Teoría de La Ruina

December 3, 2016 | Author: Javier Serrano Copete | Category: N/A
Share Embed Donate


Short Description

Artículo para la revista El Canton...

Description

Teoría de la ruina. No creo ser el único apasionado por la historia antigua que en alguna ocasión ha recibido algún comentario, desde el cariño, tipo “¡hay que ver lo que te gustan las piedras!”. Poca duda cabe que desde un punto de vista objetivo (empírico) una piedra puesta entre otras en lo que antaño fue una antigua edificación es eso, una piedra. No cumplió, y desde luego no cumple, una función mayor que la de un ladrillo actual (salvo excepciones) y, desde luego, en su “tiempo de esplendor” (cuando ahí fue colocada) tampoco tuvo mayor gloria que la de servir de sustento a un simple muro, sostener el equilibrio de un puente etc... Las piedras son seres sin historia propia al margen de la humana, si no nos metemos, claro está, en cuestiones geológicas o de vulcanología. Pero las piedras que han sido utilizadas por el ser humano son fuente histórica directa, y en muchos casos, única y exclusiva. Obviamente, como todo en esta vida, las hay con mayor o menor importancia. Esta “teoría de la piedra” se puede resumir en un ejemplo muy trivial, si cojo una simple piedra del suelo no estaré haciendo nada especialmente trascendente, sin embargo, si esa piedra se la tiro a alguien (cosa poco recomendable, por otra parte), la historia (nada trascendente, cierto) de esa piedra nos enseña que fue lanzada por un mastuerzo a alguna pobre víctima. Esa piedra, sin importancia para la historia universal, ha sido dotada de una historia, simple y mundana. Con esta reflexión quisiera justificar el por qué uno es capaz de hacer kilómetros por ver “piedras”, en ocasiones no especialmente vistosas, sin formar grandes monumentos, arcos triunfales o puentes aún serviciales. Recientemente he tenido ocasión de hacer un inolvidable viaje por Roma y Nápoles. Muchas son las cosas que se pueden contar de ambos destinos (quizá las urbes con mayor densidad histórica del Mundo, con permiso de Estambul y pocas más). Al escuchar estos destinos seguro que a alguno le ha venido a la cabeza la antigua ciudad de Pompeya. Esta urbe, mediana y sin gran importancia para el Imperio Romano pero vital para el estudio de esta civilización (nuestra en definitiva), fue víctima (junto a Herculano y otras localidades) de una gran erupción que la dejó sepultada (habitantes incluidos) bajo toneladas de lava y demás detritos volcánicos. El causante de esta tragedia, el Vesubio (aún hoy en día activo) pasó a tener unos 1281 metros, cuando antes de la erupción del año 79 d.C. llegó a alcanzar, o sobrepasar, los 3000. Pompeya, y aún más la pequeña localidad de Herculano, fueron preservadas de forma milagrosa durante 2000 años, quedando restos tan difíciles de encontrar como frescos pintados (interiores y exteriores), alimentos... y los moldes de las propias víctimas en su posición de muerte. Estas ruinas son de las más vistosas del Mundo, sin embargo, siguiendo con la “teoría de la piedra” o “de la ruina”, poca duda cabe de que estas ruinas, al margen de los detalles sobre la vida cotidiana que han dado a los especialistas, no tienen, al menos para mí, la carga histórica que puedan tener otras ruinas que también he podido visitar en este viaje. Me refiero, por ejemplo, al anfiteatro de la antigua Capua (sí, el de Espartaco) o las ruinas, nada deslumbrantes pero aún visibles, de la Torre Argentina, en el centro de la actual Roma, lugar exacto del asesinato de Julio César. Además de reivindicar el respeto, y estudio, de las piedras, quisiera con esto compartir con todos vosotros reflexiones mundanas, a veces mágicas y emocionantes, que “simplemente” derivan del hecho de conocer la historia de determinadas “piedras”, entes físicos que en ocasiones tienen un claro contenido histórico. ¿Se entiende ahora por qué a varios nos interesan enormemente los escasos restos que quedan de la Cerca? Imagen: Vesubio, Ercolano actual y Herculano ruinas.

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF