TEMA 3

February 8, 2018 | Author: mdmma_20 | Category: Programming Language, Communication, Syntax, Linguistics, Knowledge
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FILOSOFÍA La comunicación humana y el lenguaje:

28-14614-13

lenguaje natural y lenguajes formales

Temario 1993

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1. La comunicación humana 1.1. Los elementos del contexto comunicativo 1.2. La tipología de los actos comunicativos

2. El lenguaje en la comunicación 2.1. El signo lingüístico 2.2. La funciones del lenguaje

3. Lenguajes naturales y lenguajes formales 3.1. Similitudes entre lenguajes naturales y formales 3.2. Diferencias entre lenguajes naturales y formales

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INTRODUCCIÓN

En este tema vamos a abordar el fenómeno de la comunicación humana y vamos a analizar cuál es el papel que juega el lenguaje en los episodios comunicativos. El objetivo es introducir una serie de ideas intuitivas que nos permitan tener una imagen clara de los elementos y mecanismos que rigen los procesos de comunicación, que nos acerquen de una manera comprensible a este fenómeno, y que sirvan como punto de partida para reflexiones posteriores. Para cubrir ese objetivo, vamos a desdoblar el tema en tres grandes apartados. Por un lado, en el apartado número uno, intentamos caracterizar el fenómeno de la comunicación humana. Se introducen y se describen los elementos básicos que intervienen en la mayoría de los episodios en los que se produce comunicación, así como los elementos que pueden ser considerados como secundarios. Para completar esa caracterización, se introduce también una tipología de los actos comunicativos. Por otro lado, en el segundo apartado, abordamos el papel del lenguaje en la comunicación, haciendo hincapié en el funcionamiento representacional de sus unidades (el signo lingüístico) y describiendo las principales funciones que presenta el lenguaje en ese tipo de contextos. Finalmente, en el tercer apartado, el tema se completa introduciendo los conceptos de lenguaje natural y lenguaje formal, mostrando las semejanzas y las diferencias que existen entre ellos y que caracterizan a estos dos tipos de lenguajes.

Este tema, planteado como introducción a la Teoría de la Comunicación. puede ser estudiado de forma independiente. Sin embargo, es conveniente haberlo leído antes de pasar al tema 4, relativo a la filosofía del lenguaje (en especial la parte de pragmática). También está relacionado, sobre todo en su apartado 3, con los temas 5, 6 y 7 sobre lógica. Por otro lado, se le podría dar un enfoque más filosófico ampliándolo con alguna mención a la Teoría de la Acción Comunicativa de Jürgen Habermas.

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1 La comunicación humana Desde sus orígenes, el ser humano ha sido capaz de desarrollar de forma especial una habilidad que lo define y que lo diferencia de la mayoría del resto de las especies que pueblan el planeta: su capacidad de comunicación. Esa habilidad humana debe ser entendida como un conjunto de acciones y estrategias que le permiten expresar, transmitir e intercambiar ideas con sus congéneres. La comunicación debe ser considerada como una faceta humana central y básica que articula, en parte, nuestra actividad mental. Esta capacidad de comunicación ha permitido que el ser humano haya podido obtener importantes y sólidos beneficios. Entre estos destacan, por encima del resto, la construcción de las estructuras sociales y la adquisición de conocimiento. El hombre, a partir de su capacidad de comunicación, ha sido capaz de construir unas estructuras sociales que le aseguran un modo cómodo de desarrollo y unas expectativas de supervivencia que nunca hubiera alcanzado de forma aislada e individual. Por otro lado, sobre esa misma habilidad comunicativa, el ser humano ha sabido edificar y expandir su capacidad de conocer y aprovechar ese conocimiento en su propio beneficio. Ese conocimiento obtenido se construye, en gran medida, a partir de los intercambios (transmisión) de información que establecemos en la comunicación (directa o a través de documentos) con otras personas. Pasemos, a continuación, a caracterizar el fenómeno de la comunicación a través de la descripción de los elementos que lo componen, y a abordar los diferentes tipos de comunicación humana que suelen producirse.

1.1. Los elementos del contexto comunicativo Para caracterizar adecuadamente los contextos comunicativos debemos primero introducir una distinción clara entre sus elementos básicos y sus elementos secundarios. Los elementos básicos son aquellos elementos necesarios e imprescindibles para que se pueda producir la comunicación. Los secundarios, en cambio, son elementos que, si bien intervienen con cierto peso en la mayoría de los contextos comunicacionales, la existencia de los mismos no es una condición necesaria para que se produzca este tipo de contextos.

XX Elementos básicos. Intuitivamente, en todo contexto comunicativo siempre es posible identificar los siguientes cuatro elementos básicos: 1. Emisor. El emisor es la persona que pretende, utilizando una señal, transmitir un contenido informativo a una segunda persona. 2. Señal. La señal puede identificarse como el acaecimiento o la parcela de la realidad (algo que ocurre) que transporta cierta información: se trata del soporte material de la información.

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3. Contenido informativo. El contenido informativo, en cambio, debe ser entendido como la información (una proposición o una idea en la que se afirma que en la realidad ha ocurrido algo en concreto) que transporta la señal y que pretende ser comunicada. 4. Receptor. Por último, el receptor es la persona a la cual va dirigida la información que se intenta transmitir mediante la señal en un contexto comunicativo. Todo contexto en el que no existan o no se puedan identificar claramente cada uno de estos cuatro elementos debe ser considerado como un episodio en el cual no se ha producido comunicación. O dicho de otra manera: para que se produzca un contexto de este estilo deben existir esos cuatro elementos. Para ilustrar estas ideas, imaginemos un típico contexto comunicativo. Después de que un anciano en el parque le pregunte qué hora es, una mujer le contesta: «son las cinco y media». Si obviamos la pregunta del anciano, en este contexto se ha producido un contexto comunicativo donde se pueden distinguir los siguientes elementos básicos: el emisor (la mujer), la señal (el sonido que sale por la boca de la mujer al proferir el enunciado «son las cinco y media»), el contenido informativo (la proposición o idea que afirma el hecho de que son las cinco y media de la tarde), y el receptor (el anciano que recibe la señal y el contenido informativo asociado a la misma). Introducidos los elementos básicos que intervienen en los contextos comunicativos, es importante abordar también dos de los aspectos que caracterizan este tipo de contextos: 1. Intencionalidad de la transmisión. 2. Efecto en el receptor. Como acabamos de señalar, en la comunicación la figura del emisor es siempre un elemento necesario e imprescindible; hasta el punto de que no existe comunicación si no existe un emisor. Ahora bien, para que se produzca un episodio de comunicación, ¿es suficiente con el hecho de que intervenga un emisor? La respuesta es clara: no. Para que se produzca un episodio de este tipo es necesario también que el emisor tenga la intención de transmitir cierta información (cierto contenido informativo) utilizando la señal en cuestión. Ilustremos este punto mediante un par de ejemplos. Imaginemos que el responsable de una iglesia sólo utiliza el sonido de la campana para avisar a los vecinos del pueblo, los domingos a las doce del mediodía, de que va a comenzar la misa. Imaginemos también que hoy es 28 de diciembre (día de los Santos Inocentes) y que la persona encargada de la campana ha decidido gastarle una pequeña broma a sus paisanos del pueblo. La broma consiste en hacer sonar la campana a las 11:30 para que sus paisanos crean que ya son las doce y que deben asistir a misa. ¿Qué podemos decir al respecto? En este caso diríamos que no nos encontramos frente a un genuino contexto en el que se produzca comunicación, ya que, aunque exista un emisor (el responsable), éste no tiene la intención de transmitir la información de que son las doce utilizando el repicar de la campana, a pesar de que esa información es precisamente la que extrae el receptor a partir de la señal consistente en el repicar de campanas. Recuperemos ahora la situación del parque en el que la mujer le comunica la hora al anciano. Imaginemos que la mujer también se deja llevar por la tradición y que pretende gastarle una pequeña broma al señor. Realmente son las cinco y cuarto de la tarde pero ella le dice: «son las seis». En este caso tampoco se ha producido un acto comunicativo, ya que, aunque exista un emisor (la mujer), éste no tiene la intención de transmitir la información que se le supone utilizando para ello la señal «son las seis».

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Pasemos a mostrar la otra característica que caracterizan este tipo de contexto. Como ya hemos señalado, la figura del receptor es un elemento necesario dentro de los contextos comunicativos (no existe comunicación si no existe un receptor). Ahora bien, para que se produzca un episodio de comunicación ¿es suficiente con el hecho de que intervenga un receptor? La respuesta es clara: no. Para que se produzca un acto comunicativo es necesario también que en el receptor se produzca cierto efecto a partir de esa información transmitida y asociada a la señal utilizada. O dicho de otra manera, para que se produzca comunicación, la información transmitida por la señal debe causar cierto efecto en el receptor que la recibe. El mínimo efecto que se exige es que el receptor reciba la información asociada a la señal. Ilustremos este punto a partir del ejemplo del parque. Imaginemos ahora que son las cinco y media de la tarde, que la mujer profiere el enunciado «son las cinco y media» con la intención de transmitirle la información de que nos encontramos en ese momento del día y que justo en ese momento pasa a nuestro lado un ciclomotor que hace muchísimo ruido porque tiene el tubo de escape averiado. El anciano, aquejado por una incipiente sordera y a causa del ruido del ciclomotor, no consigue oír las palabras. En este caso tampoco se ha producido un acto comunicativo, ya que, aunque existe un emisor (la mujer), una señal (sus palabras), una información (son las cinco y media) y un receptor (el anciano), en este último esa información no ha causado ningún efecto, ni tan siquiera el efecto mínimo consistente en el propio hecho de recibir la información.

XX Elementos secundarios. Hasta el momento hemos identificado el emisor, la señal, el contenido informativo y el receptor como elementos fundamentales de todo contexto comunicativo. Vamos ahora a abundar un poco más sobre estos elementos y vamos a recoger otros que, aunque no puedan ser considerados como básicos, también intervienen en la mayoría de los episodios en los que se produce comunicación. Para introducir todos estos elementos vamos a recuperar algunas de las ideas defendidas por Claude Shannon y Warren Weaver en su famosa Teoría Matemática de la Comunicación (1949). Teniendo como objetivo la claridad expositiva, nos hemos tomado la libertad de realizar pequeñas adaptaciones y modificaciones sobre esas ideas y completarlas con una serie de elementos (la situación, el contexto, el código y la noción de feedback) que no son contemplados por estos autores. En términos generales, podemos decir que en todo contexto comunicativo en el que se produce un flujo o una transmisión de información pueden identificarse los siguientes elementos: el emisor, el mensaje1 (o señal original), el contenido informativo, el transmisor, la señal emitida, el canal, la señal recibida, el transmisor inverso, el mensaje2 (o señal final), el receptor, la situación, el contexto, el código, la fuente de ruido y el feedback. Todos estos elementos y las relaciones que entre ellos se establecen son representados en la figura 1.

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Figura 1: Elementos que intervienen en los episodios de comunicación.

Como se desprende de esta figura, en el proceso comunicativo donde se transmite cierta información pueden llegar a intervenir, por un lado, catorce elementos (el emisor, el mensaje1 (o señal original), el contenido informativo, el transmisor, la señal emitida, el canal de comunicación, la señal recibida, el transmisor inverso, el mensaje2 (o señal final), el receptor, la situación, el contexto, el código y el feedback) dotados de unas funciones determinadas y, por otro lado, un factor de disfunción (la fuente de ruido). En concreto, este proceso puede describirse de la siguiente manera. El emisor (la fuente de información, el elemento del que parte el proceso comunicativo, y que se caracteriza por su intención de transmitir cierta información a un receptor) selecciona una señal concreta o una cadena de señales (a partir de ahora nos referiremos a esta señal utilizando las expresiones «señal original» o «mensaje1») de entre un conjunto de señales posibles (o de cadenas de señales posibles). Esta señal original o mensaje1 transporta un contenido informativo determinado. El transmisor se encarga de transformar o traducir ese mensaje produciendo para ello una señal (señal emitida) que a la postre es la que será transmitida. Esta señal emitida debe transportar la misma información que el mensaje 1. En muchas ocasiones es el propio emisor el que actúa de transmisor ofreciendo esa transformación o traducción del mensaje 1. Para que esa operación tenga éxito, el producto de la traducción, la señal emitida, debe ofrecerse de acuerdo a un código y en sintonía con cierto contexto. Un código no es nada más que un sistema de señales gobernadas por un conjunto de reglas que determinan cómo y en qué contextos las señales pueden ser usadas y combinadas para transmitir información. No hay que ir muy lejos para encontrar códigos: el código morse, el código de banderas utilizado en la marina o incluso cualquiera de las lenguas naturales que hablamos (español, gallego, catalán, inglés, por ejemplo) con sus reglas sintácticas y semánticas puede ser considerada como ejemplo de código. El contexto, en cambio, es el conjunto de señales que ya han sido trasmitidas anteriormente y que preceden a la señal emitida.

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La señal emitida circula por el canal de comunicación, adecuándose al mismo y partiendo desde el transmisor. El canal no es nada más que el medio material cuya alteración permite esa transmisión de la señal emitida. El aire (cuando hablamos en persona con alguien), el papel (cuando escribimos a alguien) o el cable telefónico (cuando conversamos utilizando un teléfono) son ejemplos de canal de comunicación. La señal emitida llega a través del canal al transmisor inverso. Cuando alcanza esa posición pasamos a denominarla señal recibida. Esta señal recibida acostumbra a coincidir con la señal emitida. El transmisor inverso (una especie de transmisor con la función comunicativa invertida) se encarga de descodificar, transformar o traducir esa señal recibida y convertirla en el mensaje 2 (o señal final). Recordemos que este mensaje 2, si no se ha producido nada que altere el proceso, transporta la misma información que la señal recibida, por tanto que la señal emitida, por tanto que el mensaje 1. En muchas ocasiones es el propio receptor el que actúa de transmisor inverso realizando esa transformación o traducción de la señal recibida. Para que esa operación tenga éxito, el producto de la traducción, la señal emitida, debe ofrecerse de acuerdo al código y en sintonía con el contexto. El receptor, destinatario último del proceso comunicativo, recibe e interpreta esa señal final, experimentando cierto efecto a partir de esa información surgida originalmente del emisor y que se ha mantenido a lo largo de toda la cadena de elementos. Ahora que ya hemos introducido la noción de transmisor inverso, es importante señalar que uno de los requisitos básicos que se deben exigir para que se produzca realmente comunicación es que el transmisor (o el emisor, si es éste el que desarrolla esta función) y el transmisor inverso (o el receptor, si es éste el que realiza esta actividad), al producir sus respectivas traducciones, compartan y utilicen el mismo código y se encuentren en sintonía con el mismo contexto. El incumplimiento de este requisito puede provocar que la información que transporta la señal original (o mensaje 1) no se corresponda con la asociada a la señal final (o mensaje 2), no alcanzándose de esta manera el objetivo de la comunicación: transmitir cierto contenido informativo desde el emisor al receptor. Además, en todo episodio comunicativo es posible identificar también otro elemento: la situación. La situación debe entenderse como todo el entorno espacio-temporal en el que se produce la comunicación. El conocimiento de la misma también contribuye a la correcta actuación comunicativa del emisor y a la correcta interpretación por parte del receptor. Así, por ejemplo, si un emisor profiere el enunciado «está lloviendo aquí y ahora», esta señal emitida sólo tendrá sentido y será correctamente interpretada si tanto el emisor como el receptor conocen el entorno en el que se está produciendo el acto comunicativo, o dicho de otra manera, son capaces de saber qué espacio físico se corresponde con la palabra «aquí» y qué momento de tiempo se corresponde con la palabra «ahora». A veces se habla de situación y contexto como si fueran lo mismo, cuando el sentido técnico de contexto es el que vimos más arriba. También se habla a veces de contexto para referirse a algo que incluye cosas como la situación, las intenciones y conocimientos de emisor y receptor, etc. Nosotros nos mantendremos en las defniciones de situación y contexto recién establecidas. Estrechamente relacionado con la figura del receptor se encuentra el fenómeno del feedback (o retroalimentación). Cuando, en el apartado anterior, mostramos las diferencias entre la mera información y la comunicación, señalamos como requisito para que se produzca esta última el hecho de que existiera un receptor y que éste experimentara algún efecto a partir de la información que surgía del emisor. El feedback debe identificarse como la respuesta del receptor, dirigida hacia el emisor, respecto al efecto que le produce la información que recibe. Por ejemplo, la sonrisa que nos ofrece la persona a la que le acabamos de contar un buen chiste, o la proferencia del enunciado «¿de verdad?» que realiza alguien tras haber escuchado el relato de una historia sorprendente, son dos claros ejemplo de feedback o retroalimentación.

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La función básica del feedback es doble. Por un lado, permite mostrar el grado en el que el receptor está implicado en el proceso comunicativo que le propone el emisor. Así por ejemplo, cuando alguien nos llama por teléfono para contarnos algo, acostumbramos a repetir de vez en cuando expresiones como «¡Sí, sí!» o «¡Claro, claro!» para demostrarle a nuestro receptor que nos encontramos al otro lado de la línea telefónica (no se ha cortado la llamada) y que estamos metidos en la conversación. Por otro lado, permite que el emisor ajuste las señales y los contenidos informativos que transmite para maximizar la comunicación. De esta manera, por ejemplo, si una persona (el emisor) decide explicarle a otra (el receptor) un chiste y no recibe una sonrisa ni carcajada como premio, el emisor puede concluir que no se ha entendido el chiste y que quizá haga falta realizar algunas explicaciones adicionales. Por último, hemos de señalar que, desgraciadamente, en muchas ocasiones el proceso global de la comunicación que acabamos de describir no se produce tal y como esperábamos. En algunas situaciones concretas interviene una fuente de interferencias, distorsión o ruido que produce una diferencia significativa entre la señal original emitida por el transmisor y la que finalmente recibe el receptor. Esta diferencia entre las señales provoca que el contenido informativo que llega al receptor no coincida con el que originariamente fue seleccionado en la fuente de información o emisor, fustrándose de esta manera el proceso o el intento comunicativo. Es posible distinguir tres tipos de ruido: el sintáctico, el semántico y el pragmático. 1. Ruido sintáctico. Se produce cuando por el canal se añaden nuevas señales o se suprimen las ya enviadas, de forma que la señal emitida por el transmisor no se corresponde con la recibida en el transmisor inverso. Ejemplo de este tipo de ruido lo encontramos cuando en nuestra línea telefónica se solapa otra conversación o aparecen una serie de ruidos que impiden comunicarnos eficazmente con nuestro interlocutor. 2. Ruido semántico. Se encuentra relacionado con la propia señal final y se produce cuando ésta es ambigua, cuando transporta distintos contenidos informativos y no se sabe cuál es pertinente para ese contexto. Ejemplo de este tipo de ruido lo podemos encontrar en muchos de los episodios de la comunicación lingüística. Así, si yo profiero dando una orden a Luis «¡busca el gato, Luis!», mi interlocutor puede no saber a qué gato (al animal de compañía que vive en mi casa o a la herramienta del coche) me estoy refiriendo. 3. Ruido pragmático. Se produce cuando, por motivos derivados del contexto, el receptor no percibe el contenido que se pretende transmitir. Para ilustrar ese tipo de ruido imaginemos que un profesor de matemáticas recibe la llamada de un padre desesperado que le pregunta cómo lleva su hijo el aprendizaje de las ciencias exactas. El profesor, practicante de un humor muy irónico y con el ánimo de no ofender al padre, responde: «¡Hombre, qué quiere que le diga, ha mejorado mucho en gimnasia!». Con este enunciado, el profesor no está diciendo literalmente que el chico está mejorando en la asignatura de gimnasia, sino que lo que pretende decir es que el chaval no ha mostrado grandes avances en matemáticas. El padre puede no sintonizar con ese humor del profesor y puede no entender lo que realmente le están comunicando (es decir, puede entender que la respuesta del profesor hace referencia exclusivamente a la asignatura de gimnasia). Cuando se produce un desajuste de contenidos de este tipo, nos encontramos frente a un episodio de ruido pragmático.

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Hasta aquí llegaría la descripción de todos los elementos que intervienen en un acto o proceso comunicativo. Pasemos ahora a ilustrar con más detalle el funcionamiento de este proceso a través de unos sencillos ejemplos. „„

Primer ejemplo. Una persona se encuentra en casa y, recordando que hoy es el día en que un amigo suyo cumple años, decide realizar una llamada telefónica para felicitarle. En ese contexto, podemos decir que nuestro protagonista es la fuente de información o emisor, y la proferencia del enunciado («¡feliz cumpleaños!», supongamos) que utiliza para felicitar a su amigo es el mensaje1 o señal original seleccionada, el mensaje que quiere transmitir. Este mensaje (esas palabras habladas, en definitiva) ha sido elegido de entre todas las posibles producciones lingüísticas, como por ejemplo «¡enhorabuena!» o «¡feliz aniversario!», que normalmente utilizamos para felicitar a alguien en el día de su cumpleaños. Su aparato de teléfono sería identificado como el transmisor de ese proceso comunicativo. Este aparato traduciría las palabras pronunciadas, los sonidos, en una señal eléctrica (la señal emitida). Esa señal eléctrica se transmitirá a través del tendido o cableado telefónico que actuará de canal de comunicación en este caso. Gracias a ese cableado, la señal será recibida en el aparato de teléfono de su amigo. Este aparato puede ser identificado como el transmisor inverso y transformará la señal eléctrica recibida en un mensaje 2 o señal final, concretamente en una serie de sonidos que emitirá mediante el auricular. Por último, el amigo de nuestro protagonista debe ser considerado como el receptor de ese acto comunicativo. La proferencia de la expresión «¡Muchísimas gracias!» que responde tras oír la felicitación podría ser identificado como el feedback. Sin embargo, en algunas situaciones, puede ocurrir que en la línea telefónica, en el canal de comunicación, se produzcan interferencias o distorsiones que hagan variar la señal emitida por el transmisor de tal forma que el transmisor inverso, el aparato telefónico del amigo, reciba una señal distinta. Esa variación en la señal eléctrica recibida acostumbra a provocar que, en el aparato receptor del amigo, se escuchen nuevos sonidos o que se supriman algunos de los sonidos que en un principio aparecían en el mensaje 1 o señal original. Esta variación de mensajes puede, en muchas ocasiones, hacer peligrar seriamente la comunicación entre los dos personajes.

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Segundo ejemplo. Supongamos que el protagonista de la historia anterior se encuentra paseando por el parque y que un extraño se le acerca y le pregunta la hora. Nuestro amigo responde: «las nueve y cuarto de la mañana». Analicemos ese acto comunicativo. En este caso podemos decir que la mente de nuestro protagonista es la fuente de información o emisor. El estado mental (un conjunto determinado de conexiones neuronales) que experimenta cuando responde al extraño es el mensaje seleccionado, el mensaje que quiere transmitir. Este mensaje ha sido elegido de entre todas las disposiciones neuronales que normalmente experimentamos cuando comunicamos la hora. El sistema fónico (cuerdas vocales, nariz, boca, lengua, paladar, etc.) de nuestro protagonista debe ser identificado como el transmisor de ese proceso comunicativo. Este sistema traducirá o transformará la disposición neuronal en una señal sonora (señal emitida), en la proferencia del enunciado «las nueve y cuarto de la mañana». Esa señal sonora se transmitirá a través del aire que actuará en esta ocasión de canal de comunicación. Gracias al aire, la señal será recibida por el sistema auditivo de su amigo. Este sistema auditivo puede ser identificado como el transmisor inverso y transformará la señal acústica recibida en una señal eléctrica que generará una disposición neuronal en la mente del extraño. Por último, la mente del extraño debe ser considerada como el receptor de ese acto comunicativo.

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De nuevo, hemos de destacar que en este ejemplo también puede intervenir una fuente de ruido. En algunas situaciones, puede ocurrir que el aire por el que circula la señal acústica, el canal de comunicación, se encuentre contaminado con otros sonidos que actúen a modo de interferencia o distorsión y que hagan variar la señal emitida por el transmisor de tal forma que el transmisor inverso, el sistema auditivo del extraño, reciba una señal distinta. Esa variación en la señal acústica recibida acostumbra a provocar que en la mente del extraño se produzca una disposición neuronal, un mensaje o señal final, que no se corresponda con la que originalmente tenía nuestro protagonista. Y como pasaba anteriormente, esta variación en las disposiciones neuronales, en los mensajes, puede, en muchas ocasiones, hacer peligrar seriamente la comunicación entre los dos personajes del parque.

¿Cuáles son los elementos básicos del contexto comunicativo y cuál es su función? ¿Cuáles son son elementos secundarios?

1.2. La tipología de los actos comunicativos En términos generales, es posible introducir una tipología de procesos comunicativos distinguiendo dos grandes grupos de actos de comunicación: 1. La comunicación interpersonal. 2. La comunicación colectiva. Comunicación interpersonal: en términos generales, la podemos definir como aquel proceso por el cual una persona (emisor) ofrece una serie de contenidos informativos a otra u otras personas (receptores) utilizando para ello un conjunto de señales. Ejemplos claros de este tipo de comunicación los encontramos en cualquiera de los intercambios de correo electrónico que realizamos aprovechando las tecnologías de la información, en la clase que imparte un profesor a sus alumnos o, sin ir más lejos, en cualquiera de las conversaciones (incluidas las telefónicas) que entablamos a lo largo del día. Las principales características que sustentan este tipo de comunicación podrían ser resumidas de la siguiente manera. En primer lugar diremos que nos encontramos frente a una comunicación que acostumbra a ser directa y recíproca. Esto significa que se realiza sin intermediarios y que los emisores y receptores intercambian sus papeles continuamente, es decir: el que en un momento dado es el emisor pasa a convertirse en el receptor del acto comunicativo, y viceversa. Otro rasgo esencial es que, en la mayoría de las ocasiones, este tipo de comunicación no requiere la intervención de terceras personas (profesionales técnicos, en su mayoría) para poderse llevar a cabo. En tercer lugar, podemos decir que el número de los receptores acostumbra a ser relativamente pequeño (una persona o un grupo reducido de personas) lo que permite que la relación emisorreceptor sea muy estrecha. Por último señalaremos que en este tipo de comunicación habitualmente se utilizan combinadamente una serie de canales distintos (aire, luz...) y existe un alto grado de inmediatez respecto al feedback. La comunicación colectiva, en cambio, debe entenderse como un proceso por el cual grupos sociales especializados (grupos de comunicación) emplean medios técnicos masivos (prensa, radio, televisión, por ejemplo) para diseminar contenidos informativos en públicos masivos, heterogéneos y ampliamente dispersos.

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Las principales características de este tipo de comunicación se alejan sensiblemente de las de la interpersonal. En primer lugar diremos que la comunicación colectiva es pública y unilateral. Esto significa que en la mayoría de las ocasiones cualquiera puede participar en el acto comunicativo como receptor y que el flujo informativo sólo circula en una sola dirección, es decir, los papeles de emisor y receptor raramente se intercambian. Por otro lado señalaremos que para que se produzca este tipo de comunicación sí que es necesaria la intervención de especialistas (profesionales técnicos, en su mayoría). En tercer lugar, debe señalarse que en este tipo de actos comunicativo el número de receptores acostumbra a ser muy alto, lo que provoca que la relación directa emisor-receptor sea muy escasa, diluida o casi inexistente. Por último, diremos que en la comunicación colectiva habitualmente no existe una multiplicidad de canales y existe un bajo grado de feedback. Como acabamos de ver, la dicotomía comunicación colectiva-comunicación interpersonal, parece adecuarse sin problemas al fenómeno que nos ocupa. De todas formas, en la última década esta consolidándose una nueva forma de comunicación que parece forzar y hacer inadecuada esa distinción: la comunicación resultante del uso masivo de internet. Dentro de esa nueva forma de comunicación y a partir de su flexibilidad y capacidad de generación de nuevas fórmulas, parece diluirse la distinción entre lo colectivo y lo interpersonal. Por tanto, creemos que se impone la necesidad de abordar ese nuevo fenómeno utilizando para ello un doble criterio que permita recoger todas las variantes de los actos comunicativos en general. Este doble criterio consistiría en la combinación de la distinción emisor-receptor y la distinción público-privado. La combinación nos ofrece, como se muestra en la tabla 1, cuatro tipos de comunicación. Tipología de actos comunicativos Emisor Receptor

Público

Privado

Público

Tipo I

Tipo II

Privado

Tipo III

Tipo IV

Tabla 1. Tipología de los actos comunicativos

De esta manera, los actos comunicativos de tipo I serían aquellos en los que tanto el emisor como el receptor son públicos. Ejemplos de este tipo de actos los encontramos en el consumo colectivo de los medios de comunicación de masas como la prensa, la radio o la televisión. Los actos comunicativos de tipo II se caracterizarían, en cambio, por tener un emisor privado y un receptor público. Dentro de este tipo de comunicación encontramos las que realizan organizaciones cerradas (como por ejemplo, empresas comerciales) cuando se dirigen a un público amplio mediante el uso de la publicidad. Por el contrario, los actos comunicativos de tipo III coincidirían con aquellos en los que el emisor es público y el receptor privado. Ejemplos de este tipo de actos los encontramos en el consumo individual de productos como los libros, las bases de datos de acceso restringido o la televisión de pago. Finalmente, los actos comunicativos de tipo IV se corresponderían con aquellos en los que tanto el emisor como el receptor son privados. Cada una de los episodios de comunicación interpersonal que realizamos a lo largo del día (conversaciones cara a cara, llamadas telefónicas, etc.) son claros ejemplos de este tipo de actos comunicativos.

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La comunicación derivada de la implantación de las nuevas tecnologías e internet incluiría los cuatro tipos de comunicación. Por un lado, recogería actos comunicativos de tipo I como los que se derivan por ejemplo del uso masivo de los periódicos electrónicos. Por otro lado, incluiría actos comunicativos de tipo II como cualquiera de la infinidad de páginas web institucionales de organismos oficiales y organizaciones privadas que pueblan la red. Además, englobaría actos comunicativos de tipo III como las páginas web (o recursos digitales) a los que sólo se puede acceder mediante el previo pago de cierta cantidad de dinero. Por último, abarcaría también actos comunicativos de tipo IV como los que realizamos cuando utilizamos el correo electrónico, el blog o el chat.

¿Qué dos criterios se utilizan para clasificar los actos comunicativos y cómo es la clasificación resultante?

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2 El lenguaje en la comunicación El lenguaje juega un papel central en la mayoría de los procesos de comunicación humana. Si se restringiera el uso del lenguaje, nuestra capacidad comunicativa se vería sensiblemente reducida. Y es que los seres humanos articulamos y vehiculamos la mayoría de los episodios de transmisión de información mediante el uso de una lengua. Cuando nos comunicamos cara a cara con otra persona o cuando lo hacemos mediante el teléfono, el correo electrónico o una simple una carta, siempre utilizamos el lenguaje para hacer posible esa comunicación. Teniendo en cuenta los elementos que conforman un contexto comunicativo, el papel crítico del lenguaje en todo el proceso se hace todavía más claro y evidente. Para que se produzca realmente comunicación, el transmisor (o emisor, ya que es éste el que desarrolla esta función) debe representar adecuadamente la información utilizando un código (una lengua), una situación y un contexto (para acabar de dotar de sentido a la representación) que, a su vez, sean compartidos también por el transmisor inverso (o receptor, ya que es éste el que realiza esta tarea). Para acabar de ver ese papel crítico que juega el lenguaje en la comunicación es necesario abordar tanto la capacidad representativa de las unidades que lo forman (el signo lingüístico) como sus funciones.

2.1. El signo lingüístico La capacidad de representación que tiene el lenguaje y que permite su utilización en los procesos de comunicación reside en las unidades que lo conforman: los signos lingüísticos, cuya naturaleza fue descrita por Ferdinand de Saussure (1857-1913) en su obra póstuma Curso de lingüística general (1916). Estrictamente hablando, el signo es una entidad lingüística compuesta a su vez de dos elementos: el significado y el significante. El significado es el contenido del signo, esa idea o contenido que tenemos en la mente asociado al signo lingüístico y que queremos transmitir utilizando ese signo. El significante, en cambio, es la forma del signo, el conjunto de sonidos o letras que forman ese signo lingüístico y con cuya proferencia (escrita o hablada) queremos transmitir el contenido. La relación que mantienen el significado y el significante se le denomina «relación de significación». Ilustremos estas ideas a través de un ejemplo. Nosotros solemos utilizar el signo lingüístico «fuego» en aquellas situaciones, entre otras, en las que queremos comunicar a alguien que se ha producido un incendio. En este caso, el signo lingüístico estaría formado por dos elementos. Por un lado, un significado, la idea que queremos transmitir, la idea de que se ha producido un incendio. Por otro, un significante, el conjunto de letras (la expresión «fuego») que alguien pronuncia en voz alta para comunicar a las personas cercanas que se ha producido un incendio. Existen una serie de propiedades que caracterizan a los signos lingüísticos. Entre estas podríamos destacar las siguientes: bifrontismo, articulación, arbitrariedad, linealidad, inmutabilidad y mutabilidad. 1. Bifrontismo. Se deriva directamente de la doble composición del signo. Al estar compuesto de dos elementos, el significado y el significante, todo signo presenta una doble dimensión: la dimensión del significado (el plano del contenido) y la dimensión del significante (el plano de la expresión). 2. Articulación. Todo signo es una entidad articulada, una entidad que se encuentra formada a partir de la articulación de unidades más pequeñas. Así, por ejemplo, el enunciado «la casa es blanca» se encuentra formado por una serie de palabras («la», «casa», «es», «blanca»), y la palabra «casa» está formada, a su vez, por unidades más pequeñas («c», «a», «s», «a»).

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3. Arbitrariedad. Se concreta en la relación que mantienen el significado y el significante. Esa relación que mantienen el significante y el significado es del todo arbitraria, no responde a ningún tipo de criterio prefijado, no existe un nexo natural entre ellos. Cualquier expresión podría estar relacionada con una idea, y cualquier idea podría asociarse con una expresión. Así, por ejemplo, la expresión «casa» podría estar asociada a la idea de un perro y no a la de una casa; y la idea de una casa, sin ir más lejos, podría estar asociada a la expresión «qwerty» y no a la expresión «casa». 4. Linealidad. El significante, al poseer una naturaleza física (espacio-temporal), se extiende en el tiempo (cuando se escribe) y en el espacio (cuando se habla) de forma lineal y no simultánea. Así, por ejemplo, cuando alguien pronuncia el enunciado «la casa es blanca» no pronuncia todas esas unidades de forma simultánea, sino que pronuncia en este orden «la», «casa», «es», «blanca». 5. Inmutabilidad. Desde una perspectiva sincrónica, en un periodo de tiempo concreto el signo lingüístico debe ser considerado como una entidad inmutable. La comunidad de hablantes fija de una vez por todas y sin variaciones el significado y el significante de cada signo que forma esa lengua. Si un hablante quiere utilizar correctamente el signo «casa», debe conocer el significado y el significante que la comunidad ha fijado al respecto. 6. Mutabilidad. Desde una perspectiva diacrónica, en un periodo de tiempo extenso, el signo lingüístico debe ser considerado como una entidad mutable. El significado y el significante de cada signo que forma parte de una lengua puede sufrir variaciones y transformase. La evolución de las lenguas románicas a partir de la transformación del latín podrían ser considerado como un claro ejemplo de esos cambios y mutaciones.

2.2. La funciones del lenguaje Una de las razones por las cuales el lenguaje debe ser considerado como uno de los elementos clave para la comunicación humana es esta: el lenguaje nos permite desarrollar diferentes funciones a la hora de poder trasmitir las actitudes e intenciones del emisor (del hablante en la comunicación oral y del escritor en la comunicación escrita). Las principales funciones que el lenguaje nos ofrece son seis: referencial, conativa, emotiva, metalingüística, fática y poética. 1. Función referencial (o denotativa). Se ejemplifica en aquellos casos en los que el emisor utiliza el lenguaje para informar o transmitir una información concreta y verificable al receptor. Es la función que se suele utilizar en los textos informativos y científicos. En el ejemplo del anciano del parque, cuando la mujer profiere «son las cinco y media», se produce un ejemplo de la utilización del lenguaje que tiene esa función. 2. Función conativa (o apelativa). Se utiliza cuando el hablante o emisor persigue, utilizando el lenguaje, provocar que actué el oyente o receptor. Los recursos lingüísticos más habituales que suelen utilizarse en esta función son el modo imperativo, los vocativos y las oraciones interrogativas. «Páseme la sal, por favor», proferido por un comensal en una comida de negocios, es un ejemplo de la utilización del lenguaje con esta función. 3. Función emotiva (o expresiva). Se produce en aquellos casos en los que el hablante o emisor quiere, utilizando el lenguaje, expresar sus sentimientos o deseos al oyente o receptor. La típica declaración, «¡te amo!», de una persona enamorada es un ejemplo de la utilización del lenguaje con esta función emotiva. 4. Función metalingüística. Se utiliza cuando el hablante o emisor quiere, utilizando el lenguaje, hablar del propio lenguaje. El enunciado «la palabra «casa» está formado por cuatro letras» proferido por un profesor de lengua en el contexto de una clase puede ser un ejemplo de la utilización del lenguaje con esta función metalingüística.

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5. Función fática (o de contacto). Se ejemplifica en aquellos casos en los que el emisor utiliza el lenguaje para iniciar, interrumpir, continuar, finalizar o comprobar el estado del proceso de comunicación con el receptor. En una conversación telefónica, la proferencia de «Sí, sí… entiendo» por parte de una de las personas mientras que la otra habla, puede ser considerada como un ejemplo de la utilización del lenguaje con esa función fática. 6. Función poética (o estética). Se utiliza cuando el hablante o emisor pretende, utilizando el lenguaje, llamar la atención sobre la forma de las propias palabras que utiliza y provocar un sentimiento estético en el receptor. Los versos que conforman un libro de poesía o algunos pasajes del lenguaje literario son claros ejemplos de la utilización del lenguaje con esta función estética. Las tres primeras funciones hacen referencia respectivamente al modo en que un mensaje y su contenido informativo se relacionan con la situación, el receptor y el emisor de un episodio comunicativo. Ya Karl Bühler (1879-1963) en su Teoría del Lenguaje (1934), e incluso en opúsculos anteriores, había distinguido claramente esas tres funciones, dándoles además la misma importancia relativa, lo cual rompía con el tópico de que la principal función del lenguaje es la referencial. La ampliación de esas tres funciones iniciales a las seis que acabamos de exponer se debe sin embargo a Roman Jakobson (1896-1982), quien en su artículo «Linguistics and Poetics» (1960) se apoya en el modelo comunicativo de Shannon y Weaver que antes representábamos en la figura 1. El modo en que las funciones del lenguaje se relacionan con los elementos del modelo comunicativo es muy claro: la función referencial está vinculada a la situación, la función conativa al receptor, la función emotiva al emisor, la función metalingüística al código, la función fática al canal, y la función poética al mensaje.

¿Cómo se relacionan uno a uno ciertos elementos del contexto comunicativo de Shannon con las funciones del lenguaje de Jakobson?

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3 Lenguajes naturales y lenguajes formales Hasta este punto hemos abordado el fenómeno de la comunicación humana y el papel del lenguaje en ese tipo de contextos. Para acabar el tema sólo nos queda abundar un poco más en el tema del lenguaje, distinguiendo sus dos principales tipos: los lenguajes naturales y los lenguajes formales. Un lenguaje natural es un sistema de signos lingüísticos que utilizamos los humanos dentro de una comunidad para comunicarnos en nuestra vida cotidiana; por medio de él transmitimos información, damos órdenes, coordinamos acciones, etc. El español, el inglés o el francés son ejemplos de lenguajes naturales. Un lenguaje formal, en cambio, es un lenguaje construido a partir de una teoría y orientado a la modelización de alguna información. Formalmente, se trata de un conjunto de cadenas de símbolos (los «significantes» de Saussure) formados mediante reglas estrictas a partir de un conjunto inicial de símbolos aislados. El lenguaje de la lógica que veremos en los temas 5, 6 y 7 es un claro ejemplo de este segundo tipo de lenguaje, como también lo son los lenguajes de programación habituales: C, Pascal, Java, HTML, etc.

3.1. Similitudes entre lenguajes naturales y formales Las principales similitudes entre los lenguajes naturales y los lenguajes formales se encuentran relacionadas con los siguientes aspectos: la arbitrariedad de sus signos, su estructura sintáctica, la finitud de sus expresiones lingüísticas y la propiedad de la productividad Comencemos con el tema de la arbitrariedad. Como ya vimos en el apartado dedicado al signo lingüístico, las expresiones de los dos tipos de lenguajes (naturales y formales) al ser signos lingüísticos son arbitrarias, ya que las relaciones o vínculos que mantienen sus significantes con sus significados no responde a ningún tipo de criterio prefijado, no existe un nexo natural entre ellos. Pasemos ahora a abordar las similitudes relacionadas con la estructura sintáctica. Los dos tipos de lenguajes (naturales y formales) coinciden en el hecho de estar estructurados por una sintaxis (diferente en cada caso) que nos suministra un conocimiento de las relaciones que se producen entre los signos de ese lenguaje. En general, los lenguajes están construidos sobre un conjunto de símbolos que recibe el nombre de «léxico del lenguaje». Algunas combinaciones de esos símbolos dan lugar a ciertas unidades sintácticas mínimas (unidades sintácticas significativas del lenguaje) con las que los usuarios de ese lenguaje pueden llevar a cabo una acción lingüística (transmitir información, expresar una opinión, dar una orden, etc.). La principal propiedad sintáctica que poseen estas unidades, y que se intenta recoger a través de una sintaxis, es la de ser «gramaticales» o estar correctamente formadas. Todas las unidades sintácticas significativas del lenguaje son combinaciones de símbolos correctas o gramaticales, pero no todas las combinaciones de símbolos son unidades gramaticales y, por tanto, significativas. Esta propiedad de ser gramatical se caracteriza por ser sistemática. Se trata de una propiedad sistemática ya que el conjunto de entidades que poseen la propiedad (el conjunto de combinaciones de elementos del léxico que están bien formadas o son gramaticales, en definitiva) se encuentra determinada por una serie de reglas. Sus respectivas estructuras sintácticas determinan también el resto de los aspectos comunes a los dos tipos de lenguajes. Por un lado, determinan la finitud de sus expresiones lingüísticas. Tal y como está definida esas estructuras sintácticas, todos las combinaciones de símbolos correctas o gramaticales son finitas. Por otro lado, los dos tipos de lenguaje ejemplifican la propiedad de la productividad. Esas reglas sintácticas, al poder aplicarse sobre un conjunto infinito de entidades, permiten la creación de oraciones nuevas que jamás han sido creadas, pero que pueden ser entendidas.

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Así, por ejemplo, a partir del enunciado «el hijo de Paco tiene un coche» puedo construir infinitos enunciados añadiendo sucesivamente la expresión «el hijo del»: «el hijo del hijo de Paco tiene un coche», «el hijo del hijo del hijo de Paco tiene un coche», etc. Estas propiedades nos permiten explicar por qué los usuarios de un lenguaje poseemos un conocimiento creativo del mismo: porque poseemos la capacidad de producir y entender enunciados que nunca antes nadie había construido. El conocimiento (aunque sea tácito) de estas propiedades, su sistematicidad y productividad es justo lo que nos evita la tarea de tener que aprender de memoria un listado infinito de oraciones, y lo que nos habilita para poder utilizar una lengua en términos creativos.

3.2. Diferencias entre lenguajes naturales y formales Las principales diferencias entres los lenguajes naturales y los lenguajes formales se encuentran relacionadas con los siguientes aspectos: la función que desarrollan, su origen y desarrollo, el aprendizaje, su capacidad expresiva y la ambigüedad. La primera diferencia tiene que ver con la función o el uso que hacemos de los dos tipos de lenguajes. Mientras que los lenguajes formales suelen ser utilizados para la modelización de algún tipo concreto de información y expresarla sin ningún tipo de ambigüedad, los lenguajes naturales los utilizamos para comunicarnos dentro de una comunidad en todas las facetas de nuestras vidas. La segunda diferencia está relacionada con los respectivos orígenes y desarrollos de estos dos tipos diferentes de lenguajes. Los lenguajes naturales han surgido de forma lenta pero espontánea, sin el control de una teoría preexistente, a través de acuerdos tácitos entre los miembros de la comunidad de sus hablantes, y las gramáticas que explican sus funcionamiento sintáctico, semántico y pragmático han sido generadas una vez que el lenguaje ya existía y era utilizado de forma espontánea por esa comunidad. Los lenguajes formales, en cambio, presentan un proceso inverso en su creación y desarrollo: primero, a priori, se crearon las reglas gramaticales que los determinan, y más tarde se pasó a generar el lenguaje y a ofrecerlo para su utilización por parte de sus usuarios. La tercera diferencia se encuentra relacionada con los aspectos del aprendizaje y el conocimiento de estos lenguajes. Los seres humanos (por suerte) tenemos la virtud de utilizar los lenguajes naturales sin tener conciencia explícita, en la mayoría de los casos, de la gramática que los explica. Tenemos interiorizadas de una forma tácita esas reglas gramaticales que los determinan. Un niño de diez años puede utilizar correctamente, sin ser consciente de su gramática, un lenguaje natural. Los usuarios de los lenguajes formales, en cambio, tienen que recurrir consciente y explícitamente a las reglas gramaticales que los rigen para utilizarlos correctamente. Otra diferencia que distingue a los lenguajes naturales de los formales es la capacidad expresiva. Los lenguajes naturales son altamente expresivos y ricos en matices, lo que permite describir a través de su uso situaciones complejas y todo tipo de detalles. Los lenguajes formales, en cambio, no presentan ese grado de expresividad y se encuentran más restringidos al respecto. La última diferencia entre estos dos tipos de lenguajes que queremos abordar se encuentra relacionada con la ambigüedad. Derivado en parte de su gran capacidad expresiva, el lenguaje natural presenta unos altos niveles de ambigüedad que dificultan, en algunas situaciones, incluso su uso adecuado. Esa ambigüedad proviene, al menos en parte, del hecho de que el significado de algunas de sus expresiones se concreta sólo a partir del contexto concreto en el que se utilizan. Poseen un significado «contextodependiente», por así decirlo.

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Además esa ambigüedad suele reflejarse en todas sus dimensiones gramaticales. En el plano léxico, por ejemplo, presenta graves problemas de ambigüedad relacionados con la sinonimia (existen palabras distintas con el mismo significado) y la polisemia (una misma palabra puede tener diferentes significados). En el plano sintáctico, en ciertas situaciones no queda clara cuál es la dependencia sintáctica entre algunos elementos. Así, por ejemplo, en el enunciado «Todos los profesores de filosofía admiran a un filósofo» no se puede saber el alcance de las expresiones «todos» y «un», ya que existen dos posibles interpretaciones: que todos los profesores de filosofía admiren al mismo filósofo (a Platón, por ejemplo) o que cada profesor admire a un filósofo distinto. Por último, en el plano semántico-pragmático, algunos recursos expresivos, como las metáforas o incluso el uso irónico de ciertos enunciados, pueden provocar la confusión y la distorsión en los procesos de comunicación. El lenguaje formal, en cambio, ha sido diseñado para solventar esos problemas de ambigüedad y de imprecisión que presenta el lenguaje natural. En este sentido, en los lenguajes formales el significado de sus expresiones es «contexto-independiente», no varía según el contexto en el que éstas son utilizadas. No tampoco se utilizan en un sentido irónico sus expresiones, ni se contemplan recursos expresivos como las metáforas, ni existen de fenómenos sinonimia ni polisemia que puedan distorsionar los procesos de comunicación. Como contrapartida, las limitaciones respecto al grado de expresividad es el precio a pagar por esa falta de ambigüedad.

¿Cuáles son las principales similitudes entre lenguajes naturales y lenguajes artificiales? ¿Y cuáles son las principales diferencias?

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CONCLUSIÓN

La capacidad de comunicación es un rasgo que define al ser humano frente al resto de las especies, y que le permite obtener interesantes beneficios para garantizar su desarrollo y supervivencia. Para caracterizar adecuadamente esa capacidad comunicativa es necesario abordar los elementos que intervienen en este tipo de contextos y describir los diferentes tipos de comunicación existentes. El lenguaje, a partir de su capacidad representacional, juega un papel crítico en los procesos de comunicación. Esa capacidad proviene de las unidades que lo conforman (los signos lingüísticos) y de sus propiedades de significación. Las funciones del lenguaje explican los diferentes usos que, como hablantes, podemos hacer del mismo. Existen dos tipos de lenguaje: los lenguajes naturales y los lenguajes artificiales. Un lenguaje natural es una lenguaje que utilizamos los humanos dentro de una comunidad para comunicarnos en nuestra vida cotidiana. Un lenguaje formal, en cambio, es un lenguaje construido a partir de una teoría y orientado a la modelización de alguna información.

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BIBLIOGRAFÍA Fuentes clásicas MORRIS, CH. (1962). Signos, lenguaje y conducta. Buenos Aires: Losada. Original: Signs, Language and Behavior, 1946. Obra clásica, fronteriza entre las disciplinas de la Lingüística y la Teoría de la Comunicación. Se hace hincapié en las tres dimensiones del lenguaje: sintáctica, semántica y pragmática.

SAUSSURE, F. (1998). Curso de lingüistica general. Madrid: Alianza. Obra clasica de la historia del pensamiento contemporáneo. Saussure presenta sus principales aportaciones sobre los mecanismos representacionales del signo lingüístico, y ofrece un análisis de los principales usos y funciones del lenguaje.

SHANNON, C.E., WEAVER, W. (1981). Teoría matemática de la comunicación. Madrid: Forja. Original: The Mathematical Theory of Communication, 1949. Se presenta la teoría que pasaría a la historia como «Teoría Matemática de la Comunicación», «Teoría Matemática de la Información», o «Teoría de la Información». En la 1ª parte, Weaver anticipa, en lenguaje no matemático, los principales conceptos y resultados de Shannon; presenta además un modelo teórico para representar cualquier contexto comunicativo. En la 2ª parte, Shannon desarrolla una teoría donde se definen matemáticamente todas las magnitudes que intervienen en una situación de transmisión de información; a partir de esas definiciones presenta un cálculo de la cantidad de información que puede ser transportada a través de un canal, identificando formas de maximizar la eficacia de ese proceso.

Fuentes secundarias HAMPSHIRE, S., PÉREZ-MONTORO, M. [eds.] (2004). Fundamentos de Teoría de la Comunicación. Barcelona: Edicions de la Universitat de Barcelona. Monografía colectiva donde se fundamenta la disciplina de la Teoría de la Comunicación y se recogen las diferentes relaciones entre el fenómeno de la comunicación y otras disciplinas como la educación, la sociología, la lingüística o la estética.

LUCAS, A., GARCÍA, M.C., RUIZ, J.A. (1999). Sociología de la comunicación. Madrid: Trotta. Orientado a estudiantes universitarios de comunicación, repasa las principales teorías sobre la comunicación desde una perspectiva sociológica.

MALETZKE, G. (1976). Psicología de la comunicación social. Quito: Ciespal. Original: Psychologie der Massenkommunikation, 1963. Obra clave dentro de la historia de la Teoría de la Comunicación. Maletzke aborda los componentes psicológicos de la comunicación y presenta su modelo explicativo, que tanta influencia ha tenido en la disciplina. MCQUAIL, D., WINDAHL, S. (1997). Modelos para el estudio de la comunicación colectiva. Barañáin (Navarra): EUNSA. Aborda de una forma rigurosa y detallada los principales modelos explicativos del fenómeno de la comunicación, mostrando para cada uno de ellos sus defectos y ventajas conceptuales.

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PÉREZ-MONTORO, M. (2004). «Información y comunicación en entornos virtuales». Razón y palabra, 38. En línea. Consulta: 20-diciembre-2007. Artículo en el que se presenta un modelo explicativo que define y diferencia, dentro de los entornos virtuales, los episodios de información y los contextos comunicativos.

PÉREZ-MONTORO, M. (2007). The Phenomenon of Information. A Conceptual Approach to Information Flow. Lanham (Maryland): Scarecrow Press. Original: El fenómeno de la información. Una aproximación conceptual al fenómeno del flujo informativo, 2000. Repasa las principales características que definen el fenómeno de la información. Tras revisar todas las teorías anteriormente propuestas plantea una definición conceptual del contenido informativo.

RODRIGO, M. (2007). Los modelos de la comunicación. Madrid: Tecnos. Libro orientado a estudiantes universitarios interesados en el fenómeno de la comunicación de masas. De una manera muy parecida a la de McQuail y Windahl, pero incluyendo también los contextos históricos-filosóficos, aborda de una forma rigurosa y detallada los principales modelos explicativos del fenómeno de la comunicación, mostrando, para cada uno de ellos, sus defectos y ventajas conceptuales.

WOLF, M. (1996). La investigación de la comunicación de masas. Barcelona: Paidós. Orientado a estudiantes universitarios interesados en la comunicación de masas. Wolf es uno de los más famosos estudiosos del fenómeno de la comunicación. En este libro aborda las principales teorías que describen y analizan el fenómeno de la comunicación desde una perspectiva sociológica, y da cuenta de diferentes métodos de investigación que se pueden desarrollar dentro de la disciplina de la Teoría de la Comunicación.

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RESUMEN La comunicación humana y el lenguaje: lenguaje natural y lenguajes formales.

1. La comunicación humana

„„ El canal es el medio material cuya alteración permite esa

transmisión de la señal emitida.

„„ Habilidad que define al ser humano y que lo diferencia de

„„ El transmisor inverso es una especie de transmisor con la

la mayoría del resto de las especies que pueblan el planeta: su capacidad de comunicación.

función comunicativa invertida que se encarga de descodificar, transformar o traducir la señal recibida y convertirla en el mensaje2 (o señal final).

„„ Beneficios de la comunicación: (i) Construcción de las es-

tructuras sociales. (ii) Adquisición de conocimiento. „„ Para caracterizar el fenómeno de la comunicación: (i) Des-

cripción de los elementos que la componen. (ii) Abordar los diferentes tipos de comunicación humana que suelen producirse.

„„ El receptor es destinatario último del proceso comunicati-

vo, recibe e interpreta la señal final, experimentando cierto efecto a partir de la información surgida originalmente del emisor. „„ La situación es todo el entorno espacio-temporal en el que

se produce la comunicación.

1.1. Los elementos del contexto comunicativo „„ Para caracterizar adecuadamente los contextos comuni-

cativos, distinción clara entre los elementos básicos y los elementos secundarios. XX Elementos

básicos

„„ El emisor es la persona que pretende, utilizando una señal,

transmitir un contenido informativo a una segunda persona. „„ La señal puede identificarse como el acaecimiento o par-

„„ El feedback o la retroalimentación es la respuesta del recep-

tor, dirigida hacia el emisor, respecto al efecto que le produce la información que recibe. „„ El ruido es una fuente de interferencias, distorsión o ruido

que produce una diferencia significativa entre la señal original emitida por el transmisor y la que finalmente recibe el receptor.

1.2. La tipología de los actos comunicativos

cela de realidad que transporta cierta información; es el soporte material de la información.

„„ Dos grandes grupos de actos de comunicación: (i) La co-

„„ El contenido informativo, en cambio, debe ser entendido

„„ Comunicación interpersonal: proceso por el cual una per-

municación interpersonal. (ii) La comunicación colectiva.

como la información (una proposición o una idea en la que se afirma que en la realidad ha ocurrido algo en concreto) que transporta la señal y que pretende ser comunicada.

sona (un emisor) ofrece una serie de contenidos informativos a otra u otras personas (el receptor) utilizando para ello un conjunto de señales.

„„ El receptor es la persona a la cual va dirigida la información

„„ Comunicación colectiva: proceso por el cual grupos so-

que se intenta transmitir en un contexto comunicativo. „„ Condiciones necesarias para la comunicación: la intencio-

nalidad de la transmisión y el efecto en el receptor. XX Elementos

ciales especializados (grupos de comunicación) emplean medios técnicos masivos (prensa, radio, televisión...) para diseminar contenidos informativos en públicos masivos, heterogéneos y ampliamente dispersos.

secundarios

„„ La señal original o mensaje1 es una señal seleccionada por

el emisor y que transporta un contenido informativo determinado.

2. El lenguaje en la comunicación

„„ El transmisor se encarga de transformar o traducir ese

„„ Para ver el papel crítico que juega el lenguaje en la comuni-

mensaje produciendo para ello una señal (señal emitida) que a la postre es la que será transmitida. „„ Un código es un sistema de señales gobernadas por un

conjunto de reglas que determinan cómo y en qué contextos las señales pueden ser usadas y combinadas para transmitir información „„ El contexto es el conjunto de señales que ya han sido tras-

mitidas anteriormente y que preceden a la señal emitida.

cación es necesario abordar: (i) La capacidad representativa de las unidades que los forman (el signo lingüístico). (ii) Las funciones del lenguaje.

2.1. El signo lingüístico „„ El signo es una entidad lingüística compuesta, a su vez, de

dos elementos: el significado y el significante.

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„„ El significado es el contenido del signo, esa idea o conteni-

„„ Las expresiones de los dos tipos de lenguajes (naturales y

do que tenemos en la mente asociado al signo lingüístico y que queremos transmitir mediante el signo.

formales), al ser signos lingüísticos, son arbitrarias: las relaciones o vínculos que mantienen sus significantes con sus significados no responden a ningún tipo de criterio prefijado, no existe un nexo natural entre ellos.

„„ El significante, en cambio, es la forma del signo, el conjunto

de sonidos o letras que forman ese signo lingüístico y con cuya proferencia (escrita o hablada) queremos transmitir ese contenido. „„ La relación que mantienen el significado y el significante se

le denomina «relación de significación».

„„ Los dos tipos de lenguajes coinciden en el hecho de es-

tar estructurados por una sintaxis, que nos suministrar un conocimiento de las relaciones que se producen entre los signos de ese lenguaje. „„ Algunas combinaciones de esos símbolos dan lugar a

2.2. La funciones del lenguaje „„ Las principales funciones que el lenguaje nos ofrece son

seis: referencial, conativa, emotiva, metalingüística, fática y poética. Fueron establecidas por Jakobson, quien se basó en el modelo de comunicación de Weaver y Shannon. „„ La función referencial (o denotativa) se ejemplifica en

aquellos casos en los que el emisor utiliza el lenguaje para informar o transmitir una información concreta y verificable al receptor. „„ La función conativa (o apelativa) se utiliza cuando el ha-

blante o emisor persigue, utilizando el lenguaje, provocar que actúe el oyente o receptor. „„ La función emotiva (o expresiva) se produce en aquellos

casos en los que el hablante o emisor quiere, utilizando el lenguaje, expresar sus sentimientos o deseos al oyente o receptor.

„„ La propiedad de ser gramatical se caracteriza por ser sis-

temática. „„ Las estructuras sintácticas determinan: (i) La finitud de sus

expresiones lingüísticas. (ii) La propiedad de la productividad. (iii) Por qué los usuarios de un lenguaje poseemos un conocimiento creativo del mismo.

3.2. Diferencias entre lenguajes naturales y formales „„ Las principales diferencias entres los lenguajes naturales y

o emisor quiere, utilizando el lenguaje, hablar del propio lenguaje.

los lenguajes formales se encuentran relacionadas con los siguientes aspectos: la función que desarrollan, origen y desarrollo, aprendizaje, capacidad expresiva y ambigüedad.

„„ La función fática (o de contacto) se ejemplifica en aquellos

„„ Mientras que los lenguajes formales suelen ser utilizados

„„ La función metalingüística se utiliza cuando el hablante

casos en los que el emisor utiliza el lenguaje para iniciar, interrumpir, continuar, finalizar o comprobar el estado del proceso de comunicación con el receptor. „„ La función poética (o estética) se utiliza cuando el hablante

o emisor pretende, utilizando el lenguaje, llamar la atención sobre la forma de las propias palabras que utiliza y provocar un sentimiento estético en el receptor.

3. Lenguajes naturales y lenguajes formales „„ Un lenguaje natural es una lenguaje que utilizamos los hu-

manos dentro de una comunidad para comunicarnos en nuestra vida cotidiana. „„ Un lenguaje formal, en cambio, es un lenguaje construido

a partir de una teoría y orientado a la modelización de alguna información.

3.1. Similitudes entre lenguajes naturales y formales „„ Las principales similitudes entre los lenguajes naturales y

los lenguajes formales se encuentran relacionadas con los siguientes aspectos: la arbitrariedad de sus signos, su estructura sintáctica, la finitud de sus expresiones lingüísticas y la propiedad de la productividad

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ciertas unidades sintácticas mínimas (unidades sintácticas significativas del lenguaje) con las que los usuarios de ese lenguaje pueden llevar a cabo una acción lingüística (transmitir información, expresar una opinión, dar una orden, etc.).

para la modelización de algún tipo concreto de información, que debe ser expresarda sin ningún tipo de ambigüedad, los lenguajes naturales los utilizamos para comunicarnos dentro de una comunidad en todas las facetas de nuestra vida. „„ Los lenguajes naturales han surgido de forma lenta pero

espontánea, sin el control de una teoría preexistente. Los lenguajes formales, en cambio, se crearon de acuerdo a las reglas gramaticales que los determinan. „„ Los seres humanos utilizamos los lenguajes naturales sin

tener conciencia explícita de la gramática que los explica. Los usuarios de los lenguajes formales, en cambio, tienen que recurrir consciente y explícitamente a las reglas gramaticales que los rigen para utilizarlos correctamente. „„ Los lenguajes naturales son altamente expresivos y ricos en

matices; los lenguajes formales, en cambio, no presentan ese grado de expresividad y se encuentran más restringidos a ese respecto. „„ El lenguaje natural presenta unos altos niveles de ambi-

güedad que dificultan, en algunas situaciones, incluso su uso adecuado. El lenguaje formal, en cambio, ha sido diseñado para solventar esos problemas de ambigüedad y de imprecisión que presenta el lenguaje natural.

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AUTOEVALUACIÓN 1. ¿Cuál de los elementos siguientes no es uno de los cuatro elementos básicos en un episodio comunicativo? …… a. Emisor. …… b. Receptor. …… c. Código. …… d. Señal. 2. ¿Cuál es el sentido técnico de «contexto» dentro de un episodio comunicativo? …… a. Lo que emisor y receptor comparten. …… b. Conjunto de señales que preceden a la señal recién emitida. …… c. Lugar y momento del episodio. …… d. Distorsiones físicas que sufre la señal. 3. Los tres tipos de ruido son: …… a. Sintáctico, semántico y pragmático. …… b. Contextual y no contextual. …… c. Relativos al emidor y relativos al receptor. …… d. Ninguno de los anteriores. 4. La publicidad de Carrefour en nuestro buzón es un episodio: …… a. De tipo I: emisor público, receptor público. …… b. De tipo II: emisor privado, receptor público. …… c. De tipo III: emisor público, receptor privado. …… d. De tipo IV: emisor privado, receptor privado. 5. Una de estas expresiones es correcta: …… a. El significante está compuesto significado (idea) y signo (expresión física). …… b. El significante está compuesto significado (expresión física) y signo (idea). …… c. El signo está compuesto por significado (expresión física) y significante (idea). …… d. El signo está compuesto por significado (idea) y significante (expresión física). 6. ¿Qué par de características opuestas cumple el signo lingüístico? …… a. Linealidad y no linealidad. …… b. Arbitrariedad y necesidad. …… c. Mutabilidad e inmutabilidad. …… d. Ninguna de las anteriores.

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7. Por medio de la función conativa del lenguaje: …… a. Expresamos un sentimiento. …… b. Tratamos de influir en el pensamiento o conducta de otros. …… c. Requerimos información. …… d. Damos nuestro consentimiento. 8. Cuál de estas funciones es la que menos información puede transmitir: …… a. Función conativa …… b. Función emotiva …… c. Función metalingüística …… d. Función fática. 9. Una de las siguientes afirmaciones no cuenta como similitud entre lenguajes naturales y lenguajes formales; es decir, es falsa: …… a. Ambos se aprenden mediante una gramática explícita. …… b. Ambos poseen una sintaxis. …… c. En ambos casos las expresiones son finitas. …… d. En ambos casos se pueden crear infinitas expresiones nuevas y correctas. 10. Una de las siguientes afirmaciones no cuenta como diferencia entre lenguajes naturales y lenguajes formales; es decir, es falsa: …… a. Los lenguajes naturales se crean siempre dentro de una comunidad, los formales pueden ser obra de un sólo individuo. …… b. Los lenguajes naturales son ambiguos, no así los formales. …… c. La relación entre signos y cosas es arbitraria en los lenguajes formales, pero es natural en los lenguajes naturales. …… d. Los lenguajes naturales se pueden utilizar para cualquier función lingüística, mientras que los lenguajes formales tienen muy limitadas sus funciones.

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