Tarea No.8 Ser Humano
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TAREAS...
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(UAPA)
Asignatura SER HUMANO Y SU DESARROLLO SOSTENIBLE
Tema Tarea 8
Participantes
Matricula
POALA SIMON CASTILLO
2018-02421
Facilitador/a PEDRO A. MARTINEZ CALCAÑO
Nagua, Provincia María Trinidad Sánchez. República Dominicana
Uno de los grandes problemas a los que se llevan enfrentando nuestros ecosistemas, bien sean los autóctonos como los ecosistemas de otras partes del planeta, es el aumento del consumismo y la búsqueda de la exclusividad a través de lo que poseemos. Dicha dinámica social se ha reflejado en la tenencia de mascotas a través de la búsqueda de especies cada vez más exóticas, muchas veces provocada por un falso sentimiento de “amor” que nos lleva a querer poseer aquello que nos gusta sin pensar en las consecuencias que puede suponer arrancarlos de su hábitat o introducirlo en el nuestro. Si bien no voy a condenar la tenencia responsable de algunas especies exóticas domesticadas, como pueden ser muchas variedades de peces que podemos encontrar en acuarios, sí es necesario plantearnos muy seriamente las necesidades de
estos animales antes de incorporarlos a nuestro hogar. No obstante, en otras especies desaconsejo totalmente su tenencia ya que por sus dimensiones o etología sería imposible tenerlas adecuadamente, o bien porque su introducción en un sistema ajeno al suyo puede suponer un enorme riesgo para el ecosistema. Si bien el problema se ha exacerbado mucho en tiempos modernos, dado el volumen de especies exóticas con las que se comercia actualmente, la tenencia de animales curiosos viene desde tiempos inmemoriales. Uno de dichos ejemplos nos lo encontramos en el león de Ramses II, el cual lo acompañó en numerosas batallas y al cual puede verse en los relieves, cargando contra el enemigo junto a su amo. En numerosas tumbas egípcias se han encontrado leones momificados, junto a perros, gatos, monos y otros animales, lo cual sugiere que dichos animales eran más habituales como mascota de lo que nos pueda parecer. Otro monarca que tuvo un león, en este caso una leona, de mascota fue el rey Luis XI, que además de este animal tenía un enorme repertorio de especies, entre pájaros, perros y otros animales. Otro ejemplo histórico lo encontramos en el elefante Abdul-Abbas, animal obsequiado en el año 798 a Carlomagno por parte del Califa de Bagdad. Otro notorio elefante, en este caso africano, fue la mascota que Luis XIV tuvo, obtenido como regalo por parte del rey de Portugal en el año 1668. Dicho animal residió en el zoo del palacio de Versalles hasta su muerte.
En tiempos recientes ha salido una noticia respecto a Julio César y su jirafa de mascota, animal que aparentemente lo acompañó en varias batallas. Lorenzo de Médici fue otra de las figuras históricas a las que le gustó codearse con semejante animal. Lamentablemente la jirafa murió al golpearse con las vigas de los establos, lo cual hizo que se fracturase el cuello. Varias figuras históricas tuvieron osos como mascotas. Entre ellos nos encontramos a gente como Thomas Jefferson, Iván el Terrible y Ptolomeo II de Egipto. Una figura notoria por su gran amor hacia los animales fue la emperatriz Josefina, quién además de perros tenía toda una fauna de especies tales como un orangután, cebras, avestruces, canguros y un sin fin de animales que parecía coleccionar con avidez. Siendo estos tan sólo algunos ejemplos, podemos comprender que el exotismo y el mal llamado “amor” por los animales no es una cosa del siglo XXI, pero mientras que a lo largo de la historia nos encontramos con estos ejemplos anecdóticos, hoy el problema se ha convertido en una situación que reviste de mucha gravedad.
La inversión en energías limpias debe ir acompañada de eficiencia y ahorro energéticos. Las soluciones innovadoras pueden cambiar de forma
esencial
el
modo
en
que
producimos,
almacenamos,
transportamos y usamos la energía. La transición de los combustibles fósiles a la energía renovable y limpia podría afectar, a corto plazo, a las
comunidades que dependen de aquellos. Con políticas orientadas a objetivos concretos e inversiones en nuevas capacidades profesionales, la energía limpia puede ofrecer oportunidades económicas nuevas. La energía, en la forma en la que se extrae, necesita casi siempre transformarse en un combustible apropiado para el uso previsto. Por ejemplo, la energía eólica o la solar han de convertirse en electricidad antes de poder utilizarse. De igual modo, el crudo extraído del suelo se transforma en gasolina y diésel, queroseno, combustible de aviación, gas licuado de petróleo, electricidad, etc., antes de poder usarlo en aviones, coches y hogares. Parte de esta energía potencial inicial se pierde en el proceso de transformación. Incluso en el caso del petróleo crudo, que tiene una densidad energética más alta ([1]) que la de la mayoría de los combustibles convencionales, solo se transforma en electricidad en torno a un 20 % de este potencial.
Las centrales eléctricas suelen usar el calor obtenido de la quema de un combustible primario, como el carbón, para producir electricidad. Los aspectos básicos de este proceso son muy similares a los de los motores de vapor rudimentarios. El agua se hierve para generar vapor, y se expande a medida que pasa al estado gaseoso, que a su vez hace girar las turbinas. Este movimiento mecánico (energía mecánica) se recoge en forma de electricidad. No obstante, una parte nada
desdeñable del combustible aportado se pierde en forma de calor residual durante la transformación. Al igual que sucede con los ordenadores portátiles, los coches o muchos otros dispositivos electrónicos, las centrales eléctricas generan calor mientras están en funcionamiento, por lo que disponen de sistemas de refrigeración para evitar el riesgo de calentamiento excesivo. Las centrales eléctricas y las refinerías de petróleo necesitan energía para los procesos de transformación, así como para su actividad diaria. Y, como cabe esperar, los sistemas de refrigeración (por ejemplo, el ventilador de los ordenadores) también necesitan energía para su funcionamiento. En las centrales eléctricas, los sistemas de refrigeración pueden asimismo liberar calor a la atmósfera, casi siempre en forma de agua y aire más calientes. Este tipo de ineficiencia –pérdida de energía o calor residual– no solo se produce al transformarse la energía de una forma a otra. Todos los días, cuando calentamos nuestros hogares, conducimos nuestros coches o cocinamos nuestros alimentos, de hecho cada vez que utilizamos energía, se pierde parte de la misma. Por ejemplo, un vehículo que funciona con combustible fósil usa en torno al 20 % de este para mover el vehículo, pero cerca del 60 % se pierde en forma de calor que desprende el motor. Los edificios representan el 40 % del consumo total de la energía en la UE y cerca del 75 % de ellos no son eficientes desde el punto de vista energético ([2]). La ineficiencia energética significa que desperdiciamos una cantidad no desdeñable de nuestros recursos, incluido el dinero, al tiempo que contaminamos el medio ambiente más de lo necesario. ¿Cómo se puede evitar esta pérdida?
¿Cómo podemos aumentar la eficiencia energética? ¿Podemos obtener más de la misma cantidad de energía? La tecnología y las políticas pueden ayudar a reducir al mínimo algunas de las pérdidas de energía. Por ejemplo, una bombilla eficiente energéticamente utiliza en torno a un 25 %-80 % menos energía que las
bombillas
incandescentes
tradicionales
y
puede
durar
potencialmente de 3 a 25 veces más. Algunas centrales eléctricas captan (por medio de un proceso denominado «cogeneración» o «combinación de calor y electricidad») el calor que se perdería con otros métodos, y lo utilizan para facilitar servicios urbanos de calefacción y refrigeración a las comunidades locales. De igual modo, el reacondicionamiento de edificios antiguos con sistemas de aislamiento modernos puede reducir el consumo y el gasto energéticos.
En algunos casos, el calor que suele perderse podría destinarse a otros usos. Tal vez el calor que desprende el cuerpo humano no sea la primera fuente de energía que nos viene a la mente, pero incluso este calor puede recogerse y convertirse en energía utilizable. En Estocolmo, cerca de 250 000 pasajeros pasan apresuradamente por la estación central de ferrocarril todos los días. El exceso de calor generado se captura, en lugar de dejar que se pierda por medio de la ventilación, se utiliza para calentar agua, que después sirve para el sistema de calefacción de un edificio de oficinas situado enfrente, lo que reduce la factura de la energía durante los fríos inviernos suecos.
Este tipo de enfoques innovadores serán también esenciales para permitir el almacenamiento y el transporte de energía limpia en la escala necesaria. Los combustibles fósiles son relativamente fáciles de almacenar y transportar. Una vez extraído, el combustible puede utilizarse en cualquier momento. Puede transportarse por las redes existentes y es accesible a través de una infraestructura amplia y bien establecida. Esto no siempre ocurre con las energías renovables, pero puede suceder por medio de la innovación. Capturar energía solar durante los meses de verano y almacenarla en forma de agua caliente en depósitos subterráneos para su utilización en los meses de invierno podría ser una fuente de calor suficiente para comunidades enteras. Además, con unas baterías más eficientes que pudieran almacenar más energía y una infraestructura amplia de recarga, el transporte de larga distancia por carretera podría, en teoría, ser completamente eléctrico. Algunas soluciones de transporte eléctrico pueden asimismo ir más allá de las baterías con capacidades elevadas de almacenamiento de energía. En algunas rutas del transporte público de las ciudades de Graz, en Austria, y Sofía, en Bulgaria, se están probando ya los autobuses eléctricos, con baterías más ligeras que se cargan con mayor rapidez. Después de realizar una carga durante 30 segundos mientras los pasajeros suben y bajan del autobús, el vehículo puede continuar otros cinco kilómetros hasta la siguiente parada equipada con un punto de carga.
Para que funcionen las máquinas y calentar nuestros hogares necesitamos abundante energía, pero no necesariamente de los combustibles fósiles. ¿Podríamos obtener más energía del sol? Los paneles solares contienen células fotovoltaicas que transforman parte de la radiación solar en electricidad. En los últimos años, los avances tecnológicos han permitido que estas células capturen una proporción mayor de energía solar en estado bruto a un coste inferior. Cuanto mayor es la superficie del panel, más electricidad se produce. La proliferación de paneles solares puede suscitar preocupación relativa a la contaminación visual en las comunidades locales o evitar que el suelo se utilice para otros fines. ¿Qué sucedería si estos paneles se convirtieran en una parte invisible de nuestra vida diaria? Un proyecto financiado por los programas de investigación de la UE explora
exactamente
esta
cuestión.
El
proyecto
de
investigación Fluidglass tiene el propósito de convertir las ventanas en paneles de energía solar. Se trata de insertar una fina capa de agua enriquecida con nanopartículas entre las capas de vidrio. Las nanopartículas captarían la energía solar y la convertirían en electricidad, que podría utilizarse en el edificio en cuestión; también filtrarían la luz, lo que mantendría la temperatura ambiente en un nivel agradable en días calurosos. De acuerdo con el equipo del proyecto, el ahorro energético potencial podría ascender al 50 %-70 % en edificios renovados, y al 30 % en construcciones nuevas ya diseñadas para consumir menos energía.
Este proyecto de investigación es solo una de las múltiples iniciativas emprendidas en toda Europa que ofrecen soluciones y mejoras en los ámbitos de energías renovables, eficiencia energética y ahorro de energía. En general, el potencial de tales innovaciones es enorme en relación con el crecimiento económico y la energía limpia ilimitada. El siguiente paso es facilitar su adopción. Las autoridades públicas, los inversores, los consumidores y otros agentes activos en sectores clave (p. ej., el sector de la construcción) deberán desempeñar papeles importantes en su adopción a gran escala. El Banco Europeo de Inversiones es uno de los agentes que facilita la tan necesaria financiación. Una de las fuentes de energía natural y limpia desaprovechada es la energía de las olas del mar. Es posible afirmar que este tipo de energía puede cubrir hasta el 10 % de las necesidades energéticas mundiales. Una empresa finlandesa ha desarrollado paneles subacuáticos para transformar las olas del mar en electricidad. Un panel instalado frente a la costa de Portugal puede cubrir las necesidades eléctricas de 440 hogares. Además de respaldar muchas soluciones en otros nichos de mercado, el Banco Europeo de Inversiones
ha concedido
créditos para
generalizada de esta tecnología.
apoyar
la
adopción
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