Susurro de Besos Por Dorianne

July 21, 2017 | Author: melusinkinomoto | Category: Comics, Human Swimming, Love, Hair, Truth
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Susurro de besos por Dorianne Resumen: Marc y Samuel son compañeros de cuarto en la residencia universitaria. Samuel es un chico con muy baja autoestima, tímido, reservado, melancólico y atormentado por la muerte de su madre. Marc en cambio es simpático, alegre, divertido y bromista, desviviéndose por hacer sonreír a su compañero. Sin embargo, ambos guardan un secreto que los atormenta. Son homosexuales y están enamorados el uno del otro sin saberlo. Pero al final, el amor no se puede esconder... Crítica del intruders slashzine Fic de fondo y forma clásicos, pero narrado con el arte que caracteriza a esta autora. Historia situada en una residencia universitaria entre dos chicos a quienes les cuesta reconocer lo que sienten el uno por el otro, con su momentazo angst a tocatejing a medio fic. Desenlace ad-hoc. Muy reconfortante cuando necesitas algo para volver a creer en el amor (qué bonito). Basada en su cómic yaoi del mismo título. Categorías: Originales, Manga/Comic Personajes: Ninguno Géneros: Drama, Humor, Romance, Tragedia Advertencias: Ninguno Desafíos: Ninguno Series: Ninguno Capítulos: 38 Completo: Sí Palabras: 138081 Lecturas: 15670 Publicado: 10/04/08 Actualizado: 24/03/10 Notas de la historia: Bueno, Susurro de Besos fue hace tiempo mi tercera historia original. A partir del pequeño relato, hice un cómic. Con los años decidí rdibujar el cómic, el cual está autoeditado por mí y del que estoy bastante ogullosa. Mucha gente que lo ha comprado y leído, me ha preguntado si habrá continuación. No la habrá porque tengo otros muchos proyectos a dibujar, sin embargo creo que os debo a todos contar la verdadera historia desde el principio, y sobre todo, continuarla aunque sea de forma escrita. Así que a los que leísteis el cómic, os animo a leer su forma escrita, a los que no lo compraron, les animo a leérsela y comprar el cómic XDD para que veais cómo son cuando los pasé al dibujo. Y gracias a todos por darme la oportunidad de compartir mis historia y mis dibujos con vosotros. Dorianne / Laura 1. La primera vez que le vi por Dorianne 2. Cuando dejé de estar solo por Dorianne 3. El principio del curso por Dorianne

4. Quiero cuidarte por Dorianne 5. Los hombres no lloran por Dorianne 6. Seguir sonriéndote por Dorianne 7. Un regalo fallido por Dorianne 8. Todo lo que to soy, todo lo que yo siento por Dorianne 9. Haciendo el amor en secreto por Dorianne 10. El comienzo de un susurro por Dorianne 11. Una competición y una canción por Dorianne 12. No puedo dejarte por Dorianne 13. Celos por Dorianne 14. Un usurro de besos por Dorianne 15. No quiero irme por Dorianne 16. Echarte de menos por Dorianne 17. Volverte a ver... es todo lo que quiero hacer... por Dorianne 18. Época de exámenes por Dorianne 19. De nuevo la música por Dorianne 20. Víctor y Samuel por Dorianne 21. Chantaje por Dorianne 22. De mal en peor por Dorianne 23. Preludio por Dorianne 24. Decepción por Dorianne 25. Dejarte por Dorianne 26. Mi vida sin ti (Samuel) por Dorianne

27. Mi vida sin ti (Marc) por Dorianne 28. Víctor y yo por Dorianne 29. Consecuencias por Dorianne 30. De los errores se aprende por Dorianne 31. París por Dorianne 32. Jugando contigo por Dorianne 33. La ciudad del amor por Dorianne 34. Continuación del capítulo 33 "La ciudad del amor" por Dorianne 35. La hora de la verdad por Dorianne 36. La hora de la verdad 2 por Dorianne 37. La primera vez que le vi por Dorianne 38. Cuando dejé de estar solo por Dorianne La primera vez que le vi por Dorianne Notas del autor: Tu risa parecía un susurro de besos O eso imaginé, o eso quise creer No puedo tenerte, ni siquiera en mi imaginación Así que sólo anhelo verte sonreír todos los días de mi vida Recuerdo en el tiempo que te vi una vez sonreír... Tu risa parecía... un susurro de besos.. Susurro de Besos

"La primera vez que le vi"

De aquella primera época universitaria puedo recordar que era un chico confuso. Mi primer año de universidad lejos de mi familia, de mis amigos, viviendo solo en la residencia universitaria. Estaba allí gracias a una beca deportiva, pues comencé mi carrera en la natación de adolescente y gracias a mis habilidades y rapidez en el agua, pronto recibí toda clase de becas. Pese a ello, y a lo que crea mucha gente de las becas deportivas, yo me tomé muy en serio mis estudios de informática, pues no sabía lo que la natación me depararía. Una lesión, pocas oportunidades, el hacerme adulto. La mayor parte del tiempo la tenía que dedicar al entrenamiento con otros becados. Aun así fui sacando bastante bien las asignaturas de aquel primer curso.

Hice amigos, por supuesto, incluso gané popularidad (especialmente entre las chicas) al ganar varios certámenes de natación, lo cual alargaría mi beca y eso ayudaría a mis padres, que no se hubieran podido permitir enviarme a una universidad de tanto prestigio en varios campos y mucho menos pagarme el alojamiento. Yo solía trabajar los veranos desde los 16 años, aunque mis padres siempre me obligaban a guardarlo para mis gastos, sacarme el carné de conducir o gastarlo en irme de viaje con mis amigos. Toda su vida trabajaron duro para ayudarme a mí y a mi hermano pequeño todo lo que necesitáramos, especialmente se esforzaron en permitirme competir en lo que más me gustaba, nadar. En lo único que yo me sentía especial.

Mi afición era tocar la guitarra española, y sabía componer un poco de forma autodidacta. Cantaba bastante bien, modestia aparte, pese a ello, tan sólo era eso, una simple afición. Eso también gustaba mucho a las chicas.

De mí decían que era muy guapo y atlético, aunque yo no lo pretendiera. Muchas mujeres me iban detrás, yo pasaba de todas. Entonces yo no me daba mucha cuenta de mi confusión. Lo achacaba todo a que era más maduro que otros chicos de mi edad y que mis metas en la vida eran otras más importantes que las de echar un polvo con chicas guapas, o salir seriamente con una. En mi adolescencia nunca tuve relaciones amorosas, más que un beso en la discoteca. Cuando una chica se me insinuaba, no me aprovechaba, no pasaba de un beso y un magreo, aunque a mis amigos les contaba mentiras sobre el tema, para que no me consideraran raro. En el último trimestre del primer año de universidad, conocí a la que sería durante unos meses mi novia. También competía en la natación, así que teníamos algo en común. Supongo que de algún modo comencé a sentirme presionado por mis nuevas amistades allí, porque un chico "tan atractivo", que no saliera con una chica guapa, simpática, deportista y lista que evidentemente se sentía interesada en ti, no era normal. Y yo deseaba ser "normal", como cualquier hombre de mi edad. Al estar con ella me reía, hablábamos de nuestros sueños de ir a unos Juegos Olímpicos o a un mundial, salíamos de fiesta... la primera vez que me acosté con ella, Sabrina (así se llamaba) se sorprendió de que fuera mi primera vez, e intenté que

fuera feliz. El problema es que yo no disfruté del sexo, y lo que realmente me preocupaba desde hacía años, vino a mi mente. ¿Y si yo no era "normal? Porque las mujeres no me excitaban todo lo debido, y aunque tenía una magnífica empatía con ellas, no las veía como algo deseable. Quería a Sabrina, pero no como se merecía que la amaran. Llegó el verano, trabajé para ayudar a mis padres y ahorrar para mis gastos al curso siguiente. Estaba muy contentos de que saliera con Sabrina y deseaban conocerla. Eso me agobió bastante, y apelé a que no podía venir a pasar una semana a casa (y a ella le dije que no tenía sitio en casa para que viniera). No es que no deseara verla, pues éramos muy amigos, y oficialmente mi novia. Temía volver a las clases porque no sabía cómo afrontar mi confusión.

Ese momento llegó, y fue el momento en el que comprendí lo que me sucedía, que la concusión desapareció para dar paso a la dolorosa claridad, a la realidad de mi verdadero ser interior.

Aunque hacía días que había llegado a la residencia, antes del comienzo de las clases, debía aclarar temas de papeleo, pagos y burocracia en la secretaría de la residencia. Hacía calor todavía, y más en aquella zona tan cercana al mar.

Fue la primera vez que le vi, de espaldas, apoyado en la mesa de la administración, rellenando papeleo. Mi vida cambió en ese preciso momento, fui yo de verdad, sentí lo que mi corazón no dejaría de sentir jamás por él... Fue extraño, fue nuevo, fue perturbador, pero también lo aclaró todo.

Mis ojos le vieron, para no dejar de mirarlo con ellos jamás. No era demasiado alto, aunque sí esbelto. La forma de su cuello, de sus hombros, de su estrecha cintura y caderas... El cabello oscuro, ondulado y brillante que le tapaba la cara de forma tímida. Entonces vi sus ojos tras las gafas de pasta. Eran tristes y lánguidos, azules oscuro pero que me parecieron los más hermosos, divinos y maravillosos del mundo. Entonces vi sus labios que no sonreían y deseé hacerlos reír... verlos felices...

Él se fue y yo me quedé petrificado, ni siquiera reparó en mí, en el rubor que coloreaba mis mejillas, en el temblor de mis labios ansiosos... en mis ojos que le adoraron... y no escuchó el latir alocado de mi pobre corazón.

El amor a primera vista siempre me pareció hasta entonces una estupidez, pues yo era de todo menos enamoradizo, hasta ese preciso momento en el que la luz y la claridad me inundaron, hasta el instante en el que me di cuenta de que aquel chico sería el amor de mi vida... el único amor verdadero de toda mi vida...

No sé ni cómo, pero conseguí averiguar con quién compartía habitación, así que ni corto ni perezoso fui a por el tipo consiguiendo cambiarme por él. Me costó mi habitación para mí solo y casi todo el dinero ganado en verano. Lo que fuera para tener cerca al chico desconocido. El tío no hizo preguntas, aunque le expliqué que éramos amigos y que no habíamos conseguido que nos tocara juntos. Creo que me vio tan desesperado y dispuesto a dar lo que fuera, que se aprovechó de mí. Ni me importó, pese a que pasaría muy pobre todo el curso.

Nervioso como nunca en mi vida, ansioso, anhelante... incrédulo incluso de mí mismo, me fui derecho a la nueva habitación. Le debí pedir a todos los dioses del universo, que el chico estuviera en ella, y me escucharon. Al entrar, intenté ser natural. -Hola. Me llamo Marc. ¿Y tú? -alargué la mano para presentarme. Él sonrió tímidamente, pero sonrió. Lo supe de veras, no deseaba nada más que hacerle reír, porque se ponía guapísimo. Alargó su mano hacia mí para presentarse y al tocar la mano calurosa y suave, un escalofrío me recorrió por completo, hasta estallar en mi estómago. -Hola. Yo soy Samuel, encantado. C-creía que mi compañero era otro. -su voz era suave, aunque masculina. Me encantó, imaginé lo que sería escucharla en mi oído y eso me disparó las hormonas. Cada vez tenía más calor. -Ya, el tío me pidió el cambio por no sé qué. -mentí descaradamente. -De todos modos seguro que has ganado con el cambio.- comencé a quitarme la ropa delante de él, un poco nervioso, acalorado. Realmente le tenía allí, era verdad que había hecho una locura. -Veo que tocas la guitarra. -se interesó al verla. -Me gusta componer por hobby, pero mi verdadera pasión es la natación. Tengo una beca. -fui desprendiéndome de las molestas prendas hasta quedarme en boxers. -Yo sé componer, me enseñó mi madre. Pero murió hace casi un año... -L-lo siento...- escuchar ese sufrimiento y ver la expresión melancólica en su rostro, me partió el corazón. Deseé estrecharlo entre mis brazos desnudos y sentir su cuerpo pegado al mío, su piel clara, deslizar mis labios trémulos hasta aquella boca entristecida, besarla para que sonriera... mi entrepierna se excitó de verdad, así que me inventé una excusa para irme a la ducha.

-Voy a la ducha, hace calor. -me cerré por dentro y estuve un rato observando mi abultado pene. Ya había manchado el bóxer por la excitación. Me lo quité muy excitado para comenzar a masturbarme. Enseguida aparté las manos, no debía hacer aquello pensado en él, nada más conocerlo. Pobre Samuel... Samuel... Samuel... su nombre me sonaba a gloria.

Rápidamente me duché con agua fría y estuve bastante rato. Al salir, algo más relajado y consciente de que debía controlar mis emociones, intenté ser amable con Samuel. Él, por aquel entonces, se comportaba de forma tímida, siempre cabizbajo, poco hablador. Supe que me costaría conseguir que se abriera a mí, porque estaba claro que algo oscurecía su interior. Sus sonrisas no eran felices, sonreía porque debía, no porque quisiera.

Aquella primera noche compartiendo mi vida con él, a penas si dormí. Yo tenía novia, una carrera como nadador por delante, no debía decepcionar a mis padres... y sin embargo al escuchar su respiración acompasada, saberle tan cerca de mí... me hizo comprender que yo estaba allí porque me gustaba tanto que el corazón me dolía. Y que mi meta sería hacerle sonreír sinceramente ante la vida. Nada más...

De este modo comenzó la historia que tuve con el amor de mi vida... Así empecé a desear escuchar el susurro de sus besos en mi oído...

Notas finales: Como ya he explicado, esta historia está basada en un cómic yaoi, Susurro de Besos. Si os ha gustado y quereis conocer más datos sobre el cómic o la historia, conocer a los personajes fisicamente (según mi cabeza). podeis hacerlo quí. http://dorianne-laura.deviantart.com/ http://dorianne-laura.deviantart.com/journal/17269565/ http://dorianne-laura.deviantart.com/gallery/#comic Y nada más, espero que os haya gustado el comienzo, aunque esté contado así, era por variar un poco la narración. ^^ Volver al índice Cuando dejé de estar solo por Dorianne "Cuando dejé de estar solo"

Toda mi vida, estuve solo. Tengo un padre, tuve una madre... El primero siempre fue extremadamente recto, exigente y sobre todo intransigente. La segunda... me abandonó a los 19 años. Puede que ya fuera un hombre, que no es lo mismo que se vaya cuando eres niño, sin embargo la mayor parte de mi vida, ella estuvo alejada de mí. Era compositora y tocaba el violín de forma extraordinaria. La mayor parte del año, estaba de gira. Aunque yo creo que se avergonzaba de mi padre y por eso se alejaba, dejándome a mí atrás. Por lo tanto, la mano dura de ese hombre fue la que me crió, la que me hizo ser tímido, triste y lleno de dolor.

Mi madre me enseñó a componer, me instó a aprender en el conservatorio así que lo hice, porque la adoraba y deseaba complacerla. Mi padre estuvo en desacuerdo, sin embargo amaba a mi madre sinceramente y le permitió ese capricho conmigo. Estuve en el conservatorio mucho tiempo, pero en cuanto mi madre se fue para siempre, me obligó salir de allí. A mí me dio todo igual.

La convivencia de aquel año sin mi madre, fue terrible. No sólo ambos nos culpábamos de que ella ya no estuviera ni fuera a volver, que nos hubiera abandonado, sino que además creíamos que el error había sido del otro. Pero como no estábamos capacitados para hablar entre nosotros, la relación fue cada vez más tensa. Finalmente, él decidió enviarme a estudiar en una prestigiosa universidad, que estaba convenientemente muy lejos, así que debería vivir solo en una residencia. Pero la palabra "solo" no me asustó, porque me di cuenta de que eso era lo que había estado toda mi vida. Solo.

Solo nací, solo crecí, solo abandoné mi casa, solo llegué a la universidad, a la residencia... hasta que le conocí... y entonces, y en contra de mi voluntad, dejé de estarlo...

Mi padre era un rico empresario, y su orden fue que estudiara administración de empresas. Yo simplemente acaté las órdenes, pues no tenía metas en la vida. La música me recordaba dolorosamente a ella... decidí dejarla atrás. Llegué a la residencia universitaria, sabiendo que debía compartir habitación. Me ilusionó pensar que podría hacer una amigo (un poco a la fuerza), aunque me dio un miedo atroz relacionarme con alguien.

Aquel día, mi vida cambió completamente. Tenía entendido que mi compañero de cuarto era un tal Eduardo, pero el chico que apareció ante mí, se presentó como Marc. Y fue como ver

un ángel... un ángel salvador... y cuánta verdad había en ello, aunque yo todavía no lo supiera.

Su sonrisa alegre, sus ojos danzarinos y verdes, el pelo que resplandecía castaño muy claro a la luz de sol. Creo que me deslumbró, lo recuerdo así, me deslumbró el corazón.

Nunca imaginé, que de un instante para otro, alguien como él me hiciera sentir esa sensación tan cálida, pero que me dio tanto miedo. Yo era homosexual, si mi padre lo hubiese sabido entonces creo que me habría matado, aunque nunca sentí atracción especial por algún chico. Para qué, si no habría podido estar con ninguno. Yo me veía en esa época feo, simple, inservible. No me daba cuenta de que podría hacer sentir a otros chicos atraídos por mí, especialmente a él. Aún así, su alma maravillosa, su presencia iluminada, me llegó como una ola y no pude evitar anhelarle... era el amor de mi vida...

-Hola.- me dijo con la mano levantada. Con su voz amable. Luego la alargó hacia mí y nervioso tuve que estrecharla entre la mía. Él desprendía mucho calor. No pude evitar sonreírle sinceramente. -Me llamo Marc, ¿y tú? -Hola. Yo soy Samuel, encantado. C-creía que mi compañero era otro. -Ya, el tío me pidió el cambio por no sé qué. -comenzó a desnudarse delante de mi, no me podía creer que fuera tan natural sin conocerme de nada. -De todos modos seguro que has ganado con el cambio. -Por supuesto, pensé que seguro que había ganado, porque realmente Marc estaba buenísimo. Alto, atlético, moreno de piel, depilado... con un culo de infarto y con una sonrisa preciosa. -Veo que tocas la guitarra. -intenté cambiar de tema, porque he de reconocer que verlo así, me estaba volviendo loco. -Me gusta componer por hobby, pero mi verdadera pasión es la natación. Tengo una beca. -se quedó en ropa interior, y mi entrepierna se dedicó a levantarse sola. No estaba acostumbrado a ver hombres como él, a medio metro de mí. -Yo sé componer, me enseñó mi madre. Pero murió hace casi un año... -L-lo siento... -pareció francamente preocupado. No debía contarle nada de eso. -Voy a la ducha, hace calor. -salió corriendo para ducharse. Mientras escuché el sonido del agua correr, me imaginé las gotas recorrerle el cuerpo. Incuso pensé en hacerme una paja antes de que saliera, porque verdaderamente lo necesitaba. Evidentemente no lo hice...

Así comenzó el día en el que él me acompañó durante la época más desesperante y a la vez feliz de mi vida. Yo entonces no lo sabía, pero todo lo que él decía y hacía, era para conseguir que sonriera sinceramente ante la vida. Se convirtió en mi mejor amigo, en mi amor platónico y a la vez el hombre de mi vida...

Así comenzó nuestra historia de amor, así empezó a desear escuchar el susurro de mis besos cuando yo sonriera... sin que yo lo supiera... Notas finales: Bueno, el segundo capítulo, el punto de vista de Samuel. De este capítulo estoy un poco más contenta, pero seguro que mañana ya le veo fallos por todas partes XDDD A partir del 3, ya estará contado en tercera persona y tiempo "real" Pero hasta mayo eso no podrá ser, lo siento!! Me voy de viaje. Y como siempre, si teneis curiosidad de vera los personajes, aquí podeis verlos ^^ http://www.dorianne-laura.deviantart.com/ http://www.dorianne-laura.deviantart.com/gallery/#comic Un beso y gracias a todos los que os habeis interesado por el cómic o por la histoia escrita!! Un beso!!

Si la espera os aburre XDD tengo más fics (4 más) Un beso! Volver al índice El principio del curso por Dorianne Notas del autor: He vuelto de japón y vuelvo con mis proyectos. Gracias por la paciencia ^^ Susurro de Besos

Capítulo 3 "El principio del curso"

Hacía tan sólo una escasa semana que las clases habían dado comienzo, y lo cierto es que a Samuel no le entusiasmaban en absoluto. Si estudiaba dirección de empresas es porque su padre no le había dado otra opción, pero con tal de alejarse de éste, en aquellos momentos le importó bien poco. No creyó que le fuera a suponer aburrimiento tal. Además, su predisposición a la soledad no es que le acarrease demasiadas muestras de amistad, en general, los demás estudiantes de las clases a las que asistía, ya habían formado grupos o eran amigos de antes y no estaban dispuestos a dejar entrar un nuevo miembro en su círculo. Lo prefería, nunca en su vida se le dieron bien las relaciones personales. Siempre practicando música, siempre estudiando en el conservatorio, siempre anhelando ver a su madre y única amiga. Pero todo eso, ya no importaba, pues pertenecía al pasado, un pasado a olvidar.

Así que se dirigió solitariamente a la primera clase de la mañana, después de que Marc le despertara casi tirándolo de la cama. Ese idiota adorable siempre se las ingeniaba para parecer inocente ante las bromas que le hacía pasar. Nada más que una semana juntos y Marc siempre parloteando sonriente, como si se conocieran de toda la vida. Pese a ello, no podía evitar levantar el muro de indiferencia aparente, para que él no penetrara más en su corazón, en su interior, en su alma atormentada. Lo que menos deseaba era hacerle sufrir con su mundo interior oscuro y perdido. Y mucho menos que se diera cuenta de lo que sentía por él. Vivir en un cuarto tan pequeño, con un tío tan bueno podía resultar un tanto desesperante. Esas piernas largas, musculosas y bien torneadas, el pecho marcando tableta de chocolate, los brazos y espaldas fuertes. Lo abultado de sus calzoncillos. A veces deseaba castrarse para no excitarse de manera tan física, porque las pasaba canutas. Si él se daba cuenta de la excitación de su entrepierna, iba a ser difícil de explicar. Pero decir que le ponía como una moto era poco...

Samuel entró en clase todavía con pensamientos casi adolescentes, aunque ya no lo fuera con 20 años, pero es que Marc era mucho hombre para no pensar en él y en todo lo que se podía hacer en la cama con alguien así. Casi sin darse cuenta, tropezó con una de las sillas, además de con uno de los cordones desatados de una zapatilla y cayó prácticamente de bruces. Para evitar la caída, se agarró de lo primero que pudo, el cabello de la chica que estaba sentada al lado. Un chillido de ésta le hizo soltarse y caer definitivamente. -¡¡Pero tío, de qué vas!!- gritó ella. Pero al verlo en el suelo gimiendo dolorido entendió que había sido un accidente. Lastimada se frotó la cabeza, mordiéndose el labio. -¿Estás bien? -le preguntó a Samuel. Éste la miró con dolor en la expresión, aunque intentando levantarse. Al apoyar la palma de la mano derecha la retiró inmediatamente. -Perdona, es que me caía y... joder... -¿Te duele la muñeca? -ella se acuclilló a su lado, todavía con la mano en la cabellera. Otros estudiantes ayudaron a Samuel a sentarse y le preguntaron por su estado.

-Gracias... -dijo con timidez. -Estoy bien, sólo me he hecho daño en la muñeca. -Ella alargó la mano para cogerle de ésta y examinarla. -¿Te duele mucho? -Sí, la verdad es que sí. Perdona lo del pelo, fue sin... -Sí, sí, lo sé. Tranquilo cielo. -Ella sonrió abiertamente. No le pareció muy guapa, supuso que porque era chica, aunque desde luego era simpática y dulce. Sus cabellos castaños estaban un poco despeinados a causa del accidente y el frotamiento, y sus ojos marrones y grandes le miraban preocupada. Con cuidado, la chica le movió la mano hacia atrás. -¡¡AUh!! La madre que.... -sonrió al ver la sonrisa de ella. -Es una venganza por tu estirón. Bueno guapo, mi chico estudia medicina, así que te voy a ofrecer a él como conejillo de indias. -Es justo después de lo que te he hecho en el pelo. -se levantaron y la chica cogió sus cosas.Pero perderás la clase. -Mira cielo, eres una excusa para librarme de este rollazo. El año que viene cambio de carrera definitivamente. -Sólo llevas una semana. -Fue suficiente el primer día. Eso me pasa por no sacar nota en selectividad. A ver si el año que viene hay más suerte y entro en magisterio, adoro los críos. -La verdad es que yo también odio esta carrera, pero paga mi padre, así que... -¿Cómo te llamas?- caminaron en dirección a la facultad de medicina. -Yo soy Sara. -Se dieron los dos besos de rigor, que hicieron enrojecer a Samuel, no era muy dado a esas costumbres. -Samuel. -Mi chico está en la especialidad de traumatismos, así que tranquilo que se portará bien. Seguramente que te hayas torcido un poco la muñeca. -¿Te duele la cabeza? -Nada, tengo la mollera dura.

Estuvieron hablando un rato sobre de dónde venían y qué esperaban sacar de su experiencia en la universidad lejos de casa. -Vine porque David, mi novio, es de aquí. Nos conocimos por Internet hace dos años. En mi casa fue un escándalo, pero bueno, a estas alturas mis padres ya le conocen, ha dormido en casa y saben que es un buen tío. ¿Y tú? ¿Tienes novia? -Samuel se puso colorado. -No. -dijo tajante. -Eh... no soy muy popular... -Bah, pero si eres monísimo Samuel. -lo empujó rudamente para ser una chica, sin dejar de reírse. Ella notó el cambio del tono de la piel de Samuel cuando se puso rojo. Al principio creyó que era por lo que le había dicho, pero se dio cuenta de que éste miraba hacia el fondo del pasillo, y pasaba de rojo a púrpura en cuestión de segundos. Miró hacia el pasillo y vio caminar hacia ellos, con paso apresurado a un chico realmente guapo. Le sonaba, claro... era del equipo de natación, sus nuevas amigas ya habían hablado de él. De lo guapo, atlético y simpático que era. -¡¡Samuel!! ¿Qué haces aquí? -Y... y tú... -Nada, una revisión del equipo de natación... ah... hola... - Marc sonrió a la chica de ojos grandes que le miraba de arriba abajo sin pudor alguno. -Ella es Sara, una compañera de clase. Y este es Marc, mi compañero de cuarto en la residencia... -ni corta ni perezosa le arreó dos besos en sendas mejillas, sonriente. -Encantada cielo. -Igualmente. - que ella cogiera de la mano a Samuel no le hizo ni pizca de gracia a Marc, que sintió una oleada de celos le subía por la garganta y se la cerraba. -Perdónanos, tenemos que irnos a traumas... hay prisa. -estiró del chico moreno, que sonrió a Marc confuso. -¿Traumas? -inquirió sin entender Marc. -Luego te lo cuento, en la habitación.... -ella echó a correr al trote arrastrando a Samuel de nuevo y dejando atrás al confundido nadador.

Este observó a la pareja, confuso, celoso, angustiado. Era natural que Samuel se echara "novia" o ligue tan rápido, con lo guapo que era, dulce, tímido y...lo bueno que estaba, aunque se empeñara en taparlo con ropas anchas.

-Joder. -masculló cabreado de pronto. -¡Joder! -repitió ofuscado, dándose la vuelta en dirección a su facultad. No odiaba a la chica, no era eso exactamente, simplemente no quería que su chico estuviera con nadie, ni hombre ni mujer, más que con él. Y no poder hacer que esto último sucediera lo ponía frenético a veces. Sólo llevaban conviviendo una semana y ya lo sentía como parte de su vida. Intentaba hacerle bromas, vapulearlo un poco en plan machos con tal de tocarlo, fastidiarlo, hacerle reír en definitiva. Pero Samuel era duro de roer, a penas si le respondía demasiado cuando intentaba conversar con él, o le seguía las bromas.

Aquella misma mañana al despertarse, su chico debía de tener calor, porque había apartado la colcha y el pantalón del pijama estaba hecho un ovillo sobre la moqueta. Los cálidos rallos del sol filtrándose tímidos entre las rendijas de la persiana, y cayendo como halos dorados sobre aquella piel blanca de la cintura. La forma masculina de sus piernas, el vello suave que las cubría... que salía de la cintura de los bóxers hasta el ombligo perfecto. Sintió la necesidad de buscar lo abultado en su ropa interior, pero una de las piernas tapaba lo deseado, así que tuvo que contentarse con la forma redondeada y sexy de sus nalgas y en el vello que imaginó debía cubrir una parte de éstas y que se moría por ver si tenía. Lo cierto era que el pelo de Samuel, no excesivo en las piernas, le ponía muy cachondo.

Lo abultado de su verga le hizo desistir el escrutinio deliberado, como el de un ladrón que acecha lo que más desea robar y se excita sólo de pensar que puede tenerlo. La diferencia era que Samuel no era una joya que pudiera tener, ni siquiera robándola, no... él nunca, nunca le haría nada.

Después de darse una ducha, salió y vio que Samuel seguía dormido como un tronco y que encima estaba tapado hasta la barbilla. Sintió una rabia divertida, así que decidió despertarlo a trompicones. Lo agarró con colcha incluida, para levantarlo. -¡¡Idiota!! -escuchó que le gritaba mientras su mano lo zarandeaba del pelo. -¡¡Jajaja!!! -¡¡Imbécil, bájame!! -Es que ibas a llegar tarde. -Él lo miró despeinado, con sus preciosos ojos azules chispeantes. El hecho de haberle hecho tener una reacción, aunque fuera de enfado, le encantó, fue como un triunfo. -¡¡Qué me bajes o te meto!! -¿Qué me piensas meter y por dónde?

-¡¡MARC!! - él le insistió desasiéndose y cayendo sobre el colchón, hecho un revoltijo. -¡¡JAJAJAJA!! -¡Idiota! -con colcha incluida y a trompicones, se fue directo al baño cerrando de un portazo. Pero él estaba feliz, muy contento de verlo alterado, de ver que no era el chico de comportamiento indiferente de toda la semana anterior.

Esa mañana había sido feliz, esa mañana nadó muchísimo mejor que de costumbre, e incluso las pruebas médicas parecieron salir perfectas. Todo genial hasta que tuvo que ver que Samuel... se iba con aquella chica. ¡¡Vaya mierda!!

Por su parte, Samuel y Sara ya estaban en la facultad de medicina, esperando a David. Ella estaba hablando con él por el móvil. Al colgar le miró sonriente. -Perdona mis prisas, pero es que sé que David tiene clase en 20 minutos. Ahora viene para acá. Sentí ser brusca con tu amigo... -No es mi amigo.-se puso a la defensiva y ella lo notó de inmediato. -Pero compartes habitación con él, digo yo que... -No, yo no tengo amigos. Marc no es más que... mi compañero de cuarto. -Pues parecía muy amistoso contigo. -él hizo un gesto con los hombros, en señal de "me da igual", que en realidad no era cierto. Sara suspiró, aquel chico era raro. -Ya... perdona. -recordó la reacción que había tenido Samuel al ver que el tal Marc se acercaba hacia ellos, cuando se puso del color de los pimientos colorados. Y ella, que tenía un tercer ojo en la frente, podía ver cómo eran las personas nada más conocerlas. Así que una ligera sospecha comenzó a rondar entre sus ideas, sobre lo que debía pasarle a Samuel con Marc, y por qué afirmaba con tanta rotundidad que no eran amigos. Ese chico se cerraba en banda, y creía entender las razones que le llevaban a ello. Sin embargo era muy precipitado hacérselo confesar, y no eran amigos del alma... todavía. -¡¡Sara, qué estás tramando!! - un chico jovial de ojos claros, alto y guapo entró por la puerta. -¿Yo? -Esa es tu expresión de "tramo algo maligno". -la besó con fuerza en los labios, con amor, riendo después. Samuel no pudo evitar sonreír ante aquella muestra de cariño sincero. Les envidió de verdad, de forma buena, porque él se moría por tener un amor así... con Marc, lo que hizo que la espontánea sonrisa se le borrara de la cara, convirtiéndose en tristeza. -Tú

debes ser Samuel, encantado. -éste fue a tenderle la mano, pero una punzada de dolor le hizo desistir. -Hola David... perdona... -él le cogió con delicadeza de la muñeca, fue un contacto muy agradable... que dejó de serlo cuando se la torció hacia atrás. -¡Ah, joder! -¿Te duele mucho? Ya la tienes hinchada. -Es que he caído sobre ella muy aparatosamente. -Creo que te la has torcido y bastante. Vamos a rallos. -dirigiéndose hacia la sala, David le hizo algunas preguntas. -¿Llevas medallas, anillos o piercings? Porque debes quitártelos. -Eh... no... -¿Crees que puedes estar embarazado? -Samuel se echó a reír espontáneamente. Ese chico le caía bien, y ella también. Qué raro, estaba a gusto con ellos. -Creo que no... soy virgen, casto y puro. Y no me ha visitado el espíritu santo... -¡Qué! ¿Virgen? No puede ser cierto -Sara se le agarró del brazo sano. -Un chico tan mono... -Eh, que estoy delante, un poco de respeto. -Comentó David. -Ay cielo, que no soy ciega. Y yo te dejo mirar a otras. -¡¡Pero tú ya le estás metiendo mano!! -aparentó estar celoso. -Creo que voy a pedir que me trasladen a tu residencia universitaria Samuel, más concretamente a tu habitación, porque así compartiré estancia contigo y ese macizo de tu compañero. El rubio cachas y guapo. -se la mió los labios, mientras David se hacía el enfadado. Pero Sara lo que quería era ver una reacción en Samuel, y la tuvo. -¿Qué te parece Samuel? -Eh... no c-creo que... -¿Es que tu compañero tiene novia? -No, que yo sepa... pero tú tienes novio y... -balbució confuso, con los carrillos como brasas y el ceño algo fruncido además de aparentemente molesto. Reacción esperada. -¡¡Es broma Samuel!! Yo ya tengo a mi macizo particular, que también es rubio... pelo pincho y... -cambió de brazo para pasarse al de David, que le guiñó un ojo a Samuel.

-No digas nada, pero creo que la tengo en el bote. Esta noche hay tema.

Samuel volvió a reírse inesperadamente, en serio aquellos dos le gustaban, qué extraño, porque después de la revisión y el vendaje de la muñeca, sintió tristeza al despedirse de ellos. -Tenla en cabestrillo por ahora, tienes un esguince que te durará por lo menos una semana, y en cuanto la tengas en frío va a ser doloroso. Ponte la crema que te he dado y cambia el vendaje. -Y... ¿Cuándo me lo revisarás? -dijo anhelante de volver a verle. -Mira, te doy mi número de móvil, llámame en un par de días... y luego nos tomamos un café juntos. -¡Claro! -Este es el mío. - Sara se lo escribió en un papel. -Aunque nos veremos en clase mañana. -Seguro que mañana ya no será tan aburrida.- apuntó David.-Estaréis juntos. -Sí... Bueno, me voy a comer... con la mano izquierda... ¡¡Hasta pronto!! -Samuel los dejó atrás, contento.

En la hora de la comida sacó el móvil y apuntó en la vacía agenda los nuevos números. Era reacio a mantener amistades, y sin embargo sintió empatía por aquella pareja. Ya... no se sintió tan solo...

Notas finales: Algunas personas me ha preguntado sobre cómo adquirir el cómic de Susurro de Besos. Entonces lo voy a explicar brevemente.

Para las personas residentes en España: El cómic tiene formato 180x130 cm, 96 páginas, lomo, portada a color, interior B/N. Cuesta 2,50 € más gastos de envío. Normal, 1,20 €, y certificado 3,60 € Quien le pudiera interesar, pues me escribe aquí y yo ya doy más detalles ^^ [email protected]

Para las personas residentes en el resto del mundo: Sólo se puede adquirir en formato PDF (porque el envío físico es carísimo, está comprobado), en esta dirección de internet. http://www.lulu.com/content/1713685 Es la página de lulu, que vende tanto libros como formatos e-book (pdf). Hay que registrarse, y sólo se puede pagar con paypal o tarjeta de débito o crédito. El paypal es fácil si se tiene una cuenta bancaria, no es necesario tener tarjeta de crédito. Entonces lo compras, te lo cargan a tu cuenta y ya te lo puedes bajar en PDF a tu ordenador. Es fácil.Pero tiene muchos megas este archivo, al ser imágenes. Cuesta 2€ (muy barato), o 3 dólares, pues puedes elegir pagar en dólares.

Y ya está, me sabe mal hablar de esto aquí, pero así quien pueda estar interesado tendrá el enigma aclarado ^^ Y nada, si quereis ver las páginas del cómic (unas cpocas, hacedlo en esta dirección http://dorianne-laura.deviantart.com/gallery/#comic Volver al índice Quiero cuidarte por Dorianne Notas del autor: Un escalofrío le recorrió el cuerpo al ver las imágenes en su mente, del chico de sus sueños frotándolo desnudo junto a él. Ya estaba excitado, demasiado excitado como para abandonar la imaginación. Comenzó a masturbarse enérgicamente, apretando el culo, escondiéndose en la esquina de la ducha contra la pared. Él lo recorría con sus manos mojadas, podía notar su pecho en la espalda, el calor y la humedad de su lengua en el cuello. Su sexo duro y grande rozándole... su voz susurrando "Quiero cuidarte..."

Le picaba la muñeca debido a los apretados vendajes, y el efecto del relajante muscular comenzaba a desvanecerse. Le dolía, vaya que sí, y si a eso se le añadía que llevaba el brazo en cabestrillo, picándole todo el rato, y que se estaba empezando a sentir mal... otra vez. -Tonterías, yo no necesito medicarme, está todo en mi imaginación... yo puedo mejorar... -musitó para sí mientras se dirigía a la habitación. Tenía mucho que hacer con el material de las clases, no quedaba tiempo para tonterías. Cuando entró, Marc estaba semi recostado en su cama y tocando un poco la guitarra. En cuanto le vio con el brazo en cabestrillo casi tiró el instrumento como si de un trasto viejo se tratara. -¡¡¿Pero qué te ha pasado?!! -Nada, que he caído y al apoyarme mal me he torcido la muñeca. -¿Estás bien? -Pues me duele la verdad, y más ahora en frío. ¡¡Y me pica!! -se quejó molesto, enfadado cada vez más. -Si quieres yo te rasco...- ofreció solícitamente. -No digas bobadas, ¿ves que las dos manos estén vendadas? -contestó con rudeza. -Perdona... -Marc se sentó de nuevo abatido, no quería otra cosa que ayudarle. De pronto sonó el móvil de Samuel, ambos se quedaron sorprendidos. Marc porque era la primera vez que escuchaba el sonido y Samuel porque ya ni lo recordaba. Tuvo que ser él el que llamara a su padre para decirle que estaba todo bien. -¿Sí? Ah... ¡Sara! -el rubio vio que se le iluminaba el rostro. La aleta de la nariz de Marc y el labio superior se levantaron en un rictus de desdén. Era aquella chica, seguro. -Estoy bien, sí, sí, dile a David que hizo un buen trabajo con mi muñeca. Bueno... sí... ahora en frío me molesta más claro... sí, claro... me lo tomaré después de cenar. Vale, gracias a los dos. Hasta mañana. -¿Era la chica de esta tarde? -Sí. -fue la escueta respuesta. -Era muy mona. -Ya. -no le hizo nada de gracia semejante comentario. -Y es...

-¡Por qué no dejas de molestarme! ¡Me duele la muñeca, me encuentro mal! Cesa ya tu insistente parloteo -terminó sarcásticamente. Marc frunció el ceño y tras coger la llave se marchó sin decir nada. No dio ni siquiera un portazo. Samuel se quedó con la cabeza gacha, sintiéndose mal.

oOoOoOo

Marc bajó a la cafetería para cenar en el bufete libre. A penas si cogió nada, se le había quitado el hambre. El móvil le sonó de pronto, haciéndole dar un respingo. ¡A lo mejor era Samuel para pedirle que volviera! -¿Diga? -¡¡Hola cari!! ¿qué haces? -era Sabrina. -Eh... estoy cenando... -una punzada de decepción fue lo que sintió. Además, Samuel no tenía su número. -¡¡Estupendo!! Voy para allá, ando cerca. -¡¡No!! Es que... es que ya terminaba y... me duele la cabeza un poco... -puso de excusa. -Vaya, pues tómate algo, a ver si vas a estar incubando un virus. -Claro, eso haré. -¿Quedamos mañana? -No puedo, tengo el día completo. Ya nos vemos en el entrenamiento. -Pero yo mañana no tengo cari.- se quejó su novia. -Vaya, lo siento... -movió el pie nervioso, no tenía ganas de hablar con ella. -Bueno, me voy a tomar alguna aspirina y a descansar. Tengo que entregar un trabajo la semana que viene y voy un poco retrasado. Un beso... -¡Te quiero guapo! Pórtate bien. -Sí... adiós...- colgó cuanto antes, suspirando entre aliviado y culpable. No quería hacerla sufrir, tenía que cortar con ella, ¿pero cómo y cuándo? Lo de Samuel era imposible, y él no quería complicarse la vida tampoco saliendo con tíos. No era bueno para su carrera de

nadador, ni que sus compañeros se enteraran. Todo se enrarecería en los entrenamientos, seguro.

Abatido se dirigió a la habitación. Al entrar, Samuel le miró con una sonrisa tímida. -Perdona por lo de antes. -No te preocupes, sé lo que es estar jodido con la mano... yo me la rompí hace años. Imagínate lo enfadado que debía estar. -se lo acababa de inventar. -¿Y te picaba? -A todas horas. Así que mi madre me rascaba con la aguja de hacer punto. Te he traído estocambió de tema. -No tengo hambre.- comentó el chico al ver el envase de macarrones con tomate. -¡¡A mí eso... me da igual!! -comenzó a reírse. -O te lo comes o no te dejo que te tomes el relajante muscular. -Chantajista. -Y que lo digas. Si no te cuido yo, ¿quién lo hará?

Un escalofrío de extraño placer recorrió a Samuel de pies a cabeza. Dejarse cuidar.... Dejarse mimar por Marc... qué tortura tan difícil de rechazar. -Está bien, me lo comeré. Voy a ducharme. -¿Te ayudo? -¿A qué? -A ducharte. -Samuel se mordió el labio, entre deseoso de decirle que sí, o mandarlo a la porra. Sin más y dándose la vuelta, cogió la muda y el pijama para irse hasta la ducha. -¡¡Idiota!! -le dijo antes de entrar y cerrar la puerta. Marc suspiró. No podía evitar soltarle esas burradas, porque eran sinceras aunque él sólo pensase que estaba bromeando.

No sin dificultad, Samuel se duchó. Tuvo que quitarse la venda, lo cual fue un alivio porque estaba tan apretada que era un incordio. Se imaginó que Marc le ayudaba, como él propuso de broma, y lo enjabonaba con sus manos grandes, directamente sobre la piel. Apoyó el hombro contra las baldosas frías mientras el agua caliente lo inundaba. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al ver las imágenes en su mente, del chico de sus sueños frotándolo desnudo junto a él. Ya estaba excitado, demasiado excitado como para abandonar la imaginación. Comenzó a masturbarse enérgicamente, apretando el culo, escondiéndose en la esquina de la ducha contra la pared. Él lo recorría con sus manos mojadas, podía notar su pecho en la espalda, el calor y la humedad de su lengua en el cuello. Su sexo duro y grande rozándole... su voz susurrando "Quiero cuidarte..."

El orgasmo le sobrevino rápidamente. Y es que hacía ya tiempo que no se masturbaba, y era la primera vez que pensaba en alguien en concreto. Mientras cogía aire, porque se había olvidado de respirar en el momento álgido, sintió el semen derramarse en varias ráfagas, dentro de su mano. Miró esta, estaba llena de ese semen que había sido vertido pensando en Marc... Se sintió mal inmediatamente, no pudiendo evitar sollozar bajo el agua, perdiéndose sus lágrimas de sal, entre las gotas calientes de la ducha...

oOoOoOoOo

Marc estaba en el ordenador cuando salió del cuarto de baño más rojo que un pimiento. -Me estaba preocupando. -Suelo darme duchas largas. Me relaja...y me estaba afeitando un poco. -el chico rubio observó de reojo cómo su compañero intentaba sin éxito colocarse bien la venda. -¿Me dejas que te ayude un poco? -Vale... -antes de nada, Marc buscó en su mochila un tubo de crema para las lesiones. -A ver, dame el brazo. -Samuel mantuvo la cabeza gacha, y fue mejor para Marc, porque se le quedó embobado mirándolo. El pelo oscuro le caía goteante todavía, sobre la cara desnuda, sin gafas. Estaba realmente hermoso así. Además, los carrillos del chico eran brasas. Se los imaginó calentitos y suaves. ¡¡Qué ganas tenía de besarle las mejillas e ir hasta sus labios húmedos y sensuales!! Bajar hasta la nuez para lamerla, recorrer la clavícula, deslizarse entre sus pezones, llegar al ombligo y...comerse su p... -¿Marc? ¡Que me haces daño!

-Perdón, lo siento. -dejó de frotarle la muñeca, se había emocionado. -Todavía tienes las marcas de la venda, y la tienes abultada... -¿Abultada? -Samuel se asustó, se sentía tan culpable por la masturbación, que pensaba que él se había dado cuenta. -La muñeca, la tienes muy hinchada. -Ah... -suspiró aliviado. -Marc prosiguió con las caricias, esta vez con delicadeza. La sensación que ambos sintieron fue electrizante, aunque cada cual en la intimidad de sus pensamientos. Para Samuel, sentir la suavidad y calor de aquellas manos resultaba embriagador, una sensación de bienestar profundo. Por su lado, el nadador era tremendamente feliz de poder tocarlo así, con ternura, mimándole. Se moría de ganas de llevarse sus dedos a la boca para poder besarlos con adoración. -B-bueno, será mejor que te ponga la venda.- tuvo que obligarse a sí mismo a parar, porque la frustración comenzó a ir en aumento de forma alarmante. Lo hizo con cuidado. -¿Así de apretada? -Así está bien. David se pasó al ponérmela. -¿David? -Sí, el novio de Sara, la chica de hoy. Me tropecé y al caerme la agarré del pelo. La solté cayendo de morros. Ella va a mi clase, así que como David estudia para médico pues me llevó a que me curara. -Marc sólo escuchó "El novio de Sara, la chica de hoy". Algo dentro de él se alivió profundamente. Empezó a reírse como un idiota. -¿De qué te ríes desgraciado? -le aporreó con el brazo sano. -¡De nada! ¡¡Jajaja!!! -Marc lo agarró por la cintura contento para sentarlo en la cama. -¡¡Eh!! Vale ya, no soy un muñeco. -Te voy a dar de cenar como a los niños pequeños. -¡¡Vete a la mierda!! Ya como yo solo, tengo la mano derecha bien sana. -Marc lo agarró por el cuello con el brazo a la par que le plantaba un sonoro beso en una mejilla. Tal y como el nadador pensaba, estaba caliente y suave, oliendo bien, a post afeitado. Samuel adquirió un color púrpura, no sabía si de puro cabreo, o vergüenza. -¡¡Pero maricón, qué haces!! -La vida es bella, y ahora a cenar pequeñín. -no le hizo ni caso, levantándose como si tal. Se puso a tararear alguna melodía de las que sonaban en la radio, mientras Samuel comía los macarrones.

El chico moreno todavía podía sentir la sensación mareante de sus labios húmedos en la cara, sonrió para sí, emocionado. Aquello no quería decir que Marc se sintiera atraído por él, simplemente que le consideraba... como su amigo. Y por eso le cuidaba... -Marc... -Sí... -No... todavía no tengo tu móvil... ¿me lo das? -Marc sonrió asintiendo. Conocía poco a su chico, sin embargo aquello era una señal de que... le consideraba su amigo... y por fin había conseguido aquello a lo único que podía aspirar... a su amistad... y no la estropearía jamás...

Marc sonrió mientras le daba su número, y Samuel también lo hizo al introducirlo en el teléfono...

Ya en la intimidad de la noche, Marc pensaba en lo feliz que era por un lado al haber conseguido la amistad de Samuel, y desesperado por el otro al darse cuenta de cuánto deseaba tocarlo, cuidarlo, mimarlo.

"Quiero cuidarte", pensó... "Cuidarte..."

Y Samuel miraba la pantalla de su móvil, observando las 4 entradas que tenía. Una la de su indeseable padre, dos de los que pensaba que serían sus amigos, y finalmente la de Marc. Al lado había puesto unos iconos, y en el de él un corazón. Era estúpido completamente, más propio de una cría adolescente, que de un hombre de 20 años, aun así no lo podía evitar. Miró la ristra de números, llevándose la pantalla a los labios. Cuando le necesitara, lo llamaría, o le mandaría un sms, y él acudiría a cuidarlo.

"Quiero que me cuides..."

Y así pasó otra de esas noches en las que el destino les uniría cada vez más...

Notas finales: Algunas personas me ha preguntado sobre cómo adquirir el cómic de Susurro de Besos. Entonces lo voy a explicar brevemente. Para las personas residentes en España: El cómic tiene formato 180x130 cm, 96 páginas, lomo, portada a color, interior B/N. Cuesta 2,50 € más gastos de envío. Normal, 1,20 €, y certificado 3,60 € Quien le pudiera interesar, pues me escribe aquí y yo ya doy más detalles ^^ [email protected]

Para las personas residentes en el resto del mundo: Sólo se puede adquirir en formato PDF (porque el envío físico es carísimo, está comprobado), en esta dirección de internet. http://www.lulu.com/content/1713685 Es la página de lulu, que vende tanto libros como formatos e-book (pdf). Hay que registrarse, y sólo se puede pagar con paypal o tarjeta de débito o crédito. El paypal es fácil si se tiene una cuenta bancaria, no es necesario tener tarjeta de crédito. Entonces lo compras, te lo cargan a tu cuenta y ya te lo puedes bajar en PDF a tu ordenador. Es fácil.Pero tiene muchos megas este archivo, al ser imágenes. Cuesta 2€ (muy barato), o 3 dólares, pues puedes elegir pagar en dólares.

Y ya está, me sabe mal hablar de esto aquí, pero así quien pueda estar interesado tendrá el enigma aclarado ^^ Y nada, si quereis ver las páginas del cómic (unas cpocas, hacedlo en esta dirección http://dorianne-laura.deviantart.com/gallery/#comic

Volver al índice Los hombres no lloran por Dorianne

Ya hacía un mes desde el comienzo de las clases. A Samuel ya casi no le molestaba la muñeca, sin embargo se notaba extraño, más melancólico de lo normal. Suponía las razones de su pésimo estado de ánimo, pero no las quería reconocer del todo. No era lo que se decía muy feliz, y además la última discusión telefónica con su padre versó sobre su madre, lo cual le empeoró más. ¡¡Pensar en ello le fastidiaba!! Debía quitárselo de la cabeza lo antes posible.

-¡Samuel! -la dulce voz de Sara lo sacó de su ensimismamiento. -¿Qué haces ahí con esa cara de circunstancia? Come un poco, se te van a enfriar la tortilla. -ambos se hallaban en la cantina de la facultad, con la comida todavía sin terminar. -No tengo hambre. -¿Qué te preocupa? Ya sabes que me lo puedes contar. -Samuel emitió un suspiro. Por un lado le gustaría que ella supiera de su condición homosexual, aunque por otro le costaba horrores arrancar. Pese a que la verdadera razón de su apatía era otra muy distinta. -Hoy es el primer aniversario de la muerte de mi madre... -la chica se quedó muda. No sabía que su madre estuviera muerta. -Oh... lo lamento muchísimo. Yo por suerte tengo a mis padres sanos... -No quería preocuparte. -No, tranquilo cielo. -alargó la mano para tocarle el brazo. -Quería haber ido a ver su nicho, pero mi padre no ha querido pagarme el avión y tengo el dinero muy justo para pasar el curso, así que... -¿Por qué no quiso pagarte el avión? -Porque es un cabrón. -soltó de golpe. Sara se asustó de la cara que su amigo puso. Era de puro odio y aborrecimientos contenidos. -¡No pienses esas cosas! Piensa en que la intención es lo que cuenta. -Ojalá fuera tan fácil para mí... pensar así. Últimamente todo lo que pasa por mi cabeza es de lo peor que hay. -¡No me asustes capullo! -zarandeó al chico enfadada. -Perdona. Oye Sara... -Dime... -estuvo a punto de confesarle su condición gay, sin embargo la aparición de David le echó para atrás. Aunque se llevaba estupendamente con ambos, no era lo mismo confesarle a

una chica su homosexualidad que a un chico. Los hombres solían ser más reacios, en general, a tener amistad con gays o a aceptarlos normalmente. -¡¡Hola guapa!! -besó en la coronilla a su chica. -Tengo un rato libre, ¿me acompañas a casa? Me dijiste que no tenías clase. -¿Para qué? -preguntó ella, suspicazmente y con los ojos entreabiertos. -Ay... mmm... pues... no sé... ¿sexo? -dijo vacilante, a la espera de que ella le tirara la tortilla a la cabeza u otra cosa peor. -Los tíos siempre pensando en el sexo. -miró a Samuel con cara de cansancio. -Es que es inevitable. Pobrecillo... Mírale qué carilla pone. -David la miró exageradamente vergonzoso y con cara de perrillo abandonado. -¡Bueno vale! -cogió sus cosas. -Me has tocado la fibra sensible y caritativa. -Ya te tocaré otra fibra sensible que yo me sé, preciosa... guapa... esa que tanto te pone que te toque... -Sara rió a carcajadas, rodeando a David por la cintura. Samuel no pudo evitar reírse, siempre estaban igual. Hacían muy buena pareja. -Lo siento Samuel... -Iros tranquilamente, estoy mucho mejor ahora -mintió. -Chao Samuel. Te la robo. -dijo David mientras se iban. -Chao tortolitos...

Ellos desaparecieron por la puerta dejándole solo. Suspiró con cierta envidia, él también quería estar con un chico así de bien, cogerse de la mano, de la cintura, pensar en que habría sexo a menudo... Y claro, era inevitable imaginarse todo eso con Marc. Además, él olía siempre tan bien y su tacto era tan caliente y cercano, que se moría de ganas de sentirse abrazado estrechamente por él, para poder sentir lo que era ser... ser amado...

Se levantó aturdido de la silla, con un pesar muy hondo dentro de él. En su pecho era como si un nudo le apretara, como si apremiara por salir fuera. Se parecía al que sintió cuando su madre murió, pero no derramó ni una sola lágrima. Porque como su padre le inculcó desde muy niño, los hombres no están hechos para llorar.

oOoOoOoOo

Marc caminó con premura hacia la cantina de la facultad de Samuel, normalmente siempre estaba allí con su amiga Sara, así que si podía iba a comer con ellos. Antes solía hacerlo con Sabrina, sin embargo necesitaba pasar el mayor tiempo posible cerca de su chico. Era como un imán que le atraía irremediablemente. Estaba enamorado, ya se había dado cuenta hacía tiempo. Enamorado como un burro, hasta las trancas, de pies a cabeza. Conocía las manías de Samuel, sus malos humos, a veces su desplantes, todo le volvía loco. Y qué decir de cuando estaba medianamente simpático... eso era ya como tener un orgasmo en toda regla, el que le sonriera le ponía realmente cachondo y feliz como unas castañuelas.

Por supuesto, tenía que evitar tocarlo más de la cuenta, aunque a veces se le iban las manos y no podía evitar zarandearlo, tirársele encima de "supuesta" broma o chincharlo hasta que rabiara. Lo único que quería era verlo reaccionar de algún modo, el que estuviera tan apático últimamente, le preocupaba.

Cuando entró en la cantina vio de lejos a Sabrina, así que, como un resorte, se dio la vuelta con el corazón a cien por hora. -Mierda... -masculló. Hacía ya días que la evitaba todo lo posible. Encima, tenía como tres mensajes en su buzón de voz y unos cuantos sms suyos. Justo cuando cogió el móvil para llamar a Samuel, recibió un mensaje de texto de éste.

"stoy n l parke d siempre.vn xfavor, m siento mal"

Un sudor frío le entró por la espalda. Era la primera vez que Samuel le enviaba un mensaje para pedirle ayuda de algún tipo. -¡Ya voy cariño! -besó la pantalla del móvil mientras echaba a correr. Escuchó de fondo la voz de su novia reclamándole, y lógicamente le entró por un oído y le salió por el otro. No quería tratarla así, ella no se lo merecía, sin embargo en aquellos momentos lo único que le importaba era ayudar al chico del que estaba tan enamorado y sin el que no podía vivir.

oOoOoOoOo

Los rayos del sol no eran para él, en su caso era preferible quedarse a la sombra del árbol. Iba más con su personalidad y pésimo estado de ánimo. -¡¡Samuel!! -la voz de Marc sonó en sus oídos mucho más pronto de lo que creyó. Se atrevió a mandarle el sms con mano temblorosa, incluso lo borró para volver a redactarlo escuetamente de nuevo y enviarlo. Lo que no creyó es que él acudiera. Marc, deteniéndose ante él, respiró entrecortadamente mientras se apoyaba en sus propios muslos mirándolo sonriente. -Marc, pensaba que no vendrías. -Me he matado a correr, para que veas, jajaja. -Tampoco hacía falta. -¡Qué desagradecido eres siempre! ¡No me quieres! -la frase quedó en el aire. Marc tragó saliva arrepentido y Samuel se puso rojo como la grana. "Claro que yo..." pensó Samuel. De pronto se quedó confundido, nunca se lo había planteado así... pero... -¡¡Bueno, dime!! ¿Qué le pasa a mi quejica favorito? -se estiró cuan largo era sobre la suave hierva. El sol del otoño todavía calentaba lo suficiente a esas horas como para quedarse medio dormido. Éste no dijo nada, mantuvo los ojos cerrados un rato. -¿Qué te sucede Samuel? Llevas unos días muy raro, más de lo normal y todo. -Hoy es el aniversario de la muerte de mi madre, y no puedo ir a visitarla, estoy hecho polvo. -por fin lo había hecho, abrirse ante él. Podía ser un comienzo. Marc se quedó de piedra y lo comprendió todo. -Lo s-siento mucho... -fue a levantarse para abrazarlo, consolarlo, acariciarlo... pero una sombra y una voz taparon el sol, en todos los sentidos. -¡¡Por fin te encuentro cariño!! -Samuel observó la bonita figura de la chica rubia que le hablaba a Marc en un tono tan cariñoso. -Ni que te estuvieras escondiendo de mí. -Marc parecía muy contrariado, y a él le entró una angustia desconocida hasta entonces. Era una chica tan guapa. -¡Sabrina! ¿No tenías clase? -Sí, pero se ha suspendido. -lo siguiente que los ojos de Samuel observaron desconcertados, fue el beso en la boca que ella le dio. Algo se le rompió por dentro de forma muy dolorosa, era como si se tragase muchos cristales y los sintiese deslizarse por todo su estómago, rasgándole por dentro. -¿No me presentas a tu amigo? -la chica guapa le miró con candor, simpática. -E-este es Samuel, mi compañero de habitación... y esta es S-Sabrina... mi novia... -la voz de Marc se quebró un poco hacia el final. Estaba rojo como la grana, angustiado.

-Encantada de conocerte, Marc me ha hablado muchísimo de ti. -Samuel casi no pudo ni levantarse, pero lo hizo porque no quería parecer que estaba raro. Le dio dos besos, como era la costumbre. Ella olía a ese dulce de caramelo rosa que venden en las ferias que era como algodón. Su tez suave, curvas marcadas, labios rosados, ojos de un azul precioso, no como el suyo que era oscuro y feo. El cabello de un rubio natural muy suave y liso, contrastaba con el suyo, tan oscuro y enroscado. Se sintió realmente feo y patético, tenía que irse de allí, no podía resistir más el ridículo que estaba haciendo ante la belleza y simpatía inalcanzable de aquella mujer, que no tenía culpa de nada y ni siquiera la podía odiar por ser la amada de Marc. -Encantado... -jadeó intentando mantener el control. -Perdónanos Samuel guapo, es que tengo que hablar con mi chico. -Por supuesto. -Marc le echó una mirada antes de apartarse unos pasos de él. Samuel sintió cómo las piernas le temblaban al verlos abrazados bajo el sol radiante. Sus cabellos rubios brillaban hermosos, perfectos, unidos en armonía. Él sobraba allí, él no era nada ni nadie para Marc, ni siquiera su amigo. No, porque aunque sabía que un chico así no podía estar solo, el que él no se lo dijera fue lo más doloroso de todo. ¿Tan difícil era haberle confiado lo más natural del mundo? Tener una novia. Los amigos se decían las cosas más simples. Para él no era ni siquiera su amigo...

Samuel corrió a trompicones hasta la habitación de la residencia. Se había dado cuenta, dolorosamente, de que estaba muy enamorado de Marc. Le quería tanto que le dolía el alma. Sin esperanza de ninguna clase, ni siquiera de ser su mejor amigo, como estaba empezando a creer y sentir. Sólo una ilusión vana y estúpida... él no le quería, ni le amaría jamás. Todo era una mierda, una puta mierda.

Rebuscó entre sus cosas, la foto de su madre, para besarla, para llorarla en silencio... -Mamá... tú siempre te imaginaste lo que yo era, el monstruo que había en mí... pero yo jamás me atrevía a confirmártelo por miedo a que me rechazaras. Y te fuiste sin esperarme, dejándome atrás... ni siquiera fui capaz de llorar por ti... pero ponto me iré contigo... espérame... -de nuevo guardó la foto y buscó desesperadamente el cutex rojo que tenía por alguna parte.

Samuel se hallaba en un estado de ánimo realmente penoso, en el que había perdido todo sentido de la realidad.

-No valgo nada, no valgo nada... -repitió la frase seguidas veces, mientras se arremangaba el brazo, con el cutex en la mano. En el suelo, junto a la cartera tirada, vio el móvil. Pensó en escribirle a Marc, pedirle ayuda, no cometer una locura, arrepentirse antes de empezar... pero no, él estaría con Sabrina, besándose y abrazándose bajo el sol radiante, y no quería molestarlos bajo ningún concepto. E igual con Sarah y David. No pasaba nada, todo estaba bien, no necesitaba la ayuda de nadie... podía solo, podía solo... Y sentía las lágrimas en la garganta, a punto de llegar a sus ojos y derramarse libres por las mejillas pálidas...

Y sin embargo recordó...

-Pero papá... snif... -un bofetón cruzó la cara del niño duramente. -¡Los hombres no lloran! Recuérdalo siempre.-la criatura de no más de 5 añitos, se sujetó los mocos que le caían de la nariz, y retuvo estoicamente los sollozos. Lo niños del parque le habían roto sus muñecos y se había reído cruelmente de él. -Sí papá. -Las que lloran son las mujeres, ¿Quieres ser como la blanda de tu madre? Siempre llorando, siempre deprimida por todo. -No papá. -Pues entonces ya lo sabes, los hombres no lloran Samuel, NUNCA.

Y todas las veces que lloró de niño, un bofetón de su padre le enseñó que estaba mal. Ese hombre ni siquiera lloró por la muerte de su mujer, estaba seco por dentro. Así que no podía llorar... ¡¡No podía!!

Con mano temblorosa todavía, pero sin vacilar, Samuel se cortó la muñeca izquierda... dejando que la sangre roja y espesa fuera manando sobre su pantalón y la moqueta.

Samuel no lloró, como su padre le inculcó, sin embargo su muñeca lo hizo por él...

...lloró sangre...

Notas finales: Visitad mi blog y mi deviant!! http://www.dorianne-laura.deviantart.com/ http://dorianneilustradora.blogspot.com/ Volver al índice Seguir sonriéndote por Dorianne "Seguir sonriéndote"

-¿Cuándo podré ir a tu habitación? -Marc miró nervioso hacia el árbol donde había dejado sentado a Samuel. No estaba. Giró del todo la cabeza, extrañado. -¡¡Marc!! -su novia lo reclamó de nuevo cogiéndolo de la mandíbula. -Es que está Samuel siempre. -No entiendo porqué te cambiaron de habitación. Tenías una para ti solo... -Cosas de la residencia, qué quieres que te diga. -ya le estaba poniendo nervioso tanta pregunta. -Pues habla con Samuel de esto, si es tan buena gente como dices, nos dejará a solas un rato. ¡¡En mi casa es imposible!! -Bueno, ya hablaré con él, tranquila. Me voy, tengo que ir a clase. -caminó hacia el árbol para coger sus cosas. A saber dónde se había largado Samuel. Por la cara que había puesto, sospechaba que estaba algo disgustado porque no le había dicho que tenía novia. Era una cosa muy básica y natural, contarles a los amigos sobre los ligues o relaciones. -Te acompaño. -ella cogió su mano dulcemente y fue incapaz de hacerle el feo de apartarla, aunque ganas no le faltaron.-Oye, Samuel parece también muy tímido, se ha puesto como un pimiento.

-Lo es. -Y no te enfades eh, pero vaya, es súper mono. A un par de amigas mías les encantaría. ¡Qué ojos tan bonitos tenía y el pelo tan brillante! ¿Tienes chica? -Sí. -¿De la UNI? -No. -Vaya... -Oye, me he olvidado los apuntes en la residencia, me voy corriendo o no llegaré. -le arreó un beso en la mejilla y salió corriendo a toda velocidad, sin dejar si quiera que ella abriera la boca. Sabrina observó a su chico correr, alejarse de ella cada vez más... como en la vida en pareja. Se había dado cuenta que desde que habían vuelto a clase tras las vacaciones estivales... él ya no era el mismo. Estaba incluso menos cariñoso de lo normal, y no es que lo fuera mucho. ¿Habría otra chica? Era imposible... Marc no era de ésos...

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Marc llamó a Samuel sin obtener respuesta. Estaba enfadado, ya se lo imaginaba. Qué mal lo pasó cuando Sabrina apareció delante de ellos inoportunamente. Él que estaba a puntito de estrechar a su chico entre los brazos para consolarlo tiernamente. ¡¡Qué impotencia!! Y luego esas preguntas de Sabrina sobre si tenía novia o no. La conocía muy bien, siempre estaba haciendo de Celestina, y a dos compañeros del club ya los había emparejado con amigas suyas. No estaba dispuesto a que hiciera lo mismo con Samuel. ¡¡Y decir que era mono!! Claro que estaba enfadado, pero por celos. ¿Y ya me dirás qué celos podía tener de su propia novia? Pues ahí estaban. Incomprensibles.

Era mejor volver a la habitación, porque estaba claro que a clase no tenía ganas de ir con los nervios que le atenazaban así. ¿Qué explicación convincente le daría a Samuel? Lo que no se esperaba, era que cuando llegara a la alcoba, tendría que ser Samuel el que le diera la explicación a él.

Entró en la habitación de la residencia y cerró la puerta tras de sí con cuidado, dándole la espalda. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Samuel lo miró con los ojos

nublados. Con los labios pálidos sonrió lánguidamente. En el suelo estaba la cartera, el móvil con varias llamadas perdidas suyas, el cúter y un manchurrón de sangre expandiéndose por la moquea, oscuro. No se podía creer lo que estaba presenciando. Caminó unos pasos y cayó de rodillas delante del chico, temblorosos ambos. -Marc... ayúdame... me he c-cortado sin querer... -eso fue lo que dijo Samuel con voz débil. ¿Qué se había cortado sin querer? ¿En qué cabeza cabría una mentira semejante? ¡¡Se había intentado suicidar!!

Marc tenía que hacer algo, no podía quedarse en shock por más tiempo, así que quitándose la camisa, rodeó la herida de la muñeca con ella. -¡¡VAMOS AL HOSPITAL AHORA MISMO IDIOTA!! ¡¡DAME EL BRAZO!! -Ha sido sin querer... te lo juro, de verdad... yo... -¡¡Qué sí, que te creo, pero camina!! -Mintió, obligándole a levantarse, caminando a trompicones. No es que hubiese perdido mucha sangre todavía, sin embargo no estaba bien, era evidente que no. Sobre todo de la cabeza por haber hecho semejante barbaridad.

La gente les miró con la cara pálida. -¡Joder, llamad a una ambulancia, ha tenido un accidente y está sangrando mucho! -Un compañero de la residencia con el que solían hablar bastante se acercó a ellos y llamó al hospital. -¿Qué le ha pasado? -Samuel fue a abrir la boca, pero Marc le cortó contestando él. -Estábamos haciendo una cosa, y se ha clavado el cúter en el brazo. Qué susto me he llevado, serás cabrón Samuel. ¡¡Mira que te dije que no cogieras el puto cúter así!! -Samuel tembló, no sabía si de debilidad, remordimiento o agradecimiento. Estaba seguro de que Marc sabía que lo que había visto era un intento de suicidio, y aun así estaba fingiendo que le creía, y ante todo el mundo, que fue un accidente.

La ambulancia no tardó demasiado y se llevaron a ambos en ésta hasta el hospital. Marc llamó a Sara para comunicarle que su amigo se hallaba en el hospital, aunque le dijo que estaba fuera de peligro. Media hora después, apareció con David, su novio. Ambos parecían muy preocupados.

-¿Qué le ha pasado? -El nadador los miró suspirando. ¿Debía decirles la verdad? Era necesario, Samuel no tenía más amigos que ellos. -He de hablar muy seriamente con vosotros. -el trío se sentó en una sala de espera poco concurrida. -A ver... Samuel ha intentado suicidarse... -Sara gimió llevándose la mano a la boca. -¿Cómo? -Cortándose las venas de la muñeca. -¡Hoy no estaba bien... no debimos dejarlo solo! -Sara, no es culpa de nadie. -la consoló su novio. -Samuel debe arrastrar algún tema psicológico o psiquiátrico para hacer lo que ha hecho. Podía haber sido mañana, por ejemplo. -Él me ha insistido en que se ha cortado sin querer, y yo le he contestado que le creo, y así seguirá siendo hasta que él decida contarme la verdad. Vosotros parecéis muy amigos suyos, me gustaría que... -Tranquilo, vamos a ayudarlo. -Marc... -Sara se acercó hasta él. -¿Estás llorando? -Marc llevaba todo el rato puestas las gafas de sol, no había querido que Samuel viera sus ojos enrojecidos por las ganas de sollozar. Al final se las quitó. -Intento siempre hacerlo sonreír... pero soy un inútil... mira lo que ha pasado... -las lágrimas le rodaron por las mejillas. Ella le tendió un pañuelo de papel. -¿No has oído a David? No es culpa tuya cielo, ni de nadie de los que estamos aquí. -Ya pero... -se sonó las mucosidades con fuerza y limpió las lágrimas. De pronto apareció la médica.

-¿Hay algún familiar de Samuel? -No, somos todos amigos suyos. Su padre vive muy lejos. -Bueno, ya le hemos cosido la herida y puesto las vendas. El psicólogo está hablando ahora con él. Se podrá ir a casa esta noche, tendréis que vigilarlo porque a veces los suicidas lo intentan de nuevo a las pocas horas. -Yo soy su compañero de cuarto, lo vigilaré.

-Intenta que te vea contento, sé que es duro, sin embargo si os ve contentos, no enfadados con él, lo llevará mucho mejor. -Sí... -Marc tragó saliva con dificultad. ¡¡No podía venirse abajo y menos delante de Samuel!! Así que a animarse. -¡Se me ocurre una cosa, Marc! Esta noche venimos a recogerlo en coche David y yo, y lo llevamos a cenar. ¿Vamos los cuatro juntos? -¡Es una gran idea! Aunque no va a querer. -Lo secuestraremos. Ah, Marc, tráele ropa limpia y se me ha ocurrido otra cosa. A Samuel los caramelos le ponen. -Marc la miró extrañado. -¿Los caramelos? -Sí, los caramelos le vuelven loco. Siempre me los está quitando o comprándose cantidad. Es un tragón. -Marc rió sinceramente. Era verdad, siempre estaba royendo algún caramelo. -Ya se me ocurrirá algo con eso. -Entonces, esta noche nos vamos a cenar. -Vale.

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Samuel se miró la muñeca vendada con cuidado. No tenía fuerzas. Le habían hecho una pequeña transfusión de sangre y el psicólogo hablado con él sobre por qué del intento de suicidio. Le dijo la verdad, o casi toda, porque no se tomaba la medicación. Luego fue el psiquiatra el que estuvo indagando y finalmente le recetó nueva medicación y dado hora para unos días después.

Pensó en Marc, en el miedo que tuvo al verlo entrar y decirle la verdad, por obvia que ésta fuera. Y de cómo él fingió creerle, hizo pensar a todo el mundo que había sido un accidente y le acompañó hasta el hospital, visiblemente preocupado. ¿Qué expresión tendrían sus ojos tras las gafas de sol que no se quitó en ningún momento?

Cuando salió varias horas después, allí estaba Marc, con una bolsa llena de ropa. Se sintió incapaz de mirarlo a la cara. -¿Cómo estás? -Mejor, aunque me duele. -Te he traído ropa limpia. Vamos al baño a cambiarte. -Creía que estarías en los entrenamientos. -Me importan un bledo los entrenamientos. -Samuel se puso rojo y no dijo nada. -Te espero aquí, ¿vale? -dijo cuando llegaron a los aseos del hospital. Él asintió cabizbajo. Ya dentro del compartimiento, Samuel intentó cambiarse, pero le dolía mucho la muñeca, así que le pidió ayuda a Marc. -Es que me duele mucho el brazo, ¿puedes...? -Claro tonto. -Ambos se metieron en el estrecho lugar. Con cuidado le bajó la cremallera de los pantalones, le temblaban las manos aunque intentó disimularlo. Cayeron éstos al suelo y pudo ver las formas de aquellas piernas. Le encantaron, con el vello suave cubriéndolas. -Levanta... e-el pie... -Samuel lo hizo, muy avergonzado, además él estaba acuclillado justo a la altura de su miembro. -Estás manchado de sangre seca aquí. Espera un momento. -su amigo salió un momento a mojar papel higiénico en las pilas de lavarse las manos.

Marc se echó agua en la cara y suspiró. Había estado a la altura de su pene abultado por los boxers apretados. Olió el aroma sexual, y sino fuera porque no podía, no habría dudado ni un instante de llevar su boca allí y besarle la polla para luego... -¡¡Basta idiota!! -dándose la vuelta volvió a entrar. Limpió su muslo sin decir nada, intentando no fijarse en el abultado paquete. Samuel por su parte estaba empalmándose y apartó a Marc de sí. -Ya me ducharé en la habitación... -Vale. Levanta la pierna -introdujo ésta por el pantalón y luego la otra. Lo siguiente fue el jersey negro de cuello alto. Con cuidado de no dañarlo, fue despojándole de él hasta dejarlo desnudo de cintura para arriba. Lo que Marc vio le cortó la respiración, era tan esbelto y perfecto. Y esas tetillas redondas, duras por el frío... la cintura estrecha, la clavícula marcada, el ombligo con pelillos suaves... el paraíso en el cual reposar la cabeza y dejarse llevar por el sueño tras hacer el amor un poquito más abajo...

-Tengo frío... ¿Marc? -Sí, claro. Perdona... -con cuidado lo enfundó en otra camiseta. -Y ahora vamos, que Sara y David nos estarán ya esperando fuera. -¿Qué? ¿Les has llamado? -su tono de preocupación y remordimiento partió el corazón a Marc. -Sí claro, son tus mejores amigos, tenían que saber lo del accidente. -A Samuel le alivió que no les hubiese contado la verdad, y que siguiera fingiendo.

Ya en el exterior, esperaron a que el coche los recogiera. -Llegan tarde... -Hay tráfico. -Samuel tiritó, lo cierto es que al anochecer, la temperatura otoñal ya dejaba cierto frío. -Perdona, se me olvidó con las prisas cogerte la chaqueta. Toma la mía. -Marc fue a quitarse la suya, pero al ver que seguía llevando la camiseta negra de tirantes debajo, el moreno se negó a ponérsela. -¡¡No, no!! Si te pones enfermo, puedes echar a perder la temporada de competiciones. -Pero estás temblando y es culpa mía por el despiste. -No tienes culpa de nada, bastante haces estando aquí conmigo, sin ir a los entrenamientos, ni quedar con tu novia...ni... -Marc lo atrajo contra él en un impulso. -¿Qué...? -Al menos deja que te tape un poco con mi cuerpo, para eso soy más grande que tú. -V-vale...- Samuel fue incapaz de negarse, estaba en la gloria en aquellos momentos. Lo que sentía por dentro era muy emocionante, él le abrazaba contra él, le daba su calor. Estaba tan enamorado, nada más le importó en aquel instante. -No te dije que tenía novia porque no se me ocurrió... creo que estas un poco enfadado conmigo por eso. -¿Cómo lo sabes? -Pusiste cara de mala leche cuando ella apareció. No sé, no se me ocurrió...

-Es que como los amigos se dicen esas cosas... me molestó. Qué tontería. -Bueno, pues eso. -Vale. -ninguno de los dos dijo nada en mucho rato. Ambos disfrutaron del contacto del otro. -Sí que tardan...- comentó Samuel con voz temblorosa. -¿Sigues teniendo mucho frío? -lo rodeó con más intensidad. -Sí... -en verdad, temblaba porque él lo estrechaba contra sí, y podía escuchar los latidos de su gran corazón. -No sé cómo darte más calor. -Samuel pensó en unas cuantas maneras de lo más comprometidas y sonrió mirándole. A Marc le dio un vuelco al corazón esa sonrisa tan preciosa, esa mirada tímida. Le había sonreído, él... de forma sincera. -No te preocupes, así estoy muy bien... -Marc sonrió también, animado. Sintió el impulso irrefrenable de estampar sus labios contra los de él, pero el pitido de un coche justo a su lado, les pegó un susto a ambos. Fue como si de un bofetón, hubiesen salido a la vez de un mundo en el que sólo existían ellos dos. -¡¡Eh tortolitos!! ¡Subid que hace frío! -David los llamó a gritos mientras Sara se partía de risa. -Como os odio. -les hizo saber el rubio justo al entrar. -¡¡Perdón, es el tráfico a estas horas!! -Si fuera por eso... -musitó para sí. -¡¡Samuel!! ¿Cómo estás? -Sara giró el cuerpo hacia los asientos traseros. -Muerto de frío. -De nuevo, Marc lo arrastró hacia él, que cómodamente se había instalado en una esquina. -Entre mi calor corporal y la calefacción, ya verás qué pronto se te pasa. -V-vale... -el chico se dejó arrastrar.

Durante el trayecto, Samuel y Marc se sintieron en esa nube del amor, cuando tienes a la persona amada simplemente a tu lado, tocándola en silencio, en la oscuridad. El tráfico para ellos no eran más que luces y sonidos apagados, la música suave de la radio una melodía hermosa... Marc estaba enamorado de tal forma, que las lágrimas le resbalaron por las

mejillas. Estaba emocionado, extrañamente ido por tener al su amor entre los brazos, por oler sus cabellos, por sentir su calor contra él. Ya no temblaba. Por suerte, ni Sara ni David, que algo se olían, dijeron una palabra. Nadie estropeó esa extraña velada en el coche, una velada secreta. Samuel notaba bombear el corazón muy acelerado al principio, hasta volver a la normalidad. Marc no se movió un ápice, simplemente le sostuvo, le dio su apoyo, amistad y calor. La sensación de amor le embargaba, de amor imposible aunque en aquellos momentos cercano y casi verdadero. Imaginó, cerrando los ojos, que Marc era su chico, que cuidaba de él y lo llevaría a la habitación. Y que allí seguiría cuidándole, rodeándole con sus brazos fuertes en la misma cama que compartirían tras hacer el amor, y al despertar... él seguiría allí...

-Chicos... -La voz suave de Marc hizo que Sara le mirara. -Me parece que tendremos que ir a cenar otro día... se ha quedado dormido como un lirón. -Ok. David, llévalos a la residencia. -Vale. -David tomó otro rumbo y tardaron poco en llegar la universidad.

Sacaron a Samuel, que iba medio dormido. Marc lo llevó en brazos y entre los tres le metieron en su cama. -Gracias. -Mañana hablamos. Buenas noches. -Buenas noches. -la pareja se fue con sigilo y Marc se dedicó a hacer desparecer, todo lo que fuera peligroso. Cúters, pastillas de lo que fuera, cosas cortantes, tijeras, cuchillos, etc. Hasta una simple cuchara de plástico le pareció un arma en potencia. Después cerró con llave la estancia. Sobre el suelo de moqueta sucio de sangre ya seca, puso su alfombra. Mientras rebuscaba por los cajones de Samuel, encontró la foto de su madre. Él era su vivo retrato. Volvió a dejarla en su sitio, sintiendo como si hubiese visto algo muy íntimo.

-Cariño... -de rodillas al pie de la cama de Samuel, Marc le observó silenciosamente. -Te quiero... te haré feliz, te haré reír... te lo juro, algún día lo conseguiré, aunque tenga que vender mi alma al diablo y pase la eternidad en el infierno. Una sonrisa tuya, valdría mi vida, el susurro de tus besos... son tus sonrisas verdaderas... -con sumo cuidado, lo besó en la comisura de los labios, y después en éstos, tiernamente. Fue fugaz, pero suficiente para hacer que Marc prorrumpiera en sollozos. Con cuidado, fue hasta su cama para ahogarlos, para que él no los escuchara. Las lágrimas, mucosidades y saliva se mezclaron con las sábanas, hasta que finalmente Marc pudo calmarse.

Y después, cogió los caramelos que tenía para Samuel y esparció éstos por la colcha del chico. Por el suelo, la mesilla, dentro de los zapatos, en el armario, por los cajones. Había gastado sus pocos ahorros (había que recordar que pagó muy caro el cambio de habitación) en unos cuantos kilos de golosinas. Luego se sentó en su cama y vio las horas pasar en el reloj de mesa, escuchando la tranquila respiración de Samuel. No podía dormir, por si acaso él se despertaba e intentaba una nueva locura.

Sin embargo se durmió sin querer, pues tantas emociones lo tenían agotado. Nada sucedió durante la noche, nada hasta el amanecer, cuando los rayos del sol hicieron que Samuel se despertara. Estaba en su cama, y con dificultad despertó. Primero miró hacia el lecho de Marc, rompiéndosele el corazón de verlo dormitando con la ropa puesta y sobre la colcha sin abrir. Él estaba preocupado, por si volvía a intentar suicidarse. No podía decirle que nunca más lo intentaría, sería reconocer que lo había hecho... Pero si se comportaba de forma más animada, él podría relajarse. Aunque tuviera que fingir, lo haría.

Después, salió de la cama y al ponerse las zapatillas, notó que había algo dentro. De estos cayeron unos cuantos caramelos que lo dejaron perplejo, y más que lo dejarían al verlos por todas partes. El suelo, la colcha, la mesa, dentro de los cajones... en el cuarto de baño, dentro del armario, encima del ordenador. Había cientos de golosinas. Una intensa emoción de agradecimiento y amor puro, le embargó el pecho. Si el día antes había sido el hombre más desdichado sobre la tierra, en esos matinales instantes... se sentía el más feliz y emocionado. Miró a Marc, estuvo tentado de ir hasta él, despertarlo para abrazarlo y comérselo a besos. Le encantaban los caramelos, pero nunca se lo había comentado a él. Seguro que Sara tuvo algo que ver.

-Te quiero... -susurró apoyándose en el armario, con caramelos en las manos, apretados contra el pecho. -Te quiero... por ser así... por tratarme así... te quiero... -una lágrima se deslizó libre por la mejilla, pero no era de tristeza. Era la primera vez que lloraba desde niño, y algo dentro de él se liberó. Tal vez si hubiese llorado el día antes, no habría intentado suicidarse. Aún así la limpió rápidamente, no le gustaba llorar por nada del mundo. Se dejó caer hasta el suelo, apoyado en la madera, y en esa posición permaneció unos instantes, sintiendo los caramelos en el rostro, oliendo su aroma afrutado. -Te quiero... -dijo en silencio. -Te querré para siempre... Marc.

Notas finales: Aprovecho para daros la gran noticia (para mí), de que una editorial española a confiado en mí, y va a editarme de forma profesional mi cómic yaoi "no te escondas". ¡¡Bien!! si os gustan mis relatos, espero que también mis cómic y en su día me deis una oportunidad, porque yo soy dibujante ^^ Os pongo el link aquí del foro de la editorial y de mi deviantart ^^ http://www.dorianne-laura.deviantart.com/ http://nowe.forogratis.es/foro/index.php http://dorianneilustradora.blogspot.com/

¡gracias ^^! Volver al índice Un regalo fallido por Dorianne Capítulo 7 “Un regalo fallido”

Había pasado ya una semana desde que Samuel intentó suicidarse, y desde luego ni éste ni Marc, hablaron sobre ello. Oficialmente fue un accidente, y muchos compañeros de residencia que presenciaron lo sucedido, le preguntaron al chico cómo estaba la herida. No pensó que le importara a tanta gente, así que eso le animó.

En cuanto a los caramelos, Samuel consiguió, con todo sigilo, recogerlos antes de que su compañero abriera los ojos por la mañana. Los guardó en una caja bajo su cama y no dijo ni pío sobre ello. Fue como si nada de todo aquello hubiese sucedido jamás. Marc no dijo nada, ni siquiera le preguntó por las golosinas, ni pareció esperar ningún tipo de agradecimiento, lo cual alivió a Samuel.

El médico ya había quitado los puntos a su muñeca, y el psiquiatra recetado medicación nueva que prometió tomar a rajatabla. Lo haría por Marc, porque no se merecía volver a pasar por aquella angustia. Ambos sabían que se trató de un intento de suicidio, y ambos lo disimulaban.

Samuel tenía una cita con su amiga Sara, en la biblioteca, porque pronto iban a tener un parcial y debían hincar un poco los codos ya. Se adentró en el edificio, y subió a la sala de estudio en la segunda planta. La chica ya estaba apostada en una mesa, bastante metida en un libro, tomando a puntes. -Hola… -casi fue inaudible. Ella le guió el ojo y siguió a lo suyo muy concentrada. En un buen rato ninguno dijo ni pío. Hasta que Samuel se sacó dos caramelos de la chaqueta y tendió uno a Sara. Ella lo miró sonriente. -Gracias. Qué generoso estás con los caramelos últimamente, con lo egoísta que eres siempre, que nunca das a nadie. -No te pases, o me lo devuelves. –Samuel frunció el ceño y le hizo un gesto con la mano para que ella le diera la golosina, por lo que la chica se la metió en la boca rápidamente.- Es que ahora tengo muchos… -ella lo miró con la ceja alzada. -¿Y eso? –el chico moreno tragó saliva con sabor a fresa. -P-pues… nada… -bajó la vista hasta los apuntes y ninguno volvió a abrir la boca en bastante rato, hasta que Samuel rompió el silencio de nuevo. -¿Le dijiste a Marc que me gustaban los caramelos? -Mmmm… creo que sí. ¿Por? -Es que… yo no lo comenté con él porque es una bobada, y… la mañana siguiente del… del accidente, me desperté y Marc me había dejado desperdigados por todas partes un montón de caramelos. Aún sigo encontrando algunos cuando limpio… -sonrió un poco, sonrojado. Sara se quedó algo descolocada. -¿Cómo que desperdigados? -Sí, por encima de la colcha, en los cajones, dentro de los zapatos o por el armario. En mi vaso de lavarme los dientes, o incluso a veces me los encuentro todavía dentro de los bolsillos de algún pantalón o chaqueta. No sabes la ilusión que me hace eso. El cabrón me alegra el día.

-Sí, le comenté que te pirraban los caramelos, y dijo algo de darte una sorpresa… ja, ja. ¡¡Ese chico es fantástico!! -Lo sé. –susurró Samuel, apenado. Sara se daba cuenta del barullo de sentimientos que su amigo sentía cada vez que hablaba de su compañero de cuarto, o estaba con él. Sin embargo, ella no era nadie para lanzar conjeturas, y menos decirle a Samuel que pensaba que era homosexual y le atraía Marc. No es que fuera evidente, es que ella lo notaba, era sensible a los sentimientos ajenos. Aun así, era posible una equivocación y por lo tanto no podía decirle nada. David opinaba igual que ella. -¿Y qué le has dicho? -¿De qué? -De los caramelos que te ha regalado. Qué buen chico, siempre quiere animarte. -Nada. Los recogí, guardé y ya está. -¿No le diste las gracias? -¡¡Qué dices!! ¿Cómo le voy a dar las gracias? -Hombre, capullo, el tío te lleva al hospital, te acompaña todo el día, te regala caramelos a tutiplén… ¡¡¿Y no le das las gracias?!! –Alzó la voz y todos la miraron de forma reprobatoria. -B-bueno yo… -Samuel, más rojo que la grana, la miró avergonzado. –Es que me da cosa. -¿Te da cosa, tontolaba? Los tíos sois de lo más rarunos, te lo juro. -Es que me dio mucha vergüenza eso de los caramelos. -Pues bien que te los estás zampando. –siseó ella. Samuel se echó a reír de tal forma que tuvo que taparse con las manos. Sara lo miró cada vez más alucinada. -Perdón… -suplicó el moreno, limpiándose una lagrimilla que le caí del ojo. –Tienes toda la razón. Supongo que debo devolverle el regalo al menos. -Con que le des las gracias, yo creo que para él que es tan sencillo, será suficiente. -Bueno… no sé si estoy preparado para hacerlo de palabra. –Sara suspiró. -Ey goloso, son las 8 y van a cerrar. He quedado con David para cenar. ¿Te vienes? -No, la verdad es que me voy a comprarle algo a Marc antes de que cierre el centro comercial.

-Ok, pues no vemos el lunes en clase. ¿Vale cielo? -Pasa buen “finde” –La chica se marchó definitivamente y Samuel tras ella, aunque ya en otra dirección.

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Cerca de la universidad estaba situado uno de los centros comerciales más grandes de la ciudad. Así que al menos era un entretenimiento para los aburridos estudiantes. Tenía en su interior una enorme pista de hielo que ya comenzaba a estar concurrida en pleno noviembre, y muchos restaurantes y tiendas de toda clase. Ropa, calzados, electrodomésticos, libros, etc.

Pasó por delante de un establecimiento musical, y la nostalgia al ver los violines le inundó. Su violín se había quedado atrás, como toda su vida anterior, como su madre. Pensó en comprarle algo relacionado con las guitarras a su amigo, sin embargo fue poner un pie en el interior, y un mareo terrible, expulsarlo. Corrió en dirección contraria. No, era demasiado peligroso para su salud mental, volver a relacionarse con la música así. Todo estaba demasiado ligado a su madre.

Finalmente pensó que Marc estaba estudiando informática, y que le podía venir bien un ordenador portátil. Porque desde luego, el que tenían en la habitación hacía unos ruidos sospechosos. Además, sabía que el rubio no se podía permitir uno, ya que siempre estaba escaso de fondos. Y porque les entraba la pensión completa en la residencia, que sino ni comería el pobre.

Ni corto ni perezoso, y tremendamente ilusionado, Samuel sacó la tarjeta de crédito que su padre le dio, para comprar el mejor portátil que encontró, más algunos accesorios como una placa para apoyarlo y que no se recalentara, o una bolsa para que Marc pudiera trasportarlo cómodamente hasta clase. ¡¡Qué feliz se iba a poner!! Eso le emocionó tanto que una sonrisa apareció en su rostro. Si Marc le hubiese visto en aquel instante, hubiese podido morir feliz. Pero de eso Samuel, no era consciente.

Ya eran casi las diez cuando apareció por la habitación. Al entrar, Marc casi se le echó encima.

-¡¡Te he estado llamando al móvil!! –el nadador parecía cabreado, tanto que a Samuel se le borró la sonrisa de la cara. -Estaba en el centro comercial, con el ruido no lo escuché. -¿Y no podías habérmelo dicho? -No se me ocurrió, perdona. No pensé que fueras a preocuparte así. –Marc suspiró intentando serenarse un poco. Desde la semana anterior que no dormía en condiciones, obsesionado con que su chico volviera cometer una locura. -No, perdona tú, es que como a estas horas estás siempre aquí. Llamé a Sara y me dijo que te dejó en la biblioteca y que no sabía nada más de ti. –Samuel se sintió fatal, había olvidado que Marc sabía muy bien que lo sucedido no fue sin querer. -Fui a… comprar una cosa. -¿Eso qué es? ¿Un portátil? –Marc abrió los ojos mucho, fascinado. -¿De dónde has sacado la pasta? -Mi padre me dio una tarjeta de crédito por si necesitaba material o surgía alguna cosa. Para que no le molestara pidiéndoselo. -Qué suerte cabrón, mis padres me mandan el dinero a cuentagotas. Y porque tengo una beca, que sino… ¡qué pobre soy! –se lamentó. -Bueno, es un regalo para ti. –Marc le miró incrédulo. -¿El qué? ¿Qué me has comprado? –miró detrás de la caja del portátil y vio la bolsa. Siguió sin comprender. -El portátil, es un regalo para ti. –esa vez, Marc comenzó a desternillarse tanto de risa que se le saltaron las lágrimas. -¿De qué re ríes? –inquirió desconcertado. -Qué cachondo te has vuelto, ja, ja, ja… -continuó partiéndose. Samuel se enfadó. No se esperaba una reacción así, creyó que Marc le daría las gracias. Así que tiró la mochila al suelo, ofuscado. -¡¡Deja de reírte ya!! ¡¡Joder, idiota!! –su amigo se quedó en silencio de pronto, asustado. -¿Lo decías en serio? -¡¡No!! ¡¡Gilipollas!! –estaba teniendo una reacción violenta, debido a los altibajos que sufría. La medicación todavía tardaría en hacer el efecto oportuno.

-¡¡Ey!! Vale, vale, no pasa nada, es que no me esperaba algo así en mi vida. –Marc intentó agarrarlo del jersey hasta que lo espachurró contra la pared. -¡Suéltame! -No quiero. Dime, ¿en serio me lo regalas? ¿Cómo voy a aceptarlo? -Era mentira. Es para mí. ¡¡Y no te lo voy a dejar nunca!! -Ya, mala suerte, ahora ya es mío y sólo mío. –Marc le sonrió de oreja a oreja, mientras lo estrujaba contra él con fuerza. -¡¡Suéltame!! -No, deja que te pague en carne el regalo. Qué cachondo me pones Samuelcito. –Los poderoso brazos de nadador de Marc, lo tenían bien agarrado y Samuel sintió cómo una oleada de placer lo embargaba, sobre todo al sentir el cuerpo de Marc contra sí, turgente, y su cálida respiración cerca del oído. Se moría de ganas por seguirle la broma, de dejarse llevar… aunque sólo fuera un instante, un segundo.

Por su parte, Marc sentía en su interior tanta euforia al recibir semejante regalo de su chico, que no pudo evitar meterle mano. Si Samuel se dejara hacer, le iba a pagar realmente en carnes lo del portátil. Una noche follando como sólo dos tíos saben, sin parar. Pero unos golpes fuertes en la puerta sacaron a ambos de sus ensoñaciones, rojos y acalorados.

Marc se tambaleó hasta la puerta, medio aturdido y medio enfadado por la interrupción. Al abrirla, el calentón se le pasó radicalmente, y las mejillas sonrojadas pasaron a ponerse lívidas. -Sabrina. -¡¡Hola cariño!! –con su habitual efusividad, la novia lo besó en la boca mientras lo abrazaba por el cuello. Samuel apartó la vista, asqueado, pero intentando disimular. -Hola… -ella saludó a Samuel, que la sonrió haciendo de tripas corazón. -¿Qué es todo esto?- preguntó al ver las cajas en el suelo. -Es que Samuel me ha regalado un portátil. –ella le miró algo seria, como si aquello fuera como una amenaza. -¡Idiota! No es para ti, es mío. ¡Te lo has creído!

-Oh, vaya… -Marc hizo un aspaviento. -Pero igual te lo dejo. -¿Qué querías Sabri? -Nada, ver a mi chico. ¿Vamos a cenar y a dar una vuelta? -Ya he cenado, y estoy agotado de los entrenamientos. –mintió. -Hoy no habían. -He ido por mi cuenta. –falseó de nuevo. -Bueno… ¿Puedo quedarme un rato al menos? -Claro. Voy al baño un momento. –sin más, entró en el lavabo para echarse agua en la cara. Qué situación más embarazosa.

Ya llevaba una semana en tensión, por lo de Samuel. Encima, el hecho de no recibir ni un simple agradecimiento por su parte, tras lo de los caramelos, lo había dejado aplatanado del todo. Al despertarse a la mañana siguiente y no ver ni una sola golosina, y a Samuel durmiendo en su cama, le hizo dudar de que las hubiera esparcido por todas partes. Evidentemente, algún caramelo estaba todavía medio escondido. ¿Por qué él no dijo nada? Los había recogido y ya está. Como si nada hubiese pasado. También había que entender que Samuel no era una niña de 7 años que adoraba los caramelos, sino un tío de unos 20, bastante retraído.

Y para colmo, cada vez Samuel le ponía más. Su olor, su voz, su presencia física. Qué tortura compartir habitación con él, se moría de ganas de follárselo una y otra vez, pero sobre todo de hacerlo disfrutar tanto que no pudieran despegarse el uno del otro nunca más.

oOoOoOoOo

Por su parte, Samuel recogió en silencio todos los bártulos del suelo. Sabrina lo observó en silencio un momento. Definitivamente era guapísimo, haría buena pareja con algunas amigas suyas.

-Samuel, ¿puedo pedirte un favor? -Por supuesto. -Verás, ¿podrías irte un ratito? Una hora no más, para que Marc y yo estemos solos. –un escalofrío le recorrió el cuerpo a Samuel, de pies a cabeza y de cabeza a pies, dejando a su paso ese sudor frío por todas partes, y una sensación en la boca del estómago de lo más desagradable. -Sí… -susurró mientras cogía las llaves para irse. -No quiero molestarte. -No te preocupes, es normal. Estaré como mínimo una hora fuera. –justo cuando se disponía a marcharse, Marc salió del baño mirándolo desconcertado. Sabrina sonreía contentísima. -¿A dónde vas? –Samuel estaba tan ofuscado que estuvo a punto de gritarle que a él qué le importaba. Pese a ello, supo contenerse. -Con Sara y David, me han invitado a cenar. –mintió. -¿A qué hora volverás? –indagó angustiado. Fuera estaba comenzando a chispear. -Te haré una llamada perdida al móvil, como mínimo una hora, supongo que más. -V-vale… -Chao. –después de aquello, marchó dejando atrás aquella habitación.

Samuel bajó hasta la entrada de la residencia, apoyándose en una columna del patio exterior. Observó la zona, era de noche y llovía ligeramente. Lástima, no había cogido el paraguas y ya era demasiado tarde. Caminó bajo la lluvia sin protección, sin rumbo fijo, sin importarle nada. Lo único que sabía, era que Marc y Sabrina se quedarían solos y harían el amor, porque se amaban. Ella recorrería su piel, músculos, sexo erecto. Besaría los rincones secretos de Marc, lamería sus testículos, su vello. Él la poseería con fuerza y ambos se correrían varias veces. En la habitación quedaría el olor a sexo desenfrenado, y los ecos de esos gritos de placer. Todo eso que nunca podría disfrutar con Marc, y que le atormentaría cada vez más.

Sacó el móvil, algo indeciso porque no deseaba perturbar el momento de nadie, y llamó a Sara. Ella lo cogió en seguida. De fondo se escuchaba el sonido de un lugar concurrido, probablemente el restaurante.

-Dime cielo. –como Samuel no dijo nada, ella se asustó. -¿Samuel? Me estás asustando. -Perdona. -¿Qué pasa? -Necesito… necesito hablar con alguien. -Te escucho. -No quiero molestaros. -¡¡No molestas!! -Necesito sacar fuera todo lo que me callo siempre por miedo a hacer daño a los demás, por miedo a sentirme rechazado. -No vamos a rechazarte. ¿Dónde estás? -En cualquier parte de ningún lugar… -musitó sentado en un banco del parque adyacente a la residencia, bajo la lluvia cada vez más intensa. -¡Samuel! –esta vez fue David el que le habló, chillando casi. Samuel pegó un respingo. – Dime inmediatamente dónde cojones estás. ¡¡No quiero tener que volver a pasar por un intento de suicidio tuyo nunca más!!- eso dejó anonadado al chico. Así que ellos lo sabían, era lógico. -A la entrada de la residencia, donde la estatua del caballo. -Más te vale estar ahí cuando vayamos a por ti, o te juro que me las pagarás. -Te lo prometo David. Y perdonadme. -Estás perdonado. Vamos Sara. –le pasó el teléfono a ella. -Lo siento cielo, David es así para estas cosas. No se anda con chiquitas. -Está en su derecho… -Estamos ahí en 15 minutos. -Vale… -la comunicación se cortó, pero el siguió sentado bajo la lluvia hasta que sus amigos llegaros a rescatarlo. Estaba preparado para contarles la verdad, la verdad de todo.

Notas finales: Siento haber tardado tanto TT_TT Sorry!! Es que he estado muy ocupada. 1-Me ha tocado hacer más horas en mi odiado trabajo. 2-Mi proyecto del cómic yaoi "No te escondas" para una nueva editoria española, me dja sin fuerzas. 3.Hace más de una semana que padezco farinjitis, y estoy baldada TT_TT Pero bueno, lo prometido es deuda y aquí está Laurita con un nuevo capi. Supongo que el siguiente vendrá más pronto. ¡¡Son las 2 de la mañana!! TT_TT Me vais a matar XDDD Y por último, hablaros de ese cómic yaoi que me van a publicar de forma profesional. Os dejo aquí las páginas donde podeis encontrar información. Más os vale comprarlo cuando salga XDDD http://www.dorianne-laura.deviantart.com/ http://dorianneilustradora.blogspot.com/ http://nowe.forogratis.es/foro/index.php

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Susurro de besos 8

Todo lo que yo soy, todo lo que yo siento

Tal y como había prometido Samuel, sus amigos lo recogieron sin que se hubiese dado a la fuga. Sara se pasó a los asientos traseros del auto, para hablar con su amigo, mientras David buscaba un lugar por allí para aparcar. No fue difícil, en el parking casi vacío de una de las facultades cercanas. Allí nadie les molestaría. El conductor quedó callado, dejando a su chica que hablara ella, porque a él todavía no se le había pasado el cabreo. -Bueno Samuel. Aquí estamos, somos todo oídos. -Perdonadme por haberos hecho sufrir la semana pasada con... con... -no le salían las palabras. -Intento de suicido. -la voz de David sonó seca. -¡¡David!! Por favor. -Vale, lo siento. -No le hagas caso cielo, es así cuando se cabrea. -Yo lo entiendo, es natural que estés enfadado conmigo. Fui un egoísta. Pero padezco problemas psiquiátricos y sicológicos. -¿Qué quieres decir? -Pues que debía tomar una medicación y no lo hacía. Mi padre no hacía más que controlármela, y al verme liberado de él, pues hice lo que quise. O sea, una estupidez. -Samuel bajó la cabeza avergonzado. -¿Y ahora la tomas? -el chico asintió en silencio. -¿Te sientes mejor? -Por una parte todavía no me ha hecho el efecto que toca, aunque sí que estoy mejor. Me di cuenta de que hice sufrir a Marc, muchísimo. Y ahora a vosotros. No tenía ni idea de que lo sabíais. -Nos lo dijo Marc. Y nos pidió que hiciéramos como que fue un accidente. -Es muy bueno, aun hoy sigue haciendo como que fue un accidente. Y todo el mundo en la residencia se lo traga. ¿No... n-no es maravilloso? ¿No es el chico más maravilloso... qué hay? -A Samuel le temblaban las manos, así que Sara las asió fuerte entre la suyas. -Sí, es un chico excelente. -Yo le... yo le quiero... -Cada vez, Samuel hundía más la cabeza entre los hombros. La chica se quedó algo sorprendida, no de la revelación, sino de que él lo confesara.

-¿En qué sentido? -En el mismo que tú quieres a David... -Um... -susurró ella. -Entonces le debes de querer una barbaridad. -el pobre chico asintió con la cabeza varias veces. -Y encima lo de los caramelos, lo bueno que es conmigo... es una tortura vivir con él, y a la vez no podría separarme. -La mano grande y cálida de David le tocó la nuca, haciéndole dar un respingo. -Si eres gay, a nosotros particularmente, no nos importa. ¿Vale? Si eso era lo que te preocupaba, puedes estar seguro de que seremos igualmente tus amigos, y mantendremos la discreción hasta que decidas liberarte de la carga. -Exacto, no nos importa si te ponen los tíos o las tías, sólo queremos que seas feliz, y que nos pidas ayuda cuando la necesites, o cuando te apetezca charlar. -Samuel no se acababa de creer que ellos le trataran con tanta naturalidad tras saber que era homosexual. Había imaginado el momento en diversas ocasiones, a veces ellos le repudiaban, otras le aceptaban. Sin embargo nunca fue como la realidad, tan fácil. Un gran peso se le quitó de encima.

-Uf... Gracias, de verdad. -Sonrió aliviado. -En cuanto a lo de Marc. Lo siento. -comentó su amiga. -Encima está buenísimo, debes ir calentorro todo el día. -David se echó a reír. -Joder Sara, no lo martirices. -Samuel también se echó a reír. -La verdad es que Marc no para de tirárseme encima, y de fastidiarme, voy fatal. -¿Qué se te tira encima? -Bueno, bromas suyas, me noquea podríamos decir. No sé, tonterías de colegas. La verdad es que pondría más resistencia, pero no puedo. -A mí Sara también me noquea, y me pone que no veas. -¡¡David!! -se quejó ella divertida, arreándole un mamporro en el brazo. -Vivir con él es pura tortura, pero yo... yo le quiero y lo necesito a mi lado. -¿Has estado con más chicos?

-No. Soy consciente desde crío que me atraen los chicos, pero la única que lo sabía era mi madre. Mi padre es un homófobo intransigente que odia a los gays, las lesbianas, a los extranjeros, a las personas de piel oscura. En fin, un dechado de virtudes es el muy cabrón. -lo dijo con puro desprecio. -Vamos, que encima te llevas a matar con tu padre. -Pues sí, y mi madre falleció hace un año. El día que yo intenté... matarme... era su aniversario de muerte. -ellos no le preguntaron la causa de la muerte, y lo agradeció. -Lo siento... -musitó Sara, acariciándole una mano. -Oye, estás empapado idiota. ¿Qué coñi hacías aquí fuera tú solo bajo la lluvia? -Pues la novia de Marc... -¿La rubita? -musitó David. -¿Y tú cómo sabes que es rubia? -Sara se había molestado. -Mujer, la chica está buena y mucha gente sabe que es la novia de Marc. ¡Además, acabas de decir que Marc está muy bueno y yo no me he quejado! -Samuel suspiró. Qué pareja más bien avenida, les envidiaba. -Bueno, ya hablaremos luego. -le indicó, en tono amenazante. -Samuel, pues lo siento. -Es natural que tenga chica, con lo fantástico que es, lo bueno que es... -Lo cachas que está. -rió ella. -Lleva todo el cuerpo depilado. -¿Todo, todo? -Bueno... no lo sé. No le he visto sus partes... por desgracia.- lamentó mordiéndose el labio inferior. -Pero los calzoncillos le quedan de muerte. -Chicas, me vais a hacer vomitar. -¡¡David!! -¡Es una broma!! -Se echaron a reír de nuevo. Samuel no podía evitar quererlos, eran personas de lo mejor. -El caso es que Sabrina, su novia rubia, me pidió discretamente que me fuera a dar una vuelta.

-¡¡Eres tonto!! -¿Y qué quieres que haga Sara? Querrían estar juntos, para ya sabes... eso... -decirlo no le gustaba nada. -Para follar. -Olé David, dilo con más delicadeza. -Es lo que es. -Tiene razón David, es lo que es, y es lo natural. -suspiró.- La chica tiene toda la suerte del mundo, y yo soy gilipollas. Pero estoy enamorado de Marc, y si hace falta me sacrifico por él. Además, después de lo que le hice pasar la semana pasada, sinceramente le debo mucho. -De pronto, el móvil de su amiga comenzó a sonar. -Perdona cielo... -miró la pantalla y arqueó una ceja. Estaba sorprendida. -¿Sí? Sí, hola. Sí, está con nosotros, cenando claro... Bueno, hemos terminado ahora y ya lo llevábamos a casa. Nos hemos mojado un poco hasta el coche, ja, ja... sí, chao. -colgó mirando a Samuel. -¿Era Marc? -Claro. -No se fía de mí. Bueno, aunque le mentí en verdad. Dije que me iba con vosotros... -Estaba nervioso. -¿En serio? -Y que lo digas. De un modo u otro, a ese tío le importas muchísimo. Así que sólo puedo decirte que no pierdas la amistad que te une a él, por mucho que le quieras. -Llegará un momento en el que no lo soportaré más. -Entonces debes decidir, aunque no ahora, sino entonces. -comentó David. -Te llevo a la residencia. -Me agobia ir a esa habitación, ahora que sé que ella y él... -No lo pienses tanto. Más vale que le importes a ese tío, que pase de ti. Tal vez no tengas su amor como te gustaría, pero es tu amigo y se preocupa. Es mejor eso que nada. -Sara lo abrazó con cariño. -Y nosotros te ayudaremos en lo que haga falta. Por favor, cuando te sientas mal, cuando estés solo, cuando necesites amor, llámanos y aquí estaremos.

-Gracias chicos, de verdad. Es la primera vez en mi vida que puedo ser yo, sin esconderme, sin tener miedo al rechazo. Es la primera vez que tengo amigos de verdad. -sonrió aliviado. -No se merecen- David arrancó el coche en dirección a la residencia. Llegaron en apenas tres minutos. Fuera seguía lloviendo. Samuel se bajó, sonriente. -Gracias por todo. -Chao. -el coche desapareció tras una esquina, mientras Samuel sentía su pecho arder, y su estómago contraerse de nuevo en angustia. Una mano le tocó el hombro, lo que hizo que diera un respingo.

-Samuel... -Marc. -enrojeció como un tomate al verlo. -Vas muy mojado, te vas a resfriar. -parecía muy triste. Lo cual no era para nada natural. -Vamos a la habitación. -¿Qué haces aquí en la puerta a estas horas? -Me despedí de Sabrina. -mintió, ya que ella se fue poco después que Samuel. La realidad era que llevaba allí esperándole todo nervioso. -Bueno, vamos, necesito darme una ducha. -Y que lo digas, si que teníais el coche lejos. -Muy lejos, problemas de aparcamiento.

Ambos se mantuvieron callados un buen rato, hasta llegar a la habitación. Se fijó en que la cama de Marc seguía hecha. Bueno, supuso que él la habría arreglado, o puede que no lo hicieran allí, puede que... Samuel agitó la cabeza para quitarse aquellos pensamientos estúpidos. -¿Mañana usaremos el portátil? -Es tuyo, ya te dije que es un regalo. Por todo lo que has hecho por mí. -Marc había recuperado la sonrisa de siempre. Tener a su chico sano y salvo era suficiente para ser feliz y la mala leche de momentos antes, ya no estaba. -¿Va en serio?

-¿Tú cuándo me has visto hacer bromas? -Nunca... que recuerde. -Pues eso. -fue la escueta respuesta. -Voy a dormir, hasta mañana. -Claro, yo también. Estoy agotado. -Para Marc sólo fue un comentario sin importancia, para Samuel supuso una patada en el estómago. Su absurda imaginación le llevó de nuevo a pensar en Sabrina y Marc, "cansándose". Eso le puso malo, y fue directo al baño a vomitar lo poco que tenía en el estómago.

-¡Samuel! -Marc le apartó el cabello de la cara, sujetándoselo mientras arrojaba la bilis. -Tranquilo... -Vale, g-gracias... -se limpió la boca con papel higiénico y tiró de la cadena. -Me sentó mal la cena. -Ni siquiera había cenado, ni ganas que tenía. Aunque ya se había erguido, Marc siguió apartándole los cabellos para que se limpiara bien en la pila. Los sintió suaves, como la seda, ondulados, brillantes y que olían bien. Una sensación de apremio en el estómago le incitó a abrazar a Samuel contra sí y hundir el rostro en su precioso pelo negro. Éste lo apartó antes de que se dejara llevar.

-Ve a la cama, si quieres te preparo una manzanilla, no tardaré nada. -No, gracias. -fue la escueta respuesta. A Marc la desazón lo estaba amargando. Siempre que intentaba ser tierno, su chico levantaba el muro que los separaba. -Buenas noches. -El nadador deshizo el lecho, y metiéndose en él se puso de espaldas a Samuel. Lo imaginó desnudarse, luchó con todas sus fuerzas por no darse la vuelta. Muchas noches soñaba con la vez que habían estado juntos en aquel cuarto de aseo en el hospital, y luego fantaseaba con ello. Sólo lo había hecho una vez, sin embargo deseaba volver a masturbarse pensando en aquella escena. En esa ocasión, iba tan cargado que tuvo un orgasmo enseguida. Fue meneársela un poco, imaginar que en el aseo, mientras le cambiaba los pantalones, lo que en realidad hacía era bajarle los boxers y chupársela, hasta hacer correrse de gusto a Samuel en su boca, que tuvo un orgasmo rápido y con mucho semen. Había sido la primera vez que había sentido algo tan placentero, que no le dio vergüenza, aunque se sentía un poco mal al ver a Samuel, ignorante de todo aquello. Sabía que se masturbaría de nuevo, y la siguiente vez imaginaría que a su chico le encantaba todo lo que pensaba hacerle. Ya estaba empalmado, con ganas de ir hasta la cama de Samuel y comérselo a besos. ¿Cómo sería una primera vez con un chico? No podía ser como con Sabrina, que lo único que quería era terminar cuanto antes, no, con un chico debía ser de lo más excitante y cachondo. Con Samuel, además iría unido al amor.

"Te quiero Samuel", pensó Marc, casi lo susurró, moviendo los labios sin emitir sonidos. "Te deseo cada vez más"

Aquella noche, Sabrina había querido acostarse con él. Por supuesto, no tenía ya estómago para hacerlo. Recordó brevemente lo sucedido.

-¿Qué quieres Sabrina? -Ella estaba besándole el cuello. -Que nos acostemos. Desde que hemos vuelto a la universidad, no... -No me apetece, estoy cansado de los entrenamientos, ya lo he dicho. -¡¡Mira Marc, no soy idiota!! ¿Crees que no me he dado cuenta de que me evitas? -¿Por qué dices eso? -Oh vaya, pues ¡Por que me evitas de verdad! -ella estaba disgustada, lo cual le hacía sentirse peor. -Es que estoy muy concentrado en cosas. -¿Qué cosas son más importantes que yo? -No quiero tener ahora esta conversación. -¿Y cuándo pretendes que la tengamos? Las cosas claras Marc. -Hablaremos mañana. -¡¡Mañana me voy un mes al Campeonato nacional!! Ya sabes, he sido seleccionada y tenemos que concéntranos. -Oh... yo lo había... -Lo habías olvidado. Claro, no sé de qué me sorprendo. -Perdona. -Desde que has vuelto, estás muy raro Marc. -se puso a llorar angustiada.

-Perdóname. -Será mejor que durante este mes, no hablemos mucho. Cuando vuelva hablaremos. -Tienes razón. Mucha suerte en el campeonato. -Marc la besó trémulo en los labios. -Adiós cariño. -Sabrina se fue, bastante confusa. Y a él no le quedó muy claro si habían roto, si seguían juntos, o si se habían dado un tiempo. Pero algo sí supo, y es que se sintió liberado, al menos durante un mes, de amar a Samuel en secreto sin que nadie le interrumpiera o hiciera sentirse mal por ello.

Y así fue como había ido la noche. La respiración de Samuel era acompasada, en realidad tampoco estaba dormido. De pronto, su voz suave susurró algo que dejó al nadador anonadado. -Gracias por los caramelos. -fue simple y escueto. Marc sonrió sin contestar, aunque haber recibido las gracias de él en secreto, le hizo muchísima más ilusión que el ordenador portátil. Samuel también sonrió, ya que su amigo, que sabía que no dormía, no dijo nada. Para él era lo mejor.

"Tú sabes que yo sé... que tú lo sabes"

Y así era su amor. Silencioso, secreto y dormido.

Notas finales: Os pido disculpas, resulta que lo tenía escrito y se me olvidó subirlo. Soy un desastre. Sorry!!

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Susurro de besos 9

Haciendo el amor en secreto

Observó el agua calma, el fondo azul, los focos reflectar en el líquido suave y su figura algo distorsionada. Allí se hallaba él, de pie, sólo vestido con el pequeño bañador negro, a punto de arrojarse a la piscina. Lo hizo, sintiendo el agua por todas las fibras de su cuerpo, haciéndole sentir relajado, bien. Él debió ser un tritón en su otra vida, feliz bajo el mar y lejos de la dañina superficie. Cuando se dejaba envolver por la sedosa frescura del líquido, era como dejar todos los problemas atrás.

Poco a poco nadó hasta el fondo, sentándose en la superficie cruzado de piernas. Cerró los ojos, sus cabellos rubios se mecían lentamente como seda. Pensó y pensó en por qué estaba allí, intentando relajarse, lo hizo hasta que le faltó el oxígeno, casi al límite.

De una bocanada devolvió a su cuerpo lo que tanto necesitaba, y el pelo le quedó apelmazado sobre la piel de la cara. Nadó lentamente hacia uno de los laterales. Las instalaciones estaban prácticamente en penumbra, sólo un foco era necesario cuando estaba él solo. Debían de ser ya casi medianoche de aquel viernes. Sus amigos del club le instaron a ir con ellos de marcha, aprovechando que su novia no estaba. Primero le preguntó esperanzado a Samuel si le apetecía acompañarlos, la negativa no se hizo esperar, áspera y cortante. La ilusión de salir con él algún día tornaba a ser hundida en el pozo de los imposibles. Prefirió hacer lo de siempre, irse a nadar un poco relajándose en la piscina. Tenía llaves, así que podía hacerlo pues contaba con el premiso de la universidad.

Apoyándose en el borde, quedó pensativo con la barbilla sobre los antebrazos, mirando a la oscuridad. No era en absoluto feliz, y el método de relajación cada vez perdía más su eficacia. -Es por tu culpa Samuel... -hundió la cabeza en el hueco de los brazos. -Por ser tan hermoso a mis ojos, por ser especial, por estar tan bueno, por ser tan inteligente, por... porque sí... en realidad, yo soy el único culpable, por enamorarme de ti cuando no debí hacerlo.

Suspirando, gimiendo, salió del agua impulsándose, notando el cuerpo pesadísimo al salir de allí. Arrastró los pies hasta las duchas tiritando, pues estaba desconectada la climatización. En seguida abrió la llave del agua para dejar paso a una sensación cálida y agradable. Permaneció bastante así, enjuagándose sin motivo alguno más el de la relajación. Sus pensamientos volvían a Samuel, una y otra vez y en lo insoportable que se estaba haciendo, cada vez más, tenerlo tan cerca y no poder amarlo.

Poco a poco se dejó arrastrar por la desidia, hasta sentarse en el suelo de la ducha, apoyando la espalda contra la pared. El agua continuaba cayendo cálida sobre su cuerpo tembloroso. Se quitó el bañador para poder dejarse llevar del todo, abriendo las piernas, llevando las manos a la entrepierna húmeda y caliente. -Samuel... -musitó sintiendo una descarga en el bajo vientre al pronunciar aquel nombre de forma tan anhelante. La imaginación nadó poderosa para Marc, pues se dejó llevar por ella sin importarle nada más, estaba demasiado excitado como para detenerse. Sacudió con energía su pene hinchado, mientras la imaginación le lubricaba.

Se metía desnudo en su cama mientras él dormía, para darle una sorpresa que le gustaría. Samuel despertaba soñoliento y algo confuso. -¿Qué haces Marc? -¿No lo ves? Vengo a hacerte el amor en secreto. Shhh... -y luego deslizaba las manos por la caliente piel de su espalda, hasta quitarle la parte de arriba del pijama sin que él opusiera resistencia alguna, muy al contrario. Su chico, se le entregaba ardorosamente, podía sentir esos labios carnosos en el cuello, sus manos suaves en las nalgas. -¿Es un secreto? -preguntaba juguetón. -Sí, tuyo y mío, de los dos... cariño.

-Pues hazme el amor, toda la noche. -se le ofrecía. Le quitaba toda la molesta ropa, bajaba lentamente absorbiendo el calor de su piel, llegaba a su miembro salado y húmedo con sabor a semen descontrolado, y lo chupaba hasta hacerle brotar gemidos, espasmos, risas... orgasmos. Y luego, luego él le...

Pero no pudo imaginar más, pues estaba tan caliente que se corrió sentado en el piso de las duchas, perdiéndose la lefa por el desagüe. Durante un instante había olvidado respirar, así que inhaló fuertemente el húmedo aire. Lo siguiente fue un gemido de dolor desesperado, porque hacerle el amor en secreto afligía el alma. Al final, lo que fue colándose por el desaguadero no sólo fue el esperma vertido, también lágrimas calientes y un trocito más de su ya deteriorado corazón.

oOoOoOo

Volvió a su cuarto, anhelando que Samuel durmiera. No fue así, éste estaba con el portátil. -Ah, ¿No estabas con tus amigos? -Le preguntó su amigo. Dudó antes de contestar. -Sí, pero me encuentro mal, así que voy a dormir. -No tienes buena cara. -Samuel dejó el ordenador a un lado, para adelantarse hasta su amigo y tocarle la cara roja. Marc reprimió un gemido al sentir los dedos suaves y cálidos rozarle la mejilla. Fue como electrizante, incluso se le encogió el estómago en un espasmo. Resultó como si Samuel se uniera con él durante un segundo. -Estás muy caliente. Tómate una aspirina. -sin percatarse de ninguna reacción por parte de Marc, el chico fue hasta el cajón para obtener el medicamento. El nadador prefirió no sacarlo de su error, simplemente se había pasado demasiado tiempo bajo el agua caliente de las duchas. -Gracias Samuel. ¿Te importaría que apagara la luz? -sentía que estaba apunto de llorar de nuevo. Aquello ya resultaba francamente frustrante. -No, si yo también me iba a dormir, es tarde. -anduvo apagando el portátil. -¿Qué vas a hacer mañana Samuel? Podríamos ir al centro comercial. -Voy a estudiar, tengo dos parciales esta semana que viene. -Oh, claro. En realidad yo también tengo uno. -suspiró derrotado. Samuel lo notaba extraño, aunque lo achacó lógicamente a la fiebre.

-Bueno, he quedado un rato con Sara que quería ver no sé qué en no sé dónde. Un regalo para David si no me equivoco. ¿Quieres venir? -Oh, no, no, estudiaré. -rechazó la oferta estúpidamente. Si no salía a solas con él, es como si no contara, y eso que Sara le caía a las mil maravillas, sin embargo hasta que no consiguiera una especie de cita con su chico, no se quitaría la maldita espinita. -Bueno, hasta mañana. No dudes en despertarme si tienes alguna necesidad, ¿vale? -aquel ofrecimiento completamente inocente dejó anonadado a Marc, que se puso más colorado si cabía. Menos mal que la luz ya estaba apagada, aunque tenía la certeza que estaba tan rojo que seguro que parpadeaba bajo las mantas. -Cl-laro... -hipó. "Alguna necesidad", pensó. "Si tú supieras todas las que tengo"

Ambos acabaron por dormirse. Marc suspirando por las necesidades que tenía, y Samuel muerto de ganas de ir a cuidarlo a su cama, darle calor, y mimarlo...

oOoOoOoOo

Al día siguiente, sábado, Samuel esperaba a Sara a la puerta del piso de ésta. Ella bajó enseguida y se marcharon ambos cogidos del brazo. -¿Qué tienes pensado comprarle? -Bueno, ya fui ayer a por la Ipod nueva, en realidad hoy quiero comprarle un juguetito. -se echó a reír picaruela. -¿Eh? -Está cerca de aquí, a la vuelta de la esquina. Es que me daba vergüenza venir sola. -Cuando Samuel vio a qué se refería, un sexshop, quedó con la boca abierta. Él tampoco estuvo nunca antes en uno. -Tú no tienes vergüenza Sara, no me engañes. Querías traerme. -¡¡Bueno, es verdad que quiero comprar un juguetito sexual! -comentó mientras entraban. -Ya, ya. -Es verdad. -ratificó. -Voy a comprar un falo.

-¡¿Para qué?! Ya tienes novio. -Sara comenzó a reírse. -Y un arnés. -Samuel se puso rojo como un tomate al verla palpar unas muestras. -¿Te gusta de este color? Es el preferido de David. -se giró hacia él con un pene de látex de color violeta. -No creo que se deje. -comentó con reticencia. -Y lo creo que sí. No es la primera vez. -Shhh. -Samuel no quiso, sin embargo se echó a reír en el hombro de su amiga. -jajaja... Ahora... jajaja, ahora qué cara pongo cuando lo vea, jajaja... -¡¡Ni se lo comentes o me mata!! -Cuidado, dicen que cuando un hombre lo prueba... quiere una de verdad. -Ja, créeme cielo, yo sé lo que más le gusta, y no es con tíos. Tiene una mujer hecha y derecha. Simplemente, es otra manera que tengo de darle placer. Y para mí, es lo más importante. -¿En serio le da placer? -Tú eres el gay aquí, yo no tengo el punto "G" debajo de los huevos. -Yo soy virgen. -Quieres decir que nunca has... - hizo un gesto como metiéndose algo por el trasero. -¡¡No!! -miró hacia los lados, una pareja de chicas les observaron divertidas. -Bueno, es que... no sé... debe de doler. -Pues al principio es como todo, lo que pasa es que el día que estés con un tío de verdad, y quiera follarte ya me dirás. -Eso no va a pasar. -Bah, qué poca autoestima Samuelín. -lo sujetó por la mejilla. -Estás para mojar pan. Lo que pasa es que te empeñas en tapar tu cuerpo con ropas anchas, cuando en realidad mira que cintura y caderas tan estrechas y sexys. -lo sujetó por esa zona del cuerpo. -Tienes la altura perfecta, el cabello súper sedoso, unos ojos preciosos y la sonrisa maravillosa cuando quieres. -Me enamoraré de ti si me dices eso. -Lo siento cielo, tengo novio. -se echaron a reír. -Si yo fuera un tío, te follaría. -Qué bruta eres.

-Mis amigas no paran de decirme "Eso amigo tuyo sale con alguien" "Preséntamelo" "Qué polvo tiene" -¡¡Pero tía!! No te rías. -No me río cielo, Marc está ciego. Se debería volver marica. -Tiene novia. -Bah, ahora que la chica está fuera, deberías seducirlo. Ya sabes, conseguir lo que más desees -Sara tocó lascivamente el pene de látex. Sara sabía que Marc fingía, por cómo cuidó de su amigo cuando éste intentó suicidarse. Aquella forma de abrazarlo no podía ser casual. -Tonta, si ya tienes eso, vayámonos que tengo que estudiar. -Sara cogió una de las cajas al notar que Samuel estaba chafado. -Perdona. -No es culpa tuya. -Cuando Marc y tú estabais en la en el coche de David, él... él te sostenía con una ternura que nunca antes había visto. -Me quiere a su manera Sara, como un amigo. Le preocupé muchísimo, intenté matarme. Era normal. -Sí, supongo... -ella sabía que no era del todo como Samuel pensaba, pero claro, no podía saber lo que Marc sentía y mucho menos hablar por él.

Samuel y Sara fueron a tomar un café antes de ir cada uno por su cuenta. El chico pasó por delante del sexshop al volver a la residencia, decidiéndose a entrar. Con un poco de vergüenza, adquirió uno de los falos de látex para él, preservativos y lubricante. Menos mal que la bolsa era discreta.

Al llegar a la habitación, Marc no estaba. Una nota en la mesa le hizo saber dónde andaba.

"Me voy con mis amigos al centro comercial, y luego a cenar. Llámame si me necesitas. Chao"

-Te necesito... -suspiró. -Te necesito... -La ropa de Marc se hallaba tirada por el suelo, así que la recogió. Era un poco desastre a veces. Cogió el bóxer usado, con mano temblorosa. La prenda había estado en contacto directo con su pene, así que se lo llevó a la cara para sentir el aroma sexual que desprendía, lo que le enardeció sobremanera. Observó la bolsa del sexshop con evidente excitación. Fue a la puerta y cerró por dentro dejando la llave puesta en la cerradura, por si a Marc se le ocurría volver antes. Desde luego si le pillaba masturbándose el mundo se le caería encima.

Se duchó a ver si la excitación bajaba, lo cual no consiguió. Se sentía extrañamente sobreexcitado. Como si fuera a hacer algo realmente prohibido y eso le instara más a seguir. Sin tan siquiera secarse, húmedo fue hasta el lecho de Marc para sentarse. Las sábanas desprendían su olor masculino y sexy que lo caracterizaba. Como un perfume afrodisíaco. Con mano temblorosa abrió los paquetes, observando la polla de látex, tenía hasta venitas en su envergadura. La untó con la crema, y con algo de vergüenza la introdujo en su boca primero. Por supuesto se imaginó que era la de Marc, aunque seguro que la de él era mucho más enorme, al menos lo parecía debajo de los bóxers o de ese bañador tan sexy que se ponía para nadar. Cómo le ponía aquel bañador, cachondo de veras.

Puso el preservativo al pene, y con cuidado untó su propio interior con más crema, metiendo primero un dedo y luego otro. Separó las piernas colocándose en una posición más placentera. Con sumo cuidado introdujo la punta del falo, y aunque al principio le costó, pudo ir introduciendo el resto casi hasta el fondo. No fue como se había imaginado, no sintió otra cosa que algo extraño en su interior que le llenaba entero. Respiró agitadamente, se le salía para fuera, por lo que volvió a introducirlo, con algo más de energía. Un latigazo entre de dolor y placer le hizo gemir. Iba por el buen camino. Con una mano movió el pene de látex y con la otra se masturbó. Además, la crema lo ayudó a no hacerse daño. -Marc... -suspiró imaginándose algo peligroso. Que él entraba en la habitación y lo hallaba en aquella posición, encima de su cama, masturbándose.

-¡Samuel! -le miraba alucinado. Pero su reacción era muy distinta a la realidad, él se quitaba la ropa enfadado. -¡¡Por qué haces eso teniéndome a mí para follarte! -y luego se le tiraba encima, lamiéndole los labios, comiéndose su cuerpo, hasta que notaba su enorme polla meterse hasta el fondo y tocarle las entrañas, tan fuerte que casi no le deba tiempo ni a correrse de puro placer, mientras él continuaba empujando mientras le comía la boca. -¡¡Te quiero Samuel!! -gemía y gemía. -Y hacemos el amor...

Varios chorros de semen salieron despedidos con bastante ímpetu, cayendo algunos sobre las sábanas de Marc. Samuel jadeó ardientemente, cogiendo aire. Dejó que el falo saliera de su interior, manchado. Rápidamente lo limpió todo con las sábanas y las quitó. Simplemente le diría que estaban en la lavandería.

Desnudo se quedó en medio de la habitación, hasta que tuvo que acuclillarse y hundir la cara en la colcha. Las lágrimas acabaron en ésta, igual que la mucosidad. -¡¡Claro que te necesito!! -gimió derrotado. No es que se sintiera mal por la masturbación, ni por pensar en quien amaba tanto mientras tenía un orgasmo, se sintió mal por tener que recurrir a un triste sucedáneo. Por necesitar tanto a su hombre, no sólo su presencia, sino por necesitar su cuerpo, por necesitar sexo real con él, sexo a todas horas hasta caer rendidos. Quería que fuera él el que lo acariciara con ternura, lo tratara como un rey. Que fuera él quien besara sus labios, su piel, su sexo. Que le poseyera y poseerlo como hacen dos personas que se necesitan.

Así que siguió sollozando amargamente, muy triste. Había descargado su cuerpo, pero no su corazón. Aunque le gustó pensar, que había hecho el amor con él en secreto... un secreto muy profundo... y muy hermoso...

Notas finales: Crítica del intruders!! ^^ Crítica del intruders slashzine Fic de fondo y forma clásicos, pero narrado con el arte que caracteriza a esta autora. Historia situada en una residencia universitaria entre dos chicos a quienes les cuesta reconocer lo que sienten el uno por el otro, con su momentazo angst a tocatejing a medio fic. Desenlace ad-hoc. Muy reconfortante cuando necesitas algo para volver a creer en el amor (qué bonito). Basada en su cómic yaoi del mismo título. Volver al índice

El comienzo de un susurro por Dorianne

Susurro de besos 10

Las fiestas navideñas estaban a la vuelta de la esquina, menos de diez días y las vacaciones serían bienvenidas por todos los estudiantes universitarios.

Él por su parte, se quedaría en la residencia todo el período vacacional, no pensaba volver a casa con su amargado padre por nada del mundo. Marc en cambio se marcharía el día anterior al de fin de año con su familia, pues tenía una competición de natación días antes y no podía faltar. Últimamente, él no hacía otra cosa que estudiar y entrenar, apenas si lo veía un rato por las mañanas y otro por las noches.

-Marc, ¿te apetece que vayamos juntos a clase? -ambos se estaban vistiendo nada más levantarse. -Eh... bueno... -asintió algo sorprendido. No se imaginaba que su chico le echara de menos, no tenía esa clase de esperanzas ya. Por eso intentaba verlo lo menos factible, debido a que cada día que pasaba a su lado le amaba más, sufriendo por lo tanto, más también. -¿Y-ya ha vuelto Sabrina? -S-sí, ayer. Le fue muy bien en las competiciones, aunque no ganó ninguna, estaba contenta. -¿Y vas a quedar con ella? -Sí, esta tarde... ¿estás listo? -Vale, vamos. ¿Qué te apetece desayunar? -Samuel intentó que no se le notara la desazón y los celos. -Un zumo, y una manzana. -fueron a la planta baja donde estaba la cafetería común. -¡¡Qué poco!! -Marc andaba con el estómago cerrado, dándole vueltas a lo mismo. Cómo decirle a Sabrina que no la quería como novia, sólo como amiga.

-Oye Samuel, la semana que viene son las competiciones a nivel autonómico y yo voy a participar en varias modalidades. ¿Vendrás? -mientras desayunaban, ambos charlaron sobre el tema. -Claro. -Bueno, si tienes pensado volver con tu padre... -¡Ni loco! Sabes que no nos soportamos. Me quedo. -un comienzo de preocupación empezó a tintinear en la cabeza del nadador. Él sí se iba, no le gustaba en absoluto la idea de dejar a Samuel solo. -¿Sara y David se quedan? -Oh, David es de aquí. Y Sara se quedará a pasar el fin de año, luego marchará unos días a casa. -Desde luego, Marc pensó que debía hablar con la pareja. -¿Y pasarás el fin de año con ellos, no? -No. Me invitaron, pero tuve que rechazar el ofrecimiento. -¿Y qué piensas hacer? ¿Por qué dijiste que no? -Porque no me gusta celebrar esas cosas, para mí no significan nada en absoluto. No es más que un día, en el que cambia de año también. -Vente conmigo. -ofreció de pronto, esperanzado. -¿A dónde? -Samuel le brindó una media sonrisa algo pasmado. -A mi casa, con mis padres y mi hermano. -¡¡Pero qué dices!! -Samuel levantó el cuerpo del asiento y cogió la mochila del suelo. -Mi primera clase empieza en veinte minutos, voy para allá. ¿Vienes o qué? -sin esperar réplica, se dio la vuelta y comenzó a caminar. El ofrecimiento de Marc lo dejó descolocado. ¡¡Claro que quería ir con él!! Pero no pintaba nada allí, además seguramente sus padres no estarían dispuestos a recibir a un desconocido para ellos, darle marisco, canapés y champaña de buenas a primeras. Y seguro que iba a sentirse de lo más incómodo y fuera de lugar. -Me encantaría que vinieras. -le insistió Marc, con la manzana en la boca y corriendo detrás de él. -No te preocupes, he pasado la mayor parte de mi vida, la noche de fin de año yo solo. Vaya, que no es nada del otro mundo. -aunque era cierto lo que contaba, la verdad era que aquellas noches le invadía un extraño sentimiento de soledad, al escuchar la charanga de los chalets colindantes.

-Pero... -¡Me voy por aquí! -zanjó la conversación rápidamente, al ver a un compañero de clase. -Espera Samuel. -Dime. -el chico giró hacia él el rostro, y eso le quitó la respiración durante unos segundos. Sintió el impulso de agarrarlo de la chaqueta, para arrearle un buen beso con lengua, que les hiciera despedirse como Dios manda. -No sé... a qué hora llegaré esta noche. -el brillo de los azules ojos de su amigo, desapareció ipso facto. -Vale. Adiós. -de nuevo se alejó de él, cada vez más. -Soy imbécil. -se dijo Marc. Para colmo, el chico con el que Samuel se marchó a clase, era gay, todos los sabían. Simpático, majete, se llevaba bien con todas las chicas... y babeaba detrás de Samuel como una perra en celo. Lo veía todo el mundo menos la presa. -Él es mío... -musitó para sí con los dientes bien apretados. -Mi chico... -jadeó enfurecido. Ganas de lanzar la carpeta por los aires no le faltaron, aunque supo contenerse, darse la vuelta y echar a correr hasta no poder ni respirar, doliéndole el pecho tanto que no supo sin fue por la falta de oxígeno o por el corazón roto.

oOoOoOo

-Samuel... -Sara se acuclilló al lado de la silla de su amigo, en clase mientras el profesor ponía en orden sus asuntos antes de la oratoria. -Qué. -Ese chico con el que venías, es gay. -Ya. ¿Y? -¿Y? No sé, te mola o algo. -No me gustan todos los tíos. ¿A ti sí? -Samuel parecía algo molesto con la conversación. -Uy, perdona. Ya lo sé, pero como te pareces llevar bien. -Sólo somos compañeros de clase. No me atrae ni nada. -susurró.

-Pues me parece que tú a él sí. -¡No digas chorradas! Y no quiero hablar de esas tonterías. - Sara fue a replicar cuando el profesor dio comienzo la clase y tuvo que volver a su silla. Le hizo un gesto a su amigo como diciendo que luego seguirían con la conversación. Samuel pensó en salir por patas cuanto antes, menudas gilipolleces que decía Sarita a veces. Gustarle a otro tío, aunque fuera gay, eso era imposible pues él carecía de atractivo incluso para las chicas. No se le había acercado una en su vida. Ni en el instituto, ni en el conservatorio. Lo cual era de agradecer. ¡¡Imagínate un tío!!

oOoOoOo

Marc tuvo dividida su mente en varios fragmentos, lo cual no prestó atención a las clases. De hecho a mitad de mañana hizo lo que vulgarmente se dice "pellas", si es que se podía hacer eso en los estudios superiores. No estaba para zarandajas.

El primer fragmento: Sabrina. Tenía que cortar con ella. ¿Pero cómo hacerlo sin dañarla? Eso era una utopía. El único culpable, él. Nunca debió ceder a los comentarios de los demás, sobre que hacían buena pareja. Entonces sólo quería ser un chico normal, como los demás. No se daba cuenta de que ya era normal, sólo que gay.

El segundo fragmento: Samuel. La situación cada vez era más insostenible. Le excitaba hasta su respiración. Estaba locamente y perdidamente enamorado del chico hasta casi lo indecible. Y la tensión sexual que llevaba encima lo estaba haciendo ir mal en los entrenamientos. Antes se controlaba en las duchas al ver desnudos a sus compañeros, ahora prefería ducharse en la residencia porque iba empalmado todo el santo día. Y ya ver a Samuel por la noche era la guinda del pastel. Diez minutos encerrado en el baño no eran suficiente para desahogarse. Se masturbaba todos los días pensando en su amigo. Algo tenía que hacer para remediar eso. ¿Pero qué? ¿Cortársela?

El tercer fragmento: Los celos. Comenzaba a estar celoso de todo lo que rodeaba a su chico. Era tan guapo, tan sumamente hermoso, estaba tan bueno debajo de las ropas anchas. Esbelto, de cintura estrecha, y un culo respingón que pedía guerra. Sabía que las tías le iban detrás babeando, y se había inventado una historia sobre Samuel y su novia ficticia. Como

éste se enterara iba a caérsele el pelo, pues le estaba impidiendo mantener una posible relación. ¡¡Le daba igual!! Los celos eran de naturaleza egoísta, y punto. Y luego los amigos de Samuel, les tenía celos (aunque en este caso buenos) porque pasaba con ellos bastante tiempo. Lo cual en verdad significaba un alivio por el tema de intento de suicidio. Y finalmente, ese chico que trabajaba en la cafetería de la pista de hielo, que solía ir a clase con Samuel. Gay reconocido, y esa manera de mirarle el culo a Samuel descaradamente lo volvía loco de celos. Tenía ganas de pegarle una buena paliza y decirle que Samuel era de su propiedad, única y exclusiva y que el único estúpido gilipollas baboso que podía mirarle el culo era él.

¡¡Le iba a estallar la cabeza si no encontraba solución a todos sus problemas pronto!! En mil fragmentos.

oOoOoOo

La hora del entrenamiento fue un auténtico tormento. Sabrina estaba allí, contenta como unas castañuelas, incluso parecía haberse olvidado convenientemente de la última conversación que tuvieron en persona. Durante el tiempo que estuvo fuera, de algún modo ella no desapareció. No hacía más que enviarle mensajitos al móvil. Hasta que se hartó, lo apagó del todo, la llamó desde una cabina y le dijo que el móvil lo tenía roto, por si había llamado, que no lo hiciera más. Y por supuesto, que no tenía dinero para comprarse otro. Lo cual le llevó a cometer la estupidez de tener que tirarlo por ahí sin la tarjeta, cuando no le pasaba nada malo, porque Samuel también podía llamarlo. Total, que la había liado buena. Su madre lo mataría, fue ella la que se lo regaló.

Y allí estaba Sabrina, acercándose hacia él muy contenta. Mojada por el agua, se le tiró encima dándole un buen morreo. Marc sintió un mareo terrible, y una sensación de pesadez en el estómago, que se lo contraía hasta casi hacerlo desaparecer como si fuera un agujero negro. -Hola cielo, ya estoy aquí. -Ya lo veo. -no mudó la expresión, era incapaz de sonreír un ápice. -Tenemos una conversación pendiente. -¡¡Esta noche mientras cenamos!!

-No, ahora. -si esperaba hasta la noche, el agujero negro se lo tragaría. -la agarró bruscamente del brazo resbaladizo hasta llevarla a una zona poco concurrida de la piscina. -Marc, me estoy asustando. -ella pasó a tener mala cara, se estaba temiendo lo peor desde hacía tiempo. -Lo siento, no pretendo nada de esto. -¡Dilo ya joder! ¡Di que me vas a dejar! -Creo que no es necesario que diga nada... que ya no sepas... -bajó la cabeza apesadumbrado. -¿Qué he hecho mal? ¿Hay otra no? Eso es. Claro, tú puedes tener a todas las putas que quieras. -No hay otra tía. No me gusta ninguna tía. -en realidad no era mentira. -Y no has hecho nada malo, simplemente durante el verano me di cuenta de que no iba a resultar, que no me había enamorado de ti como te merecías.- Sabrina le golpeó en la mejilla con fuerza, llena de rabia. -¡¡Hijo de puta!! -¡Lo siento de verdad! -la agarró por los brazos, observando cómo ella lloraba. -Yo sí que te quiero Marc... -Ya lo sé, por eso me sentía tan mal y no podía... -¡¡Lo que me da rabia es que no me lo dijeras al volver a las clases!! O en verano... -Porque soy imbécil. -la chica se soltó de él. -Yo no puedo obligarte a quererme. ¡¡Pero sé que te gusta otra!! ¿O te crees que soy idiota? ¡¡Me he dado cuenta de que te gusta otra!! No sé quién es, pero... -¡No me gusta otra! No salgo con otra. -Te juro que como te vea con esa tía nada más cortar conmigo me las pagarás Marc. -Eso no lo vas a ver. -Vale... -se enjugó las lágrimas y sonrió tristemente. -Vales mucho. -¡¡Ya lo sé!!- volvió a enfadarse.

-Y puedes tener al tío que quieras. -¡¡Yo te quería a ti!! -Lo siento. Tú y yo no estábamos destinados a querernos. -Ahora entiendo porqué eras tan poco cariñoso conmigo. Tan poco atento para tantas cosas. Tan poco romántico. Prácticamente te tenía que obligar a salir conmigo, a hacerme regalos sugiriéndote que quería algo. Incluso no te excitabas estando conmigo... -bajó la voz. Marc se sintió peor si cabía. -Lo siento. -Pero yo no lo veía porque estaba enamorada. Qué tonta. -Lo siento. -volvió a repetir. -¡¡Deja de decir eso!! -Lo s... -una mirada iracunda de ella lo acalló. -Sé que hay otra, ya lo sabes. Y averiguaré quién es. Sólo para saber quién me ha quitado a mi novio. No te preocupes, no volveré a molestarte si puedo evitarlo, pero no te lo prometo. -No quiero que dejemos de ser amigos. -Ya, es que para ti nunca dejé de ser tu amiga... pero da igual. Ahora no puede ser, tal vez con el tiempo. Me voy a casa, no me encuentro bien. -Por favor, olvídame pronto. -Lo intentaré. -La chica se dio la vuelta para irse al vestuario. -Lo siento... -insistió Marc con la cabeza gacha, ya a solas.

Un fragmento había desaparecido de su cabeza, para clavársele en el corazón.

oOoOoOoOo

Ya de vuelta a la residencia, Marc ni cenó del disgusto. Había llorado de camino allí, en un banco del solitario parque. Hacía bastante frío aquella tarde, lluviosa a ratos. Samuel lo esperaba calladamente, haciendo algo en el ordenador de sobremesa. -Hola Samuel. -Hola. Llegas muy pronto. -Me quedé un rato más entrenando, ya sabes... por la competición a la que más te vale venir. -He dicho que iré. ¿Y Sabrina? -intentó parecer natural, aunque se pasó el día pensando en que esa noche, Marc y ella follarían, como era lógico. Por eso le sorprendió que volviera tan pronto, y lo animó bastante. -Ah, pues nos vimos en la piscina y ya está. -se moría de ganas de contarle que había roto con ella, aunque no fue incapaz de decirlo en voz alta. -Oh... Mira, te he comprado un regalo. -Samuel estaba raramente contento. -¿Por qué? -Por... por aguantarme siempre. Por llevarme al hospital cuando me corté, y por los caramelos. -Samuel se puso como colorado sin poder mirarle a la cara. -Ya me diste el portátil. -Deja que sea tu regalo de navidad, aunque no creo en ello. Quería regalaros a Sara, David y a ti, algo por ser mis amigos. -No soy tu amigo para que me des regalos. -Samuel puso cara de cierta tristeza, así que Marc cambió radicalmente de actitud. -¡¡Pero dámelo!! ¿Qué es? -Pues un móvil. -le entregó una caja envuelta con lazo y todo. -¡¡Pero tío, deja al menos que lo descubra yo solo!! -Me has preguntado qué era. -Se nota que tienes poca práctica cabrón. -al abrirlo se encontró un teléfono de los caros, quedándose anonadado. -¿Te gusta? -Te comería toda la boca ahora mismo, y te metería la lengua hasta la garganta. -hizo ademán de llevar a cabo sus palabras. -Y luego restregaré la entrepierna por...

-Hazlo y te la corto. -Samuel apartó un poco el cuerpo. La idea de hacer esas palabras realidad fue tentadora, pero sabía que era una broma de esas que tanto le gustaban hacer a Marc. Cualquier día se la seguiría, a ver quién se acojonaba antes. -¿Qué me vas a cortar?-tapó sus partes.-¿Con los dientes? Por favor... -rogó con cara de baboso desesperado. -A lo mejor. Y ahora enciende el móvil, jaja, ¡¡Y no seas marica!! Ja, ja. -una sonrisa sumamente natural, espontánea, deliciosa, alucinante... brotó de aquellos hermosos labios carnosos, mojados... dejando a Marc anonadado. El teléfono dejó de existir, la habitación no tuvo formas, el suelo despareció de los pies de ambos y el tiempo no giró más... El sonido de su risa, dulce... le llegó directamente al alma. Eran esos susurros, susurros de besos que anhelaba tocar, recorrer, saborear... esos susurros que tanto deseaba escuchar en el oído desde la primera vez que se conocieron.

Marc fue feliz, de algún modo aquel día. Después de tanto pensar, después de desfragmentarse, sentir celos, dejar a Sabrina, golpearse el corazón, después de todo aquello... Un susurro de sus labios, de los besos que nunca podría tener, le atravesó el alma, le hizo tristemente feliz, dichosamente doliente.

Y así su mente comenzó a crear, esa canción en la que pondría todo lo que él era y sentía, dedicada a la persona que más amaba.

Recuerdo en el tiempo Que te vi sonreír... Y creí morir...

Tu risa parecía Un susurro de besos.

O eso imaginé O eso quise creer No puedo tenerte Ni siquiera en mi imaginación Así que sólo anhelo verte sonreír Todos los días de mi vida.

Recuerdo en el tiempo Que te vi una vez sonreír... Y creí morir ...

Notas finales: Algunas personas me ha preguntado sobre cómo adquirir el cómic de Susurro de Besos. Entonces lo voy a explicar brevemente. Para las personas residentes en España: El cómic tiene formato 180x130 cm, 96 páginas, lomo, portada a color, interior B/N. Cuesta 2,50 € más gastos de envío. Normal, 1,20 €, y certificado 3,60 € Quien le pudiera interesar, pues me escribe aquí y yo ya doy más detalles ^^ [email protected]

Para las personas residentes en el resto del mundo:

Sólo se puede adquirir en formato PDF (porque el envío físico es carísimo, está comprobado), en esta dirección de internet. http://www.lulu.com/content/1713685 Es la página de lulu, que vende tanto libros como formatos e-book (pdf). Hay que registrarse, y sólo se puede pagar con paypal o tarjeta de débito o crédito. El paypal es fácil si se tiene una cuenta bancaria, no es necesario tener tarjeta de crédito. Entonces lo compras, te lo cargan a tu cuenta y ya te lo puedes bajar en PDF a tu ordenador. Es fácil.Pero tiene muchos megas este archivo, al ser imágenes. Cuesta 2,5€ (muy barato), o 3 dólares, pues puedes elegir pagar en dólares.

Y ya está, me sabe mal hablar de esto aquí, pero así quien pueda estar interesado tendrá el enigma aclarado ^^ Y nada, si quereis ver las páginas del cómic (unas cpocas, hacedlo en esta dirección http://www.dorianne-laura.deviantart.com/gallery/ All´hay una carpeta dedicada a susurro de besos, y otras carpetas con otros cómics y dibujos, por si os apetece ver mis ilustraciones, que me haría mucha ilusion ^^ Volver al índice Una competición y una canción por Dorianne

Susurro de besos 11 Una competición y una canción Una semana después de aquello, y la mayoría de gente habitante de las residencias universitarias, se habían marchado a casa para pasar la fiestas navideñas. Así que la residencia de Marc y Samuel estaba prácticamente vacía ya, aunque siempre se quedaban huéspedes y el moreno era uno de ellos. El nadador en cambio, tuvo que quedarse porque aquella tarde competía. Llevaba todo el santo día metido en la piscina universitaria, en concentración con compañeros y entrenadores. Por la mañana, Samuel dormía placidamente y no pudo ni decirle adiós, dejándole una breve nota en la mesilla de noche. Suspiró decepcionado, ver a su chico maravilloso le daba fuerzas para competir. Esperaba poder fastidiarlo un rato antes de que

fuera su turno. -Eh Marc, ¿estás encoñado otra vez o qué? -Víctor, un compañero del club lo importunó un rato. Siempre andaba detrás de él para incomodar, se creía muy gracioso. -No es de tu incumbencia. -Sé que has dejado a Sabrina. Tío, pero si está para follársela. -¡¡Oye!! Que ya no sea mi novia no quiere decir que tengas derecho a hablarme así de ella. ¡¡Más respeto joder!! Siempre jodiendo a los demás. -El tema de su ex todavía le era delicado. -Eh, eh... -hizo el aspaviento de tirarse hacia atrás esquivando un golpe que Marc no intentó darle en ningún momento.- Ja, ja... Todas las tías queriendo follarte y tú pasando. Y va y dejas a esa maciza. Tienes que ser maricón. -¿Ah sí? ¿Sólo porque no quiera ir tirándomelas a todas tengo que ser maricón? No me extraña que te mates a pajas. Bah, no sé ni para qué te contesto ¡¡Déjame en paz!! -le dio la espalda molesto. Era sabido por todos que ese capullo le tenía un asco a los gays bastante fuerte. Y los demás le reían las putas bromitas sobre el tema, que a él no le hacían ni pizca de gracia. No quería ni pensar en lo que pasaría cuando llegara el día en que saliera del armario. Aunque solamente debían importarles las opiniones de sus padres y de Samuel, no podía evitar pensar que mucha gente le rechazaría irremediablemente. Y eso le daba miedo... oOoOoOoOo Samuel despertó bastante tarde, mirando sin gafas hacia la cama de Marc. -No está... -musitó intentando enfocar la imagen, pues sin gafas poco veía. De nuevo recostó el cuerpo en la mullida y calentita cama. -Oh sí... la maldita competición. -murmuró enfurruñado. Marc estaba especialmente pesadito con que fuera a verle participar. ¿No se daba cuenta de que era pura tortura sexual? No, qué se iba a dar cuenta... Ahí semi desnudo con el bañador ese tan ajustado, debía ser insoportable no poder mirarle el abultado paquete... todo mojado. -Mmmm, joder... tú no te levantes ahora...- susurró quejicoso tocándose su sexo erecto. -Las erecciones matinales, aderezadas con pensamientos impuros, eran difíciles de rebatir contra su cuerpo. Marc no estaba, y si venía tan sólo debía hacerse el dormido. Pero no volvería en todo el día, la competición era a las 6 de la tarde, tenía hasta entonces para matarse a pajas, así cuando lo viera pues no sufriría en silencio porque su amiga ya no tendría ganas de nada. Se quitó toda la ropa quedando desnudo de lado, y llevó ambas manos a sus partes impúdicas. Con una se masajeó los testículos, con la otra friccionó su sexo ya mojado por el líquido previo al orgasmo, y la mente hizo todo lo demás. Marc entrando en el cuarto, dándole un beso de buenos días y metiéndose con él en el lecho, desnudándose poco a poco para hacerle sufrir. El pecho depilado y terso, los brazos rodeándole lentamente, apretándole con torturadora sensualidad, y esos labios mojados y cálidamente placenteros que recorrían los suyos con amor, con puro amor. -Te adoro Samuel... y te voy a follar hasta dejarte exhausto, hasta que me pidas que pare y te acaricie todo el cuerpo con dulzura... -Marc... -jadeó Samuel. -Marc... sí... -y se besaban con un hambre atroz, Marc lo apretaba

contra su sexo caliente y enorme, bajando sus labios juguetones hasta su pene y lo lamía de arriba abajo... El semen caliente de Samuel brotó a ráfagas bastante violentas, untándole las manos y manchando la cama... como tantas otras veces. Se había mordido el labio hasta casi hacerlo sangrar, de puro placer. Abrió la boca para respirar entrecortadamente, había sido muy rápido, pero era sólo el primero de mucho más, aquel día sí Marc hubiera sido suyo, no lo habría dejado ir a la competición en todo el día, porque estaba realmente muy caliente, más de lo normal. Unos de esos días en los que piensas que podrías estar haciendo el amor durante horas con tu pareja, y pasándotelo estupendamente. -Pero tú no tienes pareja, gilipollas... -se dijo en un susurro seguido de un suspiro y una sensación de ahogo, como de querer sollozar. Sacó la mano manchada para coger unos pañuelos y limpiarse. -Tú no tienes a Marc, no tienes a nadie. -pensó en Albert, el compañero gay que siempre hablaba con él y le invitaba a que fuera a verle al café donde trabajaba en el centro comercial, que le invitaría. Igual Sara tenía razón y le gustaba ese chico. -Gilipollas, tú no le gustas a nadie. -se negó a sí mismo. Además, pensar en estar con otro tío, soñando con Marc, no le hizo sentirse demasiado bien. Él no era de ésos. Y así se pasó el día entero, prácticamente en la cama pensando unas cuantas obscenidades con su inocente compañero de cuarto. Luego se duchó, comió algo y marchó hacia la piscina, a dejar sufrir a sus ojos un rato, con Marc desnudo delante de él. oOoOoOoOo Llegó el momento previo a su prueba, cien metros braza. Era su especialidad aunque le daba a todos los tipos, espalda, mariposa, estilo libre. Andaba un poco de capa caída, porque no dejaba de pensar en que quería que Samuel fuera a verle, y conociéndole no parecía tener mucha intención. Le aplanaba especialmente que su mejor amigo pasara de algo que para él significaba y gustaba tanto, aunque bueno, no se lo podía reprochar. Así que cuando lo vio en la grada solitario, en uno de los lados, se puso como una moto. Tanto que desoyendo la advertencia de su entrenador, subió a verlo. Qué emocionado se sentía. Samuel se asustó al verlo subir a toda velocidad. -¡¡HOLA!! -casi se le tiró encima con ansia, Samuel se dio cuenta de cuánta ilusión le hacia a Marc que alguien le viera, pues supuso que al tener lejos a la familia eso le entristecía y que él estuviera allí lo animaba bastante. -Mucha suerte, aunque con esas espaldas que tienes seguro que no la necesitas. -No creas, hay muchos chicos muy buenos. Esta prueba sirve para ir al campeonato nacional, pero sólo el que queda primero. Creo que tengo más rival en un compañero, que en el resto. -¿Por qué? -Ese de ahí moreno de pelo corto -señaló a Víctor. -Me envidia que no veas el cabrón. Intenta joderme para que me desconcentre. -¡¡Pues ahora te estás desconcentrando!! Ya han anunciado la prueba. -¡¡Ostia, es verdad!! Bueno, me voy o el entrenador me matará. -se levantó y saludó a Samuel mientras descendía las escalerillas de piedra. -Eh, confío en ti, seguro que ganas a todos, cabrón. -Marc, al ver la sonrisa hermosa de su chico, quiso subir la escaleras, de hecho ascendió tres peldaños, porque estuvo a punto de

hacer la locura de ir hasta Samuel, sentarse de nuevo a su vera, inclinar la cabeza y darle un sorpresivo beso en los morros, darse la vuelta, bajar las escaleras, ganar la maldita prueba y que fuera luego lo que Dios quisiera que fuera. La voz de su entrenador llamándolo a gritos nada halagüeños, le hizo marcharse por donde había venido, desistiendo de semejante locura que le podía traer graves consecuencias posteriores. -Marc, ¿En qué estás pensando? ya están quitándose el chándal. -lo reprendió como a un crío. -Lo siento Pablo. -¡Corre coño! Y tú puedes. -Claro que sí, joderrrr. Pienso ganar. -estaba seguro de que se haría con la maldita prueba, iría a los campeonatos nacionales y a los juegos olímpicos. Y todo porque Samuel lo estaba mirando, porque el hombre que amaba le animaba desde la grada, en silencio. Se quitó las ropas, se puso el gorro y las gafas y estiró los músculos. Víctor andaba a su alrededor. -Qué, has ido a ver a tu novio. -el cometario le jodió bastante, entre otras cosas porque no era cierto. No le hizo caso. -Es mono, tu tipo, ¿eh? ¿Le cuentas que te empalmas al ver a otros tíos desnudos en las duchas? -En cuanto te veo a ti, se me quitan las ganas, créeme. -A Víctor le hizo mucha gracia el comentario. Marc sabía que fingía las risas. -Ah, ¿entonces eso es una salida del armario? ¿Lo reconoces? -A lo mejor, el maricón aquí eres tú, que no paras de hablar de ello. ¿No será que eres un puto reprimido? Según recuerdo, te duchas en casa siempre... -La expresión de Víctor cambió radicalmente y se puso lívido. -Es porque ver tíos desnudos me da asco. -afirmó serio. -No te he pedido una explicación. -los demás nadadores se pusieron en sus puestos. -Te voy a ganar, porque sabes... yo tengo una razón, y tú eres un maldito envidioso. Que te jodan. -Marc se dio la vuelta tan campante, pagado de sí mismo, exultante. Pero Víctor le echó una mirada asesina a su ancha espalda. Se vengaría. Marc subió a la banqueta para prepararse, como el resto. La señal sonó y se tiró completamente, con todas sus fuerzas. Pronto el agua cosquilleó a su alrededor dándole "alas", o mejor dicho, cola de tritón. Le dio la sensación de que recorría un montón del recorrido antes de dar las brazadas. En su mente había un objetivo claro, la sonrisa de Samuel, y si ganaba seguro que conseguía una. Así que el premio valía el esfuerzo y mil esfuerzos más. Enseguida tocó la pared fría de la piscina y dio la vuelta, no se fijo en nada más, continuó nadando más y más, sentía los músculos vigorosos y su cola de tritón impulsándole con brío... Samuel por su parte, enrojeció como un idiota al ver el cuerpo desnudo de su amigo, era francamente perfecto. Alto, bien proporcionado, de espaldas anchas, moreno, sin vello en el cuerpo. El gorro y las gafas le quedaban estupendamente, realzaban la nariz perfecta y los labios sensualmente carnosos. La vista se le fue irremediablemente hasta el pronunciado paquete. Lo cierto es que Marc estaba muy bien dotado, para qué negarlo. Cuando se masturbaba con el falo de latex, lo cierto es que ya no le dolía, aunque la polla de Marc era evidentemente más grande. ¡Qué importaba el dolor si la podía tener dentro! -Me estoy volviendo un maldito guarro... -musitó para sí con una sonrisa, cerrando las piernas ante lo empalmado que estaba ya. Menos mal que usaba ropas anchas. Se había

matado a pajas todo el día para nada. A la hora de la verdad, la realidad de su cuerpo sexy, le ganaba la partida a la imaginación. Marc se tiró y fue el que primero salió del agua, siendo muy rápido. La verdad es que era la primera vez que veía una competición de natación a parte de por la tele, y le emocionó mucho que su amigo fuera el que iba primero. Las chicas que estaban sentadas en el graderío de enfrente, le chillaban como locas a Marc. Lo cierto es que las mujeres lo adoraban, si supieran cómo era de verdad, serían sus esclavas de por vida. No sólo guapo, sino encima atento, buena gente, amigo de verdad... en definitiva... perfecto. Suspiró excitado, emocionado... pero no se atrevió a abrir la boca. Ya estaban esas pesadas que le seguían a todas partes para animarle. Tras varios recorridos a la piscina, Marc ganaba por su calle y de largo. Al tocar con la mano la pared y verlo pararse, comprendió que había ganado. Se levantó emocionado, volvió a sentarse, aplaudió y rió. Lo que hubiera dado Marc por escuchar semejante risa. Los demás fueron llegando inmediatamente después, pero estaba claro quién era el verdadero ganador. Marc salió de la piscina ante los aplausos de todos. Verlo tan mojado lo excitó sobremanera, el agua cayéndole por todas partes, sensualmente por su piel... el bañador pequeño y estrechamente pegado a su cuerpo turgente. Fue más de lo que puso soportar. Sin pensarlo mucho se levantó para irse corriendo hasta los lavabos más alejados que encontró. Había unos en los que la luz no iba. Con el haz del móvil pudo guiarse hasta una de las cabinas y entrar dentro. Cerró antes de sentarse en la tapa del inodoro, y se sacó su sexo masturbándose enérgicamente. Se los imaginó a ambos, Marc con su pequeño bañador mojado. Se lo quitaba poco a poco mientras le besaba ese culo tan prieto que tenía, lamiéndole las gotas de agua hasta sentir su vello. Lo inclinaba haciéndole ponerse de rodillas, y poco a poco le penetraba hasta el fondo, una y otra vez, dejando que la humedad los hiciera más sensuales y que se trasmitiera ésta hasta su vientre y pecho. Le empujaba mientras le clavaba las uñas en las caderas y él gemía de puro placer, pidiéndole más. El orgasmo le sobrevino de forma tan violenta, que tuvo que apoyar un pie en la puerta, dándole un buen golpe. -Ah... -clamó ardientemente. Ya desahogado, bajó la pierna y se medio deslizó hasta el suelo, jadeante. Si alguien le había oído, le daba igual. Buscó a tientas el papel para limpiarse y no hubo manera alguna de hallarlo. Con la luz del teléfono echó un vistazo, palideciendo. No había, y tampoco él llevaba encima nada parecido a papel. Porque claro, los envoltorios de caramelos no darían mucho de sí. -Joder... -se quejó entre dientes, porque iba bien machado. Las manos se las limpió por dentro de la camiseta interior. El problema es que llevaba los pantalones bien untados y por zonas que se veía. Cualquiera que lo viera se daría cuenta enseguida de que se acababa de hacer una paja. ¡¡Y Marc no podía verle así!! Se daría cuenta. Echó a correr como alma que llevaba el diablo, de vuelta a la residencia. Y no paró hasta llegar, casi muerto de de asfixia. oOoOoOoOo

Marc llegó a su meta, sabía que era el primero. Al salir del agua su entrenador le felicitó efusivamente. -Marc, has batido tu record personal. -¿En serio? -quería mirar hacia la grada, sin embargo no podía desatender a Pablo. -¡En tres segundos! ¡¡Eres un crac chaval!! -le palmeó la espalda con fuerza. -¿Tres? -se había quedado estupefacto. -Vas a los campeonatos seguro, con esta marca no tendrás que hacer más pruebas. -¡¡Dios, es genial!! -se había puesto más contento si cabía. Echó un vistazo a la grada con mucha emoción, qué ganas tenía de decírselo a Samuel. No estaba. La sonrisa se le borró de la cara. Sabrina se acercó a él seria. -Enhorabuena. -Gra-gracias... -ella se marchó echándole una mirada todavía enfadada, con razón. Pasó de todos los demás, y buscó a Samuel con la mirada sin que quedara rastro. Suspiró decepcionado. O tal vez estaba fuera esperándole, pero no podía ir a verle. Una hora después salió fuera, mirando desesperanzado al móvil. Ningún mensaje, ninguna llamada. Y desde luego, Samuel había desaparecido. No le apeteció llamarlo, estaba decepcionado. Aunque no podía decírselo a él, ni forzarlo a nada. -¡Te vienes a cenar con nosotros Marc! -unos compañeros le invitaron. -No puedo, mañana me marcho a casa. ¡Gracias! -les saludó mientras los veía alejarse. En parte era verdad, cogía el avión a la tres de la tarde. Por otro lado, el hecho del desplante de Samuel (que era habitual) lo había dejado desanimado pese a haber batido su propio record y ganado la prueba que lo llevaba a los campeonatos nacionales. El móvil le sonó, era su madre. -¡Marc! ¿Cómo ha ido? -Mamá... bien, he ganado. -¡¡Cariño, tu hijo ha ganado!! -la voz de su padre al fondo lo animó, sus risas contagiosas. Su hermano también lo jaleaba. -Si es que mi Marquitos es el mejor. -enrojeció al oírla, siempre llamándolo así. Lo que le había costado que le llamaran Marc, pues no, su amada madre seguía en sus trece, que si Marcos, que si Marquitos. -También batí mi record. -¡Oh! Hijo, vale la pena todo el esfuerzo que estás haciendo. -Es gracias a vosotros. -¿A qué horas llegas mañana? -A las cuatro de la tarde más o menos, entre pitos y flautas. -¿Va a venir al final ese amigo tuyo? -Marc se mantuvo en silencio unos segundos. -No puede mamá. -Con las ganas que tenía de conocerlo, nos has hablado tan bien de él. -Es un capullo. -susurró enfadado. -¿Qué? -Nada mamá, mañana nos vemos. Un beso... -colgó poco después. Tal vez era lo mejor, alejarse una temporada de Samuel, porque las cosas que hacía, cómo se comportaba, el intento de suicidio, los estaban arrastrando a él también a esa espiral, a ese agujero negro. Sólo debía fingir su habitual buen humor una vez más. Un día más...

Y cuando estuviera con los suyos y con sus amigos, entregarse a ellos, sonreír, reír, disfrutar. Olvidarse de Samuel y su maldita autocompasión autodestructiva. Enamorarse de otro chico que le quisiera, que le deseara y amara, que anhelara compartir la vida junto a él sin miedos, ni intentos de suicidio. Que se abriera a él y no tuviera secretos, porque Samuel no era capaz de darle nada de eso, tal vez nunca pudiera ofrecérselo a nadie. Y a él mucho menos... Marc se limpió los mocos y las lágrimas sonoramente. Debería estar contento por haber ganado, eufórico por pulverizar una marca personal, pero no podía estarlo porque el chico que amaba no compartía con él sus logros. Porque el chico que amaba... nunca le amaría igual. Así que Marc, aquella noche, decidió ponerle punto y final a una relación que nunca dejó de ser un sueño imposible de cumplir. Las hadas que conceden deseos, no habían tenido piedad de él. Ya estaba harto de soportar el enorme peso de la melancolía que esos ojos azules hermosos, llevaban dentro. Harto porque nunca recibía nada a cambio, nada que de verdad le importara. Un ordenador y un móvil de última generación no es lo que anhelaba de él. -Se acabó, hoy escribiré la canción, será un adiós... y tú me ayudarás a terminarla aunque te niegues. Participarás de ella, aunque te niegues... -se repitió a sí mismo. -Aunque te niegues... Y caminó a solas hasta casa, tarareando su corazón, alma y mente, las frases de la canción que nació de una sonrisa perdida ya en el tiempo. oOoOoOoOo Samuel estaba tranquilamente sentado en su cama, leyendo unos cómics manga, a los que era muy aficionado. Algunos eran en japonés y todo, pero no se los dejaba mirar y los tenía bajo llave. -Hola Marc, enhorabuena. ¿Has ganado no? -Sí, ¿lo has visto? -susurró esperanzado, aguantando el aliento. -Sí. -no dijo nada más y continuó a su bola. Marc optó por no empeorar la situación. Samuel se comportaba como de costumbre, distante. Vamos, que le importaba un bledo incluso si ganaba la medalla de oro olímpica. Para él, todo eso de la natación no era más que un coñazo a soportar el menor tiempo posible. ¡¡Cómo le odiaba por ello!! -Samuel, me dijiste que estudiaste en el conservatorio muchos años. -cambió de tema. -Sí. -afirmó sin más detalles. Parecía darle todo igual. -Me gustaría pedirte un favor. -Samuel dejó a un lado el cómic para mirarlo. A Marc le latió alocadamente el corazón, sólo una mirada suya lo desarmaba. ¡Pero debía ser constante en su decisión! -Tú dirás. -Ayúdame con la canción que estoy escribiendo. Tú sabes de solfeo, una barbaridad más que yo, y me encantaría que me ayudaras. Se la quiero enseñar a mis amigos y familia. Tal y como está no me convence. -Está bien. -se levantó lánguidamente de la cama para ir a por unas partituras. A veces escribía en ellas, pero no música, sino sus pensamientos más íntimos dirigidos a su madre, como si ella pudiera leerlos y entenderle mejor que de palabra. -¿Sabes escribir solfeo?

-Apenas... -Bueno, coge la guitarra y empieza a tocar, yo escribiré. Y sobre eso, variaremos para enriquecer la composición. ¿Tiene letra? -Estoy en ello, aunque no quiero... no quiero añadirla hasta que la base sea la correcta. -¿Y nombre? "Susurro de Besos" pensó Marc de inmediato. "Los tuyos, dulces y escondidos más allá de tus labios" "que yo jamás podré llevarme". -No, todavía no tiene. -Bien, estoy preparado. -Samuel sonrió un poco, estaba contento de escribir música, más de lo que quiso aparentar. Siempre que pensaba en música, su madre se metía en medio para amargarle los buenos recuerdos de tocar el violín o el piano. Pero Marc no le miró ni lo apercibió, ya metido de lleno en la guitarra. Durante un buen rato, estuvieron escribiendo y tocando hasta terminar la base. -La base es muy buena Marc, pero claro, hay que matizarla mucho. He estado añadiendo notas, ¿puedes leer la partitura? -La mayoría sí, aunque... -enrojeció. -Qué vergüenza, aquí delante de un experto en la materia. -Dame la guitarra, mientras la toque, quiero que descifres lo que he escrito. -¿Tocas la guitarra española? -Por supuesto. Mi especialidad es el violín, y también toco el piano. -Puedo hacerte una pregunta. -Él asintió mientras preparaba la guitarra. -¿Qué haces aquí? -Alejarme de mi anterior vida. -No te gustaba el conservatorio. -Lo adoraba, me retraía en mis instrumentos, eran mis amigos, mis únicos amigos... sin embargo me obsesionaban. Es mejor haberlo dejado. Ahora tengo amigos de verdad, antes no los tenía. -¿Y por qué...? -Samuel le miró de nuevo a los ojos, desarmándole, y comenzó a tocar sin mirar la partitura, lo cual sorprendió a Marc. Samuel era un experto con mucho oído y memoria. Sujetaba la guitarra como a una amante, con delicado respeto. La melodía sonó mucho mejor con los cambios, dulce y serena, armoniosa, melancólica, como un adiós y una desesperanza. Como un amor imposible de cualquier modo, completamente imposible... -Ahora tú, cada uno tenemos una forma de expresar la misma música. De mí decían que era melancólica. -Como tus ojos. -¿Cómo? -Como la languidez de tus ojos azules, melancólicos. -Samuel se llegó a sorprender de veras de que Marc se hubiera fijado en el color de sus ojos tras las gafas y el flequillo en la cara. -Algo así, sí. -La guitarra pasó a manos de Marc, comenzando a tocar. Se equivocó varias veces, haciendo reír a Samuel. -El maestro partiéndose el culo del alumno, cuánta desconsideración tiene el cabronazo. -fingió estar ofendido. -Si el alumno no fuera tan garrulo, el maestro no se descojonaría vilmente. -Al ver que su chico se animaba, falló en varias ocasiones más, en las partes más fáciles, al final acabó

cambiando de canción, una más heavy como pudo, y a cantar a pleno pulmón. -¡¡Calla idiota!! ja, ja, ja, ¡Nos van a echar!! -¡¡No hay nadie!! ¡¡Estamos solos como pringados!! -continuó a su bola, haciendo como que tocaba en un concierto, subiéndose a la cama y saltando como loco hasta el suelo. Samuel no podía evitar reírse, le dolía hasta el estómago de la poca costumbre. -¡¡Calla que me ahogo!! -No pasa nada, te haré el boca a boca. -¡¡Idiota, ya te gustaría a ti!! -¡¡Cómo lo sabes!! -y siguieron largo rato hasta que el bedel les echó una bronca histórica, amenazándoles con decírselo a la directora de la residencia. Al cerrar la puerta, casi murieron de la risa que les entró. Ambos agarrados a una almohada o colcha, desternillándose e intentando ahogar las carcajadas. -Cabrón, nunca me había reído tanto. -tosió buscando la botella de agua para echar un largo trago. -Esto es lo que pasaría si te vinieras conmigo a mi casa, mis amigos son la leche, nos meamos de risa siempre. -No tengo billete y a estas alturas ya me dirás. -Podemos mirarlo en Internet. -No, para la próxima. -¿Prometido? -Sí. -Mi madre se muere por conocerte. -Dale las gracias de mi parte. Marc dejó de sonreír mientras colgaba la guitarra en la pared y se quitaba la ropa para ponerse el pijama. Samuel se fue al baño a lavarse la cara, porque la tenía como un tomate de la risa. La promesa de Samuel era una de sus tantas proposiciones a incumplir. De todos modos, no habría próxima vez. Aquella noche acabó siendo perfecta, entre risas arrancadas a Samuel haciendo tonterías. Pero no eran esas las risas que deseaba que brotaran de sus labios... ésas no podía ni ya quería provocarlas... -Me he puesto rojo, eres muy tonto por hacerme reír así. -Es verdad, soy tonto. -Samuel se metió en la cama para terminarse el tomo que leía, como si ya nada hubiera pasado entre los dos. Ni música ni risas compartidas. Ni momentos juntos que llevarse de recuerdo. Él se guardaba lo malo con gran codicia, dejando lo bueno escapar para siempre de sus recuerdos. -Por favor, cuando termines de leer eso, apaga la luz. Mañana me levanto muy pronto. -Claro, perdona. Te vas a casa... -con consideración dejó el cómic y apagó la luz. Samuel estuvo pensando en las risas compartidas, en lo bien que se sintió componiendo y tocando de nuevo un instrumento. No notó terror al abrazar con dulzura esa hermosa guitarra, y sus dedos se fundieron con las cuerdas sin dolor alguno. Fue como enredarse con una pequeña parte interior de su amor, tenerlo para él. La música con Marc no daba miedo, ya no. Era libre, y eso le dejó reír después sinceramente como nunca en su vida. Marc y sus encantadoras boberías le volvían loco, quería dejarse llevar y no podía, porque eso

significaría que... le diría que le amaba y todo terminaría. Quería gritarle "¡¡Marc te necesito!!", siendo incapaz. -Marc... -¿Mmm? -Mañana cuando te levantes y eso... -Marc pensó que le diría que no le molestara ni hiciera ruidos innecesarios. -...me gustaría acompañarte al aeropuerto. -Claro... -intentó que no se le notara la sorpresa. -¿Y cuándo volverás? -Cuando empiecen los exámenes supongo. -Ah... - "Marc, llévame contigo, insísteme una vez más en llevarme a tu casa" pensó Samuel. "Y me iré contigo sin dudarlo, porque te necesito" -Buenas noches. -Hasta mañana... -musitó ya desesperanzado. Marc sintió la tentación de volverle a insistir sobre venirse aunque fuera unos días, y sin embargo fue fuerte y no dudó más. Se iba, él solo, solo como cuando llegó. Porque Samuel... debía ser olvidado... No puedo tenerte ni siquiera en mi imaginación...

Notas finales: Siento el retraso, llevo una época malita y embajonada ^^ Tengo una buena noticia y otra mala. La buena es que mi cómic yaoi No te escondas va a salir a la venta de forma profesional, para el Salón del Manga de Barcelona 2008, en España. Así que espero de veras que me deis una oportunidad y lo compreis. Es yaoi ^^ dibujado, si os gustan mis relatos, pienso que mis cómics más, ya que para mí es lo más importante. Seguro que os gusta ^^ http://www.dorianne-laura.deviantart.com/gallery/#No-te-escondas-comic http://nowe.forogratis.es/foro/viewforum.php?f=12&sid=16c9aa6cfea8a9cec91fcccff89448fb

La mala noticia es que una tal Toho de Argentina, me ha plagiado Sususrro de besos ya en varias páginas de Kpop y super junior (cantantes), copiando y pegando mi historia y

cambiéndole los nombres. Luego se las ha dado de escritora original y se ha quedado con la autoría de mi novela. Está arreglado, pero sigo sin fiarme de esa cabrona. Así que si veis cualquier cosa rara, indicios, historias que os suenen, plagios, etc, no dudeis en avisarnos a los autores reales. Gracias a todas las personas que me leen, en especial a las que me han apoyado en estos foros de Kpop y espero que les guste el resto ^^ si se la quieren leer original. También gracias a las dos chicas que me avisaron del plagio. Un abrazo. Muacs!! Volver al índice No puedo dejarte por Dorianne

Susurro de besos 12 No puedo dejarte -¿Lo llevas todo seguro? ¿El billete? -Samuel insistió de nuevo por tercera vez. Iban sentados en el autobús que los conducía al aeropuerto. -Samuel, lo llevo todo. -le enseñó el billete.-Qué sólo me voy a casa, no a otro país. -Es que no quiero que pase algo, y no puedas ver a tu familia. -Tranquilízate hazme el favor. -le sonrió animadamente. -Llevo viendo a mi familia toda la vida. -Ya, jeje... perdona. -se mantuvieron en silencio un buen rato, hasta que Marc lo rompió. -¿Qué vas hacer sin mí todos estos días? -Samuel tragó saliva. Lo cierto era que apenas había dormido pensando en eso mismo. Ahora la vida sin Marc, iba a resultarle tremendamente vacía e insípida. -Estudiar. -contestó lacónicamente, mirando por la ventanilla. El rubio lo observó sin que se diera cuenta, llevaba un gorro de invierno que le tapaba más la cara y hacía que sus preciosos rizos negros sobresalieran graciosamente. Le hubiese encantado estirarle del pelo, en cualquier otra ocasión pasada probablemente lo hubiera hecho sin pensar, sin embargo ya no debía hacerlo. Tenía que desenamorarse como fuera, a la fuerza si era necesario. -Ya llegamos. -Marc se apeó del autobús con Samuel detrás. Fueron directos a facturar la maleta, y después el rubio le propuso tomar un café. Todavía quedaba un rato para embarcar. -Supongo que quedarás con David y Sara. -Bueno sí, antes de que ella se marche a casa, quedaremos supongo. ¿Y qué vas a hacer tantos días sin mí? -soltó una risilla. -Estudiar. -le copió, para no tener que expresar cuánta soledad y tristeza sentiría sin su chico... sin su chico que debía dejar de serlo definitivamente. La verdadera respuesta debió ser "olvidarte". -Pero me imagino que quedarás con tus amigos. -Algunos también estudian fuera, y otros trabajan, así que tampoco que vaya a poder quedar todos los días. Ayudaré a mis padres en la tienda y estudiaré.

-Bueno, seguro que es más divertido que lo mío, estudiar, estudiar y estudiar. -hundió la cabeza entre los brazos, pesaroso y agobiado, a ver si Marc le volvía a repetir lo de ir a su casa a pasar esos días fuera. Nada sucedió, era de esperar, Marc se había hartado de insistirle. -Vuélvete a la residencia enseguida. -tardó un poco en contestar, asimilando que Marc se despedía de él. Que estaría bastantes días sin verlo. -Ya... tienes razón. Que tengas buen viaje... -ambos dejaron atrás la cafetería, hasta llegar a la zona en la que debías pasar los controles del aeropuerto. Fue algo incómodo. -Si necesitas cualquier cosa, llámame a ese pedazo de móvil que me regalaste. -Claro... -aunque Marc preferiría no escuchar su suave pero melancólica voz masculina, debía anteponer sus sentimientos a las necesidades psicológicas de Samuel, que no estaba bien. -Chao. -le dijo adiós con la mano y se dio la vuelta sin mirar atrás. Comenzó a quitarse el abrigo, el reloj, y dejar la maleta de mano sobre la cinta del control de pasajeros. Samuel prefirió darse la vuelta y escapar de allí inmediatamente. Lo mejor que podía hacer era olvidarse de un amor tan utópico. El ahogo que sintió le hizo marearse, así que corrió hacia los lavabos encerrándose en uno. Sólo quería estar solo, pese al bullicio del exterior, aquello era la mejor opción. -Marc... -musitó mirando fijamente al techo. -Ya te echo de menos cariño... -y de nuevo aquella sensación en la garganta y los ojos ardiendo. No podía llorar, no allí, por lo que salió inmediatamente. Si tenía gente alrededor le era mucho más fácil fingir. Esperó al autobús escasos cinco minutos y volvió en total silencio a la residencia. Era extraño, casi toda la vida sin escuchar las voces de sus padres apenas, y nunca se había sentido tan solo como en aquel instante. La voz de Marc ya no estaba, divertida y chillona a veces, la echaba de menos. No sabía por qué, pero le daba la sensación de que algo entre los dos se había roto, no sabía cómo definirlo. Marc estaba raro, podía notarlo. Era como si le dijera" volveré pero, ya no seremos amigos como antes". -Te he decepcionado... -le susurró en silencio a las imágenes que veía pasar rápidas por la ventanilla. Sonrió asintiendo. La había cagado con lo de la natación. ¡¡Qué mal lo hacía todo siempre!! Decepcionaba a su padre, a su madre, a su mejor amigo... simplemente por no ser capaz de afrontar la situación con dos dedos de frente. El aeropuerto se perdía a sus espaldas, alejándole a cada metro más del amor de su vida. Era lo mejor, porque el destino que dictaminaba lo que debía pasar, no le había escrito un feliz final de amor correspondido por siempre jamás. El cuento de hadas se había convertido, en su cabeza, en un cuento de desesperanza. La manzana envenenada de amor, que nunca pudo morder, porque no era para él y el príncipe encantador no besaría sus labios para estar siempre juntos y comer perdices. En su cuento de hadas, él buscaba y mordía deliberadamente la manzana emponzoñada del peor veneno de todos, el que nos mata, el del amor, para ya nunca más despertar porque el soñado príncipe azul lo dejó atrás en el bosque, perdiéndose por siempre entre las zarzas, la hojarasca y el olvido. oOoOoOoOo

Marc terminó de ponerse el abrigo y el reloj, con pura lentitud. Al otro lado del control, Samuel ya no estaba como era de esperar. Arrastró la maletita con pura desidia hasta la zona de descanso para los viajeros del vuelo. Fue al baño en diversas ocasiones, miró el reloj, porque salía el vuelo con cierto retraso, suspiró aburrido. Los aviones pululaban por la pista de un lado a otro. Por fin se abrió el control de billetes, y no se puso a la cola, como paralizado. La miró nervioso, sintiendo un terrible vacío en su interior, y a la par una angustia que lo llenaba todo. La cola descendió poco a poco hasta no quedar más de tres pasajeros. Éstos pasaron al autobús que los llevaría hasta el avión. Sólo quedaba él, Marc. Pegado al asiento con la cola más potente del mundo, la del amor incapaz de dejar atrás. Una azafata se acercó a él al verlo así. -Señor, ¿no viaja con nosotros tal vez? -la miró incrédulo, como si no la comprendiera. -¿Se encuentra bien? Está pálido. -Es que... no puedo subir al avión, lamento las molestias. -¿Por alguna razón? -Una emergencia, he de volver a mi casa. -al fin se levantó casi de un salto. -No voy a subir al avión. -Como quiera, buenos días. -Buenos días. -Marc cogió la maleta y echó a correr hacia la salida, algo liosa de dar con ella, sobre todo cuando sabes que estás haciendo una locura. Esperó al autobús casi los veinte minutos que tardaba en pasar a intervalos. Quería alcanzar a su chico, porque lo era, su chico ¡¡Y no quería ni podía alejarse más de él!! Tantos días separados, qué locura. En cambio, quedarse con él a pasar el fin de año de forma romántica, y días y días para estudiar los dos juntitos y prácticamente solos sin nadie más a su alrededor. Eso era más que idílico. Ahora se daba cuenta de que con solamente permanecer a su lado, ya era suficiente. Que no podía aspirar a más y por ello debía aceptarlo así. Tener algo, como una amistad sincera, ya era más que pretender engañarse no teniendo nada. -No puedo tenerte, ni siquiera en mi imaginación... así que sólo anhelo verte sonreír, todos los días de mi vida... Te haré reír, reír y ser feliz, a costa de mi propio dolor, pero valdrá la pena el esfuerzo de mil años, por una sola sonrisa tuya... oOoOoOoOo No le apeteció comer aunque ya eran las tres y media de la tarde, así que se dejó caer sobre el colchón de su cama, cansadamente. Casi no pudo pegar ojo en toda la noche, así que cerró los ojos abandonándose a la siesta. Estaba cansado, cansado de todo, sobre todo de sí mismo. Ignoraba el tiempo que llevaba durmiendo, hasta que algo le despertó estirándole de uno de los rizos. -Samuel... Samuel despierta... -el sonido de una voz lo confundió, estaba bastante amodorrado. -¡Ey Samuel! -Giró la cabeza confundido, encontrándose a Marc subido a la cama casi encima de él. -Hola. -le sonreía de oreja a oreja mientras continuaba estirándole del mechón. Reaccionó agarrándolo furioso de la camisa. -¿Qué haces aquí? ¡Tenías que coger el avión a casa!

-¿No te alegras de verme? -¡¡Contesta idiota!! -lo zarandeó con fuerza. -Lo he perdido. A propósito... -¿Qué? -Samuel se sentó en la cama y miró a Marc bastante enfadado. -Pensé que no podía dejarte solo a pasar el fin de año. Así que he vuelto. -Dime que eso es mentira o te corto los huevos. -Samuel le observó ceñudo, haciendo un gesto con los dedos, como de cortar con tijeras. -La mirada seria que le echó Marc le dejó con el corazón latiéndole como loco. Conociéndole era capaz de haberle dicho la verdad. Se puso colorado. -¡¡Es mentira lo he perdido!! -comenzó a reírse. -¿Cómo has podido perderl...? -Marc se le echó encima agarrándolo por la cintura, ambos sobre la cama. -¡¡Mañana me iré, hoy vamos a divertirnos!! -¡¡Bueno vale ya!!- intentó zafarse sin conseguirlo, ya que su amigo se colocó sobre su espalda y trasero, notando todo su paquete contra éste. "Se me está poniendo dura", pensó desesperado. -¡¡Marc, pesas mucho!! Quítate de encima por favor, no me dejas respirar. ¡¡Quítate de encima marica!! -el rubio le hizo caso a regañadientes, qué maravilloso fue tener a su chico bajo él. -Vamos a patinar, así no nos aburriremos. -No quiero ir. -Me da igual. -canturreó obligándole a levantarse de la cama. -Tengo que ducharme. -Pues venga lentorro, te espero fuera como un perro guardián. ¡¡Y vas a venir quieras o no!! -no contestó, debía acompañarlo ya que se lo debía por lo de largarse en la competición. Cuando entró en el baño, se apoyó contra la puerta cerrada, sonriendo sin poder evitarlo. No se imaginaba cómo ese idiota había perdido el vuelo, pero qué importaba si estaba allí con él ahora. Un día más con Marc, qué feliz se sentía, inesperadamente un día más... oOoOoOoOo Al llegar al centro comercial, Marc buscó una cafetería. Al ir a indicarle a su amigo la que solía frecuentar, éste le cortó. -Vamos a ésa, ahí trabaja un compañero de clase. -señaló la que pertenecía a la pista de patinaje. Marc palideció, pero no dijo ni pío. Bastante difícil había sido convencerlo para salir juntos como para ponerle trabas. Tragó y punto. Al entrar y sentarse, Albert corrió hacia ellos muy contento, mientras el nadador intentaba poner cara de póquer. -¡Samuel, has venido por fin! -le sonrió con todos los dientes. -Sí, hemos decidido dar una vuelta. -Hola. ¿Eres su compañero de cuarto verdad? -el camarero miró al rubio. -Así es, su compañero de cuarto. -Albert ni se fijó en él, estaba claro que suspiraba por Samuel. Sólo había que ver con las confianzas que lo tocaba en el brazo. -¿Qué vais a tomar? -Un capuchino. -comentó Samuel. -Un batido de chocolate. -¡Enseguida! -Albert se dio la vuelta más feliz que unas pascuas. Otro camarero le trajo el batido a Marc.

Los dos amigos se mantuvieron callados unos instantes. Samuel comenzó a recordar el día en que conoció a Marc, y enrojeció. Estaba teniendo una cita "de amigos", con él. Qué vergüenza. -¿En qué piensas? Te has puesto colorado. -El chico se temió que estuviera así por Albert, porque el chico siempre le estaba tirando los trastos. Comenzó a divagar un poco, cada vez más celoso. Pero si Albert le gustaba a Samuel, eso quería decir que... -¡¡Calla, me has obligado a venir!! -¿Tan aburrido soy, cariño? -Estoy de mal humor, he discutido con papá. ¡Y no me llames así! -lo del padre era una invención, y lo de cariño le puso más rojo. -¿No te ha dicho que vayas en vacaciones? -Claro, pero no me da la gana. No quiero volver a casa, mi padre es insoportable. -Pero es tu única familia. -Sólo me llevaba bien con mi madre. Y está muerta. -apuntilló. -Lo siento, como nunca me cuentas nada, no sé lo qué te pasa. -Un día te lo contaré, te lo prometo. -dijo bajando la cabeza. Volvía a llevar el gorrito que le hacía esos rizos tan monos. -Pero hoy no me apetece...- Samuel miró hacia la pista. Desde la muerte de su madre, no había hablado de ello con nadie. Albert le llevó personalmente el capuchino, lo cual irritó a Marc. -Samuel, capuchino con extra de caramelos. -en el platito habían bastantes bombones y caramelillos. -La mirada de felicidad que le echó Samuel, dejó babeando a Albert y con los dientes largos a Marc. -Caramelitos, me encantan. Gracias Albert, eres un sol. -El nadador se quedó pasmado, la mandíbula le cayó hasta los pies y los celos le invadieron. ¡¡Cómo podía ser tan amable con ese marica baboso!! -Buen fin de años chicos, chao. -Albert volvió a la barra, que era su puesto habitual. -Ese marica de Albert está coladito por ti, cada vez que te ve se pone cachondo. -Samuel, que había dado un sorbo al café, lo medio escupió sobre la mesa. Inmediatamente limpió el destrozo. -¡No digas chorradas! -Todo el mundo sabe que es marica, cuando te ve babea como una perra en celo, moviendo su "colita" "detrás de ti". Hasta te ha puesto más caramelos, con lo que a ti te gustan. Es una prueba irrefutable. -Samuel bajó la cabeza completamente perturbado. A ver si Sara y Marc iban a tener razón, y él no se daba cuenta. -Vaya gilipollez. Que me haya puesto más caramelos no significa nada. Te recuerdo que tú me regalaste un montón y... -Marc frunció el ceño. Samuel le estaba dando la razón y ni se percataba. -Éste te quiere follar, te lo digo yo.- En realidad quiso decir "Es que yo te quiero follar y mucho". -Samuel perdió la paciencia, no le gustaba hablar de esos temas. Le hacían sentir violento y completamente inexperto. Levantándose del taburete, pegó un golpe a la mesa con rabia. -¡¡Qué te follen a ti!! -Marc cruzó las piernas tan tranquilo, apoyó el brazo en la mesa para posar la mejilla en la mano, y sin dejar de mirarlo fijamente lo señaló con el dedo a la par que decía; -Sólo, si me lo haces tú. -la mirada fue tan directa, seductora y franca que a Samuel se le paró el corazón allí mismo durante un segundo. Su amigo siempre le hacía bromas de por el estilo, sin embargo nunca sonó tan de verdad. El corazón volvió a latir, esta vez con una fuerza

tremenda. La cara se le incendió, frunció el ceño ofuscado cabreándose más. -¡¡Serás hijo de p...!! ¡¡Vete a la mierda!! -pegó media vuelta y dejó a Marc partiéndose de risa. "Si supiera las ganas que tengo de hacerle eso, precisamente... no bromearía tanto". Se dirigió hacia el otro lado de la cafetería, nervioso. ¿Por qué se ponía así ante unas bromas tan habituales? ¡Porque se moría de ganas de que fueran en serio y eso lo turbaba muchísimo! La mano fuerte de Marc lo detuvo en seco agarrándolo de la muñeca. -¡Oye! -¿Qué quieres? -apartó el brazo rabioso. -Que patines conmigo, para hacer las paces. -Samuel le observó, llevaba en una mano unos patines, y no se le veían los ojos tras las gafas de sol. Así que no sabía si seguía de broma o hablaba en serio. Él le pasó el brazo por los hombros. -No sé patinar. -dijo de morros. -Es una buena ocasión para aprender. Perdoooooooooona por lo de antes, me he pasado con la broma. -la voz susurrante en su oído le hizo temblequear las piernas, qué calidez. Era imposible no caer rendido a su pies como un guiñapo. -Bueno, vale... -No sé tu número de calzado, vamos a alquilarte unos patines. -No he patinado jamás. -Conmigo es súper fácil, soy un maestro de lujo, guapo, alto, sexy, talentoso, simpatiquísimo. -Qué estúpido que eres, creído. -ahogó una risa. En verdad todo le parecía cierto. Marc le ayudó a entrar a la pista tras ponerle las botas especiales. Había mucha gente, así que se quedaron al lado de la valla. Samuel no quería soltarla, sabía que si lo hacía caería de bruces sobre el hielo. -Samuel, ven aquí. -¡Anda ya! -Eres un cagado. -Mira, pues sí, pero si me suelto me romperé la cabeza seguro. -Marc estiró de él sin resultado. Lo sujetó por la cintura apretándolo contra su pecho, y ante aquel contacto, Samuel perdió toda fuerza y decisión. -Date la vuelta. -¡¡Cómo me caiga ya verás cabrón!! No me sueltes... -resbaló hacia delante y fue a acabar entre aquellos fuertes brazos que le rodearon con cariño, aunque él no se daba cuenta. Se agarró bien del abrigo, apoyando la barbilla en su hombro, oliendo sus cabellos. "Oh Dios mío, qué bien huele, no quiero que me suelte jamás" pensó, sintiendo esos sentimientos, esas sensaciones en el estómago que lo embragaban al estar tan enamorado. Todo el cuerpo le tembló. Marc se sintió igual, sujetó a su chico contra él para sentir su cuerpo, casi lo asió de las nalgas, aunque supo contenerse. Deseaba tanto tratarlo como a su novio de verdad, tocarlo de forma íntima, besarlo entre suspiros y risas ante aquella situación. Llevó los labios cerca del oído de Samuel. -Lo de antes iba en serio.

A la mente de Samuel, vinieron las palabras mágicas y anhelantes de que fueran ciertas. "Sólo si me lo haces tú". Otra de sus bromitas, seguro. Lo cual le hizo apartarse violento. -¿A qué te refieres? -ni siquiera lo podía mirar a la cara. -A lo de que a ese chico le gustas, y a muchas tías. Pero eres una persona que se subestima demasiado, que es especial y no lo ve. -Nunca le he gustado a nadie. -seguía con la cabeza gacha. ¿A qué venía esa conversación de repente? No le gustaba el tema, se sentía inferior y feo. Marc tragó saliva, más decidido que nunca a confesarle la verdad. Se quitó la gafas para decírselo a los ojos. Mirada con mirada. -Eso crees, pero quiero que sepas que tú eres a quien yo más... -el hecho de que Samuel ni siquiera fuera capaz de mirarle al rostro, detuvo sus palabras un instante. -¿Qué? -Marc quedó silencioso unos segundos. Así no. -Ja, ja, ja, se me ha ido de la cabeza lo que te quería decir, qué tonto soy. -fingió las risas lo mejor que pudo. No iba a ser fácil declarársele, al menos mientras Samuel no fuera algo más receptivo. Lo más seguro es que su reacción fuera hostil pensando que estaba de coña de nuevo. Y no era una broma fácil de digerir. Tenía que quedar claro y cristalino que su declaración de amor iba en serio. -¡Marc! -una voz femenina y conocida llamó su atención. Qué inoportuna. -Ah... Vanesa. -la mejor amiga de Sabrina. Se temió que ésta estuviera por allí, sin embargo no lo parecía. -Samuel aprovechó para escaquearse. Marc lo garró de la chaqueta. -¿A dónde vas? -Al baño. -Desapareció con las botas puestas, cuando le interesaba sí que podía patinar de lujo aunque fuera agarrándose a la barandilla. Hizo el gesto de seguirlo cuando Vanesa lo detuvo. -Marc, necesito hablar de Sabrina contigo. -Claro. -contestó molesto, nervioso. A Samuel le sucedía algo, era como un libro abierto. ¿Y si se ponía neurótico como la vez del intento de suicidio? ¡¡No por favor!! -Sabrina está muy triste desde que la has dejado. -De verdad que lo siento, pero no la amaba. Nunca he deseado hacerla sufrir. -¿Hay otra chica? -de nuevo aquella cuestión que parecía obsesionar a su ex novia. -No hay otra chica. Me tengo que ir, que pases buen fin de año. -Adiós... -Vanesa se quedó allí plantada, viendo a Marc largarse corriendo. Marc buscó a su chico en el baño, ni rastro. Tampoco andaba por la cafetería. Comenzó a inquietarse cada segundo con más celeridad, y así le iba el corazón. No estaba su bandolera en la mesa que tenían ocupada. -¡Albert! -llamó al camarero al verlo ir hacia él para recoger las bebidas. -¿Viste a Samuel? -Pagó la cuenta y se marchó hace rato él solo. -¿Qué? -definitivamente Samuel no andaba cuerdo aquella tarde. ¿Por qué se le cruzaban así los cables? Sin mediar palabra más, echó a correr fuera de la cafetería, al centro comercial. Recorrió éste de pe a pa sin resultado óptimo, encima el muy desgraciado había apagado el móvil. -Será cabrón. -escupió al salir a la calle. De nuevo echó a correr, esta vez hacia la residencia, con el corazón en un puño.

¡¡Por favor, no me hagas esto otra vez, no sé si podré seguir sonriendo si desapareces de mi vida!!

Notas finales: En el capítulo anterior tuve un lapsus temporal, puse que Marc llegaba a su casa a las diez, pero llega a las 4 de la tarde, no a las 10 de la mañana. Sorry, está corregido ya ^^ Y este capi no me ha salido muy bien, no me salían las palabras, estoy espesita ^^ Pero lo he hecho lo mejor que he podido. Parte de este capi ya pertenece al cómic. Espero que os guste igualmente. Un besiko ^^ Volver al índice Celos por Dorianne

Susurro de besos 13

Celos

Lo buscó por todos los lugares que se le ocurrieron tras ver que no estaba en la habitación de la residencia. En los alrededores, en la cafetería, en los lavabos públicos del centro. Francamente, estaba muy nervioso. La culpa era suya, ¡Debía haber hablado con Samuel claramente del intento de suicidio! Pero como había querido ser condescendiente con él, ahora hacía lo que le venía en gana, el muy egoísta. Estaba enfadado, nunca lo estuvo tanto como en esos momentos. -¡Serás cabrón! ¡Después de todo lo que he hecho por ti! ¡Insensible y desagradecido Samuel! Te quiero joder, no me merezco esto... -masculló con los puños cerrados, uno de ellos

alrededor del móvil. Apoyándose sobre una pared, con las piernas casadas y temblorosas se dejó deslizar hasta el suelo húmedo por el frío de la noche. Llamaría a Sara o a David, ellos le podían ayudar. De pronto, el teléfono vibró dentro de su mano. Nervioso casi se le cayó al suelo. Leyó;

stoy n l piscina de la uni, perdoname

Suspiró, suspiró derrengado, llevando el aparato hasta la frente. -Capullo. -el último sitio donde se le ocurriría ir a mirar, la piscina de la universidad. ¿Quién se podía imaginar que fuera a semejante emplazamiento si decía que no le gustaba el agua? -Te perdono capullo.

Inmediatamente después, echó a correr todo lo deprisa que sus piernas le permitieron, estaba agotado de tanto esfuerzo anterior. Intentó llamarle, sin embargo no se lo cogía. Llegó enseguida a las instalaciones, que estaban abiertas porque andaban limpiando todavía. No eran más de las seis y media. Miró por todas partes sin hallar a ese cobardica, cuando entonces le vio subido a una de las plataformas de salto, de hecho a la más alta de todas. Las piernas incluso le colgaban. Algo dentro de él se revolvió. -¡¡NI SE TE OCURRA TIRARTE!! -bramó entre preocupado y ofuscado.

oOoOoOoOo

Tras dejar a Marc hablando con la amiga de su novia, fue a quitarse los patines. Seguro que él se estaba aburriendo soberanamente. Le pagó a Albert con una sonrisa, que él correspondió más abiertamente, y marchó corriendo. Mientras caminaba hacia la residencia vio abierta la piscina, así que entró. Andaban en tareas de limpieza, nadie le dijo nada. Al principio se sentó en una grada, sintiéndose mal por haber dejado a su amigo sin decirle nada. Seguro que se estaba comiendo la cabeza por su repentina huída cobarde. Lo raro era que no le llamara, eso le deprimió más. Seguro que estaba enfadado, aunque no fuera normal en Marc, era para estarlo. Ni siquiera lo buscaría allí, buen escondite entonces. Tenía miedo de tener que pedirle perdón, mucho miedo. Sacó el móvil comprobando que lo llevaba apagado. ¡Qué despiste! Una pequeña esperanza surgió en su pecho. Comenzaron a llegarle avisos de llamada, hasta nueve. Y un par de mensajes breves del rubio.

-Soy un hijo de puta. -se descalificó a sí mismo. Inmediatamente escribió el mensaje donde le indicaba el lugar en el que le esperaría.

Miró a la plataforma más alta, atreviéndose a subir por esas escaleras tan largas. Como para resbalar, caerse y desnucarse. Justo en el ascenso, le sonó el móvil, suponiendo de quién se trataba. No podía cogérselo, o se mataría. Al final, estaba tan alto que tuvo que sentarse, para que Marc le viera, lo hizo al borde de la piscina. Miró hacia abajo, el agua azul en calma, estaba a mucho metros por debajo. Si se tiraba... ¿qué pasaría? No sabía nadar, o tal vez el choque lo dejara inconsciente. Observó a los operarios limpiar una piscina adyacente, sin hacerle caso. Volvió a mirar el agua y sus pies colgando. No quería tirarse, ni acercarse, no quería morir. Ya no. Había gente que sentiría su muerte, a la que haría daño, convirtiéndose en un alma egoísta... como su madre hizo. -¡¡NI SE TE OCURRA TIRARTE!! -la voz le llegó bastante amortiguada por la distancia, pero le llegó. Era Marc, quién si no, agitando los brazos. No tardó demasiado en ascender a la plataforma superior, podía escuchar el sonido metálico de sus zapatos repercutir contra el metal de las escaleras, cada vez más cerca. Y luego su respiración desacompasada, casi ahogada. -¡Cabrón, qué coño te pasa! -sí que estaba malhumorado. Lógico. -No quería que te aburrieras conmigo, encima de que has perdido el avión- Marc, que tenía unas cuantas barbaridades que echarle en cara, cambió radicalmente de estado de ánimo. Aquella voz triste y melancólica pudo con su enfado. Se sentó al lado de su chico, tocándole el hombro con la mano, en señal de perdón, de apoyo incondicional. -Te dije que perdí el avión a propósito. ¿Qué haces aquí? -Lo vi abierto y pensé que aquí no darías conmigo. -Samuel no le miraba, estaba con la cabeza gacha bastante avergonzado. -¿No pensarías tirarte y ahogarte verdad? -Marc le miró ceñudo, yendo más al grano en esta ocasión. Su amigo supo que se lo preguntaba en serio. Ya era hora de dejar atrás secretos estúpidos. -Mi madre se suicidó, me abandonó sin importarle nada, y yo la imité aquella vez. -Lo único que sorprendió al nadador, fue que su madre se hubiese suicidado. Empezó a comprender muchas cosas tras la dura confesión. -Samuel... -le tocó la mejilla con el reverso de la mano, en una caricia muy íntima. Su brazo fue deslizándose hasta rodearle los hombros con ternura y comprensión. -Me alegré tanto de que aparecieras y me salvaras la vida... te mentí...

-Ya lo sabía Samuel, no te preocupes por eso. Ambos decidimos que fuera una mentira, tal vez por el bien del otro. Todos cometemos errores. -Soy un egoísta. -Samuel apoyó la cabeza en su hombro, con el atrevimiento de dejarse mimar. -Vale ya, es suficiente. Yo te animaré todo lo que pueda... -Ambos permanecieron en silencio con los ojos cerrados, sintiéndose mutuamente el uno en los brazos del otro. Tan sólo se escuchaban las voces amortiguadas de los operarios de limpieza, y una canción lejana que salía de la radio que llevaban éstos. El moreno se movió, sujetándole las mejillas al rubio para estirar de ellas. -Te estoy muy agradecido por todo, eres mi mejor amigo. -Le soltó avergonzado. -Tú también eres mi mejor amigo. -suspiró Marc emocionado por la muestra de afecto. Samuel se recostó sobre la plataforma con los ojos cerrados. Le miró obnubilado, henchido de amor. Cuánto deseó rodearlo con los brazos y besar sus labios entreabiertos como tímidamente. El corazón le latió alocadamente, aquel sitio era tremendamente romántico y solitario. Cerró los puños y se mordió los labios, dolido por tanto amor no correspondido. Por tantos besos que no podría darle, ni siquiera robarle uno sin asustarlo. Si le daba un beso allí, él le odiaría. Si le robaba un beso allí... ya no podría vivir sin el resto de besos que Samuel guardaba en su interior. Suspiró, intentando olvidarse de los anhelos que le embargaban con cada minuto más intensidad. -¿Sabes? Me hizo ilusión que vinieras ayer a verme, batí mi record... -Eres muy buen nadador Marc, llegarás lejos. -A Samuel le vino a la memoria, el agua deslizarse lentamente por su piel morena, atravesando caminos que él jamás recorrería. Enrojeció violento al recordar lo que había hecho en los baños de las instalaciones. -Como te fuiste sin esperarme... -Me dolía la cabeza, perdona. Estos sitios me agobian, la humedad y eso... -se excusó con una mentira. -¿Qué te pasa? Estás muy colorado. -tenía que creerle, aunque fuera fingiendo. -Nada, será mejor que vayamos a cenar al japonés como te prometí antes. -Marc le propuso ir a cenar comida nipona antes de salir a dar una vuelta, incluso le obligó a prometerlo cuando le puso mala cara. Samuel comenzó a bajar las escaleras sin más, mientras Marc quedó unos segundos más observando el agua mansa de la piscina. No dijo ni pensó nada, sólo miró el agua. Allá abajo, todo iba mejor...

oOoOoOoOo

El restaurante japonés se llamaba Restaurante Tokio, como la capital del país del sol naciente. Les hicieron pasar a una habitación con tatamis y puertas correderas, donde estaban solos. Así nadie les molestaría con conversaciones o risas. -¿Habías venido antes aquí? -Se sentaron sobre unos cómodos almohadones puestos encima del tatami. -Sí, con... con unos compañeros del club. -miró la carta, avergonzado por el embuste. En verdad fue Sabrina la que le enseñó el sitio el curso anterior, quién le iba a decir entonces que llevaría allí a su chico. Estaban tan solos, tan aislados por las puertas correderas... qué ilusión salir con él. Ya ni siquiera estaba un poco enfadado con él, ni por el desplante en la competición, y mucho menos por su plantón en la cafetería. Ahora sabía por qué se comportaba de forma evasiva. -¿Puedo preguntarte sobre lo de tu madre? -Te lo contaré todo Marc. -antes de poder empezar, una camarera vestida con kimono entró a tomarles nota con suma educación. -Vamos a tomar sopa de miso, una bandeja pequeña de shashimi, una bandeja pequeña de maki-sushi, y tempura variada. ¿Te parece Samuel? -Lo que tú digas. Para beber agua natural. -Yo otra, y un poco de sake. -la camarera se retiró con un saludo. -¿Qué es sake? -Vino de arroz, no está mal, es como un chupito. -Tomo medicación, no puedo beber. -Bueno, me lo beberé yo, total hoy no conduce nadie. -ambos rieron, no tenían coche. -Y si eso, me llevas a cuestas. -Pesas muchísimo. -Mala suerte. -¿Te cuento eso? -Adelante. -esperó expectante, pero expectante por comprender mejor el comportamiento de Samuel. -Mi padre ha sido muy estricto toda mi vida, conmigo y con mi madre. Eso a ella no le gustaba nada, así que aprovechando que era una violonchelista increíble, casi siempre estaba

lejos de nosotros. Me crié entre un colegio privado en el que mandaban los que más dinero tenían, y el conservatorio, uno de los más duros que hay en este país. Con el paso de los años, fui dándome cuanta de que no tenía familia, ni amigos. Pero mi madre enfermó cuando yo era adolescente. Así que aunque se había convertido en indispensable para las filarmónicas, no pudo viajar más. Se cansaba enseguida, el reposo por un lado la ayudaba a alargar la vida, por otro la mataba por dentro. Incluso se cansaba al tocar el violín, imagínate qué terrible para ella. -Era su vida. -Sí, a veces pienso que quería más a su violín que a mí...- confesó compungido. -¡Eso no es cierto! -Pero se suicidó cuando no pudo tocarlo más. -Samuel observó a Marc a los ojos. Aquellos ojos tristes, ahora sabía por qué, el misterio desentrañado. -Ella y yo nos unimos más a raíz de la enfermedad, mi padre me tenía celos. Hace tiempo que ella ya no le quería, en cambio él... seguía idolatrándola en silencio. Pero Marc, no dudó en dejarme atrás cuando un día el violín se le cayó al suelo porque no pudo sujetarlo. Aquella misma tarde se cortó las venas aprovechando que yo estaba en el conservatorio, la enfermera libraba y mi padre trabajaba hasta tarde para evadirse de sus problemas familiares. -Lo siento muchísimo. -Aun así sigo queriéndola, a pesar de todo lo egoísta que fue. -Era tu madre, es normal que la quieras. Hacemos daño a las personas que más queremos. La vida es eso.

La camarera entró para dejarles la cena. Samuel no quiso seguir hablando de su madre, en realidad porque no deseaba que se le enfriara la sopa de miso a Marc. Sin embargo éste le pidió que terminara la historia. -Yo la encontré, imagínate qué shock. Te marca de por vida. -¿Por qué tú lo intentaste? ¿Por ella? Era el aniversario de su muerte. -Por muchas cosas... por ella, por mi vida triste y solitaria, por la represión de mi padre, por no poder ser quien yo soy realmente en mi interior... porque tuve depresión y un día dejé de tomarme la medicación... -¿Qué? -Marc se quedó sorprendidísimo. Él le miró con una media sonrisa. -Vuelvo a tomarla, estoy mucho mejor aunque no te lo parezca.

-¡¡Debes ser quién tú quieras ser!! -Cómete la sopa que se te va a enfriar. Está muy buena. ¿Qué son estos daditos blancos? -cambió de tema, Marc supo que la conversación daba a su fin. -Soja cuajada, como un queso fresco de soja. -Me gusta el contraste. -Después atacaron la tempura ávidamente y el shashimi crudo. A Samuel se le caían los trozos, incapaz de sujetarlos con los palillos. Marc se desternillaba. -¿Te gusta? -Me cuesta mucho comer con palillos. -Marc cogió con los suyos un trocito de salmón crudo, alargando el brazo para dárselo a Samuel. Éste entendió el gesto y abrió la boca para atrapar el pedazo fresco con los dientes, al rubio le pareció tremendamente sensual, y más por cómo le miró él después, esa mirada pícara al principio, agradecida después. Samuel llevaba un jersey de punto negro, que se le pegaba un poco al torso, con el cuello abierto que dejaba ver sus sensuales clavículas marcadas. -Ji, ji... gracias... -masticó tragando rápidamente. -Hoy estás muy guapo. -lo dijo ensimismado con la voz entrecortada, sin pararse a pensar, confundido por la belleza imperfecta que era para él Samuel. Le latía el corazón a todo tren. Tal vez fue el sake, tal vez la intimidad de la habitación, pero qué emoción sintió al verle ante sí comportándose como él era, sincero y dulce. Samuel arqueó una ceja y medio sonrió incrédulo. -¡Deja de reírte de mí! -¡Es que eres muy guapo, es la verdad! -No soy guapo. Mírate tú y mírame a mí. Somos la antítesis. -¿No crees que hacemos muy buena pareja juntos? -Se atrevió a colarle. Samuel alucinaba en colores. -¡Deja ya la coña o te meto los palillos por el culo!- los zarandeó delante de Marc, que continuaba mirándolo ensimismado. -No es coña. -¿Estás colado por mí o qué? -por fin tomó la decisión de pagarle con su propia moneda, le seguiría la tontería de juego que había empezado en la mesa de la cafetería. -¿Desde cuándo te has vuelto marica? -El rubio puso cara seria, colorado por la situación y el sake.

-Me di cuenta cuando te conocí, estoy loco por ti. Le pagué al tío que iba a compartir habitación contigo, para poder hacerlo yo... -la voz se le quebró al ver la cara seria de Samuel, que se había quedado mudo. Éste no sabía cómo tomarse semejante declaración de amor, si como una broma tonta de Marc, o una broma de muy mal gusto porque andaba algo borracho. Podía haberse enfadado, lanzarle los palillos y levantarse sin mediar palabra. Si él supiera la verdad de sus sentimientos, jamás le habría hecho algo tan cruel. Marc no era de ésos... Así que armándose de valor, fingió unas risas tal vez un tanto exageradas. -¡Ja, ja, ja, qué capullo eres! Si no supiera que eres un bromista hasta me lo hubiera tragado, de lo convincente que ha sonado. Ja, ja, ja, ya verás cuando se lo cuente a Sabrina te matará, ja, ja, ja. -El nadador simplemente cogió el saque y le dio un sorbo. -Ah, ja, ja, ja... m-me has pillado, es que el saque se me ha subido a la cabeza. ¡Cómo no bebo nunca! -tal cual lo decía, se levantó del suelo para dirigirse a la puerta corrediza. -Voy un momento al baño, pide la cuenta ¿vale? -y cerró tras de sí.

Samuel cerró los puños sobre los muslos, agarrándose el pantalón con fuerza, y hundiendo la cabeza sobre el pecho. -Mierda... -lamentó. -Lo que daría yo porque fuera real...

Marc, sentado sobre la tapa del inodoro, se sujetó el cuello con las manos, cabizbajo. -¡Soy imbécil, pero cómo he podido decírselo! No me ha creído... No quiero estar enamorado, no quiero... -le caían las lágrimas como un torrente, abandonándolas sobre el suelo, expulsándolas de dentro. Se sentía muy mal, angustiado de veras. Un nudo en el estómago no le dejaba casi ni respirar. -Estoy sufriendo mucho, no puedo más...

Y se quedó veinte minutos de reloj allí dentro, hasta que pudo calmarse...

oOoOoOoOo Samuel llegó a pensar en ir a los baños porque Marc tardaba muchísimo. Pagó la cuenta con la tarjeta de crédito, sorprendido de lo cara que había salido. ¿Y el tonto ese pretendía invitarle? Si nunca tenía dinero, ni ahorros...

Le pagué al tío que iba a compartir habitación contigo, para poder hacerlo yo...

Enrojeció al recordar aquella frase. -Qué tontería. -lo descartó de inmediato. Pensar en que Marc lo había hecho de veras, era hacerse ilusiones. Le sonó el móvil, imaginándose que se trataba de Sara. -Dime guapa. -Hola cielo. David y yo hemos pensado que podrías venirte a tomar algo con nosotros en un local nuevo que han abierto en la zona de pubs. -Bueno, está bien. -hubo un silencio al otro lado. -¿Qué? -soltó ella con voz extrañadísima. -Qué sí, que voy. -¡Increíble! Te han abducido y cambiado por otro. -Ja, ja. -rió sarcástico. -Bueno... pues quedamos en la plaza de los pubs. ¿Sabes dónde? -Sí, no me perderé. Estoy cerca. -¿Cómo qué cerca? -Luego te lo cuento. -Uyuyui, aquí pasa algo raro. -comentó perspicaz. -¡Qué luego te lo cuento! Pesada. -Venga, ¿en 15 minutos? -Ok. Hasta luego. -colgó. Tendría que ir a por Marc y sacarlo del lavabo. En realidad se sintió algo mal, sin embargo quedar con ellos le vino que ni pintado. Les estaba utilizando para no quedarse a solas con Marc por más tiempo. Tras la conversación con él, se iba a sentir muy violento si seguían ambos solos. Así al menos podría olvidarse de los problemas amorosos un buen rato.

Cuando se dispuso a salir, Marc llegó un poco rojo. -Ey, sí que has tardado. -le tendió su abrigo y bufanda. -¿Qué pasa, no podías cagar? -se echó a reír por lo bajo. -Sí, he hecho un truño así de grande. -hizo la forma con las manos. -¿Quieres verlo? -le ofreció sonriente. -¡Pero qué guarro eres! -se estaba partiendo de risa mientras salían del local. La broma había relajado el ambiente bastante. -Y no he tirado de la cadena. Lo he dejado fresco para disfrute del personal. -¡¡Oh, por favor, qué asco!! -en la calle hacía fresco y Samuel tembló. Marc le puso la mano en el hombro, pasándole por éste el brazo. -¿Tienes frío? -Un poco, debí coger el chaquetón. Oye, me ha llamado Sara, por si queríamos ir a un local nuevo a tomar algo con ellos. -Caminaron en dirección al centro y la plaza. Marc quedó perplejo, reaccionando de pronto y zarandeándolo contento como unas castañuelas. -¡¡Arg, vamos de fiesta sísísí!! -lo abrazó contra él con la excusa, y Samuel pasó su brazo un poco por la espalda del chico casi sin poder evitarlo.

"No quiero parecer triste más. Marc no se lo merece" Pensó mientras sonreía. A su vez, el nadador también caminó pensativo sin dejar de tocarle. "Es la noche casi perfecta. Salgo con Samuel como si fuera mi chico de verdad. Sé que esta cita idílica sólo está en mi imaginación, pero es a lo único que puedo aspirar, y así debe seguir siendo"

oOoOoOoOo

Sara y David estaban delante del pub esperando a su amigo. -Me sorprende que haya querido venir. -comentó él. -Ja, es por algo seguro. Ya le conoces. -Tenemos que ayudarlo, debe salir de ese estado apático en el que se encuentra. Y lo de Marc... -dijo en tono grave.

-Se tiene que acabar como sea. No puede seguir enamorado de un chico que no le corresponde. -aunque lo último lo dijo sin mucha convicción. -¿Tú no te has dado cuenta de lo que hace Marc? -Sí. Ya lo hemos visto, pero él no hace nada en realidad. -dijo ella preocupada. -Tiene novia. -No sé, eso en verdad a estas alturas no es una buena excusa. Cuántos tíos son maricas y salen con chicas. -Pues entonces, Samuel debe olvidarse del todo. Un chico que puede ser gay, que parece interesado mucho más en Samuel de lo que cree aparentar, pero que sale con una chica... lo siento pero no. ¡No hace nada en realidad! -Nada que haga pensar a Samuel que es correspondido. Aunque este tonto está más ciego que ciego. No ve tres en un burro. Le dije que a Albert, el gay que va a mi clase, parece gustarle él y se enfada conmigo por gastarle bromas pesadas. -se estaba irritando. -¡¡Cuando lo vea le asesinaré!! Con lo mono que es Albert, ahí todo babeando por él... -Tranquila chu -dijo besándola en la oreja tras el apelativo cariñoso. -El plan de hoy no puede fallar. -Míralo, está allí. -levantaron los brazos para llamar su atención. -¡¡Estamos aquí!! -lo que les dejó de piedra y con una sonrisa falsa en la cara, fue ver a Marc. Se suponía que a esas horas estaría en su casa con la familia y no allí con Samuel. -Ha venido Marc.-Susurró David ante la cercanía de los dos chicos. -Disimula, disimula. -Sara se adelantó hasta Samuel mientras charlaban los otros dos, agarrándolo por los hombros. -¿Qué coño hace aquí Marc? -Perdió el vuelo. Y hemos ido a cenar y dar una vuelta. -No sé si el local le va a gustar mucho... igual se incomoda. -¿Por qué no iba a gustarle? - se dispusieron a subir las escaleras hasta la puerta de entrada. Había un montón de gente porque era la inauguración. -Es que es un local un poco, ejem... -tosió mirando hacia otro lado. -Miedo me da viniendo de ti- comentó con desconfianza. Sara siempre hacía de las suyas si podía. Al entrar y aclarase algo la vista, observó que la gran mayoría de personas eran hombres, que bailaban juntos. Inmediatamente su mente se percató que era un local de

ambiente gay. Deseó matarlos, ¿Y si Marc sospechaba algo? Sin embargo, éste estaba más conteo que unas castañuelas. Y es que no podía pedir más. No es porque fuera gay concretamente, sino porque necesitaba estar en un lugar en el que él no fuera extraño. Y bueno, ver a otros tíos y si estaban buenos, también le gustaba, aunque estuviera enamorado de Samuel tenía ojos en la cara. Eso sí, con Samuel era con el único que deseaba acostarse. Ningún otro le ponía como él. Enseguida se puso a bailar tras dejar la chaqueta en el guardarropa, como los demás. -¡Esto es un local de ambiente gay!- Samuel le pareció enfadado gritándole a Sara, no debía estar muy cómodo allí, con tanto tío metiéndose mano. -Bueno, pero no está prohibida la entrada a los heteros, ¿no? -sonrió pasándoselo bomba con la situación. -¡¡Me encanta la música!! -además era verdad. Dejándose llevar por la emoción del momento, sujetó a Samuel por el brazo, poniéndose tras él, y asiéndolo también por la cintura, mientras le levantaba sensualmente el jersey, deslizando su mano por el vientre. Éste se contrajo con el inesperado pero excitante contacto. -¡Vamos a bailar cariño! -le soltó el rubio con la boca sobre su oído, para que pudiera oírle.¡¡Y seguía con la broma!! Eso es que todavía andaba algo tomado por el sake, o al menos eso decidió creer. -¡¡NI DE COÑA!! -le dio un codazo en toda la cara, para poder apartarlo con contundencia y que le quedara claro a ese estúpido que no le gustaba la bromita. Marc ya se esperaba algo así, pero estaba enfadado. -¡Bueno muermo, pues me voy yo solo! ¿Te vienes preciosa? -para poder bailar sin parecer gay, tuvo que utilizar a la pobre chica. Aunque de pobre nada, estaba disfrutando de lo lindo, como una sádica. La pareja desapareció un poco entre el gentío, en dirección a la barra, para tomar algo. Marc se dio cuenta enseguida de cómo le miraban los tíos, de arriba abajo. Aunque como iba con una mujer no le dijeron nada en principio. -el camarero también le echó un ojo bien echado. -Marc, te follarían todos. -Ya les gustaría, pero no me interesa ninguno de estos. -comentó mientras se tomaba un ron con cola. Ella prefirió un Baylis. -Samuel dice que has perdido el avión. -Sí, no lo cogí. No quiero dejarle solo tantos días. -Sara se quedó estupefacta. -Oye, ¿qué coño haces? -al final ella se puso seria, mirándolo apoyados en la barra. -¿Cómo?

-¿Qué estás haciendo? Con Samuel. -No te entiendo. -ella le dio un sorbo a su bebida. -¿Y tu novia? -la conversación le estaba desconcertando. -No tengo novia. -sabía que Sara se lo diría a Samuel, pero en realidad ya no había motivo para esconder algo así. -¿No se llamaba Sabrina? -Sí, la dejé hace días. -Sara dejó de mirarlo, pensativa. -Me he dado cuenta de cómo tratas a mi amigo, y no quiero verlo sufrir. -a Marc el corazón le dio un vuelco. -Así que decídete o déjale en paz. -No sé de qué me hablas. -claro que lo sabía, perfectamente. -Tú mismo. -ella sonrió acabándose su bebida. -Pero si estamos aquí, no es por casualidad. Las casualidades no existen. -se dio la vuelta y le miró. -¿Vamos a bailar? -Marc también terminó con su bebida, dejándola en la barra. Si los tíos le miraban, le importaba un bledo, debía aclarar aquello con la chica, así que la siguió.

Por otra parte, David y Samuel se apoyaron en un lado del local, cerca del guardarropa y unos sofás en los que alguna pareja que otra se estaba enrollando. -¿Estás enfadado no? -David le gritó al oído. -¡Os voy a matar! ¿Cómo se os ha ocurrido traerme aquí? -lo zarandeó de la camiseta. -Pensamos que para olvidar a Marc, necesitabas echar un buen polvo. Uno que te quitara las penas a lo bestia. -¡¡Eso es asunto mío!! -intentó arrearle sin conseguirlo. -Ya sabes, que te follaran hasta perder el sentido- aquel cabrón se estaba riendo a su costa. -¡Vete a la mierda! ¡¡No ves que no le intereso a ningún tío!! -Eso es porque estoy yo, así que me largo. -¿Dónde vas? -le agarró desesperado del brazo.

-A bailar. ¿Te vienes? Igual ligamos, pero te los dejo todos para ti, yo me quedo con mi mujer. -se echó a reír a carcajadas. -¡No quiero bailar! -se quedó petrificado como una estatua de granito. ¿Bailar? En la vida había estado en un local de música, y mucho menos bailado. Solamente le gustaba moverse si estaba a solas, pero allí había cantidad de gente que se reiría de él. David lo palmeó en los brazos. -Ahí te quedas chico sexy, me voy a bailar con ellos. ¡¡Suerte!! -Cabrón, no me dejes aquí solo...- se quejó tambaleante. Un tío más mayor que él, al menos 10 años, se le acercó sonriente con una copa en la mano. -Veo que tus amigos te han dejado solo ante el peligro. ¿No bailas? -a Samuel le sorprendió que alguien ajeno le hablara, pero no consideró la posibilidad de interesarle a aquel hombre. Era mucho más mayor que él. Llevaba perilla y el cabello rubio y ondulado por debajo de las orejas. Vestía a la moda, no estaba nada mal, pensó. -Me moriría de la vergüenza. -A mí se me da bastante mal bailar. ¿Quieres una copa? -le ofreció amablemente, parecía simpático y cordial. -No gracias, n-no bebo. -rechazó. -Pues vamos a sentarnos allí, estar de pie como tontos no es nada divertido. -Tienes razón. -Soy Pedro, encantado. -le arreó dos besos en las mejillas que le dejaron algo desconcertado. -Yo Samuel. -sonrió con timidez. -¿Te gusta el sitio? El dueño fue mi novio hace tiempo. -Oh... -Es la primera vez que vienes a un sitio de estos, a qué sí. -¿Se me nota mucho? -se echó a reír. -Pues la verdad es que bastante. -Mis amigos me han engañado, no sabía dónde venía. -Bueno, ya eres mayorcito ¿verdad? ¿Cuántos años tienes?

-Veinte. -Yo también tardé un poco en salir del armario. No te preocupes, es normal sentirse cohibido. Eso atrae a muchos tíos, si te fijas... -señaló con la cabeza a unos hombres que estaban tomando algo cerca. -Varios tíos te miran. Joven, guapo, tímido... -le echó el brazo por encima del sofá, casi tocándole. A Samuel le fue el corazón a cien por hora. Era tímido pero no tan estúpido como para no darse cuenta de que aquel tipo estaba intentado algo con él. -Hace tiempo que no me encontraba con un chico tan guapo como tú. Sinceramente, tienes algo que es especial. -¿Se lo diría a todos? pensó Samuel. Le excitó un poco la cercanía de Pedro, pero debía reconocer que se había quedado paralizado. Era la primera vez en su vida que alguien, un hombre, se interesaba por él. -Me encantaría que vinieras conmigo, para divertirnos un rato si tú quieres. -el le quitó las gafas. -Aunque no se ven muy bien, adivino que tienes los ojos azules. -Dejó las lentes en la mesita, junto a la bebida, y apoyándose sobre el sofá, acercó los labios a Samuel, que no se apartó. -No será la primera vez también que te acuestas... con un tío... -le acarició el pelo con cuidado. -¡NO LE TOQUES!- una poderosa mano asió su muñeca para apartarlo de Samuel, con violencia. Un chico rubio se sentó al lado de Samuel, pasando una pierna por encima de las del chico, y metiéndole la mano por debajo del jersey. -Está conmigo, no te acerques a mi chico o te arranco los cojones. -le miró con pura rabia, le brillaban los ojos de odio y celos. Samuel no dijo ni pío, sorprendido y violentado. -Vale, perdona. -se excusó Pedro. -No lo sabía. Pero déjame decirte algo... -le había jodido bastante descubrir que el moreno tenía novio. -Tienes suerte de follarte a un chico así.

A Marc le sentó como una patada, ganas de partirle la cara allí mismo no le faltaron. Pero hizo algo mejor. Sujetó a Samuel por la nuca, como diciendo "es mío en exclusiva" y dijo; -Ya lo creo que tengo suerte de follármelo, y ahora largo. -Pedro admitió su derrota. Lástima. Les dejó solos, tal vez aquella noche no dormiría solo. Aunque hubiese preferido que fuera con semejante bombón.

Samuel por su parte, no hizo movimiento ni comentario alguno. Había asistido a la escena como si no estuviera en ella. Estaba avergonzado, estaba enfadado, estaba... ni siquiera sabía cómo sentirse, ni cómo reaccionar. Marc lo abrazó posesivo. Su pierna seguía encima de él.

-¿Estás bien Samuel? -sonrió triunfante, riéndose. Aquello fue la gota que colmó el vaso para el moreno. Levantándose bruscamente, casi tiró al nadador de culo al suelo. -¡¡DÉJAME EN PAZ!! -agarró sus gafas y echó a correr en dirección al guardarropa. Marc le siguió nervioso, sobre todo cuando su amigo consiguió sus cosas y él no. -Eh tío, no empujes. -Joder, que mi novio se ha enfadado y se larga. -soltó creyéndoselo él mismo. -Vale, vale, pasa. -Dos chicos le dejaron pasar al verlo tan histérico. -Gracias. -echó a correr escaleras abajo. Ellos no se dieron ni cuenta, sin embargo Sara y David estuvieron observando la escena de principio a fin, así que recogieron sus chaquetas y bajaron a la plaza. Marc y Samuel discutían delante de todo el mundo.

-¡Samuel! -éste no se detuvo. -¿Qué coño te pasa, por qué quieres irte ahora? -¡Sé defenderme solo, no necesito un chulo! -le chilló sin tan siquiera girarse, tremendamente ofendido. -Ese marica te quería follar. -se defendió. Samuel se giró bruscamente, enojado. -¡¡Vete a la mierda!! ¡¿Por qué has tenido que decir todas esas groserías? ¿Qué te has creído, qué soy imbécil? -N-no, es eso es que... -continuaron con la ofuscada conversación mientras sus amigos les miraban sonrientes.

-Parecen una pareja celosa discutiendo. -comentó David, divertido. -Mejor nos vamos y les dejamos solos. -Creo que se han olvidado de nosotros. -Aquí hay algo cari, y ojalá pase lo que tiene que pasar. -Porque las casualidades no existen... -Exacto... -se cogieron por la cintura románticos, satisfechos por haber sido los artífices de generar de algún modo aquella situación de celos. -Qué te juegas a que mañana Samuel nos llama para contarnos cositas interesantes.

-Me juego un polvazo de infarto. -¡¡Idiota!! -se echaron a reír, dejando atrás a aquellos dos tontos, que definitivamente estaban mutuamente enamorados hasta la raíz del pelo...

oOoOoOoOo

Samuel seguía de morros, dándole la espalda a Marc y con los brazos cruzados sobre el pecho, a cal y canto. -Perdóname, quería ayudarte y me he puesto nervioso. -el moreno apoyó la nuca en su pecho. -Marc, no entiendes nada... -en verdad nada más lejos de la realidad. -Si me perdonas... te daré caramelos. -Marc se sacó unos cuantos del bolsillo, para emergencias como aquella, enseñándoselos con la palma abierta. Samuel los miró sonriente, sin que él le viera hacerlo. Acabó por cogerlos mientras abría uno, pero no soltó prenda. -Perdóname Samuelín... -insistió. -Te perdono, pero sólo hasta que se me terminen... -dijo. Marc suspiró aliviado.

Anduvieron en silencio hasta la residencia, a penas si comentaron algo intrascendente por el camino. Ninguno era capaz de abrir la boca para hablar más de lo sucedido. Tanto el uno como el otro recordaron a Sara y David, pues les habían dejado solos olvidándose completamente de ellos. Con la excusa del frío de la noche a finales de diciembre y la humedad que empañaba los cristales de los coches, se taparon la cara con las bufandas, así no tenían que decir nada más que tonterías del helor que hacía.

Pero pensaron mucho durante el trayecto, cada uno a su manera. Marc avergonzado pero celoso, miraba de reojo a Samuel pensando en todo lo sentido aquella noche.

"Tengo celos, de todos los que se te acercan. De las tías que me preguntan por ti, de todos esos maricas, de ese Albert, del tío baboso de esta noche, hasta de los caramelos que tanto te gustan... Me muero por abrazarte, por hacer el amor contigo, me muero por verte sonreír de

felicidad y escuchar el susurro de tus besos en mi oído... esto es amor, amor verdadero. Definitivamente"

Por su parte, Samuel caviló mucho sobre la reacción entre impasible y dejada de la discoteca, mientras un tío desconocido intentaba llevárselo a la cama. Marc no lo podría comprender jamás...

"No entiendes nada. Durante un instante me hubiera gustado irme con ese tío y que sus sucias palabras y su sucio sexo me hicieran olvidar este amor imposible tan duro de soportar. Te hubiese traicionado por desesperación, porque el no poder tenerte, ni siquiera decirte lo que siento de verdad, me mata"

¿Se puede amar así, como yo te amo, sin volverse loco?

Notas finales: Os prometo que al próximo habrá guarreridas por fin !! ^^ Lamento la tardanza, es que he tendio mucho trabajo con los cómics ^^ Aprovecho para deciros que me van a publicar de manera Profesional, para el salón del manga de 2008 de Barcelona, España, mi cómic yaoi No te escondas ^^ Aquí vereis que es verdad ^^ y en mi deviantart se pueden ver algunas páginas y la portada.

También sacaré por mi cuenta y cuenta de Nut, el cómic basado en la novela de amoryaoi, Juegos de seducción, por si os interesa ^^ Cómic no te escondas editorial Deviantart blog de dorianne siento el retraso, estoy pasando por una depresión y me cuesta hacer todo, pero sé que gracias a estas cosas y a todo el mundo que me apoya, podré ponerme bien ^^ Un besito!

Volver al índice Un usurro de besos por Dorianne Notas del autor: Aquí lo que tantos esperábais ^^ Un susurro de besos...

-Si tienes que coger un vuelo mañana, será mejor que te vayas a dormir pronto. -le comentó Samuel a Marc justo saliendo de la ducha con el cabello algo mojado. El nadador desvió un poco la mirada, porque él salió con sólo la parte de abajo del pijama, con su pecho surcado aún de gotas de agua. -¿No puedo a quedarme a pasar el fin de año contigo? -rogó. Samuel tragó salvia mientras cogía una camiseta de tirantes para dormir. -¡¡Vete con tu familia que te quiete y te espera, tontaco!! -lo azotó con la camiseta a modo de reprimenda, Marc se apartó entre divertido y un poco desilusionado. Observó la espalda de Samuel, estrecha en la cintura y caderas, la curva de la columna le pareció tremendamente excitante. Recorrerla con la lengua, llevándose la humedad de la ducha, de abajo arriba hasta llegar al cuello, a la nuca, a las orejas para besarlas y musitarle palabras lascivas mezcladas con versos de amor. Pero se imaginó de pronto, que él se iba con otro hombre, el de la discoteca... si no hubiese aparecido para rescatarlo, ¿qué estaría haciendo Samuel? ¿Follando con aquel tío? Eso le entristeció, le creó más dudas. Quería preguntarle, saber si era gay. ¿Si no por qué sus amigos lo habían llevado allí? -Samuel... -tenía la boca seca. -Dime. -"Te deseo demasiado para seguir así", pensó el rubio, desesperado. ¿Cómo iba a preguntarle si era homosexual? Y aunque lo fuera, eso no cambiaría nada entre ellos, no al modo que él anhelaba. Con él nunca quería nada, pero sonreía a Albert e incluso se dejaba

tocar por el tío cabrón del pub. ¡No lo soportaba más! -Dime Marc. -Samuel se metió la camiseta por la cabeza. -Cuando vuelva de las vacaciones, me iré a un piso de estudiantes, es más barato... y mi familia no tiene dinero... -no concluyó ni la frase, expectante de la réplica de su amigo. Éste quedó quieto medio bajándose la prenda de ropa, con la boca cerrada y muy serio, aunque el corazón le latía como loco ante semejante noticia. Acabó de bajarse la ropa y sonrió medio mirando a Marc. -Espero que no me pongan un compañero muy guarro. -ese fue el único comentario que Marc recibió de Samuel, nunca jamás el primero esperó escuchar algo así del segundo. Ni siquiera parecía afectado. Marc deseó levantarse y gritarle ofuscado, dolido y decepcionado, sin embargo sus piernas se negaron a erguirse, sus puños a cerrarse, su boca a bramar y lo único que consiguió hacer fue llevar la mano hasta los ojos para tapárselos porque estaba apunto de sollozar.

"Me lo acabo de inventar, pero la realidad es que la da lo mismo que me vaya o me quede. No puedo vivir más tiempo así, le deseo de forma tan dolorosa..."

-Voy a lavarme los dientes. -Marc ni siquiera le contestó, ¿para qué? Escuchó los sonidos del acto y el agua correr por la pila. Aprovechó para reponerse, no se podía poner a llorar como un crío delante de Samuel, así porque sí. ¿Por qué no se veía capaz de preguntarle sobre su condición sexual directamente? No podía, no se atrevía. Si él decía "sí, soy gay", le propondría sexo, aunque sólo fuera sexo para él, le daba igual. ¿Por qué se engañaba? Samuel nunca le confesaría eso aunque fuera cierto, lo conocía demasiado bien. Si era él el que admitía su homosexualidad, no sabía qué tipo de reacción podría tener su amigo. Además, no podía tener sólo sexo con su chico, sin amor... sin amor ese sexo no valdría nada, carecería de valor. Al menos él pensaba así, era un romántico, un estúpido mejor dicho, un estúpido romántico... y si tenía que averiguar si Samuel era gay, lo haría a su manera.

oOoOoOoOo

Se lavó los dientes con pura desidia, por inercia. Le temblaban las manos, las piernas, el corazón. ¿En serio Marc le dejaría atrás? No tenían que perder el contacto, pese a ello pensar que dejaría de verlo todos los días dormir babeando sobre la almohada, o tener que recoger sus calzoncillos de debajo de la cama... aguantar sus bromas pesadas, escuchar su voz en el desayuno, con la boca llena... saber que simplemente estaba ahí al lado acompañándole... no podía soportarlo. De nuevo aquella sensación apremiante en la garganta

y la quemazón al borde de los ojos, lo hicieron reponerse. Se lavó la cara también, enrojecida por tantas emociones vividas aquel día. Aspiró hasta llenarse los pulmones dolorosamente, y expiró para calmarse. Sería difícil que no se le notara la desazón, el temblor por todo su cuerpo era evidente. Podía alegar que tenía frío, fiebre o cualquier tontería. Al salir del baño, Marc tenía la guitarra en las manos, como si fuera a tocarla. No se movió apenas, ni le miró, pues tenía los ojos cerrados. -¿Te acuerdas de la canción que me ayudaste a componer? -La compusimos ayer... -se quedó algo extrañado ante tal pregunta. Marc llegó a dudar que para Samuel, aquello hubiese sido importante. -Le he puesto título -mientras lo decía, tocó unos acordes para ponerla a punto. -¿Sí? -fingió prestar atención, aunque tenía la cabeza en otra parte. Se sentó poniendo las manos entre las rodillas, para que no se notara el tembleque, la angustia. -También tiene letra definitiva. Se llama "Susurro de besos" y es para la persona que más amo en esta vida. -inmediatamente, Samuel pensó en Sabrina, aguantando un poco más. -Tal vez no sea muy buena, pero es lo que siento...

"Me va a dejar tirado como si nada, y encima me canta la puta canción para su novia. ¡Aguanta un poco más Samuel, aguanta!" Se dijo en silencio, porque sentía por dentro que iba a tener un ataque de ansiedad de un momento a otro. ¡No! No debía... sólo aguantar, una canción, una noche, unas vacaciones... y para siempre se descolgaría del chico que del que jamás recibiría una canción de amor...

Marc carraspeó, miró a Samuel que tenía la cabeza gacha y miraba hacia sus rodillas, no llevaba las gafas y le pareció guapísimo, simplemente el chico de sus sueños, el amor de su vida, doloroso y la vez hermoso, del que nunca se arrepentiría. -Susurro de besos... -y comenzó a cantar con esa voz suave y dulce que poseía, masculina a un tiempo y que transmitía más de lo que creía. Llegó a Samuel, produciéndole un escalofrío, anhelando a muerte que fuera dirigida a él... y durante un instante dejó hacer sus párpados, imaginando que así era...

Recuerdo En el tiempo

Que te vi una vez sonreír... Y creí morir

Tu risa parecía Un susurro de besos

O eso imaginé O eso quise creer

No puedo tenerte Ni siquiera en ni imaginación Así que sólo anhelo verte sonreír Todos los días de mi vida

Recuerdo En el tiempo Que te vi una vez sonreír... Y creí morir

Tu risa parecía Un susurro de besos

O eso imaginé

O eso quise creer

Esos que nunca escucharé de tus labios Ni sentiré en mi cuerpo Ni se mezclarán con mi aliento Jamás en toda mi vida

Mi única razón para seguir aquí Es hacerte sonreír Es lo único que puedo poseer de ti

Recuerdo En el tiempo Que tu risa parecía un susurro de besos...

Y creí morir...

A Marc se le quebró varias veces la voz, casi a punto de llorar. Le estaba cantando a su amor, sin que él ni siquiera lo sospechara. Le miró durante todo el tiempo y Samuel no levantó la cabeza ni una ocasión. Fue muy frustrante, una canción amarga, de desamor...

Lo que Samuel sintió, fue insoportable. Era algo así como sentirse identificado completamente. Ese afecto no correspondido le afectó sobremanera, esa letra desgarrada y triste le atacó directamente al corazón hasta desmembrárselo sin piedad.

-¡¡CÁLLATE YA!! -bramó con total ofuscación dirigiéndole una mirada de odio bañado en lágrimas a Marc, que se calló de pronto asombrado ante tal reacción. Samuel se solía enfadar, pero no de ese modo tan sobrecogedor. Además, estaba llorando muchísimo, le caían los lagrimones como regueros. Dejó la guitarra sobre su cama, arrodillándose acongojado ante Samuel, al que cogió de una mano. La tenía caliente y temblorosa. -¿Qué te pasa, por qué lloras? -estaba muy asustado, porque ni siquiera había visto al su chico llorar cuando el intento de suicidio. Éste le apartó de un manotazo, tapándose el rostro. -¡No me gusta la canción, es una mierda! -soltó, dejando a Marc hundido. -¡Y déjame en paz, no me mires! -le chilló avergonzado, hasta que Marc no lo dijo, ni siquiera se había percatado de que estuviera sollozando. Era la primera vez desde niño, fue como si los ojos le quemaran. De pronto se sintió estrechado entre los poderosos brazos de Marc, que se acopló entre sus muslos abiertos. En un primer momento fue incapaz de apartarlo de él, aquel contacto tan inesperado lo tomó de sorpresa, fue tremendamente agradable sentirse ceñido con tanto ardor. Atrapó a Marc entre sus piernas, sintiendo su cintura, su cuerpo caliente y real. Intentó luchar contra esas sensaciones tan desconocidas, apremiantes... que le brotaban en el estómago y pecho, casi las sentía dentro de la boca de tan intensas. Forcejeó sin mucha convicción, él no le dejó libre. -¡No quiero tu ayuda, sólo que me dejes en paz de una puta vez! -gimió entre más sollozos inevitables. -¡No quiero que te suicides, si estás en crisis yo te ayudaré! -Marc apretó los labios contra su cuello mojado, sentía la humedad de sus cabellos y su rostro empañado de lágrimas. Se moría por llevárselas con la lengua y labios, susurrarle que él lo consolaría con besos y más besos sinceros. Samuel le temblaba como una hoja entre los brazos, y él también vibraba ante semejante cercanía, no podía evitar respirar entrecortadamente, excitado, sobre todo cuando su chico aceptó su presencia rodeándole el cuello con los brazos desnudos y lloraba sobre su pelo, desahogándose. Estuvo a punto, a punto de perder el dominio, besándole la nuez a Samuel...

Pero Samuel se daba cuenta de cómo estaba perdiendo el control de sí mismo, de que semejante proximidad lo iba a llevar al error, a acercarse tanto a Marc que él entendiera que estaba enamorado. Desde que salieron del pub, había rezado a los dioses del universo para que Marc no le hiciera la temida pregunta. Éste lo había encontrado prácticamente dejándose morrear por otro tío en un lugar para gays. ¿Y si se la hacía, qué pensaba contestar? Eso le ofuscó tremendamente, y sobre todo oler y tener el pelo precioso, suave y cómodo de Marc a modo de pañuelo, eso fue la gota que colmó el vaso. -¡¡Suéltame marica!! -puso todas su fuerzas en empujarlo, hasta casi darle una patada. Eso asustó al rubio, ¿Se habría dado cuenta de sus intenciones? Lo había llamado marica. ¿Y si él le rechazaba por ello? En realidad, en el local de ambiente no parecía estar muy a gusto, y ese tío en verdad lo acosaba... -¡Y tu canción es una mierda! -concluyó para hacerle más daño a

su amigo, para que le despreciara y dejara en paz. El moreno quedó sollozante sobre su cama, encogido con un almohadón entre los brazos.

Marc observó cómo se convulsionaba por el llanto, y acabó llorando él también. Ya no podía controlar nada, todo estaba marchando de mal en peor. De pronto sonó su móvil, cómo lo odió, pues era el momento menos adecuado para contestar una maldita llamada. Y de Sabrina nada menos. Pensó en no cogerlo, sin embargo era preferible hacerlo, no quería ofenderla más, ya bastante había hecho con aquella putada. -¿Sí?... Sabrina, ahora no puedo... Bueno, está bien, espera un minuto. -tapó el móvil para que no oyera a Samuel. -Estaré en el pasillo, te ruego que no me hagas pasar por lo de la otra vez. -el chico no contestó, con la cabeza hundida entre las sábanas. Marc salió, dejándolo solo. -¿Por qué le hago daño? No tiene la culpa de que esté enamorado de él... incluso piensa que todavía me suicidaría sin importarme nada más...

oOoOoOoOo

Marc se pelaba de frío en el pasillo, al lado de la puerta de su habitación. Las luces de la sala común estaban apagadas, probablemente eran los únicos en toda la planta. Aspiró hondo, pero con el estómago encogido. -Sabrina... -Marc, me han dicho mis amigas que has estado esta tarde en la pista de patinaje. -se lo dijo a modo de reproche. -Me dijiste que te irías a casa... ¿has estado con la otra? -¿No te han dicho que estaba con Samuel? -Sí, pero... -Sabrina, yo... yo siento mucho lo que te he hecho, no haber podido quererte como tú a mí. -Todavía te quiero Marc...-la chica se lamentó. -Eres ese hombre al que se llama príncipe azul. -No soy ningún príncipe azul, soy un hijo de puta que se ha estado engañando a sí mismo muchos años, y acabó engañándote a ti sin querer. -No te entiendo.

-Algún día lo entenderás, tal vez te de pena y me perdones, o todo lo contrario... Lo siento Sabrina, lo nuestro es imposible, se terminó. Y espero que encuentres ese príncipe azul, tal vez no sea cómo tú creas... pero te querrá de verdad. -ella sollozaba casi en silencio. -Vale... adiós Marc... -Adiós Sabrina... -colgó y dejó caer el brazo pesadamente al costado. -Hago sufrir a todo el mundo, ni siquiera soy capaz de hacer sonreír a la persona que amo. -lamentó entristecido. -Si me quedo sufriré..., si me voy tal vez pueda superarlo con el tiempo. Pero hoy debo seguir fingiendo que no pasa nada, ser el fuerte aunque me cueste... debo sonreír.

Entró a su cuarto con una sonrisa amable en los labios, Samuel se hallaba sentado en su cama con las rodillas sobre el pecho, ya no lloraba. -¿Estás mejor? -Sí. Lo siento, me avergoncé de llorar, porque mi padre siempre me ha machacado con que los hombres no lloran y me lo ha prohibido siempre. -Marc sintió lástima de eso. Un padre jamás debería prohibir a un hijo expresarse llorando, era un tópico machista y pasado de moda.

Marc colgó su guitarra, abrió la cama y se quitó la camiseta. -Mi padre en cambio siempre me ha dicho que si necesitaba llorar, que llorara. De hecho de pequeño era un llorica de mucho cuidado. -sonrió recordando. -No paraba de berrear por todo, y mi padre pasaba de mí olímpicamente. No me hacía ni puñetero caso, a veces incluso me hacía rabiar para que lloriqueara más, mi madre siempre le reñía por eso. El muy cabrón, ha sido un buen padre. -Qué suerte tienes de tener esa familia. -Y mi hermano pequeño, es igual que yo pero con 10 años. No veas las patadas que da el desgraciado, a ese diablo le ha dado por el kárate. Je, me encanta hacerlo rabiar, el muy creído. -Marc estaba consiguiendo que Samuel sonriera levemente, escuchándole ensimismado. -Resulta que va diciendo que tiene varias chicas a sus pies. -Es natural. -Ya, ya, no he visto crío más pesadilla. No quiero ni pensar cuando me vea, creo que me dará la bienvenida con un par de golpes en los riñones.

-¿Y tu madre? -Es la más seria de todos, a veces se pasa de seria y todo, pero es muy buena. Mis padres son siempre unos románticos. Supongo que he... aprendido de ellos. Mi padre tiene muchos detalles con ella, la cuida como una reina. Ya te puedes imaginar la vergüenza ajena que eso le da a mi hermano. -Samuel rió algo divertido. -¿Cómo se llama tu hermano? -Óscar. -Me hubiese gustado no ser hijo único. -Te lo regalo si lo quieres. -Vamos a dormir. -se quitó los pantalones para meterse en su cama. -Como vuelvas a perder el vuelo te mato. -De pronto un almohadón de Marc le dio en toda la cara. -¡Vamos a jugarrrrrr! -le gritó éste en plan indio, sólo con los calzoncillos puestos. -¿Qué haces idiota? -se lo quitó de la cara, cuando de pronto él se le echó encima aplastándole las piernas. Marc estaba sobre él, en ropa interior, eso le dejó confuso. -Juguemos un rato. -propuso de nuevo el rubio. -Seré tu esclavo y me podrás mandar lo que quieras, sexo incluido. -Samuel le echó una mirada completamente desconocida para Marc hasta aquel instante. La forma pícara en la que curvó los labios y entrecerró los ojos. -Hazme una mamada. -Samuel quiso asustarlo un poco, porque siempre era Marc el que le gastaba bromas tontas. Ahora iba a ver. El nadador quedó estupefacto, era lo último que se esperaba oír. Los ojos se le fueron hacia el vientre de Samuel, hacia lo abultado de sus bóxeres. Aquello le puso tremendamente caliente. Bajó hasta su ombligo, del que salía vello que bajaba en línea recta y se escondía bajo la tela, así que con la lengua húmeda la recorrió, bajándole un poco los bóxeres. Samuel quedó unos segundos anonadado, congelado sin moverse. La lengua de Marc estaba en su piel. La excitación le llegó sin previo aviso, y asustado lo apartó. -¿Qué haces desgraciado? -rechazó moviéndose hacia atrás. Marc ya se lo esperaba, sin embargo aquella metida de mano en toda regla no se la quitaría nadie. -Asustarte. Pero que sepas que te has quedado sin la mejor mamada de tu vida. Te la iba a chupar tan bien que te hubieses corrido de gusto... en mi boca. -añadió con una sonrisa. Antes de poder reaccionar, Samuel le pegó un bofetón. Marc se quedó alucinado, sujetándose la mejilla. -Quita sarasa, vamos a dormir o te zurro de lo lindo. -se metió en su cama enfadado. Enseguida se arrepintió del golpe y miró a Marc mordiéndose el labio. -¿Te he hecho daño?

-Pegas como una mosquita muerta. -Marc se echó a reír, en verdad sí que le había dolido. -¡No es cierto! -Eh, que el que me ha atizado es usted, señorito. -Perdona. -Vale, perdóname a mí por soltar tantas burradas, ya sabes que soy muy cachondo y no lo puedo evitar. -Samuel estaba arrepentido, más de no haberle dejado chupársela evidentemente, que de haberle arreado. ¡Qué estúpido! Agarró a Marc por una de sus fuertes muñecas. Quería decirle que le encantaban esas bromas. Seguro que él le haría una y entonces se aprovecharía de algún modo. Estaba caliente, tanto que su pene ya rezumaba lefa. -Duerme conmigo... -Marc lo miró incrédulo. -T-tengo miedo de intentar suicidarme. -se inventó a la marcha, fue lo único que se le ocurrió como excusa creíble. ¡Dios santo, qué frase tan poco tranquilizadora para Marc! -Perdona, no digo más que tonterías. -apartó la mano. -No tienes de qué preocuparte, yo... -Marc le estrechó la cabeza contra sí sentándose al borde del lecho. -No digas eso, ni lo nombres. -Marc, eres como un hermano para mí, el que nunca he tenido. -nada más lo dijo, se arrepintió para siempre. Marc quedó con los ojos fijos en una pared, intentado asimilar aquellas palabras tan... feas. ¿Un hermano? -Eh... p-pues durmamos como hermanos... -le dijo. "Joder", estuvo pensando. "Joder, no... joder" No pudo asimilar nada más. Se puso en el lado izquierdo de la cama, de espaldas a la pared, con Samuel también de espaldas pero a él. Lo tapó con el cobertor.- Pero que sepas que a mi hermano pequeño le hago la vida imposible. -Yo soy más mayor que tú. -Samuel le miró de reojo, divertido. -¡Eso no vale! -Mala suerte.

Samuel dejó encendida la luz de su lamparilla de noche. Le daba miedo apagarla, al fin y al cabo tenía al hombre que tanto quería, justo donde él quería, detrás de él metido en su cama. No se tocaban, y eso que el lecho no era demasiado grande, aunque los dos se morían por apretarse el uno contra el otro muy abrazados. Les temblaba el corazón, de forma muy intensa, tanto les latía que temieron ser escuchados por el contrario.

"Soy imbécil, lo tengo desnudo detrás de mí y le digo que es como un hermano. Tengo unas ganas que me muero de apoyar el culo contra su polla y notarla dura y húmeda. ¡Qué caliente me estoy poniendo!" estuvo pensando en ello, y si encima sentía la respiración de Marc en el cuello desnudo, debía reprimir los gemidos que premiaban por salir de su boca.

A su vez, Marc le miraba fijamente el pelo medio seco. Qué bien le olía. Sabía que tenía el trasero de su chico a menos de un centímetro de su sexo empalmado. Sólo tenía que sujetarlo por la cadera para poder demostrarle cómo le excitaba estar con él. Era muy fácil, pero tremendamente difícil.

"Para mí no es un hermano, porque me la pone dura y caliente. Sólo puedo pensar en su palabras, hazme una mamada, hazme una mamada... chupársela, lamérsela, hacer que se corra en mi boca, uf..." se torturó a sí mismo largo rato.

Samuel sintió el musculoso brazo de Marc sobre él, y su boca húmeda en el oído. -¿Puedo mamártela de una vez cariñín? -Ya te gustaría a ti, idiota. -le pegó un poco con la mano en toda la nariz. -Siempre recibo de todo menos amor por tu parte. -se restregó la dolorida nariz. -Tienes a tu novia. -Samuel se moría por seguirle el juego, le podía haber dado permiso, sin embargo si lo hubiese hecho, él se habría dado más que cuenta de lo empalmado que estaba. Demasiado bochornoso. -¿No hablabas antes con ella? -Marc le miró a los ojos, azules igualmente en la penumbra de la habitación. -He dejado a Sabrina, hace una semana. -Samuel quedó callado un momento, algo dentro de él suspiró aliviado, se alegró. Se curó bien de que Marc no se diera cuenta. -¿La canción no era para ella? -su amigo le miró fijamente, cómo si pensara qué contestación darle. Él se levantó hasta sentarse, apoyado en la pared. -No... es para otra persona, la que quiero de verdad. -musitó jugueteando con la colcha, nervioso. -¿Tienes otra novia? -una u otra, a Samuel le daba igual. -No. La canción es para alguien que no me quiere. No podía seguir con Sabrina, hace tiempo que estoy enamorado... -sonrió amargamente, con lágrimas en los ojos. No podía más en ese

aspecto, necesitaba echar fuera al menos las lágrimas. Samuel sintió lástima, porque al fin y al cabo él se sentía igual. Qué paradójico, pensar que alguien como Marc no era correspondido. No pudo ni siquiera alegrarse, porque lo que más deseaba es que su amigo fuera feliz, aunque no fuera él el que tuviera la oportunidad de darle esa dicha. -Enséñale tu canción. -Es una mierda. -No lo es. -Samuel se levantó un poco también, para intentar consolarlo. La verdad es que estaba anonadado de cómo habían cambiado las cosas de un momento a otro. -Antes te he dicho eso porque me sentí tan identificado con ella que... que fue lo que me hizo llorar. Porque explicaba exactamente todo lo que yo siento. Pero es preciosa. Susurro de besos... -¿Qué? -Marc le miró confundido. -Sí, yo... yo también estoy enamorado sin ser correspondido. Sin tener esperanza... -confesó de pronto. Ni siquiera lo había planeado. -¿Desde c-cuándo? -comenzó a temblar, un sudor frío le recorrió toda la espalda hasta la nuca. Lo último que se esperó aquel día, fue terminarlo con ganas de morirse allí mismo. La vida era el puto infierno, ver a Samuel enamorado... de alguien que no era él, fue superior a sus fuerzas. -Desde principio de curso. Fue amor a primera vista. Pero tampoco me quiere, así que... sé lo que sientes. Me daba muchísima vergüenza contártelo, ojalá me perdones. -de pronto miró a Marc y lo vio sollozando en silencio, cayéndole las lágrimas por la cara. Eso le dejó alucinado, debía de estar sufriendo muchísimo, pobre. Marc, que siempre estaba riéndose, enseñando los dientes a todo el mundo, gastando bromas, diciendo tonterías... y allí estaba en aquellos instantes tristes, lamentándose por un amor no correspondido. -¿Qué te pasa, estás llorando? -lo asió por la mejilla para girarlo hacia él, a Marc le temblaba la boca intentando retener lo que le salía de los ojos. -Yo no puedo tener a esa persona, ahora sé que no me querrá nunca. Ahora lo sé bien... -Samuel lo abrazó contra su pecho para consolarlo, del mismo modo que él hacía siempre cuando era al revés. Los anchos hombros del chico se convulsionaron estremecidos por el llanto, Samuel sintió la humedad de las lágrimas en su pecho, entristecido. El nadador cada vez lloró con más fuerza, gimiendo de rabia contenida. Asió a Samuel por la cintura para estrecharlo contra sí, sentirlo de verdad. Él le acariciaba el pelo, inocente. -Si se lo dices, te querrá... porque eres especial. Cuando te declares, no podrá dejar de decirte que sí... -intentó animarlo, pero eso desesperó más a Marc, que de improviso lo cogió de la cara con ambas manos acercándose peligrosamente a ella con la suya.

-¡Ya te lo he dicho y no me crees! No me tomas en serio... -a Samuel no le dio tiempo a reaccionar, pues él atrapó sus labios con ternura apasionada. Los despegó un instante para confesarle su amor. -Te quiero tanto... -de nuevo lo besó sellándole los labios con fuerza, con anhelo. Samuel gimió confundido, no se esperaba algo así ni en sueños. ¿En qué estaba pensando ese... ese...imbécil? Así que lo apartó furioso de él. -¡Suéltame, la broma ha ido demasiado lejos! -chilló rabioso, forcejeando, lo que excitó más Marc, que había perdido los papeles. Ese beso robado había sido maravilloso, porque él tenía unos labios calientes, húmedos, tiernos y dulces. Sabía que cuando los probara sería incapaz de controlarse, que los querría todos para él. Así que aprovechando su fuerza de deportista, obligó a Samuel a tumbarse, poniéndose sobre él sin dejarle opción. -¡No, qué haces! -¡Quiero hacerte el amor ahora mismo, no puedo más! -Marc volvió a besarlo, esta vez metiéndole la lengua ansioso. Samuel no pudo resistirse más, ¿cómo iba a hacerlo? ¿Cómo iba a ser él capaz de llevar la broma tan lejos? Tembló ante tantos sentimientos y sensaciones desconocidas. Marc le acarició el pelo mientras lo besaba una y otra vez, susurrándole palabras de amor. -Dejé a Sabrina por ti, la canción es para ti. -comenzó a bajar por su cuello, sintiendo temblar a Samuel como una hoja. -Te amo, te deseo...te quiero... -decía mientras le lamía una de las tetillas, que se le pusieron duras ante el contacto. Y Marc siguió bajando hasta llegar a sus bóxeres, los cuales bajó poco a poco, y sin poder esperar, mordió un poco y besó su sexo por encima de la prenda. Olió su aroma, sintió temblar a Samuel, que ya no se le resistía. ¿Qué es lo que estaba haciendo? De pronto lloró de nuevo sobre su sexo, dejando caer las lágrimas sobre él. Lo tocó con los dedos, como algo sagrado. Samuel se estremeció de nuevo. -No estoy de broma, nunca he estado de broma... -musitó. De pronto se apartó con violencia, para desconcierto de su amigo. -¡Soy horrible, perdóname! ¡He pensado en obligarte!- Marc se sentó en el bode de la cama, destrozado. -Me voy de aquí, no te preocupes, no me verás más si puedo evitártelo. -Pero fue incapaz de moverse, con los puños en las sienes, apretando con fuerza, mordiéndose el labio hasta casi hacerlo sangrar, pensando que era un asqueroso marica y un pervertido horrible. Violar a quien más quería del mundo, sólo un retorcido como él podía haberlo intentado. No se merecía a Samuel, ni se merecía el amor de nadie. Nunca creyó que podría sufrir tanto, odiarse, aborrecerse, desearse la muerte, nunca como en aquel instante, el más horrible de su vida.

Samuel quedó mirándole un momento, lloroso, emocionado, indeciso a un tiempo, anhelante. Tantos sentimientos encontrados. Él le quería, le amaba. No era ninguna broma pesada. Sintió algo por dentro, una emoción intensísima, era la del amor imposible... correspondido. Sin hacer movimientos bruscos, se quitó toda la ropa, gateando hasta ponerse detrás de Marc, obsesionado tanto con lo que había hecho que no se dio cuenta de su presencia hasta sentir todo el calor húmedo del cuerpo de Samuel contra la espalda. La arqueó asustado, con el corazón en la boca. Porque sentía en la columna el sexo duro de su chico contra él, sus muslos apretándole las caderas, su brazos rodeándole el pecho, una mano

deslizándose hasta dentro de sus bóxeres sin titubear, sujetándole el miembro con decisión, y una boca sensual que buscó la oreja derecha para susurrarle palabras mágicas. -Fóllame ahora mimo Marc... -le susurró Samuel con intensidad. Marc giró la cabeza hacia él, dejándose acariciar los labios con sensualidad mientras unos ojos azules tremendamente sexis le miraban intensamente. -Quiero notar tu polla caliente dentro de mí. -seguidamente Samuel le besó con un ansia arrebatadora, voraz, haciéndole caer de espaldas contra la cama. Se le puso encima comiéndoselo a besos, Samuel llevó las manos a su ropa interior para quitársela sin esperar más, y de nuevo poniéndosele encima para besarlo. Marc estaba en una nube, ambos temblaban de emoción. Finalmente lo estrechó contra sí, llevando las manos a todos esos rincones y lugares prohibidos, mientras Samuel le gemía con cada caricia, jadeaba y respiraba entrecortadamente. Marc lo agarró de la cara, para poder besarlo de nuevo en la boca, qué delicia, qué sensaciones tan indescriptibles que nunca antes había podio sentir. Estaba tan enamorado, pero desconocía si Samuel sentía lo mismo, necesitaba saberlo. No quería sólo sexo, aunque tampoco sabía cómo se paraba en un momento tan desenfrenado, en el que se revolcaban por la cama apasionadamente.

Sus sexos húmedos y duros se frotaron el uno contra el otro, casi a punto de reventar de puro goce. Samuel lo agarró de los muslos con decisión, restregándose contra sus testículos, lo que arrancó a Marc unos cuantos y placenteros gemidos. ¿Cómo podía ser tan certero a la hora de tocarle? Miró a Samuel jadeante. -¿Es de mí de quién estás enamorado? -se atrevió a preguntar. Samuel quedó quieto un momento, medio sonriente medio sorprendido. Una sonrisa que Marc nunca había visto hasta entonces. -Debería mandarte a la porra por lo que acabas de preguntar... -contestó divertido, mientras se deslizaba sensual por el cuerpo del nadador, hasta abrazarlo por el cuello, besándolo en los labios con amor y ternura. Marc lo supo de inmediato, sintiendo una dicha enorme en su pecho. Abrazó a su chico, ya lo podía decir de verdad, su chico, por los hombros. -Qué idiota eres, ¿de quién voy a estar enamorado? -Perdóname por dudarlo, es que... -Qué... -se miraron a los ojos. -Hoy ha sido un día muy raro, lo de Albert, lo del tío ese que... -casi se puso a llorar. Le temblaba la boca. Samuel detuvo el temblor con la suya. -Te quiero a ti. -confesó con emoción. No se podía creer que lo hubiese dicho en voz alta y a la persona que amaba. Marc lo estrechó excitado contra él, quería comérselo a besos, a mordiscos. Su chico. -Mi chico... -dijo en voz alta. -Mi chico, mi chico...

-Tonto... -aquello había emocionado a Samuel. - Hazme lo que te he pedido antes, esclavo... -añadió para refrescarle la memoria a Marc. -Prométeme que no me vas a pegar. -Eso no puedo prometértelo...- rió sinceramente, lo que puso como una moto al nadador, que lo abrió de piernas sentándolo, y sujetando sin dilación su pene entre las manos, lo lamió con pura ansia. El vientre de Samuel se contrajo de placer. -Ah, Marc... ah... -Qué ganas tenía de metérmela en la boca. Cuando te ayudé con la ropa en el hospital Dios... me tuve que salir fuera o no sé... -sin decir más, la introdujo hasta casi la garganta, era larga y gruesa. Con pericia la chupó una y otra vez, mientras la saboreaba, disfrutando del momento. Su propio sexo estaba viviendo una tortura. Samuel colaboraba levantando las caderas acompasadamente, gimiendo, agarrándole del pelo con fuerza para apretarle más contra él.

Lo que estaba viviendo el moreno en aquellos momentos, no se podía describir con palabras, tan sólo con placenteros gemidos mojados. Marc lo asió por la cadera, deslizando una mano hasta la nalga izquierda, apretándosela de forma que lo excitó aún más, como si él quisiera expresar que le pertenecía. Los latigazos de placer le recorrían la espalda, que curvaba, Marc tenía mucha pericia a la hora de saber cómo comerle. Se iba a correr, podía sentirlo. -M-Marc... ah... por favor, para o yo me... me correré. Quiero que dure más... -le suplicó sin poder parar de moverse también. Sus actos se contradecían con sus palabras. Sin embargo Marc detuvo la masturbación casi a tiempo, lamiendo la punta enrojecida, llevándose el líquido espeso que salía de ella. Bajó lentamente hasta los testículos, chupándolos y estirando de ellos con los dientes y labios, besándolos, sintiéndolos blandos y recubiertos de vello. -Sí mi amo... -susurró bajando poco a poco hasta la cavidad que era su ano. Samuel se estremeció sobre la cama. Él le dio la vuelta, para ponerse encima, y el moreno sintió sus labios en la espalda, a la par que el sexo de Marc duro y mojado contra las nalgas. Le dolía el estómago y el bajo vientre de puros nervios, hasta se le secó la boca respirando tan rápido. La boca del rubio fue bajando lentamente, con pequeños ósculos por la piel suave. Llegó a las nalgas, las cuales observó ensimismado. -Eres perfecto... -musitó antes de regarlas con mordisquitos. Samuel rió por las cosquillas. Marc cada vez lo besaba con más fuerza y le agarraba el trasero con ansia. -Dios... qué culo tienes... -exclamó excitadísimo. Le apartó las nalgas para ver el pequeño orifico prohibido, todo recubierto de vello suave. Con la lengua lamió éste, arrancando gemidos de éxtasis a su chico. Marc se lamió el dedo gordo de la mano para poder introducirlo en el ano y sentir su interior caliente.

-Marc, tengo lubricantes...mmm y condones en el cajón de mi mesilla... oh... ¡Marc...! -casi gritó, al sentir un allanamiento de morada algo brusco. -¿Lubricante? ¿Condones? ¿Para qué los tienes? ¡Te has acostado con otros tíos! -se puso de los nervios, celoso. Samuel le miró con el ceño fruncido, medio de lado. -¡¡Idiota!! -le espetó apartándose de él. -¡Tú eres el primero, por quién me tomas! -contestó ofendido. -¡Perdóname cariño! -Marc se abalanzó sobre él para cogerlo de la cara e intentar que él le devolviera la mirada. Lo besó repetidas veces hasta conseguir que le mirara. -¿Por qué dudas tanto de mí? -No es eso... tengo muchos celos de todo. Se me va la olla, perdóname. -Aun así, ¿qué te puede importar lo que yo haya hecho con otros o no antes que contigo? -Porque yo quiero ser el primero y el único. Porque te adoro... -nuevamente lo besó con ternura, mimosamente. -Pero tú has estado con chicas. -¿Y no te importa? -Me ponía enfermo verte con Sabrina. -admitió. -Desde que te conozco no la he tocado... -confesó. Samuel lo abrazó contra sí, saber aquello fue un gran peso que se quitó de encima. Marc le estrechó por la cintura para sentirle completamente. -Porque te quiero, te quiero locamente. -Samuel le contestó besándolo ardorosamente, con lengua y dientes, con frenesí. Fue un beso largo y húmedo que extasió a ambos, pues no podían dejar de besarse llenando de salvia la cara del otro, abriendo los ojos para mirarse mientras lo hacían, muy excitados. Samuel agarraba a Marc de las nalgas prietas, para oprimirlo contra él sintiendo su sexo duro contra el vientre, pues estaban de rodillas uno frente al otro. Samuel se desasió un poco, bajando hasta su miembro para metérselo en la boca sin dilación, para prepararlo como debía ser. -Cuidado... jaja... - Marc le acarició la nuca. -¿Te he hecho daño? -Un poco, es que está muy sensible cuando haces eso... me la pones muy dura. -Perdona... -volvió a introducírsela, esta vez con menos fuerza, chupando la punta y masturbándolo con la otra mano.

-Así... oh sí, Samuel... sí... así... -cerró los ojos y echó la cabeza para atrás, sujetándose en el cuello de su chico, que cada vez más aumentaba el ritmo. -Fóllame... -Samuel de nuevo lo abrazó por el cuello, comiéndole la boca hambriento. -Cuando me digas por qué tienes eso en el cajón... -jadeó divertido. -Es un secreto mío. -decidió hacerle sufrir. -Si no me lo dices no te la meteré hasta el fondo. -¿Serás capaz de aguantarte? -Dándose la vuelta, aplastó su trasero contra el sexo de Marc, frotándose. -¡No hagas eso maldito seas! -cayeron casi a cuatro patas, pero Samuel se le escapó, sentándose con las piernas abiertas contra la pared. La visión fue tremendamente sexual para Marc, que quedó ante él con la boca abierta, casi babeando. Él llevó sus dedos a la boca, lamiéndolos, y bajándolos por su cuello y pecho hasta deslizar ambas manos alrededor de su sexo erecto y sus testículos, que le parecieron hermosísimos a Marc. -Lo tengo... porque he practicado con un falo de látex para que llegado el momento no me doliera... -susurró pícaro mirando fijamente a Marc, que estaba rojo como la grana. -Y pensaba en ti cuando me lo metía y me corría. Así que déjate de celos... y penétrame ya, que me muero de ganas... -El rubio podía haber afirmado que había ganado el juego, sin embargo no era así. La visión fue tremendamente erótica, el tono de su voz penetrante y placentero, que le instaba a hacerle suyo. Y más cuando Samuel alargó la pierna de forma sexy, y plantó el pie sobre una de sus tetillas para acariciarla. Tuvo que cogerle dicho pie y comerle lentamente los dedos, mientras le masajeaba el muslo, podía sentir en las palmas todo el vello masculino que le cubría la pierna. -Fóllame... -susurró de nuevo. -Méteme esa polla dura... hasta que me corra de gusto... -añadió. Marc se estaba dando cuenta de que Samuel no era en absoluto como se lo había imaginado en la cama, no... era infinitamente mejor. Casi ansiosamente, rebuscó en el cajón un preservativo y el lubricante. Abrió el condón con los dientes, sacándolo luego e introduciéndoselo con cuidado en su sensible sexo. Samuel lo miraba maravillado, era verdad que iba a suceder. De pronto y con fuerza, el rubio estiró de sus piernas hasta recostarlo sobre la cama, abriéndoselas y echándole el lubricante para introducirlo por su ano con cuidado. -Si me dices esas guarradas, voy a explotar. -Entonces tendré que ser más guarro... -aunque intentaba hacerse el valiente, lo cierto es que se moría por dentro de puros nervios, hasta tal punto que comenzó a temblar de pies a cabeza. Marc le besó el talón y un muslo, percatándose del hecho. -Estás temblando mi amor, no tengas miedo...

-Tú también tiemblas... -sonrió. Era cierto, jamás antes, Marc había estado tan nervioso. -Tiemblo de emoción y nervios... -se ayudó con las manos a introducir la punta de su sexo. Samuel gimió. -...porque voy a hacerte el amor... -empujó un poco más, y Samuel se cerró sin querer. -Tranquilo. -La caricia del rubio en la cara lo relajó cerrando los ojos. -Quiero sentirte caliente y duro dentro de mí, Marc... -rogó haciendo un movimiento hacia la pelvis de éste, que hizo que su pene se introdujera más, hasta que Samuel cedió completamente, dejándose penetrar sin más dificultad. Gimieron ambos al acoplarse tan íntimamente. -Dios Samuel... oh... ah... esto es... -poco a poco fue empujando, hasta agarrar de los muslos a su chico y embestir con más dureza, apremiado por la excitación. Qué apretado estaba, era el puro delirio. -Ah, Marc... ah... -Samuel a su vez la notaba dentro de él, llenándole con toda su envergadura, de forma muy diferente a su sustituta de látex. Le dolió al principio de la intrusión, pero poco después todo cambió. -¿Te duele, quieres que pare? -dijo el chico, preocupado mientras detenía los embistes y lo besaba en la boca abierta. -Me duele y me gusta, no quiero que pares. ¡Sigue, quiero correrme! ¡Estoy a punto de correrme! -Samuel fue el que se movió contra él, removiéndose de forma desesperada. Ahora que lo había probado no quería parar. Algo le tocaba ahí dentro que le volvía loco de placer. Marc metió y sacó su sexo con cada vez más rapidez, jadeando entrecortadamente. Samuel arqueaba la espalda, lo agarraba con las piernas y echaba la cabeza hacia atrás, extasiado por el gozo. -¿Te gusta más mi polla o el falo ése? Ja, ja. -bromeó el rubio. Vio sonreí a Samuel de pura felicidad, qué maravillosa visión. -¡¡Calla idiota!! Jaja, ¿A ti qué te parece? Jaja, jajaaa -se echó a reír divertido, con los ojos cerrados y entre gemidos. Le sudaba todo el cuerpo por el esfuerzo. Marc le observó conmovido, había logrado lo que deseaba con más ansia, hacerle reír sinceramente ante la vida.

"Qué hermoso es, sólo para mí y le hago feliz..." pensó dichoso. Lo asió por el miembro viril, para ayudarlo a tener un orgasmo, es lo que más ganas tenía de ver después de aquella sonrisa. Samuel sintió el latigazo con fuerza, recorrerle todo el cuerpo, teniendo un orgasmo como jamás en su vida. A Marc le sorprendió la cantidad de semen que llegó a salir, manchándole la mano y el vientre. Cayó también por el vello del pubis de ambos. Le sacó toda la leche que pudo hasta vaciarlo.

-Me has pringado todo, guarro. -besó la comisura de sus labios. -Perdona, no podía más. -intentó respirar con fuerza, casi se había olvidado de cómo se hacía. Marc lo asió por la espalda para cambiar de posición, a una que para él fuera más placentera. Se colocó sentado con Samuel a horcajadas. -¿Puedo follarte más fuerte? Yo también estoy a punto...- pidió sobre sus labios. -¡Sí por favor!- el moreno le rodeó el cuello con los brazos, a la par que lo besaba con ansia y se movía en círculos sobre el sexo de Marc. Éste lo sujetaba por las nalgas, apretándolas más contra sí. -Qué culo tienes... -susurró- Qué culo tienes, oh dios... qué culo tienes... -empezó a repetirlo jadeante, casi a punto de correrse. Samuel comenzó a moverse hacia delante y atrás, y Marc a empujar con la pelvis, los besos fueron voraces, casi se lamían como animales. -Voy a... correrme otra vez... -susurró Samuel. Aquello fueron palabras mágicas para Marc, que no pudo resistirse más de pura felicidad. El semen de su chico fue a parar a su estómago, caliente, mientras Samuel le mordía los labios en el orgasmo. Al rubio le sobrevino el éxtasis de pronto, así que sujetó al chico por las nalgas, apretujándolas. -¡Qué culo tienes! ¡Ah, me corro cariño! - Marc se deslizó hasta caer de espaldas cual largo era sobre la cama. Respiró entrecortadamente, llevándose el brazo a la frente perlada de sudor. Samuel no se movió, continuó con el sexo de Marc en su interior, calentito, porque ya era parte de él. -¿Te has quedado a gusto? -con las manos, Samuel recorrió su pecho de nadador, sudoroso. -Oh sí, y qué lo digas. Es la primera vez que disfruto del sexo, y encima contigo. -Dicho aquello, lo asió de los brazos para incorporarse de nuevo, estrecharlo con ternura y besarlo anhelante. -Te quiero, te quiero mucho. -Marc... -Samuel dejó caer la cabeza sobre su hombro caliente, el cabello rubio le rozó la cara. -Eres mi amor, mi vida. -continuó. -Mi chico, sólo mío... -Perdóname... -¿Por qué? -Por haberte hecho sufrir tanto. Me lo insinuaste tantas veces, incluso esta noche me lo has dicho en la cena y yo... soy idiota.

-Un poco cortito, pero idiota no. -Tonto... -Samuel lo miró a los ojos, de muy cerca. -Tus ojos son preciosos, me enamoré de ellos nada más verlos. -Y yo de los tuyos Marc. -lo besó con cuidado, delicadeza y amor. -Estoy enamorado de ti, para mí esto ha sido muy serio. No sólo... no sólo sexo. -Lo sé... aunque he de reconocer que me ha sorprendido lo guarro que eres. -se echó a reír a carcajadas. -Lo caliente que te pones. -¿Y qué quieres? ¿Cuándo he tenido yo sexo antes? -se puso como la grana, ofuscado y avergonzado. -Y... y estás muy bueno... -susurró. -¿Qué? -Que estás muy bueno, joder Marc... me pones muchísimo. Iba empalmado a todas horas.tuvo que reconocer. -Tú sí que estás bueno. -le acarició la espalda con sensualidad, bajando hasta las caderas y continuando sus mimos por los muslos. -No seas mentiroso. -Para mí, eres el hombre más guapo y que está más bueno, de todos los tíos del planeta. ¿Sigues sin darte cuenta de qué eres especial? Te escondes bajo ropa ancha, bajo unas gafas, bajo el cabello en la cara... pero a mí todo eso no me engaña. -sonrió mientras le acariciaba la cara y besaba las mejillas y los párpados. Samuel se sintió indescriptiblemente bien. -Y tienes un culo respingón, redondito y suave, con esas pecas que me han gustado tanto... mmm -de nuevo unieron sus labios candentes. -Marc, será mejor que nos limpiemos, eh... lo hemos puesto todo perdido. -Con cuidado, Samuel se sacó el miembro de Marc y le quitó el preservativo. Se limpiaron con pañuelos de papel el semen, que se hallaba por todas partes. -Vamos a la ducha. -Marc lo agarró del brazo, a lo que Samuel reprimió un gemido de dolor en el ano al erguirse. Mientras su amor abría los grifos, él se sentó en el inodoro para limpiarse el trasero. Tenía restos de heces, lógicamente, y sangre. No hizo comentario alguno, por no preocuparle. Ya sabía que era normal y acabaría acostumbrándose. Además, sus prácticas con el falo habían ayudado a la hora de la verdad.

Se metieron bajo el agua de la ducha, limpiándose mutuamente, riéndose a un tiempo, comiéndose a besos mojados.

-¿Me quieres mucho? ¿Vas a ser mi chico? Aunque eres mi chico desde el principio, que lo sepas. -Sí a todo. -Pero dímelo. -rogó. -Amo a Marc más que a nada, y soy su chico. -Qué culo tienes, de verdad. -le metió mano sin pudor. -Estoy babeando como un pervertido, lo sé... -se echaron a reír. -¿Te gustó chupármela? -Samuel le rodeó el cuello con los brazos, susurrándole aquellas palabras sobre la boca, sintiendo el agua caliente caerle encima. -¿A ti qué te parece? Te dije que iba a ser la mejor mamada que te iban a hacer en tu vida. -Creído. -¿En serio tienes un falo de látex? -Samuel asintió apoyándose en una pared. -Estoy celoso. -de nuevo le cogió la cara para atraerlo hacia él y darle un beso. -¿De un falo? No es una persona. -Pero ha estado ahí antes que yo. -Pensaba en ti... pero la tuya es infinitamente mejor. -Eso ni lo dudes. -Creído. -Así que te has masturbado pensando en mí. Y parecías tonto. -Me enfadaré. -le advirtió Samuel, apartando la cara. Marc llevó los labios a su oreja, sensualmente. -Yo también me he masturbado pensando en ti, y en mi cabeza hacía el amor con mi chico, a todas horas. Así que pienso hacer realidad todos mis sueños y todos los tuyos. No te enfades, que soy tu novio... -susurró levemente, haciéndole cosquillas a Samuel, que lo abrazó con fuerza, mientras el agua seguía corriendo sobre sus cuerpos desnudos y mojados...

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Se secaron y metieron en la cama con frío, arrebujándose bajo la colcha, muy abrazados. Samuel se puso sobre Marc para besarlo, él volvía a cogerle la cara con ambas manos, eso le estremecía y dejaba desarmado, pues era muy dulce al hacerlo. -Ya estoy excitado otra vez... -gimoteó el rubio. -Y yo... -Samuel deslizó una de sus manos hasta el sexo de su novio. -Marc... -Dime... -lo besó en los labios con suma delicadeza, sonriendo. -Que creo que no podré dejar de sonreír nunca más. -Escuchar aquellas palabras, resultó algo fantástico para el otro chico. -Ahora que sé que la canción es para mí, me gusta incluso más. Puedo entender la frustración y desesperanza que te hacía sentir no tenerme... y es tan preciosa que creo que voy a llorar otra vez... y te pido perdón por haberme intentado suicidar y por todos los desplantes que te he hecho y... -Marc lo asió de la muñeca, para poder acariciarle la cicatriz. -No te preocupes... Aunque no me asustes más por favor, ahora sí que no soportaría perderte. ¿Vale? -Soy demasiado feliz. -Samuel tenía las lágrimas al borde de los ojos. Besó a Marc en la comisura de la boca, con una sonrisa emocionada, y en su oído... -Escuchar tu risa, verte sonreír... es lo único que quiero. El susurro de tus besos en mi oído, dejó de ser un sueño...

Tu risa parecía, un susurro de besos... Notas finales: Bueno, el capítulo prometido. Me ha costado varios días escribirlo, pero aquí está para la posteridad ^^ Ojalá los haya gustado, aunque a mí no me ha quedado conforme, ahora no puedo dar mas de sí, no estoy en condiciones mentales para hacerlo. Este no es el final ¿De acuerdo? Hay más, jaja, así que atentos que habrá otros capítulos.

Y nada más, sólo que sepais que pronto tendré a la venta el cómic de Juegos de seducción, os dejo un link del blog que Nut (su autora) y yo hemos hecho. http://juegosdeseduccioncomic.blogspot.com/ Y si os interesa comprarlo u os interesa comprar el cómic de Susurro, me podeis escribir aquí [email protected] Intentaré responder rápido ^^ Muchas gracias a tod@s por vuestros mensajes, me ayudan mucho ^^ Volver al índice No quiero irme por Dorianne

No quiero irme

-¿Sabes qué estoy loco por ti? -Samuel sonrió en silencio, con la cabeza apoyada en el hueco del hombro de Marc. Ambos continuaban acostados en la cama, no tenían sueño. Dormir en un momento así era imposible, tenían demasiadas cosas que contarse. -¿En serio? No sé si me ha quedado lo bastante claro. -bromeó el moreno. -Tendré que remediar eso. -atrajo hacia sí la cara de Samuel, para besarlo con pasión. Éste gimió con el caliente y húmedo contacto, mientras un cosquilleo pululaba por su estómago. -Yo sí que estoy loco por ti Marc, desde el primer momento en que te vi entrando por esa puerta. ¡Dios qué bueno estás! -se le tiró encima literalmente, para morderle el cuello, lamiéndole la salada piel. -Tú también lo estás... ah... -gimió con el lascivo contacto. -No seas mentiroso. No sé ni cómo puedo gustarte... -se lamentó. No se lo podía creer, era como estar soñando. -Porque eres... -lo asió por el rostro con ambas manos -...eres maravilloso. Es que te miro y no me puedo creer tener tanta suerte, en serio. -tragó saliva emocionado. -Para mí, tú eres el

chico más guapo que he visto, el más mono... -sonrió al expresarse así, avergonzado. -No te das cuenta, pero estás para follarte.- concluyó riendo, Samuel le acompañó con una sonrisa tímida. -No sé si hacemos buena pareja, la verdad. -¡¡Y dale!! -Marc se levantó dejando a su chico sobre el colchón, para poder tumbarse sobre él. -¿Cómo te puedo convencer para que me creas? Para que dejes de pensar que no vales lo suficiente. ¡¡Vales muchísimo!! Y tu culo me encanta. -concluyó con un suspiro, mordiéndose el labio inferior. -¿De veras te encanta mi culo? -Caderas estrechas, culito respingón, piel suave, vello sudoroso, esas pequitas en la nalga... -mientras lo decía, iba besándolo con sensualidad en los labios que Samuel mantuvo quietos, disfrutando. -...follarte ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Estar dentro de ese culo, dale que te pego... -Samuel se deshizo en carcajadas y abrazó a Marc por la cintura. -No te rías de mí. -dijo ceñudo, aunque con una sonrisa en la boca. -No me río de ti, sabes que me ha encantado hacer el amor contigo. Es también lo mejor que me ha pasado en la vida. Eres lo mejor de mi vida, de toda mi vida... conocerte, amarte, que me quieras... -se le saltaron las lágrimas. -No llores eh... sé un hombre... -bromeó, a la par que le acariciaba el cabello, los pómulos, las mejillas y los labios. Samuel rió. -Ahora que has abierto el grifo no pretendas cerrarlo. Llevaba mucho años sin llorar. -Ya no es necesario que te reprimas, al menos conmigo. -Samuel se dejó llevar, sollozando abiertamente. Los dos se abrazaron con fuerza, Marc le dejó desahogarse por todo. Los años de tristeza, la mala relación con su estricto padre, el suicidio de su madre... la soledad que dejaba atrás... -Te quiero mucho Samuel, te quiero muchísimo. -Y yo a ti... -gimoteó. Marc le dio un pañuelo de papel para que se sonara las mucosidades. Pero cuando fue a limpiarse las lágrimas, el rubio le detuvo, para poder bebérselas con sus labios. -Tienes unos ojos preciosos. Cuando los vi por primera vez, creía que me moría... tan lánguidos, azules, encubiertos tras las gafas y el pelo. Pero de mí no pudiste esconderte, te atrapé... -¿Y dónde dices qué me viste? -Samuel quería saber cosas que había estado ignorando desde hacía meses.

-Abajo en recepción, llevabas unos pantalones vaqueros ajustados a ese culito, y una camiseta de tirantes que... oh Dios... sí... me quedé alucinado. El brillo del pelo, los bucles... -le estiró de uno con cariño. -Y los ojos. Me di cuenta entonces que, joder, yo era maricón definitivamente. -se echó a reír, de sí mismo. -¿Amor a primera vista? -el nadador asintió cabeceando, poniendo caras de pervertido placer. -Vamos, que si en ese momento llegas a girarte, me hubieses mirado proponiéndome ir a follar, yo acepto sin pensármelo dos veces. Oh, sí... -parecía que se lo estuviera imaginando. -Oh dios, sí... -empezó a besar a Samuel con calor, sin embargo éste se apartó un poco, divertido. -No me explico que no me diese cuenta de que estabas allí. Se te ve a distancia, con lo bueno que estás. -Irías despistado, ni me miraste, no creo ni que me vieras. Luego investigué para saber en qué habitación estarías, rezando para que fuera una de las dobles. Busqué al tío con el que compartirías habitación, y se la cambié... por la mía que era unipersonal, más grande que esta... y todos mis ahorros de este verano trabajando en la gasolinera del pueblo. -Samuel le miró desorbitadamente. -¿Qué? ¿Le diste dinero? -Claro, creo que el cabrón me vio tan desesperado, que no sólo no se contentó con la pedazo de habitación, sino que supo sacarme hasta el último euro. Por eso nunca tengo dinero Samuel, mis padres me mandan lo justo, que para eso trabajo los veranos. La beca me cubre la matrícula y el alojamiento, pero ya está. Lo que ahorré me lo gasté en kilos y kilos de caramelos. -Samuel le rodeó el cuello con los brazos, muy emocionado. Ahora comprendía que Marc estuviese siempre tan falto de liquidez. -Te quiero un montón cabronazo. Maldita sea, y tú me quieres... idiota... -Sin insultar eh, ja, ja... -Marc se puso serio de pronto. -Sí, te quiero, eres la persona más importante para mí. ¿Te gustaron los caramelos que elegí? -Habían muchos Sugus*... -dijo sin más, frotándose más contra su novio. -¿Son tus preferidos? -él asintió en silencio. -Los de fresa y los de piña... los rojos y azules. -¿Eso es para que la próxima vez te compre? -Claro... -¿Te quedan caramelos? -preguntó divertido.

-No. Bueno, ya no me quedan más de los que me regalaste. ¡¡Dios, cómo me gustó tu regalo!! -besuqueó a Marc, que estaba henchido de placer. -Después de un día tan horrible, despertarme rodeado de caramelos. Sé que es estúpido que me gusten tanto, sin embargo no lo puedo evitar. Mi madre me traía siempre muchos, a escondidas de mi padre. Soy goloso por naturaleza. -Me alegro mucho. Pero eres un maldito capullo. ¿Sabes lo mal que me sentí al no recibir ningún comentario? Los recogiste todos sin decir ni pío, como si no hubiera pasado nunca. -Perdóname. ¡Perdóname! -Samuel tuvo miedo de haberle enfadado. -¿Cómo no voy a perdonarte? Es imposible no perdonar a un chico como tú. -Quiero que sepas, que cada vez que abría uno, y me lo metía en la boca, lo chupaba pensando en ti... lamiéndolo lentamente, para que durara y durara... -Me acabas de poner muy caliente cariño... -musitó mirándolo a los ojos, a escasos centímetros de su rostro, que enrojeció de placer. -Muy, muy caliente... -Samuel, que tenía el muslo derecho entre los dos de él, lo notó enseguida, así que con sumo cuidado movió la pierna para incitarlo más... acariciándole los testículos, arrancándole un gemido de doloroso placer. -Anteayer... verte nadar me excitó un montón. -De pronto, Marc se levantó de la cama, abiertamente empalmado, y se puso los pantalones del pijama y las zapatillas de ir por casa. Samuel le miró asaltado por las dudas. ¿Qué había dicho o hecho para que él reaccionara así? -¿Qué haces mirándome Samuel? Levanta tu precioso culito mío, y ponte el pijama. -éste le miró incrédulo. -¿Has visto mi camiseta? -¿Qué haces? -Marc se dejó de bobadas y asió a Samuel del brazo hasta sacarlo de la caliente camita. -¡Hace frío tonto, y dime qué...! -un ardoroso beso en la boca, y una sobada en toda regla entre las piernas, le acallaron. -¿Confías en mí? -Claro... - Samuel asió a Marc por el cuello, para meterle la lengua por la boca, hasta la garganta. Marc dudó un instante en si seguir con sus excitantes planes, o dejarse llevar por el ardor del momento. Cuando Samuel se ponía tan caliente, cambiaba radicalmente. Y eso le subyugaba, le encantaba, le hacía sentirse terriblemente deseado. Lo estrechó entre sus brazos, devolviéndole todos los besos. Las manos de su chico se deslizaron dentro de su pantalón, oprimiéndole las nalgas con fuerza, masajeándolas. Bajó por su cuello para lamerlo, mientras Samuel gemía y lo acariciaba bajo la ropa. -Marc... -jadeó empalmado visiblemente, el rubio lo notaba con claridad en su pierna. -Marc joder... cómo me gusta... dime que... dime que conmigo has... -Samuel estaba tan excitado que no lograba concentrase en lo que quería decirle.

-¿Contigo qué...? -Conmigo... ah... para un momento... -se echó a reír. -Cuando me tocas así no consigo pensar. -Yo tampoco puedo pensar si te tengo así, desnudo y gimiendo de esa manera. Eres un maldito demonio cuando te pones caliente. ¿Quién me lo iba a decir? Con lo modosito que parecías. Pero me gusta cuando te pones cachondo. -¿En serio? -Lo que me recuerda que tenemos planes pendientes. -¿Cómo que planes pendientes? -Marc se apartó dolorosamente de él, para buscar una camiseta cualquiera en el cajón de su cómoda. -Has dicho que confiabas en mí. Así que vístete con el pijama y la bata. -Vale. ¡Pero me tendrás que compensar por hacerme sufrir así! -¿Con mucho sexo? -inquirió divertido mientras se echaba encima la prenda. -¡¡No!! Con muchos caramelos de fresa y piña. -aunque a regañadientes, fue enfundándose en la ropa. -Dios, ¿es que voy a tener que envolverme en un maldito papel de Sugus gigante para que me hagas caso? -bromeó. -No te creas, que he llegado a pensarlo. -Ya estoy vestido, y ahora qué... -Marc cogió las llaves del cuarto que se metió en el bolsillo del batín, y luego asió la mano de Samuel para arrastrarlo al exterior. Fuera en la sala común no había un alma, pues a un día de fin de año estaban casi todos en sus casas con su gente. Además, eran la 3 y pico de la madrugada. -¿Dónde me llevas? -Ya verás. -¡Marc! -Shhh...- lo acalló reprimiendo las risas. -Tú sigue confiando en mí... -Si lo llego a saber... -gimoteó algo asustado, emocionado y excitado. Daba igual donde le llevara, estaba con él, con su novio, con el amor de su vida, y era lo único que le importaba...

*Sugus: Caramelo de goma, con forma cuadrada, y de distintos sabores.

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Fuera hacía un frío helador, Samuel estuvo todo el trayecto quejándose. -Te voy a matar si no me cuentas dónde me llevas. -Aunque por el camino que habían tomado, se imaginaba el lugar al que se dirigían. -¡¡Vamos en bata!! Podríamos habernos vestido. -Son 5 minutos, quejica. -¡¡Pero me pelo de frío!! -le zarandeó de la manga, estaba realmente aterido. Marc se detuvo para abrazarlo, masajeándole la espalda para que entrara en calor. Samuel se sintió avergonzado de aquel acto en medio de uno de los parking de la universidad. Pero se relajó al darse cuenta que no había un alma por los alrededores. -Esto me recuerda a cuando salimos del hospital, y te di calor... o en el coche... -Calla... fui muy feliz... -Yo también. Quería cuidarte, y tú te dejaste. Sólo quiero cuidarte Samuel. -¡Pues movámonos! -sonrió dando un paso hacia tras. Marc volvió a cogerle de la mano, notó la de su chico helada. En cambio, Samuel sintió la del nadador muy cálida.

Delante de ellos se levantaba la piscina olímpica de la universidad, tal y como Samuel supuso. -Tachán. -No me sorprendo nada. -Jo... -se quejó Marc desilusionado. -Creo que te mataré lentamente. -lo amenazó mientras le veía abrir la puerta de servicio y desconectar la alarma como si fuera la de su propia casa. -Como nos pillen pueden expulsarnos. -No va a venir nadie, confía en tu chico. -Marc se dio la vuelta y abrazó sorpresivamente a Samuel, para ofrecerle un cálido y apasionado beso de amor que le bajara los humos. Samuel reaccionó como deseaba, relajándose entre sus brazos y entregándose a sus besos. - Muchas

veces volvía tarde porque venía aquí, a pensar en ti y en mí... haciendo el amor... -el chico le miró con ternura. -Creía que estarías con tu novia. -Ya no es mi novia, ahora mi novio eres tú. -puntualizó. -Mi novio, mi novio. -Lo pasé muy mal cada vez que os veía, o... o pensaba que estabais... -tragó saliva. -Yo también. No sabía cómo hacer para que no nos molestara. Pero ella no sabe nada, piensa que hay otra chica. No estaba del todo equivocada al creer que amaba a otra persona. -Ahora me da pena, antes la tenía algo de rabia. -caminaron hacia la piscina central. Como era climatizada, la verdad fue que Samuel dejó de tener frío. Marc comenzó a quitarse la ropa. -¿Qué haces? -Vamos a bañarnos... -le sonrió malicioso. -No sé si es buena idea. -quedó quieto como un palo observando con un ojo el agua quieta, y con el otro el hermoso cuerpo desnudo de Marc. Estaba un poco empalmado, saliendo su verga de entre una mata de vello no demasiado oscuro. -Siempre me había preguntado, hasta hoy, si tendrías depilado eso también. -lo señaló divertido. Marc se le acercó meloso, dispuesto a desnudar a su chico de pies a cabeza. No dijo nada, limitándose a cogerlo de la nuca y besarlo lentamente, hasta sentir que Samuel se le iba deshaciendo lentamente entre los brazos. Poco a poco, fue haciendo que sus ropas dejaran de tocar la piel suave de Samuel, acabando todas en el suelo, olvidadas. El moreno ya estaba excitado, frotándose furiosamente en la entrepierna de Marc, sujetándolo por las nalgas prietas, comiéndole la boca literalmente. La idea de volver a hacer el amor lo tornaba loco. -Espera Samuel. -Marc se apartó de nuevo, jadeante. Le iba el corazón a doscientos por hora. -Te he traído para que te bañes conmigo. -Vale... -musitó enardecido. No era amigo del agua, pero con Marc en ella la cosa cambiaba radicalmente.

Bajó primero Marc y esperó a que Samuel le imitara, cuando esto sucedió, observó desde abajo las nalgas de su chico, los testículos velludos, y no pudo evitar acercar la cara y besarlos. Un escalofrío recorrió la espalda del chico al sentir el contacto. Se detuvo en seco, dejándose llevar. Primero unos besos, seguidos de varios mordiscos cariñosos y la lengua de él recorrerle desde la base de sus testículos hasta la abertura del ano. -Ah... -gimió. -Idiota. -Marc rió entre dientes, lo sujetó por las caderas y le bajó hasta sumergirlo en la piscina, rodeándole la cintura para estrecharlo contra su torso.

-Me gusta el pelito de tu culo. -dijo sin más. Samuel se puso como un pimiento, qué barbaridades le decía siempre. -Atontado. -¿Te da vergüenza? -Claro, dices unas chorradas. -Pero es verdad, me pone muy, pero que muy cachondo tocarte las piernas, y el pelo que tienes. Y la verdad, la visión de tu trasero al aire, lleno de vello, desde aquí abajo, es de lo más excitante. -Y a mí me pone que tú te depiles. -Entonces todos contentos. -se mantuvieron quietos un rato, en silencio. Sólo estaban las luces bajas puestas, era todo muy romántico. -La última vez que vine a nadar aquí solo, me masturbé en las duchas... -se lo dijo al oído, como si fuera secreto. -Me corrí bajo el agua caliente, pensando en ti y en mí haciendo el amor. -terminó con voz enronquecida. Samuel se dio la vuelta lentamente, sonriendo, para poder abrazarlo por el cuello y ponerse a su altura. Marc lo sujetó fácilmente. -¿Disfrutaste? -Sí... y luego sufrí por no tenerte. -Ahora me tienes aquí... tal y como imaginabas. -Marc lo arrastró más hondo, a lo cual Samuel se asustó al no tocar pie. -¡Espera, no vayas tan hondo que no sé nadar! -dijo asustado, agarrándose a su novio con desesperación. -¿Qué no sabes nadar? -comprendió porqué la piscina no le gustaba demasiado. -No te preocupes, te agarraré bien por el culo para que no te hundas, ja, ja, ja. -rió malignamente, mientras volvía a la zona de las escalerillas, arrastrando a Samuel que le había rodeado hasta con las piernas. -Me escuece el trasero del cloro... antes he sangrado. -¡Lo siento! Me pasé de fuerte... es que... -Samuel le lamió el cuello. -No te preocupes, es normal. La primera vez que utilicé el falo también sangré. -Marc enfurruñó el gesto. -¿Qué te pasa? -El falo ese... tsss... -siseó enfadado.

-¿Estás celoso? -Mmmm... -Samuel comenzó a partirse de risa, tanto que sonó el eco y tuvo que taparse la boca, hundiendo la cabeza sobre el pecho del rubio. -No te rías... ¡No te rías! -Es que... es que... -le entró otro ataque de risa y Marc enrojeció de placer. Quería hacerle reír, aunque fuera sin querer y a su costa. -Tu culo es mío. -aclaró como si fuera algo lógico. Samuel, lejos de calmarse, casi se atragantó poniéndose colorado como la grana. -No me lo creo, celoso de un falo, jajajajajaja... ay, qué fuerte, jajajajaja. -¡Jajajajajaja! -Marc se contagió enseguida, abrazándolo contra él hasta que ambos se calmaron un poco. -Te prometo que dejaré la relación con el consolador, le explicaré que lo nuestro no puede ser. -Más te vale. -le amenazó con una sonrisa en la boca, satisfecho. -No estés celoso, fue antes de liarme contigo. -Idota, no te rías más de mí. ¿Te sigue sangrando? Me pasé de fuerte, de las ganas que tenía de follarte de una maldita vez-acarició la zona afectada con cariño. -No sé qué tocabas, pero me encantó, semental. -Dijo Samuel con calentura, lamió su cuello, hasta bajar a una de sus tetillas endurecidas y mordisquearla. Marc gimió, le dolía el estómago de nuevo ante la posibilidad de hacer el amor allí, y que su sueño se tornara realidad. -Sólo de pensar en lo que sentí me corro... -Y-yo también quiero que tú... ya sabes, eso... -musitó entre temblores. Tuvo que apoyar los codos en el borde de la piscina para mantenerse en pie. Samuel, sin dejar de lamerle los pezones, le observó extrañado, sin comprender. -¿Pero "eso" qué es? No te entiendo... -el nadador suspiró mirando hacia otro lado, avergonzado. Qué tonto era por ponerse así de nervioso ante aquella posibilidad, la cual había imaginado muchas veces. Un cosquilleo le hacía apretar las nalgas, un deseo húmedo. Rodeó a Samuel por el cuello con un solo brazo, para levantarlo a su altura y susurrarle palabras mágicas al oído. -Que me folles... -Samuel reaccionó abriendo los ojos y la boca, sorprendido. Por supuesto, se había imaginado haciéndole precisamente aquello el día antes, en los lavabos de la misma

instalación en la que estaban. Increíble, no se lo esperaba tan pronto. Tuvo que apartarse para reírse a gusto, una mezcla de felicidad y burla. -¡JAJAJAJAJA!, ¿Qué? ¿Yo a ti? ¡No tienes pinta de dejarte! -¡¡No te rías de mí!! -se quejó avergonzado el pobre Marc. ¿Qué tenía de extraño lo que le había pedido? Samuel se dio cuenta de inmediato de la desazón que estaba sintiendo su novio, así que dejó de reírse y abalanzándose sobre él, lo agarró por el cuello para besarlo con efusividad. Esto tomó a Marc por sorpresa, que no sabía ni qué pensar. -Te voy a contar un secreto Marc... -comenzó mientras ambos se tocaban impulsivamente, besándose con lengua y dientes. -Ayer, al verte competir y ganar, me pusiste tan cachondo que tuve que irme corriendo como un desesperado, a los lavabos de hombres más lejanos que encontré... ah... y me masturbé. -escuchar aquello, fue para Marc música en los oídos. -No eres el único que ha tenido sueños pervertidos en esta piscina. -dicho aquello, metió la cabeza en el agua. -Oh... -Marc jadeó al sentir cómo él se la chupaba primero, y luego la masturbaba con las manos. Samuel salió a la superficie con la cara tapada por los cabellos, para besarlo en los labios, mientras que continuaba preparándole bajo el agua. Le pidió que se diera la vuelta, para apoyarlo sobre el borde, y subirle las nalgas. -Imaginé que te ponía así, y que te quitaba ese bañador tan pequeñito que llevas, te lo bajaba hasta tener tu culo para mí solo... para poder follártelo hasta el fondo... -Joder... -esas palabras al oído le estaban enloqueciendo. Definitivamente Samuel en la intimidad era una sorpresa que le chiflaba. Sintió un dedo suyo profanarle, luego dos y hasta tres, una y otra vez. -¿Te molesta? -Es raro... pero no me molesta, me pone más caliente. -¿Te has traído un preservativo? -Marc se quedó helado un instante. No, ni lo había pensado. -Lo siento... -dijo sin más. Samuel se quedó callado un momento. -Podemos seguir en la habitación. -parecía estar desilusionado. Marc se dio la vuelta un poco, sujetando a su chico con las piernas, para sentir su verga contra las nalgas. -Samuel... yo no tengo el sida ni nada. No tengo nada, sólo me he acostado un par de veces con Sabrina, y usé condón. -Ya pero...

-¡¡Y nos hacemos pruebas de todo tipo por ser deportistas!! ¡¡Estoy limpio!! -puso cara desesperada, quería que él lo penetrara ya. -Pero a mí me hicieron una transfusión de sangre. -¡Samuel! ¡¡Fóllame por dios!! -lo abrazó con fuerza, besándolo. -Fóllame, quiero sentir tu sexo dentro, que me toque las entrañas. -¿Pero y si la trans...? -Ahora no es como antes, ahora hacen pruebas a la sangre que dona la gente. ¿Cómo van a hacerte una transfusión así? Fóllame... sabes que tengo razón. Házmelo, házmelo. -insistió subyugado a Samuel con sus ardientes peticiones. -Es cometer una locura, pero no puedo decirte que no, no puedo... te deseo tanto. Pero prométeme algo antes. -Qué... -No te enfades... pero prométeme que sólo conmigo... que solamente follarás conmigo. Que si lo hicieras con otro usarías condón y me lo dirías. -Te estás contradiciendo, pero sabes qué... si lo hiciera con otro, nunca te pondría a ti en peligro después, usaría condón. ¡¡Y no voy a hacerlo con otro!! Te quiero a ti, al amor de mi vida, a mi chico... hasta que nos muramos de viejos, juntos, serás siempre mi chico. -Lo besó con adoración y Samuel le devolvió las caricias, cada vez más excitado. -Date la vuelta. -pidió. Marc lo hizo entre ansioso y muerto de miedo. El moreno continuó donde lo había dejado. Un dedo, dos, tres... ensanchando con cuidado la estrecha obertura. -¿Sabes lo caliente que estoy, Marc? ¿Sabes lo qué significa estar haciéndote esto? Ayer lo imaginaba, hoy lo hago realidad, cariño... -Ah... -fue lo único que atinó a decir, un gemido, un suspiro. Escondió la cabeza entre los brazos, aspirando la humedad caliente de la piscina, esperando entre ansioso y asustado. Él mismo abrió bien las piernas, hasta que sintió el pene de Samuel comenzar a adentrarse poco a poco. Cerró el recto en un impulso, pero volvió a relajarse, porque realmente lo estaba deseando. La intrusión de su chico fue dolorosa, ahogó un gemido mordiéndose el antebrazo, pues un dolor le recorrió todo el recto y la espalda. Samuel al principio sólo gemía de placer, penetrándolo con cuidado, salvando la barrera hasta sentirse más cómodo. Él también se había hecho un poco de daño al entrar, pero el placer que se concentraba en sus testículos y pene le hicieron olvidar todo lo demás. Cuanto más apretaba, salía y entraba, más placentero deleite le impulsaba a continuar, animándose. -¡Ah, Marc! Mmmm, ah... -jadeó al encontrar la forma más cómoda de penetrarle. Al estar medio sumergidos en el agua, y Marc apoyado en el borde con medio cuerpo fuera, lo que hizo fue sujetarse bien de sus caderas, impulsándose con facilidad y fuerza, haciendo que sus

embestidas fueran más profundas, hasta el fondo. El rubio comenzó a marearse de placer, él había encontrado justo su punto G masculino, que le producía dolor y placer al mismo tiempo. Además, lo masturbaba bajo el agua al ritmo de las embestidas, muy rápidas, cada segundo más. Un placer incontrolado le llegó como un torrente, y no pudo controlar la eyaculación antes de que Samuel se corriera. Esa forma que tenía de montarle su chico, esos jadeos, dios... le dolían y gustaban tanto que casi puso los ojos en blanco al correrse. -Ah, Marc, no voy a aguantar más, voy a correrme... -se agitó excitadísimo. -¡Estoy demasiado caliente! ¡Te quiero Marc!- Samuel intentó salirse antes de eyacular, sin embargo Marc lo agarró con tremenda pujanza de las nalgas, apretándose contra él con todas sus fuerzas, hasta sentir el semen caliente inundarle el interior. Samuel se quedó jadeante, intentando coger aire. -¿Te has corrido tú? -preguntó ansioso acariciándole la espalda. -Hace rato... -jadeó Marc, intentando recobrar también el aliento. Poco a poco, el moreno fue saliendo de su interior. -Te has emocionado un montón pervertido, ni que yo fuera tu caballo y tú mi montura. -¡Perdóname! He sido demasiado rápido porque me pones como loco. Estás tan bueno... -puso de excusa, mientras Marc se daba la vuelta dolorido y lo estrechaba contra sí. -Ay... -dijo quejumbroso. -¿Te he hecho mucho daño? He sido un bruto desconsiderado... -Hombre, me acabas de desvirgar, desflorar y todo lo que se te ocurra, pero joder, esa manera de hacerme el amor ha sido alucinante, estaba entre el dolor y un placer indescriptible. Claro que me he corrido... -Lo siento, la próxima vez tendré más cuidado. -se lamentó acariciándole la cara, besándolo cariñosamente en la comisura de los labios. -¿La próxima vez? Me has roto el culo, está inservible-bromeó poniendo cara de horror. Samuel le miró preocupado. -Jajajajaja, te lo has creído. -¡¡Idiota!! Yo preocupándome por ti y tú fastidiando. -Mira, soy activo y pasivo, me gusta follarte y tenerte a mi merced... -lo apretó más contra sí. -Pero creo que cuando deje de dolerme el culito y me acostumbre a tus zambombazos, voy a querer que me des por el culo a todas horas. -se echó a reír. -Qué bruto eres hablando a veces. Y a mí... me han gustado las dos cosas, hacerte el amor y que me lo hagas tú. -Es que yo soy de calidad, ¿sabes?

-Creído. -Porque puedo, porque tenerte me hace ser un creído sí, que tú me quieras. Soy un creído, con muchísima suerte. Me enamoro de ti, y casualmente tú de mí, como quien no quiere la cosa. -Tonto, qué tonto eres... -lo sujetó tiernamente por las mejillas, para besarlo en la mojada boca con dulzura, apretando pero sin parecer ansioso, sólo satisfecho. -Entonces volveremos a la piscina, ¿eh? -Claro, pero tráete el bañador ese que tienes tan sexy, pequeñito, apretado... me pone cachondo verte el paquete abultado y mojado, y el culo bien marcado. Quiero quitártelo... -¡Claro! -cayó de pronto Marc en una cosa. -¡Por eso ayer desapareciste tras la competición y luego estabas tan raro! -Samuel quedó extrañado. -Te puso a mil verme competir, y te largaste a cascártela al baño, pensando guarradas conmigo, pervertido. -comenzó a partirse de risa entre quejidos de dolor. -¡¡Calla!! ¿Quién es el pervertido aquí? ¡¡Me has traído aquí a eso, reconócelo!! -Samuel le echó agua a la cara, furioso y divertido a un tiempo. Marc lo agarró con fuerza hasta sumergirse ambos en el agua, para poder subyugarlo con besos. Él dejó de resistirse, hasta que salieron y tomaron aire. -Será mejor que nos duchemos y volvamos, empieza a hacer frío aquí. -Pero en la ducha en la que te la cascaste pensando guarradas conmigo, pervertido. -Touché. Me la has devuelto. -se echó a reír y Samuel lo acompañó en silencio, regalándole una de esas sonrisas entre pícaras y felices que tan dichoso hacían a Marc...

oOoOoOoOo

Aquella noche, su primera noche juntos, la pasaron sin apenas dormir más que un par de horas. Se deseaban y anhelaban demasiado como para poder desaprovecharla dormitando, y ateridos de frío, se metieron en la cama de Marc, haciendo el amor dos veces más, masturbándose el uno al otro con placer, haciéndose preguntas curiosas entre gemidos y palabras orgásmicas. Hasta que agotados, manchados de semen, saliva y besos, se perdieron en el sueño, el uno junto al otro, como siempre habían soñado en el pasado...

oOoOoOoOo

La mañana siguiente fue un poco caótica. Samuel se levantó de un brinco al creer que le sonaba el despertador, como lejanamente. Salió de la cama de Marc muy a su pesar para ver qué hora era. Las tantas, Marc podía perder el avión otra vez. Éste dormía como un tronco, como siempre. -¡Marc! -le zarandeó del hombro. -Eh... -Marc, levanta que no cogemos el autobús de y media. -¿Qué autobús? -en vez de mirarlo, agarró un cojín que olía a Samuel y lo abrazó mimoso. -¡Marc, perderás el avión! -Esta vez, el rubio lo miró extrañado. -¿Qué avión? -¡Qué avión va a ser tonto! El del billete que compraste ayer por Internet para hoy irte a casa. -No quiero irme. ¿Cómo voy a irme? -frunció el ceño. Samuel suspiró, acuclillándose a la vera de la cama, paciente. -Marc, le dijiste a tu madre que irías. Ayer ya perdiste el avión... -No lo perdí Samuel, simplemente no embarqué porque no podía separarme de ti. -alegó con seriedad. -Te lo he dicho varias veces. -Ya... -bajó la cabeza colorado de placer. Pero pronto se repuso. -Mira Marc, lo que daría yo por estar con mi madre. Tú que tienes una, no la cambies por nada. Y tu padre, y tu hermano que se muere de ganas de apalizarte en cuanto llegues. Tienes familia. -Ahora mismo, la única prioridad eres tú, y estar contigo. -le acarició la mejilla a Samuel. -Entonces hazlo por mí, ve con tu familia. - Marc se levantó sin decir palabra, enfadado de algún modo. Fue al baño para darse una ducha rápida, se vistió y cogió el billete impreso y la maleta. Samuel también estaba vestido, preocupado por si él le dejaba. -¿Te has enfadado?

-Sí. -contestó escuetamente mientras salía de la habitación. El moreno le siguió a un metro por detrás hasta que llegaron a la parada del bus, que no estaba demasiado lejos. Se sentaron en la parte trasera cuando éste arribó, el uno al lado del otro, callados al principio. -No te enfades por favor. Me causa dolor... -Marc lo miró de reojo, arrepentido. -Perdóname. Es que no entiendo por qué no quieres estar conmigo. -Yo no he dicho eso, sólo que me gustaría que pasaras estas fiestas con tu familia, tus amigos. -Entonces ven a casa. -Ahora ya no podemos. Perdóname, me torturaba ir a tu casa, sintiendo esto por ti. -No quiero irme, bajémonos en la siguiente parada. -fue a tocar el timbre de aviso para el conductor, pero Samuel le detuvo. -Te quiero Marc. -éste volvió a sentarse y le miró. Las manos de ambos se cogieron disimuladamente, pues se subieron más pasajeros. Qué rabia le dio al rubio, que se moría de ganas de darle un beso a su chico. Pero sabía que Samuel era muy tímido cuando estaba en lugares públicos y no quería disgustarlo. -Y yo a ti.

Ya en el aeropuerto, tras recoger la tarjeta de embarque, Marc y Samuel tuvieron que despedirse. -Jo, no quiero irme. ¿Seguro que no quieres que me quede? -insistió aun a sabiendas de que Samuel era tozudo como una mula. -Quiero que te vayas con los tuyos. Yo estaré bien con Sara y David. Venga, que están embarcando. -Yo querer quedarme.- gimoteó. -Nos veremos pronto, en unos días. -Me gustaría contarle a mi familia lo nuestro. -Samuel se puso algo nervioso. Tenía que quitarle eso de la cabeza al menos en aquellos momentos. -No hace falta que... que lo hagas ahora ¿vale? Yo debería estar presente. -Tienes razón. -el moreno suspiró aliviado. -Pero estoy seguro de que mis padres lo entenderán.

-Se me ha ocurrido que podríamos irnos a un piso tú y yo solos. -a su novio se le iluminó la cara, ilusionado. Aunque no sabía de dónde sacaría el dinero, pero eso no importaba ahora. -Sí, quiero casarme contigo. -lo abrazó efusivamente, para desespero de Samuel, que se sentía avergonzado. -¡Yo no he dicho eso! Tonto... -el dedo de Marc acabó bajo su labio inferior, en el mentón, y apoyó la frente en la del moreno. El nadador se moría por besarlo, por tener una vez más los labios de su chico entre los suyos, tiernos y cálidos. Con el lío al despertarse, no había podido besarlo. -Cuando vuelva, alguna noche podríamos repetir lo de la piscina, me puso un montón... -Samuel le apartó el dedo, esquivo. -¿Qué? Lo de la pisc... -No te hagas el estrecho ahora, semental. Y después en la habitación que lo hicimos dos veces más, ya sabes... eso que te gustó tanto que te hiciera y... -¡¡Vete ahora mismo!! ¡¡Si pierdes el vuelo te mato!! -señaló hacia la zona de control de equipajes con bastante energía. Sin embargo, Marc le sonrió con adoración, cuando se enfadaba así era delicioso, así que no pudo evitar abrazarlo por el cuello, estrechándole contra sí. Samuel no fue capaz de apartarle de él. -Esto será difícil Samuel, hay gente que nos rechazará. Pero mientras me sonrías, podré con cualquier cosa, contra quien sea. No tenemos porqué escondernos de los demás, no hacemos nada malo, sólo querernos y celebrarlo. - Marc se apartó de él, no quería avergonzarlo más en público. -Hasta muy pronto... -Hasta muy pronto Marc... -le sonrió, viendo que se alejaba. Se dio la vuelta con ganas de llorar un poco, entre felicidad y tristeza. Claro que deseaba que Marc no se fuera, y sin embargo quería que estuviera con los suyos, algo que él no podría hacer nunca. Eso se llamaba amor desinteresado, amor verdadero.

"Por fin mi vida ha cambiado, no puedo ser más feliz" -intentó ver la parte positiva de la despedida. -"Él está enamorado de mí, como yo de él..." -Miró al cielo, ya fuera de la terminal, observando a un avión ascender sonoramente hacia el cielo azulado. -¡¡Eh, Samuel!! -éste se sorprendió, girándose. De nuevo Marc haciendo de las suyas. Lo miró enfadado. -¡Hola cariño, he vuelto! -Samuel, asiéndolo con violencia de la bufanda, le inquirió enfadado. -¿Qué haces aquí? ¡Te voy a mat...! -el rubio le impidió acabar la amenaza mortal, obsequiándole con un caliente, y tórrido beso en la boca, que desarmó al chico de inmediato.

En aquellos instantes, el mundo que ambos tenían alrededor, desapareció completamente. Ni les importó que los transeúntes les miraran extrañados, escandalizados o divertidos, pues no existían. Lo habían estado deseando ambos desde que se levantaron, pero las circunstancias les impidieron hacerlo libremente. -No podía irme sin un beso, que me recordara tu sabor. No me importa que nos miren, porque te quiero con locura, y no me marcho de aquí sin llevarme una sonrisa tuya conmigo. -las palabras le arrancaron una sincera y enamorada sonrisa al rostro de Samuel. -Puedo oírlo, el susurro de tus besos... cuando me sonríes sólo a mí... -de nuevo juntaron tiernamente sus bocas, estrechando sus cuerpos sin tapujos.

Marc se fue, corriendo por no perder el vuelo, y se subió al avión recordando las tiernas palabras de Samuel antes de decirle hasta pronto.

"Pero ya no son susurros, Marc... ahora son de verdad, y no un sueño..."

Continuará... Notas finales: Notas finales del capítulo: Hola a todos, espero que leáis estas palabras. Lamento mucho no estar respondiendo vuestros mensajes, que tan amablemente me dais. Pero quiero que sepáis que os estoy muy agradecida, y que los leo todos igualmente. También siento haber tardado tanto en seguir con el relato. Pero os lo voy a decir claramente, tengo una depresión, y no tengo ánimos suficientes para contestar mensajes, o escribir a menudo. Además, sabéis que soy dibujante y debo promocionar mis cómics. No te escondas nº1, que saldrá para el salón del manga de Barcelona del 2008, y Juegos de seducción, la versión en cómic del fantástico fic de Nut, que ambas hemos sacado a la venta hace poco. Entonces esto me consume las fuerzas y ánimos, al menos intento curarme, no es nada fácil una depresión, y no me da vergüenza admitir ante todo el mundo que la tengo.

Quiero darles las gracias especialmente a Nut, Nagaira, Danvers por apoyarme siempre en unas u otras cosas ^^ a Bathory y a Lady Henry por sus correcciones. Y a Ana. C. porque por sus palabras hacia mi historia y cómic, me ha animado a escribir este capítulo. Y gracias a todos los lectores que me seguís, perdonadme.

Y bueno, si queréis mis cómics (Susurro y Juegos) , en ebook , o en papel, sólo debéis visitar mi blog o escribirme aquí [email protected]

Un gran beso a todos, y gracias, intentaré ponerme bien!!

Laura Bartolomé, Dorianne Volver al índice Echarte de menos por Dorianne

Echarte de menos

Sara acababa de levantarse, y caminó bostezando hacia la cocina, con todo el cabello revuelto. Abrió el armario buscando el café soluble, y no se sorprendió nada de que ya no quedara. Claro, hacía dos días que no iba a comprar al súper. Unos brazos fuertes la rodearon por los hombros. -¿Qué vas a hacerme de desayunar? -Aire creo. -le enseñó el bote vacío a David. -Tampoco queda leche, ja, ja. -O sea, me dejas exhausto después de una noche loca, y hala... que se muera de hambre. Mi estómago. -se quejó masajeando éste. -Hay naranjas, hazte un zumo. -le señaló ella. -Y supongo que de paso te hago uno a ti. -¿Algún inconveniente? -Sara lo agarró seductoramente de la entrepierna, pero David salió disparado hacia atrás. -No sólo soy un esclavo sexual, también un elfo doméstico. -gruñó.

-Porque tú quieres -lo abrazó efusivamente por el cuello, poniéndose de puntillas para poder besarlo. -Eres mala... -Y tu amiguito, saltarín... -susurró la chica, al notar la dura entrepierna. Justo en ese momento, el interfono sonó con bastante potencia, haciéndoles dar un respingo. -Joder, quién sea que llame así lo mato. -Sara fue saltando hasta la puerta donde el aparato se hallaba, asiendo éste y contestando con aspereza. -¡¿Quién?! -Soy Samuel. ¿Está Sara? -Las cejas de la chica se arquearon. -Soy yo, sube. -le abrió la puerta de abajo. -Es Samuel. -comentó preocupada. -Es raro, nunca había venido sin avisar. ¿Le pasará algo? -Se sentirá solo, Marc se ha ido a su casa. No te preocupes, que venga es buena señal. -sonó el timbre de la puerta y la chica abrió sonriente. -¡Hola Samuel! -¡Hola! -para sorpresa de Sara, el chico la besó en la mejilla, contento como unas castañuelas y entrando tan campante. Al ver a David sólo con la parte de abajo del pijama, pensó que tal vez los molestaba. -¿Os he pillado haciendo algo indecente? -bromeó. -No, no... acabamos de levantarnos e íbamos a desayunar. -Es muy tarde para eso, podríamos ir a comer. -propuso Samuel. David y Sara estaban empezando a alucinar. Normalmente estaba callado, nunca quería ir a ninguna parte y mucho menos sonreía como lo estaba haciendo. -¿Te pasa algo? -Sara le miró con expresión de suma extrañeza, levantando un lado del labio con la boca abierta. -Te encuentro distinto, no sé... -David miró la sonrisa de tremenda satisfacción que Samuel exhibía y cayó el la cuenta. -¡¡¡AHHHH!!! -gritó señalándole. -¡Serás cabronazo! -empezó a partirse de risa él solo. -¡Qué cabrón, tú has follado! -Sara miró al aludido perspicazmente, y éste fue incapaz de negarlo, poniéndose colorado como un pimiento. -No lo niegues maricón, tú has follado. -David lo agarró por el cuello haciendo presión, para que confesara. -¡Me haces daño! -¿Es verdad? -añadió Sara, haciéndole cosquillas. -Joder, soltadme, que sí, joder... -ambos le dejaron marchar, ansiosos porque desembuchara.

-¿Con quién? ¿Cómo fue? Ya te dije yo que es lo que te hacía falta. Seguro que te marchaste al pub aquel otra vez, y hala, se te tirarían como locazas encima. -apuntilló su amigo. -Ya sé, Marc y tú os enfadasteis más todavía y... -Sara detuvo su cháchara al ver la cara de Samuel, entre avergonzada y divertida. -¿Te has acostado con Marc? -Sí. -se echó a reír tapándose la cara con el gorrito, hasta la nariz. Sus amigos se le tiraron encima como lobos hambrientos. -¡¡Eso necesita un inciso, una aclaración, una nota, una respuesta!! -lo zarandearon hasta el sofá para que se pusiera cómodo. -¡¡Pero lo sabíamos!! ¡¡Sabíamos que entre vosotros saltaban chispas!! -¿Cómo que lo sabíais? -Claro, yo ya se lo insinué a Marc, que a qué jugaba contigo. Y siempre estaba detrás de ti, como un perrito. Babeando... -Sara hizo el gesto de limpiarse la barbilla. -Y bueno, la escenita de celos de anoche fue colosal. Ahí, como una pelea de novios de las gordas. Nosotros desaparecimos convenientemente adrede. -comentó David desde la cocina, mientras hacía los zumos. -Lo que no nos esperábamos fuera que realmente pasara... lo que tenía que pasar. Porque como sois idiotas. -¿Por qué no me dijisteis lo que pensabais de Marc? -inquirió Samuel. -¿Cómo te vamos a contar unas sospechas infundadas? Si luego no fuera cierto... podrías sufrir más. Además, esas cosas al final no se pueden esconder y fluyen solas, como ha terminado por pasar. -¿Y la novia? ¿Le ha puesto los cuernos a la novia? -se oyó a David. -La ha dejado por mí. Joder, estoy en una nube, en serio. A veces lo pienso y no me lo puedo creer. -se recostó en el respaldo del sofá con los ojos cerrados y una tremenda sonrisa en la cara. -¿Cómo fue? Samuel, ¡cuenta! -le instó ella, ansiosa. -No sé, pasó... y... bueno, él me había escrito una canción preciosa, sobre mis besos... sólo que yo no sabía que era para mí. Al final, acabamos los dos en mi cama y... -¡¡Sí!! -Déjale seguir loca. -David trajo tres zumos, comenzando a beberse el suyo satisfecho. -Sigue contando.

-Lo tenía detrás de mí en la cama y va y me suelta que había dejado a la novia, que estaba enamorado de otra persona, poniéndose a llorar... -Pobre... -Acostumbrado a verlo sonriente a todas horas, me preocupé muchísimo. Y de pronto me estaba besando, aunque yo pensé que era una de sus típicas bromitas. -¡Pero hombre! El tío ahí todo desesperado comiéndote la boca, y tú creyendo que está de coña. Qué capullo eres. -Tienes razón David, pero tío, es que no me lo podía creer. Bueno, luego mi pobre Marc se apartó llorando más, todo arrepentido, y yo... -carraspeó avergonzado. -¿Ahora viene la parte porno? -Sí... -sonrió el moreno. -Pues con todo respeto, me retiro a la ducha. -Qué desaborido eres cari, el chico contándonos su primera vez y te rajas. -A ver Sara, que soy un tío y esas cosas pues... -No te preocupes David, no me ofendo. -comentó Samuel, divertido. -No sí... esta niña en cuanto te saque toda la información se empeñará en hacérmela saber con todo lujo de detalles. Así que no escatimes, estoy igualmente condenado. -¡Idiota! -Sara le tiró un cojín que su novio esquivó mientras se dirigía al baño. -Ahora que se ha ido ese tonto, cuéntamelo todo por los dioses, por lo que más quieras. -se agarró a Samuel con tanta fuerza que le hizo daño. -Pues me quité la ropa, y le pedí que me follara. -la mandíbula de la chica cayó inmediatamente en señal de pasmo. -Y lo hizo Sara, me lo hizo tan bien que cada vez que me acuerdo... dios... -cerró los ojos extasiado y con una sonrisa estúpida en la cara. -¿Él a ti? -Samuel asintió. -Sentir su piel, su calor, su boca por todo mi cuerpo, sus manos, sus músculos, su... bueno, su polla... dentro de mí de aquella manera... Es tan... tan atento, tan romántico. Le quiero de verdad. -¿Y él, te quiere? -Sara estaba apunto de llorar de emoción, qué tonta se sintió. -Sí, me quiere desde que me vio de lejos. Hace tres meses que me quiere, por eso todo lo que ha hecho por mí ahora lo veo desde otra perspectiva. Es como si hubiese tenido un velo delante de mí que me hubiese impedido ver lo evidente.

-Ya lo sabía yo. ¡Lo sabía! -Y luego me llevó a la piscina de madrugada. -¡Está loco! -Sí, pero fue increíble, porque me pidió que yo se lo hiciera a él. Y lo hicimos en el agua, fue alucinante. Luego estuvimos hablando de muchas cosas en la habitación, nos volvimos a costar aunque no hicimos el amor hasta el final, ya me entiendes, pero igualmente fue fantástico sentirme así. -¿Y dónde está? ¿Está abajo? -No, no. Se fue a su casa. -¿Por qué? -ella pareció disgustada. -Yo se lo pedí. -¿Y eso? ¿No quieres estar con él? -parecía confusa. -Claro que sí, se ha marchado y siento que falta un trozo de mí. Una sensación como si algo me estirara hacia él. Pero quería que estuviera con los suyos unos días. -Has hecho bien, eso es muy bonito. -Sara se echó a llorar desconsoladamente. -¡Sara! ¿Qué te pasa? -la atrajo hacia sí. -Es que estoy súper contenta. -dijo en medio de un berrinche. -Pues no lo parece. -Has sufrido tanto, y ahora al fin... -no pudo continuar. David salió recién duchado y los miró sorprendido. -Sara... -No pasa nada... es que estoy muy contenta. -Qué tonta eres. Siempre tan romántica. Ven aquí. -David la meció con dulzura, con sentimiento. Y Samuel les miró, sonriente, sabiendo ya lo que se sentía siendo mecido y amado por la persona deseada...

oOoOoOoOo Samuel volvió a la residencia como flotando, casi brincando, a veces hasta corriendo. Sus amigos lamentablemente no podían ir a comer con él, porque tenían obligaciones familiares, aunque se apuntó finalmente a la fiesta de fin de año en casa de Sara. Sentía que ya no quería pasarla solo, al menos estaría con gente, y con Marc aunque fuera a distancia. Justo al entrar en el cuarto, su móvil sonó. Creyendo que era una llamada de su novio, contestó corriendo sin mirar. -¡¡Hola!! -exclamó. Al principio nadie dijo nada. -¿Marc? -Soy yo. -una voz áspera le contestó, dejándole pasmado. -Oh... papá... -susurró evidentemente desilusionado. -¿Quién es Marc? -indagó el padre, molesto. -Ya te lo he dicho, es mi compañero de cuarto en la residencia. -Hoy me han llegado unos recibos del banco. -cambió de tema por el desinterés. -¿Qué es eso de una compra tan cara en una tienda de ordenadores? -Pues un portátil. -contestó escuetamente. -¿Y esto de telefonía móvil? -Un móvil, el que tenía se rompió. -Te has pasado un poco con la tarjeta. -Me diste carta blanca, precisamente para que no te molestara con mis problemas académicos. -así que para eso le llamaba, pensó ofendido. Típico de él. -Pero no tanto. -Los necesitaba papá, sino para qué los voy a comprar. -no era del todo cierto, pero eso no importaba. - ¿Para eso me llamas? -No. -"No, pero lo dice igualmente" pensó. -¿Y bien? -Feliz año nuevo hijo. -Igualmente. -de nuevo silencio por parte de su progenitor.

-¿Vendrás en las siguientes vacaciones? -No lo sé. -Bien, ¿vas a pasar el fin de año con alguien? -Sí, con unos amigos de la universidad. -Bien. -Samuel ya se estaba impacientando, cuando se le vino algo a la mente. -Papá, necesito que me mandes el violín. -¿Para qué?- preguntó con evidente enfado. -Para tocarlo. Que ya no vaya al conservatorio no quiere decir que abandone mi práctica. -Bueno, ya veremos. -¡Ya veremos no! Es mi violín. -contestó crispado. -No quiero discutir Samuel. -Ni yo papá, pero quiero el violín por favor. -cambió de registro a ver si conseguía algo. -Está bien, la semana que viene te llegará por mensajería. -Otra cosa. ¿Pasaría algo si me voy a un piso alquilado? -¿Y eso para qué? ¿No te gusta la residencia? -No está mal, pero... -Ahora no puede ser, mejor para el curso que viene. -Samuel suspiró, conocía ese tono, era el de "No hay más que hablar". -Vale. -de nuevo silencio. -Ya hablaremos hijo. Hasta luego. -Hasta luego. - el chico colgó, desasosegado. Como para decirle "Papá, soy gay y Marc es mi novio". Y entonces el mundo conocido llegaría a su fin. El Apocalipsis.

Se fue a la ducha, con las prisas de aquella mañana no había podido y todavía le quedaban restos de semen por aquí y por allí. Bostezó bajo el agua caliente, qué sueño. Se

secó el pelo, y fue directo a dormir desnudo la siesta a la cama de Marc, para poder recordar su olor. Aspiró sobre la almohada profundamente, llenándose del aroma del hombre que amaba, y soltó el aire con una sonrisa en la boca. -Te echo de menos. -miró el móvil, tenía un mensaje. Ansioso lo leyó.

"Mi chico, techo d menos.luego t llamo, my family m tiene scuestrado.t quiero, t quiero, t quiero mucho.t comere toda la pxxx :d muac! J :* :* :* "

-Ay, Marc... -besó la pantalla del móvil con ardor y le contestó con otro sms, metiendo luego el aparato bajo las mantas, bien agarrado para enterarse cuando le llamara. Cayó rendido como un tronco, tras tantas emociones.

oOoOoOoOo

Nada más bajarse del avión y recoger la maleta, Marc intentó llamar a Samuel, pero no le dio tiempo. Su familia al completo fue a buscarle. Llevaba tres meses sin verlos, y eso le puso muy contento muy a su pesar de no haberse quedado con Samuel.

-¡¡Marcos hijo!! -la primera en darle un beso y un abrazo fue su madre, su padre le palmeó la espalda y besó en la mejilla. -Qué cara de cansancio traes. -apuntó su progenitor. -Ya... no te preocupes. Esta tarde dormiré la siesta un rato. -Llevas el pelo muy largo, pero te queda genial. Qué hijo tengo. -su madre estaba emocionada de tenerle allí. Samuel llevaba razón en todo. -Eh capullo, ¿por qué me miras así? -Su hermano le observaba con cara de mala uva. -Porque eres idiota. -Ja, enano. -le dio una colleja en el cogote.

-Eh chicos, haya paz. Vamos para casa. -su padre les cortó raudo con su tono de no dejar pasar ni una. Acataron sin rechistar, pero mirándose de reojo por si las moscas. Se subieron los 4 al coche familiar para volver al pueblo. Por suerte no andaba lejos del aeropuerto, o por desgracia, pues el ruido de los aviones iba y venía de vez en cuando. -Enhorabuena Marc, por tu record. -Gracias papá. -Oye Marcos, ¿y ese amigo tuyo, Samuel? -aunque sus padres no se dieron cuenta, se puso rojo, algo que su hermano sí percibió. -Se ha quedado en la residencia. -¿Él solo? Haberle obligado a venir. -dijo su madre, inquietada. -No te preocupes mamá, estará bien. Ya vendrá más adelante y así... así os lo presento... -tragó saliva con nerviosismo. -¿Pasamos a por unas pizzas? Es tarde para preparar la comida. -¡¡Sí!! -su hermano se puso como loco. Mientras armaban jaleo, aprovechó para mandarle un mensajito a su chico. Ya lo llamaría más tarde. Poco después recibió contestación;

"yo si q techo d menos tonto,voy a mimir n tu cama n rato.soñare q stas aquí y q m comes toda la pxxx ;d mmmm XDDD te amo tonto, te amo muchomucho :* :* :* " Marc sonrió con cara de imbécil, completamente enamorado hasta las trancas. Estaba feliz de ver a su familia, sin embargo echaba de menos a su chico dolorosamente, como si le faltara la parte más importante de todo su ser.

oOoOoOoOo

La vibración previa del móvil, ya le despertó antes de que se pusiera a sonar, así que descolgó rápido. -¿Si? -preguntó con voz ronca, somnoliento. -Hola sugusito... -la voz de Marc era casi un susurro.

-¿A quién llamas eso, tonto? -Samuel sonrió al escucharle, qué emoción. -A mi sugusito de fresa. A mi caramelito. -¡Idiota! Me das vergüenza. -alegó divertido. -Eres un tonto. -Ay, es que estoy súper enamorado, ¿sabes? Te quiero un montón. Y me pongo moñas, y cariñoso. ¿No puedo llamarte así? -Samuel se lo pensó un poco, le daba vergüenza y sin embargo le gustaba. -Bueno... pero sólo en privado. -¿Qué hacías? -Estaba durmiendo todavía. -Son las 7 de la tarde. -Oh, ja, ja. Mi príncipe azul me ha despertado. -bromeó. -Yo también he dormido un poco después de comer. -Samuel recordó que no había comido, el estómago le pedía alimentos. -Pero me faltabas tú entre los brazos. -Y tú a mí. Pero estoy durmiendo desnudo en tu cama, y a veces me da la sensación de que estás aquí conmigo. -Porque lo estoy cariño, lo estoy. Hazte a la idea de que lo estaré para siempre. -Más te vale. -le amenazó cariñosamente. -Más te vale abrazarme siempre... -¿Y si me quedo calvo me querrás igual? -¡¡Qué tonterías dices!! - se echó a reír. -A ver si nos quedamos los dos calvos. -Espero que no, ja, ja. -¿Y tú qué haces? -Llamarte, sugusito, para decirte que te quiero. -Así que me quieres. -¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho?-parecía sorprendido. -Tú, me lo acabas de decir, tonto. -Marc rió a gusto.

-¿Y tú? -¿Yo qué? -Eso... -Eso... qué es... -jugueteó Samuel. -Que si me amas... -Te amo... -susurró casi en un gemido de placer, que a Marc le pareció lascivo. -Si me lo dices así... me correré... -Te amo... -repitió, esta vez sí fue un suspiro sexual. -Marc... -Eres un maldito provocador, ¿lo sabías? Yo no lo sabía al conocerte. -¿A caso te ha decepcionado que sea así? -Ni loco. Ha superado todas mis expectativas. Reconozco que te imaginaba de otro modo, como más sumiso... o como menos fogoso... más frío... -No soy sumiso ni frío... -Eso ya lo he comprobado... y me vuelve loco. -Aparento ser frío por fuera, para que mis sentimientos no se vean, pero por dentro me queman, quieren salir. Tú has hecho que surjan multiplicados por mil. Y a cada segundo que pasa, más te deseo y anhelo que vuelvas y hagamos el amor como dos bestias en celo... -susurró roncamente, con la boca pegada al teléfono, excitado. -Demonio de hombre... ¿sabes que me tienes empalmado? -¿Sí? ¿Cómo de empalmado? -Mucho, a punto de reventarme en la mano. -¿Te estás masturbando? -el mismo deslizó su mano libre a la entrepierna para asir bien su verga y comenzar a sacudirla. -Por supuesto. Me estoy imaginando tu polla, su olor, su sabor, y cómo te la voy a chupar. -Me gusta cómo me la comes. Hazlo más deprisa. -jadeó excitadísimo.

-Te lamo con mi lengua, te muerdo la punta, me la meto en la boca y es tan grande que casi ni me cabe, y me muero de gusto. -a Marc la boca se le hizo agua mientras sentado en su cama y con las piernas abiertas, continuaba masturbándose. -Y yo te cojo de la cabeza y hago que te la metas más, y me muevo hacia arriba y abajo para... ah... me voy a correr Marc... -Samuel... - durante unos segundos, sólo se escucharon los jadeos de ambos. -Samuel joder... sí... -Marc... Marc... ¡Marc! -acabó subiendo el tono hasta casi gritar cuando el orgasmo le sobrevino manchando a ráfagas las sábanas. Y también le resultó muy satisfactorio saber que a Marc le había sucedido igual. -Lo he puesto todo perdido por tu culpa. -se lamentó Samuel, que no tenía pañuelos a mano. -Empezaste tú, yo sólo te seguí el juego. Debajo de mi almohada hay un paquete de pañuelitos. -Espera un momento... -Samuel se limpió el semen de su sexo, de las manos y del colchón. -Ya... -Me ha encantado hacer el amor contigo Samuel... -Y a mí, Marc... ¿Lo repetiremos mañana? -Mañana y todos los días y todas las veces que queramos. -Cuando me compré el consolador, ¿A qué no sabes en que cama lo probé? Desnudo... -Marc permaneció callado, alucinando. -Guarro. -Samuel se rió a gusto. -¡En mi propia cama con otro! -¿Todavía te pone celoso un falo de látex? -No sabes lo malo que me pones, pervertido con gafas. ¡Y parecías tan inocente, casto y puro! -Cuando me lo metí, me imaginaba que era tu cosita. -bromeó. -Eres malo, muy malo. Te portaste mal, en mi cama con eso. ¡¡Pero yo soy mejor!!-Marc se creía lo que decía de veras. -¿En serio? -¡¡Claro!! -afirmó ofendido.

-Creo que quiero que me lo demuestres, que me demuestres que eres mejor. -Maldito capullo, te voy a follar de tal modo que te haré correrte 5 veces seguidas de puro placer brutal. -le retó. -Aquí te espero... príncipe... -Sugusito.

Ambos se echaron a reír de pura felicidad, y estuvieron hablando largo rato más de mil tonterías. Marc reconoció que estaba feliz de hallarse con los suyos, Samuel le contó la conversación con su padre y con sus amigos, y se dijeron mil veces lo mucho que se echaban de menos.

oOoOoOoOo

-¿Quieres uvas? -Sara se las tendió a Samuel en un vasito chico. -Siento que no estén peladas, pero en el súper ya no quedaban. -Me gustan más así, con piel y pepitas. -Estaban en casa de Samuel, en la fiesta de fin de año. Diversos amigos y amigas de la pareja seguían riendo y hablando en el salón. -¿Te lo estás pasando bien? -Claro, muy bien. -Te veo algo triste. -Samuel suspiró. Estaban solos en la cocina, preparando las uvas para los convidados. -Le echo de menos. -Pobre... -le revolvió el cabello. -Un montón de menos. Ahora me arrepiento de haberle mandado para casa. -Te entiendo, al conocer a David, como vivíamos lejos al principio, el tiempo separados era duro. Pero mira, la semana que viene ya tienes a Marc de vuelta. -Lo sé, tengo muchas ganas de verlo. Sara, quiero pedirte un favor.

-Lo que sea. -Ayúdame un poco a mejorar mi aspecto. -¿Qué le pasa? -ella le miró de arriba abajo dubitativa. -Mi ropa es ancha casi toda, mi pelo tan descuidado. Las gafas. -Lo de la ropa es fácil, el pelo se puede cortar y darle forma, y las gafas... tonto, te quedan muy bien. Marc se ha enamorado de ti por cómo eres, no quieras cambiar tanto. -Sólo un poco, como él es... tan guapo... no quiero que se fije en otro. -Por lo que me has contado, lo tienes besando el suelo por donde pisas, lamiéndote los pies y dando la vida por ti. Pero te ayudaré si eso es lo que quieres. -Gracias Sara, te quiero mucho. -se atrevió a estrecharla entre los brazos, y ella le devolvió el abrazo efusivamente. -¡Dios mío! -la voz escandalizada de David los asustó. -¡En mis narices! -No me van las tías, tranquilo. Pero si me fueran te la quitaba. -Oh, mal amigo. -se lamentó el chico quitándole a Sara de los brazos. -Es toda mía, la tengo subyugada por mis encantos naturales. -No te lo creas tanto, soy yo la que te tiene subyugada. -Sara le acarició la nuca. -Ay... no me hagas eso en público... -bromeó. Samuel de nuevo les observó, y no supo si él sería capaz de llegar a tanto en público con Marc, en la intimidad se deshacía fácilmente de todas las cadenas, sin embargo delante de la gente sabía que le iba a costar Dios y ayuda. Esperaba que Marc fuera paciente. Justo le sonó el móvil en el bolsillo del pantalón, era su chico. -Perdonad. -se escurrió hacia una de las habitaciones libres, encerrándose por dentro para no ser molestado. -¿Si? -Sugusito. -¡Capullo! -Eso en tus labios suena como los ángeles, ah... qué felicidad. Te llamo antes de que den las doce campanadas, porque luego será imposible por la saturación de líneas.

-Te iba a llamar yo ahora. ¿Cómo lo pasas? -Es agradable estar con mis padres, lo del cabroncete de mi hermano ya es otra cosa. Luego he quedado con mis amigos para irnos de fiesta, pero ¿sabes? Me vas a faltar tú en todo lo que haga. -Lo siento. Me arrepiento de haberte obligado a ir. -confesó. -No te arrepientas, tenías razón. El año que viene celebraremos el fin de año juntos, con mi familia que será la tuya. Ya les he dicho que he dejado a Sabrina porque estoy saliendo con otra persona. Me han preguntado, pero no les he dicho que eras tú, ¿vale? Quiero que lo hagamos juntos, decírselo. Quiero que a partir de ahora, lo hagamos todo juntos. -Sí... -a Samuel se le cayeron las lágrimas silenciosamente, pero sonreía. -¿Qué te pasa? -Que te echo tanto de menos que me duele todo, joder... -la garganta se le cerró. -No llores cariño, yo estoy contigo. Y también te echo de menos muchísimo. Estoy loco por ti. -¿En serio? -Completamente en serio. -Que pases un buen fin de año. -Y tú, diviértete con Sara y David, te lo mereces. El año que viene hablamos. -Samuel rió. -Y haremos el amor otra vez... -dijo con voz sensual. -Lo estoy deseando... ¡¡no me lo recuerdes que no es momento!! -unas voces de fondo llamaron a Marc. -Me voy, van a dar las campanadas y mi madre ha preparado las uvas. Espero no atragantarme como el año pasado. -Te quiero mi príncipe... -Mi Samuel... mi chico... siempre mi chico...

Y así llegó el fin del año, entre risas, atragantamientos con uvas, jolgorio, alcohol y diversión. Pero Marc y Samuel se echaron de menos, deseando que el nuevo año fuera especial para ellos. Y lo sería...

Nota: En España existe la tradición de comer una uva con cada una de las 12 campanadas de fin de año, ya que en el pasado, hubo un año de exceso de uvas, repartiéndose entre la gente y desde entonces se ha convertido en esa tradición española. Notas finales: Bueno, este capítulo es algo así como un intermedio para la segunda parte de esta historia ^^ Espero que os hayan gustado las conversaciones que han ido teniendo unos con otros. Intento ser realista, es natural hablar así con tu pareja o con tus amigos de verdad, bromear ^^

Gracias a todas las personas que me han dado esos ánimos, lamento no contestar los mensajes, pero son muchos y me cuesta ponerme, eso no quiere decir que no los lea y aprecie, los amo con toda el alma. Por eso he querido agradecéroslo escribiéndoos este capítulo lo antes posible ^^ A partir de ahora iré más lentamente, debo descansar de Susurro, y escribir un poco de No te escondas (razas), que entra en su recta final. Poco a poco, pero Susurro no acaba aquí, sigue ^^

Y ya por último, he hecho un blog/tienda con mis cositas y las de una amiga mía ^^ Espero que lo visitéis XDD AH! Y si alguien va al salón del Manga, que venga verme a mi stand de fanzines de L&N ediciones, con una piruleta gigante XD Me haría mucha ilusión. http://lnediciones.blogspot.com/ Un beso y abrazo enorme a tod@s, gracias y mil gracias. Me pondré bien, lo superaré. Pero necesito tiempo.

Laura. Volver al índice Volverte a ver... es todo lo que quiero hacer... por Dorianne

Susurro de besos 17

Volverte a ver... es todo lo que quiero hacer...

Había aguantado hasta pasado Reyes por su madre, y aunque la había informado de lo mucho que tenía que estudiar, y de que debía volver a la residencia, ella no había atendido a razones. Era una buena madre, sin embargo demasiado protectora. Sabía que le veía un niño, aunque ya fuera un hombre hecho y derecho que le sacaba tres palmos. Tuvo que aguantar sus preguntas e indagaciones sobre la "nueva novia". Le contó un poco la verdad, que nada más verla se había enamorado de "ella", y que aunque no tenía esperanzas de ser correspondido, no pudo hacer más que dejar a Sabrina y suspirar en silencio como un idiota. Se inventó un nombre, doliéndole en el alma traicionar así a Samuel, aunque nada más podía hacer por entonces. Cuando su madre lo vio suspirando por los rincones, acabó por ceder dejándole marchar de vuelta a la universidad. -Marcos... -comentó ella un día-... ¿tanto la echas de menos hijo? -Claro mamá. -Pues ale, cómprate el billete y largo de aquí. -y se fue riendo. Así que ni corto ni perezoso, llamó a Samuel para darle la gran noticia. -Sugusito. -susurró al oír su risa, nada más descolgar. -¿De qué te ríes? -De que me llames así. -Pero si no te lo había dicho todavía.-él volvió a reír. -Te ríes de mí... -Claro, pero sólo de ti, no te pongas celoso. -Te llamo para decirte algo muy importante. Ya vuelvo. -¡Cuándo! -Supongo que mañana o pasado mañana. -mmm -¿mmm? ¿Sólo dices eso? -musitó decepcionado. Samuel le dio un beso vía teléfono. -Eso ya me va gustando más. -Me hace muy feliz que vuelvas, te echo mucho de menos. -Anda que yo. Mi madre me ha visto tan triste... que le ha soltado la correa al pobre cachorrito. -Yo cuidaré del cachorrito... -¿Cómo? -susurró con voz ronca, excitada. -Hasta que no vuelvas, no te lo pienso explicar. -¡Oh! Es injusto. -anduvo quejándose. -Estoy en una cafetería. -explicó. -En la de la pista de patinaje. Y Albert me ha puesto un montón de caramelos. -Marc abrió la boca escandalizado al máximo, casi furioso de celos. -¡Ni se te ocurra comértelos! -Ja, ja, lo siento... éso, ya es demasiado tarde. -¡Quiere follarte! -Eso ya me lo habías dicho antes. Y aunque fuese cierto... -¡Lo es! Sabe que te gustan los caramelos y...

-Así que tu única razón para regalarme tantos era esa.... -ahí Marc tragó saliva y balbuceó un poco avergonzado. -B-bueno, confieso q-que en parte... sí. -Así que en parte. Entonces tendré mucho cuidado con las intenciones de Albert, ahora ya te empiezo a creer más. -¡Ten cuidado! -ahí Samuel comenzó a desternillarse de risa, casi ahogándose, unas risas conocidas le acompañaron. -Es que parece que te lo creas Marc. Jajajajaajaja. -¡Oh! Siempre acabas ganándome, no sé cómo lo haces pero me tienes besándote los pies. -contestó ofuscado y con la cara roja de vergüenza. -Te quiero, y te espero... -Tengo una sorpresa para ti. -¿Qué es? -Es sorpresa, ya te lo he dicho. -Bueno, me conformaré... -Estás con Sara o con David. -Con Sara, ya ha vuelto y hemos salido a tomarnos un café y a contarnos cosas... -Dios, no quiero ni pensar cuánto de nuestra intimidad conoce ya. -Te prometo que el mote es sólo nuestro. Atontado... -No sé si eso me consuela. -se lamentó. -En cuanto sepas cuándo vienes, dímelo e iremos a buscarte en coche. -Sí cariño. -una risa de Samuel fue su despedida, música para los oídos, por eso la grabó en el móvil la noche antes de volverse a casa, y antes de irse a dormir y de hablar con él, ponía el vídeo de su chico mirándole, sonriéndole a su lado en la cama, y riéndose... de él...pero riéndose. Fue eso lo que lo ayudó a sobrevivir tantos días, pero por el contrario, también fue lo que alimentó la sensación de apremio y las ganas de abrazarlo tan fuerte como para que ambos se unieran de nuevo en un solo ser, uno, que nunca más se separaría en dos mitades. Y para eso debían quedar menos de 5 minutos. Se precipitó por las escaleras que llevaban a la zona de equipajes tan rápido que no cayó de bruces de milagro, pero ni se percató de ello de tan nervioso que estaba. Buscó su maleta ansioso entre las otras, y cuando dio con ella echó a correr hacia la salida del aeropuerto, mientras se alisaba el pelo intentando parecer guapo para Samuel. Ya fuera, buscó ansiosamente a su chico entre la multitud sin dar con él. Miró el móvil, ninguna llamada o mensaje. Tal vez él y Sara se habían retrasado un poco, no pasaba nada. Esperó sentado escribiéndole un mensaje a Samuel, casi le temblaban las manos de nervios. Qué sensación tan extraña y apremiante. Justo a su lado se sentó alguien, al que ni miró de reojo, pues estaba concentradísimo en la pantalla de su móvil, por si le llegaba una respuesta, cosa que sucedió poco después. "Estoy sentado a tu lado, pedazo de tonto" Eso ponía en el sms. Marc miró a su derecha y encontró a Samuel con una sonrisa divertida en los labios. Se quedó completamente alucinado ante lo que vio. No se esperaba encontrarlo allí tan tranquilo, pero mucho menos con aquel aspecto tan cambiado. Estaba realmente... increíble. En silencio le observó sólo unos segundos. Se había cortado el pelo,

aquellos rizos ya no tapaban su cara, estaba distinto, y sin embargo tan hermoso... llevaba un corte muy moderno y muy sexy. Y para colmo, la forma de vestir también estaba cambiada, las camisetas y pantalones anchos, dejaban paso a una camiseta negra ajustada, una chaqueta corta de cuero, y unos pantalones de lo más modernos, ajustados a su estrecha cadera y torneadas piernas. Dejó soltar el aire contenido por la impresión, y consiguió sonreír como un estúpido enamorado. No dijo nada, tan sólo acertó a agarrarlo de la solapa de cuero para plantarle un beso en los labios. Samuel a su vez le sujetó por el cuello dejándose besar, con el estómago derretido ya de tantas emociones. Le costaba hacerlo con tanto público, pero no pudo evitar dejarse llevar por unos segundos al menos, subyugado por el efusivo impulso de Marc. Finalmente tuvo que apartarlo de sí, un tanto avergonzado pero con la sonrisa imborrable en los labios mojados por la saliva. -Bienvenido Marc. -Estás increíble. -Aunque el rubio volvió a acercársele, tuvo que echarse para atrás. -Aquí no más, me pone nervioso. Por favor... -añadió tras ver la ansiedad en los ojos de Marc. -¿Pero qué te has hecho? Estás increíble. -repitió con un brillo febril en los ojos. -Estás... -Muy cambiado, ¿no? -bajó la cabeza para tocarse el pelo de la nuca. La mano de Marc le rozó el pelo del cuello, lo que le hizo tener un latigazo de placer en público. -Estás increíble. Dios, es que no me esperaba algo así. Increíble. -no cesaba de repetirlo. -Le pedí a Sara que me ayudara a cambiar mi antiguo yo externo, porque ya no me sentía a gusto con él. -Estás buenísimo. -el nadador se mordió el labio mirándole de arriba abajo y de abajo arriba. -Exagerado. -Te lo haría ahora mismo con la ropa puesta, de lo sexy que estás. Te lo juro. -Shhhh -Samuel se levantó, a lo que Marc se fijó en el trasero que le hacían aquellos pantalones. Tuvo que morderse los nudillos por no poder meterle mano allí mismo. -Por favor, no me hagas esto.- le rogó levantándose del asiento. Caminaron pegados pero sin cogerse de las manos, aunque Marc no dejó de intentarlo, Samuel se le escurrió deliberadamente muy a su pesar. -Yo no hago nada... -Sí lo haces, te pones cañón, y encima me torturas. -En público no. -Nadie nos conoce. -objetó sin obtener respuesta. -Sara nos espera allí, corre. - pasaron la calzada corriendo y metieron la maleta y las bolsas en el maletero, sentándose seguidamente en los asientos traseros del vehículo. -Gracias Sara. -comentó Marc mientras se acomodaba en una esquina. -De nada Romeo, y a ver qué hacéis ahí atrás, que es muy difícil limpiar las manchas y yo tengo que estar atenta a la conducción. -Tranquila, me portaré bien. -No lo digo por ti, sino por ese calentorro de Samuel... -casi ni acabó la frase, al ver a Samuel tirarse encima de Marc para comérselo a besos. Miró a la carretera y comenzó la marcha hacia la residencia "Todo lo rápido que puedas", según la petición de su amigo. El burrotaxi a su servicio señores. La lengua de Samuel lamiendo la suya con esa ansia lo pilló por sorpresa. Con lo modosito que parecía en público no pensó conseguir ni un delicado beso más, hasta llegar a

su habitación compartida. Pronto dejó de pensar tonterías, dejándose arrastrar por la pasión, llevando las manos a aquel trasero tan prieto. Y es que Samuel estaba sentado a horcajadas encima de él, y le abrazaba con fuerza por el cuello, apretando su boca, comiéndosela literalmente. Lo rodeó por la cintura para apretarlo muy fuerte contra sí. -Te quiero mucho -susurró Marc. -Y yo a ti. Te he echado mucho de menos, muchísimo. -se le saltaron las lágrimas. -Ey... -Estoy feliz, no te asustes, muy feliz. -Me gustas mucho con tu nuevo aspecto. -¿Más que antes? -preguntó ansioso. Marc lo agarró de la cara como sólo él lo hacía. -Samuel, ¿Ésto lo has hecho por mí o por ti? No me mientas. -Samuel vaciló un poco. -Por ti... -¿Pero por qué? Si ya eras perfecto. -Quiero estar a tu altura, al menos en lo que pueda. -¿A mi altura? -no comprendía. -Sí, ser... ser guapo como tú, y sexy y... -Marc lo acalló con un beso en los labios. -Pero si ya lo eras, tonto. Aunque si lo que te gusta que te diga es que estás más guapo ahora, sí... estás increíble. -No me lo digas por pena. -el rubio suspiró divertido. -Estás para follarte, comerte hasta los huesos y chuparse los dedos después. Lo estabas antes, lo estás ahora y lo estarás siempre para mí. Me gustan todos los Samueles que hay en ti, del primero al último. -con las manos le recorrió el cuerpo lentamente, por encima de los pantalones, y por debajo de la camiseta, mientras Samuel parecía que se le dormía en el hombro, aunque en verdad sólo se dejaba mecer por su novio, con el que por fin volvía a estar... como en una nube. oOoOoOoOo

-Tortolitos, hemos llegado. -Ambos chicos rezongaron un poco, y es que se sentían muy a gusto así abrazados. Sin embargo bajaron del automóvil para sacar las maletas. Marc estaba muy nervioso, tenía unas ganas tremendas de estar a solas con Samuel, para poder besarlo en esa boca tan sensual que poseía. Por su parte, el moreno también notaba esa sensación en el estómago tan apremiante. -Gracias Sara. Ya quedaremos. -Tranquilo, pasadlo bien.- sin más dilación, la chica se marchó dejándolos solos ante el peligro. Al entrar en la residencia universitaria, había ya bastante gente de vuelta. Aunque quedaban un par de semanas para que los exámenes dieran comienzo, muchos preferían volverse para poder estudiar mejor. -Hay bastante gente. -comentó Samuel. -Ya... -suspiró Marc, no le gustaba el ambiente. Se moría de ganas de vivir a solas con su chico, todos aquellos compañeros estudiantes le sobraban. Algunos lo interceptaron de camino a su habitación, para saludarlo. Lo llevó lo mejor que pudo, pero siempre mirando de reojo a Samuel, más concretamente a su trasero prieto. Y es que se estaba poniendo malo e impaciente. Despachó rápidamente los obstáculos, y casi empujó dentro de la habitación a

Samuel, que sonrió divertido. -¡¡Me estaban agobiando!! -se quejó el nadador. -Yo sólo quería llegar y... -no pudo ni terminar la frase, pues el moreno se le tiró literalmente encima, aplastándolo contra la puerta de salida. Las manos de Marc fueron directas al codiciado trasero, sintiendo las nalgas en tensión bajo la tela vaquera ajustada. Y es que Samuel apretaba su pelvis contra él de forma tajante, frotándose dolorosamente, apremiante por dejar su sexo libre. Marc tironeó de la chaqueta nueva hacia atrás con algo de dificultad, consiguiendo finalmente arrancársela del todo. Lo levantó del suelo casi con un solo brazo hasta tumbarlo sobre su cama, Samuel gimió al sentir todo el peso de su novio sobre él, caliente y apremiante. -Marc... -Te echaba de menos, mucho de menos. -Y yo... -suspiró apenas sin fuerzas, subyugado por el ardor de la boca de Marc que cubría y se comía la suya. Éste le quitó las gafas, quedándose prendado inmediatamente del azulado color de esos ojos lánguidos. Sin dejar de mirarlo intensamente, deslizó su mano caliente bajo la camiseta negra del chico, que sintió cómo un escalofrío apasionado le recorría todo el cuerpo. Gimió de puro gozo. -Me pone como loco esa forma de gemir que tienes, eres un lascivo y un pervertido. -Samuel se echó a reír involuntariamente. -El pervertido eres tú, por meterme mano de esa manera tan certera. Sabes dónde tocarme, siempre lo sabes... guarro... -Sí, soy un guarro, pero es porque estás demasiado bueno como para no volverme loco. -de un tirón le arrancó la camiseta sexy, besándole la piel suave, los pezones duros. Con la lengua, bajó sensualmente hasta el ombligo, mordiendo éste después, a la par que bajaba la cremallera del pantalón vaquero bajo el cual había una verga abultada que apremiaba por salir. Marc se detuvo un instante para poder quitarse él sus propias prendas moletas. Samuel le miró el torso musculoso y desnudo de forma embelesada, como si todavía no pudiera creerse que aquello fuera real de nuevo. El rubio se quitó los zapatos, calcetines, pantalón y calzoncillos hasta quedarse del todo desnudo, enseñando orgulloso su inflamada erección. -¿Has visto cómo me tienes Samuel? -Te tengo justo como yo quería... -le puso la bota sobre el hombro para que se la quitara. Marc lo hizo poco a poco, con lánguida sensualidad. Tras despojarle de los calcetines, besó sus pies devotamente. Agarró la cinturilla del pantalón, junto a la de los bóxes, para tironear de las prendas hasta deshacerse de ellas bien lejos. Ambos ya estaban desnudos y preparados. Samuel volvió a sentir el cuerpo, esta vez desnudo, de Marc sobre él. El contacto de ambos pechos calientes fue excitante, emocionante. A Marc le recorrió un escalofrío de puro placer carnal. Sujetó a Samuel por la mandíbula para poder besarlo con profundidad, quería comerse su boca, dientes y lengua, y Samuel no opuso resistencia alguna, entregándose él mismo a aquellos brazos y a aquella voraz boca. Samuel deslizó sus manos hendiendo bien éstas en la carne de Marc al llegar a sus caderas. Y con los muslos lo capturó, llevando las piernas y pies hasta las nalgas prietas del nadador. Los sexos de ambos estaban apresados entre los dos cuerpos, sufriendo y a la vez besándose en secreto. -Samuel, Samuel... -gimió emocionado, abrazándolo con pasión mientras lo besaba en el cuello y clavícula. -Te adoro, te adoro, te quiero... -Te echaba de menos... -susurró el moreno sobre el cabello de Marc. -Hazme el amor, házmelo con fuerza, fóllame con fuerza. -rogó apremiantemente. El nadador le atrapó la boca de nuevo mientras lo ponía de espaldas a él. Deslizó las húmedas caricias hasta su oreja y

nuca, más visibles por el corte de pelo. Le abrazó contra él, sintiendo su trasero contra la pelvis, a la par que Samuel lo friccionaba contra su sexo duro y preparado, con verdadera lascivia. Marc lo agarró de su verga húmeda para sacudirla cada vez con más énfasis. -E-espera. -Rogó Samuel mirándole a los ojos al girar la cabeza. -Quiero que... ah... quiero que entres en mí y mientras me haces el amor... me masturbes. -¿Dónde tienes el lubricante? -En mi mesilla, al alcance de tu mano. -Marc estiró el brazo para abrir el cajón, aunque estaba tan nervioso que le temblaba todo. Sintió cómo su chico se reía de él. -Oh, qué malo eres. Si te ríes de mí no tendrás regalo. -Hacemos un trato. -se dio la vuelta para poder besarlo con ardor. -Yo no me río de ti, te hago esto... -bajó beso a beso hasta tocar con la barbilla la punta de su pene caliente y humedecida. La lamió y chupó hasta enrojecerla al límite. -y a cambio me das mi regalo. ¿Eh? -de Marc recibió una especie de ronco gemido afirmativo. Samuel no esperó más y de nuevo introdujo el pene de Marc en su boca, profundamente, a la vez que le hundía los dedos en las ingles y muslos. El nadador se recostó sobre la cama y miró el techo con ojos borrosos. Abriendo más las piernas, se dejó hacer. Se había imaginado en el avión cómo sería su encuentro. Su chico mirándole tímido desde detrás de las gafas y el cabello oscuro, dejándose abrazar y dar un beso. En cambio halló a un tío que estaba buenísimo sentado a su lado. Y es que él ya sabía que Samuel era un tío que estaba para follárselo, sin embargo su nuevo aspecto más moderno y sexy lo habían dejado alucinado. Fue como si su chico se hubiese trasformado en el hombre que era por dentro, muy sensual. -Oh, dios... -suspiró cuando todo su deseo sexual se concentró en el miembro viril, la energía acumulándose en toda esa zona erógena. Apoyó ambas manos en la cabeza de Samuel, haciéndole sonreír al contacto. Aquellos rizos no estaban ya, pero oh... seguía teniendo el cabello suave como la seda y podía sentir mejor la forma de su nuca. Poco a poco fue levantando la pelvis para sentir que todo su sexo entraba y salía de la boca de Samuel, que gemía de embriaguez, lo cual le henchía de más placer. -Cuidado, m-me voy a correr... -al contrario de lo que creyó, Samuel insistió en hacerle la felación hasta conseguir que se corriera. Marc insistió varias veces más, entre jadeos de éxtasis, pero sin poder ni querer evitarlo y más feliz que nadie. Samuel había querido en un principio ponérsela bien dura para que le penetrara a la primera, y sin embargo el tener su miembro en la boca, sentir sus formas turgentes, saladas, y calientes le excitó más aún, así que siguió hasta conseguir que su leche fuera derramada al completo, tragándosela hasta el punto de succionar lo que quedaba de ella sin el menor remordimiento. -Ahora quiero mi regalo. -exigió con mirada de niño malo. Marc intentaba todavía recuperarse ante semejante ataque. Cogió aire fresco y levantándose del lecho, rebuscó entre sus enseres personales en el interior de la mochila, Samuel sintió un cosquilleo en el estómago al ver una bolsa entera de sugus sólo para él, además, de las más grandes que se vendían. Los ojos se le iluminaron. -Sugus para mi sugusito- Marc lo agarró del cuello para atraerlo hacia sí, mientras el moreno tocaba la bolsa emocionado. Aquello le recordó al episodio en el cual se había levantado tras un día de pesadilla, hallando caramelos por todas partes, como un campo lleno de amapolas bajo el sol radiante. O al menos así fue cómo se sintió en esos instantes. -Te quiero- abrazó a Marc cariñosamente al principio, regalándole unos cuantos besos mimosos. Le miró los labios tiernos y sonrientes con auténtica devoción, enamorado hasta las trancas. Los besó una y otra vez hasta enardecerse de nuevo, dejando a un lado el fantástico regalo, lo cual sorprendió un poco a Marc, aunque le hizo feliz. -Tú sabes cómo poner

cachondo a un tío. -le dijo. -¡Ja, ja, ja! Espero que no te entre un empacho de sugus. -Me van a tener que llevar al hospital, pero por empacho de novio. Porque me lo voy a comer entero, de la cabeza a los pies, como un caníbal. -Samuel le mordió en el cuello con medido éxtasis, no quería dañar al rubio. -Si quieres, la próxima vez me envuelvo en papel de caramelo... -bromeó Marc. -Si haces eso te juro que no quedará nada de ti, porque te chuparé, te lameré, te morderé y al final te tragaré. -esa voz sexy y sensual que ponía Samuel volvió desenfrenado a su novio. -¡¡Fóllame joder!! -susurró excitadísimo el nadador, de pronto y enardecido. -Si insistes, no me voy a negar. -Samuel se sorprendió ante semejante ataque de pasión cuando Marc lo agarró de las nalgas para sentarlo cerca de la pared, dándole un almohadón para que estuviera cómodo. Sin mediar palabra, zarandeó su sexo con energía y pericia para prepararlo, mientras le comía la boca a Samuel, sujetándole por la nuca con tanta fuerza que al moreno le dolió. Y es que Marc sentía como si se uniera con él cuanto más restregaba sus besos en aquella boca tan caliente y húmeda, con sabor a fresa. Como la primera vez, Marc sintió que parecía un sueño, así que quería tomar y tomar antes de despertarse desesperado y anhelante de amor. Y sin embargo, las manos cálidas y fuertes de Samuel en su mandíbula y el contacto velludo de sus piernas a su alrededor, le hacían darse cuenta, felizmente, de que vivía el sueño, pero de forma real y que ya estaba despierto y a la vez imaginando con lo que siempre soñó, tener a su chico entre los brazos y hacer el amor con él, apasionadamente juntos. Era real, vaya que si lo era... -¿Quieres usar el condón? -musitó Samuel entre beso y beso. -No, no quiero. -¿Seguro? Porque nos vamos a manchar... -¿Te da asco? Porque en la piscina no parecía dártelo. -Samuel negó con la cabeza. -Nada tuyo me puede dar asco. -Quiero sentirte tal cual, tocándome por dentro hasta las entrañas. -jadeó Marc cada vez más excitado. Antes de continuar, corrió hacia el lubricante que había caído al suelo, derramando parte del contenido sobre éste. Samuel echó unas risas al ver lo nervioso que se ponía ese tonto cuando se trataba de acostarse juntos. -Lo siento... -Queda más que de sobra para terminarlo hoy. -Hay mucho. -Eso he dicho... mucho... -insinuó. Marc tembló ante la posibilidad de pasarse el resto de la tarde haciendo el amor, como lo hacen los conejos, con su chico. -Pónmelo tú, pero prométeme que esta vez no serás tan brusco, que la última vez me rompiste el culo, insensible. -le pasó la crema a Samuel. -Yo no voy a hacer nada, lo vas a hacer tú... -lo dijo con total naturalidad, convencido de ello. Un escalofrío por toda la columna, hizo ponerse tenso a Marc, cuando sintió el dedo de Samuel introducírsele en el recto. Apoyó los antebrazos en la pared y arqueó la espalda relajándose y permitiendo a su chico que introdujera hasta tres dedos, con cuidado y mimo. -¿Estoy siendo considerado? -Mucho... -gimoteó deshaciéndose de placer. Paso a paso, Marc y Samuel se ayudaron mutuamente a que todo fuera placentero. Marc se mordió el labio al sentir un dolor por toda la zona de la rabadilla y más arriba, que poco a poco fue dejando paso a un extremo placer cuando el turgente pene de Samuel se abría paso. Samuel le dejó hacer a su ritmo, en verdad

se sentía mal por la última vez en la piscina, por haberlo embestido con tanto énfasis. Esta vez ,quería que ambos disfrutaran completamente unidos, así que sacrificaría un poco su ganas de embestirlo salvajemente. Marc era más grande y pesaba más, y sin embargo le encantaba meterse en él. -Joder... -gimoteó Marc al acoplarse definitivamente. -¿Te duele mucho? -sin mediar palabra y siguiendo apoyado con los antebrazos en la pared, Marc comenzó a moverse arriba y abajo, apretando el culo cuando subía, como para absorber el pene del moreno. Samuel jadeó ante semejante contacto abrasador. Lo agarró de las nalgas para cerrárselas. Marc le miraba con los ojos como obnubilados por el extremo placer, y con la boca abierta intentando respirar el aliento ardiente de su pareja, que a su vez gemía con voz más ronca. Samuel le atrapó la boca metiéndole la lengua y acariciándole el interior mojado, recibiendo los mismos besos por parte de un Marc muy excitado. Éste no paró de moverse una y otra vez rítmicamente, pero cada vez con más velocidad, y abrazaba a su chico con todas sus fuerzas. Samuel le arañó la espalda mientras el uno jadeaba en la boca del otro como animales en celo dispuestos a devorarse mutuamente. La leche caliente del nadador se derramó en el vientre de Samuel sin necesidad de masturbarlo, mientras extasiado apretaba con boca y nalgas a su chico, que a su vez se corría de puro gusto en el interior de Marc. -Casi a la vez... -musitó jadeante Samuel, sobre la boca quieta del rubio. Ésta le ofreció un beso apretado y tierno con el que Samuel se derritió de puro éxtasis. -No te das cuenta de lo mucho que te llego a adorar Samuel, mi hombre perfecto. -No soy perfecto. -Para mí sí. Tu imperfección perfecta me deja enamorado como un idiota loco. Me acabo de dejar desvirgar por segunda vez, y joder... ha sido alucinante. - Samuel se echó a reír. -Queda mucha crema en ese tubo y tenemos todo el tiempo del mundo. Te puedo desvirgar todas las veces que te dé la gana. -Quiero que sean infinitas, y para siempre. -Y yo... -Samuel apartó el pelo sudado y pegado de la mejilla de Marc, para besarla con un ardiente ósculo. Estaba caliente y húmeda por el esfuerzo. Se mantuvieron largo rato en aquella posición, mirándose y riéndose hasta que decidieron ir a ducharse. El agua abrasante no les impidió volver a excitarse, y más al sentirse tan suaves, húmedos y escurridizos el uno del otro. Marc no podía cesar de lavarle la piel a su chico, era pálida y suave, sobre todo en los hombros. Besó éstos, extasiado de amor y devoción. El cuello, el lóbulo de la oreja y detrás de ésta, la nuca, la mejilla, los labios con sabor a jabón. Lo apoyó en la esquina de la ducha, atrapándolo. Con sus grandes manos recorrió la cintura y caderas de su chico, el cual gemía de placer. Los dedos fueron deslizándose torturadores hasta los testículos, acariciantes y certeros. -¡Marc! -el jadeo fue completamente involuntario. Además, Samuel sentía toda la desnudez de Marc, y especialmente su sexo empalmado de nuevo rondándole las nalgas. -Hoy me has puesto muy cachondo en el aeropuerto... -susurró Marc. -Esos pantalones que te hacían este culito respingón y que sólo yo sé que tiene esas pequitas, que sólo yo he tocado, mordido y besado, que es mío y sólo mío.- Samuel continuó callado. -Y esa camiseta ajustada, quedándote pegada a la cintura, al pecho. Era tan fina que cuando hoy te he besado al verte, he visto cómo se te marcaban los pezones. -llevó una de las manos al pecho, para arañarle las tetillas ya endurecidas. Samuel gimió, apretándose entero contra Marc. - a partir de ahora, que sepas que voy a ir caliente todo el día, y no sólo por que eres mi chico, sino porque tu nuevo aspecto me vuelve rematadamente loco de amor. -Samuel no abrió la boca,

pero llevó las manos al miembro de Marc para darle a entender lo que quería. Marc no se lo pensó más veces y tras dilatarlo con el agua, lo penetró sin más dilación. -Ummm... -Samuel se dejó aplastar contra la esquina, mientras Marc lo poseía con avidez, retorciéndose en su interior. Su mano fue hasta el sexo erecto de Samuel y comenzó a masturbarlo, arrancándole todo tipo de gemidos, por delante y por detrás. El rubio se concentró en lamerle el cuello y los pliegues de la piel ya que Samuel tenía la mejilla pegada contra los azulejos. -Samuel...oh Samuel... -éste se corrió entre las manos fuertes de Marc, dejando que la lluvia caliente llegada del cielo se llevara las huellas de su acto. Marc en cambio continuó un rato más embistiéndolo, rozándose y frotándose contra sus nalgas escurridizas y su espalda estrecha hasta que un latigazo extremamente placentero, le hizo embestir a Samuel de tal modo que casi lo despegó del suelo de la ducha. El semen muy caliente inundó las entrañas de Samuel mientras Marc continuaba abrazándolo, esta vez con mucha más ternura, pasando sus mordiscos a ser besos y caricias de amor placentero... oOoOoOo Estaban en la cama de Marc, como la última vez que durmieron juntos. Samuel acunado de espaldas a Marc por el pecho fuerte de éste, dejaba que el rubio entremezclara tiernamente los dedos de sus manos unidas. -¿Sabes lo mejor de todo? -comentó Marc de pronto, tras un silencio cargado de tranquilidad, a oscuras en la estancia. -¿Qué? -Que mañana no sonará ningún maldito despertador, ni yo me iré a ninguna parte lejos de ti. Como mucho al baño- apostilló al final, arrancándole una sonrisa silenciosa a Samuel. Marc ya sabía cuándo él sonreía aunque no le viera. Qué feliz se sintió. -Y me podré zampar todos los sugus. -Ah no, te los voy a administrar lentamente. Por cada par de caramelos, quiero un ratito de placer para mi cosita. -Está bien... -¿En serio? -Marc no se lo podía creer. -¡Por supuesto que no! -Samuel se dio la vuelta para abrazarlo por el cuello. Marc a cambio lo arrebujó más contra él y le dio calorcito humano. -Era demasiado bonito para ser verdad. -lamentó lloroso. -Te echaba de menos, estos días sin ti... -tragó saliva. -... han sido muy duros. -Te comprendo cariño mío. -le acarició el pelo, acercándose para darle un beso muy tierno en los labios entreabiertos. -El susurro de tus besos en mi oído, también dejó de ser un sueño. -Samuel sonrió al recordarle a Marc la canción compuesta, de alguna forma, entre los sentimientos de ambos. -No dejes nunca que nada nos separe Samuel. -pidió de pronto Marc, asustado, tal vez tomando conciencia de que definitivamente aquello tan extraordinario que les había pasado, no era ya ningún sueño imposible. -Ahora sólo piensa en que estamos juntos, enamorados y juntos... y que esta noche, como tantas otras que vendrán, dormirás entre mis brazos. Y Marc se dejó vencer por la modorra, el contacto y el calor... Volverte a ver... es todo lo que quiero hacer... como aquella canción... en la que pensó justo

antes de abandonarse del todo a los ensueños que mezclaría con los del chico que era sin duda, el amor de su vida...

Notas finales: Quiero pediros disculpas por haber estado completamente desaparecida tantos meses. Pero a veces las circustancias personales y otras cosas, nos hacen escurrirnos un poco de la realidad. Sigo con depresión, no es fácil vencerla, pero os aseguro que estoy en ello aunque a veces me canso ^^ Este capítulo es como un intermedio, porque ahora les voy a poner las cositas un poquito más difíciles, aunque en realidad sean ellos los que acaben haciéndolo XD En el pasado Salón del manga debuté profesionalmente con el cómic yaoi "no te escondas". Espero que lo hayáis visto al menos :D Creo que va bien de ventas, así que habrá nº2. Eso es lo que estoy haciendo ahora, dibujando ^^ También autoeditamos Nut y yo su fic Juegos de seducción, en modo cómic ^^

Nada más, gracias a todos los que os habeis interesado por mí durante este tiempo, y los que habeis esperado pacientemente la continuación de Susurro.

Laura Volver al índice Época de exámenes por Dorianne Lo quisieran o no, todos los universitarios estaban ya en plena época de exámenes. Época, temida y sufrida por todos excepto por los que llevaban las materias al día. Y es que para la gran mayoría no era una novedad, solo lo era para los debutantes de aquel año en cualquiera de las facultades, Samuel era uno de éstos últimos, y desde luego el que menos ganas tenía de estudiar las materias de Dirección de Empresas. -Es que tu padre te ha puesto a estudiar la carrera más horrorosa de todas. -Comentó David dirigiéndose a Samuel, mientras almorzaban en la cafetería de dicha facultad. Antes de poder contestarle, Sara se le adelantó ofendida. -Perdona, pero yo también la estudio. -bufó. -Precisamente por eso se lo digo a Samuel, porque tengo conocimiento de causa. -Claro, pero es que yo no tenía un 9 ‘4 en mi nota media de selectividad, y no he podido ser médico. -¡¡9,4!! -repitió Marc, completamente anonadado.

-Sí, aquí donde le veis es un cerebrito creído. -David y Sara estaban un poco molestos el uno con el otro, peleados más bien. -Haya paz chicos, y no te enfades Sara, que tampoco es una carrera que te entusiasme. -Interrumpió Samuel. -Bueno, tienes razón. -¿En serio sacaste esa nota? -Marc insistió. -Sí. Quería ser médico y para eso tenía que sacar más o menos esa nota. Así que el que algo quiere, algo le cuesta. -La verdad es que yo no puse mucho énfasis en selectividad, porque como mis estudios más importantes eran en el conservatorio... Saqué una nota normalita. Un 6,5. -Como yo. -agregó Sara. -De todos modos, lo que siempre he querido hacer es diseño gráfico. Pero como ya no había plazas en Bellas Artes... creo que el año que viene me cambiaré de carrera. -Ya te lo he dicho Sara, lo tuyo no es Dirección y administración de empresas. -apuntó David dándole un beso al que ella respondió. Marc los miró con envidia. Le picó la boca, quería besar a Samuel, no obstante sabía que en público no podía. -¿Y tú, Marc? ¿Qué nota sacaste? -anduvo indagando su chico con una sonrisa. -Como dicen que los guapos sois tontos. -¡Desgraciado! -El rubio rió de veras, pagado de sí mismo. -Pues un 8,7. -Samuel enmudeció y puso los ojos como platos. -Y te sorprendes de mi nota, serás cabrón. -David se carcajeó. -Saqué matrícula de honor en matemáticas. -añadió Marc, mirando fijamente a Samuel, con una sonrisilla en los labios. -Pero como la informática me encanta, decidí estudiar eso aunque ésta no fuera una de las mejores facultades, ya que me daban una beca por la natación. Y pretendo que me den otra por estudios. Todas para mí, y olvidarme de trabajar los veranos en la gasolinera del pueblo. -No me habías contado nada de eso. Eres un crack. -Samuel le miró maravillado. -Chicos, yo me voy que tengo un examen dentro de dos horas y quiero repasar. -Sara se levantó de su asiento acompañada de David. -Suerte Sara. -La necesitaré, ciao. -les vieron alejarse entre la gente, quedándose a solas en la mesa. -¿Tú no tienes el mismo examen? -Samuel apoyó la mejilla en la mano, y el codo en la mesa. -Ajá. Ya he estudiado suficiente, sabes que no tengo gran interés en sacar una nota alta. ¿Y tú no tienes uno mañana? -Sí. Es práctico... -Marc se quedó embelesado mirándole, lo que hizo enrojecer a Samuel. -Tonto, ¿qué miras? -¿Qué voy a mirar? Lo más hermoso de todo el universo infinito. -Nos van a oír, calla. -el moreno bajó la cabeza avergonzado por un lado, emocionado por otro. -Así que los guapos somos tontos... dicen por ahí. Dios, pues tú debes ser el que más tonto está. -Te voy a matar. -Eso quiero, que me mates a polvos. -le susurró muy bajito, acercándose. Un extraño cosquilleo recorrió todo el cuerpo de Samuel ante la proximidad de su chico. -Dime Marc... eres guapo, cantas bien, tocas la guitarra, deportista extraordinario con mucho futuro... sacaste matrícula de honor nada menos que en matemáticas... eres simpático... ¿estás falto de algo?

-Sí, mi economía es un desastre. Aunque te ha faltado una cosita por nombrar de mí. -¿Qué virtud? -Que soy el tonto con más suerte del mundo, porque la persona que adoro y por la que moriría, me ama... -Marc no pudo evitar rozarle la mejilla con los dedos. Samuel terminó por enrojecer hasta la punta del cabello. Se levantó a trompicones de la silla para coger su mochila. Marc puso cara de decepción. -Sí que eres tonto sí. Te he dicho que en público no me... -no terminó la frase. -Perdona, tienes razón. Te lo prometí, es que a veces pierdo la compostura. -puso todo su corpachón en pie, afligido. -M-me voy a estudiar. -prácticamente salió corriendo de la cafetería, dejando solo al nadador, que le observó huir. Marc se sentó de nuevo, visiblemente afectado. Le acababa de decir algo bonito, pero él no quería escucharlo más allá de las puertas de la habitación que compartían en pareja. Y esa habitación se le estaba quedando pequeña, no en el sentido literal de la palabra, sino en el sentimental. Se moría de ganas de pregonar a los cuatro vientos que su chico era Samuel, su Samuel sexy, maravilloso, hermoso, ardiente, apasionado y liberado... liberado sólo en la intimidad. Tragó saliva con dificultad, suspiró para calmarse y sonrió. Qué tonterías pensaba, ¿qué más quería si ya tenía lo anhelado? Su amor, secreto o no, pero su amor al fin y al cabo. Lo demás, el salir de la estrechez que ahora los atenazaba, ya llegaría... oOoOoOoOo A Samuel se le encogió el estómago tras huir cobardemente, y es que se sentía fatal por hacerle aquellos desplantes a Marc. No era la primera vez. Comprendía perfectamente que él quisiera desenvolverse de forma natural ante el público, y sin embargo era un egoísta incapaz de permitírselo. Sólo cuando estaban a solas en su maravillosa habitación, era libre, estaba a gusto comportándose de forma cariñosa. Y si fuera por él, jamás saldrían de allí, nunca jamás lo harían, para perderse el uno en los ojos del otro. De pronto, Samuel chocó contra algo duro y casi se cae de culo si no es porque alguien bastante fuerte lo agarra del brazo. -Ey, mira por dónde vas tío. -Samuel le miró de forma borrosa, pues se le quedaron las gafas de lado. -Perdona, tienes razón. Estaba divagando, los exámenes y eso. -al recolocarse las gafas, se dio cuenta de que el chico contra el que había chocado era compañero de Marc en el club de natación universitario. Le vino a la mente que su novio no había hablado muy bien de él. -Tu cara me suena... pero... -Sí, soy amigo de Marc, el que es nadador... ¿cómo tú verdad? -Víctor se sonrojó al comprobar que el chico de gafas se había fijado en él. -El caso es que me suenas mucho, supongo que de verte con él, aunque como siempre va con su compañero de cuarto...- Samuel sonrió divertido. -Soy yo su compañero. -Víctor quedó algo descolocado. -Ey pues... estás tan cambiado que no te había reconocido. -El corte de pelo. -Samuel volvió a reír divertido. Vaya, era cierto que estaba irreconocible entonces. -Bueno, perdona por el golpe, casi te lesiono eh... -bromeó el moreno.-Nos vemos por las piscina, ciao. -Víctor se quedó con la boca abierta muy a su pesar, y los ojos se le

desviaron a aquel trasero tan bien puesto que Samuel tenía. Y es que antes, cuando llevaba el pelo en la cara y las ropas más anchas, no se había dado cuenta de lo guapo que era y de lo bueno que estaba. -Joder... -el nadador tuvo que desviar la mirada, pues andaba con sus amigos y no podían darse cuenta de cómo era en realidad, un homosexual muy reprimido y que se negaba a reconocérselo a sí mismo. Aún así miró de nuevo hacia atrás, sin embargo Samuel ya no estaba. oOoOoOoOo Ya eran casi las siete de la tarde cuando Samuel volvió a la habitación. Tras el examen fue a comer con Sara, la cual andaba un poco angustiada porque pensaba que aquel control no le había salido muy bien, y para poder continuar recibiendo la beca necesitaba aprobar un mínimo de créditos. Lo cierto era que él nunca había tenido problemas monetarios, sus padres tenían buena posición. Pero Marc y Sara nunca llevaban un céntimo encima, los pobres. Al entrar, se encontró a Marc con en el portátil, programando algo y apuntando en una libreta algunos números. Éste estaba tan abstraído que ni se percató de su presencia, porque además llevaba los auriculares puestos escuchando música. Lo miró desde una nueva perspectiva, desde la de alguien que se da cuenta de que todavía no lo sabe todo de la persona a la que ama. Marc era un tío muy listo, que lo hacía todo bien. En realidad no tenía defectos. -Samuel... -éste despertó de sus pensamientos y sonrió a Marc. -Qué tarde has llegado, iba a llamarte. -Estaba con Sara, y luego fui a la biblioteca a buscar información para un examen de la semana que viene. -según hablaba, se subió a la cama de Marc sentándose a su lado y tras pasarle los brazos por el cuello, le regaló un beso en la mejilla caliente. -No me acaba de funcionar esto, y no encuentro el fallo.-se le notaba algo descontento. -Déjalo un rato. -Tengo el examen mañana, y a las ocho entrenamiento hasta las diez. Luego estaré muerto de cansancio, así que no lo puedo dejar. -Marc, relájate, dame un beso. -el nadador lo besó de refilón sin dejar de mirar la pantalla y teclear. Samuel se sintió algo celoso. ¿Qué veía en esa pantalla negra llena de códigos cómo para fascinarle tanto? Así que comenzó a besarlo con más insistencia, hasta que Marc tuvo que dejar de teclear y lo abrazó contra él. -Hazme caso a mí, dime cosas bonitas... -Ya te las dije por la mañana y no te gustó escucharlas- Marc no pudo evitar sonar sarcástico. -Perdóname, pero sabes que... -Sé que en público no puedo demostrarte lo mucho que te amo, ya lo sé. ¡Y ahora déjame estudiar tranquilo!- Samuel se sorprendió, y mosqueó, con el tono duro de sus palabras. -Te pedí tiempo. -¡Samuel! Que me dejes estudiar. Yo no soy un niño rico, yo necesito aprobarlo todo. ¡A mí sí me importa la carrera! -¡Vengo aquí siendo cariñoso y así es cómo...! Bah. -El moreno se levantó de la cama, muy dolido, caminando en dirección a la puerta. -¡Samuel! -toda respuesta fue un buen portazo. Marc suspiró echando el aire por la nariz. ¿Aquello acababa de ser una pelea? Intentó volver a concentrarse en la pantalla del ordenador, pero todos los códigos parecieron volverse locos. Lo apagó, y echó a correr tras

los pasos de su chico. No podía soportar la idea de que se fuera enfadado. De todos modos, no dio con él, a saber dónde se había metido. -Tonto. ¡Idiota! ¡¡Capullo!! -miró el reloj, se tenía que marchar al maldito entrenamiento, no dio término al puñetero programa y su chico se había enfadado con él, alejándose. oOoOoOoOoOo Llegar a la piscina con cara de pocos amigos, fue suficiente para que todos sus compañeros, menos uno, se dirigieran a él. Era tan extraño ver a Marc de mal humor que daba miedo. Menos a Víctor, que le pareció un momento perfecto para fastidiarle la tarde. -Ey, qué raro, vuelves a los entrenamientos sin el perrito faldero moviendo la colita. -se refirió a Samuel en aquellos términos, porque lo que quería era que le hablara de él. -Hoy no vengas a tocarme los cojones Víctor. -¿Y entonces dónde está? -¿Quién? -se volvió hacia él con los ojos encendidos. -Tu amiguito, el de gafitas. -¡¡Está estudiando!! ¿A ti que más te da? -hablar de Samuel ya lo estaba poniendo de muy mala leche. -Esa mañana me he chocado con él, vaya cambio de look. Ni lo había reconocido. -Víctor, qué más te da. No quiero hablar contigo de Samuel. -¿Os habéis peleado como novios? -el chico se echó a reír con sarna, lo que enfervorizó más a Marc. -Samuel es amigo mío, si te metes con él, si le dices algo, si le insinúas chorradas de ésas... te juro que te partiré la cara. Por falta de ganas no será. -Víctor sintió un escalofrío, porque la cara del nadador en aquellos momentos era oscura, seria y atemorizante. Sintió celos, los suyos y los de Marc. Aquello eran celos por ambas partes. -No me interesa tu relación con él, gilipollas. Y si vuelves a amenazarme el que te partirá la cara seré yo a ti. -Cuando quieras cabrón, aquí te espero. Y ten cuidadito, porque para mí, Samuel son palabras mayores, mi mejor amigo. ¿Entiendes? Mi mejor amigo. -enfatizó la última frase con una posesión impropia de una simple amistad. Le sonó más como "mi novio". -Maricones. - Escupió Víctor, mientras se daba la vuelta sin mirar atrás. A Marc le preocupaba la insistencia de ese capullo con respecto a su chico. Ya que si se entrometía podría descubrir que él y Samuel eran más que buenos amigos. Y eso podía suponer un mayor problema después. Sabía que Samuel no estaba preparado para soportar la presión de ser observado o criticado por la gente. Estaban en un país que permitía el matrimonio entre parejas del mismo sexo y la adopción por éstas, y sin embargo a la hora de la verdad, la sociedad seguía anclada en el pasado. Integrarse no era nada fácil. -Ufff -bufó. -Soy un idiota, pobrecito... -y pese a comprender los miedos y tabúes que atenazaban a su amor, no podía evitar estar enfadado con él, por no querer hacer ningún progreso, por pequeño que éste fuera, hacia la liberación total de su alma, junto a la persona que más le querría en toda la vida. -Pobrecito de mí también... pero te quiero tanto que... Intentó dejar de divagar, como siempre, y concentrase en lo que había ido a hacer. Tal vez bajo el agua, todo iría mejor, al menos durante un buen rato...

oOoOoOoOoOo Al salir todos del entrenamiento, Marc se quedó un rato fuera del recinto de la piscina. Su entrenador se detuvo a hablar con él. -Marc, hoy estabas ausente en los entrenamientos. ¿Tienes algún problema personal? -Sólo los exámenes, tengo muchos y mi carrera es más difícil de lo que piensa la gente. -Sé que tú y Sabrina lo dejasteis. Tal vez eso... -La dejé yo porque no la quería como se merecía. Todavía me siento mal cuando coincido y eso..., aunque nada más. No me preocupa. -Está bien. -le dio una palmadita en el hombro, poco convencido. -Eres mi mejor atleta, y quiero que dentro de dos meses estés a tope para la competición fuerte. Tienes la mejor marca. Así que anímate, sea lo que sea, se arreglará. -Gracias. -Vete a casa, buenas noches. -Buenas noches... -lo vio alejarse hasta perderlo de vista entre los coches aparcados. Él también decidió volverse a la residencia, pero sin demasiada prisa. La brisa fresca, no excesivamente fría, le revigorizó el cuerpo, aunque no el ánimo. -Vas a coger frío sin la bufanda y el gorro. -la voz de Samuel a su espalda lo sorprendió. -Te los dejaste en la habitación. -Eso es porque me fui detrás de ti corriendo, sin pensar. De hecho no llevo ni las llaves para entrar, ni el móvil. Y me han tenido que dejar un bañador y un albornoz porque no podía abrir la taquilla. -Subí a la terraza de la residencia. Nunca sube nadie, no es la primera vez que voy a pensar. Y se ven las estrellas bastante bien. -Marc miró al cielo, era verdad, se veían las estrellas muy límpidas aquella noche. -Ya podía buscarte fuera hasta debajo de las piedras. Cuando me quise dar cuenta ya era la hora de venir aquí. -ninguno de los dos se movió, hasta que Samuel le puso la bufanda con cuidado. Marc sintió el gesto como una disculpa por su parte, y quiso devolvérselo, sintiéndose frustrado. Aún así le rozó los nudillos de la mano, levemente. Ante un mayor asombro, el moreno abrazó con fuerza al nadador, que miró a todos lados asustado. No había nadie ya. Le respondió con igual ímpetu, emocionado de veras. -Perdóname, no volveré a molestarte mientras estudias. -apretó el rostro contra la bufanda suave. -No yo... es que estaba dolido por lo de esta mañana. -Poco a poco, por favor. No te pido más. -Marc ya no se lo pudo creer cuando finalmente Samuel rozó los labios con los suyos, calientes como brasas. Sin embargo fue fugaz, ya que su chico se apartó con el rostro encendido de vergüenza pura, mirando de un lado a otro preocupado. -No te preocupes. Volvamos a casa. -ambos se pusieron en camino, tan cerca que casi se tocaban las manos, y sin embargo no llegaron a sentirse así pese a las ganas que tenían de rozar sus pieles y apretar sus manos fuertemente. oOoOoOoOo Víctor los había visto, así de simple. Estaba dentro de su coche porque esperaba al entrenador para tratar un asunto con él, cuando vio que éste se paraba a hablar con Marc un rato. A su

vez pasó por delante de su auto Samuel, dándole un vuelco el corazón. Lo siguió con la mirada, y esa forma de caminar tan sexy. ¿Ese chico no se daba cuenta de cómo desprendía feromonas por todos sus poros? Era como el fantástico envase de algo mucho mejor en el interior. Lo cierto era que antes lo había visto sólo de lejos, ni escuchado su voz suave y sensual, ni visto caminar de ese modo que le pareció tan provocador. Y después el entrenador se fue, sin embargo había dejado de tener interés. Aquellos dos estuvieron conversando un rato. El acto de Samuel poniéndole la bufanda a Marc le rechinó, llevándose la mano al cuello, como para imitar el gesto, envidiándolo al final. La envidia se convirtió en rabia al presenciar el intenso abrazo. Y le dejó completamente colapsado el beso, ¡El beso de Samuel a Marc en los labios! Fue sutil, a pesar de la distancia que los separaba percibió aquello. Duró un segundo, no obstante se le quedó grabado a fuego en la retina y no podría quitarse aquella escena de la cabeza en toda la noche. Estaban juntos, no cabía la menor duda. Vivían juntos, follaban juntos con total seguridad. Odió a Marc, no a Samuel, lo aborreció de veras por tener tanta suerte. Era el cabrón perfecto, no sólo las tías lo adoraban, o sus compañeros o amigos, ahora también tenía a Samuel, a ese chico que había despertado en él el descontrol que quería tener bajo llave y cadenas para siempre. No pensaba quedarse de brazos cruzados. Si a Samuel le gustaban los hombres, y ahí estaba la evidencia delante de los ojos, quería decir que tenía esperanzas. Y a eso se aferró Víctor, clavando las uñas en el volante, convencido de que lograría separarlos como fuera.

Notas finales: Bueno, gente maravillosa!! Quería daros las gracias por todos vuestros ánimos ^^ Por eso he escrito esta capítulo antes de hora XD Bueno, cuando he sentido que deseaba escribirlo. Regalo de navidad ^^ Y yo no hago regalos, que conste. Intentaré ir respondiendoos lo mejor que pueda, un poco de paciencia ^^ Y por último, me gustaría mucho que le hicierais una visita a mi blog y le echeis un vistazo a las entradas de diciembre, hay cositas que os pueden interesar, como unos concursos para conseguir un ejemplar de No te escondas gratuito (aunque esto sólo es para los residentes en España, lo lamento pero no es cosa mía). Además, en intruders slashzine, me han hecho una entrevista ^^ en mi blog está todo, todo!! http://dorianneilustradora.blogspot.com/

Y eldibujo de Samuel, lo subiré pronto al blog, en unos días ^^

Muchas gracias a todos, en especial a Bathory y a Lady Henry porque son mis betas oficiales ^^ Un beso enorme!

Y un beso muy especial a Danvers, muchas gracias por todo siempre ^^ Volver al índice De nuevo la música por Dorianne Susurro de besos

Capítulo 19

De nuevo la música

Marc estaba estudiando desde hacia horas para la asignatura de redes, quería sacar muy buena nota, así que no tenía más remedio que pasarse la tarde con aquel tema. Samuel ya había terminado sus exámenes, el muy suertudo, por lo que no tenía nada que hacer especialmente. El rubio escuchó a su chico terminando de ducharse, hasta que éste salió completamente desnudo, secándose el cabello negro con una toalla. Marc se quedó embelesado mirándole. -¿Qué miras así? ¿No tenías que estudiar? -¿Qué voy a mirar? Tu pedazo de cuerpo perfecto. Uf, Samuel, me pones tan cachondo. Mira -le señaló la abultada entrepierna. -Ahora ya no me puedo concentrar en lo que estaba estudiando, la sangre de mi cerebro ha bajado. -El moreno sonrió, con los cabellos pegados a la cara. Se acercó a Marc con lentitud, poniéndose de rodillas ante él, abriéndole las piernas y bajándole los pantalones junto a la ropa anterior. Cogió su miembro erecto con ambas manos, lamiéndole la punta al glande, que se puso muy rojo, y muy duro. Para colmo, Samuel gimió de gusto cuando lo masturbaba con la boca. Marc le agarró del pelo y se movió hacia arriba excitado. -¡¡Samuel!! Me voy a correr, ay... uf... ah...-Eyaculó dentro de la garganta de su chico, que pareció relamerse de gusto con una sonrisa picaruela en la boca. -Dios mío, te adoro, en serio.

-Ahora ya puedes estudiar, ¿verdad? -Oh no, hasta que no te coma no pienso estudiar nada. -Lo agarró por el trasero para levantarlo y echarlo sobre la cama, tras lo que se despojó de la camiseta quedándose desnudo también. -¿Sigues caliente? -Más que nunca nene. -Se besaron con pasión, restregándose uno contra el otro. -Ey... me gustaría que me follaras "nene". Me apetece muchísimo, me apetece no sabes cuánto, así... -Se dio la vuelta quedándose a cuatro patas, bajando los hombros y subiendo las nalgas hasta dejar que sus testículos temblaran de gusto con sólo imaginarse lo que iba a pasar a continuación. Un escalofrío le recorrió entero al sentir las manos suaves y cariñosas de Marc, tocándole las nalgas, y sus labios carnosos besándole la piel, mientras que con la lengua le lamía lentamente o con los dientes lo mordía sin hacerle daño. Marc separó con los dedos pulgares la obertura oscura del ano, y su lengua muy húmeda y dura introducirse en él. -Me he limpiado ahí a conciencia, así que dame un beso como Dios manda Marc. -antes de que pudiera acabar la frase, el rubio introdujo toda la lengua, arrancándole gemidos de placer a Samuel, que suspiraba con la cabeza entre los brazos. Poco después, sintió sus dedos adentrándose lentamente, pero sin parar ni un segundo, cada vez más dentro. -Voy a por el lubricante... -Samuel le observó borrosamente pues no llevaba las gafas, sin embargo sí pudo ver la forma de su sexo, erecto de nuevo, candente y preparado para hacerle el amor. La crema se abrió paso junto a los dedos de Marc, que se estaba poniendo muy malo de ver todo aquel reino de placer para él solito. Él mismo se colocó lubricante masturbándose hasta tener su sexo erecto y duro como una barra de acero.

No esperó más, haciendo chocar ambos cuerpos casi de un empujón, que arrancó un gemido involuntario de sorpresa a Samuel. Marc se dejó de tonterías y comenzó a embestirlo una y otra vez sin compasión, sabía que eso a Samuel le encantaba. El sonido de sus cuerpos chocando, sus testículos rozándose, el vello friccionando y sus gemidos entrelazados, desacompasados. Marc lo sujetó con fuerza de las caderas, y es que Samuel se le estaba derritiendo de placer y abría cada vez más las piernas como abandonadas completamente y dejándose llevar del todo. Y así era, con la cabeza apoyada en los brazos, la boca abierta dejando salir gemidos ardientes, y los ojos casi en blanco por la excitación. El rubio se emocionó de hacerle sentir así, excitándose más, empujándolo con mayor énfasis, haciéndose casi daño él mismo. Samuel se agarró a la madera de la cama al sentir que se iba a correr, como para sujetarse de tan mareado que se sentía, cada vez que Marc lo espoleaba, con cada vez más ganas, a punto también de irse de puro gusto, lo sabía por cómo gemía, tanto que casi se atragantaba. A la vez que su semen ardiente le invadía las entrañas, él mismo tuvo un orgasmo brutal, maravilloso, manchando las sábanas a ráfagas. Su novio le tocó el sexo para comprobar que también había tenido su orgasmo, muy feliz de descubrir que así era.

Marc se tumbó a su lado, boca arriba y sin limpiarse, intentando recuperar la respiración normal. Samuel permaneció boca abajo con las piernas abiertas, pegándose en su propio semen. Un frescor alivió el escozor de su ano mojado. -Ha sido una auténtica pasada Samuel. -Éste sintió una caricia en la espalda, suave y dulce. -Nos hemos corrido a la vez. -¿De verdad? -Marc le miró muy feliz. -Sí... me ha encantado. -Con cuidado se puso medio encima de Marc, para besarlo en los labios con puro amor. Su chico lo abrazó contra sí. -El descanso de los estudios ha sido muy interesante. Aunque me quedaría así contigo para siempre, debo volver. -Te he seducido a mi antojo. -sonrió pícaro. -Saliendo de la ducha completamente desnudo. Eres fácil. -¡Maldito Samuel! -Se echaron a reír peleándose un poco. -Vamos a la ducha. -Marc le levantó de la cama cogiéndolo en brazos. Cuando el agua estuvo caliente, adentraron sus cuerpos en la ducha mientras se besaban y acariciaban, apasionados. De pronto sonó la puerta de su cuarto con bastante insistencia. Ambos se pusieron algo nerviosos, porque muchas veces eran incapaces de controlar sus gemidos y tenían miedo de que sus compañeros les escucharan en las estancias contiguas. -Voy yo, no te preocupes Samuel. -Cogió su albornoz, saliendo con los pies mojados sobre la moqueta. Samuel se llevó la mano al corazón, le latía muy fuerte. A veces le parecía que sus compañeros de la residencia lo miraban suspicaces, aunque Marc le aseguró que ellos mismos apenas oían a los demás, y seguro que ruidosos eran.

Escuchó voces, parecía uno de los encargados de la residencia. ¿Y si les habían denunciado otros residentes? Luego la puerta se cerró y la cabeza de Marc le sonrió desde la puerta. -Ponte tu albornoz, vas a enfriarte. -¿Quién era? -No te preocupes, simplemente te han traído un paquetito y nos lo ha subido porque ponía que era frágil y urgente. ¿Qué has pedido?

-Nada... -Samuel se extrañó bastante, así que fue a mirar. Entonces lo recordó, poniéndose muy contento. -¡Es mi violín! -¿Tu violín? -Claro, se lo pedí a mi padre. Le ha costado enviármelo, pero aquí está al fin. -Sin ni siquiera ponerse la ropa, abrió la caja con ansiedad. Un montón de trozos de poliespán saltaron hasta el suelo, mientras el moreno sacaba la funda oscura con el instrumento en su interior. De rodillas sobre la moqueta, Samuel lo abrió con delicadeza. La madera brilló a la luz de la lámpara. A Marc le pareció precioso. -Es una pasada de violín. -Sí, lo echaba de menos, aunque le tenía miedo. Pero desde que estoy contigo, eso ha quedado atrás. Quiero tocarlo Marc, ahora. -levantándose, fue a sentarse en su cama, poniéndolo a punto antes de tocarlo. Marc se quedó embelesado al mirarle, tan erótico con su instrumento entre las manos. Samuel se lo llevó a la barbilla acomodándose y poco a poco lo hizo sonar, al principio sólo para comprobar el sonido que brotaba, que era limpio. -Suena muy bien... -Sí, suena mejor que nunca... por fin tengo un público bueno. -le sonrió, lo que más le gustaba a Marc de él, la sonrisa sincera.

Poco a poco dejó que brotara del violín una música melodiosa, aunque no alegre. Lenta, suave, especial. Marc se emocionó, nunca pensó que Samuel pudiera tocar tan bien que esa melodía le atravesara tan rápido el alma. Estaba muy orgulloso de su chico. La propia música de su guitarra le pareció tosca y horrible en comparación a la alucinante forma de tocar de Samuel. Éste dejó de tocar bruscamente. -Marc, ¿por qué lloras? -éste se sorprendió, tocándose los párpados. Era verdad, estaba sollozando. Samuel dejó el violín a un lado para sentarse a su vera y abrazarlo por el cuello. -Porque me ha emocionado tu música interior. Era como si saliera de ti... no sé... -Claro que salía de mí. -No tenía ni idea de que tocaras de ese modo, eres increíble. -Lo cierto es que sí... pero hasta ahora no me había percatado, hasta que no he tenido un público como tú, a mi lado, escuchándome sólo a mí... -los labios de Marc le besaron con fuerte ternura, estremecidos, estremeciéndole. -Te quiero sugusito.

-Y yo a ti, nene.

oOoOoOo

En tan sólo unos días, todo el mundo en la residencia supo que Samuel era el que tocaba el violín maravillosamente bien. Al principio subía a la terraza porque nunca la visitaba nadie. Marc y él se sentaban en un peldaño, rodeados de oscuridad y el fresco del mes de enero. Cuando más alucinaba éste último, era en los momentos en los que Samuel tocaba una pieza rápida. Tal vez alegre, en ocasiones trágica, otras parecía que hablaba del amor... de su mutuo amor...

Pero claro, la música llegaba de lejos y otros estudiantes no tardaron demasiado en percatarse de qué lugar salía y quién la generaba por las noches. No hubo demasiadas quejas, pues la melodía de violín es maravillosa, única en el mundo de la música. Lo malo fue que Marc y Samuel dejaron de estar solos cuando el moreno daba el concierto, y aunque éste reconocía que le daba vergüenza que acudieran a escucharle de cerca, en el fondo eso le hacía sentirse mejor consigo mismo. Incluso llegaron a venir estudiantes y amigos de sus compañeros de residencia.

-Ey, ha estado genial Samuel -unas chicas, precisamente amigas de Sabrina, lo abordaron sin pudor una de las noches- ¿Perteneces a alguna filarmónica o banda de música? -Oh, no, no... qué va. Pero hasta el año pasado estuve cursando estudios en el conservatorio. -Con ese talentazo no sé qué haces aquí. -Es muy complicado entrar en el mundo de la música. Y no soy tan bueno. -¡¡Pero si eres genial!! -insistieron. -Bueno, bueno chicas, me voy a poner celoso. -Marc interrumpió la conversación bastante mosqueado. -Tú también nos gustas, venimos a veros a los dos. -se echaron a reír divertidas. -Es tarde, nos vamos a dormir que mañana se reanudan las clases. Y durante una temporada Samuel no subirá a tocar. -eso dejó estupefacto al aludido, era la primera noticia que tenía de eso. Frunció el ceño, aunque no dijo ni pío.

Al volver a su cuarto, continuó con la boca cerrada. -¿Qué te pasa sugusito? -¡¡Qué no tienes derecho a decidir por mí si subo o no a tocar el violín!! Lo haré cuando me dé la gana, ¿Entendido idiota? Empiezas a ser como mi padre, un puñetero sobré protector de los cojones. -Perdona... me han entrado celos.-confesó. -¡¡Ya!! Por una vez no van las chicas detrás de ti y te pones celoso.-el tono de su voz era el de alguien muy ofendido, sarcástico. -¡No te enteras! Estaba celoso de ellas, de que te fueran detrás como perras. Eres todo mío, tú, tu música. No intento ser protector, sólo me preocupo por ti, y los celos me corroen cuando esas putas se te insinúan tanto. -¡Marc! Joder... -suspiró. -Lo siento. Tienes razón, yo no puedo hablar por ti. -Vale cariño, vale...- se acercó para abrazarlo por la cintura y descansar la cabeza en el fornido pecho de su novio. Unos brazos fuertes le estrecharon con intensidad. -Te quiero muchísimo, me gusta tenerte en exclusiva. -A mí también me ponen celoso todas las chicas que te miran deseándote. Y me vuelve loco que estés rodeado de tíos semidesnudos en los entrenamientos, o duchándose... y que te fijes en ellos. -Las chicas no me gustan, y en cuanto a tíos, creo que ha quedado claro cuál es mi tipo de hombre. El que tengo entre los brazos. Pero por favor, durante sólo un tiempo, toca solamente para mí... -Está bien nene... -¿Ahora me llamas nene? -Empezaste tú. ¿Te molesta? -Samuel hizo una mueca de malestar. -Me encanta, joder. Sugusito, yo soy tu nene para lo que haga falta. -Nene, bésame...- fue tajante, y la orden se cumplió...

oOoOoOoOo

Víctor ya se había enterado de que Samuel era un excelente violinista, lo cual le encantó. Pese a saber que mucha gente había acudido a alguno de sus "conciertos" en la residencia donde vivía, no se atrevió a ir a escucharlo porque estaba seguro de que ese imbécil de Marc estaría allí con él. Pero quería oírlo, y además debía averiguar si sabía tocar algún otro instrumento, en concreto la guitarra. Porque se decía que llevaba muchos cursos en el conservatorio. Así que una tarde se acercó a la facultad de Samuel para provocar un encontronazo "casual". Desde la época de exámenes se había dedicado a espiar todos sus movimientos, horarios de clase, a sus dos únicos amigos y a Marc, porque por supuesto, no debía estar presente. Aquel miércoles fue un buen día, pues el idiota estaba en clase y Samuel tenía libre, sin embargo su amiga estaba recibiendo lección en una optativa.

Observó al chico de sus sueños sentado en un banco, leyendo un libro. Le latía el corazón como loco, estaba a punto de comenzar su plan. Se había arreglado especialmente aquella tarde para presentarse ante Samuel. Sabía que era bien parecido, y las tías le iban detrás a menudo. Pero al él sólo le interesaba un chico, uno en particular y nadie más. -Hola Samuel. -este levantó la mirada del libro, con extrañeza. -Hola Víctor. ¿Qué haces por aquí? -Estaba buscando a un amigo y como no lo encuentro... -se sentó a su vera, bastante cerca y le echó un ojo al libro.- ¿Qué lees? -La Torre Oscura, de Stephen King. Bueno, el tercer libro... -Me encanta Stephen King, pero esa no la he leído. -no era mentira del todo. -Pues es su obra mejor escrita, la que a él más le gusta. Menos mal que no se mató en el accidente... y la pudo concluir, sino me da algo. Pero es muy extraña... -¿Cuántos volúmenes son? -Siete. Los compré todos... ¿Quieres que te los deje? -En serio me los dejarías, no me conoces. -Bueno, sé dónde encontrarte si no me los devuelves, iré a por ti a la piscina. -Samuel se echó a reír espontáneamente, lo cual dejó a Víctor completamente embelesado, muy a su pesar

porque no quería que él se diera cuenta de lo que pretendía. -Y si no, enviaré a Marc a que te parta las piernas. -Creo que estaría más que encantado. -Lo sé... pero no le hagas caso, es todo de boquilla. También sé que le pinchas demasiado, me lo ha contado. -Bueno, reconozco que soy un poco envidioso, porque como siempre es el ojito derecho del entrenador, se lleva bien con todos... las tías le van detrás... -No te preocupes por eso. Ve a lo tuyo, es lo mejor que puedes hacer. -Samuel le sonrió con amabilidad. Era hermoso de veras. A Víctor le sudaron las manos. -Me han dicho que tocas muy bien el violín. -cambió de tema. -¿Eso dicen? ¿No me has escuchado? -No, la verdad... -Sí, es el instrumento en el que me especialicé. Y creo que lo toco bastante bien... aunque esté mal decirlo. -Yo sólo sé tocar un poco la guitarra. Quería comprarme una nueva, que esté bien pero sin ser demasiado cara. -Puedo ayudarte a elegirla, conozco una tienda en el centro comercial. -¿Lo harías? No quiero molestarte. -fingió un poco, porque se moría por decirle que sí. -No me molesta, cuando quieras dímelo, el sábado si quieres podemos ir. -Víctor sabía que ese día tenía que entrenar, pero le dio igual. Marc no faltaría, era perfecto. -Ah, tienes entrenamiento ¿verdad? -No, lo cierto es que le dije al entrenador que necesitaba el sábado por un tema familiar, que al final se ha cancelado, así que... bueno, por un día que no vaya... Ya lo recuperaré. -¿Entonces a las 6 de la tarde quedamos en la entrada? -¡Claro! De verdad, tenía muchas ganas de comprármela. Aunque no sé tocarla casi. ¿Habrá un buen manual? -Sí, pero yo si quieres te puedo enseñar. -¿Sabes? -Víctor no se podía creer que hubiese sido tan fácil todo.

-Claro. Marc también tiene guitarra, así que puedo cogerla y ayudarte con los acordes. -Pues vamos a mi casa luego, que no molestas. -añadió al ver la expresión de Samuel, algo tímida. -Está bien. -Oye tío...- Víctor le dio la mano -... eres genial, muy buena gente. -No te pases. -se puso como un pimiento mientras se reía. -B-bueno, pues nos vemos el sábado. -Claro. -lo saludó con la mano mientras Víctor salía prácticamente corriendo. -Marc está equivocado, no es tan capullo como cree... -al menos a él le había parecido muy simpático y amable. Suponía que no todo el mundo podía llevarse bien. De nuevo abrió el libro por donde estaba la marca y continuó leyendo las aventuras de Roland...

Víctor por su parte estaba que no cabía en sí de gozo. Aquella aventura le hizo sentirse liberado, estaba intentando conseguir a la persona que le gustaba tanto, a Samuel. Y es que estaba tan bueno, era tan guapo, y simpático. Cada vez que se reía era para morirse de gusto. Y el olor que desprendía, como afrodisíaco. Cada vez le atraía más, tanto como odiaba a ese hijo de puta de Marc. Pensaba quitárselo, arrebatarle a Samuel para que fuera todo suyo y de nadie más. Parar vivir esa relación prohibida y secreta que tantas ganas tenía de sentir. Corrió hacia unos lavabos en los que no había nadie para encerrarse en uno de las mujeres. Se bajó los pantalones y comenzó a masturbarse como la noche anterior, pensando lógicamente en Samuel. Apretó la mejilla caliente contra los azulejos fríos de la pared, respirando lo más silenciosamente que podía. Rezando para que no entrara ninguna chica, porque se la sacudía con tanta fuerza que podía oírse. El chorro de semen salpicó el suelo, cayendo los restos por la mano de Víctor. Se sintió aliviado, y a la vez mal. ¿Por qué tenía que ser un maldito maricón? ¿Por qué? Los odiaba, a todos menos a Samuel, aborrecía a todos esos malditos cerdos maricones, innaturales. Su familia pertenecía al Opus, y bien que le habían enseñado a rechazarlos, igual que a las lesbianas. El que pudieran casarse fue ofensivo, el que pudieran adoptar, pervertido, pederasta...

¿Entonces por qué él era así? ¿Por qué él quería follar con maricones? Pero no, Samuel era especial, era diferente, era perfecto para ser su pareja, sin que nadie se enterara...

Notas finales: Feliz año nuevo (2009) a todos!!

muchas gracias por ser tan pacientes conmigo y esta historia. Todabía no he hecho el dibujo de Samuel, pero prometo que lo haré. Ahora estoy ocupada con No te escondas, dibujando para la editorial,porque para mayo quiero que salga el nº 2 ^^ En mi blog de http://lnediciones.blogspot.com/

Tengo muchas cositas que igual os gustan ^^ Y cómo conseguir mis cómics yaoi.

Perdonad si no contesto los rewievs, pero igualmente los leo, todos sin excepción, y os lo agradezco muchísimo!!!

Un beso a tod@s Volver al índice Víctor y Samuel por Dorianne Susurro de besos

Capítulo 20

Víctor y Samuel

Estaba nervioso como una colegiala en su primera cita, mirando el reloj con ansiedad. Había llegado demasiado pronto, pero es que la agitación le hizo conducir demasiado rápido desde casa, pues vivía en un chalet de las afueras. Samuel apareció entre la gente, guapo como nunca. Los pantalones vaqueros ajustados, y una chaqueta de cuero cerrada sobre el pecho, con la bufanda pegada a la cara y una sonrisa encantadora en los labios.

-¡Qué frío hace hoy! -dijo al llegar. -Vamos dentro rápido. -le tocó el omóplato para empujarlo un poquito. Sintió que le recorría un escalofrío por todo el cuerpo. -¿Te apetece tomar algo? -Mejor después de ir a la tienda. Es ésa. -la señaló con el dedo. Entraron tranquilamente y fueron directos a la zona de guitarras españolas. -Por el dinero no te preocupes, mi familia es acomodada. -Entonces esta -Víctor miró el precio y tampoco le pareció tan alto. -Me imagino que un violín es carísimo. -El mío desde luego. Lo que pasa es que mi madre era una gran violinista, y mi padre tiene muchísimo dinero aunque me controla un poco para que no me pase con la tarjeta de crédito. -ambos rieron divertidos. A Víctor cada vez le gustó más Samuel. Además eran de un nivel social muy parecido. -¿Y por qué estudias Dirección de Empresas? -Bueno, mi madre murió el año pasado y... -¡Lo siento! -...y mi padre es un hombre muy serio, así que quiere que dirija su empresa en el futuro. Aunque me lo estoy replanteando. He investigado en Internet todo el tema de las convocatorias para entrar en filarmónicas, y becas de estudio en el extranjero. -eso no le hizo demasiada gracias a Víctor. -Sin embargo ahora mismo no hay ninguna que me guste o valga la pena. -Ya llegará y podrás hacer lo que quieras. -Samuel hizo sonar la guitarra para ponerla a punto. Fue fantástico cuando tocó un pequeño fragmento de música española típica. -¿En serio no te dedicas a tocar la guitarra también? -Ja, ja, ja, no soy demasiado bueno la verdad. -Pues a mí sí me lo parece. Si me oyeras tocar. -Aquí hay libretos con partituras, y un manual. -Me tendrás que explicar, del solfeo ya ni me acuerdo. -Tranquilo... -fueron hacia la caja a pagar. -Me gustaría reglarte algo, por las molestias.

-No hace falta. -Por favor... -Bueno, invítame a cenar y estaremos en paz. -Víctor se quedó mudo mientras pagaba las compras. A cenar... a cenar... aquello era más de lo que podía desear. -¡Por supuesto! -le sonrió animadamente. -Pero aquí no, conozco un sitio muy bueno, un italiano estupendo. -¡Me encanta la comida italiana!

Salieron del establecimiento para ir a tomar algo hasta que fuera la hora de la cena. Samuel prefirió no ir a la pista de patinaje, se sintió un poco mal por estar pasándoselo bien con un chico que odiaba a Marc y viceversa. Sin embargo aunque fueran novios, no veía nada malo en salir un rato con un nuevo amigo. -A esto también invito yo. -Esta bien- cedió Samuel. -Después de cenar, si quieres vienes a casa. -Será un poco tarde y Marc... -¿Qué mas le da? -frunció el ceño molesto. -¿Por qué os tenéis que llevar tan mal? Conmigo te llevas bien. -Eres diferente, no sé. Me alegro de que hayamos hecho buenas migas. -Yo también, la verdad es que mis amigos nunca tienen un céntimo, y apenas salimos a tomar algo. -por mucho que había intentado invitar a Marc a cenar o a lo que fuera, éste se negaba en redondo. Decía que un portátil y un móvil nuevo, ya eran más que suficiente. Alguna discusión habían tenido ya respecto a ese tema. -Oye, ¿y ese cambio de look tan drástico a qué se ha debido? ¿Alguna chica a la vista? -Samuel enrojeció bastante. -N-no... ninguna chica. -Víctor tuvo que morderse el labio inferior, sabía perfectamente su relación con Marc, aunque no tenía claro cuál era exactamente. Si iban en serio, si sólo era un calentón... -Es que me apetecía, no sé... mejorar mis aspecto. Cortarme el pelo, comprarme ropa nueva. Estaba demasiado metido en mi propio mundo hasta ahora... y un poco deprimido.

-¿Por qué? -Por la muerte de mi madre, y la relación con mi padre. No nos llevamos muy bien. -Ya... a veces los padres nos exigen demasiado, como a cambio de todo lo que nos dan. -Exacto, algo así. Pero ahora estoy mucho mejor, y supongo que tenía que salir... salir de mí mismo. -Samuel tragó saliva, estaba hablando demasiado. -¡Venga! No hablemos de cosas tristes. -Samuel sonrió mientras se bebía su bombón y lamía los labios llenos de leche condensada con sabor a café. Víctor hubiera dado lo que fuera por ser él quien relamiera esa boca tan apetecible. Se estaba enamorando, terrible palabra. Enamorando como un loco.

oOoOoOoOo

Marc sabía que Samuel estaba fuera, con una migo nuevo que había hecho en la universidad, lo cual le tenía un poco en tensión. Aunque confiaba en su chico, la desazón le carcomía vivo. Los entrenamientos fueron bastante penosos porque no se podía concentrar, y lo único bueno es que Víctor estaba enfermo y no había ido, así que al menos no tenía que aguantar sus tonterías, que últimamente iban a más. Se la estaba jugando ese cabronazo, y una día le iba a dar un buen puñetazo en la boca. Pero eso le podía acarrear una expulsión, cosa que no se podía permitir. Además, sabía de sobras que era de buena familia y ésta aportaba dinero a la universidad y en parte era la que daba las becas de natación.

Lo bueno es que su sugusito volvería pronto, o al menos eso creyó hasta que leyó el mensaje de texto de su móvil.

"voy a cenar, volveré tarde.no t preocups.te quiero nene"

Miró el mensaje con el ceño fruncido, resoplando. Y es que había ahorrado haciendo unos trabajos para compañeros, porque ese sábado quería llevarlo a cenar, una buena cena en un italiano, que sabía que le encantaba a Samuel.

Decidió llamar a su chico, por lo menos para saber dónde cavilaba ir y lo que tenía pensado hacer. -Hola. -Hola... he leído tu mensaje. -Sí, vamos a cenar a un italiano. -aquello fue como si a Marc le pegaran una patada en el estómago. -Ah... -atinó a decir mientras se mordía la lengua. -Y luego tardaré porque voy a dar unas clases de guitarra a mi amigo. -¿Quién es tu amigo? -fue brusco y Samuel se dio cuenta. -Víctor... -¿Qué Víctor? -El nadador Marc, quién va a ser. -aquello fue la gota que colmó el vaso. ¿Con qué estaba enfermo el muy hijo de la gran puta? -No me gusta ese tío. ¿Cómo puedes salir con él? -Marc... yo no... Marc, no te metas en eso, ¿vale? Yo no soy tú. -Ese cabronazo me trata fatal, y odia a los gays. -siseó. -Bueno, ya hablaremos de eso luego, ahora me tengo que ir, que estamos llegando al restaurante, y buscamos donde aparcar... -Marc escuchó como de lejos cómo Samuel le indicaba un sitio a Víctor. Encima iba en su coche, en el Audi, regalo de su papá rico. Le colgó sin esperar a despedirse, tras lo cual apagó el móvil completamente fuera de sí. Estuvo a punto de lanzarlo contra la pared en un impulso de rabia. -¡¡Joder!! -su novio y su peor enemigo, juntos de cena. No podía acabar peor el día, pero se equivocaba.

oOoOoOo

-Esto está de lujo -Samuel se limpió el queso de los labios. Estaban tomando risotto a los cuatro quesos, una delicia. -Y eso que el arroz no me gusta demasiado, pero este mmm. -¿Has ido alguna vez a un japonés? -No, la verdad. -Yo fui con Marc el año pasado y estaba muy bueno. -Podríamos ir la semana que viene si te apetece. -¡Sí! Y que venga Marc, le invitaré aunque no quiera. -Víctor no puso muy buena cara. -Mira Samuel, no creo que él y yo podamos ser amigos. Por supuesto, sé que él es tu mejor amigo y no quiero entrometerme. -Tienes razón, es mejor que no venga. -Lo siento. -No pasa nada. Pero me gustaría que dejaras de fastidiarle, no me gustan mucho las cosas que le dices. -¿Te lo cuenta? -Samuel asintió. Víctor se sintió muy avergonzado. -Hay que respetar a la gente, simplemente. -Mi familia es del Opus, entiende que me criaron con ciertas ideas... -ninguno de los dos habló directamente del tema, sin embargo ambos sabían que era sobre la homosexualidad. -Marc no es gay. -Samuel lo soltó de pronto y Víctor se quedó estupefacto. Era mentira, lo sabía. -Ya lo sé. -contestó serio. -Él respeta a todo el mundo, y por eso le molesta tanto que insistas con el tema. -Está bien, te prometo que no le diré nada más. Te lo juro. Me caes muy bien, de verdad. -Y tú a mí, por eso me encantaría que al menos, no hablaras ni dijeras nada sobre este tema, a Marc o a cualquiera. Aunque lo pienses, por favor. -De verdad, lo dejaré de hacer. Eres una buena influencia, y supongo que soy muy fácil de llevar.

-¿Te apetece pedir profiteroles? Me vuelven loco, están buenísimos. Lo dulce me puede, en serio. -Oh sí, pura lascivia son. -bromeó. Víctor no pensaba detener los embistes contra Marc, y le haría chantaje. Si se lo contaba a Samuel, se quedaría sin beca porque al fin y al cabo, eran sus padres quienes se la habían dado. Miró a ese chico que le volvía loco, sin que él se diera cuenta, con puro amor egoísta.

oOoOoOoOo

No tardaron demasiado en llegar a la casa de Víctor. Samuel se sorprendió de lo grande que era, tres plantas y una jardín precioso aunque fuera invierno. -Qué pasada. -¿Y tu casa cómo es? -Más pequeña sin duda. -un perro de lo más simpático se acercó a Samuel, restregándose y jugueteando. -Rufo, déjale. -asió al can por la correa, y éste enseguida se puso cariñoso con él. -Es muy pequeño. -Pues yo lo veo enorme, es un pastor alemán, ¿verdad? -Sí, aunque todavía es un niño, podríamos decir. -Yo tuve un perrito, y se murió muy pronto. Estuve muy triste y por eso mis padres no me dejaron criar más animales. -¡Venga Rufo! A tu casa, venga... -el perro salió corriendo como una bala hacia la parte trasera de la casa. -Ya les he dicho a mis padres que ibas a venir. No tengo hermanos, soy una malcriado. -Exagerado. -entraron en la casa para ir hasta una salita donde sus padres veían una película en una enorme pantalla plana instalada en la pared. -Hola, hemos llegado. Este es Samuel. -Oh, encantado de conocerles. -dio la mano al hombre y dos besos a la mujer.

-Así que eres Samuel, mi hijo me ha hablado de ti. Oh, esa es la guitarra. -exclamó encantada. -Qué bonita. ¿Tocas el violín? -Sí, he ido al conservatorio muchos años. -Un día tienes que venir a cenar, y darnos un concierto en exclusiva. -Estaría encantado -Samuel se puso rojo como la grana, cuánta amabilidad. -La verdad es que pocas veces Víctor ha traído amigos a casa. -apuntilló el padre. -Bueno papá, es que no me gusta la gente que se me pega por el interés, pero Samuel es de buena familia y sé que es sincero. -¿Y de qué familia eres? -Cariño, deja a los chicos, que vayan a tocar la guitarra. -Buenas noches, muchas gracias. -Víctor agarró al moreno de la chaqueta para arrastrarlo escaleras arriba. Su padre era demasiado perspicaz, y malpensado, así que cuanto antes desaparecieran de su vista mejor.

-Vaya, menuda habitación. -¿Por qué vives en la residencia teniendo dinero? -Porque mi padre es un rata. Me mete dinero en la cuenta, pero luego quiere saber el por qué de mis movimientos con la tarjeta. Quise irme a un piso, y ni hubo manera de convencerlo. Supongo que quiere que me desenvuelva y haga amistades-suspiró hastiado. Víctor se sentó en su enorme cama y le hizo una seña para que se acercara. Samuel se quitó la chaqueta y observó la habitación con curiosidad. -¿Te gusta? -Joder, es la una pasada. Tienes hasta una pantalla enorme. -Mira mi colección de DVD's -eran todo originales, ediciones especiales. -Y de videojuegos. Cuando te apetezca ver algo, nos estiramos en la cama y como si fuera el cine. O jugar a algún juego. -Vale, estaría bien. Vamos a ver cómo tocas. -Víctor sujetó la guitarra con cuidado y tocó la melodía de una canción famosa. -Pues no lo haces nada mal, tienes el mismo nivel que Marc. ¿Eres autodidacta?

-Bueno, te mentí un poquito. En realidad di clases de crío, y tengo guitarra. -Y yo te he sacado una cena por toda la cara. -Samuel empezó a reírse. Víctor dejó a un lado el instrumento y prácticamente si tiró encima de un Samuel completamente desconcertado. El nadador era tan fuerte como Marc y no pudo zafarse, tuvo miedo de que se pusiera violento, así que se dejó besar con rudeza. Pero no pudo permitirlo más e intentó separarse. -¡Vale! Víctor joder... -le empujó con todas sus fuerzas y miró al chico con el corazón a cien. -¿Qué coño haces? -Quererte joder... me... -Víctor hundió la cabeza entre las manos. Su cabello castaño oscuro cayó un poco hacia delante. -Me gustas mucho. -Víctor, yo no puedo... me siento halagado pero no puedo. -¿Es por Marc? -Víctor le miró con los ojos rojos. -No... -negó, no quería meter a éste en aquel asunto. -No es verdad. -Te digo que no. -¿Te gusta? -¡¡No!! Deja a Marc en paz. ¿Es por esto que le odias? Pues no le odies, él no... -Entonces a él le gustas. -¡Te he dicho que no es gay! -se enfadó. El chico volvió a intentar abrazarlo, sin embargo Samuel se zafó poniéndose en pie rápidamente. -Perdóname, es que no lo he podido evitar. Me gustas muchísimo. -No seas hipócrita, si odias a los gays cómo... -Porque lo soy, porque me han enseñado que está mal y porque... yo no te odio, te quiero. -Esto no es querer. -Víctor lo agarró del los brazos con pasión, intentó besarlo de nuevo hasta que lo consiguió pese a la resistencia que oponía Samuel. Para Víctor fue maravilloso tocarle así, algo que nunca creyó que sería capaz de conseguir, ni de hacer en toda su vida. -Claro que sí. Sé que eres gay Samuel, lo sé, lo sé, y lo sé. No lo niegues, no se lo voy a decir a nadie. Yo tampoco puedo admitirlo, nadie de mi entorno me lo perdonaría. Tengo mucho que perder por quererte... y tú también, ¿crees que no lo sé? -en eso, Víctor había dado en el clavo. Se sintió identificado con él. -Nadie lo sabrá, te lo juro.

-No Víctor, no puedo estar contigo. No me lo hagas más difícil. Perdóname... ahora no... -¿Y cuándo? -Samuel negó con la cabeza, agachándola. -No me digas eso por favor- la angustia del chico, de ambos chicos, fue en aumento. -Lo siento muchísimo, no quería hacerte daño. No tenía ni idea de todo esto... -Samuel se echó a llorar afligido. -¿No te dabas cuenta? -Si hubiese sido así, no habría alimentado esto, te lo aseguro. Yo no soy un calientapollas. -¡Ya lo sé! Lo sé... -Víctor le soltó del todo, con un dolor terrible en el pecho. -¿Qué es lo que no te gusta de mí? ¿Te parezco feo? -No, estás... estás muy bien, eres muy atractivo, de verdad. Y muy atento conmigo, y me gustas, pero no como tú quieres atraerme. -Vale... -no dijo nada más. -Será mejor que pida un taxi. -No, te llevaré. -¡No! -Samuel tuvo miedo, de que él se desesperara e intentara forzarlo. No sabía si podría defenderse. -¡No voy a hacerte nada! -siseó ofendido. -Es que... apenas te conozco, y sé lo que pasa cuando un chico como tú, del Opus y tan desesperado... -Entiendo que pienses así, aunque no estoy tan loco, ni soy tan mala persona como para violarte. Eso jamás lo haría, antes prefiero morirme. No me humilles así-Samuel se sintió fatal. -Perdóname... está bien, llévame. En realidad no te creo capaz de hacerme nada malo, me has tratado muy bien esta tarde. -Vamos...

Todo el camino de vuelta fu3 silencioso, opresivo e incómodo. Samuel se sentía cada vez peor, y más al comprobar que Víctor cumplía su palabra de no tocarle un pelo. Intentó decirle algo antes de irse, sin embargo el chico le cortó. -Ya sé que lo sientes, que no puedes corresponderme y todo eso. Al menos mantenlo en secreto. -Por supuesto, te doy mi palabra. Y... no me gustaría que dejáramos de ser amigos. -Ahora no puedo... me duele mirarte. -Vale. Adiós... -el moreno bajó del coche y escuchó a sus espaldas cómo aquel pobre chico se marchaba a toda velocidad. -Joder, qué putada. -Y encima no podía contárselo a Marc. Por un lado porque sabía cómo se pondría éste, y por el otro por la promesa que le hizo a Víctor de mantener la boca cerrada.

Al entrar en la habitación, Marc estaba tumbado en la cama, mirando al techo. Eso le dijo a Samuel que algo no andaba precisamente bien. -Hola... -Has tardado mucho en volver. Son más de las 12, de un jueves ya... hay clase. ¿Tan bien te lo pasabas con Víctor? -dijo sarcástico. -No seas así por favor. -Sabiendo cómo me insulta, a los dos de hecho, por nuestra condición sexual, aunque sea secreta- enfatizó la última palabra con especial interés. -No sé cómo te atreves a salir con él. -Me ha prometido que no te molestará más. -¿Qué le has contado? -Nada Marc, sabes que yo no cuento nada de lo nuestro a excepción de a Sara y David. -Ya, estupendo. Al menos tú tienes a alguien con quién desahogarte, yo ni eso, porque tú no me dejas. -Ya hemos hablado de esto, no estoy preparado. -Ya. ¡No estás preparado! -le chilló de pronto. Se acababa de abrir la caja de Pandora. -¡Pues escúchame bien! Porque no lo voy a repetir dos veces. Si no te decides pronto a salir del puto armario, te arrepentirás.

-¿Eso qué coño quiere decir? -Samuel se puso taquicárdico. -Quiere decir lo que quieras Samuel, lo que resuelvas. Pero yo no estoy dispuesto a estarme toda la vida esperando a que el señorito se decida. A veces pienso que estás conmigo sólo por follar. -¡Eso no es cierto! -a su vez Samuel comenzó a enfadarse. -Eres un calientapollas, que lo sepas. Cuando a ti te interesa bien que vienes a follar conmigo... ¡Pero si en la disco te ibas con aquel...! -Samuel le atizó un sopapo bien sonoro en toda la cara.

Al principio Marc se quedó estupefacto ante aquella reacción, pero luego eso le excitó sobremanera y acabó empalmado. Agarró a Samuel por la cara para morrearlo con absoluto deseo. Éste le intentó empujar, estaba demasiado cabreado como para aquello, además le recordó a Víctor y una punzada de dolor le atravesó el corazón porque se sentía mal. Marc creyó que estaba jugando a resistirse, así que lo forzó más hasta echarlo sobre la cama y bajarle los pantalones hasta los tobillos, levantándole las piernas para penetrarlo. Samuel se dejó hacer, excitado ante aquel arranque de celos violentos. -¡No Marc! ¡No quiero! -se negó de nuevo, aunque sus palabras no coincidieran con sus actos de restregarse contra la pelvis de Marc, que lo embestía sin demasiadas contemplaciones. Ambos se estaban haciendo daño por no usar el lubricante, pese a que parecía darles igual de tan excitados que estaban. Samuel se echó a llorar pero Marc no paró aunque se lo suplicó, por el dolor. Aquello estaba siendo muy sucio, sobre todo cuando el rubio se le corrió dentro y salió sin más de él.

Marc intentó estrecharlo contra sí, bastante arrepentido por su comportamiento agresivo. -Lo siento. -¡¡Ahora ya no vale sentirlo!! Imbécil... -No llores. Te quiero mucho y por eso me enfado. No hagas caso de todo lo que te he dicho, me arrepiento. -¡No te arrepientas Marc! Al fin y al cabo es lo que piensas de nosotros. -¡No! Quiero estar contigo, como sea. Perdóname. -comenzó a masturbarlo lentamente y Samuel se dejó.

-¡No quiero perdonarte! -aun así continuó dejándose masturbar. -No quiero que pienses que te he forzado, yo... -Soy un calientapollas, ¿no? Pues eso he debido de hacerte, calentártela tanto que has terminado por forzarme. -¡Te gustaba! -¡Claro que me gustaba gilipollas, pero eso no te esculpa! -acabó por correrse en la mano de Marc, que luego deslizó esta hasta su vientre plano y convulsionado por el esfuerzo. -Perdóname, no eres un calienta... -Demasiado tarde. -Sugusito... -¡¡No me llames así!! -se levantó enfadado, subiéndose los pantalones y encerrándose en el cuarto de baño. - Marc se limpió, preocupado porque le estaba escuchando sollozar con amargura. -Samuel... sal por favor. -la puerta se abrió de golpe y éste le empujó con rudeza. Se quitó la ropa, puso el pijama y metió en su cama, la cual no utilizaba desde la noche en que se liaron. Aquello descorazonó al rubio, que entró a ducharse, llorando a moco mientras el agua caía, y así volvió al cuarto, sollozando como nunca en su vida. -¡Te quiero! No me dejes. -Samuel no dijo nada. Sintió la mano de Marc tocándole el pelo, así que se giró para mirarlo, con dureza. Aunque le enterneció la cara descompuesta de su novio. -No voy a dejarte Marc, pero no lo hagas más. -No me dejes, no me dejes. -parecía no haberle oído. Samuel lo abrazó por el cuello y meció. -No te dejo. -Se besaron con pasión, Marc estaba temblando. -Ven conmigo a la cama. -No Marc, hoy estoy muy enfadado todavía, me apetece dormir solo. -Joder... -¿Vale? -Sí, lo entiendo. Perdóname.

-Te perdono, y ahora vete a dormir, no te preocupes más. No voy a dejarte, te lo juro. Te quiero mucho... -Te quiero Samuel, te echo de menos todo el rato... -Lo sé... y ahora vete por favor, a dormir... mañana volveré contigo a la cama...

Finalmente, Marc cedió porque otra cosa tampoco podía hacer. Le costó dormir muchísimo, por no decir que apenas pudo pegar ojo, tremendamente arrepentido de sus actos. Y es que tenía un miedo atroz a perderle para siempre.

Samuel, por su parte, no cesó de pensar en lo acontecido aquella noche, tanto con Víctor como con Marc. Era extraño que habiendo desconfiado del primero, fuera el segundo el que se sobrepasara con él. Pero era su chico y no podía culparle de sus dudas, sus anhelos, de sus deseos. Porque le quería tanto que también tenía miedo a que le dejara...

Notas finales: Sí, he subido dos seguidos, lo que me ha costado escribirlos T.T Pero no os acostumbréis eh? Espero que me contéis qué os parece los últimos hechos por favor ^^ Ya os dije que ahora venía lo bueno XDDD qué mala soy ^^

Un besito, y de nuevo feliz año 2009 Volver al índice Chantaje por Dorianne Susurro de besos

Capítulo 21

Chantaje

Aunque ya habían pasado unos días desde el incidente, Samuel no estaba tranquilo, y Marc menos. Era como si algo entre ellos se hubiera resquebrajado aunque intentaran disimularlo siendo cariñosos y siguiendo con los motes y tonterías. Cada vez que se despedían, era un sin vivir. Samuel porque estaba muy enfadado todavía, a parte de lo de Víctor que no podía contar a nadie, y Marc por su parte se moría de celos y se sentía terriblemente arrepentido de haber tratado así a su chico. Le aterraba la idea de que le dejase, no podía vivir cada vez que él se alejaba físicamente. Desde aquel jueves de madrugada, Marc no le había vuelto a poner la mano encima a Samuel, y éste no buscó su compañía sexual. Ambos se limitaban a dormir en la misma cama, aunque una barrera parecía separarlos.

A Marc le sonó el móvil, se trataba de Samuel, pues tenía grabada una de sus interpretaciones a violín, y en la pantalla salía su fotografía, sonriendo. Desde esa noche, él no había vuelto a sonreírle. -Dime Samuel... -Esta tarde he quedado con Sara a tomar algo, ¿vale? -Sí, vale. -hubo un silencio algo incómodo. -Nos vemos por la noche. -Te quiero... -dijo de pronto Marc. -Hasta luego. -la comunicación se cortó sin más. La sensación más angustiosa de su vida le embargó. Le dolía tanto el estómago y sintió tales nauseas, que estuvo a punto de vomitar. -No... -negó. -No me dejes... -le llamó rápidamente. -¿Qué pasa? -¿Te m-molesto? -No. -Sólo quería oír tu voz Samuel, te echo mucho de menos.

-Ya me verás por la noche, esta tarde tienes entrenamiento. -él pareció suavizar el tono. -No iré, si te vienes conmigo a la habitación... faltaré. -Yo no quiero que faltes, además... me apetece hablar con Sara. -¿De qué? -¿Tú qué crees? -No me dejes... por favor... -susurró para que nadie le escuchara. -No voy a hacer eso, pero permíteme seguir cabreado un rato más, ¿vale? -Sí, estás en tu derecho. -lo dijo en parte alegre. -Yo también... -¿Qué? -Lo que me has dicho antes, yo también... -¿Me dejarás que esta noche te abrace en la cama? -A lo mejor... -Samuel sonrió divertido, Marc estaba seguro de eso. -Adiós idiota... -luego le colgó. Pese a todo, Marc no podía dejar de temblar.

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-¿En serio hizo todo eso? -Sara estaba casi blanca como el papel. -Sí, me forzó... aunque reconozco que me gustó, lo que hizo no estuvo bien. -Desde luego que no. Uf, qué fuerte. No sabía que fuera tan celoso. -No sé, más que celos lo que siente es miedo de que me aleje. Antes me ha llamado para pedirme que no le dejase. -¿Y le has perdonado?

-En realidad lo he estado castigando estos días. Duermo con él, pero no le dejo que me abrace ni me toque. A veces finjo estar dormido y acurrucarme contra él, siento cómo se le pone de dura, y espero... -Ya, pero no se atreve a hacerte nada. -Samuel negó con la cabeza. -Eres un torturador de primera. -Se lo merece. -Ya lo creo que sí. -¿Te ha pasado algo así? Con David o con algún otro. -No, cuando no quiero no quiero, y punto. Y ah, pobre de que David lo intente. -Tal vez eso es lo que debí hacer yo, dejarle claro de que no quería. -Sí que querías. -Sí y no. -Qué raros sois los tíos. -suspiró. -También he de contarte algo que me ha pasado, es muy fuerte... confío en que no dirás nada, ni siquiera a David. -Fíate en mí Samuel, nunca te he fallado. -estuvo expectante hasta que su amigo empezó a relatarle lo de Víctor. Se quedó de piedra cuando llegó a la parte del beso forzado. -Y entonces yo me aparté y le dije que no... volvió a besarme, a interrogarme por qué no podía corresponderle... incluso insistió con si estaba enamorado de Marc. Lo negué rotundamente, y eso me hace sentir mal. -De ese chico no me lo esperaba, y más después de lo que Marc nos ha contado de su homofobia. -Lo sé, pero así pasó. Yo a veces soy demasiado idiota como para darme cuenta de esas cosas. Imagínate cómo me quedé cuando me besó, con lengua incluso. Sin embargo me respetó Sara, lo aceptó y ya está. Aunque creo que se quedó muy hecho polvo. -No mola nada que te rechacen, sinceramente. Y más después del esfuerzo que hizo por conquistarte, y mucho más por conseguir aceptarse y aceptar lo que sentía por ti. -Me da mucha pena, y esto no se lo puedo contar a Marc, creo que lo mataría, en serio. No atendería a razones, sólo necesita una pequeña excusa para partirle la cara, y esta no es precisamente pequeña.

-No sé, deberías hablarlo, explicarle que no te hizo nada, que sólo quería estar contigo al igual que lo desea él, sinceramente y sin mala intención. -Aún no me veo capaz, la verdad. -Creo que si vas a por Marc a la piscina, le vas a hacer muy feliz. -Yo también lo creo. -miró el reloj. -Aunque tendré que echar a correr. -Pues hala, largo de aquí, ya pago yo. -Gracias guapa -la besó en la mejilla antes de desaparecer. Sara apoyó la mejilla en la mano, pensativa. -Espero que esto no se líe...

oOoOoOoOo

-Marc, ¿tienes algún problema personal? -su entrenador le detuvo antes de entrar en las duchas. -Sí, tengo uno. -¿Familia, amigos? -Amigos... un amigo mío. -¿Y tan grave es cómo para que estés totalmente ausente en los entrenamientos? Así no vas a poder presentarte a los nacionales. -No se preocupe, el mes que viene estaré a tope. Creo que mi problema se arreglará pronto. -Eso espero Marc, o no podré contar contigo. Estás en baja forma. -Me esforzaré, de verdad. -Venga, hasta mañana. -le palmeó la espalda antes de marcharse.

Algunos compañeros ya estaban fuera, y otros a punto de irse. Al final se quedó a solas, o eso creyó hasta que escuchó a Víctor tras él.

-Hola Marc. - El castaño le miró con puro odio desde una esquina de la estancia. -Hola. -Ayer me lo pasé muy bien con Samuel, es un chico cojonudo. -Eso ya lo sé. -no le gustó nada aquello. -Me ayudó a escoger una guitarra, le invité a cenar a un italiano. Incluso me comentó de ir a un japonés. -aunque Víctor no podía saberlo, al rubio eso le enfureció. En el japonés es donde se le declaró a Samuel, la maravillosa noche que pasaron juntos. Y eso tampoco le gustó por parte de su chico, ¿no lo consideraba a caso como su lugar particular de ir a cenar? Aunque debido a su escaso dinero, no le podía invitar a un restaurante tan caro. -El japonés no está mal. -fue la escueta respuesta, mientras se iba a la ducha y abría el agua caliente. Sabía que Víctor seguía allí, de hecho continuó hablando como si nada. -Luego fuimos a mi casa, y me tocó... la guitarra. -aquella frase sonó muy fea. Cerró el grifo y se giró hacia Víctor, cogiendo una toalla para secarse que éste le tendía. El castaño sabía de sobras que Marc estaba colado por Samuel como una colegiala, pese a que el chico le dijera que no era gay. Saltaba más que a la vista. Ahora que él también estaba enamorado, lo veía claro y cristalino. -Ya, muy interesante. -se encogió de hombros intentando pasar del chico. -Es muy dulce... un chico realmente dulce. Y cuando se ríe... - Marc se giró con la camiseta a medio poner. Terminó de deslizarla por su torso, pero sin desviar la mirada asesina. -Te dije que le dejaras en paz. Aun así has conseguido engañarlo haciéndote pasar por quien no eres sólo para joderme. -En eso estás equivocado. Tú me importas una mierda. Si me he hecho su amigo ha sido porque él es especial. Y tú un mierda que no te lo mereces. -Quien es más mierda aquí, hijo de la gran puta. -siseó Marc, enojado casi al límite. -Puto maricón, crees que no sé que te lo has follado, ¿verdad? Me das asco, follarte a Samuel, es vomitivo. -Marc se dirigió hacia él agarrándolo por la camiseta y empujándolo contra una taquilla, lo cual resonó por todas las duchas. -¡¡Eso no es cierto!! -Los dos lo habéis negado, pero no me engañáis. No te lo mereces en absoluto, desgraciado y pobretón. Yo creo que pega más conmigo, los dos ricos y guapos. -estuvo a punto de darle un puñetazo en plena cara y seguir pateándolo después. Pero se detuvo a escasos centímetros del

objetivo. Víctor lo miró asustado, observó sus verdes ojos rabiosos tras la cortina de cabellos rubios, mojados y enmarañados. -Eso es lo que quieres, que desconfíe de él, que te pegue celoso, para que me expulsen. No vas a conseguirlo. -le empujó de nuevo contra la taquilla, tras lo cual le soltó. -Mi padre es el que da las becas de natación, sólo con decirle que te la retire es más que suficiente. Y entonces se acabó. ¿Puedes permitirte estudiar sin la beca? Oh no, porque eres un pobretón, y tus padres no tienen un euro que darte. -el puño de Marc se estampó contra la puerta de la taquilla, dejando a su contrincante acojonado, literalmente. -Deja en paz a Samuel. -Entonces...- tragó saliva- ...entonces ni se te ocurra decírselo, nada de esto, o te juro que se enterará todo el mundo de lo que sois los dos, y además te quedarás sin beca. Tú verás. -Tú también eres un puto maricón. -Sí, uno que está que se muere por acostarse con tu novio. Y no podrás evitar que seamos amigos, o ya sabes... -A mí me da igual lo que me hagas. -Pero no te da igual Samuel. ¿Verdad? -Marc no contestó. -Así que a callar, y a aguantarse gilipollas. -casi le escupió en la cara. Cuando se dispuso a marcharse, el nadador le habló. -Él no es cualquier tío que te puedas follar, y si lo crees es que estás equivocado. Esté yo, o no. -Lo sé, y por eso le quiero. En el amor y en la guerra todo vale. Es cuestión de tiempo, solamente. -y se fue dejando a Marc completamente angustiado. Los nudillos le sangraban y dolían muchísimo, pero no tato como las entrañas. Vomitó todo lo que tenía en el estómago, y sin embargo eso no le hizo sentirse mejor después.

oOoOoOoOo

Cuando Samuel vio salir a Víctor con la cara algo descompuesta (porque había pasado miedo aunque no lo reconociera), no supo qué hacer, más que quedarse quieto como un palo. -Hola Samuel.

-H-hola. -Oye, que mira... lo de ayer fue un error y no me gustaría que perdiéramos la amistad que acabábamos de empezar. -¿Estás seguro? -No tengo falsas esperanzas, eso me quedó claro ayer. Pero me gustó mucho... -se acercó un poco para que nadie les oyera, tanto que casi se lo susurró al oído. -... me lo pasé muy bien contigo. Vales mucho la pena, sea como sea, no quiero perderte. -Me alegra mucho saberlo- Samuel le dedicó una lánguida sonrisa. -Hasta luego. -sin más, Víctor se marchó tranquilamente.

-Hola Samuel. -otro saludo, esta vez de Marc, le hizo reaccionar. -Hola nene... -susurró con una sonrisa. -¿Qué te decía ese imbécil? -Nada del otro mundo. Que se lo pasó muy bien ayer conmigo. - Samuel vio la herida de Marc en los nudillos de la mano derecha. -¡¡Qué te ha pasado!! -Nada, que con tal de no partirle la cara a ese capullo, me he cargado una taquilla que me tocará pagar... -adiós al dinero que había conseguido ahorrar, y adiós cena romántica. -¿Y a qué ha venido eso? -No podía ser cierto que le hubiese contado lo sucedido a Marc. -Que me ha hinchado las narices. -Le pedí que no te dijera nada, será... -¡¡No!! -agarró a Samuel por los brazos. -No es culpa suya. Es que me dijo lo mismo que tú, que le caías muy bien, que eras muy majo, y me puse de los nervios. Ya sabes que te quiero todo para mí, sugusito. -No te preocupes. Venga, vamos a curarte esa herida tan fea. Si es que eres un bruto, -Samuel se echó a reír con ganas. -Oh, me hago daño y te ríes. Me maltratas. -sentimientos encontrados chocaron contra Marc, por un lado esa felicidad de comprobar que su chico estaba risueño de nuevo, por otro las temibles amenazas de Víctor...

oOoOoOoOo

Aquella noche, tras curarle la mano con el botiquín de la residencia, Samuel lo besó en la herida y le miró sin gafas, con sus preciosos ojos azules, sonriente. Se besaron con pasión, con unas ganas tremendas de devorarse. Marc era incapaz de dejar de abrazarlo contra él, temeroso de perderle de nuevo. Samuel deslizó las manos por su cintura, para sacar las prendas de debajo del pantalón, hasta despojarle de ellas, y tocar su pecho duro y suave con las palmas, llevándolas hasta el ancho cuello de nadador y besándole en la barbilla y los labios, completamente entregado. Marc le quitó la bufanda lentamente, bajó la cremallera de la cazadora hasta hacer que ésta cayera al suelo, poco a poco fue desabotonando aquella camisa tan sexy y llegar hasta su piel caliente. Se tumbaron sobre la cama de Marc, Samuel debajo de éste, permitiendo que él le lamiera las tetillas duras, bajando lentamente hasta el obligo y el vello, desabotonando sus pantalones hasta hacer surgir su sexo erecto que lamió con ansiedad. La mano de Samuel le acarició el cabello mojado, agarrándolo cada vez que él se la chupaba con más énfasis. El rubio se detuvo un momento para despojarse de las botas y ropas sobrantes, haciendo lo mismo con su amante.

Estaban desnudos, erectos, calientes, ansiosos por hacerse el amor. Marc gemía con cada caricia de su chico, con cada arañazo apasionado y cada vez que éste le tocaba las piernas y nalgas con sus pies o sus manos fuertes. Marc lubricó el interior de Samuel con pura delicadeza, chupándole los testículos, mordisqueándolos y absorbiendo su aroma tan sexual. Le penetró poco a poco, a pequeños empujones, arrancándole gemidos de placer. Y se abrazaron uniéndose con ansiedad, besándose entre suspiros de puro deleite. Marc fue cogiendo velocidad y al ver los ojos en blanco de Samuel se emocionó de hacerle sentir así. No pudo evitar correrse, entre risas que su chico acompañó. Pero no se detuvo allí porque Samuel no había tenido su orgasmo todavía, y se lo merecía más que nadie. Así que sentándose sobre su pelvis, empezó a introducirse su pene erecto hasta sentirlo entero dentro. Se movió primero en círculos, después arriaba y abajo, chocando sus cuerpos ya que Samuel lo embestía desde abajo. De nuevo Samuel puso los ojos en blanco de puro éxtasis, hasta que se corrió de verdaero placer levantando el cuerpo de Marc, que apretaba las nalgas cuanto podían sus músculos, y era mucho. Samuel se incorporó para abrazarlo por la cintura contra él, casi llorando de emoción. No habían dicho nada de palabra, pero bastó con sus miradas, con las caricias y el placer sentido.

Aquella noche durmieron de nuevo juntos, sin barrera. Samuel estaba contento, se sentía muy bien y en paz. Sin embargo Marc dejó caer lágrimas en silencio, temiendo que aquello un día acabara. No quería que eso sucediera, no podía soportar ni siquiera pensar en dejar de escuchar el susurro de sus besos en el oído...

Notas finales: jo, no me puedo creer que haya escrito tres en un día T.T qué ilusión!! Volver al índice De mal en peor por Dorianne Susurro de besos

Capítulo 22

De mal en peor

-Mis padres van a ir a verme competir la semana que viene.- Samuel levantó la vista del portátil para mirar a su novio, que acababa de sentarse en la misma mesa que él, en el comedor universitario. -Vaya, me alegro mucho por ti. -comentó sin demasiado entusiasmo. Pese a ello no desvió la mirada, esperando más detalles. -No te veo demasiado contento, ¿te pasa algo? -He discutido con mi padre. -mintió sin más, simplemente no le apetecía dar demasiadas explicaciones de porqué estaba triste. Simplemente lo estaba y punto. La medicación no era infalible. -Lo siento. Bueno... ¿pero ha pasado algo? -Nooo. -alargó la negación impaciente porque le dejara en paz. Marc cerró la boca entristecido y tragó saliva. Samuel suspiró sintiéndose mal y de nuevo le miró sonriendo un poco. -Estoy desganado de todo, ya sabes que a veces tengo días así. -Marc se levantó para sentarse a su vera y poder cogerle, por debajo de la mesa, una de sus manos. -¿De todo, de todo? ¿De mí también? -No seas idiota, de ti nunca me canso, sino fuera por ti, ¿qué sería de mí? ¿Eh? -Samuel le dedicó una larga mirada lánguida.

-Me pones cachondo. -eso arrancó una carcajada al moreno. -Tío... eres incorregible. -Quiero besarte... -suplicó como un perrito gimoteante. -Ahora no, ya lo sabes, y muy bien. -Vamos al baño, sólo un poco, sólo un beso. Llevo todo el día en clase, estoy harto, y cansado, y necesito energías renovables. -rogó sacando el labio inferior para fuera, como los niños pequeños. -Vale. -Samuel también tenía ganas de besarlo, de forma muy cariñosa. Marc se fue primero, al los baños femeninos de la última planta del complejo dedicado a la facultad de dirección de empresas, y como era la hora de comer no había demasiada gente, estaban vacíos. Llamó a Samuel, que justo entraba por la puerta con el móvil en la mano. -Vaya, ¿hay alguien? -Marc negó con la cabeza agarrando a Samuel por la camiseta y tironeando de él hacia el interior del cubículo. Habían elegido los baños de chicas por dos razones. Una la limpieza, otra que si oían algo serían más discretas, evidentemente, que los tíos.

Marc lo besó estrechándolo entre sus brazos, apretándolo contra la pared lateral. No podían hacer ruido, pero era francamente imposible. -Marc... ssss -le dijo al oído. -No jadees. -Te echo de menos... -confesó. Samuel sabía a lo que se refería. Últimamente estaban ambos muy ocupados. Marc casi siempre en los entrenamientos, y Samuel practicando con el violín en un centro de música. Pagaba simplemente por acudir como otros alumnos, pero sólo para practicar en solitario pues nada le podían enseñar que ya no supiera. Y es que aunque no se lo había dicho a Marc, iba a presentarse a una beca. -Quisiera estar así contigo para siempre... -Y yo... -Samuel se derritió entre sus brazos con aquellas simples palabras. Juntaron sus labios calientes de nuevo, anhelantes, pero Marc no se contentó, y quiso darle más. Sin mucha dilación le desabrochó los pantalones y bajó la ropa interior lo suficiente como para tener su sexo libre. En silencio le besó el vientre, y bajó recorriendo toda la envergadura de su pene con delicados mordiscos, para acabar comiéndole entero sus genitales. Samuel simplemente cerró los ojos y calló todo lo que la excitación le dejó. Tenía unas ganas que se moría de moverse él, de embestirle para que Marc se tragara todo lo que tenía quedarle, sin embargo no se movió un ápice dejando que lo hiciera todo su chico.

Marc llevó una mano al interior de su pantalón para sacar su verga enhiesta y sacudirla enérgicamente a la par que disfrutaba de la mezcla de sabores que llenaban su paladar y casi garganta. Un chorro espeso y caliente se la llenó y con cuidado se lo tragó, pero sin dejar de saborear lo que todavía tenía entre los labios. Samuel lo levantó en silencio, besándolo en la boca con sabor a sexo. -Fóllame... -gimió en su oreja. -¿Tú estás loco? -El moreno afirmó con la cabeza, sin cesar de besarlo. Se dio la vuelta y esperó a que Marc lo preparara, con saliva y dedos. Lo siguiente fue ese dolor caliente y a la par placentero que le embargó todo el recto hasta los testículos y arrancó un gemido involuntario de su boca abierta. El rubio empujó poco a poco apretando las nalgas sin poder creerse lo que estaban haciendo allí. Y es que llevaban casi una semana sin practicar el sexo por unas cosas u otras. Especialmente por cansancio físico y mental de ambos.

Justo entonces entraron unas chicas en el baño, y les dio un vuelco al corazón cuando intentaron entrar en su cuartito, pero estaba cerrado convenientemente. Samuel tuvo que reprimir la risa, y Marc otras cosas mucho más apremiantes, como su propio deseo por embestirlo hasta corrérsele dentro. Para colmo, estuvieron al menos 5 minutos tan panchas en los baños, que parecieron 5 horas, hablando de tíos y de los gilipollas que eran algunos. Samuel se estaba partiendo de risa y se convulsionaba en silencio. Marc en cambio estaba sufriendo lo indecible, y más cuando Samuel apretó el culo mientras se carcajeaba de la situación. Finalmente, las voces y los ruidos externos, desaparecieron dando paso a los gemidos roncos de Marc, que ya le dio todo igual cuando pudo reanudar sus embestidas. Dejó sus susurros ahogados en la oreja izquierda del moreno, que estaba roja y caliente por la situación. Antes de correrse, sacó su pene del interior de Samuel, y observó cómo se corría sobre sus nalgas respingonas, cayendo el semen en ellas. Con las manos restregó la lefa por su carne prieta, estrujándoles las nalgas entre las palmas. Se acuclilló para besárselas con devoción, en la zona donde estaban sus pecas.

Samuel sonrió con la mejilla caliente pegada contra el azulejo frío de la pared. Había estado muy, pero que muy bien. Marc le adoraba de verdad, ahora estaba seguro de que él nunca le dejaría.

OoOoOoO

Mar salió rojo como la grana del cuarto de baño, pero se puso blanco al encontrarse por el pasillo contiguo a Sabrina. Hacía ya tres meses de su ruptura y aunque se veían en algunos entrenamientos, nunca se quedaban solos y podían disimular. -Oh, S-Sabria... ¿Qué haces aquí? -Estudio aquí Marc. Eres tú el que está fuera de lugar en este edifico. -ella le habló más secamente. -¡Es verdad! -rió tontamente. -Buscaba a Samuel yo... le... le estaba buscando y... -¿Cómo estás? ¿Estás preparado para la semana que viene? -Sí, bastante. ¿Y tú? -Por supuesto. -sonrió medio ofendida. -B-bueno yo, seguiré buscándole... adiós... -Marc... -Sabrina le llamó antes de verle desaparecer y le sonrió. -Era verdad que... no estabas con otras... siento haber dudado de ti. Pero... para mí era lo más fácil, pensar que otra te había alejado de mí. Ahora entiendo que simplemente no fui... no fui... -No es eso, tú vales mucho. Y sé que ahora sales con un tío majo, que seguro que te trata como te mereces. -Bueno, no está mal. -Sabrina sonrió. -Pero no tiene tu culo. -se echó a reír, y Marc quedó más aliviado. Aunque en el fondo, sí la había dejado por otra persona. Sabrina se dio la vuelta cabizbaja y marchó hacia los baños.

Todavía le gustaba Marc, era inevitable porque le quiso de verdad y tres meses no eran suficientes para olvidarse. Al menos estaba aliviada porque él no la dejó por otra zorra.

Mientras pensaba en ello, casi se chocó contra Samuel, que estaba dentro del baño. Ellos nunca solían coincidir porque Sabrina cursaba asignaturas de tercero de carrera, y ninguna ya de primero, como Samuel. -Perdón. -Vaya, ¿qué haces tú aquí? Ajá, los baños de tíos están muy cochinos eh... -Exacto... -Samuel no supo qué decir.

-¿Estás bien? Pareces mareado... -No, no me pasa nada. Nos vemos. -Samuel salió pitando de allí, era la ex novia de Marc y saber que la había dejado por él, le hizo sentir en parte culpable. -Acabo de ver a Marc, te estaba buscando. -Gracias, a ver si doy yo con él ahora. Chao. -Adiós...

Sabrina entró en el baño y se sentó a orinar, quedándose algo pensativa de pronto. Terminó de orinar y sin embargo no se movió ni siquiera para limpiarse.

¿Qué hacía Samuel allí? Vale, estudiaba en la facultad, aunque en cada planta existían servicios y él no cursaba asignaturas en aquella, ni en algunas inferiores. Pero Marc... Marc salía de los baños también. Estaba segura porque en aquel pasillo no había nada más. Si estaba buscando a Samuel... ¿Cómo no lo encontró en unos baños... femeninos? Femeninos... de la última planta a la hora de la comida, que nunca había casi nadie...

Sabrina se puso los pantalones sin siquiera asearse y echó a correr escaleras abajo por ver si daba con cualquiera de ambos. Salió incluso fuera del edificio, roja y enfadada. ¡¡Qué imbécil había sido!! Qué ingenua y estúpida. Finalmente los vio. Marc no hacía más que empujar deliberadamente a Samuel, que le reía todas las gracias. Su ex era mucho más cariñoso con el moreno, haciendo aquellos aspavientos, de lo que lo fue con ella en varios meses de relación. Había sido a raíz del cambio de habitación de Marc, cuando éste pasó de ser algo distante, a escaquearse a diario, a dejar de cogerle el teléfono, a dejar de besarla, de salir con ella... a darla de lado. Y siempre, siempre hablándole de Samuel, constantemente, las pocas veces que se veían.

Sabrina reprimió las lágrimas hasta que no pudo más. Se dio la vuelta dolida. Ya lo entendía todo, ese Samuel, ese hijo de puta, le había quitado a su novio. No había otra, claro que no, había otro, que para ella fue mucho peor. Porque al fin y al cabo, con otra podía compararse y competir, pero no con otro.

Nunca tuvo nada contra los homosexuales, pero en aquel instante los aborreció. Odió a Samuel, lo odió de veras, le repugnó ese maldito marica que le había robado a su novio.

oOoOoOo

-¿No se lo vas a contar a Marc? -Sara suspiró con cara de desaprobación. Samuel estaba en su piso, con el violín en los brazos dentro de su funda. -Si le cuento ahora que me presento a lo de la beca, se pondría nervioso y tiene el lunes la competición nacional de natación. Está currándoselo muchísimo, y no quiero disgustarlo. -¿Pero qué disgusto? Él estaría muy contento de saber que quieres tener esa beca y continuar con la música, que es lo que a ti te gusta. -Sara... -Samuel la miró con ojos tristes. -Si la consigo, aunque es muy complicadoapuntilló. -Si la consigo me iré a la Sorbona durante varios años, a estudiar allí. -Eso está en... París... -Exacto, en París. -¡No son ni dos horas de avión! -Ya, lo sé. -Samuel sonrió esperanzado. -Se lo diré cuando termine la competición. Bueno, igual ni es necesario, porque no creo que pase la audición. -¡¡Qué dices!! Eres la hostia cabrón. Y mira, si a ti te hace ilusión, a Marc le hará también aunque se ponga un poco triste al principio. En todo caso, ¿cuándo empezarías? -No me la van a dar, hay muchísima gente que toca el violín mejor que yo, incluso concertinos. Yo nunca fui concertino en la filarmónica del conservatorio. -¡Ni idea de qué es eso de concertino! Pero te he oído tocar y eres la leche. Así que con la cabeza bien alta y al toro. -le soltó un sopapo en la mejilla para espabilarlo que dejó a Samuel anonadado. -Y no querrás llegar tarde verdad. -señaló con desdén el reloj de pulsera. -No, eso no. -Pues vamos, te acompaño hasta allí al menos, ya que no puedo entrar. Y prométeme que se lo contarás a Marc antes de que te den el resultado.

-Te lo prometo. -Samuel sonrió, Sara siempre le insuflaba el ánimo suficiente para seguir adelante con sus cosas.

oOoOoOoOo

Marc por su parte seguía con los duros entrenamientos. Su entrenador estaba muy duro con él, porque sabía que podía ganar la competición a nivel nacional. Durante el fin de semana, viajarían a la capital. Lo que le desanimó profundamente fue ver a quien le había tocado por compañero en el cuarto, tenía que ser una broma. Fue a hablar con el entrenador para quejarse. -¡Pero no ves que este tío me odia! ¡No quiero estar con Víctor en la habitación! Me voy a desconcentrar... -Marc, déjate de gilipolleces. Esto es una cosa seria. En esta vida no le puedes caer bien, ni te pueden caer bien, todo el mundo. En la vida real, cuando salgas de la universidad y te conviertas en un verdadero atleta de élite, ¿te crees que te vas a llevar bien con todo el mundo? ¡No! Todo lo contrario, te envidiarán por tus aptitudes, te pondrán la zancadilla, en fin, un montón de cosas. -Marc resopló afirmando, tenía razón. Pero si el entrenador supiera las verdaderas razones que tenía para no estar con Víctor, sí lo habría cambiado de habitación sin dudar. Porque como ese cabrón lo calentara de nuevo, lo mataría con sus propias manos. Justo entonces se cruzó con el susodicho.

-Ey Marc, qué suerte que nos toque juntos. Así me cuentas cositas de mi futuro novio eh... -le dijo más bajito, para joderle. Marc pasó de él intentando no perder los nervios, que ya tenía a flor de piel. Iba a tener que convertirse en una auténtica roca.

A la salida, Samuel le esperaba sonriente. Llevaba su violín a cuestas, parecía contento, más de lo habitual. -Hola. ¿Por qué me miras con esa sonrisa... tan bonita? -susurró ensimismado. -Hoy he tocado especialmente bien el violín, he tocado tu canción para mí... -Vaya... no sabía que la habías escrito para violín también... -Samuel movió la cabeza hacia un lado, sonriendo. -Era una sorpresa... la semana que viene... te la enseñaré.

-¡¡Yo quiero ahora!! -Samuel negó en silencio sin dejar de sonreír. -La semana que viene. -Bueno, qué remedio. -¿Puedo ir al baño? -Sí, te espero aquí. -El moreno le dejó el violín y corrió dentro del recinto de la piscina.

Samuel no se esperó que le fuera pasar algo así de un momento a otro, y por partida doble. Cuando se encontró con Sabrina por los pasillos de las duchas, todo resultó muy rápido. Ella se abalanzó contra él como una leona y lo estampó contra la pared de un guantazo que le hizo ver las estrellas. Era una mujer con bastante fuerza física por ser nadadora. -Sabrina... -¡¡Cabronazo maricón!! ¡¡Me lo quitaste!! -ella lloraba fuera de sí, apoyada en la otra pared del pasillo, hasta que se cayó de culo hecha un mar de lágrimas. -¡¡Me lo robaste!! -¿Qué coño dices? -¡¡No te hagas el inocente!! Qué lo sé, sé que me quitaste a Marc, ¡¡que eres un marica que me... me lo quitaste!!- varias personas salieron de las duchas para tranquilizarla. -¡¡Qué le has hecho!! -el entrenador de Marc arremetió contra él. -No le he hecho nada, si me ha pegado ella a mí. -jadeó confundido, acojonado de que se supiera la verdad. -Lo juro... No... no le he hecho n-nada... -¡¡Mentiroso!! ¡¡Me ha quitado el novio!! -sentenció ofuscada entre los brazos del entrenador, que estaba tan confundido como el resto de presentes, a excepción de Víctor. -¡Me quitó a Marc! -No digas tonterías, sólo somos amigos, compañeros de cuarto, ya está. -¡No soy idiota! -Sabrina estaba muy nerviosa. Samuel negó con la cabeza y echó a andar hacia la salida, con Víctor seguido detrás. ¿Qué cara le iba a poner a Marc al salir? ¿Qué le iba a contar?

-¡Samuel! -el chico le agarró por el brazo para conducirlo a la habitación del bedel.

-Víctor yo... -Shhh... algunas mujeres son así, ya me encargaré yo de que nadie la crea, de que nadie piense que Marc es gay, ¿vale? ¿eh? -Samuel se mordió el labio inferior, nervioso y cabizbajo. -No sé de dónde se ha sacado eso. -Samuel, mírame. ¡Mírame! -lo hizo con los ojos humedecidos. -Dime la verdad o no podré ayudarte. Aunque me duela... -Sí, estamos juntos... -musitó tan bajito que casi fue inaudible. -¿Y ella os ha visto? -No ha podido vernos porque en público no... -Yo os vi besaros Samuel... a la salida de aquí precisamente. -El moreno se quedó estupefacto. Claro... había sido después del beso con Marc, que Víctor acercó a él, al saber que era gay. -Pero a ella la vi ayer... y no me hizo esto, no tuvo esta reacción. Y de verdad que no hemos vuelto a ser indiscretos... -tragó saliva al acordarse del escareo sexual en el baño. Sabrina se tuvo que dar cuenta entonces, pero no los había podido ni ver ni oír. De eso estaba seguro. -Se lo imagina ella, con razón vale, pero se lo imagina. -Estupendo, yo me encargo de que no se sepa la verdad, ¿vale? -No sé cómo agradecerte esto. -A Víctor se le ocurrieron muchísimas formas de cobrárselo, aunque se contuvo para no pasarse. -Dame sólo un beso... -suplicó de pronto con expresión enamorada, desesperada. Samuel enrojeció nervioso. -No es un precio muy alto eh... ¿verdad? Es un precio bajito... -No Víctor, estoy... con Marc y aunque te duela, le quiero en serio. -Te prometo, que quedará entre nosotros, y que a partir de ahora seré bueno con Marc y os ayudaré. Te quiero hasta tal punto Samuel, que si no eres feliz... yo no lo soy. -Y no estaba mintiendo en ese momento. El moreno dudó unos instantes pero lo hizo, lo besó rápidamente para después apartarse, pero Víctor no le pedía eso y lo sabía. Así que le rodeó el cuello con los brazos, haciéndole inclinarse, besándolo de verdad, aunque sin legua. Notó un escalofrío cuando él le apresó la cintura con sus brazos con ternura y le devolvía el beso suspirando, podía sentir que Víctor estaba enamorado de él. Y lo peor fue que aquello no le desagradó en absoluto. Aunque no fue para nada parecido lo que sentía con Marc en una situación similar. Eso le hizo apartarse avergonzado.

-Por favor, salgamos de aquí...

Víctor decidió que Samuel sería suyo con el tiempo, sabía con certeza de que no le era indiferente al chico. Tarde o temprano, tarde o temprano...

oOoOoOo

El rubio nadador, estaba estupefacto cuando vio salir al entrenador y dirigirse hacia él seriamente. -Marc, ven aquí. -el chico observó que el resto de compañeros habían salido a mirar qué sucedía, ante el creciente desconcierto de la víctima en cuestión. -Vamos a ver, yo siempre creo que os he dicho que me lo podíais contar todo, fuera lo que fuera. No he estado nunca a favor de que salgáis entre vosotros porque luego se crean... pasan cosas como la de hoy. -¿Pero qué ha pasado? -¿No te lo ha contado tu amigo el moreno de gafas? -Marc negó cada vez más alucinado. -No ha salido... todavía... -Sabrina, le ha pegado a ese chico afirmando que le había robado el novio, o sea... a ti. -Marc quedó blanco como el papel sin saber ni cómo reaccionar. Tragó saliva. -Sabrina no es mi novia desde hace tres meses. -Eso ya lo sabemos todos Marc, pero ¿y de lo otro no tienes nada que decir? -Que es mentira. -Marc apretó la mandíbula cabreado, ofuscado. -Entonces, ¿por qué ha hecho eso Sabrina? -Se lo imaginará ella. -"El incidente del baño, ha sido eso" pensó Marc.- No digo que mienta, digo que será lo que ella cree. Yo no... -el entrenador movió la cabeza en sentido negativo, desaprobatorio. -Hay más parejas entre vosotros, pero no os puedo pedir a todos que no lo hagáis, yo no soy nadie para no permitirlas mientras seáis mayores de edad, pero joder, ¡¡Por qué no podéis hacer las cosas bien!! ¿Eh? Ahora no sé si rendirá en la competición.

-¡Sólo le interesa eso o qué! -¡¡No!! Pero mientras no confíes en mí Marc, qué quieres qué te diga. -Es verdad.... -bajó la cabeza avergonzado. -Es verdad que la dejé por Samuel... pero ella no lo sabía, no sé cómo se ha dado cuenta. -Entonces es cierto que ese chico y tú... -Marc afirmó con la cabeza, apunto de explotarle. -Eres gay. -de nuevo afirmó con la cabeza. -Algún problema. -A mí me da igual Marc, pero sabes... al tío cabrón que financia las becas, no le daría igual. Es el padre de Víctor. -Lo sé. -Ese tío es de derechas radicales y del Opus. Si se entera de esto te quedas sin beca y yo sin el mejor nadador que tengo, que puede ganar a nivel nacional una competición. Y todo por amoríos. Joder. -¿Por qué no puedo tener una relación normal eh? ¿Por qué? -Porque la sociedad es basura Marc, por eso. Y yo ahí ya no puedo ayudarte, sólo aconsejarte que hagas lo que creas que debes hacer.

Justo en ese instante, Samuel y Víctor salieron juntos. Marc se mordió la lengua. -¡Ey! Está claro que Sabrina estaba celosa y se ha imaginado cosas, la pobre. Ella lo creía, pero yo sé con seguridad que no es así. -Habló Víctor, sonriente, amable con Samuel. Los demás no parecieron muy convencidos. Marc sabía que todos sus compañeros le mirarían mal a partir de ese momento. -Samuel es amigo mío, ¿os creéis que yo iría con un maricón de mierda con el asco que me dan? Samuel y yo ya hemos salido por ahí juntos, con tías. -los amiguitos de Víctor hicieron bromitas pesadas sobre el tema. Samuel ni abrió la boca. -¡Ya, pero y Marc! -dijeron algunos más. -Qué va a ser marica, lo que pasa es que me cae mal y me gusta joderle. Pero no, no lo es. ¿Habéis visto que se empalme mientras os mira en las duchas? No, pues ya está.

Marc y el entrenador les escucharon, algo nerviosos. -No les hagas caso, y mira... entrena por la noche, para eso tienes las llaves, sólo las tienes tú. -apuntilló sonriente. -Ya nos vemos el domingo tarde en el autobús. Venga chaval, todo se arreglará. -le arreó un par de palmaditas en la cara, mientras Víctor y Samuel se les acercaban. -Ya está, todo aclarado. -comentó el chico. El entrenador se marchó para despejar asuntos con el resto. -Me debes una y muy gorda Marc. -Gracias Víctor... -¿Qué? -¡¡Gracias!! -pero no había sonado nada halagüeño. -Marc, vámonos ya. -Samuel cogió su violín y echó a andar a toda velocidad. -¡Samuel! -Marc le agarró del brazo. -¡¡No me toques en público joder!! No me vuelvas a tocar... -tenía los ojos llenos de lágrimas.

No abrieron la boca hasta llegar a su habitación. Samuel se sentó en su cama, en su cama de nuevo, apartado. -No sé qué decir... -Que a partir de ahora, se acabó ir juntos a todas partes, y se acabó que me toques cuando estemos en público, aunque sea con Sara y David. ¿Entiendes? -Sólo aquí dentro... en silencio para que nadie sospeche verdad... -Samuel asintió con la cabeza entre las manos. Marc cerró los ojos dolido. Aspiró aire intentando serenarse. -¿Qué ha pasado? -Esa loca se me ha tirado encima y me ha pegado bastante fuete la verdad. Luego ha empezado a chillar que le robé el novio y yo qué se... ahí delante de todo el mundo. ¡Lo he pasado muy mal! -Marc se le sentó al lado para mirarle la marca de la mejilla. La besó con dulzura, pese a que Samuel se puso tenso. -Aquí nadie nos ve... como tú quieres... nadie nos ve Samuel... -lo dijo con tristeza, no para aliviarlo. -Tengo miedo de que te rechacen tus compañeros, de que te quiten la beca... el mundo es cruel con nosotros Marc.

-No exageres idiota, aquí nadie nos va a colgar por ello, ni nos va a lapidar o encerrar de por vida. Incluso podemos casarnos... no tengas ese terror por favor... -Mi padre es mucho peor que todo eso... y no quiero que tú sufras... -Sufro de verte así. -lo besó en los labios con ternura, hasta que Samuel se dejó. Se tumbaron sobre el lecho, suspirando. -Samuel... ¿vendrás a verme competir? Sólo ganaré si estás mirándome. Tú casa está en la capital, sólo... -Lo intentaré... con la excusa de ir a casa en las vacaciones... como no fui en Navidad, seguro que mi padre no dice nada. -Y te presentaré a mis padres.... -Marc sonrió. -Ellos... ellos no son la inquisición y están deseando conocer a mi mejor amigo...- Samuel asintió. Marc en cambio prefirió no decirle que pretendía confesarle a su familia, que era gay y que Samuel no era otro que el amor de su vida. No hasta que Samuel no estuviera más tranquilo...

Notas finales: ¡¡Hola a tod@s!! No sé si me odiais o qué, por tardar tanto. Os pido mil perdones. Pero he estado muy ocupada dibujando No te escondas, y he pasado por problemas personales, como superar una depresión lo mejor psoible y quedarme en paro por esto mismo, por no poder tabajar ^^ Pero bueno, hoy he podido reanudar susurro, y espero esteis contentos ^^ He abierto un blog de relatos, los mismos que están aquí, pero bueno, por si acaso os lo dejo aquí http://relatosdedorianne.blogspot.com/ mi blog normal http://dorianneilustradora.blogspot.com/ Mi Galería de arte ^^ http://www.dorianne-laura.deviantart.com/ Un besito a todos y perdonadma! Espero que os guste ^^ Volver al índice Preludio por Dorianne

Susurro de besos

Capítulo 23

Preludio

Durante el resto de aquella desagradable semana, Marc tuvo que entrenarse por las noches, a solas. Un desánimo le embargaba cada vez que entraba en el mudo recinto, se desvestía en los solitarios vestuarios y entrenaba en el más absoluto de los silencios. No rendía físicamente, al menos su entrenador no tenía que ver que realmente no se entrenaba porque no tenía ganas. Sólo nadaba, con más o menos brío, de un lado para otro o se apoyaba en el borde de la piscina para semi dormitar lánguidamente.

Para colmo, sentía las miradas de todo el mundo sobre él mientras se desplazaba por su campus, los cuchicheos le parecían voces a gritos que le señalaban diciendo: "¡¡Mira a ese marica!!" Probablemente no era más que el fruto de su imaginación, y sin embargo le afectaba porque sabía que de todas maneras, el rumor de que era homosexual ya habría corrido como la pólvora. Si él estaba sufriendo, ¿cómo lo sufriría Samuel?

Samuel, que en los últimos días estaba desaparecido. Por la mañana, se hacía el dormido en su propia cama, porque ya no dormían juntos. No se atrevía a ir a buscarlo para comer por el qué dirán, especialmente porque sabía cuánto afectó a su chico el incidente con Sabrina. Por la tarde... quedaba con Sara o David, incluso con Víctor muy a pesar suyo y de sus y celos, así que era imposible estar con Samuel un rato en la habitación. Antes de que él volviera, iba a "entrenarse" y divagar. Finalmente, a la vuelta, Samuel se hacía el dormido.

Pero ya no quería omitir más el grave problema que estaba destruyendo su relación, porque si lo permitía, ésta realmente acabaría estrepitosamente mal. Así que cuando llegara a la habitación, tendrían que afrontarlo.

Caminó unos pasos antes de entrar, algo nervioso e indeciso. ¿Y si salía mal? De pronto, un compañero de la residencia llamó su atención. -Ey Marc... -Hola Pablo. -Oye, ¿es verdad eso que dicen por ahí? -¿Qué dicen? -el rubio tragó saliva. -Que eres marica... bueno, gay. -¿Y qué si lo soy? -contestó a la defensiva, con los dientes apretados. -Ey, mira. A mí me da igual, mi hermana es bollera tío. -Marc se relajó un poco. -Así que estoy curado de espanto. Al principio no lo entendía, pero luego pensé "hasta nos ponen las mismas tías". Y ahora va bien la cosa. -Sea lo que sea, yo soy la misma persona. Gracias. -Pablo le sonrió asintiendo, como diciendo "vale, lo eres pero prefieres ser discreto", y se marchó tras darle las buenas noches.

El nadador suspiró un poco más relajado. Bueno, que la gente creyera lo que le diera la gana, estaba claro que la caja de Pandora ya estaba abierta. Samuel yacía en su cama, con los ojos cerrados y un rictus amargo en el rostro, dándole la espalda a la puerta, y por consiguiente a Marc cuando éste entró en silencio. La luz de la mesilla se encendió sin estridencias, y escuchó cómo el rubio iba cambiándose de ropa.

Aquellas jornadas fueron duras para él, tan sólo quería estar bajo la protección y el consuelo de sus amigos. Sara, David y Víctor. Mientras estaba con Sara en clase, nadie le decía nada. A la hora de la comida agradecía que Marc no le buscara, y por las tardes, junto a la compañía de Víctor, sabía que nadie se atrevería a decirle nada. Por eso se sentía mal, al llegar la noche y saber que Marc entraba en el cuarto y respetaba su decisión. Porque dentro de sus enmarañadas entrañas, sentía cómo el corazón de Marc sufría lo indecible en silencio. Su novio se metía en la cama silencioso, haciendo como que él estaba dormido, haciendo... haciendo como la vez que intentó quitarse la vida. Fingiendo.

Por eso, aquella noche se sorprendió, cuando Marc se metió en la cama con él y le abrazó silencioso. El corazón le latió muy fuerte, como al principio cuando no estaban juntos

y él le tocaba. La tristeza infinita de Marc invadió todo su cuerpo, especialmente al sentir unas lágrimas húmedas en la nuca y unos besos tiernos. Se dio la vuelta y miró a Marc, que le observaba a su vez. -Te echo mucho de menos sugusito... -le sonrió al oírle llamarle así. -Marc... -llevó el reverso de una mano a sus ojos, para sujetarle la líquida tristeza. -Por favor, no me dejes... -¿Por qué piensas eso? -Porque no quieres estar conmigo. -Eso no es cierto. Claro que quiero. -Pero ya no puedo hacerte sonreír. -Marc, no es culpa tuya. Es que... -tragó saliva con dificultad. -...es que lo que ha pasado esta semana ha sido muy duro para mí. Perdóname por portarme como un cobarde, capullo y gilipollas contigo. Te prometo que a partir de la semana que viene eso cambiará. -Marc lo estrechó contra sí emocionado, tal vez malinterpretando sus palabras.-Si nos ven juntos y nos acusan, pues lo desmentimos y ya está. -La risueña expresión del nadador cambió, sólo que Samuel no se dio cuenta porque estaba apoyado en su pecho. -¿Marc? -Claro, no te preocupes por eso ahora, ¿vale? Que mañana me voy a Madrid y hasta el martes no nos veremos.- Samuel pareció vacilar. -No sé si voy a poder ir. -¿Por qué? -la desazón de Marc iba en aumento. -No he hablado con papá. -Es tu casa, puedes ir cuando quieras. Porque... ¿quieres ir, verdad? -Sí, quiero verte, como la otra vez que me pusiste tan malo. Pero cada gasto que haga, tengo que justificarlo y... -Samuel, dile la verdad, que vas a ir a animar a tu mejor amigo. Por favor... -el moreno asintió con una media sonrisa en los labios. -Lo intentaré, te lo prometo. -Marc comenzó a besarlo ardientemente en los labios, hambriento. Consiguió arrancar unas risitas a Samuel. -Nada de sexo antes de una competición...

-Bah... -contestó sin más. -Vas a comprobar cómo me salto esa teoría en estos mismos momentos. -Shhh... -el moreno le ayudó a quitarse los calzoncillos y dejó que su novio le despojara lentamente del pijama.

-Echaba de menos tu olor, echaba de menos tu sabor... -¿Y a qué se? -A ver que haga una degustación... -con la jugetona lengua, fue lamiendo varias zonas erógenas del cuerpo de su chico, hasta llegar a la más sabrosa de todas, la cual no se contentó solamente con lamer, sino que tuvo que comerse. -Samuel joder... -o algo así entendió éste, porque Marc lo dijo con la boca bien llena de miembro viril. -Venga, a qué sabe Samuel... ¿eh, Marc? -A esto. -Marc lo besó en la boca con ansia, sorbiéndole los labios. Samuel degustó el sabor a sexo que él tenía por toda la lengua, a la vez que con las manos, y levantando las caderas, ayudaba a Marc a que le penetrara. Dolió un poco, pero las ganas eliminaron todo desazón convirtiendo las sensaciones en puro deseo. -Marc, Marc... Marc... me gusta... -¿Sólo te gusta? -el rubio resopló en su cuello. -Me encanta... -Eso me va gustado más... -levantó a Samuel de la cama, para apoyarle la espalda contra la pared, levantándole una pierna y colocándosela encima del hombro. Después hizo lo mismo con la otra extremidad, tras lo que comenzó a penetrarlo con muchísima fuerza, rabia incluso, por todo lo ocurrido. Como diciendo "¡sí, follamos juntos, y qué coño pasa!" -Ah... dios, Marc... -Samuel se sujetó con ambas manos de su nuca y hombros, rodeándole como podía con las piernas abiertas. Las garras de Marc en sus caderas parecían arderle en la carne, sus gemidos roncos, esa expresión de animal descontrolado. Le gustaba, claro que le gustaba. -Marc... me voy a correr... -pero éste no parecía escucharle, concentrado como estaba en su propio placer. Pero antes de que el nadador tuviera su momento de extremo deleite, Samuel sintió sus labios en la boca, sus manos en la cara y sus besos de amor entre los que se escaparon palabras sueltas, mezcladas con gemidos. Le pareció escuchar un "Te amo", varias veces... y ése sí era su Marc...

Hacía rato que estaban en silencio, abrazados. Marc sabía que se había dejado llevar un poco aquella vez, rabioso y posesivo. Hasta había hecho sangrar a su chico, pobrecito, que no se quejó en ningún momento. -Samuel... -recibió como respuesta un gemidito semi dormido de éste. -Perdona. -Nnnnn... -él pareció sonreír. -Samuel... quiero contarle lo nuestro a mis padres cuando vengan a verme. Y quiero que estés conmigo... -Samuel abrió los ojos somnoliento. Pestañeó sin comprender nada. -Eh... -Nada, ya te lo diré... sssshhh, duerme sugusito. -lo besó en la frente y se dejó arrastrar por el sueño también.

oOoOoOo

El domingo tarde llegó, y los nadadores seleccionados, chicos y chicas, para los campeonatos nacionales universitarios que se celebraban en la capital, subieron todos sin falta al autobús, a excepción de Sabrina. Sería un viaje un poco largo, pero en teoría debían llegar a eso de la medianoche. Directos a la cama y al día siguiente a visitar las instalaciones deportivas. Y después, durante el resto de la semana, comenzarían las eliminatorias y finales.

Marc se había despedido de Samuel en la habitación de ambos tras unos cuantos arrumacos cariñosos. El moreno estaba tan encantador y afectuoso, que Marc no se atrevió a abrir la boca sobre el tema de sus padres. Además, tampoco contaba cien por cien con que su chico fuera finalmente a verle. De nada servía ponerlo nervioso sin conocimiento de si iría o no. Si no iba desde luego no conocería a sus padres, por lo tanto prefirió callarse sus intenciones.

En el autobús se instaló en la parte delantera escuchando el Mp4. Notaba cómo le miraban todos, especialmente Víctor. Sólo que éste le echaba unas miradas cargadas de otra cosa. Algo que le repateaba las entrañas. Intentó no pensar más en ello, e incluso se quedó dormido como un tronco durante un par de horas. El resto del viaje, observó el incesante y frío paisaje de la autopista, atravesando éste más allá hasta sus propios pensamientos.

oOoOoOoOo

No era desde luego la primera ocasión en la que pisaba Madrid. En el viaje de fin de curso de la ESO habían estado allí un par de jornadas, visitando el Prado, el Escorial... lugares de interés turístico. Realmente era una ciudad que no le gustaba, olía mal de la polución. Al menos, a él no le gustaba demasiado. Pero tampoco es que en aquella ocasión tuviera tiempo de echar un vistazo más allá de la larga avenida en la que estaba situado el hotel.

Un aire fresco le dio en la cara al bajar del vehículo. Entraron esperando en el hall a que su entrenador pidiera las tarjetas para ellos. Él estaba un poco apartado, hasta que el hombre le requirió. -Una tarjeta cada uno, no las perdáis. -les comentó a Víctor y a él. -A dormir. ¡¡Vamos todos, que no parezca esto el parvulario!! -fueron llenando los ascensores, sin embargo prefirió subir las escaleras hasta el quinto piso, tranquilamente. Víctor le siguió detrás, para su desgracia.

-Estás muy calladito Marc, tan risueño que eres tú. ¿Te ha pasado algo? -Lo sabes muy bien. -Bueno, tenía que suceder tarde o temprano. -se carcajeó a sus espaldas. -No paran de hablar de lo tuyo Marc. No quieren ducharse contigo. -Para lo que hay que ver, no son mi tipo. Ya sabes cuál es mi tipo... -contraatacó el rubio mientras buscaba la puerta 506 y metía la tarjeta para entrar. -Ja, ja, qué divertido eres. -un tono de celos en su voz no le pasó inadvertido a Marc, por mucho que Víctor intentara bromear. -Es cierto, al lado de Samuel no vale ninguno la pena, con lo bien que besa. -El rubio tiró su maleta sobre el suelo de moqueta, produciendo un ruido seco. Le echó una mirada a su compañero que lo podría haber matado.

-Ya te gustaría a ti saber lo que es que un tío como Samuel te bese, desgraciado cabronazo. -Fue mi primer beso de hecho... con un tío que está buenísimo. -apuntilló para cabrear más a Marc. Justo sonó el móvil de éste.

-Discúlpame, me llama mi novio. -enfatizó la última palabra con sorna. -¡Hola! -contestó contento. Estaba disfrutando el momento humillante de Víctor. -Espera un momento... -Marc salió del cuarto para hablar con más tranquilidad, y caminó hasta una pequeña sala vacía ya a aquellas horas. -¿...cariño? -Sí. -Ya estoy solo. -¿Qué tal el viaje? -Aburrido. Acabábamos de llegar al hotel y dejar las maletas. -¿Vas con Víctor verdad? -un refunfuño contestó por Marc. -No os peléis anda. -Samuel... ¿entiendes las intenciones de Víctor contigo? -un silencio algo incómodo le llegó desde el otro lado, a cientos de kilómetros de distancia. -No soy un niño, claro que sí. -¿Entonces por qué le das coba? -No empieces con los celos, ya viste lo que pasó la última vez. Y la anterior... -Es que no para de insinuar cosas... no pretenderás que le ignore y me quede tan pancho. -susurró. -No le hagas caso joder, él es así. No entiendo por qué no os podéis llevar bien. -¿No lo entiendes? Pues te lo explico. Porque ambos estamos colados por ti, y él no soporta que sea yo el que tenga derecho a roce... como mínimo. -soltó divertido, como regocijándose del hecho. -Marc, he hablado con mi padre. -cambió radicalmente de tema. -Como no he ido a casa en muchos meses, me ha dicho que vale, que vaya sin problemas. Iré en autobús pasado mañana. Es cuando empiezas, ¿no? -¡Bien! ¡Qué bien! Shhh- se dijo a sí mismo. No estaba solo del todo. -Mis padres vienen el jueves si paso la eliminatoria. -Me alegro. Y ahora prométeme que te vas a portar bien, que no le harás caso a Víctor en nada de lo que te diga, y que vas a estar súper concentrado en las pruebas. -Te lo prometo. -Te quiero muchísimo Marc, y ya te echo de menos.

-Y yo a ti... "sugusito" -susurró muy bajito, tapándose con la mano la boca. -Qué bobo eres nene, bobo perdido... -Samuel se echó a reír. -Hasta mañana, muac. -Muac. -Samuel le besó a través del móvil y colgó.

El rubio, encaminándose hasta la habitación, entró silenciosamente. Víctor estaba ya en pijama mirándole tumbado cuan largo era sobre su cama. -Igual ahora le toca llamarme a mí. -Igual. -tan tranquilo se despojó de la ropa y buscó una camiseta en su maleta. Seguidamente fue al baño a asearse y orinar, para después volver hasta su cama y meterse en ella. -Me voy al sobre a sobar. Buenas noches. -Aunque no me creas, sé lo que es besarle. -no recibió respuesta, lo que encabronó a Víctor, que se incorporó. -La primera vez que quedamos, le besé. ¡Le besé! ¿No vas a decir nada? -Sí, te voy a decir que me dejes dormir. Joder, te encanta rajar por los codos. -al no conseguir la reacción que deseaba de Marc, pensó en cómo joderle bien. Rumió un rato en silencio, mirándole el cogote intensamente, hasta que dio con lo que buscaba. -Su boca sabía a caramelo... caramelo de fresa o cereza... -Naturalmente, le encantan los sugus de fresa y se pasa el día con un caramelo de algo en la boca. Invéntate algo mejor anda, pero ya me lo cuentas mañana.

Víctor flaqueó hasta tumbarse de nuevo en su cama y meterse bajo las mantas. Tragó saliva algo descolocado. En cualquier otro momento, Marc habría reaccionado de distinta forma. No quería contarle lo que había pasado realmente en las dos ocasiones que besó a Samuel, porque eso le podría alejar de éste en su carrera de fondo por conseguirlo.

Bueno, tal vez podía simplemente seguir provocando "dudas razonables" en la cabeza de Marc...

Y no estaba del todo equivocado en esto, pues Marc tenía los labios apretados en un rictus de enfado. Era cierto que... los besos de Samuel sabían a fresas... siempre... y que Víctor hubiera dado en el clavo no le había gustado nada. Sin embargo, la promesa a Samuel de no hacerle caso y concentrarse en lo verdaderamente importante, le hizo permanecer en sus cabales, al menos aparentemente. Porque por dentro tenía ganas de levantarse y partirle la cara a ese maricón gilipollas malfollado, que tenía por compañero de cuarto.

Y es que Marc sabía, que la vez que Samuel salió con Víctor, algo había pasado, y aún estaba a la espera de que su chico se lo contara. Tras la provocación de Víctor, lo veía claro. Y en ese sentido, le iba a dar la oportunidad de explicarse cuando acabara la competición. Sin embargo, confiaba en su novio y sabía muy bien que éste le quería a él, y nada más que a él.

oOoOoOo

Tras un lunes de entrenamientos y muchas presentaciones de otros nadadores, había llegado el martes, jornada de competición y eliminatorias para llegar a la final. Marc estaba tranquilo e ilusionado, porque Samuel ya estaba en Madrid, pese a que por temas familiares no acudió a dichas eliminatorias. No podía llegar y escaquearse de su padre y tía, que estaba viviendo en su casa también.

Así que su aliciente para ganar fue que el jueves le vieran tanto sus padres como Samuel, compitiendo en al menos una de las dos finales para las que optaba.

Durante aquellos dos días, Víctor se medio comportó concentrándose en su categoría (suerte que no competían también entre ellos en la natación). Durante el lunes apenas se lo cruzó, sin embargo por la noche en la habitación volvió a la carga, aunque algo menos convencido, tal vez, de enojarlo.

-Samuel vendrá mañana. -Vaya, no lo sabía. -le contestó a Víctor. -¿Viene a verte no? Ah no, viene a verme a mí, su novio.

-Me ha llamado antes para darme ánimos y desearme suerte. -La necesitarás, no eres especialmente un gran nadador. Pero como tu papi paga. -Te recuerdo que tu beca es de natación y es mi "papi" quien te la concedió. Y que si se enterara, casualmente, de que eres un maricón, te la quitaría. -Sus amenazantes palabras casi hicieron que se mordiera la lengua de rabia, empero se le había ocurrido algo mucho más efectivo. -¿Y qué? ¿Cómo llevas vivir rodeado de fachas de derechas y del Opus? Por lo que sé, tú también eres maricón. -¿Qué opinan de su hijo? -¡¡No lo saben!! -Ya, ¿y si alguien se lo dijera cómo te sentirías? -Víctor había callado ante aquella vuelta de tuerca. -No se lo creerían. -pareció no haberlo dicho muy convencido. -En gente como tus padres, las dudas suelen crecer como gigantes. Así que vamos a hacer un pacto. Vamos a dejarnos en paz al menos hasta que todo esto acabe. -Está bien. -tuvo que admitir él. -¿Y tus padres qué? -¿Qué? -¿Lo saben? -No todavía, pero sé que ellos me aceptarán, me quieren mucho y siempre me han inculcado respeto hacia los demás, sean como sean. Y se lo voy a decir esta semana cuando vengan y cenemos juntos. Se lo diremos Samuel y yo. -No creo que esté muy por la labor. -No le conoces como yo. -Sé reconocer a uno de los míos Marc, de los que no quieren que nadie lo sepa jamás. Si sigues engañándote allá tú, pero Samuel es así y no cambiará nunca. -Había decidido no contestarle, porque no habría sabido cómo replicarle algo de lo que ni él mismo estaba muy seguro.

Aquella tarde, había pasado en ambas competiciones a la final, así que se sentía pletórico, y su entrenador estaba casi más contento que él.

-¡Marc! Muy bien chico- estaban ya en el hotel, en una sala de descanso de la planta baja.-Sé que si sigues adelante puedes ganar competiciones más complicadas. ¿Has pensado en el mundial? -No creo que esté a mi alcance. -Todavía no, pero con estos años entrenándote así, podrías. -Marc no estaba tan seguro de si podría seguir muchos años con la beca. Empezaba, moralmente, a no querer aceptar nada de un homófobo por mucho que la beca le abriera camino. Había otras becas. Pero no quería estar lejos de Samuel, sería capaz de dejarlo todo por él. De pronto le llegó una llamada perdida al móvil. -Me voy a dar una vuelta. -¿A dónde vas? Debes cenar y descansar... -Me voy a ver a mi novio... -musitó mirando al entrenador a los ojos. Éste suspiró y negó con la cabeza en señal de desaprobación. -Lo tuyo no tiene solución. -Ha venido a verme, viajó hasta aquí para animarme. Sólo será un ratillo. Chao. -sin más palabras, salió del hotel.

Samuel lo estaba esperando apoyado en la fachada del hotel, cerca de la puerta. -Hola. -Marc le dio un sugus de piña. -Dentro hay un beso. Si te lo comes es como si me devolvieras el beso. -Samuel lo agarró de la chaqueta del chándal hasta llevarlo a un lateral del edificio, para besarlo. El rubio no se lo esperaba, allí en la calle, sin embargo lo estrechó emocionado contra sí. El tiempo pareció pararse y la calle desaparecer. -Yo tenía algo mejor que un sugus de piña... -musitó Samuel tras despegar los labios de la boca del nadador, todavía en una nube. -Dios, y yo sin poder llevarte a mi habitación para hacerte el amor... -Samuel se apartó de él con una pícara sonrisa. -Lo siento, yo no puedo llevarte a mi casa, mi padre y mi tía están allí. Y encima no han parado de preguntar que a dónde narices iba a estas horas. -¿Qué les has dicho?

-Que iba a ver a mi mejor amigo al hotel donde estaba hospedado. Me alegro mucho de que hayas pasado las eliminatorias. ¡Eres el mejor! -Marc lo asió por la camiseta para atraerlo hacia él besándolo con pura devoción. -Va... que hay gente y nos miran... -Que nos miren. No nos conocen y nunca más les veremos. -Samuel se dejó besar un poco más, sin embargo consideró que era suficiente. Para Marc era liberador, sin embargo para él todo lo contrario, se sentía mal y observado de forma reprobatoria. -Será mejor que vuelvas al hotel, mañana quedamos un ratito también, a cenar. -Bueno... aceptamos barco... -cedió refunfuñón. -Ven a mi casa a cenar... mi tía... bueno, mi tía insistió en que te invitara. Sabes, ella no es tan seca como mi padre. -¡¡Sí!! Y el jueves iremos a cenar con mis padres. -¿Para ... para qué...? -Para cenar Samuel... porque son mis padres y me haría mucha ilusión que vinieras. Además, ellos quieren conocerte. -¿Por qué? -el tono de su voz denotaba alarma. Marc sintió que el ánimo se desinflaba poco a poco. -Ya querían que fueras a casa en Navidad, ¿recuerdas? Simplemente quieren verte. Invitan a menudo a mis amigos a cenar. -C-claro. Por supuesto. B-bueno, voy a llamar a un taxi.

Mientras Samuel hacía la gestión, Marc le observó en silencio. Muy a su pesar, tendría que esperar al jueves para explicarle su plan de presentarlo ante sus padres como su chico. Conociéndolo era capaz de enfadarse, por lo tanto una pequeña encerrona era la única solución. El taxi no tardó en llegar, aquella era una zona de hoteles bastante concurrida por los taxistas. Samuel se subió en la parte trasera, y antes sonrió a Marc como sólo él sabía. El rubio no pudo resistirse a probar aquel susurro de besos. -Samuel... te quiero mucho, y soy muy feliz de que hayas venido. -Lo sé... -sonrió de nuevo. -Hasta mañana. -y después se fue.

Marc observó al taxi hasta que desapareció por la larga avenida. Tragó saliva desasosegado. No estaba seguro de por qué, pero tenía miedo... miedo de perderle de verdad... Notas finales: Hola. He vuelto pronto.

Este capítulo lo he tenido que dividir al final, me salía muy largo. Ya os podeis imaginar que no va a pasar nada bueno, pero tiene que ser asi. Normalmente me gusta putear a los personajes, pero en esta historia, los acontecimientos no pueden tener otra forma de desarrollarse. Muchas gracias por ser pacientes. Un beso! Visítme! http://dorianneilustradora.blogspot.com/ http://relatosdedorianne.blogspot.com Volver al índice Decepción por Dorianne Susurro de besos

Capítulo 24

Decepción

Para Marc, la cena con Samuel no fue lo romántica que hubiera querido, pues era en su casa y con su familia. Aun así, se imaginó que al menos después estarían solos en su cuarto, y le robaría algún que otro susurro de besos. No ocurrió para nada según sus planes. Porque Víctor también fue. Tras una larguísima jornada de entrenamiento, su única ilusión del día se fue al garete cuando su compañero se lo hizo saber.

-Creo que vamos a la misma cena. -No voy a cenar con vosotros. -le contestó entendiendo que se refería al club de natación. -Bien, le diré a Samuel que no vienes- comentó jocoso. -Espera, espera... ¿de qué hablas? -Samuel me ha llamado y me ha invitado a cenar a su casa hoy. -Mentiroso de cojones. -le soltó. -Pregúntale, mira qué fácil lo tienes para creerme o no. -no le hizo falta, claro que lo creía.Voy a llamar a un taxi. Vístete o me largo sin ti.

Se había quedado del todo aplastado. Samuel le conocía, sabía que querría "tema" tras la cena, y esa era su forma de "defenderse" en territorio comanche. Porque, si su padre les pillaba, se le acababa el mundo a ese cabezón que tenía por novio.

-Joder...

El trayecto en taxi fue silencioso. Al menos así no tuvo que escuchar las impertinencias de Víctor. La casa de Samuel se hallaba a las afueras de Madrid, en una zona residencial, y era un edificio nada despreciable, rodeado de un cuidado jardín. -Es gente con dinero, está claro. -comentó Víctor al llegar a la verja de entrada y llamar al interfono. Marc se sintió algo cohibido. Él venía de un piso pequeño de 3 habitaciones. -Bienvenidos -la voz de Samuel les llegó a través del aparato, tras lo que la verja se abrió y entraron en el jardín. Éste les esperaba en el dintel de la puerta.

Ambos nadadores le sonrieron con cara de imbéciles, al comprobar lo guapo que estaba aquella noche. La ropa nueva y el cabello mojado y brillante. -Entrad que hace frío. -una agradable temperatura les hizo entrar en calor rápidamente. Samuel se llevó sus abrigos a una salita. -Venid, os presentaré.

En la salita se hallaban tanto su padre como la hermana de éste, ya entrados en años. Marc sabía que Samuel fue un hijo bastante tardío, y que su padre era más mayor que la fallecida madre. -Papá, tía Rosa, estos son mis amigos Marc y Víctor.-El padre de Samuel se acercó a ellos. -Encantado. -Ambos chicos estrecharon la mano del hombre, que los observaba sin una pizca de alegría en la mirada, pese a la sonrisa de la cara. -¡Encantada chicos! ¡Qué guapos sois! -Rosa en cambio era mucho más agradable de trato y aspecto, aunque ya pasaba de los sesenta y tantos años se la veía una mujer muy activa y que debió ser muy guapa. -Pero pasad al salón, mejor cenamos pronto. Samuel me ha dicho que mañana competís en natación. -Sí, somos del club de natación de la universidad, mi padre es el que le dio la beca a Marc. -sin duda, así quedaba muy bien delante de la familia de Samuel. -Es empresario y político. -añadió. -Tal vez lo conozca, a mí me interesa la política. Y los empresarios. -captó rápidamente la atención del padre de Samuel, que creyó que iba a ser una velada aburrida, pero ya no tanto.

Marc se quedó algo rezagado de pronto, como aterrado. Se sentía como fuera de lugar. Samuel le miró sonriéndole. -Vamos. -¿Por qué le has invitado? -Mi tía insistió. Le dije que tenía dos amigos en la competición. -No te creo. -el rubio pasó a su lado sin mirarlo y fue a sentarse al lado de la tía. Samuel le miró apenado, no estaba del todo equivocado...

A Samuel le aterraba la idea de quedarse a solas con Marc, porque conociéndolo no se contentaría sólo con estar en su cuarto hablando o viendo una película. No, él querría arrumacos, y eso en su casa sí que no. No había zona en el planeta más peligrosa que aquella. Así que Víctor fue una buena excusa, y la hospitalidad de Rosa una bendición.

OoOoOo

La cena se desarrolló más o menos como era de esperar. Mientras Víctor y el progenitor de Samuel charlaban animadamente sobre política de derechas, Marc había captado más la atención de Rosa. Al chico le pareció una señora de lo más cariñosa, y viceversa, a la mujer, Marc le encantó como persona. -¿Tus padres vienen mañana entonces? Qué ilusión debe hacerte, y lo de menos que les echarás. -Sí. Echo a faltar hasta a mi hermanito. Me pegaba bien en las espinillas y desde que no las tengo doloridas... -Rosa se carcajeó contenta. -Samuel, tu compañero de cuarto es un cielo. -el chico no dijo nada. -Tengo a Samuel mimado, ¿sabe? Le doy todo lo que quiere. -Mentiroso. -¿Y esto qué es? -Marc se sacó de un bolsillo un puñadito de caramelos. -¡Has calado a mi sobrino! Mi cuñada siempre le traía sugus cuando venía de sus giras. -Marc entendió porqué le gustaban tanto aquellos dulces. Le recordaban a su madre. -El sugus ya sabes lo que tiene dentro. -Samuel se puso rojo como la grana, así que levantándose marchó al baño sin decir palabra. Marc lo miró pesaroso. -No se lo tomes a mal, Samuel es muy huraño, a veces pienso que me lo tenía que haber llevado de niño conmigo a Italia, pero no podía ser. -¿A Italia? -Sí, mi cuñada no podía cuidarlo y mi hermano... le ha faltado cariño que darle a su hijo. -comentó a modo de confidencia. -Bueno, ahora está mejor. -Ya lo veo. Creo que es gracias a ti, eres una buena persona. Puedo notarlo. Y vaya, se ha puesto muy guapo, tendrá a las chicas revolucionadas. -Ya lo creo. -frunció el ceño en un autor reflejo. Samuel volvió, se había lavado la cara con agua fresca. -¿Estás bien? -No, me duele la cabeza.

-Voy a traer los postres. -Rosa pareció preocupada al irse. Si su hermano veía a Samuel malo, de lo que fuera, se enfadaría con él. Una reacción incomprensible, pero siempre era así. -Samuel, ¿qué te pasa? -Víctor se preocupó. -Nada, no me pasa nada. -fingió una sonrisa nada real, porque sabía que su padre ya lo escudriñaba. -¿Te tomas la medicación? -Sí, papá. -Yo le veo tomársela. -Marc lo ayudó, aunque fue para peor. -¿Cómo que le ves? -al padre de Samuel no le gustaba Marc, era evidente. En toda la velada le dirigió la palabra una sola vez. -Papá, es mi compañero de cuarto, ya te lo dije. -A veces lo acompaño al médico a por las recetas de los antidepresivos. -¿Por qué tienes que andar contando a ese chico de qué son tus pastillas? -estaba claro que era avergonzante para aquel hombre que los demás conocieran los problemas familiares. -Porque es mi amigo. Y cuida de mí. -Bah, amigo dices... En esta vida los amigos no existen, a ver si te enteras. -Víctor se quedó pasmado ante aquello. Mucho más Marc. Samuel en cambio reaccionó violentamente. -¡¡Me salvó la vida!! ¡¡Me salvó la vida cuando intenté suicidarme, cabrón!! -se había levantado y tirado la copa de vino al suelo en un acto de furia, con estridencia. Su tía se quedó en la puerta con la bandeja de pasteles en las manos, temblorosa. Miró a su hermano, y la cara era un poema. De los presentes, tan sólo Marc conocía aquel suceso, y no se esperaba que Samuel fuera a soltarlo así como así.

El moreno se dio la vuelta y echó a correr escaleras arriba, a su habitación. La cerró de un portazo, por dentro con llave, tras lo cual se dedicó a patear y chillar en el interior dándole golpes a los muebles. Mientras todos se esforzaban en que abriera, Marc salió de la casa. Cogió una escalera que encontró en un cobertizo de jardinería, y trepó como pudo hasta lo que parecía el balcón de Samuel, por la ubicación, ruidos y sombras estaba claro que era de su estancia. -Joder, lo que tengo que hacer... -primero con la escalera hasta un techado que estaba bajo el balcón, tras lo cual subió la escala con un gran esfuerzo para apoyarla de nuevo en la parte

baja de la barandilla. Casi se le cayó, y entonces no habría podido moverse. Resollando por el esfuerzo, descendió sobre el suelo del balconcillo. Tras la cortina estaba la figura de Samuel, sentada en el suelo y hecha un ovillo, sollozante. -Samuel, ábreme. -los sollozos cesaron. Le abrió de inmediato mirándole anonadado. -¿C-cómo...? -Marc lo abrazó contra él. -No me asustes así, gilipollas... -Samuel siguió sollozando desesperado. -¡¡Le odio!!- chilló de pronto -¡¡Odio a ese cabronazo!! -Tshhh, basta, ¡¡Basta!! Basta por favor. -Lo besó para acallarlo hasta que pareció calmarse. -Mira, he conseguido mi propósito, besarte en tu cuarto... -Samuel no pudo evitar sonreír. -Sólo he tenido que subir por las paredes, que casi me mato. Pero ha valido la pena, vaya que sí. Vamos a abrir. -No...- se resistió, sin embargo Marc no le hizo caso. Entraron los tres que quedaban, con cara de susto. -¡¡Pero qué coño haces!! -le chilló el padre al hijo. -¡¡No hagas lo que hacía tu madre!! -Deja al niño, no ves que está mal... -su tía intercedió por él. -¡No te metas Rosa! -Sí, sí me meto, es mi sobrino y está claro que esta casa lo enferma. Volvió muy bien, pero han sido dos días viviendo aquí y mira, ¡Mira! -bramó enfadada. El padre de Samuel se dio la vuelta sin mirar atrás, farfullando, tal vez se fuera a su habitación a meditar lo sucedido.

Rosa abrazó a Samuel preocupadísima. -Lo que tienes que sufrir... -Lo siento tía, lo siento por ti. Pero no por él... ya no... -Mi niño. ¿Es cierto lo del intento de...? -Sí, lo intenté hace meses... Marc me salvó la vida. -Gracias... -la pobre mujer alargó la mano para que el rubio se la cogiera, en un acto de agradecimiento. -Gracias chico... -Tía, quédate esta noche conmigo.

-Yo me quedaré. -Marc se ofreció ansioso. -No, tú tienes que competir mañana. Con mi tía estaré bien. -Llamaos a un taxi. Será mejor que os vayáis ya. Yo me encargo, no es la primera vez...Estaba claro que aquella mujer ya había pasado por algo así, muy posiblemente con la madre de Samuel.

Acompañaron a los nadadores hasta la salida, a la espera del taxi. El fresco de la noche, y el sonido de los grillos por la hierba del jardín, los calmaron un poco a todos. -Marc, Víctor. Gracias por venir, lamento haberme puesto así. Creo que es este lugar, me vuelve loco. Menos mal que volveremos pronto a... a... -A casa... -Marc le sonrió. -Sólo es una habitación pequeña, pero es nuestra casa, ¿no? -Sí... -Samuel le dedicó una sonrisa llena de agradecimiento a Marc. Luego miró a Víctor, como pidiéndole perdón por el espectáculo que había tenido que presenciar.

El taxi llegó y se fueron. Tía y sobrino se quedaron paseando un poco por el jardín, hasta dar la vuelta a la parte trasera, bajo el balcón de su habitación. -Mira la escalera. A ver cómo la bajamos de ahí... -musitó Samuel. -Es increíble lo que... lo que ha tenido que hacer ese chico para subir. -el moreno sacó del bolsillo los caramelos. Había un sugus de fresa. Era de Marc, y llevaba un beso dentro. Se lo metió en la boca con cuidado, no fue sólo comerse un caramelo, fue como devolverle el beso. -Samuel... -musitó su tía mirándolo. -Al principio, cuando vi a esos dos chicos, no tuve muy claro cuál era de los dos, pero es evidente la respuesta mirando donde ha ido a parar la escalera...

Samuel la miró completamente confundido. -Se ha subido por detrás, podría haberse matado... y te da caramelos con sorpresas dentro... Es Marc, ya lo creo. -hablaba como si Samuel la comprendiera. -¿No vas a decirme nada? -No te...

-Vamos Samuel. Tu madre me dijo que eras gay hace tiempo. Lo sabía aunque no se lo dijeras. Teníais una conexión especial... erais iguales. Peligrosamente iguales...

El chico no supo qué decir, más que quedarse pasmado mirándola. -No es asunto mío, y yo no es que lo apruebe precisamente, pero como lo sé hace tiempo imaginaba que tarde o temprano traerías a tu pareja de un modo u otro. En cuanto a tu padre... yo no voy a decirle nada. No me compete. Debes decírselo tú... -A Samuel se le llenaron de lágrimas los azules ojos. -No puedo, no... no... no, no... -negó con la cabeza y la vista clavada en sus pies. -No tiene que ser hoy ni mañana, pero debes decírselo. Le dolerá, y aun así... -No quiero que lo sepa nadie... -musitó Samuel. -¿Y qué opina ese chico? Marc. Está claro que lo que siente por ti es evidente. -volvió a mirar la escalera. -Él quiere que lo sepan todos... pero yo no... -Rosa lo asió del hombro y levantó su rostro por el mentón. -Una relación así no llegará a ninguna parte. Recuérdalo. Las mentiras no llevan a nada bueno. Mírame a mí. Años con un gigoló. Sabía que se quedaba conmigo por el dinero, y cuando fui ya muy mayor ni eso le retuvo. Se fue con otra. Pero yo estaba enamorada y no quise escuchar a nadie, sólo vivir mi mentira en paz. Y mírame ahora. -repitió -Estoy sola, sin hijos, sin dinero, sin juventud... por vivir esa mentira. Y no quiero verte a ti así. -Voy a irme tía, a París... -soltó de sopetón. -Me han concedido una beca de 5 años para estudiar violín en la Sorbona. No creí conseguirlo pero... -Eso es fantástico, siempre tuviste un don, como tu madre. -Si me voy, le dejaré atrás... -se refería a Marc. -No sé qué hacer... Si se lo digo yo... tal vez... -no sabía ni qué decir, sólo sollozar. Su tía lo abrazó contra él, como tantas veces antes a la madre del chico... -Hay que seguir al destino... sin tener miedo... -musitó ella. -Y volar...

oOoOoOo

De nuevo, el viaje en taxi fue en silencio. Marc se aguantó las lágrimas, tanto por lo sucedido, como por no poder quedarse con Samuel. Para colmo, ya no podía fingir el dolor en la muñeca. Se había hecho bastante daño subiendo hasta el balcón, con aquella pesada escalera. En frío es como se daba uno cuenta de la gravedad del asunto. Su entrenador lo iba matar.

Víctor por su parte, se había quedado sin habla bastante tiempo atrás, al presenciar la violenta reacción de Samuel. No paraba de darle vueltas a lo del intento de suicidio del que hablaron y Marc pareció evitar a tiempo. Por aquel entonces no conocía a Samuel más que de vista. Quería preguntarle muchas cosas a Marc, cosas que no podía o no se atrevía a indagar directamente con Samuel.

Y lo de la hazaña del rubio subiéndose por los balcones ya lo había dejado pasmado del todo. Su visión de la relación que Marc y Samuel mantenían, había cambiado. Ya lo comprendía todo, era mucho más complicado de lo que aparentaba. No se habían enamorado, liado y ya está. Qué va.

Y lo peor, se percató de que nada de lo que dijera o hiciera podría separarlos, de que Samuel sabía a quién quería perfectamente y que sus besos no habían sido más que un precio a pagar por el bienestar de Marc. Sonrió para sí, derrotado...

OoOoOo

Llegaron a su habitación, y Marc lo primero que hizo fue llamar a Samuel. -Samuel... ya hemos llegado. Sí, bien claro... Mañana nos vemos, a las cinco es mi primera prueba... ajá... hasta mañana. Te quiero mucho eh... -Víctor lo observó sonreír, suponía la respuesta a aquello. Marc colgó y se le cayó el móvil al suelo, no podía sujetarlo más. -¡Marc! -Joder... joder... -gimió. -Ha sido trepando... -Espera. -el chico fue a por crema y vendas. Le levantó la manga silbando. -Está hinchado de verdad.

-Subiendo la escalera casi se me cae y al sujetarla me di un golpe. No me di ni cuenta, pero ahora, joder cabrón, me duele... -se quejó cuando Vítor anduvo aplicándole la crema anti inflamatoria. -¿Pero cómo se te ocurrió hacer eso? -Soy así cuando se trata de Samuel. Me vuelvo imbécil, no sé... -Yo... me he dado cuenta de que lo vuestro no es tan simple... ¿Es verdad lo del suic...? -Sí. -cortó tajantemente. -Se rajó las venas con un puto cúter... porque me vio con Sabrina... -El rostro del rubio se contrajo en un rictus amargo, como intentando aguantarse las lágrimas. -Yo no sabía que estaba enamorado de mí, yo desde luego ya lo estaba de él... pero seguía fingiendo ser un tío normal con novia. Y fingí mucho tiempo hasta navidades, que dejé a Sabrina, y ni Samuel ni yo pudimos aguantar más el vivir enamorados en secreto el uno del otro. Pasó lo que tuvo que pasar Víctor. -Lo siento... -lo dijo tan sinceramente que hasta Marc se sorprendió por creerle. -Eh... yo... no sé qué decir. Que lo siento y que no volverá a pasar, ni lo de los besos, ni lo de irle detrás. -¿Qué besos Víctor? -Pero ya lo sabes... mis artimañas para separaros, para gustarle... -Marc tragó saliva enfadado de verdad, pero no con quien tenía delante y le ponía un apretado vendaje. -Me gustaría escuchar tu versión. -Fingió ser conocedor de aquello. No le apetecía esperar a que Samuel le contara la suya, que probablemente sería menos creíble. -La vez que salimos a cenar y a que me enseñara guitarra, le engañé, pero él ya lo sabía, suponía que yo la tocaba desde antes bastante bien. Lo llevé a mi casa, y nos besamos. Bueno, él no quiso, estaba confuso. Me negaba constantemente que tú y él tuvierais una relación sentimental. -A Marc le dolió más el acto de negación que lo del beso. -De hecho me lo estuvo negando tajantemente hasta el incidente con Sabrina. -¿Tan fuerte le dio ella? -Vaya que sí, las mujeres pueden volverse monstruos cuando se trata del novio robado, ¿eh? -se rió. -Samuel estaba en shock, así que me lo llevé al pequeño almacén, y le prometí que lo arreglaría. Pero yo quise más, quise más... así que me besó como moneda de cambio... y eso es todo. -Víctor se calló que no había sido la única vez que Samuel le "pagó" con besos para que se estuviera callado, porque en realidad había intentado que se la chupara sin conseguirlo. Los besos con lengua y que se dejara sobar un poquito fue lo máximo que pudo lograr. Seguro que Samuel no se lo comentó a su novio... porque eso no se decía... si se quería sobrevivir...

-Sí, es justo más o menos como me lo contó Samuel. -mintió. Marc se había vuelto muy buen actor tras estar años fingiendo ser heterosexual, y luego un tío súper cordial para que su chico no estuviera triste. -Pero eso no volverá a pasar. Hoy me he dado cuenta de que vuestra relación es especial... -admitió muy a su pesar. -Y que yo no tengo nada que hacer... -Gracias... -¿Por? -Por todo lo que me has dicho y por la venda. -Tómate un relajante muscular y a sobar. -le dio uno con agua. Marc se tragó la pastilla. Aprovechando que Víctor marchó al baño, cogió la caja para poder tomarse otras dos cápsulas más. Quería dormir profundamente, no sentir el dolor de la muñeca, ni el dolor del corazón.

Se metió en la cama medio vestido, esperando con los ojos abiertos a que se fueran cerrando su párpados. Pensando, irremediablemente, mientras la medicación hacía efecto. En lo sucedido aquella noche, en el incidente de Sabrina, en los besos que Samuel dio a otro... aunque fueran por protegerle a él...

Samuel, le mintió por omisión, dos veces... y quién sabía cuántas más por otras cosas. No estaba celoso, simplemente decepcionado.

Al final, se durmió, con una profunda desilusión en el rostro, la que no se borraría ya de su semblante en mucho tiempo...

Notas finales: Hola ^^ Al final he vuelto a alargar lo que quería explicar, soy un caso T.T He hecho una encuesta en mi blog de relatos, sobre Susurro de besos. Me gustaría que participarais porfavor, sólo si os apetece ^^ o si me quereis decir algo sobre ello. Es sobre la edición del relato en novela física. http://relatosdedorianne.blogspot.com/2009/08/encuesta-susurro-de-besos.html Muchísimas gracias ^^ Un beso! Volver al índice Dejarte por Dorianne Susurro de besos

Capítulo 25

Dejarte

El día llegó para Samuel, tras una larga noche sin apenas pegar ojo. La luz filtrándose a través de la ventana le hizo no querer permanecer por más tiempo metido en la cama. Su tía Rosa, se había ido hacía ya un buen rato a dormir. La pobre hizo lo posible para que estuviera tranquilo, inclusive convencerle de que hablaría con su padre para que las cosas se arreglaran en la medida de lo posible. Sin duda, si existía alguien que pudiera aplacar el agrio carácter de aquel hombre, era ella.

Sin muchos ánimos, bajó a la cocina. Al pasar cerca del espejo del pasillo, le asustó un poco la imagen que éste devolvió. Pálido y ojeroso, no sólo por no dormir, también debido al estado interior de lo que se llamaba ánimo. -Estás horrible... -musitó para sí, alejándose del espejo en dirección a la cocina. Tras prepararse leche caliente, la bebió poco a poco sin el menor gusto, tan sólo por el mero hecho

de alimentar el cuerpo. Dejó la mitad el desayuno en el vaso y salió fuera. Como solamente llevaba puesto el pijama, al pisar el césped húmedo y darle el aire en la cara, un escalofrío le recorrió al completo.

El jardín todavía le devolvía una imagen grisácea, sin suficiente luz. Así se sentía él, a medias como el desayuno, apagado al igual que el paisaje. Caminó hasta la parte trasera de la casa, y observó la escalera apoyada en el balcón. Imaginó la clase de malabares que Marc había tenido que hacer, para conseguir llegar hasta la habitación. Podía haberse matado, qué imbécil. Pero un imbécil adorable. -Te quiero... -susurró a solas, con la cara entre las manos. -Y tengo mucha suerte de tenerte...

La luz pareció en principio que iluminaba parte del jardín, sin embargo... una nube tapó el sol que comenzaba a ascender, y Samuel se sintió de nuevo triste...

oOoOoOo

Para el nadador, aquella mañana no fue mucho mejor. Tenía la cabeza embotada por las tres pastillas. Su objetivo de dormir profundamente durante la noche resultó, sin duda, pero el precio a pagar no fue tan bueno. Víctor seguía dormido a su lado. Todavía quedaba una media hora para que le sonara el despertador. Le miró, sin odio. Porque en el fondo le tenía lástima.

Marchó a darse una ducha y quitarse la venda. Fue un alivio deshacerse de ésta, aunque tenía la muñeca hinchada. ¿Sería una torcedura? El entrenador lo asesinaría. A ver qué se iba a ingeniar para contarle lo sucedido con esa muñeca.

Mientras se daba una ducha templada para despejarse, pensó inevitablemente en Samuel y Víctor. Realmente, lo que le angustiaba no era que se hubiera pegado el lote con él, pues entendía las razones, sino el hecho de que su chico no se lo contara. Ni una palabra. Estaba angustiado y decepcionado. Aún así lo podía superar, olvidar incluso, si Samuel lo confesaba y le daba una explicación lógica de todo.

Mientras permanecía bajo el agua caliente, escuchó entrar a Víctor. Se puso a orinar medio dormido. -¿Y la muñeca? -indagó él. -Jodida. -¿Vas a poder nadar? -Lo voy a intentar. -A ver si te vas a lesionar por más tiempo. -Bueno... -contestó mientras salía de la ducha completamente desnudo. -¡Joder Marc! -Anda, ahora me dirás que te escandalizas de ver a un maromo como su madre lo trajo al mundo. -bromeó. -No me va mirar a todos los tíos. -Ni a mí. Y te he visto antes el culo mientras meabas, ya estamos en paz.

Víctor enrojeció, había constatado lo bien dotado que estaba Marc, y se sintió avergonzado de lo suyo propio. Qué imbécil, creyendo que habría podido gustarle a Samuel, teniendo a Marc en casa. Tenía que decirle a Samuel... que lo liberaba... para siempre.

oOoOoOo

-¡¡PERO EN QUÉ COÑO ESTABAS PENSANDO!! -Por favor... me resbalé y caí. Al apoyarme pues... ¡Peso mucho! -Marc tuvo que aguantar el chorreo durante varios minutos más. Si le hubiese contado la verdad absoluta, puede que el entrenador ya lo hubiera matado con sus propias manos. -¿Pero podemos hacer algo? -Ven. -agarró al chico de la pechera para arrastrarlo, furibundo, hasta la enfermería de las instalaciones. El médico puso mala cara al ver su muñeca.

-Pinta mal, muy hinchada. Te vamos a poner un anti inflamatorio permitido, y tendrás que llevar una muñequera especial desde ahora. Lo mejor es que vayas al hospital y te hagan una radiografía. -¿Podrá competir? -Creo que sí... sin embargo es decisión del chico. -ambos miraron a Marc. El médico con mala cara, el entrenador con expresión entre furiosa y esperanzada. -Me lo... me lo voy a pensar... -tragó saliva angustiado. La beca dependía de no defraudar a nadie, los primeros de la lista, sus padres... -Como compites por la tarde, lo mejor es que no fuerces la muñeca hasta entonces. Si ves que va a peor, ve al hospital. -Entendido. -Vamos. Gracias doctor. - su entrenador lo agarró de nuevo, esta vez por la chaqueta del chándal, arrastrándolo fuera.

-No quiero ver tu cara hasta la competición. -Creo que si compito, sólo debería ser en una de las dos pruebas. En mi especialidad... -Pues entonces no quiero verte hasta las siete, ¿entiendes? -se dio la vuelta enfadadísimo, perdiéndose por uno de los pasillos.

Marc suspiró aliviado, mirándose la muñeca. Sentía que iba a defraudar a todo el mundo. Y encima... sus padres ya estarían de camino. No podía fallar, no podía...

Los problemas de Marc no habían hecho más que empezar.

oOoOoOo

El moreno, acudió a las 5 a la competición, tal y como le dijo Marc, pero no estaba. Se sentó a observar y lo buscó con la mirada por cada rincón, y entre el resto de participantes.

Divisó a Víctor y ya está. Quedó preocupadísimo, sin embargo no lo llamó al creer que no tendría el móvil cerca, especialmente si andaba por allí en plenas competiciones. Finalmente observó la carrera, Víctor quedó segundo por muy poco, en los 400 estilos. Se alegró mucho por él. Y en cuanto pudo bajó para intentar verlo, y de paso preguntarle por Marc.

-¡Samuel! -el nadador se puso muy contento al tenerle allí, no se lo esperaba. -Enhorabuena Víctor, me alegro mucho por ti. -Casi, casi. Lástima que Marc decidiera no participar, tiene mejor marca que el ganador. -Al ver la cara de Samuel, completamente sorprendida, entendió que Marc no le había contado nada. -¿No te lo ha dicho? -el otro negó con la cabeza. -Pues... se hizo daño en la muñeca, y ha decidido sólo competir en su especialidad, a las siete. -No tenía ni idea. -Vaya, eso es que no quería preocuparte. Es que está con sus padres y es posible que por eso no te llamara, no habrá podido. -se encontró a sí mismo dándole explicaciones a Samuel, sobre lo que hacía Marc. Ni que fueran amigos. -Ahora lo llamaré yo. -Oye, te tengo que decir una cosa. Pero ahora no puedo, si me esperas... -Por supuesto. -La sonrisa de Samuel hizo dudar un instante a Víctor, dudar sobre si dejarle o no en paz. Negó con la cabeza y le devolvió la sonrisa. -Una media hora, nos vemos aquí. -Ok.

Samuel cogió el teléfono y salió de las instalaciones mientras los tonos no dejaban de sonar, ya que Marc no le cogía el teléfono. Tuvo que insistir bastantes veces hasta que lo descolgaron. La voz de una mujer le hizo dudar. Miró la pantalla extrañado, para comprobar que estaba llamando al número correcto. -¿Sí? ¿Diga? No es nadie... -P-perdona... ¿está Marc? -Está en el baño cielo. ¿Quién eres?

-Soy... Samuel. -¡AH! Samuel, claro. Soy la madre de Marc, encantada cielo. -Igualmente. -Samuel se relajó un poco. -Esta noche iremos todos juntos a cenar. -Gracias... -Ah, mira, tu amigo ya viene... Marc, es para ti... -la voz sonó más alejada. -¿Si? -Soy yo. -Estás en la piscina, ¿verdad? -A ti qué te parece. Víctor me ha contado que te has lesionado. -Me caí en la ducha. -No seas mentiroso. -¡Víctor es un bocazas! -No, no me ha dicho nada. Lo deduzco yo solito. Fue ayer, mientras subiste al balcón, ¿verdad? -Sí. -Es culpa mía. -No seas victimista, el único responsable de las cosas que me pasan, soy yo mismo. -Pero... -¡No hay peros que valgan! Además, estoy mucho mejor ahora que te he oído. -Oye, ¿pero qué dices delante de tus...? -replicó nervioso. -No estoy delante sugusito, estoy fuera del bar donde hemos comido. -¡Calla!- Samuel se puso como un pimiento rojo.

-Seguro que te has puesto colorado como un sugus de fresa. -el moreno se echó a reír espontáneamente, para luego taparse la boca con la mano libre. -Estúpido. -Eso en ti siempre suena bien cariño... -Te estaré viendo en la prueba, ¿vale? Aunque prométeme una cosa... que no vas a forzar la máquina. -Sólo la fuerzo cuando te tengo delante y me pongo como una moto. -Te voy a matar. Venga, nos vemos entonces. -Oye... -¿Qué? -Que a pesar de todo, yo te quiero... y... te perdonaría cualquier cosa. -Samuel tragó saliva, culpable. -Y yo a ti... Chao. -colgó, quedándose mirando la pantalla con la foto de Marc. Tenía que hablar con Víctor y dejarle claro que aquello que tenían, fuera lo que fuera, no podía seguir adelante.

oOoOoOo

Víctor salió recién duchado, encontrándose con Samuel donde habían quedado anteriormente. -Ya he hablado con Marc. Me siento culpable. -Es impulsivo, tú no tienes culpa. Se lo hizo él. -Si no me hubiera puesto de aquella manera, como loco. Siento que tuvieras que verme en tan lamentable espectáculo. -No te voy a mentir, me quedé alucinado. Odias a tu padre... mucho. Yo no aguanto al mío, pero nada que ver...

-Siento que cada día que pasa, lo considero menos mi padre. Y hoy no ha sido mucho mejor. Mi tía ha intercedido esta mañana por mí, si llegamos a estar solos no sé... creo que le habría tirado algo a la cabeza. Encima le he dicho lo he París... -La beca de música. -Sí. No le ha gustado nada saber que me la han concedido. No me deja ir, claro está. Menos mal que me pagan todo y he ahorrado, que sino. Siempre puedo buscarme un trabajo allí. -Yo te puedo ayudar si quieres. -Víctor... -de pronto Samuel le miró ceñudo. -¿Y qué será la moneda de cambio? ¿Yo? No estoy dispuesto a seguir vendiéndome. -fue duro al decirlo, más de lo que el nadador hubiera imaginado. -Escúchame Samuel... -Víctor miró a todos lados, buscando un sitio más apartado para poder seguir hablando sin que nadie les escuchara. -A ver, después de lo que presencié ayer, de lo que dijiste del suicidio, de lo que hizo Marc por ti entonces, o lo de subirse al balcón a pesar de poder haberse matado... me di cuenta de que no puedo seguir... no puedo continuar atormentando a Marc y mucho menos obligarte a ti a ciertas cosas de las que me avergüenzo. - dijo la retahíla toda de sopetón. -Eso hace las cosas más fáciles para todos. Porque yo lo quiero a él, y lo que tenemos es especial. Aunque... me gustaría que tú y yo siguiéramos siendo amigos. -Yo también. Si hubiera sabido que el otro día, iba a ser la última vez que podría besarte, no te habría dejado marchar nunca... -No me digas esas cosas por favor. -Samuel enrojeció de pies a cabeza. -Perdona, soy un romanticón idiota. -De veras deseo que encuentres a un tío que aprecie todo eso. -Sólo espero que sea como tú. Quiero decir, que sea como yo. Que no quiera que nadie lo sepa nunca. Aunque bueno, estarás nervioso, ¿verdad? -¿Nervioso por qué? -Claro, lo de esta noche, la cena con la familia de Marc y la salida del armario. Entonces no sé si podremos seguir siendo amigos, al menos en público. Entiéndeme, mi familia, y... -¿Por qué piensas eso? -le cortó. -¿El qué?

-Que voy a salir del armario esta noche con los padres de Marc delante. -Me lo ha... dicho él... -Estás de coña. -No, me lo dijo el otro día y no parecía bromear. -la cara de Samuel era un poema a los ojos de su acompañante. Víctor entendió que Marc no le había dicho una palabra. -Creo que la he jodido. -No, qué va, no las has jodido. El que la ha jodido es él, por tenerme engañado. Me lo olía, pero quise confiar en él. Sabe que no puedo y aun así... -Oye, oye, tranquilo. -Me voy. -Pero Samuel... Marc y su compet... -¡Me da igual! -se dio la vuelta ofuscado. -¡Samuel! -pero éste se fue hacia la boca del metro a toda velocidad, corriendo sin mirar atrás. -Joder, creo que la he cagado bien. -se lamentó. Todas las veces que los había querido separar, adrede, sin resultados, y cuando ya no lo deseaba, lo hacía.

Sin embargo, el sentimiento de culpabilidad fue desapareciendo. Marc era el que la había jodido bien al fin y al cabo. Y él... simplemente estaría pendiente por si Samuel lo necesitaba. Para lo que fuera...

oOoOoOo

-Mucha suerte Marcos. -Gracias mamá. -¿Seguro que estás bien para competir? Si es porque estamos nosotros aquí, ni se te ocurra. -el padre de Marc palmeó el hombro de su hijo, cariñosamente.

-No, es porque es importante para mi beca, y porque me gusta nadar. -¿Y ese amigo tuyo? Samuel. -Marc miró enredador extrañado, pensaba que se verían antes de que comenzara la prueba. -Es un poco tímido, igual está en las gradas. En cualquier caso lo conoceréis después. -Nos hablas tanto de él, parece majo. -su madre parecía estar muy interesada siempre. -¿Y no viene tu nueva novia? ¿No ha podido? -No tengo novia, ya te lo he dicho. -Vaya, como en navidades estabas tan enchochado. -No es eso, sigo igual, pero no tengo novia. -Deja a tu hijo ahora, no es momento de tonterías -su padre parecía algo nervioso y miró a Marc un poco como diciendo "ahora no es el momento de hablar de esto". -Me voy, tengo que entrar en calor. Hasta luego.

Los padres de Marc observaron marcharse a su hijo corriendo y ellos subieron a las gradas. -A veces lo miro y me parece mentira que sea tan guapo, no ha salido a ti. -comentó ella. -Qué graciosa. -se carcajeó su marido. -¿Por qué crees que no nos quiere presentar a esa chica? -él suspiró. -Nena, no creo que haya ninguna chica. Deja que él se explique cuando quiera. -¿Qué quieres decir? -Nada, ya lo hablamos en la cena.

El padre de Marc ya hacía tiempo que se olía, que su hijo no era como los demás chicos. Y aunque le costaba un poco asimilarlo, su hijo era su hijo, y una persona estupenda. No iba a cambiar porque... porque admitiera ante ellos, que era homosexual. Pero sabía que su mujer, no podría aceptarlo tan fácilmente...

oOoOoOo

-¿Cómo tienes esa mano? -Mejor que esta mañana, ya no está tan hinchada. -aunque le dolía bastante, se lo guardó para él. -¿Estás seguro? -Marc asintió. -Pues suerte. -Su entrenador no tenía, desde luego, muchas esperanzas ya puestas en él.

Marc salió a la piscina, junto a otros participantes. Vio a sus compañeros en las gradas, e incluso dio con sus padres ya que le saludaban desde lo alto. Sin embargo no vio a Samuel. Víctor estaba con los demás, así que...

Bueno, en cualquier caso, la certeza de que su chico lo estaba mirando, fue suficiente para darle las fuerzas necesarias.

"Ganaré por ti" pensó Marc, antes de arrojarse al agua tras el bocinazo de salida.

El agua fresca lo rodeó, deslizándose rápida por su piel. Como era muy bueno en la salida, fue el primero desde el inicio. Lo malo vino al dar varias brazadas, tras el choque de la mano lesionada con el agua y el impulso, le entraron unos tremendos pinchazos en la muñeca. Pese a ello, y con más rabia, dio todo de sí. Durante unos instantes, en el penúltimo largo, otro nadador lo aventajó. Lo sabía porque era el de su derecha. Y es que los latigazos de dolor se hicieron casi insoportables, subiéndole por el brazo entero, así que tuvo que aflojar involuntariamente. Cuando se impulsó por última vez, y cogió la bocanada de aire que necesitaba, se vació por completo para poder soportar los calambres, el dolor, y el cansancio. Quería ganar, por sus padres, por Samuel, y por él mismo. Porque no quería ni desilusionarlos a ellos, ni decepcionarse a sí mismo. Y al final, por los pelos, ganó. Un fuerte dolor en la muñeca le indicó que acababa de tocar la pared, la meta, el final. Y había ganado.

No sabía si lo que tenía en el rostro era sólo agua, o también lágrimas de alegría, porque no había decepcionado a nadie. Hasta los compañeros que antes le criticaron por su condición sexual, bajaron a abrazarlo. Su entrenador no se lo creía y sus padres seguro que

andaban vitoreándole desde las gradas. Pero a Marc todo le daba igual, porque sólo quería ver la reacción de Samuel, pero como la última vez que compitió ganando, Samuel no estaba...

oOoOoOo

El nadador, tras ducharse e ir de nuevo a la enfermería a que le dieran algún calmante y vendaran bien, volvió a por su medalla de campeón nacional. Se despidió de todos, inclusive de Víctor, antes de salir con su padres. -Al final pudiste, qué cabrón. -Envidioso, como de costumbre. ¿Y Samuel? -Hablé con él esta tarde, te buscaba... luego ya no le vi más. -por supuesto, se guardó para sí toda la conversación anterior que había mantenido con el moreno. -Qué raro... habrá salido fuera, no le gustan nada las piscinas. -Suerte esta noche. -Adiós. -Suerte... la vas a necesitar... -musitó mientras observaba a Marc reunirse con sus padres.

-Marcos, ¿y tu amigo? Hemos reservado a las nueve en el restaurante. -su madre andaba algo mosqueada, mirando el reloj. -Ya hemos llamado al taxi. -Estará por aquí... -Marc llamó a Samuel. -"El número al que llama esta desconectado o fuera de servicio, para..." -colgó y lo intentó en repetidas ocasiones con mismos resultados. -Hijo, el taxi. -Esperad un momento por favor. -se le notaba ofuscado. -Te esperamos en el taxi. No tardes que es caro.

-Vale papá, voy a echar un vistazo por aquí. -echó a correr con el móvil en la oreja, sin hallar ni rastro de Samuel. Su enfado e incomprensión fue en aumento por momentos. Al final no tuvo más remedio que volver al taxi y marcharse con su padres. -¿Y Samuel? -anduvo indagando su madre. -Me ha dicho que irá por su cuenta al restaurante, ya le di las señas. -mintió. Durante el trayecto, envió un sms a su chico con la dirección del lugar, y la vana esperanza de recibir contestación o llamada. No apartó la vista de la pantalla en ningún momento, cada vez menos convencido de que Samuel acudiría a la cita. Una extraña desazón le creció por dentro, mezclada con furia, decepción y tristeza.

oOoOoOo

Ya les habían servido el primer plato cuando Marc supo que, definitivamente Samuel no pensaba acudir. -Samuel es un poco maleducado, ¿no te parece? -la madre del nadador, estaba disgustada, era evidente. -Mamá, voy a llamarlo, seguro que vendrá. -"El número al que llama esta desconectado o fuera de servicio, para..." -sin embargo, Marc no colgó, si no que fingió tener una conversación. -Samuel, ¿por qué no vienes? ¿Qué? Vaya, lo siento, ¿está bien? ¿Por qué no me has...? Ah, claro... Vale, vale, no te preocupes, a mis padres no les importa, no... de verdad, yo se lo digo. Llámame si hay alguna novedad... ok. Chao. -y colgó con cara de circunstancia. -¿Qué pasa? -Su tía Rosa, de la que os hablé en la comida, se ha puesto enferma. Están en el hospital con ella. Por eso no ha venido a la piscina, pero creía que no sería tanto rato. -¿Qué le pasa a la pobre mujer? -Marc tragó saliva. -La cadera, se le rompió una vez se ve... Y se ha caído. Está en urgencias. Así que Samuel pues no vendrá. -Pobre mujer. -su madre se lo tragó a la primera, sin embargo el padre no creyó una palabra.

-Voy al baño. -Marc, levantándose, se dirigió al servicio de caballeros. Sólo había un cubículo y estaba ocupado, así que tuvo que aguantar estoicamente como pudo, lavándose la cara en la pila. Finalmente pudo pasar y encerrarse por dentro. Se quedó en una esquina, en cuclillas y con la cara apoyada en las manos, respirando entrecortadamente, sollozante.

-¿Cómo me has podido hacer esto? -susurró para sí, mientras que con el reverso de las manos se limpiaba las lágrimas de rabia y dolor.

Samuel no sólo le había fallado al no ir a su competición, sino que para colmo, no había acudido a la cena, dejándole mal a él, y faltándole el respeto a sus padres. Apagando el móvil, pasando de todo. Sus padres eran sagrados, y nadie podía ofenderles. Era imperdonable. Porque además sabía, que no había ido porque era un cabrón cobarde, malcriado y estúpido niñato.

oOoOoOo

Marc, tras un largo rato, volvió a la mesa con sus padres, sin embargo no pudo poner buena cara. No iba a seguir fingiendo nunca jamás. Era la hora, el momento de toda la verdad. -Hijo... -su madre le cogió del brazo, asustada. -Marcos, ¿qué te ha pasado en el baño? -Nada... estaba llorando. -¿Por qué? -Porque estoy harto de fingir mamá... -Marcos... -Os lo voy a decir ya, porque no me lo puedo guardar para mí por más tiempo. -su padre asintió, él estaba preparado. Cogió la mano de su mujer, que se hallaba completamente desconcertada.-Me gustan los hombres... -se le quebró la voz. Su madre le soltó el brazo, angustiada. -No digas eso. -Marc sonrió cerrando los ojos.

-Lo siento, siento decepcionaros... -No nos decepcionas Marcos. -su padre habló. La mujer de éste le miró incrédula. -¿Pero le has oído bien cariño? -Perfectamente. Tu hijo mayor es homosexual, ¿y qué? -Que no es natural... no... no es normal... él es un chico muy hombre... es... no... no... -Mamá... por favor... -Marc estaba sorprendido. Ella siempre estaba a favor de los gays y lesbianas. Y su padre, creyó que sería el que reaccionaría peor al ser hombre, y en cambio... -¿Qué hemos hecho mal? -inquirió ella. -Nada, no es culpa vuestra. Nací así. -No, tú no eras así antes. -dijo angustiada, llena de culpabilidad. -Sí lo era... siempre lo he sido... Sólo fingía para no decepcionaros. -de pronto la mujer se echó a llorar en el regazo de su marido. El padre de Marc miró a los ojos enrojecidos de su hijo, con tristeza. -Ese chico, Samuel... ¿Es tu novio? -Marc le devolvió la mirada, directamente, serio, y sin titubear, y dijo con claridad: -No, yo no tengo novio.

oOoOoOo

Samuel se sentía terriblemente triste, sabía que le estaba haciendo una putada muy gorda a su novio, sin embargo era necesario vengarse por lo de la encerrona con sus padres. ¿En serio creía que iba a ser tan fácil para él salir del armario? Tal vez por esa razón, Marc lo quiso hacer a traición. No se lo perdonaría en mucho tiempo. Marc iba a tener que hacer méritos si quería que las cosas volvieran a su cauce.

De pronto, su tía llamó a la puerta del cuarto. -Samuel...

-Sí, pasa. -Rosa se encontró a su sobrino en pijama, viendo en DVD, aunque parecía tener la mente en otra parte. -Oye... Marc está fuera. -¿Qué? -del salto que pegó al levantarse de la cama, casi cayó de bruces contra el suelo. -Pues ha llamado al interfono. Le invité a pasar y no quiso. Tenía mala cara. -¿Mala cara? -Samuel no se esperaba que Marc fuera hasta su casa.-A trompicones se puso la primera ropa de calle que encontró a mano y echó a correr escaleras abajo, hasta llegar a la verja. Su novio andaba fuera, y el taxi esperando aparcado a unos metros.

-Marc... -Samuel lo miró a la cara, y se temió lo peor. -He venido a mandarte a la mierda. -Nunca vio a Marc tan serio en su vida. -Perdóname, quería vengarme. -¿De qué?-preguntó en tono cortante. -De que me hicieras una encerrona con tus padres. ¿Te crees que soy tonto? -No Samuel, no eres tonto. El tonto siempre he sido yo, esperando algo de ti que jamás me darías. ¿Sabes? Al principio lo creí, cuando era feliz. Pero ya no me creo nada, porque ya no soy feliz contigo. -Samuel sintió que se le cerraba la garganta y las lágrimas acudían ardorosas a sus ojos. Intentó decir algo, sin embargo Marc le cortó sin piedad. -Te habría perdonado que te besaras con Víctor. -¡No, yo...! -¡¡Cállate!- bramó de pronto. -No me niegues algo que sé con seguridad. Víctor no es más que otra víctima tuya, de tu puto egoísmo. -Si te lo hubiera dicho le habrías pegado, y si le pegabas te expulsarían, lejos de mí... -gimió intentando explicarse. -¡Qué poco confías en mí! ¡Hubiese preferido saberlo! Aún así había decidido perdonarte. Y mira mi mano, ¿la ves? ¡¡Me he jodido bien la puta mano por subir a tu puto cuarto ayer!! Y he estado a punto de perder hoy, pero ¿Sabes? Me hacía ilusión saber que estabas mirándome, con mis padres. Pero no estabas, nunca estás cuando hay algo importante para mí. -¡¡Estaba enfadado por la encerrona!!

-Eso también te lo habría perdonado. -Samuel se apoyó mareado contra el muro que rodeaba su casa. -Siempre te lo he perdonado todo, los desplantes, el que no quieras que nadie sepa lo que teníamos... pero hoy has hecho algo, para mí, imperdonable. -fue duro en su tono de voz, tanto que las piernas le temblaron a Samuel, que era incapaz de defenderse, ya que Marc tenía razón en todo. -Hoy le has faltado el respeto a mis padres. Y eso sí que no te lo perdono... -Marc estaba ya llorando. -¿Me has oído bien? No te lo perdonaré en la vida. -¡Marc, por favor! Me arrepiento... - Intentó tocarle, aunque el rubio le pegó un manotazo apartándose. -Iremos ahora con tus padres... -No, no tengo ningún interés en que los conozcas. Ya no. - el chico se sacó un paquete de pañuelo. Se sonó la abundante mucosidad, intentando serenarse, al menos parecer más frío. -Marc... -¡¡No me toques!! -de nuevo apartó la mano de Samuel de sí. En esos momentos, el padre del moreno salió a la calle, junto a su hermana. -¿Qué pasa aquí? -Venga Samuel, explícaselo a tu papá. Dile lo qué sucede aquí. -el chico empezó a sufrir ansiedad, no sabía qué hacer. -¡Samuel! ¿Qué hacéis aquí chillando? Molestáis a los vecinos. -Nada, vete dentro papá. -¡No haces más que darme disgustos! Ayer la rabieta estúpida, esta mañana lo de la beca en la Sorbona, y ahora te peleas con éste aquí en la calle. -Agarró a su hijo de la chaqueta para tironear de él, pero éste se soltó con furia. -¡¡Vete dentro joder!! -De nuevo le chilló a su padre con furia descontrolada. -¡¡Tú no entiendes nunca nada, e cago en la puta!! -Vamos dentro, deja a tu hijo un momento... -Rosa arrastró al hombre hacia el jardín, aunque se resistía.

-Vaya, eso de la Sorbona es nuevo. ¿Eso no es una universidad de música en París? -Samuel asintió mordiéndose la boca. -Me la dieron... son 5 años. -Así que 5 años en París... y cuándo pensabas decírmelo. -A Samuel le desasosegó aún más, la aparente frialdad de Marc tras haberse limpiado las lágrimas.

-Esta semana... cuando pasara la competición. -Sabes, eso también lo habría aceptado, si era tu felicidad, estar separado de ti 5 años. Pero ahora ya me importa una mierda. -Marc, he cometido muchos errores, te he ocultado cosas, yo... -A mis padres, nadie les falta al respeto. No son como los tuyos. Una loca y un cabrón. En cambio los míos son maravillosos. Y hoy les he dicho cómo me siento. Al principio mi madre no lo entendía, al final lo ha aceptado porque me quiere mucho. Y mi padre me ha preguntado claramente, si tú eras mi novio. ¿Y sabes lo que le he dicho? ¡¡Qué no!! -chilló furioso. ¡¡Que yo no tenía novio!! ¡¡Porque no lo quiero!! -¡¡Marc!! No, no por favor, no me dejes. -Se abrazó a la cintura de Marc, que no dudó en apartarlo de sí y caminar hacia el taxi. -¡¡Me suicidaré si me dejas!! -Samuel lo dijo sin más, desesperado y lleno de angustia, creyendo que así llamaría su atención. Marc se detuvo un instante, pareció dubitativo, y sin embargo retomó su camino hacia el coche, subiéndose en él y desapareciendo de la vida de Samuel...

Éste, sin creérselo de veras, se dejó caer de rodillas al suelo. El taxi ya ni estaba, y los vecinos miraban desde las puertas de sus casas. Su padre, incrédulo, no supo ni reaccionar. Acababa de darse cuenta de que su hijo era homosexual y que el tal Marc había sido su novio. Y allí estaba Samuel, sufriendo, pero no era capaz de ir hasta él y consolarlo... del mismo modo que no pudo con su propia mujer...

Rosa, con los ojos llenos de lágrimas, corrió en pos de su sobrino para abrazarlo, y éste se dejó estrechar lloroso, todavía con la vista clavada en el horizonte. Marc se había ido, y no podía culparle... -Cielo... -Le he perdido...- susurró. -No digas eso cariño, no digas eso, todo se arreglará. -No se arreglará tía, y yo lo quiero, lo quiero tanto... le he fallado siempre... como un puto egoísta... hasta el final... -Su tía lo abrazó más, obligándole a levantarse como buenamente pudo, para llevarlo lejos de las miradas indiscretas. Pasaron al lado del padre, parado en medio del camino, que los miró mecánicamente. Rosa llevó a su sobrino al cuarto, para recostarlo en la cama. -Tía, no me dejes solo, porque quiero suicidarme...

-¡No lo digas más! No tienes que llamar la atención ya de nadie. Y no voy a irme... -Lo siento... pero... yo me doy asco.... -Samuel no se había sentido tan vacío, ni tan mal en toda su vida. Su único amor, le dejó y sabía que ya no volvería. -Mi niño, pobrecito...

Y Samuel lloró toda la noche, y todas las noches durante mucho tiempo... por haber perdido al único amor de su vida.

oOoOoOo

Los padres de Marc estaban preocupados por su hijo. Estaba claro que algo le sucedía. Y desde luego, la confesión de homosexualidad no era la causante de la desazón que Marcos llevaba encima. -Nena, tenemos que apoyarle ahora más que nunca. -Lo sé, pero no dejo de pensar qué hemos hecho mal. -Le hemos criado bien, él nació así y ya está. Siempre le hemos animado a que sea él mismo, pues en esto más que nunca. -Yo lo voy a intentar. Pero qué disgusto dios mío. -se sonó la nariz de nuevo, había llorado bastante. -Ese chico, Samuel. Tiene que ser su novio, aunque creo que algo ha tenido que pasar para que Marc se haya puesto tan triste. Yo creo que nos lo quería presentar y ha salido mal. -Bueno, en navidad no hacía más que hablar con él por teléfono... y quería a toda costa volver a la residencia. -Y son compañeros de cuarto. -Dios mío. ¿Crees que se habrán acostado? -ella parecía estar preocupada.

-Tranquila nena, no hay posibilidad de embarazo. -¡Idiota! -le pegó un manotazo en el hombro a su marido. -Has sonreído... eh... Pues claro que se habrán acostado, que tiene 20 años. -Hay tantas enfermedades que... -No hace falta ser dos hombres para coger una enfermedad sexual y lo sabes. ¿No confías en tu hijo? Siempre ha sido muy responsable. -¿Y qué dirán en el pueblo? Y la familia. -Me importa un cojón lo que digan. Ni que fuera el único marica que hay. -No digas eso, suena fatal. -Seguro que tu hijo se descojonaría. -¿Y al niño cómo se lo decimos? -Fue el niño el que me dijo un día "creo que mi hermano es marica". -¿Pero qué dices? -Como lo oyes. Me lo soltó y se quedó tan ancho. Si total, él es un mujeriego ya tan joven, no sé cuál de los dos dará más problemas. Eso nos pasa por fabricarlos tan guaperas. -Ay dios mío... -de pronto sonó la puerta de la habitación de hotel, ambos se quedaron extrañados. -Papás... -era Marc. Cuando abrieron la puerta, prácticamente se cayó de bruces en el interior, si no llegan a sujetarlo a tiempo. -¡Marcos! -el pobre, estaba blanco como el papel, con los ojos hinchados de tanto llorar, y el rostro mojado de lágrimas y mocos. Lo llevaron hasta la cama para tumbarlo. -Cariño... -Mamá... mamá... -sollozó angustiado. -Yo le quiero... -¿A quien? -A Samuel... le quiero mucho...

-¿Lo ves? Tenía razón. -comentó su padre, mientras volvía del baño con un rollo de papel higiénico. -¿Qué te pasa? -Le he dejado... -No lo entiendo. Si le quieres tanto, ¿por qué le dejas? -Porque no puedo seguir haciéndole sonreír... porque no soy feliz con él... no puedo más, no puedo más seguir cargando con esto... -Tranquilo cariño, estamos aquí. Tus papás están aquí contigo... -Marc se abrazó a su madre con fuerza para llorarle en el pecho. -Todo pasará, ya lo verás. -El tiempo todo lo cura. -No... no... -negó él, llorando. -Lo querré siempre... es mi amor... pero no puedo estar con él... sufro demasiado... y él sufre... -Está bien Marcos, tranquilo... -Nena, voy al bar del hotel, a ver si pueden hacerme una tila para él. -ella asintió en silencio, mientras acariciaba el cabello de su hijo. -Mamá... -Dime cielo. -¿Qué voy a hacer...?

No supo qué decirle a su hijo mayor, y por primera vez en la vida se sintió de veras impotente. -Olvidarle cariño, y empezar de nuevo... hay... hay otros chicos en este mundo... -Pero él es especial... y aún así, no quiero volver con él, no puedo... -Olvidar Marcos, y empezar de nuevo...

Marc cerró los doloridos ojos, dejándose mecer por su madre, como cuando era pequeño y lloraba por un disgusto.

Pero aquella vez no pudo ser consolado por nada ni por nadie, porque sabía que ya nunca más escucharía...

...el susurro de sus besos...

Continuará...

Notas finales: Hola... no os preocupesis que la historia continúa ^^ Ya le queda poco ^^ Y confiad en mí, sólo os puedo decir eso. Como dije en el anterior capítulo, cuando acabe este fic quiero hacer el libro, querría saber si os lo comprariais de verdad, pero en serio XDD si no es en serio no me puedo arriesgar a invertir tanto dinero para nada. Así que si es que no, votad que no. http://relatosdedorianne.blogspot.com/search/label/Encuestas Y bueno, soy dibujante profesional en realidad, y este es mi blog sobre ello ^^ http://dorianneilustradora.blogspot.com/ Un beso y hasta pronto!!

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Capítulo 26

Mi vida sin ti (Samuel)

Samuel, tras quedarse varios días en la casa de su padre, atendido por su tía Rosa, tuvo que volver a las clases para enfrentarse a la dura realidad. Tenía una pequeña esperanza de arreglar las cosas con Marc, de un modo u otro, cuando de nuevo se encontraran en la residencia, porque sabía que él debía tener un gran enfado ya que incluso había apagado el móvil ya que había incluso apagado el móvil.

Aquella semana fue deprimente, no quería hacer otra cosa que llorar y lamentarse de sus desgracias, revolviéndose en su propia basura. Eso era lo que se sentía, maloliente basura, un despojo arrepentido. Y para colmo, no sabía nada de Marc, ni de si estaba sufriendo mucho. Le gustaba pensar, para desgarrarse más por dentro, que él ya no le quería. Aunque después imaginaba que él seguía queriéndole y tal vez apareciera de nuevo en el balcón de su habitación, rogándole que volviera con él... Evidentemente eso no pasó, las horas muertas mirando hacia el exterior en la penumbra no resultaron porque Marc no pensaba volver.

Así que la única solución que encontró tras haber perdido al amor de su vida, fue volver a la universidad e intentar razonar con él, al menos conseguir que le perdonase. Y tal vez, tras eso pudieran volver a estar juntos. ¿Qué tendría que hacer méritos ?Sin duda. Marc le tenía que seguir queriendo ¡Si no se moriría de verdad!

Subió al cuarto compartido, sin embargo antes de meter la llave uno de sus compañeros residente le detuvo con gesto extrañado. -Hola Samuel, ¿qué ha pasado? -la pregunta le pilló desprevenido y un escalofrío le heló la sangre. ¿Se había enterado todo el mundo? ¿Pero cómo? ¿Marc se fue de la lengua para vengarse? No podía ser cierto... -¿Qué? -Atinó a decir pestañeando. -El otro día vinieron los padres de Marc y se llevaron sus cosas, y como tú no estabas... -¡Qué! -introdujo la lleve y la giró abriendo la puerta, para encontrase una estancia medio vacía. Ni la guitarra colgada en su lado del cuarto, ni los zapatos esparcidos por el suelo con sus calcetines usados, ni la ropa colgada en el armario cuando lo abrió urgentemente. Sólo

quedaba el ordenador portátil que le regaló, como un objeto despreciado y perdido ya en un olvidado pasado. -Eh, Samuel, ¿pero qué ha pasado? ¿Se ha ido, no? -insistió el vecino al otro lado de la puerta, oteando con evidente interés el panorama. -¿No lo sabías? ¿Os habéis peleado o algo así? - Samuel se dio la vuelta y le cerró la puerta en las narices sin más. Apoyó en ésta todo el peso muerto de su cuerpo hasta deslizarlo hacia el suelo.

Las lágrimas, que tanto le costó aguantar el camino de vuelta, brotaron una vez más, silenciosas. Observó cada rincón de la habitación, en el cual había habido algún trasto de Marc. Gateando hasta las camas, miró debajo. No quedaba nada suyo. Ni una nota, ni siquiera en el ordenador portátil al encenderlo. Habían otros regalitos abandonados, desde luego, Marc aleccionó a sus padres muy bien de lo que debían dejar y lo que no.

Encendió el móvil, sin ya quedarle esa pequeña esperanza de recibir contestación a las decenas de llamadas o mensajes enviados. Sabía con seguridad que el móvil era desde el principio, otro regalo rechazado, el primero de todos. Observó las fotos de Marc que tenía en su móvil, doliéndole el alma como nunca antes. Puso el vídeo de "Susurro de besos", en el que él le cantaba con la guitarra la canción que le regaló antes de estar juntos. Para Marc ya no debía significar nada. Quiso darle a la opción "borrar", pero le tembló el pulso y no pudo. -No puedo... -musitó llevando el teléfono hasta la frente, sentado a la mesa delante del portátil. -No puedo olvidarte así... aunque lo borre, seguirás dentro de mí... - fue hasta la cama que compartieron durante meses, oliendo el aroma de Marc, su olor especial aún estaba allí. No podría mantenerlo por siempre, poco a poco se iría, o tendría que lavar las sábanas. Entonces sólo le quedarían el vídeo y las imágenes.

Se quedó allí tumbado, con el móvil contra los labios y la nariz sobre la almohada, respirando recuerdos, durante quién sabe cuántas horas.

oOoOoOo

Sara llamó repetidas veces a la puerta del cuarto de Samuel, llamándolo también al móvil, que sonaba en el interior. Además, le había oído dentro.

-Samuel... por favor, deja de ser un puto egoísta y ábrenos la puerta ya. Si no abres tú, iré abajo y le explicaré a la de recepción por qué creo que no abres y seguro que no quieres que se entere nadie -tras unos segundos de cierta incertidumbre, la puerta terminó abiéndose un poco. Dentro estaba a oscuras, con las persianas bajadas. Y las ventanas cerradas a cal y canto. Tanto Sara como David entraron cerrando tras de sí.

-Lo siento... -se lamentó Samuel al ver su graves expresiones, mezcla de preocupación y enfado. -¿Se puede saber qué pasa aquí? -Marc se ha ido, de verdad. Se lo ha llevado todo y ni siquiera me lo ha dicho. -Creo que te lo dejó muy claro Samuel, el día que te abandonó. -¡¡No lo digas más!! -Le chilló el moreno, ofuscado, tapándose los oídos. Ellos eran los únicos a los que había contando lo sucedido, y porque Sara se extrañó de no verlos juntos por la universidad ni recibir llamadas cuando se suponía que tenían que estar de vuelta. Ella le llamó un día y tuvo que desahogarse o reventar. -Mira Samuel, estamos preocupados por ti. -Intervino David. -No nos cogías el móvil. Ya has intentado suicidarte una vez, qué quieres que pensemos. -No voy a intentar suicidarme nunca más. -dijo sin mirarlos a la cara. Sara le agarró de las mejillas para levantársela, sin contemplaciones. -Das asco, mira como tienes los ojos. -Me duele la cabeza. -No me extraña. ¿Has comido algo? -No he salido de aquí desde ayer por la tarde. No tengo ganas. -Me da igual, tienes que comer. -Sacó de su cartera un Tupper con macarrones. - Hasta que no te lo comas no nos vamos de aquí. Y dúchate. David por favor... -miró a su novio para darle a entender que le ayudara. El chico no rechistó, pues era necesario obligar a Samuel en aquel caso, estaba claro que por sí mismo no pensaba hacer nada.

Mientras los chicos permanecieron en el cuarto de baño, Sara observó la habitación. Ciertamente, Marc sólo dejó lo que no quería, o lo que era lo mismo, todos los regalos de Samuel, por pequeños o absurdos que fueran. El más grande, un portátil. Eso le tenía que

haber dolido a Samuel muchísimo. No podía entender muy bien que su amigo se encontrara tan mal, pues aunque quería muchísimo a David, si la relación con éste concluyera, no creía que pudiera caer en semejante estado de apatía depresiva. Pero ella era ella, y Samuel muy distinto, mucho más dependiente de cariño. Sin embargo... aunque no se merecía sufrir así, Marc había tenido razón en todo. Una relación que se apoya en la mentira, se va al traste. Y Samuel era un egoísta de los peores, de los que ni siquiera se daban cuenta.

Salieron del baño, Samuel con la misma mala cara. Sus amigos se sentaron a sendos lados del moreno. -¿Te das cuenta de lo que significa todo esto? -Sara hizo un barrido con su mano, señalando diversas zonas de la habitación. -Que me ha dejado. -Sí, que te ha dejado de verdad. A mí tampoco me coge el teléfono, lo tiene apagado. -Lo habrá tirado. -musitó Samuel, con la mirada puesta en las tiras del albornoz, mientras jugueteaba con ellas. -¿Sabes su dirección de e mail? -Samuel sonrió, negando con la cabeza. -¿Y la de su casa? -De nuevo una negativa. -¿El teléfono de sus padres? -No sé nada... nada de él. Nunca le pregunté, ni me interesé por dónde vivía, su e mail, el teléfono de su casa o de sus padres... Ahora sólo sé el pueblo de donde es, pero no sé nada más, puede estar en cualquier parte. Nunca me planteé que me dejaría... siempre creí que estaríamos juntos... en este cuarto pequeño y opresivo... para él... -Voy a recepción... -Sara salió para ver si podía conseguir algún dato más. Quedaron los dos chicos a solas.

-Le traicionaste, le mentiste, y nunca le tomaste en serio, ¿Te das cuenta? -No lo sé... creía que estaba bien lo que hacía. Sólo quería protegerlo. -Él no quería que le protegieras, y estaba cansado además de protegerte. -No puedo olvidarlo, es que no puedo.- se lamentó Samuel, con la voz quebrada. -Si podrás. Yo estuve con una chica 6 años, éramos uña y carne. Yo la quería más que a nada, pero siempre me sacrificaba por ella y pocas veces recibía lo mismo a cambio. Un día me dejó, ya no sentía lo mismo. Pensé que me moría, tantos años juntos, amigos además desde

pequeños... y un día ya no podría volver a verla. Me encerré un poco en mí mismo y en mi carrera de medicina, hasta que un día conocí a Sara por Internet. Y me descubrí volviendo a tener ilusión por estar con alguien. En su día creí que se me caía el mundo encima, ahora ya es pasado. Aunque creo que Sara es más el amor de mi vida, y me da miedo que me deje, por eso la cuido tanto, sólo que ella sí me lo da todo a cambio. En tu caso, Marc te lo dio todo y tú no le cuidaste como se mereció. Lo siento. -Samuel no dijo nada, se puso a llorar sin más. -Ya es demasiado tarde para arreglarlo. -Nunca es demasiado tarde mariquita... -lo palmeó en la espalda. Samuel sonrió un poco.

Sara volvió al cuarto con la cara un poco descompuesta. -He hablado con la señora de recepción. Me ha dicho que hace 3 días, vinieron los padres de Marc solos y se llevaron todo. Rellenaron la solicitud de baja del centro y creo que de la universidad... Parece ser que ya no va a volver. Y no me ha querido dar los datos de su domicilio, bueno... no podía. Lo siento cielo... -Es mejor así. -susurró el moreno. -¡¡No, no es mejor!! Tenemos que...- un gesto de su novio la acalló. Él negó con la cabeza y Sara tuvo que ceder un poco, al menos por el momento.

Miró a su amigo, cabizbajo, aguantándose las lágrimas y el sufrimiento, y se le partió el corazón. Pero al fin y al cabo, él era el único culpable...

oOoOoOo

Samuel caminó en dirección a la piscina universitaria. No iba a ver a Víctor, si no a su entrenador. Tal vez él le podría decir algo de Marc que le ayudara a encontrarlo. Había hablado con algunos amigos suyos, pero todos estaban igual que él, sorprendidos de la marcha de Marc, y sin saber su dirección del pueblo o e mail. Como en su casa no tenían Internet, Marc nunca les dio su dirección. En secretaría no fue mejor, se negaron a darle datos, como era de esperar.

No le hacía ni pizca de gracia ir a la piscina, y menos después del espectáculo que se montó con la ex de Marc, y al entrar no le miraron especialmente bien. -Perdón... ¿Está el entrenador? -¿De quién? Hay varios. -jugaron un poco con él, porque ya sabían muy bien por quién preguntaba. -De Marc... -¿Dónde está Marc? Dicen que se ha largado de la universidad y ha dejado la beca. -No lo sé... -apretó los dientes. -¿Te ha dejado tirado? -¿Está su entrenador o no? -Sí, por el pasillo, la puerta del fondo es la de su despacho -escuchó unas risitas a sus espaldas que le hicieron hervir la sangre. Cabronazos.

Tras llamar a la puerta entró. El hombre le miró con una ceja levantada, y sin abrir la boca le hizo un gesto para que se sentara. Siguió escribiendo un rato unos papeles y luego le miró de nuevo. -¿Sabes lo que has hecho? -Samuel tragó saliva, no sabía muy bien a qué se refería. -¿A qué...? -Marc tenía mucho futuro como deportista de élite. En España, la natación no sobresale, pero él tenía mucho futuro para sobresalir. La beca de esta universidad, es de las más importantes del país. Y él ha renunciado a ella, marchándose incluso de la universidad. Y es por tu culpa. -el moreno abrió la boca para replicar, sin embargo no tuvo argumentos y la tuvo que cerrar. -Vinieron sus padres para contarme lo que había pasado. El chico está mal, tanto que no quiere saber nada de volver aquí. -¡No! -gimió. -Sí, Marc me contó lo vuestro. Y a mí me daría igual si no fuera porque le afecta tanto a su carrera. Tanto que al dejarte, lo deja todo con tal de no tenerte cerca. -Yo no quería que pasara esto, no... -Samuel se sintió realmente mal.

-Lo imagino, pero ha pasado y eres el culpable. No sé qué le has hecho, pero ha tenido que ser gordo. Sólo espero que ese pobre chico coja otra beca y se vaya a donde sea y que le dejes en paz. -No, no, tengo que hablar con él. No sé dónde está. -Está con sus padres, dónde si no. Me dijeron lo deprimido que estaba, con lo alegre que había sido siempre. Por eso no podía ni venir él mismo. -Deme su dirección, teléfono... -Samuel se levantó, nervioso. El hombre lo miró rudo. -No. En primer lugar, no puedo dar datos de un alumno o ex alumno- recalcó -a otro alumno. Y aunque pudiera, no te los daría, porque le has jodido la carrera profesional. De aquí a un año ya hubiera competido a nivel mundial. Pero con una depresión como la que parece tener, no podría. Suerte si se recupera pronto, y si tú le andas detrás no creo que pueda pasar página. Así que hazme caso, si todavía le quieres, le dejarás tranquilo. Se un adulto, por el amor de Dios, y acepta la realidad. A todos nos ha pasado, a mí el primero, cortar con su mujer, pareja o lo que sea. Y hay que seguir adelante por uno mismo. -Gracias... -se dio la vuelta bastante derrotado y salió de allí. Sabía que no le daría datos, sin embargo escuchar que Marc estaba deprimido le dejó hundido. Por primera vez, no pensó en sí mismo egoístamente, sino que se preocupó verdaderamente por Marc y su estado de ánimo. Marc le debía querer todavía, sin duda, pero no podía joderle más la vida. Él no quería verle aún, así que acataría su decisión. Aunque el no saber nada de cómo estaba realmente lo estaba carcomiendo por dentro, y encima no poder ir a verle, porque lo desconocía todo de él y su familia...

Cada minuto que pasaba, empezaba a darse cuenta del gran desconocido que era Marc para él. ¿Cómo se llamaban sus padres? No lo sabía. ¿Y su hermano? No lo recordaba... ¿Y sus amigos del pueblo? Tenía muchos, que ojalá le estuvieran apoyando aún a pesar de ser gay, pero él no les conocía de nada, sólo de oídas.

"Egoísta" pensó "Un cabrón egoísta, eso es lo único que soy..."

Mientras salía de las inmediaciones del complejo, se cruzó con Sabrina. Ésta le miró de reojo deteniéndose avergonzada. -Oye... me he enterado que Marc se ha ido... -Sí...

-Oye... lo siento, lo que te hice. Pensé que me denunciarías al rector o algo, y me expulsarían... pero no hiciste nada. -Tenías derecho a meterme dos hostias la verdad, tenías razón... -No, no es excusa que me quitaras el novio... tampoco me lo quitaste en realidad, nunca lo tuve. No tuve mucha suerte eligiendo chico... era gay.- Samuel no dijo nada. -Él tampoco tuvo suerte eligiendo chico... -¿Se ha ido de verdad?- el moreno asintió. -Me ha dejado, lo ha dejado todo... -Lo siento. -ella le tocó tímidamente el brazo. -Te entiendo. -Lo siento. De verdad... no sabía ni siquiera que te lo quitaba. -Ya te digo que nunca lo tuve. Ahora ya no importa, con el tiempo se olvida todo. Sólo espero que me perdones por haberte agredido y... -No hay ya nada que perdonar. Tú... ¿tú sabes dónde vive? -preguntó esperanzado. -No, siempre fue muy hermético conmigo, no me contaba casi nada. Veo que a ti tampoco. -Gracias, adiós... -Samuel se dio la vuelta compungido "No, no se trata de que no me contara nada, sino de que yo no hacía nada por escucharle".

Mientras caminaba alejándose de allí, como un lugar al que ya jamás volvería, como un lugar en el que dejaba atrás los recuerdos de Marc, donde él le buscó cuando se escapó de la primera cita, o el sueño de haberle hecho el amor por primera vez... sintió que el corazón se le derrumbaba completamente.

No sabía muy bien cómo sobreviviría sin sus besos, sin su caricias, sin sus cuidados y palabras, pero sobre todo, no sabía cómo seguiría adelante con su vida, sin todo lo que deseaba devolverle, expresar lo que sentía, lo que nunca le había dado y ya no podría. Sin embargo, debía caminar un paso, y otro paso... y otro... sin él... para siempre... aceptando la decisión del hombre al que quería... Notas finales: He vuelto! Por fin he tenido tiempo de ponerme a escribir la continuación. El siguiente capi está a medias, así que tampoco tardaré mucho.

Os quería anunciar, que en España, mi país, mi cómic yaoi "No te escondas" se puede votar como el mejor manga español del año 2009. No creo que lo hayais leído la mayoría, pero si lo habeis leído y os ha gustado,o simplemente os gusta lo que dibujo o lo que escribo, me podeis votar, porque para mí es una extensión de todo lo que hago. No dan dinero, es sólo un reconocimiento. Es poner en la categoría "Mejor manga español"--> "No te escondas" de Dorianne. En todo caso, no obligo a nadie, ni quiero que me voteis sino os patece o no os gusta, simplemnte haced lo que querais ^^ Igualmente os agradezco leer esto. Página para votar http://manga-xv.ficomic.com/FORMS/premios_manga.cfm Página con las bases y normas http://manga-xv.ficomic.com/PREMIS_BASES/default.cfm Muchas gracias por ser paciente con susurro!! Os quiero! Volver al índice Mi vida sin ti (Marc) por Dorianne Susurro de besos

Capítulo 27

Mi vida sin ti (Marc)

El techo blanco de su habitación, era lo único que le apetecía mirar desde hacía ya unos cuantos días. O simplemente tumbarse a dormitar sin mayor futuro que despertarse y seguir mirando el techo. Se alimentaba porque su madre le traía la comida, se aseaba porque su padre le insistía. Pero no hablaba apenas.

Era consciente de estar haciendo sufrir mucho a sus padres, sin embargo el dolor que le oprimía de dentro hacia fuera, le dejaba sin más ganas que las de sufrir en silencio el haber dejado a Samuel. Pese a que le había dejado él, fue lo más difícil y doloroso que hizo en su vida, porque en el fondo no deseó hacerlo. Porque la realidad era que no deseaba otra cosa

que ir a por su chico, pedirle perdón y estrecharlo muy fuerte contra sí, prometiéndole que nunca más le abandonaría.

Y por esa razón, sus padres fueron en su lugar al complejo universitario, porque sabían que se vendría abajo en la toma de decisiones si el que acudía era él. Y allí estarían un par de días, se suponía que volverían en unas horas o quizás menos. Se moría de ganas de saber qué había dicho Samuel, si es que lo habían visto, y a la vez prefería no saberlo. Era confuso.

Una presencia le sacó de sus ensoñaciones. Se trataba de su hermano pequeño, que le observaba serio a través de la rendija de la puerta.

-Pasa enano. -él lo hizo, un poco tímido. El niño ya era consciente de lo que tenía su hermano era un mal de amores bastante grave. -¿Cómo estás? -Jodido... -Es por ese chico, con el que hablabas tanto por teléfono en navidad. -¿Cómo sabes eso? -No soy tonto. -Eso ya lo veo. -Se sentó a la vera de la cama, con la cabeza gacha y jugueteando con el borde de su camiseta. -Bueno, te oí hablar con él, y que le decías... que le querías mucho. Al principio me rallé un montón la cabeza. Porque claro, a mí me gustan una barbaridad las tías. -Mujeriego... -Marc sonrió alegrándose por su hermano. -Pero luego, como sé lo que es un marica, pues lo entendí. ¿Eres marica? -Sí, soy marica. -No lo pareces, quiero decir que no pareces una tía, ni andas así, ni haces así... -se puso a hacer aspavientos amanerados que arrancaron otra sonrisa a Marc.

-¿Y qué opinas sobre que sea gay? -Pues a mí me la trae floja, y como alguien te insulte le partiré los morros -de nuevo hizo aspavientos, amenazadores en esta ocasión. -Utilizaré mis técnicas secretas de lucha oriental. -Marc no pudo evitar abrazarle. Le había caído un regalo del cielo con aquella familia, sin duda. -Ey, marica, no me toques tanto. -comentó aparentemente molesto. -¿Y por qué estás tan depre? -Porque ya no estoy con ese chico. -¿Por qué? ¿Ya no le quieres mucho? -Marc se mantuvo callado un rato. -Sí le quiero, y él a mí, pero no podía ser. No podrías entenderlo, porque aún no te han roto el corazón. -Me parece que no quiero entenderlo. Pero bueno, no puedes estar así siempre. -Gracias mocoso -en aquellos momentos, los padres de ambos entraron en casa haciendo un poco de ruido.

Marc se levantó como una flecha, ansioso de noticias. Tuvo que esperarse a que entre los cuatro, entraran sus cosas en el domicilio, y ellos descansaran por el esfuerzo. Todo el viaje en coche había sido muy pesado.

-Creo que no nos dejamos nada de la lista que nos diste. -No pasa nada, seguro que está todo aquí. -observó sus pertenencias. La bolsa con el portátil no se encontraba entre ellas. -Em... a-al final qué... -Te dimos de baja en la universidad, la residencia y la beca... como querías. -Marc asintió gravemente. -Y... em... -balbució confuso, sin atreverse a preguntar directamente. -No le vimos Marc, no estaba en la residencia cuando acudimos allí -comentó su padre, con expresión triste. -Simplemente recogimos tus cosas e hicimos las pesquisas correspondientes. -Ya... -el rubio había tenido alguna esperanza. -No me mintáis por favor.

-Mira Marcos, si lo hubiera tenido delante, te aseguro que se habría enterado de cuatro cosas -su madre estaba bastante alterada. -Nena, tranquila, ya está -se metió el padre. -Mira cómo está Marcos, por culpa de ese imbécil. -Mamá... no le insultes por favor... -Me alegro de que no vinieras, habrías cedido enseguida -comentó ofuscada. -Ya te lo digo Marcos, ese chico no te conviene. Como se le ocurra venir aquí, te juro que no entra en esta casa. Ya te aviso. -No va a venir, ni siquiera sabe dónde vivimos... -"Nuca le interesaron esas cosas". -Y no quiero que vuelvas con él. No sé, búscate otro novio o lo que sea -la mujer se echó a llorar, todavía le costaba asimilar la condición homosexual de su hijo mayor.

Marc se levantó para recoger sus pertenencias, llevándolas a la habitación. La guitarra le pesó como un muerto, porque al tocarla fue como abrir otra brecha más a su ya maltrecho corazón. Con aquel instrumento le había dicho "te quiero" a Samuel. Sintió rabia e impotencia, así que la lanzó contra la pared más cercana. Su familia entró rápidamente en el cuarto al escuchar el estruendo y su agónico grito. Su padre lo apartó de allí, mientras su madre recogía el desperfecto con lágrimas en los ojos.

-Quiero odiarle, odiarle... -No tienes que odiarle Marcos, sólo olvidarle. -Quiero odiarle... -repitió agónico mientras se tumbaba de nuevo en el lecho. -No te preocupes, estamos aquí. Te vamos a ayudar -susurró su padre abrazándole. Marc se dejó estrechar como un muñeco, mientras observaba la marca dejada en la pared tras estampar la guitarra allí, haciéndola añicos.

"Quiero odiarte, porque es la única forma de dejar de quererte".

oOoOoOo

Tras un par de días más semi ausente y deprimido, decidió salir a la calle. Sus padres estaban trabajando y su hermanito en el colegio. Les había prometido a todos dar una vuelta, e ir a hablar con sus amigos, despejarse en definitiva. Cerca de casa trabajaba uno de sus mejores amigos, Jonathan, en el taller con su padre. Era mecánico de motos, y por las tardes estudiaba un módulo de mecánica para poder abrir su propio taller. Como siempre, trabajar con la familia no era lo mejor.

-Ey tío, estás horrible. -comentó Marc al llegar a la puerta, viendo a su amigo en el suelo junto a una moto y bastante manchado de grasa. -¡¡Cabrón!! -se levantó jovialmente para darle un abrazo de macho. -¿Cómo que viniste? -Um... es una larga historia, pero he dejado la universidad. -¿Pero por qué? Pero si estabas de puta madre ahí con la informática y nadando... -Jonathan se dio cuenta de la mala cara que llevaba Marc, de esa aura deprimida envolviéndole pesadamente. -Es que aquí no es buen sitio para contarlo, sinceramente. -Mira tío, esta noche quedé con Sonia. ¿Sabes? Estamos juntos... -¡¡Al final lo has conseguido!! -le palmeó en el hombro para darle la enhorabuena. -El caso es que podríamos llamar a los demás, a ver quién se apunta y nos vamos a cenar. Y ya me cuentas eso que te pasa. ¿Es una tía? -No es una tía... pero... bueno, ya te lo cuento luego, tu padre nos mira mal. -Ese cabrón, qué ganas tengo de largarme con Sonia. En verano nos vamos juntos, a vivir. -No sé cómo lo has hecho, porque mira que es dura. -Paciencia hijo mío, no sabes cuánta. -"Claro que lo sé" pensó Marc. -Y a veces es más seca conmigo... -"De qué me suena esto". -continuó cavilando. -¿Nos vemos en la Pizzería Toni's a las nueve y media? -Ok. Me alegra verte por aquí, pero arriba el ánimo tío, que estás muy chungo. -el rubio sonrió y dándose la vuelta se fue con un saludo.

Continuó caminando simplemente por dar la vuelta. El resto de amigos que quedaban en el pueblo, estaban trabajando o estudiando alguna otra cosa, así que confiaba en que algunos acudieran a la cena. Fue hasta la piscina municipal, en la que había empezado a nadar de niño, como pez en el agua. Y ya desde aquel entonces, destacó sobre los demás, ganando varias competiciones.

Se sentó en las gradas, observando a los niños jugar y nadar, probablemente del colegio de la zona. Él fue como ellos, inocente y feliz, soñando ganar una medalla de oro en los Juegos olímpicos. Eso no hubiera pasado, aunque ya ni siquiera sucedería nada parecido. Su entrenador, debía estar decepcionado con él por dejar atrás la competición profesional.

"El año que viene puedes ir a los mundiales de París" Marc sonrió un poco.

-Ya no... soy un cobarde... -eso era, un cobarde. Renunciar a una beca tan importante, y a los estudios... por desamor. Menudo gilipollas estaba hecho. Pese a que era consciente de que había cometido un grave error, lo que sufría por dentro se comía todo lo demás, haciendo que dejara de ser importante. Lo único que era capaz de ver en aquellos tiempos, era que ya no estaba con Samuel, con su chico, siempre su chico, por tener un momento de dignidad que le hizo ver claramente que su relación no tenía futuro, porque Samuel no quería que lo tuviera. Él se quedó cómodamente dejando pasar el tiempo, en el interior de una habitación cada vez más pequeña, de la que ni siquiera deseaba salir. El desplante a sus padres, la extraña relación con Víctor... demasiadas cosas para ignorarlas y seguir adelante. Pero tampoco le había concedido una última oportunidad, tal vez por la ofuscación del momento. Y en aquellos instantes, en aquella piscina, se arrepentía.

Quería volver a aquella habitación, pequeña, y abrazase a Samuel, junto con su egoísmo, porque prefería tener eso, que no tener nada y sentirse una mierda vacía e inservible, como en aquellos instantes. A la vez sabía que eso no podría ser, porque entonces cedería inútilmente a llevar una vida en silencio, sin poder cogerle de la mano en público, o simplemente decirle "te quiero" delante de otras gentes. ¿Y cuánto más duraría aquella patraña? Seguramente Samuel, seguiría siendo hermético toda su vida, y pobrecito del tío que tuviera que soportar eso durante años.

Probablemente Víctor era el más adecuado para la forma de pensar de Samuel. Sólo de pensarlo le repateaba las entrañas. A ciencia cierta, el egoísmo de Samuel le haría olvidar

pronto su amor, y se iría con Víctor o cualquier otro que le hiciera ojitos a la primera de cambio. Eso sí, mientras fuera en absoluto privado, nada de pregonarlo al mundo entero.

Marc se levantó para volver a casa. Tenía ganas, ya no sabía si de llorar, o de romper cosas. Ambas a la vez...

"Quiero odiarte" Se repitió una y otra vez durante el camino de vuelta a su domicilio. "Pero ni siquiera eso puedo" concluyó derrotado...

oOoOoOo

A las nueve y media en punto, se encontraba en la puerta de la pizzería, esperando ver llegar a Jonathan y Sonia, al menos. Por supuesto no le fallaron. Su amigo iba todo pegado de la mano de Sonia, muy orgulloso. La verdad es que Sonia era una mujer bastante dura y fría, le recordaba mucho a Samuel en ese sentido. El pobre Jonathan llevaba enamorado de ella unos cuantos años, desde el instituto. -Marc, me alegro de verte. -Marc besó a su amiga en las mejillas, intentando sonreír. -Era cierto, estamos juntos, mira, mira... -Qué tonto. -ella le pegó en el brazo. -¡¡Calla!! -sí, igualita que Samuel, pero en mujer. Pobre de su amigo. -¿Quién más viene? -Pues Carlos, Myriam y creo que Héctor. El resto ya sabes, están estudiando fuera. -Ya... bueno, seremos bastantes. Entremos...- entraron en el local, y ocuparon la mesa que la pareja había reservado. -Oye Marc, estos han pensado volver a tocar juntos. -comentó ella. -Nos faltaría tu guitarra. -No la tengo... -susurró mirando hacia la mesa. -La rompí hace dos días en un ataque de rabia...- lo dijo sin más, sincerándose. Por algún lado tenía que empezar. -¿Qué coño te está pasando? Estás jodido de verdad.

-Cuando acabemos de cenar os lo cuento si queréis. -Claro que queremos, se te ve fatal. Es que siempre has sido el alma de la fiesta, el tío cojonudo, el que da ánimos. Y ahora, tienes ojeras, los ojos rojos, estás hecho una mierda. ¿No serán drogas verdad? -Jonathan lo observó perspicaz. -No, no. No me he drogado en mi vida... no en ese sentido... -Porque de algún modo, Samuel era como una droga, mala hasta el punto de la autodestrucción por no poder vivir sin ella.

Entraron en ese momento los amigos que faltaban, alegrándose un montón de ver a Marc, pero notaron enseguida que su amigo no era el mismo ni de lejos. Y aunque durante la cena intentaron animarle, no surtió demasiado efecto, lo cual les dejó más aplastados por la intrigante desazón que parecía carcomer a su amigo. -Tú tienes que tener mal de amores o algo así. -Comentó Héctor, su amigo más grande, por el volumen que tenía. De niños, se reían de él por su gordura, pero Marc siempre le defendió pese a ser él mismo el más guapo y popular del colegio e instituto. El rubio sabía que no podía alargar más el tiempo de espera antes de soltarlo todo. -Sí, tengo un mal de amores acojonante. Como veis, no puedo ni conmigo mismo... -sonrió tristemente mirándolos a todos. -Según entendí la última vez...-comentó Myriam, la otra chica del grupo. -...dejaste a Sabrina por otra de la que estabas enamorado. Y creo que estuviste con ella, ¿no? ¿Te ha dejado? -No, no me ha dejado, lo he dejado yo. -¿Entonces? -Es que no es para nada lo que vosotros creéis, en serio. Es que esto es muy difícil de decir joder... -a Marc le estaba doliendo ya el alma con fuerza, miedo de ser rechazado en masa o algo similar. Se imaginaba quedándose completamente solo en aquella mesa y con las pizzas a medio terminar. -Si no nos los cuentas... -comentó Carlos, el de más edad de sus amigos, era como el hermano mayor que no tuvo. -No será tan terrible como para que no lo entendamos, no sé. -A ver... yo siempre he fingido ser quien no soy, por todos vosotros, por mis padres también. Yo soy diferente... -les miró de hito en hito, a ver si alguno de ellos comprendía sin mayor explicación. La única que levantó una ceja fue Sonia, que tragó saliva también y miró de reojo a su chico, como preocupada. -A ver... cuando fui este año a la universidad, conocí a alguien especial, y es un chico, no es una chica. -Antes de que pudieran reaccionar, continuó con su explicación lo más rápido que pudo. -Me enamoré de él, y en navidad nos liamos, pero por razones que no vienen al caso ahora, lo he dejado, lo he dejado todo porque no quiero

estar cerca de él, pero yo aún le quiero y me siento... -Jonathan se levantó ofuscado, haciendo un tremendo ruido con la silla. Sin mediar palabra cogió su chaqueta y fue a pagar a la barra. Sonia miró a Marc apenada y salió corriendo tras él, que ya se había ido.

Los otros tres se mantuvieron callados un rato prudencial, alucinados, más que por la declaración de Marc, por la terrible reacción de Jonathan. El primero en tocar a un Marc compungido fue Héctor. El contacto hizo pegar un respingo al rubio. -Bueno, no puedo decirte que no lo supiera. Me di cuenta antes que tú, creo... -¿Qué? -Sí hombre, lo "suponíamos". Especulaciones y tal. -comentó Myriam. -Es que esas cosas son muy complicadas de esconder. -Lo hablamos alguna vez, también entre otros del grupo, y nos da bastante igual. -Yo, personalmente, creo que cada cual debe hacer lo que le de la puta gana -apuntilló Carlos. -Y si a ti te van las pollas... pues ala. -Qué bruto eres Carlos. Mira Marc, yo como mujer no lo veo tan mal, eres una gran pérdida para las mujeres del mundo, pero... hay otros hombres heteros para elegir. -Marc sonrió un poco. -A mí también me da lo mismo. El problema aquí es que lo debes pasar mal. -¿Por qué le has dejado? Si le querías.... -Era un egoísta... que no quería salir del armario. Básicamente. -Pues entonces pasa, Marc. Y oye, ¿lo saben tus padres? -Marc asintió. -Me aceptan. A mi madre aún le cuesta, pero me aceptan. Aunque ella está preocupada por el qué dirán y todo eso. -Bah, no eres el único marica del pueblo, ya ves. Pero sí el que está más bueno. Tiembla, que se te van a lanzar encima todas las mariconas. -Héctor y su sentido del humor bizarro. -No me interesan la verdad, no son mi tipo. -Marc se quedó callado un rato aguantando las lágrimas. -Jonathan no ha reaccionado demasiado bien. -Es un cerrado de mente, lo ha sido siempre. Mira que no le gusta ser como su padre, pero lo es. -Creo que no va a volverme a hablar nunca más.

-Que se joda, lo que acaba de hacer ha estado muy mal. -Carlos encendió si cigarrillo. -Si no te acepta, que le den por culo, que visto lo visto es lo que menos le pone del mundo. -No me esperaba que se fuera sin más. No sé, incluso pensé que me gritaría o algo. Sabía que es muy reacio a los gays, lesbianas, transexuales... en fin, todo lo que no es ser hetero, pero que se haya ido sin más... me ha superado. -Por qué te crees que nunca lo comentamos con él. Era hablar de temas así y se ofuscaba. Pero hoy se ha llevado la palma a la intolerancia y la supina estupidez humana, de gárrulo de pueblo vaya. -Héctor solía ser muy sarcástico al hablar. -Mejor para ti no juntarte con él. -Es tu amigo. -Sí, pero macho, tú también, y el que ha quedado como el culo ha sido él, que me dan ganas de no hablarle más. -No quiero eso... -musitó el rubio, compungido. -Él es mi mejor amigo. -Sí, pues no quiero saber cómo es tu peor enemigo. -Tengo que hablar con él. -Déjale pasar unos días, a ver si se le pasa. -Y tú... -intervino la chica. -... haz el favor de sacar fuera todo lo que te pasa. Vámonos a mi casa, aquí no es buen sitio la verdad. -Claro... gracias a los tres. -No hay de qué, no se merecen. Además, eres el mismo tío, un poco más gay, pero el mismo buen tío de siempre.

Aquella noche, Marc lloró contando todo lo sucedido. Tuvo opiniones distintas de lo que debía hacer, pero al final sólo él decidió no volver con Samuel jamás. No todos sus amigos le comprenderían en la vida, sin embargo otros sí, y era con esos con los que debía contar...

oOoOoOo

El nadador, unos días más tarde, se acercó de nuevo al taller mecánico. Jonathan lo vio esperarle en la calle de enfrente, sin embargo no hizo nada para hablar con él, como si no estuviera. Incluso su padre le saludó y le comentó a su hijo que estaba allí delante plantado, pero Jonathan siguió ignorando su presencia. Marc se quedó allí por dos horas, hasta la hora del cierre. Entonces entró en el taller, que tenía la persiana bajada a la mitad. -Hola Sr. Gimeno. -Hola muchacho. Haber venido antes hombre. -Es que tenía que hablar con Jonathan de un asunto -éste no dijo nada, pero apretaba un paño sucio como para aguantarse la rabia por la encerrona. -Bueno, yo ya me voy al bar. Os dejo solos. Cierra todo bien, no dejes nada abierto. -No, papá. -Hasta luego... -le despidió el rubio. Después dirigió su atención hacia el chico que le daba la espalda y continuaba apretando el paño. -¿No vas a decirme nada? -Sí, que te largues marica de mierda. -Marc no se movió. -No me puedo creer que me estés llamando así, a mí, que he sido siempre tu confidente y tu mejor amigo. -Ja, pero qué asco me das. Y más acordarme de todas las veces que me has visto desnudo. -Así que Jonathan se sentía amenazado en ese sentido. -No me has atraído nunca, si eso crees. No me gustan todos los tíos. Y jamás te he visto de otra forma que como un amigo. -Jonathan se dio la vuelta, rojo como un tomate. -Yo estoy enamorado de otro. -¡¡Deja de decir esas cosas!! Es que no te oyes, es asqueroso. ¿Cómo coño vas a estar enamorado de otro tío? -Pues es así. Y lamento mucho tener que oír de ti todo esto. Bastante mal ya lo he pasado la verdad, para que encima me desprecies por mi condición sexual. -¡¡Vete de aquí maricón!! -¿Tu novia piensa igual? -No, pero ella que piense lo que quiera. Ya me ha dicho que hablara contigo, pero no me sale de los huevos. ¡¡No lo entiendo ni lo quiero entender!! ¡¡Sólo quiero que te largues!! ¡¡Fuera del taller!!

-No. No me voy hasta que... -Jonathan perdió los papeles y lo empujó violentamente hasta darse ambos contra la persiana. Marc cayó al suelo y salió fuera. No se esperaba esa reacción. Su "amigo" salió tras él, ya perdidos todos los papeles. -¡¡Vete maricón!! ¡¡Vete de aquí!! -¡¡Jonathan!! -Marica de mierda, no te me acerques nunca más, o te mataré -la gente del barrio, que los conocía a ambos desde niños, se quedó estupefacta. Las abuelas enseguida se pusieron a cuchichear. -Marc se limpió las lágrimas que comenzaban a salir de sus ojos, y cerró la boca en un rictus amargo. Dándose la vuelta, echó a correr hacia su casa, bajo la atenta mirada de los transeúntes. Por la noche, ya sería la comidilla de todo el barrio, sin duda. Otro disgusto más para su madre, pero tarde o temprano todos tendrían que enterarse de que sí, de que era una marica. Y punto.

En la nueva vida que había decidido empezar, mucha gente le apoyaría, pero mucha más se quedaría por el camino por propia voluntad. Aunque España era un país en el que los homosexuales hombres y mujeres, podrían casarse y tener derechos, aún eran "lapidados" socialmente por la gente que no podía entender, ni quería, que no todos eran iguales sexualmente, racialmente o religiosamente. Y tendría que vivir con ello, por mucho que eso le pesara, le cerrara puertas o le hiciera sufrir. Ya no, ya no se escondería.

Entendió entonces que dejar a Samuel, sólo había sido un paso para ser él mismo de veras, y aunque se arrepentía por un lado, por el otro estaba empezando a comprenderse mejor a sí mismo, y a lo que deseaba para su futuro. No quería estar solo, pero con Samuel no podía ser, por mucho que eso le infligiera un sufrimiento agónico.

Aquel día, aquel en el que todos supieron quién era de verdad, fue el primero de una vida nueva...

Notas finales: Hola, supongo que estais tristes... en fin, me sabe mal. Aun queda un poco para que se vuelvan a encontrar, paciencia por favor. Igual ahora tardo de nuevo un poco en actualizar, os pido disculpas. PEro intentaré actualizar

lo antes posible ^^ Gracias a todos por seguir ahí ^^ Gracias a Bathory por su correcciones, muac! P.D: si no nos vemos antes, los que seais españoles y vayais al salón del manga de Barcelona 2009, estaré allí en mi stnds de fanzines (L&N Ediciones) vendiendo mis comics, Susurro de besos , o No te escondas XDD. Espero que nos conozcamos ^^ Hasta pronto! http://dorianneilustradora.blogspot.com/ http://www.dorianne-laura.deviantart.com/ http://relatosdedorianne.blogspot.com/ Volver al índice Víctor y yo por Dorianne Susurro de besos

Capítulo 28

Víctor y yo

Una noche más, vacía, una mañana más, sin ánimos para levantarse, y sin embargo obligado a hacerlo por el bien de sus amigos, para que no se preocupasen. Casi un mes así, solo en la habitación, durmiendo en la cama que fue de Marc y en la que solían descansar ambos... hacer el amor... reírse, incluso pelearse. Era masoquista seguir aferrándose a un recuerdo. Porque no era más que eso, una simple remembranza que con el tiempo terminaría por ser el recuerdo del recuerdo. Y sin embargo inevitable. Un mes era muy poco tiempo para olvidarse del primer amor, del único amor de su vida.

Como cada vacía mañana se duchaba, se afeitaba y vestía esperando a que Sara le hiciera una llamada perdida para que bajara y se fueran a clase. Comían juntos, en ocasiones David les acompañaba, y de nuevo a clase o de vuelta a la residencia. Algunas veces salía a pasear con la pareja para intentar despejarse. Lo hacía durante un rato, más por ellos que por sí mismo, y sin embargo al volver de nuevo notaba el vacío de aquella habitación más atenazante, se le metía hasta los huesos y comprimía sus órganos retorciéndolos de dolor.

Víctor también le insistía frecuentemente para que fuera a su casa, a ver películas en su pantalla de plasma gigante, o jugar a videojuegos. No había vuelto a insistirle sobre sus sentimientos, comportándose de una forma inusualmente cordial que era de agradecer. En ocasiones pensaba que el culpable, en parte, de lo que había acontecido entre Marc y él, era Víctor. Pero no, no era así. Estaba al corriente de que su amigo se fue de la lengua en más de una ocasión, y que Marc sabía muchas más cosas de las que creyó en un principio. Y sin embargo, el único culpable era él mismo y sus estúpidas formas de proceder. Si hubiera confiado en Marc desde el comienzo... tal vez seguiría allí, y no estaría solo en la oscuridad y tristeza de aquella habitación, que cada segundo, minuto, hora y día que pasaba, era más y más estrecha.

En aquellos momentos, sonó su móvil, insistentemente. Normalmente su amiga tan sólo llamaba unos segundos para después colgar. Sin embargo la llamada fue más prolongada en aquella ocasión. Según salía del cuarto descolgó, porque era Víctor quien insistía.

-Hola. -Hola Samuel. -habló con jovialidad. -Quería saber si este fin de semana te apetece venirte a mi casa. Mis padres se van a un congreso y estaré solo. -No sé... -no quería desconfiar. -Tsss, va no seas remolón. ¿Tienes algo mejor que hacer? Además, no estaremos solos, vienen más amigos míos. -¿Qué amigos? Porque si son de los que se ponen a hacer chistes de maricones, no quiero saber nada -contestó a la defensiva. -No, no dirán nada de eso. Son de la universidad, compañeros de clase. No tiene nada que ver con mis "otros" amigos. -Está bien. -Te quedas a dormir. -Pero... -No quiero ni peros ni nada. Te quedas a dormir. Ellos también, así que no te preocupes, no te voy a hacer nada- lo dijo en un susurro y Samuel sonrió.

-Más te vale. -Créeme, te lo prometí y sabiendo cómo estás no lo haría nunca. Soy paciente -añadió. Samuel de nuevo sonrió. -Venga, nos vemos el fin de semana. -Ven el sábado a las cinco de la tarde. -Ok, hasta mañana.

Según colgaba le llegó un mensaje de aviso de llamadas, unas cuantas de Sara. Corrió escaleras abajo hasta llegar a la puerta. Ella le esperaba con los brazos cruzados en posición de reproche. -Perdón, estaba hablando con Víctor. -¿Has desayunado? -No me apetece. -Tienes que comer más, has adelgazado. -No me apetece -repitió lacónicamente. -Este fin de semana no podemos quedar, nos vamos a casa de mis padres a pasar el puente. -No pasa nada, voy a casa de Víctor. -¡¡Uyuyuy!! -No pienses mal, va más gente. -Ayer mismo anduvimos hablando David y yo sobre ese tema. Creemos que te lo tendrías que follar. -Samuel, deteniéndose, la miró con los ojos como platos. -Antes te caía fatal. -No es santo de mi devoción, por lo hipócrita que es, pero nene, está buenísimo, se muere de ganas por estar contigo, y mira, es una solución a todas tus penas de amor. Marc no ha dado señales en un mes. -Señaló el número con el dedo a modo de lanza que le clavó en el hombro a su amigo. -¡¡En un puto mes!! Estoy empezando a cogerle tirria. Porque vale, estaba enfadado, pero creo que largarse y pasar de todo no es la solución más acertada. Te estás

consumiendo cariño... -Sara le cogió del rostro, mirándolo pesarosa. -Y quiero verte feliz, al menos... al menos un poco mejor. -Sara, si no fuera por vosotros, ni siquiera me levantaría de la cama. Así que dentro de lo que cabe, estoy bastante bien. No creo que la solución sea acostarme con Víctor, porque no le quiero. Me gusta, siempre me ha atraído porque no soy de piedra, aún así no sería justo para ninguno de los dos. Porque él esperaría de mí algo que todavía no estoy preparado para darle, y yo me sentiría culpable. Y cuando me siento así hago cosas que no están bien, me engaño y engaño a los demás. -Lo entiendo. Pero sigo pensando que un poco de sexo salvaje no te iría mal -se echó reír y contagió a Samuel. -¡¡Qué bien verte mejor!!

Caminaron cogidos de la mano como si fueran pareja, hasta llegar a la facultad, dejando que la gente pensara de ellos lo que no era, porque ni siquiera les importaba. Samuel supo entonces, que ella era su mejor amiga y esperaba que la distancia no borrara nunca aquellos lazos, porque sabía que muy pronto tendría que irse a París y no volvería a verla en mucho tiempo. Tomó la decisión de que al menos, el escaso periodo que pasara con Sara y David, les sonreiría.

oOoOoOo

Rufo trotó hacia Samuel con evidente cariño. Tanto el pastor alemán como su amo le apreciaban bastante, así que el moreno se sintió a gusto. El can se le tiró encima de tal forma que acabaron ambos por el mojado césped. -¡¡Ey, chucho, aquí!!- Víctor dio la orden enfadado, y Rufo gimoteó mientras trotaba hacia su amo. -No seas malo -el pobre perro se fue corriendo para su caseta, quejándose del trato recibido. Samuel lo miró sonriente mientras Víctor le ayudaba a ponerse en pie. -Pero si es muy cariñoso. -Igual que yo. -Ya lo veo, se me tira encima igual que tú. -¡Eso no es justo! Hace tiempo que no... -Qué idiota. ¿Y tus amigos?

-Vienen luego. Vamos, entra en casa. -Más te vale que no sea una encerrona o te capo. -Te lo juro, vienen luego. Lo que pasa es que quería hablar contigo. -Samuel suspiró entre enfadado y molesto. -Vamos al sofá. ¿Quieres algo de beber? -Samuel negó en silencio con la cabeza. Ambos se acomodaron.

-¿Qué pasa? -Sólo que hasta ahora, no habíamos estado solos de verdad, y quería hablar cara a cara contigo. Que me digas de verdad cómo estás. -Jodido Víctor, jodido. Solo, abandonado, triste, vacío. -Ya... Me siento bastante culpable en todo esto. Es culpa mía que te haya dejado por haber dicho o hecho cosas que... -Víctor... -le detuvo. -Es cierto, que en parte eres culpable. Pero ni mucho menos has provocado que Marc me abandonara. Si yo hubiera dejado las cosas claras desde el principio entre tú y yo, y le hubiese contado a Marc lo sucedido, créeme que ahora él seguiría aquí. Tú pusiste tu granito de arena, indudablemente, sin embargo la montaña la hice yo solito. A parte de otras cosas que hice mal con Marc, como no acudir a la cena con sus padres. -Pero fui yo el que te hizo saber sus intenciones. -Ya las sabía, sólo me lo confirmaste y tuve la excusa perfecta para no ir y cagarla. No me daba cuenta de que mi cabezonería y mi miedos le estaban consumiendo a él, que lo único que quiso siempre fue hacerme sonreír ante la vida... -¿Aún le quieres mucho? -Samuel asintió aguantándose las lágrimas. Tragó saliva con fuerza. -Yo también te quiero mucho. Estoy enamorado de ti. -Sigues haciéndome sentir culpable. -En pocas ocasiones voy a ser libre de decirte lo que siento, ya que no habrá intimidad de pareja entre nosotros jamás. Me arrepiento de haber actuado mal, me arrepiento muchísimo. Perdóname... -A Víctor sí acabaron por saltársele las lágrimas. -Te perdono, ¿vale? Estás perdonado. -Samuel lo cogió de las manos, que le temblaron un poco.

-Vale... -justo en ese momento llamaron al timbre de la verja. -¿Ves? No era una encerrona. -El chico se levantó. Les abrió la verja para que entraran, y mientras se frotó un poco los enrojecidos ojos. -Víctor... -Samuel se le puso al lado. -Dime... -Samuel se le acercó cogiéndolo por la cintura, para besarlo lentamente en los labios. El nadador se quedó anonadado, mientras se miraban a los ojos. -Ten paciencia... -cuando el chico quiso decirle algo, llamaron repetidas veces y con insistencia a la puerta de la casa. No supo qué hacer, si pasar de ellos y abrazar a Samuel o abrirles. Éste se apartó sonriendo y haciendo un gesto con la cabeza hacia la entrada. Rufo no paraba de ladrar en el exterior. -Rufo se pone nervioso, déjalos pasar. -Cla-claro...

Samuel suspiró cerrando los ojos mientras su amigo abría. Acababa de hacer algo, que no sabía muy bien a dónde conduciría ni las consecuencias que traería, pero que era necesario para olvidarse de Marc.

oOoOoOo

Aquello para Víctor fue lo que se dice "una tarde aburrida e interminable", y no porque los invitados fuesen unos inapetentes del ocio, más bien era que le molestaba su presencia. Si por él hubiera sido, los habría mandado a sus casitas con sus mamás, sin embargo, no se los iba a quitar de encima hasta el domingo por la tarde porque la invitación era para todo el fin de semana. Y es que desde aquel fugaz y sorpresivo beso de Samuel, buscaba constantemente estar cerca de él, pero sin que los otros se dieran cuenta. Samuel sí, por supuesto, y no se lo impedía, ni siquiera le rehuía.

Perturbador estar rodeado de un montón de tíos diciendo y haciendo burradas, cuando lo único que deseaba era estar a solas con el chico de sus sueños, especialmente para aclarar lo sucedido, conocer sus intenciones, llegar hasta el por qué de su caricia.

-¡¡Víctor!! -David, uno de sus compañeros de clase, le sacó de la ensoñación en la que estaba sumergido. -Cabrón, vamos a pedir pizza, ¿no te parece? Son las diez ya. -Claro, pedid lo que os de la gana, por mí está bien. ¿Cuántos somos? -Con tu amigo pues seis en total. -¿Tienes alguna preferencia por la pizza? -Víctor se dirigió a Samuel. -No, lo que pidáis está bien. -Pues en la puerta del congelador está pegada una hoja de publicidad, con las pizzas y el teléfono. -David y los otros tres amigos, corrieron a la cocina, con las tripas pegadas de puro hambre. -¡¡Joder!! -soltó de pronto el moreno. -¿Qué? -Se me ha olvidado el dinero, ¿te lo puedes creer? -Qué susto. Invita el dinero de mi padre, así que no te preocupes. Pero si quieres me lo puedes agradecer de otra forma... -Víctor se acercó a Samuel cerrando la puerta, susurrando. -No te pases, que es darte alas y...- Víctor lo besó un poco desesperado. -Estoy deseando que se larguen esos pesados, y que estemos solos. -Que yo sepa no se van hasta mañana. -No me lo recuerdes... -suspiró. De un brinco dejó de tocar a Samuel, pues se escucharon las voces de lo chicos acercándose de nuevo al salón.

-Ya viene la cena. Oye Víctor, ¿no podríamos llamar a algunas chicas de clase? Les comentamos... -¡¡No!! Mis padres me matan, ¿vale? -Vale, vale. -anduvieron quejándose un rato más, intentando convencerle sin resultados satisfactorios. Lo último que le faltaba a Víctor era aguantar a unas cuantas salidas y a la tonta aquella que no paraba de intentar llevárselo a la cama. Sólo de pensarlo le entraban náuseas. Se fue raudo a la cocina, para beber algo, porque ciertamente ya se estaba poniendo muy nervioso. Samuel le siguió con preocupación.

-Víctor... ¿qué te pasa? -¿Qué me va a pasar? -susurró mientras le echaba una mirada anhelante. -Que haces unas cosas que no sé cómo interpretar. Y encima estos diciéndome eso de las tías cuando sólo quiero que se larguen -siseó. -Lo siento, no pensé que te causaría daño -se disculpó tocándole el hombro. -¿Ves? Me tocas. -Samuel apartó la mano rápidamente. Quién le iba a decir que un contacto tan simple fuera a provocar desazón en Víctor. -Me tocas y quiero que sigas, que me abraces. Y con esos ahí no puede ser. No se pueden enterar. -Lo sé, perdona. No lo haré más. -Samuel recordó haberle dicho cosas así a Marc, en más de una ocasión, empezando a comprender lo que debió sentir él al oír esas mismas palabras de su boca. -Tengo una reputación. Mi padre es político y empresario, la familia es del Opus... -Lo siento. -Tengo un hermano mayor, ¿sabes? La oveja negra. Se enamoró de una chica rumana, llamada Lavinia. La chica trabajaba aquí limpiando la mierda de mis padres, para que te hagas una idea del concepto que tenían de ella. Se casaron y fue la vergüenza familiar. Así que en esta casa no quedo más que yo, y la figura del hermano mayor no existe. Además, mi hermana pequeña nació antes de tiempo y no sobrevivió a la incubadora. Desde entonces todo han sido abortos de mi madre. Si yo fracaso ante ellos, como un marica... -Creo que llevas un enorme peso sobre tus hombros. -Samuel hizo el amago de consolarlo tocándole, deteniéndose al recordar que era mejor que no existiera ni el menor contacto entre ellos mientras hubiera gente cerca o delante. -Lo llevo, y nadie más que tú lo sabe. -Puedes confiar en mí para lo que sea, ya lo sabes. -Víctor asintió sonriéndole lánguidamente, justo cuando llamaron al timbre de la verja. -Las pizzas. Ve al salón, voy a pagar y eso. -Vale... -La alta figura del chico se perdió en una esquina del pasillo, pero Samuel no se movió. El moreno pensó "¿Sería así cómo veía Marc mi situación familiar desde fuera?"

Ya no lo sabría nunca, y sin embargo empezaba a comprenderle cada vez más. Estaban comenzando a darse la vuelta las tornas, de un modo u otro.

oOoOoOo

Tras una noche de puro empacho de pizzas, alcohol, maría y burradas, acabaron todos "sobando" vestidos sobre las camas. Samuel, que no bebía ni fumaba, observó aquel comportamiento masculino como si no fuera con él. No por su condición sexual, simplemente porque hasta aquel momento no había estado con otros hombres pasando una noche sin dormir, jugando a la consola o fumándose unos porros. Víctor pareció desinhibirse e incluso verle le animó a reírse bastante con los demás. De vez en cuando no le haría daño, pero sólo de vez en cuando.

Así que el único que se fue a dormir en plenas facultades, fue él. Con un par de borrachos roncadores en la misma habitación. Estaba bastante cansado, así que pese a la música ambiental de sus acompañantes, pegó ojo, aunque al amanecer la luz lo despertó.

-Joder... - se levantó para bajar la persiana, enfadado. Odiaba la luz por las mañanas. En su cuarto, Marc siempre se levantaba para bajarla. Pero él ya no estaba allí.

De paso fue a orinar al baño del pasillo llegando al aseo con aire adormilado, y sin las gafas puestas, así que entre la oscuridad, la miopía y el sueño, se chocó un poco con otro chico, que salía del lavabo. -Samuel, joder... -¿Víctor? -el moreno entrecerró los ojos intentando darle nitidez a su deteriorada visión. -Es que no veo nada sin gafas, perdona. -Qué nochecita me han dado, en serio. -Parecías pasártelo bien. -Víctor se encogió de hombros. -Perdona, me meo -lo apartó para poder orinar. Víctor le observó ensimismado, restregándose las legañas y enfocando la vista hacia su pene. -Vaya...

-Te voy a matar, ¿me oyes? Largo. -Vale, vale -se fue afuera a regañadientes hasta que Samuel salió con el ceño fruncido. -Mierda, me he despejado y son la siete de la mañana -se quejó. -Yo también. Los demás duermen como ceporros, después de lo que han tragado. -¿Te imaginas que vinieran tus padres de repente? -Calla, no me des esos sustos. Me matan. Lo de beber y drogarse no les gusta nada. -Es natural. -Como ahora no hay competición, puedo excederme un poco, pero yo no tomo drogas. Y un porro de vez en cuando no... -No te juzgo, tranquilo. -Samuel... ven conmigo, pero no te asustes, ¿de acuerdo? -Está bien. -Víctor le llevó hasta la habitación de sus padres, cerrando el pestillo por dentro.¡Víctor! -Sólo quiero estar a solas y sin peligro, contigo. Un ratito. -se sentaron en el borde de la cama y Víctor abrazó a Samuel con fuerza, bastante rato. El nadador estaba en la gloria, pero su acompañante estaba un poco preocupado. -Víctor... -Samuel le miró de cerca, porque de lejos estaba todo muy borroso. -No sé muy bien qué hacer. Dicen que un clavo saca a otro clavo. Pero también hablan de todo lo contrario. -Si no lo intentamos no lo sabremos. -¿Y si sale mal? Porque me va a ser complicado olvidar del todo a Marc. No te voy a engañar, si apareciera ahora volvería con él. -Víctor tragó saliva, dolido, y a la vez deseoso de no perderle sólo por un supuesto. -Bueno, yo no te obligo a nada. Si él apareciera... lo tendría que aceptar. Pero a lo mejor consigo sacar el clavo antes de lo que crees, y aunque el clavo vuelva puede no quedar sitio para él... y yo estoy más que dispuesto a hacer lo que sea para que... -Samuel sonrió ante tan estúpidas metáforas, matinales. -Calla... -Samuel lo besó con ternura, porque Víctor siempre le había atraído, quisiera reconocerlo o no en su momento. Nunca le hubiera sido infiel, jamás, a Marc, pero aquella situación era distinta.

-¿Estás seguro? -Cuando estaba con Marc, me acosabas cabrón, ahora que estoy solo no paras de preguntarme. -¿Vas a pensar en él cuando estés conmigo? -No lo sé, es posible que lo haga a veces, sin querer. -Un día haré que dejes de pensar en él. -Ojalá porque, es lo que quiero. -¿Y quieres estar conmigo ahora? -Sí, si no, no estaría aquí. -Víctor lo besó metiéndole la lengua, acariciándole con ella el interior de la boca, apretándole con los brazos contra él. Samuel sintió su erección contra la pierna, inevitable. Deslizó la mano hasta ella, arrancando un jadeo involuntario y una risa al chico. Deslizó los dedos por dentro del pantalón del pijama, sintiendo su sexo caliente y duro. Tenía un grosor distinto a la de Marc, no era tan grande. Ni siquiera desprendía el mismo calor corporal. Samuel sintió que él se le ponía encima sin dejar de comérselo a besos, así que se dejó hacer pasivamente, aunque siguió masturbándole ya sin los pantalones. Víctor parecía querer ser el activo en aquella ocasión. -Dios mío Samuel... -jadeó sobre su cuello, restregándose, acariciándole las caderas. -Es lo que he deseado toda mi vida, desde que soy un crío lo sé. -¿Soy el primero? -Sí, claro que sí. Y creo que me voy a correr si sigues haciéndome eso... -Samuel le estaba metiendo la lengua por la oreja mientras lo masturbaba enérgicamente. -Pues córrete -susurró lentamente, con la voz ronca que ponía y le hacía tan sexy. Víctor empujó, apretándose más contra Samuel, ahogando en su cuello el orgásmico gemido. Se quedó exhausto completamente, derramando aún semen caliente sobre el vientre y camiseta de Samuel. -¿Te has quedado a gusto? -Samuel... -Víctor lo besó primero en los labios húmedos, y bajó por su cuello, recorriendo su torso. La respiración se le descontroló al sentir su lengua en el ombligo, pues sabía lo que él iba a hacerle. Él se metió su miembro en la boca lentamente y luego lo sacó. -Es la primera vez para mí, si te hago daño dímelo. -No, no me haces daño... -jadeó. Miró al desdibujado techo de la habitación, que estaba muy alto. Se sintió un poco fuera de lugar, no era el techo de su cuarto en la residencia, desde luego. Sentía placer, eso era innegable, le gustaba la felación. Pero echaba de menos aquello que Marc le hacía con la lengua. Recordarlo le dio más placer. Buscó el cabello del chico,

extrañando que no fuera largo, así que no pudo agarrarse bien. Víctor estaba complacido, eso lo sabía. Él también disfrutaba, pues en cualquier momento eyacularía en su boca. Intentó no jadear, sabía que no podían hacer ruidos sospechosos. Fue algo opresor, no poder desahogarse con la voz. Como Marc, que tenía que reprimirse cuando se acostaban, para que absolutamente nadie se enterara en la residencia.

Finalmente descargó su orgasmo en la boca del nadador, que quedó satisfecho de su trabajo. -Sabe un poco amargo... -Me ha gustado... si es lo que estás pensando. -Ojalá pudiéramos dormir juntos y seguir haciendo esto más rato. Tengo condones en mi cuarto. Y muchas ganas de seguir... -Otro día, insaciable. -Mi amor... -El chico lo besó cariñoso. -¿Sabes? Cuando estés en París, pagaré un buen hotel y mientras esté allí de visita, podremos hacer lo que queramos. -No corras tanto... -Y te haré el amor una y otra vez... -A Samuel le entró un extraño escalofrío producto de la culpabilidad. Víctor estaba haciendo planes más allá del día siguiente, mucho más allá y muy rápido. Eso lo abrumó un poco. -No quiero pensar en París ahora, mis planes inmediatos son desayunar e irme a la residencia. -¿He hecho algo mal? -No, qué va. Estoy agotado y aquí no puedo dormir -lo besó en la comisura de los labios. -Estoy muy feliz. -le hizo saber Víctor. -No puedo parar de pensar en todo lo que voy a tener que ingeniar para que podamos estar solos y que nadie nos vea ni nos oiga. -Samuel tragó saliva. Así que esa era la idea de Víctor a la hora de tener una relación prohibida. No le gustó mucho.

-Vamos, no pienses en eso ahora y dame de comer -se colocaron las prendas correctamente y lavaron el semen en el cuarto de aseo de los padres, tras lo cual bajaron a la cocina y desayunaron. Víctor no paraba de sonreírle y acariciarle la mano, o besarlo en los labios, pero siempre con un ojo y oído puestos en el exterior de la cocina, por si las moscas.

¿Él también había hecho eso con Marc? Sin duda. Pero verlo desde el otro lado resultaba aplastante.

oOoOoOo

Samuel se despidió de Víctor y su simpático perro, que los acompañó en el viaje de vuelta a la residencia en coche. -Adiós chicos, sé que me echareis de menos. -Rufo sonrió con la lengua fuera, todo lo que pueden hacerlo los perros. Víctor hizo algo similar. -¿Nos vemos el martes? Bueno, en la uni. Mañana festivo me voy con mis padres a una comida familiar, lo siento mucho. -No te preocupes, nos veremos. -Te buscaré, aunque sea para estar contigo un rato charlando. -Claro. -Adiós... -el can ladró en señal de saludo mientras él y su amo volvían a casa.

Samuel subió al cuarto y sacó el móvil con mano temblorosa. Buscó una foto de Marc, la única que fue incapaz de borrar pese a su momento de rabia. Él le sonreía a través de la pantalla, como si no supiera nada de todo lo que acababa de pasar. -Perdóname... pero quiero olvidarte. Necesito olvidarte- enfatizó acercando el teléfono a su cara, como si él estuviera al otro lado de la línea escuchando la disculpa, la excusa tal vez. -Vuelve por favor, por favor... porque no quiero hacerle daño a Víctor, porque un clavo no saca a otro clavo, si el clavo que me atraviesa el corazón...eres tú...

Notas finales: Como siempre, se me alargan las historias sin querer T.T No sé muy bien qué pensareis de la forma de actuar de Samuel, sólo intenta pasar página, tenedlo en cuenta (y que esto es

ficcción^^) Estoy muy espesa escribiendo, no soy capaz de expresar con palabras adecuadas lo que está en mi cabeza, no estoy en absoluto satisfecha con lo que he escrito, pero bueno. El siguiente tardará, me voy al Salón del manga de Barcelona y luego a Granada (ambas ciudades españolas) a vender mis cómics ^^ Ya sabeis, si vais espero que vengais a visitarme al menos a mi stnd de fanzines L&N Ediciones (octubre 2009). Un besito y gracias por vuestra paciencia ^^ Volver al índice Consecuencias por Dorianne Susurro de besos Capítulo 29 Consecuencias -¿Me pones diez euros de gasolina diesel normal? -Por supuesto. Puede pagar dentro. -Marc fue consciente de que la chica no había podido evitar darle un buen repaso tras solicitar que le pusiera carburante a su coche. Pero era inmune completamente, lo era desde siempre, sólo que antaño no se había percatado de ese detalle, simplemente no les hacía mucho caso a las miraditas que solía recibir cuando trabajaba en la gasolinera los veranos. No era verano, y sabiendo todo el barrio que estaba de vuelta, su tío lo llamó para cubrir una baja durante un mes. Lo primero que hizo al hablar con su tío fue preguntarle claramente si estaba al corriente de las últimas noticias. Él asintió a la par que encogía los hombros espasmódicamente. -¿Tu padre te ha recriminado algo? -No -le dijo con una sonrisa en los labios.- Me ha aceptado desde el primer momento. -Pues si mi hermano no lo ha hecho, ¿yo quién soy para decirte nada? -Ya pero, soy gay y a lo mejor dejan de venir a poner gasolina. -Estamos a la entrada de la autovía, ¿desde cuándo yo vivo de ponerle gasolina a la gente de este pueblo?- en eso tenía toda la razón. -Mira Marcos, no me entusiasma pensar que te vas con tíos, pero eso no es asunto mío. -Pues la familia de mamá ha puesto el grito en el cielo. El abuelo no me habla, y mis primos... -Son una panda de católicos hipócritas. Tu primo Carlos se ha ido más de una vez de putas. En este país, la gente es católica de boquilla, sólo van a misa las abuelas -su tío tenía una lengua bastante incisiva con respecto a la gente de aquel pueblo. Cuando él se había divorciado hacía ya bastantes años, en tiempos en los que el divorcio no era aún tónica general, fue la comidilla de todos. Ahora vivía con su nueva mujer, con la que en realidad no estaba casado más que por el juzgado, y le daba igual porque llevaban unos veinte años juntos y tenían dos hijas en edad adolescente, una de ellas fuera del matrimonio. -Gracias por darme otra vez trabajo.

-Así tengo más clientas -se echó a reír, cosa que lo alivió bastante. Temía que por culpa de su homosexualidad se vieran perjudicadas las personas que le rodeaban, amigos y familia. En concreto su madre, que lo estaba pasando mal porque en la tienda no hacían otra cosa que cotillear. O los abuelos, bastante enfadados, que le decían "tu hijo es una vergüenza para esta familia". Y ella como siempre, callada. No se lo reprochaba, era muy complicado. -Muchas gracias -la clienta le regaló su mejor sonrisa sin poder evitarlo cuando Marc le devolvió las llaves. -A ti... -la observó marcharse de nuevo a la autovía. -Pero no me dejas propina... -bromeó para sí mismo. -¿De qué te ríes? -una voz femenina aún algo infantil le hizo girarse. Era su prima Elena que volvía de clase. -Nada, de que mirarme es gratis, no me dejan propina ni por mi culo prieto -bromeó limpiándose las manos de grasa. -Qué creído te lo tienes. -Porque puedo niña. -Elena tenía quince años recién cumplidos, pero de tonta no tenía un pelo. -¿Acabas ahora no? -Sí, ¿por? -¡¡Llévame a casa!! -rogó lloriqueando, aparentemente claro. -Vale. -Voy a saludar a papá, ahora vuelvo. -Tanto el instituto como la gasolinera estaban hacia las afueras, en el lado opuesto a sus casas, así que tampoco suponía un gran esfuerzo acercarla. -Tío, me voy, hasta mañana. -Vale Marcos. Venga Elena, que ya estará la comida. Dile a mamá que hoy llegaré más tarde. -Vale papi. Vamos culo prieto -le hizo un gesto principesco a su primo, en plan mandamás. -Hay qué ver cómo me usas sin piedad. -Y el sábado ya me podrías llevar a Oasis, que hay fiesta. -¡¡Tienes quince años!! -Ésta es diurna, por desgracia. Y no venden alcohol ni nada -arrastró las palabras con desidia. -Menos mal. -Pero si quieres acompañarme no me importa. -Marc la miró sentada a su lado en el coche mientras se ponían los cinturones. Entrecerró los ojos observándola. -¿Por qué? -Vale, porque me lo han pedido mis amigas. A ver, están cotillas, por lo de que eres marica y estás bueno. O eso me dicen ellas. -Marc bufó mientras ponía el coche en marcha y salía a la calle principal que cruzaba el pueblo. -Y quieren saber cosas de gays. -Hay que joderse con las crías... -¿Y porque el barman está cañón? ¿Tal vez por eso también estaría bien venirte? -¿Sabes que eres menor y eso? ¿El barman de qué? ¿De Coca cola con limón o Fanta naranja con burbujas? -No, el barman es para ti, que es marica. -¿Y cómo lo sabes? -Porque es el hermano de una de mis amigas y me ha dicho que le pasa como a ti, que ha cortado con el novio o no sé qué, y está deprimido. -Estoy flipando, en serio Elena. ¿Te crees que me voy a enrollar con él sin conocerle de

nada? -Habíamos pensado más bien que os acostarais. -¡¡Elena!! -justo frenó en un semáforo en rojo y la miró directamente con cara de pocos amigos.-Si lo dejaras con tu novio recientemente, ¿te enrollarías con otro así sin más? -Para eso tendría que tener uno primero, ¿no? -bufó disgustada. -Si no tengo uno cómo voy a tener dos. -En eso no te falta razón nena -metió primera y salió del semáforo con suavidad hasta poner segunda y tercera. -El caso es que por acompañarme y pasar un rato, conocer un tío guapo en tu misma situación y olvidarte una tarde de tus problemas no te vas a morir. ¿Cierto? -Cierto. Está bien... pero nada de enrollarse con barmans. Y que le quede claro a tu amiga, la del hermano gay. Que tenéis mucho peligro -se detuvieron a la puerta de la casa de sus tío y Elena se bajó. -¿Tienes turno de mañana estos días verdad? -Marc asintió. -Pues nos vemos mañana. -Te odio -susurró de broma el chico. -Yo también te quiero... ver con el barman -cerró la puerta y echó a correr rápidamente. Marc suspiró con una sonrisa en la boca. Aquella niña era incorregible, pero qué alivio ver que la familia de su padre no le rechazaba. La de su madre ya eran palabras mayores... y otro cantar. oOoOoOo Durante aquellos días, no lo pasó demasiado bien, pues veía padecer a su madre, más que nada porque su familia la estaba amargando. Aquella noche incluso la escuchó llorar, se le partió el corazón. No le gustaba demasiado escuchar conversaciones ajenas de sus padres, sin embargo aquella le incumbía al fin y al cabo. Con cautela se detuvo cerca de la puerta del dormitorio matrimonial pegando la oreja a la madera y preparado por si había que salir pies en polvorosa. -Mi padre me está presionando cariño, ya no sé qué hacer. -Es tu padre, pero es un energúmeno. -Marc sabía que sus padres se habían casado jóvenes precisamente para que ella pudiera abandonar el domicilio familiar cuanto antes. A sus abuelos no les gustaba su yerno porque decían que el hermano estaba divorciado. Incluso se contempló la posibilidad de un embarazo fuera del matrimonio para que les dejaran casarse en paz, pero no llegó a hacer falta. -Dice que lleve a Marcos a un psicólogo o psiquiatra, que está enfermo. -Uf, madre mía, lo que me faltaba por oír. -Se ha ofrecido a pagarle él las consultas y la medicación. -Marc cerró los labios de rabia. ¡¡No estaba enfermo!! -Nena, no le hagas caso -enfatizó cada una de las palabras. -Es mi hijo, nuestro hijo. Un gran chico. Que es gay, pues que se joda tu padre con eso. -Pero es que está resintiendo su salud. -Por mí que se muera. -¡¡No digas eso, es mi padre!! -Y Marcos tu hijo. Así que se meta sus métodos anticuados por donde le dé la gana. Mi hijo no está enfermo. -Ya lo sé... -escuchó musitar a su madre casi imperceptiblemente, ya ahogada por el llanto.

Se apartó de la puerta, con los ojos, la boca y el pecho ardiéndole de dolor. Lo mejor que podía hacer era irse de allí, porque les estaba causando un grave perjuicio a sus padres. Pero no tenía dinero. El trabajo era temporal, y seguro que otros se negaban a darle trabajo por ser gay. En un pueblo con más iglesias que bares no podía ser de otro modo. Tendría que buscarlo en otra parte, al menos ganar lo suficiente como para irse de casa y estudiar fuera de nuevo, conseguir alguna beca de estudios o natación, aunque lo veía crudo tal y como estaba la economía en España. -Joder, joder... -gimió en su cuarto, contra la almohada de la cama. -Y todo por dejarte... -susurró para sí. Estaba pasando por la peor época de su vida.

El teléfono de su padre sonó lejanamente mientras seguía hundiéndose cada vez más en sus pensamientos. Acto seguido su madre pegó una especie de grito de alarma y les escuchó salir de su cuarto. Rápidamente fue a ver qué sucedía. -Papá... -Ahora venimos. -¿Qué pasa? -insistió al notar que algo malo pasaba. -Nos han llamado del colegio. Que tu hermano se ha peleado con dos niños ahora a la salida. Vamos a recogerlo y a hablar con la directora. -Os acomp... -No -su madre le interrumpió tajantemente. Marc vio en sus ojos la vergüenza. -Claro... -acabó cediendo por aquella razón, con una leve sonrisa nerviosa en la boca. oOoOoOo Dos horas después, volvieron todos a casa. No había querido llamarles al móvil por no molestarles. Cuando vio a su hermano se le cayó el alma a los pies. La nariz rota, rasguños en la cara y un brazo en cabestrillo, aunque no escayolado por suerte. Se quedó mudo completamente, sin respiración. -Venimos del médico y de poner una denuncia -su padre estaba tan serio que asustaba, y la cara de su madre era un poema. No se atrevió a preguntar, aunque su hermano le guiñó un ojo al pasar delante de él. Fue a hablar con su progenitor, le carcomían las dudas. -Papá, qué es lo que ha pasado. -Otros dos críos más mayores le han pegado. -¿Por qué? -él le miró pero se fue a dejar la chaqueta sin darle una respuesta. -Se ha defendido bastante bien, no te creas que los otros han salido ilesos. -¿Por qué razón papá? -aunque empezaba a temer la respuesta. -Los padres de los otros también han puesto denuncia, por suerte fueron esos putos cabrones los que empezaron -le daba la espalda. -¡¡Papá!! -insistió girándole hacia él. -No tiene importancia. -Ha sido por mi culpa. -Tú no tienes culpa de nada hijo.- Al padre le tembló la boca y las palabras al decirlo. Marc bajó la cabeza, hundido y se fue a hablar con el niño.

-¿Por qué te has pegado con eso niños? -su hermano le miró sonriente. -Ya te dije que si te insultaban defendería tu honor. -¡¡Esto no es un juego!! -Marc le gritó ofuscado. -No le grites al niño. -Ya no soy un niño mamá. Además, le llamaron maricón escupiéndome y cosas peores que no diré. Y me dijeron que yo era como él, marica también. Pero eso no me importaba, porque no es verdad y no es nada malo en realidad. -¡¡Sí es algo malo!! -la mujer estalló definitivamente, entre sollozos. El corazón se les encogió a todos, especialmente a Marc. -Mira lo que le ha pasado a tu hermano -ella le miró. -Y a tu abuelo, padece del corazón y este disgusto le causa tensión. -Lo siento mamá, yo no pedí nacer así... -Marc sollozó amargamente ante aquella situación tan insoportable. -¡¡Se acabó nena!! -la voz autoritaria del padre cortó la conversación. -No voy a permitir que le hables así a Marcos. Y si lo haces, si le vuelves a recriminar una sola vez, te juro que me voy de casa -aquel ultimátum fue como un jarro de agua fría, especialmente para Marc, que se daba cuenta de que la familia unida de la que tan orgulloso estaba, se destruía día a día desde que les había contado toda la verdad. -Lo siento... -ella miró a su marido, destruida. -No es a mí a quien debes pedir perdón, es a Marcos. -No pasa nada papá, la entiendo -dándose la vuelta se encerró en su cuarto, hundiendo de nuevo la cabeza en la almohada para llorar. Ojalá le diera todo igual, ojalá fuera un insensible, pero no lo era. Las consecuencias de dejar a Samuel, de no tener paciencia con él, de abandonarle cobardemente e irse de la universidad y volver a su pueblo, eran las que estaban sucediendo. Su padres en crisis, la familia hundida, su hermano con la nariz rota, su mejor amigo dándole la espalda... y todo por haberse rendido demasiado pronto. Tendría que haber seguido en la universidad, disfrutando de su beca, de sus estudios. Probablemente después de conseguir la titulación, se hubiese emancipado, y ni la gente del pueblo ni la familia tendrían por qué haber sabido de su condición homosexual porque no era asunto de nadie. Sus padres sí, pero en privado durante el tiempo que hiciera falta. Si hubiera sido valiente tras dejar a Samuel, nada de todo aquello estaría sucediendo. Su madre lo sabría, y sin embargo lo iría aceptando con la ayuda de su padre, sin que abuelos, tíos y primos la incordiaran. Los amigos... los que le apoyaban, le hubieran favorecido igual en el futuro, los que no, seguirían ignorantes. Su hermanito estaría perfectamente, nadie se metería con él por su culpa... y todo seguiría igual, adelante sin problemas. Si hubiera sido valiente... pero era un cobarde. Y tenía que huir de nuevo, sólo que para salvar a su familia, por una buena causa. ¿Y a dónde podía ir? No tenía dinero, ¿Qué podía hacer? ¿Por qué la sociedad era tan mala? ¿Por qué? Para colmo, le echaba de menos a él, mucho. Tanto que resultaba doloroso, más a cada segundo. Pensaba, convencido de ello, que con el paso de los días, y las semanas, empezaría a olvidarle. Que la tonalidad de sus ojos azules se desvanecería de su mente, o que no

volvería a escuchar dentro de la cabeza su voz suave y sensual. Cuando iba a dormir, le sobraba cama por todas partes, le faltaban sus formas, su pelo en la cara, o su olor a hombre. Empezaba a olvidarse de su egoísmo, tal vez a entenderle mejor cuando tenía miedo a salir del armario. Miedo a esa sociedad tan mala que estaba descubriendo tristemente muy cerca de sí mismo, a su alrededor. Y a veces pensaba, celoso y carcomido por la rabia, que podía estar con Víctor, que al fin y al cabo era quien más se le asemejaba en su forma hermética de pensar. ¿Pero él le habría olvidado tan pronto? No quería ni imaginárselo, aunque Samuel estuviera en su derecho. ¿Qué podía hacer con todos esos sentimientos? ¿Qué? Notas finales: oh! al fin, siento el retraso, se me han juntado mil cosas, sorry U.U Se me está alargando la historia cosa mala XD (supongo que no hay quejas por eso), porque a veces para llegar a donde quiero, debo cortar un capítulo y dividirlo en dos como es el caso de este, ya que cambio cosas XD porque pienso que van mejor para el desarrollo de l historia. Quiero daros las gracias a todos los que me votasteis en los premios de Ficomic, porque gané el premio. ¡¡MUCHAS GRACIAS!!!! Os quiero mucho T.T
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