SUELOS DEL PERÚ
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SUELOS DEL PERÚ 1.- CLASIFICACIÓN NATURAL DE LOS SUELO DEL PERÚ: -
Desierto costero (región “yermosólica”).
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Flanco occidental de la cordillera de los Andes (región “lítica”).
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Zona altoandina (región “paramosólica”).
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Valles interandinos altos y zonas interandinas (región “kastanosólica).
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Borde oriental boscoso o selva muy alta (región “litocambisólica”).
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Flanco oriental boscoso (región “acrisólica”).
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Llanura amazónica o selva baja baja (región “acrisólica ondulada). ondulada) .
1.1 DESIERTO COSTERO (REGIÓN “YERMOSÓLICA”) Esta región (del español “yermo”: desierto, desolado), comprende esencialmente la faja costera del país. Abarca a 53 valles irrigados, amplias planicies o “pampas” sedimentarias, sedimentarias, cerros y colinas bajas, terrazas marinas elevadas sobre 1000 metros de altitud, formaciones dunosas y las laderas más bajas del flanco occidental de la cordillera de los andes, donde desarrollan los ecosistemas conocidos como “lomas”.
1.2 FLANCO OCCIDENTAL DE LA CORDILLERA DE LOS ANDES (REGIÓN “LÍTICA”) Esta región (cuya denominación se deriva del vocablo griego “lithos”: piedra), incluye en su mayor parte a suelos superficiales que reposan sobre rocas. Muchas veces las rocas se encuentran expuestas. Comprende el formidable bastón occidental de la cordillera de los andes, desde los 1000 hasta los 5000 metros de altitud m.s.n.m. El relieve de la región es abrupto y disectado, con pendientes extremadas, muchas veces mayores del 70%. El clima es denominado árido a semiárido, aumentando en pluviosidad en relación directa con la mayor altitud sobre el nivel del más. En general, las precipitaciones no llegan a ser mayores de 500mm anuales. La mayor parte de los suelos de la región, son superficiales. En las partes más bajas existen también inclusiones de suelos arenosos, así como de suelos más estables que contienen calcio en el subsuelo. En general, la topografía es desfavorable y no permite el desarrollo de agricultura diversificada; por el contrario, es muy reducida y fraccionada, limitándose a los estrechos fondos de valles y a las laderas en donde se prosigue utilizando antiguos artificios para el cultivo, como son los andenes, siempre y cuando se encue ntren en lugares próximos a fuentes de agua.
1.3 ZONA ALTOANDINA (REGIÓN “PARAMOSÓLICA”) Comprende las punas o regiones parámicas, de clima definidamente frio, que se encuentran comprendidas entre 4000 y 5000 m.s.n.m. Las temperaturas son menores de 6°C en promedio anual, y las precipitaciones mínimas son de 250mm. En los bordes occidentales y próximas a 2000 mm. En las zonas contiguas a la ceja de selva. Las zonas Norte y Centro Suroriental, son las más húmedas de la región, no así la extensa zona meridional y suroccidental, que se distinguen por su
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mayor sequedad, evidenciada en su cubierta vegetal xero fistica típica, donde predomina la especie conocida como “tolar”. Las partes más húmedas de esta región presentan, en cambio, un tapiz vegetal de pastos naturales y otras plantas herbáceas y especies semileñosas perennes. Por sus condiciones climáticas, la región es apta para el desarrollo de la actividad pecuaria, principalmente lanar, es decir camélido y ovino.
1.4 VALLES INTERANDINOS ALTOS Y ZONAS INTERANDINAS (REGIÓN “KASTANOSÓLICA) En esta región predominan suelos genéricamente denominados “castaños”, cuya superficie presenta dicho color. Abarca la mayor parte de mesetas, laderas, valles interandinos altos e intermedios que se encuentran comprendidos dentro de la cordillera de los Andes. Esta región ocupa el piso altitudinal comprendido entre 2,200 y 4000 m.s.n.m donde las temperaturas varían entre 18° y 6°C de promedio anual de menor a mayor altitud, mientras que la precipitación oscila entre 250mm y 1000mm. En la región existe gran acumulación de materiales sedimentarios, principalmente de areniscas y calizas; estas últimas son las responsables de la fertilidad natural de los suelos dominantes. Esta región incluye a suelos de textura media, más o menos profundos, cálcicos de reacción alcalina y color rojizo. Todos estos suelos son bajos en nitrógeno, muchos de ellos se encuentran “decapitados”; es decir privados de su cubierta superficial por acción del uso intensivo y de la erosión a través de los siglos. En las zonas de pendientes empinadas que matizan la región, predominan nítidamente los “litosoles” y los suelos donde priman los materiales calcáreos.
1.5 BORDE ORIENTAL BOSCOSO O SELVA MUY ALTA (REGIÓN “LITOCAMBISÓLICA”) Esta región es así denominada por agrupar a suelos superficiales y de morfología transicional. Comprende la parte más elevada o superior del borde oriental boscoso de la selva alta. Abarca una faja de tierras muy divididas o disectadas, dispuestas en pendientes extremadamente empinadas y escarpadas, que se extienden entre los 2,200 y más de 3600 metros de altitud. El clima se caracteriza por su alta nubosidad. Los suelos son mayormente superficiales asociados estrechamente con suelos de desarrollo incipiente. Son suelos de naturaleza acida o calcárea, de texturas medias o finas, escasa a relativa profundidad, en cuyos perfiles se parecía cerca de la superficie, un horizonte de formación incipiente, de tonalidades amarillas.
1.6 FLANCO ORIENTAL BOSCOSO (REGIÓN “ACRISÓLICA”) La denominación de esta región procede del latín “acris” (muy acido), por la evidencia de una descomposición del material parental y su naturaleza ácida. La regia cuenta con un relieve escarpado, pero los suelos son más profundos y desarrollados que los de la re gión anterior. En esta región existen principalmente suelos profundos de tonos amarillos y rojizos, ácidos y con buen drenaje, suelos arcillosos muy profundos.
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1.7 LLANURA AMAZÓNICA O SELVA BAJA (REGIÓN “ACRISÓLICA ONDULADA) Es la más extensa de todas las regiones geoedáficas. Comprende en su integridad a la vasta penillanura amazónica o selva baja. Presenta una altitud media inferior a 300 m.s.n.m. el clima corresponde al cálido húmedo, la vegetación predominante es típica de los bosques tropicales húmedos; es decir heterogéneos y enmarañada. Los suelos más representativos y extendidos de la región varían según el paisaje que se trate. En el aluvial más reciente existen los “fluvisoles” y “gleisoles”.
2.- USO ACTUAL DE LA TIERRA EN EL PERU Región Costa Tiene una extensión aproximada de 5.6% de la superficie territorial de la región costa (13 millones de Ha) Es decir representa una disponibilidad agrícola por habitante de 0.8%. La agricultura de distribuye esencialmente, en los 52 valles que cruzan el desierto costero donde los productos más resaltantes son el algodón, caña y arroz, así como también el maíz y una diversidad de cultivos hortícolas y frutícolas. Estos valles presentan una zona central o parte media del valle con un cultivo extenso que lo tipifica; la parte superior del valle donde se produce un agudo estrechamiento, aparecen los cultivos frutícolas; y la parte baja o inferior del valle presenta un molde de cultivos diversificados y de pastizales, localizándose problemas de salinidad y mal drenaje.
Región Sierra Presenta una superficie estimada de 1 500 000 Ha, es decir, 3.9% de la superficie territorial de la región cordillera distribuidos, esencialmente, en los valles interandinos que se extienden entre los 2 000 metros hasta cerca de los 3 800 m. de elevación, configurados por una marcada estratificación de los cultivos en base a los cambios climáticos-ecológicos. En este sentido (desde el fondo del valle hacia arriba), aparecen los cultivos netamente subtropicales (caña de azúcar, cítricos, etc.) seguido de cultivos frutícolas de hueso (zonas temperadas) para dar paso a cultivos intensivos como el maiz, cereales de grano chico, papa, tuberosas menores, leguminosas comestibles y quinua, que representan el grueso de la actividad agrícola bajo el régimen de secano(se utiliza el agua únicamente la que proviene de la lluvia) de esta región. Sus rendimientos son tradicionalmente bajos, requiriéndose acciones muy concretas como mejoras en la tecnificación de riego, para lograr un mejoramiento notable de su actual producción. Es también aquí donde aparecen en gran extensión las tierras de descanso o barbecho cuya superficie ha sido estimada entre 400 y 500 mil Ha.
Región Selva La región más extensa del país con una superficie de uso de la tierra para la agricultura del orden de 440 000 Ha o el 0.6% de la extensión territorial de esta región amazónica tropical húmeda (75 millones de Ha). Resultando una disponibilidad agrícola o relación hectárea agrícola por habitante de 0.23, índice superior al resto del país. Los cultivos tanto intensivos como permanentes son netamente subtropico y trópico húmedo, localizados fundamentalmente a lo largo de las tierras aluvionicas extendidas sobre las márgenes de los principales ríos amazónicos.
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Los rendimientos actuales pueden ser notablemente incrementados mediante un conjunto de acciones que al lado de las prácticas agronómicas y de conservación de las tierras se sumen a una infraestructura apropiada de servicio, política crediticia así como de asistencia técnica. El paisaje ondulado, con sus colinas y cerros bajos, presenta suelo de texturas finas (arcillosos), muy profundo, desarrollados y meteorizados, de naturaleza acida y por lo tanto poco fértiles. Se encuentran aquí incluidos los “acrisoles” muy arcillosos. Hacia el oriente, próximo a los límites con Brasil, probablemente dominan los “ferrasoles”, suelos arcillosos con alto contenido de sesquióxido de fierro y aluminio. Los suelos de la Selva Baja requieren de técnicas y tratamientos especiales para su manejo adecuado y producción económica, por encontrarse en un medio ecológico tan especial. El principal potencial agrícola de la región, se centra en aquellas áreas de condiciones climáticas menos húmedas, donde es posible el desarrollo de cultivos permanentes, principalmente, como el cacao, jebe, plátano, cultivos de e species textiles y oleaginosas; y cultivos intensivos, como la yuca, el arroz y también el maíz. Asimismo, es posible el desarrollo de la ganadería vacuna de carne. Sin embargo, debe anotarse que la principal vocación de los suelos de esta región, es la producción sostenida del recurso forestal y que cualquier transformación radical del bosque para fines de actividades agrícolas y pecuarias, conlleva un drástico cambio en el medio natural. Lamentablemente, y contrariamente a la persistente creencia de que la Selva Baja posee extensas zonas aptas para la actividad agropecuaria, son limitadas las áreas de este ecosistema que permiten transformaciones substanciales. Las zonas susceptibles de transformarse requieren incuestionablemente de una constante atención y juicioso manejo del medio ecológico, ya que de lo contrario se produciría un empobrecimiento de la tierra que daría paso a un proceso generalizado de desertificación.
3.- POTENCIAL DE LOS SUELOS DEL PERÚ La determinación del potencial de los suelos del Perú ha sido realizada de acuerdo a la proyección de los datos disponibles sobre su capacidad de uso mayor (La capacidad de uso de las tierras o potencial agropecuario, se establece según el Reglamento de Clasificación de Tierras por Capacidad de Uso Mayor, del Ministerio de Agricultura). Es necesario tener en cuenta que los estudios de ONERN en cuanto al recurso suelo en el Perú, cubre hasta la fecha alrededor de 50 000 000 Ha., es decir poco menos de 40% del territorio nacional. Sin embargo, debe señalarse que el área estudiada comprende regiones seleccionadas precisamente por su mejor potencial de tierras y, por tanto, debe representar aproximadamente entre 60 y 70% de la superficie utilizable. En segundo término, se debe tener presente que los estudios realizados corresponden a varios niveles de detalle, es decir, racionamientos, semidetallados y detallados, con clara predominancia de los primeros. A medida que prosigue inventariado el recurso suelo en el país, va acumulándose mayor información sobre la clasificación de las tierras, la misma que va mejorando progresivamente la información disponible. Esto significa que la información sufre continuos reajustes y por lo tanto, los datos que se proporcionan no pueden ser considerados, modo alguno, como definitivos. Por todas estas razones, la información disponible ha sido analizada cuidadosamente a fin de compatibilizar criterios y llegar a cifras que proporcionen un aceptable grado de confiabilidad, de modo que su interpolación y extrapolación a las áreas no estudiadas conserven calidad. Esta metodología ha sido apoyada con reconocimientos de campo e interpretación de imágenes tales como fotografías aéreas (diversas escalas), de radar y de satélite.
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Esta tarea ha permitido ya elaborar el Mapa de Clasificación de las Tierras del Perú, a la escala de 1:1 000 000 de acuerdo a los parámetros establecidos en el Reglamento de clasificación de las Tierras por su Capacidad de Uso Mayor (ONERN, 1982).
3.1 Clasificación de los suelos por su capacidad de Uso Mayor La capacidad de uso mayor de las tierras, se basa en las limitaciones permanentes de los suelos para poder mantener actividades agrícolas, pecuarias o forestales dentro de márgenes económicos. Los factores que fijan estas limitaciones, son las condiciones climáticas o bioclimáticas dominantes, los riegos de erosión (condicionados por la topografía y pendiente), las características del suelo en si (propiedades físicas, morfología, salinidad, alcalinidad, fertilidad y otros aspectos propios que inciden en la productividad y las condiciones de drenaje y humedad (presencia de niveles freáticos elevados, peligro de inundaciones, presencia de capas densas poco permeables en el subsuelo). Los grupos de Capacidad de Uso Mayor, Reúnen a los suelos de acuerdo a su vocación máxima de uso. Es decir, integran suelos que presentan características y cualidades similares en cuanto a su aptitud natural para la producción, ya sea de cultivos en limpio, o intensivos, permanentes, pastos, forestales de producción o para fines de protección. Es asi como el sistema establece 5 categorías principales: a) Tierras aptas para Cultivo Limpio Son las mejores tierras, que reúnen condiciones ecológicas que permiten la remoción periódica y continuada del suelo para el sembrío de cultivos de corto periodo vegetativo o intensivos ( es decir, que permanecen en el terreno desde su siembra hasta la cosecha por menos de un año, tales como las hortalizas, por ejemplo), dentro de márgenes económicos accesibles. Además, las limitaciones, necesidades y prácticas de manejo y conservación, no son mayores. El Perú dispone solamente de 4 902 000 Ha. (3.81%) de estas tierras, distribuidas en sus 3 regiones naturales continentales (ver cuadro N°1-s y Grafico N° 2-S).En la costa existen principalmente en los valles irrigados, donde ocupan la mayor parte de su superficie. En la sierra, se les encuentra en zonas de topografía suave y de fondos de valles abrigados; y en la Selva, en las terrazas de formación reciente, a lo largo de los principales ríos (ver cuadro N° 2-S). Precisamente, gracias a la cálida de sus suelos y al clima favorable a lo largo del año, los valles de la Costa contribuyen actualmente con aproximadamente 50% del producto bruto agrícola nacional. Sin embargo, es necesario remarcar que si bien las tierras de este grupo son las de máxima potencialidad productiva del país es necesario que esta se preserve, para lo cual son imprescindibles las prácticas de manejo y conservación, que incluyan el uso de fertilizantes nitrogenados y fosfatados, principalmente. Por su alta calidad agrícola, estas tierras pueden destinarse también a la fijación de cultivos permanentes, pastos o a la producción forestal, cuando en cualquiera de estas formas se obtenga un rendimiento económico superior al de su utilización con fines de cultivo en limpio o cuando el interés del Estado así lo exija.
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b) Tierras Aptas para Cultivo Permanente Son aquellas cuyas condiciones ecológicas no son adecuadas para la remoción periódica y continuada del suelo, pero que permiten la implantación de cultivos perennes y semiperennes (como es el caso de los árboles frutales), bajo técnicas económicamente accesibles a los agricultores, sin menoscabo de la capacidad productiva del recurso ni la alteración del régimen hidrológico de la cuenca. Las limitaciones que presentan las tier ras de este grupo, no permiten que en ellas se conduzcan cultivos en limpio en condiciones económicamente favorables. Cubren una reducida superficie del país, aproximadamente 2 707 000 Ha (2.11%). Se distribuyen en las tres regiones naturales continentales, como se aprecia en los Cuadros N° 1-S y 2-S, siendo significa su extensión en la Costa y en la Selva. En la costa, se ubican principalmente en las cabeceras de los valles irrigados y en algunas pampas o desiertos interfluviales. En la sierra, se encuentran en algunos valles de topografía relativamente suave; y en la Selva, en ciertos valles inter montañosos de la Selva Alta y en lomadas y terrazas de los valles del s emiplano amazónico. Sus principales limitaciones están referidas a las características morfológicas del suelo (escasa profundidad, pedregosidad), a la baja fertilidad natural o a características topográficas algo desfavorables. Las limitaciones que presentan las tierras de este grupo no permiten que en ellas se conduzca cultivos en limpio en condiciones económicamente favorables. Sin embargo, es posible destinarlos al cultivo de pastos o la producción forestal, cuando ello se justifique económica o políticamente. Las prácticas de manejo más recomendables para su mantenimiento, están relacionadas principalmente con obras de ingeniería agrícola y conservación (nivelaciones, mejoramiento de la infraestructura de riego, control de la erosión, desempiedro y otras). El uso apropiado de estos suelos varía de acuerdo con el tipo de limitación. En términos generales, su capacidad productiva puede ser mantenida y mejorada con el cultivo de distintas especies de frutales y de otras especies arbustivas y semiarbustivas, exóticas y nativas, en asociación con cultivos de cobertura. c)
Tierras Aptas para Pastos (P)
Son tierras que no reúnen las condiciones ecológicas mínimas requeridas para cultivos en limpio y permanente, pero que permiten la implantación de pastos cultivados o el uso de pastos naturales bajo técnicas económicamente accesibles a los agricultores, sin deterioro de la capacidad productiva del recurso ni alteración del régimen hidrológico de la cuenca. Ocupan el tercer lugar en cuanto a extensión, abarcando aproximadamente 17 916 000 Ha., es decir 13.94% de la superficie territorial del país. Si bien presentan una amplia distribución dentro del territorio nacional, las extensiones más vastas (referidas principalmente a pastos naturales), se localizan principalmente en las regiones alto andinas, sobre 3 900 m.s.n.m. En la Costa, aparecen en las “lomas”, así como asociadas con bosques de algarrobos en las regiones de Piura y Lambayeque. En la selva, se considera a todas aquellas áreas de bosques naturales que reúnen condiciones topográficas y ecológicas favorables para su transformación en pastizales cultivados o naturales y, consecuentemente, poder mantener una actividad pecuaria permanente y económicamente productiva. Los suelos de esta clase presentan limitaciones severas que los hacen inapropiados para fijar racionalmente cultivos en limpio y permanentes. Las limitaciones más importantes están vinculadas estrechamente al suelo (exceso de sales, grava, baja fertilidad natural, alto grado de
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acidez), el drenaje (problema que presenta prioritariamente en la Selva, en la costa y en menor proporción en la sierra) y el clima, entre otros factores. El área con mayor potencial de pastos naturales en el Perú, es la región alto andina. Es conveniente remarcar que estos suelos deben se r utilizados con sumo cuidado, evitando el sobrepastoreo y realizando quemas ocasionales para la rehabilitación de los pastos, además de investigaciones profundas para el mejoramiento de pastos cultivados y adaptación de nuevas variedades. En la Costa, los pastos deben tener un uso temporal, durante la época de su mayor desarrollo, posteriormente a la estación lluviosa. Finalmente, en la Selva el uso de los suelos amazónicos para fines pecuarios, requiere de sistema de manejo que se adecuen al medio ecológico tropical húmedo, teniendo en cuenta que el ganado vacuno es exótico a este ecosistema. También es preciso tener presentes las dificultades que existen para la fijación de pastizales en los suelos amazónicos, debida a su fuerte meteorización, acidez y baja fertilidad, principalmente, así como a problemas topográficos, a las fuertes alteraciones físicas del suelo por efecto del pisoteo del ganado (compactación o apisonamiento), a la formación de pastos nativos de escaso valor nutritivo y a la invasión rápida y persistente de malezas de difícil control. Por todas estas razones, estas tierras pueden permanecer como forestales cuando el interés económico y político así lo requiera. d) Tierras Aptas para Producción Forestal (F) Son tierras que no reúnen las condiciones ecológicas requeridas por los cultivos en limpio, permanentes o por los pastos y que solo permiten la producción de maderas y otros productos forestales, siempre que sean manejadas tecnificadamente para no causar disminución en la capacidad productiva del recurso ni alterar el ré gimen hidrológico de la cuenca. Las tierras aptas para producción forestal, son las más representativas del país, alcanzando a 48 696 000 Ha., es decir, alrededor de 37.89% de su superficie territorial. De esto se desprende que la mayor potencialidad del país corresponde al recurso forestal. Se localizan fundamentalmente en la vertiente oriental boscosa, comprendiendo la Selva Alta y adquiriendo su máxima expresión en la Selva Baja o penillano amazónico. En la Sierra, antiguamente forestada, existe por este motivo una significativa proporción de tierras con aptitud para la reforestación, con fines de producción y de protección, que es necesaria para salvaguardar las cuencas y prevenir la intensa sesión hídrica. En la costa, se dispone del bosque seco del noroeste, que se extiende a través de los departamentos de Tumbes, Piura y Lambayeque, principalmente en los dos primeros. Desde el punto de vista edáfico, los suelos comprendidos dentro de este grupo dos situaciones diferentes en cuanto a su aptitud forestal. En primer término, se tiene a las tierras de la Selva (Alta y Baja) y sus variaciones en cuanto a sus características edáficas, que tienen relación con el desarrollo de determinadas especies de valor comercial. Se tiene así, el caso de las palmeras “aguaje”, que desarrollan en bajitos, áreas hidromórficas o aguajales ubicados a lo largo de las áreas aluviales ubicados a lo largo de las áreas aluviales principalmente reciente de la Selva Baja. En esta misma zona, en las áreas más cercanas a los cauces fluviales, se observa especies como el “cetico” y la “requia”. En los suelos aluviales antiguos y espacios interfluviales de la misma región, predominan especies de valor maderero como la “caoba”, el “cedro”, el “tornillo”, la “mohena”, el
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“ishpingo”, entre otras. En la Selva Alta, existe un predominio de especies de maderas duras, como el “nogal”, la “quinilla” y otras de valor comercial, como el “ulcumano”. En segundo término, se tienen las tierras forestales andinas, que se encuentran ubicadas en las áreas marginales para la agricultura y el pasto. En realidad, se trata de zonas que estuvieron forestadas en el pasado y que actualmente presentan aptitud para la reforestación. Así es como en toda la región andina existen apenas 80 000 Ha. de bosques naturales, a manera de relictos, lo que representa menos de 0.5% de la superficie de la región; estimándose que existan algo más de 7 000 000 Ha. (poco menos de 20%) con aptitud para la reforestación. Por sus características dominantes, los suelos de este grupo pueden ser utilizados únicamente para fines de foresteria de producción o de protección, esto último cuando el interés del Estado así lo exija. e) Tierras de Protección (X) Constituyen todas aquellas tierras que no reúnen las condiciones ecológicas mínimas requeridas para cultivos intensivos, permanentes, de pastos y producción forestal. Se incluye dentro de este grupo a los picos, nevados, pantanos, playas, cauces de rio y otras tierras que pueden presentar vegetación diversa, herbácea, arbustiva o arbórea, pero cuyo uso no es económico ni ecológicamente recomendable. La extrema agresividad geomorfica que tipifica, se pone de manifiesto en la superficie territorial que abarca este grupo de tierras: 54 300 560 Ha., es decir 42.25%. Su distribución es muy amplia a lo largo y ancho del país. El uso más apropiado de estas tierras debe estar orientado a la protección de cuencas hidrográficas, la vida silvestre, los valores escénicos, el turismo y la recreación, asi como la investigación científica y otros que impliquen beneficio colectivo o de interés social. También resulta importante que, en lo posible, dicha forma de utilización recaiga dentro de la concepción de una política de manejo integrado con otr as tierras de vocación agrícola, pecuaria y forestal. CUADRO
4.- Análisis comparativo entre el uso actual y potencial de las tierras La superficie actual cultivada en el país bordea los 2.7 millones de Ha. (2.1% de la extensión territorial) y un total de tierras cultivables de 7.6 millones de Ha. (6% del territorio nacional) que representa nuestra máxima frontera agrícola a las luces de las ultimas evaluaciones realizadas (ONERN, 1982). De esto se desprende que solo el 36% del potencial total agrícola se utiliza, quedando un margen restante de 64% que constituye un ámbito de 4 880 000 Ha. de tierras por incorporarse. Esta extensión adicional de tierras cultivables podrá parecer escaso; pero, representa un área superior a las superficies territoriales de los Países Bajes (Holanda) y Dinamarca en forma individual, países estos eminentemente agrícolas por unidad de área. Aun mas, cabe indicar que la suma de ambas extensiones territoriales coincide con nuestro total cultivable nacional y que la población de dichos países es de 20 millones de habitantes, cifras poblacional idéntica a la del Perú (1984).
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Lo arriba expuesto hace reflexionar que el desarrollo de nuestra agricultura, dentro de un contexto integral, no debe estar exclusivamente dirigido a la cuantía del rec urso suelo agrícola y su expansión, sino a la eficiencia o la optimización con que este sea manejado. Este aspecto, paralelo a las acciones encaminadas a la incorporación de nuevas tierras, juega un rol decisivo y fundamental si se desea utilizar nuestra riqueza agrícola dentro de márgenes auténticamente económicos y continuados. Un análisis comparativo entre el uso actual con el potencial o total de tierras agrícolas por regiones naturales se ilustra en detalle en e l cuadro N° 2-S, llegando a las siguientes conclusiones:
Región Costa: Esta región representa un total de tierras utilizables de 1 636 000 Ha. es decir, el 12% del área geográfica de dicha región costera, de las cuales 876 000 Ha. representan las tierras nuevas cultivables y, por lo tanto, el incremento real del, agroen esta región. Esto significa que la extensión actual en producción, localizado fundamentalmente en los valles irrigados costeros, puede ser incrementada en 2.1 veces conformando las planicies costeras los nuevos ámbitos eriazos que reúnen tierras favorables para su utilización dentro de una política de riego permanente.
Región Sierra: La región cordillera mantiene, desde tiempo atrás, una sobreutilización del recurso suelo g enerado por la presión demográfica y los desajustes sociales y económicos que gravitan en esta tradicional región deprimida. Las evaluaciones efectuadas establecen que en la Sierra peruana existe un exceso en el empleo de tierra agrícola de aproximadamente 150 000 Ha., quedando área neta el potencial agrícola del orden de 1 361 000 Ha., es decir, el 3.5% de la extensión territorial de esta región.
Región Selva: En base a las ultimas evaluaciones efectuadas en la región amazónica indican que es la que concentra el mayor potencial de tierras apropiadas para propósitos agrícolas, de manera que la extensión actual explotada del orden de 440 000 Ha. puede expandirse hasta 10.5 veces (4.6 millones de Ha.), es decir, arrojando un incremento neto de tierras nuevas 4 160 000 Ha. del 0.6% actualmente en explotación puede pasar a utilizarse el 6.1% de la superficie territorial de la región selva. Dentro de este contexto expuesto merece señalarse que una característica sobre el molde distributivo de los suelos de importancia agrícola del país es su mar cada dispersión o fragmentación, ubicándose en angostas fajas a lo largo de los cursos significativos de aguas representado por los valles aluviales costeros, valles interandinos importantes o aquellas áreas aledañas a los grandes ríos que sesgan la región amazónica. La causa principal de esta notable fragmentación y que no exista en nuestro medio gran ámbito homogéneo de tierra de buena calidad es originado por el gigantesco macizo andino, que irrumpe la continuidad de la cubierta edáfica apta para fines agrícolas y creando, paralelamente, un sinnúmero de microclimas y aislamientos interregionales que actúan como barreras físicas que impiden integrar y aplicar en forma coherente una política en el uso e ficiente y manejo de este vital recurso agrícola. El Perú como país en desarrollo, con problemas de presión demográfica, población creciente y un déficit alimenta rio que obliga a la importación de alimentos básico en detrimento de nuestras divisas, la escasez de tierras actualmente bajo cultivo constituyen un obstáculo crítico y a agudizarse hacia el horizonte 2 000, si no se toman medidas perentorias a menguar dicha problemática. A este respecto, el Gobierno actual consciente de esta problemática, ha iniciado
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acciones concretas al habilitamiento de nuevas tierras en las regiones de la Selva y ocupación del espacio territorial. El aumento de la producción agrícola nacional encaminada a reducir en forma significativa el déficit alimentario y la mal nutrición que padecen gran parte de la población peruana está vinculado a: la intensificación de cultivos; mejoramiento de los rendimientos; e incorporación a la producción de nuevas tierras cultivables. Este aumento de la producción deberá provenir en la intensificación de cultivos en un ámbito de 500 000 Ha. (principalmente Sierra y Selva) y que representa el 18% del total nacional actual en uso; 70%, proveniente de las mejoras de los rendimientos de los cultivos que representa aproximadamente 1 900 000 Ha. distribuidas principalmente en la Sierra y Selva; y el 6 a 12% que representa entre 20,000 y 40,000 Ha. promedio anual de incorporación de nuevas t ierras cultivables a la producción, fundamentalmente en las regiones de Costa y Selva.
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