¡Soy Más Lista Que El Hambre! - Eva Campos Navarro

August 8, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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¡Soy más lista que el hambre! Cómo desbloquearte para conseguir  el cuerpo que siempre has querido y ser más feliz  

Eva Campos Navarro  

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Primera edición en esta colección: noviembre de 2011 © Eva Campos Navarro, 2011 © de la presente edición, Plataforma P lataforma Editorial, 2011 Plataforma Editorial c/ Muntaner, 231, 4-1B – 08021 Barcelona Tel.: (+34) 93 494 79 99 – Fax: (+34) 93 419 23 14 www.plataformaeditorial.com [email protected] Diseño de cubierta: Agnès Capella Sala   El papel que se ha utilizado para imprimir este libro proviene de explotaciones forestales controladas, donde se respetan los valores ecológicos, sociales y de desarrollo sostenible del bosque. Depósito Legal: B.28.038-2012 ISBN EPUB: 978-84-15577-96-6

  Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright , bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de la misma mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o reproducir  algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org).

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 A mis padres y mi hermano, hermano, por su amor incondicional incondicional y su apoyo.  A mis abuelos, apoyándome apoyándome siempre, dondequiera que estén.  A Jes, por construir un mundito mundito perfecto para los ddos. os.  A ti, que has decidido cambiar cambiar tu vida.

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Contenido Portadilla Créditos   Dedicatoria Introducción 1. ¡Viva mi cuerpo serrano! serrano! 2. ¿Cómo como? ¿Cómo como? 3. Acepta Acepta tus retos 4. Yo, yo yo y yo 5. Algunos Algunos casos reales reales 6. Yo me me pienso, luego luego existo Unas úlI: palabras Anexoúltimas Itimas : Registro Anexo II: II: Contrato Agradecimientos Agrade cimientos La opinión opinión del lector  Otros títulos títulos de la colección la colección Ser enfermera enfermera Áfricaa en 10 Áfric 10 palabras

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Introducción   A veces, la guerra contra los kilos de más no es sino una cortina de humo para no lidiar con nosotros mismos.   En la sociedad en la que vivimos parece que la apariencia lo es todo. ¡Y a más de una nos han dicho demasiadas veces «Pero si tienes una cara muy bonita»! ¿Eso significa que si fuera «fea» no merecería la pena? Esta es solo una muestra de nuestro estado social tan superficial. Por eso nos centramos en hacer desaparecer los síntomas en vez de la causa, en adelgazar en vez de analizar las razones que nos han llevado allí, al estado en el que nos encontramos, a veces llegando a la desesperación. Y esta ansiedad por perder esos kilos nos lleva a gastar cientos, incluso miles de euros o dólares en productos adelgazantes,  probar incontables dietas, hacer ejercicio sin control y, en definitiva, posponer la vida que queremos «para cuando esté delgada». Este libro ha sido escrito con gran ilusión y pretende apoyar a las personas que luchan contra esos kilos de más para que busquen sus razones y, una vez identificadas, no se  preocupen por qué se llegó hasta allí. Lo importante es saber qué se quiere hacer con lo que se ha destapado, cuál es el camino que se desea recorrer y celebrar los descubrimientos. ¡Trabaja por ser la persona que quieres ser! Y no dejes que el pasado, que esas razones te bloqueen. Úsalas para saber hacia dónde encaminar ahora tus pasos. Usando técnicas de coaching , ejercicios de intervención desde la psicología, técnicas de pensamiento positivo y de inteligencia emocional, este libro te abrirá la puerta para llegar a donde desees, ser feliz contigo misma y emprender una nueva vida sin complejos ni tapujos. Pero, ante todo, te presento técnicas que usé yo misma para poder  llegar a donde quería: un total de 60 kg menos y una persona plena, sana y feliz. Puede darte la impresión de que el libro está enfocado hacia aquellos casos de  personas que tienen un gran sobrepeso. Sin embargo, sean 3 o sean 60 kg los que te sobran, aprenderás cuál es tu relación con la comida y cómo puedes modificarla para tener una vida más sana, haciendo que mantenerte en tu peso o abordar una reducción de  peso sean algo natural y consciente. consciente. Poco a poco te darás cuenta de que, pese a que este libro está enfocado a los casos de kilos de más, puede apoyarte en muchas áreas diferentes de la vida. Porque la persona, al fin y al cabo, es una, con muchas áreas (pareja, familia, trabajo, cuerpo, desarrollo

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 personal…), y todas esas áreas están están interrelacionadas. Así que ¡descúbrete! Y, descubras lo que descubras, ¡celébralo! Celébralo porque eso forma parte de ti. Celébralo porque es el primer paso para soltar los lastres que, aunque no lo creamos,  pesan más que los kilos. Y verás cómo poco a poco consigues tu objetivo: ser feliz con tu cuerpo. Estoy convencida de que cualquier persona puede perder esos kilos de más. Pero sé,  por experiencia propia, que esos kilos de más se irán cuando seamos capaces de mirar  dentro de nosotros y ver los bloqueos que nos impiden seguir una dieta, crear y conservar hábitos saludables, sacar la fuerza de voluntad necesaria para mantenernos firmes en nuestro propósito de adelgazar y, lo más importante de todo, ser conscientes de qué nos pasa. Este libro presenta casos reales, algunos pertenecientes a compañeras de camino –y a mi propio camino– y algunos a clientes que acudieron a mi despacho de coaching  desmoralizados por no poder conseguir sus objetivos, pero todos ellos tienen algo en común; cuando se dieron cuenta de qué pasaba pudieron escoger qué querían que pasara y decidir cómo querían que pasara. Quizá te identifiques con algunas de las pinceladas de los casos que aquí se recogen, quizás alguno sea exactamente igual al tuyo, quizá tengas un poco de todos ellos, quizá solo de dos o tres de ellos… No hay prototipos exactos, pero deja que cada uno de esos casos de personas que superaron con gran éxito sus barreras te hable, deja aflorar los pensamientos que brotan de tu interior y acéptalos. Trabaja con este libro. Escribe en él, si lo necesitas. Haz los ejercicios, responde a las  preguntas, sin prisas, pero sin pensar demasiado para que las barreras mentales no te lleven al punto de partida. Usa este libro todo lo que necesites. Y, ante todo, disfruta y diviértete en el camino.   ¡Ten la vida que quieres!

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1. ¡Viva mi cuerpo serrano!  Una «gordita feliz»   Yo me miraba en el espejo, ¡y me encantaba lo que veía! Era una mujer de más de 120 kg que, incluso, llegó a reírse de sí misma haciéndose un precioso tatuaje con ironía sobre sus kilos de más. Vestía como si mi cuerpo en vez de 120 kg pesara 75; trajes ajustados, escotes y todo lo que me apeteciera (si había talla) eran para mí. ¡Fantástico! Aceptaba mi cuerpo y lo cuidaba estéticamente como si los kilos no fueran un problema. Además, era una de esas llamadas «gorditas felices». Tenía una buena vida social llena de eventos, fiestas y planes todos los fines de semana. Tenía un buen trabajo en una multinacional. Era atractiva a los ojos de muchos, y yo me sentía como tal. Se podía decir que tenía una vida divertida y plena, en todos los sentidos.   Mentira.   Cuando uno de los planes era hacer algo físico, como por ejemplo trekking   por la sierra, yo me quedaba en casa sin hacer nada o, peor, cocinando y comiendo hasta saciarme, y más. «Como ellos se están divirtiendo, yo me divierto así», me decía a mí misma. Cuando quedaba con alguien para ir de compras, yo siempre decía que no tenía dinero, o que no encontraba nada que me gustase. Y no, me mentía y mentía a los demás; simplemente, no quería probarme nada delante de la gente, porque sabía que no me iba a quedar bien. Cuando íbamos a algún local a bailar, yo me quedaba agazapada en la barra. «Con mi peso, yo no puedo bailar.» ¿Realmente estas conductas son de alguien feliz? No, me temo que no. Ahora vamos a hacer un pequeño ejercicio. Coge papel y lápiz y responde a esta  pregunta: ¿qué cosas estás dejando de hacer o de vivir debido a tus kilos de más? Pueden ser cosas que estén directamente relacionadas, como dejar de bailar porque tu cuerpo no tiene forma física, o cosas indirectamente relacionadas, como dejar de ir a la playa  porque te sientes mal en bañador. Sin cronómetros, el tiempo necesites, lo pienses demasiado, deja que fluyan tus «Dejo», lodate suficiente paraque escribir diez pero o másnocosas en tu listado.

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Te puedo dar unos cuantos ejemplos basados en mi propia experiencia y en la de muchas otras personas: • • • • • • • • • • • • • • • • • • •

Dejo de arreglarme. Dejo de hacer deporte. Dejo de bailar. Dejo de probar experiencias que me apetecen, como esquiar, hacer surf o subir una montaña. Dejo de ir a la playa. Dejo de ir a comprar ropa. Dejo de usar tacones. Dejo de usar biquini. Dejo de cruzar las piernas. Dejo de jugar con mis hijos. Dejo de ir a pasear al parque cuando hay mucha gente. Dejo de tener sexo con mi pareja. Dejo de ir a eventos sociales. Dejo de iirr a comer con mis compañeros de trabajo. Dejo de acudir a eventos sociales dentro de mi trabajo. Dejo escapar algunas oportunidades de negocio por sentirme insegura. Dejo de sentirme atractiva para mí y para los demás. Dejo de tener pareja. Dejo de cuidar mi vida en pareja.

  Como ves, la lista puede ser enorme. Bien, ¿la tienes ya? Pues continuemos con la siguiente parte. Ahora pregúntate: de todos esos «Dejo», ¿cuáles quiero realizar? Puede ser que sean todos, o solo unos cuantos. Pero estoy segura de que varios de esos «Dejo» son cosas que te encantaría poder hacer en tu día a día. Personalmente, todas son cosas que quiero realizar. O, al menos, poder decidir si las quiero realizar o no. Sigamos. Ahora evalúa: de todos los «Dejo» que has escogido, ¿cuáles tienen gran importancia (2), cuáles tienen menos importancia (1) y cuáles no tienen ninguna importancia para ti (0)?  No se trata de asignar todas las puntuaciones, simplemente puntúa. puntúa. Puede ser que todo lo que dejaste de hacer no tenga mucha importancia para ti, o que todos tengan mucha. vida no se más constituye soloPara de cosas muynoimportantes, sino de pequeños placeres queLanos la hacen llevadera. mí puede ser muy importante usar tacones, pero

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si sé que a mi pareja le gustan y eso le hace saber que me preocupo por él, me gusta llevarlos de vez en cuando. Y no quiero dejar de hacerlo porque mis pies me duelan por  los kilos que han de soportar. Porque, aunque todo esto se trate de mí, la verdad es que vivo en sociedad, tengo relaciones y lo que sí me hace directamente feliz es cuidarlas. Para finalizar el ejercicio, simplemente responde a esta pregunta: ¿Eres feliz dejando de hacer esas cosas? Yo lo tuve muy claro: NO. No era feliz dejando de hacer cosas. No era feliz dando excusas a los demás y a mí misma para dejar de hacerlas. Y, sobre todo, me di cuenta de que estaba dejando escapar la vida que me gustaría vivir, la persona que quería ser. Y que no paraba de mentirme. Creé un personaje de mí misma, que jugaba a ser feliz. Creía que esa era la vida que quería, que todo iba bien. Pero la verdad es que sabía que estaba dejando escapar la vida, que esa no era la vida que quería, ni la persona que quería ser.  

Mi templo en ruinas   Me mentí durante tantos años que soy incapaz de recordar cuándo fue la última vez que mi báscula me dio un  peso sano.  De este concepto hablaremos más adelante, no te  preocupes. Busqué fotos mías de cuerpo entero. Encontré muy pocas. Y las pocas que encontré no me gustaron lo más mínimo. Me vi mucho más gorda de lo que me veía frente al espejo. No me reconocía en ellas. Mi concepto de mí con respecto a mi cuerpo se estaba desmoronando. Una de mis clientas me dijo en una ocasión: «Es como si de repente me hubiera dado cuenta de que tengo un cuerpo, y el poco respeto que le tengo». Tal cual, así me sentí yo. Entendemos de que alguien o algoel tiene por de sí respeto  la consideración mismo. Más allápor de consideraciones morales, sociales o filosóficas, respetovalor no deja ser la capacidad de valorar positivamente –en este caso tu cuerpo– y actuar en consecuencia. El respeto hacia uno mismo es la capacidad de reconocer que necesitas cuidarte por dentro y por fuera, saber que el bienestar es tanto físico como mental y emocional, y saber decir «no» cuando lo que te hacen o lo que te haces va en menoscabo de tu bienestar.   • Cuando bebemos demasiadas copas, no nos respetamos. • Cuando comemos una caja de chocolates para aliviar la ansiedad, no nos respetamos. • Cuando comemos sin hambre porque estamos en una reunión famili familiar, ar, no nos respetamos. • Cuando comemos porque no sabemos qué hacer, no nos respetamos.

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• Cuando nos damos un atracón de comida, no nos respetamos. • Cuando no escuchamos lo que nuestro cuerpo necesita, no nos respetamos. • Cuando comemos las sobras de los platos de los demás, además de nuestra ración, no nos respetamos. • Cuando tenemos una actitud socarrona del estilo «yo soy capaz de comerme ocho perritos calientes», no nos respetamos. • Cuando somos el personaje gracioso entre nuestros amigos porque nos «comemos todo lo que nos echen», no nos respetamos. • Cuando nos vestimos con cualquier cosa, aunque no nos guste, no nos respetamos. • Cuando dej dejamos amos de hacer cosas que deseamos hacer, no nos respetamos. • Cuando no enseñamos nuestro cuerpo, o parte de él, por vergüenza, no nos respetamos. • Cuando no lluchamos uchamos por tener un peso que no nos ponga en la cuerda floja de la enfermedad, no nos respetamos. • Cuando nos miramos al espejo y rechazamos de pl pleno eno lo que vemos, no nos respetamos.

 

Cuando dejas de cuidarte, de quererte, de atenderte, no te estás respetando. Cuando no escuchamos las necesidades de nuestro cuerpo, no lo estamos respetando.

  Vamos a hacer otro pequeño ejercicio. Coge otra hoja de papel y un lápiz. Vamos a hacer un listado: Escribe seis o más conductas que creas que llevas a cabo y que demuestran poco o ningún respeto hacia ti misma. No tienen por qué estar todas relacionadas con la comida, pero sí al menos la mitad. Bien, ahora, de todas esas conductas, • ¿Cuántas has realizado una vez en el último mes? • ¿Cuántas más de una vez en el último mes? • ¿Cuántas las realizas varias veces al día?

 No te preocupes por tus respuestas. No te sientas mal si has encontrado muchas conductas te tedemuestran respeto loy que queterealizas muchas veces. tu Todo tiene solución, y que este no libro ayudará a aceptar has hecho y a cambiar forma de

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actuar contigo misma. Así que destierra el sentimiento de culpa y construye la convicción de que tú puedes cambiar lo que quieras cambiar. Sigamos. Ahora responde, por cada una de las conductas que has descrito, ¿para qué haces o realizas esas conductas? Las respuestas pueden ser muchas, y muy diferentes. Recuerda que no hay respuestas malas o buenas; son tus respuestas, y de tu sinceridad depende tu éxito. Ahora responde: Y tú, ¿te respetas y respetas tu cuerpo? Pero ¡para! No te castigues. Esto es lo que has hecho hasta ahora. La buena noticia es que puedes cambiar, cambiar a tu antojo tus conductas y aprender a quererte más. Tienes esa capacidad, todo ser humano la tiene. Solo necesitas saber qué hacer y confiar en tus  posibilidades. Ahora, al lado de cada conducta vas a escribir una frase que comience con «Cuando yo me respeto, yo…». Por ejemplo, si una de mis frases es «Como cuatro rosquillas para desayunar, aunque no tenga hambre», al lado escribiré «Cuando yo me respeto, yo no como rosquillas para desayunar, sino un desayuno sano y equilibrado, y si alguna vez me apetece hacerlo, como tan solo una». Es importante que lo escribas en primera persona y en presente. ¿Por qué? Sencillo, porque se trata de ti, y solo de ti, de cosas que tú haces y, por tanto, cosas que puedes cambiar. Además, si las escribes en presente ¡estás empezando a asumir que las puedes cambiar! Puedes actuar de otra forma, puedes cambiar tus conductas. Y puedes empezar a hacerlo ya.  

Yo y el mundo   Otra cosa asexuales, la que afectaban mis kilos laborales, de más era mis relaciones. Relaciones relaciones enormemente emocionales, relaciones de aamistad e incluso familiares. ¡Cómo no lo iba a hacer! Es lógico. Creé una burbuja en la que solo entraban las  personas que ya conocía, me cerré a conocer c onocer personas nuevas. ¿Inseguridad? ¿Miedo al rechazo? ¡Desde luego! Todas hemos escuchado comentarios molestos sobre nuestros kilos. Comentarios de conocidos y de desconocidos, algunos de ellos llegando más hondo de lo que podíamos imaginar. Todas hemos desconfiado de si seríamos aceptadas o no, quizá sin darnos cuenta, y esa desconfianza a veces traspasa los muros de nuestro hogar y empezamos a desconfiar del amor de nuestra pareja, de nuestros amigos e incluso de nuestra familia. Recuerdo una vez que tuve que dar un curso de formación en mi entorno laboral.

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Estaba fuera de mi casa, y fue un evento no programado, por lo que la tarde anterior, cuando me enteré, tuve que ir a comprar ropa. Simplemente no encontré nada. Lo único que encontré fue un traje de chaqueta que me pareció horrible y que quemé el día que comencé mi tratamiento para adelgazar. Lo odiaba. Al día siguiente me sentía realmente mal con lo que vestía, me sentía muy insegura, y pensaba que todo el mundo creería que ese traje me sentaba fatal. Tal fue mi preocupación durante toda la formación, que la inseguridad se dejó notar en mi voz temblorosa, cuando nunca antes me había ocurrido. Tal vez ese fue uno de los eventos que me pusieron en guardia para plantearme qué me estaba pasando. También recuerdo que en reuniones con altos ejecutivos me quedaba en segundo o tercer plano, discretamente agazapada. Mis ideas se las escribía en una hoja a mi compañera para que ella las transmitiera. El resultado fue un ascenso de mi compañera. Mi carrera en la multinacional fue bastante meteórica. En pocos años conseguí ascender lo que se tarda muchos años en lograr. Lógicamente, eso suscitó muchas envidias. Y también muchos comentarios en la sala de café del tipo «Pues no entiendo cómo a la gorda esa la han ascendido y no a ti». Aunque no lo hubiera constatado, en mi cabeza ya estaba la idea de que dirían algo así. Y, obviamente, mi enfado con ellos se hizo notar. Sin darme cuenta estaba dejando que mi problema con mis kilos fuera afectando poco a poco a mi trabajo. No tanto a mi desempeño, pero sí a cómo me sentía yo dentro de mi ámbito laboral. Y trabajar en un entorno en el que no te sientes relajada contigo misma  puede llegar a ser muy duro.  Nunca he tenido problemas para conseguir pareja, esa es la verdad. Pero quizá sí los tenía a la hora de mantenerla porque yo misma me limitaba, me metía en mi burbuja. Recuerdo cómo una de mis compañeras de camino relataba la forma en que su pareja rompió la relación: «Salíamos todos los fines de semana, sin mirar qué comía, pese a conocer mi tendencia a engordar. Él me decía que me quería de cualquier manera, pero yo comencé a encerrarme en mí misma, a quererme menos. Al final me dejó porque no era la mujer  activa que él había conocido».  Nunca había pensado que este pudiera ser mi caso, pero echando la vista atrás me doy cuenta de que tal vez sí lo fuera en algún momento.  No me preocupa lo más mínimo, sinceramente. No me preocupan los «porqué», las razones por las que esas personas desaparecieron de mi vida y gracias a ello he conocido a otras, he tenido otras experiencias y he aprendido lo que es el amor. Lo que sí me  preocupa es no volver a caer en lo mismo. Esta es otra de las grandes razones para cambiar mi cuerpo y, con él, mi vida.

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Sin embargo, sí hay un tipo de personas que me preocupan enormemente. Hace un tiempo contactó conmigo, por medio de un foro de internet, una mujer llamada Cecilia. Cecilia vive en Estados Unidos, es hija de emigrantes españoles, y me relató su historia de la siguiente manera:   «Eva, te he leído en el foro en infinidad de ocasiones, pero nunca he contactado contigo porque no sé cómo empezar a explicar todo esto, pero necesito ayuda. »Soy hija de una gallega y un asturiano, que vinieron hace muchos años a Estados Unidos en busca de fortuna. Mi madre es cocinera y desde pequeña pasaba horas con ella en la cocina, así que tengo una gran cultura de la buena comida. Siempre pensé que esa era la causa de mis kilos de más. Ya de adolescente era obesa, y nunca me  planteé adelgazar; pertenezco a una familia de grandes comedores, así que suponía que eso es lo que tenía que ser. A los 18 años conocí a mi marido, un hombre muy atractivo, con negocio propio y que me cuidaba y me quería tal como era. Al principio no me fijé demasiado en él, pero un día una amiga me dijo que ese hombre sería el único que me querría con mi peso, así que empecé a verlo con otros ojos. Al año de noviazgo nos casamos, y él me repetía que me quería tal como era. Y eso pensé yo. Él siempre me dijo que adoraba mi cuerpo, adoraba mi forma de ser y adoraba que estuviera tan “redondita”. Nuestra vida transcurría feliz, yo me quedé en casa para cuidar de todo mientras él trabajaba. Cuando llegaba por las noches, su mayor placer  era encontrar una mesa llena de comida, y ver cómo me la comía. Poco a poco fui engordando, y él seguía diciendo que me adoraba tal como era. »Una noche me dijo que quería ser él el que me diera de comer, y al poco tiempo teníamos como “tradición” que las cenas me las daba él. Cada vez la cantidad de comida era mayor, pero para mí era un enorme placer ver cómo él disfrutaba. Cuando llegué cama. a pesar 440 lb (cerca de 200 kg) apenas me podía mover, y quedé postrada en la »Un día, navegando por internet, descubrí lo que son los  feeders, es decir, personas cuya fantasía es engordar a otra persona. No tuve ninguna duda de que mi marido era un feeder   yy que pretendía tejer una red de dependencia absoluta de mí hacia él. »A día de hoy peso cerca de 660 lb (cerca de 300 kg), no tengo prácticamente movilidad y hasta me cuesta escribirte, pero necesito ayuda. Sé que he de salir de esto  porque moriré. Nunca he trabajado, y dependo absolutamente de mi marido. Quiero dejar esto, quiero vivir una vida normal, quiero ser una mujer bella y esbelta, independiente y con un hombre al que amar y que me ame, sin encarcelarme, porque es así como me siento, encarcelada en mi propio cuerpo».

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La historia de Cecilia me conmocionó. Sé que es una historia más que extrema, pero es real. Este tipo de personas, los  feeders, existen. Quizá no sea una práctica demasiado extendida, pero existen y se aprovechan de aquellas mujeres que no se aman lo suficiente  para saber qué es lo correcto para ellas y su cuerpo, convirtiéndolas –como nos cuenta Cecilia– en mujeres «encarceladas en su propio cuerpo». En el caso de Cecilia hay muchas cosas que analizar. Por ejemplo, la creencia de que, como su familia es una familia de grandes comedores, es lo que ella debía ser. Sobre las creencias y cómo influyen en nuestros  bloqueos hablaremos más adelante, en el capítulo 2. También nos habla de que, al principio, su marido no la atraía demasiado, pero que alguien le dijo que si él no la quería, ¿quién lo iba a hacer? Cecilia aceptó esta afirmación como propia por su falta de autoestima, es decir, ella no creía que nadie la fuera a querer debido a su peso. Por tanto, aceptó como válido algo que para ella, a riori, no lo era. Y esta conducta sí es un ejemplo de muchas relaciones que se establecen por el simple hecho de pensar que nadie va a querer a una persona tan gorda, de modo que es mejor aceptar al primero que venga y te quiera así, que esperar a quien tú quieras. También sucede, en muchos casos, que estamos agotadas de la relación. Ya no queremos a la persona que tenemos al lado, pero la pregunta traicionera nos asalta…: «si él no me quiere, ¿quién me va a querer?». Entonces nos dejamos enterrar por una relación que ya no disfrutamos, pero que nos es confortable y, peor aún, creemos que es la única que podremos tener. Cecilia también nos habla de que su marido «pretendía tejer una red de dependencia absoluta de mí hacia él». Este caso suele ser muy típico también, parejas que nos dicen «Si yo no te quiero, ¿quién te va a querer?». Y hay que tener mucha fuerza y una alta autoestima contestarles otros!».que Estelas tipohace de personas se sienten inseguras, para y crean en su «¡Pues pareja muchísimos una inseguridad emocionalmente dependientes de ellas, para asegurarse, de esta forma, de que no se van a ir.  

 Nuestros kilos de más pueden ser pesados lastres para nuestras relaciones: • • • •

Haciendo que las perdamos por nuestra inseguridad y baja autoestima. Viviendo relaciones que no deseamos por nuestra baja autoestima. autoestima. Brindándole a nuestra nuestra pareja el poder de hacernos sentir bien o mal con nosotros mismos. Creando dependencias hacia nuestra pareja.

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Un día me encontré a Leo, una de mis clientas, varios meses después de terminar su  proceso de coaching  conmigo,  conmigo, y me contaba:   «Después de mi cambio, empecé a querer salir, a hacer cosas. Me ponía bonita,  busqué un grupo de “gordis” con las que hacer ejercicio y trabamos una buena amistad. De ahí pasamos a salir a almorzar, hacer algunas fiestas, cosas de chicas, cosas que yo no recordaba cuántos años llevaba sin hacer. Pero mi marido no soportó la situación; en vez de ser feliz por mí y mi nueva vida, no aguantaba que yo tuviera una vida más allá de quedarme en casa y prepararle la comida, la cena y la ropa. Yo nunca desatendí mis obligaciones con mi hogar, así que no entendía por qué él se sentía molesto. Un día lo entendí; él no me amaba a mí, amaba la seguridad que mis kilos le daban, así que me divorcié». Vivir una relación que no quieres vivir es un verdadero cautiverio, y no te permitirá llegar a ser la persona que deseas ser. Si este es tu caso, te propongo que respondas a las siguientes preguntas: • ¿Es la relación que vives la relación que quieres vi vivir? vir? • ¿No dejas la relación porque piensas «Si él no me quiere, ¿quién me va a querer?»? • Si dejaras la relación, ¿qué es lo peor que te podría suceder? Haz un listado listado con las consecuencias, y lo llamaremos «Costes». • Si dejaras la relación, ¿qué es lo mejor que te podría suceder? Haz un listado con todos estos  beneficios y lo llamaremos «Ganancias». • ¿Superan las Ganancias a los Costes? • Ahora, haz un llistado istado con, al menos, veint veintee cuali cualidades dades tuyas. • ¿Crees que solo tu pareja podrá amar esas cualidades, o que existen otras personas que puedan amarlas?

Si eres una de esas «Princesas cautivas», ahora puedes decidir tu libertad. Solo has de confiar en ti, en tus posibilidades, en tus cualidades y virtudes, y dejar de temer la soledad. La soledad nos permite encontrarnos con nosotras mismas, querernos y aprender a convivir con lo que somos. Y, ante todo, nos enseña a elegir a quien nosotras amamos, no a quedarnos con quien creemos que será el único que podrá amarnos. Cecilia, a día de hoy, ha salido de ese círculo. Primero pidió ayuda a su familia, y les contó qué sucedía. Con su apoyo logró divorciarse y se fue a la casa paterna. Consiguió  perder peso y posteriormente fue operada con éxito de reducción de estómago, y ya ha  perdido la mitad de su peso. Mientras, ha estudiado Psicología en la universidad y quiere ayudar a las personas que se encuentren en su misma situación a salir de lo que ella considera una «cárcel de los kilos».

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Otra área en la que nos podemos ver afectadas es la familia. Hay que distinguir entre Familia Actual (pareja e hijos), Familia de Origen (padres y hermanos) y Familia de Sangre (primos, tíos, abuelos, etc.). Yo no tengo hijos, por lo que no puedo explicar en primera persona cómo mis kilos de más podrían influir en mi relación con ellos. Sin embargo, Néstor, un compañero de camino, me contó su historia, y creo que esta sí puede transmitir cómo pueden afectar  nuestros kilos de más a nuestros hijos:   «Cuando María, mi novia, se quedó embarazada, yo empecé a comer. Ya no salíamos tanto, así que organizaba cenas en casa. La verdad es que la noticia me pilló por  sorpresa, yo tenía muchos planes, y en ese momento un hijo me los torcía por  completo. Pero ella se quedó embarazada e hicimos frente al tema. Cuando Néstor (m (mii hijo) nació, yo ya pesaba 110 kg, y fue verle la cara y enamorarme de esa luz de vida de sus ojos. Pasaron los años y Néstor fue al colegio. Un día vino a casa y me  preguntó por qué yo nunca había jugado jugado al fútbol con él. No supe qqué ué responderle. Me fui a nuestro cuarto y lloré desconsoladamente. Sabía la respuesta: físicamente no  podía, pesaba ya 168 kilos y jamás había podido jugar con mi hijo al fútbol. ¿Qué otras cosas me estaba perdiendo de la experiencia de ser padre?».   Esta triste historia se repite más de lo que pensamos. Ana, otra compañera de camino, me dijo que el día más triste de su vida fue cuando no pudo agacharse para abrocharle los primeros zapatos a su bebé. Sonia, otra compañera, me contó que ella nunca había  bajado al parque con su hija porque le avergonzaba que otras madres la vieran sentada todo el rato en el banco. ¿Recuerdas el ejercicio de los «Dejo»? Pues ahora lo vamos a aplicar a tu relación con tus  hijos. Responde a estas preguntas: ¿Qué estás dejando de hacer con tus hijos debido a tus kilos? Recuerda que para escribir esta lista no existe un tiempo determinado. Ahora pregúntate: De todos esos «Dejo», ¿cuáles quiero realizar yo? y, de todos esos «Dejo», ¿cuáles quieren realizar mis hijos? Ya sabes que es posible que de ese listado queráis realizar uno, varios o todos, pero estoy segura de que si están en la lista es porque, al menos, has pensado alguna vez en llevarlos a la práctica. Ahora toca puntuar. Evalúa: De todos los «Dejo» que has escogido, ¿cuáles tienen gran importancia (2), cuáles tienen menos importancia (1) y cuáles no tienen ninguna importancia para ti (0)?

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Si tus hijos tienen la edad suficiente, déjales la lista y que evalúen ellos. Si no, ponte en su lugar y puntúa tú: De todos los «Dejo» que has escogido, ¿cuáles tienen gran importancia (2), cuáles tienen menos importancia (1) y cuáles no tienen ninguna importancia para tus hijos (0)? Quizá para tus hijos todo sea muy importante. Es el ímpetu de quien está deseoso por  descubrir el mundo, así que déjales que sean ellos los que te ayuden a conocer mejor sus intereses. Si quieren añadir cosas, déjales, quizás ellos vean cosas que tú no ves. Aunque a veces no lo creamos, podemos aprender mucho de los hijos. Para finalizar el ejercicio, simplemente responde a esta pregunta: ¿Eres feliz dejando de hacer esas cosas con tus hijos? Y, la más importante: ¿Eres feliz negando a tus hijos vivir esas experiencias contigo?  No te sientas mala madre, o mal padre, por lo que hayas podido descubrir. Lo serías si, descubriéndolo, no te importara lo más mínimo. Pero si has decidido que quieres modificar tu relación con tus hijos, dejar atrás esos kilos de más que no son más que un muro entre vosotros, y llenar de experiencias tu vida y la suya, ¿sabes?, ¡puedes hacerlo! La Familia de Origen y la Familia de Sangre, como en el caso de Cecilia, nos transmiten muchas creencias. Con ellos nos criamos, nos dan sus valores y principios, y nos transmiten qué es lo relevante para pertenecer al grupo. Ana, otra compañera, me contaba que ella es incapaz de dejar comida en un plato porque, desde pequeña, eso es lo que le han enseñado. Mi madre siempre nos dejaba comer lo que queríamos. Ella entendía que si no queríamos más era porque no teníamos más hambre. Sin embargo, en mi Familia de Sangre, que un niño no se comiera todo lo que le ponían en el plato era sinónimo de que estaba enfermo o, simplemente, de que era un niño malo. No les culpo por ello: su relación con la comida, al haber carecido de ella durante la guerra, era de acumular y compartir toda laque comida posible. Pero Como yoomo nacíconsecuencia muchas décadas después deno la me guerra, y no era el patrón tenía que aprender. C aprendí que, si comía todo lo que me ponían en el plato, o demostraba estar enferma o era una mala niña. Ana, además, me contaba que en su familia todo lo bueno se ha celebrado siempre comiendo. Si, por lo que fuera, ella no tenía hambre y no quería comer, su familia se entristecía pensando que ella no deseaba formar parte de la celebración.

Descubrir qué nos ha enseñado nuestra familia con respecto a la comida es importante por dos cuestiones fundamentales:  Nos permite desechar mitos mitos y creencias, y  Nos permite darnos cuenta de si estamos transmitiendo lo mismo a nuestros hijos.

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  ¿Para qué desechar mitos y creencias? Para afinar nuestra relación con la comida y tener la relación que nosotros consideramos que debemos tener, no la que nos han enseñado. Además, si transmitimos hábitos saludables a nuestros hijos, y una relación natural con la comida, las posibilidades de que en un futuro tengan problemas de sobrepeso se minimizarán. Coge papel y lápiz, que vamos a escribir. Recuerda que ahora se trata de tu Familia de Origen y tu Familia de Sangre. Primero responde a esta pregunta: En tu familia, ¿la comida es algo para subsistir o es más un acto social? Bien, ahora las siguientes preguntas. Las comidas en tu familia, ¿son copiosas o ligeras? ¿Son muy elaboradas o poco elaboradas? ¿Se controlan las grasas? Continuemos. En las celebraciones, ¿qué importancia tienen las comidas? ¿Son algo más o el acto central sobre el que se genera la celebración? Sigamos. En tu familia, ¿se considera una comida más deliciosa cuanto más elaborada es? Ahora piensa por un momento. ¿Qué tipo de «tradiciones» hay en tu familia con respecto a la comida? Aquí podemos incluir que siempre se coma con pan, que haya entrantes, primer plato, segundo plato y postre obligatorio, que los postres sean azucarados siempre, etc. Escribe todo aquello que se te ocurra. Y, por último, termina estas frases:   • Si estoy en una celebración con mi famil familia ia y no como, ellos piensan que • Si estoy comi comiendo endo con mi familia, ellos esperan que yo • Si un niño se dej dejaa comida en el plato, mi familia dice que ese niño es • Si tengo que comer con mi familia, pero yo no tengo hambre, yo

  Ahora piensa. De todas estas «tradiciones», ¿cuáles has tomado como propias? Muchas veces no somos conscientes de que nuestra forma de alimentarnos está determinada por el entorno, la familia en la que nos hemos criado. No te culpes por ello, ni los culpes a ellos. Es una forma de interrelacionarse como otra cualquiera, y ellos no van a cambiarla fácilmente. Lo que sí puedes hacer es cambiar esas «tradiciones» en tu día a día. Por ejemplo, si en tu familia se cocina con mucha grasa y tú estás repitiendo ese patrón, introduce en tu hogar una comida más saludable para tu Familia Actual. Si en tu Familia de Origen todo se celebra comiendo, tú puedes instaurar en tu Familia Actual

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que determinadas celebraciones se lleven a cabo haciendo actividades. Para ello haz una lista. Coloca a un lado las «tradiciones» de comida que has identificado de tu familia y, en el otro, alternativas que tú consideras más saludables. Por  ejemplo:  

Si vives sola es aún más fácil; cambia progresivamente tus patrones hacia aquellos que tú consideres saludables. Y, si aún vives con tu Familia de Origen, habla con ellos, diles que a partir de ahora tú te vas a encargar de tu propia alimentación y responsabilízate de ella. Ellos entenderán que quieras sentirte mejor contigo misma, con tu cuerpo, y empezar a cuidarte. ¿Qué hacer ante eventos familiares? Pues muy sencillo, disfrútalos. Disfrútalos, pásalo  bien, y luego vuelve a tus nuevos hábitos. No se trata de sufrir, se trata de saber cuándo se puede hacer un exceso, cuándo se está comiendo sano y cuándo no. Y no tienes que esperar, puedes comenzar a hacerlo ya. Tienes las herramientas, sabes qué has de hacer. Si has decidido hacerlo, ¿para qué esperar? Puedes cambiar, puedes cambiar tus relaciones y puedes cambiar el modo en que te relacionas con el mundo. ¿Quieres cambiarlo?  

Yo y la Teletienda 20

 

  Mi historia de kilos de más se remonta a hace muchos años, a la pubertad. No te voy a aburrir con toda ella, simplemente te diré que desde que recuerdo he estado intentando hacer una dieta. Y digo «intentando» porque nunca tenía el convencimiento real de llevarla a cabo, por lo que empezaba, la dejaba, la retomaba, me daba un capricho, luego dos… y así hasta que definitivamente la abandonaba. Desde dietas de 1.000 kcal (con 12 años) a dietas hiperproteicas, visitas a diversos endocrinos, médicos varios e incluso naturópatas. Nada, no conseguía nada. ¿Te suena? Algunas de las dietas tuvieron éxito… temporal. Porque, una vez en mi peso, volvía a recuperar los kilos. E incluso más. Desde luego, hay que entender que cada cuerpo es un mundo, y lo que para unos funciona, para otros no tiene ningún tipo de efecto. Antes de continuar, quiero remarcar que este libro no trata de obligarte ni empujarte a seguir una dieta. Tú mejor que nadie sabes si tu camino es realizar una dieta, un tratamiento quirúrgico, un tratamiento estético o cualquier otra alternativa en el mercado. Lo que sí está claro es que sin unos hábitos saludables nunca vas a alcanzar tu objetivo, y sí, de lo que se trata con este libro es de que veas qué te sucede para que, hasta el momento, no hayas podido alcanzar tu objetivo o para que, habiéndolo alcanzado, hayas vuelto a retomar todos esos kilos de más. En mi caso, sí, he seguido dietas. Para mí ha sido fundamental ver cómo los kilos se iban fundiendo casi por arte de magia, pero sin perder de vista que la dieta, el perder los kilos, es simplemente parte de una nueva vida que conlleva asumir hábitos saludables, aprender a relacionarme de nuevo conmigo misma y con los demás y, desde luego, convertirme en la persona que quiero ser. Mi sobrepeso era de 60 kg. Obviamente, si tu sobrepeso es de 5 o 6 kg, puedes lidiar   perfectamente con ello sin que tengas que seguir una dieta rigurosísima. Pero en mi caso decidí porque tenía muy claro6que sin unasi disciplina ni un médico no llegaríahacer a mi dieta objetivo. Tanto si te sobran kg como te sobran 65 kg,control no te diré qué has de hacer, pero te voy a hablar un poco de mi caso. Tras varias dietas frustradas, llegué a los 129 kg. Siempre pensé que si no podía llevarlas a cabo era porque no tenía suficiente fuerza de voluntad, es decir, no confiaba en mí misma. ¿Te suena? Sí, creo que es el caso de muchísimas personas que no consiguen comenzar una dieta. Sin embargo, un día me di cuenta de que había tenido mucha fuerza de voluntad para otras cosas; sacar mis estudios, realizar estudios de posgrado, llevar a cabo proyectos  profesionales, incluso paralelamente a mi trabajo. Así pues me pregunté que si sabía que tenía fuerza de voluntad, ¿para qué no la usaba con respecto a mi cuerpo? Fíjate en que pregunto «¿para qué?» en vez de «¿por qué?». La razón es sencilla, el

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«¿por qué?» me lleva a las causas pasadas, a los traumas y a las razones que ya no puedo cambiar. Sin embargo, «¿para qué?» me empuja a pensar en el momento actual, en qué es lo que sucede ahora y cómo me siento con respecto a ello. Bien, pues descubrí que no aplicaba mi fuerza de voluntad para autosabotearme. Ahí fue cuando hice «¡clac!» y sentí que necesitaba el cambio corporal, porque conlleva un cambio mental necesario para llegar a ser la persona que quiero ser. Así pues, me embarqué en una investigación sobre qué tipos de dieta podría seguir, analicé las que ya había realizado y sus resultados y, para mi sorpresa, descubrí que se han realizado muchos avances en esta área. Como te digo, este no es un libro sobre dietas, así que no haré un tratado sobre los tipos que existen. Solo te pido que, si tu opción es realizar una dieta, te informes muy  bien sobre ellas, leas, acudas a foros de internet, páginas, libros y todo el material que tengas a tu alcance para saber qué es lo que vas a hacerle a tu cuerpo. Pero sobre todo te  pido que, por favor, no realices ninguna ninguna dieta-milagro y menos aún sin control médico.  

Si decides realizar una dieta y respetas tu cuerpo, infórmate sobre qué le vas a hacer. Deja a un lado las dietas milagrosas y haz algo sano y médicamente controlado.

Otra faceta de mi problema con los kilos de más es la cantidad de dinero gastado en aparatos de ejercicios durante todos estos años; obviamente, no quería ir a un gimnasio. Creo que la media de vida útil en mis manos de cada uno de esos aparatos no pasó de una semana. Quedaban relegados a un octavo plano en el trastero de mi casa. Cada vez que veía en televisión algo que prometía unos resultados en «solo semanas», corría a pedirlo. Cuando era estudiante, ¡incluso pasaba meses ahorrando para poder  comprarlo! La primera semana que el aparato estaba en mi casa, era una explosión de excitación, y todos los días corría para subirme en él. Pero luego, por una u otra razón, nunca tenía tiempo, o estaba demasiado cansada o, simplemente, no quería volver a usarlo. Me inventaba excusas como que era incómodo, que me dañaba la espalda, que ocupaba demasiado espacio… Y mis padres se hartaron. Me prohibieron volver a comprar ni uno solo de esos aparatos. Nunca les estaré suficientemente agradecida por ello, porque evitaron un buen desfalco de mi cuenta bancaria y la sensación de frustración «porque nada funciona conmigo».

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 Nunca he creído en cremas milagrosas. Sí es cierto que he usado cremas durante mi  proceso de decirles a los kilos «¡Adiós!», pero como complemento, no como la panacea que venden por muchos medios. Las cremas, pastillas, ungüentos y potingues variados que nos venden como milagros, «10 cm de cadera en dos semanas», no existen ni funcionan. Y, si funcionan, es en detrimento del equilibrio corporal; nos hacen expulsar  líquidos necesarios para nuestro cuerpo, por lo que, una vez que los reponemos, los centímetros perdidos vuelven a aparecer. Ana me contó un día que ella se había gastado más de 1.500 $ en cremas, y que esa vez había encontrado la definitiva. Estuvo durante dos semanas aplicándose una crema, y tomando unas pastillas que –supuestamente– expulsaban la grasa por medio de la orina. Estaba feliz, durante esas dos semanas había perdido 3 kg y 7 cm de cintura. Un día estaba en una reunión de trabajo, empezó a sentirse mareada y se cayó al suelo. En sus análisis encontraron falta de sodio, potasio, hierro y varias vitaminas, fruto de las  pastillas y la crema, porque dicha crema lo único que hacía era obligar al cuerpo de Ana a orinar más, a su hígado y sus riñones a trabajar más y, como consecuencia, Ana  padecía una pequeña anemia.  No te fíes, por favor, de las cremas milagrosas. No existen productos milagrosos, tengan el formato que tengan. Existen cremas que te pueden ayudar, y medicamentos que el médico ha de decir si te son necesarios y si puedes tomarlos, pero no confíes en la  publicidad que te garantiza resultados en días o semanas. Puedes obtener resultados, sí,  pero ¿cuánto estás dispuesta a pagar? pagar? Y no me refiero a dinero, sino a salud. Recuperar la figura es una carrera de fondo. Decidas el método que decidas para la  pérdida de peso, ten por seguro que que para reducir, reafirmar, tonificar y devolver todo a su sitio necesitarás tiempo, ejercicio y, sí, el apoyo de cremas, incluso quizá terapias estéticas o cirugía.  No te desesperes, con tesón, fuerza de voluntad voluntad y ganas, todo llega.

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2. ¿Cómo como?  ¿Para qué usamos el «¿por qué?»?   Ya te he dicho antes que la pregunta «¿por qué?» es un tipo de pregunta que yo no uso. Desde el punto de vista del coaching , que es desde donde está escrito este libro, esa  pregunta carece de significado. La razón es que nosotros vamos a trabajar cómo estamos ahora, cómo nos sentimos, hacia dónde queremos ir y cómo conseguirlo. Así que, a partir de ahora, aprende a preguntarte «¿para qué?». Eso te va a llevar a verte en el estado actual, a conocer tus posibilidades, aprender cómo manejarlas y decidir hacia dónde quieres ir. Sí, es cierto, el pasado es lo que nos ha traído aquí. Por tanto, necesitamos saber qué nos ha traído aquí, pero no como excusa, no como fuente de incomodidad, sino como forma de saber qué nos pasa para poder cambiarlo. Por lo tanto, no vamos a ahondar en las causas pasadas. Si tienes interés en ello, te aconsejo que vayas a un buen profesional de la psicología. En este libro vamos a ver cómo estamos, cómo podemos modificarlo y cómo podemos alcanzar las metas que nos propongamos. Así pues, tenemos una Situación Actual , que es cómo nos encontramos, qué nos pasa. Tenemos una Situación Deseada, que en este caso es deshacernos de los kilos de más y que nunca vuelvan. Entre la Situación Actual  y  y la Situación Deseada hay un camino que hemos de andar, en el que aprenderás a establecer objetivos para alcanzar tus metas. Si sigues este sencillo proceso, y te comprometes contigo misma a llevar a cabo tus objetivos, llegarás a ser la persona que quieres ser.  

Sé consciente   Una de las cosas fundamentales que debemos hacer es tomar conciencia de cómo comemos. Ser consciente significa conocer cómo somos, cómo nos comportamos, e identificar nuestra realidad actual. Por tanto, necesitamos ser conscientes no solo de qué compone nuestra dieta, sino de cuándo, cómo, en qué ocasiones y en qué circunstancias comemos. Analizar nuestros hábitos actuales nos dará la pauta de dónde debemos intervenir para poder llegar a la Situación Deseada, asíesque no tetequedará más ser consciente de qué lo que haces con la remedio comida. que trabajar un poco para llegar a

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Para ello te propongo que realices un registro. Este registro será bastante exhaustivo y con él aprenderás qué comes, cuándo comes y cuáles son tus conductas automáticas a la hora de comer. Con esta información, podrás ser consciente de cuál es tu relación con la comida y ver qué es lo que necesitas cambiar para modificar esa relación. Lo ideal sería que realizaras este registro durante una semana y, si tienes un evento o celebración, el día de dicho evento. De esta forma recogerás toda la información posible, días laborales, días festivos y días de celebración. En el anexo I encontrarás un ejemplo de hoja de registro. Úsala, o crea la tuya propia, lo que te resulte más cómodo, pero recoge todos los datos que se indican en la hoja de registro. Es mucho trabajo, lo sé. Pero te aseguro que comparado con lo que puedes conseguir  es un granito de arena de una montaña. Quizá si supone para ti tanto esfuerzo que no quieres realizar el registro deberías plantearte si realmente estás convencida de querer  cambiar, si te has comprometido contigo misma a llegar a ser la persona que quieres ser. Si es así, si estás comprometida con el cambio, si tu deseo de ser quien quieres ser te aleja de una actitud vaga y te impulsa a trabajar por ti misma, ¡enhorabuena! Ahora estás en  el camino para empezar a actuar y liberarte de tu capa de grasa.

Hábitos, para qué os quiero   Cuando tanto la forma en que comemos como los alimentos que escogemos se convierten en una conducta automática, es que hemos generado un hábito. Un hábito es la tendencia a comportarse de una manera determinada en un contexto particular. Por  ejemplo, un hábito sería que cada vez que llegamos a casa cojamos una bolsa de patatas fritas y la comamos delante del televisor mientras vemos nuestra serie favorita. Otro hábito puede ser el hecho de que en casa de nuestros padres siempre acabemos la comida con un postre de arroz con leche, nos apetezca o no. Hábitos más sutiles pueden ser  comer con bebidas gaseosas todos los días, comer con pan aunque no nos apetezca, desayunar bollos y llevarnos uno para el trayecto al trabajo, tomar cafés con azúcar en cada descanso del trabajo… Los hábitos son difíciles de identificar, puesto que son automáticos. Esto significa que los hemos repetido tantas veces que incluso pueden llegar a ser inconscientes para nosotros. De hecho, nuestro día a día está lleno de hábitos, que nos evitan tener que estar   pensando cada paso que damos. Levantarnos y preparar el café, lavarnos los dientes por  la mañana, dejar las llaves en el mismo sitio… todos son hábitos que nos hacen la vida más sencilla. Sin embargo, cuando hablamos de hábitos alimenticios, puede ser que estemos construyendo nuestra propia trampa.

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Estudios científicos han demostrado que son necesarios 21 días de repetición de una conducta para que pase a ser un hábito. Por tanto, cambiar de hábitos no es tan rápido como nos gustaría, pero tras esos 21 días de repetir una conducta saludable, esta se quedará con nosotros. Además, debido a su carácter automático, siempre tenderemos a escoger el hábito entre dos alternativas. Por ejemplo, si tenemos el hábito de llegar a casa y abrir una bolsa de patatas, y la alternativa que nos planteamos es comer una zanahoria, lo más probable es que automáticamente vayamos al armario de las patatas en vez de dirigirnos al frigorífico. Día a día escogeremos lo mismo, con lo que estamos reforzando el hábito. Por tanto, es necesario hacer del hábito algo consciente y gestionar los hábitos más saludables de forma consciente para que, a través de la repetición, se consoliden como hábitos automáticos.  

Un hábito es algo personal, es decir, lo hacemos nosotros mismos y lo tomamos como nuestro. Es, además, automático, por lo que no solemos tener conciencia de que lo tenemos. Pero es modificable, así que ¡trabaja por ser consciente de tus malos hábitos!

En tu registro diario deberás recoger tus hábitos alimenticios, tanto positivos como negativos, haciendo hincapié en los negativos. ¿Recuerdas cuando hablábamos de las «tradiciones» de tu familia? Las tradiciones pueden convertirse o no en hábitos. Por  ejemplo, tu familia puede cocinar con mucha grasa (tradición), pero tú puedes tener el hábito de hacerlo con menos grasa. Por tanto, recupera la lista de «Tradiciones» de tu familia, fijándote en aquellas que has hecho propias, pues has llevado las tradiciones al estado de hábitos. A continuación, te doy varios ejemplos de malos hábitos alimentarios:   • • • •

No desayunar. Desayunar demasiados hi hidratos dratos de carbono (harinas, féculas, cereales, leguminosas). leguminosas). Comer demasiada bollería iindustrial ndustrial (dos o más piezas a la semana). No beber líquidos (es necesario beber, dependiendo de la persona, un mí mínimo nimo de 2 l diarios de agua, aparte del café, las infusiones, los zumos, etc.).

• Tomar azúcar refinado. • Tomar bebidas gaseosas en las comidas.

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• Abusar de alimentos ricos en grasas. • Comer sin hambre. • Asociar determinadas situaciones con comer, por ej ejemplo, emplo, comer chocolatinas o palomitas siempre que se va al cine, picar aperitivos cuando se ve la televisión, desayunar dos veces  porque se desayuna con los compañeros compañer os del trabajo, etc. • No realizar ejercicio. • Comer menos de cinco veces al día (desayuno, media mañana, comida, merienda y cena). • Dejar más de cinco horas entre cada comida. • Comer de pie. • Comer demasiado deprisa. • Comer demasiados platos precocinados (fritos, congelados, preparaciones industriales, etc.). • Usar chocolates, aperitivos, pastelillos o dulces como premio, ya sea para nosotros o para nuestros hijos. • Salir a tomar tomar aperiti aperitivos vos y alcohol ttodos odos los días.

  ¿Has visto en esta lista algún hábito que tengas? Yo tenía, al menos, ocho de los hábitos de la lista. Parecen muchos, pero nuestro día a día, como dijimos antes, está lleno de hábitos. No te asustes si obtienes un listado muy extenso de hábitos. Vas a poder  cambiarlos, así que es mejor que identifiques todos los que puedas. Pero no significa que dejes de hacer todas las cosas que te gustan. Por ejemplo, si eres de esas personas que adora tomar el aperitivo en la calle, puedes seguir haciéndolo, pero sustituye el alcohol por bebidas light   y sin alcohol, y los aperitivos por alimentos más saludables, por ejemplo, en vez de un buñuelo, una tostada con jamón, o un poco de ensalada variada. O sigue haciéndolo, pero, en vez de todos los días, una vez cada quince días. De lo que se trata es de encontrar alternativas más sanas y de que las apliques. Así que coge tu listado de hábitos, y al lado de cada uno escribe alternativas que te resulten más sanas y que sepas que puedes aplicar. Por ejemplo:

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Estos son solo algunos ejemplos. Desde luego, es fundamental que tú hagas tu listado y las alternativas posibles según tu forma de vida, el tiempo que le puedes dedicar a cocinar, los alimentos que puedes encontrar en tu lugar de residencia, etc. De lo que estoy absolutamente segura es de que, sea cual sea tu forma de vida, tu tiempo y tu lugar  de residencia, siempre podrás encontrar alternativas mucho más saludables a todos esos malos hábitos que has identificado. Una vez identificados los malos hábitos (los buenos, desde luego, ¡no los cambies! Además, felicítate por ellos y manténlos) has de encontrar tu estrategia para lograr el cambio. ¿Cómo hacerlo? ¡Usa tu imaginación! Además, puedes hacer del cambio de hábito algo divertido para todos los miembros de tu hogar. Veamos en el ejemplo de la  bolsa de patatas cómo podríamos hacerlo. Ya sabemos que lo más probable es que te

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dirijas al armario donde guardas las patatas. ¿Qué hacer? Pues tienes varias alternativas:   • No comprar patatas, de forma que el armario se encuentre vacío. • Pegar una nota en la bolsa de patatas diciendo «Coge zanahorias del frigorífico, es bueno para ti». • Cambiar las patatas de sitio, de forma que para encontrarlas tengas que buscarlas y, por tanto, serás consciente de que estás incurriendo en un mal hábito. • Pedir a alguien que esconda las patatas. • Sustituir las patatas por un  snack   más sano, como la soja asada, que puedes preparar un domingo por la tarde con tus hijos (y así ellos, además, aprenderán a cocinar sano y tomar  conciencia de la alimentación).

  Por ejemplo, has decidido que a partir de ahora vas a desayunar. Tu problema no es otro que el tiempo. Entonces puedes:   • Dejarte el desayuno preparado por la noche, así por la mañana solo tendrás que calentarlo. • Despertarte un poco más temprano que el resto de la familia, y dedicar ese tiempo del desayuno  para ti (esto es lo que hace mi madre desde hace muchos años, y adora eso esoss minutitos para ella sola). • Unificar el desayuno para todos los integrantes de la casa, es decir, si has decidido que el desayuno sano para ti es cereales con leche, un poco de embutido y una pieza de fruta, también es sano para tu familia. ¡Edúcalos en una alimentación sana! • Cocinar tus propias gall galletas etas integrales y bajas bajas en azúcares. Hay infini infinidad dad de recetas de repostería sana que puedes aprovechar para hacer con tus hijos. Y, por ejemplo, preparar  galletas con mamá es una estupenda actividad para compartir tiempo y que ellos aprendan la necesidad de una buena alimentación.

  Al igual que las alternativas, tu estrategia depende de tu forma de vida, del tiempo del que dispongas, de tu entorno… Así que piensa en estrategias realistas. Y por realista entendemos algo que puedas llevar a cabo, que esté acorde con tu forma de vida, para que puedas realizarlo sin que suponga tener que modificar de forma drástica tu vida. Así,  por ejemplo, si en tu trabajo no te permiten perm iten realizar un descanso porque es un trabajo de ornada intensiva de seis horas, será difícil que puedas comer cada cuatro horas y, obviamente, no vas a dejar de trabajar para poder comer cada cuatro horas. Pero sí  puedes, por ejemplo, llevar un batido batido casero para bebértelo mientras trabajas. De modo que sí, cambiar de hábitos es posible, caminar hacia hábitos saludables de vida se puede hacer, y tú ya sabes cómo hacerlo. Así que ¡empieza a caminar hacia una

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vida más sana! Eso te va a llevar hacia la persona que quieres ser, no lo dudes.  

¿Somos lo que comemos?   Si te has fijado, una de las cuestiones que encontramos en los hábitos es qué comemos. Muchas veces, por pereza, por desidia, por falta de tiempo… cogemos cualquier cosa del frigorífico o del congelador, o incluso vamos a uno de esos restaurantes de comida rápida, más conocida como comida basura (por algo será), y no nos fijamos en qué comemos. Está bien que comamos cinco veces al día, menos cantidad que si comemos solo dos, ya que comiendo cinco veces el cuerpo nos demandará menos alimentos cada vez, y llegará menos hambriento a la siguiente comida, por lo que será más fácil controlar el comer en exceso. Además, comer regularmente mantiene nuestro metabolismo activo. ¿Qué es el metabolismo y por qué es importante mantenerlo activo? Bueno, una explicación general del metabolismo es que es ellasistema encargado convertir lo el alimento en muy energía. Es decir, el metabolismo realiza combustión de losdealimentos, que solemos llamar «quemar calorías». Cuando el cuerpo no prevé que le vayan a llegar  más alimentos en poco tiempo, tiende a acumular provisiones. Esta es la razón ra zón por la que engordamos aunque comamos muy poco, porque el cuerpo, que es muy listo, piensa que no se le va a alimentar y, por tanto, acumula grasas, azúcares y otros nutrientes que,  posteriormente, convierte en esos kilos de más. Por eso es necesario darle al cuerpo alimentos cada cierto tiempo, para que esté activo y no se acostumbre a guardar en su almacén particular. Algo parecido sucede con los líquidos. El cuerpo necesita una cantidad de líquidos diaria para funcionar correctamente. Si no le damos los suficientes líquidos, lo que hará será almacenar los que ya tiene para poder usarlos cuando los necesite. Esto es conocido como retención de líquidos  y es uno de los problemas con los que nos encontramos, sobre todo, las mujeres. El líquido pesa mucho, pero ocupa poco espacio. Por eso, cuando nos deshacemos de esas retenciones, la báscula baja a velocidad de vértigo, pero no notamos mucha diferencia en cuanto a volumen. Sabemos que retenemos líquidos porque nos encontramos hinchadas, con las piernas cansadas y, en algunos casos, con el abdomen hinchado y durito. Esto suele ser debido a que no le damos al cuerpo el suficiente líquido, de ahí la importancia de beber 2 l o más diarios. Yo, personalmente, hay días en que llego a los 4 l de agua, pero no bebo otra cosa más que agua. A veces, el cuerpo necesita más líquido. Ya sabes, es cuestión de escuchar lo que quiere, de respetarlo y dárselo, pero sabiendo que, si le damos más de 4

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o 5 l al día, la pérdida de nutrientes esenciales puede llevarnos a sufrir carencias. Si tu cuerpo te pide mucha agua constantemente, ve al médico, suele ser síntoma de diabetes. Si pese a tener una ingesta adecuada de líquidos sientes que tu cuerpo los retiene, ve al médico, puede ser síntoma de problemas de circulación, de los riñones u otros. Además, has de tener en cuenta que días antes de la menstruación tu cuerpo retendrá líquidos sí o sí, pero los soltará una vez pasados esos días. Así que no te alarmes si unos días al mes retienes más de lo habitual. Obviamente, no es cuestión de comer más veces y beber más y pensar que por ello se va a adelgazar. Es cuestión, también, de saber qué se come. Vamos a hablar un poco de los tipos de alimentos.   Según su composición química, hay dos tipos de alimentos: 1. Orgánicos, que son los que aportan energía, hidratos de carbono, proteínas, fibra, grasas y vitaminas, e 2. Inorgánicos, que no aportan energía, pero son fundamentales para el buen funcionamiento del cuerpo, como la sal o el agua.

  Según su función nutricional, existen tres tipos de alimentos: 1. Plásticos o formadores, que proporcionan sustancias imprescindibles tanto para la formación como para la conservación de nuestra estructura física; 2. Energéticos, que son los que nos proporcionan energía, y 3. Reguladores, que aportan a nuestro organismo nutrientes imprescindibles, como la fibra, los minerales y las vitaminas.

  Según sus nutrientes, 1. Hidratos de carbono,tendremos: o carbohidratos, que son los encargados de proporcionar energía al cuerpo. 2. Proteínas, que son la materia principal de los tejidos y las células del cuerpo, siendo fundamentales para producir hormonas y otras sustancias importantes. 3. Lípidos o grasas, que proporcionan energía y mantienen la temperatura del cuerpo. 4. Fibras, fundamentales para el sistema digestivo ya que equilibran el sistema y evitan el estreñimiento. 5. Vitaminas, fundamentales para regular los procesos químicos del cuerpo y para convertir la grasa en energía. 6. Minerales, que ayudan a mantener la estructura ósea y controlan el equilibrio del líquido del cuerpo y las secreciones glandulares.

 

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Por último, los siete grupos de alimentos son: 1. Leche y derivados: Su función es plástica, es decir, ayudan a crecer y mantener la estructura ósea, por lo que son fundamentales durante el crecimiento. Aportan proteínas y grasas. 2. Carnes, pescados y huevos: Son también plásticos. Proporcionan proteínas, por lo que son fundamentales en una dieta equilibrada. Los pescados, además, aportan omega 3, un ácido graso esencial muy beneficioso para nuestro organismo. 3. Patatas, legumbres y frutos secos: Tienen tanto función plástica como energética, ya que cuentan con un gran contenido de hidratos de carbono y, en el caso de los frutos secos, grasas. Las legumbres, además, proporcionan proteínas y fibra. 4. Verduras y hortalizas: Su función principal es reguladora, por lo que son imprescindibles en una dieta equilibrada. Aportan grandes cantidades de vitaminas, fibra, minerales y otras sustancias necesarias para el correcto funcionamiento del cuerpo. Además, tienen pocos hidratos de carbono, proteínas y grasas, por lo que contienen pocas calorías. 5. Frutas: Su función principal es también reguladora, siendo muy similares a las verduras y hortalizas, pero aportan glucosa, fructosa y sacarosa, que son, por lo general, de bajo contenido calórico. 6. Cereales y derivados, azúcar y dulces: Su función es energética, por su alto contenido en hidratos de carbono, azúcares y, en algunos casos, grasas. 7. Grasas, mantequillas y aceites: Función energética. Es imprescindible no abusar de las grasas,  puesto que podemos llegar a encontrarnos con verdaderos problemas de salud (colesterol alto, obesidad, problemas circulatorios, de corazón, de hígado…).

  Bien, ya sabemos los tipos de alimentos que existen y para qué sirven,  grosso modo, todos ellos. Este libro no es un tratado sobre dietética o nutrición, pero sí necesitamos unas pequeñas nociones para saber qué es comer sano. Comer sano  es comer moderada y equilibradamente, sabiendo que nuestro cuerpo necesita de todos los nutrientes y funciones anteriormente citados. Por tanto, es necesario comer todo tipo de alimentos, pues la variedad hará que el cuerpo tenga lo que necesita, según nuestra forma de vida. Por ejemplo, si tu vida es muy sedentaria, no vas a necesitar demasiada energía, así que habrás de controlar el consumo de alimentos energéticos (hidratos de carbono, azúcares y grasas). El problema es que tanto los hidratos de carbono como los azúcares son difíciles de controlar, y no todas las personas los sintetizan de igual manera. Existe un concepto de nutrición que es el  Índice Glucémico (IG) sobre el que se basan muchas dietas, ya sean de control de peso como de mantenimiento de peso. El IG es, a grandes rasgos, un índice que nos indica porcentaje del contenido de azúcar el cuerpoaporta digiere cada alimento. Así, aelmayor IG, mayor cantidadtotal de azúcar que que el alimento al de cuerpo.

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Cuando se digieren los alimentos con hidratos de carbono, estos se convierten en glucosa (azúcar) en nuestro organismo, así que el cuerpo aumenta la secreción de insulina, que es la encargada de digerir los carbohidratos y azúcares. Como ese alimento con IG alto necesita mucha insulina para poder procesarse, las células no pueden quemar todo, así que el metabolismo empieza a transformarlas en grasa que almacena para momentos en que necesite de esa energía. Como comemos regularmente, las grasas se quedan almacenadas y así llegamos a la obesidad. Por tanto, lo mejor es escoger alimentos que contengan un IG bajo, para que el cuerpo lo pueda metabolizar todo con rapidez y no le dé tiempo a realizar esa acumulación de grasas. Los alimentos se clasifican, según su IG, en:   • Bajo IG: De 0 a 54. • Medio IG: de 55 a 70. • Alto IG: Más de 70.

  Está bien comer hidratos de carbono, pero si vamos a comerlos cinco veces al día tendremos que elegir aquellos que menor IG tengan; de lo contrario, estaremos haciendo que nuestro metabolismo acumule grasa en cada una de las comidas. Por ejemplo, el pan tiene un IG de 85. Si en cada comida comemos un bocadillo, ese  pan se convertirá en grasa. Las patatas, dependiendo de la form formaa en que las cocinemos, tienen un IG de entre 70 y 95, así que si comemos pan en tres comidas y patatas en otras dos, estamos haciendo que nuestro cuerpo acumule grasas. Además, hay que añadir las grasas usadas para cocinar, y las que los alimentos incluyen. Teniendo todo esto en consideración, una tarde viendo la televisión con una bolsa de patatas fritas, definitivamente, nos está costando un poco más de grasa para el cuerpo. Si quieres encontrar una relación de los alimentos y sus IG, solo tienes que buscar en internet. Encontrarás muchos listados diferentes y páginas en donde se amplía la información sobre cómo funciona el metabolismo. m etabolismo. Esta cuestión es, indudablemente, cultural. Durante mi primera etapa de vida en Asia, ¡no solo no engordé ni un gramo, sino que adelgacé! Analizando la forma de comer de los asiáticos, me di cuenta de que apenas usan grasas, sino que casi toda la energía  proviene de los hidratos de carbono que proporciona el arroz. Además, al ser un arroz muy puro, el IG es menor que el del arroz de las culturas occidentales. En todos los  platos usan hidratos de carbono (procedentes del arroz o la soja), proteínas (carnes, huevos, pescados o soja) y verduras. Consumen muchísima soja, sustitutivo natural de los lácteos y, aunque existen dulces y fritos, su consumo no es diario. Este tipo de dieta es un ejemplo de dieta cultural muy equilibrada. Entiendo que adoptar esta dieta en

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nuestros países es difícil; no digo que a partir de ahora cocines todo con salsa de soja en un wok. Solo te pido que pienses en qué comes. Todos estos apuntes son válidos para una dieta sana. Pero si lo que queremos es  perder peso, la ecuación es muy clara: ¡Quema más de lo que consumes! Así el cuerpo no tiene más remedio que tirar de sus reservas. Para quemar más de lo que se consume, tendremos que restringir los alimentos que nos proporcionan energía, es decir, los hidratos de carbono, las grasas y los azúcares. Cuanto mayor sea tu deseo de adelgazar, mayor será el nivel de restricción que asumas. Otra alternativa es realizar el ejercicio suficiente para quemar lo que consumas, lo que sucede es que quemar diariamente, por  ejemplo, 2.000 kcal es muy difícil, así que de cualquier forma deberás restringir el consumo de hidratos de carbono, grasas y azúcares. Yo, por ejemplo, desterré de mi dieta todo tipo de azúcares, la mayoría de los hidratos de carbono y, desde luego, las grasas. Gracias a ello he descubierto cómo funciona mi cuerpo y tengo claro que si un día quiero comerme un plato de arroz, ese día el pan se acabó para mí. Pero no me importa, estoy contenta porque lo que gano (un cuerpo más sano, una vida con más posibilidades, que puedo controlar y decir NO a ciertos alimentos) compensa el trozo de pan quesaber no como. Como sabes, este libro no trata de dietas, no trata de convencerte de que has de seguir  una dieta. Tú deberás elegir el método que consideres más efectivo para adelgazar o mantenerte en tu peso. Pero has de tener claro que las personas que tenemos sobrepeso debemos rehacer nuestra relación con la comida, viéndola como un aliado para conseguir  nuestra meta: una vida sana. Por tanto, es muy importante incidir en qué comes, cuándo lo comes y cómo lo comes, para conocerte mejor, para saberte mejor y para usarlo a tu favor en vez de contra ti.  

Controlar qué comes y cuándo lo comes te ayudará a: • • • •

Saber qué le sienta bien a tu cuerpo y qué no. Controlar los excesos que tu cuerpo no pueda quemar. quemar. Crear tu propia forma de comer, adaptada adaptada a tu forma de vida y a tus circunstancias personales. Ser más responsable de tu cuerpo y, por tanto, de ti.

¡Ojo! No digo que no comer nada de grasa, ni dulces, ni todas esas cosas que nos gustan sea algo que tengamos que hacer durante toda la vida. Es solo durante el periodo en que perdemos peso cuando tenemos que restringir inflexiblemente esos alimentos, y

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aprender durante ese tiempo qué es lo que mejor le sienta a nuestro cuerpo, cómo  podemos mantenernos con una dieta equilibrada equilibrada y compensar esos pequeños excesos que de vez en cuando cometeremos.   Bien, ahora sabes qué significa comer sano. Con tu registro podrás identificar si tu dieta es sana, equilibrada, o por el contrario contiene demasiadas grasas, hidratos de carbono y azúcares. Trabajemos sobre ello. Cuando hayas completado tu registro durante una semana entera, analiza qué comes. Para ello, responde a estas preguntas:   • • • • •

¿Tiene tu dieta demasiado alcohol? ¿Cómo crees que puedes bajar ese consumo de alcohol? ¿Consumes ttodos odos los días alimentos de ttodos odos los grupos? ¿Cuál, de los siete grupos de alimentos, es el predominante en tu dieta? ¿Para qué escoges esos alimentos en vez de otros?

• ¿Cuántas comidas realizas al día basadas en hidratos de carbono, azúcares o dulces? • Cuando no te apetece cocinar, o no sabes qué hacerte de comer, ¿recurres a grasas, azúcares, dulces e hidratos de carbono? • Tu desayuno, ¿se basa en dulces y grasas? • ¿Cuántos dulces comes al día? • ¿Es tu dieta una dieta sana y equilibrada?

  Ahora ya sabes qué necesita tu cuerpo, cómo lo necesita y qué le estás dando. Si respetas cuerpo, ¡ámalo!esNútrelo lo que necesita, escuchapara qué te y cuándoque te lo pide. tu Amar tu cuerpo amarte.con Y amarte es fundamental serpide la persona deseas ser.  

¡Manos arriba! ¡Esto es un atracón!   Bien, ya sabes cuáles son tus tradiciones familiares con respecto a la comida, tus hábitos alimentarios y de qué se compone tu dieta. ¡Enhorabuena! Ya tienes mucho trabajo realizado. Pero aún tienes un camino por delante que debes seguir recorriendo. ¡Continúa así! Cada vez estás más cerca de la persona que quieres ser y del cuerpo que quieres tener.

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En tu registro aún queda una cosa por anotar. Cómo comes. Y me explico. Lo normal es que se coma lo suficiente como para no quedarse con hambre, pero sin sentir que «vas a explotar». La sensación de que «voy a explotar» nos indica que nos hemos sobrealimentado. A veces es lícito tener esa sensación, por ejemplo, en comilonas familiares, o cuando accedemos a alimentos que nos gustan mucho y que normalmente no tenemos al alcance. Por ejemplo, yo soy muy capaz de sentir que «voy a explotar» cuando puedo comer sin limitaciones boletus o angulas. ¡Me encantan! Y, como no son alimentos a los que tenga acceso diariamente, cuando puedo satisfacer mis deseos de comer sin limitación, lo hago. Pero soy consciente de que lo estoy haciendo, y, por tanto, puedo realizar acciones de compensación. La compensación es cuando sabemos que no hemos realizado una comida sana y ese mismo día, o al día siguiente, seguimos una alimentación más estricta,  por ejemplo, basada solo en verduras y pescado. No te olvides de que has de hacer todas tus comidas diarias, es decir, si comes copiosamente, compensar no es no cenar. Compensar es cenar unas espinacas al vapor y un poco de merluza a la plancha. Y, si no tienes hambre, cómete las Si espinacas. Pero no olvides: la compensar  técnica de compensar sirvepues parasimplemente mantenerte en tu peso. lo que quieres es te perder kilos, no es una técnica para perderlos, solo para, por ejemplo, si un día has de hacer un exceso (celebración, boda, cumpleaños, etc.), asegurarte de que no se va a ver reflejado con un aumento de peso en la báscula. Una persona engorda cuando ingiere más de lo que gasta. Como recordarás, el tipo de alimentos que comemos nos puede llevar a estar acumulando más de lo que gastamos, así como comer pocas veces al día. Pero también almacenamos más de lo que debemos cuando comemos sin hambre o por encima de las necesidades de nuestro cuerpo. Lo peor  es que, muchas veces, no somos conscientes de que estamos comiendo de esa manera,  porque lo hemos convertido en hábito. Sin embargo, la buena noticia es que es fácil de identificar, puesto que es el comportamiento que más visible resulta. Por ejemplo, si me como una bolsa de patatas fritas delante del televisor al llegar a casa todos los días, sé que estoy comiendo sin hambre (además de grasas e hidratos de carbono en demasiada cantidad). Así que no nos será difícil identificar cómo comemos. Lo primero que debemos tener claro es la diferencia entre tener hambre y tener ganas de comer . A veces las dos expresiones las usamos como sinónimos, pero nada más lejos de la realidad, y es necesario aprender a identificar cada una para saber qué darle al cuerpo en cada momento. Tener hambre  son las ganas físicas de comer, por necesidad del cuerpo. Es el mecanismo por el cual el cuerpo nos indica que necesita alimento, y nos lo hace notar  con la sensación de estómago vacío y algunas molestias estomacales. Por ejemplo, puedo

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llegar a casa y comerme frente al televisor una bolsa de patatas fritas porque ¡mi estómago rugía en el coche! En ese caso como con hambre, aunque la elección de qué como no sea la mejor para mi cuerpo.  es sentir que quieres comer, normalmente sin que sea necesario Tener ganas de comer  es  para tu cuerpo. Así, por ejemplo, puedo pasar por delante de una pastelería y sentir unas irrefrenables ganas de comerme un pastelito pero, definitivamente, no tengo hambre. Existen tres conductas típicas que son absolutamente negativas para nuestro cuerpo: comer sin hambre, comer en exceso y comer compulsivamente. Vamos a hablar un poco de cada una de ellas.   Comer sin hambre   Comer sin hambre no es sinónimo de «Tener ganas de comer». Y me explico. Podemos comer sin hambre porque estamos en un evento, por ejemplo, una comida familiar, o  porque la hora de comer. no En porque el primer caso –cuando evento ysino no tenemoseshambre– comemos tengamos hambre,estamos o ganasendeunhacerlo, simplemente porque en la situación en la que estamos es lo que se espera de nosotros. En el segundo caso –comer porque es la hora– comemos porque es el momento estipulado de hacerlo y, quizá, si no lo hacemos a la hora indicada, ya no podremos hacerlo (porque en el trabajo no nos dan descanso hasta pasadas unas cuantas horas, porque la vuelta hasta casa es larga y tediosa, o cualquier otro motivo). Pero sí que «tenemos ganas de comer» generalmente sin hambre, aunque no solemos ser conscientes de que no tenemos hambre, es decir, creemos que «tener ganas de comer» es sinónimo de «estar hambrientos». Estas ganas de comer pueden darse por  muchos motivos y en muchas situaciones diferentes. Recuerdo que Silvia, una amiga, me decía que su problema era que el trabajo la aburría sobremanera, pero la única forma de  poder levantarse de su sitio era yendo a la máquina de café. Sin embargo, ella no toma café, así que iba a por chocolate. Como en el puesto de trabajo estaba prohibido comer, además aprovechaba para comer una pastita con el chocolate y así poder alejarse durante cinco o diez minutos cada hora de su puesto de trabajo. Así que ella siempre tenía ganas de comer su chocolate y su pasta y decía «es que debe de ser que siempre tengo hambre». Martín, un cliente, me contaba que en su casa, desde pequeño, siempre habían comido  pasteles los domingos. Era una tradición familiar. Cuando C uando se fue de casa de sus padres, él mantuvo esa tradición (convirtiéndola, así, en hábito), y daba igual si había comido suficiente como para quedarse saciado o estaba con amigos, él siempre tenía ganas de

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comer pasteles los domingos. En el caso de Silvia, «tener ganas de comer chocolate y pastas» era una forma de huir  de una situación que no le gustaba y, para salir de ella, se escudaba en que «siempre tengo hambre», no siendo consciente de la diferencia entre ambos términos. En el caso de Martín «tener ganas de comer pasteles los domingos» es un reflejo de una tradición convertida en hábito. Por tanto, en tu registro hay una columna en donde marcarás si tenías hambre o no en el momento en que comiste. Es fundamental que seas consciente de la diferencia entre comer por necesidad del organismo (hambre) o por otras necesidades (tener ganas de comer o antojos). Satisfacer la demanda de nuestro cuerpo cuando tiene hambre es escucharlo y respetarlo. Anteponer otras necesidades es sobrealimentar el cuerpo y, por tanto, forjar el camino más corto para no conseguir quitarnos esos kilos de más. Pero ¿por qué tenemos esas otras demandas? Esta es, sin lugar a dudas, la pregunta del millón. Los motivos pueden ser de lo más diverso, como en el caso de Silvia, huir deCada una persona situacióntiene que no gusta, o en el caso de Martín, porque así seporque lo hanquiere enseñado. suslemotivos,  pero solo tú puedes saber los tuyos. Como ahora sabes cuándo  comes sin hambre, también puedes aprender qué  desencadena esa conducta. En esta pequeña lista te dejo algunos de los motivos que me han dado las numerosas personas con las que he hablado. Quizá te veas reflejado en alguno de ellos.   • Como porque me aburro en el trabajo. • Como porque el día ha sido agotador. • Como porque es lo que siempre hago, comer patatas cuando llego a casa. • Como sin hambre porque tengo estrés y así lo paro. • Como porque es lo que se espera de mí mí,, siempre he si sido do el más comilón de mis amigos y compañeros de trabajo. • Como porque me aburro. • Como porque no me gusta lo que pone en la tele mi pareja y m mee voy a la cocina y pico. • Como porque necesito sentir algo dulce en mi boca.

  Quizá tus motivos sean diferentes. Piénsalos y escríbelos en un listado. Ya sabes que no me gusta usar «por qué», así que modificaremos la pregunta y verás como el significado cambia. Así lo hice con las personas que me dieron las razones anteriores, y esto fue lo que me respondieron cuando les pregunté «¿para qué comes sin

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hambre?»:   • Para poder huir del trabajo unos minutos cada hora. • Para darme un premio por un día agotador. • Para hacer lo que siempre hago hago.. (Recuerda que «hacer lo que siempre hago» es un hábito.) • • • • •

Para sentirme mejor conmigo misma. Para no decepcionar a los demás. Para sentir que hago algo y no aburrirme. Para no enfrentarme con mi pareja a la hora de elegir lo que vemos en televisión. Para sentirme bien saboreando algo dulce.

  Por tanto, ahora modifica tu listado de razones. Comienza las frases con un «para», como en la lista anterior. ¿Ves cuán importante es preguntarse «¿para qué?»? En el primer caso las razones  podemos asignarlas a cosas que no dependen de nosotros. Pero en el segundo caso no nos queda más remedio que darnos cuenta de que somos nosotros los responsables de comer sin hambre. Y como si tú eres responsable de algo puedes cambiarlo, ¡cámbialo! Sí, lo sé, es difícil. ¡Pero no imposible! Comer sin hambre es un hábito, pero se  pueden encontrar alternativas también saludables a ello. Por ejemplo, en este listado recojo algunas situaciones en las que la gente se encontraba comiendo sin hambre y las soluciones que encontraron:  

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Ahora coge tu hoja de registro. Identifica los momentos en los que no has comido con hambre y, en cada uno de ellos, responde a estas preguntas: • ¿Qué situación ha desencadenado que comieras sin hambre? • ¿Cómo te has sentido? • • • • •

¿Para qué has comido sin hambre? ¿Cómo te quieres sentir? ¿Qué necesitas para sentirte de una forma más positiva? ¿Qué puedes hacer para sentirte de esa forma? De lo que puedes hacer, ¿qué te va a hacer sentir mejor contigo y con tu cuerpo?

Estos ejemplos son, en verdad, de personas que asumieron su responsabilidad y decidieron buscar el cambio. Todas y cada una de ellas te pueden decir cómo se encontraban de perdidas, sin encontrar soluciones. Se preguntaban cómo se podían dar  un empujón y superar sus bloqueos. La respuesta es una: ¡sé consciente! Ya has identificado el momento en que comes sin hambre (cuando me aburro en el trabajo), cómo te sientes en ese momento (triste, aburrida, desaprovechada) y cómo quieres sentirte (con retos, responsabilidades). Sabes, entonces, qué hacer para llegar a sentirte como quieres sentirte. Y, no lo olvides, ¡tienes derecho a sentirte bien! Eres una gran persona, tienes el mismo derecho que los demás a ser valorada, a sentirte bien contigo misma y a quererte. ¿A qué esperas para dar el paso?   Comer en exceso   Comer en exceso es una forma más de comer sin hambre. La diferencia radica en que «comer en exceso» es una conducta que se inicia con hambre, es decir, comemos en nuestro horario y con hambre pero, una vez saciados, no paramos. Comemos en exceso en situaciones sociales, por ejemplo, en celebraciones familiares, cuando vamos a un restaurante con amigos, o cuando tenemos a nuestra disposición cosas que nos gustan mucho y que normalmente no comemos (¿te acuerdas de «mis»  boletus y angulas?). En estas situaciones es normal; con compensar posteriormente no deberíamos tener ningún problema. El problema surge cuando lo solemos hacer en una, algunas o en todas nuestras cinco comidas. Entonces estamos dándole a nuestro cuerpo mucho más de lo que quema y ya sabes lo que eso significa: grasa que luego nos tenemos que quitar. La mayoría de las teorías psicológicas dicen que comemos en exceso porque eso nos

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hace sentir bien. Desde luego, es una explicación aceptable, la sensación de sentirte llena, de no privarte de nada, te puede hacer sentir realmente bien. Pero, además, el comer en exceso es, como hemos visto, un hábito. Ya sabes cómo modificar tus hábitos, y cómo identificar para qué comes en exceso y qué necesitas para sentirte bien. En tu registro, en la misma casilla en donde se te  pregunta si tenías hambre, se te pregunta también si realizaste una comida en exceso. Coge tu registro y trabajemos sobre él. Responde a estas preguntas:   • • • • • • • • •

¿Comer en exceso es para ti un hábito? Si es que sí, ¿qué alternativas saludables puedes realizar para no comer en exceso? ¿Para qué comes en exceso? ¿Cómo te sientes comiendo en exceso? ¿Cómo te quieres sentir? ¿Qué necesitas para sentirte como te quieres sentir? ¿Eres consciente de cuándo tu cuerpo está saciado? Si es que no, ¿cómo puedes ser consciente de cuándo tu cuerpo se siente saciado? ¿Qué puedes hacer para comer la cantidad que tu cuerpo necesita?

  Bien, ya sabes cómo identificar qué es lo que te lleva a engordar, o qué es lo que te  bloquea para adelgazar; tus hábitos, el comer sin hambre y/o comer en exceso. ¡Estás en el buen camino! Como te dije, este es un libro para que trabajes, te trabajes y te aprendas. Si has descubierto algo que no pensabas de ti misma, no te preocupes. Sabes que puedes cambiarlo, si es lo que deseas. Comprométete contigo misma para cambiarlo, acepta tu responsabilidad y ¡sigue así! Vas, indudablemente, camino del éxito.   Comer compulsivamente   Comer compulsivamente es la suma de lo que hemos visto hasta ahora, es decir, es comer sin hambre pero, además, sin poder parar. Es, por tanto, de los tres casos el más extremo. Pero, si este es tu caso, no te desanimes, también puedes luchar con el impulso de comer descontroladamente. Este tipo de conducta suele llevar relacionada la sensación de pérdida de control, es decir, la persona come, a veces a escondidas, cantidades enormes de comida (más de lo que una persona sana comería en dos horas, por ejemplo) y llega a sentir que no puede controlar ni la voracidad ni la cantidad de comida que ingiere. Cuando esto sucede se

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llama atracón. Todas las personas han tenido algún episodio de comer compulsivamente. De alguna manera u otra, cuando éramos niños, en alguna situación dada… Vale, bien. No te sientas culpable si has tenido algún episodio en tu vida. El perfil del comedor  compulsivo conlleva algunas características más:   • Comen rápido, a veces parece que ni siquiera mastican llaa comida. • Siempre están pensando en comi comida. da. Tengan o no hambre, tengan o no privación real, tengan eventos o no, siempre piensan en comida. • Comen hasta sentirse físicamente incómodos y mal. • Comen solos. • Comen a escondidas. • Compran comida a escondidas. • Esconden comida. • Niegan lo que comen por vergüenza. • Se sienten culpables y deprimidos después de haber comido.

   No todos los comedores compulsivos presentan las mismas ca características racterísticas ni todas las características al mismo tiempo. De hecho, con presentar una repetidamente, ya podemos considerar que estamos ante un caso de comedor compulsivo. Por ejemplo, si vives sola, no es necesario que comas a escondidas y, lógicamente, comerás com erás sola. Además, no tienes a nadie a quien negar lo que has comido. Por tanto, puedes ser perfectamente una comedora compulsiva, solo que por tu situación personal no se manifestarán la totalidad de los síntomas. Pero si tienes alguno de ellos, obsérvate: puede que seas un comedor  compulsivo Además, sin los saberlo. comedores compulsivos suelen comenzar infinidad de dietas que, por  supuesto, no completan con éxito. Normalmente es porque la sensación de privación les hace sentir un alto nivel de ansiedad y caen de nuevo en episodios en los que comen compulsivamente. En los casos más extremos, la culpabilidad los lleva a idear diversas formas para poder purgar su cuerpo o hacerlo vomitar llegando a sufrir de bulimia.  

Los comedores compulsivos sufren de lo que se llama «Trastorno por Atracón», que es un trastorno de la alimentación como puede ser la bulimia o la anorexia. Los atracones se suelen dar  cuando nos sentimos deprimidos, tristes o estresados.

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Parecen casos extremos, ¿verdad? Déjame que te cuente lo que me escribió Ania, una compañera de camino.   «Hola, Eva, soy Ania. […] Quiero contarte mi historia por si a alguien más le puede ayudar. Me casé hace cinco años con el hombre de mi vida. Al poco tiempo queríamos empezar a tener hijos, pero por alguna razón no lo conseguimos, así que yo me comencé a encontrar triste y deprimida. Entonces encontré mis momentos de felicidad en las golosinas. Empecé comprando paquetitos pequeños de golosinas, me los llevaba al trabajo e iba picando. Cuando me quise dar cuenta, había pasado de 55 a 62 kg, pero me daba igual. Como solución decidí que delante de mi marido comería una ensalada y algo de pescado, nada más. Pero poco a poco fui comprando más golosinas, ya no me bastaba con las que venían en los paquetitos del supermercado, sino que iba a las tiendas de golosinas que las venden al peso y compraba allí. En ocasiones compraba dos y tres veces al día, y cada vez más cantidad. ¡Un día me encontré a mí misma encerrada en el cuarto de baño de la empresa comiendo como si me fuera la vida en ello! Ahora peso 69 kg, me sobran unos 10 kg. No es obesidad,  pero me encuentro fatal por lo que me hago, me siento mal por mentir a mi m i marido y, lo peor, sé que si sigo así llegaré a pesar 100 kg […]»   Como ves, el caso de Ania no es el de una persona obesa que acaba con todo lo que hay en el frigorífico. Era una persona delgada que encontró la solución a sus frustraciones comiendo dulce. En este caso, las relaciones personales y sociales no están aún mermadas, pero puede llegar a suceder. Juan me contaba:   «Desde pequeño he sido gordito. Mis padres eran de los que si no te comías el plato entero, seguro que acababas castigado sin salir, así que me comía todo lo que me  pusieran. Me apunté a hacer deporte cuando cumplí c umplí trece años. Realmente no sé qué  pasó, pero entonces empecé a comer a escondidas. Había días en que comía lo que mi mi madre guisaba, que ya era mucha cantidad, y luego me iba a entrenar y me comía una hamburguesa con mis compañeros, me llevaba otra para el camino y al llegar a casa cenaba. Pasó el tiempo y llegué a la universidad, pesando 130 kg. Allí conocí a Claudia, una mujer de la que me enamoré, y con su ayuda conseguí bajar casi 60 kg, hasta los 72 kg. Pero al acabar la universidad ella se fue al extranjero para realizar  estudios de posgrado y yo me quedé De repente todo lo que encontraba. Era perfectamente capazen decasa. comerme un boteempecé entero adeengullir leche condensada,

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después dos paquetes de salchichas con queso fundido y kétchup, luego comerme cuatro helados de chocolate, seguidos de dos sándwiches de carne asada y, como  postre, un paquete de pan de molde con crema de chocolate. Cuando esto sucedía me sentía tan mal que no quería ver a nadie, ni salir de casa, ni ir a ver a mis amigos; me quedaba en casa esperando la llamada de Claudia, a quien, obviamente, jamás le dije nada. Al cabo de un tiempo mis amigos dejaron de llamarme, llevaba meses sin salir  de casa, sin relacionarme. Claudia no sabía nada del problema, y por vergüenza no quise ir a verla a donde ella estaba estudiando. Poco a poco dejé de relacionarme con la gente, incluso pedí en la empresa que me permitieran trabajar desde casa. Dejé a Claudia una semana antes de que ella volviera, así conseguiría que no me viera en ese estado. Cuando me di cuenta, estaba solo, gordo y deprimido». Este caso es más extremo, pero hay miles de personas que viven así, muchas de ellas tardan años en darse cuenta de qué les sucede, otras identifican rápidamente que están siendo comedores compulsivos. En cualquiera de estos casos, el comedor compulsivo sufre un trastorno de la alimentación. Si este es tu caso, mi consejo es que acudas a un especialista. Ve al médico y cuéntale lo que te pasa, ya que los trastornos asociados a los comedores compulsivos son difíciles de erradicar por nosotros mismos. Si lo eres, sabes perfectamente que el impulso es mayor que tu fuerza de voluntad, y vas a necesitar ayuda personalizada para poder salir  de ese círculo vicioso. Puedes, por supuesto, usar los ejercicios que antes hemos visto y todos aquellos que están por venir, pero sinceramente creo que un psicólogo especializado te ayudará a identificar correctamente cuáles son las estrategias y la terapia más efectivas para ayudarte. Pero, si es tu caso, ¡sigue leyendo! Este libro te ayudará a conocerte mejor, a crear y completar tus propias estrategias, a ver casos ¡Claro de personas que lo superaron y hacerte ver  que, con fuerza de voluntad y ayuda, puedes. que puedes!  

Yo creo que…   Como ves, el trabajo es minucioso. Pero te va a llevar a saber cuál es tu relación con la comida, es decir, para qué la usas, cómo la usas, y si estás sustituyendo u ocultando algo con comida. Conocerla es fundamental porque, en realidad, lo que queremos es modificar nuestra relación con la comida, convirtiéndola en un aliado, en vez de un enemigo, en algo sano y saludable, en vez de un pecado, y en una herramienta para ser lo que quieres ser, en vez de una carga.

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En este punto te hablaré de un concepto más: las creencias. Las creencias  son afirmaciones personales que consideramos verdad, un sentimiento de certeza sobre algo. Por ejemplo, una creencia puede ser que las camas tienen que estar hechas todos los días antes de salir de casa, o que la vida es dura. Las creencias se forman a partir de lo que nos han enseñado, de lo que nos han dicho, de lo que hemos vivido o de situaciones que han sido traumáticas y que nos han influido inconscientemente más de lo que creemos. Por ejemplo, tengo un amigo, Javi, que no come marisco desde que un día salimos a cenar y tras la cena se puso enfermo. Él no ha constatado que sea alérgico al marisco, pero ese mismo día había leído el caso de una muerte por ingesta de marisco y enfermó tras la cena. Él cree que es alérgico al marisco, aunque realmente no lo sepa. Por tanto, las creencias se arraigan en nosotros de una manera muy potente, condicionando nuestra conducta y comportamiento. Javi tiene el comportamiento de no comer marisco, porque su creencia le hace pensar que le sentará mal. Tus creencias con respecto a la comida también hacen que tu comportamiento se vea afectado. Por ejemplo, si piensas «comer es un premio», tenderás siempre a darte  pequeños placeres basándote en la que comid comida. a. Dentro de las creencias están las que llamamos creencias limitantes. Estas son afirmaciones que indican creencias de identidad, es decir, de lo que yo soy, que limitan la idea que la persona tiene de sí misma y de lo que puede hacer para cambiar. Si piensas que comer es lo que has de hacer porque eres una «comilona», difícilmente dejarás de hacerlo, hasta que empieces a pensar en ti en otros términos. También se pueden expresar como causa-efecto, por ejemplo, «si como, me sentiré bien».  

Una persona usualmente se convierte en aquello que cree que es. Si yo sigo diciéndome a mí mismo que no puedo hacer algo, es posible que termine siendo incapaz de hacerlo. Por el contrario, si tengo la creencia de que sí puedo hacerlo, con seguridad adquiriré la capacidad de realizarlo aunque no la haya tenido al principio. (Gandhi)

Bien, ahora vamos a trabajar para conocer tus creencias. Coge lápiz y papel, te toca escribir. Escribe tu historia con la comida, cuándo empezaste a engordar, cómo te sentías, qué te decían otros, cómo te sentiste, ¿les creíste?, ¿qué te decían tus padres? No es necesario que escribas un bestseller , pero escribe al menos dos hojas explicando todo lo que te llegue a la mente de ti, tu mundo y tu relación con la comida.

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Ahora coge el texto y, con un lápiz de otro color, subraya las creencias que hayas escrito. Por ejemplo, «mis padres me enseñaron que las chicas buenas se comen toda su comida»; que «las chicas buenas se comen su comida» es una creencia. Ejemplos de creencias podrían ser:   • • • • • • • • • • • • • • • •

Ser gordo es sinónimo de salud. Las chicas buenas se comen toda la comida. No voy a tener pareja porque soy gorda. Ser gordo es ser feliz. Siempre he sido comilona. Mi familia es comilona. Comer grasas (embutidos) te hace más fuerte. Una comida sin pan no es comida. Ser delgado es de gente pobre. Siempre he sido perezosa porque soy gorda. Tengo que ser gorda como lo es mi madre. O se es gorda o se es extremadamente delgada. Mi constitución es de ser gorda. Los dulces me alegran. Comer es un placer. Tengo tendencia genética a engordar.

Acabas de identificar tus creencias. ¡Enhorabuena! Es el primer paso para deshacernos de aquellas que nos limitan para alcanzar nuestros sueños. Ahora escribe un texto respondiendo a esta pregunta: Cuando comienzas una dieta, o estás en tu peso, ¿qué te impide tener éxito? ¿Qué te frena? Si te resulta más fácil, en vez de un texto crea una lista de frases que empiecen por «Yo creo que…». Por ejemplo: • • • • • •

Yo creo que… hacer dieta es aburrido. Yo creo que… tengo que ser gorda como el resto de mi familia. Yo creo que… no tengo fuerza de voluntad. Yo creo que… da igual que esté delgada, nadie me va a querer. Yo creo que… comer me hace sentir bien. Yo creo que… si no como lo que me gusta es un castigo.

• Yo creo que… no merezco ser feliz. • Yo creo que… como cuando no hago las cosas bien, me casti castigo. go.

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• Yo creo que… no puedo hacer una dieta diferente del resto de mi familia.

Ahora ya tienes una larga lista con la que trabajar. Obsérvala y, para cada una de tus creencias, responde: ¿Qué te ha costado creer eso? Puedes expresarlo en los términos que quieras. Por ejemplo:

  Ahora piensa y escribe al lado de cada creencia: ¿Qué creencias debo tener que me ayuden a crear los resultados que quiero tener en cuanto a mi cuerpo y mis hábitos saludables para perder peso? No te sorprendas si las creencias son exactamente las contrarias que tienes escritas. Suele suceder que no tenemos éxito en alguna cuestión  porque estamos creyendo y, por tanto, comportándonos de la forma opuesta a la que nos ayudaría a conseguir nuestro objetivo. Por ejemplo:  

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Recoge todo el listado de nuevas creencias. Apúntalas bien, incluso, si quieres, haz un listado y pégalas en la nevera, o en tu escritorio, o llévalas en tu cartera. Léelas, repítelas en voz alta, hazlas tuyas. Siempre que lo necesites, lee tu listado de creencias. Repítelas una yti,otra vez,locomo fueranhacerlo! un rezo.¡Puedes Convierte estas nuevas creencias en verdaderas  para porque son. si ¡Puedes cambiar, cambiarte y ser feliz! Cree en ti y en tus posibilidades y lo conseguirás.

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3. Acepta tus retos  ¿Somos quien decimos ser?   He de decirte en este punto que ya sabes cuál es tu Situación Actual. ¡Fantástico! Si recuerdas, yo te propuse un viaje que, empezando por qué te pasa ahora, te llevará a qué quieres que te pase. Así que la buena noticia es que ya llevas adelantado mucho trabajo. ¡Felicidades! El darse cuenta es el paso fundamental para poder desbloquearte. Probablemente has descubierto cosas que ni siquiera te esperabas, te has dado cuenta de cómo influyen en ti las cosas que has aprendido en casa, cómo es tu alimentación, tus creencias sobre ti misma y la comida y cómo todo esto te condiciona para no llevar a cabo ningún plan de adelgazamiento o, cuando lo haces, para qué vuelves a coger esos kilos de más. No puedo decirte otra cosa más que ¡enhorabuena! Sobra decir que la meta de este libro y este proceso en el que te acompaña es desbloquearte para que consigas adelgazar, mantenerte en tu peso y ser feliz. Pero muchas veces esa meta conlleva modificar otras cosas de tu vida. Por ejemplo, yo me di cuenta de que para poder adelgazar tenía que alejar mis miedos, ser consciente de cuándo me estaba enfrentando a un miedo real o a un miedo infundado. Así, en uno de mis viajes a Asia quería ver un templo perdido en la jungla. Por alguna razón necesitaba ver  ese sitio, era algo que me llamaba. El problema es que para llegar hasta él tenía que subir  295 escalones y, una vez dentro del templo, escalar por él un poco. Me planteé entonces «¡¿Cómo voy a hacer yo eso?!», y mi mente empezó a dispararme argumentos para que no lo hiciera: «Aún estás demasiado gorda» (pesaba 102 kg), «Te vas a hacer polvo las rodillas», unas lindezas másnique me miedos dedicó. estaban Entonces mevez di cuenta de yque lo cuantas que sucedía no era másminipropia menosmente que mis otra saboteándome, así que decidí que podría tardar una hora más que el resto de la gente,  pero que lo haría. Cogí una botella de agua, una buena dosis de paciencia, y subí. Efectivamente, tardé bastante tiempo, pero ahí estaba yo, en la cumbre de un maravilloso templo viendo el más increíble atardecer que he visto en mi vida, sintiéndome orgullosa y en paz conmigo misma. Entonces me di cuenta de que estaba empezando a ser la persona que quería ser.  Nuestros kilos, como hemos visto, pueden llegar a afectarnos en todas las áreas de nuestra vida. Por tanto, no es solo una cuestión física o de salud, es también algo que nos  puede hacer perdernos experiencias que queremos realizar, nos hace tener inseguridades  para poder vivir nuestras relaciones de una forma natural y, en definitiva, nos hace auto-

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limitarnos. Por tanto, con esos kilos de más no somos las personas que queremos ser. De hecho, estoy segura de que si estás leyendo esto es porque consciente o inconscientemente no estabas siendo la persona que quieres ser. ¿Alguna vez te has  preguntado si eres la persona que quieres ser? Es una pregunta fundamental para poder  mejorar como personas e ir consiguiendo tener la vida que deseamos. Pero a veces nos  preguntamos pocas cosas a nosotras mismas, nos resignamos con «todo lo que nos ha tocado vivir» y nos quedamos esperando a que las cosas mejoren. Pero ahora sabes que, si quieres cambiar, ¡puedes hacerlo! Ahora vamos a trabajar para conocer qué persona es tu meta. Cierra los ojos un momento y piensa. ¿Qué persona quieres ser? Intenta visualizar las virtudes, el cuerpo, cómo siente, y escribe al menos quince características de ti siendo esa persona. Tómate el tiempo que necesites, e incluye todo lo que quieras, como si quieres incluir un peinado o color de pelo nuevo, o un tipo de zapatos que nunca te has puesto. Da lo mismo, lo importante es que te pienses y te veas como la persona que quieres ser y que recuerdes que una de las cosas que quieres ser es una persona más sana, con hábitos saludables y un Te peso saludable. presento a continuación un listado de ejemplos, pero ¡recuerda!, ese listado es de otra persona. Tú tienes que realizar el tuyo propio.   1. Quiero ser una persona sana. 2. Quiero ser una persona delgada. 3. Quiero ser una persona que controla lo que come y no cae en tentaciones con la comida. 4. Quiero ser una persona con fuerza de voluntad para hacer una dieta. 5. Quiero ser una persona que no se deje influenciar por lo que dicen los demás. 6. Quiero ser una persona con el pelo corto. 7. Quiero ser una persona que se cuide por fuera y por dentro. 8. Quiero ser una persona que viaje más. 9. Quiero ser una persona que vista más a la moda. 10. Quiero ser una persona que se sigue formando en su profesión. 11. Quiero ser una persona que acuda a más eventos culturales. 12. Quiero ser una persona que controla el estrés. 13. Quiero ser una persona que haga más cosas con sus hijos. 14. Quiero ser una persona más activa. 15. Quiero ser una persona que use zapatos de moda.   Como ves, no es difícil, solo has de imaginarte como la persona que quieres ser y

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describir lo que ves. Cada uno de estos «Quiero» los convertiremos en «Objetivos», es decir, van a ser pequeños pasos que nos van a llevar hasta la meta.  Nota que los objetivos empiezan con «Quiero». Así te concentras en lo que quieres, y no en lo que no quieres. Si nos marcamos objetivos en negativo, es decir, focalizándonos en lo que no queremos, al final es en lo que vamos a centrarnos. Mi profesor de coaching , Miguel Cortés, siempre ponía un ejemplo que yo me permito trasladártelo a ti. o pienses en un elefante rosa. ¿A que lo primero que ha pasado por tu mente es un elefante rosa? Si tu meta es «No quiero ser gordo» te focalizarás en ser gordo, porque «ser gordo» pesa más que el «no» de esa afirmación. Por tanto, destierra los «no» de todos tus objetivos. En el listado hay un par de ejemplos. Vamos a ver cómo se podrían cambiar:   1. «Quiero ser una persona que controla lo que come y no cae en tentaciones con la comida» lo modificaríamos por algo positivo, como «Quiero ser una persona que controla lo que come y es  fuerte ante  fuerte  ante las tentaciones con la comida». 2. «Quiero serenuna que no por se deje influenciar lo que los muy demás» cambiarlo, su persona forma positiva, «Quiero ser una por persona quedicen separa separa muy bien podríamos lo que los demás dicen de lo que yo sé que soy».

  ¿Ves la diferencia? Ahora los objetivos son positivos, es decir, nos focalizaremos en ser fuertes y en saber lo que somos para que las opiniones de los demás no nos influyan. Así que es el momento, coge tus objetivos y, si hay alguno expresado negativamente, modifícalo para que sean todos ellos positivos. Aunque te veas ahora mismo lejos de esa persona ideal que quieres ser, ¡no te desanimes! Con tiempo y dedicación podrás llegar a serlo. Y en este libro encontrarás un método que te ayudará a conseguir ser la persona que quieres ser, más delgada y sana y más feliz.  

Soy una «SuperWoman»   Pues siento decirte que ni tú ni nadie tiene superpoderes, así que ahora toca analizar si los objetivos que te has marcado son realistas y los puedes cumplir. Quizá te parezca un  poco obvio, pero los objetivos han de estar bien definidos para poder llevarlos a cabo y saber que los podemos llevar a cabo. Un objetivo puede ser «Quiero despertarme mañana y pesar 60 kg menos». Como bien puedes comprender, es imposible alcanzar ese objetivo.

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John Whitmore, en su libro Coaching  enuncia   enuncia las siguientes características para que los objetivos sean asumibles y, por tanto, nos lleven a nuestra meta: Que sean específicos, es decir, que sean centrados y no generalicen. Por ejemplo, «Ser  feliz» no sería un objetivo, en todo caso sería una meta compuesta de diferentes objetivos, como puede ser sentirse mejor físicamente, tener pareja, trabajar en aquello que nos gusta, etc. Revisa si tus objetivos son demasiado generalistas y se pueden partir  en objetivos más pequeños. Para ello puedes preguntarte si a alguien que solo conoces, como puede ser tu frutero, le dices que tu objetivo es –siguiendo con el ejemplo– ser  feliz, lo entendería sin más explicaciones. Para que lo veas de una forma práctica, vamos a analizar los objetivos anteriores:

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Como ves, muchas de las especificaciones son muy parecidas al objetivo. Es normal,  porque hay objetivos que en su formulación son muy simples, pero de lo que se trata es de que aquellos que no lo son tanto te queden muy claros para luego determinar qué  pasos has de dar para conseguirlos, y cómo se pueden medir para saber si los estamos consiguiendo o no. Para ello, pregúntate: ¿Qué es este objetivo? Da una pequeña explicación a cada uno de ellos, y así te quedará más claro. Que sean medibles, es decir, que podamos verificar su éxito de forma tangible. Vamos a analizar los objetivos del listado anterior para ver cómo los podríamos medir:

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Como ves, puedo medir todo, solo necesito echar un poquito de imaginación y creatividad. Que sean concertados, es decir, que estés de acuerdo con ellos y que, si intervienen terceras personas, llegues a un acuerdo con estas. Por ejemplo, si tienes hijos adolescentes, no puedes imponerles que todos los sábados por la tarde tengan que hacer  cosas contigo, porque seguro que tendrás un conflicto con ellos. Habla con ellos y llega a un acuerdo. Que sean realistas, es decir, que lo que te propongas sea asumible y que tengas tiempo suficiente para poder llegar a ellos. Por ejemplo, si tu objetivo es estar más delgada y quieres perder 50 kg, obviamente no lo vas a conseguir en una semana. Piensa cuál es tu forma de vida, de qué tiempo dispones, tus recursos económicos, y establece metas realistas. Vamos a continuar con el análisis de los objetivos que hemos establecido antes:

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Como ves, poco a poco se va perfilando un  plan, es decir, cómo voy a conseguir  alcanzar mi meta. Que sean planeados por etapas. Quizás intentar conseguir todos los objetivos al mismo tiempo sea demasiado difícil, ya sea por falta de tiempo u otros recursos, ya sea  porque son demasiados o porque, simplemente, no podemos realizarlos en estos momentos. Entonces debemos loslugar, objetivos y planificar ellasplan etapas. que ya sabemos dónde debemos incidirpriorizar en primer en confeccionar para Así conseguir,  por ejemplo, los primeros cinco objetivos. Además, esos objetivos tendrán un tiempo determinado para realizarlos. Por ejemplo, mis prioridades pueden ser:   1. 2. 3. 4. 5.

Quiero ser una persona sana. Quiero ser una persona delgada. Quiero ser una persona que controla lo que come y no cae en tentaciones con la comida. Quiero ser una persona con fuerza de voluntad para hacer una dieta. dieta. Quiero ser una persona que controla el estrés.

6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14.

Quiero ser una persona que haga más cosas con sus hi hijos. jos. Quiero ser una persona que no se deje influenciar por lo que dicen los demás. Quiero ser una persona que se sigue formando en su profesión. Quiero ser una persona que se cuide por fuera y por dentro. Quiero ser una persona m más ás activa. Quiero ser una persona que viaje más. Quiero ser una persona que vista más a llaa moda. Quiero ser una persona con el pelo corto. Quiero ser una persona que acuda a más eventos cult culturales urales y de ocio.

15. Quiero ser una persona que use zapatos de la marca X.

  Una vez priorizados los objetivos, podemos establecer hitos para acometerlos. Por  ejemplo, empezaré a proponer nuevas actividades con mis hijos cuando me vea 15 kilos más delgada y, por tanto, pueda realizar esfuerzos físicos con ellos.   Que sean positivamente enunciados. Como vimos antes, es imprescindible que nos  podamos fijar en qué queremos, para que nuestra nuestra mente se focalice solo en eso. Que sean comprendidos, es decir, que entiendas perfectamente lo que es tu objetivo y qué a conseguir con eso. Como los objetivos los estableces tú misma, te será mucho más vas fácil. Que sean pertinentes, esto es, relevantes para conseguir tu meta. Tu meta es perder 

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esos kilos de más y llegar a ser la persona que quieres ser, y estableces que un objetivo  para ello sería «regalarle a mi marido el reloj que quiere». ¿Es realmente relevante regalarle a tu marido el reloj para que tú sientas que eres la persona que quieres ser? Si es así, ¡perfecto! Inclúyelo en tus objetivos. Pero si no es relevante, desecha ese objetivo en este momento. éticos. En el caso que nos ocupa de la tu pérdida de peso, incurrir  en Que una sean enfermedad como la anorexia para atajar problema con no lossería kilosético de más. Tu moral y tu ética te indicarán qué cosas puedes hacer que no choquen con tus valores y qué cosas no. Que sean desafiantes, es decir, que te supongan un reto. Si no son así, no tendremos motivación para superarnos poco a poco y conseguir nuestros objetivos. ¿Te imaginas qué poco desafiante puede ser plantearte perder 100 g a la semana? No te esforzarías por  conseguir bajar de peso. Que sean legales. Por ejemplo, intentar traer de otro país unas pastillas milagrosas que están prohibidas en tu país no solo puede resultar nefasto para tu salud, sino que, además, puede provocarte un problema legal en la aduana. Que sean inofensivos para el ambiente. Debemos tener cuidado de que el ambiente en el que nos movemos no se vea excesivamente modificado por nuestros objetivos. Por  ejemplo, puedes introducir una nueva alimentación en casa, pero si tu familia no necesita adelgazar, darles acelgas cocidas todos los días probablemente acabe por hastiarles y angustiarles. Tienes que ser responsable de las consecuencias de tus objetivos. Pero yo, además, agregaría que hemos de cuidar nuestro entorno ecológico y ser responsables de tener un planeta más sano. Imagina que esas pastillas son de caparazón de tortuga  blanca, una especie protegida en peligro de extinción. ¿No crees que serías parte de su desaparición? Cuida tu medio ambiente y el entorno en el que vives, por favor. Que sean apropiados, lo que tiene que ver con que sean pertinentes pero, además, que se adapten a tus necesidades de vida, a tu forma de vivir, de pensar, de sentir y de ser. Que estén registrados, es decir, lleva un registro de tus objetivos, escribe sobre ellos, si los realizas, si no, por qué no, cómo los vas desempeñando…

Los objetivos son personales e intransferibles, porque tú y solo tú eres quien decide la vida que quieres y la persona que quieres ser. Tú y solo tú puedes saber mejor que nadie cómo llegar a ello. Y tú, y solo tú, puedes comprometerte con lo que realmente quieres hacer.

 

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Es muy importante que tú y solo tú seas quien establezca cuáles son tus objetivos. Este libro te presenta un ejemplo, pero es fundamental que tú construyas tu propio listado. La meta es llegar a ser la persona que quieres ser, sana, con un peso saludable, y feliz. Piensa qué persona quieres ser y, ¡a por ello! Puedes hacerlo, claro que puedes. Y este libro te ayudará a ello.  

Sigue el camino de baldosas amarillas   Vale, ya sabemos qué tenemos y adónde queremos ir. Ya sabemos cuáles son los  pequeños hitos del camino (los objetivos) y cuáles deben ser sus características para  poder llevarlos a cabo. Y ya sabemos qué es lo más prioritario para nosotros. Probablemente, mientras has ido definiendo los objetivos, has podido ir  desmenuzándolos y tienes una idea aproximada de qué has de hacer para conseguirlos. Asimismo sabes cómo identificar tus creencias limitantes y cambiarlas. ¿Te has dado cuenta de la cantidad de cosas que sabes ya? Pues ¡aplica este conocimiento y adelante con tu meta! Ahora hay que empezar a construir el camino, es decir, vamos a ver cómo decidir el modo en que vamos a hacer las cosas. Desde luego, para hacer cada cosa, cada persona tiene diferentes alternativas, y una o varias de ellas se adaptarán mejor a unas o a otras. Pero eres tú quien ha de decidir y pensar qué alternativas encuentras y cuáles de ellas son las que mejor se adaptan a ti. Pero, tranquilidad, esto solo se hará al final, cuando ya sepas todas las opciones que tienes. Como durante el proceso de definición de los objetivos has ido desglosando todos ellos, seguramente esta parte te resulte más fácil, porque ahora de lo que se trata es de saber qué alternativas tenemos para llevar a cabo cada uno de los objetivos. Para algunos objetivos la respuesta estará en las especificaciones. Pero no te quedes solo con ello, ahora el quid de la cuestión está en ampliar esa lista, en rellenarla con cualquier cosa que se te pase por la cabeza. Si sientes que te bloqueas, no te preocupes. Pregúntate qué haría esa persona que quieres ser para conseguirlo. Si aun así te bloqueas, te voy a dar unos pequeños trucos.   • • • •

Piensa en alguien que haya conseguido ese objetivo. ¿Qué ha hecho para llevarlo a cabo? Si es un objetivo que hayas realizado anteriormente, recuerda qué hiciste entonces. Y si tuvieras el tiempo suficiente, ¿qué harías? Y si tuvieras el dinero suficiente, ¿qué harías?

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• Y si todas llas as alt alternativas ernativas posibles pudieras elegirlas, ¿qué harías?

  Si aun planteándote estas preguntas sientes que no se te ocurre nada, no te preocupes, deja la lista para otro momento y continúa cuando tu cerebro se encuentre más descansado. Recuerda en estesegún puntotus que ya has priorizado tus objetivos, así que trabajaremos con ellos ya ordenados necesidades. A continuación te presento un listado de alternativas para cada uno de los objetivos  planteados en el ejemplo. Recuerda que estas alternativas son las planteadas en general y  por una persona que no eres tú, tú tú has de crear las tuyas propias:

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¿Para qué definir alternativas? Antes hemos trabajado mucho los objetivos, e incluso hemos definido algunas alternativas para poder realizarlos. Pero, como nos centramos en qué queremos conseguir, no hemos trabajado tanto el cómo lo vamos a conseguir. Ahora es el momento, ahora se nos pueden ocurrir las mayores locuras, otras cosas creativas que no habíamos pensado, así que date luz verde y diviértete pensando qué cosas nuevas y excitantes puedesturealizar Ahora, prepara listado.para conseguir tus objetivos. Es muy importante que no jerarquices las alternativas, es decir, escribe todo lo que te venga a la mente, da igual si es más o menos importante, si es posible por tu situación o no, si tienes la posibilidad de hacerlo en tu barrio o en tu ciudad, simplemente escribe, escribe todo lo que se te ocurra. Cuando acabes, vamos a aplicar de nuevo el concepto de «realistas» que vimos antes. Ahora tacha todas aquellas alternativas que no te gusten, te desmotiven o que por tu situación personal no puedas realizar. Ya sabes que se trata de establecer cosas que  puedas llevar a cabo, con mayor o menor esfuerzo, pero pero que estén a tu alcance. En nuestro ejemplo, podríamos tener:

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En este ejemplo he desechado cosas que interfieren con el horario laboral, he rechazado dejar de fumar porque soy consciente de que dejar de fumar mientras se sigue un programa de pérdida de peso como el que yo he realizado es muy difícil y no quiero desmotivarme; soy una modista horrible, así que no puedo modificar ni mi ropa ni mis zapatos, etc. Simplemente piensa en tu día a día, en aquellas cosas que puedes asumir y que, aun suponiendo un reto, te son posibles llevar a cabo. Es muy importante que fijes acciones realistas, porque de ello dependerá tu motivación para llevarlas a cabo. Además, deben ser acciones que puedas realizar ya, es decir, no vale de nada decir «El año que viene, si me toca la lotería, me haré una liposucción», porque no sabes si te va a tocar la lotería ni dónde estarás el año que viene.  

Las actividades y/o acciones que establezcamos han de tener estas características:

• Que no dependan dependan del azar azar para realizarlas (si me toca la lotería, si heredo…). • Que puedas hacerlas hacerlas sin depender de terceras personas (si (si alguien abre un gimnasio en en el barrio, si mi cuñada quiere venir conmigo a andar…). • Que te supongan un reto (adelgazar tres kilos mensuales, ir al gimnasio, despertar despertar antes para ir a andar…). • Que tengan en consideración tu entorno y lo respeten (si mi mi hijo adora ir a clase de pintura, no le sacaré de las clases porque yo quiero ir a danza del vientre con él). • Que sigan el concepto de «realista».

Es decir, vas a decidir exactamente qué actividades van a ayudarte a conseguir tus objetivos. Llegados a este punto del viaje te hablaré del compromiso. El compromiso que debemos asumir es que los pasos que damos son nuestra responsabilidad y debemos aceptar que tenemos una obligación con nosotros mismos, desde el respeto y la libertad, desde el convencimiento de que estas decisiones nos van a hacer llegar a nuestra meta, que vamos a llevarlas a cabo por y para nosotros mismos. Porque, sí, nuestros kilos de más afectan a muchas más personas de las que podamos creer, a quien está a nuestro alrededor porque no dejamos salir entre tanta grasa a la persona que verdaderamente somos y queremos ser, pero ante todo nos afectan a nosotros viendo cómo la vida se nos escapa entre los dedos de la mano y no siendo las personas que deseamos ser. Así que,  por favor, ¡asume el compromiso! Te lo agradecerás.  

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Una vez que sabemos qué actividades realizaremos, vamos a definir cómo vamos a realizar las cosas y diseñar un plan de acción. Por plan de acción entendemos una planificación de las diferentes tareas que debemos realizar para conseguir cada uno de los objetivos, con tiempos de ejecución, es decir, si quiero apuntarme a yoga, definiré una fecha límite para apuntarme y comenzar las clases. Los planes de acción pueden ser muy detallados, o un poco más genéricos. Así, para apuntarme a clase de yoga, puedo decidir dar varios pasos:   1. 2. 3. 4. 5. 6.

Buscar en internet centros de yoga en mi ciudad. Visitarlos todos. Elegir uno. Ir a hablar con los responsables del centro. Matricularme. Comprar el material necesario.

  O bien puedo definir menos pasos:   1. Buscar en internet centros de yoga en mi ciudad. 2. Apuntarme al elegido.

  Depende de ti cómo hacer la definición. Hay quien necesita definir muchos pasos para  poder planificar todo meticulosamente y hay quien necesita unas pinceladas generales. Pero en cualquiera de los dos casos es absolutamente indispensable que te propongas fechas de realización. Además, en este caso sí que es necesario que definas los pasos a dar según un orden; obviamente, no puedes ir a clase de yoga si antes no has pagado la matrícula. Veamos unos ejemplos siguiendo el modelo que hemos usado hasta ahora:

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Te darás cuenta de que muchas de tus actividades se pueden cumplir con los mismos  planes de acción, o que un plan de acción puede cubrir varios objetiv objetivos os al mismo tiempo, o varias actividades de diferentes objetivos, incluso objetivos que no estaban entre tus  prioridades se pueden ver cubiertos cubiertos por planes de acción de objetivos prioritarios. Sobre las prioridades he de decirte que muchas veces hay cosas que no tenemos como  prioritarias pero que nos ser es fácil hacerlas. las dejes el tintero! Para ti una de baja prioridad puede comprarte los ¡No zapatos de laen marca Lola Minsk, perocuestión resulta que tienes un poquito de dinero y te apetece mucho, pues no dejes de hacerlo porque en tu lista de prioridades aparezca en último lugar. ¡Date caprichos! También puedes usar  este tipo de cuestiones materiales (comprar zapatos, comprar ropa, hacer una excursión en globo, visitar una ciudad determinada…) como regalitos a ti misma por haber llegado a determinada meta. Las recompensas  (regalitos) pueden ser muy motivadoras. Así que puedes hacer un listado de cosas que harás cuando vayas llegando a tus objetivos. Yo hice mi listado de recompensas: • • • • • •

 

-10 kg: Una sesión de spa de spa y  y masaje japonés. -20 kg: Un llibro ibro que tenía que encargar al extranjero. -30 kg: Unos pantalones vaqueros pitillo. -40 kg: Unas botas de cuero que hacía un año que quería. -50 kg: Un salto en paracaídas. -60 kg: Un Un gadget   gadget  electrónico  electrónico y final de la dieta de adelgazamiento.

Las recompensas pueden ser actividades, cosas materiales o inmateriales, pero jamás, amás de los jamases, algo relacionado con la comida. Esto es muy importante que se entienda, volveríamos a caer en el hábitopero de recompensarnos comida. estruja tu pues imaginación y date recompensas, sobre todo quecon sean sanas Así paraque tu cuerpo y para tu espíritu. Llegados a este punto, no puedo por más que darte la enhorabuena. Has realizado un trabajo exhaustivo y estupendo para poder llegar a ser la persona que quieres ser, perder  esos kilos de más y tener una vida sana y saludable. Así que, ahora, ¡sin miedo! Adelante, da el paso, sigue tu plan de acción y llegarás a la meta que te has puesto. Dentro de poco, esa persona que te imaginaste ser será la persona que ya eres.  

¿Estás como una rosa?  

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Si bien tus objetivos son tuyos, no quiero dejar de recalcar lo importante que es que vayas al médico, sobre todo cuando estamos hablando de un sobrepeso superior a siete o diez kilos. Antes de enfrentarnos a una dieta, tratamiento, cambio de hábitos, o sea lo que sea lo que vamos a hacer para obtener ese cuerpo que siempre hemos deseado, lo primero que debemos estar hacer ocasionándonos es descartar problemas índole  pudieran nuestro médicos, problemaenfermedades con los kilos,deo cualquier impidiendo que que nos despidamos de ellos. Pero, si este es tu caso, ¡no te desanimes! Conozco a infinidad de  personas con, por ejemplo, hipotiroidismo que han conseguido sus metas en cuanto a kilos se refiere. Quizá tardes un poco más de tiempo de lo que esperabas. Pero ¡puedes conseguirlo! Quizá tengas que llevar paralelamente otro tipo de tratamientos, pero ¿no merece la pena sanar tu cuerpo de una vez por todas?  

Lo primero que se ha de hacer ante el reto de cambiar de hábitos o enfrentarnos a una dieta, es descartar cualquier tipo de complicación médica. ¡Acude a tu médico!

Una de mis clientas presentaba un cuadro médico de Síndrome de Ovarios Poliquísticos (SOP) con Hiperinsulinemia o Resistencia Insulínica. No es cuestión de entrar en detalles médicos, baste decir que el SOP es una enfermedad hormonal cuya mayor implicación a efectos prácticos es la dificultad de quedarse embarazada en muchos de los casos. Por eso muchas mujeres no saben que lo padecen hasta que quieren quedarse embarazadas y no lo consiguen. La Hiperinsulinemia es una patología que hace que nuestro cuerpo no use bien la insulina (la encargada de regular la glucosa en sangre). Como consecuencias directas están la obesidad y la resistencia de nuestros kilos a irse. Esta mujer, a la que llamaremos Sandra, estaba desesperada. Con 32 años no había conseguido adelgazar nunca más de los 90 kg, pese a haber acudido a infinidad de médicos, dietistas y dejarse la piel en seguir la dieta. Estaba ya cansada porque llevaba luchandosesión desde estableció la adolescencia no conseguía veralresultados. nuestra  primera como yprimer objetivo ir médico y Después «exigirle»dedescartar  cualquier tipo de enfermedad, con todas las pruebas que fueran necesarias. Pasadas unas

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semanas, obtuvo los resultados: SOP con Hiperinsulinemia. ¡Durante 17 años nadie había sido capaz de darle ese diagnóstico! Había acudido a decenas de centros médicos, endocrinos, dietistas, nutricionistas y, lamentablemente, dietas milagro. Y en ningún caso se le hicieron las pruebas pertinentes para poder  descartar complicaciones hormonales. Pero ella tampoco las exigió. Así que ve a tu médico y exige todas las pruebas necesarias para descartar problemas médicos.  

¿Cuál es mi peso correcto?   Como te contaba al principio de este libro, mentí durante tantos años que soy incapaz de recordar cuándo fue la última vez que mi báscula me dio un  peso sano. Y por peso sano me refiero a aquel en el que te encuentras física y estéticamente bien, pero, sobre todo, emocionalmente bien. Y, además, en el que el componente de objetivamente saludable se cumple, es decir, tu cuerpo está sano. Yo puedo verme perfecta con 45 kg, pero no es un cuerpo que objetivamente sea saludable si mido 170 cm. Y puedo pesar 76 kg, pero emocionalmente no me hace sentir   bien, así que puedo decidir bajar unos cuantos kilos, sabiendo que mi límite estará en aquel peso que objetivamente sea sano para mí, mi constitución, mi forma de vida y, en definitiva, no suponga un problema para mi salud física y emocional. Por tanto, el objetivo de toda dieta o tratamiento de adelgazamiento ha de ser  conseguir llegar al punto de Peso Sano.  

El peso sano es: • Un peso que me haga ve verme rme bien físicamente. • Un peso que me haga ssentirme entirme bien conmigo misma. misma. • Un peso que no suponga ningún problema para mi mi salud.

¿Cómo saber cuál es nuestro peso objetivamente saludable? Acudiendo a un médico. Hace años se decía que el peso sano es aquel resultante de quitarle 10 a las dos últimas cifras de nuestra altura, es decir, si yo mido 170cm, mi peso sano sería 70-10 = 60. ¡Error! El peso objetivamente saludable tienenuestro en consideración muchos factores, como la edad, la altura, la constitución ósea, estilo de vida, el peso en eltales que mayor tiempo hayamos estado, el peso mínimo alcanzado, el peso máximo…

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Y es lógico; no es lo mismo una mujer de 60 años que una jovencita de 20, aunque midan lo mismo. Y no es lo mismo alguien que nunca haya bajado de los 70 kg, pues su constitución ósea es grande, que una chica cuyo peso haya sido de 50 kg de media con la misma altura y una constitución ósea pequeña. No, no es lo mismo. Así que, lo primero, quítate esas ideas de que por tu altura para estar bien has de estar  como antiguamente se otros calculaba el peso. Ahora semetas a ser más realista y a tener en consideración muchos factores para obtener metiende tas saludables. Si quieres saber tu peso objetivamente saludable, ve al médico y exígele –en caso de ser necesario– que calcule tu peso con todos los factores posibles. Una vez que sabes cuál es tu peso objetivamente sano, has de tener en cuenta en cuál te encuentras bien. El peso objetivamente sano suele tener una horquilla de varios kilos. Así, si mi peso objetivamente sano es de 70 kg, en realidad estoy sana con 74 kg o con 64 kg. Entonces yo elijo dónde quiero estar para sentirme bien física y emocionalmente. Y, por supuesto, estéticamente. Es muy importante que el peso que escojas sea una de tus metas. Al principio te puede  parecer demasiado, pero si algunas personas hemos perdido 30, 40, 50 o incluso 80 kg ¡¿cómo no vas a hacerlo tú?! ¡Ánimo, tu cambio empieza en cuanto tú lo decidas! Y, si has leído este libro, si has seguido los consejos, los ejercicios y te estás tomando en serio a ti misma, no lo dudes: ya estás en el camino.

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4. Yo, yo y yo  Unas palabritas antes de continuar   Sé que hasta llegar aquí has trabajado duro, que has tenido que mirarte por dentro, por  fuera, al derecho, al revés… y que, quizás, haya cosas que has encontrado que no te hayan gustado, o que no querías ver. Pero no te preocupes, todo tiene solución.  No culpes a nadie, ni te hundas pensando en lo que podrías haber hecho antes y nunca hiciste, sino alégrate porque ahora tienes la oportunidad de hacerlo. Tienes todas las herramientas, las tienes en tus manos, así que ¡úsalas! No te dejes guiar por la pereza, ese es un comportamiento que se acabó en tu vida porque ahora tienes confianza en que todo, absolutamente todo, está en tu mano y lo puedes cambiar. Alarga tu mano y tocarás tu sueño. Recuerdo el día en de quemime di cuentaLloré, de todo que me estaba haciendo y dedías. lo que estaba haciendo a los alrededor. llorélodesconsolada horas e incluso No me podía creer estar viendo tantas cosas de mí misma, cosas que no me gustaron nada, cosas que nunca me habría esperado de mí misma. Pero ahí estaba yo, deshidratándome  por tantas lágrimas vertidas. No quería ver a nadie, ni escuchar a nadie, ni salir de casa. ¡Ni siquiera a mi pareja le dejaba acercarse esos días! Hasta que recordé unas palabras sencillas pero contundentes. «Si no te gusta lo que tienes es tan fácil como cambiar lo que haces y obtendrás lo que quieres.» Estas sencillas palabras me hicieron cambiar mi perspectiva; empecé a cambiar mi  punto de vista sobre aquellas cosas de las que yo culpaba a otras personas o circunstancias, y a darme cuenta de que simplemente no había sabido ver más allá de la superficie. Pero tú ya has aprendido a hacerlo, ya has aprendido a ahondar en lo que quieres y cómo conseguirlo, así que ¡cámbialo!  No me cansaré de decir una y otra vez que cualquier persona puede ser la persona que desea ser, pero para ello necesita estar completamente convencida de ello. Necesitas sentir que el cambio es tuyo, necesitas sentir que puedes con este reto o con cualquier  otro que se te presente, necesitas creer en ti. Pero, sí, ya lo sé. A veces es demasiado difícil. Sin embargo, déjame decirte una cosa: existen dos clases de personas en la vida, aquellas que dicen «lo intentaré» y en el fondo  piensan que fracasarán y las que dicen «lo conseguiré», no saben cómo, pero se pondrán a ello. Tú eres de la segunda clase de personas; la prueba es que has llegado hasta aquí,

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así que tengo el firme convencimiento de que eres de esas personas deseosas de conseguir sus sueños. Si aún sigues pensando que tal vez tú, por el hecho de ser tú, no lo vas a conseguir, entonces las páginas que vienen a continuación te vendrán como anillo al dedo. En estas  páginas veremos qué es la autoestima y cómo nos influye a la hora hora de mantenernos en un  peso y saludable, poquito en por estenosotros tema tanmismos. necesario enno nuestra vida ysano en cómo podemosindagaremos incrementarun nuestro amor Y si es tu caso, ¡sigue leyendo! La autoestima bien alta, siempre.  

Me quiero, me adoro y estoy hecha un toro   Empecemos por el principio. Todos hemos leído o escuchado cientos de veces el concepto de «autoestima», pero ¿sabemos en realidad qué es la autoestima? La autoestima no es creerse más que nadie, ni pavonearse de nuestras virtudes delante de nadie. De hecho, por regla general, quien muestra esas características o comportamientos es que en el fondo tiene una baja autoestima. La autoestima no es ni más ni menos que el grado de sentimientos positivos o negativos que tenemos sobre nosotros mismos y el peso que estos tienen para nosotros, es decir, si nos sentimos bien o mal con nosotros mismos y qué valor le damos a esos sentimientos. Podemos definirla de muchas formas diferentes: el amor que nos tenemos a nosotros mismos; la capacidad objetiva de evaluarnos; la capacidad de amarnos, respetarnos, valorarnos, apreciarnos y querernos… Pero la verdad es que se puede resumir en una única frase: son nuestros sentimientos hacia nosotros mismos. La autoestima puede ser positiva, es decir, tenemos sentimientos positivos sobre nosotros, o negativa, que es cuando los sentimientos son negativos y, a veces, incluso autodestructivos. Tener una buena autoestima o una alta autoestima no significa que nos queramos a nosotros más que a nada ni a nadie en el mundo, ni significa egoísmo, narcisismo, egolatría o que tengamos que ser el centro de miradas y atenciones. Tener una buena autoestima es la capacidad de confiar en nosotros mismos como personas, en que somos capaces de hacer lo que nos proponemos, de solventar nuestros errores y, en definitiva, saber que nos amamos y respetamos tal como somos y que así como somos nos valoramos. Muchas veces nuestros problemas de sobrepeso se derivan de una baja autoestima,  porque no creemos que nos merezcamos ser importantes, o bonitas, o simplemente

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 porque algún hecho nos ha llevado a perder la confianza c onfianza en nosotras. El siguiente caso, de Laura, una compañera de camino, lo ilustra a la perfección:   «Hace unos cuantos años, mi marido y yo teníamos un negocio de fin de semana en una preciosa finca a las afueras de una gran ciudad. La finca me encantaba, y me encantaba pasar el fin los de semana atendiendo bodas, decorando la finca arreglándola paraallí cuando novios llegaran. Pero a mi eventos, marido, por alguna razón quey aún no entiendo, no le gustaba nada. Así que un día él decidió vender la finca sin consultarme y yo empecé a sentirme el «saco de la basura» de mi familia: como yo no tenía capacidad de decisión, ni era respetada, me sentía vacía. Entonces empecé a terminarme todo lo que dejaban en el plato mis hijas, comía lo mío pero después saqueaba todo lo demás, como si fuera el basurero, todo para mí».   Otro caso, el de Loreto, otra compañera de camino, se puede resumir en pocas pero contundentes líneas:   «Hace unos años conocí a un chico. Al principio era un chico aparentemente normal. Pero luego las cosas cambiaron. Me confesó que la primera vez que me vio le parecí más bien fea y gorda y que solo quería sexo conmigo. Me sentí utilizada y la autoestima que tenía empezó a hundirse. Luego, para rematarlo, comenzó a meterse conmigo. Primero con mi peinado, luego con que no saliera sin maquillar, después con que parecía que estaba embarazada... acabó conmigo. Lo pasé bastante mal. Así, la comida se convirtió en un placer que me hacía olvidar por un momento lo mal que lo estaba pasando».   Si nos fijamos en ambos casos, el sentimiento de estas mujeres con respecto a sí mismas era negativo. Podemos poner todas las etiquetas que queramos: falta de confianza en sí mismas, angustia, pesimismo, insatisfacción… pero todos estos sentimientos son negativos. Vamos a responder a unas cuantas preguntas para valorar cómo te encuentras con respecto a tu autoestima. Así que coge lápiz y responde:

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Creo que no es necesario que te diga que si has respondido «No» a alguna o varias de las preguntas, es que tienes algún grado de baja autoestima. Pero, como siempre te digo, no te preocupes. ¡Todo tiene solución! Y tú ya sabes que eres capaz de solucionar las cosas que no te gustan. Entiendo que los kilos de más afectan a nuestra autoestima, o que por falta de ella nos metemos en la espiral de hacernos chiquititos entre las capas de grasa, porque yo misma lo he vivido. Recuerdo un capítulo muy triste de mi vida en el que me di cuenta de cómo habían afectado mis kilos de más a mi autoestima. Hace mucho tiempo fui con mi pareja a su trabajo. Todo iba bien hasta que en un momento dado subió su jefe a su puesto, así que yo dije un ligerísimo «hola» y salí, quedándome sentada enterrada en un periódico, para que nadie me viera. Era como los niños pequeños, que creen que si ellos no ven lo que hay a su alrededor, no existen. Posteriormente supe que hubo un enfrentamiento entre ellos, y yo fuera, cada vez más pequeña, cada vez más invisible, sin ser capaz de levantarme y hacer notar mi presencia, sin ser capaz de mirar a nadie a la cara, ni siquiera fui capaz de mantener una animada charla intrascendental con sus compañeros. Salí como un fantasma de allí y esperé casi escondida a que saliera mi pareja. Los minutos se me hicieron eternos, me sentí fatal por mi comportamiento, me di cuenta de que mi falta de autoestima, que ya empezaba a ver en pequeñas cosas, podría afectar de forma considerable a personas que adoro. Y todo porque pensaba que era demasiado gorda y fea para hacerme notar ante nadie. Ahora al recordar esto me entristezco porque solo un año después supe cuánto había afectado a aquella persona tan importante para mí esta situación. Pero al mismo tiempo me alegro, porque he sabido superarlo y he aprendido a tener bien alta mi autoestima. En las siguientes páginas encontrarás una serie de pequeñas técnicas para ayudarte a alimentar e incrementar tu autoestima. Así que, como ya sabes, tú siempre tienes las herramientas en tus manos. ¡Úsalas! ¡Vive contenta y maravillada con la persona que eres! ¡Ve hacia la persona que quieres ser!  

Ego me absolvo   Una de las cosas que hemos de aprender es a perdonar, pero, sobre todo, a perdonarnos a nosotros mismos. Muchas veces somos nosotros los que más nos criticamos, los que nos guardamos más rencor por nuestras propias acciones o pensamientos, y ese rencor a veces nos lleva a «castigarnos» comiendo. Celia Ce lia contaba un día:  

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«Durante toda mi vida de adolescente tuve una relación sana y normal con la comida, era deportista y no sabía lo que era el sobrepeso. Pero empecé la universidad y aquello era mucho más difícil de lo que pensaba, pero aun así yo estudiaba todo lo que podía y me esforzaba al máximo porque tenía una beca de estudios que mantener. No sé la razón, pero de repente mis notas bajaron, me desanimé y empecé a suspender. Cada suspenso una entonces semana demeatracones; me por sentía mal por suspender, me castigaba suponía comiendo, sentía mal comer, y me castigabaentonces comiendo mucho más aún. El resultado fue que a final de curso había suspendido cinco asignaturas y pesaba 20 kg más».   Si Celia no hubiera sido tan crítica consigo misma y se hubiera perdonado por sus errores se habría dado cuenta de que el cambio del instituto a la universidad es difícil  para cualquiera, habría aceptado ese hecho y habría podido controlar su ansiedad por la comida y su ansiedad a la hora de enfrentarse a los exámenes. Sin embargo, no pudo  perdonarse a sí misma el hecho de no obtener los resultados esperados en sus estudios, entrando en una espiral en la que se castigaba primero por sus estudios y luego por sus atracones. Perdonar a los demás también es algo que debemos aprender. Puede ser que hayamos descubierto que nuestros problemas de obesidad vienen determinados por la educación que ha habido en casa, o que hagamos responsable a nuestra familia de haber pensado que eso es lo que éramos (gordos) y no podíamos cambiarlo. Si sientes que esto es así,  perdónalos y perdónate por sentirlo. sentirlo. Pero ¿qué es  perdonar ? Perdonar no es ni más ni menos que ser capaces de desprendernos del resentimiento que tenemos hacia los demás o hacia nosotros mismos. Es decir, cuando perdonamos somos capaces de no sentir rencor, antipatía, odio, acritud, aversión, manía, rabia o cualquier otro sentimiento negativo hacia otra persona y hacia nosotros mismos derivado de algo que nos hayan o hayamos hecho. Nos enseña a aceptar a los demás y aceptarnos a nosotros mismos como somos, sin necesidad de mantener sentimientos negativos ni ideas destructivas. El pasado es algo que no  podemos cambiar, pero sí podemos aprender de él y romper esas cadenas que nos hacen volver una y otra vez a lo que nos hicimos o nos hicieron y no nos deja avanzar. Perdonar es, pues, necesario para aprender de aquello que nos hemos hecho a nosotros mismos, aquello por lo que hemos llegado a tener esos kilos de más o esos sentimientos que nos hacen sentirnos tan pequeñitos en relación con los demás, esa baja autoestima, y ser cada vez más esa persona que deseamos ser. Pero ¿cómo perdonar? Perdonar es algo que se hace de corazón, y tiene su proceso. o es lo mismo aceptar las disculpas cuando alguien te pisa en el metro que perdonar.

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Veamos cuál es el proceso para perdonar y perdonarnos.   1. Acepta la ira. Todos, cuando nos hacen algo que nos indigna o nos enfada, cuando vemos cosas en nosotros que no nos gustan o vemos nuestros errores, nos enfadamos, nos llenamos de ira, que es una emoción que se expresa con rabia, enojo, resentimiento, furia, incluso cólera. Está  bien, acepta que te sentiste de ese modo, saca sac a tu enfado, no es malo expresar expres ar las emociones si se hace de forma adecuada. Enterrar la ira o el enfado puede ser una bomba de relojería que explote en cualquier momento y cuyos efectos no controlemos. 2. ¿Venganza? No, gracias. Algunas personas sienten deseos de venganza. La venganza es una forma de castigo, así que puede ser en este momento en el que te castigues a ti mismo con cantidades ingentes de comida. Decide no castigarte, ni castigar a nadie. Castigarte solo te llevará a sentirte peor contigo mismo, y vengarte de los demás tal vez te dé una satisfacción momentánea, pero antes o después te enfadarás contigo por haber realizado esa venganza. Y vuelta a empezar. 3. Reconoce la herida e identifica la la pérdida. Cuando nos enfadamos con nosotros mismos o con otras personas es porque nos han herido. Es así de sencillo, nos hieren cuando no nos tienen en cuenta, nos herimos cuando cometemos errores. Reconocer la herida es tener la capacidad de decirle a la persona que nos ha herido o a nosotras mismas la razón de nuestro enfado e identificar la pérdida significa saber por qué nos ha enfadado. Por ejemplo, decir «Me he enfadado conmigo misma porque he ido a un restaurante de fritos (herida) y eso supone que tendré que saltarme la dieta (pérdida)», o bien podría ser «Me he enfadado conmigo misma  porque no he conseguido buenas notas ((herida) herida) y eso supone la pér pérdida dida de mi beca (pérdida)». Otro ejemplo para que quede más claro: «Me he enfadado contigo porque te he dicho tres veces que no cogieras mi bolso (herida) y eso supone que tú no me tienes en cuenta (pérdida)». Si  puedes, díselo a la persona que te ha ofendido, dítelo a ti misma. 4. Entiende la ofensa y busca su enseñanza. A veces hay que ponerse en el lugar del otro para  buscar las razones por las que ha hecho aquello que nos ha ofendido. A veces tenemos que vernos desde fuera para entender las razones por las que nos enfadamos con nosotros mismos. Sea cual sea el caso, siempre deberemos tratar de ponernos en el lugar de quien ofende e intentar entenderlo. Eso no significa que se haga borrón y cuenta nueva, significa que podemos tener otra perspectiva del asunto y aprender de él. Por ejemplo, puedo pensar que fui a un restaurante de fritos para saltarme la dieta (entender la ofensa), ya que esa dieta no se ajusta a mí (enseñanza); puedo pensar que saqué malas notas porque no me siento motivada con la carrera escogida (entender la ofensa) y por tanto no es mi vocación (enseñanza). O puedo  pensar que me cogiste el bolso tres veces porque necesitabas algo de él (entender la ofensa) y yo no te pregunté qué necesitabas (enseñanza). De todas las ofensas podemos extraer una enseñanza que nos ayudará a ser más comprensivos con nosotros y los demás. 5. Ábrete a la alegría de perder el resentimiento. Una vez que has identificado qué te ha pasado, cómo te has comportado y las razones, lo único que te queda es perder el resentimiento. Si has

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sido capaz de ponerte en el lugar del otro y entender la ofensa, no te costará hacerlo. Si has sido capaz de ser cariñosa y comprensiva contigo misma y entenderte, el resentimiento hacia ti misma desaparecerá. ¡Alégrate! Tienes una preciosa cualidad, la de perder el resentimiento, la de saber perdonar. 6. Decide qué harás. Como te he dicho antes, perdonar no significa hacer borrón y cuenta nueva, sino perder el resentimiento. Pero tienes todo el derecho del mundo a decidir que no quieres seguir relacionándote con la persona que te ha ofendido, o pedir que se modifiquen cosas en la relación. Muchas veces podemos decidir que la forma en que esa persona se ha comportado no es aceptable para nuestro sistema de valores y, por tanto, no queremos tener más relación con ella. Es absolutamente lícito y no está reñido con perdonar, tienes todo el derecho del mundo a decidir qué hacer con tus relaciones con los demás. Pero, si estás perdonándote, entonces decide qué quieres cambiar para que eso no vuelva a ocurrir. Así pues, en el ejemplo del restaurante de fritos puedo decidir que voy a cambiar de dieta, o en el ejemplo de mis malas calificaciones  puedo decidir que voy a buscar otra carrera. También puedes decidir que no vas a hacer nada, en cuyo caso es tan legítimo como ponerte a cambiar las cosas un segundo después de  perdonarte. Pero si de verdad te has perdonado y te has entendido, seguramente ha harás rás algo para no volver a sentirte así contigo mismo nunca más.

  Ahora vamos a hacer un ejercicio que suelo realizar en mis seminarios. Es muy sencillo, pero a la vez muy potente. Primero, elige a una persona a la que tengas que  perdonar, o elígete a ti misma. Vas a escribir una carta en la que explicarás qué te ha ofendido (herida) y qué ha supuesto eso para ti (pérdida). Escribe todo aquello por lo que estás enfadada con esa persona (o contigo misma). Luego intenta ponerte en su lugar. Si te cuesta puedes usar la fórmula «entiendo que hiciste esto para…» y para obtener la enseñanza puedes usar la fórmula «y yo he aprendido que…». Por ejemplo, «Entiendo que me comí ese bocadillo para suplir mi ansiedad y yo he aprendido que cuando tengo ansiedad me doy a la comida». Por último escribirás qué hacer, cuáles son tus decisiones  para que esa situación no se repita. Ahora vuelve a leer la carta. Puede P uede ser que te sientas tan triste que llores; no reprimas esas lágrimas. Puede ser que no lo hagas, pero que en el fondo aún no estés dispuesta a superar esos sentimientos negativos. Guárdala y reléela todos los días. Cuando dejes de sentirte mal al leerla, al final de la carta escribe «Y yo me (te) perdono por ello. Ya no albergo sentimientos de rencor, odio, rabia o resentimientos de cualquier tipo por ello». Y siente la alegría de saber perdonar y  perdonarte. Entonces, ¡rómpela! Sentirás cómo tus cadenas con ese pasado se han quebrado y puedes avanzar. Si has empezado este ejercicio con una persona que no eres tú, te queda la parte más importante y relevante; haz una carta para ti. Te lo agradecerás.  

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Buscando en el baúl de los recuerdos   o conozco a nadie que no haya conseguido algo en su vida. Y repito, a nadie. Todos hemos conseguido algo que nos habíamos propuesto. Puede ser habernos graduado haber pasado el examen de conducir, a cabo una dieta en en la ununiversidad, momento determinado, haber conseguido nuestro haber primerllevado trabajo… Sea lo que sea, todos hemos conseguido algo en nuestra vida. Pero a veces nuestra poca confianza en nosotras mismas hace que nos olvidemos de esos momentos en los que conseguimos lo que queríamos. Pues bien, vamos a hacer una cosa. Busca un recuerdo, a ser posible una fotografía, donde estés tú consiguiendo algo que siempre quisiste lograr, por ejemplo, una foto de tu graduación, con tu primer coche, una fiesta en la que estuvieras maravillosa o cualquier  cosa que se te ocurra. Busca esa foto o ese recuerdo, pero mientras no dejes de fijarte en todos los recuerdos felices que se presentan ante ti en el proceso de búsqueda. Si encuentras otras fotos, míralas, recuerda cómo te sentiste, cómo conseguiste llegar a ese momento. Recuerda el esfuerzo invertido, pero la alegría de la recompensa. Recuerda cómo confiaste en ti hasta llegar allí.  No vuelvas a guardar ese recuerdo o foto. Enmárcala, hazle un sitio en tu escritorio,  pégala en la pared, en el frigorífico… donde quieras, pero tenla siempre a mano. Y cuando sientas que no puedes confiar en ti, cógela de nuevo y saborea el recuerdo del triunfo. ¿Que no es fácil confiar en ti misma? ¡Eso es algo que has hecho con anterioridad! Confiar en ti y en tus posibilidades es lo que te ha llevado a lograr el triunfo que representa esa foto. Ahora vas a hacer un listado con todas las veces que has confiado en ti y en el hecho de que la vida te iba a traer cosas buenas. Para las cosas en las que confiaste en ti misma, empieza la frase con «Confié en mí cuando…», y para las cosas más generales, con la frase «Confié en que…». Veamos unos ejemplos:   • Confié en mí misma cuando compré este libro y supe que podría llegar a ser la persona que quiero ser. • Confié en mí misma cuando me presenté al examen de conducir. • Confié en mí misma cuando invité a aquel chico a salir. • Confié en mí mi misma sma cuando me presenté a la entrevista de mi actual trabajo. • Confié en mí mi misma sma para despertarme cuando la alarma sonó y tenía algo importante que hacer. • Confié en Papá Noel.

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• Confié en el amor de mi pareja. • Confié en lo bien que me haría sentir ir a un un spa  spa..

  Tienes que escribir como mínimo treinta de estos elementos. No tengas prisa, saborea cada una de estas situaciones, siéntete feliz y a gusto por haber confiado y conseguido lo que deseabas. Incluso las cosas más pequeñas son logros, así que escribe todo lo que se te ocurra. Para mí levantarme cuando la alarma suena es todo un logro, así que cuando lo hago, ¡me siento genial conmigo misma! Ahora date cuenta de todo lo que has logrado. ¡Han sido muchísimas cosas! Así que no te queda más que celebrarlo. Y no, no me refiero a que organices una cena con familiares y amigos (aunque si quieres no es mala idea, siempre y cuando el menú esté compuesto por comida sana y saludable), sino a que te sientas bien, te alabes a ti misma  por lo conseguido, festejes esos éxitos y el hecho de que te quedan muchos por llegar. Tantos como tú quieras. Ahora, escribe al menos veinte cosas en las que te sientes confiada en estos momentos. No te preocupes si realmente no sientes confianza en ti, porque hacer la lista y leerla siempre que necesites te ayudará a que así sea. Unos ejemplos:   • Confío en que tendré fuerza de voluntad para llevar a cabo mi dieta. • Confío en mi esfuerzo para ir al gimnasio. • Confío en que haré todo lo mejor posible, de ttal al forma que dentro de dos meses tendré una talla menos. • Confío en m mis is conocimientos para poder tener una vida sana. • Confío en que soy una mujer maravillosa. • Confío en mi disciplina para aplicarme mis cremas todos los días. • Confío en m mis is capacidades profesionales para poder ascender en mi trabajo. • Confío en mis capacidades artísticas para pintar.

  Es impresionante el poder de nuestra mente, no solo para sabotearnos y ponernos la zancadilla, sino también para ayudarnos a llegar a ser todo lo que deseamos ser. Así que escribe tu lista y pégala al lado de tu recuerdo, tenla siempre a mano y léela siempre que lo necesites. Ahora dime, con tu confianza recuperada, ¿qué se interpone para llegar a ser la  persona que quieres ser? ¡Nada! Adelante, estás estás dando los pasos necesarios ppara ara tu meta.  

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Otras baldosas amarillas   Ahora te voy a proponer unas cuantas ideas para ayudarte a incrementar tu autoestima. o son, ni mucho menos, difíciles, así que ponlas en práctica y verás como tu autoestima sube hasta un «nuevo tú» más feliz consigo mismo.  

1. Haz una lista de tus talentos y virtudes, y aliméntala: Escribe un list listado ado con cosas buenas sobre ti. Léelo y convéncete de que son reales, y todos los días escribe algo en esa lista. ¡Te descubrirás poco a poco como una persona maravillosa! 2. Rétate cada día: El Elige ige todos los días un pequeño reto. Puede ser desde despertarte a una hora determinada, no comer una comida que te guste mucho y que sepas que no es buena para tu cuerpo o maquillarte. Da igual, pero todos los días escoge un pequeño reto y ¡supéralo! 3. Cierra unas puertas para abrir otras: A veces dejamos cosas sin terminar, y eso nos hace sentir  que hemos fallado, que no somos merecedores de confianza o que no tenemos fuerza de voluntad. Pero no es cierto, dejar de hacer cosas es lícito si realmente no queremos hacerlas,  porque n ecesitamos necesitamos prob probar lasacabamos cosas parauna saber ssii nos no. Por pensar ejemplo, somos unos perdedores siarno dieta, perogustan nuncaosolemos si pensamos realmente que esa es la dieta que queríamos hacer. Así que cierra aquellas cosas que no te gusta hacer, aquello con lo que no te sientes bien, y dedica tu tiempo a cosas que sí te hacen sentir bien y que deseas hacer. Si alguna de esas cosas inconclusas es algo que sí deseas realizar, ¡retómalo! Hazlo y disfruta del hecho de hacerlo. 4. Deja de compararte con los demás: Eres una persona única, nada ni nadie se puede comparar  contigo y tú no puedes compararte con nada ni nadie. Cada cual ha tenido sus propias vivencias, experiencias, desarrollo, sus virtudes, defectos, formas… y todo ello nos hace diferentes unos de otros. Así que, si todos somos diferentes, ¿para qué compararnos? ¿Para qué comparar los resultados que tal dieta le dio a tu amiga cuando tú no eres ella? 5. Reconoce que eres una persona única: Y sé auténtica contigo misma, respétate, quiérete, exprésate. Sé tú misma en todo momento; si te apetece ponerte unos zapatos de color verde y rosa, ¿por qué no hacerlo? Obviamente hay ámbitos en donde las extravagancias no son entendidas, como el mundo laboral, pero si tú te pides a ti misma ser como eres, siempre puedes incluir algunos detalles que te hagan sentir mejor. Yo, por ejemplo, llevaba siempre algún collar  «diferente», o unos zapatos divertidos. El caso es que te sientas tú en todo momento, porque eres única, especial e irrepetible, como cada persona que puebla el mundo. 6. Enfréntate a un miedo: Y ¡supéralo! Te va a parecer increíble, pero yo, con 33 años, aún tenía miedo a la oscuridad. Necesitaba tener aunque fuera una pequeña luz para poder dormir, ya fuera externa, en la calle, o dentro de mi cuarto. Pero un día me dije «no, esto es absurdo y he de superarlo» y poco a poco fui enfrentándome a mi miedo y superándolo, primero yendo al servicio por la noche sin encender la luz, luego recorriendo el pasillo… ¿Conoces la sensación de poder sobre ti misma que obtienes cuando ves que eres capaz de superar tus miedos? No

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hace falta que sea algo como la oscuridad, las arañas, el miedo a volar o las serpientes. Puede ser el miedo a darle los buenos días a ese chico tan guapo de tu escalera que te saluda todos los días, puede ser el miedo a andar en tacones porque no sabes y crees que vas a hacer el ridículo, o puede ser el miedo a estar a solas en tu casa con una bolsa de patatas fritas. Eres capaz de superar cualquier miedo, porque sabes de lo que eres capaz: de cualquier cosa que te propongas. 7. Celébrate cada día: Todos los días llogras ogras algo. Puede ser algo grande, como un ascenso en el trabajo, o algo pequeñito, como haber superado el día sin haber ingerido comida poco sana. Da lo mismo, todos los días hay algo que celebrar. Te lo dije antes, celebrar no significa organizar  una cena con tus amigos y familiares, celebrar puede ser darte un beso a ti misma, dedicarte una sonrisa en el espejo, comprarte un nuevo pasador de pelo… El cómo lo celebres no es importante, lo importante es buscar y encontrar cinco minutos para poder celebrar tu logro del día. Recuerdo que hace algún tiempo decidimos celebrar todos los días un «feliz no cumpleaños», es decir, todos los días buscaríamos algo que celebrar y una forma diferente de hacerlo. Y, ¿sabes qué?, todos los días teníamos algo que celebrar, sin excepción, desde haberme levantado cuando sonaba el primer despertador (sí, sí, a veces he de ponerme hasta tres despertadores), hasta haber encontrado una marca específica de café, daba igual, escogíamos cualquier cosa y la celebrábamos. Así que, ¡a celebrarte todos los días! 8. Escoge las opiniones de los demás: La gente tiende a dar su opinión, la pidamos o no. No hay que culparlos, lo hacen con la intención de ayudarnos. Pero muchas de sus opiniones nos hacen daño, incluso dejando, muchas veces, que nos destruyan. ¡Para! A veces pedimos u obtenemos opiniones de personas que no nos conocen, o a las que les gusta dejar a los demás por los suelos, o que desconocen el tema, o que, simplemente, no tienen conocimientos suficientes para ayudarnos. Escoge las opiniones constructivas, que te ayudan a crecer, a ser mejor, a aprender, no aquellas que te destruyen y te hacen sentir mal sin ayudarte a solucionar las cosas. Aprende a diferenciar entre construirte y destruirte por las opiniones de los demás.

  Como ves, recuperar la de confianza la autoestima es cuestión ir poco poco descubriéndonos de nuevo, recuperary aquellas cosas que nos hacendesentir bien ya saber  que tenemos la capacidad de realizar y conseguir lo que nos propongamos, porque ya lo hemos hecho antes, y podemos volver a hacerlo. Es cuestión de coger las riendas de nuestra vida, con fuerza y confianza, y conducirnos hacia el reconocimiento de nuestras virtudes y ¡amarlas!

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5. Algunos casos reales  No estás sola   Lo primero que tienes que aprender es que, ante este nuevo reto, no, no estás sola. Somos millones de mujeres y de hombres los que vivimos este tipo de situación. Quizá creas que en tu entorno no te entienden, o incluso te avergüences de tu peso y del hecho de querer quitártelo de encima. Conozco a muchas mujeres que se callan, con la esperanza de que si no dicen nada, en el fondo, la gente no se dará cuenta de que tienen sobrepeso. Si eres una de estas personas, te diré que la gente suele ser mucho más consciente del sobrepeso que tenemos que nosotros mismos porque, de alguna manera, nosotros nos vemos en el espejo y no nos vemos «tan gordos». ¿Nunca has pensado, cuando has visto una foto tuya, algo así como «Uf, ¡qué mal! Esta cámara me hace muy gorda» incluso, Pues o, a mí sí me «¡Esta pasaba.no soy yo!»? Y cuando alguien me decía que estaba obesa, yo me rebelaba; yo no estaba obesa, solo gordita. Además, las mujeres de verdad tienen curvas. Pero la verdad es que los demás veían la realidad. Y las fotos me la revelaban a mí, aunque yo no quisiera verla. Así que, si no quieres hacer partícipes a los demás de tu estado por vergüenza, tengo una noticia: ellos ya saben que tienes sobrepeso. Así que, compartirlo con la gente que tienes alrededor, primero te ayudará a obtener un compromiso social, de tal forma que simplemente el habérselo dicho a la gente te ayudará a mantenerte en tu decisión; segundo, te ayudará a que quizás otros con su experiencia te ayuden y, por último, a  poder ayudar y motivar tú a otros. Esta es la razón por la que en esta parte te presento casos reales de otras personas que estaban en tu situación. Personas que decidieron andar hacia la persona que querían ser, que decidieron mirarse por dentro y por fuera y que, finalmente, lo consiguieron. Léelos, quizá te ayuden a darte cuenta de alguna de tus razones. Te motivarán, te ilusionarán. Algunos, tal vez, te dejen un mal sabor de boca. Pero te aseguro que todas y cada una de estas personas son, a día de hoy, felices con la persona que son.  

Me aburro, ¡hazme casitos!   Este primer caso es mi experiencia propia en una situación determinada. Como ya he

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comentado anteriormente, he estado yendo y viniendo a Asia durante algún tiempo, y me me he quedado allí durante varias semanas, e incluso meses. Cuando haces unos cambios tan grandes de rutina y de vida, necesitas un periodo de adaptación. A cualquiera le puede  parecer muy exótico y aventurero pasar temporadas en Asia, pero en mi caso era algo anodino y carente de sabor, pues la situación era tensa y ni siquiera había lugar para desconectar de todo ello. Entonces empecé a cocinar en casa. Los días pasaban tranquilamente, pero sin nada que destacar. Horas y horas sin contenidos, la imposibilidad de ir al cine, o al teatro, o a un museo (ya los había visto todos en la ciudad), la imposibilidad cultural de hacer sola, como mujer, muchas cosas. La imposibilidad de moverme sola por la ciudad, de hacer  aquellas cosas que siempre hago. En definitiva, el aburrimiento. Sin darme cuenta, el momento de la comida, de intentar conseguir los ingredientes a los que yo estaba acostumbrada, de cocinar platos apetitosos y llenos de sabor para alguien que llevaba meses sin comer adecuadamente, el momento de ver la cara de satisfacción, los olores en la casa… ese momento se convirtió en lo único que me distraía de un día a día aburrido que parecía que, en vez de vivir, se me caía de las manos. El catastrófico resultado fue que en cinco semanas había engordado 8 kg. ¡Y estaba en  proceso de perder esos 60 kg que aún me martirizaban! Pero me lo permití, primero inconscientemente, para luego, cuando me di cuenta de lo que había sucedido, simplemente aprender. Ahora ya sé que cuando no tengo estímulos o vías de escape, como puede ser ir al cine o coger mi coche y conducir sin rumbo fijo, me escapo a través de la comida, puesto que adoro cocinar y me ayuda a evadirme. Pero, claro, lo que se cocina se tiene que comer, que no está el mundo para derrochar comida. Así que me la comía. Mi estrategia ahora es siempre buscar cosas alternativas que hacer, esté donde esté, incluso conectarme a algún club de amigos con intereses como los míos en las ciudades en las que he de pasar algún tiempo y buscar formas para nunca más sentir  aburrimiento. Y sí, también, cocinar, pero cocinar según mis necesidades algo que todos  podamos comer, buscar muchísimas recetas apetitosas e incluso complicadas, pero que se adapten a mis necesidades. Y, si es necesario, maquillarlas un poco para que ningún comensal sepa que son de dieta… Tú ya me entiendes.  

La heroína de la crema de cacao   Alba era una de esas mujeres por desgracia llamadas  superwomen; ejecutiva, madre, esposa, amante, siempre perfecta, pendiente de los demás, de su carrera, de la carrera de

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su esposo, de aprender, de enseñar, de cuidar, de estar perfectamente arreglada, con las medias exactas, los zapatos exactos y todos los complementos necesarios para hacer  notar que ella, con todo, era una mujer que tenía tiempo para sí misma. Pero, desde luego, nada más lejos de la realidad. Se levantaba a las 6:30, se duchaba, se vestía y se maquillaba deprisa, mientras su marido aún disfrutaba de un ratito más en la cama. Cuando él se levantaba, ya tenía a Alba perfecta y su desayuno preparado. Mientras él desayunaba, levantaba a los niños, los vestía, les servía el desayuno y, mientras su marido llevaba a los niños al cole, ella se quedaba recogiendo el desayuno. Solo en ese instante podía degustar con cierta tranquilidad una taza de café y un cigarrillo, ella sola, sin ruidos, sin obligaciones, sin  prisas. Ella sola y nadie más. ¡Benditos horarios flexibles! Luego se iba a trabajar, estrés, llamadas, reuniones, responsabilidades… para salir  nunca antes de las 20:30 h y poder dar de cenar a sus hijos, cosa que, raramente, conseguía. Cuando llegaba a casa, si era aún una hora en que sus hijos estuvieran despiertos, estaba con ellos un rato. Los acostaba, hacía la cena para ella y su marido y se quedaba esperando a que él llegara de trabajar para poder compartir con él al menos ese rato del día. Tras la cena, el cansancio solo le dejaba espacio para leer un poco o ver  la televisión, nunca más de una hora, pues al día siguiente la alarma no perdonaba. Todo el mundo decía de ella que era la mujer perfecta, esos niños angelicales, ese marido satisfecho, ese puesto de gran responsabilidad… Pero Alba me confesó que nadie, nunca, dijo de ella que era una mujer feliz. Ni siquiera ella misma. Al principio empezó dando pequeños mordiscos a los restos del desayuno. Luego  probó a poner una cucharadita de crema de cacao en el café. Metía los dedos dentro del tarro de la crema, y los limpiaba con gran deleite. «Eva –me decía en una de nuestras charlas–, es muy simple: en ese momento, solo en ese momento del día, siento que puedo hacer algo que es irresponsable y loco, algo  pequeño que no va a poner en riesgo nada de lo que tengo, tengo, ni a mi marido, ni a mis hijos, ni mi trabajo.» Luego empezó a visitar la máquina de «chucherías» de la empresa. Al principio,  pequeñas chocolatinas. Luego, tarros de crema de cacao con pequeños bollitos que untar  en ella. Se los tomaba con un café, en un despacho con la luz apagada. Era su momento irresponsable, su momento de relax. Luego empezó a hacerlo después de cenar: con su libro en las manos, aislada de su realidad, mordisqueaba una chocolatina. Luego otra. con esasuya sensibilidad caracteriza a muchos hombres, llegó a decirle que Su esa marido, nueva manía haría queque le salieran granos. «Como si los granos fueran mi problema… ¡Así me sentiré como una

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adolescente de nuevo!», le contestaba ella. Como resultado, ya lo puedes imaginar: 15 kg de más en un año y medio, y una frustración enorme porque «Ya no soy la mujer perfecta que siempre he sido». En el caso de Alba, está claro que el exceso de responsabilidad podía con ella, y usaba la comida, en este caso la crema de cacao y el chocolate, como la única forma de rebelarse ante todo aquello que se le había impuesto: un trabajo de responsabilidad que ella en realidad no deseaba pero que si no aceptaba la convertiría, automáticamente, en una «mujer fracasada»; un marido con un trabajo de gran responsabilidad a cuya altura ella debía estar siempre, un nivel socioeconómico que a ella, en el fondo, no le importaba… Un rol, en definitiva, que no era el suyo. A día de hoy, y tras vivir un proceso como el que tú estás llevando a cabo, Alba se ha quitado esos 15 kg y otros 5 kg de regalo, y regenta una de las tiendas de flores más  bonitas que he visto en todo el mundo. Recoge a sus hijos en el colegio y juega con ellos. Hizo el pacto con su pareja de que a las 20:00 h tenía que estar en casa al menos tres días a la semana porque ella tiene clase de yoga, de pintura y de cerámica una vez por  semana. Y, en definitiva, tiene el rol principal de su vida: ser ella misma.  

La princesa que bailaba sola en su jardín   Cuando Ana llegó a la puerta de mi despacho vestía un impecable traje, un bolso de piel muy llamativo y unos zapatos de un vivo color turquesa. Tiró la colilla al suelo y con gracia la apagó al tiempo que me sonreía. Era una de esas mujeres obesas que irradian energía positiva, con gran encanto. Ana es una bella mujer de 35 años recién cumplidos. Es una de esas mujeres a las que todo el mundo le dice «si fueras más delgada, serías perfecta». Pero Ana nunca creyó ese tipo de sentencias; ella ya era perfecta tal como era. De hecho, se sacaba mucho partido con la ropa y el maquillaje y, sin complejos, era una mujer que se mostraba coqueta y divertida al mundo. Tenía una vida normal, con un trabajo que le importaba pero no era su vida, una  pareja a la que amaba y por la que era e ra correspondida, amigos, una familia que la adoraba y, en definitiva, no tenía motivos –según todos le decían– para sentir que su vida era incompleta. Sin embargo, Ana no se sentía feliz. Sentía que la vida se le escapaba, y se maldecía porque, debido a su obesidad (más de 60 kg de sobrepeso), había muchas cosas que no podía hacer ybailar… que siempre atención; hacer kite surf ,  parapente, e incluso Pero le nohabían solo sellamado privaba,lapor causa deesquiar, su obesidad, de hacer  deportes; cosas tan cotidianas como llevar unos zapatos de tacón o poder entrar en una

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tienda y comprar cualquier modelo, sin remitirse a las tallas grandes, a ella le parecían sueños. Y soñaba con poder hacer todas esas cosas cuando estuviera delgada. Sin embargo, hacía años que no se enfrentaba a una dieta y, cuando se había planteado hacer una, recurría siempre a las llamadas y temibles dietas milagro, sin llegar a llevar ninguna a cabo. La obesidad de Ana no era algo nuevo. Desde pequeña había sido «rellenita» para, en la adolescencia, pasar a obesa. Había realizado todo tipo de dietas, algunas con éxito,  pero siempre había vuelto a coger el peso. Y cada vez que volvía a verse, de repente, más allá de los 110 kg se decía que ella también era bella así como era. Pero sabía que no era sano, así que buscaba información sobre nuevos métodos, dietas y formas de adelgazar, pero siempre concluía que lo que perdería haciendo dieta (salir con los amigos, sobresalir en las comidas de trabajo, prescindir del turismo gastronómico que tanto disfrutaba, ir a las catas de vino que mensualmente realizaba con el grupo de catas al que pertenecía, tener que cocinar…) sería mayor que la ganancia; total, ella se veía  bien así. Pero siempre planeaba sobre ella el miedo a las enfermedades, el recelo a no poder  soportar, en un futuro, un embarazo y, en definitiva, las consecuencias sobre su salud,  por lo que, una vez más, Ana se planteó hacer dieta pero, como siempre, pensó «ya llegará el momento». Ana vino a mí buscando la forma de cambiar de trabajo, quería algo que le hiciera sentirse realizada y con perspectivas de futuro, pero no sabía cómo abordar el tema. Sin embargo, Ana se llevó una sorpresa cuando durante el proceso de coaching  llegó   llegó a una conclusión: mantenía su conducta de obesidad para no enfrentarse a sus miedos; amparándose en su obesidad evitaba hacer esas cosas que la atraían, pero que no se atrevía a hacer. Es decir, Ana tenía miedo. El miedo es una emoción capaz de paralizarnos. El miedo tiene la función de evitar  que hagamos cosas que nos pueden dañar, ya sea física o emocionalmente. Por tanto, el miedo es una emoción positiva, adaptativa, que nos permite evitar situaciones que son negativas para nosotros. El problema viene cuando el miedo no es realista y nos inventamos excusas para no enfrentarnos a según qué situaciones, cuando dejamos de hacer cosas que deseamos hacer por miedo y cuando nos encerramos y negamos experiencias por miedo. Ana se definía como «una princesita que está feliz en palacio, pero a la que le gusta  bailar solas enAna su jardín, cuando nadie los meperjuicios ve y cuando nadie me puede hacer  daño».aCuando tuvo que identificar quenada temíanirealizó un listado en el que se pudieron identificar tanto miedos físicos como miedos emocionales. Sin embargo,

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los miedos físicos eran más marcados que los emocionales, es decir, si bien Ana tenía miedo a que pudieran burlarse de ella por no tener un estado físico bueno para practicar  alguno de los deportes que ella decía querer realizar, tenía un miedo mayor; el daño físico. No es este el lugar para empezar a analizar las razones de Ana, las raíces de sus miedos. En realidad, tampoco importa mucho dónde nacieron los miedos, lo importante es lo que Ana quería hacer con ellos, mantenerlos ahí o luchar por superarlos. Y escogió la segunda opción, pues hacer esas cosas era parte de la persona que ella quería ser. Hace unos días me encontré a Ana en una de mis zapaterías favoritas. Creo que las dos pecamos de un gusto que nuestras parejas encuentran excesivo por lucir zapatos. Fue un encuentro afectuoso y, después de abrazarme, de decirme «Eva, ¿ves lo maravillosamente que me encuentro?» y desfilar como una modelo por la tienda, me contó que sus actividades a veces llegan a la excentricidad. Este año hará una ruta por  Asia buscando templos con escalinatas colosales por las que subir. El año pasado estuvo en el Caribe dos meses sacándose todas las licencias de buceo. Y al menos un fin de semana al mes, prueba un deporte de los llamados «extremos».  

La reina de la máquina de café   Lara es una mujer de 36 años que ha dedicado gran parte de su vida a ser la mejor  estudiante, la mejor consultora y labrarse, así, un magnífico futuro profesional. Sin pareja desde hace años, Lara se dedica en cuerpo y alma a su trabajo. Cuando no está trabajando, está en conferencias, seminarios o estudiando en su casa. Tiene jornadas larguísimas, de un mínimo de doce horas diarias. Se concentra en su trabajo e intenta destacar pues, entre otras cosas, es la única mujer de su departamento. Lara tuvo una carrera meteórica dentro de su empresa. Empezó como consultora únior y, en unos cuatro años, llegó a mánager de la zona. ¡Todo un logro en un mundo tan masculino y cerrado! Ganaba premios y tenía el reconocimiento de todos los compañeros. Cuando llegó a mánager, una de sus nuevas tareas era viajar a visitar a los clientes, cada cliente una semana, y supervisar que los proyectos que tenía activos fueran según lo planificado. Algunas veces viajaba con algún compañero. Otras, sola. Lara nunca fue una mujer delgada. Era una mujer normal, de talla 42 y peso más que correcto. Es decir, una mujer como muchas otras, sin problemas graves de sobrepeso ni alimentarios. Pero todo cambió cuando comenzó a trabajar en esa gran empresa. Primero, el hecho dede sercualquier la única mujer posicionaba de ellos tal manera debía integrarse con sus compañeros forma.laAsí que, cuando iban aque la máquina de café, ella los acompañaba. Cuando ellos planeaban una comilona, ella se apuntaba. Y luego,

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obviamente, las copas. Ella no era muy partidaria de que siempre se hiciera todo  basándose en comilonas o copas, pero… pero… quería integrarse. Necesitaba ser uno de de ellos. Pero el problema real comenzó cuando Lara tuvo que viajar. Había ocasiones en las que se levantaba en París, almorzaba en Londres y dormía en Praga; en otras, salía el domingo por la noche de su casa y estaba hasta el sábado por la mañana en un hotel de  polígono, sola, aburrida y con montañas de trabajo. Entonces empezó a coger un ritmo de vida en el que había días en que ni siquiera comía, pero hacía copiosísimos desayunos  para evitar pasar hambre. Nunca sabía si podría comer o no. Pero muchas veces, de repente, se encontraba con que tenía que ir a comer, una comida de negocios con largas sobremesas y copiosas comidas. Y ella imitaba lo que pasara en esas comidas, no quería destacar. Y, si no había comido al mediodía, se acostumbró a un extraño pero entendible ritual: darse un homenaje por las noches. «Es como si supliera el haber perdido mi vida, mi m i casa, mi rutina, mis pequeñas cosas, con una buena cena. Es como si sintiera que ya que estoy fuera de casa, ya que no tengo lo que quiero, ya que lo único que hago es trabajar, me mereciera un homenaje por las noches. Es la forma de felicitarme a mí misma por los esfuerzos que hago para sacar  adelante mi carrera y siento que, aunque fuera solo por ese momento, merece la pena estar así.» A este efecto yo lo llamo compensación gastronómica, porque compensamos con la comida el hecho de haber perdido nuestra rutina y nuestro lugar. Lara buscaba su lugar  en el trabajo y, en vez de mostrar sus cualidades y diferencias con respecto a sus compañeros, prefirió formar parte del grupo a través de la comida y los eventos sociales que conllevan comida. Además, viajando tanto sientes que necesitas pequeños premios  para poder aguantar esa vida de soledad y largos horarios, esa vida de no sentir que tienes casa propia, ni lugar propio, que tu vida cabe en una maleta. Lo sé y lo entiendo porque yo viví lo mismo cuando trabajaba en la multinacional. El resultado es que engordó 10 kg y empezó a darse cuenta de que era un reflejo de no sentirse segura en su ambiente laboral y de haber perdido su vida privada por la empresa. Lara habló con sus superiores y pidió que le bajaran el ritmo de los viajes. Pero ellos no entendieron que Lara quisiera tener un poco de vida propia, así que buscó otro trabajo. En la competencia. Se llevó a sus clientes y formó un grupo de trabajo en el que se sentía más integrada, con más mujeres y en el que los eventos sociales se redujeron a un tentempié afterwork   un un viernes al mes. Se impuso unos horarios de trabajo y de comidas ycafé ahora en proceso de perder esos kilos. Y va feliz a trabajar, sin tener que tomar  si noestá le apetece.  

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Pío, pío que yo no he sido   Marta es una mujer de mediana edad, amante esposa y magnífica madre. Proviene de una familia de un pueblo del interior de España. Sus padres eran gente de campo y ella, a muy temprana edad, tuvo que salir al campo a ayudarlos, por lo que ni siquiera terminó sus estudios. Se casó enamorada con el hijo del farmacéutico del pueblo cuando este terminó la carrera de Farmacia. Marta no se imaginaba seguir toda su vida en el pueblo  pero, por suerte, el tío de su marido tenía una farmacia en una capital de la que él se hizo cargo cuando su tío murió. Así que la vida de Marta dio un giro y se fue a la capital a vivir. Joven, lozana y preciosa, se quedó embarazada al poco tiempo de mudarse. Uno, dos, tres hijos. Con 27 años ya era una madre experimentada. Su vida no tiene nada de extraordinario, exceptuando que cuidó de cuatro hombres dándoles todo lo que  poseía, su juventud, su tiempo, su amor y su ser. Con tendencia a engordar, Marta había  pasado toda su vida controlando la comida; en algunas épocas é pocas había tenido un sobrepeso de casi 20 kg, mientras que en otras se veía perfecta, pero la lucha para mantener la silueta fue una constante durante toda su vida. Tenía pocas amigas, pues a ella le habían enseñado que una mujer debe estar en, por y  para su casa. Y ella, además, era feliz así. Pero sus «polluelos» empezaron a volar. Primero, el mayor, que se fue a estudiar fuera cuando Marta era aún joven, con 43 años. El segundo voló más tarde, a vivir fuera de España con su novia. Y, por último, el tercero voló cuando ella estaba empezando un mal periodo: la menopausia. Con la menopausia, Marta experimentó muchos cambios, dos en especial: aunque adoraba a su marido, se veía incapaz de intimar con él; además, empezó a engordar, lo que suele ser muy habitual en esta época de la vida de una mujer. Sola, sin amigas, sin sus hijos piando por su comida y atención alrededor, Marta, simplemente, no sabía qué hacer con su vida, cuál era su lugar en el mundo. Se apuntó en la delegación municipal a un curso de internet, pero no congenió con nadie. Sin embargo, aprendió a navegar por internet, a buscar cosas interesantes para ella, entre otras, recetas. Y a eso se dedicó, a cocinar y cocinar, postres, primeros platos, segundos. A cocinar todos los domingos copiosas cantidades de comida para sus hijos. Y a comerse las sobras durante la semana, entre horas, esas largas horas en que no sabía qué hacer   pues ya nada tenía sentido sin sus hijos y sintiendo que su marido se alejaba cada vez más de ella. «No siento nada. Nada de nada. Ni siquiera deseo por mi marido, y él cada vez está más lejano. Ni ganas de hacer nada en todo el día. Echo de menos las voces, las risas, los

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chicos entrando y saliendo. Mi cuerpo cambia, y yo no estaba preparada para esto. No sé qué hacer con mi vida, no tengo amigas, no tengo vida social, y me encuentro cada vez más fea y gorda.» El caso de Marta no es muy diferente del de muchas otras mujeres que, cuando sus hijos dejan el hogar, no encuentran sentido a su vida. Es el llamado Síndrome del Nido

Vacío. El hecho de que Marta empezara a pensar que ya no servía para nada y, por tanto, no era merecedora de cuidarse, tampoco es muy extraño en este periodo de la vida de la mujer. Ante este caso, hay dos vías que se han de trabajar. Primero, hay que acudir a un ginecólogo que trate la menopausia, sus síntomas y la aceptación de esta nueva etapa de la vida. Y, después, pero no por ello menos importante, debemos ser conscientes de que el hecho de que los hijos abandonen el núcleo familiar es lo normal y hay que alegrarse de ello pues, de otra forma, sería síntoma de que algo en la vida de nuestros hijos no está  bien. A partir de ahí, trabajar la autoestima, pues antes de madre y esposa somos mujeres, personas individuales con nuestros anhelos e intereses individuales, y ahora es una buena época para hacer aquello que, por circunstancias de la vida, no hemos podido hacer hasta ahora. Marta hace tiempo que no sufre de sofocos ni de otros efectos de la menopausia. Encontró un buen ginecólogo que trabajaba junto a un endocrino para tratar todos los síntomas y posibles efectos secundarios de la menopausia. Estudia en la Universidad  para Mayores de su ciudad, aprendiendo muchas cosas interesantes que le hacen sentir  que su vida tiene sentido. Y pesa lo mismo que con 43 años. Si este es tu caso, por favor, no dejes de acudir a un ginecólogo que te guíe y oriente sobre cómo puedes paliar los efectos de la menopausia. Hazte pruebas, controla tu calcio. Toma en serio los consejos de tu médico y, sobre todo, comprende que la vida tiene unos ciclos y todos nos pueden aportar cosas positivas que vivir y disfrutar.  

Traga, traga, ¡tragabolas!   Aunque la mayoría de los ejemplos pertenecen a mujeres –supongo que ellas son más dadas a hablar que los hombres–, no somos solo nosotras las que tenemos razones para dejarnos llevar por los kilos de más. Ellos también las tienen, y un ejemplo es el siguiente caso. Gerardo tiene ahora en 25 laaños, es muy joven, aunque su problema es relativamente reciente, pues empezó universidad, le hizoy llegar a tener un sobrepeso de casi 40 kg. Vivía en un pequeño pueblo de provincias y su mayor ilusión, desde pequeño, era ser 

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oceanógrafo, por lo que cuando tuvo 18 años tuvo que irse de su pueblo, de su provincia, cruzar el mar y comenzar una vida nueva para poder estudiar lo que él deseaba desde que era niño. Se encontró a más de 1.000 kilómetros de su casa, solo, rompiendo el cascarón de la  protección familiar fam iliar y comenzando una nueva vida. Él era un muchacho muy apegado a su familia, a sus tradiciones; la matanza, las gachas, las comidas copiosas… pero nunca había sido obeso, pues su familia tenía una granja y él se encargaba de los animales, por  lo que diariamente hacía mucho ejercicio trabajando desde que era un niño en el cuidado de los animales. Así pues, su vida transcurría entre el instituto y la granja, su tiempo libre lo invertía en estar con sus amigos, salir al campo, nadar en el pantano… Era un chico normal. Sin embargo, cuando llegó a su nueva ciudad se sentía solo, desprotegido. Sentía que un chico de pueblo poco podía aportar a esas personas que lo rodeaban, chicos de ciudad que hablaban de artes que él ni siquiera conocía, pero que tampoco le interesaba conocer, que contaban cómo les había ido la última fiesta, cuando él las fiestas que conocía eran las verbenas de su pueblo, o que debatían si era mejor el último modelo de coche de la marca X o de la marca Y, cuando él solo había conducido tractores y el destartalado coche de su padre, con más años que él. Así, poco a poco, Gerardo se fue metiendo más en sí mismo, convenciéndose a sí mismo de que nada tenía que aportar a esa nueva gente. Pero su adolescente cabecita pensaba que tenía que pasar allí al menos cinco años de su vida y que debería buscar una solución a eso, que debería integrarse y encontrar un sitio que le hiciera mucho más llevadero el estar tan lejos de casa. Gerardo vivía en un apartamento de estudiantes no muy lejos de la universidad. Con sus compañeros su relación era correcta, pero no podía considerarlos sus amigos, así que empezó pensando que lo primero que debería hacer era acercarse a ellos. Sus padres le mandaban semanalmente comida y otras cosas de su pueblo para que él no se sintiera tan lejos, así que comenzó a compartir esos manjares rurales con sus compañeros. «Los viernes quedábamos en casa por la tarde noche y comíamos todo lo que mis  padres me mandaban, hasta reventar. Luego nos íbamos de copas. A mí no me gustaba ni me gusta el alcohol, pero me ayudaba a desinhibirme, a ser más gracioso. No es que  bebiera todos los días hasta vomitar, pero todos los fines de semana me los pasaba entre comida y bebida, era una forma de sentirme acompañado. El problema comenzó cuando mis compañeros de piso se iban a su casa los puentes, yo no podía porque la economía en mi casa no estaba para pagar billetes de avión cada dos meses, así que me quedaba en casa y hacíaenlolamismo si el estuvieran Supongo que elloseneran para refugiarme comidaque y en alcohol, ellos. pero llegó un momento quelanoexcusa necesitaba que estuvieran allí, simplemente lo hacía. Mientras me daba esos enormes atracones

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recuerdo no pensar en nada, solo en disfrutar del momento porque, cuando todo eso se acabara, volvería a mis clases, con esa gente con la que yo no tenía nada que ver, en un ambiente caluroso que me agobiaba. Definitivamente, no era mi sitio. Recuerdo un día  por la noche en que estábamos ya con unas cuantas copas de más y yo estaba haciendo tonterías, contando chistes. Una chica dijo “¡Mira! ¡Qué gordito más gracioso!” y creo que ahí fue cuando me relajé y me di cuenta de que, para que me aceptaran, yo debía ser  el gordito gracioso del grupo. Estaba el intelectual, el cachitas, el niño rico… y a mí me había tocado el gordito gracioso, así que si ese era mi papel y así la gente me iba a querer  más, entonces era el papel que iba a adoptar. Ya no me importaba si los pantalones me quedaban más o menos apretados, no me importaba si cuando volvía los veranos a la granja mi madre me decía que estaba cogiendo demasiado peso: me habían asignado ese  papel y me sentía cómodo; no me tenía que cuidar. Cuando iba a terminar mi carrera encontré una beca. Era un trabajo de verano, no muy bien pagado, pero suficiente para empezar a coger experiencia. Tenía unas excelentes notas, así que supuse que me lo darían. Cuando llegué a la entrevista personal, muy amablemente me dijeron que mi currículum académico era espectacular, pero que en ese trabajo tendría que dar de comer  a los animales del Oceanográfico, lo que suponía bucear y tener un estado físico bueno. Perdí la posibilidad de conseguir mi sueño por actuar en un papel, el papel de gordito gracioso, durante años.» Como puedes comprobar, el problema de Gerardo era que se marcó su personalidad no por quién era o lo que podía aportar a los demás, sino por lo que los demás decían que él era. Así le resultaba mucho más cómodo interactuar, pues no tenía que mostrarse ni demostrar a los demás que era válido. Gerardo tenía un problema de autoestima, pues  pensaba que si no era lo que los demás querían que fuera, si no asumía el papel de «gordito gracioso», nadie lo aceptaría. Actualmente sigue trabajando en aceptarse y quererse tal como es, con sus defectos y virtudes. Ha perdido 28 kg a base de ejercicio y una dieta saludable y está trabajando en lo que él siempre ha querido.  

El patito feo   Quizás uno de los casos que más se remontan en el tiempo de los que conozco es el de Lorena. Este es un caso muy complejo pero, si bien no entraré en demasiados detalles, no quería de recogerlo, puesto que que nos el trabajo queunhizo Lorena paradiferente, buscar sus razones es dejar un trabajo muy exhaustivo puede dar punto de vista ya que sus razones se remontan a una edad en la que no podía controlar conscientemente lo

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que le pasaba, porque los niños, a diferencia de los adultos, asumen muy rápidamente lo que les rodea, convirtiéndolo en patrones de conducta inconscientes. Ten cuidado con lo que les enseñas, deliberadamente o no, a tus hijos. Lorena es la menor de dos hermanas. Su hermana mayor, a quien llamaremos Laura, era una preciosa niña de ojos azules y pelo rubio con bucles, una guapísima niña a la que, cuando iba por la calle, la gente se quedaba mirando. Era guapa, extrovertida, divertida y un poco «trasto». Laura tenía locos a todos a su alrededor. Cuando Laura tenía 3 años, nació Lorena. Lorena no era una niña fea, pero era lo contrario de su hermana. Morena, con los ojos pequeños y muy oscuros, muy introvertida, le costaba mucho hablar con desconocidos. A los 3 años de edad le diagnosticaron un defecto de la vista que, para corregir, la condenó a ser una niña con gafas. Mientras su hermana Laura cantaba y bailaba en las reuniones sociales de sus padres, Lorena se quedaba rezagada en un rincón viendo cómo todos aplaudían y se reían de las gracias de su hermana. «Supongo que poco a poco me fui quedando en segundo lugar. Laura era maravillosa, yo no la odiaba ni le tenía celos, solo pensaba que sería genial ser así. Laura era mi mejor amiga, siempre lo fue, cuidó de mí y me quiso con toda su alma, porque además de ser guapa y brillante era buena, muy buena persona. A medida que pasaba el tiempo entendí que Laura era quien debía atraer a los demás, y yo estar en segundo plano, no destacar nunca. Y me sentía bien ahí. Creo que, consciente o inconscientemente, todo el mundo pensaba lo mismo que yo; la atención y los aplausos se los debía llevar Laura. Cuando llegamos a la adolescencia, Laura cogió algunos kilos de más, no muchos, pero suficientes como para que se le notaran. De algún modo que aún no alcanzo a comprender, yo cogí los suyos más cinco de regalo. Era, una vez más, una forma de no destacar ante ella. Ella lo pasó mal por ese pequeño sobrepeso, la escuché cientos de veces quejarse de lo gorda que estaba y sé que en el fondo ella se sentía mucho peor de lo que me contaba. Pasamos muchas noches en las que yo, más gorda que ella, la consolaba. Mi madre nos puso a dieta, pero Laura, por más que se esforzaba, perdía peso muy lentamente; yo tomaba chocolatinas a escondidas para que el día que nos pesaran estuviéramos más o menos en el mismo nivel de pérdida. Después de varios meses ambas conseguimos adelgazar; ella, por supuesto, se quedó en su peso, y yo aún un  poquito por encima. Pero eso, de todas formas, me mantenía a su sombra. Laura se casó muy joven y a los pocos años su matrimonio había fracasado por lo que, sola y sin dinero, volvió a casa con nosotros. Y volvió con un sobrepeso algo más importante que cuando éramos adolescentes. De nuevo me vi con peso más, diez kilos regalo. En el fondo creo que Laura era mucho más su débil que yo, esta ella vez, necesitaba más de el amor y el reconocimiento de los demás y yo lo sabía desde que éramos niñas, por eso,

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 por protegerla, nunca quise destacar sobre ella; ella se merecía ser la guapa y yo le daba la seguridad de que así sería.» Este caso ilustra cómo a veces, por hacer sentir a los demás seguros, nos dejamos a nosotros mismos de lado. Quizás es la idea que hay en esta sociedad de que aquello que destaca físicamente es aquello que tiene más atenciones y que, en definitiva, es mejor, y somos capaces de no querer destacar para que la gente a la que queremos no tenga que competir con nosotros. Desde luego, es una idea absurda, pues no se compite con la gente que se ama, no se compite por ser o no ser, simplemente se es, y cada persona es en sí absolutamente maravillosa. Quizás haya un fundamento similar a cuando hablábamos de aquellas personas que no asumen bien el cambio de cuerpo de sus parejas, pues con su obesidad se sienten seguras. Sin embargo, si están más delgadas, atractivas y seguras de sí mismas tienen miedo de que se las quiten. Es cuestión de saber cuánto nos queremos y cómo debemos querer a los demás. Lorena tiene ahora un peso perfecto. Laura tiene algo de sobrepeso, fruto de dos embarazos muy seguidos, contra el que lucha con dieta y ejercicio y el apoyo incondicional de Lorena. Ambas hermanas se adoran, se quieren y se admiran, aunque el  patito feo haya resultado ser al final el cisne de la historia.

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6. Yo me pienso, luego existo  Más que materia gris   Según la Ley de la Atracción, con nuestros pensamientos atraemos nuestra realidad. Más allá de vibraciones, lo que sí es cierto es que, como ya hemos visto, nuestras creencias y lo que pensamos nos limitan y generan en nosotros conductas que podemos denominar  «negativas» creando, pues, un mundo negativo para nosotros mismos y para quienes nos rodean, no permitiéndonos llegar a ser esa persona que queremos ser. Es fácil encontrar ejemplos en nuestra vida. ¿Cuántos exámenes has aprobado  pensando y estando convencido de que los ibas a suspender? ¿Cuántas veces has  pensado «no me voy a comer esto cuando llegue a casa» y al final te lo has comido? Mi  profesor de coaching , Miguel, como ya te conté antes, siempre ponía un ejemplo: «No  pienses un elefante ¿A queenacaba por tu es mente unque elefante rosa? Pues esto es loenmismo, si nosrosa». enfocamos lo quedenopasar queremos, eso lo obtendremos; si nos enfocamos en los aspectos negativos de nuestro día a día o nuestras creencias,  permaneceremos en ellos. Por P or tanto, a partir de ahora, tendrás que aprender a enfocarte en lo positivo de las cosas. Creo que llegados ya a este punto has entendido que adelgazar no significa tener una voluntad de hierro para hacer una férrea dieta o ir al gimnasio todos los días.

Adelgazar es ante todo un proceso mental en el que estableces lo que realmente es para ti la vida sana, el peso sano y la persona que quieres ser, identificas tus puntos débiles y trabajas para, por  medio de un plan, conseguir tus metas.

Adelgazar es, pues, un proceso que te lleva a ser la persona que quieres ser, ya que te ayuda a pensar y sentir en qué tienes que incidir y poner tu intención para poder llegar a ser feliz y sentirte una persona plena. Y es ahí donde está el quid de la cuestión, en la intención. El éxito de todo este  proceso se dará cuando:   1. Tu actitud sea la adecuada, es decir, pretender adelgazar sin la actitud actitud de estar delgado o querer  tener una vida sana sin actitudes sanas, es imposible;

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2. Tus creencias sean coherentes con tu objetivo, es decir, debes creer de verdad que puedes cambiar, debes creer de verdad que no porque tu familia sea gorda tú has de serlo, debes creer  de verdad que puedes tener el cuerpo que deseas tener, y 3. Tus expectativas sean realistas, es decir, pretender adelgazar 50 kg en dos semanas es absolutamente irreal; pretender ir al gimnasio 5 horas al día cuando trabajas 12 y tienes que atender a tu familia es imposible.

  Por tanto, por mucho que hagas, conseguirás tener un peso sano y mantenerlo en el tiempo siempre que tu mente esté preparada para ello. Pero en eso llevas trabajando todo este libro, así que ¡adelante! Sin miedo, ya tienes mucho trabajado y sabes que lo vas a conseguir.  

Espejito, espejito   Una de las cosas que no nos cuentan cuando estamos en el proceso de adelgazar, sobre todo cuando tienes muchos kilos que perder, es lo difícil que es aceptar tu nueva imagen. Sí, no te sorprendas, a todas las personas que hemos perdido mucho peso y que además lo hemos hecho con determinada rapidez nos cuesta mucho desprendernos de ese cuerpo imaginario de gorda que teníamos. A mí me ha pasado muchas veces ir a una tienda y coger tres tallas diferentes, por ejemplo, la talla 44, la 42 y la 40, puesto que, aun sabiendo que mi talla era la 40, aún no me lo creía. Primero te pruebas la 44, y ves que te queda fatal; luego la 42, y aún la ves grande. Por último, pruebas con la 40, y te queda perfecta. «Bueno, será una 40 grande…», piensas… Pues no, es una 40 normal,  porque tienes una 40 normal. Has perdido diez tallas, pero aún no eres consciente de ello. También me ha sucedido algo mucho más vergonzoso, como llegar a una tienda y  preguntar si tenían talla para mí. La dependienta me miró de arriba abajo y me dijo: «Bueno, si no tengo tallas para ti, yo me tendré que ir al departamento de tallas grandes, ¿no?». Tuve que aclararle que había perdido 60 kg en poco tiempo y que aún no me había acostumbrado. Esto sucede por una razón fundamental, y es que durante tanto tiempo hemos estado debajo de tanta grasa que no nos hemos visto, no nos hemos comportado como delgados o personas sanas, porque no lo hemos sido, y eso es algo en lo que también tenemos que trabajar. A continuación te presento un ejercicio que sirve tanto para atraer las cosas (Ley de la Atracción) como para empezar a comportarte como si fueras una persona en su

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normopeso, es decir, el peso correcto o, como yo lo llamo,  peso sano. La Ley de la Atracción dice que se ha de evocar la emoción para traer aquello que se desea. Quizá no creas en ella, pero aun así lleva a cabo este ejercicio, pues sentirte como te sentirás cuando estés en tu peso te ayudará a aceptar los cambios que vas a vivir, que te aseguro que serán muchos. Coge lápiz y papel, y responde a estas preguntas:   • • • •

Cuando estés en tu normopeso, ¿cómo te sentirás? ¿Cómo actuarás? ¿Cómo pensarás? ¿Qué pensarás de ti misma?

  Escribe las respuestas en un papel. Cuando termines, léelas de nuevo y siente que eso es verdad, que ya piensas, actúas o te sientes así, que esas emociones ya forman parte de ti. Ahora te ofrezco un pequeño consejo que te ayudará a ver los cambios en ti. Es fácil, así que casi te pediría que lo hicieras. Yo no lo hice y me habría gustado que alguien me lo aconsejara en su momento, pues ahora no tengo forma de comparar los cambios. Es muy sencillo, se trata de que te hagas una foto cada dos semanas o una vez al mes, sin ropa, en el mismo sitio, y guardes esas fotos juntas. De esta manera podrás ver los cambios que ha ido experimentando tu cuerpo, en cuánto tiempo, y tendrás siempre una evolución de cómo has ido modificando tu cuerpo. Otro ejercicio que te propongo es que, a medida que vayas adelgazando, escribas una lista de en qué está mejorando tu vida, en qué lo está haciendo en el día a día y en otras cosas. He aquí parte de la mía:   • • • • • • •

Puedo comprar ropa en cualquier tienda. Encuentro ropa más bonita. Puedo llevar tacones. Puedo comprar toda clase de lencería. Puedo cambiar ropa con mis amigas. Puedo cruzar las piernas. Puedo llevar faldas por encima de la rodilla.

• Puedo  shorts para  para que no me rocen los muslos.llevar faldas sin tener que ponerme unos pantaloncitos o shorts • Gasto m menos enos dinero en ropa pues puedo acceder a ropa más asequible.

Gasto m menos enos dinero en ropa pues puedo acceder a ropa más asequible.

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• • • • •

Me pongo lo que me apetece y no lo que me cabe. No me duelen las articulaciones. No me duele la espalda. Me miro al espejo con placer. He dejado de roncar.

• He entendido que yo decido qué comer, no el calendario, las citas sociales, los eventos de otros, etc. • Tengo más autoestima. • Me miro en los escaparates y espejos sin miedo a lo que veré. • Si la gente me mira no pienso que es para criticarme, sino porque estoy guapa. • No tengo vergüenza en el avión o en las terrazas de llos os bares porque quepo perfectamente en el asiento. • Me gusto más y gusto más a los los demás. • Mis marcadores en los análisis clínicos han mejorado mucho. • • • •

Me agacho con facilidad. Tengo orgasmos más intensos. Subo escaleras sin cansarme. Puedo jugar con los niños sin cansarme.

  Y podría seguir más, mucho más, porque de verdad que mi vida ha cambiado. Y mucho. Y todo para bien. Así que ¡sigue adelante! Tu vida va a cambiar y verás en el día a día pequeñas cosas que puede que para ti fueran casi sueños por conseguir.  

Pensarse en positivo   Ya hemos visto unas pequeñas pinceladas sobre la Ley de la Atracción, que, en resumen, nos dice que nuestros pensamientos atraen aquello que pensamos pues hacen que energéticamente vibremos de tal forma que lo similar atrae lo similar. Así pues, si  pensamos en negativo atraeremos cosas negativas y si pensamos en positivo atraeremos cosas positivas. Te repito que puedes creer o no en estas cuestiones de vibraciones, pero lo que no se  puede negar es que, tal como nos pensamos, así nos mostramos al exterior, porque todo lo que vivimos en el interior lo reflejamos en el exterior. Así, si un día yo he tenido un mal sueño y me siento contrariada por él, sé que ese día no va a ser especialmente

 positivo. ¿Nunca has soñado que tu pareja te era infiel y, aunque sabías que era un

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sueño, has tenido el día regular y has acabado peleándote con él o ella? Pues, si no es así, eres la primera persona que conozco a la que no le ha pasado. Te pondré otro ejemplo. Imagina que te despiertas de buen humor, bajas en el ascensor con ese vecino con cara de malas pulgas y tú le deseas, sonriente, buenos días. Quizás él no te devuelva la sonrisa, pero levanta los ojos y te devuelve el buenos días. Al salir del portal te metes en tu coche y, aunque hay caravana para ir a tu trabajo, hoy te lo tomas mejor, como una oportunidad para escuchar más la radio hasta que llegues; de hecho, canturreas las canciones y hasta bailoteas dentro del coche. Y cuando llegas al edificio de oficinas, donde nunca encuentras aparcamiento, esta vez lo encuentras a la primera. Pues eso es, cómo sentimos y pensamos lo exteriorizamos y se nos devuelve. De ahí la importancia de pensar en positivo. Y, ¿sabes?, tú ya has empezado a hacerlo. ¿Recuerdas el ejercicio de convertir las creencias negativas en positivas? Eso es un ejemplo de pensarse en positivo. La Ley de la Atracción nos muestra que los pensamientos se construyen por palabras; los pensamientos generan sentimientos y emociones, y esos sentimientos o emociones son los que atraen hacia nosotros las cosas positivas o negativas; por tanto, para poder  atraer cosas positivas debemos aprender a pensar en positivo a través de las palabras. Pero claro, tú te preguntarás: vale, todo esto está muy bien, pero… ¿cómo lo logramos, cómo convertimos pensamientos negativos en pensamientos positivos? Eso es lo que vamos a trabajar a partir de ahora.  

Mini-yo   Óscar. No sé por qué, pero así decidí llamar a mi gemelo malvado. Todos tenemos un «gemelo malvado», es decir, un personaje dentro de nuestra cabeza que no nos deja en  paz, que siempre está diciéndonos lo mal que nos va a ir, lo tontos que somos confiando en una persona, la poca fuerza de voluntad que tendremos para realizar nuestro plan de adelgazamiento. Es una estúpida vocecilla que, cuando nos sentimos bien con nosotros mismos, nos escupe sentencias tales como «¿Te crees que puedes enseñar esos brazos de gorda?» o «¿Para qué te pones guapa, si nadie te ve mona porque eres una gorda?». Y estos son solo dos ejemplos de lo malvado y cruel que puede llegar a ser nuestro gemelo. Y no te creas que tu gemelo malvado se va a callar porque sí, porque normalmente está muy arraigado en nosotros, hemos crecido con él y nos ha acompañado durante toda nuestra vida,pensando así que simplemente suspirar y esperar quelacalle no daráPero, resultado. Sí, estás correctamente, tiene que ver con autoestima. además, tiene

que ver con nuestros miedos, con la imagen que tenemos de nosotros mismos, con la

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imagen que queremos dar a los demás, con lo que creemos, con lo que los demás creen de nosotros. Tiene que ver con ese lado negativo que nos empuja a no vivir y no ir hacia la persona que queremos ser. Tiene que ver con ponernos la za zancadilla ncadilla para no conseguir  nuestros objetivos. Y, lo peor, aparece cuando estás más centrada en conseguir tus objetivos, en vivir tu vida como quieres vivirla, en caminar hacia la persona que quieres ser. En cierta manera,  podríamos decir que su aparición nos indica que vamos por el buen camino, pues nos sabotea cuando estamos yendo por donde queremos ir. Pero eso no significa que debamos dejarle convivir con nosotros sin acallarlo cuando queramos hacerlo. Significa que forma parte de nosotros y lo tenemos que aceptar, pero no escuchar. Pero, como siempre, hay recursos para ganar esta batalla. Veamos cómo podemos enfrentarnos a este mini-yo que solo quiere sabotearnos.   1. Escúchate: Observa tus pensamientos e identifica qué te dicen. Si tus pensamientos te hablan de angustia, ansiedad, odio, rencor, resentimiento, calumnias, celos, envidia, miedo, culpabilidad, inseguridad, baja autoestima, falta de control… entonces es que tu gemelo malvado te está hablando. Ejemplos típicos pueden ser «¿Para qué haces este esfuerzo si no lo vas a conseguir?», «Cómete solo un bollo, por uno no pasa nada», «Nunca vas a conseguir estar igual de guapa que tu vecina del quinto»… son sentencias que pretenden autosabotearnos. Pero, ya lo sabes, tú eres una persona más lista que él. Es muy importante que lleves a cabo este paso a conciencia, pues para luchar contra el enemigo hemos de conocer sus tácticas. 2. Ponle un nombre: Es muy sencillo, busca un buen nombre, o el primero que te venga a la cabeza, y bautízalo con un nombre de persona. El mío se llama Óscar, aún no sé por qué –  aunque tampoco me interesa–. De esta forma puedes darle una identidad fuera de ti, es decir, forma parte de ti, es cierto, y no lo puedes cambiar, pero tu gemelo malvado no eres tú, así que no tienes por qué hacerle caso, ni siquiera escucharlo. 3. Corta en seco: Cuando tu Óscar empiece a parlotear, córtale, córtale en seco. Parece sencillo,  pero no lo es, puesto que muchas veces parlotea y no nos damos cuenta o lo hac hacee de d e uunn mod modoo tan sutil que no pensamos que sea él. Por eso es tan importante que identifiques cómo tu gemelo malvado se manifiesta, porque a veces su sutileza es tal que no sabemos si habla él o no. Por  ejemplo, puede decirte un «Hoy me apetece comerme un bocadillo», pero en realidad no te apetece, sabes que no lo necesitas y que no es bueno para ti si estás perdiendo peso, así que tu gemelo usará estrategias para confundirte. No le dejes. Busca una estrategia para acallarlo en seco. En mi caso digo en voz alta –si estoy sola– o pienso con mucha fuerza «Óscar, cállate, no eres yo, así que ¡cállate!». Y doy un golpe con el pie en el suelo. Mi amiga Bea simplemente le dice «¡STOP!». Gerardo me ha confesado que da un chasquido con los dedos, lo llama por su nombre y le dice que se quede en un rincón castigado. Leo le decía «¡SIT!», como si de un  perro se tratara. Son solo estrategias, alguna te puede valer, o puedes encontrar la tuya. Lo

importante es que lo hagas callar.

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4. Cambia lo que te haya dicho tu gemelo malvado por sentencias positivas: Quizás Quizás esto lo veas complicado, pero con un poco de práctica –que ya tienes, pues al transmutar lo negativo en  positivo ya lo has practicado con este libro– lo harás inconscientemente. Simplemente coge lo que te ha dicho tu gemelo y ponlo en positivo. Así, si te dice «¿Para qué todo este esfuerzo si vas a fracasar?», pásalo a «Este esfuerzo tiene una recompensa y es que lo voy a conseguir». Si va por el lado sutil y te dice «Cómete una rosquilla, por una no pasa nada», piensa «Como sano y sé lo que mi cuerpo necesita». La idea es que, diga él lo que diga, seas capaz de pasarlo a  positivo.

  Cuando hayas domesticado a tu gemelo malvado, podrás convivir con él de una forma tranquila y sabiendo que forma parte de ti. No reniegues de él, no lo mates o lo ahogues, simplemente no lo escuches porque tú y solo tú sabes lo que de verdad es bueno para ti y lo que no lo es. No resulta tan difícil, ya has aprendido y has hecho muchas cosas por ti. Esta es, tan solo, una más.  

Bla, bla, bla, bla, bla   Pero no solo el gemelo malvado es el que nos hace pensar en negativo. También nosotros, con nuestra forma de expresarnos, de comunicarnos y de pensar, estamos creando constantemente ideas y expresiones negativas. Por eso es importante escuchar  nuestro pensamiento y analizarlo, porque si estamos pensando en negativo, ya sabes, atraeremos cosas negativas. El siguiente paso es formular nuestras afirmaciones  positivas. Así pues, te ofrezco unos pasos que te ayudarán.   1. ¿No sabes si es negativo? ¡Escribe!: Muchas veces hay cuestiones que no sabemos si, por su sutileza, son negativas o no. No todo comienza por «No» o habla de lo malos que somos. Cuando dudes de si una idea es negativa o no lo es, escríbela. Sobre el papel nos puede resultar  mucho más fácil analizar las cosas. 2. Identifica tus «coletillas»: Por la forma de expresarnos, a veces culturalmente, podemos determinar que hay muchas ideas que son negativas. Por ejemplo, si para demostrar sorpresa solemos decir «¡Imposible!», ya estamos incurriendo en pensamiento negativo. 3. Olvida palabras que sean, por sí solas, negativas: Ol Olvida vida palabras como «No», «Nunca», «Sin», «Menos», «Jamás», «Ningún», «Tampoco»… Eso te ayudará a poder generar tus sentencias en  positivo. 4. Usa el presente: Porque, como decíamos antes, queremos vivir como si ya tuviéramos una vida sana, sentirnos así, disfrutar de lo que es una vida sana, y no vamos a esperar a tenerla

objetivamente, podemos hacerlo ya y así lo haremos. Usa el presente porque de esta forma te

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estás responsabilizando aquí y ahora de lo que quieres y por lo que luchas. 5. Usa frases imperativas: Porque tú no pides, si es posible, por favor, oiga, ¿alguien me escucha?... Tú estás determinado a ir hacia la persona que quieres ser, estás decidido y lo vas a conseguir; por lo tanto, son órdenes que te das y que cumplirás. 6. Convierte todas tus afirmaciones negativas en positivas: Conozco a muchas personas, muchísimas, que están delgadas y comen muchísimo, cosas que pienso que si yo comiera, en tres meses recuperaría mi peso inicial. El denominador común de todas estas personas es que ellas están completamente convencidas de que hagan lo que hagan no van a engordar. De hecho, mi pareja, antes de comer, casi como si de un ritual se tratara, suele decir «A disfrutar, que yo no engordo». Más que sumirme en una envidia por esa bendición, en realidad empecé a pensar  que lo que tenían en común todas esas personas no era ni más ni menos que el convencimiento, y se lo repiten regularmente, de que no engordarán. Esto no te librará de cuidarte, desde luego,  pero sí que tendrá efecto en ti. Mientras no te quites el exceso de peso, y llegues a una vida sana y la mantengas, recuperarás tu peso. Pero lo que importa son las instrucciones que le das a tu cuerpo con respecto a la comida, con respecto a cómo la usa y cómo se cuida. Por tanto, te aconsejo que hagas un listado de afirmaciones positivas con el fin de hacerlas propias, de creer  en ellas y de que tu mente mande mensajes de equilibrio a tu cuerpo. Unos cuantos ejemplos:   • • • • • • •

Me mantengo en un peso sano. Mi metabolismo quema con rapidez y eficacia lloo que ingiero. Todo lo que como se convierte en salud. Mi cuerpo acepta solo lo sano de los alimentos. Cada bocado es un manjar que me cuida. Cada día mi cuerpo está más y más sano. Soy una persona sana.

• Soy dueño de mi vida. • Mi cuerpo cada día está más delgado.

Ahora ¡te toca a ti! Empieza a hacer tus afirmaciones positivas. Las puedes repetir por  la mañana, antes de saltar de la cama, o antes de cada comida. Repítelas siempre que quieras y confía en que son verdad, confía en que tendrán efecto. Y lo tendrán.  

¡Viva el retoque fotográfico!   Otra estrategia que da un resultado excelente es la de visualizarnos. Visualizarnos significa imaginar en imágenes. Hay muchas técnicas de visualización, algunas más o menos complejas que otras, pero todas persiguen conseguir generar una imagen nítida

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sobre algo, en este caso sobre nosotros mismos con nuestro peso ideal. Pero no solo con el peso ideal, sino con todas esas cualidades de la persona que queremos ser. Como ya sabes la persona que quieres ser, porque lo has trabajado, no te será difícil realizar una visualización. La visualización es realmente efectiva. El bioquímico e investigador sobre la neuroplasticidad Joe Dispenza ha descubierto que el cerebro es capaz de regenerarse y de asumir habilidades que no tenemos simplemente con imaginárselo. En concreto llevó a cabo un experimento con tres grupos. El primer grupo memorizó una secuencia de piano  practicándola todos los días. días. El segundo practicó el piano sin una secuencia dada. Pero lo más interesante fue el tercer grupo, quien tuvo que memorizar m emorizar y visualizar diariamente la secuencia que había aprendido y practicaba el primer grupo. El último grupo fue un grupo de control, que no hacía nada de lo que hacía el resto de los grupos. Lo curioso de este experimento es que se encontró que el tercer grupo, es decir, el que memorizó pero no practicó más que mentalmente, había desarrollado las mismas áreas cerebrales que el  primer grupo. No entraremos en más detalles, pues este no es un libro de neuropsicología, pero basta este ejemplo para demostrar cómo la imaginación y la visualización nos ayudan a adoptar habilidades que no poseemos. Sin embargo, no sabemos usar nuestra imaginación. La usamos de una forma autodestructiva, pensando que perderemos el trabajo, que nuestra pareja nos dejará o que nos mantendremos siempre gordos. Así que ahora toca empezar a imaginar que somos ya, aquí y ahora, esa persona que queremos ser. Vamos a repasar ahora tu concepto de ti misma como esa persona ideal que quieres ser. Responde a estas preguntas:   • • • • • • • • • • •

¿Qué quieres ser? ¿Qué características positivas tienes? ¿Qué piensan los demás de ti? ¿Cómo te sientes así? ¿Cómo quieres ser? ¿Qué quieres sacar de ti? ¿Qué quieres dar? ¿Cómo vistes? ¿Cómo te sientes vistiendo así? ¿Cómo es tu pelo? ¿Cómo son tus pendientes, tu collar, tus anillos?

¿Qué llevas puesto?

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• • • • •

¿Qué zapatos llevas? ¿De qué color es tu ropa? ¿Qué talla tienes? ¿Cuánto pesas? ¿Qué comes?

  Con estas preguntas puedes empezar a generar una imagen muy cercana a la persona que quieres ser. Desde luego, si necesitas incluir más de tu propia cosecha, puedes hacerlo. De lo que se trata es de que te veas a ti misma como esa persona a la que vas encaminada. Bien, ¿ya la ves? Retén esa imagen en tu mente. Siente lo que sientes siendo esa  persona. La imagen debe ser muy clara, lo más clara posible, con el mayor número de detalles. Puedes añadir olores, sonidos, incluso sabores. Usa todo lo que a ti te sirva para  poder dar cada vez más detalles, para hacer esa imagen tuya. tuya. Desde luego, muchas de visualización, algunas mezcladas con relajación, otras existen con técnicas de técnicas auto-hipnosis, otras con meditaciones… Es muy interesante ver cómo nuestra mente puede ayudarnos y aprender a controlar nuestro cuerpo y cómo este obedece a nuestra mente. A continuación te presento una técnica de visualización que yo uso mucho. Espero que te sirva de igual modo que me sirve a mí. Para llevarla a cabo puedes memorizarla, pero te aconsejo que, al menos al principio, la grabes y la escuches.   1. Elige un sitio cómodo en el que puedas relajarte sin ruidos y distracciones. 2. Si quieres, pon música suave. 3. Túmbate y respira. Concéntrate en tu respiración. Imagina que, cuando inspiras, el aire entra  por tu coronilla hasta llegar al final de d e tu columna. Cuando espiras, el aire sale por tu columna, relajándote cada vez más y más. Concéntrate en tu respiración por unos minutos. Con cada respiración te sientes más y más tranquila y relajada. 4. Ahora imagina que una luz entra por tu coronilla y te va iluminando. Esa luz te calma y sana, te ayuda a estar más y más relajada. 5. La luz baja por tu cabeza, tu cuello, tus brazos, tu espalda, tu pecho, tu abdomen, tus gl glúteos úteos y tus piernas hasta llegar a tus pies. Te sientes cada vez más en paz y relajada. 6. Cuando te sientas del todo relajada, imagina que vas por un camino. Da igual si es un camino de montaña, de playa, o una escena urbana, como la calle. Lo importante es que el entorno sea relajante. Llegas a un lugar en el que te sientes segura, en el que te sientes tú misma. 7. Observa lo que te rodea, los pájaros, los sonidos, los olores, los colores.

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8. Mírate. Eres esa persona que quieres ser. Vistes Vistes como te imaginaste en el ejercicio anterior, con todo lujo de detalles. Mira todos los detalles que puedas, tus pendientes, tu bolso, lo que llevas puesto, si estás desnuda, cómo es tu cuerpo. 9. Mírate y siéntete por unos minutos. ¿Cómo ttee sientes? Eres esa persona sana y esbelta,  poderosa y con una gran autoestima, con todas esas e sas características que deseas tener. 10. Cuando te identifiques por completo con esa persona, repite mentalmente tus afirmaciones  positivas. 11. Siéntete bien contigo mi misma sma durante unos instantes. Saborea ese momento en el que eres todo lo que quieres ser.

Abre lentamente los ojos.   Estoy segura de que esta técnica te ayudará, te ayudará a ver que es posible y real llegar a ser esa persona, te ayudará a relajarte y a asumir que los cambios son posibles  porque en realidad no son cambios, sino sacar de tu interior algo qu quee ya eres. Si aun así te cuesta mucho verte como la persona que quieres ser, puedes hacer otras cosas:   • Coge una foto de cuando lo eras y mírala. • Coge una foto de alguien a quien admires mucho, alguien que sea tu modelo, recorta tu cara de otra foto y pégala encima. • Recorta fotos de personas con las que quieras llegar a sentirte identificada y haz un collage collage   con ellas. • Habla con al alguien guien que sepa cómo modificar una foto y que modifique una ttuya uya con el cuerpo que quieres tener.

  Lo importante no es cómo, lo importante es que te veas así e interiorices esa imagen,  porque esa es la persona que estás siendo. siendo.  

¡Contrátame!   Hemos hablado durante las páginas anteriores sobre la importancia de la actitud y de sentirse comprometido con uno mismo. A veces sentimos que sí, que de verdad estamos comprometidos, pero en el fondo no pensamos que así sea, por lo que finalmente ese compromiso en fiasco, frustrándonos de nuevo.muy sencillo que te ayudará a Bien, puesacaba ahora te presento un ejercicio

comprometerte contigo mismo en este proceso de cambio que has comenzado.

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Es muy sencillo, se trata de generar un contrato contigo mismo por el cual tendrás tus derechos y obligaciones, a cambio de los cuales obtendrás algo. Te servirá, además, para  poder resumir todos los pasos que darás y qué condiciones te impondrás. Te dejo un ejemplo rellenado. En los anexos encontrarás el mismo ejemplo para que tú lo rellenes,  por si quieres usarlo.   Contrato de Compromiso   Por una parte, Eva Campos Navarro con DNI/CIF 1111 11115X, a quien en lo sucesivo se denominará cliente, y Eva Campos Navarro con DNI/CIF 111111115X, a quien en lo sucesivo se denominará prestador, a tenor de las siguientes:   CLÁUSULAS Primera. Este contrato rige de el una periodo tiempo que seque determinará paraseeldenominará proceso de adelgazamiento y asunción vidade sana, concepto en lo sucesivo Proyecto. Segunda. Este contrato es un mutuo acuerdo de las partes mismas que firman al pie de la última hoja de este documento. Las partes reconocen que no existe dolo, mala fe o coacción en el momento de celebrarlo.   EL PROYECTO Tercera. El prestador, a través de la celebración de este contrato, proporcionará al cliente los servicios descritos como apoyo, amor, estima, cuidado y perseverancia, y que consiste en quererse, trabajar por llegar a ser la persona que se desea ser, mimarse, asumir una vida sana y todos los actos necesarios para llegar a un peso sano, con todos los elementos e indicaciones necesarios para su fin.   LOS SERVICIOS Cuarta. El prestador proporcionará los servicios descritos a continuación:   • Apoyo incondicional. • Servicios de ejercicios diarios. • Servicios de recompensas, según lo siguiente:

 

10 kg: Una sesión de spa y masaje japonés.

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 –  –  –  –  –

-20 kg: Un libro que tenía que encargar al extranjero. -30 kg: Unos pantalones vaqueros pitillo. -40 kg: Unas botas de cuero que hacía un año que quería. -50 kg: Un salto en paracaídas. -60 kg: Un gadget electrónico y el final de la dieta de adelgazamiento.

  SERVICIOS COMPLEMENTARIOS Quinta. El control de la evolución se hará de la siguiente forma: • Análisis mensuales. • Visitas al nutricionista quincenales. • Peso diario en báscula casera.

  FORMA Sexta. El prestador realizará una serie de actividades para llevar a cabo el Proyecto: • • • •

Clases de pilates tres días por semana. Control de las comidas por parte de un nutricionista. Trabajo interno para descubrir qué le pasa. Meditación y visualización diaria.

  MODIFICACIÓN DE LOS SERVICIOS Séptima. Cualquier modificación, adición o supresión en las características de los SERVICIOS se efectuará solamente por causas mayores, como enfermedad, sin incurrir  en festejos más que la próxima boda de mi prima, el 30 de abril, y el cumpleaños de mi madre, el 5 de mayo, y se entiende que si dichas modificaciones llegasen a ocurrir, los tiempos, formas y costos se incrementarían según la naturaleza de las mismas. Octava. Los pagos de estas modificaciones en los servicios se harán solo en esas circunstancias y siempre compensando los excesos. OBLIGACIONES DEL PRESTADOR Y PROPIEDAD ovena. El prestador se compromete a acudir a las clases de pilates, sin excusas, tres días por semana; comer de una forma sana consistente en bajar sus niveles de azúcares e hidratos de carbono y comer más verduras, frutas y proteínas; darse sus cremas y sus masajes, así como cuidarse y hacer los ejercicios que sabe que la ayudan a estar 

internamente mejor consigo misma.

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Décima. Informar de problemas, ser consciente de cuándo suceden y buscar rápidas soluciones para no tirar la toalla. OBLIGACIONES DEL CLIENTE Undécima. No podrá generar excusas para saltarse comidas, realizar comidas fuera del  plan, dejar de asistir a las clases clases de pilates o dejar de cuidarse de algun algunaa forma. Duodécima. Deberá celebrar sus logros semanales, ya sea con una sesión de  spa, una  película en el cine u otro evento evento que no conlleve la ingesta de comid comidaa o bebidas. Decimotercera. Deberá realizar las recompensas anteriormente descritas. Decimocuarta. Deberá cuidarse tanto por dentro como por fuera.   CUMPLIMIENTO Decimoquinta. Las Partes harán y ejecutarán, o procurarán que se hagan y se ejecuten, todos los actos, hechos, cosas y documentos adicionales que serán necesarios para dar  efecto a los términos y condiciones estipulados en este Contrato. Decimosexta. El presente contrato tendrá una vigencia igual al tiempo que dure la  prestación de los servicios por parte del prestador al cliente, que será vitalicio, pues es obligación del prestador cuidar al cliente y vigilar para que tenga una vida plena y sana.   En , a de de 20XX   El prestador El cliente o empresa

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Unas últimas palabras  Como habrás notado, este libro pretende apoyarte en tu proceso de búsqueda de una vida sana desde un punto de vista en todos el quelos tú yejercicios solo tú eres el protagonista de tuo vida. EstáLo en tu mano seguir adelante, hacer de este libro, algunos ninguno. que está claro es que se consigue, y se consigue sin tener que pasar, obligatoriamente,  por grandes suplicios, esfuerzos titánicos, porque te habrás dado cuenta de que las ventajas superan a los inconvenientes. los inconvenientes. Todas las personas que han colaborado en este libro lo han hecho con la única esperanza de poder mostrar a los demás que se puede conseguir, pero se consigue cuando miras en tu interior, descubres qué te pasa y trazas el plan de qué quieres que te  pase. Sin eso, probablemente, dentro de de un tiempo estemos en el temido efecto rebote. Yo lo he conseguido. He perdido 70 kg hasta el momento, y sigo en mi lucha contra los kilos de más, pues es una lucha que cada vez nos pedirá menos, pero siempre la tendremos, no debemos bajar la guardia, seguir con c on nuestra vida sana y feliz y luchar por  que se mantenga así.  No, no te engañes, los métodos de despreocuparse de uno mismo no funcionan, no funcionan para adelgazar pero tampoco funcionan para muchas otras cosas en nuestra vida, nuestra pareja, nuestro trabajo, nuestra familia… Tú y solo tú eres el protagonista de tu vida. ¡Protagonízala! Y si quieres seguir trabajando en ti, conociendo otras historias, escuchando y aprendiendo más sobre ti, recibiendo apoyo y caminando hacia la persona que quieres www.soymaslistaqueelhambre.com.. ser, visita la web www.soymaslistaqueelhambre.com

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Anexo I: Registro  Primero te dejo una tabla vacía, por si la quieres usar o fotocopiar. Luego te muestro un ejemplo de cómo rellenar la tabla.

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Anexo II: Contrato  Contrato de compromiso  Por una parte, , a quien en lo sucesivo se denominará cliente, y , a quien en lo sucesivo se denominará prestador, a tenor de las siguientes:   CLÁUSULAS Primera. Este contrato rige el periodo de tiempo que se determinará para el proceso de adelgazamiento y asunción de una vida sana, concepto que en lo sucesivo se denominará Proyecto. Segunda. Este contrato es un mutuo acuerdo de las partes mismas que firman al pie de la última hoja de este documento. Las partes reconocen que no existe dolo, mala fe o coacción en el momento de celebrarlo.   EL PROYECTO Tercera. El prestador, a través de la celebración de este contrato, proporcionará al cliente los servicios descritos como , y que consiste , con todos los elementos e indicaciones necesarios para su fin.   LOS SERVICIOS Cuarta. El prestador proporcionará los servicios descritos a continuación:   SERVICIOS COMPLEMENTARIOS Quinta. El control de la evolución se hará de la siguiente forma:   FORMA Sexta. El prestador realizará una serie de actividades para llevar a cabo el Proyecto:

119  

  MODIFICACIÓN DE LOS SERVICIOS Séptima. Cualquier modificación, adición o supresión en las características de los SERVICIOS se efectuará solamente por  , y se entiende que si dichas modificaciones llegasen a ocurrir, los tiempos, formas y costos se incrementarían según la naturaleza de las mismas. Octava. Los pagos de estas modificaciones en los servicios se harán solo en esas circunstancias y siempre compensando los excesos.   OBLIGACIONES DEL PRESTADOR Y PROPIEDAD ovena. El prestador se compromete a Décima.   OBLIGACIONES DEL CLIENTE Undécima. Duodécima. Decimotercera. Decimocuarta.   CUMPLIMIENTO Decimoquinta. Las Partes harán y ejecutarán, o procurarán que se hagan y se ejecuten, todos los actos, hechos, cosas y documentos adicionales que serán necesarios para dar  efecto a los términos y condiciones estipulados en este Contrato. Decimosexta. El presente contrato tendrá una vigencia igual al tiempo que dure la  prestación de los servicios por parte del prestador al cliente, que será vitalicio, pues es obligación del prestador cuidar al cliente y vigilar para que tenga una vida plena y sana.   En , a de de 20XX  

El prestador El cliente o empresa

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Agradecimientos  

o quiero dejar pasar la oportunidad de agradecer a toda la gente que ha estado a mi

alrededor apoyándome todo este tiempo: A mis chicas del foro, sin ellas este libro no habría sido posible, no hubiera nacido sin su continuo apoyo y amor incondicional, sin pedir nada a cambio. Chicas, os adoro. Sois una fuente de inspiración, un apoyo y hacéis una labor de verdad maravillosa. Seguid así. A Maribel, mi tía, por darme el ejemplo de que en la vida se ha de perseguir lo que realmente se quiere y luchar por ser una misma en todo momento. A Emi, por haber estado ahí en todo el proceso, ayudándome, haciéndome la vida más fácil y dándome apoyo y cariño cuando lo necesitaba. A Paz Palacios, por ser mi amiga, mi consejera, mi apoyo, mi empuje y ayudarme a sacar adelante los proyectos tan importantes para poder ayudar a mucha gente. A todos vosotros y a muchos más. A Ana, por nuestra vida pasada, futura y por lo que entre ambas hemos crecido, por ser  la persona que es y por sus jabones hechos entre risas, conversaciones y cariño. Podéis encontrar su trabajo en marinan.jimdo.com A Lore y Álex, por su humor, su cariño, esas noches eternas de charlas y sus magníficas y divertidas camisetas. A César, Cristi, Nuria, Xavi, Mariquilla y Patri por su amor incondicional como amigos, siempre ahí, apoyándome en todo, absolutamente todo, lo que se me ha pasado por la cabeza en estas últimas décadas. A Víctor por su implicación www.soymaslistaqueelhambre.com.. www.soymaslistaqueelhambre.com

y

su

gran

trabajo

creando

la

web

A Miguel Cortés, mi maestro de Coaching, por todo lo que me ha enseñado, todo lo que me ha dado y la caja de Pandora que me ha hecho caminar hacia la persona que quiero ser. Podéis encontrarlo en www.dct.es A todas y cada una de esas personas que han creído en mí y se han implicado

incondicionalmente, que son muchas y muy especiales. Gracias.

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A todo lo que ha pasado en mi vida en los últimos años, que me ha traído a este punto, me ha enseñado y me ha encaminado hacia la persona que quiero ser.

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Su opinión es importante. En futuras ediciones, estaremos encantados de recoger sus valoraciones sobre este libro. Por favor, háganoslas llegar a través de nuestra web:   www.plataformaeditorial.com

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  OTROS TÍTULOS DE LA COLECCIÓN  

124  

  Un libro lleno de historias conmovedoras en el que once profesionales de la enfermería toman la palabra.

125  

  El autor, tras convivir con los guerreros maasai o los cazadores hadzabe, ha aprendido a afrontar la vida cada vez que abandona África para sumergirse en nuestra civilización.

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Lo que dice la ciencia sobre el cuidado de la  piel Bagazgoitia, Dra. Lorea 9788417376512 144 Páginas Cómpralo y empieza a leer 

Descubre cómoy mantener unasin piel sana. Protégete las y protege a tu familia de malos hábitos de creencias base científicaEn redes sociales e internet abundan los consejos sin base científica y recomendaciones sobre cómo mantener una piel sana que solo sirven para desorientarnos.Con este libro aprenderás a protegerte de los malos hábitos y descubrirás que aún hay muchas cosas que no sabes sobre tu piel, y que algunas de las que crees saber no son ciertas. Basado en las últimas investigaciones científicas, Lo que dice la ciencia sobre el cuidado de la piel nos enseña cómo proteger el órgano más grande de nuestro cuerpo y de qué forma influyen la alimentación, las vitaminas, el sol, las cremas, los cosméticos, el paso de los años...Incluye además un test en el que la autora, creadora del Blog de dermatología, nos invita a evaluar nuestros conocimientos sobre nuestra piel y sus cuidados. Cómpralo y empieza a leer 

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El cerebro del niño explicado a los padres Bilbao, Álvaro 9788416429578 296 Páginas Cómpralo y empieza a leer  Cómo ayudar a tu hijo a desarrollar su potencial intelectual y emocional. Durante los seis primeros años de vida el cerebro infantil tiene un potencial que no volverá a tener. Esto no quiere decir que debamos intentar convertir a los niños en pequeños genios, porque además de resultar imposible, un cerebro que se desarrolla bajo presión puede perder por el camino parte de su esencia. Este libro es un manual práctico que sintetiza los conocimientos que la neurociencia ofrece a los padres y educadores, con el fin de que puedan ayudar a los niños a alcanzar un desarrollo intelectual y emocional pleno. "Indispensable. Una herramienta fundamental para que los padres conozcan y fomenten un desarrollo cerebral equilibrado y para que los profesionales apoyemos nuestra labor de asesoramiento parental."LUCÍA ZUMÁRRAGA, neuropsicóloga infantil, directora de NeuroPed "Imprescindible. Un libro que ayuda a entender  a nuestros hijos y proporciona herramientas prácticas para guiarnos en el gran reto de ser padres. Todo con una gran base científica pero explicado de forma amena y accesible."ISHTAR ESPEJO, directora de la Fundación Aladina y madre de dos niños "Un libro claro, profundo y entrañable que todos los adultos deberían leer."JAVIER ORTIGOSA PEROCHENA, psicoterapeuta y fundador  del Instituto de Interacción "100% recomendable. El mejor regalo que un padre  puede hacer a sus hijos."ANA AZKOITIA, psicopedagoga, maestra y madre de

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Reinventarse Alonso Puig, Dr. Mario 9788415577744 192 Páginas Cómpralo y empieza a leer  El Dr. Mario Alonso Puig nos ofrece un mapa con el que conocernos mejor a nosotros mismos. Poco a poco irá desvelando el secreto de cómo las personas creamos los ojos a través de los cuales observamos y percibimos el mundo. Cómpralo y empieza a leer 

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Vivir la vida con sentido Küppers, Victor  9788415750109 246 Páginas Cómpralo y empieza a leer  Este libro pretende hacerte pensar, de forma amena y clara, para ordenar ideas,  para priorizar, para ayudarte a tomar decisiones. Con un enfoque muy sencillo, cercano y práctico, este libro te quiere hacer reflexionar sobre la importancia de vivir una vida con sentido. Valoramos a las personas por su manera de ser, por  sus actitudes, no por sus conocimientos, sus títulos o su experiencia. Todas las  personass fantásticas tienen una  persona una manera de ser fantástica, y todas las personas mediocres tienen una manera de ser mediocre. No nos aprecian por lo que tenemos, nos aprecian por cómo somos. Vivir la vida con sentido te ayudará a darte cuenta de que lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante, de la necesidad de centrarnos en luchar y no en llorar, de hacer  y no de quejarte, de cómo desarrollar la alegría y el entusiasmo, de recuperar  valores como la amabilidad, el agradecimiento, la generosidad, la perseverancia o la integridad. En definitiva, un libro sobre valores, virtudes y actitudes para ir   por la vida, porque ser grande es una manera de ser. Cómpralo y empieza a leer 

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Vender como cracks Küppers, Victor  9788417002565 208 Páginas Cómpralo y empieza a leer  La venta es una profesión maravillosa, absolutamente fantástica. Difícil, complicada, con frustraciones, solitaria, pero llena también de alegrías y satisfacciones que compensan sobradamente esa parte menos bonita. Este libro intenta ayudar a motivar, a ilusionar, a disfrutar con el trabajo comercial. Es un ámbito en el que hay dos tipos de profesionales: los cracks y los chusqueros; los que tienen tienen metodología, los que se preparan, los que se preocupan por ayudar a sus clientes, por un lado, y los maleantes, los colocadores y los enchufadores,  por otro. He pretendido escribir un libro que sea muy práctico, útil, aplicable, simple, nada complejo y con un poco de humor, y explico sin guardarme nada todas aquellas técnicas y metodologías de venta que he visto que funcionan, que dan resultado. No es un libro teórico ni con filosofadas, es un libro que va al grano, que pretende darte ideas que puedas utilizar inmediatamente. Ideas que están ordenadas fase a fase, paso a paso. Cómpralo y empieza a leer 

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Índice Portadilla Créditos Dedicatoria Contenido Introducción 1. ¡Viva mi cuerpo serrano! 2. ¿Cómo como? 3. Acepta tus retos 4. Yo, yo y yo 5. Algunos casos reales 6. Yo me pienso, luego existo Unas últimas palabras Anexo I: Registro Anexo II: Contrato Agradecimientos La opinión del lector Otros títulos de la colección Ser enfermera África en 10 palabras

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