Tema 6. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN 1875-1902.

September 9, 2017 | Author: FÉLIX GONZÁLEZ CHICOTE | Category: Politics Of Spain, Political Theories, Government, Politics, Spain
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Tema 6. El régimen de la Restauración (1874-1902).

Tema 6. El régimen de la Restauración (1875-1902) 6.1. Funcionamiento del sistema canovista: Constitución de 1876 y turno de partidos. 6. 1.1. Un nuevo sistema político: características del sistema canovista. 6.1.2. La Constitución de 1876. 6.1.3. Bipartidismo y turno de partidos. 6.1.4. Manipulación electoral y caciquismo.

1

6.2. Evolución política: Reinado de Alfonso XII y regencia de Mª Cristina (1885-1902). 6.2.1. Evolución política durante el reinado de Alfonso XII (1874-1885). 6.2.2. Evolución política durante la Regencia de Mª Cristina (1885-1902). 6.3. Oposición política al régimen de la Restauración (1874-1902). 6.3.1. La reconversión del Carlismo. 6.3.2. La evolución del republicanismo. 6.3.3. La organización política del movimiento obrero:. - El anarquismo. - El Socialismo. Nacimiento del PSOE. 6.3.4. Nacionalismo español y nacionalismos periféricos. - El Catalanismo. - El nacionalismo vasco. - El Galleguismo. - El regionalismo andaluz. 6.4. La crisis del 98: La liquidación del Imperio colonial y sus consecuencias. 6.4.1. Liquidación del Imperio colonial. 6.4.2. Las consecuencias del desastre. El regeneracionismo. - Repercusiones humanas, económicas y políticas. - El Regeneracionismo. - La Generación del 98. - El Krausismo y la Institución Libre de Enseñanza. .

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Tema 6. El régimen de la Restauración (1874-1902).

1875

1885

1902

REGENCIA DE Mª CRISTINA

CRISIS DEL 98

OPOSICIÓN

EVOLUCIÓN POLÍTICA

SISTEMA POLÍTICO

REINADO DE ALFOLSO XII

- Sistema canovista. - Bipartidismo (Partidos Conservador y Liberal). - Caciquismo.

1876 Constitución

1881

Cánovas

1884

Sagasta

1885

Cánovas

Gob. Largo de Sagasta

Final guerra carlista Final guerra cubana

1892

Cánovas

1895 Sagasta

1897

Cánovas

1899

Sagasta

1901 1902 Silvela

Sagasta

2

Canovas

Canovas

1875

1890

MUERTE DE ALFONSO XII

Intensa labor Legislativa

Síntomas de agotamiento del sistema

1878 PACTO DE EL PARDO

- Movimientos antidinásticos: Carlismo y Republicanismo. - Movimientos nacionalistas. - Movimientos sociales: anarquismo y socialismo.

* Importantes repercusiones: → Pérdidas económicas. → Críticas al sistema político. → Aparición del Regeneracionismo.

1895

Feb. 1898

GRITO DE BAIRE

VOLADURA DEL MAINE

APOYO DE EE.UU

DERROTAS DE CAVITE Y SANTIAGO

1896-97 REVUELTAS DE FILIPINAS

Dic. 1898 TRATADO DE PARIS

INTRODUCCIÓN. Tras el fallido intento de instaurar un régimen democrático durante el Sexenio (1868-1974), se restauró la monarquía borbónica y España volvió al liberalismo censitario. El nuevo sistema político, ideado por Cánovas del Castillo, se fundamento en la alternancia en el poder de los dos grandes partidos, el conservador y el liberal. La Restauración duró más de cincuenta años, desde el pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 hasta la proclamación de la II República en 1931. Durante esta largo periodo, que abarca los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII (tema 7), con el interregno de la regencia de Mª Cristina, se consolidó un régimen constitucional y parlamentario que, a pesar del establecimiento del sufragio universal masculino en 1890, nunca llegó a ser plenamente democrático y estuvo dominado por la burguesía oligárquica apoyada en un capitalismo de base agraria. El gran mazazo para el sistema será la crisis del 98, año en el que se pierden las últimas colonias, a partir de ahí España se replantea la razón de su ser y las medidas a llevar a cabo para su modernización. El sistema político de la Restauración, que más o menos ha funcionado en el XIX, se continúa en el XX, pero ya está obsoleto y acabará saltando por los aires en los años treinta con la caída de Alfonso XIII y la proclamación de la II República en 1931.

Prof. Félix González Chicote

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Tema 6. El régimen de la Restauración (1874-1902).

6.1. Funcionamiento del sistema canovista: Constitución de 1876 y turno de partidos. 6.1.1. Un nuevo sistema político: características del sistema canovista. El pronunciamiento del general Martínez Campos (diciembre de 1874) significó la restauración de la monarquía y de la dinastía borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. El régimen político de la Restauración fue configurado por Antonio Cánovas del Castillo, sus principales características fueron: Sistema político de carácter conservador, basado en un sistema parlamentario liberal, pero escasamente democrático. Contó con el apoyo de las clases dominantes, que esperaban que la monarquía garantizase la estabilidad política, económica y social frente a la radicalización del Sexenio y la irrupción del obrerismo. Pretendía superar los problemas que habían afectado al sistema liberal durante el reinado de Isabel II: →La falta de alternancia política pacífica y la sistemática apuesta de la Corona por el partido moderado, 3 lo que no dejaba otra salida a la oposición política que el recurso al pronunciamiento militar. → El intervencionismo de los militares en la vida política. → Los constantes enfrentamientos civiles y el recurso continuo a la violencia para dirimir las cuestiones políticas. Pilares del sistema canovista: * Corona: institución incuestionable y permanente que debe garantizar la alternancia en el poder entre los partidos políticos que acepten el nuevo marco político. * Partidos dinásticos: los partidos conservador y liberal comparten el poder de forma alternativa, renunciando al pronunciamiento como mecanismo de acceso al gobierno. * Ejército: el objetivo es mantenerlo alejado de la vida política y supeditarlo al poder civil. A la vez se potenció la identificación del rey como símbolo y cabeza visible del ejército. Sin embargo, la autonomía del poder militar acabó convirtiéndose en un instrumento de presión sobre la vida civil. 6.1.2. La Constitución de 1876. Las bases del nuevo sistema quedaron fijadas en la Constitución de 1876, expresión jurídica formal del Estado de la Restauración: - Texto ecléctico que recoge elementos de la Constitución moderada de 1845 y de la Constitución democrática de 1869, en un intento de conjugar la tradición doctrinaria con los principios liberales del Sexenio, con el objetivo de servir de plataforma política común a dos grandes partidos que se alternarían en el poder. La Constitución expresó el consenso existente entre un amplio sector de la clase política del momento, lo que explica su excepcional duración. - Carácter conservador: defensa de los valores tradicionales (familia, religión y propiedad) y soberanía compartida entre la Corona y la nación, representada en las Cortes. - La Corona se convierte en árbitro de la vida política, comparte con las Cortes la potestad legislativa y nombra a los ministros. - Cortes bicamerales: Congreso de los Diputados y Senado, integrado por senadores por derecho propio, senadores vitalicios nombrados por el Rey y senadores elegidos mediante sufragio restringido. - La Constitución remite a una ley electoral la amplitud del censo y el procedimiento de elección de los diputados, lo que deja abierta tanto la restauración del sufragio censitario (1878), como el retorno del sufragio universal masculino (1890). - Confesionalidad católica del Estado y restablecimiento del presupuesto de culto y clero, junto al mantenimiento de la libertad de cultos. - Amplia declaración de derechos, cuya concreción se remite a leyes ordinarias, lo que deja al arbitrio de cada situación política el alcance más o menos liberal, más o menos restringido de su aplicación. Así durante los gobiernos conservadores se limitó el ejercicio de los derechos, especialmente los de imprenta, expresión, asociación y reunión.

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6.1.3. Bipartidismo y turno de partidos. El sistema político de la Restauración se basa en la existencia de dos grandes partidos dinásticos que coinciden en la defensa de la monarquía borbónica, de la Constitución de 1876, la propiedad privada, el sistema capitalista y la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista: Partido Liberal-Conservador de Cánovas del Castillo (Partido conservador): Aglutinó a los sectores más conservadores y tradicionales de la sociedad, a excepción de los carlistas y los moderados más integristas, partidarios de la vuelta a la Constitución de 1845. → Bases sociales: burguesía terrateniente, aristocracia y militares de elevada graduación. Partidario del inmovilismo político y la defensa de la Iglesia católica y del orden social. Partido Liberal-Fusionista de Sagasta (Partido liberal): Reunió a antiguos unionistas, progresistas y demócratas (Partido constitucional del Sexenio). → Bases sociales: burguesía industrial y financiera y clases medias acomodadas, con predominio 4 de profesionales liberales. Inclinado a un reformismo de carácter progresista y laico, era heredero del legado de la revolución de septiembre de 1868 y de sus conquistas, plasmadas en la Constitución de 1869. El turno pacífico o turno de partidos consistió en la alternancia regular en el poder entre los dos partidos dinásticos (conservador y liberal), garantizado por la Corona: Objetivo: asegurar la estabilidad institucional mediante la participación en el poder de las dos familias del liberalismo, resolviendo el problema de la gobernabilidad. El turno queda garantizado por la práctica según la cual, cuando el gobierno sufre un proceso de desgaste político, el monarca encarga al jefe del partido de la oposición la formación de un nuevo gobierno, al tiempo que disuelve las Cortes y convoca elecciones con el objetivo de construir al nuevo gobierno una mayoría parlamentaria que le permita ejercer el poder de manera estable. El fraude electoral asegura al nuevo gobierno unos resultados favorables. El mecanismo del turno se hizo efectivo al constituirse un gobierno liberal presidido por Sagasta en 1881 que sustituyó al gobierno conservador de Cánovas y quedó garantizado por el llamado Pacto del Pardo, tras la temprana muerte de Alfonso XII, en noviembre de 1885. 6.1.4. Manipulación electoral y caciquismo. El turno pacífico se apoyaba en un sistema electoral corrupto en el que los dos grandes partidos se ponían de acuerdo sobre los resultados electorales, resolviendo de antemano la distribución de escaños (encasillado), y valiéndose de la influencia social y el poder económico de determinados individuos (caciques) para obtener en las urnas el resultado pactado. El control del proceso electoral se ejercía a través del ministerio de la Gobernación, los gobernadores civiles y los caciques locales: 1º. El ministro de la Gobernación elaboraba la lista de los candidatos que debían ser elegidos (encasillado). 2º Los gobernadores civiles se la trasmitían a alcaldes y caciques, poniendo todo el aparato administrativo a su servicio para garantizar su elección. El conjunto de prácticas que daban lugar a la sistemática adulteración de los resultados electorales se conoce con el nombre de pucherazo: trampas electorales orientadas a conseguir la elección del candidato gubernamental, mediante la falsificación del censo (incluyendo a personas muertas, los llamados lázaros, o impidiendo votar a las vivas), la manipulación de las actas electorales, la compra de votos o el uso de prácticas coercitivas sobre el electorado. El caciquismo consiste en el poder económico y la influencia política de determinados individuos que controlaban una determinada circunscripción electoral y su peso era más evidente en las zonas rurales. Así, los caciques se permitieron ejercer actividades discriminatorias y con sus “favores” agradecían la fidelidad electoral y el respeto a sus intereses. Al cacique corresponde el papel de conectar el medio local con el Estado.

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6.2. Evolución política: Reinado de Alfonso XII y regencia de Mª Cristina (1885-1902). 6.2.1. Evolución política durante el reinado de Alfonso XII (1874-1885) El primer objetivo y la condición esencial para el éxito de la operación restauradora era la pacificación interna y externa. El movimiento cantonalista había sido controlado por la República de Serrano, pero cuando Alfonso XII inició su reinado persistían la guerra carlista y la guerra de Cuba. El fin de la guerra carlista fue consecuencia del aumento del esfuerzo militar a lo largo de 1875, lo que permitió la caída de la zona catalana y el estrechamiento del cerco del núcleo vasco-navarro, donde fue trasladada la mayor parte del ejército liberal, hasta lograr una clara superioridad sobre las fuerzas carlistas. La resistencia vasconavarra fue debilitándose hasta su total rendición en 1876, cuando don Carlos cruzó la frontera francesa (Manifiesto Fin de Somorrostro). 3ª Como consecuencia del final de la guerra carlista se produjo la abolición definitiva del régimen foral vasco, 5 guerra carlista quedando los vascos sujetos al pago de los impuestos y al servicio militar comunes a todo el Estado, aunque se les reconoció cierto grado de autonomía fiscal mediante los conciertos económicos. El final de la guerra carlista permitió el envío de nuevas tropas a Cuba, donde en un par de años se puso fin al conflicto bélico como resultado de la presión militar y de la vía de la negociación. La Paz de Zanjón (1878) incluía una amplia amnistía y la promesa de la abolición de la esclavitud y de reformas políticas y administrativas que dotarían a la isla de una mayor autonomía. El retraso o incumplimiento de Cuba estas reformas provocaría el inicio de un nuevo conflicto en 1879 (guerra chiquita) y la posterior insurrección de 1895. Cánovas gobernó durante la transición política (1875-1876) con un régimen de excepción que supuso la Evolución Política: suspensión de las garantías constitucionales con el objetivo de consolidar el nuevo régimen político y su jefatura Cánovas política de los alfonsinos: - Constitucionalización del nuevo régimen, de acuerdo con las directrices del Manifiesto de Sandhurst, lo que dio lugar a la Constitución de 1876. - Medidas encaminadas al control de la prensa, con el establecimiento de la censura previa, a preservar el orden público y a la recuperación de la posición de la Iglesia. - El Decreto Orovio sobre la ortodoxia moral y política de las enseñanzas provocó la segunda cuestión universitaria, con la expulsión de sus cátedras de los profesores krausistas, lo que dio lugar a la fundación de la Institución Libre de Enseñanza. - La acción de gobierno de Cánovas entre 1876 y 1881 estuvo marcada por las reformas administrativas y por las medidas que reforzaron el control del Estado sobre el ejercicio de los derechos fijados en la Constitución: - La abolición de los fueros vascos obedecía a la convicción de Cánovas de la necesidad de uniformizar legalmente el país. - La ley de diciembre de 1876 reguló la elección de Municipios y Diputaciones en un sentido centralizador, estableciendo el nombramiento real de los alcaldes de ciudades de más de 30.000 habitantes. - La ley electoral de 1878 estableció un sufragio censitario muy restringido, que redujo el censo electoral al 5 % de la población. - La ley de imprenta de 1879 consideraba delito cualquier ataque o crítica a la Monarquía o al sistema político y social, lo que condujo a cierres continuos de periódicos de la oposición. - Las libertades de reunión y asociación quedaron sometidas a la interpretación del gobierno. Sólo los llamados partidos dinásticos, es decir, los que se comprometían a aceptar la Monarquía y la Constitución estaban autorizados a actuar. La unión en torno al Partido Constitucional de Sagasta de otros grupos (ejemplo: centralistas de Alonso Martínez) y su aceptación de la Monarquía y la Constitución de 1876 dio lugar a la creación en 1880 del Partido liberal-fusionista, futuro Partido Liberal, que se convirtió en alternativa a los conservadores y que en febrero de 1881 formó gobierno por primera vez, iniciándose la alternancia que caracterizó al régimen hasta su crisis en 1923: Evolución En esta primera etapa de gobierno la orientación liberal fue bastante tímida, ante el temor de que una Política: Sagasta apertura excesiva pudiera alarmar a los grupos sociales dominantes. El gabinete Sagasta tomó medidas para terminar con las restricciones de la libertad de expresión: limitó las denuncias por delitos de imprenta, devolvió sus cátedras a los profesores represaliados y permitió que las asociaciones obreras y republicanas volvieran a actuar con libertad. La recesión económica y la timidez de las reformas del gobierno Sagasta provocaron una oleada de disturbios y protestas ante las que el gabinete reaccionó con dureza. Ante la debilidad del gobierno Sagasta, el Rey encargó la

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Evolución Política: Cánovas

Evolución Política: Sagasta

Evolución Política: Cánovas Sagasta

Evolución Política: Cánovas

Evolución Política: Sagasta

Evolución Política: Silvela Sagasta

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formación de nuevo gobierno a Cánovas, lo que supuso la vuelta al poder de los conservadores en enero de 1884, reanudándose el férreo control sobre la prensa y las medidas represivas (cierre de la Universidad de Madrid). 6.2.2. Evolución política durante la Regencia de Mª Cristina (1885-1902) La muerte de Alfonso XII en noviembre de 1885 llevó a los dos líderes políticos, Cánovas y Sagasta, ante el temor a una posible desestabilización del sistema político, a llegar a un acuerdo por el que se comprometían a apoyar la regencia de Mª Cristina de Habsburgo, a facilitar el relevo en el gobierno cuando éste perdiera prestigio y apoyos en la opinión pública, y a no echar abajo la legislación que cada uno de ellos aprobara en el ejercicio del poder: Pacto de El Pardo). Los liberales de Sagasta formaron nuevo gobierno en noviembre de 1885, iniciándose el llamado Parlamento Largo (hasta 1890), que llevó a cabo una serie de reformas con la intención de incorporar al sistema algunas de las prácticas liberales asociadas a los ideales de la revolución de 1868, culminando así la construcción del sistema 6 político liberal: - Legislación orientada a crear una atmósfera de mayor libertad de expresión: libertad de imprenta y libertad de cátedra. - La Ley de Asociaciones de 1887 restableció la libertad de asociación y fue decisiva para permitir el desarrollo y expansión del movimiento obrero. - Aprobación del Código Civil (1889) que consagraba legalmente un orden social basado en la primacía absoluta de la propiedad como derecho individual. - Restablecimiento del juicio por jurados. - Restablecimiento definitivo del sufragio universal (varones mayores de 25 años) por la ley electoral de 1890, si bien esta conquista quedaba totalmente desvirtuada por la manipulación electoral. Los conservadores de Cánovas volvieron al poder entre 1890 y 1892, siendo la medida más significativa de este periodo la adopción de una política proteccionista a través de la ley del arancel de 1891, en un contexto de auge del movimiento obrero y de despertar de corrientes nacionalistas en Cataluña o el País Vasco. La vuelta al poder de los liberales (1892-1895) supuso el proyecto de reforma para la administración y el gobierno de Cuba del ministro Maura, que fracasó por la oposición cerrada de los intereses indianos. La insurrección cubana de febrero de 1895 provocó el regreso al poder de los conservadores. Toda la trayectoria de este gobierno estuvo marcada por la guerra de Cuba y por los intentos fallidos, primero mediante la negociación (general Martínez Campos) y luego a través de las armas (general Weyler), de dominar la isla. El asesinato de Cánovas en agosto de 1897 provocó su sustitución como presidente del gobierno por Azcárraga, hasta la vuelta de los liberales al gobierno en octubre de 1897. El nuevo gobierno Sagasta (1897-1899) decidió, a la desesperada, probar la estrategia de la conciliación, pero las reformas llegaron demasiado tarde y los independentistas cubanos se negaron a aceptar el fin de las hostilidades. Este gobierno asistió al “Desastre del 98”, es decir, la liquidación de los restos del Imperio colonial español, lo que le supuso un tremendo desgaste y desprestigio. La Reina Regente, de acuerdo con los mecanismos del turno, entregó en 1899 su confianza al nuevo líder conservador, Francisco Silvela, quien encabezó un gobierno que mostró una cierta voluntad de renovación, iniciando una política reformistas basada en la descentralización administrativa y el aumento de los ingresos del Estado. Las dificultades que afrontaron las reformas de este gobierno llevaron a su caída en 1901 y a su sustitución por un nuevo gabinete liberal presidido por Sagasta, último gobierno de la Regencia de María Cristina. 6.3. Oposición política al régimen de la Restauración (1874-1902). El sistema de la Restauración marginó a las fuerzas de oposición más radicales, es decir, aquellas que no aceptaron la monarquía restaurada y el régimen político definido por la Constitución de 1876. 6.3.1. La reconversión del Carlismo. Los carlistas, tras su derrota bélica, optaron por el exilio en Francia y por las conspiraciones, aunque la falta de apoyos impidió que pudieran llevar a cabo un levantamiento generalizado: El carlismo se presentaba como la única fuerza política auténticamente católica, defensora de la unidad religiosa, frente a la libertad de cultos recogida en la Constitución de 1876. El sector más integrista del carlismo creó en 1888 el Partido Tradicionalista, liderado por Ramón Nocedal, cuyas señas de identidad eran su antiliberalismo y la defensa de la tradición y de la religión católica.

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6.3.2. La evolución del republicanismo. Los republicanos sufrieron una fuerte represión por parte de las autoridades políticas y se vieron sometidos a un proceso de división interna en multitud de tendencias irreconciliables: El Partido Posibilista de Castelar optó por entrar en el juego político de la Restauración, aunque su presencia parlamentaria fue testimonial. El Partido Republicano Progresista de Ruiz Zorrilla aglutinó a los núcleos más radicales y optó por la vía insurreccional, protagonizando diversos pronunciamientos militares que fracasaron como consecuencia de la falta de apoyo popular. Las prácticas insurreccionales provocó la ruptura dentro del partido de de los republicanos unitarios que en torno a Salmerón crearon el Partido Republicano Centralista (1887). El republicanismo con más adeptos y el más fiel a su ideario inicial fue el Partido Republicano Federal, que seguía teniendo como líder a Pi y Margall y contaba con el apoyo de una parte importante de las clases populares. La introducción del sufragio universal (1890) significó la revitalización del republicanismo y su reunificación con ocasión de las elecciones de 1893 y 1901 (Unión Republicana). Sin embargo, el republicanismo sufrió las 7 consecuencias del ascenso del movimiento obrero, lo que supuso que perdiera gran parte de sus bases sociales y electorales, al tiempo que las burguesías periféricas ya no buscaban el respaldo a la descentralización en la República, sino en los nacientes partidos regionalistas y nacionalistas. 6.3.3. La organización política del movimiento obrero: anarquismo y socialismo. La Restauración supuso la ilegalización y represión de las organizaciones obreras, aunque la apertura durante los periodos de gobierno del partido liberal permitió la expansión de las asociaciones obreras y su definitiva legalización con la Ley de Asociaciones de 1887. El anarquismo. Los anarquistas se organizaron en la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), con una importante implantación en Andalucía y Cataluña, y desarrollaron una acción sindical de carácter reivindicativo. La continua represión del movimiento obrero favoreció que un sector del anarquismo optara por la “acción directa”, consistente en la realización de atentados terroristas contra los pilares básicos del sistema capitalista: el Estado, la burguesía y la Iglesia. La respuesta contundente de las autoridades no hizo sino alimentar una dinámica de acciónrepresión continua. El sector anarquista partidario de una acción de masas planteaba la revolución social como un objetivo a medio plazo y daba prioridad al activismo reivindicativo y a la creación de organizaciones de carácter sindical, lo que dio lugar a la fundación de Solidaridad Obrera (1907) y de la CNT (1910), central anarco-sindicalista. El Socialismo. Los núcleos obreros madrileños de orientación marxista, encabezados por Pablo Iglesias, fundaron en 1879 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El PSOE era un partido marxista de orientación obrerista, partidario de la revolución social, que tenía su mayor implantación en Madrid, Vizcaya y Asturias. Su primer programa político se basaba en tres objetivos fundamentales: la abolición de las clases sociales y la emancipación de los trabajadores, la transformación de la propiedad privada en propiedad social o colectiva, y la conquista del poder político por la clase obrera. Contaba además con un programa reformista que pretendía la democratización del sistema y la mejora de las condiciones laborales y salariales de la clase trabajadora. La salida de la clandestinidad de las asociaciones obreras en 1881 fue aprovechada para difundir ampliamente el programa. Fue interesante el año 1884 porque en él se publicó el valioso Informe de Jaime Vera, médico y amigo de Pablo Iglesias, en respuesta a la consulta realizada por la Comisión de Reformas Sociales, que acababa de ser creada por el Gobierno, a todas las organizaciones proletarias existentes para que expusieran su programa y objetivos. En el Informe de Vera se condensaba lo esencial del ideario marxista y se afirmaba que solamente la propia clase trabajadora podía ser la artífice de su emancipación. Y, tras hacer una amplia crítica al sistema capitalista, concluía señalando que lo primero que tenían que pedir los obreros a los gobiernos era libertad para autoorganizarse y así poder autoliberarse; y como la lucha de clases era inevitable, solamente de los gobernantes dependía que fuera una lucha civilizada y no una masacre. La salida de El Socialista a la calle en 1886 como periódico oficial del partido fue de enorme importancia, porque durante muchos años iba a ser el único instrumento de interrelación entre los diversos grupos socialistas del país. Este periódico pasó muchas dificultades en su inicio debidas a la oposición de la prensa de los partidos oficiales y al desprecio de la fuerte prensa anarquista.

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La crisis económica de 1887, que trajo consigo cierre de fábricas, incremento del paro, etc., llevó al Partido Socialista a crear una organización capaz de proceder de forma coordinada contra el capital. Y el resultado fue la fundación en agosto de 1888, en Barcelona, de la Unión General de Trabajadores (UGT), que vino seguida del I Congreso del PSOE en la misma ciudad, cuyo objetivo era perfilar la organización del partido. El fin de la U.G.T. era puramente económico: la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, y los medios para obtener las reivindicaciones precisas serían la negociación, las demandas al poder político y la huelga. Con unos mismos planteamientos ideológicos, el partido sería el instrumento de la acción política y el sindicato (UGT) el instrumento de las exigencias laborales cotidianas. A partir de 1891 el PSOE concentró sus esfuerzos en la política electoral y no admitió ninguna alianza con los partidos burgueses. Tras obtener escasos resultados, a principios del siglo XX se inició la colaboración con los republicanos. En 1910 se formó la conjunción republicano-socialista que produjo un importante crecimiento numérico en sus filas. 8 6.3.4. Nacionalismo español y nacionalismos periféricos. * Anotar las indicaciones de clase sobre el nacionalismo español, que también existe. La emergencia de movimientos nacionalistas y regionalistas en diversas zonas de España (Cataluña, País Vasco, Galicia) se explica como una reacción frente a los deseos uniformizadores del sistema político liberal y su pretensión de imponer una cultura oficial castellanizada que ignoraba otras lenguas y culturas. Hasta la Restauración, la reivindicación particularista se había canalizado a través del republicanismo federal y del carlismo (foralismo). Debilitadas ambas corrientes, surgen ahora movimientos que reivindican los derechos históricos catalanes, vascos, gallegos, valencianos y andaluces. El Catalanismo. Tiene sus antecedentes en la Renaixença, movimiento cultural y literario surgido en el contexto del romanticismo, cuya finalidad era la recuperación de la lengua, las instituciones y leyes históricas, y las señas de identidad de la cultura catalana, cuya máxima expresión eran los “juegos florales”, certámenes literarios en lengua catalana. El catalanismo político se inició con las formulaciones de Valentí Almirall, procedente de las filas del federalismo de Pi i Margall, quien fundó el Centre Catalá, organización que impulsó la redacción de un “Memorial de Agravios” que denunciaba la opresión de Cataluña y reclamaba la autonomía desde posiciones progresistas. Un grupo de intelectuales de tendencia conservadora, encabezados por Prat de la Riba se fusionó con el grupo de Almirall, fundando la Unió Catalanista, cuyo programa quedó fijado en las Bases de Manresa (1892), documento básico del nuevo nacionalismo catalán, donde se planteaba una propuesta de sistema federal en el que las regiones obtuvieran un régimen de autogobierno con instituciones propias. El principal problema de la Unió Catalanista era su carácter minoritario y su escaso arraigo social y su falta de apoyos sociales, con escasa capacidad para influir en la realidad social y económica catalana. La convergencia de intereses ente los sectores catalanistas favorables a la participación electoral y la burguesía industrial y comercial, más próxima a los planteamientos regionalistas después del“desastre del 98”, dio lugar a la creación en 1901 de la Lliga Regionalista, cuyos principales dirigentes fueron Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó: - Programa político de carácter conservador, favorable a un reformismo que otorgase la autonomía a Cataluña. - Luchó contra el corrupto sistema de la Restauración, convirtiéndose en la primera fuerza política en Cataluña entre 1901 y 1923. El nacionalismo vasco. Factores que explican el nacimiento del nacionalismo vasco: → La abolición de los fueros tras la derrota del carlismo dio origen al nacimiento de una corriente que reivindicaba la recuperación foral (corriente foralista). → La fuerte inmigración procedente de otras regiones españolas (maketos), favorecida por el proceso de industrialización, provocó la reacción de sectores defensores de la lengua y la cultura vasca frente a la amenaza de quiebra de la sociedad tradicional vasca (corriente euskera). Sabino Arana recogió las tradiciones foralista y euskera, sentando las bases del nacionalismo vasco con la fundación del PNV en 1895, con unos planteamientos iniciales muy radicales que proponían la secesión frente al Estado español: → Ideología basada en los principios de la raza vasca, la recuperación de los fueros y la defensa de la religión católica.

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→ Invención del término Euzkadi para definir la nueva nación, una bandera propia y su lema “Dios y ley antigua” → Defensa de la vieja sociedad patriarcal desde una perspectiva antiliberal y tradicionalista. → El nacionalismo vasco evolucionó en los primeros años del siglo XX desde posiciones independentistas hacia la lucha por la obtención de la autonomía política. El 31 de julio de 1895 se fundó el Partido Nacionalista Vasco con una solemne declaración antiespañola y con una voluntad de restaurar en el territorio el orden jurídico tradicional. Pero el partido no fue capaz de conseguir nada mientras se mantuvo en la órbita de los primeros seguidores de Arana -la pequeña burguesía bilbaína tradicionalista-, por lo que se vio obligado a ampliar sus bases hacia una burguesía más moderna e industrial. Fue entonces cuando apareció la tensión interna entre los defensores de la independencia y los que buscaban, como objetivo más viable y práctico, la autonomía dentro del Estado español. El Galleguismo 9 → Particularidades de la sociedad gallega: sociedad eminentemente rural, con una débil burguesía y una población mayoritariamente campesina, en la que la lengua gallega y las tradiciones culturales propias estaban muy arraigadas. El movimiento cultural del “Rexurdimento” significó el redescubrimiento literario de la lengua y la cultura gallega, como signos de identidad del galleguismo. La figura literaria más destacada fue Rosalía de Castro (18371885). Entre 1886 y 1889 se consolidan en Galicia las tres corrientes que configuran el regionalismo gallego: el liberal de Murguía, el federal de Pereira y el católico tradicionalista de Brañas. Una de las debilidades del regionalismo gallego en este momento, junto a la ausencia de una base social específica, reside en la división ideológica que dificultó los acuerdos y colaboraciones. El galleguismo político tiene sus raíces en la minoría culta que responsabilizaba a la subordinación política de Galicia de su atraso económico. El regionalismo andaluz comenzó a caminar a partir de los movimientos cantonalistas de 1873. Para Blas Infante ( su libro Ideal Andaluz) esta fecha fue fundamental para la formación de la conciencia andaluza en el marco de una República Federal. El primer acto andalucista clave fue en Antequera en 1883 -décimo aniversario de la República-, donde se proclamó la Constitución Federalista Andaluza y se solicitó expresamente una "Andalucía soberana y autónoma". Sin embargo, no se alcanzó la consolidación de un partido andalucista burgués, posiblemente por la vinculación de la propia burguesía andaluza con el poder central o por la derivación del movimiento obrero andaluz hacia el anarquismo, contrario a todo pacto con la burguesía.

6.4. La crisis del 98: La liquidación del Imperio colonial y sus consecuencias. 6.4.1. Liquidación del Imperio colonial. Tras la Paz de Zanjón (1878), los gobiernos españoles no acometieron con decisión las reformas descentralizadoras defendidas por los autonomistas cubanos, lo que, junto a una política fuertemente proteccionista que estrangulaba la economía cubana, favoreció el surgimiento de nuevas revueltas que condujeron a la independencia de la isla. Causas de la independencia de Cuba: → El desarrollo de un sentimiento nacionalista cubano, que se reforzó durante la lucha contra los españoles en la Guerra Larga (1868-1878), y que maduró en un movimiento independentista indígena liderado por José Martí y Antonio Maceo. → El gobierno español fue retrasando la concesión del régimen de autogobierno, dejándose presionar por los grupos con intereses coloniales, que se oponían a cualquier cambio que pudiera reducir sus ganancias en la explotación de los recursos de la isla. → El fracaso de los proyectos de los gobiernos liberales de dotar a Cuba de una mayor autonomía y de reformar su estatuto colonial (ejemplo: Proyecto Maura) provocó el descrédito del Partido Autonomista Cubano y el aumento de los apoyos sociales a los sectores independentistas. → La oposición cubana a los fuertes aranceles proteccionistas que España imponía para dificultar el comercio con Estados Unidos, principal comprador de productos cubanos. La condición de Cuba como espacio reservado para los productos españoles se reforzó con el arancel de 1891, que daba lugar a un intercambio sumamente desigual, lo que provocó gran malestar tanto en la isla como en EE.UU. El presidente de EE.UU. McKinley amenazó con cerrar las

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puertas del mercado estadounidense a los principales productos cubanos (azúcar y tabaco), si el gobierno español no modificaba su política arancelaria en la isla. → Los políticos norteamericanos eran firmes partidarios de la independencia cubana porque significaba el abandono por los europeos de su última colonia en América, considerada por EE.UU. su área natural de expansión imperialista (Doctrina Monroe). → La fundación del Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí en 1892, que será el protagonista de la revuelta independentista. Desarrollo y escenarios de la guerra: Madrid, Cuba y Estados Unidos. La insurrección comenzó en febrero de 1895, en la parte oriental de la isla, con el “Grito de Baire”, dirigida por Antonio Maceo y Máximo Gómez, que consiguieron extender la guerra a la parte occidental de la isla. El gobierno Cánovas designó al general Martínez Campos para dirigir la lucha contra la revuelta y buscar una salida negociada a la crisis, pero su fracaso decidió al gobierno a su sustitución por el general Valeriano Weyler, partidario 10 de métodos más contundentes para acabar con la insurrección. La ofensiva militar permitió la recuperación de gran parte del territorio y fue acompañada de una política de concentración de los campesinos en aldeas cerradas, para privar a los insurrectos de apoyo popular. Se inició así una guerra de desgaste que se prolongó a lo largo de 1896 y 1897, basada en la superioridad militar española y en la acción de los guerrilleros cubanos, que recibían armamento y suministros estadounidenses. Las medidas represivas de Weyler, junto a las enfermedades, provocaron una elevada mortalidad y las destrucciones de plantaciones e infraestructuras agravaron la crisis de la economía cubana. Tras el asesinato de Cánovas (1897), el nuevo gobierno liberal de Sagasta optó por la estrategia de la conciliación, en un intento desesperado de poner fin a la insurrección independentista: relevó a Weyler, concedió a Cuba la autonomía política y arancelaria y proclamó el final de las hostilidades. La toma de posesión del nuevo gobierno autonómico cubano en enero de 1898 parecía que podía dar paso a la pacificación definitiva, pero los independentistas no aceptaron el cese de las hostilidades, a la espera de una intervención en la guerra de EE.UU. En 1898 EE.UU. se decidió a declarar la guerra a España, con el pretexto del hundimiento del acorazado Maine, fondeado en el puerto de La Habana para “proteger los intereses norteamericanos en la isla”. El gobierno norteamericano y su opinión pública responsabilizaron a España de la voladura del barco y tras proponer la compra de la isla, lanzó un ultimátum que amenazaba con la guerra si en tres días España no renunciaba expresamente a la soberanía. La flota del almirante Cervera, tras permanecer sitiada en Santiago, recibió la orden de salir de puerto y fue destrozada por los barcos estadounidenses. En las Filipinas, tras tres años de insurrección independentista, el ejército español había conseguido dominar en parte la situación. Pero, ante la inminencia de guerra entre Estados Unidos y España, la flota norteamericana en Hong Kong se dirigió a las islas para apoyar a los insurrectos. El desarrollo de las operaciones fue rápido y contundente, dada la superioridad militar y técnica norteamericana y la mayor cercanía a los teatros de operaciones. Los barcos estadounidenses tomaron Cavite, destrozando la flota española, tras lo cual se hicieron con el control de Manila. En diciembre de 1898 se firmó la Paz de París, por la cual España abandonaba Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron al dominio e influencia de EE.UU. El desmantelamiento completo de los restos del Imperio colonial español se produce en junio de 1899, cuando el gobierno español, consciente de la imposibilidad de mantener los últimosreductos, cedió a Alemania las islas Marianas, las Carolinas y las Palaos, a cambio de 15 millones de dólares. 6.4.2. Las consecuencias del desastre. El Regeneracionismo. La derrota de 1898 sumió a la sociedad y a la clase política española en un estado de desencanto y frustración. Para quienes la vivieron, significó la destrucción del mito del imperio español, en un momento en que las potencias europeas estaban construyendo vastos imperios coloniales en Asia y África, y la relegación de España a un papel secundario en el contexto internacional. Además, la prensa extranjera presentó a España como una nación moribunda, con un ejército totalmente ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos incompetentes. Y esa visión cuajó en buena parte de la opinión pública española. En cuanto a las pérdidas humanas, se calcula que las guerras de 1895-1898 costaron la vida a unos 60.000 soldados españoles. La mayoría de las muertes se debieron a enfermedades infecciosas, que dejaron graves secuelas en los supervivientes. Con el desarrollo del conflicto aumentaron las protestas, sobre todo entre las familias pobres cuyos hijos no habían podido hacer frente a la redención en metálico, a lo que se añadía la desmoralización de un país consciente de su propia debilidad y de lo inútil del sacrificio.

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Repercusiones políticas. A pesar de la envergadura del "desastre" y de su significado simbólico, sus repercusiones inmediatas fueron menores de lo que se esperaba. No hubo una gran crisis política, como se había vaticinado, ni la quiebra de Estado, y el sistema de la Restauración sobrevivió al "desastre" consiguiendo la pervivencia del turno dinástico. Los viejos políticos conservadores y liberales se adaptaron a los nuevos tiempos y a la retórica de la "regeneración" y el régimen mostró una gran capacidad de recuperación. Consecuencia inmediata fue el ascenso de nuevos dirigentes como Silvela y Maura, en el bando conservador, y Montero Ríos y José Canalejas, en el bando liberal. Por otro lado, los movimientos nacionalistas conocieron una notable expansión, sobre todo en el País Vasco y en Cataluña, donde la burguesía industrial comenzó a tomar conciencia de la incapacidad de los partidos dinásticos para desarrollar una política renovadora y orientó su apoyo hacia las formaciones nacionalistas, que reivindicaban la autonomía y prometían una política nueva y modernizadora de la estructura del Estado. Tampoco hubo crisis económica a pesar de la pérdida de los mercados coloniales protegidos y de la deuda 11 causada por la guerra. Las estadísticas de la época nos muestran que en los primeros años del nuevo siglo se produjo una inflación baja, una reducción de la Deuda Pública y una considerable inversión proveniente de capitales repatriados. Así, la estabilidad política y económica que siguió al "desastre" deja entrever que la crisis del 98, más que política o económica, fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica, que causó un importante impacto psicológico entre la población y que favoreció la aparición de movimientos culturales y políticos que criticaron el sistema de la Restauración y defendieron la regeneración y modernización de la vida política española: El regeneracionismo. La crisis colonial favoreció la aparición de movimientos que, desde una óptica cultural o política, criticaron el sistema de la Restauración y propugnaron la necesidad de una regeneración y modernización de la política española. Tras el 98 surgieron una serie de movimientos regeneracionistas que contaron con cierto respaldo de las clases medias y cuyos ideales quedaron ejemplificados en el pensamiento de Joaquín Costa, que propugnaba la necesidad de dejar atrás los mitos de un pasado glorioso, modernizar la economía y la sociedad y alfabetizar a la población ("escuela y despensa y siete llaves al sepulcro del Cid"). También defendía la necesidad de organizar a los sectores productivos de la vida española al margen del turno dinástico con unos nuevos planteamientos que incluyesen el desmantelamiento del sistema caciquil y la transparencia electoral. La Generación del 98. Además, el "desastre" dio cohesión a un grupo de intelectuales, conocido como la Generación del 98 (Unamuno, Valle Inclán, Pío Baroja, Azorín...). Todos ellos se caracterizaron por su profundo pesimismo, su crítica frente al atraso peninsular y plantearon una profunda reflexión sobre el sentido de España y su papel en la Historia. Finalmente, la derrota militar supuso también un importante cambio en la mentalidad de los militares, que se inclinaron en buena parte hacia posturas más autoritarias e intransigentes frente a la ola de antimilitarismo que siguió al "desastre". Esto comportó el retorno de la injerencia del ejército en la vida política española, convencido de que la derrota había sido culpa de la ineficacia y corrupción de los políticos y del parlamentarismo. El Krausismo y la Institución Libre de Enseñanza. Fundada en 1876 por un grupo de catedráticos (entre los que se encontraban Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón), separados de la Universidad por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a los dogmas oficiales en materia religiosa, política o moral que tras el decreto de Orovio censuraba cualquier pensamiento que « atentaba contra los dogmas de fe» y no afianzaba el principio integrista que hacía de la nación un proyecto sostenido en la voluntad divina, como defendía Cánovas. Ello los obligó a proseguir su tarea educadora al margen de los centros universitarios del Estado, mediante la creación de un establecimiento educativo privado, cuyas primeras experiencias se orientaron hacia la enseñanza universitaria y, después, a la educación primaria y secundaria. En el proyecto participaron Joaquín Costa, Augusto González de Linares, Hermenegildo Giner, Federico Rubio y otras personalidades comprometidas en la renovación educativa, cultural y social. Desde 1876 hasta la guerra civil de 1936, la ILE se convirtió en el centro de gravedad de toda una época de la cultura española y en cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas que se estaban desarrollando fuera de las fronteras españolas. Así lo testifica la nómina de colaboradores del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza: Bertrand Russell, Henri Bergson, Charles Darwin, John Dewey, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, María Montessori, León Tolstoi, H. G. Wells, Rabindranath Tagore, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Eugenio d'Ors o Ramón Pérez de Ayala, algunas de ellas íntimamente vinculadas con la Institución, como Julián Sanz del Río, Antonio Machado Álvarez, Antonio

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Machado y su hermano Manuel Machado, Julio Rey Pastor, Constancio Bernaldo de Quirós, Luis Simarro, Nicolás Achúcarro, Francisco Barnés o Alice Pestana. Asimismo, a través de una red de institutos asociados a la ILE se investigó sobre el pasado español (el llamado Centro de Estudios Históricos, dirigido por el fundador de la filología hispánica, Ramón Menéndez Pidal) o se puso en contacto a las elites artísticas con las vanguardias europeas (Residencia de Estudiantes, organizada por Alberto Jiménez Fraud) y científicas (Junta para Ampliación de Estudios, organizada por el institucionista José Castillejo. * El fracaso del gobierno "regeneracionista". El gobierno de Sagasta estaba desgastado y desprestigiado y de acuerdo con los mecanismos del turno, en 1899, la Reina Regente entregó su confianza a un nuevo líder conservador, Francisco Silvela, quien convocó elecciones. El nuevo gobierno mostró una cierta voluntad de renovación, dando entrada a algunas figuras ajenas a la política anterior, como el general Polavieja o el regionalista conservador Manuel Durán y Bas. Se inició una política 12 reformista, se esbozaron proyectos de descentralización administrativa, y se impulsó una política presupuestaria que aumentaba los tributos sobre los productos de primera necesidad y creaba nuevos impuestos para hacer frente a las deudas contraídas durante la guerra . Las nuevas cargas fiscales impulsaron una huelga de contribuyentes y los ministros más renovadores acabaron dimitiendo ante las dificultades que debían afrontar sus propuestas de reforma. El espíritu de "regeneración" en el gobierno había durado escasamente un año. A pesar de todo, el gobierno se mantuvo en el poder hasta 1901, año en que María Cristina otorgó el poder a los liberales. Las promesas de "regeneración" habían quedado en retórica, sin que tuviesen una auténtica incidencia en la vida política del país. El turno de partidos y las viejas prácticas políticas estaban mostrando su capacidad para amoldarse a cualquier intento de cambio y de regeneración. El sistema de la Restauración había recibido un duro golpe, pero había sobrevivido casi intacto al desastre.

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