Tema 1. Lenguaje y comunicación
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TEMA 1: LENGUAJE Y COMUNICACIÓN. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA 1. 2. 3. 4. 5. 6.
INTRODUCCIÓN LENGUAJE Y COMUNICACIÓN SEMIÓTICA Y SEMIOLOGÍA COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA CONCLUSIÓN BIBLIOGRAFÍA
1. INTRODUCCIÓN A lo largo de la historia son varias las definiciones que se han dado acerca del lenguaje y también son numerosos los rasgos citados para caracterizarlo. Sin embargo, el hecho de servir como instrumento de comunicación y vehículo del pensamiento es, sin duda, uno de los rasgos más significativos de esa facultad humana. Por otro lado, la comunicación es un proceso de intercambio de información. En la comunicación humana, en la que dos o más seres comparten informaciones, pensamientos, sentimientos, etc., el lenguaje juega un papel fundamental como principal vía de comunicación. En consecuencia, lenguaje y comunicación mantienen una estrecha relación y están ligados. Prueba de ello es el interés que ha despertado el estudio de la comunicación en el ámbito de la Lingüística y, al mismo tiempo, el estudio del lenguaje como medio de comunicación humano desde otras disciplinas más amplias, como la semiótica.
2. LENGUAJE Y COMUNICACIÓN LENGUAJE y COMUNICACIÓN son términos polisémicos empleados por muy diversas ciencias y que adolecen intrísecamente de cierta indeterminación. No en vano, la mayor parte de las definiciones satisfactorias de “lenguaje” aluden de manera explícita y directa a la comunicación. Tal es el caso de la definición que LÁZARO CARRETER nos da en su Diccionario de términos filológicos (1953), se refiere al lenguaje como la “facultad que el hombre posee de poder comunicar sus pensamientos”.
Todo ello nos lleva a reflexionar
sobre el significado del término “comunicación”; el Diccionario de la lengua española de la Real Academia (2001) define la comunicación como la “transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor”. Vemos, por tanto, que no existe lenguaje sin comunicación ni comunicación sin lenguaje; de hecho, lenguaje es cualquier sistema que sirve al hombre para el ejercicio de la facultad de comunicación. Recordemos que existe una multitud de lenguajes posibles: auditivo, visual, táctil, etc. El lenguaje auditivo, correlativo con la facultad de hablar (por lo que se llama también lenguaje hablado o articulado), es el que constituye el objeto de estudio de la Lingüística. Para SAUSSURE (1916, Curso de Lingüística General) el lenguaje es la suma de la lengua y del habla; precisamente, de esa suma se deriva el carácter multiforme y heteróclito del lenguaje. Pertenece a la vez al dominio individual y al social así como al dominio físico y psíquico. Ahora bien, no creamos que el lenguaje y, consecuentemente, la facultad de comunicarse es algo exclusivo de la especie humana. Los avances en etología de la comunicación indican que la capacidad comunicativa es una rasgo común a
todo
el
mundo
animal.
Por
ello,
autores
como
SIMONE
(1993,
Fundamentos de lingüística) han ampliado la definición de lenguaje hasta englobar los sistemas de comunicación que los animales emplean entre sí por muy elementales y sencillos que estos sean.
3. SEMIÓTICA Y SEMIOLOGÍA Semiótica y Semiología consideran el lenguaje natural humano como el sistema de signos más rico y perfecto. Las teorías en torno a la naturaleza del signo lingüístico nos remontan a los orígenes de la reflexión lingüística occidental. Aristóteles dio un gran paso con respecto a Platón al considerar el signo la asociación de una articulación fónica y una representación mental obtenida a partir de los objetos del mundo exterior. De modo que el signo se consideraba una convención totalmente arbitraria. Sin duda, el signo debe percibirse sensorialmente para poder intervenir en los procesos cognoscitivo y
comunicativo representando o sustituyendo a otro objeto o realidad. La historia de la Lingüística hubo de esperar hasta 1916 para ver formulada la teoría del signo lingüístico de forma científica. El encargado fue SAUSSURE en su Curso de Lingüística General. Para el padre de la Lingüística moderna el signo está constituido por dos entidades de carácter psíquico que siempre están unidas y se requieren recíprocamente: Un concepto: SIGNIFICADO Y una imagen acústica: SIGNIFICANTE. El signo lingüístico de SAUSSURE es sincrónicamente arbitrario e inmutable ya que responde a una convención social, a una necesidad comunicativa. Su estructura es lineal ya que nunca dos unidades podrán estar juntas a la vez en el mismo punto y además el orden en el que se suceden es funcional. HJELMSLEV elevará al análisis textual la distinción saussureana entre significante y significado, pasando a diferenciar entre el plano de la expresión y el plano del contenido, insistiendo, eso sí, en la relación de interdependencia. Existen otras concepciones triangulares del signo lingüístico que nos remontan a los estoicos: lo significado, lo que significa y el objeto. BALDINGER
adaptó
esta
concepción
a
la
terminología
saussureana
diferenciando entre: SIGNIFICADO: objeto mental. SIGNIFICANTE: imagen acústica. REALIDAD O COSA. Para seguir ahondando en el universo del lenguaje, muchos lingüistas se han detenido a reflexionar sobre las distintas funciones que éste cumple. La teoría sobre las funciones del lenguaje que más alcance ha tenido ha sido la formulada por JAKOBSON a partir de los diversos factores que intervienen en el hecho comunicativo. Así, la función referencial se relaciona con el contexto; la función emotiva o empresiva con el emisor y la función
conativa o apelativa con el receptor. Por su parte, la función fática o de contacto está orientada al canal mientras que la función metalingúistica lo está hacia el código. Por último, la función poética del lenguaje centrada en el mensaje, aunque es específica de los textos literarios también se da en la lengua estándar y cotidiana.
4. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA Comúnmente, se entiende por competencia lingüística el hecho de saber una lengua, es decir, poseer un conjunto más o menos explícito de conocimientos acerca del valor significativo de los signos que componen una lengua y de sus reglas de combinación para formar mensajes. La teoría lingüística del Generativismo enarbolada por CHOMSKY parte de una tesis innatista según la cual los seres humanos poseemos una capacidad de lenguaje que representa un rasgo constituyente, diferencial y privativo de nuestra especie. Uno de los principios de esta teoría es la existencia de una gramática universal basada en la posesión de tal facultad innata y que se opone a la gramática aprendida de cada lengua particular. Todos estos principios dieron pie a la distinción entre competencia lingüística y actuación. Ambos términos quedaron formulados por CHOMSKY en 1965 en la obra Aspectos de la teoría de la sintaxis. Se entendía la competencia lingüística del hablante - oyente como la capacidad que el individuo posee para generar oraciones concretas mediante el empleo de mecanismos gramaticales. Por su parte, la actuación se define como la aplicación puntual de esa competencia lingüística en la producción de un hecho lingüístico concreto. Para Chomsky los hablantes de una lengua conocen implícitamente su gramática, es decir, son poseedores de una competencia lingüística y ponen en práctica sus conocimientos en sus actuaciones lingüísticas. La competencia lingüística en su vertiente de conocimiento debe abarcar varios niveles o componentes: El componente fonológico: comprende las reglas en este nivel de combinación
fonemática,
así
como
de
pronunciación
de
las
representaciones lingüísticas. El componente sintáctico: conformado por las reglas que gobiernan la combinación de morfemas y palabras en unidades significativas como las oraciones y los discursos y que, por tanto, determinan la estructura de los enunciados verbales. El componente semántico: constituido por las reglas mediante las cuales se asigna significado a cada enunciado verbal y se establecen relaciones semánticas. El componente léxico: en él están representadas las propiedades lingüísticamente relevantes de las palabras. El componente morfológico: se basa en las reglas que rigen la formación de palabras, a partir de las unidades morfológicas. Dentro de un paradigma lingüístico formal, es decir, de aquellas tendencias cuyo propósito fundamental es la descripción del sistema de unidades lingüísticas que conforman la lengua o código como producto (tanto el estructuralismo como la gramática generativa entrarían en él), el concepto de competencia lingüística se limita prácticamente al conocimiento de unos signos y de unas reglas de combinación entre ellas. Se ofrece así una visión de la lengua autónoma y aparentemente fragmentada en niveles –fónico, sintáctico, léxico- que no resulta suficiente para explicar por qué dos personas se entienden cuando usan la lengua para comunicarse. En primer lugar, porque una observación del uso real de la lengua por los diferentes hablantes en diferentes situaciones comunicativas hace insostenible el mito de la lengua unitaria (hay diferencias geográficas, sociales, comunicativas e incluso puramente individuales); en segundo lugar, porque, un uso real de la lengua requiere un conocimiento de estrategias comunicativas de carácter pragmático y discursivo que van mucho más allá de lo que el concepto de competencia lingüística abarca. De ahí que en las últimas décadas las tendencias más innovadoras hayan acuñado el concepto de 'competencia comunicativa', mucho más amplio que el de 'competencia lingüística'.
La competencia comunicativa es la capacidad de una persona para comportarse de manera eficaz y adecuada en una determinada comunidad de habla; ello implica respetar un conjunto de reglas que incluye tanto las de la gramática y los otros niveles de la descripción lingüística (léxico, fonética, semántica) como las reglas de uso de la lengua, relacionadas con el contexto sociohistórico y cultural en el que tiene lugar la comunicación. En palabras de DELL HYMES, la competencia comunicativa se relaciona con saber «cuándo hablar, cuándo no, y de qué hablar, con quién, cuándo, dónde, en qué forma»; es decir, se trata de la capacidad de formar enunciados que no sólo sean gramaticalmente correctos sino también socialmente apropiados. Es este autor quien formula la primera definición del concepto, en los años 70 del siglo XX, en sus estudios de sociolingüística y de etnografía de la comunicación en EEUU. En un conocido artículo (1971. «Acerca de la competencia comunicativa») cuestiona el concepto de competencia lingüística desarrollado por la gramática generativa, por cuanto en él se hace abstracción de los rasgos socioculturales de la situación de uso. Con el propósito de desarrollar una teoría adecuada del uso de la lengua, y de integrar la teoría lingüística y una teoría de la comunicación y la cultura, propone cuatro criterios para describir las formas de comunicación, cuya aplicación a una determinada expresión ha de permitir establecer si esta:
es formalmente posible (y en qué medida lo es); es decir, si se ha emitido siguiendo unas determinadas reglas, relacionadas tanto con la gramática de la lengua como con la cultura de la comunidad de habla;
es factible (y en qué medida lo es) en virtud de los medios de actuación disponibles; es decir, si las condiciones normales de una persona (en cuanto a memoria, percepción, etc.) permiten emitirla, recibirla y procesarla satisfactoriamente;
es apropiada (y en qué medida lo es) en relación con la situación en la que se utiliza; es decir, si se adecua a las variables que pueden darse en las distintas situaciones de comunicación;
se da en la realidad (y en qué medida se da); es decir, si una expresión
que resulta posible formalmente, factible y apropiada, es efectivamente usada por los miembros de la comunidad de habla; en efecto, según HYMES, «puede que algo resulte posible, factible, apropiado y que no llegue a ocurrir». La competencia comunicativa es, por tanto, la capacidad de una persona para comportarse de manera eficaz y adecuada en una determinada comunidad lingüística. La competencia en el manejo del lenguaje incluye dos elementos: la competencia lingüística y la competencia pragmática. Ello implica respetar el conjunto de reglas gramaticales y de los otros niveles de la descripción lingüística (léxico, fonética, semántica); pero también, conocer y respetar las reglas de uso de la lengua relacionadas con el contexto sociohistórico y cultural en el que tiene lugar la comunicación. En la enseñanza de segundas lenguas, el concepto de competencia comunicativa ha tenido una influencia muy amplia y profunda, tanto en lo que atañe a la fijación de objetivos de los programas como a las prácticas de enseñanza en el aula. La enseñanza de la primera lengua ha experimentado igualmente el influjo de los estudios sobre la competencia comunicativa A nivel académico y siguiendo el currículo oficial de las Islas Baleares, es imprescindible desarrollar en el alumno una serie de capacidades que fomenten su competencia comunicativa general. Al finalizar la Educación Secundaria Obligatoria el alumno debe comprender, producir e interpretar discursos orales y escritos con coherencia, cohesión y corrección; sabiendo aplicar técnicas de análisis y de síntesis y reconocer las diferentes finalidades y situaciones comunicativas en las que se manifiestan los discursos. (ccbb: COMPETENCIA LINGÜÍSTICA)
5. CONCLUSIÓN La comunicación es un proceso en el que intervienen muchos elementos que se manifiestan sin que seamos conscientes de ello, la mayoría de las veces. No
solo las palabras juegan un papel en la comunicación, sino que todo nuestro ser se involucra en ella. Por otra parte, hemos tratado la importancia del lenguaje para poder establecer un proceso comunicativo. El lenguaje juega un papel muy importante en el desarrollo de la comunicación, quizá, hasta el más necesario. Sabemos que los seres humanos hacen uso de aquellos signos para manifestar sus ideas. Por lo tanto, si una persona emite algún mensaje, es necesario que la persona hacia quien va dirigido el mensaje tenga el mismo sistema de símbolos almacenados en su cerebro.
6. BIBLIOGRAFÍA
Consejo de Europa (2001). Marco común europeo de referencia para las lengua: aprendizaje, enseñanza, evaluación. Madrid: Instituto CervantesMinisterio de Educación Cultura y Deporte, Anaya, 2002.
LOMAS, OSORO y TUSÓN (1993). El enfoque comunicativo de la enseñanza de la lengua. Barcelona: Paidós.
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