia y el establecimiento del límite con el otro. El resentimiento como deseo de que el otro se sienta culpable por la separación. En ambas situaciones hay un movimiento de aferrarse al otro. 82 83

Obra citada. Perls, F. (1975). Pg. 348. Obra citada. Perls, F., Hefferline, R., Goodman, P. (1994). Pg. 448.

82

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“Cualquier cosa inexpresada que quiere ser expresada puede hacerles sentirse incómodos. Una de las experiencias inexpresadas más corrientes es el resentimiento. Esta es la situación inconclusa par excellence. Si son resentidos, están embromados; ni pueden avanzar y liberarse, expresar su enojo, cambiar al mundo para obtener satisfacción, ni pueden aflojar y olvidar el asunto que les molesta” 84

Retroflexión

Al igual que la proyección, la retroflexión es un mecanismo de retirada del entorno por el cual, en lugar de completar el contacto, la persona dirige hacia sí misma la acción destinada al otro. En palabras de Perls,

“La retroflexión significa que alguna función, originalmente dirigida desde el individuo hacia el mundo, cambia su dirección y se tuerce hacia atrás en dirección a su originador” 85

En la retroflexión, lo que originalmente comenzó siendo un conflicto entre el organismo y el entorno, quedó transformado en un conflicto interno, del organismo contra sí mismo.

Normalmente solemos retroflectar sentimientos negativos, que en numerosas ocasiones guardan relación con la moralidad introyectada sobre los impulsos agresivos. Las manifestaciones de esta acción autopunitiva, donde el entorno queda reemplazado por nosotros mismos, podemos observarlas en las somatizaciones, el odio hacia nosotros mismos, el autoreproche, la queja, el narcisismo, el autocontrol, etc.

“Lo que debería conseguirse es deshacer las retroflexiones. El paciente debe aprender a dirigir las energías de la resistencia hacia el mundo exterior, aplicarlas de acuerdo con las exigencias de la situación, a decir “no” cuando se requiere un “no” 86

84

Obra citada, Perls, F. (1982). Pg. 59. Obra citada. Perls, F. (1975). Pg. 180. 86 Obra citada. Perls, F. (1975). Pg. 229. 85

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4. POLARIDADES

El concepto de polaridades ha sido un elemento presente en el pensamiento religioso y filosófico desde épocas remotas. Desde la concepción holística e integrativa del hombre que sostiene la terapia gestalt asumimos que nuestra existencia deviene en una secuencia de polaridades que nos configuran.

Perls reconoce la influencia de S. Friedlaender en la aplicación terapéutica del concepto de Indiferencia creativa.

“Friedlaender, en su libro “indiferencia creativa”, ofrece la teoría de que cualquier acontecimiento se relaciona con un punto cero a partir del cual tiene lugar una diferenciación de opuestos. Estos opuestos muestran, en su contexto específico, una gran afinidad entre sí. Al permanecer atentos al centro, podemos conseguir una habilidad creativa para ver los dos lados de un suceso y completar una mitad incompleta. Al evitar un punto de vista unilateral conseguimos una comprensión mucho más profunda de la estructura y del funcionamiento del organismo” 87

Así mismo, sostiene que la diferenciación en opuestos, siendo una cualidad de la vida misma, surge desde una realidad pre-diferente que denomina punto cero.

El trabajo gestáltico de diferenciación e integración de nuestras polaridades nos permite, antes que dividir a la persona, propiciar la unificación al permitir que se haga figura la polaridad más oculta o desconocida. Un modo típico de desarrollar esta exploración en gestalt es la técnica de la silla vacía. Mediante esta estrategia tenemos la oportunidad de poner frente a nosotros la parte oculta o desconocida, la sombra que no reconocemos y que evitamos. Reconocerla, darle cuerpo y expresión, darnos cuenta de cómo es su existencia en nosotros nos posibilita dirigirnos hacia la reconciliación con lo que somos, propiciar la auto regulación organísmica como una integración más completa de nuestra personalidad.

87

Obra citada. Perls, F. (1975). Pg. 31.

84

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El horizonte terapéutico se perfila así como la apertura de nuestra consciencia a los múltiples polos que definen nuestro potencial como personas.

“El organismo necesita de todas sus posibilidades para responder a un ambiente en permanente cambio. Sin embargo, dispone de menos alternativas de las posibles por haber ido perdiéndolas en el camino: el empobrecimiento neurótico radica en esta errónea elección del autoconcepto en lugar del sí mismo (self)” 88

Prestar atención a esta falsa identidad que el paciente nos muestra, con la sobreidentificación con una parte y el olvido de su opuesta, se convierte en una herramienta para el diagnóstico y el trabajo terapéutico. El desarrollo del darse cuenta de las diferentes polaridades que conviven en nosotros permitirá la integración creativa para tomar la responsabilidad de nuestro ser y actuar más conveniente, según la situación que vivamos.

“El mismo fenómeno se observa en el caso de los conflictos intrapsíquicos o internos. Llevados con claridad a la conciencia, permiten a la persona, en principio, sentir su propia diferenciación interna y, en el plano de la creatividad, suponen la posibilidad de integrar el propio comportamiento, que adquiere así alta capacidad de adaptación, porque incluye toda la gama de respuestas comprendida entre las situaciones polares que se experimentaban antes. Sobre la base de toda esa gama, la persona es capaz de responder en forma flexible a una variedad de situaciones” 89

De entre las múltiples polaridades que podemos trabajar en terapia, adelantando la relevancia que tendrán en el caso clínico que relataremos, vamos a prestar especial atención a:

88 89

Obra citada. Peñarrubia, F. (1998). Pg. 107. Zinker, J. (1999) El proceso creativo en la terapia gestáltica. México: Paidós. Pg. 158.

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Polaridad “Perro de arriba” – “Perro de abajo”

Esta polaridad resulta ser una modalidad típica de Perls para el trabajo con los opuestos.

“El perro de arriba generalmente es lleno de virtudes, ejemplar y autoritario; siempre tiene la razón…es un matón y funciona con ‘tú debieras’ y ‘tú no debieras’…maneja con exigencias y amenazas de catástrofes. El perro de abajo maneja siendo defensivo, apologético, adulador, haciéndose el bebé llorón…no tiene fuerza…es hábil y astuto y por lo general saca la mejor parte del perro de arriba porque no es tan primitivo como éste” 90

De modo que lo que se juega entre ambos es el control de la situación y el resultado es, en expresión de Perls, “el famoso juego de la auto-tortura” por el que se pretende alcanzar la perfección y el auto-mejoramiento. La identificación polar con uno u otro “mandatario”, expresada de múltiples modos, proporciona los desajustes patológicos propios de la neurosis, donde la energía no se conduce hacia el establecimiento de un contacto sano con la realidad, sino hacia la guerra interna que retroalimenta el sufrimiento.

“Si la persona se empeña por llenar las expectativas perfeccionistas del perro de arriba, el resultado es una crisis nerviosa o una fuga a la psicosis. Esta es una de las herramientas del perro de abajo” 91

El trabajo con esta polaridad nos permitirá observar en qué bando suele situarse el paciente, tomar conciencia del juego neurótico que significa y acompañar la resolución en términos de escucha y reconocimiento de las dos partes enfrentadas que se necesitan y complementan entre sí.

90 91

Obra citada. Perls, F. (1982). Pg. 29. Obra citada. Perls, F. (1982). Pg. 31.

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Polaridad Interno – Externo

Esta polaridad nos remite al desarrollo neurótico de percibirnos identificados en el polo del “afuera” o en el polo del “adentro”, estableciéndose las perturbaciones del contacto en el ciclo de la experiencia. Como señala Peñarrubia,

“El enfoque gestáltico no es una visión intrapsíquica ni tiene una teoría del funcionamiento interno de la psique (como sí la tiene el psicoanálisis en su descripción de las tres instancias: ello, yo y superyo). Es más bien un modelo situacional: percibe al individuo desde dentro (yo) y en su relación con un espacio y un tiempo (aquí y ahora)…como dice Perls, el organismo y su medio, como la figura y el fondo, son inseparables” 92

Advertimos que en la polaridad de vivirnos “afuera” quedarían incluidos los mecanismos de proyección y confluencia y en la polaridad de vivirnos “adentro” los de introyección y retroflexión.

El trabajo con esta polaridad nos remite, en gestalt, al restablecimiento de una saludable frontera de contacto.

“La experiencia se da en la frontera entre el organismo y su entorno…Hablamos del organismo en contacto con el entorno, pero el contacto es la realidad más simple e inmediata…Cuando se dice ‘frontera’ se piensa en una ‘frontera entre’; pero la frontera – contacto, donde tiene lugar la experiencia, no separa al organismo de su entorno; más bien limita al organismo, lo contiene y lo protege, y al mismo tiempo toca el entorno.” 93

Al explorar esta polaridad investigamos cómo están establecidas las fronteras del yo y posibilitamos que interioridad y exterioridad dejen de ser compartimentos estancos, aislados y antagónicos, de manera que emerjan como movimiento saludable en el continuo de nuestra experiencia. 92 93

Obra citada. Peñarrubia, F. (1998). Pg. 113. Obra citada. Perls, F., Hefferline, R., Goodman, P. (1994). Pg. 5 y ss.

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“Desde este punto de vista, nuestro método terapéutico va a ser el siguiente: ejercitar el yo, es decir, las diferentes identificaciones y alienaciones mediante experimentos de la consciencia inmediata deliberada de nuestras diferentes funciones hasta hacer revivir espontáneamente la sensación de que ‘soy yo quien está pensando, percibiendo, sintiendo y haciendo esto’. Al llegar a este estado, el paciente puede hacerse cargo de sí mismo” 94

Polaridad Masculino – Femenino

Más allá del sexo biológico, lo masculino y lo femenino son componentes psicológicos de cada persona que, en mayor o menor medida, reconocemos como presentes u ocultos, en el desarrollo de nuestra personalidad y en la manera de ser y expresarnos.

Adentrarnos en nuestra parte masculina y femenina significa, de un lado, explorar nuestro modo de ser mujer y de ser hombre. Nos permite revisar los modelos de referencia significativos en nuestra historia, las imágenes introyectadas de las personas que han ejercido la función padre y la función madre en nuestra vida. La relación de esta polaridad con el deber-ser, la moral interna, y con la afirmación personal y la relación con la autoridad.

Así mismo, podremos contemplar nuestro modo concreto de relacionarnos con los hombres y con las mujeres en nuestro presente: Nuestra relación con los hombres y nuestra relación con las mujeres: competencias, rivalidades, temores, deseos, etc.

La masculinidad y feminidad como componentes psicológicos nos remite también a aspectos relacionados con la identidad y las identificaciones masculinas y femeninas. Cómo se han desarrollado en nosotros y cómo están influyendo en nuestra vida y en nuestra sexualidad.

La literatura sobre el redescubrimiento del ser hombre y ser mujer viene siendo extensa en estos últimos años. Títulos como “Iron John, una nueva visión de la masculinidad”

94

Obra citada. Perls, F., Hefferline, R., Goodman, P. (1994). Pg. 16.

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95

de Robert Bly, “Al encuentro del Padre”

corren con los lobos” cuentos de hadas”

98

97

96

de Samuel Osherson, “Mujeres que

de Clarissa Pinkola Estés o “La princesa que creía en los

de Marcia Grad Powers nos servirán como lecturas sugerentes

para el reconocimiento de nuestra parte masculina y femenina y su integración en nuestra existencia actual.

95

Bly, R. (1994). Iron John, una nueva visión de la masculinidad. Ediciones Gaia. Osherson, S. (1993). Al encuentro del padre. Santiago de Chile: Cuatro vientos 97 Pinkola Estés, C. (2005) Mujeres que corren con los lobos. Barcelona: Zeta. 98 Grad Powers, M. (2007). La princesa que creía en los cuentos de hadas. Barcelona: Obelisco 96

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PARTE CUARTA: EL PROCESO DE DESIRÉ

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Como último capítulo de esta tesina presento el proceso terapéutico de una paciente con la que estoy desarrollando un trabajo supervisado desde hace dos años.

Mi propósito es mostrar el proceso seguido para la elaboración de una hipótesis diagnóstica con esta paciente, utilizando las herramientas descritas en las partes anteriores de la tesina. Y cómo se han ido entrelazando estas aportaciones en mi quehacer como terapeuta gestáltico.

Estas herramientas nos servirán para ir conociendo no solo lo que se presenta como figura en cada momento para esta paciente, sino lo que se presenta también como fondo. De manera que nos sirven para facilitar y apoyar el desarrollo del acompañamiento terapéutico: contener la angustia, apoyar lo sano y confrontar lo neurótico, propiciar un contacto auténtico y frustrar el falso contacto, resaltar lo obvio, señalar contradicciones, etc. En definitiva, detectar y reconocer las Gestalt inconclusas y recuperar el manejo de su vida.

1. APUNTES BIOGRAFICOS

Desiré tiene 36 años cuando inicia la terapia. Es una mujer divorciada a los 29 años, tras 10 de matrimonio, con dos hijas de 14 y 10 años que viven con ella. Trabaja como camarera y, a los 6 meses de iniciar el proceso terapéutico se independiza del domicilio materno (donde vivía con sus hijas y su madre desde su divorcio), alquilando un piso.

Es la hija menor de tres hermanos: el hermano mayor de 44 años, la hermana de 37. Sus padres se separaron cuando ella tenía 8 meses. Al tiempo, cada uno de ellos establecieron otras relaciones sentimentales: el padre se fue a Zaragoza con su pareja y la madre tuvo una relación con un hombre casado (desde los 7 hasta los 22 años de Desiré). Era un hombre con problemáticas de alcohol y ludopatía. Su madre también le seguía en esta dinámica y con frecuencia discutían mucho.

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Los datos biográficos de Desiré son una reconstrucción realizada por mí a lo largo del proceso. El asunto de elaborar una biografía emocional ha resultado ser un tema significativo en la terapia con el que ella ha actuado su seducción, llamando la atención desde lo misterioso y jugando al escondite, vehiculizando su resistencia y mecanismos de defensa, sobre todo el de la proyección: siente vergüenza de enseñarme por temor a que yo la rechace al comprobar “lo loca” que está. Unas veces aduce tener dificultades para recordar, otras que recordar su infancia le produce dolor, otras que cree que todo lo que recuerda son invenciones suyas.

“Recordar mi infancia me duele mucho, pero también tengo la sensación de mentira, confusión de que sean verdad mis sentimientos, como si lo que yo sintiera fuera mentira.”

Lo que podemos saber, por tanto, a través de los recuerdos que va compartiendo de manera puntual es:

Ella sabe, porque lo ha escuchado, que sus padres se separaron cuando “ella aún no andaba”. Tenía unos 8 meses. Desde entonces, convivían en el domicilio familiar la madre, la abuela materna, el hermano, la hermana y ella.

El padre

La relación con su padre está marcada por la distancia. Al principio, él venía a visitarles, incluso hacían excursiones familiares (incluida la madre y la abuela) a la playa. Los encuentros entre los padres no estaban exentos de discusiones y la madre mantuvo en alguna ocasión acciones manipuladoras, no permitiendo visitas de los hijos en las fechas acordadas, una vez que él había venido desde Zaragoza. El hermano mayor, coincidiendo con la adolescencia de Desiré, convivió con el padre unos años.

Desiré relata que su padre ha estado diagnosticado de trastorno bipolar y obsesivo compulsivo. Lo ha sentido exigente y con más atención hacia su hermana y hermano que hacia ella. Ha mantenido hacia él una postura de reserva y desconfianza:

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“Yo he sentido mucha desconfianza hacia él. La desconfianza, cuando era niña, era que él pudiera hacernos daño, sobrepasarse con nosotras. Recuerdo una vez en la playa, yo estaba en la ducha y me vino la idea de que me iba a venir a mirar por una ventana.”

No tiene ningún recuerdo de que sucediera algún acontecimiento de este tipo y reconoce que la percepción que ha tenido sobre su padre está muy influida por los comentarios de la madre y abuela maternas:

“Mi madre y mi abuela hablaban muy mal de mi padre. En una ocasión, mi abuela dijo de mi padre que era un degenerado, una vez que mi padre nos dijo que nos fuéramos con él…Yo estuve sin hablar con él durante mucho tiempo… Oía muchos mensajes negativos acerca de él, de mi madre y de mi abuela. Sobre todo que no me quedase a dormir con él, por lo que pudiera pasar. Tampoco con mi padre me sentía muy atendida”

Al mismo tiempo, ha anhelado una presencia más consistente. Una escena significativa para ella, que marca la instauración de una actitud de silencio y retirada afectiva hacia él, sucede cuando ella tiene 13 años y su hermana 14:

“Tampoco con mi padre me sentía muy atendida. Nos lleva a hacer esquí acuático. A mi hermana le dice que lo intente, a mí me ignora. Yo me quedo callada, quería que él me dijera lo mismo y no me dice nada, me quedo con rabia y me siento estúpida. Hice como que no me importaba.”

“…yo siento que mi padre está pero no está. Mucha seguridad no me ha dado nunca. Ante él, con muchas dudas, no me termino de fiar. No deja de ser una persona extraña. Cuando ha estado, un par de días, ha traído regalos y eso. Con desconfianza…pero es mi padre.”

En el transcurso del proceso, el tono emocional con el que se refiere a su padre, contiene, de un lado, elementos comprensivos, como cuando hace referencia a los juegos manipulativos de la madre respecto de las visitas acordadas. Aunque él quiso mantener el vínculo, la madre se lo ponía difícil y, al final, se cansó y dejo de venir. 93

Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

Esta actitud comprensiva se extiende también a la enfermedad del padre. Por otra parte, a lo largo del proceso se produce una recuperación del contacto, donde la enfermedad de Desiré hace que despierte el interés del padre hacia ella y las dificultades matrimoniales por las que él atraviesa le hacen requerirla como interlocutora. Desiré, en estos momentos, le siente más afectivo y cercano, recibiendo de él reconocimiento y apoyo. Aunque comenta estar contenta con esta nueva experiencia con su padre, Desiré vive los requerimientos paternos con desconfianza y con tensión y su experiencia actual convierte en figura asuntos que permanecían en el fondo en la terapia.

“yo siempre bromeo con él de que estoy enamorada de él. El me dijo ayer que la gente iba a pensar que estábamos cometiendo incesto (por nuestros abrazos y muestras de cariño)…yo me pongo tensa cuando abrazo a mi padre y me pierdo un poco con todo esto porque también me viene un juicio negativo sobre él que no se de donde me viene.”

En una de las pocas cosas escritas que ha entregado hasta ahora, Desiré describirá a su padre como: un bumerang, un montón de gusanos, un maniquí de escaparate, un país en el extranjero, un regalo vacío, un folio en blanco, el nº 0, un juez, un examen difícil.

La madre

La relación con su madre la describe como caótica y se siente manipulada por ella y por la abuela materna, aunque en la primera infancia parece estar muy apegada a ella:

“…dice mi madre que de pequeña siempre estaba pegada a ella, como una lapa… en una ocasión mi madre me manda a la playa con unos vecinos, yo no quería ir… me obliga; cuando estoy en la playa me siento angustiada y les digo a mis vecinos que quiero volverme a casa; los vecinos me llevan y mi madre, al verme, dice: lo sabía…. Con mi madre, hablando de mis hijas, me decía que una de mis hijas estaba muy apegada a mí, igual que yo a ella.”

Relata de su madre que, en ocasiones, se hacía pasar por muda y luego les decía que era mentira y que le prometía cosas que luego no cumplía:

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“Mi madre viajaba, una vez me dijo que me iba con ella, pero me manipuló y me dejó en casa de unos vecinos”

Otro asunto con el que Desiré dice haberse sentido manipulada por su madre se refiere a una experiencia de abuso sexual de la madre por parte del abuelo materno. Desiré recuerda que este hecho era un asunto anunciado por su madre desde que ellas eran pequeñas, pero desvelado hace poco tiempo.

“Recuerdo que de pequeña, varias veces la escuché decir: “ya os contaré cuando seáis más grandes”. No se porque tengo la sensación de que esto que cuenta mi madre no es verdad. Recuerdo en mi infancia la sensación de no pisar tierra firme.”

El inicio de la ruptura de este excesivo apego parece coincidir con la etapa preadolescente de Desiré. La madre, preguntada por Desiré ahora, con poca claridad en el recuerdo le comenta que fue sobre los 12 años, cuando inició un romance con un chico que era mecánico. A esta edad, Desiré también recuerda haber realizado una visita (que describe como bastante desagradable) al ginecólogo con una amiga, sin que su madre lo supiera.

La madre, a partir de la relación sentimental que inició con su nueva pareja, también tuvo problemas con el alcohol y desarrolló conductas agresivas con las hijas y la abuela:

“Cuando yo era adolescente, mi madre bebía mucho y se ponía muy agresiva, sobre todo con mi abuela (verbalmente)... También la etapa en que mi madre bebía y estaba muy agresiva con mi abuela. Yo tenía 14 años. Sentía mucha rabia y preocupación hacia mi madre. Muchos gritos, yo aterrorizada. En la adolescencia, mucho caos. Buscaba afecto: salir, divertirme. Carencia de padres y que mi madre se iba. Yo me quedaba con abuela y no me gustaba. Me buscaba la vida. Bueno, sobreviví. La sensación que tengo durante toda mi vida es de caos.”

Ante esta vivencia, Desiré comenta haber reaccionado elaborando un mundo de fantasía en el que se vivía en un mundo inventado por ella y con pocas ganas de estar en casa.

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La relación con la madre, en estos momentos, es de dificultad y desapego afectivo. Habla de haberse sentido utilizada y manipulada por ella, y se siente culpable de sentir rabia. Se siente juzgada, descalificada y vigilada, al tiempo que le llegan mensajes de demandas contradictorias. Desde que se independizó y vive con sus hijas en su propia casa, vive con tensión visitar a su madre.

La descripción que escribe sobre su madre es: el lobo de caperucita, una sirena, el gusano de una manzana roja y apetitosa, una moneda, un baile de máscaras, un signo de interrogación, una camisa de fuerza, la manzana de blanca nieves.

2. CÓMO SE PRESENTA, DIAGNOSTICO QUE APORTA Y MOTIVACIÓN PARA LA TERAPIA

Desiré, en la primera entrevista, relata que fue diagnosticada de TOC a los 18 años por un psiquiatra. En un centro de psicología la diagnosticaron de esquizofrenia y el último diagnóstico (2001), en un Hospital público, la diagnosticaron de: trastorno delirante de contenido somático. Desde hace año y medio está en seguimiento con psiquiatra de una asociación y la medicación prescrita es: Aremis y Zyprexa.

Comenta en qué consisten las crisis que dieron lugar a las visitas médicas y, tras una exploración más detallada en sesiones siguientes, conocemos que:



Primera crisis, a los 17 años: “Salía de la discoteca y empiezo a sentir que

todo el mundo me miraba, observaba. Empiezo a notar un bulto en los genitales: además de vagina, sensación de tener pene. Esa noche no le hago mucho caso. Al día siguiente, continúa”. La sensación genital es posterior y no hay crítica del delirio. Ella se lo ve más grande: “a lo mejor es la primera vez que me percato que tengo clítoris”. Pero el clítoris que ve es el que hay y es el que toca. “Me quedo encerrada en casa; mi madre y hermano me ven todo el día llorando y mal, mucha angustia y sin entender lo que me estaba pasando”. Visita al primer psiquiatra. “Luego le pido a mi madre ir al ginecólogo; había ido con una amiga cuando nos vino la regla a los 13 años. Recuerdo sensación desagradable de la visita al ginecólogo.”

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Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

-

¿qué ocurría en tu vida?

-

“Salía, cuidaba niños, me lo pasaba bien. Mi casa era un poco caos: hermana

con bebé en casa. En casa vivíamos mi madre, abuela materna, hermana con su hija y hermano (es curioso que en este momento no menciona la pareja de su madre: que bebía y jugaba, al igual que su madre. Esto lo mencionará bastante más adelantado el proceso). La vivencia era de pánico de salir a la calle, porque me van a agredir. (la burla que teme de los demás es: eres una travesti, hermafrodita. Tiene citas con varios ginecólogos, busca la confirmación o diagnóstico de varios). Me tomo la medicación del psiquiatra durante tres días. (a los 19 años conoce al padre de sus hijas y las ideas de que la observan y se van a burlar de ella por el tamaño de su clítoris-pene duran hasta los 22 años más o menos, momento en que está en el tercer mes de embarazo, cuando empieza a notarse la barriga).



Segunda crisis: sobre los 26 o 27 años: La hija mayor tiene 4 años y la menor 1

año. “Un día me levanto y primero es la sensación física y de ahí la idea de que me observan los genitales, como si fueran objeto de burla. Me da la idea de cortarme el clítoris y entonces llamo a un centro para buscar tratamiento, pero era muy caro. Por eso voy al psiquiatra de la seguridad social. Las crías me ayudan a salir de mi espiral de pensamiento. Esta crisis dura alrededor de un año. Trabajaba en empresa de limpieza. Las cosas con mi pareja no funcionan. No me sentía en pareja, pero había más estructura a nivel formal. Yo empiezo a sentirme vacía, que me faltan cosas, que no estoy feliz. Me asfixio. La crisis me desborda y me dedico a cumplir como esposa y madre: obligaciones y tareas, sobre todo las tareas con las niñas. Con mi pareja decidimos la separación. Yo tenía 29 años. En ese momento ocurre que me enamoro de un chico, antiguo noviete y cojo a mis hijas y me voy a casa de mi madre. Con este chico experimento emociones que con mi pareja nunca.”



Tercera crisis: sobre los 31 años: “Un día, en la tienda trabajando. Primero

fue la sensación física, pero esta vez no hubo sensación externa de que me observan. Enseguida voy al psiquiatra (de esta crisis es el informe psiquiátrico del que le pedí copia) y desde entonces me prescribe Zyprexa y Aremis. Hacía poco que había terminado con el noviete. Estuve con él un año más o menos. Me dejó él. No acepté fácilmente la ruptura.” 97

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Acude a terapia, aconsejada por una amiga, “porque estoy cansada de este tema, para aceptar esta enfermedad. También me siento muy perdida, me juzgo por todo, tengo la culpa de todo. La relación con mis padres (sobre todo hace referencia a su madre) es muy difícil; me noto encerrada, necesito abrirme un poco. También habla de su bloqueo afectivo, haciendo referencia en especial a sus hijas. La relación con su madre, con la que convive en esos momentos, es conflictiva recibiendo de ella mensajes contradictorios y se siente manipulada y perseguida por ella. Del padre, no comenta nada.

Relata un conflicto reciente con los hermanos y la madre. La madre habló con la hermana, advirtiéndole de las malas amistades, y ésta con el hermano. El hermano tiene un acercamiento y ella lo rechaza (tiene dificultad para el contacto afectivo cuando se percibe vulnerable), sintiéndose tratada como cría a la que hay que decir qué ha de hacer y qué no. Este hecho le hace recordar que su ex-marido quiso utilizar su “enfermedad” en la separación (“como que estaba loca y no soy capaz”). Aunque con el hermano se puso firme, no suele dar cauce de expresión a sus enfados. Más bien sostiene la creencia de que la agresividad, es algo malo, peligroso, que hay que controlar y vigilar.

Abordamos el asunto de la historia de relación con su ex-marido. Se conocen cuando ella tiene 19 años. A los 3 o 4 meses tienen la primera relación sexual y para ella fue horrorosa: “yo tenía mucho miedo, era mi primera vez”. No ocurre nada de lo que ella fantaseaba: cuando se iniciara el contacto físico, él descubriría “su pene”, se burlaría de ella y la tiraría del coche. “Estaba angustiada, después tranquila y seguimos juntos”. A partir del comentario de un ginecólogo, sobre que la idea desaparecería cuando tuviera un hijo, elabora el propósito de quedarse embarazada. El embarazo y la maternidad sería, para ella, la prueba irrefutable de que no le pasa nada a nivel físico. “Para mí, el que la gente me mirara como si fuera un bicho raro no desaparece hasta que se me nota la barriga de mi primer embarazo: la evidencia de que tengo cuerpo de mujer”

Es consumidora esporádica de marihuana.

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Durante la sesión, su postura corporal es de estar encogida. Se sienta en el borde del sillón, echada hacia delante con la cabeza más sobresaliente, ojos abiertos y con hombros y brazos ocultando la parte del tronco. Viste con ropas amplias, estilo hippi.

3. PRIMERAS OBSERVACIONES POR MI PARTE Y ENCUADRE

En las primeras sesiones, mi interés se centra en explorar con mayor detenimiento lo que ella presenta como figura y que denomina “su enfermedad”, posibilitando un espacio de escucha y contención ante su angustia. Le sugiero que me traiga algún informe médico, y facilito que ella narre su experiencia. Quiero escuchar cómo y qué cuenta ella de sus síntomas, de lo que ocurría en su vida cuando surgen las crisis, así como saber acerca de sus relaciones con madre, hermanos, padre, ex-pareja, etc.

Desde el principio tengo interés en supervisar el proceso de Desiré y, tras las primeras sesiones y el primer Hartman, Elena (con quien superviso) y yo vamos percatándonos de lo obvio y compartiendo nuestras intuiciones y fantasías.

Me doy cuenta que lo que se me hace figura en estas primeras sesiones es, sobre todo, la angustia en la que se vive y que ella relaciona con los síntomas de su enfermedad. En el inicio del proceso terapéutico la idea delirante de contenido somático (su clítoris es un pene) no se encuentra activa y permanece presente la ideación paranoide de que todo el mundo la enjuicia, se burla y la rechaza. Es en este contexto que su resistencia a escribir la biografía resulta esclarecedor: la ideación paranoide se reactiva en el aquí y ahora del encuentro terapéutico.

A través de su postura corporal siento que me está enviando un mensaje que intuyo evidente. La mirada de sus ojos brillantes y abiertos me reclama ayuda, al tiempo que el ocultamiento de su pecho, vientre y pelvis denotan precaución y reserva. Su voz es clara al tiempo que entrecortada en su expresión, esforzándose con dificultad para poder verbalizar de manera que yo comprenda y quede bien enterado. Por otra parte, su contención corporal tan rígida me pone en alerta de que la brusquedad la quebrará y que si hemos de llegar al contacto emocional habrá de ser a través de derretir el hielo, es decir, dando calor. 99

Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

Lo que expresa con mayor claridad en su discurso es lo harta y desbordada que se siente de su permanente enjuiciamiento, que experimenta tortuoso, y la incapacidad para registrar emociones. Se vive atravesada por el horror a sentirse acusada. Además de esta retroflexión, se hace evidente la proyección sobre los demás del juicio, la burla y el rechazo.

Por otra parte, el relato del conflicto con su madre y sus hermanos le lleva a desvelar la vigilancia y control que ejerce sobre sus sentimientos hostiles, por considerarlos peligrosos y dañinos.

Desde las primeras sesiones fantaseo lo que más tarde se irá perfilando y confirmando como demanda que, en ocasiones, expresará como “no puedo más”, “dime lo que tengo que hacer”, “quiero saber…cómo conseguir ser perfecta”. Sospecho que, como describe Claudio Naranjo99, la obsesión por la virtuosidad de perfección enmascara la pasión de la ira. Ella aún no se percata que su “darse cuenta” queda reducido a la zona de fantasía. Yo sí me percato que mi fantasía también se dispara (lo que imagino, intuyo, me pregunto,…) y esto me ayuda a poner la atención en cómo me muestro ante ella (soy parte de su zona de escucha externa) y en favorecer y apoyar la escucha interna, a través del reconocimiento y aceptación de su parte emocional, que es la parte olvidada, reprimida, no aceptada, dolorosa.

Su mirada demandante me toca el corazón y, más allá de lo curioso de sus síntomas, me conmueve el dolor que intuyo. Tomo conciencia de la necesidad de encauzar mi disposición directiva como terapeuta para ponerla a favor del contacto emocional y no de la satisfacción de sus mecanismos neuróticos, a través de discursos teóricos por mi parte.

En la cuarta sesión, le propongo el encuadre de la terapia. Además de los aspectos formales del día, la hora, el precio y la secuencia de nuestros encuentros, acordamos que mantendrá la cita con su psiquiatra y seguirá con el tratamiento prescrito.

99

Naranjo, C. (1997). Autoconocimiento transformador. Los eneatipos en la vida, la literatura y la clínica. Vitoria: La Llave. Pg. 1

100

Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

Ante mi respuesta de compromiso con el proceso terapéutico, y acostumbrada a sentirse convocada permanentemente en el rechazo, expresará su temor al final de esa sesión, comentando:

-

“¿sabes que me pasa contigo? Me ha aparecido el miedo a que no me ibas a admitir para terapia, que me ibas a decir algo así como: lo tuyo no tiene arreglo.”

Le propongo que escriba una biografía y finalizo la sesión.

101

Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

4. LO QUE DICE EL HARTMAN PRUEBA HARTMAN

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El Perfil de Valores Hartman que corresponde al inicio del proceso terapéutico muestra un alto nivel de distorsiones en los tres mundos, que indican confusiones valorativas para distinguir con claridad entre lo que le beneficia y lo que le daña. En relación al mundo externo, estas distorsiones están afectando, sobre todo, al área de la proyección social y la imagen y hacen referencia al desajuste entre las situaciones que vive y cómo las registra en su experiencia. En relación al mundo interno, localizadas fundamentalmente en el área intrínseca, señalan la debilidad y desnutrición yoica. En relación al mundo sistémico, marcan la escisión entre el placer y el impulso en su valoración.

Hartman Externo

En su relación con el mundo, tiene un estilo de afirmación personal de tono rígido que le dificulta desenvolverse con fluidez en las relaciones afectivas. Presenta buenas cualidades para el contacto afectivo pero sus dificultades con los límites le impiden valorar lo que da y nutrirse con lo que recibe. Muestra tendencia a valorar conceptualmente los afectos y es fácil que ponga a prueba al otro, en su dinámica relacional más de apego que de contacto, para asegurarse de sus intenciones afectivas.

El tono rígido en su afirmación personal nos habla del conflicto con la autoridad y los límites de lo normativo. En estos momentos, busca más una referencia masculina concreta y firme que una autoridad abstracta e ideal, que descalifica. Esta sobrevaloración de la referencia masculina concreta podemos traducirla como un anhelo en relación al padre real en su vida.

Por otra parte, lo que está rigiendo su vivencia en el mundo es el intenso conflicto en el área de la imagen y proyección social, donde el fuerte bloqueo manifiesta su percepción de que la imagen que tienen los demás sobre ella está muy deteriorada. Los niveles del bloqueo indican una importante proyección en los demás de una valoración negativa y punitiva sobre su imagen y proyección social: mantiene un fuerte convencimiento de que los demás la ven mal y la rechazan. Además hay un intenso componente de rabia y amargura al considerar que este conflicto le supera y no está en su mano poder cambiarlo. 103

Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

El peso de este bloqueo en la dimensión extrínseca determina su dificultad para manejar las situaciones en su mundo externo y le conduce a un estado anímico depresivo por inhibición de la rabia hacia el mundo.

Hartman Interno

En el contacto consigo misma se vive con una importante tensión interna provocada por el alto grado de exigencia y autocrítica que desarrolla en el área de los ideales y el deber ser y el fuerte conflicto de autoestima y valoración personal.

El bloqueo de rigidez en su dimensión sistémica nos habla de un superyo fuerte y dominante que la mantiene en un continuo examen de perfeccionismo en el ideal de lo que debe ser. Hay en ella una sobrevaloración del orden moral como sustentador del orden interno y del sentido de la existencia. Esta sobrevaloración también señala la protección que significa para ella la adhesión y el refugio en el cumplimiento del deber ser frente a la vivencia de una madre poco nutritiva en lo real y anhelada en lo ideal. Este esquema le hace desarrollar una actitud de tono soberbio y competencia con la figura de referencia femenina y, por extensión, con las mujeres.

El alto juicio crítico que la rige la mantiene en una vivencia yoica muy desnutrida. El contacto con su esencia (self) está marcado por la culpa, el rechazo de sí y la desesperanza. En este conflicto existencial, donde se percibe sin posibilidad de llegar a ser lo que su super yo le exige, la culpa es autoagresión y la acusación de sí misma se mantiene como mecanismo masoquista.

En el área de las necesidades, presenta un bloqueo de dependencia. Entrar en contacto con su necesidad, a través de las señales corporales, supone la amenaza de vivirse vulnerable. Desconfía de que pidiendo lo que necesita pueda obtener satisfacción. Prefiere evitar el contacto corporal, a través del control y de una descalificación de su cuerpo, por el temor a la frustración.

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Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

Hartman Sexual

En el área de la sexualidad y el manejo de su impulso, se observa una escisión entre su apertura en la búsqueda del placer y la satisfacción a través de la dinámica con el otro. Lo mismo que ella necesita, pero cuando algo le llega no lo traduce como nutritivo, sino como peligroso y dañino, en la sexualidad el encuentro dinámico con el otro no le resulta placentero, porque hay una cierta tendencia perversa e inconsciente a controlar la entrega del otro, inhibiendo la suya propia. Presenta una carga compulsiva en la sexualidad, como compensación de su dificultad para el vínculo emocional con la otra persona, de manera que su experiencia es más genital (de descarga) que orgásmica (de entrega).

Manifiesta una carga de moralidad negativa en lo que se refiere a dejarse llevar por su propio impulso. Hay una carga erótica no aceptada, que no se permite y que reprime. La descalificación de su impulso guarda relación con su tabú con la agresión y con la ternura y el placer. La distorsión de la ternura podemos verla expresada en la inhibición del contacto amoroso consigo misma, la gestión de sus necesidades y deseos y la adhesión al deber ser. La distorsión de la agresión se manifiesta en la culpa, el rechazo de sí y la hostilidad proyectada en los demás.

Movimientos del proceso en el Hartman

A lo largo del proceso, y en razón de los Hartman que va haciendo, podemos observar algunos aspectos especialmente relevantes en el movimiento emocional que presenta:

Hartman Externo

-

Aunque ha disminuido, se mantiene su índice de rabia no expresada hacia el mundo y la dificultad para la gestión de su agresividad.

-

Se ha fortalecido su capacidad para estar en contacto con la realidad, sin atenuar ni sobredimensionar sus conflictos con el mundo externo.

-

Ha disminuido el índice de presión por los problemas psicológicos con el mundo. 105

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-

Ha desarrollado mecanismo de control en su capacidad para manejar las situaciones en el mundo externo.

-

A lo largo del proceso, disminuye también su tendencia a controlar al otro en sus relaciones afectivas.

Hartman Interno

-

el índice de estrés interno ha ido disminuyendo: presenta un mejor manejo en los problemas psicológicos con ella misma, resolviendo el descontrol emocional inicial en la medida que se suaviza el peso del bloqueo de rigidez en relación al deber ser.

-

Realiza un movimiento de mayor apertura en el reconocimiento de sus necesidades y deseos, así como de mayor flexibilización de su deber ser.

-

Es importante señalar que la evolución que muestran sus hartman apunta a que atreverse a entrar en contacto con el dolor interno no hace desarrollar el delirio paranoide del inicio, sino que tiene mayor capacidad para sostenerse en la angustia.

Hartman sexual

-

En el inicio de su proceso, ella se vive en una escisión entre su sexualidad y el manejo en su mundo interno y externo. Por su dificultad para anclarse en su centro emocional, tiene tendencia a pegar bandazos entre el pensamiento y la acción impulsiva. El desarrollo visceral de su sexualidad la defiende del vínculo emocional y la entrega.

-

Se va confirmando una evolución en la escisión inicial, en la medida que, atreviéndose a contactar con su emoción, modifica la búsqueda del orgasmo desde su voluntad y se abre a una mayor fluidez en el dejarse ir.

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5. OBSERVACIONES DESDE LA TEORIA ENERGETICA

La hipótesis diagnóstica, a la luz de la teoría energética de la gestión de la ternura y la agresión, se va clarificando, en el marco de la supervisión, a lo largo del proceso de Desiré. Su primer hartman (y después los que realiza a lo largo de su proceso) me permite afinar la percepción sobre los conflictos manifiestos y las particularidades de su vivencia presente, así como aquellos ocultos para la conciencia. De igual modo, el encuadre desde la caracterología energética me proporciona herramientas eficaces para esclarecer los desajustes neuróticos del carácter de Desiré y la estructura psicodinámica que los sustenta.

Al principio, el peso de su deber ser y la disposición paranoide a través de la que proyecta la hostilidad en los demás, me inclinan a sospechar que se trata de una persona con estructura psicodinámica obsesiva, más concretamente carácter psicopático. No obstante, hay un elemento que está presente desde el principio y que dirige mis sospechas hacia la estructura psicodinámica histérica: las manifestaciones de su angustia y las sensaciones de agotamiento ante la imposibilidad de controlar su vida. Progresivamente iremos confirmando la conexión entre angustia y deseo: la función que ejerce la angustia ante su deseo (al principio hostil y más tarde afectivo) guarda relación con el modo en que gestiona la agresión y la ternura el carácter rígido en su variante fálico-obsesiva, más concretamente el subtipo de conservación.

La angustia expresada en síntomas clínicos

Desiré acude a terapia aportando dos síntomas clínicos:

-

Somatización: delirio de que su clítoris es un pene.

-

Ideación paranoide: la acusación, burla, rechazo de los demás.

La conversión de la angustia en somatización y la consecuente preocupación hipocondríaca, apuntan, como afirma Juanjo Albert, a una manifestación característica del carácter rígido fálico-narcisista obsesivo subtipo conservación. A este respecto, Juanjo Albert comenta: 107

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“Precisamente el subtipo de conservación es el tipo caracterial en el que se da la auténtica clínica hipocondríaca por contención de la energía estásica en un determinado órgano, sobre el que forman una idea delirante de enfermedad que es vivida como preocupación intelectual, no como vivencia emocional de angustia, tal y como corresponde a un mecanismo defensivo intelectual.” 100

Aunque lo ha intentado, comenta que no puede más y, aún teniendo dificultad para mostrarse necesitada y recibir ayuda, parece haber sobrepasado sus propios límites de autocontrol. Si en el relato de su segunda crisis alega que “la crisis me desborda y me dedico a cumplir como esposa y madre: obligaciones y tareas, sobre todo las tareas con las niñas”, en el momento presente, donde la preocupación por ser una perfecta madre emerge con fuerza, los requerimientos de sus hijas adolescentes van más allá de los cuidados y la protección, colocando a Desiré en situaciones más emocionales, difíciles de manejar para ella.

Su primera motivación para la terapia es “el cansancio que le provoca esta “enfermedad”. Aunque la somatización no se encuentra en activo (sigue el tratamiento prescrito), sí reconoce el agotamiento que le provoca el tremendo juicio acusatorio de tono tortuoso que ejerce sobre ella misma (exhibición del mecanismo de retroflexión) y la permanente sensación de rechazo por parte de los demás (proyección in extremis). Su descalificación personal, en principio, versa sobre su incapacidad para controlar este síntoma de ideación paranoide y sobre su feroz autocrítica: “También me siento muy perdida, me juzgo por todo, tengo la culpa de todo”. Por tanto, la preocupación obsesiva está dirigida tanto hacia ella misma (tengo que poder y no puedo) como hacia las ideas de rechazo y burla que le sobrevienen desde los demás.

Resulta curioso, al mismo tiempo, que los síntomas descritos se sitúen, corporalmente, en la pelvis (somatización) y en la cabeza (ideación paranoide), al tiempo que la dificultad para el contacto emocional queda reconocida por Desiré desde el principio:

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Albert Gutiérrez, J. J. Ternura y Agresividad. En imprenta

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“Cada vez que he tenido una relación, me desborda. Es un único pensamiento: que esta persona me atienda, me llene, ser su centro de atención. Y luego me doy cuenta que es como si yo me invento la relación. Yo no se si se amar a alguien”.

Esta circunstancia parece remitirnos a la estructuración defensiva corporal en forma de tubo o viga que caracteriza al rígido fálico-narcisista obsesivo, donde queda conectada pelvis y cabeza con la dificultad para el contacto afectivo.

“En las estructuras en tubo, para disminuir la intensidad de la percepción angustiosa en las situaciones de crisis, el sexo genital compulsivo y la ideación obsesiva cumplen una función de descarga, semejante a la que cumple el cable a tierra de un pararrayos, y por ello consideramos ambas manifestaciones, tanto la sexual como la ideacional, como síntomas clínicos; es decir, con una estructura y una simbología propias.” 101

El relato de Desiré y la dinámica familiar en la estructuración del carácter rígido.

Recordemos que en la fase genital del desarrollo psicoemocional, donde se ancla este carácter, la función madre (depositaria de las potencialidades del componente tierno) ha de respetar y permitir el movimiento emocional del hijo en la búsqueda de su propio lugar en el mundo. Para ello, ha de dejar de desearlo como su objeto e investir a la función padre del poder afectivo necesario, que ha de recoger al hijo y guiarlo en el proceso de separación de la madre y de su propio reconocimiento como adulto.

Así las cosas, en el contexto del conflicto edípico, la fijación en el carácter rígido se produce como estrategia para evitar la angustia en un momento donde, con los impulsos genitalizados, en lugar de sentir el reconocimiento y la aceptación, la persona experimenta el rechazo ante su movimiento hacia el contacto, quedando dañada su capacidad para conquistar un lugar en el mundo desde el que establecer relaciones afectivas y placenteras.

El relato que hace Desiré sobre su dinámica familiar nos revela que ha existido un gran apego entre ella y su madre (de pequeña “estaba pegada a ella como un lapa”). Más 101

Albert Gutiérrez, J. J. Ternura y Agresividad. En imprenta

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tarde, el hogar, con la nueva pareja de su madre, es vivenciado como un caos. De otro lado, recibe de las figuras femeninas de referencia (madre y abuela materna) mensajes atemorizantes respecto del acercamiento hacia el padre. Los fantasmas sobre posibles abusos del hombre son transmitidos explícita o implícitamente por las figuras femeninas (la madre sufrió abuso de parte de su propio padre, la abuela comenta que el padre es un degenerado, le advierten de no quedarse a dormir con padre,). Con el peso de esta permanente advertencia, Desiré relatará en una sesión que, de pequeña y encontrándose en la ducha (en una de las visitas paternas) recuerda la fantasía de estar pendiente por si su padre se asomaba para verla. Por otro lado, comenta que el deseo de estar con su padre, cuando viene a verles, lo vive como traición hacia su madre. Habida cuenta de que la relación entre los padres separados adolece de fluidez y normalidad, el revestimiento afectivo del padre por parte de la madre y la abuela transmitido a Desiré es más bien negativo y hostil y está impregnado de advertencias, temores, precauciones y cautelas (de tono sexual). Al mismo tiempo, percibimos una idealización negativa sobre la figura materna, que se refleja en la imagen de manipuladora y los conflictos para el contacto emocional actual con ella.

Desiré, aleccionada por las figuras femeninas, se dispone al encuentro con las figuras masculinas de referencia. En su caso son dos: la pareja de su madre y su padre. Respecto del primero, llama la atención que se refiera a él en un momento avanzado de la terapia y que lo haga despectivamente como alcohólico y ludópata generador del caos familiar. Respecto de su padre, no es percibido como figura consistente. Los comentarios acerca del trastorno mental de su padre (bipolar y obsesivo compulsivo), revestidos ahora por una actitud comprensiva, albergan una notable descalificación y rechazo que se hacen evidentes en su casi nula relación con él durante bastantes años y en las resistencias a responder a sus demandas en la actualidad. En realidad, no lo ha sentido presente en su vida y sus encuentros con él en estos últimos meses, aun cuando por primera vez se siente un poco reconocida, no están exentos de vivencias de tensión y bloqueo afectivo para Desiré.

La ira hacia su padre, enmascarada por la disculpa y la obligación que siente Desiré de responder a sus demandas actuales, se empieza a desvelar con mayor nitidez hace pocas sesiones. Desiré le comenta que está pensando cambiar de trabajo y el padre 110

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(descontrolado) le advierte de los riesgos que eso va a suponer, teniendo en cuenta que es madre de dos hijas y ha de pensar en ellas. Por primera vez, la ira de Desiré hacia su padre se desvela y emergen reproches controlados hasta el momento: “está loco…, si él nunca se ha preocupado económicamente por mí…, ni por mi enfermedad…, ni por cómo lo pasé en mi separación…, ni en si puedo pagarme la terapia….”

La ira convertida en desapego afectivo y distancia en la adolescencia (con la escena significativa del esquí acuático) emerge con toda su fuerza en este momento de la terapia evidenciando, en palabras de Juanjo Albert, la degradación moral del padre característica del carácter fálico-narcisista obsesivo:

“Este proceso de degradación moral del progenitor autoritario, aunque se inicia durante la situación edípica, se va consolidando durante la fase de latencia e inicio de la pubertad, apareciendo manifiestamente en la adolescencia, a medida que el niño va teniendo consciencia de que lo prohibido para él, el padre se lo permite a sí mismo con impunidad y con falseamiento de su conducta” 102

La gestión del Impulso

Ya hemos visto la exhibición de la angustia con que Desiré se presenta en terapia. Pero, ¿a qué responde esta angustia?

Juanjo Albert describe como la estructuración psicoemocional del carácter rígido “el temor al vacío afectivo como consecuencia de la actividad erótica genital placentera y tierna, resolviéndolo mediante una disociación entre entrega amorosa y entrega al placer, con tendencia a excluirse mutuamente: si hay entrega amorosa tierna se dificulta la entrega en el placer, y viceversa. Su dinámica cognitiva y emocional está en función de preservar su ideal de libertad, a costa de sacrificar su intimidad, su capacidad de entrega amorosa y compromiso.” 103

102 103

Albert Gutiérrez, J. J. Ternura y Agresividad. En imprenta Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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Hemos de tener en cuenta que, en esta fase evolutiva en que se ancla el carácter rígido, los componentes tierno y agresivo del impulso unitario, están genitalizados y que el trauma original del carácter rígido es el sentirse rechazado en su particular modo de sentir y de ser: capaz de establecer relaciones eróticas y de placer.

La característica energética propia de estos caracteres radica en el hecho de que, en su función de defensa, los componentes tierno y agresivo “se disponen parcialmente antitéticos cada uno de una parte de sí mismo… pero sin contaminación entre las cualidades energéticas de ambas funciones” 104

Observemos ahora cómo ella establece el contacto consigo misma y con el mundo desde la desfiguración de la dinámica natural de la ternura y la agresión propias de la estructuración caracterial fálico-narcisista obsesivo, en la que los componentes tiernos del impulso se encuentran más inhibidos que los agresivos.

El subimpulso tierno

En cuanto a la inhibición del subimpulso tierno, el rechazo original experimentado provoca que, junto a la emergencia del deseo, quede instaurado (al principio por experiencias reales y más tarde por las propias introyecciones, en el caso de Desiré, de origen materno) el temor al deseo.

“Deseo y temor son impulsos de la misma naturaleza, y en la dinámica deseo de contacto-temor al contacto por miedo al rechazo, el temor es un componente del mismo subimpulso tierno que, escindido del impulso original y en función de defensa, se dispone antitético de sí mismo para bloquear al impulso tierno de deseo” 105

Algunos asuntos especialmente relevantes escenifican esta dinámica en el proceso de Desiré.

104 105

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J. Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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Unos están enmarcados en la relación terapéutica. Ante su deseo de iniciar la terapia, y cuando le confirmo mi compromiso en la sesión de encuadre, expresa su temor a que yo la rechazara porque “ella no tiene arreglo… estoy loca”. Por otro lado, el manejo con la biografía: ella quiere entregarla pero teme mi juicio descalificador. Resuelve el conflicto controlando la entrega a través de una nutrida producción de recuerdos que se suceden en los encuentros terapéuticos. Este control, de igual modo, viene acompañado por auto descalificaciones y la disociación entre los afectos y los recuerdos106: “no se,…no tengo recuerdos,… creo que me invento cosas,… recordar mi infancia me produce dolor”. A lo largo de la terapia se sucederán otros momentos donde, aunque continúa la ansiedad, prevalece un mayor atrevimiento:

-

“Por ejemplo, yo quiero pasar más tiempo contigo, ese deseo lo tengo, pero me parece una gilipollez, por eso tengo que callármelo.” En otro momento: Me encuentro bien esta semana. Quería hablar una cosa contigo. Me he dado cuenta de que cada vez que tengo que venir a terapia me entra ansiedad…me siento como una cría de 7 años en el colegio de las monjas. Pensar en que vengo a verte me produce esa sensación…como la sensación de que he hecho algo mal, como que me vas a regañar. Entonces, yo lo razono: a ver, vengo porque quiero, esto me está viniendo muy bien. ¿Qué me pasa que no estoy relajada, si soy yo quien decide venir?”

Otros quedan expresados en la experiencia (vivenciada a través de las propuestas terapéuticas) de los encuentros de intimidad con su padre, con sus parejas y con su hija adolescente. Aquí, el anhelo de contacto emocional, tierno y afectivo acontece acompañado de una intensa ansiedad sobre la que la tensión corporal, la retirada, el silencio, el autocontrol, o la preocupación obsesiva actúan como mecanismos defensivos. De esta manera, su deseo de intimidad es actuado en forma de distancia.

Con su padre, que en algunos encuentros ha bromeado con el carácter incestuoso de los abrazos a su hija, relatará:

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Mecanismo de represión que Reich señala en Reich, W. (1997). Análisis del carácter. Barcelona: Paidós. Pg. 209.

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-

“yo me pongo tensa cuando abrazo a mi padre y me pierdo un poco con todo esto porque también me viene un juicio negativo sobre él que no se de donde me viene…me pongo tensa, no permito el contacto… este tipo de sensación me ha pasado más de una vez, con más gente (habla de amigas y amigos) como si no pudiera ser sincero. Está como reprimido: yo quiero, pero mi cuerpo se pone tenso.”

En otro momento hace referencia al abrazo que tuvo con su padre. Le propongo representar el abrazo con ojos cerrados. Un cojín grande hace de padre. Se sitúa de tal manera que ni su pecho ni su pelvis y el cojín no entran en contacto. Comenta que si junta más el pecho, nota calor y el corazón agitado. Le propongo atreverse un poco más a mayor contacto. Se atreve un poco más y aumenta el calor y la agitación, como si se excitara (comenta).

-

el contacto se tiñe de erotismo

-

sí, es verdad….(comenta que ella se masturbaba desde chiquita, que recuerda en el colegio, en la clase, con las monjas, ella, sin que la vieran, de tocaba, se masturbaba)

En sus relaciones de pareja, hace alusión a su dificultad para el contacto en la intimidad.

-

“cuando algo me desborda, no paro de pensar nada más que en eso. Cada vez que he tenido una relación, me desborda. Es un único pensamiento: que esta persona me atienda, me llene, ser su centro de atención”.

Su deseo se transforma en obsesión y el temor al rechazo queda controlado a través del silencio como manifestación de su bloqueo emocional:

-

“Pasado un tiempo, cuando se me conoce realmente, me van a rechazar,… no voy a estar a la altura, hay un sentimiento de inferioridad muy grande y hay miedo a la burla. Una de las últimas relaciones, un fin de semana que pasé con él, que me gustaba mucho, me quedé muda el fin de semana, bloqueada, aunque sí quería comunicarme”. 114

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Respecto de su hija, hablará de que la siente muy agresiva. Narra peleas y discusiones que tiene con ella, lo agresiva que se pone su hija y su respuesta de impasibilidad ante esas situaciones. Ella no sabe que hacer para tener encuentros afectivos con su hija adolescente. Quiere tener una relación perfecta con su hija. Este es un asunto que la angustia especialmente y ante el que despliega un cúmulo feroz de auto acusaciones por ser una mala madre.

-

“tengo que olvidarme de mí misma para ser buena madre,… entonces, como fallo, me culpo”.

En la exploración de esta vivencia, se va desvelando su dificultad para el manejo de límites adecuados con su hija adolescente y la transformación de su angustia en preocupación obsesiva (en forma de escrupulosidad en el orden y las formas), de manera que el perfeccionismo y la autocrítica anulan la espontaneidad y disfrazan la hostilidad, transformándose en obsesión por el orden rígido en los acontecimientos:

En otras ocasiones a lo largo del proceso, aparecerá su ideal de perfeccionismo, su intolerante exigencia en dar la talla como madre y mantener una imagen de lo que debe ser.

-

“déjate estar en esa emoción unos momentos

-

me siento cansada… es que me siento vulnerable, débil, como si todo me hiciera daño, por muy tonto que sea, y no puedo estar así ante mis hijas, en el trabajo…, no me pueden ver llorar. Creo que se van a asustar mis hijas si me ven así. Las voy a perjudicar. Por ejemplo, algo que me pone mal: unos comentarios de unas compañeras de trabajo sobre otras madres (en plan cotilleo de marujas). Y yo pienso lo que puedan decir de mí a mis espaldas.”

Todo ello como expresión del mecanismo defensivo de formación reactiva típico de su carácter cuya disolución (fantaseada por ella con el consumo de marihuana), en la exploración terapéutica, desvelará la angustia de sentirse en contacto con su mundo emocional: la ansiedad que experimenta al pedir ayuda, su dificultad para reconocer sus

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equivocaciones, su dolor ante la hostilidad de su hija, su necesidad de contacto afectivo con ella o su carencia de apoyos ante la difícil tarea de educar a una adolescente.

Es así como el deseo inhibido por el temor al deseo perpetúa la frustración y la insatisfacción. Se hace necesario, a través del carácter, evitar la angustia del temido rechazo que, en las situaciones presentes, remiten al rechazo original.

El temor al rechazo es muy fuerte en ella. Es una fijación característica de los rígidos que en Desiré se lleva al extremo, no solo dirigiendo su autocrítica y perfeccionismo en el deber ser, sino generando el mecanismo de proyección (disposición paranoica), es decir, desarrollando un sistema defensivo de tipo obsesivo

El subimpulso agresivo

Ante la vivencia resultante de la distorsión en el fluir natural del impulso tierno (temor y autocontrol la mantienen en la insatisfacción y frustración), los componentes agresivos del impulso, en lugar de ponerse al servicio de la satisfacción y del placer, han de ocuparse de contener la rabia y la hostilidad provocadas por la frustración en que se vive (procedente del mundo externo, especialmente de los padres en el origen y perpetuada por su dinámica caracterial mas tarde).

Como ella experimenta que no puede dar cauce, por el miedo a ser rechazada, a lo que tanto anhela (el contacto afectivo), la rabia natural ante la frustración se va convirtiendo en ira.

“El bloqueo del deseo origina frustración y rabia. La rabia, al ser infructuosa y mantenida en el tiempo origina impulsos hostiles más profundos y destructivos que se van a manifestar emocionalmente como ira. Los impulsos de ira, por su destructividad, hacen que sea necesario inmovilizar una parte de esta función hostil destructora del subimpulso agresivo. Por esta razón parte del subimpulso agresivo se dispone en función de defensa antitético de parte de sí mismo, como mecanismo de contención de

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la hostilidad, elaborando posteriormente los necesarios mecanismos de defensa psicoemocionales” 107

Se despliega de este modo, a través del mecanismo de formación reactiva, todo el cortejo de las manifestaciones de la distorsión del impulso agresivo: la ira disfrazada de perfeccionismo, el encubrimiento de la necesidad de intimidad por medio de la distancia, su autocrítica y acusación llevada al límite en la proyección paranoide de que los demás se burlan y la acusan, el autocontrol y control sobre los demás, los juicios y prejuicios, las exigencias, las obsesiones.

Este autocontrol tortuoso al que se somete (que nos remite a la fijación anal del carácter fálico-narcisista) Desiré lo ejemplificará definiéndolo como “dique” que, por momentos, ya no puede contener la excitación que siente. Invitada a explorar su enfrentamiento ante ese “dique” que la asfixia, podrá vivenciar el contacto con la fuerza de su rabia y hostilidad.

-

¿qué es eso de estar confusa?

-

(con tono de enfado dice) Me vienen muchos mensajes, continuos: hazlo bien, no vas a poder, no vas a saber (son todos exigencias y descalificaciones), como un tun, tun, tun, tun.

-

(Me da la impresión que la confusión es enfado contenido) bien, vamos a darle voz al cabreo. (Propongo golpear, pero no funciona mucho. Sigue hablando de que es como un martilleo, un tun-tun-tun-tun que no se va, que se cuela y la invade. Se me ocurre entonces situarme frente a ella con un cojín grande, con intención de invadirla y le propongo que ella ponga límites con sus manos. Saca una fuerza increíble. Al principio contiene la mandíbula, le propongo que saque también la voz.)

Le resultará más complicado conectar con la rabia hacia los demás en los trabajos dirigidos a hacerse cargo de sus proyecciones e ideaciones paranoides.

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Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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“Uffffff…no puede ser verdad. Me cuesta aceptar esto en mí. No lo encajo. No me lo permito, porque no está bien. Es muy agresivo. Yo no soy así de agresiva.”

De este modo podemos concluir que la inhibición del componente tierno solo permite vivir la ternura como temor (fobia a la ternura) y la contención del agresivo se ejecuta por medio del control a través de los mecanismos de defensa psicocorporales, con lo que queda cumplida la misión del carácter: evitar la angustia.

“En ambos casos se cumple la misión defensiva de evitar el contacto con la angustia que se puede liberar a partir de la percepción y toma de consciencia de las excitaciones sexuales profundas y de la experiencia consecuente, real o fantaseada :la frustración en la entrega amorosa libre y completa, tierna y agresiva, hacia sí mismo y hacía los demás… Puede verse con facilidad que esto abre el camino a todo el conflicto infantil entre el impulso a dejarse ir, a abandonarse, y la necesidad de autocontrol debido al temor al castigo… En el subtipo de conservación, no solamente hay miedo a perder el autocontrol, sino también el control sobre cualquier situación en la que estén implicados sus afectos… Es decir la frustración en la entrega al amor… A mayor contención del subimpulso tierno, mayor pulsión del subimpulso agresivo que, desprovisto de componente tierno, tendrá tendencia a experimentarse y a expresarse como resentimiento e ira, incluso con manifestaciones destructivamente sádicas.” 108

La sexualidad como defensa

Otro asunto especialmente relevante característico del carácter rígido es el manejo de la sexualidad. Hasta el momento, la exploración realizada nos permite entrever como evidente la carga importante en el despertar de su deseo, que más tarde, y como signo de disociación de la conciencia, se manifestará en su delirio somático de tono fálico: el clítoris se convierte en pene.

-

“…recuerdo que me masturbaba desde chiquita… en el colegio, recuerdo que en clase, con las monjas, sin que me vieran, me gustaba tocarme, me masturbaba”

108

Obra citada. Albert Gutiérrez, J. J.

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Desiré hará referencias a un precoz despertar en lo erótico y la sexualidad: el placer de los juegos eróticos (las “masturbaciones” infantiles en el colegio de monjas nos remiten a la fase fálica de la sexualidad), visitas al ginecólogo en el inicio de la adolescencia, inventarse la regla sobre los 10 años y una nutrida “colección” de amigos con los que jugaba a ser novios (dirigiendo ella el contenido de este juego), en el final de su infancia e inicio de la adolescencia. Reconoce que le gustaba vestirse provocativa y, desde la adolescencia, parece haber despertado el interés de hombres adultos hacia ella. Sobre este aspecto, llama la atención la sobriedad y austeridad de su look actual, con corte de pelo masculino y ropas anchas de estilo hippi que ocultan su figura (una nueva manifestación del mecanismo de formación reactiva).

Como ya quedaba apuntado en el Hartman, en el ámbito de la sexualidad, por la dificultad para el recuerdo y la disociación afectiva sobre algunas escenas, podemos intuir en Desiré el mecanismo de represión propio de los caracteres rígidos. La sexualidad está en función de defensa, por cuanto queda disociada de la entrega amorosa, la ternura y la intimidad. Ella habla de ser experta en el juego sexual, pero queda insatisfecha porque, en sus relaciones, no experimenta una vivencia afectiva: es capaz de estar un fin de semana con un chico, funcionando en la sexualidad genital, pero bloqueándose para hablar. Además, (y de nuevo aparece la concordancia entre el Hartman y la caracterología energética) al igual que tiene enormes dificultades para recibir (en contraste con su disposición a la acción, aunque ésta sea obsesiva), ella ha de controlar las relaciones, a través de su destreza sexual, valorando y calculando la competencia del hombre para poder entregarse en intimidad. Denotaría su tendencia fálica en su sexualidad. Relatando una escena con un chico con el que mantiene una relación, le vuelve a pasar que funciona bien en la cama, pero luego no sabe qué hacer, de qué hablar, cómo estar.

-

“…no se si quiero o no quiero una relación con él.(Desiré quiere algo más que la relación sexual, pero ella no se atreve a planteárselo y carga toda la responsabilidad en el chico, que no es capaz de decirle nada, ni de llamarla por teléfono entre encuentro y encuentro)

Varias sesiones después, le pregunto cómo lleva la relación con el chico: 119

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-

“la terminé en navidad (hace un par de meses). Le monté un pollo por teléfono, iba fumada. Después del último polvo, pasaron tres semanas sin saber nada de él. Lo llamé y le monté el pollo: ¡tú de que vas! Luego él me llamó y me dijo de no vernos más. ¡Ves, no quería nada más que sexo!”

Ahondando en lo ocurrido, en realidad, Desiré sabía desde el principio que este chico solo quería sexo. Ella quiere algo más, pero no se atreve a planteárselo, se bloquea y mantiene la situación, porque si le dice algo él la va a rechazar (de nuevo el deseo y el temor del deseo).

En otro momento,

-

“yo necesito mucho contacto, a la vez que lo rechazo.

-

¿en todas las ocasiones lo rechazas?

-

Con mi padre me pasa. Con un amigo (compañero de trabajo con el que tuvo un rollo hace 2 años) no me gusta, con él siento rechazo físico porque es muy protector e insistente (ella lo llama acoso). Este compañero me recuerda a mi madre, por su insistencia, yo hace tiempo que no he tenido ningún rollo con él y además no quiero y me pongo nerviosa, no se que hacer para que deje de insistir.

La historia que exploramos con este compañero es que estuvieron enrollados hace dos años unas dos o tres veces. Ella no quiso seguir, no le gustaba. Quedan como amigos. El caso es que él sigue insistiéndole, al menos eso entiende ella por sus actitudes reiteradas de hacerle favores, etc. ella se pone ansiosa y nerviosa cuando él da muestras de querer darle cosas, ofrecerse para algo.

-

“Me pasa en las relaciones: que tengo miedo al contacto con la otra persona… Yo no se qué hacer con un hombre al lado, aparte de mantener relaciones sexuales.”

Desiré quiere una relación más allá de lo sexual. Necesita sentirse querida, no juzgada, sino confiada. Ella se reconoce bastante diestra en la relación si sólo es sexual, pero la deja fatal, no le satisface. Fuera de ahí, en el terreno más de intimidad, se siente 120

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indefensa, tiene la sensación de que “la otra persona la va dominar, juzgar, burlar, etc.”

En otra sesión, conecta con una escena en que una amiga le comentó su experiencia de que su pareja la maltrataba, con abusos sexuales y que a ella le produjo una regresión a no sabe qué (no es capaz de concretar más). También que al ver una película con escenas fuertes de sexo: le excitó y también le cabreó. Este interesante asunto que emerge de manera fugaz como figura, ha quedado relegado, por ahora, en el universo de su inconsciente.

6. EL PROCESO GESTALTICO: CÓMO VOY DESARROLLANDO MI TRABAJO.

Una cosa es lo que ella relata o muestra (las figuras que emergen) y otra los asuntos que hay en el fondo. Los síntomas son la figura evidente, pero ¿qué fondo ocultan? Por ejemplo, ella habla de ansiedad, pero lo que va emergiendo es que ésa es la salida de su perro de abajo, ante la exigencia de perfeccionismo que exige su perro de arriba. Los asuntos que van apareciendo a lo lardo del proceso son:

La biografía

Tras realizar el encuadre del proceso terapéutico, emerge como figura la resistencia a entregarme la biografía emocional. El sentido que tiene pedirle que escriba su biografía es rastrear su historia tal y como ella la cuente. Este asunto llama mi atención e intuyo el significado que aporta para la terapia y que iré confirmando en el transcurso del tiempo.

Si al principio se refiere a la imposibilidad para escribir la biografía aduciendo que no tiene recuerdos, que cree que se inventa cosas, más tarde confesará que le produce vergüenza enseñarme lo que va escribiendo.

Con la biografía se hace la misteriosa y juega al escondite. Es preciso quitar el “cebo”. Está utilizando el llamar la atención desde lo negativo, desde la resistencia y, así, proyecta sobre mí la imagen que tiene de los hombres. 121

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Acompaño esta resistencia sin oponerme e intento escuchar lo que me está diciendo con su actitud desconfiada: Desiré quiere controlar este asunto. Ella no entrega lo que escribe y al mismo tiempo, en el transcurso de las sesiones, van emergiendo recuerdos desde su presente existencial. En el aquí y ahora de su vida se recrean episodios de su historia que irá narrando como a cuentagotas, con la sospecha que no se expresa bien y no saber si yo la entiendo.

En el establecimiento del espacio de intimidad que es el encuentro terapéutico, la resistencia a entregar su biografía se hace presente, de un lado, como asunto transferencial latente y, de otro, como mecanismo de seducción desde lo negativo. Me doy cuenta de su cebo y de que su dificultad me habla de una gestalt no resuelta que está más en el fondo: su herida en la confianza con los hombres proyectada sobre mí. Debajo de su desconfianza y precaución intuyo como fondo la necesidad interrumpida de entregar y entregarse. Necesita apreciar nuestro espacio íntimo como no peligroso. Yo la espero paciente, valorando sus atrevimientos sin exigencias y observando su movimiento en la polaridad deseo – temor al deseo.

Perfeccionismo y crítica: polaridad perro de arriba / perro de abajo

Sobre el asunto recurrente de la biografía, comienzan a surgir la polaridad gestáltica de perro de arriba y perro de abajo que también se convierte en un elemento transversal y periódico en todo el proceso. Todo se lo plantea desde el deber-ser, desde la perfección y la exigencia de ser perfecta, en especial como madre, pero también en su manejo de las relaciones sociales y emocionales. Esto ya lo apunta el Hartman. No es capaz de ver y rechaza la Desiré que es y se exige la Desiré que debe-ser. Va dándose cuenta del peso que ejerce su perro de arriba, a través de su pretensión de perfeccionismo, descalificaciones, ideales a conseguir,… y de la tremenda ansiedad en que se vive, como única alternativa de su perro de abajo. Me vienen a la memoria las palabras de Perls:

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“Si la persona se empeña por llenar las expectativas del perro de arriba, el resultado es una crisis nerviosa o una fuga a la psicosis. Esta es una de las herramientas del perro de abajo.” 109

De esta manera, su exigencia perfeccionista va revelándose como estrategia reactiva: en lugar de dar cauce a su ira, la transformará en severa autocrítica y exigencia, la “maldición del perfeccionismo” que decía Perls. 110

Explorando esta polaridad va reconociendo el conflicto con sus emociones y con sus deseos. Lo que el Deber-ser (ella se referirá a él como un dique que contiene) reprime es la natural expresión de una molestia, un deseo, una necesidad, una opinión. Es importante este descubrimiento, por cuanto guarda estrecha relación con sus síntomas de ansiedad y angustia: el deber-ser ahoga al ser. Quiere ser “una niña buena. Y detrás de la niña buena, siempre hay una rapazuela rencorosa” 111

Ante los conflictos presentes que relata, y sobre los que acuden escenas infantiles, ella se queda en la preocupación obsesiva sobre su ansiedad, recriminándose su incapacidad para resolver las situaciones. Yo le voy proponiendo, a través de juegos, representaciones, trabajo corporal, la recreación presente de la situación y la focalización en el darse cuenta emocional ante su autotortura. Así van apareciendo las inhibiciones de sus impulsos hostiles, primero y, más tarde, las de los impulsos tiernos.

-

Es como si yo tuviese un mundo, separado del resto, como si me hubiese creado un mundo y me cuesta trabajo salir y estar con la gente (emoción)

-

¿cómo te ve la gente?

-

Dulce, comprensiva, que escucha, abierta, extrovertida.

-

¿y cómo ves que eres tú?

-

Reservada, me cuesta escuchar (mi cabeza está siempre en otro sitio). Me veo muchas cosas: envidia, negatividad, prejuicios. No se si todo eso hay que esconderlo o ¿qué se hace con todo eso?

-

¿Por qué habría que esconderlo?

109

Perls, F. (1982). Sueños y Existencia. Santiago de Chile: Cuatro Vientos. Pg. 31. Obra citada. Perls, F. (1982). Pg. 97. 111 Obra citada. Perls, F. (1982). Pg. 102. 110

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-

Es negativo

-

Imagino que el trabajo de esconderlo te supone mucho esfuerzo

-

Sí, porque son cosas que no se cómo manejar. Por ejemplo, con alguien de color, finjo. No me gustan los prejuicios

-

Los rechazas

-

Sí lo que pasa es que no puedo quitármelos. Me siento una mala persona y no paro de juzgar.

-

Dime un ejemplo. (pasa un rato en silencio). ¿Qué está ocurriendo ahora?

-

Estoy censurándome: no lo digas, porque si lo dices te va a echar a la calle. Si dejo salir la hostilidad va a venir el rechazo del otro y también yo voy a destruir, a dañar.

En diferentes sesiones, cuando, por ejemplo, le propongo representar la parte que enseña la biografía y la parte juzgadora, paciente vulnerable / terapeuta juzgador: la parte juzgadora la asocia con su madre. Va dándose cuenta de la ira y la rabia que siente hacia su madre, a quien experimenta como perseguidora y manipuladora desde el victimismo. Su autocrítica y contención en el movimiento de mostrarse (en sus sentimientos, deseos y expresiones emocionales) está cimentada sobre esta vivencia persecutoria, de una parte, y como compensación de la sensación de caos que ha teñido su vivencia familiar infantil. Se siente escrutada por su madre y abuela y se marca como objetivo, desde la exigencia, ser mejor madre que su madre.

Darse cuenta y reconocer la ira hacia su madre (su estar harta de su permanente tortura de exigencia) le hace tocar con los dolores que se ha aguantado a lo largo de su vida y la contención emocional:

“Le propongo representar corporalmente las dos partes: -

situada en la parte emocional, le cuesta mucho expresar lo que siente aunque, según cuenta, siente muchas cosas, como una avalancha inconmensurable, pero no es capaz de expresar.

-

Situada en la parte del “dique” lo que se permite expresar con más facilidad es: “eres tonta, (y otras descalificaciones), tu te crees romántica, que el mundo es

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como en los cuentos, siempre te pasa igual: te aparece el príncipe azul y luego te abandona, tienes que llevar más cuidado, estúpida.”

A partir de este ejercicio, asocia con el abandono del padre y con la sensación de sentirse muy necesitada, necesidades como en avalancha y que la otra persona, ante tal avalancha, se asusta y se va.

Este perfeccionismo y autocrítica se evidenciará a lo largo del proceso en la rivalidad y competencia sobre las que establece las relaciones con las mujeres y en su preocupación tortuosa y obsesiva sobre su tarea como madre, que desemboca en manejos rígidos y formales en su relación con su hija mayor y, en general, en sus relaciones afectivas, donde el manejo de lo emocional es muy dificultoso.

Manejo de su agresión y hostilidad: contención y proyección.

Desiré mantiene la creencia de que la agresividad es algo malo, peligroso, que hay que controlar y vigilar. Necesita hacer un sobre esfuerzo para que no le vean su parte hostil (sus prejuicios, su envidia, su negatividad) que es algo muy malo. Se esfuerza en quitárselos, pero no desaparecen y se critica y trata de silenciar la hostilidad que siente.

-

“Si tengo un enfado con alguien, yo me callo. Yo tengo la sensación de que soy un ogro”… “Si dejo salir la hostilidad, el otro me va a rechazar y también voy a destruir, dañar”… ““Creo que es el sentimiento que más conozco de mí: la rabia, nudo en el estómago, me pongo tensa. Cuando me he enfadado alguna vez lo reprimo, no me gusta que me desboque, puedo ser muy borde.”

Es tal su esfuerzo de autocontrol que, por un lado comentará la diferencia entre cómo la ven los demás (comprensiva, escuchadora, ayudadora) y cómo se ve ella misma y, por otro, su hostilidad reprimida se transformará en proyección hasta el extremo de la ideación paranoide que ella define como rechazo y burla. De hecho, uno de los primeros síntomas que aduce hace referencia a su proyección paranoide de la burla y el rechazo y, por tanto, hostilidad reprimida.

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-

“la gente me desprecia, no valgo… también lo asocio a que haya reacciones agresivas y violentas contra mí y eso me provoca miedo… me siento vulnerable”

Le resulta difícil expresar cualquier molestia o enfado. Lo que ha aprendido a hacer es desarrollar una feroz autocrítica. Se califica de tonta, torpe, incapaz.

Cuando trabajamos la proyección de su agresión en la hostilidad que fantasea en los demás le cuesta mucho trabajo reconocer esa parte suya que queda siempre en la sombra y que queda inhibida por la acusación de sí. En los trabajos de apropiación de su parte hostil y agresiva llega a ir confiando poco a poco. Recuperando su propia expresión de “estar harta” de la exigencia y crítica de su deber-ser, es capaz de dar curso a la expresión de su rabia, mostrándose desde una gran fuerza. La vulnerabilidad “tramposa” con la que el perro de abajo se maneja ante la auto-tortura de su perro de arriba, se manifiesta ahora en rabia liberada, agrietándose de esta manera su rigidez de manera que puede ir encontrándose con el dolor emocional.

La angustia ante su deseo

Ella toma la decisión de conseguir una situación de mayor autonomía, junto con sus hijas, marchándose de la casa de su madre. En la tarea caótica de la mudanza, y siendo ayudada por unas amigas, le sobreviene una crisis de angustia al percibirse torpe en el montaje de los muebles. La autoexigencia le hace una mala pasada: que los demás la vean torpe y con poca destreza.

Al hilo de esta experiencia exploramos qué ocurre cuando ella tiene un deseo. Relata una vivencia infantil:

-

“(Ella unos 13 años y la hermana 14 o 15). Mi padre nos lleva a hacer esquí acuático. A mi hermana le dice que lo intente, a mí me ignora. Yo me quedo callada, quería que él me dijera lo mismo y no me dice nada, me quedo con rabia y me siento estúpida. Hice como que no me importaba.”

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El asunto es que ella tiene deseos (por ejemplo el querer pasar más tiempo conmigo, fuera de la terapia, tomarnos un café le apetecería). Pero los descalifica (es una gilipollez) y opta por guardar silencio, por hacerse la misteriosa, por hablar poco clara, por seducir de esta forma, a ver si yo le digo de tomar el café o no. En la escena con el padre, lo que ocurrió es que él no adivinó su deseo y no lo licitó, eligiendo a la hermana. Ella no expresó su deseo, sino que lo contuvo. Entonces, ella reprime su hostilidad hacia el padre (no la expresa, no se cabrea, no protesta) y la destila en forma de silencio, retirada afectiva, lo borra.

Parece que ella no tiene acceso a satisfacer su deseo en la escena del esquí acuático porque el padre no se lo da. Ella no tiene acceso a satisfacer su deseo de independencia, porque es torpe. La angustia aparece cuando se da la posibilidad de cumplir su deseo. ¿Cuáles son los DESEOS para los que la ANGUSTIA hace de TAPON?

Sus dificultades con su deseo se hacen presentes también en las relaciones con los hombres. Va apareciendo, de una parte, sus ganas de mantener una relación de intimidad y, al mismo tiempo, cómo se bloquea pudiendo permitirse solamente el encuentro sexual.

Poco a poco, a partir de desvelar sus deseos hacia mí, de expresar necesidades económicas con la terapia y de orientación para conflictos con sus hijas, de reconocer su insatisfacción en las relaciones con los hombres, toma conciencia de la fuerza de su deseo, que vive como una avalancha de necesidades y deseos ante las que el otro se va a asustar y va a rechazar. Se produce un choque donde se conjugan, de un lado, el juicio sobre lo que siente (que actúa como un “dique” contenedor: “eres tonta, (y otras descalificaciones), tu te crees romántica, que el mundo es como en los cuentos, siempre te pasa igual: te aparece el príncipe azul y luego te abandona, tienes que llevar más cuidado, estúpida.”) y, de otro, el temor a que le rechacen en lo que solicita. De nuevo emerge la fijación en la situación edípica:

-

“… se me ocurre que desear estar con mi padre me hacía sentirme culpable de traicionar a mi madre. Ella no quería que nos fuéramos con mi padre.”

127

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Ella se defiende del caos que supone la avalancha emocional de una forma obsesiva. En la salud, el deseo se articula a través de la consecución del placer y la aceptación de los límites. Ella, contando con que tiene disposición paranoica y un delirio de persecución de contenido sexual (se burlan de sus genitales masculinos), en el riesgo de mantener un desarrollo delirante en su vida o no, se defiende de eso con un sistema de tipo obsesivo.

Especialmente significativo resulta la toma de conciencia de sus dificultades para el contacto amoroso, donde el juicio reprime su impulso en un encuentro con el padre donde éste valora lo bien que la ve:

-

“¿qué te pasa cuando abrazas a tu padre?

-

Que me pongo tensa, no permito el contacto. Ese tipo de sensación me ha pasado más de una vez, con más gente (habla de amigas y amigos) como si no pudiera ser sincero. Está como reprimido: yo quiero, pero mi cuerpo se pone tenso.

-

¿Qué crees que ocurriría si no te pusieras tensa?

-

Que el abrazo sería más verdadero, a esos abrazos le faltan algo, están incompletos. Todos los abrazos son con miedo.

-

La vivencia de estar en contacto te pone tensa

-

Sí, pero luego, al mismo tiempo, soy muy besucona

-

Contacto, erotismo y juicio

-

No se me había ocurrido la asociación de que yo me pongo tensa porque hago un juicio negativo sobre el erotismo que me viene por el contacto.”

Mas tarde reconocerá:

-

“Yo no se qué hacer con un hombre al lado, aparte de mantener relaciones sexuales… Me pasa en las relaciones: que tengo miedo al contacto con la otra persona.

Este manejo del deseo y de su impulso erótico es lo que está en la base de sus dificultades para la relación de intimidad con los hombres. En la exploración de sus vivencias con hombres (padre, compañero de trabajo, su primer jefe, escena con cuñado, clientes) surge la disposición paranoide de sentirse acosada: coloca en el hombre una 128

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intención (de erotismo sexual), que a ella le paraliza, confunde, impide poner límites, reconocer y responsabilizarse de su propio deseo. “¿Qué hago yo que provoco que los hombres se confundan?”.

La capacidad afectiva

En una de sus primeras sesiones, hablando de sus obsesiones, comenta:

-

“cuando algo me desborda, no paro de pensar nada más que en eso. Cada vez que he tenido una relación, me desborda. Es un único pensamiento: que esta persona me atienda, me llene, ser su centro de atención. Y luego me doy cuenta que es como si yo me invento la relación. Yo no se si se amar a alguien. Luego, se termina la relación y no me queda nada, no me preocupa la otra persona. Hace poco, con un compañero de trabajo, me llamó la atención. Estoy solo pendiente de mi necesidad, de mis miedos.”

Desea la intimidad, y se bloquea este deseo con el miedo a que,

-

“pasado un tiempo, cuando me conozcan bien, me van a rechazar: no voy a estar a la altura y me van a rechazar por mi sentimiento de inferioridad”.

Lo que impide la intimidad es el juicio y el rechazo de la otra persona. Este bloqueo con la intimidad lo asocia con la relación con su padre: el padre siempre le ha reprochado que no estudiara y siente que tiene que demostrarle cosas continuamente.

-

¿el qué?

-

Que valgo, lo que él pudiera esperar de mí.

Es entonces cuando aparece la transferencia conmigo:

-

“pensaba que me ibas a rechazar porque lo mío no tiene arreglo.”

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Habla de que le apetece tener una relación con un chico con el que tenía solo la relación de encuentros sexuales. Pero quiere una relación más allá de lo sexual. Necesita sentirse querida, no juzgada, sino confiada. Ella se reconoce bastante diestra en la relación si sólo es sexual, pero la deja fatal, no le satisface. Fuera de ahí, en el terreno más de intimidad, se siente indefensa, tiene la sensación de que la otra persona la va dominar, juzgar, burlar, etc. Sexo y afectos no están integrados.

Le propongo ejercicio de confianza: dejarse caer y yo la sostengo. Nos tomamos tiempo en arraigamiento, respiración. Destaco la importancia de vivir la decisión de dejarse caer. Varias veces, al iniciar la caída, inmediatamente controla retrasando su pie, o solo deja caer la cabeza y hasta la altura de los hombros. Yo la recojo en un ángulo casi de 90 º. Así varias veces. Vamos comentando la experiencia. Seguimos. Logra tomar la decisión y dejarse caer varias veces. Cuando lo hace, le indico que se mantenga unos instantes y que respire sintiéndose recogida. Yo aumento un poco la distancia, a un ángulo un poco mayor. Entonces, le sale una frase espontánea y en tono fuerte que evidencia, a mi parecer, con mucha claridad su herida:

-

“si me caigo, te mato”.

Si se deja ir, y no estoy para sostenerla, se desboca toda su agresión hasta matarme.

El temor al castigo aparece en la sesión en que comenta que se siente mal al venir a las sesiones. Ella quiere venir, y al mismo tiempo, entra en ansiedad. Evoca el colegio de monjas, que la castigaban. La terapia es un espacio de intimidad, si ella continua entregándose, fantasea un castigo, proyectado ahora en mí.

En la sesión 48 y siguientes, cuando ya llevamos más de un año de proceso, y tras un periodo vacacional sin espacio terapéutico, por primera vez se muestra vulnerable, acogemos el llanto y se lo permite, frente a sus autoexigencias. Lo que hago es contenerla en esta expresión emocional, bastante nueva, que está teniendo de su lucha interna. Se pone nerviosa al venir a las sesiones. Algo se está abriendo en relación conmigo. En las siguientes sesiones, aparece el asunto de las dos caras (erotismo y agresión) ante experiencia de un concierto (placer, diversión, posibilidad de contacto 130

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emocional). También hablará del bloqueo afectivo en la intimidad con sus hijas. Ella se reconoce en el deseo de intimidad, pero no soporta su satisfacción. La marihuana la desinhibe de su feroz autocontrol.

-

“La semana pasada hablamos de cómo me quedo con los deseos en la mente. Quería contarte otra cosa que me ha pasado esta semana. Ayer fumé. Veo lo diferente que me siento cuando fumo. Me fluyen más las cosas. Me cuestiono qué pasa conmigo. Ayer, mi hija me pidió que le tomara la lección y, estando fumada, me puse menos exigente con ella, menos rígida y exigente (comenta que, normalmente, cuando le toma la lección a su hija mayor, le insiste en que le diga, palabra por palabra y en el orden que pone el libro. Ayer su hija le pidió y le advirtió que, por favor, le permitiera decirle con sus palabras). Mi hija, ayer, me pide que le pregunte una cosa del examen. Normalmente me empeño en que me diga las cosas palabra por palabra. Ayer no, y pude comprobar que ella se encontraba más satisfecha. Sin fumar, las cosas tienen que ser de una manera y no pueden ser de otra. Esto es un ejemplo. Con todo me pasa, no me puedo salir del orden. No contemplo opciones para hacer las cosas de otra manera…”

En una de sus últimas sesiones:

-

“…nada, igual que la semana pasada

-

¿cómo es ese igual?

-

Igual de harta (sonriendo sin querer sonreír), con el tun tun de la cabeza, el para qué la terapia, de no poder estar como quiero con mis hijas. No quiero terapia, vida así, pensamiento, etc.

(Angustiada, rompe en emoción) -

permítete esa emoción (doy espacio). ¿Cómo te sientes corporalmente?

-

Más relajada, blanda.

-

¿dónde lo sientes?

-

En el pecho, manos con más calor, calor en el cuerpo

-

Desde esta emoción, te invito a decirles a tus hijas lo que quieras decirles (dos cojines representan a sus hijas). Díselo aquí y ahora

-

X, se que me quieres,… yo te quiero. XX, yo te quiero. 131

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(Establece un diálogo tierno con sus hijas. Pone un poco de resistencia, aduciendo que no están sus hijas) -

aquí y ahora, ¿que quieres más con tus hijas?

-

Quisiera abrazarlas

-

Exprésalo en presente y díselo a ellas

-

Quiero abrazarte (a cada hija)

-

¿Cómo sería dar curso a ese deseo aquí y ahora?

(Abraza a sus hijas, representadas en cojines, y rompe a llorar. Es un momento de intimidad, emoción, llanto, firmeza en el abrazo. Antes de 1 minuto de contacto amoroso y emotivo, hace la retirada) -

¿cómo ha sido la retirada?

-

¡Vale ya, hay cosas que hacer!, ya no lo soportaba.

(Le señalo que la parte de contacto es poco habitual y la de retirada es más habitual en ella) -

¿Cuál es la que te cansa?

-

la de retirada y el conflicto con el deseo de abrazar que se corta y entonces se queda solo en querer y no poder, por descalificarme.

En otra sesión posterior, retomando la experiencia del contacto con sus hijas, comenta:

-

“…Es nuevo, emociones nuevas, me agobia, como que no supiera moverme. ¿Qué va a pasar si me quedo ahí? Como si me diera miedo quedarme ahí.

-

¿Cuál es tu fantasía si te quedas ahí?

-

No lo puedo soportar físicamente. Me da ansiedad

-

Como la coca-cola agitada

-

Sí… además noto como una pared. Para mí esa expresión de amor fue muy poca. Había mucho muro. Yo llegué a expresar una parte mínima de lo que yo siento.

-

Como la punta de un iceberg.

-

Sí, hay la misma emoción… mi deseo no se quedó satisfecho del todo ¡Qué fuerte que no pueda soportar el beso de mi hija mucho tiempo!... pero esto es raro, porque con esta historia del contacto, es como que no lo siento mío este conflicto: ¡si yo deseo mucho el contacto con ella! 132

Tesina AETG: “El terapeuta gestalt: herramientas para el psicodiagnóstico” Mariano Cruz Zamora

-

Sí, es cierto, lo deseas mucho y cuando ocurre el deseo algo pasa que no lo soportas y te impide actuarlo. Esto ha ido saliendo mucho.

-

Sí, es verdad, por ejemplo con mi padre.

-

Lo que interrumpes es la satisfacción, el cumplimiento del deseo de contacto

-

(Se emociona) es como si no me mereciera las cosas… me está pasando con un amigo que he conocido en el trabajo. El es guardia de seguridad y va a menudo a la cafetería donde trabajo a tomarse un café. Hablando de los hijos, se ofreció a darle clases particulares a mi hija mayor. Él vive lejos y entonces he de ir a recogerlo para las clases. Cada vez que voy a recogerlo entro en ansiedad y no se por qué.

-

¿Y tú que sientes en esa relación?

-

Mucho agradecimiento, me ha ayudado.

-

¿y cómo te sientes recibiendo?

-

Bien, a veces me cuesta un poco. Quisiera que nadie hiciera nada por mí. No necesitar a nadie, como que no me merezco eso.

-

Imagínate la escena: él dándote y tú recibiendo lo que te da. Sitúate en esa escena corporalmente. ¿cómo te sientes ahí?

-

Pues, me siento con timidez y asombro. Un interrogante: ¿por qué? A veces me siento responsable de eso que me da: que mi hija lo aproveche.

-

Fíjate como evitas la emoción de recibir algo gratis.

-

Es cierto. Recuerdo una vivencia en un curso de meditación. Me esfuerzo en meditar y no lo consigo. Cuando dejé de esforzarme, tuve una experiencia de meditación en medio de la naturaleza (rompe en emoción).

-

Permítete estar en esa emoción que sientes. Desde ahí, ¿cómo sientes el recibir de esta persona?

-

Como un alivio, descanso, apoyo.

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CONCLUSIONES

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Aquí y ahora estoy sentado, frente al ordenador, con la intención de redactar las últimas páginas de este trabajo que inicié hace ya casi un año. ¿O quizás debiera decir mucho tiempo antes?

He de reconocer que la gestalt que se abrió en mí cuando, en noviembre de 2006, compartí con Elena Revenga mi deseo de preparar la tesina para la AETG, va llegando a su momento de ser satisfecha. Solo restan las tareas de encuadernación y la presentación pública en las Jornadas.

Lo que en un principio emergió como sensación más o menos difusa, en el contexto de una situación personal de cambios geográficos y laborales, fue tomando forma y me di cuenta que, desde la opción de dedicarme profesionalmente al oficio de la psicoterapia, quería presentar esta tesina. Se me agolparon mis introyectos más familiares (“no vas a saber”, “no vas a estar a la altura de los demás”, “¿crees que serás capaz de ese esfuerzo?”, “te van a descalificar”,…). Con todo, me atreví e hice de la necesidad virtud, me serví del motor que me proporciona mi envidia y, de nuevo, me puse en la intención de validar mi deseo y restaurar mi percepción de insuficiencia con la serenidad que me proporciona darme cuenta que “lo que me faltaba era mi propia amorosa compañía”. Y me dispuse a ello. Barajé propuestas, lo comenté con Elena, escribí notas inconexas sobre lo que quería, pedí prestados algunos libros… Ahora que escribo esto, vuelvo a emocionarme, a notar mi pecho acelerado y a sentirme el estómago como en un puño. Fui perfilando el tema a tratar e inicié la tarea. En ella ha habido intentos de boicot, a través de las propias descalificaciones y también del sobreesfuerzo al que me suelo someter. Pero, emocionado, puedo declarar que ha prevalecido el gusto por el trabajo y todo este proceso creativo me ha resultado nutriente y satisfactorio.

Conforme han ido gestándose estas reflexiones sobre algunas herramientas para el psicodiagnóstico al servicio del Terapeuta Gestalt, he advertido que decantarme por este tema tenía sus antecedentes.

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De un lado, me atraía mucho la idea de elaborar una síntesis de lo que ha sido mi proceso personal, formativo y laboral durante los últimos 15 años. Mi proceso terapéutico personal (intrínseco), la formación en Gestalt, Integrativa y Axiología (sistémico) y mi trabajo como educador social y terapeuta (extrínseco) antes en el Colectivo “La Huertecica” y ahora en la consulta privada.

Por otro lado, el tema del diagnóstico me resultó muy propicio como cauce integrador para elaborar esta recapitulación: destacar la importancia del esclarecimiento diagnóstico para un posicionamiento más eficaz del terapeuta clínico en el encuentro con los pacientes.

Desde el enfoque gestáltico, encuadrado dentro del movimiento de la psicología humanista, hacemos una opción por contemplar al ser humano desde una perspectiva fenomenológica, donde somos mucho más que una suma de partes y apostamos por la superación de visiones reduccionistas. Expresado en términos axiológicos, nuestro valor intrínseco otorga matices infinitos a nuestra particularidad de ser.

Enraizados en este punto de vista, podemos abrirnos a considerar que, como terapeutas, el diagnóstico no tiene por qué significar el encorsetamiento del paciente en una u otra ordenación sistémica. Más bien, puede suponer una guía abierta y susceptible de reformulación que acompañe y se supedite al proceso dinámico de la persona.

Los diversos grados de inquietud, malestar, insatisfacción o angustia con que una persona viene al encuentro terapéutico nos anuncia, al menos, tres posibles realidades. Puede ser que exprese un interés en avanzar en su proceso de maduración o de desarrollo de un mayor grado de conciencia. Puede ocurrir que esté atravesando un momento de crisis en su vida para el que necesita acompañamiento cualificado. Y, por último, puede presentarse con una patología evidente, donde la angustia adquiere un nivel tal que cursa con síntomas clínicos incapacitantes y la persona queda inhabilitada para una contención suficiente y necesaria.

En este sentido, el diagnóstico nos permite poder discriminar una u otra situación, nos posibilita tener capacidad para diferenciar cuándo el paciente cuenta con los recursos 136

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necesarios para contenerse durante el proceso terapéutico o cuando precisa de medicación para poder contener lo que él solo no puede.

Así mismo, el establecimiento de hipótesis diagnósticas abiertas y flexibles no resulta contradictorio, sino necesario, en la consideración de los procesos terapéuticos como procesos dinámicos, donde cada individuo, lejos de constreñirse a condiciones inalterables de su existencia, va descubriéndose en sus múltiples potencialidades. En este sentido podemos observar que, si bien el diagnóstico nos permite discriminar, el pronóstico no está en función del diagnóstico, sino de la propia dinámica personal en el transcurrir del proceso terapéutico.

En Gestalt nos importa de manera especial y prioritaria la dinámica con que la persona establece contacto consigo misma y con su entorno, así como escudriñar los modos en que interrumpe una regulación saludable de sí mismo como organismo vivo. El diagnóstico nos posibilitará tomar en cuenta a la persona en su globalidad y poder elegir las propuestas terapéuticas que nos resulten más adecuadas en cada momento y que promuevan el restablecimiento de la salud.

Así está siendo mi experiencia en el trabajo clínico. Las herramientas presentadas en esta tesina, integradas en el enfoque gestáltico, vienen acompañando el proceso terapéutico con Desiré e, imbricadas en la riqueza de su propia vivencia, están posibilitando el reencuentro con su “propia amorosa compañía”.

Mariano Cruz Zamora

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BIBLIOGRAFIA

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