Susana Murillo Resumen "La Cuestión Social y La Emergencia de Las Ciencias Sociales"

November 9, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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SUSANA MURILLO: Prácticas Científicas y procesos sociales. Una genealogía de las relaciones entre ciencias naturales, ciencias sociales y tecnologías. Buenos Aires, Biblos, 2012. CAPÍ TULO  3 3:  “La  ccuestión  ssocial  y y  lla  e emergencia  d de  llas C Ciencias  S Sociales”   Se dice que las ciencias sociales surgieron para dar respuesta a la cuestión social . La autora analiza este surgimiento entendiendo a las mismas como una práctica social, por eso primero recurre a otro  1. La cuestión social

Los desarrollos de las ciencias fácticas y de las matemáticas, así como la epistemología derivada del positivismo tuvieron (y tienen) influencia en la construcción de las ciencias sociales. Pero debe verse la emergencia de estas ligadas a otro proceso: el de la cuestión social , para advertir que las ciencias sociales a veces se inspiran en algunas formas del positivismo, pero muy a menudo no lo hacen.En este sentido es que las ciencias sociales no constituyen una “ciencia normal” al estilo de Kuhn; Kuhn ;1 pero esto no constituye un “defecto”, sino sino una virtud, pues su pluralidad nos habla de la pluralidad del pensamiento humano sobre los problemas que afectan a los seres humanos, quienes en la tarea de hacer  ciencias sociales, piensan “lo social”, haciendo y rehaciendo su mundo.  mundo.  “Lo social” como objeto de investigación de las ciencias sociales es un término que encierra una enorme complejidad. “Surge” como problema específico de la ciencia en el siglo XIX. ¿Cuáles fueron las condiciones que posibilitaron la emergencia de las ciencias sociales? Durante el siglo XIX se registraron la mayor cantidad de enfermedades ligadas a problemas derivados de la urbanización y el trabajo en las fábricas; pero junto a las enfermedades “físicas”, los médicos higienistas denunciaban la “enfermedad moral”: prostitución, prostituc ión, locura, alcoholismo. La cuestión social surge en relación a las contradicciones entre el nivel de lo fáctico y el de los principios teóricos del

contractualismo liberal: el ideario liberal, ligado al movimiento filosófico de la Ilustración, desarrollado en el siglo XVIII contra el absolutismo, se centraba en los conceptos iluministas de libertad, igualdad y propiedad como derechos naturales  y universales  del hombre. La abstracción del derecho suponía una racionalidad universal; el Estado se presentaba así como el guardián de los intereses particulares a la vez que trascendente de ellos. La cuestión social surge entonces de la realidad efectiva: a nivel histórico, la sociedad no posibilitaba el acceso igualitario al trabajo y la propiedad. “La igualdad efectiva en el acceso a la educación, la vivienda, el tiempo libre, no se concretaba”. La cuestión social es entonces “la brecha entre los principios proclamados por el ideario liberal y la realidad efectiva” (Donzelot, 1994).  1994).  Esa brecha es la enfermedad que corroe el cuerpo social; su remedio, las diversas  políticas sociales que, desde fines del siglo XIX, han intentado mantener (a la vez que contener) las diversas formas de desigualdad en el capitalismo. A esa red de contención se la denominó lo social , que en términos de Donzelot surge como una carencia, como una falta: es a la vez remedio y enfermedad: es una ausencia a la vez que la trama que intenta repararla. 2. Nuevas funciones del Estado moderno: biopolítica y anatomopolítica

Los problemas planteados por la cuestión social generaron una serie de publicaciones médicas en Europa, que se difunden sobre todo luego de los levantamientos de París de 1848. Entonces la medicina, bajo el paradigma epistemológico positivista, cobra un lugar relevante, en tanto se presentaba como conocimiento científico y por ende neutral, que puede intervenir en la vida privada de los sujetos ahí donde los principios liberales limitan al 1

El concepto de ciencia normal  fue acuñado por el epistemólogo estadounidense Thomas S. Kuhn en su obra cumbre "La Estructura de las Revoluciones Científicas" ( The structure of scientific revolutions, 1962). Este término indica una de las fases por las que un paradigma se establece como principal forma de trabajo de una comunidad científica. Durante el período de ciencia normal, los científicos se dedican al fortalecimiento de éste por medio de experimentaciones y verificaciones de los postulados principales del mismo.

 

Estado. Se erige como saber capaz de curar las enfermedades físicas y morales que aquejan a la sociedad, pues la brecha entre los principios y la realidad fue leída en términos de “enfermedad social”, enfermedad física y moral, por lo que los remedios también debían ser físicos y morales; la población y el individuo se convierten en problemas que deben ser analizados y diagnosticados para ser curados. Para ello se opera en dos sentidos: por un lado, saber los índices  –a  –a nivel poblacional- de delitos, huelgas, prostitución, de todo aquello que implique un riesgo para el orden que conduce al progreso; por el otro, complementariamente, se trata de conocer la historia de los sujetos individuales, a fin de conocer si entrañan peligrosidad para la sociedad. Así el tratamiento de enfermedades sociales tomará ese doble rumbo: totalizante e individualizante (Foucault). La idea de riesgo se adjudica a los grupos, y la de  peligrosidad  a  a los individuos. Según Foucault, se difunden así dos “tecnologías de intervención” sobre las poblaciones, la biopolítica y la anatomopolítica: dos rostros de una misma estrategia de análisis y control de las poblaciones y de los sujetos que las conforman. La tecnología aquí no se entiende sólo como conjunto de saberes destinados a producir mercancías, artefactos elaborados para el mercado: se refiere a un conjunto de procedimientos que tienen como fin moldear las conductas de individuos y poblaciones. Estos procedimientos tendrán como sustento el conocimiento provisto por la estadística, las ciencias sociales y las naturales. La biopolítica es una tecnología de gobierno de las poblaciones que toma como objeto a la vida: a través de la estadística, establece tasas de natalidad, mortalidad, morbilidad, delincuencia, y la construcción de los datos se realiza en función de lograr un cuerpo de la población sano. La biopolítica desplegada por el liberalismo ya no intentará erradicar la muerte, la enfermedad, la prostitución o la delincuencia, sino que ahora afirmará que pertenecen al son orden lo natural; se deberá tasas óptimas pueden ser toleradas en una sociedad; losde márgenes tolerables de establecer desviacióncuáles los queson le las permiten construirque normas de acuerdo con las cuales se intentará formar a los sujetos. Las medidas de normal y anormal surgen de las medidas estadísticas que estabelcen cuando algo se ha desviado de la media esperable para la población; mientras más e aleje, más riesgo representa par la sociedad. Para prevenir la anormalidad (o resocializarla) se difunden las disciplinas o anatomopolítica que se centra en los cuerpos individuales, con el objetivo de moldearlos de acuerdo a las normas emanadas de la biopolítica; modelación que ese realiza en instituciones disciplinarias como la familia, la iglesia, la escuela y la fábrica; a quienes se los quiere resocializar se los destina al manicomio, la cárcel o el reformatorio, allí donde la escuela y la familia fallaron. La disciplina apela a los ejercicios rutinarios para generar hábitos. La vigilancia constante y el examen, acompañado de un sistema de premios y castigos, lleva a los sujetos a incorporar modos de comportamiento que se vivencian como naturales. Porque la disciplina no supone sólo formas de coacción, sino que a menudo actúa desde la identificación con modelos deseables; los sujetos adquieren la “tranquilidad” de que en sus prácticas serán reconocidos y aceptados por los otros. Los objetivos de las disciplinas son dos: construir sujetos dóciles y socialmente útiles. Para evitar que las tasas de enfermedad social no superen el riesgo poblacional aceptable, desde el siglo XIX se desplegaron diversas tácticas que tuvieron como eje la formación del niño, el futuro ciudadano: educación escolar, maternalización de las mujeres, identificación del varón con el proveedor, campañas de estímulo a los casamientos, etc.: la imposición de la higiene física y moral desde el nacimiento se convirtió en un elemento central a la hora de construir lazos sociales y evitar conflictividad política. 3. Las ciencias sociales y la cuestión social: alienismo e higienismo

Desde mediados del siglo XIX en Europa y desde fines en la Argentina, sobre la base del pensamiento positivista, se construyó una triple dimensión de lo que se denominará “política científica” en el área social: 1) de carácter discursivo 2) de formación de profesionales en las universidades 3) de prácticas institucionales

 

El discurso médico alienista y el higienista fueron centrales en la Constitución de esta triple estrategia, cuyo objetivo fue el de establecer cuerpos sociales sanos. Esos discursos y prácticas emergieron en un proceso en el que el Estado llegó adelante políticas sociales, articulado con organizaciones privadas (laicas Y religiosas), en una estrategia donde el poder se ejerció con un carácter individualizante a la vez que moralizante. Se trataba de normalizar a los individuos en función del cálculo de los problemas sociales y controlar los niveles de riesgo social (para ello se desarrolló la estadística): una sociedad puede tolerar ciertos grados de delincuencia, prostitución o locura. Pero cuando los límites tolerables son superados es necesario construir normas para moralizar a los individuos para prevenir las enfermedades físicas y morales s la población (Foucault). La matriz teórica que habilitó este proceso la brindó la ciencia médica, que a partir de parámetros de normalidad posibilitó el diagnóstico exacto de los sujetos. A quienes caían fuera de la media admisible se trataba (Al menos en lo discursivo) de regenerarlos, readaptarlos al orden social. El alienismo y el higienismo fueron fueron las dos corrientes médicas que gravitaron en la construcción de estos procesos, en un marco positivista cuya epistemología y ontología colocan a la ciencia en el lugar de la verdad: la ciencia permitiría conocer y planificar la realidad social. La ciencia como la herramienta más avanzada del progreso, puede tomar como objeto de estudio a la sociedad y dar elementos para legitimar la acción del Estado sobre los individuos. La apelación a la ciencia por parte del positivismo tuvo como instrumento fundamental la medicalización de la sociedad: la medicina vino a salvar aquella paradoja, habilitando al Estado a intervenir cuando detectara irregularidades en nombre del conocimiento científico, el cual se presentaba como neutral y apolítico por ende no violatorio de los derechos s los ciudadanos. La medicina, particularmente dentro de ella la psiquiatría alienista, unida al higienismo mostrará que aún cuando el ser humano tiene una base física inmodificable, el carácter y el medio social pueden ser cambiados. Allí donde la ley se mostraba insuficiente, debía operar del médico. Junto al prestigio médico emergió el valor del espacio como agente de ordenamiento social, no sólo del espacio abierto, el de los intercambios, sino también del espacio cerrado, al que se le adjudica un valor terapéutico. El encierro en las “instituciones de secuestro”, aún cuando se haga en nombre de la ley, se fundamenta en la ciencia, caracterizada como neutral y avalorativa, cuyos saberes se presuponen objetivos, y devolverían la salud física y moral. El modelo de intervención médica surgió del alienismo, movi movimiento miento de carácter hospitalario caracterizado por una triple estrategia: 1) distribución precisa de los sujetos en el espacio en función de sus síntomas 2) clasificación de las enfermedades 3) relación personal entre médico y paciente, consistente en el tratamiento moral. El alienismo se centra en la observación de los síntomas y en la inducción de leyes generales, criterios que se volvieron centrales a partir del rol político que la medicina adquiere a partir del siglo XIX en relación al estado y la sociedad. El Médico fue percibido como alguien que podía reducir la miseria, educar al pueblo, luchar contra las fuerzas del oscurantismo e imponer un orden racional. En esta matriz teórico política emerge el higienismo, cuyas bases son el iluminismo y la idea de que una vida sana, moral y limpia influye en los aspectos físicos y viceversa, lo que condujo a la idea de controlar el medio social. Se construye una especie de ciencia intermedia entre la legislación y la medicina: la medicina política. El higienismo postula dos puntos de aplicación de su tarea sobre el cuerpo social: enfermedad física y enfermedad moral. Su objetivo es la planificación social, enfatizando la idea de prevención, lo que hace necesario organizar la asistencia de

 

las poblaciones pobres. Desde el punto de vista higienista, el progreso necesariamente genera desigualdades debido a las diferencias naturales (una especie de “selección natural”). natural”) . A los menos aptos hay que socorrerlos para reinsertarlos o apartarlos. En Europa, el higienismo tuvo diversas líneas, una de las cuales postuló un sistema dividido en cuatro ramas: higiene moral, dietética, social y policía sanitaria. La higiene social tiene por objeto el bienestar de la sociedad: tiene que ver con la prevención de las enfermedades sociales (prostitución, delincuencia). La educación de los pueblos se revelará fundamental, pues hará que los individuos comprendan los preceptos higiénicos y adquieran buenos hábitos. Sin embargo, a fines del siglo XIX, debido al éxito de la bacteriología hizo pensar que se podía tratar la enfermedad y obviar las condiciones de vida del paciente. 4. La ciencia de la eugenesia y la cuestión social

El higienismo, en su afán de mejorar las condiciones de vida, y por influencia del darwinismo social, se plasmó en la eugenesia, pues uno de los mayores problemas de la higiene social fue la degeneración física y social; consideraba la existencia de pueblos más aptos que otros, dentro de los cuales había grupos sociales con regímenes de vida más sanos que otros; se planteó la planificación cuantitativa y cualitativa de la reproducción humana en relación con lo valioso o no de determinados grupos, lo que promueve actitudes racistas. Tres principios básicos de la eugenesia: 1) la herencia tiene fuerte influencia en los individuos; también lo adquirido por la experiencia 2) el progreso de la especie depende del triunfo de los más aptos 3) la modernidad ha reemplazado la selección natural por la selección artificial, programada. La eugenesia atribuye las causas de las enfermedades cada vez más a los factores biológicos y las condiciones sociales que las facilitan, por ello la Eugenesia propone planificar la reproducción en función de la mejora de la raza. El punto de partida de este movimiento fueron los problemas de Inglaterra respecto de la cuestión social y los problemas del país con sus colonias. En plena expansión de los países industrializados, desde fines del siglo XIX y principios del XX se despliegan programas de eugenesia ligados a la reproducción diferencial de aquellos grupos considerados valiosos. Estas ideas se extendieron al resto de Europa y luego a América. La eugenesia, si bien no puede ser considerada una ciencia, sí constituye un paradigma presentado sobre las bases de conceptos teóricos, avalado por la comunidad científica internacional. El nazismo fue su expresión más grosera, más extrema: tuvo otras expresiones plasmadas en la difusión de textos destinados a evitar el casamiento de tuberculosos, alcohólicos, sifilíticos, etc. 5. La emergencia de las ciencias sociales

Vimos emerger la ciencia médica, en particular el higienismo y su derivado, la eugenesia, como dos corrientes científicas que trataron de dar respuesta a la cuestión social. Los estados conformaron un funcionariado médico, destinado a generar políticas sociales. Esto no significa que todos los científicos y todas las corrientes sociales tendieron a oprimir a los sujetos, o que el positivismo o la eugenesia fueron las únicas maneras de pensar lo social. Las teorías sociales no son meras espectadoras que observan, explican y predicen fenómenos: en su diversidad, se vinculan al mantenimiento, reforma o revolución de lo establecido. En este sentido, brotan de prácticas sociales a la vez que inciden sobre ellas: las ciencias sociales coconstruyen la realidad social. Los fenómenos sociales no son algo dado de una vez y para siempre: son procesos en los que las prácticas colectivas e individuales hacen y rehacen la

 

realidad social; las ciencias sociales, en tanto que prácticas, tienen efecto en la configuración de los procesos sociales. En el caso del problema de lo social en el siglo XIX, se ve como la teoría social “co construye” la realidad social, más que reflejarla. Toma dos ejemplos: Marx y Durkheim. En Marx, la resolución de la cuestión social vendría de un movimiento revolucionario que transformaría de raíz la sociedad humana. Desde esta perspectiva, el conocimiento científico sería un proceso en constante transformación con relación a las luchas sociales, y un arma para la revolución. La otra postura sería la de Durkheim, para quien la crisis social generalizada, en lugar de anunciar el fin de la sociedad capitalista, era producto en realidad de la inmadurez de las nuevas formas sociales, y de la velocidad con la que se habían producido esos cambios. Durkheim expresa la crisis como una anomia, una falta de normas. Las viejas formas de cohesión social como la religión ya no existían. Había que buscar nuevas formas del lazo social: la interdependencia funcional, a partir de la división del trabajo social. La sociología como ciencia neutra podía observar la realidad y establecer científicamente las reformas necesarias para consolidar las formas de solidaridad orgánica. Estas dos formas de entender la cuestión social no se han podido unificar en una sola; lo que es algo saludable (la falta de una visión única) es lo que hace que se impugne a las ciencias sociales. 6. Las ciencias sociales: algunos problemas en la producción de sus saberes

Gnoseológicos: qué grado de certeza posibilitan las explicaciones en ciencias sociales y en qué medida son confiables sus predicciones Metodológicos: cómo construir métodos propios de cada objeto de conocimiento, cómo no subordinarse a aquellas ciencias que ya cuentan desde hace siglo con el reconocimiento como tales Epistemológicos: ¿es posible la neutralidad, la capacidad explicativa, la universalidad, la capacidad predictiva en ámbitos que, como son las relaciones sociales, las acciones de los sujetos (colectivos/individuales) no son necesariamente racionales? Políticos: estos saberes que nacen de las relaciones sociales, ¿en qué instancias de poder se inscriben? Las ciencias sociales suelen ser cuestionadas porque sus prácticas no se condicen con lo que se considera el método estándar de la ciencia según los cánones positivistas. La tarea de conocer lo social es más compleja que la del conocimiento de la naturaleza, pues las variables intervinientes en el proceso son numerosas. El investigador puede caer en dos peligros: el holismo, que lleva a deducir cualquier situación concreta (ejemplo una huelga) de un esquema analítico; del otro, el individualismo teórico y metodológico que coloca el núcleo de lo social en individuos auto interesados. La comprensión de la realidad social es un proceso complejo y difícil por su cercanía con el sujeto que la explora; el objetivo en las ciencias sociales no ha sido solamente el conocer por conocer, sino que (como todo conocimiento científico) han tenido como finalidad transformar la realidad social. Tal vez el fundamento de estos problemas se encuentre en el hecho de que tanto sujeto como objeto de conocimiento forman parte del mismo entramado de relaciones. Dado que el sujeto que conoce es un ser histórico, se encuentra atravesado por numerosas contradicciones, lo que genera la inevitable pluralidad de perspectivas

 

teórico-metodológicas. Por ello no hay “normalidad” posible del pensamiento so cial: las relaciones sociales no se teórico-metodológicas. presentan “transparentes” para una conciencia que las aprehende desde dentro.  dentro.  Además, los conocimientos producidos por el sujeto en ciencias sociales afectan al objeto. En esta perspectiva, es posible afirmar que las ciencias sociales nunca han estado escindidas de los juegos de poder, sea para oponerse a las formas hegemónicas, sea para sustentarlas o reformarlas, lo que no significa que los científicos sociales sean meros reproductores del poder, dado que no hay poder sin resistencias; ello significa que en la consideración de las motivaciones (que pueden ser subjetivas) no es posible prescindir del análisis del poder. Estas ciencias conllevan un inevitable carácter político, lo que conlleva a su vez cuestiones de ética que no pueden ser eludidas. Todo lo anterior suele generar el concepto de la supuesta inferioridad de las ciencias sociales respecto de las naturales por falta de objetividad, de neutralidad, de generalidad, de capacidad explicativa y predictiva. Sin embargo, esta posición no es acorde a lo que indica la historia. REPASAR PÁGINA 132

7. Las escisiones epistemológicas y ontológicas

La autora, retomando a Edgardo Lander (2000), afirma que las ciencias sociales nacen constituyendo una escisión no sólo en el campo del conocimiento, sino de la realidad social misma. Las ciencias sociales son coconstitutivas de la realidad social . En cada uno de los países en los que surgieron las ciencias sociales estimulaban estudios académicos que estaban  –y  –y aún hoy- están atravesados por múltiples creencias y prácticas sociales que incluso se han planteado como adversas: este fenómeno ha influido en el modo de concebir las ciencias, en particular las ciencias sociales. Entre mediados del siglo XIXI, luego de la Comuna de París (1848), la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Revolución Rusa, se produjo el divorcio de las ciencias sociales respecto de la filosofía. Ellas adquirieron así el status de disciplinas independientes, capaces de conocer los hechos sociales. El positivismo era hegemónico y transformó al conocimiento científico construido en Europa desde el siglo XVII en patrón cognoscitivo universal. La aplicación ciega del modelo positivista a las ciencias posibilitó la naturalización de cierto tipo de relaciones sociales: la traslación acrítica del modelo de las ciencias naturales a las sociales tuvo como efecto la consideración de que ciertos patrones de conducta o características sociales propias de una cultura fuesen consideradas como atributos naturales (y por lo tanto deseables), de toda la población humana. Este proceso fue contemporáneo a la reinvención de las universidades y la construcción de las disciplinas sobre varias escisiones que en algunos casos se mantienen casi inconmovibles. ESCISIÓN PRESENTE/PASADO Por un lado surgen las ciencias sociales que debían ocuparse de fenómenos actúales: economía, sociología, ciencia política. Por otro lado, emerge la historia, con la finalidad de abordar procesos pasados con registro escrito, lo que determinó que varios pueblos quedaran fuera de ella. La historia positivista del siglo XIX puso el acento en acontecimientos (batallas), y ve a los procesos de forma lineal y progresiva, en un esquema sucesivo, que culmina con la construcción de los estados modernos europeos como la forma más desarrollada. El hombre europeo se convirtió en la mediad histórica de todas las cosas. As u vez, en su afán por adaptarse a características de las ciencias naturales como universalidad y objetividad, se naturalizaron lo que eran características o aspiraciones de unos grupos en un momento determinado; este criterio hacía perder de vista las variaciones regionales, además de las históricas.

 

SEPARACIÓN ENTRE EL MUNDO “OCCIDENTAL” Y EL “NO OCCIDENTAL”  OCCIDENTAL”   Aquella escisión, dijimos, dejaba fuera del estudio a los pueblos sin historia. Pero ante las necesidades imperialista y colonialista de estudiar a los pueblos que no compartían las características europeas, los “pueblos primitivos”; surgió la antropología, cuyo objeto de estudio fue teóricamente definido como aquellos pequeños grupos de bajo nivel tecnológico que carecían de escritura antes de sus contactos con Occidente. A estos pueblos se los consideraba estancados y que el tiempo no transcurría para ellos. Sin embargo, había otras zonas que no compartían los criterios europeos ni aquellas características, como China, India, el mundo árabe, Persia: poseían escritura, cultura. Carecían de “modernidad” (sistemas de propiedad, leyes, formas de gobierno y costumbres acordes a los de la burguesía europea eur opea y estadounidense). Al estudio de estos sistemas se los denominó “estudios orientales”, que intentaban explicar por qué esas sociedades no habían llegado a ser modernas. Surge una escisión entre mundo oriental y occidental que es asumida como “natural”. “natural”. Con esto hay otra delimitación: la historia por un lado, la antropología por el otro. SEPARACIÓN ENTRE LO COLECTIVO E INDIVIDUAL surgimiento de las disciplinas psi, que estudiaban al sujeto en tanto que individuo, en contraste con las disciplinas sociales que estudiaban a la sociedad. De nuevo, se universalizaba el modelo europeo y su experiencia, lo que tenía efectos sobre la subjetividad de las personas, pues se naturalizaba la idea de individuo como algo ajeno, distinto de la sociedad. 8. El período de entreguerras

Mientras que la última parte del siglo XIX había cimentado la fe en el progreso indefinido, la Primera Guerra Mundial destrozó esa ilusión. Uno de los efectos de la guerra fue, justamente, la desconfianza en el progreso y con ella las críticas al positivismo, particularmente en el campo de la historia, a la que se le criticó su visión lineal vinculada al progreso y al rol de los estados nacionales. La Primera Guerra Mundial eliminó así la visión lineal y acontecimental de la historia que el positivismo había creado. Surgen entonces corrientes como la historia social (escuela de Annales). Por su parte, Edmund Husserl, desde la filosofía, asociaba la crisis mundial al valor que el positivismo le había otorgado a la matematización del universo, uniformando y olvidando la diversidad de la vida. Como consecuencia, en el campo de las ciencias sociales se introdujo la hermenéutica, pues desde su perspectiva se plantea la necesidad de comprender los fenómenos sociales y culturales, no reducirlos a la explicación causal a la manera de las ciencias naturales. La comprensión, en este sentido, se revela fundamental, pues es un método que se ocupa de significaciones, relaciones. Por su parte, desde el campo de las disciplinas psi, el psicoanálisis, desde fines del siglo XIX mostró que los seres humanos no somos totalmente racionales ni conscientes de nuestros actos, dando por tierra con las pretensiones de la idea de progreso y de objetividad del conocimiento. EL malestar en la cultura  de Freud, escrito en 1930, demuestra la decepción respecto del optimismo decimonónico. Contemporáneamente al psicoanálisis, surge el conductismo, corriente de la psicología que, contrariamente al psicoanálisis, negaba todo factor inconsciente en el psiquismo, por lo que se centraba en la necesidad de conocer (para moldear) las conductas. El conductismo (muy utilizado en la publicidad y la propaganda política) considera la capacidad de adaptación del individuo al medio como un signo de salud. El período posterior a la Segunda Guerra Mundial: la internacionalización internacionalización de las ciencias sociales

Luego de la Segunda Guerra Mundial, las ciencias sociales desarrollarían una enorme diversidad de líneas y polémicas. Una de las líneas fundamentales fue el estructuralismo que negaron el etnocentrismo propio del positivismo (Levi-Strauss en Antropología, Althusser desde el marxismo). Incorporaron aportes de la lingüística y el psicoanálisis, y cuestionaron la idea de la “prehistoria” y de una “mentalidad primitiva”, mostrando que los procesos psicoanálisis, humanos son históricos. Estos y otros aportes fundamentaron el respeto por la diversidad humana.

 

La rígida escisión ente Oriente y Occidente se erosionó en otras formas: surgieron en los países triunfadores (particularmente en Estados Unidos) los estudios multidisciplinarios, que impulsaban el conocimiento de “otras” regiones del mundo, que incluían conocer algo de su historia, sociología, economía, política, idioma, entendidos como “estudios de áreas”, contrarios a la lógica disciplinar. Nació el concepto de política científica, con relación a la vinculación entre Estado, investigación científica y desarrollo tecnológico, los problemas sociales y el mercado. Los Estados debían producir investigaciones aplicadas a la producción de tecnología para la resolución de problemas sociales, económicos y culturales. 9. El mundo de la posmodernidad y la tercera revolución industrial Desde los años setenta asistimos al despliegue del “neoliberalismo”, el cual es concebido por la autora no sólo como mera teoría económica, sino que la entiende como toda una escuela de las ciencias sociales que apunta al “gobierno de los comportamientos humanos”, la cual tuvo y tiene gran tiene  gran influencia en los principales dirigentes mundiales. Esta posición de poder, sustentada además en una capacidad bélica sin precedentes, trastocó todos los conceptos y prácticas sociales, enarbolando la idea de que la vida humana es una competencia entre seres individuales y desiguales. Si el viejo liberalísimo debió enfrentar la cuestión social como consecuencia de la contradicción entre la igualdad como principio y la desigualdad como situación efectiva, el neoliberalismo la eliminó, al naturalizar la idea de que todos los seres humanos son desiguales. Se desarrolla la teoría del capital humano, desarrollada por la escuela de Chicago y encabezada por Gary Becker, la cual plantea como verdad científica la relación económica de costo-beneficio, la cual debía ser trasladada a todas las esferas de la vida humana; la educación pasó a ser entendida como una inversión. En relación a ello el sociólogo Pierre Bourdieu desarrolló la idea de “capital social” (pero Bourdieu tenía una postura crítica). Estas pautas pautas son las que subyacen en el marco m arco teórico del llamado “Consenso de Washington” Washington” (1989)  (1989) el cual decretó la “muerte de la sociedad”. 2  Según Thatcher y Reagan, ya no era necesario un estado que tratase de paliar las desigualdades, sino que el libre mercado, a través de la oferta y la demanda, conduciría a un derrame de la riqueza. Esto se asocia a un proceso que comenzó a desarrollarse en los años sesenta, y es el desarrollo de la informática, la cual llevó a la automatización y el fantasma del desempleo. Neoliberalismo y globalización se profundizaron en los años noventa. Las ciencias sociales comenzaron a estudiar a los pueblos originarios, los marginados, la pobreza, los problemas de género, los cuales empezaron a ser subsidiados por organismos internacionales. En la economía, la matematización desdibujó la reflexión acerca de los seres humanos reales. En ese contexto se dio, paradojalmente dice la autora, autora, la predominancia del “giro lingüístico” en las ciencias sociales, el cual niega la determinación económica de los procesos sociales y concibe lo social como discurso. Ello propició el auge de los estudios culturales.

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 El denominado Consenso de Washington se refiere al conjunto de medidas de política económica de corte neoliberal aplicadas a partir de los años ochenta para, por un lado, hacer frente a la reducción de la tasa de beneficio en los países del Norte tras la crisis económica de los setenta, y por otro, como salida impuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) a los países del Sur ante el estallido de la crisis de la deuda externa. Todo ello por medio de la condicionalidad macroeconómica a la financiación estos organismos. El concepto comovinculada tal fue acuñado por el concedida economistapor británico John Williamson en un artículo publicado en 1989, donde enunciaba una serie de medidas de estabilización y ajuste de las economías respecto a las cuales determinadas instituciones con sede en Washington —mayormente el FMI y el BM, así como el gobierno y la Reserva Federal de EE.UU. — parecían tener un consenso sobre su necesidad.

 

En este contexto comenzó a desdibujarse las fronteras disciplinares del siglo XIX, o al menos son estas las recomendaciones provenientes de los “más altos círculos del saber científico”.  científico”.  En América Latina, desde mediados de los noventa surgieron resistencias al orden monolítico representado por el neoliberalismo y la globalización. La autora invita a “interesarse por lo que ocurre, preguntarse, leer, cuestionar y cuestionarse la propia vida y los valores dominantes”.  dominantes”. 

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