Tema 46.La Historia de La Filosofía Como Problema Filosófico

November 25, 2018 | Author: Revista Visperas | Category: World View, Knowledge, Science, Truth, Metaphysics
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Temario de Filosofía. Oposiciones al cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria...

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Tema 46: La historia de la filosofía como problema filosófico 1. Un breve recorrido por la historia de la historia de la filosofía En los manuales de Historia de la Filosofía encontramos el planteamiento explícito o implícito de que la filosofía es tal o cual cosa y que se plasma a lo largo de la historia en una serie de productos reconocidos. Junto a esos productos se incluyen en mayor o en menor medida las vidas de los filósofos y el contexto cultural. Suele haber un acuerdo general en los manuales sobre el canon de autores a tratar en una historia de la filosofía. Para Rorty con esto se consigue que la historia de la filosofía se convierta en una doxografía, momificación de los filósofos; los autores de obras de Historia de la filosofía saben de antemano cuáles van a ser los títulos de la mayoría de sus capítulos. partimos entonces de la idea de que la Historia de la Filosofía tiene uno bjeto definido que se concreta en una serie de hechos histórico-filosóficos determinados. ¿Qué es lo que justifica que determinados autores y obras sean considerados parte lógica de ese índice típico de manual de Historia de la Filosofía? ¿Cómo establecer relaciones históricas entre los distintos autores y obras? ¿Es válido el recurso al contexto sociocultural o hay que fijarse en la relación interna dentro de la disciplina de las distintos productos del espíritu? La Historia de la Filosofía es una disciplina que ha alcanzado recientemente un estatus que podríamos considerar científico: apenas cuenta con dos siglos de vida. 1.1 La concepción de la Historia de la Filosofía en la Antigüedad y la Edad Media Aristóteles introdujo en su concepción la noción de desarrollo intelectual en el tiempo e incluso sus propios descubrimientos filosóficos los consideró resultados de una evolución. Comienza la historia del pensamiento en su obra siendo la enumeración de las soluciones dadas a los problemas sobre lo que él medita. Su discípulo Teofrasto acometió la tarea de historiar la filosofía precedente de Tales a Platón como parte de su contribución a la actividad enciclopédica organizada por Aristóteles. Su obra De las opiniones de los físicos fue el origen de la doxografía griega. Las obras doxográficas pueden clasificarse de la siguiente manera:    

Doctrinales: recogen opiniones de distintos autores clasificadas por temas, como las Vetusta placita, obra de la Escuela Posidonia; o las Opiniones de Aecio. Biográficas: recogen las vidas y las opiniones sobre distintos temas de filósofos del pasado. La más importante es Vidas de los filósofos más ilustres, de Diógenes Laercio, siglo III d. c. Sucesiones: en las que se clasifican los autores y opiniones por escuelas, como hace Soción de Alejandría. Obras auxiliares: como la Chronographia de Eratóstenes de Cirene y la Crónica de Apolodoro.

La finalidad de las doxografías se deduce en gran parte de los títulos de las obras, fijémonos en Refutación de todas las herejías de Hipólito, siglo III d. c., antologías morales como la de Estobeo (siglo V d. c.) y obras que defienden el planteamiento

escético mostrando a través de la diversidad de las doctrinas la imposibilidad de las verdad, como las de Sexto Empírico (siglo II d. c.). Para Félix Duque estas obras no caben en la denominación de historia de la filosofía: el maremagnum de informaciones sólo sirve de colección de anécdotas en las que naufraga el pensar griego. En la Edad Media la tradición doxográfica continuó, uniendo a los defectos de la doxografía los de los afanes apologéticos y defensa del cristianismo. Podemos citar la obra de Agustín de Hipona o Sobre las vidas y las costumbres de los filósofos de Gualterio de Burleigh. 1.2 La Historia de la filosofía en la Edad Moderna El Renacimiento continuó planteándose el pasado de la Filosofía desde el punto de vista de la recopilación doxográfica, no produciéndose ruptura significativa. Sí hay que referir, sin embargo, un hecho histórico importante. Tras la caída de Constantinopla en manos del Imperio turco en 1453, se produce un éxodo generalizado de sabios y eruditos griegos hacia occidente, que llevan consigo fuentes originales griegas sobre numerosos autores de la antigüedad, ello implica que los pensadores del Renacimiento tienen acceso a una considerable cantidad de material que les permitirá reconstruir buena parte de la tradición filosófica griega (que occidente solo conocía a través de la mediación árabe procedente de Siria), mediante un concienzudo trabajo filológico. Según Félix Duque, la historia erudita renacentista inaugura de algún modo una fructífera dirección que aún sigue viviendo con fuerza: la historia filolófica. Cabría calificar este proceder de antihistórico, desde el momento en que el restaurador olvida que lo es, y pretende borrar el tiempo, como si su opacidad fuera la responsable de la falta de sentido de la obra. Sin embargo, este prejuicio gigantesco produce un efecto opuesto en buena medida a los deseado: en efecto, quien quiera captar el significado verdadero de una obra renacida del pasado se ve obligado a estudiar el idioma original y, por ende, a sumergirse en ese mundo cultural, con lo que no puede menos de irse estableciendo paulatinamente conciencia de la irremediable diferencia e hiato que separa la época de la obra estudiada. Podemos citar como ejemplos de historia erudita: Carta sobre las nobles sectas de los filósofos y sobre las diferencias entre las mismas de Giambattista Buonosegnius en 1458, o Sobre los inicios, las sectas y las alabanzas de la filosofía de Juan Luis Vives en 1518. La exposición por sectas o escuelas filosóficas fue muy corriente durante los siglos XVI y XVII. Las obras se circunscribían a la filosofía precristiana, ya que en esta época, durante la llamada crisis pirroniana, se produce una revitalización del escepticismo y de las filosofías morales de la antigüedad tardía, como el epicureismo. Thomas Stanley publica en 1651 The History of Philosofy. Estas obras se centraban en lo anecdótico, se presentaban como colecciones de opiniones que podían servir de base para la discusión. Las primeras obras que se salen de este paradigma y que podemos considerar ya historias de la filosofía datan del siglo XVIII. Tenemos ejemplos como Acta Philosoforum de Heumann, publicada entre 1715 y 1723, o Historia crítica de la filosofía llevada sin interrupción desde el principio del mundo hasta nuestra época de Johann Jacob Brucker, cuyos cinco volúmenes se publicaron entre 1742 y 1744. Tres son las actitudes fundamentales que, desde el renacimiento hasta el siglo XVIII, se adoptaron respecto a la verdad de las distintas filosofías: 1. La que llega a la

conclusión de que sólo una de las doctrinas expuestas es correcta, siendo las demás inadmisibles. La Historia de Brucker es un ejemplo de esta actitud, ya que estima la filosofía leibniciana como verdadera y al resto de las sectas filosóficas como una historia de los errores. 2. La actitud ecléctica, que admite que todas las doctrinas y métodos tienen algo de verdad. 3. La escéptica, para la cual no hay doctrina ni concepciones válidas, ni es posible que las haya. Siguiendo a Descartes y su vuelta de la mirada a la naturaleza y la razón, en la Edad Moderna, comienzan a convivir los restos de la doxografía y la historia erudita con el rechazo y la condena a la historia. Sólo con leibniz se retomará el interés por la historia en un intento de síntesis de la historia erudita y la razón cartesiana: en sus Acta eruditorum (1628), este autor rescató las búsqueda de un núcleo correcto de verdad en las filosofías antiguas, cuyos textos compara entre sí y con los descubrimientos nuevos de acuerdo con la characteristica universalis. El conjunto de verdades al que se llegaría tras la suma de todo lo obtenido y la propia filosofía racionalista de Leibniz sería lo que él denominó la philosophia perennis. Pero será en el siglo XVIII cuando se gestará la visión histórica de siglos posteriores. La historia va a convertirse en el modelo metodológico para la comprensión del objetos de las ciencias del espíritu, sustituyendo paulatinamente a la teología, que había venido ejerciendo su tutela sobre tales ciencias. En el siglo de las luces se producen los primeros ensayos de una teoría crítica de la filosofía. El artículo de Diderot en la Enciclopedia muestra el nuevo espíritu con que se examina la filosofía, especialmente la moderna. La mera superposición de opiniones va siendo reemplazada por un análisis que evoluciona en un sentido histórico y en un sentido sistemático, y atiende tanto al contenido de cada doctrina como a las condiciones históricas en que surgió. La renovación profunda fue de Kant, lleva a los pensadores a buscar la colaboración del pasado. Son lo que Ortega llama “urgencias de taller”, lo que le lleva al contacto con las antiguas doctrinas. Se produce, coincidencia con el despertar del sentido histórico y las nuevas técnicas que este suscita, una filosofía crítica de las fuentes, una perspectiva temporal. Los sistemas se suceden según una filiación comprensible y las discrepancia se entiende entre una pluralidad de puntos de vista. A finales del siglo XVIII el ambiente intelectual es propicio para la maduración de la Filosofía de la Historia y de una teoría formal de la Historia de la Filosofía que atienda a esas características. Kant intenta desarrollar una verdadera Historia de la Filosofía. El concepto mundano de filosofía incluye la idea de que el mundo empuja al filósofo en la búsqueda de la libertad. De este concepto se deriva la exigencia de que a todo sistema ideológico lo acompañen sus condicionantes y los intereses prácticos de su época. Una Historia de la Filosofía que proceda racionalmente, esto es, a priori, justificando el recurso a lo empírico. El proceder racional implica la consideración de toda filosofía pasada como sistema (articulación de elementos en un todo jerarquizado con capacidad y límites de crecimiento determinables), y no como un mero agregado empírico de ideas yuxtapuestas. Pero esta búsqueda de sentido de la historia tiene su mayor enemigo en esta época en el mismo intento de fidelidad al fenómenos interpretado. El afán por la exactitud y el detalle obligan a una constante actualización de la obra. Tiedemann, optó para su Historia de la filosofía especulativa, por la metodología narrativa frente a la presentación exhaustiva de todos los datos. Esto le obligó a considerar la aparición de las problemáticas en cada región como irreversibles y la caída en una interpretación del devenir histórico de la disciplina como un flujo no revisable desde la misma filosofía. El

historiador de la filosofía, dirá Tennemann -autor de una historia de la filosofía en seis volúmenes publicada en Leipzig entre 1798 y 1819-, n ha de tener filosofía alguna. Esta portura llevó al relativismo y a la adopción de una nueva doxografía. 1.3 La historia de la filosofía en la Edad contemporánea 1.3.1 La concepción procesual de hegel, críticos y continuadores, la nueva doxografía Hegel desarrolló la concepción kantiana de la reconstrucción racional, pero la llevó mucho más allá intentando hacer compatibles la diversidad de las figuras históricas y de los sistemas con la unidad del Espíritu. De la unidad y continuidad del Espíritu hace hegel un a priori metodológico. Ya no hay oposición entre presente y pasado, sino que aquél se ve condicionado y justificado por éste. Y consiste en el desarrollo de un plan preconcebido y sistemático. Como expresión de la evolución del Espíritu, la Historia de la Filosofía es un proceso dialéctico en el que unas fases crean las contradicciones de las que surgirán por superación las siguientes. Todo este proceso llevará al resultado final, la verdadera Filosofía que es expresión de la autoconciencia del Espíritu y de la realización de la Libertad. ¿Por qué los discípulos de Hegel cayeron en la doxografía si el maestro mantenía una filosofía como la que acabamos de ver? Si la última filosofía es la verdadera, el único modo de juzgar el progreso de la Historia de la Filosofía será la persistencia en el tiempo de las doctrinas. Por otra parte, se insiste en que la necesidad de una narración exacta y rigurosa de la Historia de la Filosofía lleva a la separación entre Historia y Filosofía: la Historia de la Filosofía deja de ser filosófica, se convierte en Historia externa de la Filosofía. Frente a los planteamientos hegelianos, Nietzsche planteó en su Segunda Intempestiva una crítica radical. Distingue entre tres posibles actitudes con respecto a la historia:  



Historia monumental, que consiste en la búsqueda de modelos y maestros en el pasado que satisfagan las propias aspiraciones. Historia anticuaria, que considera el pasado de la propia ciudad como fundamento de la vida actual, lo cual le conduce a la tarea de búsqueda y conservación de los valores constituidos sobre los que radica la vida presente. Historia crítica, aquí se contempla el pasado con el enfoque de un juez que aparta y condena todos los elementos que obstaculicen la realización de sus valores específicos.

Nietzsche optaba por la historia crítica y se oponía a todo hegelianismo. Para él, el exceso de atención a la historia perturba los instintos del pueblo e impide la maduración tanto de los individuos que lo componen como del mismo pueblo en su totalidad. El exceso de historia produce una mentalidad epigonal y la creencia en la vejez de la humanidad. También considera productos de este exceso la invasión de la mentalidad de la época de ironía sobre sí misma y cinismo. Augusto Comte, construye un nuevo ideal de conocimiento histórico en el que la evolución histórica de las sociedades se explica a partir de los conceptos centrales de orden y progreso y de la idea de la existencia de un saber común de la época, trasunto

positivista de Espíritu del Pueblo hegeliano. Su ideal de conocimiento implica una evolución histórica de cada ciencia hasta alcanzar el estado positivo y una organización jerárquica de las ciencias basada en su utilidad social y su complejidad. La cumbre de esta jerarquía la ocupa la teoría social entendida como teoría del saber y la organización social. Comte considera las diversas etapas del desarrollo histórico como etapas del desarrollo filosófico. Así para él cada sistema de opiniones filosóficas está en relación con una época y en tal relación reside toda su justificación. Divide la historia de la filosofía como la historia toda en tres fases: la teológica, la metafísica y la positiva, fases que representan un modo de sociedad y un modo de pensamiento dominante. En el X Congreso Internacional de las Ciencias Históricas de la URSS se planteó que, en lugar de la división clásica de la historia en edades debe utilizarse un criterio objetivo, económico y social, que no puede ser otro que las relaciones de producción de los bienes materiales. La aplicación de este esquema a la Historia de la Filosofía se fundamenta en la afirmación de Engels según la cual toda la historia pasada es la historia de la lucha de clases, y todos los sistemas filosóficos son reflejos, en el plano de las ideas abstractas, de los antagonismos económicos de la sociedad. La filosofía surgirá como un trabajo social en el momento en que la revolución urbana condiciona unas estructuras económico-sociales determinadas. A finales del siglo XIX se observa una evolución clara en los planteamientos de tipo sistemático y el renacimiento de estudios de tipo doxográfico. Clasificación de la historia de la filosofía a partir de tipos ideales, evolución de las diferentes doctrinas filosóficas o publicación de antologías filológicas -los “fragmentos presocráticos” de Diels-. 1.3.2 Las tipologías en la interpretación de la Historia de la Filosofía El abandono de las concepciones evolutivas de cuño hegeliano llevó a la necesidad de encontrar una explicación alternativa a las recurrencias de problemas e interés por los autores en la historia. Una de las soluciones principales fue el establecimiento de las diferentes tipologías en las que se agruparían los autores de distintas épocas. Su gran defecto es que los tipos son ahistóricos y artificiales. Según la tipología de Renouvier, no existen más que dos metafísicas últimas, atemporalmente contrapuestas, que pueden adoptar diversas terminologías y conceptualizaciones, pero permanecen inalteradas en lo esencial: el personalismo y el impersonalismo, que identifica con la defensa de la libertad y el determinismo, respectivamente. Para Trendelenburg, sólo cabrían tres tipos de filosofía: aquellas en las que predomina el sujeto (idealismos), aquellas en las que predomina el objeto (materialismos) y aquellas en las que se dan simultáneamente los dos extremos -por ejemplo, la teoría del paralelismo de Spinoza. Dilthey se propuso reforzar la importancia de las ciencias del espíritu y encontrar el modo de coordinar éstas con las de la naturaleza en un modo de conocimiento totalizador. Reaccionó contra la estrechez de miras del positivismo, pero conservando su principio de que solamente existe lo particular y concreto. Como Nietzsche, que considera la doctrina del progreso un creacionismo secularizado, vio las filosofías de la historia como intentos de rellenar el vacío que deja una teología de la historia periclitada.

Aunque la historia no es sino una de las ciencias del espíritu, su papel es único, solamente ella permite trascender los límites de la experiencia individual para cobrar una imagen de la totalidad de la vida. El ser humano tiende a ver la vida en los términos de una cosmovisión, de una conciencia histórica; esto no significa que desde cualquier cosmovisión o Weltanschauung se pueda captar el significado completo de la vida, sino que, a menos que uno tenga la visión totalizante de la conciencia histórica, no podrá comprender un desarrollo filosófico dado. No hay sistemas filosóficos absolutos. La historia atestigua el hecho de una pluralidad de sistemas cuyo valor reside en que testimonian un estado determinado de conciencia histórica. No sólo hay una continuidad histórica que puede ser conocida por el historiador, sino que las categorías del espíritu garantizan la validez y carácter específico del conocimiento obtenido. La similaridad universal de la estructura del espíritu garantiza a su vez la intersubjetividad contemporánea de las verdades conocidas. De este proceso surgen tres concepciones del mundo, el materialismo, el idealismo subjetivo y el idealismo objetivo. saber historia para Dilthey es conocer las categorías del espíritu que interactúan en un medio dado y las ideas emanadas de una situación vital dada, que darán ligar a una de las concepciones o cosmovisiones básicas. Las ideas, por tanto, son significativas en la historia porque requieren el contacto vital del hombre y su medio. Son permanentes en cuanto forman parte de una naturaleza humana perdurable, pero temporales por que se producen puntualmente en el tiempo. 1.1.3 Las concepciones cíclicas de la Historia de la Filosofía en la Edad Contemporánea Las concepciones cíclicas presentan una visión unitaria de la historia que suele hallarse asociada a una valoración (axiológica o no) de los diferentes pasos o estados del ciclo. La historia es el camino de una degradación, hasta que las cosas llegan al extremo en que no es posible ya seguir (separación máxima entre la filosofía y el sentido común). surge así una revolución (en el sentido astronómico de la palabra), que restaura el origen. Un ciclo de ocasos y restauraciones. Ast consideraba la Historia de la Filosofía como desenvolvimiento de la necesidad racional. las contradicciones han de ser siempre superadas en una nueva doctrina que, a su vez, generará nuevas oposiciones. Franz Brentano mantiene la distinción por edades (antigua, media, moderna), pero cada una de ellas tiene cuatro fases internas: 1. Una especie de edad de oro en la que se unen el conocimiento desinteresado y el método natural. 2. Una caída de ese momento álgido por culpa de la introducción de motivos prácticos, la cual “extiende ciertamente los principios de la primera fase, en un laudable propósito de ilustración (Aufklärung): mas esas dispersión desemboca forzosamente en un escepticismo creciente”. Un dogmatismo, reacción al escepticismo anterior que busca la consolidación de determinadas doctrinas basadas en intereses prácticos. 4. Y una pérdida total de realidad que desemboca en el irracionalismo y el misticismo. Vittorio Hösle presenta una concepción de tipo cíclico, basada en la espiral. Reconoce una jerarquía en la evolución de la filosofía, pero interna a cada uno de los ciclos evolutivos. El contenido de cada ciclo es similar a los de Brentano, pero optimista y siguiendo un orden inverso: no parte de la filosofía más elevada y cae en la decadencia, sino que se eleva desde el realismo dogmático (tesis), pasando por el empirismo (paso de la tesis a la síntesis) y el escepticismo (antítesis), hasta la filosofía

trascendental finita (paso de la antítesis a la síntesis) que lleva a la filosofía de la identidad (síntesis), la filosofía más depurada. 1.3.4 El psicologismo en Historia de la Filosofía William James describe la Historia de la Filosofía como la de un cierto cheque de temperamentos humanos; sea cual sea el temperamento de un filósofo, cuando filosofa trata de ocultar que tal temperamento existe, así arguye razones únicamente impersonales de las que saca aparentemente sus conclusiones; sin embargo, su temperamento el proporciona “la más potente de todas nuestras premisas” que nunca se menciona. James se refiere al inconsciente silogismo del filósofo: El mundo debe satisfacer mis preferencias temperamentales; es así que las satisfará si es de esta manera; por tanto, es de esta manera. Caracteriza dos tipos principales de temperamento: el racionalista, de actitud reflexiva que funciona según principios, y el empirista, de mente rigurosa, que trabaja con los hechos. 1.3.5 La concepción de Hartmann: el progresismo unitario Plantea un progresismo unitario, es decir, un progresivo a cercamiento a la verdad. La Historia de la Filosofía es una Wissenschafthistorie. Distingue entre pensadores sistemáticos (neoplatónicos, Spinoza, idealistas alemanes), y pensadores problemáticos, orientados al cuestionamiento de problemas concretos (Aristóteles, Leibniz, Kant...). Los primeros no logran su objetivo de construir un edificio intelectual permanente, mientras que los segundos, en sus intentos de planteamiento y solución de los problemas, alcanzan el conocimiento y contribuyen al acercamiento de la Verdad. A la mena de los problemas se adhiere la ganga de los sistemas de modo totalmente accidental, de forma que la tarea del historiador de la filosofía sería la limpieza de estas adherencias. 1.3.6 La Historia de la Filosofía en la actualidad, algunos autores y factores que hay que tener presentes Martin Heidegger revisa la Historia de la Metafísica como la historia del olvido del ser. En este autor cae destacar el aspecto constitutivo de la temporalidad y la sustitución que de la temporalidad y la trascendencia del Ser hacen las distintas metafísicas, reduciendo éste a mera presencia, al modo de los entes particulares. Entre los planteamientos hermenéuticos se hace necesario citar a Gadamer. El pasado histórico es ya tradición viva y vivida, nos habla por sí misma como lo hace un tú; es parte de la vida del intérprete y lo constituye. Toda la Historia de la Filosofía es interpretación basada en el momento filosófico del intérprete y la tradición en la que se incardina. El objeto aquí se hace sujeto a través del marco temporal de la tradición en la que se enmarca y desde la que se interpreta. La tradición pesa en la interpretación en cuanto que es lenguaje, las estructuras lingüísticas pasan a tomar el lugar de la tradición. Los análisis lingüísticos podrán ser más significativos en la medida que sustentan la propia tradición y conforman, aunque siempre como cambiantes, el orden y la estructura de nuestra propia experiencia. La

comprensión histórica de la filosofía es posible porque el lenguaje hace de suelo y puente para la misma. Tomemos el caso de la comprensión de un texto, la cual se realiza según la dialéctica de preguntas y respuestas que marca la conversación entre el intérprete y la tradición. Un mismo texto acepta siempre una pluralidad de interpretaciones diferentes sin perder por ello su identidad. Cada palabra interpretadora es necesariamente parcial y finita, lo que quiere decir que tiene que empezar por alguna parte e intentar superar esa parcialidad atendiendo a la totalidad de sentido que el texto representa. En Derrida, la deconstrucción supone el desmontaje del sistema y el discurso filosófico tradicional, pero a la deconstrucción sucede una nueva construcción, una nueva interpretación racional y logocéntrica de lo que dice el texto, el autor, el sistema. Esta nueva construcción, a su vez, tendrá que ser deconstruida, y así sucesivamente. Para Derrida el lenguaje debe disolverse en la escritura, y el saber de la escritura, la gramatología, es, como saber de lo escrito, independiente del logos y la verdad. La escritura no es ella misma episteme, sino condición de toda episteme, por lo que no se trata de crear una nueva ciencia, sino de mostrar el horizonte histórico en el que la escritura tiene lugar. No existe lo central en la filosofía, que no en sí un discurso. Lo fundamental está en el margen del texto, en las notas a pie de página, diseminado en la diferencia. La deconstrucción debe recurrir precisamente a esto para realizarse: la diferencia en el sentido de distinción, pero también en el sentido de retraso, como en la expresión “en diferido”, a la repetición, a la polisemia, a los juegos de palabras, a la diseminación. Todas las escrituras son desde este punto de vista entrecruzables para Derrida; se trata de una marginación y fragmentación de la filosofía: fragmentos de una antología que se relee y reconstruye continuamente. Derrida pretende confrontar la Filosofía con el resto de escrituras, enfrentarla a ellas. Se entiende en la actualidad a entender la Filosofía como una disciplina que tiene sus raíces en la historia. Aunque no se cree que la historia sea un conjunto rigurosamente encadenado de momentos del espíritu según una ley metahistórica u ontológica, tampoco se cree que consista en un montón desordenado de sistemas encontrados entre sí o radicalmente independientes. El estudio pormenorizado de la historia ha permitido constatar: 1. Que el quehacer filosófico está en relación directa con el círculo cultural que forma el horizonte desde el cual cada época busca ponerse en claro así misma. Y en este sentido debe entenderse la presencia de supuestos hermenéuticos en toda teorización actual. 2. Que los diversos sistemas o momentos filosóficos no se dan como quiebros o cortes radicales de la historia, cada filosofía lleva dentro de sí los métodos e ideas de las anteriores. 3. Que el contexto histórico real y no sólo el círculo cultural tiene su influencia sobre el pensamiento filosófico. Tesis marxista asumida por la mayoría de pensadores contemporáneos.

2. Primera aproximación al problema: la filosofía, el filosofar y sus respectivas historias En el despliegue temporal de la filosofía son textos lo que nos llega del pasado. ¿De qué forma reconocemos determinados textos como filosóficos? ¿Hasta qué punto la actividad filosófica queda agotada en las manifestaciones textuales? Manuel Cruz propone llamar filosofar a esa primera actividad que no cristaliza directamente en escritura, y que puede ir desde las reflexiones íntimas hasta las actividades verbales (clases, conferencias, discusiones, etc.) y filosofía a aquello de esa actividad que precipita en textos. El mismo autor caracteriza el filosofar como una actividad consistente de modo específico en pensar. Y usa el término pensar en oposición a los términos hacer y conocer, con lo que distingue esta actividad de las intervenciones prácticas en el mundo y de la ciencia. Lo que para este autor identifica al filosofar es su carencia de objeto y su carácter contemplativo y por eso no puede intervenir en la realidad. Es un pensar sin supuestos, por lo que se opone a la ciencia y a la fe. El filosofar es puro asombro y reacción ante ese asombro introduciendo por medio del pensar sin supuestos estructuras de sentido que permitan entender aquello que se contempla en un indicio con asombro. La filosofía se entiende como aquello que queda plasmado en textos una vez que ha acabado el filosofar. La Historia de la filosofía no refleja directamente la actividad viva del filosofar, sólo podemos leer unas notas agrupadas o reconstruidas; lo que hoy llamamos Metafísica, las Máximas Capitales o Así habló Zarathustra. ¿Se agota la actividad filosófica en sus manifestaciones textuales? La filosofía es menos y más que el filosofar. Es menos por que el autor no puede manifestar totalmente la viveza de su pensamiento pro escrito. El filosofar entero no cabe pues en el texto, pero tampoco puede respetar éste su estructura, ya que el texto es lineal, y el pensamiento puede tener una estructura múltiple, sincrónica, el lenguaje es verbal y el pensamiento puede usar estrategias simbólicas diferentes el habla del filósofo es un uso propio del lenguaje que se pierde con él y el texto está sometido a la lengua, a la norma, y se lee desde un contexto diferente. Pero ésta pérdida es también la causa de que la filosofía en cierto sentido sea más que el filosofar. Al perder su sentido originario, su contexto, el texto es susceptible de ser reinterpretado. Con el paso del tiempo el texto gana intérpretes y sentidos que lo alejan más y más de su realidad original, que lo hacen más universal.

Filosofar pensar sin supuestos que llega al sentido a partir del asombro



TEXTOS

produce

→ componen

Filosofía disciplina de textos e interpretaci ones de los mismos más allá de su génesis

Nos queda plantearnos qué criterio es el que permite reconocer un texto como expresión del filosofar, como filosofía. Félix Duque establece la siguiente lista de criterios de reconocimiento de los textos filosóficos: 1. Universalidad e intersubjetividad

2. Relación directa entre extensión y comprensión; es decir: son textos concretos y especulativos. 3. El valor textual es simbólico en el sentido griego del término: el juego de remisiones no trasciende a la formación discursiva (no queda explicado ni psicobiográficamente ni científicamente). 4. Lo entregado en el texto, a pesar de su aspiración a universalidad, se destina como algo irrepetible e indisponible. 5. Lo contenido en el texto no puede ser juzgado como verdadero (lo científico) ni como falso (o ficticio: lo literario); y ello, no por ser de una época ya pasada, sino que está más allá de esa distinción entre verdad y falsedad. A partir de la distinción entre filosofar y filosofía podemos distinguir, con Manuel Cruz, entre dos tipos principales de historia de la filosofía: la historia del filosofar y la historia de la filosofía propiamente dicha. La historia del filosofar constituiría el estudio de lo que de filosofar se pueda extraer a partir de los textos filosóficos. Será importante el reconocimiento de la circunstancia del texto y del autor. cruz afirma la irreductibilidad del acto de pensar filosófico a la situación dada, y propone el método de la resta para la interpretación textual de este tipo de historia del filosofar: una vez especificado el contexto teórico y cultural, el juego de influencias explícitas de otros filósofos, etc., lo que en el texto queda es la novedad que introduce el propio filósofo. Frente a este modo de plantear la historia del filosofar podemos considerar otros. dentro de la tradición marxista o de la escuela de Annales, se plantea la importancia del contexto económico y social como motivación de los pensadores. Por otra parte, planteamientos como el de james o el psicoanalítico llevan a la necesidad de considerar dentro del contexto la situación vital y la psicología de los autores. Manuel Cruz cita también como elemento definitorio del contexto el lenguaje de la época y la sociedad en las que vive el autor. Las historias de la filosofía que acabamos de citar pueden ser entendidas como historias del filosofar, con lo que serían historiografías de la filosofía, puesto que reducen el sentido del texto a su época, su contexto, su origen. La gran ventaja que presenta el texto de filosofía por encima de la actividad viva del filosofar es que habla del futuro, y esto lo hace libre. El filosofar, por el contrario, es indisociable de la atmósfera en que se produce y a la que, de alguna forma, permanece encadenado. La historiografía de la filosofía para este autor puede aspirar a reproducir la situación problemática en la que se produjo el acto de pensar, pero no más. del mismo modo que el inicio del filosofar es el asombro, pero el filosofar es el acto de pensamiento que va más allá del asombro para reducirlo, la explicación del texto puede iniciarse con su contexto o situación generadora, pero debe ir más allá. La historiografía de la filosofía es entonces auxiliar o adjetiva respecto de la verdadera historia de la filosofía: una historia de textos que presentan un plus irreductible a la explicación genética de la historiografía. Así la historia de la filosofía es interpretación de textos a través de la cual se produce un diálogo entre presentes y la liberación de los textos de su pasado, de hecho, lo necesario: la libertad del pensamiento filosófico. Historia del filosofar reproducción de las condiciones en que se produjo el pensar

→ auxiliar de

Historia de la filosofía historia de textos con un plus de sentido interpretativo más allá de su explicación genética

3. Segunda aproximación al problema: la categoría de historicidad

Para Félix Duque, la experiencia filosófica no es un tipo especial de experiencia mística o trascendente, sino que es la misma experiencia sensible en cuanto que se problematiza, que se hace pregunta permanente y adquiere carácter de condicional. esta condicionalidad de los hechos es la que permite trascenderlos e ir más allá a través de ellos, construyendo así el sentido propiamente filosófico. La conciencia filosófica es histórica porque la filosofía es un asunto de experiencia que tiene su punto de partida en un momento histórico determinado. cada reflexión, cada acto de conciencia, y su resultado el texto, es finito en su capacidad interpretativa y dadora de sentido, no porque no sea absolutamente verdadero, sino por que no es su propia causa, ya que la conciencia es un producto derivado: la deyectividad en Heidegger, el fundamento socioeconómico en el marxismo, los principios de placer y de realidad en Freud. Pero para Duque la explicación correcta es la de Gadamer y el concepto de historicidad. Así la conciencia filosófica es histórica por es saber de otro, dependiente de una tradición que marca el fatum y el factum desde el cual la conciencia ejerce su saber. El conocimiento no capacita a la conciencia para dominar su actividad, sino para insertarse en una tradición y en una historia real. La historicidad es de este modo la sunción personal de la tradición, la permite el crecimiento de la vida y la propia identidad al mismo tiempo que lo delimita. La tradición y la historicidad que nos desarrolla y nos limita es una tradición en y a través del lenguaje, que se transmite en el lenguaje y que crea lenguaje, que permite tanto la construcción como la interpretación del texto. pese a la intención sistemática de los textos filosóficos, sus determinaciones internas los convierten en estructuras abiertas, susceptibles de múltiples transformaciones. Así el texto filosófico es indecidible radicalmente, y esto posibilita su permanente reinterpretación. Su sentido no está en él, sino que es suplementario, producto de la reinterpretación. 4. Tercera aproximación al problema: una tipología de historias de la filosofía En el contexto del pensamiento posmoderno, vamos a destacar la clasificación de historias de la filosofía que hace Richard Rorty y las reflexiones asociadas a la misma. 4.1 Las reconstrucciones racionales Rorty denomina reconstrucciones racionales a la práctica habitual entre algunos filósofos analíticos de hacer participar a los grandes pensadores del pasado en debates filosóficos del presente como si fueran contemporáneos. Esta costumbre implica ciertos anacronismos y la necesidad de adaptar los textos filosóficos clásicos para hacerlos encajar en lo términos del debate actual. Si la filosofía es histórica, será necesaria una interpretación histórica previa contextualizada que defina los términos del autor, su sentido, etc. antes de reconstruir racionalmente una discusión con él sobre temas que no trató explícitamente. Si no se hace así tendremos en la discusión un engendro, un constructo, pero no el autor al que hemos reeducado para hablar el lenguaje contemporáneo.

4.2 Las reconstrucciones históricas

Rorty valora las reconstrucciones racionales de los pensadores pero cuando se hacen sobre la base de una reconstrucción histórica adecuada. esto excluye las posibilidades de diálogo sobre asuntos actuales con los clásicos, pero aumenta la verosimilitud de las interpretaciones que hacemos de los clásicos. 4.3 La construcción del canon Un tercer género de Historia de la Filosofía, la Geistesgeschichte, se dirige a la justificación del propio modo de filosofar, en cuanto a la definición general de la filosofía, del tipo de problemas y cuestiones de que ésta trata. Es una narración general del desarrollo de la Filosofía a lo largo de la Historia que atiende en cada autor principalmente al tipo de cuestiones de las que se ocupó. este género desemboca en la formación de un canon. Se nutre de los intereses de los filósofos que lo desarrollan, de la necesidad de justificar sus problemáticas como filosóficas. define lo en determinado momento cultural se considera filosofía a través de una presentación de modelos adecuados de problemática filosófica. 4.4 La doxografía Se trata de auqellas historias de la Filosofía que intentan casar una determinada problemática con un canon filosófico ajeno a la misma -bien sea partiendo de la problemática, bien partiendo del canon. Rorty considera que la doxografía así definida es un género nefasto, y que puede ejemplificarse en el intento de muchos autores de historias de la filosofía de hacer contestar a un conjunto de problemáticas fijas a todos los autores reconocidos como filósofos en un determinado canon prefijado: el conocimiento, el ser, etc. Lo que hace falta, dice Rorty, no son doxografías, sino muchas reconstrucciones históricas y Geistesgeschichte seguras de sí que por medio de las redefiniciones del canon filosófico nos recuerden que la filosofía no es una especie natural, ilusión en la que se apoya el modelo doxográfico. 4.5 La historia intelectual Rorty introduce un último género de Historia de la Filosofía que cumple respecto de las geistesgeschichte el mismo papel que la reconstrucción histórica respecto de la reconstrucción racional. Consiste e descripciones de aquello en lo que los intelectuales estaban empeñados en una época determinada, y de su interacción con el resto de la sociedad. La Historia intelectual puede pasar por alto ciertos problemas que hace falta plantear para escribir la historia de una disciplina, a saber, problemas como el de establecer quién es un científico, quién un poeta, quién un filósofo, etc. Este tipo de regulación que esta historia intelectual puede ejercer sobre las Geistesgeschichte es el de la inmersión en la realidad histórica del pensamiento de la época en cuestión. la historia intelectual muestra un fondo adecuado en el que se ve la proporcionalidad real de las grandes cumbres del canon de la Geistesgeschichte con su época y por lo tanto muestra su altura histórica real.

DOXOGRAFÍA



RECONSTRUCIÓN RACIONAL



género nefasto RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA

fundan y corrigen GEISTESGESCHICHTE



HISTORIA INTELECTUAL

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