Taller - Como Descubrir Mi Llamado Al Servicio

January 29, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Preparado por: Rubén Darío Tello Márquez https://www.pampanos.wordpress.com   https://www.pampanos.wordpress.com

TALLER: Como descubrir mi llamado al servicio

Objetivos del taller:

1.  Que los participantes comprendan los 3 llamados de Dios al hombre  

2. Que los participantes vean en los ejemplos de Mateo y Pedro como Dios llama al hombre a salvación, a santificación y a su servicio 3.  Que los participantes se comprometan con Dios a la obra de la santificación personal 4.  Que los participantes se comprometan con Dios a usar y desarrollar sus dones espirituales para la edificación de la iglesia y el engrandecimiento de su reino 5.  Que los participantes se comprometan con Dios a desarrollar su liderazgo en la iglesia y en la sociedad donde se desarrollan.

1.  1.  Introducción a.  Actualmente hay una gran necesidad de obreros preparados y dispuestos para servir en la Iglesia de Dios y para cumplir la Gran Comisión: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen  pastor. Entonces Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad verdad la mies es mucha, más los obreros obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, m ies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:35-38)

 b.  Asimismo hay una gran necesidad de obreros que entiendan el concepto de liderazgo bíblico, que es el liderazgo de servicio conforme al modelo de nuestro Señor Jesucristo: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Más entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del



 

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Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:25-28)

c.  El liderazgo cristiano no podrá alcanzar su potencial completo ni podrá servir de una manera agradable a Dios a menos que esté basado en las Sagradas Escrituras, inmerso en ellas y las use para todo su ministerio al Señor: “ Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en  justicia, a fin de que el el hombre de Dios sea perfecto, perfecto, enteramente enteramente preparado para toda toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). Ver también 2 Timoteo 2:15,

1 Timoteo 4:16

d.  El líder cristiano debe entender que su labor es eminentemente espiritual; por lo tanto se debe realizar en el poder del Espíritu de Dios, en oración, en meditación de la Palabra, en plena comunión con Dios y en santidad; porque Dios no usa a quienes tienen las manos sucias por el pecado: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros  para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. Huye también de las pasiones  juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:19-22). Ver también

Colosenses 1: 28-29

e.  En conclusión, un liderazgo lleno de la Palabra de Dios, lleno del Espíritu Santo, que tiene un corazón de siervo y que tiene pasión evangelistica por las almas y por la edificación de la Iglesia será un liderazgo usado por Dios para la gloria de su nombre. f.  Para esto, tenemos que entender que Dios nos llama a: salvación, santificación y a su servicio. No hacemos lo que hacemos porque nosotros lo ideamos sino porque Dios nos llamó y debemos responder a ese llamado sagrado.



 

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2.  2.  Dios nos llama a la salvación Es fundamental entender este primer punto porque nadie puede hablar de la luz cuando aún vive en oscuridad. No podemos servir al Señor si primero no hemos sido salvados por el Señor. El esclavo del pecado no puede anunciar ni ofrecer libertad porque aún vive en cadenas. Así también, el creyente debe comprender de qué ha sido salvado, las maravillosas bendiciones que en Cristo ahora tiene y su posición como nueva criatura en  Jesucristo. Un líder cristiano que aun lucha con su mente, con una auto estima baja, b aja, con una mente no bíblica y que aún tiene sentimientos de culpa, vergüenza vergüenza y condenación no va a ser de provecho, sino más bien de tropiezo a la obra de Dios. Consideremos entonces que el llamado de Dios a la salvación: a.  Le da toda la gloria a Dios y cumple su propósito eterno al salvar hombres y mujeres muertos en sus delitos y pecados (Efesios 2:1), destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23), condenados al infierno por causa de su naturaleza pecadora (Romanos 6:23ª)  b.  Nos libra de condenación y nos da vida eterna, dado que Cristo pagó en la cruz la condena del pecado por nosotros, hecho por Dios maldición y bebiendo la ira de Dios por cada ser humano (Gálatas 3:13), siendo el sacrificio perfecto, único y suficiente por el pecado (Hebreos 10:12-14), y el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). c.  Por su gracia por medio de la fe en el Señor Jesucristo. Somos salvos por la gracia de Dios, no por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2: 8-9), por medio de la fe en la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo en la cruz del calvario. Aquellos que ponen su fe en Cristo, son justificados (Romanos 5:1), adoptados hijos de Dios (Juan 1:12; Romanos 8:16; 1 Juan 3:1-10) y hechos nuevas criaturas (2 Corintios 5:17). ¡Esto tiene que cambiar nuestra manera de ver la vida!



 

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d.  El ejemplo de Mateo (Mateo 9:9; Marcos 2:14; Lucas 5:27-32). El caso de Mateo es un ejemplo maravilloso de Cristo llamando a un hombre a la salvación, a la santificación y a su servicio: “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió” (Mateo 9:9) 

“Después volvió a salir al mar; y toda la gente venía a él, y les enseñaba. Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió” (Marcos 2:13-14)

“Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió. Y Leví le hizo  gran banquete en su casa; y había mucha compañía compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a  justos, sino a pecadores pecadores al arrepentimiento arrepentimiento” (Lucas 5:27-32)

Mateo, también conocido por su nombre hebreo Leví, hermano de Jacobo, hijos de Alfeo, era un cobrador de impuestos y odiado por su pueblo. Este recibe el llamado del Maestro, impactándole de tal manera que deja todo lo que era de su vida pasada y se levanta a seguirle. En los tiempos del Nu Nuevo evo Testamento los cobradores de impuestos eran clasificados junto con las prostitutas, los gentiles y los pecadores, así que q ue un rabino como Jesús llamándolo a ser su discípulo era algo impensable para el mundo judío. Sin embargo, Mateo responde inmediatamente y una de las primeras cosas que hace es una fiesta en su casa para que sus amigos, publicanos como el, puedan conocer a Jesús también. A partir de allí Mateo empezó a caminar detrás de Jesús como su discípulo y eventualmente vendría a ser uno de sus apóstoles, sirviendo a su Señor como columna de la iglesia hasta su muerte.



 

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3.  3.  Dios nos llama a la santificación Lo segundo que tenemos que considerar es que Dios también nos llama a la santificación, a ser santos como Él es santo (Levítico 20:7; 1 Pedro 1:16). Este proceso, que empieza en nuestro nuevo nacimiento y terminará el día que vayamos a la presencia del Señor, involucra la renovación de nuestra mente, nuestro crecimiento en madurez espiritual y en santidad a la semejanza de la estatura de nuestro Señor Jesucristo. Este E ste proceso y nuestro progreso en el determinarán nuestra eficiencia y eficacia en el ministerio de la obra del Señor. Consideremos entonces que el llamado de Dios a la santificación: a.  Cumple con el Gran Mandamiento: amar a Dios y a nuestro prójimo. Necesitamos crecer en santidad y madurez espiritual para cumplir el mandamiento de amar a Dios y a nuestro prójimo como el Señor nos manda: “Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu  prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”

(Mateo 22:35-40). Este es llamado por Jesús como el “ gran mandamiento” de la Ley, el más importante y lograr esto es resumir todo el espíritu de la Ley del Señor. Esto es más importante que las actividades eclesiásticas y sin el amor a Dios y a las personas el ministerio jamás podrá ser agradable a Dios y aceptable a los hombres.  b.  Nos conforma a la imagen del Señor Jesucristo. El objetivo de la santificación y el crecimiento espiritual no es la acumulación de conocimientos, sino la conformación de nuestro pensamiento y carácter a semejanza del Señor Jesucristo. Este es el propósito de Dios para sus hijos redimidos: “Y sabemos que a los que aman a man a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos



 

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conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó ”

(Romanos 8:28-30). Por esto el apóstol

Pablo exhortaba a los creyentes a imitarle, porque él era un imitador de Jesucristo: “Sed imitadores de mí,  así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1); no solo en nuestra manera de ser, sino también en nuestra actitud mental: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma f orma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8)

c.  La meta es la madurez espiritual y la renovación de nuestra mente. Mientras vamos conformándonos a la imagen de nuestro Señor Jesucristo lo expresamos en madurez espiritual así como en la renovación de nuestra mente y en una vida de santidad creciente. La madurez espiritual requiere un reordenamiento radical de nuestras prioridades, cambiando de complacernos a nosotros mismos para agradar a Dios y aprender a obedecerle. La clave de la madurez es la coherencia y la perseverancia en hacer aquellas cosas que sabemos que nos acercan a Dios. Estas prácticas son conocidas como las disciplinas espirituales: lectura de la Palabra, oración, servicio, alabanza, meditación, etc. Algunos textos que nos hablan de esto son: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la l a carne” (Gálatas 5:16) 

“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para  ganar a Cristo, y ser hallado en él, él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley ley,, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo



 

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haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:8-14)

“vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la  paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:5-8)

d.  El ejemplo de Pedro (Lucas 5:1-11). Vamos a considerar el ejemplo del llamamiento de Jesús a Simón Pedro con el objetivo de ver como Dios trató con este hombre a través de un milagro de provisión, donde le enseñó a Pedro a confiar en Dios y obedecerle aunque las ordenes no parecieran lógicas a sus ojos: “ Aconteció que estando Jesús Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los  pescadores, habiendo habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. redes. Y entrando entrando en una de de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, Ma estro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él, y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de



 

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Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron” (Lucas 5:1-11)

Pedro y sus amigos reciben un milagro maravilloso de provisión de parte de Dios, pero sobretodo Simón recibe una visión honesta y sincera de sí mismo: él se ve como un pecador que no merece estar delante de Dios; pero no corre, se postra ante El, rindiéndose y esperando solo en su gracia y misericordia. Para un judío postrarse era algo muy serio y sagrado, y solía indicar adoración o rendición. En En el caso de Pedro, él se estaba rindiendo a Jesús, rindiéndose a sus planes y designios. Ese es el camino de la santificación, de la madurez, cuando dejamos nuestros planes y empezamos a caminar en los planes de Dios para nuestra vida. Si no tenemos esto claro en el liderazgo entonces estaremos sirviendo a Dios en nuestros propios planes, en nuestra carne y no en la voluntad de Dios para nosotros. Servir a Dios en la carne sólo traerá problemas porque no se puede servir al Señor correctamente en inmadurez espiritual, en nuestra carne, con el “ tanque vacío”, sin oración, en depresión, en cansancio, pensando que la obra y el

ministerio es una carga o una rutina.

4.  4.  Dios nos llama a su servicio

El tercer punto a considerar es el llamado de Dios a servirle. Las Sagradas Escrituras nos enseñan que es la voluntad de Dios que sus hijos le sirvan. La adoración y el servicio a Dios están relacionados directamente (Mateo 4:10). Algo que todo creyente tiene que entender que el servicio a Dios tiene que realizarse en el poder del Espíritu Santo, bajo la Palabra de Dios, usando los dones espirituales que Dios nos ha dado, con el fin de cumplir la Gran Comisión y edificar la Iglesia del Señor. Por lo tanto, tenemos que considerar con respecto al llamado que el Señor nos hace a servirle:



 

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a.  Esto cumple con la Gran Comisión: predicar el evangelio a toda criatura. Lo que hacemos en el ministerio tiene que estar relacionado con el cumplimiento de la Gran Comisión (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15; Lucas 24:46-49; Juan 20:21; Hechos 1:8). De lo contrario, no estamos proclamando el evangelio de nuestro Señor  Jesucristo y solo estamos enfocándonos en actividades infructuosas y no nos ponemos en la situación de ser usados por el Señor para la salvación de muchas almas. Dios no nos necesita pero en su sabiduría ha diseñado que el hombre sea instrumento suyo para la predicación del evangelio de salvación a todo hombre: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para jjusticia, usticia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la l a Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ”

(Romanos 10:9-14)  b.  Esto involucra también la edificación de la Iglesia del Señor. El creyente que sirve al Señor no solo debe trabajar por la l a salvación de las almas, sino s ino que también debe esforzarse en la edificación de la Iglesia del Señor. El apóstol Pedro enseñó: “ Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios  glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”

(1 Pedro 4:10-11). Esto lo hacemos posible por medio del uso de

nuestros dones espirituales, los cuales han sido dados al cuerpo de Cristo para su edificación: “ Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia” (1 Corintios 14:12). Así pues, la iglesia

es edificada cuando los miembros usan sus dones espirituales: “ Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en



 

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todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”

(1 Corintios 12:4-7). Así pues, dado que todos los creyentes hemos recibido dones espirituales, tenemos que descubrirlos y desarrollarlos por medio del servicio activo en la iglesia local, esforzándonos en aquello que contribuye a la salvación de las almas y la edificación de la iglesia. c.  La meta es la capacitación de todos los santos para la obra del Señor. La meta de los ministerios y uso de los dones espirituales es la edificación de todos los santos y su capacitación para la obra del ministerio. Una iglesia sana y activa tiene creyentes en diferentes grados de madurez espiritual; pero todos ellos sirviendo al Señor con sus dones espirituales, ganando almas para Cristo y edificando a la iglesia por medio de su servicio activo. Esta dinámica contribuye a la comunión unos con otros, al crecimiento espiritual, a la madurez y así los líderes cristianos no cargan con todo el peso del ministerio, sino que delegan la obra en creyentes capacitados, motivados y apasionados por la obra del Señor. Podemos ver un ejemplo de esto en la naciente iglesia de Antioquia: “ Ahora bien, los que habían sido esparcidos esparcidos a causa de la persecución que que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la l a iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó,  y exhortó a todos a que con propósito propósito de corazón permaneciesen permaneciesen fieles al Señor. Porque eera ra varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor. Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hechos 11:19-26)

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5.  5.  Conclusiones a.  Repetimos, un liderazgo lleno de la Palabra de Dios, lleno del Espíritu Santo, que tiene un corazón de siervo y que tiene pasión pasi ón evangelistica por las almas y por la edificación de la Iglesia será un liderazgo usado por Dios para la gloria de su nombre.  b.  Dios llama al hombre a la salvación. Esto es lo primero que todo creyente debe entender. Para esto, Dios usa a sus hijos como instrumentos para predicar el evangelio y hacer discípulos a todas las naciones. c.  Dios llama al hombre a la santificación. El Señor no usará instrumentos sucios con el pecado, sino que nos llama a vivir una vida de santidad, amor por Dios, renovación de nuestra mente y madurez espiritual, con la cual podremos asemejarnos cada vez más a Cristo y servirle de una manera agradable. d.  Dios llama al hombre al servicio. Cada creyente y todos los creyentes debemos usar nuestros dones espirituales en la iglesia local para la edificación de la misma y para la evangelización del mundo perdido. Esto debe hacerse en el poder de Dios, basados en la Palabra del Señor y con amor por las almas. e.  Dios es glorificado cuando llevamos fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas, cuando crecemos en madurez espiritual, cuando ganamos almas para Cristo, cuando la iglesia crece numéricamente y en santidad; cuando somos testigos eficaces ante este mundo perdido. f.  La Biblia claramente nos enseña que los campos están blancos para la siega, los obreros son pocos pero el Señor de la mies está llamándote en esta oportunidad a ser salvo, santo y siervo. ¿Responderás al llamado de Dios? g.  Oremos al Señor.

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