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En el prólogo de esta singularísima colección de suicidios imaginarios se nos habla de unos grafittis misteriosos que hace unos años aparecieron en la ciudad nueva de Fez, en Marruecos: «e descubrió que los trazaba un vagabundo, un campesino emigrado que no se había integrado en la vida urbana ! que para orientarse debía marcar itinerarios de su propio mapa secreto, superponi"ndolos a la topografía de la ciudad moderna que le era e#traña ! hostil$$% &odo parece indicar que en estos relatos contra la vida e#traña ! hostil, el narrador, al igual que el vagabundo de Fez, intenta orientarse en el laberinto del suicidio a base de marcar el itinerario de su propio mapa secreto ! literario: «' eso me lleva a pensar en (esso (essoaa )*+ia )*+iaar ar,, perder perder paí países ses-. -. ! a par parafr afrase asearl arlo: o: +iaa +iaarr, perder perder suicid suicidos/ os/ perderlos todos$ +iaar hasta que se agoten las nobles opciones de muerte que e#isten$% +iaar ! perder países, inventar personaes que evitan que nos arroemos al vacío, adentrarse a tumba abierta en la realidad, perseguir con gran fatiga vidas aen aenas as,, mori morirr de esa esa pa pasi sión ón e#tr e#trem emaa que que pu pued edee ser ser el amor amor,, cole colecc ccio iona narr tempestades, interiorizar a los muertos, perderse, resignarse a la grisura de la vida, practicar la saudade, convertirse en fantasma: "stas son algunas de las nobles suertes de muerte o despedidas irónicas de la vida que habitan las p0ginas de esta colección de s1tiles suicidios ! van trazando un inquietante itinerario moral a trav"s del tema de la muerte por mano propia, sin sucumbir al suicidio pero tambi"n sin escapar de "l$
Enrique Vila-Matas
Suicidios ejemplares
&ítulo original: Suicidios ejemplares
Enrique +ila2Matas, 3443
Editor digital: 5oo6anero
7 (aula de (arma
INDICE
+iaar, perder paises Muerte por saudade En busca de la parea el"ctrica 8osa ch9arzer vuelve a la vida El arte de desaparecer as noches del ;ris a! un momento en la vida en que a uno se le ofrece la oportunidad de vencer para siempre la timidez$ 'o entendí llegado ese momento ! me acerqu" a la muer pregunt0ndole qu" clase de historia le había contado la mendiga$
?oracio que se había ugado la vida en mil batallas$ 7 "l no le entendía !o casi nunca, pero siempre disimulaba para que no advirtiera que no estaba a la altura de su lenguae$ oracio ! !o, como si estuvi"ramos pensando en todos aquellos que, aleados de todas las miradas, habían perpetrado el movimiento solitario ! habían conocido la 1nica plenitud posible, la plenitud suicida$ ' recuerdo tambi"n que el patio quedó
abandonado como una eternidad cuadrangular$
Esto! en una habitación cuadrangular, de madera torneada ! brillante, sólida como un mueble antiguo, con bancos a lo largo de las paredes !, en "stas, anuncios enmarcados que hablan de tiendas de teidos, de tintorerías o de peluquerías$ @bservo que falta un anuncio, alg1n desaprensivo ha debido arrancarlo de su marco$ a sensación es desazonante, porque est0 claro que, aunque quisiera, am0s podría leer la totalidad de la atractiva publicidad de esta habitación que ahora lentamente empieza a ascender por los aires$ Esto! en el Elevador de anta Busta, ! s" lo que me espera cuando termine la ascensión$ Me encontrar" en un gran balcón ! ante una espl"ndida vista del aire azul que envuelve la ciudad baa, una vista que tampoco alcanza la totalidad )en este caso la totalidad de la 5ai#a., pues se trata de una vista parcialmente impedida por una red met0lica que prolonga la barandilla del balcón hasta una altura que convierte en imposible )! creo que eso me conviene. los suicidios de quienes, como es tan habitual aquí en isboa, sienten la tentación del salto$
(ienso en toda esa gente a la que hace un rato he visto practicar la saudade en Aampo das Aebolas$ a ciudad entera est0 llena de solitarios dominados por la nostalgia del pasado$ entados en sillas p1blicas, que en los miradores o en los muelles el propio a!untamiento ha dispuesto para ello, los practicantes de la saudade callan ! miran hacia la línea del horizonte$ (arece que est"n esperando algo$ Aada día, con perseverancia admirable, se sientan en sus sillas ! esperan mientras evocan los días del pasado$ o su!o es la melancolía, cierta tristeza leve$ (ienso en ellos ahora mientras me digo que es ridículo que ande !o por aquí desolado cuando, entre otras muchas cosas, so! todavía oven, dueño de una próspera cadena de tintorerías, tengo una esposa guapa e inteligente, puedo viaar a donde me plazca, atraigo f0cilmente a las mueres que me gustan, quiero mucho a mis dos hias, mi salud es de hierro$ oracio me deslumbró todo: la e#traordinaria altura ! corpulencia, el sombrero marrón, las gafas negras, el trae a ra!as, la corbata de seda, el bigote desafiante !, sobre todo, el hecho de que e#istiera$ >oracio siempre había dicho que su padre había desaparecido en los baos fondos de la ciudad de 5eranda$ ?>a reaparecido, ! eso es lo que cuenta$ >a venido a liquidar a una banda rival ?me dio >oracio a modo de sucinta e#plicación$ Me resultaba cada día m0s difícil creer en algo de lo que me decía >oracio, pero prefería callar, no fuera que anduviera !o equivocado e hiciera el ridículo !, para colmo, no pudiera subir nunca al automóvil interminable$ urante dos semanas, el padre no faltó nunca a la cita con el hio en la puerta del colegio$ En lugar de los pies descalzos de ;sabelita aparecía el cuero roo de los asientos brillando al sol, el gigantesco descapotable$ ' !o me quedaba e#tasiado ante aquel espect0culo que ofrecía el monumental padre de trae mañoso a ra!as ! corbata de seda$ (aso firme ! seguro el del padre, a lo largo de toda la primera semana$ (ero en la segunda, !a desde el mismo lunes, el paso del padre se volvió vacilante ! como temeroso$ Ese lunes todos pudimos observar la presencia de un e#traño$ 7 cierta distancia del descapotable, aparcó sigilosamente una moto conducida por un espía de pelo rubio mu! corto ! saltones oos azules que miraban al descapotable$ oracio me invitó por fin a subir al descapotable de su padre$ Me acompañaron a casa$ esde el asiento trasero del automóvil, el (aseo de an uis cobraba otra dimensión, parecía distinto$ El padre no habló en todo el tra!ecto, pero de vez en cuando me controlaba a trav"s del retrovisor, ! luego se arreglaba el sombrero$ En un sem0foro, frente al cine +enus, encendió un cigarrillo, ! se rió a solas$ 'o estaba algo asustado cuando llegamos a casa$ escendió ceremonialmente del coche ! me abrió la portezuela trasera$ Aon inesperada cortesía se quitó el sombrero, inclinó la cabeza ! me dio:
?7diós, señor$ 'o dedue que era un padre preocupado$ 7l día siguiente, atribu!endo a la presencia de la moto la conducta del padre, fui el responsable de que circulara el rumor de que una banda berandesa se proponía secuestrar a >oracio ! que su padre iba a diario al colegio para protegerle$ ?oracio el viernes, ! le not" mu! cambiado, como si algo fuera mu! mal en su vida, se había quedado sin sombra de su habitual sentido del humor$ Ese viernes fue el 1ltimo día que !o vi al padre de >oracio$ En el siguiente día de clase, un frío lunes de enero de aquel año impar, no había !a descapotable a la salida del colegio, tampoco moto del espía, ni nada$ >abía desaparecido toda la escenografía berandesa, ! tan sólo podía verse en una esquina a ;sabelita, con cara de circunstancias, aspecto de griposa, ! con los zapatos puestos$ e acercó a >oracio, le susurró algo al oído, ! se lo llevó sin contemplaciones$ 7 la mañana siguiente, bao una lluvia torrencial, entramos en el colegio por la puerta de la iglesia$ os martes había misa obligatoria, ! fue en esa misa donde nos dieron, desde el p1lpito, que el padre de >oracio tambi"n se llamaba >oracio, que tenía cuarenta años ! !a no pertenecía al mundo de los vivos, porque descansaba en paz, había muerto$ ?7diós, señor ?die !o, ! me santigH"$ 8ecuerdo que no cesó de llover en todo el día ! que por el colegio circularon en voz baa todo tipo de versiones, a cual m0s escalofriante, en torno a aquella muerte, ! que en lo 1nico en lo que todas coincidían era en que el padre había sentido la tentación del salto ! se había arroado al vacío desde lo m0s alto de la &orre de an uis$ El profesor de redacción, un hombre col"rico ! despiadado, me contó el resto$ oracio quedaba como cosa de aficionados, como un salto m0s bien modesto, aunque sin duda m0s r0pido ! directo, tal vez porque las ganas de estrellarse contra el suelo eran superiores a cualquier otra cosa$ >an transcurrido m0s de treinta años desde que el profesor de redacción me situó en la pista de la terrible historia de la familia de >oracio, ! a1n siento en mis huesos la emoción de aquel día$ 7hora, mientras vo! hacia el Mirador de anta
uzía, que es lugar idóneo para el salto al vacío, me digo que aquello fue lo m0s pró#imo a una revolución que he visto am0s en carne propia, ! que aquello, sin darme del todo cuenta !o entonces, cambió mi vida$ (ienso que si mi amigo >oracio, que se rebeló contra su destino suicida ! estar0 ahora tranquilamente en su despacho, pudiera verme caminando en este momento por aquí como un vagabundo, se reiría con todas sus fuerzas ! se preguntaría por las oscuras fuerzas que me han llevado a asumir como mía la tr0gica historia de su familia, que me han llevado a mí a ser todo melancolía, todo tristeza leve ?dicen que la nostalgia es la tristeza que se aligera? en cuanto evoco aquellas ornadas en las que descubrí que la vida es inalcanzable en la vida, que la vida est0 mu! por debao de sí misma ! que la 1nica plenitud posible es la plenitud suicida$ (ero no saltar" al vacío, amigo >oracio$ ear" que me invada toda esa tendencia a recuperar la infancia, toda esa nostalgia por un pasado que, a medida que me acerco al Mirador de anta uzía, noto que vo! conciliando con el presente, hasta el punto de que tengo la impresión de no estar retrocediendo en el tiempo, sino de casi eliminarlo$ Me sentar" a esperar, habr0 una silla para mí en esta ciudad, ! en ella se me podr0 ver todos los atardeceres, callado, practicando la saudade, la mirada fia en la línea del horizonte, esperando a la muerte que !a se dibua en mis oos ! a la que aguardar" serio ! callado todo el tiempo que haga falta, sentado frente a este infinito azul de isboa, sabiendo que a la muerte le sienta bien la tristeza leve de una severa espera$
EN #SCA DE $A PAREJA E$EC!RICA
a oído hablar de ese hombre que sale de una taberna del puerto a primera hora de la mañanaD ?@!e >ans, no molestes a la señora ?intervino el camarero$ ' 8osa ch9arzer quedó un tanto sorprendida al ver que aquel hombre se llamaba igual que su desahuciado hio menor$ ?ans, en aquel que la estaba acompañando
medio dormido, el pobre ! guapo >ans, tan oven ! cordial, el hombre de la capucha ! de la c0psula de cianuro, el hombre que la había hecho alearse del barrio, de su familia, del dolor por la enfermedad del hio, del tedio de las mañanas en el museo !, en definitiva, de la insoportable grisalla que se refleaba en todos los pasos de su amarga vida$ ?7 todo esto ?dio ella? a1n no me has dicho en qu" trabaas, si es que trabaas que, claro est0, lo dudo mucho$ ?'o no puedo trabaar ?le respondió con afectación, como si recitara un papel mu! estudiado?$ 'o sólo puedo beber ! llorar$ &'( no has trabaado nuncaD
?5ueno, algunas veces, pero siempre acabaron destru!"ndome, quiero decir despidi"ndome$ 7hora esto! en la miseria m0s absoluta$ Me a!udaba una chica, pero ella tambi"n se quedó sin trabao$ Lltimamente me a!udaba mi padre, pero se declararon en huelga en su f0brica, ! en fin$$$ 7hora no me a!uda !a nadie$ ?Mi padre se pasó la mitad de su vida en huelga$ ecía que era lo que m0s le gustaba$ e quedaron en respetuoso silencio, ella pensando en su padre, ! "l pensando en el su!o !, al mismo tiempo, dando !a una cabezada tras otra$ a paz del lugar era soberbia, aunque era un parque mu! triste porque parecía profundamente solitario$ El cielo gris de hielo que se e#tendía sobre "l lo convertía en el m0s frío de los paisaes$ Era aqu"l, sin lugar a dudas, un parque solitario ! helado$ ?7sí que somos hios de huelguistas ?dio "l con cierta melancolía$ ' poco despu"s, dando una nueva cabezada se quedó profundamente dormido en el hombro de 8osa ch9arzer$ Ella no se atrevió a despertarlo, parecía un crimen hacerlo$ espu"s, especuló con lo que sucedería si casualmente pasara por allí alg1n familiar o amigo$ CGu" pensarían al verla unto a un desconocido que apo!aba dulcemente la cabeza en su hombroD (oco importaba lo que pudieran pensar, entre otras cosas porque nadie circulaba por allí, pues no podía ser m0s solitario ! silencioso aquel parque en el que treinta años antes ella tambi"n le había arrancado a la vida unos breves pero intensos momentos de gran felicidad$ (recisamente porque !a los había vivido, sabía que esos instantes tenían una duración mu! limitada, de modo
que apartó de su hombro, con gran suavidad, la cabeza del amable desconocido !, de0ndole allí perdido ! dormido en el vieo parque solitario ! helado, emprendió el lento ! doloroso viae de regreso al barrio ! a su casa$ urante el camino le destrozó el alma la casi absoluta certeza de que nunca podría e#presar, ni con alusiones, ! a1n menos con palabras e#plícitas, ni siquiera con el pensamiento, los momentos de fugaz felicidad que tenía conciencia de haber alcanzado$ Esa certeza le acompañó, como un nuevo dolor secreto, a lo largo del camino de vuelta$ ' cuando, dos horas despu"s, volvió a encontrarse en las calles de su barrio, un nuevo temor se añadió a todo cuanto le preocupaba, porque se le ocurrió que su hio >ans, que no trabaaba por las tardes, podía haber renunciado a la vuelta habitual con los amigos ! estar, dadas las especiales circunstancias del día, esper0ndola en la casa, aguardando su regreso de la peluquería$ En ese caso todo podía ser tremendo, porque "l vería enseguida que no había peluquería ! sí un grandioso misterio o, lo que era peor, ! adem0s rimaba con misterio: un grandísimo adulterio$ &emerosa de ser descubierta, entró en la peluquería del barrio !, como no tenía tiempo para hacerse la permanente, se compró una horrenda peluca de color castaño$ ' con la peluca puesta se presentó en su casa, donde por suerte no había nadie, tan sólo los huesos de un triste pollo de nevera, los restos de la comida de su pobre ! querido >ans$ Mu! pronto la alegría de estar sola deó paso en la indecisa 8osa ch9arzer al sentimiento contrario, a un profundo abatimiento por aquella terrible soledad que la casa le ofrecía$ e acercó a la ventana$ El cielo estaba mu! blanquecino, invadido por una p0tina opaca, así como en su memoria una blancura opaca iba borrando el recuerdo de las sensaciones vividas unto al noct0mbulo abandonado en el parque$ En su tr0gica desesperación comenzó a arrancar, brutalmente, los pelos de su peluca$ &omó luego un cuchillo de cocina ! pensó en hacerse el hara6iri, reventarse sin contemplaciones el vientre, ofrecer sus entrañas a toda la inconsciente raza de sufridas amas de casa a las que el oven noct0mbulo escandalizaba para luego anto0rsele un caprichoso sueño en el parque del olvido$ eó la peluca encima de la nevera ! luego la partió en dos con el cuchillo, ! fue tal la tensión ! el esfuerzo acumulados en el gesto que hasta cortó en seco el aire viciado de aquella cocina$ E#tenuada, ca!ó al suelo$ ans, merecía cenar caliente aquella noche$ e levantó, arroó lo que quedaba de la peluca a la basura, se rió a solas como una loca, ! probó el pan de centeno con cominos$ (ero cuando al caer la tarde su pobre ! querido >ans regresó a la casa ni siquiera se interesó por el lechón asado ! ni preguntó por qu" ella se había
entretenido tanto en la peluquería, tampoco se queó de haber tenido que comer el pollo frío de la nevera, nada, ni la miró, ! por tanto no tuvo ocasión de ver el escandaloso pelo de estropao canoso que lucía su madre$ &an sólo la felicitó con desgana ! le pidió que cosiera dos botones de la camisa$ (ero ni la miró$ 8osa ch9arzer comprendió que a su hio ella no le interesaba nada$ a aparición de 5ernd, el hio ma!or, a1n fue m0s desalentadora, porque ni se acordaba del lechón asado ?en eso andaba igual que >ans?, pero por no acordarse no recordaba ni tan siquiera que fuera el aniversario de su madre, no se acordaba de nada$ e limitó a llenar de humo la sala, encender el televisor ! tumbarse en el sof0$ 8osa ch9arzer pensó en apagar de golpe el televisor ! hablarles a sus hios de un gesto del noct0mbulo que a ella le había parecido que abría inmensas ! desconocidas posibilidades de amor$ (ero sabía que no podría nunca e#presar la plenitud que había alcanzado hacía tan sólo un rato, ! tambi"n sabía que, aun en el supuesto de que pudiera hacerlo, de que pudiera e#presar lo que realmente sentía, sus hios ni la escucharían, o bien no la creerían$ ?CGu" ha! para cenarD ?preguntó un e#igente 5ernd desde el sof0$ ?a muerte ?dio ella?$ a muerte, 1nicamente$ o dio tan bao, desde la soledad de su cocina, que ellos no alcanzaron a oírla, así como tampoco podían escuchar cómo en aquel momento era degollada una gallina$ ' si no les era posible oírlo era porque esa gallina era su propia madre, que se imaginaba a sí misma de esa forma, degollada viva, ! lo hacía para pensar en algo que la distraera ! la apartara de una peligrosa tentación que se le acababa de presentar en forma de nueva oportunidad para quitarse la vida$ 7brir el gas ! meter la cabeza en el horno$ =na muerte horrible, se decía a sí misma mientras pensaba que lo peor de todo era que, si finalmente se decidía a inmolar su cabeza con el pelo estropao incluido, sus hios probablemente tardarían en darse cuenta$ eguirían allí en el salón discutiendo como cada día, por su ridícula parcela de poder en el sof0$ ;mb"ciles$ esgraciados$ ólo cuando todo se hubiera consumado encontrarían ellos una cabeza de madre bien asada en lugar del lechón$ =na muerte horrible, pensaba 8osa ch9arzer mientras trataba de apartar sin conseguirlo aquella tremenda tentación$ e salvó la violenta llegada del marido$ u inconfundible manera de entrar en la casa ?el fuerte portazo ! la tos aquella de fumador empedernido? disolvió la feroz tentación del horno, porque de pronto cobró para ella ma!or inter"s tomar un tarro de mermelada ! estrellarlo en la cara del marido infiel$ =na venganza por
lo de la vecina !, sobre todo, por tantos años de indiferencia ! constante humillación$ Merecía la pena dear a un lado la idea del horno ! gozar fugazmente de la e#presión de horror ! sorpresa de su marido cuando, por primera vez en treinta años, la viera rebelarse contra la sofocante violencia de su gran indiferencia$ (ero antes de arroarle el tarro, se dio que apagaría las luces de la casa ! los aterraría a los tres$ vulac debía conocer por si merecía la pena editarlas en su e#quisita colección de prosas umberthianas$ (odemos imaginar el estado de 0nimo de 7natol, que en vano invocó su condición de e#tranero para que se desinteresaran de "l, en vano porque el círculo de >vulac consideraba que cuarenta años en la isla le habían convertido en un umberthiano m0s$ ' por otra parte, estaba la fascinación ! curiosidad que despertaba lo que no deaba de ser toda una e#pectativa in"dita en la isla: la posible e#istencia de p0ginas e#traneras en la obra de un umberthiano m0s$ e nada sirvió que 7natol se defendiera, que negara la e#istencia de otros escritos$ &odo fue in1til$ 7cosado tenazmente por el círculo de hvulaquianos, acabó confesando que, como era un aficionado a la literatura, en cierta ocasión se
había atrevido a traducir por su cuenta al Oalter 5enamín de *nfancia en !erlín, ! les ofreció a modo de pantalla, para que no indagaran m0s en sus posibles trabaos literarios, su versión al umberthiano del libro, una versión que empezaba así: «;mporta poco no saber orientarse en una ciudad$ (erderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizae$% ?(ublicaremos esa traducción ?dieron a coro todos los hvulaquianos$ IAurioso dilemaJ )razonaba 7natol, aquella misma noche, en compañía de su muer 'hma.$ (or una parte, ha! en mí los estímulos de una honesta ambición/ ciertos deseos de mover, si bien p1dicamente, las cosas: decirles que en realidad la traducción la he utilizado 1nicamente a modo de pantalla para que no descubran que tengo escritas siete novelas terribles sobre esta maldita isla de =mbertha$ (or una parte, pues, la íntima sensación de que en el fondo ardo en deseos de que me lean$ ' por otra parte, con características m0s fuertes, el presentimiento de que un eventual destino de escritor pueda contener no s" qu" simientes de una siniestra aventura$ ' por encima de todo ese dilema, la impresión o tal vez certeza de que en la clandestinidad mi obra ha madurado m0s ! meor que si me hubiera apresurado a publicarla/ ! tambi"n la impresión o tal vez certeza de que esto! llegando a la 1ltima etapa de un viae en el que he ido aprendiendo lentamente el difícil eercicio de saber perderse en el emboscado mundo de lo impreso$ vulac.$ i entrego la novela, !a nunca podr" recobrarla, pertenecer0 al mundo$ Cebo entregarlaD >vulac no sabe que e#iste$ vulac al recibir el manuscrito?, quisiera que supiera que mi e#periencia de autor reconocido confirma su presentimiento de que se trata de una aventura realmente siniestra$ Entre otras cosas porque el escritor que consigue un nombre ! lo impone, sabe mu! bien que ha! otros hombres que hasta tal punto son sólo escritores que precisamente por eso no pueden conseguir este nombre$ e trata de una aventura realmente siniestra, pero el hecho es que no se puede dear de correrla, cr"ame, no se puede escapar a un destino semeante$ ?(ero es que a mí, amigo >vulac, siempre me ha horrorizado el sentimiento de protagonismo$ 'o siempre am" la discreción, el feliz anonimato, la gloria sin fama, la grandeza sin brillo, la dignidad sin sueldo, el prestigio propio$ 'a de niño, el mundo de la escritura se me presentaba como precozmente apetecible ! prohibido, relacionado, en cualquier caso, con una infracción, con una pr0ctica furtiva$ ' adem0s, amigo >vulac, en lo que !o escribo sospecho una operación de baa luuria, una especie de interminable ! falsificado chisme sobre mí mismo$ C7 qui"n podría interesarle algo semeanteD ?C' dice que un chisme sobre sí mismoD C7caso es usted tambi"n un fun0mbulo como su h"roeD ?'a me gustaría, !a$ (ero !o nunca me atreví a serlo, porque es un oficio mu! duro$ i caes, mereces la m0s convencional de las oraciones f1nebres$ ' no debes esperar nada m0s, porque el circo es así, convencional$ ' su p1blico es descort"s$ urante tus movimientos m0s peligrosos, cierra los oos$ IAierra los oos el p1blico cuando t1 est0s rozando la muerte para deslumbrarloJ Es un oficio duro que nunca me atreví a practicar$ 'o m0s bien he huido siempre del menor riesgo, ! es por eso que tal vez nunca me decidí a publicar, a correr ese peligro infinito de una aventura literaria que presentía que podía contener no s" qu" simientes de una
peripecia realmente siniestra$ (ublicar era ! es, para mí, algo así como arriesgarse a dar un paso en falso en el vacío$ i !o alg1n día viera publicada mi novela, ese hecho !o lo sufriría como si fuera un baldón, un sentirme desnudo ! humillado como delante de una uniformada comisión m"dica militar$ ?' sin embargo no me negar0, amigo 7natol, que usted me acaba de entregar su novela para que la publique$ Es m0s, sabe perfectamente que la vo! a publicar$ (or toda respuesta, 7natol baó la cabeza, como si estuviera confundido ! avergonzado por sus manifiestas contradicciones$ (ero en realidad se sentía íntimamente satisfecho por haberse atrevido a dar aquel decisivo paso sobre la cuerda floa, sobre el alambre circense de la literatura$ espu"s, comenzó a perderse$ e imaginó en un bosque de pinos ! ha!as, en un paisae lluvioso, rodeado de ardillas que se mofaban de "l$ El bosque era tenebroso ! en la madera de los 0rboles había le!endas grabadas en letra impresa$ ecidió que había llegado la hora de retirarse prudentemente, la hora de desaparecer$ e despidió de >vulac ! alcanzó la calle, comenzó a caminar bao la lluvia de =mbertha, pensativo$ io vueltas a la idea de que su novela !a no podía ser recobrada, pues ahora pertenecía al mundo, que por fin sabría, a trav"s de una voz e#tranera, de la mezquindad ! miseria moral que reinaba en la isla de =mbertha$ =n sentimiento de p0nico le acompañó hasta el portal de su casa$ (ero se trataba de un p0nico fingido, provocado artificialmente por el propio 7natol$ e disponía a entrar !a en su casa cuando de repente se golpeó teatralmente con las manos en la frente ! simuló que acababa de recordar que se encontraba sin tabaco$ ' entonces, mientras anochecía, dirigió sus pasos hacia el cercano caf" 7sha, en cu!a antesala )nunca 7natol solía pasar de ella. había un luminoso 6ios6o con un vieo cartel en el que podía leerse: &abaco ! (rensa$ Esas dos palabras unidas le producían siempre una inmensa sensación de felicidad, porque leer ! fumar eran sus dos actividades favoritas ! porque, adem0s, aquella inscripción era como una señal confortable en el desierto ciudadano, pues le indicaba que se hallaba a dos pasos de su muer, de su pipa ! de sus libros, de su hogar$ En contra de su m0s elemental costumbre, 7natol se perdió en el interior del local$ &abaco ! prensa en ristre, abordó a un camarero que le pareció que tambi"n andaba perdido por allí, ! le preguntó qu" clase de secreto era el que ocultaban detr0s de la puerta del fondo del bar ! por qu" desde hacía años "sta permanecía
misteriosamente cerrada$ 7natol, que sabía perfectamente que por la puerta trasera del bar pasaba a diario una verdadera multitud, escuchó con simulado inter"s las e#plicaciones del camarero: ?(or esa puerta pasa cada día m0s gente que por la mismísima +ía +hico$$$ '+o ve que lleva al Aalleón de la AhinaD ?vulac$ ?Enemigo 7natol ?le dio "ste medio bromeando, pero tambi"n bastante en serio?, es usted un verdadero animal, permítame que le hable así$ Esto! le!endo su novela, ! nos dea mu! mal$ (ero Cqu" tiene usted contra nosotrosD a verdad es que nunca imagin" que fuera usted tan e#tranero$$$ >ubo una larga pausa en la que tal vez >vulac estuvo esperando alguna seria ustificación por parte de 7natol, pero "ste permaneció en riguroso silencio$ ?(ero en fin ?prosiguió >vulac?, se trata de un te#to valioso, para qu" negarlo, ! nosotros somos m0s liberales de lo que usted cree, así que lo publicaremos$ Es m0s, tiene usted que firmarme un contrato en e#clusiva, quiero asegurarme los derechos de sus pró#imos libros$ @lvídese de la pensión con la que pensaba vivir tras su ubilación, ! alegre esa cara, hombre, fírmenos el contrato de su vida, ! decídase a ser feliz entre nosotros$ (or un momento fue como si 7natol hubiera previsto desde hacía !a mucho tiempo que >vulac le hablaría de esa forma, porque le contestó en un tono mu! ceremonioso, como si recitara un papel aprendido de antemano: ?>allar0 la puerta de mi casa abierta, amigo >vulac, mi muer se la franquear0 con sumo gusto, encontrar0 todas las estancias iluminadas, ! en una de ellas, en la que hasta el día de ho! fue mi estudio, hallar0 la llave que abre el ba1l en el que descansa el resto de mi obra secreta$ El ba1l es su!o$ a isla es bella$ En mi escritorio hallar0 un documento que atestigua que el ba1l es su!o ! de la isla entera$ >izo una breve pausa, mientras contemplaba a trav"s de la ventana la fila de palmeras ! de bancos de piedra del muelle de Europa$ ' luego, añadió murmurando entre dientes ! con voz mu! baa ! casi imperceptible: ?' que os sea leve, porque os deo seis perfectas bombas de reloería$ ?CAómo diceD Cigue ahí, 7natolD ?í, pero por poco tiempo$ (orque el autor se va$ es deo el ba1l, que es lo 1nico que interesa$ 7natol colgó el tel"fono$ (ensó: a obligación del autor es desaparecer$ &omó sin prisas el caf", observó que había deado de llover, ! poco despu"s se perdió en
la oscuridad del muelle de Europa$ (ensó: >a! personas que siempre se encuentran bien en otro lugar$ 7l mediodía del día siguiente, en alta mar, el sol calentaba cada vez con m0s violencia, el alquitr0n derretido se escurría por las paredes, el mar era azul, ! el agua utilizada para lavar el puente se evaporaba directamente hacia el cielo tambi"n azul$ El capit0n del barco apareció sobre el puente de mando, se moó un dedo, ! comentó que !a se lo imaginaba, que la brisa estaba descendiendo ! que mu! pronto podría cambiar de dirección el viento$ 7natol, que lo o!ó, blasfemó en una larga ! obscena frase que contenía cinco haches que "l pronunció tan e#ageradamente aspiradas como pudo, ! despu"s sonrió$ El capit0n repitió lo de la dirección del viento, ! 7natol entonces descendió, sin prisas, por la escalera que conducía a la 1nica zona refrigerada del barco, ! allí se perdió$
$AS N"C%ES DE$ IRIS NE(R"
a cosa meor que ha hecho la le! eterna es que, habi"ndonos dado
una sola entrada a la vida, nos ha procurado p rocurado miles de salidas$
"neca, "artas morales a Lucilio
Escucho el oleae mientras siento que toda la tarde cabe en una mirada, en una sola mirada de sosiego$ 7unque a mí sólo me atrae la muerte, debo reconocer que me encuentro bien aquí, en (ort del +ent, tan cerca de la vida$ Esto! bien aquí, en mi tierra ! unto al mar, del que nunca debí alearme tanto$ El mar siempre me ha dado ?escucho ahora su rumor mientras fumo tendido sobre la cama? la sensación de ser algo así como un organismo unitario, ! esto me tranquiliza$ Me gusta mucho el mar$ Estar cerca del mar, sobre el mar, por el mar$ iento ante "l una sensación de libertad, probablemente engañosa, pero a tener en cuenta: la ilusión de vivir$ os 1ltimos meses en Madrid han sido un infierno$ ' no sólo por todo el drama de la separación ! divorcio de Marta, ! la consiguiente crisis profunda$ emos venido +ictoria ! !o a este rincón de la Aosta 5rava porque ella quería conocer el pueblo donde su desconcertante padre ?al parecer, hombre de notable mal genio ! persona algo tocada por la tramontana, el viento de su infancia ? pasó los 1ltimos meses de su vida, dedicado a la e#plotación de unas pequeñas tierras heredadas ! a la memorización ?supongo que por puro capricho? de equipos de f1tbol españoles de segunda o tercera fila$ +ictoria no llegó nunca a conocer a su estrafalario padre, pues unos meses antes de que ella viniera al mundo en la ciudad de 5uenos 7ires ?de eso har0 pronto veinte años? una grave disputa matrimonial !, sobre todo, un 1ltimo ! definitivo ataque de mal genio ! de locura tramontanesca hicieron emprender al padre el camino de regreso a Aataluña, de0ndolo todo, absolutamente todo ? incluida incluida la esposa esposa ! los siete hios bonaerenses? bonaerenses? para instalarse instalarse en su villa natal, (ort del +ent, donde a los pocos meses de su llegada, con todas las alineaciones secundarias del f1tbol español aprendidas de memoria, moriría al perder pie en lo alto de la iglesia del pueblo, cuando actuaba de e#tra en la 1ltima película que se rodó aquí en este barrio que antaño fue escandaloso por bohemio ! del que, en opinión del señor ;borra, el dueño de esta fonda, !a tan sólo queda la memoria del fracaso general de sus torturadas, hermosas ! malditas noches$ 7 +ictoria la conocí el año pasado cuando cruc" el charco para ir a ugar con la selección a la cancha del 8iver$ +ino al hotel a entrevistarme !, despu"s de e#pla!arme !o a gusto acerca de mis inquietudes intelectuales )«tan raras en un futbolista, lo s"%, le repetí varias veces. ! tambi"n acerca de mi inminente retirada de los campos de uego, ella me habló de su padre catal0n ! de la afición de "ste a memorizar equipos sin relieve$ Me contó tambi"n ?! me pareció bastante cómico, pero reprimí mi risa, porque ella lo dio con verdadera tristeza? que el te#to de la 1ltima carta que su padre había enviado a 5uenos 7ires era una sarta de insultos dedicados a su muer, seguidos de una e#travagante posdata en la que se limitaba a reproducir la alineación titular del Aentro de eportes abadell de la temporada 34PQ2PR$ 'a desde el primer momento surgió entre los dos una corriente de mutua !
sincera simpatía ?el amor llegaría algo m0s tarde? que a mí de repente me llevó a acompañarla, sin saber mu! bien por qu", hasta la puerta del hotel !, una vez allí, cuando !a estaba estrechando su mano para despedirme, me llevó tambi"n a darle un tímido beso en la meilla ! poco despu"s a fugarme de la concentración del equipo nacional para acompañarla durante unos minutos por las calles de la 8ecoleta, entrando en el cementerio que da nombre al barrio, donde baamos la vista ! nos demoramos, al caer la tarde, entre las lentas filas de los panteones$ a pausada fatiga de los colores de la tarde ! la melancolía propia de la hora crearon un clima adecuado para que +ictoria me contara su íntimo ! cruel drama$ a hecho una breve pausa para contemplar el mar, ! luego se ha sacado del bolsillo de su americana unos vieos papeles$ ?Me has preguntado de qu" ha! que preservar a +ictoria$ (ues bien, en primer lugar, ! tal como te digo, de la versión enloquecida de =li, una visión hist"rica ! mentirosa, cargada de profundo remordimiento por no haberse quitado la vida en su momento$ (ero tambi"n ha! que preservar a +ictoria de cosas como este vieo documento, por eemplo$ Me ha entregado unas amarillentas hoas cosidas con hilo blanco, ! en las que había sido escrito en tinta roa este encabezamiento: «;nforme confidencial sobre el aroma suicida, sereno ! cl0sico, que envolvió la desaparición del S$% ?5asta que leas los primeros p0rrafos ?ha dicho?, ! !a te har0s una idea de por dónde van los tiros$ ?Es de la incumbencia de todos los socios$$$ ?he comenzado a leer en voz alta$ ?a! mucho humo ?es natural? en la casa$ 'o fumo cigarro tras cigarro ! lanzo las colillas al vieo ! entrañable ventilador que nada ventila el pobre, aunque ho! no hace falta que lo haga, pues el día es casi frío ! est0 mu! nublado ! no falta mucho para que empiece una buena tormenta$ anzo los restos del vicio ?las colillas bien apuradas? como si nada, contra el ventilador que no ventila nada$ (ero ho! no s" si es mu! apropiado decir tanto la palabra nada$ Esto! mu! nerviosa ! no puede decirse que no pase nada$ ' encima, la abuela me mira con infinita rabia$ ?Esto! esperando, 7na María, a que me e#pliques por qu" me has deado sola estos tres días ?me dice, ! se la ve realmente mu! molesta conmigo$ &odavía est0 mi maleta en el pasillo$ 7cabo de regresar de mi viae de fin de semana a Aerler, el pueblo m0s alto del (irineo aragon"s$ Mi abuela, que espera la inmediata e#plicación, me mira con severidad, ! traga humo$ 'o esto! sentada en
el sof0, ! fumo$ &rato de calmarla cuando lo que debería hacer es, de entrada, calmarme a mí misma$ (orque he vuelto deshecha, completamente destrozada, desesperada$
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