TEMA 47
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TEMA 47:
LA LÍRICA RENACENTISTA. LAS
FORMAS Y ESPÍRITU ITALIANO EN LA POESÍA ESPAÑOLA. GARCILASO DE LA VEGA. ******************************************************************
La Edad Moderna comienza para la historia y para la literatura justo en los años en que la nobleza feudal cede su poder al rey, la expresión teórica de este nuevo ideal político lo encarnará El Príncipe de Maquiavelo. Para Felipe Pedraza Jiménez y Milagros Rodríguez Cáceres (1997, Las épocas de la literatura española), el Renacimiento supone la asimilación y nacionalización del humanismo, el triunfo de las lenguas vernáculas como vehículo de expresión literaria, la reforma religiosa, la resurrección de los ideales caballerescos, el nuevo y más fecundo influjo italiano, la formación del ideal clásico en las artes… En el siglo XVI se produce la recepción y la asimilación de las formas estéticas y del espíritu italiano en la literatura española. Ahora bien, se distinguen dos momentos en el Renacimiento español: al principio, encontramos un Renacimiento italianizante que se inicia durante el reinado de los Reyes Católicos y tiene su apogeo coincidiendo con el reinado de Carlos V (1517-1556). Sin embargo, el Concilio de Trento marcará un las líneas de un segundo Renacimiento contrarreformista propio del reinado de Felipe II (1556-1598). EL HUMANISMO ESPAÑOL1 El Humanismo es el estudio de la humanitas, la cultura clásica grecolatina, que se ofrece a los hombres del Renacimiento como un inmenso tesoro. Pero esa cultura clásica estaba escrita en griego y en latín, por lo que resultaba imprescindible el estudio serio de esas lenguas para poder 1
Eduardo Iáñez, El Renamiento Literario Europeo, 1989.
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acceder directamente a los autores clásicos, principalmente, a Virgilio, Horario y Ovidio, y así realizar la imitatio, la imitación de los excelentes antiguos, y conseguir que las formas y los temas de la Antigüedad grecolatina se reflejen en la lengua romance. El Humanismo se instaura en España por medio de dos vías principales de influencia: por una parte, a través de las posesiones italianas de la Corona de Aragón; por otra, el alemán Erasmo de Rotterdam, que fue amigo de muchos intelectuales españoles y protegido en todo momento –incluso frente a la Iglesia- por Carlos V. De cualquier forma, si el humanismo español no arraigó más profundamente, ello se debe principalmente a la falta de una verdadera burguesía que protegiese la labor intelectual –cuya animación corrió a cargo de los Reyes Católicos y de Carlos V- y a la carencia de unos buenos estudios filológicos, entorpecidos no sólo por el miedo a la censura inquisitorial sino también, a partir de 1559, por la prohibición de la salida a otras universidades extranjeras, evitándose así el contacto con la nuevas ideas. Además, recordemos que en ese año se incluyeron las obras de Erasmo en el Índice de Libros Prohibidos. Eran algunas de las medidas que imponía El Concilio de Trento (1545-1563). Pese a todo, el primer momento del Renacimiento español presenta una gran cantidad de producciones humanistas. El cardenal Cisneros impulsó de forma decisiva los estudios humanísticos en España, y a él se debe tanto la fundación de la Universidad de Alcalá de Henares (1508) como la obra que debería caracterizarla en su primer esfuerzo investigador, la Biblia
Políglota Complutense. Elio Antonio de Nebrija es el primer nombre importante del humanismo español, destaca su relevante Gramática de la
lengua castellana (1492). El valenciano Luís Vives, judío converso y casi “heterodoxo” español por antonomasia, fue el más universal de nuestros humanistas, y quien mejor encarnó en su figura el espíritu del Renacimiento original de nuestro país. Precisamente por ello sufrió en carne propia la 2
incomprensión y, poco después, la persecución: amigo personal de Erasmo y seguidor en España de sus ideas, estudió en la Sorbona, vivió en Brujas y fue profesor de las universidades de Lovaina, Oxford y París.
EL
ERASMISMO
ESPAÑOL.
El
papel
jugado
en
la
España
renacentista por las doctrinas de Erasmo de Rotterdam habría de tener gran influencia en este primer momento del siglo XVI. Defendía un cristianismo interior y censuraba los abusos que se practicaban bajo la bandera de la religión, el aumento de las supersticiones y la relajación de la vida monacal. Bataillon (1937, Erasmo y España) estudió la enorme influencia del erasmismo en España cuyo punto culminante se produjo durante el reinado de Carlos V y que después de la prohibición de su publicación se mantendría de forma soterrada y que se entrevé en un gran número de nuestras producciones clásicas: desde fray Luís de León, Santa Teresa o San Juan de la Cruz a Cervantes.
LA LÍRICA RENACENTISTA
ENTORNO ESTÉTICO. La poesía de Gracilaso de la Vega aparece en nuestra historia literaria en un momento en el que conviven en la Península varias corrientes literarias. Existía una poesía de carácter culto, la poesía cancioneril, deudora de la tradición provenzal del amor cortés y que entrará en el siglo XVI a través del Cancionero general de Hernando del Castillo, publicado por primera vez en 1511 y reeditado varias veces a lo largo del siglo. Había también una poesía de carácter popular representada por la lírica tradicional, anónima o recreada por autores cultos y el ingente corpus 3
poético del romancero. Ambas tradiciones, la culta y la popular, se expresaban en el mismo verso, el octosílabo, y en las mismas estrofas tradicionales: redondillas, quintillas y villancicos. Para la poesía solemne culta se utilizaba la copla de arte mayor y el verso dodecasílabo en el que se habían escrito los grandes poemas del siglo XV, como el Laberinto de
Fortuna, de Juan de Mena. Bien es cierto que ya en el siglo XV el marqués de Santillana había ensayado el verso endecasílabo italiano en sus Sonetos fechos al itálico
modo, imitando la métrica empleada en el siglo XIV por el italiano Petrarca. Pero dichos ensayos, por prematuros y por falta de continuidad, se nos muestran como insatisfactorios. Esta poesía va a ser renovada por el genio de Garcilaso de la Vega, aunque el impulso inicial lo da otro poeta amigo suyo: Boscán. Se trataba de introducir una nueva manera de escribir en la poesía castellana ajena a su propia tradición. Ahora bien, el triunfo de los versos y las estrofas italianos después de la revolución de Garcilaso no significó el final de la métrica tradicional castellana, que es cultivada también por los propios poetas italianistas y continuada por los grandes poetas del Siglo de Oro: fray Luís de León, san Juan de la Cruz, santa Teresa, Lope de Vega, Góngora o Quevedo. De hecho, es una constante en la lírica española hasta nuestros días la convivencia de las formas tradicionales con las más innovadoras.
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La revolución poética que se había producido en Italia no se reducía sólo a elementos formales, además de los metros italianos también se importaron unos nuevos principios ideológicos y artísticos. El poeta del Renacimiento está movido por un deseo de belleza ideal y totalizadora que nace de la filosofía platónica que había sido revitalizada por Plotino y desarrollada en la Academia Florentina. Buscan la belleza en el paisaje mediante la idealización, la belleza femenina, la belleza en la expresión, la belleza en la relación amorosa y, en definitiva, una Belleza entendida como perfección al modo platónico, como ideal donde reside la esencia de lo divino. La incorporación del endecasílabo supone una inmensa renovación técnica, sin el nuevo metro no se hubiera podido dar cabida a la estética italiana, poco acorde con el verso tradicional castellano. Petrarca y sus seguidores italianos se convierten en los modelos inmediatos. De ellos se toma el sentimiento de la naturaleza, que sirve de marco y engarce a la poesía amorosa, la expresión delicada e íntima de los afectos y el gusto por los temas mitológicos puestos en relación directa con el sentir del autor. En definitiva una nueva concepción del fenómeno poético. EL ENDECASÍLABO Y SUS FORMAS ESTRÓFICAS. Las estrofas italianas, el soneto por ejemplo, constituían un género ajeno, refinado y sabio que tenía su origen en las sutilezas del Cancionero de Petrarca. El ENDECASÍLABO será el vehículo por donde entrará una nueva materia poética: la de la poesía italiana y, sobre todo, la poesía de los autores 5
clásicos. El verso endecasílabo es polirrítmico ya que presenta distintas posibilidades acentúales, este rasgo le permite dar diferentes matices al verso: heroico, sáfico e italiano. El endecasílabo es la base de las nuevas formas estróficas que los poetas españoles imitaron e introdujeron en nuestra lírica. Los sonetos, églogas, epístolas y elegías unen la musicalidad y el equilibrio expresivo, recrean y revitalizan las imágenes y tópicos poéticos tanto del petrarquismo como de la poesía cancioneril y de Ausias March. El SONETO se convirtió en una forma estrófica casi obligada para la imitación de la poesía amorosa petrarquista. Fue la forma estrófica más utilizada. Se trata de un molde estrófico que permite componer un poema breve pero con un desarrollo temático completo. Supone todo un reto para el autor porque requiere una gran pericia constructiva, una expresión ordenada del pensamiento y una condensación poética extraordinaria. Soneto: Estrofa de 14 versos, formada por 2 cuartetos y 2 tercetos (ABBA, ABBA, CDC, DCD)
Garcilaso será quien utilice por primera vez en España la LIRA en su Canción V Oda a la flor de Gnido, “Si de mi baja lira”. Pero fueron Fray Luís de León y San Juan de la Cruz quienes demostraron con creces la virtualidad poética de esta estrofa que, tras su poesía quedó ligada a la poesía religiosa y moral. Lira: estrofa de 5 versos consonantes. 7a 11B 7a 7b 11B
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El TERCETO ENCADENADO fue la estrofa utilizada por Dante en su
Divina Comedia. Se usaba en la lírica epistolar propensa al desarrollo de temas transcendentales. Tercetos: estrofa formada por versos endecasílabos, con rima consonante, que se agrupan así: ABA, BCB, CDC,… XYV, YZYZ
La ESTANCIA queda ligada a tres Églogas de Garcilaso. Es una combinación de versos endecasílabos y heptasílabos consonantes (alguno puede quedar libre) que realiza a su gusto el poeta. Fijada la combinación o estancia, esta debe repetirse a lo largo del poema, a modo de estrofa. Es una estrofa que inventa el poeta. La última estrofa en la que nos vamos a detener es la llamada
OCTAVA REAL que fue introducida por Boscán y quedó ligada a la poesía de tipo narrativo (épico-lírico, fábulas mitológicas…). Octava Real: estrofa de 8 versos endecasílabos con rima consonante: ABABABCC
Como hemos visto existían una serie de convenciones a la hora de elegir el tipo de estrofa y el género poético: epístola, oda, canción, madrigal o epigrama, égloga…
TEMAS DE LA LÍRICA RENACENTISTA. El redescubrimiento de los clásicos se inicia en Italia, lugar donde el recuerdo se aviva por el contacto geográfico con las huellas del mundo grecolatino. Dante, Petrarca y Boccaccio iniciaron en el siglo XIV las nuevas tendencias literarias que 7
influirían en toda Europa. El modelo clásico del que estos partían tuvo un eco destacable en la literatura, fundamentalmente en la lírica. Destacan 3 aspectos poéticos constantes: el marco bucólico, la mitología y los temas horacianos. El marco bucólico es un tópico heredado por la lírica renacentista de las Bucólicas de Virgilio. El locus amoenus es un escenario idealizado en el que la naturaleza contiene una función poética simbólica en relación con el estado anímico del poeta. Lo encontramos en la lírica amorosa, sobre todo en las églogas; sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, el
locus amoenus estará presente también en la lírica ascética y mística. La recreación de la mitología clásica fue posible a partir del conocimiento de La Metamorfosis de Ovidio. En la lírica renacentista podemos encontrar desde alusiones concretas que sólo pretenden crear en el poema un efecto estético o de erudición, hasta reconstrucciones poéticas de un episodio mitológico. El tema mitológico también es utilizado para crear un ambiente mítico. El pensamiento existencial y estoico de Horacio dio cobertura ideológica a la lírica ascética española. De Horacio proviene el tópico literario del Carpe Diem. Se exhorta al goce del presente frente a la brevedad de la vida y la inesperada muerte. El ideal de felicidad horaciano sólo es posible en pleno contacto con la naturaleza, retirado en la paz del campo, lejos del “mundanal ruido”. Estos ideales se recogen en el tópico 8
literario del Beatus ille. Fray Luís de León utilizó como sustancia poética el citado tópico en su célebre Oda a la vida retirada.
Garcilaso de la Vega (1501? – 1536) Garcilaso pertenece a un sector de la nobleza castellana que, desde la época de Juan II, en el siglo anterior, había intentado asimilar las novedades del Humanismo y renovar profundamente la cultura medieval. Estos aristócratas se afanaban en adquirir manuscritos de obras clásicas con los que formar grandes bibliotecas, encargaban traducciones de los clásicos y llenaban sus propias obras de referencias a la cultura clásica. Ahora bien, en la mayoría de los casos, el desconocimiento del griego y del latín les impedía asimilar plenamente las formas antiguas y se contentaban con introducir los temas. Esto es precisamente lo que cambiará con Garcilaso, tenía una sólida formación clásica, aprendida según los nuevos métodos que Nebrija había introducido para la enseñanza del latín, le permite no sólo escribir poemas en la lengua sabia, sino hacer suyas las formas literarias de Petrarca y de los escritores clásicos e introducir esas formas italianas y latinas en nuestra literatura española. Las letras y las armas. Garcilaso fue un político y militar español, un cortesano del emperador Carlos V. Sin embargo, no se identificaba con la profesión de las armas que tan pronto acabaría con su vida. Perseguía los 9
ideales del epicureismo y del estoicismo. Aunque se casó de conveniencia, se enamoró perdidamente de Isabel Freire. Vivió en Nápoles, uno de los centros más florecientes del humanismo y de la cultura literaria de Italia y allí escribió sus mejores versos. Se conoce la obra de Garcilaso gracias a que Boscán preparó la publicación conjunta de la obra poética de su amigo. En 1544 apareció impreso uno de los más importantes volúmenes de la literatura española: Las
obras de Boscán y algunas de Garcilaso repartidas en 4 libros . Tras 19 ediciones conjuntas, en 1570 aparece publicado de manera individual. En 1575 el catedrático de retórica de la Universidad de Salamanca, Francisco Sánchez de la Brozas, publica la primera edición anotada y comentada de la poesía de Garcilaso. En 1580 se publicó en Sevilla otra edición comentada, esta vez por el poeta Fernando de Herrera, que se convirtió en una enciclopedia de erudición sobre la poesía renacentista que tomaba como modelo la escrita por Garcilaso. Su prestigio a partir de este momento es total. Y así, Garcilaso se convierte en el modelo indiscutible que seguirán los mejores poetas del Siglo de Oro. Fray Luís de León, san Juan de la Cruz, Cervantes, Lope de Vega, Góngora y Quevedo, entre otros, tendrán en cuenta la obra de nuestro poeta e imitarán sus temas y sus formas literarias, como si de un clásico se tratara.
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La clasificación de la obra de Garcilaso hecha por Rafael Lapesa en el artículo publicado en 1948 en la Revista de Occidente, La trayectoria poética de Garcilaso, agrupa los poemas en cuatro secciones. 1. La primera, que podemos denominar el Cancionero petrarquista, está constituida por la mayoría de los sonetos y por las cuatro primeras canciones. 2. La segunda sección la podemos denominar Poemas horacianos y
elegíacos. Está formada por la Canción V, las dos Elegías y la Epístola a Boscán. 3. Un tercer grupo está constituido por las tres Églogas, que constituyen la culminación del arte garcilasiano y son sus obras más extensas. 4. Por último, podemos hacer un cuarto grupo con las Coplas en metro
castellano, de las cuales Boscán sólo incluyó la Copla I en la edición príncipe. El resto de las coplas castellanas nos han sido transmitidas por el Brocense y por la tradición manuscrita. Las coplas octosilábicas deben pertenecer a la primera época del poeta, aunque quizá las siguiera escribiendo después de empezar a componer en la métrica italiana. El tono general es el de la poesía trovadoresca de los cancioneros del siglo XV; recoge la tradición del amor cortés, encontramos un
conceptismo
interior,
abundan
los
juegos
de
palabras
y
las
contraposiciones de ideas. No obstante, hay algo nuevo, algo distinto, aun cuando se exprese todavía en los metros castellanos y no en la métrica 11
italiana. Garcilaso nos lleva a una emoción intensa, nos hace notar algo humano que nos conmueve. El Cancionero petrarquista de Garcilaso está constituido por los sonetos y las cuatro primeras canciones. En este grupo la figura central es la de un “amante cortés” que sufre más o menos desesperadamente por la bella dama despiadada. Esta nueva línea entronca, claro está, con Petrarca, pero también con dos poetas contemporáneos al autor, Sannazaro y Ariosto. Ahora bien, una vez más, los autores italianos se convierten en el camino para llegar a los escritores de la Antigüedad clásica, como Virgilio (Bucólicas), Horacio (Odas) y Ovidio (Metamorfosis). Pensemos que el petrarquismo de Garcilaso se da a veces a través del petrarquista español Ausias March, este concibe el amor como un tormento y la vida y el destino como algo sombrío. En la Canción IV describe una batalla sórdida entre la razón y la sensualidad, influida por este poeta valenciano. Por supuesto, en la poesía de Garcilaso encontramos los tres temas que ya señalamos como típicos de la lírica renacentista. La expresión del idealismo renacentista la encontramos en la recreación de la naturaleza a través de tópico literario del locus amoenus que no sólo impregna de colorido y sensualidad los poemas sino que abre el camino a la entrada de toda una galería de seres paganos, de ninfas y de sátiros. De esta forma, se crea todo un mundo de ficción que aparecerá principalmente en las églogas pero también en muchos sonetos. En el Soneto XI, el poeta está triste, 12
pero, ante unas ninfas que le pueden consolar, entabla una conversación con ellas en la que les confiesa su dolencia y su deseo de morir. Sin embargo, la muerte de amor del poeta es aquí una muerte como la de las Metamorfosis ovidianas;
se
convertirá,
no
morirá
dramáticamente,
sino
que
se
transformará en agua y se fusionará con la naturaleza. Su destino será como el de los personajes de los mitos clásicos, como el de Dafne, transformada en laurel en el Soneto XIII, o Anajárete, convertida en piedra mármol por su crueldad en la Canción V, y cuyo ejemplo le sirve al poeta para instar a una dama a que ame a un amigo suyo, por temor a sufrir el mismo castigo. Los poemas horacianos y elegíacos. Comprenden la Canción V Oda a
la flor de Gnido, las dos elegías y la epístola. La primera persona del poeta es autobiográfica, aparece la figura del cortesano y militar español que recoge las circunstancias del mundo que le rodea. Hay también algunos sonetos que tienen esta misma temática. Los propios poetas latinos y, sobre todo, Horacio le proporcionarán el modelo para adoptar el tono familiar y coloquial y también los géneros que utilizar: la elegía, la oda y la epístola clásicas. Es necesario destacar en este grupo la Canción V Oda a la flor de
Gnido, que viene considerándose como la piedra angular de la oda horaciana española y que sería después imitada por fray Luís de León y por san Juan de la Cruz. En ella, Garcilaso insta a una señora a que ame a su amigo para que le pase a ella lo que a Anajárete, que fue convertida en piedra mármol 13
por no haber correspondido al amor de Ifis, el cual se había dado muerte por ella.
El mundo
pastoril: las
ÉGLOGAS. En las Églogas el poeta
desaparece prácticamente como personaje histórico o literario. Esto no significa que el sentimiento del poeta no esté presente en su obra, pues se encuentra oculto tras múltiples velos con los que va disfrazando y sublimando su dolor. Según Elias Rivers en su edición a las Obras completas
con comentario de Garcilaso de la Vega, lo pastoril pertenece a un mundo de mitos que se aparta de la actualidad histórica. Es un mundo mitológico de ninfas y pastores en el que hay un deleite estético inmediato, un goce hedonista del paisaje, de la música y del arte. La ÉGLOGA II fue compuesta en primer lugar durante su estancia en Nápoles, 1533. Marca la transición con las obras anteriores, en ella Garcilaso funde lo pastoril y lo heroico. Se sitúa en las orillas del Tajo como las otras dos, trata de la locura amorosa del pastor Albanio que al ser rechazado por Camila se convierte en un loco furioso que quiere atentar contra su propia vida. Sus compañeros Salicio y Nemoroso se lo impiden y logran dominarlo atándolo. Nemoroso cuenta a continuación cómo él fue curado de una locura semejante, provocada por el amor insano, mediante los consejos del sabio Severo, que vive a las orillas del Tormes. Nemoroso relata la historia épica de la casa de Alba y el amor conyugal del gran duque
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de Alba. Al final, deciden llevar a Albanio hasta el Tormes, para que Severo lo cure de su locura. La ÉGLOGA I fue escrita en segundo lugar y data del año 1534. Es estrictamente virgiliana, en la égloga el poeta dibuja un mundo mítico en el que dos pastores cuentan sus desdichas amorosas mientras las ovejas de sus rebaños los escuchan atentamente. En ella el autor se desdobla en dos personajes. Salicio que implora el amor no correspondido y Nemoroso que llora la muerte de la amada Elisa (trasunto de Isabel Freyre). En la égloga encontramos el tópico del locus amoenus como una naturaleza cómplice, discreta y solidaria con el dolor. La ÉGLOGA III, escrita en 1536, representa una recreación de la misma situación que aparece en el planto de Nemoroso, la muerte de Isabel. Pero ahora el dolor aparece sublimado por la distancia artística y temporal. El poeta nos sitúa a las orillas del Tajo, donde cuatro ninfas nos van a contar las tristes historias de amor que están bordando en sus telas: Orfeo y Eurídice, Dafne y Apolo y Venus y Adonis. Será la cuarta ninfa la que relate la historia amorosa de Nemoros y Elisa. Esta cuarta historia ocupa la misma extensión que las tres precedentes, que ahora cobran sentido: las tres terminan con la muerte de la persona amada, son amores que no llegan a realizarse, truncados violentamente por la muerte, como la propia historia de nuestro poeta Garcilaso. Las líneas generales las toma de la Geórgicas de Virgilio y de la Arcadia de Sannazaro. 15
Estilo. Todo está dicho en un estilo y en un lenguaje que, a simple vista, no permite adivinar todo lo que contiene, pues existe mucho más latinismo del que parece. De vez en cuando, leyendo a Garcilaso, nos llegamos a precisar el sentido concreto de una palabra, y es que el poeta ha recurrido a cultismos semánticos, palabras latinas que existen en español pero con otro significado. Encontramos algunos cultismos léxicos y sintácticos. Toda su obra está igualmente llena de alusiones mitológicas: mitos de Dafne y Apolo, Narciso, Orfeo y Eurídice, Anajárate e Ifis, etc. Sin embargo, todo ello da una sensación de gran naturalidad. Mientras en Góngora la cantidad de latinismos y de alusiones mitológicas abruma, en Garcilaso apenas se percibe, y, sin embargo, todos los procedimientos gongorinos, incluidos el hipérbaton y las metáforas, aparecen en la poesía de Garcilaso. Su español están intensamente latinizado, es renacentista, pero sin aparatosidad. Se trata de huir de la afectación, por emplear el término acuñado por Juan de Valdés. Por eso Garcilaso podrá ser ofrecido como antídoto contra los excesos del barroco. En cuanto a la métrica, en sus coplas castellanas emplea el villancico, la rendodilla y la quintilla tradicional. En las obras de métrica italiana utiliza el soneto, la estancia, la lira, los tercetos encadenados, el verso blanco y la octava real.
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Valor y sentido de
la poesía de Garcilaso . Garcilaso
introduce en España una nueva forma de poesía, una nueva poética, un nuevo espíritu. En 1526, la conversación en Granada entre Navagiero y Boscán incita a Garcilaso a intervenir en la creación de una nueva poesía en España mediante la introducción de metros y géneros italianos. Garcilaso es, pues, un renovador. Los diez últimos años de su vida constituyen uno de esos momentos (el otro es el Modernismo) en los que se ha transformado radicalmente la poesía española. Esto no significa que la poesía tradicional desaparezca, sino que Garcilaso le inyecta una nueva vida, una nueva ideología, exigida por el momento histórico en el que vive el autor: el Renacimiento español. Es un renovador italianizante. Como ya hemos dicho, la influencia italiana no era una novedad en la literatura español de entonces, sino que su influjo había comenzado desde hacía más de un siglo. Garcilaso fue el príncipe de los poetas españoles, como se le llamó en su tiempo, porque unió, en su persona y en su obra, el arte y el refinamiento italianos con su propio arte y refinamiento; unió la maestría del poeta conocedor de la poesía de los cancioneros, de Ausias March, de Petrarca, de Sannazzaro, de Virgilio, de Horacio, de Ovidio, de Ariosto, en suma, de la poesía italiana y latina, con una profunda afectividad, intensamente emocionante y conmovedora. Garcilaso representa en nuestra literatura el descubrimiento del dolorido sentir. 17
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