Supuestamente Felices, Sobradamente Insatisfechos - Andrea Davila Segade

September 1, 2017 | Author: Xochitl Cordova | Category: Happiness & Self-Help, Truth, Fear, Science, Life
Share Embed Donate


Short Description

Descripción: Te has parado a pensar que tenemos la "obligación" de ser felices? Esta obsesión social hace que ...

Description

A mi marido, al que quiero y amo

Tanto si eres uno de los privilegiados en conocer personalmente a Andrea Davila o si, dando prueba de la gracia divina, el universo ha puesto este libro en tus manos, seguramente querrás ahorrarte demoras a todo lo que no sea zambullirte en el increíble universo de la mente y el corazón de Andrea, que se nos ofrece a granel en esta obra. Así que anticipando la honestidad y el cariño con el que vas a encontrarte en unos momentos, seré breve introduciendo este pequeño gran libro. En tiempos de super oferta de soluciones tamaño familiar de terapias, herramientas y religiones sahumerio, los textos de indagación y transformación personal están perdiendo un poco de credibilidad. La nariz de Andrea para identificar los recursos que valen la pena es exquisita. El corazón para integrarlos, experimentarlos y compartir es notable en tiempos de avaricia intelectual.

Pero como el valor que cada uno le da a las herramientas con las que se encuentra es totalmente subjetivo, me refiero específicamente a la honestidad de este texto. Honestidad en cuanto a que no vas a leer nada que no sea una verdad para la autora. Una conversación sentida, y con sentido. Un encuentro con Andrea hacia ti mismo. Una mirada a los ojos que puede ser punzante. Y si ya sientes esa dulce incomodidad quédate tranquilo, porque el paseo será amoroso y hasta cómico. Ese es el estilo de Andrea, que te mostrará con desparpajo que el drama también es un lugar que se elige. Y también en línea con su swing, recibes un menú interesante de recursos para salir airoso de este paseo por la profundidades de lo que sea que crees que eres. Y allí..ahhh..allí ya verás. No te hago esperar más. Mercedes García Bergueras.

Instructora Certificada de PSYCH-K®

Permíteme que me presente. Como en este libro pretendo establecer una relación íntima contigo, me parece fundamental que me presente antes. Aunque para ello tenga que saltarme la supuestamente correcta estructura de un buen libro. Me llamo Andrea Davila Segade y nací en el año 1981 en la ciudad gallega de Vigo. Desde siempre, he sentido una gran fascinación por la psique humana. En un comienzo la abordé desde una perspectiva muy pro científica y con el pasar de los años, me he ido inclinando hacia un enfoque más filosófico. De hecho, la teoría que te presento en este libro la empecé a gestar, aunque de un modo muy primario, en mi etapa universitaria. Te sorprenderá saber que en vez de optar por estudiar psicología, me incliné por licenciarme en Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid. La razón es que la carrera de psicología me parecía un absoluto rollo y con un enfoque muy sesgado.

Desde que aprendí a leer, he sido una auténtica devoradora de libros y digamos que me hice mi propio programa leyendo directamente de los padres de la psicología humanista: Sócrates, Aristóteles, Freud, Maslow o Carl Jüng, de quien soy fan confesa. Al mismo tiempo, mi carrera en la universidad pública española me permitió hacer una aproximación sociológica a las civilizaciones de una forma hedonista, a través del Arte. Mi primera incursión “oficial” en la psicología fue con la Gestalt y la Programación Neurolingüística (PNL). De hecho, me formé en el “Instituto de Psicoterapia Gestáltica” de Madrid y en Barcelona estudié en el “Institut Gestalt” y en el “Institut Interactiu”, todos los grados existentes de PNL (Practitioner, Master y Trainer). Seguí ampliando mi formación con el abordaje sistémico constructivista de la mano de la discípula de Robert Neuburger, Norma Mollot. Esta disciplina permite aproximarse a la construcción de identidad del individuo de un

modo global a través del sistema familiar. Me gustaría compartir contigo que todas las estructuras se pueden analizar mediante esta disciplina. Para los sistemistas como yo, es muy fácil detectar ciertos comportamientos y tendencias en todos los ámbitos donde exista un sistema; y no sólo en el familiar; sino también en las empresas, por ejemplo. También me he convertido en experta en Psicoterapia Ericksoniana entre otras disciplinas varias; como ves me gusta estudiar. Mi formación se complementa con mi instrucción en muchas técnicas de intervención terapéutica como el EMDR, EFTE, Método Sedona o PSYCH-K®; por citar algunos ejemplos. Durante muchos años, me dediqué a la terapia individual y familiar, hasta que decidí dejar este camino definitivamente. Considero que todos tenemos el potencial para autosanarnos; lo que pasa es que no siempre tenemos los recursos

activados para hacerlo. Nunca he creído en el modelo clásico de terapia psicólogo-paciente, donde se establece una total dependencia del terapeuta. De hecho, en mis intervenciones con mis clientes, siempre les he provisto de herramientas para que se pudiesen hacer autoterapia. Con el paso de los años, me di cuenta de que para sostener mi creencia con firmeza, no podía seguir apoyando la enfermedad con mis acciones. Por eso, desde 2013 me he dedicado a crear mi propio abordaje terapéutico bajo el formato de cursos. La base teórica que sustenta este enfoque es mi “Teoría de la Autopotenciación” que te presento en este libro. ¡Un placer!

ÍNDICE CUÉNTAME UN CUENTO Érase una vez la felicidad. La hormiga cigarrera. Sacrificio y esfuerzo. ¡Qué viene el lobo! El miedo feroz. ¡Qué planeta más raro! - pensó el Principito. Los mundos y el Universo. La bella y la bestia. La máscara de la personalidad. Espejito, espejito. El reflejo de la otredad. DEJÉMONOS DE FÁBULAS. TEORÍA DE LA AUTOPOTENCIACIÓN. Nuestra configuración de fábrica: el ahorro de energía. En descarga constante de actualizaciones: acción y reacción Detectando señal: el sistema sensorial La potencia de nuestro procesador: el sistema cerebral. Mi dispositivo periférico: el sistema

ejecutor. Truco para sacarle el mayor partido a nuestro dispositivo: la fórmula vital Dota de potencia a tu procesador: crea tu núcleo. ELEGIR Y VIVIR. Eligiendo la banda sonora de tu vida. La resonancia. Disfruta de las nuevas vistas. La construcción de tu personalidad. Haciendo turismo, gracias a otros. Testimonios. A caminar. Últimas reflexiones. PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO. PROPUESTA DE HERRAMIENTAS. Ejercitando el sistema sensorial. Ejercitando el sistema cerebral. Ejercitando el sistema ejecutor.

La felicidad es un constructo mental

CUÉNTAME UN CUENTO Y así empiezo este libro, en el que supuestamente tú buscarás el secreto de tu felicidad. Quizás la auténtica clave sería preguntarte para qué quieres ser feliz. Seguramente más de una vez te habrás cuestionado por qué no lo eres. Es probable que tengas casi todos los ingredientes en tu vida para ser feliz: un lugar en el que vivir dignamente, familia y/o amigos que te quieren, un trabajo que te permite pagar tus gastos e incluso darte algún que otro caprichito. Y estoy casi segura de esto porque es muy poco probable que si tu vida es totalmente desgraciada, este libro haya llegado a tus manos. A lo mejor a veces habrás experimentado culpabilidad por esa

insatisfacción con la que te habrás carcomido discretamente en alguna ocasión. Éste básicamente, ha sido el perfil de mis clientes. Gente insatisfecha, aunque totalmente funcional desde el punto de vista social. Personas con un vacío que no pueden llenar a pesar de esos objetos, seguramente muy útiles, que se pueden permitir comprar. Lo genial es que varias de estas personas han conseguido cambiar su vida. Algunas de ellas incluso, se han prestado a escribir sus propios testimonios que recojo al final de este libro. Sería interesante que te des unos minutos para permitirte pensar que quizás estamos obligados a ser felices y por ello estás condicionando toda tu existencia, sin ni siquiera ser consciente. La obsesión social por la felicidad hace que muchos se centren sólo en algunas facetas de sus vidas, sin desarrollar su riqueza en otras formas, sin lograr vivir; esclavizados en la supervivencia. Una felicidad que nos han “propuesto” a modo de obligación social. Por eso ahora yo te

propongo utilizar todo lo que ya has creado, pero en otra dirección. La “Teoría de la Autopotenciación” está pensada para esas personas que quieren ser sus mayores colaboradores y generarse una ecuación de futuro, hacia el que inevitablemente irán en cada presente. “Supuestamente felices, sobradamente insatisfechos” es un libro que representa una estrategia en sí misma. Totalmente divulgativo, su principal función es aportar una cierta cantidad de información con tintes prácticos para poder ser utilizada si quieres reestructurar tu vida. En definitiva, para que te hagas la vida más fácil sabiendo cómo funcionas y potenciando aquello que desees en ti. Mi teoría es un modelo que constituye la línea central del movimiento básico para la construcción de cualquier vida. Siempre y cuando la persona lo desee y entre en acción. Desde hace aproximadamente seis años he ido

recreando de forma deductivo-lógica este modelo teórico con aplicación práctica. Es decir, que entre otros métodos he utilizado fundamentalmente la observación como agente básico de conocimiento. Llegando a ese conocimiento a través de casos, amigos, mi propia experiencia, la experiencia de otros, autores, escritores, familias y desconocidos en general; he ido recreando lo que desde mi punto de vista es una explicación naturalista del ser humano. Frecuentemente, la Ciencia nos explica los fenómenos de una forma “real” y a la vez inconexa de tu realidad. Esta paradoja es chocante pero también simpática. De hecho, algunos científicos están demostrando desde hace poco que existen diferentes realidades. Estoy segura de que el problema del método científico es que en muchas ocasiones simplemente separa los hechos para analizarlos. De este modo, se genera una barrera entre el hecho y la circunstancia en la que se ha creado.

La finalidad objetiva del análisis hace que los fenómenos pierdan su sentido naturalista, perdiendo en muchos casos la realidad polarizada y paradójica. Sería interesante elegir integrar la capacidad examinadora y dejar de quedarnos atrapados en el análisis. Entender que todo está entrelazado y unido de forma más o menos evidente. Examinar = analizar + circunstanciar Me gustaría decirte que quizás a lo largo de las líneas sucesivas, el discurso podría tornarse a veces un tanto egoico y personalizado. Entiendo que frente a la acostumbrada redacción en plural a la que algunas personas estamos habituadas, pueda quedar un poco raro Elijo escribir a veces en primera persona, para expresar con mayor claridad la subjetividad del texto. Es una verdad con la que puedes estar de acuerdo o no; sin que deje de existir como tal verdad para muchos. Esta verdad la puedes transformar en tuya en todo momento, si te

apetece. Aunque así fuese, y por más que es también mi verdad e incluso la de muchos, esto no hace que se convirtiera en una verdad abstracta y absoluta aplicable a cualquier situación, independientemente de las circunstancias. En el Universo no existen las verdades abstractas y absolutas. Pues bastaría con que sólo un individuo decida no creerlo, para que en su caso deje de ser una verdad. Tal es la riqueza del Universo, que el propio observador altera lo que observa. Reiterando la idea desde otro ángulo, este libro es un mapa mental, más o menos abarcador (dependiendo de con qué lo compares) pero un mapa mental, al fin y al cabo. Escrito esto, paso a decirte que a partir de ahora dejaré de aclarar que todo son opiniones subjetivas, afirmaciones subjetivas, categorizaciones subjetivas, interpretaciones subjetivas, etcéteras subjetivos; con el único propósito de no caer en redundancias poco funcionales. Me encanta creer que estamos creando una

relación entre tú y yo. Tú vas a ir construyendo una realidad para ti o reconstruyendo aquella que posees y que todavía no ha terminado de encajar plenamente, para conseguir ser una persona efectiva y alcanzar aquello que en algún momento te habías propuesto; seguramente algún tiempo atrás. Y yo siendo tu testigo. El primer motivo que tengo para creer que estamos aquí dos personas juntas es que me complace más estar a tu lado y a la vez a un lado, que no hacerlo. Elijo acompañarte personalmente desde estas líneas en todo momento. Mientras te voy exponiendo un modelo vital, para que tú puedas, si quieres, crearte otro. Yo nunca he sido tú, no soy tú y no lo seré. Con esta sencilla, a la par que obvia confesión, aprovecho para decirte que tú eres la persona más experta en ti. Sólo necesitas recursos para hacerte funcional y utilizar tu potencia. Que no te reconozcas, no significa bajo ningún aspecto que no te conozcas. Desde mi punto de vista, es imposible que te desconozcas puesto que eres tú en todo momento, incluidos los momentos difíciles.

Deseo y quiero poder explicarme con claridad para hacerme entender. Lo haré desde una forma lo más pragmática posible y en muchas ocasiones desde la analogía, la metáfora y los ejemplos. Me comprometo contigo a mantener la dirección más importante activa a lo largo del libro, cual hilo de Ariadna. A pesar del aparente caos, la entropía reinará y tú inevitablemente mejorarás en aquello que consideres y decidas querer. Estoy dispuesta a ceder en muchos momentos de este recorrido. Convertirme según tú, en una pesadez insufrible que necesitas dejar a un lado o en algo genial con lo que resuenas. No pasa nada, he elegido cosificarme para ti en el momento en el que he empezado a registrar en este libro ideas, opiniones, pensamientos, creencias, invenciones y deducciones. Algunas veces, algunas personas no encuentran respuestas útiles. Quizás se debe a que no se formulan las preguntas adecuadas. En este libro aprenderás, si te apetece, a entrenar esa

herramienta natural que traes de serie y que tanto gustaba a Fritz Perls: el “darse cuenta”. La buena noticia es que se puede encontrar sin buscar. Ser encontrado por ser el sujeto de búsqueda de otro. Yo te estoy buscando desde hace tiempo y me alegro de haberte encontrado. Mientras avanzo hacia ti y contigo, se está creando un tercero en nuestra relación que la hace triangular: este libro. Juntos te propondremos algunas preguntas bisagra que quizás colaboren contigo para que puedas abrir cualquier situación, por muy pesada que sea, a una nueva perspectiva. Un libro que va a dar su vida para acompañarte y que llegues adonde te propongas. Ese lugar puede ser otro punto de partida dentro de la propia red constructiva que es tu vida. Este libro y yo queremos agradecerte que nos des tu atención porque ambos sabemos que es invertir mucha de tu energía. Un detalle por tu parte. Por último, quiero expresarte unas cuantas

confesiones de últimas líneas. Me gustaría tener una relación profunda contigo durante un tramito del viaje. Te amo ¿Cómo lo sé? Pensando bien de ti, imaginándote en la mejor versión de ti, incluyendo tus limitaciones. Estés donde estés en este momento de tu vida, permíteme decirte que pienso que el mayor patrimonio que tienes eres tú. De hecho, si alguna persona distinta a ti apuesta más por ti que tú, es un indicativo claro de que estás errando. Tú eres la única apuesta segura para ti: 100% de beneficios con muy poca inversión. Quizás estas palabras puedan parecerte un poco fuera de lugar. Mi verdad es que me he imaginado lo mejor de ti y por eso escribo este libro. Me apetece colaborar contigo para tu bienestar saludable y también apostar por mí. Puedo elegir ser mejor en cada momento y tú también puedes, si aprendes cómo. Existen muchos “cómo” y cada circunstancia puede tener varios. Mejora tu mundo, adelante. Me alegraré mucho por ti y celebraré tus éxitos. Si no es así, estoy

segura de que mejorarás tu mundo con algún otro “cómo” que consideres más apropiado para ti. Tu éxito está garantizado, es sólo una cuestión de tiempo. Celebremos por un instante tus éxitos con una respiración y un suspiro. Enhorabuena por tener un mundo en el que vivir la experiencia de ser humano. Nadie excepto tú, puede ayudarte. Los demás sólo podemos colaborar contigo. Muchas gracias por adelantado.

La duda es avaricia mental Érase una vez la felicidad. ¿Qué es la felicidad? Ésta es una pregunta con una relevancia notoria entre las sociedades del considerado primer mundo ¿Cuál es la razón para que sea tan importante ser feliz? Te recuerdo la frase con la que comencé este libro “La felicidad es un constructo mental”. Puedes darte un tiempo para digerir esta información. Entiendo que te cueste aceptarlo. No es de extrañar. Sólo hay que echar un vistazo alrededor para comprobar la omnipresencia de este concepto. La felicidad es la estrella del género de autoayuda. Hay una multitud de bibliografía que te aporta recetas o consejos, a modo de instrucciones para alcanzarla. Todo muy ordenado y listo para consumir: el “fast food” del mal llamado desarrollo personal. Ahora te explicaré por qué creo que alimentar únicamente la felicidad te lleva a la obesidad

mental ¿Seguimos? El concepto de felicidad está absolutamente relacionado con la sociedad del bienestar. Forma parte de un paradigma social ligado a las sociedades de consumo, porque es un producto. Esta creación colectiva, suele tener una forma predeterminada y a pesar de tener una dirección concreta, se adapta a las necesidades variables de cada persona, atendiendo a los arquetipos, tipos y subtipos. En última instancia, a la forma de percibir la realidad de cada individuo. Es cierto que esta construcción va cambiando dependiendo de las generaciones y los ajustes paradigmáticos de las sociedades. Pero a pesar de estas diferencias, prácticamente en todos los casos aparecen dos variables casi constantes. La creación de algo que tenga un significado vital en términos de legado (un propósito) y el amor romántico. Un buen trabajo, ser útil, tener una familia propia que sea válida a la sociedad, aspirar a gozar de una economía saneada, tener una buena casa o propiedades, un negocio

propio, aportar a la comunidad o a tu país y un largo etcétera. La cuestión fundamental radica, presumiblemente, en el hecho de que esta construcción personalizada se convierte en una meta a alcanzar ineludiblemente para cada individuo. Marcando drásticamente la capacidad de elección de dicha persona. Hay que ser feliz, o al menos intentarlo, como predican a bombo y platillo muchos psicólogos. El propósito vital de una “felicidad x” va creando acciones previsibles y autómatas en los individuos. Fácilmente podemos seguir la ruta preestablecida. La felicidad se promociona como el estilo de vida deseable a través de los programas de televisión, los anuncios, las series televisivas, las películas, las estrellas, los famosos, los dibujos animados, las revistas, los libros, los cuentos infantiles… Estamos tan condicionados y predispuestos a ser felices desde pequeños que haremos casi cualquier cosa por lograrlo. Nos creemos que tenemos tan

claro cómo debe ser, que la mayor parte de los planes de vida de algunos están diseñados desde las fantasías condicionadas de su infancia. Quizás podría ser éste el motivo, nada extraño, de que una proporción elevada de determinadas sociedades se haya creado una vida feliz pero vacía. Algunas crisis de identidad empiezan precisamente cuando la persona ya ha cumplido su sueño infantil medio impuesto. ¿Acaso no es paradójico que todo nuestro “desarrollo personal” se base en una ensoñación de la infancia? Una vez que tengo lo que se supone que deseaba tener en mi vida ¿Qué pasa? Un marido, un niño y una niña preciosos, un Golden Retriever, un monovolumen, un coche potente, una casa estupenda con jardín, una piscina, un buen puesto de trabajo y fijo, amigos que simpatizan con mis aficiones, un buen físico, una vida saludable. Estoy mal y no entiendo por qué. Con eso sí que estoy desesperada. Pienso que me falta una moto y jugar al pádel. Me ocupo bastante más de ello y al cabo de un

tiempo... vuelve a suceder. El vacío se va adueñando de mí y lentamente pierdo mis motivaciones. No logro sentirme bien y disimulo. Me ocupo más tratando de distraerme de mí misma. Finalmente, ya no puedo más. Claramente todo lo que me está sucediendo es consecuencia de un bucle de pensamientos y precisamente por eso no tengo ni idea de lo que siento. Hace ya demasiado tiempo que he dejado de darme cuenta de lo que siento, porque he estado muy ocupada en alcanzar esa estrella del norte que iba a ser mi vida feliz. Preocupándome en los cómo obtener cada miga de pan que me llevase a la casita de chocolate. El problema es que la bruja come-niños soy yo. Yo me he comido a esa niña que no ha podido ni siquiera crear su vida porque tenía que ser feliz. La hormiga cigarrera. Sacrificio y esfuerzo. ¿Cuántos sacrificios habrás hecho en tu vida para alcanzar la felicidad? Si atendemos a la

etimología de sacrificio, todas las palabras que llevan dentro de su composición “sacro” aluden a lo sagrado. Paradójicamente, hacer un sacrificio no hace que algo sea sagrado; ya que es hacer algo que no quiero para conseguir algo que sí quiero. Realizar cosas que no me gustan con el propósito de lograr algo que deseo. El conflicto está servido cuando utilizo el sacrificio con fines ocultos de intercambio. Un ejemplo rapidito. A mí no me gusta el fútbol, pero decido sacrificarme yendo a ver un partido al Santiago Bernabéu con mi novio Pepiño porque espero que él “a cambio” venga conmigo al centro comercial de compras y después a ver una película de esas que a mí me encantan. Perfecto. Hasta aquí todo entendido. Incluso podría parecer una negociación o un intercambio entre dos personas. El problema que he ido repitiendo, es que en todos esos casos se trata de una negociación secreta que sólo sucede en mi interpretación de la realidad y no con él. Doy por hecho que mi sacrificio ha de ser

compensado. ¿Por qué pienso de esta manera? ¿En qué me baso? ¿Me lo han contado en mi infancia o es lo que he vivido? ¡Bingo! Esta creencia es totalmente irracional, infundada, transmitida. Te tienes que sacrificar para conseguir lo que quieres. Sin sacrificio no hay recompensa… Que yo me sacrifique (haga algo que no quiero hacer para obtener algo que sí quiero) es una acción completamente unilateral. La otra persona puede estar totalmente ajena a mis pretensiones, sin enterarse de lo que busco o espero con mi sacrificio. ¿Acaso se lo he dicho? ¡Ah, ya! que es de sentido común. Lamentablemente el sentido común es otro consumible sobrevalorado. Un dictado paradigmático ostensiblemente cambiable dependiendo de los tiempos circundantes. Continuando con el ejemplo. Me paso toda la tarde del domingo en el campo de fútbol viendo un partido de no sé muy bien qué competición, para el martes poder ir al centro comercial y cuando llega el martes… Mosqueo y ofensa

total porque Pepiño no quiere ir conmigo. Será cerdo y egoísta, el tío. Pasado el apretón, el disgusto y su correspondiente castigo; vuelvo a ir un sábado por la tarde con él al fútbol. Ya llevo dos sacrificios y él una ofensa. No se podrá negar a darme lo que me pertenece por haberme sacrificado y él lo sabe (o eso pienso yo, porque es de sentido común). En unos días, enfado monumental, castigo y críticas; aunque finalmente le justifico. Y así una y otra vez, esperando que cambien las cosas. En otras versiones más retorcidas del ejemplo, yo le echo en cara mis sacrificios y su actitud egoísta. Él me dice que yo voy con él porque quiero; que él no me obliga a acompañarlo si no me apetece. Yo le contesto con algunas palabrotas y frases acusatorias. Nos alteramos y venga improperios, malas caras y tensiones varias. Es curioso cómo aceptamos de buen grado esta creencia de que mis sacrificios son recompensados justo con lo que quiero obtener a cambio porque así debe ser. Sin embargo me

aterra la palabra esfuerzo, la rehúyo. Puedo darme cuenta de que casi siempre es cambiada por sacrificio. Es bastante común en nuestra sociedad oír eso de que “tengo que sacrificarme”. Se da por sentado que mis expectativas requieren de sacrificios. Y sin darme cuenta he dejado completamente de lado mi capacidad de negociación. No me molesto si quiera en negociar con Pepiño lo que nos apetece a cada uno y qué estamos dispuestos a hacer el uno para el otro. Prefiero no enfrentarme a saber abiertamente lo que piensa él y conocerlo. Me invento que ya lo conozco sin saber realmente cuáles son sus reacciones, ante las que me decepciono. Inicio así un proceso de incomodidad y “comedura de tarro” muy largo con el que, sin querer, apoyo mi sufrimiento permaneciendo en este estado como recurso a mis constantes frustraciones. Hay una gran diferencia entre sacrificio y esfuerzo. El esfuerzo (fuerza hacia fuera) es simplemente dirigir energía hacia un objetivo x.

Poner energía en la dirección de lo que me propongo con la finalidad de transformarla en las acciones que necesite. Mientras que el sacrificio es ya una acción concreta. Todo lo que hago o pienso necesita esfuerzo. Necesito dirigir mi energía hacia x, sea lo que sea x. En primer lugar, poniendo atención en x, que es de por sí un esfuerzo. Para respirar, sin ir más lejos, necesito esforzarme, poner la fuerza en esa dirección. Inhalar, meter el aire dentro de mí a través del esfuerzo; aunque no soy consciente de ello, es imprescindible para que siga viva. Si dejo de hacer sinónimos totales a las palabras sacrificio y esfuerzo, puedo darme cuenta de que la mayoría de mis acciones predilectas requieren de esfuerzo. Una de las actividades más esforzadas que existen es el sexo. Otras son el deporte, bailar, comer, reír, disfrutar. Que algo requiera de esfuerzo, de dirigir una cierta energía hacia ese algo, no implica que resulte negativo. Al contrario, puede ser hasta placentero.

¡Qué viene el lobo! El miedo feroz. Una buena pareja polar de baile para la felicidad es el miedo. En toda sociedad primermundista que se precie, el miedo tiene un puesto de honor. Es el marido fiel de la felicidad. Quiero ser feliz porque no estoy dispuesta a vivir en el miedo. Eso es lo que les pasa a los que no son felices. Adivina, adivinanza, el miedo es otro constructo mental. Aunque socialmente hay una intencionalidad clara de hacernos creer que es una emoción. Es muy llamativo comprobar cómo en algunos libros infantiles que “enseñan” a los niños a identificar sus emociones, aparece el miedo. Cuando el miedo es otra construcción de nuestra mente y por lo tanto manejable. Y es tan personal y transferible como la felicidad. Dependiendo también de la percepción de la realidad de cada persona y sus características, es de una forma u otra. Una construcción imaginaria a la que accedo desde mi cerebro y con la cual me creo la señal sensorial de alerta.

Es deseable que recordemos ahora mismo que el cerebro no distingue la realidad de la imaginación, lo visualizado o lo inventado; porque todos los procesos se crean de la misma manera. Neurona más neurona más neurona y así vete tú a saber cuántas implicadas en cada situación. Todo es una interpretación y cada uno tenemos la nuestra. Por muy similar que sea a la de otros, mi interpretación del mundo es sólo mía. Cuando tengo miedo lo que me sucede es que, sin ser consciente de ello (como en la mayoría de los procesos vitales) estoy imaginando algo funesto y con esto hago que mi sistema sensorial reaccione a esa realidad autoimpuesta (falsa otredad) y me alerte. Activando automáticamente mi sistema nervioso y reaccionando ante la situación como he aprendido. Hago un breve inciso para aclarar un término que verás repetido a lo largo de este libro: otredad. Sintetizando, te diré que la otredad es todo aquello que no soy yo. Seguimos. Llevamos siglos aprendiendo a alertarnos ante el

peligro y reaccionando a modo de huida o ataque. Lo que me diferencia del resto de los animales es que creo miedo como protección; ellos simplemente se alertan. Paradójicamente tengo la capacidad de inventar que algo es peligroso para ser previsora. Si acierto, es lo que me llevo. Si fallo, un sustito y ya. Cuando soy adulta puedo entender muy bien el miedo en los niños. Sé que la existencia de un monstruo debajo de la cama del infante es irreal. Está en su fantasía. Se lo ha inventado. Algo le ha influido en su pensamiento. Ha creado ese monstruo que está debajo de su cama. Finalmente y a la luz de la lámpara, resulta ser una sudadera, o a veces nada. Lo sé. Es más, no lo dudo. Se lo ha inventado ¿Eso hace el monstruo menos real para el infante? ¿Acaso no es una fantasía funesta hasta que la autoridad parental le da permiso para darse cuenta de que es su creación? Y entonces ¿Por qué luego me olvido de aplicarlo en mi vida? Pienso que sólo los niños se inventan sus miedos, que lo míos son reales, que es lo que siento. Siento miedo, pero

eso no es real. En todo caso TENGO miedo y con eso me he alertado poniendo todo mi cuerpo en acción para reaccionar ante ese supuesto peligro que me acecha. En el caso del adulto ¿Quién es la autoridad que me da permiso para darme cuenta de que este miedo que tengo es una invención? ¿Yo o los otros? Curioso dilema ¿Verdad? El miedo es una herramienta de control tan potente o más que la felicidad, por lo que no se puede menospreciar. Es deseable tener en cuenta que el miedo es útil. Lleva muchísimo tiempo funcionando. Una directriz más, dentro de determinados paradigmas. El mayor control que se puede obtener sobre un ser humano deriva del miedo y en un adulto puede significar, incluso, que éste deje de elegir en su vida porque tiene miedo de cometer un error. Nos han mantenido pensando que errar te puede costar la vida. Y en cierto modo, también hay verdad en ello.

Cuando éramos más animales cometer ciertos errores nos podía costar la vida. Porque los peligros eran mayores de lo que son ahora para la vida actual. El ser humano ha logrado reducir sus peligros potenciales a base de construir sus civilizaciones. Asociándose y creando estructuras comunes. Estas estructuras también existen en lo invisible formando una red, a la que llamo Cosmos. Accedemos al Cosmos como a Internet, pero con nuestro cerebro. El cosmos es como una nube, contiene el universo mental donde hay patrones de información disponibles y existe fuera de lo que yo considero mi yo. Volviendo al miedo a errar y explayándome un poco, con tu permiso. La cuestión más interesante aquí es que un mal entendimiento de la palabra RESPONSABILIDAD puede hacer que algunas personas vivan gobernadas por el miedo. Si la responsabilidad, en lugar de ser la capacidad de respuesta que uno tiene, se asimila como una obligación a estar en la perfección; la vida se transforma en una lucha a muerte contra

todo. Se convierte en supervivencia y en la supervivencia, el miedo juega un papel esencial. Lamentablemente a causa de esto, la existencia en lugar de vivirla, se juega entre constructos. Muchos tratan de evitar elegir a toda costa porque elegir implica estar en la responsabilidad pero ¿Son conscientes de lo que se pierden? Desafortunadamente para todos, hay unas cuantas fobias sociales creadas desde el paradigma de esta civilización. Miedos generalizados que se han impuesto generación tras generación a través de la educación. Miedos con los que condiciono mis decisiones y mis apetencias más allá de lo deseable. La fobia a fracasar, la fobia a cometer un error y la fobia a perder. Estas fobias son motivo de vergüenza y de deshonra social. Quizás la mayoría de las personas no lo digan abiertamente, pero es una condena silenciosa. Un billete hacia el gueto de los “paria”. Algunas personas ocultan sus errores y esconden sus fracasos todavía más. En general en la sociedad no hay demasiado

espacio para la pérdida, ya sea de un ser querido, de un futuro hijo o de una relación sentimental. Ahondaré sobre el concepto de pérdida y el duelo en otro epígrafe. Prefiero continuar con el miedo en forma de fobias. Añado que además de evitar cometer errores, cuando alguien yerra; lejos de aprender de la situación corrigiendo el error, es castigado por ello. A pesar de que la frase de “errar es humano” es muy popular, no se suele aplicar. Errar y pecar vienen a significar lo mismo: fallar el blanco. Confundir la dirección en la que quiero ir. No es más que una confusión, un desacierto. Para que un error sea tal y por lo tanto pueda aprender de él, necesito CORREGIRLO. Para poder corregir un error, necesito darme cuenta de que esa dirección no es la quiero apoyar. Si no corrijo mi error, éste deja de ser un error y pasa a ser la dirección que estoy apoyando con mis actos; aunque no me dé cuenta de ello y piense que yo nunca haría algo así. La peor parte es

que al hallarme en esa tesitura, paso a ser una persona errática. Tomo decisiones y las ejecuto dejando de lado e incluso atrás mi dirección vital. Ya no sé qué quiero porque no me he parado a examinar mi situación, creando un espacio para poder corregir el error en caso de que exista. Y hasta puede que sin darme cuenta, en esa inercia de movimiento y de hacer constante, esté apoyando con mis actos una dirección que no deseo. Para simplificar un ejemplillo. Quiero ser una mujer accesible, sencilla y dulce. Esa es mi dirección vital generativa. Estaría genial que apoyase esa dirección con mis actos. Eligiendo actos que apoyen esa dirección y actuándolos. PERO me dedico a ponerme de mal humor y a alterarme cada vez que algo no sale como yo quiero. En consecuencia, actúo hablando de malas maneras a las personas que colaboran conmigo, contestando de forma borde y seca. Finalmente empiezo a “sufrir” las consecuencias de mis errores no reconocidos. Mis

colaboradores no tienen confianza conmigo. No tengo un ambiente de trabajo distendido y amigable y no entiendo nada de lo que está empezando a pasar. Me quejo y me quejo de mi ambiente laboral hasta que un día descubro que me tienen por una zorra despiadada y me horrorizo. No me puedo creer que me esté pasando eso. Y entro en conflicto con la otredad y finalmente conmigo misma. Estoy mal ¿Qué ha pasado? Pues básicamente ha pasado que yo no he apoyado con mis actos la dirección vital que me había propuesto. Simplemente he caído en el pensamiento mágico mientras cometía un error, que al no ser corregido, se tornó automáticamente en mi nueva dirección. Cada vez que he actuado en disonancia con mi dirección he estado apoyando ese error y con ello mi nueva dirección de forma inconsciente y automática. Al final de la telenovela (más común de lo que podemos sospechar) me he convertido en una persona errática, esencialmente porque no me he enterado de cómo he llegado a la situación en la que estoy.

Así de sencillo. Casi nada, vamos. Que una persona cualquiera no quiera cometer errores hace que pierda más del 80% de su capacidad de aprendizaje. Es dramático que por un exceso de importancia e identificación con nuestras creaciones y el miedo a la pérdida de identidad, entre otras cosas, nos hayamos condenado como sociedad a la perfección abstracta con la que nos hacemos erráticos. Elegir es la máxima libertad de la dispongo. Si tengo miedo a equivocarme, a fracasar o a perder me estoy encerrando voluntariamente en la supervivencia. Hago las cosas para una finalidad ajena. Como dirían algunos odiados por muchos, me he alienado ¿Y si pienso que un fracaso, una pérdida o un error son indicadores para reajustar las coordenadas? ¿Puedo convertirlos en bienes desagradables con los que me auto-actualizo para comprobar si la dirección en la que me hallo es la más deseable para mí? Por último, me apetece añadir que el miedo es

sólo un mecanismo, una herramienta, un recurso, un paradigma, de ninguna manera es un ente que me impide nada. Puedo hacer cualquier cosa con miedo. Es más, finalmente es irrelevante si lo hago con o sin miedo. Es mi miedo, así que puedo “guardármelo en el bolsillo” y hacer lo que necesito hasta que encienda la luz y compruebe qué es mi creación. ¡Qué planeta más raro! - pensó Principito. Los mundos y el Universo.

el

Al hablar de la felicidad y el miedo como constructos mentales apuntaba que ambos, en última instancia, dependen de mi interpretación de la realidad o MAPA MENTAL. Me parece pertinente aclarar ¿Qué es un mapa mental? Desde mi punto de vista, esa es una de las mayores aportaciones sociales que ha hecho la Programación Neurolingüística. El mapa mental es la interpretación subjetiva del universo de cada individuo. Básicamente es cómo una

persona interpreta lo que le rodea. Esta visión está completamente condicionada por la educación de la persona. A través de la formación educativa, una persona va creando su mundo; o como diría Vadim Zedlan: la “capa de su mundo”. Por ello una máxima de la PNL es la de que “el mapa no es el territorio”. En este caso, el mapa sería el Mundo y el territorio sería el Universo. Es muy interesante poder darse cuenta de que cada persona vive en su mundo. Poder entenderlo, ya sería harina de otro costal y algo estupendo. A partir de ahora utilizaré el concepto “mi mundo” en lugar de el de mapa mental. Con el sencillo pero profundo acto de darme cuenta de que las personas con las que me relaciono tienen su propio mundo creado desde su personalidad, estoy facilitándome muchísimo mi vida. Al darme cuenta me permito ser consciente de que la percepción de ese otro con el que me relaciono es subjetiva y puede no tener nada en común con mi mundo, con como

yo veo las mismas cosas. Esta diferencia en las percepciones es fascinante y aterradora en la misma proporción. Los hechos son los mismos para todas las personas, pero las interpretaciones pueden ser diferentes para cada uno. Un ejemplillo: voy a dar una charla y en el espacio en el que estoy, todavía vacío, hay un par de rotuladores de pizarra en el suelo. Dependiendo del mundo de cada uno, algunos pensarán que se me han caído y no me he dado cuenta haciéndomelo notar; otros quizás no me digan nada y piensen que soy un desastre porque tengo todo desordenado y no me he fijado en que los rotuladores están en el suelo; otros no se dan cuenta de que hay dos rotuladores tirados en el suelo y algunos pensarán que los he dejado ahí para algo relacionado con la charla… y así tantas versiones como puedas imaginar. El hecho es que hay dos rotuladores en el suelo, el por qué puede ser muy variopinto; por eso no hay nada mejor que preguntar a la otra persona y saber cuál es su versión o por lo menos entender que

la propia es una opción de entre muchas. Es interesante entender que la personalidad es una reacción compensatoria y adaptativa al medio en el que existo, una creación que es mía, para así convertir esta información en una clave sencilla y magnífica. Teniendo en cuenta también que las creencias de lo que yo soy, aquello con lo que me identifico y me describo, llegan mayoritariamente del discurso materno; como dice Laura Gutman. A una esencia completamente maleable como es la percepción, le añado unos cuantos filtros a modo de creencias, que es mi personalidad y ya tengo las primeras capas de cebolla de lo que será mi mundo. Este mundo en el que vivo o sobrevivo, dependiendo del caso, va a ir reafirmándose a sí mismo en cada momento. De modo que la atención es fundamental para poder crear la experiencia. Dependiendo de lo que pienso y con lo que ocupo mi cerebro, así aparecerán en mi mundo las sincronías o casualidades vía Universo. Para ser más clara

todavía, me gustaría decir que los mundos son un sesgo del Universo que está conformado por todos los mundos que coexisten en una suerte de orden superior y entrópico, que es accesible sólo a rasgos desde cada mundo y que obedece a los filtros de la personalidad. Por ejemplo: si yo me quiero comprar un coche Seat Ibiza, automáticamente “aparecerán” muchos Seat Ibiza en mi experiencia llenando mi mundo. Sencillamente es en lo que tengo puesta mi atención y mi intención; así que, todos los Seat Ibiza que ya existían a mi alrededor en el Universo y que no estaban de forma concreta en mi mundo por ausencia de esfuerzo en forma de atención, aparecerán ante mí confirmando mi dirección en modo de casualidad. Cuidado, que todo esto sea sencillo, no quiere decir para nada que sea simple. El ser humano es sumamente compuesto como experiencia sensorial y por lo tanto, puede ser difícil o sencillo pero nunca simple.

Hasta ahora ya hemos encontrado todos los elementos que explicarían por qué cada persona vive en su mundo. Entonces ¿Por qué hay personas con las que me entiendo a la perfección y otras con las que me es imposible coincidir? ¿Existen clases de mundos? ¿Y el sentido común? Todas las personas con las que me entiendo son las que tienen características similares a las mías. Las creencias sobre las que yo voy construyendo mi personalidad crean a su vez mis características. Las características son conjuntos de respuestas a estímulos automatizadas por el hábito de uso, son patrones de conducta. El hecho de que una persona responda más o menos en la misma dirección que yo ante algo, está relacionado básicamente con que compartimos las creencias sociales. Un paradigma social se crea en base al descubrimiento experimental y subjetivo del universo de un conjunto de personas que son mayoría y cuya forma de percepción es muy similar. Una vez creado, el paradigma se

estandariza y se impone a las minorías, creando así una sociedad civilizada. Por muy científico que pueda ser, siempre es subjetivo porque es un sesgo y porque dicho sesgo está realizado desde unos yos concretos con unas características determinadas. La suma de sujetos no crea un objeto. Puesto que el Universo lo contiene todo y la conciencia desea experimentar la otredad, el juego es una simple filia/fobia en distintas intensidades y complejidades. Quizás lo interesante aquí sea señalar que el diablo está en los detalles. Yo puedo creer que Pepiño y yo vivimos en el mismo mundo porque la interpretación de la realidad en ambos es supuestamente la misma. Sólo cuando el patrón de respuesta es diferente y ocurre el conflicto, descubro dolorosamente que no es así. Mi novio no es quien yo creía que era y ya no sé qué pensar de él. No en vano, Jesús el Cristo decía que “el dolor te acercará a la verdad”. Esto se debe a que cuando siento dolor, mi atención cambia de dirección y produzco una ampliación

de mi mundo de forma consciente o inconsciente. Pienso desde el dolor y e encuentro con los bienes desagradables. Modificar mi mundo no es otra cosa que sembrar y recolectar diferentes creencias, ver las cosas desde otro yo y cambiar la interpretación con la finalidad de vivir y disfrutar de mi experiencia. Aprender de otras realidades distintas y de la incertidumbre. Conocer los otros mundos a través de sus dueños y tener curiosidad por descubrir cómo una persona llega a hacer una interpretación tan diferente o apenas diferente de la mía. Curiosear para ser neutral e interesarme en la otredad, sin juzgarla desde mi mundo. ¿Qué cree la otra persona de esto? Es mejor que se lo pregunte, en lugar de darlo por hecho; ya que las similitudes entre nosotros pueden hacer que yo crea que todo el monte es orégano y me tope con varias guindillas con las que no contaba entre tanto verde. Si utilizo el lenguaje para ser capaz de concretar y le pregunto de

una forma específica a qué se refiere la otra persona cuando me dice algo (en lugar de interpretarlo) me llevaré más de una sorpresa. Seguramente agradable, o como poco aprenderé otras posibles interpretaciones. La PNL le llama “zona de confort” a nuestros patrones de conducta más automatizados y ensayados. El cerebro existe como un mecanismo dentro del cuerpo para ahorrar energía y por eso crea patrones. Si estos patrones resultan ser adaptativamente útiles, los repite una y otra vez hasta que logra pasarlos al automático y así ahorrar la energía para utilizarla en otros fines. Una vez instalada en mi “zona de confort” es muy probable que no arriesgue demasiado y me convierta en prejuiciosa. Volviendo un momentito al paradigma social, me gustaría recalcar que dichos paradigmas sostienen a las civilizaciones. Las civilizaciones son un conjunto de individuos asociados que conforman una mayoría y que crean o

mantienen los paradigmas, tipificándose en unos patrones de respuesta concretos y característicos. Quiero aclarar que un paradigma es una creencia creída por muchos y no por ello tiene que ser buena o mala. Para explicarme mejor, te muestro este pequeño esquema de cómo son creados los paradigmas y las civilizaciones.

No es mi propósito ponerme conspiranoica en este momento. Siguiendo con esta lógica, me es mucho más fácil darme cuenta de que las personas con las que no coincido para nada, viven en un mundo diferente del mío. Lo más simpático sería darme cuenta de que aquellas personas que supuestamente piensan como yo, también viven en otro mundo que no es el mío, aunque se le parezca. Es el mismo universo, el mismo planeta y diferentes mundos. Honestamente, creo que es un poco aterrador descubrir que sólo yo vivo en mi mundo. Soledad temida. Así que sí, estoy sola PERO también formo parte de algo más grande que todos los mundos: el Universo. Estoy acompañada físicamente por otros habitantes en sus mundos. Las interacciones que voy teniendo con los demás, no son entre personas, son entre mundos y por eso las relaciones humanas son tan complejas.

Con respecto al sentido común decirte que es una reacción estandarizada. Un conjunto de normas escondidas bajo una supuesta moralidad, creada desde los paradigmas sociales. El sentido común y el respeto son completamente condicionales y están sometidos a las normas sociales; por eso son conceptos aplicados de formas tan diferentes según el lugar del planeta en el que estés. Lo que para unas personas es una falta de respeto, para otras es algo simplemente inexistente. Lo que para unas resulta una forma adecuada de actuar, para otras es intolerable. En algunos países los perros son animales de compañía incluso equiparables a los hijos, en otros son ganado para comer. ¿Quién está en lo cierto? En los países donde los perros son compañía, las vacas son ganado para comer. En otros países las vacas son sagradas y así infinitamente. Si tienes dudas, piensa por ejemplo en cuál era el concepto de respeto hacia la mujer en el siglo XIX. Todos esos conceptos tienen cabida en el mismo planeta donde cohabitan distintas sociedades. Así como en mi

cuerpo conviven miles de millones de células con mundos diferentes en el mismo universo, que es mi cuerpo físico. Una célula del corazón vive en un mundo diferente a una célula del riñón, pero ambas son células y existen en mi cuerpo como universo ordenando a modo de telón de fondo. ¿Qué pensaría una célula del hígado de una del dedo gordo de mi pie? ¿Quién sería el tercer mundo en mi cuerpo? ¿Y los desastres naturales? ¿Los gases cuentan como desastre natural? ¿Y la retención de líquidos? Aprovecho para recomendarte la película de animación “Horton”, donde pienso que se explican muy bien varios de los conceptos que expongo. Regresando una vez más al concepto de mundo/mapa y universo/territorio sería muy interesante liberarnos de la impresión y dejarnos fascinar por la experiencia exploradora de descubrir el mundo de con quien me relaciono. La curiosidad, como decía mi maestra Norma Mollot, es una garantía de neutralidad. Repito

una vez más que todos los mundos están contenidos en el Universo. Todas las creencias existen porque se crean. La energía universal se modela para materializarse según las leyes más convenientes y las exigencias de quien observa. El universo es el todo y la nada por definición: el absoluto. Absoluto en el cual existen todas las posibilidades como rezan los cuánticos, que son unos cuantos hoy por hoy. Los mundos no tienen límites y son plásticos, como las neuronas. Pueden crearse y recrearse continuadamente y así generar los famosos cambios. Es muy interesante que te quedes con que nada ni nadie además de ti, te impide explorar otro punto de vista, otra mirada y sentir incomodidad; porque es natural sentir para un ser humano. Y sentir incomodidad es el indicador básico de que algo es nuevo y desconocido. La bella y la bestia. La máscara de la personalidad.

Es el turno ahora de hablar del artífice de mi mundo: la personalidad ¿Cómo se crea este recurso? Como he dicho anteriormente, la personalidad es una reacción compensatoria y adaptativa al medio en el que existo. Un software con el que funciono. Cuando empiezo a existir como ser humano en el vientre materno, mi sistema cerebral es el primero que se va a desarrollar y de forma más contundente. Esto sucede porque el útero no es considerado la otredad por la nueva vida humana y por lo tanto no necesito el sistema sensorial desde el inicio; lo desarrollaré más adelante pero todavía en el vientre materno. Aludiendo al concepto del “continuum” de Jean Liedloff, que considero bastante interesante para ahondar sobre la vida intrauterina y extrauterina inicial. Vuelvo a la personalidad. Cuando salgo al exterior y me interno en la otredad, ya tengo la preparación para empezar a construir mi mundo. No es que posea muchísimos recursos, pero sí el paquete básico para elaborar algo que sea eficaz

para vivir en el medio inmediato en el que nací (mi familia) e intentar al ir construyendo mi personalidad pertenecer a él. Para poder pertenecer e identificarme (por afiliación o por fobia) necesito adaptar mi esencia/potencial el máximo posible, para que mi experiencia no se transforme en algo totalmente desagradable. Y si finalmente la experiencia resulta algo desagradable, iré cambiando y adaptando el mismo mecanismo/recurso a los acontecimientos. Así voy creando mi personalidad con las características “x” que me sirven para ese ambiente “y”; aunque sea buscando cambiarme para pertenecer a otro grupo como una pandilla, por ejemplo. Mi personalidad SIEMPRE está relacionada con el medio en el que estoy (familia, amigos, ambiente laboral, etc.) Mis dificultades empiezan cuando me olvido de que mi personalidad (máscara) es un recurso adaptativo que poseo y empiezo a identificarme con el recurso agotándolo como tal y

quedándome atrapada en él. Aunque con ello tengo mucho carácter, dejo así de desarrollarlo y corro el riesgo de quedarme obsoleta con mi personalidad, descubriendo que algo está mal. Y lo que es peor, atrapándome en la rigidez de mi personaje y repitiendo una y otra vez las mismas acciones. Siendo completamente predecible. Pero eso sí, con mucho carácter y una personalidad bien definida para tranquilidad de unos cuantos que necesitan saber cómo voy a reaccionar. Algunos necesitan que yo sea “x” para ellos poder ser “y”. Si yo soy la mala, el otro puede ser el bueno como cuando de pequeños jugamos a indios y vaqueros. Y así todo en orden y cada cual en su lugar. Y esto, mi amor, es la personalidad. Un disfraz con el que voy afrontando las distintas fiestas. Nadie me obliga a ir siempre de vaquera. Jüng lo explica de una manera mucho más profunda, en su proceso de individuación, hablando de la personalidad, la sombra, el ego y los arquetipos. Pero eso es otro libro.

De momento, basta con repetir que cualquier cosa es susceptible de convertirse en un recurso y que cualquier recurso explotado hasta la saciedad deja de ser tal recurso para ser una condena. ¿Qué es un recurso? Es algo/alguien a lo que acudo de nuevo para resolver alguna necesidad. Un ejemplillo: el arroz es un recurso. Si como arroz, todo estupendo. Si desayuno, almuerzo, como, meriendo y ceno arroz ya no es tan fantástico. ¿Y si repito esa acción durante un mes entero? Desayunando, almorzando, comiendo, merendando y cenando arroz. Descubriré que el arroz se ha convertido en mi tortura personal, dejando de ser un recurso para mí e incluso podré desarrollar una intolerancia severa a este cereal. Es interesante que utilice mi personalidad como el recurso que es y me procure un buen armario de disfraces con los que asistir a las fiestas; aunque el de vaquera sea mi favorito. Mi personalidad es un recurso ilimitado siempre y cuando no lo agote simplificándolo y

encasillándome. Los budistas lo llaman apego. Espejito, espejito. El reflejo de la otredad. Ahora que hemos hablado suficientemente de mi mundo, cabe preguntarse ¿Qué es el otro para mí? Está muy de moda pasar del egoísmo (amor al yo) al egocentrismo enmadrado (el yo como centro de todo) afirmando que tal persona o cual otra es mi espejo. Un espejo es un objeto cuya única finalidad es reflejar lo que está delante. No contiene nada, es superficial. Una superficie diseñada para devolver una imagen a base de no dejar penetrar la luz, simplemente reflejándola. Cuando sin saberlo, nomino al otro como mi espejo; lo estoy desposeyendo de su profundidad para apuntar que existe en función de mi yo, para servirme. Reflejarme para que así yo pueda corregir y perfeccionar mi yo. Me apetece decir que estoy totalmente en desacuerdo con esto y además creo que es una obscenidad.

Por otro lado, señalar que en psicología existe el fenómeno de la proyección; que consiste en el arte de ver en los demás aquello que niego en mí. Por ejemplo: me revienta que mi compañera de trabajo no me preste atención cuando le estoy explicando algo. Si bien es cierto que eso sucede ¿Puedo afirmar categóricamente que yo no lo hago? Si no es así, esa parte de mí es la que estaría proyectando en ella. Esa parte de mí que no me gusta, no reconozco y de la que reniego: mi punto ciego. Lo que no puedo ver todavía en mí porque no es seguro para mí, ya que no sabría afrontarlo. Lo veré cuando esté preparada para abordarlo y hacer algo con ello. Así que si me estoy quejando de mi compañera con una amiga y ella me dice que yo a veces hago lo mismo, lo niego categóricamente e incluso pongo en tela de juicio a mi amiga. Algunas líneas de pensamiento, como la Advaita entre otras, sostienen que todo es una proyección del universo interior; que es a su vez el todo en distintas secuencias holográficas. La nada haciendo cosas, como dice Tony Parsons.

Sin entrar en discusiones racionales ni confusiones de nivel. Yo me decanto por creer que el otro más que un espejo que me refleja es un lago. Un lago posee a veces la propiedad especular, dependiendo de cómo estén sus aguas puede devolverme una imagen de mí al asomarme a él. Lo más interesante es que un lago tiene vida propia. Un lago es un mundo en sí mismo, más allá de que me obsequie con mi imagen o no. Existe para sí, no vive en función de mi imagen. Existe para algo más que para que yo me perfeccione. Es más me puedo enriquecer con su existencia, aprender de él. Propongo ver a la otredad como a ese lago que a veces me muestra algo de mí y a veces simplemente me deleita con su forma de vida. También puedo pasar del lago. A veces los lagos…

El éxito está garantizado, es una cuestión de tiempo

DEJÉMONOS DE FÁBULAS. TEORÍA DE LA AUTOPOTENCIACIÓN. Te invito a que imagines al ser humano como un sofisticadísimo mecanismo psicosomático. Un aparato que es totalmente reactivo y que interactúa con su entorno, como si fuese un elemento aislado de él. Ahora, si me lo permites, me gustaría establecer una analogía maquinista para lograr explicarme mejor. De una forma similar a un dispositivo de telefonía móvil, nosotros los seres humanos disponemos de un cuerpo (soma) receptivo cuya antena sería nuestra glándula pineal. Poseemos también un sistema operativo altamente funcional que podemos identificar con la personalidad.

La personalidad como sistema es totalmente clasificable según la operatividad que tenga en un ambiente y las funciones que desempeñe creando características concretas. Como ya he especificado anteriormente, la personalidad es aprendida, creada y relativa al medio en el que existo. Me identifico con todas aquellas creencias y rasgos con los que puedo crear una pertenencia al grupo en el que nací. Desde esas características, me obligo a construir una vida compatible con el grupo familiar al que pertenezco. Volviendo a la metáfora del teléfono móvil, mencionar que desde nuestro avatar estaríamos conectados con una red, el Cosmos y dependiendo de los modelos, tendríamos más o menos cobertura, memoria, calidad fotográfica, aplicaciones o procesadores que nos hacen rápidos en el manejo de la información. Quizás el único dilema análogo es que los seres humanos poseemos la capacidad de reconvertir tanto nuestro hardware (cerebro) como nuestro

software (forma de percibir el mundo), debido a la capacidad de neuroplasticidad de nuestras neuronas. Gracias a este fenómeno de la neuroplasticidad podemos hacer que nuestro sistema operativo pueda ser paradójicamente inclasificable ante determinados estímulos. Ser impredecible. Aunque te pueda resultar difícil de aceptar, poseemos una esencia maleable y materializable en forma de personalidad, que siempre se puede cambiar. Es muy sencillo, sólo necesito crearla. Reitero, una vez más, que la personalidad es una creación del individuo por si no he sido suficientemente insistente con este concepto. Nuestra configuración de fábrica: el ahorro de energía. Para mí es bastante significativo señalar que uno de los problemas que presentamos como dispositivo es la finalidad, por defecto, de ahorrar energía. A pesar de nuestra evolución

como especie, todavía conservamos activa la programación primordial del pasado de atacar o huir ante casi cualquier circunstancia interpretada como amenaza. Y como necesito energía para funcionar adecuadamente, mi organismo trata constantemente de ahorrarla. El derroche energético en forma de excesos está detrás de casi todos los fallos que pueda dar mi cuerpo. Las enfermedades, que son fallos del sistema, están básicamente relacionadas con la falta de energía. Necesito disponer de un mínimo energético para procesar cualquier experiencia. El ejercicio de integrar algo que no soy yo (otredad) y responder con algo que sí soy yo (personalidad), requiere de un esfuerzo. Una energía dirigida en forma de atención que sólo podré realizar en tiempos de bonanza energética. Siempre y cuando esta energía no exista, estando cansada, por ejemplo, mi respuesta será la misma independientemente de la información que reciba desde el exterior. Con esta

automatización neurótica, me ahorro tener que crear algo diferente, con el gasto energético que eso me supone como dispositivo. Sería como ese móvil que al tener muy poca batería sólo nos permite hacer poco más que algunas llamadas antes de dejar de estar operativo. La forma en la que mi cuerpo obtiene energía es a través de la alimentación, el sueño reparador y la salubridad del entorno en el que habito. Cualquier déficit en alguno de esos ámbitos me supone un fallo en la recarga del aparato y a la larga, una falta de energía constante; provocando con ello enfermedades y problemas en el funcionamiento correcto de mi cuerpo. De la misma manera que en un móvil, la búsqueda ininterrumpida de red hace que su batería se vaya agotando. Yo buscando una causa externa que justifique un fallo en mi funcionamiento, agoto mis recursos energéticos sin ninguna resolución concreta. Quedándome además sin ninguna explicación viable sobre el origen de mi malestar. Si me doy cuenta de que estoy

funcionando incorrectamente, busco primero dentro de mí y también compruebo si mis fuentes de alimentación energéticas (alimentación, descanso y entorno) son totalmente adecuadas. Dicho esto, estoy absolutamente convencida de que se te podrían ocurrir algunas analogías o metáforas con las que entender mejor esto que yo deseo comunicarte. Te invito amorosamente a que te des al menos un minuto para integrarlo con el formato que mejor te convenga y prosigamos alegremente. Por si acaso pondré un ejemplillo: soy una abogada que tiene un buen puesto de trabajo en un bufete especializado en divorcios. Tengo 29 años, un doctorado y he luchado muy duro para conseguir mi estatus actual; habiendo sido durante un par de años una becaria malamente remunerada. Mi padre es abogado laboralista y mi abuelo también fue abogado. La personalidad que he ido creando es la de una chica muy estudiosa y responsable para que mi padre me

reconozca. Soy muy meticulosa y muy dedicada a mi trabajo. En mi familia el trabajo es lo primero: lo hace mi padre, lo hizo mi abuelo y el padre de mi abuelo también. Eso me define como persona: soy trabajadora y me identifico con ello. Mi tiempo y mi energía están dirigidas a mi trabajo. Me alimento bien cuando cuadra y duermo lo justo. Como mi trabajo ocupa mucho de mi tiempo, tengo que utilizar mucha energía para poder tener una vida aparte de ser abogada. Desde hace un par de semanas no me encuentro bien, estoy agotada y el cuerpo me duele. Me resulta imposible dormir bien porque tengo casos complejos y necesito pensar mucho en ellos para ser la mejor. Soy consciente de este estrés constante, pero es lo que hay en este tipo de trabajo; ya lo sabía cuando decidí estudiar la carrera. Doy por hecho que tiene que ser así. Aunque tengo el colon irritable pienso que no tengo queja de mi vida. Comparada con otros es muy buena y soy una abogada excepcional. Gracias a ello, tengo unas gratas conversaciones en las sobremesas familiares.

Ya sé que podrías pensar que es un ejemplo muy determinista o fantasioso. Si podemos dejar esa opinión de lado y preguntarnos qué está sucediendo, la cosa se clarifica bastante. Estoy tan identificada con mi personalidad que mis respuestas siempre son las mismas: el trabajo es lo primero. No importa qué está cambiando en mí. Cuido mi pertenencia antes que a mí. Me sacrifico por el legado al que pertenezco. Huelga añadir que en este ejemplo yo enfermaré, es una cuestión de desgaste que se dará por mis abusos. Lo peor es que una vez enferma, me agotaré buscando una justificación sin darme cuenta de que he colaborado en el deterioro de mi aparato somático aunque no lo he pretendido. Me gustaría aclarar que como esta explicación es un producto lógico-deductivo bien podría suceder que tú ya hayas llegado a la misma conclusión, aunque de otra forma diferente. Incluso quizás antes que yo o que simplemente

ya lo supieses, sin saber que los sabías, hasta después de haberlo leído aquí. En todo caso, este tipo de movimientos cósmico-colectivos los explica muy bien el señor Rupert Sheldrake en su hipótesis sobre los campos mórficos. El señor Platón explicó algo muy parecido, pero de otra forma; con su mundo de las ideas y su demiurgo. En cualquier caso, es un placer para mí estar en contacto contigo. Eres importante para mí. Aprovecho también para saludar a tu discurso interior: ¡¡Hola!! Tienes todo el derecho a aparecer, pero eso no significa que tus opiniones sean conclusivas. Aún así, que sepas que posees un potencial estupendo para ser nuestro amigo. En descarga constante de actualizaciones: acción y reacción Para dejarme de amenazas fantasma acerca de la explicación y entrar en materia, me gustaría proponerte la idea/imagen del movimiento

circular como una constante. En una parte de este movimiento está la otredad: todo aquello que no soy yo ¿Recuerdas?. En la otra parte e interactuando dentro de ese movimiento está lo que identifico como mi yo. ¿Cómo funciono con todo lo que no soy yo? ¿Con lo que me rodea? ¿Con el Universo? La respuesta es tan sencilla que más bien se trata de algo que solemos obviar casi a menudo. Me apropio constantemente de la otredad para establecer una relación con ella. Necesito pasar lo de fuera adentro y racionalizarlo. Justificarlo según mis razones e interpretarlo. Estas razones las he ido construyendo día a día desde que existo como ser humano, son mis creencias. Cada día sigo construyendo mi mundo haciendo la otredad mía a base de interpretarla.

En mi “Teoría de la Autopotenciación” te presento al ser humano como un aparato somático, conectado a un todo pero desde el filtro del yo. Especifico el funcionamiento del cuerpo desde el punto de vista del propio aparato y su relación con la otredad para crear su realidad. He elegido utilizar una nomenclatura de sistemas para clasificar los distintos momentos del proceso relacional con la otredad. La vida se desarrolla entre acciones y reacciones. Las acciones se convierten en reacciones y viceversa eternamente. Cualquier circunstancia o acción de una persona que no sea yo es interpretada como una acción a la que reacciono, creando una acción a la que la otredad reacciona y así el movimiento constante de la vida. En mi “Teoría de la Autopotenciación” existen tres sistemas útiles: el sistema sensorial, el sistema cerebral y el sistema ejecutor. Estos sistemas funcionan todo el tiempo de forma automática y correlativa. Que esto esté sucediendo en mí, no implica que

yo sea consciente de ello y en este detalle radica uno de los máximos problemas que experimentamos como humanos. El atrapamiento repetitivo de la consciencia en algún bucle recreado repetidamente desde el cerebro. Al no darme cuenta de dónde estoy dentro de mi proceso de vínculo, dejo de estar en el contacto y de funcionar correctamente con respecto a mi naturaleza. Me alejo de lo que soy y me quedo atrapada en lo que creo que soy. El cambio es algo constante y natural. Si hago algo diferente, el cambio se da automáticamente. Que algo haya cambiado no significa que dicho cambio sea gigante y evidente. Los cambios son sutiles y constantes. Una persona no se enferma de la noche a la mañana. Termina por enfermarse porque el proceso ha empezado lentamente hace tiempo, de igual modo pasa con la sanación y con toda la dinámica vital. La vida sucede cada momento en cada cambio, siempre en movimiento. Soy consciente de la posible complejidad que

podrías tener en el primer contacto con este modelo naturalista que te ofrezco en mi “Teoría de la Autopotenciación”; así que añadiré en el apéndice algunas herramientas terapéuticas con las que podrás entrenar para ser una persona completamente funcional. También te daré explicaciones a lo largo del libro enfocadas a facilitar la integración del cómo funciono y cómo potenciarme: aumentar mi poder para vivir mejor. Mencionaré algunas técnicas de terapeutas que están disponibles tanto en libros como en internet, con las que puedes mejorar al practicarlas. Me interesa bastante que tengas dónde elegir para que puedas ver de un modo subjetivo tu experiencia. Creando tus propios recursos a partir de los de otros. Siendo autosuficiente y autososteniéndote, de un modo interdependiente. A continuación, te explicaré más detalladamente cada sistema. Detectando señal: el sistema sensorial

En el sistema sensorial hablo de los cinco sentidos perceptivos: vista, oído, olfato, tacto y gusto. Todo el cuerpo físico es utilizado por este sistema que es 100% reactivo y por lo tanto incontrolable, aunque es perfectamente gestionable. Podemos educarlo, entrenarlo y utilizarlo hasta límites insospechados, PERO NO PODEMOS CONTROLARLO. Este sistema se encarga de pasar la otredad al interior del ser humano. La recepción interpretada a través de la percepción es transmitida al interior del aparato somático en forma de sensaciones, emociones y sentimientos. Estas diferentes codificaciones del lenguaje sensorial dependen enteramente de la intensidad. La intensidad confiere fuerza y definición al mensaje transmitido a través del sistema sensorial. Repito que este sistema es el encargado de transmitir el mensaje recibido y percibirlo desde esa acción que vendría de la otredad hacia este aparato que soy yo.

Las sensaciones son el primer grado de transmisión de la interpretación de la acción de la otredad. Son una serie de estímulos sutiles que nos indican que ese algo que está sucediendo fuera está relacionado conmigo. Me influye (entra en mi interior) a través de los sensores que son los cinco sentidos y es percibido así por mí. Las emociones son el segundo grado de intensidad en la señal de transmisión. De hecho, como la propia palabra indica, me sacan de un lugar. Hacen que algo se mueva en mi interior para indicar de una forma más contundente que esa acción que no soy yo tiene algo que ver conmigo. Me mueven, pero no tienen suficiente intensidad como para que las pueda reconocer concretamente. Son generales y lo abarcan todo. Inexplicables. Algo me pasa y tengo claro que es así porque he dejado el sitio en el que estaba (emoción) y estoy preparada para tomar consciencia de hacia dónde voy.

Los sentimientos son el tercer grado de transmisión del sistema sensorial. Es un código puramente interno. Se elabora a través de la intensidad sobre las emociones, creando dentro del campo emocional una forma específica con una intensidad y una concreción muy elevada. Toman forma y se convierten en la dirección que voy a seguir. No en vano, en la palabra sentimiento se encuentra la raíz indoeuropea “sent” que significa tomar dirección. Son por su naturaleza fuerte y concreta, mensajes fácilmente reconocibles; siempre y cuando nos hayamos entrenado es su lectura. Los sentimientos son totalmente necesarios para el proceso de vinculación con la otredad, que nos ata a la vida humana. Representan la dirección interna desde la que voy a generar mis pensamientos. Análogamente son como una brújula que me indica desde dónde estoy pensando, inventando, imaginando, etc. ¿Es lo mismo pensar desde la alegría que desde la rabia? Un ejemplito: me voy a una fiesta con

Pepiño y al entrar veo que hay mucha gente. Converso con algunos conocidos y empiezo a notar algo (sensación). Algo me pasa. Decido no darle importancia y sigo adelante con la charla. María me pregunta si me sucede algo porque le parezco inquieta y yo, que ahora tomo consciencia, le digo que puede ser. Voy al baño y al estar en la fila noto que estoy revuelta (emoción). Empiezo a pensar que me quiero ir de allí cuanto antes y me pongo nerviosa. ¿Qué siento? Me siento incómoda (sentimiento). Al darme cuenta de que me siento incómoda, el malestar se desencadena (genero mis pensamientos de malestar desde el sentimiento de incomodidad). Es bastante interesante que puedas ver que reconocer lo que siento es como caminar. Tengo la capacidad innata para hacerlo, pero si no lo entreno no podré conseguirlo. En el caso de los sentimientos, tiene que ver con ejercitar el darme cuenta. Cuanto más reconozca qué siento, más fácilmente sentiré. En el apartado de

herramientas podrás entrenar la capacidad de reconocimiento con la herramienta de identificación de sentimientos. Explicado el sistema sensorial, el conflicto está servido y por ello me gustaría aclarar un par de cositas a continuación. Los problemas de nuestro código nativo: el lenguaje y la educación. El lenguaje, ese medio que utilizamos para interactuar y comunicarnos; lejos de colaborar en la expresión de lo sensorial, más bien la obstaculiza. El refugio más digno que poseemos para explicar qué experimentamos sensorialmente, sería la expresión corporal. El mimo junto con las onomatopeyas. Pues si te paras otro minuto para recrearlo, verás que echamos mano de los sonidos y los gestos para expresar cualquier sensación, emoción o sentimiento que experimentamos. Así, la sorpresa, puedes ejemplificarla llevándote las

manos a la boca mientras exclamas un largo ¡Ahhhh! Las personas más sofisticadas tenderán a utilizar metáforas que pueden resultar muy útiles a la hora de comunicarnos: “Sentí como si me hubiesen derramado un jarro de agua fría.” Los diccionarios y sus definiciones constituyen una confusión constante entre los constructos cerebrales y los sentimientos. Mezclando conceptos con la finalidad de atrapar lo sensorial en lo conceptual, a través del lenguaje. Soy consciente de que el sistema sensorial y sus grados de transmisión pueden resultar confusos debido a la educación que hemos recibido. La mayor parte de las personas no se dan cuenta de lo que sienten y por lo tanto no saben desde donde están pensando; sencillamente porque no se han entrenado en el darse cuenta para reconocer sus mensajes sensoriales. Al no saber desde donde pienso, mis pensamientos pueden resultar incoherentes y mis acciones incongruentes con lo que experimento. Lo más

importante para todas aquellas personas que no están acostumbradas a poner atención a este sistema y para todas aquellas personas que están acostumbradas a recrear constructos mentales, es que seáis conscientes de que ser funcionales con el sistema sensorial será sólo una cuestión de entrenamiento. Reitero que nuestra educación paradigmática está dirigida hacia una sobre-racionalización de todas las experiencias. Este es el motivo por el que se genera una confusión de niveles entre los sentimientos y los constructos cerebrales. Un ejemplo sería el dolor como sentimiento, frente al sufrimiento como constructo cerebral. El afecto o cariño como sentimiento, frente al amor como constructo mental. Otro ejemplo que hemos tratado ya ampliamente sería la alerta como sentimiento, frente al miedo como constructo del cerebro. Los sentimientos tienden a ser simples, mientras que los constructos mentales son compuestos y se basan en algún sentimiento. El sufrimiento se basa en el dolor,

como el amor en el afecto. ¡Atención! Un sólo sentimiento emerge cada vez del mar emocional. Aunque esto no significa que no experimentemos una cadena rápida de sentimientos. En cuanto identifico uno y lo siento, otro emerge rápidamente para aclarar la complejidad de la acción a la que estoy reaccionando. La frustración, por ejemplo, es una concatenación de sentir rabia y tristeza o tristeza y rabia. La potencia de nuestro procesador: el sistema cerebral. En el sistema cerebral hablo básicamente de la neuroplasticidad. Este sistema incluye todas las propiedades del cerebro y sus funciones. Pensar, crear, imaginar, inventar, recordar, recrear, ordenar, creer, organizar, resolver, visualizar, proyectar, interpretar, conectar conceptos, sintetizar, priorizar, aprender, razonar y un largo etcétera de procesos cognitivos. Este sistema

funciona a través de construcciones neuronales. Este sistema es 100% controlable. Simplificando un poco: el cerebro lo hace todo de la misma manera, uniendo unas neuronas con otras. Como seguramente sabes, existen muchísimos escritos científicos acerca de cómo funciona el cerebro. Imagino que también habrá llegado hasta ti, de alguna forma, la noticia de que el ser humano sabe muy poco acerca de su cerebro. El motivo básico por el cual desconocemos el cerebro en profundidad es paradójicamente la neuroplasticidad de las neuronas y cómo se conectan unas con otras creando redes. Todavía no se han logrado desentrañar varias incógnitas relacionadas con las conexiones de las neuronas entre sí; como la memoria, la capacidad organizativa, la necesidad de soñar, etc. Las sinapsis neuronales son simples porque se realizan de una a una y tremendamente compuestas porque se unen sin un orden

correlativo lógico. Estas sinapsis forman redes de una composición inalcanzable con las tecnologías que poseemos en la actualidad. Dicho esto y a día de hoy, abordaré este sistema desde una sencillez casi insultante. A través de la unión de unas neuronas con otras y cada una con su contenido, voy creando una red informativo-deductiva. Con estas construcciones voy conectando toda la información, que he estado interpretando, con otras redes neuronales que ya había creado y con las creadas desde que estaba en el vientre de mi madre. Registrando mis experiencias en el Universo y clasificándolas ordenadamente para poder utilizarlas como recursos en el momento que sea necesario. Todo esto sucede en nanosegundos e inconscientemente. A lo largo de mi vida, voy creando redes neurológicas de inmensa composición y así construyo los pilares de mis razones. Las razones que tengo para interpretar una circunstancia de una manera concreta. Voy

creando mi mundo llenando de contenido neurona tras neurona. Y así, mediante impulsos electromagnéticos interpreto, significo y conecto más y más información. Toda mi vida. Mis creencias van dando forma a la otredad y dotándola de significado para mí. Mi cerebro es un ordenador y un ordenador recibe órdenes, ordena la información y posee los recursos. Crea el acceso a todo lo que voy conociendo y va construyendo la realidad que yo percibo como el mundo. Dota de significado a la otredad desde la dirección que recibe del sistema sensorial. Las formas en las que lo hace son indistintas: a veces pensando, otras veces inventando, imaginando… Lo importante es conferir un significado a todo lo que no soy yo (otredad) pero se relaciona conmigo. Mi mundo es la escafandra con la que puedo sumergirme en un mar de circunstancias y siempre experimentarlo a través de esa escafandra, desde esa percepción concreta. Como diría alguien, con esas gafas. Siempre puedo cambiar

de modelo de escafandra, sumergirme con botella de oxígeno o cambiar de gafas. Cambiando el chip: las creencias. Como este sistema es 100% controlable, el yo selecciona los caminos por los que quiere transitar a través de una poderosa herramienta que tenemos de serie: el darme cuenta. Esta herramienta básica, combinada con la capacidad de selección, dota de un crecimiento a mi mundo en la dirección que creo que más me conviene. Siempre creando creencias. Hay ríos de tinta escritos sobre las creencias. De cómo las creencias generan nuestro mundo. Desde la perspectiva humana esto sería una verdad para muchísimas personas o casi todas. Para otras por supuesto no, pero si te fijas, ese no también es una creencia. Existen varios tipos de creencias: las creencias irracionales, las creencias racionales y las creencias empíricas. Poniendo ejemplos es más fácil de ver a qué me

refiero. Una creencia irracional es algo que me han dicho que era así y yo literalmente lo doy por hecho. Sin cuestionármelo. Mi madre me dijo que los franceses son un poco sucios porque no se lavan. Y yo sencillamente me dedico a afirmarlo sin preguntarme un solo segundo ¿Por qué TODOS los franceses son un poco sucios? Este tipo de creencias irracionales se aplican a todas las categorías. Desde opiniones sobre otras etnias hasta formas en las que se asa un pollo en el horno ¿Con papel de aluminio o sin papel de aluminio? Aunque ahora mismo te parezca una exageración lo que te estoy comunicando, piensa por un par de minutos cuántas cosas creemos porque sí y cuantas discusiones alimentan esas posturas. A este tipo de creencias la Gestalt les llama “introyectos”. Una creencia racional es una creencia que creo porque según mis razones (razonando) es verdad. Los franceses son un poco sucios

porque como sociedad, según pone en un libro que leí de historia, utilizaban perfume para tapar el olor de su cuerpo porque casi no se lavaban. Además utilizan unos paños a modo de toalla tipo manopla para asearse hasta el día de hoy porque lo he visto en un documental de Historia de Francia. Por estas razones, más que suficientes para debatir con casi cualquiera, creo que los franceses son un poco sucios. Y el pollo se asa mejor a 110º y con papel de aluminio porque lo he leído en el libro “Las 103 mejores recetas para cocinar pollo”. Puede que ahora sí pienses que exagero. Es verdad, pero ¿A cuántas personas conoces cuyos argumentos de “demostrado científicamente” parecen irrefutables, salvo por las otras personas que han leído cosas distintas y otros ensayos científicos? ¿Cuántas personas discuten encendidos en una pelea encarnizada para tener razón, sin saber que siempre la poseen porque tienen sus razones para creer lo que creen? Lo único que sucede en esos casos es que están de acuerdo entre sus razones o no lo están. Es más, pueden estar de

acuerdo en que no están de acuerdo en sus razones y aquello que quieren creer. Ya dijo Aristóteles que para cada tesis existe o existirá una antítesis. Una creencia empírica es aquella que creo por experiencia propia. Tuve un novio francés que era un poco sucio y entonces creo que todos los franceses son un poco sucios. Así que cuando la persona a la que su madre le dijo que los franceses son un poco sucios, lo comenta en una conversación; yo le doy rápidamente la razón (aunque ya la tiene, porque tiene sus razones para creerlo) y cuento que yo viví con un francés y que efectivamente era un poco sucio. Alegando como testimonio irrefutable mi experiencia personal. Sí, exagero, PERO ¿Hasta qué punto la influencia del observador sobre lo observado ha creado la resonancia que me llevó hasta mi novio francés? La mayor parte de las creencias radicales son un conjunto de todo tipo de creencias. Mi madre

dice que los franceses son un poco sucios. Yo veo un documental del que puedo deducir, por mi interpretación de la otredad, que los franceses son un poco sucios. Me encuentro con un francés del que me hago novia y resulta ser un poco sucio. ¡Qué casualidad! ¿No será por obra y arte de la fuerza entrópica universal de la que mi cerebro forma parte por inercia? ¿Hasta qué punto basculamos nuestra experiencia desde el sistema cerebral? Nuestra sociedad occidental está gobernada por un modelo racionalista que de hecho exporta a otras culturas. Priorizamos lo cerebral, elogiando el pensamiento y desechando la inventiva; sin darnos cuenta de que en términos cerebrales es prácticamente lo mismo. Como mucho y sólo algunos, alabamos lo creativo. Mitificamos la memoria y al resto que le den. Motivo por el cual se dice por ahí, que sólo utilizamos el 10% de nuestra capacidad cerebral. Sería maravilloso darme cuenta de que mi cerebro necesita inventar aquello que no existe en él, para

conseguir soluciones a conflictos que tengo. Al final de tanto exagerar va a ser que… en el sistema educativo español reglado, se exige tener memoria. Se supone que cuanta más memoria, más inteligencia y mejores notas. No pretendo ser malvada, pero si hay que serlo ¡Pues vale! ¿Dirás que es mentira? Aprender a base de memorizar es el estándar social español. En la era de la accesibilidad, memorizar el año 1492 sigue siendo imprescindible. Volviendo a las creencias, para muestra un botón: creo que no soy inteligente porque no memorizo datos inconexos a porrillo. Ésta es una creencia racional. Por muy irracional que te pueda parecer a ti. Para otros no lo es y así es, como ya puedes darte cuenta, que las creencias serán de una categoría u otra dependiendo de la persona y de su mundo. Recuerda que la forma en la que percibo el mundo me viene dada desde la infancia y yo la he aprehendido. Otra cosa es, que yo modifique, amplíe o cambie mi mundo desde la consciencia de querer ser un yo

diferente. Como ya he sobre-explicado: al ser la personalidad un sistema operativo que se especializa en base a una reacción al medio en el que existo, puedo seguir ampliándolo y cambiándolo tanto como necesite. Ahora te pregunto ¿Cuál es tu concepto de ampliación? ¿Qué esperas? Precisamente una cualidad del sistema cerebral es que crea su propia realidad, a raíz de interpretar los hechos. Éste es el motivo por el cual el cerebro no distingue entre la “realidad” de fuera y una recreación visual perfecta presentada como una “realidad” interior; es decir, desde sus propios recursos. Piénsalo un minuto. Para el cerebro todo es una creación interpretativa ¿Por qué iba a distinguir unas recreaciones de otras? Lo único que hace de nexo entre los mundos, como ya expliqué al hablar de los mundos, son los paradigmas. Cuando nuestro procesador empieza a

fallar: pensamiento mágico y pensamiento nefasto Antes he mencionado de pasada un par de cosas que me gustaría estirar un poco más ahora y que están totalmente relacionadas con el sistema cerebral. El exceso de importancia que puede arrastrarme hacia el pensamiento mágico y el pensamiento nefasto. Poner el foco en algo que quiero lograr puede llevarme precisamente a caer en algunas trampas desagradables de mi sistema cerebral, cuando está descontrolado. Necesito que la otredad tenga significado para mí. Como esto es un imperativo vital, mi cerebro rellena con creencias todo aquello que no trae una información concreta e interpretable en sí misma. Cuando me identifico tanto con algo que necesito conseguirlo y me obsesiono con ello, corro el peligro de crear una fijación. Ya sea una pareja, una economía próspera, un reconocimiento laboral, una posición x, una… Empiezo a utilizar recursos desesperados.

Uno de esos recursos desesperados es el pensamiento mágico. Este tipo de pensamiento se caracteriza por ser fantasioso e inconexo. Está bajo el amparo de afirmaciones vagas como: me dejo fluir con lo que me venga, si tiene que ser será, todo es perfecto, tengo claro que va a pasar de esta manera... En resumen, sin hacer nada concreto con lo que apoyar esa dirección que quiero; sin nada que otorgue un orden determinado. Solo porque sí, porque yo lo valgo y yo lo merezco. Con un discurso de tipo demandante, como si hubiera un alguien que me tiene que dar lo que quiero y ya. Y ya, ya es tarde. Así, en la trampa del pensamiento mágico permanezco en una inacción, paralizada y atrapada en mi océano de recursos mal aplicados. Mi cerebro se ha vuelto errático y utiliza su enorme potencial para paralizarme en lugar de vivir. Creo un mundo fantasioso alternativo a ese otro que también he creado yo (interpretación de la otredad) pero del que ya no

me responsabilizo y lo experimento como algo ajeno a mí. Culpando a entidades muy variopintas que irían desde la mala suerte hasta el mismísimo demonio y continúo esperando cosas que sucederán de forma caótica, sin ninguna sincronía, fuerza entrópica o interacción; sólo porque sí. La otra variante es el pensamiento nefasto como contrapartida al pensamiento mágico. No podré hacer nada porque no. El mismo “alguien” que le debe a unos, a otros les quita y no les dará nada. Como muy bien indica la propia etimología de la palabra nefasto que significa “no se puede hacer”. Cuando el sistema cerebral está desbocado y la persona reniega de su mundo para caer en la trampa del pensamiento nefasto, todo es imposible. Nunca voy a conseguir nada, entonces ¿Para qué intentarlo? No me va a salir pero lo hago porque tengo que hacerlo ¿Quién me obliga? Detrás de esta pregunta casi siempre me escondo yo misma como respuesta.

El pensamiento nefasto se ampara en la gestión de expectativas. Pienso que algo me va a ir fatal con la finalidad inconsciente (la mayoría de las veces) de que si me sale mínimamente bien, ya haya mejorado mis propias expectativas y así llevarme una alegría porque no me lo esperaba y además me lo he ganado. Eso de que no me lo esperaba es una mentirijilla que me cuento para darme una auto-sorpresa, si todo va bien y no estar peor de lo que ya estoy, si va mal. Es muy raro ¿Verdad? Gasto y gasto energía en despistar y despistar mientras mi cerebro sigue sin rumbo y repitiendo mecanismos ya aprendidos. Soy una persona que hace todo el tiempo lo mismo independientemente de las circunstancias, esperando obtener resultados diferentes. He caído en esta trampa porque tengo miedo de fallar y la utilizo como defensa hacia un mundo que me es hostil. Soy totalmente inconsciente de que yo voy creando mi mundo, interpretación tras interpretación. Ambas

trampas están diseñadas como recursos del propio cerebro, que interpreta la otredad como algo hostil. Dicho cerebro genera un estado de sitio y autoabastecimiento disfuncionalizándose y desconectándose de los sistemas sensorial y ejecutor. Ya disfuncionalizado, este cerebro se dedica a repetir una y otra vez fórmulas que ya posee, neurotizándose. Automáticamente, sin esfuerzo y en un paralelo donde la otredad le es ajena, hostil a algo o alguien de lo que tiene que defenderse ¿Quién le obliga? Estabilizando el procesador: los estados. Un estado es la combinación en un humano, de un sentimiento, un pensamiento y una acción. Este acto al que podemos llamar congruencia da como resultado estados. Esos estados una vez vivenciados; por ejemplo el bienestar, quedan accesibles como recuerdo en nuestro cerebro. De esta manera, si yo quiero evocar aquí y ahora el bienestar como un recurso (esto sería la

herramienta de activación de un ancla, de la Programación Neurolingüística) lo puedo hacer y a modo de programa reproduzco la experiencia en mi cuerpo. ¡OJO! Esto se puede hacer con cualquier sentimiento, pero no porque lo sienta en plan reacción sensorial a la otredad, sino porque lo estoy experimentando a través de una reproducción cerebral. Mi cerebro accede al bienestar porque muchas veces en mi vida lo he sentido. Lo más importante al utilizar ese recurso de la PNL es saber que es la reproducción cerebral de un estado, empleado como recurso. Es importante darme cuenta de qué estoy sintiendo antes de utilizar las anclas para, cuando me sea posible, gestione el sentimiento anterior a la reproducción y liberarlo. Me complace extenderme un poco más sobre este concepto hablando ahora de la satisfacción. La satisfacción es una reacción del sistema

sensorial ante la otredad, un sentimiento. La satisfacción como sentimiento es automática, una reacción imposible de controlar o atrapar (como cualquier otra reacción del sistema sensorial). Sólo puedo gestionarla una vez que la estoy sintiendo, como todos los sentimientos. La satisfacción como estado, es un recurso que puedo utilizar para crear algunas respuestas. Decido acceder al bienestar evocándolo desde lo sensorial, como lo he vivido puedo reproducirlo a modo de recurso. Repito una vez más que un estado es la alineación de un sentimiento, un pensamiento y una acción que atesoro en mi cerebro como recuerdo al que puedo acceder en el instante en que lo necesito. Puedo acceder a cualquier estado que haya vivido; ya sea a través de la evocación sensorial, cerebral, o ejecutora. Este tipo de recurso se ve muy claro con la técnica de la PNL denominada “apilamiento de anclas” que he mencionado antes. Creyendo

que te lo voy a facilitar, pongo un ejempillo: estoy a punto de hacer una presentación de mi libro “Supuestamente felices, sobradamente insatisfechos”. Muy nerviosa, necesito algún recurso con el que mejorar mi situación. Decido utilizar mi cerebro para acceder en este instante al estado de satisfacción, ya que poseo una red neuronal que ha registrado detalladamente en el momento en el que se produjo por primera vez en mi vida ese estado de satisfacción y desde entonces ha ido engrosando ese archivo vivencial cada vez que he experimentado ese estado. Elijo el estado de satisfacción porque si estoy en la satisfacción, puedo ser más espontanea. Solicito a mi cerebro que active un recuerdo en el que yo haya experimentado satisfacción y cuando este recuerdo se active, lo disfruto y lo atesoro. Elijo estar en la satisfacción y desde ahí, aunque siento nervios, actúo en mi presentación. Espero haberlo aclarado un pelín más con este ejemplo. Si no es así, te invito a que busques en

internet qué es un ancla en la PNL y la herramienta de “apilamiento de anclas” y puedas salir de confusiones. Alerta del sistema: cómo la atención puede acabar en fijación. Aunque el sistema cerebral se basa en el sistema sensorial para activarse, posee herramientas intrínsecas con las que actúa una vez que la dirección desde la que voy a pensar (sentimiento) está definida. La atención es un proceso cerebral muy esforzado, que es absolutamente necesario para poder activar una de mis herramientas de serie más poderosa: el darme cuenta. Lamentablemente siempre puedo utilizarlo de forma errónea. Pongo demasiada atención en algo/alguien y genero un exceso de enfoque, dejando todo lo demás fuera y manifestando una fijación.

Cuando experimento una fijación por algo/alguien mi potencial se ve reducido y mi desgaste energético es muy grande. La concentración o enfoque como recurso es estupendo, pero a la mínima que abuse de él se convierte en ese Ferrari que no puedo mantener con mi sueldo actual. Cuando me instalo en una fijación una de las cosas que primero sucede es que mi cerebro divaga. He perdido la dirección al quedarme estancada en esa idea, que yo he creado de ese algo o ese alguien. Yendo de un lado al otro de todas las ideas derivadas de esa idea que ahora es el centro. Divagando sin rumbo y como una polilla con una bombilla. Una fijación se desarrolla de una forma rápida, basta con dirigir la atención constantemente hacia el mismo punto y ya está. El resto es una cuestión de actitud. Me quedo “clavada” en ese algo/alguien y el mundo paralelo de ideas que beben de esa fuente. ¿Desde dónde llego a la fijación? Una fijación la tengo que apoyar desde mi elección diaria (actitud) porque requiere

esfuerzo. Tengo que tener mi energía dirigida hacia ahí. Diariamente me esfuerzo, pero la mayoría de las veces ni siquiera soy consciente de ello. Lo peor es que finalmente creo el hábito de tener ese pensamiento.

Para que puedas ver mejor cómo funciona la fijación, me gustaría resumirla en este esquema:

Uno de mis ejempillos seguro que termina de dar luz a este asunto de las fijaciones. Como ya sabes, Pepiño es mi novio. Pues resulta que hace un mes que me ha dejado diciéndome que se le había acabado el amor. Yo desde entonces pienso constantemente en él y repaso qué es lo que pudo haber ido mal. Si será por aquella vez que me quise ir de la fiesta de sus amigos, si será porque no me sacrificaba lo suficiente yendo al fútbol cada semana, si le he dedicado demasiado tiempo a mi profesión y poco a él. Pero mi profesión es lo primero y él siempre lo supo ¡Será cerdo! Seguro que me miente ¿cómo que se le ha acabado el amor? Así, de repente. Voy a ver su estado en WhatsApp y en Facebook. Y así cada día. La verdad que ahora mismo ya no quiero pensar más en él, pero se me mete en la cabeza. Cuando estoy haciendo

cualquier cosa de mi rutina diaria ¡Zas! Aparece Pepiño y ya empiezo a rayarme ¿Qué puedo hacer? Estoy desesperada aunque me gustaría saber cómo se le ha acabado el amor de un día para otro. Es interesante aprehender que para este tipo de cuestiones vitales un tanto punzantes, lo más sencillo y eficaz es entrenar disciplinadamente nuestro cerebro. No podemos olvidar que como seres humanos, también somos animales y esto hace que tengamos una tendencia territorial automática. En nuestro caso esta tendencia se despliega cerebralmente a través del control desbocado. Esta paradoja me sirve para aludir a la tendencia al control devorador que tiene el cerebro. Lo invade todo creando, recreando, interpretando, imaginando. Por eso la mayor parte de los trastornos están vinculados a estados obsesivos, paranoides y de un exceso de importancia del yo.

Cómo hacer un reseteo: el uso del NO. Para evitar enloquecer nada mejor que un buen NO. Simplemente, cuando aparece un pensamiento indeseado, en lugar de luchar, elijo dejar de poner atención ahí. Le digo NO a mi cerebro. Elijo negarme a profundizar en ese pensamiento y dejo que pase sin retenerlo ni otorgarle importancia y así una y otra vez. Ya cuento con que aparecerá porque son los automatismos del sistema. Sólo necesito elegir dejar de apoyar esa idea. Cada vez que surja la misma elección como si fuese un animal al que quiero entrenar, le digo NO. Por cada cuarenta veces que aparezca, automáticamente yo aplicaré cuarenta y una negativas. Es deseable que entienda que ese pensamiento con el que ocupo mi tiempo lo he creado en algún momento como recurso. Sencillamente en estos momentos está obsoleto y ahora necesito otros recursos nuevos. Me apetece mucho contarte ahora que la

intuición es una propiedad del cerebro. Es la capacidad que poseemos para conectarnos a la red del Universo y su movimiento, el Cosmos. La información que es y está en todo momento como si fuese nuestra tarifa de datos. Cuando algo/alguien emite con suficiente fuerza su señal (información), yo lo puedo captar a cierta distancia (tiempo y/o física) y percibirlo antes de que se materialice; es decir, cuando se está creando. Como por ejemplo: pensar en alguien un rato antes de que me llame por teléfono. A mayor energía vital, mayor capacidad de utilizar mi cuerpo. Cuanta más energía disponga, más capacidad cerebral tengo y más propiedades de ese sistema desarrollo. No quiero irme de este sistema sin poner un ejempillo claro de cómo funciona. Volviendo al escenario de la fiesta a la que fuimos Pepiño y yo… Al salir del baño me siento incómoda y ya empiezo a pensar que esta fiesta es un agobio, me quiero largar. Regreso junto a Pepiño y me presenta a Adela, una amiga suya de la

Universidad. Estoy convencida de que Adela me mira mal. Seguro que piensa que no soy suficiente para él y que me queda mal esta falda. Me quiero ir ya. Me estoy agobiando. En este ejemplillo se puede ver perfectamente que yo me agobio, algo que es puramente mental porque pienso desde la incomodidad. En ese punto es bastante lógico reconocer que lo que pienso no va a tener unos resultados muy luminosos. Más bien están en sintonía con esa incomodidad que es la dirección gobernante, lo sepa yo o no. Qué bien me hubiese venido activar la satisfacción como recurso, mientras estaba en el baño para poder retomar la fiesta desde otra perspectiva. Mi dispositivo ejecutor.

periférico:

el

sistema

El sistema ejecutor es la capacidad de entrar en acción del ser humano como respuesta a la acción de la otredad, ante la que he estado

reaccionando en este viaje vital de cómo funcionamos. Este sistema es 50% gestionable y 50% variable. Es el sistema que nos vuelve a poner en contacto con la otredad. Utiliza absolutamente todo el cuerpo y sus recursos. Sobre todo, utiliza todas las creaciones del sistema cerebral. Este sistema es el encargado de seleccionar las estrategias y los recursos aplicables del banco de datos que es el sistema cerebral y accionarlos. Se encarga de viabilizar la respuesta. Sería como la impresora del ordenador, que materializa las creaciones inmateriales y las pone en contacto con el exterior. La capacidad de improvisación, el giro inesperado sobre la marcha, la flexibilidad o la preparación para lo imprevisible, son propiedades de este sistema. La reflexión, entendida como pensar en lo ya pensado de forma selectiva, sería una forma de ensayo

activo propio de este sistema. Cuando diseñamos un plan, ya estamos funcionando desde el sistema ejecutor, porque la palabra planificar está vinculada con la materialización: es plasmar, extender. La voluntad es otra propiedad de este sistema, ya que es el motor de arranque para la acción. Dispongo de algo concreto para un fin determinado, activando los recursos que he elegido. Elegir es la clave que necesito para devolver una respuesta a la otredad en forma de reacción, que es a su vez una acción a la que la otredad reacciona con otra acción; que es a su vez una acción a la que reacciono y así en ese eterno movimiento circular. Qué cable uso para conectarme: la actitud. Mi actitud es fundamental para el sistema ejecutor ¿Qué quiero apoyar con mi actitud? De hecho, la palabra actitud tiene que ver con el vínculo ¿Cómo me quiero unir a lo otro que no

soy yo? Mi actitud depende totalmente de mis elecciones personales ¿Qué quiero apoyar? ¿Cuál es la dirección que quiero seguir? Poner en marcha ese yo volitivo que quiere algo/alguien y elige los recursos para vincularse a eso que quiero. Una vez que hago mis selecciones la única pregunta que cabe aquí es ¿Cuánto me cuesta en términos de energía? Mi energía vital es el único recurso físico que poseo enteramente. Si tengo una economía energética saneada, puedo activar mis recursos y materializar mis planes sin arruinarme; sin quedarme agotada. Este sistema es fundamental para poner en movimiento la información en forma de vida. Vivir es entrar en acción y aunque te pueda parecer estúpidamente obvio lo que te cuento, algunas personas sobreviven atrapadas en su sistema cerebral; sin entrar en contacto ni vincularse con la otredad; sin aprovechar la riqueza exterior y asimilarla para expandir sus

mundos. Algunas personas se han cristalizado en hábitos y han abandonado su capacidad de actuación. Se han convertido en autómatas rígidos que enferman por tener demasiado capital energético. Bloqueando su organismo por exceso de inmovilismo. Caminando sobre el cable: el equilibrio y la estabilidad. La vida humana está ligada al movimiento y por ello el equilibrio es su medida natural. Necesito el movimiento para poder estar en equilibrio. La estabilidad es antinatural y antihumana porque no posee movimiento, es estática. Es muy interesante que te des cuenta de que precisamente el concepto de felicidad está apoyado en la estabilidad: una carrera profesional larga y sin sobresaltos, relaciones amorosas duraderas… Todo lo que sean cambios, asustan. De nuevo, nos vemos encajonados (y haciendo un juego de palabras, si

me lo permites, acojonados) entre la felicidad y el miedo. Pretendiendo ser estable me hago rígida, autómata y por lo tanto creo enfermedad en mi organismo ¿Qué es el equilibrio? Quiero contarte una historia de la que he sido testigo en una de las clases magistrales de Hipnosis Ericksoniana que recibí en Madrid. Un compañero del curso nos explicó a todos una supuesta anécdota. El caso es que había ido al Circo del Sol por primera vez en su vida y lejos de todo pronóstico se quedó fascinado con un número de equilibrismo. Tal fue el entusiasmo, nos contaba, que decidió presentarse en la caravana del artista y alabar su sentido del equilibrio. Nos relataba entre risas que mientras él se prodigaba en halagos el equilibrista le iba poniendo caras raras. Finalmente, y por vergüenza, antes de retirarse le pidió disculpas por haberle molestado. Según este compañero, el artista le comentó que no estaba nada molesto pero que le había sorprendido muchísimo que le

hablase de sentido del equilibrio. El compañero nos relató cómo él se quedó sin palabras y cómo el equilibrista le confesó que lo único que él hacía era enderezarse cuando se daba cuenta de que iba torcido. Corregía su postura y su trayectoria. Aquel día yo cambié una creencia gracias a la lección que había aprendido mi compañero. Más que sentido del equilibrio lo deseable es darse cuenta de cuándo estoy desequilibrada y corregirlo. Pues así es como funciona el sistema ejecutor. Corrigiendo los desequilibrios antes de materializar las acciones. Cuanto más entrenado tengamos el sistema ejecutor, más recursos podremos seleccionar para utilizar y más capacidad de estar preparados. Sobre todo, para lo inesperado. ¿Enchufo o no el cable? La diferencia entre decisión y acción. Milton Erickson decía que nosotros, a través de

nuestra existencia, poseemos todos los recursos en la potencia esencial y sólo necesitamos activarlos conectando cada recurso a la situación necesaria. La selección y activación de los recursos corre a cargo del sistema ejecutor. Un ejemplo muy claro de este sistema, que ya he mencionado de pasada y para diferenciarlo del sistema cerebral, sería la toma y ejecución de decisiones.

Una cosa es tomar una decisión, que es pensar en una situación desde la dirección que nos propone el aparato sensorial y otra muy distinta es ejecutar esa decisión; entrar en acción y materializarla. Puedo tomar una decisión y no llevarla a cabo nunca, por no entrar en acción. Un ejemplillo: me siento triste estando con mi novio Pepiño. Pienso que no me quiere lo suficiente y no me trata bien. Tomo la decisión de dejar la relación pero no lo hago y así llevo con él más de tres años en pura inercia,

atrapada en mi neurosis. Esa defensa que repito, me comporto de la misma manera todo el tiempo y espero que las cosas cambien. Que él cambie aunque yo sigo haciendo lo mismo de siempre y sigo pensando que lo quiero dejar. Finalmente a él se le acabó el amor, como ya sabes y yo no ejecuté mi decisión. El sistema ejecutor se encarga de los cómo ¿Cómo puedo dejar a Pepiño? Haciendo tal y cual, usando Pascual y Royal. El despliegue de mis medios muestra mis cómo accionados. Pero antes de terminar sigo en la fiesta. Tengo claro que me quiero ir, pero Pepiño parece que no está dispuesto a venir conmigo ¿Cómo puedo hacer? Decido que voy a negociar con él. Le aparto un momento y le digo que no estoy muy bien y que prefiero irme. Él me pone una cara rara (eso pienso yo) y me dice que acabamos de llegar, que están todos sus amigos y que no sea aguafiestas. Finalmente me pregunta si necesito algo para estar mejor. Me doy cuenta de que necesito salir fuera. Salgo fuera un rato. Al

estar fuera decido irme sin Pepiño a casa. Le mando un WhatsApp, cojo un taxi, llego a mi casa, me tomo una ducha y me echo a dormir. Mañana será otro día. Ya sé que me he puesto dramática con todo el tema de Pepiño y mis ejemplillos, pero necesito exagerar para que se evidencien algunas cosas y así no pueda obviarlas. Creo que si los ejemplos son más sutiles quizás no lo consigo y me apetece mucho poder comunicarme contigo y contarte las cosas como las creo. Manual rápido de uso: resumen de cómo funcionamos. Para finalizar con la exposición de mi “Teoría de la Autopotenciación” quiero volver a aclarar que todos estos sistemas están constantemente trabajando en conjunto y de forma consecutiva, sea yo consciente de ello o no. La dirección desde la que pienso me llega a

través del sistema sensorial y ya desde mis pensamientos, mi sistema cerebral crea las posibilidades para que el sistema ejecutor pueda construir la acción que llevaré a cabo; seleccionando los recursos necesarios y activándolos… Así funciono. La única diferencia entre las distintas vidas humanas radica en la salubridad. Cuanta más consciencia tengo de cómo funciono y más me entreno para potenciarme, más aprovechables son mis experiencias y menos autómatas mis reacciones. Más capacidad de respuesta tengo y como consecuencia a esa funcionalidad, creo un aumento de responsabilidad con el que me confiero mayor poder. Truco para sacarle el mayor partido a nuestro dispositivo: la fórmula vital Como complemento a mi “Teoría de la Autopotenciación” he creado una fórmula vital

que puedes aplicar ante casi cualquier circunstancia, a modo de desatascador. Para realizar esta fórmula me he servido de elementos que funcionan en sí mismos.

He utilizado en primer lugar lo que para mí es un Agente Básico de Conocimiento: la observación. Observar me permite ponerme en contacto con la circunstancia y desde ese contacto, ya puedo utilizar la atención como proceso para darme cuenta y poner en uso esta maravillosa herramienta. Un profesor muy majo que tuve cuando estudiaba Gestalt decía que había algo muy, muy bueno que es darse cuenta y algo muy, muy malo que es no darse cuenta. Para Fritz Perls, el creador de la Psicología Gestalt, el darse cuenta era algo fundamental para el proceso terapéutico. La capacidad de darme cuenta de algo desde mi punto de vista es innata y propia del sistema cerebral. Viene de serie como ya he mencionado anteriormente. Ahora ha llegado el momento en el que te cuento que darse cuenta es algo estupendo y

muy alentador, pero no es suficiente. Ohhhh. He sido testigo directa de algunas personas con una facilidad gigantesca para darse cuenta de las cosas porque utilizan mucho esa herramienta, y que no hacían nada más. Por lo tanto haberse dado cuenta era interesante, pero nada más. Igual que el vuelo de una perdiz, simplemente arrancaban muy fuertemente y luego caían rápido. Incluso repitiendo determinados patrones por más que se diesen cuenta de ello, se quedaban atrapadas en ese bucle. Es entonces cuando Jean Paul Sartre nos aporta un paso definitivo para poder seguir adelante y vivir. La pregunta original de Sartre es ¿Qué voy a hacer con lo que han hecho de mí? Esta cuestión es una auténtica mina de oro. Se da por supuesto que los demás han hecho algo de mí (se refiere a las obligaciones con la familia y con la sociedad) y es verdad; pero ahora yo puedo hacer algo con lo que queda. Fantástica frase de este escritor, que me ha encandilado con su propuesta. Así que la he reaprovechado,

alterándola mínimamente para mi propósito de facilitarme mi vida. Si existen elementos con los que me puedo facilitar mi vida, sin lugar a dudas hacer es uno de ellos. Hacer es absolutamente necesario y fundamental para vivir. Creo movimiento con mis acciones, así me vínculo con la otredad y por lo tanto vivo. Por último y no por ello menos importante, sino todo lo contrario, te voy a explicar otra herramienta de serie de tu sistema. Abraham Maslow fue un psicólogo muy famoso por haber creado una pirámide en la que jerarquizaba las necesidades. En realidad, Maslow fue uno de los creadores del concepto de Psicología Humanista y estaba muy ocupado en la autorrealización, así como en crear un modelo de vida para el ser humano que le conectase con su esencia; pero finalmente este proyecto se truncó con un infarto. A pesar de que Maslow estaba muy ocupado en profundizar en la esencia humana

para ir más allá y crear modelos, se le conoce por uno de los gráficos que utilizó con la finalidad de explicar la profundidad psíquica. Esa pirámide de la autorrealización ha sido muy a menudo descontextualizada e incluso aplicada en el nivel de estudios de consumo, publicidad y un largo etcétera; con el que estoy muy segura de que él no se hubiese sentido autorrealizado. Ironías aparte, en su explicación teórica sobre la motivación humana; además de aparecer este gráfico piramidal, también nos habla de la autoactualización. Estoy de acuerdo con muchas cosas de las que explica Maslow, quizás en lo que más coincido es en la fascinación por la palabra AUTO. Creo profundamente que la clave de la vida humana se encuentra precisamente en esa palabra como prefijo acompañador. Volviendo a mi fórmula vital y a la última propuesta, he de confesarte que he sido testigo directo de cómo algunas personas, a pesar de

haber cambiado la forma de vivir su vida, les faltaba algo. He detectado muchas veces en consulta que ese algo es sencillamente autoactualizarse; simplemente porque la persona que ha hecho todos esos cambios ya no es la misma persona que los inició cuando tuvo un conflicto. Aunque pueda parecer simplón, necesito utilizar mi sistema ejecutor para hacer una actualización en mi software de forma que actualice la versión en la que estoy funcionando ahora. Si no me actualizo, me puede pasar como a las máquinas, no podré utilizar determinados programas que son funcionales en Andrea 5.0 pero no en mi versión 4.5 anterior. Autoactualizarme es la única manera en la que cierro un ciclo circunstancial para poder estar abierta al siguiente. Por cierto, autoactualizarme es tan sencillo como parame a ver qué es lo que ha cambiado en mí. Dicho todo esto, te ofrezco esta fórmula vital para, si te apetece, tratar los conflictos con ella.

Plan renove: conflicto y problema. Quiero aclararte ahora qué es un conflicto y por qué es diferente de un problema. Un conflicto es la convergencia de un golpe. Es decir, dos naturalezas energéticamente diferentes que se encuentran entre sí chocando y cuya única salida es la creación de un tercero que no existía y en el que ambas fuerzas se transformarán. La vida está llena de conflictos porque son naturales. Un ejemplillo, el óvulo de una mujer es una fuerza natural diferente al espermatozoide de un hombre. Cuando ambas energías se encuentran y chocan, todo se resuelve en la creación de un cigoto. Esta tercera parte que no existía antes del conflicto se transformará en embrión, mórula, blastocito y finalmente en un feto que nacerá en forma de una nueva vida llamada comúnmente bebé. Así es cómo la naturaleza funciona. Los conflictos son naturales y la vida está llena de conflictos de todos los tamaños, formas,

colores y sabores. En la paranoia obsesiva de la búsqueda y captura de la felicidad, a menudo existe el ansia de tener una vida sin conflictos. Tristemente pretender no tener conflictos es la negación de la vida misma. Sin dramas. Bien distinto es si hablamos de problemas. Aspirar a una vida ausente de problemas, no sólo es viable sino que es deseable. Un problema es un conflicto que se repite y se repite y se repite y se repite… por ausencia de resolución. En el caso del problema, el conflicto no deriva en un tercero que es la resolución de la fusión de los antiguos dos que han convergido. No, en este caso, simplemente son los dos en convergencia y sin ningún atisbo creativo que otorgue esperanza. Sólo dos fuerzas enfrentadas que a base de repetir el enfrentamiento, se han metido en una carrera de desgaste. Un ejemplillo: yo quiero que Pepiño me trate

mejor, que sea detallista conmigo y me diga cosas cariñosas. Pepiño piensa que yo ya sé que él me quiere y que no es necesario que me lo demuestre. Así llevamos ya tres años y nos enfadamos casi todo el tiempo por cosas cuyo fondo está relacionado con nuestras diferentes percepciones de una relación romántica. Pepiño no piensa cambiar, ya me cansaré. Yo no pienso dejar de lado mis ideas de cómo tiene que ser una pareja. El desgaste en nuestra relación es algo que obviamos. Pero ambos estamos en una relación problemática porque no resolvemos nuestras diferencias conceptuales creando algo que no existe para nosotros: un modelo de relación común. Dota de potencia a tu procesador: crea tu núcleo. Para continuar con la línea de que te facilites tu vida, te propongo también que generes un núcleo de potencia para ti. Teniendo en cuenta

nuevamente que has creado tu personalidad, seas consciente o no de ello, te invito a que te des cuenta de que puedes ahora crear conscientemente una base artificial (como tu personalidad) que cuanto más uses irás naturalizando cada día más. Para crear este núcleo de potencia busca o crea alguna creencia positiva con la que puedas identificarte y visualízala como germen fundamental de todas tus acciones. Piensa en ti como en un sol con un centro animado que alimenta todo el fuego que te conforma. Añade a esa creencia la satisfacción como recurso y fabrica ese núcleo hibridado como motor. No desesperes si no se instala en ti inmediatamente. A base de practicarlo, cada vez estará más integrado y arraigado en ti. Esa semilla germina en ti y crece cada día pero necesita agua para florecer. Tus cuidados son fundamentales para que se desarrolle completamente. Actívala todos los días

recreándote en ella y en los detalles. Cuando tu flor exista podrás olerla cada vez que te pares a contactar con ella. Puedes utilizar tantas submodalidades como desees para ir recreando tu núcleo positivo. Las submodalidades son formas descriptivas concretas y personales que te pertenecen y que se basan en tu percepción sensorial; por ejemplo, ponerle un color, un olor, un sabor, un sonido, temperatura, tacto… Una vez que lo has recreado, sencillamente lo reproduces y lo reproduces hasta que te resulte facilísimo hacerlo. Cuando eso suceda lo habrás naturalizado e integrado en ti. Esa será la señal de que está automatizado. Te garantizo que es un esfuerzo, que merece tu energía.

ELEGIR Y VIVIR. Puede que te preguntes para qué sirve la “Teoría de la Autopotenciación” o qué te puede aportar. La respuesta es, sencillamente: para vivir. Ya sé que muchos autores, en un acto heroico de simplificar la vida humana, hablan de intentar ser felices. De que dejes la vida que llevas a un lado y no te comas la cabeza con las cosas. Otros muchos, te dicen que sólo tienes que cambiar y ya está. Si hay algo completamente inviable es que deje de pensar en aquello a lo que yo misma le he dado importancia. Lo que yo creo que soy y con lo que me identifico es fundamental para mí porque es mi creación. No puedo renunciar o renegar de mi creación sin que tenga consecuencias para mí. Dejar mi vida de lado, incluso si no es la que yo quiero, es algo muy difícil de hacer porque me quedo sin nada.

Mi propuesta es muy clara (al menos para mí) y espero que también te quede clara a ti. Si yo sé cómo funciono, puedo darme cuenta de cómo me he creado y entonces recrearme en la dirección que yo elija. No hay nada malo en ti, hasta ahora has hecho las cosas lo mejor que podías con lo que tenías. Ahora, gracias a mi “Teoría de la Autopotenciación”, si quieres ya tienes en tu poder un medio para facilitarte tu vida porque sabes cómo funcionas y por lo tanto puedes autopotenciarte. Ahora te planteo que el único propósito de tu vida es vivir. Algo que es obvio y que quizás por eso lo has estado obviando hasta este momento. Mi propósito vital es vivir y todas mis vivencias amplían mi experiencia. A veces, logro unas metas y otras veces: cambios, ampliaciones, relaciones y pruebas; recreando mi mundo a cada paso. Todo esto tiene cabida en el propósito de mi vida, porque todo está en vivir. Yo te propongo que te fijes en la dirección que

quieres seguir y en tus elecciones para apoyar esa dirección. Si te has creado hasta ahora ¿Por qué no ibas a seguir haciéndolo? Una dirección de creación más elecciones y a seguir viviendo: sencillo aunque suficientemente compuesto. Si me autopotencio en la dirección que quiero y elijo lo mejor para esa dirección; cada vez la felicidad hará su aparición automáticamente porque responde ante la base del bienestar. Si sensorialmente siento alegría, satisfacción, contentamiento, comodidad… y pienso desde ahí, muy probablemente asome mi felicidad. Aquello que quiero, pero basado en algo que tengo: un bienestar. Aceptando en este camino, los conflictos imprescindibles para la vida y los bienes desagradables porque al fin y al cabo siguen siendo bienes. Esto es lo que he querido aportarte: que te puedas dar cuenta de un orden que ya existe en ti y unas herramientas para que te puedas entrenar y ser tu mejor versión cada día, incluidas tus limitaciones de ese momento.

Limitaciones que quizás no sean la mismas que las de tus muchos mañanas. Estoy muy contenta de seguir aquí contigo y de seguir amándote en estas líneas. Sólo quiero ahondar en un concepto una vez más y de forma directa ¿Eres consciente de que quizás has puesto tus recursos en la dirección menos conveniente? Tú no eres el problema y los demás tampoco. Recuerda qué es un problema: la inexistencia de una solución que aún no se ha creado. Eligiendo la banda sonora de tu vida. La resonancia. En estas últimas reflexiones y cambiando un poco de tono, quiero revelarte algo que considero de capital importancia para entenderte mejor a ti y a tu mundo. La resonancia es un principio vital intrínseco y primordial de la existencia. Teniendo en cuenta

las varias acepciones de la palabra, pronto entiendo que tiene mucho que ver con la propagación y prolongación de la información. Un fenómeno que se produce al coincidir la frecuencia propia de un sistema mecánico, eléctrico, celular… con la frecuencia de una excitación externa. Si tengo en cuenta y doy por bueno que todo es sonido, como insinúa de forma contundente la física cuántica desde hace tiempo, puedo afirmar que también soy sonido. Cada ser humano tiene un sonido propio que está relacionado con la información de las ondas que emiten sus células en forma de órganos, por ejemplo. No en vano, una de las cosas que separa la creación de la vida humana es el sonido del latido. Cuando todavía no somos, ya sonamos. Si soy sonido entonces tengo capacidad para resonar de forma automática. El problema es en qué nota estoy sonando ¿Afinada? Éste es el motivo por el cual a

muchísimas personas no les funciona el pensamiento positivo, la ley de la atracción, los cambios de creencias, etc. Por mucho que cree sonidos, si mi melodía principal no armoniza con éstos; lo único que creo es cacofonía, disonancia. En el peor de los casos lo que me sucede es que las cosas no van por donde yo desearía, a veces incluso todo lo contrario a lo que deseo. Funciono bajo el principio de resonancia quiera yo o no, al igual que funciono bajo el principio de la gravedad. Por ello no puedo atraer lo que deseo, sólo resonar con ello. Es la resonancia la que ejecuta entonces a la atracción y a través de lo armónico se materializa en forma de una nueva melodía. Sólo puedo estar en mis logros y como el cerebro humano no distingue la realidad de la ilusión, puedo recrear esos logros y así empezar a crear la resonancia con ellos para armonizar y entrar en esa nueva melodía. Puedo crear un determinado sonido en mí al

aprovechar los recursos naturales que traigo de serie como ser humano para centrarme en una dirección y crear ese patrón de sonido. Una vez que entro en resonancia con lo que quiero, la atracción se va dando de forma natural mediante la fuerza entrópica o de interacción. Fuerza que se ocupa de apoyar ese principio de resonancia proveyéndome “por casualidad” de todas las oportunidades necesarias a modo de sincronías. Aunque en el apartado de herramientas explicaré la de “como si” prefiero poner un ejemplillo. Recuerdas que soy abogada matrimonialista, ¿verdad? Me apetece muchísimo llevar casos sencillos; esos casos en lo que las personas se separan de mutuo acuerdo y actúan de forma adulta y civilizada. Me encantan esos casos. Además de que me resultan fáciles, me inspiro. La verdad es que tengo muy pocos, la gente está muy loca y desatan auténticas batallas campales por tonterías. La mayor parte de las veces me toca

quedarme hasta las tantas preparando los casos porque acaban en juicio. Tengo que ser muy, muy agresiva para conseguir a mi cliente aquello que desea. Lamentablemente esto pasa muchas veces porque la otra parte quede en cierta desventaja. Soy muy buena en mi trabajo. Al fin y al cabo, yo misma he vivido algo parecido con el divorcio de mis padres. Un auténtico horror. Pero eso fue hace bastantes años ¿A qué sueno? ¿Acaso crees que pienso que los divorcios son fáciles? Creo que los divorcios son procesos largos y muy difíciles en los que alguien suele salir dañado ¿Cómo voy a tener casos fáciles si resueno con los difíciles? Mi creencia de que los divorcios son duros (un hipotético “Do”) no resuena con la creencia de las personas que creen que su divorcio puede ser fácil (un hipotético “Mi”) Yo resueno en “Do” por lo tanto estaré atraía por armonía hacia los “Do”, aunque yo quiera “Mi”. Para atraer “Mi” y ser atraída por “Mi” necesito resonar en “Mi”. Parece una tontería de niños

¿Verdad? Pues así es como funciona el sonido y por lo tanto, nosotros y todo. Que tenga un funcionamiento fácil no quiere decir que sea simple. Al contrario, el sonido es sumamente compuesto. Yo lo explico en plan simplista con la finalidad de hacerme entender ¿Cómo creo resonancia? A través de la ampliación de mi mundo, experimentando puntos de vista diferentes, dándome cuenta de lo que siento, utilizando mis recursos, empleando herramientas del tipo “como si”.

El conocimiento nos permite tener fe y alcanzar la sabiduría Disfruta de las nuevas vistas. construcción de tu personalidad.

La

A lo largo de estas páginas en las que hemos estado compartiendo momentos, puede haber sucedido que te hayas removido un poco e incluso puede estar ocurriendo que una parte de ti con la que te identificas, haya empezado a deshacerse lentamente. Quizás te has ido desprendiendo de creencias que forman parte de esa construcción que es tu personalidad. Recuerda que la personalidad es un programa susceptible de ser actualizado. Ese algo que pasa en ti ahora, ese desapego, esa pérdida; como cualquier conflicto, dará paso a algo nuevo que no existía. Pero antes de que nada de esto ocurra es deseable que puedas integrar la pérdida, si este

es tu caso. Ya que la pérdida de una parte de lo que creo ser, ese desengaño; aunque será muy productivo en el futuro, en el ahora es una pérdida y es deseable que la trates como tal. Ésta es la finalidad de que te traiga aquí y ahora este gran recurso aplicable a cualquier pérdida, por mínima que te pueda parecer. Si yo creo que soy algo y me doy cuenta de que quizás no lo soy, para finalmente ratificar que efectivamente no lo soy; pero sólo porque puedo ser muchas cosas, estoy ante una pérdida. Aunque sólo es la perdida de una ilusión, al desilusionarme he perdido un algo en mí. De hecho, una cantidad muy grande de bloqueos y de malestares varios están íntimamente relacionados con la ausencia de duelo o con la falta de resolución del mismo. Muchas personas están, sin ser conscientes de ello, atrapadas en alguna de las fases del duelo no realizado desde la consciencia. Los duelos son períodos de tiempo para procesar estados. El tiempo de un duelo casi siempre es personal e intransferible. Si el duelo no se completa, la

persona queda como suspendida en medio de ese lapso temporal y está como “atrapada” fuera de su cronología. Incapaz de continuar adelante de una forma completa. El concepto de duelo es muy interesante porque en realidad es un proceso vital. Simplemente se caracteriza por ser el proceso que necesita cualquier pérdida para ser superada. Las pérdidas pueden ser desde un ser querido hasta un estatus. Toda pérdida necesita ese período de adaptación que convenimos en llamar duelo. Puede suceder que hayamos cambiado a mejor vida a través de una pérdida. Aún así, la parte de la pérdida es deseable que sea tratada a través de un duelo para procesarla y continuar con el desarrollo cronológico de nuestra vida. Sin estancamientos. La pérdida de la ingenuidad, de la confianza, de la autoimagen. Cualquier pérdida por aparentemente nimia que sea, puede suponer un duelo no realizado y por lo tanto un

estancamiento parcial o total del recorrer vital. Soltando lastre para volar más alto. El duelo como recurso. Una aproximación de las que yo encuentro más saludables sería la división del duelo en fases. En este caso nominaré las cuatro fases conocidas como negación, negociación, aceptación de la negociación y cierre. Durante el período de duelo seguimos experimentando sensorialmente. Algunas veces desde las emociones, sin saber qué siento concretamente. Otras veces desde un sentimiento claro como la rabia, la tristeza o la concatenación de ambas, la frustración. Mientras todo eso va ocurriendo van apareciendo las fases. Negación. La negación es la primera fase y la más escurridiza de todas. Socialmente esta fase se asimila solamente a sentir rabia o a estar en la

evitación. Si bien esto es cierto, hay bastante más. Dicho esto, añadir que a casi nadie le gusta admitir que está en negación. Es como una especie de aceptación denigrante ¿Qué clase de persona soy si necesito negar que algo ha sucedido? Esta primera fase siempre se transita en el proceso de duelo. A veces es más corta. A veces simplemente estoy atrapada en ella. Un atrapamiento en esta fase podría dar como resultado un hacer que hago (acting out). Me sumerjo en una actividad hiperproductiva apabullante en la que estoy aparentemente cómoda y con la que supuestamente continúo avanzando. Otra forma en la que se puede presentar la negación es simplemente con no terminar de creerme que eso ha pasado. El suceso se me antoja fantasioso. Por más que sé que es real no puedo concretar y colocarlo en mi cerebro. No lo asimilo en mi mundo. Este tipo de traba es

común y muy sutil. Sé que ha pasado. Lo puedo expresar. Y no termino de creerlo. Puede ser vivenciado como en una especie de película. Aunque sé por los hechos que ha sucedido. Una especie de shock menor con el que me mantengo en el atrapamiento de un duelo infinito.. Puesto que sé que ha pasado, no me doy cuenta que en realidad sólo conozco el hecho; pero no lo he integrado y por lo tanto, no lo sé. Saber algo implicar tenerlo integrado. Para conocer algo basta simplemente con recibir la información. Pensar que el tiempo mágicamente curará mis heridas es otra forma de estar en negación, además de pensamiento mágico. Y a partir de aquí un etcétera tan variado como creativo. Negociación. La negociación es la segunda fase del proceso. Al igual que su predecesora puede resultar sutil.

Entramos en la negociación en el momento en el que somos conscientes de que hemos perdido. Una vez que la perdida está asimilada empezaremos a tirar de creencias para negociar el llevarnos algún beneficio. Ya que hemos perdido, intentaremos sacar alguna cosa en limpio para mejorar. Esta fase es muy importante. Todo el aprendizaje evolutivo procede de esta fase. En la mayor parte de las veces que alguna persona se queda atrapada en esta fase, ocurre que la negociación no se realiza. La persona falsea los beneficios. Piensa que en realidad no ha perdido. Cree que ha ganado muchísimo. Este tipo de creencia auto-impuesta fija las bases del atrapamiento. La persona no sigue avanzando porque los recursos que cree poseer, no están activados en su realidad psíquica. Esto no es negación simplemente porque la persona ya sabe que ha perdido, pero quiere ser la más lista. Es como el síndrome de Media Markt “yo no soy tonto”. La realidad psíquica dista de ser lista

o tonta. Sencillamente he perdido, pero puedo negociar un aprendizaje. Eso es todo lo que hay en esta fase. Necesitamos que nuestras vidas, así como nuestras experiencias vitales, tengan sentido para no desbordarnos de caos. En la negociación se trabaja el sentido fundamental de la pérdida como una primera aproximación para el cambio que se dará al terminar el trance. Aceptación de la negociación. La aceptación de la negociación es la tercera fase del proceso. El motivo por el que no he puesto sólo aceptación es porque no aceptamos la pérdida. Aceptamos el beneficio que hemos podido rescatar en la ardua negociación y gracias. El motivo por el cual algunas personas permanecen atrapadas en esta fase es la autoimposición. Se empieza a desarrollar un pulso plagado de ambigüedades en el cerebro. Si nos paramos un

instante a pensar en ese conflicto, ya sabemos que no habrá ganador. En realidad, no hay contrincantes. Sólo es la persona, sus afectos, sus creencias y la sociedad. Las ambigüedades llegan de la mano de lo que estaría bien y lo que estaría mal. Perdonar, aunque sea una muerte natural es intolerable para la mayoría de los mundos. Según un buen número de lingüistas la palabra perdón procedería del latín per- que es un prefijo aumentativo: muchas veces y donāre que significa dar. Dar muchas veces ¿Y qué se supone que tendríamos que dar muchas veces después de haber perdido? No estoy en contra de dar muchas veces lo que sea. Sólo indico que en el proceso de duelo, muy lejos de liberar, el perdón ata. En dicho caso, cuando perdono, me adentro en una ambigüedad insondable desde la necesidad de concreción de mi cerebro. Me pierdo en la inmensidad de la confusión y me quedo otra vez atrapada en mi perdón. Dando mucho y recibiendo nada con lo que continuar.

En esta fase es esencial aceptar lo negociado. Aceptar que, a pesar de la pérdida, me he llevado algo con lo que poder seguir adelante. Mejoraré en algún punto y eso es suficiente para seguir. Necesito aceptar que lo que he conseguido en la negociación es suficiente. La no aceptación de lo negociado me instalaría instantáneamente en un atrapamiento de la fase. Puedo estar eternamente sintiendo insatisfacción y pensando desde ella, puesto que no me he llevado suficiente. Dejando así de seguir con mi vida. Cierre del duelo. El cierre es la cuarta y última fase del proceso. Muchas personas se quedan atrapadas precisamente por no dar el salto de la fase anterior a esta. Entre la aceptación de la negociación y el cierre se desarrolla un peligroso limbo. En este borde es en el que se necesita más concreción. Para pasar de un salto y conservar activados los recursos logrados

durante este tránsito, necesitamos acudir a un ritual. Cuando todo lo que podía tratar desde mi raciocinio está hecho. Necesito tratarlo todo junto y de nuevo pero esta vez desde lo inconsciente. Hay tantas formas de cerrar un duelo como mundos e individuos que los crean, existen. Así que voy a proponer uno que he utilizado en muchas ocasiones y con el que he resuelto mis procesos con éxito. A riesgo de ser pesada repito, es una propuesta. La forma más útil y eficaz que he probado hasta ahora es escribiendo una carta de despedida. Pero no una carta cualquiera. Una carta donde echo los restos. Donde digo todo lo que me apetece, quiero, se me ocurre, me llega en el momento y un largo etcétera. Una carta ausente de ética. Ausente de moral. Sin necesidad de quedar bien con alguien. Con ausencia de formalismos halagadores. Con ausencia de autoridades adoctrinadoras. Con presencia de

automatismos y sobre todo, con la presencia de las vísceras. Una vez que poseo ese resto psíquico entre mis manos, tomo una simple decisión. Elijo uno de los cuatro elementos. Fuego, Tierra, Aire o Agua. Destruyo la carta con la colaboración del elemento para ritualizar el cierre. Si elijo el fuego, quemo la carta. Si elijo la tierra, rompo la carta en tantos pedacitos como sea posible y la entierro. Si elijo el aire, rompo la carta en tantos pedacitos como sea posible y la lanzo al aire. Si elijo el agua, rompo la carta en tantos pedacitos como sea posible y la lanzo al agua. El váter es tan válido como cualquier agua; siempre y cuando los pedacitos sean realmente pequeños. Se trata de echar los restos y destruir todo. Ese acto de destrucción ritual es con lo que nos proveemos de libertad psíquica. Nuestro psiquismo está ya preparado para continuar. Esa es la señal de liberación. Seguir viviendo. Iniciando una vez más.

El duelo es una herramienta psíquica que en sí misma constituye un recurso. Como ya he mencionado, cualquier cosa es susceptible de convertirse en un recurso. Basta con poner atención, inventiva y entrenamiento.

La vida le da a la vida Haciendo turismo, Testimonios.

gracias

a

otros.

Todas estas personas, que vas a conocer mínimamente a continuación, han sido de uno u otro modo mis clientes. Algunos asistieron a cursos de grupo o a formaciones de empresa que imparto, otros me conocieron en terapia individual. Les propuse si les apetecía colaborar conmigo y contigo en este libro. Les pedí también que aparecieran con su nombre real y que describieran aquello que les apetece contar de su experiencia. Lo que sigue a continuación es el resultado. Los textos están tal cual me los entregaron. Con tu permiso imaginario, les dedico unas palabras: os estoy profundamente agradecida por vuestra generosidad y por haber dado una parte de vuestra vida para que otros podamos

aprender con ella. Muchas gracias. En cuanto a ti, espero que te guste leer la otredad expresándose y que puedas aprovechar una parte de la vida de otros para ampliar tu mundo. Cecilia, 38 En este tipo de terapias era bastante escéptica... Creo que tuve la suerte de encontrar a Andrea y pude ver yo misma cómo se producía el cambio y constatar que la terapia en efecto a mí me funcionaba. Es un regalo el haber podido trabajar con ella. Como terapeuta e instructora tiene una formación muy extensa, es rápida y eficaz. En todo momento fomenta la autonomía y la no dependencia de la terapeuta, lo que a mí me daba bastante confianza en el sentido de no pretender establecer una rutina de consultas durante un tiempo indeterminado… En mi vida repetía patrones negativos y llegó un momento en el que tomé conciencia de ellos,

pero no sabía ni cómo afrontarlos ni cómo cambiarlos. Andrea colaboró conmigo en cambiar estas creencias y patrones que venía repitiendo y me facilitó herramientas para poder manejarme en el nivel emocional y mental cuando se presentaran situaciones complicadas. A partir de las sesiones mis cambios empezaron a ser sutiles, pero notables. Los cambios no son de la noche a la mañana, pero te das cuenta de que se han instalado en un nivel profundo porque ya tu cuerpo no responde igual. Empiezas a ver pequeños cambios poco a poco y de repente con el paso de los meses te das cuenta de que tu entorno empieza a cambiar, de que empieza a ser más "amable" por decirlo de alguna forma. Por otro lado, se aprende también a pensar de otra manera, a desechar antiguos pensamientos. Aprendes a "pensar mejor". El cambio se percibe de alguna forma en el nivel interno y es difícil de expresar para mí esa sensación, sólo se me ocurre que es como un "click": una toma de conciencia en un nivel

profundo y que yo no soy capaz de explicar con palabras, pero que he podido experimentar. Susana, 37 A los 14 años comencé a desarrollar miopía y teniendo en cuenta que estaba en plena adolescencia, al principio intenté ocultarlo. Por aquel entonces yo era Susana “la lista” y no quería abandonar ese estatus tan favorable para mí. Ya había en mi clase Susana “la de las gafas”, por lo que no me apetecía en absoluto quitarle ese puesto. Para contextualizar el tema, he de aclarar que en aquellos tiempos de la EGB, la industria de la visión no había reposicionado las gafas como un codiciado atrezzo estético. El caso es que llegué a acostumbrarme a mi carencia visual y me adapté a ella hasta tal punto que me parecía que aquello era ver bien. La miopía siguió avanzando al mismo ritmo vertiginoso con el que me aumentaba la talla de

mi sujetador, hasta que llegó un punto en el que me resultó incómodo hasta para mí (me refiero a mi miopía, que no a mi escote). Así que, ya en el instituto, me llegó el duro trance de ponerme gafas. Dejando a un lado mi pequeño trauma estético, pensé: “Guala! Así que esto era ver bien”. Este inicio de mi relato, imagino que aparentemente desconcertante me sirve para ilustrar lo que me pasó con el curso de “reestructura tu mente”. Ahora me veo a mí misma a través del tiempo y con las gafas puestas y no puedo evitar reírme de la Susana miope de entonces. La única diferencia es que ese yo de hace sólo un par de años padecía de miopía mental. El día que conocí a Andrea me resultó brusca, con una gestualidad totalmente artificiosa y sobre todo, muy pero que muy prepotente. Hay que reconocer que no está nada mal el traje a medida que le hice. Y eso que la reunión duró

apenas unos cinco minutos; que si la cosa se alargase más le hacía el armario entero. En aquel primer encuentro nos hizo un diagnóstico grupal con total seguridad de sí misma y negando nuestras negaciones. “Pero de qué va esta? Se cree una gurú o el oráculo de Delfos?” Ahora me doy cuenta de que la valoración que nos aportó aquel día era tan evidente, como que yo no veía un burro a cuatro pasos en mi adolescencia. Es curioso porque de nuevo me encontré con varias resistencias a eso de ver bien. Esos desafíos a modo de collejas mentales me hicieron cuestionar varios asuntos que yo tenía como verdades verdaderas. Descubrí que con sólo cambiar alguna cosa de sitio, todo se comenzó a recolocar y me topé con una realidad totalmente nítida. Era como aquel anuncio de Ikea en el que le regalaban a un hombre un jarrón. En su afán de buscarle el sitio idóneo dentro de su casa, se vio obligado a hacer limpieza y a sustituir gran parte de lo que tenía.

Hasta que al fin el jarrón tuvo cabida en su casa. En definitiva, Andrea me proporcionó la oportunidad de redecorar mi vida. Eso sí, con una completa colección de recursos para hacerlo de un modo más fácil. Durante este breve a la par que intenso intervalo de tiempo, he tenido a mi adorable segundo hijo y ahora estoy iniciando una nueva etapa profesional, dejando atrás un ambiente de trabajo que se me antojaba nocivo para mi salud. Mi media naranja me dio un gran consejo “Arriésgate, amor”. Y al fin lo he hecho. Incluso en lo aparentemente más trivial como cortarme el pelo. Mi tarea ahora es seguir redecorando mi vida para hacerla más hermosa. Espero que, dentro de unos años, pueda reírme con cariño de esta Susana de ahora. Sí, la misma que se cree que está en el súmmum de la visión con sus gafas nuevas, cuando quizá no sabe que verá muchísimo mejor con unas lentillas.

Beatriz, 38 Me comprometí a hacer el curso sin saber muy bien por qué; creo que “me sentí obligada” (esto era lo que me movía en aquella época). Sí había un para qué hacerlo: quería poder decirme que había puesto todo de mi parte para mejorar mi vida, para aprender a gestionar las situaciones complicadas y para salir de la espiral de drama que creaba entorno a ellas. Durante las primeras sesiones me sentí realmente incómoda (signo inconfundible de estar fuera de mi zona de confort), incluso enfadada conmigo por estar allí invirtiendo tiempo en sentirme incómoda. Lo que sí me mantenía enganchada era la parte más teórica del curso, esa que me parecía una clase magistral sobre el funcionamiento de la mente y que me permitía tomar apuntes. Y los tomé y los he consultado miles de veces. Me parecía tanta información y tan densa que necesitaba tomar notas para releerlas después y poder asimilarlo

todo. Cada vez que leo estas anotaciones descubro cosas nuevas, detalles a los que previamente no había prestado la atención suficiente porque eran detalles.

Una de esas teorías fascinantes es la de “La Autopotenciación”, con la que me ayudé a entender de forma gráfica y sencilla conceptos a priori complejos como el de la neurosis, defensa repetitiva siempre con el mismo patrón de conducta. Más tarde la comprendí, me di cuenta y me autoactualicé. A lo largo del curso fueron haciendo aparición emergentes como la rigidez, el desempoderamiento, la duda reactiva automática... de los cuales me fui dando cuenta (con mayor o menor necesidad de tiempo). Aquellos era mis recursos, mis mecanismos y yo los consideraba parte de mí, de mi forma de ser... creía que sin ellos yo no sería yo. Gracias

a diferentes herramientas me fui librando de algunos y siendo consciente de otros y cada vez soy más yo. Y con cierta frecuencia momentáneamente dejo de ser yo y me veo dominada por un enfado, o por la rabia, o la tristeza... o sucede que no sé qué me pasa... pero ahora tengo a mi disposición recursos para no dejarme arrastrar. Las técnicas de liberación emocional (EFT) me parecen una herramienta increíblemente útil (y digo increíblemente porque soy de esas personas a las que les cuesta creer que lo fácil pueda ser tan efectivo como lo difícil). Sólo cerrar los ojos, conectar conmigo y poner nombre, intensidad y adjetivos a lo que estoy sintiendo... y dejarlo ir usando la técnica que más me convenga en ese momento. Creo que también he evolucionado en el uso de las EFT, ya que empecé abusando de las más sencillas y con el tiempo me he ido aficionando a una de las más “elaboradas”: el tapping. Integrar las EFT en mi día a día fue fácil, creo que lo sería para cualquier persona, y creo que se deberían enseñar en la escuela, porque son

técnicas sencillas que facilitan mucho la vida. Por contra, me resulta extraordinariamente difícil la Programación Neurolingüística (PNL). La parte de no prestar atención a lo que digo para saber si lo apoyo o no me resulta compleja. Estoy (y diría que esto nos pasa a casi todos) acostumbrada a usar frases hechas, expresiones a las que hemos ido despojando de su significado real y sinónimos que en verdad no lo son. Me cuesta escribir este texto por esa misma razón: quiero emplear las palabras correctas y eso es muy complicado cuando durante muchos años no has cuidado el lenguaje, cuando no sabes de dónde proceden las palabras y cuando has obviado la importancia de la forma de decir las cosas. Aprendí que, atendiendo a su etimología, la palabra “patología” significa “saber del sentimiento” y gracias a Andrea me di cuenta de que estamos escuchando todo lo que decimos y somos 100% responsables. Desde el momento en que comprendí (es decir, entendí y acepté emocionalmente) la importancia de lo que digo y

escribo, cuido mi lenguaje todo lo que puedo, a pesar del esfuerzo tan grande que supone. Otro de los logros de este curso fue que despertó mi curiosidad sobre el funcionamiento del cerebro y la mente, lo cual me llevó a leer varios libros al respecto. Uno de ellos incluía un esquema que me pareció muy gráfico y acertado: una persona viaja en un barco por un río enmarcado en dos orillas. El río representa a la vida, una orilla es el caos y la otra la rigidez. Las circunstancias de cada momento hacen la que la barca se acerque más a una u otra orilla, y la clave está en mantenerse lo más centrada posible en el cauce. Yo siempre remaba demasiado cerca de la rigidez (muy, muy cerca). Ahora sé cómo volver al centro. Federico, 41 Llegué a Andrea por un cúmulo de situaciones y decisiones, supuestamente azarosas, vividas y tomadas desde que nací. Al igual que todas las

situaciones y personas que se han cruzado y se cruzan por mi vida. Lo mismo que las innumerables situaciones y decisiones que me llevaron a conocer a Fran, quien me habló de Andrea y me puso en contacto con ella. Con 40 años, con dos hijos, separado, habiendo viajado por montañas durante más de media vida, con un buen trabajo, construyéndome mi casa, después de una ruptura sentimental dolorosa y una crisis personal que me hizo verme como un desconocido, decidí llamar a Andrea. Desde el primer momento pensé que esa era la opción a seguir. En un principio pude darme cuenta que podía llegar a comprender donde estaba metido y por qué estaba sufriendo tanto, aunque en ese momento no podía entender lo que me sucedía. Con Andrea sentí seguridad. De todo lo aprendido con el trabajo realizado con ella, lo que más me ayuda es el poder

nombrar mis sentimientos, diferenciarlos de las emociones y entender de dónde y cómo llegan. Saber que las emociones que siento y no puedo poner nombre, se convierten en sentimientos, que sí puedo diferenciar y nombrar, que estos sentimientos crean pensamientos y que puedo gestionarlos y modificarlos a través de la atención para poder reaccionar de forma coherente; me da una visión organizada y experimento seguridad y comprensión del mundo que me rodea y sobretodo de mi mundo interior. Poner nombre y poner orden, a través de la atención interna, a todo el embrollo sensorial de reacción, me sirve para poder comprender situaciones que antes no sabía ni cómo definirlas, y menos aún, dar una respuesta coherente a lo que me sucedía. Entender este proceso de emocionessentimientos-pensamientos-acciones, me sirve para entender el presente y también me sirve para comprender el pasado. Como me sentí en

situaciones de mi infancia y a raíz de ahí creé pensamientos y desde ahí di respuestas para evitar sentirme mal. Me di cuenta que en ese proceso de aprendizaje, cuando las emociones y sentimientos habían sido “negativos” había creado unos pensamientos “negativos” incontrolados y desde ahí aprendí a reaccionar de forma errónea sin darme cuenta de ello. Creé programas para subsistir sufriendo los menos posible pero eran programas de defensa y equivocados, sólo válidos para la infancia. Estos programas los estaba utilizando a mis 40 años para responder a situaciones adultas y ya no eran válidos, se habían quedado obsoletos hacía tiempo y esto era una de las claves por las cuales estaba sufriendo por dentro, por incomprensión externa y sobretodo interna, personal. Con Andrea pude ver que estas programaciones

de la infancia se podían modificar aún habiendo pasado tantos años utilizándolas. Deshacer los programas obsoletos a través de la comprensión y el trabajo con el inconsciente e introducir nuevos programas y herramientas desde el adulto para poder estar y reaccionar coherentemente a la vida. Al introducir nuevos programas de entendimiento se borraron las situaciones incomprendidas y dolorosas de la infancia que venía arrastrando hasta ahora. Al comprender estas situaciones dolorosas se deshicieron nudos y solté tensión acumulada hacía años y también sentí vértigo, vacío y soledad; ya que estaba tirando a la basura patrones de entendimiento que venía utilizando durante muchos años y me daban una falsa seguridad. Este proceso de limpieza me hizo comprender que soy un adulto y sobretodo, que soy el único responsable de mi vida, de la manera en que vivo lo que me sucede.

Es un punto de inflexión en mi vida ¿La crisis de los 40? Al soltar bloqueos puedo reconocer los errores cometidos, desde ahí corregirlos y aprender para poder dar nuevas respuestas a situaciones semejantes. Después del trabajo hecho con Andrea, pasados 11 meses, y con los nuevos programas mentales casi asentados, me siento más fuerte, capaz de afrontar situaciones que antes me sobrepasaban y con las que me hundía en un remolino de emociones y pensamientos destructivos. Pienso que en mis manos está la capacidad de construir y comprender mi mundo, es difícil y a veces me pierdo, pero en el fondo tengo la confianza en mí para creer que solamente yo tengo el poder sobre mi vida. Gracias a Andrea pude ver cómo desde niño, por la educación materna principalmente, me había auto considerado “corto”, poco inteligente

y no válido para tareas de gente más inteligente que yo, no creía en mí y de alguna manera, en mis relaciones de pareja, he buscado inconscientemente eso, alguien que me haga sentir así, no válido. Desde ahí me he autocriticado mucho, me he exigido mucho y he buscado ser alguien importante, “admirado”; ya que yo no me he considerado válido ni me he aceptado, ni respetado en muchas ocasiones. He buscado esa aceptación fuera, no dentro de mí. He utilizado mucho la herramienta infantil de dar una imagen de tímido, sensible y algo misterioso para conseguir la atención y la valoración de los demás. Durante la infancia aprendí que debía ser “bueno” para que me aceptaran y he entendido que esto no es más que hacer lo que se espera de mí y no enfrentarme ni negarme a lo que se espera de mí para no ser malo, sin tener en cuenta lo que siento en cada situación, sin respetarme. He aprendido a escucharme, a

sentirme y desde ahí buscar una respuesta coherente, a no dar una respuesta “correcta” socialmente de modo sistemático. Creo que esto es aprender a autorrespetarme para poder respetar a los demás. Es difícil soltar estos programas aprendidos en la infancia y tengo dudas de si la respuesta que doy es la correcta y aquí viene otro gran aprendizaje, el darme la opción de equivocarme cómo parte esencial de mi evolución personal y aprender de mis errores. El error antes era un motivo de autocastigo, de autocrítica en vez de entenderlo como el camino de aprendizaje. Ahora es didáctico.

Con 41 años sigo entrenando el mirarme, sentirme, respetarme e intentar actuar coherentemente. En la infancia, creo, deberían enseñarnos esto cómo básico, antes de tanta información teórica y de modos de actuar para

ser socialmente aceptados. Cada uno experimentamos de forma diferente, nos expresamos de forma diferente y, creo, este es el valor que tenemos cada uno, y esta sería deseable que fuera la base de la educación infantil. Estoy contento porque a pesar de haber llegado a los 40 dando tumbos sin saber en realidad que me sucedía por dentro; ahora estoy centrado y pienso que éste es mi mejor camino. Sigo adelante entrenándome en este camino largo y a veces tedioso pero que tiene sus frutos en el día a día. Ana, 36 Lo que considero hace excepcional la propuesta de Andrea es la riqueza de recursos que ofrece al alumnado para sortear con éxito las diversas situaciones delicadas y posibles obstáculos con los cuales nos encontramos en la vida a diario. Con esto te facilita una serie de herramientas,

seleccionadas por su eficacia y fácil implementación, de entre las muchas aprendidas a lo largo de años de formación en múltiples disciplinas, cuya variedad permite que cada uno encontremos al menos alguna con la cual nos sintamos más próximos. En mi caso, el autocuestionamiento que facilitan "la brújula" y "la cadena de para qué" son los que más resuenan conmigo y los que más utilizo. Y, habiendo sido una persona bastante rígida, me resultó sorprendente descubrir lo satisfactorio que resulta desafiar mi propio mapa mental. Quizá por lo claro e inapelable de las respuestas a los diversos autocuestionamientos que plantean. El cierto distanciamiento que me exigen tomar me recuerda, cada vez que las pongo en práctica, que las circunstancias serán las que sean, pero que yo puedo elegir cómo responder a ellas. He aprendido a reaccionar actuando de la manera más deseable para mi bienestar saludable. Soy más libre. Las herramientas de EFT y "el sello del éxito" son las otras dos técnicas que encuentro más fáciles

de integrar en mi vida diaria. Y lo que es indudable es que, con la práctica, se acaban integrando, pues no era consciente de hasta qué punto las empleaba hasta que me he sentado a escribir estas líneas. Javier, 47 Mi experiencia en este capítulo de mi vida es que, esto no es un curso ni una charla o un máster, para mí ha sido un VIAJE DE APRENDIZAJE . El viaje empezó por el cambio de la mayoría de creencias que tenía sobre la resolución de problemas y de cómo transitaba por ellos. Fue y es mucho más fácil de lo que parece. Aprendí a dar la importancia a las situaciones en la medida exacta que quería y a apoyar la línea que me había propuesto con cada uno de mis actos. Las herramientas o técnicas que aprendí me facilitaron la forma de encarar la vida cotidiana con mucho más placer y alegría. Lo que más me

impacto fue la facilidad de la mayoría de herramientas. Los cambios internos de estructura mental han sido evidentes en el transcurso de mi viaje. La puesta en escena de ANDREA es impresionante, facilitadora, divertida, amena y en muchas fases cómica, lo que hizo que me fuese muy fácil asimilar los conceptos, sistemas y su teoría. El viaje a mí me sirvió para cambiar porque es tan productivo como deseable. Creas en él o no HAZLO. BESOSSSSS Joaquín, 53 Estoy atento a mis emociones, sentimientos y pensamientos más a menudo, viviéndolos, sintiéndolos y acompañándolos, sabiendo que

son pasajeros. He recobrado la confianza en mí mismo, responsabilizándome de mis vivencias, empatizando con los demás y desidentificándome de lo que no es mío o que de lo que yo he creado, pero ya no me interesa seguir apoyando. Neus, 40 He vivido atrapada en el estrés desde los 19 hasta los 38, afectando a mi forma de vida y mi manera de ser. Siendo madre, empresaria y estando felizmente casada pero sin apreciarme a mí misma, sin quererme a mí misma, viviendo sin saber por qué... decía ser feliz sin saber qué sentía y sin saberlo, deseaba morir. Después del curso de “Reestructura tu mente” donde he conocido su teoría y varias sesiones de hipnosis con Andrea, he dado un vuelco considerable a mi vida en el nivel personal y profesional. Respiro, disfruto y aprecio todo lo

que me rodea. Me doy cuenta y reacciono de maneras constructivas. He elegido un sentido para vivir y vivo. La empírica sabiduría de Andrea ha colaborado en la reestructuración de mi vida. Rosaria, 41 Soy plenamente consciente de que sin herramientas estaba sumergida en un mar de confusión y frustración. Llevada de la mano hacia unos momentos muy oscuros. Cada vez que en mi vida se ha presentado la oportunidad de aprender una herramienta, la he cogido. Muchas llegaron de la mano de Andrea. Un trocito de esa confusión se iba y la toma de conciencia iba sustituyendo a mi frustración. Hoy en día sigo descubriendo y aprendiendo. Han pasado ya años desde los tiempos donde mi bolsa de vivencias estaba sin herramientas. Años desde que era una chica que necesitaba refugiarse en la noche con todo lo que

conllevaba, porque no sabía cómo callar el malestar de vivir sin amor hacia a mí misma. Me condenaba a vagar sin rumbo ni dirección en el descubrimiento de mi verdadero ser. Eso lo descubrí sólo después cuando pude entender qué me pasaba y por qué. He experimentado un cambio profundo en mi vida y en mí. Soy capaz de no dejar que los hechos, que llamo complicados y que van surgiendo en mi vida me cieguen. Me cubran de incomodidad. Soy capaz de examinar cualquier hecho para ver lo que realmente esconde para mí. Que mueve realmente en mí. Soy capaz de encontrar soluciones y si no las encuentro, soy capaz de aceptarlo sin autoinfligirme un castigo por ello. Ahora me acepto como nunca lo hize en el pasado y acepto lo que sucede en mi vida. Cuando escuché por primera vez la “Teoría de la Autopotenciación”, me di cuenta de que otro trocito de mi puzle estaba en su sitio. Para mí es como si una luz hubiese puesto orden en una esquina sombría. En mi opinión, si podemos poner nombre a los mecanismos que saltan en

determinadas circunstancias, si podemos identificar las diferencias entre lo cerebral y lo sentimental, sabremos poner orden. Descifrar lo que nos sucede y generar soluciones, aunque a veces sea simplemente aceptando que no las haya. Paz, 40 Hace dos años recibí un curso en mi empresa, en el que mis colegas de trabajo se transformaron en Activa, Concisa, Honesto, Leal, Místico, Positiva, Salerosa... Y yo en Prudente. Un curso sobre autopotenciación profesional, que tuvo mucho de personal. Durante seis meses aprendimos técnicas para ayudarnos con el estrés, la competitividad y la gestión del tiempo. Además de a conectar con la mente de campo y con nuestra voluntad interior. Para mí, el curso fue como una batalla. Lejos de resultarme fácil, como la mayoría de las

formaciones que he recibido, en esa ocasión tuve que luchar contra mis neurosis y fijaciones; que como un escudo protector me habían ayudado siempre a desconectarme de lo sensorial y a no prestar excesiva atención a lo externo. Hubo algunos momentos incómodos, derivados de "desnudarte" emocionalmente delante de personas con las que trabajo y que no forman parte de mi vida personal. Esta vulnerabilidad ha merecido la pena para aprender juntos un sistema de mejora y aprender también a estar en la satisfacción. Uno de los conceptos a los que más partido le sacamos en el equipo fue al filtro del mapa mental, porque nos ha ayudado a mejorar la comunicación y el entendimiento entre nosotros y con nuestros clientes. También aprendimos a dar "feedback" constructivo y a mejorar nuestra capacidad de hablar en público.

Sin duda, con la instrucción que nos impartió Andrea hemos conocido nuestro sistema de relaciones dentro de la empresa y cómo mejorarlo, a la vez que nos mejoramos individualmente, todo bajo la creencia de la intención positiva. Y así fue como poco a poco y día a día me transformé en “Prudente”, dejando muy lejos mi rol de “Rabiosa”. Con lo que me demostré que realmente "Todo poder viene de nuestro interior". Ahora tengo recursos y herramientas para desarrollarlo. Gracias, Andrea. Rodrigo, 39 Observo que con la “Teoría de la Autopotenciación” de Andrea me he enriquecido, arrojando una luz nueva sobre mí que ahora proyecto yo hacia el mundo. Durante años he sido testigo de la maestría de su creadora en múltiples materias, disciplinas y técnicas, así como de la eficacia de sus variadas

herramientas; lo cual me ha llevado a esperar con muchas ganas este libro. Me doy cuenta ahora del incalculable valor de la capacidad de aproximarme a lo que he considerado una situación problemática, no simplemente con otro abordaje, o desde otro lugar, sino pensándome de un modo nuevo. Al responderme a la pregunta “¿Qué voy a hacer con lo que tengo?” Se me revelaron como fundamentales tanto “hacer” como “yo” desde una concepción nueva siguiendo las herramientas y los sistemas propuestos por Andrea. He comprobado también que se me ha desplegado una nueva dimensión de aplicaciones en mi trabajo como actor. Antes me limitaba a pensar para autoactualizarme; ahora, además, hago. Y me autoactualizo. Este paso ha sido vital y estoy muy contento de haberlo dado.

La magia es tecnología avanzada. A caminar. Últimas reflexiones. Antes de explicarte en profundidad unas cuantas herramientas útiles para cada uno de los sistemas, quiero citar unas cuantas técnicas bastante eficaces desde mi punto de vista: La utilización de metáforas y rituales para significar la situación en la que me hallo. El “Código de las emociones” de Bradley Nelson. Si bien no estoy de acuerdo con sus nomenclatura,s he comprobado bastante a menudo sus efectos sanadores. El método Sedona. EMDR. SHEC. La Biografía Humana. PSYCH-K®

La Biodanza. EFTE, en todas sus modalidades. Qi Gong. Me despido de ti con mis bártulos y con una bomba de amor ¿Sabías que ser buena o mala persona está totalmente relacionado con si le das a alguien lo que te pide o no lo haces? Eres buena persona cuando me das lo que te pido y eres mala cuando no quieres darme lo que te pido. Interesante observar a los infantes y lo claro que lo tienen ¿Habré sido mala en esta relación? ¿Cuánto cuesta ser buena? Un abrazo.

PROGRAMA ENTRENAMIENTO. PROPUESTA HERRAMIENTAS.

DE DE

Antes de entrar a explicarte estas herramientas, quiero recordarte que lo único que necesitas es entrenarte. No me desanimo, simplemente recuerdo que necesito practicar. Quizás estoy un poco atrofiada en darme cuenta de qué estoy sintiendo o no percibo mis sensaciones o no capto que estoy revuelta emocionalmente. Lo importante es que puedo entrenarme y mejorar cada día. Como cuando no sabía andar y aprendí o como cuando no sabía hablar y aprendí. Ahora estoy aprendiendo y después entrenaré. Soy excelente andando o hablando porque lo entreno a diario. Eres capaz, pero tienes que quererlo. Porque

necesitas energía dirigida (esfuerzo) para poder llevarlo a cabo. Eso es todo. Ejercitando el sistema sensorial. Un repasito rápido del sistema sensorial. Todo lo sensorial es temporal debido a su naturaleza reactiva e informativa. La única finalidad de las sensaciones, las emociones y los sentimientos es transmitir una información perceptiva. Caducan, se van, dejan de estar activos. Una persona no puede estar triste mucho tiempo. Lo que va es a instalarse en la pena o el sufrimiento, ambos cerebrales. Estoy pensando desde la tristeza. Y permanezco en un estado como recurso, pero no en un sentimiento. Cualquier sentimiento está activo un tiempo y luego desaparece. Cuando cambia la otredad generando otra acción, yo reacciono de otras maneras. Puede haber personas que tiendan a reaccionar sintiendo tristeza muy a menudo. En todo caso son diferentes reacciones, aunque el

sentimiento emergente sea el mismo.

Identificación de sentimientos Esta herramienta viene desde la terapia gestáltica. Me acomodo de la forma que prefiera. Puede ser sentada confortablemente en una silla o un sofá o tumbada en mi cama. La clave es estar cómoda. Una vez que estoy acomodada, dirijo la atención hacia mi cuerpo. Tomo consciencia de mi cuerpo y me permito darme cuenta de ese lugar en el que estoy experimentando algo (la zona de mayor potencia sensorial suele estar ubicada entre el cuello y las gónadas sexuales, todo el tronco) y enfoco mi atención hacia esa zona. Si lo que estoy experimentando es más grande que yo, lo concentro y me enfoco hasta conseguir estar sintiendo en una zona concreta. Una vez que estoy sintiendo, comienzo a formularme

preguntas con la finalidad de potenciar mi atención y poder darme cuenta. ¿Qué forma tiene lo que siento? ¿Tiene algún color? ¿Tiene algún olor? ¿Tiene algún sonido o melodía? ¿Se mueve o está estático? ¿Irradia algo? ¿Qué textura tiene? ¿Tiene algún sabor? ¿Qué temperatura tiene? Y así hasta que la intensidad sea tal que pueda darme cuenta y ponerle un nombre de sentimiento. También puede ser un movimiento corporal o una onomatopeya. Es importante saber que muchos tenemos una paleta de sentimientos bastante reducida y esta herramienta nos puede costar un poco al principio. Es simplemente una cuestión de práctica. Lo mejor es que una vez que identificamos un sentimiento, éste siempre se manifestará de la misma forma y en el mismo lugar cuando volvamos a sentirlo. Con esta herramienta

crearemos todo un catálogo personalizado de nuestro sistema sensorial y su retransmisión. Algunos nombres de sentimientos serían: alegría, tristeza, rabia/ira, incomodidad, comodidad, relajación, alerta, dolor, afecto, excitación, satisfacción, insatisfacción, nerviosismo, asco, repulsión, grima, agotamiento/cansancio, sueño, entusiasmo, vigor/energía/fuerza, debilitamiento, agresividad, ternura, dulzura, suavidad, aspereza y un variado etcétera personalizado e innombrable. Técnica de liberación emocional Conocida en España como EFT y también como tapping. Gary Craig es el creador de esta técnica y su manual está disponible en internet. Yo aquí explicaré la herramienta denominada EFT flash que considero muy útil y eficaz. Con las piernas paralelas, me doy cuenta de cuanta intensidad estoy experimentando entre 0 y 10. No es necesario que sea un sentimiento.

Pueden ser sensaciones o emociones. Esta técnica combina la gestión de lo sensorial con la programación cerebral. Por esto es necesario elaborar una frase que nomine a la situación que estoy viviendo. A esta frase le voy a añadir lo/la suelto y lo/la dejo ir, dependiendo del género de la frase. Un ejemplo sería: “este tema de mi suegra que me tiene hasta las narices lo suelto y lo dejo ir”. Antes de empezar tengo que tener claro que con este tema de mi suegra estoy en un 8,5 (o el número que sea) de intensidad sensorial. La valoración de la intensidad la pongo yo en forma de puntuación numérica. Aclaro que percutir es dar unos toquecitos bastante veloces con un par de dedos, tres o uno, en las zonas indicadas. Y empezamos así: Me percuto en el centro de la frente diciendo la frase y lo/la suelto y lo/la dejo ir. Me percuto en la sien derecha o izquierda

(sin frase) y diciendo con contundencia: lo/la suelto y lo/la dejo ir. Me percuto en el pómulo derecho o izquierdo (sin frase) y diciendo con contundencia: lo/la suelto y lo/la dejo ir. Me percuto en la clavícula derecha o izquierda (sin frase) y diciendo con contundencia: lo/la suelto y lo/la dejo ir Me aprieto en muñeca derecha o izquierda con el dedo gordo de la mano derecha o izquierda por la parte de debajo de la muñeca y los otros cuatro dedos por la parte de arriba de la muñeca (sin frase) diciendo con contundencia: lo/la suelto y lo/la dejo ir. Hago este recorrido 4 ó 5 veces. A lo que llamaré ráfaga. Después de la ráfaga, me permito darme cuenta de en qué número estoy y repito el mismo proceso las veces que me haga falta hasta llegar al número 0 (no sirve decir “mejor” “ya está” u otra fórmula, usar siempre números).

Al llegar al 0, me pongo un dedo en el hueso occipital y otro en medio de los ojos. Abro mucho los ojos y aprieto los dedos simultáneamente. Todo el proceso lo hago con los OJOS ABIERTOS. La frase la creas con el tema que te esté sucediendo. Otro ejemplo de frase sería: “todo este agobio que tengo por la ansiedad, lo suelto y lo dejo ir”. En internet existen multitud de versiones de las técnicas EFT y de vídeos demostrativos. Si te apetece echarles un vistazo, encontrarás muchas variables de la misma técnica.

Ejercitando el sistema cerebral. La duda razonable La duda reactiva automática o también llamada

duda sistemática es el clásico “¿Y si..?” que casi siempre me lleva a pensar que la hierba es más verde en otro prado. Tiene como finalidad (inconsciente) ganar tiempo para decidir ¿Y si me lo pienso mejor y me doy cuenta de que en lugar de ganar tiempo, lo que me pasa es que me paralizo para no decidir? Todos estos movimientos son inconscientes y están automatizados (para ahorrar energía) fundamentalmente motivados por el miedo a cometer un error eligiendo. Así que en lugar de enfrentarme al error y corregirlo, en caso de que se dé, prefiero renunciar a mi capacidad de respuesta (responsabilidad) y alargar la supuesta decisión que está claro que no voy a tomar porque espero que algo/alguien lo haga por mí. Hasta llegar incluso a veces, a caer en auténticas torturas para mí e incluso a veces para otros. Este tipo de duda es un recurso que puedo utilizar para no elegir, o para bloquearme, o para esperar algo mejor. Lo malo es que gasto muchísima energía.

Frente a este exceso, te propongo cambiar de duda y utilizar la duda razonable. Este tipo de duda, lejos de ser cara en términos energéticos es eficaz y económica. Basta unas cuantas preguntas, con las que desafío mis razones y marchando. La duda razonable es muy útil para desafiar mi mundo y ampliarlo. Consiste en cuatro encabezamientos de preguntas: ¿Qué…? Me remite a las circunstancias y, por lo tanto, creo la oportunidad idónea para examinar la situación. ¿Cómo…? Me remite a los medios necesarios y, por lo tanto, creo la oportunidad idónea para activar recursos. ¿Por qué…? Me remite a la relación causal y, por lo tanto, creo la oportunidad idónea para darme cuenta desde cuándo se ha estado gestando la situación en la que me hallo. ¿Para qué…? Me remite a la finalidad y, por lo tanto, creo la oportunidad idónea de

descubrir mis pretensiones inconscientes.

Me gustaría también señalar que en el abordaje gestáltico se puede utilizar una cadena de “¿Para qué?” con los que llegaría a un darme cuenta nuclear del tipo “me enfermo para que me quieran”. Que no sería ni la primera vez, ni exclusivo de alguna persona. Desidentificación Zen Esta herramienta me llegó desde la PNL. Me gusta mucho porque es fácil y para mí muy divertida. Además añade a los elementos naturales como aliados,; lo que es muy chamánico y por lo tanto saludable. Funciona sobre todo para recordar la potencialidad de la esencia que somos como humanos y cómo el sistema cerebral es un intérprete al que puedo conducir para crear la sinfonía de mi mundo ¿A qué suena mi mundo?

Elegir, dirigir, conducir como quiera, desde la tarima que es el ego. Y allá voy. Me siento y tenso lentamente, cada vez más, todos los músculos de mi cuerpo. Empezando por los de los pies y subiendo hasta la cara, la cabeza. A continuación, voy relajándolos en el sentido inverso, desde la cabeza hasta los pies. Escojo una situación, un tema con el que estoy en un estado de malestar, estresante, con enfado… y lo nombro (por ejemplo: “el problema del grupo de quedadas”) Repaso la situación en mi cabeza con todos los detalles posibles y expando el malestar que experimento a todo mi cuerpo. Cuando lo experimento de forma real, me levanto rápidamente de donde estaba y me invento que dejo sentado un holograma que es mi representación con

ese malestar. Me disocio de mi malestar dejándolo en un cuerpo holográfico como el mío, mientras visualizo a mi yo holográfico. Cuanto mejor invente y más visualice, más efectivo será. Me pregunto, mirando al holograma sentado ¿Esto soy yo o es mi creación? Elijo un fenómeno natural destructivo (un huracán, un tsunami, un incendio, un rayo demoledor, un terremoto, una explosión volcánica…) para deshacer mi creación y transmutarla para convertirla en otra cosa. Me empodero inventándome que el elemento (tierra, aire, fuego o agua) surge en mí con una potencia extrema y desato el fenómeno sobre mi creación con la potencia pertinente. Expresándolo como me apetezca. Mientras deshago, observo cómo queda la potencia creadora. Me recompongo. Respiro. Hago lo que me apetezca y me siento otra vez. Vuelvo a nombrar el tema y observo las

transformaciones que experimento en mí. Celebro. Ejercitando el sistema ejecutor. Como si El “como si” es una herramienta muy sencilla y bastante útil, si se aplica apropiadamente. Con este recurso activado puedo ir modificando mi mundo. Se trata básicamente de actuar “como si” lo que busco cambiar ya hubiese cambiado. Dicho así parece simple. La dificultad radica fundamentalmente en la capacidad proyectiva de la persona. Si nos paramos un minuto a pensar en qué es el “como si”, podremos darnos cuenta de que es una proyección hacia el futuro en el presente. La clave está en inventar un YO que estaría en las circunstancias x que me propongo lograr . Y ensayar en tiempo actual. Bajo este prisma, la

herramienta además de ser útil para ir modificando mi resonancia, también lo es para revisar si el tal x que quiero, sigue siendo la dirección que elijo. Ya que podría suceder que al ver cómo soy con ese yo y qué siento desde ahí, no me interese el resultado. Siempre se pueden crear cambios en los supuestos cambios que quería crear. Recapitulando hasta ahora y para poder dejarlo mínimamente claro, a ser posible. El “como si” es una proyección al futuro, pero sin salir del presente. Es más, modificando mi yo del presente hasta convertirlo en el yo del futuro. Cómo soy yo si ese x futuro está activado, creando acciones a las que reacciono ¿Cómo reacciono desde ese yo? Es un juego de invención sofisticado en dos tiempos distintos que se superponen. Un ensayo. Aunque el yo que me invento estará en una situación futura es un yo que necesito activar ahora, en mi presente. Esto significa que en

cuanto me invento ese yo, éste está ya cambiado con respecto al yo que lo inventa. También está cambiando al yo, ya que está reaccionando de maneras diferentes. Es muy importante al utilizar la técnica que tenga claro que necesito empezar inmediatamente a aplicar ese otro yo inventado. Ensayarlo y actuarlo. Ese yo que he inventado y que aplico es fundamental para generar desde ya el campo de resonancia que atrae ese x circunstancial para el que estoy diseñando ese yo inventado. Volviendo al principio del hilo de Ariadna. Si yo no actúo ahora como lo haría si hubiera conseguido lo que quiero, nunca resonaré con lo que quiero porque el yo receptor para ese futuro no existe. ¿Qué tal un ejemplo? Resulta que yo quiero estar con un novio cariñoso que me exprese su afecto con abrazos y caricias, sin tener que ser únicamente con fines sexuales. Un compañero. Pero mi yo que desea ese novio es una yo que

no está acostumbrada al cariño. No suele abrazar mucho y además se siente incómoda cuando le abrazan mucho tiempo. Este yo es una yo que no resuena para nada con ese mundo donde está ese novio cariñoso. No está preparada para ese futuro novio. Muy por el contrario, resuena con la hosquedad. Ese yo intratable es muy improbable que atraiga lo que mi yo afectivo sí encontraría. Llegados a este punto es interesante reflexionar sobre el hecho de que sencillamente estamos activando recursos desde el ensayo. Jüng llamaba a este proceso la “imaginación activa”. A lo largo del tiempo, muchas escuelas y disciplinas han utilizado este recurso en modos muy similares. Puede parecer una tontería y de hecho si lo quieres ver así, lo es. También puedes probarlo y comprobar que actuar un yo diferente no es tan simple ni tan superficial. Probablemente al estar accionando desde ese yo, muchas cosas comiencen a cambiar sencillamente porque las percibes de una

manera diferente. Crear hábitos La creación de hábitos es también una herramienta muy útil para poder accionar en mi vida. Recomiendo a Charles Duhigg, que explica muy detalladamente en su obra “El poder de los hábitos” el esquema básico y sintetizado que yo te ofrezco aquí. Creo un sólo hábito cada vez. Si el hábito que quiero crear es grande, lo fracciono en partes pequeñas para ir creándolo. Existen 4 fases: ¿Qué deseo? y ¿Para qué? Pienso en los posibles obstáculos y hago una lista con ellos. Elaboro un plan: ¿Cómo soluciono los obstáculos? ¿Qué recursos

necesito activar? ¿De qué herramientas dispongo? Aplico mi plan. Dejo en abierto el tiempo que necesito. Para que me sea más fácil acordarme, engancho el hábito que quiero crear a otro hábito que ya tengo creado. Celebro cada vez que culmino la secuencia del hábito. El sello del éxito de cosecha propia Es muy importante celebrar todos los éxitos. Los pequeños, los medianos y los grandes. Celebrar refuerza las uniones neuronales, creando más mielina y confiriendo a esas uniones más velocidad en la capacidad de reproducción. Como la banda ancha de internet. Cuanta más velocidad en la activación de mis conexiones neurológicas, mayor flexibilidad en mi acción y más capacidad ejecutora. Allá vamos.

Escojo un espacio en el que pueda explayarme, preferiblemente despejado. Empiezo a recorrerlo dando rienda suelta a mis demostraciones de celebración. Pruebo muchas formas diferentes de celebrar, exagerando y arriesgando. Finalmente escojo la que considere que más me interesa para aplicar indiscriminadamente en mi día a día y empiezo a celebrar. Cada vez que logro algo, lo celebro. Para ir reforzando desde el principio, celebro muchos éxitos pequeños. Si me levanto en hora, me ducho y estoy lista para mi actividad en el tiempo adecuado: sello del éxito. Si logro comer en mi horario para comida y además la comida me ha gustado: sello del éxito. Me acostumbro a celebrar y con cada celebración refuerzo mi sistema.

¡Ánimo y a celebrar!

Table of Contents Cuéntame un cuento Érase una vez la felicidad. La hormiga cigarrera. Sacrificio y esfuerzo. ¡Qué viene el lobo! El miedo feroz. ¡Qué planeta más raro! - pensó el Principito. Los mundos y el Universo. La bella y la bestia. La máscara de la personalidad. Espejito, espejito. El reflejo de la otredad. Dejémonos de fábulas. Teoría de la Autopotenciación. Nuestra configuración de fábrica: el ahorro de energía. En descarga constante de actualizaciones: acción y reacción Detectando señal: el sistema sensorial Los problemas de nuestro código nativo: el lenguaje y la educación.

La potencia de nuestro procesador: el sistema cerebral. Cambiando el chip: las creencias. Cuando nuestro procesador empieza a fallar: pensamiento mágico y pensamiento nefasto Estabilizando el procesador: los estados. Alerta del sistema: cómo la atención puede acabar en fijación. Cómo hacer un reseteo: el uso del NO. Mi dispositivo periférico: el sistema ejecutor. Qué cable uso para conectarme: la actitud. Caminando sobre el cable: el equilibrio y la estabilidad. ¿Enchufo o no el cable? La diferencia entre decisión y acción. Manual rápido de uso: resumen

de cómo funcionamos. Truco para sacarle el mayor partido a nuestro dispositivo: la fórmula vital Plan renove: conflicto y problema. Dota de potencia a tu procesador: crea tu núcleo. Elegir y vivir. Eligiendo la banda sonora de tu vida. La resonancia. Disfruta de las nuevas vistas. La construcción de tu personalidad. Soltando lastre para volar más alto. El duelo como recurso. Haciendo turismo, gracias a otros. Testimonios. A caminar. Últimas reflexiones. Programa de entrenamiento. Propuesta de herramientas. Ejercitando el sistema sensorial. Identificación de sentimientos Técnica de liberación emocional Ejercitando el sistema cerebral.

La duda razonable Desidentificación Zen Ejercitando el sistema ejecutor. Como si Crear hábitos El sello del éxito de cosecha propia

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF